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Máximo de Tiro (h.

153-180)1
Es un ejemplar de filósofo moralista. Viajó mucho pronunciando discursos
(dialexeis), de los que se conservan 41, recogidos quizá por algún discípulo. Su fondo es
platónico, pero combinado con elementos estoicos y cínicos. Prescinde de cuestiones
lógicas y cosmológicas, ocupándose tan sólo de religión y de moral. Hay un Dios,
trascendente e inaccesible, que gobierna directamente el mundo superior de los astros. Para
regir el mundo terrestre se sirve de divinidades inferiores subalternas, de daimones
incorpóreos e inmortales, que tienen por misión aconsejar a los hombres, curar
enfermedades, hacer hallar objetos perdidos, etc. La materia es el principio del mal.
En Moral se inclina a la metriopatía aristotélica, en contra de la apatía estoica. No
con viene extirpar las pasiones, sino moderarlas. Representantes de la tendencia ecléctica
son otros varios personajes de escasa importancia, como Severo (s. II), Jerace (s. II), de
cuyo libro Sobre la justicia quedan algunos fragmentos; Nigrino (s. II), Junco (s. II) y
Favorino de Arles (s.ii)
Habla de la visión del Dios trascendente: «Sólo podrás verle del todo cuando Él te
llame por la longevidad o la muerte; pero entre tanto pueden lograrse algunos vislumbres de
la Belleza que ni ojo vio ni lengua alguna es capaz de describir, siempre que se corran un
poco los velos que ocultan su esplendor. Mas no profanes dirigiéndole vanas plegarias para
pedirle cosas terrenales que pertenecen al mundo del azar o que pueden obtenerse mediante
el esfuerzo humano, cosas que el justo no tiene por qué pedirlas y el injusto no merece
obtenerlas. La única plegaria que haya respuesta es la que pide bondad, paz y esperanza en
la hora de la muerte.»12 Los ángeles son ministros de Dios y auxiliares de los hombres;
«tres veces diez mil es su número sobre la fecunda tierra, inmortales, ministros de Zeus».

Numenio de Apamea (fl. h.160-180)2


Originario de Siria y apellidado «el romano». Reacciona contra el escepticismo,
tratando de hacer una filosofía positiva. Su actitud es ecléctica y marca claramente la
transición hacia el neoplatonismo: «Conviene combinar a Pitágoras y a Platón, añadiendo
los misterios y las creencias populares, sobre todo las doctrinas de los brahmanes, de los
judíos, de los magos y de los egipcios». Califica a Platón de Moisés ático ( Μωὕσῆς
ἀττικίζων), y estimaba mucho a Filón. Quedan fragmentos de sus obras: De las doctrinas
secretas en Platón, De las discordancias entre los académicos y Platón, Del bien, Del lugar,
De la incorruptibilidad del alma, De los números, Upupa. Eusebio, en su Praeparatio
Evangélica, recoge bastantes fragmentos de su libro Sobre el bien.
En Numenio se esboza claramente la trinidad neoplatónica, compuesta por tres
divinidades escalonadas en orden descendente. En la cumbre está el primer Dios, que es el
ser en sí, incorpóreo, eterno, indivisible, inmensurable, fuera del tiempo y del espacio, Bien
sumo, Inteligencia suprema, Pensamiento puro, siempre replegado sobre sí mismo,
1
Cfr. FRAILE, G. y URDANOZ, T., Historia de la Filosofía, vol. I (Grecia y Roma), 4 ed., BAC 1976, p.
708-709.
2
Cfr. Ibídem, p.702-703.
infinitamente feliz en su tranquila inactividad. Es fácil ver la identificación del Bien en sí
de Platón con el Pensamiento puro de Aristóteles. El segundo Dios es el Demiurgo
platónico, en el cual reside el mundo inteligible de las Ideas. Es creado por el primer Dios,
el cual no pierde nada de su sustancia al producirlo, lo mismo que una tea comunica su
llama sin extinguirse. Es móvil, y a su vez crea el mundo de las Ideas y el mundo sensible,
mirando como modelo al Dios-Bien4. El tercer Dios es el mundo creado, en el cual se
refleja la belleza de su creador. Fuera de estas tres divinidades está la Diada infinita, que es
la materia, el no-ser, pero que está siempre dispuesta a recibir en sí la acción divina.
Numenio define el alma a la manera pitagórica: «una esencia matemática compuesta
de mónada y diada». Está compuesta de unidad y multiplicidad. Es producida por el
Demiurgo, pero en ella permanece siempre algo del reflejo del Bien supremo ti cuya
imagen fue creada. Distinguía en el hombre dos almas: una racional, que es la creada por el
Demiurgo, y otra irracional, en la cual predomina la multiplicidad procedente de la materia.
Lo mismo que Platón consideraba un mal la unión del alma con el cuerpo.
Es fácil ver ya esbozados en Numenio los temas que después serán ampliamente
desarrollados por los neoplatónicos. Especialmente aparece el método plotiniano de
ascenso hacia la unidad. «Pero si alguno, sumergido en los objetos materiales, se imagina
que el Bien vuela hacia él y cree haberlo encontrado viviendo entre los placeres, se engaña
por completo.
Porque no con medios frívolos, sino con un método divino se puede llegar hasta él.
Lo mejor para conseguirlo es trascender los objetos sensibles y estudiar con ahínco las
ciencias matemáticas, reflexionando sobre las propiedades de los números y meditar
especialmente sobre este problema: « ¿qué es la unidad?».
En su filosofía3, el πρῶτοςθεόςes el Principio del ser (οῦσίας ἀρχή) y el βασιλεύς.4
Es también la actividad del Pensamiento Puro (vous), y no tiene participación directa en la
formación del mundo. Además, es el Bien. Numenio parece identificar, pues, la Forma
platónica del Bien con el Dios aristotélico o νόησις νοήσεως. El segundo dios es el
Demiurgo (Timeo), que es bueno porque participa del ser del Dios Primero y que, como
γενέσεως ἀρχή, construye el mundo. Lo hace labrando la materia y modelándola según el
patrón de las Ideas arquetípicas. El mundo mismo, producción del Demiurgo, es el tercer
dios. Estos tres dioses los caracteriza también Numenio como πατήρ, ποιητής y
ποίημαrespectivamente, o como πάππος, ἔγγονοςy ἀπόγονος.
El dualismo resalta mucho en la psicología de Numenio, pues postula éste en el
hombre dos almas, una racional y otra irracional, y declara que la introducción del alma en
el cuerpo es algo malo, es una «caída». Parece, que enseñó también que existen un alma del
mundo buena y otra mala.
La filosofía de Numenio era, por tanto, un eclecticismo o ensayo de armonización
de elementos tomados de pensadores precedentes, una filosofía que recalcaba bastante la
trascendencia divina y, en general, mantenía una neta antítesis entre «lo superior» y «lo
3
Cfr. Copleston, F. , HISTORIA DE LA FILOSOFÍA Tomo I Grecia y Roma, Ver electornica, p. 394.
inferior», tanto en todo el conjunto de la realidad como en la naturaleza humana en
particular.

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