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Jaione Aramburu | Jose Zavala

CAPÍTULO IV
Tareas de la nueva arquitectura residencial

Taylorismo y arquitectura
Después de la I Guerra Mundial, se desarrollaron una serie de ideas que reorganizaron la industria
productiva y también la forma de ver la arquitectura residencial: entre las más importantes estuvieron
el taylorismo y el fordismo. El taylorismo era un método de organización del trabajo que utilizaba
parámetros de eficacia y rendimiento, para aumentar los beneficios en la producción. Ford en cambio
introdujo la cadena de montaje y la estandarización de las piezas de fabricación del automóvil,
bajando los precios y popularizando los productos.
Le Corbusier aplica el taylorismo a la construcción de viviendas y plantea la “casa-herramienta”, en
serie y accesible a todos, sana y bella; como parte de una obra industrializada que diera como
resultado una ciudad regular y ortogonal. Walter Gropius también intentaba unificar la arquitectura y
la empresa, en el programa desarrollado en la Bauhaus en Dessau, desde 1925. En este se realizaban
prototipos con el fin de crear diferentes productos “standard” producidos en masa, entre los cuales
las personas pudieran escoger. Debía predominar la razón productiva sobre el sentimiento artístico,
para que cada producto fuera útil, duradero, económico y bello de forma universal.

El discurso higienista
En un artículo publicado en 1929 en Das neue Frankfurt, donde se recogió toda la información del II
CIAM, el doctor Max Neisser habla sobre los requerimientos de una vivienda mínima para la buena
salud de sus habitantes. Menciona una ventilación, temperatura y humedad adecuadas, y además
calcula las dimensiones de espacios como salas de estar en función a la cantidad de personas que la
ocuparían. Por otro lado, el doctor Hagen determina con la estadística que la vivienda mínima obrera
sería de cuatro personas con tendencia a crecer, y que debía ocupar entre 40 y 50 metros cuadrados.
Además, recomienda balcones para tomar el sol en las viviendas que no estén en planta baja,
rechazando los edificios de vivienda de 15 plantas a más.
El arquitecto Agustin Ray dijo, en el Congreso Internacional de Tuberculosis de Washington de 1908,
que la base del urbanismo debía ser la orientación del sol, para aprovechar al máximo los rayos solares
y su efecto purificador. El resultado sería construir viviendas en hileras paralelas con ventilación
cruzada, de forma objetiva y no tradicional. El mismo Gropius coincidía en que la calidad y salubridad
de las estas dependían de sus condiciones ambientales, “¡un máximo de luz, sol y aire para todas las
viviendas!”. Él imaginaba edificios en altura, separados lo suficiente por espacios de juego y con
servicios domésticos centralizados como paradigma de vivienda para la población obrera.
Por otro lado, estuvo el doctor Philip Lovell, un médico californiano que promovía curas “naturales”
para la prevención de enfermedades, como ejercicio físico, tratamientos con calor y agua, baños de
sol y dieta vegetariana, además del desarrollo libre de la sexualidad. Este médico encargó a los
arquitectos Rudolf Schindler y Richard Neutra una serie de casa en Los Ángeles para que dieran forma
a estos programas preventivos como vanguardia arquitectónica. Este pensamiento higiénico se
tradujo más adelante con elementos como grandes terrazas, balcones y cubiertas planas.

Políticas de vivienda y normativas


En el siglo XIX hubo un incremento poblacional en las ciudades a nivel mundial y se desarrolló una
arquitectura doméstica masificada y tugurizada, con instalaciones sanitarias escasas e insuficiente luz

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y ventilación. En Nueva York se desarrolló la ley de casas de alquiler (Tenement House Act) y esta
permitía iluminar y ventilar un edificio por pozos diminutos, que podían llegar a ser de tan solo medio
metro de ancho.

En el caso de Berlín se permitían altas densidades de 250 personas por hectárea, en lotes estrechos y
profundos con una serie de bloques paralelos que dejaban patios intermedios. Aún con espacios
abiertos interiores, estos solían ser muy reducidos, como los patios por los que podían ventilar hasta
100 habitaciones.
Con el tiempo aparecieron leyes para regular este tipo de arquitectura, como fue por ejemplo la ley
de edificación en Londres (Building Act) de 1894. En esta se determinaron restricciones volumétricas,
espacios mínimos para entradas de luz y aire y se regularon las instalaciones sanitarias. De forma
similar se hizo la ley holandesa de la vivienda (Woningwet) de 1901, acompañada por un programa de
subsidios que permitió construir veinte mil alojamientos anuales.

Primeras propuestas
Una propuesta detallada de ciudad con edificios de vivienda fue la que hizo Tony Garnier, con el
proyecto Une cité industrielle (1904-1907). Es una utopía urbana socialista que toma como
complementos de la vivienda a las fuentes de energía, medios de transporte y fábricas, además de los
edificios del centro (administrativos, culturales, etc.). Las manzanas son muy alargadas y dejan el 50%
de área libre para jardines. Se trata de un modelo de ciudad jardín reformada con “lo urbano”.

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Por más que el proyecto de Garnier no se construyó, si influenció en la Cité Moderne de Berchem-
Sainte-Agathe, en Bruselas (1922-1925), por Victor Bourgeois. Él desarrolló decenas de modelos de
vivienda de los que se construyeron quince, teniendo como base una vivienda en hilera de dos pisos
y de entre dos a cuatro dormitorios. Buscaba una imagen urbana diversificada y al mismo tiempo la
satisfacción de las necesidades de todos los clientes. La organización de las viviendas contemplaba un
giro de 45 grados con respecto a las calles para buscar las orientaciones más favorables, creando
fachadas dentadas.
Por otro lado, existió la colonia Alte Heide, realizada de 1918 a 1927 en Munich por Theodor Fischer.
Por motivos económicos, abandonó el modelo de ciudad jardín por uno mucho más eficiente y
estandarizado, que se convertiría en el modelo para los siguientes arquitectos alemanes y holandeses.
Los edificios eran aparentemente tradicionales pero su distribución era muy rigurosa, usando hileras
paralelas de cuatro pisos con una escalera cada dos viviendas y componentes estandarizados. Fischer
explica que con la estandarización de la arquitectura doméstica se abaratan los costos a todas las
escalas y no es importante si el resultado es aburrido, con tal que sea comprensible y no
extremadamente repetitivo.

Otro proyecto del tipo-base de casas en hilera fue el de Adolf Loos en la colonia Heuberg (1921-1923)
en Viena. Estaba compuesto por viviendas adosadas muy económicas, con huerto, con muros de carga
laterales y vigas de madera de forma artesanal. El tipo planteado era de dos pisos y separaba los usos
diurnos (planta baja) de los nocturnos (planta alta). Aún tiene ciertos anacronismos, pero es
importante por su variabilidad y flexibilidad a lo largo del tiempo, lograda con ligeras particiones.

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También fue importante el barrio de Oud-Mathenesse (1922-1924) en Rotterdam, diseñado por


Johannes Jacobus Pieter Oud, un arquitecto que ya se había interesado por la obra de Fischer. Era una
colonia de viviendas unifamiliares adosadas sobre un terreno triangular organizado por calles
concéntricas que permiten un patio de juegos central. En este proyecto la imagen urbana era prioridad
sobre la vivienda como unidad, siendo un acuerdo urbanismo-arquitectura. Se utilizaron los colores
del movimiento neoplasticista De Stijl: paredes blancas, puertas azules y marcos amarillos.

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La vivienda mínima
En el primer CIAM de 1928, un gran grupo de arquitectos europeos inspirados en Le Corbusier se
reunieron para propagar las ideas de la arquitectura moderna en el mundo. Concluyeron que para
poder plantear el tema de la vivienda se debía empezar por la educación a los clientes, incluyendo en
la escuela temas como la economía de la casa, efectos de la luz solar, entre otros. Los siguientes dos
congresos trataron del programa de la vivienda mínima, tomando como unidad modular básica una
cama para un adulto.
Después de estos congresos se volvió evidente que, hasta en los casos con áreas más extensas, se
deben revisar las dimensiones porque los modelos burgueses ya no eran apropiados. Las viviendas
para trabajadores no podían ser una imitación de las burguesas a menor escala, sino un modelo nuevo
con al que debían corresponder nuevos principios. Sobre esto, Giedion decía que “la vivienda mínima
ha de convertirse simultáneamente en una nueva forma de vivir” y que inclusive “ha de ofrecer, a un
precio inferior, mayor confort que la actual casa burguesa”.

May, en un artículo, define principios mínimos para la vivienda y lo ilustra con un trabajo de
investigación de Ludwig Hilberseimer sobre las dimensiones ideales para ciertas composiciones
familiares. El tipo que utiliza es el de dos viviendas por escalera y planta, con un sistema flexible de
distribución que usa elementos prefabricados.

Cuando se celebra el CIAM en Frankfurt, Ferdinand Kramer, miembro del grupo municipal dirigido por
May, escribió un informe sobre el tema del congreso, es decir la vivienda mínima. Menciona 3
aspectos a tener en cuenta: estandarización de los materiales y la construcción, la utilización de los
métodos constructivos más baratos y la centralización de las funciones más importantes de la
vivienda. La planta que propone es abierta y flexible para que el cliente la pueda modificar a su gusto.
Kramer defiende también la “casa comuna” típica de la arquitectura rusa, que propone la
concentración de actividades domésticas como cocinar, lavar, etc.

Otra colaboradora del grupo de May fue Margarete Schütte-Lihotzky, la primera arquitecta titulada
en Austria. Ella diseñó hasta cuatro varientes de viviendas mínimas, incluyendo modelos de
“apartamentos para mujeres que viven solas”. La unidad es de 5,60 x 5,30 metros, consta de un
espacio central de estancia y alrededor de este se reparten todos los usos.

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Para Teige, el discurso sobre la vivienda mínima era “el problema central” de la arquitectura moderna,
pero no se podía resolver solo desde la arquitectura, sino incluyendo a sociólogos, economistas,
funcionarios de salud, trabajadores sociales, políticos y sindicalistas. Para él, la cuestión de la vivienda
era también una crítica del sistema económico y la estructura de la sociedad.

La casa moderna en los textos


En 1920 Le Corbusier, quien creía que la vivienda burguesa era incómoda e insolente, pensaba que
esa imprescindible la creación de un manual de vivienda para dar fin a los hogares sin luz ni ventilación
natural, llenas de muebles, paredes empapeladas, techos inútiles y gran cantidad de habitaciones sin
uso. Para el la nueva vivienda moderna debería constar de una sala grande, suficientes dormitorios
con guardarropas, un cuarto de baño que fuese a la vez gimnasio, paredes desnudas, muebles
racionales, etc. . Las ideas de Le Corbusier sobre una casa moderna, eran un tanto contradictorias.
Estas continuaban siendo una casa burguesa, de gran tamaño y con cuartos de servicio.

En esa época, era común plantear a la vivienda como el centro del problema de la arquitectura. A
finales de 1923 se llevó a cabo la delegación de Branderburgo (Berlín) en la que Meis Van der Rohe
intervino con la premisa de que la arquitectura para entonces construía viviendas incomodas, caras y
poco funcionales. Por otro lado afirmaba que una constante de la arquitectura era la nueva forma de
vida, apelando al diseño de interiores. Meis sostenía que la arquitectura debía responder a las
necesidades de los habitantes, cosa que en la arquitectura contemporánea no se reflejaba.

En la reflexión Bruno Taut es claro el enfrentamiento y rechazo hacia los residuos del eclecticismo,
aunque también tiene confrontaciones con el racionalismo estricto debido a tu toma de partida, la
cual se basa en la idea de que la creatividad humana se basa en la transformación de las cosas y que
esta a su vez conlleva a transformaciones en las condiciones de vida.

En el capítulo de “Edificios de vivienda” de Grosbstadt Architektur, predecesor al Ciam de Frankfurt y


Bruselas, se dan las mejores soluciones europeas para la vivienda colectiva racional. Este capítulo fue
a la idea de que la vivienda era un tema competente de la arquitectura y que este se debería dejar en
manos de las ordenanzas constructivas y la política. Para entonces toda reforma arquitectónica solo
se podía dar en la fachada mientras que el interior del edifico era diseñado en parte por normas y por
las manos de especuladores y empresarios.

Así mismo para Hilberseimer, la solución para la vivienda no es verla como una versión más pequeñas
y adecuada de la casa burguesa sino, como un nuevo problema de la arquitectura. A partir de este
punto la vivienda empieza a tomar ciertas características como un programa racional de sala-comedor,
tres dormitorios, cocina y baño en 70 m 2. Esto conlleva al empotramiento de armarios y suprimir

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todo mueble decorativo, dejando lo mínimo y necesario para aprovechar mejor el espacio. Al mismo
tiempo objetos como las paredes, puertas, ventanas, etc. Empiezan a tener un rol de elemento
compositor del espacio.

Para Alexander Klein, la respuesta a la vivienda funcional podría ser resuelta mediante un método
científico. Se centró en la vivienda de bajos costos y creo un sistema de valoración basada en la razón
de los interiores, llamada la ciencia de la vivienda. En la publicación de su estudio titulado “elaboración
de plantas y configuración de espacios en pequeñas viviendas y nuevos métodos de valoración”, se
utiliza un método de comparación entre plantas en la misma escala para verificar cual corresponde a
una vivienda eficaz y genera tres factores de medición, relación entre construido y número de camas,
relación entre lo construido y el área útil y la relación entre lo construido y las zonas de estar con
dormitorios. Su estudio de la vivienda es representado en una tabla de doble crujía, en la cual se
colocan las dimensiones de la profundidad y la fachada. Esta tabla logra un gran avance al
proporcionar un gran valor pedagógico al mezclar la arquitectura con una manera científica de
representarlo, llamado método gráfico. En la que las viviendas en la diagonal son el ideal perfecto de
una planta doméstica y mientras uno más se va alejando de esta, empiezan a aparecer más problemas.
Esta organización científica permite diseñar de mejor manera viviendas más eficaces en la higiene,
habitabilidad y el confort en menos superficie.

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Asimismo, en la primera publicación hecha por la revista SA (Sovremennaya arjitektura) hablaba de


los 6 modelos de agrupación de vivienda colectiva hechas por el Departamento de Estandarización del
Comité para la construcción de la Unión Soviética. Dentro de estas 6 existen 8 características de la
nueva vivienda, las cuales son: Luz en todas sus zonas, ventilación e iluminación por ambas fachadas,
igual orientación en los dormitorios, las dimensiones de las habitaciones son determinadas por la
cantidad de habitantes, dimensiones y formas de las habitaciones definidas por las actividades
laborales, máximo de equipamiento, optimas proporciones de las habitaciones y una solución
cromática racional para todas las superficies. Todas las características anteriores llegaron a ser
formalizadas en un módulo de 9 m2 por persona, a partir de este se empieza a crear vivienda con ese
modulo.

Por otro lado, en la conferencia de 1929, Buenos Aires, Le Corbusier deja en claro que los arquitectos
ya están preparados para dar soluciones a la “planta moderna” si es que se quiere buscar. Una vivienda
Siguiendo sus 5 puntos de diseño, liberada del antiguo diseño influenciado por las viejas costumbres
burguesas, muros portantes y un sistema de habitar cerrado. El asocia el diseño de la planta de la
vivienda con un sistema biológico dando a entender que las habitaciones son los órganos a los cuales
se tiene que conocer, para luego formar a tipología o el esquema de relaciones y cercanías. Para el
primero se debía de “habitar” creando las relaciones espaciales y luego ya uno debía dimensionar los
espacios.

Las 4 vivienda puristas de Pierre Jeanneret son basadas en el proceso de Le Corbusier explicado en la
“pequeña villa a orillas del lago Lemán” (Corseaux 1923). El primer diseño, la razón orgánica de un
interior acomodado que empuja el exterior; la comprensión de los órganos del interior, una funda
rígida y pura; el armazón transparente permitiendo instalar en cada nivel una cobertura y finalmente
la propuesta híbrida que une los diferentes pisos y usos. Posteriormente en el CIAM de Frankfurt,
postulo el escrito de “Análisis de los elementos fundamentales en el proceso de la vivienda mínima”
tomando como punto de partida la dicotomía entre la idea de una vivienda como una entidad biología
y una envoltura estática.

Tanto Jeanneret como Le Corbusier mantenían la idea que la vivienda está regulada por una lógica
que es más parecido a un orden biológico que geométrico. Sus ideas se basan en la premisa que una
circulación racional y bien resuelta permitirá que el problema se centre en el equipamiento de la
vivienda el cual debería ser resuelto por las industrias dando elementos estandarizados para crear una
composición como escaleras, puertas, ventanas, panela dos, etc. Ellos describen a la vivienda ideal
como en la que la circulación sea la mínima, este bien ventilada, iluminada podrá tener solo 45 m2, si
además se suprime la idea del patio jardín y de la casa aislada, implementado servicios comunes,
espacios privados al aire libre para cada vivienda.

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Después de los CIAM de Bruselas y Frankfurt, Karel Teige público su libro “la vivienda mínima”. En él
se recopilaron las mejores críticas hacia la vivienda, todos los debates sobre la nueva ciudad y la
arquitectura doméstica, etc. Como arquitecto sueco y miembro del partido comunista rechaza los
trabajos de Le Corbusier Mes. En su libro se explica cómo las periferias de grandes países tienen el
mismo problema. Esta idea lo lleva a desarrollar una teoría sobre las condiciones mínimas de una
digna vivienda obrera. Parte desde cero para poder cuestionar la centralidad de la cocina y la
separación de funciones o la movilidad entre habitaciones. Su toma de partida es el estudio de la
nueva familia obrera, horarios, modos de vida, necesidades socioculturales, etc. Tomando en cuenta
todos estos cambios se propone una sala orientada al sur o al oeste, al este los servicios y las
habitaciones con posibilidad a modificaciones de acuerdo al número cambiante de ocupantes
mediante el diseño de cubículos.

Entre otros textos que mencionan casa y moderno, sobresalta The modern house de Francis Reignald
Stevens Yorke. Para él algunas de las claves para el diseño de la vivienda moderna yace sobre los
cambios de modos de vida. Unos se desarrollan rodeados de nuevos materiales, mobiliario y
equipamiento. Todas estas tienen una belleza que obliga a adquirir una nueva sensibilidad en
respuesta a la “fealdad opulenta” de los paneles pintados, alfombras y mobiliario recubierto con
decoración, etc... Para Yorke, la estética moderna de la arquitectura es la que nace en laboratorios y
fábricas, cosas nuevas y novedosas. La nueva vivienda debería tomar en cuenta los hábitos comunes,
las libertades individuales, la emancipación de la mujer, el valor del tiempo, el movimiento interior, la
falta de permanencia en la casa y la movilidad de sus ocupantes. Manifiesta que no es necesario que
las divisiones al en el hogar sean macizas y por el contrario no deberían impedir el movimiento ni
entorpecer cualquier intento por lograr una mejor espacialidad o amplitud visual. Todo eso se podría
lograr con un buen diseño de muebles empotrados, tabiques bajos, rupturas en las paredes, o el
simple hecho de cambiar el color, etc… La nueva tecnología permite prescindir de los muros portantes.

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Para terminar, aunque la arquitectura moderna fue capaz de resolver cualquier problema a partir del
funcionalismo, varios autores hacen un llamado a no caer en el uso excesivo de este. Esto se debe a
que, tras haber eliminado todo carácter decorativo de la arquitectura, la racionalidad y funcionalidad
podría convertirse en un utilitarismo trivial o un simple ahorro. Aun así, este no debería limitarse a
resolver programas. El riesgo más grande según Adolf Behne, es una arquitectura deshumanizada o
incluso anti-funcionalista. La apuesta por una actitud racionalista que piense en los posibles cambios
que pueda tener el edificio a futuro para otorgarle ciertos márgenes de libertad.

“Si el funcionalista busca la mayor adecuación posible a la finalidad más especializada posible, el
racionalista busca la mayor conformidad a distintas situaciones” (Adolf Behne, Der moderne Zweckau,
Munich: Drei Masken Verlag, 1926).

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