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“Señalan la necesidad de promover una nueva enseñanza de la historia formoseña.

” Diario
La Mañana. 20 de marzo del 216. Versión digital. Recuperado de: http://xn--
lamaanaonline-lkb.com.ar/noticia/48970-senalan-la-necesidad-de-promover-una-nueva-
ensenanza-de-la-historia-formosena

El abogado e historiador Marcos Raúl Molares destacó la necesidad de encarar un nuevo


relato sobre la historia formoseña, alejado de mitos y fábulas, para que las nuevas
generaciones sepan lo que realmente ocurrió en el pasado y no que se siga enseñando en las
aulas formoseñas una visión histórica que, a su juicio, “patrocinaron desde siempre, los
personajes que monopolizaron las mejores tierras del este formoseño”.
A su criterio, “la fascinación por los cuentos de hadas, magos, príncipes, no solamente la
tienen los niños, sino también los mayores y, sobre todo, muchos historiadores. Muchas
fundaciones de pueblos formoseños no tienen el sello dramático -en esos relatos históricos
oficiales- de la realidad chata y aplastante de la miseria hecha rutina, ni la vergüenza abyecta
de la discriminación cultural, y el atropello por la diversidad, sino la magia de los cuentos
europeos del Medioevo, con linajes reales: nobles venidos a menos pero que apostaban a
más, paseándose, indiferentes, entre el gentío acuciado por el hambre”.
“Y así, los docentes formoseños vienen enseñado débiles historias de estos pueblos en las
escuelas, como una verdad a ciegas que anda a tientas buscando su identidad, a tropezones.
Y seguirá siendo la historia oficial de una nobleza, de una alcurnia o de las clases dominantes;
y cuanto más apegada a Buenos Aires, mejor, dado que si no hemos podido colocar en el
pasado germinal de un pueblo, un francés, un alemán o un italiano, vale para el caso, un
porteño entronizado, que tenga un poquitín de prosapia oligarca, para que se pregone que es
el gran fundador popular de nuestras ciudades. Para esos intérpretes de pasado, que aún hoy
siguen planteando su hegemonía ideológica, y que por ahora están de parabienes: ¡Qué
vergüenza histórica hubiera sido que a Formosa, o a sus principales pueblos, la hubiera
fundado un obrajero paraguayo, un carpintero uruguayo o un albañil correntino! ¡Vade
retro!”, acota.

Fundadores oficiales
Molares se interroga al respecto: “¿Quiénes son los fundadores y los constructores de los
pueblos, de un territorio, de una nación? ¿Por qué el alfiler del método investigativo, cuando
buscó un fundador, se incrustó en el omóplato de un hombre solo, no en un colectivo
poblacional? No hubo caso. Los historiadores tenían que buscar a un decente ‘notable’, y la
historia les abriría sus puertas para estamparles el sello de ‘ilustre fundador’”.
Se desdeñó hablar de la gente común: “hombres, mujeres, sin linajes familiares, viviendo en
concubinatos, con hijos extramatrimoniales nacidos a la buena de Dios, como artífices de los
pueblos. Eso, para esa corriente predominante, siempre fue inmoral. Linaje, más linaje. Para
ser bautizado como tal, había que saber de dónde venía el fundador, quiénes fueron sus
ancestros. Con una diferencia: si eran extranjeros de ultramar, ya no importaba tanto, porque
quedaba a mano el invento de que ‘provenía de una familia de alta clase y de mucha alcurnia’.
Europa les daba autoridad genealógica: eran ‘bien nacidos’. Dentro de esa concepción, si
eran paraguayos, había que pensar, ante todo, que eran ‘mal nacidos’. La xenofobia para los
americanos; la fascinación, para los europeos. Formosa: ‘lugar donde el canto de los
ruiseñores apagó el lamento de los horneros’”.
“¿Y si era criollo argentino el que tallaba? No calificaba para semejante título. ¿Y si fuera un
criollo americano? Menos, todavía. ¿Una mujer? Ni hablar. Carlota Alarcón, mujer
fundacional de Formosa, correntina poriajhú, casada con el salteño Luis Dorrego, fue
atrapada por un agujero negro de la historia, y será muy difícil que su historia pueda salir a
la luz. La fuerza de gravedad del oscurantismo la extinguió hace muchos años. Nadie podrá
saber mucho de ella, a pesar de lo mucho que dio por ese rancherío enclenque que creció al
borde del río”.

Clorinda y sus mitos


Ampliando su argumento, el historiador afirma: “Clorinda es otro ejemplo, en su historia, por
cierto, de esas fábulas encantadoras que de niños nos embelesaba, mientras soñábamos con
hadas, los hombres, y con príncipes, las mujeres (o con hadas, las mujeres, y príncipes, los
hombres; o de todo un poco)”.
“En ese pueblo corre, para esa historia que hasta hoy se sigue contando, la sangre del linaje
húngaro, representada por sus nobles que descendían a estas tierras. Si hasta la fecha de su
fundación fue declarada en base a una transferencia de tierras, que fue la muestra violenta
sobre la manera en que grandes latifundistas se quedaban con más de 80.000 hectáreas,
burlando la legislación que les ponía límites a las ambiciones anexionistas. ¿Lo supieron las
autoridades municipales que refrendaron un dictamen de esa peculiar historia oficial?
¿Clorinda nació del fraude? ¿O surgió del ímpetu de inmigrantes americanos que pelearon
por su lugar en el mundo y la propiedad de sus tierras, a más no poder?”.

“Y se viene de cajón, el interrogante: ¿acaso algunos miembros de la casta de los ruiseñores,


de fines del siglo XIX, y mediados del siguiente, en Formosa, no se hicieron radicales,
primero, y luego peronistas, para evitar la real amenaza latente de que se le expropien sus
extensos latifundios, alegando falsamente convicciones partidarias, solidarias y
patrióticas?”.
Para finalizar, sintetizó diciendo: “Algunos de los personajes que monopolizaron las mejores
tierras del este formoseño y que a su vez colocaron y destituyeron gobernadores de esta
provincia, han sido los principales patrocinadores de la historia edulcorada que hoy padecen
los alumnos y estudiantes formoseños. Aunque las fábulas que se enseñen sean siempre las
mismas, irremediablemente las generaciones que vienen, un buen día, exigirán que, además
del pesebre, les muestren también el serpentario”.

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