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Marcos Santucho*
Introducción
*
Profesor y Licenciado en Filosofía, UNC. Doctorando en Filosofía, FFYH, UNC. Becario de
CONICET.
1
Foucault, Michel (2005). El poder psiquiátrico. Curso en Collège de France (1973-1974). Buenos
Aires: FCE. Pág. 161
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que se sitúa entre la medicina legal y la criminología. A esa simulación ejercida por la
locura, Ingenieros la denominará “sobresimulación” para distinguirla de la simulación
realizada por individuos no alienados.2 En la línea de Los simuladores del talento de su
profesor Ramos Mejía, aunque con una ruptura que pretende inaugurar un discurso
científico sobre el tema, Ingenieros elabora una teoría de la simulación que quedará
plasmada en dos textos decisivos: La simulación en la lucha por la vida3 y la
Simulación de la locura4, introducción y tesis doctoral de medicina, respectivamente.
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la del delincuente”7. Sin embargo, para llegar al estudio de la simulación de la locura
por el delincuente, en tanto caso particular de la simulación humana, es necesario
previamente estudiar el tema en la serie biológica. De ahí que la La simulación en la
lucha por la vida8 sea un estudio general de la simulación, que sirvió de introducción de
la Simulación de la locura.
Una vez establecidas las simulaciones en el mundo natural, Ingenieros continúa su
estudio del fenómeno en la especie humana. En las sociedades más civilizadas, más
evolucionadas, la lucha por la existencia que comúnmente se concibe de manera
violenta, ha dejado de revestir esta forma, para asumir las formas pacíficas, pero
fraudulentas, de la simulación; es decir, que a mayor evolución social, mayor recurso a
la simulación por parte de los hombres en una paradójica lucha pacífica por la vida; sin
embargo, al estar emparentada con la mentira, el engaño y el fraude, la simulación
comporta una falta de autenticidad, que se traduce como una debilidad o carencia. Por lo
tanto, una sociedad donde sus integrantes apelan a la simulación como recurso habitual
en su lucha por la vida, es una sociedad en proceso de decadencia. En efecto, “todos los
hombres son más o menos simuladores, aunque sólo en algunos la simulación es el
medio habitual y preferente de lucha por la vida”9. De esta manera, es posible distinguir
dos tipos de individuos: el individuo inferior, es decir, aquél en donde la simulación ha
devenido el medio habitual de lucha por la existencia; y, el hombre superior –excepción
que no invalida la regla de la simulación–, aquél que “puede imponerse a su ambiente
sin necesidad de adaptarse a él.”10 A pesar de considerar a la simulación como un
fenómeno universal, Ingenieros piensa que finalmente en la sociedad futura, la
simulación se atenuará, perdiendo su utilidad.
Por una parte, Ingenieros considera que existen en los individuos inclinaciones
naturales hacia la simulación, y, por otra parte, evalúa que el medio social genera
condiciones en donde la simulación es útil; precisamente la acción combinada de estos
elementos determinará la extensión de la simulación en una sociedad. A su vez, el
reconocimiento de estos elementos permite a Ingenieros desarrollar, por un lado, una
tipología de los simuladores, y, por otro lado, un análisis de la relación entre medio
social, particularmente, el sistema jurídico, con sus mecanismos de inserción y
exclusión, y la práctica de la simulación como recurso en la lucha por la vida. Así,
según Ingenieros, es posible distinguir tres grupos de simuladores: los mesológicos,
cuya simulación es simpre utilitaria y está orientada a la adaptación al medio (astutos,
serviles); los congénitos (fumistas, refractarios), que simulan por una inclinación natural
resultante de una predisposición hereditaria; y, los patológicos (psicópatas,
sugestionados), que fundan su carácter sobre formas mórbidas congénitas y/o derivadas
del medio social. Es en esta última categoría, la de los simuladores patológicos, donde
se depositará la preocupación de Ingenieros, pues es en ellos donde se establece la
relación entre simulación y delincuencia, es decir, es en ellos donde “la anomalía
psíquica del individuo se convierte en causa determinante de su actividad antisocial.” 11
7
Ibídem. Pág. 24
8
Por su carácter general también adquirió independencia de la tesis de doctorado, siendo publicado de
manera independiente.
9
Ingenieros, José (1962). La simulación en la lucha por la vida en Obras Completas. Buenos Aires:
Ediciones Mar Océano. Tomo I. Pág. 56
10
Ibídem. Pág. 61
11
Ingenieros, José (1962). La simulación en la lucha por la vida en Obras Completas. Buenos Aires:
Ediciones Mar Océano. Tomo I. Pág. 21
184
Simulación, locura y delito
12
Ingenieros, José (1962). Simulación de la locura en Obras Completas. Buenos Aires: Ediciones Mar
Océano. Tomo I, Pág. 289
13
Ibídem. Pág. 292
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delincuentes de otras categorías. Ninguno de ellos encontrará ventajas jurídicas en la
simulación de la locura; eso determinará su desaparición como fenómeno jurídico.” 14
También, la adopción de nuevos criterios que reemplacen los vigentes en el derecho
penal, en particular, la aplicación de penas “científicamente adecuadas” a las diversas
categorías de delincuentes, permitirá que en el futuro la simulación pierda toda su
utilidad para el delincuente simulador. De esta manera, en Ingenieros se advierte el
tránsito del rol que asumiría el médico en el sistema jurídico, donde ya no se le solicita
a éste que, sencillamente, defina la responsabilidad jurídica de un individuo, sino que
examine sus anomalías psíquicas en relación con el delito que se le imputa. Es decir, se
pasa del problema de la responsabilidad jurídica al problema de la temibilidad
(peligrosidad) del individuo. En Ingenieros aparece un desplazamiento de la sanción
penal donde su importancia no está centrada en el sujeto de derecho considerado
responsable, sino que se presenta como un componente vinculado a lo que Foucault
denomina una “técnica de normalización” que se expande en las sociedades industriales.
En alguna medida, se verifica el proceso que refiere Foucault: “la intervención de la
medicina mental en la institución penal a partir del siglo XIX no es la consecuencia o el
simple desarrollo de la teoría tradicional de la irresponsabilidad de dementes y furiosos.
(…) Esta intervención se debe al ajuste de dos necesidades que proceden, por una parte,
del funcionamiento de la medicina como higiene pública y, por otra parte, del
funcionamiento de la punición legal como técnica de transformación individual.” 15
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inmigración alberga la paradoja de que junto con el aporte de brazos productivos y de
cultura blanca y europea incluye en sus intersticios el fantasma de la simulación.”16 En
este sentido, la construcción de una nacionalidad argentina bajo la corriente
inmigratoria, imponía la necesidad de un control social frente al desorden reinante en la
vida urbana. Posteriormente, en su Criminología, Ingenieros propondrá un esquema de
defensa social, en donde la profilaxis de la delincuencia incluirá una profilaxis de la
inmigración orientada a evitar que un Estado endose a otro u otros sus “bajos fondos
degenerativos y antisociales”, es decir, su población criminal.17 Éste es el problema que
denuncia en Estados Unidos, Brasil y Argentina. Aquel interés por las formas sociales
mórbidas está orientado a establecer modalidades de identificación y exclusión de los
componentes que obstaculizan la evolución de las sociedades en general, y,
particularmente en la Argentina, en donde amenaza el proyecto de nación impulsado por
la generación del ´80. En este sentido, la teoría de la simulación de Ingenieros asumiría
la intención de fundar desde el conocimiento la legitimidad del poder y sus prácticas de
exclusión y encierro, al mismo tiempo que promueve la modernización del aparato
disciplinario con las últimas técnicas de normalización difundidas en Europa.
16
Terán, Oscar (1986). Estudio preliminar. En José Ingenieros: pensar la nación. Buenos Aires: Alianza.
Pág. 48
17
Ingenieros, José (1913): Criminología. Madrid: Daniel Jorro Editor. Pág. 245
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