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Personajes:
Cristóbal Colon / Cardenal Pedro González de Mendoza/ Cortesano 1 * Cortesano
2*Cortesano 3 *Cortesano 4 *Cortesano 5
La obra muestra cómo Cristobal Colón les enseña a los cortesanos a descubrir lo que hay en
el mundo, una de esas cosas la estrategia de poner a un huevo de pie.
Un buen día en el palacio del Cardenal Pedro González, se encontraba una mesa larga
donde todos estaban sentados, los 5 cortesanos, el cardenal y Cristóbal Colón. Este último se
había ubicado en la mesa central, justo al lado de Pedro, el Cardenal.
El Cardenal propone hacer un gran brindis.
PRIMER ACTO
En una zapatería muy humilde, un zapatero se encuentra cantando y arreglando un par de
zapatos. De pronto, un hombre vestido de manera muy elegante entra a dejarle unos
mocasines.
Hombre rico: Me han dicho que es usted un zapatero muy bueno y que además, cobra
bastante bien.
Zapatero: Así es señor, por suerte el trabajo no me falta. Y aunque no gano demasiado,
aquí me tiene, siempre esforzándome en lo que hago.
Hombre rico: ¿De verdad no gana mucho? Sin embargo yo lo veo muy contento.
Zapatero: Lo estoy, señor. Me gusta bastante lo que hago.
Hombre rico: Pues que bueno que así sea. Además de confiarle mis zapatos para que los
arregle, tengo un regalo para usted. (Saca una bolsa de monedas de oro de su abrigo).
Tome, para que se de un buen descanso.
Zapatero: Pero señor, ¡esto es mucho dinero!
Hombre rico: Disfrútelo, pues.
Zapatero: ¡Gracias, señor! ¡Muchas gracias!
SEGUNDO ACTO
En el interior de una casa pobre, la mujer del zapatero da de comer a sus dos hijos, quienes
no dejan de hacer ruido ni moverse mientras están sentados a la mesa. Mientras tanto, su
padre se mira nervioso, como si tuviera miedo de algo. No deja de mirar por encima de su
hombro.
Zapatero: Voy a mirar a ver si el dinero sigue en su lugar.
Esposa: ¡Es la sexta vez que te paras a comprobarlo! ¿Quién crees que se lo va a llevar? ¡Si
nadie sabe que está debajo del colchón!
Zapatero: ¡Shhhh! (La calla bruscamente). ¡Mujer, que las paredes tienen o ídos! Eso es mucho
dinero y la verdad es que no puedo dejar de pensar en que aquí no es lo suficientemente
seguro. Nos van a robar…
Esposa: ¿Sabes? Desde que trajiste tanto dinero a casa has dejado de estar de bueno
humor. ¿Dónde estaba el hombre que siempre nos contaba chistes y nos hacía re ír?
El zapatero parpadea sorprendido.
Zapatero: ¿De qué hablas? Yo no he cambiado.
Hijo 1: Sí, papá, Ahora todo el tiempo estás enojado.
Hijo 2: A mí me gustaba más como eras antes.
El zapatero se sienta y se lleva una mano a la cabeza.
Zapatero: Ay Dios, es verdad. ¿Qué me ha pasado? Creí que todo ese dinero me haría más
feliz, pero ahora no hago más que preocuparme. Pero esto no puede seguir así
TERCER ACTO
El hombre rico regresa a la tienda para recoger sus mocasines y saluda al zapatero.
Zapatero: Buenos días, señor. Aquí tiene sus zapatos… y su dinero también.
Hombre rico (desconcertado): ¿Pero cómo? Si todas esas monedas eran para usted.
Zapatero: Créame, estarán mejor con usted. He descubierto que el dinero en exceso solo
me trae preocupaciones.
Hombre rico: Pero hombre, ¿cómo va a ser eso posible?
Zapatero: No quiero vivir preocupándome porque me vayan a robar o esconder mi
fortuna. Prefiero vivir con lo indispensable pero eso sí, feliz gracias a mi familia y a mi
trabajo. Hay cosas más importantes que la riqueza
Hombre rico (sonriendo): Me ha desvelado usted el misterio de la felicidad.
La liebre y su violín
Descripción: Una liebre encuentra un violín en el bosque y en lugar de trabajar como
sus amigos, se dedica a tocar canciones, ¿qué pasará cuando llegue el invierno?
Personajes: Liebre, Zorra, Comadreja, Ruiseñor, Oso
PRIMER ACTO
Se abre el telón mostrando un hermoso bosque en su escenografía. Hay un violín
abandonado debajo de un árbol. Entra la liebre caminando de manera distraída y se
fija en el instrumento.
Liebre: ¡Vaya! ¿Pero quién habrá dejado esto aquí? (Toma el violín en sus manos y lo
examina con asombro). Desde luego, es un violín estupendo. Me pregunto quien sería
tan tonto como para dejarlo.
Entra la zorra en escena.
Zorra: Liebre, nuestros amigos están recolectando comida para el invierno. ¿Vas a
venir a ayudar?
Liebre: Mira lo que me he encontrado, ¿verdad que es bonito?
Zorra: Deja eso y ven a ayudar, que cuando llegue el frío no vamos a poder salir a
buscar comida.
Salen los dos de escena
SEGUNDO ACTO
Están la comadreja, la zorra, el ruiseñor y el oso recogiendo frutos del bosque cuando
llega la liebre y se sienta en una roca.
Ruiseñor: ¿Hoy si nos vas a ayudar?
Liebre: Luego, que tengo que practicar con mi violín.
Oso: ¡Pero si todos los días has estado practicando y nunca nos ayudas en nada!
¿Cómo crees que vamos a poder recoger suficiente comida para el invierno si sigues
así?
Liebre: ¡Que luego les ayudo!
Comadreja (negando con la cabeza): El invierno ya está a la vuelta de la esquina.
Cuando empiece a hacer frío, te vas a acordar de nosotros.
TERCER ACTO
El telón se vuelve a abrir, mostrando esta vez la escenografía de un bosque nevado.
La liebre camino en la intemperie con su violín, sujetándose el estómago.
Liebre: ¡Qué hambre tengo! No me queda nada de comer en mi casa, tal vez los
demás tengan algo.
Se acerca a sus amigos animales, que se encuentran haciendo una fogata para
cocinar sus alimentos.
Liebre: ¿No pueden darme algo de comer?
Oso: ¿A ti? ¿Qué nunca nos ayudaste? Mientras nosotros nos esforzábamos tú solo
querías practicar con ese tonto violín.
Comadreja: Ahora mira quien vuelve arrastrándose, ¿ya te cansaste de tocar?
La liebre se agacha avergonzada.
Zorra: Amigos, no hay que ser tan malos con él. Se ha equivocado, pero démosle otra
oportunidad.
Oso: ¿Por qué? Si no ha hecho nada por ayudarnos.
Ruiseñor: Pues creo que tengo una idea, ¿qué si nos tocas algo mientras comemos?
Las canciones alegrarán el invierno.
Liebre (alzando la cabeza entusiasmada): ¡Eso sí puedo hacerlo! He mejorado
bastante con el violín.
La liebre comienza a tocar mientras una bella melodía suena de fondo. Todos los
animales comienzan a bailar alrededor de la fogata. Luego, comparten la comida con
la liebre y se sientan a disfrutar de sus alimentos.
Zorra: ¿Ven como la música también puede ser útil?
Liebre: Es verdad, pero reconozco que he sido muy egoísta. De ahora en adelante,
prometo hacerme un tiempo entre las practicas de violín para ayudarlos más en el
bosque. ¿Me perdonan?
Comadreja: Te perdonamos, pero no te vuelvas a comportar así.
Ruiseñor: Los buenos amigos siempre se perdonan, ¡ahora a comer!
Todos siguen riendo y comiendo, mientras la liebre toca otra canción.
Espíritu de medianoche
Descripción: Todas las noches, cuando el reloj marca las doce en punto, una
aparición aterradora hace acto de presencia en la habitación de Luisa.
Personajes: Luisa, Diana, Papá, Mamá, Mujer de negro
PRIMER ACTO
Luisa está durmiendo en su habitación. A su lado, sobre la mesita de noche, el reloj
está por marcar las doce en punto. El aparato emite un sonido para indicar que ya es
medianoche y entonces, una risa espectral se escucha en el escenario.
De un rincón emerge una figura oscura. Es una mujer vestida de negro, pálida y con
largo cabello enmarañado, que mira fijamente a Luisa.
La muchacha se despierta y se queda mirando, aterrorizada, a la mujer que comienza
a acercarse lentamente a su cama, mientras una música siniestra resuena de fondo.
Luisa se cubre con la sábana hasta la cabeza. La mujer llega hasta los pies de su
cama sin dejar de reír…
Las luces se apagan y el telón se cierra.
SEGUNDO ACTO
Es temprano por la mañana y Luisa, desvelada, desayuna con su familia. Su papá, su
mamá y su hermana, Diana, están sentados a la mesa.
Luisa: Anoche volvió a suceder, esa mujer apareció en mi habitación.
Los padres se miran entre ellos, algo desconcertados.
Mamá: Todo ha sido una pesadilla, eso te pasa por ver películas de horror antes de
acostarte.
Luisa (enojada): ¡Pero es la verdad!
Papá: Hija, por favor, termina de desayunar, que ya vamos tarde al colegio.
Molesta, Luisa come sus cereales mientras sus padres comentan trivialidades sobre
las noticias. Su hermana permanece en silencio.
TERCER ACTO
Luisa se encuentra en la cocina, sirviéndose un vaso de leche. Trae puesta ya su
pijama y se ve desanimada. Hay un enorme reloj colgado en la pared. Justo cuando
está a punto de salir, su hermana entra y saca un pedazo de pastel de la nevera.
Diana: ¿Sabes? Yo también la he escuchado.
Luisa se detiene en la puerta y voltea hacia ella.
Luisa: ¿De qué estás hablando?
Diana (colocando su pastel en la mesa): La mujer que dices que aparece en tu
habitación. Todas las noches la escucho. Siempre aparece a la misma hora.
Luisa (asustada): ¿Tú… tú también?
Diana (asintiendo): Nunca he dicho nada por qué no quiero que me tomen por loca…
pero la he escuchado. Apenas el reloj da las doce, oigo una risa al otro lado de la
pared y sé que no eres tú. Entonces un escalofrío me recorre el cuerpo y soy incapaz
de moverme…
Una campanada proveniente del reloj se deja escuchar por la cocina. Diana se queda
en su lugar, inmóvil y con los ojos muy abiertos. Luisa la mira aterrorizada.
Luisa (acercándose a su hermana): ¿Diana? ¿Diana, estás bien? ¿Qué pasa?
(PAUSA) Diana no responde, solo mira fijamente a Luisa y entonces, repentinamente,
una sonrisa malévola se dibuja en su rostro. Diana comienza a reír, cada vez más
desenfrenadamente, excepto que no es su voz la que sale de su garganta, sino la de
aquella mujer de negro.
Diana comienza a convulsionarse de pie con cada carcajada, horrorizando a Luisa,
quien empieza a retroceder, histérica.
Sin dejar de reír, Diana la acorrala en un rincón. Las luces se apagan
La pequeña cerillera
Descripción: La noche de Navidad, una niña vaga por las calles vendiendo cerillas.
En medio del frío, enciende una de las cerillas para calentarse y algo extraordinario
sucede.
Personajes: Cerillera, Abuelita, Policía 1, Policía 2, Dama, Caballero
PRIMER ACTO
Se abre el telón, mostrando en su escenografía una ciudad europea en invierno. Una
niña pequeña y vestida con harapos entra en escena, temblando y sosteniendo una
caja de cerillas.
Cerillera: Cerillas, por favor, compren cerillas
Un caballero bien vestido y con sombrero de copa entra por el lado opuesto del
escenario.
Cerillera: ¿Quiere cerillas, señor?
Caballero: No, no, llevo mucha prisa, criatura. (Se aleja apresurado).
Cerillera: Cerillas, lleven cerillas…
Una mujer enfundada en un abrigo de pieles entra en escena, con la nariz levantada
arrogantemente
Cerillera: Señora, ¿me compra unas cerillas?
Dama: No, ¡y quítate del camino! (Se retira presuntuosamente).
Cerillera (triste): Nadie me compra cerillas, no puedo volver a casa sin dinero. No me
dejaran entrar. (Se frota los antebrazos, tiritando). ¡Hace tanto frío!
La niña toma una cerilla y la enciende, mientras las luces se apagan. Al levantar el
fósforo, un rincón del escenario se ilumina, mostrando una enorme chimenea con una
hoguera muy confortable.
Cerillera: ¡Oh, que rico está el fuego!
La pequeña se acerca para calentarse, pero en ese instante, la cerilla se apaga y todo
vuelve a la normalidad. Temblando, vuelve a encender otra cerilla y las luces se
apagan de nuevo…
Ahora la cerilla ilumina una espléndida mesa, llena de frutas, pasteles, dulces y un
pavo navideño recién sacado del horno
Cerillera: ¡Cuánta hambre tengo! ¡Oh no, no, se apaga la cerilla!
Volvemos a ver el escenario como lucía desde el principio y la niña, con
desesperación, enciende una tercera cerilla. Esta vez, la ciudad desaparece para
mostrar un árbol de Navidad enorme, decorado con grandes esferas de colores y
obsequios debajo de él. La cerillera intenta acercarse… hasta que la cerilla se apaga,
devolviéndola al frío de las calles.
Tratando de darse calor, se sienta en el suelo, encogiéndose.
Cerillera: Abuelita, si tan solo estuvieras aquí…
La niña enciende una última cerilla y la penumbra vuelve al escenario. Una anciana de
cabellos blancos entra en escena, sonriendo.
Cerillera: ¡Abuelita!
Abuelita: He venido por ti, mi niña. No más hambre, ni frío para ti. Toma mi mano.
Cerillera: ¿A dónde vamos?
Abuelita: Vamos a un lugar maravilloso, donde no existe el sufrimiento. Ahí estaremos
juntas, por toda la eternidad.
Sonriendo, la pequeña toma la mano de su abuela, tirando la cerilla al piso y saliendo
con ella de escena. La cerilla vuelve a apagarse y el escenario se queda a oscuras.
SEGUNDO ACTO
Dos hombres vestidos como policías del siglo XX, entran en escena, impresionándose
al ver a la pequeña cerillera sentada en la nieve. No se mueve pero tiene una sonrisa
de paz en el rostro.
Policía 1: Niñita, ¿qué haces aquí con este frío?
La cerillera no contesta. El otro policía la toca y niega con la cabeza.
Policía 3: ¿: Está dormida?.
Policía 1: No estoy seguro.
Policía 2: ¿Por qué crees que sonría?
Ambos se miran con tristeza.