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Adoratsky - Historia Del Manifiesto Comunista de Marx y Engels (1938) PDF
Adoratsky - Historia Del Manifiesto Comunista de Marx y Engels (1938) PDF
Introducción
El Manifiesto del Partido Comunista (el Manifiesto Comunista) vio la luz
del día poco antes de la Revolución de Febrero de 1848. En este brillante trabajo escrito
hace noventa años –setenta años antes de la victoria obtenida en 1917 por la gran
revolución socialista–, Marx y Engels anunciaron la revolución proletaria venidera,
dieron las razones estrictamente científicas de su necesidad histórica, y predijeron la
inevitable caída de la burguesía y la victoria del proletariado.
La tarea histórica del proletariado es destruir las clases, crear una sociedad
comunista sin clases y asegurar el desarrollo de las fuerzas productivas sociales a un
grado desconocido hasta ahora. La estructura secular de la sociedad capitalista puede
ser destruida y la dominación de la burguesía, que ahora es incompatible con la
existencia y desarrollo de la sociedad, puede ser barrida, únicamente a condición de que
el proletariado, el líder de todos los oprimidos y explotados, conquiste el poder e
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instaure su dictadura. Sólo bajo la dictadura del proletariado, bajo la dirección del
proletariado, los trabajadores pueden construir una sociedad comunista.
“Esta obra expone, con una claridad y una brillantez geniales, la nueva
concepción del mundo, el materialismo consecuente aplicado también al campo
de la vida social, la dialéctica como la más completa y profunda doctrina del
desarrollo, la teoría de la lucha de clases y del papel revolucionario histórico
mundial del proletariado como creador de una sociedad nueva, de la sociedad
comunista.” [Lenin, “La guerra y la socialdemocracia de Rusia”, en Obras
Escogidas en 12 tomos, t. 5, p. 21]
I. La base teórica
El Manifiesto del Partido Comunista fue fruto de un extraordinario trabajo de
investigación científica preliminar, de un enorme trabajo preparatorio.
La evolución de Engels también siguió la misma línea que la de Marx. A partir del
año 1844, se estableció entre ellos una amistad y colaboración inalterables. Engels, al
igual que Marx, pasó por la escuela de la filosofía hegeliana, y tuvo un acercamiento
absolutamente independiente a la elaboración de los puntos de vista expuestos en el
Manifiesto. En 1845, publicó su espléndido libro “La condición de la clase obrera
en Inglaterra en 1844”. Ese mismo año, visitó a Marx en Bruselas, y juntos
analizaron y sometieron a crítica la herencia teórica de la burguesía.
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Marx y Engels cerraron la brecha que existía entre la teoría y la práctica, al poner
la teoría y la ciencia al servicio de la lucha revolucionaria del proletariado por la
liberación de toda la humanidad trabajadora de la explotación capitalista y de todo tipo
de explotación. Al poner a la ciencia al servicio de la más grande revolución de todas,
Marx y Engels abrieron nuevas e ilimitadas perspectivas, creando por primera vez una
base estrictamente científica para el estudio de los fenómenos sociales.
Los fundadores del marxismo demostraron claramente que la causa motriz del
desarrollo no reside en las contradicciones de conceptos como enseñaba Hegel, sino en
las contradicciones existentes en el propio mundo material. La fuerza motriz del
desarrollo social es la lucha revolucionaria del proletariado en la sociedad capitalista.
Armado con el método de la dialéctica materialista, Marx elaboró la concepción
materialista de la historia sobre la base de un estudio de la historia de la revolución
burguesa en Francia y el posterior desarrollo de la lucha de clases en la sociedad
burguesa, que había roto las cadenas del feudalismo.
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Los capitalistas, los dueños de los medios de producción, se apropian del trabajo
no retribuido a los proletarios, la clase privada de sus propios medios de producción y
obligada a vender su fuerza de trabajo.
Engels consideró necesario reiterar la afirmación de que la idea básica del Manifiesto tal como
se señala en la cita anterior pertenece “única y exclusivamente” a Marx, que “la parte más
considerable de las principales ideas directrices, particularmente en el terreno económico e
histórico, y en especial su formulación nítida y definitiva, corresponden a Marx... Marx era un
genio. ...Sin él la teoría no sería hoy, ni con mucho, lo que es. Por eso ostenta legítimamente su
nombre.” (Ver Engels, “Ludwig Feuerbach”)
Para la época en que el Manifiesto del Partido Comunista fue escrito, Marx había estudiado
una enorme cantidad de literatura económica especializada. En el Instituto Marx-Engels-Lenin
se conservan veinticuatro grandes cuadernos, fechados entre 1843 y 1847, que contienen
extractos y resúmenes de los libros leídos por Marx durante ese período. Estos cuadernos
contienen resúmenes de las obras de cerca de setenta economistas de los siglos XVII, XVIII y
XIX (Smith, Ricardo, James Mill, W. Petty, Thomas Tooke, W. Cobbett, W. Thompson, Ure,
Babbage, Owen, J. Wade, F.M. Eden, Sismondi, Blanqui, Quesnay, Destutt de Tracy,
Boisguillebert, Rossi, Storch, Gülich y muchos otros). Si estos cuadernos se imprimieran
ocuparían cerca de 2,250 páginas.
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Todos estos trabajos científicos citados fueron la base de la teoría del socialismo
científico elaborada por Marx y Engels.
Marx y Engels vieron la garantía del triunfo del socialismo, no en las cabezas de
individuos sabihondos sino en la lucha verdaderamente revolucionaria de las masas
oprimidas y explotadas del proletariado, en el crecimiento de su organización,
conciencia y determinación revolucionarias que se desarrollan en el curso de la lucha.
Para Marx y Engels, el comunismo no es una simple doctrina o dogma. Está basado en el
movimiento revolucionario de las masas proletarias, en su lucha real.
El Partido Comunista libra una lucha irreconciliable contra todas las influencias
burguesas sobre el proletariado; se opone a todos los intentos de mitigar la lucha, de
reconciliar al proletariado con sus condiciones de esclavitud bajo el yugo de la
burguesía; contribuye al desarrollo de la conciencia y la organización del proletariado y
a su transformación en clase; le ayuda a conquistar el poder y a cumplir su tarea de
construir la sociedad comunista.
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Entonces, ¿por qué Marx rompió por completo con la burguesía y se pasó
completamente al lado de la clase obrera, en tanto que los principios creados por Marx
se convirtieron en la mejor arma teórica en manos de la clase obrera?
En los años treinta y cuarenta del siglo XIX, en la época en que se formaron las
ideas de Marx, el capitalismo ya tenía una larga historia de desarrollo. El capitalismo
industrial comenzó a desarrollarse en los países de Europa Occidental (Inglaterra) a
partir de mediados del siglo XVIII. Para mediados del siglo XIX, en Francia y sobre todo
en Inglaterra, las condiciones inherentes al capitalismo se habían manifestado
completamente. La gran industria en Inglaterra se había desarrollado con especial
rapidez y había revolucionado todos los cimientos de la sociedad burguesa. El bullente
proletariado revolucionario que ocupaba los centros industriales y las grandes ciudades
se manifestó como una fuerza histórica amenazante e independiente. En Francia, en
Lyon, el centro de la industria textil, tuvo lugar la primera revuelta de obreros en 1831.
Entre 1838 y 1842, el primer movimiento obrero a escala nacional, el movimiento de los
cartistas ingleses, llegó a su punto culminante. En Alemania, si bien es cierto que el
desarrollo capitalista apenas había empezado, también las masas proletarias
comenzaron a plantear sus demandas en los años cuarenta, como fue el caso de la
revuelta de los tejedores de Silesia en el verano de 1844.
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Marx y Engels dieron todo su apoyo a estas nuevas tendencias que concentraban
su atención en las tareas de propaganda, que buscaban sacudirse de las viejas
tradiciones de organizar conspiraciones; y alentaron el esfuerzo hacia el
internacionalismo. Llevaron a cabo su propaganda por correspondencia, mediante el
envío de cartas circulares. Realizaron un trabajo sistemático en los círculos de estudio
obreros y dieron conferencias en las sociedades obreras. Al criticar implacablemente las
diversas teorías del socialismo pequeñoburgués, Marx y Engels en 1846 y 1847 lograron
ejercer una influencia decisiva en la Liga de los Justos.
Marx explicó a los obreros lo peligrosas y dañinas que eran todas las teorías y
enseñanzas encaminadas a desviar a la clase obrera del camino de la lucha de clase
proletaria, de la lucha por conquistar el poder del Estado – el único camino para la
destrucción de la opresión de clase y la edificación de la sociedad sin clases, la sociedad
comunista.
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En una carta circular especial, Marx criticó este plan de Kriege, de su diario y de
toda la tendencia que representaba. Marx demostró que Kriege no comprendía las
verdaderas relaciones de la sociedad capitalista ni el significado de la lucha de los
campesinos y de la reforma agraria. Marx escribió en su circular:
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¿Y en qué consiste el sueño a ser cumplido con la ayuda de estos 1,400 millones
de acres? En no otra cosa que la transformación de todas las personas en
propietarios privados. Tal sueño es precisamente tan imposible de cumplirse y
tan no comunista como el sueño de transformar a todas las personas en
emperadores, reyes y papas.”
Los métodos infantilmente rimbombantes con los que Kriege se presenta, como
representante de esta tendencia, comprometen seriamente al Partido Comunista,
tanto en Europa como en América, en la medida en que Kriege es considerado el
representante literario del comunismo alemán.
Esta resolución, con los motivos de la misma, será notificada a los comunistas en
Alemania, Francia e Inglaterra. Una copia será enviada al consejo editorial de
People’s Tribune, con la propuesta de que se imprima junto con las razones de la
misma, en la próxima edición de People’s Tribune.
En los círculos de estudios de los obreros alemanes en París, Grün inculcaba los
proyectos de Proudhon para la organización de asociaciones obreras de producción.
Sostenía que, con la ayuda de este tipo de asociaciones y el uso de los ahorros de los
obreros, sería posible, por la vía pacífica, emanciparse de la explotación capitalista y, por
lo tanto, resolver con éxito todos los problemas sociales. Engels, que en el otoño de 1846
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había ido a París para continuar la propaganda de las ideas del comunismo científico
entre los obreros alemanes, escribió desde allí a Marx el 18 de septiembre de 1846, sobre
su lucha contra Grün, y esbozó el contenido de la teorías absurdas de éste, tal como
sigue:
“Imagínate, los proletarios tienen que adquirir acciones con sus ahorros. Este
dinero (por supuesto, no debe haber menos de entre 10,000 y 20,000 de estos
obreros) se utilizará en un principio para construir uno o más talleres de una o
varias industrias, en las que se contratará a una parte de los accionistas; y los
productos, en primer lugar, se venderán a los accionistas al precio de la materia
prima más la mano de obra (los accionistas así no reciben ganancias), y, en
segundo lugar, los posibles excedentes se venderán de acuerdo a los precios del
mercado mundial. A medida que el capital de la sociedad crezca –ya sea como
resultado de una afluencia de nuevos miembros o por medio de nuevos ahorros
de los antiguos accionistas–, servirá para la construcción de nuevos talleres y
fábricas, etc., etc., hasta que todos los proletarios estén involucrados y todas las
fuerzas productivas del país sean compradas; de esta manera, el capital en manos
de la burguesía perderá su capacidad de controlar la mano de obra y asegurar
ganancias! ...
Estos señores tienen en mente ni más ni menos, por el momento, comprar toda
Francia, y después tal vez todo el resto del mundo, mediante el uso de los ahorros
del proletariado, y mediante la renuncia a las ganancias y a los intereses de su
capital. ¿Alguna vez se ha inventado tan espléndido plan?, ¿no sería simple –si
uno está ansioso, en verdad, de hacer algo– acuñar monedas de cinco francos con
la plata de la luz de la luna? Y aquí obreros tontos –tengo en mente a los
alemanes– creen en estas tonterías. Esta gente que apenas tiene seis céntimos en
sus bolsillos para ir a un pub de noche, va a comprar “toda la bella Francia” con
sus ahorros. En comparación con estos tremendos especuladores, Rothschild y
Compañía son los avaros más redomados. ¡Uno puede reventar de disgusto! Este
Grün ha echado a perder tanto a los muchachos que la frase más absurda tiene
para ellos más significado que el hecho más obvio presentado como argumento.
Es una lástima que uno tenga todavía que oponerse a semejante insensatez
bárbara. Pero hay que tener paciencia, no abandonaré a esos muchachos hasta
que aplaste a Grün y les limpie sus corrompidas cabezas.”
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Como resultado de una acalorada discusión que duró varias noches sin descanso,
todos los argumentos de los partidarios de Grün fueron hechos pedazos. Se hizo posible
convencer a los obreros bajo influencia de las teorías de Grün, de la corrección de los
puntos de vista de Marx y Engels.
“Uno sólo puede deshacerse de tales patanes siendo excepcionalmente duro con
ellos. Lo característico de estas viejas es que intentan pasar por alto y azucarar
toda auténtica lucha partidaria, y presentar la vieja costumbre alemana de riñas y
chismografía como una actividad revolucionaria. ¡Criaturas miserables! En todo
caso, aquí, en Bruselas, no hay nada de esto.”
En vista de que a Marx y Engels se les aseguraba toda posibilidad para colaborar
en la reorganización de la Liga y elaborar un programa teóricamente fiable, ellos
decidieron unirse a la Liga.
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Liga, aprobándose sus estatutos, en los que la tarea de la Liga se definía de la siguiente
manera:
He aquí, por ejemplo, el tipo de problemas planteado en una de las cartas del
Comité de Londres de la Liga, en febrero de 1847:
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Este trabajo fue realizado por Marx en el II Congreso de la Liga Comunista, que
tuvo lugar en Londres, a finales de noviembre y principios de diciembre de 1847. La
discusión sobre los problemas relacionados con el programa duró diez días completos.
Marx explicó todo lo que estaba sujeto a dudas; todas las discrepancias fueron
superadas. El Congreso reconoció, por unanimidad, como correctos los puntos de vista
esbozados y defendidos por Marx. Se adoptó la decisión de encargar a Marx y Engels la
tarea de elaborar un manifiesto, que sería publicado como el programa oficial de la Liga
Comunista.
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“Marx todavía era un hombre joven en ese momento, tenía cerca de 28 años de
edad; a pesar de esto, ejerció una fuerte impresión en todos nosotros. Marx era de
mediana estatura, ancho de hombros y lleno de energía. Tenía una frente
espléndida y alta, el pelo negro como el carbón y una mirada penetrante; tenía
una sonrisa sarcástica que se dibujaba en su boca, inspirando terror en sus
oponentes. Hablaba de forma breve y concisa, no empleaba palabras superfluas;
cada frase suya estaba llena de pensamiento, y cada pensamiento era un eslabón
necesario en su argumento. La lógica de su discurso era excepcionalmente
convincente, no había nada de fantasioso en él. Mientras más aprendía a
entender la diferencia entre el comunismo de Weitling y el comunismo del
Manifiesto del Partido Comunista, más claro era para mí que Marx era el
representante de las ideas socialistas maduras.”
III. El Manifiesto
El Manifiesto del Partido Comunista consiste de cuatro partes o capítulos.
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Estas condiciones del proletariado en la sociedad burguesa hacen que sea la clase
más revolucionaria. Todas las demás clases de la sociedad están arruinadas y declinan
con el desarrollo de la gran industria; el proletariado, sin embargo, es producto de la
gran industria misma.
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Al final del capítulo se enumeran las medidas revolucionarias que tienen que ser
realizadas por el proletariado al tomar el poder en sus manos.
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A finales del siglo XIX, la teoría de Marx recibió el reconocimiento general en las
filas de la clase obrera europea. En 1890, Engels tenía todo el derecho de declarar que el
Manifiesto se había convertido en “el producto más internacional y de mayor difusión
de toda la literatura socialista, el programa común de muchos millones de obreros de
todos los países, desde Siberia hasta California”. [Karl Marx, Obras Escogidas, t. 1]
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En 1892 apareció una segunda edición polaca, para la que Engels escribió un
prefacio fechado el 10 de febrero de 1892. En 1893, se publicó una edición italiana,
también con un prefacio de Engels, escrito especialmente para esa edición.
A partir de los años setenta del siglo XIX y a inicios del siglo XX, el Manifiesto del
Partido Comunista fue traducido a una serie de idiomas – portugués, español, rumano,
holandés, judío, ucraniano, japonés, finlandés, chino y otros.
El número total de ejemplares del Manifiesto del Partido Comunista que han
aparecido en los diferentes idiomas, durante los últimos noventa años, asciende a
millones.
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Marx predijo un gran panorama de batallas venideras para la clase obrera, señaló
claramente el objetivo y las tareas que debía cumplir el proletariado y le enseñó que le
esperaba una lucha larga y difícil. “Antes ustedes”, dijo Marx, “hay quince, veinte,
cincuenta años de guerras civiles y guerras entre pueblos, no sólo con el fin de cambiar
las relaciones existentes, sino también con el fin de cambiéis vosotros mismos y estéis
aptos para la dominación política”.
En el período histórico en el que vivió Marx, las condiciones para la victoria del
proletariado aún no habían madurado completamente. La época del imperialismo y las
revoluciones proletarias se produjo después de las muertes de Marx y Engels. La victoria
decisiva la obtuvo el proletariado sólo en esta nueva época histórica. El 7 de noviembre
de 1917, en Rusia se vio el comienzo de la gran revolución socialista victoriosa. El triunfo
de las ideas del Manifiesto del Partido Comunista fue asegurado por los brillantes
continuadores de la causa de Marx y Engels – Lenin y Stalin, y el Partido Bolchevique
dirigido por ellos.
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En las nueve décadas que han pasado desde que el Manifiesto vio la luz del día, se
ha producido un cambio fundamental en la situación histórica y en las condiciones de la
lucha por el comunismo. En los días en que el Manifiesto fue escrito el Partido
Comunista era un pequeño grupo ilegal, comparativamente un pequeño destacamento
del comunismo científico. A principios del Manifiesto se habla del “fantasma del
comunismo”, del amenazante y entonces todavía elusivo presagio de la revolución
proletaria venidera.
Han pasado veinte años desde que la victoria de la gran Revolución de Octubre
trajo consigo un cambio fundamental en la historia de la humanidad. Los obreros
industriales y el pueblo trabajador de la URSS han demostrado al mundo entero que el
comunismo de Marx y Engels, de Lenin y Stalin, no es un fantasma, sino una realidad.
La primera etapa del comunismo, el socialismo, es una realidad de lo más tangible,
presente en la vida cotidiana de 170 millones de personas que habitan el enorme
territorio de la Unión Soviética.
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Fuente: V. Adoratsky, “The History of the ‘Communist Manifesto’ of Marx and Engels”,
International Publishers, New York, 1938.
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