Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Alessa315 - de Flores y Puntos Ciegos
Alessa315 - de Flores y Puntos Ciegos
"Puedes tratar de escaparte, negarlo e incluso cegarte ante él, pero si el amor llega
a sentarse a tu lado y fastidiarte la existencia, no hay nada que puedas hacer al
respecto". UN EDWARD huraño que actúa sin pensar. UNA BELLA abierta que sólo
piensa y no actúa. AMBOS tienen problemas pero deciden luchar. Sus distintas
formas de lidiar con la vida colisionan.
Rated: Fiction M - Spanish - Romance - Edward, Bella - Chapters: 19 - Words:
104,747 - Reviews: 581 - Favs: 429 - Follows: 348 - Updated: 10/16/2014 -
Published: 8/28/2013 - Status: Complete - id: 9639692
URL: https://www.fanfiction.net/s/9639692
Table of Contents
Table of Contents
E: Decidido
E: Más Confusiones
E: Primer Estallido
E: Redención
B: Terminé de Correr
B: Nuestro Reinicio I
N/A: Mis tramas son mixtas. Me encanta el humor pero creo que los toques de
drama son necesarios (como la vida misma), si han leído mi historia "De Cabeza"
saben a qué me refiero, y si no... anímense :) esta terminada. La categoría M es
cuestión de licencia creativa, el contenido no es ofensivo pero quizás me provoque
lanzar unas escenas de esas que ustedes saben entre Ed y Bella ;)
ENJOY
SUMMARY: Puedes tratar de escaparte, negarlo, e incluso cegarte ante él. Pero si
el amor llega a sentarse a tu lado y fastidiarte la existencia, no hay nada que puedas
hacer al respecto.
Un Edward gruñón que te provoca reír y a veces golpearlo. Una Bella distraída,
libre, que no le gustan las indirectas. Ambos tienen problemas, pero deciden luchar
y sus distintas formas de lidiar con la vida colisionan.
. . . . . . .
El duro respaldo del banco de madera lastimaba mi espalda, tomé una inhalación
profunda e hice todo lo posible por concentrarme en hacer mi ejercicio.
Era un día cálido, podía sentirlo en mi piel. Estaba sentado en la parte izquierda,
que estaba cubierta por la sombra de un larguirucho y frondoso árbol, pero a mi lado
la cálida luz solar me bañaba por completo. Moví mis dedos peligrosamente cerca
de la orilla y sentí la calidez, pero sin traspasarla del todo.
—¿Está libre este asiento?
—Sí.
No me tomé la molestia de abrir los ojos, pero pude sentir perfectamente sus
movimientos a mi lado y el sonido seco de algo pesado cayendo en el suelo. Hice lo
posible para regresar al ejercicio que me había asignado, o recomendado, mi
psicóloga.
Relajé mi posición hasta tener la espalda inclinada, el cuello en la orilla del respaldo
y las piernas extendidas, escuché atentamente el cantar de un ave y era un poco
molesto, así que traté de adivinar si eran dos.
—Supongo que tienes razón —consideró y suspiré con alivio—. Pero sigo creyendo
que podrían robarte.
Cubrí mis ojos cerrados con mis manos y presioné mis sienes con cansancio. ¿Por
qué esta mujer tiene que ser tan insistente y parlanchina?
—Nadie va a robarme.
—¿Cómo estás tan seguro? Cualquiera podría verte con los ojos cerrados y
atacarte o simplemente sacar tu billetera del bolsillo interior de tu chaqueta. —
Inmediatamente destapé mis ojos, pero sin abrirlos, y alcé una ceja ¿Qué hacía ella
fijándose en mi billetera? Pareció percatarse de esto, porque lo aclaró—. Sólo lo
digo porque la vi.
Podía sentir que esta indeseable conversación llegaba a terreno peligroso, suspiré y
acerqué cautelosamente mi mano izquierda a la soleada y cálida orilla marcada
entre mi sombra y la luz.
Después de eso hubo silencio y, por un momento, pensé que se había ido.
—Puede ser.
—¿Estás diciendo que soy un debilucho? —apreté mis labios para reprimir una
sonrisa, con mi rostro dirigido al cielo por mi posición relajada.
—¡No! Para nada, tienes muy buen cuerpo... No es que estuviera mirando mucho ni
nada.
—Puedo defenderme —repitió y mis labios temblaron por contener una risotada—.
No tiene nada que ver con mis padres.
Pude percibir que su ánimo había cambiado. La prenda de ropa que chocaba un
poco con los dedos de mi mano derecha ya no estaba ahí, así que asumí que su
postura había cambiado y su voz parecía distante.
Esta chica era muy extraña, a veces hablaba como una niña curiosa y otras como
una mujer. No tenía idea de cuántos años podría tener, a diferencia de mí que se
me notaban mis treinta años de vida en cada rasgo, de eso estaba seguro.
Rodé los ojos internamente. ¿No se supone que está haciéndolo ya?
—Claro.
—Ya hemos hablado por un buen rato, ¿por qué no has abierto los ojos? —Sacudí
mi hombro en señal de respuesta, pero eso no pareció ser suficiente, porque
prosiguió—, ¿no quieres verme?
—¿Por qué querría verte? —pregunté suavemente con una sonrisa calmada y, para
variar, sincera.
—¿Crees que tu apariencia me haría cambiar de opinión sobre ti? ¿Que me haría
pensar más o tal vez menos en tu personalidad?
—No sabía que ya tenías formada tu opinión sobre mí. —Contraatacó ella ¡Diablos!,
justo cuando pensé que la tenía acorralada. Sacudí mi hombro nuevamente—.
Además, lo queramos o no, siempre juzgamos a otros por lo que vemos de ellos, ya
sea correcto o incorrecto. Podrías estar hablando con una mujer completamente
desnuda en este momento.
Solté una ligera carcajada ante la idea de estar hablando con una mujer desnuda en
un parque y toda la atención que se llevaría.
—Porque la prenda que llevas puesta choca con mis dedos, Watson —respondí con
una sonrisa de suficiencia.
Instantáneamente la prenda salió de mi alcance, confirmando así mis palabras. No
pude evitar soltar otra carcajada, esta chica era muy molesta, pero al menos era un
poco graciosa.
—¡Bien! No estoy desnuda, pero podría estar disfrazada de marciano o con conos
metálicos guindando de mi cabeza y aun así tú le hablas a una desconocida y
tendrías los ojos cerrados. —Espetó.
Pude percibir una sonrisa en su voz y, cuando consideré la idea de que tal vez
estaba sentada a mi lado con la mano extendida esperando captar mi atención, ella
simplemente tomó la mía, apretándola con fuerza.
Sus dedos se sentían suaves y delgados dentro de mi tosca mano. La sorpresa hizo
que enderezara mi posición en el banquito y apretara mi agarre con más fuerza de
la debida, pero ella no me dio ninguna señal de molestia.
Aclaré mi garganta y me solté de su agarre para presionar mis dedos sobre mis ojos
con fuerza, de repente sentía que me picaban.
—Hola.
Le sonreí con cansancio, como a una niña pequeña cuando fastidia demasiado,
suponía que esa faceta surgía de a ratos.
—No. —Me negué, pero esta vez fue más por llevarle la contraria.
Nos quedamos en silencio un rato. Escuché las risas de unos niños a algunos
metros de mí e inhalé profundamente, con la intención de volver a mi ejercicio e iba
en mi octava respiración profunda cuando fui interrumpido... Otra vez.
Estaba agarrada a mi brazo y sus uñas se clavaban en mi carne, tuve que tomar su
suave muñeca con firmeza.
—¿Qué pasa?
—¡Hey! Es... —Antes de que pudiera terminar, moví mis piernas y pasé mi mano
sobre ellas sintiendo que ya no había nada—. Amargado. —Refunfuño en voz baja.
Claro, porque no era ella a quien iba a picar—. Deben haber pensamientos cerca.
—Qué gracioso, eres todo un payaso —respondió con fastidio—. Me refiero a las
flores, son violetas tricolor, pero las llaman pensamientos.
—Entonces eres una nerd de las flores —afirmé sonriendo, era muy fácil provocarla.
Así que es florista… ¡Ja! Mis intentos por hacer el ejercicio estaban resultando en
puros fracasos, pero al menos estaba entretenido.
—Gracias Mary.
—De nada señor Cullen, ya le dije que puede llamarme Alice. Nos vemos el lunes.
—Hola Chester ¡Ven aquí muchacho! ¡Eres muy lindo! —Bella le hacía arrumacos a
mi perro y la cola de éste golpeaba mi pierna constantemente—. Parece que alguien
está enamorado. —Canturreó. ¿Estaba hablando conmigo?—. ¡Hey, maleducado,
es contigo! —exclamó entre risas.
—Aparte de maleducado también eres ciego. A la pobre chica le brillaban los ojos al
mirarte y te sonreía como si quisiera caerte a besos.
—¡Claro, tienes dieciocho! Era completamente obvio —exclamé alzando mis manos
en el aire.
—¡No tengo dieciocho, viejo amargado! Tengo más de veinte, ¿a qué te refieres con
que "era completamente obvio"? —preguntó con recelo y su tono había subido un
poco más.
—Nada.
—Como sea, Alice parecía muy interesada en ti. —Continuó volviendo a su tono
calmado.
—Tiene dieciséis.
—Allí vamos otra vez con la edad. —Sus palabras fueron un susurro, pero la había
escuchado bien—. Sólo digo que la pobre chica incluso pasea a tu perro, nada te
cuesta sonreírle de vez en cuando.
—Sí, bueno, los padres no siempre tienen la razón —comentó de forma ausente, su
pierna rebotaba insistentemente junto a la mía, era muy molesto.
—Parece que alguien tiene problemas en casa. —Sabía que estaba tocando un
tema sensible para cualquiera, pero me alegraba encontrarle un punto débil a esta
chica. A ver si así dejaba de criticarme.
—Quizás esos conos metálicos de los que estabas hablando sean en realidad un
montón de piercings y tatuajes de niña rebelde que… ¡Ouch!
—¡Cállate! ¡No me gustan los piercings y los problemas que tenga o no con mis
padres no son asunto tuyo! —Espetó con fuerza.
Lo único que pude hacer fue fruncir mi entrecejo. Esta mujer… Niña criticona,
graciosa y parlanchina.
—Ni siquiera pudiste tomarte la molestia de mirar a esa pobre y linda chica. —
Reprobó con tono de reproche.
—Te lo dije. —Le recordé sacando mis lentes oscuros del bolsillo de mi chaqueta y
acomodándolos en mi rostro, para luego tomar la vara que estaba a mi lado y
desdoblarla para convertirla en mi bastón—. Soy un maleducado.
Ésta no era la primera vez que una persona se quedaba en silencio al percatarse de
mi ceguera, así que no me sentía herido ni molesto, simplemente conforme.
Ya había dado unos cuantos pasos cuando los ladridos de Chester me alertaron de
que había alguien con nosotros. No sólo estaba caminando por ahí, sino que
realmente estaba con nosotros.
—Ok. —Esperaba que eso la hiciera dar media vuelta, pero aparentemente estaba
completamente loco al pensar que podía entender una indirecta.
—La mayoría dice ciego, pero sí, lo soy —respondí con indiferencia.
Reí suavemente cubriendo mi boca. Esa era una frase que nunca pensé escuchar.
Al menos algo positivo de esta horrible ceguera… No, mentira, en realidad no había
absolutamente nada positivo en esto.
—Bien.
—Bien.
¿Qué es una vuelta más al parque? Ejercicio cardiovascular, eso es lo que es.
—Es mejor que una madre controladora. —¿Acababa de comparar mi ceguera con
tener una madre controladora, en serio? No sabía si reírme o sentir pena por ella—.
¡Ay, no! —Lloriqueó la chica… Bella, ¿por qué siempre se me olvidaba?—. Eso
sonó insensible, ¿verdad?
—Sólo un poco. —Escuché otro lloriqueo y podría decirse que sentí lástima por ella
—. Está bien, supongo que no debe ser fácil —dije tratando de hacerla sentir mejor.
—Sí, digamos que es no es fácil cuando eres adolescente y luchas por saber quién
demonios eres, pero pasa a ser patético cuando finalmente lo sabes y tu madre te
reprime.
Había algo en su forma de hablar que no sabía explicar realmente. Casi como si
estuviera llena de ira, pero sus últimas palabras sonaban tristes, y supuse que esos
sentimientos estaban más dirigidos hacia ella misma que hacia su madre.
Yo lo sabría. No tenía nada que ver con la estúpida psicología, pero estaba bastante
seguro de que tenía cierta experiencia en eso de tragarse sentimientos, era muy
fácil.
—Olvídalo, no sé por qué te digo todo esto. No es tan malo, sólo estoy siendo
dramática —dijo componiendo su tono.
Realmente pensé en dejarlo así, todos mis instintos me decían que lo hiciera…
¡Pero la chica había compartido algo muy personal! No iba a contarle mi historia de
vida ni llorar en su regazo, pero debería decir algo, ¿no?
—No importa. —Eso está mucho mejor, soy un hombre de muchas palabras.
—Eso no era lo que iba a preguntar, pero gracias por decírmelo —agradeció
suavemente y la sentí frotar el dorso de su mano sobre la mía. Era cálida, supuse
que esa era su intención, pero me hacía sentir incómodo.
—En realidad iba a decirte que llevas mucho tiempo caminando y Chester parece
ansioso.
Claro, llevábamos rato caminando y nos pasamos la salida hacia mi casa, pero ella
no tenía que saber nada más, excepto que era un ser humano atado a un perro,
presioné un botón en mi reloj y alcé la muñeca hacia mi oído para escuchar la voz
electrónica diciéndome que eran las cuatro de la tarde.
Mierda, ¿llevaba más de una hora hablando con esta chica... con Bella?
Di media vuelta y finalmente dejé que Chester me guiara camino a casa. Di unos
cuantos pasos por el sendero, pero detuve mi bastón cuando sentí que chocó contra
algo frente a mí y seguidamente escuché su voz.
—No me dio tiempo para despedirme, señor Cullen —señaló ella en un tono curioso
y calmado que me hizo desconfiar. No estaba acostumbrado a esos sentimientos
dirigidos hacia mí, además de que usó el único dato que sabía sobre mí—. ¿Le
importaría prestarme su teléfono? —Desafortunadamente mi primera reacción fue
ceder, pero refrené el impulso—, está bien. Creo que ya establecimos que no voy a
robarte y que tú puedes defenderte —argumentó. Discretamente moví mi bastón y,
al sentir lo que según yo era su pie, me di cuenta de que estaba más cerca de lo
que pensaba.
—Mi número está registrado en la tecla ocho, me gustaría que me llamaras. —Su
pulgar trazaba círculos sobre el dorso de mi mano y mi boca se abrió levemente, sin
poder evitarlo, en respuesta al extraño comportamiento de esta chica.
La última palabra cayó de sus labios como el pétalo de una rosa en invierno, pero
pude escucharla. Soltó mi mano con el mismo cuidado y volví a la consciencia
cuando sentí el cuerpo de Chester moviéndose y jalándome en la dirección opuesta
a la que debería llevarme, probablemente por donde Bella se había marchado.
Perro traidor.
¿Qué tal?
Sé que es un poco... extraño jajaj asi que sus opiniones son bienvenidas,
agradecidas y debidamente respondidas :$
Alessa.
E: Mis Malditos Puntos Ciegos
Hola... Sip, aquí estoy... No, no me di a la fuga. Es sólo que he estado llena de
cosas ultimamente.
"Bienvenidos al mundo de Edward" este cap es para que sepan lo que se siente
ser él (bueno y malo) ;)
Gracias por sus comentarios y favoritos! Cada uno me alegra muchisíiiisimo y
espero seguir recibiendolos, siempre los respondo.
ENJOY!
Capítulo 2
EPOV
Tres respiraciones.
Cuatro respiraciones.
Su tono era calmado, con ese fastidioso dejo profesional que tienen todos los
doctores y que me pega directo al hígado. ¿Por qué diablos no puede hablar
normal?
—Jessica, ¿puedes dejar de hablar como una maldita doctora? Ya te dije que esto
no funciona. No siento nada.
—Funciona Edward, sólo tienes que poner de tu parte. —Pausó—. Y soy doctora.
Escuché como sus dedos tronaban y supe que había logrado algo, ella no hacía eso
muy a menudo.
—No soy médico, pero tengo un doctorado en ciencias conductuales, así que soy
doctora. —Su tono de voz sonaba agitado y acomodé mis lentes oscuros sobre mi
rostro sólo para ocultar mi sonrisa de suficiencia. La escuché tomar una inhalación
profunda—. No abro cuerpos ni opero órganos, pero trato con mentes y corazones
diariamente. Hay más de una forma de salvar o dañar vidas y tú lo sabes.
—Me da igual Jessica, esto no funciona. —Espeté frotando mi cara con mi mano.
Ella sólo se quedó en silencio y era en momentos como este donde más detestaba
ser ciego. Podía imaginarla rodando los ojos, ella me había dicho que eran verdes y
aun podía recordar ese color, o tal vez tomando su cabeza entre sus manos como
muestra de cansancio.
—Lo que quiero decir es que tienes que recordar lo que hay allá afuera. Ahora,
¿hiciste el ejercicio o no?
—Lo hice— Percibí el leve rasguño de un bolígrafo sobre papel —Pero hubo un
problema— Un sonido seco de lo que presumo fue el bolígrafo cayendo con fuerza
sobre el papel.
—No una niña exactamente. Supongo que era una chica... sonaba como una
chica... Pero definitivamente actuaba como una niña. —Expliqué recordando a la
chica de hace una semana, ¿cómo es que se llamaba?
—¡Por muchas cosas! Para empezar, no paraba de hablar diciéndome que no debía
tener los ojos cerrados porque me podían robar y llamándome maleducado porque
no quise mirarla o darle mi nombre. —Di una media sonrisa ante la ironía de que
ella fuese tan persistente en que la viera, y escuché nuevamente el sonido de la
pluma y el papel—. ¿Qué se supone que estas escribiendo? —pregunté, esta vez
más cansado que molesto. Esta era una buena señal, generalmente me sentía
cansado cuando la sesión estaba por terminar.
—¿Te dio su número? ¿La chica te dio su número? —Inquirió en tono de chisme.
Malditos psicólogos chismosos.
—Pero...
Añoraba con ansias el día en que pudiera decirle "Hasta nunca". Cuando ya había
abierto la puerta y estaba a punto de traspasarla, habló nuevamente:
Visita... ¡Se supone que las visitas son voluntarias! La única razón por la que hacía
esto era porque estaba cansado de las constantes quejas de mi hermano Emmett y
los pedidos de Esme.
Escuché los ladridos de Chester y los arrumacos que le hacía Lauren, la secretaria
de Jessica.
—Aquí tiene, señor Cullen. Ese perrito suyo es un amor —dijo ella entregándome la
correa del perro en la mano.
Sí, todo un amor. Porque amor es lo único que él hace, y se encarga de hacerlo por
toda mi casa con su apestoso olor. Le di una pequeña sonrisa y seguí mi camino
hacia la dulce libertad.
La clínica estaba a sólo un par de cuadras de mi casa, así que podía caminar con
más confianza. Percibía el bullicio de las calles de Seattle a mí alrededor, los
murmullos de las personas, los sonidos del tráfico y las patas de Chester sobre el
pavimento.
Ya tenía unos años de experiencia caminando con Chester por los alrededores de
mi casa, pero aún me sentía extraño. Más que andar, mis pies se arrastraban, pero
definitivamente era mejor que tener a mamá o Emmett siguiéndome a todos lados
para vigilar si estaba a salvo.
Me detuve cuando Chester lo hizo y con mi bastón sentí la orilla de la acera y los
pies de otras personas rodeándome, así que asumí que los autos estaban pasando.
Un minuto después continuamos el camino.
Chester hizo un cruce, ladró y supe que habíamos llegado. Abrí la puerta y lo
primero que hice fue soltar a mi perro y mi bastón y dirigirme a mi habitación.
Adoraba estar en mi casa, era el único lugar que conocía casi a la perfección y
podía andar libremente sin tener que preocuparme por chocar con algo o alguien,
especialmente sin preocupar a mi familia.
Un largo pitido me hizo saber que había terminado la llamada. ¡Diablos! Cinco
minutos, ¡sólo cinco minutos tuve de paz!
—¡Edward!
—Maldición —murmuré pasando las manos por mi cuello y caminando con pereza
hacia la sala, donde provenía su voz—. Soy ciego, no sordo.
Escuché algo pesado caer sobre el suelo, supongo que su bolso del gimnasio
porque siempre venía aquí al salir, es decir, todos los días, y a Emmett farfullar algo
que no pude captar.
—Ya le dije hace dos días que no iba a poder ir. —Gruñí.
—¡Gracias a Dios!
Estaba harto de tener estas mismas discusiones todo el tiempo, de escuchar sus
reclamos y gritos como si fuera nuestro padre y como si le molestara quién soy. A
nuestro padre ni siquiera le importaba.
—Voy a darme un baño y cuando salga más te vale que estés listo para irnos —dijo
en tono cansino abandonando la habitación.
Sigo teniendo treinta años, ¿verdad? ¿Por qué diablos mi hermano me trata como si
tuviese cinco?
Caminé unos poco pasos hacia el sofá y me dejé caer pesadamente. Presioné un
botón en mi reloj y éste sonó expresando que eran las cinco de la tarde ¡Sí! ¡Hora
de mi programa favorito! Tomé el control que estaba en una mesita a mi lado, donde
siempre debía estar, y lo encendí. Inmediatamente reconocí la voz de la agente
Scout del FBI. Aún era muy extraño para mi escuchar la televisión sin realmente
verla, pero este siempre había sido mi programa favorito y cuento con la suerte de
que en los programas policiales les gusta narrar.
Iba a mitad de resolver el caso de la porrista que había sido encontrada muerta bajo
las gradas del campo de fútbol, cuando la voz de Emmett emergió nuevamente.
—No.
—¡Maldición! Dame tu teléfono. Tú mismo vas a hablar con mamá y serás el que le
diga que su precioso hijo no quiere ir a comer la cena que preparó especialmente
para él. —Saqué mi teléfono y estaba a punto de marcar yo mismo cuando la garra
de mi hermano me lo arrebató de entre los dedos—. Yo me encargo de eso, vamos
a poner el altavoz.
—¿Aló? —Una femenina voz irrumpió y me pareció extraño. La voz de mamá suena
más aguda hoy.
—Hola mami, soy tu Osito. Estoy aquí con tu preciado hijo Edward que no quiere ir
a visitarte —explicó Emmett pronunciando mi nombre con fastidio.
—Tú ibas a encontrar la forma de endulzarlo, así que no, yo lo digo como es.
Me quedé en silencio con las manos en el aire y creo que Emmett debió haber
notado el cambio, porque habló nuevamente.
—¿Mami? —Se escucharon unas risas del otro lado. Emmett se acercó a mí para
susurrarme—. Viejo, creo que esa no es mamá.
Risas más atronadoras salieron del teléfono y extendí mi mano para tomarlo, pero
sólo pude palpar la tela del sofá.
—¡Al ocho! Mamá siempre es el ocho, ¿no? —respondió perplejo y lo único que
pude hacer fue pegar mi mano en mi frente.
—¡El cinco! ¡Todas las semanas te digo que es el cinco! —exclamé con ira y era en
estos momentos donde más odiaba que lo único que pudiese ver fuera negro.
Y se lo dijo. Después de todo parece que no estaba tan lejos con lo de la chica y el
animal acuático. Pato, cisne... Prácticamente lo mismo.
—Edward, ¿quién es Bella Swan? —Inquirió en tono sugerente.
—Ah...
—Él no sabe quién soy —respondió la chica antes que yo—, porque no se tomó la
molestia de llamarme cuando le di mi número.
—No sé por qué diablos no te llamó, pero suenas como una chica muy genial. Creo
que estabas apuntando al Cullen equivocado.
—Bueno, gracias por al menos darme el apellido. —Replicó ella—.Te diré qué,
puedes decirle a tu hermano que voy a estar en el parque mañana en la tarde y
ambos pueden pasar a saludarme.
—¿Qué?
—¡Estoy escuchándote! —exclamó repitiendo mis palabras.
—¡La conoces más que yo! Se llama Bella, lo demás lo averiguaremos después.
—Para llevar varios años con tu condición sigues siendo un bastardo superficial,
¿cierto?
Suspiré nuevamente, presionando mis hombros con mis manos. Quise decirle que
no era una "condición" y tampoco llevaba "varios años", son cinco años que llevo
siendo ciego, pero no mencioné nada. Tomé el control del televisor y le di volumen
sólo para darme cuenta de que mi programa ya había terminado.
—Sí.
Aparté mi mano de mi boca para tomar el bastón doblado a mi lado y apretarlo con
fuerza.
—Esa vecina tuya es muy amable al cuidar de Chester por ti, ¿cómo es que se
llama?
Las pocas veces que visitaba a mis padres no solía llevar a Chester por la misma
razón por la que me liberaba de él apenas entraba a mi casa, son lugares que
conozco de pies a cabeza y al estar con mi mamá o mi hermano, que se la pasaban
vigilándome todo el tiempo, no era necesario ningún otro guía.
—Pensé que te había dicho que le dijeras Alice —murmuró en tono curioso, como si
estuviera muy interesado.
—Es una chica muy linda y te mira como si fueras una estrella de cine, se nota a
leguas que le gustas...
—Oh.
Eso dio por terminada la conversación y el resto del camino a la casa Cullen fue en
apacible silencio.
Cuando llegamos escuché los maullidos del gato de mi madre anunciando nuestra
llegada. Emmett siempre dice que debe ser el alma de un perro encerrada en el
cuerpo de un gato, porque ningún gato normal haría eso. Me bajé rápidamente y
caminé a través del corto sendero de grava que me sabía de memoria, incluso
paseando mis dedos en las puntas afiladas de la baja cerca de madera de la
entrada.
—¡Edward! —La voz de mi madre estaba llena de emoción y sus pasos eran
apresurados, hasta que finalmente se abalanzó sobre mí.
—Hola mamá —respondí con una sonrisa sincera y aspirando su aroma a pastel de
manzana, mi favorito.
Caminé derecho a lo que sabía que era la sala y antes de toparme con el sofá hice
un giro a la izquierda para llegar a la cocina. No tuve que escucharla para saber que
mi madre estaba pegada a mis talones, vigilando cada paso.
—Aquí lo tengo, está un poco caliente. —Di unos pasos hacia ella y depositó una
bandeja en mis manos, con un concentrado olor a manzana dulce que me aguaba la
boca—. Pero nada de dulce antes de la cena.
Tomé mi lugar de siempre en la pequeña mesa redonda de la espaciosa cocina
mientras oía a mi madre y a Emmett moviendo platos para servir la comida. Minutos
después todos estábamos saboreando la deliciosa y picante carne asada de Esme
Cullen y el silencio se tendió sobre nosotros. La pregunta pendía en el aire y preferí
dejarla caer antes de prolongar la tensión.
Era típico de Carlisle dejarnos así o aparecer horas después para comer y no decir
una palabra. Definitivamente era muy distinto al hombre con quien me crié. Quizás
por eso se había separado de Esme hace un par de años. Supongo que mi
accidente no sólo me cambió a mí.
—Está bien, los adolescentes siguen sin ser fanáticos del piano y los niños son...
niños, pero la paga es buena —expliqué recordando lo mucho que me había
esforzado en aprender cuando era pequeño. Las lecciones de principiante de Esme
y luego mis clases en el conservatorio. Ahora los niños lo aprenden como si fuera
hablar o caminar.
—Edward tiene una cita. —Soltó Emmett de repente, seguido por el chirriante
sonido de un cubierto cayendo sobre el plato.
¿Desde cuándo soy tan feo como para que eso cause tanta sorpresa?
—No tengo ninguna cita.
—Que no.
—Que sí.
—¡Que no!
—¡Que sí!
—Cállate Emmett, voy a clavarte el tenedor en la mano. —Lo amenacé en voz baja.
—¡Edward Marcus Cullen, no hables así! —Oh, no. Mi nombre completo, esto es
malo—. Creo que... es un poco directo de parte de esa chica hacer todo esto, pero
supongo que vivimos en un mundo moderno.
—Por alguna incomprensible razón esta chica quiere una cita contigo Edward.
¡Ponte los pantalones y sal de una vez!
—¿Edward tiene una cita? —Las mismas palabras que Esme había dicho hicieron
eco desde el pasillo y reconocí de inmediato la voz de mi padre.
—Hola Carlisle.
—Muy bien. A los chicos todavía no les gusta demasiado mi materia, pero no puede
esperarse mucho de «Historia Universal».
Más tarde esa noche Emmett me llevó a mi casa. No había terminado de detener el
auto cuando yo estaba abriendo la puerta, y justo cuando había puesto un pie sobre
la acera y estaba a punto de salir, él habló nuevamente.
—Pues para ir al parque a ver a Bella, por supuesto —aclaró como si fuera lo más
obvio del mundo.
—¿Por qué diablos tendría que ser a las siete de la mañana? ¡El mundo entero está
durmiendo los sábados a las siete de la mañana! —aseguré a mi exasperante
hermano.
—A algunos de nosotros nos gusta despertar temprano. Además, Bella dijo que te
vería a la misma hora, yo no sé qué hora es esa y asumo que tú no vas a querer
decírmelo, ¿cierto? —Arguyó usando el mismo tono desesperado que yo.
Maldito grandulón que me conoce tan bien y que no aprende a marcar el maldito
número correcto. ¡Esta misma noche lo cambio!
—No lo creo. —Repliqué saliendo del auto, pero sin dejarme cerrar la puerta él
continuó.
—Ah... Sí lo creo. Yo sé que te gusta dormir, pero voy a venir Edward, voy a entrar
con mi llave y voy a golpear la puerta de tu habitación hasta que te canses, y Dios
sabe que si tengo que cargarte sobre mi hombro, meterte en esa ducha y hacer
que...
Pude captar el sonido de una ligera y muy baja risa que seguro intentaba disimular.
Me puse los audífonos para escuchar un poco de rock de los ochentas y antes de
dormirme por completo pensé en la chica pato de mañana... ¿Era pato? ¿Por qué
siempre se me olvida su nombre? ¡Qué más da!
Oh-oh... un poquito fastidiosa la familia, creo que a todos nos pasa a veces,
¿verdad? jaja
¿Qué tal Edward? Un poquito testarudo a mi parecer pero Emmett sabe torearlo,
¿o no? ;)
PD: Me dio penita lo de Esme y Carlisle porque son geniales juntos :( pero así
tiene que ser :/
Para la próxima... el resto de nuestra gente favorita :D
Un abrazo,
Alessa.
E: Ella todavía no me convence
Aquí estamos otra vez :) tal y como prometí, tenemos "la cita" (aunque es un poco...
jaja ya verán) y más sobre Bella y su personalidad ;) Edward no es el único
particular aquí (aunque tal vez el más bello :$)
Bella POV
Mi pierna se movía inquieta de arriba a abajo como si estuviese intentando
mantener al piso en su lugar, mientras que mordía incesantemente la orilla de mi
pulgar arrancando pequeños pedazos de piel. De repente las palabras de mi madre
emergieron en mi mente "Bella, deja de comerte a ti misma, ¿sabes lo que significa
eso verdad?". Renee y su psicología barata.
EPOV
—Puedes buscar a una niña de 18 con conos metálico en su cabeza... o tal vez
piercings— Sonreí ante el recuerdo pero por el silencio de mi hermano, supuse que
él no le encontraba la gracia —Ya te dije, no tengo idea de cómo sea ella, así que
mejor vámonos— Contesté jalando a Chester para emprender la retirada.
—¡No! ¡Te diré algo más!— Lo corté a mitad de lo que prometía ser un grito
atronador —A ella... le gustan las flores— Completé con una mueca en mi rostro al
darme cuenta de cómo había sonado eso.
—También a todas las mujeres del planeta, Edward, eso no es muy inteligente.
—¡Claro! Porque pedirle descripciones a un ciego sí que lo es— Gruñí nuevamente
y suspiré. El sol picaba en mi piel y Chester había empezado a ladrar muy fuerte
repentinamente —Quise decir que ella es... florista, florera o algo así. Aunque no
creo que eso te ayude a saber quién es.
—Ahm... yo no diría eso ¿Crees que sea la clase de chica que... se mete en la parte
cercada del parque para...? Ok, no sé qué diablos está haciendo esa chica pero
parece que le está haciendo algo raro a las flores— Antes de que pudiese
responder, escuché a mi hermano proferir un grito seguido por unas risas —¡Hey,
Bella!
Chester seguía ladrando como loco y choqué mi pierna suavemente con uno de sus
costados para mandarlo a callar —¿Es ella?— Emmett no tuvo que responder a mi
pregunta porque en seguida escuché su voz.
—Entonces tú eres Bella. Yo soy Emmett Cullen, mucho gusto— Podía imaginar la
robusta mano de mi hermano cubriendo la delgada mano que había sentido hace
una semana —Disculpa por lo de la llamada y por haberte llamado "mamá", es que
ese estúpido teléfono de Edward...
—No creo que mi teléfono sea el estúpido aquí— Lo corté con mi sarcasmo.
—¡No me gustan esas teclas! Además, ya te dije que me confundí con el discado
rápido y...
Sus palabras eran una reprimenda pero casi podía adivinar la sonrisa sobre sus
desconocidos labios. Siempre con algo para provocarme.
—Hola, Edward.
—Sí, sí, sí, todos nos saludamos ya, ok. Entonces, Bella, Edward me dice que eres
florera...
Rodé mis ojos tras mis lentes oscuros y gruñí por la bajo volteando mi cuerpo lejos
de sus voces. Me sentía como un niño puberto que es llevado a su primera cita con
una niña por su hermano el chaperón.
—Soy florista, sí— Respondió Bella en forma simple y sospechaba que no era el
único que se sentía incómodo.
El silencio que se creó después de esa frase me hizo bufar de la risa. Podía
imaginarme el pequeño hámster en el cerebro de mi hermano, corriendo en su
rueda para hacerlo comprender.
—No, Edward. Tú podrás creer que algunos pensamientos son como flores, pero
hay otros que son pura mierda. Créeme, te lo dice un profesor de secundaria—
Corrigió él en un tono socarrón como si derrochara sabiduría. Si así es como habla
en sus clases, no quiero imaginármelo.
—No, no, no— Dijo Bella soltando una risa nerviosa —Las flores, las violas
tricolores, se les llama pensamientos. De verdad tengo que dejar de decir eso.
—Entonces... creo que voy a llevarme a Chester a pasear un rato— Señaló Emmet.
Como un acto reflejo rodé los ojos antes de contestar
No me dejó continuar y tampoco entendí a qué se refería con "suerte", pero lo dejé
pasar. Me removí incómodo con la correa de Chester entre mis dedos. Llevaba
algunos minutos sin escuchar la voz de Bella y me sentí inseguro de dónde se
ubicaba (o si acaso seguía junto a mi).
—No.
Una pausa que se sintió tan incómoda como los movimientos que estaba haciendo
Chester a mí alrededor (¿Acaso Bella estaba jugando con él?)
—No me molesta— Detuve su retahíla llena de lógica sin siquiera pensarlo. Las
palabras que Jessica me había dicho en una de nuestras sesiones hicieron eco en
mi mente "tienes muchas cosas en tu vida, Edward, pero me dices que ninguna te
complace, ¿has pensado en buscar algo nuevo?"
—¿Qué dijiste?
—¡Ah!... Está bien. Vamos— Accedió y la sentí jalar un poco la correa de mi perro
para continuar por el sendero en el que estábamos.
—Algún deporte— Completé por ella sin poder evitar sonreír. Todo el mundo
siempre pensaba eso sobre Emmett.
—Siempre piensan eso. Cuerpo grande, igual a mente pequeña, igual a simio
deportista.
—¡Hey, hey, hey! ¡Yo no dije nada de ninguna mente pequeña ni de ningún simio!—
Señaló como si la hubiese ofendido directamente a ella y mi sonrisa se amplió.
—Pero el cuerpo sí, ¿verdad?— Comenté sin evitar provocarla un poco, pero
continué —Lo que digo es que todo el mundo asocia su cuerpo con esas cosas. La
verdad es que a mi hermano casi no le gusta el deporte, apenas ve un poco de
fútbol por televisión y aun así le fastidia. El pobre no es fanático de caminar, mucho
menos correr— Sin dejar de caminar me incliné un poco hacia mi derecha, donde
ella se encontraba, y bajé mi voz como si estuviese contando un secreto —Sí lo
miras detenidamente o cuando está en shorts te darás cuenta de que también tiene
piernas de pollo.
—¿En serio? ¿El grandulón tiene piernas de pollo?— La escuché bufar y reír.
Esta vez la risa de Bella sonó un poco más alta y su forma contagiosa llegó hasta a
mí. Se sentía... natural.
—Sé que debe haberte parecido muy... atrevido de mi parte el acercarme a ti ese
día...
—Y hablarme.
—...y hablarte...
—...y fastidiarme...
—...y fastidiar...
Bella se paró en seco sin terminar la frase pero ya era muy tarde. Coloqué mi mano
en mi boca para disimular un poco mi sonrisa pero es posible que mi carcajada me
delatase un poco.
—Como sea. Sólo quiero aclararte que yo no soy así, yo no me ando acercando a
cualquiera en cualquier lado ¡No es que sea malo ni nada! Pero no soy así.
—¡Ah! Entonces ha sido un privilegio para mí— Comenté con sarcasmo jalando a
Chester para continuar caminando para alentarla a ella, pero no completé dos pasos
cuando la escuché resoplar tras de mí.
Esta vez fue mi turno de suspirar. Sonreí, me volteé hacia donde estaba su voz y
me ubiqué nuevamente a su lado. Esperando.
—Si realmente no eres así entonces, ¿por qué yo?— Le pedí sin soltar mi sonrisa.
Tenía que admitir que era divertida.
—Me viste...
—Sí. Tu hermano Emmett compra flores donde yo trabajo y... te había visto
esperando por él fuera de la tienda.
Me quedé muy quieto procesando lo que decía pero no podía evitar sentirme
molesto, observado y sin tener la opción de poder hacer lo mismo. Sabía que no era
cierto pero sentía como si ella supiese cosas sobre mí que no quería que supiera.
—No. Había visto tus lentes pero nunca lo pensé ¡Dios, qué vergüenza!— Lloriqueó
—¿Quieres seguir caminando?— Preguntó suavemente.
—Supuse que no me recordaría, a veces las personas son ciegas para ciertas
cosas— Hizo una pausa y disimuladamente traté de escuchar con mucha atención
por una señal que la delatara (un cambio en sus pasos, un murmullo, unas tos,
cualquier sonido proveniente de ella) pero no capté nada. Aun no estaba seguro
como me sentía con la forma tan natural con la que hablaba acerca de "estar ciego"
o "no poder ver", pero cuando me di cuenta que de verdad parecía haberlo dicho
inocentemente (sin ninguna alusión a mi condición) y como algo natural, una sonrisa
se extendió sobre mis labios y un sentimiento parecido al alivio se expandió por mi
cuerpo. En los últimos 5 años nadie me había hecho sentir tan... normal, como si mi
condición no importara, como si realmente encajara.
No sabía que decirle, no esperaba otra "conversación profunda" con ella, así que
sólo asentí con mi cabeza.
—Estoy bromeando— Resopló y su tono cambio a uno más ligero, más cercano. No
podría explicarlo pero creo... creo... creo que sonaba a sonrisas —En realidad es el
mostrador que me da poderes de invisibilidad y los clientes creen que el dinero y las
flores se mueven solas. Es muy chistoso, tenemos millones de clientes.
—Claro, mostradores con súper poderes, eso puede suceder— Finalmente cedí y
sonreí.
Sentí algo húmedo caer en mi nariz y esperé que no fuese un pájaro haciendo sus
necesidades sobre mí. Lo limpié con mi mano y seguimos caminando
apaciblemente hasta que sentí lo mismo nuevamente, esta vez dos veces seguidas.
—¡No puede ser! ¿En el soleado Seattle?— Respondí con sarcasmo y Chester, por
su parte, ladró —Voy a llamar a Emmett.
—Los árboles están un poco desnudos, supongo que podrían cubrirnos sólo un
poco, y el pequeño cafetín está bastante lleno. Podemos tratar de apretujarnos un
poco...
La corté con un gruñido. No me imaginaba tener que apretujarme con personas por
doquier, sin poder ver que toco o dónde estoy, y con Chester. Todas esas cosas
juntas sonaba a desastre (incluso por separado, ¡sonaban a desastre!)
—¡Maldición!— Suspiré. Apreté mis puños. Ya conocía una solución pero... ¿en
serio?, ¿en serio iba a hacerlo? —Yo... vivo cerca, si quieres... puedes esperar en
mi casa hasta que pare de llover— Resalté lo último con intención.
—No importa, me voy— Bufé dando dos pequeños golpes a la oreja derecha de
Chester para que emprendiéramos el camino a casa. Eso es lo que pasa cuando
intento hacerle un favor a una extraña.
—Eso es... muy amable, gracias— Dijo ella deteniendo mi paso pero aun podía
escuchar la duda en su tono.
El cielo escogió ese momento para soltar todo lo que tenía y la lluvia nos bañaba
por completo.
—Mi cabello esta empapado— Gruñó Bella, seguido por el sonido de agua cayendo
sobre el suelo. "Debe tener el cabello muy largo". Guardé mi pequeña nota mental
para luego.
Abrí la puerta y señalicé con mi mano para que pasara. Inmediatamente solté la
correa de Chester y me encaminé a la nevera para tomar una botella de agua.
—¿Quieres agua?
—Este piano es precioso, ¿tú tocas?— El sonido sordo de unas teclas tocadas al
azar y sin armonía resonaron por sobre el de la lluvia que se estaba calmando. Me
hizo sentir incómodo.
—Sí. Soy profesor— Hice mi camino hasta el piano de madera y coloqué mi brazo
sobre él en forma protectora. Sabía que sería grosero decirle que no lo toque pero si
volvía a escucharla haciéndolo, le diría. Esperaba que ella entendiera mi postura.
—No, no... nada— Respondió volviendo a su tono normal —Mi abuela siempre
decía que quería aprender a tocar piano.
—¿Le enseñas a NIÑOS?— Preguntó con aún más sorpresa y subiendo su tono
nuevamente.
—Ya basta, dime por qué tanta sorpresa, ¿te parezco tan incapaz?— La interrogué
gesticulando con mis manos.
—¡No! Es sólo que... enseñar a otros es algo muy importante pero cuando se trata
de niños es más difícil— Explicó Bella.
—¡Ni me lo digas! Los niños ahora son malos y... sucios— Argumenté recordando
cuando tomé las pequeñas manos de Erika para indicarle la posición de los dedos y
me llené de algo pegajoso que, después me di cuenta, era sólo miel (¡por suerte!)
—En realidad lo decía porque ellos tienen otras necesidades además de aprender y
porque los profesores tienen el trabajo de buscar formas divertidas para ellos.
—Ahm... claro— Repliqué monocorde ¿De dónde le venía todo esto a la florera?...
¿florista?, ¿florera?, como sea.
—Y no pareces la clase de persona que... quiera hacer eso.
Dios... ¿cómo pude ser tan tonto? ¡Esta chica tiene un hijo! ¡Por supuesto que esta
chica tiene un hijo!
—Nada.
El sonido del timbre interrumpió la tensión y me dirigí a la puerta sin decir nada más.
Los pasos de Chester resonaban tras de mí y cuando finalmente abrí la puerta,
pude sentirlo pegado a mi pierna.
—¡Hola sr. Cullen! ¿Cómo está? Se ve muy bien hoy. Discúlpeme otra vez por no
poder venir a buscar a Chester esta mañana, es que mis padres insistieron en ir a
visitar a mi tía Marge que está enferma, aunque les dije millones de veces que tenía
un compromiso con usted...
—Está bien, Mary— Dije cortando su retahíla. No quisiera que a la niña le diese un
ataque por falta de aire en mi porche —En realidad yo mismo lo saqué esta
mañana.
—Gracias.
BPOV
La casa de Edward era preciosa. No tan grande pero la decoración era hermosa,
con tonos oscuros, un televisor enorme y un largo sofá color crema que se veía tan
suave que prácticamente me llamaba a gritos. Sin embargo, lo que llamaba más mi
atención era el piano de madera que descansaba ante mí. No era de cola y parecía
bastante antiguo, pero era como si el color de la madera narrara historias.
Sé que puede sonar grosero pero... Se supone que es ciego, ¿no? Él dijo que...
¿será que es una de esas personas que son "legalmente" ciegos pero aun así
distinguen figuras? Tal vez si me paro frente a él y le hago una mueca extraña con
mi cara, él se ría o se delate con... no, no, no, qué estoy diciendo.
Escuché una aguda voz proveniente del porche. Miré hacia afuera y me di cuenta
de que la lluvia casi había parado.
Suavemente deslicé un dedo sobre una de las teclas sin producir sonido alguno y
sonreí pensando en mi abuela. No sabía nada sobre tocar el piano pero estaba
segura de que ella no tendría la paciencia para aprender ¡Así como Edward no
tendría la paciencia para enseñarles a niños! En serio, no es que conozco mucho al
hombre pero... las manos se le mueven inquietas y casi podría jurar que rueda los
ojos por cada 15 palabras que digo.
El repique del teléfono me hizo saltar en mi lugar. Dudé en hacer algo pero pensé
que podría ser importante así que decidí a llevárselo a la puerta.
—Gracias.
Cuando Edward se fue me percaté de que esa chica de la otra vez en el parque...
Alice, estaba en el pórtico y me miraba como si acabara de chocar su auto. Sólo
digamos que si las miradas mataran, yo habría caído hace mucho rato... y con
varias heridas.
—Ah... hola— Saludé con una pequeña sonrisa que ella no me devolvió y solo logró
acentuar la mueca de molestia en su cara.
Wow, wow, wow, wow... esperen un momento... ¿Edward? ¿Desde cuándo ella
decía "Edward"? ¿Acaso no era "señor Cullen" hace como, no lo sé, dos segundos?
—Estoy segura. Digo, ya paró de llover así que puedo tomar el autobús. Adiós.
Le di una rápida mirada a Alice y quise despedirme pero su ceja arqueada fue señal
de que eso no sería necesario.
Caminé apresuradamente por el pequeño sendero hacia la calle, sentía que mis
piernas no iban tan rápido como yo quería. No puedo creerlo... A mis 25 años ¡Y
fastidiada por una niña de 15! Me siento como una colegiala otra vez.
Me pareció bastante raro por su posición y el hecho de que apenas había terminado
de llover. Me acerqué silenciosamente por su espalda mientras él continuaba
disparando fotos hacia la zona de donde yo venía, cuando me di cuenta que las
imágenes que salían en la pequeña pantalla de la cámara eran de Edward, aun en
su pórtico, hablando con Alice... ¡Este niño le estaba tomando fotos a Edward! ¡Lo
estaba espiando!
—¡Hey!— Sin poder soportarlo grité con fuerza junto a su oreja, haciendo que
saltara del susto hasta estar de pie e incluso soltó su cámara en el proceso. La
expresión de sus ojos ensanchados al verme era como la de un venado frente a un
auto. Su boca guindaba abierta y justo cuando estaba a punto de pedirle una
explicación, el chico salió corriendo y se metió detrás de la casa en cuyo jardín nos
encontrábamos.
Rápidamente miré mi reloj. "Tres y media, todavía tengo tiempo". Tomé la cámara
del suelo y salí corriendo tras el pequeño venado que me debía un par de
explicaciones.
No culpo mucho a Alice por querer a Edward para ella solita :$ digamos que la
entiendo (Especialmente al ser como Robert x3)
PD: Tampoco tendría ningún problema con quedarme con Emmett (aunque
tenga piernitas de pollo) ;)
ATENCIÓN PERSONAS:
dreaming in heaven: No te respondí en msj privado porque me dice que no se
puede. Actualizo cada vez que puedo mientras vaya adelantando :) gracias por leer.
Espero seguirte viendo por acá n_n. ¿Cantidad de capítulos? :/ entre 20 y 30 :r si
ves mi historia anterior... es algo así :)
¡Ahora sí! Aquí vamos con mi chico favorito y nuestra chica favorita ;)
Enjoy
Mis piernas se movían rápidamente. Aun podía ver destellos del cabello rubio del
chico escabulléndose entre los arbustos o tratando de esconderse tras las paredes
de las casa. "Puedes correr niñito, pero no esconderte". Tenía demasiada práctica
jugando a las escondidas con Jacob, perseguir a este niño asustadizo era pan
comido y, a decir verdad, me estaba divirtiendo bastante.
Una sonrisa se desplegó por mi rostro cuando nos adentramos a otro más de los
jardines y pude predecir fácilmente el siguiente movimiento del chico. Justo cuando
cruzo la esquina de una casa, en lugar de simplemente seguir sus pasos, corrí con
más fuerza para darle la vuelta y llegar primero que él. Cuando finalmente llegué,
me recosté en la pared para ocultar mi cuerpo y simplemente estiré mi pierna
esperando... sólo esperando.
¿Mencioné que esto me parecía muy, muy divertido? Porque así es.
La expresión en su rostro cuando me vio nuevamente era tal y como un niño,
definitivamente no podría tener más de 15 años. ¡Qué bueno!, porque si pareciera
mayor o tuviera más músculos que acné, ni siquiera me habría atrevido a
acercármele en primer lugar, sin importar si espiaba a Edward o no. Comenzó a
levantarse apresuradamente y supuse que volvería a correr, así que tomé en mi
mano la cámara que guindaba en mi cuello y la paseé ante sus ojos.
—Esa es mi cámara, dámela— Su reclamo tal vez habría sido más impresionante si
no fuese por los quiebres de su voz de adolescente puberto en pleno desarrollo.
—Estas fotos que están aquí— Dije encendiendo la cámara y mostrando las
primeras de fotos de Edward y Alice —Son de mis amigos así que te recomiendo
que me digas qué se supone que hacías espiándolos tras los arbustos.
Oh-por-Dios. Este chico acaba de decirme señora. Al ver el sincero temor en sus
amplios ojos grises... creo que nunca en mi vida me había sentido tan vieja. Tuve
que sostener la cámara con fuerza porque casi se me caía de la impresión.
Seguí observando las siguientes fotos para tener algo que hacer, hasta que me vi
en una hablando con Alice en el pórtico de Edward. "Mierda, Renne tiene razón,
este pantalón me queda horrible" —¿Tienes una mía también?— Inquirí con horror
—Ok, ahora sí voy a romperla.
—¿Estabas qué?
—¿Qué eres? ¿Una especie de paparazzi o algo así?— Pregunté sonriendo. ¡Quién
sabe! Quizás esta gente de los suburbios tiene su propio periódico y todo.
—Pues vas a tener que hacerlo y deja de decirme SEÑORA— Repliqué sin evitar
exaltarme un poco —¿Estabas espiando a Alice?
—El término espiar es un poco fuerte... yo diría más bien adorar... servir... o tal vez
contemplar desde lejos, como se contempla a las estrellas.
—¿Ya puede darme mi cámara, señora?— Estiró su mano para tomarla el mismo
pero yo la jalé a tiempo.
Lástima por el pobre chico que aún eran las cuatro y cuarto y yo todavía tenía
tiempo.
—Ahm... Jasper.
—"Ahm... Jasper"— Dije imitando su voz —No es un nombre muy bonito, así que
seguiré llamándote Bambi— Eso me consiguió una pequeña sonrisa —Entonces...
¿No crees que hay otras formas mejores de profesar tu amor, Bambi?
—Está bien, pero podría hacerse algo al respecto. Seguramente ella no te conoce...
—Sí me conoce. Mis padres son amigos de sus padres y tenemos algunas clases
juntos en la secundaria. Pero ella...— Se detuvo para negar con la cabeza y mirar
hacia otro lado antes de hablar nuevamente —Yo no le intereso. Apenas y me
habla.
—No, Alice no es así, ella es preciosa— Respondió Jasper con un tono muy serio
que me impresionó un poco.
"Por favor, Bambi, no me digas que eres un acosador y tu pared está repleta de
estas fotos, por favor no me digas que eres un acosador".
—¡Ah! Es sólo una idea que tuve— Enarqué una ceja para hacer que continuara —
Pensé que si tal vez supiera más acerca de lo que hace fuera de la escuela,
entonces podría hablar con ella de eso y hacerle ver que tenemos cosas en común.
Una sonrisa se fue desplegando en él a medida que hablaba y, tengo que admitir,
no era tan mal después de todo. Excepto por la parte del acoso y los límites
personales.
—Eso quiere decir que si yo viera tus otras fotos justo ahora, no encontraría
ninguna de Alice en la privacidad de su baño o cambiándose de ropa, ¿cierto?
—No, claro que no— Respondió con seriedad y una ola de alivio llegó a mí... hasta
que continuó —Mi casa no está tan cerca y su ventana es muy alta.
—Hay una línea muy delgada entre lindo enamorado y acosador peligroso, así que
cuídate, niño.
—Está bien. Toma tu cámara— Anuncié extendiendo el aparato hacia él, y justo
cuando iba a tomarla de entre mis dedos, la alejé nuevamente —Pero deja de
acosarla tanto, ¿ok? Si hubiese sido ella y no yo la que te hubiese encontrado
espiándola detrás de los arbustos, ya tendrías una orden de restricción encima.
***
Cuando llegué a la tienda, entre corriendo pensando que tal vez nadie me notaría...
pero hice una mueca cuando la pequeña campana amarilla que descansaba sobre
la puerta alertó de mi llegada.
—¡Niña! Justo a tiempo. Supongo que tu cita fue excelente— Dijo Rosalie sentada
detrás del mostrador y guiñando uno de sus azules ojos en mi dirección.
—Oh... eso sonido nunca es bueno... a menos que sea en posición horizontal y con
un hombre encima— Añadió entre risas.
Esta vez mi gruñido fue acompañado de una sucia mirada hacia ella. Me senté en el
banquillo junto a ella colocando mis brazos sobre el mostrador simplemente
observando las multicolores flores a través de las vitrinas de los refrigeradores que
había a cada lado, y algunos ramos y cintas que descansaban en jarrones con
agua.
—¿Todo bien, niña?— Preguntó Rose, esta vez en un tono mucho más suave y con
la preocupación filtrándose en él.
—¿Ese muchacho te hizo algo? ¿Ese Edward? Cuéntame, Bella— Inquirió con
mayor insistencia aun.
—No pasó nada, Rose— Repetí con un suspiro —Nos vimos en el parque,
hablamos un poco. Comenzó a llover así que me ofreció ir a su casa...
—No Rose, nada de eso. Fue todo un... caballero —No creía que ese fuese el
término correcto para Edward, al menos no del todo, pero no sabía que más decir —
Esperé que dejara de llover y luego regrese. Es todo.
—Claro.
En ese momento la puerta que había detrás de nosotros, y que comunicaba con el
resto de mi casa, se abrió repentinamente y de ella salió Renee con expresión de
cansancio.
—Bella, que bueno que llegaste. Tu abuela ha estado preguntando por ti— A pesar
de su tono cansado, su sonrisa era sincera como cada vez que me hablaba de mi
abuela.
Su cuerpo se despegó del mío y sostuvo mi rostro entre sus manos mirándome con
una sonrisa. Después de medio minuto vi su mirada pasearse por la extensión de mi
rostro y me di cuenta de que me estaba observando. Su sonrisa bajó lentamente y
fue reemplaza por un sumamente leve pero existente ceño. Entonces... habló.
—Bella, te están saliendo espinillas en la cara. Tiene que usar la crema que te
compré ¿Tienes el cabello sucio?
Solté un suspiro inevitable. Renee y sus detalles... o, mejor dicho, mis detalles.
Siempre había algo que mejorar, algo que cambiar.
Para algunas personas, su lugar de trabajo es como su hogar. Otras dicen que
pasan más tiempo en su oficina que en su propia casa. Para mí, esa línea estaba
muy difusa, por no decir que no existe en lo absoluto. Originalmente esta era
simplemente una casa bastante grande pero mi abuela, siendo tan práctica y
trabajadora como ella sola, había decidido convertirla también en un negocio.
Aprovechó el gran jardín que venía con ella y prefirió mandar a juntar las 3
habitaciones, el baño y fusionar la sala y la cocina, exclusivamente para plantar
montones de flores en su jardín.
Pensándolo bien, por supuesto que puedo quejarme. Intenten dormir hasta tarde en
una casa donde las habitaciones están tan juntas que por más que cierres tu cuarto,
puedes oír las voces de tu familia afuera.
—Hola abuela.
—¡Isabella! ¡Hija!— Me saludó ella acostada en su cama con una sonrisa —¿Te
divertiste en tu día libre?
—Me alegra. Tú trabajas tanto todos los días. Gracias a Dios tienes a Rosalie que te
ayude, ella es muy buena.
Sus blancos cabellos estaban un poco alborotados por estar recostada así que la
ayudé con mis brazos para que se sentara y la peiné nuevamente haciéndole una
pequeña cola de caballo. Como siempre le gustaba.
—No quiero jalarte el cabello abuela— Repliqué con una sonrisa ante su insistencia.
—¿Dónde estuviste hoy, Bella?— Preguntó ella tranquilamente con sólo una pizca
de curiosidad. Pero mi abuela no era mujer de escuchar detalles, ella era directa al
grano y los únicos detalles que le gustaban eran los de ella misma. Así que, cada
vez que le contaba sobre mi vida, nunca profundizaba demasiado.
—Qué bueno.
Después de eso comenzó a contarme acerca de las gallinas que tenía cuando era
niña y vivía en un remoto pueblo campestre.
Cuando se hicieron las nueve. Arrastré mis cansados pies hasta mi habitación (ese
Jasper no es tan rápido pero sí que sabe correr) y me lancé en mi pequeña cama.
Sin siquiera cambiarme de ropa, crucé mis brazos sobre mi cabeza y miré fijamente
el tragaluz ubicado en el techo de mi habitación. "La ventana de mi techo" como mi
abuela solía decir.
El cielo estaba bastante nublado pero aun podían distinguirse algunos puntos de
luz. Allí, recostada, pensé en Edward.
Una nube escogió ese momento para estirarse sobre mí, así que me di media vuelta
y caí dormida, profunda y sin sueños.
En esta noche tan fría, los brazos de mi niño nunca habían sido tan cálidos.
:/ ¿Qué tal? Este Jasper, hecho el tonto, sí da que pensar. Mmm... nada como
un amor ideal :3 tiernito.
¿Ya ven más o menos de qué va la vida de, Bella? Como ven, esta algo
cronometrada :/ no es fácil, menos mal tiene gente que la quiere :) aunque... ella
es despistada y todo, pero sí se dio cuenta de que Edward no está muy
entusiasmado X_x
Un abrazo.
Alessa.
E: Creo que Tengo una Amiga
Capítulo adelantado :P sus reviews (todos ellos, hasta los cortitos) me
animaron mucho y... wow... escribí súper rápido jaja ustedes, junto a unas
canciones que me inspiraron, me hicieron traerles esto hoy ;) Así que gracias por
sus comentarios, follows y favoritos.
Disculpen por no responder sus reviews PERO traje nuevo cap así que espero que
sea aun mejor :$
Enjoy.
EPOV
Silencio.
—Edward...
Flashes de colores pasaban tras mis ojos cerrados. Las pequeñas y delicadas
facciones del rostro de mi madre, las rubias trenzas de la cabellera de Jane, los
voluptuosos senos de Lucy y luego... nada... oscuridad... y la ligera sensación de
unas suave y delgadas manos sobre las mías. Acariciantes, tranquilas, sin prisas,
tocándome de a poco con la punta de sus dedos rozando mis palmas como si
temiera alcanzarme o... tal vez... como si no estuviese allí en lo absoluto.
—¡EDWARD!
Abrí mis ojos bruscamente, más por inercia que por otra cosa. Desafortunadamente,
cuando abrí mis ojos sólo vi lo mismo que cuando mis ojos estaban cerrados: Nada.
Solté un profundo suspiro y me puse de pie estirando mis brazos sobre mi cabeza.
—¿No puedo venir a visitar a mi hermano mayor a ver cómo está?— Podía adivinar
la sonrisa en su rostro y casi gruño.
—No quisiera. Pero nos vimos ayer así que dime de una vez— Insistí haciendo mi
camino al baño para cepillarme los dientes.
—¡No!— Esta vez grité con mi boca aun llena y sentí como algunas gotas salieron
disparadas de mi boca —¡No! No -e imcoca Emme. Yo jiempe -a -amo y...
Estaba tan molesto que ni siquiera había notado que no había vaciado mi boca
todavía. Escupí con fuerza hacia el lavabo y continué —No me importa Emmett. Yo
siempre la llamo, aun la visito de vez en cuando, ¿qué más puede querer de mí? No
voy a sentarme con Carlisle porque tú quieres, no voy a jugar a la familia feliz
cuando no lo somos, ¿ok? Nuestra familia está rota, supéralo. Esme tampoco quiere
eso y tú lo sabes.
Silencio.
—¡Emmett!
Suspiré nuevamente. Lo había hecho demasiadas veces para lo que llevaba de día.
Traté de aguzar más mi oído y lo escuche. Sonaba lejano o tal vez amortiguado.
—¿Las qué?— Inquirí extrañado. Emmett comenzó a tararear una canción que
sonaba bastante pop.
—Edward...
—¿Qué?
Hasta que tomó mi mano y colocó mi palma en su parte del sofá haciéndome ver
que en realidad había algo vibrando allí y que le hacía... vibrar... su... trasero.
Cuando se apartó quité el cojín del sofá y pasé mi mano a tiendas pero, por
supuesto, el me venció.
—Yo... no lo sé.
Traté de pensar otra vez en... la... "cita"... y sentía mi ceño fruncirse lentamente.
Supongo que cuando hablamos en el parque no fue tan malo, es decir, reírse de
Emmett siempre es divertido pero... después de que vino Mary...
—Já, já— Respondí sin gracia —Fue... bueno... Bella es... sumamente extraña pero
no es tan mala— Continué con sinceridad.
—"Sumamente extraña pero no es tan mala". Wow, Edward, eres tan romántico. La
próxima vez que la veas dile exactamente eso, ¿ok? Pero por favor, deja que yo
esté ahí para verla— Podía escuchar la risa de Emmett entre sus palabras y no
pude evitar reír un poco también, de sólo tratar de imaginar que haría Bella si yo le
dijera eso... realmente no podía adivinar qué haría pero sonaba extrañamente
divertido averiguarlo.
—¿Qué?
—¿Qué?
—Yo...— Vacilé un momento pero continué —Dije que si quieres ir a verla ahora.
Tengo que devolverle su teléfono... tú tienes auto... así que...
—Está bien, vamos— Lo sentí moverse del sofá y luego escuché sus llaves.
Lo escuché parar en seco cuando capté el sonido del pomo de la puerta. En este
momento sólo tenía puesto mi pantalón de pijama y nada más (literalmente y
absolutamente nada más... ni arriba ni dentro) así que, aunque no me respondió,
creo que vestirme si era buena idea.
A pesar de su edad, Esme era una mujer sumamente simple capaz de entretenerse
como una niña de 4 años... excepto por los celulares... a Esme definitivamente no le
gustan los celulares.
—Bien... ¿A dónde vamos?— Preguntó mi hermano con un aplauso una vez que
estábamos en su auto.
—¡No! ¿En serio? Wow... creo que te conseguiste una acosadora entonces Eddie—
Comentó mientras encendía su camioneta.
No respondí. Sólo giré mi rostro hacia la ventanilla abierta y sonreí hacia el viento.
—Ahm...— Vaciló Emmett como si quisiera decir algo más —Sí. Vamos.
Habíamos decidido no traer a Chester porque yo no sabía qué clase de lugar era
este en el que Bella trabajaba. Emmett me aseguró varias veces que no habría
problema porque no era "esa clase de lugar" pero preferí no arriesgarme. Así que
coloqué el teléfono en mi bolsillo, me puse mis lentes oscuros que habían estado
guardados en el bolsillo de mi camisa sin necesidad de usarlos ya que sólo estaba
con Emmett, me bajé del auto y desdoblé mi bastón. Muy casualmente, Emmett
puso su hombro contra el mío. Estoy seguro que para cualquier otra persona junto a
mí debió parecer que sólo estaba caminando cerca de mí, quizás para hablar
conmigo, pero yo sabía perfectamente que no era así... sólo era mi hermano menor
cuidando a su hermano ciego.
¿Rose? ¿Cómo que "Rose"? ¿Conoce a esta "Rose" de primer nombre pero no
recuerda haber visto el rostro de Bella?
—Bella, Bella, tranquila. Intenta llamar un rato más— Respondió "Rose" en tono
consolador.
¿Bella? ¿Esa era Bella? Casi no reconocía su voz de esa forma tan... firme... y en
gritos.
"Buena esa, hermanito. Muy sutil. No me di cuenta de nada", pensé con sarcasmo.
—Gracias por traerme mi teléfono. Estaba...— Soltó una risilla nerviosa —Estaba
que me jalaba los cabellos de la desesperación. Ya he perdido 2 teléfonos este año
y no quiero ni pensar en cómo se habría puesto mi mamá si se hubiese enterado.
—Está bien. Tranquila— Respondí. De repente sentí una parte de su cuerpo, tal vez
su brazo, no lo sé, rozar mi propio brazo y mi instinto fue moverme hacia a un lado
pensando que tal vez ella necesitaba moverse y yo le estaba estorbando.
¿Moverse sin previo aviso en un lugar que nunca había visitado antes? Sí, no es
muy buena idea para una persona ciega. El estruendo de algo cayendo con fuerza
contra el suelo me hizo saltar e instintivamente puse mis manos hacia el frente
tratando (estúpida e inútilmente) de sostener lo que sea que pudiese caerse ahora...
claro, olvidando completamente que lo que estaba frente a mí no era un estante o
una cosa sino Bella en persona.
En cuestión de segundos mis manos rozaron más de su piel, sus brazos y distinguí
a la perfección la redondez natural de los laterales de sus senos. Quité mis manos
antes de que pudiese pasar a más o... bueno... pudiese demandarme por acoso
sexual o alguna otra pequeñez así.
—Oh por Dios, discúlpame, no fue mi intención hacer... eso. Pagaré por lo que sea
que haya roto, discúlpame, de verdad.
Su risa me cayó por sorpresa, pero no puedo negar que me alivió —Tranquilo,
Edward, no pasa nada. Fui yo quien se movió sin avisar y... sólo fue una maceta.
—Ahm... no importa, lo pagaré de todos modos, dime cuánto es— Insistí mientras
sacaba la billetera de mi pantalón con la mano que no sujetaba mi bastón.
—Son... 200$
Hice una mueca ante eso. No es que sea tacaño ni nada pero, ¿doscientos dólares
por una maceta? Qué bueno que tenía lentes oscuros cubriendo mi rostro porque mi
expresión seguro me hubiese delatado.
—Ok. Ahm... tu... ¿querías decirme algo más?— Preguntó. Aunque se había
alejado, la sentí acercarse nuevamente y esta vez el sonido de sus pies al
arrastrarse me advirtieron de ello. No sabía si lo hacía con esa intención o si era
casualidad, pero lo aprecié de todas formas.
—Yo... ah... —Balbuceé como tonto tratando de pensar en algo pero... ¿Qué? —No.
En realidad no.
—Oh... Bien.
En ese momento pude escuchar las risas de Emmett entrando nuevamente junto
con Rosalie.
—Creo que es hora de irnos, Emmett— Anuncié con una sonrisa fingida, esperando
inútilmente que las chicas se hayan vueltos sordas de repente y no hayan
escuchado el sórdido comentario de mi hermano.
Emmett se despidió de las chicas con un gruñido (supongo que le había pisado el
pie un poco más duro de lo que pensaba... oops). También me despedí de ellas
brevemente con un incómodo movimiento de mano hacia donde creía que estaban.
Inmediatamente después sentí a Emmett pegarse nuevamente a mi espalda como
cuando entramos pero esta vez no lo permití. Me aparté de su camino e hice un
gesto con mi mano para que caminara el primero.
Cuando escuché algunos pasos. Me volteé nuevamente hacia donde sabía que
estaba Bella y la llamé. Unos segundos después estaba junto a mí nuevamente.
—Yo... este es... este es mi número— Dije sacando un papel doblado de mi bolsillo.
Sentí mi ceño profundamente fruncido mientras hablaba —Si quieres que sigamos
hablando puedes...
Esta era la razón por la que muy poco salía con alguien nuevo, especialmente una
chica. Ese cuidado, esa incomodidad disfrazada de amabilidad... me repugnaba.
—No importa, déjalo así— La corté inmediatamente antes de que pudiese darme
cualquier otra excusa que no necesitaba.
A mi propio padre tampoco le gusta hablar conmigo, por qué habría de molestarme
con ella.
Estaba por soltarme de su agarre cuando me habló una vez más —Quiero decir que
esta semana tengo mucho trabajo, ya sabes, por navidad que es la próxima semana
y todo eso.
—¿Qué?— Inquirí con más fuerza en mi voz de la que yo mismo esperaba —¿La
próxima semana...?
—Si... mucha gente viene a comprar flores en estas fechas y nos contrataron para
un par de eventos así que...
La voz de Bella se iba haciendo cada vez más tenue a medida que más pensaba.
Navidad.
—¿Qué?
—Que podemos hablar estos días y cuando tenga un tiempo libre... es decir, si tú
también lo tienes... podemos, no sé, hacer... algo ¿Quieres?
Asentí un tanto ausente con mi cabeza y lo siguiente fueron los labios de Bella
regalándome un sonoro beso en mi mejilla.
Cuando salí, moví mi bastón hacia adelante recordando que mi recorrido había sido
totalmente recto cuando había entrado. Di unos pasos hasta que alcancé la manija
del auto, sin abrir la puerta todavía.
—Entonces...
Me reí ante la idea de que yo "lo dejaba por fuera". No es culpa mía que él se la
pase compartiendo cada detalle de su vida conmigo.
Respiré profundo.
—¿Es por navidad?— Inquirí, absolutamente seguro de que diría que sí pero con
una mínima, mínima esperanza en el fondo de mi alma de que dijera que no.
—Sip.
—¡Mierda!
Bella y yo estuvimos hablando varias veces esa semana, más que todo por
mensajes. Tengo que admitir que me sentí bastante bien simplemente hablando de
todo y nada con esta chica. Ella me contó de su trabajo en la floristería, lo atareada
que estaba atendiendo órdenes, ayudando a hacer los ramos y hablando con los
"proveedores"... sea lo que sea que eso signifique. Yo le conté que tenía 2 alumnos
más (convirtiendo en 8 mi número total de alumnos de música y, a la vez, mi
número total de potenciales dolores de cabeza), y de ese alumno nuevo, Anthony,
que hasta ahora era el niño más educado que he visto en mi vida. Aunque sólo lleva
una clase así que aún tiene tiempo de arruinarlo.
Casi todas las tardes a las 6, habamos por mensaje mientras vemos "Friends", que
resultó ser nuestro programa favorito. Lo supimos cuando me dijo lo mucho que le
desagradaba su nombre porque era prácticamente el nombre más común del
mundo y siempre encontraba una Isabella a la vuelta de la esquina.
*Entonces qué nombre te pondrías?* Le escribí. También tenía una aplicación para
convertir mi voz a texto, pero prefería escribir, era fácil teclear mensajes porque mi
celular tenía teclado qwerty.
Ese viernes era la primera vez estaba al menos un poco deseoso de ver a Jessica y
su estúpida psicología. Cuando llegué a su consultorio casi olvido a dejar a Chester
en la puerta y una vez sentado en su sofá y oído su bienvenida se siempre ("Buen
día Edward, ¿cómo estás? cuéntame qué has hecho esta semana...") mis manos se
removían incómodas sobre mi regazo cuando finalmente le solté mi pequeña
bomba.
Aww... ¡Tiene una amiga! xD ... descoordinado y vacilante pero allì lo tenemos...
nuestro Edward :)
¿Què les parece? ¡Aquì tambièn es navidad! Asì que preparecen para un "especial
navideño" coming soon :P
PD: soy fan de Friends y me gustan varias canciones de las pussycat dolls, no
puedo evitarlo ;)
Gracias. Un abrazo.
Alessa.
E: Mi Oscuro Especial Navideño
Esto... ha sido muy difícil para mi (estuve enferma). Pero aquí les va.
Gracias por su apoyo y comentarios :) les agradezco y aprecio por cada uno de ello,
ustedes hacen que mi correo me haga feliz jaja.
ENJOY
EPOV
—¡Jenny! ¡Jenny, por favor! ¡Jenny, cállate!— Ok, quizás decirle "cállate" a una niña
de ocho años no fue lo más inteligente del mundo... aparentemente eso los hace
llorar más fuerte, pero es que no puedo ni escuchar mis propios pensamientos con
esta niñita gritando a todo pulmón.
Estoy bastante seguro de que alguno de mis vecinos ya habrá llamado a la policía.
En serio.
Era mi última clase del día. Uno podría suponer que los padres tenían cosas
mejores que hacer con sus hijos que llevarlos a su clase de piano un 24 de
Diciembre, pero no. Solté un profundo suspiro y me resigné a hacer otra cosa. Ya le
había dicho que no importaba que hubiese roto mi nuevo metrónomo (aunque sí
importaba) que no le diría nada a su mamá (aunque debería) que yo mismo lo
compraría (con el inesperado aumento en el cobro que recibiría su madre) pero la
bendita niña (¿ven? solamente la bendigo) .CALLA.
*Una niña de 8 años no para de llorar/gritar/soltar moco sobre mi piano, sólo porque
me rompió algo muy costoso (otra vez) ya le dije que se callara... qué hago? SOS*
Le envié un texto a Bella, si tanto le simpatizaban los niños, debería saber qué
hacer. Ni siquiera pude escuchar la alerta de mi teléfono cuando llegó su respuesta
gracias a los gritos de Jenny, pero lo sentí vibrar en mi mano y reproduje su
respuesta.
*Le dijiste que se callara? Jaja Por qué no se lo explicas detalladamente con
estadísticas y unas diapositivas? Jajá*
*Tu ironía no funciona por mensajes, Edward. Eso sólo sonó a un lindo "gracias"*
Las palabras de Bella no hacían nada para mejorar mi dolor de cabeza... todo lo
contrario en realidad, así que no le respondí. Sin embargo, unos minutos después
me llegó otro mensaje.
*Tienes dulce? Llévale uno y cuando pare un poco dile que no dirás nada y que todo
estará bien*
¿Que todo estará bien? La niña acaba de romper mi metrónomo de 250$, ¿en qué
universo esta eso "bien"?. Sonaba demasiado simple para mí pero supuse que igual
podría intentarlo.
Hice lo que me dijo y tomé unos caramelos que siempre procuraba tener. Me
acuclillé a su nivel en el banquillo junto al piano y recité todo como me lo había
dicho Bella.
Por unos segundos en realidad pensé que además de ciego me había vuelto sordo
también porque no escuchaba nada. Silencio ¡Al Fin!
—¿Jenny?
Un jadeo y el soplido de una nariz (que sonaba un poco mocosa) me hicieron saber
que la niña seguía ahí. Cuando habló nuevamente, su voz era casi un susurro, un
cambio muy grande a lo que había estado escuchando de ella.
—¿De verdad, sr. Cullen?— Inquirió suave y lentamente y, tengo que admitirlo, creo
que me derritió un poco por dentro.
Estaba tan sorprendido que, al estar acuclillado, casi me caigo para atrás con todo y
Jenny encima. Pero por fortuna pude sostenerme con una mano en el suelo y mi
otro brazo subió instintivamente hacia su espalda sosteniéndola también y, por
consecuencia, respondiendo a su abrazo.
Recordé que mi papá me daba palmadas cuando era niño. A las niñas también se
les hace eso, ¿verdad?
Gracias a Dios Jenny decidió que había sido suficiente y despegó su cuerpo de mí.
Unos minutos más tardes su madre vino a buscarla.
Cuando le abrí la puerta y su madre me preguntó cómo se había portado Jenny esa
tarde, sentí una pequeña mano serpentear por mi pierna y apretármela un poco.
—Jenny se portó muy bien señor O 'Connor, como siempre— Respondí con
confianza y la pequeña mano soltó su agarre y descendió su camino.
Una vez que se fueron, reanudé mi conversación con Bella vía texto.
Bella me había confesado ser una "amante de los emoticones", como ella lo dice,
pero yo le expliqué que yo no podía ver esos emoticones y tampoco podía oírlos así
que no tenía sentido que me los enviara. Ella, siendo ella, sólo ideó una "práctica y
excelente solución" y decidió enviarme el nombre de cada emoticón para que yo
supiera lo que enviaba.
*Más por las ventas que por otra cosa. Equis Pe*
Me di una ducha y me vestí rápidamente, salí de mi habitación sin estar listo todavía
justo cuando escuché a Emmett entrar.
¡Hey! ¡Al menos sonreí! Tal vez no muy sinceramente... pero sonreí.
—Habla por ti, Emmett— Respondí dirigiéndome a mi cuarto y pude sentir que me
seguía.
—¿Qué? Me vas a negar que tú y Bella se llevan "muy bien"— Su tono sugerente
me hizo voltear y fruncir mi ceño tras mis lentes oscuros —¿Sabías que, a pesar de
tus lentes de sol, aun puedo ver el montón de arrugas que te aparecen en la frente
cuando me frunces el ceño?
—¿Qué tal te va con Rosalie?— Comenté yendo hacia al baño para lavarme los
dientes antes de salir.
—Bastante bien. Hemos salido un par de veces y ha sido genial. Creo que a la
próxima puede ser "la vencida"— Y otra vez el tono sugerente.
—No te entendí nada así que asumiré que dijiste "felicidades Emmett"— Con un
patético intento de imitar mi voz al final —Y yo te digo "gracias, hermano".
Escupí la crema con un poco más fuerza de la necesaria y sonreí hacia el frente
donde sabía que estaba el espejo.
—Estoy seguro que si mamá te escuchara decir "anotación" al hablar de una mujer,
estaría muy orgullosa— Expliqué con ironía.
—¡También dije que era un día especial!— Se defendió él —En fin, ya habíamos
salido un par de veces antes y te digo que ella... es genial... es muy inteligente, le
gusta mucho su trabajo y no es para nada complicada.
—¿En serio?
—¡Te lo estoy diciendo, Edward! Esa mujer tiene cero complicaciones, no es como
las perras exigentes con las que hemos salido, es ligera, fácil...
—¿Fácil?— Interrumpí moviendo mis cejas sugestivamente tal y como sabía que él
hacía.
—¡Sabes lo que quiero decir! Es fácil estar con ella... no tengo que andar
preocupándome por nada más.
Emmett ya me había dicho que Rosalie le llevaba "un par de años". Empecé a
sospechar que tal vez era más de "sólo un par" cuando me intentó cambiarme el
tema para no decirme cuántos eran. Casi boto cerveza por la nariz cuando me dije
que Rosalie tenía 35 años y le llevaba 7 años a Emmett.
Mi hermano sólo resopló como respuesta —¡No es para tanto! Además, no tengo
problemas en que me enseñe *todo* lo que sabe, si entiendes lo que quiero decir—
Comentó en tono sugerente y sonreí al recordar sus cejas moviéndose de arriba a
abajo. Algo que hacía con cada una de sus bromas cuando éramos pequeños.
Todo eso me hizo recordar un pequeño detalle que había olvidado, el pequeño de
Bella. Supongo que ya no tenía que sorprenderme que supiera qué hacer con
Jenny. Si Rosalie era descomplicada y fácil, estoy seguro de que sólo por ese
pequeño detalle Bella sería como un libro entero llamado "Complicaciones". Otra
razón para mantener nuestra relación tal como estaba.
—¡Casi lo olvido! Mamá me dijo que te trajera esta camisa para que te la pongas
hoy— Salí del baño y sentí una tela suave y lisa sobre mis manos.
—¿Mamá te dijo que me dieras esto? ¿La tenías en tu mano todo este tiempo?
—Sí y sí. Me la dio la otra semana cuando tú, tan maleducadamente, no fuiste a
cenar con nosotros. Me distraje hablando pero toma, póntela.
—Ajá.
—Sip. A veces voy a buscar a Rose al trabajo y además vive en la casa junto a
Bella— Sonaba vacilante y no entendí por qué. Ya Bella me había explicado que
vivía en la parte de atrás de la tienda de su familia.
—Ajá.
—Ajá.
—Y parece que le agradas mucho también— ¡Dios! Sácame de esta lenta tortura.
—Sip— Contesté sin darme cuenta al principio que lo había dicho como Bella.
—Bien.
—¡Rose! No me importa lo que mi mamá diga, voy a quitarme este estúpido gorro
¡Mis orejas sobresalen! ¡Parezco un elfo! Voy a terminar ahuyentando a los clientes.
Bella hablaba sin parar en un tono un poco más alto del necesario, aparentemente
ignorando el hecho de que Emmett y yo habíamos llegado. Hice una pequeña nota
mental de que, al parecer, Bella tiene orejas un poco grandes, y la guardé junto con
mis otras anotaciones como la de su cabello muy largo.
—¡Oh! Hola Edward, hola Emmett— Saludó Bella bajando mucho más su tono.
Sonreí hacia el lugar de donde provenía su voz y la saludé de vuelta, cuando sentí
sus labios nuevamente sobre mi mejilla. Esta vez moví mi bastón antes de
apartarme y logré no tumbar nada pero aún era extraño para mí.
—¿Ah?
—Me dijiste que querías llevarle unas flores a tu mamá... te estoy preguntando qué
clase de flores tenías en mente— Explicó ella lentamente como se le habla a un
niño pequeño.
—Ah... ¿Sí?... ¿No?— Puse mi mano sobre mi boca para reprimir mi risa. Mi pobre
hermano, ¡qué gallina!
—No creo que quieras regalarle rosas, son las flores más clichés de todo el mundo,
no tienes idea de la cantidad de rosas que vendo... ¡Y el 14 de febrero! ¡Dios! ¡Es
como si fuesen las únicas flores en el mundo! ¡En serio, al menos píntenlas de otro
color!— A medida que hablaba, Bella iba perdiendo la calma progresivamente y al
final estaba prácticamente gritando.
—Shh, shh, está bien Bella, todo va a estar bien— Dijo Rosalie en tono
tranquilizador.
Bufé con fuerza y antes de que Bella pudiese seguir con su monólogo de crisis por
la popularidad de las rosas, la interrumpí sonriendo.
—¡Bueno! Ya que lo pones así— Contestó igualando mi tono —Yo les recomiendo
unos Crisantemos violetas que florecieron recientemente, por tanto sus pétalos
están en su mejor punto, también tenemos Dalias Pompones amarillas y, por el
espíritu navideño, tenemos Euphorbias conocidas como Estrellas Navideñas.
Todos nos quedamos en silencio y nuevamente agradecí mis lentes oscuros porque
si no Bella vería mi confusa expresión. De algún modo presentía que Emmett no
haría muy buen trabajo ocultando la suya. Me di cuenta que el silencio se había
prolongado demasiado.
—Ah... entonces... supongo que tú puedes escoger por nosotros, ¿cierto, Emmett?
— Dije haciendo lo posible por sonreír como si hubiese entendido más de cinco
palabras de lo que ella dijo y dándole un disimulado golpe a Emmett con mi codo
para que asintiera.
—¡Sí! ¡Sí! Yo también creo que eso es mejor. A mamá le gusta la jardinería así que
estoy seguro que sabrá apreciarlo.
—¿En serio? ¡Entonces les daré las raíces de la estrella para que pueda plantarla
en su jardín! ¿Saben? La gente cree que no puede mantenerse todo el año sólo
porque lo asocian con navidad, pero la verdad es que...
—Bella, mi amor, querida, niña linda, ¿por qué no mejor vas a buscarle las flores a
los muchachos? ¿Sí? Elige las estrellas antes de que alguien más venga a
comprarlas— Rosalie detuvo el entusiasta discurso de Bella con su tono conciliador
y algo maternal que me recordó al de Esme cuando Emmett y yo éramos niños y
solíamos pelear... está bien, como adultos también.
—¿De dónde salió esa mujer? "Robar pensamiento", "plantar estrellas"— Dijo
imitando la voz de Bella entre risas —En serio, pensé que la historia de la revolución
francesa podría ser aburrida pero, ¿todo eso que dijo de las flores?
Sonreí sin poder negarlo porque en verdad que Bella se tomaba en serio su trabajo.
—¡Sí! ¡Pero nunca te he visto diciendo nada sobre plantar estrellas y... sembrar
arcoíris!
Espero, de verdad, de verdad espero, que no haya ninguna "flor arcoíris" o qué se
yo. Justo a mi lado escuché una garganta aclarándose seguido de la voz de Bella
mucho más calmada.
Sentí una de sus manos posarse sobre mi brazo para luego deslizarse hasta la
mano que no sostenía mi bastón, la levantó lentamente hasta entrelazar nuestros
dedos. Mi respiración se volvió más agitada y de repente las palmas de mis manos
(además de mis axilas) picaban.
Yo seguía sin comprender hasta que sentí que posaba nuestros dedos suavemente
sobre algo muy suave y distinguí los pétalos de una flor. No eran como las rosas o
margaritas con pétalos abiertos, lo que sentí era el borde de muchos pétalos unidos
bajo las yemas de mis dedos. Bella llevaba nuestras manos con sigilo sobre el
conjunto de flores, con cuidado de no presionar demasiado, de no lastimarlas (si
acaso eso era posible), y tuve un recuerdo de un sueño, unas manos igual de
suaves tocándome de la misma forma.
La sentí deslizar la flor sobre el dorso de mi mano y subir suavemente sus pétalos
sobre la piel de mi cuello. Los vellos de mi nuca se erizaron al instante y por un
segundo dudé si era por el suave roce de los pétalos... o el suave roce de Bella. Mi
mandíbula que hasta ahora permanecía apretada, se liberó lentamente cuando sentí
la flor aproximarse a la comisura de mis labios.
Di una profunda inhalación y percibí el olor no del todo dulce pero absolutamente
natural de las flores. Tomé varias inhalaciones más haciendo lo posible por grabar el
olor en mi memoria porque estaba muy consciente, quizás demasiado, de la
cercanía del cuerpo de Bella al mío y supe que así sería como siempre recordaría a
Bella: con el olor a las dalias pompón.
—Hola mamá, ya llegué de... ¡Oh!— Sentí el cuerpo de Bella chocar contra el mío y
aplastando un poco la flor contra mi boca. Alcé mis manos directamente a nivel de
la cintura para sostenerla (esta vez teniendo extra cuidado de no... ya saben... "irme
de manos")
—Seth, te dije que tuvieras cuidado con entrar corriendo así, podrías llevarte a
cualquier cliente por delante así que alégrate de que sólo haya sido yo— Lo
reprendió Bella
—Lo siento— Replicó el niño sonando decaído.
—Ve— Exigió Bella en un tono que no daba lugar a réplica. Escuché sus pies
arrastrarse por el suelo.
En ese momento recordé que mis manos seguían ancladas a la cintura de Bella.
Hice una nota mental de lo delgada que era... casi demasiado. La sentí tensar su
cuerpo y removí mis manos de ella.
—¡Claro! Sí. Yo tomaré esta maceta, Edward, tú te encargas de las otras flores.
—Nos vemos luego Rosie— Dijo Emmett adoptando un meloso tono seguido por el
sonido de besos.
—Gracias a ti por las flores— Extendí mi mano libre en su dirección y ella depositó
el ramo de flores con cuidado.
—¿Estas bien?
—Si— Respondí incluso antes de que terminara su pregunta, pero podía sentir
pequeñas gotas de sudor en mi frente y mi cuello.
¿Hace calor aquí o qué? ¿Cuándo se puso tan caliente esto? ¿Se habrán
multiplicado las flores y agotado el espacio? Tal vez estaban botando dióxido de
carbono y acabando el oxígeno... no, espera, es al revés... y creo que esos son los
árboles.
—¡Sí!— Respondí con más entusiasmo de lo normal —Gracias Bella, adiós Rose.
Rápidamente hice mi camino hacia el auto, esta vez con más seguridad, y Emmett
me siguió. Una vez en el auto, ******
—Lo siento, Ed— Dijo Emmett con pesar en su tono mientras encendía el auto.
—¿Por qué?
—Eso debe ser incómodo— "Incómodo es tener que escucharte hablar de eso en
un espacio cerrado" pensé —El niño debe tener como ocho años o algo así, debe
haber sido un embarazo adolescente — continuó mi hermano en tono reflexivo.
—Siempre he escuchado que después del parto, el cuerpo de la mujer nunca queda
igual, especialmente... tú sabes... allá abajo.
—Pero estoy seguro de que no debe ser tan malo. No es como si no pudiese
hacerlo más o algo así.
"Emmett siempre dice que no le gusta conducir muy rápido, quizás si abro la puerta
ahora y me lanzo tengo la suerte de estar del lado de la acera y pueda...
—Edward, ¿qué estás haciendo?
—No, nada, sólo... voy a bajar la ventanilla— Moví mi mano e hice lo que dije.
—En fin, lo lamento por ti hermano, no tenía de que Bella podía ser tan complicada.
Menos mal que no te involucraste mucho, ¿verdad?— Terminó con una pequeña
risa y unas palmadas en mi hombro para luego salir del auto hacia la casa de
nuestra madre.
*Hola Edward, espero que a tu mamá le gusten las flores. Feliz navidad. -Bella*
Aun en el auto pasé mi mano sobre mis lentes oscuros y rasqué suavemente mi
rostro. No tenía la más mínima intención de responderle y estaba a punto de salir
mensaje cuando me llegó otro mensaje.
*¿Estamos bien?*
Deslicé mis manos bajos mis lentes, las froté sobre mis ojos y finalmente salí del
auto.
-
Apenas atravesamos la puerta, Esme llegó a nosotros como si hubiese estado
esperándonos junto a la ventana (¿Coincidencia? No lo creo, con Esme no hay
coincidencias).
—¡Edward, que flores tan hermosas! ¡Me encantan!— Dijo con una voz que
irradiaba alegría y sonreí junto a ella.
—Ah... ¡Hola! Mamá!— Exclamó Emmett con sarcasmo —Yo también te traje flores.
Lo notarías si dejaras de mirar a tu hijo dorado por cinco segundos.
—Ya, ya, Emmett. También me encantan tus flores— Respondió mi madre con el
tono conciliador que había usado Rosalie en la tienda.
—¡Mira! Las pedí con raíces y todo para que puedas plantarlas— Continuó mi
hermano.
—Gracias cariño, es carne asada, ya casi la sacaré del horno y podremos comer.
—¿Y papá?
Esme vaciló antes de contestar —Él... él llamó... dijo que algo surgió en la oficina—
Sí, claro — Pero que haría lo posible por llegar— De alguna forma, dudaba mucho
que Carlisle hubiese agregado esa última oración y me sonaba mucho más a las
palabras de Esme.
—Sí, Edward, eso fue lo que dije— Confirmó mi madre con más seguridad.
—Claro.
Esme se excusó para sacar la carne del horno y aproveché para inclinarme hacia el
lado de Emmett en el sofá y susurrarle:
—¿Qué cosa?
—Lo de Rosalie. Te noté más entusiasmado que eso, ¿por qué no le dijiste nada
más?
—¿En serio, Edward? ¿Me estas fastidiando porque no quiero compartir detalles de
mi vida con mi familia? ¿No te parece un poco irónico de tu parte?
—Sólo digamos que no tengo muchas ganas de que mamá sepa lo de la edad de
Rosalie.
¡Ajá! ¡Con que eso era! Comencé a reírme a carcajada al pensar en la cara de
Esme cuando se enterara de la muy pequeña diferencia de edad entre Emmett y su
novia. No se si no enojaría pero definitivamente sería muy raro para ella que su
*nuera* esté una década más cercana a la edad de ella que a la de Emmett.
—Ok— Esme no sonaba nada convencida —La carne esta lista, vamos a comer.
Jadeé por aire para recuperarme del ataque de risa. Emmett era todo un niño
miedoso de su mamá.
Resoplé al escuchar las dos sillas a mi lado arrastrarse por el suelo y los pasos
apresurados de mi hermano y mi madre para llegar a la sala.
—Esme mi amor, estas más hermosa que nunca— Gritó mi padre, seguramente sin
darse cuenta del tono de su voz.
—¡Emmett! ¡Emmett cómo está tu novia! Gracias por almorzar conmigo el otro día,
sé que... ah... sé que... a tu hermano no le gustaría eso— Carlisle arrastraba sus
palabra y al final su tono había bajado bastante.
Así era mi padre, una especie de borracho emocional, a veces muy alegre y a veces
muy triste pero nada intermedio.
—Emmett es un adulto, puede hacer lo que quiere— Casi me tuve que morder la
lengua para no soltar que el "adulto" allí presente tenía miedo de decirle a mamá
que su novia podía ser su niñera.
Tenía mis ojos desmesuradamente abiertos tras mis lentes oscuros al darme cuenta
que Carlisle estaba en su polo "feliz" ¿Cómo lo es? ¡Porque el loco de mi padre
estaba sosteniendo mis brazos y moviéndolos en el aire como si intentara hacer
volar a una gallina!
—¡Carlisle! ¿Qué diablos estás haciendo?— Grité tratando de bajar mis brazos
pero, aunque borracho, el viejo loco tenía fuerza.
—¡Vamos, Edward! ¿Te acuerdas que te encantaba que te hiciera esto cuando eras
un niño?— Respondió mi padre entre risas como si fuese lo más obvio del mundo
—¡El avión, Edward! ¡El avión!— Continuó moviendo mis brazos más rápido y a
hacer ruidos con su boca que supongo debían sonar como un avión volando pero
en realidad sonaba como si tuviese gases.
—¿Qué?— Replicó el muy traidor sonando "inocente" pero bien sabía que debía
estar aguantando la risa.
—¡Que lo digas!— Gritó aún más fuerte y... diablos... tuve que ceder.
—¡Dilo!
—Piloto Cullen Solicita Permiso De Aterrizaje— Aclaré con más fuerza esperando
que me dejara en paz.
—¡Turbulenciaaaaaa!
—Hijo, lo lamento tanto— Dijo mi padre con su voz partida —Yo hubiese dado mi
vida para protegerte de lo que te pasó...
Suspiré y volteé hacia otro lado sin saber qué hacer. Ya había escuchado esto las
suficientes veces y aquí estamos.
—Soy un padre terrible, no debí decirte nada ese día, no debí discutir contigo, hijo—
Alguien dejo escapar un sollozo y sonaba particularmente femenino. Por más que
quisiera hacer una broma y decirle a Emmett que aguante y sea hombre, sabía muy
bien que mi madre no tomaría muy bien esa broma —Regresa conmigo, Edward,
sabes que en la oficina tenemos...
Yo no iba a regresar a ningún lado. El camino que estaba construyendo antes de ser
ciego ya no está, y aunque estuviese ya no puedo verlo.
—¡Me voy!— Anuncié con fuerza mitad del bullicio. No quería escuchar nada de
eso.
—¡Edward!— Escuché a Emmett llamarme tras de mi pero fue fácil ignorarlo y seguí
con paso firme, atravesando la noche —¡Edward!— Lo escuché llamar nuevamente
y esta vez me detuve porque había algo en su voz que me congeló en mi lugar, un
rastro de una firmeza amarga que le daba el poder de detenerme y de entristecerme
a la vez, un rastro de algo que, aunque lo hacía sonar fuerte también lo hacía sonar
desesperado. Algo que sólo lo podría identificar otro hombre que haya pasado por lo
mismo. Alguien como yo... y como Carlisle.
Era irónico que de lo único que no podía escapar era de lo que me había olvidado
por completo durante estos minutos de camino: la oscuridad. Estuve muy
consciente de que Emmett seguía tras de mí, no se había acercado ni parecía que
fuese a hacerlo. Él estaba esperando por mí, el muy estúpido sabía que si se me
hubiese acercado, que siquiera se hubiese atrevido a tocarme, hubiese corrido con
toda mi fuerza para escapar de él.
Maldición.
En ese momento sentí una oleada de aire frío chocar contra la parte izquierda de mi
cuerpo a la vez que escuché la corneta de un auto a lo lejos, inesperadamente sentí
pánico. Pánico de que un auto viniese contra mí y yo no pudiese verlo, no pudiese
evadirlo. Pánico de que una vez atropellado, una vez caído y lastimado, tirado en la
calle, la oscuridad fuese la misma. Como si fuese igual estar vivo o estar muerto.
Hice lo primero que pude hacer para ayudarme a mí mismo a no caer. Saqué el
bastón de mi bolsillo, lo desdoblé y sentí el piso a mí alrededor. Sin embargo, no di
ningún paso.
—No voy a entrar allí otra vez, Emmett— Argumenté con una máscara de firmeza
en mi voz. Recordando que mi hermano estaba allí observándome, que él no dejaría
que nada me pasara, si un auto viniera él lo detendría antes.
—No pretendía que lo hicieras, Edward. Déjame llevarte a casa, hermano— Los
rastros en su tono que me recordaban a Carlisle se habían esfumado y en su lugar
se escuchaba una especia de plegaria.
Si, lo sabía. Di media vuelta y cuidadosamente palpé mi camino hasta el auto y nos
subimos a él.
—Sólo para buscar a Chester— Dije sin estar del todo seguro de por qué hacía esto
—Después puedes llevarme a otro lugar.
¿Qué les parece la reacción de Edward? ¿Lo que hizo Carlisle? ¿La crisis de
Edward? El pobre Emmett lo sabe manejar pero no debe ser nada fácil. MUY
IMPORTANTE ¿Qué les parece Jenny? Jajaj es una pequeñez pero es que me
gustó :$
FELIZ NAVIDAAAAAD :D
Alessa :3
B: Mi Florido Especial Navideño
¡Hola! Volví rápido :D me cansé mucho ayer O.o pero no quería pasar la
oportunidad de las fiestas :)
MUCHISIMAS GRACIAS por sus comentarios follows y favoritos de ayer! . Saludos
a Pili, Jenni y Gaby que no tienen cuenta pero me escriben igual :)
Gaby: No sé decirte cuantos caps exactamente tenga nuestra historia pero... no
será muy largo (20? Menos? Algo así me parece) Gracias por seguirme.
Enjoy! ;)
Ella no decía nada, sólo miraba la puerta fijamente con ojos como platos.
—¡No puedo creer que hiciste eso! No, no, no, corrección: ¡No puedo creer que no
hicieras nada!— Grité con aun más fuerza.
Mi amiga aun no pronunciaba palabra así que comencé a caminar de arriba a abajo
por la tienda, deteniéndome al otro lado del mostrador, justo frente a ella para
continuar mi retahíla.
—¿Sabes lo que esto significa? ¿Viste cómo se puso Edward cuando le dije que
Seth era mi hijo? ¡No me va a hablar más nunca! ¿Qué hiciste Rosalie?
—¡Exacto! ¡No hiciste nada! Emmett, TU NOVIO, preguntó si Seth era mi hijo y tú
no hiciste nada más que mirarme con una expresión de horror.
Finalmente su rostro cambió por una mirada de determinación y un ceño fruncido.
Cuando habló, era más un grito.
—¿Qué querías que hiciera, Bella? ¡No podía decirle a Emmet que Seth es mi hijo!
Bufé con fuerza y descansé mis manos y peso sobre el mostrador frente a ella...
hasta que vi el letrero de "No recostarse" y lancé mis brazos al aire con molestia
para luego cruzarlos sobre mi cuerpo. Estúpido letrero.
—Además, Bella, yo no te pedí que dijeras que es tuyo— Prosiguió Rosalie bajando
su tono pero aun hablando seriamente.
—¡Eso no significa...!
Corté su defensa rápidamente bajando mi tono a un susurro porque sabía muy bien
que probablemente más de uno estaba escuchándonos.
—Seth no tiene padre, Rosalie, yo no iba a dejar que se quedara sin madre
también.
—Ay por Dios— Susurró con su mirada perdida vagando en la extensión del piso de
la tienda —Soy una horrible madre.
—¿Qué?— Dije sorprendida por sus palabras y sin esperar verdaderamente una
respuesta.
—Soy una horrible madre— Repitió ella llevando sus temblorosas manos hasta su
boca —Negué a mi propio hijo, negué a mi pequeñito— Su susurro seconvirtió en
un sollozo.
Sin siquiera pensarlo mis brazos se abrieron para rodear sus hombros en un
abrazo.
—Claro que no, Rose, eres una excelente mamá. No lo negaste, sólo... te
congelaste— Intenté consolarla.
—No, Bella, no trates de hacerme sentir mejor. Lastimé a Seth y te obligué a hacer
algo que no debías. Sé cuánto quieres a Seth y también lo mucho que él te quiere a
ti, pero esto... esto me corresponde a mí— Explicó ella mirándome a la cara con sus
ojos llenos de lágrimas. Pasé mi mano sobre su cabello y la abracé más
fuertemente.
Sé que Rose no tenía una mala intención y no mentí cuando le dije lo excelente
madre que era. Criar a un niño por sí sola, eso no lo hace todo el mundo. Pero
también sabía que el amor, como comenzaba a sentir con Emmett, no había sido
parte de su vida en mucho tiempo. Quizás incluso desde que el padre de Seth se
fue.
—Te juro que le voy a decirle la verdad a Emmett ¿Puedes darme un poco más de
tiempo?— La triste expresión de su rostro era innegable.
—Gracias, Bella
Hice una mueca ante sus palabras que rápidamente intente ocultar volteando mi
cuerpo nuevamente hacia la ensalada —Lo olvide mamá— Murmuré a
regañadientes.
—¡Ya me di cuenta!
—Mamá— Susurró Seth sin darse cuenta que la habitación era muy pequeña para
los secretos así que todos podíamos escucharlo.
—No más pastel Seth, vas a explotar, ¡llevas 3 pedazos!— Exclamó Rose también
en susurros.
Renee, la abuela, tío Peter y yo seguíamos comiendo y mirando a otro lado como si
nada, sólo para evitarle la pena a Rosalie.
Rosalie comenzó a sonar la punta de su zapato una y otra vez contra el suelo y eso
era señal de que estaba perdiendo la paciencia.
—¡A ver! ¡Rosalie! ¡Sírvele más pastel al muchacho!— Exclamó mi abuela dándole
una gran sonrisa a Seth que él correspondió.
Puede que no sea su nieto, pero la adoración que tenía mi abuela por Seth era
innegable. Estaba bastante seguro de que Seth era como su propio sol.
—¡Se lo creyeron!— Siguió ella entre risas hasta que repentinamente cesaron para
hablar muy seriamente —Ahora sírvanle al muchacho.
Rose se dispuso a servir más pastel mientras que Peter y mi mamá llevaban los
platos a la cocina. Pude ver como Seth chocaba los cinco con la abuela bajo la
mesa. Juro por Dios que esa viejita era única.
Rosalie resopló con fuerza y, aunque estaba de espaldas, podía ver sus hombros
sacudiéndose por la risa. Así que discretamente le di una patada que me ganó una
mirada furibunda pero su silencio. La muy traidora sabía muy bien que a veces
comía peor que un camionero (o que Seth, y eso era decir bastante).
—¿Y eres feliz?— Me Interrumpió bruscamente con una mirada inquisidora. Era en
momentos como esto donde el blanco de sus cabellos y las líneas bajo sus ojos me
recordaban que no eran más que experiencia.
—No pasaste cinco años estudiando para eso, hija— Sonrió mi abuela
afectuosamente —Deberías hablarlo con tu madre. Necesitas salir de aquí.
—...no lo sé. Ya hablé con el médico, Peter. Necesito que vengas a ayudarme más
seguido, lo único que puedo hacer es cuidar a mamá y necesito ayuda—
—Por eso tienes a Bella— Explicó mi tío como lo más natural del mundo.
—¡Por favor, Peter! Tú sabes que nunca le dejaría el negocio solo por más de
confianza y vecina que sea. Un Dwyer siempre ha estado detrás de ese mostrador y
un Dwyer siempre estará detrás de ese mostrador. En ese momento tío Peter salió
de la cocina y pasó junto a mi velozmente sin siquiera darme una mirada. Seguí mi
camino y me encontré a mi madre con una expresión de tristeza en su rostro.
—Ay, Bella, menos mal que te tengo hija. Gracias por ayudarme en todo, no sabes
lo mucho que necesito que estés aquí— Dijo con una sonrisa medio triste.
¿Entonces para qué las personas hacen planes? Si de todos modos lo importante
es resolver. Suspiré pesadamente y la voz de Rosalie me despertó.
La miré directamente a los ojos pero sin verla realmente. Ahí está otra vez. Una
persona que "necesita" que haga algo ¿Qué hay de mí? ¿No necesito yo hacer algo
primero? Sí. Sí lo necesito.
—Dile que me llamaron, que tuve que salir, que... tengo mi teléfono.
Con eso tomé mi chaqueta y salí velozmente a hacer algo... a hacer algo por mí.
El clima era sumamente frío, era frío navideño. Si bien no había nieve, la brisa y el
cielo encapotado hicieron acto de presencia. Tomé las solapas de mi grueso abrigo
y lo apreté con más fuerza alrededor de mi cuello mientras hacía mi camino por los
pasillo llenos de plantas del hermoso jardín urbano Swansons: mi lugar favorito en
el mundo porque compartíamos mucho más que la raíz de un apellido.
Desde que era pequeña, mi abuela me traía acá a visitar y comprar plantas y flores
mientras me relataba la historia de la familia Swansons. En 1888 el Sr. Swanson
llegó de Suecia e inició su vivero con nada más que semillas y duro trabajo. Fue
difícil para él hacerse lugar y nombre en una tierra que no era la de él pero poco a
poco lo fue logrando y, más importante aún, conoció a Selma, dueña de su propio
negocio floral.
—A partir de allí— Decía mi abuela —La magia de las flores surtió su efecto y los
competidores se aliaron para seguir trabajando y formar este hermoso jardín que
ves hoy pero, más importante, para formar una gran familia que sigue llevando esta
tierra.
—¿Y se enamoraron, abuela? ¿Así nada más?— Preguntaba yo muy intrigada.
Para ese entonces yo tenía la idea de que el amor era demasiado fácil para ser real,
que la gente enamorándose de otra no tenía sentido si era prácticamente lo mismo
que la amistad. Desafortunadamente, el amor seguía siendo un poco ajeno a mí.
Aunque no puedo decir que mi abuela nunca intentó explicármelo.
—No es así nada más, hija. Es...— Se reía suavemente sosteniendo mi mano con
dulzura.
—Explícame, abuela.
—Es distinto para todos— Anunciaba ella con la mirada perdida hacia las coloridas
flores a nuestros pies —Algunos se enamoran apenas se ven, otros necesitan más
tiempo— No olvido la sonrisa en su rostro para este momento —Algunos olvidan
que el amor siquiera es una opción y ni se atreven a pensarlo...
—¿Qué?
—Nada. Sólo... olvídalo, hija. El amor ya es bastante complicado sin que nosotros
metamos la pata tratando de explicarlo.
Justo ahora el vivero tenía más público del usual gracias al especial navideño: una
foto con los renos. Había pequeños niños con gorros navideños y cuernos de reno
guindando en sus cabezas, así como familias y parejas tomadas de la mano y
caminando muy juntas. No podía culparlos, el ambiente era mágico. Esta vez no
sólo eran las plantas y flores adornando los pasillos del vivero sino muchas luces
navideñas dispuestas alrededor de las plantas y árboles, algunos de los cuales eran
árboles artificiales con luces en lugar de hojas pero con troncos y raíces plásticas
muy gruesas que simulaban las reales. El contraste de las brillantes luces coloridas
contra la oscuridad del cielo era simplemente mágico.
—¡Chester! ¡Cálmate!
—¡Chester! ¡Quieto!— Gritaba Edward hacia su perro quien estaba dando vueltas
alrededor de sus pies y... parecía mirar en mi dirección cada vez que ladraba.
Edward sostenía la correa de Chester y su bastón con una sola mano mientras
deslizaba la otra bajo sus lentes oscuros y frotaba sus ojos. Repentinamente
Chester comenzó a andar hacia mí, lo que empujó a Edward sin previo aviso.
—¿Estas feliz ahora?— Gritó Edward con su rostro justo frente al mío y mis ojos se
abrieron como platos al pensar que se dirigía a mí, un momento después me di
cuenta de que estaba hablando con Chester, ya que se agachó hasta su nivel, tomó
una de sus peludas orejas con suavidad y la levantó para susurrarle al oído —
Recuerdo muy bien la última vez que te pusiste así pero me temo que estas
equivocado, ella no está aquí.
Sostuve mi aliento y con el mayor cuidado posible caminé de puntillas hacia atrás.
Cuando conseguí un poco de espacio entre nosotros, aclaré mi garganta lo
suficientemente alto y caminé hacia ellos arrastrando mis pies más sonoramente
que de costumbre.
—¿Edward, eres tú?— Oh, por Dios, qué patética soy. Tendré suerte si realmente
se lo cree.
Eran momentos como este cuando me sentí como una niñita egoísta e insensible
porque una parte de mí se alegraba de que Edward no pudiera verme en este
momento. Mis axilas y las palmas de mi mano picaban por las pequeñas gotas de
sudor y estoy segura de que la expresión en mi rostro delataba mis nervios.
Afortunadamente, mi voz era la única guerrera que no me dejaba morir y salía con
una confianza que ni yo reconocía.
Antes de responder, sus cejas se alzaron por un momento sobre el marco de sus
lentes y luego volvieron a su lugar.
—Me dijeron que había renos— Su simple respuesta fue pausada y cada sílaba
mostraba un poco más de su sonrisa.
No sabría cómo explicarlo pero su sonrisa era algo más que una sonrisa
provocadora o de tono bromista, era tranquila, era simple. Puede que hayan sido las
preciosas luces que resplandecían tras él o la adorable canción navideña que una
famosa cantante interpretaba desde los altavoces, pero me hizo reír, y por la forma
en que su sonrisa se ensanchaba al escucharme pude ver que le agradaba mi
reacción.
—Claro, quién puede resistirse a una foto con los renos, ¿verdad?— Le seguí la
corriente —Entonces supongo que estas aquí para unirte a la cola.
—¡Por supuesto que sí!— Replicó de inmediato pero luego se acercó a mí y susurró
—¿Hay mucha cola?
Tragué grueso al no saber qué hacer, así que tomé la mano que sostenía la correa
de Chester y entrelacé nuestros dedos para guiarlo hasta la fila de personas.
Manteniendo mi tono bromista, hablé nuevamente.
—Era una broma, Edward. Tienes que aprender a reconocerlas. Tú también puedes
hacerlas, ¿sabías?— Reí suavemente con el ligero movimiento que hizo con la
cabeza y que me recordó tanto a Seth cuando me rueda los ojos. ¡Oh, por Dios!
¡Edward me debe estar rodando los ojos! Después de eso la conversación fluyó
más tranquilamente. Edward me hizo varias preguntas acerca del lugar, como qué
clase de flores y decoraciones tenía, qué hacía la gente, incluso preguntó el nombre
de la canción que colocaban en los parlantes a cada momento y que yo seguía
cantando. Lo que él no sabía es que la canción sólo seguía sonando porque yo
conocía a la niña que estaba junto al equipo de sonido y cada pocos minutos le
hacía una seña para que la pusiera otra vez.
Casi tuve que morderme la lengua para evitar preguntarle por su familia o por su
día, pero todo iba muy bien y no quería echarlo a perder. A nuestros pies, Chester
ladraba y frotaba su peludo cuerpo contra mis descubiertas pantorrillas, de vez en
cuando me agachaba a su nivel para acariciarlo un poco y el pie de Edward
chocaba conmigo cada vez que lo hacía, no sabía por qué. Para cuando llegó
nuestro turno, el frío se había acentuado mucho más pero me hice la valiente.
—¡Tu turno, Edward! ¡La foto con los renos!— Esta vez era yo la que tenía el ceño
fruncido ¿No era para eso que hacíamos la fila? ¿O qué pensaba?
—¡Ah, si!
No hacía ningún movimiento así que lo empujé con un poco de fuerza para
acercarlo hasta la parte de los renos.
—Aquí estas bien. Chester también saldrá en la foto así que mira hacia acá—
Expliqué dirigiendo su cuerpo hacia dónde estaba la cámara —Y sonríe.
—Gracias— Sonreí y me dirigí al otro lado de modo que Chester quedara entre
nosotros y los renos se vieran mejor tras Edward.
—No es mi novio.
—No es mi novia.
—¿Por qué quiere ponerle un cintillo a mi perro? ¡Es perro! ¡Nada de cintillos!—
Exclamó Edward señalando hacia adelante.
—No es un cintillo de niña, son cuernos, como los renos, ¿entiende?— Preguntó el
hombre sin abandonar su sonrisa. Hablaba como si hubiese tenido la idea más
brillante del planeta.
Cuando Edward finalmente accedió (aunque tuve que insistirle y jalarle del brazo un
par de veces para lograrlo) entendí perfectamente por qué el señor sonreía de esa
forma. Chester se veía ADORABLE (A-DO-RA-BLE) con sus cuernos rojo brillante.
No pude evitar un gemido de ternura al verlo y me agaché para juntar nuestras
narices.
—¡No! Se ve precioso.
—Sip.
Fui a quitarle el cintillo de cuernos a Chester pero el hombre de la cámara dijo que
podíamos quedárnoslo.
—Já, já— Replicó sin gracia pero peleando con una pequeña sonrisa que bailaba
en sus labios —No, pero no sé cómo se ve así que prefiero que no lo tenga.
—Está bien— Accedí algo renuente, pero cuando me agaché para quitárselo, no
pude soportarlo. Se veía tan bello con sus enormes ojos negros y su cintillo
resplandeciente en contraste con su pelaje amarillo. Discretamente le di un abrazo a
mi peludo amigo y me puse de pie nuevamente.
—¿Se lo quitaste?
El frío se hizo aún más fuerte (cosa que no creí posible), apreté mi abrigo con fuerza
y maldije mi "fantástica" idea de usar falda aunque sea larga. Mis brazos temblaban
levemente.
—¿Tienes frío?
—Creo que la palabra exacta fue "demasiado"— Insistió Edward sonriendo como si
nada, así que lo acepté. Después de todo, me estaba congelando.
—Si— Respondí viendo hacia el pequeño café que tenía el vivero y que parecía no
estar tan poblado —Pero tenemos que pagar primero.
—Ya lo hice— Arguyó Edward tomando mi codo para apartarme del lugar.
—Pero...
—Ok, ok. Toma tu foto. Es preciosa— Tomé su mano para depositar el papel pero él
cerró su palma.
—Pero es tú...
—Tú puedes darle mejor uso— Sentenció. Esta vez sin sonrisa alguna en su rostro
y no quise presionarlo así que cuidadosamente la coloqué dentro de mi bolso de
modo que no se doblara. Edward, Chester y yo nos adentramos al medianamente
pequeño café, ahí me di cuenta que en realidad estaba prácticamente repleto.
Estaba iluminado con luces navideñas y guirnaldas que guindaban por doquier,
además de un pequeño árbol en una de las esquinas. Había incluso un árbol más
pequeño posado sobre una mesa, que tenía ojos y boca que se movían al compás
de populares villancicos. Por supuesto, habían muchos niños a su al rededor.
—¿Quieres un café?— Me volteé hacia Edward para hablarle cuando una señora
pasó tras de mi con una bandeja y me empujó.
¿Mi colchón salvavidas? El cuerpo de Edward. Nada mal para una chica. Me recibió
en sus brazos e hice lo posible por incorporarme.
—No importa, tranquila— A pesar de sus palabras, sonaba bastante tenso y maldije
en silencio a la señora que me hizo tropezar por echar a perder lo que iba tan bien.
—Lo siento mucho, Bella, no quise... ¿Qué...? ¿Qué es esto?— Edward hablaba
entrecortado porque había chocado de cara con una pequeña plantita que guindaba
del techo.
¿El techo es bajo o Edward es muy alto? No tengo idea. Aunque lo último era cierto.
—Sí.
—Feliz navidad, Bella— Dijo Edward suave y pausadamente, casi como si estuviese
diciendo algo más.
Tengo montones de ganas de saber su opinión porque hay varias cosas grandes en
este cap :D yo sé que no me dejaran mal ;)
FELIZ AÑO PARA TODOOOOOS! Bendiciones y éxitos en este 2014, gracias por
todo su apoyo y nos veremos el próximo año ;)
Abrazos.
Alessa.
B: Un Amor Que No Es Mio
Hola ¿Cómo estan? :) Lo prometido es deuda. Gracias por sus favoritos, alertas y
ReviewS! [Mel Robsten ;) tu también]
Gaby y Jenni: Me dio penita con ustedes y me encantó su petición jaja no pude
responderles porque no tienen cuenta FF pero acá estoy.
BPOV
Con gran pereza y lentitud arrastré mis manos de vuelta hacia mi cuerpo y me
recosté sobre la caja registradora.
Reprimí un gruñido para no echarle más leña al fuego y cerré mis ojos.
—¿Esperar? ¿Estás loca? ¡Si ahora vienen las flores de la oficina! ¡Para las
secretarias, para las amantes...! No podemos esperar, Bella.
El sonido de la campana sobre la puerta me hizo abrir los ojos repentinamente para
encontrarme con el pequeño acosador ¿Cómo se llamaba?
—Hola señora. Soy Jasper, ¿se acuerda de mí?— Dijo el muchacho sujetando con
fuerza su exageradamente grande sudadera.
—Claro que me acuerdo, eres el acosador— Respondí con una pequeña sonrisa
recordando cómo lo perseguí aquel día.
Ante mis palabras se acercó con paso firme hacia mí y una pequeña arruga
marcaba su entrecejo.
—Ya le dije que no soy ningún acosador. Mi amor por Alice es verdadero, mucho
más real que esos otros idiotas que se la pasan hablando de ella.
—14 años.
¡14 años! Podría pararme aquí y justificar la intensidad de este chico diciendo que
es lo que pasamos todos cuando somos adolescentes pero... estoy empezando a
creer que la vida de todos puede ser intensa. Sólo que la mía no lo es.
Antes solía creer que una vida intensa sería sufrir por un amor así como Jasper, o
secretos de familia como en las telenovelas que le gustan a mi abuela... todo eso
fue antes de su enfermedad y todo lo que eso acarreó... ahora sé que la vida es
intensa no por los sucesos que acontezcan, sino por la reacción de la persona ante
ellos.
Creo que estaba empezando a odiar este nuevo respeto que tenía por este mocoso.
Apreté mi teléfono con fuerza y continué —Está bien, Romeo, no te exaltes, ¿qué te
trae por acá?
—Hey, si existe "Orgullo y prejuicio y zombis" entonces también puede existir esa—
Contraataqué con triunfo.
—¿Qué puedo hacer por ti, Jasper? Si necesitas ayuda para acosar a tu chica, te
digo de una vez que no me voy a montar a ninguna ventana para conseguirte una
foto de...
—¿Aun no has hablado con ella?— Pregunté suavemente dejando las bromas a un
lado.
...
Haciendo caso omiso al letrero de mi madre, coloqué mis codos sobre el mostrador
e incliné mi cuerpo hacia él para verlo mejor. Realmente no era un chico feo, tenía el
cabello un poco largo para mi gusto (aunque quizás a Alice le guste eso, quién
sabe), su rostro tenía un poco de acné pero había visto peores, sus lentes era de
los que estaban de moda y era bastante delgado pero también alto.
—¿Qué estás haciendo aquí, Jasper?— Inquirí sonriendo para que no pensara que
lo estaba echando.
—Usted me dijo que podía venir acá y... todas las mujeres aman las flores,
¿ciertos?
—Entonces, ¿de qué te sirve tanto espionaje? ¿Qué has sacado de eso?— Me
volteé exasperada lanzando mis manos al aire.
—Por eso estoy aquí— Susurró el chico levantando su mirada ligeramente pero sin
alcanzar mis ojos —Ya estoy cansada de verla sin que ella me vea, señora Swan,
quiero hablar con ella— Finalmente sus ojos se fijaron en los míos y parecía
temeroso pero decidido.
—No, no, no, no, no— Lo paré en seco colocando mis manos frente a él en señal de
alto —Nada de su belleza, nada de sus labios, nada de ninguna noche de verano.
Lo que necesito saber es lo que le gusta, su manera de ser... ¿Es clásica como una
rosa roja? ¿Elegante como una cala? ¿Enérgica como un girasol?
—¡Oh!
Si, esto era lo que todos mis clientes masculinos me respondían cada vez que les
preguntaba esto. En mi opinión, esta verdaderamente es la mejor manera de
comprar flores a otra persona... lástima que la mayoría de los idiotas terminaba por
mandarme a callar y pedir una docena de rosas rojas. San Valentín es un asco.
Su mirada vagó por los estantes llenos de diferentes flores mientras hablaba —
Bueno... la mayoría de las personas, incluyéndome a mí, diría que Alice es enérgica
— Una sonrisa se esbozó en sus labios como recordando algo que yo no conocía —
Las paredes de su habitación son amarillo pastel y la he visto correr con sus primos
pequeños cuando van a visitarla y están solos. Pero...— Su sonrisa falló mientras
parecía dudar de lo que iba a decir —He visto como la tratan otras personas... en la
escuela, en su casa... la forma en que su cuerpo se encorva y llora a escondidas me
hace ver que hay cosas que le molestan, cosas más profundas que nadie ve en ella
porque asumen que es feliz y no le preguntan, cosas que yo si veo pero que no
conozco porque no me atrevo a preguntarle en voz alta.
Suspiré por enésima vez en el día y me moví mis manos de forma incómoda porque
sentí que tal vez me estaba inmiscuyendo demasiado.
—Ahm... creo que puedo trabajar con eso— Dije apresuradamente tomando unos
girasoles del estante y encaminándome hacia el amplio jardín de nuestra casa que
servía como vivero.
Atravesé las primeras filas de plantas y pasé con velocidad junto a Renee quien
estaba regándolas, hasta que llegué a la pared más lejana donde se encontraba la
planta que quería: la clemátide, saqué las tijeras de mi bolsillo (florista sin tijeras a la
mano, no es florista) y corté con delicadeza varios tallos.
—Bella... ¿Bella que estás haciendo con la clemátide?— Inquirió mi madre a unos
metros de distancia.
Hice caso omiso a sus palabras y continué apartando cuidadosamente las raíces
para cortar los tallos sin hacerle mucho daño.
—Bella... esa flor es violeta, tu sabes que a los clientes no les gusta las flores
violetas a menos que sean orquídeas porque dicen que son para muertos— Gritó mi
madre con un poco más de fuerza para que la pudiese escuchar.
"Los clientes" ¡Como si ella conociera a todos los clientes del mundo! A
regañadientes admití que esa era la opinión de la mayoría cuando les sugería esta
planta. Mi mano aflojó su agarre de la tijera... tal vez ella tenía razón, tal vez no
debería... no, no, esto era para Jasper y Alice, ¡es su historia!
Casi bailo de felicidad cuando por fin terminé de cortar todo y antes de que mi
mamá pudiese terminar su idea. Pasé rápidamente junto a ella de vuelta a la tienda
pero me detuve en seco cuando escuché la voz de mi abuela llamándome desde su
habitación. Llegué hasta ella y, como solía sucederme, sentí que mi corazón se
volvía chiquitico al ver a mi abuela tan cambiada, más delgada que antes y
recostada en su cama. Sabía que una de las cosas que más le había afectado en
estos tres meses de enfermedad era el no estar cerca de sus flores, no sentir la
tierra húmeda entre sus dedos ni ayudarlas a crecer.
—Todo bien, hija ¿Cómo va la tienda? Recuérdale a tu mamá que esa tienda es
suya. Bastante que trabajé yo para darle de comer a ella y su hermano... ¡Y también
a ti! ¿Qué hora es?
Sonreía al notar que también había cosas que nunca cambiaban, como la forma en
que hablaba de su trabajo. Mi viejita.
Me reí e hice caso a sus palabras. Supongo que eso tampoco cambiaba.
—Esas flores están hermosas— Dijo ella señalando el ramo en mis manos —Casi
nadie sabe apreciar la belleza de las clemátides.
Al fin... al fin sentía que alguien me entendía: mi abuela. Me incliné dándole un beso
en su frente y me despedí para llevar el ramo a Jasper.
—Tú y ese bendito trabajo en la tienda ¡Sal de allí hija! ¡Consíguete un hombre!
Cómo el de la novela con ese cuerpesote tan grande...
Cuando llegué vi por el rabillo del ojo a Jasper aun de pie tal como lo había dejado.
Dispuse todas las flores en la mesa de trabajo que teníamos en una esquina y
comencé mi explicación a la vez que trabajaba en construir el ramo.
Alcé el ramo en mis manos admirando sus colores y formas, sonreí al ver la
expresión de asombro en el rostro de Jasper.
—Wow.
—¡Gracias, señora Swan!— Exclamó Jasper con entusiasmo tomando una de mis
manos en la suya —Es perfecto, es absolutamente perfecto.
Me soltó para sacar su billetera (gracias a Dios) y me entregó unos billetes —Cobre
también la entrega, usted sabe dónde es ¿Cuándo le llegará? Quiero asegurarme
de estar cerca con mis binoculares para ver su expresión.
—No, no, no, no. Tu viniste hasta acá diciendo que querías hablarle que querías
darle flores, ¿y ni siquiera vas a dárselas tú?
Ay por Dios, ¿qué voy a hacer con este chico? ¿Qué diablos voy a hacer con este
adorable y lento chico?
A pesar de que el saludo de mi amiga había sido amigable, por la expresión del
chico parecía que hubiese sido lo contrario.
¡Já! Si así era con Rose, no me imagino como será con Al...
¡Oh!
—¡Oh! Ya entiendo— ¡Por supuesto que no quería darle las flores a Alice!
El pobre chico comenzó a mirar a todos lados y moverse inquieto mientras hablaba
—Lo siento señora Swan, pero no es tan fácil como podrá ver.
—Ok. Rosalie, ¿puedes cubrirme? Si, si puedes. Nos vemos ahora. Llevo mi
teléfono. No le digas a mamá— Hablé apresuradamente, tomé mi chaqueta de
detrás del mostrador y jalé a Jasper del cuello de su camisa camino a la calle.
Jasper y yo ya habíamos entrado a su vecindario. Todo el camino acá estuvimos
hablando de las cosas de su escuela. Alice tenía novio pero aparentemente era un
idiota (claro, como si fuese a decirme cosas buenas sobre el novio de "el amor de
su vida"). Cuando la vi en casa de Edward pensé que era la típica chica popular que
trataba horrible a los demás pero resultó que no. Resultó que simplemente no les
hablaba a muchos.
Estábamos a un par de metros de la que Jasper me había dicho que era la casa de
Alice cuando, de la nada, sentí un empujón en el lado izquierdo de mi cuerpo y caí
en el suelo tras un matorral.
—¿"Lo siento"? ¿En serio? ¡Me atropellas, me tiras al suelo y luego me dices "Lo
siento"!
—¿Quién?— Pregunté perpleja frotando mi pierna para aliviar un poco el dolor. Eso
va a dejar un moretón.
—¡Alice! ¡Los padres de Alice! ¡Cualquiera que pueda irle con el chisme!
Lancé mis manos al aire por la exasperación y me dejé caer en la grama... sin
recordar el matorral.
—Sí.
—Ok. Ahora vas a ir allá, vas a dejar las flores y tu nota en la puerta y vas a tocar el
timbre.
—Está bien, está bien— Haciendo acoplo de su valor (si es que tenía) Jasper se
levantó sacudiendo la tierra de sus rodillas, apretó el ramo entre sus manos y se
encaminó hacia la puerta de Alice.
Desde mi posición acuclillada tras el arbusto pude ver como se detenía a mitad de
camino, se devolvía hacia mí, negaba con la cabeza y luego volvía otra vez en
dirección a la puerta de Alice. Esto sucedió unas tres veces y me permitió apreciar
un poco lo grande que era la entrada de aquella casa, con columnas estilo romanas
y sillas labradas en madera. Era bastante diferente a la de Edward aunque eran
vecinos...
Vecinos... Alice es vecina de Edward... eso significa que en este momento estoy
escondida entre los arbustos del terreno de...
¡Diablos!
En estas dos semanas había ido varias veces a la floristería a visitar o buscar a
Rosalie y siempre me pasaba lo mismo. El me abrazaba y era tan amable, mientras
que yo lo único que podía pensar era en la mentira tan grande que le habíamos
montado entre Rosalie y yo. Especialmente cuando preguntaba por "mi hijo". Pero
ya se le había acabado el tiempo a Rose. O le decía la verdad a Emmett esta
semana, o yo mismo iba a buscarlo y se lo decía todo.
—Hola Emmett. Muy bien, gracias— Respondí mirando para todos lados menos a
él.
—Hola, Edward.
Miré en dirección a Jasper y vi que el chico seguía con el ramo en sus manos pero
ahora se estaba escondiendo detrás de otro arbusto más lejano.
Gallina.
¿Qué iba a decir ahora? "Oh, nada, ayudando a mi pequeño amigo a conquistar a
una odiosa chica porque mi vida amorosa está más fría que el polo norte, ¿que
dónde está mi amigo? Allá escondiéndose como un ratoncito en los arbustos
¡Adiós!". Sí, eso suena totalmente cuerdo y normal.
Edward sólo fruncía su ceño e intentaba calmar a Chester que ladraba a sus pies.
Nadie dijo por un momento y agradecí a los cielos porque al menos podía contar
con Chester.
—Nosotros nos vamos... un gusto verte, Bella— Se despidió Emmett con otro breve
abrazo que apenas pude devolver al levantarme.
Vi a los hermanos Cullen encaminarse hacia la casa de Edward (su entrada era
mucho más modesta pero elegante que la de Alice) cuando repentinamente Edward
se giró hacia mi nuevamente.
—Bella...— Llamó alzando su mano hacia adelante.
—¿Si?— Sin pensarlo di un paso hacia él y extendí mi mano de igual forma pero me
detuve dudosa... ¿querría que...? Digo, ¿querría que lo alcanzara o...?
—¡Ah!— ¿Ah?
—Sí.
Su ceño estaba fruncido como si estuviese pensando en algo muy difícil... más o
menos como se veía Seth cuando pensaba en las divisiones de dos cifras.
—Gracias.
Un momento después sentí un cuerpo chocar ligeramente con el mío y volteé para
ver a Jasper junto a mí con una tonta sonrisa.
—¿Qué?
—No sabía que a usted le gustaba el señor Cullen— Explicó soltando una carcajada
que me hizo fruncir el ceño.
—Seguro que por eso me ayudo, ¿cierto? Para ver si podía encontrárselo acá...
—Ya va, espere— Dijo él colocando las manos en alto, tal y como yo lo había hecho
con él —¿Edward? ¿Le gusta el señor Edward? ¡Pensé que era Emmett!
—¿Me está hablando en serio? La verdadera pregunta es: ¿Por qué habría de
gustarle el señor Edward?— Culminó enfatizando el nombre con desagrado.
Ahora sí que estaba confundida. Pasé mis dedos por mi cabello y me di cuenta que
tenía un montón de pequeñas ramitas atascadas en él. Perfecto, ahora Emmett le
diría a su hermana que tenía su propia acosadora.
—A ver, no es que sea asunto tuyo niño, ¿pero qué tiene de malo si me gusta
Edward?
—Supongo que no tiene nada de malo— Dijo Jasper —Digo, la Bella también se
enamoró de la Bestia en ese cuento de Disney y él era literalmente una bestia así
que...
Le lancé una mirada y el niño entendió que era mejor que se callara si no quería
tener que huir de mi otra vez.
—¿Por qué dices eso?— Pregunté tratando de que no se notara mucho mi interés.
—No, eso no. Lo de Edward— ¡Dios! ¿Iba a hacer que se lo deletreara? He tenido
una semana muy difícil ya y definitivamente no estaba de humor.
Mis ojos se abrieron más de la cuenta ¿Horrible? ¿Cómo que horrible? No...
¿Cómo...? ¿Qué...? Jasper debe haber visto mi expresión porque continuó.
—Eso... espera... ¿"Pasando por su casa"? Tal vez estabas ESPIANDO a Alice otra
vez...— Coloqué mis manos en mi cintura y le lancé una mirada haciendo que él
desviara la suya.
Omití el hecho de que es bastante raro que el chico se sepa el itinerario de Alice. Si,
era mejor que no pensara en eso.
En ese momento el ruido de las ruedas de un auto sobre el pavimento nos alertaron
de que alguien venía. Apenas había tenido tiempo de voltear y visualizar un auto
amarillo cruzando la esquina hacia nosotros cuando sentí un empujón que me
tumbó directo al suelo entre los arbustos, OTRA VEZ.
A mi lado estaba Jasper sosteniéndome por los hombros para que no me moviera y
estaba a punto de gritarle cuando vi que ni siquiera me estaba prestando atención.
Sus ojos estaban fijos hacia el frente, observando entre las ramas.
La bocanada de aire, que no sabía que estaba aguantando en mis pulmones, salió
de mi cuerpo en un suspiro y al mismo tiempo que Jasper soltaba la suya. Supongo
que él no era el único que estaba a la expectativa. Ambos nos levantamos de
nuestro escondite y nos incorporamos nuevamente.
—Bien niño, travesura realizada. No creas que no sentí el empujón que me diste, te
lo voy a cobrar— Anuncié sacudiendo la tierra de mis pantalones.
—Está bien. Tu pagaste el ramo, mi viaje hasta acá y un poco más así que...—
Sacudí mis hombros para restarle importancia.
—¡Bella! No sabía que te gustaban los chicos menores ¿Sabes que eso es ilegal,
verdad?— Comentó Emmett saliendo de la casa con una sonrisa y con su hermano
tras él —¡Jazz! ¡Amigo! ¡Eres un perro!— Celebró imitando unos ladridos.
Me distraje momentáneamente por algo moviéndose tras Edward. Era Chester que,
al no llevar correa, estaba escarbando apresuradamente en el césped de Edward y
lanzando tierra por todos lados. Abrí mi boca para avisarle cuando vi a Emmett
sacudiendo sus manos y haciéndome señas para que no dijera nada. No pude
evitar reírme un poco, Emmett parecía un niño escondiendo travesuras a su papá.
—¡Adiós señora Swan! ¡Muchas gracias por todo! ¡Le debo una! ¡Le juro que...!—
—Sí, sí, sí. Sube al auto— Lo cortó Emmett abriéndole la puerta y empujándolo,
digo "ayudándolo" a entrar —¡Adiós!— Se despidió con la mano.
Au no estoy muy segura de por qué, pero realmente me agradaban estos hombres.
Mi risa fue interrumpida por el incómodo sonido de Edward aclarando su garganta.
—Ahm...
—¡No! Espera ¿Quieres... ver televisión conmigo?— Preguntó Edward con su mano
en el aire y arrugando su cara.
¿Ver televisión? ¿Me invitó a ver televisión? ¿Cuántos años tenemos? ¿13?
Mordí mis labios sopesando mi respuesta. Debería decirle que no, en serio debería
decirle que no, ya está más que claro que Edward es... pues... medio imbécil
cuando no me llama y trata a otros tan groseramente pero... ¡Por favor! ¡Es Edward
y Friends! ¡Agréguenle chocolate, helado y flores y me derrito totalmente!
Oooh... mucho Jasper pero es que este chico es adorable xD y Bella que al menos
ya esta saliendo un poco y haciendo cosas diferentes :D
Espero que Poooor Faaaa me dejen sus opiniones, que me encanta leer sus
reacciones y aprender :D GRACIAS!
[Confesión]: Yo también sueño con besos de Edward :$ jaja ¿Qué tal ustedes? ;)
Abrazos.
Alessa.
E: Decidido
Holaaa :) les traje 9.500 palabras. Entre Estudios, trabajo y mi país ha sido un
torbellino! O_o no estoy acostumbrada a esto xD.
GRACIAS por el apoyo, favoritos y comentarios :D Tefy, Mel, Gaby, Jenni.. nos les
respondo pero aun las leo ;)
CAMBIO DE IMAGEN: como podrán ver tenemos nueva imagen para el fic :D
gracias a Andrea Reyes de FFAD :D me encataría saber su opinión. A mi me
encanta, desde el cielo azul hasta las flores y Chester jaja.
As always... ENJOY
CAPÍTULO 9
EPOV
—Esta vez sí que te conseguiste una bien loca, hermano— Anunció Emmett a la
distancia haciéndome saber que se había quedado en la sala —Pobre Bella, se ve
tan tranquila en la floristería. Rose siempre dice que es un poco dependiente para
su edad pero... ¡nunca pensé que sería una acosadora!— Soltó una carcajada.
—Ni idea ¡Hey! ¡Quizás no te está espiando! Esquivaste una bala, hermano— Otra
palmada más. Juro que si me da una tercera, le doblo la muñeca. Aprendí a
hacérselo cuando tenía 12 años y aun puedo hacerlo.
—¿Cómo te va con Rose?— Pregunté en el tono más casual que pude encontrar.
—¡Genial! La veré esta noche. Dijo que tiene algo muy importante que decirme—
Respondió entusiasta.
—¡Ah! Suena como una mujer muy hermosa— "Tranquilo, Edward, sé casual, sé-
casual" Pensé para alentarme.
—Lo es, te lo juro. Su rostro es redondo con una sonrisa preciosa y rizos rubios.
Sus senos son para morirse y sus caderas— mi hermano detuvo si descripción para
emitir un silbido —Al principio pensé que eran un poco grandes... y supongo que sí
lo son un poco... ¡Pero me encantan así! Es toda una mujer.
"Marrón..."
"Su cabello es largo" Pensé recordando cuando había exprimido el agua de lluvia la
única vez que había venido a mi casa.
—Su cabello es largo, como... no se... más de la mitad de su espalda o algo así.
Tiene un buen par de senos, es... para que te des una idea, más o menos como
entre los pequeños de Jane y los grandotes de Lucy.
Hice una mueca de incomodidad al tener que conocer a alguien por comparación
entre mis dos ex novias. Probablemente algo que a ninguna mujer le gustaría.
Su hijo... sí.
—¡Oh! Ahora ella y Jasper están escondidos tras tu arbusto pero no están mirando
hacia acá ¡Já! Parece que no es contigo después de todo.
¡Diablos! ¿Se dio cuenta? ¡No! ¡Es Emmett! Seguramente ya habría dicho algo.
"Cabello marrón, largo, joven..." fui musitando para mí mismo registrando todo lo
que ahora sabía.
La verdad era que desde que Bella y yo habíamos dejado de hablar (después de
navidad) comencé a sentirme bastante... extraño. Cuando había algo que me
recordara a ella, en televisión, con mis alumnos, cuando mi mamá hablaba sobre su
jardín y la hermosa planta que le habíamos obsequiado, mi mano picaba por tomar
mi teléfono y escribirle algo pero me había resistido a hacerlo. No necesito más
complicaciones en mi vida. Sin embargo no podía eludir ese sentimiento, me
sentía... solo.
Después del accidente dejé de ser una persona sociable, interactuar con personas
hoy en día implica dar muchas explicaciones y para muchos es más una carga que
otra cosa, pero Bella parecía llevarlo tan natural. Me obligué a no pensar
demasiado, incluso llamé a Ben, un amigo de la oficina con quien no había hablado
en 5 años; me invitó a comer con su esposa en su casa y fue... absolutamente
incómodo. Ben me tomaba del brazo y lo sentía llevarme a todos lados a pesar de
que tenía a Chester conmigo, además de soportar las delicadas preguntas de
"¿Cómo has estado?" como si en cualquier momento fuese a romperme a llorar.
Después de eso comencé a pensar cada vez más en Bella. Su hijo aún no había
salido de mi ecuación pero... un hijo no interfiere en una amistad, ¿cierto? No es
como si me gustara Bella y fuese a ser el padre del chico... es decir, amigos está
bien.
Recordé la vez que Bella acercó su cuerpo hacia mí y entrelazó nuestros dedos
sobre las flores, o la vez que accidentalmente sentí la forma de su pecho...
—Yo me voy, hermano. Tengo que prepararme para mi cita con Rose— Anunció
Emmett.
—¿En serio? ¿Necesitas horas para prepararte para una cita? ¿Qué eres? ¿Mujer?
—Lo provoqué sonriendo en dirección a su voz.
—Sí, si, si, lo que sea. Ya quisieras tú que una chica te diera...
—Su corazón, hermano. Iba a decir su corazón— Replicó él riendo de igual forma y
pellizcando mi mejilla entre sus dedos para luego alejarse de mi rápidamente. Le
lancé un cojín que estoy seguro no le llegó ni cerca.
—¡Y sexo también!— Gritó desde mi izquierda y esta vez supe donde apuntar: la
puerta principal —¡Ay! Sólo por eso vas a acompañarme.
—¿A dónde?
—No me mandes como si fuese Chester— Señalé caminando hacia él. Emmett
puso su brazo sobre mis hombros, abrió la puerta y dirigió mis pasos.
—No, Chester es mucho menos complicado que tú. Ya quisieras tú ser como
Chester— Me dio un par de codazos en el abdomen.
Estaba a punto de replicar que si alguien allí era un perro, ese era él, cuando me
interrumpió.
—¡Bella! No sabía que te gustaban los chicos menores ¿Sabes que eso es ilegal,
verdad?— Comentó Emmett soltándome de su agarre ¿El muy maldito me había
llevado hasta Bella? —¡Jazz! ¡Amigo! ¡Eres un perro!— Celebró imitando unos
ladridos.
—¿Un empujón?— Preguntó Jasper dando voz a mi propia confusión. El chico sólo
vivía a unas cuadras —Pero yo sólo vivo a un par de...
—¡Adiós señora Swan! ¡Muchas gracias por todo! ¡Le debo una! ¡Le juro que...!—
¿"Gracias por todo"? ¿Qué era lo que ese chico agradecía tan profusamente a
Bella? De repente la escuché reírse y me sentí incómodo al saber que me estaba
perdiendo de algo que no podía ver, lo más probable es que Emmett le estuviese
haciendo señas obscenas a Bella o algo, así que aclaré mi garganta para hacerme
notar.
—Ahm...
No escuché nada por un rato y me removí incómodo al pensar que tal vez la había
asustado, que estaba pensando como rechazarme o peor, que se había ido y me
había dejado esperando en medio de...
—Ok. Vamos.
Solté un silencioso suspiro por lo bajo y seguí sus pasos hacia mi casa. Sentí a
Chester caminar junto a mí. Si hubiese necesitado guía (aunque no era así porque
conocía mi jardín y mi casa como la palma de mi mano), Chester era lo
suficientemente grande como para tocar su cabeza con tan sólo estirar un poco mis
dedos, pero en lugar de eso la estire hacia los pasos de Bella que se escuchaban
frente a mí. Gracias a mi coordinación y un poco de suerte, mi mano llegó a la parte
media de su espalda y la deslicé un poco hacia abajo para posarla en su cintura.
Emmett tenía razón, no era precisamente pequeña pero estaba bien... bastante
bien.
En el momento en que atravesamos la puerta y la cerré tras de mí, aparté mi mano
de Bella y me encaminé directo a la sala.
Sentí el sofa hundirse junto a mí y supe que ella estaba ahí. Mientras colocaba el
canal pasé casualmente mi mano a mi lado y noté que ella no estaba allí... estaba
más lejos de lo que pensé. Me tensé al pensar en lo incómoda que quizás estaba.
Con todos estos cambios de humor seguro le estaba dando jaqueca. Pero ya no
más. Ya me había decidido y si algo sé hacer es actuar.
Me levanté y me dirigí directo a la nevera. Sabía que ella podía verme allí desde el
sofá y nuevamente me ponía nervioso al no poder verla a ella. Tomé un vaso de la
repisa de la derecha y saqué una jarra para servirle.
—¿Estas bien?— Preguntó Bella suavemente y así, como si nada, dejó de sonarme
como una niña apenada y más como una mujer adulta. Sentí su mano junto a la mía
sobre la mesa y brevemente me pregunté si eso habría sido casualidad.
—Es que... ¡No tengo idea de cómo lo haces! Es decir, sé que es tu casa pero yo he
vivido en la mía por 26 años y sigo tropezando de vez en cuando...— "¿26?" Un
bufido se escapó de entre mis labios "26" —Y aquí estas tú, caminando con gracias
por toda tu casa, cruzando en cada esquina, tomando cada cosa tan fácilmente. Por
un momento temí que tuvieses un accidente haciendo las cosas tu solo ¡Y mira
quién terminó causando un accidente!— Culminó riendo con un tono algo
exasperado.
—Eso es muy admirable, Edward— Indicó Bella y casi podía imaginarla sonriendo,
aunque aún no había dominado el arte de "oír las sonrisas". Sería mucho más fácil
acariciar sus mejillas y verificar si verdaderamente lo hacía.
Ella no era la primera persona en decírmelo pero me pareció que era la primera
persona a la que realmente le creía que era algo grande.
El ladrido de Chester nos hizo saltar a ambos y sentí la mano y el cuerpo de Bella
apartarse de mí.
Ver el maratón con Bella fue una de las cosas más divertidas que había hecho en
un tiempo. Nos reímos mucho, compartimos nuestros momentos y capítulos
favoritos y, por supuesto, las frases. Estábamos a mitad del capítulo donde Rachel
se entera de que está embarazada y... sólo digamos que es algo totalmente
imprevisto.
—Wow... eso no debe ser nada fácil— Comenté riéndome cuando escucho a
Rachel pidiendo que la alejen del alcohol antes de que olvide que no puede beber.
Oh, mierda, creo que toqué un tema sensible. La voz de Seth hizo su aparición en
mi cabeza. Diablos.
—¿Qué? ¡Oh! Ah... está bien— Al igual que yo, la voz de Bella volvía tornarse
tensa.
Me negaba a volver a ese estado. "Ella es mi amiga y... tiene un hijo... no pasa
nada"
—Ocho— Corrigió ella presurosa y riendo —No estaría muy feliz si le dices
pequeño. Está en esa etapa donde se cree todo un hombre y además insiste en que
está a sólo un par de años de ser, y cito, "el próximo Michael Jordan"— Continuó
Bella entre risas —Si tan sólo tuviésemos a alguien que le enseñara a encestar. La
coordinación ojo-mano de ese niño es casi tan mala como la mía.
Si, recordaba muy bien esa fase, mi mamá aun habla todo el tiempo de sus
"pequeños hombres".
—No— Me interrumpió Bella cesando su risa por completo —Él papá de Seth no
está presente.
—¿Por qué...?
—El huyó.
¡Oh! Ouch. He metido tanto la pata que siento que mi cuerpo entero cayó en el
hueco.
—Pues... Seth suena como un gran niño. Lo que haces, criarlo tu sola, eso sí es
admirable— Argumenté haciendo lo posible por tomar la situación como algo normal
y olvidar la tensión que se estaba construyendo en los músculos de mi espalda.
—En serio. Me disculpo por haber actuado raro al principio pero en realidad respeto
lo que haces. El sólo hecho de haberlo tenido tan joven...
—Oh Dios— El chillido de Bella fue más agudo y largo esta vez y por un segundo
me pregunté si tal vez se había lastimado —No puedo más, ¿qué voy a hacer? No
puedo más, no puedo— Susurró ella y estaba bastante seguro de que no estaba
hablando conmigo.
—Ah...
—No puedo... Rosalie me va a matar pero ya no puedo... ¡Es un hijo, por Dios!—
Bella seguía hablando sin sentido como en un diálogo interno.
—¿Qué?
—Oh... lo siento— Se disculpó riendo algo incómoda —Tenía que sacármelo del
pecho.
Mis dedos se colaron debajo de mis lentes y frotaron mis ojos, podía distinguir
fácilmente las pequeñas cicatrices sobre ellos e inmediatamente alejé mis manos.
¿Qué clase de respuesta es esa? La de una niña que tiene la boca llena de dulce
pero, aun así, no lo admite. Eso es.
—Ok, entonces, ¿por qué el niño te dijo "mamá"?— Inquirí confundido.
—Claro que sí, yo lo escuché cuando llegó. Estábamos Rosalie, Emmett, tú y yo, el
niño llegó saludando a su mamá así que si no te estaba hablando a ti entonces...
—¡No! No puedes decírselo, tienes que prometerme que no vas a decírselo— Pidió
agitada
—¿Crees que voy a hacer algo por la mujer que está engañando a mi hermano?—
Inquirí un poco más agitado por todo lo que había escuchado.
Apreté mi mandíbula con fuerza, estaba listo para decirle que no, que de ninguna
manera lo haría.
—Por favor, Edward, por favor— Susurró ella y la sentí moverse en el sofá
acercándose a mi.
Diablos.
—Hola hermano. Estoy llegando a tu casa, ¿ok? Voy con Rose. Nos vemos— Habló
Emmett sin tomar aire.
—Tú dijiste que te llamara antes de venir y ya lo hice. Soy genial ¿O qué? ¡Oh!—
Cesó su risa —Creo que interrumpimos algo— Susurró audiblemente
—Hola Edward— Saludó Rosalie —Hola Bella, no sabía que estabas aquí—
Continuó en tono sugerente.
—¡Oh! ¿Entonces les gusta rudo? Nunca me imaginé que a Bella le gustara sucio.
Eres un perro...
—No, no— Lo detuve sacudiendo mi mano y sujetando mi nariz con la otra para
calmarme un poco. No, no funciona.
Se quedó en silencio por un largo momento. Sin decir nada le dio un apretón a mi
brazo y acomodó su brazo sobre mis hombros dirigiéndome hacia la sala.
Escuché como las chicas susurrando algo y el brazo de Emmett detuvo mis pasos.
—Yo sé que tengo que decirle a Emmett, Bella. No me presiones más— Señaló la
distintiva voz de Rosalie.
Oh, no. Oh, no. Ya viene, lo presiento. Imágenes del hundimiento del Titanic vinieron
a mi mente y estaba bastante seguro de que Dicaprio no sería el único ahogado.
—¿Y qué quieres que le diga, Bella?— Dijo Rosalie hablando un poco más fuerte.
No estoy muy seguro de que ella se diera cuento de ello —"Hey, Emmett,
¿recuerdas ese niño que crees que es de Bella? ¡Pues es mío!
—No quería que te enteraras de estas forma, bebé. Seth... Seth es mi hijo y he
querido decírtelo pero tenía tanto miedo.
Su voz sonaba afligida como al borde del llanto, además sonaba muy cerca de mí y
me di cuenta que lo más probable era que Emmett seguía estando a mi lado.
Sentí unas manos pequeñas deslizarse por mi cintura y supe que era Bella. Con
una mano en mi cuello, la sentí bajar mi cabeza hacia ella y colocar su boca junto a
mi oído.
—¡Emmett! ¡Di algo! ¡Por lo menos cierra la boca y mírame! ¿Tienes idea de lo
difícil que es esto?
—Supongo que la verdad ya salió a la luz— Dijo Bella con su mano sujetando la
hebilla de mi pantalón.
—¿Bella?
—¿Uhm?
—¿Por qué dijiste que Seth era tu hijo?— Pregunté suavemente para que no se
ofendiera porque esa no era mi intención.
—Es... es lo que siento, Edward. Cuando mi amiga, que siempre ha estado ahí para
escucharme, me lanza una mirada de auxilio; cuando mi mamá necesita que trabaje
de más en la tienda; cuando mi abuela necesita que esté cerca por si acaso
necesita levantarse de su cama... ¡Por supuesto que tengo que hacer algo! Puede
que yo no sepa o haga mucho más pero con ellas siempre sé qué hacer: estar ahí,
mi propósito es ese... ayudarlas.
Al escuchar sus motivos no pude evitarlo más. Tomé su cintura entre mis manos y
atraje su cuerpo al mío para envolverla en un abrazo.
Su figura encajaba muy bien en la mía y sonreí porque finalmente pude comprender
lo que Emmett quería decir con "medianamente alta". Con movimientos un poco
rígidos, Bella subió sus brazos y los entrelazó tras mi cuello. Olía a Dalias.
Mierda... es mi fin.
—Bella...— Llamé alejando mi rostro para poder hablar más claro pero manteniendo
las puntas de nuestras narices unidas.
—¿Mmm?
—¿Quieres...?
El ruido de la puerta junto a nosotros siendo azotada con gran fuerza la hizo saltar
entre mis brazos y apartarse con prisa.
—¡Bella! ¡Nos vamos!— Gritó Rosalie y casi podía jurar que sentí la ráfaga de
viento cuando pasó rápidamente junto a mí.
Escuché pasos presurosos alejándose de mí y asumí que Bella había corrido tras
ella, pero segundo después los escuché de vuelta y sentí sus manos sosteniendo
los míos.
Tuve que agarrarme de la cabeza de Chester para no caerme cuando choqué con
las piernitas de Emmett.
No sentía sangre, bien, eso estaba bien. Estiré su cara y sus mejillas, sentí sus ojos
abierto pero... ¡Nada! ¡No decía nada!
Bajo mis dedos sentí su boca moviéndose como murmurando algo. Acerqué mi oído
un poco pero no escuchaba nada aun.
A mi lado, Chester comenzó a ladrar otra vez demostrando que estaba de acuerdo
conmigo. Ok, tal vez sólo ladró porque es un perro y los perros ladran, pero yo
prefiero la primera razón.
—Lo sé.
—¿QUÉ?
—¡Ouch! ¡Deja de golpearme! ¡Tus piernas son de pollo pero tus manos son
enormes!— Grité.
—¿Y no me dijiste nada?— Continuó con más fuerza logrando que unas gotas de lo
que asumo era saliva salpicaran en mi cara. Menos mal tenía lentes.
Mierda.
—¿Qué diablos, Emmet? ¡Te voy a denunciar por golpear un invidente! ¡Es en serio!
— Grité
—¿Por qué no ibas a decírmelo? ¿Qué diablos pasa contigo, Edward?— Arguyó
igualando mi tono.
—Es que...—Me trabé sin saber qué decir o en realidad cómo decirlo —Yo...
Emmett suspiró y esta vez cuando sentí su mano en mi hombro no era para darme
un puño sino para darme un apretón. De todos modos me asustó un poco.
Apreté mis labios no queriendo responder pero parece que eso era respuesta
suficiente.
—No sé de qué estás hablando— Repliqué tomando el control del televisor que
estaba en la mesa y encendiéndolo.
—¡Yo no estoy...!
Pura mierda.
—¿Y cómo sabes eso? ¿Tienes experiencia siendo un hombre sometido?— Sonreí
con suficiencia pensando que con eso ya lo había atrapado.
—Si.
—¿Qué?
—Te dije que sí— Su respuesta era simple y sin sarcasmo alguno. Eso sólo sirvió
para confundirme aun más —Yo lo admito, haría prácticamente todo lo que Rose me
pidiera, no puedo evitarlo. Esa mujer es... fantástica— Explicó adquiriendo un tono
soñado.
—Y aun así casi te da un ataque cardíaco cuando te dijo que tenía un hijo.
Sonreí al ver como tenía Rose a mi hermano... ¡Já! Mi hermano felizmente sometido
¿Quién diría?
—¿Entonces qué vas a hacer?— Pregunté con un poco más de curiosidad del que
quisiera admitir.
—¿Qué hiciste?
—Nada.
—¿No dijiste nada?— Alcé mis manos preguntándome cómo diablos era eso
posible ¿Ni un grito? ¿Ni una pregunta? ¿Ni una frase? ¿Nada?
—¿Quién?
—¡Ross! ¡Cuando Rachel le dice que está embarazada el no hace nada como por
dos horas y luego le reclama a la compañía de condones!
—¡Deja de hablar de ese estúpido programa, Edward! ¡Tu hermano esta en serios
problemas aquí!
—¡No creas que te me vas a escapar! ¡Cuando piense en algo, tú vas a tener que
ayudarme! ¡Los sometidos tenemos que permanecer unidos!
Antes de que pudiese arrepentirme me lancé sobre mi cama, saqué mi teléfono del
bolsillo de mi pantalón y disqué el temido número 666.
—Sí, sí, sí. Necesito una cita para mañana en la mañana, ¿es posible?
Lo dije con toda la autoridad y fastidio que pude reunir en una sola oración,
secretamente esperando molestarla.
"Por favor di que no, por favor di que no, por favor di que no"
¡Maldita sea!
Jessica 1 Edward 0
Mis dedos tamborileaban rítmicamente sobre mi pierna. Podía oír los gemidos de
Chester del otro lado de la puerta (ese perro era como un manso ratoncito cada vez
que una mujer le ponía un dedo encima). Tuve que retener mis ganas de apretar el
botón de mi reloj y escuchar la hora para saber cuántos minutos quedaban.
—Edward, ¿necesito recordarte que fuiste tú quien pidió esta cita?— Inquirió en su
estúpido tono "profesional" semi robótico.
—Si no te has dado cuenta, ya lo hiciste— Respondí con fastidio. Escuché el sonido
del bolígrafo rayando sobre el papel.
¿Qué diablos pudo haber escrito sobre eso? ¿Ahora puede analizarme con una sola
oración? No creo que su doctorado haya sido "tan" bueno.
—Cuéntame un poco sobre lo que hiciste este tiempo ¿Cómo pasaste las fiestas?
—Lo usual. Se culpó de todo, me pidió que regresara a la oficina diciendo que
"todos me extrañan"— Señalé con sarcasmo al final —Y que él me extraña.
"Casualmente". Mmm.
—Define casualmente.
—Está bien— Habló lentamente —Tu no sabías dónde estaría ella y, sin embargo,
ambos se hallaron en el mismo lugar y a la misma hora.
¡Diablos!
—Entonces no— Respondí brevemente.
—No.
Otro silencio. Con este paso podríamos tardar horas dando vueltas sin decirle nada
¿Cansarme? No cuando tengo años de experiencia mareando a Emmett de esta
forma.
—Ok, sí. Ella me dijo dónde estaría, yo no quería estar en mi casa y la busqué
¿Feliz?— Gruñí
—Yo no tengo por qué estarlo, Edward, no es mi vida. Lo importante aquí es, ¿eso
te hizo feliz a tí?
—Tienes razón ¿Qué término usarías tu para describir tu tiempo con Bella?
Suspiré. Ya había tomado una decisión en cuanto a ella. La había tomado cuando
finalmente supe lo que se sentía abrazarla, olerla... quizás incluso la había tomado
aquel día en el parque cuando decidí continuar hablando con "la loco de los conos
metálicos" en lugar de levantarme e irme.
—Porque... ¿Tienes idea desde hace cuánto tiempo no pienso en una relación?—
Moví mis brazos exasperado.
—Si reviso mis apuntes, probablemente me haga una idea— "Sabelotodo" —Sólo
tengo una pregunta, ¿por qué no lo has hecho aún?
—¿Hacer qué?
—No es cuestión de que sea lo tuyo o no Edward. Es cuestión de que Bella es una
chica y tienes que moverte ya ¿Siquiera sabes cosas de su vida? ¿Si tiene novio?
—Tú fuiste quien dijo que la invitaría a salir, yo sólo sugiero que lo hagas más
rápido— Contraatacó ella abandonando su tono profesional y haciéndolo un poco
más infantil. Supongo que ya al fin estaba empezando a afectarla.
Estaba a punto de decir algo más cuando nos toques suaves en la puerta me
interrumpieron.
—Disculpen. Doctora, su paciente de las dos ya llegó— Anunció Lauren con los
ladridos de Chester haciendo eco tras ella.
—Gracias— Le sonreí.
Apenas llegué hice mi rutina. Solté a Chester, le bajé el sonido a mi celular y fui
directo a mi cama para recostarme. No había podido dormir bien la noche anterior,
girando y girando en mi cama. Ahora mis párpados apenas se mantenían abiertos.
Me quité la camiseta y me lancé a la cama sin parsimonia alguna. Gracias a Dios
que aún no comenzaba clases con los chiquillos.
Estaba acostado, abrazando con fuerza mi almohada. Cuando por fin sentía que mi
mente se desconectaba lo suficiente y me quedaba dormido. El estruendo de la
puerta principal al ser azotada me sobresaltó.
—¡Ok! Supongo que iré a comerme este Cheetos junto a tu pulcro piano mientras
despiertas.
Idiota.
—Si.
—Bien. Vístete rápido que tenemos que irnos. Ya tengo casi todo preparado y Bella
nos está esperando— Anunció lanzándome algo que descubrí eran prendas de ropa
—Dime otra vez por qué mamá sigue vistiéndote. Estas combinaciones son como
de abuelito, en serio ¡Tienes 29 años!
Gruñí y me vestí a regañadientes —¿Estás seguro de que esta ropa está bien?—
Estaba bastante seguro de que no había escogido las que mamá había dejado.
—Sí, sí, sí. Apúrate. Por cierto, deberías pensar en hacer ejercicio otra vez, estas
un poco gordito en el abdomen.
—Espera, ¿cómo que Bella nos esta esperando?— Pregunté extrañado mientras
me cambiaba los pantalones... y elegí ignorar el insulto a mi cuerpo aunque no pude
evitar pasar mi mano sobre mi abdomen. Supongo que si estaba comiendo mucho
últimamente.
—24 horas de pura tortura— El tono serio en su voz me hizo reír aún más fuerte.
Rodé mis ojos tras mis lentes y terminé de ponerme los zapatos caminando hacia la
puerta.
—En fin, Bella me ayudó a ver exactamente lo que necesito hacer para demostrarle
a Rose que estoy listo para formar un familia con ella.
Ese comentario hizo que me girara sobre mis talones para estar de frente a él
nuevamente.
—¿Una familia? ¿Vas a formar una familia? Emmett, ¿no crees que vayas un poco
rápido?
—Edward, tu eres una tortuga. Por supuesto que crees que voy demasiado rápido—
Explicó como si fuese lo más obvio del mundo —Escucha, yo no sé qué tan lejos
llegará esto entre Rose y yo, lo que sí sé es que ella me hace sentir como nunca, es
especial y lo mínimo que nos merecemos es que yo lo intente, ¿cierto?
Oh, por Dios. Ahora mi hermanito menor sabe más que yo. Fantástico, esto es...
fantástico.
Una vez dentro y en camino a la floristería, le pedí a Emmett que me contara cuál
era exactamente su plan magistral.
—Ok, ok. Bella me dijo que lo más importante para Rosalie es su hijo.
—Así que cuando Rose comience su turno hoy en la floristería, lo primero que verá
será la dulce imagen de su hijo jugando conmigo. Bella me lo va a presentar, en
unos minutos verá lo genial que soy y cuando Rose llegue sabrá que me llevo bien
con el niño y que no hay razón para que este molesta ¡No podrá resistirse! ¡Es un
plan perfecto!
—¿En unos minutos verá lo genial que eres? ¿Le estas dando a un niño de 10 años
solamente unos minutos? Escucha, yo no soy precisamente un ejemplo a seguir,
pero dudo mucho que un niño...
—¡Oh! ¿Se llama Seth? Estoy casi seguro de que se llama Sebastián, Edward—
Discutió sonando muy seguro de sí mismo.
—¿Qué diablos...?
—¿Qué?
Chester escogió ese momento para empezar a jalarme así que finalmente entramos
y la campanilla sobre la puerta nos anunció. Mi perro me llevó con facilidad por el
pasillo y el olor a flores ya era familiar para mí.
Disimulé una sonrisa al pensar que mi perro recibe más amor que yo. Emmett y yo
saludamos a Bella y por primera vez pude agradecer la curiosidad de mi hermano.
—Emmett Cullen.
Más por inercia que por otra cosa extendí un poco mi mano hacia el frente, varios
segundos después (demasiados, quizás) sentí la mano del hombre tomar la mía,
era tan grande como la de Emmett así que en lugar de intimidarme le di mi sonrisa
más segura. La que generalmente usaba cuando iba a la oficina.
—Es un placer— Le dije con calma. No creí apropiado decirle que el placer era de
él.
—Oh... ¡Oh! Lo siento mucho hermano, no sabía que eras ciego— Se excusó
Jacob.
¿Tío?
—¡Chiquillo! Cada vez que te veo estas más enano— Rió Jacob
—¡No es cierto! Bella dice que he crecido mucho— Chilló el niño sonando molesto.
—Ah... muy bien, soy excelente, el mejor lanzador— Habló Seth rápidamente.
—OK Seth, hay unas personas acá que quiero presentarte. Él es Edward...
—Sí, él es Chester.
—¡Genial! ¿Sabe algún truco? Siempre quise tener un perro pero mi mamá no me
deja— Hablaba tan rápido que rebosaba entusiasmo y reí al imaginarlo.
Supuse que Chester había decidido escucharme. Sí, "decidido", porque aún hay
veces que se niega a hacerlo pero prefiero no hablar de eso ahora.
—¿Qué más hace? Por favor, dime que más hacer, por favoooooooooooor— Insistió
Seth.
—Ok. Chester: arriba— Alcé mi brazo lo más alto que pude y froté mis dedos
nuevamente.
—Ah... Hola.
A cambio de eso recibí un codazo en las costillas pero supongo que lo tenía
merecido.
Seth sólo hizo un sonido de disgusto y lancé una risotada que alguien más
acompañó (sonaba como Jacob) "Gran forma de hacer una buena impresión,
Emmett". Supongo que a los niños les emocionan más los perros que los
profesores.
—Lo siento. Hola, Emmett— Repitió el niño más pausadamente pero con tono
renuente.
Sabía que Emmett necesitaría un poco de tiempo con el niño así que al escucharlo
hablándole hice mi mejor esfuerzo para ignorar donde sea que Jacob estuviese y
llamé a Bella.
—Hola— Susurré de vuelta aunque no estoy del todo seguro de por qué
susurrábamos.
Tomé la mano que descansaba en mi abdomen y entrelacé nuestros dedos. En el
fondo podía escuchar las voces de Emmett y Seth, estuve vagamente consciente de
mi hermano chillando como cuando le pedía postre extra a Esme, pero lo ignoré.
—Bella...
—¿Si?
¡Dios! ¿Por qué era esto tan difícil? ¿Tan oxidado estaba? ¡Yo era mucho más
suave que esto! Generalmente eran unas sonrisas, unas frases y listo.
—Es sorpresa— Respondí con una sonrisa. Sabía perfectamente a dónde quería
llevarla.
Instintivamente me acerqué más ella y el dulce olor a dalias que expedía asaltó mis
sentidos atrayéndome más a su cuerpo. Acaricié sus delgados nudillos y sentí mis
pies chocar ligeramente con los de ella cuando quise acercándome, haciéndome ver
que ya estábamos tan pegado como podíamos... al menos sin besarnos.
—Te voy a matar— La voz de Rosalie era alta y clara, lo peor es que no tenía idea
de a quién se refería y aunque sabía que lo más probable es que no me hablaba a
mí, aun así no pude evitar el escalofrió que recorrió mi espalda.
¿Dije "declaración"? Quise decir sentencia, porque eso era lo más cercano que
había escuchado a una sentencia de muerte.
...
¡Fiu! ¡Llegué! :p
Emmett se entera de la verdad, Edward por fin arriesgará todo lo que antes
conocía por Bella, aparece "Tío Jacob", Rose quiere matar a alguien... ¡Hay
muchas cosas para opinar acá! ;) así que siéntanse libre de desahogarse en
su review jaja.
SIGuiente CAP: Una BREVE explicación de Jacob (espero que sea breve :/)
EXTENSOS momentos del ROMAAAANCE que ustedes y Bella me han pedido xD
jajaj aunque... dificultades también se asoman. Yo quiero que Bella y Edward sean
felices juntos pero... quiero que lo hagan sin secretos ni tantos problemas que aun
tienen... ¡así que habrá que resolverlos! Quedan poco capítulos ¿ok?
Abrazos! Alessa.
E&B: Una Noche Común y Sin Corriente
Hola :) 10,372 Palabras X_x Jaja aun no estoy acostumbrada.
Querido lectora que me escribió un review para que respondiera en faceb. Gracias
por comentar :D pero no dejast tu nombre y no supe cómo buscarte :$ espero te
animes a opinar otra vez con tu nombre y seguro te encontraré n_n un abrazo.
Listo! Los nombres de Twilight no son mios pero toda la trama sip ;)
BPOV
No sabía si era por la cantidad de flores o los pasillos estrechos pero sentía que me
estaba derritiendo y los pequeños cabellos que se pegaban a la base de mi cuello
me molestaban más que nunca.
—Bella, levántate de allí que eso da mal aspecto— Ordenó mi madre mientras
entraba y salía de la tienda cambiando el agua de los floreros —Además, puedes
partir el mostrador.
"Mal aspecto" ¿Qué les importa a otros cómo me siento? Dudo mucho que una
vendedora sudorosa atraiga a muchos clientes. Por supuesto, no me atreví a decirle
nada de esto.
Gruñí ante su entusiasmo. Ya le había dicho repetidas veces que Seth no es un niño
muy fácil, mucho menos si se trata de su mamá. Pero él, siendo el entusiasta que
es, pensaba que todo sería pan comido.
"Oh no... Oh, por Dios, por favor no... Yo conozco a este hombre".
—¡Jacob!— Solté con un falso entusiasmo que creo que hasta Seth hubiese notado.
Sip. No hay mejor presentación que esta para Jacob Black. Esto es lo que siempre
hace.
—¡Tiempo sin verte!— Señaló soltándome.
—Sí, el mismo tiempo que tienes sin ver a tu sobrino— Mis palabras sonaron un
poco más duro de lo esperado.
—¡Vamos, Bella! ¡Estoy aquí ahora! ¡Vive un poco!— Me animó riendo —¿Me
extrañaste mucho?— Su tono se volvió sugerente y sujetó mis caderas inclinando
un poco su rostro para verme a los ojos.
Muchos meses atrás ese gesto me habría hecho ceder (y a mis bragas caer). Hoy
en día me hacía rodar los ojos solamente. Lo había escuchado suficientes veces
para saber que si me lo decía a mí, también se lo decía al menos a tres otras
chicas.
—Seth fue el único aquí en extrañarte— Indiqué colocando mis manos en su pecho
y separándolo de mi con un movimiento.
—Creo que Renee diría lo contrario— Contraatacó melodiosamente. Ah, sí, olvidé
mencionarlo. Renee lo ama —¿Cómo están Rose y el enano?
—Bien. Deben estar por llegar y no lo llames "enano", sabes que ya se siente un
poco mal por ser el más bajo de su equipo de baloncesto— Lo reprendí.
—¡Va a crecer! Tiene los genes Black, yo que te lo digo— Explicó confiado.
Los genes "Black" como si eso fuese un consuelo. Decir que Jacob era "la versión
decente" de su hermano, el corredor olímpico, era suficiente. Rose y yo llamábamos
al padre de Seth "el corredor olímpico" porque la última vez que lo vimos fue cuando
terminó de legalizar el apellido de Seth. Apenas dimos un paso fuera de ese
ayuntamiento, el hombre corrió tan rápido como si estuviese persiguiendo un
cheque a su nombre.
No quiero ni pensar en lo que hará Rosalie cuando vea a Jacob. Más le vale tener a
Seth presente si no quiere que Rosalie le parta un florero por la cabeza. No me
imagino a Emmett... OH, DIOS, EMMETT.
Rosalie no va a querer que estos dos se conozcan, pero cómo hago para...
—Bella, ¿estás bien?— Indagó Jacob colocando su brazo sobre mis hombros y
abrazándome hacia su cuerpo. Hallé su perfume extremadamente dulce y me sentí
ligeramente mareada.
Antes de poder hacer algo más los hermanos Cullen hicieron su entrada con
Chester en primer lugar. Tartamudeé al saludar a Edward porque me di cuenta de
que el brazo de Jacob seguía sobre mis hombros y, aunque Edward no podía
verme, me hacía sentir incómoda estar así frente a él. Si me preocupaba tener que
explicar quién era Jacob, esa preocupación se disipó porque Jacob se encargó de
hablar por sí solo. Incluyendo un inapropiado comentario sobre Chester.
Inmediatamente le lancé una mirada furibunda y casi soy yo quién le rompe un
florero en la cabeza por insultar a Chester.
Lástima que con Emmett había sido todo lo contrario. Agradecí mucho que Edward
me llamara y me separara de ellos, no me apetecía ver a Jacob riéndose de Emmett
ni a Seth ignorándolo para jugar con Chester. Es una pena que mi momento haya
sido interrumpido por las heladas palabras de Rosalie.
Sonreí a Seth y su intento por salvarme y el sólo me miró y encogió sus hombros.
—Sabía que estabas actuando raro, ¡tú planeaste eso!— ¡Dios!, que dramática,
sabía que era mala idea que viera las telenovelas con mi abuela —¿Qué está
haciendo él acá?— Preguntó señalando a Emmett con su dedo índice y en un tono
un poco histérico —¡Y él!— Apuntó luego a Jacob —Tu no Edward.
—¡Seth! ¡Sí! ¡Lo sabía! Soy terrible con los nombres, lo siento.
—No pasa nada Bella. Sólo dile a Rose que no me voy a rendir y que recuerde que
la amo.
Dio media vuelta pero antes de que atravesara la puerta hacia mi casa lo detuve —
Despídete, Seth.
—Bien. Adiós Emmett— Murmuró. Tengo que admitir que lo siguiente me sorprendió
mucho. Seth se aceró a Edward y con cuidado tomó su mano y la sacudió suave y
brevemente —Hasta luego, Edward. Espero que usted y Chester vuelvan otra vez.
Su infantil tono de voz nunca había sido tan adorable como en ese momento. A
juzgar por la expresión de Edward y su ligero sobresalto, no creo que yo haya sido
la única sorprendida.
—Ah... si... hasta luego— Murmuró en respuesta.
Después de algunas caricias a Chester (que él recibió con mucho gusto), salió por
la puerta.
—Creo que nosotros también nos vamos— Señaló Edward —Nos vemos mañana.
Después de atender a un par de clientes entré saltando a mi casa a hablar con una
persona que sabía me entendería. A mitad de un pasillo me topé con mi tío que iba
de salida.
Sus pobladas cejas se hundieron al igual que sus cuadrados hombros —Está
tranquila, Bella, pero... los exámenes... no salieron como esperábamos— Su boca
se cerró en una fina línea.
Hice lo posible por recomponer mi expresión y caminé hacia ella. Allí estaba ella
acostada en su cama con Seth sentado muy cerca y ambos riendo.
—Este niño acá me dice que habían dos amigos tuyos muy apuestos en la tienda—
Me dijo en tono sugerente.
—Entonces... el niño me dijo que uno de ellos es novio de Rosalie, ¿puedo suponer
que el otro es tuyo?
Mi abuela era una señora muy extraña. Al haber nacido en el campo y vivido en un
campo de flores, no era una persona amante de los detalles ni de muchas palabras
en realidad, pero era muy suspicaz. El hecho de que no dijera las cosas no significa
que no las notara.
—No es mi novio, abuela— Sonreí —Vamos a salir mañana.
—¡Al fin! ¡Pensé que te quedarías virgen!— Exclamó con los brazos en alto y
soltando una carcajada.
—¡Abuela!
—Bueno ya sé que no eres virgen pero tenía tiempo sin verte con alguien.
EPOV
—Para eso estamos hermano— Fue su única respuesta cuando estacionó hasta el
restaurante que le había mencionado.
Abrí la puerta, di unos cuantos pasos y de inmediata fui interceptado por mi bastón
chocando con algo o más bien alguien frente a mi, seguido por la voz de una mujer.
Marcus Pascualli, como todo buen hombre italiano (según él) sabía disfrutar de la
comida. Antes del accidente tuve la oportunidad de comer con él en varias
ocasiones y era algo que sólo puedo describir como "impresionante". El hombre era
prácticamente una zorra cuando se trataba de comida ¡No podía decirle que no!
(sus palabras, no las mías). Eso, por supuesto, también lo había llevado a disfrutar
de una figura redonda y una papada que se agitaba cada vez que reía. Digo
disfrutar porque es lo que su esposa siempre le dice cuando lo llama "mi
albondiguita de amor".
—Siempre creciendo. Gracias a ti, Edward— Dijo envolviéndome con sus brazos.
—No creo que estés aquí para una visita social, ¿cierto?
—Está bien. Las colocaré de todos modos— Anunció naturalmente dándome dos
palmadas en el hombro con su gruesa mano.
—Entonces... esta noche, ¿ok? Guárdame unos cannolis— Sonreí y guiñé un ojo,
olvidando por un segundo que él no podría verlo por mis lentes oscuros. Qué raro.
—¡Claro que sí! Ya veo que estas aprendiendo a apreciar la comida— Bromeó
pellizcando la piel de mi abdomen.
Nos despedimos efusivamente (como sólo un italiano podría) hasta que mi amigo le
mandó saludos a mi padre. Simplemente asentí y salí del lugar. Era más probable
que Marcus lo llamara y le diera sus propios saludos a que yo buscara
voluntariamente a mi padre. Consideré en decirle a Marcus que en un principio
Carlisle se negó varias veces a hacer la inversión en el restaurante, pero lo
descarté.
Era en estos momentos en los que más valoraba los esfuerzos que hacía mi
hermano. Sabía que nadie en el mundo soportaría la mitad de las cosas que el
soportaba por mí.
Estaba confiado en que todo saldría como lo había planeado: buscarla en su casa,
cena en Cannolis, un paseo por el muelle y luego... lo que Bella y la noche quisieran
de mí. Sonreí ante el prospecto de conocer nuevas cosas de Bella. Mente y cuerpo.
Emmett sabía que no había hecho esto por nadie desde... hace mucho tiempo, y fue
el primero en apoyarme. Aun cuando su cabeza estaba plagada de pensamientos
sobre Rosalie quien aún no contestaba sus llamadas.
Me tomé mi tiempo en la ducha porque sabía que cuando saliera, no pasaría mucho
tiempo para volver a sudar otra vez. La tan anunciada tormenta seguía haciéndose
esperar y mientras tanto el calor en Seattle se parecía cada vez más a una olla de
agua hirviendo. Tampoco ayudaba que anoche no dormí prácticamente nada y estoy
bostezando a cada rato. Al salir recibí un texto en mi celular y sabía perfectamente
quién era.
"¿Estás seguro que no quieres que nos encontremos en otra parte? No tienes que
venir a buscarme —B" Anunció la voz computarizada de mi teléfono.
Bella llevaba toda la mañana preocupándose por cómo iría a buscarla, sabiendo
que no puedo conducir, y yo seguía diciéndole que no se preocupara pero ella
simplemente no me escuchaba. Al principio me parecía amable, como todo lo que
otros hacen por ayudar a una persona invidente, pero ahora comenzaba a
fastidiarme y me recordaba a mamá y Emmett cuando querían perseguirme a todos
lados y vigilarme hasta en mi propia casa.
"Voy a dejar de responderte. Es mala suerte que dos personas hablen el día de su
cita" Tecleé y me vestí pacientemente. Aún tenía un par de horas que matar.
"Estoy segura de que eso sólo funciona con novias en sus bodas... y es verse, no
hablar" Respondió rápidamente.
Unos segundos después sonó una corneta y mi teléfono repicó al mismo tiempo así
que sabía era para mí. Chester aulló penosamente cuando se dio cuenta de que no
iría conmigo.
—Lo siento, amigo. Esta noche estamos solos. Te dejé comida, agua y Emmett
vendrá a buscarte en un rato para llevarte a su casa ¿Ok?— Dije antes de cerrar la
puerta tras de mí y encaminarme con mi bastón.
Escuché la puerta del auto abrirse, unos pasos por el camino de grava y
nuevamente otra puerta —Señor Cullen, se ve muy bien hoy— Dijo Frank, un taxista
amigo de Esme que siempre estaba a mi disposición pero que muy pocas veces
llamaba porque prefería otros medios o simplemente no salir.
Antes de llegar del todo a la puerta sentí su mano posarse en mi hombro y dirigirme
a ella. Ignoré el deseo de sacudir su agarre. Todo el tiempo de camino a que Bella la
pasé con mi pierna rebotando incesantemente
Para mi sorpresa, estaba por girar la perilla y entrar a la tienda cuando sentí la
puerta abrirse de un tirón y el cuerpo de Bella lanzarse a mis brazos. Sí, en este
punto en mi vida ya sabía muy bien quién era Bella al sentirla. Apenas me dio
tiempo de responder a su abrazo cuando ya me estaba soltando.
La voz de una mujer que no había escuchado con anterioridad detuvo nuestro paso
a mitad de la acera. Bella soltó mi mano y escuché sus pasos devolviéndose.
—Mucho gusto, señora— Estiré mi mano frente a mí y me sentí tonto al pasar varios
segundos y sólo sentir la brisa entre mis dedos.
Estaba a punto de bajarla cuando una mano finalmente la tomó. Era pequeña como
la de Bella pero sentía sus uñas mucho más cortas y su piel un poco dura —
Igualmente— Replicó cautelosa —¿Te importaría pasar un momento? Bella estuvo
hablando de ti con su abuela y ahora ella insiste en conocerte.
—No es por nada malo, Bella Marie— El tonó de Renee se volvió duro nuevamente
al hablar con su hija —Por favor, Edward, si no entras nos torturará toda la noche
culpándonos. Sólo serán unos minutos.
Inesperadamente sentí a Renee posar sus manos sobre mis brazos al pararse tras
de mí y me empujó ligeramente hacia dentro de la tienda. Caminé con mi bastón
frente a mí sintiendo todo pero estaba sumamente incómodo por como dirigía y
seguía cada uno de mis pasos. Lo único que me impedía apartarme y decirle que mi
bastón era suficiente, era que no quería echar a perder las cosas con Bella.
Renee me guió por lo que parecía un par de pasillos estrechos y, cuando sentí el
espacio abrirse, me indicó que ya habíamos llegado a la habitación de su madre.
Supuse que no había ventana porque el calor me parecía casi asfixiante y me
alegré de haber recordado usar más desodorante.
—Al fin me traen un hombre apuesto en lugar de esas horribles pastillas— Escuché
la voz de una mujer cuyos años de experiencia se filtraban en su tono.
—¿Tan joven y usas bastón?— Indagó ella sin responder a mi saludo y sonreí
porque no sonaba impertinente, sonaba... cómica —A mí me ordenaron uno de esos
pero no me gusta ¡Yo estoy bien! Simplemente camino con estilo.
—Yo no lo uso para caminar, señora Dwyer, de hecho camino muy bien— Sonreí.
—¡Oh! Entonces es la moda, ¿verdad? Les juro que no entiendo a la juventud de
hoy ¿A quién se le ocurre que caminar con un bastón es moderno? O "en la onda"
¿Qué onda es esa? ¡Y lo mismo digo de los pantalones bajos donde se les ve el
culo!— Hizo una pausa y luego murmuró —Tampoco me gustan mucho los lentes
oscuros de noche.
No pude evitar soltar una carcajada porque juro por mi vida que fue como escuchar
a Bella aquel día en el parque, absolutamente ignorante de que yo era ciego y
hablando de cuanta cosa le cruzara por la mente sin dejarme hablar. Sí,
definitivamente Anne Dwyer y Bella Swan eran familia.
—Señora Dwyer, yo no uso nada de esto por moda. Yo...— Dudé por un segundo
¡Maldición! ¿Por qué no existe una mejor palabra en el vocabulario humano? —Yo
soy ciego.
El silencio que siguió a mis palabras fue absoluto y sentía como si el calor tomara
fuerza. Gotas de transpiración bajaban por mi espalda amenazando con crear una
gran mancha en mi camisa. Esperaba que no, eso hubiese sido asqueroso. Por un
segundo olvidé dónde estaba hasta que escuché un ruido seco contra el suelo...
¿Eso había sido una patada?
—Bueno... si— Respondí con el ceño fruncido. Nunca nadie había dudado si
realmente era ciego ¿Debería sentirme ofendido?
—¡Abuela!— Reprendió Bella esta vez pero hablando entre risas. La sentí colocar
su mano en mi cintura y mi ceño se disipó —Ya tenemos que irnos. Hablamos
luego.
—¡Adiós, hijo! ¡Un placer! Recuerda que pedir direcciones no es malo, ¿ok? El
cuerpo de una mujer puede ser...
No pude escuchar el resto porque su voz fue amortiguada por una puerta
cerrándose con un estruendo y Bella empujándome para que caminara más rápido.
De todos modos había escuchado lo suficiente para reír a carcajadas nuevamente.
Sí, esa mujer era abuela de Bella.
—Edward, por favor discúlpame por... todo— Dijo Bella una vez que ambos
estuvimos en el asiento trasero del taxi y yo tomé suficiente aire para dejar de reír.
—Bella...
—...Y mi mamá, ella es aún peor. No peor, quiero decir, es más difícil, es un poco
cuadrada, siempre me cuida de lo que hago y...
—Hey— La interrumpí.
—Edward.
—¿Mmm? ¡Ah, si!— Me sentí extraño al soltarla pero sabía que tenía que hacerlo
para poder comenzar la velada.
Me bajé del auto y a tientas estiré mi mano para ayudarla a bajar. Aproveché la
oportunidad para no soltarla mientras entrábamos al restaurante. El sonido de las
conversaciones de los comensales fue instantáneo al traspasar la puerta.
—¡Edward Cullen, te estaba esperando! ¡Dios mío, pero qué hermosa joven!—
Exclamó Marcus con alegría contagiante.
—¡Parla italiano! ¡Edward! ¡Ella es perfecta! ¡Oh, el amore! ¡Vamos! ¡Vamos a "Il
Bacio"! ¡Síganme!
¿Cómo es que ella...? ¿De dónde...? ¿Por qué...? No puedo, estoy sin palabras.
Justo cuando pienso que ya he entendido todo de ella... su personalidad y sus por
qué... descubro que no todo es tan plano como solía pensar.
En el momento en que entramos sentí el olor a rosas y una ligera brisa casi
inexistente que adivinaba provenía del gran ventanal con vista al parque.
—Bienvenidos a "Il Bacio". El vino esta recién servido. La comida llegará en unos
minutos— Anunció Marcus —¡Disfruten!
Segundos después escuché la puerta cerrarse con "tac". Con mi mano sobre la
suya, Bella nos guió hacia un lugar dentro de la habitación. Me asegurar de mover
mi bastón para no tropezar con la mesa o alguna otra cosa.
—Creo que nunca había visto paredes de terciopelo rojo, las luces, la mesa con
pétalos... es bellísimo, Edward— No sabía si lo había hecho con intención pero su
descripción de nuestro mundo era como música para mis oídos.
—Ser amigo del dueño tiene sus beneficios, Marcus aceptó enseguida.
Ella no me había preguntado eso, lo sabía. Sin embargo, lo dije. Ya era tarde.
—¿Y cómo es que terminaste siendo profesor de música?— Tal y como su abuela,
no sonaba impertinente sólo... curiosa.
—Un nombre muy sugerente, por cierto ¿Estas tratando de decirme algo?— Su
tono era divertido pero cargado de algo más que aún no conocía en ella.
—Yo tampoco, pero...— "Sólo quiero estar cerca de ti"... sacudí mi cabeza ante mis
palabras de acosador.
—Está bien.
Ambos nos pusimos de pie tomados de la mano. Bella nos guió unos pasos lejos de
la mesa y cuidadosamente posé mi mano en su cintura sintiendo la suave textura de
su vestido, mientras que mi otra mano permaneció unida a la de ella y la atraje a mi
pecho. Sabía que ella estaba frente a mí a sólo centímetros, las puntas de su
cabello picaban en mi cuello.
—Bella— Musité.
—¿Mmm?
Su mano se soltó de mi agarre para envolver el dorso de la mía de modo que mis
dedos quedaran libres, la movió de mi pecho para dirigirla al suyo y pasó las yemas
de mis dedos por el borde recto de su escote. En lugar de describirme su vestido en
voz alta, Bella le estaba dando una respuesta silenciosa a mi pregunta. Una
respuesta que apreciaba muchísimo más de esta forma.
—Es color verde oscuro, como las hojas de un árbol— Sonreí ante su explicación y
no pude evitar pensar en lo apropiado de sus palabras. Su cabello marrón y su
vestido verde, como un árbol.
—Termina justo... acá— Susurró cuando finalmente mi mano alcanzó el borde final
de la tela, aventurándome un poco más estiré mis dedos y sentí la piel de su muslo,
tan suave como sus manos.
Debido a mi altura tuve que inclinarme bastante para mantener mi mano donde
Bella la sostenía, así que mi frente estaba actualmente presionada sobre la piel de
su hombro desnudo. Sentía como si estuviese al borde de la locura, al borde de un
abismo, había demasiada piel por todos lados. Suave y sedosa piel, suave y sedosa
tela. Tuve el deseo creciente de devorarla a besos y deslizar mis labios por cada
espacio posible, por cada espacio que encontrara de Bella Swan.
Sin querer evitarlo (porque bien sabía que podía hacerlo), deposité un largo y
sentido beso sobre su hombro a la vez que trazaba patrones sin sentido sobre su
muslo. Ella aun no pronunciaba una palabra, no movía ni un músculo, y no tenía
idea si eso era algo bueno o malo.
—Gracias— Murmuré con mis labios aun unidos a ella. No sabía si me entendería,
ni siquiera sabía lo que quería decir, pero ya lo había dicho.
—¡Oh, si! Esos pasos fueron una locura, sólo para profesionales— Contestó Bella.
—¡Bella! ¿Estás bien? ¿Qué pasó? ¿Qué sucede?— Pregunté asustado colocando
mi copa sobre la mesa rápidamente y tomando su cuerpo por la cintura en un
intento de averiguar si algo le había sucedido.
Pero después pensé... Si algo le había sucedido, ¿qué se supone que iba a hacer?
¿Cómo podría saber si ella no estaba allí para hablarme y explicarme? Yo no podría
ayudarla, era simplemente eso, en una verdadera emergencia quizás yo no podría
hacer nada para protegerla.
—¡Todo se apagó!
—¿QUÉ?
Esa no pudo haber sido la causa de su grito. Eso tiene que ser una broma. Ella
debió haber notado mi tono porque se recompuso.
—Es que me tomó por sorpresa, es todo— Claro —Parece que sigo rompiendo
cosas cuando estoy contigo, ¿eh?
Moví mis pies y los pedazos de vidrio junto a nosotros resonaron —¿Le temes a la
oscuridad?
Reí —Imagínate que fuese lo único que vieras cada día. (IMP)
—¡Edward! ¡Edward, cuanto lo siento! ¡Lo siento mucho! Es la mia culpa, ¡la mia
culpa!
—¿Qué? ¡No! ¡Se no hay luz en toda la ciudad! Fue mi culpa no haber mandado a
reparar el generador del restaurante— Lo último salió como un susurro y que
Marcus hablara en voz baja... eso no era nada como él.
—No se preocupe, señor— Aclaró Bella dando un paso. Los vidrios crujieron
nuevamente y me aseguré de sostener su cintura para evitar que se cayera.
—¡La copa! ¡Se ha caído la copa! ¡Cuidado, Bellísima! ¡La comida estará empacada
en seguida!— Exclamó el hombre nuevamente tomando su tono normal —¡El
amore! ¡Oh, el amore!
Salió chillando con melancolía y la puerta fue cerrada nuevamente. A mi lado, Bella
reía quedamente y su cuerpo rebotaba bajo mis manos.
—Es que es... es muy chistoso— Habló entre risas —Ese hombre parece hablar de
una forma... como si... como si...
—¡Si! ¡Eso!
Era prácticamente imposible notar que Marcus era un hombre entusiasta. Cada vez
que hablaba era en exclamaciones y todo su cuerpo se movía, sus manos, sus
piernas, su cabeza... todo. Yo mismo se lo había señalado así que le di a Bella la
misma explicación que yo había recibido en mi momento —Es parte de ser un
apasionado hombre italiano.
Rió con un poco más de fuerza y sus brazos volvieron a encontrar asilo alrededor
de mi cuello.
—Por fin puedo salir contigo, tengo toda la noche planeada... y se va la luz en toda
la ciudad. Mi suerte es la peor, no tengo idea de qué le habré hecho al Universo
para que me lance algo así— Comenté ligeramente subiendo mis manos de su
cintura a su espalda.
—Entonces creo que vamos a tener que saltar directamente a la parte de "lo que yo
quiera"— Respondió sugerente tomando la punta de mi cinturón y halándolo
suavemente.
—Yo digo que llevemos esa delicia comida hasta tu casa y comamos porque me
muero de hambre y me daría miedo andar por la ciudad a oscuras.
De más está decir que Bella no tuvo que insistir mucho para que yo aceptara su
petición ¿Qué puedo decir? Soy un hombre fácil y no tengo problema con eso. Me
apresuré en llamar al taxista quien por fortuna me dijo que aún seguía cerca y podía
buscarnos. Un par de minutos después (que pasé con mi cara en su delicioso
cuello) Marcus hizo su entrada y el exquisito olor a cannolis me absorbió en
seguida. La boca se me hacía agua de sólo pensarlo.
—Wow, creo que los tacones y la oscuridad son una mala combinación.
Sin responder nada saqué mi bastón y me acomodé para caminar a su lado, esta
vez guiándola yo a ella. Nunca lo diría en voz alta pero en realidad me alegró tener
la oportunidad de moverme con soltura junto a ella.
Salimos del restaurante para esperar nuestro taxi y el calor pareció haber
empeorado, como si el suelo emanara una ola de vapor. Todo el camino a mi casa
estuve con mi rostro pegado a la ventanilla abierta del auto. Si hubiese sido Chester,
ya hubiese sacado mi cabeza para sentir la brisa... y con este calor eso no parecía
tan mala idea.
Cuando llegamos a mi casa tomé la mano de Bella para guiarla a mi puerta y sentí
las gotas de sudor en ella... ¿O era mi mano la que sudaba? Ya no tengo idea.
Entramos y, por la costumbre que tenía cada vez que tenía compañía, presioné el
interruptor de luz para luego recordara que... no había electricidad.
—¡Oh, por Dios!— Gemí. Mi camisa se adhería a mis espalda sudada y mis piernas
no estaban mucho mejor, ya no podía soportarlo.
—Lo sé. Estoy literalmente derritiéndome— Bella soltó un gemido similar al mío y
cualquier diría que estábamos haciendo otra cosa en lugar de disfrutar de las
maravillas de mi aire acondicionado.
—Al menos tu llevas vestido— Dije acercándome a donde la había dejado, junto a la
puerta, y aun sosteniendo la bolsa de comida en mi mano.
—Sí, un vestido tan ajustado que me da aún más calor y el cabello largo que sofoca
mi cuello— Bufó.
¿Debería sugerir que se lo quite? Si, probablemente si lo digo ella piense que es por
otra cosa en lugar de la bondad de mi corazón.
—No, no, no, no, no— Me interrumpió colocando un dedo sobre mis labios —Lo que
vamos a hacer es apartar un poco tu sofá y sentarnos en tu sala a disfrutar de un
picnic.
—Un picnic.
—¿En mi sala?
—En tu sala— Obviamente mi procesamiento estaba bastante lento así que opté
por darle un beso a su dedo y la escuché reír.
Bella empujó sólo un poco mi sofá (al menos eso fue lo que me dijo) y nos
sentamos en el suelo con los contenedores de comida abiertos. Resultó que Marcus
también había empacado sus cubiertos de plata.
—¡Oh! Creo que Emmett colocó unas velas y fósforos en el cajón de la mesita. Sólo
asegúrate de colocarlas sobre la mesa porque no quisiera tropezar con ellas—
Señalé apenas tomando aire para continuar comiendo.
—Ahm... bueno... no... o sea... No...— Balbuceó y no pude resistir reírme un poco.
—¡Oh! ¡Claro! ¡Sí! De todos modos es tu casa. Puedes... ya sabes... como quieras.
No era justo que siguiera aprovechándome de ella así que sólo le tomé la palabra,
desabroché los botones de mi camisa y una vez que me la había quitado la usé
para enjugar el sudor de mi frente y de la parte de atrás de mi cuello. Solté un
gruñido de alivio por haberme quitado algo de encima.
—Gracias.
No dijo nada.
—Bella...
—¡Bella!
—¿Pasó algo?
Di otro par de bocados a mi comida riendo por lo nerviosa que se escuchaba. Hasta
que sentí algo suave chocar con fuerza contra mi hombro.
—Oh, por Dios— Reí —¿En serio tienes 26 años? Tú no puedes tener 26 años—
Rodé mis ojos
Otro golpe. Ok, tal vez ese sí lo merecía —No creas que por tus lentes no puedo ver
que me ruedas los ojos.
—¿Qué? ¿Cómo...?
—Es que haces una cosa con tus cejas que... olvídalo, eso no es importante— Se
apresuró a decir —Ya empezaste otra vez con lo de mi edad.
—La verdad es que tengo 26 años— Reafirmó —Y ya que estamos en eso, también
tengo un título universitario, soy profesora de Educación Pre-Escolar.
—¿TU QUÉ?— Inquirí absolutamente sorprendido porque... ¡En serio! Creo que no
necesito explicar por qué.
Sentí otro golpe, esta vez en mi cabeza ¿Por qué? ¿Por qué la violencia?
—Cada vez que te digo algo de mi te sorprendes— Señaló Bella alzando su voz en
un tono completamente serio —Me estoy cansando de que me subestimes así. Soy
más de lo que ves, Edward. Supéralo.
No voy a negar que me intimidó un poco su forma de hablar, sólo por el hecho de
que nunca la había escuchado así. Me di una patada mental por abrir mi bocota y
decir eso en mitad de nuestra cita.
—Conozco a tantas personas que sólo subestiman a otros. Lo único que hacen es
pensar en sí mismos, en lo que ellos creen que debería pasar...
Su tono de voz aumentaba por segundo y podía sentir su cuerpo agitándose
mientras hablaba, apenas tomando aire para continuar.
—Bella...
—¡Bella!
Su llanto duró sólo uno o dos minutos y pronto su cuerpo entró en calma. Su rostro
seguía acurrucado en la curva de mi cuello y mis labios sobre su cabello. Se sentía
bien poder sentirlo entre mis dedos y acariciar su longitud. Su cabello marrón.
Algunas hebras se habían pegado a la piel ligeramente húmeda de sus hombros.
—Lo siento...
—No te preocupes— Sabía que esas palabras no eran exactamente para mí pero
no me pareció adecuado señalárselo.
Aun sosteniéndola entre mis brazos me separé un poco de ella de modo que
pudiese ver mi rostro.
Afuera se escuchó un impactante trueno cuyo sonido retumbó con fuerza. Parece
que la tormenta finalmente ha llegado. Sentí a Bella removerse en su lugar, aun sin
darme respuesta, así que decidí facilitarle las cosas.
Le di una sonrisa expectante. Nuevamente ella tomó mi mano para posarla y guiarla
por cada descripción —Como ya sabrás, mi cabello es un poco largo y castaño—
Señaló dejándome sentir sus ondas en mis dedos.
—Mi cuerpo...—Rió incómoda— Estoy lejos de ser perfecta pero puedo decir que se
ajusta a mí— Deslizó mi mano por el contorno lateral de su cuerpo dejándome sentir
la curva de sus senos, el valle de su cintura, la curva de su cadera e incluso un poco
de la extensión de su muslo suave —Mi piel es blanca, como un fantasma diría yo.
Bella reía pero yo estaba muy ocupado armando la imagen de ella en mi mente. Era
extraño que aun así mi curiosidad no se saciara del todo. La sentí soltar mi mano
para entonces tomar mis dedos índice y medio —Mis cejas son delgadas—
Murmuró pasando las yemas de mis dedos por los pequeños vellos —Mis ojos
marrones como mi cabello— Esta vez los deslizó por mis parpados cerrados.
Sin esperar su guía y tomando más confianza, mis dedos continuaron el camino por
su nariz hasta que ella me soltó y se dedicó sólo a hablar —Mi nariz es
extrañamente pequeña— Rió —Pero bastante respingada como puedes notar.
Sonreí cuando aproximé mis dedos al lugar que realmente estaba esperando, quién
sabe por cuánto tiempo. No eran muy gruesos pero tenían esa preciosa y
provocadora forma de corazón en su parte superior.
Moví mi boca sobre la suya en una serie de breves besos que ella respondía de
igual forma. Mi mano izquierda acariciaba su cuello y los pequeños y húmedos
vellos detrás de él, mientras que mi derecha estrechaba su cintura a la mía lo más
posible a pesar de nuestra posición en el suelo. Nuestros besos eran hambrientos
como desahogando toda la espera que habíamos sufrido y mi lengua se asomaba
saboreándola hasta que ella imitó mis movimientos lamiendo mi labio inferior para
después morderlo leve y juguetonamente. Su pecho se movía agitado contra el mío.
Finalmente me separé de ella permitiéndonos un poco de aire.
Esta vez fue ella quien colocó sus manos en mis hombros y me atrajo nuevamente
a su boca besándome con la misma energía con la que yo lo había hecho. Sentía
como las dudas que había tenido en algún momento se disipaban a medida que
nuestros cuerpos se unían más, y hacerlo era fácil... natural. Me incliné más sobre
ella y en lugar de detenerme o alejarme, sólo se dejó llevar y lo siguiente que noté
es que estábamos recostados en el suelo, mi brazo izquierdo mantenía mi peso
para no caer del todo sobre ella mientras que mi mano derecha recorría los pliegues
de su vestido y las curvas bajo él.
Bella POV
¿La comida? Olvidada hace rato y probablemente fría en los contenedores aun
abiertos pero alejados de nosotros.
¿El calor? Terminado gracias a la tormenta que por fin (¡POR FIN!) se había
dignado a caer y apiadarse de nosotros.
Apenas lo estaba descubriendo pero me daba la impresión de que muy pocas cosas
me importarían mientras tenga a Edward sobre mí, besándome... o tal vez debajo
de mí, tendría que explorar esa posibilidad más adelante. Sus labios se movían de
forma experta y me intimidaba pensar cómo había aprendido a besar así y en qué
otras "actividades" era todo un experto.
¿Por qué aun había algo entre nosotros? Eso no debería ser posible, yo no debería
permitirlo. Así que con más seguridad tomé la esquina de sus lentes entre mis
dedos y estaba a punto de removerlos cuando Edward de apartó repentinamente de
mí.
—¿Qué... qué estás haciendo?— Susurró con su agitada respiración colándose con
la mía y sus labios ligeramente hinchados. Oh, por Dios, ¡sus labios!
—No. No es necesario, está bien así— Insistió retirando un poco más su rostro.
Sin responder nada giró su rostro hacia la derecha donde la vela encendida
iluminaba su rostro tenuemente.
Con sólo ese gesto comprendí que, para Edward, no se trataba solamente de
quitarse sus lente sino de mostrar algo más personal de sí mismo, algo que él
parecía aun recriminarse y considerar un defecto. Comprendí que pedirle a Edward
que se quitara sus lentes, era tal vez como si él me pidiera a mí que me desnudara
por completo.
Sin pensarlo demasiado empujé su brazo, coloqué mi peso sobre mis codos, me
incliné hacia la vela y la apagué con un rápido soplido. Instantáneamente la
habitación se sumió en oscuridad, la lluvia era nuestro telón de fondo y la breve luz
de los truenos era lo único que me permitía visualizar, por sól segundos, el contorno
de su rostro.
Deposité un corto y dulce beso sobre la punta de su nariz y con una sonrisa me
dispuse a continuar disfrutando de nuestra maravillosa sesión de besos. Edward me
sorprendió al evadir mi boca y pensé que tal vez había hecho algo mal, lo sentí
removerse sobre mí pero no podía ver nada. Lo siguiente que capté fue su mano
colocando un objeto sobre la mía. Palpé su forma y me di cuenta de que eran sus
lentes... sus lentes oscuros. Apreté mis dedos para soportar el deseo de tomar su
rostro y acariciar sus párpados, no por curiosidad, sino por el deseo de ahuyentar
los demonios que atormentaban el alma de este solitario hombre. Sin embargo
sabía que, lamentablemente, eso seguramente sería demasiado para un día. Este
gesto, viniendo del hombre que el día en que lo conocí apenas accedió a que me
sentara junto a él y se negaba a darme su nombre, era casi monumental.
Con cuidado coloqué los lentes lo suficientemente lejos para que no aplastarlos por
accidente (lo cual no sería muy extraño en mi) y me recosté nuevamente bajo
Edward tomando su rostro entre mis manos y besándolo con todo el cariño, pasión y
emoción que pude acumular, tratando en lo posible de expresarle lo importante que
él era para mí ahora.
Lo que vi en ellos hizo que mi corazón se encogiera de dolor y las palabras que iba
a soltar se convirtieron en un sonoro jadeo de sorpresa.
"Oh, Edward"
:/
:)
Gracias a todos los que comentan la historia n_n me alegran como no tienen idea!
jaja Jenni, Gaby, Mel no tienen cuenta pero también las leo y aprecio :D. A todos los
que leen y colocan "favoritos" gracias también ;) espero se animen a comentar.
NANCY, hizo un comentario y una pregunta que tal vez algunos piensen y aquí
respondo: Gracias por comentar n_n eres muy observadora. Tienes razón, cuando
Bella y Edward se conocieron, Edward no llevaba sus lentes puestos, sin embargo
el nunca encaró a Bella (estaba recostado con la cara hacia arriba) y Bella lo miraba
pero no lo detallaba. De todos modos ella misma lo explicará para todos ;). Muy
genial tu pregunta jaja, espero me regales tu opinión en este cap también.
BPOV
Edward aún se encontraba cernido sobre mí, nada había cambiado, excepto que
ahora podía ver su cuerpo y su rostro claramente. Una pequeña sonrisa danzaba
sobre sus delgados labios ligeramente hinchados y su entrecejo se había fruncido
en forma leve en expresión de confusión. Sus ojos... sus ojos eran otro asunto
completamente distinto. La primera vez que lo vi, aunque no tenía lentes, yo estaba
sentada a cierta distancia y el mantenía su rostro hacia arriba o hacia el frente así
que no había podido apreciar bien esta parte de él.
Edward tenía los ojos verdes como las hojas de un árbol en primavera, eran
preciosos. Su mirada era lo que conocemos como "perdida", no se dirigía a mi sino
que apuntaba hacia abajo y se desviaba ligeramente hacia la izquierda... claro, era
la primera vez que apreciaba de cerca unos ojos que realmente no veían y mi
instinto fue acercarme más. Cuando lo hice me di cuenta de algo aún mayor: las
numerosas y pequeñas cicatrices que cubrían los párpados de Edward y un poco de
la piel bajo sus ojos. Eran líneas muy pequeñas, delgadas y blanquecinas,
probablemente imperceptibles si observabas sus ojos a una distancia normal, pero
en este momento me encontraba a sólo un par de centímetros de ellos y podía
captarlas con detenimiento. Me obligué a respirar profundamente para controlar el
deseo de abrazarlo con fuerza, de besar cada espacio de su rostro y de llorar por el
sufrimiento de Edward, por su dolor de aquel entonces y por su ira de ahora.
Como si esto fuese poco, me llevé otra sorpresa (una más entre las tantas de esta
noche) los ojos de Edward se movieron de modo que estaba casi mirándome pero
aun apuntando ligeramente hacia un lado, y entonces habló.
Apenas fui consciente del sonido de la tormenta tras nosotros. Toda mi atención se
centraba en la sonrisa que Edward desplegó en su boca y que inmediatamente
alcanzó sus ojos, formando pequeñas arrugas en la esquinas de estos y haciendo
que su verdor resaltara, logrando efectivamente opacar cualquier otro detalle. En
ese momento toda emoción de tristeza se alejó de mí, y mi sonrisa fue automática.
Me aparté un momento para tomar un par de cojines del sofá y colocarlos bajo
nuestras cabezas. Una vez que nos acomodamos, respondí:
—Mucho mejor— Sabiendo en el fondo que Edward no tenía idea cuán mejor
estaba al verlo así. Probablemente era algo que no sabría, si yo podía evitarlo.
Entre besos y sonrisas se hacía más y más difícil despegar mis parpados. Al
principio hablábamos un poco en murmullos pero después sólo dejamos de hablar.
La lluvia mantenía su presencia, mi respiración se hizo lenta e igualó la forma en
que me sentí en ese momento: en paz. Sin darme cuenta nos quedamos dormidos
en el suelo.
Lo siguiente que sentí fue algo húmedo en mi cuello. Sin siquiera abrir los ojos
recordé de quién eran los brazos que me rodeaban en ese momento.
—Edward— Esta vez hablé un poco más fuerte porque, fuese lo que fuese esa
cosa, olía horrible. Era como aliento de... ¡Oh, no! —¡Chester!— Lo reprendí
severamente abriendo mis ojos para ver su enorme cara justo sobre la mía. Su
húmeda lengua asomándose entre sus dientes y su aliento... —¡Chester!— Chillé
nuevamente.
De todos los hermosos despertares que podía tener con Edward, este
definitivamente no era uno.
—Chester vino a dar los buenos días— Anuncié cuando el perro pasó sobre mis
piernas y se acercó para frotar su hocico en el pecho y cuello de Edward.
"Se supone que eso lo hago yo, Chester" pensé de forma algo incoherente. Pero en
serio, ¿quién es coherente en las mañanas? ¡Nadie!
—¿Los buenos días? ¿De qué hablas? ¿Qué hora es?— Cuestionó.
No pasé por alto que sus lentes oscuros seguían a mi lado y sus ojos, para mi
deleite, permanecían descubiertos. Sin embargo, sabía que él no se había dado
cuenta de este detalle así como tampoco se había dado cuenta anoche. De todos
modos no planeaba decírselo ¿Arriesgarme a que se asuste porque no hicimos las
cosas a su tiempo? No lo creo.
—Son las seis y media de la mañana— El grito de sorpresa que salió de mí no fue
nada normal, así como tampoco la sonrisa arrogante que portaba Emmett parado
con sus brazos cruzados y expresión burlona —Buenos días, tortolitos— Sus cejas
se movían de arriba a abajo al hablar y sabía que ese gesto era sólo para mí.
"Ay, Edward, si sólo supieras que ya he visto todo lo que hay que ver allí". Ahora
sabía que definitivamente no podía decirle nada
Un montón de cosas pasaron por mi mente en ese momento, todas tenían que ver
con el hecho de que son las seis de la mañana y yo no he llegado a mi casa. Oh,
por Dios ¡Es mi fin!
Me levanté rápidamente del suelo (lo que me logró un ligero mareo), con la
respiración agitada me moví por la habitación para buscar mi bolso y salir de ahí lo
más pronto posible.
—Dios mío, me van a matar en mi casa ¿Qué voy a decir? Tengo que llegar
rápido...—Balbuceé sin sentido buscando entre los cojines y los contenedores de
comida fría hasta que finalmente encontré lo que buscaba.
—¿Yo? ¿Por qué yo? ¡Ya les hice el favor de llevarme a Chester anoche para que
ustedes pudieran hacerlo en la sala!
—Porque si quieres que te siga ayudando con Rosalie, vas a tener que llevarme
¿Entendido?
Emmett apretó y soltó sus labios varias veces, se notaba que quería llevarme la
contraria pero, gracias a Dios, cedió —¡Diablos! Está bien. Llegaré tarde al trabajo
pero está bien.
—Ok, bien.
Después de unos sonidos de ladridos muy inapropiados por parte de Emmett, tenía
mi mano sobre la manilla de la puerta del auto cuando recordé lo que había
olvidado.
—Gracias por todo. Fue... magnífico— Susurré en su oído y luego planté un largo y
sonoro beso en sus labios.
—La mejor noche que he tenido en mucho tiempo— Murmuró sobre mis labios y
con una sonrisa en los suyos.
"Tu mamá me preguntó por ti. Le dije que me habías llamado y que te quedarías
con Edward. Ahora te toca a ti explicarle"
El mensaje tenía fecha de ayer. Ok, al menos mi familia no pensaba que me habían
secuestrado o algo así. Ahora sólo tenía que explicarles que pasé la noche con un
hombre... excelente... pan comido... sí, claro.
Pobre. No la culpo.
Cuando estacionó, noté que me miraba con una expresión peculiar y tranquila. Su
sonrisa de cómplice me recordaba cuando le daba galletas a Seth aunque Rose lo
hubiese castigado, así que también sonreí y le agradecí por llevarme.
Finalmente salí del auto, tomé aire, me armé de valor, me acerqué y alejé de la
puerta al menos 3 veces considerando la posibilidad de... bueno... huir... hasta que
comprendí que no podía hacer eso (no tengo suficiente dinero). Cuando atravesé la
puerta maldije el sonido de la campana sobre mí anunciando mi llegada. La tienda
se asentaba en una extraña calma y temí una posible tormenta.
Me dio un rápido abrazo que no dudé en corresponder porque esta mujer era mi
madre y sabía que, molesta y todo, se preocupaba por mí y me amaba. Claro,
también están los otros aspectos de ser madre.
—¡Bella! ¿Cómo se te ocurre quedarte con un hombre por ahí? Esas cosas no se
hacen— Siseó con su ceño fruncido apenas me soltó.
Me hizo señas para que saliéramos a la tienda y sabía lo que eso significaba. Más
espacio para levantar la voz y no despertar a la abuela. Mierda. Cuando entramos
de nuevo a la tienda lo confirmé.
—¿Sabes lo preocupada que estaba por ti? ¡La ciudad entera se apagó y yo no
tenía idea de donde estabas!...
Levanté mi mirada un par de veces sólo para dejarle saber que la estaba
escuchando, pero la verdad es que ya tenía experiencia con estas largas
discusiones (aunque por otros temas menos importantes) y lograba dejar de
escucharla de a momentos. Sólo para darme un descanso.
—Ya no soy una niña, mamá. Tengo 26 años. Lamento no haberte llamado, es
cierto, me equivoqué en eso porque me distraje, pero es de lo único que me
arrepiento. Yo... de igual forma hubiese pasado la noche con Edward si hubiese
recordado llamar.
Renee no respondió en seguida, lo cual era extraño en ella. Me miraba con ojos
amplios y el pecho inflado. Yo, por mi parte, no me sentía enfadada y trataba de
instarla a calmarse con mi mirada pero no estaba muy segura de sí estaba
funcionando o no.
—Eso es actuar como una niña— Sentenció por lo bajo y con mirada dura.
Casi podía sentir como, dentro de mí, la firmeza sucumbía de a poco como rocas
cayendo de una montaña. Tratando de ser objetiva, no tenía muchas formas de
combatir su argumento porque, de cierto modo, así me había comportado y
ponerme a la defensiva no iba a lograr nada más que probar otro comportamiento
infantil, pero no iba a darle la razón para que ella cuestionara mis decisiones con
respecto a Edward así que simplemente callé. Ella pareció tomar eso como una
puerta abierta.
—Sigues viviendo en mi casa así que mis normas se respetan— Esa fue su última
sentencia antes de retirarse nuevamente por donde habíamos llegado.
Tragué con fuerza para tratar de apaciguar el nudo que sentí en la garganta. Mis
ojos picaban por las ganas de llorar por... no sé exactamente por qué... frustración
tal vez. Me obligué a mí misma a calmarme, a respirar profundo y a enfocarme en la
maravillosa noche que había disfrutado.
Me senté en mi lugar de siempre, tras el mostrador, y me tomé para hacer esto
antes de comenzar mis tareas del día. Me encargué de llevarle el desayuno a mi
abuela. Ella seguía insistiendo para que le contara, y cito, "los detalles candentes"
porque aparentemente para ella era increíble que no pasara nada. Me preguntaba si
Edward me había "pedido direcciones" y me recordó que "si el carro no va hacia
donde tú quieres, entonces aparta a ese chico y toma el volante". Sus palabras, no
las mías.
—Entonces...— Insinuó.
—Los claveles.
Lo había olvidado por completo. Jasper llegó ayer con la idea de regalarle claveles
blancos a Alice y, al no encontrar una forma más sutil de explicarle, terminé por
decirle la verdad, que eso era totalmente aburrido. Así que acordamos que habría
claveles blancos en el ramo, pero los uniríamos con varios claveles de colores que
nosotros mismos pintaríamos.
—No, no. Digo, claro que sí— Me dirigí a donde esperaban los claveles y se los
mostré.
—Ok, ok, Bambi. No arruinemos las flores— Comenté con una sonrisa tratando de
proteger el ramo que sostenía en mi mano.
Oh... bueno... supongo que no es mi culpa si mis manos se ajustaron un poco más
de la cuenta a su camisa azul y llenaron de tierra su espalda. No, no creo que sea
mi culpa.
Su sonrisa no disminuyó ni un poco —Tengo la mañana libre pero iré esta tarde.
Hice lo posible por concentrarme en lo que hacía pero tuve que apretar un poco mis
labios para no soltar todo lo que pasaba por mi mente ante sus palabras.
—Bella, ¿qué estás haciendo con ese tipo? No lo entiendo— Indagó Jacob sin
rodeos y eso me permitió a mí responder de igual forma.
—¿Qué? No, Bella... Tal vez sea un buen tipo pero tienes que pensar ¿Qué tiene
para ofrecerte?
—¿Qué tiene para ofrecerme?— Repetí ofendida y dando la vuelta para encararlo.
—Lo que haga o no con Edward o cualquier otra persona, no es asunto tuyo—
Afirmé entre dientes.
—¿Vas a tener una relación con él? Él no puede ver, Bella, imagínate lo difícil que
debe ser estar con él ¿Vas a vivir cuidándolo?
—Cuidar a otros no es raro para mi. Además ¿Qué tiene que ver esto contigo? No
eres mi padre y no eres mi novio así que aléjate.
En este punto mi voz se había elevado un par de octavas y lo estaba apuntando con
la pala. Eso fue suficiente para que el retrocediera un paso. Su expresión me decía
que para él esto no había terminado pero para mí sí y eso era suficiente. Yo no iba a
discutir los pormenores de mi vida con Jacob Black.
—No sabía que vendrías hoy. Estoy dando clase— Susurró Edward con una sonrisa
mientras nos manteníamos de pie junto a la puerta.
Mi curiosidad me ganó así que me puse de puntillas para dar un vistazo a su casa.
Detrás de él pude notar la figura de una pequeña niña con cabellos rubios y ojos
azules, enfundada en el más adorable vestido rosa del mundo. La niña también me
observaba con curiosidad así que le di una sonrisa y ella, aunque se paralizó por un
par de segundo, respondió igual.
Escuché unas risas en el fondo así que abrí mis ojos a mitad del beso y vi a Jenny
con sus manos cubriendo sus ojos y las mejillas sonrojadas. Me separé de Edward
de forma un poco brusca y me hizo reír cuando sentí que sus manos, en lugar de
soltarme, me sujetaban con más fuerza hacia él.
—¡Oh!
Inmediatamente me soltó como si fuera una olla caliente y tuve que agarrarme del
marco de la puerta para no caer hacia atrás. Si, ese no fue nuestro momento más
romántico.
La adorable niña seguía observándome con una sonrisa y me recordó lo mucho que
extrañaba estar con niños, así que lo siguiente fue totalmente inevitable.
Sin embargo fue Edward quien respondió por mí —Jenny, ella es Bella, es mi novia.
Sin decir nada más la niña se lanzó a mis brazos casi tumbándonos a ambas al
suelo. Respondí a su abrazo y recordé por qué había decidido ser maestra en
primer lugar. Lo mucho que me encanta estar con niños. Cuando solté su pequeño
cuerpo me di cuenta de que Edward seguía de pie, junto a la puerta, con su ceño
fruncido hacia nosotras.
—Porque tengo que ir a trabajar. Pero espero verte pronto, eres una niña muy linda.
Acaricie sus rubios rizos y sonreí mientras me incorporaba para retirarme. Cuando
ya me había alejado varios pasos, escuché a Jenny gritar tras de mí.
—Puntual, ¿eh?
—¡Ah!
No entendía por qué esto lo hacía parecer tan perplejo. La verdad es que no entendí
porque el 80% de las cosas que hago y digo lo dejan perplejo. Lo tomé por los
hombros y lo sacudí para que dejara de pensar tanto. Planté un rápido beso en sus
labios y me alejé.
Hasta ahora Edward había traído a mi vida: sonrisas, dirección, sinceridad, besos e
incluso niños. Definitivamente podría acostumbrarme a esto en mi futuro.
Especialmente a los besos.
"Mmm... besos"
EPOV
—Eeeeedwaaard...
—Eeeeedwaaard...
—¡Edward!
—¡Vamos! ¡Ni siquiera sabes lo que voy a decirte! ¡Siempre haces esto! No me
escuchas.
—Porque siempre termino haciendo algo incómodo o que no quiero hacer así que
hoy he decidido adelantarme en el tiempo y simplemente decirte que no— Expliqué
con toda la lógica del mundo, por supuesto.
—No lo sé...
—Pero sé que cada vez que chillas "Eeeeedwaaard" como si fueses una niña
adolescente, es porque quieres algo que probablemente no querré hacer.
—Amargado.
—Inmaduro.
—¿Qué?— A pesar de lo rápido que habló logré captar sus palabras, más no el
sentido de ellas —¿Para qué quieres que yo te acompañe?
—¡Porque le caes bien al niño! No tengo idea de por qué. Rosalie probablemente
debería llevarlo a que le revisen la cabeza.
—Está bien, señorito "Simpatía". Bella estará allí así que ustedes dos pueden jugar
a los cariñitos mientras tanto.
Solté un suspiro. Interiormente ya sabía lo que haría, lo que me había pasado por
culpa de esta chica —Iré.
Al parecer, Chester también sintió la necesidad de darme un aviso así que lo hizo en
su propio idioma dando un par de ladridos.
—Por favor, Edward. Te prometo que no lo voy a soltar, te prometo que voy a tomar
la correa con toda mi fuerza y que no se me va a escapar.
Abrí mi boca para tratar de explicarle por qué una persona ciega no podía
"prestarle" a otra su perro lazarillo, pero el niño se me adelantó.
—Sé que no puedes verme, pero tengo mis dos manos en alto y no estoy cruzando
los dedos. Te mostraría mis dedos de los pies, pero tengo zapatos así que no
puedo.
—Seth, hijo...
Este niño me caía bien. Parecía que no era tan fastidioso como los otros. Bien por
Rosalie.
Caminamos unos pocos metros. Sentía la pequeña mano de Seth junto a la mía
mientras sosteníamos la cuerda hasta que finalmente llegamos y la soltó.
—¡Vamos Emmett, vamos a jugar! ¡Vamos!— Exclamó Seth con emoción, volviendo
su voz una octava más aguda.
—Oh, ehm... ¿No prefieres jugar tu sólo un rato? Yo le haré compañía a tu mamá,
campeón— Titubeó Emmett. Tuve que fingir que tosía para disimular un poco mi
carcajada.
Emmett quería huir a toda costa de hacer el ridículo frente a Rose pero estaba
seguro de que no tendría escapatoria.
—¡No, Emmett! ¡Tienes que jugar conmigo! Vamos a lanzar unas canastas y luego
jugamos uno contra uno ¡Por favor!
Los animados gritos de Seth casi ocultaban por completo los quejidos de mi
hermano y sonreí ante eso. La voz de Bella me hizo inclinar mi cabeza hacia ella.
—Estas disfrutando demasiado esto, eres malvado— Casi podía adivinar la sonrisa
en sus labios.
Quise decir "mira" pero cambiar la palabra fue más fácil de lo que pensaba.
—¡Diablos! ¡Soy un asco! Vamos Emmett, tienes que enseñarme como es, quiero
mirarte primero.
"¡Por favor Emmett! ¿Creíste que ibas a engañarlo con eso?" —¡Muéstrale,
hermano!— Lo animé desde mi posición a un lado de la cancha, y sentí a Bella jalar
de mi brazo.
¡Pobre Emmett! Me imaginaba al grandullón, piernas de pollo, fallando tiro tras tiro
frente al pequeño niño de su novia.
—¡Diablos, Emmett! ¡Yo pensé que yo era malo pero tu apestas!— Comentó Seth, y
Rosalie lo reprendió de inmediato.
—No lo sé, pollo, tal vez de tu destreza en los deportes— Le grité de vuelta
resaltando su viejo apodo familiar.
Oh-oh. Eso me sonó a reto. Oh, no, eso definitivamente fue un reto.
—Seth está esperando que alguien le enseñe a lanzar, creo que se lo merece.
—Ahm... lanzar una canasta— Le expliqué como si fuese un... ¡Bueno! Como se le
explican las cosas a un niño, ya saben, muy leeeeento.
—Pero...— Hizo una pausa y lo sentí inclinarse más a mí, sus siguientes palabras
fueron más un susurro de esos que se escuchan muy alto —Pero tú eres ciego.
—Lo soy... y tú eres pequeño, y Bella es delgada, y Emmett tiene piernas raras...
pero depende de ti aprender a hacer cosas nuevas y esforzarte por ellas.
Aplasté su cabello con mi mano en un gesto que debía ser cálido pero se sintió un
poco incómodo, aunque luego escuché sus risas así que supongo que debió haber
funcionado un poco.
Finalmente me levanté con la pelota en mis manos y sin pensarlo mucho estiré mis
brazos sobre mi cabeza y la lancé por los aires. Durante esos breves segundos, los
nervios y la expectativa de poder lograr algo que no hacía hace mucho tiempo
comenzaron a subir por mi cuerpo, pero una sonrisa se extendió poco a poco en mi
rostro porque en el fondo (muy, muy en el fondo) lo sabía. Ya lo sabía.
Las porras de Bella y Rose se oían desde lejos y me hicieron reír con más ganas.
Lo raro era que mi hermano era como un libro abierto, mi hermano nunca solía tener
algo "más".
—Bien.
Ok. No estaba nada acostumbrado a esto ¿Qué se suponía que tenía que hacer
ahora? Me tomé varios minutos para pensarlo, cuando finalmente Emmett se
estacionó (dándome a entender que habíamos llegado a mi casa) terminé haciendo
lo que no quería hacer del todo (algo muy común en mi últimamente).
—¿Estas bien?
—Si.
¡Mierda! ¡Por fin estoy hablando y este simio no responde! ¿En serio? ¡26 años
pidiéndole que se calle y ahora decidió escucharme!
Tomé unos segundos para intentar procesar lo que escuchaba pero no terminaba de
entenderlo y estaba boquiabierto. Literalmente.
—¿De qué estás hablando?— Fue mi brillante comentario —¡Tu me pediste que
fuera!
—Te lleve para que me ayudaras, para que les recordaras lo genial que soy, no para
que te lucieras y también convirtieras esto en "El Show de Edward"
—¡Claro que sí! ¡El show de Edward! ¡El niño de oro al que todos debemos cuidar y
tratar aunque sea un grosero idiota que no ve más allá de sus lentes oscuros!
—¡No! ¡Dios mío! ¿Ves? ¡Allí está otra vez! ¡No estoy hablando de ti Edward, estoy
hablando de mí! Por primera vez en mucho tiempo estoy hablando de mí, de lo que
yo quería, de lo que yo necesitaba. No de ti y todas las porquerías que piensas que
inundan tu realmente maravillosa vida.
—¿Maravillosa? Despertar todos los días con un mundo negro, no poder volver a
ver la cara de tu familia, depender hasta de un bendito perro para poder andar,
perder una relación, tu trabajo... ¿A eso llamas maravilloso?
¿De qué mierda estaba hablando Emmett? El show de Edward... ¡Él fue en que
insistió en llevarme!...
Unos segundos después sonó el timbre y me apresuré a abrir "Debe ser Emmett
que volvió para disculparse" pensé brevemente, así que abrí la puerta de un tirón.
No tuve forma alguna de prepararme para lo siguiente que pasó. No pude procesar
nada más que un gran puño que conectó fuertemente contra el lado derecho de mi
mandíbula. Di un débil paso hacia atrás en un intento de no caerme por completo.
Mis lentes estaban torcidos y mi mano subió instintivamente a tocar el lado
golpeado de mi cara, pero fue mala idea porque al hacerlo lo sentí palpitando de
dolor.
...
¡Ouch! Sip. Si dejará marca :/ me da un poco de pena por su linda carita pero
digamos que es lo que el dice ;) "karma".
Hay varias cosas en este cap: la reacción de Bella, los ojos de Edward, las
intromisiones de Jacob, El lindo de Seth, la PELEA de Emmett y BAM! El golpe
:S No se queden con nada por dentro y desahóguense, queridas lectoras, en
la ventanita de aquí abajo ;). Les agradezco de antemano.
CASI LO OLVIDO: Las fotos de las flores que hemos nombrado YYY las
instrucciones para pintar claveles estan como links en mi perfil :D (cuando era
pequeña pinté claveles en primaria jaja es real y lindo n_n adelante, prueben y me
cuentan jaja)
Abrazos!
Alessa.
E: Más Confusiones
Hola :) ¿Cómo están?
Aprecio mucho a todos los que siguen, recomiendan y comentan esta historia
:'). Saludos a Jenni, Gaby, Cleo, Sam, Coki, Pili, Arg pirata (jajaj que gracioso
nombre) que comentan y siguen aunque no tengan cuenta FF ;) leo cada palabra.
¡Enjoy!
EPOV
Debí suponerlo. Debí saberlo desde un principio. Sin importar cuán molesto
estuviese, mi hermano sería incapaz de darme un golpe tan traicionero cuando yo ni
siquiera podía verlo venir (él era más del tipo de primero los gritos y luego los
empujones, pellizcos y esas cosas... así de infantil). Pero por sobre todo debí saber
que no era él en el segundo en que escuché el timbre de mi casa, después de todo,
él tenía su propia llave y bastantes veces había entrado a fastidiarme sin necesidad
de que le abriera la puerta.
Erguí mi postura para aparentar que no me había dolido tanto pero la forma en que
seguía sacudiendo mi cabeza para recobrar el sentido probablemente pudo
haberme delatado.
—¿Michael?— Pregunté sabiendo que era él pero aun confundido por el golpe
—¡Es señor Brandon para usted, señor Cullen! ¡Y más le vale que no lo vuelva a ver
ni siquiera a un metro de Mary Alice!
Escuché varios pasos que no supe identificar y luego escuché los fuertes ladridos
de Chester y sentí las manos de Emmett sosteniendo mis hombros.
—¡Edward! ¿Estás bien?— Preguntó alarmado y yo sólo asentí así que desvió su
atención a mi "buen" vecino —¿Qué mierda está haciendo usted aquí? ¡Voy a
partirle la cara!
Estiré mi mano justo a tiempo para sujetar a Emmett por el cuello de su camiseta.
—Sólo porque yo lo estoy evitando ¿Cree que no me doy cuenta de los ramos de
flores que le lleva a Mary Alice todos los días?
—Todos los días un puto ramo en la puerta. Me asomo por la ventana y veo
movimientos extraños en su jardín ¡No me mienta!
Comencé a flexionar y estirar mis dedos sin cesar en un intento de bajar la tensión
que sentía pero no surtía ningún efecto.
Con eso la puerta de mi casa fue cerrada con un fuerte estruendo. Después de un
par de segundos de silencio en los que el dolor palpitante de mi mandíbula se
acentuó aún más, Emmett me dio un suave codazo en mi costado.
—Entonces... Pensé que no te gustaban las niñas. Ya sabes... por lo de la parte
ilegal y todo eso.
—No me gustan las niñas— Aclaré caminando hacia el refrigerador por algo frío que
colocar en mi mandíbula.
—¡Emmett! ¿No ves que estoy hablando en serio?— Exclamé colocando un trozo
de carne congelada en mi rostro.
—No tengo idea de dónde lo sacó pero definitivamente no tiene nada que ver
conmigo ¿Cómo se le ocurre que un hombre ciego va a dejar flores en su casa cada
día y no descubrirse en el proceso?
—¿Una tarjeta? La gente se da cuenta de que soy ciego, ¿cierto? Sé que tengo
lentes oscuros pero no es posible que crean que es por moda... al menos quizás
que sea familia de Bella...
—Edward.
—¿Qué?
"Hola señor Cullen" —Una risa aniñada interrumpió el discurso— "Supongo que ya
debería llamarte Edward. Estoy tan feliz por todas mis flores, son el regalo más
precioso que he recibido en toda mi vida. No me importa lo que diga mi papá, sé
que nuestro amor va más allá de todo lo que él diga. Yo también te amo, señor...
ehm... Edward. Si tengo que mudarme de mi casa para que nuestro amor continúe
su hermoso camino, juro por Dios que lo haré. No me importa que no puedas ver
porque yo puedo ver por ambos —Hizo una pausa y soltó un suspiro para seguir
musitando en un tono soñador— "Señora Alice Cullen ¿Verdad que es hermoso? Te
amo, Edward. Besos. Alice."
Indignado aparté la carne de mi rostro y con la otra mano removí mis lentes oscuros
para que pudiese ver como ensanché mis ojos en señal de molestia.
Cuando era pequeño solía pensar que mi hermano era un tonto (aunque creo que
mis palabras exactas eran "cabeza de chorlito". Se supone que ahora viene la parte
en que digo que ya sé que no es así y comienzo su larga lista de cualidades... pero
no; esto prácticamente ha sido así durante toda nuestra vida.
A medida que crecimos nuestra relación fue cambiando. Dejé de decirle que era
adoptado (después de una charla muy sería que Carlisle tuvo conmigo donde, muy
diplomáticamente, me dijo que me quitaría todo lo que tenía en mi habitación y sólo
me dejaría el colchón si seguía, y cito, traumatizando a mi hermano). Cuando
estuvimos en secundaria y alguno de los chicos grandes quería pasarse de listo con
él, me aseguré de hacerles saber que nadie se metía con mi hermano (excepto yo).
En la universidad cada quien tomó su camino pero siempre estuvimos en contacto y
compartíamos las ocasionales cervezas. No puedo decir que era la relación más
íntima y cercana pero lo respetaba. Sin embargo, la ingenuidad que incluso hoy
insiste constantemente en mantener, no deja de chocar con lo que él denomina "mi
cinismo" y yo considero que es "realidad".
Después del accidente las cervezas ocasionales pararon así como muchas otras
cosas. Mi madre se mudó conmigo y estuvo ayudándome durante esos primeros
meses hasta que tuve la suficiente voluntad para pedirle que se fuera... quizás que
"gritarle" o "echarla" sean más acordes. Mi hermano... desde su nacimiento, llegó
como una sorpresa. Llegó sin que yo lo pidiera, sin que yo lo quisiera y esa no es mi
manera de ser.
Es mi vida y yo soy quien decide lo que pasa con ella, lo que entra y sale de ella,
ella, nadie más. Todos los que realmente me conocen saben esto. Emmett también
lo sabe.
Comenzó viniendo cada tarde para ver televisión, traer pizza o pasar el rato. Un
mes después de esto, trajo a Chester. Cuando le abrí la puerta y escuché los
ladridos, no me dio buena espina
—¿Qué es eso?— Mi pregunta salió como un gruñido.
—El único ser en este mundo que ladra, Edward— Respondió Emmett en tono
bromista al entrar a mi casa... pero yo no estaba bromeando.
—No quiero ningún perro lazarillo— Anuncié firmemente cerrando la puerta con un
estruendo.
—Es un animal que dejará pelos. Yo camino descalzo, no quiero tener que andar
pisando mierda por todos lados.
—¿...Acá?— Completó mi hermano con tono perplejo —¡Por supuesto que no!
¡Chester es mío!
—¿Qué?
—Lo traje para que lo conozcas... y para que aproveche de hacer lo suyo en tu
jardín.
Fruncí mis cejas un poco confundido pero aún no me confiaba. Me tomé mi tiempo
para caminar a la nevera y tomar una botella de agua.
—De repente te provocó tener un perro...— Comenté incrédulo dando un sorbo del
frío líquido.
—Si escucharas más allá de lo que dices, sabrías que llevo tiempo pensando en
tener una mascota. De todos modos casi no me escuchas.
Mordí el interior de mi mejilla para no replicar algo más porque la verdad es que, tal
como cuando éramos pequeños, mi atención nunca se concentraba mucho tiempo
en mi hermano menor.
—Vives en un apartamento ¿No es contra las reglas o algo así?
Tal como Emmett, Chester fue entrando a mi vida como una nube de humo y sin
que yo me diera cuenta. Todas las tardes pasaba el rato con nosotros. Emmett lo
mantenía atado a su correa (por orden mía para que no dejara pelo por todos
lados), hablaba de él y me daba la correa para enseñarme sus trucos. Una
palmadita suave en la oreja para caminar, una caricia en el cuello para sentarse,
entre otros que incluso le enseñamos nosotros.
Se quedó conmigo unas tardes porque aparentemente Emmett "no quería dejarlo
solo tanto tiempo", e incluso unos fines de semanas con la misma excusa. Algunos
meses después llego mi hermano con la "terrible noticia" de que el dueño de su
apartamento lo había descubierto y le exigía deshacerse de Chester o encontrar
otro lugar donde vivir.
Supongo que ya para ese punto la solución era fácil, tan fácil que se escapó de mis
labios como lo más natural.
Martha, la señora que contraté para limpiar y cocinar algunas cosas para mí, me dio
un rápido saludo y emprendió sus quehaceres silenciosamente. No era una mujer
de muchas palabras y eso me gustaba. Sabía que hoy era día de cena en casa de
Esme y recibí varias llamadas de ella pero no contesté ninguna. No había recibido
ninguna llamada de Emmett, supongo que hoy tendré que irme en taxi.
Alrededor de las 2 de la tarde estaba echado en el sofá con mis lentes puestos (me
incomodaba que Martha aun estuviera allí) y escuchando la televisión cuando
escuché el timbre. Por inercia me levanté a abrir y me detuve justo con mi mano
sobre el pomo de la puerta.
—¡Es Bella!
—¿Qué? ¿Qué pasó? ¿Qué hice?— Preguntó Bella ansiosamente para luego soltar
un jadeo de sorpresa —¡Edward! ¿Qué diablos te pasó? ¿Quién te hizo esto?
—Uhm... mi vecino.
—¿Qué?
—Es mejor que entres— Pedí entre dientes. No me apetecía tener esta
conversación a la vista y oídos de cualquiera que pasara.
Una vez adentro cerré la puerta y el cuerpo de Bella me impidió caminar hacia el
sofá.
—Gracias, Martha.
Segundos después escuché sus pasos y Bella tomó mi mano llevándome hasta el
sofá.
—Tal vez pensaba que eras gay— Sugirió Bella como si nada
—¡Hey!
—¿Qué? ¡Es posible!— Insistió ella en tono bromista pero yo no apreciaba esta
broma.
—Martha ya me había visto con mujeres así que sabe que no soy gay.
—¡Oh!
"Mierda ¿Acabo de recordarle a mi novia que estuve con otras mujeres (plural)
antes que ella?" Pensé con una mueca. Buena forma de meterme el pie en la boca.
Espero que no le dé por golpear sobre el morado.
—¿Qué?
—Es el padre de Mary. Parece que alguien le está enviando flores y ellos son
estúpidos y creen que un hombre ciego de 30 años está cortejando a su hija.
Bella no dijo nada. No percibía ningún sonido proveniente de ella y tampoco podía
verla así que comenzaba a ponerme nervioso.
—Bella...— Llamé a tiendas porque, aunque sabía que no es algo que ella haría,
temía que me hubiese dejado hablando solo. El momento se estiraba en mi mente.
—Si...
—Oh, no. No, no, no, no, no. Oh, Dios. Oh, no.
—Sí, yo también. Porque cree que le estoy mandando flores a su hija— Repetí aun
sin entender.
—...También sé de donde salieron esas flores— Murmuró entre dientes —Fue
Jasper.
—¿Quién?
—¡Jasper!
Escondí mi cara entre mis manos sopesando el lío en el que estaba metido.
No pude evitar pensar que hace unos cuanto meses yo no habría tenido este
problema. Ni siquiera hubiese pasado por mi mente. Todo esto estaba demasiado
lejos de lo que yo era y todo dentro de mí lo expresaba a gritos.
Bajé mis manos e incliné mi cuello dando más espacio para su mano
acariciándome. Si esto es lo que Chester siente cada vez que alguien le rasca la
cabeza... sólo digamos que ahora lo entiendo mejor.
—Edward...
—¿Qué? ¿Ah?— Incorporé mi cabeza de golpe aun sintiendo la mano de Bella
sobre mi cuello.
Sin esperar que terminara tomé su brazo y la halé hacia mí, plantando un beso en
sus labios y acunando su cara entre mis manos. Mi curiosidad por ella crecía más
cada día. Quería conocerla, cada espacio de ella. Mordí su suave labio inferior al
mismo tiempo en que empujé su cintura hacia mí y me sorprendí gratamente
cuando reclinó su cuerpo sobre el mío acostándose sobre mí en el sofá. Parecía
pesar menos de lo que pensaba.
Deseaba verla, las formas de su rostro, las curvas de su cuerpo, el tono en sus ojos
y me frustraba no poder hacerlo. Mi ira y mis sentimientos por Bella parecían
agolparse dentro de mi pecho, golpearse y combatir unos contra otros sin saber
quién ganaría. Con todo esto dentro de mí nuestros besos se volvieron más
intensos. Aparté mi boca de la suya para enterrar mi cara en su cuello, sus cabellos
cosquilleaban mi rostro mientras repartía un beso tras otro dejando que mi lengua
saboreara su piel y mis dientes la rasguñaran.
Enterré mis manos bajo su blusa, tocando su espalda y sus costados. Sentía que
podía estar en todos lados y eso es lo que pretendía mientras la apretaba a mi
cuerpo como para enterrarla sobre mí.
Aparté mi rostro para encararla. Sentía mis lentes torcidos sobre mi nariz y ambos
jadeábamos por aire.
—Me mordiste y... me dolió— Explicó Bella algo tímida mientras jugaba con el borde
del cuello de mi camisa.
—Está bien.
—No...
Sentí el sofá moverse junto a mí y con mi mano percibí que Bella se había
levantado.
—Disculpe, señora. Creo que nos dejamos llevar un poco...— Se excusó Bella con
una risita.
—¡Oh! No, no, no. Con una mujer es normal. De hecho, fue raro verlo tanto tiempo
solo— Soltó Martha junto a una risita. Empleada Chismosa —Lo raro es que... usted
parece muy agradable.
"¿Agradable? ¿Qué se supone que significa eso?" Por fortuna, Bella le dio voz a
mis dudas.
—¡Por supuesto que no! Pero... el señor Cullen... sólo digamos que no es una
persona muy, cómo decirlo— Farfulló entre dientes —...Amable... educado... si
estuviese con el señor Emmett lo entendería, ese hombre es un amor, pero el señor
Edward... ya sabe, es un grosero.
Mi expresión de indignación en ese momento debe haber sido única pero, para mi
sorpresa, Bella sólo se reía quedamente de lo que mi imprudente empleada había
confesado ¿Y con Emmett? ¿Tenía que meter a Emmett? Después dice que soy yo.
Las escuché despedirse y me apresuré a sentarme en el sofá nuevamente antes de
que me descubrieran. Oh, por dios, soy un niño otra vez.
Aterricé en el sofá con una sonora caída y respirando agitadamente justo cuando
Bella anunciaba su llegada.
Supongo que mis "sigilosos" movimientos no habían sido tan "sigilosos" después de
todo. Sonreí avergonzado y Bella acarició mi rostro, lamentablemente fue muy cerca
del golpe e hice una mueca.
—Por Dios, Edward, de verdad lo siento. Voy a decirle a Jasper que le diga la
verdad al padre de Alice ahora mismo.
—Dile que venga aquí primero— Le ordené maquinando mis propios pasos.
—¿Para qué?
—¿Crees que voy a confiar en que un adolescente haga lo que le digo? ¡Tengo que
verlo yo mismo!
Tuve que contener el impulso de apartar mis lentes oscuros y rodar mis ojos ante
esta exasperante y atrayente mujer. Ella debió haberlo percibido porque enseguida
se repuso.
—¡Jasper! ¡Esto es serio! Mira lo que le hicieron a Edward, podrían demandarlo por
estupro, sin mencionar las locuras que podría cometer esa... niña— Reprendió Bella
y me pareció percibir un tono de ira al mencionar Alice. Sonreí al darme cuenta que
al fin la señorita "tolerancia con todos" también era humana y se molestaba.
—Señora Swan, por favor no me haga esto— Tuve que fingir un poco de tos para
ocultar mi risa al escuchar lo de "señora". Incluso yo sabía que eso no le caía bien a
ninguna mujer —¡No puedo! ¡No puedo! ¡Lo siento, pero no puedo!
Los chillidos pubertos de Jasper estaban comenzando a fastidiarme pero sabía que
era mejor que permaneciera en silencio antes de que me provocara... hacer que
Jasper entrara en razón a mi propia manera. No podía verlo pero me daba la
impresión de que el chico debía verse como una rata asustada porque
definitivamente sonaba como una. Disimuladamente coloque mi mano en la espalda
de Jasper, sosteniendo lo que percibí como la capucha de su suéter. Le llevaba
como dos cabezas de altura así que esto sería muy, pero muy fácil.
—Tienes que decir la verdad, Jasper, y tienes que hacerlo ahora mismo.
Percibí los bruscos movimientos del cuerpo del chico bajo mi mano y supe
exactamente lo que pretendía hacer el muy tonto: huir. Casi podía imaginar sus pies
patinando velozmente como el correcaminos justo antes de echar a correr pero yo
sólo tuve que apretar mi agarre de su suéter para detenerlo.
—¿A dónde crees que vas niño tonto?— Espeté con fuerza.
—¡México!— Exclamó.
—¡Ningún México, tonto! ¡Vas a decir la verdad y eso es todo!— Sentí la ira
burbujeando dentro de mí y esto hizo que apretara mi agarre en su ropa y lo halará
con más fuerza hacia arriba.
—Oh, lo siento. Tal vez sea mejor que le dé un golpe en la cara y así le transmito el
mensaje que le mandó su querido suegro— Escupí sin bajar la guardia y
asegurándome de pegar su frente a la mía para que supiera que hablaba en serio.
La mano de Bella se posó sobre la mía y me dio un apretón. Dude algunos segundo
pero finalmente disminuí mi agarre sin soltar al chico del todo. Cuando lo hice lo
escuché suspirar y jadear por aire.
Con mi mano que aun descansaba en el suéter de Jasper, sentí como ella lo
rodeaba con sus brazos.
Rodé los ojos tras mis lentes y aguanté las ganas de soltar una arcada.
"¿Qué diablos? ¿No se supone que ella sería la voz de la razón?". Me recompuse y
recordé que la ira que sentía no era hacia ella.
Los tres nos dirigimos incómodamente hacia la casa de mi vecino con Bella
tomando mi mano. Después de tocar escuché la puerta abrirse y a alguien soltar un
jadeo de sorpresa.
—¡Edward!— La aguda voz de Mary Alice no fue lo único que me sorprendió sino
también sus brazos rodeando mi torso y logrando que soltara la mano de Bella —
Sabía que vendrías por mí pero no imaginaba que sería tan pronto.
—Mary, creo que estas confundida— Traté de explicar a la vez que separaba sus
brazos de mi cuerpo.
—Hola Alice...— Susurró Jasper junto a mi ¿Qué pasa con este chico y los
susurros?
—Mary, necesito hablar con tu papá— Anuncié esperando terminar con esto lo
antes posible.
—¡No!— Gritó exageradamente —¡Te va a matar! Siento tanto que te haya marcado
tu hermoso rostro.
—¡Aléjate de ese hombre, Mary!— Gritó la voz que aprendí a reconocer como la del
señor Brandon. Aun no sentía saliva salpicando sobre mí así que supuse que
apenas estaba saliendo de la casa a nuestro encuentro.
—¿No? ¿Cree que puede venir a mi casa a mentirme? ¿Cree que soy un idiota?
—¡Sí!
En serio? ¿Ni siquiera veía al asustado adolescente con nosotros? A menos que...
Dios, seguramente esa rata salió corriendo. Juro por Dios que voy a...
—Fui yo, señor Brandon— Anunció Jasper con mucha más firmeza de lo que jamás
habría imaginado, aunque aun así su voz temblaba.
Después de una breve pausa, el chico continuó —Yo compre esas flores para ti,
Alice— Suspiró —Fui yo.
Comenzaba a sentir que me estaba perdiendo de algo hasta que sentí a Bella
aferrarse de mi brazo.
—No tengo nada en tu contra, niño, pero no creo que Mary quiero oírte ahora—
Claro, apartemente sólo tiene algo en mi contra —Cullen, disculpa por la confusión
y... ya sabes...
Bella y yo nos dejamos caer con cansancio en mi sofá. Me sentía disperso, como si
mi cabeza estuviese en todos lados al mismo tiempo y aún seguía pensando en
Emmett.
—Sí.
—Sí.
—Sí. No ¿Qué?
—Sí. Dime qué sabes de Rosalie, ¿ya... volvió con Emmett?— Cuestioné dubitativo.
—Me dijo que lo llamó esta mañana y que saldrán otra vez— Respondió Bella
subiéndose sobre mí en el sofá con una pierna en cada lado de mi cuerpo.
—Bien, bien— Repliqué moviendo mis manos ansiosamente de arriba hacia abajo
sobre la extensión de sus mulos.
—Pensé que él ya te lo habría dicho— Murmuró con sus labios sobre los míos,
rosándolos suavemente con cada palabra.
No entendí a donde quería llegar pero sus labios acariciando de forma tan
seductora los míos me distraían mucho más. Sentí su cabello cayendo sobre mis
hombros, seguramente haciendo cortinas a nuestro al rededor, aumentando la
intimidad de nuestro momento.
Antes me sentía cansado, como si mi cuerpo pesara, pero ahora me sentía tranquilo
porque esta mujer, de un modo que aún no podía concebir, no sólo me entendí sino
que también me quería. Lo sentía en su forma de hablarme, de tocarme, y ya no
podía continuar evadiendo el hecho de que yo también la quería a ella.
—Te quiero, Bella— Le murmuré al oído para luego depositar un corto beso en la
misma zona.
Fui vagamente consciente del repique del teléfono en algún lado de la habitación
pero estaba más enfocado en mis dedos introduciéndose bajo el borde de su blusa
y sujetador hasta alcanzar a perfilar su endurecido pezón.
—No importa.
Mordí su labio inferior y lo halé de forma un poco brusca para evitar que hablara
pero no lo logré.
—Entonces yo contesto— Insistió jadeando y separando mis brazos de ella .
—Residencia Cullen, ¿con quién desea hablar?— Me reí un poco ante el educado
saludo de Bella. Sacudí mi cabeza y le susurré al oído que dijera a quienquiera que
fuese que yo había salido —Él no se encuentra— Explicó obedientemente.
Con mi cara aun junto a su oído, resistí las ganas de reírme al escucharla
haciéndole cosquillas sin querer.
¿Señora Cullen?
—Lo siento, señora Cullen, es decir Platt— El apellido de soltera, claro. La palabra
"Cullen" para Esme era como "cucaracha" para cualquier otra mujer en el mundo —
Aquí está Edward.
—Mucho mejor. Ahora dime quién es esa chica que dice ser tu novia.
—Se llama Bella Swan, mamá— Casi podía imaginar las ruedas girando en la
cabeza de Esme.
—Ya que no me habías dicho absolutamente nada de esta chica, tendremos que
arreglarlo. Tienes que traerla a cenar este sábado en la noche.
Colgué el teléfono y tomé la mano de mi novia que aún seguía con sus piernas
sobre las mías pero en un extraño silencio.
Suspiré como por enésima vez el día de hoy y aparte sus piernas suavemente para
levantarme y buscar algo de agua. Pensándolo bien, algo más fuerte sería mejor...
Tendré que buscar el vodka.
PD: Aun estoy aprendiendo a escoger las palabras jaja en mi país se dicen las
palabras "casero" (quien renta una vivienda) y sostén (prenda femenina superior)
pero no sé si en otros países se entiende xD apreciaría su opinión sobre este
tema y también sobre Lemmons :$ jaja se aceptan sugerencias y críticas.
¡Un abrazo!
Alessa.
E: Primer Estallido
Hola :) ¿cómo estan?
¡Listo! A lo que vinimos ;). Los nombres de los personajes son de Meyer, la trama es
totalmente mía (Alessa315).
¡Enjoy!
EPOV
Estaba sentado en el asiento de la furgoneta con el bastón en mi bolsillo y
mordiendo el borde de mi dedo pulgar insistentemente. Después de una
extremadamente breve explicación sobre mi desacuerdo con Emmett (mis palabras
fueron "Mi hermano es un bebé y está molesto conmigo") Bella había insistido que
ella podía llevarnos a casa de Esme en la furgoneta de entregas de la floristería.
—¿Cómo lo sabes?
Su mano se detuvo a la vez que la furgoneta pero sólo llevábamos unos minutos de
viaje y sabía que no habíamos llegado.
—Llegamos— Anunció.
—Será rápido. Comemos, hablamos, nos vamos— Mis palabras eran una promesa
pero no sé si para Bella o para mí.
Antes de que pudiese pedirle una explicación para lo que me había dicho, escuché
su puerta abrirse así que hice lo mismo con la mía y un momento después Bella
estaba a mi lado con sus manos sujetando mi brazo.
Por primera vez desde que la conocí Bella estaba usando perfume. Nunca lo diría
en voz alta pero el aroma artificial era nada en comparación al suyo y secretamente
deseaba que botara ese perfume.
Una vez que tomamos asiento un incómodo silencio se estiró entre nosotros.
Déjenselo a Esme el querer arreglar todo.
—Entonces... Bella, Rosalie me dice que ustedes trabajan juntas en una floristería.
—¡Oh! ¡No tenía idea!— Exclamó Bella con desdén. Nunca le gustaba que la
dejaran por fuera —Aunque últimamente no tengo mucha idea de lo que hacen mis
hijos.
—Tenía mucho tiempo sin escuchar de ti, Edward— Acusó mi madre manteniendo
un tono tranquilo.
—Al menos yo hablo como un adulto— Enuncie claramente sin dejar de mover mi
espagueti.
—¿Qué está pasando con ustedes dos?— Inquirió Esme con fuerza.
Todo iba bien. En realidad todo iba bien, todavía podía verle una salida a esto...
hasta que Emmett habló:
—Yo te ayudo porque eres mi hermano y te quiero pero ni siquiera eres agradecido
con lo que tienes.
—Edward lleva meses saliendo con Bella— Acusó como niño de 10 años.
—Emmett lleva aún más tiempo saliendo con Rosalie— Igualé su tono.
—Oh, por Dios— Chilló Esme —Esto es demasiada información, necesito aire.
—Ustedes son unos verdaderos niños. Seth se comporta mejor que ustedes, lo
saben, ¿verdad?— Acusó Rosalie impetuosamente.
Rodé mis ojos tras mis gafas y me hundí en mi asiento. Tanto Bella como Emmett
permanecían extrañamente silenciosos y temía que fuese algo parecido a la calma
antes de la tormenta. Esme no tardó mucho en volver a la mesa pero
definitivamente no parecía más calmada.
—Emmett, no puedo decir que estoy muy... alegre con que tengas una relación con
alguien tan maduro— Bufé ante su escogencia de palabras. Esme seguramente
pensaba que Emmett había elegido a alguien muy cercano a la edad de ella y no a
la de él —Y además un niño...— Suspiró —Eso no es para jugar.
—Edward, no iba a mencionar nada esta noche por el bien de todos pero ese
morado que tienes en la mejilla— Soltó un bufido —¡Una adolescente! ¡Por Dios
santo!
—Fue un malentendido mamá, yo no hice nada— Me defendí entre dientes.
—¡Tienes un morado en la cara! ¡Eso es lo único que yo veo! Y sea lo que sea que
esté pasando entre ustedes esta no es manera de tratarse. Emmett tiene razón
Edward, esa amarga personalidad que tienes no te va a llevar a ningún lado.
Resoplé por lo bajo y tanteé sobre la mesa hasta encontrar la mano de Bella y
tomarla con fuerza.
—Además de eso, mis respetos a ustedes señoritas por tratar con estos hombres
cabezas huecas. La cena ha terminado.
*******************************************************************************************************
El trayecto a casa en el auto de Bella fue bastante silencioso excepto por el sonido
enlatado que emitía el motor cada tantos minutos. Estaba esperando preguntas,
reclamos, comentarios maliciosos, persistentes o incluso un "creo que deberíamos
separarnos por un tiempo" pero Bella no me ofrecía nada. Era demasiado
inteligente como para creer que era porque ella estaba perfectamente de acuerdo
con todo lo que había hecho y dicho en casa de Esme, así que seguía esperando,
simplemente esperando.
—Entiendo lo que es tener una familia protectora— Anunció Bella después de una
pausa.
—Mi mamá, ya la conoces, tiene buenas intenciones pero insiste en dirigir mi vida.
Me removí un poco incómodo ante lo que compartía conmigo y sabía que era algo
importante para ella pero no estaba seguro de qué responder. No quería hacerla
sentir mal.
—Sólo digamos que te entiendo y sé lo que es tener una familia así— Completó en
un tono más ligero.
No pude evitar darle una sonrisa por eso. Una cosa más de las tantas cosas
inesperadas que me ofrece Bella Swan: comprensión.
—Si yo hubiese hecho eso frente a mi madre, estoy segura de que me hubiese
dado una bofetada— Continuó en el mismo tono. El nudo que sentía en mi cabeza
se iba soltando poco a poco.
—Te aseguro que, por lo que escuché, Esme estaba a punto de caer en eso— Reí.
—Emmett parecía sentirse muy mal cuando nos fuimos— Alegó lentamente, como
tanteando mi reacción pero no le di ninguna —Yo no tengo hermanos. La persona
más cercana a mí además de mi mamá es mi abuela. Ella te ama, por cierto—
Terminó con una risita y tuve que resistir el sonreirle de vuelta.
—¿En serio?
Al escucharla decir que su abuela me amaba, estuve a punto de bromear con ella y
preguntarle si ella también me amaba, pero a mitad de comentario me di cuenta de
lo ridículo que eso sonaba y lo incómodo sería. Estaba casi seguro de que ella lo
había notado pero aun así no lo dijo.
—Oh.
Incliné mi cabeza hacia ella tratando de escuchar cualquier señal que me hiciera
saber si estaba bien o no. Preguntarlo no parecía para apropiado en lo absoluto. Su
respiración sonaba laboriosa pero no parecía estar llorando. Finalmente la sentí
removerse en su asiento y escuché el ruido de su cinturón al ser removido, hasta
que inclinó su cuerpo hacia el mío y se acurrucó en mi abrazo.
—Ella siempre ha sido una persona muy feliz y yo siempre le he hecho saber lo
mucho que la amo. Pase lo que pase, sé que al pensarla no me arrepentiré de
nada.
La abracé más fuerte a medida que sus palabras calaban hondo dentro de mi como
un balde de agua fría. Si yo perdiese a alguien el día de mañana, ¿pensaría lo
mismo que ella? ¿O estaría lleno de arrepentimiento?
Rosé sus labios con los míos saboreando el instante, respirando su aire, uniendo su
aliento al mío y sonreí un poco al sentir como acercaba su cuerpo con su brazos
alrededor de mi cuello y sujetando mi cabello entre sus dedos. Antes de que
pudiese continuar ella ya lo había hecho por mí. Como llevada por un impulso, Bella
estrelló sus labios fuertemente contra los míos y apretó su agarre. Conocía muy
bien ese impulso, era exactamente lo que yo sentía. Por un momento disfruté de
sentir sus apresurados besos sin responder del todo, sólo dejándome llevar por lo
que sea que ella quisiera decirme, por lo que sea que ella quisiera que yo hiciera.
La parte racional en mi mente intentaba lanzarme una pregunta: ¿Qué tanto de mi
vida sería de esta forma si me entregara por completo a Bella Swan? ¿Dejaría de
ser quién soy? Pero luego sentí su boca bajando la velocidad hasta dedicarse a
dejar breves y lentos besos sobre mi boca para luego descender hacia mi cuello.
Con otra mujer quizá no hubiese sido tan difícil lo que intentaba hacer pero con
ella... todo dentro de mí gritaba "no arruines esto", "no lo eches a perder", "no lo
jodas".
—¿Quieres que entremos?— Susurró ella de igual forma, finalmente dando voz a lo
que yo quería decir.
—Vamos.
Una vez dentro de mi casa, encendí la luz como de costumbre y Chester llegó
enseguida a darnos la bienvenida con sus propios ladridos.
Esta noche no iba a permitir que nadie me robara la atención así que busqué un
poco de la comida de Chester, la coloqué en el pequeño jardín y lo llamé. Aunque
tardó un poco más de lo que esperaba (aparentemente no sólo era difícil para mí
alejarme de ella), Chester salió de la casa y pude cerrar la puerta a tiempo para
mantenerlo allí aunque fuese sólo por esta noche.
—¿Seguro que va a estar bien?— Inquirió Bella aun de pie donde la había dejado.
—Siempre pasa la noche afuera, la única diferencia es que hoy no le dejo otra
opción— Sonreí acercándome a ella lentamente.
—¿Bondadosa? Sólo porque me gusta ayudar. Pero no podemos vivir para otros
todo el tiempo, ¿cierto?
Su voz sonaba distante, temí que su mente hubiese despegado a otro lugar así que
me obligué a traerla de vuelta y volver a lo nuestro.
—Pero eres una chica buena. Las chicas buenas no se enamoran de los Grinch
como yo— Sonreí para tratar de hacerla sentir mejor.
—¿Qué pasa si no soy el héroe, qué pasa si soy el chico malo?— Sonreí y arqueé
mi ceja.
Fui respondido con otro golpe suave y el sonido de su risa, pero después colocó sus
brazos sobre mis hombros, sujetando mi cabello nuevamente y, sin separar su
frente de la mía, suspiró —Eres bueno Edward— Anunció para luego darme un
beso en la mejilla —Lo he visto. Sólo hay que acercarse con mucho cuidado para
verte de cerca.
—¿Qué?
"¡Dios! ¿Por qué esto es tan raro para mí? ¡No es como si no lo hubiese hecho
antes!"
—Está bien.
Mientras Bella hacía su llamada me acerqué a la nevera por una botella de agua. La
acabé por completo y la coloqué en el lavaplatos para luego abrir la llave y sentir el
agua fría recorriendo mis dedos y el dorso de mis manos. Estaba concentrado en
esa sensación cuando sentí las manos de Bella rodear mi cintura y su pecho
pegado a mi espalda.
—No— Continuó Bella entre risas —Tu habitación, es muy bonita. No la había visto.
El hambre que sentía por ella no aminoraba ni un poco sino lo contrario, pero me
obligué a besarla más despacio, explorando su boca con mi lengua para luego
dejarla y unir nuestras frentes. Hay algo más que necesitaba hacer con urgencia y
quería hacerlo no sólo estando ebrio de deseo sino con todos mis sentidos sobre
ella. Al menos todos los que tenía.
Finalmente subí al valle entre sus piernas sintiendo lo húmeda que estaba. Deposité
besos en su hombro y sonreí para ella.
—Edward...— Murmuró y colocó sus manos sobre mis gafas oscuras que no
recordaba que aun llevaba puestas —Voy a quitarlas— Anunció.
Luché contra mi instinto de decirle que no. Cuando al fin las quitó me sentí más
desnudo que antes pero ella se encargó de disipar eso cuando atrajo mi boca hacia
ella nuevamente.
Finalmente ya no pude eludir más el sueño y, con su rostro mi cuello y una de sus
piernas sobre mi cuerpo, me dejé llevar al inconsciente con un único pensamiento
danzando peligrosamente en mi cabeza.
...
Sucedió :O :)
Muchas reacciones acá (Emmett, Edward, Bella...) Opinen todo lo que quieran que
me encanta leerles ;)
El presente capítulo ha sido beteado por Zaida Gutiérrez Verdad de Betas FFAD
www .facebook groups / betasffaddiction
quien me está ayudando a darle más pulcritud a mi trabajo y a seguir aprendiendo
del arte n_n. Gracias.
Gracias por su apoyo :) y por siempre comentar aunque sea algo breve n_n...
Tabitha, Bella, Lana, Jenni, Carol, San, Isied, Lamb ;) leo cada palabra.
Enjoy
EPOV
Ya habían pasado varias semanas desde la primera vez que Bella y yo estuvimos
juntos por primera vez y había disfrutado de sus piernas en mis manos, sobre mis
hombros, envolviendo mis caderas… pronto se habían convertido en mi parte
favorita de su cuerpo y ella lo sabía. Esta era apenas la tercera noche que Bella
pasaba en mi casa, pero ya habíamos disfrutado muchas tardes juntos.
Con mucho cuidado estiré mi brazo hacia su lado de la cama y me encontré con su
espalda y su cuerpo posicionado boca bajo. Tracé patrones sin forma con la punta
de mis dedos hasta encontrar el lunar de piel en la parte baja de su cadera, Bella no
emitía ningún ruido, así que me acerqué por completo hacia ella, posicionándome
sobre su cuerpo, y me dediqué a repartir besos por toda su espalda, deteniéndome
por momentos para rosarla con la punta de mi nariz.
Cuando llegué a la parte más baja acaricié su trasero desnudo mientras depositaba
un beso húmedo en la base de su columna. Finalmente la sentí removerse debajo
de mí y la escuché suspirar. Sonreí sobre su piel y continué acariciándola un rato
para después desplazarme hacia sus muslos.
. . . . . . .
Escuché el timbre y abrí la puerta para recibir a Tommy y su madre, pero en lugar
de escuchar la voz particularmente grave de la señora Jefferson, escuché un mucho
más agudo tono de mi vecina adolescente.
—Buenas tardes, señor Cullen. Vine a traer a Tommy a su clase —anunció cortés y
brevemente.
—Oh, muy bien —contesté abriendo la puerta y escuchando los pasos de Tommy al
entrar.
Sus palabras me tomaron por sorpresa, generalmente era la madre de Tommy quien
se quedaba con él. Rebusqué en mi mente por alguna excusa y cuando no pude
encontrar ninguna, abrí la puerta una vez más.
Hice mi camino hasta el banquillo frente al piano y levanté la tapa que cubría las
teclas.
Cuándo llegó por primera vez solía ser un niño bastante ruidoso y su mamá lo
dejaba traer dulces todo el tiempo, por supuesto, eso terminó cuando tuvo un
accidente que involucró a mi piano y su jugo de manzana. Puede que yo haya
gritado y puede que él haya llorado desesperadamente mientras gritaba que quería
a su mami. Después de ese incidente, Tommy se volvió muy callado y en cada clase
tenía que sentarme junto a él y chocar mi cuerpo contra el suyo suavemente para
asegurarme de que siguiera allí.
Sin embargo, eso había sido hace mucho tiempo y me gustaba pensar que ahora
me llevaba mejor con los niños. No era ningún experto ni nada, y aún me molestaba
que hicieran demasiadas preguntas o que quisieran comer cerca de mi piano, pero
Bella y yo habíamos salido un par de veces con Seth y el chico no era tan malo. Le
enseñé a hacer un lanzamiento de tres puntos al aro y juro que a veces me hablaba
como si fuera un superhéroe o algo así, cuando me lo encontraba en la floristería e
insistía en salir conmigo y con Bella no me molestaba tanto decirle que sí.
Mis ratos libres con Seth me inspiraron un poco y las últimas dos semanas decidí
cambiar la estrategia con Tommy y, en lugar de rosar mi codo para saber que
estaba ahí, comencé a hacerle pequeñas preguntas.
—¿Qué canción quieres practicar hoy? —pregunté tratando de sonar lo más amable
posible.
El niño susurró algo que no pude comprender, así que tuve que pedirle que lo
repitiera.
—Puedes sentarte en el sofá —anuncié al darme cuenta de que era bastante tarde
y yo no le había dicho nada.
Después de enseñarle a Tommy unos ejercicios para sus manos y mostrarle las
primeras notas de su siguiente canción, la del cumpleaños feliz, presioné mi reloj y
me di cuenta que la hora había terminado e incluso la había sobrepasado.
—Eso es todo Tommy, nos vemos luego. —Aún no había terminado de despedirlo
cuando sentí al niño despegarse de su asiento como un cohete.
—Está bien, ya está en el pasado. También fue culpa de Jasper, así que...
—Si... él es...
—... aún no puedo creer que me haya dejado pasar esa vergüenza.
Mary no dejaba de soltar insultos al chico, haciendo caso omiso a mis palabras y,
francamente, estaba empezando a cansarme eso de intentar ser amable.
—No entiendo como esa señora pudo ayudarlo con semejante cosa...
El tono despectivo que emitió al referirse a Bella fue lo que terminó por colmar mi
paciencia.
—Esa señora de la que hablas se llama Bella y es mi novia. Ayudó a ese chico
porque es quien le vendía las flores. —Escupí con molestia. Maldije al no poder ver
su expresión y saber que ella no podía ver mi ira detrás de mis lentes oscuros.
Extrañamente decidí ir en contra de lo que siempre hacía y meterme en los asuntos
de los demás—. Escúchame, el pobre chico te regalaba flores y tarjetas, ¿cierto?
—Sí.
—Probablemente no sepas esto, así que te vas a enterar ahora: Esa mierda cursi
no la hace cualquier hombre, ese chico debe estar muy enamorado de ti para
arriesgarse de esa forma. —Me detuve un momento y las siguientes palabras las
emití entre dientes—. Yo que tú comenzaría a apreciar un poco más lo que hacen
otros por mí.
Las dos clases que di después de esa fueron un poco más ligeras, pero me sentía
cansado y no sabía por qué. Llevaba un mes hablando con mi madre por teléfono y
el mismo tiempo sin hablar con Emmett, aunque Bella hacía comentarios sobre él,
aparentemente su relación con Rosalie iba bastante bien.
Estoy bien.
Tuve una breve conversación con Esme, donde ella insistió en que no apagara mi
teléfono otra vez y yo insistí en que se preocupaba demasiado por su hijo adulto. Y
tuve una conversación más larga con Bella, donde acordamos vernos esa noche
para salir a cenar.
Hace unas semanas, después de mucho pensarlo, decidí pedirle a Martha que me
ayudara a organizar mi ropa para saber qué escoger al salir. Era extraño confiar en
ella de esa forma, pero, basándome en las reacciones de Bella al verme, me di
cuenta que todo estaba saliendo bien, así que escogí unas prendas y después de
darme una ducha estaba con bastón en mano y listo para salir.
Cuando Bella tocó el timbre y me llamó por mi nombre, una costumbre reciente, abrí
la puerta y no tuve que esperar ni un segundo para sentir sus brazos alrededor de
mi cuello, envolviéndome en un abrazo. Automáticamente mi cuerpo respondió al
suyo, escuché el sonido de la ligera lluvia tras ella y la halé hacia el interior de la
casa para evitar que se mojara.
Demasiado pronto Bella aflojó su agarre, dejando sus brazos sobre mis hombros,
pero alzando su rostro hasta que su nariz rosaba la mía.
—¿Te parece bien si nos sentamos un rato? —preguntó mientras tomaba mi mano y
jalaba mi cuerpo hacia el sofá.
Traté de resistir la sonrisa al pensar en que tal vez podía conseguir algo de acción
con mi chica antes de salir, me senté antes que ella para aprovechar y sentarla
sobre mi regazo.
—Si quieres hablarme mientras lo hacemos preferiría que fuera sobre lo excitada
que estás y que no menciones a mi hermano. —Declaré, luego tomé su cabello en
mis manos y lo aparté de su cuello para tener más espacio.
—Edward, es en serio...
Solté un bufido y rodé mis ojos ante el innecesario giro que había dado el momento.
Mis gafas oscuras obstruían cualquier acercamiento, así que ella las tomó con
cuidado y la removió, aún apretaba mis manos en puños cada vez que Bella hacía
esto, pero mi cuerpo perdía la tensión cuando ella me besaba. Depositó un beso en
cada uno de mis párpados para luego unir su frente a la mia, dejándome respirar su
aire.
—Edward...
Oh, oh. Me quejé mentalmente, porque todo hombre que ha estado suficiente
tiempo con una mujer sabe reconocer cuando su nombre es señal de problemas.
Sabía exactamente lo que decía cada vez que me quitaba las gafas.
No sabía qué decir, en realidad no sabía si decir algo o no. Sentía que el aire a mí
alrededor se hacía pesado y mi mente se entumecía mientras recordaba el día que
marcaría el resto de mi vida, sabía que no podía recordarlo y luego contárselo
porque sería una doble agonía, así que en mi entumecido estado comencé mi
relato, permitiéndome pronunciarlo tan sólo una vez más.
—Era el cumpleaños de mi papá y Esme había organizado una reunión en casa con
algunos amigos. Yo lo sabía, pero en ese momento Carlisle y yo estábamos
manejando una cuenta importante y nos quedamos hasta tarde en la oficina,
discutiendo si invertir o no en un pequeño restaurante en potencia. —Mi voz sonaba
monótona, como si la escuchara de alguien más, pero así lo prefería—. Carlisle se
negaba tercamente, pero yo no dejaba de insistir. Hoy pienso en ese día y no sé si
realmente discutíamos por la cuenta o sólo por llevarnos la contraria. —Traté de no
alejar demasiado mi mente, aunque era difícil hablarlo y no trasportarme hasta ese
día, tomé consciencia del peso de Bella sobre mis piernas y sus dedos acariciando
mi cabello para obligarme a continuar—. Como a las once de la noche Esme llamó,
supongo que estaba cansada de esperarnos. Primero habló conmigo, insistiendo en
que fuéramos a casa, pero apenas pude escucharla porque mi atención estaba en
Carlisle, quien caminaba de un lado a otro por la oficina sin poder creer en mi
palabra ni en mi trabajo. Después le pasé el teléfono y me di cuenta de que él no
estaba mejor que yo, sólo sostenía el auricular en su oído mientras me observaba
con el ceño fruncido.
—En este punto sentía que mi corazón aceleraba su paso cada vez más y se me
hacía difícil respirar. Traté de concentrarme en el aroma floral de Bella, pero sabía
que no funcionaría del todo—. Finalmente Carlisle accedió a ir a casa, aún sin cerrar
la cuenta, y nos fuimos en su auto. Mamá siempre se quejaba de nuestra mala
costumbre de llevar los problemas de la oficina a la casa, pero yo siempre lo vi
como una forma de ser y ese día no fue la excepción. Carlisle y yo seguíamos
discutiendo sobre qué hacer con el cliente, él creía que debíamos trabajar con
personas con más experiencia y dinero invertido, yo creía en trabajar con personas
que tuvieran más planes y deseos de crecer aunque tuvieran menos capital. Puse la
radio a todo volumen, en un intento de hacer callar a Carlisle, pero eso sólo logró
que ambos gritáramos más fuerte. Lo siguiente que vi fueron unas luces que se
reflejaban en la ventanilla del lado del conductor y la expresión descompuesta de
Carlisle... su ceño fruncido, su boca abierta y el dolor en sus ojos, como previendo
toda la mierda que pasaría después. —Un sudor frío se escurría en la parte de atrás
de mi cuello, mi corazón latía tan rápido como si hubiera estado corriendo un
maratón y sentía náuseas al pensar en la expresión de mi padre—. Eso fue lo último
que vi cuando un conductor ebrio chocó mi lado del auto. Ni siquiera tuve que verlo
porque pude sentirlo, mi cuerpo sacudido por el impacto, el grito de un hombre
desvaneciéndose a lo lejos y el sonido del metal del auto doblándose como un
palillo. Desperté... —Mi boca se trabó por un momento y mis recuerdos se
detuvieron. ¿Realmente había despertado? Abrí los ojos, sí. ¿Pero acaso despertar
no implicar ver la luz nuevamente?, ¿no implica dejar atrás la pesadilla y ver algo
más? Si esto era así, entonces estaba jodido, porque la respuesta era no. No había
despertado. Nuevamente fui consciente del peso de Bella sobre mis piernas, la
única que me anclaba a mi presente. Coloqué mis manos en su cintura,
aferrándome con más fuerza de la necesaria porque ahora ella era mi presente—.
Desperté en el hospital, mi padre estaba a mi lado y lo dijo. —Mi relato terminó
apropiadamente, con la sentencia final que dejó un velo negro y permanente sobre
el resto de mi vida.
. . . . . . .
BPOV
Me sentía congelada en mi lugar, sentada sobre las piernas de Edward, con mis
brazos alrededor de su cuello, mis manos se movían automáticamente sobre su
cabello porque toda mi atención estaba sobre lo que acababa de escuchar de sus
labios. No podía siquiera disimular la expresión de horror en mi rostro, pero me
obligué a respirar lenta y profundamente para que él no percibiera mi verdadero
estado, especialmente cuando sentí lo fuerte que me estaba sujetando en ese
momento.
La única razón por la que Emmett me lo había contado era porque se sentía mal por
su pelea con Edward y, en una de sus tardes en la floristería conmigo y Rosalie, se
le escapó algo del accidente y terminó por soltar lo demás alegando que era algo
que yo necesitaba saber y que Edward jamás, bajo ninguna circunstancia, me diría.
En realidad quise decir "Gracias por confiar en mí, por abrirte… Por quererme".
Edward soltó un profundo y largo suspiro para luego deslizar su mano de mi cintura
a mi muslo desnudo y dar dos palmadas suaves sobre él, como si el momento fuera
menos intenso de lo que era realmente.
El camino al restaurante lo hicimos en silencio, no podía evitar sonreír cada vez que
veía a Edward sentado en la furgoneta, sus pulcras camisas contrastaban con las
paredes de hojalata del envejecido coche y, si bien él no podía ver eso, sabía que al
menos lo presentía por la mueca que ponía cada vez que el motor se encendía
estruendosamente.
En los últimos meses, cada vez que salía de mi casa para salir con Edward a alguna
parte, mi pequeña, adorable e impertinente familia se las arreglaba para meterse en
mi vida, cada uno a su manera.
—Me va muy bien, abuela. —Era lo único que solía responderle mientras me
acostaba junto a ella en su angosta cama.
Rosalie, por otro lado, era mucho más obvia, sus preguntas iban desde posiciones
sexuales hasta el estado de nuestra relación en facebook. Seth era el mejor de
todos, ya que había adquirido cierto cariño por Edward y Chester e incluso había
salido con nosotros un par de veces, su relación con Emmett estaba mejor, pero
seguía diciendo que el novio de su mamá era aburrido.
Estar con Edward estos meses me había hecho notar muchas cosas, no sólo en él,
sino en mí, incluso cosas no muy buenas y que no conocía. Si bien el carácter de
Edward era un poco difícil para otros, nadie podía negar su valor, su fuerza y su
voluntad para afrontar las adversidades y simplemente ser quien es. Fuerza que yo
no demostraba.
Ella siempre había sido una constante en mi vida y la mujer más importante para mí,
aunque compartía el puesto con mi abuela. Sabía que lo que hacía por mí, lo hacía
porque me amaba y sólo quería lo mejor, sin embargo, nuestra definición de lo
mejor no siempre era igual.
Yo amaba trabajar con las flores y compartir mis ideas de ellas con cada persona
que entrara a la tienda, pero no quería que toda mi vida girara entorno a eso. Cada
vez que hablaba con Seth y con sus amigos, recordaba lo que realmente quería
hacer y para lo que había estudiado, enseñar. Mi corazón latía velozmente por mi
dilema, el deseo de hablar con mi madre y redirigir mi vida y la incertidumbre y el
temor de tener que revelarme ante lo que ha sido mi vida por veintiséis años.
Estacioné el auto saliendo de mis cavilaciones, abrí mi boca para decirle algo a
Edward, pero él me ganó.
—¿En dónde me dijiste que estamos? —Inquirió al traspasar la puerta del local.
—¡Bella! ¿Qué está pasando?, ¿qué fue eso? —preguntó Edward sonando un tanto
desesperado.
—No lo sé. Era un hombre tocando la ventana, parece que viene hacia acá...
No sabía con exactitud qué estaba pasando y mi confusión se filtraba en mi voz, el
hombre llegó a nuestra mesa dando grandes zancadas y se detuvo junto a Edward,
observándolo fijamente sin siquiera mirarme.
El elegante traje gris que portaba contrastaba con su cabello desaliñado y su barba
insipiente, el olor a alcohol que despedía era inconfundible.
—¿Qué estás haciendo aquí? —Escupió Edward sin girar su rostro hacia el hombre,
pero claramente refiriéndose a él.
—No tengo nada que hablar contigo. Habla con Emmett o Esme si quieres, pero
aléjate de mí —dijo Edward sin alzar la voz, pero con mucha firmeza.
—No tienes por qué hablarme así Edward, sigo siendo tu padre —dijo el hombre.
Sus duras palabras eran como un balde de agua fría. Automáticamente, y sin saber
exactamente por qué, posé mi mano en su hombro, él dejó caer su cabeza para
luego incorporarse lentamente.
Estaba congelada en mi lugar, viendo la escena que se desplegaba ante mí, sin
poder creer que estos dos hombres fueran padre e hijo. Aparentemente eso fue
suficiente para los dos meseros, que rápidamente se acercaron a la mesa.
Otro, de mayor estatura y más corpulento, se posicionó frente a Carlisle, sin tocarlo,
pero preparado para hacerlo.
—Retírese, señor.
Ninguno de los dos aludidos movió un músculo hasta que finalmente Edward sacó
su bastón y lo desdobló con un movimiento brusco para luego tomar a Carlisle por la
solapa de su chaqueta y arrastrarlo, tanteando el camino hacia la salida.
—¡Por supuesto que es mía! Así como tu accidente y como toda la mierda que ha
caído sobre nuestra familia desde aquel día...
—¡Basta ya Carlisle! No soporto que te hagas la víctima. Yo fui quien quedó ciego y
dejó de vivir por mucho tiempo, pero no puedo dejar de vivir para siempre. Aquí
esto… Aquí estoy. —Sus palabras parecieron afectar a Carlisle, porque pasó sus
manos por su cabello y se tambaleó un poco en su lugar—. Tú tomaste la salida
fácil, decidiste hacer lo mismo que hacía el hombre que causó mi ceguera.
Procuré pararme junto a un rincón de la sala, temiendo decir algo que lo empeorara
todo porque estaba viendo un lado de Edward que no conocía y, francamente, me
asustaba un poco. Después de un momento me atreví a recordarle mi presencia.
—Sé que quieres que me reconcilie con ellos, pero no es tan fácil, ¿comprendes?
—Se detuvo y movió su cuerpo para darme la espalda, sin dejarme ver su rostro—.
Tú eres muy unida a tu amorosa familia, pero yo no soy así. Las peleas, el hombre
que viste hoy, esa es mi familia.
No entendía la mitad de lo que estaba diciendo, todo era muy incoherente y supuse
que sería su ira hablando, así que me acerqué a él y coloqué mi mano sobre su
brazo.
—No quiero —aseguró con voz firme y finalmente me encaró. Sus labios fruncidos y
su mandíbula apretada no eran una buena señal.
—Sí, creo que... —No me dejó continuar, pues lo siguiente que vi y sentí fueron sus
manos tomando con fuerza mis mejillas y estrellando sus labios contra los míos.
No podía cerrar los ojos ni abrazarlo porque la presión de su cuerpo era lo único
que podía percibir. Sus labios se movían apresuradamente sobre los míos, su
lengua abriéndose paso bruscamente entre mis labios y sus dientes mordiéndome
con más fuerza de lo normal. No estaba haciéndome daño, pero me sentía
incómoda y fuera de lugar. Edward no estaba besándome por amor, tal vez ni
siquiera por lujuria; sus acciones parecían automáticas y sin sentido.
Cuando sentí una de sus manos bajar a mi trasero y apretarlo con fuerza, me decidí
a colocar mi mano en su pecho y empujarlo. Él se resistió un momento, pero yo
insistí en mi empuje y finalmente cedió, soltándome con un gruñido.
—¿Qué estás haciendo? —Cuestioné sintiendo la ira surgir en mi pecho. Mis ojos
picaban.
—¿Crees que no me doy cuenta de lo que haces? ¡Estás actuando! Eso es lo único
que sabes hacer. Cuando hay algún problema tú simplemente haces algo, lo que
sea, aunque no tenga nada que ver con eso. —En ese momento yo estaba gritando
incluso más que él y lágrimas calientes caían de mis ojos, pero no me importaba,
sólo me importaba gritarle todo lo que pensaba de una vez por todas—. Ni siquiera
piensas en lo que está pasando ni intentas resolverlo, solamente vas y le gritas a
alguien.
—¿En serio quieres hablar de defectos en este momento? ¡Al menos yo hablo y
actúo! ¡Tú eres una mujer adulta y vives bajo la sombra de otras personas tomando
decisiones por ti! —Ese fue un golpe bajo, sus palabras destilaban veneno.
Repentinamente retomó su andar, paseándose de un lado a otro por la sala—. Ni
siquiera haces lo que quieres. ¡Qué fácil es vivir siguiendo la corriente! —Dejó de
gritar, pero sus palabras eran como un balde de agua fría cayendo sobre mí.
Sin pensarlo dos veces caminé rápidamente y salí azotando la puerta tal y como
había hecho él. Me subí al auto y me fui de allí lo más rápido posible, alejándome de
esa casa, de Edward y de toda su oscuridad.
...
Uy... un poquito pesado. *Suspiro* sigo desarrollando el próximo capítulo :/ así que
aprecio su comprensión.
Mmm... Recuerden que toda pareja tiene sus discusiones jaja pero el amor
prevalece :)
Opinen todo lo que quieran que estaré leyendo y respondiendo súper atenta ;)
aprendo cada vez más.
Un abrazo!
Alessa.
E: Redención
Hola :)
¿Quién tiene una beta súper rápida y genial? ¡Su autora aquí presente! Gracias por
tu trabajo, Zaida n_n
Saludos a Coki, Rosa, Nancy, Liliana, Andrea, Jenni y todos quien, aun sin cuenta
fanfiction, comentan :)
Aprecio cada recomendación por cualquier medio, palabra, comentario o carita
feliz que recibo de ustedes :) leer sus opiniones es impresionante y me dan mucha
fuerza :')
Enjoy!
REDENCIÓN
EPOV
El sol bañaba mi cuerpo. No podía ver la luz que irrumpía por la ventana, pero podía
sentir el calor que irradiaba sobre mí. Froté mi rostro mientras pensaba cosas
estúpidas como el tono azulado que solía adquirir la luz a esta hora de la tarde
cuando atravesaba la cortina de mi sala.
El sonido del timbre interrumpió mis cavilaciones. Sonaba fuera de lugar, casi
esperaba escuchar aves trinando, quizá la voz de una mujer diciendo mi nombre.
Ella.
—Estoy bien, Mary Alice —repliqué pasando mis manos por mi cabello y sintiendo
que estaba un poco largo.
—Los niños del vecindario me contaron que lleva dos semanas sin dar clases. Los
padres están un poco preocupados y me enviaron a hablar con usted.
—Niños chismosos. ¿Desde cuándo los niños se molestan por un par de semanas
libres?
En serio, cuando yo iba a la escuela las vacaciones eran lo máximo. ¿Tanto han
cambiado las cosas?
—Son los padres los que no están muy contentos —explicó cautelosa.
—¿Y tú eres la representante de todos, o qué tiene que ver contigo? —pregunté con
más fuerza de la que quería.
Alice permaneció en silencio y por un momento dudé de lo que haría, hasta que
finalmente habló.
—... Y sus padres te enviaron a reclamarme. ¿No tienen las agallas de hablar como
adultos y tienen que mandar a una adolescente?
Increíble.
No sabía qué pensar, no entendía nada, así que dije el único pensamiento
coherente que pude formular en mi cabeza.
—¿Qué?
Gruñí por lo bajo y rodé los ojos tras las gafas. Esto no explicaba nada y,
francamente, no me estaba diciendo nada que no supiera desde hace tiempo.
—Entonces deben estar felices por no tener clases. Gracias por venir, Mary Alice,
no tendrás que hacerlo otra vez. —Estaba con la puerta a medio cerrar cuando algo
se interpuso en el camino.
—Déjeme terminar, señor Cullen. —Ahora me daba cuenta que ese algo
probablemente era su mano o pie—. Durante los últimos meses sus opiniones
cambiaron. Ahora todo lo que escucho es "el señor Cullen esto, el señor Cullen
aquello". Jenny incluso me dijo que usted le había regalado un dulce. —El último
hecho parecía más asombroso de lo que era porque Alice sonaba realmente
sorprendida.
—¡Eso pensé! —Ahí va otra vez con su voz chillona—. Hasta que presencié su
clase con Tommy Pickler, ¿sabe cuál fue la única razón por la que tuve que venir
ese día? —Sacudí mi hombro en señal de negación—. Tommy me dijo que usted
estaba siendo bueno con él, pero eso le asustaba porque usted nunca había sido
bueno. Sus otros amigos ya le habían dicho que había cambiado, aunque él no les
creía, así que me pidió que lo acompañara.
Fruncí mi entrecejo y casi pude sentir como mis defensas comenzaban a temblar,
¿ese niño realmente estaba asustado? ¿Me tenía miedo? En ese momento sentía
mi expresión un poco descompuesta, al igual que mi estómago.
—¿Sabe lo que me dijo Tommy Pickler después de esa clase? —Inquirió Alice
suavemente. Sacudí mi cabeza, incapaz de responder—. Me dijo que ya no tenía
que volver a acompañarlo porque se la había pasado muy bien en su clase. Me dijo
que Jenny y Julia tenían razón... El señor Cullen es bueno.
Había perdido mi clase de las dos y la clase de las tres ya había perdido la mitad de
su tiempo.
—Está bien, puedes pasar. —Lo escuché adentrarse a la sala, pero me percaté de
que Alice no lo había seguido—. Tú también puedes pasar, Alice.
—Uh... gracias, señor Cullen. En realidad yo... v-voy a salir con Jasper... ¡Pero
vendré por Tommy en media hora! —Enmendó rápidamente.
—Jasper...
Muy bien, creo que nos estancamos, pero no era mi culpa, estaba realmente
sorprendido.
Me despedí de Mary Alice y dediqué la siguiente media hora a escuchar los avances
de Tommy. Me sorprendió saber que en realidad lo estaba haciendo mejor, así que
debió haber practicado, justo como me dijo. Los avances que no había hecho en
meses los logramos en un par de semanas. Él lo logró.
Tommy también estuvo más hablador que nunca. Me contó sobre lo que Jenny le
había dicho y sobre su horrible maestra de primer grado, la señorita Banner. Yo me
limité a sonreír y asentir un par de veces, sin tener mucha idea de cómo actuar, pero
sabiendo muy bien como no actuar. En pocas palabras, como un Grinch.
Cuando Tommy y Mary Alice se fueron, me dispuse a hacer el resto de las cosas
que tenía pendientes. No quería pensar demasiado en eso para no arrepentirme,
así que comencé haciendo algo que había pospuesto hace mucho tiempo.
Ejercicio.
Cambié mi ropa por una camiseta vieja y unos shorts, tomé un par de cosas de mi
habitación y la cocina y salí al patio trasero.
. . . . . . .
Estaba parado frente a la puerta del edificio, sujetando con fuerza la correa de
Chester, que sólo se ocupaba de dar vueltas alrededor de mis pies de forma
inquieta. Había pasado mucho tiempo desde la última vez que había estado ahí y
era difícil para mí por dos cosas. Primero, porque no estaba acostumbrado a hacer
esto, a dar el primer paso, me sentía avergonzado y todo dentro de mí decía que
diera media vuelta y saliera de allí. Segundo, estaba frente a un edificio de esos que
necesitaban que un inquilino tocara su interruptor para que la puerta se abriera,
recordaba que Emmett vivía tras alguna puerta del tercer piso, pero no tenía ni idea
de cómo llegar hasta allí.
Chester ladró y empujó mis piernas hacia la puerta del edificio, que seguía cerrada.
Chester empujó mis piernas con su hocico una vez más y un foco pareció
encenderse dentro de mi cabeza. Tuve un recuerdo de mi hermano y yo cuando
éramos pequeños y visitábamos al tío Vernon en su edificio, solíamos quedarnos en
el parque del patio trasero hasta tarde y cuando queríamos entrar simplemente
presionábamos todos los botones del edificio hasta que alguien nos dejara pasar.
Sin pensarlo dos veces extendí mi palma sobre todos los botones que podía abarcar
y los presioné varias veces. El sonido de muchos timbres hizo eco hasta donde
estaba y por el intercomunicador pude escuchar los gruñidos de varias personas
quejándose y preguntado quién era. Dos segundos después escuché la puerta
metálica abrirse y Chester haló mi cuerpo hacia el interior del edificio.
Por fortuna para mí, las escaleras estaban a sólo unos pasos frente a la puerta y
pude llegar fácilmente al tercer piso. Cuando finalmente me detuve al comienzo del
pasillo, mi suerte se acabó. Recordaba que era un corredor largo con dos puertas a
cada lado... ¿O eran tres? ¡No, eran dos! Estaba completamente seguro de que
Emmett vivía de lado derecho, la pregunta era en cuál puerta.
—Tú viviste aquí, ¿no recuerdas tu antigua casa? —Le pregunté a Chester dando
dos breves toques a su oreja derecha en señal de avance, pero sólo recibí un
ladrido de respuesta—. Parece que no.
Por un momento pensé en gritar y esperar que estuviera en casa y saliera a
buscarme, pero fue muy breve, pues no quería quedar como un loco frente a los
vecinos de mi hermano.
Chester sólo se limitó a seguir mis movimientos sin proferir sonido alguno. Me
detuve por un rato tratando de palpar el timbre, pero no lo encontré, así que opté
por tocar la puerta. Mi puño se detuvo en el aire cuando un pensamiento cruzó
velozmente por mi mente. ¿Qué se supone que tengo que hacer? ¿Qué se supone
que voy a decirle?
Ese deseo de hacer algo diferente que me había traído hasta aquí se apoderó de mí
y, en lugar de dar algunos toques a la puerta, terminé por golpearla con mi puño una
y otra vez.
No sabía nada sobre las personas que frecuentaba mi hermano. Por lo poco que
sabía, ese hombre apestoso podría ser su mejor amigo y yo no iba a crear
problemas... No esta vez.
—¿Quién diablos es ese? Lárgate de aquí o sino...
—¿Edward? —La voz de Emmett sonó a unos pocos metros a mi izquierda. Por
inercia giré mi rostro en su dirección y escuché atentamente sus pasos hasta que lo
sentí a mi lado y colocó su brazo sobre mis hombros—. Disculpe, yo me encargo. —
Sabía que sus palabras no eran para mí.
Escuché unos murmullos por lo bajo que no pude distinguir y, unos segundo
después, la puerta ante nosotros se cerraba y Emmett me empujaba en dirección a
donde había llegado.
—¿Qué dices?
—Nada.
Finalmente nos detuvimos y escuché una puerta abrirse, pero Emmett aún no me
invitaba a pasar. Sentía la tensión escalando por mi cuerpo y la incomodidad
interponiéndose entre nosotros, así que decidí actuar antes de pensarlo demasiado.
No podía ser posible. Yo estaba allí, dando un gran paso, comportándome como el
maldito hermano mayor que soy, ¿y el no escuchó una palabra?
—Sí, sí, sí, lo siento mucho. Listo. No te emociones. —Le mostré una sonrisa para
que supiera que también estaba bromeando.
Podía sentir que el momento se hacía más empalagoso de lo que podía soportar,
así que decidí cortarlo dándole unas palmadas en el hombro antes de que alguno
terminara llorando, probablemente él, como en la trama de telenovela adolescente.
No es que yo sepa mucho de telenovelas adolescentes.
—Oh.
—¿Qué pasa?
—Nada. Me parece muy bien que hables con Bella, ¿quieres que te lleve?
. . . . . . .
—Al menos lleva a Chester, el pobre ladra como desesperado. —Tomó mi mano y
colocó la correa en mi palma.
—Bella no está aquí —respondió fríamente alguien con quien no había contado en
lo absoluto.
Renée.
—Buenas tardes, señora Dwyer, necesito hablar con Bella —anuncié firmemente,
asegurándome de guardar mi bastón y tomar la correa de Chester con mis dos
manos, sólo en caso de que a mi querido perro se le ocurriera recorrer los pasillos o
hacer sus necesidades en alguna de las plantas.
Nunca le admitiría esto a Bella, pero la señora Dwyer... Digamos que no era de mis
personas favoritas. Nunca me había tratado mal, pero había algo en su tono
autoritario que yo no aceptaba del todo. Sin embargo, sabía que adoraba a su hija y
que Bella la adoraba a ella, incluso yo sé que la relación madre-hija es sagrada.
—Escuche, señora Dwyer... —Pausé y me obligué a pensar en mis palabras antes
de actuar—. Casi no la conozco y usted a mí tampoco. Pero le aseguro que amo a
Bella, la respeto y necesito hablar con ella urgentemente, ya sea si usted está de
acuerdo o no.
—Me alegra que mi hija haya encontrado a alguien lo suficientemente hombre como
para venir a buscarla y hablar de ella de esta forma. —Me removí un poco incómodo
ante sus palabras, sin saber exactamente que hacer, pero ella continuó, cambiando
su frío tono por uno mucho más suave—. Estoy diciendo la verdad Edward, Bella no
se encuentra aquí.
—No estás entendiéndome, Edward. Bella se fue. —Me sentía muy confundido y un
montón de escenarios pasaron por mi cabeza, pensando en dónde podría estar,
ciertamente yo podría buscarla o esperarla. Sin embargo, sus siguientes palabras
disiparon cualquier duda en mí, su tono fue más certero y puntual—. Bella se fue.
Bella se fue.
...
...
Sip.
...
*Alessa sonríe tímidamente* ¿Qué les parece lo que hizo Edward? ¿Si logró
redimirse? Parece que Alice no es tan mala después de todo *guiño, guiño*
Apuesto a que no se esperaban esa línea sobre Bella :/. Estoy preparada para
recibir todas las opiniones o tomatazos que quieran lanzarme, lo entiendo
completamente :$. No se queden con eso por dentro y descarguen sus
pensamientos en la ventanita blanca de aquí abajo, que mis dedos estaran
esperando para responder ;) (el resto de mi cuerpo probablemente este escondido
bajo una armadura anti tomates xD)
Abrazos :)
Alessa.
B: Terminé de Correr
Hola :) Gracias por su constancia y Bienvenidos a la cabeza de Bella (un tanto llena
de cosas así que procuren caminar con cuidado ;) )
Saludos a: Ellie (que linda eres jaja) Rosa (I love when people speak english to me
xD), Andrea Fernandez (aquí esta Bpov n_n) Coki, Liliana R., Isied, Jenni, Pili
(que chistosos y lindos sus comentarios n_n), "holaestoyaburrida" (que cómico
xD) y los 2 anónimos ;)
¡Enjoy!
BPOV
Capítulo 15
—Dime, ¿qué se siente? —inquirió Rosalie con una gran sonrisa mientras yo
colocaba sobre la mesa todas las cosas que cargaba en mis brazos. Si seguía así,
me iba a convertir en una de esas mujeres musculosas.
Vaya manera de romper con mi buena vibra. Estaba a punto de ponerme filosófica.
—¡Es chocolate! —expliqué recordando que la mañana de hoy Mickey había llegado
hasta mi mesa anunciando que me había guardado un chocolate que su madre le
había regalado ayer. Al parecer lo había guardado en el bolsillo de su mochila todo
ese tiempo, porque cuando lo sacó se había derretido por completo. Antes de que
pudiera tomarlo en mi mano, al pequeño Mikey se le ocurrió la idea de estirar la
suya y lo estrelló en mi pecho.
—¡Hey, una maestra de preescolar no hace eso! No querrás que tus niños te vean y
comiencen a mostrarle el dedo a todo el mundo, ¿o sí?
Maestra de preescolar, mis niños, todo en esa oración sonaba tan bien que tuve que
esforzarme para no soñar despierta.
—Guardería, preescolar, como sea. Igual atiendes niños y les enseñas cosas, ¿no?
—Qué básica eres, pareces hombre. —La acusé usando su punto débil.
Su pregunta era demasiado amplia. ¿Lo que estaba haciendo en cuanto a qué? ¿Mi
nuevo trabajo? ¿Mi repentina mudanza? ¿Mi renuncia a la floristería? ¿La situación
con mi familia? Opté por no pensarlo demasiado y valorar. Entre lo bueno y lo malo
que había en mi vida a raíz de esos cambios, ganaba lo bueno, así que respondí en
base a eso.
—Sí.
—Qué raro. Voy a ver quién es —murmuró mi amiga secando sus manos en el
delantal que usaba.
—Está bien. Yo voy a decirle a Seth que la comida ya está casi lista —respondí
yendo en dirección contraria a la puerta de entrada y rumbo a la habitación de Seth.
La casa de Rosalie, al igual que la de mi abuela, no era muy grande, pero tenía
largos pasillos. Me encontraba a sólo un par de pasos de la habitación de Seth
cuando escuché la voz de Rose.
Me quedé congelada en mi lugar, sin mover ni un músculo, pero con mis ojos muy
abiertos por la sorpresa. "¿Edward? ¿Qué está haciendo aquí?"
—Qué raro verte por acá, Edward. —Repitió Rosalie hablando más fuerte de lo
normal y haciendo énfasis en el nombre, pude suponer que era su intento de
alertarme.
El sólo pensar en hablar con Edward en ese momento me ponía muy nerviosa y
sacudí mi cabeza y mis manos rápidamente, dándole a Rosalie una respuesta
silenciosa y negativa a su pregunta.
—¿No sabes? Su mamá me dijo que no sabe dónde está, pero... ¿Tú tampoco?
Eso no suena como Bella —murmuró incrédulo.
Rosalie me lanzó una mirada de indecisión que no supe cómo responder, así que
ella continuó.
—Bella está haciendo algunos cambios en su vida, Edward —explicó con la verdad
y lo agradecí profundamente, lo menos que quería era llenar a Edward de mentiras
sobre mí.
—No. —Mintió—. Pero ella ha hablado mucho conmigo y sé lo que está haciendo.
Le diré que estuviste buscándola. Ella te buscará cuando esté lista.
—No lo sé, Edward, ella me dijo que la última vez que te vio le dijiste unas cosas
bastante feas. No puedes culparla por querer algo de espacio.
Sabía que Rosalie sólo le decía eso para evitar sus preguntas. Después de todo, yo
sí le había contado lo de Edward me había dicho, pero ella sabía que mi enojo se
había acabado unos días después, cuando me di cuenta de que esas palabras,
aunque cubiertas de una ira que no era para mí, tenían mucho de cierto. Más de lo
que deseaba admitir.
—¡Claro! ¡Dime!
—Uhm... Edward... disculpa, pero no creo que Bella sepa leer Braille.
Tuve que tapar mi boca para reprimir la carcajada que amenazaba con salir de mí, y
más aún cuando vi a Edward inclinar su rostro hacia un lado, gesto que siempre
hacía cuando rodaba sus ojos tras las gafas, y bufar audiblemente, viéndose
notoriamente indignado. ¡Braille! ¡Já!
—Yo tampoco sé braille —aclaró él entre dientes y tapé mi boca con más fuerza
para no reír. Quizás era un poco más simpático ahora, pero el Edward gruñón
seguía haciendo sus apariciones de vez en cuando.
—Entonces...
—Hola Bella, ¿ya está lista la comida? —La voz de Seth me hizo saltar del susto.
No me había dado cuenta de que el niño se encontraba junto a mí, esperando mi
respuesta. Rápidamente observé a Edward para ver si había escuchado algo, pero
él permanecía en la misma posición, ajeno a lo demás.
—¿Qué estás...? ¡Oh! ¡Hola Edward! —Seth debió haber seguido la dirección de mi
mirada, porque de un momento a otro ya no se encontraba junto a mí, sino frente a
Edward y con una enorme sonrisa—. ¡Chester! —exclamó alegremente inclinándose
un poco hacia el perro y rascándolo detrás de ambas orejas.
Seth volteó su rostro hacia mí y me hizo señas para que me acercara a jugar con
Chester, porque era algo que solíamos hacer. Me acerqué lo más sigilosamente
posible, tratando de que mis pisadas no hicieran el más mínimo ruido, pero no para
jugar con Chester. Me acerqué porque Seth no sabía que yo estaba escondiéndome
de Edward y, muy especialmente, porque Seth era un niño y sabía que la verdad
podía salir de sus inocentes labios en cualquier momento. Por supuesto, no me
equivoqué.
—Seth, escucha, vine aquí porque necesito saber dónde está Bella —señaló
Edward.
—¿Bella? Bella está...
—Bella estaba aquí, pero ya no está. —Mintió Seth. Giró su rostro hacia mí y asentí.
Me sentía horrible por hacerlo mentir por mí.
Edward asintió con la cabeza lentamente y en ese momento Rosalie volvió con lápiz
y papel en mano.
—Aquí tienes —anunció Rosalie, rosando los dedos de Edward con el papel hasta
que éste tomó los instrumentos rápidamente.
¿Qué vas a hacer, Edward? ¿Qué vas a hacer?, pensé intrigada por su intención.
—Olvídalo. Sólo dile que estuve acá y que... Que necesito hablar con ella en
persona.
—Dile que ésta vez no se trata de mí, dile que se merece una disculpa. Al menos
quiero darle eso. —Terminó sus palabras suavemente y no pude verlo más. Me
escondí por completo tras la pared y recargué mi espalda sobre ella.
Después fue el turno de Rosalie, ella se detuvo junto a mí, observándome, como
esperando algo. Me sentía como una niña e inmediatamente pensé en Renée, en lo
rara que me sentía al no depender tanto de ella. Rosalie no se parecía en nada a
Renée, pero era madre, y lo que me estaba dando en ese momento era una mirada
de madre. No una madre que te grita o te corrige, sino una que espera
pacientemente a que tú misma te des cuenta.
. . . . . . . . . .
Las visitas de Emmett estaban aumentando. Ya llevaba poco más de dos semanas
quedándome allí y sus visitas no eran muy frecuentes, así que podía esconderme
con facilidad, pero esta última semana no había podido hacerlo en lo absoluto,
especialmente cuando una mañana quiso "darle una sorpresa a Rosalie" y fui yo
quien le abrí la puerta con pantuflas, pijamas y todo. Finalmente le dije la verdad de
mi nuevo trabajo y hogar temporal, pidiéndole que por favor no le dijera una palabra
a su hermano.
—¿Por qué no? ¡Esto es bueno, Bella!... ¿O no? —exclamó perplejo después de
escuchar mi pedido.
—¿Y de dónde salió este trabajo? —Cambió de tema, supongo que al sentir la
intensidad, o rareza, de mis palabras.
Emmett se contentó con mi historia y prometió no decir nada, pero no sabía cuánto
duraría eso. Tres días después de la inesperada visita de Edward, Emmett estaba
de vuelta en casa de Rosalie.
—Esto está matando a Edward —señaló Emmett con pesar, pero la sonrisa que se
asomaba en sus labios no coincidía con lo que decía. Él estaba parado haciendo
algo en la isla de la cocina, pero yo estaba sentada en la mesa, muy concentrada y
construyendo una pequeña maqueta de juego para los niños
—¿Por qué sonríes al decir que algo está matando a tu hermano? —Yo también
sonreía involuntariamente, pero no podía evitarlo. ¡Era tan raro!
—¿Entonces por qué lo haces? —grité justo antes de que los dos rompiéramos en
carcajadas.
—Bien, bien —dijo Emmett tomando aire para calmarse—. No es que me alegre de
que Edward la esté pasando mal, es sólo que... —Pausó antes de encontrar las
palabras—. Es bueno verlo hacer algo diferente, para variar.
—No soy tu princesa, Jacob, y ya te dije que no me gusta que me abraces así —
respondí fríamente y sin apartar mis ojos ni mi atención de mi trabajo.
—No sé cómo puedes trabajar con tantos niños todo el día. Yo me volvería loco —
Declaró Jacob entre risas.
—Renée me dijo que tu abuela estuvo preguntando por ti. —Repitió lentamente
como a un... no, ni siquiera a los niños se les habla de esa forma—. Creo que
deberías...
Bufé impresionada por la falta de tacto de Jacob y corrí hasta la tienda. Cuando
estaba a punto de entrar, me detuve a unos centímetros de la puerta. A través del
vidrio de la vitrina podía ver a Renée sentada detrás del mostrador, con su rostro
escondido entre sus manos. Dudé un par de segundos, hasta que finalmente
empujé la puerta y entré, siendo anunciada por el característico sonido de la
campana.
Renée apartó las manos de su rostro y me dio una pequeña sonrisa cansada.
—Hola hija.
Su sonrisa no decayó, pero sus ojos se nublaron ligeramente, llenos de lágrimas por
derramar.
—Bien.
Asentí dándole una sonrisa que ella respondió de igual forma. Finalmente pude
girarme y encaminarme rumbo a la habitación de mi abuela.
Todo estaba tal y como lo recordaba. Incluyendo el paral metálico que sostenía la
bolsa de suero unida a la muñeca de mi abuela. Ella estaba despierta y sus ojos
encontraron los míos apenas entré.
—¡Hija! —Saludó con alegría. Su voz, su sonrisa, como lo dije, todo igual.
Claro, había encontrado muchas formas de visitar a mi abuela sin pasar frente a
Renée. A ella jamás la dejaría, mucho menos por alguien más. Me senté en la orilla
de su cama. Cuando tomé su brazo para acariciarla, noté que su piel estaba un
poco más reseca, no sabía por qué, pero era lo más insignificante para mí.
Esa tarde me olvidé de todas mis ocupaciones y de cualquier otra cosa o persona
que no fuera mi abuela, Anne Dwyer. La persona más hermosa del planeta tierra, le
conté sobre mi trabajo con los niños y ella me sugirió que me consiguiera uno
propio. Lo sé, cosa de abuelas. La abracé hasta que me dijo que ya era suficiente y
alrededor de las seis, cuando mi tío le llevó la cena, me despedí de ella con un
fuerte abrazo y la bendición para el camino.
—No es como si pudiera ir en taxi a llevarle las flores, es demasiado lejos. —Me
detuve frente a ella y le hice señas para que dejara el teléfono un momento—.
Espere, por favor.
—Es sólo una palanca. Puedo hacerlo. —Con toda la determinación que pude
acumular tomé el teléfono que sostenía en sus manos y lo puse en mi oreja—.
Señor, una repartidora va en camino a entregar su orden. Hasta luego. —Colgué
rápidamente y puse el teléfono en su lugar.
—¡Ese hombre está loco, Bella! ¡Estaba a punto de colgarle y dejarlo hablando solo!
Dice que hizo su pedido ayer, pero Rosalie y yo estuvimos aquí todo el día y no
recibimos nada —explicó Renée apresuradamente.
—¿Entonces por qué dudabas tanto? —pregunté extrañada. Mi mamá era muy
respetuosa con todos los clientes, pero definitivamente no era mujer de aguantar los
reclamos de nadie.
Las dalias eran mis flores favoritas, y también una de las más costosas que
teníamos, más aún si era un ramo grande.
—Ese hombre lleva una hora llamando insistentemente y accedí a hacerlo porque
pensé que el repartidor llegaría antes, pero está atascado en el tráfico. Aquí está. —
Renée se acercó a un refrigerador y sacó un ostentoso y colorido ramo que entregó
en mis manos—. Voy a buscar a tu tío para contarle.
Después de una veloz, pero muy detallada, explicación sobre cómo manejar el
camión por parte de mi tío, y después de jurarle que tendría cuidado y que cubriría
el gasto de cualquier daño que le causara, arranqué rumbo a la dirección que
Renée me había escrito.
Demoré casi el doble del tiempo normal en llegar a mi destino porque cada tantas
veces el camión se atascaba o se apagaba, gracias a Dios no había subidas en esa
parte de la ciudad. La explicación ilustrada que mi tío me había pegado en el tablero
no me servía de mucho cuando se me olvidaba en qué momento tenía que mover la
bendita palanca.
Finalmente llegué hasta la entrada de un alto edificio de piedra negra y lisa con
columnas de ventanas del mismo color. No me sorprendió en absoluto que la orden
fuera para una oficina, sólo un empresario podía hacer una orden tan apresurada
como la que hizo ese hombre a Renée.
El ramo ocupaba la longitud completa de mis brazos abiertos y procuré tener mucho
cuidado a medida que subía las escaleras y llegaba al escritorio de una rubia
recepcionista de apretado moño. La sonrisa que iluminó su rostro era como de niño
en dulcería.
Oh, mierda ¡El nombre! ¡No puedo creer que olvidé el nombre! ¡No puedo creer que
Renée haya olvidado decirme el nombre! Aunque salí tan apurada...
—Para... —Me detuve nuevamente, tratando de pensar qué hacer. Tendría que
llamar a la floristería y...
—Son para mí. —La voz masculina detrás de mí me tomó por sorpresa.
Sabía muy bien quién había hablado, pero aun así giré mi cuerpo hacia él con una
lentitud innecesaria. Cuando mis ojos se posaron sobre él, me fijé en el marco de
sus gafas oscuras y un traje azul marino que jamás lo había visto usar, solté un
suspiro ante lo que tendría que enfrentar a continuación.
—Edward.
¡Aja! ¡No hay escapatorias!
¿Estan de acuerdo con lo que hizo Bella? Los nuevos cambios en su vida, su
familia, Jacob, Espiar a Edward :O
Son muchas cosas que opinar así que aquí estaré leyendo cada palabra que
puedas regalarme :) es un tesoro para mi y así responderé.
Gracias por sus Favoritos, Recomendaciones y a todas las que me escriben n_n
aun cuando no tengan cuenta FF (Lau Garcia, Coki, Liliana ;) )
¡Enjoy! :D
Capítulo 17
Me percaté de que llevaba mucho tiempo en silencio y sabía la ansiedad que eso
producía en Edward, así que me apresuré a decir algo.
—¡Hola Edward! —Mi voz salió en un estúpido chillido. Buena esa, Bella, muy sutil.
Era cierto. Hasta ese momento no me había dado cuenta de lo mucho que lo
extrañaba.
—Disculpa, es que...
Oh, por Dios. ¿Edward Cullen acababa de hacer un chiste sobre sí mismo? Un
chiste terrible, por supuesto, pero... ¿Lo hizo? Quizás esté confundida, es lo más
probable.
—¡Oh! —Solté una risa, más por el hecho de que él tenga que aclararme cuando
bromea que por el chiste en sí.
—En realidad no. Son tus flores. Las compré para ti. —Cuando explicó esto, su
postura cambió visiblemente. Pasó su mano libre por su cabello y comenzó a jugar
con su bastón sin borrar su sonrisa.
Sin embargo, la amplia sonrisa que marcaba mi rostro en ese momento podría decir
lo contrario.
—Uhm, no sabía que tendrías que hacer todo eso pero... Supongo que no. —
Edward frunció su ceño y el pobre comenzaba a verse tan preocupado que no pude
aguantarlo más.
Giré mi rostro y vi que la señorita Cabello rubio nos observaba atentamente desde
su escritorio de mármol que estaba a sólo unos metros. Sus codos sobre la mesa y
sus manos sosteniendo su mentón mientras miraba de Edward hacia mí
continuamente con una sonrisa y mirada soñadora. La pobrecita seguro se estaba
perdiendo su telenovela favorita y Edward y yo le estábamos cubriendo su cuota.
—¿Te parece si dejo las flores con una chica de acá? De verdad pesan —pregunté
tratando de no ofenderlo. Incluso pude estirar mi mano y apretar su brazo.
Oh, por Dios, ¿esa mujer estaba escuchándonos? ¿Qué, tiene súper oído? ¡Ni me
imagino los chismes que debe saber con ese súper poder en una oficina!
Por la mirada en sus ojos cuando le entregué las flores, cualquiera habría pensado
que eran para ella. Me sentía como si estuviera coronando a una reina de belleza.
Abrió su boca como para decir algo, pero antes de que pudiera darme las gracias o
alguna otra cosa perturbadora, le di una incómoda sonrisa y me alejé a ella.
—Esa chica parece muy... Entusiasta —comenté a Edward una vez que estaba
junto a él.
—Me dijeron que está así desde que cancelaron su telenovela. —¡Lo sabía!—. De
verdad quiero hablar contigo Bella, ¿quieres que salgamos a cenar?
—Claro.
Apreté su mano con determinación y lo conduje hasta las puertas para esperar el
ascensor. Me sentí un poco ansiosa al pensar en Edward en este lugar.
Tantos ascensores, pisos, escaleras, ¿cómo hacía para moverse por acá?
Las puertas del ascensor se abrieron con un sonoro ding y, una vez dentro, presioné
el botón para el piso que Edward me indicó. Antes de que las puertas se cerraran,
Edward tomó mis dos manos en las suyas y se acercó a mí hasta quedar a sólo
unos centímetros de mi rostro. Se sentía tan bien tenerlo tan cerca otra vez.
Desvié mi mirada brevemente y capté un último vistazo del lobby, donde la señorita
Cabello rubio se inclinaba peligrosamente en su gran escritorio para poder espiar lo
que Edward y yo hacíamos en el ascensor. Me hubiese enojado sino fuera por la
enorme e ilusionada sonrisa que brillaba en su rostro.
Atravesamos otra especie de lobby, menos amplio y con mucha más gente
dispersa, caminando velozmente o hablando en pequeños grupos. Había varias
puertas en la pared lejana frente a nosotros, pero Edward nos hizo cruzar a la
derecha, adentrándonos en un pasillo más estrecho. Aunque se movía con
destreza, su bastón chocaba constantemente con varias cosas a nuestro alrededor,
entre ellas algunas macetas y los pies de un par de personas.
Allí estaban, unas puertas dobles de madera oscura con letras doradas sobre ella
que anunciaban Cullen, aunque a la izquierda de ellas la madera estaba
extrañamente raspada y deteriorada, no entendía por qué.
Edward abrió la puerta y soltó mi mano para luego dirigirse con rapidez hacia el
escritorio. Estaba de espaldas a mí, así que sólo lo vi mover algunas cosas en el
escritorio y colocar otras en sus bolsillos.
La oficina era bastante amplia, al menos más que otras que había visto. Las
paredes eran de un color verde oscuro que me recordaron a los ojos de Edward, un
largo sofá de cuero color crema se ubicaba a la derecha de la habitación y sobre él
colgaba un cuadro de marco plateado con un paisaje nocturno que no supe
reconocer, pero que se notaba antiquísimo.
—Creo que ya podemos irnos —anunció Edward volteándose hacia mí, lo que me
permitió una visión completa de él en esta oficina.
A pesar de que la elegancia de su traje, que combinaba muy bien con el tono de la
habitación, había algo que no me cuadraba del todo.
—Tiene una mejor vista que la de Carlisle —anunció Edward como adivinando mis
pensamientos—. No me gustan los espacios cerrados, así que...
Su voz se apagó poco a poco y una triste sonrisa se desplegó en mis labios al no
poder compartir esto con él. Recordé aquella noche, cuando contemplé las estrellas
desde el tragaluz de mi habitación, en la que pensé que Edward no era la clase de
hombre que se deleitaría en admirar el cielo... O a mí. Pero allí, parada frente al
hermoso panorama citadino, entendí que Edward era mucho más. Entendí que mi
Grinch sí tenía corazón.
Le di otro vistazo rápido a la oficina. Un sofá color beige que parecía de un material
suave y mullido, y varias plantas pequeñas dispersas por la habitación.
Parece que Edward es un chico verde, después de todo. ¿Quién lo diría?
—Quiero verte, Bella —repitió con mayor convicción y lo entendí. Él quería verme a
su modo.
—Sí. —Suspiré.
Una suave y juvenil sonrisa cruzó sus labios y respondí de igual forma. Sus manos
deseosas ascendieron por los costados de mis senos, mis hombros y mi cuello,
hasta ahuecar mis mejillas entre ellas. Con sus pulgares rozó mis pómulos, mis
cejas y finalmente mis labios que, inevitablemente, depositaron besos en las yemas
de sus dedos.
Abrí mis ojos cuando escuché su suave risa y él acercó mi cabeza para luego dejar
un beso en mi frente. No quise soportarlo o disimularlo más, ¿por qué habría de
hacerlo? ¿Para qué?
Alcé mis brazos para rodear su cuello y junté mi boca a la suya. Extrañaba besarlo.
Él pareció sorprenderse un poco, pero respondió sin dudarlo. Halé su labio inferior
entre mis dientes y disfruté lo bien que se sentía poder hacer esto con él y
encontrarlo en este momento de mi vida.
—Te extrañé mucho —murmuró dándome un casto beso en los labios para luego
esconder su cabeza en mi cuello y repartir más besos en esa zona.
La voz de Kate nos tomó a ambos por sorpresa y Edward se separó bruscamente
de mí, haciéndome perder un poco el equilibrio.
Edward tosió de forma incómoda y pasó sus manos por su cabello ansiosamente.
¿Por qué tanto alboroto? ¿No quería que lo vieran conmigo en su oficina o algo así?
Le lancé una mirada furibunda a él y otra para Kate. La enorme sonrisa que portaba
la rubia me hacía pensar que no había sido ningún accidente.
—Mierda. Lo olvidé. —Farfulló por lo bajo—. Dile que tardaré un poco, pero allí
estaré.
—¿Todo bien? ¿No querías que alguien te viera conmigo o algo así? —cuestioné
procurando que sonara como una broma.
Era una regla bastante formal, pero supuse que podía entenderlo.
. . . . . . . . . .
Me encontraba en mi tercera vuelta a la manzana. El silencio en el camión se había
vuelto tenso nuevamente, pero al menos podía contar con las sacudidas del motor
para aligerar el ambiente. Edward estaba con su rostro volteado hacia la ventanilla y
yo prefería conducir en círculos antes de interrumpir sus pensamientos.
Después de la tercera vuelta, Edward giró su rostro hacia mí con una expresión
grave. Estaba, literalmente, preparándome para lo peor, pero no para lo que me
diría.
—Si quieres podemos ir a tu casa después... O a donde sea que estés viviendo. —
Lo último no fue más que un murmullo entre dientes.
—No lo sé, es la casa de Rosalie, así que procuro consultar con ella primero.
Ok, ya lo dije. Sonó casual así que quizá ni siquiera lo note. Sí, soné muy casual.
La casa de Esme estaba tan preciosa como la recordaba. Las flores en el atendido
jardín, la cerca verde pálido con la puertecilla abierta y los marcos de madera. Tal
como antes, apenas me estacioné frente a su hogar y apagué el motor, Esme salió
de la casa como si hubiera estado observando desde la ventana.
La voz de Esme se apagó poco a poco cuando salí del camión y me detuve junto a
Edward que también había bajado del coche y ya portaba su bastón. Me preguntaba
dónde estaría Chester.
—Mamá, ya conoces a Bella —indicó Edward con un vago gesto de su mano y, sin
esperar confirmación alguna, hizo su camino y se adentró a la casa. Es decir, me
dejó sola con su madre.
—Hola Esme, un placer verla otra vez. —Saludé cortés, sintiéndome un poco
incómoda con los desaliñados pantalones que llevaba en ese momento.
—¡Bella! Un gusto verte. Pasa, por favor, pasa. Disculpa los modales de Edward, yo
lo crie mejor que eso.
—Estoy listo para salir —anunció cortésmente dándole una suave mirada a Esme y
una más firme a Emmett.
Cuando sus ojos llegaron hasta mí, no dio ninguna señal de reconocerme, sólo
asintió educadamente y yo respondí de igual forma.
—Oh. —Su respuesta fue acompañada por una extraña mueca como de asco y no
entendí por qué. ¿Acaso ese hombre tenía algo contra mí? Porque hasta donde yo
sabía, era yo quien podía tener mucho resentimiento contra él.
Carlisle recompuso su expresión y dio un pequeño paso hacia mí, aunque aún nos
encontrábamos a media sala de distancia.
No iba a decirle que todo estaba bien, ni ninguna otra palabra que tranquilizara
demasiado su alma porque el alcohol es engañoso y no sabía nada de ese hombre,
así que me sentía como caminando sobre un campo minado.
—Bella. —Suspiró ella, dándome una sonrisa para luego tomar mis manos en las
suyas y dirigirnos al sofá—. Oh, Bella.
Sus ojos estaban llenos de lágrimas por derramar y tenía una extraña sonrisa en su
rostro, algo entre alegría y tristeza.
—¡¿Qué?!
Está bien, eso no me lo esperaba. Mis ojos probablemente estaban como platos
mientras los de ella me miraban con ilusión, algo parecido a esa chica Kate de la
oficina.
—¡Mamá!
—¡Edward, volviste! —Esme secó sus ojos con disimulo e hizo lo posible por
recomponerse, pero el grito que había dado Edward al bajar las escaleras me hizo
saber que había escuchado todo lo que tenía que escuchar—. Sólo estaba...
—¿Asustando a Bella? Creo que ya lo tienes cubierto, mamá, pero ya tenemos que
irnos. —Edward caminó rápidamente hacia mí, pero tropezó con uno de los muebles
y después con una mesa. Eso fue señal suficiente para mí y corrí a su encuentro
colocando mi mano en la suya.
Se veía tan paradójico, esta versión de Edward en un traje que irradiaba seguridad y
confianza, y cuyos movimientos mostraban lo vulnerable que era realmente. Sabía
que, además de su propia casa, éste era uno de los lugares donde se sentía más
cómodo y que conocía como la palma de su mano.
—¿A dónde vamos ahora, señor Cullen? —pregunté intentando ser graciosa.
—Me estoy muriendo de hambre, señorita Swan, y creo que usted tiene unas
cuantas preguntas por responder. Así que cualquier lugar con sillas y comida
caliente será perfecto.
Reí ante sus palabras porque, después de todo, yo no era la única que tendría que
responder muchas preguntas. Estábamos igual de curiosos el uno por el otro y, si él
no lo sabía, yo estaba a punto de aclarárselo.
Metí mi mano en el bolsillo de mi pantalón para retirar mis llaves y sentí la textura de
un papel arrugado. Lo saqué sin saber qué podría ser, pero cuando lo desdoblé lo
supe de inmediato, era la nota de Edward. Allí, con letra grande, muy ennegrecida y
un tanto torcida, estaban las incompletas palabras que Edward había intentado
darme ese día.
Te am
Oooh... solamente quedan unas cosas que aclarar... Se nos acaban los nudos,
¿verdad? ;)
¿Qué tal estuvo Kate? Ella hizo todo lo que yo haría si tuviese tan cerquita a
Edward y Bella xD ¡Los espiaría todo el tiempo! Jajajaj
¿Cómo les parece que le va a Edward y su familia? Han habido varios cambios y
me encantará leer todo lo que quieran decir al respecto ;)
¡ENJOY! :D
Capítulo 18
Todo está a la vista
EPOV
Bella se sentía... preciosa. No tengo una mejor manera de describirla. Las curvas de
su cintura y sus senos, la sensación de su boca sobre la mía, tuve que contenerme
para no empujarla a mi oficina y hacerle todo lo que tenía mucho tiempo sin hacerle.
Además de eso hubiese preferido que no pusiéramos un pie en casa de Esme pero
mi obligación familiar me llamaba y ya no podía simplemente negarme y mirar hacia
otro lado.
Me alegraba tanto volver a estar con ella que estaba dispuesto a pasar por alto lo
demás (mi familia y la docena de preguntas que quería hacerle). Un brusco
movimiento del camión me hizo saltar en mi asiento y agarrarme con más fuerza de
la manilla de la puerta.
—Está bien.
—Entonces... tu papá...
Emmett seguramente sabía que Bella estaba viviendo allá y no me había dicho
nada, tendría que hablar con él más adelante.
—Buenas noches. Quiero un hot dog Matsuri, una salcihcha Kielbasa con
mayonesa japonesa, cebollas Teriyaki, queso y tocineta.
Muy bien. Eso no sonaba para nada como un McCombo. Bella debió haber visto la
confusión en mi rostro porque habló nuevamente sonando tan entusiasta como niña
en dulcería.
—Estamos en Dog Japón. Venden los mejores perros calientes japoneses del
mundo.
Por supuesto que lo había hecho un par de veces cuando aún podía ver (había un
camión de deliciosas donas frente a la oficina) pero lo único que llegaba a mi mente
en ese momento eran imágenes de hombres grandes y sudados tocando los
vegetales con sus manos sucias y rellenando "hot dogs japoneses"
—Olvídalo, Edward —interrumpió ella para luego ignorarme por completo—. Dame
dos de todo lo que te dije y un refresco de uva para llevar. Gracias.
Después de recibir la comida, Bella condujo por otros quince minutos hasta que
finalmente estacionó.
—Estamos en el parque Green Lake —anunció cuando nos bajamos del coche con
las bolsas en mano.
Ése era el parque donde Bella y yo nos conocimos aquel soleado día, y me pareció
perfectamente adecuado para nuestra conversación. Un poco de terreno intermedio.
Aquel día nos habíamos encontrado muy cerca de la entrada del parque. Esa
noche, sin embargo, Bella tomó mi mano y caminamos durante varios minutos
adentrándonos más hacia el corazón del lugar. Eran muy pocas las veces en que
había visitado ese parque cuando aún podía ver, pero recordaba la gran laguna y el
muelle que se encontraba en la parte central; el verdadero atractivo del sitio
especialmente en la noche, cuando ambos lados del camino eran iluminados por
una serie de lámparas de tipo oriental que descansaban en el césped. Finalmente,
Bella hizo un cruce y nos sentamos en un banco de madera.
—Temporalmente.
Ella nuevamente se quedó en silencio y no sabía si era porque la había tomado por
sorpresa o por algo más. Mis palabras no eran del todo ciertas; no sabía con plena
seguridad si ella había estado allí pero algo en el sonido de unos pasos, un extraño
suspiro y los cambios de actitud en Seth me hicieron sentir que ella podría haber
estado allí, y su silencio parecía confirmarlo.
Mi intención fue aligerar su pena pero muy tarde me di cuenta de que me llamé su
novio, cuando en realidad ya no sabía que éramos. Después de ese beso en la
oficina, no debería tener dudas pero, aun así, tenía mis reservas. Bella estaba
cambiando su vida y escogió no decirme nada. No sabía si continuaría formando
parte de sus nuevos planes o sólo me reduciría a otro de sus cambios.
Preferí obviar todos los duros detalles como la pelea entre Carlisle y Emmett y,
finalmente, la pelea con Esme que hizo que Carlisle tocara fondo. Tampoco le dije
que su ingreso al centro no había sido totalmente voluntario porque después de
todo, entre gritos y empujones, mi padre hizo lo que tenía que hacer. Todos lo
hicimos.
—Entonces, ¿por qué estaba en la casa de Esme? —preguntó suavemente. Su voz
me tomó por sorpresa.
También omití la parte donde Carlisle me dijo que no necesitaba volver al centro y
que podíamos volver a ser una familia. Gracias a Dios no fue difícil hacerle ver que
todavía no era el momento.
—Así es. Hace años que no pisaba ese lugar pero aún recuerdo cómo manejarlo.
Sonreí victorioso al pensar en lo bien que se sentía saber que aún tenía el toque.
No es como si ya hubiese salvado toda la compañía en un par de semanas con lo
grave que eran los daños y pérdidas, pero si todo seguía como iba, podríamos
volver a estar completamente a flote para el próximo año.
—Claro.
—Eso creo. —repliqué divertido. Nunca pensé que Bella llegaría a los gritos con su
madre... ni con nadie, en realidad.
—Reconozco que me excedí. Dije cosas que no debí y... ya pedí disculpas por eso.
Pero ya pasó y no me arrepiento de lo que saqué de eso.
No pude resistirme más y solté una indiscreta y muy sonora carcajada a la que ella
respondió dándome una suave palmada en la espalda.
Solté su mano y coloqué mi brazo sobre sus hombros para acercarla más a mí y
depositar un beso en su cabello. Bella me contó sobre lo que hacía en su trabajo y
varios niños que cuidaba. También de uno particularmente "adorable y apestoso"
(sus palabras, no las mías) llamado Mikey.
—Ya te dije lo más emocionante y digno de novela —sonreí—. Sigo dando clases.
Jenny te manda saludos, por cierto.
—¡Oh! ¡Adoro esa niña! ¡Tiene las trenzas más hermosas del mundo!
—Uhm, sí —repliqué sin saber que decir—. Dice que si no arreglo las cosas contigo,
es porque soy un "tútido"
—¿Un qué?
—"Tútido" —repetí sonriendo al recordar lo mucho que me reí cuando Jenny me dijo
eso—. Es lo que su mamá le dice a su papá cuando ella se molesta y hablan en su
habitación con la puerta cerrada.
Bella casi se cae de la risa cuando comprendió que ahora había una nueva forma
de llamar a alguien "estúpido" y tuve que sostenerla por un rato, no es que me
molestara.
—No quiero pensar que otras cosas escuchará Jenny cuando sus padres tienen la
puerta cerrada. Pobre niña.
—¿Me estás diciendo que esa chica cambió de la noche a la mañana? —cuestionó
incrédula.
—No. Pero creo que ha madurado un poco. O tal vez es la influencia de Jasper.
Bella estampó un beso duro y rápido en mi labios antes soltarme y hablar —¡Por fin!
¿Estás seguro que ya no es tan antipática?
—Yo no diría que es ninguna dulzura. Me sigue pareciendo fastidiosa pero... no está
mal. Ella es quien está pendiente de Chester cuando salgo a trabajar.
—Extraño a Chester.
Bella tomó mi brazo y lo colocó nuevamente sobre su hombro para luego descansar
su cabeza en mi pecho.
Cuando sentí a Bella aproximarse a mí nuevamente, escuché una voz que gritaba
su nombre a la distancia.
—Es una vieja amiga —explicó—, ya vengo.
Guardé mi bastón nuevamente y me quedé allí de pie, sintiendo la fría brisa recorrer
mi cuerpo y mover mi cabello dejando un escalofrío en mi cuello. Guardé mis manos
en mis bolsillos para mantener un poco el calor, inhalé profundamente el aire fresco
del parque y recordé mi vida 5 años atrás.
Me giré hacia ella y salimos del parque caminando de la mano. Ella nos condujo
hasta mi casa y, aunque llevaba mi bastón, tomó mi mano y caminamos juntos
hasta la puerta. No le había preguntado nada (y tampoco lo haría) pero mi intención
era asegurarme de que se quedara conmigo esa noche.
Ella posó su mano en mi cintura mientras yo sacaba mis llaves y abría la puerta.
Enseguida extendí mis dedos hacia el interruptor y cuando lo escuché hacer "click"
un fuerte grito me hizo saltar de sorpresa y soltar mi bastón.
—¿Qué diablos les pasa? —grité sin poder controlar mi sorpresa. En serio, ¿qué
clase de personas le hacen esto a alguien invidente?
—¿Y dejar de celebrar tu cumpleaños número treinta? —objetó una femenina voz
que reconocí como Rosalie, y mi madre me soltó para dejarme en otros brazos.
Recibí otros abrazos de Seth, Jasper, Tío Vernon y algunos otros familiares con los
que no había hablado en mucho tiempo, pero ninguno de ellos era la persona que
yo esperaba. Escuché a Emmett hablar junto a mí y aproveché para acercarme a él
y susurrarle.
Caminé hacia el sofá dando sólo algunos traspiés en el camino (no estaba
acostumbrado a tener tanta gente en mi casa) y llegué justo a tiempo para escuchar
la voz de Esme.
—¿Mamá? —Mi voz denotaba la pregunta que no expresé en voz alta "¿Puedes no
avergonzarme con Bella, por favor?"—. Creo que el tío Vernon te está buscando.
—Está bien, Edward. Los dejaré solos. —contestó ella sin dejarse llevar por mis
intentos de disuadirla.
Me senté junto a Bella en el sofá y me relajé al sentir sus brazos rodear mis
hombros, su rostro muy cerca de mi cuello.
—Feliz día, cumpleañero —susurró para mí— ¿Por qué no me dijiste que hoy es tu
cumpleaños? Te hubiese felicitado mucho antes.
—Te das cuenta de que prácticamente me tendiste una embocada para que nos
viéramos, ¿no? —Su tono era de broma así que sonreí al saber que eso no le había
molestado.
—Tenía que hacer algo para encontrarte ¿Qué mejor camino que el de las flores?
—¡Mis flores! —exclamó de repente y alejó su rostro del mío— Las dejé en la oficina
¡Diablos!
Reí al imaginarme la cara d Kate al darse cuenta de que ella tendría que quedarse
con las flores —Estoy seguro de que a Kate no le importará.
—Claro que no. Probablemente las guardara de recuerdo y escribirá historias sobre
nosotros —Retomó la posición de su rostro junto a mi cuello y volvió a hablarme en
susurros—. Felices treinta, Edward.
—No te parezco viejo, ¿cierto? Después de todo, eres cinco años menor que yo.
Me alejé un poco para girar mi rostro hacia ella y bajé mis gafas oscuras para
lanzarle una mirada furibunda pero manteniendo mi sonrisa. Bella sólo rió y me
obsequió un sonoro beso en mi mejilla.
Lograr que mi familia se fuera resultó ser una odisea, especialmente por Emmett
que no paraba de hablar sobre salir a celebrar. Yo sólo necesitaba celebrar con una
persona y podía hacerlo perfectamente dentro de mi casa. Cuando no tuve más
remedio que pedirle a Seth y Rosalie que lo sacaran de mi casa y finalmente pude
cerrar la puerta en su cara (no fue mi culpa, él me obligó a hacerlo), me di cuenta de
que Bella no estaba a mi lado.
—¿Bella?
Llegué a ella con una mano extendida y la posé sobre su cintura abrazando su
espalda hacia mi pecho.
—Desearía que pudieras ver, Edward. —Su comentario me tomó por sorpresa pero
alcancé a darle una pequeña sonrisa.
Me incliné para besarla pero sentí a Chester moviéndose entre nuestras piernas y
tratando de interponerse entre nosotros.
—Lo siento, Chester. Hoy te quedas afuera —informó Bella y la escuché hablar en
murmullos a mi perro para luego abrir y cerrar la puerta corrediza.
Estaba a punto de decirle algo cuando la sentí tomar mi cintura y halarme con
fuerza hacia ella estampando sus labios sobre los míos.
—Te extrañé mucho —murmuró entre besos y no pude evitar sonreír sobre sus
labios.
Esa noche la abracé y me rehusé a soltarla incluso cuando era momento de dormir,
me rehusé a soltarla cuando susurró en mi oído que ya era de día y lo hice
nuevamente cuando me anunció que alguien en la oficina había llamado para
preguntar por mí. Muy en el fondo, sabía que rehusaría a soltarla por lo que me
quedara de vida.
...
...
:') ¿Qué te parece? Como ves atamos muchos hilos. Quería escribir sobre el
cumpleaños de Edward desde el principio y mira dónde terminó :P
¡En Fin! Jajaj tengo muchas ganas de saber tu opinión sobre este final, la historia en
general o lo que quieras :)
Las señoritas lindas: Andrea Fernandez, Nyx, Liliana, Jenni, Freedom!, Teresa
Suki, Natalie, Tecupi, Gloria Valdivia, Natalia, gretchen, alejandra, EmDreams,
Peyci! Lady Andy, Rosbell, Marie, Sam Rocker, jajajaj por supuesto a mi apreciada
beta Zaida y la diseñadora Andy por su trabajo y todas las que me han seguido en
cada capítulo y también en "De Cabeza" :D abrazotes!
Finalmente, esta historia completa la dedico a todas las lindas abuelas del
mundo, muy especialmente a mi abuela (Q.E.P.D). "Gracias por enseñarme que
no es necesario detenerse a pensar si algo será difícil o fácil de hacer, lo importante
es seguir adelante".
ENJOY! :D
Epílogo
El cielo estaba precioso. Era una mañana diferente en Seattle, el sol brillaba sobre
un azul intenso y sin nubes en su camino. La brisa cálida movía mis cabellos y
lograba despertar escalofríos en mi piel cubierta por un ligero suéter blanco.
Bajé la mirada y observé por un rato el rectángulo de grama verde, cuyo borde
destacaba en el suelo gracias al delgado camino de florecillas que me había
encargado de sembrar desde aquel primer día. La lápida de mi abuela era una
sencilla placa negra con letras doradas. "Anne Dwyer", rezaba en el mármol junto a
un hermoso mensaje, nunca tan hermoso como mi abuela, pero supongo que
ninguna piedra sería suficiente para eso. La luz del sol hacía brillar las gotas de
agua del césped que acababa de regar y las rosas, gardenias y claveles
multicolores enmarcaban su nombre.
Después de un año ya podía hablar de todo nuevamente. Ya podía llorar sin sentir
la necesidad de controlarme para que nadie sufriera por mí, ya podía aceptar que,
aunque no pudiese verla en persona, tenía los mejores recuerdos del mundo.
Mi celular vibró incesantemente en mi bolsillo, quizás por quinta o sexta vez, y seguí
ignorándolo. Quien quiera que fuera podía esperar. Terminé de pulir
cuidadosamente la placa, tomándome mi tiempo para acariciar la verde grama entre
mis dedos y me levanté del suelo sacudiendo la tierra en mis rodillas y admirando
mi trabajo. Se sentía bien poder seguir haciendo algo en su nombre. Me despedí
silenciosamente con un beso en el aire y me subí a la vieja camioneta, rumbo a la
casa de mi novio.
En la siguiente luz roja sentí mi celular vibrar nuevamente. Tenía ocho llamadas
perdidas de Rosalie, pero ninguna de Edward. Le escribí rápidamente para decirle
que iba camino a su casa y lancé mi teléfono en el asiento para enfocarme en la
carretera. El camino hasta la casa de Edward era largo y durante todo el trayecto
me sentí en una bruma gris que nublaba mi cabeza. Ya no lloraba tanto al pensar en
mi abuela, pues los recuerdos alegres sobrepasaban por mucho a los tristes.
Cuando llegué a casa de Edward entré con la llave que él me había obsequiado
unos meses atrás: "ya estás completamente en mi vida, siéntete libre de entrar a mi
casa cuando quieras", dijo él. Al entrar a la sala, enseguida me di cuenta de que
había algo raro. Chester seguía atrapado en el patio, me miraba a través de la
transparente puerta corrediza ladrando y aullando desesperadamente.
Lo primero que hacía Edward todas las mañanas era ordenar su cama y dejar que
Chester entrara a la casa, así que todo aquello era más raro de lo que esperaba.
Recorrí rápidamente la casa por si seguía ahí, pero no encontré rastro alguno, sin
embargo me di cuenta de que su bastón no estaba. "Tal vez salió a hacer alguna
diligencia" pensé tratando de encontrar su lógica. Desde hace casi un año Edward
decidió quedarse con sólo un par de alumnos y dedicarse más a su trabajo en la
compañía, así que de vez en cuando tenía que salir a reuniones con clientes. Pero
aún así me extrañaba que no llevara o dejara salir a Chester.
Salí como una autómata de la habitación y abrí la puerta corrediza para Chester,
quien inmediatamente comenzó a ladrar y dar vueltas alrededor de mis piernas.
Respiré profundo y me recordé que Edward era un hombre adulto que sabía lo que
hacía y que podía cuidarse a sí mismo. Sin embargo, un poco de calma llegó hasta
a mí cuando se me ocurrió llamar a Emmett, él generalmente acompañaba a
Edward en varias de sus cosas, o viceversa. Intenté al menos tres veces, pero no
me respondió y para ese momento ya me encontraba caminando de un lado a otro
por la sala.
¿Me siento a esperar? ¿Llamo a Esme? ¿Qué tal si ella no sabe nada y lo que logro
es preocuparla? ¿Qué tal si Edward salió con alguien más y cuando vuelva se
molesta porque preocupé a su madre sin motivo? Si salió con alguien más, ¿por
qué dejaría a Chester y su teléfono?
—¡Rosalie! No tengo tiempo para hablar. Necesito saber dónde está Edward...
—¡Bella! —el grito desde el otro lado del teléfono hizo que me congelara en mi
lugar, esa voz no era de Rosalie. No había dicho más nada pero, de cierta forma, ya
sabía lo que venía. Con determinación en su voz dijo lo que yo ya esperaba—. Es
hora.
. . . . . . . . . .
EPOV.
—Bella. —Aún adormecido la llamé suavemente, pensando que tal vez estaría
vistiéndose en la habitación, pero no recibí respuesta alguna.
Acumulando toda la fuerza que había en mí, me estiré y me levanté muy lentamente
de la cama. Tomé mis gafas oscuras de la mesa de noche y las acomodé en mi
rostro.
—¡Bella! —La llamé nuevamente un poco más alto, pensando que tal vez estuviera
en el baño.
—¡Edward!
Una voz femenina exclamó de la nada y no pude hacer más que congelarme en mi
lugar.
Otra vez el grito perforante y aterrador, como si a una pobre mujer le estuvieran
desgarrando el cuerpo o... o...
—¡Edward!
—¿Rosalie?
—Edward, gracias a Dios, nunca te había querido tanto como ahora. —Suspiró ella
de alivio. Un enorme contraste a sus otros gritos, pero supuse que no era momento
de culparla. Nunca debe culparse por nada a una mujer embarazada, mucho menos
a una muy embarazada, como Rosalie.
—Está bien. Todo va a estar bien, podemos esperar a Bella acá. —Mis palabras de
sosiego eran más para mí que para ella, pero supuse que funcionaría para ambos.
—¿Esperar? ¡Al carajo con esperar! ¡Nos vamos! ¡El taxi esta aquí!
En seguida ella tomó mi mano y apretó fuertemente mis dedos, haciendo que
soltara un alarido de dolor y me retorciera para salir de su agarre.
—Ups —dijo Rosalie—. Parece que se te fracturaron los dedos, Edward. Supongo
que iremos juntos al hospital.
Resoplé por el dolor en mi mano y me moví rápidamente por la casa sin molestarme
en cambiar mi pijama de pantalones cortos y camiseta sin mangas. Me puse los
zapatos, tomé mi bastón y volví con Rosalie colocando mi mano en su hombro para
dejarla guiarme hasta el taxi, ni loco le daba mi mano otra vez.
—A seguir llamando a Bella. —No era totalmente mentira, Bella seguía sin contestar
mis llamadas.
—No, Edward. Tienes que acompañarme, no quiero estar sola allí dentro.
Me recompuse lo suficiente para llamar a Bella una vez más, justo cuando la firme
voz de la doctora anunció las palabras que estaba temiendo:
—Es hora.
—¡Bella! —Mi voz salió como un grito aunque no era mi intención. Estaba nervioso y
no sabía que hacer así que repetí lo único que sabía en ese momento—. Es hora.
. . . . . . . . . .
BPOV.
Sin pensarlo dos veces colgué el teléfono y salí corriendo hacia la camioneta
azotando la puerta al salir. Sólo cuando estaba a mitad de camino y escuché los
aullidos de Chester, fue que me di cuenta que había dejado al pobre perrito inquieto
y sin comida.
Me giré nuevamente y vi que Alice salía de su casa con Jasper. ¡Sí! ¡Ellos serían mi
salvación!
Alice se veía preocupada, pero todo a mi alrededor parecía ir demasiado lento para
la prisa que yo tenía en ese momento.
—No, no, no. Rosalie está dando a luz, Edward está con ella. —La imagen de un
aturdido Edward junto a los gritos de Rosalie y el vaivén del personal del hospital
aceleró aun más la adrenalina en mi cuerpo—. ¡Oh, por Dios, Edward! ¡Debe estar
aterrado... O paralizado! ¡Tengo que irme!
—¿A dónde cree usted que va, señorita? —Una mujer con uniforme de enfermera
me daba una mira de reprimenda.
—¡Mi amiga va a dar luz! ¡Tengo que ir! —Jadeé con esfuerzo justo cuando escuché
a Rosalie gritar nuevamente.
—Tengo que...
—¿Con quién? —No tenía idea de que Emmett ya había llegado, pero me alivió…
Hasta que me di cuenta de que no sabía dónde estaba Edward.
—Sí, el señor Cullen. Gafas oscuras. El pobre se ve tan asustado, tiene la típica
cara de padre primerizo. —Rió la mujer.
—¿Su novio? ¡No, señorita! ¡Usted no va a romper el precioso hogar que está
formando esa hermosa pareja! ¡Sus líos personales los resolverán después de que
esa pobre mujer tenga a sus hijos en brazos! ¡Esto es inaudito!
—¿Usted es novia del esposo de su mejor amiga? ¡Señorita! ¡Yo no soy quién para
juzgarla, pero definitivamente no va a entrar ahí!
Oh, por Dios. Todo iba de mal en peor y mi cabeza estaba hecha un lío. Después
escuché lo único que finalmente disipó la neblina en mi cerebro; un largo chillido, el
grito de un bebé recién nacido. Desafortunadamente mi momento de luz no duró
demasiado, porque ese asombroso y hermoso gritito de vida fue seguido del grito de
horror de Edward.
La enfermera se interpuso ante él, esta vez plantando sus piernas separadas en el
suelo y extendiendo sus brazos.
—¡Son mis hijos los que están naciendo allá adentro! —exclamó Emmett un poco
fuera de control.
—¿Qué clase de personas enfermas son ustedes? Una cosa es ver esas relaciones
abiertas que tanto pasan en televisión… ¿Pero traer niños de esa forma?
Emmett me miró confundido y nuevamente tomé aire para explicar nuestra situación
con claridad, pero un segundo chillido de bebé se escuchó desde la sala de parto y
Emmett no esperó ni un segundo más para apartar a la gran enfermera y pasar a
través de las puertas. Me dispuse a hacer lo mismo cuando recordé que aún
sostenía la mano de Seth. El niño, que no se veía tan niño con lo rápido que estaba
creciendo, ya sabía sobre el embarazo de su madre y varios detalles de cómo iban
a llegar sus futuros hermanitos, pero definitivamente no quería traumarlo al hacerlo
entrar y ver la vagina de su madre en alta definición.
—¡Oh, por Dios! ¡Emmett, son preciosos! —grité enternecida, acercándome para
acariciar sus diminutos dedos.
—¡Por supuesto que sí! ¡Son Cullen! —exclamó él con orgullo, pero su fachada de
arrogancia no llegaba lejos al notar las lágrimas en sus ojos—. Te presento a Ethan
y Nathan Cullen Hale.
Besé con cuidado los dos pares de brazos y dedos que se estiraban hacia mí y casi
no aguantaba las ganas de cargarlos yo misma, pero sabía que no podía apartarlos
de Emmett en ese momento.
—¡Yo también quiero verlos, Emmett! —gritó Rosalie desde su lugar en la camilla.
Emmett hizo malabares para colocar uno de los bebés en los brazos de su madre,
era la primera vez que veía a un hombre tan diestro con los niños, pero supongo
que eso cosa de la paternidad. Rosalie, Seth y Emmett estaban teniendo su
momento de intimidad, así que aproveché para acercarme a un aturdido Edward y
halar su brazo para alejarnos un poco.
—Espera, espera. Tienes toda clase de cosas rojas y grises en esa bata.
—¡Mis hijos no son asquerosos! —gritó Emmett del otro lado, lanzándole a Edward
una mirada furibunda.
—Discúlpame. Tienes razón —respondió Edward con una expresión y tono que me
asombraron por su seriedad e intensidad.
—No traten mal al pobre Edward. —Lo defendió Rosalie con una enorme sonrisa—.
Se portó increíble conmigo y me acompañó todo el camino, ¿verdad, Edward?
—Oh, por Dios. Ahora definitivamente te entiendo más. —Sonreí con ganas.
—¡Oh, no! ¡Rose! ¡No me digas que cobraste otra víctima! —exclamé tomando las
manos de Edward con mucha sutileza, él apartó la izquierda y dejó la mano herida
para que yo la tratara.
—¡Fue sin querer! —murmuró Rose—. Además no le rompí nada esta vez, ¡y eso
que fueron dos bebés!
—¿Esta vez? —Inquirió Edward sonriendo. Al menos lo tomaba con humor, porque
yo no me reí ni un poquito aquel día.
—Rosalie me fracturó un dedo cuando dio a luz a Seth. —Todos rieron, aunque yo
no tanto—. Mi meñique sigue ligeramente torcido, por cierto. —Subrayé con
amargura, lo que sirvió para que todos rieran con más fuerza.
—Yo... n-no creo que pueda... —Tartamudeó el aludido señalando la sucia bata.
Rosalie me hizo una señal para que lo ayudara a quitársela y lo hice, dejándolo con
su camiseta de pijama. Edward se acercó paso a paso, extendiendo los brazos de
manera tentativa hasta que llegó a la orilla de la cama, donde Rosalie depositó a
Ethan con mucho cuidado sobre sus brazos.
El bebé Nathan, aún sostenido por su padre, hizo un extraño sonido un tanto
gutural.
—Oh, oh. Parece que Nathan se está poniendo celoso —dijo Emmett—. Bella, ven
a saludar a tu sobrino.
No tuvo que pedírmelo dos veces para que yo saltara a la acción, tomé al bebé en
mis brazos y acaricié su redonda y rosada barriguita. Edward se acercó a mí de
modo que ambos cargábamos un bebé cada uno y nuestros brazos se rosaban
como recordatorio de que seguíamos allí, uno junto al otro, y que seguiríamos
estándolo por mucho más tiempo.
—¿Qué pasó? ¿Qué hice? —preguntó Edward sosteniendo con más fuerza a su
inquieto sobrino.
Coloqué mis brazos en su cintura y lo abracé con fuerza hasta que lo sentí relajarse.
Su actitud definitivamente era una sorpresa. Ya se llevaba mucho mejor con sus
alumnos pequeños, al menos los pocos que le quedaban, ya que su principal trabajo
ahora era la compañía, pero jamás me imaginé que podría llevarse así con los
bebés… ¡Y pensar que yo no quería que pusiera un pie en la guardería!
—¡Mis nietos! ¡Ya llegaron mis nietos! ¡Por fin, Dios mío! ¡Gracias! —Chilló
emocionada al acercarse a los bebés y pasear su mirada de uno a otro como
decidiendo a quién mimar primero.
Ambos estaban uno junto al otro, observando fascinados a los dos bebés. Esme
depositó un beso en cada frente y luego se acercó a Carlisle, quien le respondió
acercando sus labios y dándole un casto y natural beso, con la familiaridad y el
amor de dos cansados amantes que se encuentran después de un largo tiempo de
espera.
Ya habían pasado varios meses desde que Carlisle había salido de rehabilitación,
retomó su trabajo y alquiló un diminuto apartamento. Pero el proceso que lo llevó a
eso fue casi infernal, tuve que ver a Esme, Edward y Emmett agonizar las dos veces
que Carlisle intentó escapar de rehabilitación y presencié la forma en que todos se
deterioraban cada vez que tenían que ir a visitarlo porque debían soportar la
inestabilidad emocional de Carlisle, quien en un momento les gritaba improperios y
en otro les suplicaba entre llantos que lo dejaran salir.
Cuando salió de aquel lugar, Carlisle Cullen no era un hombre nuevo, porque todos
sabíamos que las consecuencias de sus acciones pasadas seguían visibles. Su
relación con Emmett mejoró rápidamente, con Edward... pasó a ser cordial, pero no
afectiva, como dos respetados colegas. Sin embargo, con Esme era muy distinto,
porque parecía confuso. Ambos eran cordiales con el otro y cuando teníamos
alguna comida familiar Esme incluso lo invitaba, pero no pasaban de algunas breves
y banales conversaciones a una considerable distancia y con pocas sonrisas de por
medio. Ese dulce beso era el primer contacto que veía entre la pareja y no estaba
del todo segura de su significado, pero supe que no era necesario preguntar.
—¿Ya mamá terminó con los bebés? —cuestionó Edward sonando fastidiado.
—¿Quieres uno? —Por la sorpresa no pude evitar alzar mi voz nuevamente, y sabía
que eso sólo podría meterme en problemas.
Edward, con su rostro hacia el suelo, me regaló una tímida sonrisa que casi me
derrite por completo. ¿Cómo se supone que iba a decirle que no después de eso?
The End
:)
*suspiro* ¿Qué les puedo decir? Jajaj este es el desenlace. ¿Bebés? Sí, allí los
tenemos jaja ¿Vieron que no sólo son las mujeres las que sufren al dar a luz?
¡Los acompañantes también! Pobre gente jaja.
¿Qué tal lo de Carlisle y Esme? Desde un principio dije que me daba sentimiento
que no estuviesen juntos así que... pues... ¡allí están! Jajaj ellos también tuvieron
obstáculos pero... todos vivimos de oportunidades.
NOTA SOBRE LA HISTORIA: Algunas personas me preguntaron porque terminé
esta historia tan rápido. La verdad no es algo que me propuse, es sólo algo que
venía sintiendo desde hace tiempo y así pasó. Cuando YO escribo, son mis
personajes y la propia historia quien me dicta y toma las decisiones y los giros en la
trama, yo me encargo de escribirla y asegurarme de que todo siga fiel a lo que la
historia representa. Queridas lectoras esten 100% seguras de que he sido fiel a esta
historia en cada palabra que han leido; si lo escribí, es porque es lo que la historia
necesitaba y eso pasó con el final. Esta no es una historia sobre vivir siendo ciego,
por tanto no resultó importante hacer que Edward viera nuevamente; es una historia
simple sobre cómo el amor puede ayudarte a crecer y mejorar no por obligación
sino por deseo, y sobre el hecho de que nadie es perfecto, ni siquiera nuestros
queridos protagonistas. Yo escribo con propósito (como podrán ver) y ellos
cumplieron el suyo. Gracias ;)
PD: (que pena lo largo xD). Ahora que han leído todo, anímense también a
dejarme su opinión de la historia, personaje o parte favorita, sugerencia para un
capítulo extra (al que no me niego) y cualquier otra cosa que me quieran decir :D
me alegran muchísimo cada vez que lo hacen, aprendo más cada vez y me encanta
responderles :D