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DE LO PATOLÓGICO A LO NORMAL.

JOSÉ INGENIEROS Y LA TEORÍA


DE LA SIMULACIÓN.

Marcos Santucho*

Introducción

En el prólogo original de Locura y sinrazón. Historia de la locura en la época


clásica, la tesis doctoral de Michel Foucault, aparece esbozado, de manera precoz, un
supuesto que atravesará gran parte de su obra posterior, abrazándola en su singular
recorrido. Según el autor, una cultura se definiría por los límites que traza, límites que
parecen poner de manifiesto más aquello que separa y excluye que lo que mantiene
dentro. Límites que enseñan que aquello que una cultura rechaza, la designa tanto como
sus propios valores, y quizá más. En efecto, lo que permanece más allá de los límites, lo
otro de la cultura, define tanto a ésta como lo que permanece dentro. Antes que la
identidad de una cultura, se figuran sus límites. En consecuencia, como contrapartida a
toda historia de la razón, en su recorrido continuo y lineal, en su progresiva conquista de
la verdad, hacer para la cultura occidental, para la cultura europea, una historia de la
locura es hacer lo que por entonces Foucault denominó una “historia de los límites”, una
especie arqueología que busca exhumar los límites trazados en los saberes en su
articulación con las prácticas sociales.
En Argentina y América Latina intentar una empresa como la propuesta por el
pensador francés, una historia de lo que separa lo interno y lo externo, lo normal y lo
patológico, nos conduciría, quizá inevitablemente, a los psiquiatras, higienistas,
médicos legales y criminólogos de fines de siglo XIX y principios del siglo XX, y entre
los trabajos de éstos, sin duda, a la obra de José Ingenieros.
En 1900 Ingenieros fue nombrado Jefe de Clínica en el Servicio de Observación de
Alienados de la Policía de Buenos Aires, del cual será su director entre 1904 y 1911.
Este temprano contacto con el mundo del crimen y la locura se verá reflejado
inmediatamente en su producción teórica. De hecho, la simulación aparece como
cuestión teórica privilegiada en la medida en que los delincuentes con frecuencia
simulan estar locos o alienados con el propósito de escapar de la responsabilidad de sus
actos y evitar cualquier pena.
Ciertamente, la simulación no es un tema nuevo en psiquiatría; de hecho, según
Foucault, el gran problema de la psiquiatría decimonónica, no fue la monomanía ni
siquiera la histeria, sino la simulación. Sin embargo, como problema teórico, “la
simulación que fue el problema histórico de la psiquiatría en el siglo XIX es la
simulación interna de la locura: la simulación ejercida por la locura con respecto a sí
misma, la manera de la locura de simular locura, la manera de la histeria de simular
histeria, la manera como un síntoma verdadero es en cierto aspecto un modo de mentir,
la manera como un falso síntoma es una forma de estar verdaderamente enfermo”1. En
este sentido, frente a esa preocupación de la psiquiatría, que quizá podríamos calificar
de europea, en Ingenieros la cuestión de la simulación aparece como una preocupación

*
Profesor y Licenciado en Filosofía, UNC. Doctorando en Filosofía, FFYH, UNC. Becario de
CONICET.
1
Foucault, Michel (2005). El poder psiquiátrico. Curso en Collège de France (1973-1974). Buenos
Aires: FCE. Pág. 161

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que se sitúa entre la medicina legal y la criminología. A esa simulación ejercida por la
locura, Ingenieros la denominará “sobresimulación” para distinguirla de la simulación
realizada por individuos no alienados.2 En la línea de Los simuladores del talento de su
profesor Ramos Mejía, aunque con una ruptura que pretende inaugurar un discurso
científico sobre el tema, Ingenieros elabora una teoría de la simulación que quedará
plasmada en dos textos decisivos: La simulación en la lucha por la vida3 y la
Simulación de la locura4, introducción y tesis doctoral de medicina, respectivamente.

Una teoría de la simulación

Gran parte de la originalidad de la teoría de la simulación propuesta por Ingenieros,


radica en haber sido anclada dentro de las coordenadas de una interpretación de la teoría
de la evolución biológica derivada de Darwin. Entre los antecedentes de estudios de la
simulación, Ingenieros destaca las investigaciones de Darwin sobre el mimetismo, y las
reflexiones en torno al fenómeno en el ámbito humano realizadas por Lombroso, Tarde
y Nordau.
El despliegue de la teoría de la simulación de Ingenieros se ubica en la intersección
de varias disciplinar: la biología, como disciplina fundamental, la sociología y la
psiquiatría, hasta llegar a la medicina legal y la criminología.
Escribe Ingenieros: “es método, en las ciencias biológicas llegar al conocimiento de
la función normal por el estudio de su patología (…) De igual manera, las ciencias
sociales han aprovechado el estudio de complejos problemas de patología social,
conflictos internos y externos, crisis, violencias y otras perturbaciones de la evolución
social. En las ciencias psicológicas, por fin, el análisis de las anormalidades de la
actividad mental ha permitido comprender mejor las funciones psicológicas normales.” 5
En este sentido, el modelo metodológico que va de lo patológico a lo normal,
proporcionado por la biología, respalda el carácter científico de una teoría de la
simulación que se desarrolla en disciplinas florecientes, pero precarias, como la
sociología y las ciencias psicológicas, conducidas aún por la psiquiatría.
No obstante, esta reunión de lo psiquiátrico y lo social no parece obedecer
sencillamente a una cuestión de método, sino que el propio objeto de estudio es definido
“en la encrucijada de ambos fenómenos (…), donde la anomalía psíquica del individuo
se convierte en causa determinante de su actividad antisocial.”6 Así la psicopatología
invade el terreno de la sociología al hacer posible un análisis de las formaciones sociales
mórbidas que atentan contra la sociedad.
Para Ingenieros la simulación está presente en todos los organismos vivos en su lucha
por la vida; incluso, como destaca el autor, es lícito hablar de simulación y lucha por la
vida en sentido metafórico en el mundo inorgánico. En este sentido, existe una
continuidad lineal ininterrumpida de la simulación en la vida, que es posible rastrearla a
través de la filogenia: hay “un vínculo filogenético desde la simulación del gusano hasta
2
Ingenieros, José (1962). Simulación de la locura en Obras Completas. Buenos Aires: Ediciones Mar
Océano. Tomo I. Pág. 137
3
Ingenieros, José (1962). La simulación en la lucha por la vida en Obras Completas. Buenos Aires:
Ediciones Mar Océano. Tomo I.
4
Ingenieros, José (1962). Simulación de la locura en Obras Completas. Buenos Aires: Ediciones Mar
Océano. Tomo I.
5
Ingenieros, José (1962). La simulación en la lucha por la vida en Obras Completas. Buenos Aires:
Ediciones Mar Océano. Tomo I. Pág. 21
6
Ibídem

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la del delincuente”7. Sin embargo, para llegar al estudio de la simulación de la locura
por el delincuente, en tanto caso particular de la simulación humana, es necesario
previamente estudiar el tema en la serie biológica. De ahí que la La simulación en la
lucha por la vida8 sea un estudio general de la simulación, que sirvió de introducción de
la Simulación de la locura.
Una vez establecidas las simulaciones en el mundo natural, Ingenieros continúa su
estudio del fenómeno en la especie humana. En las sociedades más civilizadas, más
evolucionadas, la lucha por la existencia que comúnmente se concibe de manera
violenta, ha dejado de revestir esta forma, para asumir las formas pacíficas, pero
fraudulentas, de la simulación; es decir, que a mayor evolución social, mayor recurso a
la simulación por parte de los hombres en una paradójica lucha pacífica por la vida; sin
embargo, al estar emparentada con la mentira, el engaño y el fraude, la simulación
comporta una falta de autenticidad, que se traduce como una debilidad o carencia. Por lo
tanto, una sociedad donde sus integrantes apelan a la simulación como recurso habitual
en su lucha por la vida, es una sociedad en proceso de decadencia. En efecto, “todos los
hombres son más o menos simuladores, aunque sólo en algunos la simulación es el
medio habitual y preferente de lucha por la vida”9. De esta manera, es posible distinguir
dos tipos de individuos: el individuo inferior, es decir, aquél en donde la simulación ha
devenido el medio habitual de lucha por la existencia; y, el hombre superior –excepción
que no invalida la regla de la simulación–, aquél que “puede imponerse a su ambiente
sin necesidad de adaptarse a él.”10 A pesar de considerar a la simulación como un
fenómeno universal, Ingenieros piensa que finalmente en la sociedad futura, la
simulación se atenuará, perdiendo su utilidad.
Por una parte, Ingenieros considera que existen en los individuos inclinaciones
naturales hacia la simulación, y, por otra parte, evalúa que el medio social genera
condiciones en donde la simulación es útil; precisamente la acción combinada de estos
elementos determinará la extensión de la simulación en una sociedad. A su vez, el
reconocimiento de estos elementos permite a Ingenieros desarrollar, por un lado, una
tipología de los simuladores, y, por otro lado, un análisis de la relación entre medio
social, particularmente, el sistema jurídico, con sus mecanismos de inserción y
exclusión, y la práctica de la simulación como recurso en la lucha por la vida. Así,
según Ingenieros, es posible distinguir tres grupos de simuladores: los mesológicos,
cuya simulación es simpre utilitaria y está orientada a la adaptación al medio (astutos,
serviles); los congénitos (fumistas, refractarios), que simulan por una inclinación natural
resultante de una predisposición hereditaria; y, los patológicos (psicópatas,
sugestionados), que fundan su carácter sobre formas mórbidas congénitas y/o derivadas
del medio social. Es en esta última categoría, la de los simuladores patológicos, donde
se depositará la preocupación de Ingenieros, pues es en ellos donde se establece la
relación entre simulación y delincuencia, es decir, es en ellos donde “la anomalía
psíquica del individuo se convierte en causa determinante de su actividad antisocial.” 11

7
Ibídem. Pág. 24
8
Por su carácter general también adquirió independencia de la tesis de doctorado, siendo publicado de
manera independiente.
9
Ingenieros, José (1962). La simulación en la lucha por la vida en Obras Completas. Buenos Aires:
Ediciones Mar Océano. Tomo I. Pág. 56
10
Ibídem. Pág. 61
11
Ingenieros, José (1962). La simulación en la lucha por la vida en Obras Completas. Buenos Aires:
Ediciones Mar Océano. Tomo I. Pág. 21

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Simulación, locura y delito

La simulación de la locura es tan sólo un caso particular de la simulación de estados


patológicos. Como adelantamos, Ingenieros denomina “sobresimulación” a la
simulación realizada por un verdadero alienado, para distinguirla de la simulación
realizada por un cuerdo. Sin embargo, esa sobresimulación también se inscribe en la
utilidad que le proporciona al alienado en su lucha por la vida. Aun, en los vestigios de
razón que posee, el alienado advierte la conveniencia en algunos ámbitos de simular
salud y disimular su locura. Por otra parte, en los delincuentes, su natural lucha por la
existencia se encuentra agravada por su lucha contra el sistema jurídico-penal de la
sociedad en que vive. Según Ingenieros, en las sociedades contemporáneas, los
delincuentes, con frecuencia, advirtiendo que la ley juzga como irresponsables de sus
actos a los alienados, simulan estar locos para evitar cualquier tipo de castigo. Lo que
plantea Ingenieros, es que el delincuente no simula siguiendo sus propias anomalías
psíquicas, que no alcanzan para lograr su impunidad, sino que simula a pesar de ellas.
Por eso, Ingenieros plantea que en los delincuentes la simulación es inversamente
proporcional a su grado de degeneración psíquica.
Pero, finalmente, una vez que las sociedades reconozcan que la simulación de la
locura por los delincuentes está condicionada por el ambiente jurídico, en particular, por
el criterio jurídico según el cual se aplica la pena de acuerdo a la responsabilidad o
irresponsabilidad del individuo, esta amenaza desaparecerá. Ingenieros propone
entonces como profilaxis una reforma jurídica que convierta la simulación de la locura
en algo nocivo para el simulador. Siguiendo a Lombroso, Ingenieros espera que “la
pena, deprimida por la idea de venganza o de castigo que se le asocia, puede ceder su
puesto a una más amplia y segura defensa social, que será la manifestación del instinto
de conservación propio de todos los seres vivos. Ese instinto impulsa a la segregación o
eliminación de cuanto puede dificultar o poner en peligro su existencia o su integridad,
pues la conservación de la propia vida es tendencia fundamental de todo ser vivo; la
sociedad, obrando como si fuera un organismo colectivo, tiende a eliminar todos los
elementos que considera perjudiciales a su vitalidad y evolución.”12 De este modo, una
vez reemplazado el criterio de la responsabilidad del delincuente por un criterio
“científico” como el de la defensa social, la locura ya no será causa eximente de
responsabilidad, sino, por el contrario, un agravante de la temibilidad (peligrosidad) del
que la sufre.13
Ingenieros se presenta, entonces, como la figura intelectual que en Argentina
promueve que las pericias medico-legales terminen con el principio de responsabilidad
penal, según el cual un individuo alienado es irresponsable de sus actos y causa
eximente de pena. Para Ingenieros, “el estudio de las causas biológicas y sociales que
determinan la criminalidad, así como de las anormalidades psicológicas de los alienados
y de los delincuentes, subvertirá, pronto o tarde, los fundamentos del derecho represivo.
El criterio de la responsabilidad penal será desterrado; la defensa social contra los
delincuentes se fundará en la temibilidad de éstos. El alienado delincuente será
considerado muy peligroso; tanto como el delincuente nato y mucho más que los

12
Ingenieros, José (1962). Simulación de la locura en Obras Completas. Buenos Aires: Ediciones Mar
Océano. Tomo I, Pág. 289
13
Ibídem. Pág. 292

185
delincuentes de otras categorías. Ninguno de ellos encontrará ventajas jurídicas en la
simulación de la locura; eso determinará su desaparición como fenómeno jurídico.” 14
También, la adopción de nuevos criterios que reemplacen los vigentes en el derecho
penal, en particular, la aplicación de penas “científicamente adecuadas” a las diversas
categorías de delincuentes, permitirá que en el futuro la simulación pierda toda su
utilidad para el delincuente simulador. De esta manera, en Ingenieros se advierte el
tránsito del rol que asumiría el médico en el sistema jurídico, donde ya no se le solicita
a éste que, sencillamente, defina la responsabilidad jurídica de un individuo, sino que
examine sus anomalías psíquicas en relación con el delito que se le imputa. Es decir, se
pasa del problema de la responsabilidad jurídica al problema de la temibilidad
(peligrosidad) del individuo. En Ingenieros aparece un desplazamiento de la sanción
penal donde su importancia no está centrada en el sujeto de derecho considerado
responsable, sino que se presenta como un componente vinculado a lo que Foucault
denomina una “técnica de normalización” que se expande en las sociedades industriales.
En alguna medida, se verifica el proceso que refiere Foucault: “la intervención de la
medicina mental en la institución penal a partir del siglo XIX no es la consecuencia o el
simple desarrollo de la teoría tradicional de la irresponsabilidad de dementes y furiosos.
(…) Esta intervención se debe al ajuste de dos necesidades que proceden, por una parte,
del funcionamiento de la medicina como higiene pública y, por otra parte, del
funcionamiento de la punición legal como técnica de transformación individual.” 15

Algunas consideraciones finales

Ciertamente, el discurso patologizador no es ajeno a la época de Ingenieros; incluso,


en La Montaña, la revista socialista que Ingenieros fundó junto a Lugones, la
patologización de los enemigos políticos era una estrategia discursiva recurrente. La
burguesía, naturalmente ociosa, es la clase parasitaria que vive a expensas de la clase
trabajadora. Por otra parte, tampoco es extemporánea la configuración de las ciencias
sociales como un saber normativo.
Sin duda, la simulación fue la cuestión central de Ingenieros, en su promoción de un
nuevo sistema médico-legal que incluya, además del sistema carcelario para
delincuentes no alienados, la reclusión de alienados en asilos psiquiátricos. A su vez, la
teoría de la simulación de Ingenieros proporcionaría las herramientas necesarias para
diagnosticar la temibilidad de los individuos, al mismo tiempo que incluye un índice de
su recuperación potencial.
Si es cierto que las sociedades no quieren reconocerse en aquello que excluyen o
encierran, al menos sabemos que deben conferirle un sentido a esas operaciones. Cabe
preguntarse, entonces, si la teoría de la simulación de Ingenieros que hace del
simulador, un alienado delincuente, no está estrechamente relacionada a otros
problemas sociales, políticos y culturales de la época como la inmigración, la
desocupación, la pobreza, etc. Entre éstos, resulta relevante mencionar la atención
prestada por algunos intelectuales contemporáneos a la cuestión de la inmigración,
partiendo de considerar a la simulación como una estrategia de asimilación. Como
escribió Oscar Terán, “si las tácticas simuladoras en la lucha por la vida aumentan en
orden directamente proporcional con el grado de desarrollo civilizado de las razas, la
14
Ibídem. Pág. 294
15
Foucault, Michel (1996). La evolución de la noción de «individuo peligroso» en la psiquiatría legal. En
La vida de los hombres infames. Buenos Aires: Altamira. Pág. 168

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inmigración alberga la paradoja de que junto con el aporte de brazos productivos y de
cultura blanca y europea incluye en sus intersticios el fantasma de la simulación.”16 En
este sentido, la construcción de una nacionalidad argentina bajo la corriente
inmigratoria, imponía la necesidad de un control social frente al desorden reinante en la
vida urbana. Posteriormente, en su Criminología, Ingenieros propondrá un esquema de
defensa social, en donde la profilaxis de la delincuencia incluirá una profilaxis de la
inmigración orientada a evitar que un Estado endose a otro u otros sus “bajos fondos
degenerativos y antisociales”, es decir, su población criminal.17 Éste es el problema que
denuncia en Estados Unidos, Brasil y Argentina. Aquel interés por las formas sociales
mórbidas está orientado a establecer modalidades de identificación y exclusión de los
componentes que obstaculizan la evolución de las sociedades en general, y,
particularmente en la Argentina, en donde amenaza el proyecto de nación impulsado por
la generación del ´80. En este sentido, la teoría de la simulación de Ingenieros asumiría
la intención de fundar desde el conocimiento la legitimidad del poder y sus prácticas de
exclusión y encierro, al mismo tiempo que promueve la modernización del aparato
disciplinario con las últimas técnicas de normalización difundidas en Europa.

16
Terán, Oscar (1986). Estudio preliminar. En José Ingenieros: pensar la nación. Buenos Aires: Alianza.
Pág. 48
17
Ingenieros, José (1913): Criminología. Madrid: Daniel Jorro Editor. Pág. 245

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