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Ciudad.
Los artículos que en estos últimos días se han venido publicando en su importante
diario sobre la vivienda popular y el ahorro, han causado honda impresión y - se
puede decir - estupor, ya que comprueban en forma precisa que los más
numerosos sectores de nuestra población viven en Lima en las más deplorables
condiciones de higiene, sin gozar de servicios de agua, desagüe, o luz eléctrica y, lo
que es más grave, concentrados en forma tan extraordinaria - muchas veces
numerosas personas en una sola habitación- que ni siquiera pueden disfrutar del
aire y ventilación indispensables para una vida saludable.
De otro lados se ve, por los mismos artículos y por recientes disposiciones del
Poder ejecutivo, que el capital abunda en los Bancos y en la fortuna privada en
forma tal que ha sido necesario limitar los depósitos de ahorro mediante la
reducción del tipo de interés.
Parece que en tales condiciones la solución del problema de la vivienda barata, por
lo menos en gran parte, podría consistir en hallar la forma de dar seguridad a los
inversionistas, grandes o pequeños, para que destinen sus capitales o ahorros a la
construcción de viviendas populares.
Considero que, para tal efecto, podría crearse una institución, a la que podríamos
llamara Cooperación Inmobiliaria del Perú, que se dedicase única y exclusivamente
a la construcción de casas y departamentos populares. Dicha institución que
funcionará a manera de Banco, podría tener un capital adecuado, aportando por el
público y, además, como gran fuente de recursos, la facultad de emitir cédulas o
bonos similares a los bonos hipotecarios emitidos por la Beneficencia Pública de
Lima o las cédulas hipotecarias emitidas por el Banco Central Hipotecario del Perú.
Por eso hay que hablar muy francamente de los peligros que amenazarían el
nacimiento y funciones de una institución de esas naturaleza a fin de que puedan
ser prevenidos a tiempo.
1.- Falta de cumplimiento pro parte del Estado .- La costumbre de hacer promesas
y modificarlas posteriormente ha sido inveterada en los gobiernos del Perú.
Claramente quiero decir que no me refiero al presidente de Gobierno ni a uno solo
Gobierno en especial, sino al Estado, en conjunto. Por razones políticas ha habido
más de un Congreso que ha modificado leyes anteriores dadas con carácter
contractual y prácticamente inalterable. A fin de conquistarse la buena voluntad
popular ha habido más de un Poder Ejecutivo que ha presionado a las instituciones
privadas para que aceptaran, modificaciones o gravámenes que les eran onerosos.
No ha faltado tampoco ocasiones en que el Poder Judicial ha tenido momentos de
debilidad y ha amparado las leyes o decretos que cercenaban el derecho del
inversionista. Tampoco han faltado Municipios que han rehuido el cumplimiento de
sus obligaciones en el pago de Bonos, servicios públicos, etc.
Si no hubiera esta gran desconfianza del capital en el cumplimiento por parte del
Estado podríamos tener grandes compañías privadas que se dedicasen al fomento
de las irrigaciones, a la construcción de servicios públicos de agua y desagüe o de
suministro de energía eléctrica, etc., etc., que tanto se necesitan en el Perú.
Este vicio tendría que ser radicalmente eliminado si se quiere crear una institución
como las que propongo.
Si se trata de construir casas para obreros o sea por consiguiente, para grandes
masas, el peligro principal de proyecto se halla en la posibilidad de que muchos no
cumplan con sus obligaciones y que, por ser numerosos, logren la protección de
algún gobierno deseoso de obtener a toda costa el favor de las masas.
Si se quiere casa barata e higiénica para el obrero, éste debe dar por su parte
garantías de su cumplimiento.
La institución que propongo podría gozar, por eso, de las siguientes garantías:
• Interés adecuado fijo, garantizado por el Estado, para sus acciones y para sus
cédulas que no podría ser modificado por ley alguna. Sería ésta una forma de atraer
a los inversionistas. Todo el que no desee preocuparse de la administración de una
finca y todo el que deseara ganar por su capital algo más que los módicos
intereses de las cuentas de ahorros podría adquirir esta clase de valores.
• Garantía hipotecaria para las cédulas que emitiera la institución. Para ello se iría
afectando por grupos las casas de departamentos o chalets, de modo que la
amortización del precio de los inmuebles o la renta de los mismos pudiera servir
para amortizar simultáneamente las cédulas. Además, en caso de que fracasara la
institución, el cedulista se hallaría perfectamente bien garantizado mediante
hipoteca del inmueble de que se tratase.
4.- Mala administración .- Este género de empresas, puede también fracasa por el
inicio
Por consiguiente una institución como la que propongo, que sería un enorme
ensayo de cooperación social, tendría que ser confiada a personas de honradez
acrisolada y de competencia tal, que estén por encima no sólo de cualquier
sospecha, sino también de cualquier tentación, negligencia o contemplación.
No pretendo ser el único que encuentre una solución. Mucho me alegraría que
pudiera existir alguna mejor. Sólo tengo una idea y la propongo precisamente como
base para que otros puedan hacer algo superior y como forma de que se discuta el
problema y se llegue a una solución del mismo.