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Taller 1: Pensamiento
Político
Prerrevolucionario;
Rousseau y Hume
7
HUME, DAVID. “Ensayos Políticos” Editorial Tecnos. Madrid, 1987. Capítulo 12: “Del contrato
original” Pp. 109
8
Ídem.
9
Ibíd. 110
10
Ídem.
11
Ibíd. 104
12
Ibíd. Pp. 99
13
Ídem.
14
Ibíd. Pp. 101
15
HUME, DAVID. “Ensayos Políticos” Editorial Tecnos. Madrid, 1987. Capítulo 3: “De los
principios del gobierno” Pp. 21
16
HUME, DAVID. “Ensayos Políticos” Editorial Tecnos. Madrid, 1987. Capítulo 12: “Del contrato
original” Pp. 97
Para Hume, la facilidad con la que “los muchos son gobernados por los pocos, y la
implícita sumisión con que los hombres resignan sus sentimientos y pasiones ante los de
sus gobernantes” se explica en la medida en que el fundamento del gobierno se basa en la
opinión; y no en la fuerza (“de los primeros principios del gobierno” - 21). La opinión,
como tal, versa en torno a dos elementos: el interés o en el derecho. El primero se basa en
la condición de sentido común de los individuos. Cuando dicha opinión termina por
prevalecer entre la mayoría de un Estado (o entre quienes tienen la fuerza en sus manos),
termina por conferir una gran seguridad a cualquier gobierno. A esto se debe la idea de
“conveniencia” que reside en la gran mayoría. El gobierno es necesario por sentido común.
(IDEM).
Por su parte, el derecho, se sustenta en dos clases: derecho al poder y derecho a la
propiedad.
Ambos autores difieren en la manera en que se puede originar el derecho. Para Hume, el
origen del gobierno (por tanto, del derecho) está basado en la violencia y es aceptado por
necesidad17, sin embargo, el fundamento del gobierno se basa en la opinión;18), puesto que
la la que “prevalece entre la mayoría de un Estado, o entre quienes tienen la fuerza en sus
manos, confiriendo gran seguridad al gobierno”19. Para Rousseau resulta imposible el
origen de un gobierno por medio de dicha condición, puesto que, tal como plantea “...la
fuerza no hace al derecho, y que no estamos obligados a obedecer más que a los poderes
legítimos. Así, mi primera cuestión queda todavía en pie 20”. Dicho enunciado se
fundamenta en que el derecho, y sobre todo el deber frente a este, debe depender de la
legitimidad en la cual se articule, y no el uso de violencia o fuerza, ya que una vez que esta
se agote o sea superada (Rousseau plantea que la potencia física puede agotarse o ser
reemplazada)21, el efecto cambiaría. es el caso de que se ejemplifica De esta manera; si el
derecho no deriva de la moralidad, no se puede entender como válido (nota al pie: debe
entenderse moralidad como acto propio de una voluntad). En otras palabras, mientras la
obediencia al derecho sea un acto de obediencia por necesidad, y no moralidad, es decir
voluntad de la persona, es un derecho legítimo 22. Volviendo al autor escocés, la legitimidad
17
HUME, DAVID. “Ensayos Políticos” Editorial Tecnos. Madrid, 1987. Capítulo 12: “Del contrato
original” Pp. 109
18
HUME, DAVID. “Ensayos Políticos” Editorial Tecnos. Madrid, 1987. Capítulo 3: “De los
principios del gobierno” Pp. 21
19
Ídem.
20
RUSSEAU, JEAN-JACQUES. “El Contrato social o Principios de derecho político” Editorial Tecnos,
Madrid, 2007. Libro Primero, Capítulo 3: “El derecho del más fuerte” Pp.45
21
Ibíd. Pp. 44
22
Cabe recalcar que el planteamiento de Russeau sobre las costumbres, como validez para la
constitución del derecho, se halla en una nota al pie de la página sobre el texto del Marques de
misma del gobierno tiene que ver con la idea de que el gobierno es necesario debido a las
ventajas generales que proporciona23 Sin embargo, dicha necesidad empieza a tomar otro
aspecto, el cual se relaciona mucho más a la idea de utilidad del gobierno en cuestión y su
rol como administrador de la justicia24.
Para Hume, la idea de fuerza no es el fundamento del gobierno, aunque esté siempre del
lado de los gobernados25, sino la opinión; y por medio de esta condición se consolida un
cuerpo político. Es esta opinión la que permite la conservación del gobierno, puesto que las
ventajas que proporciona éste son útiles para la mayoría. Del mismo modo, Rousseau
rebate los planteamientos de autores como Aristóteles, Grocio y Hobbes, respecto a la idea
de que la fuerza puede constituir una consecuencia de un posible orden natural, en
particular cuando plantea que: “en el Estado es el placer de mandar lo que reemplaza a ese
amor que el jefe no siente por sus pueblos. Grocio niega que el poder humano se haya
establecido en beneficio de sus gobernados, y cita como ejemplo la esclavitud. Su
constante manera de razonar es la de establecer siempre el hecho como fuente de
derecho” 26. De la cita anterior se pueden extraer dos elementos de importancia en relación
a Hume. El primero es cuando Rousseau hace referencia a la idea de conservación,
concepto que profundizará más adelante en el texto, planteando que para los gobernados la
existencia de un orden político en que el más fuerte posea la soberanía sería inútil, ya que
los conflictos son propios de este tipo de gobiernos 27, de esta manera, la organización de
una sociedad civil no actúa por un principio de conservación como en la tesis de Hume,
cuyo sustento tiene que ver con la idea de utilidad a la hora de organizarse como cuerpo
político, donde el origen debe estar siempre ligado a la administración de justicia 28. Por otro
lado, la idea de que la costumbre (en este caso el hecho), se constituya como fuente de
derecho es problemático (poner referencia a nota al pie de Rousseau), ya que, según
Rousseau, sólo es la historia de antiguos abusos legitimados. De esta manera contradice lo
planteado por Hume, al rebatir el principio mediante el cual se establece la legitimidad del
derecho por medio de su estabilidad en el tiempo, sobre todo cuando señala: “cuidemos y
mejoremos nuestro gobierno tradicional cuando sea posible, sin fomentar la pasión por
tan peligrosas novedades”29
En suma, la congruencia de ambos autores para la conformación de la sociedad civil tiene
que ver con el principio de “necesidad”. Aquí puede distar el sentido en el cual se forma la
sociedad política porque para Rousseau es necesario un contrato como expresión de una
voluntad general, además de estar orientado hacia el bien común; mientras que para Hume
el principio mismo de sociedad, sustentado por la idea de costumbre, permite la realización
del gobierno.