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Mario Vargas Llosa nos regala, en La Fiesta del Chivo, una riqueza literaria excepcional,
múltiples voces, una arquitectura narrativa y distintas perspectivas a lo largo de la novela.
En ella, retrata la dictadura de Trujillo en República Dominicana.
El autor utiliza tres historias narraciones para escribir la novela: En primer término, la
historia de Urania, quien decide regresar a República Dominicana después de 38 años
cargando con un pasado traumático signado por este siniestro personaje que fue Trujillo.
Por otro lado, encontramos una narración, en primera persona, que detalla la vida de
Trujillo en sus últimos días de vida. Por último, la narrativa de quienes hayan conspirado
para lograr el atentado y la muerte del tirano.
En una entrevista al autor de la obra y ganador del premio nobel, éste refería que,
lamentablemente, las dictaduras han sido una constante en nuestro continente.
"Se puede demostrar que los latinoamericanos, en estos 200 años de independencia,
hemos vivido más tiempo bajo la férula de estos personajes desdeñosos de las
instituciones y el constitucionalismo liberal, que administrados por presidentes
obedientes de las normas".
En un artículo periodístico, el autor señala otra de las razones por las que este tipo de
dictaduras tiene lugar: “En América Latina, la inmensa mayoría de la gente tiene una falta
total de confianza en las instituciones y esta es una de las razones por las que nuestras
instituciones fracasan. Las instituciones no pueden funcionar en un país si la gente no
cree en ellas; si, por el contrario, las ve con una desconfianza fundamental y no las
considera una garantía de seguridad, de justicia, sino exactamente de todo lo contrario.”
“El más ligero análisis de la historia nacional revela, por consiguiente, que sólo a partir
de 1930, esto es, después de cuatrocientos treinta y ocho años del descubrimiento, es
cuando el pueblo dominicano deja de ser asistido exclusivamente por Dios para serlo
igualmente por una mano que parece tocada desde el principio de una especie de
predestinación divina: la mano providencial de Trujillo. Desde esa época hasta nuestros
días, es decir, en un ciclo de 24 años en que el estupor de la fábula aparece superado
por los deslumbramientos de la realidad objetiva, el hombre lucha con la adversidad y
realiza milagros tan portentosos como los que durante los cuatro siglos anteriores se
cumplieron por el solo efecto de la intervención en la vida del país de poderes
sobrenaturales. Dios y Trujillo: he ahí, pues, en síntesis, la explicación, primero: de la
supervivencia del país, y luego, de la actual prosperidad de la vida dominicana.”
No obstante, es observable el distintivo que estos líderes, fuertes y dictadores, han tenido
en cuanto producen sensación y terror entre sus simpatizantes y enemigos,
respectivamente. Así, el autor, nos describe la personalidad magnética de Trujillo, quien
tenía el poder de subyacer a quienes lo rodeaban, bastando con sólo una mirada. “Lo de
los ojos, lo de las miradas de Trujillo, lo había oído muchas veces. A papá, a los amigos
de papá. Entonces supe que era cierto. Una mirada que escarbaba, que iba hasta el
fondo. Sonreía, muy galante, pero esa mirada me vació, me dejo puro pellejo. Ya no fui
yo.”
“¿Por qué no saltó sobre él cuando lo tuvo tan cerca? Se lo preguntaba todavía, cuatro
años y medio después. No porque creyera una palabra en lo que decía... no por miedo
a morir… era algo más sutil e indefinible que el miedo: esa parálisis, el adormecimiento
de la voluntad del raciocinio y del libre albedrio que aquel personajillo acicalado hasta el
ridículo, de vocecilla aflautada y ojos de hipnotizador, ejercía sobre los dominicanos
pobres o ricos, cultos o incultos, amigos o enemigos, lo que tuvo allí, mudo, pasivo,
escuchando aquellos embustes, espectador solitario de esa patraña, incapaz de convertir
en acción su voluntad de saltar sobre él y acabar en el aquelarre en que se había
convertido la historia del país”.
Cabe preguntarnos entonces ¿Por qué Trujillo quien concentra todo el poder del país,
político económico y militar, situación que es conocida por todos en República
Dominicana se preocupa por dar esta imagen de democracia?
Es prudente preguntarnos, entonces: ¿Por qué Trujillo, quien concentra todo el poder de
la nación, tanto político, como militar y económico, situación que es del conocimiento de
todos en República Dominicana, se preocupa por mostrar una imagen democrática? La
respuesta se relaciona estrechamente con la crisis de la soberanía en relación con los
demás Estados. Es del conocimiento público que, históricamente, Estados Unidos ha
tenido gran influencia sobre Latinoamérica, especialmente en la época de la Guerra Fría,
en la que éste busca países satélites que le sirvan a su propósito principal. No obstante,
frente a la gran cantidad de denuncias por violaciones graves en los Derechos Humanos,
la presión social de los norteamericanos y de las organizaciones internacionales, Estados
Unidos no encuentra más alternativa que quitar el apoyo brindado, lo que se traduce en
enormes consecuencias económicas para el país del tirano. Es por ello, entre otras
razones, tales como evitar bloqueos económicos con otros países, que se mantiene una
apariencia de democracia y de respeto por los derechos elementales.
Si bien es cierto que, la cuestionada crisis de la soberanía, puede ser violada de muchas
formas, entre ellas con organizaciones transnacionales como Amnistía Internacional, la
ONU o el Banco Mundial, el uso de acuerdos voluntarios y coerción militar, ésta es
positiva en tanto represente la posibilidad de intervención con el objetivo de evitar que
se sigan vulnerando los derechos fundamentales de las personas. Claro está que es un
tema que debe ser tratado con delicadeza, ya que, en algunos casos, los derechos
humanos no son más que un pretexto idóneo para la intervención de los Estados, siendo
otros los intereses de fondo.
A manera de conclusión, La Fiesta del Chivo, más allá de un agradable estilo literario,
nos da muestra en una historia verídica, del horror al que es capaz de llegar el hombre y
de lo voluble de la naturaleza humana, que es capaz de apoyar y defender ciegamente
a tiranos como Trujillo, siendo cómplices de la cantidad de violaciones cometidas en su
régimen.