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Castaño de Indias y Vid Roja, cómplices de la circulación

Existen enfermedades que aparecen con mayor frecuencia o se agravan en determinadas


épocas del año: depresiones en primavera y otoño, procesos catarrales en invierno, alergias
también en primavera, migrañas durante las tormentas eléctricas, etc. Nuestro organismo
tampoco es ajeno a la llegada del calor, donde entre otras cosas, la pesadez de piernas, el
edema de tobillos o el dolor provocado por varices, delatan el empeoramiento de nuestro
sistema circulatorio venoso

Las afecciones del sistema venoso son frecuentes en la población en general, pues entre el
10% y el 15% de ella las presenta. Aunque en la mayoría de los casos no constituyen una
patología grave, pueden ser muy molestas. Además, si no se adoptan las medidas adecuadas
para su tratamiento y se deja que evolucionen, pueden originar complicaciones serias. Se
suele decir que "la insuficiencia venosa al principio se tolera, posteriormente se sufre y
finalmente incapacita". Así que se hace necesario conocer algo más de esta patología y de
como ponerle freno.
El drenaje de los miembros inferiores se hace a través de un sistema venoso profundo y otro
superficial, que se unen a nivel de la ingle, por el cayado de la safena interna, y detrás de la
rodilla, por el cayado de la safena externa, existiendo otras pequeñas comunicaciones.
Además de estos dos puntos de unión importantes, existen otras pequeñas comunicaciones
llamadas anastomosis. Para impedir el retroceso de la sangre, venciendo la acción de la
gravedad, existen unas válvulas semilunares, que permiten que la sangre vaya subiendo
desde los pies hasta el corazón.
Las venas son estructuras extremadamente delicadas. Las alteraciones en sus paredes
pueden producir una dilatación de la vena y lesiones de las válvulas. Las varices son
dilataciones permanentes y difusas de una vena superficial o profunda localizada en
cualquier parte del cuerpo, pero especialmente en las piernas. Otras localizaciones menos
frecuentes son en el tercio inferior del esófago, como ocurre en la cirrosis hepática, y en el
grupo de venas que forman el plexo venoso anorrectal, en las hemorroides.
Las varices que aparecen en los miembros inferiores constituyen el trastorno vascular más
frecuente, incidiendo sobre todo en aquellas personas que permanecen de pie todo el día
(camareros, peluqueros, cirujanos,...) y en obesos. Se considera que esta patología tiene una
incidencia de casi el 50% en adultos de mediana edad, siendo más frecuente en mujeres que
en hombres, con una relación de cuatro a uno. Con la edad, la frecuencia de aparición
también aumenta debido a la falta de tono de los tejidos, a la perdida de masa muscular y el
debilitamiento progresivo de las paredes de las venas. En el embarazo, también se
desarrollan fácilmente estas venas varicosas, debido al aumento de la presión venosa en las
piernas, aunque también aquí parece que intervienen otros factores como los hormonales.
Clínicamente, se manifiestan por aparecer dilataciones venosas tortuosas, hinchazón,
oscurecimiento de la piel, aparición de ulceras, fatiga, dolor o pesadez.
Las complicaciones más frecuentes son las flebitis, que se suelen producir por infecciones o
traumatismos, pigmentaciones, eccemas y equimosis, debidas a la cronificación del estasis
venoso, por la fibrosis del edema mantenido, que provoca induración de los tejidos y
extravasación de los hematíes, responsables de la coloración parda de la piel por el deposito
de hierro. también puede haber ulceración ("ulcera cruris"), cuando la infección de la zona
provoca necrosis y destrucción tisular y hemorragias (varicorragia), que puede ocasionar a
veces en ancianos la muerte por anemia aguda, al romperse una variz y producirse un
sangrado abundante.
A la hora de prevenir su aparición o incluso de tratarlas, se deben tomar una serie de
medidas higiénico-dietéticas, como son evitar el estreñimiento, consumiendo una dieta
abundante en fibra, evitar el uso de ropas ajustadas y de ligaduras en la mitad inferior del
cuerpo (calcetines, medias, etc.), no estar de pie o sentado más de una hora seguida y
procurar dormir con las piernas ligeramente elevadas para favorecer el retorno venoso.
también es importante mantenerse en el peso ideal, procurar no recibir golpes, y evitar el
rascado y las rozaduras de los zapatos lubricando la piel en personas que ya presentan
alteraciones en la piel, evitar medicamentos que empeoren la circulación venosa, como los
anticonceptivos orales, usar medias elásticas que ofrezcan una compresión adecuada, hacer
ejercicio físico, sobre todo el que favorece la movilidad de las piernas (pasear, natación,
ciclismo o yoga), terminando con un ligero masaje, siempre en sentido ascendente desde
los pies hasta el muslo. Además, podemos recurrir a ciertos suplementos dietéticos que
pueden proporcionar una mejora en nuestro sistema venoso, como los bioflavonoides,
extraídos por métodos naturales de numerosas bayas, entre las que se encuentran las del
espino, cerezas, arándanos y moras, la vitamina C proveniente de la acerola y la vitamina E
del germen de trigo, así como a tratamientos homeopáticos o de acupuntura, que seguro nos
ofrecerán buenos resultados practicados por un buen profesional.
Sin embargo, la fitoterapia es la mejor alternativa al tratamiento farmacológico, (sin
olvidarnos de que muchos fármacos también están compuestos de plantas medicinales)
pues son numerosos los remedios herbales con una comprobada acción sobre nuestro
sistema circulatorio venoso, como son el Castaño de Indias (Aesculus hippocastanum),
Ginkgo (Ginkgo biloba), Rusco (Ruscus aculeatus), Arándanos (Vaccinium myrtillus) o
Vid Roja (Vitis vinifera), que podemos encontrar en forma de infusiones o en extractos, ya
sean sólidos (capsulas) o fluidos (gotas). Pero detengámonos en dos de ellos, quizás los
más activos, el Castaño de Indias y la Vid Roja.
Castaño de Indias
El Castaño de Indias (Aesculus hippocastanum) es un árbol de hoja caduca que puede
alcanzar los 20-30 metros de altura, originario de Asia Menor, India e Irán, muy utilizado
como planta ornamental, que se adapta muy bien a los países de clima templado. Aesculus
es el nombre que se le da en latín a la encina e hippocastanum significa castaña del caballo
(hippo = caballo, castanum = castaña), ya que se empleaban los frutos para alimentar a los
caballos y otros animales.
En las semillas encontramos escina, eculósido y esculotósido, que le confieren propiedades
como venotónico, antiedematoso, antiinflamatorio y reductor de la permeabilidad vascular.
Esto favorece que disminuya el edema asociado a la insuficiencia venosa que, además de
ser consecuencia de una mala circulación, también contribuye a empeorarla (acción
antiexudativa). Por otro lado, su efecto venotónico contribuye al fortalecimiento de las
pareces venosas, al aumentar el tono de la fibra muscular lisa que se encuentra en el interior
de la pared venosa, con lo que mejora el flujo sanguíneo de las venas. A esta acción en
conjunto se la denomina acción vitamínica P. también tiene propiedades sobre el sistema
linfático, mejorando su circulación.
Debido a estas acciones está indicada en casos de fragilidad capilar, hemorroides, varices,
insuficiencia venosa, tromboflebitis, edemas, epistaxis, equimosis, metrorragias,
dismenorreas, cuperosis, rosacea, coadyuvante de celulitis.
No son estos los únicos principios activos eficaces en el sistema venoso, ya que posee
también taninos, que le confieren propiedades astringentes, útiles en el tratamiento de las
hemorroides y de ciertos trastornos de la piel.
Tradicionalmente, ha sido empleada para el dolor premenstrual, la tos improductiva y la
hiperplasia benigna de próstata.
Existen numerosas formas de obtener los beneficios que nos ofrece esta planta. La forma
más común es en infusión, empleándose unos 30 gramos por litro y siendo necesario tomar
tres tazas al día. Sin embargo, la forma más segura y efectiva es a través de algún preparado
en gotas o en capsulas, que este estandarizado en escina, bien en gotas (extracto fluido),
aproximadamente unas 30 gotas tres veces al día, o en capsulas o comprimidos (extracto
seco), 500 mg. al día. También podemos emplearlo de forma tópica en forma de pomadas,
cremas o geles, que contengan un 20% de extracto fluido o glicólico.
Vid Roja
La Vid Roja (Vitis vinifera) es una planta leñosa, trepadora, que puede alcanzar hasta los
30 metros de longitud. Se cree es originaria del suroeste de Asia y extendida por el centro y
sureste de Europa, aunque actualmente la encontramos en cualquier clima templado.
Posee en las hojas flavonoides y antocianosidos, que le confieren un efecto venotónico,
vasoprotector, astringente y diurético. Estos principios activos y las acciones que
consecuentemente se derivan de ellos, la convierten en una de las plantas medicinales con
más acreditada acción sobre el sistema venoso, ya que actúa como angioprotector, siendo
un tónico venoso y capilar. Los procianidoles que también posee actúan a nivel de la intima
de los vasos, fijándose a los glucosaminoglicanos y estabilizando las fibras de colágeno.
Así, crean puentes entre las cadenas polipeptídicas, entrecruzándolos, con la consiguiente
disminución de la permeabilidad, fortaleciendo las paredes de las venas y evitando el
edema asociado a estos trastornos circulatorios. Posee propiedades antiagregantes, que
previenen la formación de trombos, responsables de la aparición de muchos accidentes
cerebrovasculares, por lo que al aumentar la fluidez de la sangre puede interferir con
anticoagulantes orales.
Las proantocinidinas también le confieren un interesante efecto antioxidante, al captar
radicales libres, especialmente el anión superóxido, además de inhibir la enzima
xantinooxidasa, relacionada con la formación de estos aniones. Sus principales indicaciones
son por tanto las varices, hemorroides, flebitis, edemas, fragilidad capilar.
Puede usarse tanto por vía interna como externa. Cuando se usa por vía interna suele ser en
forma de infusión, empleando una cucharadita de postre por cada taza, siendo necesario
tomar tres tazas al día. También se puede emplear en forma de extracto fluido. En este caso
se toman unas 50 gotas de una a cuatro veces al día, siendo lo habitual 30 gotas tres veces
al día. Si lo que queremos es utilizarla en forma de capsulas o comprimidos, debe
emplearse un extracto seco (5:1), 300 mg, tres veces al día. Finalmente, también la
podemos emplear de forma tópica en uso externo, bien en crema, que podemos adquirir en
herbolarios, o en forma de pediluvio (baños en los pies), siendo recomendable que se
realicen alternando baños de 5-10 minutos de infusión caliente, seguidos de otros 5-10
minutos en frió, repitiéndose el proceso al menos tres veces y finalizando siempre con un
masaje de las piernas en sentido ascendente.
Joaquín Outón
Medico Naturista, director técnico de Laboratorio Vital 2000
https://miherbolario.com/articulos/plantas-que-curan/71/castano-de-indias-y-vid-roja-complices-
de-la-circulacion

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