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Resumen del libro

Introducción al
pensamiento
complejo

Edgar Morin

Alberto Nicolai Romero Martínez


27 de marzo de 2020
El filósofo y sociólogo francés Edgar Morin, reconocido internacionalmente
por su trabajo en la teoría de la complejidad, presenta su libro Introducción al
Pensamiento Complejo, donde expone un primer vistazo a lo que considera
un cambio necesario de paradigma en el pensamiento occidental.
Empieza introduciendo conceptos clave para el desarrollo de sus ideas en el
transcurso del libro, que ya han sido explorados previamente, pero con un
enfoque mutilante y enceguecedor. El punto de vista que desarrolla está
centrado en la idea de la complejidad, no sin antes aclarar su carácter incierto
y abierto, e incentivando el ejercicio de un pensamiento que en vez de
intentar controlar la realidad, sea capaz de dialogar y negociar entre
dualidades antagonistas y complementarias. Aclara que al hablar de un
paradigma de la complejidad, no se pretende eliminar la simplicidad ni
buscar la completud del conocimiento.
En su devenir histórico, la ciencia se ha caracterizado por un paradigma del
pensamiento, que ha enceguecido el proceso de obtención del
conocimiento. En el método científico, se seleccionan los datos significativos
y se rechazan los no significativos. Se emplea así un método que opera de
una manera determinada. Separa, une, jerarquiza y centraliza. Esta forma de
organizar el conocimiento no permite ver algunos principios ocultos de las
cosas y el mundo, que se salgan de la rama de estudio.

Morin denomina este paradigma como el paradigma de la simplificación.


Este se rige por los principios fundamentales de la disyunción, reducción y
abstracción. La disyunción implica la separación de conceptos
fundamentales inseparables y dependientes. Esto se hizo mediante la
reducción de lo complejo a lo simple, como por ejemplo del ámbito físico al
ámbito biológico.
El pensamiento simplificante no es capaz tampoco de la conjunción de lo
uno con lo múltiple. Unifica mediante la abstracción, anulando la diversidad,
o yuxtapone la diversidad sin considerar la unidad. La llamada inteligencia
ciega entonces, se caracteriza porque busca destruir los conjuntos y las
totalidades, aislar a los objetos de sus ambientes, separar al observador de lo
observado y desintegrar realidades clave.
Se ha incurrido en varios errores en el desarrollo científico, como por ejemplo
la necesidad de concebir conceptos simples y generales. Sin embargo para
Morin, no existe lo simple sino lo simplificado. La ciencia no es el estudio de
un universo simple, sino una simplificación necesaria para extraer ciertas
propiedades y leyes.

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Uno de los puntos de partida es el de la reintegración de conceptos, pero no
para reducirlos, para distinguirlos sin desarticularse de su contexto. En la
teoría general de sistemas, cada realidad conocida puede concebirse como
un sistema. Aunque pretende el estudio de comportamientos de naturaleza
compleja, tiene también problemas en su concepción. Considera a los
sistemas sin considerar las unidades que lo componen, es decir, es de
carácter holístico. Además, recae en operaciones reduccionistas, como por
ejemplo en el análisis de sistemas.

Un concepto importante es el de sistema abierto, que son sistemas cuya


existencia y estructura dependen de una alimentación exterior, no solo de
carácter material y energético, sino también organizacional e informacional.
Se caracterizan porque mantienen sus estructuras, aún cuando sus
constituyentes cambian con el tiempo. Los organismos son sistemas que
alimentan su organización tanto en su clausura como en su apertura. Tienen
un límite claro, una estructura básica, pero no pueden subsistir sin un
intercambio constante con el ambiente.

Por otra parte, se trata el tema de la información y su relación con la


organización. La teoría de la información nace con un enfoque de
comunicación y probabilístico, hasta que la cibernética le da un sentido
organizacional. También con la segunda ley de la termodinámica se
introduce el concepto de entropía. De cómo el universo tiene una tendencia
al ruido, a la pérdida de información. Así mismo se concibe a su opuesto, la
neguentropía o entropía negativa, como el desarrollo de la organización y de
la complejidad. Señala también cómo en la teoría de la información hace falta
más para entender su carácter complejo. Solo se enfoca en su sentido
estadístico, ignorando cosas como la estructura, el nacimiento y el
crecimiento de la información.

En la siguiente sección habla del organicismo y del organizacionismo. El


organicismo parte del organismo concebido como una totalidad
armoniosamente organizada. El organizacionismo por su parte pretende
identificar principios de organización comunes entre sistemas. Para
aproximarse al problema de lo viviente, es importante entender a la

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organización no como algo reduccionista ni al organismo como la totalidad
portadora de un misterio vital inexpresable.

Se habla luego de lo viviente, en particular de la organización viviente o


autoorganización. Esta idea se había tratado anteriormente en dos enfoques
distintos. El de la teoría de los autómatas autorreproductores y el de la teoría
meta cibernética. Von Neumann habla de dos tipos de máquinas, la máquina
viviente y la máquina artefacto. La máquina artefacto está compuesta por
piezas verificadas y especializadas, que al faltar obligan la intervención
exterior para su correcto funcionamiento. El todo es menos fiable que sus
partes. Por su parte, la máquina viviente está compuesta por piezas muy
poco fiables, que se degradan rápidamente, pero que se renuevan, y que
tienen un comportamiento con más incertidumbre. La desorganización se
manifiesta más en la máquina viviente que en la artificial. La entropía trabaja
de la mano con el orden, y juntos contribuyen a la organización.

La ciencia da un primer acercamiento a la idea de complejidad en sus dos


revoluciones teóricas del siglo XX. La microfísica con la mecánica cuántica y la
macrofísica con la astrofísica y la teoría de la relatividad. En la microfísica se
identifica una relación compleja entre el observador y lo observado con el
principio de indeterminación, y una noción compleja de la partícula
elemental. En la macrofísica se descubre que la observación depende del
lugar de observación, y se complejiza la relación entre el tiempo y el espacio.
Hasta entonces, la ciencia reducía la complejidad fenoménica a un orden
simple y a unidades elementales.

La complejidad parece ser un fenómeno cuantitativo que se da cuando


ocurre una cantidad extrema de interacciones. Es la incertidumbre que se da
en el seno de los sistemas ricamente organizados. Se concibe también como
la mezcla entre el orden y el desorden. Se sabe que el orden, pobre y estático,
reina a nivel de grandes poblaciones, y el desorden, pobre por su
indeterminación, reina a nivel de las unidades elementales.

Si se complejizan áreas como la biología y la física, todo lo que es humano, es


a su vez un fenómeno físico y biológico. Dejan de ser teorías reduccionistas y
se vuelven fundamentales. Se habla del sujeto y el objeto. El sujeto nace al

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mismo tiempo que el mundo, a partir de la autoorganización. Es aquel
sistema dotado con una capacidad de autoorganización tan elevada como
para producir la cualidad llamada conciencia de sí o self-awareness. Tiene
características existenciales como su individualidad irreductible, su
autosuficiencia recursiva y paradójicamente, su insuficiencia al depender de
la interacción con su entorno. En la filosofía, hay dos posiciones opuestas y
disyuntoras, en la concepción del objeto y el sujeto. Por un lado, el positivismo
que elimina el sujeto, al buscar una objetividad científica, y la metafísica, que
elimina al objeto, al destacar la conciencia como centro de todo. Aún así,
estos dos conceptos son inseparables. No hay objeto si no es respecto a un
sujeto y no hay sujeto sin un ambiente objetivo. Esta disyunción produce otra
entre el determinismo y la indeterminación. Para la ciencia, se valora que un
objeto esté determinado, y para las ciencias humanas se valora que el sujeto
esté sujeto a una indeterminación, que sea libre.

Es entonces cuando Morin propone un pensamiento complejo que conecte


la teoría a una metodología, a la vez abierta y específica, a la epistemología o
el conocimiento como objeto de conocimiento, y la ontología. Se pretende así
desarrollar la scienza nuova, que busca la transformación y el
enriquecimiento del concepto actual de ciencia. Esta tendría ciertas
características. Sería mucho más coherente que todas las teorías con
dominos vastos, pero que se reducen a repetir incansablemente sus
generalidades, más vasta y abierta que todas las otras teorías coherentes,
más lógica y vasta que todas las otras teorías abiertas, que caen en el
eclecticismo. Se pretende un discurso multidimensional no totalitario. Teórico
pero no doctrinario. Abierto a la incertidumbre y a la trascendencia, ni ideal ni
idealista. La cosa no será nunca cerrada en el concepto. Ni el mundo en el
discurso.

Un paradigma está constituido por un tipo de relación lógica


extremadamente fuerte entre nociones maestras y principios clave. En el
paradigma de la simplicidad se persigue el desorden y se pretende la
imposición del orden en el universo. Se ve lo uno y lo múltiple, pero no ve que
lo uno puede al mismo tiempo ser múltiple. Separa lo que está ligado y
unifica lo que es diverso.

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Uno de los ejemplos de esta tendencia a la simplificación es en el estudio del
hombre. El hombre es al mismo tiempo social, cultural, biológico, físico, pero
estas perspectivas se discuten de manera aislada por las distintas áreas del
conocimiento. La ciencia estudia al hombre biológico, mientras las ciencias
sociales estudian al hombre cultural. Por una parte se estudia el cerebro, y
por la otra se estudia al espíritu y la mente, aún cuando son conceptos
inseparables que representan el mismo fenómeno.

La ley de la entropía produce una paradoja. El universo tiende al desorden y la


degradación de la energía desde el punto de vista físico, pero en él tienden a
aparecer estructuras que manifiestan organización, complejización y
desarrollo. Se intenta explicar esta idea con el concepto de la organización
viviente, que tiende al orden.

En ella, se evidencia como el orden y el desorden, aún siendo enemigos,


cooperan para organizar el universo. Como en el big bang, el universo inicia
con una desintegración, la cual permite que se organice.

El orden biológico está más desarrollado que el orden físico, y por eso a su
vez, tolera más desórdenes. El orden y el desorden se incrementan el uno al
otro en el seno de una organización que se ha complejizado. La vida es
posible gracias a la muerte y renovación de las células. Consiste en el
rejuvenecimiento, que se entorpece generando el envejecimiento.

La razón corresponde a una voluntad de tener una visión coherente de los


fenómenos, de las cosas y del universo. La racionalidad es el juego o diálogo
incesante entre nuestro espíritu con el mundo que crea estructuras lógicas y
las aplica al mundo. Por otra parte la racionalización es una especie de
patología, en la que se pretende encerrar la realidad dentro de un sistema
coherente, descartando lo contradictorio y justificándose en la ilusión y la
apariencia.

Morin finalmente señala que existen tres principios que pueden ayudar a
pensar la complejidad.

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1. El principio dialógico: El diálogo entre conceptos a la vez
complementarios y antagonistas, como el orden y el desorden, lo uno y
lo múltiple, el determinismo y la indeterminación.
2. El principio de recursividad organizacional: Los productos y los
efectos son al mismo tiempo producidos y productores, causas de
aquello que los produce.
3. El principio holográfico: La información del conjunto está contenida
en su totalidad por la unidad. La parte está en el todo y el todo está en
la parte que está en el todo.

Para hallar el camino hacia la complejidad, es necesario reemplazar el


paradigma simplificador, cuyos principios son la disyunción y la reducción,
por un paradigma complejo cuyos principios sean necesariamente la
distinción, la conjunción y la implicación.

En la parte 4, se discute la naturaleza compleja de la acción. Aunque parece


que el concepto de acción simplifica, al elegir una de múltiples alternativas,
también se puede interpretar a la acción como una apuesta, en donde se
tiene la conciencia del riesgo y la incertidumbre.

La acción es a su vez una estrategia, en el sentido en que una estrategia


permite, a partir de una decisión inicial, imaginar un cierto número de
escenarios que podrán alterarse por el ambiente, y que con la información
que nos lleguen podamos modificar su curso. La buena estrategia sirve para
informarse, y así eliminar la incertidumbre, saca ventaja del azar y de los
errores del adversario.

Las acciones no siempre reflejan nuestras intenciones, pues también


interviene el ambiente, que puede tomar posesión de nuestra acción e
incluso revertir su intención inicial. Al contrario que la estrategia, hay acciones
que pueden ser programas o programáticas, que son ejecutadas cuando hay
baja incertidumbre por un ambiente suficientemente estable. Nuestra
naturaleza nos obliga a tener una combinación de acciones programadas y
estratégicas, para que las primeras nos permitan concentrarnos en lo
importante.

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En ese sentido, se puede afirmar que el ser humano es una máquina no
trivial, pues a pesar de entender todas las interacciones de entrada, es muy
difícil predecir la respuesta que tendrá un individuo. A pesar de eso, a veces
es conveniente comportarse como máquinas triviales, pues la vida social nos
exige y premia ser aceptablemente predecibles.

Finalmente, al hablar de la complejidad y la empresa se describen tres etapas


de la complejidad.

1. Un todo es más que la suma de las partes que lo constituyen.


2. El todo es menos que la suma de las partes.
3. El todo es más y al mismo tiempo, menos que la suma de las partes.

Una empresa que produce objetos o servicios, a su vez se autoproduce con


tal acción. Produce lo necesario para su propia supervivencia y organización.
Se presenta un problema de causalidad entre productores y productos desde
tres ángulos distintos.

1. La causalidad lineal, donde se distinguen productores de efectos.


2. La causalidad circular retroactiva, donde la empresa necesita
regulación exterior para definir su producción.
3. La causalidad recursiva, donde los efectos y productos son necesarios
para el proceso que los genera. El producto es productor de aquello
que lo produce.

Entonces, una empresa es una organización viviente, que se rige por los
mismos conceptos de complejidad tanto del ambiente, con el fenómeno del
mercado, como de la acción, estratégica y programática y que debe
considerar a la unidad que la caracteriza, el hombre, desde múltiples
dimensiones.

La complejidad se presenta entonces, como un desafío para el pensamiento,


y no como la respuesta final de la razón. No se debe pretender que la
complejidad nos permita identificar la perfección, sino que nos ayude a
entender que tal noción no es posible, y a partir de la razón, el empirismo, la
imaginación y la verificación, incentivar el desarrollo de un conocimiento
profundo de la realidad.

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