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Sor Rosalía Rendu

(Henri Desmet)
1.- LOS ORÍGENES cuando quedaron definitivamente en manos de
Francia por un tratado de Turín.
EL PAÍS
Veinticinco años más tarde, cuando comience la
A finales del siglo XVIII el país de Gex, así como hermosa historia de sor Rosalía, llevaba ya un
sus vecinos, los países de Bugey y de la Bresse, cuarto de siglo perteneciendo su aldea natal al
pequeñas aldeas burguiñonas, que durante reino de Francia.
muchos años habían sido tributarias del
ducado de Saboya, llevaban ya dos siglos Este rudo país montañero estaba habitado por
unidas a la corona de Francia. En 1601 Enrique una raza robusta, bien equilibrada, honrada y
IV había conseguido su anexión después de sencilla, un poco tozuda, pero prudente. «En
difíciles negociaciones. Y Gex formaba parte de cualquier habitante del Franco Condado,
la provincia del Franco Condado. aunque quizás un poco macilento, se dice que
hay un jurisconsulto dormido». Esas personas
El país se extendía de norte a sur paralelo a la sensatas, razonables, conscientes de su sentido
cordillera del Jura, a lo largo de una de las común, son fríamente tenaces. Su rudo país
principales cadenas de montañas que, desde el forja caracteres fuertes.
Col de la Faucille hasta la brusca bajada de la
hendidura del Ródano, comprende cimas de A lo largo de toda la ladera occidental de la
1.700 a 1.800 metros de altura, las más cadena montañosa corre de norte a sur por
elevadas de toda la cordillera. Cabalgaba, sobre medio de un pintoresco valle un alegre río, la
todo en la parte norte, a lomos de las dos ver- Valserine; nacido en las alturas que rodean al
tientes de la montaña, pero más abajo, en la norte el Col de la Faucille, va derecho a
vertiente occidental, se abría a horizontes desembocar en el Ródano por Bellegarde,
espléndidos, que pertenecían a los dominios mezclando con él sus aguas por la cañada de «la
del duque de Saboya incluso después del perte du Rhóne» para hundirse a continuación
tratado de 1601. A lo largo de toda la montaña entre cañones tortuosos.
estaban esparcidas algunas pocas aldeas, muy
modestas pero bien situadas; una de ellas En la mitad de su curso, en Chézery, la
tendrá precisamente importancia para nuestra Valserine pasa junto a las ruinas de una vieja
historia. Más allá de Léaz, en la parte más abadía cisterciense, que en el siglo XII había
meridional de la cordillera, se iba subiendo sembrado el país de bendiciones divinas. No
hasta Ballon, Lancrans, Confort, Chézery y, casi lejos de su monasterio, hacia el sur, por la
en lo más alto de Gex, la aldea de Lélex. carretera general de Bellegarde, en una aldea
del municipio de Lancrans, los monjes habían
Tanto si se las consideraba simplemente como erigido en honor de la Virgen de los Dolores
lugares de recreo en aquel magnífico país, o una modesta capilla, donde se la honraba con el
como puntos de apoyo adosados a la montaña nombre de Nuestra Señora de Consolación o
frente a Francia, una especie de puestos de «Notre Dame de Réconfort». La Virgen atraía
vanguardia entre Gex y Bugey de las allí, sobre todo el 8 de septiembre, a numerosos
posesiones del duque de Saboya, lo cierto es peregrinos; decían que iban a «Réconfort» o
que Carlos Manuel había obtenido en contra de más brevemente a «Confort». Y la aldehuela
Enrique IV esta ventaja. Enrique IV le había cercana se llamó y se sigue llamando todavía
dejado estas pobres aldeas, que durante siglo y «Confort». El nombre no cambió, pero la
medio siguieron en posesión de los duques. Fue aldehuela se ha convertido en municipio con
solamente en 1760, en tiempos de Luis XV, ayuntamiento e iglesia de buena planta.

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También san Francisco de Sales había pasado No es extraño que esta plenitud de vida
en otros tiempos por el país de Gex, donde desbordara de los estrechos límites del país
había predicado, disputado, trabajado y natal y que después de haber prosperado en las
sufrido. Había esparcido por allí, como los diversas aldeas del municipio de Lancrans, la
monjes de Chézery, semillas de santidad y familia creara nuevos hogares, no sólo en aquel
había dejado el recuerdo de sus buenos Chátillon-de-Michaille que atrae las miradas
ejemplos. Durante los días del Terror no desde la otra parte del valle de la Valserine,
faltaron en el país algunos héroes que sino incluso por diferentes provincias de
defendieron sus reliquias y pagaron con su Francia, asentándose en Lión, en Clermont-de-
sangre su fidelidad. 1'Oise y en París.

En el siglo XVIII había en Confort solamente «Uno de los Rendu de La Combe-d'Evuaz,


dos o tres casas, acurrucadas en la montaña, Francisco Javier, establecido en 1839 en
sobre las últimas pendientes del Jura, muy Chátillon-de-Michaille, fue el padre del abate
cerca del Ródano, en donde la montaña José Rendu, de Carlos Rendu caballero de la
desciende bruscamente para dar paso al gran legión de honor y del doctor Juan Rendu, cuyo
río que viene de Suiza y se encierra entre hijo Roberto, interno de los hospitales de Lión,
estrechos desfiladeros, entre el Jura y Saboya, es además un erudito arqueólogo.
bramando desde los abismos de sus cañones
antes de ir a extenderse por la llanura y abrirse «En la aldea de Lancrans había una familia
al cielo en el país del sol. Rendu en la que el cargo de notario iba
pasando de hijos a nietos durante siglos. Esta
¡Confort! País rudo, pero rodeado por todas familia ha dado a la magistratura un presidente
partes de los esplendores de la naturaleza y de Hacienda de Genevois en Annecy, Fran cisco
bien guardado por la Virgen del «Réconfort». Rendu (1575), y al clero varios ilustres
sacerdotes. Por el año 1720, uno de los
En Confort habitaba, por el siglo XVIII, Juan miembros de esta familia, Bernardo Rendu, de
Antonio RENDU. La Mulaz, fue el bisabuela de monseñor Luis
Rendu (1789-1859), obispo de Annecy».
SU LINAJE
En el siglo XVIII encontramos en Clermont-de-
Era de una familia muy honrada que llevaba 1'Oise una familia de notarios tan importante
viviendo mucho tiempo en la región y que como la de Lancrans, un Claudio Rendu y
gozaba en ella de una fama excelente. detrás de él varios Sebastián Rendu, uno de
ellos notaria en París a finales de siglo.
«En una bula de Eugenio IV, con fecha de 12 de
abril de 1442, se encuentra ya el nombre de la Este Sebastián, fundador de la dinastía
señora Benoyste RENDU, hija del señor parisina, tuvo cuatro hijos: Atanasio, Armando,
Anthelme RENDU de Lanchans y de la señora Ambrosio y Aquiles, que tendrán en su
Isabel de Chastillon, a la que se concede abundante descendencia juristas y médicos,
dispensa para poder casarse con su primo muchos de ellos altos dignatarios de la legión
hermano el gentilhombre Pedro PASSERAT, de de honor. Son contemporáneos de sor Rosalía.
Chastillon». Es grato encontrar en ellos piedad, abnegación,
espíritu de iniciativa, ciencia preclara. En una
«A finales del siglo XV hay varias ramas de esta de las familias, la del barón Atanasio, la
familia distribuidas por las diversas aldeas de santísima Virgen ha escogido a la hija más
que se componía la antigua parroquia de pequeña para convertirla en hija de la Caridad.
Lancrans: Confort, La Mulaz, le Petite-Cóte, En otra, la de Armando Rendu, la vida del mar
Lancrans y Ballon, de manera que ellas solas fue la que sedujo a uno de los hijos. Atanasio
formaban, en el siglo XVIII, 24 hogares, con más Rendu fue procurador general de Hacienda y
de 130 personas: la sexta parte de la comendador de la legión de honor. Ambrosio
población». Rendu, también comendador de dicha legión,

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fue consiliario de la Universidad; descendientes vinculados fielmente a la familia desde hacía
suyos y de otro pariente, Eugenio Rendu, tiempo; entre ellos un hortelano y un mazo de
inspector de escuela y jefe de protocolo del cuadra. La casa era grande; por detrás se
ministerio de Instrucción pública, hay varios extendía un huerto grande rodeado de una
Ambrosias Rendu: un abogado en la corte de gruesa pared. Había sitio para una familia feliz.
casación y en el consejo de estado, un concejal
del ayuntamiento de París, un diputado..., y la En 1786 un primer hijo vino a alegrar aquel
línea continúa. Aquiles Rendu será agricultor. hogar. Era el día siguiente de la fiesta de la
Tendrá un hijo, Víctor, también agricultor e Natividad de la Virgen. El hijo, una niña,
inspector general del ministerio de Agricultura, bautizada el mismo día de su nacimiento, el 9
y un segundo hijo, Alfonso, que será médico. El de septiembre, por el sacerdote Genolin.
mayor, Víctor, tendrá toda una descendencia de Recibió el nombre de Juana María. Un día
médicos. Su hijo, el doctor Enrique Rendu, será recibiría el de sor ROSALIA y hablaría de ella
miembro de la academia de medicina y médico todo París. Haría honor al hábito de las Hijas de
del hospital militar de París. Tendrá también la Caridad y a aquel Dios que la había traído al
un hijo, el doctor Enrique Rendu, y un sobrino, mundo para hacerle amar.
el doctor Carlos Rendu, médicos del hospital
Saint-Joseph de París,. El registro del libra de bautizos indica que fue
madrina Nicolasa Rendu y padrino Juan José
Un esplendoroso y pujante linaje, lleno de vida Rendu; pera este último, el abuelo, no hacía
y confiada en la vida. Sor Rosalía era de buena más que representar a un amigo íntimo, al que
cepa; estaba arraigada en buena tierra. Juana María consideró siempre como su
verdadero padrino, un compatriota, sacerdote
LA FAMILIA de gran renombre y de mucha autoridad, el
señor EMERY, a quien sus cargos retenían en
El padre de sor Rosalía, Juan Antonio Rendu, París. Superior General de los sacerdotes de
descendía de la rama de los «RENDU- San Sulpicio y superior del seminario, no podía
L'ENFANT» de Confort. dejar su puesta, pero el padrinazgo ejercido por
aquel eminente sacerdote era una bendición;
Hijo de Juan José Rendu 1'Enfant y de María fue siempre un verdadero padrino y muchas
Ana Gras, Juan Antonio se casó el 7 de febrero veces en la vida de Juana María un poderoso
de 1785 con María Ana LARACINE hija de Juan protector, un guía, un apoyo.
Claudio LARACINE y de María VOLLERIN,
excelente mujer que sería una excelente ama de 2.- EL DESPERTAR DE UN ALMA
casa y una excelente madre de familia. Los dos
esposos recibieron la bendición nupcial del «HABÍA UNA VEZ TRES NIÑOS»...
abate Genolin, en presencia y con el
conocimiento de sus padres respectivos, y, Juana María tenía sólo dos años cuando le nació
además de Juan Ducrest, Claudio Laracine- una hermanita, una muñequita viva a la que
Trélin, Francisco Belmont y Claudio Francisco podría admirar, acariciar, mecer, con la que
Cloutier. podría compartir las delicadezas de su corazón.

El nuevo hogar se instaló en una de las pocas Entretanto los días sombríos de la revolución
casas de Confort, situada junto a la carretera se vislumbraban en el horizonte y en torno a
que va de Bellegarde a Morez, adosada a la aquellos niños inocentes y risueños se ceñía de
montaña. preocupación la frente de los mayores. Pero
Juana María y María Claudina vivían días
Juan Antonio era labrador. La vida era difícil en apacibles con la ingenuidad de sus pocos años.
aquel difícil país. Se labraba la tierra: se vivía
de los productos de la tierra; se amaba a la Pronto una nueva hermanita vino a completar
tierra nutricia. No eran ricos, pero disfrutaban la fiesta. Le pusieron por nombre Antonieta.
de cierto bienestar, tenían varios criados Era el año 1793. Juana María iba a cumplir siete

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años. Cuando se tienen siete años resulta fácil tiempos- «Juana María no habría querido
jugar -¡era además la mayoría hacer el papel de entonces jugar con ellas».
reina en el trío de las hermanas.
LA PRUEBA
En el huerto algo salvaje, que era su rincón de
juegos preferido, tenían fiesta todos los días. En el hogar familiar nacería pronto una cuarta
¡Qué bonitos juegos organizaban! Juana María, niña, una pequeña Juana Francisca. Hubiera
consciente de sus derechos de mayor edad, sido completa la alegría si, pocos días antes, el
decidía, mandaba, gobernaba... ¡Cuántas 12 de mayo de 1796, no hubiera entrado el luto
fantasías salían de la cabeza de aquella niña en la casa con la muerte del padre de familia,
despierta y llena de vida! ¡Cuántas carreras por que se había ido demasiado pronto para
el huerto! Pero había también otros juegos más conocer a su última hija.
serios en aquel mundillo dirigido por una niña
prudente: «Jugábamos a la maestra de escuela», Poco tiempo después la pequeña Juana
le contó una de las supervivientes a sor Francisca, apenas cumplidos los dos meses, fue
Costalin. Juana María representaba muy a encontrarse con su padre en el cielo. Habrá
gravemente su papel: había que recitar el alegría entre los ángeles, pero en la casa de
catecismo, rezar las oraciones. Otras veces Confort volverá a haber lágrimas, una gran
jugaban a la mamá. Y esa mamá tenía una hija tristeza en el corazón de la madre y una gran
muy buena y, como era tan buena, le concedía pena en el de las hermanitas.
el premio de una visita a la capilla de la Virgen
que estaba enfrente de la casa. Cantaban allí El derecho de primogenitura de Juana María le
una canción y volvían luego tan contentas. confería en adelante otros deberes distintos del
¡Habían hecho de «personas mayores»! Habían de organizar juegos y dirigir a la pequeña tropa
trabajado sus cabezas y sus lenguas; habían risueña y traviesa. Tendrá que ayudar a mamá
trabajado también sus piernas, pues habían en sus austeras obligaciones. Tendrá que seguir
tenido que atravesar la calle en su piadosa dirigiendo, pero para trasmitir a sus hermanas
peregrinación... ¿Quién sabe si le llevarían consignas más serias y para contribuir a su
también algunas velas? Velas de cera, de formación. Después de todo, aunque no tuviera
madera o de papel... ¡poco importa! Habían más que siete años y casi no supiera todavía lo
pasado un buen rato. Un día feliz. La mamá feliz que era un pecado, sabía de todas formas,
y la maestra de escuela había sido obedecida; porque estaba bien educada, lo que es el orden,
las alumnas se habían mostrado realmente el recato, la educación y el espíritu de
dóciles. ¡Todas se sentían orgullosas! ¡Y cordialidad. Cuando uno es el hijo mayor,
contentas! ¡Alegrías sanas y cándidas de los aunque sea un niño, tiene que hacer respetar
corazones sencillos! ¡Una felicidad poco estas cosas a los más pequeños.
costosa! Para unas niñas del campo que no han
saboreado todavía las frivolidades y las ¡Juana María tenía tarea! En primer lugar la de
diversiones de otro tipo, que han conservado consolar, con su hermosa alma de niña y con las
en todo su frescor los buenos sentimientos de inspiraciones de su corazón filial, el dolor
una educación cristiana y que han sido materno que por instinto ella misma adivinaría
iniciadas generosamente en el inexorable que era muy cruel.
imperativo del deber, era ya posible vislumbrar
todo lo que tiene la vida de seriedad y todo lo EN TIEMPOS DEL TERROR. MISTERIO EN LA
que de grandeza encierra el alma. CASA

Estas alegres iniciativas de niña le granjeaban Por otra parte, si la muerte había pasado
las simpatías y el respeto de- todos a la implacable por aquel hogar tan feliz, iban a
pequeña Juana María. Y sus amiguitas se ocurrir nuevos acontecimientos; las frentes de
cuidaban mucho de mostrarse caprichosas con los mayores se iban poniendo cada vez más
ella, porque -como dice una testigo de aquellos sombrías. ¿Por qué la mamá, tan cristiana, tan
resignada con la voluntad de Dios, no volvía a

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mostrar a sus hijas aquel rostro Por encima de las paredes del huerto se veían
resplandeciente que siempre habían conocido? las cimas pintorescas de los montes. A sus
El bautizo de la cuarta hermanita no había sido oídos resonaban sus bonitos nombres, que ellas
celebrado, como antes se hacía, con ninguna repetían cantando hasta hacerlos familiares.
fiesta. Cuando aquella hermanita fue Todos aquellos nombres tenían su historia:
arrebatada -tan pronto- al cariño de todos, la grandes nombres majestuosos de montañas:
mamá se había mostrado ciertamente «Sorgia» «Crét d'Eau», que eran la honra y el
inconsolable. Pero ¿por qué seguía tan seria? orgullo del país; nombres rudos y sonoros de
¿Por qué, alrededor de ella, todos estaban las aldeas cercanas: con Confort, el pueblecito
preocupados? ¿Qué es lo que ocurría? tan querido, su capilla de Réconfort, Michaille,
Chátillon-de-Michaille, Lancrans, Bellegarde.
Ocurría que la revolución, con sus ideas
generosas pero que se habían vuelto locas, El horizonte estaba siempre al alcance de la
sembraba por toda Francia el trastorno y la mano: cuando salían para las necesidades del
persecución. Era el año IV de la República. ¡Ya hogar o cuando iban de paseo, apenas dejaban
no estaba permitido ser cristiano! la fila que formaban junto a la carretera las
casas de la aldea, saludaban al pasar la imagen
Pero eran ciertamente cristianos en aquel de la Virgen en su nicho rústico y se
bendito hogar. Y estaban dispuestos a serlo encontraban en las pendientes del «Crét-d'Eau»
hasta el heroísmo. El ama de casa, que tenía y sus miradas se dirigían espontáneamente
que enfrentarse con las dificultades de la vida, hacia la cima de la montaña; Chátillon-de-
habría de arrostrar también las amenazas de Michaille aparecía al otro lado del valle, verda-
los perseguidores. La señora Rendu gozaba de dero nido de águilas, dominando sobre el
una fama de mujer prudente que hacía aceptar desfiladero de la Valserine y su maravilloso
todas sus decisiones en los asuntos familiares, «Moulin des Pierres»; hacia el sur Lancrans,
pero era también de una piedad ejemplar. con el recuerdo de sus corderos y sus cabritos;
Modelo en la parroquia, daba abundantes y luego Bellegarde, montando guardia sobre los
limosnas a los necesitados; cuando se caminos que cruzan entre el Ródano y la
presentaba la ocasión, enseñaba el catecismo a Valserine. Desde allí, en rápida pendiente,
los ignorantes; acudía espontáneamente al lado podían bajar hasta la orilla del río. ¡Poesía de
de los moribundos para consolarles, los lugares bonitos creados por Dios! ¡Fuerza
exhortarles y ayudarles a bien morir. Durante torrencial de las aguas caprichosas del río!
aquellos años tremendos del Terror, Belleza, magnificencia de los riachuelos
contribuiría a mantener la fe en el país. Y ella encantados de esta Valserine pintoresca en sus
misma estaba a punto de verse comprometida juegos de escondrijo a través de las rocas, en
peligrosamente por su fe y expuesta a las sus desapariciones y remansos, con la danza de
represalias de los perseguidores. En aquella sus aguas rodando y bailando por en media de
casona tan hospitalaria se desarrollaba todo un las rocas, horadando pacientemente la piedra y
drama. forzando el paso por las cañadas profundas del
desfiladero. ¡Se escuchaba el rumor de las
Pero las tres hermanitas, Juana María, María aguas tumultuosas! ¡Se llenaba el alma de
Claudina y Antonieta, aquellas niñas tan belleza, de grandeza, mucho más aún que la
queridas de todos, rodeadas de afecto, de vista corporal!
atenciones delicadas, de cuidados vigilantes,
conscientes de ser las joyas de aquella madre Pero era evidente que en Francia se estaba
tan cristiana y los verdaderos tesoros de la desarrollando un verdadero drama religioso. Y
familia, no podían en medio de su felicidad sobre todo -a pesar de que era la mayor y tenía
comprender las preocupaciones que pesaban ya siete años- la pequeña Juana María era
sobre las almas. Iban creciendo risueñas y demasiado frágil para llevar el peso del terrible
alegres; iban y venían, se divertían corriendo secreto que ocultaba su casa.
por el huerto. ¡Eran felices!

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En efecto, durante aquellos años sangrientos encaminaban hacia ella a los pobres viajeros
del Terror, que fusilaba y decapitaba a tantos fatigados. Era grande: podría acoger a los
hombres, la casa paterna tenía una función en recién llegados..., con tal que perteneciese a una
la batalla religiosa que todos los días producía familia decidida que no tuviera miedo a la
nuevos mártires. Servía de refugio a los delación. Pero en aquella casa hospitalaria
sacerdotes proscritos, a pesar de que los que había gente decidida; y en la aldea los
acogían a estos sacerdotes estaban sujetos a las campesinos eran leales, almas sencillas de
más graves sanciones, incluso a la muerte. Pero buenos labradores, rudos montañeros,
el sacerdote que sustituyó al párroco se acostumbrados a la dureza y a los riesgos de la
encontraba sin cobijo. Y necesitaba un sitio vida, robustos de alma y de conciencia tanto
donde poder albergarse para irradiar desde allí como de temperamento. Es verdad que
por la parroquia, en los momentos más siempre era posible una trampa; había que
favorables, al lado de los enfermos y tener cuidado para no acoger sin más ni más a
moribundos y para mantener la vida religiosa todos los huéspedes de paso. Pero el riesgo, en
de sus fieles. El señor obispo de Annecy, definitiva, no era muy grande. Si uno tiene el
amenazado también por la persecución, había corazón valiente, puede afrontarlo sin
buscado un refugio en un rincón perdido de la temeridad.
montaña, con la intención de pasar a Suiza.
Confort estaba en la carretera que llevaba al Lo cierto es que el abate Colliex, que hacía
extranjero. El obispo, antes de cruzar la entonces las funciones de cura, tenía allí una
frontera, se había detenido también en la casa habitación provisional, y desde allí iba
hospitalaria de la señora Rendu. disfrazado a atender a los feligreses que
reclamaban su presencia. El señor obispo de
Muchos buenos franceses que emprendían el Annecy, más conocido y fácilmente reconocible,
camino del destierro antes de verse obligado a mayor vigilancia, se ocultaba
esclavizados pasaban también por Confort. habitualmente en la casa y por la noche,
Desde Confort bastaba bajar el valle de la furtivamente, delante de algunos fieles
Valserine hasta su confluencia con el Ródano, conocedores del secreto, celebraba la santa
para re montar luego el gran río; después de misa; el Dios de la eucaristía bajaba a aquella
una marcha de unos 20 kilómetros, se llegaba a casa de bendición.
Suiza, a Ginebra o a Chancy. Era el camino más
fácil para los que desconocían o tenían miedo Por todo esto la casa iba tomando aires de
de los senderos de montaña. santuario; la gente acudía allá con aspecto de
seriedad y devoción. Las tres niñas, sin saberlo,
Muchos proscritos venían del Jura, de Bugey, estaban también respirando una atmósfera de
del país de Dombes y otros sitios, y pasaban recogimiento; sorprendidas a veces en medio
por allí para ir a buscar en un país libre el de sus juegos y de sus risas por la seriedad de
derecho a seguir siendo cristianos. Antes de la unos rostros que se habían vuelto misteriosos,
última etapa y antes de los peligros de la se quedaban cohibidas y se detenían
frontera, se sentían felices de encontrar en una poniéndose momentáneamente serias como las
casa amiga un abrigo seguro y quizás el gozo de personas mayores; aquellas horas trágicas les
asistir a la celebración de los santos misterios. dieron sin duda alguna una madurez precoz. En
Con este consuelo y con la santa comunión, esta atmósfera de piedad heroica respiraban un
viático doblemente agradecido en el momento aire vivificador de puro cristianismo que las
en que había que arrostrar los últimos peligros convertiría más tarde en almas vigorosas,
de aquel arriesgado viaje, marchaban decididos templadas para las grandes tareas de la vida.
a enfrentarse con las aventuras del destierro.
PEDRO EL HORTELANO
La casa destacaba entre las demás; tenía un
aspecto de limpieza y de sencillez que Durante el día el obispo proscrito, con un
inspiraba confianza. Por otra parte gozaba de nombre falso y con ropas de trabajador, hacía
buena fama entre las gentes del país; todos el oficio de empleado. Tenían con él las

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consideraciones que puede merecer un criado Pero había algo que molestaba al alma vigorosa
de confianza. Se dedicaba a los trabajos del de Juana María: aquel hombre, tan simpático a
huerto y por eso le llamaban Pedro el pesar de todo el misterio que le rodeaba,
hortelano. El huerto era su terreno habitual, parecía ser de muy poca ayuda para la casa.
que compartía muchas veces con las niñas
juguetonas y parlanchinas. Protegido contra las Cuando Juana María acabó sus problemas, bajó
sospechas por aquel esplendoroso bullicio in- enseguida a correr por el jardín y a jugar con
fantil que creaba a su alrededor una atmósfera sus hermanas. Los juegos resultaban siempre
de libre y confiada alegría, Pedro el hortelano, más animados cuando participaba ella.
en su huerto, cavaba un poco la tierra y se
ejercitaba en plantar algunas legumbres bajo En el huerto estaba Pedro el hortelano, pero
los ojos divertidos de las niñas. daba la impresión de estar solamente de
adorno. Era desde luego una buena persona y
Pero Juana María tenía ya siete años; en el de muy buena educación. Pero no parecía estar
clima de incertidumbre y de misterio en que se en su lugar; la verdad es que no faltaba trabajo
vivía, en aquel ir y venir de tantos huéspedes y que Pedro no se andaba con prisas por
de paso, los grandes ojos observadores de la hacerlo; ¡no avanzaba nada en su tarea!
niña se habían acostumbrado a mirar mucho,
pero sin acabar de comprender las cosas. Aquel Y entonces, en medio de la animación del juego
hortelano improvisado le resultaba simpático; y de sus correrías alocadas, Juana María
tenía buen semblante y una mirada muy tierna. tropezó de repente con el descuidado
Pero era evidente que no entendía mucho de hortelano, que la miró amablemente. Del
cultivar la tierra. ¿Cómo se le habría ocurrido a corazón honrado de la niña brotó
su madre contratar a un hortelano tan inmediatamente una indiscreta pregunta,
inexperto? ¡Además había ya otro hortelano planteada sin duda con ese aire de autoridad de
para hacer las cosas! ¿Acaso mamá tenía un personajillo importante en la casa: «Pedro,
demasiado dinero para permitirse estos gastos ¿ha acabado ya usted su trabajo? ¿Qué es lo que
inútiles? mamá le ha mandado hacer ahora?».

TODA UN ALMA EN UNA MIRADA En aquel hortelano improvisado había un alma


generosa, ungida con el óleo que consagra a los
Por aquellos días sucedió que Juana María obispos. Y aunque disimulada por su disfraz de
estaba trabajando: tenía que hacer los deberes hortelano, el alma del obispo de Annecy
de aritmética y resolver algunos problemas. conservaba todo su ardor, brillante y fervorosa,
Mientras buscaba la solución en las nubes, con toda su dignidad, toda su grandeza.
los ojos levantados muy arriba, hacia el cielo y
las montañas, vio a sus hermanitas que se «¿Qué es lo que mamá ha mandado hacer
estaban divirtiendo en el huerto. ¡Cómo le ahora?» ¡Si Juana María pudiese adivinar qué es
gustaría ir a corretear con ellas! Pero su deber lo que tenía que hacer, habría comprendido lo
estaba allí, en los problemas de aritmética. Y impertinente que resultaba su pregunta y cuán
había que terminarlos. También estaba por el fuera de sitio estaban sus pretensiones de
huerto Pedro el hortelano, aquel misterioso hacerse un poco la dueña de casa!
criado que gozaba de toda la confianza de
mamá y que con su bondad se había ganado Pero Juana María no lo sabía. No podía saberlo.
también todas las simpatías de Juana María, Ella desempeñaba inocentemente su papel.
pero que había demostrado ser totalmente Como buena hija, le gustaba que el trabajo
inútil para el huerto y que, de momento, no estuviera bien hecho.
parecía hacer mucha cosa: mientras removía
un poco la tierra, estaba rumiando aparte sus Pedro el hortelano no respondió. Fijó en Juana
ideas; sus labios parecían a veces dirigirse María una profunda mirada, empapada en
hacia el cielo. ¡Tenía de verdad un buen bondad pero cargada de misterio y de
semblante! ¡No era un personaje ordinario! sufrimiento, ofreciendo a los ojos y al corazón

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de la niña todo su tesoro de bondad y de No sabemos si se volvió a dormir.
belleza y un poco de su carga de sacrificio.
En adelante también ella tendría, sin darse
El alma de la niña se llenó ávidamente de toda cuenta, la frente ensombrecida y en el fondo de
la riqueza misteriosa de aquella hermosa su honrado corazoncito un poco de rebeldía
mirada. Pero bajo el peso de aquella riqueza contra el ostracismo en que se la tenía respecto
que se derramaba sobre su alma inundándola a los asuntos de su casa ocultándole aquellos
por completo, Juana María estuvo a. punto de secretos. ¿Es que no tenía ya siete años bien
caer anonadada. Sus ojos se cerraron contados?
deslumbrados, intimidados ante aquel rico
tesoro insospechado que brotaba del seno de Y Pedro el hortelano seguía haciendo como que
un misterio tan grande. Echó una última trabajaba en el huerto. Y las pequeñas seguían
mirada furtiva sobre los hermosos ojos de jugando con él. Juana María ponía en sus juegos
Pedro el hortelano y tímidamente se dio la una atención más reflexiva, una nota más seria.
vuelta y se marchó. De pronto, sus piernecitas Seguía dirigiendo ella las cosas; era ella la que
se desentumecieron y se puso a correr: ¡corrió decidía y mandaba obedecer a sus hermanas;
muy lejos! se trataba de entretenerlas y hacer que reinara
entre ellas la concordia, acudiendo para ello a
A aquella niña frágil que huía del peso de estos juegos llenos de fantasía y de buen humor.
hondos misterios, pero tan recta, tan decidida y
de un alma tan limpia, Pedro el hortelano debió Y de vez en cuando tenía que dirimir los
enviarle una grande bendición episcopal, que altercados y los conflictos que explotaban entre
llegaría lejos, en esta vida y en la otra. las dos pequeñas.

LA CLAVE DEL MISTERIO JUICIO DE SALOMÓN

También ocurrió entonces, por aquel tiempo, Una vez riñeron María Claudina y Antonieta. La
que una noche Juana María no lograba disputa era por una muñeca. La disensión
dormirse. Y le pareció de pronto que sonaban corría el peligro de pasar del juego a los
cuchicheos insólitos y ruido de pasos sordos espíritus, destilando allí su veneno, arruinando
por los corredores. Luego todo quedó en calma. la cordialidad del amor fraterno. Menos mal
¿Estaba acaso soñando? No, desde luego. que intervino un juez hábil. No era más que una
Estaba despierta y bien despierta; tenía los ojos niña de siete años. ¡Pero lograría imponer la
abiertos. Por otra parte, las historias de paz! Los sacrificios no le arredraban;
aparecidos no eran capaces de asustar a impondría un sacrificio, uno bien grande, a las
aquella pequeña, de cabeza bien sentada. Tuvo dos litigantes: manda que le traigan la muñeca,
el atrevimiento de levantarse, de seguir objeto de la disputa, y la tira por encima del
también ella, paso a paso y sin hacer ruido, por muro a la calle. Después de todo, una buena
el corredor que conducía adonde se oían los solución. Cuando el cariño está en juego no vale
cuchicheos: abrió una puerta, descorrió una nada un juguete, aunque sea una bonita
cortina. ¡Cuál no sería su sorpresa! ¡Había un muñeca de mejillas sonrosadas y vestida de
altar con velas encendidas y Pedro estaba allí, organdí.
revestido de sacerdote! ¡Estaba diciendo misa,
como en la iglesia! Fue una revelación. Juana ¡Un implacable juez de siete años!
María sabía ya bastante y se marchó. De pronto
se había descorrido un velo. Ya sabía, sin ¿Es que era mala? ¿Tenía un mal corazón esa
comprenderlo del todo, que en su casa estaban pequeña que sacrificaba tan duramente los
pasando cosas grandes y misteriosas. Pero ¿por juguetes de sus hermanitas y les hacía llorar?
qué se las ocultaban? Su alma sentía horror a la ¿Mala? ¿Acaso podía tener malicia aquella niña
mentira y al disimulo. Pero todo aquello le a la que, cuando le hablaron del pecado y de la
parecía una ficción, muy cerca de la mentira. confesión, se le ocurrió decir que quería
Regresó a su cama. cometer cuanto antes lo que ella llamaba

8
«todas las maldades» para dejar ya vacío todo acto del pequeño juez improvisado. Y pensó en
el corazón y agotar la fuente de la maldad antes imponerle un castigo por su atrevimiento.
de llegar a la edad de la razón, para no poder ya Juana María, sobre cuyo espíritu seguía
cometer ninguna falta cuando llegara la hora de pesando desde aquella famosa noche el secreto
las responsabilidades serias?. ¡Ignorancia, que había descubierto y que andaba buscando
ciertamente! ¡Ilusión! ¡Pero candidez absoluta! inútilmente encontrar el momento oportuno de
Aquella pobre niña no había comprendido descargar confiadamente este peso en una filial
todavía las consecuencias persistentes del conversación con su madre, tuvo entonces una
pecado original. ¡Pero qué alma tan grande inspiración genial. El secreto explotó
tenía! ¡Y qué deseos tan maravillosos! ¡Y qué inesperadamente: «Mamá, le dijo; si me
voluntad de entrega total! castigas, diré que Pedro no es Pedro».

¿Sabemos bien lo que ocurre en el alma de un La mamá, asustada, tenía que pensar en algo
niño? ¿Es que aquel juez precoz e implacable más serio que en castigarla. Ya no era una niña
quería acaso entablar un debate justiciero o lo que tenía delante, sino un alma vigorosa y de
simplemente asegurar, como hermana mayor, una magnífica rectitud. Un poco orgullosa de
que reinara el más puro amor fraterno entre tanta virilidad en aquella niña de siete años,
sus buenas y queridas hermanas? Después de pero preocupada de las posibles revelaciones
todo, las jueces de los tribunales de todos los que serían una catástrofe para la casa, se llevó a
grandes países saben también manejar la su hija al salón y allí, con la puerta cerrada, le
espada secular y cortar cabezas cuando se falta hizo las confidencias necesarias.
al orden. ¿Por qué una niña encargada de dos
hermanitas no estará autorizada a hacer que Era preciso que supiese, a pesar de su corta
lloren después de haber reñido, a quitarles el edad, los peligros que se cernían sobre toda la
objeto conflictivo y sacrificarlo en un gesto casa, los sufrimientos de Francia y de la
sensacional, más elocuente que una religión, los asesinatos cometidos en nombre
reprimenda o un sermón? Par algo era la mayor de la revolución y el peligro que corría todo el
y tenía que hacer reinar el orden y la concordia que se confesara cristiano, y la importancia del
a su alrededor. Si hay que dar buen ejemplo, secreto que en adelante ella tendría que
¡los ejemplos tienen que ser concretos! compartir con las personas mayores. «Juana
María, persiguen a los cristianos... El rey y la
En todo casa, en esta forma tajante de acabar reina han sido ajusticiados..., en la guillotina...
con un conflicto se vislumbra la valentía de un Han sido asesinados muchos franceses, que
carácter sumamente enérgico, que quiere el tenían un nombre aristocrático... Si hubieran
bien, pero que no sabe todavía controlar sus descubierto al señor párroco, que te daba el
golpes. Se aprecia hasta qué punto estimaba el catecismo, lo habrían matado... Si viene a
orden y la concordia por encima de todas las vernos disfrazado, es porque le andan
cosas de este mundo. ¿Qué serán más tarde buscando... Y Pedro el hortelano, es verdad,
para esta niña todos los tesoros del mundo celebra misa... Es sacerdote... Es algo más que
frente a la belleza de las almas? ¿Cuál será el eso, hija mía; es obispo... Y si lo descubren, lo
esplendor de este espíritu, cuando esta escuela matarán... Nuestro primo, el alcalde de Annecy,
de vigor moral se convierta en escuela de se ha negado a entregar las reliquias de san
renuncias sobrenaturales? Francisco de Sales; lo han matado; lo han
fusilado. Y yo misma, hija mía, si denuncian
EXPLOSIÓN nuestra casa, si se viola este gran secreto..., me
matarán».
Las dos hermanitas tan duramente tratadas
empezaron a llorar. La muñeca estaba tirada y De pronto Juana María se echó en brazos de su
rota en pedazos en mitad de la calle, al otro madre y se hundió en ellos. Y el secreto se
lado del muro. Lágrimas y gritos, que pedían metió bien dentro de su corazón, para no salir
justicia, llegaron a oídos de la mamá. Y la mamá jamás de allí.
intervino, juzgando que había sido brutal aquel

9
El vizconde de Melun refiere que sor Rosalía, santa audacia de los viejos criados y de los
cuando recordaba estos lúgubres incidentes, se modestos aldeanos que habían acudido,
ponía a temblar de emoción. Le daba gracias a despreciando el peligra, para escoltar al Dios de
Dios por haberle ahorrada el terrible la eucaristía perseguido en otros lugares, para
remordimiento por el crimen involuntario que honrar a la dueña de la casa que tanto se lo
habría sido su desastrosa indiscreción. merecía, y para complacer a aquella niña tan
buena, tan amable, tan viva, tan bien dispuesta,
Con estas trágicas lecciones fue avanzando y de carácter tan jovial; deseaban suplir con su
progresando la maduración de un carácter. simpatía todo lo que por otra parte pudiera
Juana María ya desde pequeña tenía un alma faltar a aquella fiesta.
bien templada en las responsabilidades propias
de una persona mayor. Y como los mayores que Juana María no tuvo el consuelo de tener a su
la rodeaban con todo el personal de la casa, lado a sus dos hermanitas. Ellas tenían que
también ella defendería a la religión; se sentiría seguir ignorando las ceremonias clandestinas y
más que nunca unida a ella. el misterio secreta de la casa. Pero las das
hermanas, cuando volvieron a encontrarse con
3.- LOS PRIMEROS COMPROMISOS ella después del gran acto de la noche,
seguramente pudieron admirar, sin
LA PRIMERA COMUNIÓN comprenderlo todavía, la expresión radiante
que rodeaba de luz sobrenatural el rostro de su
Aquella niña que tenía un alma tan grande hermana, en el que tantas veces habían visto ya
estaba dispuesta para hacer la primera destellos de bondad, sonrisas llenas de cariño y
comunión. Nuestro Señor se complace en las gestos de enérgicas resoluciones.
almas rectas. Era tiempo de prepararla para la
visita de su Dios. LA PRIMERA HAZAÑA CARITATIVA DE UNA
NIÑA
El señor párroco, aprovechando las horas de
descanso que pasaba en la casa, había ido Estos recuerdos quedan grabados en el fondo
instruyendo a Juana María sobre el misterio de de las almas con mayor fidelidad que las más
la presencia real de Cristo en la eucaristía. brillantes ceremonias y los más bellos adornos.
Estas grandes verdades reciben buena acogida Y los peligros que se han corrido por las
en las almas cándidas y se convierten para ellas mejores causas templan los caracteres.
en fuente esplendorosa de luz. Fue grande la
alegría de Juana María al enterarse del día en La señora Rendu que conocía largamente el
que iba a hacer la primera comunión. Sería, sin vigoroso temperamento y la naturaleza
embargo, una ceremonia clandestina, lejos de enérgica de su hija, sabía ahora hasta qué
las miradas indiscretas, en la sombra; ni punto se había desarrollado su carácter, cómo
siquiera la haría en el salón grande, sino en una su viva inteligencia y su robusta voluntad y
cueva... Era menester aumentar las toda la exuberancia de vida de esta pequeña
precauciones para una ceremonia que iba a tan audaz habían ido forjando en ella una
agrupar más gente que de ordinario. personalidad pujante: conciencia recta, alma
viril, voluntad resuelta, todo ello animado por
La víspera se hicieron todos los preparativos. un excelente corazón. Podía esperarse cual-
Juana María ayudó en ellas a su madre. Todas quier cosa de semejante tesoro. La mamá, a
las ropas más finas y mejor bordadas se pesar de los pocos años de su hija, podía
sacaron de los antiguos armarios para adornar descansar en ella para las misiones de
el altar. Se bajaron los hermosos candelabros confianza.
del salón, aunque no pudieran encenderlos, ya
que su luz podía resultar comprometedora. De buena gana le iba a confiar, durante sus
ausencias, el servicio de la caridad. Era un
Por otra parte, la belleza debería estar sobre verdadero servicio, un verdadero trabajo, muy
todo en el interior de las almas, en la fe y en la

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deseado por otra parte, el de la distribución de Juana María esta tarea de confianza. Puso a su
limosnas en aquella casa tan caritativa. disposición algunas provisiones, pan y otros
alimentos, y alguna ropa. Le dio unas cuantas
Los pobres abundaban. Conocían ciertamente consignas y recomendaciones, le señaló sus
aquella casa acogedora y generosa. Acudían a deseos y partió.
ella en gran número, especialmente en
invierno. Siempre eran bien recibidos y Juana María hizo la distribución. Pero después
sacaban alguna limosna. Pero en aquellos de haberlo dado todo con generosidad, se
tiempos tan calamitosos del Terror pasaban encontró con unos necesitados que no habían
por allí continuamente y en grupos masivos, recibido nada. El armario de las provisiones
camino del destierro, pobres refugiados, estaba vacío. Juana María fue a buscar
inquietos, que carecían de todo, hasta de un
trozo de pan y de ropa con que cubrirse, a su armario personal. Llegó además una mujer
carentes especialmente de alegría. que llevaba gastados sus zapatos y pronto
tendría que caminar con los pies descalzos.
Cuando Juana María se acercaba a ellos Juana María volvió una vez más a su armario,
derramaba con agrado sobre su infortunio tomó heroicamente un bonito par de zapatos
todas las gracias de su amable corazón. Se que usaba los domingos y se los llevó.
apiadaba enseguida apenas se encontraba
frente a la miseria humana. Aquella alma tan ¿Sabía acaso que Vicente de Paúl siendo niño
vigorosa y enérgica se convertía había inaugurado su vida de caridad con un
instintivamente en protectora de los débiles. gesto parecido, vaciando en las manos de un
Entregaba su fuerza a la debilidad. Pero más pobre todo el contenido de su hucha? Aquel
aún que una afirmación de su energía, se gesto era la manifestación de una entrega total,
trataba en ella de volcar su bondad sobre los que ignora los cálculos interesados; era la
otros. ¡Era tan sensible a los sufrimientos aurora de un hermoso destino, lleno de
ajenos! ¡Había visto tan de cerca la miseria en hermosas esperanzas para el porvenir. ¿Se
aquellos años desventurados que habían traído molestaría quizás su mamá cuando volviera? La
la desgracia sobre tanta gente! Y había podido educación de aquella mujer era firme, cierta-
descubrir ya en el rostro de los pobres la mente, pero prudente. La señora Rendu sabía
sonrisa de la gratitud y la mirada conmovida, darse cuenta de las circunstancias. ¿Iba a
reflejo de un alma ganada por medio de un enfadarse acaso por la pérdida de aquellos
favor. Conocía bien la fuerza conquistadora de zapatos? Todavía hoy se recuerda en el país de
la caridad. Confort que las gentes de entonces cuchichea-
ban entre sí como si se tratara de un gran
Era además tan delicada, tan tierna, tan acontecimiento: «Juana entregó sin permiso
afectuosa... Las criadas de la casa lo sus zapatos más bonitos y su madre no le
comprobaban todos los días; ¡se mostraba tan regañó».
respetuosa con todas ellas! Y lo era igualmente,
incluso más, con los pobres que gozaban 4.- SIGUIENDO LA VOCACIÓN
ampliamente de su bondad. Cuando aparecía
un vagabundo por la carretera, acudía a su GEX. EL PENSIONADO DE LAS URSULINAS
encuentro y tomándolo de la mano lo llevaba a
casa, compartiendo con él si era necesario su Juana María iba creciendo en sabiduría y en
pan y sus pequeños ahorros. El dinero que le gracia, objeto de las predilecciones divinas.
entregaba generosamente su abuelo era pronto Pero como muchas niñas de Francia por
distribuido entre los necesitados. aquellos años de agitación y de angustia, no
tenía más que una instrucción francamente
Cuando había grupos enteros que se detenían rudimentaria. La familia había ido supliendo
en su casa, la señora Rendu se reservaba más o menos bien las deficiencias de la escuela.
habitualmente la distribución de los socorros, Pero había muchas lagunas que colmar. Ya iba
pero hubo un día en que se ausentó y confió a siendo tiempo.

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Casi por todas partes, aprovechando la calma sus aguas que formaban al chocar abanicos de
que había seguido a la tempestad finas perlas.
revolucionaria, las religiosas habían ido
regresando a sus puestos y habían vuelto a Juana María tenía diez años. Nos imaginamos
tomar el hábito, consagrándose de nuevo a la fácilmente a aquella niña de gran corazón,
educación de la juventud. En Gex las ursulinas insaciable de belleza, contemplando el
acababan de abrir su antiguo pensionado. La espectáculo del río desde el pescante de la
señora Rendu resolvió confiarles la educación tartana, lanzando gritos de admiración y
de su hija. Tendrían que separarse. Gex estaba llenando de alegría a su madre con tu
a unos treinta o cuarenta kilómetros. Y se entusiasmo infantil.
trataba de uno o dos años de pensión en
perspectiva. Juana María, tan apegada al hogar En Gex la esperaba una cordial acogida, que
paterno que nunca había abandonado y donde acabaría disipando, si fuera menester, toda
tanto la querían, debió sufrir mucho con la melancolía. A Juana María no le costaría trabajo
separación. Pero tenía fuerzas suficientes para acomodarse pronto a las exigencias de la vida
dominarse y para reprimir prontamente las del pensionado. Las necesarias imposiciones de
emociones de su viva sensibilidad. Su estancia la vida común, si se aceptan con valentía, se
en Gex le abriría por otra parte los ojos a convierten para las almas robustas en un
nuevos horizontes y enriquecería su vida con saludable ejercicio de voluntad, en el placer del
nuevas experiencias. esfuerzo, en el gozo de la dificultad vencida. La
dificultad se desvanece o simplifica y deja en el
Gex está situado en la vertiente oriental del espíritu la conciencia gozosa de una batalla
Jura, muy al norte. Para llegar allá había que ganada. Juana María, con su viva inteligencia y
bordear la cordillera, por el norte o por el sur. la viveza que ponía en todas las cosas se hizo
Había dos caminos. Uno, saliendo de Confort, se pronto simpática a sus compañeras y a las
dirige hacia el norte y corre al lado de la religiosas.
montaña por la vertiente oeste, remontando el
pintoresco valle de la Valserine casi hasta sus Emprendió con coraje el trabajo escolar, que
mismas fuentes. Allí tuerce de pronto a la dere- resultaba bastante nuevo para ella. Los dos
cha y escalando la montaña por las laderas del años que allí pasó la prepararon sólidamente
Col de la Faucille llega enseguida a Gex. El otro para la vida. Podrá juzgarse de ello más tarde
camino baja hacia Bellegarde, rodea la montaña por los frutos de su trabajo, por la ductilidad y
por el sur, por los desfiladeros del Ródano y la agilidad de su talento, por el libre curso de su
sube a continuación hacia el norte, en línea pluma en su correspondencia.
derecha hacia Gex.
Juana María se enriqueció mucho en el
¡Magnífica excursión por medio de los pensionado. Pero a cambio supo también darle
esplendores de la naturaleza! Si Juana María sus tesoros. Con sus buenos ejemplos, con su
salió con el corazón encogido de su hogar y de piedad, con toda la gracia de su alegre carácter,
su aldea, enseguida tuvo que entusiasmarse amable y enérgico, devolvía con generosidad
ante el espectáculo grandioso que la naturaleza todo cuanto le daban.
ofrecía a sus bellos ojos. Sea cual fuere el
camino escogido, todo era maravilloso. Sin Su piedad tanto tiempo contenida y oprimida
duda escogieron el que a lo largo de todo el por las medidas policíacas de los gobiernos
viaje va siguiendo las orillas tan familiares de revolucionarios podía en adelante
aquella Valserine cuyo murmullo y cuyos expansionarse libremente, derramarse en
rugidos habían acompañado tantas veces los fervientes coloquios can Dios en el curso de
juegos y las diversiones de las niñas y que, a lo hermosas ceremonias y en conversaciones
largo de todo su curso, ofrecía a los viajeros el piadosas con sus compañeras, sin aquel
juego cambiante de sus fantasías, sus saltos, sus continuo sobresalto de antes y sin miedo a los
cascadas, sus furores, sus asaltos a las rocas y delatores. ¡Qué bien se ensanchaba su alma en
aquellos actos piadosos y llenos de fervor! Eran

12
para ella una necesidad. Y acabaron siendo un saboreado los goces de la cordialidad en el don
verdadero deleite. de sí. Llevaba en su corazón el amor al pobre.
Aquel era el primer rasgo de amor que el amor
Gracias a esta piedad robusta, totalmente de Dios había grabado en aquella alma.
impregnada de espíritu de fe y que con toda
sinceridad ponía ya los intereses de Dios y su Dios que deseaba hacerse con aquella alma
gloria por encima de sus intereses personales, escogida le había procurado además el trato
pronto dio la impresión a cuantos la rodeaban bienhechor con unas almas consagradas y el
de que Dios se había hecho un santuario en su espectáculo de su felicidad. Por medio de ellas
alma y que la reservaba para sí, habiéndola se insinuaría en el alma de Juana María con
adornado de dones tan brillantes, dotado de todos sus encantos y haría brotar en ella toda la
virtudes tan sólidas, rodeado de los encantos alegría del gran amor. Juana María encontraba
de su gracia. Decían de ella que se haría en la casa de las ursulinas la paz, el recogi-
ciertamente ursulina. Y las religiosas sin duda miento, la felicidad de orar. Le gustaba mucho
alguna darían buena acogida a una novicia tan aquella vida que rodeaba de estos alicientes el
bien dotada y de tan buenas intenciones. estudio, la disciplina escolar y las mismas
distracciones en el recreo. Su exuberancia en
Pero la vocación es un don de Dios. Y Dios, que los juegos y la aplicación entusiasta de todo su
distribuye sus dones con sabiduría y con una espíritu al trabajo del estudio, lleno de novedad
infinita variedad, tiene sus designios sobre y de sorpresas, encontraban después del
cada una de las almas. Cada vocación es un don esfuerzo una agradable diversión en el
de gran valor. Y si ese don es apreciado y descanso de la oración y en aquella atmósfera
cultivado con fervor, Dios añade a él nuevos piadosa de la capilla, en donde se desarrollaban
favores a lo largo de toda la vida. Para ello hay los días de fiesta tan brillantes ceremonias.
que entrar con decisión en los planes de la
Providencia y no contrariar sus deseos. EL HOSPITAL DE LAS HIJAS DE LA CARIDAD

Dios, que lo dispone todo con energía y Pero había en Gex otra casa en donde Juana
suavidad, va preparando lentamente, pero con María había dejado un trozo de su corazón. La
seguridad, a las almas para la gran llamada que señora Rendu, en una de sus visitas a Gex, tuvo
algún día ha de dirigirles. Los caminos de la que dirigirse allí y fue acompañada de Juana.
gracia en las almas son muy diversos. Dios obra Era el hospital. Juana María se encontró allí con
a veces directamente por sí mismo. Otras veces la miseria humana, aquella miseria de la que
les confía a otros el mandato de dar a conocer siempre había sentido compasión su tierno
su voluntad. Los pobres tienen muchas veces el corazón. El mal revestía allí una forma distinta,
privilegio de ser esos intermediarios de las la de la enfermedad. Se trataba de algo nuevo,
gracias divinas. de algo que tenía por ello más interés para la
muchacha, llena de compasión por todas las
«Los pobres -dice Bossuet- son los primeros formas de sufrimiento que iba encontrando.
hijos de la Iglesia, sus verdaderos hijos, a
quienes les corresponden en derecho las Y allí encontró también, atentas a aliviar todos
gracias de Nuestro Señor y quienes son ante los aquellos sufrimientos, a las generosas Hijas de
ricos, los intermediarios de su gracia». la Caridad, cuya abnegación y sencillez ponían
un aire de belleza y elevación sobre aquel reino
El contacto con el pobre está lleno de del sufrimiento e iluminaban los rostros
bendiciones. Juana María había sentido pronto sombríos de los pobres enfermos.
el beneficio de este trato. En su entrega cordial
a los pobres que se presentaban en su casa de Aquel espectáculo la impresionó. Y se
Confort había recibido muchos favores divinos, despertaron entonces todos los instintos de su
que tienen como portadores al pobre. A1 darse generosa naturaleza, atenta siempre a todas las
a los pequeños y a los humildes, se había miserias de los hombres. Ella había visto antes
llenado de sencillez y de humildad, había el desamparo de los refugiados, su rostro

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inquieto y temeroso, su cuerpo fatigado, sus oídos que escuchen una campana que os
pies sangrando, sus ojos agotados. Había visto cautiva y os canta un porvenir de bondad y de
todo aquello con sus ojos de niña, con su belleza, de entrega ardiente y de gracias de
corazón sensible y con la frescura de su alma. Dios, de abnegación y de gozo! ¡Habrá que
Había guardado en su corazón una herida de jugar, desde luego! ¡Y jugaba! Pero los ruidos y
amor que ya no se curaría jamás. Sufría con los gritos de los juegos de esta tierra se troca-
todos los que sufren; hacía suyas sus penas, sus rán, en labios de aquella niña, en cánticos de
inquietudes, así como sus alegrías y sus alegría. Acaba de surgir, llena de gozo, una
esperanzas. Hasta su muerte, su corazón obrera de Dios. Dentro de poco entrará en
vibrará; sensible al más pequeño dolor. campaña para servir a los enfermos y a los
pobres, a los humildes y a los débiles, a todos
El hospital estaba muy cerca del pensionado. los necesitados. Se pondrá también a jugar con
Muchas veces durante el día la campana del ellos con un alma cantarina. Su visión del
hospital recordaba a todos los vecinos que allí, futuro es mucho más hermosa que los juegos.
muy cerca, estaba el dolor, la caridad, la Pero de todas formas, ¡también los juegos les
oración. Cuando Juana María durante el recreo gustan a los hijos de Dios! Y cuando un alma
oía el tañido de aquellas campanas que siente el gusto de Dios, ¿habrá algo que no le
desgranaban sus notas melancólicas, se detenía resulte gustoso si está según la voluntad
en sus juegos, levantaba sus ojos a las ondas divina? Todas sus alegrías cederán en bien.
sonoras en el azul del cielo y se quedaba como Todos los días, todas las horas, son una fiesta
ensimismada, compadeciéndose de todos los para el que ama a Dios.
sufrimientos que adivinaba detrás de las
murallas de aquel jardín en donde tenían el Así es como actúa la gracia en las almas; así es
recreo. como día tras día va surgiendo la llamada de la
vocación, discreta al principio, urgente y llena
Además, el haber visto en el hospital al lado del de misteriosos atractivos más adelante y
sufrimiento a unas almas compasivas, que finalmente explotando sonora y pujante como
habían consagrado su vida entera al servicio de un grito vencedor. Lo que él pide no asusta al
los pobres enfermos, era algo que inundaba su que le escucha. No hay nada tan tranquilizante
corazón de santa alegría, como si aquello fuera como la voz del Espíritu.
la realización de un sueño, casi inconsciente,
pero que tomaba cuerpo allí, delante de ella, en Cuando Juana María deje a las ursulinas de Gex
toda su belleza y que le parecía ser el ideal más se llevará consigo, junto con los conocimientos
hermoso, capaz de dar todo su valor a una vida. escolares que le faltaban, la revelación de su
¿Cuál era, pues, aquella noble y santa voz que le porvenir. Su vida tenía ya un sentido. Se había
hablaba desde el fondo de su alma? Una voz manifestado por completo al señor párroco de
espontánea de una bondad natural, pero Gex, que había aprobado plenamente su
empapada de la gracia divina y reforzada por el proyecto. Se marcharía a saborear durante
Espíritu Santo, que le inspiraba en el corazón la algún tiempo las alegrías del hogar familiar, ya
llamada de la vocación. Así es como actúa la que era todavía demasiado joven. Pero cuando
gracia de Dios, abriéndose lenta y llegara la hora, le ofrecería generosamente a
discretamente el camino hacia el alma, hasta Dios el sacrificio de todo lo que amaba en su
explotar un día en ráfagas de luz y de alegría y país natal y en el hogar familiar y respondería a
en la visión de un porvenir maravilloso. la llamada del Espíritu Santo que había
depositado en su corazón su inmenso amor.
Y Juana María, en medio del recreo, se quedaba
ensimismada en su sueño. Y había que sacarla ÚLTIMAS ALEGRÍAS EN EL PAÍS NATAL
de allí: «Aquí no estás para soñar, hija mía; el
recreo está hecho para jugar». Su estancia en Gex, interrumpida por algunos
días de vacación, había durado dos años. Volvió
Sí, ¡jugar era lo que había que hacer entonces! Y a Confort. En el pensionado la vieron marchar
jugaba, desde luego. Pero ¡impedid a vuestros con un poco de melancolía... Pero Juana María,

14
feliz de poder volver a ver a su familia, La vida reanudó su curso tranquilo en aquella
conservaba en su corazón un grato recuerdo de familia. Juana María no tenía más que trece o
aquel pensionado en donde había recibido tan catorce años, pero sentía más que nunca la
buena acogida, donde había hecho tan buenas conciencia de sus dones y de sus obligaciones.
amistades y donde había escuchado la voz de ¡Se encontraba ahora entre unas hermanas
Dios en la paz y en el recogimiento. mayores que se habían convertido en personas
razonables! ¡Entre las tres iba a ser fácil la
Volvió a Confort con alegría. Veía de nuevo los tarea de la casa! La mamá no tendría que hacer
lugares familiares que le eran tan queridos, la otra cosa más que mirar a sus hijas y expresar
casona, las hermanitas que corrieron a su sus deseos. ¡Ya lo creo que la obedecerían!
encuentro y que habían crecido mucho: María ¡Eran tan juiciosas! Habían tomado gusto a la
Claudina tenía once o doce años, Antonieta seis obediencia. La casa marcharía
o siete... La mamá, con cierto orgullo legítimo, estupendamente. Se ocuparían en atender a los
contemplaba la alegría de sus tres hijas, las pobres, a los vagabundos, a los mendigos. A
verdaderas joyas de su casa. Juana María, llena toda aquella pobre gente les entusiasmaría
de gozo, volvió a saludar a los antiguos criados, verse atendidos par unas muchachas tan
tan fieles como siempre, a los vecinos, a los amables y gozarían de su amabilidad. Y Juana
amigos de los días buenos y de los días malos. María, que había recibido tan buena educación,
Los rostros habían cambiado; ya no estaban tan les daría a sus hermanitas un poco de aquella
ensombrecidos como en los días del Terror. Las sabiduría que había recibido en Gex.
miradas no eran ya vagas y lejanas; no se
dirigían a un más allá fuera de la visión ¡Querido hogar de Confort! El porvenir se
presente, como hipnotizadas por una visión de presentaba lleno de felicidad. La paz había
los peligros que amenazaban. Miraban de vuelto a los espíritus y a los corazones, aunque
frente y se posaban firmes sobre las gentes y todavía se seguía hablando de guerras, de
las cosas. Todas las almas parecían ahora expediciones, de combates y de victorias. En el
acariciadas por el sol. La guerra civil había corazón de Juana María reinaba una gran paz y
cesado y la paz de los espíritus hacía renacer la una inmensa alegría, aunque empezaba a
dicha, la esperanza, la claridad de la vida. En la vislumbrar que sería grande el sacrificio que
casa reinaba una animación sin miedo alguno; habría de hacer algún día, el día señalado por
cierto aire de libertad se respiraba en la Dios, de todas aquellas cosas tan queridas que
manera de vivir, en el trabajo, en el lenguaje; habían rodeado de encanto su juventud.
volvía la franqueza de antaño, las canciones, las
risas... La guerra civil había cesado. Todos estaban
ahora atentos a los triunfos militares que iban
Juana María dio vueltas por toda la casa y vio alcanzando los ejércitos imperiales. La religión,
de nuevo el huerto. ¡Ya no estaba allí Pedro el lo mismo que el estado, se iba levantando de las
hortelano! Le habría gustado volver a verlo, con ruinas. Juana María iba con frecuencia a la
su amable mirada y su aire majestuoso y con iglesia de la aldea. Saboreaba en paz la alegría
sus torpezas de hortelano que tanto le habían de ser cristiana. ¡La sangre de los mártires
desconcertado antes. Visitó el salón grande; hacía esperar un siglo maravilloso!
habría escuchado la misa en aquel sitio con
gran alegría. ¡Pero ya no estaba allí Pedro el La vida transcurría con tranquilidad. Pero
hortelano! La cueva de su primera comunión Juana María seguía con sus sueños. En el seno
tomó a su llegada el aspecto de un santuario. Su mismo de toda aquella felicidad familiar ella
imaginación iba repasando todos los momentos vivía el ideal religioso que había seducido su
de aquella gran ceremonia. ¡Qué recuerdos tan espíritu. Cuando se encontraba a veces con
maravillosos! ¡Felicidad de las almas piadosas! algún vagabundo por la carretera a recibía a
¡Lugares benditos de pasadas alegrías! ¡Cosas algún mendigo en la puerta de casa, su corazón
inanimadas que tienen un alma que se apega a se enternecía, como siempre, ante la miseria
nuestra alma y la obliga a amar! humana; pera ahora se sentía sostenida por un
fervor religioso, preludio y gusta anticipado de

15
toda la vida de caridad que ella misma se madre no puede dejar marcharse así a una hija
prometía. tan joven. Es verdad que ella sabía muy bien
que nada sería capaz de estorbar la decisión de
En Gex, en su visita al hospital, había visto de su hija. Sabía que era piadosa, reflexiva, tenaz,
cerca a los enfermos y a las hermanas que conocía muy bien lo que quería y que lo
abnegadas que les atendían. Deseaba volver a quería firmemente. Por otra parte sabía que
ver todo aquello, enfrentar una vez más su aquella vocación tenía todas las garantías que
corazón con las grandes decisiones. Por otra eran de desear. Pera a pesar de todo puso
parte, podría ver de nuevo al señor de algunas reservas y señaló todas las objeciones
Varicourt, el párroco de Gex que había sido su que exige la prudencia humana: había que
director. Y un buen día indicó a su madre su esperar. Había que pedirle consejo al abuelo; y
deseo: iría a pasar en Gex unos días en el éste se lo pediría al señor Emery, su padrino. Se
hospital, para aprender a curar a los enfermos, atendrían a lo que él dijera. Era lo más
una cosa que siempre es útil en la vida. ¿No era prudente. Y esperaron. El señor Emery escribió
además una buena ocasión para visitar a las desde París que él velaría por su ahijada, que
buenas religiosas ursulinas y agradecerles sus las Hijas de la Caridad acababan de reconstruir
atenciones? su casa madre cerca de su residencia y que le
sería fácil seguir a la novicia y velar por su
La señora Rendu no se engañó; no se hacía salud. El abuelo dio también su consentimiento.
muchos proyectos sobre el porvenir de su hija,
pues sabía que no podía oponerse a sus deseos. Desde entonces todo el mundo estuvo
Pero sobre todo no quería contrariar a los conforme. La noticia corrió por toda la casa.
designios de Dios, que ella empezaba a Todos sintieron una gran emoción, mezcla de
vislumbrar. admiración y de pena. Pero había un gran
corazón en aquella casa privilegiada. Todos se
Juana María partió para Gex. Una de sus amigas inclinaron ante el heroísmo de aquella
le acompañó en el viaje. Las dos tenían el muchacha y pusieron su sacrificio al lado del de
mismo deseo secreto de consagrar a Dios su ella. En aquella cosecha magnífica el sacrificio
porvenir. En Gex se hicieron mutuamente de las dos hermanas desoladas no fue el menos
confidencias. Y sus esperanzas compartidas no agradable a Dios. Del corazón de los niños Dios
hicieron más que reavivar sus deseas y hace brotar las alabanzas más perfectas.
aumentar su felicidad. Juana María volvió a
Confort, plenamente decidida a seguir la LA MARCHA HACIA LA GRAN AVENTURA
llamada divina. Y reanudó la vida familiar,
aguardando la llegada de la hora propicia. Y he A finales de mayo del año 1802 la diligencia de
aquí que un buen día -un gran día- la señorita París se detuvo ante el portal de la gran casa
Jacquinot, su amiga, vino a anunciarle su familiar, para recoger a Juana María y a su com-
marcha: dentro de poco se irá a París, a las pañera, la señorita Jacquinot. La mamá, en su
Hijas de la Caridad. Juana María no tenía puesto de ama de casa y de madre de familia,
costumbre de vacilar. ¡La vida caminaba aprisa punto de mira, apoyo y modelo, daba a todos
en su alma! «¿Te marchas tú? ¡Me voy contigo!» ejemplo de coraje. Le había dicho sencillamente
Le dijeron que era demasiado joven; pero ella a su hija: «Hija mía, cuando te lleve la
no se atenía a razones. «A Dios le gusta la gente diligencia, ponte al lado de acá, para que te
joven, lo mismo que a los hombres. pueda ver por más tiempo».
¡Entreguémosle la flor en todo su frescor! Dios
estará más contento» -«¿Pero, qué dirá tu Y el conductor restalló el látigo. La diligencia
mamá?» -«De eso me preocupo yo». Y acudió a partió al trote de los caballos. La mirada de
los pies de su madre. -«Madre, la señorita Juana María y la de su madre se cruzaron por
Jacquinot se va a París. Me voy con ella» -«¿A última vez, los ojos se llenaron de lágrimas,
qué va?» -«Va a entrar en el noviciado de Hijas llenas de ráfagas de cariño. Y en un recodo del
de la Caridad. Y yo quiero entrar con ella». Pero camino desapareció la diligencia.
las cosas hay que pensarlas un poco; una

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Ya no volverían a verse la madre y la hija más precario. Y allá fueron recogiéndose, una a una,
que una sola vez en la tierra. Pero la varios centenares de hermanas que volvían
Providencia preparaba para Juana María un felices del destierro. Con ellas y con algunas
destino maravilloso del que su madre podía postulantes se empezaron a reorganizar las
sentirse ciertamente orgullosa. Y la mamá, por casi doscientas casas de Francia. Finalmente, en
su parte, que había conservado para Dios el diciembre de 1808, un decreto de Bonaparte
alma magnífica de su hija, se quedaría en su restablecía oficialmente la Compañía y le
puesto para proseguir en el hogar su hermosa asignaba como casa madre un inmueble de la
misión maternal. calle del Vieux-Colombier, el número 15,
dedicado anteriormente a hospicio de niños
5.- PARÍS. EL NOVICIADO huérfanos. Recibieron la orden de formar
enfermeras para los hospitales, pero se les
AL DÍA SIGUIENTE DE LA REVOLUCIÓN seguía prohibiendo usar la corneta. De todas
formas se encontraban en su casa y las her-
Las dos viajeras llegaron a París el 25 de mayo manas dispersas podían volver al hogar
de 1802. Se dirigieron a la casa madre, en la familiar. De hecho volvían todas contentas,
calle del Vieux-Colombier, a la sombra de San valientes, bien templadas en la prueba. En
Sulpicio, en donde se estaba reconstituyendo la efecto, todas las casas habían ido pasando sus
Compañía después de la tormenta pruebas y algunas de ellas tuvieron también
revolucionaria. sus mártires: en Dax, Angers, Arras y Cambrai,
varias hijas de la Caridad habían dado su vida
Por casi toda Francia las hermanas se habían en el cadalso o frente a los fusiles alineados
ingeniado en la medida de lo posible por frente a ellas. Volvían las supervivientes, ricas
permanecer en sus puestos sirviendo a los en piadosos y heroicos recuerdos, dichosas de
necesitados, conservando su espíritu de Hijas encontrar de nuevo en aquella casa del Vieux-
de la Caridad sin el hábito religioso que les Colombier, bajo la magistral dirección de la
estaba prohibido llevar; lo mismo que en Gex, reverenda madre Deleau, las piadosas
habían seguido entregadas a su misión. Pero la costumbres y los ejercicios de la comunidad.
casa madre del barrio Saint-Laurent había sido Tenían además la ventaja de vivir a la sombra
evacuada en tiempos del Terror. A1 principio, de la parroquia de San Sulpicio. Aquello era una
en 1789, había recibido la visita de una banda bendición.
de gente dispuesta a todo, pero que se había
visto subyugada por el espectáculo grandioso SAN SULPICIO. EL SEÑOR EMERY
que se había ofrecido a sus ojos al entrar en la
capilla: allí había un centenar de hermanas y de Privadas de los padres de la Misión, a los que
novicias, inmóviles, en oración, preocupadas había dispersada violentamente la revolución,
como es lógico por lo que podría pasarles pero las hermanas encontraban en su propia
dispuestas al sacrificio de su vida. Ante parroquia, entre aquellos sacerdotes de San
semejante espectáculo los asaltantes se Sulpicio, todos los socorros espirituales que
detuvieron sin saber qué hacer y acabaron podían desear. Más afortunados que los Paúles,
marchándose 1. Más tarde llegó una orden los sacerdotes de San Sulpicio que atendían a
oficial de evacuación y fue necesario una parroquia gozaban por ese mismo hecho
dispersarse: las novicias habían vuelto a su de una especie de reconocimiento oficial, que
casa familiar y las hermanas se distribuyeron no podía pretender la Congregación de la
por varios sitios para seguir rindiendo en la Misión. El propio San Lázaro se había visto
clandestinidad sus oficios de caridad. A finales sometido a duras pruebas ya desde el comienzo
del año 1797, después de que pasaron los años de la revolución. Las distribuciones diarias que
del Terror y la muerte de Robespierre, la allí se hacían a los pobres y todos los servicios
reverenda madre Deleau había regresado a caritativos que había allí organizados hicieron
París, procedente de Bray, en Picardía. creer a muchos que allí se ocultaban grandes ri-
Encontró en la calle de MagonsSorbonne, quezas; y el espejismo del oro, que deslumbra
número 455, un albergue más o menos la imaginación de muchos, hizo que el

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populacho, el 13 de julio, víspera de la toma de provocar a nadie ni forzar la situación. Por eso
la Bastilla, invadiera la casa en medio de un se borraba todo lo más posible. Quizás se sabía
motín, entrando a pillaje por todas partes y además protegido más que los otros, gracias a
saqueándolo todo, de manera que la casa había ciertos valiosos protectores. No todos podían
quedado inhabitable. Los misioneros se habían tener la misma audacia. De hecho alguien
dispersado. Varios estaban en el destierro. intervino desde arriba y pudo salir de la
Francisco Regis Clet, el director del seminario, prisión. Por otra parte, como sulpiciano, gozaba
partió para China donde algún día conquistaría en cierta medida, lo mismo que sus hermanos
la palma de los bienaventurados después de de la parroquia, aunque él no viviera allí, de
treinta años de apostolado. Algunos vivían cierto prejuicio favorable. Es verdad que en
ocultos por la provincia y hasta en el mismo todas partes había habida defecciones; los
París, pero salvo raras excepciones -entre ellas sulpicianos de la parroquia lo mismo que todos
la del padre Francisco, superior de Saint- los demás párrocos habían recibido la orden de
Firmin- se encontraban como la mayoría de los prestar el famoso juramento. Los
eclesiásticos desbordados por los investigadores se presentaron a la hora de los
acontecimientos, desamparados ante la trágica oficios; hubo un gran sobresalto entre los
novedad de los problemas que planteaban a la fieles: «Si San Sulpicio sucumbe -decían-, todo
conciencia cristiana las exigencias de los se vendrá abajo». Pero San Sulpicio no
gobiernos revolucionarios. Se necesitaba un sucumbió. El párroco, desde el púlpito, se
señor Emery, el sulpiciano, o un padre enfrentó magníficamente a los investigadores
Francisco, el paúl de Saint-Firmin, con todo su con una declaración llena de coraje. Luego, de
dominio, su clarividencia, su don de la pronto, vencido por el esfuerzo y la emoción,
oportunidad, su serenidad, para mirar de frente cayó inánime al suelo. Finalmente, ante la
los fatídicos problemas y dar a las conciencias conmoción de la gente, quizás también por
alarmadas las soluciones más convenientes. compasión, los investigadores se retiraron y se
Todavía hoy, muchos años después de haberse dio un carpetazo al asunta.
reconquistado la paz, los espíritus más
distinguidos siguen discutiendo aquellos Realmente San Sulpicio suponía una fuerza
problemas. ¡Cuáles deberían ser entonces la enorme.
indecisión y la angustia! El padre Francisco,
antes de su martirio, había sido un verdadero En 1800, el señor Emery seguía aún en la calle
oráculo en Saint-Firmin. El señor Emery, que d'Enfer. Vivía pobremente, procurando
también se había quedado valientemente en su aparecer lo menos posible. Pero a partir de
puesto, fue entonces el recurso universal. Fue otoño de aquel año, queriendo asegurar cuanto
verdaderamente la conciencia del clero. antes la renovación del clero que se había visto
Retirado a un pobre y pequeño piso de la calle diezmado por la persecución, reconstruyó el
d'Enfer servía discretamente a todos cuantos seminario en unos locales provisionales.
acudían a sus consejos. Durante aquellos años Todavía no habían podido recuperar el antiguo
de angustia fue el sostén y la luz de muchas emplazamiento y se establecieron en la calle
almas angustiadas o que se encontraban Saint-Jacques, en una casa de alquiler, donde
vacilantes frente a unos deberes inciertos o habían preparado una pequeña capilla. El
penosos. domingo iban a celebrar los oficios a Saint-
Jacques du Haut-Pas o a los carmelitas.
El señor Emery tenía plena conciencia del
servicio que hacía a los demás, pero también Así pues, el señor Emery, tal como se lo había
del peligro que corría. Estaba preparado para la indicado a su amigo el abuelo Rendu, no estaba
muerte. Cuando fue detenido y conducido a la lejos de la calle del Vieux-Colombier y de las
Consejería, se hizo fabricar una guillotina en Hijas de la Caridad. Acudía con frecuencia a la
miniatura, a fin de poder meditar en la muerte casa madre; predicaba, confesaba, era un
delante de aquel símbolo de poder de los reyes precioso apoyo para la madre Deleau. Tres
del momento, terrible instrumento de su años antes había presidido, como vicario
reinado. Pero era prudente y por eso no quería general de París, el traslado de los restos de

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Luisa de Marillac y su solemne instalación. No semanas antes a la calle del Vieux-Colombier, y
podía faltar a la promesa que había hecho de de antiguo y de gozar de la presencia de aquel
velar por las nuevas postulantes de Confort. tesoro familiar. Participaría también ella
de las gracias divinas y de las bendiciones
Es fácil de adivinar la alegría de las dos viajeras que Dios se dignaba derramar en abundancia
cuando se encontraron al llegar con el ilustre sobre la Compañía por manos de la santísima
sulpiciano, el padrino tan querido de Juana Virgen.
María. Ya le habían avisado de su llegada. No
había entonces teléfono ni telégrafo, pera EL PROGRAMA
estaba bien organizado el servicio de correos y
llegaban pronto las noticias. El señor Emery Juana María tendría que adaptarse a un nuevo
estuvo allí a tiempo para dar la bienvenida a su género de vida, tendría que entrar dentro del
ahijada, para ofrecerle el recuerdo de aquel marco de usos y costumbres tradicionales de la
querido país que acababa de dejar y para Compañía, tendría que forjar su alma en el
asociar en un mismo himno de alabanza divina espíritu de las Hijas de la Caridad y practicar
los sanos afectos de esta tierra y los ardores del sus virtudes características. Ese era su deseo,
amor divino. Con este espíritu de alegría pero ¿sabía ella bien lo que es el alma de una
sobrenatural y de viva gratitud al Señor hizo hija de la Caridad? Había visto desde luego su
Juana María su entrada en la querida casa obra muy de cerca, especialmente en Gex. Con
madre en donde iba a realizarse su hermoso la intuición de su almatan sensible, sondeaba
sueño. con facilidad el fondo de los corazones. Su
contacto habitual con los pobres y los
desvalidos que pasaban por Confort en gran
número le había hecho tomar instintivamente
EN EL SEMINARIO los sentimientos y algunas de las actitudes
propias de las Hijas de la Caridad. Pero era
La señorita Juana María Rendu solicitaba la preciso que tomara buena conciencia de todo
admisión entre las Hijas de la Caridad. aquello y que pusiera las cosas a punto.
Habiendo hecho en Gex un tiempo de prueba
que era una especie de postulantado, podría Ciertamente no era necesario estimular su celo
entrar ya directamente en el noviciado, que las y su amor a los pobres. Había traído a la
Hijas de la Caridad llaman más modestamente comunidad todos los deseos de un corazón
«el seminario». Le darían luego el hábito de las grande, todos los ardores de su alma caritativa.
Hijas de la Caridad -al menos el que entonces La gran virtud de la caridad podía decir que ya
llevaban, ya que el traje tradicional, estaba adquirida en ella. Más bien sería
especialmente la corneta, habían sido necesario templar sus ardores en la práctica,
prohibidos por la ley revolucionaria-. Más tarde regular sus manifestaciones teniendo en cuenta
tomaría allí el impulso necesario para ir a los recursos reducidos de una salud que era
ejercer sus funciones en el campo de acción que más bien frágil y la subordinación necesaria al
le hubiera preparado la Providencia. trabajo en común, aquel trabajo en equipo que
Entretanto se trataba de vivir en el reco- duplica el rendimiento, pero que exige el
gimiento de la casa madre, en la simple caridad sacrificio de las ideas personales en aras del
de una vida fraternal, siempre dispuesta a plan de conjunto que ha trazado la encargada
«servir» con toda humildad y sencillez. de la dirección.

Al ocupar un sitio entre las Hijas de la Caridad ¿Tendría esta joven generosa la humildad
podría participar de su vida de familia, de las necesaria para doblegar e inclinar sus
fiestas de la casa, de las festividades litúrgicas y sentimientos personales ante el sentimiento de
de los ejercicios piadosos de la comunidad. otro? ¡Sí que la tenía! Por muy decidida que
Apenas llegar tuvo la alegría de poder fuese y por muy acostumbrada que estuviese a
contemplar las reliquias de la venerable imponer sus derechos de hija mayor para
fundadora, Luisa de Marillac, trasladadas tres dirigir a su manera la vida de su pequeño

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pelotón de hermanas, ¿.no había sabido acaso no resultaría sin duda muy difícil para aquel
doblegarse alegremente ante las consignas de alma tan vigorosamente templada.
su madre? ¿Podía costarle mucho la obediencia
a aquella muchacha que en las órdenes que se A pesar del desgarrón de las separaciones
daban admiraba la autoridad prudente, recta y familiares, muy cruel para un espíritu tan
afectuosa de una madre tan querida? Lo mismo sensible como el de Juana María, se entregó con
haría también en la calle del Vieux-Colombier. alegría y entusiasmo a sus nuevas obligaciones.
Había venido con confianza y llena de un santo Su educación había sido excelente; la formación
respeto hacia las directoras de una Compañía a del noviciado sería fácil. El trabajo se llevaría a
la que apreciaba y quería y se entregaba de cabo con toda normalidad.
todo corazón. Sabría mantener en su alma
piadosa aquella gran estima y aquel santo Caridad, humildad, sencillez: Juana María
respeto; y la obediencia sería para ella un lograría pronto aprender el programa. Caridad
juego, una felicidad, un descanso, una de las ardiente, incansable, siempre dispuesta a
formas elementales de esa virtud fundamental servir, pero practicada con normalidad y
que es la humildad cristiana. sencillez. Era todo un programa de vida cuya
belleza moral le encantaba y del que su alma
Pero mimada como había estado en un hogar llevaba ya algún reflejo, que constituía un
familiar tan unido, en medio de criados y de verdadero deleite.
aldeanos que eran todos amigos, ¿no habría
traído a la Comunidad todo el trasfondo de un LA FORMACIÓN
alma que se complace en los halagos y que
busca la popularidad de su pequeña persona? La verdad es que la novicia había encontrado
Realmente, si había una lección que había sido para que la dirigieran unas manos expertas. La
capaz de aprender en el contacto con aquella hermana a la que se le confió por entonces la
buena gente de Confort, era precisamente la de formación de las jóvenes era una bretona
la sencillez de buena ley que sigue rectamente natural de Dinan, sor Gillette Julienne Ricourt.
su camino, el camino del deber, admirable de Tenía entonces cuarenta años. Cuando al llegar
ordinario en aquellos buenos aldeanos para Juana María se encontró ante aquella persona
quienes el deber les parece algo perfectamente de aspecto grave, templado por una amable
natural y que están acostumbrados a ver las cordialidad, cuya presencia inspiraba al mismo
cosas claras, con sencillez, sin disimulos, en un tiempo respeto y confianza, seguramente se
intercambio cordial, muchas veces heroico, que dijo: «Estoy en buenas manos». No tendría mu-
ellos mismos consideran como absolutamente cha dificultad, ella que era un poco tímida a
normal. pesar de su carácter enérgico, en entregarle las
llaves de su alma para dejarse formar por ella.
Juana María traía también para el servicio de Encontró en la hermana directora el guía
los pobres un alma ardiente, caritativa, avisado y resuelto que deseaba. Quedó ple-
compasiva, un carácter enérgico pero dúctil, un namente tranquila al verse bajo la dirección de
corazón generoso, una piedad simple y sincera, semejante guía para realizar la travesía un
noblemente deseosa de hacer algo grande y tanto misteriosa del noviciado. Su alegría no
hermoso en la vida con los dones recibidos de hizo más que aumentar cuando oyó a la
Dios, devolviendo a Dios con toda sencillez lo hermana directora exponer en las conferencias
mucho que había recibido de él. Todo esto es lo habituales, con toda sencillez, las altas
que ofrecía a la Compañía para el servicio de verdades sobrenaturales que sirven de base a
los pobres. Por algo pertenecía a aquella raza toda la espiritualidad cristiana. Juana María
vigorosa del Jura, robusta, honrada y sencilla; había encontrado el alimento sólido y sencillo,
por algo había sido educada en una familia con que podría durante toda su vida nutrir su
cristiana y caritativa, cuya fe y cuyas virtudes alma ardorosa y realista. Cuando a veces
habían resplandecido y crecido en medio de las recibía algún aviso o algún reproche, le gustaba
pruebas de la revolución. La vida de disciplina esta forma de actuar firme y cariñosa a la vez,
clara y directa, que no tenía nada de amargo y

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revelaba solamente la preocupación por la aprender a hablar claro también ella y a
gloria de Dios. Le gustaba aquella voz sincera y enfrentarse alegremente con las dificultades de
reveladora de un alma grande, que enseñaba la vida. Y en todo caso tenía en aquel guía
devociones muy atractivas, como la de Nuestro espiritual una robustez de alma y una limpieza
Señor en su santa infancia, la del Verbo de actitud en la vida que inspiraba la más
encarnado, la del santísimo sacramento del alegre confianza.
altar.
Juana María, bien asentada en este apoyo tan
Juana María podía considerarse feliz. Más aún, sólido y tan agradable, podía caminar con
si se piensa que el señor Emerv, con ocasión de seguridad. Las líneas que dejó escritas sobre su
su ministerio en la casa madre, podía ver con distinguido padrino, nos revela todo el valor
frecuencia a su ahijada y añadir a aquella obra que concedía a su provechoso padrinazgo:
maravillosa su propia nota original de la que
sor Rosalía, agradecida, se hará eco más tarde. «Me siento deudora -decía- de mi santa
El señor Emery tenía el arte de recoger y vocación al señor Emery. El había sido mi
resumir ciertas lecciones importantes en unas padrino por procurador, debido a la amistad
cuantas sentencias lapidarias que se grababan que tenía con mi familia. Era amigo íntimo de
para siempre en el corazón de sor Rosalía. mi abuelo. Fue él quien me mandó llamar a mi
Hablando, por ejemplo, de la abnegación abuelo y el que adquirió el compromiso de
incansable de una hija de la Caridad, repetía hacerme venir a París y de cuidar de mí... Le
muchas veces que la bija de la Caridad tiene prometió que si no lograba restablecerse la
que ser «como un mojón del camino sobre el comunidad de hermanas, me enviaría de nuevo
cual todos los caminantes fatigados tienen a mi país.
derecho a depositar sus fardos». Dura consigna
que resonó noblemente en el corazón de todas «Llegué en 1802... Me recibió el señor Emery
las Hijas de la Caridad que lo escuchaban. Este con un cariño de padre y me presentó a sor
pensamiento es ya familiar entre ellas. Y la Deleau, que era la superiora general de la
fórmula tan densa de contenido y tan gráfica en congregación... «Mantenía con nuestra casa
su expresión, es del señor Emerv. Era ésta una relaciones de mucha intimidad y nos hacía a
de las lecciones del noviciado, en la traducción todas mucho bien. Nos dirigía él mismo algunas
de este esmerado educador. pláticas y nos daba consejos muy útiles.
Confesaba a muchas de las nuestras... ¡Qué
El señor Emery se servía de fórmulas charlas tan interesantes nos daba el señor
semejantes cuando hablaba del sacerdocio. Y Emery sobre la humildad! Tenía mucha de-
estas semejanzas revelan muy bien el carácter voción a san Vicente de Paúl, lo invocaba con
sobrenatural que tomaba en él la formación de frecuencia y nos animaba a todas a invocarle y
las almas religiosas lo mismo que la de las a imitarle. También nos exhortaba con mucho
almas sacerdotales. interés a que fuéramos devotas de la santísima
Virgen y nos recomendaba que no dejáramos
Entre las cualidades del señor Emery, sor nunca de rezar todos los días el rosario.
Rosalía parece haber apreciado de manera
especial, junto con su espíritu de fe y su piedad «No soy capaz de expresar todas las atenciones
sacerdotal, la seguridad de su dirección, la y muestras de afecto que tuvo conmigo, los
claridad de sus consejos, expresada en santos consejos y las máximas que se esforzó
fórmulas lacónicas, ecos de un pensamiento en inculcarme para hacerme digna de mi
seguro de sí mismo, perfectamente concretado, vocación».
condensado, reducido a lo esencial, y por otra
parte el humor de su ingenio que estallaba Conviene que recordemos la dura lección que
chispeante de aquella alma tranquila y serena, dio a sor Rosalía el señor Emery desde su lecho
siempre ocupada en los más altos de muerte, para que comprendamos hasta
pensamientos y en los más graves problemas. dónde llegó la estima y el agradecimiento que
En semejante escuela sor Rosalía pudo sentía la ahijada por su virtuoso padrino. Era

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en el año 1811. Sor Rosalía, deseando ver por día tras día, en la paciencia, el trabajo y la
última vez a su padre espiritual, se apresuró a humildad.
acudir al pequeño apartamento donde éste
vivía en la calle de Vaugirard. Mientras iban a Aquella alma estaba tan interesada por la gloria
avisar su visita al señor Emery, ella aguardaba de Dios y por el bien del prójimo, por todo
en el locutorio. Pero el señor Emery se negó a aquello que en Francia podía ofrecer alguna
verla y a recibir esta última visita de su ahijada ocasión de realizar un bien moral, que todo lo
y le envió este duro mensaje: «Id a decirle a sor demás carecía de importancia para él. Su única
Rosalía que hay que hacer sacrificios y preocupación era la de actuar debidamente
ofrecérselos a Jesucristo y que yo le envío mi para restablecer en aquella Francia agitada y
bendición como amigo, como padrino y como en los corazones desconcertados un poco de
padre». paz, un poco de luz y todos los beneficios del
reino de Dios. Todos sus pensamientos iban
Este padrinazgo era realmente una fuerza. dirigidos a este fin y se encaminaban derechos
Durante cerca de diez años el señor Emery fue hacia Dios en una noble simplicidad de espíritu.
un precioso apoyo para sor Rosalía. En el Todo lo que no fuera eso le parecía vaciedad y
momento en que entró en el noviciado, fue él el pacotilla: ni los honores ni las dignidades
que más alientos le dio y le abrió un panorama significaban nada para él; procuraba evitarlos.
de la más brillante esperanza. Y durante el Su alma tan sencilla, tan robusta, se aficionaba
mismo, ella pudo gozar de su excelente a otros tesoros, los tesoros más sólidos que va
dirección. adquiriendo la caridad y el obrar bien. Retirado
en su pobre apartamento de la calle d'Enfer,
En efecto, en el señor Emery se reunían «el aquel gran personaje vivía solo, sin sirviente
saber que ilumina, la prudencia que guía hacia alguno, preparándose él mismo la comida.
el objetivo más alto, la modestia que no se Aquella simplicidad que huía de los honores le
atribuye nada indebidamente, la discreción que ayudaba también, cuando era preciso
nunca traiciona». aceptarlos, a llevarlos con una naturalidad que
le daba un verdadero encanto y una egregia
Aquel hombre profundamente humilde y distinción.
discreto pensaba únicamente en servir a los
demás. Todos los tesoros de corazón y de Por esta gran causa de Dios el señor Emery
espíritu que encerraba su alma estaban al había tenido que enfrentarse con los mayores
servicio de sus dirigidos. Se barraba de buena peligros basándose para ello en una caridad
gana ante los demás, sin conservar para sí ni un modesta, pero ardiente. Se había quedado en su
átomo de esa pequeña gloria que está sitio durante todo el tiempo de la revolución;
vinculada al éxito. Aquel poderosa espíritu que había sido encarcelado dos veces, la primera
dirigía al clero de Francia y que en la cárcel vez durante diez días y la segunda durante
entretenía sus ocios estudiando a santo Tomás quince meses. Después de ser liberado, per-
de Aquino, que irradiaba luz sobre las almas severó a pesar de todo en su obra de
resolviendo los casos de conciencia tan difíciles apostolado sacerdotal, permaneciendo en París
que suscitaba la persecución, se complacía sin a fin de poder estar a disposición de todas las
embargo en pasar desapercibida. Era el almas inquietas y desamparadas. Todo aquel
inspirador y el animador de muchas buenas tesoro de virtud y de prudencia, de sentido co-
obras, pero luego se borraba, dejando a los mún, de sencillez y de humildad en el ejercicio
demás la alegría y la gloria de la empresa. A las de la Caridad, se derramaba generosamente
obras de gran envergadura él prefería las obras sobre la comunidad de las Hijas de la Caridad,
modestas, seguras y eficaces. Tenía el precioso con lo que Juana María se aprovechaba
don de la prudencia y un enorme sentido doblemente del mismo. Su alma, bajo la acción
común. Quería que sus dirigidas hicieran un de esta luminosa y serena dirección, se
uso prudente de todas las libertades que se les robustecía en la paz, aunque conservando su
concedían, recomendaba la acción individual, espontaneidad y las delicadezas de su exquisita
sensibilidad. Ella misma, en el apostolado que

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más tarde ejercería, no haría más que reflejar dijo a su ahijada: «Eso es precisamente lo que
aquellas cualidades de celo ardiente, decidido, usted necesita. Allí podrá ser la sirviente de
tenaz, de su director, ejercido siempre con gran todos aquellos pobres». El consejo no era tan
humildad y sencillez. malo como pudiera pensarse a primera vista. Y
el porvenir se encargaría de demostrarlo.
Y al mismo tiempo que un reflejo del alma del
señor Emery, será también un reflejo vivo y El señor Emery, que conocía bien a su ahijada,
brillante, realmente maravilloso, del alma de se daba perfectamente cuenta de la
san Vicente de Paúl. Al contemplar este retrato exuberancia de vida que impulsaba a aquel
de un gran sulpiciano se comprende fácilmente cuerpo frágil, excesivamente oprimida por un
el íntimo parentesco espiritual que había entre esfuerzo demasiado tensa de concentración
los hijos del señor Olier y los hijos del señor espiritual. Lo que realmente le faltaba no era
Vicente. Realmente, las lecciones del señor tanto el aire de los campos como aquella
Emery no apartaban lo más mínimo a Juana actividad amplia y generosa que la campiña le
María del surco trazado por san Vicente de había hecho familiar. Aquella niña grande,
Paúl. absorbida demasiado exclusivamente por su
esfuerzo de perfección personal, necesitaba
Con el más vivo deseo de aprovecharse en su sobre todo una distracción que distendiese sus
formación, Juana María se acomodaba de buena nervios y liberase el curso demasiado
gana a todas las exigencias de su nueva vida. contrariada de su vida generosa, poniéndola al
Iba creciendo en virtud, acumulando méritos y servicio de alguna gran obra. El barrio
ahondando cada vez más en los rasgos de su Mouffetard ofrecía buenas ocasiones para
fisonomía moral. Pero su frágil salud, separada colmar la ambición de aquel gran corazón; la
del clima tan puro de la montaña para verse enorme actividad que allí le esperaba reduciría
trasplantada a la gran ciudad de París, tuvo que en gran medida la tensión espiritual de aquella
pasar por una dura prueba. Aquel cuerpo alma conquistada ya totalmente para Dios.
mezquino, privado del aire limpio de sus
montañas, se sentía impotente ante el esfuerzo Por otra parte, el señor Emery le había
que pedía aquella alma generosa, que deseaba prometido al abuelo Rendu tener cuidado de su
mantenerse continuamente fiel a sus múltiples nieta y hasta devolvérsela si la compañía de
deberes cotidianos. Juana María se iba Hijas de la Caridad no lograba volver a
debilitando. Consultaron al médico y éste constituirse debidamente. La prueba de su
ordenó un «cambio de aires». Tendría que salud creaba un problema nuevo, pero que
dejar entonces la casa madre. La enviaron no seguía comprometiendo igualmente las
muy lejos de allí, dentro mismo de París, a la promesas del padrino. El señor Emery pensó
calle de Francs-Bourgeois Saint-Marcel. sin duda en el barrio Mouffetard por el hecho
de no estar lejos de San Sulpicio, ni de la calle
EN EL BARRIO MOUFFETARD Saint-Jacques, ni de la calle d'Enfer, con lo que
podría velar por la salud de su ahijada.
Era aquel ciertamente un extraño «cambio de
aires». Es verdad que cambiaba de ambiente, Así pues, Juana María partió para el barrio
pero seguía siendo el mismo aire de París el Mouffetard con su pequeño ajuar, pero con
que tenía que respirar. Y el aire de uno de los toda la riqueza de su carácter y todo el fervor
barrios más poblados y menos aireados. Se dice de su fe. Su estancia en el seminario había
que fue el mismo señor Emery quien resultado bastante corta. Pero en su nueva
recomendó e inspiró aquel extraño casa, bajo la dirección de una excelente
desplazamiento. Su influencia era decisiva a la superiora, podría muy bien continuar su
hora de tomar una decisión, ya que sus formación de hija de la Caridad.
consejos se había comprobado que eran
siempre acertados. Sea lo que fuere, la verdad Al llegar allí fue cuando tomó el nombre de sor
es que el señor Emery demostró que estaba Rosalía, que llevaría en adelante.
muy satisfecha de aquella determinación. Y le

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No pudo tener la dicha de recibir el tradicional los ángeles dé la guarda y que recurría
hábito azul y la corneta blanca. No había continuamente a su protección, al enfrentarse
acabado todavía su noviciado y además todavía con todas las miserias y con toda la vulgaridad
seguía prohibido llevar el hábito religioso. En que presenciaban sus ojos, seguramente
aquel período de indecisión, muy cerca todavía levantó sus hermosos y limpios ojos hacia el
de la época del Terror y de tantos azul del cielo y, contemplando en espíritu a las
desagradables recuerdos, las Hijas de la ejércitos celestiales dedicados a la defensa de
Caridad llevaban un hábito de circunstancias: aquel pueblo que iba a evangelizar, debió
una capa negra, de la que se quejó un día el sonreír ampliamente ante aquella hermosura
Papa Pío VII al emperador', manifestándole su que poblaba su cielo y donde estaban puestas
desagrado de ver cómo un traje de luto, «unos todas las esperanzas que le prometían sus
vestidos de viuda» -le dijo el Papa- seguían comienzos en el apostolado.
todavía sustituyendo el hábito y la corneta
blanca de las Hijas de la Caridad. Y el sumo La calle Mouffetard, antes de llegar a la iglesia
pontífice obtuvo de Napoleón que se retirase de Saint-Médard y de desembocar en la gran
aquella prohibición tan odiosa. De momento, avenida de los Francs-Bourgeois, ofrecía un
una de las compañeras de sor Rosalía nos la laberinto de callejuelas con nombres muy
muestra dejando la calle del VieuxColombier, curiosos, que probablemente hicieron sonreír a
modestamente vestida «con un pobre traje de su joven espíritu: calle de l'Epée-de-Bois
tela indiana, que había servido mucho tiempo (espada de madera), calle de Fer-a-Moulin
como cortina de la enfermería». Afortunada- (hierro en el molino), etc. Todo aquello poblado
mente, el hábito no hace al monje. Bajo aquel por un extraordinario amasijo de tenderetes y
pobre hábito de circunstancias latía un corazón barracas, que desembocaban en un mercado de
vigoroso y enérgico de hija de la Caridad, que oropeles, trapos, cachivaches, con el pomposo
estaba muy por encima de todas las elegancias nombre de «Marché des Patriarches» (mercado
de este mundo y que se sentía llena hasta de los patriarcas). Juana María, con su alma
desbordar de un maravilloso ideal de cándida de niña grande, debió sonreír una vez
esperanza y de amor a Dios y a los pobres. más ante aquel nombre glorioso, que servía
para decorar cosas tan vulgares...
A1 dejar la calle del Vieux-Colambier para
dirigirse al nuevo lugar que le indicaba la Pero aquel nombre tan pomposo no era una
obediencia, sor Rosalía tuvo que atravesar el pura fantasía. Procedía realmente de un
populoso barrio en donde iba a desarrollarse glorioso recuerdo: antes de que existiera aquel
su existencia. Bajando desde el Panteón y de la «Marché des Patriarches», el sitio había estado
Contrescarpe, tuvo que recorrer calles de ocupado por un hermoso edificio que había
nombre curioso, como la calle Tournefort, la pertenecido a un cardenal. Y aquel cardenal era
calle de Pot-de-Fer, hasta llegar a aquella larga patriarca de Alejandría». «Patriarca». De allí
calle Mouffetard con el aspecto miserable que venía su nombre. Y ese nombre se lo dieron a la
entonces tenía, sus tenduchas, sus casas bajas, calle, a la plaza y finalmente al susodicho
su pueblo de niños y de mercaderes que mercado.
hormigueaban por la calle. ¿Cuáles serían
entonces los pensamientos de aquella hija de la ¡Qué trabajo tan hermoso y tan duro se le
montaña que llevaba en su corazón el recuerdo ofrecía allí a un alma generosa, acostumbrada a
de los grandiosos y espléndidos espectáculos amar a los pobres y a trabajar por ellos!
de los paisajes de su tierra y que se encontraba
frente a aquel pobre barrio sin horizonte Y llena de alegría ante el pensamiento de todo
alguno y aquella pobre gente sin religión, el bien que podía hacer con la ayuda de Dios en
preocupada únicamente por las cosas de este aquel barrio, Juana María llegó a la casa donde
mundo? Juana María sabía muy bien que las la estaban esperando.
miradas de Dios llegan hasta los más pobres de
este mundo y que sus ángeles son enviados en 6.- EN CASA
ayuda de todos. Ella, que tenía tanta devoción a

24
LA «OFICINA DE LA CARIDAD» Las Hijas de la Caridad que componían la
pequeña comunidad del barrio Saint-Marceau
La casa a donde iba destinada sor Rosalía era formaban un grupo muy fervoroso. Como
una «oficina de la Caridad» o «casa de socorro». vivían en un barrio muy pobre, habían tenido
Se llamaban de esta manera los que multiplicar sus servicios. Durante el
establecimientos caritativos creados por el período revolucionario habían demostrado una
gobierno del Consulado para la distribución de gran valentía pasando por momentos muy
socorros entre los necesitados del barrio. Había difíciles, pero sin dejar de servir a los pobres.
cuatro en el distrito XII de entonces -el V Un día fueron denunciadas por el Comité de
actual-. Los necesitados eran numerosos: la Salud Pública y citadas a comparecer ante el
revolución que con sus ideas tan generosas, tribunal revolucionaria; «se presentaron sin
pero enloquecidas, había desorganizado en miedo alguno, dichosas d: poder ofrecer a
aquellos años de agitación tantas instituciones, Nuestro Señor el sacrificio de su vida». Pero el
suprimiendo las corporaciones obreras, sacrificio no fue aceptado. «Las necesitaba el
paralizando las relaciones económicas, mundo demasiado». La noticia de su arresto se
arruinando las arcas del estado y deshaciendo corrió por toda el barrio y hubo una especie de
las fortunas privadas, había conseguido motín; cuando la gente vio que les quitaban a
empobrecer más aún a los pobres y arrojar a sus hermanas, las siguieron hasta el tribunal y
muchos en la miseria. Las sociedades de san declararon a los jueces que estaban dispuestos
Vicente de Paúl tenían no poca tarea por a defenderlas y a llevárselas consigo. Ante una
delante. oposición que no esperaba, el Comité no se
atrevió a retenerlas. Las hermanas regresaron
La dirección de las «oficinas de la Caridad» a casa, escoltadas por sus libertadores. ¡Fue un
estaba encomendada a administradores civiles, hermoso triunfo! Es lo que le ocurre al pueblo
que actuaban en nombre del estado o de la en su sencillez y su generosidad cuando se
Comuna. Pero toda su vida estaba confiada a las encuentra ante el heroísmo.
religiosas: eran ellas las que atendían a los
enfermos, las que distribuían las limosnas y las Y de este modo las hermanas pudieron volver a
medicinas, las que dirigían las escuelas. Tenían su vida de oración y a sus tareas de caridad.
en ellas plena confianza en aquellos tiempos
tan turbulentos. Podían hacer el bien con toda La hermana Tardy, que presidía la vida de
libertad. aquella pequeña comunidad, era digna de
gobernar aquel grupo tan fervoroso. Tenían
La casa estaba situada en la calle de Francs- mucha confianza en ella al enviarle a la nueva
Bourgeois-Saint-Marcel que, debidamente hermana, todavía novicia, frágil de salud, y que
ampliada, se ha convertida actualmente en una llegaba más bien para que la cuidasen a ella que
parte de los grandes bulevares de Port-Royal y para trabajar con las demás, mientras ultimaba
Saint-Marcel. Desde allí, por la calle Mouffetard, su formación de novicia.
se llegaba en pocas minutos a través de las
callejuelas, de los tenderetes y montones de UN APOSTOLADO QUE EMPIEZA BIEN
basura del «Marché des Patriarches», a la calle
de l'Epée-de-Bois, que haría célebre sor Sor Tardy acogió con cariño a la recién llegada.
Rosalía, convertida en superiora de aquella Si sentía cierta inquietud al verse bajo el peso
comunidad. de la tarea tan delicada que le habían
encomendado, pronto pudo tranquilizarse;
Había allí una escuela para niños pobres, una poco tiempo después, una vez acabado el
farmacia, un almacén de ropa blanca y una tiempo del noviciado de Juana María, sor Tardy
reserva de ropa de vestir. Se había hecho una pudo escribir a la Superiora General: «Madre,
lista oficial de los pobres que había que visitar concédale el hábito y déjemela a mí».
en el barrio.
En efecto, sor Rosalía había caído muy bien en
la pequeña comunidad; era la felicidad de

25
todos, de su superiora y de sus compañeras. A para todos un significado de honda alegría y
pesar de su fragilidad y de la prueba de su fue realmente un espectáculo consolador.
salud que la había llevado a esta casa, había
traído también, junto con sus dieciséis años y el Pero no eran solamente los niños los que
encanto de su juventud, el atractivo de su buen tenían necesidad de saber las nociones más
carácter. Su vivacidad complacía a todos; su elementales del catecismo. Entre las familias
delicadeza suscitaba una discreta admiración; del barrio, privadas durante cerca de diez años
su energía inspiraba confianza. No era de las de toda ayuda religiosa, había gran número de
personas que se arredran ante las dificultades; personas que no habían hecho todavía su
se enfrentaba con ellas, encontraba una primera comunión. Sor Rosalía se convirtió en
solución y seguía adelante. Era la primera en su catequista. Por la tarde, después de las
dar ánimos y en arrastrar a las demás. Las faenas cotidianas, reunía en casa a las mujeres
antiguas seguían a aquella joven hermana tan y a las muchachas del barrio y en aquellas
resuelta, tan ardiente, que sabía multiplicarse a clases vespertinas, que se parecerían mucho a
la hora de hacer cosas por los demás. Sus nuestros círculos de estudio, con su
cualidades naturales adquirían todo su encanto intercambio de ideas y su atmósfera de
en un alma delicada y limpia que la virtud hacía confianza, se convertía en apóstol de todas
modesta, recogida, que se sentía tan unida a ellas. Y aquellas alumnas mayores volvían a
Dios y ya irrevocablemente apegada a su deber. encontrar en aquella joven amable convertida
Por lo que se refiere a ella misma, sor Rosalía en maestra de escuela la alegría de instruirse y
se acostumbró enseguida a su nuevo ambiente; el gusto por las cosas de Dios.
con su carácter decidido se adaptaba
fácilmente a las nuevas situaciones. Sor Rosalía tuvo durante toda su vida el don de
descubrir, junto con las necesidades de su
La encargaron, en primer lugar, de la clase. Se tiempo, los remedios más apropiados para
trataba de una escuela para niños del barrio solucionarlas. Por iniciativa suya fueron
que vivían fuera. Sus alumnos eran muy surgiendo una tras otra varias instituciones
numerosos. Pero ella había aprendido a que ahora nos resultan familiares, pero que
mandar. Aquella tarea le gustaba. Se entregó a entonces eran creaciones realmente nuevas.
ella de todo corazón, poniendo toda su «Los grandes pensamientos proceden del
abnegación y su capacidad. El encanto que por corazón». Y sor Rosalía tenía un corazón
otra parte se desprendía de su persona, su ardiente e insaciable.
espíritu generoso y firme, su mirada tierna y
penetrante, su serenidad que engendraba paz y En sus horas de ocio, especialmente durante las
alegría lograron conquistar enseguida a todo vacaciones escolares, las otras hermanas
aquel mundillo escolar. Todos los niños la invitaban a sor Rosalía a visitar a los pobres. En
querían y la escuchaban con interés. aquellas visitas llevaba «bonos de pan» y
«bonos de carne», ropa y tela para hacer
Puso todo su empeño en la enseñanza del vestidos, ayudas de todas clases, pero sobre
catecismo, ya que tenía que vérselas con unos todo llevaba un alma benévola y compasiva,
pequeños que ignoraban las verdades más una mirada tierna, un rostro sonriente. Todos
elementales de la religión. Coma tenía que apreciaban y deseaban su visita. Sucedió a
prepararlos para la primera comunión, quiso veces que algunas pobres gentes, en el
que aquel acto se realizara con solemnidad y momento de morir, quisieron hacer su
que, impresionando a la imaginación y al confesión con ella; y a ella le costaba mucho
corazón de los niños y de sus padres, negarse a semejantes peticiones. ¡También sor
contribuyera a dar la religión el verdadero Rosalía se sentía feliz de volver a encontrarse
lugar que debería ocupar en sus vidas. Para ello con sus queridos pobres! ¡Le había gustado
procuró realzar las ceremonias tradicionales tanto servir a los pobres de Confort! Recorría
que habían sido abandonadas durante los las calles malolientes del barrio, recogida pero
tristes días de la persecución. Aquel acto tuvo con el corazón alegre, modesta pero buscando
con la mirada dónde había una miseria que

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aliviar. No había nada que le repugnase en obras L'état mystique, dice que conoce casos de
aquellas miserables viviendas, húmedas y este estilo y que son mucho más numerosos de
estrechas, en donde se amontonaban familias lo que se cree. Sea lo que fuere, aquel buen
enteras. No había nada que la detuviera, ni el sacerdote estaba poseído por el demonio, lo
aire corrompido, ni la suciedad, ni los insectos, cual por otra parte no indica nada en desdoro
ni las peticiones indiscretas de los pobres que de su alma.
abusaban de la bondad de las almas caritativas.
Ella dominaba todas aquellas cosas y las Sor Tardy le visitaba regularmente. El señor
excusaba. Hacía todo el bien que le era posible arzobispo de París le había encargado que
y confiaba lo demás a Dios. Volvía a casa atendiera discretamente a la subsistencia y
fatigada, pero no cansada, bendiciendo a Dios mantenimiento de aquel buen sacerdote, al que
por el bien que hubiera podido hacer y dándole era preciso sustraer de la curiosidad del
gracias por la confianza que en ella había público. Y un día decidió que la acompañara en
puesto su Providencia. Contenta, manifestaba a una de sus visitas sor Rosalía, que manifestaba
todos su dicha, inspirando a todos cuantos la tanta virtud. ¡Realmente se necesitaba mucha
rodeaban el mismo coraje y el mismo desea de virtud para acercarse al demonio y enfrentarse
hacer el bien. con él en su misma morada! Sor Tardy procuró
no revelar a su compañera el secreto que se
UNA AVENTURA EN LA QUE EL DIABLO TIENE cernía sobre la vida de aquel pobre sacerdote.
LA PALABRA Le dijo simplemente colgándole del brazo la
cesta con las provisiones: «Vamos a llevar
Sor Tardy que también se sentía subyugada por alguna cosa a un sacerdote enfermo».
el encanto de aquella alegría, de aquella
impetuosidad, de aquella virtud, seguía con Cuando entraron, el pobre sacerdote estaba
interés, mezclado con cierta admiración, los escribiendo en su despacho. A1 ver que se
admirables progresos de sor Rosalía. Pero se habría la puerta, se volvió con una mirada de
preguntaba además con cierta inquietud cuál expresión desesperada. Sor Rosalía se sintió
era el secreto, humano o divino, de aquel alma, impresionada. Silenciosamente, barrieron un
cuál era el resorte oculto que hacía brotar en poco la habitación, pusieron un poco de orden
aquel alma tanta actividad, tantas iniciativas, y depositaron, siempre en silencio, las
tanta alegría, tantas aparentes virtudes. Y provisiones que llevaban. En el momento de
decidió someter a su joven compañera a una dejar la habitación, sor Tardy dijo
prueba sobrenatural, que pusiera de manifiesto sencillamente estas palabras: «Sor Rosalía,
los secretos de su corazón. haga una reverencia al señor cura y
encomiéndese a sus oraciones». Dócilmente, la
Nos refieren este hecho dos hermanas antiguas, aludida insinuó una reverencia y con voz
que lo oyeron de la misma sor Tardy. tímida profirió algunas sílabas... En aquel
instante, con la agilidad de un rayo, el
Vivía en la parroquia de Saint-Médard, en una sacerdote saltó hasta el techo de la habitación y
casa que veinte años más tarde pasaría a daba vueltas corriendo en torno a él, como si se
disposición de las obras apostólicas de las Hijas tratara del piso más llano; y con una voz
de la Caridad, un buen sacerdote muy digno, terrible empezó a gritar: «¡Rosalía, Rosalía!
pero que estaba sometido a una terrible ¡Cuántas almas me vas a arrancar!». Repitió
prueba. El demonio lo había convertido en su tres veces aquel grito. La pobre joven no
víctima. ¿Se trataba quizás de que Dios había comprendía más que una cosa: que la estaba
permitido que el demonio se tomase una llamando. Y llevada del pánico se echó a correr
violenta represalia por los golpes tan duros que y en un momento llegó, no sólo a la puerta de la
aquel sacerdote le había asestado durante su casa, sino al final de la calle.
ministerio? ¿O se trataba acaso de la ofrenda
espontánea de un alma, que había aceptado ser Sor Tardy ya sabía a qué atenerse. Era un
víctima por los pecados del mundo? No lo relámpago esplendoroso que le había enviado
sabemos. Pero el señor Saudreau, en una de sus la Providencia. En adelante ya sabía que era

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legítima la virtud de su compañera y que su Sor Rosalía tenía solamente veintiocho años.
alma era realmente terrible para el demonio. Le Pero no era persona capaz de acobardarse ante
dio gracias a Dios por esta revelación y en las responsabilidades. Se ofreció a Dios para su
adelante puso toda su confianza en sor Rosalía. servicio en aquel nuevo empleo. Preocupada de
La influencia de aquella joven hermana, sus asegurar en su casa una sólida unión entre
proezas en el barrio, fueron en adelante a sus todas las hermanas y de entusiasmarlas a todas
ojos verdaderos signos de la protección divina, por las obras de la casa, se entregó a su misión
de los triunfos de la gracia, de la predilección con la misma sencillez y el mismo ardor de
divina sobre aquel alma, entregada por entero siempre. Y obtuvo el mayor de los éxitos. Su
a los intereses de la gloria de Dios. impulso daba confianza a cuantos la rodeaban.
A su alrededor las cosas marchaban
Por lo que se refiere a sor Rosalía, una vez estupendamente: por dentro plena cordialidad
repuesta de su emoción y recobrada la paz y por fuera alegría y dinamismo. Con ello la
interior, se sintió más que nunca recogida ante popularidad de sor Rosalía no hizo más que
el misterio de aquel mundo sobrenatural que crecer.
se le había revelado tan brutalmente. Y se
sintió al mismo tiempo más humilde, aplastada ¡Era todo demasiado bonito! Y el éxito fue tan
por el peso de las grandezas divinas en sus grande que también ahora, desde arriba,
manifestaciones misteriosas de poder empezaron a preocuparse de la extraordinaria
sobrenatural. Pero confió en Dios más que popularidad de aquella joven superiora. Sabían
nunca, ya que por la boca del demonio le había ciertamente que aquella popularidad era
revelado los éxitos tan felices de su futuro legítima. Y conocían su secreto: la virtud y el
apostolado. Con ello recobró decididamente el carácter maravilloso de aquella hermana. Pero
dominio sobre sí misma y se puso a trabajar de tenían miedo de los resultados de aquellos
nuevo. De nuevo volvió a sentirse confiada en triunfos en un alma que, como todas las almas,
la vida. Su actitud alegre, su sonrisa luminosa, está sujeta al deslumbramiento de la gloria. Se
su mirada limpia, su palabra viva, espontánea, necesita una fuerza de espíritu extraordinaria
fraternal, devolvieron a su persona todo el para estar en medio del éxito al abrigo de la
encanto de antes. Y la simpatía de todos, sus embriaguez de la gloria, para evitar el atur-
compañeras, los niños, los padres y los pobres dimiento del espíritu y la borrachera del
del barrio, siguió estimulando su esfuerzo y su corazón, para saber gustar en completa paz,
abnegación. Hizo los votos en el año 1807. tanto las amarguras de la vida como sus
dulzuras, aceptar la prueba lo mismo que la
Unos años más tarde, en 1815, tuvieron dicha, acoger la felicidad y la desgracia con la
necesidad de una superiora para la obra misma serenidad, siempre conforme con la
importante de «Ménages» o de las «petites voluntad de Dios.
maisons». Y escogieron a sor Tardy. Había que
buscarle sustituta para la casa de la calle des LA PRUEBA
Francs Bourgeois. La elección recayó en sor
Rosalía. Seguramente inspiró aquella elección Y entonces tuvo que enfrentarse sor Rosalía
la misma sor Tardy, que conocía tan bien a su con una prueba difícil, de esas que siempre les
compañera. Todos se felicitaron por tan toca atravesar a todas las personas que se
acertado nombramiento. Realmente la entregan a Dios.
popularidad de que gozaba sor Rosalía era el
reconocimiento de sus méritos y de las virtudes Fue un día de verano. La hermana Asistenta la
que adornaban a aquella humilde obrera de mandó llamar a la casa central l. En el consejo
Dios. habían decidido hacer algunos cambios. El suyo
estaba ya casi decidido. Sor Rosalía partió
7.- EN EL CARGO DE SUPERIORA enseguida sin decir nada a sus compañeras.
Cuando llegó a la casa madre, la hermana
COMIENZOS FELICES Asistenta le dijo sin preámbulos: «Son Rendu,
haga el favor de quedarse aquí». Aquello fue

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todo. Dios prueba muchas veces a sus santos y EN BUSCA DE DIOS. ¡Dios, EL PRIMER
los superiores actúan a veces como él. Así pues, SERVIDO!
de momento, sin transición alguna, sor Rosalía
tuvo que quedarse en la casa central en espera Su regreso llenó a todos de alegría. Y volvió a
de un nuevo destino. Según la costumbre, se poner manos a la obra. Sor Rosalía, como
dirigió al salón de la comunidad para ocuparse superiora, tenía ante todo que infundir vida a
en los trabajos de costura. Al día siguiente toda la casa, dar vida a todas sus obras y para
pidieron algunas voluntarias para que fueran a ello mantener en sus compañeras el celo y las
trabajar al huerto; sor Rosalía se presentó y virtudes de su estado, asegurándoles las
estuvo trabajando allí ocho o nueve días, bendiciones de Dios como premio a su
desplegando una actividad y una animación fidelidad. Aquella era su primera obligación y la
que dejaban encantadas a todas las de la casa. garantía de su éxito. Sor Rosalía tenía plena
conciencia, a pesar de todas las inclinaciones
Entre tanto los administradores de la casa de que sentía hacia el servicio de sus queridos
Francs-Bourgeois, los pobres, los mayores y los pobres fuera de casa, de que su solicitud tenía
pequeños, todos acudían a la casa madre para que volcarse sobre todo en el interior de la
solicitar su regreso. Pedían que acudiese al misma, sobre la vida de sus compañeras, a las
locutorio, pero ella consideraba inútil dirigirse que tenía que asegurar una unión realmente
a hablar con ellos. fraternal a fin de lanzarlas luego a todas juntas
en un esfuerzo común de perfección, de
La hermana Asistenta acabó preguntándose si santidad y de celo. A ello consagró todo su em-
no estaría sor Rosalía con ganas de pedir una peño y su poderosa voluntad.
explicación a la hermana Superiora. Ella le
contestó sencillamente: «La veré cuando me Predicaba con el ejemplo. Tenía tanta fe, un
llame para darme un destino. No tengo nada ideal tan grande, una estima tan enorme de su
que decirle. De momento, lo único que tengo vocación y un amor tan sentido a los pobres
que hacer es ser obediente». que aquellos sentimientos se hacían fácilmente
contagiosos. A1 contacto con ella no se corría
Finalmente se decidió que volviera a la ningún peligro de ver apagarse la llama del
parroquia de Saint-Médard. La superiora celo, el ardor y la luz interior que habían traído
general mandó llamarla y sin volver siquiera la del noviciado. Al entrar en aquella casa, las
cabeza hacia donde ella estaba, continuando hermanas recién llegadas se sentían
con lo que estaba escribiendo, le dijo estas conquistadas inmediatamente.
simples palabras: «Sor Rendu, haga el favor de
volver a su casa». Y añadió estas otras palabras, Una hermana, enviada a aquella casa para hacer
capaces de mortificar en lo más vivo a un alma el postulantado, nos habla de las emociones de
menos robusta y serena: «Hermana, vuelva a aquel primer contacto y de la prodigiosa
casa. Aquí no tiene nada que hacer». Dicen que, influencia que ejercía sobre todas la piadosa
inspirada por Dios, la superiora de santa superiora. Impresión inolvidable, nos dice,
Bernardita Soubirous se sentía inclinada a «aquella santa hija de la Caridad ¡era tan
tratar con severidad a su compañera. Sor humilde, tan sencilla, con su delantal blanco
Rosalía tuvo que pasar aquel día por la misma que nunca se quitaba! Era ciertamente la
prueba. sirvienta de los pobres; no podía olvidar sus
sufrimientos; se notaba el cariño que les tenía
Y tuvo que apelar a todas las reservas de por su mirada afable, pero compasiva y hasta
mansedumbre y buen carácter que había en un poco triste»; e inmediatamente todos se
ella, a todo el respeto religioso que siempre sentían conquistados, dispuestos a acudir en
había profesado por sus superiores, ayuda de aquella humilde obrera de Dios.
representantes de Dios. Y sonriendo regresó al
querido barrio Mouffetard. Y las palabras que brotaban entonces de
aquella alma acababan revelando toda su
riqueza interior; desde el primer momento se

29
elevaba a las alturas del mundo sobrenatural, discurso. Y un nuevo impulso de águila hacia
llevando consigo a su nueva compañera y las alturas de lo sobrenatural: «Tendrá usted el
dejándola quizás a veces un poco aturdida, mejor sitio -le dijo-: ¡la Ciudad Dorada!»...
pero siempre vivificada por aquella atmósfera
limpia y noble que era dado respirar en aquella «... ¡La Ciudad Dorada! ¿Qué significaba
pobre casa y en aquel triste barrio. aquello? Un triste amontonamiento de barracas
de todo tipo, de las construcciones más
«Hermana -le dijo un día con gran bondad sor absurdas y arregladas de cualquier manera, en
Rosalía a una joven compañera que le habían donde vivían unas doscientas personas. Se
enviado del noviciado, le llamaremos sor encontraban allí chozas de un franco semanal
Angélica en recuerdo de una pobre muchacha de alquiler, hechas con cuatro tablas y un
que estaba muy aficionada montón de trapos. Había allí gente que estaba
sin casar, personas sin trabajo, sin ropa con qué
a nosotras y que, después de haber estado vestirse, durmiendo sobre un montón de paja».
cuidando a su madre enferma, ha ido a morir a ¡Revoltijo de todas las miserias! Un barrio de
la Salpétriére». Era un ejemplo más del humilde pordioseros, de revendedores, de estañadores
agradecimiento que sentía por todos aquellos y afiladores, de saltimbanquis, de comerciantes
buenos servidores que merecían perpetuar su de pieles de conejo y vinateros, de mendigos y
recuerdo en la casa. Y a continuación le dio un echadores de cartas... «En el barrio Saint-
consejo de mucha enjundia: «Se dedicará usted Marceau -se decía- la gente bebe, pero no
a atender a los niños en la clase... Y como no siempre come».
podrá entonces tener la dicha de ir a ver a los
pobres, procuraremos compensarle haciendo La verdad es que sor Rosalía, sin exagerar en lo
que limpie los zapatos de aquellas que vayan a más mínimo, podía añadir en sus consejos a la
visitarles y que no tienen tiempo para ello. Por compañera que enviaba a aquel rincón mise-
otra parte, podrá usted sentirse muy honrada rable: «En esa Ciudad Dorada se refugia todo lo
de hacer este servicio a las esposas de Nuestro más mediocre que hay en París. Se encontrará
Señor». ¡Nueva lección de humildad y de usted can muchos borrachos. Vaya
espíritu de fe! . . . modestamente, con diligencia, pero sin
precipitación. Pregúntele a todos los niños que
Y sor Angélica fue enviada a dar clase. Lo vea si van a la escuela. Hay mucho bien que
estuvo haciendo durante seis años. Pero sor hacer allí. Es un buen sitio para una hija de la
Rosalía, en un nuevo impulso genial, logró Caridad».
elevar muy alto el espíritu de la nueva maestra
de escuela: «Su misión es tan hermosa que no ¡Era entonces imposible andar con regateos en
debe usted perder ni un minuto; piense que espíritus de abnegación! La único que podía
solamente usted es la que puede enseñar a esos hacerse era declararse uno feliz y procurar
niños a conocer y a amar a Dios. Sus madres no serlo de verdad a base de entregarse por
lo harán». Y a continuación la voz del sentido completo.
común: «Recuerde que le han pagado por dar
clase; por tanto, faltaría a la justicia si no Había que salir hacia la «Ciudad Dorada»
pusiera todo su interés en hacerla bien». forjándose sueños de oro. ¿No habían dicho que
era aquél el mejor sitio? Así es como van las
Un día la marcha de una hermana, enviada a almas, llenas de alegría, cuando arde por
otra casa para tomar la dirección de la misma, dentro el fuego de la caridad y cuando por
dejó vacante dos cargos de importancia, fuera la hermosa luz de la obediencia está
especialmente el cuidado de los enfermas en iluminando el camino.
una calle bastante lejana del barrio. Sor
Angélica, sana y robusta, fue escogida para Había en la Ciudad Dorada muchas miserias y
sustituirla en aquellas correrías un poco largas. muchos necesitados, pero había también
Sor Rosalía, al asignarle aquel rincón lejano y policías encargados de mantener el orden en
bastante poblado, le dirigió un pequeño aquel barrio de triste fama. A la vista de sor

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Angélica uno de los policías frunció el ceño, almas infantiles, verdaderos tesoros de
pero magnánimo y consciente del deber que aquellas pobres callejuelas y joyas de aquellas
tenía que cumplir, le dijo en un tono de buen pobres familias.
chico: «Hermana, no es éste su lugar. No ha
sido usted muy prudente al venir a esta cueva SIEMPRE EL «SURSUM CORDA!»
de sinvergüenzas. Nosotros mismos no nos
atrevemos a venir más que en grupo. ¡Y sólo lo Hasta estas alturas, con auténtico espíritu
hacemos para venir a buscarlos y meterlos en sobrenatural, conducía sor Rosalía a sus
la cárcel!». Sor Angélica le saludó, se dio media hermanas desde el primer momento que las
vuelta y volvió a casa para hablar con la ponían en sus manos. Y aprovechaba siempre la
superiora. ¿Qué le respondió sor Rosalía? «No ocasión para mantenerlas bien alta.
tiene usted nada que temer, hija mía -le dijo-;
ellos están para cumplir con la justicia de los Un día encontró a una de sus compañeras
hombres, pero usted va para practicar la ocupada en preparar un ungüento en la
misericordia de Dios... Usted les lleva socorros, farmacia. Le dijo con su bondad habitual:
consuelos; usted les pone en el buen camino». Y «Hermana, pídale a Nuestro Señor que
como palabras finales para elevar su alma machaque bien su corazón, lo mismo que hace
hasta el heroísmo le dijo: «¿Verdad que se usted con esas almendras en el mortero, para
siente muy feliz de poder hacer este servicio a que sea totalmente para El». Una señora de
Nuestro Señor?». nacionalidad rusa, un tanto original, entregaba
todos los meses 100 francos para los pobres
Sor Angélica, sin embargo, no se quedó del todo que atendían las hermanas. Había que ir a
tranquila: «Pero, madre -le indicó-, son siempre buscar la limosna y para poder entrar en casa
muy pocos los que lo comprenden...». de aquella señora la hermana encargada de los
donativos, tenía que dejar los zapatos en la
No por ello se desarmó sor Rosalía. Con todo su puerta; la cosa no era muy agradable. Pero sor
espíritu de fe le contestó: «Hija mía, haga usted Rosalía, que quería sacar partido de todo, se
siempre todo lo que pueda. Dios nos ha en- inventó estas palabras de consuelo: «Hermana,
cargado de desbrozar el camino, de sembrar, de con ello saca usted una doble ventaja: la de la
cultivar... El es el que riega y el que hace caridad y la de la humildad. Cuando se quita
fructificar. Nuestros esfuerzos no serán nunca usted los zapatos, camina como los verdaderos
baldíos; la gracia actuará a su debido tiempo». mendigos...».
Y como última recomendación: «¡Rece! ¡Y haga
rezar a los niños del asilo!». Tener en su favor Una vez que sus compañeras estaban bien
la oración de unos pequeños inocentes era asentadas en aquella altura, sor Rosalía podía
conquistar el corazón de Dios y asegurarse su pedirles cualquier cosa: tenían que ejercitarse
benevolencia en la tarea de sus obreros. en la virtud, tenían que esforzarse seriamente
por alcanzar la perfección, tenían que observar
¡Sor Rosalía era atrevida! Con aquel santo puntualmente las reglas, especialmente el
atrevimiento de los hijos de Dios, con aquel reglamento particular que habían escrito para
santo atrevimiento de un san Vicente de Paúl las hermanas encargadas de dar clase. Cuando
que sacaba a sus hijas del claustro y las enviaba faltaban en alguna cosa, había que
hasta en medio de los soldados y de los baños amonestarlas: «Es mi obligación -les decía-
de esclavos. Pero para ello era preciso estar acostumbrarle a usted a ser ordenada y
armado con las virtudes de Vicente de Paúl. cumplidora. Si usted me lo recuerda de vez en
Confiando en su intercesión ante Dios había cuando, podré ayudarle mejor»'. Así todo
que llegar hasta las madrigueras de los lobos resultaba más fácil. Y cuando había que hacer
con la simplicidad de los corderos. Había que alguna advertencia, se hacía de buena gana. Las
«caminar modestamente, con diligencia, sin almas estaban dispuestas a elevarse. Y aquello
precipitación», acercándose a los niños, les daba un nuevo impulso hacia el cielo.
poniendo la inocencia bajo la protección de Además, ¡sor Rosalia decía las cosas con tanta
aquellos inocentes, mostrando interés por sus bondad... !

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¡A LA CONQUISTA DE LA FELICIDAD! camino real de la santidad. Las veía a través de
los ojos de la fe y se consideraba por tanto feliz
Sabía ejercer su autoridad con mansedumbre. de poder ayudarlas y servirlas. Su título de
«hermana sirviente», con que las Hijas de la
No mandaba nunca ni adoptaba jamás un tono Caridad suelen designar a la superiora, ella lo
autoritario. «Hermana -les decía-, ¿haría usted realizaba plenamente con miradas de fe. Se
el favor de hacer esto?». «Le parece bien en- había entregado con tanta abnegación a este
cargarse de esto o de aquello?». hermoso servicio que las lograba modelar a su
imagen y las convertía en sus más preciosos
Del señor Emery decía ella misma que «tenía el auxiliares.
gran talento de mandar pidiendo». Y ella
obraba como él. Siempre estaba temiendo que se las quitasen.
Un día decía a sor Melania, a propósito de una
Hasta los pobres se daban cuenta de esta forma ceremonia que iba a tener lugar en la casa
de suplicar a sus compañeras lo que tenían que central: «No vaya. Usted es mayor; la verán, se
hacer. Y quedaban sorprendidos y fijarán en usted y la dedicarán a algún otro
profundamente edificados por ello. empleo».

Cuando tenía que hacer algún reproche, lo Cuando una de sus compañeras tenía que partir
hacía con mucha delicadeza. Sus fórmulas para otra casa, se sentía desolada. Sus
ordinarias eran las siguientes: «Nuestro Señor compañeras se daban cuenta de antemano de
quería esto de usted, ¿cómo no lo ha lo que les iba a pasar por la tristeza de su
comprendido?». «Seguramente es que no madre.
estaba usted en la presencia de Dios».
«Tenemos que obrar de esta manera; una Un día fue a pedir perdón a un sacerdote amigo
buena hija de la Caridad actúa de tal y tal de la casa por el escándalo que le había dado el
forma». ¡Qué dominio de sí misma supone esta día anterior mostrándole una pena muy grande
mansedumbre! por la marcha de una de las hermanas.
«Tranquilícese, madre -le respondió éste-, si no
Le gustaba consultar con sus compañeras antes llorara usted así por sus hermanas, no querría
de tomar una decisión. En casa se recibían con tanto a sus pobres».
frecuencia algunos regalos. Su primera
preocupación era la de saber a quién podría Cuando Dios se llevaba al cielo a una de sus
agradarle más aquel objeto. «¡Qué es lo que hijas, no había nada que pudiera consolarla.
podría valer aquello? ¿A quién le gustará Cuando pronunciaban su nombre, cuando se
más?». Y aquel mismo día le enviaba aquel acordaba de alguna de sus palabras, de alguna
objeto a la persona que le indicaban. de sus acciones, derramaba abundantes
lágrimas.
Esta deferencia con sus compañeras era el fruto
de la experiencia; sabía muy bien que estas Tenía con todas las hermanas las más delicadas
señales de confianza abren las almas y unen los atenciones. Les prodigaba los cuidados más
corazones. Pero era sobre todo cuestión de tiernos, verdaderamente maternales. Cuando
corazón. Porque lo cierto es que quería hacía mal tiempo y habían salido las hermanas
sinceramente a sus hermanas. Se daba cuenta para llevar sus cuidados a los enfermos,
de que todas tenían un alma realmente siempre encontraba unos momentos para ir a
fraternal, dedicadas por completo a su obra prepararles las medias junto a la lumbre de la
común, agradecidas y deseosas de complacerle. chimenea; cuando volvían, se aseguraba pre-
Veía sobre todo en aquellas buenas hijas de la viamente de que no se habían mojado los pies,
Caridad almas magníficamente dispuestas, en de que no llevaban la ropa calada, de que no
las que Dios había puesto su complacencia, tenían frío, lo mismo que hace una madre con
adornadas de los dones preciosos de la gracia, a sus hijos.
las que había que conducir hacia el cielo por el

32
Cuando algunos le regalaban unas medias o del barrio, subiendo a los pisos más
alguna ropa de abrigo, miraba a ver cuál de sus necesitados, las demás pasaban en clase todo el
compañeras estaba más necesitada y se lo día haciendo rezar a los niños, que ofrecían sus
daba. Una vez una de las hermanas se sentía méritos y sus plegarias a los ángeles del cielo
algo enferma, pero acudió a clase como de para que desbrozaran el camino a los otros
ordinario, a pesar de su fatiga; sor Rosalía fue a ángeles de la caridad que recorrían el barrio,
prepararle alguna cosa en la cocina y luego fue atendiendo a los cuerpos y elevando a Dios las
a sustituir a la enferma: «Hoy seré yo la que conciencias. Todas se sentían solidarias. Todas
atienda a los niños». realizaban la misma tarea, unidas por su
cordialidad y su caridad fraterna en un mismo
Otras veces se hacía presente en clase en el amor al bien, en un mismo amor por una obra
momento en que la hermana encargada, tan hermosa.
cansada de la distracción de los alumnos,
empezaba a enfadarse con ellos; encontraba Sor Rosalía hacía todo cuanta podía por
algún pretexto para alejarla durante cinco o mantener esta unión. Cuando una hermana
seis minutos, ocupaba su sitio y los niños se repartía estampas o caramelos en su clase,
portaban mejor que nunca. Y era raro que la tenía que arreglárselas para que también las
hermana no gozase de este buen otras clases pudieran participar de la fiesta.
comportamiento de los niños durante todo Tenía que proporcionar a sus compañeras de
aquel día. las demás clases el equivalente de lo que ella
ofrecía en la suya. Y entonces toda el mundo
Infatigable en su abnegación y en su participaba de la fiesta, los niños y también las
condescendencia, se encargaba a veces de las hermanas que, a los ojos de los niños, resul-
tareas más ordinarias de la casa, incluso de las taban igualmente generosas. ¡Era una
más repugnantes, para aliviar a las demás concordia perfecta, a plena luz del día!
hermanas, cargadas de trabajo. El fregado, el
barrido, la limpieza de los zapatos, todo aquello LA SEVERIDAD DE SOR ROSALÍA
era atendido por la hermana sirviente, apenas
encontraba tiempo para hacerlo. Y era una idea Para conseguir cimentar sólidamente esta
sobrenatural la que una vez más le impulsaba a cordialidad sor Rosalía empleaba a veces
hacerlo: «Como yo no tengo la dicha de ir a ver medios extraordinarios. Se necesitaba
a los pobres -decía-, dejadme al menos servir a realmente este clima de unión y de concordia
sus servidoras». en almas acostumbradas a una mutua
generosidad, una vida de familia fecunda en
Lo mismo que el papa, «siervo de los siervos de sorprendentes iniciativas. Y para dominar las
Dios». cosas y las personas se necesitaba también una
dirección pujante, admirada, aceptada y
Con semejantes ejemplos a la vista y bajo el querida. Se necesitaba todo esto para que en
encanto de esta cariñosa y sobrenatural aquella casa privilegiada pudieran producirse
abnegación, las compañeras de sor Rosalía se ciertas escenas de familia en las que las almas,
entrenaban en el apostolado bajo la dirección sacudidas y un poco desconcertadas a primera
amable de su madre. Animadas por el mismo vista por la audacia de la superiora, volvieran
ideal de belleza moral, trabajaban bajo un finalmente a sentirse unidas de nuevo con
mismo impulso en la obra común, cada una en alegría después de un sacrificio que reafirmaba
su puesto, muy unidas entre sí en esta la concordia de sus corazones.
colaboración en una obra que todos los días
sublimaba a sus ojos la piedad y el fervor de su Un día una hermana muy joven que acababa de
madre. Todos los pensamientos y todas las salir del seminario recibió un paquete
acciones convergían hacia el mismo fin, la voluminoso, lleno de objetos confeccionados
justicia en esta tierra y la gloria de Dios. por sus amigas del siglo, un bonito regalo
Mientras las hermanas iban al lado de los destinado a los pobres que ella tenía que
enfermos y de los pobres recorriendo las calles atender. Es fácil de adivinar la alegría de la

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hermana, feliz con tantas riquezas y gozando que ocurriría en el fondo de su alma, agitada
de antemano con la sorpresa que iba a dar a sus por toda la tormenta de su amor propio? Los
pobres. ¡Pero el paquete está en la habitación sentimientos de gratitud tuvieron que abrirse
de la superiora y la superiora parece haberse paso un poco a la fuerza en medio de la
olvidado de él! Van pasando los días. La joven agitación que sacudía a su alma dolorida. Pero
hermana se consume en la espera. La alegría así es como se forjan los espíritus. Sor Rosalía
empieza a mezclarse con un poco de impa- pedía aquella renuncia sabiendo lo que hacía.
ciencia, pero guarda con prudencia y con Conocía a la gente que tenía encomendada, que
humildad un silencio muy meritorio. tendría que enfrentarse con combates
Finalmente, el precioso paquete se abre interiores para obtener la victoria. De
durante el recreo delante de todas las momento no se trataba más que de un drama
hermanas reunidas. Y la hermana superiora, interior, de un espectáculo reservado a los
abriendo el paquete y poniendo ante la vista de ángeles de Dios.
todos los tesoros que contenía en medio de la
admiración común, dijo estas breves palabras: ¡Dichosas aquellas casas cuyas hermanas son
«Hermanas, ha sido la hermana tal la que ha capaces de comprender y de aceptar tan
recibido todo esto. Ella se siente muy feliz de severas lecciones y de interpretarlas
ofrecéroslo para vuestros pobres». ¡Todas se sabiamente para hacer que todo acabe envuelto
llenan de asombro! ¡Pero qué gran desilusión en los esplendores de la caridad fraterna!
para la pobre hermana! Se da cuenta de que le
están pidiendo un tremendo desprendimiento Se ha dicho que sor Rosalía era severa. Hay que
y no es capaz de llegar hasta el fondo del entenderlo bien. Sí que era exigente, desde
sacrificio. La hermana superiora hace penetrar luego. Exigía que se observase la regla. La regla
la espada más hondo todavía. Y añade: «La mantiene el espíritu religioso y une los
hermana tal todavía no tiene la debida corazones. Sor Rosalía vigilaba con cuida do
capacidad para distribuir con prudencia todas por el respeto a la regla. Y ponía además cierta
estas cosas». Esta vez la espada llega hasta las energía -acabamos de verlo- en sus invitaciones
profundidades más sensibles del alma, hasta lo a la perfección. Pero sus invitaciones, lo mismo
más vivo del espíritu; se hunde en el meollo, que sus consejos y sus reprimendas, dadas con
pero para sacar de la sombra, a plena luz, los autoridad, llevaban siempre el tono del amor
sentimientos y las intenciones más recónditas. maternal. Ella quería muy de veras a sus
Mientras todas aquellas cosas tan bonitas se las hermanas y podía gloriarse justamente en el
van repartiendo las otras hermanas, aquella cariño que les tenía. Y era lo suficientemente
pobre muchacha se quedaba con las manos prudente para ser dueña de sí misma, de forma
vacías... Sus compañeras tenían un buen que reprendiese sin herir y que hiciese apreciar
corazón, un corazón compasivo. Dos de las más sus consejos. Esta es la educación ideal: evitar
antiguas intervinieron amablemente con la frialdad y la blandura, buscando el cariño y la
mucha oportunidad, seguras por otra parte de severidad.
que con ello seguían los criterios de la
superiora: «Madre, permítanos entregar a «¡Qué felicidad la nuestra! », escribe una de sus
nuestra joven hermana algunas de estas cosas». antiguas compañeras. «Nos demostraba a todas
Y la superiora respondió con calma: «Bien, un gran afecto -dice otra-, pero sin halagarnos.
hermanas, encárguense ustedes de orientarla Sus piadosas recomendaciones penetraban en
en el uso que puede hacer de ello». Y para nuestras almas y nos llenaban de buena
acabar, una flor espléndida con que podrá voluntad para realizar sus deseos». Y también:
adornarse a la heroica víctima de aquel «Los consejos de aquella buena madre dictados
sacrificio: dirigiéndose a la joven hermana, la por la justicia estaban inspirados en todo el
superiora le dijo estas palabras: «Hermana, dé afecto de un corazón que penetraba las
las gracias a estas dos buenas compañeras». necesidades de las almas. Nos separábamos de
ella edificadas, resignadas, decididas a ser
¡Seguro que les dio las gracias! Había que hacer mejores, con ganas de ser más fieles en nuestra
lo que ordenaba la superiora, pero ¿qué es lo

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caridad. Volvíamos a pedirle como un favor que graban del bien que hacían en sus respectivas
nos dejara ayudarle en sus buenas obras». tareas». Y a continuación describe el cuadro
sencillo y corriente, de lo que solía pasar en el
Severa, enérgica, pero afectuosa, tierna y recreo de la tarde: «Era -nos dice- el momento
maternal: así era la formación que daba sor de abrir la correspondencia y de contestar a las
Rosalía a sus jóvenes compañeras. numerosas cartas que dirigían a sor Rosalía,
cartas de agradecimiento por los favores
Y logró hacerlo tan bien que tuvo la alegría de obtenidos, cartas de petición de todo tipo: uno
ver cómo se extendían a su alrededor un gran acababa de perder un caballo, que le era
número de almas generosas dotadas de buen absolutamente necesario para su pequeño
carácter y capaces de hacer muy buenos comercio; no podía comprarse otro; se dirigía
servicios a la compañía de Hijas de la Caridad. con confianza a ella para que le proporcionase
uno. Otro le pedía una carta de recomendación
Alrededor de aquella buena madre tan para obtener una plaza, indispensable para
afectuosa y tan enérgica todas aquellas buenas poder mantener a su familia. Este quería
hermanas se sentían dichosas de vivir juntas. casarse con una buena mujer y quería que se la
Muchas recordarían más tarde los momentos escogiera la misma madre superiora. Aquél le
tan sabrosos de recreo: «Nos gustaba -dice una confiaba una pena muy amarga, que ella
de ellas- reunirnos alrededor de aquella buena mantenía en secreto. A veces eran quejas, y
madre para contarle nuestras alegrías y hasta injurias; pero otras veces eran limosnas
nuestras penas. Y luego volvíamos a nuestras abundantes o el anuncio de una visita
obligaciones llenas de ánimo»". extraordinaria». Podían allí tocarse con la
mano toda la abundancia de miserias humanas
Durante aquellos recreos, por otra parte, y el crédito que había adquirido sor Rosalía con
además de pasar un rato alegre, se ocupaban sus innumerables servicios. No era posible no
útilmente en sencillos trabajos de costura. A sentirse cada vez más apegado a la hermosa
sor Rosalía no le gustaban las trabajos de obra que ella dirigía. A veces brotaban con
fantasía: «Lo que quiera -decía-es que estén candidez las sonrisas tras la lectura de una
limpios y bien remendados los vestidos de los carta de sentimientos ingenuos o de estilo
pobres. Esos son los trabajos más bonitos que pintoresco. Era la alegría de las recreaciones.
puede hacer una hija de la Caridad: hilar y Aquellas cartas se distribuían entre las herma-
coser para sus queridos amos, los pobres”. nas reunidas alrededor de la mesa; la buena
madre dictaba la respuesta a las afortunadas
Si por casualidad, en medio de aquellas horas secretarias; y entretanto, en medio de dos
serenas y en aquel ambiente risueño de paz, frases, ella cerraba con cuidado el sobre que
explotaba algún pequeño conflicto y la servía para las respuestas.
discusión empezaba a tomar cierto aire
desabrido o mordiente, sor Rosalía buscaba un Como vemos, la severidad de sor Rosalía no
momento oportuno, escribía dos o tres impedía el buen humor. Debidamente
palabras en un trozo de papel, lo enrollaba y se administrada, servía para formar almas
lo echaba a la hermana poco prudente que vigorosas y hacía que brotase el
encontraba en él un aviso maternal de este agradecimiento de las interesadas.
estilo: «Hay que ser humilde y comprensiva» o
también: «Los corazones tiernos nunca se Se cuenta que un día, estando en compañía de
rompen»; o bien: «A Dios le gusta la paz». Y con un respetable religioso al pie de la escalera de
aquello los espíritus se serenaban. la comunidad, vio a una, de sus compañeras
que bajaba corriendo y que se detenía un poco
«El recreo -dice otra- resultaba alegre e cohibida al darse cuenta de la presencia del
interesante. Cada una contaba las cosas más sacerdote extraño. La precipitación aquella
importantes que le habían pasado con los desdecía de la santa modestia, de la tranquila
pobres y con los niños. Todas se interesaban dignidad y del recato ideal de una hija de la
por las obras de sus compañeras y se ale Caridad. ¡,Qué es lo que habría dicho Su

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Excelencia, el señor obispo de Meaux, el gran generosidad, de vida espiritual intensa y de
Bossuet, que no corría jamás, ni siquiera bajo la alegría desbordante. Sabían en la casa madre
lluvia? ¿,Qué habría dicho Su Excelencia ante cuál era la atmósfera tan noble que había en
tremenda avalancha? ¿Y sor Rosalía, qué es lo aquella casa privilegiada. Y por eso enviaban
que dijo?, ¡,qué es lo que hizo? No dijo nada; le allá con frecuencia hermanas que se sentían
bastó con una sencilla mirada. Y la hermana se tentadas de desánimo o de cansancio, o
arrodilló y besó el suelo. Modesta paciencia hermanas de cabeza dura e independiente, bajo
para un pobre pecadillo. La penitencia ayuda a la tentación de volver a una vida fácil de
la memoria, para que se acuerde en otra libertad y los placeres del mundo. Sor Rosalía
ocasión de lo que hay que hacer. ¡Pero hubo era tan buena, les demostraba tanta confianza,
más! aunque vigilándolas con cuidadas, que al cabo
de poco tiempo dejaban aquella casa
Sor Rosalía no se contentó con aquello. ¿Tenía totalmente cambiadas.
necesidad aquella pobre hermana de una seria
reprimenda? ¿Había allí un fondo oscuro de Cuando tenía que hacer algún reproche, les
amor propio, que estaba pidiendo ser decía a veces a las hermanas de la casa: «Voy a
mortificado? ¿O es que aquella hermana tenía reprenderos de tal y tal cosa delante de esa
un carácter ligero, que se olvidaba en medio de pobre hermana, a la que no quiero contristar;
su despreocupación de las reglas minuciosas ya se dará ella cuenta de lo que digo». Y esta
del comportamiento religioso? ¿Tenía acaso la delicadeza solía dar buenos resultados. «Por
memoria un poco frágil y necesitaba algún - eso teníamos que estar atentas a sus consejos y
esto extraordinario para hacer que se acordase recibirlos con benevolencia. También ella tenía
siempre de 1a reprimenda? Lo cierto es que sor atenciones delicadas con nosotras; se habría
Rosalía creyó conveniente hacer que besara el privado de todo con tal de contentar a veces
suelo Por segunda y por tercera vez. ciertos caprichos de sus buenas hermanas».
Semejante bondad acababa conquistando el
Sí, sor Rosalía era severa, pero con sus ojos corazón de todas, que volvían a encontrar en
limpios pasaba al mismo tiempo un rayo de aquella casa tan observante de las reglas, tan
ternura. Sus reprimendas se convertían en un unida y tan generosa, el gusto del esfuerzo y la
afectuoso testimonio de interés sobrenatural. alegría de vivir.
Por la tarde seguramente se rieron en el recreo
de lo sucedido. Porque la hermana que por tres Aquella casa se había convertido realmente en
veces había tenido que besar el suelo delante una especie de santuario en el que las almas
de testigos sería la primera en reírse de lo suce- buenas se encontraban con Dios a cada paso. A
dido y en contagiar su buen humor a las demás. pesar de la intensa actividad que allí reinaba, a
Sor Rosalía sabía muy bien con quién tenía que pesar del continuo ir y venir de las obreras por
vérselas. Y todas se sometían a sus órdenes con aquella colmena desbordante de vida, a pesar
alegría. Por otra parte, sabía administrar bien del número y de la variedad de visitantes y de
sus terribles lecciones y no se las daba a la inoportunidad de algunos de ellos, las almas
cualquiera. Las reservaba para los caracteres encontraban en toda ocasión el contacta con
robustos, a los que acostumbraba a la santidad Dios.
de vida y formaba para las futuras tareas.
Quince días después de aquella pintoresca Sor Rosalía podía pedírselo todo a las
aventura, la hermana que había sido su heroína compañeras que estaban preparadas de esta
era nombrada hermana sirviente, esto es, forma, que estaban tan unidas a ella y tan
hermana superiora de la primera casa de entusiasmadas con las tareas de aquella casa.
Toulon. Ya hemos visto cómo las habituaba a la práctica
de la virtud, cómo formaba su carácter. Pero
Se comprende fácilmente que las hermanas, a sobre todo se preocupaba de dar a aquellas
veces con cierto cansancio y desilusión, se almas el alimento espiritual que pudiera
vieran pronto arrastradas por esta corriente de sostener sus buenos sentimientos: además de
amor fraterno, de cordialidad confiada, de las ejercicios de piedad que había que hacer

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según las reglas, les aconsejaba vivamente que iniciativa. En cualquier sitio que se encontrara
se aprendieran de memoria algunos de los con la miseria, intentaba poner el remedio más
pasajes más hermosos de la Sagrada Escritura. adecuado. Obras antiguas u obras con aires
El célebre himno a la caridad, que entona san nuevos, todo estaba bien si se adaptaba
Pablo en el capítulo 13 de su primera carta a realmente a las necesidades de sus pobres.
los Corintios, era el que gozaba de sus Sabía utilizar las fecundas iniciativas de otros
predilecciones. «Nos lo hacía aprender de apóstoles generosos, pero sabía también, en
memoria y nos decía que lo meditáramos todas caso necesario, sacar obras de nuevo tipo del
las semanas». tesoro de su propio corazón. Algunas de ellas,
muy corrientes en la actualidad, eran entonces
Para que las hermanas siguieran con atención una verdadera novedad.
la lectura del comedor, quería que hubiera de
vez en cuando repeticiones de dicha lectura. De Pronto hubo al lado de las escuelas, que vieron
este modo la lectura de los libros, escuchada multiplicar sus clases gracias a su interés, una
con atención, penetraba en el fon do de las guardería para los niños más pequeños y una
almas. Por otra parte, las repeticiones servían casa cuna para los bebés. Se creó para ello un
luego de ocasión para hablar e intercambiar patronato, que era una prolongación de la
ideas entre todas. escuela y que recibió el nombre de
«Recreatorio dominical». Se trataba de algo
Sor Rosalía supo realizar un buen trabajo en nuevo por entonces. Se organizó también un
aquella casa. Había estado acertada en su taller de confección para las muchachas
inspiración de entregarse por completo a esta mayores. Sor Rosalía tuvo incluso el atre-
obra primordial de la formación de las vimiento de abrir un asilo nocturno para los
hermanas. Arrastradas hacia la virtud, unidas ancianos vagabundos; a veces llegaron a buscar
en torno a su madre, animadas de un ardor de allí un cobijo hasta ochenta ancianos
conquista, sus hermanas estaban dispuestas a desamparados. Para aquellos pobres
cualquier obra buena. Su pequeña tropa, vagabundos y para otros ancianos que llevaban
robusta, bien unida, bien formada, equipada una vida difícil al estar aislados de los demás,
para los combates de Dios, se iba entrenando llegó a soñar con hacer algo más y abrir un
día tras día con mayor entusiasmo, bajo la asilo permanente, una especie de hospicio que
dirección de aquel jefe tan aguerrido que era fuera una casa familiar para todos aquellos
sor Rosalía, observando sus consignas y niños grandes. Y el sueño se realizó, aunque
siguiendo sus ejemplos. Y sobre aquellos después de su muerte.
espíritus generosos Dios derramaba en
abundancia sus bendiciones. La obra de la calle Nunca se acaba de hacer el bien. La vida no se
de 1'Epée-de-Bois iría prosperando y detiene. Y si es tan pródiga en beneficios y en
multiplicando sus beneficios. riquezas, tampoco faltan las desgracias y las
desventuras. La savia del árbol hace brotar de
8.- LAS OBRAS continuo nuevas ramas, a veces ramas inútiles
que se multiplican a costa de los frutos. Lo
SIEMPRE DISPUESTOS PARA TODA OBRA mismo ocurre en la vida humana. Siguiendo su
BUENA impulso interior, se va desarrollando
continuamente, pero a veces se atasca.
No faltaba tarea: estaba la escuela llena Vencidos, los corazones perezosos se abaten y
siempre de niños, estaban las numerosas dejan que se consuma su vida en medio de
visitas que había que hacer a casa de los pobres hojarasca. Pero los corazones valientes se
y de los enfermos, estaba el dispensario, la enfrentan con las dificultades y siguen adelante
farmacia, el ropero... Y en torno a estas obras ya en la tarea. Gracias a Dios, siempre los ha
habituales en las casas de las Hijas de la habido. Sor Rosalía no se abatía jamás.
Caridad se vio pronto surgir, una tras otra, bajo
la mirada vigilante de sor Rosalía, todo un con- A veces hay que contar con las catástrofes. Un
junto de obras caritativas, debidas a su día estalla el cólera. En el barrio tan poco sano

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de la calle Mouffetard hizo numerosas víctimas construir nuevas clases; fue una obra modesta
entre los padres y madres de familia. Sor y aquel presupuesto extraordinario pudo
Rosalía pensará enseguida en un orfanato y cubrirse a costa de muchas gestiones y
recogerá en unos pocos días hasta setenta llamadas a la generosidad de los bienhechores,
niños. después de haber considerado la importancia
primordial de aquellas obras.
Infatigable, buscaba al mismo tiempo a algunas
jóvenes que pudieran ayudarle en sus obras de Sor Rosalía se sintió maravillada de los
caridad y creaba las «Luisas de Marillac» (de resultados. ¡Qué buena hermana! Se contentó
espíritu, ya que todavía no se las designaba con con unos pocos gastos. El 24 de mayo de 1829
ese nombre) para que aten dieran a algunos escribía a Confort: «Las cosas van bien por
pobres ancianos abandonados. Por otra parte, nuestra casa. Hemos hecho algunas obras.
algunas señoras siguiendo sus consejos y sus Seguramente no la conoceríais. Somos ocho y
indicaciones se ofrecían también a llevar tenemos algunas clases más... Aquí reina la paz
personalmente a los necesitados su socorro y y el espíritu de trabajo. Me siento mil veces más
su simpatía. feliz en todos los aspectos...». Sor Rosalía se
sentía feliz. Feliz sobre todo al ver cómo afluían
Pronto hubo toda una red de obras caritativas a la casa, debidamente agrandada, más niños
dedicada a captar por todas partes y a encerrar del barrio a los que podría conducir hasta Dios.
dentro de sus mallas protectoras todas las Feliz de ver cómo aumentaba a su alrededor el
miserias que andaban errantes y a la aventura número de compañeras. En cuanto a los locales,
en aquel pobre barrio de París. siguieron conservando su apariencia tan
modesta: aunque estuviera un poco más llena
¡Para ello se necesitaban no pocos recursos! Y la caja del banco de los pobres, la casa de sor
sor Rosalía supo encontrarlos. ¡Cuando la Rosalía seguirá siendo tan pobre como
caridad es sincera logra abrir todas las bolsas! siempre. Y sor Rosalía está contenta. Se siente
feliz, lo mismo que sus compañeras. La
EL BANCO DE L'EPÉE-DE-1301S comodidad es algo muy secundario para
aquellas almas. ¡Tenían su corazón muy lleno
Por la casa de la calle de l'Epée-de-Bois pasaba de otros pensamientos! Lo único que les pre-
mucho dinero. Pero aquel dinero no se quedaba ocupaba a todas aquellas almas fervorosas era
allí encerrado mucho tiempo. Las operaciones el fruto de su abnegación y de su apostolado.
financieras se mostraban muy activas. Sor
Rosalía recibía mucho, pero daba también La señora Bawcoffe de Montmahaut, hija de
mucho. A veces servía de simple intermediario: una amiga de la infancia de sor Rosalía, quería
el dinero no hacía más que pasar por sus mucho a la hermana y solía acompañarla de
manos para llegar inmediatamente a las manos buena gana en sus visitas. Pero aquella gran
de los infortunados que ella recomendaba a los señora, que acababa de frecuentar los salones
bienhechores. de la nobleza y hasta del mismo palacio
imperial, se encontraba un poco incómoda en el
Cuando tenía algún dinero a su disposición, se pobre «salón» de sor Rosalía. A veces manifestó
lo distribuía siempre a los pobres, los suyos o con cierta dureza la compasión que sentía: «La
los que la Providencia le enviaba. Su casa no se vida de sor Rosalía -decía en cierta ocasión (21
beneficiaba nunca directamente de los regalos de julio de 1912)- estaba llena únicamente de
que recibía; los pobres loca les de aquella amor a los pobres. Era muy buena con todas
pobre casa no lograban nunca embellecerse. La sus compañeras; siempre les hablaba con
casa -observa una de sus compañeras- ternura. ¡Pero qué casa! Allí no se veía más que
conservó siempre el sello de la sencillez y de la miseria. Puede decirse que allí no se conoció
pobreza más humilde. Por el año 1828 fue nunca lo que es el bienestar. ¡Era una pena ver
necesario hacer algunas obras: los alumnos aquello! ».
iban siendo cada vez más numerosos, los
locales resultaban insuficientes, hubo que

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Evidentemente el «salón» de sor Rosalía no se Y sor Rosalía aguardaba siempre la
parecía mucho a los salones que frecuentaba la intervención de la Providencia. Entre tanto
señora de Montmahaut. Pero sor Rosalía pudo sabía tomar las cosas con paciencia y buen
vivir allí cincuenta años. Y se sentía a gusto en humor. Aludiendo en cierta ocasión al hermoso
aquella casa. Y allí hacía también felices a crucifijo de la parroquia de San Gervasio, que
cuantas la rodeaban, tanto a ricos como a hacía años estaban pensando en volver a cubrir
pobres. de plata, pero que por falta de dinero se
encontraba siempre en el mismo estado, sor
Las cosas superfluas desaparecían enseguida Rosalía decía con una sonrisa en los labios:
de aquel pobre «salón». Las regalaban o las «¡Yo estoy como el Cristo de san Gervasio!».
vendían. La hermana de Virieu, que llegó a casa También a ella le vendría bien cubrirla un poco
de sor Rosalía como joven postulante, al ver su de dinero.
pequeña mesa de despacho que se caía de vieja,
creyó que hacía una buena obra sustituyéndola Pero sus apuros económicos no duraban nunca
por una modesta secretaría. Las hermanas, a mucho tiempo. La Providencia derramaba sus
las que había confiado su proyecto de realizar tesoros de oro y plata en manos de sor Rosalía
aquel cambio, se prestaron de buena gana a con corazón generoso. Y entonces sus manos
aquella iniciativa que suponían habría de ser podían abrirse por completo. Era un gesto que
una buena sorpresa para su buena madre. Y hacía de buena gana.
desapareció aquel viejo armatroste. ¡Pero cuál
no sería la sorpresa de todas ellas cuando, al El dinero depositado en el banco de l'Epée-de-
ver el nuevo mueble que le habían traído, la Bois era un dinero bien empleado. Aquel banco
buena sor Rosalía empezó a deshacerse en era algo así como el banco de Dios, con
lágrimas! Para consolarla, no tuvieron más abundancia de intereses y de crédito en el
remedio que deshacerse de él, venderlo y dar banco del cielo. Por eso tenía no pocos clientes.
su dinero a los pobres. ¡Qué amor tan poderoso Sor Rosalía tenía el arte de convencer a la gente
es el de la pobreza y el de la sencillez que había de sus ventajas sobrenaturales. Y sus queridos
en aquel alma! iY qué hermoso ejemplo para las clientes partían siempre con el corazón ligero,
demás! La joven postulante se sintió realmente sabiendo que el negocio era seguro y que
conmovida. Y aquello supuso un buen impulso ofrecía magníficas esperanzas.
para toda su vida de hija de la Caridad.
UN CENTRO DE ACOGIDA
Como era de esperar, con frecuencia la caja de
sor Rosalía se encontraba vacía. Y sin embargo Para todo aquel incremento de trabajo se
tenía continuamente necesidad de dinero. Ella necesitaba también un incremento de
no se preocupaba. ¡Le había servido siempre abnegación y de dedicación. Sor Rosalía y sus
con tanto esmero la Providencia de Dios! compañeras tenían que estar siempre tomando
«Aceptemos -decía entonces- todo lo que se nuevos alimentos ante la tarea que se
presenta. Dios nos enviará dinero suficiente y multiplicaba, con la alegría de ver cómo se
medios adecuados, con tal que sepamos hacer ofrecía cada vez un trabajo más fecundo. Todo
buen uso de ellos». «No tengáis miedo, resultaba posible para unas almas que vivían
hermanas -decía en otra ocasión-; no nos en aquel clima de alegría, en aquel triunfo
faltarán los socorros mientras nuestras manos creciente de la Caridad. Se les podía pedir cual-
sigan haciendo esto»: y hacía el gesto de dar quier clase de servicio. Se les pidió incluso
con una mano y tender la otra para recibir. «Si hospitalidad para que pudieran reunirse
una de las manos se cierra -añadía-, la otra es diversas obras de Caridad en su casa. La casa y
inútil que se tienda... Dad sin prodigalidad... los corazones de sus moradores se abrieron
Administrad bien el dinero de los pobres y ya con generosidad a todos. A veces se trataba de
veréis cómo Dios os dará siempre lo que obras cuya fundación había animado la misma
necesitéis». sor Rosalía o que tuvieron en ella al guía de sus
primeros pasos.

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Así ocurrió con la obra de san Francisco de dichosa de poder entrar en contacto por aquel
Regis para la reconciliación de los matrimonios. motivo con todos aquellos pobres y poder
Sor Rosalía había animado al fundador y se hacerles algún bien. Y realmente era una buena
celebraban las reuniones en su casa. ocasión. En febrero de 1838 llegaron a dos mil
raciones las que tuvo que distribuir.
Y así ocurrió también con las conferencias de
san Vicente de Paúl, cuyos miembros acudían a Toda aquella multitud de obras, el ir y venir
su casa a recibir sus consignas y a los que continuo de gente de paso, visitantes o
encomendó sus primeros pobres. Varios de sus pedigüeños, pobres miserables o grandes
miembros hacían ahora en grupo lo mismo que personajes que se distinguían por su nobleza o
ya habían hecho individualmente bajo su su piedad, todo aquel movimiento, toda aquella
inspiración. animación que formaba ya parte del trajín de la
casa, constituía también un trajín para las
Sor Rosalía les dio también a las hermanitas de almas. Las almas se sentían arrastradas por
los pobres su primer anciano, después de aquella poderosa corriente de caridad,
haberles dado para su instalación la ayuda más sumergidas por completo en aquella atmósfera
cordial. Por medio de sor Rosalía se de alegría contagiosa, en donde la entrega de sí
relacionaron también con el reverendo padre mismo se convertía en una necesidad y en una
Ratisbona, para su Obra de la Providencia, las actitud constante de los espíritus.
dos primeras niñas judías que iban a inaugurar
su obra. Aquel acto de caridad convertía a sor LA VISITA A LOS POBRES Y A LOS ENFERMOS
Rosalía, sin que ella tuviera la menor duda, en
intermediaria de la santísima Virgen. En la La obra primordial de cualquier casa de las
persona de aquellas dos niñas ella le enviaba al Hijas de la Caridad es la visita a los pobres y a
padre Ratisbona un vivo mensaje de la Virgen los enfermos. Es ése el espíritu que las mueve a
María; aquel mensaje era la respuesta de la añadir a la firma de sus cartas y de sus
santísima Virgen a la oración de aquel padre, el documentos la fórmula s.d.l.p.e., es decir,
signo que él le había pedido a la Virgen la sirvienta de los pobres enfermos («servante
misma mañana en que emprendió la obra tan des pauvres malades»). La hija de la Caridad
delicada en que estaba soñando. La santísima está al servicio de los pobres, «sus amos y
Virgen se servía de sor Rosalía; y sor Rosalía se señores», como decía san Vicente de Paúl. Y es
mostraba una vez más atenta a las preciso que sus señores tengan también la
inspiraciones divinas. impresión de que les sirven bien, de que les
sirven como si fueran príncipes.
Sor Rosalía era una buena ayuda para muchas
obras buenas. Otras muchas comunidades En la casa de sor Rosalía todas las compañeras
gozaron de sus servicios. Lo mismo que había tenían que estar dispuestas para esta obra. Y no
acogido a las hermanitas de los pobres, dejaban de trabajar en ello. Las mismas her-
también acogió cordialmente a las hermanas de manas encargadas de dar clase tenían que ir
la Cruz, a las hermanas agustinas y a otras. durante las vacaciones escolares a ayudar a las
hermanas de los enfermos, cuyo servicio no se
Por todas partes sabían que podía ofrecer una veía nunca interrumpido. Siendo maestras de
buena ayuda para cualquier obra buena. escuela sabían encontrar en parte su descanso
cambiando de ocupación.
Cuando se organizaron las «cocinas
económicas» en diferentes barrios de París, A sor Rosalía le gustaba iniciarlas en estos
también tuvo el suyo la casa de sor Rosalía y menesteres, que solían ser nuevos para
ella misma sentía una gran alegría de poder muchas. Se dedicaban algunos recreos con toda
atender personalmente a su servicio. En cada seriedad a este necesario aprendizaje. Alguna
ocasión se llevaba consigo a una hermana, para de las compañeras desempeñaba el papel de
la que era una verdadera recompensa poder enferma o de herida; y en aquellas
acompañarla. Se entretenía allí de buena gana, circunstancias se aprendía a vendar heridas y a

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poner cataplasmas. En aquella época no había Pero finalmente cedió. Y delante de sor Rosalía
aún reglamentos administrativos que exigieran se puso a cantar aquella canción. Era un bonito
ningún diploma. La hermana superiora, como cantar.
buena dueña de casa, se mostraba atenta a las
aptitudes de cada una, a las habilidades o Sor Rosalía lo escuchaba extasiada. «¡Qué
inexperiencias de aquellas enfermeras hermoso es!», le dijo de pronto.
improvisadas, ya que a ella es a la que incumbía
el cuidado y la responsabilidad de juzgar quién Aquel hombre, sorprendido y lleno de emoción,
era o no apta para desempeñar seriamente sus la miró como deslumbrado. También él se daba
funciones. cuenta de que aquello era muy hermoso. Pero
su mirada se había transfigurado. ¡Una bonita
Ella misma se había dedicado en otros tiempos canción, ciertamente! Pero se había convertido
a esas tareas y lo seguía haciendo siempre que de repente en su corazón en un cántico mucho
podía. Se presentaba muchas veces la ocasión más hermoso, con una belleza superior. Y
para ello en su pequeño despacho, que se también resultaba hermoso a sus ojos, en la
convertía entonces en un dispensario cuando lejanía, el heroísmo de aquellos mártires que
entre visita y visita le traían algún pobre habían subido al cadalso con aquella alegría. Y
enfermo. Otras veces se presentaban ocasiones también era hermoso el reino de Dios que se
inesperadas. Sucedía que, en ausencia de sus revelaba de repente a su vista en aquel alma
compañeras o por la noche, se presentaba tan santa, divinamente hermosa, de sor Rosalía,
algún caso urgente. Sor Rosalía, para sus que comulgaba en su espíritu con el sacrificio
correrías nocturnas, iba a buscar a sor Felicia, heroico de los mártires.
una de sus jóvenes compañeras, que solía ir con
ella en aquellas excursiones heroicas. Y con una Desde aquel instante el alma de aquel pobre
linterna en la mano recorría, sin atender a las hombre se abrió por completo al
inclemencias del tiempo, aquel laberinto de arrepentimiento. Tuvo una buena muerte.
callejuelas del barrio, buscando la pobre casa Murió cantando su cántico.
en donde yacía el pobre que apelaba a su
caridad. Y hubo alegría en el cielo y en la tierra.

DESDE EL CADALSO A LAS PUERTAS DEL Sor Rosalía volvía santamente triunfante de
CIELO aquellos duros combates. Sentía su alma
inundada por completo de gratitud para con
Cierto habitante del barrio de Saint-Marceau Dios. Y la alegría de aquellas radiantes victorias
había asistido en otros tiempos, en la época del estimulaba más que nunca su entrega al
Terror, a las terribles ejecuciones de los servicio de los enfermos, sostenía la fatiga
ajusticiados en Nantes. Y había aplaudido con incansable de sus salidas, de las visitas, de sus
ganas aquellas escenas sangrientas. curas a los enfermos, de todos sus cuidados
materiales. Y hacía que surgieran mil delicadas
Sin embargo, un día empezaron a brotar iniciativas en su noble corazón. Llegaba hasta
buenos sentimientos en su espíritu durante una las almas a través de los cuerpos. Mediante sus
de aquellas tristes hecatombes. Los atenciones materiales, llenas de abnegación y
condenados habían ido cantando hasta el prodigadas con cariño, alcanzaba los corazo-
cadalso. Y era una hermosa canción que nes. Esa había sido también la fórmula de san
demostraba la alegría que sentían los Vicente de Paúl.
condenados. Era una canción a la Reina de los
mártires. SOR ROSALÍA EDUCADORA. LAS ESCUELAS DE
PÁRVULOS
Cuando estuvo a punto de morir, sor Rosalía,
que no deseaba que el demonio se llevara a Sor Rosalía sentía por las almas de los niños
ninguno de sus hijos, fue a verle. No le resultó una especial predilección. La educación era a
fácil que aceptara su visita aquel personaje. sus ojos, lo mismo que el servicio a los pobres,

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una obra de importancia primordial. Porque la Después de su visita a las clases, sor Rosalía
educación de los niños proyecta sobre su vida pasaba por el pasillo donde estaban colgados
entera una luz radiante de vigor moral y de los cestillos que contenían las provisiones de
rectitud de carácter, o por el contrario un peso cada uno de los niños. Siempre maternal,
de rebeldía y de ociosidad y molicie. Sor completaba generosamente la pobre ración de
Rosalía quería que en casa la tarea educativa algunos de ellos. Y se iba, saboreando de
fuera de la mejor calidad. Quería que se diera antemano la alegría de aquellas niñas ante la
una excelente educación, que fuera el mejor sorpresa que tendrían en el momento de
complemento de una buena instrucción. buscar la comida.
Cuando había que dar alguna recompensa a lo
éxitos escolares, tenía parte especial en la LOS PROGRAMAS
apreciación de los méritos, no solamente la
ciencia adquirida, sino sobre todo la buena con- La instrucción, desde luego, no podía tampoco
ducta de los alumnos. En la escuela reinaba abandonarse. Había que enseñar con cuidado
siempre la disciplina. Ponía especial cuidado en los conocimientos elementales. Había que
que todo estuviera en orden, debidamente hacer bien las cosas, leer bien, escribir bien,
limpio, que el vestido de los niños fuera sencillo articular bien la lectura, llevar los cuadernos
y correcto, que hubiera modestia, que se bien limpios, hacer bien las cuentas... Se trataba
apreciase la buena educación, que se de respetar debidamente el trabajo que Dios les
inculcasen en el alma de los niños los había encomendado. Y también de respetar a
sentimientos de respeto, base de toda buena las personas ante las que había que hacer una
educación. En la escuela reinaba una sencillez lectura, o a la profesora de clase que tenía que
de buena ley en el tono y las maneras de actuar. corregir los cuadernos y, más tarde, a las
En aquellas almas confiadas se adivinaban personas a las que tuvieran que dirigir alguna
sentimientos delicados, modestos, que daban vez su correspondencia.
cierto aire de distinción, y aquella belleza
moral que se desarrollaba en un clima de puro A medida que iban creciendo los niños, les
cristianismo. aguardaba todo un programa de estudio,
perfectamente adaptado a las funciones que
Sor Rosalía pasaba todos los días por las clases. más tarde habían de desempeñar en la
Muchas veces se detenía en la puerta, sociedad. Aquellas futuras madres de familia
escuchando durante algún tiempo las lecciones tenían que adquirir todos los conocimientos
a fin de poder dar a continuación a la maestra prácticas, necesarios para el gobierno de un
algún consejo y estímulo en su tarea. Cuando hogar. «Yo iba a clase de costura -recuerda una
ella entraba, todos se levantaban alegres y de sus antiguas alumnas-. Teníamos que
respetuosos. La aparición de la madre hacía trabajar bien. ¡Qué bien nos enseñaba y nos for-
asomar la sonrisa en los pequeños. A la madre maba a todas!... Ninguna se mostraba perezosa.
le gustaba estar entre sus pequeñuelos. ¡Su Y aprendimos de todo. ¡No había ninguna tarea
inocencia se acomodaba tan bien a su candor! que nos asustase!». ¡Qué testimonio tan
Los observaba. Con una ojeada pasaba revista a admirable y lleno de sano orgullo!
todo aquel mundillo; les daba a unos prudentes
consejos; reprendía a otros cuando lo Pero sor Rosalía tenía miedo de todo aquello
necesitaban, pero con acentos maternales; que, en los estudios, hubiera podido infundir en
secaba las lágrimas de alguno; tenía a veces aquellos niños ambiciones desmesuradas o
ocurrencias ingeniosas: cuando un niño no se quitarles el gusto por los sencillos trabajos del
sabía la lección, encontraba palabras de aliento: ambiente familiar. Como tenía que vérselas con
«Hijo mío, tu mamá, cuando estaba aquí en los niños de condición familiar modesta y muchas
mismos bancos que tú estás, se sabía siempre veces de familias pobres, deseaba que siguieran
muy bien la lección; tienes que hacer como estando, salvo excepciones justificadas, en la
ella». ¡Qué estímulo! ¡Qué ánimos! Y por la condición modesta de sus padres y que
tarde, cuando volvía el pequeño a su hogar a su llevasen una vida de trabajo honrado, a la que
familia, ¡qué orgulloso se sentía de su madre. la fe y la conducta cristiana pudieran dar, a los

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ojos de Dios, un brillo incomparable y un gran de observación de una forma divertida; pero no
valor sobrenatural. Seguramente habría le asustaban los estudios superiores de dibujo.
aplaudido con una fina sonrisa las protestas del
buen Chrysale, rodeado de mujeres sabias y En el barrio Saint-Marcel todo el mundo tenía
acosado por aquellas continuas discusiones y en la más alta estima la escuela de sor Rosalía,
reproches gramaticales, sazonados por un tal como ella la había concebido. La escuela
vocabulario preciosista y una verborrea des- gozaba de la confianza total de los padres. Por
concertante... ¡Y cómo exageraban aquellas eso estaba siempre llena de niños.
«mujeres sabias»!... El pobre Chrysale se sentía
desgraciado. Y su desgracia repercutía en su Y los locales enseguida resultaron insuficientes.
plácido estómago: Entonces sor Rosalía tendió la mano en busca
de limosnas. Y pronto pudieron abrirse nuevas
«¡Por favor!-exclamaba-. clases en una calle cercana, la calle del
Banquier. Sor Rosalía, siempre práctica y
¡Dejemos la ciencia a los doctores de la habituada a la confianza, obtuvo que la ciudad
ciudad!... ¡No vayamos a buscar lo que se hace de París se responsabilizara de aquella escuela,
en la luna! No es honrado, por una multitud de pero dejando su dirección a la comunidad de
razones, las Hijas de la Caridad. De esta forma pudo
abrirse una nueva casa, cargada de clases y
que una mujer estudie y sepa tantas cosas. asediada también por las visitas de los pobres
del barrio de Ivry. Otras hermanas se
Formar en las buenas costumbres el alma de encargarían de la dirección de aquella obra
sus hijos. Llevar bien la casa, atender a los nueva, pero el corazón de sor Rosalía la
demás, gastar con economía: seguiría desde lejos. Ella amaba a sus obras con
un amor verdaderamente universal. Pues bien,
¡esa debe ser su escuela y su filosofía!...» el amor de una madre no disminuye al darse:
«Cada uno tiene su parte y todos lo tienen
Y añadía desolado: entero». Así es también la luz que Dios derrama
a torrentes sobre todos los objetos que nos
«Toda esta casa se dedica a razonar emocionan con su hermosura y que se desliza,
bienhechora y penetrante, hasta el corazón de
y con sus raciocinios han echado fuera a la las cosas más humildes.
razón».
Yo te bendigo, oh sol, que con tu luz radiante,
Sor Rosalía no quería que los futuros esposos tras bendecir todas las frentes y madurar todas
de sus niñas se sintieran tentados algún día a las mieles entrando en las colmenas y en las
reprenderlas de esta forma. Por eso estaba chozas más pobres, te divides y continúas
dispuesta a adoptar todos los artículos del entero, lo mismo que el amor de una madre.
programa del buen Chrysale.
El corazón de sor Rosalía tampoco se
En efecto, se la notaba un tanto desconfiada -o empequeñecía al darse. Seguía siendo todo
por lo menos con algunos reparos- cuando se para todos.
trataba de ciertas exquisiteces. Es verdad que
no desterraba la música, que ilumina la vida y EL ASILO DE NIÑOS
proyecta un rayo de alegría en derredor; pero
no quería para sus niñas 1a alta ciencia musical Cuando la gran obra de la educación de los
que quizás hubiera podido inspirarles deseos niños se fue multiplicando y dando origen a un
de seguir una carrera mundana, que no estaba asilo, a una casa cuna y a un patronato, sor
hecha para ellas. La misma prudencia mostraba Rosalía tuvo que seguir derramando fielmente
respecto a los cursos superiores de dibujo; es sobre el asilo, la casa cuna y el patronato todos
evidente que sabía admirar en los niños sus los tesoros de su corazón. Las visitas que hacía
dibujos inocentes que desarrollaban su espíritu a todas estas obras significaban para ella un

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verdadero descanso, en medio de tantas vida. La verdad es que sor Rosalía prefería
preocupaciones como la agobiaban verlas allí que no metidas en un invernadero
continuamente. El contacto con los más bien cerradas, con tal que pudieran acudir los
pequeños la reconfortaba. Su candor la llenaba días de vacación al patronato para volver a
de encanto. El frescor de sus almas, sin malicia estar en contacto con ella y poder así cobrar
alguna, le ayudaba a olvidar tantas miserias y nuevos ánimos y volver decididas a la lucha.
tantas situaciones turbias con las que se
encontraba en sus visitas y en las confidencias Y venían con gusto al patronato. Eran muchas.
que le hacían. Su buen corazón se desbordaba Encontraban todas ellas el momento más
en atenciones materiales sobre aquellos oportuno para tener un rato de confidencia
pequeños que se asomaban a la vida; les filial con la madre, para recibir sus preciosos
prodigaba sus sonrisas, sus caricias, sus consejos, para pasar unas horas de santa
obsequios; secaba a veces sus lágrimas y recreación, de juego y de risas, de cantos y
procuraba llenarles siempre de alegría. Por esparcimiento. Volvían a encontrarse de nuevo
otra parte, era aquella a veces la mejor ocasión con su alma de niñas. Y regresaban a su hogar
que se le presentaba para practicar su con el corazón alegre, despierto a los buenos
apostolado con las madres. Cuando éstas pensamientos y a los buenos deseos. Aquellas
venían a buscar a sus hijos se sentían tardes que pasaban en el patronato, oasis de
agradablemente sorprendidas al verlos limpios paz y de alegría, al abrigo de los placeres del
y vestidos de ropa nueva y trajecitos calientes mundo, les devolvía a todas la luz y la energía.
de lana. Habían desaparecido los viejos Regresaban valientes a las duras tareas
harapos. cotidianas, a enfrentarse con la des-
preocupación religiosa de sus familias o con las
Cuando sor Rosalía llegaba al asilo de niños, seducciones del taller.
todo aquel mundo se ponía en ebullición, llenos
de alegría y acudiendo todos a saludar a LA ASOCIACIÓN DE NUESTRA SEÑORA DEL
aquella buena madre. Ella por su parte miraba BUEN CONSEJO
con cariño aquellos ojos confiados, les daba
algún consejo, les contaba alguna historia en la Algunas encontraban también allí la ocasión de
que los niños ocupaban siempre los papeles hacer un buen apostolado. Las mejores entre
principales; gozaba con el espectáculo de todas las antiguas alumnas se encargaron
aquellas caras colgadas de sus labios. Su efectivamente de trabar amistad con las
sencillez cuadraba perfectamente can aquellas jóvenes aprendizas, que habían salido reciente
escenas infantiles. Y para ella era también la mente de la escuela y se habían visto lanzadas
mejor ocasión de admirar una vez más la en medio del mundo. Había ya unas señoras
entrega de sus compañeras, que se ingeniaban que velaban desde lejos por aquellas jóvenes y
para instruir a los pequeños, para interesarles que ofrecían a sus familias necesitadas su
por las cosas buenas, para distraerles, que les socorro moral y material. Pero junto con esta
hacían cantar canciones tan bonitas, que les lejana protección quedaba también sitio
hacían jugar y hacer gimnasia, todas tan abundante para que algunas jóvenes del mismo
formales, en la sala grande del asilo... ambiente les ofrecieran a aquellas muchachas
el beneficio de su amistad. Las mayores podían
EL PATRONATO brindar a las más jóvenes su ayuda y su aliento,
su protección y sus consejos fraternales. De ahí
Los días de vacaciones era el patronato adonde el nombre que tomó esta obra nueva, la de
había que ir. También allí se prodigaba y se asociación de nuestra Señora del Buen Consejo.
revelaba todo el inmenso corazón de sor Este precioso servicio que se les hacía a las
Rosalía. Nunca decía ¡basta!, pues siempre jóvenes aprendizas se vio pronto acompañado
tenía algo bueno que hacer. Volvía a por los servicios hechos a otras personas
encontrarse allí con las niñas mayores, que necesitadas. Porque la verdad es que pronto se
habían pasado la semana en el ambiente le saca gusto al apostolado; se da uno cuenta
familiar realizando allí la dura experiencia de la enseguida del bien que produce en el alma,

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cuando se actúa con generosidad. Al lado de los ingeniaba de mil maneras para dar a aquellos
ancianos acurrucados en sus buhardillas, al niños grandes el alimento espiritual más
lado de las personas aisladas, de los adecuado a sus años y a sus almas, que habían
incapacitados, no hay nada que resulte más vuelto a la simplicidad de la infancia. De vez en
agradable que la sonrisa de la juventud. Las cuando solía entusiasmarles con el relato de
jóvenes de la asociación de nuestra señora del algunas historias piadosas, cuyos héroes eran
Buen Consejo encontraron en todo esto un los antiguos patriarcas, unos viejos tan
buen campo de acción, abierto a su celo por la simpáticos como ellos. En la vida de aquellos
solicitud universal de sor Rosalía. Iban a hacer ancianos servidores de Dios, en su fidelidad a
compañía durante una hora a aquellas pobres las disposiciones de Dios, en su respeto y su
ancianas desamparadas; hablaban con ellas y sumisión a los designios de la Providencia,
sobre todo las escuchaban; les contaban cosas, lograba encontrar magníficos ejemplos de fe,
les leían algún libro para suplir la deficiencia de de sentido religioso, de respeto para con aquel
sus pobres ojos enfermos; les llevaban pastas o Dios que se les revelaba en medio de solemnes
algunas golosinas; les lavaban la rapa. ¡Y todas manifestaciones. En la escuela de aquellos
se sentían muy felices de poder hacer algo por santos patriarcas que, a lo largo de toda su
ellas! prolongada vida, a través de frecuentes
peregrinaciones por medio de pueblos
EL ASILO DE ANCIANOS paganos, habían llevado intactas en su espíritu
y habían transmitido a sus hijos las esperanzas
Por su parte, también velaba sor Rosalía por los de Israel, cuyo depósito les había confiado el
ancianos que recibía en su casa. Si había sabido Señor, sor Rosalía intentaba mantener en el
hacerse un corazón de niña con los niños, alma de sus buenos ancianos del asilo la
también se hizo un corazón viril y fuerte con paciencia y el coraje suficiente para enfrentarse
aquellos pobres viejos. Les comunicaba su con la dura tarea de vivir con la maravillosa
serenidad. La ancianidad, en el otro extremo de esperanza del más allá.
la vida, es también una debilidad, pero una
debilidad que ha conocido días de fuerza y de Sor Rosalía llegaba hasta el extremo en su
vigor, de actividad y de lucha. Y el recuerdo de bondad con sus ancianos. Cuando observaba en
las energías perdidas hace más amarga y más ellos algún defecto, su bondad se convertía en
difícil la debilidad presente. Por eso tienen misericordia. Y su misericordia no tenía límites.
necesidad de aliento, de consuelo, de ayuda, de Había tomado la costumbre de defenderles
entusiasmo, y a veces de luz y de consejo en siempre. Pobres ancianos, pobres mendigos,
medio de la desesperación. Sor Rosalía sabía pobres extraviados, para ella todos eran pobres
tratar a sus buenos ancianos con una especie necesitados que necesitaban su protección y su
de religioso respeto. Su cariño con los defensa. ¿Es que la miseria y la misericordia no
pequeños y la alegría maternal que están hechas para estar siempre juntas? ¿No es
experimentaba entre ellos se trasformaba aquí la miseria el trono de la misericordia?
en compasión piadosa por esos pobres
aplastados por la vida, por sus sufrimientos, Sor Rosalía, rodeada de miserias, les ofreció un
por sus preocupaciones. Su caridad alimentada corazón realmente misericordioso.
por su ardiente fe le hacía ver en aquellos
buenos ancianos unos caminantes hacia el cielo Cuando se hablaba en su presencia de los
ya muy cercano, que se aproximaban a la casa defectos de los pobres con cierto tono de
del Padre por caminos muy difíciles, amargura, siempre sabía encontrar una palabra
tropezando sin cesar y necesitados de una de compasión para excusar sus faltas.
mano que les ayudase a seguir caminando
hasta el final. ¿Por qué tantas buenas personas pierden la
razón en el fondo de un vaso de vino? Sor
Tenía el arte de adaptarse a la situación Rosalía supo encontrar en su misericordioso
psicológica de sus buenos ancianos, al corazón varias razones para ello. A uno de sus
cansancio de su pobre cabeza fatigada. Se las viejos le gusta demasiado el vino y se lo

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recomienda a los demás diciendo que «el vino anima a todos a beber. Realmente los pobres
es la leche de los viejos». Y no se limita a hombres que no tienen salones ni lugares de
alabarlo, sino que da ejemplo a los demás, reunión tienen derecho a toda la misericordia
pierde el rumbo y termina perdiendo la de sor Rosalía y a nuestra comprensión.
dirección. Sor Rosalía siente lástima de él, lo
excusa y da la siguiente explicación: «Ese pobre ¡Buena mujer sor Rosalía! Tenía excusas para
desdichado ya no razona. Cuando se todo. Un día se le presentó una buena persona.
emborracha, cree que con ello se olvida de todo Era del barrio. Conocía a la buena madre. Se po-
lo que ha sufrido». ¡Sí! ¡Aquel pobre hombre no día entrar en su casa sin muchos requilorios; lo
razona! ¡Su oficio no es precisamente el de sabía muy bien. La madre estaba siempre a
razonar! La máquina es la que razona por él. Y disposición de todos los que quisieran visitarla.
la máquina sigue su camino. Y el hombre se Pero aquel día no estaba allí. La sala de visitas
convierte en máquina. Y aquel pobre hombre se estaba vacía. Y le dijeron a aquel buen hombre
olvida de razonar. Y el clarete, en la copa de que sor Rosalía no podía recibirle, que estaba
brillantes reflejos, le hace guiños y el hombre con fiebre. Aquel hombre no acababa de
se deja llevar tras él. Sus reflejos pueden más convencerse y no se quedó contento con la
que todos los raciocinios. Para conseguir que respuesta. Tuviera o no tuviera fiebre, sor
aquel hombre razonase un poco, habría sido Rosalía siempre estaba dispuesta para recibir a
necesario tener la cabeza bien templada y todos. Si no le recibía, es que no quería... Es que
cierto hábito de pensar. Pero lo único que tenía nadie quería ocuparse de él. ¡Fue aquella una
aquel viejete eran unos ojillos picarescos que buena solución! ¡Aunque un tanto inoportuna!
se dejaban seducir con facilidad por aquellos A pesar de su fiebre, sor Rosalía acudió a la sala
bonitos reflejos del clarete en la copa. de visitas y arregló sus asuntos. Y aquel buen
hombre se marchó victorioso. Después de su
La verdad es que de todas formas nuestro marcha fue la hermana portera la que recibió
hombre razona todavía un poco. ¿No decía sor su lección; como le dijera a la madre, para
Rosalía que bebe para olvidarse de sus males? justificar su conducta, que aquel visitante
Nuestro hombre no está totalmente inoportuno no se había mostrado muy
equivocado. Ha acertado y por unos momentos educado, la misericordiosa sor Rosalía
ha conseguido lo que deseaba. ¡Se sentía lleno encontró esta inefable excusa: «¡Vaya, hija mía!
de desventuras y aquel vaso de vino le ha Ese pobre hombre tenía otras cosas que hacer
ayudado a olvidarse de sus males! más que estudiar las buenas maneras. No
¡Perdonémosle! ¡Seamos tan misericordiosos tenemos que enfadarnos por ninguna palabra
como sor Rosalía! ¡Pero que aguce su ingenio y viva ni fiarnos de las apariencias un poco
lleve más adelante su razón! Es un remedio groseras. Esa pobre gente vale bastante más de
peligroso que no resuelve nada. ¡Que vigile la lo que a primera vista parecen».
dosis!
Cuando se trataba de defender a sus pobres,
A sor Rosalía se le ocurrían además otras sor Rosalía siempre tenía la última palabra.
bonitas excusas: «Los pobres -decía- no tienen ¡Los quería de verdad! ¡con un amor realmente
donde reunirse. Entran en la taberna para maternal! Conocía tan bien sus miserias que las
distraerse un poco y, sin quererlo muchas medía con una inmensa piedad. Su corazón se
veces, sienten los efectos del vino». Es ver dad. sentía conmovido por ellas. Su sensibilidad tan
No hablemos mal de esa pobre gente que, por viva estaba siempre alerta para descubrirlas.
falta de salones, tienen que irse a la taberna. Y Las emociones se sucedían ante el continuo
en la taberna tienen que pagar su estancia con desfile de miserias humanas que llamaban a su
vasos de vino; y a veces hay que pagarle puerta. Le hubiera gustado aliviarlas todas,
también un vaso a los compañeros, que nos curarlas todas. Sufría ella misma par los
brindan su compañía. Además, no sólo sufrimientos ajenos. Y nunca conseguía acabar
emborracha el vino; también están los amigos con todos ellas. No era posible pensar en
que se emborrachan mutuamente y el cruzarse de brazos en aquel hermoso combate
tabernero que, para redondear su negocio, contra la miseria. Cuando otras personas

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pensaron por ella en buscarle algún descanso, las filas del clero, de haber abierto grandes
ella no pudo marchar lejos de sus pobres. Sus brechas en la masa de los fieles, había sin
mismos superiores pudieron experimentarla embargo lanzado a través de todo el mundo
en cierta ocasión: algunas ideas generosas. Pero sus vuelos
entusiastas, rodeados de tantas y tantas
Pensaron en darle a sor Rosalía un cargo en la esperanzas, se habían visto acompañados de
casa central. Era una buena prueba de tan grandes excesos que la alegre y triunfal
confianza. Conocían muy bien sus éxitos y les canción de la libertad acabó tomando tonos
constaba de la prudencia de sus iniciativas. falsos y sombríos que la desfiguraron y
Pero surgió una dificultad: para ella tendrían desacreditaron ante un gran número de
que alejarla de su barrio y de su buena gente de espíritus. Las almas, desconcertadas, se sentían
Saint-Médard y el rumor público decía que deprimidas. La gente, desorientada, carecía de
aquello no podía compaginarse con el afecto rumbo fijo. Los corazones, llenos de ardor pero
extraordinario de sor Rosalía a sus pobres. roídos por la inquietud, se mostraban
Decidieron hacer un ensayo: vinieron a Saint- vacilantes. Todo se veía negra, oscuro. Faltaba
Médard a buscar a sor Rosalía para una un poco de luz. Las tinieblas lo rodeaban todo.
excursión a Versalles en compañía de los
venerables superiores, que deseaban tenerla a La iglesia iba recobrando ciertamente un poco
su lado en aquella fiesta. Pero apenas se vio de la simpatía de antaño. El genio del
fuera de la parroquia, aquella alma tan dueña cristianismo de Chateaubriand había reavivado
siempre de sí misma no se pudo dominar. ¡Se los sentimientos religiosos. ¡Celebraba con
puso a llorar! Y la compañera que nos narra tanto acierto las bellezas de la iglesia! Aquella
aquel hecho añade: «Lo mismo que san Vicente,
ella tenía miedo de que las puertas de la ciudad esposa de Cristo, despreciada, perseguida,
cayeran sobre su cabeza por haber ido a proscrita en tiempos muy cercanos, había visto
distraerse abandonando a sus pobres». teñido su manto con la sangre de los mártires
una vez más; pero sobre aquellos gloriosos y
Sintiéndose siempre educadora, sor Rosalía sangrantes ropajes el prestigioso escritor había
tenía para todas las edades de la vida sabido arrojar flores a brazadas. Su bella prosa
excelentes consejos y una inagotable caridad. armoniosa y cantarina había enardecido a los
Hasta los mismos jóvenes del barrio latino se espíritus delicados y abría de nuevo paso a los
sintieron felices de acudir a aquella fuente buenos sentimientos y a las nobles
limpia de sabiduría para gozar de los consejos, aspiraciones por el florido camino de la
de la ayuda, de la protección maternal de sor literatura.
Rosalía. Perdidas en aquel París volteriano de
la época, encontraban en pleno barrio LOS ESTUDIANTES DEL BARRIO LATINO
Mouffetard un oasis de paz, de oración, de
caridad fraterna y de estímulo para la vida Pero en el terreno de las ideas todavía quedaba
cristiana. Y acudían sin cesar a buscar allí el mucho por hacer. Pues bien, en la Sorbona se
refrigerio para su espíritu. daba cita todo un mundo juvenil, estudioso y
lleno de generosidad, abierto a las nuevas
9.- EL BARRIO MOUFFETARD Y EL BARRIO ideas; una juventud muy heterogénea,
LATINO ciertamente, pero que compartían todos ellos
un mismo ideal, el de colocar definitivamente
AÑO 1839 en el buen camino a una sociedad que anda
desorientada, el de proyectar un poco de luz, el
Era grande la efervescencia de los espíritus que de fijar un objetivo, el de inyectar en aquella
reinaba después de la revolución. El mundo se sociedad enferma una savia de vida nueva que
sentía agitado por todo un bullir de nuevas le devolviera la salud y el vigor necesaria para
ideas, La revolución, a pesar de haber atacado a emprender de nuevo el camino.
la iglesia, de haber diezmado

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Y buscaban a tientas aquel objetivo, aquel Ciertamente, una mirada imparcial y profunda
camino, a través de una mezcla confusa de habría encontrado, incluso en aquellos años
ideas de todas clases, a través de una imbuidos todavía de espíritu volteriano, no
extraordinaria maraña de opiniones y de pocos milagros de fe y de caridad en el seno de
teorías. aquellas masas agitadas de aquella época
desventurada. En el mismo París no faltaban
Esta diversidad de opiniones había hecho obras abundantes perfectamente organizadas,
surgir en el seno de la juventud universitaria que se esforzaban en aliviar las miserias que se
diversos partidos, muy distintos unos de otros cernían sobre la capital: se visitaban las
pero entre los que la camaradería tradicional cárceles, se acudía a los hospitales, se recogía a
de los estudiantes mantenía cierto con tacto. Y los niños pequeños perdidos en el gran París,
la buena voluntad, el deseo sincero de aquellos «pequeños saboyanos» a los que se
encontrar en las ideas un terreno de concordia instruía y se preparaba para la primera comu-
había asociado a algunos de ellos en lo que se nión. En estas obras caritativas los estudiantes
llamaba «la conferencia de historia», una se encontraban con los miembros de la más
especie de círculo de estudios en donde se alta aristocracia. A sólo dos pasos de la
hablaba de historia, pero sobre todo de historia Sorbona, muy cerca de aquellos estudiantes
religiosa. Las reuniones se celebraban en casa que discutían, el propio señor Bailly les ofrecía
del distinguido señor Bailly, profesor de generosamente la hospitalidad de su salón que
filosofía, hombre de corazón generoso, que se había convertido en una especie de «círculo
había tomado algunas iniciativas muy de estudiantes» en donde éstos encontraban
afortunadas en favor de los estudiantes. Era siempre acceso y refugio. Y había fundado muy
natural que la hermosa historia de la iglesia cerca de la facultad de Derecho, en la calle de
católica gozara de especial atención y simpatía l'Estrapade, la «Sociedad de Buenos Estudios»,
entre sus defensores. Defendida por Ozanam, una especie de casino literario, en donde había
por Lamache, por Letaillandier y otras nobles biblioteca, periódicos, una sala de estudio bien
figuras de temple y de erudición, la iglesia iluminada y con calefacción, un anfiteatro para
encontró en muchos de ellos sabios y reuniones y conferencias. Allí era precisamente
elocuentes apologistas. donde se reunían para la «conferencia de
historia».
Ozanam desplegaba por aquella época sus
mejores cualidades de ingenio y de talento. Así pues, la caridad cristiana era
Empezaba ya a distinguirse por aquella verdaderamente activa en aquellos tiempos tan
brillante y cálida elocuencia que, sostenida por turbulentos. Pero el bien no hace ruido; se
robustas convicciones, resonaría pronto en las difunde silenciosamente y el mundo ruidoso,
aulas de la Sorbona, haciendo entrar en ellas aturdido por los placeres, no suele escuchar los
después de una larga ausencia el genio ecos discretos de las voces caritativas. Y se
cristiano, ilustrado por un arte consumado y muestra injustamente severo. De todas formas
una ciencia que era el fruto de un pujante aquel apóstrofe conmovió profundamente a
esfuerzo de erudición. Ozanam. Al salir de la conferencia, se encontró
con Letaillandier: «Es verdad -se dijeron uno a
Pero sucedió un día que, después de aquellos otro-. No hablemos tanto de caridad.
sublimes discursos en la conferencia de la Hagámosla». Sentían la necesidad de añadir a
historia, un camarada les dirigió este duro los bonitos discursos y a la apologética más
apóstrofe: «¡Vuestra iglesia! ¡Mostradnos qué hábil el ejemplo de las grandes virtudes y el
es lo que hace vuestra iglesia! Es ver dad que espectáculo de los grandes servicios sociales.
en el pasado el cristianismo ha realizado cosas
prodigiosas. ¡Pero hoy el cristianismo ha Aquella misma tarde Ozanam y su amigo
muerto! Vosotros, que os gloriáis de ser fueron a llevar a unas familias necesitadas su
católicos, ¿qué es lo que hacéis?». provisión de leña para finales de invierno; el
sacrificio era duro.

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Pero aquello no era más que un rasgo de historia, poco ordinaria, de un joven que tenía
heroísmo individual. Era preciso ir más allá. En también un corazón demasiado bueno y que el
aquellos días de agitación y de fiebre, los día anterior había dado todo cuanto tenía. Pues
amigos se buscaban y se reunían. Durante una bien, aquella misma mañana le sorprendió un
reunión, uno de ellos exclamó: «Fundemos una visitante cuando estaba aún en la cama; era un
conferencia de caridad». La idea hizo fortuna. pobre desgraciado, medio desnudo, en un
Todos la aceptaron con entusiasmo. Y también estado tan andrajoso que, escuchando sólo la
le agradó al señor Bailly. Y el señor Bailly los voz de su corazón, le dio lo único que le
envió a sor Rosalía. En efecto, no había nadie quedaba, su traje, para que pudiera vestir
que fuera más apropiado que sor Rosalía para correctamente. San Martín no había hecho
guiarlos en el aprendizaje de la caridad. tanto como él. Pero entonces fue necesario
enviar un mensaje a sor Rosalía para pedirle
El barrio latino no está lejos del barrio ayuda y poderle sacar del apuro. Sor Rosalía
Mouffetard. Y en éste llevaba ya treinta años pensó enseguida en echar una mano al pobre
sor Rosalía entregándose a las tareas joven. Pero, junto con un paquete de ropa, le
caritativas con un éxito que atraía a todo París había enviado la siguiente nota por escrito: «Mi
y con una generosidad que conquistaba a todos pobre amigo, ¡si algún día le hacen obispo, va a
los corazones de los pobres de aquel pobre quedarse usted sin su pectoral y sin su mitra! ».
barrio. Lo mismo que el pequeño despacho de
sor Rosalía, también su corazón estaba siempre La lección iba dirigida a Ozanam. Y sor Rosalía
abierto a todas las miserias y todos los debió unir a ella una maliciosa sonrisa. Pero
sufrimientos; por eso sucedió que algunos cuando envió aquella nota por la mañana al
estudiantes, que habían encontrado joven que se había mostrado tan pródigo en sus
dificultades para instalarse en París o que se limosnas, ¿había tenido acaso el don de
habían metido imprudentemente en algún profecía? Lo cierto es que aquel joven llegó un
asunto espinoso, o que inclusa tenían algunos día a ser obispo y que, conservando en su
apuros económicos o un poco de melancolía en episcopado su costumbre de dar sin considera-
su espíritu, fueron a buscar al lado de sor ciones, tuvo a veces que desposarse con la
Rosalía informes, direcciones, santa pobreza por culpa de la generosidad y
recomendaciones y todo cuanto necesitaban. llegó a entregar también su pectoral y su mitra.
Sor Rosalía, gracias a sus múltiples relaciones,
les encontraba en París algún piso que Ozanam retuvo aquella lección dada con tanta
ofreciese las debidas garantías de honradez y a gracia. Poco a poco se fue convirtiendo en uno
veces la acogida cariñosa de alguna familia. Con de los amigos privilegiados de sor Rosalía, que
todos estos preciosos servicios los estudiantes cultivaba con esmero su alma, manifiestamente
recibían además algún consejo juicioso, a veces llamada a los más altos destinos.
alguna ayuda económica, y siempre un poco de
aliento y de simpatía. Ozanam acudía de buena gana a la calle de
l'Epée-de-Bois, a aquel santuario de la caridad.
OZANAM Y LA CONFERENCIA DE SAN Cuando salió de casa del señor Bailly,
VICENTE DE PAÚL preocupado por las últimas discusiones que
habían tenido en la Conferencia, no vaciló en
Ozanam sabía el camino de la casa de sor dirigir enseguida sus pasos para ir a buscar en
Rosalía. Un día, conociendo ésta la delicadeza casa de sor Rosalía las consignas que imponían
de su hermoso espíritu compasivo que se veía las circunstancias. Fue allá acompañado de
inclinado a una excesiva liberalidad, le había Letaillandier. Y decidieron que, para responder
dicho: «Hijo mío, lo que les digo a sus amigos, al reto que les habían lanzado en la conferencia,
no tengo necesidad de decírselo a usted. tenían que emprender alguna obra, de las que
Gracias a Dios, usted conoce bien a los pobres, más agradan a nuestro Señor, una obra de
como es debido. Pero temo un poco los excesos caridad. Llevarían ayuda a los pobres; y a sus
de su corazón. Escuche una historia; ha ayudas materiales añadirían el regalo de una
ocurrido hoy mismo». Y sor Rosalía le contó la

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cordial simpatía a través de una visita personal, ahora toda su influencia por el barrio
amigable y fraternal. Mouffetard, aquella querida «diócesis» de sor
Rosalía. Ozanam llevó allá su alma poética y
Quedó disuelta la «conferencia de Historia» y realista a la vez, su frente majestuosa de pen-
se convirtió en «conferencia de Caridad»: La sador profundo y de apóstol, pero también su
«conferencia de san Vicente de Paúl». «irresistible sonrisa» de joven piadoso
íntimamente unido a Dios. En compensación,
El camino de la Sorbona a la calle de l'Epée-de- todos aquellos humildes portadores del
Bois fue más que nunca conocido y recorrido. Y mensaje cristiano pudieron hacer, en el seno de
sor Rosalía tuvo la dicha de ver reunirse varias la miseria de aquel pobre pueblo, el
veces en su casa a los primeros hermanos de descubrimiento de una riqueza de sentimientos
san Vicente de Paúl, de ver entre ellos a un que les dejó edificados y enriquecidos:
joven que también llevaba el apellido Rendu, y espontaneidad, nobleza, grandeza de alma,
de sentir cómo se avivaba y propagaba el toda la belleza moral que descubrieron entre
hermoso fuego de la caridad. Los jóvenes los pobres en el curso de sus visitas. Había
venían en grupo a su casa; pero a veces venían entonces un afortunado intercambio de
también individualmente a buscar consejos, servicios, en el que quizás los miembros de las
recomendaciones y aliento. Se llevaban con- conferencias fueron los más favorecidos. La
signas y órdenes de servicio y se derramaban práctica de la caridad desarrollaba en ellos el
por las calles del barrio como mensajeros de la espíritu de fe, y preservaba y elevaba sus
caridad. almas.

La experiencia de sor Rosalía, que conocía bien LA INFLUENCIA DE SOR ROSALÍA


a su «diócesis», tuvo para ellos un valor
inestimable. Ella orientó su apostolado, dirigió Y EL ALMA DE SAN VICENTE DE PAÚL
sus idas y venidas por el barrio, les dio
direcciones, bien escogidas, de familias Al principio, la conferencia de san Vicente de
necesitadas. El «banco de la Providencia», que Paúl estaba destinada a funcionar entre los
tenía su sede en la calle de l'Epée-de-Bois, tuvo compañeros de escuela; se limitaría a ejercer
que funcionar a tope en aquellos primeros mo- sus tareas en el círculo íntimo en que había sida
mentos, ya que continuamente tenía que llenar fundada. Así es como funcionó durante dos
con generosidad la caja de la conferencia; como años. Pero un día, uno de aquellos jóvenes
ésta se alimentaba simplemente de la colecta estudiantes, el señor Le Prévost, llevado de su
semanal, nunca acababa de solucionar sus celo apostólico, propuso en una reunión
problemas. Era preciso que el «banco» desdoblar la conferencia para poder extender
funcionase. ¿Adónde iba sor Rosalía a buscar sus obras de caridad. Se trataba de establecer
fondos? Venían de todas partes. La Providencia una en San Sulpicio; quizás más tarde podrían
tenía sus emisarios en todos los rincones. Y la fundarse otras... Se alborotaron los ánimos de
casa de l'Epée-de-Bois tenía ese misterioso aquellos buenos apóstoles, celosos de su
atractivo que siempre hace nacer la influencia intimidad. La cosa llegó a calentarse tanto que
de una heroica caridad. Los socorros acudían a el prudente señor Bailly creyó oportuno cerrar
medida de las necesidades. Y sor Rosalía daba, la discusión y levantar la sesión. Ocho días más
daba siempre a fondo perdido: todo se perdía tarde, la reunión estaba a tope. Y la discusión
en las manos de los pobres. Los miembros de la volvió a enzarzarse. Una discusión dura,
Conferencia gozaron en los comienzos de un encarnecida, prolongada. Finalmente, el autor
largo crédito y pudieron distribuir por el barrio de la propuesta, como punto final de sus
abundantes limosnas. argumentos, hizo observar que la idea no era
suya, sino que procedía de sor Rosalía, deseosa
Junto con su limosna daban también un poco de de extender cada vez más lejos el reino de Dios.
su cultura y de su distinción. La cultura del Sus palabras fueron decisivas; el nombre de sor
barrio latino, adornada por toda la distinción Rosalía hizo callar todas las oposiciones. Y se
de unas almas cristianas generosas, esparcía adoptó la decisión de dividir la conferencia.

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Pronto habría de verse cómo, gracias a sor el bien de las almas, especialmente de la suya
Rosalía, se iban extendiendo las conferencias propia. Se guardan muy bien de envidiar a las
de san Vicente de Paúl, como un reguero de demás obras de resultados más espectaculares.
pólvora, por toda la superficie del globo. Se contentan con su apostolado discreto. Con
«Llegarán a encerrar al mundo -decía Ozanam- su humildad abren su inmenso corazón a la
dentro de una red de caridad». caridad, como verdaderos discípulos de san
Vicente de Paúl.
Así pues, San Sulpicio tuvo también su
conferencia. La célula madre se desdobló. Antes San Vicente podía estar contento de sor
de separarse, los miembros oyeron del señor Rosalía. Ella hacía pasar al alma generosa de
Bailly estas graves palabras: «Señores, amemos todos aquellos jóvenes que gravitaban
nuestras reglas. Si las guardamos con fidelidad, alrededor de la casa de l'Epée-de-Bois un poco
estemos seguros de que ellas nos guardarán a del alma de su santo fundador, tan humilde y
nosotros y guardarán nuestra obra» 5. Le tan sencillo en el seno de los más espléndidos
inspiraba el loable deseo de ver conservarse ardores de su caridad. Pero también aquellos
intacto el espíritu de la obra. Pero ¿quién había jóvenes apóstoles encontraban en sor Rosalía
enseñado al señor Bailly esta fórmula tan una simpatía arrolladora, que fácilmente los
enérgica, empleada por san Vicente y que se conquistaba. Sor Rosalía se interesaba por su
había convertido en familiar a sus hijos, sino vida, por su comportamiento en París, por sus
sor Rosalía, la consejera de aquella hermosa estudios, por sus éxitos, por sus proyectos para
obra, y que estaba tan empapada de las el porvenir. Les buscaba a veces protectores,
enseñanzas de su santo Padre? bienhechores y, por medio de ellos, si era
necesario, ayuda económica. Obligada por las
Por la «Regla», indicará más tarde, en 1841, el circunstancias a ocuparse de aquellos jóvenes
señor Bailly, «entendemos sobre todo las alumnos de las facultades y escuelas
consideraciones generales que preceden a universitarias, aceptó religiosamente su tarea.
nuestro reglamento propiamente dicho, donde Lanzaba continuamente sus almas hacia los
se expresa el espíritu que debe llenarnos a más altos ideales. Deseosa de conservar en
todos y que vivificará para siempre nuestros aquellas almas toda su belleza, de ahorrarles
débiles esfuerzos. Porque estas las imprudencias y locuras tan frecuentes en la
consideraciones son la palabra de Dios, son las gran ciudad, los sostenía con sus consejas y
máximas de los santos, son principalmente el ponía a su servicio todo su crédito y su
pensamiento de san Vicente de Paúl, que experiencia. Metía dentro de sus almas el amor
nosotros no hemos hecho más que aplicar a las a los pobres, entrenándolos en el aprendizaje
tareas de nuestra obra». de la caridad. Porque les pedía resueltamente
que le ayudaran en su servicio; se convertían
También en estas expresiones, ¿quién no ve en sus intermediarios ante los pobres. Y así sus
perfilarse la sombra discreta de sor Rosalía? almas se elevaban y crecían. ¡Se sentían felices!
Y el espectáculo de su entrega y de su felicidad
Por esta época el señor Bailly contaba con unas llenaba de noble emoción el corazón de sor
sesenta conferencias. Poco tiempo más tarde, Rosalía. Aquellos jóvenes, sintiéndose crecer, le
los miembros de las mismas llegaban al manifestaban un vivo agradecimiento y una
número de nueve mil. En la actualidad son unos entrega absoluta, se ponían a su disposición
doscientos cincuenta mil, extendidos por para el apostolado caritativo y de esta forma se
setenta y un países, agrupados en quince mil entablaba una verdadera amistad entre
conferencias. aquellas grandes almas.

Se trata de un éxito que sólo puede compararse LA CORRESPONDENCIA DE SOR ROSALÍA


con su humildad. Dichosos todos ellos por esta
espléndida difusión de su obra, los miembros Los ecos de esta amistad pueden escucharse a
de las conferencias no tienen sin embargo más través de la correspondencia de la hermana.
ambición que la de procurar la gloria de Dios y Porque estos jóvenes, una vez establecidos en

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las diversas provincias o en los alrededores de comunica sus esperanzas de matrimonio, más
París, deseaban seguir aprovechándose del tarde le habla de su boda y de todos los
patrocinio de aquella que les había protegida y acontecimientos de su vida familiar. Y sor
guiado maternalmente durante sus estudios en Rosalía le contesta. Por urbanidad, pero
la capital. Sor Rosalía se prestaba de buena también por sincera amistad y, en los co-
gana a este apostolado. Sus cartas podrían mienzos, por verdadera vigilancia maternal
llevar lejos sus consejos y sus alientos. sobre aquel joven que se lanzaba a la vida lleno
Habiendo adquirido sobre ellos una especie de de ilusión. Se conservan unas treinta cartas,
autoridad maternal, usaba de una gran libertad escalonadas en dos períodos, de cinco años
con ellos en sus avisos, en sus recomen- cada uno. Del año 1835 al 13 de febrero de
daciones, en la expresión de su simpatía. Sus 1840 se intercambiaron treinta y cuatro; del 5
cartas están llenas de testimonios de afectuoso de enero de 1845 al 28 de diciembre de 1849
interés. Aparece con frecuencia la palabra se cuentan solamente diez. Hay una
«amistad». Estas páginas están esmaltadas de interrupción de cinco años, perfectamente
términos delicados, casi cariñosos, que le explicable por los acontecimientos, trágicos a
permiten su autoridad casi maternal, el veces, de aquella época.
ascendente de su edad, de sus servicios, de su
virtud, de su renombre, y la robustez de su Estas cartas están llenas de cordialidad. Tienen
alma. Porque, al mismo tiempo que ponen de un tono claramente amistoso. Sor Rosalía se
manifiesto la delicadeza de su corazón, todas siente, como siempre, apegada a sus grandes
estas expresiones de religioso afecto revelan un hijos, los estudiantes. Y sabe que, la misma que
alma de una calidad y de una fuerza siempre, éstos se lo pagarán con su afecto. Por
excepcional, un alma espléndidamente sana, eso no vacila en pedirles ayuda siempre que se
robusta, ardorosa, apasionada por el bien, presenta una ocasión. Nuestro notario, en
empapada totalmente de Dios, apostólica, que particular, podrá echarle alguna mano; le pe-
olvidándose por completo de sí misma no dirá incluso a veces que le preste dinero en
piensa más que en derramar a raudales los favor de sus protegidos; y llevará entonces en
beneficias de su caridad. sus cartas una contabilidad en toda regla, al pie
de la letra. Pero estas solicitudes se enmarcan
En efecto, no se hace nada hermoso sin amor. en todo un diario de noticias familiares,
Es preciso amar lo que se hace. El amor les da mezcladas con testimonios de afectuosa
valor a las tareas más humildes. Sor Rosalía amistad. Es un diario completo; las noticias son
tenía el corazón lleno de amor. Sus servicios abundantes; pero todo dicho con sobriedad,
eran siempre un trozo de su corazón; iban con rasgos claros y rápidos. No se puede perder
siempre acompañados de simpatía y de cariño. el tiempo. También aparece la nota sen-
No solía preocuparse muchas veces por el timental, muy clara, muy limpia, muy discreta.
método en la redacción de sus cartas; lo que Una vez dada esa nota, ya no es necesario
realmente resalta en ellas es su instinto apoyarla.
profundo de excelente naturaleza, sus deseos
de ayudar en todo cuanto pudiera, de consolar Se tiene la impresión de una intimidad muy
cualquier pena, de alentar todo desánimo y de franca y muy sana, en la que con frecuencia se
acercar a todos un poco más a Dios. mezclan todas las demás hermanas: sor
Victoria y sor Melania y sor Magdalena y sor
Prestemos nuestra atención a estas notas claras Felicidad, y otras, entre ellas algunas primas o
y limpias que resuenan a través de estas líneas, sobrinas de sor Rosalía. Porque el nombre de
con acentos de una extraña belleza. sor Rosalía ha provocado en Confort el
despertar de numerosas vocaciones. Y la casa
Se conserva toda una serie de cartas, llenas de madre ha confiado con frecuencia a esas
encanto, dirigidas a un joven notario', que jóvenes hermanas al cuidado de sor Rosalía;
durante el tiempo de sus estudios de Derecho todas ellas se muestran muy felices en su
en París había disfrutado de los consejos y de la estado. Todas estas hermanas, tan unidas, se
vigilancia de sor Rosalía. Aquel joven le asocian cordialmente a los sentimientos de su

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madre; con un común acuerdo envían sus encuentro tiempo disponible y he de
saludos a los antiguos amigos del despacho de resignarme... ¡Es ya una vieja noticia el decirle
la calle de l'Epée-de-Bois. La madre se que sentí una gran alegría de volver a verle!
preocupa de comunicar a las hermanas las Pero siempre me agrada decírselo de nuevo e
noticias que le manda el joven notario. Han invitarle a que nos dé esta misma satisfacción
hablado de él en la recreación; han recordado siempre que le sea posible».
sus antiguos tiempos de estudiante. Todas se
han alegrado, sin duda, y se han edificado una Las cosas empiezan bien. ¡Qué cordialidad! Sin
vez más con el recuerdo de sus proezas duda hay que excusarse de haberse retrasado
caritativas de antaño bajo las órdenes de sor un poco en la contestación; en el género
Rosalía. Sor Rosalía toma entonces la pluma - epistolar se trata de un motivo vulgar. Pero la
pues suele ser el tiempo del recreo el que se excusa es rápida y la fórmula no tiene nada de
dedica a la redacción de las cartas- y en aquella vulgar; menos vulgar todavía es la expresión de
atmósfera de alegría familiar, de caritativos su alegría y su invitación a que renueve la visita
pensamientos y de preocupaciones apostólicas, que tanto ha agradado a todos. Amables
le envía al joven notario, con la expresión de sentimientos, expresados con rapidez y llenos
sus profundos sentimientos de religioso afecto, de sinceridad. Y no hay que hablar más de ello.
la ofrenda colectiva de saludos de la pequeña Enseguida empieza a tratar de asuntos serios:
familia.
Sor Rosalía tiene un pasante de notario que
¡Qué intimidad entre todas las almas grandes, colocar. Se lo recomienda. Se trata de un joven
que se animan mutuamente a buscar a Dios! ¡Y de diecinueve años, prudente, piadoso, de una
qué unidos estaban todos en aquella casa de conducta capaz de inspirar toda la confianza a
caridad! Lo compartían todo. Un mismo deseo su patrono... Es huérfano y su familia ha tenido
del bien animaba a todos los corazones. Un algunos reveses... «Haga todo lo que pueda por
mismo amor y afecto elevaba a todas las almas, él para que pueda tener éxito esta petición».
el amor de su madre, de aquel guía
incomparable a la que admiraban y que. llevaba Sor Rosalía siempre tendrá gente que colocar y
dentro de sí como un reflejo de la Caridad que recomendar. Se ve continuamente
divina, insaciable siempre que se trataba de solicitada para ello y ella misma se adelanta
hacer bien a los demás, siempre activa a la hora muchas veces en su preocupación por buscar
de sembrar la belleza a su alrededor. Porque una solución para las personas que ve
ella, y con ella todas las demás hermanas, se apuradas. Un día dirá con la sonrisa en los
interesaban por las cosas y los sucesos de labios, a propósito de las peticiones de todas
aquellos jóvenes, que ya se habían convertido clases que la asedian: «¡Necesitaría en estos
en padres de familia y que ponían a sor Rosalía momentos una plaza de ministro!». Sin llegar
al corriente de sus alegrías y de sus penas. Y el tan arriba, la verdad es que a veces
eco de esta unión en el apostolado no es el recomendaba también para altos cargos. ¡Tenía
encanto más pequeño de esta encantadora co- tantas y tan distinguidas relaciones! Uno de sus
rrespondencia. parientes, el señor Eugenio Rendu, estaba
empleado en el ministerio. Se servía de él, con
He aquí, pues, a nuestro joven estudiante de sencillez, cuando podía ofrecer informes
derecho convertido en notario. Se ha favorables.
establecido bastante lejos de París, en
Boulogne-sur-Mer. Pero en un reciente viaje a Un día llegó a recomendar incluso a un
París se ha acercado a la calle de l'Epée-de- candidato para la cátedra de anatomía de la
Bois. Todos han quedado encantados de la facultad de Montpellier. ¡Nada menos! Otra vez
visita. Sor Rosalía se apresura a decírselo. Es el recomendó al alcalde de su barrio a dos
comienzo de aquella correspondencia: personas para que fueran inspectores
municipales. En otra ocasión recomendó a un
«Mil y mil veces me han entrado ganas de sacerdote para párroco de la nueva parroquia
escribirle, querido amigo, pero no siempre Saint-Marcel. ¡Sor Rosalía tenía sin duda vara

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alta ante los grandes personajes! En 1854 cuando se hayan calmado un poco los ajetreos
procuró un capellán a las religiosas agustinas del oficio, habrá que enfrentarse con las
que atendían a la casa de Charenton. Este preocupaciones del hogar. ¡Qué serena
sacerdote, el abate Warnet, era conocido en la prudencia y qué sana libertad en esta amigable
calle de l'Epée-de-Bois; sor Rosalía le había dirección! Y después vienen los saludos a sus
hecho alguna vez algún servicio. Y esta vez le padres y el envío del recuerdo de las hermanas;
pidió ayuda. Se trataba de servir a las buenas en todo ello una gran cordialidad. Y finalmente
religiosas y a sus pensionistas, sacrificando esta despedida: «Adiós, mi querido y verdadero
para ello la agradable situación de que gozaba amigo, crea en mi inalterable afecto. Soy toda
en aquellos momentos el buen sacerdote en un suya. Sor Rosalía». Pero hay además una
castillo de Nantes. Y una vez más sor Rosalía, postdata; se acerca la fiesta de Todos los
que tiene buen corazón y que quiere atenuar el Santos; la maternal solicitud de la buena madre
sacrificio, se muestra llena de amabilidad en la no deja de aprovechar la ocasión: «Procure -le
carta que le escribe: «Va usted a ser nuestro... dice- pasar esta fiesta como buen cristiano». Y
Le renuevo los deseos tan sinceros que tengo añade, con prudencia: «Ya me lo dirá».
de volver a verle... La superiora de las religiosas
quiere estar aquí para cuando usted llegue y Poco tiempo después sor Rosalía recibe la gran
poder instalarle debidamente..., etc.». Las cartas noticia: hay proyectos de matrimonio. Sor
de sor Rosalía tenían siempre este tono. Rosalía se alegra de ello. Pero es un asunto
serio: «Amigo mío, me acuerdo de usted todos
Servía también de intermediaria para toda los días en la misa». Y le da algunos consejos:
clase de buenas obras. La encontramos «Sea usted fervoroso, amigo mío. Consiga de
espléndidamente servicial en sus relaciones Dios todas las gracias que va a necesitar para
con la obra del «Buen Salvador» de Caen. Su una empresa tan importante... ¿Conoce usted a
correspondencia nos revela el crédito de que un buen director? Véale con frecuencia y haga
gozaba y el santo atrevimiento que tenía todo cuanto él le indique... ». Y al final, los
cuando se trataba de servir a la caridad. Hay en saludos habituales: «Adiós, con mis afectuosos
sus cartas una verdadera abundancia de estas sentimientos en el amor de nuestro Señor
expresiones y recomendaciones caritativas. Jesucristo».

El joven notario se presta de buena gana a la Estamos en el mes de enero de 1838. Un mes
correspondencia con sor Rosalía. Se muestra más tarde se han concretado ya los proyectos
sumamente amable. De momento, en medio de de matrimonio. El 18 de febrero sor Rosalía le
sus papeles timbrados y de sus protocolos, se escribe: «Puede usted estar seguro de la alegría
pone a soñar en el porvenir. ¡Habrá que pensar que me ha dado la noticia de su porvenir, que
en casarse algún día! Pero con el ajetreo de su me parece dibujarse con toda prosperidad.
instalación y los primeros asuntos que le caen Deseo ardientemente que la Providencia le dé
entre manos, no se atreve a soñar mucho... una buena compañera, tal como usted se la
¡Pero algo sí que sueña! Y sor Rosalía entonces, merece. Usted sabrá hacerla feliz y tendrán paz,
con una familiaridad maternal, entra en escena que es el mejor medio para ser felices». Y
en aquel debate afectivo. Son los sabios y añade: «Todos nuestros amigos, que son los
prudentes consejos de una madre, la sonrisa suyos, le envían los más cariñosos saludos.
encantadora de un afecto verdadero, profundo, Hablamos muchas veces de usted y le
lleno de pureza, de elevada inspiración, recordamos con cariño». Este apostolado es
expresión simple y sincera de los sentimientos una verdadera amistad. Todos están
profundos de un alma hermosa. Hay que contar cordialmente unidos y se animan mutuamente
filialmente con la Providencia: «La Providencia a obrar el bien.
-dice- le proporcionará una buena ocasión.
¡Tenga paciencia!». Y despunta entonces una Pero en aquellos momentos sor Rosalía se
sonrisa maternal: «Hace usted bien en retrasar sentía aplastada por el peso de las pruebas:
un poco las complicaciones del matrimonio; ya «Hemos pasado un frío enorme. Los pobres han
tendrá tiempo; ¡disfrute todo lo posible!». Sí, sufrido un verdadero martirio... Con ello hemos

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tenido mucho trabajo, acompañado de mala Y he aquí que ahora una de las compañeras de
salud, pues nuestras hermanas han tenido que su misma casa le origina nuevas
padecer el frío y todos los rigores del invierno». preocupaciones: sor Josefina está en cama, se
Además, ha recibido malas noticias de Confort. va agravando su estado, parece que no queda
Su madre, también enferma, ha sida acogida en ya ningún remedio: «¡Qué dolor para todas
casa de las hermanas de Ginebra, pero ha pensar en este cruel desenlace!». Por fortuna,
tenido que regresar a Confort. Ella misma tam- después de varias horas de agonía, sor Josefina
bién ha estado en cama con fiebre durante logrará restablecerse. Pero, entre tanto, las
diecisiete días. A pesar de eso, ha tenido que demás hermanas «andan todas con achaques;
servir de intermediario entre la casa madre y con el frío que han pasado, con el cansancio que
«el Buen Salvador» de Caen para lograr la han pasado, ahora todo se hace sentir en la
admisión de una o dos compañeras que indisposición de casi todas». Y sor Rosalía llega
necesitaban tranquilizar su espíritu en una casa a decir que «se ve clavada por los mil asuntos
de reposo. Ha tenido que sufrir mucho con todo de sus pobres».
ello y sigue todavía bajo el peso de mil asuntos
que no acaban de resolverse. En medio de este panorama, aquella «mujer
fuerte» que llevaba sobre sus espaldas el duro
No son solamente sus dos compañeras a las peso de tantas tareas, de tantos asuntos, de
que ha tenido que recomendar a la buena tantas preocupaciones, de tantas penas, sabía
madre superiora del «Buen Salvador». Con compartir además las preocupaciones y las
frecuencia ha tenido que escribir a aquella alegrías de sus protegidos. Es que conocía el
excelente casa de reposo en donde, gracias a las bien que les hacía con su simpatía. Ella misma
atenciones y a la competencia de las religiosas, por otra parte, recompensada con la gratitud
muchos logran recobrar su salud quebrantada. de todos sus hijos, encontraba en ello un
¡Ha enviado allá a tantos protegidos suyos! precioso aliento y estímulo. Cuando nuestro
Estudiantes agotados por los estudios y la notario tiene que prescindir de un viaje a París
fiebre de los exámenes, personas distinguidas debido a sus obligaciones de novio, que no
cansadas del ajetreo de los negocios, desea estar alejado mucho tiempo de su
sacerdotes y religiosos agotados por su prometida, sor Rosalía deja caer amablemente
ministerio, religiosas agobiadas por sus tareas en su carta esta queja que conocen todas las
caritativas han encontrado en aquel oasis de madres: «Pero no por eso nos querrá usted
paz y de descanso, en una especie de clima de menos, ¿verdad?». Y al final de su carta, con un
vacaciones, la tranquilidad de espíritu, la calma tono más grave, añade esta hermosa frase:
de los nervios, un nuevo vigor corporal y «Adiós, mi querido amigo, quiérame un
mental que les ha permitido proseguir sus poquito; así me devolverá en parte la amistad
estudios, sus tareas y su apostolado. que yo le he dado». Atrevimiento, sin duda,
pero que no nos sorprende en este gran
¡Cuántos servicios ha podido hacer sor Rosalía corazón maternal, de una salud tan robusta y
a las gentes del barrio y a otros muchos amigos, de tan enorme riqueza de espíritu, en el que se
gracias a la acogida de las monjas del «Buen compaginaban maravillosamente los dos
Salvador»! grandes amores, el amor de Dios y el amor de
sus hijos.
Pero semejantes servicios complicaban más
aún su correspondencia, ya bastante cargada. No es esta la única vez que aparece en sus
Un año tuvo que escribir trece cartas al «Buen cartas esta fórmula tan cariñosa y atrevida, esta
Salvador»; otro fueron dieciocho; al año súplica acompañada del recuerdo de los
siguiente, veintitrés... Recomendaciones, servicios hechos al destinatario. En estas horas
consejos, súplicas preocupaciones económicas, graves en que se está decidiendo el porvenir de
contabilidad que hay que llevar al día: toda esto aquel joven que se había confiado a su
hacía que se multiplicaran las cartas cada día patrocinio, ella mezcla con sus austeros
más... consejos la nota clara de su afecto. Estamos en
el mes de marzo de 1838; sor Rosalía tiene más

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de cincuenta años; en plena madurez, se abundantes, las noticias de aquellas buenas
encuentra en posesión de una larga y laboriosa personas tan cordialmente unidas entre sí.
experiencia de la vida. El comienzo de la carta Desgraciadamente, entre tantas buenas noti-
es muy familiar: su joven notario ha empezado cias hay también alguna un poco desagradable.
ya seguramente a asentarse en su empleo y Y entonces la buena madre acaba su carta con
está horondo y feliz. Familiarmente, sor Rosalía estas palabras: «Ya ve usted cómo tengo mucha
comienza: «Mi rechoncho amigo..., aprovecho necesidad de saber que me sigue usted
con mucho gusto... ». Luego va enseguida queriendo, pues esta idea creo que me podrá
derecha al asunto principal y el tono se hace hacer algún bien».
más grave: «Conque ya está usted en camino de
atarse para siempre. Es un asunto muy serio. Las cartas siguientes son cartas de pésame. El
Creo que usted tiene carácter para preocuparse notario ha perdido a uno de sus parientes
debidamente por ello, pero que no por eso cercanos: «Todas las hermanas -le dice sor
perderá su sangre fría. Dispóngase para este Rosalía el 28 de mayo-, todos los amigos,
gran acto con la oración, con la penitencia y con desean compartir su pena». También ella se
la frecuencia de los sacramentos. Hay que hacer siente probada y al cabo de sus fuerzas. «Hace
una buena confesión general. Tiene usted que ya doce días que la fiebre le va minando los
empaparse de las obligaciones que va a huesos; guarda una dieta rigurosa; la han
contraer; comprende usted muy bien todo su sangrado en abundancia y por consiguiente se
alcance, pero hay que pensarlas bien. Si, encuentra muy agotada. Pero ya se está dis-
querido amigo, va usted a atarse para toda la poniendo a volver a la vida normal y a hacerse
vida y a tomar una responsabilidad de la que se cargo de sus asuntos». También sor Josefina se
le pedirán cuentas rigurosas algún día. Tendrá encuentra bastante enferma. En medio de
usted momentos amargos; también tendrá tantas pruebas, sor Rosalía encuentra energías
alegrías, pero cortas. Todo sirve para el hombre para repetir su fórmula tan cariñosa: «Adiós,
que teme a Dios. Acostúmbrese a la idea de que mi querido amigo, le ruego que exprese mis
tiene que ser el modelo que han de seguir todos sentimientos de cariño a su esposa y a todas las
los que le rodeen y le conozcan. Busque la personas queridas». Y vuelve una vez más la
fortaleza en la gracia que se nos da en la fórmula amistosa: «Siga queriéndome un
oración, en los sacramentos, en las lecturas. poquito; así me devolverá en parte lo que le he
Hay que saber acudir con frecuencia al dado tan sinceramente. Adiós. Toda suya. Sor
recogimiento cristiano. Ya sé que su venerado Rosalía».
padre le dará también sus consejos y sobre
todo sus ejemplos; imítelos, mi querido amigo; El 21 de julio, como el notario, muy atareado en
camine por la senda que él le ha trazado y sus asuntos y en los de su recién matrimonio,
vivirá muchos años». estuviera ya dos meses sin dar noticias suyas y
se excusara por ello, sor Rosalía le escribió:
No resulta extraño encontrar estos graves «Acepto sus excusas, pero con un poco de mal
consejos en labios de sor Rosalía: no hace más humor, pues llevamos ya mucho tiempo sin
que hacerse eco de la santa iglesia. Pero sobre tener noticias suyas. ¿Sigue estando usted
todo se hace eco de su propia alma. «Mi pluma convencido de que le queremos con el mismo
se deja llevar por mi corazón... Le rezo a Dios afecto de siempre?». Y le encarga «mil y mil
por usted todos los días y les he pedido saludos» para su joven esposa. «Mil y mil
también a las almas buenas que recen y que saludos»: sí, a sor Rosalía le gusta esta
atraigan de Dios las bendiciones sobre usted y expresión que emplea con cierta frecuencia; es
sobre sus empresas... No dude de mi afecto, que generosa; y la secretaria que ha escrito esta
es realmente inmenso y sincero... ». Y todos carta al dictado de sor Rosalía ha añadido una s
estos sentimientos son compartidos por los detrás de cada una de estas dos cifras. ¿No es el
amigos. Se trata de una amistad muy grande plural el signo de la abundancia? Nunca se dirá
que une a todos estos corazones. Por eso el feliz bastante la abundancia y la riqueza de
esposo se cuidará de anunciar él mismo su sentimientos que brotan de esa inagotable
felicidad a sus amigos. Y siguen entonces, fuente de bondad. Las secretarias de sor

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Rosalía saben que ella derrama a raudales su prepara» que no puede compararse con la de
tesoro y que todos salen ganando con ello; ¡y lo 1830. «Tenemos mucho trabajo. Nunca nos
dicen a su manera! Sor Rosalía, después de hemos visto tan preocupadas. Nuestros pobres
haber manifestado su alegría a su notario «por están desanimados, desmoralizados, sin saber
la elección que ha hecho la Providencia» al adónde acudir. Es un desorden espantosa».
elegir para él aquella esposa, le dirige un ¡Pobre sor Rosalía! No encuentra expresiones
pequeño sermón: «Ayúdense mutuamente a bastante enérgicas para expresar la magnitud
santificarse en su unión y caminen tras las del desastre.
huellas de sus venerados padres».
En Boulogne, el notario va adquiriendo
El 13 de noviembre un obsequia del notario categoría; su notariado va siendo cada vez más
trae de nuevo la alegría a la familia de l'Epée- importante. Tiene que gobernar su hogar y su
de-Bois. Sor Rosalía toma enseguida la pluma: despacho. Ya están lejos los días de «la luna de
«Ayer por la tarde recibimos su hermoso y miel». La vida, allí como en todas partes, está
grande pastel. Tendremos para saborearlo toda rodeada de espinas y la vida se ha hecho más
una semana. Nuestras hermanas se unen a mí dura, sin respiro de ninguna clase. Un día el
para expresarle su más cariñosa gratitud. Es notario ha tenido que pedir a una de sus
usted mil veces demasiado bondadoso. Y me hermanas que le sustituya en su
quedo todavía corta. Nos va a proporcionar correspondencia.
usted unos cuantos años de purgatorio para
expiar esta golosinería. Me hubiera gustado Cuando después de cinco años se reanudan las
poder ofrecérsela también a usted aquí. relaciones epistolares, el tono será más grave,
¡Cuánto siento no poder verle más que siempre pero sigue lleno de atractivo por el interés
de pasada y tan pocas veces! ¡Cómo me gustan religioso que lo inspira. ¡Todo es gracia! ¡Todo
esos trenes que vienen de Boulogne a París!». es caridad en aquel noble corazón de una hija
de la Caridad! Sus cartas irán continuando,
En 1840, y durante cinco años, hay una cada vez más distanciadas, hasta el año 1848,
interrupción en esta correspondencia. Por lo cuando tendrán que cesar por culpa de las
menos, no ha llegado hasta nosotros ninguna agitaciones de la revolución y ante la tremenda
carta de este período. Por otra parte, la prueba del cólera.
interrupción es explicable. Tanto en Boulogne
como en París la enfermedad ha estado Gracias al lazo de unión que era sor Rosalía, la
hacienda de las suyas. Tanto en París como en camaradería escolar de todos aquellos grandes
Boulogne las cosas han ido empeorando. Por jóvenes se había prolongado en su vida
esta época sor Rosalía está agobiada de derivando en una verdadera y sólida amistad.
peticiones. En 1845 hay nada menos que La casa de la calle de l'Epée-de-Bois resultó ser
dieciséis mil pobres asediando la casa. Las algo así como el centro de agrupación y el
calles se cubren de nieve. El pesimismo lo correo central adonde llegaban y de donde
invade todo. Rodeada de miserias escribe una partían las noticias del grupo. Se había
carta tras otra al «Buen Salvador» de Caen. En convertido también en un servicio de ayuda
París, aunque el cólera ya ha pasado, sigue mutua cuyos engranajes funcionaban mara-
todavía amenazando; hay que vigilar. En el villosamente, gracias a la experiencia y a la
barrio de la Poissonniére hay una obra para discreción de sor Rosalía. Y era también un
coléricos con la que sor Rosalía está en hogar familiar en donde todos encontraban una
relación. Está llena de niños a los que la cordial acogida cuando pasaban por París.
epidemia ha dejado huérfanos. En Boulogne
hay también agitaciones, «grandes Sor Rosalía procuraba lo mejor posible
acontecimientos, independientes de la Revolu- mantener esta amistad, sabiendo todo el bien
ción, pero que son males incalculables». En que podía hacer y encontrando a su vez en ella
París se está sobre un volcán... Reina una una buena y fácil ocasión de hacer favores.
situación violenta... ¡Imposible figurarse lo que Trataba a aquellos buenos jóvenes y a aquellos
ocurre en París! «Una revolución que se padres de familia como amigos. Y ellos sentían

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para con ella una especie de veneración, de cuando escribía a sus fieles, se atrevía a
respeto religioso, pues conocían por proclamar su cariño y a decirles: «¡Muchos
experiencia las elevadas inspiraciones que pedagogos, pero pocos son realmente padres!».
constituían el secreto de su abnegación. Su Se necesitan sentimientos paternales para
bondad, su generosidad, su experiencia, todo hacer el bien. Como postdata, sor Rosalía
esto resultaba ciertamente llamativo y atraía añadía con la franca influencia que le daban sus
las miradas de agradecimiento de todos ellos. servicios: «Díganos la fecha de su regreso. ¡Sea
Pero lo que atraía sobre todo su maravilloso puntual! ».
afecto era precisamente ese puro reflejo de la
caridad divina que irradiaba en ella. Tres años más tarde, el 14 de agosto de 1841,
enviaba una segunda carta, o mejor dicho una
Uno de aquellos jóvenes, que llegaría a ser un nota, a la calle Saint-Victor: «Al querido
distinguido médico más tarde, gozó durante doctor». La nota iba acompañando a un regalo
sus estudios, en 1837, «de la caridad y de la que le ofrecía con ocasión de su próximo
bondad verdaderamente maternal de sor matrimonio. En ella se formulaban sus mejores
Rosalía con ocasión de una grave enfermedad. deseos de felicidad y se pedían las bendiciones
Sor Rosalía supo ofrecerle enseguida su del cielo para los recién casados. Y para acabar,
consejo y su ayuda moral, llevándolo a las casas sobre aquel joven al que había protegido y
de los pobres y facilitándole su carrera de guiado en una época difícil de la vida y que
iniciación en la medicina». Aquel joven médico ahora iba a entregar su fidelidad y su amor a la
se había instalado en la calle SaintVictor de compañera definitiva de su existencia, caían las
París. Sor Rosalía le había ayudado, le había sin palabras maternales que reclamaban algunas
duda procurado clientes, ricos y pobres. Las migajas de aquel amor: «Siga queriéndonos un
relaciones entre el doctor y la casa de Caridad poquito. Y crea en la sinceridad de nuestro
eran necesariamente frecuentes. Pero he aquí invariable afecto». Y también entonces las
que el doctor tiene que ausentarse. Ha ido a demás hermanas se asociaban a estos
Calais, con sus padres. Sor Rosalía le escribe a testimonios de cordial amistad.
Calais. También en esta ocasión, como con el
joven notario de Boulogne, el tono es Era lógico que semejante simpatía y semejantes
sumamente cordial. Le da algunas noticias pero servicios encontrasen en el espíritu del joven
sobre todo le hace un buen servicio: sus médico sentimientos de la más viva gratitud,
clientes le reclaman, tiene que volver acompañada de una verdadera veneración.
enseguida. «¡Vuelva lo antes posible! Nos
damos perfecta cuenta de la alegría y el gozo ¡Tales eran los nobles sentimientos que
que está dando ahí a sus queridos padres. Pero inspiraba nuestra piadosa y heroica hija de la
por aquí preguntan muchas veces por usted. Caridad en su paciente y delicado ministerio
Creo que es conveniente obligarle a que no entre los estudiantes del barrio latino de París!
prolongue su ausencia más de quince días.
Dígale a su buena madre que yo me encargo de EL VIZCONDE DE MELUN Y LA ESCUELA DE
que vuelva usted a hacer otro viaje para las CARIDAD
próximas navidades. Dígale que salgo yo
responsable de que podrá entonces tener esta DE LA CALLE DE L'EPÉE-DE-BOIS
dicha». ¡Qué amabilidad! Y también ahora
interviene el recuerdo de las demás hermanas: Estas excepcionales cualidades de ánimo eran
«Todas las hermanas le saludan con afecto». Y las que le habían dado la llave de todos estos
para acabar: «Mi querido y verdadero amigo, corazones juveniles. Y en este clima de cálida
esté seguro de mi incomparable y sincero simpatía, de profunda estima mutua, de grande
cariño en el amor de nuestro Señor Jesucristo». y noble amistad, sor Rosalía iba haciendo
¿Incomparable su cariño, sor Rosalía? Sí, tiene penetrar insensiblemente, día tras día, en todas
usted razón. Muy pocas personas tienen una aquellas almas lo mejor de su propia alma, con
abnegación tan grande y una nobleza de alma las certeras máximas que ella misma había
tan inmensa como la suya. También san Pablo, aprendido en la escuela de san Vicente. Y a su

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vez, su apostolado entre estos jóvenes se franquear el umbral de aquella pobre morada.
convertía, casi espontáneamente, en una Pero una vez que entró y le admitieron como
pujante y fecunda escuela de caridad. amigo, sentado encima de un baúl o de un cajón
desvencijado, se rompió el hielo y le costó más
El vizconde de Melun, que ya desde la primera trabajo todavía tener que marcharse, tener que
visita que le hizo quedó conquistado para la dejar a aquella buena gente, que parecían tan
obra de sor Rosalía y que fue uno de los contentos de verle, que le hablaban con tanta
alumnos más asiduos de esta escuela franqueza de su afecto por sor Rosalía, de su
bienhechora, nos ha revelado los secretos de la agradecimiento por aquella visita, y le
preciosa iniciación que se daba en ella. contaban con tanta confianza su historia, sus
sufrimientos y sus esperanzas.
Este joven aristócrata había frecuentado los
salones más selectos del mundo parisino. Era El joven vizconde se sintió ya desde entonces
entonces, junto con Lacordaire, Montalembert ganado para las obras de caridad. Y cuando sor
y Falloux, con Chateaubriand, Tocqueville y Rosalía le dio a leer la Vida de san Vicente de
dom Guéranger, uno de los asis tentes Paúl, a quien venerará desde entonces y que
habituales al salón de la piadosa señora fue para él una verdadera revelación, escribió a
Swetchine y gozaba de las predilecciones de la la señora Swetchine: «Dios es muy bueno. Me
ilustre dama. Estaba lleno de ideales y soñaba envía sus consejos, a sor Rosalía y a san Vicente
con entregarse a ellos. La señora Swetchine se de Paúl». Como discípulo fiel, aquel joven se
lo envió a sor Rosalía. sentía feliz de reconocer en san Vicente el
maravilloso modelo que había logrado tan bien
Era durante el invierno de 1837-1838. El joven, reproducir en su propia vida sor Rosalía,
después de atravesar las pobres calles del aquella «hija de san Vicente que mejor ha
barrio y el sórdido «mercado de los patriarcas», heredado su espíritu». En adelante su
se encontró ante la casa de sor Rosalía en admiración hacia ella no hará más que crecer.
compañía de los pobres que asediaban su
puerta. La señora Swetchine que lo enviaba era Con toda fidelidad volverá a verla, a buscar
para él la mejor de las recomendaciones. Y tarea apostólica. Admirará la destreza con que
ciertamente no resultó inútil. Es verdad que sor poco a poco fue iniciando su alma en aquel
Rosalía lo recibió muy bien, «casi tan bien -nos servicio de caridad, su tacto en la elección tan
dice él mismo- como si hubiera sido uno de sus inteligente que hacía de las familias que le
pobres»..., pero ella misma le confesó más confiaba y que, según ella, tenían siempre algún
tarde, con una sonrisa maliciosa, que se había título especial para granjearse sus simpatías y
preguntado al ver a aquel joven tan apuesto si cosas muy interesantes que contarle. De esta
no sería él también uno de esos apóstoles forma ella despertaba su interés y duplicaba las
aficionados, a los que atraía a su casa más la ventajas de aquellas visitas que cada día se iban
curiosidad que la caridad, y que muchas veces convirtiendo más, para el corazón de aquel
no podían resistir la visión poco atractiva de la joven, en verdaderas alegrías hasta llegar a
miseria y dejaban después de la primera visita constituir para él una verdadera necesidad.
todo aquel desconcertante apostolado. «Me doy cuenta -decía- que la caridad tiene que
tener su cultivo, lo mismo que la fe. Esta no
Así pues, el joven apóstol tuvo que sufrir la sirve de nada sin las prácticas que inspira y que
prueba común de una visita a los pobres. Sor le sirven de señal. Tampoco la caridad puede
Rosalía le entregó unos cuantos bonos de pan, prescindir de los hechos y de las obras con los
algunos bonos de carne y alguna ropa, que que sufren y tienen necesidad de nosotros. Por
tenía que llevar a alguna familia del barrio, eso he hecho el propósito para el futuro de no
acompañando dicha limosna con algunas separar jamás la idea de su expresión y de
palabras de cariño. consagrar toda mi vida a hacer a mis hermanos
todo el bien que pueda, poniendo a su
Partió para aquella prueba con no muchos disposición todo el tiempo y todas las energías
entusiasmos. Le costó algún trabajo decidirse a de que dispongo».

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De esta forma Armando de Melun se hizo sentencia lapidaria: «Un escritor como Bossuet
miembro de la conferencia de san Vicente de redime a la humanidad de muchas mentiras, lo
Paúl. Y pronto fue invitado a tomar parte del mismo que san Vicente de Paúl la redime de
Consejo general de la Sociedad. Desde el primer muchos crímenes».
momento fue uno de sus miembros más
activos. Era normal que este trato habitual con la casa
de l'Epée-de-Bois y que el contacto frecuente
Desde 1833 hasta la muerte de sor Rosalía en con los pobres en las sucesivas visitas se
1856, no pasó una sola semana sin que el convirtiesen para el vizconde de Melun y para
vizconde de Melun se dirigiera a la calle de todos los jóvenes que actuaban como él con un
l'Epée-de-Bois para buscar allí consignas, alma abierta plenamente a la simpatía, en una
direcciones de pobres a los que visitar, y verdadera iniciación en la verdadera caridad y
también consejos para todas las obras que en un excelente ejercicio de las virtudes
pensaba emprender o para solucionar las necesarias para el apostolado.
situaciones difíciles en que se encontraba.
Magnífico ejemplo de fidelidad por una parte y Todos ellos encontraban en la compañía de los
magnífico ejemplo de influencia moral por otra. pobres un bálsamo bienhechor que les
Cuando se piensa que el señor vizconde de compensaba sobradamente de su sacrificio;
Melun iba a ser un precursor, un iniciador, en el lograban descubrir allí una belleza moral
terreno de las obras sociales y que atribuía la insospechada y saboreaban además la dulzura
paternidad de sus ideas tan acertadas a aquélla de un agradecimiento que es tan vivo y tan
que lo había iniciado en el conocimiento de los sincero en las almas sencillas del pueblo.
pobres y en el espíritu de san Vicente, es
cuando se mide toda la amplitud del bien Encontraban sobre todo en sor Rosalía, junto
realizado por sor Rosalía, las repercusiones tan con el beneficio de sus ejemplos y de su ardor
lejanas de su apostolado y el maravilloso apostólico, la agradable sorpresa de su
ascendiente que había adquirido sobre todos experiencia y de sus piadosas artimañas para
aquellos jóvenes, iniciados por ella en los aficionarles al bien. Iban adquiriendo poco a
trabajos de la caridad. poco en su escuela la verdadera noción
sobrenatural de la caridad y comprendían toda
El vizconde de Melun se mostró siempre la hermosura, todos los atractivos seductores
agradecido a sor Rosalía, a la señora Swetchine que algún día los encadenarían al amor de los
que se la había dado a conocer y a la pobres. Y como nuevo aliciente iban recogiendo
Providencia divina que había puesto en su de vez en cuando, en el curso de sus
camino a aquellas dos grandes almas: «la recomendaciones maternales, algunas de
Providencia -escribió- envió en ayuda de mis aquellas frases tajantes, de aquellas
aspiraciones a dos grandes almas que habían expresiones lapidarias, heredadas de san
encontrado en el cristianismo su fuerza Vicente de Paúl, que salían, como lava ardiente,
sobrenatural y su santa seducción. Una de ellas de aquel rico fondo del alma de fuego del gran
me prestó el apoyo de su inteligencia más Santo.
elevada; la otra me abrió los tesoros de la más
angélica caridad». Escuchemos algunos ecos de aquellas valientes
palabras. Cualquiera a que se haya
De esta forma asociaba en su admiración a familiarizado un poco con las Obras de san
otras dos grandes almas, después de que había Vicente de Paúl reconocerá pronto en ellas un
trabado conocimiento con san Vicente de Paúl. aire familiar. Son conocidos los términos con
El piadoso joven Armando de Melun, aficionado los que san Vicente hacía el elogio de sus
a las letras y que se complacía en alimentar su queridos pobres: los pobres son otros
espíritu con las Meditaciones de Bossuet que le Jesucristo...; son nuestros señores y nuestros
había enviado la señora Swetchine, tuvo un día amos...; son los predilectos de Dios... Son ellos
la inspiración de poner en paralelismo al Aguila los que nos atraen las recompensas de Dios.
de Meaux y al gran Santo de la Caridad, en esta Escuchemos ahora a Ozanam hacerse eco de

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estas ideas y revestirlas con su bella prosa tan acostumbremos a mirarla como una cosa
armoniosa: humana; las obras cristianas no pertenecen
más que a Dios, que es el autor de todo bien».
«La bendición del pobre es la bendición de Esta lección es igualmente característica en la
Dios». obra de san Vicente. Y los miembros de las
conferencias están penetrados de ella, viviendo
«Los pobres están ahí..., y podemos meter siempre de este principio y fundamento de
nuestros dedos y nuestras manos en sus llagas. toda acción apostólica.
Y las huellas de la corona de espinas son visibles
en su frente... Deberíamos caer a sus pies y Continuemos. «Jesucristo quiso practicar él en
decirles con el apóstol: Tu es dominus meus et primer lugar lo que enseñó después a los
deus meus!». «Vosotros sois nuestros señores y hombres: Coepit facere et docere. Es nuestro
nosotros somos vuestros servidores. Sois para deseo imitar en la medida de nuestras pobres
nosotros las imágenes sagradas de ese Dios al fuerzas a este divino modelo». Nos da la
que no vemos; y como no sabemos amarle de impresión de que estamos leyendo al mismo
otra manera, lo amamos en vuestras personas». Vicente de Paúl.

En 1835 aparecía el texto del Manual destinado Y he aquí finalmente una especie de profesión
a los miembros de las conferencias. Lleva por de fe: «Nos hemos puesto bajo el patrocinio de
título Réglement, avec notes explicatives. Está la santísima Virgen y de san Vicente de Paúl, a
lleno da interés. Pero escuchemos cómo quienes consagramos un culto especial cuya
empieza. Podríamos decir que su comienzo huellas nos esforzamos en seguir».
está sacado directamente, casi al pie de la letra,
del comienzo de las Reglas o Instituciones que ¿Quién es entonces el que ha lanzado a Ozanam
san Vicente había dejada a sus misioneros. He y a sus hermanos de apostolado tras las huellas
aquí las primeras líneas, sacadas de la carta de de san Vicente de Paúl por los caminos de la
envío: prudencia, de la humildad, de la perfecta
disponibilidad en las manos de Dios? ¿A dónde
«He aquí finalmente el comienzo de aquella iban a buscar estas normas, sino a la calle de
organización escrita que llamábamos nuestros l'Epée-de-Bois? Escuchemos todavía algunos
votos. Se ha hecho esperar durante mucho otros ecos de la voz del gran santo, que son al
tiempo, pues hace ya varios años que existe mismo tiempo ecos de los nobles sentimientos
nuestra asociación. Pero ¿no había que estar de amistad cristiana, tan cultivados y alentados
seguros de que Dios quería que tuviese vida entre todos aquellos queridos estudiantes que
antes de imprimirle una forma de existencia? frecuentaban la casa de sor Rosalía: «La unión
¿No era preciso que ella pudiera juzgar de sus de los miembros de la conferencia de caridad
posibilidades basándose en lo que ya había de san Vicente de Paúl podrá citarse como un
hecho, antes de imponerse unas reglas y fijarse modelo de amistad cristiana, de una amistad
unos deberes? Hoy ya no tenemos en cierto más fuerte que la muerte... Este sentimiento
modo nada que hacer más que traducir a un hará que todos queramos a nuestra humilde
reglamento las prácticas que hemos seguido sociedad fraternal; la bendeciremos por causa
con cariño. Esto es una garantía segura de que del bien, por muy pequeño que sea, que nos ha
nuestras reglas serán bien acogidas y de que no permitido realizar; la amaremos con cariño, y
caerán en el olvido». hasta con un afecto mucho mayor que a
cualquier otra obra semejante, no ya a causa de
¡Qué prudencia se advierte en todo esto! ¡Qué su excelencia y por orgullo, sino como aman
inteligencia de las necesidades prácticas de una unos hijos bien educados a una madre pobre y
obra llevada en común! Pues bien, se trata de poco hermosa más que a todas las demás
una herencia de san Vicente de Paúl. He aquí mujeres, por muy importantes que sean y muy
otra lección: «Procuraremos no dar nunca a distinguidas por su riqueza o por sus gracias».
nuestra obra el nombre de ninguno de sus Son éstas textualmente las palabras de san
miembros..., por miedo a que nos Vicente.

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Más todavía: «Seguiremos con docilidad la sesenta conferencias en París y en otros
dirección que los superiores eclesiásticos crean lugares. Y añade: «Esta especie de despertar de
conveniente darnos. San Vicente de Paúl no la caridad práctica es un hecho importante,
quería que sus discípulos emprendiesen inmenso, que nos impone serias obligaciones,
ninguna obra buena sin haberse asegurado ya que en parte ha comenzado por nosotros».
previamente el asentimiento y haber recibido
la bendición de los pastores locales... ». El mismo señor Bailly, en su circular de 1842,
recordando la importancia que tiene la
«El espíritu de caridad, al mismo tiempo que la fidelidad al reglamento, repite esta frase que
prudencia cristiana, nos llevará a desterrar fija definitivamente los vínculos de parentesco
para siempre de nuestras reuniones en común espiritual que unen a las conferencias de san
o en particular todo tipo de discusiones Vicente de Paúl con su santo patrono: «El
políticas. San Vicente no quería... ». ¡San reglamento no es la palabra de un hombre, sino
Vicente! ¡Siempre san Vicente! ¡Las máximas de por lo menos la palabra de un hombre
san Vicente y su inimitable prudencia! santificado, de un hombre cuyo discurso ha
sido sancionado por Dios que ha sancionado
En marzo de 1837 Lallier, el primer secretario igualmente su vida por medio de la gloria del
general, hablando de la fe que anima a la cielo. En efecto, no ignoráis que estos
caridad, insiste una vez más en su circular en pensamientos están sacados de los escritos
aquella intimidad fraternal que los une a todos. más íntimos de san Vicente de Paúl, de las
Y añade: «Señores, todos sacaremos un gran reglas que él imponía después de largos años
provecho de estas preciosas ventajas que nos de experiencia a las obras benéficas que lo
da nuestra fe... Ofrecemos bien poca cosa, tenían como padre, para asegurarles su
porque somos pequeños... Pero tenemos en el crecimiento y su duración».
corazón una caridad que es capaz de hacer
multiplicar nuestro dinero. Y los desgraciados La sociedad de las conferencias de san Vicente
que se dan cuenta de estas cosas nos reciben de Paúl llevaba entonces apenas diez años de
con honor y con gozo». existencia. Pero durante esos diez años algunos
de sus miembros más influyentes acudían
En su circular del mes de agosto anuncia que regularmente a la calle de l'Epée de-Bois a
los miembros de las conferencias de París se buscar su inspiración al lado de sor Rosalía, la
reunieron para celebrar la fiesta de su santo buena hija de la Caridad de san Vicente de Paúl,
patrono en una reunión piadosa en la iglesia de cuya presencia en el barrio Mouffetard ilu-
los paúles, el día 19 de julio. minaba toda su vida, a fin de renovar allí
continuamente su contacto con el espíritu y el
A su vez, el señor Bailly, en el año 1841, ante el alma de san Vicente, que animaban y
desarrollo tan maravilloso que la Providencia embalsamaban toda aquella casa. Desde hacía
daba a la sociedad de san Vicente de Paúl, re- casi cuarenta años la buena sor Rosalía recibía
cordaba la designación de «pequeña sociedad» en su casa, con los pobres de su barrio
que los miembros de las conferencias solían Mouffetard, a los queridos estudiantes del
darse en la humildad de los comienzos. Pero barrio latino. Y con su alma ardiente de hija de
añade: «En estos momentos esta designación la Caridad iba forjando y modelando, día tras
ya no es verdadera a no ser por lo poco que día, a todas aquellas almas generosas y dóciles,
hacemos en comparación con todo lo que inculcándoles su excepcional amor a los pobres
habría que hacer. Pidamos, pidamos a Dios con y sembrando en ellas los grandes principios
fervor que haga crecer nuestras obras en la sobrenaturales que habían inspirado y guiado a
misma medida con que crece el número de los san Vicente de Paúl en su obra de renovación
que se alistan bajo la santa y caritativa bandera espiritual y caritativa.
de san Vicente de Paúl...».
Desde hacía mucho tiempo había en la calle de
Anuncia entonces a los miembros de la l'Epée-de-Bois una magnífica escuela de
conferencia que se han establecido ya más de Caridad.

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10.- EL MINISTERIO DE ASUNTOS Recibía a pobres y a ricos: a los pobres que
EXTERIORES venían a pedir una limosna y a los ricos que
venían en busca de consuelo, de consejo, de
EL «SALÓN» DE SOR ROSALÍA oraciones; a la gente que acudía buscando
ocupación y trabajo, con que ganarse la vida.
La casa de sor Rosalía, llena de gente y de Sor Rosalía necesitaba una buena provisión de
obras, se había quedado demasiado pequeña; paciencia, pero también un espíritu
contaba ya con algunas filiales: escuelas, clarividente y juicioso para discernir en aquella
guardería, patronatos, asilo, casa cuna, que numerosa clientela a los que eran
irradiaban desde la casa primitiva hacia la calle verdaderamente necesitados. Y necesitaba
de Francs-Bourgeais-Saint-Marcel. Otros varios también una cabeza bien sentada, un alma
servicios habían encontrado también cobijo en poderosa y resuelta para actuar pronto y bien,
el número 3 de la calle l'Epée-de-Bois. Allí, en para despedir en caso necesario, con
una pobre casa, había establecido sor Rosalía caballerosidad y amabilidad, a los indiscretos y
su cuartel general. a los curiosos a fin de poder conceder a los
demás todo su tiempo, toda su simpatía, y los
Era allí donde tenía su despacho. Allí recibía a consejos necesarios para que pudieran
los visitantes. Era una pequeña habitación enfrentarse con sus problemas y sufrimientos.
estrecha de tres metros por cuatro, bastante
mal iluminada, de modesta apariencia y muy Había muchos pedigüeños realmente
modestamente amueblada: una mesa, un necesitados: «Hermana, hace mucho frío. !No
escritorio con cajones, cuatro sillas de paja, dos tengo ninguna manta!». Y aquel pobre hombre
sillones para los visitantes; sobre la chimenea salía con una manta. «Hermana, mi mujer está
un reloj, y en la pared un crucifijo. Ese era todo enferma; mis dos hijos no encuentran trabajo;
el mobiliario. De alfombra una sencilla estera. pasamos hambre en casa». Sor Rosalía tomaba
Aquel pobre despacho era, según la frase nota, pedía la dirección, prometía ocuparse de
picaresca de sus compañeras, el «salón de sor ellos y devolvía las esperanzas a aquel pobre
Rosalía». hombre. Y sus esperanzas no se veían
defraudadas. Porque sor Rosalía encontraba
En este marco tan austero, pero vivificado par solución para todo. Al salir a despedirlo
la mirada vigilante y la ardiente caridad de sor observa en medio de la gente que aguardaba, a
Rosalía, recibía todos los días a un gran número un cliente que conoce muy bien y con el que
de visitantes de todas las categorías para tiene algunas promesas que cumplir. En su
asuntos de toda índole. Sor Rosalía pasaba allí despacho tiene un paquete ya preparado para
jornadas enteras. Era peor que un despacho de enviárselo, preciosa limosna para un buen
médico o de ministro. ¿Pero no era ella, por hombre, un señor de buena posición que había
otra parte, en aquel pobre barrio el ministro de caído en la pobreza. Le hace un signo para que
la Providencia en el terreno de la caridad? ¡Y la se acerque y le dice: «Señor, precisamente
Providencia tiene tantas cosas en qué tengo aquí un pequeño servicio que pedirle. Es
ocuparse! bastante urgente: hay que llevar un paquete a
alguien que vive cerca de su casa y que lo está
Las recepciones se veían interrumpidas esperando. Este es. Ya verá usted su dirección».
únicamente por las horas de los ejercicios de la Y aquel hombre coge el paquete y ve con
comunidad y las comidas. Se dice que un día admiración que es su propio nombre el que
llegó a tener hasta ciento cincuenta visitas. consta en la dirección del paquete. Era un
¡Algo para aturdir a cualquiera! ¡Un verdadero pobre vergonzante, cuyo amor propio no había
sueño! Aunque en este número tengamos que querido molestar sor Rosalía por medio de
contar quizás a los que venían en grupo para aquella estratagema. La delicadeza de sor
tener alguna reunión de obras apostólicas y a Rosalía era una de las formas de su caridad. “Y
los que sor Rosalía concedía algunos minutos el paquete estaba admirablemente preparado y
de su tiempo para acogerlos y darles la adornado! También éste era un detalle de sor
bienvenida a su casa. Rosalía en el ejercicio de la caridad: «Es preciso

63
que mis mercancías -decía sonriendo- le gusten los pobres: ¡una tarea desconcertante pero que
a mis clientes». se convierte en un verdadero deleite para él!

¡Y proseguía la serie de visitas! Muchos acudían Otro día es un viejo impresor que se ha
a sor Rosalía para pedirle alguna quedado ciego y ha caído en la miseria. De
recomendación o en busca de trabajo. Sucedía a carácter independiente, sufre por el doble
veces entonces que en la mirada penetrante de motivo de no poder ser dueño de sí mismo y
sor Rosalía, necesariamente ocupa da en tener que depender de los demás. Obligado sin
discernir las aptitudes de esos candidatos embargo a solicitar la ayuda ajena, se irritaba
desconocidos, brillaba un pequeño relámpago ante la solicitud de los otros que le recordaban
malicioso y la conversación tomaba un giro la humillación de su estado. Orgulloso y
divertido. Se presenta un joven aguerrido que sensible, su enfermedad lo había encerrado
ya había hecho de antemano su elección y más aún en su obstinación y terquedad.
soñaba con un cargo: lleno de confianza se
acerca a sor Rosalía: «Hermana, yo quiero un Afortunadamente había encontrado un amigo
puesto de cantor en una iglesia». E en la persona del señor Thibaut, un viejo
inmediatamente, para demostrar sus pescador ya jubilado que se había convertido
cualidades, se pone a cantar el Magnificat, pero en conserje. El señor Thibaud había
en un tono que la hermana no puede menos de conseguido, a fuerza de sencillez, de
reprimir una sonrisa: «Cantas bien -le dijo-; cordialidad y de discreción, hacer que su
pero me figuro que estás más acostumbrado a obstinado amigo aceptara sus servicios.
cantar en la taberna que en la iglesia». «Pero
¿qué se imagina usted? -replicó-; no digo que Se había convertido en su lazarillo. Un día de
de vez en cuando vaya a trincar un poco con los vacaciones le propuso ir a visitar los dos juntos
amigos, pero sólo por excepción». «Entonces, a sor Rosalía. No era desde luego para pedirle
amigo mío, creo que no podré ocuparme de ti. una limosna, sino para ver algo extraordinario,
Porque un cantor que sea aficionado a beber no para conocer a un ejemplo admirable de
tiene las debidas cualidades». «Pero, madre; ¡si abnegación, que estaba continuamente atento a
a mí me gusta beber! ¡Ya lo creo! Lo que pasa es las necesidades de los demás sin cansarse
que tenía miedo de que usted me riñera, si se lo nunca.
decía». «Bien, amigo mío, le escribiré una carta
para que se la lleve al señor cura de X... No le El ciego se dejó llevar, pero decidido a no
prohibo que beba un vaso después de haber aceptar ninguna ayuda y a resistir cualquier
cantado las alabanzas del Señor. ¡Pero que no testimonio de compasión indiscreta.
se te ocurra beberlo antes! » 3. ¡Qué cordialidad
y buen humor! A sor Rosalía le gustaba a veces Llegaron a casa de sor Rosalía. Y sor Rosalía
pasar unos momentos de distensión en medio acogió a sus visitantes con su amabilidad
de sus graves ocupaciones. Aquella tarde, en la habitual, aunque teñida esta vez de una
recreación, toda la familia de hermanas verdadera y sincera compasión por la
escuchó el relato de lo sucedido y pudo tremenda desgracia de aquel pobre hombre.
saborear la alegría de los buenos hijos de Dios.
El ciego se mostraba bastante frío y hasta un
LAS MARAVILLAS DE LA CARIDAD poco seco. Respondía a las amables atenciones
de la hermana con palabras más bien breves y
Estas visitas eran muchas veces la ocasión de desabridas. Más aún, para que no se hiciera
trasformaciones radicales en la vida de los ninguna ilusión sobre él, pronto empezó a
visitantes. Un día fue el vizconde de Melun el responderle con sarcasmos y palabras
que se presentó. Venía del salón de la señora zumbonas.
Swetchine, que se lo presentó a sor Rosalía.
Desde el primer momento se sintió subyugado. Pero no por eso se arredró sor Rosalía.
Y he aquí que nuestro vizconde deja los salones Conmovida, llena de piedad ante su
de la aristocracia para acudir a los chamizos de obstinación, se guardó muy mucho de expresar

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su desconcierto y su compasión. Y recurrió a su los reparta, sino ella». Y aquella señora se
remedia ordinario, a la caridad que, una vez marchó un poco más serena, pero sin
que ha entrado en un alma, logra disipar toda consolarse del todo. No obstante, para cumplir
su acritud y da vida a todos los buenos su promesa, fue a visitar a los pobres que le
sentimientos. habían recomendado. En aquellos «bonos de
pan» había escrito el nombre de María, su
A la puerta de la habitación de sor Rosalía querida hija y fue a visitarlos. Una vez hecha 1a
había unos cuantos jóvenes que esperaban visita su pobre alma atribulada había
poder acercarse a la buena madre para pedirle conseguido consolarse por completo. Se
consejo sobre el estado que habían de elegir. La encontró con personas más desgraciadas que
hermana los llamó, los introdujo en su ella y con algunos niños que la dejaron
despacho, los presentó designándolos con su encantada. Y la gracia divina, que acompaña a
nombre y, dirigiéndose a nuestro ciego, le pidió todos los gestos de caridad, entró a raudales en
como un favor que diera a aquellos muchachos su alma, llenándola de unción y de santa
los consejos que estaban esperando. Su alegría.
experiencia de la vida, le dijo, lo capacitaba más
que a ninguna otra persona para dar los Sor Rosalía hacía feliz a mucha gente, dándoles
consejos más adecuados. a todos limosnas y consejos. Pero sobre todo se
daba a sí misma. Entregaba su tiempo, su
Fue evidente el cambio que entonces se corazón, su condescendencia.
produjo. Nuestro hombre volvió a encontrar la
serenidad de los buenos corazones. Era por ALGUNOS CASOS
otra parte una persona de espíritu despierto.
Con la cultura que le había dado su largo trato El vizconde de Melun, que acudía
con las obras de pensamiento que su trabajo de habitualmente a la calle l'Epée-deBois para
impresor le había hecho familiares y recibir allí las consignas de la caridad, se
acostumbrado por su misma ceguera a encontró un día con un buen anciano que salía
reflexionar hondamente sobre los hombres y radiante de gozo de la habitación de sor
las cosas, podía desempeñar muy bien aquel Rosalía. También él era un cliente habitual de
papel de consejero. Sería un consejero aquella casa. Hacía algunos servicios a la
excelente. ¡Una buena tarea de educación que hermana escribiendo algunas notas que ella le
se sintió muy feliz de poder realizar! ¡Un buen encargaba. Aquel buen hombre se prestaba a
ministerio que ennoblece a cualquier hombre! ello de buena gana. Era lo corriente. Pero aquel
día estaba más contento que nunca.
La vida de aquel hombre se trasformó por
completo. De común acuerdo, el conserje y el El señor de Melun no pudo menos de decirle:
impresor se convirtieron en abnegados «¿Pero qué le pasa para estar tan contento?».
servidores de la caritativa sor Rosalía. Sus
salidas, uno junto al otro, los condujeron El otro le replicó: «¡Vaya! ¡Es que hoy ya he
siempre en adelante hacia alguna obra buena. podido tomarme mi pequeña gota de
consuelo!».
Otro día fue una noble señora la que se
presentó s. La enviaba monseñor Dupanloup. - ¿Cómo? ¿Qué es lo que quiere decir?
Había perdido a su hija y no lograba consolarse.
Sor Rosalía le dijo algunas buenas palabras y -¡Pues que hoy he podido ver a la buena madre
luego le indicó la dirección de unas familias sor Rosalía! ¡Y me voy contento! Hoy he sido
pobres para que fuera a visitarlas. Le entregó más afortunado que ayer.
unos cuantos bonos de pan para que los
distribuyera. Y añadió: «Señora, tome estos Esa dicha es lo que él designaba con el nombre
bonos de pan. En cada uno de ellos escriba el de «su pequeña gota de consuelo».
nombre de su hija y déselos a los pobres. Su
hija recobrará nueva vida. No será usted quien

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Aquella expresión hizo fortuna. Cuando el grave. Hay que perdonarle el que se haya
señor de Melun, al encontrarse con aquel buen querido poner esa joya. ¡Quizás es la única
hombre, quería saber si había visto a sor satisfacción que ha tenido en su vida! ».
Rosalía, le preguntaba si había tenido ya «su
pequeña gota de consuelo». Pero a veces ¡Qué bien comprendía a los pobres sor Rosalía!
obtenía esta triste respuesta: «No. No he ¡Y cómo ayudaba a los demás a comprenderles!
podido tener esa dicha. Había demasiada gente. El pobre no vive únicamente de pan, sino
Y el deber me llamaba a otro lugar». también de alegrías. Hay que saber
proporcionarle lo uno y lo otro. Sor Rosalía
Realmente sor Rosalía sabía hacer feliz a la dirigía ciertamente, desde su despacho, una
gente. Al dar mucho, al estar siempre entregada verdadera escuela de Caridad. Cuando se
a los demás, aprendía continuamente a dar más presentaba en su casa algún estudiante del
todavía y a hacerlo de todo corazón: el don de barrio latino, no dejaba nunca de aprovecharse
sí va siempre acompañado de felicidad. ¿No es de su buena disposición. Después de haberle
acaso más agradable dar que recibir? hecho el servicio que había venido a buscar, le
pedía algún favor a cambio. Era un intercambio
Otro día se le presentó una señora. Y no lloraba de beneficios, fecundo en resultados para el
ciertamente. No eran lamentos los que salían estudiante más aún que para la hermana. La
de sus labios, sino claros acentos de vida está hecha de mutuos servicios que todos
indignación. Porque aquella señora, en un nos tenemos que prestar. Esa es la verdadera
impulso de generosidad, le había dado como fórmula de las vidas dichosas y de los pueblos
limosna a una pobre mujer, a la que visitaba felices. El estudiante tendría que llevar algún
por encargo de sor Rosalía, una sortija de gran mensaje o alguna limosna a alguna familia. Y
valor. Era un rasgo de generosidad, pero de una antes de partir tendría que buscar algún rincón
generosidad unida sin duda a un gran sacrificio de la casa donde pudiera sentarse, tomar su
al tener que prescindir de un objeto cargado de pluma y escribir una o dos cartas que luego
recuerdos. Al recibir aquella joya la pobre firmaría sor Rosalía. ¡Y todo el mundo quedaba
mujer, maravillada, en vez de ir a venderla para contento!
atender a las necesidades de su hogar, la había,
sencillamente, colocado en su dedo. En sus Sor Rosalía entretanto se dedicaba a sus
horas de miseria la contemplaba y se sentía recepciones. Siempre había gente de
feliz y orgullosa de poder acariciarla. ¿Qué importancia en su sala de espera. Aguardaban
queréis? ¡Todos tenemos nuestra coquetería y su turno, pero sor Rosalía sabía encontrar
nuestros caprichos! siempre la palabra delicada para que todos
tuvieran paciencia.
A1 visitarla en su próxima visita de caridad la
dama que se había desprendido de aquella joya En medio de los pobres y de los enfermos, de
la vio brillando en la mano de la pobre mujer. las ilustres damas y de los jóvenes estudiantes,
¡Estupefacción! ¡Indignación! Sin embargo, se presentaban a veces los más preclaros
ocultó prudentemente su cólera, que acabó visitantes: obispos y generales, ministros y
estallando luego en el despacho de sor Rosalía: gobernadores, caballeros de alcurnia y oficiales
si había hecho aquel sacrificio, había sido sin de policía. Sor Rosalía tenía que vérselas con
duda con la noble intención de socorrer un caso todo este gran mundo y tratar de los asuntos
de suma necesidad, no para atender al capricho más diversos: con unos hablar de buenas obras
tonto de poner un adorno inútil en el dedo de o de personas a quienes encomendaban a sus
aquella mujer que por vanidad faltaba a sus oraciones y a su solicitud, con otros escuchar la
más estrictos deberes familiares. exposición de asuntos delicados y prometer su
colaboración, en otras ocasiones dar informes
Sor Rosalía sonrió amablemente. Su sonrisa sobre ciertas familias de su barrio para algún
aplacaba a todos. Pero esta vez seguramente asunto caritativo, otras veces recibir reproches
extrañó y casi irritó más aún a su irritada ya que su caridad, ante la miseria, no siempre
visitante. Ella añadió: «Señora, eso no es tan se resignaba a mantenerse dentro de los

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estrictos límites de las leyes y normas gustaría -dijo entonces el vizconde de
administrativas. ¿Es que acaso no se presentan Melunenviar a sus amigos a todos esos
circunstancias en las que no valen las leyes? desventurados, en vez de enviarles
Pero ese atrevimiento no debe ser cuestión de gendarmes... ¿Cree usted que escucharán la
todos los días. llamada de su amigos, de sus auxiliares, de los
miembros de san Vicente de Paúl? ¿Les gustaría
Algunas de aquellas visitas se han hecho venir al Despacho de Beneficencia de mi
célebres. Donoso Cortés, el gran publicista y distrito para encargarse de las visitas y llevar a
orador español, vibrante escritor de palabras los necesitados socorro y buenas palabras?».
inflamadas, hombre político y diplomático,
dejaba todas las semanas, durante sus El vizconde trasmitió a sus amigos esta
estancias en París, los salones de los llamada. El día convenido la sala de la alcaldía
embajadores para acudir al «salón de sor del distrito XII estaba llena de voluntarios.
Rosalía». Se sometía a sus consignas caritativas Decididamente la escuela de caridad daba sus
e iba a visitar con toda su distinción a los frutos; sus alumnos honraban realmente a su
pobres de barrio. Cuando, joven todavía, estaba escuela.
a punto de morir, quiso que sor Rosalía
acudiera junto a su lecho. Y se encomendó a sus Sor Rosalía tuvo la dicha de ver cómo se
pobres. «Que los pobres recen por mí -le dijo-. distribuían por su barrio, para ayudarle a
Que no me olviden». Sor Rosalía podía sentirse levantar las ruinas, buenos equipos de
dichosa: ¡sus lecciones habían sido bien valientes obreros. También el general
aprendidas! Ella recogió piadosamente el Cavaignac se pasaba algunas veces por el
último suspiro de aquel gran hombre de estado. despacho de sor Rosalia. El general conocía la
influencia de la hermana sobre las rudas gentes
Un célebre médico, el doctor Leuret, director de del barrio y el papel de pacificadora que había
los servicios sanitarios de Bicétre, a pesar de no representado en algunos momentos difíciles de
ser un hombre religioso, quiso tener a sor los motines de 1830, de 1832 y de 1834. Y
Rosalía junto a su lecho de muerte. El doctor acudía a verla con satisfacción. Aquellas dos
Trélat, que fue alcalde del distrito XII, dijo de él almas tan valientes, tan distintas, se sentían
que «no había sabido encontrar ningún entonces perfectamente de acuerdo en muchas
consuelo ni fortaleza más que en aquella hija de cosas. Aquellos encuentros le venían bien al
san Vicente de Paúl, cuya fe era lo bastante rudo soldado. La acogida tan noble y tan cordial
profunda y lo bastante segura de sí misma para de sor Rosalía, la distinción que en su noble
no necesitar probar la de los demás sin dudar sencillez se desprendía de toda su persona,
de ella». todo esto inspiraba respeto y simpatía y hacía
elevarse a las almas,
ALGUNOS VISITANTES DISTINGUIDOS
Un día, mientras sor Rosalía estaba en su
El doctor Trélat, que era también de ideas despacho ocupada en hacer una sangría a una
bastante avanzadas y que había tomado una pobre enferma, se presentó el general. Entró a
parte muy activa en el movimiento liberal en saludarla: «Madre, ¿puedo verla unos
tiempos de la Restauración y del Gobierno de momentos?». «Me honra usted demasiado,
julio, profesaba sin embargo una gran señor general, pero permita que sangre antes a
admiración por sor Rosalía y sus esta buena mujer, que no quiere confiar su
colaboradores. Cuando los motines de 1848 brazo a nadie más que a mí. Ya comprende
sublevaron su distrito y fueron acumulando usted estas cosas, general. Cuando un ejército
víctimas, tanto muertos como heridos -que no está bajo las armas, usted no lo dejaría por
se atrevían a declararse por miedo a los ningún motivo». El general podía haber
gendarmes-, recurrió para excitar la confianza esperado tranquilamente en la antesala. Pero
de la gente a todos los jóvenes apóstoles de la se le ocurrió algo mejor. Quiso asistir a la
caridad, cuyas hazañas consiguieron operación. Mostró mucho interés, aunque se
finalmente serenar la opinión pública: «Me sintió algo emocionado al ver la sangre.

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Palideció, se puso a temblar y apenas tuvo frase graciosa para cada madre, una caricia
tiempo para salir apoyándose en la pared para para cada pequeño. Por eso aquellas mujeres
no caerse. ¡Sentía menos emoción en los solían presentarle con orgullo al primer recién
campos de batalla!. El general se había nacido. Los pequeños raquíticos, mal cuidados,
convertido en asiduo visitante de aquella casa. gozaban de una consideración especial. Si la
Un día, mientras estaba de visita, empezó a madre se sentía un poco confusa por la fealdad
sonar el ángelus. Sor Rosalía, siempre tan de su hijo, estaba segura de que la buena madre
sencilla y con el tono más natural, le dijo a su le diría a la hermana que la acompañaba: «Vea
visitante: «General, es el ángelus. ¿Quiere usted qué mirada tan inteligente. Es pequeño, pero ya
rezarlo conmigo?» Sor Rosalía lograba siempre se desarrollará. Buena mujer, tráigamelo con
que aceptasen de buena gana sus propuestas. Y frecuencia. Es simpático y parece como si me
se pusieron a rezar el ángelus los dos juntos, un conociera. Yo misma me encargaré de que
general y una hija de la Caridad. entre en la escuela cuando sea un poco
mayor...».
Por el despacho de sor Rosalía pasó un día un
mariscal de Francia. Otro día vinieron a Y si se olvidaba de alguno o cometía alguna
visitarla el propio Napoleón III con la equivocación con ellos, se excusaba
emperatriz. Y después de ellos vino nada graciosamente ante aquella pobre gente y les
menos que un ministro para traerle la pedía perdón. Aquellas buenas mujeres se
condecoración de la legión de honor. quedaban aturdidas, sin comprender nada.

¡Realmente, el «salón de sor Rosalía» contaba EL CORREO. CARTAS Y SECRETARIOS


con su elevada nobleza y con sus altos OCASIONALES
dignatarios, tanto por lo menos como los
salones del boulevard Saint-Germain! Entre todos aquellos visitantes que asaltaban la
habitación de sor Rosalía había uno que se
Es fácil de adivinar la acogida que a todos ellos colaba todos los días y que prolongaba sus
les reservaba la señora de aquel lugar. Con visitas sin compasión: el correo. Cada día traía
aquella noble sencillez que es la suprema un montón de cartas que se acumulaban en el
distinción de las almas grandes, les presentaba despacho de la buena hija de la Caridad. Cartas
los honores de su casa. Pero dispuesta a volver que venían de Francia, de Europa, de América.
enseguida con el mismo respeto y la misma Sor Rosalía hacía la primera revisión. Y si
solicitud a sus «señores y amos» los pobres, alguna de aquellas cartas parecía urgente,
que llevaban a sus ojos la aureola de Cristo y llamaba a algún benévolo secretario y le
que ocupaban en su corazón, como en el dictaba la respuesta en unas cuantas palabras
corazón de cualquier hija de la Caridad, el lugar claras y breves. Y el secretario se iba a algún
que se reserva a los privilegiados. rincón donde pudiera sentarse a escribir la
carta.
Y sor Rosalía volvía a sus privilegiados. No
había nada que impresionara tanto como la Muchas de las cartas de sor Rosalía están
acogida que les reservaba. Era más amable y escritas por consiguiente por secretarios
cariñosa que nunca. De una enorme delicadeza ocasionales. Es fácil darse cuenta de ello.
cuando se trataba de algún niño enfermo y de Ciertamente, las ideas son siempre claras y
sus mamás; se notaba especialmente los días en firmes; es el eco directo de las fórmulas de sor
que había que vacunarlos. Ella misma se Rosalía; y el estilo es el hombre. Pero la
encargada con agrado de aquella tarea. Y era ortografía ofrece curiosas sorpresas y una gran
ciertamente una tarea agobiadora. Se reunían variedad de trazos. Hay ortografías académicas
en la misma sala veinticinco, treinta y hasta irreprochables. Pero también las hay que se
ochenta madres de familia. Las madres permiten las más curiosas fantasías. Es la
charlaban, los niños se ponían a gritar; ¡un huella que dejan esos secretarios improvisados.
ruido imponente! Sin embargo, perfectamente
dueña de sí misma, siempre encontraba una

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Por otra parte, algunas de esas cartas fueron Estos conflictos entre la prudencia y la
escritas aprisa bajo el dictado de sor Rosalía compasión no siempre tenían una solución tan
que no quería perder el tiempo. Uno de esos benigna. Un joven por el que se había
secretarios añade un día, como postdata, esta interesado mucho y al que había ayudado en
observación ingenua pero significativa: varias ocasiones no respondía a su solicitud. Ya
«Perdone, madre superiora, si esta carta ha le había advertido que tenía que cambiar si
sido escrita un poco aprisa; sor Rosalía no me quería seguir contando con ella. Pero el
da tiempo de escribir (Firmado). Su muy muchacho no cambió. Después de madura
humilde servidor». Va dirigida a la reverenda reflexión, lo llamó y le dirigió estas palabras:
madre del «Buen Salvador» de Caen, 22 de abril «Amigo mío, tiene usted una plaza esperándole
de 1838. Es fácil de adivinar la escena: sor en Constantinopla. Aquí tiene el pasaporte. Y
Rosalía dictando, quizás a varias personas, aquí una carta de recomendación. Márchese
yendo de una a la otra, indicando en el curso de esta misma tarde». Aquel joven imploró su
sus pensamientos las frases que han de escribir perdón y empezó a prometer de nuevo cambiar
cada uno, pensando que van demasiado lentos, de vida. Pero sor Rosalía se mostró inexorable.
y los secretarios de buena voluntad que Y aquel joven marchó, como le había dicho,
pierden la paciencia y escriben desconcertados aquella misma tarde.
y se sienten confusos de lo mal que les ha
salido la carta. Y sor Rosalía, a pesar de los ¡Qué fuerza de voluntad había en aquella mujer,
desaguisados de sus secretarios, pone su firma junto con una inefable bondad! ¡Y hasta dónde
debajo de la carta. No tiene ni pizca de amor llegaban sus relaciones! ¡Desde París pasaba
propio. Su amor propio, ese «enemigo capital», tranquilamente a Constantinopla!
como ella lo llamaba, ha quedado tan maltrecho
que está casi muerto. VACACIONES PARA SOR ROSALÍA

Pero también con frecuencia escribía sus cartas Con semejante actividad al servicio de los
la misma sor Rosalía. En sus autógrafos limpios demás, cualquier otra persona que no fuera sor
y hermosos, con su firme y amplia escritura, se Rosalía habría visto pronto comprometida la
permitía a veces ciertas libertades en el uso de escasa salud que ella tenía. En efecto, su salud
la ortografía. No obstante, cuando escribía a era bastante frágil. Pero la alegría de su alma la
algún distinguido personaje, ponía más sostenía, le daba fuerzas, aligeraba su peso. Su
atención y, en caso de necesidad, pedía auxilio temperamento sano y su vida regular
al diccionario; y entonces la ortografía era contribuían a mantener su salud. Era
irreprochable. Otras veces la ortografía seguía admirable. Siempre trabajando. La fiebre la
más o menos la fonética de las palabras. Por visitaba con frecuencia, pero nunca lograba
eso hay cosas que nos extrañan, rendirla. Las personas que la rodeaban se
acostumbrados como estamos a una ortografía preocupaban por ella. Pero ella no deseaba
oficial, seguida escrupulosamente, como preocupar a nadie. No les permitía que le
prueba de distinción y de respeto a la lengua hablaran de descansar. Se enfrentaba con todas
francesa. Pero nos olvidamos a veces en sus tareas con una magnífica decisión.
nuestro siglo xx de que la ortografía ha sufrido
no pocas vicisitudes con Un día, sin embargo, alguien la convenció. Era
el buen párroco que la había dirigido antes
sión. Realmente, le habían dado lo que se durante su estancia en Gex, el abate de
merecía. Pero la verdad es que sor Rosalía Varicaurt, que había sido nombrado obispo de
tampoco durmió aquella noche. Y al día Orléans. En una visita a la calle de l'Epée-de-
siguiente, muy de mañana, mandó que le Bois durante los primeros años de su cargo de
llevaran una manta a aquel desgraciado para superiora, el aspecto cansado de sor Rosalía le
que pudiera dormir un poco caliente..., y para había inspirado cierta inquietud y le aconsejó
que ella misma pudiera dormir en paz. unos días de descanso. Y para que pudiera
tomárselo cómodamente, le ofreció su propia
casa de campo, cerca de Orléans.

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Sor Rosalía, confiando en su antiguo párroco e añadía: «Una hermana como no había otra. Ella
incapaz de eludir esta paternal invitación de no era como las demás».
una persona a la que estaba tan agradecida,
saltó esta vez por encima de su intransigencia y Sí, ella no era como los demás. ¡Ella era
obedeció. extraordinaria! Pero lo que había de
extraordinario en su vida, era más bien su
El coche del obispo estaba a su disposición. Una forma de ser que los sucesos que acontecían.
compañera acompañaba a sor Rosalía. Ella lo hacía todo admirablemente bien. La
alegría de su alma le daba a todo cuanto hacía
Un bonito viaje. Pero sor Rosalía llevaba un una belleza poco común: desplegaba una
poco de melancolía dentro de su alma. actividad prodigiosa y sin embargo mantenía
en su espíritu una intensa vida interior que
Llegaron a Orléans. La ciudad, el Loira, los animaba todo su trabajo. Esta soltura en que se
campos, ¡una maravilla! Pero sor Rosalía no movía su alma piadosa en continuidad con el
lograba distraerse y se mostraba preocupada. pensamiento divino, en medio de tantas
preocupaciones y de tanto trabajo, le venía de
¿Qué es lo que le faltaba? ¡Sus pobres! ¡Ya no la fe que anidaba en ella; la había conquistado a
estaba con sus pobres! ¿Quería pobres? ¡Pronto través de una educación hondamente cristiana;
los encontró! las circunstancias trágicas de su infancia
habían ahondado sus raíces y su fidelidad al
Fue a buscarlos enseguida, les visitó, les ayudó, deber la había alimentado siempre con nuevas
los hizo felices. ¡Pero ella no lograba sentirse energías. Esta luz divina que iluminaba su
feliz! Tenía pobres. Pero no eran los suyos, los espíritu irradiaba hacia fuera y llenaba de
que tantas veces había socorrido y curado, a los esplendor toda su vida.
que conocía personalmente y llamaba «sus
hijos» o a veces, con una sonrisa, «mis Hubo sin embargo en esta vida algunos
diocesanos». Cuando san Vicente fue llamado a acontecimientos que pertenecen a la gran
gobernar todo un mundo de personas y de historia y en los que sor Rosalía representó
obras, ¿no lamentaba también verse lejos de los dentro de su barrio un papel preponderante. Se
pobres, no poder hablar con ellos, consolarles, trata verdaderamente de acontecimientos extra
bendecirles, darles un testimonio de amistad? ordinarios. Hemos de citar en primera fila las
Deseaba ciertamente que tanto él como sus dos revoluciones de 1830 y de 1848 y las
hijos pudieran dar limosna a los pobres, pero sobresaltos que en dos ocasiones sucedieron a
sobre todo quería que tomasen contacto con la de 1830. En todas estas ocasiones sor Rosalía
ellos y que los pobres se sintieran fue la heroína del barrio: ángel de paz y de
personalmente respetados y queridos. caridad, aplacaba los corazones enconados,
calmaba con unas Cuantas palabras serenas los
Sor Rosalía amaba demasiado a sus pobres, a espíritus exaltados, curaba a todos los que
sus «diocesanos» para que alguien pudiera acudían a ella sus heridas de cuerpo y de alma,
pensar en quitárselos. Fue preciso devolver ayudaba a los moribundos. Para cumplir esta
pronto a sor Rosalía a su «diócesis». tarea pasaba entonces mucho' tiempo en el
campo de batalla, a pesar de las balas y de las
Las vacaciones habían durado cinco días. terribles visiones de los combates.

11.- LOS ASUNTOS EXTRAORDINARIOS MOTINES Y BARRICADAS. LA REVOLUCIÓN DE


1830
¡Todo es extraordinario en esta vida de sor
Rosalía! Una persona que la conocía bien, la En 1830 habían pasado ya cerca de treinta años
señora Bavcoffe de Montmahaut, viuda de desde que sor Rosalía se había puesto al
Lamothe, intentando un día definir en pocas servicio del barrio Mouffetard. Sus años de
palabras esta vida excepcional, decía: «Sor entrega podían contarse por los años del siglo.
Rosalía era una hermana muy buena». Y Conocía bien a todos los habitantes del barrio.

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Muchos de ellos habían pasado, cuando eran tranquilidad, sin embargo, era sólo relativa y
niños, por sus asilos, sus escuelas y sus esta fórmula no era quizás que una
patronatos, antes de convertirse en padres y fórmula, destinada a tranquilizar a su familia
madres de familia. Todos ellos habían gozado que quizá podía sentirse alarmada con aquella
en alguna ocasión de sus cuidadas, de su ayuda, carta. Lo cierto es que sor Rosalía pasar va
de sus socorros. Había arrancado a muchos de entonces algunos sustos.
ellos de la enfermedad y de la muerte. Ella
había recorrido las calles del barrio en todos De todas partes llegaban a la casa de la calle de
los sentidos. Aquella era, según decía, su l'Epée-de-Bois heridos y moribundos.
«diócesis». Y sus «diocesanos» eran sus «hijos». Amotinados y soldados, todos eran acogidos y
cuidados caritativamente. La casa se había
Y he aquí que aquel año de 1830 estalla la trasformado en hospital. Y era para aquella
revolución. Y la revolución iba a ser sangrienta pobre gente un asilo de paz, lejos de las
e irreligiosa. Porque se confundiría a la religión barricadas y de los disparos de fusil.
con la política.
Sor Rosalía iba y venía. Mientras sus hermanas
Ciertas medidas, inspiradas a pesar de todo en aseguran el servicio de la casa, ella sale a la
buenas intenciones, pero capaces de chocar con calle. Va por todas partes predicando la paz, la
la mentalidad volteriana de la época, fueron la calma, ayudando a un moribundo, ordenando el
ocasión de que surgiera el descontento popular traslado de un herido. A veces tiene que
y comenzaran los trastornos políticos. El detenerse en su marcha; hay que sortear los
destronamiento de los Borbones, la salida de peligros; pero sigue intrépida enfrentándose
Carlos X y de sus efímeros ministros, se vieron con las más duras situaciones. Mientras dure el
acompañados de una campaña violentamente conflicto, serán necesarios los ángeles de la paz.
antirreligiosa de calumnias contra el clero y las ¡Sor Rosalía será uno de ellos! ¡El descanso no
obras de la iglesia, que echarían el descrédito cuenta para ella!
sobre la religión y provocarían un gran número
de profanaciones y de asesinatos. UN SALVAMENTO HEROICO

El día 27 de julio, bajo los ardores de un sol que Después de varios días de emoción, de fatiga,
se había levantado en toda su gloria, los de peligros, de pronto se le plantea a su
descontentos empezaron a manifestarse con espíritu valiente un problema que hubiera
cierta violencia. Aquella brillante jornada iría asustado y hecho retroceder a otras muchas
seguida de otras tres, las que se designarán personas. Se trataba de ir a buscar, no se sabía
como «las tres gloriosas», pero que en realidad dónde, a través de toda la ciudad, en medio del
fueron tristes jornadas de revuelta. Se cierran alboroto y de la carnicería, y arrancar de los
las fábricas; los obreros sin trabajo, cruzados brazos de los amotinados a un bravo soldado,
de brazos, se echan a la calle y estorban la un compatriota, un bienhechor, un amigo de su
circulación. Suena un disparo. Nadie sabe de familia, padre de una de las bienhechoras de
dónde ha venido, pero el motín explota y sus obras, de una de las amigas habituales de la
comienza la lucha armada. Por un lado, casa. Antiguo soldado del Imperio, aquel
Marmont y el ejército regular; por otro, todo un hombre había hecho la campaña de Rusia como
pueblo que se exaspera, sin acabar de oficial de los lanceros de Polonia que formaban
comprender lo que pasa. Toque a rebato, gritos, parte de la escolta de Napoleón. Después de su
barricadas, disparos de fusil, cañonazos... Se retiro, pasaba con su familia una parte del año
lucha por todos los rincones de París. El barrio en París y la otra en sus posesiones de Alsacia y
Mouffetard se muestra esta vez relativamente del país de Confort-Gex. Tenía en Confort unas
tranquilo. Hay algunos gritos sediciosos, pero fábricas de tela para aprovisionar al ejército,
no es allí precisamente donde prende fuego la que funcionaban con prosperidad. Vivía por
revolución. «Por aquí estamos muy tranquilos - tanto con holgura y hasta con cierto lujo. En
escribe ser Rosalía--. Este barrio, como usted Confort había conocido a la familia de sor
sabe, está aislado de todos los jaleos». La Rosalía y se había creado entre ambas familias

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cierta intimidad. Desde Alsacia su madre le ¡Está expuesta a que 1a atraviesen las balas!
enviaba a sor Rosalía miel para sus enfermos. Y Pero es la buena madre. La respetan. ¡La
el señor Bavcoffe de Montmahaut, buen quieren demasiado! Por todas partes pregunta
cazador, le enviaba de vez en cuando alguna de por el comandante Bavcoffe. No lo han visto
la, piezas cazadas, lamentando no poder por el barrio. Debe estar por otra parte. Y
enviarle más por causa de loa transportes un entonces se pone a recorrer la ciudad, en medio
tanto difíciles. En París, su hija, la señora viuda de peligros cada vez más graves, siguiendo en
de Lamothe, solía visitar a sor Rosalía, pero su búsqueda sin cesar. No hay nada que des-
para no quitarle en el locutorio un tiempo, que anime a sor Rosalía. Confiando en Dios y en el
era precioso para ella, la acompañaba en sus prestigio de la caridad, reanuda su marcha, se
correrías caritativas comunicándose enfrenta con las barricadas que son otros
mutuamente noticias por el camino y tantos campos de batalla, desafía las balas,
recibiendo de ella mucha edificación... Y cuando pregunta por todas partes por el comandante
marchaba a Confort, no dejaba de ir a casa de Bavcoffe. No lo han visto. Sigue adelante. Pasa
sor Rosalía para ver si deseaba algún recado el Sena. Se encuentra en el centro de París,
para su madre. donde el motín hace estragos. Finalmente, en la
plaza del Hótel-de-Ville, han visto caer al
Aquel valiente soldado de las campañas de comandante. Lo busca anhelante entre los
Rusia v de la escolta de Napoleón se había montones de cadáveres. Finalmente lo
convertido, durante el retiro, en oficial de la reconoce. Está entre los muertos, pero aún
Guardia Nacional. Andaba entonces metido en vive. Está desvanecido. Apenas respira. Pero
la lucha contra los revoltosos. ¡Y habían ella lo devuelve a la vida. Abre los ojos.
perdido sus huellas! ¡Seguramente habría Contempla extrañado su corneta. ¡Todavía hay
sucumbido, como valiente militar! En el esperanza! Su pecho está acribillado de
domicilio de su padre, calle Bourbon- heridas; contarán cuarenta y nueve; además los
Villeneuve en el barrio Poissonnier llevaban dedos de su mano derecha han sido cortados
esperándolo dos días. Todos estaban por un sable. Poco tiempo después, gracias a
preocupados. Por ser comandante de puesto e unos benévolos camilleros, el moribundo
inspector de las yeguadas militares que había estaba en su domicilio; devuelto a la vida, lo
en el barrio de Saint-Marceau, tenía que acudir recoge su familia. Y sor Rosalía, sin recibir el
allá todos los días. ¿Se habría perdido en las menor daño, regresa a la calle de l'Epée-de-
revueltas que había habido por allí? Su mujer Bois. Aquel día muchos se sintieron felices en la
entonces, sin pensar en el peligro que corría, calle de l'Epée-de-Bois y en la calle de Bourbon-
acudió al barrio y fue a implorar la ayuda de Villeneuve.
sor Rosalía.
El nombre de Luis-José Bavcoffe de
Se ha narrado en varias ocasiones el magnífico Montmahaut está inscrito en la columna de
heroísmo de este magnífico salvamento. Hubo julio en la segunda lista de nombres gloriosos.
realmente suerte. Nos lo ha contado su misma
hija. Sor Rosalía se superó a sí misma en Estos hechos heroicos no extrañan en la vida de
aquella ocasión. sor Rosalía, pero su éxito no se explica
ciertamente sin una especial protección de la
Sor Rosalía decidió salir sola. Obligó a la señora Providencia que reservaba para otras hazañas
Bavcoffe de Montmahaut a quedarse en casa. El a esta buena obrera de sus tareas. Nos revelan
peligro era demasiado evidente. Ya había sido por otra parte el extraordinario prestigio que
demasiado atrevida en sus primeras correrías había conquistado con su abnegación sin
en medio de la revuelta. Y he aquí que de nuevo reservas: una palabra suya bastaba para salvar
se vuelve a ver su corneta por las calles a un hombre. Su presencia bastaba para salvar
agitadas y llenas de gente enloquecida; quieren a un hombre. Su presencia bastaba para salvar
detenerla, impedirle que corra hacia una a una casa. ¡Ella valía más que un equipo de
muerte probable; ella sigue adelante, gendarmes!
atravesando por en medio de las barricadas.

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EL SAQUEO DEL ARZOBISPADO Continuamente se oía el estrépito de cristales
rotos y el derrumbarse de las paredes; se
Durante las jornadas de julio se saqueó, se elevaban nubes de polvo como si se tratara de
incendió, se mató gente a mansalva. En medio un vasto incendio; el movimiento, el ruido, la
de la fiebre de los combates y las locuras de la destrucción no se detenían; los demoledores
victoria, los amotinados vencedores parecían armados de una fuerza y de un furor
proclamaban sus proyectos incendiarios. Y los infernal; no había nada que se resistiera a sus
rumores alarmantes volaban de boca en boca. golpes ni calmara su furor. Las máscaras del
Después de otros centros religiosos, también le carnaval, las risas de los que pasaban, toda
iba a llegar su turno al arzobispado. Las malas aquella muchedumbre que los días de fiesta
noticias corren aprisa, pero sor Rosalía captó al llena las calles de París, terminaron formando
vuelo lo que se decía. Había que apresurarse a un círculo alrededor del arzobispado, gritando
avisar al arzobispo y a librarle del peligro. Al regocijados al ver caer las paredes y aclamando
día siguiente, cuando el arzobispado fue a los feroces demoledores.
saqueado, no hubo más que destrozos ma-
teriales. ¡El arzobispo había encontrado ya Entre tanto sor Rosalía guardaba a su
refugio en la calle de l'Epée-deBois! ¡Una arzobispo en la paz de su casa. Había logrado
espada de madera -eso es lo que significa Epée- librar de la locura del populacho al primer
de-Bois- muy frágil e infantil! ¡Humilde y pastor de la iglesia de París en un asilo de paz
pacífica enseña de una pobre casa en donde que respetaban los mismos amotinados.
ardía un noble fuego de caridad! Abrigo seguro,
guardado por un alma grande. Sor Rosalía supo CORDEROS EN MEDIO DE LOBOS
ahorrar a su arzobispo un desolador
espectáculo y le salvó la vida. El populacho Otro día estaban a punto de incendiar un
enloquecido ejecutó efectivamente sus malos orfanato cercano. Las piadosas guardianas de
designios. Era un día de carnaval, el 13 de los niños huérfanos recurrieron a sor Rosalía.
febrero de 1831. Por la ciudad no se notaba Ella se dirigió hacia aquel lugar y con su
más que las diversiones desenfrenadas de presencia detuvo a los incendiarios. Más aún,
aquellos días, pero al acercarse a la isla de la convertidos en corderos al verla a ella, los
Cité, en donde se elevan la catedral y el mismos lobos se pusieron a predicar la paz;
arzobispado, los rostros se iban volviendo más organizaron una guardia de protección a
duros y en la lejanía resonaban ruidos de aquella casa para que nadie se acercara a
agitación. En el malecón del arzobispado la hacerle daño. Y uno de aquellos hombres dio
escena era deplorable; se desarrollaba ante la esta consigna a sus compañeros: «¡Sobre todo,
vista de la misma Guardia Nacional que, con las nada de ruido! ¡Dejad dormir a las niñas y a sus
armas en la mano, parecía mirar con guardianas!».
indiferencia el tremendo espectáculo. Se
arrojaban al Sena libros, muebles, ornamentos Es curioso. ¡Qué semilla de bondad ha
pontificales, que los invasores habían depositado Dios en el corazón de los hombres,
arrancado del arzobispado. Una parte del para que las almas más obstinadas pierdan su
gentío aplaudía divertido, otros callaban y se amargura delante de la caridad y las villanías
sentían inquietos ante aquel vandalismo. Sólo del odio se cambien en espectáculo de bondad!
una pobre anciana levantaba los brazos al cielo
v maldecía en voz alta tan horrible profanación. Estas magníficas victorias de la caridad, que
Sobre los techos y las paredes del arzobispado coronaban de gloria a la heroína del barrio
un hormiguero de hombres de todas las Mouffetard y aumentaban día tras día su
cataduras se arracimaban cubriéndolos popularidad, no se quedarían sin represalia. Su
literalmente de arriba abajo, arrancando las gloria y la fama de sus hazañas acabarían
piedras, retorciendo los barrotes de hierro, dándole algún disgusto. Pero ella sabría
sirviéndose de las vigas como de arietes para dominarlos con la misma voluntad y la misma
romperlo todo, quemando lo que podían e sangre fría.
inundando las habitaciones inferiores.

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AL DÍA SIGUIENTE DE LA REVOLUCIÓN. enorme. La escena ha sido contada varias
LEGALIDAD Y CARIDAD veces. Seguiremos la narración de Chales
Baussan en su Vie de soeur Rosalie (pp. 81-83):
El día 31 de julio fue derribado Carlos X. Le
sucedía el duque de Orléans, Luis Felipe. «El prefecto pasó por medio de la gente y pidió
que le dejasen hablar en particular con sor
Sor Rosalía, sin ningún trasfondo político de Rosalía. La hermana, muy amablemente, le
ninguna clase, estaba dispuesta a mantener su pidió que esperara a que hubiera recibido antes
caridad a pleno rendimiento en el seno del a sus pobres. Y cuando acabó el desfile de
nuevo régimen. Pero su caridad inagotable obreros, de ancianos, de viudas. se acercó al
entraría una vez más en conflicto con la justicia prefecto y le preguntó en qué podía servirle.
de los hombres.
«Señora -le dijo el señor Gicquel-, yo no he
La justicia que sucede a los movimientos venido a pedirle ningún servicio, sino más bien
revolucionarios suele ser demasiado severa. para hacérselo. Soy el prefecto de policía. ¿Sabe
También en esta ocasión fueron sus víctimas usted, hermana, que está gravemente
algunos grandes hombres. Y varios de ellos comprometida? Con menosprecio de las leyes
acudieron a buscar refugio en la calle de l'Epée- ha hecho usted que se escape un oficial de la
de-Bois. ¡Tremendo honor para sor Rosalía! antigua Guardia Real que, por rebelión abierta
¡Terrible responsabilidad! contra el gobierno, había merecido las penas
más severas. Yo había dado ya órdenes de
No había nada que asustase a sor Rosalía. Pero detenerla a usted. Las he retirado por
no quería ni podía guardar en su casa, en indicación de uno de mis agentes. Pero he
contra de la voluntad de los poderes públicos, a querido venir para saber por usted misma
estos grandes refugiados. Les ayudó a huir. cómo se ha atrevido a ponerse en rebeldía
Después de las escaramuzas de 1832, un oficial contra la ley.
de la Guardia Real que se había comprometido
con los amotinados, vino también a buscar «Señor prefecto -respondió sor Rosalía-, yo soy
refugio y protección en su casa. Ella lo salvó. hija de la Caridad; no pertenezco a ningún
Eran actos que no podían gustarle ciertamente bando. Ayudo a los necesitados en cualquier
al Gobierno. situación en que se encuentren; procuro
hacerles todo el bien que puedo sin juzgarlos.
Avisaron de ello al prefecto de policía. Y dieron Le prometo que, si alguna vez le persiguen y
orden de arrestar a sor Rosalía. Pero el policía acude a pedirme ayuda, no se la negaré.
encargado de su ejecución se permitió hacer
una observación a su jefe: ¡Detener a sor «De esta forma la hermana y el prefecto de
Rosalía! ¡Aquello era sublevar a todo el barrio policía siguieron unos momentos defendiendo,
Saint-Marceau! ¡Todo el pueblo tomaría las la una, los derechos de la caridad; el otro, el
armas para defenderla! ¡Un nuevo motín! ¡Así deber de la policía. Y si la hermana no convirtió
no se acabaría nunca de arreglar la situación! al prefecto, tampoco el prefecto logró convertir
a la hermana.
Había motivos para estar perplejos. Así pues,
sor Rosalía era una verdadera potencia. Había «Señor prefecto -le dijo ella al despedirle-,
que contar con ella. Había que parlamentar. Iría realmente no puedo prometerle que no voy a
a verla el mismo prefecto. No acababa de comenzar de nuevo: siento que, si se
disgustarle la perspectiva de ver presentase otra vez una ocasión similar, no
personalmente a semejante potentado, de tendría ánimos para negar mi colaboración.
tratar con ella y de obtener para el futuro una Una hija de la Caridad de san Vicente de Paúl
perfecta docilidad que pondría la victoria en no tiene nunca derecho a faltar a la caridad,
sus manos. Cuando el prefecto, el señor sean cuales fueren las consecuencias de sus
Gicquel, llegó al locutorio de la calle de l'Epée- actos. «En efecto, su caridad era impenitente.
de-Bois, había allí, como siempre, un gentío Ocho días más tarde estaba refugiado en su

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casa un joven de la Vendée, cuando llegó un pesar los pros y los contras de su acto,
comisario de policía. Ella avisó al vandeano seguramente se preguntó -con todo acierto- si
para que huyera; luego comenzó con el co- el pensamiento íntimo de sus superiores al
misario la más amable de las conversaciones. trasmitirle las normas del gobierno no estaría
Cuando éste se retiró encantado todavía de la en el fondo en conformidad con el suyo. ¡Y
conversación con sor Rosalía, el fugitivo estaba seguramente atinó! Los superiores, en su foro
ya lejos. «¿Qué quiere usted? -le dijo al día interno, admiraban la generosidad y la nobleza
siguiente al comisario, cuando éste vino a de alma de sor Rosalía, pero tenían la
reprocharle su conducta-; lo he hecho tanto por obligación de trasmitirle las observaciones del
usted como por él. He querido evitarle a usted gobierno. Una vez hecho esto, se sentirían
la pena de prenderle y la preocupación de cus- probablemente muy contentos, al dejar a sor
todiarle. ¿No le parece que he obrado bien?». Rosalía frente a su propia conciencia, de ver
cómo continuaba realizando sus obras de
Ante la obstinación de esta terrible hermana caridad en las condiciones extraordinarias en
que defendía a los amotinados y a quien éstos a que la había colocado la Providencia y cómo
su vez defendían unánimemente como se evitaba enfrentarse con la policía eludiendo sus
defiende a una madre, decidieron exponer sus graves sanciones contra los pobres condenados
quejas al Superior General. Este trasmitió a sor que se refugiaban en su casa, lo mismo que en
Rosalía las observaciones del gobierno. Pero se otros tiempos se habían refugiado en los
dice que sor Rosalía siguió haciendo de las lugares de asilo oficialmente inviolables.
suyas sin enmendarse. ¿Cómo, sor Rosalía? ¿Y
la obediencia? ¿Qué es lo que hace usted? ¿Se El superior general no era el único que
atreve a faltar a la obediencia? Ella había admiraba a sor Rosalía. Los mismos gobiernos
demostrado ya suficientemente lo mucho que la admiraban. Por otra parte, sor Rosalía hacía
apreciaba la obediencia cuando, llamada poco a todos un buen servicio, sin distinción de
antes a la casa madre bajo el peso de unas bandos: amotinados y gentes del gobierno se
sospechas que podían, aparentemente al vieron libres de la muerte gracias a su
menos, justificarse, prefirió callar y aceptar la intervención. Ella realizaba, sin más, su tarea
humillación ante todas sus compañeras, de pacificación y de caridad.
sometiéndose sencilla y silenciosamente a las
órdenes de sus superiores. Y los gobiernos llegaron a admirarla tanta que
un día creyeron oportuno decretar para la
¡Pero ahora se trataba de entregar a unos culpable la cruz de la legión de honor. Y de
hombres a la muerte! ¡Eso era otra cosa! ¡Las pronto fue el descontento el que cambió e1
humillaciones ella las habría aceptado todo lo campo. ¡Fue sor Rosalía la que se indignó!
que hiciera falta! Pero tomar la más pequeña
parte en la responsabilidad de esas ejecuciones LA CRUZ DE LA LEGIÓN DE HONOR
capitales que horrorizaban a todo el mundo,
¡eso ella no lo quería! Sor Rosalía no trabajaba ni mucho menos por
alcanzar condecoraciones. Cuando, después de
¡y tenía derecho a vacilar sobre su posible los motines de 1848, Lamartine fue a felicitarla
obligación de obedecer! Sobre todo cuando se por su conducta, ella le dio las gracias por sus
trataba de sus hijos del barrio Mouffetard, su felicitaciones, pero añadió: «Señor, no ha sido
corazón maternal tenía ciertamente derecho a precisamente por agradar a los hombres por lo
conmoverse y a resistir a lo mandado. ¿Se le que he hecho lo que creía que era mi deber.
pide acaso a una madre que entregue a sus Sirvo a Dios. Y es de él de quien espero la
hijos? recompensa».

Sor Rosalía no entregó nunca a sus hijos. Creyó Y el mundo de entonces lo sabía bien. A pesar
que le era lícito desobedecer. Probablemente ni de la invasión de ideas volterianas que todavía
siquiera tuvo un momento de vacilación; lo veía reinaban en los espíritus, el mundo sabía muy
con claridad. Si vaciló, si creyó que tenía que bien que sor Rosalía trabajaba por Dios. Que

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Dios quedara bien servida: eso era lo único que calle de l'Epée-de-Bois llevando un inmensa
pretendía. El mundo de hoy ya no piensa de ramo digno de una reina.
este modo; ya no tiene esta fe. Es conveniente
que de vez en cuando caiga alguna condeco- Y hubo ciertamente risas, pero llenas de cariño
ración, ante los ojos de esos incrédulos, para y simpatía. Sor Rosalía, por su parte, no reía.
adornar el hábito de alguna religiosa Creía que estaban confundiendo las cosas.
consagrada al servicio de los hombres.
Sin embargo, hay gestos populares de cuya
Cuando la señorita Bavcoffe de Montmahaut sinceridad es imposible dudar. Sor Rosalía, ante
vino un día a decirle a sor Rosalía que había la amplitud y la convicción de esta
sido propuesta para la cruz de la legión de manifestación de unas personas que ella sabía
honor, sor Rosalía no tuvo más que este curioso que la querían con sinceridad y con un afecto
comentario: «¡Estás un poco loca!». En su alma lleno de respeto, acabó cediendo. Y cesó
y en su conciencia, totalmente entregada a cualquier duda cuando llegó una notificación
Dios, sor Rosalía no podía imaginarse que fuera del Ministerio anunciando oficialmente la
necesaria una condecoración para recomendar concesión de la cruz y su entrega inminente.
su virtud a los ojos de su querida gente del
barrio. Sabía muy bien que podía contar con el Sor Rosalía entonces salió de su reserva. Hizo
agradecimiento y el afecto de todos sin nada de todo lo posible por esquivar el golpe y referir el
eso. Y esto era para ella la mejor de las honor -ya que ciertamente se trataba de un
recompensas después de las que proceden del honor- a alguno de los administradores de su
cielo. Por otra parte se sentía llena de obra. Apeló para ello a la Condesa Caffarelli,
confusión al pensar que pudiera ser ella una que tenía un hijo ocupando un alto cargo en el
excepción entre tantas hijas de la Caridad que Ministro. Pero la condesa no le hizo caso. Obró
se entregaban al servicio de los pobres. ¡Una como debía. Sor Rosalía presentó entonces otro
hija de la Caridad condecorada! ¡Una hija de la candidato. Todo fue inútil.
Caridad llevando esas joyas y esos juguetes!
¡Nunca se había visto nada semejante! ¡Iban a Entonces protestó diciendo que no quería la
reírse de ella! «Me tengo bien merecida esa ver- condecoración a ningún precio. Era digno de
güenza por mis pecados -decía-, pero la siento verse el empeño que ponía en librarse de aquel
por toda la comunidad. ¡Todo París se va a reír honor. Acabó apelando incluso a la piedad:
de nosotras!». como había estado recientemente enferma, no
podía abandonar el sillón en donde descansaba.
¿Acaso era verdad que sor Rosalía iba a tener, Fue en vano. Ante todos estos fracasos, envió,
precisamente entonces, una pizca de amor como última esperanza, a una de sus com-
propio ante aquellas posibles burlas de todo pañeras al padre Etienne, su superior general. Y
París? ¡Pobre sor Rosalía, tan desprendida, que el padre Etienne le respondió: «Dígale a sor
llevaba tanto tiempo luchando contra ese Rosalía que se trata de una cruz como cualquier
«enemigo capital» que es el amor propio! Ella otra. No hay que hacer mucho caso de ésta.
podía ciertamente afrontar con serenidad todas ¡Que no cree ningún problema a las personas
las risas. Era su querida comunidad en quien que se la ofrecen!».
pensaba y era la comunidad a la que deseaba
evitar este extraordinario bochorno de Y sor Rosalía se sometió. Y el señor de Persigny
condecoraciones mundanas. acudió a la calle de l'Epée-de-Bois con la cruz
de la legión de honor. Y sor Rosalía, en medio
Sea lo que fuere, el hecho es que aquel rumor, del grupo pintoresco de las buenas mujeres de
que pronto se extendió por todo el barrio, su barrio, recibió aquella distinción.
desencadenó una inmensa oleada de alegría. Y
las mujeres de la Halle, que saben hacer bien Partió el señor de Persigny. Inmediatamente
las cosas, reunieron todas las flores que sor Rosalía, con un gesto rápido, arrancó la
pudieron encontrar en el barrio y llegaron en cruz que le habían puesto y la escondió detrás
una especie de manifestación hasta la pequeña

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de un mueble diciendo: «No es precisamente En medio de sus queridos pobres, sor Rosalía
con ésto como se alimenta a los pobres». se consideraba como si fuera fiesta todos los
días; el mismo emperador pudo constatar, al
¡Pobre sor Rosalía! Los pobres eran «su peso y atravesar el barrio, cuánto querían a la
su dolor». ¡Los pobres! ¡Siempre los pobres! hermana y cuánto les alegraba a todos que se
¡Los quería tanto! ¡Ellos eran los que se celebrara en su honor aquella fiesta. Sor
merecían toda su entrega y abnegación! Rosalía le contestó al emperador: «¡Ay, señor!
La fiesta es ya demasiado hermosa para que
Cuando se fue calmando el entusiasmo de la haya necesidad de añadir nada para
gente y la casa volvió a la paz acostumbrada, embellecerla!».
sor Rosalía ordenó que no se hiciera nunca
ninguna alusión a la vergüenza que le habían El emperador sonrió y replicó: «¿Con que no
merecido sus pecados. quiere usted la cruz de la legión de honor?
¡Bien! ¡Yo le enviaré otra que espero le gustará
Pero no es tan fácil cerrar la boca de los recibir! ». Y desde Biarritz le envió poco
admiradores, ni tampoco la de los espíritus después una cruz de oro en la que estaban
críticos. Hubo personas mal informadas que engastadas unas reliquias de san Vicente de
ignoraban el permiso dado expresamente por Paúl.
el padre Etienne, que reprocharon a sor Rosalía
haber aceptado aquella condecoración en NUEVAS ALARMAS
contra de todas las tradiciones de la
comunidad. Sor Rosalía, heroicamente guardó Por las alturas no faltaban conflictos. Pero al
silencio. No se defendió. menos entre el pueblo, gracias al cambio de
dinastía, se habían serenado un poco los
La Providencia, siempre paternal, se encargó de ánimos.
ofrecerle la feliz compensación de un consuelo
piadoso que llegó desde arriba: la acogida tan La verdad es que, al principio del reinado de
fría que sor Rosalía había hecho al homenaje Luis Felipe, los corazones estaban llenos de
oficial no podía ser ignorada en las altas esperanza. ¡Eran tan populares el nuevo rey y
esferas. Entre los visitantes habituales del sus hijos! Se acercaban al pueblo con sencillez y
palacio de la Presidencia había también se granjearon las simpatías de todos.
algunos que visitaban habitualmente la casa de
l'Epée de-Bois. El Príncipe-Presidente no se Pero la serenidad no iba a ser más que
sintió ofendido por la resistencia de aquella pasajera. Ya el 8 de octubre escribía sor
hermana; supo admirar y sonreír. Y tuvo Rosalía: «¡Qué lejos estábamos, hace sólo tres
incluso la delicadeza de acudir, siendo ya meses, de esperar estas terribles sacudidas!».
Emperador, al barrio Mouffetard para visitar a Había por tanto terribles sacudidas. Y la fe del
la que era su heroína. pueblo se había visto defraudada una vez más.
La carta que sor Rosalía dirige a sus familiares
La visita imperial fue una gran fiesta para todo es alarmante: revela la inquietud general de los
el barrio. Era el 18 de marzo de 1854. En la espíritus ante los sobresaltos de la política. Sor
calle de l'Epée-de-Bois lo recibieron con Rosalía, que tanto se había dedicado a curar las
sencillez, pero con la distinción que se le debía. llagas de la revolución y a cuidar de los heridos,
Cuando saludó a sor Rosalía le dijo con una que tanto había hecho por aplacar los
pizca de malicia: «¿Y la cruz de honor que le di, resentimientos y los odios, sabía muy bien por
hermana? ¿Cómo es que no la lleva?». el contacto directo que tenía con el pobre
pueblo que la revolución no había arreglado las
La respuesta no era fácil. Pero sor Rosalía supo cosas. En la casa madre se notaba una viva
encontrar una frase gentil que revelaba una vez inquietud: se pensaba en la eventualidad de
más la elevada concepción que tenía de su una dispersión momentánea de las casas más
misión entre los pobres. expuestas. Las hermanas se refugiarían durante
algún tiempo en sus familias. Sor Rosalía

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preguntaba confidencialmente a una de sus Para colmo de desdichas, en medio de aquella
primas de Confort si, en caso necesario, habría situación indecisa, un día de 1832 corrió por en
en alguna de las numerosas casas de Confort medio de la gente una tremenda noticia: ;el
sitio para ella y para sus dos primas, las cólera había hecho su aparición en Europa!
hermanas Neyroux, y quizás también para sor Poco después estaba a las puertas de París. ¡Ya
Jacquinaud Cary. No se trata -escribe- más que había cólera en París! El pánico cundió por
de proyectos, de tomar precauciones para un todas partes. Fue preciso que sor Rosalía
caso extremo. Pero tiene miedo de que los dominara su propia emoción para ser capaz de
superiores se vean forzados por las dominar el terror popular y enfrentarse con el
circunstancias. Vale la pena ser prudentes y tremendo azote. Aunque al principio se había
prever las cosas. «Si Dios nos concede la gracia sentido horrorizada, con la inminencia del
de no tener que usar esos remedios, tendremos peligro supo encontrar de nuevo su sangre fría
una agradable sorpresa». Tiene cuidado de y su energía de carácter. El barrio Mouffetard
advertir que piensa seguir viviendo una vida de era menos salubre que los demás. ¡Era preciso
recogimiento, fuera de las reuniones sembrar la esperanza e intentarlo todo para
mundanas. Y asegura que dispondrá siempre curar y salvar a los enfermos!
de los medios de existencia que le permitan
vivir decentemente. Luego, como mujer, La gente estaba asustada. Al pánico se unió
práctica, piensa en los detalles del viaje y del pronto la villanía de necias sospechas
transporte. Y acaba pensando en el camino de esparcidas entre el pueblo y que también
la cruz, confesando que tiene «lágrimas en los contagiaban a la gente. Pero en medio de
ojos y el corazón amargado». aquella confusión el prestigio de sor Rosalía,
que tanto le había servido en los motines
Aquellos temores no eran vanos. En efecto, la pasados, le serviría una vez más para imponer
revolución no lo había arreglado todo. No había un poco de razón y de sentido común a los
suprimido la ambición de la gente. La solución espíritus enloquecidos, haciendo que reinara la
de la cuestión dinástica no había resuelto la prudencia, la misericordia y la paz divina.
cuestión social. Y la cuestión social era
angustiosa. El advenimiento de la gran Es evidente que sor Rosalía y sus compañeras
industria había creado problemas tremendos se entregaron con admirable abnegación
que desgraciadamente estaban aún por aquellos días al servicio de los apestados. En
solucionar. Los años que siguieron al 1830 aquel barrio en donde llegaron a contarse cien
conocieron no pocos descontentos, recla- muertos por día, ellas se multiplicaron a la
maciones y huelgas. París y otras grandes cabecera de los enfermos y de los moribundos.
ciudades, como Lión, conocieron la agitación. Curaban a los enfermos, sepultaban a los
Los años 1832 y 1834 fueron pródigos en muertos, iban por todas partes despreciando el
motines y sublevaciones parciales. peligro. Los enfermos acudían incesantemente
a su casa, como si fuera un puerto de salvación
Sor Rosalía representó entonces como siempre que parecía estar protegido por la Providencia.
su papel de ángel pacificador. Extraña a las Solamente una hermana se vio atacada por la
soluciones técnicas del problema, no lo era ni peste y logró curar.
mucho menos a la solución de los problemas
morales que complicaban y exasperaban los Lo más extraño en aquellas horas trágicas fue
conflictos. Nunca podremos conocer la sin embargo que hubo que arrancar a no pocos
importancia de la ayuda que aportó a la inocentes de la necedad humana, que los
serenidad de los espíritus y de los corazones condenaba y quería que muriesen; a pesar de
por medio de la obra de la calle de l'Epée-de- que los médicos y farmacéuticos hacían cuanto
Bois, en donde se juntaban todas las clases de podían por limitar el azote, cayó sobre ellos la
la sociedad en una atmósfera de paz y de inicua sospecha de que lo favorecían por odio
cordialidad. contra el pueblo y se vieron tratados de
envenenadores públicos. ¡Qué ideas tan
EL CÓLERA malvadas y absurdas llegaron a sembrar

78
algunos en aquel pobre pueblo de Francia tan las casas que había visitado la muerte. Eran,
prudente y tan sencillo! más que los otros, dignos de su caridad. A
aquellos pobres pequeños les hacía falta un
El doctor Royer-Collard se llevaba a un hogar; ella supo encontrarles una casa en la
apestado al hospital; lo detuvieron y lo calle Pascal. Les dio albergue y comida.
quisieron matar. Era inútil protestar de que lo Encontraban en su corazón maternal todo lo
único que quería era llevarse al pobre enfermo que les faltaba; y sor Rosalía sabía dar cabida a
para que lo cuidaran e intentaran arrancarlo de todos dentro de él. Pero con esta situación se le
la muerte. No le hacían caso. La cólera es ciega. había echado encima una nueva y dura
Afortunadamente, cuando ya no sabía qué preocupación. Al convertirse en su madre
hacer, le vino una idea genial y lanzó en medio adoptiva, tendría que seguirles en la vida,
de aquella buena gente del barrio Mouffetard vigilar por su salud, proporcionar a los de salud
un grito salvador; «Yo soy amigo de sor más delicada la estancia en alguna casa de
Rosalía!». Apenas dicho esto, le dejaron pasar. campo, donde pudieran gozar de una atmósfera
más sana. Para ello tendría que hacer nuevos
En aquellos días tan tristes era un consuelo gastos, recomendar a esos niños a los
saber que se podía contar con el prestigio de administradores de «la Obra del cólera», a los
las hermanas, protectoras de los inocentes y de los «Amigos de la infancia». En el año 1840,
dispuestas a curar cualquier mal que pudiera varios años después de que hubiera cesado la
ser curado. La luz que proyectaba su epidemia, todavía tenía que prodigarles sus
abnegación, la visión de su intrepidez en medio cuidados, como bien demuestra su
del peligro, encendían en muchas almas nobles correspondencia. ¡Las preocupaciones de sor
la hermosa ambición de servir. Su ejemplo era Rosalía no eran preocupaciones de un día!
contagioso, más aún que la peste. Los visitantes
habituales de la calle de l'Epéede-Bois, los Y lo mismo que todas las madres, ella llevaba
jóvenes de las conferencias de san Vicente de esta preocupación con amor y con solicitud, sin
Paúl que habían acudido allá en tiempos de paz, darse cuenta del esfuerzo que aquello le
no desertaron entonces del campo de batalla. costaba o llevándolo con alegría cuando el
Acudieron a ayudar a las hermanas, cansancio se hacía notar. Un día, en 1852,
despreciando el peligro. cuando tuvo necesidad de la casa de la calle
Pascal para sus ancianos, tuvo que alejar de allí
Esta caridad organizada llegó a ser tan a sus pequeños huérfanos con gran pena de su
conocida que desde fuera llamaron a sor corazón. Par lo menos tenía la satisfacción de
Rosalía y a los inimaginables recursos de su saber que iban a otra casa muy acogedora,
obra caritativa. En el Oise la epidemia dirigida por sus hermanas las Hijas de la
diezmaba a la población obrera, que se había Caridad, en la calle Ménilmontant de París.
que dado sin nadie que pudiera ayudarles. Se
necesitaban voluntarios. Sor Rosalía los reclutó A Sor Rosalía no le faltaba tampoco trabajo por
de entre los jóvenes de las conferencias de san otras partes. La vida volvía a su cauce normal,
Vicente. Marcharon valientemente a aquel pero siempre llena de trabajos y de oraciones.
campo de batalla y llevaron con su abnegación Por lo menos podría gozar durante algunos
la reconfortante luz de la esperanza y el años de una paz relativa y la caridad podría
destello de su intrépida juventud. ejercerse sin demasiados sobresaltos ni
aventuras.
LOS HUÉRFANOS
LA REVOLUCIÓN DE 1848
Cuando desapareció finalmente la epidemia,
pudo hacerse el recuento de las víctimas. Pero una vez más, al acercarse el año 1848, el
Habían sido muchas. Y también habían horizonte se tiñó de densos nubarrones,
quedado muchos huérfanos. Sor Rosalía, en sus dejando a las almas bajo la opresión de un
salidas por el barrio para visitar a los enfermos porvenir que se adivinaba más terrible todavía
y a los pobres, recogía algunos todos los días en que los días de 1830.

79
Francia, demasiada quebrantada por las sufrimientos. ¡Empresa mundial, ni más ni
revoluciones, tardaba en encontrar un poco de menos! El buen pueblo francés tiene estos
estabilidad. Mientras los partidos políticos hermosos arrebatos. Pero la vida no está hecha
disputaban sobre cuestiones de gobiernos y de de soluciones inmediatas y simplistas; es
regímenes, un mal profundo, extraño a la mucho más compleja; va paso a paso, para que
política, invadía al mundo y hacía que brotase pueda seguir adelante y durar.
por todas partes el sufrimiento. Todo un pueblo
de obreros, arrancados por la gran industria SOR ROSALÍA Y LOS POLICÍAS
del trabajo apacible del campo o del trabajo
independiente del taller artesano, se encerraba La gente acabó exasperándose. La miseria
día tras día, en masas compactas, dentro de las seguía allí mismo, sin remedios oficiales. El
fábricas y se sometía a un trabajo mucho más descontento aumentaba a pasos agigantados. El
duro y rodeado de peligros mucho más serios barrio Mouffetard se agitaba, más aún que los
de degradación moral, Como contrapartida de otros. Sor Rosalía escuchaba los latidos de
estos inconvenientes, se buscaba a tientas y con miedo y exasperación del corazón de aquel
pocos éxitos una legislación social prudente y pueblo que tanto quería. Y sembraba palabras
atrevida al mismo tiempo. En un clima de de paz, multiplicando sus gestos de caridad.
competencia desenfrenada las empresas se Pero con su caridad empezó a mezclarse la
veían sometidas a las vicisitudes de la oferta y porra de la policía. Y el choque se produjo! La
la demanda, expuestas al paro y a la quiebra. A policía tenía evidentemente todas las ventajas y
los sufrimientos y miserias que todo esto las posibilidades de vencer.
acarreaba hay que añadir las ambiciones de
muchos y las -ideas libertarias de loca ¡Los golpes se multiplicaron! Pero fue sor
independencia que corrían más o menos por Rosalía la que tuvo la última palabra. Intervino:
todas partes v en toda las filas de la sociedad. «No peguéis tan fuerte -gritó-; esa gente tiene
Cuestiones políticas y cuestiones sociales, hambre. Quizás os llegue a vosotros el turno
reivindicaciones políticas y miserias sociales: algún!». Y los golpes se detuvieron. Y se hizo la
todo se mezclaba y confundía. La burguesía paz. De momento se reanudó la calma.
quería imponerse a los demás. Y el pueblo
quería vivir fuera de la miseria. Pero no iba a durar mucho aquella calma.
Ciertas medidas impopulares del gobierno que
Las simpatías que se había granjeado la familia intentaba poner remedio al paro mediante una
real no pudieron mantenerse contra el especie de trabajo forzado desencadenó la
sufrimiento, contra la ambición y contra la revuelta.
locura de independencia. Fue la burguesía
radical la que derribó el trono. Y una vez Si el 1830 había tenido sus jornadas de julio,
proclamada la república, el pueblo, a través de sus «tres gloriosas», 1848 tuvo sus cuatro
las vicisitudes que condujeron al golpe de jornadas de junio. Se desarrollaron las mismas
estado y al imperio, hizo de la revolución escenas, pero con más violencia todavía:
republicana burguesa una revolución barricadas y luchas por las calles en todo París.
republicana social. Se había luchado y se seguía
luchando todavía en torno a la ley electoral y el LA REPRESIÓN
sufragio universal. Y pronto empezaría la lucha
por las reformas sociales. Pero esta vez había en el ministerio un terrible
soldado, un hombre absolutamente honrado,
El pueblo, impaciente por sacudir sus pero de una energía excesivamente dura. Era
sufrimientos, quería remedios y remedios ministro de la guerra y jefe del poder ejecutivo.
inmediatos: «¡dentro de veinticuatro horas!», Frente al motín recurrió a los medios más
dirá algún tribuno en la Asamblea. ¡Se soñaba radicales. Contra los cien mil insurrectos
ingenuamente con la felicidad perfecta! Y se la disponía de cincuenta mil hombres de tropas
reclamaba con ingenuidad para todos los regulares. Por todo París se entablaron los más
pueblos que padecían aquellos mismos

80
sangrientos combates. En veinticuatro horas el enfurecidos. Se replegó refugiándose en la
motín quedó sofocado. callejuela de l'Epée-de-Bois; muy cerca, a unos
cuantos metros, se abría el patio de la casa de
En lo más recio del combate, mientras que los las hermanas. Se precipitó dentro de él. Lo
heridos v los muertos se acumulaban en el siguieron. Lograron acorralarle. Pero allí estaba
patio de la casa y los recreos del colegio, sor Rosalía; se interpuso entre ellas, cubriendo
acostados provisionalmente sobre paja, sor con su persona al oficial amenazado, y lanzó
Rosalía recibió a un oficial del general este grito sublime: «¡Aquí no se mata!». «No,
Cavaignac, que le traía el siguiente mensaje: «El aquí no -replicaron los hombres- ¡pero sí
general me envía a decirle que ante la afuera! ¡Sáquémoslo! ». Sor Rosalía se enfrenta
obstinación del barrio va a bombardearlo con con ellos. Entonces los fusiles se levantan. ¡Van
balas de cañón. Tiene una escolta a su a hacer fuego por encima de los hombros de las
disposición para que salga usted con las hermanas que rodean al condenado! Pero sor
hermanas, si los insurrectos no se rinden en el Rosalía se pone de rodillas ante aquellos
plazo de dos horas». hombres sedientas de sangre: «En nombre de
mi entrega de cincuenta años, de todo lo que he
Sor Rosalía no estaba dispuesta a abandonar a hecho por vosotros, por vuestras mujeres, par
sus hijos en medio del peligro. Agradeciendo vuestros hijos, os pido la salvación de este
vivamente al general su solicitud, le respondió hombre». Aquellas palabras les impresionaron.
al oficial: «Señor, dé las gracias al general y Los fusiles se bajaron. Algunos de aquellos
dígale que nosotras somos las sirvientes de los hombres lloraban.
pobres y que, como somas también sus madres,
queremos morir con ellas». «Vuestra El oficial se había salvado. Cuando todos se
abnegación es muy hermosa, hermana -res- retiraron, el militar, desconcertado,
pondió el oficial conmovido-, pero ¿puede dirigiéndose a la hermana, le dijo: «¿Pero quién
usted disponer de la vida de sus jóvenes es usted, hermana?”. «Nada, señor -replicó sor
compañeras, las otras hermanas?». A su vez sor Rosalía-; una simple hija de la Caridad». Entre
Rosalía le replicó: «Señor, me parece que sería tanto los heridos y los muertos seguían
una injuria si se lo preguntara. Pero, ya que acumulándose en la casa. Y con las heridos y los
usted lo desea... ». Abrió la puerta de la sala muertos, los niños y las mujeres que venían a
donde estaban reunidas las hermanas haciendo buscar noticias y sobre todo a buscar la paz al
un poco de lectura espiritual y les propuso la lado de la omnipotente sor Rosalía.
cosa con toda la sencillez posible. La palabra
«cobardía» acudió a la boca de todas ellas. Y se EN LA BARRICADA
quedaron en su sitio.
Sor Rosalía volvió a acudir al campo de batalla.
UN NUEVO SALVAMENTO DIFÍCIL La lucha hacía estragos. Sor Rosalía pasaba por
en medio de todos; las barricadas no la dete-
Otro episodio célebre de aquellas jornadas de nían. Se enfrenta con las balas. Quieren
angustia ha quedado grabado en un cuadro que detenerla, salvarla: «Va usted a conseguir que
se ha convertido en adorno de muchas casas la maten» «¿Qué me importa? ¿Creéis que
del barrio y que sigue allí como el sello puedo tener muchas ganas de vivir al ver que
irrecusable de la gratitud del pueblo para con la están matando a mis hijos?». Acude al lado de
heroína del barrio Mouffetard. En el ángulo de los que combaten, estando a veces entre dos
la calle Mouffetard con la calle de l'Epée-de- fuegos. Y levanta entonces sus brazos diciendo:
Bois se había levantado una fuerte barricada. «¡Pero dejad ya el fuego! ¿Es que no hay
La disputaban con fiereza. En un asalto asesino, todavía bastantes viudas y huérfanos que
un oficial de la guardia móvil había trepado a la alimentar?».
barricada con sus tropas. Los acogió una
terrible ráfaga de fuego. Como cayeran todos Aquellos hombres endurecidos tenían sin
los hombres que estaban a su lado, el oficial se embargo corazón. La evocación de sus mujeres
encontró solo en medio de los insurrectos y de sus hijos les hizo temblar. Y el canto de

81
gratitud que se despertaba en el fondo de su Como hemos visto, el general Cavaignac
corazón para con aquella que había asumido apreciaba a sor Rosalía. Conocía el magnífico
todas sus penas y todas sus alegrías, los rodeó papel de pacificadora que había representado
de pronto de una sana alegría. En aquellas una vez más en los últimos días. Y seguramente
almas iluminadas volvieron a surgir los buenos conocía también el extraordinario salvamento
sentimientos, prudentes consejeros y del oficial, arrancado de la muerte por sor
portadores de paz. La cólera amainó. Y Rosalía. El generoso corazón del general
mientras que en otros sitios proseguía la lucha, apreciaba sobre todo aquel heroísmo. A veces
la paz reinó en aquel barrio privilegiado que acudía a la calle l'Epée-de-Bois. Y fue allá
disfrutaba de semejantes salvadores. después de las jornadas sangrientas de junio a
expresar a sor Rosalía la gratitud de Francia y
Ahora había que pensar en sanar las heridas quizás a buscar también un poco de aliento y
físicas y morales de aquellas duras jornadas. La de serenidad en aquel oasis de paz y a saborear
tarea no se había terminado todavía para sor el encanto de un alma grande.
Rosalía. ¡Cuántos heridos entre sus hijos!
¡Cuántas lágrimas para su alma de cristiana! Sor Rosalía lo recibió con su acostumbrada
¡Cuántas víctimas desconocidas y cuántas sencillez y le invitó a que visitara la escuela,
víctimas célebres! Entre estas últimas estuvo que también había conseguido volver de nuevo
monseñor Affre que, precedido de un joven a la paz. Allí podría percibir la alegría de todo
portador de un ramo de oliva, se subió a una aquel pequeño mundo risueño, que empezaba a
barricada y cayó herido por una bala perdida. superar las pasadas amarguras y que estaba
En el mismo barrio de sor Rosalía cayó también dispuesto a acogerle con cariño. El general
el general Bréa que, vencedor, quiso detener aceptó complacido. ¡Había caído en la trampa!
definitivamente la lucha y cuando acudió a Entraron en la clase donde estaba trabajando
parlamentar personalmente con los sublevados junto con sus compañeras aquella niña
murió también bajo las balas. desolada. Cuando entró el general, todos se
levantaron. Los ojos de todos se abrieron
¡Cuántos prisioneros, que habrían de ser objeto sorprendidos ante aquel gran señor con un
de severas sanciones! Y entre ellos, ¡cuántas traje tan marcial, con galones de oro. Las
pobres hombres de aquel barrio, miradas se dirigían del traje a los galones y a
comprometidos casi a su pesar en aquella loca aquel duro rostro, que asustaba con sus ojos
aventura y a los que sor Rosalía llamaba «hijos profundos, y cuyos labios se ocultaban bajo un
suyos»! Lloró por ellos e intentó salvar a todos abundante bigote. Las niñas habrían sentido sin
los que pudo. duda mucho miedo si no estuviera allí a su lado
sor Rosalía y si aquel señor no hubiera
UN HERMOSO ACTO DE CLEMENCIA procurado iluminar su rostro con una sonrisa
benévola.
En los días que siguieron a la revolución acudió
a la escuela de sor Rosalía una niña desolada, Sor Rosalía hizo una señal a la niña que lloraba
que lloraba por su padre prisionero. No podía por su padre y le dijo: «Hija mía, éste es un
consolarse. Sor Rosalía conocía muy bien a su señor que, si quiere, puede dejar libre a tu
familia. Sabía que aquel hombre, cegado un papá». La pobre niña se acercó enseguida al
momento por las palabras de los cabecillas, general. ¿Qué iba a decirle? ¿Se atrevería a
volvería a ser un buen obrero, por poco que se dirigirle la palabra? Sí que habló; al principio,
le protegiera de esos cabecillas... ¡y de los instintivamente, se puso de rodillas para
taberneros! Pero las consignas de las cárceles dirigirle su oración. Y exclamó: «¡Señor, sea
eran muy severas y las sanciones terribles. A usted bueno y devuélvame a mi papá! ¡El es
ella le hubiera gustado sin embargo librar de la muy bueno y tenemos mucha necesidad de él!».
muerte al pobre padre de su pequeña. Se puso «Hija mía -repuso el general-, tiene que haber
a rezar. Pidió ayuda a la Providencia. Y la hecho algo malo». «No señor. Mi mamá dice
Providencia acudió a socorrerla. que no. Por otra parte, si lo ha hecho, ya no lo
hará más; se lo prometo. ¡Devuélvamelo!». Y

82
tuvo entonces una inspiración sublime, muy GRANDEZA DEL SACERDOCIO
propia de una niña: «¡Devuélvamelo y le querré
a usted siempre!». Sor Rosalía sentía un gran aprecio por el
sacerdocio. Se trataba, a sus ojos, de la misma
El recio general debió sentirse emocionado. obra de nuestro Señor Jesucristo continuada
¡Dichosos los jefes del pueblo que consiguen hasta nosotros. Por consiguiente, sentía una
hacerse amar! enorme veneración hacia el sacerdote,
mandatario en este mundo de nuestro Señor,
Salieron. Sor Rosalía apoyó maternalmente la dotado de sus poderes, distribuidor de sus
súplica de aquella niña y seguramente ofreció gracias y de sus sacramentos.
los mejores informes sobre el prisionero.
Educada en una atmósfera familiar impregnada
Unos días más tarde, el prisionero volvía a casa totalmente de fe, había ya comprendido desde
a abrazar a los suyos. Estos regresos a casa no su niñez esta alta dignidad del sacerdote y el
sólo suponían la alegría de una familia, sino la precio de la gracia que éste lleva consigo.
de todo el barrio. Los éxitos de sor Rosalia
adquirían en la imaginación de las gentes del Había tenido como padrino a un sacerdote, el
barrio el aspecto de verdaderos triunfos, que señor Emery. Este padrinazgo la había hecho
engrandecían en las conversaciones con los entrar en la intimidad de este sacerdote
demás vecinos aumentando su admiración y su eminente. En las lecciones del padrino a su
gratitud. ahijada y también en el espectáculo de
heroísmo y de prudencia que había dado el
En cuanto a sor Rosalía, ella experimentaba señor Emery durante la revolución, ella había
más que los demás, en su corazón tan delicado logrado distinguir toda la belleza de un
y en su sensibilidad tan viva, la alegría de estos sacerdocio debidamente comprendido y
actos de perdón, de estos nobles gestos de sinceramente vivido.
misericordia que eran realmente otros tantos
gestos de prudencia política. Durante los días del Terror, había visto a
aquellos santos sacerdotes que se ocultaban en
Desgraciadamente, lo mismo que después de su casa paterna y que, para ejercer su
los días malos de 1830, el cólera vino también sacerdocio, ponían en peligro sus vida por
después de estas jornadas de 1848 a arrojar su culpa de las leyes persecutorias. Ella misma,
sombra sobre las alegrías del apaciguamiento. como todos los familiares de su casa, conoció el
Y lo mismo que en 1832, hubo luto en muchas riesgo de la denuncia y de la muerte, por haber
familias y tuvo que derrochar abnegación el dado hospedaje y haber ocultado a aquellos
equipo caritativo de sor Rosalía. heroicos sacerdotes.

Cuando aquello terminó, otras urgentes tareas El sacrificio, aceptado amorosamente por una
aguardaban a sor Rosalía en su pobre noble causa, hace que el 3mor eche raíces en el
«diócesis», castigada por la revolución y por la corazón. Juana María Rendu había sufrido por
epidemia. Y nuevas obras de paz, muy el sacerdocio; lograría amarlo cada vez más; le
delicadas, reclamaban su ayuda. serviría.

Ella se entregó a la tarea, a pesar de su salud ya La familia tuvo el honor de ver cómo se
muy quebrantada, durante los últimos años desarrollaba en varios de sus miembros el
que le quedaban de vida. Tenía entonces 62 germen tan delicado de la vocación sacerdotal:
años. Y su salud, siempre frágil, acababa de un primo de Sor Rosalía, pariente por parte de
recibir una dura sacudida en medio de tantas madre, el abate Laracine, llegó al sacerdocio.
pruebas y emociones. Otro primo, el abate Neyroux, hermano de sor
Victoria, fue párroco de Saint-Geney (Ain).
12.- SOR ROSALÍA Y EL SACERDOCIO
AL SERVICIO DEL SACERDOCIO

83
Estando ya en París, sucedió que un día se Hemos visto ya la confianza que había
presentó, entre los visitantes que se sentían demostrado el señor arzobispo de París a la
atraídos a la calle de l'Epée-de-Bois por el casa de las hijas de la Caridad del barrio
crédito de sor Rosalía y su fama de santidad y Mouffetard en medio de unas circunstancias
de prudencia, un joven seminarista, que requerían mucha discreción y mucha
introducido sin duda por algunos estudiantes delicadeza. Fue a ella a quien se dirigió para
amigos suyos. Indeciso sobre su vocación, venía atender a las necesidades de aquel buen
a buscar tímidamente un poco de luz a aquel sacerdote que estaba bajo la posesión
foco de donde irradiaba la virtud de Dios. Había diabólica. Y día tras día, la superiora de la casa
oído que sor Rosalía daba siempre excelentes de l'Epée-de-Bois fue cumpliendo con pleno
consejos; también se los podría dar en aquel éxito esta tremenda obligación, en aquel
terreno delicado. «La prudencia estaba en sus terreno perturbado por la influencia del diablo.
labios». La «ciencia de los santos» tiene intui-
ciones que superan el ejercicio ordinario de la Sor Rosalía, que había acompañado una vez a
razón. Sor Rosalía, cuya alma desprendida se su superiora a casa de aquel pobre sacerdote,
había convertido en un santuario familiar guardó seguramente en su corazón, junto con
donde abundaban los dones del Espíritu Santo, el recuerdo de aquella dramática visita, la
derramaba con sencillez su luz sobre los entusiasta perspectiva del bien que estaba
demás. Lo sabía hacer tan bien que algunos destinada a hacer. La cálida emoción de aquel
venerables sacerdotes, cuando tenían que día, junto con el pánico que experimentó por un
pronunciar su decisión sobre algunas momento, dejó seguramente grabado en su
vocaciones inciertas o titubeantes, acudían a ánimo, no sólo un profundo horror ante las
someterle a la humilde hermana esos casos fechorías del demonio, sino una gran piedad
preocupantes. Y ella, que no sabía negarse a por sus víctimas y una gran estima por aquel
ninguna llamada, se prestaba a esta tarea sacerdocio que el diablo intentaba profanar y
excepcional. Comunicaba sus luces en la desacreditar. Por eso, siempre que se presente
medida en que Dios se las comunicaba a ella. la ocasión, hará todo lo posible por asegurar y
defender la belleza de las almas sacerdotales.
Estos problemas delicados, que agudizaban su
sentido de lo divino, le hacían al mismo tiempo La Providencia puso en su camino, en aquella
apreciar cada vez más la dignidad sacerdotal. ciudad agitada de París, algunos pobres
Por eso sufría mucho cuando observaba en sacerdotes que arrastraban una vida mediocre,
algunos miembros del clero una deficiencia. No en aquel refugio de la miseria que intenta pasar
por ello se extrañaba demasiado; sabía que el desapercibida. Pero para cualquiera que haya
sacerdote es hombre, que está sujeto a las sido llamado a la grandeza, la mediocridad es
debilidades humanas. Pero se preocupaba de un fracaso. Sor Rosalía tenía la ambición de
«resucitar en ellos la gracia que se les ha dado devolver a esas personas caídas la corona que
por la imposición de las manos», restaurándola debían llevar.
en toda su belleza, con la fuerza que el
sacerdote necesita para llevar sobre sus Era algo muy difícil. Pero sabía ser cariñosa
hombros toda esa carga de oro que es el como una madre y reprochar con tanto vigor a
sacerdocio. Por eso, en cuanto de ella dependía, las personas caídas que todas ellas lograban
ayudaba al sacerdote a realizar esa belleza y encontrar un firme apoyo en la roca firme de su
magnificencia de vida que ella creía que era el fe.
ideal sacerdotal.
EL «BUEN SALVADOR» DE CAEN Y EL ABATE
Ciertas defecciones como la de Lamennais, la JAMET
destrucción de semejantes tesoros, le causaban
una gran pena y abrían en su alma una herida Además, para esos salvamentos contaba con
muy viva que nunca se cerraba. Acostumbrada poderosos auxiliares en una interesante casa
a aliviar todas las miserias, intentó reducir a de Caen que llevaba un nombre predestinado,
Lamennais a su obligación, pero sin tener éxito. el de «Buen Salvador», excelente casa de

84
reposo donde, gracias a las atenciones de las Los obispos, que habían podido comprobar el
religiosas y a la solicitud de un excelente éxito que alcanzaban muchas de las empresas
capellán, se atendía a la salud de los enfermos y apostólicas de sor Rosalía, acudían a ella con
también a veces a los corazones desengañados. frecuencia cuando algún pobre sacerdote de su
Había allí un santo sacerdote, el padre Jamet diócesis caía por París, al margen de la vida
que, junto con la madre Le Chasseur, superiora diocesana. Sor Rosalía invitaba entonces a
de las religiosas del «Buen Salvador», había aquella persona a que le hiciera alguna visita, le
fundado aquella obra tan digna de interés. La acogía con solicitud, le sacaba del aislamiento,
obra había ido prosperando entre sus manos le procuraba una vivienda honesta y agradable,
hábiles y abnegadas. Dios había dado su atendía a sus necesidades, le ofrecía ropa y
bendición al esfuerzo de aquellos corazones vestido, le visitaba con frecuencia y alentaba
sinceros. Había varios pabellones y una gran sus buenas esperanzas.
variedad de servicios. El padre Jamet, alma de
toda aquella obra, concedía la limosna de los Tantos esfuerzos se veían muchas veces
tesoros de su sacerdocio a todas las personas coronados por el éxito. Sor Rosalía enviaba
que acudían a él, pero especialmente a los entonces a aquel hombre de buena voluntad al
sacerdotes. «Buen Salvador» para que acabara de
robustecerse allí su espíritu y su salud
Sucede a veces que un sacerdote, muy personal, corporal.
muy apegado a sus ideas, se encuentra un día
en desacuerdo, quizás en conflicto, con las El obispo de una diócesis cercana a París le
autoridades de su diócesis. Si se sigue envió un día a uno de sus jóvenes sacerdotes,
obstinando en sus ideas, quizás un día se vea que llevaba diez años de ordenado, pero tres en
obligado a ir a buscar en otro sitio una vana entredicho; «tiene la debilidad de beber -le
libertad. Pero entonces, pobre astro errante en decía el prelado a sor Rosalía apenas encuentra
la inmensidad del mundo, se encuentra solo, ocasión para ello», con lo cual daba frecuentes
vagabundo, sin el sostén del marco tan sólido escándalos. Sor Rosalía lo recibió, le buscó
que constituía su fuerza. ¡Dichoso entonces si alojamiento y ocupaciones; durante varios
lograba tropezar con el «Buen Salvador»! meses, lo siguió muy de cerca: «su pasión lo
humilla mucho -escribía-, pero por otra parte
En Caen había un «Buen Salvador». Sor Rosalía es buena persona y tiene muy buen carácter».
lo conocía bien. Había enviado allá a muchos de Poco después, el 19 de junio de 1840, lo envió
sus protegidos a que cuidaran de su salud. Se al querido «Buen Salvador» con estas palabras
encontraban allí como en familia. Saboreaban de esperanza: «Será una de tantas obras
las alegrías de la paz y la tranquilidad del buenas que tendrán ustedes que añadir a las ya
descanso. Si era necesario, volvía a encontrarse hechas».
también con el gusto por la vida ordenada y
disciplinada. Aquel pobre sacerdote era un buen hombre:
«no se ha desviado nunca de la línea que le
Cuando un sacerdote, con el alma llagada, había marcaban la fe y la moralidad. Pero es algo
pasado algún tiempo en aquel oasis de paz y de inclinado a beber en los momentos de
caridad, lejos de los conflictos amargos, sentía melancolía». ¡Los momentos de melancolía!
renacer en su alma la dulzura de los ¡Una buena excusa! ¡Pero también una
pensamientos serenos y de las sanas imprudencia la de aquel pobre hombre! Sí, el
aspiraciones. Y liberada del rencor y del vino está hecho para alegrar el corazón del
orgullo, aquella alma, aligerada, recobraba el hombre. ¿No es eso lo que nos dice la
gusto por la oración, por el breviario y por la Escritura? Pero ¡cuidado! Después del primer
santa misa. Volvía la nostalgia de las funciones trago
sagradas. El sacerdocio brillaba de nuevo con
todo su esplendor. ¡Había caído el velo! En definitiva, un remedio peligroso. Porque la
melancolía es a veces tenaz. Y conduce
finalmente al tercer trago, y al cuarto y al

85
quinto. Conviene buscar en otra parte el hablar las madres. Y le pedía a las religiosas del
remedio a la melancolía, que es tan mala «Buen Salvador» que les hicieran «trabajar,
consejera. Acostumbremos a las almas labrar la tierra, escardar, o también enseñar en
melancólicas a las distracciones alegres, a la clase a los pobres sordomudos». ¡No es posible
espera confiada en la ayuda de Dios y de sus enderezar a nadie sin esfuerzo!
consuelos, en el trabajo y la oración.
Pero, por otra parte, ¡cuánta solicitud muestra
Pobre sacerdote, vete entonces a saborear el para con esos pobres desventurados! ¡Cómo los
buen vino de la amistad en compañía de tus defiende y aboga por su causa! Hay que prestar
hermanos, en esos banquetes fraternales que oídos a estos acentos maternales (21 octubre
suele haber después de las reuniones 1839): «Le ruego insistente mente, mi
mensuales en los arciprestazgos y donde brota venerada madre, que ponga todos sus
el buen humor en las almas sacerdotales esfuerzos para que el señor D... logre
siempre juveniles. No hay nada tan sanamente enderezarse! ». «Señor superior, le ruego que
alegre como esas reuniones donde se mezclan reciba al pobre sacerdote del que le hablo a la
las risas con las ideas serias. Y entonces no te madre superiora. Es digno de su celo pastoral.
entrarán ganas de tomarte más de dos vasos. Y Es un alma que tiene necesidad de su caridad.
habrás superado tu mala inclinación. Me parece sincera su buena voluntad. Su
constancia me da la más completa confianza en
Sor Rosalía tenía muchas veces el consuelo de sus confianza sin límites». Y a otro lo presenta
comprobar cómo se recuperaban aquellos con esta fórmula tan hermosa: «Le ruego que lo
buenos hombres, débiles, pero sin malicia, que honre con su solicitud paternal».
estaban realmente deseosos de volver a
encontrar la belleza ideal y las alegrías ¡Qué ardor de celo en aquella alma! ¡Qué
inefables de los primeros años de su bondad! ¡Qué benevolencia y delicadeza! ¡Qué
sacerdocio. insistente y eficaz debía ser su palabra cuando,
en el despacho, sermoneaba a esos pobres
Estas recuperaciones eran a veces difíciles y las hombres de viva voz para alentar su fe,
recaídas seguían siendo posibles. Pero ella se recordarles su grandeza y avivar sus buenos
mostraba incansable en dar ánimos, en inspirar deseos!
confianza, en insistir ante el «Buen Salvador»
para que atendieran a aquellos espíritus Esperando siempre contra toda esperanza,
inquietos. A veces se los confiaba al abate prodigaba sus alientos y sus muestras de
Migne, que los convertía en excelentes gratitud a las buenas hermanas que se dedican
correctores o compositores de sus grandes a esta obra tan difícil. Les aseguraba «su
colecciones patrísticas. Tenía también en el sincero e incomparable afecto». Les enviaba
«Buen Salvador», junto con el padre Jamet, a un «su infinito agradecimiento y su respeto en
joven colaborador, el abate Furon, un sabio que grado superlativo». Y como compensación de
trabajaba con dom Pitra en establecer los sus servicios les prometía su ayuda por medio
textos patrístico. Este sacerdote era un buen de esta fórmula tan sincera: «No me olvide,
intermediario para entrar en tratos con el madre, siempre que me crea usted capaz de
abate Migne. hacer algo que pueda agradarles». No dejaba de
recordarles la importancia de la obra y el bien
Sor Rosalía les solía recomendar a todos este que hacían: «Es una gran desdicha para la
hermoso trabajo de colaboración en obras de iglesia verse abandonada de sus hijos, y más
tanta importancia. Los animaba y les felicitaba aún para ellos el verse alejados de su madre,
por ello. Y no dejaba de reprender dejándose arrastrar por la seducción de las
animosamente a las negligentes, mezclando pasiones. ¡Qué feliz es usted, mi buena madre,
siempre en sus reproches algunos acentos de lograr que algunos entren por el buen
maternales. Unas veces de viva voz y otras por camino! Le bendecirán sin duda los ángeles de
medio de cartas, cuando estaban en Caen, les la guarda de esos pobres infortunados.
hablaba con energía, tal como a veces suelen Experimentará usted en la hora de la muerte

86
los efectos de su celo tan caritativo. Y esa de aquellos convertidos, que había vuelto al
muerte será entonces tan hermosa como su ministerio y se había hecho un sacerdote muy
vida» (carta del 7 de septiembre de 1839). edificante, envió un día al «Buen Salvador»,
para el altar de la santísima Virgen, dos
La verdad es que se necesitaba cobrar ánimos candelabros de plata que sirvieran de
continuamente. Siempre habrá «desventurados testimonio de una gran conversión y de la
que sean una desolación para la iglesia. Se le noble gratitud de un alma grande.
ofende mucho a Dios. ¡Procuremos repararlo!».
Y de hecho, procuraban reparar el daño lo Sor Rosalía tuvo que desilusionar un día a unos
mejor posible. ¡Qué abnegación cuantos sacerdotes y seminaristas
incesantemente renovada se desplegaba en comprometidos imprudentemente en la triste
aquella casa del «Buen Salvador»! El 28 de aventura que durante algunos años, poco
noviembre de 1839 escribía sor Rosalía: después de 1830, desoló a la iglesia de Francia.
«¡Cuánto me gustaría que todos esos pobres Como consecuencia de las agitaciones
enfermos de espíritu estuviesen en casa de revolucionarias, agitaciones en las
ustedes! Estarían entonces en el buen camino». instituciones, agitaciones en los espíritus,
«Me he enterado con mucha satisfacción de la inquietudes en los corazones, obstinación en
decisión de X... Lo mejor que ha podido hacer las almas, se produjeron hechos alarmantes:
ha sido acudir a casa de ustedes, donde se seducido por la necia ambición de desempeñar
encuentra realmente su "Buen Salvador"». En algún papel de importancia, cierto sacerdote, el
efecto, acudir al «Buen Salvador», era para abate Chátel, llegó a creerse destinado a fundar
todos ellos la mejor salvaguardia, la salvación, una iglesia nacional francesa, de la que él sería
la paz, la alegría. Poder encontrar allí alguna el jefe. Encontró algún obispo jansenista que lo
ocupación, hacer algún servicio mientras se consagró y ordenó que le dieran el título de
aprovechaban de la protección de aquella santa «primado de las Galias»; logró seducir a unos
casa y de las bendiciones que Dios derramaba cuantos espíritus alocados y los ordenó...
sobre ella, era una auténtica felicidad para «según su herejía», decía sor Rosalía. De este
quien quisiera prestarse a ella. modo se encontró al frente de un pequeño
equipo evangélico con el que celebraba las
Sor Rosalía no cesaba de animar a los demás y ceremonias litúrgicas en lengua vulgar y al que
de animarse a sí misma. Tenía toda la razón al enviaba todos los años sus «pastorales de
mostrar todo su agradecimiento a tanta cuaresma». La aventura no duró más que
abnegación y a una labor tan acertada. Con una algunos años y acabó lamentablemente en
sencillez y con un atrevimiento que constituyen 1842 gracias a una intervención de la policía
sobre todo un honor para la casa del «Buen que cerró la casa central.
Salvador», ella misma indicaba cuál tenía que
ser la pensión de sus protegidos, según las Pero era preciso hacer que volvieran al buen
posibilidades de cada uno de ellos y las suyas camino los pobres extraviados. Algunos de
propias. A veces incluso no tenía reparos en ellos vinieron a buscar refugio en la acogedora
solicitar una admisión gratuita. Y en el «Buen casa de la calle de l'Epée-de-Bois. Había que
Salvador» siempre aceptaban sus ofrecer a aquellos corazones arrepentidos una
proposiciones. ¡Allí no tenía nada que hacer la acogida maternal. Sor Rosalía estaba ya
ley de la oferta y la demanda! Era otro mundo acostumbrada a estos rasgos de clemencia y de
totalmente distinto. ¡Y qué hermoso aquel misericordia. Pero además había que poner en
mundo de la caridad! ¡Qué generosidad por una regla con las normas canónicas la situación de
parte y qué naturalidad por otra en pedir un unos individuos que se habían tomado con ellas
gesto caritativo, como si se tratara de algo tantas libertades. Había que hacer gestiones
absolutamente lógico! muy complicadas y asegurar, después de
haberlos probado debidamente, el sincero
La alegría de las almas grandes consiste en arrepentimiento y la enmienda de aquellos
hacer el bien. Pero Dios les reserva a veces ya extraviados ante las autoridades eclesiásticas.
en este mundo magníficas recompensas: uno No había nada capaz de detener a sor Rosalía.

87
Por otra parte, su crédito ante las autoridades «Dígale que me identifico con su dolor, yo que
de la iglesia la convertía en poderosa inter- tantas veces he experimentado los efectos de
cesora de aquellos hombres. En aquella ocasión su amable caridad».
sor Rosalía puso todo su esfuerzo y toda su
benevolencia a su servicio. Y tuvo la alegría de También en su solicitud por los sacerdotes se
devolver a la iglesia algunos buenos servidores, había creado una hermosa colaboración entre
víctimas de unos momentos de extravío. las dos comunidades del «Buen Salvador» y de la
calle de lEpeé-de-Bor"s, que había dado origen
El «Buen Salvador» pasaba por aquellos a una profunda amistad. EI alma tan sentible de
momentos una prueba muy dura: hacía ya sor Rosalía había encontrado allí, en unas obras
bastante tiempo que estaba enfermo el padre caritativas de gran envergadura, donde saciar
Jamet, probado frecuentemente por terribles su sed de entrega, su deseo de hacer felices a
dolores de cabeza. Llevaba dos años medio los demás, su ambición de arrastrar con ella a
paralizado. Un día de 1840, cuando contaba con otras almas por el noble camino de la caridad.
unos 80 años de edad, mientras predicaba, se
desvaneció en el púlpito. Perdió el 13.- PREPARACIÓN PARA UNA SANTA
conocimiento. Lograron salvarlo, pero su salud MUERTE
estaba definitivamente quebrantada. No
obstante, continuó con su laborioso ministerio Sor Rosalía se sentía feliz, «más feliz que
durante cinco años. Después del accidente, sor nunca», nos dice en una de sus cartas. Su casa
Rosalía envió a la querida casa sus era fervorosa. En su comunidad y en otras
condolencias. Y una vez más demuestra el casas de la Compañía había algunas hermanas,
religioso afecto y los nobles sentimientos que parientes suyas, que actuaban con plena
albergaba en su corazón. Cuando se enteró de satisfacción de sus superioras. Se sentía feliz
lo sucedido, exclamó: «Mi querida madre, no por aquel lote privilegiado que su familia y su
dude usted de la sinceridad con que comparto pequeña patria le habían ofrecido a Dios. En
su aflicción. Rezamos con todo nuestro corazón medio de sus pruebas debía sentir que su vida
para que pueda recuperarse su apreciado su- había sido fecundada en buenas obras y que,
perior». Y añade: «Me gustaría mucho tener después de su muerte, podría sobrevivir en
noticias de cómo va» (mayo de 1840). aquellas jóvenes compañeras que su ejemplo
había traído de Confort a París. Se alegraba por
Cuando en 1845 se enteró de su fallecimiento, ello y daba humildemente gracias a Dios, de
escribió con fecha del 3 de febrero: «Mi querida quien procede todo don perfecto.
madre, comparto con toda sinceridad el dolor
que ustedes experimentan por la pérdida de su Cuando, al comienzo de sus jornadas, repasaba
venerado superior. Sé muy bien cómo merece delante de Dios en la oración de la mañana
él sus lágrimas, pero estoy segura de que el todas las tareas con las que tenía que
pensamiento de su felicidad logrará endulzar enfrentarse, todas las almas que debería educar
su pena. El tiene bien merecida la recompensa y conducir hasta Dios, desde los pequeños de la
de que goza ya seguramente delante de Dios. casa cuna y del asilo hasta los ancianos de su
¡Qué consuelo en estos momentos para él haber otro asilo, desde los enfermos y los moribundos
hecho tantas buenas obras! ¡Cuánto tiene que hasta los jóvenes llenos de vida que venían a
agradecerle la iglesia por haber constituido una contarle sus esperanzas y sus fracasos, desde
comunidad tan venerable como la suya! sus queridas compañeras tan fervorosas hasta
¡Cuánta gloria ha procurado a Dios! ¡Cuántas las jóvenes de sus patronatos que ella tenía que
almas salvadas! Rezaremos por él y por todas preservar, educar y formar para la vida
ustedes, mi querida madre. La gratitud es la cristiana en el mundo, delante de todo aquel
que nos impone esta obligación». Y en aquella cuadro tan lleno de tareas que realizar, tenía
ocasión recuerda especialmente a la buena muchos motivos para echarse a temblar. Pero
madre Le Chasseur, la cofundadora, más había aprendido a dominar con admirable
probada que las demás por aquella muerte. Le serenidad todos los trabajos y tareas, los
envía entonces «sus saludos más afectuosos». agradables y los desagradables. Confiada en

88
Dios, saldría al encuentro de todo aquello. Cada compañeras han fallecido después de largas y
cosa a su debido tiempo y lugar, como Dios crueles enfermedades. Mi corazón se ha visto
quiere y manda, y al final la jornada estaría bajo el peso de la opresión. Ha quedado
completa. destrozado bajo el peso de la cruz. Han sufrido
mucho, con una resignación y una paciencia
Y así, día tras día, empezó a vislumbrar que se admirable. En medio de sus dolores gozaban de
acercaba el fin. Sus cincuenta años de trabajo gran paz y de mucha calma. Han gozado de
habían sido fecundos en obras y en servicios. todas las riquezas de la iglesia y su gratitud
Podía esperar presentar algunos méritos para con Dios y para con todas nosotras nos ha
delante de Dios. La cosecha de grano fino sería impresionado sensiblemente. Sí, mi querida
desbordante y bien remecida. Al paso pesado madre, he perdido a dos hijas santas. Mi co-
de sus 60 ó 70 años, pero con el corazón ligero, razón ha sentido un poco de rebeldía contra la
podría presentarse ante san Pedro llevando un mano que nos afligía, pero tengo la confianza
copioso tesoro: «Venientes autem venient cum de que esos dos ángeles me alcanzarán
exultatione, portantes manipulos suos». San misericordia. Rezarán por mí para que yo me
Vicente y santa Luisa de Marillac estarían allí esfuerce en imitarlas. Tengo esta confianza.
para sonreírle y para acompañarle con san ¿Verdad que usted rezará también alguna vez
Pedro ante Dios. Había servido bien; había por nosotras, mi querida madre, usted que
trabajado mucho; había amado mucho a los tanta compasión tiene de los débiles y de los
pobres; y a todos ellos les había ayudado un enfermos de todas clases? Acuérdese de mí en
poco a amar a Dios; podría esperar de él una sus fervorosos mementos. Sigo con la confianza
buena acogida. de que me perdonará usted todas las molestias
y preocupaciones que le doy. Su caridad es una
Pero todas las grandes vidas tienen también su segura garantía de su constante interés».
lote de pruebas purificadoras y santificantes.
Dios se encarga de preparar a sus elegidos para Después de esta cordial y emocionante
que tengan una buena entrada en el cielo. Y expansión de un alma con otra alma capaz de
preparó a sor Rosalía probándola en su salud y comprenderla y de compartir con ella una
en sus más caros afectos.. Y el corazón de sor prueba tan cruel, pasa a darle otras noticias y a
Rosalía, que había conservado toda su frescura, tratar otros asuntos.
tuvo que sentir vivamente los golpes que caían
sobre ella. El corazón de los santos conserva PRUEBAS EN LA CASA. SOR ROSALÍA EN EL
toda su ternura. Pero Dios los hace pasar por el ARZOBISPADO
corazón de Jesús, hace que penetren en él, bien
hondo, para captar allí, en la más pura fuente Por aquellas fechas había también otra prueba
del amor hermoso los sentimientos más puros, muy dura que angustiaba a las dos familias de
más tiernos y delicados. san Vicente de Paúl. Y sor Rosalía, que andaba
comprometida en ella, tuvo que enfrentarse
DUELOS EN LA CALLE DE L'EPÉE-DE-BOIS con las dificultades con su valentía y su
decisión acostumbrada, arriesgando toda su
Dios probó a sor Rosalía en lo que ella más fama y su buen crédito en el asunto. Tenía por
quería: sus compañeras. Las quería mucho, las entonces 55 años; estaba en plena madurez, en
había ido formando, les había comunicada su perfecta posesión de su obra y -por así decirlo-
gran corazón. Se sentían felices en su casa, a1 de su poder. Y su reputación estaba
lado de ella. Y he aquí que Dios le pidió un día sólidamente asentada.
el sacrificio de dos de sus hermanas. Su dolor
llegó hasta el extremo. Escuchemos sus Un superior general, el padre Nozo, había dado
acentos. La carta va escrita a la madre su firma para ciertos asuntos financieros que
superiora del «Buen Salvador», que tan bien acabaron resultando ruinosos; ante aquella
sabía comprender a su alma: «Desde hace seis situación, el procurador general, padre Etienne
meses he tenido muchas penas y muchos y otro padre paúl se creyeron obligados a
sacrificios que hacer. Dos de mis queridas intervenir para remediar el mal. Pero el asunto

89
se hizo público. Se siguió un proceso que París con ocasión del cólera que asolaba los
apasionó a la opinión de la gente. Todos los Estados Pontificios. El Santo Padre estaba
días sor Rosalía se las había arreglado para sumamente afligido y expresó su
hacerse con las pruebas de imprenta de los reconocimiento al arzobispo de viva voz.
periódicos antes de que éstos saliesen a la calle, Encargaron a sor Rosalía de trasmitir aquella
con lo que la comunidad tenía tiempo para noticia a Su Excelencia. «(Firmado) Su muy
preparar sus respuestas y prever de antemano humilde servidora, sor Rosalía». Es una simple
las trampas que les tendían. nota. Como sor Rosalía no es más que la
intermediaria de aquel asunto, se contenta
En determinados momentos sor Rosalía se discretamente con unas sencillas palabras que,
enteró de fuente segura de que monseñor Affre con toda simplicidad, trasmiten escuetamente
estaba a punto de lanzar el entredicho contra la noticia, añadiendo a ello algunas
los padres Etienne, Aladel, Le Go y Grapain, a demostraciones de respeto. Luego se eclipsa. El
los que consideraba como rebeldes contra la asunto es de importancia; pero su papel
autoridad. personal en el mismo no merece que ella
insista. Su persona desaparece. Sor Rosalía, a
Sin perder un instante, corrió a echarse a los pesar de las consideraciones que se han tenido
pies del arzobispo, que le invitó a levantarse con ella, intenta permanecer en su sitio.
cuanto antes. «No, monseñor -le dijo ella-, no
me levantará hasta que haya obtenido la gracia Pero semejante misión, en su sencillez,
que le voy a pedir». Explicó de qué se trataba. demostraba su influencia y no podía menos de
El señor arzobispo se negaba a ceder de su aumentarla. Se comprenden entonces aquellos
propósito. Después de una discusión muy atrevimientos, siempre empapados en religioso
animada, no pudiendo ya resistir a sus súplicas, respeto, que se permitía en ciertas
el prelado vencido le dijo con bondad: circunstancias sor Rosalía. Por eso, en el asunto
«Levántese, hermana, y acuérdese de que he tan espinoso de su congregación que hemos
cedido sólo ante su petición». referido no se limitó a los primeros éxitos.

Era evidente que sor Rosalía tenía gran Había conseguido apartar el golpe que
influencia ante el arzobispo para obtener amenazaba al padre Etienne y a sus hermanos.
semejante favor. ¡Aquello era importante! Pero no había
acabado la cosa. Entre tanto el asunto había ido
La verdad es que sor Rosalía gozaba de la rodando y amenazaba con llegar a los
confianza de los arzobispos de París. De la de tribunales. Sor Rosalía quiso ahorrar esta
monseñor Affre lo mismo que de la de su prueba al padre Nozo y a toda la congregación,
antecesor monseñor de Quelen. sobre la que acabaría recayendo el deshonor.
Pero sobre todo tenía el deseo de que se llegara
En 1834 monseñor de Quelen, teniendo a una conciliación, honorable para todos, de las
necesidad de cierta información, recurrió a ella partes en litigio. Con esta finalidad, inspirada
convencido de acudir a una fuente segura. De por un sentimiento de alta conveniencia y de
hecho le llegó la respuesta, con una perfecta y espíritu cristiano, se dirigió de nuevo al señor
sobria claridad (5 de marzo de 1834). arzobispo para obtener en esta ocasión su
arbitraje. Se han conservado algunas cartas de
Su crédito ante el arzobispo era cosa bien sor Rosalía, escritas con este objetivo a
sabida, de forma que se acudía a su mediación monseñor Affre y a otra persona comprometida
para hacer llegar ciertas noticias al en el asunto. Son muy edificantes; se distinguen
arzobispado. El 30 de octubre de 1836 llegó no sólo por el respeto y la confianza en el
una noticia de Roma: dos franceses, uno de arbitraje del representante de Dios, sino
ellos cierto señor Bérard, que debía ser un también por su espíritu de caridad y de afecto a
conocido del prelado, obtuvieron una audiencia la congregación y a sus venerables hermanos
del Santo Padre el Papa por las fechas en que se que se habían metido en este desgraciado
leía la pastoral publicada por el arzobispo de asunto. Por otra parte encontramos en ellas

90
ciertos detalles preciosos que podrían ser de octubre-; ¡gracias por sus buenas y solícitas
discutidos y que, al disipar algunos atenciones con mis queridos parientes! Le
malentendidos, podrían arrojar alguna luz en ruego que se las siga mostrando».
este asunto, que ha seguido estando envuelto
en el misterio. Al mismo tiempo escribe a la casa parroquial
de Lancrans. Está allí uno de sus primos. «Mi
Sea lo que fuere de este embrollo, sor Rosalía querido primo, le ruego que haga algunas
salió de él rodeada de la más bella aureola de visitas a mi buena madre... Estoy preocupada
lealtad cristiana, de amor ardiente a la paz y de por mi querida madre; temo que esté cercano
veneración filial a sus superiores. su fin. Es un sacrificio muy grande que me está
pidiendo Dios. De antemano me encuentro ya
PRUEBAS FAMILIARES muy afligida. Dígale, mi querido señor párroco,
que se deje cuidar». Unos meses más tarde
El feliz resultado de aquel conflicto no fue más vuelve a escribirle para agradecer sus
que un alivio en medio de las pruebas que se atenciones: «Me siento muy impresionada y
iban acumulando en la vida de sor Rosalía. agradecida por esos cuidados y atenciones que
tiene con ella... Me preocupa que haya vuelto la
Entre tanto se había enterado de la muerte de tos; seguramente habrá cometido alguna
su venerado padre Jamet, del «Buen Salvador». imprudencia. Oblíguela a que no se deje llevar
¡Se había quedado sin un gran amigo! de su celo, de su piedad. Que siga los consejos
de su médico y de su sabio director». Y después
A1 mismo tiempo llegaron también de Confort de sus sentimientos de cariño, un buen rasgo
noticias alarmantes: la salud de su madre de desinterés: «Estoy perfectamente de
dejaba mucha que desear y a veces inspiraba acuerdo en que venda de sus bienes todo lo que
serias inquietudes. El corazón de sor Rosalía se haga falta, si se necesita algo de la parte que me
muestra más cariñoso que nunca. Los corresponda. Dígale que estoy dispuesta a
corazones consagrados no son ni mucho menos entregársela de todo corazón. ¡Que no se
los que tienen menor cariño; incluso son más imponga ninguna privación! Puede hacerlo. Y
delicados, en la elevación habitual de sus debe hacerlo. Y estoy segura de que mis
pensamientos y de sus sentimientos. Las cartas hermanas comparten mis sentimientos. Le
van a revelarnos este hermoso amor filial que suplico que le aconseje que use de todo ello sin
seguía conservando con el mismo afecto de más preocupaciones». Le escribe todo esto al
siempre. párroco-vicario de Lancrans a fin de que
emplee su autoridad espiritual para disipar
«Le doy gracias de todo corazón- escribe a la cualquier escrúpulo en el ánimo de su madre a
señorita Melania Rendu- por las atenciones que propósito de la utilización eventual de los
tiene con mi querida y buena madre. Le agra- bienes que corresponderían a sor Rosalía y a
dezco mucho las cartas tan afectuosas que me sus hermanas.
ha escrito... Le ruego que vele para que no
cometa ninguna imprudencia. Que no siga con Gracias a los cuidados de que la rodeaban, la
su celo, con su fervor, con su empeño en querer señora Rendu, después de algunas alarmas,
ir a la iglesia, en donde necesariamente tiene volvió a recuperar la vida y la salud. La muerte
que coger frío». no vendrá a buscarla hasta el año 1856, el
mismo año que a sor Rosalía. Sin embargo, en
¡Cuántas delicadas atenciones! 1850 una nueva enfermedad volvió a
preocupar a sus hijas. De nuevo, nuestra
Y de nuevo manifestará su agradecimiento a hermana vuelve a sus recomendaciones y
esa querida amiga, que cuida tan declara que renuncia a todos sus bienes, si son
abnegadamente a su madre. Aquel año de 1845 necesarios para la preciosa salud de su madre.
fueron saliendo una tras otra para Confort Es también al vicario de Lancrans a quien
cartas hablando de la salud de su querida escribe: «Me he enterado de que se encuentra
madre: «¡Mil veces gracias! -dice de nuevo el 19 peor mi querida madre. Estoy muy preocupada

91
por ella. Le renuevo mis súplicas de que vaya a todo lo que nos han enviado. Muchas gracias
darle el consuelo de sus visitas lo más también a mi hermana».
frecuentemente que pueda. Haga el favor de
indicarme cómo se la atiende. Y que tome todo ¡Qué hermosos sentimientos de cariño en esta
lo que necesite». Sor Rosalía sabe muy bien que intimidad familiar, entre todos los miembros
su hermana de Confort, con su marido y sus de aquella familia tan unida! ¡Y cómo se siente
hijos, rodean solícitos a su mamá. Pero de su palpitar en el fondo del corazón tan amoroso
corazón se escapa este grito doloroso, muy de sor Rosalía sus bellos sentimientos de amor
explicable en una hija: «¡Cuánto me cuesta no filial ante la idea de que quizás pueda volver,
poder atenderla yo misma! Le hago a Dios un contra toda esperanza y por un favor muy
verdadero sacrificio de estar separada de ella. grande de la Providencia, a contemplar su
Dígale que hago rezar a todos por ella. Todas querido y hermoso país de Confort, con sus
nosotras le pedimos a Dios que nos la siga montañas y su río, y ver sobre todo su nido
conservando». familiar, aquella casa en donde había vivo años
tan hermosos y en donde vería de nuevo,
Y Dios se la conservó una vez más. Pero otra rodeada de la aureola de la ancianidad y de la
pérdida amenazaba a la familia y sobre todo a corona de sus hijos y nietos, a aquella madre
la buena y cariñosa sor Rosalía. La hermana tan valiente y tan cristiana que le había dado
Victoria, una de sus primas Neyroux, una de sus una parte de su alma!
compañeras de l'Epée-de-Bois, cayó enferma.
Sor Rosalía escribe a su madre el 14 de abril de Pero aquello no era más que un sueño. Sor
1851: «Sor Victoria se encuentra muy débil y Rosalía no tuvo nunca la dicha de volver a
sufre mucho. Su situación me aflige y me da Confort. Dios la había consagrado por entero a
preocupaciones. Intentaremos enviarla a las sus pobres y la dejaría allí siempre a su servicio
aguas de Vichy en el mes de junio...». en una heroica renuncia renovada sin cesar.

¿Llegó a ir sor Victoria a tomar aguas en Vichy? Sólo quince días más tarde, el día de Epifanía
No lo sabemos. Parece ser que, en lugar de del año 1852, sor Victoria entregó su alma a
Vichy, fue Confort el sitio que escogieron para Dios. Sor Rosalía envió inmediatamente a una
su curación. Pero regresó de allí con su de sus primas de Confort esta sencilla nota, a la
incurable mal. Sor Rosalía escribió a uno de sus que seguiría poco después una carta: «Mi
cuñados el 20 de diciembre de aquel mismo querida prima, acabamos de perder a nuestra
año: «Sor Victoria está muy enferma desde querida sor Victoria. Dígaselo a su tío». Y firma:
hace diez días; no ha podido abandonar el lecho «Siempre vuestra, con un corazón afectuoso,
ni puede tomar más que una cucharada de sor Rosalía».
caldo de gallina frío; lamenta ahora haber
dejado los aires de su tierra, pues se imagina Esta nota tan lacónica estaba exigiendo una
que allí se estaba poniendo mejor. Los médicos carta. No fue sor Rosalía quien la escribió. Fue
nos dicen que su mal está muy avanzado; se sor Sofía la encargada de dar más detalles. La
trata de un tumor que tiene. Me inspira serias carta de sor Rosalía llegó un mes más tarde. La
preocupaciones». Pero he aquí, en medio de la pobre hermana estaba aplastada por aquel
preocupación, un rayo de esperanza: «Si golpe y se puso enferma también ella.
logramos salvarla hasta el buen tiempo, si está Escuchemos estos gritos de dolor que le
en disposición de hacer el viaje, os la llevaré. arranca la muerte de su querida compañera.
¡Cuánto me gustaría volver a veros a todos! Mi Escribe al hermano de sor Victoria, el abate
madre tendrá que cuidarse muy bien para Neyroux, párroco de Saint-Geney (Ain): «Mi
conservarse hasta que yo vaya. Adiós, mi querido primo. He tardado en escribirle debido
querido hermano, crea en mi inalterable a una indisposición que creo ha sido motivada
cariño». Como postdata añade: «Mis saludos a por la pena que me ha dado la muerte de mi
las hermanas de sor Victoria. Agradezco mucho querida y apreciada sor Victoria... Sigo aún muy
las atenciones que han tenido con su hermana y apenada. No puedo acostumbrarme a esta
privación. Ha dejado un gran vacío en mi

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corazón, que sigue rezando continuamente por he pagado los portes. Le devolveré los gastos
ella. No me olvide usted. Lo necesito de verdad. junto con el importe de un encargo que deseo
Pídale a Dios que me conceda el espíritu de fe hacerle». Y he aquí el precioso regalo que desea
que dé fuerzas a mi debilidad y me dé el coraje hacer a su madre. El señor párroco tendrá que
de ofrecerle el sacrificio que pide de mí. Es un comprar «una poltrona a la Voltaire» para la
sacrificio muy duro. No me faltan los medios buena señora Rendu. Y que esa «poltrona a la
para merecer... Le presento los respetos de Voltaire» esté debidamente rellena, de las más
todas nuestras hermanas, que compartieron cómodas, que le pueda servir bien. E insiste:
con tanto esmero los cuidados que exigía la «Gaste todo lo que usted crea necesario, y que
triste situación de nuestra querida hermana». sea cuanto antes». Y he aquí un nuevo detalle
práctico: «No se la envío desde aquí, pues los
No faltaron, sin embargo, algunos consuelos en portes resultarían más caros que la poltrona».
medio de la tristeza: «Dios no ha ahorrado a A continuación le da las gracias. Y de nuevo
nosotras, lo mismo que a ella, una gran pena, unas insistentes recomendaciones para su
permitiendo que muriera en su comunidad. Ha madre: «Haga el favor de recomendarle que
gozado de todos los auxilios espirituales y tome lo que necesite. Que venda lo que a ella le
corporales. Se la ha cuidado con toda parezca mejor. Le pido que disponga de lo que
generosidad y cariño. Se lo había merecido. Y a mí me toca, o sea, de lo que pueda tocarme
los pobres han mostrado también que la algún día». Y este último grito de su corazón:
querían por la forma con que han compartido «Agradeceré mucho que se cuide usted de mis
nuestro dolor; ella les había asistido siempre intereses. No hay nada que yo desee tanto
con gran solicitud. Sus alumnas estaban muy como su felicidad y me gustaría que quedaran
apenadas, la han acompañado hasta su última satisfechos todos sus deseos». Acude de nuevo
morada, le han enviado coronas y van a visi- a su memoria el recuerdo de sor Victoria. Y
tarla con frecuencia». encarga entonces al señor párroco que salude
con cariño y gratitud de su parte a su prima
En medio de todos estos sacrificios, tan Volerin: «Nunca me olvidaré de lo bien que
generosamente aceptados, sor Rosalía se cuidó a mi recordada sor Victoria. Me
complace también en señalar la consideración encuentro muy triste y afligida de no tenerla ya
que Dios ha tenido con todos ellos: «Sor entre nosotros. Ha dejado un gran vacío en mi
Victoria tuvo el gran consuelo de volver a corazón».
verles a todos ustedes. Es un consuelo que Dios
nos ha querido dar a todos. Reciba usted, mi ¡Pobre sor Rosalía! Estaba inconsolable. ¡Cómo
querido primo, la expresión de mi respeto y de vibraba aquel gran corazón! No es extraño que
mi afecto más sincero en el amor de nuestro el amor de Dios haya sido en ella tan ardiente y
Señor. Totalmente suya, sor Rosalía». haya producido tantas y tan hermosas obras.
Del corazón es siempre de donde nacen los
Ocho días más tarde, sor Rosalía, sin haberse grandes pensamientos.
deshecho todavía de su pena, piensa en la salud
de su madre. Quiere tomar las más amorosas PRUEBAS DE SALUD. FIEBRE Y FIEBRECILLAS
precauciones para procurarle una ancianidad
larga y tranquila. El 13 de febrero le escribe al Nos lo acaba de decir sor Rosalía: la muerte de
párroco de Confort, señor Chaplux: «Señor su compañera, tan querida, tan simpática para
párroco. Ayer hice enviar una caja que contiene todos, la había conmovido mucho la emoción,
varios objetos destinados a mi buena madre. Es demasiado fuerte, la había puesto enferma.
mi intención formal que haga uso de todos
ellos». Luego, como mujer práctica, trata la ¡La enfermedad no era ninguna novedad en su
cuestión del transporte de dicha caja: «Le ruego vida! Sor Rosalía, a pesar de su actividad, había
que avise a la persona que juzgue usted más sido siempre muy frágil de salud. Con
indicada, de Chátillon. Va como correo urgente. frecuencia pasaba algunos días de fiebre y a
Me han prometido que podrán entregar dicha veces se veía obligada a aceptar sus golpes.
caja dentro de ocho días. Va dirigida a usted. No Guardaba entonces algún día de cama. Desde

93
allí dirigía las faenas de la casa e incluso algunas misas el día de Navidad por su madre,
escribía algunas cartas. Ya en 1838 había ya que había recibido malas noticias de
sufrido en dos ocasiones fuertes ataques de Confort. La señora Rendu parecía estar muy
fiebre: la primera vez había pasado doce días enferma.
en cama, la habían puesto a dieta y la habían
sangrado en abundancia. Una vez curada, sor En Confort ciertamente trataban con mucha
Rosalía se ponía pronto a trabajar de nuevo. A1 solicitud a la venerable abuela. Y aquella
caer por segunda vez aquel mismo año, tuvo piedad filial impresionaba mucho a sor Rosalía,
que guardar cama durante algunos meses. A que aprovechaba todas las ocasiones para
finales de año, empezó a levantarse sólo expresar su gratitud y animarles a todos en su
algunas horas durante el día. generosidad. A finales de enero de 1854
escribía a la señorita Melania Rendu, su
Su médico, el querido doctor Dewulf, uno de corresponsal acostumbrada: «Vaya a ver a mi
sus antiguos estudiantes de la Sorbona, al que queridísima madre las más veces que pueda. Sé
había ayudado cuando llegó a París y había que usted le da con sus visitas mucha
atendido durante una enfermedad que padeció, satisfacción y le hace mucho bien. Le quiere a
era como tantas otras personas un asiduo usted mucho».
visitante de la casa, agradecido siempre a los
favores que allí había recibido; un día, durante Ante la preocupación cada vez mayor por su
una de las sangrías tan de moda en aquella salud, sor Rosalía escribe directamente a su
época, se aprovechó para realizar un proyecto madre. Se siente muy emocionada. Dice que se
que le inspiraba su veneración. Pues era algo encuentra «afligida hasta el infinito por no
más que un sentimiento de admiración poder ir a decirle de viva voz toda la parte que
respetuosa el que tenía por su bienhechora; era toma en sus sufrimientos». Es para ella «un
una verdadera veneración. Una vez hecha la gran sacrificio estar lejos de su madre».
sangría, retiró cuidadosamente los paños Multiplica sus recomendaciones y sus más
empapados de sangre, se los llevó y los guardó minuciosos consejos. Le recuerda las cosas que
como reliquias. Todavía se conservan esos en otro tiempo le hicieron bien a su salud:
paños en la familia del doctor. Sobre el papel semilla de lino, caldos de gallina, tomados en
que los rodea, el propio doctor puso una pequeñas dosis pero frecuentemente... «Que se
inscripción. Está sin firmar, pera su hija, la cuide mucho. Que no se prive de nada». Que le
señora Chappoteau-Dewulf, decía que «la diga «cualquier cosa que le guste. Y se le
escritura, bien conocida, no deja lugar a duda». enviará».
Por otra parte, el doctor habría recortado
algunos trocitos de aquellos paños y los había Sor Rosalía haría realmente cualquier cosa por
metido en unos medallones. El solía llevar uno conservar a su madre para su cariño y el cariño
y le había dado otro a su hija. En Saint-Brieuc, de los suyos. Les da gracias a todos sus
hace algunos años, la hermana Leroy, hija de la parientes por el cuidado cariñoso con que
Caridad, poseía también algunas de esos paños rodean a su madre. Y vuelve a emprender por
y los guardaba como auténticas reliquias. ella otra peregrinación, esta vez a Nuestra
Señora de la Buena Esperanza. ¿Qué no haría
Poco tiempo antes de la muerte de sor Victoria, por su madre? Se olvida de sus propios
sor Rosalía había vuelto a tener fiebre durante sufrimientos y de sus fatigas. Porque también
tres semanas. Por consiguiente, estaba bastante ella va languideciendo. Se siente cada vez más
delicada. Las fatigas que tuvo que afrontar agotada. Y también su vida se apaga. Las dos
durante la enfermedad de su compañera y las vidas juntas, poco a poco, se van encaminando
emociones de su muerte acabaron de agotarla. hacia el cielo.

Sin embargo, iba y venía de un lado para otro. Las fiebres y las fiebrecillas van siendo cada
En septiembre de 1853 la encontramos en vez más agotadoras. Se repiten con demasiada
peregrinación a Nuestra Señora de las Victorias frecuencia. Se trata de viejas conocidas. Y se les
con dos de sus compañeras; mandó decir allí resiste cuando se puede. Valiente como era, sor

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Rosalía todavía hacía lo posible, con sus fiebres, «Cuando regresaba -nos añade su fiel
yendo de un lado para otro y atendiendo con compañera- entraba en una habitación
bastante eficacia a sus obligaciones. pequeña llamada "sala de curas" al lado del
pobre cuartito que sus compañeras llamaban
LA CEGUERA "su salón" y allí atendía a los pobres que la
esperaban... Parecía como si recobrase la vista
Pero he aquí que se acerca la gran prueba. para distinguir los males de aquella pobre
Viene poquito a poco. Sor Rosalía empieza a gente. A veces les reñía maternalmente cuando
darse cuenta de que la vista le falla. Y la pérdida veía que sus llagas habían empeorado por no
progresiva de la visión hace presagiar una haber venido con más frecuencia».
ceguera absoluta. ¡Sor Rosalía se va a quedar
ciega! Sin embargo, los que rodeaban a sor Rosalía no
se resignaban a imaginársela definitivamente
Escuchemos este hermoso grito de amor: ciega. Su querido médico, el doctor Dewulf, fa-
«¡Sentía demasiado gusto al ver a mis pobres! - miliar de la casa y cuya familia estaba ligada
exclama-. ¡Dios me quita este gozo!». con vínculos de amistad con la familia de
Confort, le aconsejó que acudiera a la habilidad
Era el gran sacrificio, preparatorio para el de los cirujanos. Le escucharon. Las cataratas
sacrificio supremo. pueden curarse. Sor Rosalía no era aún
demasiado anciana; andaba por los sesenta
Ya no verá más a sus queridos pobres, pero años. Su salud, aunque frágil, respondía bien: se
seguirá sirviéndoles. Se quedará en su reponía pronto de sus achaques. Era el trabajo
despacho: los reconocerá par su voz, incluso a excesivo la causa principal de sus fiebres v
veces por sus pasos vacilantes, pesados, fiebrecillas. Por consiguiente, cabía esperar
renqueantes o resueltos. Ya no verá más sus buenos resultados de una operación.
queridos rostros; no podrá captar en sus rasgos
la expresión de sus alegrías o de sus Era a finales de diciembre de 1854. La
preocupaciones. Pero será más sensible que operación no se realizaría hasta unos meses
nunca a la tonalidad de sus voces, al acento de más tarde. Seguramente surgieron algunos
sus almas, al rumor de sus sollozos o a la problemas y todos vacilaban. En enero de 1855
explosión de sus risas. Seguirá saliendo a sor Rosalía «llevaba ya tres meses sin salir a la
visitar a sus pobres, pero necesitará un calle». Sin embargo, seguía tan activa como
lazarillo. Dentro de casa todavía siguió siempre dentro de casa. En febrero, se habló de
conservando mucho tiempo la vista suficiente darle algún descanso. La señora de
para poder defenderse ella sola; pero para salir Montmahaut se atrevió a hablarle de ello. Pero
necesitaba compañía. Salía entonces al taller de no insistió. Ella misma nos dice que «creyó que
fuera, entreabría 1a puerta y llamaba: «Felicia, se estaba molestando con esa propuesta».
¿estás ahí?». «Sí, madre», respondía la fiel
Felicia. Y Felicia se acercaba, recogía la cesta El mes de julio sor Rosalía encargó a una de sus
grande con los ángulos de cuero, totalmente compañeras, sor Vicenta, que escribiera en su
llena de provisiones, y se marchaban las dos. nombre a la señora Rendu, añadiendo ella
Recorrían las calles del barrio, dándose a veces algunas palabras de su puño y letra: «Mi buena
buenas caminatas. Entraban en muchas casas. madre, le envío estas pocas líneas que le harán
La buena madre distribuía su ayuda, acariciaba ver mi enfermedad. Siento vivamente la
a los niños, se interesaba por la vida de la privación de no poderle decir más. No tengo
familia, hacía brillar a los ojos de los necesidad de decirle que pida por mí al Señor
moribundos algún destello del más allá. Hacía para que me dé paciencia y resignación».
felices a unas cuantas personas y ante todos los
amigos del barrio demostraba que seguía Eran solamente unas líneas. El estado de su
estando entre ellos. vista no le permitía escribir más. Pero sor
Vicente, que escribía la carta, expresa la
esperanza de que después de la operación que

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se proyectaba podría recuperarse sor Rosalía. Y reacción saludable que les daría nuevas
añade: «Nuestra querida madre piensa mucho energías. Y entonces, cada cinco minutos,
en usted y habla frecuentemente de usted, pues sometieron a sus ojos a unos baños de agua
esto es para ella una felicidad». Siguen algunos fría. Eran otras tantas ocasiones de ejercitar un
delicados sentimientos, reflejo de la poco la paciencia. Por lo visto el tratamiento
maravillosa caridad que unía a todas las debía ser insoportable; pero sor Rosalía no
compañeras de aquella buena sor Rosalía: «Le pareció darse cuenta de ello. Como alguien
pedimos a Dios que la conserve a usted para su mostrara su sorpresa por su conducta, ella
cariño y para el de todas nosotras; es lo que me respondió: «¿Impacientarme? No es posible, ya
atrevo a decirle en nombre de toda esta que todas vosotras me dais, al cuidar de mí, tan
pequeña familia». Y un último detalle: «Esta admirable ejemplo de paciencia».
pequeña familia le pide su bendición y una
parte en sus santas oraciones. Reciba, señora, el Ante la impotencia de la ciencia de los
testimonio de nuestro más cariñoso respeto». hombres, se decidió recurrir a los santos del
cielo. Personalmente la humilde sor Rosalía se
Era el 18 de julio, víspera de la fiesta de san negaba a ello, ya que no se consideraba digna
Vicente. de un milagro. «No hagáis nada -decía-; me
asustaría ser la persona escogida por Dios para
El mes siguiente, sor Rosalía le dicta una vez ser el objeto de un milagro. Me creería que pide
más una carta importante para su primo, el de mí cosas extraordinarias. Me sentiría
ministro Rendu. Se trata de una confundida. Además, quizás alguno pensase
recomendación. Sor Rosalía se siente que lo he obtenido por mi virtud» 2.
influyente. Le recomienda una escuela de
religiosos que se ha establecido en Bretaña; el Pero las personas de su alrededor se
gran personaje que se ocupa de ella tiene empeñaron en pedir el milagro. Entonces,
miedo de disgustar al ministro; es discreto; humildemente, sencillamente, ella les dejó
pero con el apoya de sor Rosalía podrá hacer, pero se abstuvo de participar en las
presentarse con confianza. La segunda carta es oraciones. «Prefiero -les dijo- atenerme a la
también una recomendación; se trata de la voluntad de Dios. Por otra parte, lo estropearía
candidatura de un abogado que desea atender todo si mezclara mis oraciones con las
los asuntos judiciales de la administración de vuestras».
ferrocarriles, en Lorient.
Invocaron a santa Germana, la humilde
¡Cuántas cosas le pedían a sor Rosalía! ¿No se pastorcilla de Pibrac. Dios no escuchó estas
dice también de san Vicente que un día se oraciones. Y el milagro no llegó. Sor Rosalía
preocupó de enviar hilo y agujas a un estaba cada vez más cerca del cielo.
corresponsal que se las había pedido?
En la tierra siguió entregándose a sus
Poco tiempo después, aquel mismo año de ocupaciones. Pero en su corazón pensaba en su
1855 se decidieron finalmente a operarla de la patria definitiva. Con valentía fue arrastrando
vista. En aquellos pobres ojos entró un poco de su prueba hasta que la enfermedad vino
luz. ¡Le supo tan bien a la enferma! Y durante violentamente a derribarla por completo.
algún tiempo volvieron a surgir las esperanzas.
Pero la mejoría no duró mucho y de nuevo 14.- LOS ÚLTIMOS MOMENTOS. LA MUERTE.
volvieron las tinieblas.
Durante aquel año de 1855 murió en París la
Para obtener la curación tan deseada venerable superiora del convento de la
recurrieron a todos los medios, apenas se Visitación de Santa María, la madre Fournier.
presentaba un rayo de esperanza. Durante Las hermanas de la Visitación de san Francisco
algún tiempo acudieron a una especie de de Sales y las Hijas de la Caridad de san Vicente
tratamiento hidroterápico: esperaban que unos estaban ligadas, lo mismo que sus santos
lava dos de agua fría produjeran en los ojos una fundadores, con una santa amistad. La madre

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Fournier hizo llamar a su cabecera a la Cuando alguien le compadecía, se contentaba
superiora de las Hijas de la Caridad de la calle con responder: «Seguramente los pobres no
de l'Epée-de-Bois. Quería tenerla a su lado en el están tan bien coma yo». La boca habla de la
momento de morir. «Me gustaría tener a un abundancia del corazón. Y sor Rosal: a tenía su
ángel junto a mí». corazón lleno de amor a los pobres.

San Vicente le había dicho un día a la señorita Siempre precavida, llena de atenciones con los
Le Gras: «Usted va por delante. Pronto la demás, preocupada por la salud de las
alcanzaré». También la madre Fournier le dijo a hermanas, seguía inquietándose según su
sor Rosalía: «Yo me voy por delante. Animo, costumbre por su cansancio. Una de las que
hermana, usted me seguirá muy de cerca». E habían estado velándola la primera noche se
indicó la fecha, ya muy cercana, de su propia levantó a mitad de la noche siguiente para ver
muerte. cómo se encontraba. Al entrar en su habitación,
le presentó un vaso para que bebiera sin
No había nada que hiciera prever, por aquellos decirle nada. Sor Rosalía la reconoció: «Hija
finales del año 1855, que a sor Rosalía le mía, qué daño me está usted haciendo al
quedaban pocos días de vida. Incluso se hacían fatigarse tanto por mí. ¡Me fatiga usted a mí
proyectos de operación a fin de devolverla la misma! ». Se nos ocurren aquellas hermosas
vista. Se aguardaba para ello el buen tiempo. palabras de madame de Sévigné a su hija: «¡Yo
siento daño en tu pecho!».
Llegó el año 1856. Par consiguiente, la aurora
del año nuevo se mostraba feliz y llena de Durante su vida, sor Rosalía había demostrada
grandes esperanzas. Sor Rosalía pasó sin tener miedo a la muerte. La meditación de las
especiales molestias el mes de enero. grandes verdades causaba una honda
impresión en su alma. Su devoción, que
Pero de pronto, a comienzos de febrero, cayó siempre había sida muy sencilla, se había
gravemente enferma. Se había resfriado. La alimentado con esas sencillas verdades que
noche del 4 de febrero tiritaba de frío en la habían sostenido su firmeza y su virtud
cama. Tenía una fiebre muy alta. Cuando durante toda su vida. Un día, a una joven
llamaron al médico, dictaminó enseguida la hermana que le hablaba con cierto entusiasmo
gravedad del mal: pleuresía. Pero no estaba de los «consuelos espirituales» le había dicho
todo perdido todavía. Se aplicaron los remedios con cierta dosis de malicia: «¿Sabe usted lo que
enérgicos de aquella época: vejigatorios. es estar celosa de esos consuelos» Hace ya
cuarenta años que estoy sirviendo a Dios y
Sor Rosalía demostró una paciencia admirable. nunca me ha concedido ni un solo minuto de
Sufría mucho; pero acogía el sufrimiento con consuelo celestial. Yo no veo más que dos cosas
gozo, unida a los sufrimientos de Jesucristo en que me rodean en mi vida: su justicia por un
la cruz. En un falso movimiento, el emplasto se lado y los intereses de su gloria por otro».
había corrido y se había formado una llaga en Seguramente que aquel día sor Rosalía se
carne viva. Sor Rosalía no se quejaba. Sin juzgaba con cierto pesimismo. Durante su vida
embargo, tenía que sufrir mucho. La hermana de apostolado, en medio de sus preocupaciones
enfermera se extrañaba de ello e incluso se y de sus fatigas, había tenida ciertamente no
preocupaba por aquella insensibilidad: «Pero pocas alegrías y satisfacciones. Dios tiene que
madre -le dijo-, ¿es que no ha sentido usted infundir ciertamente en sus buenos obreros el
nada?» Y como sor Rosalía guardara silencio, entusiasmo con su sonrisa paternal y con una
ella repitió su pregunta. Entonces sor Rosalía marca de confianza, que les consuelen en sus
sonrió y dijo sencillamente estas hermosas tribulaciones. Pero hay consuelos. Sor Rosalía
palabras: «Sí que lo sentía, pero era un clavo de habla aquí de «consuelos celestiales». A través
la cruz de nuestro Señor y quería conservarlo de su sonrisa maliciosa se vislumbra lo que
para mí sola». quiere decir. Ella intenta bromear con su joven
compañera y burlarse de sus afanes
extraordinarios de devoción; pensaba quizás

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en san Pablo y en sus vuelos por el tercer cielo. aquel signo salvador entró definitiva mente en
Pera no es necesario subir hasta el tercer cielo sopor. El día siguiente, 7 de febrero, a las 11 de
para estar en el sitio querido por Dios. Sin subir la mañana, entregó su alma a Dios, sin agonía.
hasta el tercer cielo pueden encontrarse
alegrías muy puras y muy profundas, no tan Sor Rosalía tenía setenta años. Aquella buena
excepcionales, que a veces hacen vibrar al alma obrera de Dios, agotada por tanto trabajo,
bajo la acción del Espíritu Santo y de sus dones, podía ir a descansar al paraíso. Allí volvería a
esas antenas tan sensibles, portadoras de luz y encontrarse con su anciana madre, que había
de suavidad. Sor Rosalía había ciertamente muerto en Confort tres días antes. ¡Qué
sentido a veces en su vida ese contacto con emoción la de aquel «volver a verse» en el seno
Dios. de los esplendores del cielo! ¡Qué hermosa
recompensa de un sacrificio tan largo!
Pero la verdad es que su devoción, siempre ¡Magnífica sorpresa la que Dios prepara a sus
muy sencilla, se alimentaba de ordinario con elegidos!
verdades austeras. «La justicia de Dios», decía
con frecuencia. Y aunque templada con su Arrodilladas alrededor del lecho fúnebre, las
santo entusiasmo de la «gloria de Dios», esa hermanas, pensando en la santidad de su vida,
«justicia divina» era para ella un «aguijón en la vacilaban en rezar por ella. Sin embargo, cierto
carne», como decía san Pablo. Sor Rosalía tenía temor -¡pero de cuánta nobleza!- les decidió a
miedo de la muerte y del juicio divino. ello: «Quizás le quede por expiar -dijo una de
ellas- el demasiado cariño que nos tenía» ¡Qué
No obstante, cuando llegó su última hermoso elogio!
enfermedad, y a pesar de aquellas palabras de
la venerable madre Fournier, que le había Ante sus restos mortales se organizó un
dejado vislumbrar su muerte cercana, sor continuo desfile: se sucedían uno tras otros la
Rosalía estaba tranquila y serena. ¿No había gente humilde y los grandes personajes para
dicho acaso san Vicente: «Los que hayan amado contemplar por última vez aquellos rasgos tan
mucho a los pobres no tendrán miedo a la bondadosos y enérgicos, que la muerte había
muerte»? San Vicente velaba paternalmente hecho más augustos todavía. Deseaban
por la serenidad de su hija. conservar en sus ojos aquella piadosa imagen,
lo mismo que se conserva en el corazón el
Por algún momento creyeron que iban a vencer recuerdo de los favores recibidos.
al mal. La muerte va muchas veces precedida
de cierto bienestar ficticio y pasajero. Todavía «El día de las exequias, un sábado, hubo un
~-l día anterior a su muerte sor Rosalía daba a paro general en todo el barrio, como si se
sus hermanas la ilusión de que iba a curarse. tratara del domingo. Al toque de ánimas de la
Tomó un poco de alimento. Y todo París, que iglesia de Saint-Médard, todo el barrio se puso
seguía lleno de ansiedad las vicisitudes de su en movimiento para seguir a su bienhechora».
enfermedad, cobró algunas esperanzas. Pero
aquel mismo día volvió la fiebre. Reapareció la «Los funerales fueron grandiosos,
pleuresía. La enferma empezó a amodorrarse. conmovedores... Por delante del coche fúnebre
De vez en cuanto balbucía algunas palabras. caminaba una ola silenciosa, en la que
Sus últimas frases fueron para sus pobres: fraternalmente se confundían todas las clases.
«Hijos míos, mis queridos hijos, mis pobres. Los partidos hicieron una tregua aquel día. Los
Cuando yo les falte, Dios mío, no los odios enmudecieron bajo el peso de la
abandones». Las palabras se extinguieron en admiración del más raro de los dones».
sus labios.
El cortejo se dirigió al cementerio de
Avisaron al señor párroco de Saint-Médard que Montparnasse, en donde se depositó el ataúd
llegó corriendo y le administró la en la cripta de las Hijas de la Caridad.
extremaunción. Sor Rosalía hizo la señal de la
cruz. Fue su último gesto. Con aquel acto de fe y

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Unos meses más tarde, la fidelidad del En alguna ocasión se sintió afectada por
recuerdo inspiró a algunos amigos de sor algunos falsos informes de personas de corta
Rosalía el deseo de proporcionarle una tumba vista o que no la conocían debidamente; la
especial, donde pudieran ir a testimoniarle a denunciaron ante las altas esferas; la llamaron
ella personalmente su gratitud. Se concedió la al orden y la reprendieron. Y a pesar de la
autorización «en virtud -dice el registro del humilde y completa sumisión que entonces
cementerio- de los servicios hechos al pueblo demostraba, poniéndose de rodillas ante sus
francés». superiores y aceptando en silencio los
reproches, renunciando a disculparse, no
En la nueva tumba se colocó una lápida con la siempre consiguió disipar las sospechas que
siguiente inscripción: pesaban sobre ella.

A sor Rosalía sus amigos agradecidos los pobres ¡Era una conducta tan excepcional!
y los ricos.
Algunos cavilaban: ¿puede acaso compaginarse
Con frecuencia se ven allí flores, colocadas por con el espíritu de una persona de comunidad,
manos desconocidas. ¡Humilde testimonio de sometida a las leyes de la obediencia, ese
gratitud de corazones generosos que no espíritu emprendedor que en el terreno de la
olvidan! caridad la mantenía siempre anhelante,
impaciente por hacer cosas, siempre dispuesta
VIGENCIA DE SU RECUERDO a emprender toda clase de obras nuevas,
haciendo de su vida una especie de carrera
Los funerales habían sido un verdadero triunfo. precipitada, en manos de una actividad febril?
Un triunfo sin lujos de ninguna clase, pero ¿Puede compaginarse con el espíritu de una
magnífico en sinceridad, en fidelidad, en recogi- hija de la Caridad el hecho de no eludir aquella
miento por parte de toda aquella buena gente popularidad mundial que la ponía en evidencia,
del barrio, profundamente impresionada ante que atraía sobre ella las señales de respeto y
la belleza y la riqueza de una vida que la los testimonios de confianza de los más
muerte les había arrebatado elevados personajes? ¿Es que no aceptaba
irremediablemente. todos aquellos honores con demasiada
facilidad?
¡Homenaje espontáneo de todo un pueblo! Los
superiores de sor Rosalía no intervinieron para ¡Realmente resulta extraordinaria la vida de
nada. Se mantuvieron al margen de aquellas una hija de la Caridad, arrojada en medio de la
ovaciones. fermentación de aquel extraordinario barrio
Mouffetard! ¿Pero es que podía ser vulgar su
Por otra parte, parece ser que esta reserva se vida en semejante ambiente? ¿Podía ella
debió en parte a una especie de incomprensión contentarse acaso con fórmulas ya hechas en su
que había rodeado muchas veces a las hazañas entrega a aquella gente? ¡Tenía que hacer con
de sor Rosalía y que la siguió hasta el borde del ellos algo nuevo, y hacerlo pronto, sin perder la
sepulcro, para disiparse por completo más ocasión! Era normal entonces que algunos
tarde. La Providencia tiene sus medios propios vacilasen en aprobar plenamente y de
para mantener a sus elegidos en la humildad. antemano aquellas iniciativas que sor Rosalía
había tenido que tomar en aquel barrio tan
Sor Rosalía, como cualquier otro ser poco vulgar, en medio de las revoluciones y de
excepcional, fue discutida con cierta frecuencia. los motines, en el seno de aquellas sombrías
Tuvo sin duda muchos admiradores, muchos circunstancias que atravesaba aquel París
amigos entusiastas y fieles. Tuvo también agitado, víctima de las incertidumbres, del
algunos, muy pocos, detractores. Pero hubo descontento, del flujo y reflujo de las batallas
sobre todo respecto a ella ciertas actitudes políticas y sociales. ¡Se necesitaba toda una sor
reticentes de personas que se sentían Rosalía con «la cabeza en su sitio» y un corazón
desconcertadas y perplejas por su conducta. bien templado para hacer frente a semejantes

99
situaciones, sin huir jamás ante el deber, por ardiente de eternos ardores, que a pesar de
muy excepcional que fuera! ellos sometía dócilmente su llama a la dirección
de una voluntad debidamente equilibrada,
Sor Rosalía caminaba decididamente hacia capaz de dominar con toda serenidad las vicisi-
adelante con una hermosa intrepidez, tudes y los sobresaltos de la vida y el campo
arrostrando lo mejor posible las dificultades, agitado y tormentoso de la miseria y de las
abriéndose camino a través de los obstáculos, batallas sociales, esta audacia heroica en medio
dejando que los demás hablasen, logrando del tumulto de las guerras sociales, el feliz
finalmente vencer y tranquilizar a todos y resultado de sus gestiones, la novedad y la
suscitando su admiración. duración de sus empresas, la indefectible
abnegación de toda una vida entregada a la
Es lógica que hiciera cosas extraordinarias. gloria de Dios, honrado en sus pobres, toda esta
Pero ¿es que acaso tenía que dejar que siguiera riqueza de vida liberalmente gastada y
corriendo el mal, que se extendiera la miseria, entregada a las grandes causas, la invasión de
con la excusa de que la tarea era demasiado lo sobrenatural en su vida, la fidelidad a todas
nueva, de que había demasiados riesgos, y de las obligaciones comunitarias y, junto con
que además, por si fuera poco, aquello le iba a todos estos signos de valor, la aureola que san
dar un gran renombre? ¿Dónde estaba la Vicente atribuía a la obediencia y que, en varias
prudencia? ¿Y dónde estaba la caridad? ocasiones, iluminó con toda su esplendor la
frente de sor Rosalía: todo esto es el sello de la
En cuanto a eludir los honores que le bendición divina. Y ésta sería la mejor defensa
granjeaban sus éxitos y que ciertamente ella no que oponer si a alguien se le ocurriera
había buscado jamás, la verdad es que sor establecer sobre ella una discusión a propósito
Rosalía, en aquella confusión de su lucha contra de su fidelidad y su prudencia sobrenatural.
la miseria, tenía otras cosas en qué pensar! Al
menos por una vez el bien era admirado, Hay muchas cosas admirables en la vida de sor
felicitado, agradecido, recompensado. Dios era Rosalía. Y hay pocas que lo sean hasta el punto
glorificado en ello «Videant et glorificent de no ser imitables.
Patrem vestrum qui in coelis est!p. Pero de lo de
buscar la gloria por la gloria, uut videantur», de 15.- SUPERVIVENCIA
eso sí que sor Rasalía se guardaba muy bien. No
buscaba ni mucho menos aparecer. ¡Sus EN CONFORT
preocupaciones eran muy distintas! Ella iba por
medio de la gente para curarlos, para Sor Rosalía ha sobrevivido en las obras que
consolarlos, para sacarles del aprieto, para fundó o que inspiró. Ha sobrevivido también en
arrancarlos de las manos del demonio. Y si todo la memoria de todos cuantos gozaron de sus
eso parecía bello e iluminaba a las almas, a ella servicios y que siguen admirando sus virtudes.
no se le ocurriría poner la lámpara debajo del Su recuerdo sigue bendiciéndose en Confort, en
celemín. París y en otros sitios.

Sería inútil zanjar definitivamente este debate, Cinco años antes de morir, sor Rosalía tuvo la
en donde se han mostrado tan disconformes dicha de recibir como compañera a una
algunos brillantes espíritus y algunas almas hermana muy joven, recién salida del
grandes. Pero lo que es cierto es que sor noviciado, sor María de Costalin. Esta hermana,
Rosalía recibió la bendición de Dios. Dios la testigo de todo el bien que se hacía en su nueva
favoreció generosamente. Y ella a su vez sirvió casa bajo la hábil dirección de sor Rosalía y
a Dios de todo corazón. confiando plenamente en su superiora, a la que
quería y admiraba, decidió un día poner
Este esplendor de un alma, arrebatada por todo completamente a su disposición para la obra
lo que es bello, refractaria a toda villanía, que ella juzgara conveniente realizar su im-
olvidada de sí misma, preocupada siempre de portante fortuna, que había aumentado más
los demás, este corazón tan sensible, foco aún recientemente gracias a la herencia de su

100
tía María Emilia Knusli Mac Donald, duquesa de todos tenían conciencia del beneficio que iba a
Duras. «Si usted desea darme gusto -le suponer para Confort la presencia de aquellas
respondió sor Rosalía- mande levantar en caritativas hermanas.
Confort una casita de caridad para dos o tres
hermanas que puedan recibir allí algunos Era el 11 de abril de 1860. Sor Rosalía, que
ancianos, porque son pobres y desgraciados». había muerto hacía cuatro años, contemplaba
desde el cielo el gran recibimiento que hacían a
En efecto, sor Rosalía no se olvidaba de su país sus hermanas y la santa alegría de la población.
natal. Había hecho restaurar ya antes la
capillita de la Virgen y se celebraban ya allí los El señor párroco salió en procesión a recibirlas
oficios de culto. Pero la pequeña aldea de a la entrada del pueblo, con los niños de coro,
Confort se había ido poblando. Sor Rosalía, las niñas vestidas de blanco y todos los
utilizando su influencia, había obtenido del feligreses. A1 llegar a la entrada de la casa, les
emperador que Confort pudiera disfrutar de los dirigió un pequeño saludo y repitió tres veces
derechos municipales. Confort tenía ya un el grito de bienvenida: «¡Vivan las hermanas!».
ayuntamiento y también una iglesia, gracias a Por la tarde le tocó al maestro de escuela dirigir
la inteligente y activa colaboración del abate su saludo a las recién llegadas. Porque todo el
Chapelu. Sor Rosalía deseaba ahora un refugio pueblo se sentía con ganas de festejar aquel
acogedor para los buenos ancianos. Los feliz acontecimiento con cordialidad y cariño.
habitantes de Confort se habían multiplicado, Era necesario que el intelectual del lugar
pero seguían viviendo pobremente. Y sor tomara también la palabra. Aguardó, pues, a las
Rosalía, que se compadecía de todos los hermanas, espiando su paso por el pueblo para
sufrimientos, se preocupaba también de ir a la iglesia y delante de los curiosos que
consolar los de su tierra natal. rondaban por allí les echó su arenga. Es una
pena que la tradición no nos haya conservado
Poco tiempo después murió sor Rosalía. Sor el texto de su discurso. Pero sabemos al menos
Costalin, enviada a ValdeGráce, se encontró allí que acabó con estas pomposas aclamaciones:
con una superiora de gran cabeza y de mucho «¡Honor a las vírgenes! ¡Gloria a la Majestad
corazón que, de acuerdo con ella, propuso a los divina!». Todo aquello era fruto de un corazón
superiores mayores realizar el deseo de sor sincero y merecía unas palabras de agrade-
Rosalía. Era el año 1858. Se decidió comenzar cimiento. Pero la hermana de Costalin, que
la obra. Se compró la casa natal y algunas otras había venido de Val-de-Gráce con su superiora
casas vecinas, con vistas a la creación de un para instalar a las hermanas, se contentaron
asilo. Se hicieron algunas obras y arreglos. Se con responder al orador con un modesto
trasformó en un pequeño oratorio la habitación saludo que fue seguramente muy cordial. Pero
en donde había nacido sor Rosalía. Y cuando ya ante aquella reserva y candor, el ilustre
estaban bastante avanzados los trabajos, en profesor, que aguardaba sin duda algo más
1860, se inauguró la fundación. Designaron a académico, se inclinó al oído de uno de sus
tres hermanas para que se hicieran cargo de la camaradas y le dijo: «La verdad es que no
obra. La superiora venía de Val-de-Gráce y las parecen muy sabias». Y un tanto orgulloso, aña-
otras dos hermanas del noviciado. dió: «Ellas no han aprendido, como nosotros, la
tabla de Pitágoras».
Su llegada a Confort fue un gran
acontecimiento que conmovió a todo el pueblo. Aquel maestro de escuela, a pesar de sus aires
La llegada de las hermanas despertaba en la tan solemnes y un tanto pretenciosos, creo yo
gente muchos recuerdos: el de sor Rosalía, tan que era muy listo. El papel modesto que tenía
simpática con todos ellos en los años de su que representar lo representaba con toda
juventud; el de su venerada madre, tan convicción y se contentaba con eso mismo,
caritativa, muerta hace pocos años; el de tantas manifestando una alta consideración de su
jóvenes de Confort que siguiendo a sor Rosalía profesión y creyéndose muy honrado en ella:
y edificadas por sus virtudes habían marchado juzgaba con absoluto acierto que cumplir
a París para hacerse Hijas de la Caridad. Y

101
noblemente con su misión, sea cual fuere su tarde se decidió trasformar en capilla el
esplendor externo, es una gran nobleza. pequeño oratorio primitivo. El 12 de febrero de
1928, la capilla, recién acabada y dedicada a la
El enseñaba la «tabla de Pitágoras» y algunas medalla milagrosa, fue bendecida
otras cosas de la misma envergadura, que solemnemente en medio de una simpática
tienen desde luego mucha importancia para la asistencia de sacerdotes y de fieles. La antigua
vida. No tenía ambiciones más altas. No se le y venerable estatua de nuestra Señora de
exigía tampoco más. Y sabía atenerse a su Reconfort, cuya capillita tuvo que verse sacri-
humilde tarea. Le gustaba su oficio. ¡Era un ficada para el ensanchamiento de la carretera
sabio! Por otra parte, no podía menos de tener nacional, encontró un refugio y un lugar más
en cuenta la influencia que él ejercía sobre toda destacado en el nuevo hospicio.
la juventud que le habían confiado y tenía
también plena conciencia de la importancia que La hermana superiora que dirigía aquella obra
le atribuía la población. tan hermosa en el año 1928 añadía estas
nobles palabras: «En este país en el que Dios ha
En cuanto a las hermanas, tampoco es sembrado la belleza y ha dejado caer del
necesario que las justifiquemos ante las corazón de la Virgen, durante tanto tiem po
acusaciones fantasiosas del señor profesor. Sea invocada, aquella exquisita flor que llegaría a
cual fuere la idea que tenía aquel buen maestro ser sor Rosalía, otras muchas flores, lirios,
de escuela, es muy probable que aquellas rosas y violetas, nacidas al pasar aquella
buenas hermanas supieran manejar las cifras y "Sembradora de Caridad", han venido a llenar
que conocieran bien la tabla de multiplicar, sin con su aroma la comunidad de las Hijas de la
que les hubieran dicho quizás que debían estar Caridad y de otras casas religiosas. El orfanato
agradecidas a Pitágoras por haberla inventado. tiene actualmente treinta y seis niños y en el
¡También el señor Jourdain sabía hablar bien en asilo se encuentran también treinta y seis
prosa sin darse cuenta de ello! Por ancianos. Se visita y se ayuda piadosamente a
consiguiente, es posible hacer excelentes los pobres y ancianos de la aldea».
multiplicaciones y cuentas que cuadran
perfectamente sin pensar en el buen Pitágoras. «Para asegurarme, llevé el frasco a mis labios.
Apenas toqué con ellos el agua, me volvió la
Con el tiempo fueron surgiendo poco a poco en vista de pronto, como si se tratara de un tiro de
Confort otros edificios que hiceron del pequeño fusil. «Distinguía claramente las cortinas, las
asilo primitivo una obra moderna de asistencia ventanas, etc.
muy hermosa. Pronto se le añadieron al edificio
primitivo otras dos alas laterales. En el ala «¡Simón, Simón! ¡Que veo! -Simón era el amigo
izquierda se instaló el asilo para ancianos y en que estaba a mi lado- ¡Vete enseguida a llamar
el ala derecha el orfanato y el asilo que está a las hermanas!
bajo el patronato de la ciudad. Nuevas
hermanas vinieron a completar el trío «Otro de los asilados, que no se había acostado
primitivo y aseguraron la atención a los nuevos todavía, se me acercó y me dijo: "Si ves de
servicios. Fue necesario pensar en un capellán verdad, dime cómo estoy vestido".
y se construyó una capellanía que, trasformada
luego en Villa San Vicente, recibe durante el «Y yo pude responderle: "Llevas un jersey, una
verano una colonia de vacaciones de Hijas de la corbata, un sombrero". «Y él exclamó lleno de
Caridad. Finalmente, se levantó de nueva asombro: "Sí, es verdad.”
planta un edificio dedicado a pensionado y
alumnos externos, que se confió a los buenos «Luego corrió a avisar a las hermanas. Ellas
hermanos de las Escuelas Cristianas para la llegaron al instante. «Entre tanto me había
enseñanza de niños. levantado de la cama.

Todo aquel enorme trabajo se llevó a cabo en


quince años. En 1875 estaba todo acabado. Más

102
«Las hermanas me encontraron apoyado en la La Virgen inmaculada quiso dar al hospital de
cama, con el frasco de agua de Lourdes en la Confort una señal de su bondad; allí tuvo lugar
mano y diciendo: una curación milagrosa el día 2 de agosto de
1890 en unas condiciones realmente
«;,Pero es posible? ¿Puedo creerlo? ;Ay, Dios extraordinarias: un joven, Francisco Vion Dury,
mío, Dios mío! ¡Oh, santísima Virgen, mi buena durante su servicio militar, tuvo que ir con su
madre! ;,Qué buena eres tú!». sección a prestar ayuda para sofocar un
incendio; puso en su obligación todo su
«Por la voz iba reconociendo sucesivamente a empeño, enfrentándose con el tremendo calor
cada una de las personas que me rodeaban. En que se desprendía de aquel terrible fuego. Se
particular me acuerdo de que dije a sor había portado tan heroicamente que sus
Gabriela: «¡Cómo está usted vestida! Lleva pobres ojos, quemados por el calor, quedaron
usted un velo blanco, como las religiosas que totalmente dañados. Se produjo un
conocí en Dijon... ». desprendimiento de retina, que le dejó ciego.
Según dijeron los mejores especialistas, la
«;,Con que usted es la hermana Marta? Al oír ceguera era definitiva. El pobre joven no
cómo caminaba, me imaginé Que era usted más curaría jamás. Y le dieron un certificado de
joven». invalidez.

«Desde aquella fecha veo lo mismo que veía a Sin embargo, la santísima Virgen velaba por él.
los veinte años». Francisco Vion-Rurv murió en En 1890, después de siete años y medio de
1939, a los ochenta años de edad. Pero el ceguera, Francisco Vion-Dury fue admitido en
recuerdo de aquel milagro se conserva el hospicio de Confort. Pues bien, el 2 de agosto,
piadosamente en su familia, lo mismo que en el quince días después de su entrada en el
hospital de Confort. En la sala de los enfermos hospicio, siguiendo el consejo de las religiosas,
todavía se enseña la cama en que descansaba el decidió dirigirse a Dios para pedirle e1 don
enfermo sanado milagrosamente v se inestimable de la vista, que los hombres se
conservan como un ex-voto las gafas negras declaraban incapaces de devolverle.
que utilizaba. En el jardín del hospital se ha
levantado, en agradecimiento, una gruta a Pero él no se creía digno de semejante favor.
nuestra Señora de Lourdes. Y en la capilla se
expone todos los años el Santísimo Sacramento Sor Marta, sin embargo, dejó sobre la mesilla de
el aniversario del día en que se realizó el su lecho un frasco de agua de Lourdes.
milagro.
Se encontraba solo y se había acostado ya.
Hoy la aldea se ha trasformado por completo. Dudaba en recurrir a la intervención especial
Donde reinaba va el «confort» espiritual del cielo.
gracias a la Virgen, reina también ahora el
«confort» material. Todas estas ventajas se las «Eres un cobarde -se dijo de pronto-... Alguna
debe la humilde aldea de antaño a sor Rosalía, vez tiene que dejar el demonio de ser tu amo».
pero también a las hermanas que se han
sacrificado en Confort, especialmente las Cogió entonces el frasco de agua y le pidió al
hermanas de Moissac y de Costalin. Cuando el Beato Chanel, su compatriota, que pidiera para
viajero llega a Confort y se encuentra en él a la santísima Virgen la gracia milagrosa que
presencia de aquellos centros educativos en él no se atrevía a pedir directamente.
donde los niños se divierten jubilosos en aquel
asilo con sus jardines bien trazados, de largas «Entonces -nos cuenta él mismo-, tocando por
avenidas y fresco follaje, donde los enfermos v tres veces con el índice de la mano derecha el
los ancianos pueden saborear todavía la alegría agua de Lourdes, lo pasé rápidamente sobre
de vivir, no puede menos de sentir una mis dos ojos.
impresión de calma, de paz y de felicidad.
EN PARÍS

103
También la ciudad de París ha conservado con que arrinconar cuanta antes en los desvanes de
fidelidad, a través de todas las circunstancias la alcaldía aquel busto que creaba tantos
políticas, el recuerdo de sor Rosalía. La problemas!
influencia, el prestigio, la popularidad de la
heroína del barrio Mouffetard eran tan grandes El sentido común no es, desde luego, «el más
que ya en el mes de agosto de 1856, pocos común de los sentidos». Cuando la violencia del
meses después de la muerte de la hermana, la espíritu partidista surge en los espíritus, como
administración municipal del distrito XII -el V un vendaval, se lo lleva todo por delante. Y hace
en la actualidad- reconocía oficialmente el el vacío en el espíritu y en el corazón. ;Y del
papel excepcional que había representado sor sentido común no queda ya absolutamente
Rosalía en aquel barrio Saint-Marceau, nada! Y en su lugar suele instalarse entonces el
mandando esculpir su busto y colocándolo - más sublime ridículo.
¡cosa inaudita!- en el salón principal del ayun-
tamiento. Así se ordenó en el decreto imperial Permítasenos no dejar de citar aquel
del 26 de agosto de 1856. La inauguración se documento. Es demasiado lamentable. El que
hizo con toda solemnidad; tuvo lugar el 22 de quiera divertirse -o llorar- leyendo semejante
diciembre siguiente, ante una numerosa prosa, puede ver su texto en Le Figaro del 30 de
asamblea en la que se podía reconocer, junto agosto de 1880 o en el folleto que Fernand
con los miembros de la familia Rendu, al Laudet ha consagrado a sor Rosalía en la
director de asistencia pública, a los médicos y colección Bloud et Cie. ¿Quedó finalmente
administradores del Despacho de beneficencia, relegado aquel busto en los desvanes del
al inspector de la Academia, a los provisores de ayuntamiento? Sin duda alguna. Pero un día
los liceos, al juez de paz y comisario superior alguien tuvo la feliz idea de ir a buscarlo y a
de policía, y desde luego a las Hijas de la llevarlo a la calle de l'Epée-de-Bois para que
Caridad y al señor arcipreste de Santa presidiera el antiguo despacho de la hermana.
Genoveva. ¡Magnífica asamblea que en su Allí estaba su lugar más adecuado. Un día, sin
espléndida variedad cimentaba la unión embargo, se creyó que era mejor sustituirlo por
nacional en torno a una piadosa y magnífica un retrato de sor Rosalía. Mucho mejor todavía.
memoria! El alcalde, rodeado de sus concejales, Porque los bustos no están hechos para las
presidía la sesión, acompañado del alcalde del Hijas de san Vicente. Y aquel hermoso retrato
distrito X y del vizconde de Melun. Hubo conservaba mejor, a través de su noble y
discursos emocionantes. atractiva fisonomía, el alma tan enérgica de sor
Rosalía. Desgraciadamente también aquel
Y durante veinticuatro años el busto de sor retrato acabó desapareciendo. Esperemos que
Rosalía presidió, con algunos otros, las reaparezca pronto, engrandecido y glorificado.
deliberaciones del consejo municipal. Los honores de la beatificación que la misma
diócesis de París ha solicitado a la Santa Sede
¡La intención era hermosa! Pero me imagino para su heroína del barrio Mouffetard quizás
que los concejales debieron a veces sea algún día la mejor ocasión para devolver a
experimentar cierta sensación de extrañeza al aquel despacho las consideraciones que ella se
entrar en la sala del consejo y contemplar, merece. Por otra parte, aquel local está
mezclado con otros rostros más profanos, bastante bien conservado. Y las paredes
aquel rostro tan piadoso, adornado de su exteriores están adornadas por una gran placa
blanca corneta. Hubo incluso -un día de 1880, de mármol que es un homenaje a sor Rosalía y
triste época de los decretos Ferry y de la que demuestra la nobleza de ánimo de los que
clausura de las casas religiosas-- algún en otro tiempo propusieron aquella iniciativa.
consejero obstinado que se sintió incómodo
por la presencia de aquel busto clerical en la Afortunadamente quedan por diversos lugares
sacrosanta sala de la junta de reuniones. Y de muchos retratos de sor Rosalía. Después de su
aquel corazón mezquino salió una propuesta de muerte se editó un grabado con su retrato. Los
exclusión, expresada en una larga diatriba en la había de diferentes precios. Pero los gastos
que «lo odioso limitaba con lo grotesco». ¡Había podían asustar a algunos pobres. Uno de ellos,

104
sin embargo, no vaciló en comprar uno, sustituido por un personal laico. Los múltiples
haciéndose esta reflexión que dice mucho servicios de las «casas de socorro» fueron
sobre el lugar que aquella buena hermana sustituidos por un simple dispensario. Las
ocupaba en el corazón de sus pobres: «Me hermanas, unas tras otras, fueron
puedo muy bien quedar un día sin comer para abandonando la calle de l'Epée-de-Bois para
poder comprar el retrato de aquélla que me ha unirse con sus compañeras de la calle Geoffroy-
dado de comer tantas veces». Aquel grabado se Saint-Hilaire.
extendió mucho. Muchos de los hogares del
barrio Mouffetard procuraron comprárselo y Allí existen todavía magníficas obras que
las paredes de sus humildes moradas con- siguen estando animadas del espíritu de sor
servan todavía la fisonomía serena y enérgica Rosalía: escuela, patronato, obrador, cocina
de la buena madre, que parece seguir como en económica, dispensario, sala de cirugía con
otros tiempos con su mirada de benevolencia medicinas gratuitas... Todo ello funciona a
las vicisitudes de sus queridas familias. pleno rendimiento, gracias a la abnegación de
las hermanas, que trabajan bajo la bendición de
El retrato que hizo Ferdinand Gaillard es, según Dios.
dijo la señora de Montmahaut, que conoció
bien a sor Rosalía, el que mejor recoge su Entretanto, la administración llevó a cabo
fisonomía. En cuanto al busto, ha ido a unirse algunos buenos proyectos en la calle de l'Epée-
con otras muchas curiosidades al museo de de-Bois. En 1903 los locales, poco cuidados, se
Asistencia pública. habían hecho inhabitables y hubo que proceder
a su demolición. Y en 1904 se construyó un
Francia atravesaba entonces días de prueba. nuevo hospicio, del que se encargó la
También la obra de sor Rosalía pasó por administración pública, confiándoselo a
muchas dificultades, aunque tuvo también personal laico. Pero se le siguió dando el
ardientes defensores. nombre de «Asilo Sor Rosalía». Por lo menos, se
trataba de mantenerse fieles a su recuerdo.
Un día del mes de agosto de 1880 las hermanas
se vieron conminadas, por decreto de la El 2 de marzo de 1905, el hospicio fue
prefectura, a abandonar, en el plazo de quince inaugurado solemnemente por la señora
días, los locales escolares de la calle de l'Epée- Loubet, en presencia de los diputados y de los
de-Bois. Había entonces en la escuela consejeros municipales del barrio. Pero el alma
quinientas niñas y en el asilo trescientas niños. de sor Rosalía estaba ausente. No obstante,
En aquellas circunstancias la población de París habían tenido cuidado de conservar, a pesar de
hizo verdaderas maravillas. Las hermanas la demolición, su pobre despacho; sigue todavía
encontraron en la simpatía y en la generosidad tal como estaba, en un rincón del patio, frente
del pueblo de París la ayuda que necesitaban al jardincito y la nueva fachada. Allí se conservó
para dar cobijo en otros lugares a todos sus durante mucho tiempo el retrata de sor Rosalía.
niños. Se formaron varios comités; Le Figaro Pero a pesar de esta fidelidad a su memoria, la
abrió en sus columnas una suscripción a fin de ausencia de las hermanas ponía una nota
poder arreglar un nuevo local. En sólo cinco desagradable a aquella ceremonia demasiado
días se pudo recoger la suma necesaria. Y das laica. Tampoco estuvo presente en aquella
meses más tarde las hermanas pudieron abrir ceremonia ninguno de los miembros de la
de nuevo su escuela en la calle Geoffroy-Saint- familia Rendu. El señor Ambrosio Rendu, que
Hilaire, en una casa que seguiría llamándose la llegó a ser consejero municipal de París, creyó
casa de sor Rosalía. La gran reja de entrada en que era su obligación explicar esta ausencia en
la puerta del edificio lleva orgullosamente esta una carta dirigida a la señora Loubet. De esta
inscripción. obra, que había fundado sor Rosalía -decía-
«está lejos el alma de sor Rosalía. Esa no es ya
Después de la obra de las escuelas les tocó el su casa. ¿Qué piadosas manos recogerán las
turno a otras obras en 1891 y en los años reliquias esparcidas de aquella querida
siguientes. El personal de la farmacia fue memoria? No lo sé; pero veo que la casa está

105
vacía. Por consiguiente, nuestro lugar no está capilla dedicada a santa Rosalía, patrona
allí... Usted es mujer, señora. Por eso sabe hacer celestial, cuyo nombre evoca felizmente el
el bien y podrá hacer justicia a aquellas que han recuerdo de la humilde sor Rosalía, infatigable
entregado su vida a los necesitados. Usted obrera de Dios.
comprenderá mi tristeza y la de los míos...».
Y en estos momentos la diócesis de París está
La verdad es que el espíritu de partido ciega a dando una nueva prueba de su fidelidad a esta
veces a los nobles corazones y apaga las buena sierva de Dios y de las almas. Ha pedido
sentimientos más hermosos y las glorias más a la Santa Sede que le rinda el supremo
sublimes. Afortunadamente, la belleza de los homenaje, decretando si lo cree conveniente
corazones fieles consuela de esas conductas que se le conceda la aureola de los
mezquinas. bienaventurados. El proceso de beatificación,
acabado recientemente en lo que respecta al
Las reliquias -todos esos objetos inanimados Ordinario en la sala de reliquias de la casa
que tienen sin embargo un alma, por estar madre de los sacerdotes de la Misión, acaba de
cargados de recuerdos y porque evocan las más ser presentado en Roma. No se trata más que
bellas virtudes- fueron recogidas con solicitud de un comienzo, pero que no deja de ser un
y agrupadas en la casa de Geoffroy Saint- afortunado presagio.
Hilaire. Y allí pueden ahora contemplarse con
sentimientos de viva admiración y de piadoso y En efecto, la diócesis tiene conciencia del
legítima orgullo. tesoro que supone para París el recuerdo de la
santa hija de la Caridad que durante cincuenta
Por otra parte, París le ha rendido a la sublime años se entregó al servicio de Dios y de los
heroína del barrio Mouffetard el gran honor - pobres en la parroquia de Saint-Médard. Una
que solamente suele rendirse a los grandes frase del cardenal Guibert nos demuestra muy
hombres- de consagrarle una calle de su bien el valor que nuestros arzobispos conceden
querido barrio -de aquella «diócesis», como ella a su memoria. El hecho nos lo refiere Charles
lo llamaba-, que ella había recorrido en todos Baussan en su biografía de sor Rosalía (pp.
los sentidos, en donde se había hecho admirar 149-150). Sor de Costalin, que había
y querer, y del que fue el alma durante consagrado su fortuna a establecer en Confort
cincuenta años. La «avenida sor Rosalía», corta, las obras de la caridad, había soñado con
pero ancha, parte de la plaza de Italia, completar su obra haciendo que trasladaran
importante centro urbano de donde irradian en allá el cuerpo de sor Rosalía. Para ello se
estrella otros grandes bulevares. Orientada necesitaba la aceptación del arzobispado. En
hacia el oeste desemboca pronta, lo mismo que dos ocasiones le hizo esta petición: la primera
la calle de l'Epée-de-Bois, en una encrucijada vez con bastante timidez y sin insistir mucho,
de callejuelas que la cortan enseguida. Puede ya que la expresión severa del rostro del
preveerse, para un porvenir lejano, que se su- cardenal la había detenido en su proposición.
primirán esas callejuelas y se prolongará la La segunda vez en 1886, cuando monseñor Ri-
avenida. Pero a sor Rosalía no le gustaría chard fue nombrado coadjutor del arzobispo de
mucho que, para su gloria personal, se obligara París; se atrevió entonces a renovar su
brutalmente a las personas que allí viven a solicitud, esperando que la presencia del
desalojar sus viviendas. antigua obispo del país de Gex sería un
argumento en su favor. De hecho, monseñor
También las autoridades religiosas de la Richard intervino en favor de su causa. Pero el
diócesis de París se esforzaron en pagar la cardenal, después de haber escuchado a los
deuda de gratitud que habían contraído con la dos, respondió con gravedad: «El cuerpo de sor
heroína de la parroquia tan poblada de Saint- Rosalía forma parte del tesoro de la iglesia de
Médard. En 1867, once años después de su París, del que me considero guardián. El día en
muerte, el abate Le Rebours creó en aquel que quizás salga de la tumba que le han erigido
barrio un centro de obras apostólicas y los pobres y los ricos de esta gran ciudad, es
sociales. Y en el bulevar Blanqui se levantó una preciso que ella tenga la alegría de encontrarse

106
en medio de ellos y de escuchar que son ellos Sor Rosalía fue una de esas obras maestras, que
los primeros que la llaman santa, como resultan sorprendentes porque superan
hicieron ya durante su vida». nuestras medidas comunes. Dotada de una
naturaleza vigorosa y delicada a la vez, de un
IRRADIACIÓN espíritu luminoso, de una voluntad enérgica, de
un corazón que palpitaba con acentos de la más
La gloria de sor Rosalía ha traspasado los exquisita sensibilidad, de un alma prudente e,
límites de la ciudad de París y de la diócesis. incluso en medio de sus más sorprendentes
audacias, dócil a las consignas de la prudencia,
En Belley, como es natural en un país tan ella aprendió desde sus más tiernos años, en la
cercano al país de Gex, monseñor Soubiranne escuela de su cristianísima madre, a usar de
citaba en una de sus cartas pastorales a sor todos estos dones al servicio del bien. Y Dios se
Rosalía, una de las glorias de la región, y complació entonces en colmarla de beneficios y
recordaba que en el mismo París, «en ese París en hacer que prosperara su acción. De todo ello
que tan pronto olvida -decía-, su memoria sigue salió como resultado una obra verdaderamente
siendo popular y bendecida por todos». grandiosa.

En efecto, París no la ha olvidado. Como hijos de Dios, todos tenemos que trabajar
por el Padre de los cielos. Es imposible agradar
Pero sor Rosalía es venerada en algunos a Dios si no se obra por él. Hay que obrar con
lugares en los que no se podía sospechar este espíritu de fe. « Sine fide impossibile est placere
honor. En Bourges, monseñor Marchal, llevado Deo». Se trata de algo elemental. Pero cuando
de un sentimiento de viva admiración por la ese espíritu de fe inspira y empapa toda una
extraordinaria sor Rosalía, mandó colocar su vida, la vida se vuelve luminosa, radiante;
retrato en el salón principal del obispado, al proyecta en cada momento a su alrededor
lado de uno de los patronos de la diócesis, San reflejos del más allá. Y entonces nuestros
Antelmo. Y mandó que se hiciera una fiesta de caminos terrenos se ven un poco mejor
inauguración del mismo en presencia de ocho iluminados por el esplendor de las cosas
obispos. Y se proponía seguir trabajando por su divinas.
gloria.
Este espíritu de fe es el que inspiró tanta virtud
Estas tan egregias simpatías, al subrayar la en el alma de sor Rosalía. En esta atmósfera
energía de carácter de sor Rosalía, sus luminosa y bajo los cálidos rayos de esta luz
hermosas virtudes, sus grandes méritos, sus celestial se fueron desarrollando con
múltiples servicios, revelan la excepcional magnificencia los gérmenes de las virtudes que
influencia de aquella alma tan maravillosa. Y Dios había depositado en su pecho.
son el mejor augurio de una espléndida
irradiación. ¡Realmente es admirable la floración de
virtudes cristianas en las almas vivificadas por
16.- LAS VIRTUDES DE SOR ROSALÍA la gracia! ¡Toda una visión de hermosura bajo
la mirada de Dios! Esas flores espirituales,
Dios es admirable en sus obras. Y lo es sobre abiertas bajo la brisa de la vida divina, van
todo en el bello trabajo interior que va mezclando y entrelazando armoniosamente los
realizando en las almas. Se complace en dotar a diversos matices de belleza en un trazado
ciertas almas privilegiadas de talentos perfecto y en una perfecta pureza de líneas en
naturales maravillosos, a los que añade el esos jardines de Dios, trazados por El, y que tan
esplendor de su gracia, el ornato de sus dones y bien supo admirar y describir el príncipe de la
un incremento de favores destinados a exponer teología, santo Tomás de Aquino.
a su obra maestra a la admiración de los
hombres. Sor Rosalía, como todos los cristianos, había
recibido en el bautismo las tres grandes
virtudes, las más bellas de todas, que nos

107
permiten entrar en la intimidad de Dios: la fe, la vuelos, guardianas vigilantes de la salud de las
esperanza y la caridad. «Tria haec!». Gracias a almas, de su vigor y de su hermosura, garantías
ellas el cristiano sabe a dónde va. Gracias a de orden y de armonía, auxiliares poderosas de
ellas sor Rosalía iría confiada hacia un Dios que la perfección evangélica.
ella sabía que era maravilloso y paternal. Y
además vería en cada uno de los hombres un Y en el seno de todas estas riquezas el soplo del
hijo de Dios. Y lo mismo que Dios, también ella Espíritu Santo viene una vez más con sus dones
haría del prójimo el objeto de sus a producir una exuberancia de vida, que facilita
complacencias y derramaría sobre él los el ejercicio de todas las virtudes, asombrando a
tesoros de su caridad. Su amor al pobre no todos con las maravillas de sus poderosos
sería más que una forma de su amor a Dios. impulsos inesperados. Y los frutos de ese
mismo Espíritu de Dios: la paz, el gozo, la
En la irradiación de estas tres grandes virtudes benignidad, la bondad, la mansedumbre, etc.,
que fijan nuestras almas a Dios, hay otras vienen a embalsamar de suavidad, de perfume
cuatro que tienen como misión regular y de encanto el santuario de aquellas almas en
nuestras relaciones humanas: la prudencia, la las que se despliega toda esta vida.
fortaleza, la justicia y la templanza: son las
llamadas «virtudes cardinales», algo así como Tomás de Aquino se entusiasmaba delante de
«goznes» robustos sobre los que gira todo un esta visión de hermosura. Dios, por su parte, se
sistema planetario de virtudes morales de empeña incesantemente en multiplicar estos
menor envergadura; fuerzas grandiosas de una ejemplos en nuestro pobre mundo. Y
amplitud magnífica, que comunican su virtud a continuamente los santos ángeles del Señor
otros muchos satélites de pequeña o de despliegan su celo en la protección de
mediana grandeza. Santo Tomás va semejantes tesoros.
describiendo detalladamente toda esta riqueza:
va enumerando por decenas esas virtudes que, ¿Quién no reconocerá, apenas eche una ojeada
por diversos títulos, participan de la vida y de sobre la vida de sor Rosalía, una magnífica
las funciones de las cuatro virtudes cardinales. actuación de todas estas energías espirituales,
Utilizándolas, sor Rosalía se fue haciendo un depositadas por Dios en las almas?
alma vigorosa y santamente audaz, paciente y Inmediatamente se desprende de ella una
perseverante, alegre y magnánima, leal y justa, impresión de excepcional esplendor.
moderada en sus deseos, prudente en sus
decisiones. Entre tantas preciosas virtudes, ¿habrá habido
alguna que haya permanecido ociosa en este
Un alma modelada de esta forma es una obra armonioso conjunto? Es inútil que nos
maestra, un santuario de la sabiduría, en donde pongamos a buscarla. Y no lo será ciertamente
reinan, en el seno de la riqueza y de la variedad, esa indispensable virtud de la prudencia, que
el orden y la armonía. Y es también una fuerza, corría tantos riesgos en una vida impulsada por
dispuesta a obrar maravillas. Se trata de tan admirable audacia, y que a pesar de todo se
utilizar todos estos tesoros. muestra espléndida en sus afortunadas decisio-
nes, en sus pujantes iniciativas, en sus
En el seno de estos divinos esplendores magníficos resultados, en medio de un clima de
conviene que destaquemos dos virtudes tempestades y de motines. En medio de tantas
encantadoras, que serán las predilectas de sor otras virtudes, igualmente hermosas, pero más
Rosalía: la humildad y la sencillez, pequeñas apropiadas a las situaciones comunes, pode-
virtudes que se centran en la templanza, pero mos admirar esta sabiduría, tan extraña y tan
que al lado de la caridad, cuando ésta las toma meritoria, de la prudencia cristiana, que dirigió
como compañeras de sus hazañas, forman su una vida tan hermosa, pero tan expuesta al
mejor cortejo. peligro.

Y señalemos además el trío de la pobreza, la ESPÍRITU DE FE, VIVA LUZ EN LA VIDA


castidad y la obediencia, virtudes de altos

108
Fue el espíritu de fe el que hizo brotar tanto empezar por agradecer los servicios que nos
esplendor. La fe tenía que ser muy viva en han prestado otras veces, para exponer a
aquel alma privilegiada. Ya desde la más tierna continuación el motivo de la visita. Y les indi-
infancia impregnó hondamente su alma, en caba a sus hermanas: «No sois vosotras las que
aquella cálida atmósfera de una familia podéis obtener algún resultado. Es el Espíritu
cristiana y en medio de las circunstancias Santo el que dispone los corazones y los inclina
trágicas de la persecución. al bien».

Sor Rosalía, niña todavía, volvía un día del Tenía un sentimiento muy vivo de las
campo con sus hermanitas. Llegaron delante de realidades sobrenaturales que nos rodean y
la iglesia. Quisieron entrar para saludar al nos penetran. Vivía en compañía de los santos
Señor. Pero la iglesia estaba cerrada. Las niñas ángeles, sentía un gran respeto por su
se pusieron de rodillas frente a la pared y, a presencia y un gran agradecimiento por sus
través de ella, le enviaron al Señor su cariñoso servicios. Cuando alguna hermana se mostraba
saludo. Dios escucha a través de las paredes. Y un tanto ligera en sus movimientos, le hacía
también a través de las paredes envía sus ben- esta observación: «Hermana, su ángel de la
diciones. guarda no es capaz de seguirle». A otra, que se
mostraba algo remisa en escribir una carta en
Después de convertirse en hija de la Caridad, favor de un pobre, le dijo un día: «Vamos,
sor Rosalía, que se levantaba a las cuatro de la hermana; es su ángel de la guarda el que le
mañana, era siempre la primera en acudir a la tiende la pluma; no puede usted hacerle
capilla, donde edificaba a todos con su actitud esperar». Cuando entraba en el comedor para
humilde y respetuosa. distribuir la sopa a los ancianos -a quienes ella
llamaba «mi corte celestial»- le decía a la
Siendo superiora, entre visita y visita, se la hermana que aquella semana estaba encargada
sorprendía a veces arrodillada en su despacho: de ellos: «Hermana, saludemos a los ángeles de
«Es que así -decía- me resulta más fácil esos buenos ancianos. Los ángeles se sienten
ponerme en presencia de Dios». orgullosos de guiar a los pobres, en los que
Dios reside. Y nosotros vamos a participar de
En el coche solía bajar las cortinillas de las su ministerio». Le parecía que «una gran
ventanas, como san Vicente, para que nada bendición rodeaba a su casa mientras que la
pudiera distraerla de la presencia de Dios. sala se llenaba de los obreros que aguardaban
el momento de comer».
El pensamiento en Dios le resultaba familiar.
Los más sencillos consejos solían ir siempre Realmente «la conversación de sor Rosalía
apoyados en pensamientos sobrenaturales. Un estaba en el cielo». Y este pensamiento del
día le dijo a una hermana que estaba muy cielo, mantenido habitualmente, le daba a su
atareada en el trabajo del lavado de ropa: «Sin fisonomía y a su manera de actuar ciertos
dejar su obra, puede hacer también usted un reflejos del más allá. Sus compañeras decían en
poco de oración. Piense que nuestras almas cierta ocasión: «Cuando contemplamos a
tienen que estar tan blancas como esa espuma nuestra madre, ella nos hace pensar en la
de jabón, tan ligeras como ella, para elevarse santísima Virgen».
hasta Dios, y que solamente lograremos dar a
nuestras conciencias la limpieza y la pureza de Sor Rosalía tenía una idea muy elevada de lo
esa ropa a base de lavarlas en las aguas de la que es una casa de caridad. Es un santuario de
penitencia». Dios. Allí no se puede hacer más que el bien.
Durante un motín, un oficial del ejército regular
Cuando iba a casa de algún gran personaje para que se había quedado solo en una barricada en
solicitar un servicio o una limosna, procuraba medio de sus soldados muertos, huyó de la
ante todo dirigirse al Espíritu Santo para que batalla y se refugió en el patio de la casa de
inclinase el corazón de aquellos bienhechores. caridad. Los amotinados le habían seguido y
Al entrar, decía a sus religiosas, hay que estaban ya a punto de fusilarle. Sor Rosalía

109
pronunció entonces este hermoso grito de fe: Sor Rosalía no podía dejar, en su apostolado
«¡Aquí no se mata a nadie!». tan activo y a veces tan difícil, de utilizar la
medalla que recientemente había traído a la
LAS DEVOCIONES DE SOR ROSALÍA tierra la misma Virgen María y que iba a dar la
vuelta al mundo para merecer en aquella
Practicaba las devociones sólidas y sencillas de extraordinaria expansión por toda. la tierra el
todo buen cristiano. Tenía sobre todo la nombre de «medalla milagrosa». Durante los
devoción al deber, la devoción a “la obra bien primeros momentos de devoción a la medalla
hecha». Y tenía también la devoción de rezar milagrosa, he aquí que sor Rosalía descubre en
por el papa, de rezar por la santa Iglesia. una pobre familia a dos niñas de catorce y once
años cuidando de su madre moribunda v casi
Y desde luego tenía también una gran devoción abandonadas por completo de su padre. De
a la santísima Virgen. Ya antes de 1830 había todas formas, el padre y la madre confían de
hecho, como todos los hijos de san Vicente, pro- buena gana sus hijas a la hermana para que se
fesión de fe en la Inmaculada Concepción. encargue ella de instruirlas.
Cuando explotó en la iglesia el gran
acontecimiento de las apariciones de la Virgen Aquella familia era israelita. Sor Rosalía piensa
en la calle du Bac, pudo todos los meses ir allá a inmediatamente en la obra del padre María-
rezar con todo recogimiento, asistiendo Teodoro Ratisbona. Le pide al señor Aladel que
fielmente a las conferencias del padre director se ponga al habla con dicho padre y que le pida
y repitiendo de todo corazón la invocación a la que acoja a sus protegidas. Entre tanto, la
Inmaculada con los demás fieles. Le gustaba madre les ha dado a las niñas la medalla
también visitar los demás santuarios parisinos milagrosa, lo mismo que había hecho en Roma,
dedicados a la santísima Virgen. En nuestra Se- con tanto éxito, el barón de Bussiéres con el
ñora de las Victorias iba a visitar al Corazón joven Alfonso Ratisbona. Ella esperaba ver
inmaculado de María con el buen pueblo renovarse aquel milagro con la conversión de
parisino que llenaba la iglesia. En San Severino, las niñas. Entre tanto se las había confiado, con
muy cerca de su casa, iba a visitar a nuestra la preciosa medalla, a una piadosa señora.
Señora de la Esperanza. En 1853 la vemos
acudir a varias peregrinaciones. Su madre El padre María-Teodoro Ratisbona, cuando
estaba gravemente enferma. Desea arrancar a contó cuarenta años más tarde, en 1882 ó
la muerte a aquella madre que tanto quería y 1883, los pasos que dio en esta ocasión el señor
acude al corazón maternal de la Virgen a Aladel, el 8 de agosto de 1842, para ponerse al
expresar su pena y su confianza. Con dos de sus habla con él, observaba que «la hermana de la
compañeras se dirige a nuestra Señora de las Caridad que había servido de instrumento a la
Victorias. Poco tiempo después renueva sus divina Virgen en aquellas circunstancias era sor
súplicas ante otra imagen de la Virgen, esta vez Rosalía Rendu, la misma que desde su pobre
en San Severino. casa de la calle de l'Epée-de-Bois de París había
impreso durante largos años un movimiento
Ante la santísima Virgen demostraba tener un tan pujante a la beneficencia cristiana».
corazón verdaderamente filial y una gran
confianza. Como un día tuviera que consolar a Y arrastrado par su celo el padre Ratisbona
uno de sus antiguos estudiantes que acababa escribía a su hermano: «El señor Aladel tiene
de perder a su' mujer y que se sentía que ser el encargado de dar la consigna a todas
desamparado rodeado de numerosos hijos, le las hermanas de la Caridad de Francia; esas
escribió una carta inspirada en un alto sentido dignas hijas de san Vicente que penetran en
sobrenatural y puso en manos de la santísima todos los rincones en donde hay una miseria
Virgen aquella situación tan penosa. Y el día de que aliviar, unos desgraciados que salvar,
la fiesta de la natividad de la Virgen, 8 de procurarán traernos a los pequeños israelitas
septiembre de 1853, le escribió a aquel pobre que la santísima Virgen les haga encontrar». Y
padre: «Tenga confianza en la santísima Virgen. un poco más adelante: «Las dos primeras
Hágala la madre de sus hijos». catecúmenas nos llegaron por medio del señor

110
Aladel y de una hermana de la Caridad: ¡qué Iglesia y entristecer a su Cabeza visible. Decía
augurio tan hermoso! La medalla milagrosa de sí misma que todo aquello le causaba una
siguió ese mismo canal. Animo, ánimo. Los tristeza mortal. «Vosotras veréis todo eso,
neófitos se multiplicarán tan aprisa como las hermanas -añadía-. Pero yo ya no viviré».
medallas; se irán atrayendo unos a otros, para
mayor gloria de Dios v de nuestra buena También le gustaba rezar a san Vicente,
Madre». procurando modelar su vida sobre la del santo;
tenía continuamente en los labios algunas de
Sor Rosalía, lo mismo que sus compañeras, no sus máximas y recomendaciones. Por la noche
conocía a la hermana que había recibido las se arrodillaba para rezar sus oraciones ante
confidencias de la santísima Virgen. Pero una imagen que representaba al santo llevado
conocía la hermosa historia de la medalla y al cielo por los ángeles. Aquella imagen era un
especialmente el milagro que seis meses antes recuerdo de sor Tardy, su antigua superiora.
había entusiasmado a los ambientes romanas, Por ese motivo aquella imagen le resultaba
suscitando por todo el mundo las doblemente apreciada.
conversaciones piadosas y haciendo que se
propagara la medalla más que nunca. Y sor En efecto, sentía por sus superiores un
Rosalía distribuía con gusto aquella medalla. Se religioso respeto. Siempre hablaba de ellos con
había convertido en uno de sus medios de auténtica veneración, dándoles señales de su
apostolado. afecto. En su rostro se reflejaban esos
hermosos sentimientos, cuando les oía hablar.
Más que nunca experimentaba el poder de la
santísima Virgen. Cuando se quedó ciega, Veía a Dios en ellos y no admitía en su
multiplicó sus oraciones a la Virgen. Le gustaba presencia bromas ni palabras ligeras. Sus
especialmente rezar el rosario. conferencias y sus circulares eran, para ella,
cosas de las que no convenía hablar más que
El rosario, el evangelio, la Imitación de Cristo: con mucha reserva y respeto.
esos eran sus «libros». El rosario era el libro de
cada momento, el consuelo de sus largas horas Sus superiores se vieron durante algún tiempo
de inactividad, su vinculación fácil con el cielo. inducidos a error respecto a ella; esta prueba le
Cuando tenía a su disposición a una benévola resultó muy penosa. Pero nunca dejó que se lo
lectora, entonces acudía de buena gana al notaran. «Nuestros superiores -decía- son muy
evangelio y a la Imitación. Y saboreaba aquellas buenos, pero no pueden verlo todo... Tenemos
páginas. Cuando había alguna postulante en que compadecer a nuestros superiores, ya que
casa, era a ella a quien solía pedirle ese favor. tienen mucho que hacer y una gran
Un día, a petición suya, una postulante le había responsabilidad. Pidamos mucho por ellos».
leído un capítulo de la Imitación. Lo había escu- Para la fiesta de aquellos superiores a los que
chado con verdadera fruición. Se recogían allí veneraba se mostraba siempre muy generosa,
algunas palabras de nuestro Señor. Sor Rosalía mientras que en su propio caso practicaba una
exclamó: «¡Qué hermoso es!». Y añadió: «¡Qué severa pobreza. En el barrio Mouffetard había
dicha es poder abandonarse a él!». De buena muchos horticultores y resultaba fácil
gana habría dicho como santa Luisa de conseguir flores. Por eso el secretariado de la
Marillac, al hablar de esos libros: «Se trata de casa madre confiaba a las hermanas de l'Epée-
algo muy necesario para las Hijas de la de-Trois el encargo de procurar los ramos para
Caridad». las fiestas. Las compañeras de sor Rosalía se
encargaban de ello v hacían todo lo posible por
Con semejantes sentimientos no es extraño que traer ramos muy hermosos. Sor Rosalía nunca
a sor Rosalía le gustase rezar por las grandes los consideraba suficientemente bellos. Nada
intenciones de la Iglesia. Mandaba que se era demasiado para los «venerados
rezase con frecuencia por el Santo Padre, a superiores». Pero el día de su propia fiesta no
quien le está encomendada. Dios le había hecho aceptaba para sí más que flores del jardín: un
vislumbrar los males que iban a caer sobre la ramo de rosas, rodeado de reseda y de tomillo.

111
Su espíritu de fe se revelaba también en su En su profundo respeto a Dios, sor Rosalía, al
estima del sacerdocio, en los muchos servicios servicio de este soberano Señor, se consumía
que hizo a los sacerdotes y a los seminaristas. trabajando con todo ahínco por extender su
Muchos le debieron su entrada en el seminario reino. Heroicamente entregada a las obras de
y la posibilidad de proseguir sus estudios misericordia, su alma misericordiosa tenía
teológicos. confianza en la misericordia divina.

Pero donde este espíritu de fe se mostró más Ciertamente, como todo lo que tiene vida, ella
esplendoroso fue en el extraordinario amor a experimentaba el temblor de la naturaleza ante
los pobres que practicó durante toda su vida la el pensamiento de la muerte. «Tengo miedo a la
misericordiosa sor Rosalía. ¡Comprendía tan muerte», decía. Pero el pensamiento de la
bien a los pobres! ¡Los quería tanto! Y sobre misericordia divina y las promesas de nuestro
todo, ¡les sirvió tanto! Señor mantenían su espíritu sereno en medio
de los duros combates de la vida. Una noche
ESPERANZA tuvo un sueño: «Me vi -nos cuenta ante el
tribunal de Dios. Me recibía con gran severidad
La preciosa virtud de la fe, que proyecta sobre e iba a pronunciar mi condenación, cuando de
la vida presente estas luces bienhechoras, pronto me encontré rodeada de un montón de
ilumina también, a través de las sombras de la personas que llevaban botas viejas, zapatillas,
muerte, las misteriosas regiones del más allá. gorras, que presentaban a Dios todas aquellas
De esta manera ilumina la ruta aérea de la cosas y le decían: Ella es la que nos ha dado
esperanza y la anima, en su arduo vuelo, hacia todo esto. Entonces Jesucristo se volvió hacia
las atractivas bellezas del paraíso. mí y me dijo: En premio por todos esos trapos
viejos, que has dado en mi nombre, yo te abro
Sor Rosalía, a través de los duros combates que las puertas del cielo. ¡Entra en él por toda la
tenía que sostener en la tierra y de sus difíciles eternidad!». Temor y confianza; allí es donde se
victorias, emprendía esas batallas cotidianas revelaba el alma tan fina de sor Rosalía.
con sobrenatural confianza. Aquel duro trabajo
era la prenda mejor de su felicidad allá arriba. «Los que hayan amado mucho a los pobres -
Su confianza, sin embargo, no estaba exenta de decía san Vicente- no tendrán miedo a la
temor, ciertamente; pero era un temor santo y muerte». Aunque el pensamiento de la muerte
noble. Un día le decía a una compañera que hiciera temblar a sor Rosalía, al final de su vida
manifestaba por lo visto algo de presunción: tuvo una muerte tranquila.
«Por mi parte, yo no veo más que dos cosas
entre las cuales vivo: la justicia de Dios, por una La buena sor Melania, la más anciana de sus
parte, y los intereses de su gloria por otra». ¿El compañeras, le dijo también un día con mucha
sentimiento de la justicia de Dios? Sí, pero al prudencia, cuando intentaba defenderse con
mismo tiempo la preocupación por su gloria. severidad de los copiosos elogios que le
Un temor que deja la puerta abierta al amor. prometían un buen sitio en el cielo: «Madre,
¡Hermoso y noble temor reverencial, que se quizás tenga usted razón, pero cuando Dios la
mantiene respetuosamente inclinado ante Dios, vea le dirá: ¡Ahí está una vieja sirvienta que
ante su grandeza, tomando conciencia de su lleva en mi casa más de cincuenta años! ¡No la
propio deber y que, con prudente modestia, se dejéis fuera!».
dirige hacia Dios por el camino del cielo
trabajando con todo entusiasmo por su gloria! Sor Rosalía quería mucho a sor Melania. Y en
¡Santo temor de Dios! Don del Espíritu Santo. aquella ocasión debió contestarle con una gran
«Castus timor”. Puro temor sin mezcla, que se sonrisa.
olvida a veces de sí mismo para no pensar más
que en Dios y que, totalmente abismado en la Por otra parte sor Rosalía sabía refugiarse en
admiración de las grandezas de Dios, descubre las grandes circunstancias bajo el manto de la
en él una hoguera de amor tan inmensa que santísima Virgen. Su corazón tan sensible
queda disminuido el temor de perderlo. necesitaba el consuelo de este amparo

112
maternal. Iba de buena gana a rezar al de lo posible aquel deshonor que se cometía
santuario de nuestra Señora de la Esperanza. contra Dios.
A1 final de la calle Mouffetard, en dirección de
la Sorbona, en medio de un laberinto de Sus servicios caritativos atendían a los cuerpos.
callejuelas, está la hermosa iglesia de San Pero sentía más preocupación todavía por las
Severino. Las delicadezas de un arte refinado almas, a las que deseaba rescatar y devolver a
atraen hacia allá a muchos artistas. Cerca de la Dios.
Sorbona, estaba también al alcance de aquellos
queridos estudiantes que solían frecuentar la Este anhelo de que el mundo pudiera ser
casa de l'Epéede-Bois. ¿Se trataba acaso de un totalmente de Dios elevaba su espíritu,
sentimiento de unión fraternal con ellos y para iluminaba su rostro, revelaba su fuego interior.
unir más íntimamente sus oraciones a las Y su irradiación penetraba en las almas de
oraciones de sus hijos? Lo cierto es que a sor quienes la trataban, haciendo que también ellos
Rosalía le gustaba aquella iglesia. Encontraba se empaparan de Dios.
allí, en un rincón, una capilla con una Virgen,
muy visitada por los peregrinos y que tenía el Y era también en Dios y por Dios como sor
bonito nombre de nuestra Señora de la Santa Rosalía amaba a sus pobres. Es verdad que su
Esperanza. La tradición atribuía a esta iglesia, corazón tan sensible se apiadaba naturalmente
ya desde muy antiguo, una especie de prioridad de sus miserias y que su corazón podría
en la devoción a la Concepción Inmaculada de haberse limitado a ser únicamente un delicado
María. Un día Pío IX, el papa de la Inmaculada, sentimiento natural. Pero ella veía y amaba
colocará sobre la cabeza de la Virgen de la también en ellos imágenes de Dios, hermanos
Santa Esperanza la corona de oro de la redimidos como ella por la sangre de Jesucristo
Inmaculada. Así pues, sor Rosalía encontraba y dotados consiguientemente de un valor
allí, ante la antigua estatua, el consuelo de la incomparable. Y su amar se convertía entonces
esperanza cristiana y el gozo de saludar a la en un homenaje a todo lo que había en ellos de
Inmaculada. dones divinos, de bendiciones divinas y de
predilección. Delicadezas humanas de un
LA CARIDAD corazón excelente e inspiraciones sublimes del
espíritu de fe se unían en su alma tan sensible y
La fe supera las montañas; a veces incluso tan sobrenatural para encender en ella esa
transporta las montañas. La esperanza disipa maravillosa hoguera de amor con aquellas
de antemano todas las brumas de la muerte y llamas tan vivas y tan puras que proyectaban
vive las glorias de la resurrección. La caridad, luz y calor sobre los pobres de Jesucristo.
por su parte, pasa por encima de todos los
intereses de este mundo; sacrifica sin piedad Cuando sor Rosalía estaba delante de sus
los intereses personales sobre el altar del Dios pobres, practicaba el más absoluto olvido de sí
de amor. misma y de sus intereses personales. Los
amaba totalmente. Llena de compasión, se
Sor Rosalía tenía en el corazón un gran amor de lamentaba con ellas, les consolaba, les aten día,
Dios. Se gastaba incesantemente por su gloria. les daba toda su abnegación, lloraba con ellos. Y
Amaba a Dios «con el sudor de su rostro y el cuando llegaba la ocasión, también sabía
cansancio de sus brazos». Nunca descansaba. excusarles.
«El Señor me llama», decía. Y corría hacia él
cuando escuchaba la más pequeña llamada. Su caridad le inspiraba a veces frases
inverosímiles.
Le causaban mucha pena las calamidades de la
iglesia, que preveía. Todos se daban cuenta de Un día, sor Rosalía salió de su despacho para ir
que sufría por las incomprensiones, los fallos, al examen particular y a comer. La sala de
las defecciones que afligían a la iglesia. Y sentía espera estaba vacía. Se introdujo en ella un
en su corazón el deseo de reparar en la medida pobre. Sor Rosalía había dejado por descuido
sobre la mesa, en medio de diversos papeles,

113
cierta cantidad de dinero. El visitante dejó los El pobre -sor Rosalía acaba de decirlo- es un
papeles, tomó el dinero y se fue. Cuando se hijo de Dios. Ahí está el secreto de su grandeza.
dieron cuenta del robo, el ladrón estaba lejos. Esa debe ser la razón de nuestra estima, el
Cualquier otra persona se habría indignado. resorte de nuestro amor. El pobre goza incluso
Sor Rosalía no se indignó. Estaba demasiado del amar privilegiado de nuestro Señor. El
acostumbrada a defender a sus queridos pobre goza de gran crédito ante nuestro Señor.
pobres. Defendió también a éste; y exclamó con Cuando sor Rosalía deseaba manifestar a
un suspiro: «¡Menos mal que no lo han cogido!». alguien su agradecimiento solía decir: «Mis
enfermos y mis ancianos rezarán por usted». La
Sor Rosalía excusaba a sus queridos pobres oración de sus pobres era la mejor recompensa.
ante todo y contra todo. A uno de ellos se le
escapó una vez una frase insolente. La gente se Sor Rosalía pensaba continuamente en ese
indignó al oírlo. Sor Rosalía encontró la forma tesoro que eran sus pobres. Donde está nuestro
de excusarle: «Esa pobre gente -dijo- no conoce tesoro, allí está nuestro corazón.
el valor de las palabras». Y tuvo el atrevimiento
de añadir: «Ellos creen que os han hecho un Se sentía acosada por el recuerdo de sus
cumplido. ¡Procurad dejarlos contentos!». sufrimientos. Un día que sus hermanas se reían
«Amemos a los pobres -decía-. No les acusemos. llenas de buen humor durante la recreación, les
Dicen que son perezosos y que están llenos de dijo: «Hermanas, son ustedes muy felices de
vicios y los dejan en manos de su pereza y de poder reírse así. Me alegro de ello. Pero yo
sus vicios. Amémoslos a pesar de sus defectos. siempre tengo ante mis ojos la miseria de los
Si nosotros hubiésemos pasado lo que ellos, pobres. Ellos son mi peso y mi dolor. Como mi
quizás seríamos peores». pan inútilmente, mientras ellos sufren. Y esto
me quita toda satisfacción».
«¿Son violentos a veces? ¡Es que tienen hambre!».
Sor Rosalía veía siempre el lado bueno de las Por eso mismo algunas veces, mientras estaban
cosas y de las personas. comiendo, dejaba los cubiertos diciendo: «Hay
algo que me sofoca y que me quita el apetito: la
Amaba verdaderamente a sus pobres. Amaba a idea de que a muchos pobres les falta el pan».
todos los desgraciados como a hijos de Dios.
Durante la ocupación de los aliados en 1814, un Sor Rosalía daba mucho a sus pobres. Pero la
soldado ruso había sido condenado a muerte miseria volvía a renacer continuamente y
por una grave falta disciplinar. Se enteró sor siempre era mayor que sus regalos.
Rosalía, se dirigió al cuartel general y pidió
audiencia. Introducida ante el general, le pidió La señora Dannemarie, en su biografía de la
que hiciera gracia al condenado. Sorprendido, hermana, nos ha contado un acto heroico de
el general le preguntó: «¿Pero es que conoce aquel corazón caritativo. Estaba en su
usted a ese hombre? ¿Lo ama usted acaso?». «Sí despacho. Una pobre mujer le narra a sor
-respondió la hermana-, lo amo. Lo amo como a Rosalía la triste historia de sus miserias: «Los
uno de mis hermanos, redimido por la sangre de ojos vivos de sor Rosalía adivinan algo que la
Jesucristo. Y estoy dispuesta a dar mi vida por mujer no le dice. "¿Tiene usted fría?, le
salvar la suya». Había ganado la causa. El sol- pregunta. No lleva usted nada debajo de esa
dado obtuvo la amnistía. ropa tan ligera. Espere un poco". Y sor Rosalía
vuelve con unas enaguas calientes "Lléveselas",
Sor Rosalía no podía ver sufrir a un le dice. Aquel día, a medida que pasaban las
desgraciado sin sufrir con él. Volaba a horas en aquella pequeña habitación sin fuego,
socorrerlo y ayudaba a su miseria. Pero de el rostro de sor Rosalía iba palideciendo cada
todas formas aquella vez había sido demasiado vez más. A su vez, ella empezó a temblar de
atrevida. Se dice que sor Rosalía, al volver a frío. Se había privado ella misma de su ropa».
casa, se extrañó ella misma de haber dado un
paso semejante. Daba mucho. Pero siempre tenía miedo de no
dar bastante. Por eso seguía dando, y muchas

114
veces de forma heroica a costa de su propia Tocamos aquí con la mano toda la grandeza de
persona. Practicaba heroicamente el don de sí. ideal que inspiraba la caridad de sor Rosalía.
Daba sobre todo bondad, compasión, todas Frente a esta noble y generosa preocupación
esas cosas buenas que llevaba en su corazón y por los intereses de Dios y de la santa Iglesia,
que tenía siempre cuidado de alimentar y no nos extrañamos de constatar ya en aquella
enriquecer continuamente. vida tanta esplendidez y un impulso tan
irresistible, tanta alegría y tanta limpieza de
Por aquellos días trágicos de la revolución de corazón.
1848 los motines hacían verdaderos estragos.
Por el barrio los ánimos estaban exaltados y los El puro amor de Dios y de su gloria actuaba en
corazones enconados. Daba miedo la cara de aquella alma insaciable. No acabaríamos nunca
algunas personas. «Creo -dirá un día sor de recordar todos los detalles de aquellas haza-
Rosalía- que, si alguien hubiera bajado por ñas de la caridad. El relato de su vida nos revela
entonces al infierno, no habría encontrado allí a su continuo ejercicio en plena atmósfera de fe.
un solo diablo; todos andaban sueltos por Se respira allí el aire vivificante del más puro
nuestras calles. ¡Nunca me olvidaré de aquellas cristianismo.
caras!» 5. También las hermanas tenían miedo.
Una de ellas exclamó: «¡Qué malos son!». Y sor Estos esplendores de la caridad han podido
Rosalía saca del tesoro de su corazón hacer que se olviden en sor Rosalía otras
inagotable de bondad esta frase tan hermosa: virtudes que, sin embargo, tenían también en
«Hija mía, un motivo más para que nosotros ella un esplendor excepcional. Mezclada con el
seamos buenas». mundo para llevarle, junto con los so corros
materiales, el mensaje de Cristo, la vida de sor
Y ellas fueron buenas ciertamente. ¡Ya lo creo! Rosalía trascurrió más en el campo de batalla
¡Buenas hasta el heroísmo! que en el oratorio de su casa. Pero en medio de
la agitación de la vida social, la infatigable
No hay mayor prueba de amor que la de dar la obrera del Señor necesitaba todas las virtudes
vida por aquellos a los que se ama. Pues bien, que tienen por objeto las relaciones humanas,
sor Rosalía, en lo más recio de la revuelta, se esas grandes virtudes cardinales, con todo el
acercará hasta las barricadas a riesgo de caer acompañamiento de las virtudes anejas.
bajo las balas. Su vida fue res petada. Pasó
indemne entre ellas. Dios quería conservarla. Y LA VIRTUD DE LA PRUDENCIA
muy cerca de la calle de l'Epée-de-Bois tuvo la
dicha de detener la batalla. Ya hemos hablado de su prudencia en medio de
las dificultades que rodeaban su apostolado.
Sor Rosalía demostró la misma grandeza de Pero toda la vida de sor Rosalía es una
alma y la misma caridad en otra circunstancia ilustración de esta virtud indispensable.
memorable. Era el año 1854. El padre de Enfrentada ya desde su niñez con las
Ravignan estaba gravemente enfermo. Lo responsabilidades de la resistencia a los
creían ya perdido. Sor Rosalía ofreció su vida perseguidores, arrojada más tarde a aquel
por él. «El está destinado -decía- a seguir ambiente tempestuoso del barrio Mouffetard
haciendo mucho bien. Pero yo he hecho tan en medio de motines y revueltas, sor Rosalía
poco que creo que sería una falta de caridad dio el ejemplo maravilloso de un perfecto
por mi parte no ofrecerme en su lugar». ¡Buena dominio que logró solucionar las situaciones
persona sor Rosalía! Iba demasiado lejos. Pero más espinosas y de un sentido apostólico que
los santos tienen estas hermosas obtuvo maravillosos éxitos. En los momentos
exageraciones. Una vez más Dios se negó a de mayor agitación tuvo que resolver
aceptar el sacrificio de sor Rosalía. Todavía problemas muy delicados; y los resolvió con
tenía que vivir otros dos años. Pero Dios, con su una prudencia, mezclada de audacia, que pudo
gran bondad, le concedió lo que ella -junto con ser discutida en algún momento, pero que
toda la iglesia de Francia- estaba deseando: la acabó finalmente siendo admirada y
salud de aquel gran misionero. considerada digna de la legión de honor.

115
En el curso ordinario de la vida se imponía a los los caracteres difíciles, haciéndose toda para
demás por su tacto así como por el ascendiente todas. Y soportó con admirable paciencia las
de su virtud. Y gracias a esa prudencia llegó a pruebas que señalaron especialmente los
verse el caso extraordinario de unos últimos años de su vida. Entre tanto, en medio
administradores que venían, la víspera, de sus de las revoluciones, mostró una valentía poco
reuniones, a la calle de l'Epée-de-Bois a común, arrostrando los terribles deberes que le
preguntar a sor Rosalía cuál era la conducta imponía la caridad en medio de los motines de
que tenían que seguir. Sor Rosalía era su su barrio tan difícil. Y ella misma acudió a las
oráculo. barricadas. ¡Qué locura! ¡Pero qué gesto de
intrepidez! Exponía su vida, desde luego; pero
Hay en todo ello una prudencia sorprendente daba una prueba suprema de amor y de
que no puede menos de ser admirada. Porque fortaleza cristiana. Y Dios le dio la alegría de
supone por otra parte una vida de un carácter ver cómo la paz volvía a reinar entre los
decidido y de una limpieza magnífica. «La vida combatientes, gracias a su intercesión.
del espíritu -decía hace poco Blondel- es
siempre solidaria de la vida del ser. Para que Aquel gesto había sido magnífico y sus
una mirada sea limpia, es menester que el ojo consecuencias demostraron que no había
sea puro y el organismo sano. En el ojo hay algo hecho nada imprudente. La prudencia había
más que la luz; hay también sangre y vida». Y desempeñado allí con toda felicidad su papel de
del mismo modo en el alma hay una vida que consejera; y la fortaleza había impulsado la
repercute en el trabajo del espíritu. Pues bien, virtud hasta el heroísmo.
toda la vida de sor Rosalía lleva ese sello de
salud moral, de grandeza, de nobleza. Por tanto, LA VIRTUD DE LA JUSTICIA
no hemos de extrañarnos de su clarividente
prudencia. La gran virtud de la prudencia, que Este papel de consejera podría resultar quizás
tenía que gobernar en medio de los reinos más delicado en el terreno de la justicia. No es
agitados de este mundo, tenía su trono en el que sor Rosalía faltara ni mucho menos a sus
pequeño reino interior de un alma serena, obligaciones de justicia. Sabía recordar muy
totalmente sana, bien ordenada; en la paz es bien a sus compañeras, en las ocasiones
donde ella podía gobernar a sus otras oportunas, que les pagaban por dar clase y que
compañeras, las virtudes de la fortaleza, la por tanto faltarían a la justicia si no pusiesen el
justicia y la templanza, para enfrentarse todas debido interés en darlas bien. Sabía recordar
juntas con los tumultos de la vida. igualmente a cierto joven, que se había llenado
de deudas y que quería sin embargo mostrarse
LA VIRTUD DE LA FORTALEZA generoso, que había que ser libre antes de ser
liberal. Pero no siempre resultaba fácil saber
La virtud de la fortaleza, guiada por la cuál era la obligación en medio de aquellas
prudencia cristiana, permitió a sor Rosalía tempestades revolucionarias. Por eso pudo
emprender las acciones necesarias y soportar suceder muy bien que sor Rosalía tuviera que
siempre las adversidades. Fue valerosa y vérselas en algunas ocasiones con la justicia de
paciente. los hombres. Un prefecto de policía tuvo que
reprocharle en plena revolución que había
Con una admirable continuidad, día tras día, en puesto trabas a las investigaciones policiales.
su vida de comunidad, mantuvo una Pero ya hemos oído las magistrales respuestas
regularidad ejemplar. Habiendo asumido las que sor Rosalía dio a aquellos reproches y que,
responsabilidades de su cargo de superiora, revelando toda su grandeza de alma, acabaron
emprendió valientemente toda clase de obras, atrayéndole la admiración de los mismos
algunas de ellas totalmente nuevas, que empleados de la justicia y le valieron la cruz de
resultaban necesarias. Para ello logró formar honor.
un equipo perfecto de buenas obreras
apostólicas, animando a sus compañeras al
apostolado, elevando sus almas, trasformando

116
La prudencia tenía realmente mucho que hacer decisiones robustas, todo aquello daba una
en aquella vida tan accidentada. Pero lo cierto impresión de moderación, de fuerza contenida,
es que representó magistralmente su papel. de dominio de sí misma, con vistas a la acción.
Esta fuerza interior lo mantenía todo en orden.
LA VIRTUD DE LA TEMPLANZA Y aquel dominio perfecto resultaba
asombrosamente natural.
También en el terreno de la templanza el
trabajo que realizó sor Rosalía fue muy La naturalidad que reinaba en toda la vida de
hermoso. Su fuerza de sabiduría, de vigilancia, sor Rosalía y que la hacía tan simpática en el
de dominio de sí misma, supo conducir su vida seno de su enorme actividad, tanto en la
entre los dos escollos de una vida fácil y de un compañía de sus pobres como en la de los más
excesivo rigor. Y esta sabiduría, vivida con una ilustres personajes, podría haber dado
perfecta serenidad, dio a toda su vida un fácilmente la impresión de una virtud fácil,
maravilloso encanto. completamente natural, en donde no quedase
mucho espacio para el esfuerzo y la
Se trataba de tener bien dominadas aquellas mortificación. Pero en realidad, la naturalidad y
fuerzas tan vidas de una naturaleza pujante, la mortificación se compaginaban muy bien en
ardiente, espontánea, de utilizar todas sus ella. Sor Rosalía tenía el don de conjugar
energías sin verse esclava de sus violencias, de perfectamente estas dos cosas. Y hemos de
mantener las riendas de todas aquellas fuerzas creer que la mortificación, tal como ella la
dentro de un temperamento bien controlado. practicaba, contribuía a darle sobre esos
Para eso era menester desplegar una constante sentimientos aquel perfecto dominio que le
vigilancia en contra de los sobresaltos siempre permitía ser tan libre, tan natural en sus
posibles de la fantasía. Sor Rosalía desplegó movimientos.
entonces toda aquella robusta y sana actividad,
serena, dedicada a las más bellas tareas Por otra parte, cabe muy bien la posibilidad de
apostólicas, arrastrando hacia su hermoso ser mortificado sin tomar un aspecto austero.
amor a los pobres a todas las demás potencias
de su alma, encadenadas con las cadenas de oro Se ha advertido en varias ocasiones que sor
de la caridad, dando así un magnífico empleo a Rosalía no se mostraba nunca descuidada en su
sus impulsos de actividad. Esta actividad forma de ser y de vestir. Esto supone una gran
prudente y regulada, mortificando las vigilancia.
tendencias capaces de comprometerlo todo en
la obra tan hermosa de la prudencia, hacía Sabía mortificar cruelmente su vista cuando se
reinar una paz perfecta en el reino de su presentaba la ocasión. Era muy modesta. Un
espíritu. día, al volver de una hermosa ceremonia, le
preguntaron: «Hermana, ¿se ha fijado usted en
La actividad de sor Rosalía se desplegaba con esto, en aquello?». «No». Y sor Rosalía guardó
una facilidad llena de encanto y con una silencio. Insistieron: «Pero no es posible. ¿Es
gravedad que parecía ser la irradiación divina que estaba usted ciega?». Sor Rosalía entonces,
de una presencia interior. En esta divina seguramente con una pequeña sonrisa, dijo
compañía, ella vigilaba con todo esmero para esta frase que habla elocuentemente de su
que todo en su vida sirviese de veneración al espíritu de mortificación: «Tenía demasiadas
divino huésped de su alma. La visión de aquella ganas de verlo!». Y se había guardado mucho
piadosa e infatigable obrera de Dios, la visión entonces de ver lo que tanto le habría gustado.
de aquel rostro tranquilo, decidido, enérgico, ¿No se cuenta también cómo, en tiempos de san
de aquella mirada reposada y penetrante, que Vicente, una de las primeras hijas de la Caridad
se fijaba limpia y amorosamente en su objeto, tuvo que pasar por medio del alegre
incluso en medio de los más trágicos espectáculo de las ferias, y cómo iba repitiendo,
acontecimientos, la visión de aquellas dos con los ojos bajos y las manos en las mangas
manos colocadas una sobre otra en un gesto de apretando su crucifijo, estas hermosas
descanso, favorable al pensamiento y a las

117
palabras: «Jesús mío, tú eres más hermoso que esfuerzo a este hermoso servicio. Pues bien, los
todo eso». pobres llamaban continuamente a su puerta.
Solamente por ese motivo estaba ya
Este control de sí misma, ejercido convencida de que no podía tener ni un solo
habitualmente sobre su naturaleza humana, la momento de descanso.
preservó necesariamente de muchos fallos. De
hecho, la vida de sor Rosalía se desarrollaba Sin embargo, el descanso, sabiamente
con una corrección perfecta que podría hacer moderado, resulta necesario para todos. Y las
creer en que estaba libre de malas compañeras de sor Rosalía intentaban procurar
inclinaciones. No se le advertía nada de eso. No este beneficio a su buena madre.
se lograba ver en ella ningún fallo.
Sor Rosalía acabó aceptando lo que ella llamaba
Sus compañeras, que admiraban a su superiora «mi día de campo». Se trataba de bajar las
v se sentían asombradas de semejante pequeñas escaleras que llevaban al huerto de la
perfección, se pusieron de acuerdo un día en casa de socorro, e ir a coger una docena de
observar atentamente todos sus gestos y frutos de un peral que era el árbol más fecundo
reacciones, con la secreta esperanza de poder de aquel huerto. Llevaban ya varias semanas
con firmar por una especie de prueba negativa pensando en aquella excursión. ¡Nunca
aquella sorprendente comprobación. Estaban encontraban tiempo para ella! Por fin, una de
convencidas de que aquella minuciosa las hermanas vio unos momentos libres, cogió
investigación conseguiría tan mínimos de la mano a la buena madre, la arrastró al
resultados que acabaría glorificando más su huerto. Estaban ya junto a las escaleras, cuando
virtud. sonó la campanilla de la puerta. «Voy a ver
quién llama -dijo la compañera-; entre tanto
Y así se hizo. No descubrieron en ella vaya usted bajando las escaleras». «No, no -
absolutamente nada que pudiera desmerecer replicó sor Rosalía—, volviendo sobre sus
en lo más mínimo de su virtud. Las tres pasos-, es el Señor quien me llama. No quiere
investigadoras volvieron de su encuesta que yo abandone ni un solo instante mi
absolutamente vacías. La cosecha había sido servicio».
nula.
«El Señor me llama». Sor Rosalía tenía una idea
Podría aplicarse muy bien a sor Rosalía aquella muy elevada de la acción de Dios en el mundo y
hermosa fórmula que utilizó unos siglos antes en las almas. Tenía una fe muy viva en la
san Francisco de Sales: «La forma de su vida Providencia. Las más pequeñas señales de esa
era suave y amable. El fondo era severo. La amable Providencia eran captadas
serenidad, la igualdad de su carácter ocultaban inmediatamente por ella y regulaban su
la práctica de la más austera mortificación». conducta. «¡El Señor me llama!». No ocurre
nada sin el designio de Dios. El sonido de la
Por otra parte, ¿acaso el cumplimiento de las campana era la llamada de Dios. Acudir a la
obligaciones con toda perfección no es la más llamada de Dios valía mucho más que todas las
segura de las mortificaciones? Se ha hablado de distracciones y todos los «días de campo».
la «mortificación del fervor», a saber, de ese
ímpetu continuo de un alma, dedicada a Sor Rosalía renunció para siempre a su «día de
realizar su vida con toda perfección, siempre campo».
despierta para el servicio de Dios, enderezando
continuamente su esfuerzo en la alegría de un Y volvió a su puesto de trabajo. Se encadenaba
buen servicio. de nuevo a su cadena de oro, ceñida con un
corazón alegre a su vida mortificada por amor a
El deber, bajo la forma de servicio a los pobres, sus queridos pobres y a la gloria de Dios.
estimulaba continuamente a sor Rosalía. Había
consagrado su vida a los pobres; deseaba Prudencia, fortaleza, justicia, templanza, las
darles todo su tiempo y no robar ni un solo grandes virtudes cardinales, esto es,

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fundamentales, de las que todas las demás no tenemos que hacer como los niños cuando
son más que aspectos más o menos modestos. resbalan, dan con la nariz en el suelo, se ponen
Por ejemplo, la humildad, virtud modesta, pero a llorar, miran a su madre y se consuelan con
que tiene su encanto dentro de su propia ello y se levantan».
modestia. Por ejemplo la sencillez, virtud
también encantadora, con su mirada humilde y Preocupada por mantener a sus compañeras en
pura, cándidamente fijada siempre en Dios, la humildad, no les dejaba la ocasión de
hacia el que se elevan todos los homenajes y en admirarse a sí mismas después de un buen
quien se fijan todos los pensamientos. gesto. Inmediatamente venía el correctivo lo.

HUMILDAD Y SENCILLEZ Por lo que a ella se refiere, se lamentaba con


toda franqueza de la estima con qua la
La humildad y la sencillez son dos virtudes rodeaban: «¡No sé en qué está pensando esta
especialmente queridas para sor Rosalía y gente! -decía-; los parisinos son así: ¡venir a
singularmente meritorias en el papel de primer consultarme a mí, que no tengo ni sentido
plano que ella tenía que representar dentro de común, ni inteligencia, ni formación! No hago
su barrio tan turbulento y tan simpático a la más que decirles que me dediqué a guardar
vez. Sus hazañas caritativas, realizadas animales en mi tierra; pero no logro
modestamente, sin boato de ninguna clase, sin convencerles. Son seguramente mis pecados
apariencias, de la forma más natural del los que han hecho que caiga sobre mí esta
mundo, daban a su caridad un encanto que publicidad».
aumentaba su atractivo y la hacía contagiosa.
«No soy más que una mala losa de vidrio -decía
Sor Rosalía era ciertamente humilde. Había en otra ocasión-cuando se rompe, la sustituyen
declarado al orgullo una guerra sin cuartel, en por otra que sea más bonita y más fuerte». Otra
ella misma y en los demás. Perseguía sin piedad vez le decían que una persona había hablado
al amor propio. Para combatirlo utilizaba bien de ella; su contestación fue clara: «Está
algunas expresiones de una energía que equivocado al hablar así, pero más aún al
contrastaba tremendamente con la moderación pensar de esa manera».
habitual de su lenguaje. «Es nuestro enemigo
capital -decía-. Buscadlo y lo encontraréis en el Un día recibió una carta llena de injurias de un
fondo de todas las cosas. Se disfraza para individuo cuya mala conducta era la
engañarnos y echarnos a perder. Pero es desesperación de una honrada familia, a la que
preciso que lo cojamos del cuello y lo sor Rosalía se sentía muy unida: «El me conoce
estrangulemos». bien -fue su comentario-; así es perfectamente
como soy; ha hecho un retrato perfecto de mí».
Y en otra ocasión decía: «Un grano de amor
propio basta para quitar el mérito de una obra No podía soportar que los pobres la llamasen
buena»". su «bienhechora». «Llamadme vuestra
servidora -les decía-, o vuestra amiga, o vuestra
Hacía observar con prudencia -ya que la hermana. Eso es lo que realmente soy».
humildad es la verdad que «es una locura
atribuirnos el éxito de algunas de nuestras En su deseo de sacrificar su orgullo, se sentía
empresas, puesto que se lo debemos al dispuesta a mostrarse generosa con quienes la
recuerdo de algún pobre que habrá rezado por trataban mal. Un día, cuando escaseaban los
nosotros o a la intervención de algún alma recursos, se vio obligada a negar el dinero que
buena que no conocemos». Y oigamos le pedía una de las familias que asistía. «Bien,
finalmente esta interesante reflexión de su madre -le dijo una de sus hermanas que la
alma bondadosa: «Para impedir las caídas conocía bien-; puesto que no quiere usted dar
tenemos que apoyarnos en estas dos muletas, diez francos a esa pobre mujer, le diré que la
la confianza en Dios y la desconfianza en injurie y entonces le dará usted veinte».
nosotros mismos. Y si alguna vez caemos,

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¡Qué revelación! ¡Qué luz proyecta todo esto la mandaba actuar ante personas extrañas o la
sobre los ardores combativos de aquella alma enviaba a hacer peticiones o reclamaciones a
sedienta de humildad y en lucha contra el las oficinas administrativas. Con Dios y por
orgullo que se empeña en estropearlo todo! Dios era lícito ser atrevido. Era él el que
representaba el papel debido.
En efecto, sor Rosalía es la reina de su buen
pueblo del barrio Mouffetard. A todos les En contraposición, los hombres no tenemos
resulta simpática. La acogen como a una reina, ningún derecho a buscarnos a nosotros mismos
la aprecian, le agradecen sus favores, la y a resaltar nuestra presencia. «Sed como el
defienden cuando tienen que hacerlo. Todo le agua limpia -decía sor Rosalía- que corre sin
resulta bien. No cabe duda de que a veces le ningún sabor ni color; y así siempre».
llegan algunos ecos de gente que no acaba de Ciertamente no hemos de dejarnos llevar de
comprenderla y que la critica; es la parte ese sentimiento infantil de vanagloria o de
inevitable de prueba que hay en cualquier vida. orgullo mundano, para producir sensación en
Pero ella se da cuenta de que todo su pueblo la los demás. Si hay que desplegar con
quiere y de que les hace mucho bien. El orgullo generosidad todos los talentos y toda la
corre peligro de adueñarse de ella. destreza para servir a los demás y edificarlos, si
hay que procurar desarrollar los talentos y la
Pero tiene mucho cuidado de dejarse caer en la personalidad con esta intención, si hay que
trampa. Sabe estar atenta. Delante de Dios, el saber buscar la satisfacción del «trabajo bien
único que merece gloria y alabanza, adoptará hecho», hay que desterrar también el gusto por
prudentemente y con fidelidad la actitud las soluciones baratas, por el vano placer de
sincera de la humildad. Ya que no puede asombrar a la galería.
ocultar sus beneficios -puesto que todo se hacía
a plena luz del día en aquel barrio tan singular, Por tanto, nadie tiene derecho a buscar las
poblado de gentes sencillas y sinceras- se apariencias. Pero siempre había que estar en
resignaba a aquella gloria y aceptaba su forma, perfectamente limpios y bien
esplendor. Pero aprovechaba todas las presentados. Sor Rosalía daba ejemplo de ello.
ocasiones para rendir homenaje a la Los que la conocían decían a veces: «Está
omnipotencia de Dios. siempre tan impecable y tan en forma que
podría ponerse en un escaparate». Y a pesar de
Saber de esta forma, reconociendo lealmente la todo, siempre procedía sin aspavientos, sin
debilidad radical de la naturaleza, acoger con finuras, sin precipitación, dedicándose con
toda serenidad, como regalos de Dios, los éxitos sencillez a cualquier tarea, de cualquier clase
y los fracasos, y dominar de la misma forma las que fuera, poniendo toda su sonrisa y su
alegrías y las penas, la felicidad y la prueba, ser encanto en las cosas que quizás no tenían nada
dueña de sí misma, pasara lo que pasara, en la para hacer sonreír.
calma y en el dominio de sí misma, todo eso es
la mejor demostración de su noble sinceridad, Un día se presentó entre los visitantes un pobre
que añade al valor de la humildad todos los hombre desolado ¡Había perdido su caballo!
encantos de la sencillez. Sor Rosalía podría seguramente buscarle uno.
Lo necesitaba para poder ganarse la vida. Ante
En efecto, la sencillez conserva la mirada aquella insólita petición, sor Rosalía no frunce
dirigida hacia Dios en todas las circunstancias. el ceño. Se ocupará del asunto. Apenas
No ve nada más que a él. Ese es su secreto. Y es encuentra un momento libre, va a buscar a un
también el secreto de sor Rosalía. bienhechor: «Necesito un cab0o», le dice sin
remilgos. «La cosa es bien sencilla -le dice aquel
Esta visión de Dios da una gran naturalidad a la hombre-. Vaya a mi cuadra y escoja el que más
vida. Cuando una de las jóvenes compañeras de le guste». Pero allí no había más que caballos
sor Rosalía no se atrevía a hacer alguna cosa de raza, pura sangre. No se podía contar con
por timidez, ella le decía: «¿Pero de qué tiene ellos para tirar del carro o para labrar los
miedo? ¿No habla usted en nombre de Dios?». Y campos. Lo que se necesitaba era un buen

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caballo de tiro. «Bien, vaya a comprarlo usted La fidelidad renovada incesantemente a estos
misma». Estupendo. Y allá va sor Rosalía, grandes votos de la vida religiosa daba a la vida
acompañada de un buen tratante para de sor Rosalía un gran aire de elegancia y de
asesorarla. belleza moral. Sus pobres la amaban por su
bondad y por su generosidad, pero también por
Y todo el mundo pudo verla volviendo al barrio su dignidad de vida y por la calidad de su
Mouffetard, radiante de alegría, llevando al espíritu.
caballo de las riendas. ¡Una hermosa entrada
triunfal por el barrio Moufetard! POBREZA

¿No se había visto también un día al gran La pobreza que practicaba no le quitaba nada
Fénelon, el ilustre arzobispo de Cambrai, volver de su nobleza y distinción; lo único que hacía
del campo llevando de una cuerda a una vaca era acentuar en medio de sus queridos pobres
que se había escapado y extraviado por el su benevolencia y su desinterés. Todo era
campo, para devolvérsela a su propietario? sencillo en la calle de l'Epée-de-Bois, en la casa,
en los muebles, en la manera de vivir.
Un alma grande puede realizar con elegancia «Procurad ahorrar en todo lo que pertenece a
las más humildes tareas. ¿No se decía de san los pobres -decía-; Dios os colmará». Y se aho-
Felipe Neri que sabía limpiar los platos «con rraba para ellos. Por aquel «banco de la
manos de cardenal»? Providencia» pasaba mucho dinero. Pero sor
Rosalía practicaba, para sí misma y para su
«Nadie era tan sencilla como sor Rosalía -dirá casa, la más estricta pobreza y el mayor
una de sus compañeras-; hacía lo que hace todo desinterés.
el mundo; parecía como si fuera como todo el
mundo; pero lo hacía todo con tanta perfección Con frecuencia se recibían en su casa
que resultaba inimitable». magníficos ramos de flores. Los floricultores,
muy numerosos en aquel barrio, se complacían
Sor Rosalía había hecho los tres votos en recoger de sus arriates magníficas ofrendas
religiosos: pobreza, castidad y obediencia. Y para la buena madre. ¡Eran nreciosos! La buena
había hecho también el cuarto voto que hacen madre los admiraba y les daba las gracias. Pero
todas las Hijas de la Caridad: el voto de servir a aquellos ramos espléndidos volvían a servir de
los pobres. magníficas ofrendas e iban a mostrar su mag-
nificencia a casa de algún magnánimo
;Servir a los pobres? Ese fue, a los ojos de los bienhechor. En casa, incluso en la capilla, se
hombres, el esplendor de su vida. contentaban con algunas flores modestas.
«Esos ramos tan bonitos son demasiado para
En cuanto a los otros tres votos, dejó nosotras», decía sor Rosalía. Y añadía
ciertamente testimonios esplendorosos de su sonriendo: «Tenemos que colocarlos. Esto será
fidelidad. Vivía con pobreza en medio de los un buen negocio para los pobres». Y los
pobres. Su aprecio de la castidad le inspiró, agraciados con aquellos hermosos regalos, muy
para sí misma y para sus compañeras, una se impresionados por una atención tan delicada,
vera vigilancia en el empleo de las no dejaban de abrir su cartera en aquella
precauciones tradicionales que sirven de ocasión Para expresar su agradecimiento.
garantía y de defensa para esta delicada virtud.
Además, mantuvo en su vida y en la de sus Sor Rosalía no guardaba nada para ella. Se
compañeras una intensa actividad caritativa, despojaba de todo. Cuando murió, no
una inspiración apostólica de una excepcional encontraron nada que dar de lo que le hubiera
energía, que creaba alrededor de sus almas un pertenecido. Lo había dado todo.
aire puro y vivificador. Por lo que se refiere a la
obediencia, sor Rosalía fue en este terreno Este austero espíritu de pobreza, esta vida
sencillamente heroica. sobria y vigorosa, prolongada días y días, años
y años, formaba parte de la guardia robusta con

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que se rodea habitualmente la hermosa virtud Todo era vida y actividad en la calle de l'Epée-
de la castidad. de-Bois. Si por ventura alguna persona extraña
se imaginaba que iba a poder entretenerse
CASTIDAD inútilmente con sor Rosalía y saborear el
encanto de su compañía de aquella hermana
¡Delicada flor por la que velaba celosamente extraordinaria, probablemente se habría visto
sor Rosalía! Los sentimientos del corazón, lo despedido con muy amables palabras. De todos
mismo que las relaciones exteriores, debían modos, habrían tenido necesidad de camuflar
asegurar siempre, por su perfecta corrección y su inutilidad, porque para ser recibido en casa
su nobleza, una parte en aquella guardia de sor Rosalía era preciso venir a pedir alguna
vigilante en torno a la que ha sido llamada «la ayuda o bien venir a ofrecerse a sí mismo para
bella virtud». servir en algo. No se conocían allí las visitas
inútiles; se habrían visto pronto barridas por el
Las relaciones con los extraños tenían cine ser gran soplo de actividad apostólica que corría a
discretas. Los asuntos tenían que tratarse, través de toda la casa y que enardecía a todas
incluso por parte de los señores eclesiásticos, las almas.
teniendo en cuenta que era «la reverenda
madre». Eran muchas las personas que venían Sor Rosalía predicaba a sus hijas un gran
a aquella casa. Las hermanas tenían c7ue despego de las cosas de este mundo y daba ella
introducirlas con todo respeto y retirarse a misma ejemplo de él. Pero había un sacrificio
continuación. Si se trataba de algún asunto que no quiso imponerles nunca. Rodeada de
parroquial, de algún enfermo que visitar o que compañeras a las que la divina Providencia
atender, tenían siempre que exponer el caso a había hecho nacer en familias particularmente
la madre. sanas y cristianas y a las que la vida de
comunidad y de magnífico apostolado hacía
Sor Rosalía contaba mucho con la bendición de soberanamente felices, creía plenamente en el
la obediencia, pero también con la virtud del beneficio de esta riqueza familiar y en el de
impulso y de la alegría en las almas, este maravilloso soplo apostólico vivificador.
consagradas totalmente a la obra de Dios, para Por eso no negaba nunca a sus compañeras el
ayudarles a pasar incólumes por medio de permiso para escribir a sus familias. Y como
todos los peligros. En el barrio Mouffetard no una de ellas, recién llegada, se creyera obligada
faltaban los peligros; pero sor Rosalía cubría a a darle las gracias por ese favor, le respondió:
sus hermanas con el manto de su oración y «Créame, hermana, esta correspondencia no
exponía continuamente a sus ojos aquel ideal perjudicará a su perfección. No somos nosotras
de belleza moral que era el suyo propio y del las que hemos de imponer sacrificios a nues-
que sus hijas tenían que vivir en medio de los tros parientes cuando quieren saber algo de
peligros del mundo. nosotras. Cuando se les escribe con frecuencia,
se está menos preocupado que cuando se les
Había que guardar en el corazón aquel ideal en escribe pocas veces».
todo su esplendor y buscar incansablemente su
realización a través de un apostolado muy Evidentemente, había que guardar cierta
activo, manteniendo siempre el alma despierta mesura en esta correspondencia familiar. Sor
y dispuesta a cualquier obra buena. Sor Rosalía Rosalía sabía muy bien dosificar los permisos,
era enemiga de las visitas inútiles; no quería si alguien abusaba de ellos. Pero en su escuela
que nadie perdiera el tiempo y dejara ocioso su pronto aprendían todas a ser prudentes y a
espíritu. El alma, para mantener su salud, tiene encontrar por sí misma esa mesura.
que estar siempre ocupada, y ocupada en algo
hermoso y digno del servicio de Dios. No tiene Personalmente, sor Rosalía escribía muy
que arrastrarse indecisa en la inutilidad y la frecuentemente a Confort. Quería mucho a su
ociosidad; se vería pronto atrapada por las madre y le debía mucho. Y los miembros de su
tentaciones que la acechan. numerosa familia formaban un grupo tan vivo,
tan servicial, tan distinguido en salud moral, en

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fortaleza cristiana, en unión fraternal, que era vigoroso. En estas condiciones la obediencia,
realmente edificante mantener el trato con sin conocer tergiversaciones de ninguna clase,
ellos. Escribir a Confort era con frecuencia se hacía relativamente fácil y saboreaba los
enviar a aquellas tierras la expresión de una gozos de la victoria.
gratitud muy viva por los servicios que le
prestaban y la mejor ocasión para rumiar en el La Providencia permitió que sor Rosalía se
alma los buenos sentimientos de admiración encontrara en ciertas circunstancias en que la
por lo que había hecho y se seguía haciendo de obediencia exigía llegar al heroísmo. Y sor
bueno en su tierra, terminando aquella Rosalía fue heroica. Obedeció sin la menor
incursión al país natal en un ardiente y filial recriminación, conservando un heroico
homenaje de alabanza a la bondad de Dios. silencio. Lo han demostrada suficientemente
algunos de los episodios referidos en estas
El año en que se quedó ciega no pudo escribirle páginas.
ya a su madre, como de ordinario, para
felicitarle por el nuevo año que iban a En algunas ocasiones se cernió cierto misterio
comenzar. Era la primera vez que faltaba a ello en las intenciones de sus superiores respecto a
y tuvo por este motivo una gran pena. ¡Tenía un ella. Y entonces ella evitó cualquier tipo de
corazón tan tierno! Pero su ánimo había sido investigación indiscreta y la más mínima crítica
formado tan reciamente y se sentía tan sobre su forma de proceder. Adoptaba con toda
vigorosamente apegado a su deber que pudo sencillez sus ideas y la conducta que le
conservar en medio de sus múltiples trazaban. «Muchas veces nos hacemos ilusiones
obligaciones de estado toda la frescura de sus -decía-, nos ponemos a pensar en lo que igno-
relaciones familiares. El renovado contacto con ramos, juzgamos sin tener gracia para ello,
aquella excelente educación familiar, lejos de hablamos sin tener en cuenta aquellas palabras
hacerle olvidar sus deberes de estado, de la sagrada Escritura: Poned un candado en
mantenía su gratitud y no hacía más que vuestra boca... Y ahí es donde está el mal. La
estimular su abnegación. Empapada por aquel comunidad está hecha a imagen de la iglesia.
aire puro y vivificador que era el recuerdo de Hay una cabeza. Si la seguimos, estar seguras
su enérgica y hermosa educación, se de no equivocarnos».
alimentaba sin temor del mismo y hacía gozar
de él a las demás. Sor Rosalía era fiel en el seguimiento de sus
superiores. Acudía con fidelidad a recibir sus
Pero vigilaba con cuidado de la calidad de instrucciones. Todos los meses asistía a las
cualquier otro amor que entrase en las almas. conferencias que daba el superior general o el
El amor a la familia debía ser una cosa tan pura, director a las hermanas sirvientes para
tan vigorosa, tan noble, tan desinteresada como recordarles sus obligaciones. Y al volver de
el amor a los pobres, como el amor a las aquellas conferencias, guardaba silencio sobre
compañeras, como el amor al deber, como el las observaciones que allí se habían hecho. Las
amor a la santísima Virgen, como el amor de compañeras sólo se daban cuenta de ellas por
Dios. las pequeñas reformas que de allí se derivaban.

OBEDIENCIA Fidelidad, discreción, acogida cordial y sin


reticencias de las normas que se daban,
El corazón de sor Rosalía pertenecía observancia de las consignas recibidas: había
irrevocablemente a Dios. Desde hacía mucho allí buenos ejemplos que eran otras tantas
tiempo estaba acostumbrada al sacrificio, lecciones de bien obrar y una garantía ex-
incluido el sacrificio más duro de todos, el de la celente de buen espíritu.
voluntad personal. Se había entregado tan
decididamente a Dios que, sin vacilación de Puesta de este modo bajo la salvaguardia de la
ningún género, los obstáculos más duros con obediencia y mantenida por ella en la esfera de
que tropezaba en su camino eran arrostrados las bendiciones divinas, la vida de sor Rosalía
alegremente y superados con un impulso podía desarrollarse con toda confianza: estaba

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segura de la protección del cielo. Todo deber de de tintes más opacos, que se yerguen
estado, por penoso o peligroso que fuera, se majestuosas o se ocultan humildemente entre
convertía en obra divina además de ser las demás; todo aquel conjunto de virtudes,
esfuerzo humano. Las grandes hazañas y las agrupadas en ricos cuadros dibujados por Dios
asombrosas maravillas de su vida no tienen por y regados por la gracia divina, es un canto
qué extrañarnos. La obediencia la había magnífico a su gloria.
provisto divinamente de fortaleza y de
sabiduría. Pero más que muchas otras, que vegetan
perezosamente en una honrada mediocridad,
En aquel brillante jardín de virtudes que era su una sola alma elegida, que valientemente y bajo
alma, la obediencia, a pesar de lo que pudiera la bendición de Dios cultiva hasta su plena
parecer a primera vista y a pesar de la expansión los dones de Dios, es la que mejor
modestia con que se rodeaba, era a los ojos de celebra por su belleza, por el orden y la
Dios de las más vigorosas y resplandecientes. armonía de su vida, por el esplendor de sus
¿No se ha dicho acaso de la obediencia que es la obras, la belleza, el orden, la armonía y el
aureola de la santidad? esplendor de las creaciones de la Santísima
Trinidad.
GLORIA IN EXCELSIS DEO!
Benedicite, universa germinantia in terra,
Un alma así adornada es algo muy hermoso. Es Domino! Laudate et superexaltate eum in
como una exuberante vegetación de flores, saecula!
brillantes o modestas, de colores suntuosos o

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