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Comunicación y cultura: perspectiva histórica

Escuela de Comunicación Social


Facultad de Artes Integradas
Universidad del Valle – Sede Meléndez

Juan Esteban Murillo Ruiz – Cód.: 1943624


Fecha: 11 de marzo de 2020

Informe de lectura

Ana María Henao Albarracín. (2010). “Usos y significados sociales de la fotografía post-
mortem en Colombia”. En Universitas humanística no. 75 enero-junio de 2013 pp: 329-355,
Bogotá – Colombia issn 0120-1807

A lo largo de los años, incluso siglos, la representación gráfica de la figura humana en la


fotografía ha incurrido como práctica social en un diverso recorrido evolutivo, consecuencia
de los avances técnicos (cámaras) y los cánones que la sociedad ha ido adoptando como
estéticos en los retratos. Por consiguiente, la fotografía adquiere un alto valor simbólico en
una sociedad en la cual las imágenes están directamente ligadas a la memoria y por ende,
inducen al acto de recordar; estas permiten conservar sujetos u objetos que ya no están
presentes, verbigracia de las personas que han fallecido.

Referente al ejemplo planteado, la producción de imágenes ha logrado su cometido en la


necesidad de registrar a los muertos con una función socio-cultural, alejada del morbo y con
una finalidad simbólica importante; reconociendo esta práctica como fotografía mortuoria o
post-mortem. Sobre investigaciones referentes a este tipo de fotos así como su labor en las
sociedades pasadas, diversas tesis han sido presentadas a partir de búsqueda en archivos
fotográficos públicos, caso de Ana María Henao Albarracín: historiadora, socióloga y actual
coordinadora del Archivo Histórico de Cali, quién recibió el título de Doctora en Historia del
Mundo Contemporáneo en la Universidad Paris Ouest Nanterre La Défense, en Francia.
Formada académicamente en la Universidad del Valle, con maestría en Sciences Sociales en
Écoles des Hautes études en Sciences Sociales; merecedora de la mención en su trabajo de
grado “Ceremonias Reales y Representación del Rey” (2009). Otra de sus publicaciones es “El
orden social en la regeneración” (2012)

En su investigación de carácter científico, también reconocida con mención, sustentada por


fotografías extraídas de la Biblioteca Pública Piloto de Medellín y una amplia recopilación de
autores referentes a la representación fotográfica, “Usos y significados sociales de la fotografía
post-mortem en Colombia” (2010) Ana María Henao Albarracín explica los factores —medios
técnicos; sus posibilidades de adquisición en las diferentes clases sociales, representaciones
de los fallecidos, los precedentes a la fotos mortuorias, el contexto histórico de la época y la
percepción social de la muerte— que intervinieron en la producción de retratos de difuntos
como parte de una cultura de ritual y culto al momento de la muerte.
En paralelo al tema principal anteriormente expuesto, examina con minuciosidad la
composición, auscultando en lo que se deseaba transmitir en los cuatro estilos que marcaron
una tendencia en los retratos de carácter póstumo (que datan entre los años 1899-1950),
mientras trabaja las actitudes y las idealizaciones acogidas por la sociedad en aquel periodo.

La indagación presente tiene como posible modelo de síntesis, una división en tres partes que
abarcan y separan todas las ideas de mayor jerarquía del texto, una partición pertinente que
me propongo a desarrollar.

En primer lugar, la autora exhibe la antigüedad de la expresión post-mortem cuando plantea


que la cámara es utilizada como un medio más para la representación de cadáveres,
evidenciando que la fotografía es precedida por las pinturas y las máscaras que se le
realizaban a personas importantes cuando sucumbían. La mitificación, la idealización de los
sujetos hacían parte de lo que la memoria de las personas deseaban ver como un objeto digno
de adoración, para perpetuar esa figura que ya no tiene vida.

La autora exhibe la siguiente apreciación:

“Esta asociación entre muerte e imagen adquiere su valor pleno con la desaparición
irreversible del referente, conservado eternamente en una imagen fotográfica que abre la
dimensión del recuerdo, provocando una mezcla entre dolor, placer y nostalgia.” (Albarracín,
2010, p. 336), comenta que este tipo de fotografías tenían una labor como medio de
trascendencia y una manera de recordar a ese ser querido que, tal vez, no había tenido la
oportunidad de retratarse en vida.

En segundo lugar, esta representación dotada de carácter artístico y simbólico tuvo diferentes
usos. Según la investigadora, en Francia estas piezas de papel fotográfico eran compartidas
con amigos y llegaban a formar parte del interiorismo en las casas, estas producciones solían
ser normales, adquirieron un uso doméstico al formar parte de las vivencias diarias de la
comunidad. (Albarracín, 2010, p. 353)

En Colombia, los retratos de difuntos se encontraban directamente ligados al daguerrotipo,


los difuntos desempeñaban el rol de modelo por excelencia ya que los tiempos de exposición
prolongados no eran un problema. Al masificarse la fotografía, se incrementó la demanda de
retratos después de la muerte; en especial la de los niños y bebés. Esta nueva forma artística
ya no era exclusiva de las clases altas, pero apetecida por muchas personas, fue tanta la
demanda, que los fotógrafos devengaron a partir de su inversión en estudios para realizar las
sesiones, iluminación y ambientación.

En tercer lugar, se presenta el cómo y el porqué de cada fotografía, esto se refiere a la


búsqueda hecha por cada fotógrafo para tener una calidad artística, que cumpliera en cuanto a
la función de reflejar los cánones de ese tiempo. Con ayuda de las fotos consultadas en el
archivo fotográfico de la Biblioteca Pública Piloto de Medellín, la historiadora define cuatros
clasificaciones en el sentido y uso de la foto: la primera, refleja a la persona en un sueño
profundo, lleno de paz e incorruptible; la segunda, se adquieren cualidades de estar vivos, los
ojos se disponen para estar abiertos, como si la muerte no nos hubiese tocado; la tercera, se
acepta la realidad de la muerte, sin embargo, el difunto está acompañado de su familia,
creando una escena de nostalgia y gran dramatismo; y en la cuarta clasificación se muestra la
realidad fúnebre, todo lo relativo a ser enterrado.

Referente a este último estilo, al hacer trabajo de campo indagando en los recuerdos de mis
abuelos y sus hermanos, me relataron la historia de Marcelo; un señor que obtuvo mucho
dinero manejando mercancía que llegaba a Buenaventura, este falleció de cáncer en la
próstata, durante su funeral lo fotografiaron en el ataúd —el cual estaba abierto— y la familia
guardó la foto en el álbum. Otro escenario que me presentaron, consistía en la necesidad de
ver por última vez a un pariente que estaba lejos de su familia, retrataban al difunto y la foto
la enviaban como el único vestigio de un rito fúnebre. Según mis parientes, esa es su
experiencia más clara en donde presenciaron la relación de fotografía-muerte.

Aun así, reemplazar el cadáver de un ser querido por una imagen de un familiar junto a su
tumba, o reconocer un memorial con una foto de la persona en vida son concepciones
diferentes a las anteriores que constituían la necesidad de armar una escena con el cuerpo, de
embellecer y construir un concepto de inmortalidad. Sin embargo, el acto de fotografiar una
escena posterior a una defunción con la intención de recordar, se está trabajando en función
de la fotografía post-mortem.

Ahora, no podemos idealizar esta costumbre como un ritual únicamente del pasado. Tal vez
percibimos el retrato póstumo como una actividad de culto rara, confundible con el morbo y
los gustos extraños. Ana María Henao Albarracín indica que el cambio en la percepción de
estos retratos y la muerte son ocasionados por una sensación de lejanía con esta experiencia
debido a la disminución en la tasa de mortandad.

Al estar de acuerdo con las consumaciones expresadas por la autora, concluyo, sería
incorrecto emitir una valoración en la que se niegue la presencia de este tipo prácticas en el
presente y su significativo uso social; a diario podemos adquirir fotos de cadáveres, imágenes
crudas propias de un género de reportaría inmediata que no se interesa en romantizar la
muerte. Otro uso cotidiano suele ser la conmemoración de nuestros familiares difuntos,
publicar su foto en redes sociales con algún texto solemne junto a la imagen, no se exime a la
razón de ser de la fotografía post-mortem; con motivo de inmortalizar a las personas,
conmemorarlas, luchar contra el olvido, despertar la memoria y evocar emociones.

Por otra parte, la investigación plantea que las personas ahora tienen mayor facilidad para
retratarse estando vivos, uno de los factores que aportaron al cambio en la representación de
los difuntos; empero, no indica la desaparición de representar a la muerte como objeto de
culto y solemnidad, simplemente se han quedado en el pasado ciertos procesos para la
elaboración de los retratos mortuorios, procesos que las funerarias han adoptado para
preparar el culto a la muerte.
Referencias Bibliográficas

Henao Albarracín, A. M. (2010) “Usos y significados sociales de la fotografía post-mortem en


Colombia”, en Universitas humanística no. 75 enero-junio de 2013 pp: 329-355, Bogotá –
Colombia issn 0120-1807

Minciencias, Ministerio de Ciencia Tecnología e Innovación. Henao Albarracín, A. M. (Hoja de


vida, currículo). scienti.minciencias.gov.co

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