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¿Sabías que algunas de las posiciones astrales más relevantes de las cartas

astrales de los padres las heredan los hijos? Seguro que te sorprendería saber
qué planetas han heredado de ti o de tu pareja tus hijos o cuáles has heredado
de tus padres.

El Sol, la Luna, el Ascendente y Mediocielo suelen intercambiarse entre padres


e hijos con mucha frecuencia, pero la herencia astral no se limita a un juego
entre esos tres puntos clave, sino que, de padres a hijos, se transfieren los
planetas que ocupan unos lugares concretos del horóscopo. Aunque no todos
los hijos heredan los mismos planetas. Que hereden uno u otro influirá sobre
su temperamento en primer lugar, sobre sus inclinaciones o habilidades
profesionales, después, y sobre su descendencia finalmente, condicionando su
futuro.

Quienes tengamos varios hijos sabemos que no todos son iguales, ni mucho
menos, aunque intentemos darles la misma educación, etc. Esto es algo que
explica muy bien el asombroso fenómeno de la herencia astral, una de las más
notables investigaciones astrológicas del siglo XX –llevada a cabo por el
psicólogo francés Michel Gauquelin junto a su esposa Françoise.

Inquietantes preguntas se desprendían de los trabajos de Gauquelin. Una de


ellas era: ¿por qué nacemos en un momento dado y no en otro?

La respuesta parece hallarse en que -además de la naturaleza, los


animales y las plantas- también los humanos respondemos a una
especie de reloj biológico que podría estar en función de la herencia
genética manifestada a través de la herencia astral.

Michel Gauquelin escribió en L’hérédité planètaire (Planéte, 1966):

“Para demostrar la existencia de la herencia planetaria hay que probar


estadísticamente que existen semejanzas entre la posición de los planetas al nacer
los padres y al nacer los hijos.

Estudié durante más de cinco años las partidas de nacimiento de varios distritos de
la región de París y reuní datos sobre más de treinta mil padres y sus hijos. Cuando
los datos fueron sometidos a análisis estadístico, la magnitud de la semejanza
hereditaria era tal que no podía ser atribuida al azar.
Para ser exactos diré que sólo había una posibilidad entre medio millón de casos
de que los resultados fueran casuales”.

Los Gauquelin demostraron en este libro sobre la herencia planetaria,


escrito en 1962, pero publicado en 1966, que había correlaciones entre los
planetas predominantes en padres e hijos, en particular con la Luna, Venus,
Marte, Júpiter y Saturno. No obtuvo resultados con los otros planetas. Sin
embargo, esta tendencia hereditaria se rompía cuando el nacimiento era por
cesárea o provocado. Y añadía otras observaciones fascinantes, como al
afirmar que si un niño nace en un día que haya perturbaciones geomagnéticas,
el número de semejanzas hereditarias es el doble de grande que en días
normales, lo que permite pensar que el campo solar tiene mucho que ver en
estas influencias planetarias.

Al margen de estas irrefutables estadísticas, la Astrología nos ofrece otros


datos para poder comprobar la existencia de una genética cósmica: es
frecuente ver como los signos donde están el Sol, la Luna, el Ascendente o
Mediocielo -los puntos más importantes de una Carta Astral– suelen
intercambiarse de padres a hijos. Así, por ejemplo, será fácil tener un hijo cuyo
signo del Zodíaco (signo solar) sea el mismo en el que uno de sus padres tenga
la Luna o el Ascendente; que su posición lunar corresponda con uno de los
Ascendentes de los padres, etc.

Observen estos juegos en vuestras respectivas familias, y se llevarán unas


cuantas sorpresas.

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