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Pero uno es el mensaje oficial y otra la realidad. Para entender la diferencia entre uno y otro, vale la pena
recordar algunos de los últimos hechos o escándalos a través de los cuales el Gobierno ha mostrado como
opera en la realidad el modelo de confianza inversionista. Por un lado, el escándalo de Carimagua permitió
develar actuaciones administrativas que solo buscaban otorgar burocráticamente beneficios y tierras a
empresarios, sin importar que se vulneren los derechos de los desplazados. De igual manera, se pueden
observar actuaciones como la del Ministerio de Hacienda que pretende expedir un decreto que modificaría el
ejercicio de las sociedades de intermediación aduanera al establecer una serie de requisitos que tienen como
principal consecuencia sacar de la competencia a las pequeñas empresas, para dejar el negocio en manos de
unos cuantos grandes empresarios (entre ellos, los bancos). Por último, son numerosos los proyectos de ley
que han sido tramitados o se tramitan actualmente en el Congreso, como es el que busca reformar el código
de Minas, o como lo fue el Estatuto de Desarrollo Rural, que dentro de su reglamentación establecen normas
que generan condiciones favorables para las grandes empresas en detrimento de los pequeños empresarios.
A esto hay que sumar dos estrategias que terminan por cerrar el marco que beneficia ampliamente a los
grandes inversionistas: los contratos de estabilidad financiera y los convenios bilaterales para evitar la doble
tributación. El discurso gubernamental a favor de las pymes y de la pequeña empresa es una farsa. Como los
directores de estos gremios se venden por una embajada o no tiene voz, nadie se entera.
De este modo de operar se desprenden algunas características: beneficios económicos y de poder a grandes
grupos, con menoscabo para grupos pequeños o que requieren protección especial; se establecen
reglamentaciones que restringen o limitan la participación en negocios o proyectos productivos para pequeños
empresarios o ciudadanos; los procesos carecen de mecanismos de participación que permitan que los
afectados opinen y hagan valer sus razones para evitar un perjuicio en sus derechos; procesos legislativos y
administrativos, que son reflejo de cómo el debate político se instrumentaliza. Todo lo anterior permite
evidenciar cómo los intereses particulares reemplazan completamente al bienestar general dentro del proceso
político. Adicionalmente no se impone ninguna obligación a los beneficiados, sino que a través de la
responsabilidad social empresarial, se crea una especie de “máscara” para eludir obligaciones de todo tipo,
pero principalmente las ambientales y las laborales, que son de índole constitucional y legal.
Este perverso modelo de confianza inversionista es la principal estrategia para modificar uno de los principios
fundantes del Estado Social de Derecho: la prevalencia del interés general. Ante la tensión del interés general
– interés particular, el Gobierno opta por lo particular, por los intereses de los poderosos, dejando el camino
abierto para consolidar la captura del Estado por parte de actores e intereses económicos. El resultado final
es un proceso de concentración de la riqueza y de los negocios en unos cuantos empresarios y grupos de
poder.
Ahora bien, lo que resulta más difícil de dilucidar son los determinantes reales
de esa confianza inversionista. Es claro que depende de un buen manejo
macroeconómico tanto desde el ámbito fiscal, como monetario y cambiario.
Una política fiscal responsable que permita consolidar una deuda pública
manejable en el mediano plazo resulta esencial. Asimismo, los analistas dan
especial énfasis al régimen de tasa de cambio flexible establecido en Colombia
desde 1999 y el disponer de instituciones independientes como el Banco de la
República, lo cual da apoyo a esa confianza. Menos evidente para los
economistas son las ventajas para la confianza inversionista del régimen de
exenciones y beneficios tributarios que se han establecido desde el 2002.
Ideólogo actual
Los actores locales consideran que gran parte del crecimiento provendrá de los inversionistas
extranjeros ya que, según el estudio, a las empresas colombianas se les ha dificultado la
adquisición de fondos,por lo que empresas extranjeras están viendo una oportunidad en el país.
Por otra parte, según el estudio, cerca de la mitad de los ejecutivos consultados (47%) está
anticipando un aumento en las líneas de negocio en sus empresas, y el 70% prevé un aumento en
el número de transacciones completadas en los próximos 12 meses. De manera complementaria,
los sectores que tienen la intención de continuar con adquisiciones para el próximo año son:
productos de consumo y venta en un 71%; energía y servicios públicos, en un 60%; tecnología, en
un 50%; servicios financieros, en un 45%; e industriales en un 25%.
La tecnología también hace parte de las inversiones que tienen en mente los empresarios. Más de
la mitad de los ejecutivos encuestados,
asegura que ha sido capaz de invertir capital de forma diferencial en una unidad de negocio en
particular o de reestructurar su asignación de capital en toda la cartera; el 26% ha identificado
activos de bajo rendimiento o con riesgo de interrupción que estaban en camino para la
desinversión.
Ante este horizonte, los empresarios consultados en el Barómetro aseguran que seguirán
confiando en sus objetivos de crecimiento, continuarán comprando y vendiendo activos y
reestructurando sus carteras para así fortalecerse en el mercado nacional e internacional.
Que afecta
Más del 60% de los inversores individuales en Colombia temen que la volatilidad de los mercados
afecte su capacidad para lograr sus objetivos. Así lo deja entrever una encuesta global de Natixis
Investment Managers.
Señala el informe que más de siete de cada 10 (76,3%) inversionistas colombianos encuestados
dan importancia a proteger los activos y controlar mejor el riesgo. Todos estos hallazgos sugieren
que los inversionistas parecen predispuestos a favorecer las estrategias de inversión activa, pero
es evidente que aún tienen ideas erróneas sobre lo que pueden ofrecer las inversiones pasivas.
En este entorno de volatilidad, los inversionistas a nivel nacional están expresando su preferencia
por un enfoque más defensivo para la construcción de portafolios – con más de nueve de cada 10
(93%) que también afirman que es importante estar protegidos de la volatilidad-, pero no están
dispuestos a renunciar a los rendimientos de las inversiones. De hecho, esperan un retorno
promedio anual de 11,8%, lo que pone a los inversionistas colombianos entre los que mayores
expectativas tienen según la encuesta, superados solo por los uruguayos (13,9%) y los chilenos
(12,3%).
Rendimientos
La encuesta también reveló que los inversionistas individuales en el país reconocen la necesidad
de ver más allá del ruido del mercado actual, con una mayoría abrumadora (88,3%) que destaca la
importancia de los rendimientos a largo plazo, sobre los objetivos a corto plazo.
Una mayoría que solo es superada por países como Canadá (94%), Alemania (90,8%), Israel
(90,7%), Japón (87,1%), Reino Unido (91%) y Estados Unidos (92,4%). Asimismo, según el estudio,
el 87% de los inversionistas considera importante aprovechar los movimientos del mercado a
corto plazo.
De otro lado, los inversionistas en Colombia están cada vez más motivados por el deseo de
generar un impacto social positivo, lo cual se ve reflejado en el 58% de los encuestados que
expresa que se trata de una consideración importante.
Por su parte, casi tres de cada cuatro (72%) afirman que están buscando activamente
oportunidades de inversión que estén alineadas con sus valores personales, mientras que el 64%
invierte con el propósito de que las inversiones tengan un impacto social y ambiental positivo.
Sin embargo, el deseo de que las inversiones coincidan mejor con las convicciones personales
es difícil de racionalizar para los inversionistas que confían únicamente en los fondos de índice
pasivo tradicionales, ya que cientos de compañías están incluidas en muchos índices populares,
independientemente de su comportamiento o ética corporativa. Casi cuatro de cada cinco
inversores (37,7%) en el país consideran que los fondos indexados no contienen compañías que
reflejen sus valores personales.
Jose Luis León, Director de Natixis Investment Managers para Colombia, Perú y Panamá, comentó
que “la volatilidad observada a lo largo del año ha generado un enfoque más defensivo, y los
inversores reequilibran sus portafolios para prepararse para una desaceleración en el mercado.
Están luchando contra múltiples consideraciones: administración de riesgos y mayores
expectativas de rendimientos".
Asimismo, más de la mitad (59,3%) de los inversionistas en Colombia afirman conocer la diferencia
entre inversiones activas y pasivas, pero los hallazgos sugieren que algunos pueden estar
escuchando solo una parte de la historia activo-pasivo, la cual se centra en las tarifas. La encuesta
revela que dos tercios (68,7%) de los inversionistas creen que los fondos indexados tienen menos
riesgo que otros vehículos de inversión y siete de cada diez (69,7%) creen que pueden minimizar la
pérdida de rendimiento.