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UNA REFLEXIÓN SOBRE LA PAZ EN COLOMBIA

El tema de la paz puede ser considerado desde dos percepciones o conceptos


fundamentales: La personal y la social. Sin lograr la paz personal es imposible encontrar
la paz social, porque una es base de la otra. Sin embargo, existen otros factores
determinantes que hacen que el valor universal de la paz sea esquivo en todas las
latitudes y Colombia no es la excepción:
“La paz, valor universal, anhelado y necesario en el mundo, no se ha
cristalizado y es precaria, debido a las constantes amenazas producto de la
violencia, que se da en todos los ámbitos, en los estados, en conflictos
armados, en actos terroristas, en los hogares; por el armamentismo y las
armas nucleares, por el antagonismo entre los Estados, por las divisiones
ideológicas y religiosas, por la injusticia, la represión, la explotación económica
y en general, por el menosprecio de la dignidad del hombre”1

Cada individuo debe perdonarse a sí mismo, incluso entender que, al perdonar a


su prójimo, el primer beneficiado es él. El referirse al perdón es hablar de un tema
difícil por su complejidad, pero que ya muchas personas víctimas del conflicto en
Colombia, han dado ejemplo pidiendo y ofreciendo perdón públicamente. La lógica y la
experiencia han demostrado a plenitud que una persona que no sabe solucionar sus
conflictos personales y de su entorno inmediato, poco o nada podrá aportar a la paz de
un país tan plural en lo político y social como es Colombia.
Si cada colombiano procura interiorizar la necesidad de vivir en paz, cada
individuo estaría potencialmente preparado para aportar con autoridad ideas de sus
propias experiencias personales, familiares y de aquellas que, por su eficacia en la
construcción de paz y convivencia, se han convertido en fortalezas en sus comunidades.
Si se aprende a dialogar para encontrarle solución a los conflictos; a respetar las
opiniones ajenas así no se esté de acuerdo, pues se debe concienciar a los colombianos
sobre el derecho que se tiene de vivir en paz y a convivir como iguales en las
diferencias.
Desde otra perspectiva espiritual, es muy interesante tener en cuenta el concepto bíblico
que conceptúa que “la paz de Dios sobrepasa todo entendimiento”2, dejando claro que
la en los momentos más difíciles y que consecuencialmente, podrá ser crisol de nuevas
fuerzas e ideas para encontrar alternativas de solución en bien, en este caso, de
Colombia.
Una tarea importante que aún requiere múltiples y diversos esfuerzos
individuales, colectivos institucionales y particulares es la búsqueda de herramientas
que conlleven a la sensibilización de los colombianos para entender que el perdón, la
reparación de víctimas y la no repetición son argumentos imprescindibles para lograr
una paz estable y duradera.
1
Paz Social y Cultura de la Paz. Arango Durling Virginia .2007
2
Filipenses 4:7
Por otra parte, el estado colombiano debe procurar un trabajo eficaz tendiente a
la recuperación de tierras que antes habían sido para siembra de cultivos ilícitos como la
coca y la marihuana para ser utilizados en nuevas propuestas a través de la restitución
de cultivos. Fundamental que el estado haga presencia integral en aquellas que fueron
zonas de conflicto, con inversión en educación, salud, vivienda y emprendimiento
También es necesario despolitizar la paz y por lo tanto mitigar la polarización irracional
e irreflexiva que ha dividido a los colombianos.
.Se lee en gran parte del colectivo del país, que se añora que, al ir cumpliendo
los acuerdos, la economía tenga un crecimiento continuo, sean mejores las
oportunidades de negocios y desde luego las condiciones de trabajo; que los
empresarios y multinacionales no les dé miedo invertir en grandes proyectos, que las
vías, especialmente las terciarias se mantengan en buen estado y las que hagan falta se
construyan ; que el sector turístico mejore y por ende sea una alternativa económica
importante. Un elemento fundamental es que el campo se transforme positivamente con
el suficiente apoyo estatal para una mejor producción y comercialización de los
productos agrícolas donde las ganancias sean equitativas.
Colombia no puede perder la esperanza; se han hecho muchos esfuerzos. En los
diálogos de las agendas de paz se lograron importantes acuerdos que aún cobran
vigencia a la fecha ante las autoridades países y entidades internacionales y más aún
debe serlo, para los colombianos, la mayoría de los cuales creen que si se le puede poner
fin a los altos costos en vidas humanas de una lucha sangrienta innecesaria y despiadada
.
.

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