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Samuel Lagunas + Luis Cruz-Villalobos

Plegarias Sórdidas
P O E S Í A

Prólogo:
Juan Esteban Londoño

Epílogo:
Lucas Magnin

.;.
Independently
Poetry

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PLEGARIAS SÓRDIDAS. POESÍA
© Samuel Lagunas & Luis Cruz-Villalobos, 2018

© Idependently, 2020
Poetry Section | Numen Collection
Santiago de Chile

La fuente de los trabajos de este libro está indicada al final de cada poema o
sección, salvo los textos inéditos.

Imagen de portada y contraportada: „Sancho Panza‟, grabado de Gustavo Doré,


perteneciente a las ilustraciones de „El Quijote de la Mancha‟.

ISBN-13: 979-8602371758

Impreso en los Estados Unidos de América

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PRÓLOGO

5
6
Toda oración honesta es insolente. La plegaria
horada una grieta en el absurdo. Dios no siempre
responde, pero escucha. Su piel está curtida con
escupas de los intercesores.

Luis Cruz-Villalobos y Samuel Lagunas oran en la


palabra poética. Sus canciones son interrogantes.
También lo ha sido la plegaria. El medio que nos
regaló la fe para desentrañarnos.

Las oraciones son plegarias sórdidas. Yo las


llamaría sordas. Brotan de los labios silenciados
ante el Misterio y se dirigen a un Dios que es todo
oídos. “Oye, Israel”, dice el credo hebreo.
“Escúchanos, Dios”, dicen los Salmos. Dios es un
animal que escucha.

Tanto Luis como Samuel beben de las fuentes del


exteriorismo, corriente que hace presencia en la

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literatura latino-americana con Ernesto Cardenal.
Según esta aproximación estética, hay poesía en
cada aspecto de la experiencia humana. Es una
creación que priviligia los lugares cotidianos, los
nombres propios, las cifras y los dichos popula-
res. El exteriorismo es el canto impuro.

Si bien este no es el estilo que defiendo, cierro la


boca y callo para decir amén a estas oraciones.

Luis eleva sus plegarias según la estructura de los


Salmos. En sus poemas, encontramos paralelis-
mos sinonímicos y complementarios. Luis se
apropia con creatividad de motivos sapienciales y
literarios que aparecen en la inmensa biblioteca
hebrea, a la cual llamamos Biblia, para desnudar
las búsquedas de una época amenazada por el
olvido.

Samuel se atreve a interpolar imágenes de


diferentes edades del tiempo. Teje materiales
dispares en su telar de letras. Evoca la fe en Dios y
alude a peligros de nuestra época, como lo son el
Parkinson y Donald Trump. Samuel se pregunta

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por la reverencia que pueda expresar una oración,
cuando la vida nos sorprende sin un libro de
plegarias a la mano. En aquel instante, el poema
es una bomba aventada en el estómago de Dios.

Estos dos escritores latinoamericanos cantan


desde las entrañas una salmodia disruptiva.
Buscan reescribir el lenguaje de la piedra e
interpelar a un Dios, cuyo lugar de revelación es
la pregunta. Intentan traer su palabra a nuestro
reino, el de los escombros. Y crean un escenario
donde llaman al Misterio a responder, al menos
con su silencio. Aunque Dios no siempre
responde. Dios escapa. Su silencio es su Palabra.
Su Palabra es oída en la pregunta.

Juan Esteban Londoño


Hamburgo, Alemania, 2018

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ORACIONES DE ÍCABOD
Luis Cruz-Villalobos

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“Y llamó al niño Icabod, diciendo: ¡Traspasada es la gloria
de Israel! por haber sido tomada el arca de Dios”.
1 Samuel 4:21, RV60

Dedicado a los hermanos y hermanas sin-gloria

Escrito al son del álbum “Songs of Prayer” (2012),


de Chad Lawson

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ORACIÓN 1

Amén

Comienzo del fin


Fin del comienzo

Soy cal
Que no tiene nombre
Que su nefasto paso lo ha hecho derribado
Derribable de por vida

Oro
Clamo angustiado
Pido pan
Y nadie escucha

Soy el maldito por lo siglos amén

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El amén maldito soy
El soy sin ser
El así-será perdido
El pobre de pobres
El desprovisto de las notas de la dicha
El que agotó el alfabeto de la pena
Y lo repitió setecientas veces de memoria

Soy el pudor partido en dos


Y el putrefacto narciso
Que se enamoró de su estela.

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ORACIÓN 2

Ave Mar
Sálvame
Lleno eres de agua
Y profundidades
De arenas y algas
Que no me alimentan

Salve
Mar nuestro de cada noche
Santificado sea tu cielo
Reflejado en tu abismo

Dame la sal
Sobre la llaga
Dame la sal tuya de cada muerte
Y que venga tu reinado marino

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Tu acuático gobierno
Que no tendrá fin ni comienzo

Perdónanos
Mar nuestro de cada sombra
Los pecados
Que cometimos contra tu luz
Y contra tus tinieblas
Así como nosotros
Solo con levedad condenamos
A los que nos denigran
Así perdónanos
Y más

No nos dejes caer en la antelación


De preveer el alud
Y que tu marea nos inunde
Con tus corrientes
Pues tuyo es el reino
El preceder y la espuma
Por este segundo
Eterno

Amén?

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ORACIÓN 3

De rodillas
Con las alas rotas
No tengo qué hacer en esta tierra

Ya no hay petición posible


Ni sonrisa
Para mí
Que soy el despreciado por los siglos
El hijo del desastre
El que nació con el sino del derrumbe
De la inhibición de la pradera y la flor

De rodillas camino
Como pidiendo perdón por vivir
Como pidiendo amor para andar

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Busco pozos claros
Que me den aguas puras
Y solo encuentro charcos que me venden
Su sangre enlodada
Pido y no recibo
Busco y no hallo
Llamo y nadie me abre

Soy el esplendor
De la indiferencia de todos los cielos.

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ORACIÓN 4

Acción de gracias piden los dioses


Y acción de gracias tendrán

Gracias por darme el pan duro


Como cara de reyes

Gracias por el descalabro


De la risa que vi tantas noches

Gracias por los muertos


Que sobre mí pesan como ancla

Gracias por el silencio rotundo


De cada uno de estos siglos

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Gracias por las imprecisas revelaciones
Que no se aclaran

Gracias por la penumbra


Que abunda en mis ojos
Gracias por la gloria
Que me quitaron de bruces

Gracias por la náusea


Y por los absurdos siderales

Gracias por la llaga podrida


Que ya nunca se cierra

Gracias por la roca que alzo


Hasta la cima y luego vuelve a caer

Gracias por cortarme las piernas


Que no cabían en tu catre
Gracias por crear el nefasto canto
De las sirenas que me vencieron

Gracias por el abismo y su sombra


Y por la cima y su acantilado.

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ORACIÓN 5

Me ha quedado un poco de ternura bajo la piel


Bajo las costras de tantas derrotas
Bajo el dolor y la lluvia de los pesares

Me ha quedado un poco de ternura diminuta


Desde la cual puedo elevar una alabanza a los cielos
Fingiendo una sonrisa leve y azucarada

Alabado sea el delirio y la estúpida carcajada


Porque por ella se han derrotado fantasmas y ogros

Alabada sea la espera silenciosa y alucinante


Porque con ella se han doblegado los dolores más altos

Alabada sea la fe razonable del que cree en el testigo


Porque por ella se conquistaron imperios
Y se derribaron mil bosques

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Alabada sea la pasión renombrada virtud
Porque sin ella nada del absurdo total
Se habría resistido a su denuncia.

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ORACIÓN 6

Podemos bailar una ronda


Con la comunidad incontable
De los desheredados

Podemos entonar los himnos


De la más desgarradora derrota
De nuestra fraternidad descarriada

Podemos alzar las manos


Sintiendo el soplo de la nostalgia
Sobre nuestro pechos de hermanos

Podemos pedir el pan sagrado


Manchado en nuestra propia sangre

Podemos escuchar la homilía siniestra


De la miseria que nos habita

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Podemos pedir una limosna
Para sostener los templos numinosos
Que han sabido ocultar el silencio

Podemos darnos la paz


Con el sincero cinismo ilusorio
Que sueña un futuro mejor y reminiscente

Podemos recibir la bendición de la luna


Que nos garantice que la fecundidad del sufrir
Será cortada de la faz de la tierra.

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ORACIÓN 7

Mío dios
Mío dios
Por qué me has desahuciado
Por qué no vienes a mi llamado
No te apareces
Ni envías siquiera un heraldo

De día clamo y me escuchas


Pero te haces el sordo
Y de noche pido por tu luz
Y no llegas siquiera con una vela

Nada queda de mí
Soy un guarapo digno de conmiseración
Pero a ti
Nada

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Solo vez cómo florece mi piel
Cómo se me caen los ojos de vergüenza
Aquí
Desnudo como bebé recién nacido
En medio de sucia pobreza
Y a ti
Nada

Mi madre pide pan y ropa por las calles


Mi padre roba mansiones y asalta los cielos
Pero a ti
Nada

Quién soy aquí


Más que una lacra
Un delincuente común
Un don-nadie
Que solo está para llenar las penitenciarías
Como sardinas enlatadas
Inmundas y fétidas

Qué quieres de mí
Sino no me hablas
Ni me das señales de vida

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Qué esperas de mí
Si solo soy el fruto de un vientre
Que brotó en medio del barrial

Qué quieres de mí
Mío dios
Mío dios
Qué quieres
Y cómo esperas que lo sepa
Si no soy profeta ni vidente
A lo más un charlatán que soñó contemplarte
Una noche
Como ángel de luz
Que hablaba de un amor infinito
Del cual no he visto ni su más leve estela
Aquí en mi noche
Palpable
E infinita.

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ORACIÓN 8

Adónde iré

Iré a la ciudad sin-dios

Aquel sitio me espera


Me llama

La ciudad sin-dios
Es nocturna
El neón la ilumina a toda hora
Y oculta su verdadero silencio

Allí iré
Esa será mi morada por los siglos

La ciudad sin-dios

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Es robusta
Rascaciélica
Es de espejos y humos
Es de parques y bicicletas
De fuentes y monumentos
También de bestias y sobresaltos

La ciudad sin-dios
Me sabrá besar en la boca y en la sien
Me sabrá dar un norte y un sur
Un aquí y un ahora
Me venderá a buen precio nuevas memorias
Nuevos futuros muy ciertos
Me anudará las peguntas
Y me zurcirá las esperas
No me dejará tiempo para contemplar con desdén
No me abrirá puertas para la honda nostalgia
Seré feliz
Como la más hermosa y sin igual maquinaria
Repleta de colores y luces
Repleta de saberes y nombres

Ya no me lamentaré al despertar
El no saber por qué estoy aquí

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Abierto a una vida tan incierta e imprecisa

Simplemente viviré
Allí
En la ciudad sin-dios
Feliz
Como un muerto.

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ORACIÓN 9

Apremia la soledad
La náusea y la desdicha
A este que soy
Pobre sin nombre
A este que no pidió nacer ni morir
Pero sin embargo debe

Apremia
La voz silente
Y el deambular cansado
Pero nadie responde
Desde lo alto
O desde lo bajo

Por eso apremia


Apremia tanto silencio
Infinito y remoto

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Diminuto
Ínfimo
Pero total
E insoportable.

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ORACIÓN 10

¿Hay esperanza para Icabod?

Para mí
Dormido adán
Eva de luto
Sinuoso adán
Eva sin paz

Tendré que seguir esperando


Mi quieta respuesta
Al parecer tendré que llorar al viento
Aguardando la palabra exacta
Que me indique el camino

Pero en medio de mi vano ir y venir


En medio de mi miseria sencilla

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El misterio se me revela como pregunta
Como imprescindible anhelo de más
Y eso ya es luz
Eso ya es tenue surgir de las sombras
Esperanza en flor
Flor de vida
Aunque sin pétalos.

(De Al Son, 2015)

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PLEGARIAS TERRESTES
Samuel Lagunas

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DECLARACIÓN DE PRINCIPIOS

Un poema no puede alabar a Dios.

Hay que ser honestos.

Un poema es una bomba que aviento


a sus entrañas. No un canto de cisnes ni de
esferas
celestiales.
La realidad es un cúmulo de ausencias. Los
nombres
perdidos no tienen ritmo.

Las manos sucias no pueden escribir un poema


como los de Santa Teresa o León Felipe
quemándome la carne hasta los huesos.

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Todos tenemos la boca llena de lodo
y la carne descompuesta.

El ritmo del dolor es una lava espesa


que va arrastrando piedras rotas.

Me gustaría, Señor, que tu boca


se tragara todo ese fuego
y todo ese
crujir anónimo de dientes.

Un poema es un pequeño infierno.

Un poema es
una rama rota
que supo la respuesta.

Cada hombre es un cuerpo


mancillado.

Un poema franco no es un trueque de amor


con el dueño del paraíso.
No hay amor en la muerte.

38
No hay amor en la muerte.

Hay prisa por morir


y ser otra punzada
¡un sarcoma!
en el pecho de Dios Padre
Dios Nuestro
Dios Lleno de nombres y silencios.

Hay prisa
por esconder el cuerpo de tu Hijo
por meter su cabeza en una tina
de agua helada
por arrancarle las uñas
los dientes
y los dedos.

Por no decirte dónde están


sus magullados restos
hay prisa.

Un poema no puede no ser


reiterativo rencoroso
bruto antipático amargo

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vociferante necio muy parecido
a un berrinche a un mal
sueño lleno de monstruos
y timbres chirriantes.

Hay que ser honestos.

Un poema no puede alabar a Dios.

No hoy, por lo menos.


No ahora.

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IMPRECACIONES

No necesariamente
en este orden, Señor,
pero que sus lenguas
pierdan centímetros cada vez que espetan
un castigo, un plan
imperialista.

Que sus hijas sufran el síndrome de excitación


sexual persistente
y que en la vejez adquieran sus primogénitos
el insomnio letal.

Mal de Parkinson,
cáncer, cólera
o lupus, que contraigan
una enfermedad que los acorrale

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en un lecho de langostas, que coarte
sus miembros, dé paso
a las llagas y la comezón
en sus venas.

Seca las manos, Señor,


la boca y los genitales
de cuanta persona arroja piedras
a cada publicano y publicana
que distingue en las salas de cine,
en el transporte público, en su hogar
y en su oficina. Señor, que cada uno de ellos
vislumbre
el perfil de su condena
y, a poco de ser
despeñado por sus enemigos,
te tome.

(De Godfully, 2016)

42
ORACIÓN DE GRATITUD
POR DONALD TRUMP

Señor, gracias por Donald Trump.

Porque lo usas para proteger la vida de los no


nacidos
y mira con lascivia a la mujer de su prójimo.

Porque lo usas para ensalzar a la nación que


guarda a tu
[pueblo
escogido
y toquetea a la mujer de su prójimo.

Señor, gracias por Donald Trump.

Porque lo usas para combatir la ideología de


género
y abusa sexualmente de la mujer de su prójimo

43
y de la mujer que no es de ningún prójimo.

Gracias, Señor, porque le das la espada para


enfrentar a
[tus
enemigos
y no controla su lengua ni sazona sus palabras
con sal
(sino con heces y orines).

Señor, gracias. Porque no es negro, porque tiene


su acta de nacimiento en orden, no tiene nombre
árabe
y ha acumulado riquezas con lujuria, soberbia y
explotación.

Gracias, Padre bueno, por Donald Trump.

Porque ora en la sala oval con tus santos siervos


cada mañana
y se goza maquinando el mal contra el mundo.

Te amamos, Señor, por Donald Trump.

Amén.

44
TEMOR Y TEMBLOR

Admito que tiemblo


cuando escribo Tu nombre
con mis manos.

Por eso
uso la computadora.

45
POSIBILIDADES EN LA TEÓSFERA

porque si yo te amo y tú me
amas tal vez no todo esté perdido
Raúl Zurita

Dios nos vigila. De eso estamos seguros.


Madre cantaba una canción
para que yo durmiera: “El mundo de Dios, el
mundo de Dios, lo hizo por ti, lo hizo
por mí”. Yo no lograba que el sueño
se posara sobre mis ojos: tenía una pesadilla
recurrente: la carcajada del diablo.

No sé qué tan normal sea


que un niño sueñe con el diablo. Yo lo veía,
mofándose de mí. Era, hoy admito las similitudes,
el mismo diablo que acecha al perro Pluto:

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fofo, grotesco, rojo.
Despertaba llorando y mi abuelo comenzaba
a orar a Dios. Él siempre fue así,
un hombre de fe y de palabras. Yo lo quise,
cuánto lo quise, pero ya no
lo recuerdo. En ocasiones me dan tantas ganas de
conversar con él sobre la teología de Karl Barth
o la ética de Bonhoeffer —cuentan que era
muy inteligente.

No todo está perdido, otro mundo


es posible. Madre tenía
una canción para los velorios: “Más allá
del sol, más allá,
del sol,
yo tengo un hogar”. Cuándo, cómo,
dónde. No son esas
las preguntas adecuadas. Yo sé
que no interesan las preguntas.
Señor,
yo te propongo
que el fin
sea ahora;
mañana, si tú quieres. El mundo

47
es tuyo, el mundo
es tuyo.

(De Plegaria por la destrucción universal, 2015)

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TODAVÍA MAÑANA

todavía mañana, Señor,


estarás conmigo

cuando el eco
del estallido
ya sea nada

y no haya
palabra más
para decirte

no haya riña
en las sinapsis

y el lacrimoso
valle
se haya evaporado

49
estaremos solos
la piel
en su esplendor

y afuera
la opulencia la
plenitud

del rumor que oíamos (ayer) como a través de


un espejo de un
epiléptico lago

ahora calmo
ahora
inmóvil

y mirándonos
las frentes las
renovadas mejillas

sosegados a la sombra
de una enramada
llena de palomas

50
incorporados también
a una mesa omnipotente
anclados a la necesidad
de estar solamente
estar-para-la-vida

no sé si al margen
no sé
si con la cabeza vacía

aunque sí
con los párpados
secos

en ese tramo
de largas listas

habrán levantado la espada


de lo último
de la tierra

habrán acallado
los tumultos

51
del fuego

el silencio
lleno
de tambores
de música de arpas
aunque sin la presencia de Vollenweider
o de Alan Stivell

desnudos seguramente
habitantes del
recuperado paraíso

viéndonos
sin melancolía ni
exterminio

alegres
como una manada
de optimistas empedernidos

un hato de locos
en la boca de los
muertos

52
sin volver
a salir de casa

sin otro significado más


que los pulmones
que el diafragma
incesantemente
guturando

dueños de
un amor implacable

segurísimos
de que a eso
habrá venido
el hombre al mundo

a la existencia
sin la necesidad
de la cópula

al centelleante ocio
hondo y suficiente
como un agujero en el espacio

53
al ocio cincelado
como si se tratara
de un trabajo artístico

amaneceremos vidrios
con los cabellos azules
a causa del fulgor de la nieve

los sietes días


con sus siete
noches

puntuados de risa de
exacerbada risa

sin la inquietud
de buscar otra pregunta

vencedores
de lo efímero

todavía
(siempre)
rebaño

54
tan vasto
como las estrellas
como las
partículas de roca
en la arena
descubriendo
los usos (poéticos y definitivos)
de las cosas.

(De Todavía mañana, 2013)

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PLEGARIA MÍSTICA

1
Volvamos al desierto, Señor,
al lugar donde,
se supone,
comenzamos. Yo te escuchaba
y tú
me respondías; embadurnabas
con aceite mi cabello, lavabas mis pies.
Preparábamos un becerro
acompañado de leche,
tú bebías, yo
te contemplaba.
No aparecía la noche,
temía invadir nuestro concierto.
Por toda la vega
trazábamos los pasos

56
con ese calzado infinito que compraste.
Mi alma decía: quiero;
mi cuerpo pedía: dame.

2
A pesar de mí
no te canses, Señor,
que tu beso no se
desinflame,
que no mengüe
tu ardor
de consumirme
y en ti,
después del tiempo,
levantarme.

3
Tú no faltas, Señor,
a pesar de que pronunciamos tu nombre
equivocado.
¿Cual, mi Dios,
es el exacto? Ninguno te sostiene.

57
Cierro los ojos
y el mundo en ti,
en tu cruz sanguinolenta,
conjuga su canto arrepentido
y en esta
desalojada gruta
imprime su rendición,
todos sus barrancos
los allana.

4
¿Nada se puede hacer?
Todo queda por delante, Señor,
con tus manos en mis manos,
tu boca en esta boca renovada,
escribo
y cuando lo pienso un poco
me doy cuenta:
apenas comienzo a hervir,
tus palabras
aún
pasan de largo.

58
5
Peregrino
por la casa. De nuevo el pacto.
Tomo un becerro,
lo disecciono por en medio.
Ahuyento las moscas
y el moho.
La sensación de plenitud llega
cuando pasas
y me he ido.
Un paraguas se abre.
Afuera llueve,
siempre llueves.

6
Cerca
te distingo, te toco,
allí me muestras
aquello que pretendo.
El polvo se sosiega
y cada parte de mi cuerpo
se interna en tu costado.
Astillas de luz: el alma duele

59
cuando destruyes
mi triunfo.

7
Con la noche cayendo
en nuestros ojos, con el polvo
del desierto en otras huellas,
en este mar de nada,
más allá de la totalidad
nos encontramos. Irrumpes
como una mano que atraviesa
la ventana. Señor, estoy listo.

La trompeta inaugura el último tálamo.

Envío

Señor, soy ciego.


Ten mis manos.

(De Godfully, 2016)

60
JOVEN QUE ESPERA A DIOS
ENTRE LAS LLAMAS

Cualquier muerte es una llama,


es hule encendido tatuado entre los ojos,
entre los pies cansados
por la fatiga de esperar
a otro Dios que nos aplaque la ira, el lloro,
el escozor de morir también
en un nombre que se olvida,
en una historia que es nada mas un cadáver
perdido en los alteros
de documentos oficiales, de basura, de cenizas
comidas por el río.

Ya no sé si queda la esperanza
de que las nubes sean la casa definitiva
de los muertos (los vivos eternamente).
Ya no sé (aunque digan las encuestas que Dios existe)
cuánto se preocupa por este hedor,

61
esta masacre de bocas avinagradas,
de clavos hirviendo que perforan nuestra carne.

¿A ti, Señor, que te fascinan los números,


el siete, el seis, el ciento cuarenta y cuatro,
qué te dice 43?

Cualquier muerte es una llama


y esta humanidad se calcina
entre gritos que se elevan en el humo
hasta tus atrios: tocan tu timbre,
rompen tu ventana, buscan tu cuarto,
tumban la puerta
y te has ido.

O nunca has estado allá, Señor,


sino también tú sufres
en este país ¡de tumbas abiertas y vacías!,
en este ardor de fuegos que nos acercan,
que nos abrasan.

(De Plegaria por la destrucción universal, 2015)

62
ORACIÓN PARA ACABAR CON EL EXILIO

Poema ganador del


XXXIII Certamen Literario
González-Waris 2018

Yo ya no tengo un país, Señor,


me lo he quitado.
“Fue un corte limpio”, dijeron los doctores.
“Lo removimos todo”.

Yo no sé en qué se había convertido


mi país
cuando lo vi fuera:
las cenizas no cabían en el mar,
todo era lodo
hendido por las grietas.

Nunca antes me había quedado sin país.

63
Eran ya demasiados huesos
para llevarlos en mis hombros,
demasiada sangre también
para mezclarla con mi sangre,
el olor a pólvora quemada
no es un aroma que puedas llevar en la boca toda
la vida.

Pero ése era mi país, Señor, tú me lo diste.

Y aquí está,
antes de que se deshaga por completo
te lo entrego,
no como se dan las llaves de una casa
sino como un cuerpo abre sus entrañas
para abrazar a otro.

Tú eres el cuerpo y yo soy el otro.

En medio está mi país, ya no lo tengo.

Es ahora tuyo
y tú, mío,
y yo, nuestro.

64
GESTOS HUMANOS
Luis Cruz-Villalobos

65
Dedicado a los que ignoran
el nombre develado de Dios

66
A TUS ALTAS Y PROFUNDAS LEJANÍAS

Desde lejos
En tiempo y espacio

Muy lejos

Desde la recóndita tierra


Que formaste en este recóndito rincón
De esta pequeña galaxia
Desde aquí
Gran Arcano
Te escribimos
Y comenzamos a lanzar nuestros gestos
Nuestros gestos de humanidad
A tus alturas
Para ver si te complaces en mirarnos
Y con una ternura

67
—históricamente inusual—
Nos acaricias
Así como nosotros lo hacemos
Día tras día
Con nuestros hijos
Aun siendo padres y madres pequeños

Hoy te lanzamos nuestros gestos


Como ofrendas florales
A tus altas y profundas lejanías.

68
Y ANHELAN LLEGAR A TU APARTADA
PRESENCIA

Apartado estás
Oh Arcano nuestro
Pero sí sabemos que eres bendito

Bendito es tu nombre impronunciable

Apartado eres
Y algo te amamos
Pues debes saber
Que es difícil amar
A uno que se oculta

Eres apartado
Tímido
Callado
Oh Arcano nuestro

69
Qué misántropo te presentas
Y nosotros te amamos
A pesar de tu silencio
O de tus cantos
Muchas veces
Indescifrables

Te invitamos este día


A que escuches a nuestros niños
A esos pequeños y níveos hijos
Que te cantan

Escucha sus voces


Que a Ti se dirigen
Y anhelan llegar a tu apartada presencia.

70
MARÍAS HAY MILLONES EN ESTE PLANETA

Sabemos que un día viniste


Un día frío y nocturno
Un día pobre como tantos en la historia
Un día donde la multitud se arremolinaba
Y no había espacio para los pobres

Pero si hubo un espacio


Un lugar tibio
Nuestro
Donde pudieras recostar tu cabeza
Y más aún
Un lugar donde pudieras nutrirte
Crecer
Forjarte como un ser
Como hombre

71


Gran Arcano
Infinito
Inconcebible
Ahí estabas
En María
Y ella es aún hoy
Nuestro gesto
De amor a Ti
De acogida
Y no lo olvides
Oh Infinito y Eterno
No lo olvides
No olvides a esa madre
Que es también mujer
Hija de los hombres

Así como ella


Tantos te acogemos y te dejamos nacer
Y con dolores de parto
Te vemos escampar sin tanta demora
Desde nuestras frágiles vidas

72
No lo olvides
Marías hay millones en este planeta.

73
QUE NOS DEVORAN LA VIDA COMO PAN

Tú eres nuestro hogar


Cómo es posible que te marches
Y nos dejes huérfanos

Tú eres nuestra casa paterna


Cómo es posible que te dejes quemar
Destruir por los siglos

Tú eres nuestro único cobijo


Cómo es posible que duermas
En la noche más tenebrosa
Y nos dejes al asecho del que mata

Tú eres nuestro hogar


Dinos cómo es posible
Que te alejes tantos milenios

74
Tú eres nuestra casa materna
Cómo te atreves a pedirnos amor
Si nos dejas solos casi eternamente

Tú eres nuestro único amparo


Cómo es posible que nos dejes al cuidado
De los lobos y de las sanguijuelas
Que nos devoran la vida como pan.

75
HACE CIENTOS DE MILES DE AÑOS

Esta flama
Esta débil llama
Que has encendido en nuestros pechos
Tan frágil la hiciste
Tan pobre
Pero no hace más que anhelar
Alejarse a tus alturas
A tu cima infinita

Nuestros espíritus
Tan teñidos y manoseados
Por nuestras almas azules
Y por nuestros rojos cuerpos
No hacen más que clamar
Por la resurrección
Y Tú

76
No haces más que tardarte
No haces más que no venir

Mira este crepitar en lo hondo


Esta pequeña luz tuya
Que dejaste olvidada
Hace cientos de miles de años.

77
¡SÁLVANOS!

Nuestro gesto verdadero


Insuperable
Que podemos ofrecerte es este

¡Sálvanos!

Nada más
Escucha
Es nuestro gesto oceánico
Nuestro canto y clamor planetario

Escucha
Atento
Éste es nuestro grito
Nuestro desespero infernal
Desgarro insondable

78
Arcano
Profundo
Altísimo
¡Sálvanos!

79
YA TE PERTENECE POR LOS SIGLOS DE
LOS SIGLOS

Te ofrecemos nuestros colores


Nuestras artesanías
Nuestros cantos profanos
Nuestros rostros
Nuestros gestos más auténticos
Que no hemos imitado

Te ofrecemos nuestra pobre tierra


Para que la fecundes con tu luz

Te ofrecemos nuestras gestas bélicas


Nuestras victorias
Y la multitud de nuestras derrotas

Te ofrecemos a nuestros reyes


A los malditos y a los no tan malditos
A sus cortes y sus cortesanas

80
Te ofrecemos nuestros parlamentos
Nuestros congresos y sus luces
Sus heroicos honorarios
Y su miserable amor por el pueblo

Te ofrecemos a nuestra gente


A los aldeanos de todas las metrópolis
A los ciudadanos de nuestros ríos
De nuestros lagos y canales

Te ofrecemos el desierto de arena y el de hielo


Mar y cordillera
Valles y cerros
Miseria y abundancia
Dicha y desdicha
Todo
Todo te lo ofrecemos como nación
Como virreinato de tus alturas
Te lo ofrecemos de corazón
A pesar de que todo
Ya te pertenece por los siglos de los siglos.

81
LLÁMANOS

Llámanos
Mientras lloramos
O mientras dormimos

Allí
En el lecho de la muerte
En el lecho de la vida
En el del vital placer
Y en el de la pesadilla inefable

Allí
Por piedad
Llámanos
Desde tu silenciosa presencia
Llámanos

82
Nosotros te donaremos nuestras lágrimas
Como la ofrenda más alta y sublime
Pues el llorar ha sido nuestro esmerado oficio
Como tú bien lo sabes y siempre lo has visto
Ven
Amado
Ven
Y llámanos de cerca
Pues podemos no oírte
Llámanos al oído
Pues podemos confundirnos
Y mirar a otro lado
Y seguir a otra voz
Por caminos que nos alejan
De tu abrazo

Llámanos
En nuestro llanto
En nuestro llanto sideral
Cósmico
Boreal incluso
Allí
Llámanos.

83
PERO QUE UN DÍA NO LEJANO
TENDREMOS QUE CUMPLIR

Tú sabes quiénes somos


Nos conoces
Y no pretendemos partir a Tarsis
Si nos envías a la maldita Nínive
Aunque nuestro corazón
Se caiga a pedazos
Pues ya sabemos que Tú no lo permitirás
Y nos llevarás de igual modo
A la tierra infernal
A cumplir tu mandato clemente

Tú sabes quiénes somos


Y sabes que olvidamos lo que decimos
Sabes que no cumplimos nuestras promesas
Y lo sabes desde siempre
Tú sabes quiénes somos

84
Y por eso te pedimos que tengas paciencia
Pues día a día vamos camino a Tarsis
Día a día subimos a ese barco
Aunque Tú nos enviaste al desierto
Con una misión que no nos importa
Que despreciamos de lo más hondo
Pero que un día no lejano tendremos que cumplir.

85
NOSOTROS ESTAMOS PERDIDOS SIN TI

Nosotros estamos perdidos sin Ti

Y si lo sabes
Por qué te disfrazas tantas veces
De inexistente

Nosotros estamos perdidos sin Ti

Entonces por qué no vienes a besarnos la frente


Por qué no llegas con tus regalos de tierras
remotas
Así como lo hacemos nosotros con nuestros hijos
Aun siendo malos y moribundos

Nosotros estamos perdidos sin Ti

86
Pero Tú pareces no saberlo
Y nos dejas a cargo de nuestras decisiones
De nuestros pasos delante de tus ojos
Sabiendo que erramos día y noche
Nosotros estamos perdidos sin Ti

Y ya estamos cansados de sentirnos lejos


Desheredados y huérfanos
Tantos siglos en lo mismo nos han agobiado

Nosotros estamos perdidos sin Ti.

87
Y NUESTRO

No debes olvidar que somos traidores


Rufianes
Asesinos de niños
Violadores de vírgenes
Déspotas ignorantes
Poderosos parásitos del pueblo

Somos noche
Somos putrefacción que llega a tus narices
Hijos y nietos de tinieblas
Y no lo podemos ocultar

De par en par estamos abiertos ante Ti


Que todo lo conoces de pie a cabeza

Pero desde nuestra miseria abismal

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Conciente y visible
Te miramos en la penumbra
Como estrella que palpita lejana
Y parece prometernos que un día será
Nuestro pleno sol cercano
Tibio
Vivificante
Y nuestro.

89
TAL COMO SOMOS EN NUESTRA
MISERIA DESOLADA

Recuérdanos
Te pedimos
Recuérdanos
No te quedes sumido
En la plenitud de tus salones áureos

Recuérdanos

Recuerda a esa joven que ultrajaron varias veces


A los niños que duermen en las callejuelas
A los miserables que no tienen más que riquezas
Recuerda a los torturados y a los desaparecidos
A los que murieron por negligencia infame
A los que no tienen qué darle a sus hijos
Recuerda a los que se murieron esperando
A los que viven hundidos en la pena

90
A los que te olvidaron
Recuerda a los que ya no tienen fe en nadie
A los que se les olvidó el Padrenuestro
A los que repiten necios mantras de redención
Recuerda a los cancerosos
A los que tienen los rostros destrozados
A los que tienen el corazón hecho añicos
Recuerda a los que besan a cualquiera en la boca
A los que se dejan violar por unos billetes
A los que escriben poesía inútil
Recuerda a quienes están goberando para su
propio bien
A los que son gobernados para su propio mal
A la gran mayoría que sustenta a la gran minoría
A la ínfima minoría que es dueña de casi todo
Recuerda a la madre que se muere
A los hijos que se mueren
A los nietos que se mueren

Recuerda

Tú que puedes no olvidar


Recuérdanos
Tal como somos en nuestra miseria desolada.

91
POR LA ETERNIDAD

Un abrazo
Nada más te pedimos
Sabemos que cabemos
En tu regazo amplio
Sabemos que hay lugar para todos
Incluso para quienes no han llegado al vivir
Incluso para todos los que ya se han marchado

Un abrazo
Arcano
Para conocerte de verdad
Para oler tu piel
Tus blancos ropajes
Y reconocer ese aroma
Que es el mismo de la almohada tibia
Que alguna noche nos acarició la infancia

92
Un abrazo
Y nos basta

Un abrazo
Y será suficiente
Pero un abrazo
Por la eternidad.

93
HASTA HOY

Sabemos que viniste una noche


Y que optaste por cada uno de nosotros
Que te quedaste tres décadas
Y te diste segundo a segundo
Gota a gota
Vida a vida
Muerte a muerte

Es por eso que no te he maldecido


Es por eso que sigo cantándote con amor
Porque viniste
Y no fuiste del Olimpo
Sino del pesebre y del Gólgota
Hasta hoy.

94
DONDE YA JAMÁS TE LLAMAREMOS
ARCANO

Volvemos a casa
No me digas que no es así

Volvemos a casa
Todos
De la mano
En una multitud incontable
Como nación multicolor
Nueva
Y eterna

Ya vamos
No desesperes
Ya estamos por llegar
No llores nuestra ausencia

95
Incluso tu mansión
Ya logra verse en el horizonte
Déjame decirles a mis hermanos
Incluso a aquellos
Que me llaman enemigo
Déjame decirles que ya estamos por llegar
Que la casa está preparada
Que el banquete está listo
Que hay lugar para todos todos
Que ninguno quedará afuera
Y que los soberbios después de una noche
Bajo las duras y frías estrellas
Entrarán renovados a la luz

Allí vamos
Nadie nos detiene
No me digas que no es así
Por favor

Dime si quieres
Que en realidad eres Tú quien viene

Eres Tú quien se acerca

96
Y traes tu mansión contigo
Y nuevo cielo y nueva tierra
Donde ya jamás te llamaremos Arcano.

97
98
EPÍLOGO

99
100
Los poemas de Plegarias sórdidas acarrean la
desolación de las verdades intolerables: «estalló la
guerra», «el cáncer se ha extendido», «lo nuestro no
funciona». Hay poco idealismo en estos versos
desgarradores y sobrios; nos encontramos, por el
contrario, con gestos confusos, con frentes
impasibles como un terrón de mármol, con grito
contenido y socarrón. Son poemas escritos a la
sombra del Salmo 22: «¿por qué me has
abandonado?», se preguntan Luis y Samuel. Es el
intelecto el que pregunta, ciertamente, pero es el
alma la que siente el abandono de Dios. Ante el cielo
callado, pareciera que las únicas opciones son la
resignación, la derrota abrumadora, el desdén, el
cínico pesimismo, la angustia desoladora ante el
mundo del Espíritu.

Perplejos observan los poetas los incomprensibles


caminos de Dios, al que hablan directamente, con

101
cierta confianza, pero al que le enrostran su silencio:
«no haces más que tardarte / no haces más que no venir» (p.
57). Es que solo duele lo que se espera, nadie se
desilusiona por aquello que no existe o en lo que no
cree; nada puede defraudar a los que nada esperan.
La ausencia de Dios duele porque se siente el hueco,
sus huellas son como «astillas de luz» (p. 45). La
presencia divina es una realidad omnipresente que
acecha la experiencia de estos poetas. Es imposible
escapar de su mirada y de su sombra; sin embargo,
como en el mito de Tántalo, esa presencia
omnipresente se esfuma cada vez que el alma
sedienta busca el agua.

Samuel y Luis hunden sus pies en el barro de la


tradición cristiana. Ignorar esa referencia latente en
cada poema, en los intertextos sutiles y evidentes, en
las imágenes y símbolos, en los temas y
preocupaciones, es perder el sentido de la obra. El
diálogo con esa tradición es permanente pero nunca
transparente ni pacífico, está lleno de conflictos y
contradicciones. Ambos poetas ponen en entredicho
sus propias experiencias con lo divino y atacan sin
timidez el cúmulo de nociones más o menos

102
definidas sobre Dios, sobre la forma de conocerlo o
nombrarlo, sobre cómo deben ser sus seguidores o
dónde encontrar las respuestas. El diálogo con lo
divino es una pulseada, y del inmenso legado del
cristianismo, los poetas vuelven una y otra vez a
recuperar la oración como esencia de ese diálogo.
Pero la oración no es repetición cansina: es una
batalla, una lucha honesta, como la de Jacob con el
ángel: «no te dejaré hasta que me bendigas».

Luis contribuye al libro con dos secciones: las


desoladoras “Oraciones de Ícabod” y los (apenas más
esperanzadores) “Gestos humanos”. Sus versos me
inundaron con el desasosiego que sentí hace años al
leer Hijos de la ira de Dámaso Alonso. Resuenan en su
obra los ecos de la poesía desarraigada y de la
literatura de posguerra. Las referencias existencialis-
tas y sartreanas también despuntan en la lectura:
«gracias por la náusea y por los absurdos» (p. 18), la
mención de «este que no pidió nacer ni morir / Pero sin
embargo debe» (p. 26).

Las plegarias sórdidas de Luis tienen que vérselas


con un Dios al que no puede imaginar como padre,

103
ni amigo, ni redentor. Dios es silencio, incógnita,
«misterio, es el apartado / Tímido / Callado / Oh Arcano
nuestro» (p. 53). La actitud del poeta parece ser la
resignada aceptación de su doble cualidad: es
creyente y es incrédulo. El primer poema del libro
empieza con la última palabra de las oraciones
cristiana: amén, que así sea, pero esa aparente
conformidad es también queja indómita, por la que
se ve a sí mismo como «el así-será perdido» (p. 14). Para
encontrar herramientas en su búsqueda, se aferra al
camino trazado por otras oraciones litúrgicas (el
Padre Nuestro, el Ave María) pero ninguna parece
romper el techo; Dios se le aparece como
inalcanzable, y para llenar el hueco de su ausencia
llega en ocasiones a explorar las posibilidades del
panteísmo. Pero ningún hallazgo resuelve el dilema,
ningún sustituto puede llenar el vacío dejado por
Dios. La “Oración 8” es la que mejor aborda este
conflicto; habla con emotividad de una ciudad sin
Dios, y es una urbe llena de promesas: «Me sabrá besar
en la boca y en la sien / Me sabrá dar un norte y un sur / Un
aquí y un ahora / Me venderá a buen precio nuevas memorias /
Nuevos futuros muy ciertos» (p. 24). Sin embargo,
habitar esa ciudad sin Dios es convertirse en

104
máquinas, es la deshumanización, es contentamien-
to pero como el de un muerto. Vivir es, para el poeta,
la angustiante búsqueda de sentido; la alternativa a
esta angustia es la máquina, el olvido, el cinismo, la
indiferencia, la muerte. Al final, termina alargando
un poco más la esperanza. La ciudad sin Dios no es
para él una alternativa. Dos imágenes lo mantienen
confiado a pesar de todo. La primera se encuentra en
el pasado y es la encarnación de Jesucristo: «Sabemos
que viniste una noche / Y que optaste por cada uno de nosotros
/ Que te quedaste tres décadas […] Es por eso que no te he
maldecido / Es por eso que sigo cantándote con amor» (p.
69). La segunda se encuentra en el futuro y es la
esperanza que vence a la muerte: «nuevo cielo y nueva
tierra / Donde ya jamás te llamaremos Arcano».

Samuel dialoga con la historia del cristianismo, con


las representaciones sobre lo sagrado, con su propia
experiencia de fe y con la búsqueda de Dios con más
desenfado. Se cuestiona su lugar de poeta de lo
sagrado; las «manos sucias […] la boca llena de lodo / y la
carne descompuesta» (p. 30) desentonan con la poesía
de los místicos inalcanzables. Donde Luis es lúgubre
y ceremonial, Samuel es sarcástico, ácido; ejemplos

105
de esto son los poemas “Oración de gratitud por
Donald Trump” y “Temor y temblor” (que muestra
un latente deseo de llegar a ser inmune a la intrusión
de lo divino en la existencia).

Las plegarias sórdidas de Samuel se asumen, como


adelanta el título de su sección, tan solo como
plegarias terrestres. El poeta vacila entre su
acuciante deseo de ver a Dios y la funesta conciencia
de su silencio. Por momentos, culpa al cielo; por
momentos, se culpa a sí mismo; pareciera que, al
final, la mayor de las culpas las tienen las
representaciones que nos hacemos sobre lo divino:
«Tú no faltas, Señor, / a pesar de que pronunciamos tu nombre
equivocado. / ¿Cuál, mi Dios, / es el exacto? Ninguno te
sostiene» (pp. 43-44). Late en los poemas una
proyección escatológica; si el problema mismo no
está en Dios ni en nosotros mismos, lo único que nos
queda es esperar el tiempo en el cual la confusión se
volverá luz. Es la misma esperanza de la carta a los
Corintios: «Ahora vemos por espejo, oscuramente;
mas entonces veremos cara a cara. Ahora conozco en
parte; pero entonces conoceré como fui conocido».

106
Estos poetas sedientos no saben cantar una fe
bucólica o idealizada. Sus poemas pueden ser
devastadores, casi ininteligibles, para los ojos de
algunos creyentes que encuentran el dolor como algo
irreconciliable con una experiencia de fe, que (por
buenas intenciones, ingenuidad o tozudez) niegan
que la devoción implique caminar por el desierto.
Luis y Samuel nos recuerdan que a Dios se lo conoce
realmente en el medio de la arena, que sin desierto
no hay Sinaí ni bautismo. Lo que queda después de
la sed, en aquellos que no se rindieron ante los
becerros de oro ni ante los juegos mentales de la
serpiente, es el deseo inextinguible de ver nacer a
Dios una vez más: una natividad permanente en los
corazones, una aparición gloriosa en la montaña, una
teofanía. En los vestigios de la fe solo queda «un poco
de ternura diminuta / Desde la cual puedo elevar una
alabanza a los cielos» (p. 20), un «imprescindible anhelo de
más» (p. 27) y eso, contra todos los emblemas
triunfalistas, ya es luz.

En 1843, Søren Kierkegaard publicó Temor y temblor


(título que da nombre a uno de los poemas de este
libro) y propuso que solo hay una figura que puede

107
derrotar a la resignación infinita; Kierkegaard llamó
a esa victoria “el caballero de la fe”. Es en el arrojo
donde se encuentra la fe: allí donde se invoca la
palabra de Dios contra todo pronóstico, contra todo
consejo interno y externo, contra toda voz que,
como la esposa de Job, recomienda «maldice a tu
Dios y muérete». Lo único que puede hacer el
caballero de la fe es seguir invocando, seguir
mirando al cielo, seguir recitando oraciones aunque
parezcan solo plegarias sórdidas. «Nuestro gesto
verdadero / insuperable / que podemos ofrecerte es este /
¡sálvanos!» (p. 58).

Lucas Magnin
Córdoba, Argentina, 2018

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INDICE

5 PRÓLOGO
11 ORACIONES DE ÍCABOD
13 Oración 1
15 Oración 2
17 Oración 3
19 Oración 4
21 Oración 5
23 Oración 6
25 Oración 7
28 Oración 8
31 Oración 9
33 Oración 10
35 PLEGARIAS TERRESTRES
37 Declaración de principios
41 Imprecaciones
43 Oración de gratitud por Donald Trump
45 Temor y temblor
46 Posibilidades en la teósfera
49 Todavía mañana
56 Plegaria mística

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61 Joven que espera a Dios entre las llamas
63 Oración para acabar con el exilio
65 GESTOS HUMANOS
67 A tus altas y profundas alturas
69 Y anhelan llegar a tu apartada presencia
71 Marías hay millones en este planeta
74 Que nos devoran la vida como pan
76 Hace cientos de miles de años
78 ¡Sálvanos!
80 Ya te pertenece por los siglos de los siglos
82 Llámanos
84 Pero que un día no lejano tendremos…
86 Nosotros estamos perdidos sin Ti
88 Y nuestro
90 Tal como somos en nuestra miseria desolada
92 Por la eternidad
94 Hasta hoy
95 Donde jamás te llamaremos arcano
99 EPÍLOGO

110
La versión impresa de este libro está
disponible en:

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Samuel Lagunas, poeta y crítico de cine
mexicano, especialista en estudios
latinoamericanos y teología.

Luis Cruz-Villalobos, poeta y psicólogo


clínico chileno, especialista en
hermenéutica y psicología del trauma.

Luis Cruz-Villalobos y Samuel Lagunas oran en la palabra poética. Sus canciones


son interrogantes. También lo ha sido la plegaria. El medio que nos regaló la fe
para desentrañarnos.

Luis eleva sus plegarias según la estructura de los Salmos. En sus poemas,
encontramos paralelis-mos sinonímicos y complementarios. Luis se apropia con
creatividad de motivos sapienciales y literarios que aparecen en la inmensa
biblioteca hebrea, a la cual llamamos Biblia, para desnudar las búsquedas de una
época amenazada por el olvido.

Samuel se atreve a interpolar imágenes de diferentes edades del tiempo. Teje


materiales dispares en su telar de letras. Evoca la fe en Dios y alude a peligros de
nuestra época, como lo son el Parkinson y Donald Trump. Samuel se pregunta por
la reverencia que pueda expresar una oración, cuando la vida nos sorprende sin
un libro de plegarias a la mano. En aquel instante, el poema es una bomba
aventada en el estómago de Dios.

Estos dos escritores latinoamericanos cantan desde las entrañas una salmodia
disruptiva. Buscan reescribir el lenguaje de la piedra e interpelar a un Dios, cuyo
lugar de revelación es la pregunta. Intentan traer su palabra a nuestro reino, el de
los escombros. Y crean un escenario donde llaman al Misterio a responder, al
menos con su silencio. Aunque Dios no siempre responde. Dios escapa. Su silencio
es su Palabra. Su Palabra es oída en la pregunta.

Juan Esteban Londoño

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