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Unidad nº2: del formalismo al estructuralismo. El papel de Jakobson y la escuela de Praga.

Estructuralismo checo: el arte como hecho semiológico. Función norma y valor. Mukarovski
Estructuralismo francés: la noción de autor en Barthes y Foucault.

Estructuralismo y semiótica, en introd. a la teoría literaria.

El estructuralismo tuvo su mejor época en los años sesenta: consistía en un intento por aplicar a la
literatura los métodos e intuiciones del fundador de la lingüística estructural moderna, Saussure. Èl
consideró la lengua un sistema de signos que debía ser estudiado sincrónicamente, es decir, estudiado
como sistema completo en un momento dado, no diacrónicamente en su desarrollo histórico. Cada
signo debía considerarse como constituido por un significante y un significado. Cada signo dentro
del sistema tiene significado solo por virtud de que se diferencia de otros.

El estructuralismo es un intento de carácter general para aplicar esta teoría lingüística a objetos y
actividades diferentes del lenguaje propiamente dicho. Los puntos de vista lingüísticos de Saussure
influyeron en los formalista, aun cuando el formalismo no sea en sí mismo estructuralismo. Sin
embargo fue un formalista ruso, el lingüística Roman Jakobson, quien aporto el eslabón más
importante entre el formalismo y el estructuralismo contemporáneo. Éste encabezaba el circulo
lingüístico de Moscú, grupo formalista fundado en 1915; en 1920 emigro a Praga donde llego a ser
uno de los importantes teorizantes del estructuralismo checo. En 1926 creo el círculo lingüístico de
Praga. Al emigrar a los estados unidos conoce a Levi-Strauss, de esta relación intelectual proviene
gran parte del desarrollo del E. (los primeros trabajos estructurales de la narrativa comenzó sobre los
mitos del antropólogo. Bajo la inmensa heterogeneidad de los mitos se encontraban ciertas unidades
universales, a las cuales podía reducirse cualquier mito en particular)

Jakobson: su aportación especial a la poética, a la que consideraba como parte del terreno de la
lingüística, consistió en la idea de que lo poético consistía ante todo en que se colocara al lenguaje en
una especie de incomoda relación consigo mismo. En lo poético el signo queda dislocado de su
objeto: se perturba la relación entre el signo y el referente, lo cual permite al signo cierta
independencia como objeto de valor en sí mismo. J. da gran importancia a una distinción, implícita
en las obras de Saussure, entre lo metafórico y lo metonímico. Por eso puede decir “la función
poética proyecta el principio de equivalencia desde el eje de la selección hasta el eje de la
combinación”

La ELP, Jakobson, Mukaroski, etc. Representa una especie de transición del formalismo al
estructuralismo moderno. Trabajaron con las ideas de los formalistas, pero las sistematizaron con
mayor firmeza dentro del marco lingüístico de S, con todo la obra literaria seguía en relación con el
mundo a través del concepto formalista de la “desfamiliarizacion” el arte enajena. Pero, aún más que
los formalistas los estructuralistas checos insistieron en la unidad estructural de la obra sus funciones
debían de ser aprehendidas como funciones de un objeto dinámico, en el cual un nivel particular del
texto (dominante) obra como influencia determinante que “deforma” o atrae a su propio campo de
poder a todos los otros.

Según Mukarobski la obra de arte se percibe como tal solo colocada frente a un fondo general de
significaciones, solo como “desviación” sistemática de una norma lingüística. Al cambiar ese fondo
cambia en forma correlativa la interpretación y la evaluación de la obra a tal punto que se puede no
ser ya percibida como obra de arte. Afirma que “no hay nada que, independientemente del lugar, del
tiempo y de la persona que evalúa tenga una función estética, y que no hay nada que no posea esa
función dentro de las condiciones adecuadas. M. distingue entre el artefacto material (el libro,
pintura) y el objeto estético, el cual solo existe dentro de la interpretación humana de ese hecho
físico.

Tofo texto literario está constituido por cierto número de sistemas; mediante choques y tensiones
constantes entre esos sistemas. Cada uno de los sistemas representa una norma de la cual lo otros se
desvían, estableciendo un código de expectativas que violan. En realidad, la obra literaria genera y
viola expectativas continuamente, es una interacción de lo regular y de lo fortuito, de normas y
deviaciones, de patrones rutinarios e impresionantes desfamiliarizaciones.

El que el estructuralismo ofenda al sentido común encierra una ventaja que siempre lo ha favorecido.
El sentido común afirma que las cosas generalmente tienen un solo significado y este significado por
lo general es obvio

“la obra ni se refiere a un objeto ni es expresión de un sujeto individual, ambos son descartados, y
solo queda entre ellos, un sistemas de reglas

T. Eagleton: El estructuralismo se interesa en las estructuras. Las unidades individuales de cualquier


sistema tiene significado solo en virtud de su relación con otros. Mientras se conserve intacta la
estructura de las relaciones internas, las unidades individuales pueden ser reemplazadas.
Método: al estructuralismo no interesa que el relato pertenezca o no a la literatura. El E. es una
afrenta contra el sentido común: rechaza el significado obvio del relato y procura aislar ciertas
estructuras profundas del cuento que no salen a la superficie.
“El arte como hecho semiológico” Jan Mukarovsky

Esta cada vez claro que el contenido de la consciencia individual viene dad hasta en sus
profundidades por los contenido que pertenecen a la conciencia colectiva. Cada contenido psíquico
que sobrepasa los límites de la conciencia individual adquiere ya por el mero hecho de su
comunicabilidad, el carácter de signo. Existe incluso todo un grupo de ciencias interesadas
particularmente por los problemas del signo (igual en los problemas de la estructura y el valor que
están, estrechamente vinculados con los del signo) así por ejemplo una obra de arte es al mismo
tiempo un signo, una estructura y un valor.

“La obra artística no puede ser identificada ni con el estado de animo de su autor ni con ninguno de
los estados de ánimo que evoca en los sujetos que la perciben: está claro que cada estado subjetivo
de la conciencia tiene algo de individual y momentáneo que lo hace indescriptible o incomunicable
en su conjunto, mientras que la obra artística está determinada a servir de intermediario entre su
autor y su colectividad. La obra de arte no puede ser reducida tampoco a esta obra-cosa, porque a
veces ocurre que la obra-cosa cambia totalmente su aspecto como su estructura interna al trasladarse
en el tiempo y en el espacio. La obra cosa funciona únicamente como símbolo exterior (sigte) al que
le corresponde, en la conciencia colectiva, una significación determinada (objeto estético)
caracterizada por lo que tienen en común los estados subjetivos de la conciencia, evocados por la
obra-cosa en los miembros de una colectividad determinada. Frente a este núcleo central que
pertenece a la conciencia colectiva, existe evidentemente en el acto de la percepción de una obra
artística elementos psíquicos subjetivos. A lo que se denominó Flecher “factor asociativo” de la
percepción estética.

Según la definición vulgar, el signo es un hecho sensorial que se refiere a otra realidad, a la que debe
evocar. Es verdad que podríamos contentarnos con la afirmación de que la obra de arte es un signo
autónomo caracterizado únicamente por el hecho de servir de intermediario entre los miembros de
una misma colectividad. Existen signos que no se refieren a una realidad diferente, no obstante “el
signo significa siempre algo que se deduce naturalmente del hecho de que tiene que ser comprendido
tanto por el que lo emite como por el que lo recibe. Sin embargo, en el caso de los signos autónomos
ese “algo” no está claramente determinado ¿Cuál es entonces la realidad indefinida a la que se
refiere la obra de arte? es el contexto general de los fenómenos llamados sociales, como por ej la
filosofía, la política, la religión, la economía, etc. Esta es la razón por la que el arte, más que
cualquier otro fenómeno social, es capaz de caracterizar y representar una “época” dada. Por eso
mismo la historia del arte se confundía muchas veces con la historia de la cultura. La conexión de
algunas obras de arte con el contexto social parece ser muy libre; es el caso por ej de los llamados
poetas malditos, cuyas obras permanecen al margen de la escala de valores en un momento dado.

Al decir que una obra de arte se refiere al contexto de fenómenos sociales, no afirmamos de ninguna
manera que tenga que unirse necesariamente con este contexto de manera que pueda ser concebida
como testimonio directo de ello. “la obra artística como cualquier otro signo, puede tener una
relación indirecta con la cosa que designa, sin dejar de referirse a esa cosa”
Del carácter semiológico dela arte se desprende que la obra artística no debe ser utilizada como un
documento histórico o sociológico sin explicación previa de su valor documental, es decir de la
calidad de relación respecto al contexto dado de fenómenos sociales. “el estudio objetivo del
fenómeno artístico tiene que juzgar la obra de arte como signo que está constituido por el símbolo
sensorial, creado por el artista, por la “significación” (objeto estético) que se encuentra en la
conciencia colectiva, y por la relación respecto a la cosa designada, relación que se refiere al
contexto general de fenómenos sociales. El segundo de estos componentes contiene la propia
estructura de la obra”

Al lado de la definición de signo autónomo, la obra artística tiene otra función más, la función de
signo comunicativo. Existen artes en la que esta función es evidente (la poesía, la pintura, la
escultura) y otras en las que aparece oculta (el baile) o incluso invisible (la música). Toda la
estructura de la obra artística funciona como significación, e incluso como significación
comunicativa. La obra artística tiene, pues, dos significaciones semióticas, la autónoma y la
comunicativa, de las cuales la segunda está reservada ante todo a las artes que tienen un tema.
El arte se parece a signos puramente comunicativos; la diferencia fundamental consiste sin embargo
en el hecho de que la relación comunicativa entre la obra artística y la cosa designada no tiene
significación existencial.

Para la estructura de una obra de arte es muy importante saber si cinche su tema como real (a veces
incluso como documento) o como ficticio. Al final quisiéramos señalar que el estudio de la estructura
de una obra artística quedará necesariamente incompleto mientras no esté suficientemente claro el
carácter semiológico del arte. sin orientación semiológica, el teórico del arte tendrá siempre la
tendencia de juzgar la obra de arte como una construcción puramente formal, o incluso como una
imagen directa de disposiciones psíquicas, fisiológicas del autor, o de una realidad diferente
expresada por la obra, o la situación de economía, ideología, social y cultural del medio dado.

Solo el punto de vista semiológico permite a los teóricos reconocer la existencia autónoma y el
dinamismo fundamental de la estructura artística, y comprender la evolución del arte como un
movimiento inmanente que está en una relación dialéctica permanente con la evolución de las demás
esferas de la cultura.

Resumiendo: la obra artística posee el carácter de un signo. No puede ser identificada ni con el
estado de la conciencia individual de su autor, ni con el de cualquiera de los sujetos receptores de
esta obra, ni con lo que hemos llamado la obra-cosa. Existe como un objetivo estético que se
encuentra en la conciencia de la colectividad entera.

Toda obra de arte es un signo autónomo, constituido por:1 la obra cosa que funciona como símbolo
sensorial; 2 el objeto estético que se encuentra en la conciencia colectiva y funciona en tanto que
significación; 3 la relación respecto a la cosa designada, relación que no se refiere a una existencia
especial y diferente- puesto que se trata de un signo autónomo- sino al contexto general de
fenómenos sociales tienen otra función.

Las artes temáticas tienen otra función semiológica más, la comunicativa. Mientras una obra de arte
sea valorada como tal, es imposible exigir que su tema sea autentico respecto a la cosa designada.
Estructuralismo checo: función, norma y valor estéticos como hechos sociales, Jam Mukarovsky

El punto de partida del estudio lo constituye el análisis de la función estética que al mismo tiempo
incorpora lo estético a los fenómenos sociales, y acentúa, gracias a su carácter energético, el carácter
ininterrumpido de la evolución inmanente de la esfera estética.

Función estética:

La función estética ocupa un lugar importante en la vida del individuo y de la sociedad. Es verdad
que el círculo de personas que entrar en contacto directo con el arte es limitado, sin embargo el arte
alcana con las consecuencias de su acción también a quienes no tienen relación directa con él. “A
demás la función abarca un campo de función mucho más amplio que solo arte. Cualquier objeto o
cualquier suceso puede llegar a ser portadores de función estética”

No hay límites fijos entre la esfera estética y la extraestètica no existen objetos o sucesos que en
virtud de su esencia o de su configuración sean portadores de la función estética independientemente
de la época, del lugar y del sujeto que valora, ni otros, que asimismo en virtud de su configuración
estén forzosamente excluidos de su alcance. Arte y estética han ofrecido suficientes pruebas de que
incluso cosas a la que según la concepción tradicional, no se les atribuiría un valor estético, pueden
convertirse en hechos estéticos. Por el contrario, las obras artísticas, que son portadores de función
estética, pueden perderla y ser destruidas como inútiles..

“existen, desde luego, tanto en el arte como fuera de él, cosas que por su configuración están
destinadas a la acción estética: ésta es incluso la propiedad esencial del arte. sin embargo, la
aptitud activa para la función estética no es una cualidad real del objeto, aun cuando este hay sido
construido intencionalmente con miras a dicha función, sino que se manifiesta solo en determinadas
circunstancias, a saber, en determinado contexto social” un fenómeno que fue portador privilegiado
de la función estética en cierta época, lugar, puede ser incapaz de esta función en otra época, otro
lugar,

Los límites de la esfera estética no están dados por la realidad misma y son muy variables. Esto se
hace evidente sobre todo desde el punto de vista de la valoración subjetiva de los fenómenos.
Sabemos por experiencia personal que los límites entre la esfera estética y la extraestetica, se van
desplazando para cada uno de notros con la edad, con el estado de salud y hasta con el humor del
momento. Naturalmente, si en lugar del punto de vista del individuo adoptamos el del contexto
social, veremos que a pesar de todos los fugaces matices individuales, existe una distribución
considerablemente estabilizada de la función estética en el mundo de los objetos y de los sucesos. Al
trazar la línea divisoria entre la esfera estética y la extraestetica hay que tener en cuenta que no son
esferas netamente separadas e inconexas. Las dos están en una constante relación dinámica. Para
caracterizar el estado y la evolución de la función estética, no solo es importante saber dónde y cómo
se manifiesta, sino también en qué medida y en qué circunstancias está ausente o debilitada.

Examinemos ahora la organización interna de la esfera estética misma: el problema del límite del
arte y los demás hechos estéticos e incluso extraestéticos, es importante no solo para la estética sino
para la historia del arte, porque la respuesta a esta cuestión tiene un sig decisivo para la selección del
material histórico. Por otro lado, la transición entre el arte y lo extraartístico es siempre paulatina, y a
veces casi indeterminable (ej arquitectura algunas veces no posee función estética y otras son obra de
arte)

Tercera dificultad: el hecho de ser arte es algo muy diferente de “poseer valor artístico” en otras
palabras, la cuestión de la valoración estética de las obras artísticas es distinta de la cuestión de los
límites del arte.

La división entre estas esferas es difícil ¿debemos abandonar entonces todo intento de establecer una
línea divisoria? Sentimos claramente que la dif entre el arte y el ámbito de los hechos “meramente
estéticos” es fundamental. ¿En qué consiste? “en el hecho de que en el arte la función estética es la
función dominante, mientras que fuera de él, cuando está presente, ocupa un lugar secundario” esta
relación entre la función estética y las demás funciones del arte se desprende lógicamente de la
naturaleza del arte como esfera de los fenómenos estéticos por excelencia. Se trata nuevamente de
una antinomia, similar a la que hallábamos entre el límite de la esfera estética y la extraestetica: allí
había oposición entre la ausencia y la presencia de la función estética, aquí entre la subordinación y
el predominio de la función estética en la jerarquía de las funciones. “desde este punto de vista la
tarea fundamental del arte se puede entender como la renovación continua de la amplia esfera de
los hechos estéticos” (se explica con la norma).No es posible determinar de una vez para siempre
qué es arte y que no lo es.

Algunos ejemplos sobre la transición de las esferas estéticas, extraesteticas y el arte: en la


arquitectura son las funciones prácticas las que compiten con la función estética, en la literatura es la
función comunicativa. El teatro oscila entre el arte y la propaganda. La danza se relaciona
estrechamente con la ed física. La artesanía plástica, una vez que comenzó a orientarse hacia la
producción de piezas únicas como predominio de la función estética, perdió su propio su propia
función práctica.

Resumiendo: el arte no es una esfera cerrada; no existen límites estrictos ni criterios que permitan
distinguir el arte de aquello que esta fuera de él. En el curso de su evolución el arte varía
continuamente su área, ampliándola y reduciéndola sucesivamente. A pesar de ello sigue siendo
válida la polaridad entre el predomino y la subordinación de la función estética en la jerarquía de las
funciones.

1 Lo estético no es una cualidad real de las cosas, ni está ligado de manera inequívoca a algunas de
sus cualidades. (No es algo inmanente.) 2 La función estética de las cosas no está tampoco
plenamente en el poder del individuo, aunque desde un punto de vista subjetivo cualquier cosa puede
poseer función estética o carecer de ella, independientemente de su configuración. 3 La
estabilización de la función estética es un asunto de la colectividad humana y la función estética es
un componente de la relación entre la colectividad y el mundo.

El ámbito de lo estético evoluciona como un todo , y además está en relación permanente también
con aquellos sectores de la realidad que en el momento dado no son en absoluto portadores de la
función estética, tal coherencia y unidad de conjunto solo es posible sobre la base de la conciencia
colectiva, que establece el entramado de relaciones entre las cosas convertidas por ella en portadoras
de función estética, y aglutina los estados aislados de conciencia individual.
La conciencia colectiva es un hecho social; puede definirse como el lugar de existencia de los
diferentes sistemas de fenómenos culturales como son la lengua, la religión, la ciencia y la política.
También la esfera de lo estético se manifiesta en la conciencia colectiva principalmente como un
sistema de normas. Esta colectividad concreta está diferenciada internamente en estratos y medios
sociales.

La función estética puede convertirse en un factor de diferenciación social cuando una cosa posee
función estética en determinado medio social mientras que en otros no lo posee.

La función estética como factor de convivencia social se realiza mediante sus propiedades
fundamentales. F.E significa máxima concentración de la atención sobre el objeto dado. Otra
propiedad importante es el placer. La función estética interviene de manera importante en la vida de
la sociedad y del individuo.

Norma estética:

Es difícil descubrir el carácter dinámico de la norma estética que pretende ser una regla de validez
inmutable. La función como fuerza viva, parece estar predestinada a variar continuamente la
amplitud y la dirección de su cauce, mientras que la norma, en cuanto regla y medida, parecería ser,
por su propia esencia inmóvil. La estética nació en un tiempo como la ciencia de las normas que
regulan la percepción sensorial. La norma estética, eran concebidas como hechos inherentes a la
constitución del hombre, hechos que se desprendían de su condición natural.

La norma estética se relaciona con la organización social, ya que la variabilidad y la obligatoriedad


de la norma no pueden ser comprendidas y sustentadas desde el punto de vista del hombre como
especie biológica ni del hombre como individuo, sino únicamente desde la perspectiva del hombre
como ser social.

Solos e puede hablar de verdadera norma cuando se trata de objetivos generalmente reconocidos,
con respecto a los cuales el valor es percibido como existente con independencia de la voluntad del
individuo y de sus actos de decisión subjetivos: como un hecho de la llamada conciencia colectiva.
El valor es estabilizado por la norma, una regla general que debe ser aplicada a cada caso concreto
que entre en su dominio. El individuo puede estar en desacuerdo con la norma, puedo incluso
intentar cambiarla, pero no puede negar su existencia y su obligatoriedad colectiva a la hora de
valorar, aunque valore en contradicción a la norma.

Aunque la norma tiende a la obligatoriedad sin excepción, nunca puede alcanzar su validez de ley
natural. Por lo q dejaría de ser norma. La norma no solo puede ser transgredida, sino que es posible
la existencia de dos o más normas rivales.

Hay que considerar la norma estética como hecho histórico, tomando como punto de partida su
variabilidad en el tiempo. Esta variabilidad es necesaria. Por eso la norma estética tiene en común la
variabilidad temporal con las otras normas. Toda norma varia por el solo hecho de ser aplicada una y
otra vez y tener que adaptarse a unos nuevos objetivos que surgen en la práctica.

La obra artística siempre transgrede en cierta mediada la norma estética vigente en el momento dado
de la evolución, y a veces lo hace notablemente. La obra también tiene que observar la norma.
Siempre hay en la obra de arte algo que la une con el pasado y algo que apunta hacia el futuro.
Ninguna etapa evolutiva corresponde plenamente a la norma recibida de la etapa anterior, sino que,
transgrediéndola, crea una nueva norma.

El “gran arte” es aquel cuyo portador suele ser la clase social dominante, fuente de la renovación de
las normas estéticas.

De esta manera las nuevas normas penetran directamente del arte en la vida diaria. Una vez en el
campo extraartístico, las normas adquieren una validez mucho más obligatoria que en el arte que las
creo, ya que en la esfera extraartística funcionan como verdaderos criterios de valor.

Valor estético:

1 La función es la fuerza que crea el valor y la norma constituye la regla con la cual el valor es
medido. La esfera de la función estética es más amplia que la del valor. 2 El cumplimiento de la
norma no es condición del valor estético, especialmente allí donde este valor predomina sobre otros
valores, es decir, en el arte. Fuera del arte el valor está subordinado a la norma, mientras que en el
arte la norma está subordinada al valor. Fuera del arte el cumplimiento de la norma es sinónimo del
valor; en cambio, en el arte la norma es frecuentemente transgredida. “en la verdadera obra de arte
no existe ninguna belleza individual, solo la totalidad es bella”

La valoración estética juzga el fenómeno en su totalidad, porque también todos los valores y
funciones extraesteticos entran a actuar como componentes del valor estético; por ello la valoración
estética concibe la obra de arte como un todo coherente y es un acto individualizador. El valor
estético en el arte se presenta como único.

“el valor estético que opera especialmente en el arte, donde la norma estética es más a menudo
transgredida que observada, pertenece por su esencia a los hechos sociales. No solo la variabilidad
de la valoración estética concreta, sino también la estabilidad del valor estético objetivo deben ser
inferidas de la relación entre el arte y la sociedad. El valor estético entra en contacto íntimo con los
valores extraesteticos contenidos en la obra de arte. el valor estético predomina sobre los valores
extraesteticos, pero no para suprimirlos, sino para unirlos en un todo coherente.

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