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En principio, a todos aquellos que tenemos una misión formativa nos interesa que nuestros

alumnos aprendan lo que les enseñamos. Muchas de las cosas que hacemos los profesores las
hemos aprendido a hacer tipicamente, viendo a otros, por medio de lecturas, cursos o por una
combinación de estos medios. Cualquiera que sea el medio por el cual el profesor se ha formado,
es importante que los profesores conozcan de manera directa, las formas fundamentales por
medio de las cuales un alumno puede ser efectivamente enseñado. En primer lugar, debemos
distinguir dos acciones primordiales que los educadores efectuamos. Una de ellas tiene como
objetivo lograr que nuestro alumno aprenda a hacer algo nuevo. Esta acción genérica la
conocemos como formación: aprender las vocales, mezclar colores básicos, sumar, analizar
enunciados, decir los nombres de las capitales de los estados, identificar las partes de la célula,
resolver un sistema de ecuaciones, nombrar partes de los instrumentos musicales, apreciar obras
de arte, seguir un ritmo y tiempo en poesías corales, etc. Pero la formación abarca no sólo lo
estrictamente académico que se iguala a veces con el desarrollo intelectual, sino aquellos aspectos
que conforman su desarrollo perceptual y motriz: caminar sobre una línea, tener equilibrio en una
barra, distinguir semejanzas y diferencias por medio de los sentidos, etc. y también el área del
desarrollo emocional y social del alumno: dar los buenos días, ser positivo socialmente, distinguir
los rasgos propios de las distintas emociones, etc. En otras palabras nos interesa que el alumno
aprenda a hacer actividades cada vez más complejas en diversos campos del desarrollo personal.
Julio Varela Psicología Educativa Versión electrónica ofrecida por el Grupo Contextos
www.conducta.org 38 El otro aspecto de nuestra actividad docente, se refiere a la corrección. El
alumno pudo haber aprendido algo en forma deficiente o bien, aprendió a hacer algo que no es
correcto. Por ejemplo, confunde el sonido de una letra, suma en forma desordenada sin respetar
las columnas, confunde la fecha del inicio de la Revolución Mexicana con la del inicio de la
Independencia, o bien es irrespetuoso, no conserva su lugar dentro del salón, trabaja en forma
lenta y descuidada, etc. Para los dos grandes aspectos anteriores existen procedimientos distintos.
En este Módulo revisaremos los que se refieren a la Formación. Como se mencionó en el Módulo
de Análisis Conductual, para poder analizar el comportamiento, necesitamos en primera instancia
conocer lo que ocurre antes del comportamiento y después de él. Los eventos que ocurren
después del comportamiento se conocen técnicamente como reforzadores, si las consecuencias
son positivas para el individuo. Estas, cada vez que ocurren tienen un "efecto hacia adelante" esto
es, que la próxima vez que la persona se encuentre en una situación semejante, es muy posible
que se comporte como lo hizo en la ocasión anterior, debido a las consecuencias positivas que
obtuvo. El profesor debe tener cuidado que ante una respuesta que es correcta por parte del
alumno, éste tenga una consecuencia positiva. De hecho, casi todos los profesores actúan de esa
manera. Si el alumno contesta una pregunta correctamente, el profesor puede decir "Correcto",
"Muy bien", "Así es" o cualquier otra expresión de aceptación. Pero es importante conocer algunas
reglas para usar con más eficiencia este aspecto que generalmente se hace mediante el "sentido
común". Es preciso que el profesor conozca las bases teóricas del porqué de esta acción.
Supongamos que nuestro alumno está en tercer grado de primaria. Le estamos enseñando a
identificar y trazar triángulos rectángulos. Realmente, es un nuevo conocimiento el que estamos
brindando ya que suponemos, nunca antes había sido instruido en la escuela este aspecto. Ante
estas circunstancias, se recomienda que el profesor refuerce todas y cada una de las respuestas
correctas del alumno. Técnicamente decimos que el profesor Julio Varela Psicología Educativa
Versión electrónica ofrecida por el Grupo Contextos www.conducta.org 39 está "reforzando en
forma continua" el comportamiento del alumno. Este reforzamiento continuo es recomendable
siempre que se imparta un nuevo conocimiento. El reforzamiento (elogio) que proporciona el
profesor facilitará que la próxima vez que el alumno se encuentre ante un triángulo rectángulo, su
respuesta sea correcta. Esta forma de actuar por parte del profesor la irá desvaneciendo
gradualmente (a veces elogia y a veces no) a partir de que observe que el alumno sigue
respondiendo en forma correcta. Esta acción de reforzar algunas veces el comportamiento
correcto, se conoce como "Reforzamiento Intermitente". De esta forma, el profesor empieza a
reforzar sólo algunas respuestas y otras no. Por lo tanto, las reglas básicas son: * Reforzar en
forma continua siempre que se empiece a revisar un nuevo tema (Reforzamiento Continuo). * En
la medida en que el alumno vaya teniendo mayor dominio, en esa misma medida se debe espaciar
gradualmente el reforzamiento (Reforzamiento Intermitente). Sabemos que es imposible estar
reforzando todas las respuestas de un alumno cuando estamos dando clase a un grupo completo.
Ante esto, la recomendación es que esta técnica de reforzamiento continuo la lleve a cabo el
profesor, siempre que esté en posibilidades de hacerlo. Por ejemplo, si el profesor está ante el
grupo y, atendiendo a un alumno en particular, en ese momento levantan la mano otros cinco
alumnos como señal de que ya identificaron cuál es el triángulo equilátero, será sumamente difícil
que a los otros cinco alumnos los refuerce inmediatamente ya que eso implicaría que debe
apartarse del alumno al que está atendiendo. En este caso, posiblemente sea preferible continuar
con la actividad en la que está involucrado y posteriormente revisar y reforzar a los otros cinco
alumnos en forma global. Julio Varela Psicología Educativa Versión electrónica ofrecida por el
Grupo Contextos www.conducta.org 40 Es importante enfatizar que el reforzamiento intermitente
permite que el alumno se siga comportando de manera correcta evitando que el alumno dependa
de si se le refuerza o no. Esto ocurre en algunos casos en los que los educadores acostumbran al
alumno a depender en forma excesiva de lo que el profesor haga. Las situaciones ordinarias
dentro del aula no permiten que un profesor recurra siempre a esta técnica de Reforzamiento
Continuo pero debe de estar consciente de cuándo empezar a hacerlo intermitentemente. Por
definición, el reforzamiento debe de ocurrir después del comportamiento, no antes. Un error de
los educadores es que en ocasiones permiten el acceso al reforzamiento antes de la respuesta
esperada. Los efectos de esta práctica son perjudiciales para el profesor y para el alumno. Por
ejemplo, una profesora, ante el ruego de un alumno, le permite ponerse a dibujar sin que haya
terminado un trabajo ante la promesa que lo terminará después del recreo. En este caso, el
comportamiento correcto es terminar el trabajo asignado y la consecuencia (reforzador) debería
ser poder dibujar. Si la profesora cede ante la promesa del alumno, es posible que el alumno,
después del recreo no efectúe el trabajo requerido. Además, el problema no acaba aquí ya que el
alumno posiblemente haya aprendido que los ruegos y las promesas son tan efectivos como el
realizar el trabajo y obviamente tales aspectos de rogar, prometer y trabajar no son equivalentes.
Siendo así, la profesora posteriormente puede reclamar al alumno que no cumple con sus
promesas y lo responsabiliza de faltar a su propia palabra. En estricto sentido, la profesora es
corresponsable del incumplimiento de su alumno, ella lo permitió y si en otra ocasión vuelve a
actuar en forma similar, inconscientemente estará enseñando el hábito de "prometer" en lugar de
"hacer el trabajo respectivo". El alumno aprende lo que se le enseña (ser incumplido y prometer
en vano) y por tanto, la profesora es responsable, no el alumno. Por tanto, la regla básica es: Julio
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www.conducta.org 41 El reforzamiento debe otorgarse cuando el alumno se haya comportado de
acuerdo a lo especificado con anterioridad. Muchas veces empleamos la frase "nadie es igual a
nadie" o alguna similar. Con esto queremos hacer notar que entre los individuos existen
diferencias, no obstante que compartan algunas características como pueden ser la edad, el sexo,
el medio socioeconómico, el idioma, lugar de nacimiento, etc. Tales diferencias individuales se
expresan en la educación en múltiples formas y es un error pretender borrarlas o hacer caso omiso
de ellas pues éstas existen aun cuando no las consideremos. El nivel de eficiencia, ritmo de
trabajo, rapidez del tiempo de reacción (conocido como "rapidez de reflejo") entre otras muchas
características, son fácilmente observadas en forma cotidiana dentro y fuera del salón de clases.
Una forma específica para identificar estas diferencias puede ocurrir cuando reforzamos su
comportamiento. Mientras un alumno se entusiasma porque le reforzamos su comportamiento de
sumar correctamente mediante una nota de felicitación hecha en el cuaderno, otro puede
mostrarse indiferente ante una nota similar o mostrar un franco rechazo pues no le gusta que le
"manchen" sus trabajos y cuadernos. Algunos alumnos aceptan las palmadas de afecto otros en
cambio, rehuyen de ellas o abiertamente las rechazan. En estos casos es útil considerar las
diferencias individuales en relación a nuestras formas de reforzamiento. La regla básica es: No
necesariamente una actividad que es reforzante para un alumno lo tiene que ser para otro u otros.
El efecto del reforzamiento es individual. Un último elemento que hay que considerar es que el
efecto del reforzamiento será mayor mientras se otorgue en forma más inmediata, una vez que el
alumno se comporte de la manera esperada. Por ejemplo, si una alumna acaba de terminar su
trabajo dentro del criterio de tiempo requerido, es Julio Varela Psicología Educativa Versión
electrónica ofrecida por el Grupo Contextos www.conducta.org 42 preferible decirle "Bravo, lo
hiciste muy rápido y en forma correcta" justo cuando acaba de terminarlo, en lugar de decírselo a
la hora de la salida o a la mañana siguiente. Sin embargo, el tiempo entre el comportamiento y el
reforzamiento puede ser más extenso en la medida en que el alumno avanza a lo largo de su
formación psicológica. En los alumnos de kinder o preescolar, el efecto será mayor si los
reforzamos inmediatamente después, pero en los primeros dos grados de primaria el intervalo
puede ser más grande. ¿De qué dimensión es este intervalo temporal para cada grado y edad? La
respuesta está en el mismo alumno: en la medida en que el alumno tenga noción del tiempo, en
esa misma medida podrá ser reforzado posteriormente a un comportamiento específico. En otras
palabras, si un alumno puede calcular aproximadamente cuándo ha transcurrido un minuto, un
cuarto de hora, una hora, etc. el reforzamiento puede ser efectivo de acuerdo a esa misma
medida. De cualquier manera, es muy recomendable que el reforzamiento sea otorgado lo antes
posible después que el alumno se comporte de la manera requerida.

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