(preludio y poema) recitado: Camino umbroso el del río huele a sauce y alameda ramita que toca el aire seguro que reverbera en luz de hondazo y silencio de pájaros en las arenas. Porque es un gusto de niño andar descalzo sus sendas hay cosas que no se olvidan: una, la sensación tan bella del colibrí que liba los cercos de madreselva; otra, la senda umbrosa del río, que en el rigor de la siesta huele a sauce y alameda. Por ahí andaba Gabriel contemplando las riberas como quién atisba el mundo en meditación cualquiera, siempre encontraba en la hondura de aquel río las respuestas. Camino umbroso el del río huele a sauce y alameda. Quién crece a orillas del río sabe mirar para adentro en lo profundo del alma no hay remanso que esté quieto siempre hay duda o amargura y hablar con Dios es el secreto. Camino umbroso el del río huele a sauce y alameda por ahí andaba Gabriel contemplando sus riberas.