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Cristobal colon y el huevo

Personajes:
Cristóbal Colon / Cardenal Pedro González de Mendoza/ Cortesano 1 * Cortesano
2*Cortesano 3 *Cortesano 4 *Cortesano 5

La obra muestra cómo Cristobal Colón les enseña a los cortesanos a descubrir lo que hay en
el mundo, una de esas cosas la estrategia de poner a un huevo de pie.

Un buen día en el palacio del Cardenal Pedro González, se encontraba una mesa larga
donde todos estaban sentados, los 5 cortesanos, el cardenal y Cristóbal Colón. Este último se
había ubicado en la mesa central, justo al lado de Pedro, el Cardenal.
El Cardenal propone hacer un gran brindis.

Cardenal: Quiero darles la bienvenida nuevamente a España. Seguidamente quiero brindar


por este gran hombre, un hombre que con su valentía ha llegado a vencer los mares con
mucho empeño, logrando conseguir los nuevos  mundos. ¡Salud!
Todos: ¡Salud!
Cortesano 1: Entonces, yo brindaré por sus 3 carabelas, las cuales llegaron a navegar todo
lo que tenían a su
Todos: ¡Salud!
Cortesano 3: Yo brindo por este hombre que todos ven como un soñador y que también
creían un loco y que ahora lleva su coraje arriesgando un viaje en busca de reinos nuevos.
Todos: ¡Salud!
Cortesano 4: Yo quiero brindar por Isabel I de Castilla ¡Larga vida para los Reyes!
Todos: ¡Salud!
Se levanta el cortesano 5
Cortesano 4: ¡Aguarden! No escuchen a este señor, pues sus pensamientos son de malicia y
va queriendo siempre mostrar su gloria y su victoria.
Cortesano 2: ¿No sabes que con tu envidia solo vas a herir a este almirante respetado?
Cristóbal Colón toma un huevo cocido y llega hasta la silla del cortesano 5
Cristóbal: ¿estás viendo este huevo cocido? Te reto a que lo coloques de pie en la mesa
Después de intentarlo.
Cortesano 5: ¡Es completamente imposible!
Cristóbal: Pero vamos, inténtalo nuevamente
El cortesano intenta de nuevo pero el huevo no consigue colocarse de pie
Cortesano 5: No, para mi es imposible. Que lo intente alguien más.
Cortesano 3: Eso es muy fácil, yo lo haré.
Cortesano 4: Creo que no se puede porque el huevo se va hacia los lados
Cortesano 2: Almirante, eso que usted está pidiendo no se puede.
Cortesano 5: Lo invito a que usted lo haga, si puede.
Cristóbal Colon: Caballero, ¿será que no pueden colocar el huevo de pie por su parte más
estrecha?
Cortesano 5: Por eso le digo, si lo puede hacer usted
ristóbal: de inmediato lo haré.
Colón toma el huevo y de un solo golpe achata uno de los extremos y el huevo queda de
pie.
Cortesano 1: ¡Era de esa forma!
Cristóbal: Si, era de esa forma, súper fácil es ahora porque ya saben el secreto
Cortesano 5: Si pero así es muy fácil
Cristóbal: Di, es muy fácil pero a ninguno se le ocurrió hacerlo de esa manera. Lo que
resulta más difícil es creer en lo que aún no se ha descubierto.
Cardenal: ¡Caballeros, caballeros disfruten de este banquete a partir de ahora!
El problema del rey
Salón del trono. Está el REY junto a TOMÁS)
ESCENA 1
REY: No entiendo porque Manolita no quiso bailar el minué conmigo durante la celebraci ón del
solsticio de invierno.
TOMÁS: Sin duda vuestra regia presencia la impresiona tanto que no se atreve a acercarse a vos.
REY: No, no es eso. Siento que me rehuye, y no solo ella: mis súbditos salen corriendo de la c ámara
cubriendo su nariz cuando llego.
TOMÁS: Vos merecéis algo mas que un par de súbditos cobardes y una mujer que no lo ama.
REY: Siempre he querido casarme con Manolita y un rey debería poder casarse con qui én quisiera
TOMÁS: Hasta un rey debe asumir el desdén de una mujer. Sin duda lady Mercedes será una
esposa y una reina más adecuada para vos.
REY: ¡No os tolero que me habléis con ese tono, súbdito!
TOMÁS: (A parte) Si le digo que Manolita no quiere casarse con él por ese apestoso olor que le
acompaña por no lavarse nunca seguro que se siente humillado y hace clavar mi cabeza en una
pica.
REY: Iré a ver al sabio Faisal para que me de un filtro de amor con el que Manolita caiga rendida a
mis regios brazos.
ESCENA 2
(Dependencias de Faisal. (FAISAL y EL REY)
REY: Sabio Faisal, como ya sabréis, hace semanas que pretendo el amor de la joven Manolita, pero
ella siempre me rehuye y no quiere bailar el minué conmigo.
FAISAL: Entiendo lo triste de vuestra situación, majestad…
REY: Vengo a que me deis un filtro de amor con el que cautivar el corazón de la joven Manolita.
FAISAL: Mucho me temo que no podré ayudaros en esta empresa, majestad… No dispongo de
ninguna pócima capaz de crear un amor tan fuerte como para pasar por alto vuestro… (sedetiene
en seco

REY: ¿Mi qué, sabio?


FAISAL: Vuestro digno porte, majestad… Tenéis una presencia tan regia que todas las muchachas
del reino se sienten intimidadas.
REY: Entonces, ¿qué remedio proponéis?
FAISAL: Un momento, majestad….
(FAISAL se pone a rebuscar entre sus estanterías repletas de frascos con l íquidos resplandecientes.
Tras tomar dos frascos, se los tiende al rey)
REY: ¿Qué es esto?
FAISAL: Es una pócima mágica, procedente de los hombres antiguos, alteza…. Su nombre es, Agua y
Jabón… Esto es el Agua… y esto el Jabón.
REY: Si es una fórmula de los hombres antiguos, no me cabe duda que surtirá un efecto óptimo y
lograré al fin mis regios propósitos.
FAISAL: Debéis recordar aplicarlo en vuestro regio cuerpo cada noche, haya luna llena o luna
nueva… Es importante que seas constante en su uso, cuando se os acabe, venid a por más.
REY: Gracias, mi leal sabio… Haré que recibáis un regalo como señal de recompensa.
FAISAL: Majestad, me honráis con vuestra generosidad…
ESCENA 3
(Salón de baile del rey. MANOLITA y EL REY)
EL REY: Lady Manolita, os suplico una vez más que esta noche bailéis el minué conmigo
(MANOLITA se siente extrañada ante el buen olor del monarca.
REY: Si es una fórmula de los hombres antiguos, no me cabe duda que surtirá un efecto óptimo y
lograré al fin mis regios propósitos.
FAISAL: Debéis recordar aplicarlo en vuestro regio cuerpo cada noche, haya luna llena o luna
nueva… Es importante que seas constante en su uso, cuando se os acabe, venid a por más.
REY: Gracias, mi leal sabio… Haré que recibáis un regalo como señal de recompensa.
FAISAL: Majestad, me honráis con vuestra generosidad…
ESCENA 3
(Salón de baile del rey. MANOLITA y EL REY)
EL REY: Lady Manolita, os suplico una vez más que esta noche bailéis el minué conmigo
(MANOLITA se siente extrañada ante el buen olor del monarca.
MANOLITA: Veo que os habéis librado de ese desagradable olor…
EL REY: Sin duda mis enemigos me lanzaron un maleficio para que mis súbditos me rehuyeran, pero
el sabio Faisal me ha dado una fórmula ancestral, a base de agua y jabón, para librarme del
maleficio. He aplicado esas sustancias en mi cuerpo y ahora soy libre de la maldici ón.
MANOLITA: Eso me llena de alegría, mi joven rey. Con gusto bailaré el minué con vos esta noche y
todas las noches de mi vida como vuestra esposa y reina.
EL REY: Vuestra decisión ha llenado de dicha mi corazón. Bendita la hora que en que apliqu é la
ancestral fórmula de agua y jabón sobre mi cuerpo.
(Aparece el sabio FAISAL y se dirige al público)
FAISAL: Y vosotros no debéis descuidar vuestra higiene personal recurriendo al agua y al jab ón
cada día. Aunque la verdadera belleza se encuentra en el interior, como ocurre con este bondadoso
rey, es importante tener un cuerpo limpio, ir peinados, arreglados y perfumados para causar buena
impresión
Viracocha el mendigo
Descripción: Un sucio mendigo va por las calles pidiendo limosna. Nadie sospecha que
detrás de su humilde apariencia, se esconde una figura sabia que les dará una valiosa
lección.
Personajes: Viracocha, Labrador, Mujer acaudalada, Hombre arrogante, Niño insolente
ACTO ÚNICO
Se abre el telón mostrándonos en la escenografía una ciudad con las calles empedradas.
Entra en escena un viejo mendigo, arrastrándose lastimeramente. Va descalzo y vestido
únicamente con harapos, además de caminar encorvado y con un endeble bastón.
Viracocha: Piedad, una limosna para este pobre viejo.
Entra en escena una señora bien vestida, que camina arrugando la nariz y mirando con
desdén a todas partes.
Viracocha: Señora, ¿no tendrá una monedita que le sobre para este pobre anciano?
Mujer acaudalada: ¡Quítese, viejo holgazán! ¡Qué no ando yo para andar haciendo
caridades con pordioseros!
Lo empuja y sigue caminando hasta desaparecer por el lado opuesto del escenario. Desde
ahí, entra en escena ahora un señor muy elegante, que camina de manera presuntuosa.
Viracocha: Señor mío, una moneda, por caridad.
Hombre arrogante (mirándolo de arriba a abajo): ¿Pero qué insolencia es esta? Oígame
buen anciano, ¿por qué no se pone a trabajar?
Viracocha: Mi salud no es buena y mis huesos son muy frágiles. Si no como algo, creo que
me voy a morir hoy mismo.
Hombre arrogante: Una lástima, amigo mío. Supongo que ya le ha llegado la hora. No se
preocupe, al menos así dejará de sufrir, jajajaja.
El hombre se marcha riendo, mientras el mendigo niega con amargura.
Viracocha: Cuanta crueldad y miseria hay en la humanidad, no puedo creer que tengan el
corazón de piedra.
Un niño entra en escena, saltando despreocupadamente. Al ver al mendigo, sonríe de
manera maliciosa y se acerca a él.
Niño insolente: ¡Buenas tardes, anciano! Oiga, no se ve muy bien.
Viracocha: No hijito, estoy muy cansado y tengo mucha hambre. Hoy nadie me ha querido
ayudar.
Niño insolente: ¡Pues claro! ¡A nadie le gusta estar cerca de un anciano inútil y apestoso!
El niño lo empuja y se marcha riendo.
Viracocha: ¡Ni siquiera los niños conservan su inocencia! La maldad ha corrompido
demasiado a estas personas, cuanta vergüenza sentirían los dioses. ¡Esto se termina aquí
mismo!
Intenta ponerse de pie con su bastón, cuando un labrador entra en escena y se apresura a
ayudarlo.
Labrador: ¿Está bien, abuelito? Déjeme ayudarlo.
Viracocha lo mira con desconfianza, pero termina aceptando su ayuda
Labrador: Pobre hombre, parece que no ha comido en días.
Viracocha: Pues no, la verdad es que nadie ha tenido ni un gesto amable conmigo. ¡Ya no
digamos caridad!
El labrador busca en su morral y le entrega algo de comida.
Labrador: Tenga, era mi almuerzo pero usted lo necesita más que yo.
Viracocha: ¿Vas a darme tu único alimento a mí? ¿Un desconocido?
Labrador: Claro, en esta vida hay que ayudar a quien lo necesite.
El mendigo se desprende de la cama y el bastón, parándose derecho y revelándose como
un hombre imponente y vestido de blanco.
Viracocha: Pues no lo necesito, soy el gran mago Viracocha y tú, con tu nobleza, acabas de
mostrarme que aun puedo tener fe en los humanos. De hoy en adelante, tus tierras serán
las más prósperas de la región y vivirás lleno de riquezas.
FIN
La rosa egoísta
Descripción: Rosa, la flor más bella del jardín, expulsa al sapo por pensar que es
demasiado feo. Pronto su vanidad recibirá una gran lección.
Personajes: Rosa, Sapo, Araña, Gusano, Caracol
ACTO ÚNICO
Se abre el telón y vemos un hermoso jardín en el escenario, repleto de plantas y
flores. En el centro se encuentra la rosa, bella como ninguna y sentada sobre una
mata de hojas. Justo debajo, el sapo bosteza perezosamente.
Rosa: ¡Qué linda mañana! Me encanta amanecer en mi bonito jardín
El sapo croa y la expresión amable de la rosa cambia por una de desagrado.
Rosa: Ay, pero aquí sigue ese sapo tan feo que arruina mi imagen. ¿Por qué se tiene
que sentar tan cerca de mí? ¡Oye tú!
Sapo: ¿Yo?
Rosa: Si tú, te estoy hablando a ti. ¿No crees que es muy inapropiado que te sientes
cerca de mí?
Sapo: ¿Inapropiado? Pues la verdad es que no veo porque.
Rosa: ¡Solo mírate! Eres demasiado feo. ¡No soporto verte! La gente me admira de
lejos pero no se me acerca porque tú los espantas con tu fealdad. ¿Por eso sabes
qué? Tienes que irte. ¡No te quiero más en mi jardín!
El sapo agacha la cabeza con resignación.
Sapo: Está bien, si eso es lo que quieres, me iré.
El sapo sale de escena y la rosa sonríe satisfecha.
Rosa: ¡Ahora sí, mi jardín es el más bonito!
La rosa se dispone a tomar el sol muy contenta, cuando entra en escena la araña.
Esta se acerca hasta ella maliciosamente y le acaricia un pétalo.
ARosa (asustada): ¿Quién eres tú?
Araña: Solo una araña muy hambrienta, hace mucho tiempo que quería probar uno de
tus pétalos. ¿Sabrán tan ricos como se ven?
Rosa: ¡No, por favor! ¡Déjame en paz!
El gusano entra por el otro lado del escenario y se acerca también a la risa, riendo
malvadamente.
Gusano: Seguro que saben deliciosos, yo también tengo antojo de rosas.
La araña y el gusano juegan con los pétalos de la rosa, mientras ella intenta
quitárselos de encima. En ese momento llega el caracol arrastrándose.
Caracol: ¡Eh, no pensaran comérsela toda! Tienen que compartir, yo también quiero
ver a que sabe la rosa
raña: Vaya, vaya, hasta que te encuentro solita
Araña: Descuida, seguro que hay suficiente para todos.
Gusano: Sí, mírenla, está tan linda y enorme. Y huele tan bien. ¡Será un festín
riquísimo!
Rosa: ¡No, por favor!
El sapo aparece de repente y va saltando hacia ellos.
Sapo: ¡Déjenla! ¡Aléjense de ella, alimañas!
Los villanos retroceden asustados al ver al sapo.
Araña: ¡Ay no, el sapo está de vuelta!
Caracol: ¡Qué mala pata! ¡Pensé que se había ido para siempre!
Gusano: ¡Yo también, que injusto!
Sapo: Pues ya estoy de vuelta, ¡así que largo antes de que me los trague a todos!
Los insectos se alejan corriendo despavoridos.
Rosa: ¡Ay, sapo querido! Muchas gracias por salvarme. Después de lo mala que fui
contigo, me siento muy avergonzada.
Sapo: Ahora entiendes que si estaba en tu jardín era para cuidarte de esas alimañas,
¿verdad?
Rosa: Sí y lamento mucho haberte expulsado. Ahora sé que no debería discriminar a
nadie por su aspecto, ¿me perdonas, sapito
Sapo: Claro que sí.

El zapatero que era feliz


Descripción: Un hombre inmensamente rico conoce a un zapatero muy pobre, que le revela
el secreto de la felicidad.
Personajes: Zapatero, Hombre rico, Esposa, Hijos

PRIMER ACTO
En una zapatería muy humilde, un zapatero se encuentra cantando y arreglando un par de
zapatos. De pronto, un hombre vestido de manera muy elegante entra a dejarle unos
mocasines.
Hombre rico: Me han dicho que es usted un zapatero muy bueno y que además, cobra
bastante bien.
Zapatero: Así es señor, por suerte el trabajo no me falta. Y aunque no gano demasiado,
aquí me tiene, siempre esforzándome en lo que hago.
Hombre rico: ¿De verdad no gana mucho? Sin embargo yo lo veo muy contento.
Zapatero: Lo estoy, señor. Me gusta bastante lo que hago.
Hombre rico: Pues que bueno que así sea. Además de confiarle mis zapatos para que los
arregle, tengo un regalo para usted. (Saca una bolsa de monedas de oro de su abrigo).
Tome, para que se de un buen descanso.
Zapatero: Pero señor, ¡esto es mucho dinero!
Hombre rico: Disfrútelo, pues.
Zapatero: ¡Gracias, señor! ¡Muchas gracias!

SEGUNDO ACTO
En el interior de una casa pobre, la mujer del zapatero da de comer a sus dos hijos, quienes
no dejan de hacer ruido ni moverse mientras están sentados a la mesa. Mientras tanto, su
padre se mira nervioso, como si tuviera miedo de algo. No deja de mirar por encima de su
hombro.
Zapatero: Voy a mirar a ver si el dinero sigue en su lugar.
Esposa: ¡Es la sexta vez que te paras a comprobarlo! ¿Quién crees que se lo va a llevar? ¡Si
nadie sabe que está debajo del colchón!
Zapatero: ¡Shhhh! (La calla bruscamente). ¡Mujer, que las paredes tienen o ídos! Eso es mucho
dinero y la verdad es que no puedo dejar de pensar en que aquí no es lo suficientemente
seguro. Nos van a robar…
Esposa: ¿Sabes? Desde que trajiste tanto dinero a casa has dejado de estar de bueno
humor. ¿Dónde estaba el hombre que siempre nos contaba chistes y nos hacía re ír?
El zapatero parpadea sorprendido.
Zapatero: ¿De qué hablas? Yo no he cambiado.
Hijo 1: Sí, papá, Ahora todo el tiempo estás enojado.
Hijo 2: A mí me gustaba más como eras antes.
El zapatero se sienta y se lleva una mano a la cabeza.
Zapatero: Ay Dios, es verdad. ¿Qué me ha pasado? Creí que todo ese dinero me haría más
feliz, pero ahora no hago más que preocuparme. Pero esto no puede seguir así

TERCER ACTO
El hombre rico regresa a la tienda para recoger sus mocasines y saluda al zapatero.
Zapatero: Buenos días, señor. Aquí tiene sus zapatos… y su dinero también.
Hombre rico (desconcertado): ¿Pero cómo? Si todas esas monedas eran para usted.
Zapatero: Créame, estarán mejor con usted. He descubierto que el dinero en exceso solo
me trae preocupaciones.
Hombre rico: Pero hombre, ¿cómo va a ser eso posible?
Zapatero: No quiero vivir preocupándome porque me vayan a robar o esconder mi
fortuna. Prefiero vivir con lo indispensable pero eso sí, feliz gracias a mi familia y a mi
trabajo. Hay cosas más importantes que la riqueza
Hombre rico (sonriendo): Me ha desvelado usted el misterio de la felicidad.

La liebre y su violín
Descripción: Una liebre encuentra un violín en el bosque y en lugar de trabajar como
sus amigos, se dedica a tocar canciones, ¿qué pasará cuando llegue el invierno?
Personajes: Liebre, Zorra, Comadreja, Ruiseñor, Oso

PRIMER ACTO
Se abre el telón mostrando un hermoso bosque en su escenografía. Hay un violín
abandonado debajo de un árbol. Entra la liebre caminando de manera distraída y se
fija en el instrumento.
Liebre: ¡Vaya! ¿Pero quién habrá dejado esto aquí? (Toma el violín en sus manos y lo
examina con asombro). Desde luego, es un violín estupendo. Me pregunto quien sería
tan tonto como para dejarlo.
Entra la zorra en escena.
Zorra: Liebre, nuestros amigos están recolectando comida para el invierno. ¿Vas a
venir a ayudar?
Liebre: Mira lo que me he encontrado, ¿verdad que es bonito?
Zorra: Deja eso y ven a ayudar, que cuando llegue el frío no vamos a poder salir a
buscar comida.
Salen los dos de escena

SEGUNDO ACTO
Están la comadreja, la zorra, el ruiseñor y el oso recogiendo frutos del bosque cuando
llega la liebre y se sienta en una roca.
Ruiseñor: ¿Hoy si nos vas a ayudar?
Liebre: Luego, que tengo que practicar con mi violín.
Oso: ¡Pero si todos los días has estado practicando y nunca nos ayudas en nada!
¿Cómo crees que vamos a poder recoger suficiente comida para el invierno si sigues
así?
Liebre: ¡Que luego les ayudo!
Comadreja (negando con la cabeza): El invierno ya está a la vuelta de la esquina.
Cuando empiece a hacer frío, te vas a acordar de nosotros.

TERCER ACTO
El telón se vuelve a abrir, mostrando esta vez la escenografía de un bosque nevado.
La liebre camino en la intemperie con su violín, sujetándose el estómago.
Liebre: ¡Qué hambre tengo! No me queda nada de comer en mi casa, tal vez los
demás tengan algo.
Se acerca a sus amigos animales, que se encuentran haciendo una fogata para
cocinar sus alimentos.
Liebre: ¿No pueden darme algo de comer?
Oso: ¿A ti? ¿Qué nunca nos ayudaste? Mientras nosotros nos esforzábamos tú solo
querías practicar con ese tonto violín.
Comadreja: Ahora mira quien vuelve arrastrándose, ¿ya te cansaste de tocar?
La liebre se agacha avergonzada.
Zorra: Amigos, no hay que ser tan malos con él. Se ha equivocado, pero démosle otra
oportunidad.
Oso: ¿Por qué? Si no ha hecho nada por ayudarnos.
Ruiseñor: Pues creo que tengo una idea, ¿qué si nos tocas algo mientras comemos?
Las canciones alegrarán el invierno.
Liebre (alzando la cabeza entusiasmada): ¡Eso sí puedo hacerlo! He mejorado
bastante con el violín.
La liebre comienza a tocar mientras una bella melodía suena de fondo. Todos los
animales comienzan a bailar alrededor de la fogata. Luego, comparten la comida con
la liebre y se sientan a disfrutar de sus alimentos.
Zorra: ¿Ven como la música también puede ser útil?
Liebre: Es verdad, pero reconozco que he sido muy egoísta. De ahora en adelante,
prometo hacerme un tiempo entre las practicas de violín para ayudarlos más en el
bosque. ¿Me perdonan?
Comadreja: Te perdonamos, pero no te vuelvas a comportar así.
Ruiseñor: Los buenos amigos siempre se perdonan, ¡ahora a comer!
Todos siguen riendo y comiendo, mientras la liebre toca otra canción.

Espíritu de medianoche
Descripción: Todas las noches, cuando el reloj marca las doce en punto, una
aparición aterradora hace acto de presencia en la habitación de Luisa.
Personajes: Luisa, Diana, Papá, Mamá, Mujer de negro
PRIMER ACTO
Luisa está durmiendo en su habitación. A su lado, sobre la mesita de noche, el reloj
está por marcar las doce en punto. El aparato emite un sonido para indicar que ya es
medianoche y entonces, una risa espectral se escucha en el escenario.
De un rincón emerge una figura oscura. Es una mujer vestida de negro, pálida y con
largo cabello enmarañado, que mira fijamente a Luisa.
La muchacha se despierta y se queda mirando, aterrorizada, a la mujer que comienza
a acercarse lentamente a su cama, mientras una música siniestra resuena de fondo.
Luisa se cubre con la sábana hasta la cabeza. La mujer llega hasta los pies de su
cama sin dejar de reír…
Las luces se apagan y el telón se cierra.
SEGUNDO ACTO
Es temprano por la mañana y Luisa, desvelada, desayuna con su familia. Su papá, su
mamá y su hermana, Diana, están sentados a la mesa.
Luisa: Anoche volvió a suceder, esa mujer apareció en mi habitación.
Los padres se miran entre ellos, algo desconcertados.
Mamá: Todo ha sido una pesadilla, eso te pasa por ver películas de horror antes de
acostarte.
Luisa (enojada): ¡Pero es la verdad!
Papá: Hija, por favor, termina de desayunar, que ya vamos tarde al colegio.
Molesta, Luisa come sus cereales mientras sus padres comentan trivialidades sobre
las noticias. Su hermana permanece en silencio.
TERCER ACTO
Luisa se encuentra en la cocina, sirviéndose un vaso de leche. Trae puesta ya su
pijama y se ve desanimada. Hay un enorme reloj colgado en la pared. Justo cuando
está a punto de salir, su hermana entra y saca un pedazo de pastel de la nevera.
Diana: ¿Sabes? Yo también la he escuchado.
Luisa se detiene en la puerta y voltea hacia ella.
Luisa: ¿De qué estás hablando?
Diana (colocando su pastel en la mesa): La mujer que dices que aparece en tu
habitación. Todas las noches la escucho. Siempre aparece a la misma hora.
Luisa (asustada): ¿Tú… tú también?
Diana (asintiendo): Nunca he dicho nada por qué no quiero que me tomen por loca…
pero la he escuchado. Apenas el reloj da las doce, oigo una risa al otro lado de la
pared y sé que no eres tú. Entonces un escalofrío me recorre el cuerpo y soy incapaz
de moverme…
Una campanada proveniente del reloj se deja escuchar por la cocina. Diana se queda
en su lugar, inmóvil y con los ojos muy abiertos. Luisa la mira aterrorizada.
Luisa (acercándose a su hermana): ¿Diana? ¿Diana, estás bien? ¿Qué pasa?
(PAUSA) Diana no responde, solo mira fijamente a Luisa y entonces, repentinamente,
una sonrisa malévola se dibuja en su rostro. Diana comienza a reír, cada vez más
desenfrenadamente, excepto que no es su voz la que sale de su garganta, sino la de
aquella mujer de negro.
Diana comienza a convulsionarse de pie con cada carcajada, horrorizando a Luisa,
quien empieza a retroceder, histérica.
Sin dejar de reír, Diana la acorrala en un rincón. Las luces se apagan

La pequeña cerillera
Descripción: La noche de Navidad, una niña vaga por las calles vendiendo cerillas.
En medio del frío, enciende una de las cerillas para calentarse y algo extraordinario
sucede.
Personajes: Cerillera, Abuelita, Policía 1, Policía 2, Dama, Caballero
PRIMER ACTO
Se abre el telón, mostrando en su escenografía una ciudad europea en invierno. Una
niña pequeña y vestida con harapos entra en escena, temblando y sosteniendo una
caja de cerillas.
Cerillera: Cerillas, por favor, compren cerillas
Un caballero bien vestido y con sombrero de copa entra por el lado opuesto del
escenario.
Cerillera: ¿Quiere cerillas, señor?
Caballero: No, no, llevo mucha prisa, criatura. (Se aleja apresurado).
Cerillera: Cerillas, lleven cerillas…
Una mujer enfundada en un abrigo de pieles entra en escena, con la nariz levantada
arrogantemente
Cerillera: Señora, ¿me compra unas cerillas?
Dama: No, ¡y quítate del camino! (Se retira presuntuosamente).
Cerillera (triste): Nadie me compra cerillas, no puedo volver a casa sin dinero. No me
dejaran entrar. (Se frota los antebrazos, tiritando). ¡Hace tanto frío!
La niña toma una cerilla y la enciende, mientras las luces se apagan. Al levantar el
fósforo, un rincón del escenario se ilumina, mostrando una enorme chimenea con una
hoguera muy confortable.
Cerillera: ¡Oh, que rico está el fuego!
La pequeña se acerca para calentarse, pero en ese instante, la cerilla se apaga y todo
vuelve a la normalidad. Temblando, vuelve a encender otra cerilla y las luces se
apagan de nuevo…
Ahora la cerilla ilumina una espléndida mesa, llena de frutas, pasteles, dulces y un
pavo navideño recién sacado del horno
Cerillera: ¡Cuánta hambre tengo! ¡Oh no, no, se apaga la cerilla!
Volvemos a ver el escenario como lucía desde el principio y la niña, con
desesperación, enciende una tercera cerilla. Esta vez, la ciudad desaparece para
mostrar un árbol de Navidad enorme, decorado con grandes esferas de colores y
obsequios debajo de él. La cerillera intenta acercarse… hasta que la cerilla se apaga,
devolviéndola al frío de las calles.
Tratando de darse calor, se sienta en el suelo, encogiéndose.
Cerillera: Abuelita, si tan solo estuvieras aquí…
La niña enciende una última cerilla y la penumbra vuelve al escenario. Una anciana de
cabellos blancos entra en escena, sonriendo.
Cerillera: ¡Abuelita!
Abuelita: He venido por ti, mi niña. No más hambre, ni frío para ti. Toma mi mano.
Cerillera: ¿A dónde vamos?
Abuelita: Vamos a un lugar maravilloso, donde no existe el sufrimiento. Ahí estaremos
juntas, por toda la eternidad.
Sonriendo, la pequeña toma la mano de su abuela, tirando la cerilla al piso y saliendo
con ella de escena. La cerilla vuelve a apagarse y el escenario se queda a oscuras.
SEGUNDO ACTO
Dos hombres vestidos como policías del siglo XX, entran en escena, impresionándose
al ver a la pequeña cerillera sentada en la nieve. No se mueve pero tiene una sonrisa
de paz en el rostro.
Policía 1: Niñita, ¿qué haces aquí con este frío?
La cerillera no contesta. El otro policía la toca y niega con la cabeza.
Policía 3: ¿: Está dormida?.
Policía 1: No estoy seguro.
Policía 2: ¿Por qué crees que sonría?
Ambos se miran con tristeza.

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