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Técnicas II - Existencialismo
Técnicas II - Existencialismo
Rollo May
Capitulo 1
Orígenes y significado del movimiento existencial en psicología
A los hombres experimentados que obtenían curaciones aplicando las técnicas que
habían aprendido, les inquietaba el no llegar a una conclusión clara de por qué se
producían o dejaban de producirse esas curaciones, o qué era lo que realmente pasaba
en la existencia del paciente.
Querían comprender las psicosis y neurosis concretas, y cualquier situación critica del
hombre, no como una desviación del determinado esquema conceptual de tal o cual
psiquiatra o psicólogo que por casualidad lo este observando, sino como una desviación
de las estructuras existenciales de ese paciente particular, como ruptura de su condición
humana.
“la psicoterapia basada en el análisis existencialista estudia el historial vital del paciente
a quien trata, pero no explica ese historial ni sus idiosincrasias patológicas conforme a
las enseñanzas de ninguna escuela psicológica terapéutica ni recurriendo a sus
categorías preferidas. En vez de eso se trata de comprender ese currículum vital como
modificación de la total estructura de la posición particular del paciente en el mundo”.
La aparición del movimiento de la terapéutica existencialista presenta un rasgo común
con otras escuelas y es que también lo exigían ciertos puntos oscuros en los métodos
psicoterapéuticos de entonces, pero se diferencia en dos aspectos: que no fue obra de
ningún líder sino que creció espontáneamente y que no pretende fundar una nueva
escuela contra las preexistentes ni establecer nuevas técnicas terapéuticas frente a las
antiguas.
2- ¿Qué es el existencialismo?
Capitulo 2
Contribuciones de la psicoterapia existencial
1- Ser y no ser
Hay un foco de resistencia grave de que adolece toda la sociedad occidental moderna, y
es la necesidad psicológica de evitar y en cierto modo de reprimir toda preocupación por
el ser.
La perdida del sentido del ser está relacionada con dos tendencias:
La tendencia a subordinar la existencia a la función
Las corrientes conformistas y colectivistas tan arraigadas en nuestra
civilización.
El término que emplean los terapeutas existencialistas para designar el carácter
distintivo de la existencia humana es Dasein, e indica ser ahí, es el ser del hombre que
está ahí, presente e implica que tiene un ahí, en el sentido de que es capaz de saber que
está ahí y es capaz de adoptar una actitud con respecto a este hecho.
Hombre es el ser que puede ser conciente y por tanto responsable de su existencia, esto
es lo que lo distingue de los demás seres.
El ser es una forma verbal que implica que alguien está en vías de devenir algo.
Sólo podremos comprender a otro ser humano viendo hacia dónde se mueve y lo que
está deviniendo y sólo podemos conocer a nosotros mismos transformando nuestra
potencia en acción.
El ser en el sentido humano no es algo que se produce de una vez para siempre. El
hombre, el Dasein, es ese ser concreto que tiene que darse cuenta de sí mismo y hacerse
responsable de sus actos si quiere llegar a ser él mismo. Y es también ese ser concreto
que sabe que en cierto momento futuro, ya no será, él es el ser que mantiene siempre
una relación dialéctica con el no ser, con la muerte.
La experiencia “yo soy” no es por sí misma una solución para los problemas de un
individuo, sino mas bien su prerrequisito. Pudiera parecer que el descubrimiento de las
cualidades especificas y la experiencia del propio ser van de la mano, pero esta ultima
es la base y el prerrequisito psicológico de la primera. Podemos temer con razón que
cualquier solución psicoterapéutica a los problemas específicos de una persona, que no
tenga como base en mayor o menos grado esta experiencia “yo soy” vaya a construirse
en falso.
Esta experiencia de “yo soy” no debe explicarse en el paciente como una relación de
transferencia. Bien pudiera ser que para cualquier ser humano esa posibilidad de
sentirse aceptado y poder confiar en otra persona sea una condición necesaria para la
experiencia del “yo soy”, pero esa conciencia del propio ser se produce
fundamentalmente en la percepción del propio yo, es una experiencia del Dasein,
realizada en el reino de la autoconciencia.
En muchos círculos existe el error general de suponer que la experiencia del propio ser
se produce automáticamente en cuanto uno se siente aceptado por el otro.
La actitud de “con que yo te acepte y te quiera lo tenes todo resuelto” es una postura que
puede fomentar la pasividad.
El ser es una categoría que no puede reducirse a la introyeccion de normas sociales ni
éticas. Si realmente es autentico, mi sentido de existencia no puede ser lo que otros me
han dicho que debo ser.
Es una equivocación presentar la aparición de la conciencia del propio ser como una
fase del desarrollo del yo.
La experiencia “yo soy” se produce a un nivel más fundamental y es un prerrequisito
para el desarrollo del yo. El yo es una parte de la personalidad y una parte relativamente
floja mientras que el sentido de ser comprende la experiencia total de la persona, lo
mismo, inconsciente que conciente, y de ninguna manera puede considerarse como un
simple factor de la conciencia. El yo es un reflejo del mundo exterior, el sentido de ser
esta enraizado en la experiencia de la existencia propia y si solo fuese un reflejo del
mundo exterior, por el mismo hecho dejaría de ser el sentido de la propia existencia. Mi
sensación de ser, es mi capacidad para contemplarme a mi mismo como un ser dentro
del cosmos, para conocerme a mi mismo como el ser que puede hacer estas cosas, en
este sentido es un prerrequisito para lo que se llama desarrollo del yo. El yo es el sujeto
en la relación sujeto-objeto, la sensación de ser ocurre en una fase previa a esto, ser
significa yo soy el ser que puede conocerse a si mismo como sujeto de lo que está
pasando.
Lo mismo el yo que el sentido de ser presuponen la aparición de la autoconciencia en el
niño entre los dos primeros meses y los dos primeros años de su infancia, proceso que
suele llamarse, emergencia del yo.
El desarrollo del yo presupone el sentido del ser, igual que lo presupone la solución de
los demás problemas.
Es necesario poner de relieve que el mismo hecho de concebir el yo como algo débil,
pasivo y derivado es una prueba y un síntoma del grado en que se ha perdido el sentido
del ser en nuestros días y en que se ha llegado a reprimir la preocupación ontologica.
Esta concepción del yo es un símbolo de la creciente tendencia a considerar al ser
humano primariamente como un recipiente pasivo de fuerzas que se vuelcan sobre él, ya
se las identifique con el ello o con la inmersión del sujeto en el océano del
conformismo. La concepción del yo como relativamente débil y zarandeado por el ello
representaba para Freud, un símbolo profundo de la desintegración del hombre y al
mismo tiempo un poderoso correctivo del voluntarismo superficial de aquellos tiempos.
La equivocación esta en erigir a ese yo en la norma básica. Por debajo de la teoría del
yo hemos de poner el cimiento sólido del sentido de ser, de la conciencia ontologica, si
queremos que la doctrina del yo tenga una base sólida para sus relaciones con el hombre
en cuanto tal.
El no ser forma una parte inseparable del ser. Para comprender lo que significa existir
necesitaríamos percibir el hecho de que podemos no existir. Es en la confrontación con
el no ser en donde la existencia adquiere nueva vitalidad y sentido de inmediación y el
individuo experimenta una conciencia mas sublimada de si mismo, de su mundo y de lo
que lo rodea.
La muerte es la eventualidad mas clara con que nos amenaza el no ser. La cuestión
fundamental esta en ver cómo reacciona el hombre ante del hecho de la muerte, si pasa
su vida huyendo del espectro de la muerte o erigiendo en culto la represión de la idea de
la muerte bajo la racionalizacion de la creencia en el progreso automático.
Los analistas existenciales sostienen que la confrontación con la muerte infunde a la
misma vida su realidad más positiva, haciendo la existencia algo real, absoluta y
concreta. Porque la muerte como potencialidad absoluta destaca la singularidad del
hombre, lo individualiza, haciéndole comprender la potencialidad de ser en los demás,
al darse cuenta de la inevitabilidad de su propia muerte.
La forma mas extendida y omnipresente que adopta en nuestros días nuestra
repugnancia a enfrentarnos con el no ser es el conformismo, con este recurso el
individuo escapa de momento a la ansiedad de no ser, pero a precio de anular sus
fuerzas y su sentido de existencia.
En el aspecto positivo la capacidad para enfrentarse con el no ser se traduce en la
aceptación constructiva de la ansiedad, hostilidad y agresividad. Por aceptar entendemos
aguantar sin recurrir a la represión y responder de una manera constructiva.
Los estados neuróticos de ansiedad, hostilidad y agresividad se desarrollan porque el
individuo no ha sido capaz de aceptar y barajar debidamente sus manifestaciones y
reacciones normales.
3- Ser-en-el-mundo
El Umwelt, responde al mundo de los objetos que nos rodean, el mundo natural, todos
los organismos lo tienen. Es el mundo de las leyes de la naturaleza y de sus ciclos, del
sueño, la vigilia, de nacer y morir.
El Mitwelt es el mundo de las interrelaciones entre los hombres.
Las categorías de ajuste y adaptación son de absoluta precisión en el Umwelt, nos
adaptamos al tiempo frío, nos ajustamos a la necesidad que experimenta nuestro cuerpo
de dormir, el ajuste se produce entre 2 objetos o entre una persona y un objeto. Pero en
el Mitwelt, no guardan la misma precisión las categorías de ajuste y adaptacion, aquí el
término apropiado es el de relación. Nunca podemos considerar a os seres humanos
como objetos sexuales, ya que al convertirse en un objeto sexual deja de ser persona.
El Eigenwelt, el mundo propio es el campo que menos ha explorado y comprendido la
psicología moderna y profunda, éste presupone autoconciencia y autorrelacion y
únicamente se presenta en los seres humanos. Pero no constituye exclusivamente una
experiencia interior y subjetiva, sino más bien el fondo que nos ayuda a ver el mundo
real en su verdadera perspectiva y el fundamento de nuestra relación. Es la captación de
lo que significa para mi determinada cosa en el mundo.
Estas 3 caras del mundo siempre se interreflejan y condicionan mutuamente. Por
ejemplo, yo existo en el Umwelt, pero la forma en que yo me adapto a mi necesidad de
sueño, al tiempo o a cualquier instinto, afecta esencialmente al significado que adquiere
para mí y condiciona mis reacciones frente a él. El ser humano vive simultáneamente en
el Umwelt, Mitwelt y Eigenwelt, son 3 facetas simultáneas de ser-en-el-mundo.
Estas 3 facetas implican consecuencias:
Una es que si se acentúa una de ellas, con exclusión de las otras dos, se pierde la
realidad de ser en el mundo. Freud tiene merito de haber descubierto al hombre en el
fondo del Umwelt, pero tiene una idea nebulosa del Mitwelt, que comprende la
interrelación de las personas como sujetos.
La faceta que nunca vio Freud realmente es la del yo en relación consigo mismo, el
Eigenwelt es la fase mas difícil de captar, dadas nuestras preocupaciones tecnológicas
occidentales.
Sin una visión adecuada del Umwelt, el amor languidece falto de vitalidad, y sin el
Eigenwelt, desfallece falto de fuerzas y de la capacidad de fructificar.
A los analistas existenciales les impresiona el hecho de que la mayor parte de las
experiencias humanas, como la ansiedad, la depresión, el gozo, suceden más en la
dimensión del tiempo que en la del espacio. Sitúan el tiempo en el centro del cuadro
psicológico y proceden a verificar su estudio, considerando el sentido existencial que
tiene por sí mismo para el paciente.
El hecho más fundamental de la existencia es que emerge, es decir, que siempre está en
proceso de devenir, en constante desarrollo dentro del tiempo y nunca se le puede
definir en el momento estático.
Es tiempo es la dimensión característica de la personalidad humana. La capacidad de
“soldar el tiempo” “es la esencia tanto de la mente como de la personalidad”, ese arte de
soldar el tiempo incluye la facultad de incorporar el pasado al presente como parte del
nexo causal total en que actúan y reaccionan los organismos vivos y justamente la
capacidad de organizar sus actos a la luz de un futuro de profundas perspectivas.
La capacidad de transcender las fronteras inmediatas del tiempo, de contemplar su
propia experiencia de una manera autoconciente a la luz distante del pasado y del
futuro, de actuar y reaccionar en esas dimensiones, de aprender lecciones que enseñó el
pasado hace miles de años y de moldear el remoto futuro, constituye la característica
por excelencia de la existencia humana.
Los terapeutas existencialistas están de acuerdo con que “el tiempo es el corazón de la
existencia” y que nuestro error consistió en concebirnos primordialmente como seres
espaciales.
Cuando nos acordamos de incluir el tiempo en nuestro bagaje humano, lo hicimos en el
sentido aristotélico, predominantemente en la tradición de la filosofía occidental:
“Porque el tiempo es esto: lo que se cuenta en el movimiento con relación a lo que es
anterior y posterior”. Lo curioso de esta descripción de “tiempo cronómetro” es que está
calcada sobre la noción de espacio: la mejor manera de entenderla es imaginarlo como
una serie de hitos o de puntos espaciados regularmente sobre el reloj o un calendario.
Esta concepción del tiempo s adapta mejor al Umwelt, donde complementamos al ser
humano como una entidad situada sobre varias fuerzas condicionantes y determinantes
del mundo natural y sujeta a la acción de los impulsos instintivos. Pero en el Milwelt,
que marca la zona de las relaciones personales y del amor, el tiempo cuantitativo tiene
mucha menos importancia en el significado de los acontecimientos, refiriéndonos al
sentido interno de los acontecimientos.
Finalmente, el Eigenwelt, el mundo particular de la autorrelación, de la autoconciencia y
de la intuición del sentido que encierra un suceso para uno mismo, prácticamente no
tiene nada que ver con la definición aristotélica de tiempo pendular. La esencia de la
autoconciencia y de la penetración intuitiva consiste en su presencia, en que está allí, y
el momento de esa percepción consciente conserva su significado para siempre.
Observaron tmb los psiquiatras existencialistas que las experiencias psicológicas más
profundas son las que trastornan en el individuo su sentido de orientación temporal.
El aspecto más penoso de la condición del paciente es su incapacidad de imaginar un
aspecto futuro en la línea del tiempo en que espere verse libre de ansiedad y de la
depresión. Tmb descubrimos que la represión y los demás procedimientos para ahogar
la conciencia son esencialmente métodos para asegurar la interrupción de las relaciones
normales entre el pasado y el futuro.
Luego de situar el tiempo en el centro del cuadro psicológico, proponen que la fase
predominante y más importante del tiempo para los seres humanos no es el presente ni
el pasado, sino el futuro. Solo podemos comprender la personalidad siguiendo la
trayectoria que sigue hacia el futuro. Solo podemos comprender la personalidad
siguiendo la trayectoria q sigue hacia el futuro.
Los existencialistas no piensan en un futuro lejano ni en nada q pueda indicar q se
refugian en el futuro para evadirse del presente o del pasado; solo pretenden hacer
constar que el ser humano mientras está en posesión de su autoconciencia y no se ve
incapacitado por la ansiedad ni por las tiranías y rigideces neuróticas, está siempre en un
proceso dinámico de autorrealización, siempre explorando, moldeándose y avanzando
hacia el futuro inmediato.
Sin olvidar el pasado, estiman que sólo puede entendérselo a la luz del futuro. Los
sucesos deterministas del pasado adquieren sentido a la luz del presente y del futuro.
Nietzsche observó que la palabra del pasado es un oráculo del porvenir: solo lo
comprenderá quien se aplique a conocer el presente y a construir el futuro.
El pasado es el campo de la contingencia, del que cogemos la semilla más selecta de los
acontecimientos para sembrar y cultivar nuestras potencialidades y para labrar nuestra
satisfacción y seguridad en el futuro inmediato.
Los analistas existenciales toman la historia muy en serio, pero denuncian cualquier
tendencia a eludir los problemas presentes, inmediatos, palpitantes de ansiedad para
atrincherarse tras el determinismo del pasado.
Los procesos neuróticos son el precio que pagamos por nuestra preciosa herencia
humana, es decir, por nuestra habilidad para representar la experiencia y comunicar
nuestras ideas mediante símbolos. Lo q constituye la esencia del lenguaje simbólico es
la capacidad de transcender la situación concreta e inmediata.
El hombre dispone de una amplia gama de posibilidades donde escoger sus relaciones
con el mundo. El “yo” es la capacidad de verse abriéndose camino entre esa
multiplicidad de posibilidades. Esta libertad frente al mundo es el sello de la persona
psicológicamente sana; el verse encerrado a cal y canto en un mundo concreto es la
marca del trastorno psicológico. Lo esencial es la libertad para planificar el mundo, o
para dejar que ocurra el mundo. Esta esencia de la libertad está tan profundamente
arraigada como una necesidad de nuestra existencia que puede prescindir de la misma
existencia.
1) El terapeuta existencialista tiene una razón concreta para utilizar determinada técnica
con un paciente dado. Él desconfía vehementemente de usar tal o cual técnica solo por
rutina, costumbre o tradición.
La terapéutica existencialista se distingue por un sentido de lo real y de lo concreto.
La técnica existencialista debe tener flexibilidad y elasticidad, para poder variar de un
paciente a otro y de una fase a otra en el tratamiento de un mismo paciente. Para decidir
la técnica concreta q debe emplearse de un mismo momento particular a otro han de
tenerse en cuenta estas cuestiones: ¿Qué es lo q manifestará mejor la existencia de este
individuo particular en este momento de la historia? ¿Qué es lo q iluminará con más
claridad su ser-en-el-mundo?
3) Se toma como real la relación entre el paciente y el terapeuta. Este es un ser humano,
vivo, que en ese momento no se interesa por sus propios problemas, sino por
comprender y sentir en lo posible el ser de su paciente. Existencialmente la verdad
siempre implica la relación de la persona hacia algo o hacia alguno y q el terapeuta
forma parte del campo para entender al paciente. También indicamos q en realidad no
puede el terapeuta ver al paciente a menos q participe de su campo experimental.
No debe confundirse la presencia con una actitud sentimental hacia el paciente, sino q
está en función categórica y consistente de la idea q se forme el terapeuta sobre los seres
humanos. En esta actitud de presencia, se considera q el ser humano es un objeto q hay
q analizar o una persona q hay q comprender. El terapeuta existencialista es capaz de
relacionarse con el paciente de “existencia a existencia”; el paciente necesita una
experiencia no una explicación.
4) La terapéutica debe intentar analizar y eliminar las formas de conducta que matan la
presencia. Por su parte, el psiquiatra tendrá q vigilar cuanto pueda entorpecer en él la
plena presencia.
El hecho de la confrontación real entre dos personas puede crear profunda ansiedad. Tal
vez el recurso q tiene más a mano el psiquiatra para reducir la ansiedad consiste en
mirar a la otra persona desde un punto de vista técnico. La técnica no debe utilizarse
para bloquear la presencia.
Psicoterapia Existencialista
SER Y NO SER
DASEIN: Término que utilizan los terapeutas existencialistas para designar el carácter
distintivo de la existencia humana.
DA (ahí) SEIN (ser): el hombre es el ser que esta ahí presente y que tiene un ahí en el
sentido de que es capaz de saber que esta ahí y es capaz de adoptar una actitud con
respecto a este hecho. El “ahí” es el punto preciso de las dos coordenadas tiempo y
espacio, en que converge su existencia en ese momento dado.
Lo que distingue al hombre de todos los demás seres es el ser que puede ser consciente
y por lo tanto responsable de su existencia.
El terapeuta existencialista concibe al hombre como un “ser en si” y como un “ser por
si”: la persona como responsable de su existencia elige una cosa u otra.
El hombre, el DASEIN, es ese ser concreto que tiene que darse cuenta de sí mismo y
hacerse responsable de sus actos si quiere llegar a ser el mismo.
Mantiene siempre una relación con el NO SER. SER Y NO SER es una decisión que
tomamos en cada instante.
Formas de culpabilidad
1) Culpabilidad ontológica producida por atentar contra las propias
potencialidades. Corresponde al EIGENWELT o Mundo Personal
2) Culpabilidad ontológica producida contra nuestros semejantes: surge de que
cada uno percibe a sus semejantes según nuestra mentalidad limitada y nuestros
prejuicios. Siempre deformamos mas o menos el verdadero retrato de nuestros
iguales y nunca comprendemos plenamente ni respondemos adecuadamente a
sus necesidades.
Es el resultado inevitable de que cada cual constituimos un individuo aparte y no
tenemos más remedio que mirar al mundo a través de nuestros ojos.
Corresponde al MITWELT por tratarse de culpas relacionadas principalmente con
nuestros semejantes.
SER-EN-EL-MUNDO
No debe limitarse el mundo a los acontecimientos determinantes del pasado, sino que
incluyen también todas las posibilidades que se abren ante cualquier persona. Son las
potencialidades con las que el hombre construye o estructura el mundo: es un molde
dinámico que yo debo ir formando y estructurando mientras estoy en posesión de mi
autoconciencia.
Distinguimos tres aspectos del mundo que caracterizan la existencia de cada SER-EN-
EL-MUNDO.
La fase más importante del tiempo para los seres humanos es el futuro: sólo
podemos comprender la personalidad siguiendo la trayectoria que sigue hacia el
futuro. Un hombre solo puede comprenderse a si mismo mirando la silueta que
proyecta sobre el porvenir: La persona siempre se encuentra en un estado del
devenir, siempre emergiendo hacia el futuro.
Hay que ver al YO sobre el fondo de su potencialidad: “cada momento que existe el
yo está en proceso de realizarse, porque el Yo no es mas que lo que va a ser”
KIERKEGAARD.
La intepretación de los dinamismos siempre se hará dentro del plan de que el paciente
se de cuenta de su propia existencia. Es la única forma de que el dinamismo tenga
realidad para él y lo afecte.
El proceso neurótico consiste fundamentalmente en la represión del sentido ontológico.
La cura implica ayudar a la persona a que experimente su existencia. Orientarse hacia
la expansión de la propia existencia. LO IMPORTANTE ES QUE LA PERSONA
DESCUBRA SU SER, SU DASEIN.
Importancia del COMPROMISO: es un prerequisito necesario para ver la
verdad. El paciente no puede adquirir ese conocimiento e intuición hasta que
este dispuesto a decidida y tome una orientación decidida sobre su vida.
DECISIÓN: en el sentido de actitud decisiva frente a la existencia, una actitud de
compromiso. El conocimiento y la intuición siguen a la decisión y no al revés.
El terapeuta existencial busca la actitud del DASEIN, del ser autoconsciente que
toma en serio su propia existencia.
Rollo May - Capitulo III: Introducción clínica a la fenomenología psiquiatrica y al
análisis existencial
Fenomenologia psiquiatrica:
A vista de un fenómeno, ya sea un objeto externo o un estado mental, el fenomenólogo
lo aborda observándolo tal como se manifiesta y sólo como se manifiesta. Esta
observación se realiza mediante una operación mental que Husserl llamo la Epoche o
reducción psicológico-fenomenológica. El observador pone el mundo entre paréntesis,
excluye cualquier juicio de valor sobre el fenómeno y cualquier afirmación relativa a
sus causas o a su trasfondo.
Análisis existencial:
En una terapia:
Impulsividad
En una terapia:
Tipos de introvisión:
Brautingam.
1-¿cuáles son los rasgos comunes a la psicoterapia y a las otras terapéuticas medicas
y en qué se distinguen ambos métodos de curación?
2- ¿qué procesos caracterizan a este método especial de tratamiento y sobre qué
cualidades del hombre sano y enfermo se funda?
La psicoterapia es una medida de tratamiento médico y el juicio que nos formemos
de ella depende de nuestra experiencia personal con su técnica y de nuestras ideas
acerca de las condiciones generales de su poder de acción sobre el hombre. Por ello,
la condición indispensable para poder formular una opinión sobre la psicoterapia es
participar en su dinámica y dejarse captar y arrastrar por esta forma tan especial de
la actividad médica.
La actividad psicoterapéutica tiene como base una comprensión previa del sentido
de la existencia humana, y tal comprensión solo se consigue gracias a la formación y
a la experiencia antropológica. De ahí que la psicoterapia se enfrenta con los
problemas más universales del hombre. Los fundamentos de la acción
psicoterapéutica y los procesos que son decisivos en la curación no pueden
estudiarse adecuadamente basándose sólo en el método comprensivo, pues este
método se limita a un estudio de los procesos psicodinámicos y olvida, en cambio,
las leyes de las relaciones interpersonales.
La esencia de la acción psicoterapéutica sólo se revela a una experiencia intuitiva de
las objetividades y valores primordiales y universalmente humanos.
La psicoterapia y la antropología médica tienden a una mutua interpenetración.
El objetivo fundamental de nuestro estudio es la construcción de una teoría general
de la psicoterapia.
Entendemos por psicoterapia esa forma especial de relación entre médico y el
enfermo en la que ambos, trabajando en estrecha colaboración y sinceridad, intentan
lograr la “intromisión” en la situación vital del paciente.
La psicoterapia tiene el gran mérito de que intenta el encuentro con el enfermo en el
plano de la coexistencia humana. Paciente y mádico, cada uno en su respectiva
función, participan en la transcendente tarea de iluminar el trasfondo abismático, la
“profundidad”, de la situación existencial del enfermo.
La psicoterapia no es psicoanálisis.
Hay dos concepciones del psicoanálisis: el concepto práctico y el concepto teórico;
este último basado en la doctrina de la libido. Los conceptos de transferencia y
represión pueden ser tomados como punto de partida para la construcción de una
doctrina psicoterapéutica, sin que sea necesario para ello aceptar también la doctrina
del inconciente ni la excesiva valoración de la sexualidad y del complejo de Edipo.
En psicoterapia existe una profunda discordancia entre la actuación práctica y la
construcción teórica. La acción psicoterapéutica se ha adelantado considerablemente
al sistema teórico conceptual. La primera interpretación teórica de la psicoterapia ha
quedado fuertemente marcada por la personalidad de Freud y por la característica
atmósfera espiritual del momento histórico en que fue introducida en la ciencia
médica.
Los fenómenos de coexistencia interhumana y los hechos primordiales de la
vivenciación fueron interpretados enmarcándolos en una teoría anímica de tendencia
materialista.
Jung → la práctica psicoterapéutica está fuertemente influida por la totalidad de su
“psicología compleja”.
Su concepción de la psicología está determinada, en el fondo, por su idea del alma
como un factor autónomo, energético y apersonal.
La psicoterapia es un proceder dialéctico, es decir, un dialogo o una discusión entre
dos personas. Una persona es un sistema psíquico que, cuando actúa sobre otra
persona, entra en relación mutua con otro sistema psíquico.
Las relaciones entre el Yo y el inconciente ( manifestaciones de Jung)→ la persona
se agota en ser, simplemente lo que su raíz indica, es decir, “persona”, esto es,
máscara. La persona queda identificada con la esfera consiente y ya se sabe que tal
región es para la psicología profunda un estrato humano inauténtico, insustancial y
equívoco. La desvaloración “jungiana” de las relaciones personales en psicoterapia
se funda en motivos “personales” y en una historia también personal.
Las limitaciones de la persona a la inmanencia psíquica y la aceptación de un
fundamento superindividual, impersonal e hipotético, al que Jung llama
“inconciente colectivo”, son dos rasgos esenciales de sus teorías. Y de aquí se deriva
que el médico y el enfermo jamás se encuentran real y corporalmente; el encuentro
se cumple en la esfera del alma; en aquel estrato extraterrenal que solo se revela en
los sueños y en los dibujos. También deriva de tal concepción su interpretación de la
dinámica de la transferencia y contratransferencia; para Jung, tal dinámica no surge
de la misma relación terapéutica, sino de fuerzas libidinosas que se ponen en
movimiento por la acción curativa, pero que luego transcurren en forma
esencialmente autónoma.
En la psicología individual de A. Adler, el método del tratamiento se deduce de su
teoría de la neurosis. La neurosis es interpretada por Adler como un proceso
psíquico determinado, por el instinto o voluntad de dominio en sus múltiples
formas, en su método terapéutico , la trama de las relaciones de coexistencia
humana se reduce, en último término, a tal instinto de dominio. Es al igual que en
las teorías precedentes, la acción práctica no se funda en los hachos revelados por
los tratamientos de Psicología profunda, con ello se renuncia a elaborar una
concepción fundad en la propia experiencia curativa.
En las distintas escuelas de Psicología Profunda, el método del tratamiento se
deduce de la interpretación conceptual de las neurosis y de los distintos modelos de
la psique.
Creemos que lo más justo es seguir el camino inverso, en efecto, el procedimiento
psicoterapéutico es una experiencia previa a cualquier teoría de Psicología profunda,
y por ello se debe partir inmediatamente de él.
Para el propio tratamiento es asunto decisivo la forma en que el médico asume el su
papel.
Scheler, Straus y Weizsacker, Binswanger, Gebsattel y Trub → la polémica sobre
los fundamentos y las experiencias de la psicología profunda ha contribuido
decisivamente a la creación de una antropología médica. Los estudios de estos
autores se orientaron muy especialmente a la crítica de las distintas teorías de la vida
anímica y de la dinámica de los impulsos instintivos. En cambio, el proceder
terapéutico ha sido tratado en publicaciones aisladas por Gebattel y Binswanger.
Parece indicado abordar ahora la psicoterapia de una manera general y apoyándolos
en las concepciones antropológicas. La Psicoterapia debe ser considerada
independientemente de todas aquellas teorías secundarias que no dimanan
directamente de sus experiencias inmediatas y de su práctica.
Brautingam
e) “Introvisión” y visión
Desde el punto de vista etimológico, el fenómeno introvisión nos ofrece nuevos
aspectos que debemos ahora considerar; sabemos que esto ocurre con cualquier palabra
o frase en sí una gran plenitud de sentido, pero que lo ha perdido en el lenguaje
cotidiano.
El sueño es prototipo de la introvisión, sobre todo si entendemos esta palabra en el
sentido primordial de una visión y más profunda que la cotidiana. La experiencia
conseguida con la introvisión es de un grado muy superior a la que se alcanza con otros
instrumentos de revelación. El elemento visual, que caracteriza las formas más elevadas
y más diferenciadas de la experiencia, constituye su parte esencial.
En toda introvisión resaltan dos aspectos fundamentales: en primer lugar se trata de
un conocimiento visual inmediato de nuevas relaciones y conexiones vitales que anulan
la interpretación cotidiana del propio ser; en segundo lugar la experiencia es
acompañada de la exigencia de un tener que ceder y someter a una necesidad objetiva y
profunda.
La introvisión buscada por la psicoterapia no es idéntica a una simple consideración
de sí mismo y mucho menos a una consideración de sí mismo que se dirige
directamente al síntoma con intención de comprenderlo. La introvisión y el
conocimiento de sí mismo no son equivalentes a una reflexión hipocondríaca sobre el
propio yo. La introvisión psicoterapéutica surge de la relación entre el médico y el
paciente y de la visión común de ambos. Hay ideas que únicamente son posibles cuando
el hombre vive en soledad y desligado de los demás y que, en cambio, no se pueden
sostener cuando se produce un auténtico encuentro entre dos personas.
Es digno de notar que la esfera de la visión es altamente representativa para esta forma
superior de conocimiento. La concienciación es siempre, en último término, una especie
de visión más exacta: una introvisión. A la esfera óptica corresponde un conocimiento
más diferenciado; conocimiento que es muy distinto de los grados más elementales del
conocimiento y de la experiencia del mundo. La introvisión psicoterapéutica es
iluminación de la propia mismidad. Esto no sucede solamente en la problemática
antropológica, también las proposiciones de ontología fundamental, por ejemplo las de
Heidegger se expresan en un lenguaje tomado de la experiencia visual; concibe a la
existencia humana como un “estar-en-el-mundo”, como una esfera luminosa del Ser. La
filosofía de Heidegger es el intento de hacer transparente el Ser del ente. La
comprensión ontológica primordial del hombre es designada por el propio Heidegger
como una aclaración o iluminación del Ser.
La labor psicoterapéutica se puede describir diciendo que es una visión, o
contemplación en común, del mundo del paciente.
El concepto de introvisión tiene un doble carácter. En primer lugar significa
doblegarse y someterse a un conocimiento más profundo, a una necesidad más
profunda. La actitud propia de la introvisión no es la de un impulso activo y
descubridor, sino más bien la de la humildad que acepta la verdad que se ofrece ante
uno. En la relación de coexistencia interhumana la introvisión es un ceder y una
renuncia a la resistencia. En segundo lugar introvisión significa un conocimiento
inmediato alcanzado en un acto visual; una visión mas profunda; un descubrimiento de
aquellas conexiones más esenciales que se ocultan bajo la superficie, en el seno de la
“Profundidad”.
A este alto grado de la experiencia del mundo en cuanto introvisión óptica
corresponden peligros y caminos erróneos en los que se revelan la ocultación de la
propia mismidad humana juntamente con el riesgo y el esfuerzo que se necesitan para
lograr un conocimiento del existente humano. Las introvisiones esenciales pueden yacer
precisamente tras lo inmediatamente visible, incluso la claridad de lo visible puede
anular una introvisión más profundamente penetrante.
La tendencia de la psicología profunda a ampliar y complementar con la introvisión la
imagen consciente y directamente captable del hombre y su insistencia sobre el tema del
ocultamiento de la mismidad de la persona, conducen a una cierta unilateralidad en
dirección opuesta.
f) “Introvisión” en el pasado
La tarea de la psicoterapia es hacer volver a la conciencia las vivencias personales
olvidadas tendenciosamente. El pasado debe integrarse al presente y ser incorporado a
la persona actuando como tal presente.
Según Alles, uno de los máximos méritos de Freud radica en haber introducido el
método histórico en la psiquiatría. Lo que Freud llamó concienciación de las
reminiscencias fue una contribución que abrió nuevos caminos para alcanzar un
conocimiento profundo de la biografía íntima de la persona.
Debemos preguntarnos que relación tiene el hombre en general con su pasado. El
recuerdo patógeno, el trauma psíquico, el complejo, son concebidos por el propio
enfermo como algo esencial, por ello lo revela con resistencia e incluso algunas veces lo
elimina por completo de la conciencia, lo reprime. El hecho de que las vivencias y los
recuerdos lejanos puedan actuar patógenamente en el presente indica que el hombre está
ligado de algún modo con su pasado. Este no es un trozo de camino indiferente y que
está muy lejos del momento actual. La interpretación lineal del tiempo no reflejan por
completo mi relación con el pasado, muy al contrario, el pasado penetra en el presente,
vive en el presente. El hombre está soportado en su desarrollo vital por el que ya ha
vivido.
La existencia humana en devenir necesita de la libertad de aceptar y retomar en el
presente la imagen siempre cambiante del propio pasado. La disposición del pasado, la
capacidad y la voluntad de arrojar sobre él una mirada retrospectiva, y también la
libertad de rechazar este pasado, son signos de la madurez del hombre frente a su
temporalidad. Se opone el tiempo cíclico al tiempo lineal.
Para la existencia presente es decisivo el modo de comportarse el hombre frente a su
pasado; una actitud abierta o cerrada frente al pasado ha de influir sobre ella. Ciertas
enfermedades psíquicas pueden ser concebidas como modificaciones de la estructura
temporal.
Los conceptos de trauma psíquico y de complejo, interpretados ambos como huellas
traumáticas que persisten en el alma, son términos destinados a expresar el influjo
duradero del pasado. Esta conexión entre los acontecimientos exteriores y las vivencias
íntimas traumáticamente fijadas no pueden ser concebidas como un vínculo causal. Tras
el trauma anímico se esconde siempre una interpretación subjetiva de la realidad.
La presencia concreta de la historia del enfermo y del terapeuta, la apertura franca con
respecto al transfondo sustancial del pasado y de la profundidad de nuestra alma, es uno
de los principales factores activos en toda psicoterapia mediativa. La conexión con lo ya
vivenciado es una fuerza capaz de liberar. El olvido tendencioso sobrecarga nuestra
vida, en cambio, la aceptación de lo vivido, la reconciliación con la dimensión de la
propia profundidad histórica, son actos que nos permiten alcanzar la libertad del
devenir.
Lo que pasó, pasó, y ya no puede ser revocado, por ello tampoco puede ser
modificado, dice Kierkegaard. Pero, en cambio, es evidente que mi postura íntima con
respecto al pasado, sí que puede cambiar.
Al conseguir tal introvisión cumplo un importante acto, a saber: me reconcilio con las
limitaciones fácticas de mi vida. La introvisión es la experiencia personal de hechos
elementales que no se pueden descomponer en otros más simples; es la experiencia de
limitaciones y de acontecimientos irrevocables; es vivenciado de mi dependencia con
respecto a un fondo abismático o profundidad que está fuera de mis propias
disponibilidades, fuera de mi propio albedrío. Dependo de un fondo, que como dice
Weizacker “no puede ser objetivado”.
Las funciones vitales están siempre mas o menos entremezcladas con las propias
experiencias biográficas, pero siempre hay en el fondo de aquellas un resto
impenetrable a saber: la naturaleza en cuanto ser mítico sustancial; la impenetrable
naturaleza.
La profundidad de las necesidades corporales y de los impulsos, no dominan
totalmente la esfera del ensueño. El sueño no es simple manifestación y expresión de las
funciones vitales, pues el hombre tampoco es un ser puramente impulsivo movido
exclusivamente por fuerzas naturales o elementales. En el sueño se reflejan muy a
menudo la transformación del hombre, y esto es testimonio de que el sueño es, en
último ternito, una intima compenetración de aconteceres naturales e histórico
biográficos.
El esfuerzo para fijar conceptualmente lo que significa la introvisión psicoterapéutica,
nos ha llevado hasta el fondo de donde emanan los conflictos humanos. Hasta ahora
hemos considerado la introvisión como un elemento independiente del proceso
psicoterapéutico. Pero tal aislamiento es artificioso; durante la marcha del tratamiento,
la introvisión no puede aislarse empíricamente de la relación terapéutica. La introvisión,
según los presupuestos antropológicos, surge cuando se crea la relación terapéutica.
1. Los analistas existencialistas distinguen tres tipos de mundos, es decir tres
aspectos simultáneos del mundo que caracterizan la existencia de cada ser en el
mundo.
Está primero el Umwelt, que significa “el mundo alrededor”, este es el mundo biológico
llamado generalmente ambiente.
El segundo es el Mitwelt, que significa el “co-mundo”, designa el mundo de los seres
de nuestra misma especie, el mundo de nuestros semejantes.
El tercer mundo se llama, Eigenwelt o “mundo propio” y comprende las relaciones
personales del individuo consigo mismo.
El primero el Umwelt, responde a los objetos que lo rodean, el mundo natural. Todos
los organismos tienen su Umwelt, en el caso de los animales, irracionales y racionales,
el Umwelt incluye las necesidades, impulsos e instintos biológicos, es decir el mundo
en que seguiríamos viviendo en la hipótesis en que no tuviésemos autoconciencia.
Este es el mundo de las leyes de la naturaleza y de sus ciclos, del sueño, de la vigilia,
de nacer, de morir, de apetencias y de satisfacciones, el mundo del infinito y del
determinismo biológico.
El segundo mundo es el Mitwelt, es el mundo de las interrelaciones entre los hombres.
Existe una relación entre personas que cambian al encontrarse, implicando la
conciencia de la atención recíproca, esto ya constituye el proceso de sentirse
afectados por el encuentro.
El Eigenwelt, el mundo propio, presupone autoconciencia y autorrelación y únicamente
se presenta en los seres humanos. Pero no constituye exclusivamente una experiencia
interior y subjetiva, sino más bien el fondo que ayuda a ver el mundo real en su
verdadera perspectiva y el fundamente de nuestra relación. Es la capacidad de lo que
significa para uno determinada cosa en el mundo. Por ejemplo el significado que le da
una persona a una planta.
Estos tres mundos siempre se interreflejan y condicionan mutuamente. Por ejemplo,
yo existo en el Umwelt, en el mundo biológico constantemente, perola forma en que yo
me adapto a mi necesidad de sueño, al tiempo o a cualquier instinto, es decir la
manera en que yo reflejo mi propia autoconciencia uno y otro aspecto del Umwelt,
afecta esencialmente el significado que adquiera para mí y condiciona mis reacciones
frente a él. El ser humano vive simultáneamente en el Umwelt, Mitwelt y Eigemwelt. No
representan de ninguna manera tres mundos diferentes, sino tres facetas simultáneos
de ser en el mundo.
2. Capítulo III: Introducción clínica a la fenomenología psiquiátrica y al
análisis existencial.
¿Qué es la fenomenología y el análisis existencial desde un punto de vista clínico?
El análisis categorial:
Adopta un sistema de coordenadas fenomenológicas, la más importante son el tiempo,
el espacio, la causalidad y la materialidad. El investigador analiza cómo experimenta el
paciente cada una de ellas, con el fin de trazar sobre esta base una reconstrucción
perfecta y detallada de su mundo interior experimental.
Con respecto a la primera categoría “tiempo”, se trata de examinar si el paciente
padece o no desorientación con respecto al tiempo, y si sus operaciones mentales
siguen un ritmo acelerado o retardado. El tiempo que se analiza es el tiempo
experimentado por el paciente y no el tiempo objetivo, cronológico.
Análisis existencial:
a. Filosofía existencialista:
El existencialismo es la corriente filosófica de pensamiento que toma como principal
centro de interés y consideración la experiencia más inmediata del hombre, su propia
existencia.
Kierkegaard fue el primero que formuló explícitamente sus principios básicos. Esos
conceptos fueron elaborados por Jaspers, Heidegger, Sartre y por los existencialistas
religiosos. Heidegger influyó más en la psiquiatría y se puede distinguir tres fuentes
principales:
1. La filosofía de Heidegger se basa en el contraste entre la existencia
característica de las cosas (Vorhandensein) y de los seres humanos
(Dasein)
2. El hombre se construye a sí mismo mediante sus decisiones, porque posee
libertad para hacer elecciones vitales, sobre todo la libertad para elegir
entre las modalidades auténticas (el hombre asume la responsabilidad de
su propia existencia) y de la modalidad inauténtica (el hombre vive bajo la
tiranía de la plebe, de la colectividad anónima). Para pasar de la existencia
auténtica a la inauténtica tiene que sufrir el hombre la prueba de la
desesperación y de la ansiedad existencial, es decir la angustia de una
hombre que se enfrenta con los límites de su existencia teniendo que
cargar con todas sus implicaciones y sus últimas consecuencias: muerte y
aniquilamiento. Esto lo que Kerkegaard llama “enfermedad de la muerte”.
3. Heidegger fue discípulo de Husserl, de quien tomó los principios de la
fenomenología. Es fundamentalmente una fenomenología del ser humano,
del Dasein.
Este sistema filosófico influyó en la psiquiatría de tres formas: a- estimulando el
desarrollo de una psicoterapia existencialista b- influenciando a psiquiatras c-
inspirando la elaboración de un nuevo sistema psiquiátrico, el análisis existencial
Daseinanalyse de Binswanger.
B. Psicoterapia existencialista.
Es la aplicación de ciertos conceptos existencialistas a la psicoterapia, sin tomar en
cuenta la fenomenología y el psicoanálisis. Tres conceptos:
1. Neurosis existencial: Una enfermedad producida porque el individuo no acierta
a ver significado de la vida, con lo que vive una modalidad existencialista
inauténtica. Para él el problema consiste en hallar sentido a la vida y asimilar
una modalidad de auténtica existencia.
2. La psicoterapia existencia emplea el uso del “encuentro”, en ella se revelan
nuevos horizontes, se abre algo nuevo, se revisa la concepción que tiene uno
del mundo y en ciertas ocasione se reestructura la personalidad. No es una
entrevista casual, ni un primer contacto con una persona. El encuentro halla su
secreto en la novedad.
3. Algunos psicoterapeutas utiliza otro concepto existencialista, el de kairos
(momento crítico en que se esperaba que hiciera crisis para bien o para mal
una enfermedad aguda, los síntomas críticos aparecerían por breve tiempo
indicando la nueva dirección en el curso de la enfermedad.
Consecuencias terapéuticas:
Por lo que respecta a las consecuencias que puede tener para la psicoterapia el
análisis existencial, hay que distinguir estos puntos:
- La conducta del analista existencial no se diferencia, aparentemente, de la de
cualquier otro psicoterapeuta: simplemente ordena sus observaciones dentro del
cuadro de conceptos analíticos existenciales.
- La fenomenología abre un campo en la psicoterapia.
- La labor de reconstrucción del mundo subjetivo de un paciente es algo más que un
ejercicio académico, ya que los pacientes no son material inerte, reaccionando en uno
u otro sentido ante cualquier intento de abordaje. Este enfoque procura comprenderlos
y entrar en su intimidad, sin que su examen sea puramente científico y
deshumanizado.
ROGERS
Para expresar de una manera mas definitiva la orientación actitudinal que parece ser optima para
el consejero centrado en el cliente, podemos decir que el consejero elige actuar coherentemente
en base a la hipótesis de que el individuo tiene una capacidad suficiente para manejar en forma
constructiva todos los aspectos de su vida que potencialmente pueden ser reconocidos en la
conciencia. Esto implica la estructuración de una situacion interpersonal en la que el material
puede llegar a la conciencia del cliente, y una demostración significativa de la aceptación, por
parte el consejero, del cliente como persona competente para dirigirse a si misma. El consejero
actúa en base a esta hipótesis estando siempre alerta para notar tanto las experiencias que
contradicen esta hipótesis como las que la sostienen.
Teoría
La teoría de Rogers es de las clínicas, basada en años de experiencia con pacientes. Rogers
comparte esto con Freud, por ejemplo, además de ser una teoría particularmente rica y madura
(bien pensada) y lógicamente construida, con una aplicación amplia.
Sin embargo, no tiene nada que ver con Freud en el hecho de que Rogers considera a las
personas como básicamente buenas o saludables, o por lo menos no malas ni enfermas. En otras
palabras, considera la salud mental como la progresión normal de la vida, y entiende la
enfermedad mental, la criminalidad y otros problemas humanos, como distorsiones de la
tendencia natural. Además, tampoco tiene que ver con Freud en que la teoría de Rogers es en
principio simple.
En este sentido, no es solo simple, sino incluso ¡elegante! En toda su extensión, la teoría de
Rogers está construida a partir de una sola “fuerza de vida” que llama la tendencia actualizante.
Esto puede definirse como una motivación innata presente en toda forma de vida dirigida a
desarrollar sus potenciales hasta el mayor límite posible. No estamos hablando aquí solamente
de sobreviviencia: Rogers entendía que todas las criaturas persiguen hacer lo mejor de su
existencia, y si fallan en su propósito, no será por falta de deseo.
Rogers resume en esta gran única necesidad o motivo, todos los otros motivos que los demás
teóricos mencionan. Nos pregunta, ¿por qué necesitamos agua, comida y aire?; ¿por qué
buscamos amor, seguridad y un sentido de la competencia? ¿por qué, de hecho, buscamos
descubrir nuevos medicamentos, inventar nuevas fuentes de energía o hacer nuevas obras
artísticas?. Rogers responde: porque es propio de nuestra naturaleza como seres vivos hacer lo
mejor que podamos.
Es importante en este punto tener en cuenta que a diferencia de cómo Marlow usa el término,
Rogers lo aplica a todas las criaturas vivientes. De hecho, algunos de sus ejemplos más
tempranos ¡incluyen algas y hongos! Piénsese detenidamente. ¿No nos sorprende ver cómo las
enredaderas se buscan la vida para meterse entre las piedras, rompiendo todo a su paso; o cómo
sobreviven los animales en el desierto o en el gélido polo norte, o cómo crece la hierba entre las
piedras que pisamos?
También, el autor aplica la idea a los ecosistemas, diciendo que un ecosistema como un
bosque, con toda su complejidad, tiene mucho mayor potencial de actualización que otro simple
como un campo de maíz. Si un simple bichito se extinguiese en un bosque, surgirán otras
criaturas que se adaptarán para intentar llenar el espacio; por otro lado, una epidemia que ataque
a la plantación de maíz, nos dejará un campo desierto. Lo mismo es aplicable a nosotros como
individuos: si vivimos como deberíamos, nos iremos volviendo cada vez más complejos, como
el bosque y por tanto más flexiblemente adaptables a cualquier desastre, sea pequeño o grande.
No obstante, las personas, en el curso de la actualización de sus potenciales, crearon la
sociedad y la cultura. En sí mismo esto no parece un problema: somos criaturas sociales; está en
nuestra naturaleza. Pero, al crear la cultura, se desarrolló una vida propia. En vez de mantenerse
cercana a otros aspectos de nuestras naturalezas, la cultura puede tornarse en una fuerza con
derecho propio. Incluso, si a largo plazo, una cultura que interfiere con nuestra actualización
muere, de la misma manera moriremos con ella.
Entendámonos, la cultura y la sociedad no son intrínsecamente malas. Es un poco como los
pájaros del paraíso de Papúa en Nueva Guinea. El llamativo y colorido plumaje de los machos
aparentemente distrae a los depredadores de las hembras y pequeños. La selección natural ha
llevado a estos pájaros a cada vez más y más elaboradas alas y colas, de forma tal que en
algunas especies no pueden ni siquiera alzar el vuelo de la tierra. En este sentido y hasta este
punto, no parece que ser muy colorido sea tan bueno para el macho, ¿no? De la misma forma,
nuestras elaboradas sociedades, nuestras complejas culturas, las increíbles tecnologías; esas que
nos han ayudado a prosperar y sobrevivir, puede al mismo tiempo servirnos para hacernos daño
e incluso probablemente a destruirnos.
Rogers nos dice que los organismos saben lo que es bueno para ellos. La evolución nos ha
provisto de los sentidos, los gustos, las discriminaciones que necesitamos: cuando tenemos
hambre, encontramos comida, no cualquier comida, sino una que nos sepa bien. La comida que
sabe mal tiende a ser dañina e insana. Esto es lo que los sabores malos y buenos son: ¡nuestras
lecciones evolutivas lo dejan claro! A esto le llamamos valor organísmico.
Rogers agrupa bajo el nombre de visión positiva a cuestiones como el amor, afecto, atención,
crianza y demás. Está claro que los bebés necesitan amor y atención. De hecho, muy bien podría
morirse sin esto. Ciertamente, fallarían en prosperar; en ser todo lo que podrían ser.
Otra cuestión, quizás exclusivamente humana, que valoramos es la recompensa positivo de
uno mismo, lo que incluye la autoestima, la autovalía y una imagen de sí mismo positiva. Es a
través de los cuidados positivos de los demás a lo largo de nuestra vida lo que nos permite
alcanzar este cuidado personal. Si esto, nos sentimos minúsculos y desamparados y de nuevo no
llegamos a ser todo lo que podríamos ser.
De la misma forma que Maslow, Rogers cree que si les dejamos a su libre albedrío, los animales
buscarán aquello que es lo mejor para ellos; conseguirán la mejor comida, por ejemplo, y la
consumirán en las mejores proporciones posible. Los bebés también parecen querer y gustar
aquello que necesitan. Sin embargo, a todo lo largo de nuestra historia, hemos creado un
ambiente significativamente distinto de aquel del que partimos. En este nuevo ambiente
encontramos cosas tan refinadas como el azúcar, harina, mantequilla, chocolate y demás que
nuestros ancestros de Africa nunca conocieron. Esta cosas poseen sabores que parecen gustar a
nuestro valor organísmico, aunque no sirven para nuestra actualización. Dentro de millones de
años, probablemente logremos que el brócoli nos parezca más apetitoso que el pastel de queso,
pero para entonces no lo veremos ni tu ni yo.
Nuestra sociedad también nos reconduce con sus condiciones de valía. A medida que
crecemos, nuestros padres, maestros, familiares, la “media” y demás solo nos dan lo que
necesitamos cuando demostremos que lo “merecemos”, más que porque lo necesitemos.
Podemos beber sólo después de clase; podemos comer un caramelo sólo cuando hayamos
terminado nuestro plato de verduras y, lo más importante, nos querrán sólo si nos portamos
bién.
El lograr un cuidado positivo sobre “una condición” es lo que Rogers llama recompensa
positiva condicionada. Dado que todos nosotros necesitamos de hecho esta recompensa, estos
condicionantes son muy poderosos y terminamos siendo sujetos muy determinados no por
nuestros valores organísmicos o por nuestra tendencia actualizante, sino por una sociedad que
no necesariamente toma en cuenta nuestros intereses reales. Un “buen chico” o una “buena
chica” no necesariamente es un chico o una chica feliz.
A medida que pasa el tiempo, este condicionamiento nos conduce a su vez a tener una
autovalía positiva condicionada. Empezamos a querernos si cumplimos con los estándares que
otros nos aplican, más que si seguimos nuestra actualización de los potenciales individuales. Y
dado que estos estándares no fueron creados tomando en consideración las necesidades
individuales, resulta cada vez más frecuente el que no podamos complacer esas exigencias y por
tanto, no podemos lograr un buen nivel de autoestima.
Incongruencia
La parte nuestra que encontramos en la tendencia actualizadora, seguida de nuestra
valoración organísmica, de las necesidades y recepciones de recompensas positivas para uno
mismo, es lo que Rogers llamaría el verdadero yo (self). Es éste el verdadero “tú” que, si todo
va bien, vas a alcanzar.
Por otro lado, dado que nuestra sociedad no está sincronizada con la tendencia actualizante y
que estamos forzados a vivir bajo condiciones de valía que no pertenecen a la valoración
organísmica, y finalmente, que solo recibimos recompensas positivas condicionadas, entonces
tenemos que desarrollar un ideal de sí mismo (ideal del yo). En este caso, Rogers se refiere a
ideal como algo no real; como algo que está siempre fuera de nuestro alcance; aquello que
nunca alcanzaremos.
El espacio comprendido entre el verdadero self y el self ideal; del “yo soy” y el “yo debería
ser” se llama incongruencia. A mayor distancia, mayor será la incongruencia. De hecho, la
incongruencia es lo que esencialmente Rogers define como neurosis: estar desincronizado con
tu propio self. Si todo esto les suena familiar, es porque ¡precisamente es de lo que habla Karen
Horney!
Defensas
Cuando te encuentras en una situación donde existe una incongruencia entre tu imagen de ti
mismo y tu inmediata experiencia de ti mismo (entre tu Ideal del yo y tu Yo) (a partir de este
momento utilizaremos indistintamente los conceptos de Ideal del Self, Ideal del Yo, Yo ideal,
etc. Para definir de forma más simple el mismo concepto exclusivamente con fines docentes,
aún sabiendo que estos conceptos son etimológicamente distintos según las distintas escuelas
psicológicas. N.T.), te encontrarás en una situación amenazante. Por ejemplo, si te han enseñado
a que te sientas incómodo cuando no saques “A” en todos tus exámenes, e incluso no eres ese
maravilloso estudiante que tus padres quieren que seas, entonces situaciones especiales como
los exámenes, traerán a la luz esa incongruencia; los exámenes serán muy amenazantes.
Cuando percibes una situación amenazante, sientes ansiedad. La ansiedad es una señal que
indica que existe un peligro potencial que debes evitar. Una forma de evitar la situación es, por
supuesto, poner “pies en polvorosa” y refugiarte en las montañas. Dado que esta no debería ser
una opción muy frecuente en la vida, en vez de correr físicamente, huimos psicológicamente,
usando las defensas.
La idea rogeriana de la defensa es muy similar a la descrita por Freud, exceptuando que
Rogers la engloba en un punto de vista perceptivo, de manera que incluso los recuerdos y los
impulsos son formas de percepción. Afortunadamente para nosotros, Rogers define solo dos
defensas: negación y distorsión perceptiva.
Como Maslow, Rogers solo se interesa por describir a la persona sana. Su término es
funcionamiento completo y comprende las siguientes cualidades:
o Apertura a la experiencia. Esto sería lo opuesto a la defensividad. Es la percepción
precisa de las experiencia propias en el mundo, incluyendo los propios sentimientos.
También comprende la capacidad de aceptar la realidad, otra vez incluyendo los propios
sentimientos. Los sentimientos son una parte importante de la apertura puesto que
conllevan a la valoración organísmica. Si no puedes abrirte a tus propios sentimientos,
no podrás abrirte a la actualización. La parte difícil es, por supuesto, distinguir los
sentimientos reales de aquellos derivados de la ansiedad subsecuente a cuestione sde
valía personal.
• Vivencia existencial. Esto correspondería a vivir en el aquí y ahora. Rogers, siguiendo
su tendencia a mantenerse en contacto con la realidad, insiste en que no vivimos en el
pasado ni en el futuro; el primero se ha ido y el último ni siquiera existe. Sin embargo,
esto no significa que no debamos aprender de nuestro pasado, ni que no debamos
planificar o ni siquiera soñar despiertos con el futuro. Simplemente, debemos reconocer
estas cosas por lo que son: memorias y sueños, los cuales estamos experimentando
ahora, en el presente.
• Confianza organísmica. Debemos permitirnos el dejarnos guiar por los procesos de
evaluación o valoración organísmica. Debemos confiar en nosotros, hacer aquello que
creemos que está bien; aquello que surge de forma natural. Esto, como imagino que
podrán observar, se ha convertido en uno de los puntos espinosos de la teoría rogeriana.
La gente diría: “sí, no hay problema, haz lo que te surja”; o sea, si eres un sádico, haz
daño a los demás; si eres un masoquista, hazte daño; si las drogas o el alcohol te hacen
feliz, ve a por ello; si estás deprimido, suicídate...Desde luego esto no nos suena a
buenos consejos. De hecho, mucho de los excesos de los sesenta y setenta fueron
debidos a esta actitud. Pero a lo que Rogers se refiere es a la confianza en el propio yo;
en el sí mismo real y la única manera que tienes para conocer lo que es verdaderamente
tu self es ¡abriéndote a la experiencia y viviendo de forma existencialista! En otras
palabras, la confianza organísmica asume que está en contacto con la tendencia
actualizante.
• Libertad experiencial. Rogers pensaba que era irrelevante que las personas tuvieran o no
libre albedrío. Nos comportamos como si lo tuviéramos. Esto no quiere decir, por
supuesto, que somos libres para hacer lo que nos dé la gana: estamos rodeados de un
universo determinista, de manera que aunque bata las alas tanto como pueda, no volaré
como Superman. Realmente lo que significa es que nos sentimos libres cuando se nos
brindan las oportunidades. Rogers dice que la persona que funciona al cien por cien
reconoce ese sentimiento de libertad y asume las responsabilidades de sus
oportunidades.
• Creatividad. Si te sientes libre y responsable, actuarás acorde con esto y participarás en
el mundo. Una persona completamente funcional, en contacto con la actualización se
sentirá obligada por naturaleza a contribuir a la actualización de otros. Esto se puede
hacer a través de la creatividad en las artes o en las ciencias, a través de la preocupación
social o el amor paternal, o simplemente haciendo lo mejor posible el trabajo propio. La
creatividad de Rogers es muy parecida a la generatividad de Erikson.
Terapia
Carl Rogers es mejor conocido por sus contribuciones en el área terapéutica. Su terapia ha
cambiado en un par de ocasiones de nombre a lo largo de su evolución: al principio la llamó no-
directiva, ya que él creía que el terapeuta no debía guiar la paciente, pero sí estar ahí mientras el
mismo llevaba el curso de su proceso terapéutico. A medida que maduró en experiencia, Carl se
dio cuenta que mientras más “no-directivo” era, más influía a sus pacientes precisamente a
través de esa postura. En otras palabras, los pacientes buscaban una guía en el terapeuta y lo
encontraban aunque éste intentara no guiarles.
De manera que cambió el nombre a centrada en el paciente (también llamada terapia centrada
en el cliente. N.T.). Rogers seguía creyendo que el paciente era el que debía decir lo que estaba
mal, hallar formas de mejorar y de determinar la conclusión de la terapia (aunque su terapia era
“centrada en el paciente”, reconocía el impacto del terapeuta sobre el paciente). Este nombre,
desafortunadamente, supuso una cachetada en la cara para otros terapeutas: ¿es que no eran la
mayoría de las terapias “centradas en el paciente”?
Actualmente, a pesar de que los términos “no-directiva” y “centrada en el paciente” se
mantienen, la mayoría de las personas simplemente le llaman terapia rogeriana. Una de las
frases que Rogers utiliza para definir su terapia es “de apoyo, no reconstructiva” y se apoya en
la analogía de aprender a montar en bicicleta para explicarlo: cuando ayudas a un niño a
aprender a montar en bici, simplemente no puedes decirle cómo, debe traralo por sí mismo. Y
tampoco puedes estarle sujetando para siempre. Llega un punto donde sencillamente le dejas de
sostener. Si se cae, se cae, pero si le agarras siempre, nunca aprenderá.
Para ser un terapeuta especial, para ser efectivo, un terapeuta debe tener tres cualidades
especiales:
• Congruencia. Ser genuino; ser honesto con el paciente.
• Empatía. La habilidad de sentir lo que siente el paciente.
• Respeto. Aceptación, preocupación positiva incondicional hacia el paciente.
Rogers dice que estas cualidades son “necesarias y suficientes”: si el terapeuta muestra estas
tres cualidades, el paciente mejorará, incluso si no se usan “técnicas especiales”. Si el terapeuta
no muestra estas tres cualidades, la mejoría será mínima, sin importar la cantidad de técnicas
que se utilicen. Ahora bien, ¡esto es mucho pedir a un terapeuta! Simplemente son humanos, y
con frecuencia bastante más “humanos” que otros. Es como ser más humanos dentro de la
consulta que lo que normalmente somos. Estas características deben dejarse ver en la relación
terapéutica.
La Psicoterapia centrada en el cliente es el nombre de una psicoterapia enmarcada en la
Psicología humanista. "Cliente" pretende enfatizar un matiz semántico distinto a "paciente", ya
que un cliente permanece con la responsabilidad y libertad sobre el proceso terapéutico como un
agente activo, en contraposición de "paciente", como indica éste termino en su sentido literal
("ser paciente con el problema").
Con frecuencia se habla de "enfoque centrado en el cliente". Enfoque es un término más general
con más matices filosóficos, que permiten enmarcar con éste una consecuente psicoterapia y
comprensión sobre los intercambios interpersonales acaecidos durante el proceso
psicoterapúetico.
Fundamentos
Como técnica psicoterapeútica es uno de los métodos más investigados a nivel científico desde
entonces y ha dado sus pruebas de eficacia. Las investigaciones científicas y universitarias en
muchas partes del mundo permitieron también el desarrollo sistemático de esta orientación
psicoterapeutica.
Para muchos el uso del término cliente puede resultar chocante y contrario al espíritu de la
psicología humanista. El motivo de abandonar el término paciente viene dado por la
connotación del vocablo, relacionado con la patología, lo cual implica una relación asimétrica
en donde el enfermo busca la ayuda de un superior, el terapeuta o sanador. La contrapropuesta
es que no existe tal cosa como la enfermedad mental, sino formas disfuncionales de vivir.
El proceso terapéutico
Según Rogers, el cliente es el que lleva el peso de la terapia (auto-directividad) y no el
terapeuta. Sin embargo, el terapeuta tiene que ofrecer al cliente una relación que se define por
tres condiciones necesarias y suficientes para lograr el éxito de la misma. Las tres primeras
características o condiciones son Empatía, Aceptación positiva incondicional y Autenticidad o
Congruencia.[1] Todo el proceso de la psicoterapia puede traducirse como la actitud del
psicoterapeuta en una profunda creencia de respeto y aceptación del cliente y de sus propias
capacidades para el cambio: de este modo, todo lo que se hace en la psicoterapia (si entendemos
esta como una escuela o enfoque, de la que surgen técnicas o estrategias) es la
instrumentalización de esa actitud. Desde el uso del silencio a la empatía, vienen a trasmitir este
mensaje implícito.
La relación centrada en el cliente se define además por un mínimo de contacto establecido entre
el cliente y el terapeuta (4), el cliente debe estar en un estado de incongruencia (5) y por
último, el cliente debe, de una manera u otra, darse cuenta de la presencia del terapeuta y de la
relación ofrecida (lo que, a veces, no ocurre, por ejemplo en caso de una psicosis aguda).
Una relación definida por las actitudes de base genera una multitud de interacciones terapéuticas
cada vez más adaptadas a la relación con el cliente, a su persona y situación particular,
favoreciendo la capacidad natural e inherente en cada persona de poder desarrollarse de manera
constructiva (tendencia natural de cada persona a su auto-actualización, es decir a desarrollarse
y madurar).
Filosofía y ética
En un sentido filosófico, los terapeutas centrados en la persona consideran el ser humano como
una persona que, durante su vida entera, vive en una interdependencia entre sus necesidades de
autonomía y sus necesidades de estar relacionado con los demás y con la sociedad. Las dos
necesidades son existenciales. Uno de los objetivos de la terapia centrada en la persona es
ayudar al paciente a encontrar su equilibrio en esta interdependencia y de desarrollar en ella su
pleno funcionamiento social y psíquico ("fully functioning person").
Psicología y desarrollo
El ser humano nace con un conocimiento intuitivo (inmediato) de sus necesidades organísmicas.
A medida que se desarrolla, va empezando a construir un esquema de sí mismo con base a ese
conocimiento. En los avatares de sus relaciones con el mundo y los otros, puede recibir dos
clases generales de retroalimentación: consideración positiva incondicional y consideración
positiva condicional. En tanto recibe ésta última, el sujeto, quien tiene necesidad de aceptación,
aprende a rechazar partes de su sí mismo que los demás desaprueban, con lo cual pierde parte de
su proceso de satisfacción de esas necesidades que ya no reconoce de sí. La tesis central e
hipótesis de trabajo terapéutico, es que al dar consideración positiva incondicional, entre otras
"condiciones suficientes para el cambio terapéutico", el cliente podrá recuperar su
funcionamiento organísmico óptimo.
Rogers describe el proceso que viven las personas que ingresan a terapia y describe siete etapas.
La orientación actitudinal que parece ser optima para el consejero centrado en el cliente,
es que, el consejero elige actuar coherentemente en base a la hipótesis de que el
individuo tiene una capacidad suficiente para manejar en forma constructiva todos los
aspectos de su vida que potencialmente pueden ser reconocidos en la conciencia. Esto
implica la estructuración de una situación interpersonal en la que el material puede
llegar a la conciencia del cliente, y una demostración significativa de la aceptación, por
parte del consejero, del cliente como persona competente para dirigirse a si misma. El
consejero actúa en base a esta hipótesis estando siempre alerta para notar tanto las
experiencias (clínicas o de investigación) que contradicen esta hipótesis como las que la
sostienen.
- La instrumentalización especifica de la actitud del consejero
En primer lugar, algunos consejeros han supuesto que su papel al llevar a cabo el
consejo no directivo era meramente el de ser pasivos y adoptar una política laissez-
faire. Pero, esta concepción es errónea, ha llevado a considerables fracasos. Las razones
son: la pasividad y aparente falta de interés o de compromiso es experimentada por el
cliente como un rechazo, dado que la indiferencia de ninguna manera puede ser igual
que la aceptación. Segundo, una actitud de laissez- faire no indica en absoluto que el
cliente que se lo considera como una persona de merito. Luego, un consejero que
desempeña un papel meramente pasivo, de oyente, no son de gran ayuda.
Otra concepción del papel del consejero es que su tarea consiste en clarificar y
objetivar los sentimientos del cliente. El autor anunciaba en 1940: “A medida que el
cliente proporciona el material, es función del terapeuta ayudarle a reconocer y
clarificar las emociones que experimenta” es un concepto útil, que describe
parcialmente lo que ocurre. Pero si se lo toma literalmente, es demasiado intelectualista,
y puede centralizar el proceso en el consejero.
La función del consejero seria la de asumir, en la medida de lo posible, el marco de
referencia interno del cliente para percibir el mundo tal como éste lo ve, para percibir al
cliente tal como él mismo se ve, dejar de lado todas las percepciones según un marco de
referencia externo, y comunicar algo de esta comprensión empática al cliente.
La experiencia con el cliente, las vivencias de sus actitudes, no se debe dar en términos
de identificación emocional por parte del consejero, sino más bien de una identificación
empática, por la que el consejero percibe los odios, las esperanzas y temores del cliente,
pero sin que él mismo como consejero experimente esos odios, esperanzas y temores.
Hemos llegado a reconocer que si podemos proporcionar al cliente la comprensión de la
manera como se ve a si mismo en este momento, él mismo puede hacer el resto. El
terapeuta debe dejar de lado su preocupación por el diagnostico y debe concentrarse
solamente en un propósito: el de proporcionar una profunda comprensión y aceptación
de las actitudes asumidas conscientemente por el cliente en ese momento, a medida que
explora paso a paso las peligrosas áreas de la conciencia que ha estado rechazando. Este
tipo de relación solo se puede dar si el consejero es profunda y genuinamente capaz de
adoptar estas actitudes.
Este sensible y sincero “centrarse en el cliente” en la relación terapéutica es la tercera
característica de la terapia no-directiva que se establece separada definitivamente de
otros enfoques.
El terapeuta esta pensando, sintiendo y explorando con el cliente.
Este intento de alcanzar el marco de referencia interno del cliente, de ganar el centro de
su propio campo perceptual y ver con él como perceptor es análogo a algunos de los
fenómenos guestalticos.
El consejero, tal como en el caso de la percepción visual la figura ocasionalmente
cambia, también éste puede encontrarse fuera del marco de referencia del cliente y
observarlo como un perceptor externo.
La finalidad del consejero es percibir tan sensible y agudamente como sea posible la
totalidad del campo perceptual tal como lo experimenta el cliente, con las mismas
relaciones de la figura- fondo. Habiendo percibido este marco de referencia interno del
otro tan completamente como es posible, indicarle lo que esta viendo por sus ojos.
El problema de cómo prevenir que las inadaptaciones propias del terapeuta, sus
problemas emocionales y sus puntos ciegos interfieran con el proceso terapéutico del
cliente. En la terapia centrada en el cliente este problema ha sido minimizado por la
naturaleza misma de la función del terapeuta. Las actitudes desviadas o no realistas se
hacen más evidentes con mayor probabilidad cuando se hacen evaluaciones. Pero
cuando la pregunta central del consejero es: “¿Cómo ve esto el cliente?” no “¿Cómo
interpreto este material?”, y cuando continuamente esta verificando su propia
interpretación de la percepción de aquel, formulando enunciados probables de la misma,
es menos factible que se introduzca la distorsión basada en los conflictos del consejero,
y hay mas posibilidades de que, si se introduce, el cliente la corrija.
Muy característico:
- Los comentarios del terapeuta están siempre de conformidad con lo que el
cliente trata de transmitir.
- El terapeuta ve al cliente como un colaborador en un problema común.
- El terapeuta trata al cliente como un igual.
- El terapeuta es capaz de comprender los sentimientos del cliente.
- El terapeuta realmente trata de comprender los sentimientos del cliente.
- El terapeuta sigue siempre la línea de pensamiento del cliente.
- El tono de voz del terapeuta transmite la plena capacidad de compartir los
sentimientos del cliente.
Toda orientación terapéutica ayuda a los seres humanos, los hace sentir mas cómodos
consigo mismo, su conducta cambia. Pero, ¿Qué es lo que pasa realmente en la terapia
exitosa? ¿Cuáles son los procesos psicológicos por los cuales se produce el cambio?
En el material que sigue están agrupados algunos de los cambios que sabemos que son
partes características de este proceso de aprendizaje terapéutico, aspectos de lo que se
considera el movimiento del cliente en la terapia.
Clínicamente, se puede observar que hay un movimiento desde los síntomas hacia el si
mismo. La exploración del cliente gira primero alrededor de los diferentes aspectos del
problema pero gradualmente, el interés se desplaza cada vez mas hacia el si mismo. No
solo hay un movimiento desde los síntomas, sino también desde el ambiente y los otros
hacia el si mismo. Es decir, el cliente maneja verbalmente su situación, dedicando una
parte considerable de su tiempo a la consideración tanto de los elementos impersonales
como de los suyos propios.
Otra tendencia es a pasar del material que siempre estuvo a disposición de la conciencia
a aquel que antes de la terapia no había estado disponible a la consideración consciente.
También reemplaza el pasado por el presente.