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Universidad de Chile

Facultad de Filosofía y Humanidades


Departamento de Ciencias Históricas
Cátedra: Historia Moderna
Profesor: Zvonimir Martinic D.
Ayudante: Matías Maldonado A.

Taller 1: Pensamiento
Político
Prerrevolucionario;
Rousseau y Hume

Nicolás Letelier Alvear


Javier Pérez Verdugo
Explique claramente la crítica de Hume a la noción de “contrato original”.

La crítica de David Hume se dirige directamente al movimiento contractualista (centrado en


John Locke, según sus citas), el cual se centra en la idea de transición de una condición
natural del ser humano hasta la conformación de una sociedad política, por medio de un
contrato (o consenso) de todos los individuos para establecerse como sociedad civil y
sujetarse a una autoridad política que salvaguarde sus intereses (propiedad, supervivencia,
necesidad; son algunos argumentos que se exponen para generar dicho contrato).
El contrato tiene como finalidad legitimar el poder político y, con ello, garantizar la
obediencia de los individuos a dicho poder. En este sentido, una primera crítica dice
relación con el origen del poder y el gobierno, donde el autor afirma que “casi todos los
gobiernos que hoy existen, o de los que da recuerdo en la historia, fueron originalmente
fundados sobre la usurpación o la conquista, cuando no sobre armas, sin ninguna
pretensión de libre consentimiento o sujeción por parte del pueblo” 1. La idea de violencia
está más que presente y, con ello, se puede señalar que la idea misma de contrato no hace
más que legitimar la de violencia. La diferencia es que no hay un contrato que sea el
mediador; la simple necesidad es la que permite la aceptación de cualquier régimen 2. De
forma práctica, Hume asegura que “en todas partes vemos príncipes que consideran a sus
súbditos como una propiedad, y afirman la total independencia de su derecho de
soberanía, nacido de la conquista o sucesión”3. El origen del gobierno no puede
sustentarse en un contrato, puesto que la fuerza militar y política son las que
verdaderamente originan el gobierno (o nuevos gobiernos, según las nociones de conquista
y usurpación).
El mecanismo por el cual se mantiene el gobierno no tiene nada que ver con el contrato o el
consenso entre las partes; el sustento de todo gobierno es la costumbre, puesto que “poco a
poco, el tiempo elimina todas estas dificultades y acostumbra a la nación a considerar
como sus príncipes legítimos u originarios a aquellos que al principio veían como
usurpadores o conquistadores”4. La idea de costumbre se concibe en la medida en que
“ellos y sus antepasados han estado durante siglos, o desde tiempo inmemorial, sujetos a
tal forma de gobierno o a tal dinastía, lo aceptan, y reconocen su obligación de
fidelidad”5. No se evidencia una condición natural, tampoco un pacto; la simple idea de
necesidad o conveniencia6 a estar vinculados es la que permite la mantención del gobierno
(y con ello la autoridad).
Junto con lo señalado, la importante clasificación de los deberes morales que realiza el
autor es de suma trascendencia. Dentro de dicha clasificación, los deberes naturales (de
1
HUME, DAVID. “Ensayos Políticos” Editorial Tecnos. Madrid, 1987. Capítulo 12: “Del contrato
original” Pp. 101
2
Ibíd. Pp. 105. “El nuevo régimen fue implantado por la violencia y aceptado por necesidad”
3
Ibíd. Pp. 100
4
Ibíd. Pp. 105
5
Ibíd. Pp. 100
6
Ibíd. Pp. 105. “El nuevo régimen fue implantado por la violencia y aceptado por necesidad”
instinto natural) se desarrollan de manera indistinta a la idea de obligación, como el amor al
hijo o el auxilio a un necesitado; por su parte, los deberes “no naturales” y que se cumplen
por el sentido de la obligación7, tales como la justicia, el respeto al bien ajeno o la fidelidad
(que terminan por adquirir autoridad entre los hombres)8, son los que permiten la
generación de la “lealtad política”. Esta lealtad se inspira en la necesidad antes que en el
compromiso y “porque de otro modo no podría subsistir la sociedad” 9. En el
contractualismo, el mismo contrato social nos sujetaría a dicha obediencia (debido al
consenso general). Para Hume, la constitución de la sociedad civil tiene que ver
directamente con las circunstancias o necesidades de un grupo donde, sin embargo, un
contrato no podría consolidarlo, puesto que no hay necesidad de suponer que es el
consentimiento de cada individuo lo que sujeta al gobierno, cuando resulta que tanto la
obediencia cívica como la fidelidad tienen un mismo fundamento, y la humanidad se
somete a ambas por causa de los notorios intereses y necesidades de la sociedad humana10.
Se podrían clasificar ciertas críticas del autor como de “segunda categoría”, en el sentido en
que se basan en una visión práctica y más ajustada a los tiempos en que el autor se
desenvolvió (basados en “la razón, la historia y la experiencia” 11). El contrato, como tal, fue
originado en un momento en que el hombre se encontraba en un estado previo, natural,
originario; sin embargo “es evidente que no hubo formulación expresa de un pacto o
acuerdo para la sumisión general, por ser idea que excedía en mucho a la comprensión de
los salvajes”12. Además de ello, el contrato, en su origen, parece ser superfluo, puesto que
no hay indicios históricos que permitan confirmar el desarrollo y la conformación de un
contrato como tal: “en vano se nos pregunta en qué libros o actas está registrada esta
carta de nuestras libertades”13, bajo esto es posible señalar que el contrato “no está
probado por la historia o la experiencia en ninguna época o país”14.
A modo de conclusión, se podría entender que la crítica de Hume a la idea de contrato
original tiene un precepto previo que permite el desarrollo de dicha crítica y tiene que ver
con “la facilidad con que los muchos son gobernados por los pocos, y la implícita
sumisión con que los hombres resignan sus sentimientos y pasiones ante los de sus
gobernantes”15. Siendo los pocos, sustentados por diversos sistemas de principios
filosóficos16.

7
HUME, DAVID. “Ensayos Políticos” Editorial Tecnos. Madrid, 1987. Capítulo 12: “Del contrato
original” Pp. 109
8
Ídem.
9
Ibíd. 110
10
Ídem.
11
Ibíd. 104
12
Ibíd. Pp. 99
13
Ídem.
14
Ibíd. Pp. 101
15
HUME, DAVID. “Ensayos Políticos” Editorial Tecnos. Madrid, 1987. Capítulo 3: “De los
principios del gobierno” Pp. 21
16
HUME, DAVID. “Ensayos Políticos” Editorial Tecnos. Madrid, 1987. Capítulo 12: “Del contrato
original” Pp. 97
Para Hume, la facilidad con la que “los muchos son gobernados por los pocos, y la
implícita sumisión con que los hombres resignan sus sentimientos y pasiones ante los de
sus gobernantes” se explica en la medida en que el fundamento del gobierno se basa en la
opinión; y no en la fuerza (“de los primeros principios del gobierno” - 21). La opinión,
como tal, versa en torno a dos elementos: el interés o en el derecho. El primero se basa en
la condición de sentido común de los individuos. Cuando dicha opinión termina por
prevalecer entre la mayoría de un Estado (o entre quienes tienen la fuerza en sus manos),
termina por conferir una gran seguridad a cualquier gobierno. A esto se debe la idea de
“conveniencia” que reside en la gran mayoría. El gobierno es necesario por sentido común.
(IDEM).
Por su parte, el derecho, se sustenta en dos clases: derecho al poder y derecho a la
propiedad.

Explique y compare la relación entre fuerza y derecho en Rousseau y Hume.

Ambos autores difieren en la manera en que se puede originar el derecho. Para Hume, el
origen del gobierno (por tanto, del derecho) está basado en la violencia y es aceptado por
necesidad17, sin embargo, el fundamento del gobierno se basa en la opinión;18), puesto que
la la que “prevalece entre la mayoría de un Estado, o entre quienes tienen la fuerza en sus
manos, confiriendo gran seguridad al gobierno”19. Para Rousseau resulta imposible el
origen de un gobierno por medio de dicha condición, puesto que, tal como plantea “...la
fuerza no hace al derecho, y que no estamos obligados a obedecer más que a los poderes
legítimos. Así, mi primera cuestión queda todavía en pie 20”. Dicho enunciado se
fundamenta en que el derecho, y sobre todo el deber frente a este, debe depender de la
legitimidad en la cual se articule, y no el uso de violencia o fuerza, ya que una vez que esta
se agote o sea superada (Rousseau plantea que la potencia física puede agotarse o ser
reemplazada)21, el efecto cambiaría. es el caso de que se ejemplifica De esta manera; si el
derecho no deriva de la moralidad, no se puede entender como válido (nota al pie: debe
entenderse moralidad como acto propio de una voluntad). En otras palabras, mientras la
obediencia al derecho sea un acto de obediencia por necesidad, y no moralidad, es decir
voluntad de la persona, es un derecho legítimo 22. Volviendo al autor escocés, la legitimidad
17
HUME, DAVID. “Ensayos Políticos” Editorial Tecnos. Madrid, 1987. Capítulo 12: “Del contrato
original” Pp. 109
18
HUME, DAVID. “Ensayos Políticos” Editorial Tecnos. Madrid, 1987. Capítulo 3: “De los
principios del gobierno” Pp. 21
19
Ídem.
20
RUSSEAU, JEAN-JACQUES. “El Contrato social o Principios de derecho político” Editorial Tecnos,
Madrid, 2007. Libro Primero, Capítulo 3: “El derecho del más fuerte” Pp.45
21
Ibíd. Pp. 44
22
Cabe recalcar que el planteamiento de Russeau sobre las costumbres, como validez para la
constitución del derecho, se halla en una nota al pie de la página sobre el texto del Marques de
misma del gobierno tiene que ver con la idea de que el gobierno es necesario debido a las
ventajas generales que proporciona23 Sin embargo, dicha necesidad empieza a tomar otro
aspecto, el cual se relaciona mucho más a la idea de utilidad del gobierno en cuestión y su
rol como administrador de la justicia24.
Para Hume, la idea de fuerza no es el fundamento del gobierno, aunque esté siempre del
lado de los gobernados25, sino la opinión; y por medio de esta condición se consolida un
cuerpo político. Es esta opinión la que permite la conservación del gobierno, puesto que las
ventajas que proporciona éste son útiles para la mayoría. Del mismo modo, Rousseau
rebate los planteamientos de autores como Aristóteles, Grocio y Hobbes, respecto a la idea
de que la fuerza puede constituir una consecuencia de un posible orden natural, en
particular cuando plantea que: “en el Estado es el placer de mandar lo que reemplaza a ese
amor que el jefe no siente por sus pueblos. Grocio niega que el poder humano se haya
establecido en beneficio de sus gobernados, y cita como ejemplo la esclavitud. Su
constante manera de razonar es la de establecer siempre el hecho como fuente de
derecho” 26. De la cita anterior se pueden extraer dos elementos de importancia en relación
a Hume. El primero es cuando Rousseau hace referencia a la idea de conservación,
concepto que profundizará más adelante en el texto, planteando que para los gobernados la
existencia de un orden político en que el más fuerte posea la soberanía sería inútil, ya que
los conflictos son propios de este tipo de gobiernos 27, de esta manera, la organización de
una sociedad civil no actúa por un principio de conservación como en la tesis de Hume,
cuyo sustento tiene que ver con la idea de utilidad a la hora de organizarse como cuerpo
político, donde el origen debe estar siempre ligado a la administración de justicia 28. Por otro
lado, la idea de que la costumbre (en este caso el hecho), se constituya como fuente de
derecho es problemático (poner referencia a nota al pie de Rousseau), ya que, según
Rousseau, sólo es la historia de antiguos abusos legitimados. De esta manera contradice lo
planteado por Hume, al rebatir el principio mediante el cual se establece la legitimidad del
derecho por medio de su estabilidad en el tiempo, sobre todo cuando señala: “cuidemos y
mejoremos nuestro gobierno tradicional cuando sea posible, sin fomentar la pasión por
tan peligrosas novedades”29
En suma, la congruencia de ambos autores para la conformación de la sociedad civil tiene
que ver con el principio de “necesidad”. Aquí puede distar el sentido en el cual se forma la
sociedad política porque para Rousseau es necesario un contrato como expresión de una
voluntad general, además de estar orientado hacia el bien común; mientras que para Hume
el principio mismo de sociedad, sustentado por la idea de costumbre, permite la realización
del gobierno.

Argenson, tratado de los intereses de Francia con sus vecinos. Pp.42


23
HUME, DAVID. “Ensayos Políticos” Editorial Tecnos. Madrid, 1987. Capítulo 3: “De los
principios del gobierno” Pp. 21
24
Ibid. Pp. 26
25
Ibid. Pp. 21
26
RUSSEAU, JEAN-JACQUES. “El Contrato social o Principios de derecho político” Editorial Tecnos,
Madrid, 2007. Libro Primero, Capítulo 3: “El derecho del más fuerte” Pp.42
27
Russeau ejemplifica con el derecho de conquista, y como este constituye un claro caso del derecho
del mas fuerte, Capitulo IV: De la esclavitud, Pp.50
28
HUME, DAVID. “Ensayos Políticos” Editorial Tecnos. Madrid, 1987. Capítulo 3: “De los
principios del gobierno” Pp. 26
29
Ibid. Pp. 24 y 25

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