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DEL AULA A LA REFORMA

La Constitución política de 1991 ha traído desde su vista a la luz pública una serie
de acontecimientos polémicos y hasta absurdos entorno a su aparición provocada
por el contexto y los agentes políticos, sociales e históricos del país a finales del
siglo XX. En el presente ensayo me permito analizar y expresar mi opinión dados
los sucesos que marcan la reforma constitucional de 1991, desde el movimiento
estudiantil remarcado por la necesidad de un nuevo orden y metodología política y
“democrática” que permitiese la verdadera participación de los agentes primarios,
el pueblo; como también los antecedes un relato de hace más de dos décadas
enmarcado en un juego de poderes que dejó al pueblo con la premisa de un acto
legislativo sin razones concretas más que un interés por derogar leyes a un pueblo
sin voz, inducido por el propio Frente nacional. Pero más allá de esto de la
banalidad de un cambio que solo precisa intereses propios, y un orden político que
puede ser nombrado antidemocrático.
Para comprender el paradigma en el que inmersa esta reforma se debe hacer una
precisa contextualización, el punto de partida son la causa del mismo y que bien
se sabe durante el final del siglo XX, Colombia se veía asediada por tres
problemáticas que a medida de su aparición y resolución facilitaron, o potenciaron
la reforma. Fue el crecimiento exponencial de los grupos al marguen de la ley que
propicio un oleada de violencia y una instancia de crisis política determinante para
la reforma; luego fueron factores con la democracia (si es que así se puede llamar)
estricta que no permitía la participación de grupos fuera de los admitidos en esa
época donde la polarización era “bastante popular”, y para agravar el asunto, el
constante crecimiento del narcotráfico y la aparición de los “extraditables” que dejo
al Estado en una batalla de un escudo contra tres espadas sin posibilidad mas que
escapar y reafirmar el poder, es decir, una manera de proveer de cambios que
permitiesen el actuar directo contra las los problemas y su afinidad a la violencia
remarcada en un una sola necesidad, un cambio.
Mas allá de que el Frente Nacional fuera un intento de cogobierno para facilitar la
interacción política y un ambiente más agradable para la reciprocidad política, lo
cierto es que representó la misma lucha bipartidista sólo que bajo la mesa.
Para permitir cambios debemos tomar conciencia de nuestro entorno y claro, de
cambios pasado o intentos de una mejora que siempre, ha de ser positiva cuando
la gestión es correcta. Así que como un breve repaso veremos esa mejora que se
propusieron gobiernos anteriores solo para comprender el impacto de la reforma
del 91. La reforma de López Michelsen basada en dos puntos fundamentales
como lo fue: la administración departamental y municipal y por otro lado la
administración de justicia con el énfasis en la facultad de la Corte Suprema para
delimitar las reformas, y que no se extralimitaran es el poder dado.
Luego en la presidencia de Turbay Ayala que propuso una reforma fundamentada
en tres ejes principales: el fortalecimiento del poder y la imagen del Congreso, un
mayor grado de autonomía del Banco de la Republica y una modificación orgánica
y funcional de la administración de la justicia que propuso la implementación de la
Fiscalía General de Nación y dando así paso a un sistema semi-acusatorio en vez
del inquisitorio vigente (Augusto Torres, 2007); declarada inexequible. Mas
adelante fue la reforma de Betancur también declarada inexequible por una
situación política que le invalido su proyecto. Y por ultimo la reforma de Virgilio
Barco como el precursor de un orden y gestión del aparato de justicia nacional que
permitiese lidiar con el contexto social que agobiaba a el país; una gran
contribución que abrió el camino a la reforma de 1991 fue los procesos de
desmovilización exitosa que sacarón de armas al M-19 y al Ejercito de Liberación
Popular (ELP).
El movimiento estudiantil conocido como la Séptima Papeleta es reconocido por
algunos como uno de los mayores impulsores de la reforma constitucional de
1991, pero algunos otros como Manuel López Caballero: “la séptima papeleta que
solo existió en el mundo virtual (se imprimieron y distribuyeron apenas unos
centenares de miles de papeletas por algunos estudiantes en las tres grandes
ciudades, no tuvo existencia jurídica, y lo contado por la Registraduría no llegó a
200.000). Vino después la sentencia extraordinaria en el sentido estricto de la
palabra -o sea, insólita- en que una Corte Suprema, nacida de un decreto
presidencial ad hoc, se basó en ese supuesto 'hecho político' falso y jurídicamente
inexistente, para, como guardián de la Constitución y a pesar de reconocer que
era inconstitucional, declarar exequible un decreto de Estado de Sitio que llamaba
a una Constituyente para reformarla”. De cualquier modo, esta fábula promueve el
espíritu político de liberación e independización que en la actualidad poco es visto,
más que es absurdas concepciones del “Feminismo actual”.
Es maravilloso que fueran jóvenes como yo, que preocupados y al tanto de la
terrible situación política-social del país se sumergieran en innumerables
reuniones y encuentros para proceder con la idea de un estado libre de la
democracia de primer nivel, ligada solo a sus dirigentes, y que no permitiese una
participación de los agentes mas importantes, de los constituyentes primarios.
Ahora con una vista más amplia acerca de la situación que acompaño la reforma
de 1991, podemos generalizar entorno a que fue lo que logro esa reforma en
grandes aspectos y de nuevo sumergirnos en detalles de su metodología y
realización que en ciertos casos fue llamada absurda.
Claro, la reforma de 1991 logró en grandes aspectos reemplazar la democracia
representativa por una muy esperada democracia participativa así como la
implementación de herramientas de participación ciudadana que permitiese
ejercer ese derecho que por ser llamada “democracia” debía otorgar entre ellas la
tutela y el derecho de petición; reconoce a Colombia como un Estado Social de
Derecho descentralizado en sus entidades territoriales y la Creación de la Corte
Constitucional y el Consejo Superior de la judicatura; implanta un sistema judicial
acusatorio y promueve el reconocimiento étnico, cultural, religioso y lingüístico,
gracias al accionar de la Asamblea Nacional Constituyente que propicio esta
reforma constitucional con el énfasis en la participación ciudadana de partidos y
minorías sociales que en reglas normales de juego seria prácticamente excluidas,
lo que le da a esta reforma un sentido completo de inclusión política y social
aunque contradictoria pues no facilita la interpretación de una Constitución tan
diversas aún sí esta pavimentada bajo un marco de principios y valores
conductores.
Pero no todo es positivo, la reforma de 1991 estuvo en puntos de inflexión
provenientes de su gestión y metodologías para adaptar los nuevos contenidos a
un estado mas inclusivo, en que los ciudadanos tenían tanto poder para
incursionar en el contenido de la reforma que era casi hilarante. Del mismo modo
el juego de los actos legislativos dados como puntos de referencia de un accionar
nulo, que solo daba a lugar al redireccionamiento de una ley con propiedad que no
podría ser inconstitucional porque cumplía con lo debido y así mantenía lo
anterior, sin ningún cambio, es una actualización sin nuevo contenido, pero con el
mismo fallo. De nuevo acudo a Manuel López Caballero, abogando con él la idea
que, en conjunto de esos actos legislativos faltos de razones y control, los juegos
de la Corte Suprema para evitar que aquellos que puedan solucionar esas
“desviaciones” de ley sean obstaculizados con el fin de que no se objete una ley
propia de inconstitucionalidad, o mejor dicho, “hagámosle porque nadie dijo nada”.
Para ir terminado, la reforma constitucional de 1991 se produjo como la
convergencia de los factores o más bien problemáticas que asediaban a Colombia
durante el final del siglo XX como lo fue el narcotráfico, la violencia por parte de
grupos al marguen de la ley y que lastimosamente fue soportada por una crisis
política dada por la poca participación política y social de la época; gracias a el
movimiento la Séptima Papeleta se diversifica la idea de un proyecto que busca
una mejora sustancial en cuanto a la situación socio-política del país. Sumergida
en ese mar de problemas, la reforma, aunque con incoherencias entorno a su
contenido al incorporar una gran diversidad y una actitud inclusiva logro disponer
de mejores órganos de gestión judicial, del alcance de una democracia
participativa y del reconocimiento de Colombia como un Estado Social de
Derecho. Su implementación la convierte en la Carta Magna de la Republica de
Colombia y provee del marco de gestión, administración y funcionamiento del
Estado Colombiano.

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