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TEMA: DIOS RESTITUIRÁ LOS AÑOS PERDIDOS.

TEXTO: Joel 2: 25 Y os restituiré los años que comió la oruga, el saltón, el revoltón y la langosta,
mi gran ejército que envié contra vosotros. 26 Comeréis hasta saciaros, y alabaréis el nombre de
Jehová vuestro Dios, el cual hizo maravillas con vosotros; y nunca jamás será mi pueblo
avergonzado. 27 Y conoceréis que en medio de Israel estoy yo, y que yo soy Jehová vuestro Dios,
y no hay otro; y mi pueblo nunca jamás será avergonzado.
INTRODUCCION: Hace quince días hablamos de una filosofía de vida conocida como FATALISMO.
Fatalismo es la doctrina que enseña, que todos los sucesos están determinados por el destino y de
que la voluntad del hombre no puede hacer nada que modifique el curso de los acontecimientos.
Las personas que asumen esta creencia muestran una actitud de resignación, ellos dicen "hay que
tomar la vida como viene". Lo que ya pasó, pasó y no se puede hacer nada para cambiarlo.
Pero ese día aprendimos que Dios tiene el poder para restaurar lo que paso.
Dios quiere intervenir en el hoy y en el mañana de cada uno de nosotros para restaurar todo lo
malo que ya ocurrió dentro de estos tiempos.
De aquí que el tema de hoy lleva por título: Dios restituirá los años perdidos.
La visión del profeta Joel en el capítulo 1 es la devastación de la tierra por la langosta
Joel 1: 4 Lo que quedó de la oruga comió el saltón, y lo que quedó del saltón comió el revoltón; y
la langosta comió lo que del revoltón había quedado. 10 El campo está asolado, se enlutó la
tierra; porque el trigo fue destruido, se secó el mosto, se perdió el aceite. 12 La vid está seca, y
pereció la higuera; el granado también, la palmera y el manzano; todos los árboles del campo se
secaron, por lo cual se extinguió el gozo de los hijos de los hombres. 18 !!Cómo gimieron las
bestias! !!cuán turbados anduvieron los hatos de los bueyes, porque no tuvieron pastos!
También fueron asolados los rebaños de las ovejas.
Joel 2: 25 Y os restituiré los años que comió la oruga, el saltón, el revoltón y la langosta, mi gran
ejército que envié contra vosotros.
DIOS PUEDE DEVOLVER EL TIEMPO
• Quiero que note que Dios no les dice que les restituirá las cosas que perdieron, les dice
que les restituirá lo años en los que lo perdieron todo, que has desperdiciado o que no has
aprovechado, Dios puede hacer venir para nosotros mejores tiempos.
• Cuando se habla de "restitución" se habla de recuperar lo que se ha perdido.
• Esto nos hace saber que para Dios no es problema el tiempo, por eso Él le promete a su
pueblo que les restituirá los años, no sólo la cosecha o los frutos que comió la oruga, sino
también los años en que perdieron toda esa cosecha.
• Tenemos que vivir convencido que las oportunidades que se te han ido o que has
desperdiciado, Dios las volverá a poner delante de nosotros, si lo creemos.
Puedes pensar que los mejores años de tu vida ya pasaron, que los mejores años de tu
vida se han desperdiciado, pero para Dios los mejores años de tu vida vienen cuando Él
dice que vienen los mejores años de tu vida y tú le crees y obedeces lo que te manda a
hacer.
Marcos 10: 29 Respondió Jesús y dijo: De cierto os digo que no hay ninguno que haya dejado
casa, o hermanos, o hermanas, o padre, o madre, o mujer, o hijos, o tierras, por causa de mí y
del evangelio, 30 que no reciba cien veces más ahora en este tiempo; casas, hermanos,
hermanas, madres, hijos, y tierras, con persecuciones; y en el siglo venidero la vida eterna.
“He aquí, nosotros hemos dejado todas las cosas, y te hemos seguido” (v. 28). Pedro y los
discípulos ya han cumplido con lo que Jesús ha mandado hacer a este hombre. Han sacrificado
todo para seguirle. La pregunta implícita de Pedro es, “¿Recibiremos alguna recompensa?”
Jesús deja claro que los que se sacrifiquen por su bien serán recompensados ahora y en eternidad.
Esperaríamos que Jesús nos premiara por sacrificar cosas malas (adicciones, malas costumbres) y
cosas seductivas (fama y fortuna), pero todas las cosas que menciona en versículo 29 son bastante
positivas. Aún es posible dejar que lo bueno se interponga entre nosotros y Cristo.
La lista de bendiciones en versículo 30 se paralela a la lista de sacrificios en versículo 29 con una
excepción – la palabra “padre” está claramente ausente en versículo 30. El cristiano que deja casa
o hermanos o hermanas o madre o padre o hijos o heredades gana acceso a muchas casas,
hermanos, hermanos cristianos, etcétera – pero no hay necesidad de muchos padres, porque Dios
es el Padre que necesitamos.
Jesús dice que recibiremos recompensa por nuestra fe aquí y ahora. Por ejemplo: En la temprana
historia de nuestra nación, las creencias religiosas de los cuáqueros les impulsaba a ser honestos,
trabajadores, y leales. Por eso, a la gente le gustaba hacer negocio con ellos. Sus creencias
religiosas también les impulsaban a vivir modestamente aún cuando prosperaban. Viviendo bajo
sus medios, se hicieron bastante ricos.
"Nosotros lo hemos dejado todo, y te hemos seguido"
En ese momento, como si algo se hubiera encendido en la mente de Pedro, se sintió movido a
señalar a Cristo que él y sus compañeros lo habían dejado todo a fin de seguirle. Y esto era cierto;
Simón y Andrés, "dejando sus redes, le siguieron"; Jacobo y Juan, "dejando a su padre Zebedeo en
la barca con los jornaleros, le siguieron"; y Leví "levantándose, le siguió", abandonando el banco
de los tributos públicos y su trabajo. Ellos habían hecho lo que el joven rico no había querido
hacer.
Ahora bien, ¿qué pretendía Pedro al decir esto? Por la contestación que el Señor le dio a
continuación, pareciera que estaba preguntando si ellos recibirían algo por su actitud desprendida.
El evangelio de Mateo da una versión más amplía de su pregunta que confirma esta idea: "¿qué,
pues, tendremos?" (Mt 19:27). Esto era típico en el apóstol Pedro, donde encontramos con
frecuencia esta mezcla de penetración espiritual y de ambición carnal que solía expresar con tanta
espontaneidad.
"Por causa de mí y del evangelio... que no reciba cien veces más"
No hay duda de que Dios recompensa la fidelidad del creyente que deja casa, hermanos,
hermanas, padre, madre, mujer, hijos o tierras por causa de él y de su evangelio. Sin embargo, en
nuestro servicio al Señor debemos tener cuidado de que nuestra motivación no sea el deseo de
ganancia sino el amor por Cristo y su evangelio.
"Reciba cien veces más ahora en este tiempo"
Lo que Pedro y los otros apóstoles habían dejado por seguir a Cristo, no es un caso aislado. Todo
verdadero creyente se verá enfrentado tarde o temprano a dejar cosas si quiere seguir fielmente
al Señor.
(Lc 14:26) "Si alguno viene a mí, y no aborrece a su padre, y madre, y mujer, e hijos, y hermanos, y
hermanas, y aun también su propia vida, no puede ser mi discípulo."
En algunas ocasiones, se tratará de "dejar" estas cosas voluntariamente, pero en otras, la decisión
de seguir a Cristo, nos puede llevar a "perder" lo que tenemos; y esto lo saben bien muchos de
nuestros hermanos que viven en países donde el Evangelio es perseguido (He 10:34). Pero ya sea
que entreguemos lo que tenemos por amor a Cristo, o que lo perdamos por nuestra fidelidad a su
evangelio, el Señor promete recompensar generosamente.
Por supuesto, el Señor no estaba diciendo que como consecuencia de nuestro desprendimiento de
ciertas cosas, él nos recompensaría con la salvación. Evidentemente, la salvación no está entre las
"recompensas" prometidas. Pero si bien la salvación no depende de nuestras obras, también es
cierto que sin "sacrificio" no puede haber recompensa.
No cabe duda de que todo servicio y entrega al Señor es una "inversión" rentable. La primera
razón está en lo desproporcionado de los "intereses" ("cien veces más"), pero también, porque lo
que le entregamos es algo de lo que tarde o temprano nos tendremos que desprender al pasar de
esta vida a la eternidad. Alguien ha dicho: "No es un loco el que está dispuesto a perder lo que no
puede retener, con el fin de alcanzar lo que no se puede perder".
En cuanto a la parte del cumplimiento de esta promesa que tiene lugar en este tiempo presente,
su fidelidad ha sido comprobada en la experiencia de los siervos del Señor en todos los tiempos.
Tal vez han tenido que dejar sus casas por causa de su servicio, pero allí donde han ido han
recibido alojamiento y cuidado. Quizás han sido despreciados por sus familiares cercanos, pero
han encontrado cientos de hermanos y amigos cristianos que han enriquecido sus vidas.

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