Hace mucho tiempo en España una distinguida dama vivía
muy sola, aunque no le faltaba nada, al parecer, pues tenía muchas comodidades y una hermosa casa con estilo colonial. Su aspecto era agradable y su figura demostraba que en algún tiempo de su juventud fue bella, porque aún conservaba hermosos rasgos. Se percibía en ella que su posición económica era bastante buena. Un hermoso jardín de variadas y hermosas flores, rodeaba la casa, con revoloteo de mariposas y moscardones. Su mayor entretención era precisamente su bello jardín. Sus estudios los hizo en un internado para señoritas de la clase acomodada, donde aprendió a hacer labores de lencería, encajes y tejidos finos en seda y macramé que es también un tejido decorativo, técnica persa “mikrama”(nudo) en hilo grueso de seda, para hacer elegantes alfombras, bolsos, etc. Sus vecinas la admiraban y respetaban, pero había algo distante en ella, como que eludía un trato muy cercano, por lo cual no se atrevían visitarla. Notaban supersticiosamente que encerraba un misterio. Quienes pasaban por aquella vereda, admiraban esa casa adornada en todo su entorno, con floridas enredaderas, que más parecía un castillo, con sus rejas de bronce, con elegante diseños de hermosa y delicada artesanía, por donde asomaban las flores del jardín que resaltaba la elegancia de aquél lugar. Los ventanales tenían hermosos cortinajes bordados con figuras de rosas y amapolas en hilo de seda. De la techumbre asomaban las palomas y los zorzales revoloteando y cantando en el atardecer como al amanecer. La misteriosa dama alegremente se levantaba uniendo su canto al trino de las aves, como saludando al nuevo día y agradeciendo a Dios por su compañía. No, ella no estaba sola. Hubo un tiempo de sus amores y la alegría de vivir enamorada. Pero La Guerra requirió que su amado se alistarse para luchar por la Corona. Y como “Mambrú”, nunca volvió, pero ella cada mañana, prepara la casa esperándole confiada en su llegada sin perder la alegría y en su jardín aumentan las flores de multicolores, hermosas son las rosas, amapolas y jazmines. Pero lo que no saben, que por las noches acalla su lamento y no quiere consuelo y llega el día cual fiel compañero y que con su claridad le da nuevo aliento, pero ya solo quiso volar y junto a las palomas emprende feliz su viaje a la eternidad FIN----------------------------------------------------------------------------- Pero una mañana su puerta se abre y desde las rejas observaron las vecinas, volar una blanca paloma y nunca más volvió. La casa envejeció y el jardín se secó. FIN------------------- .