Se llama Derecho Romano al ordenamiento jurídico que regía la
sociedad de la Antigua Roma, desde su fundación (en el año 753 a. C.) hasta la caída del Imperio en el siglo V d. C., aunque permaneció en uso en el Imperio Romano Oriental (Bizancio) hasta 1453.
Fue compilado en su conjunto en el siglo VI por el emperador bizantino
Justiniano I, en un volumen de leyes conocido como el Corpus Iuris Civilis (“Cuerpo de Derecho civil”), e impreso por primera vez por Dionisio de Godofredo en 1583, en Ginebra.
Dicho texto y las leyes que contiene son de suma importancia en la
historia jurídica de la humanidad, ya que sirvieron de base para los textos legales de múltiples otras culturas y civilizaciones. Tanto así, que aún existe una rama del derecho especializada en su estudio, llamada romanística, con sedes en las facultades de derecho de numerosos países.
Para entender cabalmente el Derecho Romano conviene examinar sus
características y su historia, pero a grandes rasgos se lo puede comprender a partir del concepto de ius (“derecho”), contrapuesto con fas (“voluntad divina”), separando así por primera vez al ejercicio jurídico de la religión. Esto permitirá el surgimiento de las diversas ramas del derecho: ius civile (“derecho civil”), ius naturale (“derecho natural”), etc., muchas de las cuales aún perduran hoy.