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¿Hombres libres o esclavos?

En la actualidad se piensa que vivimos un ambiente de igualdad, equidad,


democracia, avance científico y de todo tipo. Existen leyes que dicen asegurar una
armonía social y constantemente vemos a políticos pidiendo un voto de confianza
para mejorar nuestro país. Vemos también la apertura de nuevas creencias que
argumentan abrirle los ojos al hombre actual y mostrarle un horizonte más allá del
que le permitirían ver. Se aprecia de igual forma un avance comercial sin
precedente alguno, a esas empresas ofreciendo opciones de consumo a la
sociedad… ¡Liberalismo en toda la extensión de la palabra!

Si preguntamos a la población ¿Qué es libertad? seguramente responderán algo


como: no estar atados a una cadena, poder caminar por las calles o disfrutar de
los derechos que el gobierno establece. Sin embargo, eso no es libertad
caballeros, son paradigmas que dejan de lado nuestra razón y nos imponen una
esclavitud disfrazada de gozo.

Puedo asegurar que todos nosotros nos sentimos libres por levantarnos, poder ir a
la escuela o al trabajo, podemos elegir si caminar o tomar algún medio de
transporte, podemos hacer o no hacer las cosas; tomar pequeñas decisiones que
definen el curso de nuestra jornada diaria. Tenemos mil opciones para hacer de un
día “Nuestro día”. No obstante, eso provoca un vacío mental que nos impide vivir
en plenitud.

¿Quién no se ha dejado llevar por las modas? ¿Quién no ha consumido


inconscientemente? ¿Quién no se ha sentido incapaz de cambiar aquello no le
gusta en su vida? De quien estoy hablando no es una persona libre, es un esclavo
de los protocolos, costumbres y paradigmas que la sociedad ha impuesto; es una
persona sin la determinación necesaria para ser feliz.

Desgraciadamente la mayoría no se atreve a cuestionarse todo lo que ve, lo que


escucha y lo que se promueve a través de los medios masivos de comunicación;
es de pereza preguntarnos el porqué de las cosas y es algo que debemos hacer a
diario si no queremos vivir supeditados mentalmente . Por ejemplo, si vamos con
un psicólogo nos daremos cuenta de que la mayoría de sus interrogantes es: ¿Por
qué? y no es con el afán de desperdiciar toda la sesión con esa pregunta que ni
siquiera sabemos responder; es el único camino que nos lleva directamente a una
solución.

Para ser feliz se requiere de una independencia mental, de limpiar toda esa
telaraña que se ha ido tejiendo en nuestro consciente y que no nos permite tomar
verdaderas decisiones. Eliminar esas ideologías con las que nos forjan de
pequeños y crear las nuestras, da igual si coinciden, lo importante es haberlas
abordado nosotros mismos.

La libertad mental, se caracteriza por la capacidad de acción consciente que


puede manejar una persona frente a cualquier situación, además de la habilidad
para cambiar voluntariamente de pensamientos, comportamientos, conceptos y
sentimientos, es decir, la habilidad para modificar voluntariamente su propia
personalidad, y aceptar fácilmente nuevas ideas que puedan aportarle un
mejoramiento de vida.

No escribo este trabajo queriendo demostrar que soy una persona totalmente libre,
al contrario, es algo por lo que lucho cada día y poco a poco se me va convirtiendo
en una necesidad. Hace poco tiempo que me cuestione: ¿Por qué no soy feliz? Y
desde entonces lleno mi vida de pequeños cambios que mejorarían notablemente
mi existir, cambios tan insignificantes para algunos pero tan indispensables para
mi personalidad como la forma de saludar, la propiedad con la que hablo, doy
puerta abierta a mis intereses e intento tener control sobre mis emociones. Aspiro
a ser alguien plenamente consciente de mis acciones e ideologías y por ende me
doy a conocer mediante este trabajo.

No me queda más que darles a analizar la siguiente frase:

“Eres lo que eres y tienes lo que tienes por lo que has puesto en tu mente, si
quieres cambiar lo que tienes y quien eres... Entonces tienes que cambiar lo
que has puesto en tu mente...” Alex Dey.

Cristian Yair Delgado Corro.

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