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COMPLETAS
PRIMERA TRASLACION CASTE-
LLANA INTEGRA Y DIRECTA,
COMENTARIOS, NOTAS Y UN
ENSAYO BIOBIBLIOGRAFICO
TOMO PRIMERO
M. AGUILAR
EDITOR
MADRID - i
947
Siempre vivas
SINE QUERELA
https://archive.org/details/obrascompletas01vive
JUAN LUIS VIVES
VALENCIANO
CAPITULO PRIMERO
la calle de la Taberna del Gallo (1); amó a mí. Y ningún hijo más que
porque en esa calle tengo deseos de yo se sintió menos mimado de su
ver la casa natal de mi querido Vi- madre. Casi nunca me sonrió; nun-
ves, pues, según me han contado, ca se me mostró indulgente. Y con
está como se baja a la izquierda, al todo, en un escape y ausencia mía
cabo de la calle, y con este motivo de la casa por tres o cuatro días,
ignorante ella de mi paradero, ca-
yó en un gravísimo accidente; y
(1) Parece que esa calle, en diferen-
vuelto yo a casa no conocí que mi
tes épocas, tuvo nombres diferentes
Correr de Ribclles, carrer del Tom Vell madre hubiera sentido rni soledad.
de Santa Tecla, carrer de la Soledat. Así que de ninguna otra persona
CAP. I. ORÍGENES DE JUAN LUIS VIVES 17
CAPITULO II
LA ESCUELA DE F1LOPONO
Una mañana, en Dios y enhorabue- Varrón |
tiene muchos alumnos y su
na, Luis Vives padre dice a su chico:
establecimiento lleno de rumores y
— Sígnate y santigúate. Así cum- bullicio. Filopono odia la demasia-
ple que lo haga todo buen cristia- da asistencia y conténtase con redu-
no antes de salir de casa y comen- cido número de escolares.
zar la hacienda del día. —
Mis preferencias son por ese
El niño lo hace puntualmente, y último dice el padre —¡Helo allá, — •.
reza la oración matutina que debió paseando por los soportales del co-
de enseñarle su madre: legio! Hijo mío: éste es el obrador,
« Oh Señor Jesucristo, Sabiduría
¡
ésta la oficina donde se forjan hom-
suma, encamina bien nuestras avie- bres, y este maestro es su artista
sas mentes; Omnipotencia sobera- forjador. ¡Dios te valga, buen maes-
na, fortalece nuestras fuerzas fla- tro! Descubre tu cabeza, hijo mío,
cas ! y dobla tu rodilla diestra, como te
Luis Vives padre toma de la ma- hemos enseñado. Tente tieso.
no al niño Juan Luis y sale en bus- —
¡Bien venidos seáis! ¿Tanto
ca de una escuela: bueno por aquí?
— ¡Oye, tú, mi vecino, que eres —
Os traigo ese hijo mío para que
¡
|
—
Si el chico es aprovechado, muy
CAP. II. LA ESCUELA DE FILOPONO 19
Luisillo :
bula pontificia, el 26 de febrero de
—Un tío mío que por algún tiem- 1502, el rey don Fernando el Cató-
po estudió en Bolonia, me aseguró lico expidió el oportuno Exequátur.
que lo que se estudia en voz alta tm el Estudio General funcionaban
queda mejor grabado en la memo- cátedras de Teología, Derecho ca-
ria; y confirmaba ese dicho suyo nónico, Derecho civil, Medicina
y
con la un tal Plinio (i).
autoridad de Cirugía, Poesía y Arte oratoria, Fi-
Con esasencilla iniciación en los losofía moral, Biblia, Filosofía na-
rudimentos del lenguaje, comenzó tural, Lógica, Doctrina mayor, Doc-
su carrera el gran humanista y pen- trinal mayor, Doctrinal menor y de
sador, pedagogo de Europa, que de- Partes.
bía de guardar de su maestro Filo- ¿Quiere el lector que entremos
pono o, digamos. «Mestre Estrany» en una cátedra para ver su funcio-
muy grata memoria cuando con una namiento?
transparente desfiguración de su Entremos.
propio nombre: Lusillus (el peque- Para entrar en una cátedra de
ño Luis) se coloca entre los inter- «prima» tendremos que madrugar
locutores del quinto de sus diálo- mucho. A la salida del sol se abren
gos: Lectio (la lección). Este buen las clases, y el año escolar es el
recuerdo le duró hasta el penúltimo año natural: dura doce meses, sin
año de su vida, 1538, cuando las otra interrupción que los días fes-
Parcas hilaban ya para él con envi- tivos religiosos, que eran relativa-
diosa mano los postreros copos. mente muchos. Comienza por San
Salido de la escuela de Filopono, Miguel, cuando el padre otoño alza
entró Juan Luis en el Estudi Gene- lR «su frente galana». La disciplina
ral, que así llamaban entonces
se es rígida y las sanciones son va-
en las regiones de lengua catalana rias, pero perentorias. Los azotes no
las universidades. Valencia lo tenía son una granizada extemporánea,
desde el propio amanecer del si- sino un fenómeno cotidiano. El rec-
glo xvi (22 de enero de 1500). Ha- tor ejerce sobre el estudiante juris-
bíalo recibido de las muy magnífi- dicción civil y criminal.
cas manos de Rodrigo de Borja, el Los estudiantes usan un traje
más ínclito de los hijos que haya propio. En un grabado puesto en
alumbrado Játiva, que desde el año la portada de la obra de Jaime Ga-
1492 ceñía su frente con la triple zull, Lo sompni de Joan Joan, im-
diadema pontificia y lucía en la be- presa en Valencia en 1497, hállase
lla y potente diestra que repartió representada una escuela o clase
|
capaces de tolerarlos las más trilla- Ule líber, Phccbo similís, fulgebit in
das y vejadas orejas latinas.» [Orbe,
La fama del contagio de la lati- Altior illustrans quee latuere d/u... (1)
nidad valenciana se había corrido
injustamente a la Universidad sal- Antes de Antonio de Xebrija
mantina, pues Francisco Sánchez acontecía lo que escribe Lucio Ma-
de las Brozas, en la carta nun- rineo Sículo en su libro De laudibus
cupatoria a esa ínclita Universidad, Hispanice, cap. XXV: «Comenzó
puesta al frente de su Minerva Antonio de Xebrija en Salamanca
(1587) le dice: «Cuando la peste de a explicar los autores latinos, hacia
la barbarie se ha apoderado de casi quienes sentían los españoles aver-
el orbe todo, sola tú eres afrentada sión tan viva, que no era tan fácil
con esa tacha, y sin culpa tuya se
I
ttí ¿Por qué recatas. Antonio, tu
nibus, exHibus in epistolis ponend'n ct obra clara e insigne? ¿Por qué el her-
I
Ka'endi*. nonis. idibus, per dictum Hie- moso Apoio esconde sus resplandores?
ronymxim additis. Impressum in insi- Ese ¿ibro, comparable a Febo. brillará
gni Civitate Valentía? per Christoolio- ^n la redondez del orbe, y desde su alta
rum Koffman. Décimo quarto ¡Calendas soberanía ilustrará lo que por '.argos
Decembrias. Anni MD1I. siglos se mantuvo en tinieblas..
CAP. II. LA ESCUELA DE EILOPONO 23
sabidos que para los que habían de dice que no está logrado con la de-
aprender. Esta obra útilísima fué bida exactitud y es más para estu-
reimpresa en Valencia con una pri- diantes noveles que para estudian-
morosa epístola de Pedro Badía, tes adelantados, cumple decir que
donde afirma, con absoluta verdad el mismo Nebrija opinaba lo mis-
histórica y con certera adivinación, mo, según el testimonio de Francis-
que las letras latinas anduvieron co Sánchez, el Brócense, en la de-
exiladas de Italia, hasta que por dicatoria de su Minerva, donde re-
Alfonso V, el Magnánimo, no tan firiéndose a Elio Antonio, cuenta
famoso por la grandeza de sus con- esta anécdota expresiva: «Mientras
quistas como por la gloria de su in- él, en mi lugar de Brozas, donde
genio, fueron restituidas a su pa- iba acicalando su Diccionario y su
tria natural. En esta edición valen- Arte, estaba postrado en cama de
ciana, Pedro Badía interpretó las calenturas en casa de su hijo Mar-
voces que estaban expresadas en celo Nebrisense, condecorado con
la lengua de Castilla, trasladándo- la cruz de la Orden de Alcántara
las al habla vernácula de Valencia, (comendador de la Puebla), decía
y en Valencia la acunó en sus pren- entre suspiros, como muchas veces
sas Nicolás Spindeler, alemán, y de se lo oí contar a mi padre, que le
ellas salió a los dieciocho días an- dolía enormemente dejar inacaba-
dados del mes de octubre del año dos y sin la postrera lima su Arte y
1505. Por donde resulta exacta la su Diccionario.»
fecha que señaló Escolano a la ad- Nebrija fué varón de muchas al-
misión de las Introductiones Artis mas: amén de gramático, fué crí-
Grammaticce Latinas del nebrisense tico, filósofo, cosmógrafo, médico,
en la Universidad valenciana el historiador, teólogo. Con toda razón
año 1507. No debe Pedro Badía ser '
CAPITULO III
nífica! Pienso que no la hay más los que lo siguen, hácenlo por re-
suntuosa en toda la Universidad. verencia...
— Acertaste —
le responde Espu- — Y esta vocería, ¿qué es?
deo— .Y sépaste, lo cual tiene más — Son estudiantes que se ejer-
los
importancia, que en ninguna otra citan.
son más sabios ni prudentes los — ¿Y en qué se ejercitan?
maestros, ni los hay que enseñen — Se ejercitan en aprender.
con destreza mayor. Aquí se apren- — Se ejercitan en berrear. Más
de muy mucho y en muy poco que estudiantes parecen pregoneros.
tiempo. Cada uno de ellos tiene sus —Los más recios gritadores son
clases separadas. Los unos, con los españoles y franceses, y como
hartos sudores y fatigas, inculcan sea que los hay de opiniones dife-
en los muchachos los preceptos gra- rentes, disputan con el mismo ar-
maticales todo el santo día; otros, dor fanático que si pelearan por sus
explican materias más intrincadas: altares y por sus hogares.
Retórica, Dialéctica y demás Artes — ¡Cómo! ¿Los doctores aquí si-
que se llaman liberales o ingenuas guen apreciaciones diferentes?
porque convienen a las personas de — Contradictorias, con harta fre-
calidad. Entre los estudiantes los cuencia... Entremos. Voyense-a
hay bachilleres {batallara) y los ñarte la biblioteca universitaria.
hay bisónos (ty roñes), voces toma- Hela aquí. Como ves, está orienta-
das de la vieja
milicia. Batailleur da a Levante, conforme aconsejan
llámase enfrancés aquel soldado los técnicos.
que ya entró en fuego, que en la — ¡Oh, cuántos libros y cuántos
lengua del país se denomina bátan- autores célebres! Griegos, latinos,
le. Y así fué que, extendiendo ese poetas, historiadores, filósofos, teó-
concepto a la palestra literaria, en logos con sus efigies respectivas...
esta Universidad comenzáronse a — ¿Quién es aquel del rostro al-
llamar batallara, o digamos bachi- deano y narices aplastadas?
lleres, aquellos estudiantes que ha- — Lee el rótulo.
bían presentado conclusiones pú- — Es Sócrates, que dice: ¿Por
blicas sobre cualquier punto de las qué me colocasteis en la biblioteca
Artes liberales. Estos bachilleres, al a mí, que no escribí palabra nunca
recibir licencias para enseñar, to- — Los que están a continuación,
man el nombre de licenciados; más que son Platón y Jenofonte, le con-
testan: Porque tú dijiste lo que los
propiamente se les debería llamar
otros escribieron.
designados. Remate de su carrera
es la investidura del doctorado, que
— ¿Cúyos son aquellos libros que
reciben en sesión pública y solem-
están allí arrumbados en aquel
montón informe?
ne, cuyo distintivo es un bonete con
borla. Este es el título de mayor
— Son el Catolicón,
Alejandro,
Hugocio, Papias... Sermonarios, dia-
distinción y el último grado de los lécticas, tratados de Física sofística,
estudios. autores todos ellos de cuya sanidad
— ¿Quién es aquel personaje que mental se duda. Ahí están; llévese-
con tan lucido cortejo y precedido los quien quiera; nos ahorrará de
de los clavarios camina bajo ma- una molesta pesadumbre.
zas de plata?
— —
Necesitaríanse muchos asnos
Es el rector de la Universidad; para llevárselos todos.
28 ENSAYO BIOBIBLIOGRÁFICO. JUAN LUIS VIVES, VALENCIANO
— —
¿Quién sabe? le replica Lax — por lenguaje, entendámonos por
El hecho es que ahora en nada se amor.
diferencian del sayón o verdugo, Ln París, Juan Luis Vives, ade-
pues unos y otros pueden matar im- más de Dullard, tuvo por maestro
punemente, y luego, al punto, co- a su compatricio aragonés Gaspar
brar su salario lícito y obligado. Si Lax de Sariñena, varón de ingenio
queremos dar con el auténtico sa- agudo y de memoria tenacísima,
bio no tenemos más recurso que ir quien, el año 1511, editó en París
a cierto teólogo grave que lleva un tratado De oppositionibus pro-
vida ermitaña en aquel cerro. positionum categoricarum et de
Por fin, atinan los desorientados earum cequipollentiis. Lo dedicó a
peregrinos de la Sabiduría con el don Jerónimo de Cabanyelles, caba-
sabio de veras, que no es otro que llero del Orden de Santiago, emba-
aquel teólogo montesino que vive jador del rey Católico ante el rey
cercano del cielo, de donde caían de Francia. Este es el personaje que
los grandes pensamientos. Les ha- con el nombre de Cabanilles (me-
bla con palabras sabias, tranquilas jor, Cabanyelles, por más valencia-
y abundantes. Y les dice: no, y más de la época) a quien in-
— Antes que todo temo a Dios, troduce Vives en el diálogo Leyes
aun viviendo en ese apartamiento del juego, y al cual, más arriba, co-
sin gloria, lejos del tropel y bara- nocimos y oímos. No tan bien libra-
hunda de las gentes. Con nadie me da como del cariñoso recuerdo de
enojo; a nadie envidio; no busca Vives sale la reputación de Gaspar
riqueza quien se contenta con ver- Lax de lasevera crítica del asertor
duras y agua; como mi manjar es y apologista de la cultura hispáni-
parco, no siento las ortigas de la ca Alfonso García Matamoros, pro-
libídine; a nadie odio, porque amo fesor de Alcalá. Y no solamente la
a Dios y a todos los hombres, y de Gaspar Lax, sino aún la de bas-
este amor aumenta mi sabiduría... tantes españoles más, que enumera :
Esta escena que remata esas co- Fernando Enzinas, los dos herma-
rrerías de los tres mozos generosos nos Coronel (Antonio y Luis), Juan
en busca de la escondida Dolz, Jerónimo Pardo y otros mu-
chos más, para los cuales pedía una
senda por donde han .ido expulsión tan radical como la que
los pocos sabios que en e[ mundo han decretó de París el rey Francisco I
[sido. con gran aplauso de la opinión, au-
mento del buen nombre francés y
recuerda invenciblemente otros pa- mayor avance de los estudios. «A
sajes análogos de los libros lulianos —
esos hombres dice García Matamo-
en que un ermitaño, hundido en la —
ros no les faltó ingenio ni plausi-
esquividad de alguna selva, que ble industria; pero tan calamitosa
suena con murmullos de aguas fres- y adversa fué aquella edad, que la
cas, vive, ni envidiado ni envidioso, feliz disposición de muchos de que
a solas con Dios, mezclando los ru- a todas luces estaban dotados, no
mores de su oración con la música pudiera hallar actividad mejor en
de una fuente fugaz y el dulce con- que ocupar sus trabajos.»
cierto de los pájaros cantores, a El pulcro escritor don José Pin
quienes dice en las profundidades y Soler, que tradujo al catalán las
de Miramar: Si no nos entendemos Exercitationes linguce latinee, bajo
CAP. III. CON LAS ALAS MAYORES QUE EL NIDO 31
con igual fineza: «Fué muy esti- bres (año 1526. por el mes de ene-
mado dellos —dice
Calvete de la Es- ro),dice que, por espacio de catorce
trella en su Viaje de Felipe II — años, si bien no continuos, ha sido
con razón Luis Vives, que fué uno morador de Brujas. Los hijos de
'
de los varones más señalados en le- Bernardo Valldaura fueron sus pri-
tras de nuestros tiempos...; hízose 1
perla traída de los postreros térmi- sa. ¿Sería la Psora, aquella Psora que
nos de la tierra tanto preocupaba a Erasmo y que con
tal frecuencia evoca en sus Coloquios,
CAPITULO IV
había dicho, con palabras de Vir- tem tuam; et divinos consors fa-
gilio y con un profundo desengaño, ctus naturce noli in veterem vili-
nuestro sesudo Séneca, tan venera- tatem degeneri conversatione re-
do por nuestro Vives, refiriéndose diré. El otro opúsculo es la Prelec-
a un amigo filósofo, herido de ción a las Geórgicas de Virgilio, que
muerte súbita. Los proyectos del es una sugestiva introducción al es-
nuevo cardenal no pudieron salir a tudio de la obra virgiliana, de esta
luz, y se quedaron latentes, como obra «tan primorosa y afiligranada
la plata en las avaras minas, las del más grande poeta latino, acerca
hermosas cualidades del purpurado de una materia, la más sabrosa, la
alumno que, engañando las espe- más fructuosa y la mejor en que
;
que, a través de una ficción mito- oráculos. Está dedicada esta obrita
lógica, Luis Vives viene a decir al al conde Hermann de Nueva Aguila,
hombre ni más ni menos que lo obispo electo de Colonia.
que le dice en su famosa homilía Muy delicadas estrenas envió Luis
de Navidad el Papa San León Mag- Vives, «valenciano, a Juan Briard,
no: Agnosce, o Christiane, dignita- teólogo y vicecanciller de Lovaina»,
CAP. IV. UNA PASCUA EN PARÍS 39
j
40 ENSAYO BIOBIBLIOGRÁFICO. JUAN LUIS VIVES, VALENCIANO
con una mirada aquilina que re- donde llamáronse artes ingenuas y
cuerda la del águila de Meaux, en liberales. Y puesto caso que tú eres
las postreras páginas de su Discurso como nadie ducho en la ciencia y
sobre la Historia Universal. La des- recuerdo de las cosas pasadas, que
cripción del Escudo de Cristo es una ¡ es la fuente principal de la sabidu-
visible imitación (y el propio Vives ría, y eres a la vez piadosísimo, to-
no la recata) de la heroica descrip- mas gran gusto en las cosas de
ción que Virgilio hace del escudo nuestra santa religión, estos libri-
que Vulcano, por encargo de Venus, :
CAPITULO V
discípulo el rey Alejandro el Magno. más Moro, qué por carta comunicó
Desde este su retiro de Lovaina, a Erasmo la profunda sensación que
donde cultivaba sus estudios como la lectura de la carta gallarda le
quien cría violetas a la sombra, dis- había producido:
paró su catapulta contra los bárba- «Dígote que, así como en Vives
ros e indoctos doctores de la Sor- no hay cosa que no produzca mara-
bona, que no otra cosa es el panfle- villoso placer en todos, por lo que
to o diatriba Contra los falsos dia- a mí toca, me produce deleite sin-
lécticos, en forma de epístola a su gular lo que escribió contra los dia-
conterráneo Juan Fort. Estaba Luis lécticos; no tanto (aunque también
Vives persuadido, según dice en sus por eso) porque se burla de sus ar-
comentarios a la Ciudad de Dios, gucias sosas con donosas cavilacio-
de San Agustín, que esa dialéctica nes y las impugna con argumentos
pendenciera y porfiada era inspira- poderosos y con razones irrefutables
ción de un genio diabólico, porque las arranca de cuajo y las derriba
lidia siempre contra la verdad y no al suelo, sino también porque, apar-
cede nunca a mejores razones y se te de esto, allí veo determinados
huelga de que sobre la verdad triun- puntos tratados casi con las mis-
fe la mentira. A aquellos vándalos mas razones que yo mismo, tiem-
que, por no haber leído en su vida po atrás, cuando aún no había leí-
a Cicerón, a Lucrecio, a Columela y do nada de Vives, para mi uso había
a Plinio Segundo, sostenían que no excogitado. Estas razones en el li-
se podía, en buena latinidad, tratar belo de Vives no me complacen pre-
de Filosofía o Teología (y aun cuan- cisamente por el hecho de que con
do los hubieran leído tampoco los anterioridad hubieran determinado
hubieran entendido), les replicaba: mi estima (pues suele causar com-
f¿Cómo es posible que la Filosofía, placencia ver que otro aduce lo que
la Teología y las disciplinas restan- antes se nos había ocurrido), sino
tes no puedan ser explicadas en el porque me felicito de que aquello
elegante y terso estilo clásico ni en mismo de lo cual tenía yo una vaga
lengua que no sea sucia y deprava- sospecha que no estaba expresado
da? ¿Puede decirse desatino mayor? con la debida corrección, ahora me
Vive Dios, que si el cielo me conce- deja el firme convencimiento que
diere no más que diez años de salud no era ninguna necedad el hecho
regular, raeré de sus mentes ese de ver que también le agradó a Vi-
error, no con argumentos, sino con ves. Y lo que más me seduce y me
obras.» Cumplió Vives ese voto, a deleita sobre manera es que, com-
pesar de su salud menguada, con los probando que el mismo argumento
siete libros que compuso acerca de ocupó el pensamiento de ambos, fué
la corrupción de las artes (De co- por ambos tratado de tal manera
rruptis artibus), con los cinco de su que, aunque por parte suya con ma-
arte de enseñar (De tradendis dis- yor extensión y, desde luego, con
ciplinis) y con los ocho acerca de más elegancia, con todo, en algunos
las artes (De artibus). puntos, no solamente aducimos las
El disparo armó el revuelo pre- mismas cosas, sino casi las mismas
visible entre los que fueron vícti- palabras. Así que me halago a mí
mas de la valiente arremetida; pe- mismo con la blanda creencia de
ro le granjeó muy más valiosas que el influjo de una misma inspi-
adhesiones, y entre ellas la de To- ración, venida del cielo por una se-
44 ENSAYO BIOBIBLIOGRÁFICO. JUAN LUIS VIVES, VALENCIANO
CAPITULO VI
desde Brujas, adonde llegó la víspe- pláticas, ¿cómo no?, hácese men-
ra de su breve desplazamiento en ción de sus estudios y de los míos.
París, que había durado dos sema- Yo tuve buen cuidado de disimular
nas. La carta es algo anterior a la y no decir palabra de mi peligrosa
inesperada desaparición del teatro misiva a Fort, y eso que él estaba
del mundo del cardenal Guillermo presente, pensando que esa carta
de Croy, donde parecía iba a repre- había sido expedida con los agüe-
sentar papeles tan brillantes. Y co- ros más siniestros. En ese punto
mienza así: Fort no se puede aguantar por más
.
«Iba yo de viaje con el cardenal tiempo en el cuerpo lo de la carta
Croy hasta la frontera de los domi- de marras. Riéronse todos, y no so-
nios de nuestro príncipe, mi entra- lamente confesaron que no les de-
ñable Erasmo, más docto que nadie sabrió, sino que me debían recono-
y mejor que nadie con muchísima cimiento no pequeño porque la cir-
ventaja, y plúgome entrar en la ve- cunscribí a confutar y poner en
cina Francia, y en breves jornadas ridículo verdaderos desatinos. Dijé-
y pocas etapas llegarme hasta Pa- ronme que los ingenios parisienses
rís para ver a ios sobrevivientes de habían cobrado mucha cordura des-
mi pasada familiaridad y amistad y ale los días en que yo estudié allí
granjearme nuevos amigos para, en filosofía, aun cuando quedaban cier-
su presencia, cara contra cara, go- tos rastros y supervivencias y que-
zarme con su trato e intimidad y daban doctores que se acomodaban
en mi alejamiento con su memoria con una zafia docilidad a la opinión
dulce y con el sabroso solaz de su recibida y al gusto de los oyentes
correspondencia. Pensaba yo que y que no se decidían o no se atre-
ese viaje iba a resultarme desabri- vían a despojarse de un disfraz que
do, porque estaba fresca aún y viva hasta hace poco les fué tan favora-
y coleando mi invectiva contra los ble y a una comedia que les ganó
seudodialécticos, y específicamente tantos aplausos. Allende de esto,
Jos de París. Yo daba por descon- me dijeron que había en el grupo
tado que muchas de las persona- de los españoles quienes, a su ejem-
lidades incluidas en aquella clasifi- plo, dan gran impulso a los estu-
cación que ahora se llaman sofistas dios más lucidos; que Juan Pobla-
me harían sentir su desvío nada ción es la más descollada autoridad
suave. Pero la cosa resultó muy al en las ciencias matemáticas, amén
revés de lo que yo me había imagi- de haber estudiado con fruto bue-
nado con una demasiado aprensiva nas letras. Eso mismo ha hecho
y meticulosa suspicacia. Francisco Meló; lo mismo Gabriel
»Llego a París, no cansado pre- Aquilino (¿no será Aguiló, apellido
cisamente del camino, sino encanta- tan familiar en territorio de lengua
do de tan agradable jornada, y por catalana?); lo mismo promete que
un criado notifico a mis amigos que hará Juan Enzina, mozo el más
yo estoy allí. Acuden a mí en gran aguerrido polemista en esas mate-
número, y, con cariñosa obsequiosi- rias; está pertrechado de mil artes
dad, danme el parabién por mi lle- y recursos, si alguien contiende con
gada; al día siguiente tráenme él con igualdad de armas, para ata-
otros, y así todos los días, incluso car, para contraatacar, y otros tan-
a los sofistas más reputados con tos para evadirse, para deslizarse,
tan infeliz renombre. En nuestras para escabullirse.
48 ENSAYO BIOBIBLIOGRÁFICO. JUAN LUIS VIVES, VALENCIANO
ceder inflexible y perfecto. Y con con una pequeña punta de mal hu-
todo antepuso la estima de esa su mor, en contra de lo que parecía
virtud a todas las fortunas prome- bien en vuestra amistad, harto mo-
tidas, a todos los halagos seductores. tivo existió y harta culpa en cada
Jamás por jamás, deslumhrado por uno de los dos y en el asunto que
el esplendor de las riquezas, desvió se debatía.
sus ojos de lo justo y de lo santo. «Primeramente, cada uno de vos-
Sabes tú muy bien que todo esto otros buscaba afanosamente por su
que te digo es verdad y con toda tu lado la ocasión de escribir al otro y
elocuencia no lo engrandeces ni hi- no siempre en porfía de alabanzas,
perbolizas por encima de la reali- pues este pugilato de elogios no
dad (yo no sé si podrías), dado que puede ser perpetuo ni puede ser
llega ya a la cumbre, pero cierta- largo, y en caso que pudiera serlo,
mente le das prestigio e impones eá cada cosa tiene su medida. Dado que
convencimiento de que es así. Con- la elocuencia, sin antagonista, es
sideras tú y amas entrañablemente cosa muerta, estuvo bien que al
a Budeo. Budeo es el hombre, en principio os hostigaseis el uno al
esas tierras cisalpinas, preferido por otro con determinadas punzaditas.
ti a no pocos italianos. Esta es tu ¿A qué se reduce el orador si habla
opinión; éste es el respeto que te en monólogo y nadie le excita y
merece y en ese concepto tienes tú hostiliza? Forzosamente se entorpe-
su talento y sus estudios...» cerá y languidecerá. Escribe Cicerón
En este punto, Luis Vives, empe iue Cayo Erucio acusó con suma
ñado en zurcir las momentánea- desgana y debilidad a Roscio de
mente descosidas voluntades de am- Ameria, porque se figuró que no iba
bos epígonos, quiere soldar la fisura a haber quién le replicase. Como
leve y colmar la irritación que no hice mención, de vuestras obras no
pudo ser más que cutánea, devol- era ciertamente estrecho el terreno
viendo a Erasmo la estima grande de la fricción, puesto que habéis es-
que Budeo le profesa crito copiosísimamente y con eru-
«Has de saber que él, a su vez, dición suma y vuestros escritos an-
¡
piensa lo mismo de ti, no por co- dan en las manos de todos los estu-
rrespondencia de gratitud, sino por- diosos. Mientras el uno pide al otro
que así piensa realmente. Te procla- la razón de lo que hizo y ambos a
ma príncipe de la cultura en este dos explanáis los puntos de mira
tiempo; te coloca en el grado más respectivos ligeramente, o aparta de
alto de la erudición; se descubre sí o echa sobre el otro aquello que
ante tu ingenio, tu doctrina, ante el otro, dado que no lo reprobase,
tus obras imperecederas; es celosí- significaba su extrañeza de que tal
simo defensor de tu fama y de tu cosa hubiera podido pasar. Este fué
nombre. Seguid amándoos mutua- el motivo inicial de vuestra desave-
mente, seguid respetándoos, seguid nencia; ambos os desabristeis de
admirándoos; sois dos cuerpos; pe- que el uno no aprobara a ciegas y
ro el alma es una. ¿Qué espectáculo absolutamente lo del otro en todos
puede ser más grato y más edifican- sus puntos. En el ínterin salió tu
¡
con tan buenos auspicios, que por de haber saludado con la reveren-
¡
sus amigos como en esta carta se alabanza aplicada por Budeo a una
|
tado con tan simpáticas y tan ve- postura conveniente. Así que echa-
races tintas a Guillermo Budeo, no do y durmiendo, de claro en claro
quiero despedirme del sabio autor y de turbio en turbio, volví a soñar
del De transitu hellenismi ad Chri- el famoso Sueño de Escipión. En
stiarúismum, a quien conoció en esa despertando de él, hice los apare-
su estada de París, sin referir una jos para mi partida. Muchos eran
anécdota ejemplar contada por el los negocios que me llamaban del
propio Vives, que merece conocerse otro lado; pero retuviéronme algún
j
y para la cual acaso no encontrara tiempo más así los viejos amigos
yo lugar más adecuado: como los amigos recientes, atentos
«Yo mismo, ha poco tiempo, ha- conmigo hasta la molestia, pues con
llándome en París en compañía de su implacable amabilidad, con tan-
Guillermo Budeo y en su casa, y to agasajo y tanto banquete se re-
pasando por el impluvio por donde l
jo sus apariencias científicas, viese cia en grado tan superior que, fue-
en el fondo un libro de polémica ra de la analogía de sentido de los
religiosa, una de aquellas obras cu- nombres respectivos, puede la Va-
ya finalidad era, con la ayuda de la lencia actual parecer émula de la
nueva filosofía, procurar a los vie- vieja Roma.
jos cultos aquello que no habían te- «Piensoyo que tan fácil como
nido jamás, a saber: una doctrina es clamar es muchísimo más difí-
y unos dogmas para hacerles capa- cil declamar como declama Vives. Si
ces de sostener, con una fuerza no crees que debes atribuir alguna au-
demasiado desigual, la lucha con la toridad a mi opinión, te diré que
religión nueva y pujante. Eviden- procede con tanta destreza, que si
temente, Macrobio pensaba que borras el título pensarás ser nego-
la bellísima invención ciceroniana cio no de esa región ni de ese siglo
abriría, a los espíritus atormentados nuestro, sino venido de aquellos
en aquella crisis de la Humanidad, venturosos tiempos de Marco Tu-
las perspectivas ultraterrenas que lio y de Séneca. Trátase de un ar-
estaban deseosas de avizorar, dán- gumento imaginario, pero con tal
doles la certidumbre de una inmor- verosimilitud, que creerás ser un
talidad que iban a buscar en el ava- asunto real. Estudia entrambas
sallador cristianismo. Luis Vives partes, pero con tal equilibrio de
colmó de doctrina cristiana los va- probanzas, que parece que antes que
cíos que adrede había dejado Ma- aconsejara llevó la persuasión a su
crobio y arrebató de sus manos la propio ánimo. Es observante muy
flecha pérfida del parto. escrupuloso de las normas del arte,
Estas obras de humanidades, las t con tanto recato disimula el ar-
más exquisitas como las restantes, tificio, que negarás en redondo que
en que Luis Vives andaba metido, aquella materia sea ficticia. En
cuales eran las Declamaciones sita- ningún momento se detiene en lu-
rías, habían acrecido extraordinaria- gares comunes; en ningún paso se
mente su renombre. Refiriéndose a aparta de la causa; creerás que es
ellas, Erasmo había escrito a Her- un hombre que habla en favor de
mán, conde de Nueva Aguila, canó- un amigo cuya cabeza está en pe-
nigo de Colonia, este juicio defini- ligro, sin quitar los ojos de la clep-
tivo: sidra o reloj de agua que mide el
«Luis Vives, mientras los demás tiempo que para hablar se conce-
gritan, él declama sabia y severa- de al orador. Yo admiro menos su
mente, restaurador nuevo de un gé- agudeza en hallar y desarrollar las
nero literario antiguo. Harto sabes pruebas, porque sé que por espacio
tú que esa zona de la erudición, de muchísimo tiempo y con harta
hasta ahora, era echada de menos ventura y fruto se ocupó casi en
entre los mismos italianos. Esta todas las partes de la filosofía. ¡Tan-
gloria resucítala nuestro Vives pa- to le vale, sea cual fuere el lado
ra su España. Tuvo ella en esa es- adonde mirase, su ingenio maravi-
pecialidad; amén de muchos otros, llosamente dúctil! Cuando se entre-
representantes insignes, singular- tenía en aquellas disciplinas sutiles
mente los Sénecas y Quintilianos en las que la elocuencia es imposi-
pero los tuvo en Roma, desplaza- ble, nadie disputaba con más afila-
j
|
tiliano para aficionarles al estudio de
encomiadas obligaron a Vives a me- la elocuencia, le invitó a que por
dir sus fuerzas con el propio Quin- medio de unas pocas de cartas, im-
tiliano o con un ignorado escritor pugnase aquella defensa con el
muy digno de hombrearse con el fin de que, con la contradicción y
preceptista y crítico calagurritano. polémica, cobrase el arte de aquel
La declamación a que hubo de con- discurso relieve más señalado.
testar era aquella tan célebre inti- Gran sorpresa causó a Vives este
tulada Parles palmatus, cuya equi- honroso mandato y distinción que
valencia aproximada puede ser «La con ella le dispensaba Moro, y no
pared y mano ensangrentada». El
la poca alarma teniendo que conten-
título es de un muy precoz y muy der con todo un Quintiliano, y no
desesperado y muy español roman- escaso desánimo de que se le en-
ticismo. El argumento de la decla- cargase la parte más flaca, pues la
mación es éste: Un hombre acau- preferente y sólida el declamador
dalado y viudo, que tenía un hijo antiguo la había tomado para sí,
ciego a quien instituyera heredero asumiendo la más simpática defen-
universal, segundó las nupcias e in- sa del ciego. —
«Y ¿por qué se pre-
trodujo en su casa la madrastra, y —
guntaba Vives no fué el mismo
relegó al hijo al más apartado apo- j
Moro en persona quien le contradi-
CAP. VII. VIVES Y SUS «COMENTARIOS A LA CIUDAD DE DIOS» 57
jese, con aquel ingenio, con aquel computara mérito alguno si salía del
i
CAPITULO VII
Empresa gigantesca la que tomó Cedo nulli; aquellas sus bellas ma-
6obre sus hombros aquel Titán pe- nos por él tan preciadas, y tan mi-
queño que, como los Sumos Pon- madas por él y por el pincel cari-
tífices, se impuso nombre a sí mis- ñoso de Holbein, que las inmortali-
mo: Erasmo de Rotterdam, con la zó, descansaban de la ruda hacienda
ambiciosa idea de ofrecer a las in- y del contacto con el áspero latín
quietudes de la época una edición del doctor dálmata, acariciando las
crítica de las obras de los Santos suavidades del doctor africano, rico
Padres de la Iglesia: de hechizo y de unción. Harto pron-
to pudo ver Erasmo que para esta-
Ingentes ánimos angusto in pectore
dio tan largo era su respiro insufi-
Iversat.
ciente y quiso agregar operarios a
Arrestos grandes alentaba Erasmo su empresa; puso los ojos en Luis
en su pecho angosto. Comenzó por Vives, uno de los tres grandes de
las obras de San Jerónimo, en 1516; aquel siglo, y le encomendó el texto
tarea prolija y meticulosa que le lle- crítico y los comentarios nada me-
vó ocho largos años, interrumpidos nos que de los veintidós libros De
por la preparación y publicación de la Ciudad de Dios, de San Agustín.
las obras de San Cipriano. Erasmo Pavorosa labor ésta, que hubiera
podía contar para su intento con un arredrado y hecho desfallecer las
editor de empuje igual, con Juan manos (como desfallecieron dos ve-
Froben, de Basilea, y sus prensas ces las manos de Dédalo cuando es-
magníficas. Amant alterna Carnee culpía en oro los relieves de las
nce. Las musas aman el trabajo al- puertas del templo grandioso vota-
terno. Las finas manos de Erasmo, do a Febo) desfallecieran, digo, las
embellecidas y enriquecidas de la manos del mancebo valenciano si
clásica sortija, con la imagen del su pecho no fuera batido por los
dios Término y con la inscripción embates de su corazón heroico, ni
58 E.VoAYO BIOBIBLIOGRÁFICO. JUAN LUIS VIVES, VALENCIANO
de una caída de caballo y le privó vanza con nuestro Carlos, que pa-
de su mecenas. rece que en él depositó el supremo
Erasmo no pudo menos de lamen- mando; verde edad, pues aún no
tarlo sinceramente. El purpurado había cumplido veintitrés años;
alumno, en carta a Erasmo, le ha- constitución lozana y robusta; tal
bía significado el aprecio en que te- cúmulo de dignidades que casi apa-
nía a su Vives. En aquella sazón, gaban en él la llama viva de su ca-
dos Guillermos usufructuaban la pelo cardenalicio; admirable mo-
amistad y la estima del Roteroda- destia y candor de costumbres; ge-
mo: eran Guillermo Budeo y Gui- nerosamente favorecía los buenos
llermo Monjoyo (de Montjoy). De- estudios y a Erasmo no le desama-
seaba el cardenal completar el nú- ba. Es muy para lamentar que nues-
mero simbólico de tres de los afor- tro Vives haya perdido a un mece-
tunados Guillermos. En el copiosí- nas tal, como no es fácil que lo
simo epistolario erasmiano anda in- halle en lo sucesivo...»
cluida una carta de Guillermo de De la ciega polvareda producida
Croy, cuyo es este párrafo: por ese derrumbamiento sacó Vives
t ¿Para qué hablarte de Guillermo la cabeza impávida y lúcida para
Budeo, amor y delicia de las musas continuar sus Comentarios a la Ciu-
griegas y latinas, cuyos loores pre- dad de Dios. En la prefación que
gona interminablemente mi Vives, puso al comentario ingente de la
y cuyos estudios y obras monumen- obra gigantesca, explica puntual-
tales, cuyo ingenio, saber, lengua- mente el drama que para él fué su
je y costumbres yo reverencio, ad- composición:
miro, adoro? Al número de esos dos «Fácil le será a cualquiera com-
Guillermos quería yo que me suma- prender cómo este acontecimiento
ras con preferencia a cualesquiera trastornó la tranquilidad de mis es-
otros personajes, por opulentos que tudios con la desaparición de mi
fueran, siempre que les fuesen de- protector único, que me proporcio-
semejantes.» naba toda la holgura deseable. Y
Pero las esperanzas humanas se puesto que ninguna desgracia viene
apoyan en muy flacos puntales y en sola, yo caí en una enfermedad
muros ruinosos. Erasmo se lo comu- harto enojosa; así que para atender
nica a Budeo y le dice: «Ya lo ves, a mi quebrantada salud, me vi obli-
Budeo carísimo; como si nuestros gado a trasladarme a Brujas, a mis
males fueran pocos, la envidia de españoles (1), entre los cuales mi
los hados nos hurtó al más princi- dolencia sería tratada con el cuida-
pal de los Guillermos. Feneció, co- do y el cariño que mi temperamen-
mo debes ya de saber, Guillermo to y mis costumbres requerían. En
de Croy, arzobispo toledano, agosta- junio estaba yo convaleciente. Y
do como una tierna flor, cortada en puesto que se sonaba que a Brujas
su propio nacimiento, y a la vez nos habían de acudir el César Carlos y
enseñó que no hay garantía ningu- el cardenal de Inglaterra, retúvome
na de firmeza en las cosas sujetas allí esta circunstancia por espacio
a los antojos de la Fortuna... ¿Qué
podía desear de la Fortuna que no (1) Ha podido localizarse la casa y
le fuera concedido instantáneamen-
el huésped que le acogiera. Estaba si-
tuada en la rué du Pont Flamand y
te? Antiquísimo y muy ilustre abo- pertenecía al capitán vizcaíno Pedro
lorio; su tío, que goza de tal pri- de Aguirre.
60 ENSAYO BIOBI.3LIOGRÁFICO. JUAN LUIS VIVES, VALENCIANO
de algunos meses para reunirme timos, con una buena parte del libro
con Erasmo y con Moro y verme décimoctavo. Y, por fin, llegué al
con Tonstald y Monjoy y con otras trance de escribir aquella carta
doctas personalidades y muchos nuncupatoria (a Enrique VIII, de-
otros amigos míos, de quienes se de- dicándole la obra) y este prólogo,
cía que allá debían acudir. No había con tal cansancio, tanta rotura y
que pensar en escribir en Brujas, quebrantamiento físico por un es-
carente de una biblioteca cual yo fuerzo tan sostenido y tan variado,
la necesitaba, que me proporcionase que no me explico por qué extraño
materia para mis estudios. Hube de fenómeno tomé una invencible aver-
ceñirme a cotejar algunos libros de sión a cualesquiera letras y cuales-
la Ciudad agustiniana con determi- quiera libros, no de otra manera
nados códices antiguos, uno de los que el estómago, de puro ahito, re-
cuales me lo dió Marcos Laurín, pele todos los manjares. Cuando,
deán de la iglesia de San Donacia- con un enorme deseo que en mí era
no, de Brujas; otro, me lo procu- una verdadera obsesión de verme
raron los Carmelitas de esa misma libre de aquella inapetencia moles-
ciudad, y el tercero, que se ha- tísima, llegué al fin de la jornada,
bía enviado a Erasmo desde Colo- pensé que ni retribución alguna ma-
nia Agripina. escrito según es fa- terial ni ningún agradecimiento de
ma de manos de su obispo San Le- los estudiosos, ni premio alguno
ger. La discrepancia entre estos có- era suficiente compensación de mi
dices era desconcertante... El más trabajo, y respiré al fin de verme
fundamental y lamentable de sus suelto y aligerado de una tarea tan
errores y elmás sistemático consis- espinosa y tan sin amenidad. Tuve
tía en el empeño de acomodar y que referir fábulas e historias. Tu-
torcer a nuestra Vulgata la versión ve que describir regiones y ciuda-
de los setenta intérpretes, maneja- des. Tuve que consultar casi todos
da constantemente por San Agustín, los libros de los autores platónicos
haciendo una sola de dos versiones y de las restantes escuelas filosófi-
incompatibles... Marchados el César cas. Tuve que tocar asuntos de teo-
Carlos y el cardenal, regresé a Lo- logía, en los cuales fui más parco
vaina en las postrimerías de sep- que en los temas profanos, por di-
tiembre. Aquí, con mayor tranqui- versas consideraciones. La primera
lidad y una rica biblioteca, volví de todas porque no parecía bien
.
mes di cima a los cuatro libros úl- Con todo, me detuve algún tanto en
CAP. VII. VIVES Y SUS «COMENTARIOS A LA CIUDAD DE DIOS» 61
Pompeyo, quién Catón; qué ciudad debo enfadarme con ellos. Si mi obra
fué y dónde estuvo Cartago situa- es buena, en su propia venenosa en-
da, o dónde se asentaba Babilonia; vidia hallarán su castigo; ese tósi-
si es hierba o si es peña la acelga go acabará con ellos. Sólo una cosa
0 la malva; si es mineral o si es pide encarecidamente, y es que si
madera el imán y el diamante; si alguno disintiere de su opinión y
es animal o es un metal el tigre y quisiere decirlo por escrito, se acuer-
el milano ; cuál es el monte que res- de de la moderación, y sin ultraje,
pira fuego: el Etna o los Alpes; si sin mordiscos fieros, tenga a bien
lo que arde en su seno es azufre o enseñarle lo que él ignoró, pues
es arena. Para hombres así, todo es- aun cuando el libro mereciere re-
to se reduce, según el dicho vulgar, pulsa, no la merece su recta inten-
a una línea blanca sobre una super- ción ni su tenaz esfuerzo, y prome-
ficie blanca. te reconocer ese gran beneficio y le
No era para temperamentos cerri- asegura una gratitud imperecedera.
les como los de ese bárbaro teólogo De las letras de humanidades no se
que escribía Vives; no apreciaba en aparte jamás la Humanidad, y no
un adarme su juicio ni su crítica, ni se pierda nunca aquel tranquilo
tenía el menor deseo de agradarles; equilibrio en el que, más que en
al revés: pensaba, desagradándoles, cualquier otra cosa, las Musas se
haber escrito con mayor competen- complacen. Comencemos ya, acaba
cia y doctrina. Con todo, era muy diciendo, por raer de nuestras cos-
para lamentar que varones doctos, tumbres esta feroz y colmilluda aco-
pero no por ello buenos, emponzo- metividad que las Furias envidiosas
ñados por la envidia venenosa y introdujeron, con que se acosa a
mordedora, pusieran lengua y dije- quien debería hacérsenos hermano
sen mal de los trabajadores probos, estrechísimo y carísimo por la co-
•^n su empeño de inutilizar lo que munidad de estudios y el culto de
debía reportar provecho u oscure- las mismas Musas. Digo eso por no
cer lo que debía dar luz, con lo que mentar el Bautismo común y la
acaso conseguían desmoralizar y caridad de Cristo, porque para los
descorazonar a los ingenios mejo- oídos sordos éstos ya son nombres
res y realizar su propósito de que vanos y para los ojos enfermos son
todos cesasen y nadie hiciera bien. trampantojos y sombras sin reali-
Protesta Luis Vives que no tomará dad.
1 mala parte las advertencias y Así, con esta viveza de polémica
aun reprensiones que se le hagan; y con ese grito salido de sus entra-
antes se mostrará muy reconocido a ñas, termina el prefacio de los Co-
sus monitores que le sugieran me- mentarlos de Luis Vives a la Ciu-
|
rrojadas las lenguas de los hombres nensis Episcopi De Civitate Dei li-
'
cada cual de mi obra como bien le doctiss. Virum loan. Ludovicum Vivem
|
Dijo el poeta antiguo que los li- I todo lo que hicieres en esta obra,
bros tienen sus hados. Los Comen- como si lo hubiere hecho yo mismo,
¡
cribía a Erasmo una carta de este dirán en las márgenes las pequeñas
i
que menos la disimule. Por eso no curaré del mío, pues así que hubie-
me da frío ni calor no granjear glo- re publicado el libro que estos días
ria alguna, porque sé que no la me- compuse para la reina de Inglate-
LUIS VIVES. 1 3
66 ENSAYO BIOBIBLIOGRÁFICO. JUAN LUIS VIVES, VALENCIANO
rra (1), me acogeré a una larga va- varios días en Amberes, en oportu-
cación y me envolveré en un ocio nos escondites, no sé por motivo de
sin gloria...» qué dinero que había sobrado de la
Lo que a continuación se sigue cuenta, dije a sus dependientes que
explicará acaso el derrotismo que estaba harto de aguantar sus escu-
respira esta carta llena de sobren- rridizas artes de magia y de burlas
tendidos y de reticencias elocuen- con que tan desvergonzadamente
tes: hacía escarnio de mí. Adiós gloria
«De San Agustín sé que vendió si trae consigo tanta servidumbre...»
(Froben, en la feria de Francfort) Después de ese vivo desahogo
numerosos ejemplares, y yo mismo contra ese embustero y tramposo
conozco a los compradores. ¿Quién anónimo señalado con una N. des-
es ese de Londres que miente con pectiva, Vives vuelve a Froben, y le
tal descaro cuando él mismo me dice a Erasmo:
confesó que en pocos días despachó «Querría que me escribieras si
más de treinta cuerpos? Cierto es Froben va a imprimir aquellos
que Lupset decía que él, en Ingla- opúsculos míos; si no, dímelo fran-
terra, no vió ningún Agustín mío camente en tu carta próxima; los
puesto a venta. En la misma In-
la enviaré a otro sitio. Mi egoísmo no
glaterra afirmó haber vendido
él es tan desaforado que pretenda yo
más de cuatrocientos ejemplares de que salga libro mío de sus prensas
mi Sueño (el de Escipión). Sin du- con quebranto suyo. No ha mere-
da, pensará que no tiene éxito de cido él esto de mí. No piense que
venta mi nombre si se le compara yo voy a enfadarme con él si no edi-
con el tuyo o el de Budeo. ¿En dón- tare mis obras. Haga lo que crea
de está ese otro para que Froben más conveniente a sus intereses.
lo asocie a su negocio? Ruin gloria Pero basta ya de roñeces, ¡y con-
la de los ingenios si no tuviera más tadas a ti! ...»
cimiento y sostén que el capricho Y pocos renglones más abajo
de esos embusteros. Yo, desde ese añade
momento, renuncio a la gloria, y «Luego de escrito lo que antece-
aun a toda suerte de estudios, si de, por cartas de amigos fui hecho
tengo necesariamente que pasar por noticioso de que mis opúsculos no
esas horcas. Avergüénzome de mi fueron impresos por Froben, y N.
profesión literaria si no ha de salir se arrisca a decir que el libro fué
libro que no tenga la aprobación rechazado por Froben, asesorado
de la avaricia de los literatos. De por ti. Aun cuando no te intere-
Kempones, de Brectos, de Torrenti- se mucho lo que yo pueda creer
nos, tantos como quieras, a barris- le todo ello, no obstante, si yo ten-
co. ¡Ya Cicerón nadie le tiene! go algún crédito delante de ti, quie-
Nunca Dios inmortal debiera mos- ro que sepas que yo no lo creo, ni
trar tanta ojeriza con los estudios tampoco lo creería, aun cuando me
que no pueden practicarse sino me- lo dijera un hombre de intachable
diante la ganancia de N. De ese N. responsabilidad; y mucho menos
pienso yo concentrar toda la anti- habiendo salido la versión de N. Di-
patía porque, habiéndome evitado je esto porque te convenzas que N.
es todavía el mismo. Mentiría yo si
(1) Refiérese Vives a da Instrucción
no dijese que experimenté algún
de la mujer cristiana. desabrimiento; pero acaso fué me-
CAP. VIII. EL DUQUE DE ALBA.. LUIS VIVES Y FRAY SEVERO 07
ñor del que estas cosas acostum- ciplina doctísimo? En esto hay que
bran ocasionar. Tus cartas me ha- descubrir la mano y los manejos de
bían dado alguna esperanza, pues la suerte; los que menos tienen
me escribías que Froben gustosa- que ver con la suerte son los más
mente publicaría mis opúsculos si felices...»
N. entraba en la asociación, con lo A
seguida anuncia a Erasmo un
cual yo entendí que los imprimiría. viaje inexcusable a España, que no
Ahora toco con las manos que ni se sabe si quedó solamente en pro-
yo ni mis cosas tenemos tanta im- pósito, y promete luego otro viaje,
portancia, puesto que en una tan que ése sí se realizó:
grande variedad y aluvión de libros «No he podido hurtarme a esa
no hay lugar para un libro tan chi-' ida a España, para donde pienso
co, si no se vende al primer grito partir mañana o pasado mañana.
del pregonero, aun cuando lo hicie- Luego iré a Inglaterra...»
re vendible el prestigio de la ofici- No fué para Luis Vives ese viaje
na de Froben, como yo lo había so- anfibio, en el que cifraba tantas y
ñado, y en una Alemania tan espa- tan risueñas esperanzas (como el
ciosa y poblada, donde ¿qué es lo tiempo y el suceso lo demostrarán),
que no se vende?... Siéntome enga- más feliz que la publicación de sus
ñado por la opinión y desconcerta- Comentarios a la Ciudad de Dios y
do en ese ambiente. Harto sabía yo sus dares y tomares con el gran im-
que no tenía mi localidad en la or- presor de Basilea. Sobre esa obra
questa; pero pensaba o deseaba ha- tan cristiana se encarnizaron las Fu-
ber llegado a la hilera catorce, y rias postumas. Seis años después de
ahora reconozco estar en las últi- su muerte, ese glorioso título apa-
mas filas, entre la plebe. ¡Cómo re- reció en el Indice de libros prohi-
sulta verdad que a categorías
las bidos: Doñee corrigatur ; hasta que
las definen los ingresos aun en esa se hagan en él las debidas enmien-
ciudad! ¿Adonde fué a parar aque- das. Su propia razón y el tiempo las
llo de clarísimo y en cualquier dis- hicieron sobradamente.
CAPITULO VIII
que sin mérito alguno del fraile y en adelante mi vida discurriera muy
con harto motivo de muy dura re- a mi gusto, en familiaridad con él
prensión: y otros amigos amantísimos; que
«El duque de Alba ofrecíame una ya no era posible anular el contrato
no desdeñable canonjía si yo hu- convenido entre el duque y fray Se-
biera podido conocer la oferta por vero. «¡Bellaca trastada! —
dije yo —
boca de los frailes. Quería el duque, ¿Cómo iba yo a desdeñar un ofre-
con marcado encarecimiento, que yo cimiento que el duque me hiciera,
me encargase de la enseñanza de los siendo así que yo siempre había
nietos que de su hijo primogénito buscado con suma diligencia demos-
tiene en España y como tratase de
;
trar al duque mi buena disposición
enviarme a un criado suyo que me para servirle; que le quedaba muy
hiciese la proposición y me ofrecie- reconocido por la cariñosa atención
se doscientos ducados de oro anua- que el duque había tenido conmigo
les como paga, estuvo a verle un y que no lo sentía tanto por el es-
cierto fraile dominico y a pedirle camoteo de la prebenda como por
qué órdenes le daba para Lovai- haber tenido que conocer la picara
na, para donde estaba muy de par- jugada del fraile?» Y añade Vives
tida. «Mejor ocasión no se me un sí es no es escandalizado: «Si
—
podía presentar contestó el du- esto lo padecemos de los hermanos
que —
Sí, tengo que darte órdenes:
. (fratres), ¿qué no será de los extra-
habla a Vives y entérate a ver si ños?» No contentos con atacar la
con aquella remuneración se quiere erudición, ya apañan nuestros dine-
encargar de la crianza de mis nie- ros. Dios hará justicia.» Esta carta
tos.» Al mismo tiempo, un noble lla- está calendada en Brujas el día 1
mado Bertrán, aquel mismo que te de abril de 1522. Al final de la car-
hizo una visita tiempo ha, le da al ta, Luis Vives, inspirado por el eno-
fraile una carta para mí, en la que jo y envolviendo en una misma
me comunicaba todo el negocio. Lle- indignación a fray Severo y a los
ga el fraile a Lovaina, habla conmi- i
frailes en general, verdaderamente
go más de diez veces y ni me dice i
erasmiza.
una palabra del encargo del duque j
Ha podido establecerse e identi-
ni me entrega la carta de Bertrán. ficarse la personalidad de este fray
El duque, viendo mi tardanza, o Severo, a quien, ante el silencio de
quién sabe si prevenido del fraile Luis Vives, don Fadrique de Tole-
que yo no aceptaba el ofrecimiento, duque de Alba, encomendó la
do,
encarga la educación de sus nietos formación humanística de sus nie-
a ese fray Severo. Ayuno yo de todo tos y, singularmente, del que había
esto voy a Bruselas. Allí, Bertrán, se de ser el gran duque, don Fernando
me queja de que su carta no haya Alvarez de Toledo, futuro vencedor
merecido contestación. «¿Qué car- de Mühlberg, terror de Flandes re-
ta?», díjele yo. «¿Que qué carta? Mi belada y reintegrador de Portugal
carta», me responde. Entonces me a la unidad española. Mostrador de
cuenta punto por punto la cosa an- Catón y Terencio a los nietos del du-
te muchos testigos que decían haber que de Alba, le llama el truhán im-
j
el duque hizo al fraile aquel encar- Al paso que fray Severo era el maes-
j
go que le dolió mucho que yo hu- tro de latinidad de quien debía ser
;
En la riberav;rde y deleitosa
Cl) Menéndez y Pelayo : Juan Bos- dei sacro Tormes, dulce y claro río.
cán. Antología de poetas líricos. To-
mo XIII, págs. 44-45-
está Alba de Tormes, de quien dice
(2) En el tomo Curiosidades biblio-
gráficas (Biblioteca de Autores Espa-
ñoles), pág. 57 I
(1) Ibídem pág. 59.
70 ENSAYO BIOBIBLIOGRÁFICO. JUAN LUIS VIVES, VALENCIANO
ran contarse las guerras como se el gran duque de Alba. Ni creo que
refieren los latrocinios: sobriamen- éste, nacido para la acción guerre-
te, secamente, en su repulsiva des- ra y política, hubiese adelantado
nudez, no encareciéndolas con nin- mucho con las ideas de aquel gran
guna suerte de alabanzas, sino re- filántropo cristiano que se pasaba
cargándolas con toda suerte de abo- la vida gritando paz y concordia,
minaciones? ; ¿quién sabe, digo, si cuando todo el mundo ardía en sec-
las enseñanzas del gran pacifista, tas y divisiones» (1).
que con no demasiada irreverencia Costumbre muy recibida y so-
ni osadía fué llamado Apóstol de la lemne en las Universidades españo-
paz en un mundo ensordecido de las del siglo xvi fué la de explicar
clamores bélicos y atronado de gue- o comentar (enarrare) a la estudio-
rras y de opiniones de guerras, hu- sa juventud los autores clásicos
biera enfrenado en aquel generoso griegos y latinos. Esa práctica ve-
pecho los arrestos y extinguido el nía del siglo anterior. Con su grace-
impulsivo hervor de su sangre cal- jo y donaire habituales, Pedro Már-
deada de juventud y patriotismo? tir de Angleria, milanés protonota-
¿Quién sabe si con el gran duque rio apostólico y del Consejo de In-
de Alba formado por Vives otra hu- dias, etc., etc., cuenta a don Iñigo
biera sido la historia de España, co- López, conde de Tendilla, que fué
mo Troya sin Helena, como Roma quien le guiaba por España, una
si Eneas no aportara a las riberas movida enarración suya en la Uni-
de Cartago? versidad salmanticense, en carta es-
La no disimulada amargura que crita el día 28 de septiembre de 1488:
rezuma la carta de Vives a Erasmo, «Así que llegué a Salamanca, por
se explica por las angustiosas es- los pregoneros públicos se anuncia
trecheces económicas en que se de- que al día siguiente, a las dos de la
batía en aquella ocasión y se deba- tarde, un profesor de letras de hu-
tió en casi todas las ocasiones de su manidad, que se halla de paso,
restante vida. «Para su gloria y pa- profesará una lección acerca de Ju-
ra la de España —
dice Menéndez y venal. Erase un jueves, día no lec-
—
Pelayo fué gran fortuna que no tivo en aquella Universidad, y fué
lograse apetecido cargo. Hombres tan grande la concurrencia, que ta-
el
como élno nacen para la domesti- ponó las puertas y no pude de ma-
cidad por dorada que sea, sino para nera alguna penetrar en el aula. Los
aleccionar desde su retiro al géne- propios doctores, viniendo en ayuda
ro humano. Confundido entre los fa- de aquella especie de alguacil de la
miliares de la Casa de Alba, no hu- república literaria a quien llaman
biera tenido tiempo ni acaso reso- bedel, en su empeño de abrirme pa-
lución para levantar a la razón hu- so como fuera, apelan a picas y a
mana su imperecedero monumen- palos. A fuerza de gritos, de amena-
to; no hubiera sido el reformador zas, de golpes ábrese un camino tra-
de los métodos, el padre de la mo- bajoso. Los estudiantes me toman
derna pedagogía, el precursor de Ba- en hombros y me llevan por enci-
con y de la psicología inglesa, el ma de las cabezas. Un fraile capi-
pensador más genial y equilibrado lludo, Gómez de Toledo, consanguí-
del Renacimiento: cosas todas de
más importancia que la educación (1) Antología de poetas líricos caste-
de un hombre solo, aunque fuese llanos, XIII, pág. 50.
j
72 ENSAYO BIOBIBLIOGRÁFICO. JUAN LUIS VIVES, VALENCIANO
este tiempo cuando este célebre ca- de la subsistencia por lo que toca
nónigo toledano, secretario que fué a ti, y por lo que a mí me atañe, la
del cardenal Ximénez de Cisneros, firmeza en el amor que te tengo, al
colaborador en la Biblia poliglota cual no hay hombre cuerdo que no
y catedrático de la Universidad sienta que debe anteponerse cuales-
complutense, en un viaje ocasional quiera, riquezas. No quiero detener-
que hizo a los Países Bajos, conoció te más; el caso es éste. Antonio
y trató a Luis Vives, y cuajó entre Nebrisense, varón de suma grave-
ellos la suave y firmísima amistad dad y de erudición soberana, ya col-
que atestiguan la respectiva estima mado de años, colmado de honores,
y el nutrido y afectuoso epistolario. colmado de fama sólida y perma-
Dos meses después del falleci- mente, pagó el tributo a la natura-
miento de Elio Antonio, que dejó leza, con tan profundo pesar de to-
vaco en las aulas del estudio gene- dos los buenos, como si prematura-
ral de Compluto un escaño de ac- mente fuera hurtado a los honores
ceso dificilísimo, en el cual la me- y a la gloria. Y como fuese que los
moria del gran varón y su temible alcalaínos anduviesen buscándole a
rivalidad habían puesto, por decirlo ese Antonio famoso, en cuya Uni-
así, un Noli me tangere prohibiti- versidad profesaba literatura latina
vo, el día 5 de septiembre, desde con grande y general aplauso, un
Valladolid Vergara escribía a Vives sucesor no indigno del predecesor,
una carta de ese tenor (1): y como fuera que los votos de los
tMis ocupaciones por una parte y mejores, guiados más por el cariño
por otra la priesa del correo de que por el juicio sereno, a todas
quien dice tu familiar Nicolás (2) luces convergían en mi pobre per-
que lleva muy a desagrado las es- sona, por cierto, cuando yo estaba
peras que él le impone, harán que muy de partida, con un pie en el
tenga que tratar contigo de un ne- estribo (pues en escribiendo esto
gocio importante en términos bre- había yo hecho un viaje a Alcalá
ves y atropellados. Cuánto sea mi por determinados negocios de la
afecto para ti y cuán grande es el Corte); yo, que entendí lo que se
concepto que formé de tu saber y tramaba, puse luego al punto mi
de tus costumbres, pudístelo com- pensamiento en ti, porque me pa-
prender si las apariencias no mien- reces el único de los nuestros que
ten ni falla la conjetura por mi per- puede igualarse con este cargo de
sonal presencia. Más porque lo expe- tamaña responsabilidad, pues no es
rimente en mi ausencia, lisonjéame liviana la herencia del ilustre y ce-
la idea de que lo recabaré gracias a lebrado profesor. Y así fué que in-
una oportunidad venturosa que yo mediatamente escribí a aquel claus-
celebro que se haya presentado, no tro universitario a quien, luego de
menos en interés mío que tuyo. En haberle expuesto que mi tenor de
este asunto se ventila el problema vida era muy ajeno de tal profe-
sión y de haberle manifestado con
copiosos argumentos el juicio que
(1) Publicada por Bonilla San Mar-
tín en Clarorum Hispaniensium episto-
tenía formado de ti y que si había
Lce íneditce. Excerpta e Revue Hispani- otro en cualquier otra parte, dije
que, VIII, pág. 73. que ése eres tú, con la más recia
(2) Hermano de la que fué esposa afirmación y más firme certidum-
¡
aliento del estoico que el recelo del ra, despertó en nosotros tan alta
más bellaco de los embusteros...» opinión de ti, cual no podría col-
Hasta aquí la carta de Vergara, marla sino un varón doctísimo y
que contiene otros interesantes ex- semejante como el que más al mis-
tremos que no son de este lugar, mo Antonio. Ello hizo que no fal-
pero que interesan grandemente a tando entre nosotros doctos perso-
la historia del erasmismo en Es- najes que pretenden ese cargo, pre-
paña. vio el concurso que señala el regla-
El propio año de 1522, en fecha mento para ser admitidos en la Cor-
incierta, el claustro de la Universi- poración, con todo no nos hemos
dad complutense expidió a Vives negado a que por causa tuya (cosa
esta comunicación oficial, corrobo- que entre nosotros se hace con ex-
rando el ofrecimiento de Vergara. tremada rareza, sin previa oposi-
«Cuando tras el fallecimiento de ción) conferirte esa profesión extra-
Antonio Nebrisense, varón doctísi- ordinaria y sin competidor alguno.
mo, que entre nosotros, con gran Encargamos, pues, a nuestro Verga-
aplauso y provecho de nuestra ju- ra que te escribiera en nuestro nom-
ventud, enseñaba letras latinas, tra- bre acerca de las peculiaridades de
tábamos de crear un profesor que esa profesión, de su estipendio anual
pareciese digno de suceder con los y los demás requisitos que se te
debidos merecimientos a varón tan ofrecen. Por todo ello, piensa que
insigne, Juan Vergara nos escribió todo cuanto te escribiese él es es-
acerca de ti un testimonio suma- crito por nosotros, y ten la certi-
mente honorífico, y que tú atesora- dumbre que a todo nosotros le da-
bas tantos caudales de saber y tan- remos satisfacción y cumplimiento.
ta erudición y práctica en las letras Va a cargo de tu diligencia el pro-
de humanidad que, a su juicio, eras curar que nosotros no ignoremos
el único sucesor suyo posible, y que mucho tiempo lo que tuvieres a
a este cuerpo literario granjearías bien resolver acerca de este punto.
decoro y utilidad grandísima a Ten salud» (1).
nuestra juventud, y que en gran No se conoce la respuesta que
parte nos aliviarías la pérdida y la tuvo esta grata carta y excepcional
soledad que sentimos del profesor invitación; pero se presume. No
inolvidable. Aquel juicio de tan fué, no, a Alcalá, Luis Vives, el per-
docta personalidad como es Verga- petuo expatriado.
CAPITULO IX
nio. Años más tarde, pero antes de sin manteca paréceles cosa mons-
la apostasía, debió de hallarle Luis truosa. Así veo yo la felicidad de
Vives cuando, en compañía de la esos teutones.» Por otra parte, aña-
reina, visitó el monasterio de de Darington: «Aquí me siento más
Syon donde residía su antiguo
(1), desembarazado para los estudios
comprofesor de Lovaina, que murió que en Cambridge, porque en aque-
en Londres el año 1538, dos años lla Universidad se pierde mucho
antes que Vives. Roberto Sherwood, tiempo en visiteo y tertulias» (1),
el otro profesor de hebreo, ocupó A principios del siglo xvi se in-
fugazmente la cátedra sólo un mes; crementó poderosamente la amiga-
escribió unos comentarios sobre el ble correspondencia entre Inglaterra
Eclesiastés, que llamaron la aten- y Flandes, y ocasionó una gran co-
ción del hebraísta español Juan Pi- rriente de intercambio, no sólo de
neda, a cuyas obras había dado un mercancías, sino también de estu-
copioso tiento. dios, fomentado por la concordia, ba-
No era Lovaina muy del gusto de jo cuyas alas las cosas más chicas se
los estudiantes ingleses ni aun de acrecientan, según sentencia de
los profesores, a juzgar por el poco nuestro Séneca, y crea el clima pro-
tiempo que regentaron sus cátedras picio y el benigno temple para la
(Wakefield ocupó no más de cua-
la deleitosa convivencia y el fomento
tro meses). Ni tampoco de Luis Vi- gratísimo de toda suerte de buena
ves, como habremos de ver. Ahí va vecindad. Los respectivos monarcas
una carta de un estudiante inglés, favorecieron estas fecundas relacio-
Di rington, que dice nes con su prestación y ejemplo
«Lovaina es una ciudad más agra- —
personal. «Dos veces escribe Vi-
dable por el sitio que por sus habi- —
ves visitó a Inglaterra el César Car-
tantes. Sus plazas públicas son be- los y una vez el rey Enrique estuvo
llas y sus muros producen buen en Gravelinas, de Flandes ambos a
;
efecto. Pero la simpatía de este pue- dos sin ejército, sin escolta, sin ba-
ble es escasa y los únicos favores gajes, sin armas, casi solos. Y a ca-
que otorga son a cambio de dinero. da uno de ellos se le antojaba ha-
Sus moradores son muy aficionados llarse más libre y exento de cuida-
a comer y a beber, y creen que su dos en tierra extranjera que en su
mayor gloria es poseer una gargan- propio país. Cuando el César Carlos
ta ancha y tragadora y que un hom- se encontraba en Inglaterra o el rey
bre, tiene tanta más hombría cuanta Enrique en Bélgica y territorios es-
mayor capacidad tiene de beber. pañoles y deseaban alguna cosa,
Esa gente no deja nunca de escan- fuese la que fuese, no tenían sino
ciar vasos hasta que manos, ojos y que abrir la boca y la obtenían sin
lengua se niegan a su normal fun- dificultad. Entre ambos reinos rei-
cionamiento, y toman a descortesía naba la avenencia que abre los ca-
y consideran un acto de enemistad minos del ideal. Cuando es la dis-
si no vaciáis el vaso a par de ellos.
Los alimentos son de mala calidad,
ordinarios, grasientos, pringosos de (1) Estas y otras particularidades es-
manteca escurridiza. Una comida tán tomadas de Les relacións de Joan
Lluis Vives amb els Anglesos; Anglate-
Situado
rra, per Foster Watson. Barcelona Ins-—
(1) eoi Isleworth (Inglate- tituí d'Estudis Cataláns. Paláu de la Di-
rra). putació, 1918.
so ENSAYO BIOBIBLIOGRÁFICO. JUAN LUIS VIVES, VALENCIANO
cordia la que impera, cada cual se Agustín, ilustrada por sus lumino-
recluye avaramente en sí mismo, sos comentarios, urbanizada y lim-
porque nadie se siente seguro...» pia, por decirlo así, de innumerables
Unidas por el triple lazo del amor, y feísimas y ciegas erratas, puesta
del comercio, de la cultura Funicu- en mejor policía y en orden más lú-
lus triplex difficile rumpitur — cido. Y, sobre todo, allende el mar
Flandes e Inglaterra, salirse de una enojadizo, le sonreía la dulce, la
de ellas para irse a la otra era como blanda, la santa Catalina de España,
dar un paso y cambiar de estancia reina de Inglaterra. Para ella, en
en el propio domicilio. Para Luis luengas noches sin sueño había lu-
Vives, trasladarse a Inglaterra no cubrado su áureo tratado Forma-
era ninguna extorsión. Allí encon- ción de la mujer cristiana, y desea-
traría dulces y válidas amistades. ba ponerle con reverencia en sus
Su rey había aceptado complacida- muy espléndidas manos. No era posi-
mente la Ciudad de Dios, de San ble engastarle en más rica pedrería.
CAPITULO X
Ya tenemos a Luis Vives en Ox- toridad sobre todas las cosas, veinte
ford. El ambiente intelectual en estudiantes (fellows), igual número
que ha de vivir le es casi familiar, de otros estudiantes, tres profeso-
muy semejante al que respiraba en res que estarán allí ocupados en su
Lovaina. Profesa Literatura latina oficio y orden; además, seis servi-
en el Colegio de Corpus Christi. Fun- dores de la capilla, de los cuales dos
dólo el obispo Fox. He aquí el tex- serán sacerdotes, otros dos seglares
to de su fundación, en exceso reca- y sacristanes, o al menos iniciados
mado y metaforicado: en la primera tonsura, y coristas los
a Hemos fundado y construido en dos restantes...»
la Universidad de Oxford, con los Sigue la sarta de las metáforas
recursos que la mano de Dios en su «Las abejas no labran miel de
bondad nos ha concedido, una suer- cualesquiera flores sin elección, sino
te de vergel para las abejas, al que de aquellas que son más dulces y
hemos puesto nombre de Corpus exhalan más agradable fragancia, de
Christi, donde los estudiantes, a la cual conserva resabios la miel
guisa de esos insectos industriosos, misma; y de ahí que las diferencias
fabriquen de día y de noche cera en de miel sean muchas, según la di-
honor de Dios y miel que instile versidad de las comarcas y la varie-
dulzura en provecho propio y de dad de las flores. No ya Inglaterra,
toda la cristiandad. Por las presen- pero ni la propia Atica ni el Hi-
tes, decretamos y determinamos que bla mismo, pueden ser producidores
en este vergel residirá siempre un de miel si no despuntan las flores
Presidente que mantendrá su au- engendradoras del néctar. Por ende,
CAP. X. VIVES, EN EL COLEGIO DEL CORPUS CHRISTI 81
Ante la faz amarilla de ese caballo todo lenguaje villanesco, toda com-
apocalíptico no había cabeza asaz paración odiosa, adentro y afuera
firme ni pecho de suficiente resis- del Colegio, en privado y en pú-
tencia. Todas las gentes, en su fuga, blico.
le mostraban la corva huidiza y la Conformes con ese espíritu, todos
miedosa espalda a las que no siem- los de Vives rebosan de
escritos
pre perdonaba : Mors et fugacem esos mismos sentimientos y de ex-
persequitur virum. hortaciones a la unidad, al amor,
El año 1517-18 la epidemia había a la concordia, de reprobación de
obligado al rey Enrique y su Corte las disputas, las burlerías, las críti-
a abandonar a Londres y a acogerse cas agrias o venenosas, e impone
en Abingdom, no demasiado lejos esa tarea a los maestros. «Que los
—
de Oxford, para hurtarse a su alien- maestros dice, en un pasaje memo-
to mefítico. La reina Catalina, por rable (1) —
se apiaden y sean com-
su parte, acudió en devota peregri- prensivos para con el género hu-
nación a Oxford a visitar las reli- mano, ciego y desamparado entre
quias de San Frideswyde. Con filo- tantos y tan recios peligros. Re-
sófica serenidad desarrollaba Vives cuerden que el Maestro de todos, el
su curso el año 1525, cuando ( pena Maestro Celestial, dijo: «Vosotros
¡
su hija María (1), que debía ser dicó la doble versión al cardenal
efímera reina de España, con esa Wolsey, a los quince días de 1
mes
carta que es un modelo de discre- de diciembre.
ción y de fina cortesanía: En una carta sin fecha, endereza-
«Mandásteme escribir un breve da desde Oxford a su amigo Héctor
plan de estudios, el cual pudiese Decamio, Vives le explica la reac-
usar su preceptor (Tomás Linacre) ción que el clima de Oxford produ-
en la formación de tu hija María. jo en su organismo y su salud, tan
Obedecí con agrado a quien yo que- quebrada y corta, que acaso le for-
rría complacer en empeños harto zaba a aflojar el rigor del estudio
mayores si estuvieran a mi alcan- cuando con más alientos lo tomaba.
ce. \ puesto caso que le elegiste Ello no podía ser de menos en un
un institutor, hombre docto como hijo de Valencia, de quien dice el
el que más y probo en grado sumo gerundense fray Francesch Exime-
como era razón, me contenté con nis, autor del Regiment de la cosa
indicarle la senda con el dedo, como pública, que si paradis es en la té-
quien dice: él la guiará mientras rra, que en regne de Valencia es (1).
dure la jornada. Con todo, aquellos Allí se ve l'aire comunament bell
puntos que creí habían dejado oscu- e ciar e no espés, ni jumos ni tér-
ros o habían omitido los escritores bol (així cora en Franca ne en An-
de gramática, los traté con alguna glaterra ne en Alemanya), mas ciar
mayor extensión. Yo pido a Cristo e bell quasi tos temps en ivern i en
que esta pueril pedagogía ayude a estiu e en primavera e en autum-
tu hija intensa y eficazmente, así ne (2). Dice Vives a su amigo Du-
para su instrucción como para su camio
virtud. «Acontecióme que por causa de
»Ten salud y sábeme de tu ma- mis ocupaciones, mi caro Héctor, no
jestad devotísimo y adictísimo. Ox- contesté a tu carta, y también por-
ford, a los nueve días de octubre que, aparte de buenas palabras y
de 1523.» ofrecimientos de servicio, no hallé
En Oxford, por esta misma sa- cosa merecedora de que se te escri-
zón, escribió el tratadito de la de- biese; así que lo dejé para más tar-
liberación (De consultatione), como de, cuando fuera más favorable la
tema aparte de la Retórica, y lo de- ocasión... Soy contento de la segu-
dicó a quien le estimuló a que lo ridad que me das del estado de tu
escribiera, Luis de Flandes, señor salud. Yo querría poderte decir eso
de Praet, consejero y camarlengo mismo de mí, aunque en mí se rea-
del emperador Carlos V, embajador liza aquello que Ulises dice en el
en la Corte de la reina Catalina de
Inglaterra y ministro de Justicia (1) si paraíso hay en la tierra,
Que
de la ciudad de Brujas. También en en el reinode Valencia está.
esa misma época tradujo del griego (2) Eiximexis Regiment de la co-
:
al latín dos oraciones de Isócrates, sa pública, pág. 23. Barcelona: E.s nos-
tres clássics, XIII, 1927: «El aire es
el Nicocles y la Areopagítica, y de-
por lo regular diáfano y lindo, no es-
peso, ni luminoso, ni turbio, como en
(1) Hija única que sobrevivió de En- Francia, en Inglaterra y en Alemania,
rique VIII y de Catalina de Aragón, na- sino claro y bello casi en todo tiempo,
cida en el palacio real de Greenwich el en invierno, en verano, en primavera y
18 de febrero de 1516. otoño.»
CAP. XI. —MARGARITA Y JUAN LUIS, EN SU HOGAR 87
CAPITULO XI
|
to (pues sufría precipitaciones dia-
en una dolencia gravísima tal que |
rreicas y el pus corría de otras par-
ya para todos los médicos era un I
tes de su cuerpo); correteaba todo
caso desesperado. Y ella, con su ma- i
el día de arriba abajo, sosteniendo
dre, asistieron al lecho del paciente i
la endeblez de su cuerpo con la vi-
con tanto cariño y asiduidad, que ril reciedumbre de su alma, incapaz
por espacio de seis semanas ningu- de soportar trabajos tan grandes si
na de ellas se desnudó sino por la gran fuerza de su amor no le
mudarse la camisa, y no hubo no- pusiera corazón y bríos. Gracias a
che en que descansasen más de una estos cuidados, Valldaura superó la
hora, y a lo más dos, y esto vesti- crisis. Juraban los médicos que le
das. y muchas noches hubo que las habían arrebatado de las fauces del
pasaron de claro en claro. Era la 1
tanto ;
allí a poco, a causa de un muy ar-
dos; a esto se alegaba que las mu- diente humor que le manaba de la
jeres de su condición le ponían en j
cabeza, a roérsele aquella carnecilla
conciencia y escrúpulo aquella tan que está dentro de las narices. Los
grande abnegación consagrada a un médicos le dieron unos polvos para
hombre (así decían) fatalmente con- echar en la llaga a ciertos tiempos,
denado a morir y ya muerto más j soplándolos con un cañutillo, y co-
que a medias, que había que mirar ¡
fué ya madura para varón y en la to, que no había persona que pudie-
plena nubilidad de sus años. ra resistirle a diez pasos, juraba
ella que era muy suave, y aun una
Jam matura viro, jam plenis nubilis vez me reprendió muy reciamente
{annis. porque le dije que hedía. Decía que
aquella hedentina era para ella fra-
Con íntima y suave complacencia gancia de manzanas camuesas en
paréceme que Luis Vives vería apli- sazón.
cado a su mujer aquel retrato que »Y en todo el tiempo que duró
con hechicera blanda mano Virgi- aquella dolencia, como se debían
lio, el poeta de sus amores, ese tier- hacer grandes gastos para mante-
no Rafael del paganismo, trazó de ner y curar a un hombre deshecho
Lavinia, la hija del rey latino des- por tantos males, en una casa don-
tinada por los hados al tálamo del de de muchos años atrás no había
piadoso Eneas, que en el Lacio ha- entrado ganancia alguna, y menos
bía de introducir la religión: ninguna renta, ella se desprendió
con sumo gusto de sus sortijas,
Tal era el rostro de la bella virgen collares de oro, de sus joyas y de
y tales las colores que allí tuvo,
sus ropas; ella despojó su apara-
cuales se mezclan cuando resplandece
sobre marfil de India roja grana dor de la vajilla de plata porque
9 cuando a multitud de blancos lirios nada faltase a su marido, conten-
se mezclan muchas coloradas rosas. tándose con cualquiera mesa, sólo
que a su marido no le faltase nada
Nube parí (Cásate con tu igual), en sus necesidades y males.
dice el refrán antiguo. En el propio »De esta manera, por la abnega-
Día de Dios, como la piedad de ción de su mujer, fué Bernardo
nuestros mayores llamaba a la fes- Valldaura alargando su vida en un
tividad del Corpus Christi, se casa- cuerpo cadavérico, o, por mejor de-
ron dos iguales, se casaron dos bue- cir, en un sepulcro vivo, por espa-
nos. La conjunción no pudo hacerse cio de diez años, desde su enfer-
con mejores agüeros. Pars bona, medad primera. Durante este tiem-
mulier bona; dabitur viro pro jac- po, Clara tuvo dos hijas en él, ha-
tis bonis: porción buena es la mu- biendo antes tenido seis, casada a
jer buena, y se le dará al varón por los veinte años, y nunca jamás se
sus buenas obras. Luis Vives se me- le pegó ni a ella ni a sus hijos el
recía a Margarita: Mulier diligens mal contagioso de su marido ni nin-
corona est viro suo. Los brazos de guna otra suerte de infección, que-
Margarita fueron su más rica y más dando todos ellos muy limpios y
suave corona. sanos.
Volvamos a los loores de Clara »En esto se ve claro cuánta sea la
Cervent virtud, cuánta la santidad de aque-
«Ella misma, de su propia mano, mujeres que aman sinceramen-
llas
untaba las llagas de su marido, le con todo corazón a sus mari-
te y
vendaba las piernas, que manaban como es su deber, y hasta qué
dos,
podre; ella las tocaba, las ataba y punto Dios, aun en este mundo, se
desataba con tal afición, que hubie- lo agradece y premia. Murió, por
ras dicho que manipulaba ámbar o fin, anciano y enfermo, o, mejor, no
almizcle y no cosa de insufrible he- murió, sino que se liberó del tor-
diondez; y aun de su mismo alien- mento continuo, con tan amargo
90 ENSAYO BIOBIBLIOGRÁFICO. JUAN LUIS VIVES, VALENCIANO
duelo de Ciara, que los que la cono- linajuda. Primeramente, Clara Vall-
cen confiesan no haber visto en daura no era de la hez de la plebe:
su vida marido joven con integri- era joven, de hermosura extremada,
dad física, hermoso, rico, haber de- de delicadeza suma, servida de cria-
jado tanta soledad, tantas lágrimas, das en quien podía aliviar buena
tanto luto. Muchos pensaban que parte de sus cuidados si su concien-
más bien se le había de felicitar que cia y su responsabilidad se lo hu-
consolar; abominaba de ellos la bieren consentido...»
viuda ejemplar, diciendo que tal Todo esto es de Luis Vives. En
cual era querría ella que le fuese ese hostal del dolor, en este pa-
devuelto su marido, aun a trueque lacio de la más honrada indigen-
de la pérdida de sus hijos, de los cia, en este venerable asilo de la vir-
cuales tiene cinco. Y siendo aún tud entró Luis Vives de la mano de
hermosa y fresca y de edad conve- Margarita Valldaura, sellada con el
niente no quiere tornarse a casar, anillo de la fe mutua. El Dios de Is-
porque dice que no va a encontrar rael, de Isaac y de Jacob negó hi-
otro Bernardo Valldaura. jos a su carne. No tuvo la tribula-
»Dejo aquí de hablar de su hones- ción de la carne que San Pablo pro-
tidad, de la cual es vivo dechado; nostica a los casados; pero tuvo la
dejo de hablar de la santidad de sus venturosa tribulación del espíritu,
costumbres. De la piedad conyugal la irrestañable fecundidad y sus
hablemos aquí, que jamás viene so- partos dolorosos y gloriosos. Y Mar-
la, sino con el honrado cortejo de garita, su discreta y callada esposa,
las demás virtudes. ¿Quién no ve asistía al augusto alumbramiento,
que Clara Cervent no estuvo casa- favorecía esta incansable actividad
da con el cuerpo de Bernardo Vall- del pensamiento pujante que no co-
daura, sino con su alma? ¿Y quién nocía el reposo ni daba paz a la ma-
no tendrá por cierto que el cuerpo no, mano de escritor que escribe
de él fué su propio cuerpo? ¿Y velozmente. A los treinta y cinco
qué diré más, sino que aun en el días justos de casado, el día 1 de
día de hoy guarda las órdenes y julio del propio año de 1524, envia-
mandamientos de su marido con ba Luis Vives a la princesa María un
tanta reverencia como si viviese to- grande pequeño libro; a saber: la
davía, y muchas cosas hace al tenor Escolta del alma (Satellitium ani-
de sus indicaciones diciendo que así mi).
él lo ordenó y mandó. Si tal mujer Esa escolta invisible de la cual
tuvieras tú, ¡oh Eurípides, cómo debía rodearse la heredera infantil
alabaras las mujeres tanto como las del trono de Inglaterra a la manera
vituperaste! Si tal mujer tuvieras de escolta con armas físicas que
tú, ¡oh Agamenón, cómo tu patria protegía su imbele puericia, presen-
te contemplara triunfador y alegre ta reunidas, como en un carcaj, un
del vencimiento de Troya! manojo de máximas aceradas, de no
»Estos loores no eran de callar más que cinco vocablos, pero ri-
cuando tan frecuentemente se enco- quísimos de doctrina moral prácti-
miendan a la memoria de la posteri- ca, provechosa para todos los tran-
dad otros mucho menores para reno- ces de la vida. Y a fines de septiem-
var y avivar en las casadas el re- bre, cuando ya se le terminaban las
cuerdo de sus deberes. Pero eso es vacaciones nupciales (Luis Vives,
de mujeres plebeyas, dirá la dama convidado a la cena evangélica, no
CAP. XI. MARGARITA Y JUAN LUIS, EN SU HOGAR 91
CAPITULO XII
'
le llegaba hasta los pies y podía en- (1) «Un ídolo muy grande de made-
volver en él el esbelto cuerpo, pe- ra (léanseuna cruz de las que e»e po-
CAP. XII. LUIS VIVES, EN LA CORTE DE RICHMOND Y GREENWICH 95
inquina contra las doctrinas de Lu- daba los caminantes a la otra vera
tero y la entusiasta felicitación que del Támesis.
CAP. XIII. — CATALINA DE ESPAÑA Y SUS ESPAÑOLES 99
CAPITULO XIII
paña tan decantado romance res- que la pobre Cenicienta con gritos
pondió Abenamar, el moro de la patéticos hace llegar, en vano, a los
morería lejanos y distraídos oídos de su pa-
dre, llenos de otros rumores, don
El Alhambra era, señora, Fernando el Católico. Hasta que,
y la otra la mezquita; por fin, la Fortuna, con un golpe
los otros Alijares
los
íabrados a maravilla... de su varita mágica, lo trueca todo
Ei otro es Generalife, y sorpréndese de verse casada con
huerta que par no tenía el más gentil y apuesto príncipe de
el otro, Torre Bermeja, la cristiandad: con Enrique VIII,
castillo de gran valía...
rey de Inglaterra. Ello fué el año
1509. A los catorce años de ese
A las magnificencias de la Alham-
trueque deslumbrador, a saber, el
bra y a las profundas verduras del
año 1523, llega a la Corte inglesa
Generalife, donde las aguas cantan
Luis Vives. Ella y él harán de la
y deliran los secretos ruiseñores, se Corte, en expresión de Erasmo, «la
avezaron muy de temprano los ojos
morada de las buenas letras». Y
de la princesa, formada en la recia
exclama el gran humanista holan-
escuela de los campamentos. De ni-
dés: «¿Quién no desearía vivir en
ña triscó y retozó a placer por los una Corte como esta Corte?»
cármenes granadinos. Profesores
En como
ella se siente Catalina
italianos, hermanos Antonio y en una prolongación de su patria,
los
Alejandro Geraldino, vinieron ex-
rodeada como está de un nutrido
presamente de Italia para enseñarle golpe de españoles los conocemos
;
En otra carta Catalina hace cons- rra (Enrique VII) y en tanta mane-
tar que seis señoras españolas que ra que no le quiere ver ni oír, no
habían venido consigo se habían porque él no sea fiel, a lo que creo,
incorporado a su servidumbre, y mas por no le saber tratar, porque
pasaba por el penoso aprieto y des- así como el Dotor de Puebla tenía
airado trance de no tener con qué demasiada dulzura en lo que cum-
pagarlas. Quéjase, y no una vez plía en los negocios para con el
sola, de la frialdad y de infidelidad Rey, este otro ha tomado sobrado
a sus deberes del embajador espa- rigor con él y con los suyos, ma-
ñol, Puebla, que retiene indebida- yormente en este caso donde yo ten-
mente dineros suyos, con los cuales go de quedar sujeta a ellos... Por
podría enviar a su fiel dama Elvira esto yo suplico a V. A. no olvide lo
de Manuel a Flandes para visitar que muchas veces le tengo escrito,
a un afamado oculista que ya curó que es mandar presto enviar aquí
a la infanta doña Isabel de un mal el remedio, como más fuere servido
de ojos. Un pequeño alivio significó y con determinación de la manera
para Catalina la llegada, el año en que V. A. quiere que yo viva,
1506, de sus hermanos Felipe y Jua- porque por mí imposible tengo po-
na, reyes de Castilla, quienes luego der sufrir lo que hasta agora he
de haber estado a punto de naufra- pasado y paso, así de los desabri-
gar, visitaron la corte de Inglate- mientos del Rey y de las maneras
rra. Con tan plausible motivo, en que conmigo tiene, especial después
esta ocasión doña Catalina y otra se- que su hija se ha desposado con el
ñora española, vestidas con trajes príncipe de Castilla, que le parece
típicos, bailaron danzas del país. que no tiene necesidad ya de V. A.,
Singularmente patética es la carta pues sin su consentimiento esto se
que desde Richemond envía la atri- ha hecho y piensa hacérmelo enten-
bulada doña Catalina a su padre el der con muchos desamores... Dios
rey Católico, a los nueve de marzo sabe la pena que yo recibo en eno-
de 1509. Allá van algunos párrafos jar a V. A. con siempre escribirle
harto elocuentes en su turbación y tantas desventuras y necesidades;
atropellamiento mas, acordándome que como soy su
iMuy alto y muy poderoso Señor: hija, no puedo acabar conmigo de
»Por una carta que Vuestra Al- no le avisar para que lo mande re-
teza al embaxador escribió, vi có- mediar como a su estado y servicio
mo está determinado enviar aquí pertenece; y asimismo para decirle
un perlado para que se dé fin a los que mi necesidad es tanta que no
negocios, por lo cual beso las ma- sé de dónde me puedo sostener, por-
nos a V. A. Las cosas de acá siem- que hasta aquí mi cámara se ha
pre se empeoran y mi vida se hace vendido, lo que no he podido excu-
incomportable; no puedo hallar ya sar, ni sé de dónde lo pueda haber,
manera como se sufra... Mi fortuna porque el Rey a mí misma, pocos
quiere que los que V. A. aquí en- días ha, me dijo, hablándole yo so-
vía, al servir, por más suficientes bre mis necesidades, cómo no era
que sean, hayan de estropezar en obligado a dar de comer a los míos
lo que toca a su servicio. Este em- ni aun a mi propia persona, sino
bajador (Gómez de Fuensalida) ya que el amor que me tenía no le
creo sabe V. A. cuanto está fuera daba lugar a que otra cosa hiciese.
de la voluntad del Rey de Inglate- Por esto verá V. A. de qué manera
CAP. XIII. CATALINA DE ESPAÑA Y SUS ESPAÑOLES 105
ñor guarde y acreciente, como de- de los ingleses que Vives encontró
seo. De Rixemonte, a IX de Marzo.» en la Corte real, conocían a España
La apremiante misiva trae esta de sus propios ojos. Un lord Bernes
demasiado significativa posdata: era uno de ellos. Fué uno de los pri-
«Suplico a V. A. luego mande des- meros escritores ingleses que tradu-
pachar a este mensajero y le man- jo un autor español. Este autor fué
de dar para la vuelta, porque aun- don Antonio de Guevara y el libro
que lo que fué menester para la ida que en parte tradujo fué el Libro
hube de mandar vender algo de mi áureo, publicado en 1529; la ver-
cámara y así haga siempre, aun sión inglesa es del año 1534. Entre
para comer, cuando no me siento las damas de la reina doña Catalina
bien dispuesta y es tiempo de pes- hay una también Catalina de Gueva-
cado, porque carne, aunque esté pa- ra; quizá fuera parienta del obis-
ra morir, en casa del Rey no la dará po de Mondoñedo y cronista del
porque tiene por herejes a quien la emperador Carlos V. Como no po-
come. día menos de ser, los ingleses de
»Humilde servidora de V. A. que aquel tiempo comenzaban a intere-
sus manos besa, la Princesa de Ga- sarse por las cosas de España. Bue-
les.» na prueba de ello, el caso del obispo
Interesábase vivamente Catalina de Londres, Cuthbert Tunstall, em-
por las cosas de España y del Nue- bajador de Inglaterra en España.
vo Mundo, que vieron descubrir sus Tunstall fué amigo de Vives.
ojos infantiles, y de donde llegaban Amén de estas personalidades
todos los días nuevas maravillosas. más o menos allegadas a Catalina
Existe una carta, dirigida a ella el y a su Corte, no hay duda que debía
6 de enero de 1518, escrita desde la de encontrarse siempre en la isla
ciudad de Santo Domingo en las In- una colonia flotante de españoles,
dias del Océano, expedida por Passa- más o menos movediza y cambian-
monte, que actuaba allí de embaja- te, constituida preferentemente por
dor de España. Comunícale que le mercaderes y capitanes de naos
envía un vestido y una cadena de mercantes que traficaban con Ingla-
las que usan allí los caciques, y le terra, puesto caso que el embajador
significa el deseo que tuvo de en- Puebla creyó pertinente que esos
viarle algunos loros, pero que, aten- españoles advenedizos pagasen de-
diendo a la estación, temió que no terminados derechos. Juntamente
iban a resistir el viaje. con las mercaderías llegaban las
De esta mirada retrospectiva en nuevas de España, propagadas por
que por ventura nos hemos deteni- aquellos noticieros, que eran el tipo
do más de la cuenta, pero que no del Polipragmon o sabedor de todo,
deja de ser interesante en extremo, creado por Vives en .uno de sus
situémonos de un salto de aquellos más bellos opúsculos políticos: De
que están permitidos a los historia- la insolidaridad de Europa y la
dores ágiles a la Corte de Inglate- guerra contra el turco. Este es el
rra, cuando en ella estaba ya Luis título con que va en esta versión
Vives. el librito De dissidiis Europce et
Puede afirmarse que humanis- de bello turcico. A lo largo de toda
el
ta valenciano conoció allí y trató la Crónica de Enrico Otavo hálla-
al médico de Catalina, español, don se el rastro de una persona, espa-
Miguel de la Sa o Lasao. Muchos ñola según todas las probabilidades,
108 ENSAYO BIOBIBLIOGRÁFICO. JUAN LUIS VIVES, VALENCIANO
CAPITULO XIV
tenía, digo, años suficientes María bía correr a cargo de sus madres-
Tudor para leer las virtudes ejem- Antes que las manos de Fethersto-
plares de su madre, el año 1523, en ne, labraron la infancia de María
el precioso libro de La mujer cristia- las manos mansas y dulcísimas de
na, que Vives le dedicó. En aquella la latina exquisita que fué la pos-
sazón no contaba más que siete trer hija de los Reyes Católicos, y
años, y más que leer en el doctrinal que, ausente aún, vigilaba su apro-
de la mujer perfecta debía de sila- vechamiento en esa disciplina con
bear el abecedario e ir atando letra el interés más despierto y cariñoso.
con letra. Precisamente a ruegos de Foster Watson cita una carta, por
Catalina escribió para la niña el excepción casi única, escrita en in-
gran amigo de su madre un tratadi- glés, en la que Catalina (1) dice s
to de pedagogía pueril, en forma de su hija:
epístola, bajo el título De ratione «Por lo que toca y atañe a tus
studii puerilis, y lo intituló a Doña ejercicios en latín, soy contenta que
Catalina, reina de Inglaterra, su me sustituya el profesor Federston
protectora incomparable. (sic),porque con él, más que con-
Es probable, dice el más grande migo, aprenderás a escribir correc-
conocedor de las relaciones de Luis tamente. No obstante, yo vería con
Vives con los ingleses y con Ingla- gusto que de cuando en cuando es-
terra, Foster Watson, que el profe- cribieras al profesor Federston corn-
sor señalado para poner en prácti-
ca el sencillo plan dictado por Vi-
ves, ad usum Delphini, quiero de-
il) La correspondencia cruzada en-
tre Catalina y él principie Arturo an-
cir, para el uso y mayor provecho tes de conocerse personalmente está en
de la princesita angloespañola, fué latín. Las cartas de Catalina a su pa-
Juan Fetherstone, que todavía des- dre don Fernando están, escritas en cas-
empeñaba el delicado encargo el tellano. El año 1506 le leisciríbió que de
año 1525, cuando se formó un Con- enviase a un fraile observante de La
sejo para ponerle casa a la princesa, Orden de San Francisco, que debí*
que fué separada de su madre, en ser varón de buenas letras, para confe-
sor, porque ni comprende la lengua i&-
los palacios de Richmond y Green- arlesn ni puede hablarla.
110 ENSAYO BIOBIBLIOGRÁFICO. —JUAN LUIS VIVES, VALENCIANO
trado en esa floresta, coger un ra- cera por todas partes decoren el atrio,
millete de algunas flores, que será yo te digo que, a pesar de todo, la so-
un cordial del alma a la vez que la y única nobleza es la virtud.
un exquisito recuerdo. Leemos al Domitrix omnium patientia. La
azar: paciencia es la domadora universal.
Fortuna fallacior quo blandior. Virgilio «Sea cual fuere la
dice:
La Fortuna es tanto más falaz cuan- fortuna, hásela de vencer con so-
to más risueña. Y Vives comenta: portarla.» La fortuna y todas las
«Esta divisa yo se la di al car- eventualidades y todas las arreme-
denal Croy para el gobierno de su tidas de los hombres se embotan y
alma. No fué tanto empresa como se quedan romas si chocan con la
vaticinio, pues como fuese verdad muralla de la paciencia, como lo de-
que la Fortuna se había prodigado mostraron los mártires de nuestra
con manirrota demasía en él y en santa religión.
su señor de Chiévres, repentina-
tío, . Vive ut post vivas. Vive por vi-
mente a ambos los tragó, pero al vir después. De tal suerte hemos de
cardenal en la flor de sus días, a vivir que acuciemos el camino para
los veintidós años de edad.» una vida mejor y, por ende, la ver-
Magues amoris, amor. El amor es dadera vida, pues esta presente,
el imán del amor. No hay cosa que ¿qué otra cosa es sino una jornada
provoque tanto al_ amor como el y una peregrinación?
amor. De Marcial es esta sentencia: Hemerobia vanagloria. La vanaglo-
Marco, eso no se obtiene con pala- ria es cosa de un día. Escribe Aristó-
teles que junto al río Hipanis (2)
bras; si quieres ser amado, ama.
Existe una cierta natural corres- nacen unos insectillos que jamás lle-
pondencia y simpatía instintiva en gan al día siguiente; por esta ra-
zón, se llaman efemérides y hemero-
las cosas, de suerte que no hay
bias, voces griegas ambas, que sue-
persona que profese odio a quien
le profesa amor. De esto tratan tam-
nan en castellano: cosa de un día.
bién ampliamente Platón, Séneca y
Magno vendendum tempus. El
tiempo ha de venderse muy caro.
otros.
(No la explica porque el sentido es
Blandum imperium imperiosum. obvio.)
El mando suave se impone. Y en
Da cozcus; accipe oculatus. Da a
efecto, tiene mayores fuerzas y obli-
ciegas; recibe con mil ojos. Parece
ga más fuertemente. Del poeta Au- bien que el
que da no se acuerde
sonio es esta sentencia discreta: El
del beneficio y que no mire mucho
gobierno templado disimula y en- a aquel a quien da,
y mejor aún si
cubre una gran fuerza. aparta los ojos porque no parezca
Nobilitatem non dat unus dies. que da a entender que reprocha o
No es suficiente un día para confe- culpa o que él, a su vez, mendiga
rir abolengo. Nadie es noble por na- alabanza. En cambio, el que recibe
cer de estos o de aquellos padres.
Ñi la circunstancia del nacimiento
que en un día ocurra hace noble a (1) Satyr., VIII, 19-20.
(2) Río de la Sarmacia europea, lla-
nadie, sino las obras esclarecidas de
mado actualmente Bog, que (Jesagua
virtud. El satírico Juvenal encierra eai él Podito Euxino, al oeste de Bo-
este concepto en dos de sus ver- risteirue.
114 ENSAYO BIOBIBLIOGRÁFICO. —JUAN LUIS VIVES, VALENCIANO
debe mirar no tanto el don como Cuando la niña María fué ya mu-
el donante y no olvidar jamás la jer y reina, en épocas distintas
gracia que se le hizo. Por eso fin- adoptó tres máximas. La primera
gieron los poetas que las Gracias fué ésta, que no está en la Escolta,
eran tres: dos que nunca miraban de Vives: Caste et suppliciter
atrás y la tercera que mira siem- Casta y suplicante; bajo la figura
pre a las primeras. de una vestal en actitud de sacrifi-
Ve lingua mente celerior. La. pa- cio ante un altar. La segunda má-
labra no ha de anticiparse a la re- xima fué (tampoco está entre las
flexión. Has de pensar lo que tienes de Vives): Pro ara et regni custo-
que hablar. Nos fué dada una mente dia: Por el ara y la salvaguardia
velocísima porque no haya cosa que del reino, bajo la divisa de una es-
se le pueda adelantar, si ella no pada erecta encima de un altar. La
quiere. Ese debe ser el timón de la tercera y más usada fué: Veritas,
lengua. temporis filia (ésta sí que es de Vi-
Todas estas sentencias van nume : ves): La verdad es hija del tiempo.
radas y van dirigidas a todos para Es la 90. Vives la ilustra con esta
que cada cual escoja la que más lacónica explicación :«La verdad
le cuadre. Pero Vives se puso una que harto tiempo está encubierta
para sí a fin de gobernarse por ella. con el discurso del tiempo existe y
Veamos cuál es; ésta, la 155: aparece, porque nadie fíe en la men-
Sin querella. Has de
Sirte querela. tira o porque no piense que la ver-
vivir con tal miramiento que no des dad está siempre oculta.» De Cice-
pie porque nadie se queje de ti o rón es esta máxima: «El paso de
tú te quejes de quien sea ni de la días borra las fantasías y las
los
fortuna; ni hagas tú injuria a na- invenciones y confirma los juicios
die ni creas que se te ha hecho a ti.
o leyes de la Naturaleza.»
Séneca, en su libro De la tranquili- No quedó el magisterio del huma-
dad de la vida: «Hay que habituar- nista valenciano que la incitaba a
se a la propia condición y quejarse seguir el ejemplo de su madre, al
de ella lo menos posible y asir todamenos sin fruto inmediato en la
cuanta comodidad comporte a su al- que entonces era niña, así que se
rededor. No hay trance tan amar- fué haciendo mujer. Lo sabemos
go en el cual el ánimo templado no por un testimonio no recusable,
porque estaba relacionado con am-
halle consuelo.» Este lema es el mío.
Y por terminar, esta sentencia bos: con la discípula y el maestro.
brevísima, que da a entender lo que Es Tomás Udall, que editó en la
pensaba Vives de las masas que versión inglesa las Paráfrasis de los
ahora, con un nombre griego no re- Evangelios, de Erasmo. Y en el pró-
cibido en la época de Vives por logo que pone al Evangelio de San
ninguna lengua romance, se llama Juan dice:
democracia. «Inglaterra nunca será capaz de
Populo cede, non pare. Cede al pagar la gracia con que la muy no-
pueblo, pero no te hagas su criado. ble y virtuosa ladi Mary emprende
Xo se ha de admitir pelea con la esos meritísimos estudios y ese tra-
masa, que es una bestia multicéfa- bajo penoso de traducir estas pa-
la; pero tampoco te has de rendir ráfrasis de Erasmo sobre el Evan-
a sus opiniones. gelio de San Juan.»
CAP. XV. — ff MENOSPRECIO DE CORTE...» 115
CAPITULO XV
«MENOSPRECIO DE CORTE...
como perro ruin y sarnoso. Cuando drés Amnonio, que allí residía, y
no ceno, hago como que leer algo, éste le contestó, exponiéndole
su
y son muchas las noches que no ce- propio caso. Se refiere a las casas
no porque este régimen obligada- inglesas en general, y llega a que-
mente sedentario no me permite jarse de la propia casa de Tomás
la digestión, como cuando salgo Moro, que con una generosidad tan
a airearme y a estirar las pier- amplia como su pecho y sus brazos
nas» (1). le había acogido en la suya (1),
Mojó, por excepción, en negra bi- que era de él tanto como de sus
lis Luis Vives la pluma templada y amigos: «Decíanme que no parece-
serena cuando escribía con ese pe- ría bien que yo me alojara en casa
simismo y con esas hieles. Cuesta de algunos de mis paisanos comer-
mucho imaginarse que dejarían mo- ciantes como yo desearía. El des-
rir como un can roñoso en algún aseo de este pueblo, del cual ya ten-
montón de basuras al gran huma- go asaz experiencia, es simplemente
nista español, aquella santa y dulce repulsivo. Alquilar una casa y vivir
Catalina de España a quien dedicó como fuera mi deseo está muy por
el precioso tratado de La mujer encima de mis posibilidades.»
cristiana, poniéndola a ella como Erasmo insiste:
ejemplo en cualquiera de los tres «Búscame algún colmenar abri-
estados en que puede perfeccionar gado y tibio donde pueda yo inver-
su cristiandad una mujer seglar; ni nar. Desearía que no estuviera de-
aun, por aquel entonces, el propio masiado lejos de San Pablo. Me pro-
Enrique VIII, que sabía tanto latín puse no alojarme en casa de lord
como los clérigos de Oxford, y que Mountjoy, mientras permaneciere
con tanta complacencia había acep- allí aquel cancerbero (?). Fuera de
tado la dedicatoria de los Comen- que no conozco yo en aquel inmue-
tarios a la Ciudad de Dios, por no ble ninguna habitación adecuada
mentar a sus muchos otros podero- para el invierno, a menos que des-
sos amigos de Londres. aloje yo a mi lord de su propio
Se comprende perfectamente que aposento. Acaso hallarás alguna
el encerramiento en que deben per- conveniencia en el convento de frai-
manecer las casas inglesas como les agustinos.»
obligada defensa contra el frío re- Toda la diligencia que la postuma
sultara un suplicio para ese levan-
tino, añoradizo de la blandura in-
01) Esto era en octubre de 1511.
dulgente y cariciosa del cielo que
Tres casas tuvo y habitó Tomás Moro.
le vió nacer y del país deleitoso
Esta a que alude Amnonio era la de
donde frutecen los naranjos y los Bucklersburg, donde moró los años de
azahares nupciales perfumean. su primer matrimonio. Cuando segun-
En hecho, de verdad, ni eran con- dó las nupcias, con Alicia MiddT.eton,
fortables ni siquiera higiénicos los mudó de casa y se trasladó a la Cros-
alojamientos ingleses. Parece que by House. El año 1523 se instaló en
en determinada ocasión el melin- Ch'elsca, donde si ni el marfil ni el
oro resplandecían en los altos artesones,
droso Erasmo necesitó uno y quiso como en la propia casa de Horacio, te-
tomar información de su amigo Añ- mía tal iprestancia y dignidad, que en
ella podía acoger a los reyes. En esta
il) Carta de Vives a Cristóbal Mi- casa habremos de encontrar a Luí*
randa. F;?-\? npcra, VII, págs. 201-202 Vives.
CAP. XV. —«MENOSPRECIO DE CORTE...» 117
devoción de Vives desplegó para lo- tadito que debía enviar a los burgo-
calizar el mísero tugurio que alber- maestres de Brujas, encauzando y
gó a un hombre tan grande ha re- dando sentido y amplitud de fun-
sultado baldía. Martín Hume, que ción pública a la caridad para con
en 1659 tradujo al inglés la Crónica el prójimo, estudió el régimen del
del rey Enrico Otavo de Ingalate- hospital de Santa Catalina, al cual
rra, citada ya copiosamente, escrita le daba tan fácil acceso para con su
por un español desconocido, en la director su condición de español y
misma Inglaterra, ceñida al período de amigo de la reina, con cuyo nom-
1527-1549, dice que los mercaderes bre se decoraba el bienhechor ins-
de España que llegaban a la Isla re- tituto, pudiéndolo comparar con
sidían, por lo común, desde tiempo otros establecimientos similares que
inmemorial, alrededor de la Tower en Flandes funcionaban?
Street, a ambos lados de la Tower Cinco años antes de que Vives
Hill. Las viviendas de ese distrito fuese a Inglaterra, en diciembre
londinense parecen corresponder a de 1518, la reina Catalina y el rey
la descripción que Luis Vives traza Enrique fundaron en este hospital
de su cuarto tétrico. Por lo menos la Cofradía de Santa Bárbara. Por
en una popular institución de este el distrito donde estaba enclavada
mismo distrito; a saber: el Real la real institución sentían un cari-
Hospital de Santa Catalina, cerca ño especial los extranjeros, explica-
de la Tower, debió de poner Vives ble por la cercanía del Támesis. A
los pies, y no pocas veces. Es uno fines del sigloxvm, dice un escritor
de aquellos establecimientos de be- inglés que era incalculable el núme-
neficencia de que Vives se ocupa en ro de navegantes de todas las na-
su bellísimo y valiente tratado Del ciones y religiones avecindados con
socorro de los pobres, publicado en sus familias en aquel barrio. Esto
1526. Este hospital o casa de pobres, mismo, en menor escala, natural-
desde el año 1516 hasta el año 1536, mente, ocurría a principios del si-
estuvo regentado por el franciscano glo xvi, cuando la dirección de fray
fray Jorge de Ateca, que trajo de Ateca. Aquel barrio era el punto de
España. Catalina, cuando su boda reunión y de cita de los españoles
con Arturo. Más tarde fué obispo de residentes en Londres.
Llandaff, como más arriba queda Foster Watson, el sagaz persegui-
dicho, y más tarde, sintiéndose muy dor de las huellas de Luis Vives en
desigual a la situación embravecida la urbe que bebe en el Támesis y
y fiera creada a su bendita señora asimismo conocedor de visu de la
por la adúltera pasión de su voltizo ciudad que bebe en el Turia, supone
y libidinoso marido, desertó de su que el distrito comprendido entre
lado cobardemente; no lo negó, pe- Tower Street y Tower Hill desper-
ro tampoco lo confesó delante de taría y avivaría en Vives el recuer-
Dios y de los hombres, y fué a es- do jamás extinguido de su Valencia.
conder su cobardía en el convento — —
«Existían dice Queenhithe y Bil-
bilbilitano de donde era hijo. ¿Y lingsgate, donde descargaban las na-
quién duda sino que Luis Vives, ves portadoras de pescado fresco y
acuciado por el evangélico Misereor en salazón, naranjas, arenques, ce-
super turbam, por la misericordia bollas, variedad de tubérculos, fru-
de los pobres y de los desvalidos, tas, trigo y arroz, y estos pequeños
mientras meditaba aquel áureo tra- puertos con sus muelles debían de
118 ENSAYO BIOBIBLIOGRÁFICO. JUAN LUIS VIVES, VALENCIANO
espíritu de nuestro filósofo, que allímuía, con sus cruces, sus almoha-
aprendió a amar más a sus seme- das, su rojo capelo y con el gran
jantes y a considerarlos a todos, es- sello llevado a caballo delante de
tudiosos o rudos, ricos o pobres, co- él, recorría la Thames Street para
mo ciudadanos de una patria co- llegar a Billingsgate, y allí volvía
mún» (1). a embarcarse de nuevo, y de esta
¿Cómo se trasladaba Vives desde guisa llegaba a Greenwich, donde
su alojamiento a la Corte? era recibido con solemnidad y no-
En Richmond como en Greenvich, bleza» (2). No era tan largo el ca-
dice el propio autor que tan minu- mino que tenía que recorrer Vives.
ciosa y concienzudamente ilustra las Modesto peón de Londres, como Só-
jornadas londinenses del expatriado crates de Atenas, llegado a Billing-
valenciano, todas las personas que sgate. embarcábase allí, y todo de-
visitaban la Corte iban en barca por recho navegaba a Greenwich. ¿En
el Támesis. puesto caso que los ca- batel que hubieran puesto a su dis-
minos, útiles en verano, en invierno posición el rey o la reina para tras-
se hacían impracticables. Antes que ladarse a palacio, o en barquilla al-
se introdujeran los coches para las quilada? No se sabe.
excursiones reales, los palacios del ¿Quiénes fueron sus compañeros
rey y las mansiones de los nobles de alojamiento, digamos de pensión,
(1) Foster Watson: Les relaciona de (1) Idem ibídem, pág. 213.
Joan Lluis Vives amb els Anglesos i (2) Henry Humpherus History
: of
amb l'Anglaterra. Barcelona. Lnstitut the Waterers Company (vol. I. pág. 5).
d'Estudlis Cateláms. 1918, pág. 212. citado por Foster Watson, pág. 213.
CAP. XV. — «MENOSPRECIO DE CORTE...» 119
Vives conoció, trató y estimó fué a (Por príncipes yo les daré niños, y
Nicolás Udall, alumno que fué del muchachos con la leche en los la-
Colegio del Corpus Christi, el año bios los señorearán). La fatal caída
1520, y fellow del mismo, en 1524; es del caballo arruinó el caedizo bienes-
decir, durante los años de residen- tar de Vives, y su posición se hizo
cia de Vives en aquel colegio. Udall precaria. Escribiendo Vives a Eras-
escribió piezas dramáticas escola- mo el día 10 de julio de 1521, por
res, ampliamente espigadas en Te- lo mismo, antes de instalarse en
rencio, y representadas en el Cole- Inglaterra con carácter de estabili-
gio de Eton por los alumnos para dad, le dice que convaleciente como
engañar las luengas noches de in- está en Brujas de una pertinaz do-
vierno; tradujo al inglés Apoteg- lencia, en Brujas se quedará con el
mas y las Paráfrasis del Nuevo Tes- fin de poder avistarse con el rey de
tamento, de Erasmo. Uno de los co- Inglaterra y con Moro para fijar su
rresponsales de Vives le transmitió ulterior manera de vivir.
recuerdos de Udall, que él recibió Es cierto, pues, que Luis Vives, al
con complacencia y a los cuales co- menos de una manera eventual, re-
rrespondió con esta frase ingeniosa cibió ayuda pecuniaria de la reina
«Mucho agradecí los saludos de antes de establecerse en Inglaterra.
Udall; ego illi pro salute lignea vel Una vez establecido con carácter
chartacea reddam argenteam: yo le permanente, cobraba una pensión
remitiré una respuesta de plata por del rey, otra de la reina, los hono-
sus recuerdos de madera o de pa- rarios que le correspondían como
pel (?).» profesor nombrado por Wolsey en
No era difícil en la época de los la Universidad y el alojamiento gra-
Tudor entrar en relación con los tuito en el Colegio del Corpus
varones insignes que tenían afini- Christi.
dad de aficiones. La lengua de los El importe de la pensión de Vives
estudiosos era la latina, de modo en la Corte de Enrique VIII consta
que la diferencia de nacionalidad en uno de los State Documents (1):
no era un óbice de mayor monta. «Honorarios de medio año pagados
Y la población de Londres era redu- el día de Nuestra Señora del año
cida en 1532-33 calculábase en unos 1529 a Luis Vives: libras 10.» Pa-
:
sesenta mil habitantes, un tercio de rece, pues, que la pensión anual del
los cuales formaban parte de las rey a Vives era de veinte libras. Si
parroquias situadas extramuros. de la reina percibía igual cantidad,
Treinta años más tarde calculábase dice Foster Watson, Luis Vives per-
acrecida en unos treinta, mil más. cibía una paga decorosa.
Murió muy verde, como ya sabe- Pero sus gastos eran muchos y
mos, el egregio protector de Vives, las exigencias de su situación supo-
el cardenal Croy, obispo de Cam- nían copiosos dispendios. Sus mu-
bray y arzobispo primado de Espa- chos viajes debían de enflaquecer
ña. Acababa de salir de los veintiún notablemente su bolsa. Un comer-
años. Esta, al parecer, demasiado ciante inglés, sir Tomás Gresham,
aceda juventud para cargos de tan-
ta alteza y responsabilidad pudo pa-
(1) Treasurer of the Chambers Ac-
recer a alguien como una maldición counts. Vol V, fols. 1531-32, pág. 30. Ci-
divina, según aquello de Isaías: tado por Foster Watson en la obra
Et dabo pueros principes eorum tantas veces citada.
122 ENSAYO BIOBIBLIOGRÁFICO. JUAN LUIS VIVES, VALENCIANO
trigo.
veces al año y el envío de su co- A los veintisiete de diciembre del
rrespondencia, desde el primero de 1
CAPITULO XVI
luis vives. — 5
130 ENSAYO BIOBIBLIOGRÁFICO. JUAN LUIS VIVES, VALENCIANO
ritual de Tomás Moro y Luis Vives. esta finalidad nos debemos enca-
Cómo ambos a dos, al amor de la minar. Dado que hemos adquirido
|
CAPITULO XVII
EL TRAGICO DESENLACE
él. El texto del libro bíblico léese denso de historia de la más pesada
en el capítulo XVIII, versículo 16, y sangrienta de las historias fué el
y reza así: 22 de junio de 1527, en que ello
Las vergüenzas de la mujer de acaeció!) «que había sido informa-
tu hermano no descubrirás; ver- do por graves razones de religión y
güenzas son de tu hermano. canonistas probos que el matrimo-
La frase cruda quiere decir en nio de ambos era ilegal».
puridad que el hermano no tomará A esta brusca comunicación, el
por esposa la mujer de su hermano. suelo debió de hundirse debajo de los
Y el meticuloso Enrique VIII había pies de Catalina y hacerse a su al-
tomado por mujer la esposa de su rededor un asfixiante vacío y una
hermano Arturo, fallecido en abril oscuridad pavorosa: Tenebris ni-
de 1502, a los cinco meses de ma- grescunt omnia circum. En sintién-
trimonio con Catalina de Aragón, la dose la inculpada esposa, sin man-
cual, previa dispensa pontificia, en cha y sin tilde, echada del tálamo
1509, contrajo con él segundas nup- casto y fecundo, ¿quién duda sino
cias. Y en ella hubo hija e hijos. que, como en la fugacidad de un
¿Sugestión del diablo? ¿Voluntad lampo, volvió a ver aquel luminoso
de la carne? ¿Antojo de varón? Dios día 11 de junio de 1509, día de San
lo sabe. Y lo sabe la Historia. Y lo Bernabé, en que había subido a él,
sabe el Archivo de Simancas. intacta y velada de pudor, en medio
Corría el mes de mayo de 1527 de las aclamaciones de su pueblo?
cuando Enrique VIII comunicó al En aquella mañana jocunda, «la
cardenal Wolsey el designio que gran población de Londres, que no
hasta aquella ocasión había mante- cabía en calles y plazas, llenaba los
nido, avariciosamente guardado en campos y cubría el Támesis de tien-
el escrinio de su pecho, de divor- das y bateles empavesados. Por to-
ciarse por vías canónicas de su es- das partes, en cifras y divisas, se
132 ENSAYO BIOBIBLIOGRÁFICO. JUAN LUIS VIVES, VALENCIANO
raba de ella y pensaba casarse con anda en todas las bocas. Yo me pu-
otra, y cuanto más crecida era su se de parte de la reina, pues pare-
pena, más enamorada de él se sen- cióme su causa afianzada en mejores
tía. Vives le replicó que esa tribula- apoyos, y le di toda cuanta ayuda pu-
ción era una demostración de ser de con mi palabra y con mi pluma.
elegida de Dios, porque Dios acos- Esta actitud mía enojó al rey, hasta
tumbra poner a prueba a sus cria- el punto que dió orden de que se me
turas por aumentar los quilates de detuviera en custodia libera; deten-
su virtud. «¿Puede culparme alguno ción que duró seis semanas, al cabo
— pregunta Vives— de haber intenta- de las cuales se me soltó, con la con-
do consolarla?» Durante la conversa- dición de que no pareciera por Pa-
ción hablaron más cordialmente y lacio. Así que, ya suelto y libre,
discutieron y examinaron el proce- pensé que lo más cuerdo era vol-
so. Desconocía la reina lo que el ver a casa, y esto fué también lo
rey había hecho en este punto; sólo que me aconsejó la reina por un bi-
había llegado a sus oídos el rumor llete que me envió a hurtadas. Pa-
de que la causa sería transferida a sados algunos meses, el cardenal
Roma. Deseaba la reina que Vives Campegio fué enviado a Inglaterra
pidiese al embajador imperial que por juez de la causa.
escribiera al emperador que hiciera »E1 rey, con una prisa sospecho-
todo lo posible porque el Papa la sa, significó a la reina que se bus-
oyese en Roma, pues no siendo así, cara patronos y abogados para su
sin remedio iba a ser condenada sin defensa ante el mismo Campegio y
ser oída. No se sabe si el embaja- el cardenal de Inglaterra. La reina
dor escribió la carta ni si el empe- me llamó para que la defendiera. Yo
rador la recibió. ¿Quién no admirará :e dije que no le convenía que na-
la templanza de la reina? Cuan die la defendiera en el Tribunal (1);
do otros, en su lugar, hubieran re-
movido cielo y tierra, ella se con- (1) ¡Efl Tribuna^ de Blackfriars, pre-
tenta con pedir al hijo de su herma- sidido por Woilsey
y Campegio, que oo-
134 ENSAYO BIOBIBLIOGRÁTICO. JUAN LUIS VIVES, VALENCIANO
que le valía más ser condenada sin no recibo nada de ti. Xo parece
defensa en absoluto que con sólo bien en mí que lleve con desabri-
un color y simulacro de defensa, miento el que no se me dé lo que
puesto que el rey no busca sino un no se me debe, sino que mi obliga-
pretexto ante su pueblo porque no ción es darte las gracias de una lar-
parezca que la reina no fué oída; gueza por tanto tiempo prolongada.
que todo lo demás no le importa Y, en efecto, yo te las doy y te
un ardite. Enojóse conmigo la reina guardo perpetuamente el más fino
también porque luego al punto no reconocimiento, y con todo el ahin-
acaté su voluntad con preferencia a co que puedo te suplico que veas
mi razón. Pero es el caso que mi siempre en mí un criado agradeci-
razón pesa en mí más que todos do que te desea toda suerte de ven-
los príncipes del mundo. Y así fué turas y de prosperidades.
que rey, por adversario suyo, y
el »De la reina tampoco recibo nada;
la reina, por refractario e indócil, y con todo, mi más entrañable de-
ambos a dos, como de común con- seo es veros pasar en perfecta con-
cierto, me retiraron mi doble pen- cordia y alegría lo que os queda
sión anual. Y desde tres
así es que, por vivir en esta breve existencia.
años ha o poco menos, no ceso de Y como no tengo otra manera de
maravillarme de cómo y de dónde demostraros que éstos son, efectiva-
he podido subsistir, de guisa que no mente, los sentimientos que abrigo
me cuesta nada colegir que es mu- para con vosotros, tomé la determi-
cho más lo que Dios proporciona nación de escribirte unas pocas pa-
de callada que lo que se exprime labras acerca de un punto donde re-
de los hombres con tanta extorsión side en gran parte la salud del nom-
y ruido...» (1). bre cristiano.
Y si Vives hablaba con tanta li- «Pediste el parecer de las Univer-
bertad a la reina, con una valentía sidades sobre aquel pasaje del Le-
sin par escribió al rey una carta, vítico El hermano no tomará por
:
(1) Shakespeare: Henriq. VIII, ac- ma Giornata del Decamerone. que Fran-
to IV, esc. II. cisco Petrarca vertió al latín y que
CAP. XVIII. ENRIQUE VIII Y LUIS VIVES 141
CAPITULO XVIII
lebérrimo. El día de San Matías ha- cuán bueno está... El día de Santo
bía nacido, el año de 1500. El día de Matía salió a ofrecer al altar mayor
San Matías, año de 1525, se había por sus pies; es verdad que ayu-
asegurado la posesión de Italia y la dándole un poquito...»
hegemonía del mundo por la victo- Tornando de esta breve y agrada-
ria de Pavía y la cautividad de ble digresión, diré que el epicentro
Francisco I. Coronóse en Aquisgrán de los movimientos convulsivos de
de emperador el año 1530, el día de estas guerras crónicas estaba en Ita-
San Matías; así que toda la vida lia. El sitio donde por lo común se
profesó una singular devoción al debatían la ira de los reyes y el estú-
santo Apóstol que había presidido pido furor de los pueblos era, para
su nacimiento y sus más prósperos decirlo con palabras de Luis Vives,
destinos, incoando la brillante serie la Insubría y la Galia circumpada-
de sus gloriosos cumpleaños. Hasta na; esto, dicho en términos de hu-
el monasterio de Yuste, a cuya puer- manista; dicho en términos corrien-
ta quiso dejar todo el ruido de los tes, la cuenca del Po.
negocios mundanos en las postrime- Las guerras nacían unas de las
rías de su vida, le acompañaron el otras, con la increíble fecundidad
indeleble recuerdo y la dulcísima tri- con que en la mente del contempo-
ple conmemoración. Para ese día ráneo autor del Orlando furioso sur-
había alcanzado del Papa un jubileo gían las peripecias de grotesco he-
plenísimo que se ganaba cuantas roísmo, sino que aquí en Italia, te-
veces se entraba a rezar en la igle- ñida di sanguigno, los protagonistas
sia donde él, el emperador, estuvie- eran reales; las huestes, efectivas, y
se vivo o enterrado. Y en Yuste la matanza, verdadera. Luis Vives,
aconteció que lo celebrase por úl- con vigorosos trazos, describe la
tima vez. Vistióse de fiesta y se situación a que las guerras endémi-
puso el collar del Toisón de oro. A cas habían conducido a Europa
la misa mayor, al tiempo que se campos talados edificios derruidos
;
fuese la postrera. Sus criados aquel versión del juicio, que aprobaba la
día también se pusieron galanes. maldad como si fuese acción loable.
Mandó que hubiera sermón, y por- «Afortunado parto de la natura-
que la iglesia del monasterio no era leza— exclama patéticamente Luis
tan grande que cupiese en ella la Vives— dádiva preciosa del Cielo;
;
mió el pulgón, y lo que quedó del tanás. Allá, en aquellas minas ne-
pulgón se lo comió el añublo.» San- gras, se engendra el monstruo abo-
ctijicate bellum, clama el mismo pro- minable y se hincha el parto bes-
feta: Santificad la guerra; humani- tial. Pero los hombres hacen la gue-
zad la guerra. Empresa muy ardua rra y la conducen, o creen condu-
esa de santificar la guerra, porque, cirla, a sus fines; pero en hecho de
originalmente, la guerra es hija del verdad, son conducidos, son arras-
pecado. Empresa dura esa de hu- trados por ella como Hipólito, el
manizar la guerra, puesto que es la héroe de la tragedia de Séneca, fué
propia inhumanidad. arrastrado y dilacerado por los pro-
De San Agustín es esta profunda pios caballos que montaba. Dios, en
sentencia: «No hay cosa más dis- expresión de Job, coge a los mali-
corde por vicio ni más sociable por ciosos en su propia astucia. Es Dios,
naturaleza que el linaje humano.» en definitiva, quien con su dedo
En nuestros tiempos calamitosos, marca, como si fuera un agua dócil
una vez más la discordia viciosa se entre dos riberas, el curso de la His-
ha sobrepuesto a la sociabilidad na- toria.
tural y ha roto aquella unidad que San Agustín, que vió la guerra
debiera ser la explicación y la con- tan de cerca, batiendo los muros de
firmación de la venida del Hijo de su ciudad episcopal de Hipona, si-
Dios al mundo, y ha desbaratado la tiada por los vándalos, dice
blandura de la paz geórgica soñada «Quien contempla con dolor los
por Isaías: «Las espadas se conver- males de la guerra, tan grandes, tan
tirán en azadas y las lanzas se en- horrendos, tan crueles, confiese que
corvarán en forma de hoces; una es la miseria suprema. Quien la con-
nación no alzará el cuchillo contra templa cono un espectáculo, quien
otra nación ni se ensayará más pa- la hace sin un sufrimiento íntimo
ra la guerra.» y sin que se le conturben las entra-
La encarnación del Verbo, según ñas, es que perdió el sentido de hu-
San Pablo, de dos hizo uno y derri- manidad: Humanum perdidit sen-
bó la pared medianera de las nacio- sum. »
nes y aniquiló las enemistades en Toda guerra es un enigma. ¿Por
su propia carne. Desterró los nom- qué se amotinaron las naciones y
bres de bárbaro y de extranjero; los pueblos trazan planes vanos?
mató la xenofobia a fin de que la Eso se lo pregunta el salmista y no
armonía humana fuese imagen de se responde a sí mismo. Y si, ilus-
la armonía divina. En la sagrada trado con luces del cielo, el real pro-
persona de Jesús fundiéronse todos feta no que tam-
lo sabía, es lógico
los pueblos para ser un solo pueblo poco sepan las naciones que se
lo
y un solo cuerpo. Todas las gentes amotinan y rugen. Pero sí; algo
CAP. XVIII. —ENRIQUE VIII Y LUIS VIVES 151
quias, para memoria, dice el histo- porvenir de una pujanza sin límites.
riador de Carlos V, fray Prudencio Para él y sus españoles parecía es-
Sandoval, cuya descripción de la ba- crito aquel verso de Virgilio:
|
movido, le besó la mano, recibió de ves volvió a la carga con una terce-
hinojos la espada vencida que Fran- ra apelación. Es un muy grave doc-
!
fica escena como para otro cuadro ra política. Toda ella es política de
j
legítima mujer, tan bella, tan bue- tud y como un río fuiste lleno de
na, tan amante, que los postreros inteligencia...
renglones que trazó su mano mori- »Pero te diste al amor de las mu-
jeres y les diste poder sobre tu
bunda consiguieron enternecer su
cuerpo. Y pusiste mancilla en tu glo-
pecho berroqueño y humedecer el
ria y deshonraste tu estrado y tra-
pedernal de sus ojos. Y mereció la jiste la cólera
sobre tus hijos y la-
condenación que el libro del Ecle- mentos sobre tu linaje.
siástico fulmina contra el rey que »Cuando el pueblo se dividió en
fué sabio: dos y tuvo origen un reino rebel-
«Cuán sabio fuiste en tu juven- de» (1).
CAPITULO XIX
A este Papa, cuyo advenimiento mar para aquel versículo del sal-
sí
al trono pontificio alentó tan gran- mo que aplica a quienes
la liturgia
des esperanzas, elevó Luis Vives la palabra que no sufre ataduras
una carta sensacional, fechada en hablada en nombre de Dios, fué oca-
Lovaina, a los doce días de octubre sión y causa de martirio: De tus
del propio año 1522. La circunstan- mandamientos hablaba yo en pre-
cia de haberle conocido y tratado sencia de los reyes y de los podero-
cuando era deán de Lovaina, y de sos; y no experimentaba vergüen-
haberle escrito cuando era obispo za ni confusión.
de Tortosa, le dió ánimos para diri- ¿Y qué le decía Lüis Vives a su
girse a él cuando fué Príncipe de antiguo compañero de Lovaina? De-
los Sacerdotes y Cabeza de la Reli- cíale que el mismo día en que el
gión Cristiana. Y lo hace con una mundo cristiano supo la elevación
impávida libertad, templada por la del cardenal Adriano de Utrecht al
más sincera reverencia pontificado, con la más gloriosa y
«No me impresiona demasiado pura de las elecciones, al paso que
— —
dice la dignidad, por más que sea algunos sentían una satisfacción in-
la más encumbrada de la tierra, descriptible, él, Luis Vives, que no
aun cuando todos sabemos que har- gradúa la felicidad humana por la
tas veces ha recaído en sujetos in- opulencia ni el poder, «no tanto go-
dignos. El mejor de los hombres zaba como sufría yo por la suerte
hace venerable el mejor de los ho- del amigo». Gozaba y se felicitaba
nores; y entonces los hombres ro- de que, por fin, fuese otorgado a la
dean de la merecida reverencia la virtud alguno de estos premios que
dignidad cuando ven que recae en se le adjudican acá en la tierra ale- ;
una persona tal que, aun cuando no grábase de que se hubiera otorga-
pasase de persona privada, admira- do a quien no lo ambicionó ni lo
rían y respetarían... La vida de Pon- procuró y de que la auténtica valía
tífices anteriores ha hecho que pa- por esa vez se hubiera impuesto a
reciese que Tú dignificaste y ador- la riqueza, al fraude, a la impostu-
naste la máxima dignidad y el ho- ra y al amaño, y «de que te hubiera
nor más grande que hay en la tie- cabido la suprema honra que mere-
rra... Tú, Romano Pontífice, no des- cida tenías; y, sobre todo, de que
deñarás una carta del mismo de se te diera ocasión de demostrar,
quien no la desdeñó el obispo de -o, por mejor decir, de traer a eje-
Tortosa. No te trocó la dignidad cución y práctica, tu probidad y
hasta tal punto que haya anulado, prudencia, siendo tantas las calami-
ni siquiera disminuido, las excep- dades que soportamos y tan copio-
cionales y soberanas virtudes que sa la materia de hacer el bien. Y de
siempre hemos loado en Ti, que en ahí precisamente nacía mi roedora
Ti siempre hemos admirado y que y solícita preocupación por que tan
a tan alto honor te promovieron. al cabo llegó la situación de la cris-
Sufrirás, pues, unos breves avisos tiandad, por una parte trabajada de
y amonestaciones mías, que otros, guerras y por otra alborotada por
sin duda, te dirigirían con mayor alteraciones promovidas por hom-
competencia que yo, pero no con bres perversos, que el restituirla a
amor tan grande...» su condición primera es tarea tan
Admirable libertad apostólica la ardua y difícil como hermosa y dig-
de ese cristiano laico que puede to- na de ser estimulada por los más
158 ENSAYO BIOBIBLIOGRÁFICO. JUAN LUIS VIVES, VALENCIANO
ta paz en las armas entre los prín- consintió que la victoria le aprove-
cipes cristianos; sosiego en los albo- chase ni a ella ni al enemigo?»
rotos entre las personas privadas. Con encarecimiento especial su-
Podría Luis Vives, si quisiera, de- plica a Su Santidad que convoque
cirle cosas de más gusto y regocijo; Concilio ecuménico que ponga reme-
pero se las dirá desabridas y de dio a la situación de la Iglesia, casi
mayor provecho. La vida anterior desesperada. Este mismo ruego no
del Pontífice le obliga de tal mane- pierde Vives ocasión de reiterarlo
ra a satisfacer y colmar esa expec- con los poderosos de la tierra que
tación promovida por su encumbra- él cree pueden influir eficazmente
miento, que ya no le es posible en que esta ansia legítima de la
volverse arredro y engañar crédito cristiandad se vea colmada y coro-
tan grande como en él depositó el nada. Interesó muy vivamente en
pueblo cristiano, porque, de defrau- ese mismo proyecto al emperador
darle, iba a creer que es la propia Carlos V. El Concilio se convocó;
soberanía apostólica la que vicia y pero, prevenido por la muerte, no lo
corrompe las costumbres de quie- pudo reunir Adriano VI, que bajaba
nes a ella se encaraman, dado caso al sepulcro once meses después; ni
que estragó también al mejor, que lo vieron los ojos mortales de Luis
parecía estar libre y exento de todo Vives. Pero su apremiante requisi-
posible contagio. toria fué haciendo su camino. Gui-
A continuación abomina de las ta cavat lapidem. Este concilio tan
guerras y describe sus amargos solicitado fué el Concilio de Trento,
frutos: Llamas, dolores, muertes, convocado por Paulo III, el año
asolamientos y toda la conocida se- 1542, y reunido el 13 de diciembre
rie de males fueron obligada secue- de 1545. La impresionante epístola
la de las guerras de todos los tiem- remata así
pos. «Pero ahora — —
dice introdújo- «Esto es, Beatísimo Padre, dejan-
se un sistema de guerrear inédito, do aparte muchas otras cuestiones
y es prender fuego a todo. Los fran- que difiero para otro tiempo y opor-
ceses nos quemaron lo nuestro; tunidad, lo que osé escribir a Tu
nosotros, actualmente vencedores, Santidad, no por confianza en mi in-
les quemamos lo su\*o ;
ellos, por genio o en mi prudencia, ni porque
desquite, reuniendo buen golpe de me persuadiera que yo iba a hallar
gente, vuelven a prender fuego a lo soluciones mejores que la de cual-
nuestro: alternativas que no pue- quier otro, sino en la probidad y
den ser más del agrado del Turco; mansedumbre de tu ánimo; como
nosotros somos los ejecutores de sus también por el amor de la concor-
deseos. Con perdón de los cristianos, dia pública de Europa, que no pue-
he de decir que yo, al Turco, téngo- do menos de deplorar que esté -tan
CAP. XIX. APÓSTOL DE LA PAZ Y DEL CONCILIO 159
desgarrada y que con tanto daño de más Moro, en cuyo círculo de estu-
todos luche entre sí el pueblo que dios era recibido y familiar.
Cristo, luego de haberlo redimido
* * *
con su sangre, quiso y preceptuó
que se mantuviera unido por el
aglutinante de la caridad... No me Ominosos y preñados de amagos
queda más que hacer sino suplicar eran aquellos días. Más sombríos
que merezca la aprobación de Cris- que los sucesos eran todavía los au-
to todo cuanto estatuyeres y haga gurios". Todas las aves volaban ha-
que todo tenga un suceso feliz.» cir: el lado siniestro. Los espíritus
Con esta carta al Papa Adria- lúcidos no podían anunciar nada
no VI, el año 1522, inició Vives ante bueno. Hasta los varones de mise-
los poderes de la tierra su gene- ricordia, aquellos cuyas piedades,
roso apostolado de paz, a cuyo ci- según el libro santo, jamás habían
clo pertenecen los documentos que de faltar, andaban acuciados por
ya vimos dirigidos directa o indi- una extraña pugnacidad. ¿Son és-
rectamente a Enrique VIII de In- tos los belígeros varones f, podía
glaterra, expedidos en los años 1524 Europa preguntarse, con nuestro
y 1525, al ritmo de los aconteci- Herrera. La tierra estaba erizada
mientos políticos y bélicos de Euro- con el casco de Marte. Y Marte, con
pa, que les daban palpitante y san- la gráfica expresión de Luis Vives,
grante oportunidad. La discordia es una perra rabiosa; y quien la
que desgarraba a Europa no remitía azuza o la llama a sí no puede evi-
y Vives no cejaba en sus predica- tar las mordeduras. Erasmo había
ciones y clamores, aun cuando, al escrito Pacis Querimonia (Querella
parecer, se perdiese en la sordera de la Paz), que, vertida al roman-
del desierto. Del octubre del año ce de Castilla, salió de una prensa
1526 es su interesantísimo y litera- sevillana en 1520. Era ya el princi-
riamente muy hermoso opúsculo pio de la alarma más viva de cada
que rotuló De Europce dissidiis et vez, que tuvo más viva y más ar-
:
Para esa misión conjugáronse las mentes débiles del momento; y ha-
armas cristianas; y las condujo un cia allá tendían como a un paraíso
hombre enviado por Dios, cuyo que cada cual se fingía y teñía con
nombre era Juan; es, a saber, el los colores de su deseo. Para salir
Joven de Austria, muerto de muer- a camino y cortar estas ilusiones
te temprana, que apenas alcanzó a escribió Luis Vives ese opúsculo, en
ver los frutos de la victoria, que el cual aún nosotros podemos en-
eran los de la Liga propugnada por contrar enseñanzas provechosas y
Vives, que tuvo razón antes de tiem- establecer curiosos y actuales para-
po. Don Juan de Austria es acaso lelismos.
el héroe más puro de la Historia — —
«Cristianos hay dice tan igno-
de España. Pareció que albergaba rantes de qué espíritu son,- que
en su pecho el alma heroica y ju- no solamente desean la matanza y
venil de Alejandro Magno. Acaso la muerte de uno que otro de sus
una vida más larga y otras victorias semejantes y no limitan su enemis-
no tan limpias hubieran ajado la tad a los enemigos, sino que con un
intacta flor de poesía que embalsa- júbilo feroz contemplarían la pavo-
ma su memoria: rosa colisión de pueblos, ciudades,
naciones y gentes, y se regocijarían
Manibus date lilia plenis. de su aniquilamiento. Otros hay
tan apasionados de novedades, que
¡Lirios, lirios a manos llenas, li- no solamente votarían por la mu-
rios y laureles encima de esta tum- danza del príncipe, sino por el Tur-
ba fresca que devoró la más hermo- co mismo, o por cualquiera otro rey
sa espiga de la juventud española desalmado e impío, ajeno de nues-
y libró a la cristiandad del prolijo tra religión, no ya por su vida y su
miedo! conducta, sino por su nombre y su
profesión. Varias son las causas de
*. * *
este ciego y criminal apasionamien-
to. Los hay que se dejan ir a esas
De este mismo año 1526 es el aberraciones, porque bajo un prín-
opúsculo henchido de sana doctrina cipe cristiano (cristiano digo de
política De conditionc vitce Chris- nombre y filiación) llevan una vida
tianorum sub Turca, a saber: Con- dura e insoportable, oprimidos o por
dición de la vida de los cristianos el rey o por los ministros a quie-
bajo el señorío del Turco. nes el rey confió los resortes del
Húbolos en aquel tiempo en quie- gobierno, o por los enemigos que
nes el odio les había metido en el el rey se concitó contra sí, no ha-
corazón tanta saña y en los ojos llándose con fuerzas para alejarlos
tanta noche, que no tenían reparo de las fronteras de sus dominios.
alguno, y así lo proclamaban, en En ello, ambos a una, el príncipe
tirarse de cabeza en simas tan hon- y los vasallos admiten un mal, no
das y en tan bravos remolinos, que liviano. El príncipe, porque no cum-
de ellos no habían de salir jamás. ple con su deber, y profesándose
No es de ahora la cortina de acero padre, se conduce como enemigo y
siempre el Este la ha tendido de- da ocasión a tales quejas razona-
lante del Oeste. Era enorme y aluci- bles; y también es de culpar el va-
nante la atracción que el Turco, el sallo cristiano, porque la desorde-
negro enigma, ejercía sobre las nada atención que presta a las co-
CAP. XIX. APÓSTOL DE LA PAZ Y DEL CONCILIO 163
un relicario en todos los pechos sen- concilios, fundaban las máximas es-
sibles,a fin de quitar desabrimien- i
peranzas y compartían los mismos
to a esta prosa árida, que rece si- i temores. No quería Luis Vives que
quiera la primera de sus estrofas: i
la pasión tuviera entrada en las de-
liberaciones de su soñado Concilio.
Recuerde el alma dormida, Y menos quería Ramón Llull que se
avive el seso y despierte sentaran en el Concilio de Viena,
contemplando del Delfinado, ninguno de los siete
cómo se pasa la vida, pecados capitales; invocaba la asis-
cómo se viene la muerte
tencia de la Caridad, expresándose
tan callando; ¡
da dolor;
cómo, a nuestro parecer, Caritat, venits aidar
cualquiera tiempo pasado ai Concili per lo be jar
fué mejor. e a¡ Papa enamorar
e Cardenals aconsellar (1).
Ambos a dos, en los respectivos Ramón Llull nada tiene qué hacer allí
CAP. XX. LUIS VIVES, MORALISTA 169
niéndola en cada uno de los estados puesto que no reportó frutos inme-
de la vida cristiana y en cualquie- diatos. Y Vives dio su misión por
ra de los grados de la escala social finida. Venturosamente, como se ha
entre dos reyes cristianos enemigos dicho de algunos otros, muy pocos,
(que acaban por reconciliarse y por Vives era varón de muchas almas.
fundir en una ambas espadas hosti- La mies era mucha, acaso más aún
les y dirigirla contra los infieles, que en los días del Padre de fami-
contra el Turco, el gran ideal de lias evangélico, y Luis Vives se
Luis Vives), entre un rey y un obis- contrata para laborar en otras vi-
po, entre dos artesanos rivales, en- ñas. Ni el rey católico, ni el rey
tre marido y mujer, entre la carne cristianísimo, ni el defensor de la fe,
y el espíritu, entre el corazón y el que con sus disensiones traían e4
entendimiento. Procedimiento casi mundo perturbado, permitían que
idéntico sigue Luis Vives en su fuese una realidad aquella ventura
apostolado de pacificación, cuyo soñada que Salomón trajo a su rei-
oficio, en su máxima responsabili- no, en el que cada cual podía vivir
dad, encarna en el Sumo Pontífice. sentado a la sombra de su parral,
El Sumo Pontífice es quien, con ma- al abrigo de su higuera. Como el
yor propiedad y exactitud, refleja mísero Melibeo de Virgilio, que vió y
la persona de los Apóstoles; más sufrió las guerras civiles de Roma,
aún, la del mismo Cristo. Esto exi- aquellas despavoridas gentes tenían
gen sus riquezas, aun cuando para razón sobrada de decir:
este caso las riquezas importan po-
Nos patries fines et dulcía linquimus
co; esto, su autoridad, que cuenta
nos patriam fugimus. larva;
muchísimo más y es razón que así
sea; esto pide su soberanía. Sin un Nosotros hemos tenido que aban-
pecado gravísimo no puede deser- donar los conocidos confines de la
tar del deber estrechísimo de labo- patria y los campos que nos fueron
rar con afán por la paz y concordia dulces; nosotros hemos tenido que
de la grey que fué confiada a la vi- huir de la patria. Y el trabucamien-
gilancia y a la consoladora manse- to del mundo duró. Los ojos de Luis
dumbre de su cayado. Vives ya no vieron más que guerras
Ocho años duró esta ferviente y y sus oídos ya no oyeron más que
desairada predicación de la paz, ruidos de guerras.
CAPITULO XX
áureo tratado, al cual esperaba una i vela que se aleja, a la nube pere-
tan grande fortuna. Luego haremos grina, el sol que va a la puesta las
un breve alto en su correlativo de baña de oro melancólico. La blonda
los deberes del marido, estado en y triste añoranza sonríe con labios
el que el autor tenía alguna expe- de miel y por doquiera esparce las
riencia y autoridad suficiente y, sin violetas lánguidas, las flores azules
duda, una gran ejemplaridad. del recuerdo.
« Válame Dios, que aquí hay co-
¡ Para situar en su época, o más
sa nueva! Antes de Lutero y sus gráficamente, en su propio jugo,
gritos, antes de Erasmo y sus avi- el áureo tratado de La mujer cris-
sos, comprendió Luis Vives, el pri- tiana no estará por demás que nos
mero del mundo moderno, el inte- asomemos a aquella Valencia con-
rés del problema introducido por temporánea de Luis Vives, que él,
la instrucción femenina y el papel adondequiera que fué, se llevó con-
asignado a la mujer. El le ha con- sigo en los más entrañables amo-
sagrado uno de sus tratados más res de su alma. ¿Cómo van las mu-
importantes y cuya vasta difusión jeres? Desde luego, más descocadas
demuéstranla el número y la diver- que ahora. Su peinado es una obra
sidad de traducciones traducciones
: paciente e imponente. Con sus ca-
en español, en francés, en italiano, bellos construyen las más fantásti-
en inglés, en alemán.» Esta excla- cas bizarrías. No
había cambiado el
mación jubilosa es del fervoroso y tocado femenino desde el acre apos-
acérrimo vivista Juan Estelrich, tolado de San Vicente Ferrer, que
sagacísimo y afortunado investiga- las fustiga implacablemente. Dice
dor de cuanta edición del gran po- que con sus cabellos se fabrican
lígrafo valenciano han alumbrado campanillas y tirabuzones que el
las prensas europeas. Con sus co- santo llama graciosamente ninc,
piosos y felices hallazgos organizó ninc, y hasta cuernos, que les dan
en París, de enero a marzo de 1941, apariencia de vacas. Para elevar es-
una exposición que debió de ser el tos alcázares encima de sus cabe-
más fino y el mejor tributo conme- zas, si no tienen suficiente abun-
morativo del cuarto centenario de dancia capilar, la compran. Sabe-
su muerte. Desde el alto asiento de mos de una cabeza femenina que,
la inmortalidad, Vives, a quien Dios a manera de yelmo, lucía un capell
negó los hijos de su carne, debió de muy lindos cabellos ajenos. Tam-
de contemplar aquella patriarcal bién se embadurnan la cara. Es
multiplicación de los hijos de su muy grande el gasto en lo que ni
espíritu, nacidos unos de los otros vale ni luce; en volantes y en
en sucesión ininterrumpida. ¡Qué guantes, y en pebetes, y cazoletas,
gozo el suyo, según la promesa di- y azabaches, y vidrios, y musara-
vina, que al justo le asegura el jú- ñas, y en otras cosillas de la tien-
bilo en sus hijos: Jucundabitur in da que ni se pueden ver sin asco,
filiis. ni menear sin hedor, como había
Fué un poeta elegiaco y añora- de decir muchos años más tarde
dizo el que dijo que cualquiera el fray Luis de La perfecta casada,
tiempo pasado fué mejor, al pare- que acusa en más de un pasaje la
cer, de todos cuantos soportan el huella de Vives y se inflama en el
presente. Y es que el presente, ago- mismo celo amargo, y se encarniza
bio y el pasado se volatilizó. A la en idéntica reprobación. San Am-
CAP. XX. LUIS VIVES, MORALISTA 171
con lenguaje mucho más colorido y didos en plomo o en estaño que re-
suelto, arremete Guevara contra la producen en miniatura el ajuar do-
anticristiana e inhumana costumbre, méstico que abundan tanto en esa
muy recibida en la sociedad aristo- Bélgica. Es éste, para la niña, un
crática de Castilla de su tiempo, de deleitoso entretenimiento, que, bur-
que no solamente las madres nega- la burlando, le enseña los nombres
ban el pecho a sus hijos, sino que y aplicación que tiene cada uno
la
les negaban su proximidad, envián- de estos imprescindibles utensilios.»
dolos a criar, y a vegetar y retozar Las letras, el arte de la lana y
en los burgos podridos, como ani- del lino deben enseñarse a la mo-
malicos monteses: zuela a una edad prudente, que Luis
«Pienso qué piensan las señoras Vives deja al buen criterio de los
que en concebir los hijos merescen, padres, y autoriza su consejo con
y en tomarlos en los brazos pecan. la pertinente evocación de muchos
No sé cómo lo diga ni sé cómo lo ejemplos sacados de la cajita de
escriba esto que quiero decir, que sándalo de su erudición clásica y
han venido ya a tanta demencia las patrística, con el contemporáneo de
señoras y mujeres, de manera que aquel cristianísimo gineceo presidi-
tener perricos en los brazos tienen do por doña Isabel la Católica, «la
por estado, y criar los hijos a sus cual quiso que sus cuatro hijas fue-
pechos tienen por afrenta. ¡Oh ma- sen diestras en hilar, coser, bordar;
dres crueles, yo no puedo pensar dos de las cuales fueron reinas de
cómo podéis con vuestros corazones Portugal; la tercera, vemos que lo
a que veáis y tengáis pájaros en las es de España y es madre del empe-
jaulas, monas en las ventanas, pe- rador Carlos, y la cuarta es mujer
rros en vuestros brazos y en las po- honestísima de Enrique VIII de In-
bres aldeas veáis a vuestros hijos glaterra». Y más ahincadamente in-
desterrados» (1). siste Luis Vives cuando trata de la
La crianza de la niña que Vives formación literaria de la mujer cris-
forma, crecida del jugo del pecho de tiana en el elogio de esas cuatro
su madre, no tolera ninguna suerte perfectas casadas, que no por tener
de coeducación: Omnis masculus avezadas sus manos a la canastilla
sexus absit. «Cuando su imaginación de Minerva, tenían las letras en des-
fresca se abra a la maravilla como dén: La edad nuestra vió aquellas
una concha bivalva al rocío marino, cuatro hijas de la reina Isabel...
edúquesela en la afición de las con- tener muy buenas letras. De todas
sejas inocentes y de las castas fa- partes me cuentan en esta tierra, no
bulillas. Y cuando sus manecitas sin grandes loores y admiración,
sientan el instinto prensil y la avi- que la reina doña Juana, mujer del
dez de jugar, y la niña no dé paz rey don Felipe y madre de ese nues-
a las manecitas, tollantur pupee!, tro emperador y rey don Carlos, ha-
no se pongan a su alcance muñecas, ber improvisado la respuesta en la-
que son como una imagen de ido- tín a los que por las ciudades y pue-
latría y que les inculcan j agran- blos adonde iba en latín le habla-
dan el natural amor de los afeites ban, según es costumbre hacer a los
y los atavíos. Merecerán mejor mi nuevos príncipes. Esto mismo pre-
aprobación aquellos trebejuelos fun- dican los ingleses de su reina doña
Catalina de España, hermana de la
(1) Idem, ibídem. reina susodicha. Y esto mismo pre-
CAP. XX. —LUIS VIVES, MORALISTA .175
dican a coro de las otras dos her- asilo venusto de las Musas. La musa
manas que en Portugal sucumbie- Calíope de este coro melodioso era
ron a un hado precoz. No hay re- aquella reina de tristes destinos a
cuerdo en memoria de hombres de quien Luis Vives, con un cariño en
que aventajasen a esas cuatro her- que se fundían la admiración a ma-
manas, mujeres ningunas en pudor dama y el amor a su patria remota,
sincero, en pureza e integridad de llamaba Catalina de España. Tomás
buen nombre, y jamás han existido y Catalina perecieron envueltos en el
reinas que atesorasen mayor favor mismo turbión: ella, para decirlo con
y mayor afecto de sus pueblos; ni una imagen shakespeariana, agos-
ningunas que fuesen más amantes tándose como un lirio, inclinando
de sus esposos, ni ningunas que les su cáliz seco; el canciller, por amor
prestasen más rendidos obsequios a Catalina y por su fidelidad a la
de obediencia; ningunas que con fe de Catalina, sintiéndose arrancar
esmero mayor conservasen su pro- bárbaramente la cabeza firme de los
pia reputación y la de los suyos, sin robustos hombros.
lejos de sombra ni mancilla; a nin- En redondo Vives niega la docen-
gunas desplació tanto la fealdad o cia en la mujer: Docere mulierem
la ligereza y, en fin, no hubo nin- non permitió. ¿Qué libros debe leer
gunas que reuniesen con exactitud la doncella? Desde luego, no los pes-
mayor todas cuantas cualidades con- tíferos libros de caballería: no las
vienen a la mujer honesta. ficciones ventosas de Esplandián, ni
Y no sin halagar su amor patrió- las espumas de Amadís, ni los hu-
tico extiende Luis Vives a unas mos oscuros y espesas nieblas de
cuantas, claras mujeres de Valencia Tirante, ni los vanos tronidos y es-
el magnífico elogio tributado a las truendos fantásticos de Tristón y
cuatro hijas de doña Isabel, en de- Lanzarote, ni los encantamientos
mostración de que las letras sabi- mintrosos que en estos libros y
das cauta y sobriamente no empe- otros como ellos falsamente se leen,
cen la honestidad de la mujer, an- como dice en el prólogo de los
tes la acompañan y decoran: Triunfos de Apiano su anónimo tra-
En mi Valencia yo veo cómo va ductor (1), en una edición valencia-
creciendo en discreción y en años na contemporánea de Luis Vives.
doña Mencía de Mendoza, hija del En su sincera indignación, ni aun
marqués de Cénete, que si no me perdona al propio Tirante el Blanco,
engaña la esperanza, será loada en valenciano, salvado del fuego en el
su día. Si las reinas, por ser reinas, donoso escrutinio hecho en la libre-
sufriesen que después de ellas se ría del ingenioso hidalgo, porque el
hiciese mención de otras mujeres cura halló en él un tesoro de con-
particulares, a este número añadie- tento y una mina de pasatiempos.
ra yo a doña Angela Mercader Za- El anatema de Vives es universal:
pata, conciudadana mía, de una in- También debieran preocuparse (las
creíble rapidez y destreza de inge- leyes y los alguaciles) de los libros
nio para todo género de letras y a pestilenciales, como son en España
la vez de una singular honestidad y Amadís, Esplandián, Florisando, Ti-
buen sentido. Y a continuación evo_-
ca Luis Vives aquel asilo del saber Triunfas de Apiano Alexandrino
(1)
antiguo, aquel honestísimo gineceo, Sofista, por Juan Jofre, impresocr de-
que era el hogar de Tomás Moro, Valencia. 1522.
176 ENSAYO BIOBIBLIOGRÁEICO. JUAN LUIS VIVES, VALENCIANO
percatado que una hermana suya, a gen que él forma un régimen de sa-
quien creían virgen, estaba grávida, na austeridad. Su bebida será co-
disimulando y ahogando su acerbo
enojo hasta que hubiese parido, así (1) Tratado en loor de las mujeres...
que hubo dado a luz, la mataron a Venecia, 1592. fa\. 77.
178 ENSAYO BIOBIBLIOGRÁFICO. JUAN LUIS VIVES, VALENCIANO
ver gran parte del cuerpo, y en el lo más que pueden desde los pies
medio a la cintura estrecho tanto hasta la cabega, abriendo la boca
que es maravilla cómo la estrechura por ver que tanto es lo que mues-
no las quebranta y ahoga et las ha- tran los dientes y quál paresce me-
ze rebentar. Y después ponen por jor...» (1).
las orillas et cortapisas unos plie- Larga es la cita, pero sabrosa y
gues con armiños et martas que no necesaria para comprender la gene-
les sirven sino para les estorvar el rosa indignación y el acérrimo celo
andar... E dentro traen sus camis- que hincha este capítulo movidísi-
sas delicadas con las mangas muy mo de los arreos femeniles. Aquí
anchas llenas de gayas y randas de apunta a dar contra las mujeres de
mucha polideza, curiosas et prescio- Valencia Libet caPissimam mihi pa-
:
juego que los niños pequeños que blandura, inútiles para todo y, al
toman gran placer cuando con las fin, para el mismo amor. Pues como
manos puestas sobre la cara pien- sea que arda en insaciable deseo de
san no ser vistos por los otros y gozar, gasta mucho tiempo en sos-
oyen cómo se les llama...» pechas, en lágrimas, en quejas ; con-
Sabroso es en extremo el capítulo cítase el odio de todo el mundo, y
que Luis Vives dedica a los amo- él mismo acaba por odiarse a sí
res. Harto poco tendría que decir mismo.
nuestro severo moralista de los amo- Para escarmiento evoca anécdotas
res a su doncella ideal si fueran co- de amores desastrados, sacadas de
mo los que cantaba con lira ebúr- las crónicas de España, que él ha-
nea y casi de hinojos su conterrá- bía leído. El rey don Rodrigo, por
neo Ausias March, el poeta sin car- el acceso que tuvo con la Cava, hija
ne y sin sangre, y que como Pe- del conde don Julián, fué causa de
trarca, pero aún más puro que Pe- la perdición de las Españas, que
trarca, cantó el Amor y la Muer- estaban en auge y flor, y las aban-
te. En su huerto no crecieron ja- donó a los moros, que las despeda-
más malas hierbas, ni los pensa- zasen y las pisoteasen. No has de
mientos soberanos bajaron de las dar más oídos al amador que el que
canas y altas cumbres a manchar darías a un encantador o a un he-
sus alas en el cieno. chicero. Llámate hermosa, agracia-
Fuego continuo, pero sin humo, da, discreta, bien hablada, noble, y
llevaba en su pecho, y su calor no a veces, maldita la cosa que hay en
se comunicaba fuera: ti de todo ello; pero tú oyes con
visible complacencia esas blandas y
E port al cor, sens fum, continu foc dulcísimas mentiras. ¿Añadió que
e la calor no'm surt a part de f ora. eras buena? ¿Añadió que eras ho-
nesta? Si se calló esas cualidades,
Los amores de que debe guardar- no te dijo nada. Y si se las calló,
se la doncella cristiana de Vives son ¿qué espera de ti? Dice que va a
muy otros. De las reuniones y vis- morir. ¿Y tú lo crees? Dile, boba,
tas y pláticas con los hombres na- que te muestre las sepulturas de
cen los amores cupidíneos. En me- los enamorados muertos de amor
dio de placeres, de convites, de bai- entre tantos millares de ellos. Una
les, de risas, de regocijos, tienen damisela francesa de las que acom-
asentado su reino Venus y Cupido, pañaron a España a Margarita de
el garzón de Venus. De ese amor Valois por visitar a Francisco I, rey
dice San Jerónimo, con pensamien- de Francia, prisionero de Carlos I,
tos tomados de Aristóteles,* de Sé- oyendo continuamente que los mozos
neca y de Plutarco El amor de la españoles le decían: De amores mue-
:
muy cercano de la locura, vicio feo vez, por ver finalmente morir a uno
y poco conveniente al alma sana; de tantos como se están muriendo.
turba el consejo, quebranta el alto Los remedios que propone a la don-
y generoso espíritu, y de los gran- cella para desamorar al amador son
des pensamientos le derriba a los verdaderamente heroicos y los auto-
más rastreros y ruines ; hócelos que- riza con un caso pasado en Barcelo-
jumbrosos, irascibles, temerarios, na Hubo en Barcelona una donce-
:
imperiosos con dureza, serviles con lla, la cual, por desamorar a su ga-
184 ENSAYO BIOBIBLIOGRÁFICO. —JUAN LUIS VIVES, VALENCIANO
aborrezcan. Con esta limitación acá- dicada a don Juan de Borja, duque
1
1
hay sexo, según nos enseñó el Hijo pilar de la casa, y queda ella, me-
de Dios: «No toman esposa, no to- drosa e inválida, destituida de ti,
man marido, sino que se conducen que eras su sostén único, déjale a
como los ángeles de Dios», espíritus manera de consuelo de su viudez al-
puros e incorruptibles, entre los cua- gunos bienes con que pueda susten-
les nadie nace, nadie fenece, por tarse honestamente, porque no pa-
manera que sea necesario el connu- rezca que aquel amargo y funesto
bio para reparación del linaje huma- día que te arrebató de sus brazos
no. Este amor no se funda en ningu- introdujo en su casa vacía todos los
na cosa caduca ni sujeta a la muer- males...
te... Aunque retirado de los ojos, re- »Sea la mujer como sea, de nin-
catado, sepultado y llorado, este guna manera conviene dejarla po-
amor sobrevivirá y tendrá vigencia bre y menesterosa, conforme lo con-
y bríos y será dulcísimo el recuerdo sintieren tus posibilidades... Mayor
de tal esposa, y toda su memoria se- peligro corre su fragilidad del lado
rá como un perfume oloroso prepa- de la pobreza que del lado de la
rado por un perfumista. Por ello, riqueza. Mas puesto que el moribun-
los hijos comunes serán amados; do se despide para otros parajes
por ello mismo, porque son hijos tu- más risueños que los de este bajo
yos y porque fueron engendrados suelo, no tome para sí, que ya es-
por tal mujer, y los compadecerás tá muerto, el cuidado de lo que de-
por haber quedado huérfanos de la jare; encomiéndelo a aquellos que
dulzura de tal madre; y a los hijos lo tendrán bajo su vigilancia. Y no
de ella, si los hubiere de otro ma- quiera tampoco que su viuda tenga
rido, tú los tendrás por tuyos, como de tal manera clavado en su memo-
nacidos de aquella que fué una cosa ria el recuerdo de su marido, que la
contigo por el Sacramento del ma- mande perseverar en la viudez ba-
trimonio y por la ley del amor... jo su nombre, con muy grande inco-
»Si fueres tú quien en esta jorna- modidad de ella, a veces, y con muy
da de la mortalidad la antecedieres, agudo peligro de su virtud; déjela
dejarás bien testimoniado y profun- a su propia determinación y que sea
damente impreso, así en la memo- ella misma quien elija, de su propio
ria de los otros como en la de ella, consejo y del de sus deudos, según
no tan sólo el amor que le profesas, las circunstancias lo requirieren, lo
sino también tu juicio acerca de más conveniente a su honradez y
ella, dándole gracias muy rendidas a la tranquilidad de su conciencia.»
por la abnegación, por la fidelidad, Así, con esta cordura, con esta
por la piedad con que se compasó ternura y con esta unción, termina
contigo, porque todos entiendan el precioso libro dedicado al padre
cuán buena esposa fué para ti y de San Francisco de Borja.
ella sienta que fué por ti aprobada
* * *
1SS ENSAYO BIOBIBLIOGRÁFICO. JUAN LUIS VIVES, VALENCIANO
CAPITULO XXI
PEDAGOGO DE EUROPA
Hartas veces, quien está llama- puesto que había destruido, tenía
do a construir, tiene que comen- que empezar a construir.
zar por destruir. Dios dijo a un pro- Se ha dicho con felicísima expre-
feta antiguo: Hoy te di poder sobre sión que Luis Vives, como pedago-
pueblos y reinos, de arrancar, arrui- go, es el segundo Quintiliano. Voy
nar, asolar, de levantar, edificar y a decir brevemente quién fué el
plantar. Con descuajar empezó Luis primero fué Marco Fabio Quintilia-
:
de pensamiento: ¡
«Las claras hazañas de los mayo- Etiopía. De aquí en las costas del
res, al mismo tiempo que a los su- mar Rojo y en las propias fauces
cesores acarrean
nobleza e hidal- del seno pérsico se construyeron
guía, les imponen la gravísima obli- fortalezas, y pasando sobre las puer-
gación de no hacerse indignos de tas del río Indico, en aquel ferací-
ellas. Parecen no ser otra cosa sino simo asiento de la amenidad que es
una especie de semilla generosa, co- la orilla de la India toda, buscaron
nocida a fin de que todos, con co- y plantaron su derecho y señorío.
nocimiento de causa, sepan lo que .Mostráronnos los caminos del cielo
pueden prometerse y esperaryy aun y del piélago, cuya existencia la pa-
exigírselo, por derecho propio; se- labra humana no publicó antes ja-
lección ésta que vemos que en la más, y descubrieron pueblos y nacio-
cría de reses y plantas practican nes, prodigiosos no sólo por sus cos-
pastores y labradores, poniendo en tumbres y su barbarie, sino también
ovejas y árboles una ciei 'a señal de por aquellas riquezas de cuya sed
distinción y aristocracia, expresión tanto adolece la humana codicia.
de la confianza que ponen en que En una palabra: manifestóse al li-
lo que de ellos saldrá poseerá por naje humano todo su mundo, tan
encima de los de su especie una ma-maravilloso y tan grande, que las
yor excelencia y virtud. A fe mía, peregrinaciones de aquellos héroes
cuando pongo los ojos en los pre- antiguos que la pregonera fama ele-
claros hechos de tus ascendientes, va hasta el cielo, aun para el más
confiados y depositados en ti solo,ignorante, son incomparables con
veo que te será menester juicio estotras por lo fantástico de las jor-
grande y perspicaz, desvelo muy di-nadas, por la aspereza de los cami-
ligente y cuidado asiduo, no sola- nos, por el descubrimiento de ma-
mente para sostener su peso, sino ravillas inauditas, hazañas todas és-
j
jor condición por ser vencidos de los diligencia, con industria, con man-
portugueses, que los portugueses sedumbre, con magnanimidad, con
que fueron sus vencedores. magnificencia, con constancia, con
Y encarándose con el rey don fidelidad, a fin de que así como nos-
Juan le dice: otros te incitamos a que emules la
—A vosotros, ¿qué pro os repor- virtud de tus progenitores, la poste-
taron todas estas fabulosas conquis- ridad que tendrá sus raíces en ti se
tas, así en buscarlas como en con- anime y se exhorte a tu imitación.
servarlas, sino afanes, trabajos y di- Ese futuro glorioso que entrevemos,
ficultades? Magnífico dechado a fundadamente esperárnoslo por algu-
imitar propusisteis a los restantes nos de los actos tuyos que aun en
príncipes cristianos. Estas son las esa flor de tu edad ya fueron como
armas que se han de empuñar; vic- un experimento y ensayo de ti mis-
torias como éstas deben buscarse, mo, así de las dotes que deben re-
en las que los vencedores vencen lumbrar en un príncipe, como de
para sí y para Dios, y los vencidos incorrupta e insobornable justicia,
no cesan de bendecir su vencimien- y aun, si es menester, de justicia se-
to, puesto que las ventajas de triun- vera e inflexible. Con esa conducta
fo tan copioso revierten a ellos. Gue- conseguiste no ya lo que en otros
rreábase en aquella Asia misteriosa lugares suele hacerse, a saber: que
o en aquella Africa tostada no por las leyes y derechos se subordinen
la posesión de un campichuelo cual- a los hombres, sino que los hombres
quiera, no por una ciudad pequeñi- obedezcan y sirvan a las leyes y a
ta, con gran aparato bélico y masas la equidad, lo cual les dará la liber-
de choque formidables, sino por tad máxima.»
provincias extensas y reinos dilata- Pondera luego Luis Vives la pen-
dísimos; de suerte que la más gran- diente del temperamento del rey
de porción del orbe era el premio don Juan, salva de todo narcisis-
de la fortuna guerrera. Gratulacio- mo: Ne tu Ubi admodum placeas
nes infinitas han merecido tus ma- (Que no te complazcas contigo mis-
yores, que, partidos de pequeños mo en demasía), y que constituye
consumaron tan felizmen-
principios, una prenda y garantía ante todos los
te tamañas empresas, galardón de suyos, por lo cual a su debido tiem-
tantos sudores y de tan sostenidos po le exigirán, cual si las adeuda-
heroísmos. ra, obras honrosas. Su afán de me-
»A ti, que empiezas a poner los cenazgo demuéstralo el favor que
pies en esa carrera anchurosa, no dispensa a los literatos y a las le-
tanto se te ha de felicitar como se tras, a la ciencia y al cultivo del
te ha de exhortar a recorrer con pa- ingenio. No es horra ni anda con
so ágil el espacio que resta y que las manos vacías esa real benevo-
mientras corrieres a esas gestas her- lencia, como acostumbra demostrar-
mosísimas, asientes y afirmes tu se en la mayor parte de los prínci-
planta en las mismas pisadas de pes que piensan haber cumplido a
aquellos de quienes tienes un ejem- satisfacción, si alaban al autor o le
plo dentro de las propias paredes manifiestan los votos que hacen por
de tu casa. Tienes obligación extre- su éxito. El rey de Portugal añade
chísima de' conservar lo que recibis- la benignidad y aun, según son sus
te con las mismas artes con que posibilidades materiales, la magnifi-
ellos te lo depararon; a saber: con cencia. Testifícanlo París y otras
LUIS VIVES. T 7
194 ENSAYO BIOBIBLIOGRÁFICO. JUAN LUIS VIVES, VALENCIANO
rece bien en los príncipes, los avezó materia que todos sabemos que te
a la milicia y al estudio de las bue- es agradabilísima. Si buenamente
nas letras. El rey don Juan entien- aceptares la pobre ofrenda, ello hará
de muy bien que existe una corres- que si mi obra no agradare por su
pondencia y como mutualidad de desarrollo, agradará al menos por
deberes entre el príncipe y los eru- su dedicatoria. Ten salud. Brujas,
ditos. No hay dos clases sociales que julio 1531.»
convenga que vayan en más estre- La dedicación de ese monumento
cha y amigable inteligencia, y que pedagógico y la acuciante y enérgi-
la una apoye a la otra y se presten ca exhortación que la acompaña,
auxilio mutuo. Al uno y a los otros muy cedo rindieron buena cuenta.
concediólos Dios a las colectividades Este magnífico resultado práctico
humanas para que miren por su fué la fundación de la Universidad
bien y lo procuren : los eruditos, de Coimbra. Portugal, que había si-
con sus advertencias; los príncipes, do la más tempranera de las nacio-
con sus órdenes y mandatos, y am- nes en lanzarse por los caminos del
bos a dos con la ejemplaridad de su mar a la azarosa aventura de los
conducta. La erudición necesita descubrimientos geográficos y la
quietud y se la da la autoridad del más madrugadora en la empresa de
rey, y a su vez el poder real ha las conquistas africanas iniciadas
menester consejo para tratar tal vo- con la de Ceuta (julio-agosto de 1415),
lumen de negocios que se lo dan los andaba rezagado lastimosamente en
eruditos adoctrinados por la compe- la empresa de restituir las letras
tencia que les han dado sus lecturas. de humanidades en que los otros
Si falta cualquiera de los dos, el grandes pueblos de Europa estaban
equilibrio se rompe y no pueden empeñados, y no sin fruto ni sin glo-
cumplir con su oficio respectivo.» ria. A don Juan III le cupo el méri-
Y termina Luis Vives diciéndole al to de este halagüeño despertar. Muy
generoso Rey de Portugal: diversamente ha sido este monarca
«Tal será la asociación y tal la lusitano juzgado por los historiado-
correspondencia de deberes entre res, víctimas de sus propias alucina-
ti y aquellos cuyo estudio mantie- ciones, y en la turbia polvareda de
nes, que tú ayudarás su instruc- ese apasionamiento ha quedado en-
ción y ellos sostendrán y robustece- vuelta su esposa, doña Catalina de
rán tu poder, y ello será el pago Austria, hija postuma de Felipe el
CAP. XXI. PEDAGOGO DE EUROPA 195
Hermoso y de la infeliz doña Juana, se le quiso hacer pasar por bobo con
que yendo en pos de los restos de exageración maliciosa. Llegó a co-
su marido, la echó al mundo en Tor- nocimiento de doña Leonor, herma-
quemada, y celosa y avaramente la na de Carlos V, que, por convenien-
retuvo cabe en Tordesillas, en el
sí cias y combinaciones políticas, iba
más mezquino y ruin de los encie- destinada a ser su esposa y luego,
rros, hasta que, con su nubilidad, tro- por contrarias razones de Estado,
có la hórrida visión de la hoz y los hubo de serle a la vez madrastra y
páramos del Duero por el espectácu- cuñada tuvo ocasión de conocerle
;
que le granjeó más fino aprecio y menta histórica, S. J.; Ignatiana, serie
mayor consideración de su esposo 1. a , tomo V.
19ü ENSAYO BIOBIBLIOGRÁFICO. JUAN LUIS VIVES, VALENCIANO
tanto, un medie va lista, con la dife- ciona aquellos historiadores que es-
—
rencia una diferencia al fin y al ca- •
do; vosotros .sois sal de la tierra. porcionado a sus méritos. Los maes-
Si la sal se tornare insípida, ¿con tros deberán dar a sus alumnos
qué recobrará su sabor? Y si la luz ejemplo de sacrificio y de vocación
se apagare, ¿cómo nadie podrá con- docente. No descubrirán puerilmen-
templarla?» La misión no ya peda- te su amor propio en la ostentación
gógica, sino evangélica, del maestro y ruidoso alarde que hagan en torno
es la de propagar la verdad. Quien de su escuela. A un gran número de
propaga la verdad sirve a Dios, de discípulos mediocres preferirán un
quien procede toda verdad, puesto corto número de alumnos aplicados,
que El mismo es la Verdad absolu- tales como los forjaba Filopono,
ta. Las ideas morales que el maestro ejemplar y amorosamente entrega-
debe inculcar en la juventud puesta dos a su tarea en la primera escuela
bajo su formación y cuidado se en- valenciana a que asistió Luisillo,
cuentran ante todo en los libros traído de la recia y honrada mano
santos ;
pero los principios de sabi- de su padre. Quiere Luis Vives que
duría de los filósofos antiguos que las enseñanzas qüe a sus alumnos
alcanzaron alguna lumbre del ros- procuren sus maestros sean digeri-
tro del Señor tienen también su bles, puestas al alcance de sus
valor y no deben ni mucho menos inteligencias; leche razonable sin
desdeñarse. Con esta elevada fina-
lidad, sacándolos de ambas fuentes,
(1) Epístola ad Pisones, vers. 335-37 :
Vives, el año 1539, estando ya, como ves al futuro Felipe II, cuando no
quien dice, en la antesala de la tenía más que once años, dice así:
muerte, cuando dedicaba al príncipe «Muchísimas y muy grandes son
don Felipe sus Ejercicios de la len- las ventajas de la lengua latina para
gua latina, que el niño enteco y dé- el bien hablar y el recto sentir. Es
bil, cubierto de luto reciente por la ella como un arca de toda suerte de
temprana muerte de su madre, erudición, dado que grandes y exce-
puesto so la férula blanda de Juan lentes ingenios en lengua latina es-
Martínez Silíceo, con el discurso de cribieron de todas y cualesquiera
los años, había de unir su suerte disciplinas, a las cuales nadie puede
— su suerte y la de dos grandes pue- llegar sino por el conocimiento de
blos, unión que duró lo que duró aquella lengua. Por esta causa no
su efímera suerte conyugal con — me será pesadumbre ni enojo, en
aquella niña María, hija de la tía de medio de las ocupaciones de estu-
su padre, doña Catalina de España, dios de más alto vuelo, también en
para quien dictó una pedagogía este punto coadyuvar a los rudi-
pueril? Así el Cielo lo quiso o así mentarios estudios de la niñez. Com-
lo quiso la razón de Estado, si no puse para familiarizarlos con la len-
lo quiso el amor (lo diré con Ho- gua latina unos sencillos ejercicios
racio) :
que a los niños, según espero, pue-
den ser provechosos, y parecióme
cui placet impares bien dedicártelos a ti, que si Tríen
formas atque ánimos sub juga ahenea eres príncipe, eres niño también,
sobvo mittere cum joco (1); tanto por la extremada benevolen-
cia que conmigo ha tenido tu pa-
el amor, dije, a quien divierte el
dre, como porque enderezando tu
juego cruel de atraillar con yugo
espíritu a una conducta recta mere-
de bronce corazones y almas dispa-
ceré bien de España; quiero decir,
res. Harto temprano la muerte fué
mereceré bien de mi patria, cuya
a romper el yugo de bronce y la
salud se apuntala y estriba en tu
coyunda indócil de los dos grandes bondad
y en tu sabiduría. Si bien
pueblos, unidos por esos dos alum-
todo eso que te he dicho lo oirás
nos de gramática latina y de civili-
más a menudo y con mayor elo-
dad pueril de nuestro Luis Vives,
cuencia de Juan Martínez Silíceo,
que no lo vió con sus ojos mortales,
tu preceptor.»
ya próximos a naufragar en la mar
Salido el breve libro de las pren-
que es el morir.
sas de Roberto Winter, de Basilea,
La carta dedicatoria de Luis Ví-
por el mes de marzo de 1539, brota-
nica desde Valladolid: «...avernos vis- ron inmediatamente sus apologis-
to urna Determinación o decretación de tas. Uno de ellos y de los más ma-
Ja Facultad de Theología de la Univer- drugadores fué el alcalaíno Pedro
sidad de París en que dizen que la lec- Mota (1), cuya entusiasta recomen-
ción de ios dicho» Colloquios se ha de
vedar a todos y mayormente a los man-
cebos, porque con la lectión dellos so (1) (Este Pedro Mota, discípulo de
color de adquirir elocuencia, da jubentud Antonio de Xebrija, el año 1548 ed tó :
Quo primum imbuta fuerit recens Conquisita diu dulcique reperta labore,
[testa diu servabit odorem.
con prolijo afán buscadas y halla-
La recién fabricada con-
vasija das con esfuerzo sabroso.
servará por largo tiempo la fragan- Luis Vives fué a buscar esos vo-
cia del licor que en ella primera- cablos en que iba a grabar la ima-
mente se vertió. gen y la cesárea majestad de Roma
«Ningún libro educativo de Vives en las riquísimas minas de Grecia.
— dice Foster Watson — y ,
podemos Cuando la voz latina fallaba, Luis
asegurar que de ningún otro autor Vives se beneficiaba del griego. Con
del Renacimiento, fué escrito con esa cornucopia, con esa poliantea a
una aspiración más directamente su disposición, pudo entablar diálo-
práctica que este último libro, pa- gos sobre el hogar (Surrectio matu-
ra auxiliar a las escuelas. Es un li- tina), sobre la escuela de párvulos
bro de coloquios, que ayuda a los (Deductio ad ludum, Euntes ad lu-
discípulos a aprender a hablar latín. dum
y Lectio), sobre la vuelta a ca-
Con ellos tiende Vives a capacitar sa y los juegos de los niños (Redi-
a los niños a adquirir el vocabula- tus domum), sobre la comida estu-
rio, las frases corrientes de la len-
diantil (Refectio scholastica), sobre
gua latina, como para que puedan la charlatanería (Garrientes), sobre
conversar correctamente sobre to- un paseo a caballo (Iter et equus),
das las incidencias de la escuela y sobre la escritura (Scriptio), sobre el
d© la vida del hogar.» Horacio, que vestir
y el paseo a pie cuando la
predicaba la parquedad y la cautela aurora asoma por los balcones del
en sembrar el idioma autóctono de
Oriente (Vestitus et deambulatio
vocablos nuevos, autoriza la intro- matutina), sobre la casa (Domus),
ducción de neologismos, no oídos
sobre el colegio o escuela de grado
por los enfaldados (cinctutis) Céte-
superior (Schola), sobre el aposento
gos, que debían de ser los equiva-
y el estudio nocturno (Cubiculum et
lentes de los puristas y castizos de
Lucubratio), sobre la cocina (Culi-
hoy, cuando fuere preciso revelar
na), sobre el comedor de ceremonia
desconocidas y misteriosas noveda-
(Triclinium), sobre los banquetes
des. ¡Y cuántas novedades no so-
(Convivium), sobre los excesos del
brevinieron en el mundo moderno
beber (Ebrietas), sobre el palacio
desde Horacio hasta Luis Vives!
{Regia), sobre la niñez de un prín-
—
Con sobrada razón y por necesidad cipe ese príncipe niño es Feli-
imperiosa, en época anterior a los
pe II {Princeps puer), sobre el jue-
diccionarios latinos, que en aquellos
go de naipes (Ludus chartarum), so-
días no eran más que balbuceos, Luis
bre las reglas del juego y la topogra-
Vives aprovechó la autorización del
fía de la ciudad de Valencia (Leges
sesudo preceptor de los Pisones,
ludi), sobre los órganos del cuerpo
cuando se vió en el trance en que
humano por defuera (Corpus homi-
se viera ya el propio Lucrecio:
—
nis exterius) uno de sus interlocu-
tores es nada menos que el pintor
Propter egestatem linguce et rerum no-
[vitatem,
Alberto Durero —
sobre la educa-
,
mos que combinaron con dema- mayo de 1912; en un pasaje del ca-
siada frecuencia en los antiguos tex- pítulo XXIV, libro IV: «De la des-
tos escolares.» cripción y grandeza que hoy tiene
Juan Estelrich, sin duda el más la ciudad de Méjico después que es-
aguerrido de los vivistas actuales, pañoles poblaron en ella», el autor
incansable y venturoso explorador escribió: Descrebíle interior y exte-
de las huellas del polígrafo valencia- riormente en latín en unos diálogos
no ha verificado que en Méjico, ya que añadí a los de Luis Vives, por
en el año 1554, salió una edición de parescerme que era razón que pues
estos Diálogos. Esta impresión fué yo era morador desta insigne ciu-
debida a uno de sus primeros traduc- dad y catedrático en su Universidad
tores al romance de Castilla de la y la lengua latina tan común a to-
Introducción a la Sabiduría, el doc- das las nasciones supiesen primero
tor Francisco Cervantes de Salazar, de mí que de otro la grandeza y
que llegó a la nueva España pisando majestad suya...
los calcañares de los conquistadores En los Diálogos de Luis Vives se
con las primeras expediciones de amamantó la latinidad de Nueva
misioneros, «llevando consigo por España.
armas la Gramática, el Catecismo y Estos Diálogos constituyen el éxi-
los Diálogos, de Vives». to más rotundo y clamoroso de un
Cervantes de Salazar los comentó género que es cierto que tuvo pre-
y blasona de estar en mejores con-
diciones que otros comentaristas por PubCicadio por The Spanish So-
(1)
cietyof America. Madrid, 1914, ki. 4.°,
(1) Confesiones, III, cap. V. XXIV-843 págs. Preface de M. Magallon.
CAP. XXI. PEDAGOGO DE EUROPA 213
de mansa ironía, hablan ora los mis- das, atizadas en perpetua combus-
CAP. XXI. PEDAGOGO DE EUROPA 215
tión? ¿Ves en este río aquella bar- y os enseñaré el temor de Dios. Fos-
quilla? Da gusto y recrea el ánimo ter Watson, este gran devoto de Vi-
navegar entre los prados, bajo las ves, que habla de Vives con el labio
ramas lánguidas de los sauces flu- caldeado y como encendido por un
viales; entremos én ella por tu vi- ascua dulce, no halla con quién com-
da; tú te sentarás al gobernalle y parar a nuestro Vives por la un-
serás el piloto. ¿Dices que no, no ción, por el celo, por la pureza de
sea que la barquilla vuelque y eche ministerio sacerdotal con que sazo-
toda su carga en el río? Si ni aun naba su cristiana pedagogía, sino
quieres regir un esquife en un río con el suavísimo y ejemplarísimo
tan sesgo, tan apacible, tan pequeño, pedagogo que dejó detrás de sí lo
porque no eres práctico, ¿no tienes que San Pablo denominaba el buen
aprensión alguna de engolfarte en olor de Cristo. Yo no dudo que, de
aquel mar, en aquellas aguas, en haberle elevado al honor de los al-
aquellas olas, en aquella embraveci- tares, como parecía merecer a los
da borrasca de los pueblos, ignoran- ojos humanos, sería el patrono de
te, sin experiencia? Mira que no te las escuelas cristianas si, así como
acaezca lo que aconteció a Faetón, fué solitario y acabó su obra con su
hijo del Sol y de Climene, que pidió vida, hubiera dejado detrás de sí
a su padre que le cediera el fogoso quienes perpetuaran su apostolado:
carro, y como no supiera gobernar- Victorino de Feltre. Feltre es una
le, salióse de su órbita y prendió villade la Lombardía. Holló los ca-
fuego a todo el mundo, por lo cual minos de este mundo un. siglo antes
su padre, enojado, le disparó un ra- que nuestro Luis Vives. Como Pla-
yo y le derribó dentro del río Eri- tón anduvo siempre con la cabeza
dano, que es el Po. Muy bien decía rodeada de pensamientos melodio-
Isócrates que había en la vida dos sos, Victorino anduvo siempre en
cosas muy grandes; a saber: el medio de murmullos escolares. Ese
principado y el sacerdocio. Y como canto de alondras era la alborada
ello sea así, en ningún tiempo ha que más le placía. No siempre re-
habido persona alguna que no las sulta verdad lo que de los escolares
apeteciese como a merecedor de dice nuestro Aurelio Prudencio:
ellas, ninguno que no juzgase que
las podía desempeñar con el más Doctor amarus enim discenti semper
[ephebo
sabio acierto» (1).
nec dulcís ull-a disciplina infantice est (1)
Juan Luis Vives ejerció el apos-
tolado de los pequeños con aquel
mismo espíritu que Jesucristo de- «iEl Príncipe lleva su estudio adelan-
te con mucho aumento... Ha cesado
cía: Dejad que los niños se acer-
siete días a causa de cierta indisposi-
quen a Mí, o con que aquel otro ción de viruelas que He ha sobrevenido,
evangélico pedagogo español, José lo cual es común a muchos niños en
de Calasanz, tomaba las palabras del esta villa, pero no es dañosa, porque,
Salmo: Hijos, venid y dadme oídos bendito Dios, todos estamos muy satis-
fechos en saber que ya está fuera de
todo peligro y sin calentura ni acci-
(1) Véase en. estos fragmentos de co- dente que sea de temer. Sólo se pierde
rrespondencia cómo elpropio Marineo
Síeulo comunica al emperador los ejer- (1) Peristephanon, Himnus IX, Pas-
cicios escolares del príncipe niño que sio Sancti Cassiani Forocorneiiensis,
había de ser Felipe II: versículos 27-28.
216 ENSAYO BIOBIBL.OGRÁFICO. JUAN LUIS VIVES, VALENCIANO
el tiempo del estudio y éste se cobrará esperanza que le sucederá mucho bien.
en el tiempo venidero, y su habilidad Los días pasados estuvo S. Alteza en
es tanta, que suplirá toda esta falta... Alcalá y visitó a todos los lectores y
De Madrid, a dos de mayo (1536). De oyó lo que leían, y ipuede creer V. M.
Vuestra Sacra Cesárea Católica Majes- que a todos los entendió, si no fué al
tad vasallo... .El Maestro Silíceo » que leía hebraico, y holgó tanto en los
fciEJ. estudio del Príncipe, cuanto a la oír y en/tender do que decían, que nin-
gramática, ha sido algo penoso porque gún trabajo le fué todo el tiempo que
se le ha hecho dificultoso el tomar de los oyó, que serían más de tres horas.
coro. Ya, bendito Dios, va mostrando De salud está muy bueno, bendito
más voluntad y más provecho porque Dios, y muy alegre, porque goza de los
comienza ya a gustar d-1 artificio de días de caza que V. M. mandó se le die-
la gramática. En lo demás de su salud sen... De Madrid a XIX de marzo 1540.
y virtuosa conversación sé decir que El Maestro Silíceo »
cada día crece y da mucho contenta- «Pues es justo siempre que se ofrece
miento a los que le conversan. La In- correo da>r parte a V. Mt. del estudio
fanta [María] en el leer se ha detenido del Príncipe... en ésta sólo diré que
más que el Príncipe, aunque el escri- como de cada día crece en saber asi
bid se le da mijor; está muy buena y parece crecerle La voluntad a las letras;
con toda la gracia, honestidad y virtud y prometo a V. Mt. que aunque la caza
-
CAPITULO XXII
Parece que Wolsey fué recibido amistad con Pedro Dewite (Albius),
como un soberano auténtico se le obispo de Cuba, capellán mayor de
;
¡
Lange Winckel, cercana al entre-
Bussche, que sea éste el retrato que cot reservado a los comerciantes es-
Edmo de Boulonois grabó para la pañoles. Y por este mismo tiempo
Biblioteca Bélgica, de Foppens; pe- dió cima a sus Comentarios de los
ro no me atrevo a afirmarlo, porque
no poseo ninguna información posi- (1) Methodus universos artis medi-
tiva. cas formulis expressa ex Galeni tradi-
Aquí mismo, Vives tenía estrecha tionibus, qua scopi omnes curantibus
necessarii demonstrantur in quinqué
partes dissecta. Brugis. Hubertus Cro-
íl) Audin: Histoire de Henri VIII, cuis (Croóle), 1538, in fol. Arreo en este
tomo I, pág. 279, citado por Vanden libro aparece citado el nombre de Luis
Bussche Vives.
220 ENSAYO BIOBIBLIOGRÁFICO. JUAN LUIS VIVES, VALENCIANO
Amanecen tiempos nuevos y ame- de Jerez, que tachó las ideas de Vi-
nazan cosas nuevas. El tratado De ves sobre la beneficencia de doctrina
subventione pauperum, con no ema- pestilencial, perniciosa e injuriosa
nar de autoridad tan alta y en un en grado sumo para la dignidad de
orden de cosas más ceñido, es algo la Iglesia. No fué parte esa violenta
así como la Encíclica Rerum nova- y ciega arremetida para amenguar
rum, que produjo tan honda y tan la inmensa resonancia que tuvo este
mansa revolución y dictó nuevas gran libro pequeño, no solamente
normas de convivencia social. El en Flandes, sino en toda Europa (1),
Socorro de los pobres, de Vives, provocando entusiastas asentimien-
puso en un nuevo plan las relacio- tos y encendiendo reñidas polémicas.
nes de los poderes públicos con la «Es éste un tratado que, habiendo
pública miseria, y de la caridad, vir- ya más de dos siglos y medio (esto
tud individual, quiso hacer una vir- se escribía en 1781) que se escribió,
tud social y política, y fué por los no ha aparecido hasta ahora, obra
burgomaestres de Brujas, la patria que adelanta los pensamientos, prue-
de su corazón, por donde el ciuda- bas y expresiones que contiene; lo
dano Luis Vives quiso iniciarla. Es que produjo en él este profundo,
la primera versión moderna de las elocuente y pasmoso ingenio, com-
obras de misericordia y la organi- prehende perfectamente, de un mo-
zación eficaz y práctica del Beati do muy practicable, todo lo que es
misericordes a quienes está prome- necesario y conveniente en un asun-
tida la consecución de la misericor- to que en lo espiritual y temporal
dia, en el Sermón de la Montaña. interesa a todos: pobres y ricos, ni-
En un tiempo en que eran condena- ños y ancianos, hombres y mujeres,
das como proposiciones heréticas la particulares y repúblicas, vasallos
prohibición de la mendicidad, la par- y príncipes, eclesiásticos y secula-
ticipación de los funcionarios civi- res. Los obispos no pudieran desde-
les en la distribución de socorros, ñarse de que se les atribuyera como
su intervención en la vigilancia o una de sus más selectas pastorales;
administración de los establecimien- los magistrados, como una provecho-
tos benéficos, Vives proclamó con sísima providencia de gobierno; los
impavidez ser obligación de los ges- teólogos, como discursos muy acer-
tores de la ciudad conseguir que tados respecto de Dios y de las cria-
todos los ciudadanos se presten ayu- turas en orden a Dios; los oradores
da mutua; impedir que nadie sea evangélicos, como las más bien dis-
oprimido o lesionado injustamente, puestas exhortaciones y oraciones
persuadir al poderoso a la asisten- para persuadir a la limosna, llenas
cia del necesitado, a fin de que, por de Sagrada Escritura de uno y otro
mediación de la caridad, la con- Testamento, bien entendido y opor-
cordia entre los ciudadanos de día tunísimamente aplicada sin que le
en día tome creces y quede confir-
mada y sellada para toda la eterni- (1) El título de la impugnación de
dad. fray Lorenzo de Villavicencio e<s éste
pauperum
Contra esta valiente y cristia- De CEconomia sacra circa
curam. Antuerpice, 1564, in 8.° Da
nísima obra de Vives, disparó una cuenta de la enorme 'repercusión cüeO
flecha tardía y aleve, la flecha del libro Socorro de los pobres M. A. Heñ-
Parto que pelea huyendo, el fraile iré His*oire du regne de Charles V en
:
peregrinos que iban quién a la Tie- cho tuviere la voz tan descaecida
rra Santa, quién a Santiago de Com- como falsamente la fingen...»
postela, quién a Nuestra Señora de En sus Bienes de el honesto tra-
Roe-amador sin más preocupación bajo y daños de la ociosidad, el pa-
que la de rodar de hospicio en hos- dre Pedro de Guzmán supone ser
picio, vestir como gentileshombres, típicamente española esta holgaza-
procurarse espadas, proveerse de nería tan ingeniosa y tan rica de
grandes cuchillos, andar con liberti- tretas: Diremos al español lo que
nos y en tratos con damas corte- el Espíritu Santo del perezoso dice:
sanas.» «Pasé junto al campo del perezoso y
En este punto, los héroes de nues- todo eran cardos y ortigas... » Y pu-
tra literatura picaresca, tan copiosa diera continuar lo que en el mismo
y tan entretenida, eran verdaderos capítulo XXIV del libro de los Pro-
doctores. Ejemplos de esto los halla- verbios se sigue: Cardos y ortigas
remos a barrisco en Guzmán de Al- que habían cubierto su haz, y su
farache, en el quevedesco Buscón, albarrada estaba destruida. A su
en el Lazarillo de Tormes, en La vista me puse a reflexionar ; aquello
Garduña de Sevilla, en Rinconete y fué para mí una lección. Un poco
Cortadillo, del propio Cervantes. De dormir, un poco cabecear, otro poco
Alejo Vanegas, en la Diferencia de mano sobre mano, descansando, y
libros que hay en el universo, es sobreviene como un caminante la
este sabroso pasaje: miseria y la pobreza como un por-
«...Debaxo del título de pobreza diosero.
huyen de la casa que tanto aborre- Directamente o por reflejo, en
cen, como es el trabajo, porque ellos aquellos mismos días, tuvo la gene-
quieren holgar, e jugar, e borra- rosa iniciativa de Vives fuertes re-
chear, e decir unos de otros, e apu- percusiones en España. Varios pro-
ñearse después de haber hecho jira curadores en Cortes, en las de Ma-
de las limosnas, de lo qual todo da- drid, 1528 y 1534, solicitaron que se
rán buen testimonio los espitaleros prohibiese a los pobres salir de los
e taverneros. Déxome aquí de decir pueblos de su naturaleza y deman-
de los bofes ensangrentados y ense- daron el establecimiento de un régi-
bados que se atan en las piernas men administrativo acerca de este
para que parezcan llagas viejas punto. Consultáronse diferentes le-
También me quiero passar que de- trados, y entre ellos fray Domingo
xan a las espitaleras los capatos, sa- de Soto, y expresó su parecer en un
yos y las camisas que les dan, por opúsculo que se publicó con el títu-
mover con sus carnes desnudas a lo de Deliberación en la causa de los
que les den más, y todo lo venden pobres. Opina el célebre teólogo que
para comer e beber.- Porque más se los pobres fingidos deben castigar-
quieren enforrar por de dentro que se; que los extranjeros, siendo real-
guarnecer por defuera, especial- mente pobres, no pueden en justicia
mente que el principal tributo que ser expulsados del reino; que la
cogen le cobran con el título de la mendicidad verdadera no debe pro-
i
luis vives. — 8
226 ENSAYO BIOBIBLIOGRÁFICO. JUAN LUIS VIVES, VALENCIANO
bierne por la voluntad de uno, que che los ojos, no sufren el fulgor de
es lo que se llama Monarquía, ora la luz indeficiente. La doctrina ver-
sea administrada por unos pocos, daderamente nueva está en el libro
que decimos Oligarquía, o sea el segundo, que da soluciones prácti-
pueblo en quien resida la potestad cas al ideal de la caridad y asisten-
suprema y el imperio, que en ello cia a los pobres, y que fué la que
consiste la Democracia. Justa es la produjo la turbia tolvanera. El li-
república y saludable el gobierno, bro promete esta materia, y comien-
siempre que los ciudadanos y conse- za así:
jos de los que ocupan poder tien-
el «Hasta aquí hemos tratado de lo
dan a la pública utilidad; pero si que tocaba y pertenecía a cada in-
cualquier particular arrebaña hacia dividuo; en adelante hemos de tra-
sí con todo cuanto puede a fuerza tar de lo cumplidero a la sociedad
de astucia y arte y abuso de poder, o digamos de lo que pertenece al
entonces el pueblo es tirano de sí poder público y al que lo rige, que
mismo y no mantiene por mucho representa lo que el alma en el cuer-
tiempo la libertad y el gobierno, po...»
sino que en breve pasa al dominio Auna sociedad cristiana presen-
y albedrío ajeno en calidad de es- ta Luis Vives el dechado de una re-
clavo. De ello son claros escarmien- pública pagana a saber
; : de la re-
tos aquellas dos famosas repúblicas: pública de los atenienses, allá en los
la de Roma y la de Atenas; y en lo viejos tiempos, según resurge en la
sucesivo, inexorablemente, los ilus- oración llamada Areopagítica, del
trarán más cuantas organizaciones ático y limpio orador Isócrates. Dice:
políticas tengan ciudadanos que «Semejante a lo que queda dicho
quieran ser grandes y poderosos es el modo con que ellos se porta-
ellos por encima de la patria. ban entre sí, porque no solamente
Todo el primer libro Del socorro había este consentimiento y concor-
de los pobres viene a ser, digámos- dia en los negocios públicos, sino
lo así, la teología de la limosna in- también en su vida privada; mos-
dividual. Rezuma suavísima unción traban unos para con otros tanta
y tiene el color y el acento de una prudencia cuanta usan con razón
letra pastoral que no desdeñaría los que piensan con acierto y tienen
ningún santo padre de la antigüe- una patria común. Estaban los po-
dad, cuando aún hervía la Sangre bres tan lejos de envidiar a los ri-
de Cristo; pongamos por caso un cos, que no tenían menos cuidado
San Cipriano o un San Basilio, de de las cosas de éstos que de las su-
los más copiosamente dotados de yas propias, persuadidos de que la
persuasiva dulcedumbre, vena de le- felicidad de aquéllos era provecho
che y de miel. La oración de Luis de los necesitados; los opulentos no
Vives en ese documento apostólico despreciaban a los pobres, antes
discurre así como río apacible que bien, considerando que les era ver-
se extiende sin murmurio. No dice gonzosa la miseria de sus ciudada-
cosa que sea enteramente nueva nos, les socorrían en sus necesida-
aunque lo diga con una elocuencia des, dando a unos en arriendo por
no oída y con un acento nuevo. En poca renta campos que cultivasen,
toda esta parte lo divino anda mez- enviando a otros por procuradores
clado con lo humano en gracia de para sus negocios y proporcionando
aquellos que teniendo llenos de no- a otros frecuentes ocasiones de ga-
228 ENSAYO BIOBIBLIOGRÁFICO. JUAN LUIS VIVES, VALENCIANO
blica, donde aprenderán buenas le- cífica, trabajos hay que, indistinta-
tras y buenas costumbres. Dirigirá mente, pueden ser realizados por
estas escuelas un maestro afable, todos: cavar la tierra, limpiar las
urbano y educado liberalmente, que calles, arrastrar una carretilla, lle-
transmitirá esa educación y cultura var recados, cuidar de los caballos
suyas en los toscos discípulos, pues de alquiler.
el mayor escollo para los hijos de Y con los ciegos, con aquellos
los pobres es la crianza vil, incivil que, como Milton (y es suya la ex-
y sórdida. Con ese maestro, los ges- presión bellísima), caminan a la
tores del procomún no serán esca- sombra de las alas de Dios, ¿qué ha-
sos. No se limitará a enseñarles lec- rá Luis Vives? Como sucede por lo
tura y escritura, sino que les incul- común que la carencia de un sen-
cará los principios de la piedad cris- tido corporal, afina y agudiza los
tiana y el criterio que es menester otros, cosas hay en que el ciego
para el exacto juicio de las cosas. puede ser útil a la sociedad que le
Esto mismo cabe decir de las niñas, mantiene. Puede aprender a cantar,
materia igualmente delicada, si no a tañer instrumentos músicos y aun
lo es más. Aprenderán, como los ni- ejercitar otras profesiones en que
ños, el recto juicio y las prácticas de poner sus dedos iluminados: tejer
la piedad, a la cual el femíneo sexo cestos, hacer cajas, etc. Las mujeres
es más propenso. Si revelan condi- ciegas pueden coser, pueden hilar...
ciones para una cultura superior, «Vives es el primer escritor moder-
—
debe dejárselas que sigan este ca- no dice Foster Watson que ha —
mino. Debería iniciárselas en el arte puesto de relieve algo de la signifi-
de la cocina y en la economía do- cación social del adiestramiento de
méstica pero, sobre todo, en la mo- los ciegos y los sordomudos.»
;
Este infierno, esta ciudad do- Un día del mes de febrero del
liente por obra y gracia de la ca- año 392 antes de Jesucristo, en las
ridad, que Vives predicaba, pudiera fiestas llamadas Leneas, en honor de
aliviarse; pudiera casi trocarse en Leneo, dios del vino, unas carcaja-
un trasunto de la Ciudad de Dios. das estentóreas hundían las gradas
Y Luis Vives la barrunta, bella y le- del teatro de Atenas. Quien sacudía
jana, con los ojos de ensueño de un así, con aquel reír enorme que lle-
no tenga donde hacerse enterrar; ses. Fíjate en las manos de las es-
que uno tenga numerosos esclavos tatuas: cuando las suplicamos que
y otro no sea seguido más que por nos otorguen sus favores, ellas, en
su flaca sombra. Nadie, de hoy más, pie, ofrecen el cuenco de su mano,
trabajará obligado por la pobreza. y éste es ademán de recibir, y no de
Todo pertenecerá a todos: pan, sa- dar...
lazones, galletas, mantos de lana, Una mujer heraldo hace este pre-
vinos garbanzos... gón:
—Y ¿quién
la tierra, cultivará? la — ¡Ciudadanos, oíd! Pues la cosa
—pregunta Blépiros, su marido. es así, apresuraos a presentaros a
—Los esclavos. Tú no tendrás más Praxágoras, nuestra presidenta, a
ocupación, cuando la sombra sea fin de que el azar, cuando sacareis
de diez pies (es decir, al caer la suerte, señale a cada uno el lugar
tarde) que la de ir a comer. donde debe comer. Las mesas están
— ¿Y no habrá ya ladrones? allí cargadas de cosas buenas adere-
— No se puede robar lo que ya no zadas. Encima de los lechos, pieles
se posee. y tapices. El vino se escancia en las
— ¿Ni nadie será atracado por la copas; en fila están los perfumis-
noche? tas; las rajas de pescado en las bra-
— No; se queda a dormir en
si sas; las liebres en los asadores; las
casa. Mi pian es hacer de toda la pastas en el horno; trénzanse las
ciudad una habitación única. Derri- coronas; fríense los hojaldres...
baré tabiques y paredes interiores Esto es lo que os espera el repar-
;
y con pie igual se pasará de una tidor de pan está en su puesto. Ciu- ¡
CAPITULO XXIII
PADRE DE LA PSICOLOGIA
MODERNA
Corre el año 1538. Las Parcas, nas 719-730), trae una disertación
en monótono canto, hilan para Luis pública en latín del doctor en Fi-
Vives sus postreros copos: losofía Chr. Gottl. Schaumann, cuyo
es este título; De Joanne Ludovi-
Stamina non ulli dissolvenda deo, co Vive, Valentino, Philosopho prce-
sertim anthropologo, ex libris eius.
estambres fatales que ningún dios Dé anima et vita. En esa tesis iré
ha de romper. Es menester que el a espigar el obligado manojo que ño
filósofo acucie su camino y fuerce puedo recoger en el campo de mi
sus últimas cosechas. Opima fué la insuficiencia. Comienza el doctor
de este año 1538; nada menos que Schaumann por lamentar la esca-
el tratado De anima et vita, que le sez, de tiempo que se le concede pa-
constituyó, en expresión de Foster ra hablar de la alta
y profunda
Watson, Padre de la psicología mo- personalidad filosófica de Luis Vi-
derna. ves y por asertar que ninguna for-
Reconozco mi total incapacidad mación humanística sólida es posi-
para entrar en el examen de esta ble sin el estudio asiduo de los vie-
obra, de la cual se dice que acaso jos autores, como no se le oculta a
sea la mejor de nuestro pensador nadie que haya recorrido la historia
egregio. Quizá sea la que última- literaria desde Horacio a Petrarca
mente se ha estudiado más en ese y desde Petrarca a Wieland. Na-
renacimiento y revaloración del die que no hubiese bebido el saber
ideario vivista en todas sus mani- en las obras divinas de los viejos
.
(1) Causa
verdadera extrañeza ha- todos los demás escritores de la Re-
llar dondie menos pudiera pensarse este forma ison unos escribientes. Este gran
testimonio de don Ramón de Campo- agitador de la rebelión antiaristotélica,
amor acerca .de Luis Vives. Por su cu- sin ser un económico Sembrador de
riosidad, lo aduzco: ideas con sistema, ha sembrado no las
«Viene al mundo Luis Vives
a fines ideáis, sino los sistemas a granel. Y ya
del siglo xv y
se inaugura la época del oue de idiomas hablo, valiéndome de
Renacimiento. Ante este docto escritor, una imagen gramatical, diré •que 'en la
240 ENSAYO BIOBIBLIOGRÁFICO. JUAN LUIS VIVES, VALENCIANO
oración filosófica del Renacimiento Vi- jotismo escolástico, que mucho tiempo
ves es el sustantivo y todos los demás después fué a exhalar su último sus-
escritores son unos simpLes adjetivos. piro a los pies de amo de ios discípulos
Y isi no tuviera tan honda antipatía a más prosaicos de Vives, del canciller
usar de figuras panteísticas, añadiría Bacon de Verulamio» (Ramón de
que Vives es la sustancia y sus suce- Campoamor: Discurso de recepción en
sores unos modos : que todos son unas la Real Academia Española, 1862, pági-
cualidades, cuyo sujeto de Inherencia na 29. El tema era: «La Metafísica
es el taíemto de Vives. JSste Cervantes limpia, fija y da esplendor al lengua-
de la Filosofía hirió de muerte al qui- je.»)
CAP. XXIII. PADRE DE LA PSICOLOGÍA MODERNA 241
se, o bien que los ensueños son sig- beranas sirven para avisarnos de
nos o bien que son causas de las co- algún bien muy grande, público o
sas presentes, pasadas o futuras. No privado, como en las Sagradas Es-
cabe duda que los ensueños no son crituras se leen los sueños de Fa-
causas, así en redondo, sino que son raón, de Nabucodonosor o de José.
indicios o signos de humedades, co- Y no desacertadamente en Homero,
mo ya dije; son efectos de sus cau- Néstor ordena que se observe y exa-
sas y no de otra cosa alguna, y es- mine con diligencia el sueño de Aga-
to, naturalmente. Todas las cosas menón, caudillo del ejército griego,
naturales tienen su meta señalada, pues los sueños de otros no eran de
a la cual tienden, ya recta ya obli- tanto cuidado. Infunde sueños el de-
cuamente. No se ha concedido a los monio nada más que por engañar,
animales el soñar, para que, por es- acerca de cosas pecaminosas, vanas
te medio, se nos revele lo que está o superfluas, de guisa que no hay
oculto y es abstracto, sino que so- señal más evidente de que proceden
ñamos porque la energía anímica, de intento dañino cuando nos pre-
disponiendo de un órgano adecuado, sentan como juguetes de esas ilusio-
aun cuando reposa el cuerpo, no nes provocativas. Del fin puede co-
sabe estarse quieta. legirse la procedencia del sueño,
»Pero el caso es que a veces los por más que a veces, guiados de
sueños resultan verdad. Sí, pero es natural impulso y cediendo ante un
una pura casualidad, nada más que afecto y convicción temeraria, le
accidental, y no en virtud de una sospechamos ya celestial, ya hostil
cualidad natural suya; no de otra a nuestros deseos.»
manera que aterrados por efecto de Cuán grande y cuán sincero fué
alguna pasión o, por el contrario, el amor de nuestro Vives, puede co-
seducidos por alguna esperanza, so- legirse de muchos pasajes de sus
ñamos con peligros inminentes o escritos, en los que enaltece su es-
con bienes que nos están reserva- tudio en soberanas alabanzas, con
dos. Afuera de esto, cuando el áni- una total convicción que comunica
mo abriga una tendencia vehemen- a su discurso vida y ardimiento, que
te hacia un objeto solo, éste es el se manifiesta en los elogios que ha-
que pasa por el pensamiento del ce de la contemplación en la cual
que duerme. Finalmente, como dice su espíritu sé recrea lo mismo que
Aristóteles muy bien, que como so- cuando pregona la excelencia de las
ñamos todos los días tantas y tan artes, él, su cultivador fervorosísi-
variadas cosas, no es de extrañar mo, y al explicar el fruto que se re-
que excepcionalmente acertemos lo coge del conocimiento del griego y
que va a suceder o lo que sucedió del latín; él, filólogo de una pieza,
ya. pero que nosotros no lo sabía- ¿y cuán enamorado del saber cuan-
mos, como es fuerza que el que ha- do predica glorias de la filosofía?
ce frecuentes disparos dé en el blan- Si todo cuanto yo he dicho hasta
co alguna vez, aunque no sea pre- aquí; si su entereza moral, su gran
cisamente lo que se dice un tirador. espíritu de mansedumbre y com-
»A veces la inteligencia superior prensión maravillosa para con aque-
infunde sueños con igual arte y llos que le contradecían y repugna-
fuerza con que ellos conmueven la ban su sentir, y aquella indulgencia
fantasía. Aquellos sueños que bajan de la cual, como de las otras vir-
del cielo a saber de las mentes so- tudes, pueden sacarse muchos ejem-
242 ENSAYO BIOBIBLIOGRÁFICO. JUAN LUIS VIVES, VALENCIANO
demos menos de admirar a quien «De todo cuanto hemos dicho, fá-
fué a la averiguación de la verdad cil es colegir qué no es el alma;
por un camino tan recto, teniendo pero digamos ya por fin lo que es.
por guía la razón, que los filósofos Pero ello no puede hacerse direc-
más modernos, por boca de uno tamente, puesta y como presentada
que vale por todos, y sobre quien a la vista la esencia desnuda del ob-
a porfía derraman las mayores ala- jeto, sino vestida y como en pin-
banzas, creen que ahora fué, por tura, con los colores más propios y
fin, hallada. Esto que se hizo por adecuados, que podamos. El alma
el aviso de Kant, príncipe de nues- tendría que ser observada en sus
tros filósofos, a saber: que 'os fines operaciones, porque no está al al-
de las disciplinas filosóficas fuesen cance de nuestros sentidos, mien-
regidos con mayor cuidado, las em- tras que con todos éstos, así inter-
píricas especialmente; verbigracia, nos como externos, nos es dable co-
la psicología, la metafísica, y que nocer sus obras.
de la metafísica se extirpara todo «Demuéstrase la bondad del Autor
lo vano, nuestro Vives no solamen- de la Naturaleza para con nosotros
te lo advirtió, sino que lo puso en con grandes pruebas que brotan de
práctica. Su libro Del alma y de todos lados; puso a nuestra dispo-
la vida rezuma antropología, lim- sición, con la mayor abundancia, to-
pia de todo lo que le es ajeno y do aquello que nos conviene, y la se-
redactada con tal método, que el ñal más evidente de no convenirnos
más erudito y conocedor de la cosa algo es el que esté apartado, sea ra-
que quiera tratar, pensará ser así ro y difícil de adquirir.
que debía escribirse. De lo que él »No nos importa saber qué es el
conoció por sus observaciones y ex- alma, aunque sí, y en gran manera,
periencia, describe exactamente la saber cómo es y cuáles son sus ope-
naturaleza del ánimo y las varia- raciones. Quien nos impuso nues-
das razones de su energía, sus fa- tro propio conocimiento, no quiso
cultades, sus hábitos y recoge con que se entendiera con respecto a la
sumo cuidado las leyes a que están esencia del alma, sino de los actos
sujetas las operaciones del alma; necesarios para la compostura de
nunca omite demostrar le verdad de las costumbres, a fin de que, recha-
sus conclusiones filosóficas, con zado el vicio, vayamos en pos de
ejemplos tomados del curso de la la virtud.»
vida humana, y deja de lado todo lo ¿Puede, acerca de este punto,
vano, todo lo demasiado abstruso, decirse cosa con mayor prudencia
todo lo que está vedado al humano y agudeza? ¿Xo es verdad que aquí
conocimiento. En demostración de demuestra el mismo acumen inge-
este aserto -mío bastará ver cómo nioso, el mismo criterio excelente
discurre nuestro filósofo de la esen- que en lo que dice en el mismo ca-
cia del alma y de su sede en el pítulo acerca de la sede del alma?
cuerpo. Después de señalar la dife- — —
«El alma dice está en todo el
rencia que parece haber entre las cuerpo, lo mismo que cada una de
operaciones del ánimo y de la ma- las formas (effectio) está en toda
CAP. XXIII. PADRE DE LA PSICOLOGÍA MODERNA 243
a saber, que con argumentos mora- das a sus contrarios. Este hecho no
les y mayormente cada tendría explicación si Dios no fue-
siempre
cual se persuadió, aunque él mismo ra testigo y Juez. Ellas son, pues,
lo ignorare, de la existencia de Dios las que atestiguan que estamos ba-
y de la inmortalidad del alma. Me- jo su cuidado y que debemos espe-
recedor es el capítulo de la inmor- rar en otra parte el premio de nues-
talidad del alma, en los libros tantas tra virtud. Y si allí está el premio
veces citados con elogios de nuestro de la virtud y el fin del hombre,
filósofo, de que se lea todo entero. allí, de cierto, vivirá el alma.»
Yo solamente voy a transcribir lo En este pasaje que he aducido,
que parece venir a mi propósito. aunque se echen de menos los tér-
Luego de haber aducido copiosos y minos kantianos y el orden de las
variados argumentos, llevó su dis- nociones y enunciaciones sea dis-
curso a la conclusión de que, si el tinto y se haga mención del premio
alma no fuese inmortal, la provi- de la virtud en el sentido de que sea
dencia de Dios no existiría; sigue un aliciente para el ejercicio de la
diciendo virtud, que Kant rechaza; con todo,
«Estas tres verdades andan tan es fácil de ver que los argumentos
estrechamente unidas en nuestra morales de Kant en pro de la in-
convicción, que ni pueden disociar- mortalidad del alma han sido toma-
se ni es lícito separarlas: la reli- dos de muy arriba y acomodados a
gión, la providencia de Dios y la la forma de la demostración; apare-
inmortalidad de nuestra alma. El ce con todo que nuestro Vives tuvo
que intentare atacar una sola de es- en su mente lo que Kant expuso
tas tres verdades, si alguno osare con más extensión; a saber: que la
atacar alguna de ellas, afectaría los inmortalidad del alma es exigida
cimientos de las otras dos. por razón práctica.
»Si no son inmortales las almas, Pero basta ya. Añadir más ni me
no habrá premios ni castigos para viene en gana ni me está permitido.
las acciones buenas y las malas. En Es suficiente lo dicho para demos-
el transcurso de nuestra vida ve- trar la soberana prestancia de nues-
mos tan mezclados y confundidos tro filósofo. ¿Quién será que habien-
nuestros actos, que toda ella no es do reflexionado un momento en lo
más que un mero fraude. No tiene, que de Vives hemos escrito vacile
pues, Dios cuidado de nosotros. Y en suscribir las alabanzas con que
si lo tiene, ¿a santo de qué el culto Huldrico de Cook, que cuidó de la
que le tributamos? La religión y la edición basileense de su obras, cre-
piedad serían vanas y estúpidas yó que debía decorarle? (1) ¿Quién
creencias. Y
vemos, sin embargo,
que todos hombres y las diver-
los (1) — —
«Competían en él dice la ra-
sas naciones, por bárbaras que sean, pidez de su ingenio inventivo, la sa-
ajenas y opuestas a toda civilización nidad de su mente, su singu'.ar destre-
humana, se inclinan de suyo a pro- za y felicidad para desarrollarlo todo,
fesar alguna religión, alaban y cosa que fácilmente verá quienquiera
aprueban la modestia, la modera- que lo lea. A :esío se añadió un estu-
dio asiduo y un trabajo incansable no
ción, la gratitud, la piedad, la man-
en cultivar un solo linaje de doctrina,
sedumbre, la paciencia y la equi- sino en agotar todo el campo de la Fi-
dad así que no pueden menos de losofía.» (Huldrico de Cook. en su
;
CAPITULO XXIV
LA MUERTE
En eldiálogo de Vives intitulado — Maestro, ¿quién pecó: éste o
Comida estudiantil (Refectio scho- sus padres, para que naciese ciego?
lastica) se lee un pasaje que ilus- — preguntaron los discípulos a Je-
tra definitivamente el estado de de- sús, que milagrosamente había de
cadencia física de Luis Vives en iluminar sus tinieblas.
los dos postreros años de su vida La génesis de esa podagra que in-
mortal. La mesa, no tan austera co- movilizó los pies de Vives como con
mo la del Dómine Cabra quevedes- un cepo y le trituraba los huesos
co, ha admitido hoy a un convida- como una muela, ¿tuvo un remoto
do: Nepótuló (1). Llega de Flandes: origen inevitable o se debió a des-
— ¿De qué ciudad de aquella pro- órdenes personales? ¿Expió peca-
—
vincia? le pregunta el maestro. dos ajenos o demasías propias el
— —
De Brujas le contesta el mu- gran filósofo, atado, impotente co-
chacho. mo Prometeo en el salobre risco
— ¿Dijiste de Brujas? ¿Y qué ha- caucásico?
ce allí nuestro amado Vives? El doctor don Gregorio Marañón,
— Dicen que hace atletismo, pero en su preciosa obrita Luis Vives
no muy atléticamente. (Un español fuera de España), es-
— ¿Qué quieres decir con eso? crita con tanto entendimiento de
—Que está en continua lucha, pe- amor y con tanta gracia de estilo,
ro con poco entusiasmo. diagnostica la dolencia de Luis Vi-
— ¿Con quién lucha, pues? ves con gran lucidez y con un ca-
—Con su mal de gota. riño tal como no lo pondría en el
— ¡Ah luchador felón que prime- más querido de sus enfermos. Dice:
ro tira a los pies! «No se es gotoso al azar, como se
— Di, mejor, desalmado corchete puede ser tuberculoso o cardíaco,
que aprisiona todo el cuerpo (2). sino por una ley hereditaria que
condiciona no solamente la probabi-
(1) Nombre fabricado por el pro- lidad de adquirir esa enfermedad,
pio Vives, como tantos otros ole sus diá-
logos; significa Pequeño sobrino. dosam nescit medicina podagram (No
(2) El mal de gota, tan frecuente sabe la medicina disolver la pedregosa
en aquel tiempo, especialmente en los artritis de los pies).
medios intelectuales, teníase por incu- (1) Virgilio: Georgic, lib. II, 490-
rable. Así lo dice Ovidio: Solvere no 493.
246 ENSAYO BIOBIBLIOGRÁFICO. JUAN LUIS VIVES, VALENCIANO
sino también una cantidad conside- nunca tuvo realidad. ¡Los toques
rable de rasgos peculiares del carác- litúrgicos mesurando el paso de las
ter y, por tanto, del pensamiento horas; la ciudad casta dentro del
del presunto gotoso. cinturón de sus antiguos muros!
»E1 gotoso nace de un suelo ca- Ojalá fuera verdad tanta belleza.
racterístico que los antiguos llama- Las ciudades italianas, en el si-
ban artrítico y los modernos no sa- glo xni, hartas veces fueron empo-
bemos llamarlo de otro modo más rio de los Siete Pecados y un sordo
exacto, porque seguimos ignorando, hervidero de odios municipales, que
casi como aquéllos, en qué consiste son los más ruines e implacables de
esa predisposición ...» los odios.
¡Y si era lejano y si estaba abo- Y este fenómeno de las ciudades
nado este suelo! Valencia, inmemo- tan bellamente soñadas por los poe-
rialmente, en los placeres de la me- tas y tan feamente pintadas por los
sa, en el comer y beber, se mostró cronistas, es un fenómeno frecuente
descomedida. Y lo fué especialmente aún aquí. La lejanía las purifica.
en la época foral, la que precedió La elegía las absuelve. El Tiempo,
inmediatamente a la de nuestro Luis anciano divino, esparce sobre ellas
Vives, según lo demuestra el erudi- sus flores y su perdón. Pero el cro-
to canónigo don José Sanchis Sive- nista, que las sorprende en un mo-
ra, sagaz ilustrador de su historia mento cualquiera de su vida íntima,
doméstica. Allí, a la sombra del Mi- enmienda, empeorándola, la añora-
calet, mereciera haber nacido Pan- diza y mágica y engañosa visión.
tagruél- Los valencianos de la época foral
ico deja de ser un hermoso sueño comen y beben copiosísimamente.
de Dante, trazado con aquellos efi- La gula es uno de los vicios capita-
cacísimos rasgos indelebles que le les predominantes en la Edad Me-
dan calidad de tenacísimo agua- dia. Y la Valencia foral abastada de
fuerte, el retrato de la ciudad me- todo, la Valencia que es el propio
dieval que él encarna en su nativa asiento de la amenidad y que la
Florencia Abundancia riega con su cuerno lle-
no no está ni con mucho exenta de
Fiorenza, dentro dalla cerchia antica, este vicio grasiento y perezoso, tan
ond'ella toglie ancora e terza e nona, hermano de la lujuria. San Vicente
si stava in pace, sobria e púdica.
Ferrer, que, como fustigador de los
Non avea catenella non corona, pecados de su época, es un auténti-
non donne contigiate, non cintura, co y veraz costumbrista, pinta de
che fosse a veder piú che la persona (1) mano maestra a su ciudad natal,
obediente y esclava del vientre mu-
Este es un bello sueño que acaso chas veces al día. Y dice en su vivaz
y colorido lenguaje valenciano:
(1) Florencia, dentro antiguos
de. los
—E perqué no almorzariem per lo
—
muros, donde ella todavía tañe a ter- matíbeure un poc, e aprés, hora
e
cia y a mona, —
manteníase en paz, so- de tercia que'ns dinassem e quan
bria y púdica. vindria el mig jorn que berenassem
—
No lucía collares, ni corona, ni mu- e puis sopar al vespre?... E així es
jeras ataviadas, ni cintura, —
que fuese
más de ver que la persona que la lleva- ja ara que quatre o cinc vegades
ba. (La Commedia, «Pairadiso», XV, 95 menjarán e pergo quanta es la nos-
y siguientes.) tra vida que ja a quaranta cinc
CAP. XXIV. LA MUERTE 247
anys los homens son vells e'ls tre- con un banquete opíparo. El salón
mola la barba e les mans ; e les do- donde se celebraba la fiesta se ha-
nes podrides que beuen lo vinac que llaba decorado con riquísima tapi-
de tres passes les sentirán que els cería de damascos, sedas y draps
put Vale e a molts homens també... de ras. Presidía el salón un gran-
Hay que reconocer que este caro dioso aparador adornado con rica y
vicio de la gula, que en muchos lu- variadísima vajilla de plata y una
gares es prohibitivo, en Valencia es mesa artísticamente alhajada, en la
asequible y aun obvio. Su albufera que se destacaba, formada por guir-
es rica de caza y es pescoso su mar naldas de hierbas olorosas, la leyen-
es sabia su cocina y su repostería es da episcopal del ilustre huésped:
exquisita. Cuando por su excesiva Ave María, gratia plena. Varios mú-
abundancia no puede comer sus pro- sicos trenzan sutiles melodías. Lá-
ductos vegetales en su propio jugo, vanse las manos los convidados en
los aliña y los adoba. Confecciona riquísimos aguamaniles de plata.
citronat, pinyonada, matafalúa, ca- Sácanse siete grandes coperos lle-
rabassat aleixandrí, llimóns confits, nos de jengibre, planta aromática
arrops, pomes confites, dragea, neu- que se mezcla con las salsas y las
les, etc. Valencia bebe mucho y sazona. Preséntanse siete grandes
bien; bebe vi blanc e vermell, vi platos con dos pavos cada uno y
grec de Nápols, vi de melvasía, muchas perdices; los pavos tienen
montonac. De Valencia era el pro- las cabezas doradas, y de los cue-
veedor y de Valencia era el vino llos de las perdices cuelgan carteli-
que bebía la reina doña María, es- tos con el escudo de los Borjas. Sa-
posa de Alfonso V el Magnánimo, can luego cuatro platos, cada uno
que estimaba, sobre todo, el vino de de los cuales es llevado, por cuatro
Madona Mercadera, y que habiéndo- hombres, con grandes pastelones
la en determinada ocasión obsequia- formados de carne de capones, ga-
do el infante don Enrique con una llinas, pollos, ocas, ánades, palo-
carga de vino blanco y otra de tinto, mos, ternera, cabrito y otras vian-
luego de haberlas consumido, le es- das, todo mezclado con tocino. Cada
cribió: «Vos certificamos que era uno de estos platos hace su entrada
muy fino e podéis bien creer car ya en la sala al son de trompetas y
es espendido, do podéis conocer que otros instrumentos. Finalmente son
somos buena bevedora...» Tan bue- servidos dos soberbios platos, que
nos bebedores como su bonísima ofrecen el aspecto de un gran mon-
reina doña María eran todos los va- tón de verdura, en cuyo centro está
lencianos. Y teniendo tanto que co- un pavo real, con todas las plumas
mer y que beber, ¿quién se preocu- del cuello, alas y cola, con la cabeza
pa de otras cosas? Hay que acallar intacta, y lanza por el pico un cho-
los rugidos del vientre, que dice rro de agua perfumada. Y después
San Jerónimo. de estas viandas, viene la comida
Valga un caso por todos. El día blanca... ¡Qué rico suelo el de Va-
25 de octubre del año 1472, hallá- lencia para la nudosa gota, el lucha-
base en Valencia el obispo de Si- dor felón que tiró a los pies de Luis
güenza, don Pedro González de Men- Vives, el feroz corchete que le en-
doza, y el cardenal Rodrigo de Bor- cadenó todo el cuerpo!
ja, que debía ser Papa con el nom- Menos la mano. La mano de Luis
bre de Alejandro VI, le obsequió Vives escribía velozmente, afanosa-
24s ENSAYO BIOBIBLIOGRÁFICO. JUAN LUIS VIVES, VALENCIANO
OVACION DE LA VIRGEN
MADRE DE DIOS
(VIRGINIS DEI PARENTIS OVATIO)
TRIUNFO DE CRISTO
EPISTOLA dida, viérasles excusarse con toda
NUNCUPATORIA suerte de rendimientos si no es tal
como tu dignidad requiere, dando a
AL ILUSTRÍSIMO PADRE BERNARDO MEN- entender que no había que mirar
SA, OBISPO DE heln: SALUD al don, sino a la voluntad. Y repro-
ducir a continuación aquellos tópi-
Gonozco a muchos, venerable pre- cos del prólogo de Plinio, a saber:
lado, que si tuvieran el propó- que no había que culpar a los que
sito de dedicarte alguna obra, a daban culto a los dioses del ofreci-
buen seguro tendrían empacho de miento de una mola con sal, puesto
dedicártela de tan pequeño volumen que a mano no tenían incienso. Y a
como ves ser esta obrecilla mía. Aun pesar de todo eso, ellos estaban
cuando su chico ingenio (como di- persuadidos que el incienso más
rían ellos) fuese capaz de excogitar macho y más odorífero lo tenían
cosa- mayor, con todo afirmarían ellos. Yo estoy muy lejos de hacer
que aquella obra no es digna de per- esto, pues, aparte de que mi opi-
sona de tanta calidad, aun cuando la nión es muy otra, soy enemigo de
creyeran merecedora del aceite de declaraciones previas, y aún querría
cedro y de la inmortalidad. Mas lue- que eso fuera lo que los otros evi-
go que hubieren confinado en un taran con el mayor cuidado, pues
tugurio angosto una materia esplén- esto es propio del hombre libre y
260 JUAN LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. TOMO I
TRIUNFO DE CRISTO
da. Ninguna otra cosa pides, oh Cau- cerrasen las entradas y se bajasen
dillo, con el mejor de los derechos, las puertas de bronce. Demás de es-
que la honrada fe de la nación he- to, reforzáronse las guardas de los
brea. Nosotros te prometemos que fuertes, pues se temía que el ven-
la vas a tener si te retiras de ese cedor de un momento a otro se pre-
combate. Sobre tu cabeza pende la sentaría para el remate final.
muerte, cosa entre todas las más Mas Cristo, nuestro invicto Capi-
terrible, que no podía ser realmente tán, así que vió que todos sus ene-
vencida sin que pareciese que se migos estaban vencidos, y termina-
alejaba vencedora. Todas estas cir- da su derrota, dió orden que cesase
cunstancias, así que el demonio ve el fuego, diciendo que todo estaba
j
En que precedieron
los tres días Habiendo Gaspar Lax dicho todo
a su triunfo, como
era costumbre esto,reanudóse el banquete. Con to-
de los triunfadores, no entró en la do, él rogaba con gran encareci-
ciudad; mas, al tercero día, vistien- miento a Miguel Santángel que in-
do El, inmortal, ya la roja toga, sistiese en el mismo argumento,
exento de toda muerte, triunfador puesto que era hombre de no poca
glorioso, con gran pompa entró en erudición en las Sagradas Letras. Y
la ciudad. Esa ciudad, como ya su- Miguel, que en cosas de éstas no es
báis, estaba constituida por sus san- ni corto ni perezoso, comenzó así:
tos bisoños y la Virgen Santísima.
La muerte, que creía ser la única DISCURSO DE SANTANGEL
que resultó vencedora en aquella pe-
lea, reconocióse más vencida que Quisiera yo ahora que al discur-
los otros. Fué la muerte de la mu r- so mío, en materia tan grande, no
te y su mordedura, pues Cristo, re- le faltasen recursos a la medida de
sucitando de los muertos, ya no mi deseo y que se me comunicase
muere, y la muerte no le dominará alguna parte de la dulzura persua-
jamás. Recogió, pues, el gran Caudi- siva propia de la oración, a fin de
llo, vencedor en todo género de gue- que saliesen rezumando miel las pa-
rra, a sus soldados y los devolvió labras que voy a pronunciar en ma-
incólumes a su patria, sin haber per- teria tan dulce. En esta ocasión, no
dido a ninguno de los que le fueron me gozara con la brevedad lacónica
encomendados. Muy al revés, más y con la elocuencia parca de Mene-
bravos, más animosos y ricos que lao, que en otras ocasiones me con-
habían salido de sus casas. Por tentó, sino que desearía que se me
lo que toca a las huestes enemigas, prestase la afluencia de Cicerón o
en un solo combate dió muerte a la de Ulises, o el género asiático de
cinco mil; a saber: a aquellos cin- oratoria, caudalosa y lujuriante; con
co, cada uno de los cuales valía por todo, si me faltare la elocuencia,
mil, puesto que podía matar a mil. procuraré que la sustituya el brío,
Saúl (que quiere decir el que abu- Cristo, al resucitar de entre los
sa) mató a mil. y cinco mil aquellos muertos con nuestra vida, penetran-
que de todo hacían verdadero abu- te, ágil, en un cuerpo inmortal, con
so. Ese triunfo de que hablamos no la parte sensual de su alma libre de
pudo ser estorbado ni diferido ni todas sus pasiones y perturbaciones,
perturbado por la calumnia, como inmune del hambre, de la sed, del
el de Horacio, el de Paulo Emilio, calor, del frío, del dolor, de la fati-
el de L. Lúculo, el de Mételo y el ga, en disposición de remontarse a
de otros muchos, porque en el reino aquel Templo soberano que es como
de Cristo todo está quieto, bajo el el cerro y el camino que conduce al
imperio de la justicia y de la paz. Capitolio y a la roca Tarpeya; el
Por todo lo cual, reunidos todos los templo, quiero decir, a quien, con
elementos del triunfo, y no habien- razón, nuestros mayores llamaron
do por él estorbo alguno, el León Iglesia triunfante, puesto que a la
de la tribu de Judá. el León vence- de acá abajo la llamaron militante,
dor, triunfó más gloriosa y justa- porque Cristo fué el primero que
mente que el mismo Julio César. en ella militó y triunfó en ella (lo
que nosotros hemos de hacer), iba
* * *
en una cuadriga, como fué costum-
OBRAS DEVOTAS. TRIUNFO DE CRISTO 265
bre de los viejos caudillos, vestido puesto que venció, toda potestad le
de púrpura, con un fulgor mucho fué dada.
más vivaz que el de los otros; por Los que fueron salvados por él
lo cual, muchos de los que topaban seguían la carroza del clarísimo Va-
con ella, se preguntaban admirados rón, costumbre que también se ob-
¿Quién es este que avanza enroje- servó en otros tiempos de Roma,
cido con vestidos más rojos que los como hay constancia en el del se-
de un lagarero? nador Terencio Culeón, en el del
Cuatro blanquísimos caballos triunfo del Africano sobre Aníbal
arrastraban la carroza del Triunfa- y los cartagineses. Saliéronle al en-
dor, en donde estaban sentados cua- cuentro dos cónsules de la máxima
tro hijos: en la Prudencia, el régi- autoridad el Padre y el santo Pa-
:
sión tan grande para los hombres bueno, de quien hablamos, alargar
desmemoriados, y en todos ellos se su mano a quienquiera que con es-
grabó: Al que afirmó la Patria, así píritu de piedad trata esa materia.
también, para el indeleble recuerdo Mas, puesto que tú expusiste el
de gesta tan gloriosa, para que el ol- triunfo de Cristo, veamos ahora si
vido de la posteridad injuriosa no se- a ese Luchador y Caudillo nuestro
pultase una proeza llevada con tal le faltó cosa alguna que realzase
arrojo y terminada con tal felicidad, sus bélicas proezas. Voy a contaros
levantáronse templos, arcos, esta- lo que yo muchas veces pensé con-
tuas, columnas, obeliscos; talláronse migo mismo mientras iba leyendo
letras, testimonios y voceros peren- los Comentarios de las noches áticas,
nes del heroísmo de Dios. En unas de Aulo Gelio. El autor es de todos
se puso: Al conservador de la Pa- vosotros conocido y aprobado. Ese,
tria; en otras. Al Padre de la Patria, pues, entre otros temas muy bellos
y en otras, por fin (y es el título y de muy exquisita curiosidad, tra-
que más gusta), Al Salvador y al ta de las coronas militares que me-
Libertador de la Patria. Jamás por recieron gran honor entre los roma-
jamás la severa elocuencia callará nos, vencedores del mundo. Yo sien-
tan grande beneficio: siempre se to que todas ellas, con mucha mayor
mantendrá fresca la memoria de propiedad y excelencia, convienen a
cosa tan singular y tan maravillosa. Jesucristo.
¡Oh muerte feliz a la cual siguió Las coronas —
triunfales dice
tan gloriosa supervivencia y gloria son de oro, las cuales, por la gloria
tan inmarcesible! La boca se me del triunfo, se remiten a los Caudi-
vuelve agua, como dicen, y gastara llos. Llámanse, por lo común, oro
en este discurso el día entero y an- coronario. Antiguamente, estas co-
tes me faltara el tiempo que la ma- ronas fueron de laurel, mas harto
teria. Por tanto, si alguno de vos- pronto comenzaron a hacerse de
otros tiene algo que decir, dígalo, oro. Triunfó indudablemente nues-
pues yo también luego, si quedare tro divino Caudillo, como acabáis
tiempo, volveré sobre esa misma de demostrar vosotros, y fuéíe re-
materia. mitida una corona de oro y otra de
laurel. De laurel, sin duda, pues
PARLAMENTO DE FORT ella ofrece el más saludable de los
remedios a la pestilencia de las al-
—
Mas yo dijo Juan Fort, hombre mas y de los cuerpos, y tiene una
de buen ingenio y de temperamento fuerza incontrastable contra las
verdaderamente filosófico, a saber, tempestades y los rayos diabólicos.
enamorado de la sabiduría — quisie- El laurel produce aquel aceite, ri-
,
antigüedad dedicó una encina a Jú- ción posible. Más que celestial es es-
piter Optimo Máximo. Ahora debe te poder y divino que con tan gran-
consagrarse a Cristo Nuestro Señor, de daño vuestro sentís en vosotros
que es mucho mejor que él, mucho y os produce temblor y que espero
más grande que él, otra encina, que todavía lo vais a sentir más
siempre que fuere buena y grande. potente y más pesado si no desistís
En la Edad que llaman Dorada o de esa vuestra pertinaz y proterva
de Oro, la bellota fué el alimento y más lívida envidia contra nues-
de los hombres primitivos, como si tro linaje. De oro acostumbró la
los justos entonces de la
viviesen brarse esta corona mural, puesto
fe y de esperanza del vencedor
la que es un metal que comunica ale-
futuro. Pero ahora que la bondad gría al corazón humano. Esa expug-
de Dios ha dado a los hombres un nación de fortaleza odiada, este
la
pan menos salvaje, el hombre no aventamiento de las tiendas de cam-
muere nunca. Las hojas y las ba- paña, aborrecibles, cuánta alegría
yas de esta Encina nuestra, que son ocasionaron a los cautivos avecin-
la fe y la esperanza auténtica que dados en la ciudad próxima, vejada
nos hacen esperar el fruto y su mis- por la cercanía del enemigo, y aun
ma corteza, que
es la caridad, que a la posteridad, que, sin recelo, en
cubre la muchedumbre de los peca- seguridad y paz, podrán dedicarse
dos y la savia, que es la buena con- a placer a las santas labores de la
ciencia, que cata con anticipación agricultura. Un pasaje se halla en la
la dulzura del galardón eterno, co- Visión apocalíptica de San Juan
mo dice San Agustín, son antídotos que dice esto mismo, y voy a citar-
contra toda intoxicación espiritual. lo porque su frecuente evocación
Pero también a Cristo se le da la me da harto consuelo Y enjugará :
monstruos malhechores, creyóle fi- con una rabia pirática más encona-
lántropo, o sea bienhechor del gé- da que la de los cílices antiguos.
nero humano. Mas aquella nave, comandada por
En último término, concedíase el demonio, *fué provocada a com-
la corona naval al primero que bate por Cristo; Cristo desbarató
transbordaba con armas a una nao los planes y estratagemas de su ca-
enemiga. La nave de todo el género pitán, y le impuso perpetuo silen-
humano simboliza a la Iglesia. De cio, y cascada como estaba, más
ahí se dice que peligró la navecilla frágil todavía que famosa barca
la
de Pedro, que es la Iglesia. Mas la desmontable de Nerón, cariado el ti-
nave de la idolatría, como armada món, lacias y rotas las velas, he-
en corso, reducía a vilísima servi- dionda la sentina, podridas las cuer-
dumbre a todos cuantos, con un au- das, esa nave, al primer choque,
daz golpe de mano, podía arrebatar pasó a nuestro poder, y el primero
de las naves ajenas; a muchos les que saltó a su bordo con armas,
seducía con blanduras y con halagos que fué Cristo Jesús, se ganó la na-
y cantos de sirena y con alucinacio- val corona. Y es cosa maravillosa
nes de falsos oráculos, so pretexto cómo esa nave, vencida y vieja, re-
de verdad (que es el más seductor parada con madera del Leño divino
afeite de la mentira). No me intere- de la Cruz, provista de menos apa-
sa decir en este momento si estos rejos, con abundante provisión de
oráculos se daban, quién sabe, si Pan y de Vino, salió con viento a
por mandato de Dios, porque diesen placer, gallarda, fuerte e inexpug-
testimonio de Cristo, u obligados por nable. Ya el día en su declinación,
la fuerza apodíctica de la verdad, y que en apartándose nos trae Una
confesándola a regañadientes, pues invasión de tinieblas, me avisa que
cualquier cosa que hagan o cual- debo poner término a mi parlamento
quier cosa que digan los malos espí- sobre materia tan elevada y tan sin
ritus, son señuelos y parancerías y fin. Y lo haré con mucho gusto, por-
celadas para engañar al hombre. que ahora, por primera vez, hemos
Nadie, pues, hasta entonces ha- tocado ese argumento y no quisiera
bía quebrantado esta potencia ma- parecer palabrero en demasía, por-
rítima; nadie había saltado al abor- que quiero que quede eso como pre-
daje en aquella nave que infestaba ludio de las cosas que más copiosa-
todas las tierras y todos los mares mente espero que iremos diciendo.
Asdrúbal, hermano de Aníbal, y que mujeres sin senos, y que fué la pri-
el cónsul Claudio Nerón, colega de mera que entró en esa vereda de
Salinator, entró en la ciudad a reci- la virginidad e hizo que fuese en
bir la ovación por el vecindario del seguimiento suyo una gran muche-
propio Asdrúbal; ambos a dos, co- dumbre dedoncellas, sin esperanzas
mo también sus respectivos ejérci- de maternidad, hermanas de los án-
tos, se portaron valerosamente en geles todas ellas, y de quienes los
aquel conflicto, ambos desempeña- propios ángeles cantan en el idilio
ban la misma magistratura; pero de Salomón: Nuestra hetmana es
por cuanto la batalla decisiva se diópequeñita y no tiene pechos; to-
en la provincia que Livio goberna- — —
das estas digo acompañan a la
ba y que Livio había empeñado en Virgen, Madre de Dios, que es su
la lucha a sus soldados y no Claudio capitana, adondequiera que fuere,
Nerón, el Senado le concedió a Li- como en el Apocalipsis, aquellas
vio el triunfo y a Claudio Nerón la centenas de millares que acompañan
ovación. Paralelamente, en esta pro- al Cordero, que es Cristo, en la mon-
longada guerra de que hablamos, taña de Sión. Mas todas estas don-
así el Hijo como su Madre Santí- cellas castísimas llevan broqueles
sima, con hartos trabajos y con mu- en forma de luna, como si con ellos
chas penalidades, lucharon brava- defendieran el pudor y la entereza
mente y con resultado feliz contra de su carne, en que dicen que la
el enemigo común; luchaban no Luna tuvo sus complacencias. El
¡en interés propio, puesto que po- Caudillo, armado con armas blan-
OBRAS DEVOTAS. OVACIÓN DE LA VIRGEN, MADRE DE DIOS 271
gen, cuya virtud (no menos que la ces, el Padre universal hablóle de
del aceite) consiste en fortalecer esta manera:
contra el frío de las virtudes extin- «Enhorabuena, Emperatriz muy
tas, saben a sangre de Cristo, puesto esforzada, a quien no veo en mi es-
que son de todo punto semejantes. pejo de lo que está por venir, que
Añade a esto que las varas del mirto nadie supere en aguerrida valentía;
mascadas aprovechan, según el mis- nadie emprendió un camino más di-
mo Plinio, al caminante de pies ma- fícilque Tú y no hay mortal alguno
gullados por las luengas jornadas. que consumara como Tú su heroica
¿Y qué caminantes o viadores hay, jornada. Por ende cualquiera que,
en el más estricto sentido del voca- en adelante, evocare con la debida
blo, que nosotros mismos que, ha- reverencia la piadosa memoria de
llándonos fuera de la patria, a la pa- tus hechos valerosos, ea, intercede
triaperegrinamos sin tomar aliento Tú por él y Yo, por consideración a
ni descanso?¿Y qué peón hay más Ti, condescenderé con sus deseos.»
peón que nosotros mismos que de- Mas ella, que oyendo estas pala-
bemos llevar a cuestas todas nues- bras todavía estaba en pie todo el
tras alforjas, todas nuestras cargas,
tiempo que peroró el Príncipe del
mundo, ocupó un asiento sin par.
y que con nuestros pies, es a saber,
con nuestras buenas obras y con Más arriba que ella, sólo el Tribu-
nal de Dios; debajo de ella, la crea-
una conciencia inmaculada, debe-
mos seguir el camino derecho? Pues ción toda. Mas así que terminó el
también a nosotros nos va a ser de parlamento, sentóse en un trono de
gloria increíble, guarnecido por los
provecho mascar las hojas de ese
ministros celestiales, y en él estará
mirto; es decir, el amargor inicial
sentada eternamente.
de la virtud y de la abstención de
lasensualidad. Para este mal no hay
Esto es lo que creí que debía de-
cir acerca de la ovación de la Vir-
medicina mejor que esa vara de
gen, ya en trance de poner fin, si
mirto brotada de la raíz de Jesé,
no me pareciera que debía informa-
que mata todo voluntarioso estímu-
ros de lo que, sobre este mismo
lo carnal.
asunto, disertó, en el nuevo Estudio
Al encuentro de la Señora que
general de Valencia, mi querido
recibía la magnífica ovación salie-
Luis, tu antiguo maestro de Gramá-
ron aquellos dos cónsules y también
tica, Daniel Sisó. El lugar está en
su carísimo Hijo, elegido pretor de
el primer acceso de las escuelas que
la jurisdicción terrenal de vivos y
con harta facilidad tórnase barroso
de muertos. Estos tres, o, mejor di- con la lluvia, con el polvo, con el
cho, este último, señero y solo, tras frecuente pisoteo de los escolares;
los obligados sabrosísimos abrazos y una vez que lo hubieres traspasado,
besos, maravillados del temple recio te encontrarás con unas escaleras
de la Virgen ternísima, mandaron altas que conducen a estancias más
que se sentase en un sitial muy po- adornadas y a las aulas donde se en-
co inferior al de ellos. Paso por al- seña, lugar muy acomodado para
to la inenarrable alegría de las ce- los excelentes profesores que espe-
lestiales muchedumbres, los cantos, ro han de venir. El vestíbulo es os-
los saludos, los aplausos, los vítores curo con frecuencia; pero el pór-
y las congratulaciones de todos sin tico no está mal. Al pie de la esca-
el menor asomo de envidia. Enton- lera hay una gran mesa de piedra,
274 JUAN" LUIS VIVES. OBR.:AS COMPLETAS. TOMO I
de color azul, adonde acuden los li- apóstol San Juan vió que estaban
breros, cuando reciben alguna no- en la presencia del Señor; dos oli-
vedad, para exponer los libros a la veras cuyo jugo suaviza la atonía
venta. Habiendo Daniel puesto el del estómago de la conciencia y lu-
codo en ella, se le acercaron Miguel brifica e\ vientre y da salida a las
Arriguo y el poeta Partenio Tovar. heces. El óleo que producen aclara
que poco antes había llegado de Sa- los ojos, así exteriores como interio-
gunto. Yo, que entonces era muy res, expulsa la fiebre maligna de
mozo, iba a los alcances de Parte- este mundo y, aplicado conveniente-
nio. Tú, Cristóbal, ya sabes, y ya mente, comunica al cuerpo humano
sabes, Vives, tú que es un hombre robusta y larga vitalidad. ¿Está en-
noble y serio a la vez que poeta fermo alguno de vosotros? dice el —
afluente y facundo y, por su nom- apóstol Santiago —Introdúzcanse
.
soldado macedón, del soldado parto aduladores, como sois, a buen segu-
que de las imbeles huestes asiáticas ro no temeréis las celadas y las
o de las persas, voluptuosas, hechas corruptelas, así de las almas como
a la servidumbre, o de los muelles de los cuerpos. Dejad al menos que
sábeos, donde se cría el incienso. el tiempo que gastarían en sus amo-
Mas quien sojuzgó las pasiones y res, lo ocupen en estas lecturas.
las cuitas renacientes; quien puso Mas, por lo que toca a los precepto-
debajo de sus pies la engañosa flor res honestos y graves que reciben
del mundo y las trazas y astucias los avisos de su conciencia y sienten
demoníacas, cuyo poderío no es el celo de la gloria de Dios, no es
comparable con ninguno de la tie- necesario que reciban amonestacio-
rra, derrota a un enemigo más po- nes nuestras. Son ellos precisamente
tente que aquel que tiene que ha- los que, encendidos de amor divino,
bérselas con la tierra que nunca tunden los oídos de los poderosos
rehusa la esclavitud (me valdré de de la tierra y les meten en los ojos
las palabras de Catón), que aquel así lo que tienen que leer como lo
que pelea con hombres a quienes que tienen que imitar. Entre éstos
matan las cantáridas y las picadu- ocupa el primer lugar aquel gran
ras de las moscas. Por ende, más hombre de quien, poco ha, hice
glorioso es el triunfo y el honor y la mención, Adriano Florencio, de
pompa por haber sojuzgado a aqué- Utrecht, preceptor de Carlos, nues-
llos que a éstos. Y añade a esto lo tro príncipe.
que vale aún más que todo esto. * * *
Ese triunfo dura tres días a lo su-
mo; es cosa pasajera y momentá- Dicho esto nos levantamos, y
nea; en cambio, aquel otro dura to- todo tiempo que restó hasta que
el
da la eternidad. Estas y otras cosas lobregueciese, gastárnoslo en pasear
semejantes, si tenéis recelo de refe- desde la iglesia de Santa Genoveva
rirlas a los príncipes, lisonjeros y hasta el arrabal de San Marcelino.
PREAMBULO
DE JUAN LUIS VIVES, VALENCIANO
A SU
TRIUNFO DE CRISTO
INTITULADO
LA VERDAD EMBADURNADA
Por si acaso hubiera aquí, mis lin-y sus orejas con pendientes y sus
¡
dos y galanes mozos, algún casqui- brazos con pulseras y cadenas y sus
vano, huero, mendaz, no deje de dedos con sortijas, sus manos con
maravillarse este tal de cuál puede guantes y así compuestas y atavia-
ser el motivo por que en ese liceo, das acuden a los espectáculos, a la
en esa academia donde, desde mu- iglesia, a los sermones, a las bodas,
chos años atrás, los años de su edad,a las tertulias, a los lugares donde
sin duda no se habrá oído nombre los hombres se reúnen. Y de esta
alguno cristiano y de que todo reso- manera emperifolladas, muéstranse
nase con los nombres de Júpiter, de a los transeúntes en lugares desta-
Juno, de Mercurio, de Marte, de cados y visibles, en las ventanas,
Hércules, de Itífalo, de Cupido, de en las pérgolas, en las galerías, en
Venus y de otros aún tan igno- los balcones. Si por acaso pasa al-
miniosos como éstos, en que no se guien que, distraído por otras pre-
oía nada de verdad, sino que todo ocupaciones, no para mientes en
estaba inficionado de mentira, mien- ellas, entonces hablan en voz alta
tras que ahora nosotros, con tan di- con sus vecinas para que se vuelva
ligente asiduidad, pronunciamos el y las mire, mueven sin descanso el
adorable nombre de los príncipes, abanico leve y aleve, no sea que por
de los caudillos, lumbres de nuestra el calor demasiado se derritan los
religión, Cristo y María. Luego de mejunjes, que mantiene adheridos
haber oído hablar de la verdad em- al cutis aquel airecillo fresco; acu-
badurnada, dejará de maravillarse den con suma frecuencia al espejo
y, avergonzado y corrido (por poca y allí examinan si su tez nativa su-
sensatez que tenga), saldrá de esa frió algún deterioro para repararlo
escuela con las manos a la cabeza. de nuevo cuanto antes. Llegada la
¿Visteis, mis garridos mozos, al- noche, al quitarse el afeite con agua
guna vez en vuestra tierra mujeres fría, untan toda su cara con no sé
afeitadas? Son feas por lo común, qué jabón, pues este nombre dan a
y queriendo parecer hermosas a los aquel adobo, para que al día si-
ojos de los hombres, queriendo guiente esté mejor acondicionado
atraer a sí las miradas de todos y para recibir el diario afeite. Y, por
avivar el deseo de cada uno, se em- fin, a altas horas de la noche, cuan-
badurnan con antimonio, con ber- do se acuestan con sus maridos, por
mellón, con cerumen, adornan su ca- causa del mal olor que despide el ja-
beza con redecillas y tocados rojos, bón de marras, las echan del apo-
ciñen su cuello con collar de perlas sento conyugal, mientras que ellos
OBRAS DEVOTAS. LA VERDAD EMBADURNADA 279
pasan una noche molestísima, que son los dedos con los cuales Moisés
harto necesitaban para descansar, obraba maravillas en presencia de
porque tie*nen su olfato cargado con Faraón; ésos son los dedos de los
aquel hedor y el espíritu lleno de cuales tenían horror los magos de
los baldones y maldiciones, de los Egipto; ésos son como los dedos mul-
propios y de los de su esposa. tiplicados de Mercurio, indicadores
Esa es la descripción y la pintura de los caminos reales; éstos condu-
de la mujer afeitada, a cuya imagen cen a los justos por las sendas rectas.
los malos espíritus (pues apenas Tiene, además, una lengua elo-
puedo llamarlos hombres) embadur- cuentísima, que cuando habla hace
naron el nobilísimo rostro de la ver- callar todas las cosas. Sus palabras
dad. Existió, mientras Dios adereza- son de vida eterna y no hay facun-
ba y componía la faz del Universo, dia, ni dulzura, ni persuasiva suavi-
tocando con fortaleza de un confín dad que las iguale; ésa es la lengua
al otro confín y disponiéndolo todo y la pluma del escribano de quien
con suavidad, dando forma a lo in- hablaba yo poco ha, que escribe ve-
forme y poniendo orden y estabili- lozmente; la voz es blanca, suave,
dad en el caos, una hermosísima clara, pausada, alta, dulce, sin aris-
doncella, que ora llamábase Sabidu- tas, sin aspereza, sin desabrimiento;
ría de Dios, ora Verdad de Dios, ora que enseña lo que cada cual tiene
Palabra de Dios, ora Dios mismo. que hacer, a cuyo son treme la tie-
Entonces esta doncella, como ahora rra, responden el cielo y el suelo y
todavía, era de rostro sereno, abier- aun las bestias más feroces se
to, regio, benigno y afable y en él amansan siempre y se quedan con
la pluma del escribano que escribe un pie suspenso. Sus pies llamáron-
velozmente escribió este lema: Este se el tiempo, porque aún no buscada,
es el candor de la luz eterna y espe- viene a nosotros a tiempo. En ellos
jo sin mancha de la majestad de está escrito aquel pasaje ciceronia-
Dios; tiene unos ojos de acumen no: El tiempo borra los de^^aríos de
vivacísimo que todo lo mira, que lo la opinión. Linda de ver es su espal-
descubre todo; el aliento que sale da, pero nada tiene que ver con su
de sus narices y el respiro que sale rostro y con su pecho. Dícese que sa-
de su boca es una evaporación de lió de la boca del Altísimo, primogé-
la virtud de Dios y una emanación nita antes que toda criatura. Muy
de la lumbre del Todopoderoso; ro- bien sabéis que lo que producen los
bustos y muy recios son sus brazos, agentes contrarios es contrario. El
vencedores del rey, del vino, de la demonio, pues, enemigo público de
mujer, y en ellos se destaca esta le- Dios y de los amigos de Dios, engen-
yenda: Estos son los brazos del dró a una hila muy mala, opuesta
Dios vivo, robustos, jortísimos, que irreconciliablemente a la verdad.
•puedan con todo, que todo lo ven- Llamáronla unos simulación; otros,
cen, que trituran toda falsedad; y disimulación; otros, fraude; otros,
sus manos, muy blancas, sin man- impostura; otros, embuste; otros,
chas, sin arrugas; redondos y lar- por fin, más justamente, llamáron-
gos sus dedos; nítidas sus uñas, que la mentira no es hembra ni es va-
;
dirás que son de ónix. Estas son rón, ni es de nuestra sangre ni li-
aquellas manos que crearon el cielo naje, sino que es un monstruo ho-
y la tierra, las manos únicas que rrendo y formidable, sin pies, sin
obran milagros estupendos; ésos cabeza, cuerpo hueco, sin consisten-
280 JUAN LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. TOMO I
cia; pegada al ombligo tiene la pier- rán al impío. Justos son todos mis
na única, con la cual se movía más parlamentos y ninguna maldad ni
despaciosamente que Calípede. De perversidad hay en ellos. *Yo fui or-
ahí, entre algunos, vino el prover- denada desde la eternidad y desde
bio vulgar: Más fácil es de coger los comienzos antes que se hiciese
el mentiroso que el cojo. Con el ca- la Tierra. No existían todavía los
lor de la verdad y con el adveni- abismos y yo ya estaba concebida.
miento de la luz se liquidaba toda y Aún no habían brotado las fuentes
se desvanecía; sobre su pecho traía de las aguas; todavía los montes
impreso el retrato de su padre, con no se habían, asentado en su grave
esta inscripción: Este es el gran masa; yo era parida antes que los
mentiroso, y es mi padre. Y en el cerros; todavía no había hecho la
pecho del monstruo leíase este elo- Tierra y los ríos y los quicios de la
gio: Perdición de las naciones y de redondez del orbe. Cuando prepa-
la redondez del mundo. raba los cielos, yo estaba presente;
cuando limitaba los abismos con
* * * compás y con ley cierta; cuando pe-
saba las fuentes de las aguas, cuan-
Empero, muchísimos de los naci- do rodeaba el mar con sus riberas y
dos de la sangre de los malos espí- ponía ley a las aguas para que no
ritus, se deleitaban grandemen-
que pasasen más allá de los términos
tecon aquel cuerpo vano, a la vista señalados, cuando tan a nivel y plo-
de la verdad, turbábanse y horrori- mo echaba los cimientos de la Tie-
zábanse hasta el punto que se eriza- rra, yo con El lo componía todo y
ban los cabellos de sus cabezas y se deleitábame día por día, jugando
ponían rígidos a manera de cerdas: delante de El en todo tiempo.
y como estuviese mandado por el
Autor y Padre de ellos que todos * * *
hiciesen acatamiento a la verdad,
que todos amasen la verdad, que Engendróme a mí el Altísimo y
todos pusiesen sus ojos en la ver- Todopoderoso, la única y más her-
dad y la venerasen y la siguie- mosa de todas, vestida de sol y la
sen, por no mirar de hito en hito luna debajo de mis pies, pues com-
y sin interposición de velo alguno, parada con el sol, hallóse que yo fui
el lampo de su rostro fulgurante de primera que él. Conmigo están las
blancura, que acaso con su fulgor riquezas y la gloria, la soberana
deslumhraba y cegaba sus ojos mue- opulencia y la justicia. Si en la vida
lles y obtusos, pensaron afeitarle y deséanse las riquezas, ¿quién más
embadurnarle de mentira; y no ade- rico que yo, cuyas son todas las
rezada propiamente con este recur- cosas, que he fabricado yo misma?
so, sino más bien deformada, la hi- Juzgada fui en mi Esdras como la
cieron un gran recibimiento. Oíd más fuerte de todas las cosas, cuyo
ahora a la verdad, embadurnada así, brazo derribó y aplastó a los más po-
que habla, que se queja, que se que- derosos y mentirosos espíritus infer-
rella de este modo: nales. ¿Quién más copiosamente que
Voy a hablar de cosas grandes y yo tiene la ciencia y la doctrina?
,
,
mis labios van a abrirse para pre- ¿Y quién con más elocuencia la en-
dicar rectitud. Mi garganta expre- seña que yo, que soy la que enseña
sará la verdad y mis labios detesta- la disciplina de Dios y la que elige
OBRAS DEVOTAS. LA VERDAD EMBADURNADA 281
sus obras? ¿Y qué más, si todas las mía, puesto que no quisisteis ver-
ciencias me proponen a mí como se- me pura, en toda mi ingenuidad y
ñal y blanco, y a mí sola me miran mi sinceridad. Y si yo no estuviera
y me buscan? De aquí es que Aris- persuadida que todo lo sé muy bien,
tóteles, amigo mío muy estrecho, a confieso francamente que ahora du-
quien yo enseñé, y muchos otros daría si sois vosotros hombres del
personajes de mi devoción llamá- mismo linaje que mi Padre intro-
ronme Verdadera noticia de las co- dujo en el mundo, y si aquellos an-
sas y sabiduría evidente, puesto que tiguos y graves filósofos conocieron
no hay en mí (para resumir abre- vuestro linaje y vuestro carácter/
viadamente mis alabanzas, según lo puesto que aseguraron que el en-
permita el tiempo) ni el más peque- tendimiento y la razón del hombre*
ño asomo de vanidad ni de jactan- de suyo buscan exclusivamente la
cia, que diametralmente están dis- verdad. Cómo os traen engañados
¡
simple como soy yo misma la sen- l;U? ellos y yo somos enemigos capi-
cilla y pura verdad, pues el espíritu tales, me suplantan a mí y os pro-
de inteligencia es santo, único, múl- ponen la mentira, que es hija suya,
tiple, sutil, diserto, móvil, inmacu- y vosotros os avenís a ello con la
lado, cierto, suave, amante del bien, más dócil de las resignaciones.
agudo, que no impide ninguna obra
buena; humano, benigno, estable, * * *
cierto, seguro, poseedor de toda vir-
tud, previsor en todo lance, que En vano pudiera deciros yo que
comprende todos los espíritus inte- vosotros sois nacidos de su sangre,
ligibles, limpio, sutil. pues nada queréis hablar ni oír de
Habiendo, pues, entre muchos mí si no lo entreveráis con menti-
otros, creado mi Padre un animal ras. ¿Cuándo el hombre se hace más
muy excelente, a quien llamó hom- semejante a Dios (como respondió
bre racional, en él depositó, para im- a una pregunta Pitágoras) sino al
primir en él su imagen y la nues- hablar cosas verdaderas? ¿Y cuándo
tra, la memoria, el entendimiento y es más semejante al príncipe de las
la voluntad, y quiso que yo fuera tinieblas, sino al derramar menti-
el entendimiento, por lo cual mi ras, que son las verdaderas tinieblas
Aristóteles muchas veces afirmó ser de los entendimientos? El manjar
yo demostración del entendimiento de los demonios, dice mi Jerónimo,
y demostró que todas las ciencias son las creaciones de los poetas; a
y la fe estaban en mis dominios. De saber: de los que aprendieron a
ahí que, siendo mi querer el querer mentir para sí y enseñan a mentir
del Padre y el querer del Paráclito, a los otros, como dice Dión Prusen-
quise a los hombres para alternar se, cuyo corifeo es aquel desvariado
con ellos, y mis delicias fueron con- e insano viejo de Homero, que siem-
versar con los hijos de los hombres. pre se deleitó en la mentira, como
Empero de vosotros, mortales,' pues- lo demuestra el hecho de que intro-
to que así me deformáis con vues- dujo como protagonista de su Odi-
tros afeites, quejaréme delante del sea a Ulises, fértil de engaños. A
Padre de todo que habéis merecido ese vago y follón de Ulises, menti-
mal de mí. Mayor aprecio hicisteis roso empedernido, con perdón de
de la belleza del afeite que de la los dioses, los hombres vanílocuos,
282 JUAN LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. —TOMO I
un olor fétido, y que vosotros, por j sólida, más suave, más dulce: yo
ello y por los artilugios del diablo, seré vuestro abrigo, yo vuestra lo-
no podáis en la muerte hallar re- riga muy fuerte, yo el escudo que,
poso. si fuere vuestra defensa, ninguna
Por todo esto, aprended, pues, a cosa os dañará. Yo os conduciré por
abrazarme, mortales a mí sola, sen- caminos rectos, y al fin mostrarme
cilla, pura, que es la cosa más fácil. he a vosotros yo misma. En ello
Sabed que soy sola yo la que habla reside exclusivamente la felicidad y
con la mayor nobleza e ingenuidad. el estado de bienaventuranza, cuyo
Aprended a no querer oír más que cumplimiento consiste en la acumu-
a mí misma, que no hay cosa más lación de los bienes todos.
bres, bestias, pintadas aves y toda la divina Bondad hace que el desen-
otra suerte de alimañas a los que, lace de esa intriga sea más apacible
con excepción de muy pocos, el dilu- pues probada y reconocida la fe del
vio universal raía del haz de la tie- hijo, hijo y padre, sin novedad y
rra; y luego, la ignorancia de la re- con gozo nuevo, vuelven a su casa.
ligión y del Dios verdadero; es de- A continuación figura en el escudo
cir, su degeneración en bestias, y Jacob el elegido y Esaú el recha-
aquella maldad que no tiene nombre, zado. De Jacob nacen aquellas doce
seguida de la confusión de lenguas, cabezas de muchas gentes y pueblos
que ajena mucho más a los hombres que nadie podrá contar.
unos de otros que de las bestias que Con sumo placer contempla Cris-
están a su servicio, siempre que to al hijo de la carísima Raquel,
estén domesticadas. En su vecindad imagen suya, vendido a los merca-
aparecía aquel fidelísimo Abrahán, deres de Egipto y honrado en Egip-
que, dócil a soberanos mandamien- to con una posición preeminente;
tos, abandonó a su patria, sus con- y el reconocimiento por sus herma-
ciudadanos, su raza, su lar, sus pro- nos que allá fueron a pedir trigo,
pios penates, y que de regreso de y el viaje de Jacob a Egipto con sus
la matanza de los reyes, con ánimo hijos y su casa numerosa por ver
piadosísimo, ofreció diezmos a Mel- a su hijo. Allí el anciano, en el re-
quisedec, sacerdote y rey de paz gocijo de aquel encuentro, llora de
y de justicia. gozo copiosamente, porque, después
Seguidamente verías al deseado de haber pensado que con llanto y
Isaac, con cuyo nacimiento la casa tristeza bajarían sus canas al sepul-
se hinchó de gozo. Y más tarde vie- cro, ya se promete que van a des-
ras al mismo Abrahán apresurán- cender a él con suma placidez y
dose con firmeza y constancia de alegría. Pasados algunos años, los
alma a inmolar a su hijo, sin que Faraones de Egipto, ignorantes de
hiciera en su ánimo la menor mella su estirpe, condenan aquella nación
la duda de que sería cabeza de mu- libre y pueblo grato a Dios a una
chos pueblos, persuadido de que al- onerosa y amarga servidumbre para
gún plan mejor abrigaba la mente exterminar aquel linaje a copia de
divina en torno a la estirpe en quien vejaciones y penalidades. Los unos
estaba prometido que serían salvas fueron destinados a las canteras;
muchas gentes. En seguimiento del los otros, a los hornos de cal; mu-
anciano iba el hijo, cargado con el chos cocían ladrillos, molían el yeso,
haz de leña, verde de años, pero machacaban la arcilla y el barro con
dotado ya de prudencia senil, sin paja desmenuzada; los más trans-
suplicar a su padre que dejase de portaban a la ciudad el trabajo de
ofrecerle en sacrificio porque los sus compañeros; otros, con prolijo
designios de Dios tienen un alcance afán, construían casas, murallas y
incognoscible y no son investiga- otros edificios, urgiéndoles inhuma-
bles sus caminos. Con estas pala- namente a la faena los arquitectos
bras tortura el hijo a su padre inde- del rey y los empresarios de las
ciblemente, puesto que ve que se le obras, hasta que, compadeciéndose
arrebata aquel su hijo tan cuerdo y el Señor del linaje de Abrahán, con-
tan digno de la vida, aun cuando cede Moisés a la tribu de Leví,
está convencido que más se le re- quien, criado en palacio, es elegido
clama que no que se le quita. Mas 1
por Aquel que es Caudillo de su
OBRAS DEVOTAS. DESCRIPCIÓN DEL ESCLDO DE CRISTO 287
pueblo, el cual, vadeado el mar Ro- Cautivo estaba otra vez en Babi-
jo a pie enjuto, abruma y engulle lonia y de nuevo era rescatado de
los carros de Faraón y todo su ejér- su merecida esclavonía, por la bon-
cito en las bravas ondas y en las dad y la clemencia de Dios. Figura-
aguas arremolinadas. dos estaban los fortísimos amigos de
En las selvas, en los montes, en los Macabeos, crudelísimamente des-
los arenales de Arabia, fué el pue- pedazados por no comer los man-
blo alimentado con mantenimientos jares prohibidos. Todas estas cosas
del cielo; instituyóse y organizóse habían acontecido mucho antes para
el sacerdocio y el ministerio de todo que fuesen descritas en aquel cuero
el templo, suerte de prenda del tem- y fuesen los episodios finales del
plo venidero, que sería más espa- Viejo Testamento.
cioso y mejor; templo del eterno Vuelve el haz del escudo, pues
Sacerdocio, no según la orden de aquello era lo que debía oponerse a
Leví ni de Aarón, sino de Melquise- los golpes y al choque pavoroso
dec; templo donde se celebrará el Aquí el linaje antiguo de Cristo,
misterio eucarístico bajo las espe- hermosísima sucesión, héroes mag-
cies de pan y de vino. Después de nánimos, nacidos en años mejores,
esto, preveíase para Josué la suce- como Virgilio cantó.
sión de Moisés; entonces estallaron Aquí todos aquellos predestinados
glandes guerras. Concedió Dios a la desde los siglos más profundos arrea-
estirpe de Abrahán aquello que en dos de niveas vestiduras, y algunos
lejanos tiempos había prometido a las llevan rociadas y tintas de púrpu-
los fundadores de la raza, y el colo- ra. Muéstrase Pedro el primero,
no judío se asentó en Palestina y elegido cabeza y príncipe de todos
Siria. La administración primera los otros por voluntad y llamamien-
fué de los jueces; pero después to directo de Dios, gritando insisten-
aquel pueblo tornadizo, inquieto y temente, ardientemente, a favor de
necio, pidió para sí un rey como lo la fe, persuadido que no hay trabajo
tenían las otras naciones. Se le dió arduo, que no hay trabajo difícil si
Saúl; luego, entre sus muchos her- se ha de sobrellevar por Cristo. Des-
manos, fué elegido David, cortado pués de él, el gravísimo San Pablo,
a la medida del corazón de Dios, y que ejercía ministerio asiduo entre
por capitalidad fué escogida Jerusa- los gentiles, a quienes venciera con
lén, la ciudad del gran Rey, y pro- argumentos incontrastables, ora los
metiósele que en Jerusalén la casa atraía a sí con suave y eficaz per-
de David reinaría para siempre, y suasión, ora con el ejemplo de su
los hijos de los hijos y los que de vida, y con los milagros hechos ga-
ellos nacerán, en expresión de Vir- naba para Cristo, a Quien sólo servía,
gilio. de nadie adulador, caro a todos, li-
Entonces Cristo contempla a los bre y severo, siervo de todos por
reyes poderosos, y los pueblos y los amor de Cristo y no absteniéndose
profetas, llenos del Espíritu de Dios, de reprender al mismo Pedro en
que cosas tan gloriosas vaticinaron favor de nuestra libertad, porque la
de su escudo; a la vez querrá leer verdadera piedad no estuviese cohi-
las alabanzas de los héroes y los bida por cuestión de manjares. He-
hechos de su Padre y conocer qué rodes, enemigo de la Iglesia Santa,
cosa sea la virtud, según palabras degüella a Santiago el Zebedeo por-
también virgilianas. que más plenamente viviese. El mis-
288 JUAN LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. TOMO I
das, por calles, por templos, por es- porque tu fe no desfallezca. Pero
cuelas, por prostíbulos, por meso- leve era esta herida en comparación
nes, persuadiendo al profano vulgo de las que le infirieron Sergio y
que el Hijo de Dios era menor que Mahoma, acerba peste del linaje hu-
el Padre, que era creado y que su mano. Pero levanta sus ojos a más
existencia tuvo comienzo. Aquella apacibles perspectivas y ve al for-
peste contaminó a muchas personas tísimo emperador Constantino que
sagradas; pero cabe ella estaba la por bandera enarbola el Lábaro y
medicina de tamaño mal, el glorio- mira sus Clavos como amuletos, y
i
la Cruz, que antes fué suplicio de Y después de todo esto, vió al ju-
ladrones, puesta en la frente de los dío pérfido y pertinaz, ya mejorado,
emperadores; luego ve los altares, pidiendo el bautismo encarecidamen-
los templos construidos con tanta te, y se le administró. No desprecia
magnificencia por el Príncipe piado- a nadie que se refugie en El; en-
so, tan muníficamente dotados y de- tonces también el Sagrado Libro,
corados, que la misma cabeza del donde se lee haber recogido todo
orbe le está sujeta y, cosa que antes cuanto estaba a su diestra y a su
era la suprema ignominia, ya está siniestra y que se hará un rebaño
divinizada y cristianizada. Y el mis- y un pastor, y el mundo cabrá todo
mo emperador Constantino exhorta en el cercado y en los apriscos de la
al combate contra los enemigos disi- Iglesia. Y luego, descollaba El, vi-
mulados a los fuertes atletas que sur- niendo en inmensa majestad a juz-
gen con enérgica resolución y a que gar a los vivos y a los muertos; y
esgriman las plumas invictas a modo estaban abiertos todos los libros de
de lanzas y de espadas: aquella las conciencias y manifiestas a cada
trompeta de Jerónimo, tan multilin- uno aparecían su buena o su mala
güe, tan diserta, hombre de veras vida. Y El, sentado sobre querubi-
polígrafo; el dulcifluo Cipriano; el nes, acompañado por los senadores
agudo y docto Agustín; el facundo de la tierra, remunerando a los bue-
Ambrosio; Lactancio, el Cicerón nos y castigando a los malos. Y,
cristiano, y Juan, de boca y de pala- finalmente, contempla a los felices
bra de oro ambos eruditísimos Gre-
; predestinados a la eterna bienaven-
gorios, el Niseno y el Nazianceno; turanza, gozando de la vista de Dios,
Basilio el Grande y todavía muchos en quien están todas las cosas, don-
otros, conspicuos tanto por la agu- de llevan una vida que no tendrá
deza de su ingenio y de la variedad fin y en la cual no hay asomo de
de sus saberes como por la santidad molestia, ni de envidia, ni de tedio,
de su vida. ni de ira, ni de guerra, ni de traba-
Entonces mira con ojos de una jo; todo en esta vida discurre en
placidez de astro a Roma, la señora sosiego, todo en sabrosísimo concier-
del mundo, postrada a los pies de to y paz, todo en perfecto gozo y
su vicario. Aquí ve adorándole a El alegría, y la viven perpetuamente.
a Italia, maestra y madre de todos Este es aquel Escudo, cifra de to-
los pueblos, y luego a la heroica y do el género humano, columna y
férrea España; luego la noble y piedra angular del edificio del uni-
la dulce Francia, y luego la robus- verso mundo. Sin esta esperanza y
ta Germania y la rica y hermosa In- sin este soporte, el orbe todo se de-
glaterra; la India fértil en perlas y rrumbaría, lo mismo que caerían y
oro, y luego a otras naciones, esfor- se arruinarían las paredes si cedie-
zándose, y no sin provecho, por lle- ran la base y el fuste en que se
var a éstas al conocimiento del Dios apoyan. Ese Escudo es aquella Pie-
verdadero. A la otra banda del océa- dra que, rechazada inicialmente co-
no occidental, donde nuestros mayo- mo inútil por los edificadores, po-
res creyeron que no había más que co después constituyóse en la pie-
el vacío y la nada, bullía un mundo dra angular de todo el edificio. Este
nuevo, descubierto en nuestros días, Escudo es aquella columna de nube
evangelizado inmediatamente y for- que protegía en el desierto a la
mado en la religión verdadera. descendencia de Israel. Este Es-
luis VIVES. — 10
290 JUAN LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. TOMO I
FIN DE LA
«DESCRIPCIÓN DEL ESCUDO DE CRISTO»
MEDITACIONES
SOBRE LOS
(I5i8)
que ahora admiras en mí sufrirán algo nuevo o que alguno de los lu-
un total oscurecimiento si se com- gares que yo exposité no se acomo-
paran con las tuyas. ¡Bravo! Muy dan al sentido que él cree que fué
bien por tu ingenio; muy bien por el auténtico sentido del salmista,
la esperanza de tus estudios y de antes que entre en materia debo de-
tu virtud. En cuanto a lo que me cir cuatro palabras.
animas y me ruegas que escriba Como el libro Salmos está
de los
algo acerca de los seis Salmos res- vertido del hebreo, en que David lo
tantes, ¿quién podrá negártelo cuan- compuso, al latín por San Jerónimo,
do lo pides con tal comedimiento que se ajustó a aquel texto que lla-
que el descomedido fuera yo si de man la Verdad hebraica, y después
mí no lo alcanzares? Tuviera yo por losSetenta Intérpretes, del grie-
por pecado no diferir a ese santo go, que es aquella interpretación la-
deseo tuyo y no obedecer a ese man- tina, llamada Vulgata, que la Iglesia
dato tuyo tan episcopal. Por esto, utiliza por lo común, y como exista
en las pasadas estaciones litúrgicas, además el salterio latino traducido
medité y di forma a esas pequeñas del caldeo que de la lengua hebrai-
consideraciones sobre los seis Sal- ca vertió a la caldaica, Jonatán, hijo
mos restantes, que ahora te en- de Abenuziel y no sin inspiración,
vío. según creen los judíos, y por lo
Y como estas seis meditaciones mismo esta interpretación goza en-
no fueron compuestas a un tiempo, tre ellos de veneración y autoridad
mas el discur-
el estilo difiere algo, muy grande, que casi iguala a la
so o razonamiento en cada una de que conceden a la misma Verdad
ellas es muy diferente. Es de saberhebraica, aun cuando más que tra-
que, conforme se me iba ocurrien- ductor ceñido es un parafraste, yo
do algún concepto, inmediatamente no tengo reparo en declarar que leí
lo ponía por escrito, aun cuando todas estas traducciones, no en he-
muchas de estas'meditaciones están breo ni en caldeo, lenguas que des-
redactadas a manera de oración conozco en absoluto, sino en latín y
fo-
rense. en griego. Ni he de disimular que
La culpa de todo ello es que yo, muchas veces consulté la llamada
en aquella ocasión, andaba entre Verdad hebraica y la paráfrasis
oradores, y en materias profanas caldea.
hacía frecuentes ejercicios decla- Confieso, a pesar de todo, que
matorios en el género judicial; y me contenta más la interpretación
en dándolas estilo, la pluma se me griega de los Setenta y que casi
iba a la vereda acostumbrada. De siempre la sigo, dejando de lado to-
cuando en cuando me permití algu- das las otras; la cual, como dije
na diversión y me entregué a mi ya, con excepción de unos pocos vo-
personal complacencia, espaciándo- cablos, se conforma exactamente
me y campando a placer en deter- con la latina que todos los días re-
minados pasajes de mayor ameni- suena en los templos. No es éste el
dad; pero no tanto que me olvidase lugar de explicar el motivo, muy
del Salmo que estudiaba ni tampoco grave por cierto, de esa preferencia.
me era lícito hacerlo. Y porque tú Espero tener ocasión de declararlo
u otro lector cualquiera (si es que en otra parte.
de esta obra otro que tú tiene que Ni tampoco he seguido con de-
ser lector) no se extrañe de hallar masiado afán y punto por punto
OBRAS DEVOTAS. MEDITACIONES SOBRE LOS SALMOS PENITENCIALES 293
los sentidos de los comentarios, si- quienes no buscan más que eso.
no que desarrollé lo que me parecía Mas el cristianono mire más que a
de interés según mis cortos alcan- la intención cristiana. Venga enho-
ces. Me lo dispensará el benigno lec- rabuena y con benevolencia y reci-
tor que considere que las palabras ba con espíritu de piedad lo que
del Espíritu Santo no están atadas se dice, sin buscar el cómo se dice.
a un solo sentido. Por eso a las Sa- Y si acaso hubiere alguno que hicie-
gradas Letras danles el nombre de re poco favor a esta obra, no por
campo en primavera y germinación ella, sino por mí, a ése yo le digo
perpetua, feracísimo, ubérrimo, por- que su composición me acarreó
que ellas tienen muchos sentidos, harto consuelo. La recta intención
admirables todos y todos verdade- con que la escribí y el propósito
ros, en el mismo Espíritu que las santo que me guió a ello me conso-
dictó. Si al lector no le pareciere larán, me solazarán y me animarán,
bien este título, dejando el nombre porque sé que el Señor me tiene
de enarración o de exposición, llá- preparado un premio cuantioso, tan-
melas si le pluguiere Meditaciones, to más cuantioso cuanto menos ex-
como quien dice consideraciones o perimentaré no recibirlo de los hom-
ejercicios mentales. No he tocado los bres. Las promesas fieles del Señor
títulos o las inscripciones de los Sal- me harán feliz si en corresponden-
mos que los griegos llaman epígrafes cia de esa obra buena me granjeare
porque no pertenecen al texto del la ojeriza de los hombres.
profeta. Yo, en un principio, tuve el Y tú, mi muy dulce protector,
propósito de poner las palabras del acepta esta obra con el mismo espí-
salmista en prosa continua, en la ritu con que me la pediste; y del
cual el lector no es menester que estudio de los oradores y filósofos
vaya con tanta cautela y no es fácil profanos, como por una escala, sube
que le engañe la variedad de perso- a estas alturas divinas que no arre-
nas interlocutoras. Unas veces hablo batan el espíritu a las perturbacio-
yo; luego, el salmista; después, el nes y pasiones, con demasiada fre-
pecador, y, por fin, cualquier otro. cuencia indignas del hombre cris-
El esfuerzo por discernir quién sea tiano, sino que los levantan a tales
el que tiene la palabra será pe- altezas, a tan empinadas excelsitu-
queño y no precisará talento muy des que penetran en la misma mo-
agudo. rada de Dios e incendian nuestras
Ahora, en el umbral de esta obra, almas con tan piadoso fuego de ca-
ruego con gran ahinco al orador ridad, que arden como los pro-
que no pida con ansia el artificio, la pios querubines, espíritus los más
elegancia, la brillantez, la copia del encumbrados y que alientan en la
discurso, el aliño o primor de las más próxima cercanía de Dios. Ese
palabras y de las sentencias, ni el orden querúbico es el que repro-
dialéctico la agudeza de los argu- ducís en nuestra eclesiástica mi-
mentos, ni el doloso sofista las ex- licia, vosotros, los investidos con
presiones capciosas, ni el teólogo es- la púrpura cardenalicia, símbolo de
colástico las argucias y las dispu- la caridad perfecta que debéis os-
tas que son pura sutileza y adelgaza- tentar en todos vuestros actos y en
miento. Comienzo por advertirles toda vuestra vida, por manera que
que no hay en esta obra nada que I así como lo sois en jerarquía, seáis
pueda satisfacer y complacer a I
superiores a todos en virtud. Cosas
294 JUAN" LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. TOMO I
son todas éstas que yo sé que tú no que piense que yo adulo a un discí-
ignoras y que practicas con toda pulo mío. Ese vicio de la lisonja, que
probidad y espero que antes de pocos es feo en cualquier hombre, es feísi-
meses las conocerá la redondez del mo y pernicioso en grado sumo en
orbe. Xo alabaré aquí tu erudición, un preceptor, que debe alabar con
la seriedad de tus estudios, tu índo- suma modicidad y rareza al alumno
le, tus costumbres, aun cuando po- a quien forma. Todos estos proyec-
dría hacerlo con holgura (porque tos que maduras de día en día, cuan-
estas mismas cualidades proporcio- do salieren a la luz serán elocuentes
narían material copioso para tu pa- pregoneros de tus alabanzas. Ten
negírico), porque no salga algún ma- salud.
lévolo de los que tanto abundan Lovaina, 1518.
mos las cosas divinas por compara- malvado de los pecadores una pena-
ción y referencia a las nuestras, lidad grandiosa, esta resolución tan
culpa de eso es que las expresamos justiciera y equitativa de castigar al
con palabras que mal se compadecen pecador según la enormidad de su
con su realidad. Pero, con todo, tene- pecado, esta voluntad y propósito,
mos que hablar y hemos menester de aun cuando los inspire una ligera
vocablos que, puesto que no sean ade- conmoción, toma el nombre de fu-
cuados, sean, al menos, aproximados ror, que viene a ser el punto más
y expresivos. Y bien así como deci- subido, el frenesí y el paroxismo de
mos que un juez, por más sabio e la ira. Por esto, el Señor dícese irri-
íntegro que sea, está irritado y eno- tado, dícese enfurecido, dícese terri-
jado al reprender a los delincuentes ble. Al acercarse a Dios el pecador,
y al mandar al sayón y al verdugo en su propósito de enmienda, de-
que ejecuten contra ellos la ley, biendo responder de tantos críme-
porque aun cuando estas disposicio- nes, ni le es potestativo, en pleito
nes pueden tomarse sin ninguna tan feo y tan desesperado, usar de
perturbación, ni tempestad, ni bo- ningún proemio para granjearse la
rrasca, ni aquella ceguera total que benevolencia ni tiene libertad para
envuelve el alma afectada por un insinuarse con algún ruego, por
movimiento de ira desapoderada, cuanto teme que antes de abrir la
que desquicia de su asiento el buen boca y pronunciar la primera pala-
juicio; pero no es ello posible, sin bra no se vea arrebatado por el
algún asomo y chispa de enfado, furor de la divina Omnipotencia, que
que conmueva el espíritu aun cuan- arde con mucho mayor rabia que
do sea muy ligeramente. cualquier incendio y penetra muy
Y con efecto: ¿qué hombre hay, más profundamente que el más agu-
si tiene algún fondo y veta de bon- do de los cuchillos.
dad, que vea a los malos obrar mal Por esto mismo el profeta, para
sin que su espíritu reciba alguna im- que todo lo restante resulte más ha-
presión? Esta es la razón por que los cedero y asequible y por anticiparse
más sagaces conocedores de la natu- a doblar la rígida vertical entereza
raleza definieron la ira diciendo que de Aquel a quien ofendió, comienza
era un ansia vindicativa y una reac- por pedir que remita algún tanto la
ción espontánea y enérgica del alma vehemencia del furor divino. Y a
demandando el castigo del pecado. seguida suplica que no le lleve en
Y así Dios, que es la misma manse- sus ráfagas antes que haya podido
dumbre y la bondad misma, cuando arrepentirse de su maldad y que no
ve que los malos hicieron un abuso le ocasione un terror tan grande
tan prolijo, de su paciencia hasta el que le imposibilite de hacer peniten-
punto que ya no se les debe sopor- cia por desesperanza de alcanzar
tar más tiempo y cree ser ya llega- perdón. ¿Por qué es que desea un
do el tiempo del castigo de sus mal- iuez exorable, sino porque la espe-
dades, no ciertamente afectado, co- ranza de su placabilidad le confir-
mo nosotros, por una perturbación me y consolide en las penalidades
flaca y pasajera, sino inconmovible de la penitencia, esperanza que des-
en aquella su placidísima y eterna aparece redicalmente si se atiende
tranquilidad, dícese que está enoja- no más al furor de Dios y no se mi-
do. Y si se diere el caso que tiene ra a su clemencia? Suplica, pues,
que exigir del más empedernido y que se le conceda tiempo y tregua
296 JUAN LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. TOMO I
de expiar sus pecados en la tristeza abajo, siendo así que tú, aquello que
y en el llanto a que está resuelto a de suyo es superior, hicístelo infe-
entregarse, pero sólo en el propó- rior y, al revés, lo que debía ser
sito. ¡Oh, cuán grande es el terror más fuerte tú dejaste que lo arro-
del Señor! Tan grande, que aun llase lo más débil? Y en conclusión:
aquel santo Job, que podía tener ¿por qué es que el pecador siente
muy legítima confianza en la lim- hasta tal punto sus huesos desco-
pieza de su conciencia purísima, yuntados? Es de creer que en un
cuando se aventura a disputar con desquiciamiento de huesos tan do-
Dios, dice: Retire de mí su vara y loroso no gozan de mejor salud los
su temor no me aterrorice; hablaré nervios ni la carne. Con una sola
y no le temeré, pues, si tengo miedo, expresión quiso el profeta decir que
no puedo responder. Saquemos de sentía el cuerpo todo andar desqui-
ahí una conjetura: si la ira de Dios ciado. No hubiera sido mucho que
atemoriza al justo, ¿cuánto más vi- toda la fábrica del cuerpo estuviese
vamente conturbará al malo, que, cascada desde sus cimientos, que la
con su sola conciencia, sin que nin- carne disminuyese y luego aumen-
guna otra furia le hostigue, tiene tase, que los huesos estuvieran pe-
miedo de ella y pesa para ella más gados con la piel, que los nervios
que mil testigos el recuerdo exclusi- se debilitasen y luego recobrasen el
vo de los pecados? Mas, muy luego, vigor primero y que las fuerzas
el salmista aparta la conmiseración creciesen: todos estos altibajos son
de su propia persona y presenta a corrientes. Mas cuando la enferme-
Dios, Padre de todos, la flaqueza dad llegó a los huesos, cuando los
del hijo. Aman los padres las debili- huesos sintieron sus acometidas, es
dades de sus hijos, abrazan con cie- indudable que están seriamente
go cariño aquella palidez de las en- afectados los nervios y la carne y
fermedades y los padecimientos y que la vida misma del hombre está
la compasión acrecienta y multipli- en peligro. Muy activa es la virulen-
ca las fuerzas del amor. cia del pecado, que en un momento
«Ten, Padre, misericordia de mí se apodera del exterior y cala en lo
— dice — porque estoy afligido; cú-
,
más íntimo. Esto, acaso, fuera ya
rame, ¡oh el mejor de los médicos!, suficiente para manifestar su en-
porque estoy enfermo y mis huesos fermedad; pero encarece más al
están coturbados.» Y no es de ma- decirque también su alma está afec-
ravillar que estén conturbados los tada, porque entendemos que no
huesos de aquel cuyo orden recto queda en él cosa sana. Muy poco
está desquiciado. ¿Qué significa esa les importaban a los pocos sabios
turbación de tus huesos y ese co- que en el mundo han sido los acha-
rrerse de sus propios lugares, sino ques físicos, mientras gozasen de
que el orden jerárquico anda revuel- buena salud moral.
to, que el sentido no obedece a la Aquel filósofo integral que fué Pla-
razón, que la carne no obedece al tón estableció en Atenas la escue-
espíritu, que el menor está subleva- la llamada Academia, en un sitio
do contra el mayor y contra el supe- no muy salubre, no fuera que el
rior el subordinado? ¿Y admírate cuerpo retozase de salud demasiada
que en tus huesos lo diestro se haga y corriese a perderse y a despeñar-
siniestro, lo anterior se haga poste- se en lujurias y placeres, sin que
rior y lo que está arriba se despeñe pudiera enfrenarle y detenerle el se-
OBRAS DEVOTAS. MEDITACIONES SOBRE LOS SALMOS PENITENCIALES 297
ñorío de la razón. De esta manera, quien con tales instancias y con ta-
este egregio filósofo mercaba la sa- les acucias ruega que el médico
lud mental a trueque de la enfer- acorra con la medicina.
medad física. Pero es el caso que No obstante, sobrelleva tú, peca-
nuestro pecador está malo del cuer- dor, un poquito de tiempo
este dolor
po y gravísimo del alma. ¿Qué pon- que te escuece tanto, a fin de que,
zoña es ésta, tan virulenta y eficaz, en adelante, no tan fácilmente te
que simultáneamente invade el cuer- arrojes en la culpa y con la dila-
po todo y llega al alma misma? Las ción del remedio paladees el ajenjo
mordeduras de áspides, de cerastas, de la enfermedad y entiendas hacia
de basiliscos, de sapos, de víboras qué tropezadero fuiste rodando, a
ni de cualquier otro linaje de saban- fin de que, sacado una vez de allí,
dijas no inoculan veneno tan malig- evites los senderos que conducen a
no; y con todo, él, poco a poco, tan lóbrega sima. El Señor no te
muy callando, cunde por las venas desamparará. Lo que quiere es que
y por otros escondidos conductos lo que la ceguera te hizo hacer, lo
del cuerpo, e inficiona con su hu- contemples tú con los ojos abiertos.
mor mortal los órganos vitales: y No dejará que quede vana su pa-
se propaga el sordo veneno y roe labra, que prometió trueque tan
los meollos el fuego comedor, y con ventajoso: Convertios a Mi y yo os
su pus caliente prende fuego en las volveré el rostro. Abre ya, desde
entrañas, como dice Lucano en el luego y poco a poco, tus ojos me-
libro noveno de su Farsalia. diante la penitencia, a fin de que te
Pero decidme, por favor: ¿qué penetres del trascendente significa-
veneno es éste y cuán horroroso y do de aquellas admirables palabras
cuán terrible, que tan pronto como de nuestro Dios admirable. ¿Pien-
penetró en el cuerpo, con dolores sas, por ventura, que es Dios quien
extremados, en un minuto inflige al se aparta de ti, cuando eres tú pre-
hombre muerte tan amarga? Qué ve- cisamente quien se aparta de El
neno sea, dirélo con una sola pala- con la suciedad de tu crimen? ¿Có-
bra; con una sola palabra lo oiréis, mo tú, que anteriormente, gracias
para que lo evitéis ahora y siempre. a la virtud, tenías constantemente
El pecado es la más pestilente do- clavada en El tu mirada y ahora
lencia del cuerpo y del alma huma- el pecado te hace cambiar de direc-
na. ¿Os maravilla esta afirmación? ción y miras a otro lado, y en fuer-
La razonaré. Es la muerte de esta za de ello El, a su vez, cesa de mi-
suerte de diosa inmortal y hermosí- rarte y desvía de ti sus ojos? ¡Va-
sima, y su mancha más inmunda liente excusa! Eso, acaso, hubieras
y pegadiza. Y por esto, como para querido tú, cuando pecabas, porque
el profeta no hay prisa suficiente no te viese El, que toma venganza
cuando su alma tiene prisa, no sea del mal. Y aun no sé si, entre tanto,
que si el remedio se difiere perez- cuando te avilantas y procedes a pe-
can a una, de muerte doble, cuerpo car, abrigas el secreto deseo de que
y alma, invoca al médico a voz en El no exista, como lo hicieron aque-
grito; pregunta hasta cuándo ha de llos filósofos criminales que elimi-
esperar, suplica que el socorro se naron a Dios de su filosofía o le re-
acelere, quéjase porque su demora dujeron a tal precariedad que casi
le ocasiona prolijos y muy acerbos no se diferenciaba de su no exis-
sufrimientos y duélese y se abrasa tencia y a la medida de sus deseos
298 JUAN LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. TOMO I
haga reos de las mismas? ¿Qué tras maldades, y su delator, con sus
bienaventuranza puede haber mayor denuncias asiduas, con sus remordi-
como la que así que pecares se te mientos asiduos, con sus rugidos
perdone antes de que se te juzgue, asiduos, llenos de ira y de furor,
y que del mismo crimen de que con una fiereza más que leonina,
otro es reo a ti no se te inculpe na- delata al malvado y al criminal.
da, habiendo cometido lo mismo? Pero la carne cómplice calla, oculta
¿Por qué tú has de ser bienaventu- los pecados, no dice una palabra de
rado? ¿Por qué, tú, según el dicho la ley de Dios, no medita nada, se
vulgar, has de ser hijo de la gallina ha endurecido, se ha encallecido a
blanca? Porque en tu espíritu no los avisos santos y, a la chita ca-
hay engaño; porque tú, a imitación llando, saboréase con su asidua mal-
de aquel pueblo malo, no honras a dad. Esta situación de cisma en el
Dios de labios afuera, siendo así que hombre viene a ser como una re-
tu corazón está distanciado de El; pública partida en dos por una gue-
porque no juras de palabra (como rra civil, en la que el cónsul inicuo
dice no sé qué filósofo griego); pe- no hace caso de la mediación del
ro mantienes no jurada la concien- buen tribuno del pueblo, ni le oye
cia, y como dice el otro romano, el dictador cruel, sino que impone
porque no tienes una cosa encerra- al pueblo injustamente una muy pe-
da en el pecho y tienes otra a flor sada servidumbre.
de labio; porque eres el mismo ex- Esta es la ley que San Pablo sen-
terior que interiormente y porque, tía en sus miembros estar en pugna
conforme a la regla del Apóstol, con aquella otra ley justísima de
crees de corazón para la justicia y su conciencia. Así, con la carne he-
de boca haces confesión para la sa- cha podre, la ponzoña atacó los
lud. huesos y la caries los consumió, co-
Tú, por todo eso, eres bienaventu- sa que reconoció, por fin, cuando
rado; eres un verdadero israelita el pecador se sintió tocado del furor
en quien no hay engaño; tú, que del Señor, no aquel furor definiti-
eres tan simple; tú, que eres en vo y final que castiga ya sin perdón
confesar tan solo y tan señero. Oye inapelable, sino aquel otro que, na-
¡
cuán doble, oye cuán copioso peca- cido de su afecto de padre, va a des-
— —
dor sea! Callé dice y clamaba to- pertar a quien estaba sumido en
do el santo día. ¿Quién calla? El profundísimo y crónico letargo, y le
pecador. ¿Quién clama todo el san- hostiga con aguijón algo más pun-
to día? El pecador. Parad mientes, zante para que, al fin, emprenda su
¡oh dialécticos!, en esta contradic- retorno a El. ¿Y pensáis que pueda
ción; escuchadla, filósofos. Ese cla- haber amodorramiento comparable
ma todo el día y no clama porque con este sueño del pecador? Ni ador-
calla.¿Qué prodigio es éste, Aristóte- mideras, ni beleños, ni la misma
les? Aquí tienes dos verdades, ver- agua fabulosa bebida del Leteo tie-
dades ambas, que se contradicen. nen mayor y más invencible efica-
Sin embargo, ya sé lo que todos res- cia soporífera que el pecado; quien
pondéis No es un individuo, es una
: una vez lo sorbió, camina no con
colectividad, es una multitud. Uno los ojos cerrados, sino muy abiertos,
es el que clama y otro es el que y estando en función normal todos
calla. Dices bien. La conciencia, sus sentidos, anda dormido tan pro-
que es un testigo doméstico de nues- fundamente que se olvidó de Dios,
OBRAS DEVOTAS. MEDITACIONES SOBRE LOS SALMOS PENITENCIALES 303
de gozo? Ved cuán poca cosa exige radas en las vegas, a saber, entre
el Señor. Admirad la facilidad del los regalos y las pestilencias, en si-
Señor; gustad y ved cuánta es su tios expuestos al embate de las on-
suavidad y su dulcedumbre. No das, sino que, a guisa de pájaros,
quiere sino que digamos que vamos lleven su vuelo al monte; a aquel
a confesar contra nosotros nuestra monte, digo, desde cuya cumbre
injusticia, e inmediatamente nos Cristo Jesús frecuentemente adoc-
perdonará el suplicio del pecado. trinaba a sus discípulos; a aquel
¿Quién dice que el Señor es un juez monte donde no va a romper la des-
desabrido? ¿Quién dice que es un bocada furia del Océano ni hace
juez severo? ¿Quién no le llamará riza la mayor abundancia de agua
mansísimo, padre muy clemente? caída del cielo, que toda es llevada
Gran fuerza es la tuya, confesión. de arriba borrasca y avenida que
;
mantengan toda su vigencia y po- ojos del Señor puestos sobre él fir-
derío, nos pincha con sus aguijones memente. ¡Santo Dios! Qué trini-
la necesidad, que es la única gran dad esta de adalides, o, mejor, qué
maestra de la vida El trabajo agu-
: tres ejércitos tan poderosos y tan
zó el ingenio de los infelices, y la fuertes para rechazar la ignorancia,
fortuna adversa, con sus apremios, para vivir santa y alegremente, aun
enseñó a cada uno vigilancia, dice en medio de las huestes que nos tie-
el poeta Manilio en su Astronomi- nen puesto el asedio riguroso.
cón. Los primeros pasos en ese camino
Pero avivemos el seso y consi- de la sabiduría son entender de
deremos con más despierta diligen- quién ella es dádiva, reconocer la
cia las palabras del Profeta: Líbra- necesidad que de ella tenemos, sa-
—
me dice de todos los peligros que ber cómo hemos de conseguirla.
me cercan. Pondera cuán cercana Esto es lo mismo que el Sabio dice,
nos está la necesidad y cómo la pre y en esto consistía la sabiduría:
siente tan vecina. Puesto que si es- saber de quién ella es don. Acudí
tuviera lejos le daría una relativa al Señor y se lo pedí. Esta fué la
seguridad, dice, de los peligros que causa por la cual aquellos ciegos
me cercan. De manera que con sólo que pareciéndose sabios a sus pro-
bajar del monte, ya los tiene más pios ojos y con vista más aguda que
cercanos, más frecuentes, más cre- los linces, aun cuando caminaban
cidos, más apremiantes, y consólo en el más grande
estallido de luz,
ladearse a la derecha o a la izquier- vivían miserablemente sumidos en
da, con sólo que avance un paso, tinieblas cimerianas; vivían, según
con sólo que un paso retroceda, ya el dicho vulgar, de tinta de calama-
da en ellos de bruces. Siempre que- res, y eran pura ignorancia y nece-
da un portillo abierto, siempre que- dad. Puesto caso que ignoraban
da una brecha para una posible eva- quién fuese el dador de la sabiduría,
sión, siempre queda un puerto en pidiéronla a quien no podía darla,
la montaña, encaminándonos al cual a saber, a su propio ingenio, en el
nos vamos liberando gradualmente cual confiaban exclusivamente. Por
y del cual nos viene toda libertad y esto, frustrados en su deseo, no con-
todo auxilio. Esfuércese, por tanto, siguieron nada y perdieron el gasto
en escaparse por allí aquel a quien y el trabajo. ¡Qué gran realidad es
tiene puesto sitio, aquel a quien que el Señor condenó la sabiduría de
ataca y presiona este ejército de la los sabios y reprobó la ciencia de
maldad; levántese hasta aquella al- los avisados! ¡Cuán admirablemente
tura ; alce sus ojos a aquellos mon- sorprendió a los astutos en su astu-
tes, y en habiendo llegado a su cum- cia y puso a los humildes en sitio
bre, álcelos al cielo a fin de que, descollado!
puesto que alcanzó la proximidad Aprendamos ahora de quién y de
del Señor que mora en las alturas, qué manera hemos de pedir la sa-
sea oído con mayor facilidad, impe- biduría. Santiago, el apóstol del Se-
tre refuerzos del Señor de los ejér- ñor, según los preceptos de aquella
citos con los cuales pueda vencer y escuela de la ciencia de Dios, habla
desdeñar toda la presión del ene- así Si alguno de vosotros ha me-
:
migo. Estos refuerzos son el enten- nester §abiduría, pídala a Aquel que
dimiento, el conocimiento del cami- la da, pídala a Dios, que la da a to-
no por donde anda, la fijeza de los dos con largueza y no la niega y se
OBRAS DEVOTAS. MEDITACIONES SOBRE LOS SALMOS PENITENCIALES 307
nos todos aquellos que con la cabe- llena de consuelo y alegría para el
za derribada al suelo no adoraron, penitente a quien, puesto que en el
no reconocieron a Dios, Soberano Señor puso su esperanza, en lugar
Hacedor de todo! Esta fué la razón de aquel ejército hostil de quien an-
por la cual nos cuenta la Escritura tes se quejó estar cercado y apreta-
que Nabucodonosor anduvo siete do, ahora, tras su derrota, se verá
años a gatas por el suelo, deforma- rodeado de misericordia, de aquella
do en bestia, porque ignoraba a su misericordia que le defiende de to-
Dios y Señor, porque pensaba que dos los enemigos, de toda violencia,
por encima de él no había ningún de toda acometida, de toda aflicción
otro, lo cual es degenerar de hom- y le mantiene en paz y en quietud
bre en bestia bruta. Antonio, aquel muy sabrosa. Por todo ello, alégren-
ermitaño santo, mucho antes que se los justos, no en ninguna cosa
aconteciese, había visto a la herejía huera de ese siglo de vanidad, sino
arriana bajo forma de mulos, pues- en el Señor; y todos los de corazón
ta a la tarea de derribar altares. recto, gloríense en El solo porque
¿Podrían ser vistos bajo una apa- le saben y le conocen.
riencia más apropiada que bajo fi-
gura de mulos todos aquellos que
se apartan de la religión verdadera, MEDITACION III
que echan en olvido la ley de Dios? EN ESTE SALMO 37
De esos tales que no se acercan a
Ti, Tú, Señor Dios, aprieta las qui- Señor, no me reprendas en tu fu-
jadas con freno y con cabestro; do- ror ni me castigues en tu ira.
méñalos como bestias porque, ha- Porque tus saetas se han hincado
biéndolos creado hombres, ellos no en mí y has asentado sobre mí la
entendiendo cuán excelente era su pesadumbre de tu mano.
condición, prefirieron la condición de No hay sanidad en mi carne, en
bestias. faz de tu enojo; no hay paz para
Esos son los hombres a quienes mis huesos a presencia de mis pe-
habiéndoles Dios atribuido dotes cados.
envidiables, así de alma como de Porque mis iniquidades pujaron
cuerpo, en el exceso de su ingrati- sobre mi cabeza y como carga pesa-
tud las desconocieron y no sintieron da se agravaron sobre mí.
de esa soberana distinción ningún Pudriéronse y corrompiéronse mis
reconocimiento. Estos tales fueron cicatrices a causa de mi necedad.
comparados a los jumentos insipien- He sido hecho miserable, y en-
tes y se hicieron tan semejantes a corvado estoy hasta lo sumo; todo
ellos, que entre unos y otros no hay el día hasta su fin caminaba entris-
más diferencia que la de la configu- tecido.
ración de sus miembros, y a ellos el Porque llenáronse mis lomos de ilu-
Señor, como a jumentos, como a ler- siones y no hay sanidad en mi carne.
dísimos asnos les sujetará no sólo al Afligido estoy y humillado en de-
cabezón y al freno, sino también al masía; rugía del gemido de mi co-
látigo recio de su indignación. Pero razón.
dejémoslos nosotros en su ignoran- Delante de Ti, Señor, está todo
cia desastrosa y en su ceguera insa- mi deseo, y mi gemido no se reca-
na. Sea la conclusión de nuestro ta de Ti.
salmo, como suele ser la de los otros, Mi corazón está conturbado; me
OBRAS DEVOTAS. MEDITACIONES SOBRE LOS SALMOS PENITENCIALES 309
rrorizase; y ahora de nuevo, pre- tran. Una parte del mundo arde en
sa de idéntico pavor, pídele lo mis- sombrías llamaradas, y lo que ei
mo. ¿Hay alguno que se admire? fuego no devora, lo traga el océa-
¿Hay alguno que llame cobarde a ese no, ruge la rabia de los vientos, bra-
profeta y a ese rey? Si lo hubiere ma la brava tempestad marina, y por
este tal, llámese a sí mismo teme- campos y por villas crepita el in-
rario, que nada considera, que no cendio veraz. Bramidos varios dan
aprecia nada. Consta que ese nues- los animales; bajo el cielo rueda el
tro David fué un adalid fortísimo trueno ronco, y el fragor horroroso
que no cediera en valentía ni a que producen tantos ruidos diso-
aquellos héroes míticos que fueron nantes asorda los ámbitos todos.
Héctor y Aquiles, ni al soberbio ¡Dime, te ruego; oh el más esfor-
Alejandro, ni al osado Aníbal, ni zado de los héroes! ¿Qué piensas
al ateniense Cabrias, ni al esparta- de todo ese desconcierto? No de-
no Leónidas, ni al más famoso de fienden asaz a sus moradores las
los caudillos romanos. Pero óyeme, cubiertas de las casas y aun en sus
por favor: ¿Acaso esta ira no es abstrusos escondrijos sienten mul-
temerosa? ¿Por ventura no es es- tiplicado el pavor. La triste soledad
pantable este furor? Baja Dios mis- aumenta el miedo; auméntale la
mo en alas del fuego rapacísimo, compañía porque el terror del uno
sacude la estabilidad de los cielos, se añade al terror del otro.
disuelve la armazón de los elemen- Este es aquel furor que supera,
tos, suelta vendavales furiosos y que quebranta cualquiera temeridad.
batallones de vientos metidos en El Señor, en su furia, no combate
pugna mutua. cual los hombres, de lejos y con el
Oscurece con niebla densa los res- hierro, contra los cuales nos pueden
plandores del sol y del día, afloja ser abrigo un río corriente o una
las riendas del mar, abre los sella- muralla levantada y sernos defensa
dos abismos, estremece la tierra el arma y el escudo, o la fuga acele-
que treme del terror demasiado y se lerada puede proporcionarnos la sal-
resquebraja toda en hendiduras pa- vación. Ese furor entra en tu alma
vorosas. Mete el miedo en el pecho y te sorprende inerme y se apodera
de todos los seres animados, y ni de ti y no da lugar a ninguna inter-
aun las peñas más peñas, pueden posición de muro o de coraza. Va-
sufrir el hórrido desconcierto de su yas donde quisieres, siempre le lle-
gritería. Desempara sus cachorros varás contigo; más fácil que huir
la leona, huye la oveja de su cor- de él te será huir de ti mismo. ¿Y
derino; por selvas y por montes qué más, si ni aun cuando tú, con
vagan las alimañas y la esquividad ánimo grande, quisieres perecer, él
misma las empavorece más y más. te dejará, pues una vez que se hu-
A manadas irrumpen las fieras en biere apoderado de ti anulará en tu
los poblados, y el aspecto insólito ánimo toda fuerza e iniciativa de
de las ciudades las confunde y des- tu voluntad y aquel brioso espíritu
;
moria de los placeres usados y te que conoces los anhelos, las acu-
será muy desabrido abandonar a gemidos, los afectos, todos
cias, los
tus antiguos compañeros; a saber: nuestros pensamientos y aun a to-
aquellos regalos pecaminosos. Veas, dos nosotros mucho mejor que no
pues, cómo debes conducirte en nos conocemos a nosotros mismos.
esa noche oscura de la penitencia. No obstante, quiero, por satisfac-
Solicitará tu espíritu y le atormen- ción mía, dar suelta en presencia
tará una ruin bandada de ilusiones tuya a la plañidera letanía de mis
y Satanás afligirá tu carne y aun dolores infelices, de mis aflicciones,
ella misma, de su propio gusto, se de mis calamidades y miserias.
esforzará por deslizarse al camino Harto sé que antes que yo profiera
peor y a la vida acostumbrada te ; palabra alguna, Tú no las ignoras;
agitarás con dolor en ese fiero olea-pero así y todo, me retiraré conten-
je; abatirás luego este espíritu tu- to si me descargare oyéndolo Tú
yo ensoberbecido, y entonces, muy como árbitro. Me complacerá haber
sinceramente, te pesará de haber hablado al Señor, aun en síntesis
con tus propias manos introducido compendiosa. Hablaré, pues, yo, cu-
en tu casa, apaciguada y quieta, yo corazón, cuyo espíritu, cuya
una guerra tan feroz, tan atroz y mente, en fin, están conturbados,
tan sangrienta. Gemirás, suspirarás, cuya razón está debilitada, cuya
te refugiarás en Aquel que siendo fuerza de ingenio está apagada del
todopoderoso nada mejor puede dar todo. Toda la fuerza de mi cuerpo
ni otorgarlo con mano más larga y y de mi espíritu me abandonó, por-
más sabrosa que la paz, única ri- que me alejé mucho de Ti, que eres
queza que, al partir de este mundo, él manantial de todas estas ener-
dejó a sus hijos en herencia. Oíd gías. ¿Y extráñome de que falte en
ese augusto testamento: Dentro de mi piscina ese bálsamo dulcísimo, si
poco, ya no me veréis porque voy fui yo quien intercepté con la hez de
al Padre. todos mis vicios el conducto por don-
¿Qué bienes, tú que los tienes de de este venero me llegaba? Extrá-
cuantiosos, dejas a tus herederos? ñeme con mayor razón de que pue-
Dice: Mi paz os doy; os dejo mi da purificarse ese cieno tan lodoso,
paz. Habla ya un poco, ¡oh peca- tan viscoso, tan pegadizo y que pue-
dor!, en tu interés propio. Edad ya da yo ser restituido de ese actual
la tienes. Veamos: ¿Qué le dices al descaecimiento y flaqueza de mis
Señor en esa noche de tristeza y de fuerzas y mis nervios, de esa total
penitencia? ¿A quién van tus pláti- ceguera de mis ojos, los físicos y
cas dirigidas? Oigámosle. «¿Qué di- los interiores de mi alma, a aquel
—
ce? Bien pudiera, en verdad di- vigor que antes tuvieron. Esa ce-
—
ce expresarte sin palabras a Ti, guera, puesto que nada veo, lléva-
•,
crimen? Yo„ si debiera ser tu abo- no sé ver en qué difiere de una per-
gado, haría con este alegato: que
lo sona privada; más aún: bajo el
es el colmo de la estupidez culpar peso enorme y la responsabilidad
al rey o al caudillo de todos las del reino, el monarca iba a ser más
muertes que ocurren en una bata- infelizque sus más infelices vasa-
lla. ¿Qué desvarío puede haber ma- llos no tuviera soltura un poco
si
yor? Y por lo que dicen que recibió más ancha y bridas más flojas que
de ti una orden escrita, ¿acaso no los demás hombres. ¿Por qué gimes
puedes tú destinar a la primera lí- tan a la continua? ¿Por qué sus-
nea a quien a ti te diere la gana, piras?
y a la segunda a quien te pluguiere, —
Salmista. Porque te veo hacien-
y a la retaguardia a quien se te an- do acopio de delirios, que, a pesar
tojare? Eso no solamente puedes de todo, no atenúan mi culpa ni me-
hacerlo tú, sino también Joab, ge- joran mi -causa. Todas esas cosas
neral en jefe de tus tropas. Tú que- que dijiste tienen resabios, no de
rías colocar en la línea de choque doctrina alguna israelítica ni de ma-
a los guerreros más valientes, por jestad real, sino que rezuman gen-
quebrar contra sus recios pechos el tilidad y puro despotismo. Sin duda,
ímpetu del enemigo, del cual depen- tú, porque eres mozo y ayuno de ex-
de, en la mayoría de los casos, la periencia, piensas que en el tribunal
victoria. Y eso no con la finalidad las cosas pasan como te enseñó el
de que los enemigos le sacrificasen. maestro en su escuela. ¡Cuán fácil-
¿Qué cosa más ajena de tu benigna, mente conseguirías tú con esas de-
de tu exquisita humanidad? Y como fensas hacer de la mejor de las cau-
rey, ¿qué ventaja podía reportarte sas una mala causa! ¿Ignoras, qui-
la pérdida de tan bizarro militar, zá, que ese juez conoce a fondo la
que él solo, como el suceso demos- voluntad con que una obra fué he-
tró, valía por muchos? Y en con- cha? Ninguna fuerza tiene en él la
clusión: ¿quién pidió jamás a rey pasión ni le engañan los argumen-
alguno que diese la orden de ma- tos más sutiles, ni necesita ni utili-
tar a un súbdito, fuese como fuese, za otros testigos que la conciencia
y por cualquier motivo? Y si come- de propia maldad de los malva-
la
tió adulterio, ¿qué? ¿Acaso los re- dos, de quien dice el proverbio con
yes no son señores de ejecutar en sobrada razón que pesa más que mil
sus vasallos todos sus caprichos y testigos.
de dar muerte a quienes conceptúan Vives. —
Pues ¿y qué? ¿El vere-
perjudiciales a la república e incó- dicto cierto de ese juicio es la con-
modos a su reinado, y de gozarse dena? ¿Ocurre que nunca en ese tri-
con los hijos y las esposas de sus bunal es el reo absuelto?
inferiores; de exigir, para los gas- Salmista. —
¡Cómo querría yo que
tos del reino, alcabalas más crecidas esos sollozos míos que a borbotones
que las corrientes; de sonsacar con salen de mi pecho me dieran unos
blandura todo lo que les viniere en momentos de tregua y te manifes-
talante; así sean vestidos, campos, taría hartas cosas que tú no sabes;
casas, posesiones o de exprimirlos pero, puesto caso que no me lo con-
con astucia calculada, y puesto caso siente mi dolor, hablaré, como po-
que de otra manera no puedan, en dré, muy brevemente. Dios es espec-
última justicia, echarle uña violen- tador y juez de todo cuanto hacen
ta? Si esto no fuera lícito al rey, yo los mortales en las más abstrusas
OBRAS DEVOTAS. MEDITACIONES SOBRE LOS SALMOS PENITENCIALES 319
dad el más clemente detodos los deramente? Por esto, yo, a esta su
jueces, quiere que se le tenga por misericordia, acomodé este discurso
tal y por el más benigno de todos. u oración mía de que usaré luego, al
En ninguna otra cosa deben con- punto, en el acto del juicio.
fiar los reos sino en su clemencia Vives. —
Con sumo contento la oi-
misericordiosísima. Si yo comenzare ría, pero recelo causarte más enojo
a explicártela, si te refiriere cuánto del conveniente.
la han experimentado en las na-
sí —
Salmista. Voy a pronunciarla de-
ciones, los pueblos, las gentes, la re- lante para enseñarte a ti, que eres
dondez del orbe todo, y cuánto y mucho más joven que yo, porque si
cuán increíblemente la tengo experi- te aconteciere algún percance pa-
mentada en mí mismo, faltáranme recido al mío, cosa que no quiera
los días y las palabras. En menos el Cielo, huyas de él cuanto pudie-
tiempo recorriera la historia de los res; pero si vinieres a dar en él,
cielos, de los elementos, de la Na- ya estés avisado y sepas cómo te
turaleza y de todas sus maravillas, has de defender.
que las piedades, que las misericor-
dias de que usó desde que creó el parlamento del salmista
mundo y de que ha de usar por in-
finitas eternidades, y que no serán Si me fuera desconocida, ¡oh Dios
más escasas ni más pequeñas que bueno y todopoderoso!, la grandeza
las anteriores. Lo más grande, y lo así de tu clemencia como de tu mi-
más admirable, y lo mejor que hay sericordia, en vano sería que yo qui-
en El es que puede y que quiere siese actuar ante ti con un conato
apiadarse de todas las criaturas. Por de defensa o esperase alcanzar el
todo ello es que yo ninguna otra perdón de tamañas maldades mías,
cosa taño con cuerdas más dulces que yo ni puedo negar ni puedo co- *
y con mano más sabrosa que sus honestar con color alguno. Pero sa-
misericordias sin número y sin lími- biendo muy bien como sé cuál es el
te, maravillosas, asequibles, obvias, Juez ante quien me presento, de cu-
que descuellan por encima de todas yas obras de misericordia guardo re-
sus obras, gracias a las cuales vini- cuerdo tan vivo, tantas cuantas son
mos, gracias a las cuales dura este no ya las generaciones, no ya cuan-
mundo universo, y por las cuales, tos son los hombres, sino cuantos
en hacimiento de gracias, nos debe- son los momentos que pasaron des-
mos a nosotros mismos y le debe- de la creación del mundo y los
mos todo cuanto tengamos; porque perdones tan sin cuento otorgados
desconocidos para con El como so- a pecados nefandísimos, pensé que
mos, nos deja vivir una sola hora; no había razón de que fuese yo el
porque tenemos salud, porque tene- único desahuciado de esperanza ni
mos vigor, porque gozamos; por- de que me considerase de peor con-
que para nuestra utilidad y prove- dición que los restantes mortales.
cho, malísimos como somos, todas No porque esté yo persuadido que
las cosas fueron creadas en este mis crímenes son menores que los
mundo. Y si todo el universal linaje de los otros para que se me acre-
humano no se derrumba con toda ciente la confianza en el perdón, si-
la fábrica del mundo, ¿a quién se no porque veo que la medida de tu
lo debemos sino a aquella miseri- clemencia abarca crímenes tan
cordia suya, inmensa, divina verda- monstruosos, que no solamente no
OBRAS DEVOTAS. M KI) IT ACIONES SOBKE LOS SALMOS PENITENCIALES :>21
pueden ser cometidos por hombre irocaba la vida por la muerte. ¿So-
alguno, sino que ni siquiera puede breviviera al diluvio el humano li-
imaginarlos. Desespere enhorabuena naje? Más bien la violencia de las
aquel que, ponderando exclusiva- aguas abrumara y ahogara todos, los
mente todas las dignaciones que tu- seres animados y arruinara, a la vez,
viste para con los hombres, se con- la fábrica y el orden que regula la
venza de que sus delitos son mayo- existencia del universo por los si-
res que todos aquellos que Tú per- glos de los siglos, no de otra manera
donaste. Pues todo aquel que refle- que este aire respirable envuelve
xione no solamente sobre aquello mares y tierras. ¿Hubiera jamás el
que ya hiciste, sino también sobre pueblo judío arrojado de sí la es-
aquello que puedes y que quieres, clavitud de Egipto? ¿Pasara a pie
estará destituido de todo seso y aje- enjuto el mar Rojo? ¿Quedara en
nado de todo juicio si se entregare su éxodo por el desierto un solo so-
a la desesperanza. Sepa este tal (y breviviente, tras haber violado con
no es difícil de saber) que aun cuan- tan reiterada contumacia las leyes
do todo ese mundo se convirtiera divinas hasta la apostasía y la ido-
en crimen, no superaría tu miseri- latría? Si la divina Misericordia se
cordia, no llenaría, no agotaría, no tomara no más que un momento
alcanzaría su suelo no conseguiría de reposo y hubiese querido cesar
que no quedase abierto un portillo 10 más que un instante en su usa-
a la indulgencia, al perdón, hasta el da tarea, ¿unos pocos hombres apá-
extremo de que te hicieses inexora- ticos, inermes pudieran medirse y
ble y de que tus oídos ofreciesen a aun igualarse con unas huestes bra-
los ruegos dureza más que diaman- vas y aguerridas? ¿Quedaría siquie-
tina. ra una huella de tal pueblo? ¿Vi-
Pero ¿es que, por ventura, esa tan nieran los gentiles que se apartaron
grande clemencia tuya está reserva- del Dios Padre y se echaron en bra-
da y latente y está tu misericordia zos de su enemigo el diablo en cuya
mano sobre mano, sin saber qué ha- servidumbre gimen, si no les hubie-
cer y sin provecho alguno nuestro? ra asistido, propicia, favorable, be-
Lejos de ti aun la misma sospecha néfica, la divina Misericordia? Es
o imaginación de tal impiedad, aun ella tan grande, tan capaz que lo
cuando no le des cabal asentimiento. abarca todo; tan copiosa, tan infi-
Quien tal creyera, ése no sería dig- nita, que repartiéndose en todos no
no de experimentar todo cuanto ella conoce menoscabo; tan fuerte, que
puede y hasta qué punto ella nos el ejercicio cotidiano no la debilita,
aprovecha. ¿Hubiese por ventura vi- no la fatiga, no la trilla, y para con
vido un instante más Adán, nuestro nosotros es tan amigable, tan man-
primer padre, luego al punto que sa, tan bondadosa, que, a pesar de
cató la fruta vedada, si inmediata- nuestras innumerables ofensas, no
mente no le asistiera bondadosa- se aparta de nosotros ni el grueso
mente la clemencia o la misericor- de un cabello. Y en conclusión: es
dia divinas? Y eso que pecó bajo la ella tan accesible y fácil que necesi-
amenaza de que moriría, y siendo tamos de muy pocos ruegos para
Tú, Dios, quien de viva voz le po- granjeárnosla y ganárnosla, o, me-
nía la ley y le conminaba con el jor, a todo momento es ella misma
castigo y viendo y sabiendo él que quien espontáneamente se nos brin-
con la manzana que iba a gustar da y se nos ofrece.
i
,
LUIS VIVES 11
322 JUAN LUIS VIVES. OBR.AS COMPLETAS. TOMO I
Hasta tal punto es con nosotros que la de todos los otros o no provo-
indulgente, es tan paciente para con ques la sospecha de que ya estás
nosotros, que menospreciada, desde- cansado de hacer beneficio o de que
ñada, repudiada, todo lo soporta con tu misericordia no está a disposición
resignación dispuesta a oír nuestro de todos aquellos que la piden y
llamamiento así que se lo dirijamos. que se acogen a Ti. Cuán ajenas
Y acude luego al punto no quejum- sean de Ti estas dos actitudes, sá-
brosa, no gruñona, no desabrida, no benlo todos, aun aquellos que sólo
resentida, porque hasta entonces fué de nombre te han conocido.
objeto de nuestro desdén. ¡Oh mi- Empero, mis enemigos me echan
sericordia dulce, oh benignidad admi- en rostro crímenes monstruosos. Yo,
rable, oh paciencia clemente, que ni de buen grado, o negaría su comi-
sé cómo adorarla ni sé con qué nom- sión, si en este tribunal pudiera ig-
bre apropiado denominarla! Enten- norarse algo, o aseguraría con im-
derte bien querría; pero tú, con tus perturbable firmeza que bien come-
solares refulgencias, deslumbras y tidos estaban si pudieses Tú, Dios
ciegas la tenue candileja de mi men- sapientísimo, ser engañado por nin-
te. Definiríate de buena gana si pu- gún argumento. Porque ¿qué me
dieras ser incluido en término al- queda por hacer sino, dando de la-
guno, si entendiere que podía produ- do toda controversia, encaminar to-
cirse algo que te fuese superior. Con do mi discurso a tu misericordia?
todo, lo único cierto es que cuando Sé que ningún otro recurso es más
te tengo, siento harto poco interés eficaz para conseguir en este caso
por todas las cosas restantes y que La misericordia, como la confesión
aun cuando no te puedo abarcar, del delito con displicencia y con sin-
puedo gozarte, no obstante. Tú, san- ceridad, puesto que ella sola lava
ta y perpetua salvadora del linaje las inmundicias que se le pegaron
humano, larga siempre en dar ali- al alma de la fealdad del crimen. Ea,
vio a los mortales, tienes para los pues; lávame enérgicamente, copio-
azares de los míseros mortales, co- samente, quita de mí la iniquidad,
mo madre que eres, un afecto dulce. purifícame de mi pecado. Reconozco
No pasa jornada, ni pasa instante, el crimen; confieso el delito tan
ni pasa momento alguno fugaz, bal- dolido de haberle cometido, como
dío de tus beneficios, con los que contento cuando le cometía. Por ma-
por tierra y por mar proteges a los nera que en la actualidad ninguna
hombres y a los que zarandearon otra cosa me desazona más, ningu-
las rachas aborrascadas de esta vi- na otra cosa me es tan aborrecible
da, sin que tú les alargues con tu como aquel pecado y su recuerdo vi-
mano el oportuno salvamento. vo, ni nada que más me angustie y
A ese asilo, a ese altar, ¡oh mi me atormente y me descoyunte más
Dios bueno y todopoderoso!, a esa que cuando refresco su memoria y
misericordia tuya mayor que la cual la refresco con muchísima frecuen-
no sé que haya atributo en Ti, yo cia, pues la llevo constantemente
acudo en carrera desalada. Yo implo- delante de los ojos.
ro su grandeza; yo, por su grande Harto sabía que lo que más había
muchedumbre, te suplico que te de contribuir a que Tú no te acorda-
apiades de mí, porque, habiéndote ses de nuestras maldades era el que
compadecido de tantos miserables, nosotros las recordásemos continua-
no me hagas a mí de suerte peor mente. Así que invertí yo aquellas
OBRAS DEVOTAS. MEDITACIONES SOBRE I OS SALMOS l'EMTKNí I \LKS .'523
¡oh Dios admirable!, como Si fue- para sus autores, como si nunca hu-
ran confidentes y secretarios tuyos, bieran sido cometidos. Así que no
que no hay cosa que no sepan y que te pido que los tengas por no he-
no osen afirmar con avilantez impá- chos ni tampoco que no los mires,
vida. Secretos son tuyos que más sino que no te ofendan y, por ende,
vale adorar en silencio que manci- que no me dañen. De esa manera
llar con palabras. Contra mi querer borrarás todas mis iniquidades; no
uso de tantas palabras en presencia ciertamente porque no hayan sido,
tuya que, estando yo callado, ya en- sino porque no se cubran con ese
tiendes lo que yo quiero decir; pero impurísimo vestido de iniquidades.
debo hacer, porque Tú lo mandas, Y porque a alguno de vosotros no le
alguna concesión al pueblo que no parezca que hablo con un exceso de
me comprenderá si no dijere lo que dialéctica, acomodaré mi discurso a
siento en un parlamento de alguna las orejas del pueblo y a la oratoria
extensión. Diré, pues, con las pala- forense. Existieron, sí; existieron,
bras más directas y más propias que ¡aymé!, existieron, pero ya son idas
podré, lo que fuere más conveniente aquellas maldades mías; no subsis-
desear, más conveniente pedir, más ten. Yo no sé si es lícito pedir al
conveniente alcanzar, aun a costa Soberano Juez su inexistencia. Con
de los mayores esfuerzos y de las todo, exhalan un hedor tartáreo que
más crudas penalidades. No puedes es la huella que han dejado detrás
menos de ver mis transgresiones. de sí. Ese hedor sí que persiste, ese
Pero no tomes venganza de mí que hedor sí que ofende a este Dios, a
las he cometido. No puedes menos este Juez benignísimo. Esto sí que
de verlas, de verlas tan punibles con toda certidumbre es lícito pe-
como son. Sean, enhorabuena, mal- dir; a saber; que Tú, que eres todo-
dades auténticas, pero ya como tro- poderoso, destruyas esa fetidez y la
cadas de ser y mudadas de color, hagas inexistente; haz, si te plu-
bien así como mudan de colór las guiere, que haya sido, pero que ya
ropas teñidas con ligeros tintes. no sea. Sin él ninguna fuerza tiene
¿Queréis, espectadores y oyentes mi pecado y quedan canceladas ya
míos, que os lo explique más clara- nuestras recíprocas enemistades.
mente? ¿Queréis verlo más claro, Mísero de mí, porque ella es la
vosotros, espíritus celestiales? Tú, única detestable causa de mi perdi-
Dios mío, antes que comenzase a ción, porque es ella sola la que me
hablar, ya sabías lo que diría. Per- despoja de toda mi fortuna, bienes,
dóname, Señor mío, y aquellos pe- vida y, finalmente, de mí mismo.
cados míos que antes te ofendían, Todas estas ventajas las perdí el día
porque exhalaban hedor tan apesta- ¡
en que me hice, Dios mío, enemigo
do y tenían tan siniestro color y te- tuyo. Tú me recibirás de nuevo en
nían sabor de infierno, en adelante tu gracia así que me hubieres ad-
ya no te ofenderán más y perderán mitido en tu reconciliación, luego
aquel sabor, aquel color y aquel olor de haber creado en mí otro corazón,
que antes tuvieron tan mefíticos, de carne éste, en lugar de corazón
tan pestilenciales. de peña que pudo alejarse de Ti;
Entonces los mirarás como ya pa- con otro corazón blando, manso, be-
sados, como los de otros muchos que nigno, dócil, en sustitución de es-
ya no te ofenden. Tú hiciste que otro duro, ferino, reacio, rebelde y
ya no tuviesen virulencia alguna cerril. Y ojalá te pluguiere heñirlo
328 .71 'A N LUIS VIVKS. OBRAS COMPT.ET -\S. TOMO I
de otra masa que de esa nuestra, tud; Tú, que nos dictas a nosotros,
macerada del pecado de todos, y los profetas que anunciamos a los
que fuese ella tal que pudiera do- mortales las venideras maravillas.
lerse suficientemente de tamaño de- A la sombra de ese Espíritu, las
lito y que ningún otro amor prefi- gentes conciben de Ti. Dios muy
riese al amor de Dios. Y puesto, Dios verdadero, cosas que. no entendién-
mío, que quieres la verdad, libre- dolas, las admiran con pasmo los
mente te confesaré que espero, tal entendimientos. Oréame Tú. con al-
es tu bondad de padre para conmi- gún nuevo aliento de rectitud in- ;
na cosa tendría sabor para mí si no reciba ese tan grande beneficio tu-
fuese encumbrada, si no fuese ce- yo; pero ruégote, Señor, con insis-
lestial. En ninguna otra cosa pen- tencia muy encarecida, que no me
saría que no fueses Tú. No recela- quites el que me diste una vez; no
ría que fuese estorbo para mí la
'
único; Espíritu, sin el cual nada bre de las grandezas humanas. Tú,
nos sabe que no sea la misma ecti- 5
|
que pudiste tus ojfs benignos y tus
OBRAS DEVOTAS. MEDITACION KS SOBRE LOS SALMOS PENITENCIALES 329
goces de los malos! Ahora yo, des- deriva en esa brava marea de triste-
pojado de todos aquellos bienes, pre- za y el tedio la trae embrutecida
ocupado y solícito, no por la pérdi- en un total olvido de sí misma.
da de la fortuna, no por la gran ¿Dónde está ahora aquel tan ágil
merma de aquel cúmulo de felici- entusiasmo mío, aquella mi alegría
dad, sino por mi propia vida, por generosa que tantas veces me hizo
mi propia alma, siento el horror de saltar de júbilo al pensamiento de
los males más extremos. Temo no tu Cristo prometido a mi linaje'.'
ser arrojado de tu faz. yo. que so- ¿Dónde aquellas canciones henchi-
lía ser el más familiar de tus corte- das de sabiduría, rebosantes de opti-
sanos. Temo que no me tengas por mismo? Devuélveme. Señor, que te
indigno de congraciarme contigo y lo pido, aquella alacridad y el gozo
que no retires de mí aquel Espíri- de Aquel en quien exclusivamente
tu Santo tuyo, aquella lumbre, guía debía consistir la salvación de los
de mis caminos, y que. entregado a judíos y de todas las naciones.
sentido de reprobación, no le dejes ¡Vuelvan las canciones, retornen
ciego y sumido en perpetuas lobre- las visiones! Profeticemos a los
gueces. No ejecutes contra mí. Señor, hombres, como fué costumbre nues-
una hostilidad tan implacable que, tra, los sucesos acaecederos. Confír-
apagada aquella lumbre que me dis- mame en aquel espíritu tuyo gene-
te, no pueda caminar por tus sende- roso, fuerte, pujante, al que nadie
ros; no quites de mí. te ruego, aquel puede resistir, por manera que vuel-
Espíritu tuyo, inspirador, conduc- va a aquella mi bondad inicial; y
tor de todas mis buenas obras. ¡Ay no me pudra nunca, sino que, un-
de mí si lo hicieres! ¿Por qué me gido con la unción de tu espíritu
sacaste del vientre de mi madre? como con óleo de cedro y con bálsa-
¿Por qué me acogió, a mi ingreso mo, persevere en mi fragante ente-
en el mundo, el aura de la vida"? reza y no te cause molestia ya aquel
¿Por qué yo, el día mismo de mi hedor nauseabundo y a los demás
nacimiento, no troqué la cuna por hombres particioneros de mi mor-
el sepulcro? ¿No sería acaso mejor talidad séales muy apacible a la vez
o bien no nacer o ser cuanto antes que muy provechoso. En acercán-
eliminado, que no esa pavorosa so- dose a mí, atraídos del buen olor
ledad mía, en medio de remolinos que gana los corazones, yo, con mis
devoradores, huérfano de luz, sin acentos más dulces, cantaré las fine-
una mano guiadora entre tantas co- zas de tu sabiduría y de tu bondad
mo son las miserias de la vida? que me hubieres mostrado: cuánta
¡Qué acucia tan grande apremia mi es tu grandeza, cuánta tu inmensi-
corazón! ¡Cuánta ansiedad! ¡Cómo dad, cuánta tu omnipotencia y cuán-
atenúa mis bríos, cómo oscurece la ta salud reportaste al linaje hu-
viva agudeza de mis ojos esa tétrica mano; de cuánta clemencia usaste
OBRAS DEVOTAS. MEDITACION KS S< 3BRE LOS SALMOS PENITENCIALES 331
que lo oiga todo tu pueblo, sea cual- tos tan de miel, otorga perdón a mis
quiera el lugar donde habite y yo pecados, abre mis labios a los can-
ose prometerle, sea cualquiera el lu- tos de tus obras a que por mis
gar donde habitará en la sucesión culpas estoy ya desavezado, Tú, que
dé los siglos. por manera tan maravillosa los
Demás de esto, si Tú, con tu san- abriste y los enseñaste en su rude-
gre piadosísima, no me lavares de za y en su novedad.
ese tan vil y atroz asesinato de un Heme aquí echado a los pies de
capitán tan esforzado y tan inocen- tu majestad, implorante de tu mise-
te y de esotra sangre con que me ricordia, esclavo de tu poderío. He
:
si
número, promete fruto tan copioso no porque ellos fuesen asaz fuertes
que sus mismas piedras, que sus ni estuviesen suficientemente defen-
muros mismos son del agrado de tus didos contra aquellas armas, sino
santos y de tus ángeles que en el porque te fué acepta, porque te fué
cielo, para siempre, están a tu ser- grata la oración de los humildes y
vicio. Estas piedras son ciertos no rechazaste ni desdeñaste tus rue-
miembros vivos de esta Iglesia, cu- gos. ¡Ved aquí cuánto importa ser
ya cabeza es Cristo, y con ellos, a oído por el Señor! Ved aquí por qué
guisa de piedras, es fabricada y el Profeta providente pedía al co-
constituida. En ellas en grado su- mienzo de su Salmo que su oración
mo se complacen los ángeles y en fuese oída ; puesto que por causa
ellas toman deleite increíble, hasta de ellos, cuya oración le es aplaci-
el punto que se apiadan de aquella ble, El obra tamañas maravillas. Y
tierra, de aquel solar sobre el cual tanto más temerán tu nombre y tu
está fundada, regado con tan abundo- gloria cuanto más verán que Tú,
sa efusión de sangre santa y deseen con lo más flaco del mundo, vencis-
y rueguen que ya por fin y de una te lo más fuerte.
vez nuestra Madre, virgen castísima Esas tantas y tan grandes mara-
y pudicísima, haga su vida en paz villas y finezas quedarán consigna-
y tranquilidad, luego de haber ven- das en monumentos literarios no
cido tantos millares de enemigos, fallecederos y se encomendarán a la
luego de haber derrotado y puesto i memoria eterna en la generación
bajo sus pies al vastísimo Imperio j
del nuevo pueblo cristiano, quien
romano, y que descuelle y puje su en santa paz. alejada toda guerra,
cabeza tu Esposa santa, íntegra, in- apartados y rechazados adversida-
violada, señora de las gentes. Si des y errores, respirando, por fin,
esto hiciere la benignidad de tu bra- j
en libertad, alabará al Señor a pía-
OBRAS DEVOTAS. MEDITACIONES SOBRE LOS SALMOS PENITENCIALES 343
cer y a boca llena, como dicen. Esta la suerte de sus padres, para que
es la única libertad; reinar no es también éstos, más libre, más tran-
otra cosa más que esto. quila, más seguramente alcen en la
Consideremos más de asiento y Iglesia su voz y pregonen las mara-
con atención más ahincada esta li- villas de Jesucristo, Señor nuestro,
bertad tan sabrosa, esta tan apaci- y la virtud de su gran nombre, y
ble quietud, ese dominio sobre las en la ciudad santa, en la asamblea
gentes y sobre los demonios conse- de los reyes y en la congregación
guido por la Iglesia de Dios con sus de los príncipes de la tierra, en la
ruegos continuos, con sus lágrimas Iglesia libre, como ahora, reunidos
copiosas, con sus profundos suspi- en la unidad de la Santa Iglesia Ca-
ros y sus gemidos inenarrables. Si tólica,y en la comunión de los San-
a todo ello no diera oídos el Señor, tos para obedecer y servir al Señor,
de balde hubiésemos clamado, de aquellos hijos de mártires les ense-
balde hubiésemos gemido, vana hu- ñan la alabanza del gran Señor,
biera sido la efusión de nuestras lá- Dios nuestro. Esto hízolo Dios para
grimas, y nuestros suspiros hubie- que también los hijos de los márti-
ran sido vanos. Así es que el Señor res sean testigos, sean pregoneros,
abajó sus ojos desde el lugar de su anuncien en la Iglesia el nombre
elevado santuario, desde el fuego, del Señor, elnombre de Jesús; pu-
desde la niebla, desde aquella luz bliquen cuanto El, para enseñanza
en que habita y acercó su oído in- nuestra, obró, dijo, padeció. Y los re-
accesible para oír los gemidos de yes se congreguen con los pueblos
los cautivos de su Iglesia, ora sean para que sirvan a Cristo Jesús, a
éstos los mártires detenidos en las quien Dios dió toda potestad en el
cárceles, ora los monjes enclaustra- cielo y en la tierra, por lo cual es
dos sujetos a los cepos de la disci- Señor de los vivos y de los muertos.
plina, a los vínculos y cadenas de Este es la cabeza de esa Iglesia cu-
la inteligencia y de la sabiduría que yos miembros somos nosotros, que,
un sabio y elocuente predicador librada de calamidades exteriores y
afirma que son protección de la for- de interiores persecuciones, puesta
taleza, bases de la virtud, estola de ya. en la senda de la felicidad, en el
gloria y vendaje de salud. Miró el camino de la virtud, en el sendero
Señor desde el cielo a la tierra para de su vigor y de su fortaleza, y, a
dar libertad a los hijos de los már- pesar de todo, ansiosa todavía, pide
tires, pues éstos que por Cristo pa- con encarecimiento a su Esposo que
decieron muerte, con la convicción le pronostique cuán poco durarán
de su palabra, con la virtud de su los días de esa efímera bonanza,
sangre, con el ejemplo y estímulo puesto que hecha ya a tantas adver-
de su virtud engendraron hijos nu- sidades en esos momentos de res-
merosísimos. piro, teme muy en breve volver a
—
En lugar de tus padres dícese a la tempestad pasada. También en-
la Iglesia te nacieron hijos. Cuan- tonces, muy avisada ya la virgen
do, pues, plugo a Cristo aliviar a su Esposa de Cristo, desde muchos
Esposa de persecuciones y guerras, años antes, había sabido que en sus
volvió a ella los ojos y acercó la po- últimos días sobrevendrían tiempos
tencia de su brazo para librar y res- azarosos. Y, por eso, todavía con al-
tituir a la libertad a los hijos que guna alarma, con el recuerdo de
los mártires engendran, expuestos a la herida recibida, pregunta cuándo
344 JUAN LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. TOMO I
será el fin de la tranquila felicidad i pios puños. Perú nuestro Dios, bue-
y suplica que en medio de su ca- •
no y todopoderoso, habiendo creado
rrera de prosperidad no sea de nue- una eternidad tras su eternidad pro-
vo arrastrada a las cárceles, y que lija, no lo alcanzó por sus méritos,
en aquella tan aguda pasión futura sino que por su bondad se dignó
se la deje en desamparo y se le que aquélla fuese la sede de su Ma-
consienta exhalar el alma y perecer jestad infinita. Por eso. con tanta
del todo. insistencia, el salmista, al nombrar
Y eso mismo, hincado de hinojos a Dios, añade: Que hizo el cielo y
en el suelo, a los pies de la Majes- la tierra.
tad del Padre, el Hijo, el Esposo Pero ni éstas ni otras de las cria-
Cristo Jesús, es lo que pide a Dios turas salidas de las manos de Dios
con lágrimas, con potente grito: subsistirían si no las sostuviese con-
que jamás por jamás le falte la fe tra la injuria de su destrucción el
a la Iglesia. Oíd, por la reverencia cariñoso cuidado de quien las creó
que merece, oíd la respuesta que le y las gobierna. Y aun cuando la uni-
da el Padre: «Tu cáliz, Hijo mío muy versidad de las cosas pereciese, per-
amado, es el Cáliz del Nuevo y del manecería el Soberano Hacedor, que
Eterno Testamento : acerca de esto, no puede dejar de ser. Ciertamente
no debe haber en Ti recelo alguno. que así como vestimos ropas nuevas
Yo estoy con vosotros hasta la con- que se gastan con el uso y las re-
sumación del mundo.» Xo es cosa mendamos y zurcimos, así también
fácil ponderar cuán gran consuelo ese aspecto del universo envejecerá
recibe con estas palabras la Madre por su larga duración, comido de
dulcísima de todos nosotros, que, moho y caries, perdida su fuerza
pavorida y temblante, suplicábate de puro viejo; fenómeno de depau-
que no la abandonases en el curso peración progresiva que puede apre-
de los días de este mundo; a Ti que ciarse cada día en los productos de
no habías jamás de hacerla retro- la tierra y, por ende, en la vida, en
ceder a ninguna edad humana, a el organismo, en las fuerzas de los
ninguna generación de las genera- animales todos, cosa que, por otra
ciones de ese año tuyo, de ese tiem- parte, el ángel del Señor mostró al
po creado por Ti. En su principio. sacerdote Esdras y de la que mu-
Tú, Señor, fundaste la tierra, como chos siglos ha comenzaron los es-
en el Génesis nos lo cuenta Moisés, critores a quejarse. Todo eso son
refiriéndonos que Tú. en el princi- aparejos para su renovación y res-
pio, creaste el cielo y la tierra; que tauración por el fuego purificador
fundaste la tierra en su estabilidad que precederá a aquel gran día de
y que tus manos hicieron el cielo. la venida de Jesucristo, como juez.
Por el Yerbo tuyo, tu mano y tu po- Entonces aparecerá un cielo nuevo
tencia consolidaron el firmamento. y una tierra nueva, puesto que
He aquí la diferencia fundamental aquel inmenso Dios que está senta-
entre nuestro Dios verdadero y los do sobre el trono promete que va
dioses mentidos y vanos de los gen- a hacerlo todo nuevo. Esa palinge-
tiles. Hase fingido que esos inventa- nesia conocióla por divina revela-
dos dioses fueron introducidos en el ción, no sólo el pueblo de Dios, sino
cielo,acabado ya muchos siglos an- que, también, algunas mujeres do-
tes, y que hallaron edificada ya su tadas de espíritu profético la vatici-
casa, que se ganaron por sus pro- naron a los gentiles, con harta
OBRAS DEVOTAS. MEDITACIONES SOBRE LOS SALMOS PEMTKNTl \i.KS 345
aprensión y temor de sus filósofos dres, nacen cada día los hijos de la
Está en los decretos de los hados Iglesia. Como si Salmista dijese
el
que ha de venir un tiempo en el lo mismo que dijo cierto poeta: La
que el mar y la tierra y el alcázar raza de ellos condenada será par-a
del cielo arderán en combustión siempre, y lo serán los hijos de los
inenarrable y cruj'rá la enorma má- hijos y los que de ellos nacerán.
quina del mundo. así como los descendientes sue-
Y
Así canta Ovidio en las Metamor- len ser parecidos a los padres, así
fosis. también las huestes y escuadrones
Empero Tú, gran Dios, en esa de nuestra Iglesia militante se ase-
tan universal mudanza, persistes in- mejan y órdenes de los
a los oficios
móvil y no trocado y no eres otro ángeles de Iglesia triunfante. Por
la
Dios ni ninguna otra cosa más que eso, los cristianos son hijos de los
Dios. Tú eres el manantial perenne siervos de Dios, es, a saber, de los
y puro de toda esencia, no recibien- ángeles, espíritus al servicio de la
do nada que no sea esencia y pura Divina Majestad, a quien asisten
esencia y persistiendo en la misma diez mil veces cien mil, y a quien
eternamente. Y de ese tiempo pre- sirven millares de millares. Un des-
sente se ha de usar, como hace enlace y conclusión así de perenne
nuestro Profeta, porque en toda la gozo debía tener este Salmo, que va
eternidad no hay en Dios más que pasando por el pecador, por el pe-
tiempo presente. ¡Cuántos misterios nitente, por la Iglesia militante, por
en tan pocas palabras! Los cielos la misma majestad de Dios. No más
— dice —como un vestido, enveje-
, que para contemplarla fué creado el
cerán, y como ropa de vestir, los hombre y trabajado por tantas pe-
mudarás y serán mudados. Este es nalidades y por adversidades tantas
el tiempo futuro cuando se realiza- vive aquí recta, honesta, santamen-
rá aquella restauración de los cielos. te, para que al final, premiado con
—
Pero Tú añade perseveras y eres tan soberano galardón, en la beatí-
siempre el mismo. fica quietud, en el goce de unos bie-
Y porque no haya ninguno que nes que ni imaginarse pueden, viva
piense que Dios va a faltar algún eternidades de alegrí.i.
día, afirma el salmista su duración
sin fin en aquel futuro: Y no falle-
cerán tus años. ¿Por ventura tus MEDITACION VI
—
años pregunta aquel afligido Job — \
¡
SOBRE EL SALMO 129
son como los tiempos humanos que
o fenecen o pueden fenecer, puesto
j
¡
Desde fas profundidades clame a
que manan de un principio corrup- Ti, 'Señor.
tible, como es el cielo? ¿Qué cielos Señor, oye mi voz. Estén atentos
poseerán los hijos de tus siervos? tus oídos a la voz de mi deprecación.
Esta es su porción y su herencia Si tuvieras, Señor, cuenta de las
y habitarán en ellos para siempre. iniquidades, Señor, ¿quién subsis-
Ese es el nuevo pueblo cristiano que tiría?
Mas en Ti hay propiciarión y por
j
|
zón de que nos quejásemos de ser
esas cárceles y hierros de nuestros creados en ese picaro mundo y liber-
cuerpea y en esa sombría habita- tados de la cárcel y fuéramos res-
ción del mundo, donde toda inco- ¡
tituidos a nuestra ciudad originaria.
modidad tiene su morada, donde no Aún más, porque no se ofreciese
tanto pueden decir que viven como ocasión alguna de excusa; aquella
que están en perpetua aflicción y ley misma que El había escrito en
tortura. Aparte de que nuestro es- nuestros corazones, con voz termi-
píritu sufre la pesadumbre y el nante y clara promulgóla a la faz
agobio de esa carga que es el cuer- de todo el mundo. Mas nosotros de
po, vive aquí confinado en esa tie- tal manera nos retardamos abusiva-
rra a cuya bajeza afluye como a una mente en esa hospedería, en esa
sentina toda cuanta cosa- hiede, toda cárcel, de donde tenemos que salir
cuanta inmundicia, toda cuanta sor- a toda prisa, que, dejado todo amor
didez hay en el mundo. y todo cuidado de nuestra patria y
Aquí vientos, aquí nieves, lluvias, de nuestros penates, fijamos allí
escarchas, heladas, relentes, rayos, \
nuestra residencia, y contra toda
pedriscos; aquí inviernos, aquí ca- ley y todo buen parecer, siendo ex-
lores, aquí sequías, pestilencias, es- tranjeros y advenedizos, nos inmis-
terilidades; aquí polvos, aquí lodos, cuimos en los negocios de la hos-
aquí todas aquellas otras molestias tería y nos conducimos como fami-
cuyo solo nombre 3 a da grima, y,
7
liares y domésticos. Y así es que nos
cosa que constituye el colmo de las |
encaprichamos con las riquezas ton-
desgracias, habiendo Dios, hacedor tas, con las honras necias y vanas,
y padre de todas las criaturas, crea- y, por ende, perniciosas de aquella
do aquí hombre cárcel, olvidados por completo de
j
zainos los aleares prados hasta que otra cosa que tuviera efectividad,
un período largo, cumplido orden
el sustancia y solidez, por tu justo jui-
del tiempo, borró la mancha que se cio, Dios mío, fui hundida en ese
adhirió y deja pura la esencia eté- abismo donde por causa de mi dolor
rea y el juego del espíritu simple. acerbísimo y desacostumbrado co-
Mas cuando se hallan en aquellas mencé a clamar con lastimeros ala-
penas purificadoras, bien vale la ridos. Parecióme que allá arriba, en
pena de oír las súplicas que elevan el mundo, entre los hombres, no
a Dios y que voy a referir, no por existe padecimiento tan agudo, tan
los versos de ningún poeta, como recio, tan penetrante, tan insoporta-
los que acabo de transmitir, que son ble, y a cada momento casi causa-
de Virgilio; no por los cantos de dor de muerte. Pues si allá arriba,
Orfeo o de Mercurio o de aquel fu- quienes son amputados, quienes son
llero de Apolo, sino por la divina cauterizados, ¿qué digo?, quienes
canción del muy santo rey David, sufren una punción o un pellizco, o
de quien en monumentos griegos se un pisotón, o una apretura ponen
escribió esto que se sigue: el grito en el cielo, ¿cuáles piensas
Orfeo, guarda sile7icio ya; quie- que fueron mis clamores al zambu-
bra tu lira, Hermes, y tú, trípode llirme en estos tormentos? Si con
délfico, oculta ya tus oráculos. Da- ellos se comparan los que sufren los
vid, tañendo su cítara con un plec- mortales, parecerán pintados, no
tro del cielo, nos manifiesta los se- reales, y los de aquí, cuerpos, y los
cretos de la eternidad de Dios. Sig- otros sombra de esos cuerpos. Pero
nifica también las copiosas maravi- ¿qué lloré? ¿Qué grité? No, aquello
llas de la edad antigua, y a la glo- de que los hombres en la vida, a la
ria de Dios canta todas las cosas más leve aprensión del mal se que-
creadas. Guarda y multiplica a los jan contigo como con un menor que
imbuidos en los misterios sacrosan- ellos y te blasfeman y te maldicen,
tos; leranta a los caídos o les pre- no como lo hacen los que están su-
serva de caer. Revela el juicio del midos en tu infierno eterno; yo to-
juez que ha de venir y él mismo do lo execré a Ti, a mí, a mis pa-
enseña cómo purifica el fuego las dres... Pero levanto aquella voz de
almas amancilladas. auxilio en los peligros extremos, en
De estas almas, mientras se van las calamidades, en las tribulacio-
dignificando para ingresar en la nes, en las angustias, Dios mío y
asamblea de los espíritus bienaven- Señor mío, para que oigas mi ora-
turados, el divino Profeta, Rey tan ción y esta voz mía llena de amar-
estrecho y familiar amigo de Dios, gura, para que me socorras, para
introduce a una de ellas y pone en que, cuanto antes, purificada ya. sal-
sus labios esta ga volando de ese abismo, para que
apliques a ese ruego mío tus oídos
ORACIÓN DEL ALMA tan cercanos de tu misericordia, que
EN EL PURGATORIO no oyen queja alguna a la cual no
den asistencia inmediata.
Salida yo de aquella cárcel del Para que si bien te invoco a gri-
mundo, donde mariposeando entre tos de ese lóbrego hondón, de ese
sombras que yo tomé por realida- ínfimo abismo y desde el mismo cen-
des, y deleitada en exceso, preferí tro de la tierra que dista tantísimo
las vanidades más huecas a toda del cielo y del asiento y sede de tu
OBRAS DEVOTAS. MEDITACIONES SOBRE LOS SALMOS PENITENCIALES 349
gloria, con todo, Tú, desde el trono pendiente de tu querer que con pru-
de tu majestad, desde aquella luz dencia suma todo lo gobierna y se-
que habitas inaccesible, que no pe- ñorea. Por eso siendo Tú grande,
netran los clamores de los malos, que en tu comparación nosotros to-
me oigas, por fin, para que se abre- dos somos, no ya casi la nada, sino
vie la prolija aflicción de esa almita la nada absoluta, no te es decoroso
mezquina y que por tu gran clemen- descender a la meticulosa disquisi-
cia la devuelvas aquella ciudad que ción de todas nuestras bellaquerías
perdió por culpa de sus maldades. ni ensañarte tanto contra nosotros,
No es cosa que te convenga, Dios ni ejecutar en nosotros tu ira y tu
mío, traer a nueva indagación mi poderío para que todos no digamos
culpa ni examinarla con férrea se- que demuestras tu pujanza contra
veridad ni castigarla con un rigor una hoja que arrebata el viento o
implacable. No; no parece bien en que vas a los alcances de una paja
Ti una rigidez suma, y es menester liviana. Haz, pues, bondadosamente
que la aflojes mucho, no sea que lo que hacen los mayores con los
ese tribunal tuyo santísimo sea lla- menores, los padres con los hijos:
mado amargo y fatal escollo de reos. castíganos, sí; castíganos en buen
Si quieres perseguir y castigar uno hora, pero no tanto como hemos
por uno todos nuestros delitos, no merecido. Haz como hacen los mú-
va a haber pecador que baste para sicos diestros, que no rechazan o
tantos suplicios; tendrá que trans- rompen luego al punto las cuerdas
formarse en muchos pecadores, en que desentonan, sino que ora ten-
pecadores sin cuento si ha de pagar- diéndolas, ora aflojándolas las vuel-
te, ¡oh Dios!, las penas que con ven a poner a tono. Pero ¿qué es lo
toda justicia merecieron sus malda- que digo? ¿Estoy en mi juicio?
des. No queremos ese rigor tan exac- ¿Qué es lo que hago? ¿A quién doy
to; no queremos esa justicia tan consejos? ¿No es por ventura a
estricta cuyas obras, como dice el Aquel que tiene precisamente por
sabio, ¿quién las publicará o quién costumbre hacer esto mismo a que
las soportará? Y si Tú con tu voz yo le exhorto? ¿Habrá existido ja-
intentares increparnos, puesto que más en el mundo quien haya experi-
de tu palabra apenas podemos oír mentado, Dios mío, toda la severi-
un leve susurro, ¿quién podrá resis- dad, todo el peso de tu justicia, que
tir el trueno de tu grandeza? No di- no se haya aprovechado de los admi-
go ya que alguno de nosotros; pero rables beneficios fte tu benignidad
ni aun toda la tierra podrá soportar y de tu clemencia? Preséntense to-
tu reprensión. ¿Qué dije la tierra? dos aquellos que en tu ciudad viven
Ni los mismos ángeles podrán resis- en eterna bienaventuranza. ¿Consi-
tir un instante tus increpaciones. guieron acaso la mínima parte de
Pues tiene tanto poder esa palabra ella con sus méritos personales? To-
tuya para desquiciarlo y descuajar- dos estos merecimientos suyos pues-
lo todo en su ira, como lo tuvo en tos en balanza, aun con la adición
su benignidad para crearlo todo. No de todos los méritos de todos los vi-
es con espadas y con lanzas como vientes, vencidos serán en peso y
derruecas lo que no te place, sino en valor por aquella gloria adveni-
que con un aliento de tu boca oca- dera que será en nosotros revelada.
sionas la muerte del impío. Pero nosotras, las almas que aquí
La redondez toda del orbe está somos atormentadas indeciblemente,
350 JUAN LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. TOMO I
que aquí somos purificadas, ¿quién dad, para que entendamos que tu
duda sino que somos desagradecidas ley, así como lo es de toda verdad,
superlativamente si no reconocemos lo es también de suma clemencia,
tu bondad inmensa para con nos- de suma benignidad y misericordia,
otras? ¿Es que por ventura las pe- de suma equidad y de caridad su-
nas presentes son asaz proporciona- ma, la cual cubre la muchedumbre
das a nuestras culpas? ¿Acaso nues- de los pecados y promete el perdón
tros merecimientos son dignos de aun de las culpas más execrables.
aquella muy cierta, futura bienaven- Por esto yo, en tan grande clemen-
turanza? cia tuya, en tanta benignidad y en
¿Qué más diré si aun los mismos mansedumbre tanta, te sostuve a
precitos condenados a suplicios que Ti, a quien, en tu favor, el universo
no tendrán fin, misérrimos sin du- mundo no sostendría.
da, aun cuando se crean víctimas de ¡ Oh ley sagrada, ley mansa, ley
un trato pésimo y te llamen juez benigna, cuyos beneficios, cuyo au-
injusto y cruel, se benefician con to- xilio el hombre por sí no osaría ni
do de tu clemencia increíble? Ape- esperar ni desear si Tú no trajeras
nas expían una milésima parte de contigo la invención y la confianza
las penas que merecen, pues es in en la invención! ¡Oh ley admira-
finitas veces mayor su culpabilidad ble! Ora tú seas mandamiento y vi-
que su castigo. Es asombrosa la in- va palabra de Dios, más penetrante
dulgencia tuya para con nosotros y que cualquier cuchillo agudo; ora
dulcísimo el perdón de nuestros pe- tú seas testimonio dado por los pro-
cados y gratísima y fructuosísima fetas, que lo previeron; ora testa-
su propiciación y nuestra expiación mento de Cristo, que El sancionó
sumamente fácil. Tuyo es aquel sim- con su sangre; ora voluntad de
bólico propiciatorio del Templo la- Dios, y adaptar nuestra voluntad a
brado en oro primorosamente, enci- ella es vivir bien y felizmente; ora
ma del cual estaban dos querubines justicia de Dios, en cuya compara-
áureos, que se miraban a sí y al pro- ción todas las otras parecerán que
piciatorio, expresión de tu justicia son injusticias, a cuya ley santísi-
y de tu misericordia con que todo ma y certísima quien obedece es
lo gobiernas y pones templanza en fuerza que viva justa y legítima-
todo. Y la misma razón hay para mente; ora sea aquella justificación
decir que aquellos dos querubines llena de piedad que justifica al im-
simbólicos son tu sabiduría y tu pío; ora juicio del Señor que anda
bondad. Y asimismo aquel propicia- siempre templado por la misericor-
torio es aquella ley eterna que ni dia. O bien seas tú el camino que
fué excogitada por ingenio humano jamás engañaste a quien entrase
alguno ni fué invención de pueblo por ti, que por muy expedito atajo
alguno; que se anticipó a cualquie- conduces a la patria a los desterra-
ra otra ley escrita y a la constitu- dos, camino que Cristo dijo que era
ción de toda ciudad. Pero es tam- El; o bien la verdad, que es el prin-
bién aquella tu adorable voluntad cipio de las palabras de Dios; o
mezclada con la razón más sobera- bien aquella paz de que dejó Cristo
na y perfecta que rige todo el mun- heredera a su Iglesia, paz que supe-
do con la ciencia del mandar y del ra todo sentido humano. Ora tú
prohibir, cuya expresión eran los seas aquella viña tan amada que re-
dos querubines encendidos de cari- portaste al Señor lozanos sarmien-
OBKAS DEVOTAS. MEDITACIONES SOBKF. I OS SALMOS l'EKITENCI AI. ES o">l
viaste, ¡oh Señor!, a Jacob, palabra leí cielo resonar los ángeles: Santo,
salida de Jerusalén; palabra por la Santo, Sarita. Y así es desde aquel
cual el Santo de los Santos descen- lumbroso día en que fué creado el
dido del soberano cielo, y Dios, que primer Adán en la certera y apa-
en forma humana recorrió la tierra, cible luz y conocimiento de mu-
enseñónos con su ejemplo y nos chas y grandes cosas, a la cual lla-
mandó que en ella confiásemos, por- man original y nativa justicia de ;
que ofrecido por los culpables el va- esa justicia nativa y original, ex-
rón inocentísimo fué el primero que cluyóse él mismo torpemente, arras-
reportó victoria del mundo. Y por- trándonos consigo en la fatal exclu-
que con tan vigoroso ataque derro- sión, y hasta que finalice la noche
tó en buena lid y puso en fuga al de este mundo oscurísimo en Ti so-
enemigo encarnizado y viejo y hun- lo está todo refugio y puestos en Ti
dió en el infierno al déspota mal- tenemos todos nuestros ojos, nues-
vado y desapoderado que por tan- tras esperanzas, nuestros anhelos,
tos milenios tuvo sojuzgado al mun- nuestros votos.
do y nos aseguró y fortaleció para Nosotros también, desde el naci-
usar de nuestra libertad. miento que nos echó a la luz hasta
Por eso le fué dada toda potes- esa noche en que duermen nuestros
tad en el cielo y en la tierra. Es cuerpos, mientras llega la renova-
príncipe de la paz, es padre del si- ción y restauración del mundo, y
glo futuro, es origen fie un mundo aquí, en medio de tormentos tan
mejor, es Señor del universo. En es- crueles, en tan continuo y casi into-
ta palabra afianzados nos sostuvi- lerable padecer, ¿qué otra cosa nos
mos todos; en este Señor hemos es- sostiene sino sola la esperanza? La
perado todos; en esa palabra tam- tenaz esperanza, que, cuando todas
bién nuestros padres, que estuvie- las cosas se agotaron ya, es lo único
ron debajo de la nube y por ende que queda en el fondo. Esa esperan-
envueltos en oscuridad y en noche, za, si se volatizara con todo lo otro,
hicieron su vía y plantaron sus tien- estuviera hecho de todas nosotras.
das; en esta palabra, fué creado Pero nosotras, en ese paraje henchi-
aquel nuevo y más hermoso pue- do de duelo tan acerbo, no desespe-
blo, luego de amanecido y avan- ramos; aun en esa noche, como nos
zado el día; es decir, ya en plena mandaste Tú por ministerio de tu
luz, Señor, en esta luz que, en me- Profeta santo, te alabamos, te ende-
dio de las tinieblas espesísimas, re- rezamos nuestros votos mejores, y
lumbró de súbito en las mentes de elevamos nuestras manos suplican-
los hombres. En estos albores matu- tes a tu santuario; devota elevación
tinos, que inesperadamente traje- de manos que es el sacrificio vesper-
ron a los que caminaban a la som- tino. En ese sacrificio de la tarde tu
bra de la muerte alegría increíble Hijo muy amado, Cordero sin man-
y vida y salud y esperanza y no cilla, levantando sus brazos a la
quedaron frustrados en su deseo. cruz, padeció muerte. Entonces pu-
Desparramada la muchedumbre to- so fin a su pueblo esclavo de ritos
da, la que iba a la vanguardia y la y de exterioridades, para dar. en
que iba a su zaga, alzaban una y la postrera edad del mundo, soltura
otra aquellos vítores de triunfo que y libertad a aquella asna simbólica
continuamente, en alterno coro, con atada al altar con recias ataduras.
voz mayor que la humana, hacen en ¡Oh salve, admirable Dios-Hombre,
OBRAS DEVOTAS. MEDITACIONES SOBRE LOS SALMOS PENITENCIALES 353
creación, separada de todo amotina- desvarío! Que todos los días alter-
do torbellino, en lo más encumbra- nos tu Hacedor omnipotente tenga
do de los cielos, había colocado aque- que prestarte audiencia y, ¡cosa ho-
llas mentes, desde cuyos asientos rrenda de decir!, se doble a tus ca-
inmortales pudiesen contemplar las prichos y ejecute tus órdenes exe-
restantes criaturas y gozar consigo crables. No bien hubo atisbado, Dios
de la eternidad con suma bienaven- Creador y Padre del universo, que
turanza. Mas la mayor parte de ése era el designio de aquellos espí-
aquellos espíritus, olvidados del ritus malvados, cuando derrocó del
axioma antiguo, que advierte que cielo al adalid de la loca conjura y
cada uno se conozca a sí mismo, a todos sus cómplices con la mayor
considerando no más que su perso- ignominia, luego de haber entrega-
na y su faz exterior, con soberana do sus celestiales asientos a aque-
necedad, imaginaron no ser inferio- llos otros espíritus leales que no se
res a Dios, Padre del universo. Y apartaron de su partido santísimo
entre esos espíritus del mal prodú- y confirmádoles en sus nuevas se-
jose luego al punto una conjuración des por un edicto irrevocable. Y a
OBRAS DEVOTAS. MEDITACIONES SOBRE LOS SALMOS I ENITENCIALES 355
esos espíritus les habla Dios de es- riente suyo, puesto que hombres y
te modo: ángeles son de un mismo linaje.
Oíd vosotros, nacidos de simien-
« ¡ Desde aquel instante no pudieron
te de dioses! Puesto que sois naci-
: menos de amar a su futuro conciu-
dos, no podéis ser inmortales ni in- dadano y de desearle toda suerte de
disolubles. Con todo, jamás por ja- buena ventura y que su nacimiento
más seréis disueltos ni os agobiarán fuese fausto y feliz y que muy en
los hados de la muerte ni fraude breve gozasen en paz y buena com-
alguna más poderosa que mi resolu- paña de la común ciudadanía.
ción, que es el vínculo más sólido Mas el hombre, tan grato como
para vuestra perpetuidad, mucho era a los espíritus buenos, era abo-
más que todos aquellos que os unían rrecible a los malos espíritus, por
en el momento de ser engendrados. cuanto veían que había sido creado
»Vosotros, pues, en esa suprema y para que gozasen de la situación
sempiterna bienaventuranza, vivid que ellos perdieran por su pecado
conmigo la inmortalidad, y como hi- abominable. Y así fué que, en el
cisteis ya, de temprano, continuad acto, el diablo le declaró implaca-
obedientes siempre a mi voluntad y ble y capital hostilidad y una guerra
a mis mandatos muy justos y muy de exterminio, amenazándole con
santos. Por lo demás, para suplir una crueldad más carnicera y cruel
el menoscabo que experimentó esta que cualquier Arquidamo Lacede-
ciudad, que, habiéndola creado yo monio. Y concibió el tenaz e indes-
completa, ya visteis cómo una gran arraigable propósito de engañar, de
parte de ella ha merecido la expul- dañar, de perjudicar al hombre, en
sión y su hundimiento en el báratro todo lugar, en todo tiempo, con cual-
cavernoso, he dispuesto que una de- quier recurso, con cualquier ardid,
terminada criatura mía constase de con cualquier fraude, con cualquier
dos partes; a saber: de alma y de astucia, abiertamente, ocultamente,
cuerpo; el cuerpo formaréle de con cualquier derecho, con cualquier
esos elementos, y al alma, no dese- ultraje y aun, si pudiere, echarle de
mejante de vosotros, haréla a seme- aquella ciudad prometida y espera-
janza mía, como lo sois vosotros. da y arrastrarle y hundirle en las
Este será el seminario y como el horrorosas mazmorras infernales,
vivero de esta ciudad mía. Les lla- para que allí, no menos que él, su-
maré hombres. A esos llamados fra las penas que no tendrán fin. Es-
hombres yo, luego que hubieren te espíritu malo que acosa incesan-
cumplido bien su jornada en méri- temente al linaje humano es aquella
tos y paga de una suerte de milicia Ata que, como muchas otras co-
que ellos llamarán vida, les trasla- sas, Homero pidió prestada a las Sa-
daré aquí, les daré el derecho de gradas Letras y transmitió a la pos-
ciudadanía y os los agregaré por teridad con sola la mudanza del
compañeros», dijo Dios. nombre. Homero, de esa Ata alegó-
Aquellos soberanos espíritus oye- rica, hace una diosa demoníaca,
ron alegres estas profecías. Y lue- enemiga irreconciliable del género
go, al punto, existió el mismo hom- humano, en el cual introduce lla-
bre, el más hermoso de los anima- mas, dolores, guerras, muertes, aso-
les, animal divino, a quien, así que lamiento y fieros males; que, como
le vieron los celestiales espíritus, le el propio Lucifer, fué derrocada del
abrazaron y le besaron como a pa- cielo. Así la canta el divino poeta:
356 JUAN LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS TOMO I
Júpiter, al momento, asió a Ata por el propio demonio había sido ini-
sus lindos cabellos, y montado en có- cialmente; que él, que era harto
lera santa, juró que jamás por jamás más noble, por un solo crimen ha-
la aborrecible diosa volvería a enca- bía sido expulsado de aquella bien-
ramarse a la cumbre del estrellado andanza, y que ese hombre, reo
cielo, porque a todos era dañina. Y de muchas más culpas, debía arras-
no bien lo hubo dicho, en el paroxis- trar una suerte peor que la suya.
mo de su enojo, la derriba de su No iba a ser Dios un juez equita-
asiento, y caída del cielo comienza a tivo si no aplicaba la misma pe-
inquietar a los mortales (1). nalidad a quien cometiera idéntico
Y bebiendo en ese mismo manan- pecado y no asociaba en el castigo
tial sagrado, o tomándolo de las a quien se le asoció en la transgre-
propias confidencias de los demo- sión. En tal punto comenzó a temer,
nios,quienes con harta frecuencia comenzó a temblar el reo destituí-
comunican, involucrándolos en mal do de la justicia y de la verdad, con
veladas alegorías, esos casos a aque- cuyos recursos, con cuyo apoyo an-
llos con los cuales mantienen rela- tes fuera tan vigoroso y tan pujan-
ciones y familiaridad, los egipcios, te. En tal punto comenzó a llorar
continuas artimañas contra el hom- tos crímenes que nadie ignora ha-
bre, y tendiendo lazos por donde ber yo cometido, hasta el punto que
tenía el hombre que pasar, cayó en sin formación de causa confiese lla-
la celada, por fin, y violó misera- namente haber merecido la conde-
blemente las leyes y los mandamien- nación, con todo eso, no es exorbi-
tos de Dios Padre. El diablo, en tante injusticia ni confianza exage-
su monstruoso e insolente regocijo, rada impetrar de tu afabilidad y de
formula una grave y venenosa que- tu bondad que, antes que pronun-
rella y la entrega al Padre y Juez cies la sentencia, prestes oído be-
de todos, y en una muy amarga acu- nigno a unas pocas palabras dichas
sación declara la culpablidad del por mí mismo en favor mío, puesto
hombre. El punto principal de esa que no desdeñaste oír la acusación
acusación consistía en que el hom- del demonio contra mí. Lo primero
bre no era de mejor condición que que te pido, Padre mío, Señor mío,
es aquello mismo que es tu propia
característica; a saber: el manteni-
(1) Este pasaje homérico filiada, 19)
parece que fué puesto en los hexáme- miento de las promesas. Y
puesto
tros latinos del texto por Sal propio que el adversario imploró tu justi-
Vives. cia, yo no la rehuso: imploróla tam-
OBRAS DEVOTAS. MEDITACIONES SOBRE LOS SALMOS PENITENCIALES 357
ñabas como a hijo muy amado, re- el espíritu que con su tibia hume-
cuerdo que medité los años eternos, dad alimentaba mi vida, no esperes
aquellos días antiguos, los días que que pueda sobrevivir un momento
se iban formando. Nadie ahondó más. Luego al punto exhalaré mi
tanto en la meditación de las cosas alma si tu misericordia no me otor-
que creaste, de todos los seres que gare la vida, si tu vista no me de-
de la nada sacaste a hermosura tan volviere y guardare mi espíritu.
soberana y tan lucida. Y partiendo ¿No reparas cómo la palidez invade
de aquí, a la luz de tu magisterio, mi rostro? ¿Cómo el escalofrío es-
barrunté las cosas invisibles desde tremece todos mis miembros? ¿Có-
el origen del mundo, las que enton- mo rodea mis ojos la ceguera? Sin
ces eran, las que fueron y las que ningún respiro, sin ningún suspiro
serán. Y me percaté que la fábrica soy como un moribundo, porque mi
de este mundo que contemplan espíritu abandonóme en mi miseria
nuestros ojos no es más que figura tan pronto como quebranté tus
y sombra de aquel mundo mejor mandamientos.
que sólo veremos con los ojos del A Ti, pues, Padre mío, con enca-
alma. Y en ese mundo, el segundo recimiento sumo te pido y te supli-
Adán, celeste porque vino del cielo, co que no apartes de mí aquella tu
rescatará a ese primer Adán, terre- increíble misericordia, aquella tu
no porque es de tierra, condenado bondad hacia la cual se vuelven con
a hierros y a cárcel pública, y pues- la máxima avidez todas las espe-
to en franquía, le restituirá a la ciu- ranzas y en la cual todas las cria-
dad de su origen y, exento de ser- turas desean con vehemencia repo-
vidumbre, le llevará consigo en la sar sus ojos; aquella bondad tuya
apoteosis de su triunfo. que lo vivifica todo. No siendo así,
Y él irá en pos del Libertador, sin ninguna esperanza de perdón
exultante y gozoso, a quien, como para mi pecado ( se horroriza mi
¡
do mis manos suplicantes a ese Hi- el Cielo esos temores míos!, el de-
jo tuyo, que es lo mismo que eres monio hubiera sido parte para de-
Tú. De la sangre suya, copiosa y fraudar tu anhelo de que aquel a
preciosa; de ese afluente manantial quien Tú habías creado y predesti-'
tiene sed mi alma enjuta, reducida nade para ciudadano de tu patria,
a polvo árido, seca de toda virtud; él, con sus ardides, le enviaría al
de ese rocío fecundo tiene deseo. destierro eterno de donde nunca
Concédeme eso cuanto antes, Padre jamás desterrado alguno será llama-
mío, Señor mío; riégame con esa do de nuevo a la patria. Pídote yo
agua tuya saludable, con esa agua con ahinco renovado, Padre mío,
del Jordán que limpia al leproso, cuyo poder es tan grande como tu
con esa agua de la piscina de Si- voluntad, que no consientas que se
loé, que comunica al ciego el uso verifique en mí esta desgracia irre-
y el goce del día y de la luz. Si así parable, sino que más bien, luego al
no lo hicieres, extinguida y arideci- punto, alumbres esta noche mía y
da en mí toda vitalidad, descaecido las cerradas tinieblas de mi pe-
OBRAS DEVOTAS. MEDITACIONES SOBRE LOS SALMOS PENITENCIALES 361
FIX DE LAS
«MEDITACIONES SOBRE LOS SIETE
SALMOS PENITENCIALES»
HOROSCOPO DE JESUCRISTO
(GENETHLIACON IESUCHRISTI;
d5i8)
HOROSCOPO DE JESUCRISTO
Cuando, bien pertrechada la na- Y dada orden a los marineros de
ve, alzamos amarras de la orilla del comprar aquellos efectos que sabían
mar Mediterráneo que baña nues- eran menester para una navegación,
tra Valencia, que, como se mira a ya harto breve, ellos despacharon
Africa, está algo ladeada al Oriente la comisión con toda diligencia y
y deja a Occidente el estrecho de a nosotros, tomando el camino de la
Hércules, pasadas en navegación playa, sobre la ruta de Canopo (en
ininterrumpida las islas Baleares, ocasión en que allí se celebraban las
Cerdeña y Sicilia, hicimos proa a la solemnidades feísimas de Serapis y
asiática Creta, donde, habiéndonos por eso, aun contra nuestra volun-
procurado unas pocas vituallas, sin tad, hubimos de ver la subida pro-
que mereciera una mirada nuestra cacidad de los cantos y de los bailes
el monte Dícteo, ni Gnoso, cuna de de Alejandría), al día siguiente, la
Júpiter, y sin prestar atención al- gente del lugar, en pintoresca varie-
guna a toda aquella leyenda de im- dad de vehículos, nos condujo a Pa-
piedad, vueltos ya los que habíamos lestina.
enviado a la isla, con viento favo- Abandonado yo por mis compa-
rable torcíamos a manderecha por ñeros de viaje implicados en diver-
allí donde el NHtí por siete brazos sos negocios, serena la noche y con
en las aguas marinas se sumerge, un cielo semejante a aquel en que
cuando he aquí que unos ventosos los primitivos astrónomos pudieron
torbellinos y unos ábregos furiosos estudiar a placer el curso de las es-
y la braveza de la tempestad, obli- trellas, observaba yo con suma
gáronnos a detenernos un poco ante atención cuáles salían, cuáles se po-
Canopo. ;Ay de aquella gente man- nían, cuáles alcanzaban la zona me-
cillada de inmundísimas ceremo- dia del cielo y cómo, a filo de la me-
nias, que no fueran bastantes a pu- dianoche, las tinieblas cobraban cla-
rificar todas las periódicas inunda- ridades de día. Nada era -en compa-
ciones del Nilo! Allí, aun cuando ración de aquella luz milagrosa,
como de hacían protestas, nos
ello aquel lampo momentáneo, que, por
acogieron con cortés y benigna hos- incandescencia de algún cuerpo, fué
pitalidad ;yo no sé qué sorprendí visto en la Galia, siendo cónsules
de astuta y solapada bellaquería en Gneo Papinio y C. Cecilio, al tiem-
aquella raza artera y mendacísima. po que los cimbros y los teutones
OBRAS DEVOTAS. — HORÓSCOPO DE JESUCRISTO 367
pasaron al otro lado de los Alpes, premo hecho ínfimo, de Rey hecho
o aquel otro que en Roma se vió siervo, deHacedor hecho obra; y que
brillar, bajo el consulado de Marco si el universo orbe no le podía con-
Lépido y de Munacio Planeo, como tener, cabía con todo en el seno de
refiere Julio Obsequens. Yo, por mi una doncella virgen. Mientras anda-
parte, desde la cima de un otero, ba en mí mismo revolviendo estos
comienzo a mirar con diligencia, grandes pensamientos, descubro por
una por una, todas estas maravillas, mi buena ventura una cabaña, a du-
no bien seguro, ante la novedad de ras penas cómoda para el ganado,
tal fenómeno, si dormía o si es- ruinosa, de ruin adobe fabricada, su-
taba despierto. A mí se me antoja- mida toda en la apoteosis de aquella
ba estar despierto; pero aquel es- maravillosa luz, y de ella salía un
pectáculo, que si se presentase con dulcísimo concierto que, difundién-
frecuencia fuera causa de regocijo dose por todo aquel espacio, hen-
grande para la imaginación y los chía mis oídos con su son gratísimo.
sentidos del hombre por su tan in- Como viese yo que hacia ella iban
esperada novedad, infundióme una corriendo unos zagalejos, apresuré
suerte de terror pánico. Y antes mi paso por alcanzarles y «Con:
puesto que tan poco tiempo hacía de hacéis camino, buena gente?» Y
que había pasado por aquella re- ellos me responden «A esa caba-
:
gión, madre de casi todas ellas: ñuela, por ver al Verbo que se ha
¿Caería de nuevo, reincidiendo en hecho hombre. Si quisieres venir
su primera ignorancia del arte de con nosotros, verás la Majestad di-
conducir carrozas, aquel Faetón an- vina, que como nos anunciaron los
tiguo, nacido del Sol? ¿O sería aca- ángeles, servidores suyos, se acu-
so el mismo padre Júpiter en per- rrucó en miembros pueriles, y el
sona o alguno de los dioses mito- Hacedor del mundo es ya porción
lógicos que con su astro propio cae- del humanal linaje.» «¿Qué puedo yo
ría derribado a tierra? hacer con mayor gusto que contem-
Pero volviendo en mí con mejor plar tamaño milagro?», les respon-
seso, iba reflexionando todo cuanto dí. Y agreguéme a su compañía. Y
había leído yo en las Sagradas Le- ellos, entrando con llaneza suma en
tras, único y seguro refugio y so- la cabaña abierta, empezaron a ex-
laz mío en los adversos lances: El presar al Niño, que hacía pucheri-
—
pueblo de las gentes dijo Isaías cos, toda suerte de norabuenas. Y
que anda en medio de las tinieblas, aun yo mismo, guiado por la mano
vió una gran luz; para los que ha- de no sé cuál de ellos, transido de
bitan en la región de la sombra de miedo y de maravilla, fui invitado
la muerte amaneció el alba. Y a entrar en el divinizado tugurio.
dijo el Salmista: De las tinieblas sa- Allí, lo primero que veo es a José,
lió para los derechos de corazón la sumido en estupor, y, luego, a la
luz: el Señor misericordioso y com- Virgen, consciente de tan soberano
padecedor. Por esto pensé, y no su- misterio, casta, pura, púdica, envuel-
frí engaño, si ya sería llegada aque- ta en vergüenza virginal, bañada de
lla hora en que verían las gentes al rubor tierno, porque a los ojos de
.Mesías de todos los siglos espera- toda la angélica milicia y a ella, se-
do, de invisible hecho visible, de ñera y sola, el Rey de los cielos le
impalpable hecho palpable, de su- había otorgado honra tan encum-
368 JUAN LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. TOMO I
brada, y porque no podía preservar astral piensas que nació este Niño
de humanas incomodidades al Dios y bajo la influenciade qué signo?»
que en sus entrañas se había hecho Contestéle: «Voy a decírtelo: fué
hombre; no de otra manera que vista en el cielo una novedad, ape-
aquellos que de sí sienten humilde- nas comprendida por los astrólogos,
mente, si por cualquiera gran mo- en esta noche milagrosa, que por al-
narca, a presencia del ejército o de gunos de ellos fué cantada así:
la nobleza, son objeto de alguna —Era la noche, y allá, bajo la tie-
distinción honrosa, tíñese su rostro rra profunda, el Sol, unido al Ca-
de vergüenza demasiada, o si, en- pricornio, bañaba los astros en su
caminándose a su albergue unos lumbre. Cáncer tendía a su ocaso
príncipes gloriosos, no tienen en su allá arriba en el estrellado quicio
pobreza con qué recibirlos, como es del mundo, que en su vértice trae
razón. Veo después cómo en su de- a Delta; caudillo de los astros era
rredor andan en revuelo aquellos Aries, y la Libra, en su nacimiento,
espíritus santísimos, esclavos todos abría sus dos brazos.
de la voluntad del divino Rapazuelo, No faltan quienes dicen que Mar-
y luego al mismo Hacedor de los te es un aliado de la muerte y por
cielos y la tierra, que no oso mirar ello, quien naciere bajo este signD,
sino con los ojos entornados, por- anuncian ser candidato a la cruz.
que el estallido de tanta y tan glo- Entonces, blanda y cortés, res-
riosa luz como de El irradiaba, mu- pondióme la Doncella mansísima:
cho más crecida que la del sol, des- «¡Qué inmenso error es el tuyo!
lumhraba y ponía noche y ceguera ¿Eres, por ventura, tú solo quien
en mis ojos. Y no es ello cosa de ignora que el origen de ese Niño,
maravilla, puesto que aquella infini- por uno y por otro extremo, es ine-
dad de fulgor es más grande que el narrable y no lo puede expresar la
sol mismo, hasta un grado que ese palabra humana? De su celestial
nuestro sol que esclarece nuestro origen, por el cual nació del Padre,
bajo mundo dirías que es pintado y ¿a qué viene el hablar, cuando la
cegajoso. Y es que ese sol pide pres- Naturaleza toda y toda la milicia
tado a ese otro Sol soberano todo su angelical se pasman de sólo oírlo
esplendor, como del primero lo tie- y a la sola vista de aquella sobera-
ne prestado la luna. Y añádese a na e incomprensible generación aba-
esto que me infundía miedo, a mí, ten sus lanzas y se caen de hinojos
hombre pecador, el rostro serenísi- en actitud de adoración, porque no
mo del Divino Infante. puede sostener la visión directa de
Mas, vuelto yo a la Madre suave tan grande majestad? Y por lo que
y benignísima: «¿Holgaríaste acaso hace a esa generación temporal que
— —
díjele Virgen sagrada y dulce, contemplas con tus propios ojos, el
de que yo te vaticinase, leyéndolo en mismo ángel Gabriel, paraninfo de
los astros, el horóscopo de ese Hijo la gran Nueva, en su embajada de
tuyo?» Ella, pensando que yo delira- paz no supo explicármela, sino que
ba, mirándome con dulzura (que ésa remitió al Espíritu Santo la ardua
fué siempre la costumbre de mirar respuesta, al preguntarle yo cómo
en la virginal Doncella), queriéndo- iba a pasar aquel misterio, objeto
me volver rápidamente a mi enten- de su misión: El Espíritu Paráclito
dimiento y buen sentido, me atajó, —
respondióme vendrá sobre ti y la
diciéndome: «¿En qué conjunción virtud del Altísimo te cobijará a su
OBRAS DEVOTAS. HORÓSCOPO DE JESUCRISTO 369
— —
sas son estas dije que me anun- una edad bienaventurada y el fin
cias, ¡oh Doncella!?» Y respon-
ella para el cual el hombre fué creado;
dióme: «Es de saber que se creó un fenece la miseria suma, y queda
cielo nuevo y una tierra nueva, y frustrada una obra deseada por tan-
nuevos astros, y nuevas órbitas, y to tiempo; inaugúrase la adopción
nuevas conjunciones astrales, y si de los hijos de Dios y su participa-
quieres saber cuál sea en el cielo la ción en el reino de los cielos; fe-
conjunción de los planetas y en qué nece la adopción de los hijos del
signos se inspira el horóscopo, óye- diablo y su participación en las pe-
me: ¿Quién podrá referirlo mejor nas del infierno; amanece el cono-
que yo, que soy la única mujer que cimiento del camino más seguro
llevé en mi seno al Varón que trajo y fenece aquel tan ciego y obstina-
tales novedades a la tierra? Pues do error de los mortales; quiebran
Aquel para quien no tienen harto albores y muere la noche negra;
espacio la tierra ni las ondas del nace la alegría y acaba la tristeza;
mar tendido ni el cielo que no se nace el amor y fina la envidia;
puede medir, vino a buscar albergue nace la seguridad y fallece el mie-
en la estrechez de mis entrañas. do; nace la risa y se seca el llanto;
»AUá en la rueda más alejada nace la hartura y termina el ham-
del suelo, o, mejor, sobre el ámbito bre; brota la fuente de agua viva
de todo el universo (allá arriba don- y se extingue la sed; nace la salud
de estuvieron las estrellas y la lu- del alma y tiene fin la enfermedad;
na, que porque no son asaz limpias nace la virtud y agoniza el vicio;
370 JUAN LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. TOMO I
tendrá sed para que bebamos nos- to para ruina y resurrección de mu-
otros, los sedientos; por manjar se chos en Israel y en signo de con-
le dará hiél, y en su sed será abre- tradicción, y un cuchillo atravesa-
vado de vinagre, para que nuestro rá tu alma para que se revelen los
sustento sea más dulce que la miel pensamientos de muchos. ¿Piensas
y nuestra bebida más suave que que este Niño, que ahora ves en el
cualquier vino. suelo, haciendo puchericos, no tie-
»Oye a Isaías, el profeta de la ver- ne ningún presentimiento de lo que
dad, a quien no sabrás si llamar- le va a acontecer? Lo tiene, y muy
le Profeta o Evangelista, pues no vivo, y en procesión continua des-
tanta parece anunciar cosas venide- filan por delante de sus ojos todos
ras, como ser cronista fiel que rela- los lances y trances venideros y esa
ta hechos pasados: —
No tiene di- contemplación le causa tormento no
ce hermosura ni decoro; víraosle pequeño, no de otra manera que al
y no tenía figura, y le hemos desea- que ha de morir con muy grave gé-
do; vilipendiado y el postrero de tos nero de muerte, y él lo sabe; le es
hombres, varón de dolores y suje- amarguísima la certidumbre y con-
to a la flaqueza, y su rostro co- sideración de este paso. Y a mí, que
mo escondido y despreciado, por lo soy su Madre, réstame un consuelo
cual no se le tuvo estima. Verdade- único, que si no lo tuviera no sé
ramente él sufrió nuestras langui- cómo podría vivir un día más.» «¿Y
deces y soportó nuestros dolores, y qué consuelo es éste?», díjele yo. Y
nosotros le tuvimos como por le- me respondió ella «Después que
;
proso y tocado de Dios y humilla- ese Hijo mío dulcísimo, por causa
do; mas él fué vulnerado por cau- de vuestra muerte, habrá padecido
sa de nuestras iniquidades y fué muerte, en aquel día, que para mí
estrujado por culpa de nuestras mal- será el más amargo y negro de mis
dades; la disciplina de nuestra paz días, su espíritu descenderá a las
encima de él y por sus heridas cár- moradas infernales; se tenderá en un
denas fuimos curados: Todos nos- sepulcro duro, yerto cadáver. Con
otros, como ovejas, anduvimos erran- todo ese cadáver yerto, al primer
tes; cada uno desvióse de su cami- albor del día tercero, mucho más
no. Y el Señor puso en él la iniqui- hermoso que la aurora, se levantará
dad de todos nosotros \
ofrecióse con vida nueva, ya no sujeto a las
porque él mismo quiso y no despegó enfermedades y a los tormentos, y
su labios; como oveja será conduci- su cuerpo, con el cual volverá, será
do al matadero y como el cordero no ya luminoso, sino más esplendo-
en presencia del que lo trasquila, roso y brillante que el mismo sol,
enmudecerá y no abrirá su boca. agilísimo y más sutil, cuando que-
»¡Ay, cómo tiemblo ya desde aho- rrá, y más penetrante que los mis-
ra del anuncio del justo Simeón! mos espíritus. El será el prime-
Nada nuevo me presagiará; yo no ro que del sueño se levantará para
ignoro la catástrofe venidera ; pe- abrir el camino a los dormidos. El
374 JUAN LUIS VIVES. OBR.AS COMPLETAS. TOMO I
completo. ¿A qué vienen esos titu- drá el Señor, y su carroza será como
beos o incertidumbres por eso de un torbellino; .en indignación se
la vuelta a la vida, cuando vemos manifestará su furia y su repren-
esta otra que tantísimo se le pare- sión en llama de fuego; porque juz-
ce? Todo el que se va a dormir des- gará Dios con fuego y con su espa-
núdase de sus vestiduras, hombre da toda carne, y multiplicaránse los
interior que deja todas sus exterio- que matare el Señor y habrá de ver-
ridades y descansa toda la noche le todo ojo. ¿Y qué más, si yo mis-
entre las sábanas de su cama y al ma, tan allegada a ese Rey (¿qué
día siguiente vuelve a tomar sus harán los otros si les queda un áto-
vestidos. ¿Qué mayor analogía que mo de entendimiento y tienen sen-
ésta? ¿Qué diré de la semilla que tido y razón) siento horror de aquel
muere antes que reviva en tanta día?
hermosura de hojas, flores y frutos? »Cuando, deshecha la trabazón del
¿Qué de tantos arbustos y árboles mundo, la hora suprema reunirá a
que languidecen en el otoño, casi se todos cuantos siglos fueron y retor-
mueren en el invierno y que revi- natú el caos antiguo y los astros
ven con la primavera nueva y co- irán a romperse contra los astros y
bran su mayor lozanía bajo el sols- no querrá la Tierra que se extien-
ticio? Dime: ¿cuál es más grande dan más sus riberas, y ahuyentará
maravilla: crear una cosa de la de sí el mar; irá la Luna en son de
nada o reunir lo creado que se de- guerra a desafiar a su hermano, y
OBRAS DEVOTAS. HORÓSCOPO DE JESUCRISTO 377
FIN DEL
«HORÓSCOPO DE JESUCRISTO»
DEL TIEMPO
EN QUE NACIO CRISTO
(DE TEMPORE QUO... NATUS EST CHRISTUS)
d5i8?)
DEL TIEMPO
EN QUE NACIO CRISTO
Fué conveniente que el Santo de alzándose con la esperanza del prin-
los santos y que el Rey de los re- cipado, habiendo hecho desde la tri-
yes, Cristo Jesús, autor de la paz, buna pública el elogio del difunto
naciese en un período de suma paz. César, acució al pueblo romano, en-
Describiré primeramente la brava furecido, sobre los bienes y las po-
tempestad de guerras que aquejó al sesiones de los tiranicidas, y la ciu-
mundo, para que luego se admire dad toda sintióse invadida de alarmas
más la paz que se siguió, conciden- y de miedo. El mismo, poco después,
te con el nacimiento de Cristo, y no en enconada enemistad con Cicerón
tomaré mi asunto de demasiado salió de Roma y sintióse con bríos
arriba porque no parezca que más para ocupar la Galia citerior, desde
escribo la historia del pueblo roma- la cual, como desde una fortaleza,
no que la Navidad cristiana. No diré lanzase el grito de guerra civil; y en
una palabra de las feroces guerras Módena, puso estrecho cerco a De-
civiles que fueron acaudilladas por cio Bruto, que, por mandato del Se-
los dos Marios, padre e hijo; por nado, gobernaba la provincia que
Lucio Cornelio Sila, Cornelio Ciña, antes le había asignado César. Des-
Carbón, Bruto, Norbano, Escipión, pués, maniobrando en contra suya
Perpena, Octavio, Lépido, Sertorio y con los senadores y el pueblo, el
Pompeyo. Paso de largo por la gue- mismo Tulio Cicerón, el más encen-
rra servil y la conjuración de Cati- dido de todos los patriotas, de una
lina. Nada diré de la luctuosísima elocuencia verdaderamente arrolla-
guerra civil a muerte entre Pompe- dora y con la inmensa autoridad que
yo Magno y Julio César, que envol- le granjearon el consulado y el des-
vió en sus incendios a Italia, Espa- cubrimiento de la abominable cons-
ña, Grecia, Egipto, toda el Africa, piración de Catilina, la nunca em-
el Asia toda y todo el anchuroso es- pañada dignidad de su toga y los
pacio de los mares muchos a quienes defendiera con su
Empezaré por el asesinato de Ju- palabra, fué declarado enemigo por
lio César, el dictador, a quien, go- el Jurado, habiéndole sido enviados
bernando incivil y desaforadamen- para reducirle a los dos infortuna-
te, en el Senado pompeyano cosie- dos cónsules Hircio y Pansa; aña-
ron a puñaladas C. Casio, los dos dídseles C. Octavio, mozo todavía,
Brutos, Decio y Marco, Cayo Tre- en calidad de pretor, con aquellas
bonio, Servilio Casca, Tulio Cimbro legiones de veteranos, que se pasa-
y muchos otros vengadores de la li- ron a él, a título de César, su padre.
bertad romana, como si fuese el Corrió todo el pueblo, persuadido
mismo Pompeyo quien exigiera el por el mismo Cicerón, a empuñar
castigo de tamañas maldades. De las armas,, sin excepción de los ex
sus heridas brotó un infinito semi- cónsules, a quienes la honrosa ma-
llero de guerras que vejaron el uni- gistratura exceptuaba de vestir el
verso mundo como para acabar con capote militar. Y por la espaciosa
el linaje humano. Después Antonio, faz del orbe comenzó el insano
OBRAS DEVOTAS. DEL TIEMPO EN QUE NACIÓ CRISTO 381
socorros a Herodes. Los judíos, con mismo rompedor del pacto y autor
su obstinación característica, se ne- de la maldad, no se sabe si con
gaban a reconocer a un rey extran- aquiescencia de su hermano. La ciu-
jero y ni el ariete, que batía asi- dad fué pasada a saco y apuró ve-
duamente las murallas, ni las mi- jaciones infinitas, y un incendio, por
nas que se habían practicado con- fin, resolvió en humo aquella urbe
tra la ciudad adelantaban gran cosa. opulenta en tiempos pasados e in-
Mas dentro de aquel año, que por signe por el viejo abolorio de sus
añeja institución de aquel pueblo moradores; muchos de sus habitan-
se llama año del descanso, la ciu- tes fueron asesinados. Es decir, allí
dad cayó en poder de Herodes. La se realizó puntualmente lo que con
subsiguiente matanza, que, propa- voz humana significó un buey que
gándose, no respetó sexo ni edad, araba un campo suburbano, quien
causó estrago muy grande entre los I dicen que dijo al labrador que le
judíos, y esa lamentable catástrofe aguijaba a la labranza que era por
cambió por completo la fisonomía demás que le aguijasen a él, porque
de ciudad. El reino de Judea,
la dentro de poco tiempo lo que iba a
que tan graves aflicciones tuvo que faltarno era el trigo, sino los hom-
sufrir antes, se quedópor al fin bres que habían de comerle.
Herodes definitivamente, después de Xo menor fué el descalabro que
la ejecución pública de cincuenta sufrió Antonio entre los partos,
personas de calidad, con muy amar- quienes, por manejos de Labieno,
go duelo de todo el pueblo. Y éstas fautor del partido de Pompeyo, en-
eran las cosas que pasaban en Ju- valentonados por la discordia civil,
dea. traspasaron las fronteras del Impe-
De campos sangrientos de Fi-
los rio, pasaron a Siria a hierro y a
lipos, Antonio se encaminó a Orien- fuego, y, muerto el español Decidió
te, y de ahí a abismarse en los de- Saxa, legado de Marco Antonio, ha-
liciosos brazos de Cleopatra, que ya bían ocupado toda la provincia, cu-
no le dejaron hasta la muerte, mien- yo ímpetu Antonio frenó por medio
tras Octavio empujó sus ejércitos de su legado Ventidio, aquel Ven-
hacia el Occidente y la misma ciu- tidio, digo, cuyo triunfo y consula-
dad de Roma. Y porque todo el do ¿qué otra cosa fueron sino añaga-
mundo pudiese ver claramente que zas de la Fortuna? Después, el mis-
una alianza tan infausta y tan mal- mo Marco Antonio, que con filtros
vada no podía ser duradera, empe- poderosos libróse de los amores im-
zaron a pulular infinidad de ocasio- púdicos, temerariamente irrumpe en
nes de guerras encarnizadas. Fulvia la patria, donde pactada y conclui-
¡
concitó contra Octavio a León Lu- da una raz deshonrosa, que bien
cio, hermano del triunviro, hombre poco había de durar, vióse obliga-
de suyo muy hermano de su herma- do a retroceder, y dando de cabeza
no, temerario, revolucionario, y la en una celada, entregó por su locu-
rivalidad se tradujo en guerra de- ra el ejército al hambre, a la incle-
clarada. Octavio compelió a Lucio mencia del tiempo y al hierro ene-
Antonio, cónsul en aquella sazón, a migo. Allí esparcióse abundante
que se encerrase en Perusa, que es sangre romana; el fiero ayuno obli-
j
-
una ciudad de Etruria, quien a lo gó al ejército a comer hierbas des-
último, obligado por un hambre fie- conocidas (pues habían ya consumi-
ra, hizo la entrega de la ciudad al do todas las conocidas), entre las
j
i
cuales hallóse una especie que, lue- romanos. Medían todos estos nom-
go de quitar el juicio a quienes la bres, no por la religión del jura-
comían, matábales instantáneamen- mento, ni de la probidad, sino por
te, después de haber vomitado toda sus respectivas conveniencias. Du-
la bilis. Y ni en la misma Roma ha- raban hasta el momento en que la
bía suficientes abastecimientos con razón de la utilidad les aconsejaba
que alimentar al pueblo; de ma- una actitud nueva. Ofrecieron, pues,
nera que aquellos a quien perdona- los triunviros la amistad a Sexto pa-
ra la espada, matábales el hambre ra detener algún tanto su coraje
con sus mordiscos fieros, puesto avasallador, en espera de la ocasión
que Sixto Pompeyo, a quien había más cómoda en que lo cortarían en
sido dado, como a su padre, el almi- seco. Pompeyo no correspondió con
rantazgo del mar, infestándole y aspereza a esa oferta amistosa. Pero
bloqueándole con sus piraterías, ha- tan pronto como la ciudad se sintió
bía cortado todos los aprovisiona- aliviada y recobrada de la escasez,
mientos. apresuróse Octavio a romper el
Esta circunstancia ocasionó en la pacto contra todo derecho y equi-
ciudad muchos alborotos; cometían- dad. Que ello fué el colmo de las
se latrocinios, no ya de noche sólo, iniquidades no lo disimuló el mismo
sino también de día claro y en ple- Antonio, partícipe de las ventajas
no foro; de modo que dirías que no que le acarreó y hombre, por otra
era aquélla la ciudad, madre de las parte, inicuo hasta la exageración.
leyes, que devolvió al mundo todos Después de la ruptura, muchas ve-
sus derechos, sino una selva pobla- ces trabáronse en luchas navales;
da de ladrones. Y aun cuando mu- una tempestad desacostumbrada se
chas semillas de enemistad cundían tragó muchas naves y engulló gran
entre los triunviros y habían echa- copia de hombres. También por tie-
do raíces muy profundas, no tenían rra registráronse muy grandes ca-
oportunidad para disolver aquella lamidades.
solidaridad hipócrita y a regaña- Al fin, Sexto, que siguió fielmen-
dientes. Aquellos hombres del triun- te la próspera fortuna de su padre
virato, con aquella asociación que y de su hermano, desposeído de su
tanto duraba y que era tan quebra- armada, de su mando y de su digni-
diza, levantaban una barrera con- dad, se fugó al Asia sin honor para
tra los males que les amenazaban morir allí con vilipendio, siendo así
del exterior, y el miedo de lo de que su padre había muerto en Afri-
fuera recosía penosamente, y como ca y su hermano en Europa, a fin
fuese aquella avenencia tan precaria de que toda la redondez del mundo
y tan mal prendida y conseguía que contemplara el derrumbamiento de
antes que estallara en abierta di- aquella casa que poco antes había
sensión y se apelase a las armas, se imperado sobre el mundo todo ven-
pusiera un remedio interino a ta- cido por ella. Preñados de odios mu-
maños males. Resuelven granjear- tuos estaban los pechos de los triun-
se la amistad de Sexto Pompeyo: viros, y prometían alumbrar una
mentidos eran los nombres de amis- guerra implacable y feroz, y pare-
tad, de paz, de alianza, de tregua, cía ya claro, como el suceso lo com-
de coalición. Carecían de sinceri- probó, que para quien resultase
dad, de solidez, de lealtad, de aque- vencido, la derrota sería el fin de
lla verdad de los prístinos tiempos todo. No podía el mundo obedecer
LUIS VIVES. — 13
386 JUAN LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. TOMO I
a aquellos sus señores, sino que, su padre César fué dejada para
forzosamente, el mando total y ab- otro tiempo; los docleatas, los car-
soluto recaería en el que de los tres nos y los nóricos fueron los prime-
fuese el vencedor. Ni cabían tampo- ros atacados; después de éstos, los
co por más tiempo, a una, aquellos melitinos, y los de Corcira, pasada
tres gladiadores bellacos, mancha- a hierro toda su juventud apta para
dos con toda suerte de crímenes, en las armas, fueron sacados a la ven-
un mundo en que no cupieron ni el ta en una plaza pública espectácu- ;
pas auxiliares, y dejar, por el mo- mo, que cada uno fuese a inscribir-
mento, toda actividad bélica por se en la ciudad de su origen. Presi-
apaciguar a Germania, llegando, dente de Siria éralo Cirino cuan-
muchas veces, a ser desesperada la do José conducía a María, desposa-
situación, hasta el punto que Au- da consigo, avanzada en su preñez,
gusto, espantado por la escasez de y con todo, no tocada del marido,
cereales, llamó repetidamente desde camino de Belén, ciudad de la tribu
Iliria a Roma a su entenado. Tres de Judá, distante dos millas de Je-
años fueron menester, con resulta- rusalén, pues ambos eran de aque-
dos bélicos alternos, para dominar lla ciudad, puesto que eran de la
aquella provincia arisca y sojuz- progenie del rey David.
garla. Y por lo que hace a Germa- Ya habían llegado a aquel lugar;
nia, no menos de un bienio difícil ya era llegada aquella sazón en que
necesitó el mismo Tiberio en perso- de consuno todos los oráculos de
na para devolverla a su primitiva los profetas anunciaban el adveni-
organización de provincia. miento del Mesías. Miqueas había
Los partos, según su costumbre, profetizado esto: Y. tú, Belén de
corriéronse hacia Armenia y la Efrata, eres la más chica entre las
ocuparon. Tras algunas escaramu- numerosas ciudades de Judá; de ti
zas en gracia de la buena suerte de me saldrá quien será dominador de
Augusto y de la tranquilidad de los Israel, cuya salió.a es desde los prin-
tiempos, se replegaron de Arme- cipios la eternidad. Y era, por
de
nia, restituyendo a Tiberio las ban- cierto, conveniente que Aquél, sig-
deras tomadas en los desastres de nificado como segundo en la estirpe
Craso y de Antonio. Los escitas y y en la gente de David, y David
los indos, porque nada faltase para auténtico, puesto que el primero no
la concordia del género humano, había sido más que su avance y su
fueron recibidos en la amistad del figura, naciese en la misma ciudad
César y del pueblo romano, que pi- que el primero. Ya se habían cum-
dieron mediante una legación. Al- plido aquellas semanas de Daniel y
canzada una increíble paz en el el reino había 3*a pasado de Judá a
orbe todo, en el mar y en la tierra, Herodes, cuyo padre fué Ascalonita
apagadas tantas teas de guerra co- Antipater, y cuya madre, de Chipre,
mo ardieron, cerróse por tercera era arábica, lo cual, Jacob, en tran-
vez aquella famosa puerta de Jano ce de morir, había anunciado que
bifronte, que, como señal de gue- no se realizaría hasta la venida de
rras y de paz, Xuma Pompilio, que Cristo. Erase, pues, ya la plenitud
sucedió a Rómulo en el trono, ha- del tiempo de todos aquellos acon-
bía puesto en la parte postrera del tecimientos consignados por los
Argileto. Atendiendo a todo esto el profetas y por los santos patriarcas
emperador, puesto que todos los ne- acerca del Mesías venidero, y que
gocios del Imperio transcurrían aquel Tobías, huérfano de ojos cor-
tranquilamente, mandó, por edicto, porales, previo con la mucho más
que ya no sólo en Roma, sino en penetrante intuición de su mente.
todo el universo mundo, obediente Conoció también el santo Simeón,
al Imperio romano, se hiciese el que, aunque en su última edad, es-
censo, para que como en compen- peraba que en vida suya, que no ig-
dio y cifra se pudiese conocer su po- noraba que iba ya a ser muy breve,
derío demográfico. Mandó, asimis- vería el Ungido del Señor, al cual,
OBRAS DEVOTAS. —DEL TIEMPO EN QUE NACIÓ CRISTO 389
así que le vió en el templo, declaró que el Mesías iba a nacer. Coinci-
que ninguna cosa ya debería retar- dían en un mismo punto y en un
dar su muerte. Reinaba la paz, no mismo lugar los oráculos de los pro-
ya en Roma solamente, sino en toda fetas, cuando, sin aquel rompimien-
la Humanidad ; paz tan profunda to de entrañas que suele ocasionar
como nunca la hubo en el recuerdo un increíble dolor a la mujer parte-
de todos los siglos: ra, inofensa la entereza de la ma-
No había trompeta recta ni tor- terna virginidad, Cristo Jesús, nues-
cido cuerno; no había yelmos ni tra salud, nació para todo el mundo
había espadas ; en ocio estaba el sol- de la Virgen, que le había de ama-
dado, y las gentes vivían en blanda mantar, cuyo nombre fué María.
quietud y en paz exenta de recelo. Hasta tal punto el mismo Dios en-
Esto dice Ovidio Nasón en el li- gendrado desde la eternidad nació
bro I de sus Metamorfosis. hombre en el tiempo, hijo de una
Realidad ésta futura para cuando madre humana. La luz misma siguió
Cristo viniese, según predijeron las al Autor de la luz, y así como la de
Sibilas y los Profetas todos. Y en este cielo y de este mundo, queda-
hecho de verdad, el reino de Cristo ron desvanecidas las tinieblas de la
por ninguna otra cosa se hace notar mente humana con insólitas y admi-
sino por la paz, pues El es aquel pa- rables claridades. A este Creador de
cífico rey Salomón, aquel Melqui- todas las cosas, envuelto en velos
sedec, que es rey de paz; en cuyo de carne humana, mejor será vene-
reinado profetizó David que nace- rarle con callado y piadoso recogi-
ría una abundancia inagotable de miento, que no decir cuál y cuán
justiciay de paz, pues El es Aquel jrande sea con palabras achicadas
que traerá de nuevo los dorados si- como nuestras. Aquello podemos ha-
glos por quien primeramente cesa- cerlo; pero esto otro únicamente
rá una gente de hierro y una gente puede hacerlo Dios, que sólo conoce
de oro surgirá por todo el mundo, la Divinidad que está muy por enci-
según Virgilio vaticinó. ma del alcance de nuestro ingenio
Nadie, por aquel tiempo, dudaba ruin.
SACRO DIURNO
DEL
(1529)
Salmo 15.
Cristo es aquel a quien con voz,
oon cuerda y con tímpano, el infula- Consérvame, Señor, porque espe-
do Rey Sacerdote que por todos sus ré en Ti.
poros y hasta sus meollos absorbía
la inspiración celeste, profetizaba Antífona.
que muy luego iba a mostrarse al
mundo. No os maraville este mi sudor de
Nosotros cantamos también sus sangre, porque sostengo yo sólo los
milagrosos hechos probados; testi- trabajos de todos los hombres.
go es el orbe todo, y ni la misma
tierra niega que los vió; ni niega Salmo 16.
que Dios apareció para enseñar de Oye, Señor, mi justicia.
cerca a los mortales.
Nacido del seno del Padre, antes Antífona.
del comienzo del mundo, Alfa y
Omega es denominado. El es el ¿Quién es este que viene de
principio y el fin de todo cuanto es, Edom con las vestiduras tintas de
de todo cuanto fué y de todo cuanto rojo?
habrá de ser en lo venidero.
El lo mandó y fueron creados; Salmo 17.
El lo dijo y fueron hechos la tie-
Amaróte, Señor, que eres mi for-
rra, el cielo, el mar profundo, la
taleza.
trina máquina de las cosas y todo
cuanto vive y vige bajo el alto glo-
Versículo.
bo del sol y de la luna.
Revistió la forma de un cuerpo Y se hizo su sudor.
394 JUAN LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. —TOMO I
Responsorio. Versículo.
Como de gotas de sangre que dis- Esto lo obró la unión del amor,
currieron hasta el suelo. dejando en salvo la sustancia de una
y otra naturaleza.
Bendición.
Responsorio.
La sangre de Cristo, purísima, Misterio que no alcanza la mente
límpienos de nuestros vicios y de- ni de los hombres ni de los ángeles.
litos.
Bendición.
LECCION PRIMERA
Los trabajos que Cristo asumió
Hermanos: Desechado todo sue- por nosotros haga que nos aprove-
ño y toda torpeza pegadiza, con chen el Padre que se los impuso.
atención ágil, escuchad lo que va-
mos a decir acerca de la salud y de LECCION II
la vida común de todos, cuya me-
ditación y recuerdo son tan saluda- Y así fué que el cuerpo de nues-
bles al espíritu de cada cual, como tro Redentor, tomado de la sangre
lo son el mantenimiento y la bebi- de una virgen en la flor de su pu-
da para el sostén del cuerpo. El Uni- reza y de su terneza, necesariamen-
génito Hijo de Dios y Señor del te tuvo que ser purísimo y terní-
universo, luego de haber determi- simo. Ello hacía que en él la morde-
nado, para la reconciliación con el dura del dolor, por más pequeña
Padre del humano linaje, consti- que fuese, le fuera sensible más
tuirse en víctima humana, vistió el que no se puede encarecer, infinita-
cuerpo de nuestra mortalidad con mente más que para esos vulgares
el fin de abolir en sí el pecado de cuerpos nuestros, corrompidos por
los hombres mediante la semejanza el pecado, propensos por la densi-
de la carne de pecado; pero para dad y grosería de la materia a una
puridad mayor de su naturaleza, torpe insensibilidad y a la degene-
quiso nacer de madre virgen, sin ración en una naturaleza más cra-
concurso de varón, pues no fuera sa. Este era el sacrificio indecible-
ni lícito ni bienquisto que un hom- mente grato al Padre: ver al Hijo
bre fuese padre de Aquel que tenía que, por obedecerle, no rehusaba
por padre a Dios, inmortal e invisi- aspereza alguna, por cruda que fue-
ble, santo y bendito por los siglos se. Y precisamente esto acrecienta
de los siglos. mi deuda para con Cristo, y mani-
Mas Tú, Señor, apiádate de nos- fiestasu amor para con todos nos-
otros. otros, grande, inmenso, indecible.
¿Qué grandeza tuviera sufrir en su
Responsorio. persona aquello que a los otros re-
sulta tan insoportable, llevado sin
;Oh fuerza del amor prodigiosa! ningún dolor? Nadie tiene caridad
Dios hacerse hombre y el hombre mayor que la de quien ofrece su vi-
hacerse Dios, misterio que no alcan- da por sus amigos. Y Tú expones tu
za la mente ni de los hombres ni vida por mí, ¡oh Cristo!, pero no co-
de los ángeles. mo quien se desnuda de un vestido,
OBRAS DEVOTAS. DIURNO DEL SUDOR DE JESUCRISTO 395
Bendición.
Responsorio.
Por tu tristeza, Cristo Rey, con-
dúcenos a la bienaventuranza de tu Cuál debió de haber sido la deu-
reino. da, con tal rigor demandada, que tu-
viera que pagarla el fiador con su
sangre y con su vida.
LECCION III
porque convalezcamos nosotros, que caba! Con todo, este sudor sanó la
estamos muy enfermos. fiebre pestilentísima del humano li-
naje. Los médicos, en las enferme-
Salmo 38. dades, llaman al sudor crisis que
suena, examen de la salud, pues
Dije: Guardaré mis caminos. mediante
Naturaleza da a co-
él la
de que dispone
nocer las fuerzas
Antífona. el enemigo. ¿Qué otra cosa
contra
el sudor de Cristo sino la de-
Tu sudor, que bajó a regar la tie- fué
mostración de que nuestra enfer-
rra, dió muerte a la serpiente anti-
medad cejaba? Para perdición del
gua, oculta entre la hierba.
linaje humano, ensañábase en él la
vieja serpiente del Paraíso, confiada
Salmo 40.
en su poderío y en su gran astucia
Bienaventurado el que entiende con ella entró en pelea nuestro
sobre el necesitado y el pobre. León poderosísimo. «Ahora dijo —
se ventila la suerte del mundo;
Antífona. ahora el príncipe de este mundo
será arrojado fuera.» La Naturale-
Este sudor es la nueva medicina za dió a entender que, ayudada con
y el remedio sempiterno de la en- los recursos de la divinidad, tenía
fermedad añeja. arrestos bastantes para rechazar
el enemigo. Con este sudor quedó
Salmo 56. sano aquel gran enfermo que, en
dolencia irremediable, yació postra-
¡Apiádate de mí, Dios, apiádate do cinco mil años; sudor ajeno;
de mí! sudor de quien jamás enfermó. Ver-
daderamente llevó El nuestras en-
Versículo. fermedades y soportó nuestros do-
lores. Levantóse, pues, el género
La disciplina de nuestra paz en- humano, no ya solamente vigoroso
cima de El.
y sano, sino también libre y suelto,
aun cuando su dolencia no era otra
Responsorio. cosa que un miserable cautiverio y
una indigna y vilísima servidum-
Y sus cárdenas llagas nos curaron. bre.
Mas Tú, Señor, etc.
Bendición.
Quien, con su sudor, sanó la do- Responsorio.
lencia humana, nos conserve siem-
Esto es, en hecho de verdad, ha-
pre sanos e incólumes.
cer de pastor y rey que uno solo
;
Responsorio. Versículo.
Que uno solo ande solícito por ¿Cuándo o cómo podremos tribu-
todos, que uno solo lleve el trabajo tar acción de gracias a quien todo
de todos. se lo debemos?
Responsorio.
Bendición.
El remedio, la doctrina, el ejem-
Que por los dolores de Cristo con- plo.
sigamos la salud del alma y del
cuerpo.
Bendición.
Responsorio. Responsorio.
Debemos evitar con cuidado sumo
¿Quién contará su generación?
que, deparándonos Cristo abundan-
cia de todo, no parezca que nos fal-
Bendición.
tamos a nosotros mismos.
Quien venció al demonio y al
Versículo. mundo, sojuzgue bajo nuestros pies
el reino de Satanás.
Sanados, pues, practiquemos obras
de sanos, no de enfermos.
LECCIÓN DEL SANTO EVANGELIO
Responsorio. SEGÚN SAN LUCAS
Que no parezca que nos faltamos (Lucas, 22)
a nosotros mismos.
En aquel tiempo, salido Jesús iba,
según costumbre, al monte de los
TERCER NOCTURNO Olivos; en seguimiento suyo fueron
sus discípulos y, llegado al lugar,
Antífona. les dijo: «Orad, porque no entréis
Versículo. Responsorio.
Responsorio.
¡Oh bienaventuranza que se brin-
da a todos cuando en el ejemplo
Por la aproximación de antorchas mismo de la imitación ya va incluí-
ardentísimas. do el premio del esfuerzo!
Responsorio.
Bendición.
A los que quisieran imitarle, un
Concédanos Dios que sólo su ira ejemplo; a los que le imitasen, un
nos sea espantable. premio.
400 JUAN LUIS VIVES. OBR.AS COMPLETAS. TOMO I
Bendición. \
|
Responsorio.
Háganos participantes de su vic- ¡Oh naturaleza de la caridad me-
que a favor recedora de nuestras adoraciones,
toria y de su gloria, el
nuestro venció. por la cual atrajiste a nosotros el
Hijo de Dios y nos elevarás a El,
LECCION IX sublimado ya sobre los cielos y so-
bre los ángeles!
Para que se viera que bajo aba-
timiento tan grande se ocultaba el Versículo.
reino del cielo, un paraninfo celes- Si somos ahora partícipes de la
tial asiste al Soledoso y al Desampa- aflicción seremos también particio-
rado. Un ángel del cielo baja para neros y consortes del reino de
confortarle. Viene uno de aquellos Cristo.
que a miles de millares le sirven y
diez veces cien mil están a su dere- Responsorio.
cha. Son espíritus todos los servi-
dores de su reino, pues fué derroca-
Sublimado ya sobre los cielos y
sobre los ángeles.
da la ciudad de los que no quisie-
Gloria al Padre, al Hijo y al Es-
ron que reinara sobre ellos. Mas, a
píritu Santo.
la Divinidad verdadera, estaba uni-
do un hombre verdadero y en el
Responsorio.
hombre verdadero la carne era ver-
dadera; no diferente de esa carne Sublimado ya sobre los cielos y
nuestra, carne de pecado, pero sin sobre los ángeles.
pecado, puesto que era expiación
universal del pecado, mas no sin Versículo.
miedo, sin tristeza, sin los afectos
Este nos lavó con su sangre.
de nuestra mortalidad. Esta carne,
pues, al entender que el espantable
Responsorio.
suplicio no solamente no era quita-
do, pero ni siquiera diferido, estre- Que nos hizo más blancos que la
mecida de repentino y confuso pa- nieve.
vor, no pudo retener en sí los hu-
mores vitales. Salieron afuera todos
los que no pudieron mantenerse
LAUDES
dentro del cuerpo y así manó el san-
Antífona.
guíneo sudor. Este fué el comienzo
de la gran batalla, en la cual luego Pisé yo solo el lagar y de las gen-
al punto, con trueco maravilloso, de tes no hay hombre conmigo.
la debilidad se reveló el poder; de
la humillación, la majestad; de la Salmo 26.
gran consternación, el glorioso ven-
El Señor es mi iluminación.
cimiento del enemigo antiguo, po-
deroso, cruel. Evitemos, hermanos,
Antífona.
por lo menos mediante el pío re-
cuerdo de beneficio tan grande, con- Lavé mi lecho cada una de las
traer la nota de ingratitud. noches y regué mi estrado con mis
Mas Tú, Señor, etc. lágrimas.
OBRAS DEVOTAS. DIURNO DEL SUDOR DE JESUCRISTO 401
Antífona.
Yo mando —dice—que se queden
limpios los miembros enfermos ul-
Salud nuestra en el tiempo de la cerados y las entrañas podridas; y
tribulación. el mandamiento se cumple: la piel
tumefacta queda lisa y quedan ce-
Salmo 138. rradas las heridas.
Señor, Tú me probaste.
Tú con barro milagroso y con el
néctar de tu sagrada boca unges los
ojos sumidos en tinieblas perennes.
Antífona.
Con esta medicina luego vuelve la
Con su sangre nos purificó y nos luz a las cuencas asombradas. Glo-
sanó. ria a Ti, Rey grande, que soportas
nuestros trabajos, con el Padre y el
Salmo. Espíritu Santo, por todos los siglos.
Venid a Mí los cansados y se-
Señor, oi tu voz y temí.
dientos.
Antífona.
En mi sudor hallaréis refrigerio
y descanso.
Alábente las criaturas todas res-
tauradas por tu sangre. Antífona.
¿Qué cosa hubiera más miserable
Salmo 148.
que nosotros, si siempre nos hubié-
Alabad al Señor los que sois de ramos revolcado en las añejas sor-
los cielos. dideces?
Capitula. ORACIÓN
¿Quién es este que viene de ¡Oh Dios, en cuyo único Hijo sa-
Edom con las vestiduras teñidas de cratísimo la aprensión del suplicio
rojo? Este hermoso en su estola inminente resolvióse en sudor de
que camina en la muchedumbre de sangre, concédenos que por la par-
su fortaleza. ticipación de su cruz vengamos al
consorcio de su gloria! Que contigo
HIMNO vive y reina, etc.
(De Aurelio Prudencio)
PRIMA
Ved ahí a Aquel a quien los va-
tes anunciaban en los vetustos si-
HIM'XO
glos, a quien prometían los libros
verídicos de los profetas; presente (De Aurelio Prudencio)
está, el Prometido antiguamente;
alábenle todas las criaturas. Reprendes al viento furioso por-
El agua en las hidrias vertida se que con mal agoreras borrascas re-
torna vino noble; anuncia el maes- vuelve el mar de sus más hondas
402 JUAX LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. TOMO I
ORACIÓN
HIMNO
¡Oh Dios, cuyo enojo bien mere-
(De Aurelio Prudencio)
cido tienen nuestras culpas, inter-
pon a tu Hijo entre Tú y nosotros,
Caminaba sobre el mar tendido y a manera de escudo nuestro, en
huella la cresta de las olas; el agua quien, aceptísimo como te es, el
profunda removida le da una senda furor tuyo se mitigue. Por el mis-
pendiente y la onda no se hiende mo, etc.
oprimida por sus pies sagrados.
Avezado a bramar entre cadenas NONA
en un antro mortal, un hombre,
A
huérfano demente y acuciado de
furores salvajes, sale de un brinco HIMNO
y, suplicante, se postra a sus plan- (De Aurelio Prudencio)
tas así que sintió la presencia de
Cristo.
Lanzada la peste de mil formas
Gloria a Ti, gran Rey, que sopor-
de demonios lúbricos, se adueña de
tas nuestros trabajos, con el Padre
una piara sórdida y como rebaño
y el Espíritu Santo, por todos los enloquecido en las aguas negras se
siglos.
zambulle.
Trae uno de sus discípulos unas
Antífona. pocas provisiones; abastanza que-
dan hartos miles de comensales con
Como castigados y no mortifica- no más de cinco panes y dos peces.
dos.
Gloria a Ti, gran Rey, que sopor-
tas nuestros trabajos, con el Padre
Salmo 14. y el Espíritu Santo, por todos los
siglos.
Señor, ¿quién habitará en tu ta-
bernáculo?
Antífona.
Salmo 118.
El sudor que mana del cuerpo to-
do del Señor, ¿qué otra cosa sim-
Ponme ley, Señor. boliza sino los trabajos de la Igle-
sia, cuya cabeza es?
Capitula.
Antífona. HIMNO
Máxima debió de ser la tristeza (De Aurelio Prudencio)
de Cristo, puesto que era de todo
el linaje humano. Magníficat. A un breve usufructo de la muer-
te se entregó el Caudillo de la sa-
lud para que se acostumbrasen a
ORACIÓN volver los muertos de antiguo se-
pultados, disueltas las ataduras de
Rogárnoste, Señor, Padre clemen- los pecados añejos.
tísimo, que la misma sangre de tu Entonces los patriarcas y gran
Hijo, que repelió todos los achaques número de santos en pos del Crea-
del linaje humano, sea medicina dor que les precedía y tornaba al
de nuestras almas y de nuestros mundo, al tercero día, toman sus
cuerpos. cuerpos de carne y salen de los se-
pulcros.
A COMPLETAS Allí vieras cómo pavesas áridas
cuajaban en miembros vivos y có-
Salmo
mo la sangre reasumida volvía a
4.
calentar el polvo frío, y huesos,
Cuando yo invocaba. nervios y meollos se cubrían otra
vez de piel.
Salmo 30.
Luego, cuando hubo reparado la
caída y devuelto a la vida el hom-
En Ti, Señor, esperé. bre, vencedor se remontó al arduo
trono del Padre, llevando consi-
Salmo 90. go al cielo la gloria ínclita de su
pasión.
El que habita en el socorro del Gloria a Ti, gran Rey, que sopor-
Altísimo. tas nuestros trabajos con el Padre
y el Espíritu Santo por todos los
Salmo 133. siglos.
No son proporcionados los sufri-
Y ahora, bendecid al Señor. mientos de esta vida
A la gloria venidera que será re-
Antífona. velada en nosotros.
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Todas las cosas que son de Cristo Antífona.
tienen fin, para que sus posesiones
Siendo tanta la flaqueza de nues-
vayan al reino de todos los siglos.
tra condición debemos buscar refu-
gio en el Todopoderoso.
Capitula.
Cántico.
Si fué conveniente que trabajado
y sudado entrase Cristo en su glo- Y ahora, Señor, despides en paz
ria, no nos pese a nosotros de su- a tu siervo.
406 JUAN LUIS VIVES, .
OBRAS COMPLETAS, .
TOMO I
que nos agobian, y antídoto para Hostia expiatoria por todo el pue-
las que puedan sobrevenir. blo, inmolación del sacrificio uni-
versal, árbitro de la paz, termina-
EPISTOLA dor de la guerra, autor de la vida.
que fué al lugar, les dijo: Orad pa- mos a Ti y a tu Hijo unigénito con
ra que no caigáis en tentación. Y se el Espíritu Santo, un solo Dios que
apartó de ellos como la distancia vive y reina por todos los siglos
de un tiro de piedra, e hincadas las de los siglos.
rodillas oraba diciendo: Padre, si
es de tu agrado aleja de mí este PREFACIO
cáliz; pero, a pesar de todo, no se
haga mi voluntad sino la tuya. Y Verdaderamente es digno y justo,
apareció un ángel del cielo, con- equitativo y saludable que nosotros
fortándole. Y reducido a agonía, más en todo tiempo y en todo lugar te
intensamente oraba. Y vínole un su- hagamos gracias, Señor santo, Pa-
dor como de gotas de sangre que dre Todopoderoso, Dios eterno. Que
arroyaba el suelo. Y levantándose por nosotros entregaste a tu uni-
de la oración y viniendo a sus dis- génito Hijo, y habiendo acumulado
cípulos hallóles dormidos por cau- en El todas nuestras dolencias y
sa de la tristeza. Y díceles: ¿Por penalidades sudó gotas de sangre
qué dormís? Levantaos y orad pa- en la crisis de su agonía. Y con
ra no caer en tentación. todo, El no rehusó, por amor nues-
Credo. tro, tamaño suplicio, cuyo solo co-
mienzo y aprensión tales sudores ex-
OFERTORIO primía.
Por El alaban tu majestad los' án-
Acepta, ¡oh Cristo!, nuestras al- geles, etc.
mas y nuestros cuerpos que te ofre-
cemos, y dado que de suyo no son BOSTCOMUNIGN
dignos de Ti, Tú hazlos dignos por
tu sangre. Con el sudor de tu rostro come-
rás elpan todos los días de tu vida,
SECRETA hasta que vuelvas a la tierra, de
donde fuiste tomado.
Vivifica, Señor, tu pueblo y ase-
gúrale de las aflicciones que mere- ORACIÓN
ce y la luz de tu gracia convierta
sus almas a Ti, porque no serán los Concédenos, Padre todopoderoso
muertos quienes te alabarán, Señor, que quienes por el sudor de tu uni-
ni todos los que bajan al infierno, génito Hijo fuimos recreados, por
sino que vivificados nosotros por su muerte vivamos contigo por toda
Ti y viviendo por su salud te loa- la eternidad.
408 JUAN LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. TOMO I
SERMON SOBRE
EL SUDOR NUESTRO Y DE CRISTO
La homilía que voy a pronunciar rivación. Del alma refluyen en el
debe avivar vuestro seso por lo me- cuerpo sentido y la vida; e in-
el
nos tanto como el aviso de que se mediatamente en su propio domi-
trata aquí de la salud y de la vida cilio, en la carne que le está sujeta,
de cada uno de nosotros. Trataré siente la leyque se dió a sí misma
en ella no ya de esta vida, fallece- contra Dios,que es quien la gobier-
dera muy en breve (con la cual no na; de modo que así como el alma
obstante nos abrazamos tan estre- se demuestra poco dócil a Dios, así
chamente y a la cual amamos con también la carne se pone en pugna
sumo ardor y con un amor único con el alma, desprecia sus consejos,
por manera que ninguna otra cosa no hace cuenta de sus mandatos,
nos parece más de temer que la más rechaza su dominio, hace desprecio
ligera mención que se haga de la y mofa de sus clamores. Por ese ca-
posibilidad de perderla), y no será, mino, el hombre todo tórnase co-
no, de esa vida efímera que habla- mo un caballo perezoso y torpe;
remos. Ya sabéis el motivo por qué caballo, dije, y debí decir asno tardí-
ha sido compuesto este Sacro diur- simo y perezosísimo que no oye
no y qué ha sido lo que nos ha con- más aviso que el de las espuelas,
gregado aquí para celebrar la me- de la fusta, del látigo para que cum-
moria de Cristo bañado en sudor. pla con su deber. El gobernador de
Pero os conviene levantar más arri- ese mundo y el Príncipe universal,
ba los ojos; también hemos de tratar que tiene la más viva providencia
de la vida de esa vida y de la salud y el cuidado de aquellos a quienes
eterna de esa salud temporal. ¿Qué El, de su propia lumbre, dispensó
son las riquezas sin realidad? Una la lumbre de la razón, con mara-
cosa que por su propia ruindád no villoso artificio o, mejor, con indul-
halla nombre. ¿Qué es el cuerpo sin gencia de verdadero padre, por va-
el alma; es decir, sin su vida? Yer- rios modos nos avisa y estimula
to cadáver, una cosa no sólo abyecta cuando cejamos en el cumplimiento
y despreciable, sino también ceniza de nuestra obligación; y punge con
nauseabunda. ¿Y qué es, en defini- especialidad aquellas partes que
tiva, el alma sin la sabiduría, sin la nos apartan del afán de las cosas
virtud? Un monstruo tal que si pu- eternas, pues, como nos lo demos-
diéramos verle con los ojos corpo- tró la parábola evangélica, a los
rales, ahuyentaría a los que le mi- unos les apartó del regio banque-
rasen no de otra manera que el ba- te; es decir, de la felicidad celes-
silisco o cualquier otro de aquellos tial, la finca recién comprada; a
fabulosos venenos del Africa. otros, la yunta nueva ; a otros, quier
Esta alma, depravada y corrom- la boda propia, quier la boda
pida por el pecado, arrastra CQnsi- ajena.
go a la corrupción al cuerpo sin ¿Cómo pudiera retratar más al
conjunción de sociedad, sin derecho vivo nuestros vanos cuidados? Los
de posesión, sin naturaleza de de- hay que con el ansia de acrecentar
OBRAS DEVOTAS. DIURNO DEL SUDOR DE JESUCRISTO. SERMÓN 409
aquellos pacientes hacíanse más pocos hay que tengan la firmeza su-
aceptos y más queridos de Dios; ficiente, sino que hablo expresando
corrían desalados a la muerte, co- un deseo mío y de algunos otros;
rrían gozosos como al más breve pluguiera al Cielo, repito, que esto
paso para la eterna bienaventuran- que digo nos acaeciese! Yo, por mi
za. ¡Felices ellos, magnánimos hé- parte, más quisiera a esa vida que,
roes, nacidos en años mejores, como de buena o mala gana, debo a la
dice no sé qué poeta del siglo. Ellos Naturaleza, que la Naturaleza a to-
eran castigados como hijos por su das horas, armada y amenazante
padre; nosotros somos afligidos co- con tantas contingencias azarosas,
mo malos servidores por el Señor, con tantos peligros, con tantos do-
tantas veces por nosotros ofendido lores, me reclama devolverla más a
y enojado. Ellos, como empeñados Cristo que a la Naturaleza. ¡Feliz
en una pugna nobilísima, consti- —
muerte aquella exclama un orador
tuían un espectáculo de los ángeles
hombres, como dijo San
—
elocuentísimo que, siendo debida a
la Naturaleza, con acuerdo mejor se
y de los
Pablo Nosotros, en
gráficamente. devuelve a la patria! ¿Qué otra pa-
cambio, como en una vil y sórdidí- tria es la nuestra sino el cielo? Y
sima tahona andamos moliendo y se nuestro Caudillo, nuestra libertad,
nos castiga, haciéndonos de cada nuestra bienaventuranza, ¿ quién es
día peores y más malos. No nos per- sino Jesucristo y el Padre de Nues-
sigue el tirano enemigo de Cristo, tro Señor Jesucristo? No me harán
por amor de Cristo; felices sería- feliz ni César, ni Pompeyo, cónsul
mos entonces, si así fuese, como en de Roma; no Temístocles, no Alci-
su Evangelio prometió el mismo bíades, arconte de Atenas; no la
Cristo; sino que es el cielo, son los misma Atenas ni la ciudad de Ro-
elementos todos, son todas las cria- ma, en las cuales la mayor parte
turas que nos apremian y nos ago- eran malos y por ende esclavos mi-
bian, irritadas contra los hijos dís- sérrimos, sino el cielo. y la inmorta-
colos, contra los esclavos bellacos, lidad y Dios, manantial de todos los
contra los vasallos rebeldes, colma- bienes. Vino a nosotros su Hijo; le
dos de tantos beneficios y descono- vimos y vimos su Divina Majestad,
cidos a tantos beneficios. En aque- no sólo perdonando los pecados, es,
llos santos mártires la lucha agu- a saber, curando las almas, sino
zaba su resistencia y acuciaba su también dando remedios activísimos
fervor; el fuego acendraba el oro para todo linaje de enfermedades.
puro. A nosotros, en cambio, las Ninguna necesidad tiene de drogas
calamidades nos endurecen y ponen ni de emplastos ni de dieta ni de
callos en nuestro hábito de pecar, cauterios ni de cirugía, sino de la
por no sentir el azote y perder el sola palabra de su boca. Con aquella
fruto de la reprensión divina. misma palabra con que había crea-
El linaje humano se hace de cada do al hombre, le iba asimismo res-
más mísero y peor. ¡Pluguiera al taurando.
Cielo, hermanos, que nosotros hubié- Vímosle, no ya restableciendo la
ramos nacido en aquellos tiempos o salud arruinada y derrotada, sino
que estos tiempos nuestros se tro- restituyendo a su entereza y a la
casen en aquellos tiempos! No es vida a un muerto, ya llorado, ya
que yo desee a la Iglesia una per- sepultado, ya cebo de gusanos, ya
secución, para lo cual sé que tan dado a las tinieblas y al olvido: ¿pa-
412 JUAN LUIS VIVES. OBE.AS COMFLETAS. TOMO I
mos que se había llegado a la meta I beza vuelta hacia la tierra, humilla-
y que no había lugar ya para una ;
dos a la exclusiva servidumbre de
nueva invención. ¿Cuántos siglos su vientre y de su cuerpo. En cam-
hay que nuestros mayores se que- bió, levantó al hombre a la contem-
jaban de haber llegado al vértice de plación del cielo, al cuidado de su
la criminalidad? Pues bien: el siglo alma, a la inteligencia de la divini-
pasado demostró que ni siquiera ha- dad, al anhelo de la vida imperece-
bíamos subido a la mitad, cuando dera. ¿Y cómo es, y hasta qué punto
ya los antepasados decían estar en es contrario a la Naturaleza, que
la cumbre. No obstante, esa contem- mientras los brutos animales, naci-
poraneidad nuestra les demostró dos y dispuestos para el pasto, con-
que sus quejas fueron precoces en téntanse con aquellos alimentos ob-
exceso. Apenas habían nacido los vios y preparados por la Naturaleza,
vicios cuando ellos los deploraban y con aquella bebida que vemos que
como llegados ya a su total desplie- dondequiera se ofrece espontánea y
gue. Todos los días nos vemos for- fácil, que sólo el hombre, con desdén
zados a ver manifestaciones nuevas de los dones saludables de la Natu-
de vicios, de improbidades, de mal- raleza, o, mejor, de Dios, demande
dades, con muy amargo duelo de los de lo postrero de las tierras y de la
buenos. Síguense, royéndolos los última orilla del mar, recursos que
calcañares, linajes de plagas desco- no sacian el paladar lánguido y es-
nocidas, enfermedades, digo, que se tragado, sino que le irriten, que le
arrojaron sobre el género humano pellizquen y le hostiguen y no que
por los pecados humanos, tan varia- le fortalezcan y dé a entender prác-
dos como variadas las especies de ticamente que nació con mayor suje-
delitos; la novedad de éstos engen- ción a la esclavitud del cuerpo que
dra la novedad de aquéllos, la abun- los mismos irracionales, que, como
dancia, la abundancia; la atrocidad, dice el historiador Salustio, la natu-
la atrocidad, por manera que no hay raleza formó inclinados y obedien-
demostración más cierta o evidente tes al vientre? No basta qüé todas
de los delitos que la salud de tantas cuantas aves vuelan por el cielo, ni
gentes tan afectada por tantas en- cuanto cuadrúpedo domesticado o
fermedades. montés hay en la tierra haya veni-
Hagamos silencio por ahora sobre do a dar en nuestros platos para co-
la peste, el hambre, los temblores mida nuestra, si ya no se presentan
de tierra, las guerras. Así como la a nuestra mesa aliñados con varia-
insaciable lujuria halla su castigo dos y, desde luego, nuevos condi-
en el mal de la India, así me parece mentos y con aparato desacostum-
que con ese sudor mortal están ven- brado. El peligro no guarda a los
gados dos linajes de vicios, nuevos, peces; ni tampoco sus crías en lo
desaforados, insaciables, infinitos, a más remoto del Océano; la fatiga
saber: la intemperancia de la gula de la caza no defiende las aves; ni
y la avaricia. Es maravilloso cómo la ligereza de sus pies a las liebres;
estos dos males, tan diferentes el ni sus colmillos defienden a los ja-
uno del otro, y estoy por decir que balíes; ni sus astas a los ciervos;
contrarios y antagónicos, en ese ni a las serpientes la ponzoña, todo
tiempo nuestro se dieron un abrazo lo escudriñó la insaciable glotonería
de reconciliación. Dios creó a todos ¡
humana. Y no contentándose con
Iris animales irracionales con la ca- I
haber hartado su antojo o la codicia
OBRAS DEVOTAS. DIURNO DEL SUDOR DE JESUCRISTO. SERMÓN 415-
de sus ojos, buscó hierbas donde- dería la misma nieve. Luego vienen
quiera y aun del Nuevo Munde, fue- los vinos franceses o alemanes que,
ra de los caminos del sol y del cielo puesto que son más flacos y créese
y de acarreó la pimienta, la ca-
allí que tienen menos grados, vícianse
nela, la ginebra, el grano del paraí- con miel, con cal, con azufre, con
so para sazonar sus manjares. ¿Qué alumbre y otras cosas repugnantes
no harían si esos ingredientes fue- de decir, para que parezcan más va-
sen, o baratos, o saludables, en es- lientes es decir, para que más pron-
;
pura que los nuestros beben, que, su cabeza, llénase su cuerpo de agua
aun bebiendo mucho, creen no ha- intercutánea, le atenaza la paráli-
ber bebido lo suficiente si no han sis, le encadena la gota articular,
bebido muchísimo más. Y ¿cuál la epilepsia le derriba; revienta en
es la correspondencia de unos con granos, pústulas y úlceras repugnan-
otros de esos bebedores? Pues no tes; por manera que no sin razón
separándose sino con el vientre ten- dijeron muchos que a más hombres
dido hasta tal punto que estén a mata la gula que la espada. ¿Por
punto de estallar; no separándose ventura hay otro placer alguno que
sino anegados en vino, hasta el ex- avasalle tanto a los mortales, que no
tremo que no haya nada en el hom- huya de él aun sabiendo que inde-
bre todo que pueda cumplir su ofi- fectible e inmediatamente irá segui-
|
ten a jugar a las cartas; a los otros, es eso de no creerse hombre si uno
la competencia elogiosa, pues esa cada día no se hace bestia? Dejo a
furia en el beber parece que tiene un lado las reyertas, las pendencias,
su puntillo de honra ;a los terce- las heridas, las muertes que la bo-
ros, una especie de obligada corte- rrachera registra cada día ; las ^es-
sía, porque les parece que es falta posas apaleadas, los hijos, la fami-
de urbanidad no beber en la mesa lia inquietada, el patrimonio dilapi-
copiosamente. El tiránico señorío de dado, los matrimonios desunidos, la
la costumbre introdujo que en el pérdida de la pudicia, los adulterios,
yantar invite a beber el anfitrión las otras feísimas maldades que el
y le obedezcan los convidados por hombre perpetúa en estado de em-
manera que sus cenas y sus comi- briaguez y burla burlando, como
das han perdido ya el sentido so- quien dice. Los magistrados no de-
cial de invitación, que equivalía a bieron tener de sus deberes un con-
un aviso de continencia y de tem- cepto tal que se creyesen creados
planza. Monstruosidades son, mere- no más que para defender el te-
cedoras no de un solo nombre: be- soro público. No, no son los burgo-
bidas primero, denuestos luego, lo- maestres meros guardianes del di-
curas al fin y degeneración total del nero. Son los custodios de la ciudad,
ser de hombre. Que no hay en en la que lo que más vale son las
ello placer, demuéstralo el hecho de almas y luego, en mínima propor-
que, después de la mitad de la comi- ción, los cuerpos; y en ínfimo lu-
da, devoran maquinalmente, no co- gar, el dinero. Así que el mismo or-
men; engullen, no beben; echan den de jerarquía que tienen en el
en su estómago cerveza y vino, con orden natural de las cosas, debié-
la misma indiferencia con que echa- ranlo tener en el cuidado, de forma
rían piedras en un pozo. ¿Que van que los prefectos puestos para el
a sentir los que hundieron toda su gobierno de las ciudades y de los
hombría y toda su dignidad en la pueblos, deberían desplegar el má-
crápula de tal forma que ninguna ximo interés en ejercer el mando so-
cosa propia del hombre sobrenada bre ciudadanos buenos. ¿Qué cosa
en ellos? ¿Iré a creer yo que dis- hay más pesada y de mayor enojo
frutan esos tales? No más, a fe mía, que el gobierno de los malos? Lue-
que las peñas y los troncos. go debieran cuidar que los cuerpos
Aun cuando cese toda venganza fuesen sanos y robustos en el terri-
y enojo divinos, y todas esas dema- torio que administran. ¿Qué admi-
sías estén gobernadas por las solas nistración recta puede haber sobre
fuerzas naturales, no bastan y so- cuerpos afligidos y arruinados por
bran para crear todos los días géne- una mala salud? ¿Qué hombre que
ros nuevos, gravísimos, execrables esté en su seso no se admirará de
de dolencias? ¿Nos maravillamos de que sea entregado a una inhumana
que haya hecho su aparición ese su- y cruel hoguera el que falseó la mo-
dor mortal? De lo que yo no me neda, y el que falsificó los alimen-
acabo de maravillar es de que, desde tos sólidos y líquidos ande suelto
cien años a esta parte, sin solución por esos mundos y aun, si a Dios pla-
de continuidad, no haya vejado y ce, respetado y honrado? ¿Qué tie-
afligido toda esa comarca. ¿Qué fu- ne que ver la moneda corriente, que
ror tan ciego es éste, que va por sus pasa de mano en mano, con io que
pasos contados a la perdición? ¿Qué entra en el cuerpo? A nadie hace
LUIS VIVES. — 14
JUAN LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. TOMO I
amigo) y echan mano en lo ajeno, cos ya no son hombres, sino que es-
en la hacienda pública, en la hacien- tán considerados como asnos, como
da privada, en lo de los amigos, bueyes, y pluguiere al Cielo que por
en lo de los allegados, en lo de tales les tuvieran. Al asno y al buey,
los parientes, en lo de los hijos, en al mediodía y a la tarde, así que
lo de la esposa, en lo del marido, descansan de su tarea, se les da el
en lo propio que no se puede enaje- yero; mas al pobre, después de un
nar, como es el seso (si es que lo trabajo seguido y agotador, se le
posea todavía), aun cuando el que quita la comida y se le obliga a él
posee vese obligado a doblegarse a y a su mujer y a su familia a que
los antojos de su esclava la carne se muera de hambre. ¿Quién jamás
y a ella subordina el juicio, la ra- oyó esa monstruosidad de imponer
zón, la industria, el consejo; roban a la fuerza el hambre y el trabajo?
abiertamente a los ricos; despojan Cristianos, ¿dónde está vuestro
a los pobres no de otra manera que Cristo? ¿Dónde la caridad de la ley
los salteadores en el bosque. Y cuan- que profesáis? ¿Dónde la dulzura
to más opulento es uno y más ar- de la gracia? ¿Dónde el ejemplo de
mado está para repeler y para de- nuestro Dios, de que así nos ame-
volver la injusticia, más seguro es- mos unos a otros, como El nos
tá en su latrocinio. El lobo no come amó, que dió por nosotros todo
carne de lobo, ni el cuervo come cuanto pudo, que se dió a Sí mismo,
carne de cuervo, como reza el pro- hasta el punto que no se reservó
verbio. Aquellos infelices que no para sí ninguna porcioncilla que no
tienen fuerzas ni medios para ale- la empeñase en los tormentos que
jar de sí o para desviar la injuria, padeció por causa nuestra? Dejo a
éstos son la pieza más segura de un lado las leyes civiles, las eos-
esa partida de caza, como las ove- tumbres, las instituciones de nues-
jas de los lobos y las gallinas de tros mayores, el derecho de ciuda-
las raposas. El manjar de los ricos danía, los -dictados de la filosofía.
— dice Salomón es la sustancia de De todo eso no sabéis nada. Por
los pobres. Eso fué siempre así; eso me avengo a que no sepáis le-
pero ahora, en nuestros días, inven- tras y aun que no sepáis nada, pues-
tóse una tal manera de negociar y to que unos creen que esa ignoran-
de manipular, que los ricos aumen- cia hace noble y otros creen que ha-
ten sus riquezas indefinidamente, y ce rico. Pero, queráis que no, fuis-
todas se concentran en unas pocas teis bautizados, se os llama cristia-
manos, pues cada cual, según sean nos, profesáis el Evangelio; eso no
sus posibilidades, tiende y alarga lo podéis disimular. Yo invoco vues-
sus redes hasta donde puede y los tro bautismo, yo os recuerdo a Cris-
pobres en muy corto tiempo no ten- to, yo os emplazo en el terreno del
gan nada, y quien una vez hubiere Evangelio; todo esto está henchido
empezado a despeñarse, no hay de caridad, cada uno es el próji-
fuerza humana que lo pueda dete- mo de otro; ¿por qué, pues, cada
ner. No hay moho, no hay gangre- cual se roe, se come, se consume a
na que carcoma tanto como la fie- sí mismo? Pero vosotros, a los pre-
bre de negocios actual, una vez que gones de la avaricia, al tañido de la
hubiere comenzado su faena corro- vrffiñQúl nada oís; nada veis a la
siva. irresistible fascinación del oro.
420 JUAN LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. TOMO I
llamó pan, y el vino, vino. El padre los trabajos de las manos ajenas,
ya no presta al hijo ni un dinerillo sois miserables y os parará en mal.
sin esperanza de interés y exige que El Señor Dios impuso al linaje hu-
las condiciones del préstamo que- mano el trabajo a trueque del pan:
den bien claras y puntualizadas en Comerás tu pan con el sudor de tu
albalanes competentes. Esas cosas rostro. Mas vosotros coméis vuestro
que algunos osaron hacer, no fal- pan con el sudor del rostro ajeno
OBRAS DEVOTAS. DIURNO DEL SUDOR DE JESUCRISTO. SERMÓN 421
vuestro pan —dije—yno es vuestro, bres. Con ello demuestra que para
que es ajeno, que robado y del
es un viaje muy breve se prepara un
cual sois poseedores inicuos. Pero largo y molesto viático, del cual en
vosotros, a todo lo que una vez vis- los Salmos se lee este elogio: Y de-
teis en vuestra casa, ya le llamáis jarán a los extraños sus riquezas y
vuestro, con lo cual expresáis una sus sepulcros serán sus viviendas
injusticia intolerable no sólo si al- por toda la eternidad. Y en las pa-
guno lo reclama, sino si alguno osa rábolas de Salomón se lee: No se-
llamarle suyo; allegáis riquezas que rán de provecho alguno las rique-
bastan no a un hombre, ni a una zas el día de la venganza. Antes al
época, sino a veinte. Y no se de- contrario provocarán e irritarán al
tiene vuestra esperanza en lugar vengador de los pobres cuando ve-
ninguno; la prorrogáis mucho más rá en poder de los ricos sus despojos
lejos; la lanzáis como una flecha robados injusta y violentamente. Y
al infinito. ¿Cuántos hombres se fi- porque nadie recele que por enca-
gura ser cada uno de vosotros o recer la atrocidad de la cosa hable
hasta qué siglo se figura vivir? con preferencia de esos dos vicios,
¿Cree, por ventura, que salvará sus demostremos con el testimonio de
riquezas de la muerte o que des- las Sagradas Letras que estos ma-
pués de la muerte le van a apro- les están indicados allí, con sus cau-
vechar? Ocupado en allegar lo que sas, para evitarlos.
se han de echar en el cuerpo o en el El Apocalipsis de San Juan es, a
cofre, jamás se acuerdan ni de la saber, la previa amonestación de los
vileza de su cuerpo ni de la verti- tiempos que han de venir habla en
;
con la edad cobramos cordura; pe- en casi todos: osan con la más des-
ro la senectud acentúa todavía más carada imprudencia embriagarse en
este mal en los hombres; ponemos la Iglesia, en la reunión con sus
en la hacienda mayor mira de la hermanos, en los lugares sagrados;
que es menester. Con el decaimien- y ahitos e hinchados de vino, no só-
to físico, se excita y se enardece lo miran desdeñosamente al herma-
más la sed de poseer, y cuanto me- no hambriento, sino que hacen bur-
nos camino nos queda por recorrer, la y mofa de él. ¿Y qué es lo que
tanto mayor viático más afanosa- añade? Por eso, entre vosotros, hay
mente se prepara. Job, poco antes muchos débiles, hay muchos flacos,
que San Juan, lo había dicho más y los que duermen son muchos.
explícita y detalladamente: Hay, además, otros vicios que na-
Restituirá el trabajo ajeno con- cen de estos dos, como de dos ma-
forme a la hacienda que tomó y no nantiales. De la misma manera que
tragará ni gozará; por cuanto mo- todas las virtudes están trabadas
lió dejó pobres; robó casas y no las las unas con las otras por una cier-
edificó; por tanto, no sentirá sosie- ta conexión, como los sabios han de-
go en su vientre ni escapará con clarado, así también los vicios están
su codicia. No quedó nada que no prendidos unos con otros como las
comiese; por tanto, su bien no será anillas en un collar. ¿Quién podrá
durable. Cuando fuere lleno su bas- deplorar bastantemente la envidia
timento, tendrá angustia; toda ma- y la soberbia humanas, que casi
no del trabajo le acometerá. Cuan- igualan a las diabólicas? ¿Quién
do se pusiere a llenar su vientre, las rabiosas iras y las impotentes
Dios enviará sobre él la ira de su y desapoderadas blasfemias contra
furor y lloverá sobre él y sobre su Dios? ¿Quién los fraudes, las im-
comida (1). posturas, de cada una de las cuales
¿Qué pintura pudiera expresar no puedo ahora hablar singularmen-
tan al vivo esos malhadados tiempos te, por cuya causa el mundo padece
nuestros? cada día tantos males, mientras
¿Y qué dice San Pablo escribien- Dios castiga a los unos con penas
do a los Corintios? ¿No declara, por presentes, a los otros con el amago
ventura, que aquellos dos crímenes y con el peligro y a los terceros,
se conjugan y que esa monstruosa por fin, por el escarmiento de los
conjunción es acribillada y castiga- otros, les advierte que se restitu-
da por Dios con la pestilencia y con yan a mejor entendimiento y a me-
la muerte? Dice que algunos, en la jor camino?
Iglesia de Dios, no tienen empacho Nadie se excuse aquí con el cli-
de anegarse y sumirse en la crá- ma, con el ambiente ni atribuya a
pula, cosa que es propia de la des- causas naturales el origen de esa
templanza y que al hermano ham- enfermedad. Ello equivaldría a de-
briento no le envían migaja de las cir, por ejemplo, que el que había
sobras, cosa que es propia de la más sido pasado a cuchillo, había muer-
desalmada avaricia. Aquello que el to a hierro, no a mano de hombre.
Apóstol, con acentos de indigna- Las criaturas todas, el clima, los ele-
ción, dice ser hecho por unos pocos, mentos, la Naturaleza, son instru-
hoy día sorprenderíase de hallarlo mentos de Dios tanto como instru-
mentos nuestros son el cuchillo y
(i) Job. XX. 1P23 las otras herramientas de qu^ nos
OBRAS DEVOTAS. DIURNO DEL SUDOR DE JESUCRISTO. SERMÓN
sefrvimófei A Dios refiero las accio- esa Bélgica hemos quedado sobrevi-
nes; no las sitúo en los instrumen- vientes y salvos, sino también tocias
tos. ¿Por ventura no constaría en el aquellas comarcas adonde no llegó
mismo libro de la salud y de la vi- el azote de esa plaga que a Nuestro
da? ¿Por ventura no se nos ha de- Señor Jesús, más aplacado ya con
mostrado lo que fomentaban estas su linaje humano, plugo dejar in-
enfermedades y no nos han sido munes en esa tribulación tan gran-
mostrados también los remedios de de. Y a todos indistintamente, a
tamaños males? Oíd: en el libro se- nosotros y a ellos sírvanos de avi-
gundo de los Paralipómenos aquel so el escarmiento ajeno y método
rey sabio ruega o, mejor, prescribe de aprender el más feliz con los
las fórmulas de los ruegos: Si nacie- ajenos peligros; seamos cautos.
re el hambre en esta tierra, y la pes- Nunca dejemos de recordar las
tilencia, y el orín, y la ictericia, y la muertes tan repentinas de nuestros
langosta, y el brugo, y los enemi- parientes, de nuestros amigos, de
gos, luego de haber asolado las cer- nuestros padres, de nuestros hijos
canías, cercaren las puertas de la que a aquellos con quienes poco an-
ciudad, cuando ya toda plaga y ca- tes habíamos hablado y trabado con-
lamidad hubieren precedido al cer- versación sabrosa, breves horas des-
co, sí alguno del pueblo de Israel pués les dimos tierra sagrada. Ellos
rogare al Cielo, tras haber recono- perecieron para ejemplo nuestro y
cido la plaga y la enfermedad y para que les encomendemos a Dios.
extendiere sus manos en esa casa, Esa comarca nuestra sea escarmien-
tú le oirás desde el cielo, a saber, to de los otros, si no quieren que el
de tu morada sublime. Abandone- azote del Señor pase a ellos tam-
mos, pues, hermanos, el camino de- bién, apáticos en el servicio divino,
recho y brevísimo de nuestra infe- sordos a las voces cercanas y con-
licidad y miseria inacabable y pase- fiados en el peligro vecino. Esta
mos al camino de la bienaventuran- epidemia comenzó por atacar a los
za eterna ése es el único remedio.
; ingleses. Nosotros, tan próximos a
El Señor nos llama; vayamos. Cuan- los ingleses, separadospor un del-
to más cerca estuviéremos de El, gado brazo de mar, no nos conmo-
más seguros estaremos de sus azo- víamos en su crisis para convertir-
tes. Voy a explicar esto con un sí- nos a mejor seso, sino que éramos
mil. Así como si uno fuese herido como aquel asno del poeta, viejo y
por un bastón muy largo, cuanto tozudo, que entrado en la dehesa,
más se pegare con el bastoneador aun cuando los muchachos le apa-
menos golpes recibirá; así también, leen y le hostiguen con el aguijón,
cuando somos heridos por el Señor, no se sale de ella porque ya puso
cuyo palo es largo en extremo y callo en los azotes y con el gusto de
su mano rebasa los lindes de todo comer o no siente los golpes o no
el mundo, cuanto más nos refugiá- hace cuenta de ellos. Así también
remos en su regazo, seremos azota- a nosotros, aficionados a las cosas
dos más flojamente y los golpes vanas de este mundo, que en breve
serán menos escocedores. han de fenecer, no nos movían un
Acerquémonos, pues, o, mejor, punto tan severas y tan vecinas en-
corramos en carrera desalada ha- señanzas. Volvió a Inglaterra la
cia El a precipitarnos en su seno misma infección el año pasado; y
no solamente nosotros que aquí en nosotros, ciegos y sordos o, por
424 JUAN LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. TOMO I
sabrimiento, sed, hambre, frío, ca- suyos. ¿Qué significa eso de que el
lor, cansancio. que quiera orar se suba al monte?
Sale Cristo, hermanos míos, de Significa que la oración no debe ver-
Dios a nosotros para volver de nue- sar sobre cosas bajas; que no se
vo de nosotros a Dios; se le ha de deben pedir esas cosas terrenales,
salir al encuentro para que también caducas y que luego al punto van
nosotros salgamos de nosotros mis- a perecer. Los que van a orar tie-
mos para salirle al encuentro a El. nen que subir al monte. Hay que
El depone su majestad y su bien- buscar primeramente el reino de
aventuranza, y por sus virtudes in- Dios y su justicia, y a seguida, to-
creíbles se adelanta hasta las inco- das las otras cosas se nos darán de
modidades de nuestra fragilidad. añadidura; hay que pedir la paz
Desnudémonos también nosotros de de Dios, hay que pedir la gracia,
nuestra malicia a fin de que a tra- hay que pedir la caridad. Lo que se
vés de nuestras flaquezas vengamos ha de pedir son estas cosas gran-
a sus virtudes, a su caridad, a su des y elevadas. Entonces el alma
obediencia, a su mansedumbre como verdaderamente ora, cuando sube,
El a través de nuestras calamida- cuando no ora bajo la depresión y
des fué a sus virtudes, y por ellas, el agobio de las cosas ínfimas. Mas
en su camino de vuelta, regresó al ¿a qué monte subiremos para orar?
Padre, del cual había venido, y nos No a la cumbre estéril de Gelboe,
lleva a nosotros consigo por el mis- en quien no cae la lluvia ni el rocío
mo camino. Ora el Señor en la cena, porque está maldecida de Dios, sino
no sea que, satisfecho y harto el al monte plantado de olivos, que
cuerpo, deje hambrienta el alma, son indicio de suelo rico y feraz.
sino que a entrambos no les falte Nuestra oración, hermanos míos,
el alimento que les sustenta. Mas, sea fértil, produzca fruto en nos-
después de tomado el alimento, no otros, no sea que pase por nuestras
ora como nosotros, que, en un con- almas como el agua por la peña o
vite concurrido, cuando hierven to- por el hierro, que muy poco les hu-
davía la conversación, la risa, la pro- medece; no pasemos a la segunda
cacidad, animamos a algún mucha- oración, como si la primera no hu-
cho para que decore unas oración- biese obrado en nosotros; deje én
cillas mal entendidas y peor pro- nosotros cada oración impresa su
nunciadas. Y nosotros, mientras tan- huella; récese con toda atención;
to, hacemos otra cosa y no oímos consideremos lo que decimos; ad-
aquellas palabras, sino que cumpli- miremos la grandeza de Dios; re-
mos, sólo por cumprir, lo que cree- verenciemos su poder; amemos su
mos pertinente. Ni ¿qué otra cosa bondad y la oración primera entre-
podemos hacer, ahogados en man- gue a la oración que siga el alma
jares y en bebidas, ignorantes de vencida y reblandecida, más prepa-
nosotros mismos, en una total con- rada para la piedad.
moción y perturbación nuestra? So- Sigilen sus discípulos. ¿Qué si-
brio y casto es el convite de Cristo, guen sino lo que todos nosotros de-
se despacha muy pronto e invita bemos seguir, sino su ejemplo? ¿Có-
al hombre a la oración. mo, si donde se pro-
no, llegarán a
Así es como el Señor declara que ponen y a donde Cristo les pre-
ir
quiere orar verdadera y seriamen- cedió si no siguen a Cristo, que no
te. Sube al monte y se separa de los solamente es el guía de su camino,
OBRAS DEVOTAS. DIURNO DEL SUDOR DE JESUCRISTO. SERMÓN 429
ción sigue. Luego hay que pedir al Lo que en otra ocasión dijo a sus
Señor que vierta su luz sobre nues- discípulos como mandato, ahora lo
tras tinieblas; que aplique su au- confirma con su práctica y nos lo
xilio a nuestro navio, combatido y enseña como ejemplo. Nosotros, que
casi roto. Al mismo tiempo, nos en- ignoramos lo que nos conviene, ¿qué
señó cómo hemos de tratarnos con vamos a pedir concretamente? Tú
los amigos, cómo debemos tener pa- que lo sabes, danos lo que nos con-
rientes y afines; cómo debemos po- viene. No ignoraba, ciertamente,
seer las riquezas y las otras cosas Cristo, que es la sabiduría del Pa-
de urgente necesidad. Todas estas dre, lo que le convenía. Y si se
cosas las tenemos para los usos de hacía la voluntad del Padre, ¿no se
la vida; usa de ellas cuando fuere hacía también la del Hijo, que es
necesario. Mas, cuando oras, cuan- una sola cosa con el Padre? Pero
do a Dios te acercas, cuando de entonces, quien oraba era el Hom-
Dios se trata, cuando nos ocupamos bre y por los hombre dábanos la
;
que la naturaleza de nuestro cuer- tad los ojos a aquellas cosas que
po, inclinada incorregiblemente ha- quiso que mirarais Aquel que os
cia la tierra, tiende a la codicia de creó derechos, y orad, porque no en-
aquellas cosas que, nacidas de la tie- tréis en tentación.
rra, florecen para nosotros de ma- Esto nos amonesta Aquel que tie-
nera efímera, y nos causan halago ne bien examinadas y conocidas
y luego, harto pronto, tornan a su nuestras fuerzas y las de nuestro
origen, es decir, a la nada? El Señor, enemigo. Sabe, como está escrito en
tirando las riendas de ese caballo el libro de Job, que no hay potestad
indolente, le impide que toque con que se compare a la del diablo so-
su morro al suelo, le impide que bre la tierra, que fué hecho porque
caiga: por poco que se ausente el no temiese a ninguno y para ver
Señor que le cabalga, por poco que todo lo encumbrado y para ser rey
afloje las riendas, el tambaleo es sobre todos los hijos de soberbia.
inmediato y el sueño y la ruina. Conoce nuestra fragilidad y nues-
Habíase apartado un momento de tra .flaqueza, nos aconseja, nos per-
los apóstoles y volver los sor- suade, nos exhorta a que huyamos
al
prende dormidos. Hemos de pedir y temamos la colisión con enemigo
al Señor (como lo hicieron aquellos tan fuerte, armado con tanto pode-
discípulos que iban a Emaús) que río, apercibido con tantos recursos:
se quede con nosotros, porque ano- No es la pelea contra la carne y la
chece. Siempre, mientras andemos sangre, sino contra los príncipes y
por esta vida, es para nosotros un las potestades, contra los directo-
atardecer que nos aproxima a la res de ese mundo, de esas tinieblas;
nociré; siempre la noche nos ama- esto es lo que pedimos cada día, si
ga, siempre la noche está por echár- es que nosotros oímos cada día nues-
senos encima. Quédate con nosotros, tra propia voz: que no entremos
Cristo, luz del mediodía, porque la en tentación. Tanta como es la fla-
noche nos ataca y nos amenaza con queza del hombre, no debe expo-
el sueño, porque si pasares de largo nerse gratuitamente a correr tan
nos dormiremos con harto peligro recio peligro o ceder al más leve
nuestro. Vuelto al Señor, mándales empuje. ¡Huid, hermanos! Resistid
que se levanten; mientras andamos con las manos, con los pies, con to-
cabeceando y bajamos al suelo la do el cuerpo con toda la vehemen-
cerviz a la vista y al deseo de aque- cia posible, negaos a admitir la ten-
llas cosas que por ser bajas vemos tación: porque por ningún resqui-
mejor cuando estamos agachados que cio penetre en vuestro pecho la ten-
cuando estamos en pie, súbese en- tación, que. una vez entrada, cobra-
cima de nosotros el espíritu que rá bríos y se fortalecerá y la hará
tiene dominio sobre nosotros y car- inexpugnable la astutísima serpien-
ga con todo su peso encima de te. Evitad, hasta el límite de lo ha-
nuestro cuerpo. Si la gracia y el au- cedero, la entrada de las tentacio-
xilio de Dios nos levantare del de- nes cerrad las puertas de los sen-
;
do, entonces orad con asiduidad e cerán a todos los enemigos en Aquel
insistencia; pedid que no os venza, que es Hijo unigénito de Dios, Rey
sino que seáis vosotros quienes la de reyes, bendito por todos los si-
venzáis con el auxilio del Señor y glos. Amén.
con la confianza de Aquel que nos Brujas, noviembre de 1529.
LA PASION DE CRISTO
(MEDITACIÓN SOBRE EL SALMO 37)
solo que sea útil; ninguno que obre je, todo esto quedó al descubierto
rectamente, y entre ellos mismos no con la eliminación del conocimien-
436 JUAN LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. TOMO I
zos cobrarán vigor, y tal como está do Padre, por la soberbia intolera-
escrito, serás ardiente y espléndido ble en nosotros, bestezuelas de un
bajo los lomos y sobre los lomos; día. ¿Adonde te arrastra la fuerza
esos lomos que ahora este pueblo de tu benevolencia, ¡oh Príncipe del
tuyo tiene tan quebrantados e in- mundo!, que avoques a Ti una causa
válidos, que anda deslomada toda tan poco favorable y que Tú admi-
nuestra reciedumbre. Tú nos diste tas sobre tu cabeza purísima tantas
los lomos ceñidos, como símbolo de maldades, tantas fechorías, tantas
fortaleza, de continencia, de tem- torpezas merecedoras de execración,
planza. Por esta causa, tu discípulo de forma que en causa tan fea y tan
Pedro nos exhorta: Teniendo los lo- triste ninguna disculpa puedas ale-
mos de vuestro entendimiento ce- gar sino la coacción de la amistad?
ñidos con templanza, esperad per- Pero te honra muchísimo este
fectamente en la gracia que os es pretexto y merece que, en atención
presentada cuando Jesucristo os es a él, seas absuelto por cualquier
manifestado. Como hijos obedien- juez, principalmente por Dios, tu
tes, no conformándoos con los de- Padre, que * ignora los motivos por
seos que antes teníais estando en que viniste acá y por que soportas
vuestra ignorancia, sino como Aquel los males de estos vicios nuestros.
que os ha llamado es santo, sed Sabe que tú nada mereciste, sino
también vosotros santos en toda que gracias a tu virtud y a tu dig-
conversación. Porque escrito está: nación, el principado merecido de
sed santos porque yo soy santo. la tierra y de los cielos que se te
Nosotros procedemos muy de otra dará, será concedido a la amistad,
manera : sueltos de lomos y en la al amor, a la benevolencia. Vivan,
incontinencia de vida sobre los cua- pues, los tuyos, no porque lo mere-
les concedimos la supremacía a Sa- cieron, sino porque fueron tan afor-
tanás, como dice Job : la fortaleza tunados que consiguieron amigo tan
en nos poluímos primero
los lomos, influyente; eres oído por tu majes-
a nosotros mismos, después a nues- tad inmensa. Suban, háganse gran-
tro linaje, que por ellos se propaga ; des y descollados estos hombreci-
de ahí, tomando de nuestras fuer- llos tuyos, desdeñados y menospre-
zas una confianza temeraria, a fuer ciados antes, puesto que no halla-
de hijos necios, ningún caudal hace- ron más que a Dios que por ellos
mos de la ciencia del Padre; de soportase la humillación y el me-
donde aquella expresión: Más an- nosprecio. Y hasta tal punto te
cho es mi dedo pequeño que los abajaste, Rey y Señor de todo el
lomos de mi Padre; así, en nuestro universo, que voluntaria y gustosa-
linaje, la ignominia; así, en nuestra mente saliste al encuentro de un
flaqueza, la decisión, mientras en suplicio acerbísimo, de unas tortu-
tanta flaqueza nuestra hacemos alar- ras exquisitas, de una muerte igno-
de de tanta altanería. Esta es tu miniosa, pero no sin crueles y atro-
carne, Cristo éste es tu cuerpo, que ces aprensiones de tu alma.
;
dos, y bien así como nuestros ojos minado con lumbre de lo alto y no
se apagan por la demasiada violen- terminasen ni sus ceremonias, ni su
cia de la luz, así ellos también con sacerdocio, ni la noche de la ley, si-
la intensificación de la fuerza in- no que, eliminado Tú como herede-
mensa de tu amor y compasión pa- ro, la herencia como derecho de uso
ra con nosotros, fueron quemados, continuo revertiese a ellos. En ese
como quien dice, como por un gran empeño cual nunca desis-
triste, del
fuego. En este punto feneció tu her- tieron, pusieron, interés especial
mosura que ganaba a quienes te mi- cuando Tú aparecías como reo y ya
raban a su admiración; en aquel próximo al suplicio. Empero a Ti
punto, el que está por encima de más te dolía su situación que la tu-
los ángeles, pareció estar por deba- ya propia. Tú no hacías más que an-
jo de ladrones ahorcadizos; los ex- dar por aquel camino que te habían
tremos de la Cruz están en tus ma- asignado las inflexibles leyes eter-
nos y allí estuvo escondida tu for- nas, Y ellos, ciegos por el odio y la
taleza; tu cuerpo afligido, golpeado, envidia, daban con sus pies en la
raptado, arrastrado; tu cuerpo en el piedra de tropiezo, puesto en Israel
cual no había porción que pudiera a causa de aquellos que con enfer-
recibir una herida nueva, alejó y medades del alma se cegaron. Todo el
ahuyentó de Ti no solamente aque- que topare con esta piedra, será que-
lla multitud harta gracias a un mi- brantado, y al contrario, si esta pie-
lagro tan grande con alimento muy dra diere contra alguno, le lastimará.
tasado, sino también a tus discípu- Y puesto que en aquel avanzado
los, tratados con indulgente familia- trance muy poco había de aprove-
ridad y por los cuales oponías Tú charles la amonestación, con tu si-
tu pecho. Tus consanguíneos y tus lencio testimoniabas tu dolor y de-
afines pasmáronse de muerte tan ig- clarabas tu inocencia y no malde-
;
los es excluido por Ti. En el auxi- I tuyos, porque Tú, no por culpa tu-
lio te experimentan todopoderoso, y :
ya, sino por culpa nuestra, tomaste
sn todo lo demás, siéntente lleno de ;
sobre Ti tamaño suplicio. Eres exal-
mansedumbre e inocencia, y tan |
tado de la tierra,y por eso todo lo
grande que levantas los hombres atraes a i
Ti. No
rehusaste dar tu san-
hasta Dios. Xo te faltan quienes in- j
gre y tu vida por el pecado, y por
terpreten tus obras con sacrilega ;
eso verás una muy larga y muy ven-
impiedad, quienes piden tu cabeza, ¡
turosa descendencia. Y trasladado al
y cuando estabas en tai postración |
Cielo, al reino y a la bienaventuran-
y abatimiento, que a los mismos za que mereciste, eres tanto mayor
1
enemigos podías inspirar compasión que los ángeles, cuanto aquí abajo
y lágrimas, acosáronte en tu muer- pareciste, en tu muerte, menor que
te con ultrajes y sarcasmos. Así llo- los hombres.
ra tu Judea; ésos son los funerales Rogárnoste, Caudillo y Padre nues-
que te hace; abandonado por los tro celestial, que nosotros, proge-
discípulos, escarnecido por el popu- nie tuya por Ti felizmente reen-
lacho, burlado por los gentiles, exe- gendrada, la cual fué engendrada en
i
crado por los pontífices, a título pre- la desventura por aquel Adán, que
cario, eres depuesto de la Cruz y de fué el primero de los mortales, que
pósitado en sepulcro ajeno. Pero no no te armes de saña y de poder con-
es de maravillar si en tu muerte no tra nuestros pecados por los cuales,
tuviste sepultura, cuando consumas- con reiteración tan contumaz, en
te tu vida mortal sin tener un mi- nuestras conciencias y en nuestros
serable cobijo. Y mucho menos has pechos, te crucificamos de nuevo.
menester de un sepulcro en que se Delincuentes como somos, no nos
conserven los restos de tu mortali- acoses en tu furor, sino que, manso
dad, hasta el tercer día, predestina- como eres, nos perdones según la
j
te y eres oído por la reverencia que para que ya desde ahora empece-
;
mereces sin lágrimas, sin fúnebres mos a catar algún tanto de tu celes-
:
¡
cada uno que para él fué dicho lo tó mucho colegir de cierto opúscu-
que el Señor dijo a Marta: Cuida- lo escrito en tu nativa lengua por-
dosa estás y con tus muchos queha- tuguesa, y no pude menos de abar-
ceres andas conturbada. Empero, car y de admirar las dotes de tu al-
ma, ejercitadas en negocios tan
(1) Muchas de esas Excitaciones se grandes y tan variados.
pusieron en el Book oj Prayer del rey Mucho me felicito por esos bri-
Eduardo VI. llantes ingenios de Portugal y coli-
442 JUAN" LUIS VIVES. OBR AS COMPLETAS. TOMO I
PREFACIO
Aquella naturaleza omnipotente ñones y nuestros corazones, presta
\ santa a quien llamamos Dios, nos oído a aquellas palabras y a aque-
arrebata con su grandeza a la ad- lla nuestra conversación; pero es
miración y con su bondad nos invi- menester que nuestra plegaria sea
ta a su amor y nos obliga a la gra- sabia y sazonada de sal, porque no
titud con los beneficios que nos ha- hagamos a Dios semejante al hom-
ce cada día. Demás de esto, nuestro bre, de modo que pensemos que se
flaco natural y nuestras necesidades goza en oír sus propias alabanzas
no ya cotidianas, sino de cada uno y, como quien dice, sus hazañas, y
de los momentos, nos inducen a re- que es todopoderoso, que creó el
fugiarnos en El. puesto caso que El cielo y la tierra, que hizo cosas
!o puede todo, dotado como está de grandes y admirables que nadie po-
una inmensa fuerza y poderío, y drá nunca comprender con su en-
no hay cosa que no esperemos de su tendimiento ni abarcar con su pen-
bondad que tenemos tan experimen- samiento, cuanto menos expresarlo
tada. Así es que ora contemplemos con palabras sensibles. Achaque es
su excelencia, ora nos encendamos éste propio de los hombres y no
en el amor de tanta bondad hacia ciertamente de los más sabios.
aquel que primero con su amor nos Y con todo, no son pocos los que
provocó, ora le pidamos algo nece- al orar, si se les pregunta qué ha-
sario, ora correspondamos con ha- cen, responden: Alabo a Dios. ¿Qué
cimiento de gracias a la consecu- es lo que dices? ¿Piensas por ven-
ción de algún deseo nuestro, en to- tura que Dios es algún príncipe va-
dos estos casos nuestra alma se ele- nidoso y que tú eres un adulador
va a Dios. suyo, una suerte de parásito, que
Denomínase este movimiento as- le lisonjeas y le halagas por conse-
censional hacia Dios oración o ple- guir algo de El? Toda deprecación
garia, por la cual, bien en silencio, nuestra no es cosa que deba agra-
bien con fórmulas orales en la boca, decernos Dios, sino que es en inte-
nuestro corazón habla con Dios. rés nuestro, a cuyo provecho se di-
Dios, que escudriña nuestros rí- rige.
OBRAS DEVOTAS. EXCITACIONES DEL ALMA... PREFACIO 443
nunciase veredicto según sus deseos. ria de tanta importancia y que, a pe-
Por todo lo cual, pensando yo saj- de todo, son leídas por muchísi-
!
mayor locura o de desvarío que és- mience a hablar. Con todo, parecen
te? Sino porque yo, con el espíritu ser las más indicadas para el caso
purificado y exaltado, me presenta- aquellas palabras que infunden en
se más apto para la impetración. la mente alguna luz acerca de aque-
OBRAS DEVOTAS. EXCITACIONES DEL ALMA... PREPARACIÓN PARA ORAR 445
los bienes terrenales que posea, por- 82. Infame: Cristo ve si lo me-
que propio de hombre que no
es reces; procura tú merecer su apro-
considera su fragilidad ni su fuga- bación.
cidad. 83. Afectado por una injusticia:
71. Si te baldonaren, acuérdate ¿quién sabe si te engaña tu excesi-
de lo que en ca- vo amor propio? Dioses el vengador.
a Cristo se le echó
ra. El baldón puede equivaler a la 84. Pero tú puedes vengarte a
aplicación de una medicina, como en ti mismo: mejor te vengará Dios
el caso del rey David. sin peligro tuyo, y al que te dañó
72. Si te loaren, esfuérzate por le dolerá más. Pero no desees la
recordar que los bienes que tienes venganza a otro, porque no te al-
no son tuyos: Dios te los prestó y cance también a ti. ¿Imaginaste no
a El debes agradecérselos. haber cometido cosa merecedora de
73. Los males son tuyos; los bie- venganza?
nes son de Dio?. 85. Simpático Dios es el único :
LUIS VIVES. 1 15
450 JUAN LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. TOMO I
95. Pero, en fin de cuentas, ¿qué 109. Morirás: por ese camino
es lo que puedes? Hacer más mal irás a aquel lugar que nunca más
que bien, causar más perjuicio que te dejará morir.
provecho. 110. Por un camino de tormen-
96. ¿Y para con quiénes puedes? tos: con tanto mayor gusto toma-
Para con aquellos que si te retira- rás el vuelo hacia la inmortalidad.
sen su obediencia, nada podrías. 111. Si tuvieres todos los bienes,
97. ¿Y vale la pena de ser pode- aparte de la gracia de Dios, es pes-
roso para con los otros y no serlo te lo que tienes y no bienes.
para contigo? 112. Quien tiene la gracia de
98. Apoyado por amistades: no Dios, a ése ningún bien le falta.
olvides que esos amigos son hom- 113. Si crees tú haberla alcanza-
bres; esto es, tornadizos y mortales. do, guarda que no te engríes; pues
99. Pero ¿qué aprovecha la bien- si sobre ti mismo te levantas la
querencia de seres flacos y misera- perderás.
bles, si no te quiere bien aquel cu- 114. Tú que estás en pie, mira
yo amor puede hacerte feliz por to- que no caigas; no juzgues a tu her-
da una eternidad? mano no sea que te hagas peor que
100. Tienes parientes y deudos él y él mejor que tú.
muchos e influyentes; pero, dime: 115. Voy a mostrarte, ¡oh hom-
¿no eres injusto con Dios tú, que te- bre!, lo que te conviene hacer:
niendo tal padre buscas consanguí- practicar el juicio y la justicia y
neos de quienes gloriarte y que son, andar solícitamente con tu Dios no
a la postre, mortales misérrimos? por su morosidad o dificultad, que
101. Se te dan las gracias por un es nula, sino por tu fragilidad, que
beneficio; si con ellas te gozas, es máxima.
cuánto mejor harás revirtiéndolas 116. He aquí .que entre sus san-
a Dios, que todo lo remunera y con tosno hay ninguno inmutable y los
muy larga mano. mismos cielos no son limpios a sus
102. Acuérdate tú a tu vez de ojos.
darlas a Dios, a quien tanto debes. 117. Cuánto más abominable e
103. No se me dan las gracias: inútil es el hombre que bebe la ini-
mejor se fía en Dios que las da quidad como el agua.
siempre. 118. Reconoce, pues, ¡oh hom-
104. Guárdate de no hacer tú lo bre!, que eres malo y que Dios es
que criticas en otro. bueno y autor de la bondad, si al-
105. Vives en la patria: en el guna bondad hubiere en ti.
destierro quieres decir, si Dios no
te asiste. ACCESO A LA ORACION
106. En el destierro: el destie-
rro no existe donde Dios está, que El Espíritu ayuda nuestra fla-
1.
107. En mansión
espléndida: 2. Pues nosotros no sabemos co-
tanto peor para ti si ensucias ese mo conviene lo que pedimos.
lugar con tus maldades. 3. Sino que el mismo Espíritu pi-
108. En una zahúrda inmunda, en de por nosotros con gemidos inena-
una cárcel: pero de todas maneras en rrables.
el mundo, que es el templo de Dios 4. Mas El, que escudriña los co-
y que El llena con su presencia. razones, sabe lo que desea el Espí-
OBRAS DEVOTAS. EXCITACIONES DEL ALMA... PREPARACIÓN PARA ORAR 451
ritu que, según Dios, pide por los tan vana y baladí conmutas una
santos. cosa maciza y perenne!
5. Sacrificad sacrificio de justi- 15. ¡Oh, qué precio tan ruin pro-
cia y esperad en el Señor. pones para una obra excelente!
6. Quien se acerque a rogar a Cuando podrías, sólo con que qui-
Dios, antes que todo tiene que con- sieras, conseguirlo muy grande y
siderar la majestad de tan gran Mo- muy rico.
narca, que nos hizo con sus manos 16. Por eso Nuestro Señor nos
que intuye nuestros mismos pensa- manda a nosotros, sus hijos, que
mientos y recuerda lo que nosotros cuando alguno de nosotros se dis-
hemos olvidado para compararlos pone para coloquio tan sagrado, se
con nuestra bajeza, de manera que retire en lo más escondido de sí
con razón podamos decir: Hablaré mismo, es decir, en el más abstruso
al Señor, mi Dios, aunque sea polvo recinto de su pecho, en el más pro-
y ceniza y podredumbre que parará fundo silencio de su alma, en donde
en muladares. no dé entrada a sus pasiones ni to-
7. Puesto caso que Dios contem- me en consideración el juicio aje-
pla todas nuestras acciones, condú- no; allí, en aquel encierro total ore
cete de tal manera que seas digno a Dios, conteste de sus pensamien-
de sus ojos. tos y de sus deseos. Este que verá
8. Acuérdate que no es la lengua que sólo para El se derraman aque-
que ora, sino la mente. llas plegarias y aquellos votos y que
9. ¿Y qué sucede si la mente está no se tiene cuenta ninguna de los
ocupada en otra cosa? Sean cuales oídos y de los ojos de los hombres,
fueren las palabras que pronuncies, remunerará aquella simplicidad de
no oras en absoluto. corazón a manos llenas. Si no lo
10. Vano es el susurro de los la- hiciere así, pierde el gran fruto de
bios y, por lo mismo, desapacible a la oración. Deseaste la aprobación
los oídos de Dios. del hombre; ya tienes la paga que
11. Oraré con el espíritu; oraré deseabas. ¿Por qué esperas o bus-
con la mente; cantaré con el espí- cas otra de Dios?
ritu, cantaré con la mente. 17. Huelgue toda otra ocupación
12. La oración es una plática con y ceda su puesto a una obra, la ma-
Dios; conviene que tengamos muy yor y más ventajosa que pueda ha-
fijo en El el ojo de nuestra mente, cerse en esta vida.
no de otra manera que el ojo del 18. ¡Afuera, afuera, cuidados vi-
flechador lo está en el blanco para les e indignos de mí: tengo que ha-
dar de lleno en él; de otro modo blar con el Rey y con el Autor de
irá a dar en un punto distinto del todo!
que se había propuesto. 19. Apártate, malicia, pues me
13. Los frutos de la oración ver- acerco a la suma Bondad.
dadera y ahincada en lo que con- 20. Vete, odio, pues me acerco al
viene son espléndidos y ubérrimos, Amor de los amores.
pues traslada a nosotros la abun- 21. Idos, idos, bagatelas, maripo-
dancia de los bienes que deseamos. sas leves, porque voy a negocios se-
14. Si desvías tu mirada de Dios rios, sólidos y permanentes.
hacia tus pasiones o los juicios aje- 22. Presida nuestra meditación
nos, ¡oh qué pérdida tan grande la una tensión grande con una piado-
que experimentas! ¡Con qué cosa sa reverencia.
452 JUAN LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. TOMO I
PRECES Y MEDITACIONES
PARA DURANTE EL DIA
1. AL DESPERTARNOS Punto de meditación
Ilumina, Señor, mis ojos, porque hombre terreno, que por su culpa
en ningún momento me adormezca se derribó del lado de la carne.
en la muerte, y porque nunca diga Desnúdanos, ¡oh Cristo!, de ese
mi enemigo: prevalecí contra él. Adán, viejo y corrupto, quien, curti-
do por el pecado, inclínase a las pa-
Punto de meditación siones y enfermedades del alma aje-
nas de Ti, con Eva, la pecadora, que
¡Cuánto más vale la luz del alma le apartó de la obediencia de tu
y cuánto más excelente es el ojo
Padre.
del espíritu que el ojo del cuerpo!
¡Cómo conviene mucho más cuidar 5. AL VESTIRNOS
de que sea más penetrante la vista
del espíritu que la del cuerpo! Las Vísteme, ¡oh Cristo!, de ti mismo,
pequeñas bestias tienen ojos físi- Adán segundo, que por tu justicia
cos; ojo mental no más lo tienen fuiste hecho abogado ante el acata-
los hombres y aun si son sabios. miento de Dios Padre para despo-
jarnos de todas nuestras concupis-
cencias y para crucificar el imperio
3. AL LEVANTARTE
de la carne. Senos Tú, contra ese
Nuestro primer padre de la alteza frío del mundo, abrigo con que nos
de su encumbramiento cayó rodan- calentemos. Si Tú nos estás distan-
do en el cenagal de la ignominia te, todo, al momento, se nos entu-
y en la sima de los crímenes y mal- mece y se nos muere; pero si estás
dades; mas se levantó de nuevo a nuestra vera, todo se nos torna
con la ayuda, ¡oh Cristo!, de tu ma- vivo, seguro, fuerte, vigoroso. Y
no. Así también nosotros, si no so- así como envuelvo mi cuerpo en
mos levantados por Ti, estaremos ese vestido, vísteme todo de Ti mis-
caídos perpetuamente. ¡ Oh Cristo, mo, pero, con preferencia, viste de
favorecedor muy indulgente del Ti mismo mi alma.
linaje humano, así como levantas
esa carga pesada por puro beneficio Punto de meditación
tuyo, así también eleva nuestras
mentes al conocimiento y al amor Como nos hacemos un solo cuer-
de tu alteza soberana! po con Cristo, El nos viste y nos
gobierna y nos calienta para que
Punto de meditación debajo de sus alas nos salvemos y
reinemos.
¡Qué mortal caída la de Adán por
el pecado y la de cada uno de nos- 6. VESTIDO, AL IR A INAUGURAR
otros desde el alto asiento de la gra- EL DÍA
cia de Dios! ¡Cuán grande el bene-
ficio de Cristo, con cuyo auxilio nos Dios y Señor Jesucristo, Tú sa-
levantamos de la caída cada día y bes, o, mejor, Tú nos enseñaste
tantas veces! cuánta sea la flaqueza del hombre y
¡
cómo nada puede sin Ti. Si el hom-
4. AL DESPOJARTE DE LA CAMISA j
bre cree y confía en sí mismo, fuer-
DE DORMIR za es que se despeñe en mil- calami-
I
Punto de meditación
alimentos, hasta que hayamos lle-
gado a la perfección de tu Hijo Je- Para el uso se nos dieron, no para
sucristo, en la cual esa mortalidad el abuso; para que nos aprovechen,
nuestra se revestirá de inmortali- no para que nos dañen, no a nos-
dad y ya jamás por jamás necesi- otros solos, sino también a otros por
taremos alimento, porque seremos medio de nosotros.
una sola cosa contigo.
11. DESPUÉS DE LA COMIDA
Digresión
Con manjares corporales fortifi-
¡Cuánto poder habernos criado! cas nuestra vida caediza; obra ésta
¡Cuánta sabiduría defendernos y muy grande, pero más útil y más
conservarnos! ¡Cuánta bondad, no
santa, porque con tu gracia, Cristo
mereciéndola nosotros! ¡Cuántas Jesús, ahuyentas la muerte de nues-
cosas nos dió para que las utilizá-
tras almas. Mucho te debemos por
semos! ¡Cuán admirable que se les ese espacio de vida que nos diste,
sostenga la vida! ¡Cuánto más ad-
mirable prolongar la vida del alma
y puesto que con estas dádivas tu-
yas le prorrogas, vaya a Ti nuestra
hasta la inmortalidad con sólo un
gratitud en forma de hacimiento de
acto de su albedrío!
gracias. Con todo, esta vida es el
camino para aquella otra vida eter-
10. EN LA MESA na que te pedimos por tu muerte,
a fin de que por beneficio tuyo nos
Benignísimo distribuidor de tus concedas la inmortal bienaventu-
ranza. Ahora dárnoste gracias por
dones, que los das para que se go-
cen, dones puros porque eres Tú
una dádiva temporal, temporales
ciertamente, porque de otra clase
puro, dones santos porque eres Tú
santo, haz que no nos falte tu au-
no podemos: allá arriba, por la vi-
xilio y que no abusemos torcida-
da eterna te las daremos eternas.
mente de aquellas cosas que creas- Rogárnoste que accedas a ese deseo
nuestro, Tú que vives con el Padre
te para nuestros usos y que no te
amemos porque nos los das, sino y el Espíritu Santo, Dios por toda
la eternidad.
que les amemos a ellos porque vie-
nen de Ti y temporalmente les ne-
cesitamos nosotros que volvemos a 12. EN VOLVIENDO A CASA
Ti: sobria, templada, santa-
pura,
mente conduzcámonos entre tus do- Ninguna cosa hay, Señor, más
nes, puesto que eres tal, no sea que semejante a esa santa naturaleza
las cosas que con largueza nos das tuya que el espíritu compuesto en
como medicina de la vida corpórea, sosiego y tranquilidad Tú nos lla-
:
FIN DE LAS
«EXCITACIONES DEL ALMA HACIA DIOS»
COMENTARIO
A LA ORACION DOMINICAL
(COMMENTARIUS IN ORATIONEM
DOMINICAM)
(i535)
PROLOGO
Pablo, Apóstol de Jesucristo, dice qué cosas son las que nos han de
que nosotros no sabemos cómo aprovechar. Expresamos con fre-
hemos de orar, qué hemos de pe- cuencia unos deseos que habrían de
dir a Dios y con qué palabras hemos sernos tan perjudiciales que más
de pedírselo; estamos envueltos en que oraciones pueden parecer im-
la mayor de las ignorancias, así de precaciones. Pedírnosle a Dios talen-
la naturaleza de Dios como de nos- to, erudición, elocuencia, lozanía,
otros mismos y de las cosas veni- gallardía, belleza, salud, riquezas,
deras. Así es que, midiendo a Dios opulencia, casamiento lucido, poder,
por nuestra propia medida, muchas hijos, dignidad, siendo así que éstos
veces acudimos a aquella su infini- no son auténticos bienes y para muy
ta Majestad, no de otra manera que muchos fueron perdición y ruina.
a cualquier príncipe terreno, a quien Por todo esto, así como lo es de la
lisonjeamos y adulamos por sonsa- religión, bien puede ser autor y
carle el objeto de nuestros deseos, maestro de la oración, que es una
deseándole toda suerte de prosperi- parte principal del culto de la reli-
dades, en acercándonos a él y, en gión, aquel que tiene bien conocida
despidiéndonos, deseárnosle salud a nuestra naturaleza y la de Dios, por-
aquel que es fuente de toda salud que nos enseñe lo que al hombre
y de toda fuerza; con todo, no sa- fuere saludable, lo que a Dios se le
bemos a ciencia cierta lo que hemos ha de pedir, digno de Dios y digno
de desearnos a nosotros mismos ni del que lo pide; y aun con qué fór-
460 JUAN LUIS VIVES. OBR.AS COMPLETAS. TOMO I
¿Qué cosa hay más segura que atención y diligencia que ésta: han-
acudir a aquel mismo e invocarle se de ponderar cada frase, cada pa-
con aquellas mismas palabras con labra, cada letra, cada tilde. Todas
que El nos enseñó y nos mandó que están henchidas de misterios, como
le invocásemos? Es fuerza que sea- lo está el divino Autor que nos las
mos oídos, porque son las mismas dictó, y lo está toda su vida y sus
palabras de quien nos ha de oír; hechos todos. Ahora vamos a expo-
usamos del mismo lenguaje que El ner las inspiraciones que El suge-
nos mandó usar cuando le rogáse- rirá a nuestro pecho, porcioncilla
mos. Hablamos con El con la mis- muy pequeña de la infinita Sabidu-
ma fórmula que nos dió. Añadamos ría. Está fuera de contradicción que
nosotros por nuestra parte solamen- de tan rica vena muchos sacarán
te aquellas condiciones sin las cua- otra doctrina, más copiosa y más
les ninguna oración tiene sabor ni excelente. Mas el que nosotros, de
sal; a saber: atención, confianza y ese don de Dios, hayamos sacado
un pecho encendido en el divino algo para el común uso y provecho,
fuego, hasta el límite de lo posible. será premio asaz grande y gene-
Ninguna otra deprecación ha de ser roso de nuestro cuidado y de nues-
pronunciada ni meditada con la tro estudio.
COMENTARIO
A LA ORACION DOMINICAL
1. Padre nuestro, que estás en los sas que sacaste a esa hermosura
cielos : santificado sea el tu Nombre. presente, no de alguna materia an-
2. Venga a nos el tu reino. terior, como el hombre, sino de la
3. Hágase tu voluntad, así en la nada absoluta, como ninguno otro
tierra como en el cielo. puede. Tú mantienes y conservas
4. El pan nuestro de cada día lo que, sin Ti, inmediatamente vol-
dánosle hoy. vería a caer en su nada. Tú gobier-
5. Y perdona nuestras deudas, co- nas, enseñas, impulsas cada una de
mo nosotros perdonamos a nuestros las cosas a su propio bien. Tú lo
deudores. has creado todo y, por lo mismo,
6. Y no nos dejes caer en ten- eres Padre de todo, pero de una ma-
tación. Antes líbranos de mal. Amén. nera especial creaste al hombre, a
imagen y semejanza tuya. A todas
las otras criaturas las riges y go-
PADRE
biernas como siervas; más al hom-
La razón y la causa de toda de- bre como a hijo.
nominación de padre a nadie com- De la inmensidad de tu abundan-
peten con mayor realidad que a Ti, cia con mano larga hiciste dádivas
Dios Padre. Los que han engen- a los otros seres animados, pero al
drado, han alimentado, quienes dan hombre se las hiciste con mano pró-
crianza e instruyen y forman las diga; y entre muchísimas otras, la
almas, son llamados padres. Y eres de darle la razón, que es eí don más
Tú, Señor, el Padre de todas las co- preciado y que vale por todos ios
OBRAS DEVOTAS. COMENTARIO A LA ORACIÓN DOMINICAL 463
ángeles. ¿Qué he dicho: con los dia, así como soportó los delitos de
ángeles? Con el mismo Cristo, a todos en su cuerpo y los clavó con-
quien sólo corresponde decir: Pa- sigo en la Cruz, así también quiso
dre mío. A El engéndrasle de tu que nosotros tuviésemos la misma
Sustancia; nosotros somos obra de recíproca disposición para ayudar-
tus manos, a quienes por adopción nos con auxilios mutuos y que los
nos admitiste a la participación y pecados ajenos los tuviéramos por
consorcio de aquel nombre. Padre propios, a fin de que no menos orá-
eres y, por lo mismo, has de ser semos al Padre por ellos que por
adorado, amado, reverenciado. Los nosotros mismos. A orar por sí oblí-
hombres, hermanos todos, nos debe- gale a cada uno la necesidad que
mos un amor mutuo, y por ese nos acucia y urge en cada uno de
amor una asistencia mutua y recí- los momentos; mas a orar por el
proca beneficencia, arroyos parale- prójimo exhórtale el fraterno afec-
los que brotan del manantial de la to. Las oraciones y las lágrimas
bondad. Nadie tendrá la cara dura más gratas son, no aquellas que ex-
para afirmar que ama si en pudien- prime el apuro, sino las que saca
do no hace bien cuando la ocasión la amistad, recomendadas por tan
apremia. Ello equivaldría a decir sabroso nombre. Ablanda, Señor,
que el fuego no levanta llama. Por nuestros corazones berroqueños; de
tanto, nadie, con razón y motivo, piedra como son, hazlos de carne;
puede decirte Padre nuestro si pien- do inhumanos, hazlos humanos, a
sa que todos los otros, hijos de Dios fin de que, establecida entre nos-
por la misma razón y derecho,. no otros la mutua bienquerencia, lla-
son hermanos suyos o les desdeña mémoste, y no con nombre menti-
por tales. ¿Pero quién habrá de tan roso, Padre nuestro.
gallarda insolencia y de arrogancia
tan provocativa que menosprecie QUE ESTAS ESN DOS CIELOS
por hermanos a aquellos a quienes
Dios no les desdeña por hijos, si ya Tú eres señero y solo; nosotros
no es que se hubiere olvidado de su no somos. Y si somos de alguna ma-
condición o de la grandeza tuya o nera, somos en ese mundo en plena
de la propia bajeza? borrasca, entre un bullicioso oleaje
Ved cómo toda la Ley y los Pro- de toda suerte de calamidades, mi-
4M JUAN LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. TOMO I
De tal manera moras en los que bienes, digo, cuya grandeza y cuya
están unidos e identificados con- excelencia ni aun con el pensamien-
tigo por la caridad, que si con ellos to más ardido podemos barruntar.
se comparan, parece que no estás
en aquellas otras cosas sujetas al
testimonio de ios sentidos. Cielos SANTIFICADO
son aquellos hombres cuya mente, SEA EL TU NOMBRE
pensamientos, fervor, votos, deseos
y toda su misma vida y su conversa- El nombre verdadero y convenien-
ción toda no está aquí en la tierra, te a cada cosa es aquel que declara
sino en los cielos. Son además cielos su fuerza y su natural. ¿Quién te
tus santos ya en ellos admitidos y impondrá un nombre congruente,
que son una sola cosa consigo por Señor, cuya magnitud de esencia,
la comunicación de tu beatitud, por cuya infinitud de naturaleza tras-
manera que se juzga que no estás ciende todo entendimiento de hom-
en otras cosas, fuera de ellos. bres y de ángeles? Sin embargo,
Demás de esto, cielos son aque- tenemos nosotros tu nombre en que
llos tus bienes no fallecederos que Tú eres expresado a nuestro pensa-
en el cielo nos tienes aparejados. miento, por la consideración de tu
Allí te buscamos porque allí princi- poder o de tu bondad como Omni-
palmente estás por nosotros. Allí te potente, Creador, Inmortal, Rey y
amamos y te reverenciamos porque Señor del universo, Justísimo, Sa-
tu bondad, que nos atrae e invita pientísimo, Optimo, Bienaventurado,
a amarte, propuso que fuesen comu- Benéfico, Salvador. Santificado sea,
nes unos bienes que eran de Ti solo. Padre, este nombre tuyo en nos-
Allí está tu bondad, garantía de otros, a tal punto que pensemos que
bienaventuranza, fruto de amor. no hay cosa más venerable, cosa
Enséñanos tu Hijo y nos acostum- más santa, cosa más sagrada. Reve-
bra a mirar siempre hacia lo alto, renciémosle a El solo, a El solo pres-
a enviar nuestros votos y deseos temos sujeción; a los demás, en con-
allá donde están nuestros amores y sideración a éste; a tal punto que
nuestras verdaderas y propias deli- al nombre de Jesús, que es salva-
cias. A cada cual su propio amor le ción nuestra, que es más excelso
468 JUAN LUIS VIVES. OBR.AS COMPLETAS. TOMO I
que cualquier otro nombre así de hace burla de ellas, que es la más
I
|
este siglo como del venidero, hin- negra de las indignidades, o quien
quen su rodilla los cielos, la tierra las trata con negligencia o las con-
y el infierno. Declárase también a vierte en vanidades o las hace ob-
nosotros tu fuerza mediante las jeto de risa, ese tal mancha en sí
criaturas; y por eso es que en las tu nombre santo, que no conoce
palabras de tu revelación eres pie- mancilla o, por mejor decir, se man-
dra, eres fuego, eres paloma, eres cha a sí por él, porque no tiene
luz. Tu memoria, tu recuerdo de to- cuenta con tu sabiduría, que en él
do Tú ocupe siempre nuestro espí- está entrañada y desprecia tu bon-
ritu, por inefable dignación tuya. dad. Haz, Señor, que de todo punto
Asimismo tu nombre es gracia, nos comportemos para con ellas, que
favor, albergue y refugio que invo- ninguna otra cosa sea más santa
camos para nuestra defensa en si- para nosotros y que mediante ellas,
tuaciones las más duras. Infunde tu que verdaderamente son santas,
luz en nuestros pechos a fin de también nosotros nos santifiquemos.
que siempre te imploremos a Ti so- Haz que amanezca tu luz y mués-
lo, de Ti solo esperemos asistencia trala a nuestros entendimientos pa-
y socorro ; no pongamos ninguna ra nuestra propia santificación y pa-
confianza en cualesquiera otras co- ra la eficaz enseñanza de los otros,
sas que son caducas, pasajeras, pere- pon facundia persuasiva, en nuestra
cederas, mentirosas, sino sólo en Ti, lengua; para el buen ejemplo, en
que eres el único que puedes, que nuestras acciones y en nuestras
quieres, que sueles .salvar. Además, obras para que nuestra depravada
;
Padre!, que todo esto sea santo pa- buen parecer o por el provecho
ra nosotros y esto es lo que espera- nuestro, el espíritu se eleva a la ve-
mos con el más concentrado de neración de la virtud divina, ¿cuán-
nuestros deseos, y que ninguna de to más es de creer que lo hacen
estas cosas tomemos sino con es- con mayor ahinco cuando advier-
píritu de veneración y con pureza ten que otros hombres por tu favor
de alma. Y ora andemos en estas son santos y como semidioses? Di-
cosas, ora hablemos de ellas, practi- cen, o al menos dentro de sí mis-
quémoslas todas con seriedad y con mos lo piensan cuerdamente: ¡Oh
muy grande reverencia. adorable poder de Dios que puedp
Quien menosprecia estas cosas o levantar tan arriba a una cosa tan
OBRAS DEVOTAS. COMENTARIO A LA ORACIÓN DOMINICAL 469
'
una vez que se hubiere reformado
cesitan temerte ya que no te aman, ese cuerpo de nuestra mortalidad a
y que el miado les lleve a donde imagen del cuerpo precioso y her-
no quieren ir con una invitación mosísimo de tu Hijo, con certidum-
suave. Los buenos te lo piden y lo bre y sin zozobra alguna, reinare-
desean por amor de los malos, pa- mos contigo por toda la eternidad.
ra que todos, un día, acabemos por Esos bienes tan inmensos, tan fue-
ser voluntarios y gustosos subdi- ra de toda ponderación humana,
tos de tu potencia justísima, de la
'
que ni el ojo vió, ni oyó el oído, ni
cual no nos podemos escapar aun puede imaginárselos la fantasía o
cuando lo quisiéramos. el pensamiento del hombre, son tales
Tienes un segundo reino, sempi- que sólo el pensar en ellos, sólo es-
terno, soberano, apetecible en grado perarlos a ellos nos mantienen fir-
sumo, en el cual comenzaste a ad- mes entre tantos asaltos y bravas
mitir a tus hijos desde la creación acometidas y la implacable hostili-
del mundo. Allí reinas Tú, fuera de dad de nuestro enemigo perpetuo;
toda repugnancia de la carne, fue- y por este solo pensamiento y por
ra de toda contradicción de Sata- esta esperanza única sobrellevamos
nás, sin solicitación ninguna de esa con resignación conformada los da-
vanidad por nosotros inventada, que ños, las incomodidades, las molestias
llamamos mundo. Aquí nosotros so- de esa vida. Al recuerdo de aquel
mos gobernados o, mejor, víctimas reino, se nos envilece todo y se nos
de toda suerte de despotismos y ve- vuelve basura todo lo que en ese
jámenes y nos oprimen el cielo, el mundo se precia de muy hermoso
suelo, las aguas, el fuego, las bes- o de muy subido valor. Tolerables
tias, losvenenos, los hombres, nues- y aun ligeros se nos hacen los dolo-
tros cuerpos mismos, nuestras mis- res físicos, las pesadumbres mora-
mas pasiones; estamos, en suma, les, y decimos con tu Apóstol:
sujetos a aquellas criaturas a quien ¡De cuan poca monta son todas las
su natural y su condición han pues- tribulaciones, todas las aflicciones
to debajo de nosotros. Todo nos re- de esta vida, a vista de la grande-
siste; todo se rebela contra nuestro za de la felicidad, que será su con-
poderío. De aquel reino soberano tinuación!
tuyo andan lejos todas las miserias A ese reino tan glorioso y tan
de esta vida: hambre, sed, desnu- apetecible vase por el reino de esa
dez, trabajo, enfermedad, dolencia, vida temporal. Si Tú aquí reinares
infamia, pobreza, odio, envidia, por- en nosotros, nosotros allá reinare-
fía, guerra, calumnia, vejez, melan- mos contigo por Ti. Entonces Tú
colía, miedo, luto, llanto, muerte: tienes muy firmemente establecido
todo es alegre y jocundo allí; todo, tu reino en nosotros, cuando en
rodeado y henchido de gozo; don- nuestras almas no domina ninguna
dequiera salud, y paz, y abundancia, atención a los fantasmas y tram-
y dispuesto y aparejado todo cuan- pantojos de ese mundo, de los pla-
to puede ser objeto de deseo y de ceres, de los dolores, de la muerte
apetito. corporal; no los engaños ni la astu-
Rogárnoste que llegue a nosotros cia del demonio, sino que la sola
este reino, en el cual, debelada la consideración es asaz poderosa pa-
muerte y bajo nuestros pies Satanás ra que lo hagamos todo con tu gra-
tendido por la fortaleza de Cristo, cia, porque te amamos más que a
OBRAS DEVOTAS. COMENTARIO A LA ORACIÓN DOMINICAL 471
mos con tu voluntad, y todo cuanto que nos quieren mal, en los ami-
tenga que venir porque Tú lo quie- gos, en los parientes, en los padres,
res, venga con la aquiescencia de en la esposa, en los hijos, en la servi-
nuestra voluntad. Existe una segun- dumbre, en los subordinados, en to-
da voluntad tuya que nos manifies- dos, en suma, dondequiera y en todo
tas y declaras con señales inequívo- tiempo. Concédenos que todo cuanto
cas y evidentes no de poderío, sino te pluguiere se haga en nosotros, no
de bondad y amor, por la cual quie- contra nuestro querer, no queján-
res que todos los hombres lleguen donos, no repugnando hasta donde
al fin al que los destinaste. Para nos sea posible. Es, sin duda, muy
este fin nos enriqueciste de enten- conveniente que nuestra voluntad
dimiento y conocimiento tuyo, para y nuestra ciencia, ciega y torcida
que te amemos. Enviástenos, para por malos deseos, siga dócil en todo
instruirnos, a tu Hijo que nos en- tu voluntad, que es lo más sabio y
señase esta voluntad tuya y de qué lo mejor que pensarse puede. Y sea
manera podría cumplirse. Hágase en lo que fuere lo que de nosotros re-
nosotros, Señor, esta voluntad tuya solvió, aun cuando nosotros pense-
tan santa y tan saludable a fin de mos que nos va a ser lo más con-
que. justificados por la confianza trario, nos conducirá a resultados
de tu Hijo, por su amor y si es altamente provechosos si no nos
posible también nuestro, nos una- negamos a obedecerle. Recíbeme,
mos contigo en un solo querer. Padre, que yo lo quiero; no hay
Danos, Padre, una tal disposición tardanza ninguna en mi obedecer.
que no solamente queramos y desee- Conduce a donde te pluguiere a
mos su efecto que en tan gran ma- quien ya le place, porque tengo la
nera nos conviene, sino también el certidumbre que no me conducirás
de tu majestad y sabiduría, y ello sino a bienes cuantiosos.
absolutamente, sin ninguna excep-
ción. Ni tampoco es lícito ni justo
que partamos contigo los sucesos, ASI EX LA TIERRA COMO
de forma que unos se verifiquen EX EL CIELO
porque quieres Tú y otros porque
nosotros lo queremos. Hágase en to- Para tus ángeles, Señor, nada
do caso lo que Tú mandas, no ya hay más antiguo ni más santo, na-
en nosotros solos, sino en todas las da más agradable tampoco que el
cosas, con la buena voluntad nues- imperio de tu voluntadj al cual obe-
tra, en la luz, en la pureza, en el decen con alacridad y presura, que
vigor, en los signos del cielo, en la administran y cumplen más pronto
salubridad y destemplanza del aire, de lo que se dice, según reza el re-
en las borrascas, en la mar sesga, frán. Tu voluntad es que los hom-
en las avenidas de las aguas, en la bres sean bienaventurados. Esta vo-
labranza de la tierra, en las cose- luntad tuvo ya su cumplimiento en
chas, en todos nuestros alimentos, aquellos santos que gozan de la vi-
en los medicamentos, en cualquier da eterna. Plegué a Dios que no se
estado de los elementos, en la dis- cumpla menos en nosotros, hechos
posición corporal, en la comida, en de tierra, que en aquellos espíritus
el vestido, en la vivienda, en la con- celestiales. Los hay entre nosotros
dición de vida, así privada como pú- algunos que bien pueden llamarse,
blica; en las cosas ajenas, en los no sin razón, celestiales. Son aque-
OBRAS DEVOTAS. COMENTARIO A LA ORACIÓN DOMINICAL 473
cuerpos. Este pan es el que pedi- nemos muy aguda necesidad; si nos
mos preferentemente: Danos este le quitares, no podremos continuar
pan, ¡oh Padre!, aun cuando no la peregrinación emprendida. Este
nos des más que éste, si así te plu- es el pan estrictamente nuestro;
guiere. El otro pan, si no nos le die- porque las superfluidades son de
res, ¿qué peligro, al fin, nos aca- la vanidad, no nuestras; si las re-
rrearía? Cierto es que el cuerpo pe- tenemos, es claro que malbaratamos
recería; pero si careciéremos de es- su uso, impidiendo que otros se be-
totro, perecerá el alma. ¡Y cuánto neficien con nuestras sobras, y por
más grave y más horrible es la ello, somos unos ladrones robando
muerte del alma que la del cuerpo! v sustrayendo lo ajeno. Tú lo creas-
Ese cuerpo, mal que nos pese, aca- te todo para todos; lo que hace due-
bará por morir, como mortal que ño a uno no es el derecho de pose-
es; mas el alma, que es inmortal, sión, sino la necesidad del uso. Tú,
no puede sucumbir a una segunda Señor, a nadie debes nada, que con
muerte sin una muy acerba desven- mano asaz larga distribuíste a to-
tura. Abre, ¡oh Padre riquísimo!, dos, y nadie te ha dado nada a Ti.
los silos ubérrimos de tu sabiduría; Ese pan no nos lo debes a nosotros,
OBRAS DEVOTAS. COMENTARIO A LA ORACIÓN DOMINICAL 475
mente, sin atender a nuestro apro- vido, el pan necesario a nuestra al-
vechamiento lo tomamos para per- ma inteligente, apacible, agradecida.
OBRAS DEVOTAS. COMENTARIO A LA ORACIÓN DOMINICAL 477
por ventura, que se tribute reve- nos mejor camino para reconci-
el
rencia, ni piedad, ni beneficio a liarnos contigo, con que nosotros
aquellos a quienes se deben? «Eso nos reconciliemos con nuestros her-
es lo que yo quiero y expresamente manos. ¡Oh amable bondad la tuya,
lo ordeno, lo preceptúo, lo mando. Señor! ¡Oh amor tuyo dulcísimo!
Pero ¿qué queréis que entienda En tu lugar repones al hombre y en
Yo cuando me rogáis que os perdo- lugar del hombre te pones a Ti
ne vuestras deudas? ¿Rehusáis, por mismo. ¿Qué rey hiciera esto, sien-
ventura, rendirme culto a Mí, que do hombre, con los otros hombres?
soy Dios? ¿Amor a Mí, que soy bue- ¡Qué obvio y llano hiciste el acce-
no y que os amo? ¿Gratitud a Mí, so a la paz, al perdón, a tu benevo-
que cada día os colmo de grandes lencia! No en el cielo, no en lo pos-
beneficios?» No es la misma cosa el trero de las tierras o de los mares,
perdón de los pecados pasados que sino orilla de ti, ¡oh hombre!, en tu
la licencia de pecar para el futuro. cercanía, dentro de ti mismo. Lo
La benignidad de quien hace gra- que hicieres al hombre, eso mismo
cia no ha de ser estímulo de mal te hará Dios a ti; si aceptares a tu
obrar, sino invitación a la bondad hermano, serás admitido por tu Pa-
y al agradecimiento. Acerca a nos- dre. ¡Qué pequeña cosa se te pide
otros la lumbre de tu rostro, abre a ti y qué cosa tan grande tú pides
nuestras almas e instrúyelas. El en retorno! ¡Cuán poco es lo que
hombre, con relación a otro hom- das y cuán mucho lo que recibes!
bre, puede condonar la deuda y per- Recibe tesoros inmundos; dame, en
donarla, si pensó o intentó o llevó cambio, a Mí una moneda peque-
a cabo alguna acción contra él, y ñita. Dime: ¿qué es lo que pides
puede un enemigo hacerlo con su al Padre? Su favor y su gracia.
enemigo y dispensarle la pena, aun Pues bien: este mismo Padre a
perseverando en la voluntad el quien tú le pides esto, reclama, en
odio mutuo. Mas perdonar Dios justa correspondencia de ti, favor
nuestras deudas no significa otra y gracia para con tu hermano. Da-
cosa sino la reconciliación con nos- me lodo por oro; dame una chinita
otros, readmitiéndonos en su gra- vil y yo te daré una margarita de
cia. Paralelamente, perdonar nos- mucho precio.
otros las deudas de nuestros her- ¡Oh cerrazón, oh ceguera deplo-
manos es volverlos a admitir en rable de aquellas almas que, o no
nuestra benevolencia, y si nos que- comprenden este trueque, o rehu-
da algún resabio de enojo por la san hacerlo! ¿No te ruboriza pedir
injuria recibida, despojarnos de él a Dios una gracia que tú niegas al
y trocar la malquerencia en buena hombre? ¿Qué eres tú en compa-
voluntad, deseándoles toda suerte ración de Dios? ¿Qué es la gracia
de bienes; pues no sería perdonar de Dios al lado de la tuya? Dime,
atestiguar con palabras el perdón, tú, el más loco de todos los ruines:
quedando, en nuestro pecho, el res- cuando tú hubieres recibido el hom-
coldo de la vieja' malevolencia. bre en tu gracia ¿qué le habrás
Nosotros te decimos: Vuélvenos, dado con ello? ¿De qué le aprove-
loh Padre!, a tu gracia, de la cual chará la insultante ilusión de tu
nos ajenamos por el pecado. Y El benevolencia? Pero tú, una vez re-
responde: «Repon tú también a tu admitido en la gracia de Dios, y por
hermano en gracia tuya.» Muéstra- esa misma causa perdido y muer-
180 JUAN LUIS VIVES. OBR,AS COMPLETAS. TOMO I
LUIS VIVES. 1 16
482 JUAN LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. TOMO I
males que por su violencia desafo- surte efecto, apela al recurso con-
rada contraen y adelgazan el ánimo trario: encareciendo tu clemencia,
o le apartan o le oprimen para que infiltrando una confianza temeraria
no pueda reposar en Ti su pensa- y una apatía estéril. Ponderando la
miento, como conviene. Tú eres el condición y la dignidad de cada
solo bueno y todo cuanto hiciste es uno, esfuérzase por inspirar arro-
bueno, porque eres Tú su Hacedor. gancia y odio contra tu ley, que es
Mas el enemigo, que te hace perpe- odio contra Ti mismo porque con-
tua guerra, el demonio, es avieso y trarías los deseos de la carne. Y si
malo. Enemigo tuyo es, también lo con esos tapujos y engaños encu-
es nuestro por la razón de que nos biertos no aprovechare un punto,
tienes por hijos. El no puede ha- entonces desplegará todos sus re-
certe daño por ninguna vía ni pro- cursos de terror: inferirá daños en
cedimiento, pero a nosotros sí que los bienes, en los amigos, en los
puede, y por varios caminos, y quie- cuerpos, en las almas; revolverá,
re nuestra perdición y a ella está arrebatará, arrastrará, despedazará
atento continuamente, no desapro- y, lo que es más de temer que todo,
vechando coyuntura alguna, pues extenderá columnas de humo de-
ninguna ocasión le encuentra dor- lante de nuestros ojos, con el fin de
mido. atenuar el crédito de lo más verda-
¿Quién de vosotros podría resis- dero y sembrar la duda en lo más
tirle con igualdad de recursos? Si cierto.
por fuerzas va, él es robustísimo, y ¿Quién será capaz de prender a
no se halla en la tierra poderío que un Proteo tan cambiante y de piel
se le pueda comparar, como dice tan varia y revesada? ¿Quién des-
Job; si por astucia va, como ma- madejará asechanzas tan sutiles y
ñoso y artero que es en grado su- tan disimuladas? ¿Quién evitará re-
mo, fingirá interés y amor para con des tan estrechas y de tan grande
aquellos a quienes con odio inextin- invisibilidad que se escapan a cual-
guible deseará ver perdidos irrevo- quiera vista? ¿Quién aguardará sin
cablemente, y en todo momento me- temblar tanto y tan dañoso pode-
dita para todos peste mortal, y aún río? Nosotros, ¡oh el más grande y
dará a entender que aprueba la ver- el más poderoso de los padres, pe-
dad y la virtud, que odia muy acer- queños, entecos, ignorantes, imbe-
bamente y se declarará profesor y les, inermes nos acogemos a tu fe
maestro de bondad condenando las y a tu ayuda! Sólo Tú nos puedes
malas costumbres, de las cuales él proporcionar socorros bélicos, que
es autor e inspirador; lo que ape- tienes infinitas veces más fuerza y
tecerá con la más grande avidez, valía que él; Tú, que eres el más
significará que merece una indife- bueno, como él es el peor, y como
rencia desdeñosa y que hace todos él es el más fraudulento, Tú eres el
los esfuerzos para evitarlo; lo que más sabio. El es nuestro enemigo
abomina, simulará que lo desea con capital; Tú eres nuestro más amo-
la más viva afición para cogernos roso Padre. Y si tiene alguna fuer-
más fácilmente. Uno de sus ardides za, tiénela porque Tú se la dejas
consiste, recordando tu muy estre- tener, pues todas las veces que a Ti
cha justicia, en sembrar en el alma te plugo le atas muy estrechamente,
un derrotismo incurable y persua- de manera que no puede menearse.
dir la desesperación. Y si ello no Líbranos, Padre, del cruel despotis-
OBRAS DEVOTAS. COMENTARIO A LA ORACIÓN DOMINICAL 483
(i535)
penetremos de estas verdades como de tus dedos, veré la- luna y las es-
son en realidad y que las sintamos trellas que Tú fundaste. (Qué es el
y que de ello tengamos la más in- hombre porque te acuerdes de Elt
desarraigable persuasión, a fin de Y nosotros, tardos e insensatos, o
que, desdeñando y teniendo por no- no nos acercamos en absoluto a tan
nada todas las otras cosas, en Ti sabrosa unión o, perezosos y displi-
solo fijemos y ahinquemos nuestra centes, vamos como a la fuerza, en
mente, nuestro espíritu, nuestros vez de arrebatar toda ocasión, con
pensamientos, nuestros afectos. desdén de cualquiera otra cosa.
Quien da amor, dase a sí mismo.
Nosotros nos damos a las cosas in-
Otra, por el amor de Dios feriores y viles que nos ocasionan la
muerte o que, cuando menos, nos
El comienzo de la felicidad es
frustran y nos dejan burlados. Y con
amarte a Ti. que eres la bondad su- Dios partimos una muy pequeña
ma: y el colmo y ápice de la felici- parte de nuestra alma y aun a ve-
dad es estar unido a Ti, bondad su- ces ninguna en absoluto: con Dios,
ma, tan estrechamente que se sea de quien proceden y en quien resi-
una sola cosa contigo, pues que és- den los bienes todos.
te y no otro es el fin del amor. Así
es que iniciamos acá nuestra bien-
aventuranza amándote, y la consu- 5. POR EL AMOR DEL PRÓJIMO
mamos en el identificándonos
cielo,
contigo. ¡Oh Cristo, suma fineza de Alumbra, Señor, y adoctrina nues-
!a amistad! ojalá nos arrebatase
:
tras mentes para que hagamos de
hasta tal punto la llama viva de tu cada criatura su justa estima y que
amor, que, absortos y fundidos en de ninguna otra hagamos más apre-
ti, como el Padre es una sola cosa cio que de Ti, puesto que nada pue-
contigo, así lo fuéremos también de haber mejor que Tú. En el se-
nosotros, y no fuésemos ya nosotros, gundo lugar de nuestra estimación
sino que fuésemos Tú; no hombres, esté el hombre, que es lo que más
sino dioses en cierta manera, por vale de este mundo: amémosle des-
ser una sola cosa con Dios, que es pués de Ti, bien porque es semejan-
la suma y perfecta bienaventuran- te nuestro, bien porque es hijo tu-
za. Dios es caridad. Y el que per- yo y por ende hermano nuestro,
manece en la caridad, permanece en ora porque está predestinado a ser
Dios y Dios permanece en él. ciudadano de la patria común y por
Vivo yo, ya no yo, sino que Cristo el afecto mutuo preludiemos ya
vive en mí. aquí aquella vida celestial de la
que está desterrado el odio y todo
está colmado y rebosante de amor
Digresión
y, por ende, de goces.
Es cosa verdaderamente increíble
que Dios quiera ser amado por nos- Digresión
otros: que El, que es el soberano
Señor y Hacedor del mundo, pida y ¡Cuánto más digno es que sea
exija nuestra amistad, hasta el pun- amado por nosotros nuestro seme-
to que no sin razón exclame el Sal- jante, nuestro igual, que no cual-
mista :Porque veré tu cielo, obra quier otro ser inferior y muy de-
OBRAS DEVOTAS. PRECES Y ORACIONES GENERALES 489
parte que te queda por vivir, peor no más que de un hilo delgadísimo.
de cada día, por degeneración y ¡Oh Tutor, oh Padre nuestro nu-
empeoramiento de los años. Xo hizo tricio; inspira a nuestros corazones
Dios así las cosas, sino que fué el cuidado de la observancia de tu
nuestra necedad que las torció a ley y para nuestro mantenimiento
usos aviesos. la seguridad, puesto que Tú mismo
dijiste que tomaste ese cuidado pa-
ra Ti y mandas que en Ti lo depo-
8. CONTRA EL DESEO DE
sitemos, sin ninguna suerte de pre-
RIQUEZAS
paración por una eventualidad que
para Ti te reservaste exclusiva-
¿Qué pro pueden hacernos las co-
mente.
sas humanas si no fueres Tú, Pa-
dre benignísimo, que las derrama-
res en nuestro seno? Abres tu mano Otra
larga y colmas todo ser animado
con tu munífica afluencia. ¿Por Puesto que Tú nos dejaste cuan-
qué hacemos aparejo de tantas co- do nos separamos de Ti y nuestras
sas cuando son tan pocas las que necesidades se multiplicaron hasta
habernos menester? ¿Por qué desa- la inmensidad porque lejos de Ti
sosegarnos por un futuro de quien todo es invalidez y flaqueza y sin
solo Tú eres el árbitro? ¡Oh crea- Ti vuelven a caer en su nada ori-
dor y conservador de nuestra vi- ginaria, y porque nos sentimos
da; Tú que con una sola palabra huérfanos de tu asistencia, creció
nos plasmaste, consérvanos con esa el miedo de la necesidad y la apren-
misma palabra! Ilustra nuestras sión de la necesidad se acrecentó
mentes para que, luego de conocer con el miedo. Llámanos de nuevo
que todo lo de acá abajo es sombra, y condúcenos a Ti, Padre de toda
te deseemos a Ti solo, en quien es- clemencia, y amparados y fortaleci-
tán todos los tesoros de ciencia y de dos con tan gran auxilio, las es-
sabiduría; deseemos tu gracia, que trecheces no nos acosarán con sus
mantiene el universo y propaga mordiscos y desaparecerá el miedo
nuestra vida. de las estrecheces, y sueltos y li-
-Yo de sólo pan vive el hombre, bres de todo otro desvelo, no ten-
sino de toda palabra que procede dremos más preocupación que la
de la boca de Dios. de conservar, con el mayor ahinco
que podamos, la amistad tuya, y Tú
ayudarás a esa preocupación nues-
Otra oración
tra. Si faltares Tú, nada podrá sub-
sistir. Mas en toda contingencia muy
¡Oh ceguera total de nuestras
luego tu benigna mano acostumbró
almas! Que deseemos tan solícita-
acudir a nuestros esfuerzos.
mente lo dañoso, que persigamos lo
fugaz, que retengamos lo que nos-
otros hemos imaginado para nues- Otra
tra perdición, y mientras pensamos
andar a la busca de alimentos, La cotidiana necesidad corporal
ofendemos a Aquel que nos alimen- arrastra a sí el alma a empujones.
ta, a Aquel de quien únicamente es- Envíanos, ¡oh Padre!, de quien sa-
tá colgada nuestra vida, pendiente bemos que tiene cuidado de nos-
OBRAS DEVOTAS. PRECES Y ORACIONES GENERALES 491
•
otros, aquel pan de cada día que sión, una vez habida, es inviolable
tu único Hijo Cristo mandó que te y no perecedera.
pidiésemos y esperásemos de Ti; Si las riquezas vinieren a bor-
concédenos que nos contentemos botones, no pongáis vuestro cora-
con lo necesario y que demos de zón en ellas. No tendrán valor al-
lado lo superfluo, a fin de que ni guno las riquezas en el día de la
nos doblegue la férrea necesidad ni venganza. Como un duende pasará
nos ahogue la mansa afluencia Y en- el hombre y de balde se conturba.
víanos de tal manera estas cosas ne- Amontona riquezas y no sabe para
cesarias, que no suceda que con ofen- quién las amontona. Dejará sus ri-
sa tuya aparejemos aquella muerte quezas a los extraños y su sepulcro
más grave y que más evitable nos será su morada para siempre.
debe parecer que esotra del cuerpo.
Mejor es para el justo la modici- Otra
dad que para el pecador las rique-
zas abundantes.
¿Qué locura es ésta? ¿Qué es lo
que quiero? ¿Qué es lo que busco?
Otra ¿Qué es eso de postergar la vista y
la reverencia de Dios, la caridad de
los hombres, mi libertad, la tran-
¿A qué viene, para vida tan bre- quilidad de mi alma, la vida, así es-
ve, abastecimiento tan largo? Y
ta temporal y breve como aquella
cuanto menor es la jornada a reco-
otra sempiterna para la cual fui
rrer, tanta mayor es el ansia con
creado por Dios, a esa riqueza he-
que se le busca o la avidez con que
rrumbrosa corroída de orín cuyo
se le agarra. ¡Oh qué gran ocasión
uso o va a ser nulo en absoluto o
se pierde para mí de negociarme
desordenado y nocivo? Devuélve-
con esa herrumbre no mía un teso-
ro de bienandanza y de inmortali-
me el recto sentido de la visión, oh ¡
Digresión Digresión
Recorra el hombre con su consi- ¡Qué vicio tan vil, tan innoble,
deración todas sus cualidades, pon- tan inútil! Ni el envidioso tiene más
dérelas y examine su origen, su ni el envidiado tiene menos. Quien
progreso, su resultado, y entenderá empeora eres tú, cuyas entrañas
cuán livianas son y cuán indignas sientes correr y cuyo cuerpo agos-
de que de ellas nos envanezcamos. tarse, y con todo no tienes la fran-
OBRAS DEVOTAS. — PRECES Y ORACIONES GENERALES 493
cia y con sus fuerzas nos derriba- tas que se nos ataque, puesto que
rá y nos despedazará con su sevicia. nuestra situación es tan crítica, no
Mas si, aun cuando fuere de lejos, sea que se nos derribe. Mas si ello
aparecieres Tú, que rompiste sus pareciere bien a tu voluntad y de
bríos, con sólo tu vista le ahuyen- todas maneras hemos de entablar
tarás atemorizado. Dígnate recibir- combate, sienta cada uno de nos-
nos en tu defensa, niños como so- otros aquella voz de aliento que tu
mos, flacos, inválidos, ignorantes, a Apóstol oyó de tu boca: Mi gracia
fin de que no nos destroce esa fiera te basta; cuan poderosa sea mi fuer-
carnicera y brava. En ese combate za, demostrada queda en tu flaqueza.
llevamos al frente, desplegada al No nos abandones, Piloto de esa
viento, la Cruz, que es tu bandera: nave, tan agitada y tan cascada.
la Cruz, que es tu trofeo, porque el Hijo, en acercándote al servicio
enemigo sepa que peleamos bajo tu de Dios, mantente en la justicia y
caudillaje y tus auspicios. en el temor y apareja tu alma para
Por la señal de la santa Cruz, de la tentación.
nuestros enemigos líbranos, Señor,
Dios nuestro.
Digresión
sas veces. Tú nos das corazón y necio, huero, pueril? ¡Y cuán vanas
bríos y nos suministras poder para son si se las compara a aquella
practicar aquello que Te agrada, eternidad de bienaventuranza con
quiero decir aquello que nos con- que Tú, Padre munificentísimo, re-
viene. Don tuyo es éste y a Ti se muneras aquellas mismas obras!
debe la gratitud. Dárnoste gracias y Bien lo dice tu Apóstol No son
:
y con las cuales podemos granjear- lo demás, todas las cosas son tuyas;
nos el reino de la inmortal bienaven- haz de todas ellas sin excepción
turanza las convirtamos nosotros lo que pluguiere a tu consejo
en granjear cosas momentáneas, in- inescrutable. Quitado esto, no con-
mediatas, viles y vacías, verbigra- sientas que yo te sea enemigo.
cia: dinero, alabanza, considera-
ción, y que los que, sirviendo sólo Otra
a tus divinos ojos, podríamos tra-
bajar con el más
crecido de los sa- Palabra tuya es que visitas y cas-
larios, sirvamos de balde a los ojos tigas a los que amas. ¿Qué suerte
humanos! ¡Oh Cristo, bondad ver- mejor nos puede caber que el que
dadera, sólida, sin simulación, sin Tú quieras desplegar para con nos-
ambición, inspíranos una disposición otros un cuidado paternal y nos lo
tal que no queramos más aproba- demuestres con demostraciones irre-
ción que la tuya ni busquemos otro fragables? ¿Qué cosa hay que pue-
espectador y juez que Tú de todas da compararse a tan grande benefi-
nuestras acciones. cio como el de que te preocupe el
ansioso cuidado de nosotros, que por
22. PARA LAS TRISTES CONTINGENCIAS nosotros mismos apenas somos na-
DE LA VIDA da, y comparados contigo, la abso-
luta nada? No menos reconocidos
Esa vida nuestra es una peregri- nos sentimos por este beneficio de
nación camino de la patria desde ese la adversidad que nos aparta de
destierro; es, a saber: un viaje ha- los vicios, que por las causas de
cia Ti, que eres bienaventuranza,
la alegría que hacían olvidarnos de Ti
desde este asiento de toda miseria y de nosotros mismos con tanta
que de Ti está tan alejado. Mas por- frecuencia. Rogárnoste, Padre de
que no nos detenga el atractivo o la clemencia y el mejor de los padres,
amenidad del camino, estorbándonos que con paternal afecto continúes
de que con toda prisa y por el más instruyéndonos y amaestrándonos
breve atajo vayamos a Ti, Tú nos para la virtud; retira aquello que
espoleas con aguijones, Tú nos pun- nos empeoraba; envíanos tribula-
ges con espinas a fin de que desee- ciones si por ellas, como con me-
mos el descanso y el fin de la jor- dicina drástica, hemos de ser pur-
nada fatigosa. Las enfermedades, el gados, siempre que tu gracia nos ha-
llanto, el duelo, la tristeza, en suma, ga reconocer de quién vienen y a
las adversidades todas, son a ma- qué provecho se enderezan estas
nera de espuelas que aguijan ese admoniciones, no sea que por nues-
caballo perezoso o, más exactamen- tra ignorancia se pierda fruto tan
te, ese asno, porque no quiera es- conveniente.
tarse siempre por el camino. Haz, No son proporcionadas las triste-
Señor, que nos olvidemos de la sen- zas de esta vida a la futura bien-
da y nos acordemos de la patria, y aventuranza que se manifestará en
puesto que nos pongas encima la nosotros.
carga de la adversidad, danos tam-
bién fuerza porque no sucumbamos Digresión
al peso, sino que lo llevemos ani-
mosamente, con la intención siem- Vuélvete del lado que quieras y
pre levantada y puesta en Ti. Por hallarás que no hay cosa en esta
500 JUAN LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. TOMO 1
Nuestro juicio es falso, porque no mos nos ocasionamos y por que en-
juzgamos por recta razón, sino por dereces lo que nosotros torcimos y
pasión ignorante y aviesa. Y si ha por que restablezcas lo que nosotros
de juzgarse de las cosas por su fin y echamos a perder. Nosotros somos
destruidores, Tú eres el Construc-
el uso que se hace de ellas, no son
tor; nosotros somos crueles y sa-
tristes nison adversas aquellas con-
tingencias que tienen resultados fe- ñudos contra nosotros mismos; Tú
eres manso, misericordioso, clemen-
licísimos o producen efectos salu-
dables, verbigracia: la enfermedad,
te. ; Oh Cristo, Soberano Bienhechor
la pobreza, la quiebra de la consi- y Reparador de la Naturaleza de-
rrocada, ven en auxilio nuestro y
deración social, que nos hacen me-
jores y más amigos de Dios y, a la o bien condúcenos otra vez a aque-
lla vereda segura de la cual nos des-
postre, desembocan en el mayor de
los bienes.
viamos o bien allana este andurrial
escabroso y asperísimo y háznoslo
más fácil y practicable.
23. PARA TODAS LAS INCOMODIDADES Mi alma rehusó el consuelo: acor-
DE LA VIDA déme de Dios y hube deleite.
ese cuerpo nuestro tenga salud, con- para de Ti. Así es que desprecio y
cédenos por ]o menos reciedumbre rehuyo lo que veo que es bueno y
de alma, danos fuerza y robustez ando en pos de lo que veo que es
para que podamos tolerar la dolen- malo. ¡Cuánto gemir, cuánto suspi-
cia y que el dolor y la enfermedad rar aguarda a los que siguen cami-
del cuerpo no ejerzan en el alma las- nos tan desventurados! Ríos de lá-
timosas repercusiones. grimas derramaron mis ojos porque
no observaron tu ley. ¡Mísero de
Digresión mí! ¿Quién me librará de ese cuer-
po de muerte? Tu favor, Señor, que
Son hartas las ocasiones de insig- a la continua nos dispensas con la
nes obras buenas que dejamos que larga mano por amor de tu Hijo
Jesucristo. ¡Oh Médico!, el mejor de
se nos escapen de las manos sin
todos, sana Tú, que eres el único
fruto y sin poner en ello atención
que puedes, esta enfermedad mía
y no nos damos cuenta de que vi-
tan grave y ya casi desesperada.
vimos, sino de que hemos vivido.
Con estas dilaciones de cada día nos
tornamos menos aptos y menos há- Digresión
biles para las cosas necesarias, bien
encallecidos y enmohecidos por la Es un dicho vulgar que la Fortu-
inactividad, bien distraídos y, como na no tiene posible comparación
quien dice, descuartizados por in- con la salud y que más vale carecer
útiles ocupaciones. de cualquier otro sentido que del de
la vista, y que no hay miseria ma-
grala con fecunda prole, la más se- es lo mejor y lo más grande que
mejante al Padre; a saber: a Ti; imaginarse que tengamos
pueda:
naz que todos sintamos lo mismo una creencia única, un sentimiento
de Ti y en Ti; que seamos en he- único; a saber: que Tú eres un
/ cho de verdad aquel cuerpo cuya solo Dios todopoderoso y sumamen-
cabeza Tú eres, aglutinados y fun-te benévolo para con nosotros; que
didos en una mutua caridad, encen-es hombre, el más manso de todos,
dida por una centella de aquel fue-
clavado en la Cruz por nuestros pe-
go en que siempre te consumes, Tú cados, Redentor del género humano
que nos amaste hasta el punto de y Reparador del universo mundo.
dar por nosotros tu sangre y tu vi- Calma, Señor, tanta saña y tanta
da! ¡Oh Cristo, Autor y Maestro braveza de ondas que asaltan y sa-
persuasivo de caridad, de paz, de cuden esta nave tuya. Despiértate,
benevolencia, ablanda el hierro, sua- Cristo Jesús, y sálvanos, porque nos
viza el diamante de nuestros pe- amarga y quiere sorbernos un fiero
chos, caldea nuestros corazones que naufragio ya que no hay fuerza
:
34. POR AQUELLOS QUE NOS QUIEREN ñas concedas a nuestros enemigos
MAL lo que sabes que les ha de aprove-
char, y primeramente sanidad y en-
Mandástenos, Padre de toda man- tereza mental por la que te conoz-
sedumbre, que orásemos por aque- can y te busquen con verdadero
llos que nos desean mal y en cuanto amor y con todo su corazón; y que
está en su mano nos le hacen. Y a nosotros que somos hijos tuyos
eso Tú nos lo encareciste no con pa- nos quieran por amor tuyo y que
labras solas, sino con tus ejemplos no les dañe el odio que nos profe-
propuestos a nuestra imitación. Ro- san y que al menos no les ocasione-
gárnoste que nos infundas el espíri- mos perjuicio nosotros, ya que ma-
tu de tu mansedumbre gracias al los y flacos como somos, no pode-
cual soportemos pacientemente Ja mos darles ayuda. No les pierdas,
malevolencia, la maledicencia y el Padre, en castigo del odio que nos
daño efectivo que nos causan como tienen; antes sálvalos por nuestras
sabemos que lo hiciste Tú y como oraciones. Lo que deseamos, Señor,
experimentamos que lo haces cada es su enmienda, no su castigo; no
día; y que ni de obra respondamos les separes de nosotros con el supli-
a la injuria ni de palabra nos to- cio, sino únelos y unifícalos con nos-
memos la venganza ni la deseemos otros con clemencia, y puesto que
en lo más íntimo de nuestro pensa- todos nosotros estamos destinados a
miento y de nuestro corazón y que ser ciudadanos de la única ciudad
tan lejos estemos de toda vindicta, eterna, ya desde acá abajo, median-
que les procuremos toda suerte de te el amor mutuo, comencemos a
comodidades y les ayudemos hasta entrar por aquel camino que condu-
el límite de nuestras fuerzas y les ce a ella derechamente.
deseemos y pidamos para ello todo
género de bienes y que te suplique- Digresión
mos a Ti que les des buen uso y
todo cuanto sabes que les ha de ser Que la malicia ajena no nos tor-
útil y saludable, a fin de que sea- ne malos, y no porque tu prójimo
mos verdaderos hijos tuyos, que no esté desabrido estés desabrido tú
solamente a los buenos y a los que también. El que te odia porque ere 3
te son gratos, sino también a ios Hijo de Dios, odia al Hijo de Dios.
malos y que te desplacen otorgas ¿Qué miseria puede haber mayor?
tu beneficencia, para que seamos ge- ¡Qué crueldad la tuya si le deseas
nuinos discípulos tuyos, que pedis- tal calamidad o te saboreas con ella!
te a tu Padre perdón por tus fie-
ros y encarnizados verdugos. 25. POR LOS HERMANOS DIFUNTOS
quila un primer sabor de tus delei- cuanto haces cada día por mí. Y
tes,que nos dé asco de esos otros pídote con el mayor de los enca-
sobre los que nos lanzamos con tan- recimientos que continúes y perse-
to ímpetu, que. en alcanzándolos, veres en guardarme. Arráncame del
nos asimos a ellos con abrazo muy mal; devuélveme al bien; cuando
estrecho y los retenemos con los pu- yo no quiera, oblígame, y ayúdame
ños cerrados, a fin de que. apartán- cuando quiera, y cuando yo anduvie-
donos y desdeñando esos placeres re no me niegues tu impulso y. por
tan amargos y tan desabridos, nin- fin, condúceme de tal manera que
guna otra cosa deseemos con tan me lleves a la bienaventuranza de
vivo anhelo como la dulcedumbre que tú ya gozas siempre, a fin de
de tu familiaridad, que es compen- que así como acá abajo fui tu pupi-
dio y cifra de todos los bienes. lo o tu protegido, allá arriba sea con-
tigo ciudadano y compañero y tú te
Digresión goces de que quien estuvo confiado
a tu cuidado y tutoría haya arri-
Én la otra vida no tendremos que bado a puerto tan feliz.
pensar en uno que otro bien a dis-
frutar, como en ésta, sino en todos Digresión
y a la vez los imaginables y los no
imaginables, porque gozaremos de Pensemos loque somos nosotros
Dios que El solo es el universo y el mismos, lo que es el mundo, lo que
amor nos hará uno con Dios, de es el demonio; averigüemos la mu-
modo que seremos como dioses. chedumbre de peligros de que nos
¿Cuándo llegará el fin de esa aflic- libran nuestros ángeles. Nosotros
ción y el principio de esa alegría? somos ciegos; el mundo es niebla
¿Cuándo cesaré de vivir con los ma- cerrada el enemigo encarnizado, vi-
;
los, con los aborrecibles, con los gilante astuto, poniendo dondequiera
enojosos, con los enemigos? ¿Cuán- celadas capitales. ¿Quién escapara de
do comenzaré a vivir con Cristo, el tantos peligros si no le condujere
más afable, el más bueno y el que quien tiene vista y fuerza? ¡Cuán-
me ama más entrañablemente? to cuidado merecemos a Dios, que
a disposición del hombre, por cau-
38. AL ÁNGEL DE LA GUARDA dillo y guía, puso a un ángel que
le aventaja, tanto así por su natu-
;Cuánto debo a nuestro Señor co- raleza como por su condición, que
mún, a nuestro Padre, que te me dió es más excelente y más feliz que el
para que tú, que ves, fueses guía y hombre, hasta el punto que en cier-
luz de mi ceguera, tú que eres sa- ta manera el ángel es el sirviente
bio ilustrases mi ignorancia, tú que del hombre. ¿Quién pudo conceder-
eres fuerte fueses sostén de mi fla- nos tal cosa sino el amor y de ese
queza, tú que conoces el camino amor, la misericordia?
me condujeses por él y, por cierto,
a través de tantos peligros y tan- 39. ANTE LA IMAGEN DE CRISTO
tos precipicios! ¡Oh cuántas veces CRUCIFICADO
me libraste de situaciones críticas,
cuántas veces, al despeñarme en la ¿Cúya es esa imagen que con-
perdición, me tuviste de la mano! templo con todo su cuerpo ensan-
Hágote gracias infinitas por todo |
grentado, lívido de cardenales, hin-
OBRAS DEVOTAS. PRECES Y ORACIONES GENERALES 509
chauo y azotado, con su cabeza dé- cases contigo! ¡Oh, si viviese yo,
bil derribada al hombro, coronado pero no yo, sino que Tú, Cristo, vi-
de espinas que taladran su crá- vieses en mí! ¿Quién me diera que
neo, fijo con clavos en la Cruz? yo también muriese contigo, para
¿Cuál pudo ser su maldad o cuál contigo resucitar a la vida eterna?
la sevicia del juez o la monstruosi- Tú morirás por mí; yo por Ti vivi-
dad de los fieros sayones o la cruel- ría. Crucificada está tu carne. Cru-
dad dé su instinto? Buceo en mi cifica, ¡oh Cristo!, contigo el reino
memoria y no reconozco quién es: de la carne que me señorea, a fin
Cristo es. ¿Tú eres el más hermoso de que, despojado del primer Adán,
de los hijos de los hombres en cu- me transforme en el segundo Adán
yos labios a manos llenas derramó para la novedad de la vida, abatida
Dios la gracia? ¿En dónde está tu y triturada la iniquidad, la incredu-
buen parecer? ¿En dónde la dulzu- lidad y toda la tiranía de Satanás.
ra de tus labios? No la hallo, no la Por tu Cruz, por tu yugo dulce y
veo. ¿Será porque los ojos de carne por tu carga llevadera haz que yo,
no penetran misterio tan grande? alegre y gozoso, a zaga de tus hue-
Toma los ojos del alma; acércate llas, llegue al mismo lugar que Tú;
más a la luz divina y contempla a saber: a Dios Padre, beatísimo e
con mayor atención. Este es Jesús inmortal, de quien ya nada pueda
Hijo de Dios, el Cordero inmacula- separarnos.
do sin mancilla, sin crimen, sin
maldad; que tomó la tuya en su
persona, para que tú, libre y limpio Otra de la Cruz
de pecado, volvieses a la gracia con
Dios, y pues yacías derribado al sue- ¡Oh sublimidad de obediencia, que
lo te levantases y, desterrado, vol- porque plugo al Padre sujetaste tu
vieses a la patria y fueses particio- cabeza a innumerables tormentos y
nero del fin para el cual fuiste cria- a muerte muy acerba y muy opro-
do lo que tú mereciste, El lo llevó
;
biosa! ¡Oh profundidad de abati-
Este te otorgó aquello que tú por ti miento, que siendo Rey y Señor del
mismo jamás consiguieras. ¡Oh Re- universo te pusiste a los pies de los
dentor mío, oh Vengador, oh Salva- hombres más abyectos! ¡Oh cénit
dor mío! Atráeme a Ti para que del abrasado amor y del sol que
memorioso siempre de esta muerte nunca se inclina a su ocaso: mués-
tuya, confiado en esa tu tan grande tranos dónde paces al mediodía,
bondad, y no ingrato para tan inde- dónde a tus ovejas las preservas de
cible beneficio, se me haga partici- todo frío! ¡Oh aquilón de rudas as-
pante de tan preciado galardón, perezas, provocador de recias bo-
para que desagradecido y ajeno de rrascas cuyas amargas ondas todas
tu cuerpo, no hayas nacido de balde rodaron sobre Ti: pluguiera al Cie-
para mí y de balde hayas tomado lo que nos transformásemos en esa
por tu voluntad sufrimientos tan Cruz, por manera que habitase, ¡oh
atroces y una muerte tan amarga. Cristo!, mediante la fe en nuestros
corazones, enraizados y cimentados
Otra en la caridad para que pudiéramos
comprender con todos los santos
Veo tu cuerpo clavado en la Cruz cuál sea la longura, y la anchura, y
por mí. ¡Oh, si también me crucifi- la alteza, y la profundidad de la
510 JUAN LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. TOMO I
Cruz, que exceden la capacidad y to- que es el más grave y más atroz de-
da la sabiduría de este mundo. todos, la enemistad con Dios.
3. Pero la bondad de Dios, com-
Otra padeciéndose de nuestra extrema y
desesperada miseria, nos envió del
Contemplo una ternísima escena cielo, medianero de reconciliación
de amor. Tu alteza inclina la ca- y de paz, a Jesucristo, su Hijo.
beza para que podamos ser oídos 4. A éste mandólo su Padre que
y lo esperemos ofreces un beso de por culpa nuestra sufriese la áspe-
;
lismo, aquella serpiente de bronce, injustos; siendo Hijo, por los es-
en cuya mirada y meditación está clavos. Y nosotros, en cambio, ni
U salud para los vulnerados mor- por nuestros hermanos ni por el
talmente; a saber: por todos nos- mismo Señor a quien debemos tan-
otros, que todos los días andamos y to, no soportaríamos no digo ya la
nos revolcamos entre víboras y es- muerte, sino dolores vivos ni si-
corpiones. quiera molestias (pues ni este voca-
13. No discurramos
sobre estos blo siquiera pueden tolerar nues-
misterios ligeramente y de prisa y tros oídos melindrosos), ni siquiera
corriendo, sino ahincando en ellos, una hora de ayuno, ni el perdón de
deteniéndonos en cada uno de los una injuria ni la privación de un
grados de nuestra bienaventuranza. gustillo momentáneo, ni la pérdida
14. Lo que principalmente se de- de un dinero insignificante.
mostró en El fué la bondad y el 19. Reconciliado el Padre, tene-
amor de Dios, que entregó a su Hi- mos en Cristo la salud. Tenemos
jo carísimo por sus enemigos, a su ejemplo de vida, consuelo en las tri-
Hijo único por sus esclavos, al me- bulaciones, doctrina de formación
jor de todos por los pésimos y mal- moral. ¿Qué pudo darnos más o me-
vados. jor? Diga alguno si pudo añadir al-
15. Y no fácilmente se hará car- go más. A buen seguro no lo encon-
go de la excelencia de este don de trará.
Dios aquel que no reflexionare que 20. Si alguno evocare con alguna
la misma humanidad de Cristo es viveza su pasión y su género de
más cara a Dios que todas las otras muerte, se horrorizará en su cuer-
criaturas juntas.Eso fácil es cole- po y en su alma y los conceptuará
que cada uno tiene
girlo del aprecio por muy dignos de lástima aun en
de su cuerpo: Todo lo dará, el hom- un ladrón, en un sedicioso, en un in-
bre a trueque de su vida, según lee- cendiario; ¡cuánto más en la bon-
mos en Job. dad por antonomasia, de la cual ma-
16. Ya se puede ponderar cuánta na la que acaso tenga alguno de nos-
fué la mansedumbre y cuánta bon- otros!
dad y amor para con su Padre y 21. Pongo a un lado aquellas
cuánta obediencia, hija de este otras incomodidades que tuvo que
amor, para que aceptara la difícil sufrir ya desde su mismo nacimien-
misión que el Padre le había im- to por todo el discurso de su vida
puesto: Para que el mundo conozca hambre, sed, frío, calor, cansancio,
— dice que amo al Padre, y que se- huida, infamia. Vengamos a aquella
gún fué el mandato de mi Padre, yo noche que precedió el día del gran
le cumplo. ¡Cuánto amor para con Misterio.
nosotros, pues por nosotros tomó 22. Todos a una y con razón abo-
muerte! rrecen y execran el nombre del trai-
17. Nadie tiene amor más gran- dor. ¡Con cuánta pesadumbre y
de que el que expone su vida por displicencia sufrimos nosotros la
sus enemigos. ¿Quién no amará traición de un familiar, de un ami-
tanta bondad? ¿Quién no correspon- go a quien habíamos favorecido!
derá a tal amor? Cómo imploramos para venganza
¡
18. Por todos sufrió el Señor ta- de tan grande maldad la fe de los
les tormentos y muerte tan poco dioses y de los hombres! Cristo, en
merecida justo como era, por los cambio, fué traicionado por el dis-
:
512 JUAN LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. TOMO 1
LUIS VIVES. 1 17
514 JUAN LUIS VIVES. —OBR,AS COMPLETAS. TOMO I
como para lo bajo, porque lo bajo dre. ¿Quién podrá decir de cuán
suba a ella y lo alto se ponga a ni- gran tristeza estaba transida? Los
vel con ella. tormentos del Hijo traspasan como
63. Extendidos los brazos, encor- con un cuchillo sus entrañas de ma-
vadas y encogidas las piernas, cuél- dre. El dolor de la Madre renueva
ganse en la Cruz y sus manos y el dolor del Hijo, lo intensifica, lo
pies son taladrados con clavos fieros. exacerba.
64. ¿Qué entendimiento es capaz 69. ¿Qué más? ¿Qué más puede
de comprender cuánta sea la enor- añadirse a ésto? El odio de los pon-
midad y crueldad de esos dolores, tífices y los fariseos nacido de la en-
con las manos y los pies clavados en vidia y su rabia carnicera no saciada
el madero, tanto mayor cuanto que aún con aquellas penas y aquellos
todo el peso del cuerpo gravita so- tormentos, ya que nada puede aña-
bre manos y pies así traspasados? dir a las torturas físicas, añade el
65. Y a ese cuerpo de tal manera baldón y elsarcasmo. Aquel a quien
descoyuntado y lacerado acercáron- Tú heriste, persiguiéronle dijo—
se dolores morales, ni pocos ni pe- y encima del dolor de mis llagas
queños. añadieron denuestos. Mas para Cris-
66. Escogióse para su suplicio un to, más recio de sufrir era el dolor
día festivo, la mayor celebridad de ante su depravada voluntad que la
los judíos, a fin de que, mientras injusticia de los ultrajes, pues veía
éstos celebraran sus fiestas alegre- que aquellos a quienes amaba (aun
mente, a El, el público regocijo le cuando fuesen crucificadores y ver-
agudizase la aflicción y que en el |
dugos suyos) iban a perderse con-
OBRAS DEVOTAS. PRECES Y ORACIONES GENERALES 517
cayera no más que una parte de es- medio de los dolores y de los tor-
tos males tan grandes, ¡qué compa- mentos para cualquier otro intole-
sión no tendría cada cual de sí rables, sufre muerte voluntaria.
mismo, y cuánta los otros de él! —
Xadie dice me quita el alma, sino
Todos se le acercan y le dan asis- que yo la licencio de grado. Quiere
tencia en la medida que puede ca- con ello decir que, con el mismo
da uno: el uno con efectos, el otro poder con que la depone, la reco-
con consejos; el uno con su dili- brará.
gencia, el otro con su deseo y con 83. Todo lo restante hasta la re-
su voto' explícito. ¿Quién de nos- surrección confórmase con su vida
otros hay de tan negra suerte o antecedente; vivió sin hogar fijo, y
acosado por un odio tan grande de en su muerte no tiene sepultura
sus paisanos, a quien falten esos propia, sino prestada. A fuerza de
solaces y alivios? Y en cambio, ruegos, José de Arimatea consiguió
¿quién se dignó dirigir a Nuestro de Pilato que se le permitiera se-
Señor siquiera una palabra de cari- pultarlo.
ño, ya que no por otra cosa, sino 84. Entonces, para confirmación
para su conorte moral, animándo- irrefragable de su muerte, fué tras-
le a sufrir tormentos tan crueles? pasado con una lanza por un sol-
Sus condolencias fueron los ultra- dado entre las costillas, de donde
jes, las blasfemias, los sarcasmos, brotó al punto sangre y agua.
los denuestos. 85. De una costilla de Adán dor-
80. ¿Quién había en toda la Ju- mido fué sacada su esposa. Del cos-
dea tan necesitado y tan pobre, de tado de Cristo, dormido también
miseria tan extremada y desespera- — ¿qué otra cosa fué su muerte sino
da, que si se le diera a escoger, tro- un sueño? —
salió su divina Esposa
,
padeció para sí Cristo, que no me- acceso. Con todo, la inmensa caridad
reciera ninguno de estos padeci- de Cristo suple el defecto de la
mientos; nosotros fuimos la causa nuestra por la confianza en El para
de tamaños tormentos y de muerte que, puesto que nosotros, que no
tan inmerecida. tenemos tanto amor como para po-
89. Pues porque había tomado der aproximarnos a Dios, nos acer-
sobre sí nuestra personalidad y quemos a El por el amor del Hijo
nuestra causa, redundaron en El, con una adhesión total y con toda
limpio de delito, todos los males de la confianza, la gratitud, la benevo-
los que por nuestro delito nos había- lencia posibles.
mos hecho acreedores. 95. Este es ei grande y divino
90. ¡Oh, cuán poderosas son las mérito de Cristo que se pone en
fuerzas de la caridad! No sin razón lugar de nuestro mérito; ésta es la
se dice que el amor todo lo vence solución favorable que nosotros, por
y que no hay en nuestra alma po- nosotros mismos, no podíamos dar.
tencia más avasalladora. ¿Qué cosa De este amor recíproco del Padre y
hay tan grande, tan ardua, tan ho- del Hijo, grande, encendido, impon-
rrible, que el amor no la acometa derable, nació aquella grande y uni-
y la supere? Cuando faltaren todas versal reconciliación, por causa de
las otras pruebas, baste este amor cuyo amor las aflicciones de Cristo
de Cristo, único, o mejor, callen to- fueron muy mayores de lo que me-
dos los otros amores. recían y merecerán los pecados de
91. Investigaron los Santos Pa- toda la Humanidad, pues el comple-
dres si el Hijo de Dios no se hubie- jo de aquel amor comunica una
ra encarnado, si el hombre hubiese grande e inmensa dignidad a la per-
seguido gozando del favor de la sona.
Divinidad. No hay acuerdo unáni- 96. Verdaderamente apropiadas,
me entre ellos; pero en donde exis- pues, a Cristo Salvador nuestro es-
te unanimidad es en que El no hu- tán aquellas palabras de Job: ¡Oh,
biese tenido que sufrir molestias, si fuesen pesados mis pecados por
trabajos, penalidades, angustias, los cuales merecí enojo y esa des-
tormentos y muerte muy acerba si ventura que padezco en una balan-
nosotros nos hubiéramos mantenido za, ésa aparecería más pesada, co-
en la pureza y entereza originales. mo la arena del mar!
92. Por ende, fué nuestro pecado 97. De esta general reconcilia-
el que acumuló en este Hombre ino- ción origínanse reconciliaciones sin-
centísimo una tan alta montaña de gulares en las ofensas que a cada
males. instante cometemos.
Aplacóse el Padre por
93. el 98. Canceladas quedaron nues-
amor y la obediencia del Hijo, o, tras enemistades
con Dios, y borra-
mejor, el mutuo amor del Padre y da quedó con la sangre de Cristo la
del Hijo redundó en todos nosotros. escritura de la esclavonía de Adán
94. Verdadera e inequívocamen- que Cristo subió consigo a la Cruz
te ámanos, Dios, a todos nosotros, y dejó luego en el sepulcro para que
como suele decirse, de buena fe. Y, de ahí resurgiese el nuevo Adán
en cambio, nosotros no correspon- a la libertad definitiva.
demos a ese amor como es debido. 99. Inestimable grandeza la de
Esa nuestra voluntad fría nos se- la redención, de la liberación, del
para de su gracia y nos aleja de su rescate, de la restitución a la patria,
520 JUAN LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. TOMO 1
único, sí, pero por la infinita exce- dejó asimismo ejemplo para que si-
lencia del Sacerdote y de la Hostia. gáis sus pisadas.
100. Con esa única aspersión de 105. A saber: porque cualesquie-
sangre levantóse el linaje humano ra que fueren las adversidades de
de su abatimiento; se despertó el la vida, las soportemos con espíritu
dormido, y el muerto revivió. No es, más firme y más entero, recordando
pues, de maravillar si algunos de que las padeció mucho mayores
los Santos Padres dijeron que a su Cristo que no por nos-
las merecía,
debido tiempo el cráneo del primer otros, para cuyas maldades, ¿qué
hombre Adán fué enterrado en el castigo habría proporcionado y su-
mismo cerro donde fué crucificado ficiente?
el Señor, en la misma huesa encima 106. ¿Quién llevará con desabri-
de la cual se plantó Cruz, y que miento que le sobrevenga alguna
la
la sangre de Cristo, al correr, tocó de aquellas penalidades que se acu-
aquel despojo, y que gracias a esta mularon en el Hijo de Dios, tales,
unción y riego quedó sano el linaje por cierto, que ninguna de las nues-
humanal que por él había sido vul- tras se las puede comparar? Nadie
nerado mortalmente. Pero, puesto puede quejarse de ser tratado con
que hay otros Padres que lo niegan, más dureza que el Hijo, heredero
no tomemos nosotros partido, sino único, que no cometió pecado ni en
subamos más arriba del monte, de su boca fué hallado engaño.
la huesa, del hueso, que no nos son 107. Avergoncémonos de que-
necesarios, pues en Cristo todo es jarnos de nuestra condición. Aver-
celestial, espiritual y divino. güéncense los esclavos de no obe-
101. Pero lo indudable es que, decer al Señor en cosas de poco mo-
así como por un solo hombre Adán mento, recordando que el Hijo de
entró la muerte en el mundo, a su Dios obedeció en cosas gravísimas,
vez, por un solo hombre, Cristo se hasta la extinción de su mortalidad.
nos fué devuelta la reconciliación y 108. Más bien debemos condu-
la gracia, y así como la desobedien- cirnos alegremente entre las moles-
cia de un solo hombre hizo a mu- tias e incomodidades, pensando que
chos pecadores, así la obediencia de en algún punto nos conformamos
otro Hombre hizo a muchos justos. con el Señor, que es nuestra Cabe-
102. ¡Cuán grandes son las di- za. Ninguna otra cosa puede pare-
mensiones de los misterios de su cemos más bella ni más deseable
pasión y muerte, escándalo para los que esa de que poco a poco nos
judíos, locura e irrisión para los aproxime la semejanza y luego la
gentiles y para los santos amigos unión nos haga unos con El. Fácil y
de Dios admirable y adorable sabi- rápida es la cohesión de los seme-
duría! jantes.
103. En ella y por ella consegui- 109. Esta semejanza será tanto
mos el perdón del delito inveterado, más cercana y más conforme si nos-
la purificación de los nuevos, la otros nos afligimos por causa seme-
vuelta a la patria, el acceso al Prín- jante; verbigracia: por obedecer a
cipe y al Padre, esto es, al princi- Dios, que es nuestro Padre; por las
pado de la eterna bienaventuranza. leyes justas impuestas por el supe-
104. En ella tenemos doctrina y rior, por la salvación de las almas»
OBRAS DEVOTAS. PRECES Y ORACIONES GENERALES 521
premio de ese obsequio, bien para te, Rey de los cielos; no te olvi-
satisfacción de la mala voluntad. des, empero, de esta tierra tuya a la
121. Si hicieres escarnio de tu cual te hizo bajar el amor inesti-
prójimo, escarneciste a Cristo; si mable que nos tienes. Tú, desde ese
no lo beneficiares, si no le ayuda- lugar, a nosotros, miembros tuyos,
res, si no apartares de él la injuria nos das esperanza de que podremos
en cuanto esté en tu mano, si no llegar a esa mansión a que Tú fuis-
le consolares, te has olvidado de sublimado. ¡Oh fortaleza y defen-
te
Cristo. Si le afligieres, si le vejares,
sa nuestra! ¿Quién ya podrá dañar-
si le golpeares, pusiste a Cristo en nos, confiados como estamos en Ti?
la Cruz. ¡Desventurados los que no te co-
122. Esas crucifixiones morales nocen; felices los que siempre te
deben sernos amarguísimas y llora- contemplan! Bienaventurados los
das con verdadera contrición. Ellas que te conocieron acá abajo en los
son nuestra ruina, como la primera días de tu carne mortal; pero más
fué nuestra salud. Conviene temer- bienaventurados los que en el cielo
las y precaverlas. te ven y te verán reinando en los
123. Y lamentarlas cuando acon- mejores bienes de tu Padre. ¡Oh
tecen, y no con lágrimas hipócritas, amor y delicias del linaje humano,
y poner inmediatamente un cuida- oh nuestra única confianza, tóma-
do muy celoso para que resucite en nos en tus brazos; danos besos e
nosotros quien por nosotros fué infunde tu espíritu en nuestros pe-
puesto en la Cruz, donde volvió a chos; haz, para nuestro consuelo,
padecer muerte. que tu recuerdo asalte a la conti-
124. Muera nuestra carne en nua nuestras mentes. Levántanos
1
píritu. En el frío nada vive, y vive tros ojos y levántalos a Ti; abre tu
|
to, que padeció tanto por nuestra cemos a Ti todas nuestras acciones,
salvación; si amáremos al prójimo, todas nuestras palabras, todos nues-
que nos representa a Cristo corpo- tros pensamientos.
¡
Otra
nosotros y nosotros en El y por El,
porque El es nuestra salud y nues- Apartas a Magdalena que no te
i
tra vida sin fin y nuestra bienaven- bese los pies, porque a su juicio
turanza eterna. todavía no estaba glorificada tu car-
ne y te buscaba vivo entre los
40. ANTE LA IMAGEN DE CRISTO muertos y para ella no eras igual
SALVADOR O REINANTE EN EL al Padre. Por esto no permitiste
CIELO que se imprimiese en tus pies un
« beso indigno de tu majestad. Tú
¡Oh Hermano nuestro, oh Hijo ya, para nosotros, Rey eterno de la
natural de aquel Padre de quien so- gloria, resucitaste de la muerte; ya
mos hijos de adopción por Ti, oh subiste a tu Padre y a nuestro Pa-
Cabeza de nuestro cuerpo: vérnos- dre; ya estás sentado a la derecha
524 JUAN LUIS VIVES. — OBRAS COMPLETAS. —TOMO 1
todas las cosas le fueron dadas por que no entiendes, atento siempre a
el Padre y nadie puede resistir su todo y esfuérzate por entender no
poderío. por curiosidad, sino por amar más
24. Ese es el Cordero degollado, ardientemente. El conocimiento es
digno de abrir el libro de los mis- el origen, y la causa de amar el bien,
terios, cerrado con siete sellos. Si Cristo no cesó de hacerte bien ni
25. Este es el león de la tribu otra cosa hizo mientras lo obraba,
de Judá, vencedor y triunfador de dime: ¿Cuánto cuidado es de razón
nuestro enemigo. que pongas en tu propio bien? El
26. Cristo, resucitando de los te hizo tan gran bien de obra: haz-
muertos, ya no muere, y la muerte le tú alguno de pensamiento; El,
ya no le dominará jamás; porque con el efecto; tú, al menos, con el
murió por el pecado, murió una so- afecto, y en tu tan gran bien sé co-
la vez; pero porque vive, vive para operador de Cristo.
Dios.
27. Aquí nos defenderá con su
42. AL MISTERIO DEL CUERPO Y DE I
fortaleza,y con su mansedumbre
SANGRE DE CRISTO
nos abrigará, y con su bondad nos
dará la bienaventuranza. Oh Memorial de una realidad que
¡
Todos nosotros somos deudores a to, con las cuales nos redimió y
Dios, hijos de ira y de castigo. Cris- nos libró de las cadenas de la muer-
to pagó por todos y satisfizo al Pa- te, restituidos a la primera inocen-
dre. Este sacrificio tan grande y es- cia, retornados a la vida. Prenda es
te beneficio universal incluido en un de su amor para con su Esposa la
misterio celebra cada día la Iglesia Iglesia. Nexo de mutua caridad en-
que, por otra parte, había de serle tre Cristo y nosotros que comemos
tan ingrata. También nosotros, con un mismo manjar, no tanto corpo-
espíritu de piedad y de gratitud, -
ral que por ser de materia endeble
acudamos a la rememoración de tan en breve tiempo termina su acción
gran bien y de alegría tanta; pero y se sale del cuerpo, como espiri-
puros a una cosa tan pura, a fin de tual, por el cual nuestros espíritus
que lo santo nos santifique, pero no se unen todo el tiempo que quieren.
nos manche. Todo lo que allí verás y Símbolo del cuerpo místico de Cris-
oirás es una representación de aquel to que es la Iglesia, en la cual ya
divino beneficio. ¡Cómo tu alma es nadie vive para sí. Como en el pan
526 JUAN LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. —TOMO I
quier otro alimento, no pones dife- 16. Veas, pues, de amar y de ser
rencia alguna. fiel;así retendrás y no de otra ma-
9. Pero si lo tomares como me- nera. Con tales estrenas se deleita
dicina, serás curado; sicomo salud, ese huésped, y con esos banquetes
serás salvado; toma, pues, antes en no se va.
tu espíritu que en tu paladar a 17. Cuán bien recibido conviene
¡
prometió: Como me envió el Padre, zón eres la más feliz y dichosa del
viviente, y yo vivo por el Padre, género humano, impétranos de tu
así también el que me come él mis- Hijo, que también nosotros perciba-
mo vivirá por Mí; quien come mi mos algún sabor de aquella felici-
carne y bebe mi sangre tiene la vi- dad que Tú bebiste con tan largos
da eterna. sorbos para que también converse
Cristo con nosotros y con su pre-
43. EN LA COMUNIÓN sencia continua nos defienda y nos
alegre.
Venero el Divino Sacramento y
doy gracias por el don que no tiene Otra
precio.
Tú sólo puedes purificarme; pu- Podemos nosotros concebir a Dios
rifícame porque no me dañe a mí espiritualmente y corporalmente po-
mismo, tomándote inútilmente. demos concebirle y parirle; pero es-
¿Qué cosa puede dañarme ya, con te privilegio fué sólo tuyo, ¡oh Vir-
el recibirniento de tal huésped? Cier- gen! Pero el que Tú corporalmente
to estoy que tengo dentro de mí el le parieses, demuestra con toda evi-
POETICON ASTRONOMICON
DE HIGINO <>
(15*7)
asientos de los dioses que lo contem- do a cada uno cómo le gustaban los
OBRAS FILOLÓGICAS. FÁBULA DEL HOMBRE 539
dioses restantes y que más que ac- otorgar al hombre. Así fué, que lla-
tor fuese espectador. Ya ella iba mado de escena el hombre fué
la
gozosamente a impetrarlo de su ma- introducido por Mercurio en la
rido,, cuando, en aquel preciso ins- asamblea de los dioses y declarado
tante, sale el hombre representando vencedor. Recibido en el recinto au-
al mismo Júpiter óptimo, máximo, gusto no por aclamación ni vocerío,
reproduciendo con admirables e sino con un silencio admirativo,
inenarrables gestos la efigie del Pa- descubierto todo el hombre, demos-
dre, pujando su cabeza por encima tró a los dioses inmortales que era
de la de los otros dioses menores, gemela su naturaleza. Esta natura-
penetrando en aquella alma región leza, encubierta por el cuerpo, tor-
luciente, rodeada de tinieblas, que na a ese animal tan vario, tan sal-
habita Júpiter, rey de los reyes y tador, tan revesado, tan pulpo, tan
de los dioses. Así que los dioses le camaleón, como habían visto en la
vieron creyeron, en su momentá- escena. En aquella ocasión, Júpiter,
nea turbación y sorpresa, que su que fué reconocido y declarado no
señor y padre había descendido a ya padre de los dioses, sino también
la escena. Mas luego, sosegados ya, de los hombres, congratulábase con
levantaban los ojos al trono de Jú- apacible y bondadoso rostro, con
piter por ver si estaba sentado allí unos y con otros hijos suyos y por
o había salido enmascarado para unos y otros hijos fué saludado y
representar alguna cosa. Viendo que adorado como padre, y con gusto
continuaba en su trono, volvían los aceptó el augusto nombre común
ojos al hombre, y luego los levanta- con que nosotros todavía, usando
ban a Júpiter de nuevo, pues con de ese grato apelativo, le llamamos
tal fidelidad y tal decoro represen- padre de los dioses y de los hom-
taba a Júpiter en su actuación, que bres. He de decir que cuando Mer-
ora miraban abajo, a la escena, ora curio entró en las moradas divinas,
miraban arriba hacia el asiento de llevando en sus brazos los despojos
Júpiter, por no alucinarse con la de la representación escénica, mi-
efigie e inequívoco remedo del his- ráronlos y remiráronlos los dioses
trión. De los mismos histriones con el interés más vivo, admiran-
húbolos que juraron que aquél no do y adorando la sabiduría y el
era hombre, sino Júpiter en perso- arte de Júpiter, puesto que los ha-
na. Esos obcecados expiaron tama- bía hecho no menos bellos que úti-
ño error con penas acerbas. Pero les para la eficaz y justa representa-
todos los otros dioses, por reveren- ción.
cia de la imagen fiel del padre de Alta la cabeza, alcázar y aula de
todos, decretaron con sus sufragios la divina mente, y en ella los cinco
para el hombre honores divinos e sentidos, puestos y compuestos así
impetraron del mismo Júpiter, su- para gala como para utilidad; las
plicándoselo la misma Juno, que ese orejas cerca de las sienes, ni col-
mismo hombre, que tan al vivo ha gantes por piel muelle ni tiesas con
representado las personas de los rigidez de hueso, sino una a cada
dioses y del mismo Júpiter, se sen- lado, redondeadas, de un cartílago
tase entre ellos. Concedió Júpi- sinuoso para que puedan recibir
ter a los dioses de buena gana ios sonidos que vienen de una y
aquello que él, por propio impulso otra parte y porque no penetren en
y mucho antes, había determinado la cabeza, deteniéndolos en sus ara-
OBRAS FILOLÓGICAS. FÁBULA DEL HOMBRE
] 541
y con qué arte y con qué gesto momento había sido histrión. Reci-
había figurado en el proscenio las bido por ellos con todos los honores
plantas, y las hierbas, y las bestias, e invitado a las primeras filas, toma
y al hombre, y a los dioses, y al asiento mezclado con ellos. De allí
mismo Júpiter, rey de los dioses. contempló los juegos, que siguieron
Habiéndoselo expuesto el hombre,
- con su ritmo acostumbrado, hasta
graciosa y elocuentemente, mandó que retirando la luz el mismo Apo-
Júpiter que de los relieves del ban- lo en persona, a ruegos de Juno
quete se le sirviera ambrosía y néc- (porque los mayordomos y restan-
tar. De buena gana, no pensando ya tes servidores, avisados de los coci-
en espectáculos, hicieron merienda neros, anunciaban estar la cena pre-
con él muchos de los dioses. Hasta parada), introdujo la noche. Así
ese punto se gozaban con el hués- que, encendidas las antorchas, las
ped fraterno o, mejor, con su con- hachas, los cirios, las arañas, las
ciudadano, quien después de aquel lámparas que los astros traían, fue-
trabajo de los juegos escénicos, re- ron admitidos a la cena opípara con
focilado con manjares celestes, ves- idéntico ceremonial que al almuer-
tido con una pretexta de púrpura, zo suculento. La misma Juno, per-
como los otros dioses, con una co- sonalmente, invitó al hombre, y el
rona en la cabeza adelantóse para padre Júpiter asintió, y del asenti-
ver los espectáculos. Levantáronse miento de su cabeza se estremeció
de sus asientos en honor suyo los todo el Olimpo, y así como había
más de los dioses, y otros, con mu- contemplado los espectáculos entre
cho agrado, le cedían su lugar, y los dioses mayores, así se asentó
aun algunos tirábanle de la veste entre ellos en el convite, volviendo
y deteníanle en su paso porque se a tomar la máscara que poco antes
quedase con ellos, hasta que el so- se había sacado, pues este honor
berano Júpiter ordena a Mercurio, se hizo a la máscara misma, ya que,
que le conducía, que le colocase en- puesto que tan bien se había aco-
tre los dioses principales en la or-modado a los usos de los hombres,
questa, los cuales lo recibieron co- se la consideró merecedora de la
mo una fina distinción. Tan lejos mesa de los dioses y del esplén-
estaban los dioses de la más alta dido banquete, y. comunicándole
jerarquía de hacer ascos y melin- sensibilidad, pudiese gozar de la
dres al hombre aue hasta hacía un eterna alegría del convite.
(i5i8)
A Antonio de Berges.
No quiero anticiparme a decir mu- mismo en que vivía era tenido co-
chas cosas que, por ventura, no mo una maravilla viviente en la
vendrían al caso, contentán- misma ciudad de Roma, cabeza en
dome, por lo que toca a mi trabajo aquella sazón del imperio del mun-
de expositor, con fijarme en tres do y madre y nutriz de las buenas
puntos: en el autor, en su obra y letras. Y esto hacíalo no ya sola-
en su materia, diciendo cosas que mente el pueblo, sino los caballeros,
interesen, agraden y que por su los senadores, Polión, Varo, Mece-
brevedad no ocasionen empacho. nas, Tuca, Cornelio Galo y el propio
El autor de la obra es Publio Vir- emperador Octavio Augusto, cosa
gilio Marón, aquel a quien los lati- que el mismo Virgilio insinúa en
nos conocen con el solo nombre una égloga bajo un transparente
antonomástico de Poeta, y se lo velo de alegoría. Alegoría rebosa,
atribuyen, no menos, que los grie- por otra parte, toda su obra bucólica
gos a Homero, quien, si tiene se- al decir: Títiro estaba ausente, y a
gundo, la estimación unánime le ti, Títiro, hasta los pinos te llama-
señala Virgilio, pero, más próximo, ban, y hasta las fuentes, y hasta los
como decía Domicio Afer, al prime- mismos arbolillos.
ro que al tercero. No fueron preci- Y si nos vaga recorrer las épocas
samente los siglos ni la antigüe- que le siguieron, no hallaremos
dad quienes le han granjeado tanta edad alguna, comprendiendo la mis-
admiración y gloria tanta, como a ma "nuestra, en la cual Virgilio no
otros muchos, sino su excelso in- haya sido tenido en la máxima ve-
genio, la inmensidad de su erudi- neración. Cayo Julio Higino, con-
ción, sus obras admirables y casi terráneo mío y que casi fué su con-
únicas. Y demuestra esta afirmación temporáneo, escribió comentarios a
mía el hecho de que en el tiempo su obra. Asconio Pediano, que vivió
544 JUAN LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. TOMO I
{¿Eneldos, 207.)
tre las fáciles hamadríadas. Tú
lib. I,
cantas los preceptos del viejo poe-
Y no es de admirar que ese mons- ta de Ascra: en qué campo verdean
truo envidiara la gloria de Virgilio, las mieses y en qué cerro verdean
porque tuvo envidia de todos los los agraces. Tú, en tu lira docta, ta-
hombres, vivos y muertos, y aun de ñes un tal canto como el propio
los mismosdioses. Las noches áti- Apolo, con su pólice sabio, lo arran-
cas, de Aulo Gelio, asaz indican ca de las cuerdas.
que en aquellos tiempos suyos, que Este ditirambo entusiasta es de
eran los de Nerva y los Antoninos, Propercio. ¿Y qué más, si en todos
no había ningún autor como Virgi- los tiempos se sacaban las suertes
lio que anduviese más en las manos con versos de Virgilio? A Elio Adria-
y en el gusto de todos. Y el émulo no tocóle esta suerte:
de Gelio, Macrobio, ¿qué otra cosa Quis procul Ule autem ramis insignis
es sino un pregonero de las alaban- [oVvce
zas de Virgilio? Y aun cuando, por sacra ferens? Nosco crines incanaque
amor de la brevedad, dejo pasar en [menta
silencio muchos esclarecidos testi- regís Romani primam gui legibus urbem
monios, con todo no puedo resist.r fundabit, Curibus parvis et paupere térra
missus in imperium inagnum (1).
la tentación de transcribir aquella
dulcísima elegía de Propercio en su (&neidos, lib. VI. 808-811.)
segundo libro. Acaso parecerá que
le profeso yo tanto afecto como le
A Alejandro, hijo de Mamea, en
el templo de Venus Prenestina, sa-
profesó Propercio, que, por un ligero
liéronle sorteados aquellos dos céle-
pretexto, hace una digresión e irrum-
bres hemistiquios
pe en entusiasta elogio de Virgilio:
Quien ahora suscita las armas del
(1) ¿Y quién es aquél, allá a lo lejos,
troyano Eneas y las murallas de su coronado con ramos
de oliva, portador
ciudad plantada en las orillas lati-
de sagradas ofrendas? Reconozco el ca-
nas. Abridle paso, escritores roma- bello y lia barba blanca del rey roma-
nos; escritores griegos, cededle pa- no que dará el primero leyes a la ciu-
dad y que de la ¡pequeña Cures y de un
(1) Endureceos y reservaos para la campo ruin se encumbrará a un impe-
prosperidad venidera rio soberano?
OBRAS FILOLÓGICAS. INTRODUCCIÓN A LAS «GEÓRGICAS», DE VIRGILIO 545
...Si qua fata áspera rampas, tu Marce- A Clodio Albino, Apolo de Bayas,
[llus eris... (1) le respondió:
Y como preguntase acerca de las
Hic rem romanam magno turbante tu-
artes que dan consistencia y nobleza [multu
a la vida, la suerte que salió fué Sistet eques, stemet Pcenos Gallumque
4sta; (; [rebellem (1).
[ ^bol-Dita 'foa cnu obcirMa '
(¿Eneidos, I, 282.)
Y mismos oráculos de
hasta los
los expresábanse en versos
dioses Adriano solía cantar, refiriéndose
virgilianos. Tal fué la respuesta que a Elio Varo:
se dió a Aurelio Claudio, quien, en el
Apenino, consultó el porvenir de su Ostendent terris hunctantum fata, r.e-
hijo, con aquel verso tan conocido: [que ultra esse sinent (3).
(1) Si alguna vez rompes los ásperos Y el viejo Gordiano, con acento
hados, tú serás Marcelo.
(2) Otros con mayor blandura tra-
bajarán el bronce y le infundirán alien- (1) Este, en la turbación de un gran-
tos de vida (así lo creo) y del mármol de tumulto, detendrá la caída de Roma ;
Virgilio ejerce sobre las almas vie- hados y el dios lo querían; recibid
ne de que sus versos tienen una esta alma mía y hacedme libre de
eficacia irresistible de enseñar, de estos afanes.»
deleitar, de conmover. Estas son las Y si por el deleite estético se va,
virtudes del orador soberano y ab- ¿qué se puede imaginar más delei-
soluto, con las cuales no solamente table que esa obra de las Geórgicas?
conduce a todos sus oyentes donde Con ello entro en la segunda parte
le place, quienes le siguen gozosos de mi esquema. Yo pienso que se
y embelesados, sino que también se le puede contar entre los más gran-
apodera de la voluntad de los rea- des poetas que en el mundo han
cios y los arrastra o los empuja. sido, siendo así que en sus tres
Virgilio, cuando narra, nos lleva a obras, Bucólicas, Geórgicas, Eneida,
un suceso actual y presente que ve- propúsose la imitación de los mayo-
mos con nuestros propios ojos; há- res poetas de Grecia, por no decir
celo con las palabras tan justas y hombrearse con ellos. En las Bucó-
eficaces, que por pequeña que sea licas no pudo conseguir el hechizo
la mudanza que en ellas se intro- de Teócrito, si bien no anduvo de
duzca no tienen aquella fuerza ni ello muy distante. En la Eneida lu-
la energía que puso en ellas el au- cha con Homero empeñando todas
tor. Séame lícito pedir prestado a sus fuerzas, y ora sucumbe a su ma-
Quintiliano aquello que dijo del Ho- jestad y a su augusto poderío, ora
mero griego, que yo no haré más contiende con pareja reciedumbre e
que acomodar a nuestro Homero iguala el epos griego con el suyo
romano: «A ése nadie le ganó en latino, y, aun a veces, le supera,
sublimidad en las cosas grandes ni bien venciendo las gracias griegas
en las pequeñas nadie le llevó ven- con la gravedad romana o con una
taja en propiedad. El mismo es ale- más moderna invención, la rudeza
Ó48 JUAN LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. TOMO I
mera edad del mundo en su misma nes y el ominoso brillo de los come-
cuna y las edades sucesivas del cre- tas tintos en sangre. El favor frágil
ciente orbe tierno, viviendo esta vi- y el populacho, indócil en mante-
da, vieron pasar una existencia, to- ner fidelidad al poderoso, colocan,
da inocente y tranquila. Esto es un a quien el aura popular encaramó,
gran indicio de que su guía fué la en un trono caedizo; ni la púr-
Naturaleza, maestra del vivir para pura que hace alarde de sus ha-
aquellos hombres primitivos, pues ces vanas le trae bebiendo vientos;
no pudieron tener otro que les en- no tiene pavor de su propia concien-
señase, sabiendo que la labranza es cia ni siente miedo de cualquier
la inicial y más verdadera ocupa- ruido ni en su pecho muerde con
ción del hombre y su primordial callado diente la culpa roedora...»
ejercicio, gracias al cual pueda vi- Estas y otras cosas pertinentes
i
FIN DE LA
«INTRODUCCIÓN A LAS «GEÓRGICAS»
DE PUBLIO VIRGILIO?)
ALMA DEL ANCIANO
(ANIMA SENIS)
COMENTARIO PREVIO
AL TRATADO DE CICERON INTITULADO
CATON EL MAYOR
O SEA EL
LIBRO SOBRE LA VEJEZ
(1518)
Antes que empiece a explanar el 1 con sus ojos físicos algo como el
Catón, de Cicerón, voy a des- j
espectro de aquellos objetos en que
cribiros con todo el primor que piensan. Empezó, pues, aquella al-
pueda el Alma del viejo, en la forma ma a platicar conmigo de hechos
en que poco ha se me apareció, no remotísimos, ya puestos fuera de
menos maravillosa que donosa y la memoria de las gentes, con un
apacible. Como desease yo muchas vocabulario inculto, hórrido, arcai-
veces, aun cuando no soy viejo, ver co como el de Apio, Livio Andró-
el alma de un hombre viejo porque ¡
nico, Ennio, Nevio y Plauto. Este
por algún resquicio pudiese yo con- lenguaje harto daba a entender que
jeturar cuál sería yo mismo una mi colocutor hablaba del otro lado
vez llegado a aquella edad, si la del sepulcro. Yo le pedí que pusie-
voluntad de Dios me permitía lle- se moderación en aquel léxico anti-
gar a ella, y pensando yo conmigo cuado y me refiriese qué eran y qué
mismo algunas veces en ella con significabanaquellas pinturas que
harta seriedad, he aquí que me pa- la paraban tan hermosa.
reció ver algo así como una som- —Mucho me maravillo—respondió
bra, la cual preguntada por mí, el alma—que ignores todas estas
respondióme ser el alma de un vie- cosas que me preguntas es que
(si
jo. Yo me explico aquella aparición sabiéndolas no afectas ignorancia),
por el fenómeno que diz que expe- ¡
puesto que te jactas de saber tanto
rimentan los sabios, quienes por el |
y tanto de Aristóteles, cuando to-
ahinco de su atención imaginan ver |
das ellas, en varios y excelentes es-
554 JUAN LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. TOMO I
daron con un cuadrante! ¿Qué ne- veen de plumas de ave, bien así co-
cesidad hay de más ejemplos en un mo los monteros se visten con una
punto que, si alguno lo ignora, es piel de ciervo. Desvergonzada soy,
fuerza que ignore también la con- porque me persuado que ninguna
vivencia social y la universal expe- de las cosas que hago parecen mal
riencia? A ese tal le bastará con y desdicen de mi edad. De ahí que
advertirle recordándole aquel pro- con frecuencia prefiero lo útil a lo
verbio tan vulgar entre vosotros: honesto. Ya no me queda esperan-
Tras el avaro guardoso, el heredero za porque ya vi por mis propios
manirroto. ojos, según dice Virgilio, cómo por
También, por aquella falta de ca- ley del hado empeora toda cosa y
lor que dije, soy medrosa por natu- con desvio se vuelve atrás. Vivo
raleza, recelosa y dispuesta siempre más de recuerdos que de esperan-
a evitar todo lo que ofrezca asomos zas, pues la vida que se me reser-
de peligro y no me expongo a ries- va es breve y es mucho ya lo vivi-
go alguno por pequeño que sea, y do, pues la esperanza, como sabes,
mi madre puede estar muy descan- se nutre del futuro y la memoria
sada de mí: La madre del miedo- rumia lo pasado. Por eso me vuel-
so— dice el vulgo no acostumbra vo mucho más locuaz que no lo fui,
llorar. Y toda esta frialdad procede porque, con el placer que tomo en
del enfriamiento del cerebro; causa recordar la vida ya vivida, cuento
es ésta también que hace tímidas a con perseverancia insistente lo pa-
las mujeres. Por esto, cuanto más sado, como pienso que del viejo
me inclino a las andas y de más Néstor lo habrás leído en Homero.
cercame asomo al sepulcro, tanto Perdieron ya su hervor las pasio-
más me torno ávida de vida y de nes primerizas que como yo mismo
sociedad. Persiste siempre el deseo han envejecido. A pesar de todo, la
de las cosas ausentes y, de una ma- avaricia y el ardor de poseer han
nera especial, de aquellas que, ca- renacido y se han rejuvenecido en
tadas, no parecieron sabrosas. Ese mí, pues como dice en Terencio
temor y mi ingénita pusilanimidad aquella Mición: Los que somos vie-
me han hecho, más de lo razonable, jos para todo lo demás 'somos más
aficionada a regañar, a quejarme, sabios por la edad; sola esta falta
a demandar en justicia, pues se me trae consigo a los hombres la ve-
antoja que todo el mundo hace des- jez: que todos somos más codicio-
precio y burla de mis canas, cosa sos de la hacienda de lo que con-
que yo soporto con el mal humor viene...
más desabrido. Al mismo tiempo, No tengo yo las ubres de la ca-
cuando se alaba una cosa, yo la ala- bra Amaltea de donde se pueda or-
bo en exceso, y cuando una cosa es deñar, ni como dicen, leche de ga-
vituperada, yo encarezco el vitupe- llina. Antes la exprimirán de una
rio, delante de aquellos, especial- roca. Despensera soy, no refitolera.
mente, de los cuales yo pienso que Una piedra pómez no es más seca
reportaré alguna ventaja, y cambio que yo; lamento tener que tirar
de gesto y de lenguaje (como aquel el agua cuando me lavo. Eso mis-
Guatón de la comedia de Terencio) mo hace mi nieto, aquel Euclión
al menor guiño de un bienhechor. de Plauto, que no te dará aunque
Los paranceros y cazadores reme- se la pidieres el hambre para que
dan el canto de las aves y se pro- la satisfagas; el mismo que con los
556 JUAN LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. TOMO I
tra vaya precedida de un quizá, que saber que el Imperio romano se ex-
:
que me he propuesto seguir. Aún mero de los años; las canas son el
tenía que hablarte de la nobleza del buen juicio del hombre, y la sazón
alma del viejo; ahí tienes en cifra de la ancianidad es la vida inmacu-
lo que quería decir: lada. Y el mismo dice que esa au-
No creas que ni el número de los gusta ancianidad es la corona de la
años ni la blancura de las canas dignidad que se hallará en los sen-
confieran a los hombres gravedad deros de la justicia. A eso aludió
ni autoridad, ni por esas exteriori- aquel predicador cuando dijo que
dades han de ser juzgados viejos, la corona de los viejos es la mucha
sino, en primer lugar, por su copio- doctrina y que su gloria es el te-
sa y sazonada experiencia, y luego mor de Dios. Por todo lo cual, la
por la serenidad de su memoria, por vejez de costumbres puede hallar
560 JUAN LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. TOMO I
se aun en los niños, como muy ra- na tez que tuve cuando era mozo,
zonablemente afirma San Ambrosio, y las mejillas caídas y las arrugas
e igualmente la inocencia de los tales, cuales las tiene la mona qué
niños puede hallarse en los an- ha parido mucho y es ya vieja,
cianos. rasca en la cara, vieja y arrugada,
Y siendo esto así yo compuse a donde Tabraca descubre sus bos-
mi hombre de tal manera que haga ques sombríos.
cuenta que la lujuria es el más feo Me figuro que habrás visto her-
de los vicios; que no ande en pos mosos y atléticos mancebos ;
pero
de los placeres, que de cada día se dime: ¿igualarías sus fuerzas y su
torne más apacible y mejor, en acer- robustez a las mías, por no decir si
cándose a los arrabales de la juven- las preferirías? Pues por lo mismo
tud, no sea que, como aquel viejo que yo tengo más prestancia corpo-
verde de Plauto, tenga que oír este ral, por eso mis fuerzas y mi her-
reproche: Convendría ya que esta mosura tienen ventaja sobré sus
tu edad estuviese limpia de esas la- músculos y su piel lucia. Empero,
cras. tú y los otros jóvenes como tú,
Y porque sepa también que a él cuán dichosos seríais, ¡oh dioses in-
le acontece lo que cuentan del ibis, mortales!, si a esa lozanía de la
ave gitana, que, eliminando en su edad, a esa fuerza y reciedumbre
vejez ciertos humores superfluos y físicas añadieseis también ese vigor
purgada de cierta asquerosa flema, espiritual, esa robustez, esa sabidu-
exhala de su boca una fragancia ría que yo tengo. Con todo no pen-
como de sustancias aromáticas ma- séis que ello sea difícil de hacer,
jadas en el mortero de un perfumis- pues nada es más hacedero que lle-
ta. Así también, ese viejecito mío gar ahí con estudios bien orienta-
que renunció al amor y a las otras dos, con costumbres muy compues-
intemperancias, no cabe duda que tas, puesto que los vicios y las vir-
huele suavísimamente. Dichosa edad tudes, así en la mocedad como en la
que, en acercándose, expulsa todas vejez, en las costumbres se vincu-
aquellas pasiones que en la juven- lan, que no en los años.
tud repruébanse acerbamente. Dis- ¿Quién hubo más grave, quién
minuya enhorabuena los trabajos hubo más formal que el más joven
del cuerpo, mientras acreciente has- de los Catones? ¿Quién más ancia-
ta el máximo los del alma. Porque no que Escipión Emiliano, aun an-
la tarda senectud no debilita las tes del consulado que desempeñó
fuerzas del espíritu ni trueca su vi- siendo muy joven? ¿Quién más
gor, como dice Virgilio. Ni tampo- cruel que Mario y Sila cuando vie-
co porque la vejez inerte ayude su jos? ¿Qué cosa más fea y más obs-
paso con un báculo y como se lee cena que la lujuria retardada de
en Ovidio, alivie sus miembros con Tiberio César, viejo chivo? ¿Quién
cayados, no le pese de sus lentos más inepto y majadero que Claudio
años seniles cuando adquirió tanto César, cuando ya era sexagenario,
vigor espiritual. Mírale a él, a ese contra quien un grieguecillo insig-
viejecito mío, y repara luego en mi nificante disparó aquel dicho vene-
belleza rutilante aunque tenga fea noso: Y tú eres viejo y eres tonto.
la cara y quebrada la color y no No hay duda, pues, que las costum-
semejante a lo que se solía; el pe- bres no son producto de la edad, si-
llejo arrugado, en lugar de la bue- no de la crianza, del hábito del ca-
\
OBRAS FILOLÓGICAS. ALMA DEL ANCIANO 561
(i5i8)
parte de escritores se decide por ad- vocación fué hallar estas sagradas
judicárselo a Feaco de Samos, cuyo verdades y escalar las moradas ce-
conciudadano Pitágoras demostró la lestiales. Es de creer que tales al-
naturaleza de la estrella de la tarde mas, más altas que los vicios y los
y verificó la identidad del Héspero humanos azares, levantaron sus ca-
y del Lucífero. Cleostrato descubrió bezas. Ni Venus ni el vino quebran-
los signos del Zodíaco y primera- tó los sublimes pechos, ni el tráfago
mente el de Aries, por el cual los del foro, ni el trabajo de la milicia,
entendidos en astrología sacan sus ni la liviana ambición, ni la gloria
066 JUAN LUIS VIVES. OBR,AS COMPLETAS. TOMO I
mo Osiris y Serapis es Apolo, iden- der, nada cuenta ni pesa nada. Bus-
tificado con el Sol. canse con desalado afán muchos
Por más que Pitágoras de Sanios, placeres corporales, pero de ellos no
y Empédocles de Agrigento, y De- se puede gozar si el cuerpo no está
mócrito de Abdera, no estuvieron sano; con idéntico afán se buscan
del todo ayunos del arte de la me- los placeres del espíritu, pero tam-
dicina, ninguno escribió de ella an- poco se pueden gozar si el espíritu
tes que Hipócrates de Coos. Dejo de no está sano. Entonces sentimos lo
lado la suposición de que Esculapio, que esa salud doble tiene de placer,
hijo de Apolo, escribió un libro in- cuando el sentido y cuando la men-
titulado Navecilla. Mas el mismo te, que es su juez, viviente, sincero
Hipócrates enriqueció la medicina e insobornable discierne cuánta di-
con maravillosas aportaciones, y, ferencia Vct entre una de estas dos
empezando por las heridas, amplió cosas y su contraria. Y si con gran
el socorro a las restantes enfermeda- empeño y con prolijo cuidado y a
des y le ilustró con un discurso cla- través de tantos peligros, y aun de
ro y copioso. Y no es de extrañar, muertes, andamos a caza de rique-
puesto que oyó con suma atención zas, de placeres y de otra suerte de
a Georgias Leontino y a Pródico de infinitos pasatiempos, ¿quién duda
Quíos, los más grandes retóricos de sino que primero se ha de buscar,
su tiempo. Siguieron sus pisadas en y procurar, y acarrear, y retener
esa misma arte los famosos Diocles aún con afán más acuciante y vivo
de Cares, inferior a él de muy poco la salud, que si se perdiere la res-
en edad y en celebridad, Praxágo- tituye el arte médica, y tras de ha
ras, Crisipo, Herófilo, que fué el pri- berla restituido la consolida y la ro-
mero que hizo algunas observacio- bustece?
nes acerca de la pulsación de la Mas así como el alma es más ex-
arteria, el crotomata Alcmeón, Eu- celsa, más divina, en una palabra,
doxio de Cnido, adscritos todos ellos que el cuerpo, pues en la tierra no
a la escuela pitagórica. Y todos hay ser más excelente que el hom-
ellos en su tiempo fueron tenidos bre, y en el hombre nada superior
en mucha prez y estima y amplia- al alma, por esto su salud es muy
mente subvencionados por grandes mejor que la salud del cuerpo, y la
príncipes. En pos de ellos vino Eri- medicina del alma muy mejor que
sístrato, nieto de Aristóteles por su la medicina del cuerpo. Y si los des-
hija, quien por sus experimentos cubridores de la medicina corporal
fué llamado empírico, y a quien fueron en la antigüedad tenidos y
Ptolomeo, por haber curado a su venerados por dioses, ¿cuáles debe-
padre, Antígono, le galardonó con mos pensar que son los inventores
cien talentos. de la medicina moral y con qué ho-
Y de esto ¿quién hay que se ma- nores es razón que los veneremos?
raville? Dos son las cosas que con Estos son aquellos que para los ne-
preferencia a todos los bienes del gocios familiares y los negocios pú-
mundo piensan los sabios que de- blicos, para los pueblos y para las
ben ser deseadas y aparejadas, es, naciones, excogitaron y promulga-
a saber: una mente sana en un ron leyes muy saludables y santas.
cuerpo sano. Con mala salud física, Gracias a ellas cada cual vivió per-
con deficiente salud moral, todo lo petuamente en sabrosa quietud y
restante: opulencia, riquezas, po- paz, en tranquilidad apacible. A
570 JUAN LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. TOMO I
dequiera, siendo por unánime con- den de Carnéades, que fué un po-
sentimiento y aprobación el más lemista muy agudo y sutil, y los
sabio de los mortales, a pesar de to- intermedios son hechura de Arcesi-
do afirmó su ignorancia respecto de lao, sucesor de Crates. Toods éstos,
todo aquello y no saber, en absolu- aunque de muy lejos, remontan su
to, más que esto. Así lo hizo Sócra- ascendencia a Platón y a Sócrates,
tes para que los restantes mortales, padres de su linaje, continuando
con todo el peso de su autoridad y sus enseñanzas como por sucesión
con su responsabilidad enorme, hereditaria, puesto que de los anti-
desahuciando la ciencia de los arca- guos provienen los medianos, y de
nos de la Naturaleza, se aplicasen éstos nacieron los modernos. Por
totalmente a componer sus costum- esto Cicerón reconoce no tres Aca-
bres, lo cual, siendo y todo muy demias, sino que las funde en una
hermoso, no es tan hermoso como originaria de Sócrates, tomada por
saludable y necesario. Por esta cau- Arcesilao, confirmada por Carnéa-
sa, puesto que este varón divino des. Del mismo Sócrates, padre de
emitía esta sentencia, fué tenido esa generación, proceden los estoi-
con mucha ventaja sobre los otros cos, filósofos no oscuros, a quienes
por el más sabio de toda Grecia. dió nombre la stoa, que es un pór-
Escindióse más tarde el estudio tico donde acostumbraban filosofar.
de la filosofía en varios digamos Este pórtico fué llamado Pecil, no-
partidos o facciones, a manera de table por una pintura que repre-
arroyos emanados de Sócrates, co- sentaba a Milcíades y la batalla de
mo de un augusto y sagrado manan- Maratón, y ennoblecido por aque-
tial. Unos filósofos llamáronse dog- llos filósofosque comenzaron a lla-
máticos porque enseñaban y asegu- marse zenonios por el padre de
raban algo firmemente. Otros, por aquella familia, Zenón Citieo, émulo
su lado, que no aseguraban nada, rabioso de la rigidísima virtud so-
refutaban las opiniones de los otros, crática para quienes no había bien
cosa que hizo el propio Sócrates, co- sumo fuera de la santidad, de la
sa que hizo también la nueva Aca- inocencia, de la virtud consumada
demia, cuyos jefes fueron Lacisdes y perfecta, ni había mal extremo ni
y Carnéades. Para ellos compren- extremada miseria fuera del vicio.
der las cosas no es posible y, por en- Del sabio estoico hacían una roca
de, que nadie, con razón, pueda afir- insensible por su increíble firmeza
mar o saber nada, ya por la misma y la radical extirpación de sus pa-
dificultad de las cosas, ya por la siones. Admirable sabio el sabio,
imbecilidad y niebla cerrada de nues- estoico, a mi entender, o, mejor
tros entendimientos. Otros, ya quisie- dicho, divino, si es que jamás entre
ron llamarse platónicos, del nombre ellos se dió un ejemplar cumplido
del maestro; otros académicos, bro- que refiriese todas sus palabras y
tados de la misma fuente, del nom- sus acciones todas exclusivamente
bre de la Academia que era un a la virtud. Una vez que la hubie-
gimnasio o escuela en los arraba- re alcanzado, persuádase de que,
les de Atenas. De académicos hubo por fin, va a vivir bien y felizmen-
no ya una sola rama, sino tres, co- te y que no será menos feliz si es
mo familias, digamos. Algunos son atormentado en el ecúleo o en el
de los viejos, engendrados por Pla- toro de Fálaris como si pasa la vi-
tón y Jenócrates; los menos proce- da disolviéndose en goces y rega-
574 JUAN LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. TOMO 1
poética, dos obras tiene de retórica mo los pueriles anserem canis o asi-
y una de arte poética. Si se pro- num homo. Mas, en Aristóteles,
pone introducir norma y compostu- ¿qué hay que no esté puesto muy
ra en sus costumbres, preparados en su punto? ¿Qué hay no expresa-
están sus veinte volúmenes de ma- do por sus nombres verdaderos y
terias morales. Si hay que gobernar precisos? Nuestra desidia, creedme,
la república o la casa, para ese fin y nuestra ignorancia de las letras
están escritos los ocho libros de la griegas, nos dan la impresión de
República y los dos del régimen do- que Aristóteles, en algunos pasajes,
méstico. Y si alguno me preguntare habló con oscuridad. Es mucho más
de qué manera se da toda esta gran abierto, mucho más claro, mucho
diversidad de preceptos: si con más diáfano el griego nativo de
avaro laconismo, como algunos hi- Aristóteles que el latín de su intér-
cieron, de forma que no se puede prete, pues éste, cuando se esfuer-
saber casi nada de aquella materia za por reproducir cada una de las
acerca de la cual se dan, o bien me- voces griegas por otras tantas la-
tidos en una cerrazón de palabras tinas, titubea, invierte, oscurece,
caliginosas y envueltas en una re- confunde la dicción y el sentido. Lo
cia corteza o sumergiendo como en que en griego está dicho bellamente,
un mar profundo cosa de que tra- no siempre puede decirse bellamen-
tan para que el ingenio del lector, te en latín con el mismo orden, con
si no es un ingenio verdaderamente la misma figura, con iguales nom-
divino, no pueda penetrar en su sen- bres; y al revés. ¿Quién ignora que
tido y en medio de noche tan ne- este fenómeno ocurre en todas las
gra sea menester una gran antor- lenguas? Cada idioma tiene sus par-
cha (o como decía Sócrates, en pié- ticularidades y sus figuras respec-
lago tan hondo, Delio, el nadador), tivas;:- ;.'•••«•'.
9b atb
'
que luego de haber dado unos pa- Pero, para seguir en lo que iba
sos avante no sienta cómo las ti- diciendo de los peripatéticos, nada
nieblas le ahogan, cosa que los an- hay que se refiera al conocimiento
tiguos de propia confesión hicieron, de las cosas, a los contentamientos
576 JUAN LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. TOMO I
recolecciónde los frutos del oto- hacía en una tan nutrida concu-
ño, y conocer no sólo el momento rrencia y variedad de hombres. Por
en que se producirán, sino las todo eso que os he dicho, ya veis
causas que las producirán? ¿Qué cuánta utilidad y cuánto fruto se
cosa más hermosa que ésta? ¿Qué sigue de la filosofía. Veis cómo gra-
puede imaginarse más digno de ad- cias a ella el hombre, que era un
miración? Y que mientras los de- esclavo abyecto de la Fortuna, ir-
más hombres, como las bestias,* no guiéndose por encima de la Fortuna,
levantan sus ojos del suelo, tú solo se reincorpora a su ciudad y a la
verdaderamente tienes la frente al- solidaridad de su nacimiento. Y lue-
LUIS VIVES. — 19
578 JUAN LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. TOMO I
mano tiene siempre en la boca, la que sin las restantes cosas el hom-
que en todo tiempo ha sido blanco bre siempre es hombre; sin la filo-
de sus anhelos, la razón y el cami- sofía es una bestia fiera y no un
no que conduce a aquella vida infi- hombre. ¿Y todavía hay quien va-
nitas veces mejor, la vida eterna, cila consagrar a esa sabiduría, a
en la cual el espíritu de divino ori- ese bien tan grande y tal que ape-
gen, que no conoce ni decrepitud ni nas Dios puede dispensar a los hom-
muerte, suelto de las cadenas de ese bres dádiva más grandiosa, más
cuerpo oneroso, torna con soberana excelente, más excelsa, consagrar,
felicidad a su asiento original y a digo, toda entera su vida que no le
las conocidas estrellas. Váyanse fué dada para que la malgastase y
ahora aquellos otros y comparen, consumiese, sino que se le prestó
si les place, todos sus placeres bru- para una ganancia inmensa? ¿Que-
tales con el más chico deleite de da alguno que viendo esto no pre-
esta filosofía. Digan enhorabuena fiera vivir en su compañía días muy
que las riquezas son muy útiles a contados, a vivir sin ella, años lar-
la vida humana, siendo así que sin guísimos, acompañado, además, de
ellas se viviría mejor y sin los dog- riquezas cuantiosas y de incalcula-
mas filosóficos ni vivirse podría. ble poderío? Un día solo vivido
Afirmen, si les viene en talante, bien y con sujeción a sus precep-
que para el hombre hay cosa más tos, debería anteponerse a toda la
necesaria que la filosofía, siendo así inmortalidad. .
(i5i9)
LA FUGA DE POMPEYO
esclavos? ¡Oh Príncipe de este or- mía! ¡Varón soy yo en quien no ha-
be!, ¿parécete ello cosa digna? ¿Qué cen tanta mella los azares de la ad-
maldad es la mía tan grande que versidad! Tú eres mujer y tal mu-
teniendo el mismo Amidas casa jer, de abolorio muy esclarecido,
que puede llamar suya, donde ten- casta, pudorosa, hermosísima, no
ga sus dioses familiares, su mujer y solamente expuesta al ultraje, sino
sus hijos, Pompeyo no tenga una entregada a él como en oblación
cabaña que pueda llamar suya a bo- y siendo tales tus costumbres, aun
ca llena? ¡Oh pajaritos, oh ruiseño- la más liviana injuria será para ti
res, oh hormiguitas: vosotros te- no llevadera. ¡Ay de mí! ¡Y cuán
néis vuestros nidos; vuestras se- gran verdad es aquella que cuanto
guras casas soterrañas, apacibles, más cerca estuviste del fuego, con
jocundas, con vuestra pequeña pro- más prontitud y fuerza te quemas-
le, con todas las cosas necesarias te en él! Si fueras mujer de alguno
para vuestros usos, mientras que de los soldados de mi escolta, nadie
Pompeyo, que, poco tiempo ha, era tuviera por lícito atreverse contra
señor del Universo, ahora no tiene tu castidad. Ahora, siendo esposa
ni una casilla adonde pueda enviar del caudillo de las huestes vencidas,
a la cuitada de su mujer. ¡Oh mi ¿quién hay que no crea serle per-
dulce Cornelia, honradísima, castísi- mitida cualquiera osadía que contra
ma esposa: ¿por qué mereciste tan- ti se permitiere? Y aun cuando el
to mal de los dioses que te obliga- ejército tenga cuenta con el respe-
sen a tomar tu parte de esta tama- to que tú mereces, con el claro li-
ña calamidad mía? Nacida en el li- naje del cual desciendes, y con tus
naje y en la familia de los Escipio- virtudes grandes y ejemplares, Cé-
nes, llevada por tu matrimonio a sar mismo no tendrá a tu cuerpo
la opulentísima casa de Craso, aho- por la más ínfima de las presas en-
ra, dejando allá lejos a tu patria, tre tod^as las otras de toda esta gue-
tu casa, tus penates, los sepulcros rra. ¡Ese César (por no decir otra
de tus mayores, veste forzada a se- cosa) tan impuro y feo, adúltero de
guir, desterrada, al desterrado; fu- todas las matronas romanas! Si hu-
gitiva, al fugitivo miserable, al
; biera yo roto pelea con Mario o con
agobiado de miserias. ¿Qué inicua Sila, la furia del vencedor hubiéra-
y envidiosa suerte; qué genio tan se encarnizado contra los hombres;
ímprobo y falaz unióte al gran pero la rompí con César, que pien-
Pompeyo con el señuelo falaz y ha- sa no menos haber vencido a las
lagador de honra grande? ¿Quién mujeres que a los varones. ¡Oh
no daba el parabién por haberte
te quién llevase esta embajada al ven-
unido en matrimonio con aquel va- cedor impío! Vencido has, ¡oh Cé-
rón cuyo igual no descubría el sol sar!, a Pompeyo contra todo dere-
desde donde nace hasta donde se cho y contra toda religión, puesto
oculta? ¡Ay mísero de mí; ay infe- que moviste guerra contra tu patria,
lice! ¡Cómo todas las cosas se tro- mientras que yo la defendía. Rué-
caron! Más ahora te valiera haber gote que no quieras que te sea líci-
quedado para siempre viuda de Cra- to hacer más que hizo Sila, Mario,
so o ser esposa de alguno de la mul- Ciña. Proscribe, mata a los hom-
titud de caballeros romanos! ¡Ay bres, pero perdona imbele sexo
al
de mí, Cornelia mía; cuánto me mujeril; muestra tu rigor contra
atribula más tu desgracia que la aquellos que desenvainaron su espa-
OBRAS FILOLÓGICAS. — LA FUGA DE POMPEYO 585
da contra ti; pero perdona a aque- ¿Con qué derecho, con qué ley,
llas que, no habiendo contra ti co- con qué ánimo declaras la guerra a
metido nada, quedaron huérfanas aquellos gracias a cuyos padres con-
de sus deudos, de sus parientes, her- seguiste vivir en paz? ¿Con qué ra-
manos, padres, hijos, maridos y de zón quieres que te sirvan aquellos la
todas las prendas más caras de su virtud de cuyos mayores hizo que
vida. Y si tus armas apuntaban a tú fueses libre? ¿Con qué intención
sola la cabeza de Pompeyo, que así armaste a tus legiones (por callar
como era mejor que tú en Roma todo lo restante) contra la patria,
así también te era mayor, ¡he aquí para cuya salud habían sido alista-
mi cabeza! Yo te suplico que ella dos (cosa que a ti debe serte más
sacie esta tu sed de guerra; que no entrañablemente querida que la vi-
se extienda más ni se propague más da) y por la cual te obligan a mo-
esta fierísima matanza: muera rir, si el caso lo pidiese, todas las
Pompeyo, hostia única por todo el leyes divinas y humanas? Porque
Imperio romano. ¿Me buscas a mí? — —
quisiste dices que yo .viniese a
Esconde, pues, tantas espadas des- Roma sin ejército. ¿Quién lo quiso?
nudas: una sola basta para esta El senado. ¿Quién te había propor-
garganta única. Ven, pues, acá tú cionado a ti el ejército? El senado.
mismo o señálame lugar donde quie- ¿Qué injuria tan grande es ésta, que
ras que vaya: iré sólo, sin armas, tú tantas veces recuerdas: la de
con la garganta, con el pecho, con que se te haya pedido lo que se te
el cuerpo desnudo; despójate de to- había prestado? ¿Pensabas, por ven-
da humanidad; hiere las entrañas tura, que se te había sido graciosa-
del marido de tu hija Julia; sufre mente regalado el ejército y no con-
que se mate al padre de tus nie- fiado y prestado temporalmente y
tos, a laesperanza de tu linaje; con- por un plazo prudencial, a saber:
tra mísólo muestre su fuerza la por el tiempo que le pareciere a
punta de tu espada. Permanezca quien te lo había prestado? ¿Qué
entera la República quede libre por
; motivo, pues, para quejarte, si te re-
ti la patria tuya, que, siendo libre, clama, cuando le parece bien, lo que
te engendró a ti libre. No quieras recibiste con la condición de que lo
que te sirva aquella a quien las le- devolverías cuando quisiera? ¿Y qué
yes de los hombres y las leyes de más, si ni siquiera el senado no te
los dioses te obligan a obedecer y mandaba que se lo devolvieras, sino
también a que admitas del ene- que, según la costumbre de los ma-
migo el consejo sano. No seas tan yores, vinieses sin él, como hom-
temerario que quieras vivir entre bre de paz, a pedir entre hombres
los Catones, los Escipiones, los Ser- de paz una magistratura pacífica,
vilios, los Casios, los Domicios, los porque no aterrorizases con tus ar-
cuales no solamente te quitarían a ti mas a la ciudad apaciguada e intro-
la vida, sino que aun despedazarían dujeses alboroto en nuestra quietud,
las entrañas de sus padres, por re- a fin de que fuesen libres los sufra-
cuperar la libertad. Dime, yo te gios del pueblo? ¿Y que no fueses
ruego, porque no es cosa de tratar tú solo quien, a fuer de tirano, te
siempre estos negocios con las es- mostrases armado entre los que sin
padas y con las armas, sino con pa- armas estaban, ni pidieses el consu-
labras y razones como cumple en- lado hasta que te presentases per-
tre ciudadanos; sonalmente, cumplidas ya tus fun-
586 JUAN LUIS VIVES, .
OBR AS COMPLETAS. TOMO I
flagicios? ¿Recibirán leyes de la ve- aquel día ante las legiones desple-
leidad de César, de su iniquidad, de gadas! ¡Oh, cómo esperaba que los
su furor, de la temulencia de Anto- dioses se condolieran y apiadaran
nio y de su codicia, de la liviandad del género humano, estando los dos
de Lépido, de la sedición y violen- campos en vista uno de otro antes
cia de Dolabela, aquellos mismos que se acometiesen! ¡Oh tú, Cayo
que dieron a todo el orbe las leyes Crastino, que fuiste el primero en
más santas? ¿Qué contento puedes disparar el arma contra nosotros,
tomar tú, ¡oh Autor y Padre del atorméntente para siempre en los in-
universo!, de ver una tan pujante fiernos los suplicios de Sísifo, de
República destruida y un tan sobe- Tántalo, de Prometeo, de Ixión, de
rano Imperio, abatido y echado por Sulmoneo y a una los suplicios de
tierra? ¡Oh supremo Gobernador todos ellos; a ti, cuyas manos fue-
del mundo! ¿No es posible que sea ron causa y dieron origen a tantas
mísero Pompeyo y salva la Repúbli- muertes! ¡Oh dioses inmortales, si
ca? ¡Oh Mario Catón! ¿No podrás todavía no tenéis asco y hastío del
recabar de los dioses, a los cuales es- linaje humano, compadeceos de la
tás cercano, que conserven al pueblo romana gente, porque con una sola
romano en su antiguo estado y dig- derrota no caiga en servidumbre
nidad y que persevere en sus vie- total. Compadeceos de mí, que aban-
jas huellas? ¡Oh Cneo Pompeyo! doné a Italia por no ver en trabajo
¿Dónde está aquella tu buena suer- a mi patria ni devastada por el pi-
te guerrera acostumbrada; dónde llaje ni abrasada por el incendio, de
aquellos ejércitos vencedores de Eu- todo lo cual yo la he librado con mi
ropa, Africa, Asia; dónde aquella huida y alejamiento con que yo sal-
disciplina militar; dónde las re- vé de una batalla infortunada a tan-
cias determinaciones tuyas y aque- tos miles de hombres, los cuales to-
llos ardides y estratagemas con que dos, si yo permaneciera en Roma,
domeñaste todas las tierras y los sucumbirían inexorablemente. Com-
mares? ¡Oh compañeros míos: con padeceos de mí, que a trueque de la
vuestros consejos y pareceres cuán- salud y felicidad del universo, re-
ta perturbación y miseria me aca- signóme a ser desgraciado, señero y
rreasteis! ¡Cómo habéis causado la solo; y que no quise que mi perdi-
perdición de todo el orbe! ¡Oh sol- ción se conjugase con la perdición
dados míos, oh senadores y reyes, del mundo. Si mi modestia, si mi re-
partícipes de mi adversidad, que en cato, si mi fe y mi lealtad no menos
trance tan contrario e inoportuno que vosotros todo el mundo los co-
pedíaisme la batalla: cómo sentí noce; si amé siempre a mi patria
que los dioses me engañaban! ¡Ca- con amor acendrado, si obedecí
llando entendí que me armaban ce- siempre al senado y a las leyes,
ladas grandes así a mí como al pue- mostrad vuestro poder en socorrer
blo romano! ¡Cuán triste agüero a este Imperio tan afligido, y luego
fué que habiendo yo nacido y ha- muéstrese vuestra divinidad en so-
biendo sido criado entre las armas; correr a mis cosas, ayudadme y fa-
yo, que tantas guerras hice e inter- vorecedme, si siempre de las armas
vine en tantas batallas que yo mis- volví a la toga si nunca menospre-
;
tes a los malos poetas, los cuales, obedeciese al senado y al pueblo ro-
habiendo terminado el primer acto manos? ¿Qué más tenía que hacer
muy bien, en el postrero decaen en la vida? ¿Acaso no se había
torpemente y en vez de cosechar mantenido bastante tiempo la for-
aplausos recogen, silbidos y mofas? tuna de mi grandeza? ¿Queríais lo
¿Acaso aquella calentura que yo tu- que ha ocurrido, que con la dema-
ve en Nápoles, de la cual casi morí, siada prolongación de mi vida ex-
no había de ser la fin de mi vida, perimentase por madrastra a la For-
aunque no de mi entendimiento? tuna, que me había sido antes en
iOh fea e infausta supervivencia todo madre muy cariñosa? Aunque
mía! ¡Oh próvida Naturaleza que te no hay alguno que crea tener yo
apresurabas a quitarme la vida mien- tan grande cuidado de mí mismo,
tras yo estaba en la cumbre de mi si- todavía la ruina y destrucción de
tuación, antes que se mudase mi for- tan gran Imperio y la libertad per-
tuna, cuando el morir hubiera sido dida me dan gran pena y me ator-
mi bien supremo y mi suerte buena mentan. ¿Que por haber sido ven-
¡Oh votos y ruegos en tan gran nú- cido una sola vez haya de ser toda
mero hechos por la salud mía y la mi posteridad puesta en servidum-
salud de todos! ¡Oh, cuánto mejor bre? ¡Oh romanos que después de
no me fuera morir entonces y sa- mí seréis en este mundo, si es que
lir de esta vida cuando mi renom- haya algunos, cómo podréis queja-
bre estaba en toda su entereza, ros de nuestra pereza y cobardía,
cuanta el hombre mortal puede al- que no pudimos conservar ni defen-
canzar, que vivir ahora con tanta der la libertad para dejárosla y en-
deshonra, huido, quebrantado, de- tregárosla a vosotros, cual la reci-
rribado, perdidos mis hijos y toda bimos nosotros de nuestros padres
mi casa! ¡Oh muerte feliz, que vie- y de nuestros antepasados! Los dio-
nes cuando la vida sabe más a mie- ses inmortales, si de esto tuvieren
les! Dichosa muerte la que viene
¡
alguna conciencia y sentimiento,
antes de ser deseada! ¡Oh muerte castíguente, ¡oh César!, según tú
venida en tal sazón, que te lo llevas mereces, pues fuiste autor de tanto
todo cuando ya no se puede desear mal y daño y se hayan conmigo de
algo mayor ni mejor! ¿Que que- la misma manera que yo me hube
ríais, amigos míos, que por mí os con toda la República y con to-
tomáis un interés demasiado agudo, dos los hombres. Entre tantos ma-
que yo hiciera más en esta vida? les como son los que yo padezco,
O ¿por qué queríais que yo me de- tengo por consuelo muy grande y
tuviese en ella más tiempo? ¿Espe- por testigo a mi conciencia, testigo
rabais acaso a que se creara un verdadero de mi ánimo, de mi con-
nuevo mundo, una Naturaleza nue- sejo, de mi determinación, de mi
va, a fin de que ganase yo nueva juicio, de mi razón, de mi sentir, de
gloria sojuzgando a mi patria? ¿Ha- mi causa, de mi voluntad, la cual
bía igualado yo las gestas de Ale- en esta triste y miserable guerra
jandro Magno, a quien el vulgo me me esfuerza a morir con gran áni-
asimilaba? ¿Había igualado yo el mo y confianza. Y aun cuando, co-
esplendor de los hechos de Hércu- mo la verdad y la razón nos man-
les y del padre Baco? ¿Había yo dan, no debamos trabajar en esta
conseguido que cuanto hay desde el vida, allende de no cometer cosa
nacimiento del sol hasta su ocaso que merezca culpa ni del varón en-
OBRAS FILOLÓGICAS. LA FUGA DE POMPEYO
] 593
tero se requiera otra cosa sino mos- navegaba yo con flotas y armadas
trar la voluntad santa y buena y el muy grandes, con victorias muy fe-
consejo de la virtud en todo lo que lices, emperador del mar espacioso,
fuere posible, esforzándonos por no con gloria increíble y que de infes-
faltar en lo mínimo a la hones- tado de piratas como estaba yo le
tidad. Yo no veo qué cosa pueda hice pacífico y seguro. Y aun cuan-
reprender en mí ninguno. Hice todo do sentirá todo el orbe esta fatali-
cuanto a un mortal le es hacedero. dad mía y esa pérdida universal,
Servido me he de la benignidad de servirá, al menos, este ejemplo mío
la Fortuna en lo que al bien de mi para que los hombres aprendan a
patria convenía, en cuanto a la mo- no confiar demasiado en las pros-
destia y a todas las otras virtudes peridades. ¡Oh príncipe del cielo,
pertenecía, y en lo que, para ayu- oh príncipe del mar, oh príncipe del
da y socorro de los buenos, era me- mundo, según cuyas leyes eternas
jor. Jamás hubo en mí señal alguna yo conduje siempre mi vida! Pre-
de insolencia. Mi buena ventura fué sente estoy yo, Pompeyo, pequeño
que me pude afanar siempre para si atendierais a las riquezas o al
que la Roma de mis amores, en re- poderío; pero si atendéis al alma,
poso inalterado, en paz olímpica, consciente de la vida vivida y dis-
fuese señora del mundo. Porque no puesto a hacer todo cuanta cosa
cayesen en la servidumbre de Cé- honesta y justa la virtud le manda-
sar hice la guerra civil, y en esa re, grande ciertamente, ciertamen-
ocasión la Fortuna volvióse contra te valeroso, no más pequeño con mis
mí, en una de sus veleidades acos- huestes derrotadas que cuando traje
tumbradas. ¿Qué debo hacer? Por a mi patria tres bien ganados triun-
ventura, ¿puedo yo dar a mis cosas fos. Y no mayor entonces ciertamente
un resultado feliz aun cuando haya que ahora en esta tan grande y pú-
puesto en esa empresa mi corazón blica calamidad mía. Aquí estoy
y mis fuerzas tantas cuantas tuve? ciego, envuelto en tinieblas, erran-
Esto me tiene maravillado y atóni- te, sin saber qué camino tome, sin
to y no creo haber sido hecho sin atinar dónde encaminaré mi fuga.
gran razón, por más que yo no la No pido de ti victorias y triunfos
alcance. Haber permitido el sapien-
¡ por haber domado diversas gentes y
tísimo Gobernador de todo este pueblos; no magistraturas ni fun-
mundo, justiciero y óptimo, que la ciones nuevas; no mandos ni ho-
causa mejor fuese vencida por la nores inauditos. Todo esto me lo
causa peor! Qué razón hubo para dabas a mí espontáneamente, tiem-
esto, Dios lo sabe. A mí, que tengo po atrás; no pido en mi muerte
la conciencia del amor filial mío aquellos plantos y alaridos del pue-
para con la patria; a mí, que tengo blo romano; no que el senado, en
la conciencia de que todos mis tra- sus hombros, traiga mis despojos a
bajos los asumí por la libertad y la la pira, ni que recoja mis cenizas,
salud del género humano, impónga- vestido con sus togas, desceñido,
me ahora mi fatal destino perder descalzo y lacrimoso no que todo
;
esferas, la una está ocupada del sones tan grandes y tan dulces que
planeta que vosotros llamáis en tie- arrobaban mi sentido. El Africano
rra Saturno; la que le sigue está me dijo:
poseída de la estrella errática y va- —Es éste un son hecho de in-
ga que se llama Júpiter, la cual es tervalos no iguales, aunque toda-
muy favorable y saludable al géne- vía están distinguidos por debida
ro humano. A la otra estrella que proporción de las partes excitadas
sigue a ésta la llamáis vosotros Mar- del impulso y movimiento de aque-
te, astro que relumbra con el sinies- llas esferas celestiales, y para tem-
tro resplandor del fuego; horrible plar y mezclar lo agudo con lo gra-
de ver y pavorosa para los que estáis ve, igualmente produce diversos to-
en la tierra. Tras ésta se sigue el nos. Y no puede ser que tales mo-
Sol, que está casi situado en el cen- vimientos se hagan sin algún rui-
tro de los otros planetas. El es el do y la Naturaleza permite que los
principal y el moderador de todas extremos de una parte suenen gra-
las otras claridades y estrellas; él vemente y de la otra agudamente,
es el alma, es decir, el poderío tem- por lo cual el supremo cielo donde
plado del mundo, y tiene tal gran- están las estrellas se hace con so-
deza que alcanza a cubrir y alum- nido muy agudo y sutil. Y el más
brar cualquiera cosa que sea. Des- bajo, donde está la Luna, se mueve
pués de él, síguenle como por tenerle con sonido muy grave, porque la
compañía otras dos esferas, una de Tierra, que es el nono globo, como
las cuales es poseída de Venus y la hemos dicho, es inmóvil y está
otra de Mercurio. Al último cielo, siempre puesta en lo más bajo de
que es el más bajo e inferior de todo y ocupando el medio de todo
todos, está la Luna, la cual hace el mundo. De la revolución de las
su curso tomando la claridad de los otras ocho esferas (entre las cuales
rayos del Sol. Desde este cielo de hay dos del mismo tenor) se produ-
la Luna hasta acá abajo no hay cosa cen siete tonos diversos y distintos
alguna que no sea mortal, caduca por intervalos; este número de
y sujeta a corrupción, sacando las siete es número y medida de todas
ánimas concedidas a los hombres las cosas. Imitando este son o tono,
por beneficio de los dioses. Desde la las gentes doctas, con nervios y
Luna para arriba todo es eternal y cuerdas sonantes, abrieron e hicie-
no puede ser acabado por corrup- ron camino para tornar a este lu-
ción. Cuanto a lo que toca a la Tie- gar, así como otros, dotados de ex-
rra, que es el nono globo que ocu- celentes y sutiles ingenios, estando
pa el medio y centro del universo, en la vida humana y viviendo en-
es, a saber, de toda esta máquina tre los hombres, pusieron su estu-
mundana, ella es inmovible y tam- dio y diligencia en las cosas divi-
bién está situada en lo más bajo nas. Llenos con este sonido, los oí-
de todo, y, naturalmente, a ella con- dos se ensordecieron. No hay en
curren todas las cosas graves y pe- vosotros sentido más boto que el
I
'
cé a preguntar qué eran aquellos ruido son todos sordos. Mas aquí,
OBRAS FILOLÓGICAS. — SUEÑO DE ESCIPIÓN 599
tan grande es el sonido del cielo sada y quemada del Sol. Allende de
todo, por la apresurada y forzosa éstas hay dos habitables, de las cua-
vuelta, que los oídos de los hombres les, la del Mediodía no pertenece
no lo pueden recibir ni abarcar, ni nada a vosotros; la otra es septen-
más ni menos que no podéis mirar trional, debajo el Aquilón, en la
el Sol de hito en hito, por su res- cual moráis. De ella yo te ruego
plandor demasiado, y los rayos de que mires cuán pequeña es la par-
él vencen vuestra vista y sentido. te que ocupáis. Toda la tierra que
Yo, aun cuando estaba espantado vosotros tenéis, angosta hacia los
de todas aquellas cosas, todavía ponía polos y algo más ancha hacia los
los ojos en tierra y la miraba mu- lados, no es sino una isla pequeña,
chas veces. Y entonces el Africano: cercada del mar, que vosotros lla-
— — —
Yo siento dijo que aún tie- máis allá abajo mar Atlántico y
nes ojos para el sitio y morada de mar Océano, cuyo nombre magnífi-
los hombres; es, a saber: la Tie- co promete grandes cosas cuando se
rra; la cual, si te parece pequeña oye, y a pesar de ello, tú ves cuán
(como en verdad lo es), no pongas chico es. Ahora, de todas estas zo-
en ella tu contemplación y, princi- nas habitables y conocidas, pregún-
palmente tu esperanza, sino en las tote si la fama de tu nombre o de
cosas celestiales, y como cosa ca- cualquiera de vosotros ha podido
duca que es, menosprecia todo lo llegar hasta el monte Cáucaso (que
mundano. ¿Qué gloria ni honra te tú mismo ves) o pasar este río Gan-
pueden acarrear las palabras de los ges. ¿Quién será que oirá hablar de
hombres? Ya ves cómo la Tierra no ti en lo que resta de Oriente o en
está pobladada sino en partes muy las últimas partidas occidentales, o
pequeñas, y que en ella no se vive en el Septentrión o en el Meridia-
sino en lugares ralos y angostos. Y no? Quitadas ellas, harto ves tú en
en esos mismos lugares ves cómo cuán angostos términos se podrá
hay, así como manchas, grandes so- dilatar y pregonar vuestra gloria.
ledades y desiertos; que los unos Y aquellos que de vosotros habla-
están lejos de los otros y tan apar- rán, ¿qué tiempo piensas que ha-
tados que lo que unos tienen no blarán? Cosa cierta es que, aunque
pueden comunicarlo a los otros; nuestros sucesores no desean más
que los unos están oblicuamente que comunicar a los venideros vues-
puestos; los otros, de través; los tras glorias y loores individuales
otros, derechamente, entre los cua- que habrán oído de nuestros ante-
les, ciertamente, vuestras alabanzas pasados; no obstante, por los dilu-
no pueden ser oídas. Por ello, no vios y los incendios que hartas ve-
habéis de esperar que ellos cele- ces suceden en la tierra y que es
bren vuestra gloria. Tú ves cómo fuerza que ocurran periódicamente,
la misma Tierra está como ligada nosotros no solamente no podemos
y ceñida de algunas zonas, de las adquirir honra ni gloria que pueda
cuales hay dos muy distantes y en- ser eternal y continua, pero ni aun
tre sí diversas debajo de los ejes por mucho tiempo duradera.
o polos del cielo de la una parte y ¿Qué hace al caso que hablen
de la otra, las cuales son comba- de ti los que en lo sucesivo nace-
tidas de tanta frialdad que ves que rán si los que con anterioridad na-
están heladas. Y la otra, puesta en cieron no hablaron de ti palabra?
medio de éstas, muy grande, abra- Estos no fueron más malos, sino
600 JUAN LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. .
TOMO I
muy mejores, principalmente que virtud, por sí misma y con sus na-
entre aquellos entre quien vuestra turales y dulces halagos, te traiga
gloria puede ser oída no hay nin- a la verdadera y perpetua alabanza
guno que pueda alcanzar la memo- y honra. Los que de ti hablaren al-
ria de un año. Es de saber que los guna cosa ellos mismos lo vean,
hombres miden y llaman, por lo co- puesto que es indudable que habla-
mún, un año solamente la revolu- rán; pero todo cuanto digan no
ción del Sol, es decir, de una estre- pasa los términos estrechos de las
lla, aunque, a la verdad, cuando to- regiones que ves, que inevitable-
das las estrellas fueren tornadas al mente lo limitarán, y nunca duró
lugar de donde salieron una vez, y perpetuamente referido a hombre
que por grandes intervalos hayan alguno, sino que se acaba y dismi-
hecho una descripción de todo el nuye inexorablemente, así por la
cielo, entonces se puede llamar ver- muerte de los hombres como por ol-
daderamente año donde todo se tor- vido de los que vienen después.
na y retorna; el cual no osó decir Acabó el Africano su razonamien-
cuántos siglos puede comprender, to, y yo le dije:
de aquellos siglos de cien en cien — Si es verdad, Africano, que
años que cuentan los hombres. aquellos que cumplen su deber con
Porque, así como en el tiempo la patria y la república tienen abier-
pasado se vió un eclipse y como un tos y aparejados el camino y el in-
colapso del Sol que parecía que ha- greso al cielo, es cierto que yo, aun-
bía acabado para los hombres, cuan- que desde mi juventud no me haya
do el alma de Rómulo se encum- apartado de la norma de vida que
bró a estos alcázares celestiales; hicisteis tú y mi padre, y que no haya
así, todas las veces que el Sol, de disminuido jamás la gloria que vos-
la misma parte del cielo y en el otros alcanzasteis, no dejaré con to-
mismo período de tiempo volviere das mis fuerzas de trabajar y hacer
a faltar, y que todos los signos y harto más de lo hecho por alcan-
estrellas habrán tornado al lugar zar el premio y galardón aparejados.
de donde salieron, entonces será El Africano me respondió:
acabado y cumplido el año; adviér- — Pon diligencia en hacerlo, como
tote que de este año aún no está dices. Quiero que sepas y entiendas
acabada la veintena parte. Por lo que no tú propiamente, pero que
cual, si tú tienes esperanza de tor- este cuerpo tuyo es mortal; porque
nar a este lugar, donde no falta co- tú no eres lo que muestra esta efi-
sa codiciadera a los hombres bue- gie material. El ánimo y el espíritu
nos y virtuosos, ¿en qué aprecio de cada uno ése es su propio ser
debes tener esa gloria que viene y no la figura que se puede mostrar
de los hombres, que a gran pena con el dedo. Sábete que tú eres un
puede alcanzar una muy chica par- dios. Si dios es aquel que tiene vi-
te de un año? gor, vida, vigencia; que siente y
Si quieres alzar los ojos en alto tiene memoria, que provee y gobier-
y contemplar esta eternal habita- na y guía el cuerpo sobre el cual
ción y bienaventuranza, no te ce- está constituido como maestro y
bes en las palabras de las gentes gobernador, ni más ni menos que
ni pongas tu esperanza en tus gran- Dios, el monarca soberano, gobier-
éesc hechos y en las alabanzas de na este mundo. Y así como Dios,
\ob hombres; es menester que la que es eterno, guía este mundo, que
OBRAS FILOLÓGICAS. SUEÑO DE ESCIPIÓN 601
(i5i9)
|
queño doctrinal para formación e
el que pueda o deba darles una sim- |
instrucción del perfecto príncipe. A
pie carta. A mí me impone una pesar de que la filosofía toda no
reserva pudorosa la consideración ofrece tarea más excelente y di-
de que hablo de mi patria querida vina que esta de dar educación po-
con un afecto tan entrañable como lítica a un gobernante, yo no bus-
el que tengo a mis amores más qué para ese tratado rótulos subli-
dulces y no quisiera que ese mi en- mes prometedores de grandes co-
comio entusiasta fuera sospechoso sas; llaméle Sueño, simplemente.
de jactancia. ¿Qué nombre más chico que éste?
Pero también a nosotros, v a la ¿Qué título más modesto? Como si
verdad en proporción muy crecida, dijere bagatelas, pues como baga-
se nos ha de dar el parabién por- telas doy todo cuanto pasa eri ese
que la suerte nos dió tal y tan gran Sueño, sin perjuicio de que algún
prelado que de él esperamos que lector se me enfade. Y lo que viene
gobernará aquella iglesia, con tal a continuación llámole Vigilia, que
acierto y tal eficacia de buen ejem- equivale a lucubración, título éste
plo, que a los ojos de la poste- que Bibáculo, poeta saladísimo, dió
ridad relumbre con mansos resplan- a una obra suya. Y en hecho de
dores de moderación, de doctrina, verdad, mucho tuve que velar y
de caridad, de santidad en suma. aun desvelarme en referir el famo-
Virtudes son todas éstas que yo no so Sueño ciceroniano, porque la va-
dudo que aumentarás en el gobier- riada y copiosa sabiduría que con-
no de nuestra Iglesia y ello con la tiene pide un intérprete comen-
ejemplaridad de tu vida, ya que no tarista con el seso bien avivado y
es posible que haya para tu clero despierto y que esté en su cabal y
ni mandato más eficaz ni encareci- sano juicio.
miento que más obligue. Pero digo- Entrambas obrecillas mías, con
te esto cara a cara, con no menos el mejor de los derechos, te las de-
empacho que te dije lo otro por dico a ti, ilustrísimo príncipe; en
recelo de que algún maldiciente me primer lugar, porque tú, por tu par-
acuse en aquello de jactancia y en te, que no será pequeña por cierto,
esto de adulación, con ser una co- contribuirás eficazmente a esa Edad
sa y otra por un igual de una reali- de Oro soñada, a esos esperados si-
dad evidente y tangible. glos dichosos que yo, aunque soñan-
Por todo esto es que yo, como do, anuncio al mundo y en segundo ;
mente responder que para que la cial que desertarán del comedor o
casa no deje de estar llena de tro- de la olla de su amo. Así también
pel y de bullicio, pues no hacen el Sueño consiente que su servidum-
más que entrar, salir, mirar y co- bre esté aposentada dondequiera
mer. De estos servidores, ociosos mientras no falte a la hora del ran-
atrafagados, tiene el Sueño muy cho. Algunos de sus servidores ha-
muchos en su morada espaciosa bitan en altas montañas o en árbo-
tales son los animales todos, con les elevados; otros, en el campo ra-
exclusión de las plantas y de los so; otros, en cuevas y oquedades;
seres que no tienen sensibilidad, co- otros se fabricaron angostos nidos
mo están ausentes de la Corte los en manidas soterrañas o en las
que carecen del instinto de la lison- quiebras de los viejos muros; otros
ja y adulación. También hay servi- moran en las aguas o en el mismo
dores para más secretos meneste- mar. Bípedosy cuadrúpedos, con
res que no se toman vacaciones nun- los ojoscerrados y roncando, en-
ca: de éstos son los niños todo el gordan y ceban sueños, y delfines
tiempo que permanecen en el claus- y ballenas les remedan a su vez. Y
tro materno, excepto unos instan- teniendo tan copiosa servidumbre
tes muy breves y también los re- y tan nutridas clientelas, nunca (co-
cién nacidos. De los animales res- sa que entre nosotros acontece muy
tantes los lirones, durante todo el raramente) se pone en guerra con
invierno; las osas, catorce días se- ellas.
guidos, después de la concepción Si alguno se niega a obedecer sus
del feto; las focas, la mayor parte mandatos, ora sea mortal, ora sea
del año. De éstos se sirve con una dios, véncele y derrócale luego al
relativa familiaridad y les da pin- punto, tocándole con su vara. Así
gües estipendios; a los otros servi- alguna vez hubo de rendírsele el
dores no hace más que mantener- mismo- Júpiter. Así fueron domados
los. Y a pesar de esto, no todos tie- muchos monstruos: Medusa, Argos,
nen habitación en aquellos palacios el dragón que guardaba el velloci-
por más anchurosos que sean, sino no de oro. Con frecuencia el Sueño
que tienen alojamientos dispersos, presta a Mercurio esa varilla mági-
como vemos en las casas de los ca, y Mercurio, a su vez, le presta
proceres y durante todo el día y sus talares. Con ese trueque, hartas
con harta frecuencia toda la noche veces el Sueño, no menos que Mer-
van de acá para allá, desocupados, curio, es mensajero del supremo
unos hombres con los brazos pues- Júpiter.
tos en jarras, arrastrando unos lar- Establecido de la manera que di-
gos espadones, de semblante fiero, je el régimen doméstico, el dios
a veces bien atusados y galanes, es- Sueño se regala con un breve pa-
pecialmente si tienen dama a quien seíllo, llegándose hasta unas peque-
sirven, magníficos de palabras y de ñas huertas de su propiedad, donde
promesas y de faltriquera tan va- la Noche, su madre, sembró todo li-
cía como sus cascos, henchidos de naje de hierbas soporíferas y, es-
viento y de locura. Aun cuando se pecialmente, la adormidera de Ce-
jacten de poder mantener una ciu- res, su madre, que se riega con
dad entera, a la hora del almuerzo agua de Leteo: también, negras le-
o de la cena, antes dejarán de com- chugas y mandrágoras, y de las le-
parecer a un emplazamiento judi- gumbres, habas, guisantes, habí-
OBRAS FILOLÓGICAS. AL MARGEN DEL «SUEÑO DE ESO PIÓN» 609
LUIB VIVES. 1 20
610 JUAN LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. TOMO I
de habla ni desnudos como a los ni- do: ¡cuántos reinos tiene aquí,
ños, sino vestidos de seda y de bro- dioses inmortales! ¡Cuántas rique-
cados, locuaces, elocuentes, hasta zas! ¡Cuánto oro, plata, perlas, pe-
oradores, sin antes haber declama- drería! Estas riquezas distan mu-
do; teólogos, que jamás estuvieron cho de las que solemos llamar ver-
en Lovaina ni en París, ni pasaron daderas, porque éstas, puesto que
ni siquiera vieron los umbrales de son reales, engendran dolores rea-
ninguna facultad: a reyes, a prín- les, sufrimientos no fingidos, y aque-
cipes, a mendigos, a siervos y a se- llas otras, puestoque son fantásti-
ñores que están en Lovaina háceles cas, comportan goces fantásticos,
banquetear en Roma, y a los que mentidos, hueros. Y con todo, los
en Roma explican Derecho, háceles hay quienes prefieren en su esti-
bailar en medio de la plaza de Lo- mación esas sombras y esos tram-
vaina. Los prestidigitadores mismos pantojos a realidades expresas y
no son tan hábiles artistas como ese macizas. La corte del Sueño tiene
Morfeo. Muy cerca de Morfeo anda ;
se desgajan y que la casa misma se ellos, sino que toda la culpa estaba
resquebraja y se desmorona en en nosotros mismos, que nos en-
ruinas. ¿Sube al paladar no sé qué tregamos al descanso embrutecidos,
resabio de cosa dulce? Dicen que ahitos de manjares y bebidas y que,
comes todo cuanto azúcar y miel debido a ese torpor en que nos su-
hay. ¿Queda en tu garganta un sa- mimos, aquella porción del alma
bor rezagado del vino o de la cer- donde la mente y el consejo tienen
veza, bebidos el día antes? Asegu- su sede, amodorrada y sepultada
ran que bebes barriles enteros del en la crápula, yace ciega del todo y
fermento de la insípida cebada y en la incapacidad de ver nada.
azumbres enteras del caldo gene- Quien se entregare al descanso (ex-
roso. ¿Calentáronse más de la cuen- presaré el sentir de Platón con las
ta determinadas partes de tu cuer- palabras de Marco Tulio) tras una
po? Hiperbolizan que estás en me- cena moderada y sana y con aque-
dio de un gran incendio y que vas lla porción del alma donde residen
caminando sobre ascuas vivas. la mente y el consejo, estimulada y
612 .JUAN LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. TOMO I
ferenciarse en nada de los sueños, esa corte tuya; pero me tiene an-
ni en el ingenio, ni en el natural, sioso la mocedad estudiantil lova-
ni en la apariencia. Un huevo no niense, que mañana me ha de oír
es tan parecido a otro huevo como una lección; tú ya la conoces Dor
los sofistas lo son a los sueños. Y avispada y despierta en demasía.
así fué que engañado el centinela — No me digas eso replicó — —
no ;
por esa identificación, puesto que hay juventud que me sea más acep-
él no veía más que sueños, y es- ta ni que me sirva con más viva
toy por decir que casi no engañado
o no engañado en manera alguna,
diligencia.
me
¡Mira a la derecha
enseñó a muchos de vosotros
—
se fueron colando aquellos mozos. que hacíais señales de anuencia —
Los ancianos no se pudieron valer pero tú, Insomnio, conduce a ese
de ese ardid porque, aun cuando Vives a tu retrete.
habían tomado las apariencias y ex- Tomóme el Insomnio y, habiéndo-
terioridades de los sueños en sus me mirado fijamente, reconoció en
más notables características, con to- mí un cofrade suyo:
do habían dejado al descubierto al- — ¡Hola! dijo — —
¿No eres tú
.
muchacho aún, lo trajo a Roma para de boca rotunda, que por ese desdi-
que hiciese tan copioso acarreo de chado acento mío no me consideres
elocuencia, que le bastara para ocu- tu conciudadano, pues aún los hoy
par un reino. Con estos recursos se nacidos en el propio ombligo de
consiguió que aquel hombre se im- -Roma tienen un timbre más de go-
pusiera al senado y al foro, y que do o de vándalo que de latino o.
con el timón de su palabra rigiese como tú quieres, con mayor exacti-
y gobernase toda la República. Y tud y patriotismo, que de romano.
siendo este hombre de un carácter —
Déjate de eso, por favor repli- —
voluntarioso y mandón, todos le có él —
y dime de una vez si eres
obedecían gustosamente y arranca- ciudadano romano.
,
halago, aquellas preguntas tan bon- que aún están por conocer. Iba yo
dadosas que se dignó dirigirme. Pa- en seguimiento de Cicerón, si bien
ra ganarme mayor estimación de- con pasos no iguales. El portero,
lante de él, yo le manifesté ser creído que yo era uno de sus ser-
pompeyano; con lágrimas en los vidores, no me echó fuera. En el
ojos y con la voz rota por los sollo- momento mismo de entrar oigo un
zos le refiero que Decio Bruto mu- grandioso vocerío, denuestos escoce-
rió; que Lépido, el triunviro, fué he- dores; la cosa iba a degenerar en cu-
cho cónsul en sustitución de Bruto y chilladas y pelea. No puedo expresar
que compartía el consulado con el cuánto me dolía haber venido yo
más informal de los hombres, Mu- sin armas y no haber, al menos,
nacio Planeo; que Bruto y Casio llevado conmigo mi espada corta.
disponen de fogueados y poderosos — — —
¿Qué pasa? dije ¿Qué pa-
.
tas!, que vitoreasteis a Cloto. Ahora, y los estorbos que se le han añadi-
vosotros, ¡oh partidarios de Laque- do; entonces aquella mística asna
sis!, no vayáis a creer que lo que andaba suelta con su pollino; aho-
digo lo digo por pasión o por espí- ra, el nudo gordiano no es más com-
ritu de partido, porque soy plebeyo plicado que sus ataduras. En aque-
de nacimiento y fui educado entre llos siglos dichosos era verdad que
plebeyos y por esto no les puedo se había puesto fin a las ceremo-
querer mal ninguno. Con todo, siem- nias; y ahora tenemos más que no
pre mis simpatías fueron por la dig- tuvieron los judíos. Entonces el
nidad del patriciado, pues me con- Evangelio estaba en toda su vigen-
vencí de que. situado en esta posi- cia y robustez; ahora, a mí no van
ción, podría agradar y satisfacer a a persuadirme ni el griego Demós-
todos; y, en efecto, insistiendo en tenes ni L. Craso, de los nuestros,
ese tenor de vida, peldaño tras pel- que ese pueblo que vemos, ¡oh San-
daño, escalé la cumbre del mismo ta Cloto!, sea el mismo que vive a
consulado. tenor de las leyes y mandamientos
Comencemos por evocar aquellos del Evangelio; con todo, es verosí-
viejos tiempos y establecer su com- mil que vive, puesto que alardean de
paración con esos actuales que co- cristiandad, aun cuando algunos
rremos, pues dicen ser ello propio crean que es ya bastante para pro-
de los hombres que descuellan por clamarse cristianos mojar el cuero
su previsión y prudencia. En aque- en aquella milagrosa y luminosa
llos siglos hay mucha sabiduría; en agua lustral. Por todas estas consi-
estos actuales, mucha pedantería y deraciones, paréceme a mí más cla-
una soberana necedad en aquéllos,
; ro que el día que alumbra a los
todo linaje de erudición en éstos,
; mortales que moran en el haz de
uno que otro sofisma pueril; en la tierra que es mucho más
conve-
aquéllos, el conocimiento de las len- niente retorno a aquellos tiempos
el
guas y de toda la antigüedad, y en primeros que la permanencia en es
este siglo nuestro, a duras penas se tos tan infelices, tan dignos de que
srbíp lo que se hizo ayer; la lengua se les arranque de la memoria de
latina ni siquiera de vista es cono- los siglos todos.
cida, y toda la filosofía y las restan- Lo que importa ahora es conside-
tes bellas artes y buenas letras, con rar cuál pudo ser la razón para que
lo que constituye sú fecundo semi- vosotros, buenos getas, manifestéis
llero, los idiomas latino y griego, ya- cor protestas ruidosas la opinión
cen en tinieblas y en vilipendio. Si de que no se ha de tocar nada ni se
se me permite hablar de religión. ha de cambiar nada, pues aun cuan-
OBRAS FILOLÓGICAS. AL MARGEN DEL «SUEÑO DE ESCIPIÓN» 623
para que no quedase sin oír o ig- co Tulio, por favor, como os reco-
norado de nuestro pueblo o porque, mienda Catón
pues en bre- el Viejo,
puesto que siendo nosotros notable- ve plazo, como sabes, quedará cons-
mente superiores a los griegos en tituida la República y prosigue en el
las artes que dan mayor renombre, camino que emprendiste.
sola en ésta quedásemos vencidos —
Mientras estaba pensando muy
por ellos con demasiada ventaja; en —
de asiento continuó diciendo él en —
cuanto estuvo en mi mano esforcé- aclimatar la filosofía en nuestra ciu
me por arrancar aquellas riquezas dad, no fijé mi atención en los lltfsü-
que estaban recónditas y abstrusas fos menores, cuyas doctrinas expri-
en el habla y en la literatura de losmiese y consignase en lengua latina
griegos y trasladarlas y como natu- con vistas a la posteridad, sino a
turalizarlas en nuestra ciudad, no aquellos príncipes que se llamaron
fuera que yo, que en todos los otros Platón, Aristóteles, Zenón, Teofras-
negocios tanto interés me había to- to; arroyos todos ellos derivados del
mado por la República, sólo en éste, augusto y perenne hontanar socrá-
en que yo precisamente era el más tico. Luego de haber yo escrito mu-
descollado, le faltase mi contribu- cho a imitación de ellos, me propuse
Y conseguí,
ción. si no me engaño no
omitir aquella parte que estudia
muy mucho, que toda la organización política de un Es-
filosofía la
existente no quedase envidiosamen- tado; lugar importantísimo y el
te encerrada en la cultura griega, más propio de la filosofía y trata-
a quien yo concedí, si vale la frase, do ubérrimamente por aquellos
romana ciudadanía. A no haber yo grandes filósofos que dije y por toda
escrito de ella, toda quedara entre la escuela de los peripatéticos. Y así
los griegos, afásica y muda en len- fué que en los primeros tiempos de
gua latina. En reconocimiento de mi consulado, cuando todavía esta-
ese tan grande beneficio, acabo de ban ocultos los planes de Catilina y
oír que una taifa de locos, no sé si se cocía en el mayor secreto aquella
llamarles hombres o bestias (y son tan vasta conjuración y se prepara-
hombres, son monstruos y porten- ba guerra civil tan asoladora y se
tos humanos, dignos de todas las maquinaba la total perdición de la
execraciones), sostienen que nada patria; yo, en horas perdidas, las
que sea mío es filosofía, sino que pocas que me permitían perder las
todo es pura palabrería gramatical. inmensas ocupaciones de la Repúbli-
— Así es, como tú dices le repli- — empecé
a escribir de la Repú-
ca,
qué yo — pero no creo que ignores
; Pensé que no había tiempo
blica.
qué ralea de gente es ésa no son más apropiado ni más oportuna sa-
;
más que getas, contra quienes poco zón, para escribir, leer o meditar de
na disparaste tu arenga. Su opinión política como aquella ocasión en que,
no te ha de molestar en lo mínimo, con motivo de habérseme impuesto
puesto que ni leen tus escritos ni si la investidura de cónsul, yo tenía el
los leyeran, los entenderían. deber de entregarme a ella en cuer-
— —
Por esto mismo contestó Cice- •po y alma. Y al estilo y a la manera
—
rón, con viveza su locura me mo- de Platón, como había hecho ya en
lesta más porque condenan una cau- otros libros míos, introduje como in-
sa desconocida: ¿qué cosa puede terlocutores a aquellos personajes
haber más enojosa e insufrible? que yo creí que podían disputar con
— Ten un poco de paciencia, Mar- más autoridad de aquellos puntos
62S JUAN LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. TOMO 1
PREAMBULO
imprecaciones a cuya sola conside- debe ser deportado a una ínsula po-
ración el más templado espíritu se blada no más que de fieras o a
empavorece. Y si por acaso ese gra- aquellos desiertos arenales del Afri-
mático de marras se persuadió que ca, que nada crían sino venenos ;
denado concierto que preside las ción, antepongo a los filósofos to-
evoluciones de los astros; algo to- dos), sino a los seudoaristotélicos.
có de la música, lo más notable por Ni es mi propósito tan ruin y de
cierto, y algo también de la aritmé- bajo vuelo que de la desestimación
tica y geometría, que, por otra par- de los otros se le añada a Cicerón
te son abstrusísimas. Y por lo que alguna nueva loa, pues es odioso en
toca a la dicción, es pecado emitir grado sumo este sistema de alabar.
otro juicio que éste definitivo: Es Por no voy a establecer cotejo
esto
de Cicerón. Este solo nombre encie- con que cuenta Platón de Hero
lo
rra y contiene todo cuanto puede Pánfilo, que se lee en el décimo li-
decirse en lo que se refiere al arte bro de su República, a cuyo ejem-
y eficacia en el decir. plo Marco Tulio añadió a manera
A ese librillo debiera llamársele de colofón este Sueño a sus libros
cornucopia con mayor verdad y ra- de la República. Imitó nuestro filó-
zón que a la cabra que fué nodriza sofo a Platón y le siguió paso a pa-
de Júpiter, pues ahí está arrojado so y traspasó a su filosofía muchas
el contenido de la Naturaleza toda. cosas de la de él, en algún punto,
Así es que Macrobio, varón erudití- con algún cambio y aliño nuevo, y
simo, aun cuando no hubiera hecho en algún otro punto, traduciéndola
otra cosa en toda su vida, en la cual al pie de la letra. Y esto que hizo
trabajó mucho y bien, con harto Cicerón en la mayor parte de sus
fruto de la república literaria, di- escritos, lo hizo más en éste, que es
go yo que si Macrobio no hubiera platónico por los cuatro costados,
dado más rendimiento que el de excepto en su disertación acerca del
conservarnos ese tesoro de toda cielo, donde se inclinó al bando de
suerte de erudición, pues gracias a Pitágoras, y los egipcios, en cuanto
él ha llegado hasta nuestros tiem- al orden de las estrellas errantes y
pos, pues de otra manera, juntamen- la música y concierto celestes.
te con todo su cargamento, que eran Por esta flexión que Cicerón im-
aquellos seis libros ciceronianos De puso a su doctrina hacia el lado de
la República, o bien pereciera o bien Pitágoras, yo pedí prestados a Pla-
permaneciera oculto ese librillo pre- tón mismo y a los platónicos algu-
cioso que yo. a decir verdad, pre- nos elementos para explicar su doc-
fiero a los ingentes volúmenes de trina, y me abstuve de manifestar
muchos filósofos, y declaro que es mi opinión personal, sino la de Ci-
mucho más difícil de entender y de cerón o la de Platón, a quien Cice-
exponer que el conjunto de los ocho rón sigue. De buen principio lo ad-
libros De la auscultación física, de vierto ahora para que el lector, si
Aristóteles, tan intrincados y tene- acaso yo tratare algún punto plató-
bricosos. Aquellos que en nuestras nicamente que fuera mejor tratado
escuelas los han oído piensan, por aristotélicamente no ignore cuál es
,
solo ello, ser filósofos consumados, mi pensamiento. Pienso que esto su-
y como tales se venden y hacen pa- cede en las cosas naturales, pues
sar ante la gente indocta, tan chu- por lo que se refiere a los asun-
pados son sus carrillos, tan rugosa tos morales, no podían ser tratados
su frente, tan salvajina la barba, y con respeto más religioso que por
las cejas tan encapotadas. Nadie Platón y por Cicerón. Yo, porque el
creerá que yo vaya a escarnecer a fruto fuese más abundante y se ex-
Aristóteles (a quien yo, sin excep- tendiese a zonas más amplias, acó-
OBRAS FILOLÓGICAS. VIGILIA AL MARGEN DEL «SUEÑO DE ESCIPIÓN» 685
VIGILIA AL MARGEN
DEL
SUEÑO DE ESCIPION
SACADO DEL
LIBRO VI DE «LA REPUBLICA» CICERONIANA
|
su amigo, el Africano. Este Africa-
ninguna medida precipitada ni adop- \
j
no fué quien le recibió en la amis-
tar ninguna actitud contraria a la tad del pueblo romano, y él. en lo
fe y a las alianzas. Así en esa am- sucesivo, así en paz como en gue-
bigüedad e indecisión se pasó todo rra, halló en nuestro pueblo un
aquel año con debates entre sena- aliado bueno y fiel. No degeneró
dores y el mantenimiento irreduci- ciertamente de la virtud de su pa-
ble de la respectiva posición anta- dre, ese Micipsa que ahora tiene el
gónica de aquellos dos jefes políti- gobierno de la Numidia. Masinisa.
cos. Después, fueron creados cónsu- como sabéis, había recibido grandes
les ese nuestro Mi Manlio y L. Mar- atenciones y favores de Escipión,
cio Censorino. En este año, como mi abuelo, a los cuales correspon-
los cartagineses no hubiesen obede- día el rey con suma reverencia y
cido a nuestros legados, sino que afecto muy entrañable.
con desdén de las órdenes del se- Así fué, que tan pronto como me
nado habían trabado pelea con vió, abrazándose conmigo muy
Masinisa, nuestro viejo y grande y apretadamente, empezó a llorar por
más estrecho amigo. Catón persua- alegría demasiada, y poco tiempo
dió al senado que por medianería después, levantados al cielo ambos
de algún magistrado se llevase al ojos, se desató en nacimiento de
Pfieblo la consulta de si era perti- gracias al Sol, a la Luna, a Júpiter,
nente declarar la guerra a Cartago. a Marte y a los restantes dioses y
El plebiscito fué afirmativo. Yo, diosas que habitan y glorifican
siendo cónsules estos mismos per- aquellas moradas celestes, porque
sonajes, desde España fui a Africa antes de emigrar de esta vida go-
enviado por Lúculo, a cuyas órde- zaba de aquel deleitoso contenta-
nes yo mandaba la cuarta legión miento que después de la partida de
de infantería, sin otra misión que Escipión de Africa deseara con el
la de pedir a Masinisa, en nombre más vivo de los anhelos: el de ver
de mi jefe, algunos elefantes para a algún miembro de nuestra fami-
la campaña hispánica. Aquel mis- lia y gente, a la cual profesaba un
mo día que yo llegué a su Cuartel amor tan único y tan tierno, por
general, Asdrúbal, caudillo cartagi- manera que no solamente a la vista
nés, trabó batalla con Masinisa. En de algún Escipión, sino a la sola
un choque violentísimo fué recibi- oída de este nombre se estremecía de
do caudillo cartaginés por el rey
el gusto, y como se remozaba y rejuve-
africano. Yo, que había ido en se- necía; tan intensamente estaba gra-
guimiento de los dos potentes ejér- bada en su memoria aquella tempra-
citos recién salidos de la refriega, na admiración y amor al Africano,
con la natural alegría, desde un ce- varón como no lo produjo mejor la
rro elevado, como de un muy apro- República en tiempo de paz ni más
piado miradero vi el memorable afortunado en lances de guerra,
desfile, que para mí fué el más hasta el punto de parecer nacido
agradable de los espectáculos; salí no más que para la conservación
al camino de Masinisa vencedor en de ese nuestro Imperio. A ese Ma-
la baraja sangrienta. Indescriptible que aun cuando era jo-
sinisa, pues,
fué el júbilo que le ocasionó su en- ii ven, harto poco preocupado andaba
cuentro conmigo, no por otra causa i
¡
que es-
por cuidados juveniles, sino
sino porque veía en mí al nieto de |
|
taba poseído de muy profundo in-
OBRAS FILOLÓGICAS. VIGILIA AL MARGEN DEL «SUEÑO DE ESCIPIÓN» 637
teres por nuestra República y por obligar a los mozos nobles a jurar
los reinos con quienes teníamos que no abandonarían el suelo de
alianzas y por nuestras provincias, Italia? Recalcaba qué graji caudillo
yo le pregunté cómo andaban los fué en España. Y cómo en Africa
negocios de su reino. Entonces, a fué todo un general. ¡Qué fiel em-
mi sabor, me enteré de las injurias bajador de su hermano! ¡Qué recia
que los cartagineses les habían in- mansedumbre la suya en el destie-
ferido. El, a su vez, me pidió nue- rro! Y no se contentaba con referir
vas a mí de nuestro senado y del hechos, sino que también reproducía
pueblo. Mientras él me cuenta las dichos, como aquél:Nunca estoy
incidencias de su guerra con los menos ocioso que cuando estoy
cartagineses y yo le refiero las con- ocioso. Y otros muchos como éste.
tingencias de la nuestra con los Andaba ya la noche muy avanza-
hispanos, gastamos lo que nos que- da, y yo, que no soy precisamente un
daba de A la noche siguiente,
día. hombre dormilón, sentíame agobiado
fui recibido con aquellas honras y de un sueño más recio que el de cos-
aquellos agasajos que convenían a tumbre por el cansancio del viaje y
un rey victorioso y que él pensaba por la prolija vela después de tan-
que convenían al nieto del Africano, to trabajo. Con todo, no parecía que
al hijo de Emilio Paulo. Copiosa- yo, que era mozo, me retirase an-
mente habló en el obligado convite tes que mi huésped en cüyo reino
aquel anciano casi nonagenario; estaba y cuya ancianidad merecía
pero toda su conversación versó toda suerte de respetos, se retirase
acerca de todo cuanto aconteciera a a descansar por su propia iniciati-
Escipión. «Nosotros, los viejos de- — va. Mas ese anciano vencía a todos
cía —todos somos parleros, natural-
, los jóvenes por su resistencia a los
mente, y con gusto contamos nues- trabajos; era de una admirable en-
tros hechos pasados y los de nues- jutez física, de un temple de ner-
:ros amigos. Tal finge a Néstor, Ho- vios admirable; cumplía puntual-
mero; tal era nuestro Panecio, tal mente con todas sus funciones de
era Catón.» Mentaba, pues, aquel rey y nunca en su ancianidad expe-
viejo memorioso y locuaz no sola- rimentó la más ligera relajación de
mente los hechos del Africano, cuál fervor en aquellas obras que acos-
fué su conducta en la batalla a ori- tumbró hacer de joven. A la postre
llas del Trasimeno, cuando, recién nos retiramos a descansar. Apode-
investido de la toga pretexta, en una róse por completo de mí un sueño
sola individualidad resumió las per- profundísimo y me sentí anegado
sonalidades de ciudadano, de cónsul, en tan apacible sopor que ya no me
de caudillo, de senador, de pontífice; admiro si durante mi descanso re-
contaba cómo renunció la corona viví aquellas emociones tan varia-
de encina civil, porque consideraba das, alegres unas, tristes las otras,
que con aquella hazaña inmortal no en parte maravillosas y espantosas
había hecho más que cumplir con en parte, y que ninguna conmoción
un deber y no haber -prestado nin- me despertase, pues todas ellas es-
gún servicio meritorio; no hizo más taban muy bien combinadas en la
que dar vida a quien se la había ligazón del sueño y no era fácil su
dado a él. ¿Y qué fué lo que hizo soltura. Pero, puesto caso que es-
a raíz del desastre de Cannas, al tando despierto había hablado del
638 JUAN LUIS VIVES.
.
OBRAS COMPLETAS..
TOMO I
Africano tan largamente, no era in- una vez que alternaba con Homero
sólito que el Africano se me mos- en el Parnaso, que es una montaña
trase en sueños. A cada uno de nos- bicéfala de la Fócida, una de cuyas
otros nos" acontece que si estando cumbres, a quien los griegos llaman
en vela pensó o habló mucho de Titoreón, dicen estar consagrada a
una cosa, esta misma cosa se le Baco, y la otra, a quien llaman Hin-
ocurra durante el sueño, al parecer fea, afirman estar consagrada a
con su misma presencia física. Una Apolo. Dícese, asimismo, que el
cosa semejante me contaba haberle monte Parnaso, en su totalidad, es
ocurrido a él, Quinto Ennio, a el albergue de las musas. En el
quien conocí personalmente cuan- subdelirio de su sueño creyó beber
do el venerable poeta era muy an- copiosamente en aquella famosa
dado en años y yo era joven en fuente Castalia, cuyas linfas diz que
extremo. Siendo de suyo muy incli- infunden bríos y poéticos furores.
nado a la versificación y a la poe- Fruto y consecuencia de aquel sue-
sía, arte al cual no hacía demasiado ño fué que al día siguiente empezó
honor ese pueblo nuestro, y que- a escribir los Anales y aquellos poe-
riendo él que nuestra lengua no se mas venerables que ahora andan en
quedase manca en ese aspecto, pues manos de todos. Este sueño está re-
anteriormente, fuera del liberto Li- latado en aquel poema que co-
vio, no teníamos poeta alguno, si
mienza: Parecióme ver delante de
ya no es que alguien da categoría
mí a Homero, con toda la larga hi-
de poemas a los cantos de los sa-
lera de versos que siguen.
lios y a los libros sagrados de los
Casi de idéntica manera pareció-
pontífices y otras cosillas como las
me a mí contemplar al Africano,
que cantaban los faunos y los va- con aquel su característico semblan-
tes arcaicos, creyó pertinente hacer
te, por manera que conjeturaba ser
algo en este sentido. Entregábase
aquél el de sus estatuas e imágenes
Ennio con mucho afán a la lectura
que tenemos harta costumbre de
de las obras de Homero para acli-
ver en el atrio viejo, que de un
matar en nuestra ciudad, si a tan-
recuerdo que hubiese sobrevivido a
to llegaban sus fuerzas, aquellas ri-
la lejana visión de su persona. Xo
quezas de la Grecia. Releía también
los poemas de Livio con mucha fre-
puedo conservar de él memoria al-
cuencia, porque había de escribir, guna, puesto que falleció al año de
y con todo me hacía el honor de
mi nacimiento, siendo cónsules
consultarme a mí, que no había de L. Porción Licinio y P. Claudio Pul-
cro, y siendo Catón censor, que fué
escribir nada, y me aconsejaba que
luego de haberle leído no le vol- el mismo año en que murió el poeta
cual este número, para los pitagó- biduría, cosa que tendrá su realiza-
ricos, es el número de la justicia. ción cuando cumplieres el quincua-
El número septenario está lleno gésimo sexto año de tu vida en el
de misterios admirables. ¿A quién consulado de Sempronio Tuditano y
no maravillará el hecho de que la de Aquilio, la posición de ciertos as-
perfecta plenitud de nuestros cuer- tros denuncia que tu vida tendrá
pos toda está contenida en septena- fin violenta y acerbamente. Habrá
rios? En el crecimiento dentro del entonces en el cielo, no menos que
claustro materno, en las costumbres en nuestra ciudad, pugnas entre los
y genio de las edades, en los órga- astros, *y entre los hados habrá di-
nos de los sentidos, de la cabeza, sensiones, de lo cual dará testimo-
en ambos oídos, en ambos ojos, en nio a la tierra aquel doblado sol que
ambos conductos de la nariz, en la aquel mismo año mostrarse ha a los
boca única, todo lo cual, no sin ra- mortales.
zón, puede parecer que procede de No hablo yo ahora de aquellos ha-
los siete planetas y de las alternati- dos que están en la mente y en la
vas de la propia luna, todas las cua- previsión del gobernador soberano
les están comprendidas en una se- de todo este universo mundo, quien,
tena de días. Pero, acaso, todo esto por determinadas causas que se ex-
no se ajusta de tal manera al pro- plican unas por otras, está en pose-
pósito actual como aquello de que sión de la verdad eterna. Estos ha-
este número que llaman eptas los dos, que no son menos desconocidos
griegos está consagrado a Minerva, de nosotros, que ya estamos estable-
es decir, a la fortaleza y la sabidu- cidos definitivamente en la sobera-
ría, virtudes que los mortales vie- na felicidad de esta alma región lu-
ron cifradas en Minerva; pues es ciente y en el conocimiento mas
el único número más bajo del diez amplio y cierto de muchas y muy
que no es engendrado por ningún grandes cosas, que no son cono ;i-
otro, sino por la mónada, ni él, a su das de vosotros, que moráis en esta
vez, engendra a ningún otro, pues baja y ciega región de tinieblas
quiere la fábula que la misma Pa- terrenales. Estos hados no los pue-
las sea virgen, engendrada en el de evitar ley alguna ni puede mu-
cerebro del solo Júpiter, dios único, darlos una tilde. Mas en aquellos
príncipe soberano de todas las co- otros hados a que me refiero exis-
sas. Añádese a esto que te cierta ambigüedad y se bifurca
se compone
de dos números, el dudosamente su camino. Hijos del
ternario y el
cuaternario, número hembra éste y cielo, son de una constitución tal,
número macho aquél. Cierto es que que aun cuando sea cosa difícil, pue
Minerva fué considerada y llamada den evitarse por algún procedimien-
virgen es la misma virilidad y for- to. Por esto, hablando en rigor, no
;
del pueblo: Yo pongo mi veto, que- críticos, y que cesó después de aque-
dan derogados los proyectos, y se lla guerra púnica que yo llevé a
pone estorbo a las leyes y se intro- feliz suceso final. Esa Dictadura,
duce confusión en los senadocon- restablecida, recaerá en ti para que
sultos y queda retirado todo lo que tu increíble y eficiente actividad y
estaba establecido; así también en virtud, ayudada del poder supremo,
aquella república del cielo, el pro- detengan y sostengan esa República
pósito y el consejo firmes de mu- tambaleante y a punto de caer al
chos astros por la interferencia o, suelo, curen sus heridas y sus acha-
digamos, entremetimiento de un lu- ques y, una vez restablecida y vi-
cero pequeñito, quedan desvanecidos gorizada, la vuelvan a aquella situa-
luego al punto. Entre tanto, aquel ción primera de dignidad y de quie-
Supremo Dictador del mundo man- tud, y en ella la corroboren y con-
da que se haga de manera diferente firmen, siempre que puedas evitar
de la que determinaron otros fun- las manos y las celadas de C. Car-
cionarios menores, y esta resolución bón, de C. Graco, de Sempronia, tu
suya es el hado inflexible, la ley de mujer, y de los demás consanguí-
los restantes hados. Y si por algún neos y afines a quienes exacerbará
beneficio y benevolencia singular e indignará más y más tu juicio so-
para con nuestra República, bien bre la muerte de Tiberio Graco.»
de los astros, bien del Dios óptimo y ¿Qué es esta exclamación, mi que-
supremo, aquellos hados entran en rido Lelio? ¿Por qué suspirasteis,
aquel camino que presagia tu acaba- Manilio y Pilo y los otros? ¿Qué es
miento y tu muerte física, sino en esto, Tuberón? Mucio, ¿qué es esto?
otro más apacible y benigno, enton- ¿Teméis para mí aquellos acechos y
ces la salvación y la vida de toda os pesa de que yo, en un momento
nuestra ciudad quedarán centradas tan desventurado de la República,
en ti solo, y sólo a ti y a tu soco- me asome a una vida que estará pa-
rro acudirán suplicantes el senado ra mí cuajada de peligros? ¿O es
y el pueblo romano, y hacia ti y tu que con mejor acuerdo no os con-
nombre, y tu autoridad, y tu con- gratuláis de que, por fin, gracias a
sejo, y tu virtud, el senado todo, to- mi abnegación y a mi tacto, sea
dos los buenos, todos los vejados y mejor y no tan agrio ni triste el
atropellados por las leyes de Sem- perfil de la República? Pero vos-
pronio, y todos los pueblos latinos otros, ambos a dos, no me desper-
y todos los pueblos aliados que iban téis con vuestro ruido y con vues-
a sentir el apremio y el agobio de tros gritos de ese sueño sabroso.
nuevas colonias y todo nuestro Im- Dejadme que sueñe un poco más.
perio, en fin, volverán sus ojos, pues Oíd ya lo que me queda por decir,
no quedará resquicio para la espe- pues sigue hablando el mismo Afri-
ranza si tú no les trajeres socorro cano, y a esto vino; y porque yo
y salud y no fueres para todos co- os lo refiera a vosotros, me volví a
mo una divinidad propicia y prós- -sumir en un sueño más profundo.
pera. ¿Por qué he de recordar la mu-
Ahora, por no gastar exceso de chedumbre de males que Tiberio
palabras, se resucitará el recuerdo Graco ocasionó a la República? Cuán
de la Dictadura, institución ésta que grande destrucción maquinaba, no
se introdujo en circunstancias gra- huelgo de decirla, pues no quiero
ves y difíciles y en momentos muy desatar y renovar las mal vendadas
646 JUAN LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. TOMO I
bres, que son progenie suya, imiten cuanto más luenga fuese la lejanía.»
hasta el límite de lo hacedero la vir- Habiendo dicho esto, aun cuando
tud y el consejo del Padre, deri- estaba profundamente impresiona-
vando hacia sí alguna porción de do, no por temor de la muerte, de
aquella ley eterna y de su manera cuyo desprecio tantas veces di ga-
y sistema de gobernar la Repúbli- llardas pruebas, sino porque no po-
ca; que concierten entre sí asocia- día resignarme a que fuesen preci-
ciones y agrupaciones, y que las samente los míos quienes me pusie-
amplíen y que las unan con el ran celadas, y porque me escocía
vínculo de la justicia que hace bue- que abrigasen proyectos tan mal-
na toda sociedad y la comunica es- vados producíame verdadero espan-
tabilidad y firmeza. Estas agrupa- to que a la República se le diese tan
ciones llámanse ciudades, formadas mal ejemplo. No podía oír con cal-
y organizadas a ejemplo de esta ciu- ma esa hazañosa impiedad, aunqua
dad divina que nosotros habitamos. ni yo la concibiera ni contra mí hu-
Y es cosa de maravilla cómo nues- biera de ser concebida. Con todo,
tro Príncipe pone en ellas sus ojos me vino a las mientes el recuerdo
complacidos. Ellas son, al fin, las de mi padre, que me engendró, y le
que quedan, si no inmortales, al pregunté si él, si Paulo, su padre
menos de incalculable permanencia. y todos los otros a quienes nosotros
Aquellos que con tanta justicia decimos muertos, vivían o no.
las rigen y conservan van, no a — — —
Pregunta di jome más aína si
los infiernos, como
fingieron los poe- vosotros vivís. Quienes vivimos so-
tas en su delirio y como sostiene el mos nosotros, que estamos sueltos y
pueblo, gran maestro del error, sino libres de aquellas tinieblas, de aque-
que vuelan acá, es decir, a su domi- lla cárcel, de la continuada muerte
cilio natural y a su patria auténti- del cuerpo. Vosotros no podéis lla-
ca, de la cual fueron derribados a la maros muertos en absoluto, pero
tierra como a un exilio. Celestial es tampoco vivos totalmente; ocupáis
el origen de nuestras almas; no de un puesto equidistante entre los
la tierra, que aquel divino Procrea- muertos y los vivos. ¿Piensas que os
dor del mundo engendró de su men- quita poco de la vida verdadera esa
te y de su divinidad. Por esto es mu- cargosa pesadumbre de vuestro
cho más conforme con la equidad cuerpo? No lo podéis saber vosotros,
que los buenos con gozo inmenso que estáis tan sujetos a su opresión,
vuelvan a su origen y al lugar de que os quita el sentido de la reali-
su procedencia, como del ostracis- dad. Sabérnoslo nosotros, que nos
mo a la patria, que no que estén desprendimos de aquella carga y que
confinados y como hacinados en país tenemos de las cosas una percep-
ajeno, sumamente apartado del su- ción más aguda, más libre, más cer-
yo propio; quiero decir que sean tera. ¿Y qué? ¿No ves cómo viene
relegados muy
lejos y en un gran- a ti tu padre Emilio Paulo?
de apartamiento de su patria. Este Por vuestra fe, ¡oh dioses!, así que
alejamiento no sería posible sino hube visto, ¡cómo lloré por afectos
con muy dolorosa añoranza y con
,
encontrados! Contemplaba al gran
muy aguda soledad, pues siendo el hombre que me engendró, que me
gusto mayor cuanto más a esa pa- había amado con un amor tan único,
tria suya se aproximan, no cabe que me había educado con tanta pu-
duda que la tristeza será mayor reza y virtud; contemplaba a aquél
648 JUAN LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. TOMO I
héroe, el más fuerte y de mayor y te, padre mío, pues ello fuera rom-
más elevado espíritu que haya teni- per la disciplina militar, traicionar
do en ningún tiempo la República, el ejército y a la patria.
que me fué padre, ayo, jefe, maes- — ¡Bravo, hijo mío! —
me respon-
tro, que me llevaba siempre en las dió, todo alborozado —
Asimismo
.
niñas de los ojos. ¿Con qué trans- Dios, Caudillo universal, señaló a
portes de amor y con qué extremos cada una de las criaturas sus pro-
de gozo pensáis que me abrazó y pias misiones, recias en verdad,
me besó? pues toda vuestra vida es una pesa-
— —
¿Por qué lloras me dijo — Pu-
, da milicia, pero necesarias y que no
blio mío, dulce manojo de mis en- pueden abandonarse sin considera-
trañas? ¿Acaso porque estoy muer- ble peligro. Están los hombres cons-
to? ¡Pero tú me ves vivo! tituidos por dos principios diversos,
Refrené como pude mis sollozos y por eso mismo contrarios; a sa-
y mi llanto, que no enronquecían y ber: el alma y el cuerpo. Uno de
quebraban solamente mi voz, sino estos dos principios, el alma, está
que trastornaban mi razón y mi emparentada con la mente, la natu-
mente de tal modo que ni podía ha- raleza, el ingenio de los astros, cuya
blar ni sabía qué decir. Entonces forma, aun cuando esa exterior que
dije a mi padre: vosotros veis, como también la ce-
— Yo me congratulo en extremo leste, es cóncava, con todo, esa ex-
contigo, ¡ oh el más santo y me- terior es hinchada y tiene forma de
jor de los padres!, por esa vida pos- globo, que es su configuración y
tuma y por esa bienaventuranza de apariencia de que decimos estar do-
que disfrutas, y quisiera estar con- tados el cielo y esas eternales lum-
tigo perpetuamente, pues no puedo bres que vosotros llamáis astros y
ya soportar más la soledad que de luceros, dos nombres, de los cuales
ti siento. Por eso querría muy lue- el primero es más comprensivo y
go venir a vosotros, así para vivir más capaz que éste; pues cada uno
contigo, padre mío, y con mi abue- de los luceros es un astro; mas ca-
lo Escipión y con nuestros antepa- da uno de los signos celestes no es
sados, como también porque, como lucero, sino que es un astro, que
poco ha le oí decir, sola esta nues- Dios, aquel habilísimo Creador del
tra vida es la verdadera vida. mundo, creó de la más pura por-
Fácil me será dar con la muerte, ción del éter, que no tiene mezcla
que es, según creo, el camino por alguna de cosa ajena o adventicia y
donde se viene acá, a vosotros. es cálido y brillante y su fuego es
— Es cierto, la muerte es el cami- saludable y vital consorte de la
no; pero no aquella muerte violenta mente y de la divinidad.
y deliberada que a ti mismo te infli- Y así es que, como los astros no
gieres, sino aquella otra mediante la cesan de brillar y de moverse y de
cual aquel soberano Señor, que to- vivir perpetuamente, y no se extin-
do lo gobierna y lo regula, te llama- guen ni agonizan, así también nues-
re a su seno. Si Lúculo, que es tu tra alma no está quieta nunca, sino
jefe, te colocara en un puesto de que de día y de noche, así esté des-
guardia o en una atalaya o en cual- pierto el cuerpo, así esté dormido,
quiera otra posición, ¿te atreverías ella, a la continua, piensa, medita,
a abandonarla sin licencia suya. maquina, hace aigo y no requiere
— No fué esto lo que me enseñas- aquellas interferencias y alternati-
OBRAS FILOLÓGICAS. VIGILIA AL MARGEN DEL «SUEÑO DE ESCIPIÓN» 649
blica. Ella fué la que enseñó a los porque por su patriotismo estaban
mortales la disciplina de la vida. Y destinados a la invidencia de la For-
después de la justicia, ejercítate en tuna, ¿qué necesidad hay de encare-
la piedad, que es su parte principal cerla si la sabéis tan bien como yo
y es su amiga y compañera indiso- tú mismo, el senado todo y aun
luble; la cual sí tiene que ser gran- nuestro pueblo? Con estas virtudes
de para con padres y
los los deudos tu abuelo, con estas virtudes yo, con
y los amigos, para con la patria, estas virtudes otros, de las demás
tiene que ser máxima. La patria gentes y pueblos muchísimos, y del
abarca y abraza los padres, los ami- pueblo romano innumerables, vol-
gos, la totalidad de los ciudada- vimos a ese nuestro domicilio de
nos, y no sólo los que existen en el donde habíamos salido con tanta
tiempo presente, sino también a los dignidad.
venideros. La caridad para con la Esta es la senda única, no los
patria comprende todas las carida- honores, no las riquezas, no los
des y todas las piedades. Por esto es aplausos huecos, no la soberbia y el
que entre aquellos recios romanos fausto, por donde se camina al alto
viejos los hubo que por la patria asiento de la inmortalidad ocupado
mataron a sus hijos, y otros, con ju- por aquellos que luego de haber pa-
ramento inflexible, se sacrificaron sado con toda inocencia y bondad
por ella. Imítales tú a esos varones por esta vuestra vida, viven aquí
ejemplares en el amor de la patria en verdadera bienaventuranza y mo-
y en toda otra obra de justicia, si ran en aquel círculo que ves, en
bien no te es preciso salir de tu resplandores apoteósicos, en el con-
propia casa para buscar dechados a cierto de los astros y de los luceros
quien emular, pues a barrisco tie- celestes. Este círculo que está cua-
nes ejemplos domésticos. Sabes jado de lumbres y se señala por su
cuánta fué la austeridad, cuánta fué claridad por encima de todos los
la equidad y cuánta la templanza de otros, no con la mente sola y el pen-
ánimo de ese abuelo tuyo que pre- samiento se puede abarcar y com-
firió desterrarse espontáneamente prender como los parhelios, como el
en Literno a producir trastornos y Zodíaco, como el Horizonte, sino
alborotos en su patria. Lo que hice que también lo perciben y notan los
yo, hijo mío, lo sabes tú, que de ojos corporales. La anchura de este
ello fuiste testigo. Luego de haber círculo que comienza en aquella
enriquecido la ciudad y el Erario constelación que vosotros llamáis
con el cuantioso botín de Macedo- Casiopea y llega hasta la cola de
nia, tras el vencimiento del persa, aquella otra a quien dais el nombre
hasta tal punto que desde aquella de Escorpión, y que muchos opinan
fecha cesó de pagarse el tributo, que su longitud rodea solamente
¿qué introduje yo en nuestra casa desde el círculo boreal hasta los tér-
y en nuestros penates sino el re- minos australes, en realidad circuye
nombre y la gloria? Del inventario y ciñe todo el cielo. Con todo, para
de todos mis bienes a duras penas vosotros no está suficientemente vi-
se pudo reunir la suma suficiente sible, porque está muy distante de
para devolver su dote a mi esposa. los parajes que vosotros habitáis,
La magnánima resignación con que cuando penetra en las regiones aus-
sobrellevé la muerte de tus dos her- trales y boreales que los griegos lla-
manos, acaecida dentro de siete días man galaxia y círculo lácteo los la-
OBRAS FILOLÓGICAS. VIGILIA AL MARGEN DEL «SUEÑO DE ESCIPIÓN» 651
ramos tantas guerras y tantas re- midad del movimiento y esta cons-
vueltas y padeciéramos tantos tra- tancia en sus evoluciones.
bajos y tantas penalidades. Engol- El primer globo celeste es el ni-
fado en esos pensamientos, contem- do más alto, por decirlo así, de toda
plaba la tierra y ponía mis ojos en la Naturaleza, y aun la Naturaleza
Italia, en Sicilia, España, Africa, el misma, fuera de la cual no hay na-
Asia Menor, Iliria, Grecia, tan achi- da y dentro la cual está todo. A ese
cadas que yo apenas, en la tierra, todo ella le abriga y lo calienta en
las podía distinguir; lamentando su halda y en sus brazos amorosos:
que aquellos puntitos microscópicos grande y veneranda Divinidad,
nos hubieran acarreado tantos ma- adornada y cuajada de tantas estre-
les y que todas juntas aquellas tie- llas, es decir, de tantas almas y
rras no valían la pena de la más in- mentes divinas e inmortales. Ese
significante de nuestras guerras. globo soberano, esa rueda que huye
Entonces me dice el Africano: tanto del suelo con su movimiemto
— ¿Aún ahora, Carrillo mío, des- se lleva y pone en movimiento de-
pués de haber visto todo esto, te afi- trás de sí todos los otros globos, y
cionas a esas humanas ruindades? provoca las alternativas del día y
¿Aún ahora te reclaman para sí? de la noche, y con su incontrastable
¿No piensas contigo mismo a qué y serena eficacia difundida por el
lugar viniste, en qué templos tan universo mundo y distribuida en
espaciosos, tan magníficos, tan au- cada cosa según su respectiva capa-
gustos fuiste introducido, que nadie cidad, regula y modera la Natura-
OBRAS FILOLÓGICAS. VIGILIA AL MARGEN DEL «SUEÑO DE ESCIPIÓN» 653
leza esparcida por el orbe todo. Engos y a nosotros ocasión para que
él y con él andan rodando y dandoles llamásemos errantes. El más
tumbos en viaje eterno aquellos as- alto de todos y que por esta causa
tros fijos en su quieta estabilidad parece el más pequeño, es el que
y no se dan punto de reposo; por- vosotros, los mortales, denomináis
que tal es la propiedad y naturaleza Saturno. En el cielo nosotros no co-
de aquellos cuerpos ígneos que vi- nocemos estos nombres. La ociosa
ven a condición de que estén en vi- ligereza de los griegos, no conten-
gor, en movimiento, en actividad, y tándose con ensuciar con esta suer-
se apagan si se emperezan o detie- te de impíos delirios vuestros tem-
nen, si resisten al gran empuje, aun plos de mármol, se empeñó también
cuando no sea más que un mo- en penetrar en estos celestiales, por-
mento. que no dejase su locura cosa sin
Este globo supremo a quien lla- contaminar. Ni Saturno, aquel rey
man mundo y cielo comprende de Creta, ni su hijo Júpiter, irreve-
aquellos otros siete que aun cuando rente con su padre, ni el sanguinoso
todos los días son como juguetes de y crudo Marte, ni Venus, la famosa
aquella insuperable violencia del ramera; ni Mercurio, el no menos
cielo, van y vienen por encima de célebre ladrón, ni ningún otro de
vuestras cabezas, del Oriente al Oc- aquella pandilla de bellacos, no digo
cidente, y por debajo de vuestros ya -solamente que no son estrellas,
pies, del Occidente al Oriente, y ca- sino que no pueden serlo, puesto
da uno, con su& nropios pasos y su que las estrellas son de siempre y
andadura propia, consumen jorna- esos malhechores vinieron poco an-
das y caminos tan diversos y por tes de la destrucción de Troya, ni
ende tan contrarios; a saber: por pueden encaramarse a esos tronos
encima de vosotros, del ocaso al de bienaventuranza, cuya entrada
orto; debajo de vosotros, del orto no está abierta sino a los más pu-
al ocaso. Esas estrellas, nosdtros las ros y mejores.
llamamos errantes, que ésa es la Y si alguno creyere que aquellos
versión exacta de las que llaman varones antiguos a quien nuestro
planetas los griegos, siendo así que Ennio acostumbraba llamar Cascos,
lo menos que hacen es errar y de- y los nuestros, como griegos, quisie-
vanear. Fijas son las evoluciones ron dar a entender algo que desco-
de aquellos cuerpos definidos por nozca el ignorante vulgo, como
ley y razón. Merodean o divagan piensan tu Panecio y los restantes
en el sentido de que cada uno de estoicos, con agrado sufriré que se
ellos unas veces se retiran a su atribuya la sabiduría a aquellos
tiempo, y otras a su tiempo se ade- aborígenes, en gracia de nuestros
lantan, y otras desaparecen, y otras mayores, y admitiré que Saturno
van a la zaga, y otras aceleran su sea aquella estrella que se satura
marcha, y otras la retardan, y en de años, bien porque, entre los as-
determinados momentos parecen no tros vagarosos, consume muchos
moverse siquiera, sino que • hacen años antes de que complete sus ca-
un alto. De ahí resulta que o se rreras, a saber: treinta, nada me-
agrupan entre sí o se miren obli- nos, bien porque quisieron que fuera
cuamente, o estén separados unos él quien comprendiese el cómputo
de otros por largos intervalos; cos- de los tiempos y por eso se le llamó
tumbre y manera que dió a los grie- Cronon. Devora, pues, los años que
654 JUAN LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. TOMO I
mente con el deber que Dios impu- todos le piden prestada su luz, sin
so al género humano aquel hombre excluir aquellos que no carecen de
cuyas obras distan tanto de la Hu- luz propia. Diríase que es el mismo
manidad, a saber: de la misma na- Sol quien gobierna esa concertada
turaleza humana? Los hombres fue- danza celeste y que modera y rige
ron introducidos en el mundo para es.ta divina fiesta de la luz. Como
el recíproco provecho, para que den quien preside el mundo, tutela tie-
asistencia y socorro a los que de rras, elementos, cielos y tiempos.
ellos están necesitados: ¿cómo, De él emanan esas alternativas de
pues, puede ser hombre aquel que días y de noches, de inviernos y de
a tantos daña, o cómo puede dejar veranos, de calor y de frío, de ho-
de ser fiera braya aquel que se puso jas, flores, frutos, y meses y años.
en guerra con una porción tan gran- Varones sapientísimos afirmaron
de de la raza humana y le ocasionóque el Sol era el alma, o, mejor, la
tamaña calamidad y estrago? mente del mundo, omnioyente, om-
Yo no maté tantos millares de nividente, omniprovidente, que con
cartagineses sino en un generoso aquella luz y aquel calor suyo en-
empeño de defender y conservar mi gendrador y salubérrimo beneficia a
patria; ellos, ciegos de furor, preci- la Naturaleza toda. Y esto en tal
pitáronse en la muerte para hacer manera, que algunos filósofos grie-
daño. Mi acucia más viva era con- gos se persuadieron que los morta-
servarlos luego de haberlos reduci- les fueron introducidos en el mun-
do a más cuerdo consejo. Ellos, en- do no por otra causa sino porque
loquecidos de ira y de odio, se aba- viesen y contemplasen el Sol, mara-
lanzaron sobre la punta de mi es- villa de las maravillas de Dios. Fal-
pada, que yo había desenvainado a sa es, sin duda, esta persuasión,
guisa de muro que protegiese a mi pero se ha de hacer constar que la
patria, pues de nada había servido inspiró la admiración sentida por
otro muro. aquel astro. Sol le llamamos nos-
Vuelvo a la estrella. Piroeis lla- otros, bien porque sea el solo de
man los griegos a esa estrella de tantos astros de tamaña magnitud,
volumen tan exiguo y no deseme- o porque, cuando ha salido, oscure-
jante de una llama. De su ardor de- ciéndolo todo, se queda y se mues-
masiado y de la frialdad de Saturno tra él solo, luminoso. Los griegos le
resulta la templada benignidad de designan con muchos y muy varia-
Júpiter, que se interpone entre am- dos nombres: llámanle Delio (de
bos, que le hacen dios manso, suave déla), porque con su lumbre esplen-
y bienhechor. Situado en el centro dorosa lo esclarece y lo manifiesta
de las estrellas errantes está el au- todo; llámase Febo, porque todo lo
gusto astro, el Sol. Plugo al Padre limpia; llámase Nomio, porque todo
del universo que fuesen muy gran- lo nutre, o, a su debido tiempo, todo
des la fuerza y el poder del Sol en lo distribuye. Entre los milesios llá-
toda Naturaleza. De ese astro ja-
la mase Ulios, porque todo lo sana. Al
más podrá decirse todo lo que me- Sol invocan nuestras vestales. Apo-
rece que se diga. Dios soberano en- lo se le llama en la Media por va-
ciende el Sol, a manera de antor- rias causas; ya por los rayos que
cha, y no solamente para los mor- despide y que fingen que son dar-
tales, sino para el mundo todo y dos, ya por la mortandad que en la
aun para los restantes astros, pues pestilencia ocasiona en los seres
656 JUAN LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. TOMO I
animados. No han faltado estoicos sieron que fuese Venus, al paso que
de los tuyos por quienes fué llama- otros hay que sostienen que fué un
do Apollona, como si no hubiere cierto hijo de Céfalo y de la Auro-
otros semejantes a él, sino el úni- ra que compitió en belleza con Ve-
co; de ahí proviene, según algunos nus. ¡Qué precioso tiempo tenían
de los nuestros, que fué llamado Sol. aquellos sutiles greguecillos para per-
Debajo del Sol está Venus, no derlo en esas frivolas ensoñaciones!
aquella cipriota, nacida de la espu- Vecino de Venus está el lucero
ma, asquerosa meretriz; ni aquella que vosotros llamáis Mercurio. Pero
otra hija del Cielo y del Día, ni de nosotros jamás hemos visto por
Júpiter y Dione, ni concebida de aquí a ese Mercurio, fruto de una
Siria y Cirto, llamada Astarté. Cuál bellaquería de Maya, inventor de la
de estas Venus mereció la palma de palestra, dios de los hurtos, pues no
la maldad, no es cosa que pueda de- acostumbran los dioses ser fautores
cirse fácilmente. Mi opinión es que de ladrones, y menos es aún aquel
todas fueron iguales en liviandad y cuyo padre fué el Cielo y cuya ma-
bellaquería. Pero aquella Venus Ura- dre fué el Día. ¿Puede haber obsce-
nia, placer de los hombres y de los nidad mayor? Ni aquel bellaco de
dioses, que, a la alborada, esparce Trifón, hijo de Valente y de Feron-
el rocío genial, que, no solamente fe- da. Los griegos llamaron a ese lu-
cundiza los gérmenes de la tierra, cero Estrilbón: nombre acertado si
sino que estimula el de los anima- se le considera derivado del verbo
les, y por eso se llama alma, que griego que en castellano suena lu-
suena en castellano alimentadora cir o resplandecer; pero si se quie-
vistosa por su grandeza y su lum- re que sea hijo de Dionisos y Pro-
bre, que a la tarde emula la
tales serpina, aquel que recibió crianza
de luna y al amanecer la del
la en Nisa, fundada por su padre re-
Sol; va a zaga del Sol, a su puesta, cientemente, es un nombre absurdo
por eso le llama Véspero nuestro fa- como los otros nombres, incon-
miliar amigo Ennio; Plauto le lla- gruente y pueril. Chico es este lu-
mó Vesperugo ; anticípase a la sali- cero si se le compara con el lucero
da del Sol como heraldo del día; de la mañana, abanderado de la
los griegos le llamaron Fósforos, luz, lumbre radiante y viva, de ge-
que suena portadora de luz. nio versátil y de naturaleza volta-
Su claridad es tanta, que el lus- ria. Cualquiera que fuere el celeste
tre de esa estrella sola ahuyenta la compañero de viaje que alcanza en
noche y aun a veces no' cede a la su caminata, luego al punto se hace
propia lumbre del Sol cuando sale. otro él. Esta circunstancia ha dado
Su brillo no es igual, tarde y maña- lugar a la ficción de que Mercurio
na; pues el de la madrugada es es el mensajero y el ministro de los
blanquecino y refulge con albores dioses, como sea verdad que se
apacibles y el de la tarde es rútilo presta dócilmente a sus órdenes y
y fogoso; vésele tal porque de los a su poderío. Su vecindad del Sol
diurnos ardores del Sol aquella es tanta, que Mercurio está siempre
nuestra atmósfera está encendida. por ella defendida del ataque de la
De los griegos los hubo quienes sombra producida por los turbiones
personificaron ese astro en Isis, de la tierra. Así que nunca puede
quiénes en Juno, quiénes en Venus. padecer eclipse, puesto que el Sol
Pero los hubo también que no qui- echa siempre la sombra a la parte
OBRAS FILOLÓGICAS. VIGILIA AL MARGEN DEL «SUEÑO DE ESCIPIÓN» 657
a la tierra, dirás que todo ese inter- y ello por sus líneas rectas,
el suelo,
valo constituye una unidad física por sus ángulos iguales; pues no es
que poco a poco se hace tierra. Y por los lados de la tierra como los
si de la tierra te remontares a ese cuerpos pesados van de una parte
alto asiento, pensarás que el cami- para otra, porque, de otra manera,
no ascensional es una unidad física llegarían hasta el cielo o quedarían
que se torna cielo poco a poco. Tan- como colgados en ese aire interme-
ta verdad es que violentamente nin- dio, y este fenómeno no es posible.
gún cuerpo se une y se acomoda con La imponente mole de la tierra,
otro cuerpo de natural disidente. La colocada en el centro del universo,
parte superior del aire, inflamada se embrutece en el aburrimiento de
por el rápido mover y por el hervor su invariable quietud, pues el modo
del cielo, tiene determinadas apa- de ser del mundo no le deja mover-
riencias y visos de cielo, pero de se ni hacia adelante ni hacia atrás,
cielo de condición inferior y, por ni a la izquierda ni a la derecha, ni
decirlo así, como de cielo bastardo. a lo que a vosotros os parece arriba
La parte media de la atmósfera no o abajo, porque a cualquier lado se
se estimará que sea fuego propia- inclinare, subiría; revolverse y ro-
mente, pero tampoco es niebla ni dar sobre sí misma, le conviene muy
calígine. La parte inferior, por efec- poco, porque en continuo vértigo de
to de su densidad, es muy semejan- su rotación no podrían afirmar en
te al agua. La cara superficial y ella sus pisadas ni los hombres ni
aparente del agua más parece aire los restantes animales. Todo esto
que no tierra; mas el agua del fon- parecióme a mí tan grande y tan
do que está en contacto inmediato admirable, que el estupor y la mara-
con la tierra de tal manera es cieno, villa que me causó su contempla-
que más parece tierra que agua. ción hízome olvidar de mí mismo.
Esta es la artificiosa estructura, la
primorosa e imponente máquina del Habiendo dicho todo esto el Afri-
universo mundo. Nueve son los glo- cano, y detenídose un poco, ya co-
bos o esferas: ocho, celestes; la que mo animado por su silencio y su
hace nueve es la terrena; el agua quietud (pues harto sabéis que a
y el aire y ese fuego vecino del cie- aquellos de quienes por taciturnidad
lo que es una parte respirable de la o por inactividad se apoderó el sue-
Naturaleza, pero encendida y ardien- ño o el pasmo acostumbra desper-
te, constituyen la región fronteriza tarles algún ruido, y a aquellos a
del cielo y de la tierra; ocupa sóli- quienes produjo modorra la bara-
damente el centro del mundo que hunda o el tráfago, despiértales el
afecta forma redonda y está en la súbito cese de la batahola), habiendo
parte más baja. De cualquier parte ya vuelto en mí de aquella admira-
la mirares, ocupa siempre el lugar ción profundísima y oído un concen-
inferior. El cielo está encumbrado to que con él no tiene posible com-
siempre,, sublimado, en el ápice su- paración ninguno de los que acari-
premo; por esto es que, de donde- cian nuestros sentidos perecederos ni
quiera, de cualquier punto de la en robustez de sonidos ni en deleito-
tierra, los cuerpos ligeros vuelan y sa suavidad pedíle qué tal era aquel
;
miento y el roce de los cuerpos ce- miembros y partes del cuerpo, aun
lestes. Impone la Naturaleza en los cuando esa música tenga su sagra-
cuerpos todos cuando se menean y rio en el alma y de ahí salga y se
se frotan la emisión de un sonido, espacie por el cuerpo todo.
ora sean duros, densos y compactos, Todo esto queda muy a la clara
como los del hierro, oro, plata, ba- demostrado por el hecho de que en
rro, piedra, madera; ora sean blan- un cadáver todo ese concierto, toda
dos y de escasa coherencia, como esa agrupación sistemática de nú
los acuosos y los aéreos. Y si vues- meros y ritmos quedan prácticamen-
tra propia os enseñó
experiencia te mudos, amortecidos y disueltos.
que este fenómeno produce en
se Pero siempre resulta cierto que el
esas delgadas y pequeñas masas ánimo, derribado de esta su sobera-
vuestras, ¿cuánto más grande y más na mansión y confinado al suelo
voluminoso sonido no producirá la bajo y vil, cautivo en la mazmorra
frotación de esos cuerpos gigantes- de su cuerpo, conserva invariable-
cos? Este sonido será tanto mayor mente esa música movida y acorda-
cuanto más grandes sean esas masas da que de esta región trajo consigo
y más acelerado el ritmo de su mo- a ese su postliminio terrenal y la
vimiento y más fuerte la presión transfunde en el cuerpo y alégranle
mutua con que se refriegan. Estos y excítanle tanto los cantos musica-
sonidos, que tienen su origen en les, que con el vago recuerdo de su
cuerpos divinos y en la región más casa y de su cuna, imagínase resti-
alta y divina e inmortal de la Natu- tuido a su primitivo ser, cobrado el
raleza, es pura impiedad creer que tino y la perdida memoria de su
sean discordantes, hórridos, desapa- origen celeste. Con vehemencia ma-
cibles, descompuestos, rudos, desati- yor siéntenlo los niños, quienes
nados, cuando vuestras sonajas, puesto que su apartamiento de estas
vuestros crótalos, vuestros címbalos, moradas es tan reciente, con inde-
vuestras cítaras, emiten sones tan cible atención escuchan y admiran
lindos. Pues si el Soberano Hacedor la dulcísima y sabrosa alianza de
y Fabricador de ese universo mun- los números concordes. En perci-
do puso medida y número sonoroso biendo algún son, por más remota
en esos instrumentos vuestros, tan que sea la semejanza que tenga con
inferiores, tan viles, tan ruines, y los sonidos divinos, que aquí arriba
les dotó y les enriqueció con esa se avezaron a oír, entonces, como
suave consonancia y armonía, como advertidos e impresionados de la
la llaman los griegos, ¿habrá dejado añoranza fiel, quedan sumidos en
esas masas hermosísimas, animadas estupefacción y pasmo y no pueden
por mentes inmortales y divinas, sin comprender ni discernir en qué
armonía, sin concento, sin compás, hondón oscuro, tan ajeno y tan con-
sin aquel equilibrio y proporción y trario de su naturaleza, tan insólito
consentimiento? Aun esos mismos y tan perturbado, quedaron sumer-
cuerpos que arrastráis, amasados de gidos. Y con deseo tanto más agudo
barro, cárceles ambulantes, efímeros nuestros espíritus se asen al pen-
y caedizos, no carecen en absoluto samiento y al recuerdo de esta su
de concorde consonancia. Música patria soberana, cuanto más aque-
hay en el corazón, en los pulmones, llos cantos se asemejan a los con-
en el cerebro, en los ojos, en los ner- centos celestiales, y cuanto ellos
vios, en las venas, en todos los mismos son más generosos y subli-
OBRAS FILOLÓGICAS. VIGILIA AL MARGEN DEL «SUEÑO DE ESCIPIÓN» 661
mes. La música que levanta los áni- nus, engéndrase un modo único y
mos nobles y excelsos, degrada a una total analogía de sonido.
los espíritus ruines, atollados en la Todas esas esferas, siendo, cierta-
cloaca y en las sordideces de los mente, desiguales, por su correspon-
sentidos y les empuja más y más dencia y proporción mantienen una
los deleites asquerosos. En el con- igualdad inenarrable, causadora de
cierto celestial hay la razón y la aquel dulcísimo concierto imperece-
medida de toda sinfonía suavísima dero, señalado por siete voces, mez-
que puede caber entre la nota más clado y templado por sonidos dife-
aguda y la más grave. El soberano rentes. Como empezaba a decir, en
Gobernador de toda la Naturaleza, las esferas de Mercurio y de Venus,
el lucero que vierte sobre el mundo idéntica es la fuerza del sonido, y
los raudales de su lumbre, puesto el tono es idéntico, y, por eso, úni-
que vuela en la más precipitada de ca debe decirse que es su voz, aun
las carreras, en su ruta vertiginosa, cuando sea doblada. Las órbitas y
produce el más agudo de los soni- las revoluciones de estos planetas
dos. La condición natural de cada indican esta realidad. Mercurio, que
ser hizo que a la más arrebatada está más abajo, recorre y termina
velocidad correspondiera el sonido su circunvalación nueve días más
más agudo, y al revés, que al más pronto que Venus. Ambos a dos en
tardío y más perezoso movimiento su circuito no rodean toda la tierra,
responda el sonido más pesado y sino que solamente merodean por
más sordo. A tenor de esta ley, la cualquiera de sus lados y tienen sus
Luna, que es la masa de todas la curvas o círculos en sentido contra-
más lenta, emite el son más bajo. rio a los demás planetas, es decir,
Por lo que toca a la tierra, de quien debajo del globo terrestre, que es
me apresuré a declarar que era la vuestra baja morada, pues en he-
esfera novena, ninguna cosa par- cho de verdad siempre está encima
ticular se me ocurre, porque siendo de la tierra. Sus órbitas tiran tanto
de suyo indolente, y lerda, y sorda, a la banda de los astros como, las
y muda, clavada y pegada en el cen- de los otros hacia el lado del Sep-
tro del mundo y no separándose de tentrión. Ello hace qué así como las
ahí ni el grueso de una uña, ningu- otras estrellas errantes, cuando a
na contribución puede aportar a esa mayor distancia y altura están de
consonancia y a esa marcha triun- la tierra, se mueven con pereza ma-
fal del orbe, pues carece de todo yor, éstas, por el contrario, cami-
sonido y aun de toda suerte de ru- nan con más veloz apresuramiento.
mor. De estotras esferas celestes, Las otras andan más aceleradamen-
aun cuando sean ocho, se originan te, en el ocaso vespertino, y, al re-
siete distintas razones y modos di- vés, esta pareja sideral nunca es
ferentes de voces y de sonidos. Des- tan tarda y adormecida, y al par
iguales son los intervalos de esos que aquéllas, así que amanecieron
sonidos, pues si fueran iguales la empiezan a reprimir las impacien-
.
quien, filo del mediodía, en cielo sin del Asia, cuando ha pasado más allá
nubes, se esfuerza por mirar el sol de Meroe de Etiopía, de la cual él
de hito en hito. Si lo hiciere por hace una isla al bifurcarse, vuelve
más largo tiempo del debido, el res- a recibir todo su caudal en un mis-
plandor demasiado nublará la viva- mo álveo. Y luego, irritado con tan-
cidad de sus ojos y poco después le tos islotes y peñascos como se inter-
cegará, y si persiste en ese deseo ponen a su paso, abalánzase a una
tenaz y se entrega a él con alguna carrera velocísima y con todo el po-
frecuencia, acabará por perder y tencial de sus aguas reagrupadas
por arruinar su facultad de visión. corre con presura irrefrenable a
Y si esto acontece con vuestros ojos, aquella parte de la Etiopía que de
cuya agudeza es tan vigorosa, ¿qué este fenómeno, con un vocablo grie-
hemos de creer que va a pasar con go, se llama Catadupa. Despéñase el
el oído, que es el más obtuso y el Nilo augusto de aquellos riscos y de
más romo de vuestros sentidos y el aquellos peñascales con inmensos y
más ocasionado y expuesto a toda temerosos fragores de ruina. La po-
suerte de descalabros? Anda al des- blación aborigen de aquellos parajes
cubierto y le tapian y le obturan el ya una vez, en la antigüedad, había
polvo, el tamo, las pelusas y toda trasladado su ciudad y su asiento
suerte de volátiles inmundicias; el a otro sitio por librarse de incomo-
viento y sus propias pegajosas se- didad tan grave; pero otros, invita-
creciones le dañan de tal manera, dos por la bondad del suelo y la in-
que hartas veces se pierde por esta dulgente blandura del ciclo, fueron
sola causa. El chirrido de los ruidos a acomodarse en aquella región. En
desapacibles y la fuerza impetuosa la actualidad, toda aquella nación
de los violentos no puede este sen- carece de oídc. Este es el fenómeno
tido tolerarlos no de otra guisa que
; que produce el ímpetu sonoroso con
los otros sentidos corporales no pue- que el Nilo rueda. Pondera ahora
den sufrir la inclemencia y el em- tú que es razón que haga esta ine-
puje y la fuerza excesiva de los ob- narrable polifonía sideral infinita-
jetos de su sensibilidad específica. mente mayor que la majestuosa sin-
Los sentidos se vician y se gastan, fonía del caudal del viejo Nilo. Me-
si aquello que sienten excede su re- ditaba yo eso, presa de admiración
ceptibilidad, pero las más veces que- y, al mismo tiempo, con los ojos
dan como desmenuzados y hechos derribados miraba la tierra aquila-
polvo como bajo el peso de un de- tando y ponderando, en mis aden-
rrumbamiento. tros, cuán vil, cuán abyecto, cuán
Y prosiguiendo en eso del sonido, sórdido, cuán indigno era todo lo
que es que más camina a nues-
lo nuestro, no solamente lo que habi-
tro propósito y a nuestro fin, digo tamos, sino, también, lo que vemos
que han sido muy muchos los que y lo que hollamos en comparación
ensordecieron por la vehemencia in- desigual con lo del cielo.
sufrible de los estruendos y frago-
res y que todas las gentes que ha- El Africano, recelando que yo to-
bitan aquella comarca de Etiopía davía continuaba dominado por 'a
que se llama Catadupa son sordas callada afición de esas cosas bajas:
por esta razón, exclusivamente. Es — — —
Veo me dijo que aún tienes
de saber que el Nilo, el más noble ojos para aquellas moradas humanis
de los ríos, que separa el Africa y para esa tierra vil, la cual, si te
664 JUAN LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. TOMO I
parece tan grande como la ves, nié- gloria no será jamás hija del vicio;
gote que no seas de ánimo tan apo- ni es gloria aquello que piensa ser
cado y estrecho, que te lo llene gloria la masa estúpida, la plebe tor-
aquella cosa frivola y flaca. Levanta nadiza y liviana. Piensa, dije, y
tu ánimo y tu mente a esas celes- debo decir, no piensa. ¿Qué pensa-
tiales realidades; desea, codicia, las miento puede haber, o qué criterio
que tepueden llenar y henchir, y atinado, donde no hay mente que
de todas las otras no hagas más esté sana, y donde toda lengua es
aprecio del que tienen verdadera- ligera y parlera? Falsa es esta glo-
mente. Esto, como te cupo en suerte ria, hija de la ficción y de la men-
un espíritu elevado y generoso, no tira, imaginaria, sin objeto, simiesca
dudo que, fácilmente, vas a conse- remedadora de la gloria verdadera.
guirlo. Uno sola cosa me temo, y es La verdadera gloria anda en pos de
que no con la misma facilidad pue- .a virtud, como la sombra acompaña
das repudiar y sacudirte aquella tu al cuerpo, y se asienta y subsiste en
conocida ambición y deseo de gloria. las manifestaciones y voz de aque-
Esa gloria, puesto que tiene aiguna llos que aquilatan con la más cer-
semejanza y analogía con el honor tera de las críticas la eminencia de
y viste sus apariencias y de ellas las respectivas virtudes. La otra glo-
hace alarde, es deseada y buscada ria, la gloria bastarda, es inconsi-
con afán sumo por varones dotados derada y ciega, y así como temera-
de ingenio excelente, pero ríi los riamente, a tontas y a locas, excí-
cuales, con todo, la virtud no puso tanla el aura y los rumorcillos de
la última mano, dejándoles acabados la multitud, así también se enfla-
y perfectos. quece y extingue sin que se sepa
Empero, todos aquellos que no por qué, y queda ahogada en silen-
son esclavos de la riqueza ni de la cio y en ninguna ocasión puede te-
pasión de mando, ni del poderío, ni ner constancia y solidez. Como naci-
de la sensualidad y la vida regala- da de la nada, no tiene base ni fun-
da, a pesar de ello suelen andar en- damento en qué subsistir. ¿Dije que
viscados en un cierto blando y pe- no tiene base y cimientos en que
gadizo amor de la gloria y 'ornan a se apoye y mantenga? Rectifico: -_-í
enojo que habiendo desdeñado to- que los tiene, pero contrarios a los
da suerte de galardones por los pe- que debieran ser, verbigracia: de
ligros corridos y los trabajos sopor- crímenes y de maldades; siendo así
tados, por los méritos que contraie- que el pilar más robusto de la glo-
ron y las buenas obras que hicie- ria es la virtud.
ron, no granjeen su cachito de glo- Y como ello sea así, cosa difícil es
ria. Y aún los hay algunos que, muy para los varones de excelente índo-
poco entendidos en lo que es la au- le dotados, luego que se hubieren
téntica virtud y la gloria maciza, ejercitado en la virtud como en un
mientras con alocado arrebato se campo de batalla, echar en olvido y
lanzan a su conquista y posesión, desdén esa gloria que con ella se
admiten no pequeños vicios y mal- granjea; pero no cabe duda que es
dades. Esos deslumbrados, aun cuan- propiedad del sabio consumado y
do han conseguido el renombre y la cabal menospreciar esa gloria mis-
celebridad que persiguieron con tan- ma con todo lo restante humano, o,
ta ilusión, no por ello, inmediata- por lo menos, arrinconarla en los
mente, han acarreado gloria. La polvorientos desvanes de la desme-
OBRAS FILOLÓGICAS. VIGILIA AL MARGEN DEL «SUEÑO DE ESCIP1ÓN» (j(j5
toda nuestra tierra, es donde se es- almas tan grandes, tan buenas y tan
parce y se derrama la gloria en toda puras como fueron las de nuestros
su inmortal vigencia y robustez. mayores los Claudios, los Brutos, los
Todos los que aquí moramos somos Valerios, los Fabios, los Fabricios,
conocidos unos de otros. No hay los Decios, los Emilios, los Corne-
hombre de cuya virtud y claros he- lios, los Curios, los Atilios. Hay aquí
chos no tengan todos noticia pun- también las de los griegos gloriosos,
tual y circunstanciada. No hay Sócrates, los Platones, los Aristóte-
ninguno a quien todos no conozcan les, los Teofrastos, los Zenones, los
a la clara, sin afeite, sin fingimien- Arístides, Solones, Codros, Lisan-
to, sin velo alguno. Los que están dros y Licurgos.
aquí no son los cuerpos que disi- Los hay, en fin, sin cuento posi-
mulan las muchas mancillas y de- ble. Si de todos ellos quisieres con-
fectos de las almas. Todos aquí so- templar esa vida de inmortalidad
mos espíritus lúcidos, transparentes, que aquí llevan con felicidades y
abiertos. Allende de esto, esa gloria bienandanzas extremadas; si quie-
es imperecedera, que renueva su in- res medir y abarcar todo ese cielo
mortalidad, con los cielos inmorta- y toda esa universidad del mundo y
les; que jamás fallecerá porque ni no te encerrares en las geográficas
los espíritus ni los mismos cielos estrecheces de Italia, de España, de
temen la enfermedad, la caducidad, Africa, sino que te persuadieres que
la muerte, confirmados como están el universo mundo no es para ti más
para la eternidad por el mismo que una ciudad única y que esos
Dios, Hacedor de todo. La muche- asientos de bienaventuranza son el
dumbre de esas mentes que conser- inicial de tu partida y el sitio adon-
van en toda su frescura y vigor el de debes regresar, con una total de-
recuerdo de los loores merecidos dicación, con una absorción absolu-
por las buenas obras es incalculable ta, te entregarás a la virtud del más
y no hay entendimiento humano heroico temple. Y cuando esa virtud
que la pueda abarcar ni imaginar. te hubiere limpiado y purificado de
En comparación de su número sin la insana afición de la sensualidad
número, los mortales todos, los que y del ansia de la riqueza y del po-
pueblan la tierra, los que en los der, acabará por despojarte del pos-
venideros siglos la poblarán, los que trer resabio de deseo de gloria mor-
la poblaron en edades pasadas, to- tal y meterá en ti el convencimien-
dos a una formarán una suma des- to, como así es en hecho de verdad,
deñable. de que el perfecto sabio no orac-
Pero ¿qué espíritus son ésos? No tica el bien por ser alabado, que no
espíritus de hombres bárbaros y espera la huera lisonja ni el aplauso
sin civilidad, no de masas gregarias, vano de la turba vana que hartas
no de turbas ciegas, desalumbradas veces se entusiasma de la nada y
y vesánicas, sino que son mentes de con mayor frecuencia de cosas ma-
aquellas cuyas alabanzas constitu- las por ignorancia de las mejores.
yen el colmo del contentamiento y Esa misma heroica virtud le per-
de la felicidad; mentes las mejores, suadirá de que no tiene juez más
las más santas, divinas mentes, en severo y justiciero ni guardián más
fin. Aquí arriba, demás de esas ce- vigilante y más veraz y escrupuloso
lestes lumbres eternales, animadas testigo, así de todos sus pensamien-
de espíritus divinos, están aquellas tos como de todas sus obras, que su
672 JUAN LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. TOMO I
tener cuenta con ese tan alto galar- este consejo imperativo y tanta la
dón de la virtud. No reparaba yo densidad de su significado, que di-
que estuviera aparejado y reser- ríase que no le inspiró hombre al-
vado premio tan glorioso y divino guno, sino que deba atribuirse al
para quienes fueran tutela de la Dios inmortal. No impone al hom-
Patria y mirasen por su salud. Aho- bre esta máxima filosófica la obliga-
ra que lo sé de ti y veo por mis ción de conocer su estatura, ni su
propios ojos que aquellas virtudes rostro, ni sus manos, ni sus pies, ni
que ejercitamos en la vida civil con- sus piernas, ni su corazón, ni sus
ducen a aquellas otras soberanas y pulmones, ni las restantes entrañas,
perfectísimas que devuelven, con ni los miembros restantes, órganos
suma presteza, a esas célicas man- todos éstos que, por regla general,
siones el espíritu y le restituyen a conocen mejor los médicos más ler-
su claro origen primero, desde aho- dos que los filósofos más sabios. Lo
ra, con intensidad doblada, con to- que impone este aforismo es que el
do mi corazón, con toda mi alma y hombre conozca la más principalí-
con todas mis fuerzas, daré mi últi- sima parte de su alma, que es la
mo toque, como espero, a la obra mente de origen divino, y ponga en
de mi perfeccionamiento, que no ell? su frecuente atención, y vea de
con mucho desacierto había comen- qué cualidades está enriquecida y
zado a bosquejar. de qué virtudes está adornada, cuán
Y él, a continuación, habló así: adiestrada está por el ejercicio y
— Esfuérzate tú a esa obkra, con cuán dispuesta y aparejada a levan-
la mayor diligencia que puedas, tar el vuelo y remontarse a estos
pues ninguna cuenta debes tener asientos soberanos y a este su domi-
por las cosas mortales, sino por las cilio original. Lo que manda este
inmortales, siendo tú inmortal y precepto apolíneo es que pondere
predestinado a esa vida e inmortal y contemple la capacidad de la me-
bienaventuranza. No han de cau- moria, de la invención, de la mente,
sarte la más somera y cutánea im- del pensamiento por todo lo cual
presión, por decirlo así, los azares discierne, juzga, y con la razón re-
humanos ni la muerte corporal, coge, consigue y halla y recuerda
puesto que tú no eres cuerpo, sino tantas cosas y tan maravillosas, que
alma. Ningún hombre es aquello de manera alguna pueden ser obra
que se muestra y se exterioriza, de estas naturalezas corpóreas y ma-
pues no es la ropa que viste, ni me- teriales, sino por sola la divina Na-
nos es aquel cuerpo suyo de que turaleza.
anda como rodeado y velado. El Por todo esto, sabe que no sólo
cuerpo del hombre viene a ser no eres divino, sino, como tuvo la feliz
más que el Cobijo en que se abriga osadía de decir Eurípides, que eres
o la vasija, o el recipiente, o el in- Dios. ¿Qué tiene tu mente que no
volucro, o el cepo, o la cárcel, o sea semejante a Dios? ¿Acaso el te-
cualquiera sea el nombre con que se ner vigor, el tener sensibilidad, el
guste señalarle. entender, el recordar, el proveer, el
Harto bien se percató de esta ver- saber, el comprender y abarcar
dad aquel sabio, fuese el que fuese, el pensamiento y la inteligencia el
¡
Todo esto no ha de considerarse di- eso he querido decir con la voz ac-
vino, sino grosero, sino mezclado, tuar. Pues habiendo determinados
sino amasado y heñido de tierra v objetos que mueven a otros objetos,
de aquellos otros elementos que for- los cuales a su vez son movidos
man la bien trabada estructura de por otros, como en ese gran mun-
la tierra y el cielo. ¿Y qué más? do los planetas mueven ciertos ele-
El gobernar, mover, impulsar hacer mentos y ellos son movidos por
crecer ese cuerpo a quien presides, aquel impulso inicial del cielo que
¿no es, por ventura, asemejarse a lo avasalla todo y se lo lleva arre-
la providencia de Dios, que lo admi- batado en su vértigo arrollador;
nistra y lo rige todo? también en ese microcosmos, que es
Muy exacta aquella definición de el hombre, el calor y la humedad
Ioí: sabios antiguos, que dijeron que movilizan todo el cuerpo en un im-
eso todo que llamáis hombre es, a pulso vital y saludable y ellos a su
saber: la mente y el ánimo con su vez son movilizados por vuestro
cuerpo es un pequeño mundo, y que ánimo y por vuestra mente. Todo
a su vez, el mundo es un hombre esto que distribuyen a los otros, de
grsnde. Mortal es tu cuerpo, como otros lo reciben; y si por azar de-
semejante que es a la tierra, a la jan de recibir este beneficio, cesan
humedad, al aire, al fuego de que automáticamente de otorgarle y aca-
está formado y compuesto. De es- ban por marchitarse y perecer. De
to'- cuatro principios y elemencos ese peligro está exento y seguro
constitutivos del cuerpo, en alterna- aquello que de sí mismo recibe el
tiva perpetua siempre, se aparla impulso y el movimiento. Y no se
algo, siempre se allega algo, y si no ha de temer que a sí mismo se des-
totalmente, al menos parcialmente ampare. Si se mueve siempre, es que
sienten en sí la muerte y la vida, siempre goza de vigencia y robus-
siempre en función y en acto. tez y siempre comunica fuerza, vi-
Tu ánimo inmortal, tomado de la gor y vida. Es, pues, imposible que
divina Naturaleza del cielo, es se- muera. Si un día llegase a morir,
mejante al cielo y con el cielo tiene fuera porque en todo instante se
deudo muy estrecho. Mas tu mente, conferiría a sí mismo vida y movi-
que sin duda es Dios y templa y miento, no dando aquello de que por
gobierna el cuerpo mortal y el áni- yacer postrado y exánime carece-
mo mismo, no de otra manera que ría, luego de haberse resuelto en la
aquel Optimo y Máximo Engendra- nada o en otras especies y formas.
dor de la Naturaleza rige así aque- Necia es y absurda la afirmación de
llas partes frágiles y caducas del que alguna cosa tenga movimiento
mundo como esas otras estables y perpetuo y que con todo eso fenez-
eternas. Y así como aquel divino ca alguna vez, es decir, que se mue-
Arquitecto del mundo, cuya deidad va siempre y que de tiempo en
rige el universo, no es nacido en tiempo se detenga, como lo afirman
el tiempo, sino que es inmortal, del espíritu algunos filósofos peque-
también tu espíritu carece de prin- ños y plebeyos que con esa tan im-
cipio ni fin alguno habrá de termi- pía opinión cerráronse a sí mismos
narle. Inmortal es aquella fuerza la vuelta a esos lugares. El Amo
que actúa siempre, esto es, que a la y Gobernador del mundo no permi-
continua entiende, piensa, siente, tirá que se les admita en esas mo-
tiene vigor, tiene lozanía, que todo radas a las que desesperaron de lie-
OBRAS FILOLÓGICAS. VIGILIA AL MARGEN DEL «SUEÑO DE ESCIPIÓN» 675
hace todas aquellas cosas que dije. nó aquí, a la sociedad de los dioses.
Y todas estas cosas las hará con Tanto calor puso y tanta clarividen-
harta mayor libertad, facilidad, des- cia en esa su postrera y suprema
treza y mucho mejor cuando estu- lección, que parece no que disputó,
viere aligerado y suelto de la en- sino que vaticinó, como suele acon-
sambladura y pesadumbre del cuer- tecer con aquellos que están próxi-
po. Todo el tiempo que permanece mos a la muerte. Todo esto bien lo
en esa vuestra cárcel, en esas tinie- pudiera yo decir con espinosa con-
blas, en esa modorra pegajosa a cisión a la manera y usanza de vues-
quien llamáis vida, agobiado por la tros estoicos; pero preferí decirlo
carga del cuerpo, enturbiado y ofus- más copiosamente, imitando el es-
cado por el vaho y los vapores ca- tilo platónico. De todo lo dicho, se-
liginosos del comer y del beber, gún pienso, ha quedado puesto muy
hostigado y acuciado por los fogo- en claro que el espíritu ni tiene na-
sos aguijones de las concupiscen- cimiento ni tendrá fin. Y si ello es
cias y las pasiones, no puede valer- así, como lo es en hecho de verdad,
se de todo el poder y eficacia de la ruégote que no manches ese espí-
mente y del pensamiento. Mas una ritu tuyo inmortal y divino y, por
vez que estuviere aquí, cuando no ende, Dios, con mortales y sórdidos
arrastrará la impedimenta de su cuidados y con sucias obras. Haz
cuerpo ni tomará pasto material ni siempre algo y medita algo no dig-
le inquietarán las pasiones, pues es- no de un ser ruin y mortal, sino de
tará limpio y purgado de todas Dios eterno, y no te domine el in-
esas impurezas y exento de todas terés por las cosas fútiles y bajas,
esas servidumbres, hará aquello que todas las cuales es bien que descui-
vosotros acostumbrasteis hacer en des y desdeñes. Preocúpate por la
vuestra vida cuando estáis en toda salud y la defensa de la patria; in-
la entereza de vuestra salud, cuan- terés éste el más grato a los ojos
do ni el apetito ni el sueño os ha- de aquel que fabricó la universidad
cen sentir su insufrible tiranía y de este mundo, de su Gobernador,
estáis aliviados de cuitas y vacíos de su Dios prepotente, que metió
de preocupaciones y negocios, así y sembró el espíritu en los cuerpos
públicos como particulares, y ni la humanos, porque fuera quien de-
envidia ni la codicia, ni la ira ni fendiese esa tierra vuestra. Creados
el miedo os alampan con sus cente- fuisteis con un natural y un inge-
llas ni os acucian con sus hierros nio aptos para la convivencia civil,
fieros, entonces es la sazón buena expresamente condicionados y for-
del espíritu para la investigación y mados para morar en agrupaciones
la contemplación. urbanas y frecuentar el trato so-
Todo esto lo puso Platón por es- cial. Estar en pugna parece con la
crito, y Sócrates, a la sombra del Naturaleza, y que tomó armas con-
más glorioso de los plátanos, dis- tra la Humanidad aquel que por su
cutió con su Fedro este punto y provecho particular desatiende y
muchos otros puntos referentes a viola el bien público y relaja los
esa misma materia y con muy co- vínculos de la sociedad humana. Por
piosa elocuencia con sus amigos ello se hace merecedor de que se le
aquel mismo día en que aquel su expulse de ella como enemigo y se
espíritu, santo e inocente, saliendo le niegue a él aquella misma con-
de esa vida, ufano y alegre, retor- sideración impuesta por la Humani-
OBRAS FILOLÓGICAS. VIGILIA AL MARGEN DEL «SUEÑO DE ESCIPIÓN» 677
fin de que, luego de haber atrave- padres, los sacrilegios contra los
sado la espesa y caliginosa capa de dioses que, una vez perpetrados, no
aire, irrumpiere y penetrare, diga al conocieron el arrepentimiento; a
cuerpo que dejó en la tierra un esos tales definitivamente desahu-
adiós irrevocable, sin sentir la más ciados se les arroja en el Tártaro,
leve añoranza de su compañía ni de donde no puede ya jamás abrír-
el ansia más ligera de volver a esa seles ei camino del regreso a ese
vida vuestra y a ese valle hondo y mundo de los mortales. Con todo,
oscuro? aquellos otros que contrajeron- man-
Pero si, acordándose de los pla- cillas más ligeras o, si se quiere,
ceres, de las riquezas, de las pa- manchas mayores, pero tocados de
siones o de alguna de las vanidades compunción, pidieron perdón con
y malicias de la vida humana, la súplicas humildes o con una obra
desea y la reclama, entonces, preci- mejor compensaron y resarcieron el
pitado de nuevo a la tierra, quiebra daño y la injuria cometidos; esos
sus alas en caída impetuosa. Y si pecadores penitentes, mediante pur-
en esas circunstancias, a ese cobar- gaciones, purificaciones y acrisola-
de* derribado que en el cieno se mientos, se tornan limpios, puros
complace y se revuelca o cualquier e idóneos para la sociedad y conci-
otro atollado en el mismo lodo, lio de los dioses. Los suplicios que
inficionado por contagio idéntico, apuran en ese tiempo de su purifi-
mándale el Emperador del mundo cación son tan recios y tan graves
que salga al instante de esa vida, y tan duraderos, que prefirieran en
no puede, a la salida de su cuerpo, su vida humana cualquier dolor,
encaminarse a esos soberanos asien- por más largo y áspero y agrio que
tos de la bienaventuranza, bien por- fuese, al más liviano de aquellos
que ninguna cosa inmunda y man- tormentos que se ven obligados a
chada puede entrar aquí por ningún sufrir después de su muerte. No lo
concepto, bien porque la cargazón ignoraba aquel gran varón dechado
del cieno terreno, sin ayuda de de cordura y de entereza que hubo
ningunas alas no permite que los nombre M. Atilio Régulo, quien no
tales espíritus se eleven a la altura, vaciló en volver con una serena
pues los agobia con su peso y los impavidez y ánimo constante a un
rebate contra la tierra. En derredor cautiverio penosísimo por guardar
de la tierra contra la cual fueron la palabra y la fe que había dado a
rebatidos y estrellados, flotan a la sus enemigos, aun cuando le rete-
deriva, a merced del viento, siglos nían con sus súplicas sus hijos, sus
y siglos, expiando su yerro con pe- parientes, los más estrechos de sus
nas mayores o menores, proporcio- amigos, pidiéndole con desespera-
nadas a las culpas de cada uno; dos encarecimientos que se salvase
pero en todo caso, muy grandes y a sí mismo, puesto que sin mengua
muy escocedoras. Mas si tan feos y de la dignidad podía pasar el tiem-
tan tétricos fueren los crímenes de po que le quedaba de vejez en des-
determinados delincuentes, que no cansada vida y en medio de consi-
hubiere para ellos expiación pro- deraciones y honores en aquella Re-
porcionada ni limpieza y purifica- pública, la cual había alcanzado los
ción posible para suciedades tan mayores merecimientos, con sus dos
crónicas y tan profundas como son consulados y las grandes guerras
los crímenes contra la patria, los en que había intervenido y las haza-
OBRAS FILOLÓGICAS. VIGILIA AL MARGEN DEL «SUEÑO DE ESCIPIÓN» 679
ñas personales con que las había soberanas y divinas que cuando
ilustrado. Harto bien sabía que ten- fueron por ti entendidas y compren-
dría que expiar con torturas más in- didas, ellas, por sí mismas, sin nin-
sufribles la pavorosa majestad de la gún otro aliciente ni estímulo ni
fe violada, puesto que la fe es la aguijón de gloria, te atraerán y te
amiga y la compañera indivisible de harán su rendido siervo y pondrán
la justicia o, por mejor decir, su su mano última y su postrer toque
dulce hermana inseparable. en la obra de tu perfeccionamiento.
Y siendo todo ello así, mi carísi- Entonces quedarás persuadido de
mo Publio, no tengas prisa por salir que todo lo tuyo está en ti mismo,
de esa vida mortal ni se te antoje y no beberás los vientos por alcan-
larga en demasía. Pasará de vuelo zar otra riqueza que la de tus pro-
con más ligereza de la que puedes pias virtudes; ni tendrás otro len-
creer. Condúcete en ella como en guaje fuera del que hablará tu pro-
un albergue pasajero, y componte pia y recta conciencia, con cuyo
y prepárate todo para esotra mora- testimonio elogioso te contentarás
da definitiva; para esos penates a y no desearás ninguna otra cosa.
los que tienes que venir. En esa Si todo esto hicieres, según espero
fugacísima momentaneidad de tus confiadamente que lo harás, no su-
días no embarguen tu pensamiento frirás como los malos en la tierra
ni placeres, ni vicios, ni regalos, tormentos y aflicción, encenagado
ni riquezas, ni maldades que desca- en la hez y suciedad de los vicios.
minan de la senda cierta que condu- Libre y puro, todo a una, yacerá en
ce a esta mansión y a estos asientos el suelo exánime tu cuerpo, y tu
inmortales. Ocúpate, en cambio, to- espíritu se restituirá a su origen y
do tú, en todos aquellos nobles me- entrará en la vida inmortal y bien-
nesteres que hacen expedito y fácil aventurada.
tu retorno a estas sedes; a saber:
en ayudar a tu en hacer
patria, Habiendo dicho todo esto Esci-:
bien a los preferentemente
tuyos, pión, y luego de haberme ambos
a tus conciudadanos y luego a los exhortado que jamás dejara caer en
mortales todos en el respeto a la olvido todo cuanto me habían di-
justicia, en la práctica de la piedad cho, desaparecieron. Yo, espantado
y de la fe, en armarte y en hermo- de todo cuanto había visto y oído,
searte con esas mismas virtudes, sentí cómo se quebraba el hilo de
sí;
pero también con aquellas otras |
|
mi sueño.
siendo aquella mansión tan aseada, exquisita cortesía, y al par que re-
tan vistosa, era sólida, además, no conozco haber tomado pasatiempos,
regalada en demasía ni risueña en no recuerdo haberlos, tomado nunca
exceso, sino áspera y hosca en de- contigo. Lo que quisiera saber de ti,
terminados lugares, y en otros, ha- si eres tan amable, es quién mora
lagüeña % acogedora. No daba vis- en esa mansión.
tas a bosques, a desiertos, a mon- — ;Cómo me refocilo, hijo mío, con
tañas, a soledades; por todos sus la gran abundancia de manjares ex-
lados miraba a la ciudad, miraba a quisitos, desde el momento en que
los hombres. Su punta más alta, tomé la determinación de tratar la
que verticalmente miraba hacia el sabiduría en la lengua de los des-
suelo, era aquella eterna Ley divi- cendientes de Quirino y, juntamen-
na, rectora del universo mundo, la te con ella, las restantes artes que
sabiduría del mandar y el prohibir, tengo por costumbre comparar con
que no es otra cosa que la mente aquellos fresnos tan finos y tan al-
de Dios, que, según razón, obliga o tos que cimbrean gentilmente sus
veda; y no solamente tiene una cogollos. Quiera el cielo antes de
más augusta antigüedad que cuales- morir que consiga restituir a su
quiera pueblos y ciudades, sino que dignidad y esplendor prístinos
es coetánea de Dios, que tutela y aquellas leyes verdaderas, buenas,
gobierna el Cielo. castizas, excelentes, que por nues-
Pasmado yo de aquella tan linda tros mayores fueron grabadas en
y tan apacible novedad, en mis de- tablas de bronce. Recelo no poco
seos de entrar y escudriñarlo todo, que ello no sea como también que
tropecé con un portero, abrumado las restantes artes no sean restaura-
de años, que porfiando con muchos das; al contrario, temo que las me-
hombres les impedía la entrada. Ese jores leyes no sufran siempre tor-
anciano, antiguo de días, transpira- zones, languidezcan de día en día
ba majestad; pero algo había en más y más y sucumban a mortal
él de rancioso y que olía a muy re- colapso. ¿Y qué cosa hubo en la an-
mota vetustez. tigüedad más pura que estas le-
Me dirijo a él yes?
— ¿Quién mora aquí, dime, abue- Pero me temo, por la gran seme-
lo venerable? janza que tienen con Manlio, que
El, despejando su frente y des- aquellos que las tienen sujetas a su
arrugando el entrecejo, mirándome acerba tiranía, gente silvestre, mon-
con mayor fijeza, como si quisiera tesina, de hablar aldeano, agitada
reconocerme e identificarme, me por las furias, loca, en fin, y deten-
respondió, en una jerga arcaica tadora de su dignidad, que a nin-
contemporánea del rey Numa: guna cosa atiende más que a lides
— Oiráslo tú, hijo mío, si lo de- y por perfectas nonadas, pero que
seas, pues parécesme ser uno de le sirve a manera de escoba, para
aquellos que muchas veces suelen arramblar con todo cuanto hay en
tomar pasatiempo conmigo y me el mundo, no las quite y las desju-
muestran afición y cree que esto gue.
;
consuelo y toda la tranquilidad que él dice eso mismo, pero más audaz-
OBRAS FILOLÓGICAS. TEMPLO DE LAS LEYES 685
suavísimo el olor del lucro, venga hombres y que así, escamados, les
de donde viniere, aun cuando sea envían a sus casas más lisos y sin
de la orina, como se cuenta del em- pelos que cualesquiera anguilas o
perador Vespasiano, que le puso una murenas; de tal manera quebrados
contribución al mear. Toman esta de espinazo, que no es más congrio
dirección engañados por la ambi- que esturión. Con todo, lo que más
güedad de los caminos, y allá van a merece lástima, a ellos hartas ve-
parar. Yo me avine a que se llama- ces no se la merece bastante. Ver-
se del Supremo Derecho esta aveni- daderos antropófagos, se tragan los
da, en ocasión en que estábamos hombres enteros, con sus bienes y
festejando, con un banquete y en con sus vestidos. En consecuencia,
sabrosa conversación de sobremesa, decían a la primera consulta que se
las fiestas de la diosa Vacuna. Sub- les hacía que debía cerrarse a cal
rayaron algunos muy pronto esa y canto aquella puerta falsa que
denominación con varios motes: de franquea el paso a la plaza de los
la suma malicia, de la suma injus- pleitos o, si fuere preciso, demoler
ticia, y otros, por fin, de la gran la plaza misma y desarraigarla de
cruz. Alegaban que esta avenida es- cuajo, y que para ello pedían de-
taba harto distante de lo equitati- liberación. Todavía no se ha te-
vo y de lo bueno, y que por ello no nido este consejo. Lo espero con
conducía, el que por ella ingresó, la mayor de las expectaciones.
a la auténtica morada de las leyes, ¡Cuánto me temo que no se reúna
sino que llevaba a la plaza del ba- nunca!
rullo y de los pleitos. Llegado a este punto, hablé yo, y
Entonces algunos, levantando el le dije:
espíritu, pedíanme mi opinión acer- —Más cuerdo será, abuelo, que
ca de esta morada y de aquella pla- esperemos, pues se me antoja a mí
za y, cortésmente, me instaban a que los humanos ingenios, de día
que dijese algo. Yo les respondí que en día más y más, parecen sacudir-
esa nuestra camaradería era la san- se las tinieblas que les dejaron sus
ta amistad y que aquellos gritos padres y volver a aquella serena
eran el lugar de tormento (carnifi- claridad de los abuelos. Pero ¿qué
cina) del litigio. Aquí alguno, con fué aquello que acabas de decir de
una sonrisita; «Mejor hubieras di- lo equitativo y de lo bueno? Pues
cho, Abuelo portero, argentificina, en Aristóteles creo recordar haber
oficina del dinero.» Recuerdo que los leído algo semejante, aunque con
—
más se indignaban porque ninguno una voz griega. «Es dijo él la re-—
podía entrar allá, aun cuando, ves- gla y el camino del derecho y las
tido y acicalado, que como si hubie- leyes.» ¿Y cuál es ésta dime— — en
,
(1519)
j
nos, puesto que cada día trae su pro-
dad nativas, con horror se apartaba pia variedad, al mismo tiempo que
del vicio como de una peste de las por ciertas vetas y filtraciones del
j
más aguda que todos los otros fi- ménica que contiene todo el linaje
lósofos restantes, viendo que no ha- humano, pone en medio sus descu-
bía que buscarla en los brutos que brimientos para el provecho común.
viven para la sensualidad y el vien- Por esto, siendo halladas y pro-
tre, que no tienen entendimiento ni mulgadas todas las leyes para vivir
preocupación alguna por lo santo y bien y felizmente, ¿por qué no ha
lo honesto, ni podía encontrarse de ser él quien dé esas mismas le-
tampoco pura y clara y en su pure- yes, como medios y caminos expe-
OBRAS FILOLÓGICAS. PRELECCIÓN AL LIBRO DE LAS LEYES, DE CICERÓN 695
tente de todos los tiempos, dice Ci- tora de las leyes tú fuiste maestra
;
de filósofo, disertar acerca de las dice que los tebanos y los árcades
leyes, mayormente habiendo Cice- le rogaron que diese leyes a sus ciu-
rón publicado, no sólo como juris- dades. Aristóteles organizó política-
perito, sino como filósofo, aque- mente a sus estagiritas. como escri-
llos libros de las Leyes, emulando ben que lo hizo Meledino con los
al filósofo Platón en aquellos famo- píreos.
sísimos doce libros, como hizo en Vuelvo ahora a Cicerón, cuya
los libros de la República y con disputa en esta obra está distribui-
harta frecuencia en otras obras. da en tres partes. La primera ense-
La diferencia que hay, según Ma- ña qué sea el derecho congénito, a
crobio, entre los libros de ése y los saber, con el que cada uno nace y
de aquél, consiste en que Platón que se llama natural; la segunda
organizó la República y Cicerón la enseña cuál sea la religión de los
refirió. Aquél disertó acerca de có- dioses inmortales, y la última, cuá-
mo debía ser; éste contó cómo los les conviene que sean el gobierno y
mayores la fundaron, aun cuando la magistratura en una República
Cicerón, por boca de su hermano modelo y en una ciudad ideal. El
Quinto, dice que puso en sus leyes derecho principal es el derecho de
muy escasas novedades. la Naturaleza; el segundo es el de-
Y, con efecto, aquella República recho divino, y de ambos a dos, co-
romana que se prolongó hasta las mo de sus fuentes, nacen el derecho
guerras civiles, o era la República de gentes y el derecho civil, cuya
ideal o se acostaba ella muy de utilidad explicaré en pocas palabras.
cerca y con harto pocas mudanzas Muchos fueron los filósofos que,
hubiera sido el dechado de la Repú- dando de mano al cuidado de los
blica modelo. Pero, volviendo a los intereses privados y públicos, con
filósofos, los que fundaban las ciu- tal ardor se consagraron a la es-
dades y las repúblicas primitivas, peculación y a la contemplación,
eran filósofos y como tales se les que, retirados a la soledad y apar-
tenía. Filósofo, sin duda, fué Mer- tados de todo comercio con los hom-
curio Trimegisto, que a Egipto dió bres, arrastrando noches sin sueño
sus leyes, y aquel Quinto Mercurio y días enteros sin alimento, en total
que mató a Argos y por esta causa olvido de sí mismos, como puros es-
gobernó el Egipto y dió a sus mo- píritus albergados en un cuerpo,
radores sus leyes y sus letras. Los pero sin relaciones con el cuerpo,
egipcios, en justo reconocimiento, existiendo acá abajo, pero viviendo
como escribe Cicerón en su tercer una vida superior, con un afán que
libro De la naturaleza de los dioses, no conocía la fatiga, pusieron todo
llámale Thoth, y con ese nombre su esfuerzo en investigar la natu-
distingue el mes primero del año. raleza de las cosas. Esa noble direc-
Filósofo fué también Licurgo de La- ción dada a la vida, no tan sólo es,
cedemonia; filósofos Dracón y So- en mi concepto, la más excelente y
lón, ateniense; Zalenco, locrense; bien digna de nuestra alma inmor-
Carondas, de Turia; Eudoxio, de tal, sino que siendo muy útil a los
Cnido, formado en la disciplina pi- otros lo es aún mucho más al mis-
tagórica. Y aun el mismo Pitágoras mo que se la impuso. De Sócrates
dió leyes a muchas ciudades de la hacen los hombres tan alto aprecio
magna Grecia, luego de expulsado porque a la sabiduría moradora del
Dionisio de Siracusa. De Platón se cielo la hizo descender y la intro-
OBRAS FILOLÓGICAS. PRELECCION AL LIBRO DE LAS LEYES, DE CICERÓN 697
que interpretan mal todas las cosas jante con la amistad de César y que
I
quiso ser más de lo que fué antes muerte, pero no a las súplicas.
|
FIN DE LA
«PRELECCIÓN AL LIBRO DE LAS LEYES
DE CICERÓN»
DECLAMACIONES SILANAS
( DECLAM ATIONES SYLLANME)
(i5 2 o)
igualmente mía. Y puesto que a tu ma. Mas ahora Vives los reivindica
704 JUAN LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. TOMO I
sentir y para bien decir. Esta dili- te una tercera, en la cual introdu-
I
ra que los que no declamaban pen- idéntica, puesto que son muy pocos
sasen no necesitar declamaciones? los lectores que puedan tragar las
Pues yo, para mi particular prove- Veninas de Cicerón, a pesar de que
cho, he resucitado esta parte de los atraen e invitan con tan apetitoso
estudios que tanto tiempo ha estu- aliño de elocuencia. No obstante, co-
vo interrumpida, por no decir que mo fuese que esas Declamaciones
cataléptica. Apelando al recurso de mereciesen la aprobación de Eras-
las prosopopeyas, escribí yo no po- mo Roterodamo y de otros amigos
cas cosas de éstas, y ahora recentí- con superlativas alabanzas, resuelto
simamente acerca de la Dictadura a sacarlas en público bajo su respon-
de L. Sila, argumento ése muy fre- sabilidad, no tenía cara para dedi-
cuente entre los declamadores de carlas a alguno nominalmente, no
aquella edad, como Fabio Quintilia- fuese que de la hermosísima y pre-
no lo da a entender, y de una ma- ciosísima mercancía, por la baratura
nera más categórica y convincente de su oferta, hiciesen ascos aquellos
aquel verso de Juvenal Y nosotros que desdeñan y escarnecen unas le-
;
mente aquellos que enseñan el arte dechado tan maravilloso que eres
de gobernar ciudades y reinos y la tú, y hasta tal punto se ha identifi-
ciencia de la vida buena y feliz. cado con él, que de ninguna cosa
Pruébalo el hecho de que cada día habla ni oye hablar con mayor gus-
mandas a tu médico, varón discreto to que de ti.
y grave, que te exponga algún pun- A pesar de todo, yo pienso que
to de la formación del Príncipe la materia de esta obra no te será
Cristiano de nuestro Erasmo y no inútil. En esas Declamaciones lee-
quitas mano de ese libro que ins- rás doctrina política copiosísima,
truye al príncipe en la virtud. Esta estudiada en hojosos volúmenes con
circunstancia, conocida por mí, mo- gran sabiduría por los antiguos filó-
dificó mi opinión e hice el propósito sofos, ingenios verdaderamente so-
firme de dedicarte tal cual es esta beranos. No me parece ajena del
obrecilla mía. papel preponderante que sostienes
Aquí va a saltar alguno, y me di- y que, con el proceso del tiempo,
rá: «¿Tienes tú bien conocida la in- será más amplio todavía. Harto ves
significancia de tu obra y no tienes que la materia conviene a tu augus-
medida la grandeza de aquel a quien ta profesión.
escribes?» Sí, tengo harto conocida Ahora mucho debiera yo encare-
la una y medida la otra. Por eso cer tus alabanzas. Reservada queda
entre todos te elegí a ti, príncipe esa apología para cuando serán rea-
tan grande, porque de tu grandeza lidades esas magníficas y ciertas es-
alcanzará alguna porción la obra a peranzas que nos haces concebir.
ti dedicada. Con ello no hice más Con perseverancia porfiada insiste
que seguir la usanza de los escrito- en ellas, yo te lo ruego. Acaso tam-
res antiguos, cuya imitación me he bién quedará para mí reservado
propuesto en todo linaje de estu- aquel ocio sabroso y fecundo que
dios. Estos pensaron que en la dedi- se necesita para escribir estas cosas
cación de sus libros no tanto se ha- que no pueden ser tratadas sino por
bía de atender a lo que se dedica- espíritus libres, en horas libres.
ba, sino a quien se dedicaba. Con Mientras llega ese tiempo feliz,
sólo el argumento de su obra con- príncipe muy ilustre, aprovecha los
fiaban que habían de satisfacer a la ejemplos, domésticos como has he-
persona a la cual la dedicaban. Yo cho hasta ahora. Tienes muy fresco
te admiro y te venero desde aquel todavía el recuerdo de tu abuelo y
día en que me contó cosas casi in- de tu padre, que ya murieron; .tie-
creíbles de tu índole, que es ni más nes a tu augusto hermano Carlos,
ni menos que lo que todos cuentan, propuestos a tu imitación. Si insis-
verdaderas todas ellas, el cardenal tieres en sus pisadas, no faltarás al
Guillermo de Croy, a cuyos estudios honor e igualarás la grandeza con
coadyuvo con toda cuanta industria el esplendor de los claros hechos.
puedo él ha reproducido en sí ese Ten salud.
: En Lovaina.
708 JUAN LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. TOMO I
INTRODUCCION
los mismos niños eso de dar con fueron muchos los que se desenten-
argumentos y razones para tratar dieron de todo cuidado de la cosa
asuntos civiles, que deben extraerse pública y privada. Pero de todo el
de en medio de la vida y a fuerza de mundo es sabido que si hubieran
mucha experiencia y conocimiento querido, con soberano lucimiento po-
profundo de toda la antigüedad? ¿Y dían vivir en las ciudades delante de
cómo colocar los pensamientos que los ojos de los hombres y actuar en
ocurrieren en orden tal que no se el tráfago y brillantez de la vida pú-
estorben y dañen los unos a los blica. En muchos de ellos, demués-
otros y que no haya ninguno que no tralo la vida que llevaron antes, pri-
aproveche más a la causa en el lu- mero que se entregasen completa-
gar en que se le puso, que no tras- mente a la contemplación de la Na-
ladado a cualquier otro lugar? ¿Có- turaleza y a la investigación de la
mo lie de admitir yo que la elocu- verdad. Y en otros, la prueba está
ción sea cosa de gramáticos, siendo en que, sacados de aquella apacible
así que es todo lo contrario, dejan- sombra propicia a los estudios y
do a un lado la memoria y la pro- echados en pleno sol o en la polva-
nunciación? ¿Creerán esos sabios reda de los cargos públicos, verifi-
que aquella invención y aquella dis- caron aquel dicho; Que serían feli-
posición es ejercicio ^propio de ni- ces las repúblicas que se goberna-
ños? ¿Y por qué, con mayor ra- sen por filósofos. Como no es esto
zón, no ha de ser cosa de viejos y precisamente lo que acontece en los
no de cualesquiera viejos, sino de escolásticos de nuestros días, debe-
los más duchos y ricos de seso y de mos concluir que en los viejos hay
prudencia? algo que falta a los modernos.
Mas esos que tales cosas dicen, no Pero todo eso, ¿qué interés iba a
tan solamente son sapientísimos, si- tener para mí, que investigo el co-
no divinos, divinos más que huma- nocimiento de la antigüedad, las re-
nos, quienes, por desdén o por de- glas del bien decir, el arte del buen
sesperación de alcanzar la ciencia gobierno? Nadie ignora que los an-
de las cosas humanas y la experien- tiguos fueron instruidísimos en esas
cia de la vida, se hacen la ilusión artes, cuando los de ahora están a
de que andan y campean y se es- la misma distancia que los antípo-
pacían por el cielo, por los astros, das. No hubo ninguno, estoico, ce-
por todo lo que está oculto y arca- ñudo y montés o muelle y lánguido
no en el seno de la Majestad divina, epicúreo, que no estuviese imbuido
por manera que nadie conoce tan en esas disciplinas que acabo de
bien su casa como ellos creen cono- nombrar, por no mentar a los pla-
cer todas las cosas. Mas cuando des- tónicos y a los aristotélicos, de quie-
cienden a la política, al gobierno, nes consta que casi exclusivamente
a la moral, allí, miserablemente, aquellas artes y aquellas reglas han
abaten el vuelo y con su desorien- manado. Y, en cambio, esos filóso-
tación y con sus torcidos juicios ha- fos nuevos que se profesan aristo-
cen reír a los mismos niños. Yo, télicos o, mejor dicho, peripatéticos,
ahora, no me fijo en si son dignos dicen despreciarlas por aquello sólo
de reprensión, porque no se acercan de que las ignoran y quieren que
a la cosa pública; repruebo sola- sean indignas de personas serias y
mente que si se acercan parecen ser maduras. Pasaré por alto el Derecho
hombres. De los filósofos antiguos civil y la Historia, y me ocuparé de
710 JUAN LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. TOMO I
rán y bramarán los semidoctos de tro autor. Tiene, en efecto, para el asun-
to urna importancia capital, y se colige
que no sean ellos quienes pronun- a las claras que Luis Vives la tuvo bien
cien el veredicto; a éstos yo más presente, de las precedientes epístolas
quiero tenerlos por espectadores nuncupatorias a Fernando, archiduque
enojados que por jueces. Lo que es- de Austria.
OBRAS FILOLÓGICAS. DECLAMACIONES SILANAS. ARENGA DE LÉPIDO 713
ARENGA
DEL CONSUL M. EMILIO LEPIDO
AL PUEBLO ROMANO
SACADA DE LAS
«HISTORIAS- DECAYO CRISPO SALUSTIO
de el ejército vencedor, que con tan- plebe agraria, indignante presa civil,
tas heridas y penalidades tantas no y tener en sus manos el derecho y
fué a buscar sino a un tirano, si ya el juicio de todas las cosas que fue-
no es que marchó a derribar la au- ron del pueblo romano. Si vosotros
toridad tribunicia, con las armas creéis ver la paz y la concordia en
forjadas por sus mayores, para esas medidas que son los mayores
arrancar de sus propias manos los trastornos y la más cierta perdición
derechos y la justicia, con una es- de la República, aprobad y acatad
pléndida recompensa la de que lue- las leyes impuestas. Recibid el ocio
:
ARGUMENTOS
DE LAS DOS PRIMERAS DECLAMACIONES
rios al ejército de Sila, que inver- Aquel mismo año, por el mes de
naba en Ñola, para que pusiera a enero, Mario murió. Sila, arregladas
su disposición el mando de aquellas las cuentas con Mitrídates, traspasó
fuerzas. Sila, clandestinamente, fué- a Italia sus legiones. En los aparejos
se al ejército y consiguió que los de esta guerra, Ciña, por su cruel-
enviados de Mario fuesen asesina- dad, fué asesinado por sus soldados
dos. con motivo de que contra su volun-
Condujo a Roma a los soldados, tad les obligaba a embarcarse para
animados por aquella hazaña, encen- ir a guerrear a Sila en Asia. En su
didos y aparejados a cualquier mal- lugar, asumieron la dirección de la
dad y trabó combate, dentro de sus guerra Norbano, Carbón, Escipión.
muros, cerca de las Esquilias, con Bruto, Sertorio y C. Mario, el mozo,
Mario y los que estaban en favor de hijo de Mario el viejo y otros cau-
Mario. Esta fué la primera refriega dillos de su partido, en número de
civil que tuvo lugar en las calles de quince.
Roma. Con Sila se encontraban Cneo
Quedó muerto Sulpicio, el tribu- Pompeyo, Marco Craso, los Lúculos,
no; Mario, con un hijo mozo y con los Mételos, los Servilios, los Catulos,
muchos de sus partidarios, huyó al los Marcios, los Lépidos, toda la aris-
destierro. Por manejos de Sila los tocracia, en y numerosas ciuda-
fin,
declaró enemigos el Senado. Sila, al des de Después de muchas ba-
Italia.
partir de nuevo para la guerra mi- tallas con grandes matanzas de ciu-
tridática, dejó por cónsules en la dadanos y aliados de una parte y
ciudad a C. Cornelio Ciña y C. Octa- otra, Sila salió vencedor, y aplasta-
vio y les obligó a jurar que en au- da la facción contraria, entró en la
sencia suya nada innovarían. Juró ciudad con sus legiones y se le in-
Ciña, en efecto; pero como Sila es- vistió la dictadura hasta ciento y
tuviese fuera de Italia, luego al pun- veinte años por el temblante y em-
to comenzó en el Senado y entre el pavorecido pueblo romano.
pueblo a tratar de la vuelta de los Era la dictadura la más alta ma-
desterrados, y como no lo hubiese gistratura de Roma, que no solía
conseguido y por aquel motivo se crearse sino en las más críticas cir-
suscitasen alborotos, fué echado de cunstancias de la República, y, según
la ciudad por Octavio, su colega, y la ley de las Doce Tablas, no duraba
destituido del consulado, en el cual más que seis meses. Entonces fué
le sustituyó Lucio Cornelio Merula, promulgada una ley por L. Valerio
sacerdote de Júpiter. Ciña, exaspe- Flaco, según la cual todo lo que se
rado por esa vejación, mustio y ha- le antojase al dictador crease dere-
rapiento y con muchas lágrimas, fué cho y debiera cumplirse. En el des-
a implorar protección en su ejército, empeño de esta magistratura, Sila,
y llamando de su destierro a Mario, para vengarse a sí contra sus ene-
a toda prisa, empujó cruelmente sus migos y por henchir y colmar la in-
legiones a la ciudad, y luego de ha- solencia y la avaricia de sus solda-
ber armado a los esclavos, devastó dos, expuso al pueblo la tabla de la
algunas colonias, arrasó algunos proscripción, desconocida del pueblo
municipios, asoló y afligió la ciudad romano. El que aparecía en esa ta-
y toda Italia, y sin sufragio alguno bla de la proscripción estaba con-
del pueblo se creó a sí cónsul por denado a muerte, sus bienes debían
segunda vez y a Mario por séptima. aplicarse al fisco del vencedor;
OBRAS FILOLÓGICAS. DECLAMACIONES SILANAS. DECLAMACIÓN I 717
DECLAMACION PRIMERA
PUESTA EN BOCA DE QUINTO FUNDANO, ENDEREZADA
A LUCIO CORNELIO SILA:
ser el sabio y, por ende, el más pientísimos nos han dicho que esas
más
feliz, que se allega lo más cerca imágenes que vemos en los templos
el
que puede a la vida y a las virtudes son semejanzas de los dioses, Dero
de los dioses. Y buena parte de su mudas y muertas más que los re- ;
la misma razón, reina de las aves santa, héroes sin tacha, que tocaron
es el águila.Los hombres, a su vez, los astros con su frente, luego de
son los príncipes de todas las cosas haber renunciado con menosprecio
que nacen y mueren, porque entre las riquezas, hicieron pública profe-
todas las cosas son los mejores. V sión de su voluntad de mandar so-
los dioses nos gobiernan a nosotros bre los ricos.
porque son mejores; y entre los dio- ¿Qué extranjero hay que vaya de
ses, el óptimo y el máximo es Júpi- paso por esta ciudad que no sepa
tes, a quien los cielos obedecen y por qué aquellos romanos viejos, va-
también el universo mundo. Por eso rones celebrados y dignos de toda
entre los mismos hombres, el pri- alabanza, según aquella pura e inte-
mero, el máximo, el sumo, el pró- gérrima disciplina romana, valien-
ximo a la divina virtud es aquel a temente emprendieron y llevaron a
quien los restantes mortales rinden término venturoso tantas guerras
acatamiento. ¿Y qué más, si los mis- con todos los pueblos autóctonos de
mos dioses, como los más poderosos Italia, con Pirro, con los cartagine-
que son de toda esta universalidad, ses, con Antíoco, con los macedones
a aquellos a quienes profesan amor y ahora, últimamente, bajo tu man-
especial los elevan a grandes hono- do, con Mitrídates, sino para que,
res y a un gran poder para demos- establecido y consolidado este Im-
trar que no pueden dar cosa mejor perio, ellos mismos y nosotros, que
y más augusta? A Rómulo, padre y somos su descendencia, viviésemos
fundador de esta ciudad; a Numa en quietud y en ocio sabroso y fe-
Pompilio, que fué su rey; a Junio cundo?
Bruto, que fué su primer cónsul, y Ello te dará a entender que no es
a tantos Valerios, Emilios, Manlios, tan difícil como tú crees disfrutar
Fabios, a tus ascendientes los Cor- de tranquilidad en la cima del po-
nelios, los agrupó en familias, pues der, pues oigo que me dicen que tú
sería enojosa prolijidad enumerar- esa idea tuviste con la dimisión de
los uno por uno; y, finalmente, a la la dictadura. Así que la antigüedad
romana gente, a quien por su vir- en masa tendrá que ser condenada
tud amaron más que ninguna otra, por impericia e imprudencia, pues
exaltáronla al señorío del mundo. en su afán de procurar la quietud a
Eso no lo ignora el unánime sentir esa ciudad, y pensando dejársela,
del linaje humano que son engen-
: entrególe la muy enojosa misión de
drados y nacidos de dioses aquellos mandar. Víctimas de esa misma re-
que, por una serie de sucesos feli- criminación debieran ser todos los
ces, se alzaron con el poder, como contemporáneos que desde el primer
Alejandro en Grecia, y en ese nues- instante que una ciudad les confió
tro pueblo, P. Cornelio Africano, el la gestión de sus intereses repudian
más viejo. Por ventura, aquellos va- y rechazan el cuidado del mando y
rones ejemplares, que fueron nues- le dicen un adiós definitivo. Te atri-
tros mayores, con absoluto desdén buyo, Sila, tanta prudencia como
de las riquezas, del lujo, de los re- pueda conseguirla y tenerla cual-
galos, ¿no trabaron pelea con las quier hombre; pero jamás te con-
naciones todas por el mando y la cederé que seas más cuerdo que toda
hegemonía como lo más codiciable esa ciudad, la actual y la que suce-
y generoso? Curio y Fabricio, cuya dió inmediatamente a su fundación,
memoria en esta ciudad es sacro- y mucho menos que lo seas más que
724 JUAN LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. TOMO I
vida pública tienes que pechar con hombres a obedecerte por costum-
algunas molestias; pero ¿no pien- bre continua y arraigada. ¿Dónde
sas tú que son mayores y más duras están ahora los Marios, los Carbones,
en la vida privada? Yo quisiera que los Norbanos, los Domicios, de cu-
recordases los tiempos de tu vida yos ejércitos la ojeriza del pueblo
privada: ¿No hubo en ella desalien- pudiera valerse para su venganza y
tos? ¿No hubo enojos? ¿No fueron por cuyo brazo pudiera tomar en ti
ellos mucho más frecuentes que los la represalia de sus proscritos: Pom-
de ahora? ¿Ni más duraderos? ¿Ni peyo, Craso, Catulo, Mételo, Lúculo.
más amargos? Así lo decretaron los Mario? Los que están en la verdu-
dioses inmortales que ninguna eta-
:
ra de su edad, ¿qué han de ser sino
pa de la vida de los hombres puede silanos, siendo Sila el dictador? A
estar exenta de trabajos, de fatigas, lo que ahora te voy a decir, por tu
de ansiedades. Por eso, a fe mía, salud te lo pido, Sila, aplica todo tu
paréceme que es mucho más honro- espíritu y toda la fuerza de tu en-
so y excelente, dado que esta vida tendimiento lo que has de temer
:
rruntan que piensas dimitir la dic- sus ojos y con pueriles lamentos
y
tadura, no podrás sostenerte. Y así lágrimas copiosas y amargo duelo
como Quinto Fabio Cunctator, refu- implorarían tu auxilio. ¿Qué dios te
gio y salvación de este afligido Im- guardaría de furor y de rabia? Es-
perio cuya persona encarnaba tanta forzaríaste desesperadamente por
autoridad y prudencia como no las romper las cadenas y quisieras que-
había en todo el Senado y el pueblo brarlas con los dientes para socorrer
romano, por cuya vigilancia y celo a tus hijos, ¡oh Pitio Apolo, y tú,
eran regidos, en ocasión en que se capitolino Júpiter, y tú, Juno, reina,
llevaba al Senado algún asunto que y tú, Belona, y todos los restantes
requiriese discreción, no les dió otro dioses y diosas, conservad perpe-
j
consejo sino que fuese oscurecido tuamente fausta y feliz esta familia
por el silencio. Así, yo también tan y esta casa! Pero no; sea vana esta
j
rría que ese proyecto tuyo fuese ig- rabia no acabasen contigo, con mi-
norado de todos los otros y yo pon- nuciosa sevicia desmenuzado, mori-
!
dré todos los medios posibles porque rías mil muertes antes que exhala-
no salga de esas paredes y llegue a ses el alma y la vida. Y luego, tira-
!
lo es en sumo grado. ;
derrocados tus penates, extinguidos
¿Hasta tal punto, dime, Sila, te tu linaje, tu familia, tu mismo nom-
cegó la impetuosa irreflexión de bre. Por el cielo te lo suplico, dic-
abandonar la magistratura? ¿A tal Itador: ten compasión de ti, mil ve-
grado te desmemoriaste que ya no ces más infeliz en tu retiro, de lo
recuerdas, que ya no ves que son que ahora eres feliz en la magistra-
tantos los hombres agraviados por tura suprema. Pues eres padre,
ti, que no es a ti sólo para quien se apiádate de tus hijos, afortunados
pide castigo ejemplar, sino para tus ahora, infortunadísimos luego que
hijos y para todos los tuyos? Horro- tú te acogieres a la vida privada.
riza decirlo. Apartad, ¡oh dioses in- Compadécete de nosotros, soldados
mortales!, todo lo que tenga de omi- tuyos, caudillo idolatrado, que a to-
noso este agüero: si por guerra dos nos conservas con la autoridad
franca o por artera celada y arma- de tu función augusta y a todos nos
dijo vinieras a caer con toda tu casa arrastras contigo a muerte cruel y
en manos de cualquiera de tus ene- desastrada con la abdicación de la
migos, no con tanta ferocidad Cati- dictadura. Todas las veces que te
lina laceró y despedazó a M. Mario vieren los hombres vivo, otras tan-
como ellos te mataran a ti y a todos tas veces volverán a su memoria
los tuyos a través de mil fieros tor- las calamidades de los suyos, y si
mentos y mil muertes; tú, su padre, no encontraran obstáculo, sin duda
cargado de recias cadenas, verías alguna las vengarían atrozmente.
destrozadas ante tus ojos las entra- En cambio, muriendo tú, morirá
OBRAS FILOLÓGICAS. DECLAMACIONES SILANAS. DECLAMACIÓN II 729
DECLAMACION SEGUNDA
HABLA MARCO FONTEYO
DIRIGIENDOSE A LUCIO CORNELIO SILA
QUE DIMITA LA DICTADURA
haré yo por ella, pensaré que lo ha- movimiento motinesco y a todo gol-
go por la más agradecida. pe de mano propicio. Siempre abri-
Pero dirás que nuestras costum- garon mejores esperanzas de esta
bres ya no consienten un consejo República, que es lo que debemos ha-
público. Aquí yo apelo a tu pruden- cer todos, ni hemos de desesperar en
cia, Q. Fundano, a fuer de hombre tal grado de
la salud del cuerpo de
tan prolijamente versado en el foro, nuestra ciudad, que no puede curar-
en la curia, en los negocios, en los se una llaga purulenta sin que al
honores. ¿Qué otra cosa quieren de- momento le salga otra o también
cir estas palabras (dígolo con gran muchas.
miedo y gran sonrojo), sino que esta Pero tú me
dirás que puede su-
ciudad está necesitada de rey? Co- ceder que digo; no obstante
eso
mo si, no queriendo obedecer a un hay que prevenir que no suceda. No
consejo público, estuviese dispuesta condiciones tan miserablemente la
a obedecer a un dictador, lo que sa- previsión de los dirigentes de las
be que está por encima del dictador repúblicas, que crean que nada han
y no, como tantas otras veces, que hecho, si no han obviado todos los
no quiera conseguir lo que desea, peligros, que no solamente acostum-
con un golpe de mano sedicioso. bran presentarse, sino que acaso
¿Qué es eso de que tú por una sola pueden, si así la Fortuna lo quisie-
guerra civil sentencias que por los re. ¿Quién podrá jamás conseguir
siglos de los siglos se acabaron las esto? ¿Qué genio, qué ciencia, que
guerras civiles? ¿Parécete que ya experiencia? Piérdese en el infinito
jamás habrá Marios, porque los Ma- esa perspectiva, y si uno le quiere
rios ya han sido? Ruégote, Quinto, ir a los alcances, no tan solamente
que no saques tan malos augurios, curará enfermedades que no son o
de esa República. Si le das un Mario, no serán. ¡Con qué afán tan vacío y
no le quites un Sila. Quiero decir, con qué tan estéril ansiedad deja-
si piensas que siempre habrá un rá sin tocar esos males urgentes y
hombre mal nacido que encienda otros que se presentan cada día,
una guerra civil, cree también que corriendo de uno en otro, enloque-
saldrá un héroe, nacido en buen cido por su innumerable muchedum-
hora, que con recio temple compon- bre!
ga y sosiegue lo que se alborotó. Pero parece que quieres, Funda-
Cuán diferente fué el juicio de no, que no te tengamos por un buen
aquellos antiguos varones, decha- adivino; esto es, por un buen pro-
dos de que no porque
prudencia feta (el mejor profeta es el adivino
Sempronio Sempronio Ca-
Melio, mejor). Llevas a mal que no crea-
sio, M. Manlio ambicionaron el rei- mos que has tenido buena vista. Ad-
no, pensaron al punto que iban mitamos (cosa que alejen los dioses)
a ser muchísimos los que lo am- que el día de mañana van a ocurrir
bicionarían, ni tampoco si por a ]
graves alborotos, que crearán la ne-
descomedida pujanza de ellos lla- cesidad de un dictador que los ata-
máronse dictadores, por eso mismo, je. ¿A quién piensas tú que el
pue-
no mandaron alguno de aquellos dic- blo romano, con más gusto o más
tadores o a todos que estuviesen firme garantía, va a confiar aquella
encaramados en la magistratura co- magistratura como a aquel de quien
mo en un castillo, dispuestos a todo sepa que la devolverá como un de-
OBRAS FILOLÓGICAS. DECLAMACIONES SILANAS. DECLAMACIÓN II 733
pósito confiado a su honor, cuando que consumiese en ella los seis me-
fuere necesario; que hará uso de ses de la ley y seguramente ningu-
él todo el tiempo preciso y que lo no los excedió. Por eso, aquellos ro-
restituirá cuando la República no manos viejos a nadie con más gusto
tendrá de él necesidad, en una pa- entregaban la dictadura que a los
labra, a aquel de quien sepa que varones dictatoriales, a saber: a los,
administrará la dictadura para la ex dictadores, que sabían recibirla
ciudad, no para sí? Si ahora el dic- cuando se les entregaba, y recibida
tador actual la resigna y al tiempo sabían administrarla, y administra-
de nuestros hijos atraviese la Repú- da deponerla a su debido tiempo, y
blica una borrasca tan recia que se el pueblo, adoctrinado por anterio-
tenga que recurrir a ella de nuevo, res ejemplos, no ignoraba que ellos
¿piensas que habrá alguno que no lo sabían.
la vuelva a depositar en ese Fausto, De ahí que cuando se entró en
digo, en ese vástago de la misma fa- sospecha de los manejos monárqui-
milia que pudiendo retenerla la de- cos de Sempronio Melio, en una tan
volvió a la patria y a la libertad del grave alarma de la ciudad (por no
pueblo? Pensarán encomendarla no nombrar más que aquellos de los que
a ese Fausto, sino a la familia de ahora me acuerdo), Cincinato, por
Sila, que estima más la patria que la segunda vez fué creado dictador,
suprema magistratura, insistiendo en porque a los dieciséis días había re-
aquella vieja y ejemplar virtud roma- signado la dictadura anterior. En
na. Cuando conmemoraste, Funda- su segunda dictadura, Mamerco, ha-
mo, a esos romanos viejos, yo hubie- biendo acordado más la duración del
ra querido que añadieras también supremo poder censorio por pare-
que todos esos mismos romanos vie- cerle excesivo para que sobre sí,
jos se preciaron más de haber dimi- como sobre cualquier otro particu-
tido la dictadura que de haberla asu- lar, pudieran los censores ejercer
mido, de haberla desempeñado que su juicio y su autoridad, apeó la dic-
de desempeñarla, de manera que se tadura inmediatamente, de forma
combatía con no menos ardor por que por los enojados censores que lo
conseguir la victoria como por re- eran en aquella sazón fué degrada-
signar la dictadura una vez que hu- do y hecho villano y pechero con
bieren cesado las causas que la hi- gran indignación del pueblo roma-
cieron necesaria. No pensaban ellos no. Y este villano, marcado con nota
que la dictadura tuviese su caduci- censorial de infamia porque espon-
dad prevista en un plazo cierto y fi- táneamente se desarmó de una ma-
jado por la ley, sino en la desapa- gistratura que era escudo y era dar-
rición del motivo por el cual era do con que podía abrigarse contra
creada. Así es que vemos a muchos la fuerza de los censores, sus ene-
que a los veinte días, a los dieciséis, migos, no solamente volvió al go-
a los diez de haber recibido la dic- bierno, sino que por tercera vez fué
tadura la renunciaron; verbigracia: creado dictador y luego de tomadas
Quincio Cincinato, Emilio Mamerco heroicas resoluciones, a los dieci-
y la casi totalidad de los otros, pues séis días contados, se restituyó a la
en tan largo espacio y discurso de vida privad.i. Aquí, Fundano, di en
siglos y en tanta variedad de situa- aliñado parlamento cuanto te plu-
ciones apenas hubo uno que otro guiere acerca de los dioses mismos,
734 JUAN LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. TOMO I
del poder, de los romanos viejos; lia masa, lo mismo que la multitud.
todo te concederé, mientras tú
lo Añade a esto que este consentimien
'
cidad de la monarquía, echó, por fin, Africa, fué quemado vivo en el mis-
al más
ilustre de los reyes, hijo de mo pretorio por mandar a quienes
rey y con tanta prole, cuando en no le querían. Y, por ventura, ¿tu
Roma este régimen era legítimo y ejército abstuvo sus manos de los
tradicional? ¿Esa Roma, digo, que legados que, porque entregases las
no soportó la violenta soberanía de legiones a Mario, enviaran el Sena-
los cónsules y de toda la nobleza? do y el pueblo romano? ¿Defendió
¿Que tantas veces tomó las armas acaso la majestad del mando y del
contra el poder público y tantas ve- consulado de la violencia de su ejér-
ces se separó de él? Y ni aun toleró cito a L. Ciña, generalísimo y cón-
impunemente a los proveedores de sul poderoso? Obedeciste tú a los
las subsistencias porque a los tres cónsules Carbón y Mario, y aun
años, sin previas elecciones, se crea- cuando ambos a dos fuesen dicta-
ron a sí mismos decenviros. ¿Cuán- dores, ¿tú los obedecieras? ¿Qué di-
tas veces toda la fuerza de protesta ferencia había entre aquellos cónsu-
de ese pueblo estuvo en el Janícu- les, y no diré ya entre los dictadores,
lo, cuántas enel Aventino, por una sino de los mismos reyes?
sola libertad? Ese pueblo altivo pien- No tiene ojos la ira ni los tiene
sa que en sumo grado perjudica su el furor para mirar haces ni dicta-
libertad la demasiada duración de dores ni magistrados; ni todo el
los altos mandos o la idea de que pueblo tendrá mira alguna por tu
la República está destituida y pri- dictadura unipersonal, puesto que
vada de sus defensores, es decir, los tú no tuviste miramiento alguno pa-
tribunos. Y estas dos cosas, lo diré ra él. De cada día enciende más y
con toda libertad aquí, donde nadie más los ánimos de los ciudadanos y
nos oye, se dan en este tiempo. Por despierta contra ti una fiera irrita-
ello, es de temer, Lucio Sila. que no ción esta odiosísima magistratura;
se desencadene una revolución re- y esos haces duplicados por cuya
pentina, que no solamente no perdo- orden cayeron tantos ciudadanos,
nará tu cabeza, sino que. como una memorial constante de aquella fero-
tempestad, arrancará en su fiera aco- císima conscripción, no tanto son
metida de raíz y cimiento tu linaje, las insignias de tu magistratura co-
tu familia, tu casa, tu nombre mis- mo fomento y cebo de ese fuego
mo. Yo creo que nadie ignora cuán sombrío que cunde poco a poco y
flaco sostén tiene la majestad sin la que sólo puede apagarse con la ab-
fuerza. Y esto lo demuestra quizá dicación de la dictadura, como con
con demasiada frecuencia este pue- una infusión de agua fría. Ello será
blo excitado, que en la paz viste to- tan grato a los espíritus, que ese
ga y en guerra viste hierro. No reciente beneficio, esa piedad ^ara
la
quiero tantas veces ejem- con la patria, ese nuevo e insólito
exhumar
plos viejísimos; me contentaré con rasgo de popularidad, borrara el
los de recuerdo nuestro. Tu colega ominoso recuerdo de aquella mons-
al me-
Q. Pompeyo fué asesinado por el truosidad, si no por completo,
ejército de Cneo Pompeyo Estrabón, nos en una gran parte. Grabadas
al cual, contra la voluntad del ejér- quedarán esa modestia tuya, esa mo-
cito, quería quitar el mando; por deración de tu espíritu, para siem-
motivo semejante lo fué el cónsul pre jamás y para tu gloria en el
L. Valerio Flaco por las tropas de recuerdo de todos, y tan lejos esta-
C. Fimbria; C. Fabio, pretor en rá el pueblo de pedirte cuenta de
OBRAS FILOLÓGICAS. DECLAMACIONES SI LA XAS. DECLAMACIÓN II 741
los ultrajes hechos, que nunca po- ánimo, soportaste el desdén, pudien-
drás estar más seguro, convencido do hasta el fin de tus días ser ado-
de que nunca te podrá pagar un fa- rado por tus ciudadanos. Añade a
vor tan heroico. esto un reducto y una seguridad ma-
En esto, Sila, créeme, en esto con- yor y más cierta, pues la envidia no
siste el último acto de la tragedia puede nada contra aquel que es des-
que suscitará una increíble ovación preciado y la abyección le libra de
y te acarreará una gloria suprema e toda huella y resabio de odiosidad,
imperecedera. ¿Cuál piensas que va hasta tal punto que Dionisio, aquel
a ser esta ovación estentórea cuando potentísimo tirano de Siracusa, víc-
ese hazañoso rasgo tuyo se leerá en tima de los odios de sus ciudadanos,
los monumentos que se te levanten expulsado del reino, apagó la brava
y en los relatos de ese pueblo, y la y ardiente enemistad que le granjeó
fama pregonera publicará por todo su tiranía con su humillación y con
el mundo que hubo un hombre a sus desdenes, y así aconteció que
quien el pueblo romano encomendó fué llamado de nuevo a su tiranía,
la dictadura por ciento veinte años yéndole a buscar en la escuela de
y la resignó a los dos años espontá- niños que abriera en Corinto para
neamente? ¿Con qué vítores y con sustentarse.
qué encomios será esta proeza cele- Pero yo no quiero que se te me-
brada? ¿Con qué avidez de oídos y nosprecie, aun cuando lo temamos,
con qué espíritu será recibida esa aun cuando lo esperemos, aun cuan-
magnánima generosidad cuando, tan- do lo deseemos. Con todo, quiero que
to por darte a ti la prez debida co- te comportes igual a cualquiera de
mo por estimular a los otros con los senadores, pues así te venerarán
ese ejemplo, los viejos dirán a los por la función augusta que des-
mozos que hubo en ti una tan ex- empeñaste, y porque la resignaste
quisita ciudadanía, tanta y tan hu- te estimarán. Naturalmente, somos
mana benignidad, tanta templanza, propensos a amar a aquellos que no
tanto patriotismo y amor a la liber- quieren ser superiores a nosotros,
tad, que, habiendo sido tantos años aunque puedan. Si tú, con tus actos,
el primer magistrado de Roma, por no pones en ello la última mano, re-
propia y espontánea decisión te ave- celo en gran manera que dentro de
niste a ser igual al más insignifican- poco no experimentes que todo lo
te de los ciudadanos? que te esforzaste en construir en
Aun cuando no es de recelar que tanto tiempo y con tanto trabajo se
te menosprecien los otros, recela- desmorone y hunda. ¿Qué provecho
mos que no te acarree más ventajas acarrearán, ¡por los dioses inmorta-
que el ser temido de los ciudadanos, les!, tantas hazañas cuantas no más
pues tus riquezas, aun como de per- que uno que otro realizó en esta
sona privada, por su magnitud esta- ciudad, si todas las oscureciere el
rán al abrigo del desprecio, aun odio que se te tiene? ¿Y si tu pue-
cuando no puedan ser envidiadas. blo, por la concentrada ojeriza y
Y si por acaso fueres despreciado, por causa de aquella proscripción y
entonces, por fin, esa inmortalidad de esa inacabable dictadura, no qui-
en la cual piensas tanto tiempo ha. siera oírlas ni contarlas a la poste-
fuera más amplia, más sincera, más ridad?
duradera y robusta, puesto que la Y si te empeñares en mantener-
fama dirá que tú, con igualdad de te en la dictadura, con tan pésimo
742 JUAN LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. TOMO I
ejemplo, harás más daño a nues- que tú hiciste contra Mario; pon-
tro Imperio y a nuestra libertad tú drán mancilla en tu gloria, tinieblas
solo que cien Marios a la vez y otras y silencio en tu nombre; derribarán
tantos Ciñas y Carbones. Nunca ja- tus estatuas, atacarán tus bienes, tus
más ya esta ciudad se verá libre de hijos y tu familia, no sin estrago
las rivalidades sañudas de los que grandioso, pues hay peligro que no
pidan el reino perpetuo de la dicta- sea abolido tu nombre y los que son
dura perpetua que habrá sido fun- de tu linaje no tengan que salir al
dado por ti. En adelante ya no ha- destierro, como se hizo con todos los
brá guerra ni dictador que en la tarquinios por odio al rey. Yo sé
violencia se exceda sin que el pue- que nadie va a dudar, si continúas
blo al punto no acose con blasfemias de dictador, que en lo sucesivo, na-
y maldiciones a tus manes, a toda tu die que lleve el nombre de Sila, lle-
familia y a ti, que fuiste el autor de gará a ningún honor ni a ninguna
una institución tan malvada y tan magistratura de esa República. Mas
impía. si depusieres la dictadura, ese nom-
Pero ahora conmemoro aconteci- bre tuyo sonará a los oídos de la
mientos futuros, alejados. Vengamos posteridad tan popular y agradáble
a la actualidad agobiante, la que como el de los Emilios, Escipiones,
nos está encima, la que todos ven, Valerios, Fabios, Catones, por la
aun aquellos a quienes las certeras moderación que tuvieron esos roma-
y firmes conjeturas nacidas de la nos viejos, por su amor a la liber-
práctica y la experiencia no les die- tad y a sus ciudadanos.
ron ninguna perspectiva. Si debido ¿Quieres tú, Sila, por unos breves
a la paciencia de este pueblo te fue- meses de dictadura, echar un borrón
re permitido llegar al fin de la vida tan grande en tu sangre y en tu
investido con la dictadura, dejo de nombre; dejar a tus hijos, a tus nie-
decirte con cuánta miseria espiritual tos, toda tu descendencia, como
a
llevarás lo que te quede de desastra- desterrados y peregrinos en esta ciu-
da ancianidad, sin reposo alguno dad donde desempeñaste la más hon-
abrumado de males y cuidados. Dejo rosa de las magistraturas? Imagína-
de decir que absorbido a la conti- te que tus hijos y tus nietos te su-
nua por negocios públicos, no po- plican que por gozar un poco de
drás dedicarte a ninguno privado ni tiempo más de tu magistratura no
poner arreglo en la hacienda par- les cierres el paso alos honores y
ticular ni preocuparte de tus hijos. al alto asiento adonde tú llegaste,
Callo lo que ya tiene actualidad. que no les hagas de inferior condi-
¿Cuán grande piensas que será el ción a los nacidos de la plebe ínfi-
estallido de los odios populares una ma, pues ellos pueden recomendarse
vez que estuvieres muerto? Cuanto por alguna virtud suya personal,
más enérgica fué la represión que mientras que los tuyos, con ningún
les cohibió y les puso freno, con tan- esfuerzo, no podrán sacudirse la ago-
ta mayor soltura y licencia se des- biante odiosidad de tu dictadura,
atarán e irrumpirán con mayor ve- que, clavada y grabada al fuego en
hemencia; se encarnizarán en tu el indeleble recuerdo de los hom-
cadáver, que temo no le dejen sepul- bres, tantas veces.se renovará cuan-
tar o que, una vez sepultado, le des- tas oyeren el nombre de Sila. Apre-
entierren y no te apliquen la ley del súrate a abdicar de la magistratura
Talión y hagan en ti aquello mismo ominosa, no sea que te sorprenda en
OBRAS FILOLÓGICAS. DECLAMACIONES SILANAS. DECLAMACIÓN III 743
DECLAMACION TERCERA
PUESTA EN BOCA DE SILA
EN EL ACTO DE RESIGNAR LA DICTADURA
gió. Vemos todos los días que lo hicieran en aras de la patria el sa-
más corriente es no haber cosa más crificio de su existencia.
grata en caso de enfermedad que el Ahora, empero, tiénese por nona-
médico cirujano a quien damos po- da el restablecimiento de la Repú-
testad absoluta sobre todos los órga- blica y su reposición en el primitivo
nos del cuerpo cuando nos sentimos asiento de su poderío y de su digni-
mal, por ver de recobrar la salud dad. Y, en cambio, muy viva es la
perdida: aplica el hierro, el fuego soledad y muy amargo el duelo de
a todo su sabor y con la más mansa los que cayeron. Tan cierto resulta,
de las resignaciones por parte nues- que es efímero lo que agrada y es in-
tra pero, una vez salidos del trance
;
mortal lo que desplace; aun cuando
peligroso, para él es nuestra mayor yo pienso que ello es así en los hom-
ojeriza, porque no nos acordamos bres ignorantes y estúpidos, pues-
del bienestar presente, sino de la au- to que privilegio es del varón bueno
sencia de nuestra mano o de nuestro y prudente no dejarse influir por la
pie, cuya carencia nos escuece. 'Del pasión inmediata y no ceder al mo-
mismo modo los dioses inmortales, mento a las sugestiones de la ira,
que miras tan bondadosas y cariño- del odio, del placer, que son malos
sas tuvieron para con muchos otros consejeros, sino que, llamando a con-
que fueron bienhechores y filántro- sulta a la razón y la prudencia, de
pos, tuviéronlas especialmente con- la comparación del estado anterior a
migo, si ya no es que se hace un la situación presente, dar a cada
excesivo caudal de algún daño, in- cosa su valor aquilatado por el exa-
evitable a veces, en el mismo bene- men y no afectar olvido de todo be-
ficio, y si es que deba ser llamado neficio por algún rencor personal,
daño y no expresión y reconocimien- como es costumbre propia de los
to de mérito y de beneficio. En acia- hombres desagradecidos. Así espero
ga coyuntura, cuando esa República y confío que lo haréis vosotros, de
nuestra andaba aquejada de tama- quienes muchas veces oí decir que
ñas calamidades y pestes, cuando condenabais y detestabais aquellas
faltaba muy poquísimo para que ca- célebres ingratitudes del pueblo de
yesen desesperadas estas paredes en Atenas, más ligero que un vilano,
ruinas y los muros de la ciudad y que unas veces por ciertas sospechas
los templos de los dioses que se man- de culpa o por yerros harto venia-
tienen y perduran enhiestos todavía les, condenaron al ostracismo o a la
por el favor del Cielo y por el es- muerte a Teseo, Solón, Milcíades,
fuerzo de mi brazo (permítaseme, Arístides, Temístocles, Foción, Ci-
quirites, este sano orgullo), ninguno món, Conón, los personajes más ca-
había de vosotros ni de aquellos que lificadosde aquella ciudad y los más
entonces vivieron, ni aun todo el Se- fuertes adalides, borrada de sus men-
nado en masa, ni el orden ecuestre, tes la memoria de tantos mereci-
ni la plebe toda, que no hubieran mientos contraídos para con la Re-
colaborado conmigo en su libera- pública. Pero en vosotros parecerá
ción, empeñando, no digo ya la vida bien una muy diferente conducta,
de los malos ciudadanos, que ya no dado caso que con vuestro consejo,
existen, sino aun la de algunos bue- vuestro temple y vuestras armas su-
nos, y fueran sinnúmero los ciuda- jetasteis a vuestro señorío, toda la
danos ejemplares que con gozosa re- redondez del orbe, y no incurriréis
solución, como los Decios famosos. en la equivocación de opinar ser un
OBRAS FILOLÓGICAS. DECLAMACIONES SILANAS. DECLAMACIÓN III 745
bondad con que hasta ahora me oís- lo que ese hombre nuevo, de Arpi-
teis todo el tiempo que consumiere ñas, pobre, se contentara con tantos
hablando de la gestión mía, y ello y tan subidos honores como en este
no sin muy grande y muy justo do- pueblo los tuvieron poquísimos, con
lor, y deplorando a la vez no me- ser de ilustrísimas cunas y con ha-
nos mi suerte que la suerte común berse esclarecido con hazañas singu-
de todos los mortales, y que lo ha- lares. Al sexto consulado, con ambi-
gáis según es vuestra probidad y ción increíble, esparciendo por las
vuestra dignación y por la eternidad tribus dineros infinitos, hablando
y la gloria de ese Imperio. en puridad, lo compró para que todo
Mario fué aquel anciano, tan nece- le fuese lícito en el desempeño de
sario al principio a esa República, aquella magistratura venal. Y en
como al fin le fué nefasto y pesti- esa su gestión, no teniendo ya espal-
lencial. Muchos eran sus méritos das asaz anchas para fortuna tan
OBRAS FILOLÓGICAS. DECLAMACIONES SILANAS. DECLAMACIÓN III 747
prase un consulado que solía ofre- rra que vosotros y el Senado de-
cerse, siendo así que él antes había cretasteis llevar contra Mitrídates.
sido comprado por el consulado. Aquélla es la provincia que me toca
Recordad, por favor, aquellos días a mí por mandato vuestro y por au-
misérrimos y dificilísimos, los movi- toridad del Senado. Y ese Mario, no
mientos sediciosos de Apuleyo, Sa- harto todavía con aquellos honores
turnino y de Glaucia. En ese tiempo sin fin ni contentándose con tantas
la ciudad fué juzgada más infeliz guerras como había conducido, al-
que en cualquier otro tiempo; que canzado ya de días y en una edad
al tiempo que los galos la tuvieron no apta para la guerra y las fun-
cautiva, cuando Saturnino, por inci- ciones políticas, apenas indicada pa-
tación de Mario, tras el asesinato de ra la paz y la quietud, pide que a
A. Numio, su competidor, creado sí, persona privada contra todo de-
violentamente tribuno del pueblo, recho y toda equidad, pide que a
amenazaba a todo el Senado con des- sí se le discierna mi provincia.
tierro, con cárcel y con muerte, y ¿Con qué compasión, decidme, se
el más raez y vil de todos los mor- vió a aquel hombre septuagenario
tales, C. Glaucia, sentado en su tri- ejercitándose en el campo con los
bunal, conminaba al pueblo con fie- mozos? ¿Y con cuánto dolor y cuán-
ros males, con penurias y con san- ta pena lo vió el Senado que enten-
gre, si no juraba leyes perniciosísi- día adonde iba con aquello? ¿Y con
mas, luego de haber enviado al des- cuánta risa la multitud, ignoran-
tierro, a Mételo Numídico, cuya lau- te de los ocultos designios que abri-
dable memoria no tuvo jamás par gaba, vió luchar y correr a un viejo
en el Senado, y a quien Mario, por decrépito, que apenas podía cami-
cuanto él le había sacado de la esco- nar y tenerse en pie? ¿Cuál podía
ria y de la hez y promovido de las ser el maldito objeto de aquella su
tinieblas a la luz, al esplendor y a tan extemporánea y
codiciosa pug-
los honores más encumbrados, para nacidad? ¿Acaso el oscuro propósi-
agradecérselo, le privó del agua y to de ahitarse a sí y a sus solda-
del fuego. Muerto cayó, contemplán- dos con el opíparo botín asiático?
dolo medio foro y entre el estupor ¿Por ventura, el de echarme a mí
del pueblo todo, C. Memmio, candi- de mi provincia? ¿Quizá el de salir
dato al consulado, porque pensábase de aquella guerra con aquella fuer-
que con su libertad y con su arrojo za y aquel poderío arrollador que
saldría a hacer frente a aquellas pro- hacía tiempo que maquinaba? Con
posiciones o proyectos de ley. En esa la repugnancia de todo el pueblo
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748 JUAX LUIS VIVES. OBR AS COMPLETAS. TOMO I
ción de todos vosotros, ¡oh quin- tir. Irrumpe en esta ciudad con ím-
veis que aquellos soldados, arrepen- pros y por sus incestos; los otros,
tidos del nefando crimen, volvieron por sus latrocinios y matanzas y
a mejor seso, y aquellas armas que por la monstruosidad y el número
habían recibido contra la patria las de sus delitos, merecedores todos de
emplearon en servicio suyo? Y así pena capital. De buen grado, quin-
fué, que tras de aquella locura mo- tes, yo esperara que fuesen juzga-
mentánea con sus jefes y de aquel dos según ley, si aquella avenida de
su furor efímero, ya, con más sano sangre y de cieno, en tiempos tan
juicio y razón y con mayor cordu- turbios y en tanta conmoción y apa-
ra, con cuyo trueque los dioses mos- sionamiento, no tuviera tantos en-
tráronse ya más benignos para con sanches y ramificaciones como las
nuestra ciudad, vinieron a mí, que cárceles no las podían encerrar ni
por la patria desenvainé el hierro, el foro recogerlos, ni presentarse an-
y convirtiéronse a la unidad de Ita- te los tribunales, ni había jueces en
lia y al más recio y saludable pa- número bastante para dictar las sen-
triotismo. ¡Oh, si pluguiera al Cie- tencias pertinentes. Y por eso fué
lo que hubiera podido yo así re- que, para atajar ese mal tan exten-
agrupar los ejércitos todos en la dido y que de día en día aumentaba
concordia y en la paz sin la pérdi- en virulencia y se propagaba más
da de ningún ciudadano! De reali- y más, se impuso perentoriamente
zarse ese anhelo mío, no tuviera yo que unos hombres ya condenados
el menor recelo, fuese la que fuese por la opinión unánime de toda la
la nota de ignominia con que mis ciudad, no se escapasen de alguna
enemigos quisieran cauterizarme, suerte de juicio, fuese el que fuese,
por esa espléndida obra buena mía, y para que aquella peste y corrup-
de que me llamaran traidor, capta- ción de la ciudadanía no fuese cun-
dor y corruptor de un ejército aje- diendo por las venas y las entrañas
no, puesto que con mi infamia sola por más tiempo y nos gangrenase a
hubiera salvado y conservado a tan- todos, ¡oh quirites! Y para que el
tos ciudadanos. Ya veis, pues, quin- miedo cortase a quienes no podía
tes, cómo era forzoso conceder algo doblar el amor de la patria, por con-
a aquellos en quienes radicaba y se sejo de las más nobles y principales
afianzada la salud de esa República. personalidades de esta ciudad, a los
756 JUAN LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. TOMO I
doce haces de costumbre añadí doce haces? Con esta medida, háce-
otros doce. Bien así como para re- se el mando más duro, más pesado?
frenar la licencia desmandada, a Como si el dictador, con veinticua-
los viejos suplicios se añaden otros tro lictores, pudiera castigar a quie-
nuevos, de modo que las leyes se nes con doce no podría, o como si
vayan mostrando más severas a me- todos los ciudadanos no hiciesen pa-
dida que aumentan y cunden la in- ra el magistrado las veces de algua-
solencia y libertinaje; de mane-
el ciles y lictores, cuando para la re-
ra, quirites, que a aquellos primiti- presión y castigo del desmandamien-
vos y honrados funcionarios les bas- to no bastasen aquellos doce o los
taron no ya doce, sino dos haces, seis primitivos que la costumbre de
puesto que no tenían necesidad de nuestros mayores señaló. El mes en
ninguno, cuando todo se mantenía que el cónsul no tiene haces, no
en honradez, en reserva, en su se- más el alguacil le sigue. ¿Queda con
vera corrección, en su generosa ín- ello disminuido su poder? O en el
dole, en su pura y moderada ciuda- caso en que ciudadanos malos y fa-
danía. Y ni siquiera en estos caó- cinerosos tengan que ser ejecutados,
ticos tiempos nuestros, esas medidas ¿van a faltarle lictores? ¿No ocurri-
terroríficas se toman contra los bue- rá al revés, que asumirán la tarea
nos, que acatan las leyes no por del lictor todos los ciudadanos, sin
miedo ni por ninguna suerte de distinción, y todos aquellos cuyo au-
coacción, sino por su instintiva mo- xilio solicitare? Por todo esto que
deración, por su cinismo, por su pro- digo, las insignias no aumentan un
pio natural, por su conducta. Estos adarme el poder ni agravan la suer-
ciudadanos ejemplares se comporta- te de los buenos, ni aterrorizan a los
rían con la misma corrección, vivi- cuerdos. El poder no prende más
rían con la misma reserva, aun que en los malos; él solo cohibe la
cuando tales leyes no estuvieren audacia y acorta las riendas a la
promulgadas. Las sanciones de te- osadía licenciosa. Y en cambio, esta
rror van exclusivamente para los medida prevista por la ley es suma-
malos, a quienes, según son esos mente eficaz para la defensa de la
tiempos nuestros y la corrupción de ciudad, pues aquel ilustrísimo per-
las costumbres, no les intimidaran sonaje a quien vosotros colmasteis
con eficacia suficiente ni cien haces de distinciones, y que era muy dig-
Mal de mi grado hablaré y reve- no de su ascendencia venerable, Lu-
laré el gran secreto del Imperio, que cio Valerio Flaco, siendo regente,
no conviene que sea por todos co- dió una ley a tenor de la cual al
nocido. No dudo que en esta asam- dictador le era lícito, sin instrucción
blea los hay, a quienes, por su pro- de causa, dar muerte al ciudadano
pio interés, convenga que esa ex- que le pluguiera y que todo cuan-
pansión mía confidencial no se di- to hiciese quedaba rato y firme.
vulgue. Pero a ello me obligan la ¿Hemos de decir que esa ley fué
injusta opinión creada en derredor promulgada contra aquellos que de
de mis actos, y esa también injusta antemano estaban ya condenados
y enojosa odiosidad, corolario inevi- firmemente por sentencia unánime
table de todo suceso feliz y de toda del pueblo, y que ninguna necesidad
preeminencia política. Decidme, qui- lenían de que se les instruyese una
rites, con la mano puesta en el pe- causa, de la cual todo el mundo ha-
cho: ¿Qué significa eso de añadir bía formado juicio, una causa que
OBRAS FILOLÓGICAS. DECLAMACIONES SILANAS. DECLAMACIÓN III 757
nadie ignoraba, puesto que sus crí- nio Melio la orden de presentársele,
menes eran claros y manifiestos, como viese que Melio no hacía caso
aun para aquellos que sólo de nom- de la orden del dictador, le traspasó
bre los conocían? Contra éstos fué con una lanza que por azar tenía en
dada la ley; pero para que la tergi- sus manos y acabó con la vida de
versación no les valiese, con haces un ciudadano romano muy que-
que tomó en esta ciudad aquella rido del pueblo, contra el cual no
sentina de crímenes y maldades, con existía otra acusación que la de
la más insolente de las procacida- su popularidad exagerada. Habien-
des, sin orden ni sin freno, enva- do Servilio informado al dictador
lentonada por su crónica impunidad, de aquel suceso, fué felicitado por
se puso esa expresión tan vaga: al él en una asamblea pública. Y el
ciudadano que le pluguiera. Híaose pueblo se dió por satisfecho con
así, porque donde la ley no ponía que aquella muerte mereciese la
traba alguna, nadie la pusiese. De aprobación del dictador y que fue-
otro modo, pareciera que ninguno se ejecutada en interés de la Repú-
estaba incluido y que por su exce- blica y no sin su mandato expreso.
siva y cautelosa moderación, la dura Mas yo, ¡por Hércules!, tan de
ley se quedaba en agua de borrajas. mala gana ordené la muerte de
Con todo, débese decir que esta aquellos perdidos de ciudadanos que
ley no es nueva, sino que se remon- la sufrieron, que no hubiera muer-
ta a la más alta antigüedad. Y así to ni a uno siquiera si la República,
es que vemos recibido y admitido con una relativa incolumidad, pu-
en esa República, por costumbre plu- diera soportar sus crímenes, sus fe-
risecular, confirmado y aprobado chorías, sus torpezas, su vida. Que
por el uso, que el dictador viene a yo, de mi propio natural, soy pro-
ser una especie de regente, creado penso a salvar no ya a mis ciudada-
en las más difíciles circunstancias nos, sino a los extranjeros; demos-
de la República, de quien, sin pro- trarlo puede el caso de la misma
vocación ni ofensa, cualquier man- Atenas. Cercada muy estrechamen-
dato emanare tiene fuerza de ley ra- te y atacada con mucha energía
tificada. Con aquella medida, no se por mí, blanco no solamente de sus
introdujo, no, una ley nueva, sino tiros, sino también de sus veneno-
que se remozó una añeja consuetud sos insultos y ultrajes insoporta-
o, mejor dicho aún, la tradición de bles, y expugnaba, al fin, por mi es-
nuestros mayores consagrada por la fuerzo y el de mis soldados, muy
costumbre, y la constitución quedó bien, y por derecho de conquista,
comprendida y sancionada en una pudiera entregar aquella ciudad a
ley justa y escrita. ¿Adonde iba mis huestes para que la pillasen y
aquello de sin provocación, si lo que la incendiasen y vender como es-
había determinado no había de ser clavos a todos los que la moraban.
sancionado? ¿Podría por otra ma- Con todo, la perdoné. Y si yo di ór-
nera existir provocación alguna? La denes de que no se infiriese veja-
autoridad del dictador, fuera la men alguno a los habitantes de
misma que la del cónsul, con sólo el aquella ciudad, en cuyo asedio yo
cambio de nombre. Habiendo Cinci- y el ejército mío habíamos sopor-
nato, dictador, mandado a ServTlio tado tantos sufrimientos, que su
Hala, jefe de la caballería, que en relación sería muy prolija y muy
nombre suyo trasladase a Sempro- penosa, por no sé qué cultura lite-
758 JUAN LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. TOMO I
sin que hubieren pasado diez años. en las horas heroicas del peligro, a
¿Quién de vosotros no elogió esa privar a la ciudad de un sosiego
ley antigua promulgada por los de- que se asienta precisamente en la
cenviros? Y no menos aceptasteis observancia de las leyes.
esta ley como con vuestros sufragios Espántome de que mis enemigos
y consentimiento aprobasteis la sa- anden tan obcecados por la inquina
bia política de vuestros mayores. A y el furor, que me echen en cara,
esta ley ahora mismo yo estoy dis- como un crimen, un acto que, entre
puesto a. derogarla y a esperar tran- los otros míos, redunda en alabanza
quilamente vuestra opinión, mani- mía y gloria no común, a saber:
festada mediante votación libre, que la libertad y vuestra dignidad
contrayendo yo el compromiso pre- tuviera en mí más ascendiente y
vio, ante cualquier hombre, si al- vigor que la más notoria y acendra-
guna de las treinta y cinco tribus la da de las amistades.
rechazare, y no a ella sola, sino cual- Esta fué mi gestión personal, qui-
quiera otra de las leyes Cornelias, rites. Oíd ahora los egregios hechos
así las suntuarias como las que se de aquellos con quienes me obligó a
refieren a los sicarios, a las hechi- guerrear mi patriotismo. De ellos ya
cerías, a la religión, a los juicios, di un rápido avance, necesario pa-
a las provincias. ra llegar a los míos. Ahora, voy a
Pedía, pues, Asela, simple caba- tratarlos específicamente y más de
llero romano, consulado antes de
el asiento, con el propósito de que po-
la pretura, antes de la cuestura. Lla- dáis comparar los que vais a oír
mé la atención de ese buen amigo con estotros que me ocasionan tan
mío acerca de tal incongruencia, y grave impopularidad. No voy a re-
le exhorté que no fuese él precisa- velaros novedad alguna; todo lo
mente el primero que contraviniese que diré vosotros lo habéis visto y
las leyes y los decretos del pueblo, lo habéis oído, y mientras yo los
porque no pareciese ser, tanto él iré narrando, vosotros los iréis con-
como yo, quien despreciaba y que- migo repasando. Dejaré de lado mu-
brantaba las leyes dadas por mí mis- chos, pues ni entra en mis propósi-
mo, pues todos creerían que cuanto tos pormenorizarlos ni siquiera po-
hiciera él lo hacía respaldado y sal- dría, a pesar de toda mi voluntad,
vaguardado por mi autoridad. El, bien por su número infinito, bien
insolentándose más y más con la porque no en todos tuve yo inter-
familiaridad que yo le dispensaba, vención directa ni cada uno de ellos
no hizo caso alguno ni de mí ni de pudo referirse a mi persona. Cada
vosotros, quirites, ni de vuestras le- uno de vosotros, mientras dure mi
yes y de la costumbre de vuestros breve y salteada enumeración, po-
mayores. A ese hombre, que se ha- drá recordar y restablecer aquellos
bía avilantado a un tal crimen, yo, que yo omitiere y en los que él
luego de tratar el asunto privada- tuvo, por ventura, intervención per-
mente con amigos de ambos, le cas- sonal.
tigué por no tolerar en esa ciudad Y de buenas a primeras comienzo
ciudadanos de excepción, que pu- con pasar por alto aquella luctuosa
diesen más que las leyes y que vues- y calamitosa tempestad de Saturni-
tros decretos y mandamientos. Pre no y Glaucia, suscitada por Mario.
ferí sufrir la orfandad y la carencia Hablé ya de aquella inoportuna y
de un amigo y de un compañero desatinada petición del poder, cuan-
7Ü0 JUAN LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. TOMO I
ciudad! ¡Qué columnas y qué de- guiese la vida toda de esa ciudad!
fensas del Senado! De un Senado Por esta consigna fueron sinnúme-
compuesto de personajes como és- ro los que perecieron, entre los cua-
tos, con toda razón hubiera podido les el también senador del pueblo
decir Cineas, aquel famoso embaja- romano C. Arcario, amigo de Mario.
dor de Pirro, que lo era de reyes. ¡Oh tiempos funestos aquéllos! ¡Oh
Y aquello de L. Catulo ¿qué fué, oh madres que parieron para
infelices
dioses inmortales? ¡Cuán doloroso a aquella época! ¡Míseros ancianos
la patria, cuán sentido por todos los que fueron reservados para ese día
buenos, cuán funesto para la auto- fatal!
ridad del Senado! Cuando todo el Toda la ciudad, quirites, era un ir
Senado en masa con el mayor de y venir de matadores y de manda-
los encarecimientos suplicaba a Ma- dos matar. Penosísima y luctuosísi-
rio la salvación de aquel hombre ma era la vista de los que huían,
que tiempo atrás había sido colega de los que se escondían, andando
suyo, con quien había realizado las en busca de cualquier covacha, de
más brillantes gestiones y sin el cualquier escondrijo y de los que
cual «o hubiera querido la apoteo- andaban a su búsqueda y a su ca-
sis del triunfo y a quien, dado za, de los que les llevaban deteni-
que estuviese muerto, debía, si pu- dos, de los que los asesinaban, de
diera, restituí/ a la vida y 1evol- los que los degollaban. La sangre
verlo a la patria, él con su perti- civil corría por todas las calles;
nacia ingénita y su obstinación ha- echados estaban dondequiera y ho-
bitual, desairó al Senado en pleno, llados los cadáveres de los sacrifi-
con menosprecio y desdén de la dig- cados, y los que hubieran podido
nidad del personaje insigne y res- mover a compasión a las mismas
pondió que tenía que morir irrevo- peñas, lanzados luego al Tíber des-
cablemente. Para una respuesta así viaron su curso y atenuaron el ím-
no pueden excogitarse suplicios petu de su corriente. Visteis a los
asaz dignos con los cuales hubiera senadores Bebió y Numitorio arras-
é! debido de exhalar aquel su es- trados por el foro, con un garfio
píritu hediondo y aquella su alma de los que usan los sayones. Y a
desalmada. Entonces aquel varón, Bebió, que sin hierro, a la manera
el mejor que ha visto esa ciudad, de las fieras, quedó a pedazos en las
hurtándose a la ignominia, cortó su manos de los verdugos; hasta el
propio aliento tragando carbones punto que la ferocidad salvajina, en-
encendidos. ¿Quién tendrá holgura carnizada en la persona de un se-
para hacer la puntual enumeración nador, obligó a algunos ciudadanos
de todos los senadores, de todos los a dar las gracias a los secuaces de
caballeros, de todos los plebeyos Mario por lo hecho en su caro
que fueron inmolados por Mario al Bebió.
ordenar a sus soldados que cosie- Sigúese un nuevo año, y Ciña y
ran a lanzazos, sin más ni más, a Mario, sin el sufragio del pueblo,
quienquiera no le saludase o no sin la autoridad del Senado, con in-
contestase a su saLudo? ¡Oh consig- descriptible gemido y llanto de to-
na digna de ese hombre a quien no dos los órdenes, apesadumbrada y
importaba qué ciúdadanos eran los en duelo toda la ciudad, se crean
que morían, siempre y cuando que cónsules a sí mismos, atropelladas
en su sangre se abrevase y extin- y hechas trizas las leyes, el Senado,
OBRAS FILOLÓGICAS. DECLAMACIONES SILANAS. DECLAMACIÓN III 763
Ticio. Este, estando yo en Asia har- cio, varón de heroico temple, que
to ansioso y preocupado por el éxi- ella seríaen lo futuro ayuda y guía
to final de la guerra mitridática, me de mis caminos, y dió orden porque
anunció y me prometió, de parte de me apresurase a venir a la ciudad
Júpiter, la victoria, que está en su para librar de las llamas y del in-
mano y en su poder. Esto mismo cendio el más hermoso templo del
me comunicó un soldado veterano, mundo, que debía arder la víspera
hombre bueno e impecable, de la de nonas de agosto. Y esa pre-
las
sexta legión, y añadió que yo recu- dicción, como visteis, tuvo una tris-
peraría de manos de los enemigos, te realidad. Mías eran las huestes,
a costa de mucha sangre suya, la fuertes, ciertamente, y aguerridas,
patria y que restablecería la Repú- pero si se las compara con tantos
blica. La misma imagen de un dios ejércitos como eran los que estaban
nos apareció a entrambos en Táren- conjurados contra la patria, eran
lo en ocasión en que yo ofrecía sa- flacas y descrecidas. Vencimos, pues,
crificios, interesado en la conduc- porque luchaban mano a mano a
ción de la guerra. Júpiter, por el nuestro lado y a nuestro favor la
hígado de un becerro, según inter- patria, los votos de los buenos ciu-
pretación del mismo Postumio, me dadanos, la piedad, la religión, la
mandó tener ánimo ganoso y alen- libertad, la inocencia, el pudor, la
tado. Bajo su dirección y sus aus- fe, la equidad, la buena conciencia,
picios, no bajo los míos, quirites, la honestidad y toda cuanta virtud
recuperamos la libertad y la Repú- hay, y, en una palabra, los dioses
blica. Yo no hice más que prestar inmortales. En las filas de aquellos
mis manos a los dioses y a Júpiter, parricidas combatían la petulancia,
;
pues, sin decir que Mario el viejo abrir y cerrar de ojos, y pase a hie-
y Ciña, sin sufragio del pueblo y rro a toda la nobleza. Ejecutó pun-
sin autoridad del benado, se procla- tualmente el buen soldado las órde-
maron cónsules para un año, y Ciña nes de su jefe y no quedó noble en
y Carbón para un bienio. Y si Ciña la ciudad que en aquella hora no
tuviera más
vida vosotros,
larga, sucumbiese a los execrables puña-
quirites,perdierais el derecho de les asesinos. ¡Oh Valerios; oh Cor-
crear cónsules con vuestros sufra- nelios, Horacios, Emilios, Muelos,
gios,pues él hubiera introducido la Claudios, Catulos, Fabios, Mandos
costumbre de crearse cónsules los que nos entregasteis en depósito
que tuvieran más osadía y arrestos. esa República tan floreciente, esa
Después de los días de Ciña, Nor- República que vosotros, con vuestro
bano y Carbón impusieron a la sudor, con vuestra sangre, con vues-
fuerza, contra todas las leyes viejas tra vida engrandecisteis y robuste-
y nuevas, por cónsul a Mario el jo- cisteis para que fuese santuario de
ven, mozo ignorante y exaltado, que vuestro recuerdo y morada de
apenas contaba veinte años, desa- vuestra posteridad, para que vues-
fiando la más agria impopularidad tros beneficios deparasen a las ge-
y con la más viva tristeza y llanto neraciones que os sucederían rique-
de los que recordaban de qué pa- zas, honor, gloria y dignidad; ved
dre era hijo y veían cuán siniestras aquí cómo en aquella misma ciudad
intenciones abrigaba contra la Repú- a quien tantas veces con vuestros
blica y cuánta maldad respiraba y consejos y con vuestras armas ha-
cuánta peste prometía. Y a todos béis librado y conservado; ved
los engañó aquel joven furioso, aquí cómo un solo muchacho de
pues aun cuando no había nadie Arpiñas, enloquecido de furor, res-
que no temiese que iba a acarrear pirando y anhelando carnicería e
a esa República toda suerte de ca- incendio, a todos vuestros nietos,
lamidades, superó la general expec- no ya como esclavos vilísimos, de
tación, y en un lapso de tiempo, re- cuya matanza la Humanidad no
lativamente breve, resultó mucho acostumbra abstenerse, sino como
más feroz e intolerable de lo que una manada de víctimas, con una
todos recelaban que fuese. Es de sola palabra suya los inmola en pú-
saber que. poco antes de que tra- blica y solemnísima hecatombe, y
bara conmigo combate en Sacripor- rae del haz de la tierra vuestra des-
to, quiso ofrecer sacrificios a los cendencia y vuestros nombres!
mismos dioses, en cuyo honor sa- Degollado fué aquel consular sin
crificaba su padre, es decir, aquellas tacha, Quinto Escévola, pontífice
divinidades crueles, de quienes dije máximo en tu propio vestíbulo, ¡oh
que se gozaban y se aplacaban con Madre Vesta!, y tu inviolable y sa-
sangre y hostias humanas y con crosanto fuego a punto estuvo de
cadáveres de ciudadanos romanos. apagarlo la sangre de tu Sumo Sa-
Entonces, para que no se transpa- cerdote, y se hubiera apagado a
rentase ninguno de los malvados buen seguro si su exhausto corpe-
designios que ya de largo tiempo su zuelo senil pudiera dar sangre su-
ánimo maduraba, ordena al pretor ficiente. Nuestros mayores impusie-
L. Damasipo, satélite suyo y brazo ron una multa a Cneo Tremelio,
de su furor, que, so pretexto de con- tribuno de la plebe, porque de la
sulta, convoque al ""enado. en un boca le cayó no sé qué expresión
OBRAS FILOLÓGICAS. DECLAMACIONES SILANAS. DECLAMACIÓN III 767
LUIS VIVES. — 25
770 JUAN LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. TOMO I
blica con una furia tan insana y feos, que traerán su recuerdo a los
tan orgiástica. venideros siglos, monumento glorio-
Siguiéronse a continuación las so en loor de Marte, de la Victoria,
victorias sobre toda Grecia y aque- de Venus. Estos triunfos encendían
llas pugnas con Arquelao y con mi ánimo en ardores increíbles, dis-
Dorilao, prefectos de Mitrídates: puesto a no consentir que aquella
con aquél, junto a Queronea; con és- ciudad, por la cual yo había consu-
te, cabe Orcómenes. En la primera mado esas gestas nobilísimas y que
de estas batallas yo contendí con debía ser el archivo imperecedero
cien mil infantes bárbaros y con de tan grande gloria mía, de mi
diez mil jinetes. De todo ese número nombre, de mi linaje, de mi poste-
monstruoso, sólo diez mil hallaron ridad, fuese despedazada, fuese
salvación en la fuga, siendo así que arrancada y descuajada de su suelo
de los nuestros (cosa, quirites, in- por manos de ladrones y de gladia-
creíble de decir) solamente echamos dores, como Ciña, Mario, Carbón,
de menos a catorce, y aun de éstos, Norbano, Telesino.
a boca de noche, regresaron a los No soy, quirites, tan descuidado
reales dos rezagados imprudentes, de mí mismo, ni tan menospieciador
que en el ardor de la batalla se ha- de los honores, ni tan encogido que
bían alejado más de la cuenta persi- vaya yo mismo a borrar, por indo-
guiendo al enemigo. En el segundo lencia y apatía, la memoria de tan
choque con Dorilas, luché contra altos hechos, y que habiendo yo rea-
ochenta mil soldados, los más esco- lizado proezas que la posteridad iba
gidos de todo el reino de Mitrídates, a celebrar con gloria mía muy
en batalla áspera y difícil, quirites, grande, o por miedo de la vida, o
en la cual, dislocadas y rechazadas de la envidia, o por no ofender a
nuestras formaciones, comenzaban unos ciudadanos míos que arruina-
a perder su cohesión y a desban- ban a su patria, sea yo precisamen-
darse, hasta que, llamadas enér- te quien las envuelva en tinieblas
gicamente por mí, que luchaba en y en olvido. No era, no, dañar a la
primera línea, reprendiendo acre- patria, depurarla de enemigos in-
mente a los soldados porque aban- teriores. Al contrario, perder la pa-
donaban a su general, pues yo, tria hubiera sido dejar impasible-
quirites, tenía el propósito firme y mente que aquella infección, que de
bien asentado, en caso de no vencer, día en día iba cundiendo más, ad-
de sucumbir como bueno en el quiriese tantas fuerzas como quisie-
campo. Los soldados, cohibidos por se, cuantas ciertamente bastaran pa-
su propia vergüenza y su ingenuo ra desquiciarlo y arruinarlo todo.
pudor de romanos, hicieron alto en Empero, quirites, mi vida y la
su fuga, y con multiplicado brío vida de cada uno de vosotros está
volvieron a la batalla e hicieron a por la Naturaleza encerrada y defi-
su vez retroceder al enemigo y le nida dentro de unos límites preci-
pusieron en fuga, y lo único que sos; y aun cuando en ella no irrum-
puso fin a la carnicería fué el can- pa fuerza alguna hostil, con todo, la
sancio. Entonces erigí yo en ambos misma Naturaleza, que en tan es-
propios lugares de vuestras (y si se trecho campo la delimitó, a su de-
me permite también a mí lo que a bido tiempo la reclamará, como un
los restantes caudillos se concedió) acreedor puntual reclama una deu-
victorias mías, asimismo, dos tro- da. ¿Qué puede fantasearse más
OBRAS FILOLÓGICAS. —DECLAMACIONES SILANAS. DECLAMACIÓN III 771
bello? ¿Qué puede soñarse más di- profesan a esa República, dirán que
choso, que, teniendo forzosamente yo fui quien a esa misma Repúbli-
que morir todos, así el héroe como el ca le devolví su dignidad y la repu-
cobarde, interesar la vida perecede- se en su libertad. También los ma-
ra, una gloria perdurable? ¿Y aque- nes de aquellos hombres piadosos, a
llo mismo que constituye una deuda quienes yo vengué de una muerte
a la Naturaleza, devolverlo a la Na- ultrajante en sus verdugos execra-
turaleza con sumo provecho de la bles, y aun el mismo Quirino, y aun
patria, con suma alabanza y gloria nuestros ascendientes, cuya ciudad
nuestra? Y ese punto que en todo y ciudadanos y linajes y monumen-
tiempo debe ser considerado y me- tos yo salvé del incendio, de la ma-
ditado tan tensamente como sea po- tanza, de la ruina, del pillaje, me
sible, quirites, entonces parecióme darán las gracias por tamaños be-
que para mí era deseable; cuando, neficios.
luego de haber dejado tales obras, Y por si acaso, quirites, me espe-
cuales mayores ya no las podía es- ra un hado indigno de mis precla-
perar en vida, me convencí que ya ros consejos y obras, yo no lo rehu-
no me quedaba felicidad más gran- so; con ánimo igual lo acepto, sea
de que la de hacer a la patria, a la el que fuere. La conciencia de mis
cual se lo había dado todo, entrega buenas obras será mi monumento
generosa de la propia vida, que era en vida y mi solaz en la muerte.
lo único que me quedaba. Con todo, Esta conciencia, que es el testigo de
era de temer la envidia ocasionada la buena vida, jamás permite que
precisamente por mi tan grande el hombre sea infeliz; como la con-
virtud y tan acendrado patriotismo. no deja que sea
ciencia acusadora
Yo sé, quirites, hombre feliz. Y, especialmente,
con absoluta cer- el
tidumbre, que aun cuando vosotros porque mi virtud se adelantó tanto
no me signifiquéis ningún agrade- como su memoria. No encerrada ni
cimiento, me lo significarán, para comprendida en límite alguno, no
siempre jamás, estas paredes y es- es posible que muera con el cuerpo.
tos muros, estos templos de los dio- Así es que los enemigos pueden
ses, todos estos lugares de donde yo arrebatar la vida, pero no la fama
aparté el fuego y la ruina y esta ni el nombre eterno, ni la gloria
ciudad que, por beneficio mío, se inmortal; ni pueden arrancarme el
mantiene por su propio pie en su íntimo e indestructible gozo de ha-
propio estado y asiento. Y también ber salvado la patria, ni pueden
la muerte misma que extinguirá la arrebatarme esa misma patria que,
envidia, traerá a los hombres más levantada y confiada por mí, mien-
ecuánimes Para aquel día,
juicios. tras subsistiere (y yo espero que
la posteridad comprenderá los méri- será eterna), sentirá y recordará el
tos que desconocen algunos hom- gran servicio que le hice. Ni tampo-
bres actuales y a mí me proclama- co, en cuanto estuviere en mi poder,
rán salvador de la patria y a ellos daré ocasión al odio justo ni abriré
reos del más negro desagradecimien- portillo alguno a los maldicientes,
to. Y aun los mismos dioses inmor- ni nadie me acusará luego de haber
tales, cuyos santuarios y altares, en- hecho todo esto y de haber librado
tonces quemados, yo restituí y re- a mi patria de la más enojosa de
paré y por cuya inspiración y vo- las tiranías, de no dejar a la patria
luntad y por el singular amor que en su cierta y clara libertad y que
772 JUAN LUIS VIVES, .
OBR.AS COMPLETAS. TOMO I
DECLAMACION CUARTA
PUESTA EN BOCA
DEL CONSUL MARCO EMILIO LEP1DO
CONTRA SILA
VUELTO A LA VIDA PRIVADA
fuerza del derecho, con mi brazo y los honores ni con la sangre ni con
con mis armas, vuestra dignidad, la vida, con tal de afirmar y afian-
vuestra gloria y vuestra libertad. zar vuestra libertad que veis opri-
De tal manera fui adoctrinado y mida por la arbitrariedad y la vio-
formado desde mi niñez hasta esos lencia de Sila.
mis años, quirites, que pensé que to- Harto veía yo que empresa de
da la fuerza de mi poder estribaba tal empuje no era cosa de cualquie-
en la libertad de ese pueblo, en la ra, sino arriscado empeño de cónsul
grandeza de ese Imperio, en la glo- y aun de un cónsul a quien le in-
ria y el honor de mi patria y que vitaran al propósito generoso los
los merecimientos de mis mayores ejemplos domésticos, y aun de un
redundarían en mi lustre y honra cónsul, del más noble abolengo, que
personal, si entrara yo en ese mis- con el poder supremo conjugase una
mo camino de beneficiar a la Repú- egregia voluntad, denodado pecho,
blica que ellos siguieron. Degenera- consejo previsor y riquezas no fla-
do de aquella virtud, no sólo no cas.
fuera ni Emilio ni Lépido, sino ni Por todo esto, quirites, me pre-
ciudadano siquiera, puesto que, na- senté en ese lugar para exhortaros,
cido de tan ilustres mayores, no da- cuando hubiereis entendido a quien
ba mayor rendimiento que cualquie- servísteis antes y cuánto atropello
ra otro de la plebe, siendo así que y violencia habéis padecido, aun
aun los hombres de la plebe se es- cuando creo que ninguno de vos-
fuerzan por superar y ennoblecer a otros lo ignora, a que conmigo asu-
sus oscuros progenitores con la luz máis el cuidado de vuestra libertad
de sus claros hechos. Por todo esto y de la República. Tenéis a un cón-
que dije, quirites, como sea que mi sul que está ciegamente dispuesto a
linaje a todas horas me advierte y serlo y en el desempeño de esta
casi me apremia a ocuparme en recia voluntad a poner no tenue em-
vuestros provechos, ahora que a peño y pulcritud y a salir a des-
todos mis otros antecedentes se aña- baratar resueltamente los esfuerzos
dió el consulado, y habiendo recibi- de esa pandilla y esa hez de ciuda-
do de vosotros tan señalada distin- danos apátridas y perdidos y a mo-
ción, fácilmente juzgará cada uno rir si importare, por la patria y
de vosotros cuál sea la disposición por nuestra libertad. Tened buen
de mi espíritu para con la Repú- ánimo, quirites, y haced ostensión
blica. de vuestra virilidad, pues vais a
Aquel día mismo, quirites, en que ver, con el favor de los dioses, a
me acerqué al servicio activo de la esa República, mientras yo fuere
,
mayores, sino con artimañas traicio- dían nuestra sangre ni nuestras vi-
neras. Esta es la magnífica victoria das, ni luchaban para arrebatarnos
de Sila, de la cual volvió a nosotros nuestra ciudad, sino con la única
tan rico, que no sin razón dijo Man- pretensión de ser recibidos en ella.
lio que no es posible que sea hom- Vengamos ahora al glorioso con-
bre honrado el que, habiéndole de- sulado, bajo el cual Roma hubo de
jado pobre su padre, súbitamente ver, espectáculo luctuoso, chocar en
allegó riquezas tan insolentes. pugna civil sus huestes y sus ban-
Con esas riquezas compró la edili- deras. Esa mancha y esa peste esta-
dad, tras la derrota de la pretura, llada aquel año de ominosa recorda-
después compró la misma pretura, ción durarán grabadas al fuego por
con cohechos y larguezas odiosas e siglos imperecederos y serán referi-
intolerables. Y como fuese que él das por la posteridad con gran ge-
con demasiada frecuencia hiciese mido y pesar, y serán objeto de exe-
alusión a su pretura, C. César L. F. cración aquellos tiempos en que
replicó que con razón le llamaba siendo cónsules L. Sila y Q. Pompe-
suya, pues la había comprado y pa- yo, dieron comienzo las guerras in-
gado con dinero contante y sonante. testinas, dándose a las generaciones
Partido a Capadocia, vivió en juerga venideras el abominable ejemplo de
perpetua, y no viene a cuento men- hacer chocar huestes armadas por
tar de qué manera. Vosotros mismos la misma patria. La odiosidad de
oísteis a los legados de aquellas gen- esta guerra la echa Sila sobre Mario,
tes. Y si P. Censorino hubiera lle- como si no fuese él que con su furor
vado adelante su acusación por co- y demencia arrebatada, con sus in-
hecho con el mismo arrojo con que justas y acerbas mordeduras a la
la había comenzado, Sila hubiera gloria de Mario, quien le irritó y
sucumbido a la merecida condena y azuzó, no a la guerra civil, sino a
nosotros, ahora, tendríamos a nues- despojarle de la gloria de aquella
tra República libre y floreciente. provincia y de la guerra. Y como se
Pero no habiendo Censorino acudi- hubiese dado una ley ¿por ventura
do al emplazamiento, él se quedó no se imponía, Sila (pues tengo co-
exento, con gravísimo daño de toda mezón de apostrofarte y hablar un
Italia, en franquía para el consu- poco contigo), obedecer las órdenes
lado, para las guerras civiles, para del pueblo antes que con tu impío
la perdición de esta ciudad. En la ejemplo introdujeses la primera dis-
guerra social, y vosotros lo oísteis, cordia civil? Pero dícesme que era
se jactó de haber vertido mucha un bellaco el tribuno de la plebe
sangre de aliados. En esa guerra en y que aquella ley era inicua. Que
que la calamidad recaía exclusiva- fuese bueno o malo el que la daba,
mente sobre Italia, sólo merecen ninguna importancia tenía: era el
alabanza aquellos jefes que condu- tribuno de la plebe. Y por lo que
jeron la guerra con clemencia y toca a la ley, no veo por qué la
prudencia suma y usaron de la vic- llamas inicua, pues fué impuesta
toria con tal templanza, que se de- por el pueblo, si ya no es que
mostró que ellos no hicieron más aquello que no te conviene tú lo
que mitigar el encono de los com- reputas inicuo. ¿Crees, acaso, que
batientes y aplacarlos y reconciliar- el pueblo no tiene autoridad para
los en el amor de la República, pues poner al frente de los ejércitos al
los aliados en aquella guerra no pe- general que le pluguiere y enviarle
|
778 JUAN LUIS VIVES. OBR.AS COMPLETAS. TOMO I
entonces amagó. ¿Tú, parricida; tú, carnizado del nombre romano? Pero
corruptor y hollador de todo dere- es que tú solo fuiste para nosotros
cho humano y divino, luego de ha- más pernicioso y atroz que muchos
ber dicho aquellas palabras, osas Aníbales. ¡Oh expresión, recia para
pronunciar el nombre de Cornelio? quienes la oyeron; afrentosa para
¿En qué linaje están aquellos dos nosotros si quedara inulta, calami-
Escipiones, Publio y Cneo, que por- tosa, según espero, para ti, pues aun
que Asdrúbal no pasase a Italia a cuando murieses, feliz, como te ima-
reunirse con su hermano, embara- ginas, y propales jactanciosamente,
zándole el camino con sus cuerpos, con todo, en el infierno pagarás las
cayeron en sus puestos por la pa- penas de maldades tan nefandas, de-
tria? Y tú, con arrestos para pren- bidas a los dioses inmortales, y a
der fuego a la ciudad, Cornelio, en- la patria, y a tus víctimas. Pero oíd
gendro ruin de aquella gens Corne- lo que resta por decir.
lia, que produjo a los dos africanos, Como viese Mario que Sila ataca-
aquellas dos cumbres, aquellas dos ba a la patria con ánimo tan sañoso
lumbres del Imperio romano, uno y con tan frenética locura,, por no
de los cuales, porque la libertad de abandonarla, dado que tantas veces
la patria no quedase sacrificada por la había salvado, arma él a su vez,
él, él se sacrificó a la libertad de la con apremios de tiempo, a sus ami-
patria y marchó al destierro volun- gos y opone un dique a ese furor.
780 JUAN LUIS VIVES. — OBRAS COMPLETAS. TOMO I
Habéis visto a los ejércitos de Roma o, por mejor decir, te echó entre
trabados en lucha en el propio foro. nosotros.
Y una vez que el viejo luchador, sin Expulsado fué, pues, Mario, expa-
suficiente preparación, hubo sucum- triado e indigente de aquella tierra
bido a la desgracia, ese cobarde que de donde él había expulsado muy
vino al cabo con una victoria que fierísimos enemigos y que si no hu-
no merecía obliga al Senado prisio- biera sido por él, ni el mismo Sila,
nero y aterrorizado a que declarase ni esta propia ciudad subsistiría en
enemigos a ambos Marios, al pa- este momento. Echado fué con él su
dre y al hijo, y también a Cetego hijo, inofensivo en absoluto; nin-
y a otros clarísimos personajes, gún mal había hecho aquel ser bue-
luego de haber matado previamente no fundamentalmente a quien tú,
a vuestro tribuno de la plebe. Y no con tu rabiosa crueldad, exaspe-
es cosa que espante demasiado eso raste.
de asesinar a un funcionario invio- Por fin, marchaste hacia aquellas
lable a quien destruye y descuaja minas donde madura el oro, y hacia
toda esa dignidad, rodeada de tanto las presas asiáticas, por las que tan
prestigio y creada por nuestros ma- ansiosamente y tan prolijamente ha-
yores para patrocinio y amparo del bías suspirado y boqueado, para
pueblo. Hablaré un poco más ade- henchir tu propia voracidad y la de
lante de esta herida que se infligió tu ejército. Allí, haciendo uso de tus
a la República. Así es que para ése manejos y trazas habituales, luego
nada valió, ni la santidad del poder de haber solicitado a Arquelao para
tribunicio, ni Italia, por Mario sal- que invadiese el reino y convencí-
vada dos veces, y ni aun a Mario dole con un soborno espléndido y
le valió ese gladiador que por él fué más espléndidas esperanzas que en-
salvado. Y es él, precisamente, quien tregase el ejército, acabaste con las
intenta presentar a Mario como reo huestes de Mitrídates, traicionadas
de ingratitud para con Mételo. ¡Oh y abandonadas por su jefe.
tú, espejo de gratitudes! ¿Qué es lo Vuelve Mario, entre tanto, llama-
que haces? ¿Qué otro ser abortó la do por Ciña. No es preciso rememo-
Naturaleza más ingrato que tú? rar la grandeza de los daños que
Cuestor habías sido de C. Mario, se- aquél ocasionó. La culpa de tanto
gún costumbre de los mayores, y él desafuero, quien rectamente lo qui-
te estaba en lugar de padre. Mario siere reflexionar la echará, no tanto
te había acogido y dado reparo en sobre Mario como sobre Sila. Este
su casa, mientras ibas huyendo de fué el primero que enseñó a luchar
las armas de Sulpicio. Si Mario hu- a ciudadanos con ciudadanos y a
biera querido entregarte a Sulpicio, acosar a los ciudadanos enemigos
que era su amigo, a ti, que eras su con el hierro fratricida él había ;
hacían los dioses más que mostrarle sana austeridad, la frugalidad roma-
su gratitud por haberla merecido, nas, en contraste violentísimo con
cuando ése, cuando Sila, vencedor lo que allí, por sus propios ojos,
por sus armas y por su inhumani- veían hacer a nuestros hombres. Ja-
dad de tal manera se ajenó las men- más ellos se atrevieran a imaginár-
tes y la opinión de Italia, que una selo, ni jamás lo habían oído o leído
parte de ellas no reconocían el be- de los siracusanos, de los sibaritas,
neficio y la otra parte lo disimulaba. de los tarentinos, cuya disolución y
Esto era lo que nosotros padecía- licencia eran proverbiales. Y habien-
mos aquí. Y él, entre tanto, con do, al fin, salido con su propósito en
nuestro ejército, en Alizia y en los lo referente a Mitrí dates y pagado
restantes lugares de Grecia, señala- a Arquelao el salario indigno de la
dos por la belleza y amenidad de su traición, y permitido que el rey se
sitio, dando cita allí a esos infames marchase a Asia, libre, suelto y ale-
y repugnantes grieguecillos y selec- gre, henchido e hinchado con la ri-
cionando de todo su ejército lo más queza mitridática, vuelve al suelo
perdido y raez, compañeros y parti- patrio a renovar las guerras civiles
cioneros de sus anormales livianda- y a abrir de nuevo las cicatrices de
des, por el mismo estilo en que ha- esta ciudad.
bía entretenido, marchitándolas, su ¿Qué haces, Sila? —
decían los
adolescencia y su juventud, atolló mejores —
¿Por qué vuelves contra
.
los extermina a todos. ¿De qué cri- una fe cuya no observancia entera
men eran reos tantos millares de y total para con un enemigo es una
ciudadanos romanos? De uno que cosa destestable y no luego, al pun-
;
tiene. ¿Y por qué las legiones mis- otra cosa buscó el ejército todo, con
-mas no vengaban las injurias de la excepción de unos pocos, sino un
patria: hombres recios, armados, tirano? ¿Por ventura unas pocas
aguerridos, ejército vencedor? Por- montañas, unas cuantas lagunas,
que los soldados solos, sin sus jefes, unas escasas yugadas de arenal y
pueden poco. Y los jefes estaban desierto son suficiente compensa-
corrompidos por él. Harto se cuida- ción de la libertad perdida? El pre-
ba él de poner al frente de las sec- mio de la gigantesca proscripción
ciones a los ministros de sus crí- queda en unas pocas manos impu-
menes y maldades, iniciados en las ras y manchadas. No cabía duda
mismas fechorías, sujetos hechos a que las legiones seguirían el empu-
las rapiñas, a los latrocinios, a los je unánime de su pueblo, y la espe-
perjurios, a los fraudes, a las tor- ranza indefectible de la libertad, y
pezas, a los estupros, a la crueldad, hubieran acatado el caudillaje de su
a la sangre civil. Si no anduviera ciudad como ahora lo acatan. Ver-
Sila rodeado de esa escolta infame, ginio e Icilio y otros algunos pocos
en cuya fidelidad podía descansar centuriones conspiraron con la gran
con toda confianza, jamás hubiera masa de ciudadanos para recobrar
esperado, contra sus propios ciuda- la libertad contra los decenviros,
danos, poder entregarse a aquella personajes de la nobleza, asentados
báquica orgía de crueldades que ja- firmemente en el poder y conduc-
más hubiera osado imaginar contra tores de grandes ejércitos. Tan
el ejército de los cimbros vencido y pronto como llegó a los campamen-
cautivado. tos este rumor, abandonando a aque-
Mas vosotros, quirites, tened la llos sus caudillos, el ejército pasó
bondad de contestarme: ¿por qué inmediatamente a la causa del pue-
no armabais vosotros un ejército? blo y la ciudad. Si vosotros, desde
Diréis que quizá el suyo era más el principio, hicierais ostensión de
potente. ¿Y no se os ocurría que virilidad moral, la República no su-
vosotros erais romanos, vencedores friera tanto estrago, no vierais la
de las naciones, pueblo el más fuer- profanación indistinta de lo huma-
te que en el mundo ha sido desde no y de lo divino ni el exterminio
que en el mundo hay pueblo? ¿Por mutuo y sistemático de los herma-
qué no preferíais morir valerosa- nos ni el descuartizamiento de los
mente a conservar la vida en indig- hijos en los brazos de los padres ni
na servidumbre? ¿Y recordar que el asesinato de los padres a manos
vosotros vivíais en una ciudad don- de los hijos. Por todo eso, sabed,
de, cuando era aquí lícito ser rey, quirites, que L. Sila tiene aquel
los hubo de vuestros mayores que mismo instinto que se dice que po-
soportaron con no demasiada resig- seen las fieras crueles y cobardes,
nación, no diré a un rey, pero ni que se encarnizan ferozmente a den-
siquiera la institución real? Y es un telladasen humildes y caídos y
los
hecho que esa ciudad inerme ex- huyen con rabo entre piernas de
el
pulsó a un rey armado, con un ejér- los que lesresisten y plantan cara.
cito poderoso, si bien el ejército si- Mientras estuviereis poseídos de te-
guió muy luego a sus libertadores. rror veréis y soportaréis vejacio-
Y esto es lo que hubiera hecho ése nes cada vez mayores; mas así que
si hubieseis tenido la hombría que os acordareis que sois hombres e
tuvieron vuestros mayores. ¿Qué hijos de aquellos vuestros antece-
788 JUAN LUIS VIVES.-«-OBRAS COMPLETAS. TOMO I
pusiese las manos encima, que ma- Júpiter Optimo Máximo, ni el sa-
tase a aquel que había matado a grario de la diosa Buena, ni el pe-
casi toda Italia? ¿Fué acaso porque netral de Vesta, ni el asilo construí-
no muriese, al menos, el que hubie- do y consagrado desde los días de
re matado al tirano o porque él solo Rómulo; todo fué violado y man-
muriese, única víctima expiatoria cillado; en los propios brazos de los
por todos? ¿Y esto ocurrió en aquel padres fueron degollados los hijos;
Senado, donde se hallaron quienes, las madres, con sus cuerpos, prote-
armados cada uno con una sola es- gieron los cuerpos de los hijos, y
pada, intentaron acuchillar a Porse- unas y otros fueron muertos por la
na armado en su propio campamen- prisa criminal de los verdugos; por
to? Pero Sila salió indemne, para los costados de los hijos fueron los
nuestro mal, pues no solamente le padres taladrados; muchos que no
dejamos ir, sino que le soltamos habían sido proscritos por hurtarse
contra nuestras propias cabezas y a los males presentes, o se suicida-
contra toda esa ciudad, pues inmedia- ron dentro de las paredes de sus
tamente proscribió a no más pocos propias casas o con la cabeza tapa-
que antes y con preferencia a aque- da se precipitaron en el Tíber;
llos que no dudaban estar libres y otros se refugiaron en los propios
exentos ya de todo peligro e ins- sepulcros porque no pudiera averi-
cribe el número de todos ellos en guarse si eran vivos o muertos, o,
las tablas públicas para que aquella según creo yo, porque después de
mancha de nuestro Imperio, aquel muertos no se les echase insepultos.
monumento de nuestra ignominia, Hasta allí fué a buscarlos la furia
permaneciese siempre conocido y de ese gladiador, violador de sepul-
claro para nuestra posteridad y pa- cros; todos los rincones registró;
ra todas las naciones del globo. Y dondequiera penetró, todo lo hur-
esas tablas yo, si por algo vale el gó, y los manes santos de nuestros
consulado, si algún poder tiene lo mayores fueron inquietados en su
que es justo y lo que es santo, yo paz y salpicados de sangre civil.
no he de permitir que puedan leer- Quieres que parezca ingrata la ciu-
se por más tiempo con llanto y ge- dad, si no considera que fué el ma-
mido general; yo no consentiré que yor de los beneficios la expulsión de
continúe clavado en la pared ese los Marios y de los Norbanos, con
trofeo de Sila sobre la República tanta calamidad y tanta matanza de
vencida y sojuzgada. ciudadanos y casi con la pérdida y
¿Qué otra cosa es aquella tabla? ocaso total de la República. Haci-
Ofrecíase al asesino un premio gran- miento de gracias te debemos por-
de. Si alguno ocultaba al proscrito, que con trabajos hartos, a conse-
era reo de un fraude sancionado con cuencia de las colisiones lamenta-
pena aun cuando quien in-
capital, bles de las fuerzas civiles, murieron
tentaba ampararle y ocultarle fuese aquellos varones, que ciertamente
el hermano a su hermano, el padre eran más humanos y mejores que
al hijo, la esposa al marido por cierta tú. Pero en la paz, ¿a qué viene tan
caridad y natural afecto. No había gran multitud de ciudadanos sin
lugar alguno respetado ni respeta- proceso alguno, asesinada tan mi-
ble; ni la casa, ni los santos, ni los serablemente y con tanto llanto y
templos de los dioses inmortales, ni alaridos? Habíanse alzado en armas
las aras, ni el santuario del mismo contra ti. Pero ya las habían de-
792 JUAN LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. TOMO I
les. Aquéllas eran sus armas, aqué- dió por quien cometió un solo pa-
llos eran los crímenes que habían rricidio, y de aquel que los come-
cometido: que tenían bienes en los tió innumerables nada reza, cuando
cuales tú y los tuyos cebabais los su número, que ni en toda esta ciu-
ojos codiciosos y saciabais las ma- dad, ni en Preneste, ni en el campo,
nos avarientas; por manera que en ni en el río, ni en la Italia toda, te-
ninguna otra ocasión es más verda- nían cabida, no puede tenerla tam-
dero y justo aquel proverbio, a sa- poco en los límites angostos de la
ber:* que las riquezas son el pre- ley. Y para que el ludibrio con que
mio de la injuria. nos salpica a todos sea mayor, oís-
Todos oísteis hablar del asesina- teisle decir en público: Cúlpeme
to de Roscio Amerino, pues asistis- quienquiera del crimen que se le
teis en gran número a la defensa antojare; como sea verdad que no
de su hijo Sexto, a quien de mo- hay linaje de crimen que ése no ha-
mento nadie osó defender por te- ya cometido e iterado copiosísima-
mor a Erucio. Al fin, habló en su mente. Pero de eso hablaré dentro
defensa un mozo innominado del de unos instantes. Empero por pa-
municipio de Arpiñas. Ninguno de sar a otras cosas (por no estancar-
vosotros ignora en qué circunstan- me en un solo linaje de hazañas fa-
cias fué muerto Q. Aurelio. Habien- cinerosas, aun cuando a su gran in-
do descendido al foro este hombre, dignidad no habría discurso propor-
todo templanza y todo calma, al po- cionado, por más que un momento
nerse a leer tranquilamente aquella u otro me será preciso poner punto
tabla funesta de la proscripción, en- final), me veo en la necesidad de pa-
tre los de otros vió su propio nom- sar por alto las proscripciones en
bre. Mísero de mí —
exclame) ; mi — todas las poblaciones de Italia, los
finca de Albano me ha proscrito. municipios íntegros condenados a
Apenas se había vuelto, cuando de muerte, como Sulmona, municipio
repente, herido por una clava, cayó antiguo y en todo tiempo fiel a esta
muerto redondo y sus bienes fueron ciudad; otros fueron vendidos y es-
saqueados; hasta los niños saben y clavizados a aquellos para quienes
cantan a cuántos pusieron en las fué presa nuestra sangre, como Flo-
listas de proscripción las ricas va- rencia y Terni. Callo, además, lo que
jillas de plata. Id ahora y estable- pasaba aquí en la ciudad: en pleno
ced en una ley el castigo para quien foro, a la luz del día, ante los ojos
OBRAS FILOLÓGICAS. DECLAMACIONES SILANAS. DECLAMACIÓN IV 793
dulzura. Resérvome otro tiempo pa- no hayas pecado mil veces. Y aún
ra hablar de estas cosas. diré que deberían de presentarse y
Y con todo esto, quirites, ese des- promulgarse muchísimas otras de
almado miserable, todos vosotros le novísimas para vengar tus delitos.
oísteis, tuvo la avilantez de decir: La ley Porcia y las leyes Sempro-
Acúseme quien quiera del crimen nias consideras tú que tienen poca
que le pareciere. ¡Ah, quirites, fuerza, pues ellas precavían que no
cuán avergonzado estoy de que Sila fuese azotado con varas el cuerpo
haya abusado hasta ese punto de libre de un hombre romano.
nuestra mansedumbre y lenidad, ha- Dime: Aquella ley tuya de los
ya insultado nuestra, paciencia, ha- parricidas y de los sicarios, ¿a quién
ya experimentado cuánta servidum- condena si a ti te deja libre? Tu ley
bre somos capaces de sobrellevar y empieza diciendo: El que matare a
padecer. ¿Qué nos falta ya para un hombre. Este es el primer capí-
hundirnos en el último grado de la tulo. Por la fe de los dioses y por
¡
Aníbal. Xo toleraré que de hoy más gar, donde todos me pueden oír y
se llame feliz quien bebió tanta san- entender, que los desprecio, por
gre nuestra, quien hozó en tantas amor a la República. Xo faltará a
entrañas; quien pilló y dilapidó los la República un ejército que, acau-
bienes de los ciudadanos, vejó y dillado por mí y cooperando y ayu-
asoló a trituró y pisoteó
Italia; dándome vosotros, defienda la liber-
nuestra libertad ni que permanezca
; tad, la vida, la fortuna, la religión,
incólume una familia que se hizo po- los intereses públicos y privados,
derosa con los males de todos nos- que no consentirá que seáis escla-
otros; ni que haya quien lleve el vos de nadie, que os restituirá la
nombre de porque ese nombre
Sila, dignidad con el imperio, la libertad
tan nefasto para esta ciudad nos con las riquezas y la gloria. Asis-
debe ser más aborrecible que el de tidme, quirites, con el favor del
los Tarquinios, si ya no es, quirites, Cielo, los que queréis vuestra liber-
que alimentéis la ingenua esperanza tad, intacta, y la conservación de
de que un buen día se va a con- vuestras vidas, fortunas y salud co-
vertir P. Sila, calumniador de ciu- mún y vengadas las injusticias pri-
dadanos, comprador del botín civil vadas y públicas; los que creéis que
en que nació y creció, autor de hur- es más honroso mandar con hones-
tos, o que Fáustulo Sila degenera- tidad que servir con desdoro. Pres-
rá de las proscripciones y de la se- tad vuestra colaboración contra la
vicia paterna, pues que ya en la es- violencia y el latrocinio, a vuestro
cuela aprende, no a escribir, sino a cónsul que os exhorta a ello, por
proscribir. Ya sé, quirites, que de el honor, por la paz, por la quie-
este momento he contraído inmensa tud. Seguid no a un simple particu-
y capital enemistad con L. Sila, mas lar, que en ese empeño glorioso no
puesto que la contraje por la Repú- fuera mengua alguna, sino a vues-
blica, felicitóme de que ello haya tro cónsul M. Emilio Lépido, pues
sido así y con no menor ánimo y de- con vuestro veredicto tomaréis el
liberación la llevaré por la salud de merecido castigo de aquel malvado
todos a las postreras consecuen- y abominable parricida, de aquel
cias. sacrilego expoliador de templos, que
Xo sé a punto fijo lo que él oprimió nuestra libertad, que bebió
amenazaba en su discurso, si algu- vuestra sangre, que os robó vuestra
no, acordándose de la libertad en fortuna, que afligió y casi borró de
que nació y de la esclavitud que la faz de la tierra la República toda,
soportáis, os advertía del vilipendio y vosotros, cosa que vuestros mayo-
escocedor. Pero yo, quirites, a todos res hicieron hartas veces, en enérgi-
sus arrestos, que son muy frágiles ca reacción, os afirmaréis a vosotros
y muy flacos, creados por vuestra mismos, no solamente para la liber-
cobardía, que les dió apariencia de tad, sino también para la vida en
algún valor, declaro desde este lu- este mundo, que es de todos.
OBRAS FILOLÓGICAS. —DECLAMACIONES SILANAS. DECLAMACIÓN V 803
DECLAMACION QUINTA
CONTRA LA ACTUACION DE SILA
YA MUERTO
PUESTA EN BOCA
DEL CONSUL MARCO EMILIO LEPIDO
graron que en una litera de oro y jos de los proscritos fuesen repues-
con gran aparato y solemnidad fue- tos en sus patrimonios. En conse-
ra sepultado en el campo Marcio, guir esto ponía Lépido mucho afán
lugar en donde fué costumbre in- y, sin duda, esto que pedía era lo
humar a los reyes. Aquí yo intro- justo; pero esto, en aquellas cir-
duzco a Lépido perorando contra la cunstancias, parecióle al Senado una
actuación de Sila, especialmente medida imprudentísima, porque les
aquella que constituía un ultraje pareció que sería refrescar las heri-
para los ciudadanos y los órdenes das de la República, y por ello pen-
senatorial y ecuestre. Había Sila saron que aun siendo injusta aque-
promulgado muchas leyes en odio lla situación, era preferible no to-
del pueblo y de los proscritos. En carla mientras la doliente República
odio del pueblo y de los caballeros, se restablecía en difícil convale-
a saber: que no más que del Senado cencia. Lépido, por este desaire, en-
pudieran elegirse los jueces, y es- fadado con su colega Catulo y la
totra: que los tribunos de la plebe mayoría del Senado, al expirar su
804 JUAN LUIS VIVES. OBR.AS COMPLETAS. TOMO I
este mismo lugar, en nombre del ya ser libres, oigan lo que parece
pueblo romano, exhortóles una y que se debe hacer a los varones más
otra vez y les ruego con todo enca- sabios y fuertes, que de día y de
recimiento que desistan de fraguar noche se preocupan del bienestar y
males para esta ciudad y la Repú- libertad de esta ciudad, para esta-
blica y que no esperen para lo fu- blecer o, mejor dicho, para restable-
turo premios de sus maldades, tales cer la República.
como los que, con tristeza infinita y Opinamos, quirites, que los actos
con muy amargo duelo, vimos estos de Sila deben ser anulados, no to-
años. Decídanse a colaborar con dos! sino aquellos que aquel porten-
nosotros y súmense al afán común to de maldad llevó a cabo en daño
y a la voluntad del pueblo y subor- de la República, en mengua de vues-
dínense a la autoridad del Se- tra libertad y quietud, en menosca-
nado. bo de nuestras fortunas, en perdi-
De ahí recogerán honores verda- ción de ciudadanos. Muchas son las
deros y ciertos; de ahí cosecharán leyes Cornelias, quirites; muchas
copioso fruto de sus trabajos, de ahí son las disposiciones de Sila de los
les provendrán ingentes abundan- sicarios, de los gastos, de los abas-
cias y riquezas sólidas y duraderas. tecirrüentos, de las provincias ; tam-
Yo les prometo y les garantizo en bién, de la potestad tribunicia, de
nombre del pueblo romano que ellos los juicios, de los proscritos. Unas
806 JUAN LUIS VIVES. —OBRAS COMPLETAS. TOMO I
pocas palabras diré aún de las pri- de vuestro bienestar, de vuestra li-
meras; luego descenderé a las últi- bertad, de vuestra honra, de vuestra
mas, acerca de las cuales en el día gloria, de la tranquilidad, de to-
de hoy he de pronunciar en favor dos vosotros, y si aquello que yo os
de la República un discurso digno dijere os pareciere inspirado por el
de un cónsul, con toda libertad y patriotismo, por la dignidad de ese
sumo miramiento de vuestras con- Imperio, por la salud, la paz, el
veniencias y aun de toda Italia. Y amor y la concordia de los ciudada-
esa oración he de pronunciarla yo nos, con entereza decidida, sin dejo
con la responsabilidad de mi magis- alguno de miedo, declaréis vuestro
tratura, con el recuerdo de aquel de libre sentir y vuestro recio querer,
quien recibí este beneficio, con el otorgándome vuestros sufragios.
orgullo de pertenecer a la gens Emi- Aquellas leyes Cornelias, quirites,
lia, que me une a vosotros con una de los gastos y de los sicarios, no
obligación indisoluble y que a tra- merecen mi total reprobación, afec-
vés de mi persona os hizo entrega de tan de alguna manera a la morali-
sus méritos como prueba entre ella dad pública y al regimiento de la
y vosotros de un afecto recíproco, ciudad, y ojalá todas sus otras leyes
por manera que ni un emilio puede fuesen como éstas. Lo que me su-
dejar de amar a la patria ni la pa- bleva es que para el autor de esas
tria puede odiar a un emilio. Por leyes fuera su pueblo cosa tan vil
todo esto, quirites, en este momen- y tan desdeñable y objeto de tanto
to, yo pido a Júpiter Optimo Máxi- ludibrio que tuviese por pura nona-
mo, fundador y conservador de esta da faltar no solamente a unas leyes
ciudad y de este Imperio; pido a la autorizadas por la vejez con una
particionera de su tálamo y a la suerte de santidad, sino a las suyas
copartícipe de su reino, la reina propias, infringiéndolas con críme-
Juno, a las armipotentes divinida- nes sin cuento; que a todos vos-
des de Palas, Marte, Quirino, padre otros os tuviera por esclavos, siendo
sagrado de esta ciudad y los restan- así que sus propios amos guardan
tes dioses y diosas inmortales, gra- para con sus esclavos honrados al-
cias a cuyo auxilio y singular amor guna suerte de respeto. Nuestros
para con nosotros esta República, antepasados, quirites, reservaron sus
afligida y herida de muerte, pero más acres y severas sanciones para
que de todas maneras todavía que- aquellos que quebrantaban más sus
da en pie, sin que consiguiera hun- propias leyes que las ajenas. Nos
dirla ni la violencia de Sila, ni la han contado que Licinio Estolón, en
brava tempestad, ni la saña de to- virtud de su propia ley referente a
do aquel océano amotinado contra cosas agrarias, fué condenado a
ella; yo les pido, digo, paz y ve- muerte por el tribunal del pueblo.
nia y les suplico que tengan a bien Pienso que todos nosotros vimos el
que el día de hoy haya amaneci- juicio de Quinto Varo, tribuno del
do precisamente para detener a pueblo. Pero Sila, ese santo y grave
la República en su caída, para soco- moralizador de nuestras costum-
rrer a los míseros y acabados ciu- bres, observó con una templanza y
dadanos. Y a vosotros, quirites, yo moderación ejemplares su propia
os ruego que con vuestra benevo- ley suntuaria. El texto de aquella
lencia habitual me oigáis a mí, que ley creyéranlo dictado por algún
soy vuestro cónsul y voy a hablaros Fabricio, algún Coruncanio o por un
OBRAS FILOLÓGICAS. DECLAMACIONES SILANAS. DECLAMACIÓN V 807
ponía debajo de los pies, que irrita- tro y espejo nuestro, hombre de
ba las buenas leyes viejas para vio- paz, a quien desplacen no mediana-
larlas y mancharlas con la insolen- mente el hierro y la agresión! Cuan-
cia más ultrajante? Y es buena, cier- do tú dabas la orden de armar el
OBRAS FILOLÓGICAS. DECLAMACIONES SILANAS. DECLAMACIÓN V 809
que era, de repente, sin ninguna los héroes y negados a los militares?
culpa suya, por la sola crueldad de rameruela inmunda, ver-
Fusidio,
un solo hombre fatal, se güenza de los buenos. Y al valiente
haya tro-
cado en necesitada e infelicísima. y sufrido ejército, ¿qué se le dió en
Pero estos bienes, ¿a quién se die- premio de la victoria? Arenas esté-
ron? A unos pocos bravos ladrones, riles, breñales durísimos, charcas y
satélites suyos, empringados en to- gándaras pestilentes, cuya rotura y
do linaje de parricidios y de sacri- cultivo requería trabajo más agrio
legios, a los ciudadanos más perdi- que la misma áspera milicia. Esos
dos, a la hez de la esclavitud. A és- no quieren que esto se toque, por-
tos, quirites, Sila, con mano larga, que no se alboroten los soldados;
regaló casas, fortunas, granjas, cam- pero ¿qué soldado hay que no qui-
pos, cortijos, bienes de ciudadanos siera verlo todo mudado, fuera de
míseros e inocentes. El decretó que la victoria? Xo temo yo, quirites,
el premio de las armas civiles sería ninguna algarada soldadesca si a
la expulsión del pueblo de sus bie- los viejos propietarios se les de-
nes rústicos. Decía a todo el que le vuelve lo suyo y a los mismos sol-
quería oír que no era posible el es- dados se les coloca en tierras mejo-
tablecimiento de la República si to- res y más fructíferas. Yo, antes, te-
dos vosotros, echados de los pater- mo que las aguerridas milicias no
nos fundos heredados, propiedad toleren por más tiempo esa injus-
vuestra tradicional, no rompieseis ticia tan vil. Y aún diré más: diré
el suelo con la reja; y que esos bie- que de la actitud de ese ejército
nes como paga de la guerra se die- nace en mí la más grande confianza
sen, ¿a quién?, a Tarula y a Escirro, de que conspirará a nuestro lado
hez y lía de la esclavonía, pues es con la República, con la patria, con
vergonzoso y asqueroso que a un la libertad. Por la fe de los dioses
ejército se le tiente con el señuelo inmortales, ¿qué otra cosa ha ga-
de un botín para acabar con burlar- nado ese bravo ejército a través de
le como a todos nosotros nos burló. tantas penalidades y tantas heridas,
¿Quién de aquella inmensa almone- sino un tirano, un destruidor de su
da compró cuanto quiso y al precio libertad? ¿Cuál de ellos no pensáis
que quiso? O más claramente: que se arrepiente de haber puesto
¿quién no metió mano en ella, sin tanto esfuerzo en un tan triste y '
pagar nada, bajo los ojos de Sila tan infeliz resultado como el de que
complacientes? L. Sila, luego de haber ocupado y
Yo os voy a citar los nombres de oprimido con su cooperación la pa-
algunos ilustres personajes a buen tria, haya deshonrado la ciudad con
seguro: Veccio Pícente, adeudado tanta carnicería, haya mermado y
hasta la coronilla, de avarienta e roto el poder tribunicio, que aque-
insaciable rapacidad, de irrestaña- llos nuestros heroicos mayores con-
ble prodigalidad en el lujo. Otro quistaron y recuperaron con las ar-
que tal: P. Cornelio, secretario de mas? ¿Cuál de aquellos soldados,
su pariente, que en la almoneda es- quirites, rápido en la acción, hones-
cribió a su nombre todo cuanto se to e intachable en su vida, veis
le antojó, calumniador de los ciu- prosperado y enriquecido? Todo se
dadanos inofensivos, comprador de dió a los cómplices en la furia in-
los bienes de los proscritos. ¿Xo fué sana, a los satélites, a los sicarios,
él quien detentó honores debidos a a los verdugos, a los servidores de
OBRAS FILOLÓGICAS. DECLAMACIONES SILANAS. —DECLAMACIÓN V 817
nes. Por éstos, está en el destierro tro se practica todo género de luju-
tanta multitud de ciudadanos roma- ria y de desorden, cómo se revuelve
nos. De ella decía Sila que si no sacrilegamente todo lo sagrado y lo
anduviera, mísera, pobre, meneste- profano, que»:ninguna cosa hay asaz
rosa, expatriada, echada de sus vie- limpia, asaz respetable para sus
jos solares y de sus tierras hereda- monstruosas suciedades? ¿Adonde
das, no era posible organizar la Re- mandó Sila que fuese a habitar el
818 JUAN LUIS VIVES. — OBRAS COMPLETAS. —TOMO I
vimientos haciendo lo que yo acon- vuestra venia, que se les deben de-
sejo o lo que quieren éstos. volver las fortunas y las propieda-
Vamos por partes y por pasos des y que esa restitución debe ser
atentados. Por lo que toca al deseo íntegra, pues todo ello van a recla-
del poder tribunicio, ¿quién pien- marlo en son de guerra, y con las
sa que o las tribus urbanas ahí armas, en breve tiempo, las tomarán
en la ciudad, o las rurales en el a viva fuerza.
campo, o los soldados en aquel su Mas aquí veo que vacila el curso
cuartel, o, mejor, cárcel miserable, de mi oración y aun el de mi volun-
podrán aguantarlo por más tiempo y tad y de mi celeridad avivada, cur-
olvidarse de su libertad, que toda so con que me apresuro a traer au-
estriba y se contiene en el vigor de xilio a la patria y socorro a los ciu-
aquella magistratura, la cual, si que- dadanos inocentes. Piénsase que se-
da enflaquecida y triturada, inevi- rán muchos los que van a censurar
tablemente dejará de existir la li- y a combatir este proyecto. Sí, los
bertad pública? ¿Estamos aquí to- habrá más o menos, pero serán
dos seguros? ¿No hay nadie que aquellos que, contra las leyes todas,
recele que si tardamos en devol- no las antiguas solamente, sino tam-
ver al pueblo la despierta garantía bién las Cornelias, dictadas por el
de esa magistratura, el pueblo no propio Sila, no tanto cultivan como
se adelante a tomar sus precaucio- ocupan y detentan espacios rústicos
nes y vaya por ella por el mismo infinitos, luego de haber echado de
camino de la violencia que sus ma- ellos a sus legítimos dueños; ¿con
yores? qué derecho? Los compraron. Yo
Pasemos a los juicios. ¿Qué ciuda- también, quirites, es muy cierto que
dano existe ya en la ciudad, sea del compré, porque de otra manera no
orden que fuere, que pueda sufrir- podía estar seguro y salvo en aque-
los, fuera de aquellos que sin mira- lla tiranía crudelísima ni reservarme
miento ninguno de la religión y del para mejores tiempos. Yo también
juramento, con el impudor más pro- compré, porque si no hubiera com-
eaz y el más descarado cinismo, con prado, fuera sospechoso a Sila de
las más torpes corruptelas, no enri- que con harta reserva mental conde-
quezcan sus propias casas? ¿Son naba sus inmensos latrocinios, y si
sordos hasta tal punto que no oigan no hubiera comprado, automática-
¡ios gritos y las quejas de los ciuda- mente, mis bienes fueran vendidos
danos y de los aliados? y yo asesinado. Pero ahora, al pre-
Y de los expatriados, ¿qué dire- cio que pagué, lo restituiré todo a
mos? Siendo tantos y tantos, perso- sus auténticos propietarios. ¡Ojalá,
najes de absoluta honestidad, ciuda- siguiendo mi ejemplo, hagan lo mis-
danos romanos, ellos mismos, de por mo todos los que compraron! Pero
sí o reuniendo fuerzas de otros la- es demasiado cierto que esta deter-
dos, o bien solos, pues con ellos pue- minación duele enormemente y vi-
de formarse un ejército razonable, vamente les escuece a aquellos que
¿no es de temer que van a recuperar compraron los campos con engaño
la patria y los bienes por el mismo o se los apropiaron con violencia, o
procedimiento de violencias, con la los recibieron en pago de servicios
ventaja de que volverán con armas y oficiosidades inconfesables. Luego
más justas que aquellas con que fue- al punto voy a declarar, porque no
ron expulsados? Por eso opino, con lo ignoréis, quiénes y cuáles son és-
822 JUAN LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. TOMO I
tos. Quese provea y premie al ejér- mulgadas, y que las ratifique y or-
cito con tantas propiedades del Esta- dene su ejecución?
do, esparcidas por rota por los sue- Por todo esto, quirites, yo no os
los; luego, ampliar los juicios de to- pido más
sino que se cumplan todas
da la ciudad a toda la ciudad; la estas cosas que dije, que a la vez
repatriación de los desterrados y de que satisfacen cumplidamente los
los expulsados injustamente y repo- deseos de mejores ciudadanos,
los
sición en sus hogares; devolución, provocan oposición de algunos;
la
hasta donde sea factible, de los pro- pero son exclusivamente aquellos
pietarios legítimos en sus campos y que en aquella cerrazón de la dicta-
heredades, y que a los soldados se dura silana y en aquella casi perpe-
les provea por otras vías que aque-
; tua noche de la República ocuparon
lla mancha indeleble de la República, tanta cantidad de campo y de bie-
la infame tabla de la proscripción, nes cuanta su sola codicia constitu-
monumento de deshonra, trofeo de ye más cínico impudor, cuya injus-
Sila sobre ese pueblo vencido, sea ticiapermanente amenaza con origi-
lanzada al fuego y al olvido, .si el nar graves alborotos.
olvido, ¡ay dolor!, fuera posible; Por todos los dioses inmortales,
que los hijos de los condenados por por la salud y vida de ese Imperio,
Sila, luego de recobrar como es jus- todo el orbe, o que pueden adquirir-
to los que les pertenecen,
bienes se con fondos públicos, es lo más
puedan solicitar y desempeñar fun- hacedero, lo más práctico, lo más
ciones públicas honoríficas. Y no agradable a ellos y a nosotros, qui-
voy, quirites, a cometer la incon- rites. No será expulsado de los cam-
gruencia de pedir que esto sea lícito, pos que se le dieron el ejército ven-
pues nunca dejó de serlo, pues las cedor; pero habiéndosele lanzado
leyes de Sila, dadas contra la Repú- como a empellones, brutalmente, co-
blica por el camino de la crueldad mo a una cárcel, a páramos estériles
(dadas, digo, pues ni fueron presen- y malignos, a hórridos pedregales,
tadas ni él consultó al pueblo), no a gándaras donde el paludismo tiene
pueden ni deben tener fuerza ni vi- su asiento, nosotros "les sacaremos y
gencia ninguna. Cuando él las pu- rescataremos de allí y les enviare-
blicaba, ¿a quién daba cuenta? ¿A mos a campos dignos de manos re-
quiénes llamó a consejo? A aquellos cias y curtidas, amenos, de-
fértiles,
buitres que, luego de haber sorbido leitosos, benignos,donde pasen una
toda nuestra sangre, hombreaban de vejez honorable, cual la merece tan
hartarse de nuestras entrañas, de laboriosa mocedad, tranquilamente
nuestra vida, de nuestros bienes. ¿Y y con cumplida satisfacción. Estos
esto es dar leyes que contienen la soldados, si no quedan exentos y li-
salud y la vida de los ciudadanos y bres de aquellas ergástulas por nues-
de todos los aliados? ¿Permitiréis tra resolución y nuestra obra, ellos
que se introduzca y se consolide en las quebrantarán, y lo que nosotros
una ciudad libre ese irritante abuso no quisiéremos darles, ellos se lo to-
de que el vencedor solo, con uno marán con mano fuerte y percibirán
que otro de sus esclavos, en su casa, la paga de tantas y tan duras mili-
cuide de que se labren en bronce las cias. No pienso yo, quirites, que el
leyes que se le antojaren, de la vida ejército sea de temer con estos mis
y la fortuna de los ciudadanos, y por planes, sino por la esforzada tena-
este hecho diga que han sido pro- cidad de aquellos que se empeñan
OBRAS FILOLÓGICAS. DECLAMACIONES SILANAS. DECLAMACIÓN V 823
ñó su palabra, pero retuvo el dinero. ber: que no les dejase y les traicio-
No puedo pasar en silencio a Ta- nase como Turpilio, su tío. Este se
rula por no parecer que envidio a hizo cargo de la guarnición de nues-
Sila este honor. Habiéndole puesto tros soldados en Be ja y se compro-
en la presidencia en aquellas franca- metió a cuidar de ella y conservarla,
chelas de Grecia, luego de haber ga- de buena fe, como dice, mientras no
nado el campeonato de la bebida a se le ofrezca tanto dinero como
los más bravos bebedores griegos, T. Turpilio recibió en Numidia, de
quiso Sila nombrarle jefe de caba- Yugurta. Ocupa un campo extensísi-
llería, porque los jinetes no tuvie- mo, recompensa de su capitanía y
ran mejor capitán que el pueblo, y prefectura. No contento el buen pas-
así lo hubiera hecho si pudiera exi- tor con la explotación de su ganado,
mir de las leyes a quien ley ninguna en común con Sila, obtuvo también
había obligado jamás, éste, por esa el premio de su intolerable temeri-
jefatura ecuestre, dijo contentarse dad y audacia, puesto que el propio
con cinco mil yugadas de tierra en foro, a la luz del sol y a ojos de to-
el Venafro y la Campania. dos, para dar muerte a los proscritos
Y no he de pasar por alto a de Sila, no dudó en echarse sobre
Q. Fundano, consejero de L. Sila, un grupo de ciudadanos, y tras de
quien, consciente de tantas maldades haber malherido a algunos ciudada-
como había cometido, el mismo día nos inocentes, no incluidos en la
que Sila dimitió su dictadura se qui- proscripción, a aquellos otros heri-
so ahorcar, y como sus amigos se lo dos de muerte, pero que alentaban
impidieran, se abstuvo de hacerlo, todavía, arrastrándolos por los pies,
con la condición de que al primer los precipitó en el Tíber. Su pariente
estallido de la reacción estuviese cercano M. Fonteyo, ciudadano no
preparado en Ostia un bajel en que malo en el fondo, suele darle este
fugarse. No abrigaba la menor duda, aviso: Mi caro Luscio, con perdón
como era razonable y justo, que, re- sea dicho, tú posees esas grandes
integrado Sila a la vida privada del extensiones de tierra, contra todas
pueblo romano, por su mano se to- las leyes, incluso contra la ley de tu
maría el castigo del mismo Sila y de amo. Si dijo contra la ley Cornelia,
todos los a láteres de aquella fatali- no seguramente contra la ley Luscia.
dad y aquella furia suelta. Pero Ruégoos, quirites, que salga aquí ese
ahora, recrecido en su altivez y fie- Luscio, si es que es capaz de abrir
reza, amenaza con defender los cam- los ojos, y, salido de aquel amasijo
pos que detenta, dado que el pueblo de tinieblas, quiero decir, el garito
romano es tan manso, o, mejor di- de Sila, puede aguantar la luz del
cho, tan miedoso. sol e ilústrenos acerca de lo que es
En este número está también un esa ley Luscia, tan liberal, de los
cierto L. Luscio, farolero de Sila, campos y de los bienes de los ciu-
sicario pobre y menesteroso antes dadanos.
de la victoria y después de la vic- Yo no conozco personalmente a
toria, opulento centurión, pues po- Escirro, gladiador de muchas pal-
see más de cien millones esa sangui- mas, según dicen, y que es fama que
juela de la sangre y de los bienes en Tesalia fué ventero y posterior-
civiles. A ése, Sila le puso al frente mente en Efeso y Trales sostuvo
de las piaras de invertidos y de ru- muchos combates como retiario, pe-
fianes, pero con esta condición, a sa- ro conozco y conocemos todos cuan-
OBRAS FILOLÓGICAS. DECLAMACIONES SILANAS. —DECLAMACIÓN V 825
les arranco las armas de las manos? otros, quirites, y para toda la Repú-
¿No vale más dar espontáneamente blica ese decreto: Senatus populi-
lo que por la fuerza se ha de tomar que romani quiritium, velitis, quiri-
y hacer que el que lo recibió cuente tes, jubeatis. Reponed en primer lu-
en el número de los beneficios lo que gar en su antigua jerarquía de dig-
contra tu voluntad te había de nidad y de derecho el poder tribu-
arrancar por extorsión? ¡No se de- nicio y que tenga la misma facultad,
vuelven las propiedades rústicas! poder, derecho, potestad y libertad
Es inevitable que del pleito de las que tuvo antes del consulado de
fincas rústicas se pase a las manos. Sila y Q. Pompeyo. Ordenad, a con-
Devuelvo sin quebranto de nadie. tinuación, que los juicios sean co-
¿Acaso no mitigo este problema tan munes a todos los órdenes y que los
agrio y quito toda ocasión de gue- jueces sean designados por vuestros
rra? ¡No se permite a los hijos de sufragios libres, en comicios por
los proscritos solicitar funciones ho- centurias, de todo el pueblo, quince
noríficas; ¡No se les devuelven los de cada tribu, que durante el año de
bienes! Los niños, en parte, ya no su mandato conozcan y juzguen de
son tan niños; muchos ya son mo- los asuntos, lides, controversias, crí-
zuelos, crecerán y, cosa que tiemblo menes, cuestiones entre ciudadanos,
de decir, atizarán en la ciudad un aliados, estipendiarios, de gentes y
incendio gigantesco. Todo les es lí- naciones extranjeras, como prevé la
cito a los armados cuando se les ley Plancia judicial. A seguida, lla-
niega lo justo. Yo consiento que so- mad a los que Sila mandó al destie-
liciten honores; yo les devuelvo los rro y que se les devuelvan las pro-
bienes. Y lo que dije de las fincas piedades, pagando el precio mismo
rústicas, ¿por ventura no apago esta que por ellas pagaron sus compra-
brava llama con agua de justicia y dores. Colocad, finalmente, a los hi-
de templanza? jos de los proscritos en sus bienes,
¿Son esta opinión y voluntad mía, fortunas y patrimonios y que en los
quirites, o son la voluntad y comicios se tenga cuenta con ellos.
el sen-
tir de ellos lo que acarreará poca Y todo esto se ejecute, contra toda
quietud, ocio sabroso, libertad y sa- fuerza, dolo o fraude, toda vez que
lud a la República? Ya veis cuán sea sabido, ratificado, aceptado y
justas, cuán equitativas, cuán razo- mandado por el pueblo. Y que la
nables, cuán saludables, cuán nece- cabeza de aquel hombre, cualquiera
sarias son estas medidas que os sea su sexo, su edad, su condición,
aconsejo. Ya veis cómo ése es el libre, esclavo, magistrado, persona
único remedio para la República privada sea consagrada a Júpiter y
exasperada y casi desahuciada; que sus bienes, y su familia, y sus
fuera de éste, no hay otro. Plegué al hijos y sus hijas pasen al arbitrio y
cielo que sea feliz y fausto y prós- poder del pueblo romano y de los
pero para mí, y mi .colega, para vos- quirites.
FIN DE LAS
f DECLAMACIONES SILANAS»
LA PARED Y LA MANO
ENSANGRENTADA
(PARIES PALMATUS)
(1521)
grentada. Cuanto más diligente fué, nocido en la casa, en vida del in-
cuanto más solícita anduvo en que fortunadísimo anciano, harto sabéis
no se la cogiese, tanto más dió a quién debió tomarlo a mala parTe.
entender que no le faltaron ojos. Eso que ella dice que el hijo era
Le quedamos reconocidos, porque aborrecible al padre, hemos de acep-
con demasiada precipitación echó tarlo como acusación arbitraria de
las sospechas a nuestra parte. Más la madrastra y se figura probarlo
difícilmente se probara que el cri- con decir que no fué el hijo quien
men no fué del ciego, si todo no se benefició del testamento secreto
hubiera sido hecho para que pare- de su padre, sino la ceguera. En
ciese que nadie lo pudo hacer sino este lugar, con harta astucia, se es-
el ciego. Por donde, jueces, creo no fuerza por disimular su despecho.
hacer mal con esperar que desper- El padre, que confinó al hijo ciego
tará nuestras sospechas lo que con en el rincón más escondido de la
tan poco tino se fingió contra la des- casa, retiró de los ojos de la madras-
graciada ceguedad. tra el placer, pues pareciendo que
Primeramente; el largo y espa- ésta había entrado en una casa va-
cioso pasillo de la casa, desde la cía, imaginándose que un hijo cie-
alcoba nupcial, que estaba en el cen- go equivale a una orfandad, ideó el
tro, hasta el aposento del mozo des- cariñosísimo anciano la traza por la
graciadísimo, con tal profusión que- cual ese infeliz morase para el pa-
dó señalada con huellas de sangre, dre en la misma casa y para la ma-
como si el parricida recelara no ser drastra fuera de ella. Recibió el se-
sorprendido. Además, fué con pre- creto que había de pedir. Para ave-
ferencia escogida para el crimen la riguar con qué ánimo el anciano lo
noche, porque es el tiempo en que hizo, podéis interrogar el testamen-
el marido no puede hallarse sin su to. Yo no creeré que el más grave de
mujer. También; en un crimen en los padres hiciera alarde de sus úl-
que nadie utiliza sino arma ajena, timas voluntades para declarar he-
adrede se dejó la espada del mozo, redero a su hijo; no es cosa que se
para que a la madrastra no le falta- le haya de imputar. Más de creer es
ra prueba. Y, finalmente, consumóse que esa hembra, bien por algún in-
con un solo golpe el delito para dicio, bien por suspicacia femenil,
achacarlo a las manos de quien no sorprendió los arcanos del marido e
las podía tener seguras. instantáneamente renunció a todas
Y con todo, a pesar de tantas cir- las ventajas del matrimonio, pues
cunstancias increíbles, la madrastra como ames por el dinero, el dinero
sólo invoca el testamento del padre es el fin y el sepulcro del amor y
y dice que aquél fué el precio apa- de la esperanza.
rente del parricidio, a fin de que, en- Había tenido siempre el mozo en
tendidas las cosas al revés, quede su aposento una espada al alcance
probado que el padre fué muerto de la mano, ora fuese antes de que ca-
por aquella razón misma, por la que yera en tal desgracia, ora fuese por-
no mereció serlo. que constituye un consuelo y conor-
Yo no tengo inconveniente en re- te de la mísera ceguedad poseer un
conocer la acusación si pensáis qué objeto propio de los que ven. Es un
es una verdadera acusación. Este jo- hecho cierto que jamás el padre le
ven es el heredero único de su pa- había temido ni jamás la madrastra
dre. Ese testamento, si pudo ser co le había reconvenido por ello. Arri-
OBRAS FILOLÓGICAS. LA PARED Y LA MANO... DECL. DE QUINTILIANO 831
mada estaba allí a vista de todos; nes guían su mano por los ojos.
la casa toda conocía el arma perfec- Ninguna fué, por tanto, la virtud
tamente. Demasiado sabéis con cuán- de la vista; un hombre que debía
to mayor descuido guarda el hierro dar el golpe, al azar, harto afortu-
que la buena conciencia, y también nado si daba en alguna parte del
hasta qué punto, fuera de todo rece- cuerpo, acierta en un órgano vital
lo, es la espada una herramienta y entiende que ha ocasionado la
sin uso. La inocencia hace que el muerte.
hierro pueda quitarse aun a quien El oficio de los ojos, jueces, es
va con los ojos abiertos. Sea, pues, comunicar lo que han hecho las ma-
que alguno de sus esclavos fuera co- nos. La única seguridad de un agre-
rrompido; sea que a la madrastra sor ciego es herir muchas veces.
no le faltase atrevimiento para qui- Declara la madrastra no haber sen-
társela, cosa que podía hacer aun tido ruido alguno de golpes, y eso
en presencia del entenado, sin po- que dormía al lado del marido, y no
sible duda, y ello señala certeramen- se explica cómo pudo ser ello, in-
te quién sea el autor del crimen, dicio éste de muy gran turbación.
que todo aquel que lo ha de aban- Si el padre había muerto de un solo
donar prefiere en el asesinato usar golpe y su mujer no estaba despier-
de hierro ajeno que de hierro pro- ta, ¿para qué había de dejar la es-
pio. pada en la herida el parricida, que
Examinad, jueces, si los restantes se consideraba seguro? Todo lo res-
hechos pudieron tener efectividad. tante es, jueces, sospechoso en de-
Se dice que el ciego, sin rector, sin masía y de maligno y burdo fingi-
guía, de aquel rincón secreto de la miento: la espaciosa pared y el tan
casa y, como quien dice de otra ca- largo trayecto de la casa mostraron
sa, por un camino vacío, a través huellas de sangre que parecía haber
de tantos portales, que debieran ser- dejado allí la mano asesina al regre-
le otros tantos tropiezos, a través sar de su feroz proeza. ¡Oh, qué
de servidumbre que montaba la
la bien imitan los ojos lo que quieren!
guardia, anduvo a tientas con el hie- Espántome, si se me quiere creer,
rro; que entró luego en el dormito- desque el entenado pudiera haberlo
rio de su padre, que no se ladeó a hecho todo en aquella noche. Dícese
una parte ni a otra, sino que todo que, según el deseo de la madrastra,
derecho, como suelen guiar los ojos, dejó en la herida la espada, que no
se acercó al lecho poco a poco, con podía negar que fuera suya. Y, lue-
pies de fieltro; que no topó con la go, por toda la superficie de la pa-
cama ni llegó a ella antes de lo que red, ¿qué otra cosa hizo sino escri-
creía. Vosotros, jueces, deducid de bir que el parricida era él y que
la realidad el ruido en que suelen llevó consigo hasta su habitación la
perpetrarse los crímenes: el ancia- sangre del padre y dejó la pista
no dormido a quien buscaba el ase- para que se le descubriese? ¿Hizo
sino ciego, despertárase antes de todo esto uno que debía encerrarse
que se diera con Añaden a esto
él. en la más rotunda negativa? ¡Mis
circunstancias mucho más increí- parabienes, joven! Si no pudiste ad-
bles: que mató al padre, que per- mitir aquel parricidio sino para
donó a la madrastra, que consumó dejar una demostración de tu ce-
el parricidio con un golpe solo, cosa guera, tuviste imprescindible nece-
que apenas suele acontecer a quie- sidad de la inocencia.
832 JUAN LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. TOMO I
Quiero ahora saber cómo explica que la había de dejar, pues si hu-
la mujer el desarrollo de hazaña tan biera dejado otra, desconocida, pu-
difícil. El ciego maquinó el parrici- diera dudarse quién fué el homici-
dio. ¿Con quién? ¿A qué ojos se da; pero el ciego ingenuo utilizó la
confió para que le guiasen por toda suya a fin de que, aun escapado, que-
la casa? ¿Qué lazarillo eligió quien dase cogido y convicto por su pro-
vivía sepultado en la soledad de su pia espada. ¿Por qué, preguntas, te-
aposento? Consigo, consigo me figu- nías la espada en tu cuarto? Porque
ro yo que delibera; se basta a sí siempre la había tenido allá, porque
mismo; habla con un hombre expe- jamás había de usar de ella. ¿Por
ditísimo. ¿Para qué iba a buscar un ventura tuve yo la espada a punto
cómplice de su conciencia? Todo lo para el parricidio durante tantos
puede averiguar por sí mismo, pri- años y por espacio de todo ese tiem-
meramente, cuando es de noche; po fui inocente?
después, enterarse con solicitud si Yo, que estaba armado de espada
toda la familia está dormida; andar y de resolución, ¿dejaba que pasaran
a tientas con firmeza y seguridad y tantas noches? Yo, con anterioridad,
volver el rostro ansioso del lado ¿hice la espada de marras tan fami-
donde apunta su temor. ¡Ah, de liar a tus ojos? Yo, antes, ¿la di
cuán poco sirve en situaciones de a conocer a todos los esclavos? ¿No
miedo tener los mismos ojos! ¿No estuvo colgada en mi habitación co-
se dijo el mozo para sí: «Tengo el mo testigo de mi limpia conciencia,
decidido propósito de matar a mi allá en medio, a vista de todos, con
padre; pero, a quién seguirán esas descuido tal que pudiera ser sus-
manos? Salaré solo de noche, pero traída con suma facilidad? No, no la
¿cuándo llegaré? ¿Piensas que vivi- ocultó la conciencia turbada; tan
mos puerta por puerta? Entre padre conocida era en la habitación, como
e hijo media toda la casa. ¿Cuánto la propia ceguera de su amo. Quien
va a durar el merodeo? Un tiempo se previene de un arma para un
que no puedo calcular.» crimen, la hurta a la vista de ma-
Ceguedad incauta, ¿qué es lo que nera que a sus tiempos pueda" ne-
haces? Acaso habrá terminado la no- gar que es suya. Poned ante nues-
che. ¿Y qué, si ambos están despier- tros ojos el acto del parricidio y
tos? ¿Y qué, si sólo lo está la ma- comprenderéis la dificultad. Concedo
drastra? ¡Ea, adelante! Encontraré gustosamente que salido de su ha-
el portal, moveré la puerta sin rui- bitación consiguiera engañar a los es-
do entraré en la habitación del dor- clavos que le había dado su padre
;
mido, heriré a mi padre descansan- llega a atinar con la cámara del an-
do; un solo tajo bastará; no estará ciano la pared faltó de súbito y se
;
en vela la madrastra; saldré tran- quedó sin apoyo la mano del ase-
quilamente, y regresaré, sin que na- sino; cedieron las puertas con un
die se entere. Estos son los deseos, silencio cómplice. Entra, ¿y qué ha-
pero de quien tiene ojos. Un ciego ce entrado? ¿Rodea todo el espacio
desesperaría, aun cuando la noche de la cámara pegado a la pared, o se
le prometiera tantas hazañas. coloca en medio y blande su mano
Llegado aquí me es forzoso pre- armada en medio de las tinieblas?
guntar por qué razón el joven usó He aquí que toca el lecho del pa-
preferentemente de su propia espa- dre, y puesto en pie, siente la res-
da. Sin duda se le vino a las mientes piración de los cónyuges dormidos.
LUIS VIVES. 1 27
834 JUAN LUIS VIVES . OBRAS COMPLETAS .
TOMO I
donde querías que se le buscase, die que oiga tus gemidos, que con
porque al día siguiente toda la in- insano gozo se saboree con tu tris-
dignación producida por el crimen teza lastimosa; no importa que te
horrendo siguiera las manchas y acucie nuestra conminación; el se-
huellas de sangre que tú habías pre- creto que se otorga a la ceguera, se
parado. Infamas al ciego; tomaste le otorga para menos sentir la au-
consejo de su desgracia; muy bien sencia de los ojos. ¿Habrá nadie que
sabías que a falta de guía de nin- no pueda ver a su hijo ciego y se
guna manera podía entrar sino di- contente con la leve venganza de
rigiendo sus pasos por las paredes, asignarle la más quieta, la más re-
que son siempre las mismas. Y así puesta, la mejor parte de su casa?
te hiciste la ciega, y porque no fal- Yo entendía que ese apartamiento
tara detalle a esa obra maestra de equivalía a una renuncia, a una ex-
impiedad, jugaste con la sangre de pulsión?» ¡Y resulta que el anciano,
tu marido. Toda esta compostura y enojado, mantiene a su joven hijo
simulación fué cosa de tiempo y de en el ruedo apasionado de sus bra-
seguridad, como si la maldad se zos y le prohibe la salida del hogar!
trasladara al ingenio. ¿Será ahora Dime, por favor: El dueño que por
delincuente el muchacho porque su una casa intermedia tiene separa-
espada quedó en la herida, porque dos a dos de sus moradores, a ti,
la pared amaneció ensangrentada? entera, sana, y a él, ciego infeliz,
Cuán fácilmente y en cuán breve expuesto al ultraje, fácil a la inju-
espacio se truecan los destinos de ria,¿con quién está enfadado: con
la causa, cuanto se descubrió que su hijo o con su mujer? «No quiero
el autor del crimen era el mismo —
joven dice —
que disfrutes de la
.
838 JUAN LUIS VIVES, .
OBR..AS COMPLETAS. TOMO I
liéen este honroso mandato. La pri- de una manera esquemática, los ar-
mera, la elección con que me distin- gumentos con que creía que podría
guió con hacerme aquel encargo. contestarse a Quintiliano, para que
Luego, que precisamente fuese con- aquellos muchachos agudísimos, vi-
tra Quintiliano, que con su arte y vos retratos de su padre, ellos, por
su facundia, en una causa de menor sí mismos, los sacasen y de los lu-
cuantía, como decían ellos, había gares indicados los desarrollasen con
puesto superior elevación, y tam- sus propias luces. Este es el progra-
bién que a mí se me señalase la ma de este opúsculo, que no tiene
parte más flaca de la controversia, más valor que el de la indicación.
pues la preferente y más sólida la Ahora voy a decir unas pocas pa-
había tomado Quintiliano para sí, labras acerca de la dicción.
con asumir la defensa del ciego. Y Reducida la República romana al
finalmente, y ésta es la principal, poder y señorío de un autócrata, la
que no fuese el mismo Moro en per- elocuencia se resintió, al perder, a
sona que le contradijese, con aquel par del pueblo, la añeja libertad.
ingenio, con aquel seso, con aquella Así es que empezó a cohibirse en
práctica y aquel' elocuencia suya círculos cada vez más estrechos y
proverbiales. Con cuánta mayor des- a cargarse, como quien dice, de ca-
treza y éxito más feliz lo hubiera denas. Una parte no pequeña fué a
podido hacer él, creo yo que no hay refugiarse en las escuelas, de modo
nadie que lo ignore, sobre todo si que ya no se declamaban causas
ha leído mis modestos libros. (Las reales que tendrían su expresión en
obras de él, ¿quién hay que merezca el foro, como en los días de Cicerón,
y se precie del nombre de docto y sino causas imaginarias, que se sa-
estudioso que no las haya leído? De bía que nunca iban a tener reali-
ello puede ser una probanza irrefu- dad.
table aquella Declamación, con la Allí buscábase, no el triunfo, sino
cual el mismo Moro responde al Ti- el aplauso, y no la persuasión, sino
ranicida de Luciano, por callar sus el alarde de la doctrina y el inge-
restantes obras; así que, de momen- nio. Para conseguir esto, inventá-
to, decliné la sugerencia.) ronse breves sentencias de algún
Bastante más tarde, con motivo contenido y de mucha agudeza y
de haberle enviado su rey a Brujas, gran número de lugares comunes,
porfiando en su ruego y encarecién- tomados de la filosofía y de los rin-
dole más, excusándose en sus ocupa- cones de la literatura, tratados unas
ciones absorbentes, por haber aña- veces con alguna extensión, en puro
dido el rey el cargo de tesorero al alarde de saber. El cuerpo de la
primitivo de consejero real (pues oración acostumbraba ser pomposo
quiere aquel monarca, espejo de y desenfadado, compuesto para apa-
ciencia política, que la de un varón cible entretenimiento. Muchas ora-
tan benemérito se consagre más a ciones de éstas hay llenas de lum-
los negocios del gobierno que al bres, primores y aliños poéticos, co-
ocioso estudio de las letras, aun mo la que se lee en el mismo Quinti-
cuando habrían de rendir provechos liano, bajo el título de El matemá-
riquísimos a los contemporáneos, y tico, de la providencia y vida de los
especialmente a la posteridad), car- hombres, y en Las abejas del pobre,
gué con el compromiso. acerca de su industria ingeniosa, y
Me he limitado, pues, a apuntar, en otros declamadores de aquel tiem-
OBRAS FILOLÓGICAS. LA PARED Y LA MANO... DECL. DE VIVES S41
más cruel de todos los reos la salpi- así también se piensa que,
vilegio,
que con la más impía de las sospe- aun recibiendo injuria, es él el que
chas, porque le parece que es poco la hace. Alléguese a esto que la de-
todavía el luto, las lágrimas, la no- solada viuda no se oye decir otro
che oscura, el lamento, la soledad, nombre que el de madrastra, nom-
el duelo perpetuo en que la ha su- bre odioso, según oísteis que el ad-
mido. Rendida a tanta pesadumbre, versario a cada momento lo repetía.
destrozada por males tamaños, ni Aun cuando para las personas cuer-
aun osara abrir su boca en público das y de sano juicio no es menor la
si la fuerza de ese dolor insufrible antipatía que los entenados sienten
no hubiera triunfado de todos los para con la madrastra, sino que las
estorbos y el parricida se hubiese más veces les es menos fácil exterio-
granjeado, con el pretexto de cegue- rizarla, bien porque temen a los
ra,no ya la compasión, sino un de- padres, bien porque así se lo han és-
recho mejor que el nuestro. ¡Cuán tos prevenido. Mas la persona de la
hacedero es convencer de una mise- madrastra bien poca importancia
riaque se ve, y aun callando, ser- tiene en esta causa en uno u otro
virde aviso a los otros, que piensan sentido, pues movida y acuciada por
que también ellos pueden padecer la acerbidad del dolor, hubiera acu-
idéntica suerte triste! Cuán mise- i
¡
sado a sus hermanos y a sus padres
rabies sean las viudas, eso los hom- si creyera que habían tenido parte
bres no podemos experimentarlo y en este crimen. Y ni los males suyos
siempre hemos de aprenderlo por lo ni los ajenos la harán torcer de esta
que nos cuentan los otros o nosotros conducta que se impuso, hasta que
lo podemos colegir. Sólo juzgan con vea vengada la indigna muerte de
toda verdad y conocimiento y mi- su carísimo esposo. Confiada, pues,
den la magnitud de la pena que se viene aquí, primeramente en su pro-
cierne sobre las viudas aquellos que :
pia conciencia, luego en la verdad
pensando que todos los amores de la del hecho, que se demostrará aun
esposa gravitan sobre su marido, contra la conspiración del silencio,
comparan la muerte del marido a y, finalmente, en vuestra sabiduría
la muerte de un hijo único y dulcí- e integridad, que no se dejarán im-
simo; y como este dolor el vulgo presionar más por la desgracia de
no puede sopesarlo, créese ligera- ninguno ni por los nombres que pa-
mente que no merece compasión la ra el vulgo traen consigo favor u
viuda, desposeída de ayuda y am- odio, que por la fuerza de los he-
paro, desfigurada por la orfandad, chos.
por el duelo y por el luto. Esa viuda quiere vindicar a su
Créese ser ciego el que carece de marido y pide que en esta causa no
vista. En esa comparación, jueces, la abonen ni el sexo ni la viudez ni
donde se ve que el dotado de vista el luto mientras el malvado parri-
actúa contra uno que no ve, es fuer- cida no se aproveche de una cegué
za que el ánimo atraiga los ojos a ra que no le estorbó para perpetrar
su propia miseria y a sospechar ma- el parricidio. Y por lo que a ella
liciosamente que están engañados, toca, jueces, con sólo que yo hable
porque es fácil que el que ve enga- en favor suyo y contra el hijastro,
ñe al ciego. Y así, como para los que ya quedará satisfecha, con el con-
ven las cosas desde fuera parece que vencimiento de que ha cumplido con
el que ve está en situación de pri- su deber imperativo de vengar al
OBRAS FILOLÓGICAS. LA PARED Y LA MANO... DECL. DE VIVES 843
muerto. Lo otro correrá a cargo de Por esto, esa esposa atropella y vio-
vuestra conciencia incorruptible, la todos los derechos divinos y hu-
jueces, que habéis de dictar sen- manos; implícase en un crimen que
tencia jurada. El veredicto que die- no tiene nombre; se acarrea luto,
reis quedará como ejemplo para la tinieblas, sospecha ante los jueces
ciudad y la memoria de los veni- de delito tamaño y peligro de pena
deros. capital. Y todo esto, ¿de balde?
Pero yo, antes de recalcar la mal- ¿Quién lo va a creer, especialmente
dad del hecho criminoso, diré unas de una mujer a quien vosotros atri-
pocas palabras de la sospecha que buís sutileza de ingenio que llega a
el entenado se esforzó en sacudirse la hipocresía? ¿Dónde se vió eso ja-
de sí, echándola sobre la viuda, por más? ¿Dónde se realizó? ¿Qué mor-
manera que yo no sé si es más in- tal fué acosado jamás por tantas
dignante el hecho de que un hijo ha- destemplanzas, por tantas furias,
ya matado a su padre, o que el pa- que no sólo gratuitamente, sin con
rricida culpe a una inocente, a la quebranto certísimo de fortuna y
cual, de aquel crimen no le vinie- reputación, con riesgo evidente de
ron más que lágrimas, duelo y sole- su salud y de su vida, quisiera ser
dad. Tarea fácil será exculpar a la malo? Este proceder no se persua-
inculpada viuda. Ojalá lo fuese tan- diría a aquellos cómplices y compa-
to convencer al reo. Yo, jueces, os ñeros de Catilina, los cuales, aun
suplico que ante vuestra conciencia cuando no tuviesen ocasión alguna
tenga todo su valor aquella pregun- de obrar mal, lo obraban, aun cuando
ta sentenciosa del pretor Casio: ¿A ellos, por Hércules, no gratuitamen-
quién reportó ventaja? Examinemos te, sino con el resultado de que sus
la posible causa que impeliese a ¡a manos no se anquilosasen en el ocio
esposa a dar muerte a su marido, y perfeccionasen su arte. A tus ma-
y cuál pudo mover al mozo a la ne- nos viene toda la herencia. ¿Y pensa-
fanda comisión del crimen. Pero de bas tú, que tan cordialmente me
ese extremo hablaré poco después. odiabas, ser amado por mí con tal
Del primero voy a hablar de se- ternura que iba a matar a mi mari-
guida. do para que tú más pronto pudieras
Entró la mujer en la casa del ma- gozar de los bienes de tu padre y
rido, hombre (según no niegan ellos que a mí no se me dejase nada, si-
mismos) complacientísimo, con no extremados males? Veamos, jue-
su
esposa, joven (como veis) fresca y ces, ¡por los dioses!, cómo una in-
delicada. Su marido había instituí- feliz mujer es acusada por un hom-
do heredero a su hijo ciego, y fué bre elocuentísimo. Te defraudó la
muerto por su mujer, según calum- expectación, mujer, que esperabas,
nia de sus enemigos: ¿con qúé mi- que inmediatamente después de tu
ras interesadas? No le toca ninguna entrada, el mozo sería expulsado.
parte de sus bienes viuda, desola- Harto comprendéis, jueces, hasta
;
da, triste, sale de la casa en la cual qué punto es difícil en una causa
poco antes entrara novia ufana, ena- mala hallar buenos argumentos, aun
morada, alegre. Si la muerte del ma- los más socorridos de los defenso-
rido había de hacerla más rica, si- res.
quiera de un sestercio, pudiera pa- Imaginaos que mi defendida le
recer aquella miseria premio sufi- responde con esas palabras. En pri-
ciente para una tan grande maldad. mer lugar: «¿Por qué hubiera espe-
844 JUAN LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. —TOMO I
rado yo que el amor de un hijo úni- muerto por el ciego, aquí, en el Tri-
co podía pasársele al padre repen- bunal y a la luz del día.
tinamente? No soy tan ignorante de Difícil resulta para el que va a
los sentimientos paternos que espe- matar recorrer tan gran espacio en
re yo que de una vez pueda arran- una mansión grandiosa. Otro tanto
cársele a un padre todo el amor pa- más difícil es para el que ya mató,
ra con su hijo.» Pero era ciego. '"Al con la acucia del remordimiento de
revés. La ceguera del hijo no amen- la maldad perpetrada, ir al aposen-
gua el amor de los padres, como to del ciego y volver, como si la
ninguna otra enfermedad, sino que viuda no tuviera que recorrer el
lo acrecientá, pues crece más pu- mismo espacio que el ciego, si de su
jante el amor cuando lo nutre a sus habitación fué al cuarto del entena-
pechos la misericordia. Pero bien es- do y luego se volvió a la cama, con-
tá; yo quiero que sí que hubiese sumado parricidio. Los mismos
el
esperado; yo quiero que sí que hu- ruidos que tú quieres que iban a
biese pensado siento que mi expec-
;
delatar el ciego, hubieran delatado
tación quedó defraudada; al menos, a la mujer. El crimen se perpetró a
gozaré de mi marido; si por el tes- hierro. No necesita la mujer que
tamento no me está permitido, goza- quiere matar al marido de hierro al-
ré de sus bienes con él, no pudiendo guno, ni ajeno ni suyo. Estas son
sin él, y preferiré vivir casada en armas de hombres, no de mujeres;
la opulencia, a cubierto de los ultra- no conocen su uso, y más las estor-
jes y calumnias del entenado que ban que no las arman. No sabe ma-
viuda en la pobreza y expuesta al nejar un espadón tan grande una
odio del hijastro. Al menos hubiera muchacha delicada, y menos de no-
procurado que, preñada de él, todo che; y aun cuando intente clavar el
el amor del padre se encauzase ha- hierro mortal, no tiene ni fuerzas
cia el fruto de mis entrañas, y con ni destreza. Otras son las armas más
mis carantoñas consiguiera desviar indicadas para las mujeres. Si el
el testamento otorgado a favor crimen se cometiera por hierbas,
del entenado, a favor de nuestro por asfixia, por un cuchillo de coci-
hijo. na, mucho temiera yo por mi defen-
Y si acaso este procedimiento re- dida. De espada de mucho peso sólo
sultara largo en demasía, con toda se valen los que pueden blandiría y
seguridad, a fuerza de halagos y a ello se avezaron. ¡Por Hércules!
blanduras, hubiera conseguido que Ya no digo yo que ella pudo tras-
no fueses tú el heredero universal pasar a hierro el pecho de un hom
y yo quedara admitida a una partici- bre, sino que, tierna y medrosa
pación de tus bienes y fuera un muchacha como es, sufriría verle he-
consuelo de la viudez la ganancia rido por otro. En la pared se descu-
dejada por la fortuna. Y no menos brió la huella de una mano ensan-
endebles son aquellas preguntas im- grentada. ¿Tú dices que eso no pue-
pertinentes. ¿Dónde fué muerto el de pertenecer al ciego? ¿Y por qué
marido? ¿Cuándo? ¿Cómo? Y todo a la mujer? ¿Puede el que ve hacer
aquello que se siguió: En el dormi- en la oscuridad cosa que el ciego nr
torio fué muerto el marido, y por pueda? Sin luz, de nada sirven lot
la noche. ¿Esto parécete extraño en ojos. La sangre se seca pronto y su
otro que no en su esposa? Lo admi- rastro queda entero. Yo digo: Está
rable es que no fuese preciso ser averiguado que el ciego volvió con
OBRAS FILOLÓGICAS. LA PARED Y LA MANO... DECL. DE VIVES 845
las manos ensangrentadas. Tú dices solo y que, por ende, en ti sólo re-
a gritos: ¿Cómo se averiguó? ¿Quién caería el indicio o, a lo más, en tu
lo atestiguó? Y eso tuyo: El rastro criado, y más fácilmente se corre-
queda entero, ¿qué testigo lo dijo? ría hasta ti por la pesquisa que en
Da lectura a las declaraciones de él se hiciere.
los testigos. No encogió la mano —dices— , sino
que marcó toda ancha. ¿Cómo
la
que, yendo de viaje, no topó con cie- ciego que iba a cometer el parrici-
gos sin lazarillos, ni guía, ni con- dio, antes probaba en sí mismo dói-
ductor alguno, los unos yentes a la de, con un solo golpe, causaría la
ciudad, vinientes de la ciudad los muerte instantánea, y así fué que
otros? Añades: sin tropezar en los apoyó la mano en el mismo sitio
umbrales, en que suelen tropezar, donde la tenía acostumbrada y la
más que los propios ciegos, los mis- dejó marcada más reciamente que si
mos que ven, porque, confiados en tuviera vista, pues el tacto de la ma-
sus ojos, no acostumbran mirar dón- no izquierda le servía de ojos. E
de ponen los pies. Espánteme de hincó el hierro muy profundamente,
que hayas sido tú quien de tu cose- como no bastaran las fuerzas de mu-
cha hayas añadido aquello de escla- jer o mejor de doncella, flacas fuer-
vos en vela. ¿Los esclavos en vela zas, desde luego, ni tampoco suelen
hubieran detenido al ciego noctám- hacerlo los que tienen vista, sino
bulo y no hubieran detenido a la exclusivamente los ciegos, los cua-
mujer noctámbula? ¿De qué les hu- les, como no ven la herida que cau-
bieran servido los ojos? san, piensan que no la van a causar
Lo admirable de verdad es esto: si no cargan mucho la mano y es-
que entrado el mozo, privado de peran que la herida dudosa la ha-
vista, en el aposento de su padre, no rán mortal con la fuerza y la acome-
se ladeó a una parte ni a otra, sino tividad. De ahí la expresión prover-
que derechamente, como cuando bial que a los golpes fuertes les lla-
guían los ojos, se acercó a la cama ma golpes de ciego.
con sigilo. ¿A qué viene ahora ese Ni pienso yo que deba indagarse:
acordarte de los ojos? Como si en ¿Cómo pudo saber si era de noche?
la oscuridad se adelantare camino ¿Si la servidumbre dormía? Lo pri-
abriendo mucho los ojos o mirando mero, conócenlo por los ojos los que
de hito en hito y más ahincadamen- ven, y los ciegos adivínanlo por el
te. No es extraño que todo esto lo silencio, por su propio discurso, por
hiciera así el ciego, perfecto cono- la cuenta que tienen de los tiempos
cedor del lugar tanto tiempo por él y, en último término, si no se fían
habitado, pues cada día lo hacen los de sí mismos, pueden preguntarlo.
ladrones que jamás entraron en el Mas, por lo que hace al descanso y
lugar de su fechoría. Así, los que sueño de la servidumbre, percíben-
tienen vista como los que de ella los más aguda y sagazmente los cie-
carecen, en la oscuridad se guían gos que los que ven, porque la Na-
por las manos, que los ciegos saben turaleza, todo cuanto les quitó pri-
mover con más tiento y destreza, vándoles de ojos, se lo compensó co-
porque tienen mayor familiaridad municando a los demás sentidos otro
con el lugar y la costumbre les hizo tanto de acumen y sensibilidad agu-
más prácticos. dizada, hasta el punto que ellos
Que el parricidio se perpetrara de oyen a los que entran, mientras que
un solo golpe, si increíble es en un no sienten su entrada los que ven y
ciego, igualmente increíble será en les tienen vueltas sus espaldas y re-
uno que ve, aun al filo de mediodía. conocen a los que se acercan que-
No es oficio de los ojos cortar el damente. ¿Qué hombre dotado de
cuello por su nudo y articulaciones, vista hay que haga eso en la oscu-
sino obra de ingenio, de práctica, ridad? Y así es que más finamente
de atrevimiento o de casualidad. El percibe el ritmo y el susurro de la
848 JUAN LUIS VIVES. OBR.AS COMPLETAS. TOMO I
j
Fáltame sólo demostrar que el cie-
obligó a dejar en la pared la huella go quiso. Si me oyereis con la mis-
de tu palma ensangrentada y a de- ma atención bondadosa como tan
jar olvidado el hierro y a descuidar- largo rato ha ya que lo estáis ha-
te de ti mismo? Harto estoy ya de ciendo, os daré motivo para que
refutar pruebas tan livianas. Hora dejando a salvo vuestra conciencia
es de que pase a la acusación; pero escrupulosa y la santidad de vuestro
antes de hacerlo, debo 'decir unas juramento, podáis cumplir con las
pocas palabras del sueño de ambos leyes y desempeñar con religiosa di-
cónyuges, ninguno de los cuales, al ligencia la función que tenéis enco-
perpetrarse el nefando y monstruo- mendada.
so crimen, se despertó. El anciano Traed a vuestra memoria, jueces,
quedó muerto antes que se sintiese lo que pienso yo que no ignora nin-
atacado. Dormía en la parte ante- guno de nosotros: que todas las en-
rior del lecho y el acceso a él era fermedades y achaques físicos afec-
fácil sin que la esposa lo sintiese. tan y debilitan el espíritu y la men-
Conocida era del hijo toda la dispo- te en mucho mayor grado si son
sición de aquel lugar, y por la mis- afecciones de los órganos sensorios,
ma postura de la cama, que el ciego porque éstos son como las puertas
podía explorar con sus manos, en- del alma o, mejor, como sus heral-
tendió dónde estaba la cabeza, dón- dos; y más que ninguno de ellos lo
de el cuello, dónde el sitio en que es el órgano de la vista, cuya rela-
debía descargar el golpe para aho- ción con el alma es estrechísima e
OBRAS FILOLÓGICAS. LA PARED Y LA MANO... DECL. DE VIVES 849
(1521)
ra, que toda la filosofía natural con- con tanta elocuencia, que dirás ser
siste en quisquillosidades sueséticas, obras auténticamente ciceronianas.
en cavilaciones quebradizas de puro Y en ese libro último, con tanta efi-
sutiles acerca de la intensidad y re- cacia discursiva y con tanta majes-
misión de las cualidades, del movi- tad de dicción, que creerás que su
858 JUAN LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. —TOMO I
FIN DE LA
«PRELECCIÓN A LOS «CONVITES»
DE FRANCISCO FILELFO»
PRELECCION
AL CUARTO LIBRO
DE LA
RETORICA A HERENIO
(IN QUATUOR
RHETORICORUM AD HERENNÍUM)
(1522)
Que las bestias a quien los hom- tre cuando el uno comunica al
sí
bres llamaron irracionales con- otro lo que tiene en su ánimo. Por
ciben en su mente muchas esto, nosotros también nos esforza-
ideas, ni más ni menos que los hom- mos por comunicar a los otros, me-
bres, no hay hombre cuerdo que lo diante el lenguaje, nuestros afectos
haya dudado jamás; pero que no y deseamos, recíprocamente, mover
pueden exteriorizarlas con palabras los suyos. La acumulación verbal,
y que algunas de ellas, muy pocas, descompuesta y desmañada, no sola-
ciertamente, sólo alcanzan a signifi- mente no conseguirá su propósito,
carlas con determinados signos, vé- sino que, al revés, será un tormento
rnoslo también, pero con harta difi- para quien la oyere.
cultad. Por eso, los griegos las lla- Con todo, ese hablista ideal que
man áfonas (sin voz), porque sólo a queremos formar, que con adecua-
los hombres que tienen uso de razón das galas y atavíos tratará uno por
fué dada el habla. Los animales res- uno todos los asuntos, como si los
tantes carecen de vocalidad. Por ello, paseara por unas huertas geniales,
grande es la prestancia y la perfec- asiento de la amenidad, llevándolas
ción del hombre, porque mediante de la mano, traerá las mentes hu-
voces, con suma expedición puede co- manas por todos los afectos y ejer-
municar a los otros hombres todo cerá la soberanía de cualesquiera
cuanto quiere: a esa acción la llama- ánimos y voluntades, dóciles a sus
mos hablar. De ahí viene que tam- palabras y a sus razonamientos, sin
bién a los teólogos no les cuesta nada ninguna suerte de resistencia ni de
conceder que aquellos espíritus pu- repugnancia. Marco Tulio Cicerón,
ros denominados ángeles hablan en- porque, al perorar, volvía el ánimo
860 JUAN LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. —TOMO I
del Senado del lado que quería, fué llasde dicción y hacen que su pala-
por muchos aclamado rey, como si bra corra con sonido. A esos tales
su discurso lo gobernase todo, impe- yo acostumbro llamarles retoricas-
riosamente. En manos de Demóste- tros y simiescos aprendices de ora-
nes, por su elocuencia, muchas ve- dor, siendo así que el lenguaje en
ces estuvieron la guerra y la paz el orador debe ser el corriente que
de los atenienses y de Filipo. Aga- entienden todos; debe ser ciudada-
menón, aquel glorioso caudillo de no romano auténtico, no con presta-
los griegos, no desea diez Aquiles, da ciudadanía. Según una anécdota
ni diez Ayaces, sino diez Néstores, que cuenta Quintiliano, tratando de
abrumados de años, que vivían la ese punto, una mujer vieja llamó a
tercera edad de los hombres y de Teofrasto forastero, porque hablaba
cuya boca, según el testimonio de con marcado acento ateniense. Por
Homero, manaba una oración más esa consideración, el orador que yo
dulce que la miel. En todas las eda- formare descollará sobre los otros,
des, losvarones elocuentes fueron si distingue con qué tono y con qué
tenidos a fuer de hombres comple- arte debe hablar en un asunto gra-
tos en la máxima estimación. Se ha ve, y cómo en un asunto mediano,
dicho para la emulación de los hom- y cómo en un negocio baladí, y aun
bres venideros que entre los roma- con qué palabras y con qué procedi-
nos muchos se encaramaron a los miento el ánimo debe ser solivian-
honores más altos en hombros de tado o abajado, y así en todo lo
la sola elocuencia. A ver a Tito Li- demás.
vio, aquel manantial de láctea elo- Por lo cual, en esta hacienda que
cuencia, según refiere San Jeróni- nos hemos impuesto, porque no sea
mo, llegaron algunos personajes no- que discurriendo por tan grandes
bles de lo postrero de las tierras de mares librescos, no encontremos ja-
España y de las Galias. Entre los más dónde reposarnos, surjamos en
hebreos, grande es el aprecio del el puerto, desde luego, e intentemos
libro de Isaías por cuanto entraña codificar los preceptos de ese arte
una elocuencia maravillosa. ¡Gran- hasta donde nos sea posible. Arduo
de es. ¡oh elocuencia!, tu prestigio, empeño, ciertamente, y hasta ahora
pues siempre pudiste mucho y aún no intentado, cuyo camino más an-
ahora es mucho lo que puedes. cho nos lo abrirán las declamaciones
¿Quien hay tan rudo y tan aldea- que intercalamos. A nuestra volun-
no que no se deje prender en el he- tad no le faltará el laborioso esfuer-
chizo de un atildado razonamiento? zo, según espero, y una copiosa lec-
¿Quién no reverencia a los hombres tura de buenos autores, cosa de pri-
que tienen el don de la palabra be- merísima importancia, y dará el to-
lla? ¿Quién no se deja convencer que definitivo a esa obra e inven-
por una tal oración, cuya principal ción nuestra el soberano Perfeccio-
eficacia estriba en concitar los so- nador de toda empresa. A El ya des-
segados afectos y en sosegar o re- de ese momento, y a la Santísima
primir las pasiones exaltadas? La Virgen, su Madre, les suplicamos
mayor parte, o, mejor, casi todos que no permitan que esa obra nues-
los literatos de nuestro tiempo que tra ni esa tarea en que ahora pone-
quieren parecerse a oradores se en- mos nuestras manos redunde y se
galanan afectadamente con floreci- tuerza jamás para la perdición de
OBRAS FILOLÓGICAS. PRELECCIÓN A LA «RETÓRICA A HERENIO» 861
FIN DE LA
«PRELECCIÓN AL CUARTO LIBRO DE LA
«RETÓRICA A HERENIO»
PRELECCION
AL OPUSCULO
A LA REBUSCA DEL SABIO
(PRifcLECTIO IN SAPIENTEM)
(l522)
permitido a la Iglesia naciente en ello hizo que creyesen que los cuer-
los comienzos de su crecimiento re- pos reales eran sombras, por ma-
prender con celo a los pecadores, nera que si alguno afirmara haber
de manera que aquellos a quienes visto un cuerpo sólido, se hubiera
el temor de Dios no les mejoraba, hecho escarnio de él. Ahora, pues,
al menos les retrajese del peca- acerquémonos a ellos, como por jue-
do la vergüenza del mundo, por go, y veamos hacia de qué lado se
baladí que fuese este motivo. Es de inclinan. Si se ladearen de la parte
saber que esa época nuestra pulula del bien y limpiaren, aclarándola
de insignes lagoteros y aduladores más, de demencias su vida, no ha-
que, con sus pringosas lisonjas, fo- brán menester avisos míos ni yo,
mentan la bellaquería. ¿Quién no la en ningún caso, me constituiré en
increpa? Pero ¿quién no la practica? monitor suyo, aunque vengan a bus-
Hasta el punto que ellos debieran carme y a pedírmelo. Si me doy
ser los primeros en experimentar el cuenta de que estas cosillas que les
látigo de Lucilio. Añádase a esto voy a decir no les aprovecharon, en-
que los maestros de la verdad y de tonces descubriré toda su vida y a
la sabiduría eran para los otros es- todo el mundo daré a conocer, en un
pejo, dechado y guía y luz de su más largo discurso, sus vanidades,
camino, y, corriendo en pos de men- sibien he de decir que he resuelto
tiras, de bagatelas, de puros delirios, no cejar en este empeño mío hasta
acarrearon tinieblas inmensas. Y vencer o perecer en la demanda.
LUIS vives. — 28
866 JUAN LUIS VIVES. OBR.AS COMPLETAS. TOMO I
Omnies homines u omnes homines. nus Proserpina otro medio año. Li-
—
Muchacho. Todos convienen en caón, mientras quiere hacer prueba
que escribió omneis; pero yo pienso del poderío de Júpiter, es convertido
que acaso debió de escribir omnes, y en lobo; luego, Arcade fué traslada-
que se ha de escribir omneis, con- do entre los luceros con el nombre
tra la costumbre de los calcógrafos, de Arctofilacte. Esa es la sagrada
por ei, y no con sola una i. teología de los poetas; por ello, En-
—
Gramático. ¿Cómo se llamaba el nio nos llamó santos, como se lee en
hermano de Remo y cuál tenía la Cicerón.
barba? • Gaspar. —
¿Qué vanidad mayor que
—
Muchacho. Unos dicen, mi caro la de ese poeta? ¿No veis con qué
nerviosa rapidez menea los párpa-
maestro, que se llamó Rómulo, otros
Romo, y de ahí Roma; pero, por li- dos? Pienso si adolece de movilidad
sonja, luego le llamaron con el di- mental. Llamémosle poeto, no poe-
minutivo Rómulo, que fué la deno- ta. Pluguiera al Cielo que disminu-
minación que se impuso. Estando yera ese interés por las fábulas, por-
en guerra, no llevaba ninguna bar- que una tan recia peste no cundiese
ba; pero en tiempo de paz, la lleva- ya más. Aquí no encontraremos un
ba prolija, pues así se le representa adarme de verdad; todo son profa-
en los Titos Livios impresos en Ve- nidades y lo humano con lo divino
necia. mezclado en confusión caótica. ¿Có-
—
Gramático. ¿Y cómo se levantó mo vas a hallar aquí al hombre que
Alejandro Magno la primera vez que buscas si se reduce a eso la poesía,
cayó en Asia? que fué dada a los hombres para
Muchacho. —
Apoyándose con las dirigirse a Dios y celebrar sus obras
manos en el suelo y levantando la con la mayor dulzura que pudiera
cabeza. atraer y engolosinar a los hombres?
—
Gaspar. ¿Qué cosa más necia que Quédese adiós ese consanguíneo del
ese literato? Aquí, Vives, no esperes demonio que no sabe abrir boca sin
dar con la ciencia. Anda, noramala, que mienta. Oigamos ya a nuestros
majadero, que así desenseñas a los dialécticos, en quienes, puesto caso
chicuelos.Mas abordemos a ese poe- que su oficio es discernir lo verdade-
ta,puesto que, como dicen Horacio ro de lo falso, sospecho que encon-
trarás al hombre sabio.
y Estrabón, allá en la antigüedad la
poesía fué el primer balbuceo de —
Dialéctico. Supongamos que hay
la sabiduría. dos asnos, dos hombres y tres ánge-
—
Poeta. Venus y Marte, en la gue- les. De la mitad de un asno con la
mitad de otro asno hágase un ter-
rra de Troya, fueron heridos grave-
mente por Diomedes con el auxilio cer asno; dos ángeles con un hom-
de Palas; sorprendidos más tarde bre posean un binario de aquellos
en adulterio por el cojo Vulcano, asnos, puesto que el primero está
quedaron presos en unas mallas que unido con el tercero y copulativa-
hizo ei divino y sufrido herrero. Ve- mente los otros dos ángeles con el
nus y Proserpina acudieron al arbi- otro hombre, según el binario de
traje de Júpiter, por ver cuál de las los asnos: en este caso te demos-
dos se quedaría con Adonis. Nom- traré la copulativa ser posible y ser
brada Calíope juez en ese litigio, dic- imposible de forma y de forma de
taminó que medio año lo gozase Ve- la acepción de los términos.
OBRAS FILOLÓGICAS. PRELECCIÓN DE «A LA REBUSCA DEL SABIO» 867
Gaspar. — ¡
Huy, huy! ¿Quién va a plicado acerca del calor o de la blan-
descifrar ese logogrifo si ya no fue- cura, entender en qué consiste la
re un matemático o un caldeo? ¿Por sabiduría será coser y cantar. To-
qué se me antojó que escribían ló- memos una materia cualquiera de
gica pura, si escribían adivinación? un pie de longitud; yo la divido en
¡Oh cabezas hueras, tanto más cuan- partes proporcionales en proporción
to que, despreciando verbalmente múltiple sesquitercia. La primera
todos en absoluto esa cosa fútil, to- parte proporcional sea algún tanto
dos acaban por abrazarse con ella. caliente o blanca; la segunda, en
Vi yo en mis buenos tiempos que óctuplo o un poco más blanca o un
todos, por lo regular, trataban de la poco más caliente; la tercera, en
verdadera dialéctica, valiéndose de milécuplo; la cuarta, en sesquiálte-
enunciaciones muy breves, en vir- ro y todas las otras en proporción
tud de las cuales con harta facili- de la primera sobre el cuadripar-
dad entendían todos al que respon- ciente. Esto supuesto, ya puedes co-
día si no era docto intensivamente; legir lo caliente que está toda aque-
ahora, oscurecida la buena lógica, lla materia.
veo que no echan a volar enuncia- Vives. —
Monstruosidades son eso,
dos inteligibles, sino que buscan el que no disciplinas ni ciencia. ¿A tan
arte de adivinar. Por eso a los bachi- gran demencia llegó la filosofía, ma-
lleres de aquel tiempo yo los llamo dre de la sabiduría? Esperaba yo
maestros en artes, y a los de este que de ese filosofastro aprendería
tiempo los llamo maestros inútiles. alguna ciencia pero, por lo que veo,
;
FIN DE LA
«PRELECCIÓN DE «A LA REBUSCA
DEL SABIO»
AÑADIDURAS A SUETONIO
(IN SUETONIUM QUIDAM)
(1522)
DE LA VIDA
DE CAYO JULIO CESAR
LA «GEXS» JULIA hubo otros Julios Césares, como
aquel que en la segunda guerra
Tiénese por indudable realidad púnica fué enviado por el Senado
que la gens Julia provino de Julo, al cónsul Crispino para la procla-
hijo de Eneas, el cual, abandonado mación de un dictador. La lengua
Lavinio, puso los cimientos de Al- romana acostumbró dar el nombre
balonga, en la cual asimismo reinó. de Césares a los nacidos de madre
A raíz de su muerte, como el reino a quien se le hubiese abierto el
latino hubiera pasado a Ascanio, hi- útero o con cabellera crecida, o que
jo de Lavinia y de Eneas, el cuida- tuvieran ojos garzos. Algunos cuen-
do de las sagradas ceremonias de la tan de un elefante muerto en Afri-
gente latina y troyana, perpetuóse ca a quien llaman César los indíge-
en la raza de Julo, de la cual los nas, y que con este motivo el cog-
Julios han salido. A éstos, con al- nombre de César aplicóse al abuelo
gunas otras nobilísimas familias del del Dictador; empero los que dicen
Lacio Tulo Hostilio, rey de Roma, esto son de muy escasa autoridad,
después de haber destruido a Alba, a saber: Esparciano y Servio, pues
los trasladó a Roma y los adoptó no una rama sola de estos Julios tu-
entre los padres. Más tarde pre- vo ese cognombre, sino también
tendieron magistraturas y honores; otros y muchos de aquella misma
conviene a saber: entre los patri- gente antes que él. Con anterioridad
cios, a los cuatrocientos y dos años al Dictador, fueron cónsules Sexto
de la fundación de la ciudad, sien- Julio César con Lucio Marco Filipo
de Cneo Julio decenviro, uno de al año siguiente, L. César con Ruti-
los diez encargados de redactar un lio Lupo. Antes de éstos no se co-
código de leyes para la República en noce César ninguno ilustre ni que
la primera elección de esa magistra- hubiera desempeñado en Roma la
tura. Luego de haber alcanzado ho- suprema magistratura. Muchos años
nores y dignidades de todo género, después, de esta familia alcanzó el
se detuvo en el patriciado y en el consulado L. César, hijo de Sexto,
orden senatorial, con posibilidades hermano del primo hermano de
económicas mediocres, sin ninguna L. Julio César, padre del Dictador.
gran personalidad que la señalase o Este no llegó más que a la pretu-
ilustrase con hechos preclaros. ra, muerto en Pisa, una mañana,
mientras se le calzaba, sin ninguna
FAMILIA DE LOS CESARES enfermedad conocida.
FIN DE LAS
«AÑADIDURAS A SUETONIO»
QUIENES FUERON
LOS GODOS
Y
COMO GANARON A ROMA
(1522)
Puesto caso que San Agustín to- mados getas por la antigua erudi-
mó de la cautividad de Roma la ción. Los getas son unos pueblos
ocasión de escribir la Ciudad de que habitan las orillas del Danubio
Dios para responder a los que cul- inferior, como testimonian Estrabón,
paban de aquel desastre a la religión Pomponio Mela, Plinio Segundo y
cristiana, no será fuera de propósi- otros autores, y poseen en su mayor
to tomar el agua de más arriba y ex- parte aquella anchurosa región in-
plicar qué suerte de hombres fuesen culta y rigurosa, y llegan por un la-
los godos, cómo llegaron a Italia y do hasta la Escitia, y por otro, hasta
ganaron a Roma. la Tracia, donde está Tomos, aldea
Lo primero que hallo asentado fir- ilustrísima por el destierro del poeta
memente es que a los que la edad Ovidio, quien dice que mora entre
anterior había llamado getas, los lla- getas, y no una sola vez, en sus Tris-
mó godos la edad que la siguió, co- tes y en el Ponto se asoman al Me-
;
Los getas son una nación bárbara sados algunos años, traspadas las
y fiera, de corpulencia y ánimo des- fronteras romanas, derrotaron a
comunal, despreciadores de la muer- Opio Sabino, varón consular, luego
te, porque están persuadidos que las de haber ániquilado su ejército; y
almas vuelven, según escribe Pom- ellos, a su vez, no fueron derrota-
ponio Mela o que, puesto caso que dos decisivamente, después de va-
no vuelvan, no mueren, sino que rias batallas de suerte alterna, sino
emigran a moradas mejores. Cual- por Cornelio Fusco, reinando Do-
quiera de esos extremos sea verdad, miciano. El emperador Trajano
hay que reconocer que la muerte es guerreó contra ellos con mucho
más apetecible que la vida. Es fa- brío y gloria grande. Ocasionalmen-
ma que en tiempos posteriores, los te, Antonio Caracalla, cogiéndolos
getas tomaron el nombre de ostro- de sorpresa, les causó brava derro-
godos, y los dacos, visigodos, habida ta. En tiempos de Gordiano, con
cuenta de su posición geográfica, muchísima frecuencia, desbordaron
puesto que los unos se ladean más sobre territorios de Roma; Gordia-
hacia Occidente y los otros más ha- no el menor, con no demasiado es-
cia Oriente. Con todo, autores,
los fuerzo, los expulsó de la provincia.
así los modernos como los antiguos, Gente fiera e inquieta, mal con-
con harta frecuencia confunden esas tenta de su solar nativo, buscaba
denominaciones. Se suena que esa a la continua ocasión para invadir
nación ya en época remota, cuando los ajenos. Y así fué que siendo
Roma estaba en su máximo floreci- emperador Filipo Vostrense, que
miento, en tiempo de la guerra mitri- fué el primero de los príncipes ro-
dática, irrumpió en la provincia manos que abrazó públicamente la
romana y que L. Lúculo, que en religión cristiana, después de mu-
Asia era general en jefe y acaudilla- chas matanzas y asolamientos, con
ba un poderoso ejército, la echó de un ejército de más de trescientos
la Misia tras haberle infligido una mil hombres hizo irrupción en las
seria derrota. Y añaden que más vecinas Tracia y Misia. Para expul-
tarde estos godos, gobernados por sarlos de allá, fué enviado Decio,
Baerebisto, luego de haberles ave- que la llevó al cabo con flojedad y
zado a los trabajos y a la disciplina con suceso no muy próspero, de-
militar, salidos de sus fronteras na- jando la empresa inacabada. Disi-
cionales, sojuzgaron muchas otras muló Decio este fracaso al suceder
naciones, y luego de haber pasado a Filipo en el principado. Más tar-
el Danubio con un ejército grandio- de, Galo el padre y el hijo Yolu-
so, devastaron la Tracia, la Macedo- siano, con determinadas condicio-
nia y la Iliria, metieron gran terror nes desventajosas, hicieron con ellos
en los romanos pechos. Mientras Ro- paz, que los godos no observaron
ma organizaba contra ellos una po- duradera, envalentonados por la
derosa expedición armada, Baerebis- apatía y estupidez de Galieno; no
to murió. Augusto envió contra ellos contentándose con la Tracia y la
aproximadamente diez legiones, y Misia, intentaron el ataque contra
quebrantó su poderío tan radical- la misma Asia Menor, vejaron y
mente, que redujo sus doscientos mi- pillaron la Bitinia y vueltos a Eu-
llares de soldados a solos cuarenta ropa asolaron la Tracia y la Mace-
mil, y poco faltó para sojuzgar toda donia. Macrinio se opuso al reflujo
aquella nación ai poder romano. Pa- hostil de los que se retiraban por la
OBRAS FILOLÓGICAS. QUI ENES FUERON LOS GODOS. 877
hostigan a los godos, nación propen- pocos de los suyos intenta fugarse,
sa en grado sumo a toda suerte de fué interceptado y muerto por los
novedades y movimientos revolucio- soldados romanos y el alud godo,
narios y a provocar conflictos béli- soldado por soldado, fué vendido a
cos con el señuelo de un copioso precios vilísimos.
botín para que hagan la guerra al Tras esta sensacional derrota de
príncipe respectivo. Los godos, pen- los godos, Alarico llegó a Italia,
sando llegada la ocasión de llevar arrollándolo todo en una marcha
a buen fin aquel empeño, o con más terrorista aún que la de Rada-
aquella guerra meditada, abrigando gaso. A este anuncio Estilicón, que
la esperanza de volver a sus casas se hallaba en Bizancio, echó por de-
con una presa no desdeñable, toman lante una parte de sus ejércitos con
las armas, y luego de haber creado la misión de alcanzar la retaguardia
un rey de su nacionalidad, de nom- de los godos, para impedir que rea-
bre Alarico, de la ilustre familia de lizase algún estrago mayor y con-
los Baltos, salen de sus confines, no tinuara devastando los campos, y él,
sin grande terror de los pueblos co- bordeando el mar superior, con
lindantes. Con éstos, poco después, fuerzas de infantería y caballería,
se une Radagaso con doscientos mil estableció contacto con el enemigo.
godos más. Como no hubiese tierra Ambos ejércitos acamparon en las
alguna con suficientes recursos pa- cercanías de Rávena. Los godos, a
ra el mantenimiento de hueste tan caballo de la vía Polentina, tenían
infinita, los jefes dividieron la gi- superioridad numérica, pero en pe-
gantesca expedición en diferentes ricia y disciplina militar no podían
ejércitos, y marchando en distintas en manera alguna compararse con
direcciones, por la Panonia, por la el ejército romano. Estilicón, con
Iliria y por el Nórico, asolando y militar astucia, venció en muchos
quemando todo cuanto se les pre- combates a los godos y, a la postre,
sentaba al azar del camino, pene- los empujó y los metió en un calle-
tran en Italia. Rufino, poniendo en jón estrecho, donde tranquilamente
ejecución prematura e imprudente pudiera acabar la guerra, si quisie-
sus designios, fué por sus soldados re; pero tenía resuelto estarse con
asesinado en Tesalónica. Estilicón, su ejército hasta que sus paisanos
con más astucia, recatada sus inten- los vándalos hubiesen llegado a la
tos. Radagaso, con su hueste, iba Galia, pues tenía la certidumbre de
avanzando por la Etruria, hacia la que aquélla sería la ocasión de pro-
ciudad, y a lo largo y a lo ancho porcionar el Imperio a Euquerio, su
de su camino por dondequiera pa- hijo.
sase ponía fuga y terror. Azorada y Así fué que hostigando al ene-
alocada la ciudad de Roma, opone a migo con ligeras escaramuzas, iba
la avenida torrencial unos capitanes dando tiempo al tiempo. Alarico,
mercenarios. Radagaso, con impru- que por ciertos ocultos resquicios
dencia visible, dispuso sus reales y olió sus intenciones, fué a contarlo
su ejército, comprometiéndose en a Honorio, y con aquel a manera de
lugares desventajosos; cortados los presente, con el cual creía que Ho-
abastecimientos, su inmenso ejército norio usaría consigo de mayor be-
moría de hambre, y él, reconocien- nignidad, y por los mismos a quie-
do desesperada su situación, mien- nes enviara a descubrir a Honorio
tras por caminos aviesos con unos el plan maligno de Estilicón, pidió
880 JUAN LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. TOMO I
FIN DE
«QUIÉNES FUERON LOS GODOS
Y CÓMO
CAN ARO.\" A ROMA»
LA VERDAD EMBADURNADA
(VERITAS FUCATA)
(15 22)
cuanto caía debajo del dominio de guisa que hubieras asegurado que
los sentidos trocábase en verdad pu- acababa de dar a luz al Odio, pues
ra y simple. Ojalá Pilato hubiese hartas veces riela su tétrico sem-
querido detenerse un poco más, o blante y pone en sus ojos y en su
se hubiese dignado Cristo Señor frente suavidad y blandura. Anda-
Nuestro responuer a la pregunta y ba en seguimiento de ella una gran
sabríamos, por fin, qué es la Ver- turba de filósofos, por caminos dere-
dad. ¿Quién lo hubiese explicado cheros los unos, por senderos des-
mejor que la misma Verdad perso- viados los otros, pero todos decían
nificada? a voz en cuello que la seguían, por
Vergara. — ¿Luego Cristo es la manera que muchos que contempla-
Verdad? ban el espectáculo echábanse a reír,
Vives. —Sin duda alguna. puesto que, proclamándose seguido-
—
Vergara. ¿Por qué decías, pues, res, tomaban direcciones diversas y
que no conocías la Verdad? aun contrarias. Ninguno protegía su
Vives. —
¡Como si conociéramos a flanco, pues su marido caminaba un
Cristo, en cuanto es Verdad! poco delante de ella y su hijo se-
—
Vergara. Ahora tú te remontas guíala unos pasos detrás; a ése le
a soberanas regiones; yo te hablo rodeaban viejos judíos y cristianos.
con sencillez y según el lenguaje La misma Verdad caminaba a ratos
común. ¿Jamás oíste el nombre de por sus propios pies y a ratos por
Verdad? pies ajenos. Llevábala en una silla
—
Vives. El nombre lo oí muchas gestatoria un añoso anciano, pero era
veces, puesto que es el más soco- verde y cruda su senectud, era pro-
rrido y el que más suena en el foro, funda su gargantez y hambrienta,
siendo así que es extremada la pe- férrea su dentadura, no desemejan-
nuria de su realidad. tes de Saturno ni su faz ni su nom-
—
Vergara. Esa misma Verdad fué bre; llamábase Cronos, como el dios
a la casa general y pública del li- se llama también Cronos.
naje humano, acompañado de su En el pórtico de enfrente paseá-
marido, el Miedo, y su hijo, el Odio. base lo Falso: un hombre, como el
—
Vives. ¡Huy! para tan buena
;
mismo nombre suena, falso del to-
madre, tan bellaco de hijo! do para con los otros, desde- luego,
—
Vergara. ¿Y por qué no dices: pero principalmente contra sí mis-
para mujer tan decidida, marido tan mo; ente absurdo, ora hembra, ora
apático? varón (yo le creí hermafrodita), con
—
Vives. Diríalo si tú no te hubie- atuendo asaz elegante, cortesano sin
ses adelantado. duda, y aun diré que palatino. La
Vergara. — Bueno estaba que un estola de oro bajada hasta los pies,
dialéctico de París no se anticipase de seda el capillejo o chapeo, el velo
y no diese lugar a réplica. de Malta, de color de llama; la mi-
—
Vives. Ea, pues, continúa, hom- tra, cuajada de perlas; las guedejas,
bre de monólogos, pues voy a inte- ajenas y compradas; pesadas sus
rumpirte rarísimas veces. arracadas de tanta pedrería; de oro
—
Vergara. Andaba la Verdad con vario el collar, vistoso por un lindo
arreo sencillo, asequible, aldeano; camafeo. Llevaba en sus brazos
con una expresión de tristeza en el grandes brazaletes y manijas labra-
rostro transpirando severidad, de das con sumo primor. Su cara, feí-
OBRAS FILOLÓGICAS. LA VERDAD EMBADURNADA 885
otro Testamento, a saber: las Actas Que de pies a cabeza, toda es igual
auténticas de la misma Verdad, em- y proporcionada.
pezó a perorar un gran panegírico Que sus manos inmaculadas parti-
y tocó puntos innumerables. Proli- ciparon en la fabricación de esa má-
jidad sería explicar en pocas horas quina del mundo: brillantes sus
lo que él dijo en muchas que no lo uñas, que dirás que son sardónicas
parecieron. Reunió bastante más loo- de mucho precio, que es admirable
res que no Plinio en el panegírico la firmeza de sus dedos obradores
de Trajano. Mostróseme poco des- de prodigios.
pués el esquema del discurso. Los Que esto Moisés lo demostró y
puntos que desarrolló aproximada- obligó a que así lo confesasen los
mente son éstos: magos de Faraón.
Referente a
lo anterior a la Ver- ¿So ves cuán abundoso caudal
dad, dijo que el Padre era su Señor pueden proporcionar a la elocuen-
y su Hacedor, nacido antes que el cia estos loores, singularmente si es
mundo naciese. Así estaba relatado un artista de la palabra quien los
en las Actas de la Sabiduría. canta?
Que había salido de la boca del La Verdad, satisfecha con esas
Altísimo, hija primogénita de Dios, alabanzas, soberanas sin duda, pero
mayor que todas las restantes cria- que no dejan de ser verdaderísimas,
turas. empezó a hablar de aquellos que
Que Ella es la palabra de Dios. deambulaban en el pórtico de en-
Que no sólo la palabra, sino el frente y con el afecto maternal
principio de las palabras de Dios; que siente para con todos, puesto
que sus ojos todo lo ven y que no que sus delicias son conversar con
hay cosa que le engañe. los hijos de los hombres; a ciertos
Que su semblante, salvo una seve- grandes varones, y especialmente a
ridad generosa, irradia afabilidad; Platón, dióles el encargo de que les
que con su dulzura enamora; que exhortase a que, abandonando lo
con su humanidad invita. Falso, con su impurísimo y feísimo
Que no hay cosa más facunda, cortejo, se pasasen a la Verdad. Hí-
más atractiva, más eficaz, más cierta. zose entonces escarnio a la Verdad,
Que es péñola de escribano, que que, a pesar de proclamarse reina,
escribe velozmente. no poseía siquiera una chapa de
Que es una voz pura, blanda, sua- oro y en su vestir no se distinguía
ve, recia, matizada, sonora; que ja- de las sirvientas.
más suena cosa horrible, áspera, En este punto, como fuese que
triste. Al órgano de esa voz suya Homero comenzase a echar versos
sonorosa muévese la tierra, respon- a voleo y a ciegas, agudos los unos
den los cielos y los elementos; las y los otros, según más tarde lo oí
más bravas bestias quedan a su can- contar a Platón, que ni tocaban el
to desarmadas y se detienen a su cielo ni la tierra, Platón empezó con
embeleso. él a discutir la cosa con versos, pues
Que en sus brazos tiene tanta ro- en su juventud se había señalado mu-
bustez, que fácilmente derriba al ti- cho en aquel arte. Enojado Homero,
rano, a la mujer y al vino. intímale que se retire cuanto antes.
Que causa maravilla que sea es- Platón declaró terminantemente a
posa del Miedo. Homero y a los poetas restantes que
OBRAS FILOLÓGICAS. LA VERDAD EMBADURNADA 887
no había para ellos lugar alguno en tiempo fueron tenidos por poetas.
la República que fundaba; Repú- En cuanto a los que debían enviar-
blica ideal, en que sólo los sabios se, había disidencia.
tendrían cabida. Acudió a la pela- Homero, a quien el unánime con-
mesa Heráclito de Efeso, y, entre sentimiento designaba para esta mi-
otras muchas, dijo cosas que ni el sión, empezó a poner muchas excu-
mismo Homero entendió, y luego, sas: en primer lugar, la de su ce-
un poco más claramente, afirmó guera; luego la de su pobreza, a
que, si mandaba él, no permitiría continuación la de su provecta edad,
que ningún poeta acudiese a los sa- a seguida la de sus absorbentes ocu-
grados certámenes. Platón volvió paciones en componer poemas y ce-
con las manos vacías. lebrar a los príncipes y por su pe-
A la noche siguiente hubo bullicio lea del día anterior, en la que poco
grande y gran excitación en el al- faltó para que viniesen a las manos
bergue de lo Falso, pues decían que que Platón tenía valimiento muy
habían obrado impía y sacrilega- grande en las filas de los partida-
mente, echando con tanta afrenta rios de la Verdad; que si Marco
al embajador de la Verdad, que Tulio, con tan larga práctica en el
ella es auténtica reina y. señora de gobierno de la República, y con
las mentes humanas, que para ella aquel su proverbial patriotismo, re-
nacieron, no para lo Falso. Que husó una embajada de paz tan hon-
lo Verdadero es el mejor y más sa- rosa, tan provechosa y necesaria a
broso pasto de las almas y que la la República, que con tanto enca-
Verdad profesa a la Humanidad to- recimiento el Senado le ofrecía, por-
da un amor único. Al día siguiente que en el campamento de Antonio
acuden todos a una reunión tumul- tenía a Ventidio y a Saxa, que esta-
tuosa; piden que se envíe una co- ban enojados con él, ¿qué pensaban
misión que trate de poner recon- que iba a hacer un hombre de su
ciliación y paz entre los príncipes condición y de su nula experiencia
Verdadero y Falso. Los entendidos política? A duras penas ese razona-
dicen que no puede haber amistad miento, que en su mayor parte se
ni inteligencia entre ánimos tan dis- recitaba en verso, pudo ser captado
cordes. Con todo, para apaciguar la por las orejas, y mucho menos por
exaltada concurrencia, acuérdase en- los ánimos de aquel gallinero alboro-
viar un emisario con estas propo- tado. Entonces, impuesto silencio
siciones: Que los Falsianos están por un heraldo, el prefecto de la ciu-
resueltos a recibirla en su reino y dad habló así:
posesiones si, por alianza primera- — Suficientemente la honra de es-
mente y luego por afinidad, quiere ta embajada y el bien público debie-
unirse con Falso, su rey; no siendo ron de persuadirte a la aceptación
así, no hay avenencia posible; que gustosa de esta embajada que la pa-
los hombres de orejas y educación tria te impone si se quitan estos
tan delicadas no pueden sufrir las estorbos que te apartan de ella. Así
asperezas y rudezas de la Verdad que aplica tu espíritu y tu mente
sin ofensa de insolencia, especial- sublime y divina a fin de que, aque-
mente llevando una sobóle tan inso- llo que tú hubieses hallado por ti
portable. Aprueba estas proposicio- mismo, si en ello pararas mientes,
nes la adulación y los que en su ahora lo oigas de un hombre que
<SS8 JUAN LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. TOMO 1
tienen en sumo aprecio. En ella di- opino que tienes que encargarte de
cen que se complace su príncipe. El esa embajada. En el desempeño de
canto de tus versos, ¿de qué andan- esta misión yo ruego a Calíope que
zas tuyas te ha estorbado? Tam- todo redunde en bien de esa nues-
bién quizá en esa legación tuya, en tra ciudad.
medio de aquellos maestros que ha- Por aclamación tomó la asamblea
cen profesión y alarde de saberlo el acuerdo de que Homero fuese allá
todo, aprenderás algo que pueda y trasladase a la Verdad el encargo
comunicar a tus poemas un lustre que le había hecho la patria, hacien-
nuevo. Y aún diré más: es menes- do votos porque el resultado de la
ter que vayas allá, tú, que por ansia embajada fuese fausto y feliz. Ho-
de saberes navegaste tantos mares, mero, pues, acompañado de Hesíodo
visitaste tantas ínsulas y abordaste y de dos lazarillos, Luciano y Apu-
tan remotísimas naciones. Platón el leyo, emprendió el viaje. Luciano
Ateniense, cuya enemistad recelas, dijo a Apuleyo que él, en cierta oca-
es un hombre, a lo que cuenta la sión, se había convertido en asno.
fama, facilísimo de aplacar y recon- Apuleyo oyó con regocijo esta do-
ciliable en grado superlativo. Te en- nosa invención y rióse y contó a
gañas tú, que piensas ser tanta su quien quiso oírle que él también se
OBRAS FILOLÓGICAS. LA VERDAD EMBADURNADA 889
allá, invocadas las Musas, según ri- bra nacer la admiración. Demostró
to, cuando pensó que tras muchos esto con el ejemplo de muchos ilus-
cantos su misión estaba asaz prelu- tres varones cuya vida, para que
diada, abordó el tema y lo expuso gozase de mayor autoridad y vene-
todo según las órdenes recibidas. ración, discurrió lejos del comercio
Dión de Prusia, confundido en la humano, como Pericles en Atenas y
concurrencia, dijo a voz en cuello Tiberio César en Roma. Dijo luego
que con un tal embajador no había que si alguno, alzado el velo, llegase
acuerdo posible; que todo él era un al cuerpo mismo de la Verdad, le
amasijo aliñado y compuesto de fal- sería más grata, como conseguida
sedad y mentira y que era muy ex- a fuerza de trabajo, y más querida,
traño que no trajese consigo a Uli- como comprada por precio no ruin.
ses, que no hizo más que mentir. La El mundo es ansí. Muy pronto hie-
Verdad dió orden de que a coces se den las mercancías regaladas, y a
echase del local de la asamblea a muchos objetos lo que les da esti-
aquel perturbador, pues ella, con mación es cabalmente su precio ele-
tal de insinuarse e infiltrarse en tan vado. La Verdad dijo que de mejor
grande multitud como la que mora- gana se mostraría desnuda; que sin
ba en el reino de lo Falso, no rehu- máf atavío que el de su casta des-
saba condición alguna mientras fue- nudez valdría mucho más en el apre-
se honrosa y tolerable; así que que- cio de los hombres y que en su pro-
ría de todas maneras que hubiese pio ser natural, percibido rectamen-
convenio. Interrogado Homero por te por el ingenio humano, sería a
la Verdad cómo podía cuajar la afi- todos infinitamente más grata y des-
nidad, puesto que lo Falso había pertaría amores increíbles. Homero
sido infecundo siempre, respondió replicó que él no dudaba que la cosa
que ello únicamente podría ser sí era así como la Verdad decía; pero
admitiese el atavío y el afeite de lo que, por lo demás, él conocía las cos-
Falso, que ése era el pacto con su tumbres y el carácter de su pueblo,
augusto príncipe; que aquélla era que él era portador de aquellas pro-
no ya afinidad, sino propincuidad posiciones, cuyo repudio haría casi
y deudo muy estrecho; que él tenía imposible la transacción. En el con-
en su poder todo aquel embadurna- sejo de la Verdad resolvióse que se
miento y afeite y que él era dies- imponía una más amplia delibera-
tro como el que más en el afeite y ción y el negocio se remitió al día
en el retoque engañoso. Así que en- siguiente.
tendió que la Verdad desdeñaba y A la caída de la tarde fué envia-
hacía ascos de aquel adobo tan aje- da a Homero una cena opípara y se
no y tan reñido con su sinceridad, dispensaron soberanas honras al ta-
empezó a disertar sobre las venta- lento maravilloso, y fué conducido
jas del afeite en versos, griegos por por todas las estancias del palacio
890 JUAN LUIS VIVES.
.
OBRAS COMPLETAS .
TOMO I
por escritas por ti, sino por manda- que se hacen comadronas, ya que
so,
das de la Verdad. no pueden ser parteras, y, como
Vives. —¿Imaginas tú que de buen dijo Horacio: Haré el oficio de la
grado van a mantenerse en esos lí- amoladora, que no corta ella, más
mites los poetas, linaje de hombres hace que el hierro corte ; no escri-
vagabundos y licenciosos? biendo yo nada, enseñaré los debe-
—
Vergara. ¿Qué mayor anchura y res y el oficio del escritor; de dón-
libertad que la contenida en estos de toma la materia; de qué modo
límites? Dentro de ellos pueden cam- se forman y se nutren los poetas;
pear a sus anchas, correr, divagar, qué es lo conveniente y qué no lo
peregrinar como les viniere en ga- es; adonde el acierto, adonde con-
na. No es más espaciosa la pradera duce el error.
de San Jaime donde te hallé pasean- —
Vergara. Pero eso ya mira a otra
do con aquellos dos gentiles y apues- cosa y tú empiezas a devanear. Así
tos mozos. que me voy.
—
Vives. Te refieres a Nicolás Vo- Vives. —
¡Qué cuerdo y qué cauto!
conio y Jerónimo Rufaldo. ¡Qué in- Porque no te mate a pesadumbre,
genios, mi querido Vergara! Cómo pues no estoy dispuesto, como la
van a ser la gloria y el orgullo de sanguijuela horaciana, a soltar la
su siglo si, cosa que Dios no quiera, piel hasta que
esté ahito de sangre.
la fortuna no es con ellos injusta Pero no deberías tomar esta precau-
o ellos no lo son consigo mismos. ción si supieras cuán pronto dejará
—
Vergara. Soy contento de que in- de soplar para mí el viento del Par-
genios tan prometedores sean for- naso.
mados por ti. —
Vergara. Déjate de Parnasos, de
Vives. — Si
yo no puedo alumbrar Helicones y Pierios y otras pedan-
algún parto grande y glorioso, terías. ¿No ves que es ya hora de
exhortaré al menos a que otros le cenar y tú te vas a tomar de más
alumbren y haré lo que hacen aque- arriba tus boberías, de forma que,
llas mujeres, agotadas de los copio- atiborrados de bagatelas, tenemos
sos alumbramientos o estériles aca- vacío y hambriento el estómago?
FIN DE
«LA VERDAD EMBADURNADA»
ORACION AREOPAGITICA
NICOCLES
(DISCURSOS DE ISOCRATES)
ORACION AREOPAG1TICA
O SEA, DE LA ANTIGUA REPUBLICA
DE LOS ATENIENSES
Pienso que los más de vosotros mer y mirar muy seriamente por su
vais a preguntaros con asombro con lado. Por todo eso, yo no dudo que,
qué intención haya venido yo a bien ponderados y sopesados todos
este sitio para hablar de la salud estos factores, no vais a hacer mu-
pública, como si la ciudad estu- cho caudal de este mi acercamiento
viera abocada a un grave peligro a vosotros y que es grande vuestra
o sus cosas estuvieran al borde de esperanza de que con todos esos re-
un despeñadero, y como si no po- cursos vais a ocupar toda la Grecia.
seyera más de doscientas trirremes, Yo, por mi parte, y disintiendo de
y tranquila en su casa no tuvie- temo muy mucho, y preci-
vosotros,
ra el dominio del mar afuera de samente por esto, puesto caso que
que tiene aliados en grande número veo que aquellas ciudades que se
que nos asistirían luego al punto creen en la más feliz de las situa-
que las circunstancias lo demanda- ciones acostumbran administrarse
sen, amén de muchísimas más fuer- pésimamente y cuanta mayor es la
zas a sueldo que ejecutarían con ra- confianza en sí mismas en que se
pidez las órdenes que les diéramos. asientan, más graves son los ries-
Asegurados con todos estos elemen- gos en que incurren. La razón de
tos, puede quienquiera con toda ra- todo esto consiste en que jamás to-
zón persuadirnos un firme optimis- can a los hombres solas prosperida-
mo, alejados de todo peligro visible des o adversidades solas, sino que
y que, en cambio, son nuestros ene- siempre traen detrás de sí un apén-
migos quienes tienen mucho que te- dice perpetuo. Pisando el calcañar
OBRAS FILOLÓGICAS. ISÓCRATES ¡ ORACIÓN ARFJOPAGÍTICA 899
las porfías ajenas de irrogar daño sen; pero, esosí, sus mocedades eran
alguno, antes acostumbraron demos- cuidadas con mayores desvelos que
trar mayor enojo contra aquellos sus niñeces. Hasta tal punto nues-
que habían perdido los bienes por tros abuelos preocupábanse de su
las injusticias que habían hecho, no regimiento, que lo habían encomen-
desconocedores que los contratos de dado al consejo del Areópago, con-
mala fe solían perjudicar más a los sejo en el cual no podía entrar sino
pobres que a los ricos. Y, efectiva- quien, nacido en la nobleza, hu-
mente, si éstos cesan de adquirir el biera dado pruebas señaladas de vir-
daño se limitará a una pequeña mer- tud y de modestia, razón ésta por
ma en las rentas; en cambio, aqué- la cual este consejo nuestro, sin
llos, es decir, los pobres, reducidos a controversia posible, va a la cabeza
dificultades de subsistencias, es de cualesquiera otros consejos de
fuerza que se vean empujados a una Grecia.
extrema necesidad. Y siendo éste el Cualquiera podrá valerse de indi-
parecer y sentir de todos, no había cios por lo que atañe a los tiempos
nadie que ocultase la riqueza ni na- anteriores y aun a los nuestros,
die que rehusara pedir prestado, puesto que todavía se vive en el
puesto que no era más displicente mismo loable tenor de vida. Verás a
y ceñudo el aspecto del acreedor algunos indeseables en todo lo de-
que el del deudor. Por manera que más, que tan pronto como fueron
aquellas dos cosas que más desean admitidos en el Areópago, y co-
conciliar las personas más cuerdas, mo si hubieran echado en olvido su
las habían ellos conseguido a una; naturaleza, más se desvelan por
conviene, a saber: ser útiles a los avenirse a obedecer las leyes de
ciudadanos y consolidar sus propias aquel lugar que las usanzas confir-
fortunas. Ello hacía que los ciudada- madas por las costumbres; no hi-
nos entre sí alternaban con la ma- cieron más que meter miedo en los
yor de las holguras, pues estaban malos o dejar un recuerdo de su mo-
en seguridad los bienes en posesión destia. Y ese orden areopagítico,
de aquellos a quienes habían tocado como decía, lo establecieron expre-
en derecho y éstos eran comunes y samente para la formación moral.
a disposición de quienes los necesi- Empero, quienquiera que sea el que
tasen. juzgue que por esto sólo aquí se for-
Acaso no faltará quien reprenda man los hombres mejores, porque
este discurso mío porque levanto están promulgadas leyes cuidadosí-
hasta el cielo los hechos de aquellos simas para salvaguardia de la vir-
tiempos y no señalo las causas por tud, muy grande es, a mi parecer,
que se conducían con tal honradez su yerro, porque de ser así, ¿qué
y con tales miramientos se trataban obstáculo habría para que luego al
y gobernaban con tal pulcritud su punto no fueran semejantes a ellos
República. Yo ya creo haberlo dicho, todos los de Grecia, no habiendo co-
pero me esforzaré por dar una ex- sa más fácil que comunicar entre
plicación más copiosa y más clara. ellos mismos las tablas de las le-
Nuestros mayores no tuvieron mu- yes? Pero no por ello automática-
chos ayos que cuidaran de su crianza mente con este don se transmitiría
pueril, y así que habían comenzado una sola virtud, puesto que es hija
a contarse entre los varones les es- de cotidiana práctica y experiencias
taba consentido hacer lo que quisie- constantes. Así que necesariamente,
804 JUAN LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. . TOMO I
pos nuestros, ¿qué hombre cuerdo cómoda postura, que no desear una
hay que no se desazone, viendo que República más rígida en que pudié-
algunos de los ciudadanos, ora ten- ramos obrar mejor. Y aún los hay
gan lo necesario para su manteni- que me asegurarán que, aconsejando
miento, ora no lo tengan, intervie- yo lo mejor, se me recele por enemi-
nen en los sorteos de los juicios, go del pueblo y que busco los medios
que piden que se les permita soste- por reducir la ciudad a la riqueza de
ner las tripulaciones de los navios unos pocos. Si yo platicara de cosas
griegos, dando bailes durante el ve- nuevas o desconocidas y al tenor de
rano, con palios de oro e invernan- ellas os hubiera impuesto el manda-
do en lugares que causa vergüenza miento de elegir el Senado o para
y asco nombrar y que de ese modo crear jueces, como soléis hacer con
en esa República se den casos ab- pulcritud suma, con la misión de
surdos y repugnantes que ocasio- anular los poderes del pueblo, con
nan a la ciudad recios empachos? harta razón fuera sospechoso yo de
Nada de esto ocurría en el viejo ese crimen.
Areópago, puesto que alejaba de los Pero, hasta el momento, no dije
pobres la escasez, mediante varios tal; me que
limité a parlar de cosas
socorros y ventajas que les propor- ninguno de vosotros desconoce y
cionaban los ricos, y de los mozos que ya con anterioridad conocíais de
apartaba la molicie mediante ejer- sobra, porque son antiguas y por-
cicios físicos y el desvelo sumo que que son de nuestra patria, que a
por ellos se tomaba, y de los gober- menudo acarrearon prosperidad y
nantes de la República ojeaban la salud a nuestra ciudad y a toda la
avaricia mediante castigos, y de los Grecia. Agréguese a esto que fueron
malos alejaban los vicios, por la po- excogitadas y establecidas por varo-
ca esperanza que tenían de que pu- nes tales, que el consentimiento
dieran permanecer ocultos, y de los unánime espontáneamente declarará
ancianos la desidia, encargándoles haber sido los más populares de
funciones públicas y la vigilancia de cuantos existieron. Por todo lo cual
la juventud. ¿Qué República podía acaeceríame a mí solo, desde que
hallarse más excelente que ésta, que hay memoria de hombres, la más
con prudencia tanta había organiza- injusta de las desgracias si por ha-
do todos sus negocios? Pienso que ber evocado aquella ejemplarísima
ya he hecho en su mayor parte la administración de nuestros mayores
pintura de aquella República primi- se me tomase por un revolucionario
tiva. Lo que dejé de decir, es fácil- deseoso de subversiones. ¿Y qué
mente conjeturable con pensar que más si, porque en todo cuanto has-
fué semejante a lo que dije. ta ahora dije, arremetí contra el po-
Llegados a este punto, oído lo que der y la ambición de unos pocos y
yo expuse, no dudo que algunos me con todo no aprobé cualesquiera
alabarán con grandes encarecimien- igualdades o mandatos del pueblo,
tos y comprenderán que fueron feli- sino sólo lo rectamente establecido
císimos nuestros mayores que vivie- y no a ciegas ni sin elección, sino
ron en una ciudad como ésta, aun con prudencia y cautela?
cuando no os digan que vosotros de- Harto presente tenía yo en mi
béis observar la misma conducta y memoria que nuestros mayores die-
que resulta más cuerdo que vosotros ron a ese estado de cosas la prefe-
en la situación actual viváis en in- rencia sobre cualesquiera otros es-
OBRAS FILOLÓGICAS. ISÓCRATES : ORACIÓN AREOPAGÍTICA 907
tados, y que, por este motivo, con que de modo alguno podía sufrirse
discreción suma se condujeron en el que nadie viera sometida a escla-
su ciudad los lacedemonios, porque vitud la ciudad que poco antes era
eran intensamente populares, pues la cabeza de Grecia. A esos los vi-
en la elección de magistrados y en mos excluidos de toda suerte de pac-
sus actos de cada día, y, en una pa- tos, y, en cambio, vimos a los que
labra, en su vida toda, la igualdad eran partidarios del dominio de
y la paridad tuvieron entre ellos unos pocos apresurándose a derri-
más aprecio y valía que en cuales- bar los muros y avenidas con la ser-
quiera otros mortales; cosas ambas vidumbre. Cuando el pueblo era
que así como las repele el mando de amo del gobierno, nos sobraban
unos pocos, del mismo modo las arrestos para defender las fortale-
abrazan estrechamente y les dan co- zas ajenas; empero así que acepta-
bijo los que son auténticamente po- ron el régimen de los Treinta, inme-
pulares. Para las otras ciudades, si diatamente todo lo nuestro pasó a
uno reparase en ello, hallará que el manos de los enemigos y los lacede-
gobierno del pueblo resulta más monios nos tuvieron sojuzgados, y,
ventajoso y útil que un gobierno en cambio, cuando de vuelta los des-
de oligarcas. En nuestra ciudad, si terrados tuvieron la gallardía de
alguno se tomara el trabajo de com- empuñar las armas por la libertad
parar esa administración que mere- y Zenón venció en naval batalla, se
ce general repulsa, ya no digo con le enviaron legados que devolvieron
aquella que voy exponiendo, sino a nuestra ciudad la hegemonía del
con aquella que hubo bajo el gobier- mar. ¿Quién no se acuerda de esa
no de los Treinta, no podrá menos hazaña de nuestros contemporá-
de juzgar que es bajada del cielo. neos? Fué, pues, el gobierno del
Y aun cuando algunos hayan dicho pueblo por el pueblo quien engalanó
que estaba fuera de ese instituto, yo a esa ciudad nuestra con el presti-
no puedo dispensarme de señalar la gio de los sacrificios y de las sacras
distancia que entre ambas media, ceremonias, de guisa que aún hoy
porque no haya nadie que piense día los extranjeros que acá llegan
que puntualizo con excesivo rigor conceptúanla digna, no ya del prin-
los desaciertos del pueblo, y que pa- cipado de Grecia, sino de todas las
so por alto lo que acaso obraron naciones. Empero, los Treinta, te-
con prudencia y honestidad. Habla- niendo todos esas glorias por nona-
ré, pues, de este punto y no larga- da, despojaron a muchísimos ciuda-
mente, y aun así no será inútil a danos, y por tres ruines talentos en-
los que me oyen. tregaron las bases navales, en cuya
Después que perdimos en el He- construcción la ciudad había inver-
lesponto nuestras naves y la ciudad tido no menos de mil talentos. ¿Y,
conmovióse de aquel descalabro, pues, qué? ¿Se les loará por su cle-
¿quién dejó de ver que los ancia- mencia? ¿Puede darse absurdo ma-
nos, así como eran partidarios a yor? Digno de loa fué el pueblo
cuál más del gobierno del pueblo, cuando la concedía. Ellos, empero,
así también estaban fanáticamente por decreto público, cuando toma-
dispuestos a soportar la fortuna que ron a su cargo el cuidado de la ciu-
fuere, antes que aceptar las condi- dad, degollaron sin formación de
ciones de paz que nos brindaban los causa mil y quinientos ciudadanos
lacedemonios? Pensaban ser cosa y obligaron a refugiarse en el Pireo
908 JUAN LUIS VIVES. OBÍLAS COMPLETAS. TOMO I
a más de cinco mil. Mas, al regreso democrático, aun cuando esté cons-
de populares, luego de recupe-
los tituido mal e imprudentemente, con
rar la patria por las armas, elimina- todo no acarrea calamidades dema-
ron radicalmente las principales ca- siado grandes, y en lo que se admi-
bezas del mal, y a los demás los re- nistra bien, aventaja a las restantes
cibieron con tal templanza y corte- colectividades, así en la justicia co-
sía, que no fueron de peor condición mo en hacer placiente la vida de los
los que los echaron que los echados. ciudadanos. Acaso alguno se pre-
Otra señal, la mayor de la equi- guntará con extrañeza qué interés
dad y moderación del gobierno del tengo yo en aconsejaros otro régi-
pueblo. En ocasión de que los que men para esa ciudad nuestra, reali-
se habían quedado en la ciudad hu- zadora de tan claras hazañas, y por
biesen pedido a los lacedemonios un qué motivos encarezco yo ahora el
préstamo de cien talentos para si- gobierno del pueblo con alabanzas
tiar los que habían ocupado el Pí- tan crecidas, cuando en otras cir-
reo, demandado consejo en una cunstancias, trocado mi parecer, le
asamblea del pueblo, para su pago, acuso y reprendo a sus titulares.
como opinasen algunos que lo equi- Lo que yo condeno con toda cuan-
tativo era que fuesen aquellos que ta vehemencia puedo son las perso-
habían pedido el préstamo a los la- nas privadas, cuyas fechorías son
cedemonios quienes les devolviesen muchísimas y cuyos beneficios son
la cantidad prestada, y no los sitia- bien pocos, y pienso que son infini-
dos, el pueblo mandó que fuese pa- tamente peores de lo que io sufre
gado por todos en común. Este ras- la ciudad. Cercanos a éstas pongo pa-
go del pueblo de tal manera aglu- ra su reprobación a aquellos a quie-
tinó la mutua concordia de los ciu- nes sus padres llevan tan escanda-
dadanos y levantó la moral pública, losa ventaja en hechos gloriosos,
que los lacedemonios, que unos po- y no andan muy lejos aquellos que
cos días antes nos imponían un go- fuera de una vida rota y perdidísima
bierno de oligarcas, vinieron acá a ninguna otra cosa notable llevaron
implorar de nuestro pueblo que no a efecto. A esos tales yo les quisiera
los desdeñásemos, a raíz del desca- persuadir y aconsejar que sean de-
labro que los tebanos les infligieron. semejantes consigo mismos y rom-
El resultado de ese paralelo es, en pan toda concomitancia con el pa-
definitiva: Treinta sujetos y otros sado. Este es' mi parecer; es mi con-
que por aquel tiempo gozaban de vicción, que no debemos nosotros
gran poder, tenían bien asentada la cobrar humos y que no nos hemos
voluntad de mandar a los ciudada- de contentar con ser más que otros
nos y obedecer a los enemigos, y los hombres míseros o desatinados, sino
otros partidarios del gobierno del más aún, enojarnos con nosotros
pueblo por el pueblo, el dominio de mismos y llevar con pesadumbre
los enemigos y la convivencia con que nuestros mayores nos dejen tan
el pueblo en igualdad de derechos. atrás en loores y en gloria.
Por dos razones he mentado yo Proponernos debemos a nuestra
todo esto; la una, por no demos- imitación su moralidad y su espíritu
trarme partidario de la oligarquía de disciplina, especialmente porque
y de la avaricia, sino de una Re- es menester que seamos los mejores
pública honesta y justa; la otra, de los mortales. Esto que digo no
por dar a entender que el régimen es la primera vez que lo digo en
OBRAS FILOLÓGICAS. ISÓCRATES : ORACIÓN AREOPAGÍTICA 909
la cuenta que les tenía, se metían hemos abandonado hasta tal punto
tan poco en los asuntos de Grecia, nuestra organización militar, que no
que no hacían caudal de que con tenemos ánimo ni para salir de ex-
sus gandes navios navegasen a Fa- ploración si no media la paga. Y lo
sélide de Panfilia, ni con sus solda- que está por encima de todo es que
dos de a pie vadeasen el río Alis: en aquellos tiempos no había ningún
tal era la quietud que guardaban ciudadano a quien faltase lo necesa-
respecto de nosotros. Mas ahora, rio ni para la ciudad era desdoro
las cosas para nosotros han llegado tender la mano de mendigo a los
a tal situación, que los griegos nos transeúntes. Empero ahora son más
odian y los bárbaros nos despre- los pobres que los que tienen ha-
cian. Por lo que se refiere al odio cienda; a los cuales es de toda jus-
de los griegos, habéis oído a los ticia absorberlos si convencidos de
mismos capitanes, y con qué áni- que la República les era ajena ni
mo está contra nosotros el rey de nada tenía que ver con ellos, no
los persas, harto lo dió a enten- tienen otra preocupación sino ver
der con las cartas que nos ha en- cómo mantendrán día a día su mise-
viado. rable vida.
Añádase a todo esto que antigua- Y ésta es la razón por la cual os
mente por su buena constitución po- hice este discurso, porque pienso
lítica, conformábanse los ciudadanos que nosotros vamos a reportar la sa-
a la virtud de tal guisa, que consigo lud, no solamente a esa ciudad, sino
mismos guardaban paz y quietud y a toda la Grecia, siempre que imite-
en caso de invasión enemiga, fuerte- mos los hechos de nuestros mayo-
mente unidos, la vencían fácilmente. res. Ahora, vosotros, luego de haber
¡Y cuán al revés lo hacemos nos- ponderado maduramente lo que os
otros! No amanece día sin que los expuse, resolved lo que creáis "que
unos a los otros, recíprocamente, no va a ser más provechoso a la ciu-
nos ocasionemos injuria y daño. Y dad.
NICOCLES O EL AUXILIAR
bra. Por eso, los que no tienen re- en práctica también, si no solamen-
paro en lanzar su anatema contra te os trajere el convencimiento, e
los eruditos y seguidores de la sa- inmediatamente después de haberos
biduría, contraen la misma respon- dado la lista de los preceptos, os
sabilidad y hácense reos de la mis- dejaré con la boca abierta, como se
ma culpa que los que tiran piedras dice, sino que os expusiere al mismo
a las imágenes de los dioses. Yo es tiempo cuán razonable sea que os
toy tan lejos de su manera de pen- intereséis por el régimen actual de
sar, que aún manifestaré mis simpa- la ciudad, no ya por necesidad y por-
tías por aquellos lenguajes que nos que hemos de vivir en ella conti-
proporcionan una utilidad la más nuamente, sino también por otras
insignificante; y conceptúo hermo- causas. La primera de todas, porque
sísimos y dignísimos de un rey, y hace ventaja a cualesquiera otros
en especial de mí mismo, los que regímenes; luego, porque yo obtuve
se refieren a las funciones publi- el principado no ilegítimo, no quita-
cas y privadas. Y así es que yo do a otro, sino por conductos irre-
guardo la mayor admiración para prochables, así de mis mayores co-
con aquellos que adoctrinan a los mo de mi padre y de mí mismo. Si
príncipes sobre la manera de ser- alguien ponderare todas estas razo-
virse de sus vasallos y a los vasa- nes, no es dudoso que él mismo se
llos acerca del modo como deben haría reo de un grave delito no
conducirse para con los príncipes, atendiendo mis avisos y no cum-
porque veo que son los príncipes los pliendo mis mandatos.
que hacen a las ciudades prósperas Por lo que toca y atañe a la for-
y gloriosas. ma de gobierno republicana, en la
Por lo demás, ya oísteis de labios que el poder reside en el pueblo,
de Isócrates las disposiciones que pienso que debo comenzar por decir
atañen a la administración del reino que a todos en general va a pare-
y aquellas otras que determinan lo cerles cosa recia que no se establez-
que precisa que hagan los que vi- ca distinción alguna de dignidades
ven bajo el poder real; voy a hacer entre los buenos y los malos, sino
un esfuerzo ahora por explicarlas que es lo más justo y lo más natu-
no con la vana confianza de ven- ral que se marque una separación
cer a Isócrates en elocuencia, sino entre unos y otros y que los que son
porque lo que mejor parece en mí desemejantes reciban premios seme-
es que yo os hable de ello, pues si, jantes, sino que se dé a cada uno
no habiéndoos yo declarado mi pen- lo que se merece. Pues bien el go-:
más descuellan porel buen sentido quía. Pues bien: todas las veces que
y lescolman de honores grandes, Atenas envía al frente de batalla a
así a los que por su elocuencia se muchos capitanes, la campaña anda
señala como a los que se distin- mal; mas con la unidad de mando
guen por su actividad y destreza enmiéndanse los errores iniciales.
en el desempeño de la gestión enco- ¿Cómo podrá demostrarse con evi-
mendada. dencia mayor que por estos ejem-
Y ya no es sólo en la administra- plos hasta qué punto la monarquía
ción de los negocios de la paz que es preferible a la República? Vos-
la monarquía aventaja a los gobier- otros mismos veis por vuestros ojos
nos populares, sino que en trance de cómo bajo un régimen estable se
guerra, todo resulta más hacedero y mantiene el máximo poderío, y aun
llano al rey que a la República, co- entre aquellos que son regidos con-
mo, por ejemplo, hacer levas y uti- venientemente por unos pocos en
lizarlas; en ocultar lo que en un tiempos normales; pero cuando se
momento dado conviene que quede emprende una campaña, todos obe-
oculto o en manifestarlo cuando decen a uno solo, llámese generalí-
cumpla hacerlo así, a fin de que simo, llámese rey y que aun aque-
unos por las buenas cumplan lo llos que profesan a la monarquía
mandado, y otros lo cumplan por las un odio atroz, cuando envían a mu-
malas cuando el patriotismo lo im- chos al campo con igualdad de po-
pusiere. deres les deparan desastres enormes.
Si alguno no diere crédito a las Y si es permitido sacar a relucir
palabras, délo enhorabuena a los ejemplos de la antigüedad, es fama
hechos. ¿Quién ignora cuán grande que los dioses inmortales reconocen
es Imperio de los persas? Pues
el la soberanía de Júpiter. Si ello es
bien: este Imperio fué promovido verdad, aparece claramente que los
a su actual grandeza no por la cien- dioses inmortales mismos juzgan
cia de los sabios, sino por la unani- preferible el gobierno monárquico
midad de la obediencia de los sub- al gobierno popular. Esto, si antes
ditos a un rey único. pudo ser dudoso, ya no lo es desde
Allende de esto, Dionisio Siracusa- el momento que por el testimonio
no, habiendo recibido lo restante de implícito de los dioses que obede-
Sicilia, vejada y asolada, y aun su cen al mandato de Júpiter es prefe-
patria sujeta a estrecho cerco, él no rente el gobierno de uno solo al go-
sólo liberó a Siracusa de los peligros bierno de muchos. No es cosa fácil
presentes, sino que la enalteció por de averiguar ni de explicar cuántos
encima de todas las ciudades grie- y cuán varios sean los sistemas de
gas. A esto se añade que los cartagi- gobierno republicano; baste ya lo
neses y lacedemonios, de quienes es que dijimos hasta el presente.
fama que tienen las Repúblicas me- Por lo que a nosotros toca, debe-
jor organizadas entre todos los mos decir con mayor brevedad de lo
griegos, en tiempos de paz viven ba- que hasta ahora hemos empleado
jo el gobierno de unos pocos y en cuán convenientemente obtuvimos
tiempo de guerra manda sólo el rey. la soberanía y con mayor verdad
También cumple tomar ejemplo de lo que está a la vista de todos.
la ciudad de Atenas, que, muy por ¿Quién no oyó decir alguna vez que
encima de todas las otras, es irre- Teucro, fundador de nuestra noble-
conciliablemente hostil a la monar- za, luego de haberse adjuntado los
OBRAS FILOLÓGICAS. ISÓCRATES \ NICOCLES O EL AUXILIAR 915
ciudadanos de mayor calidad, ende- mer lugar, agotadas del todo las po-
rezó acá su rumbo y que para ellos sibilidades del Tesoro y luego per-
puso los cimientos de esa ciudad y turbados todos los negocios, por ma-
entre ellos distribuyó la región? ¿Y nera que debían ser objeto de la
que mi padre Evágoras, desapareci- máxima vigilancia y cuidado, y ha-
dos por azares diversos los otros biendo yo entendido que algunos
príncipes, luego de superar los ries- en esas circunstancias, por los me-
gos inevitables, tomó las riendas del dios que fueren, estaban atentos en
poder? Y al poder dejólo tan firme- exceso a sus intereses y utilidades
mente establecido para la posteri- privados y obligados a admitir co-
dad, que en adelante ya no sufri- sas que contrariaban la personal
mos más la hegemonía de los feni- honradez, yo no me dejé sobornar
ces, sino que el reino volvió a aque- por ninguna de esas cosas, cum-
lla familia que de mucho tiempo pliendo con religioso escrúpulo to-
atrás acostumbró tener el gobierno dos y cada uno de mis deberes de
de esa isla. rey, sin omitir nada de lo que cum-
Réstame ahora decir cuatro pala- plía al incremento y al bien de la
bras de mí mismo, como lo prometí, ciudad. Y para con los ciudadanos
con pudorosa reserva, sí, pero con usé de clemencia tal, que, bajo mi
absoluta verdad, apelando a vues- gobierno, nadie vió destierros ni
tra conciencia para que entendáis muertes ni secuestro de bienes ni
que tenéis un monarca tal, que no ninguna otra calamidad. Y como
ya por sus progenitores, sino por por culpa de la guerra que enton-
sus méritos, de ninguna manera es ces se había declarado nos estaba
indigno de esa jerarquía y aun acaso cerrada la Grecia y por todos lados
de otra mayor, si ello es posible. Es- se nos despojaba, con todo, yo re-
toy persuadido de que la justicia y medié muchos de esos daños, entre-
la templanza ocupan, en sentir de gando a los unos otro tanto de lo
todos, el primer lugar entre todas que habían perdido y a los otros
las virtudes, dado caso que esas vir- una buena parte recuperé a fuerza
;
tudes no solamente nos son útiles de pedirlo lo que a otros había si-
por sí mismas, sino que, consideran- do robado, y con otros, por fin, vi-
do la naturaleza de las cosas y la ne a reconciliación hasta donde pu-
fuerza y práctica de los negocios, ha- de buenamente.
llaréis que lo que está lejos de esas Allende de todo esto, como fuese
virtudes infiere a los hombres da- que los moradores de esa isla estu-
ños gravísimos, mas lo que por ellos vieran conmigo agriamente desabri-
está influido y templado es indeci- dos y el rey de los persas, so color
ble cuánto ayudan a la vida hu- de amistad, abrigara algún plan ma-
mana. ligno contra nosotros, suprimí am-
Y si precisamente por esas virtu bas molestias, mostrándome amiga-
des admiramos a algunos de nues- ble para con el rey y dando a mis
tros mayores, yo creo que a mí no vasallos lo que era justo. Tan lejos
se me debe excluir de ese callado estoy de codiciar el señorío ajeno,
homenaje. Yo querría que en este cuanto otros hay que, como tengan
momento, especialmente, pondera- vecinos algún tanto débiles, andan
seis mi sentimiento de la justicia, al acecho de ocasiones para poner-
pues habiendo venido el reino a mis les el pie encima. Yo, al revés, re-
manos exhausto de dinero, en pri- chacé una región que se me ofrecía,
916 JUAN LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. TOMO I
pensando que valía más poseer en espejo y modelo a mis vasallos, por
justicia mi propio suelo que deten- haberme enseñado la experiencia
tar injustamente otro mucho más que la masa corre desaladamente, a
dilatado. todo aquello porque ve que los re-
Pero ya estoy viendo que no hay yes tienen pasión. Además, pensé
necesidad alguna de hacer hinca- que convenía que los reyes fuesen
pié en cada una de esas particulari- deudores a las personas privadas de
dades, especialmente porque, en ge- ser tanto mejores cuanta mayor
neral, puedo decir, luego de procla- ventaja les hacen en dignidad, y
mar en voz alta que a ningún mor- que cometen la mayor y más abo-
tal inferí injuria, que muchos de rrecible de las incongruencias aque-
mis ciudadanos y aun de los restan- llos que, mientras obligan a sus va-
tes griegos fueron colmados de be- sallos a vivir honestamente, a pesar
neficios, de donativos y regalos ma- de todo no se les muestran ellos ni
yores que bajo el reinado de los res- más correctos ni más comedidos.
tantes reyes que me antecedieron. Finalmente, como viera yo que los
Parece bien en quienes blasonan de más de los hombres sufren con ra-
justos y desean que se les tenga por zonable conformidad cualesquiera
desinteresados que puedan publicar asperezas y lances duros y que la
de sí estas magníficas alabanzas pasión que se siente por los hijos y
cuando la ocasión se presentare. la mujer es poderosísima e indome-
Por lo demás, por lo que afecta a ñable, aun en los temperamentos
mi templanza, referiré algo más que mejores y más templados, hasta el
lo que visteis. Teniendo entendido punto que no pueden a ella sobrepo-
que todos los hombres aprecian en nerse, puse en este punto ahinco es-
grado sumo a sus hijos y a sus es- pecial en mostrarme moderado y en
posas y que es muy recio su enojo ello me esforcé no sólo por aventa-
si se les infiere ultraje o violencia, jarme al vulgo, sino también a las
y que hartas veces ello origina personas de virtud más reconocida
grandes males, y que han sido mu- e ilustre. Demás de todo esto, con-
chas las personas, así privadas co- dené la execrable maldad de aque-
mo públicas, y de la más alta cate- llos que habiendo tomado esposas
goría, que por ese motivo se per- para toda la vida, no satisfechos
dieron; yo, en todo tiempo, con tan aún con sus calaveradas de solte-
delicada cautela evité este avispero ros, aun con sus mismos devaneos
de tamañas desgracias, que, desde les daban un trato pésimo, y si reci-
que asumí el reinado, no me acer- bían de ellas alguna sinrazón era
qué a mujer alguna, excepto mi es- muy grave su enojo. Y al paso que
posa, porque sabía muy bien que en todo el complejo de relaciones so-
merecían la aprobación y aplauso de ciales mostrábanse sumamente ama-
todos aquellos que, sin menoscabo bles, eran ásperos con sus esposas,
de los bienes ajenos, de sus bienes para con las cuales conviene que los
privados se procuran satisfacciones maridos sean los más mansos y tra-
legítimas. Así que en todo tiempo tables posible, dado que ellas se
puse el más tenaz empeño en con- mueven en lo más secreto de nues-
seguir una doble finalidad: la de tra vida y son copartícipes de la
ponerme muy fuera del alcance de mayor y mejor parte de nuestras co-
toda sospecha, y la otra más princi- sas. De este modo acontece que, sin
pal de proponer mi conducta por darse cuenta, en la propia intimi-
OBRAS FILOLÓGICAS. ISÓCRATES : N1COCLES O EL AUXILIAR 917
dad de las alcobas alimentan sedicio- grandes que ser pueden y dignas en
nes y en pos de sí dejan disensio- grado superlativo, de singulares y
nes. soberanos encomios.
Parece bien en quienes adminis- Por todas estas consideraciones
tran el reino con rectitud y constitu- ejercité la continencia y la justicia
ye una honra suya singular mante- con mayor celo que las otras res-
ner en la concordia las ciudades que tantes virtudes, y las antepuse a los
gobiernan, sino también cada una placeres y regalos, no solamente
de las casas y todos los lugares ha- aquellos que provienen de las obras
bitados, porque todo esto son medi- que no tienen aprecio alguno, sino
das de justicia y de buena política. también a aquellos deleites más su-
Por lo que se refiere a los hijos, no bidos, que provienen de la gloria
soy del mismo parecer que casi to- granjeada por el valor.
dos los demás reyes, y pienso no El examen de las virtudes no debe
ser cosa conveniente tener a los inspirarse sólo de su naturaleza res-
unos de mujeres de condición mo- pectiva, sino calibrarse por estotro
desta" y a los otros de damas de procedimiento preferente: en las es-
más alta categoría, para dejar a és- trecheces económicas estudiamos la
tos como bastardos y a aquéllos co- justicia,en el poder estudiamos la
mo legítimos. Yo pondré el mayor moderación, en la juventud estudia-
empeño en que todos sean para mí mos la fuerza. En todas estas oca-
de igual nobleza por línea paterna siones yo di pruebas brillantes de
y materna, refiriendo el linaje, por estas tres virtudes. Mi padre me
el lado de los mortales, a mi padre dejó necesitado de dinero y yo prac-
Evágoras, por el lado de los hé- tiqué la justicia de no ocasionar
roes; a los Eácidas, por el lado dé quebranto a ninguno de mis subdi-
los dioses inmortales, a Júpiter, y tos; a los comienzos de mi reinado,
a ninguno de los que yo engendra- gozando de una libertad sin límites,
re, en cuanto yo se lo podré comuni- me experimentasteis más austero
car, faltará la gloria de esta sangre. que cualquier otra persona privada.
Y aun cuando sean muchísimos los Ambas cosas las hice en una edad
acicates que me acucian a insistir que en la mayoría de los hombres
en esas pisadas, ninguno más pode- acostumbra ser poco instruida en
roso y eficaz que el ver que la for- las cosas de la vida y hacer escaso
taleza, la fortuna y otras cualida- empleo de la prudencia y del con-
des que merecen la aprobación del sejo.
vulgo residen en muchos malos su- Desistiera yo de decir todas esas
jetos, al paso que solamente los va- cosas si hablara a otro auditorio, no
rones buenos y excelentes se precian porque la alabanza me sea indife-
de poseer la justicia, la sabiduría, la rente y la rehuya, sino porque acaso
templanza y el gobierno de sí mis- mis palabras no hallaren crédito en
mos. Por todo ello, llegué al con- él. Empero en vosotros tengo el
vencimiento de que la hermosura testimonio y la confirmación de lo
suma consiste en que a trueque del que digo. Por esto, puesto que es ra-
menosprecio total de cualesquiera zón que se alaben y admiren aque
otras cosas, consiga aquellas virtu- líos a quienes la Nautraleza acondi-
des que no pueden serle comunes cionó para la virtud, más lo mere-
con los malos, puesto que son ex- cen aquellos otros que con la vir-
celentísimas, solidísimas, lo más tud se abrazaron por resolución y
918 JUAN" LUIS VIVES, .
OBR AS COMPLETAS. TOMO I
propósito, pues quienes obran bien Xo creáis jamás que los emolu-
por azar y no deliberadamente, tam- mentos que se buscan con procedi-
bién por azar, se apartan de la vir- mientos injustos constituyen rique-
tud. En cambio, los que ya, adultos zas; pensad que crean peligros.
y llegados a mayor edad, arraigan Xo se debe pensar que el recibir
en su pecho el invariable convenci- sea lucro y el dar sea daño, pues
miento que la virtud es el mayor de cada uno de estos resultados debe
los bienes, no hay duda que toda la estimarse por la virtud, no por sí
vida perseveran en aquel propósito. mismo.
Os hablé tan difusamente de mí Xo ds sea enojoso ninguno de mis
mismo y de otros muchos, conforme mandatos; todos los que se me
visteis, con el fin de que en adelan- muestran los más útiles, recaban de
te no quede pretexto alguno que os mí provechos más abundantes.
sea estorbo para poner en ejecución Xinguno de vosotros juzgue que
con gozosa prontitud todo cuanto yo su conciencia me está oculta, pues
os mandare u os aconsejare. aunque físicamente no presencio
Os mando, pues, que cada cual vuestros actos, pensad que en espíri-
desempeñe la función que tuviere tu estoy presente siempre. Si este
asignada con diligencia y con fideli- pensamiento tiene alguna valía en
dad; faltando cualquiera de estos vuestros ánimos, os comportaréis
dos extremos, es inevitable que la más cuerda y comedidamente.
administración de los negocios mar- Xo ocultéis cosa que poseáis, que
che mal. Xo omitáis, pues, un pun- hagáis, que meditéis, sabedores de
to de lo que os dijere, pues cada que el miedo es compañero insepa-
uno de ellos viene a ser como una rable de todas cosas que
aquellas
parte de un organismo que sin él no deseáis ocultar.
puede subsistir. Así es que en cada Xo alternéis artera o solapada-
uno debéis poner tanto cuidado co- mente con los ciudadanos, sino con
mo conviene que lo consagréis al tal simplicidad y franqueza que a
conjunto nadie le sea fácil calumniaros por
Todo cuanto sea mío tenedlo en más que se lo proponga.
la misma consideración que si fuere Sopesad cada una de vuestras ac-
vuestro y no creáis que sea exiguo ciones y persuadios que son malas
bien la honra que se granjean aque- aquellas que me queráis ocultar y
llos que con buena fe administran que son buenas todas aquellas que
nuestras cosas. si llegaren a mis oídos, por esas
Abstened vuestras manos de lo mismas os conceptuaré mejores a
ajeno para poseer con mayor segu- vosotros.
ridad vuestra fortuna propia. Xo calléis si entendiereis que al-
Importa que a los otros os demos- gunos sienten mal de mi gobierno,
tréis tales cual deseáis que yo sea sino reprendedles agriamente, y
para con vosotros. pensad que son reos del mismo cri-
Xo os apresuréis a enriqueceros men los delincuentes y aquellos que
con mayor afán que el que pongáis los encubren.
en ganaros buena reputación, no Tened por afortunados no a aque-
ignorando que entre los griegos y llos que si delinquieren no son de-
entre los bárbaros a aquellos que tenidos, sino a aquellos otros que no
son loados por sus virtudes se les cometen delito alguno, y que éstos
confían los mayores bienes. son acreedores a un galardón por el
OBRAS FILOLÓGICAS. — ISÓCRATES : NICOCLES O EL AUXILIAR 919
FIN DE LA
«ORACIÓN AREOPAGÍT I CA »
Y
«XICOCLES»
INTERPRETACION ALEGORICA
DE LAS
BUCOLICAS
DE VIRGILIO
(1NTERPR ET ATIO ALLEGORICA IN
BUCOLICA VIRGILII)
(i537)
PROLOGO
Antiguamente los poetas griegos vitanda su culto, como si ellos hu-
fueron tenidos en mayor apre- biesen de caer rodando de aquella
cio y honra entre los naturales enriscada cumbre de la sabiduría, si
de su nación dados al estudio de las en estos otros estudios más dulces y
letras, que los poetas latinos entre sabrosos pusieren corazón y ojos
los latinos; de suerte que los más una vez sola. Lastimosamente de-
preclaros ingenios griegos compusie- fraudáronse a sí mismos de un no
ron comentarios a las obras de Ho- pequeño deleite estético y de un
mero, como, verbigracia, la más p#f- gran regalo intelectual, por el hecho
te de los filósofos, entre los cuales, de tener cerradas sus orejas a aquel
Aristóteles, en mi sentir, es el prín- concento dulcísimo de la poesía. La
cipe de todos Los nuestros,
ellos. culpa de esa triste abstinencia anda
en cambio (no hago mención de repártida entre aquellos ingenios
aquellos que existieron en aquella sordos y absurdos, los tiempos en
edad en que del estudio de la poesía que vinieron y las ideas y preiui-
no se hacía estima alguna, hombres cios dominantes. Mas yo, creyendo
rudos que jamás dejaban de sus ma- con fe ciega en la autoridad de
nos el arado o la lanza, sino de aque- Aristóteles, autor de ta'l afirmación,
llos que, en siglos más cercanos de no tendré reparo ninguno en tem-
nosotros, consagraron sus vigilias a plar la severidad de mis estudios
la filosofía y estudios más graves), con esos asuetos agradables y en
estuvieron tan ajenos de las apaci- comentar las musas festivas, como
bles Musas, que tenían por afición lo acabo de hacer con Virgilio, en
922 JUAN' LUIS VIVES. OBR AS COMPLETAS. TO.Mü I
EGLOGA PRIMERA
—
Melibeo. Tú aquí, Títiro, so el nos; nosotros de la patria hemos
en
abrigo de una tendida haya con te- huido; tú, Títiro, indolente la
nue avena ensayas pastorales can- ociosa sombra, enseñas a las selvas
tos. Nosotros abandonamos los lin- a resonar el nombre de la hermosa
des de la patria y los campos ame- Amarilis.
OBRAS FILOLÓGICAS. INTERPRET. DE LAS «BUCÓLICAS». ÉGLOGA I 923
pensado, Melibeo, que la ciudad que vuestras vacas; poned los toros bajo
llaman Roma era semejante a esta el yugo.
nuestra, adonde con frecuencia te- Melibeo. —
¡Dichoso viejo! Queda-
nemos costumbre de llevar los pri- rán, pues, tus prados asaz espacio-
males los pastores ovejeros. Así sos para ti, aunque el desnudo pe-
también yo pensaba que los cacho- dregal los cubre todos y el pantano
rros se asemejaban a los mastines y con sus juncos cenagosos. El pasto
los cabritos a sus madres, y así yo extraño no causará dolencia a las
acostumbraba a lo pequeño empare- ovejas grávidas ni les hará daño el
jar lo grande. Pero esta ciudad, de pegadizo mal de la grey vecina. ¡Di-
tal manera pujó su cabeza sobre las choso viejo! Aquí, entre los cono-
otras ciudades, cuanto suelen levan- cidos ríos y las sacras fuentes, go-
tarla los cipreses en medio de los zarás del frescor opaco. Aquí, el seto
endebles viburnos. de la linde vecina, do siempre las
—
Melibeo. ¿Y cuál fué la causa tan abejas, cual del Hibla, pastan la flor
grande de que vieses a Roma? del sauce, muchas veces te adormirá
Títiro. —
Fué la libertad que, tar- sonando blandamente. Aquí, al pie
día y todo, volvió sus ojos a quien del alto risco, el leñador dará su
nada hizo por ella; después que al canto al viento. Ni, mientras tanto,
rasurarme me caía la barba como las torcaces roncas, que son tu cui-
nieve; no obstante, me volvió sus dado, cesarán sus arrullos, ni desde
924 JUAN LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. TOMO I
recurso evita una cierta especie de to que la oí cantar allí donde co-
jactancia, pues añadiendo él mismo mienzan los cerros a abajarse. Es
luego otros, hácelo por provocación, señal evidentísima de placer cantar
so pena de aparecer malévolo o in- canciones, no henchidas de gemidos
grato, si del todo' lo hubiese callado y de quejas, sino de amores, mien-
o lo hubiera dicho con no harta con- tras que los otros, a fuer de deste-
vicción. La felicidad y bienandanza rrados, buscan otra patria luego de
a que se muestra agradecido consis- abandonar la antigua y natural. Y
te en que, mientras todos son presa Títiro, sumido en ocio sabroso, des-
de pánico, él está quieto y tranqui- cansa a la sombra.
OBRAS FILOLÓGICAS. INTERPRET. DE LAS «BUCÓLICAS».
] — ÉGLOGA I 925
EGLOGA II
ALEXIS
¡Oh cruel Alexis! ¿Ningún cui- Aracinto. Ni tampoco soy tan feo
dado tienes de mis cantos? ¿Nada de como dicen que poco ha me he vis-
;
LUIS VIVES. 1 30
930 JUAN LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. TOMO I
EXPOSICION ALEGORICA
DE LA EGLOGA II
Cornelio Galo fué un famoso poe- Pero traíanle embarazado los ne-
ta de aquel tiempo que Augusto gocios que Augusto le confiaba y
César trajo a la administración de aun la familiaridad del mismo prín-
la cosa pública y al ministerio de cipe, que se lo llevaba consigo adon-
la guerra. Ambicionaba Virgilio, co- dequiera que fuese. Y acaso, acaso,
mo el que más, una estrecha fami- sentiría una puntita de desdén para
liaridad con él. Y de él dice en la con Virgilio, cosa que el poeta pa-
égloga décima: Galo, cuyo amor rece insinuar en algunos pasajes,
por horas se acrecienta en mí tanto porque Galo era todo un gobernador
cuanto el álamo verde se empina en de provincias y todo un ministro
primavera. del Ejército, mientras que Virgilio
OBRAS FILOLÓGICAS. — INTERPRET. DE LAS «BUCÓLICAS». —ÉGLOGA II 931
campo para que se le comunique el bre rústico y del verso rústico. Pues
deseo de vivir en él; significa la dul- en esas dos cosas hallaron a veces
cedumbre de la poesía rural y de la deleite los grandes príncipes y los
vida agreste, la cual, puesto que es héroes.
natural, es mayor y más duradera El dardanio París... —Héroe casi
que la de la ciudad, donde se vive igual a los dioses; hijo de tan gran
artificialmente, o, mejor, a la vida rey como era Dárdano, de muy lindo
urbana se le pide lo que de suyo parecer, a cuyo arbitraje se some-
nace en el campo. tieron tres diosas; si no puedes imi-
—
Violas pálidas... Deleite hay en tar el ejemplo de los dioses, muévate
el color y el perfume de las flores; el ejemplo de un hombre.
sabor hay en las manzanas, casta- More Palas -en los castillos que
ñas, ciruelas y otras frutas. Las flo- ella construyó... —
Canten otros las
res son cosa de la poesía bucólica; bélicas hazañas en odas entonadas o
los frutos, de la poesía geórgica. jáctense de las proezas que hicieron
JUAN LUIS VIVES. OBR AS COMPLETAS. TOMO I
EGLOGA III
PALEMON
preferido, este guardián de la ma- crías con sus ubres). Tú, dime:
nada ajena, dos veces por hora, or- ¿cuál es la apuesta de la porfía?
deña a las ovejas, y deja las madres —
Menalcas. No osaré del rebaño
secas y los corderos descrecidos. apostar nada contigo. Allá, en mi
—
Dametas. Advierte que estas co- casa, tengo a mi padre; tengo a mi
sas no se han de dar en rostro i injusta madrastra; y ambos, dos ve-
ningún hombre. Nos conocemos, y ces al día, cuentan el ganado, y uno
sabemos quién te... Los chivos te u otro cuenta los cabritos. Mas yo,
miraban de reojo y las ligeras nin- pues que puedes permitirte una lo-
fas se rieron cuando estabas en cura, y tú mismo confesarás que es
aquella gruta. mucho mejor mi apuesta, pondré
—
Menalcas. Entonces debió de ser, dos vasos de haya, obra extremada
si no me engaño, cuando me vieron del divino Alcimedonte; en ellos
cortar la arboleda de Micón y con torneaba con primor; hay una vid
hoz dañina cercenar sus tiernos ma- flexible y vístelos una pálida hiedra
juelos. con sus .corimbos extendidos. En
Dametas. —O aquí, junto a aque- medio hay dos figura»: Conón y...
llas viejas hayas, cuando quebraste ¿quién fué el otro que describió a
el arco y la zampoña de Dafnis, que compás el orbe todo y a los segado-
tú, perverso Menalcas, sentías que res dijo su tiempo y lo dijo a los la-
se las hubiera dado en don; y si no bradores encorvados? Aún no acer-
le dañaras, te murieras. qué mis labios a ellos, sino que los
Menalcas. —
Los dueños, ¿qué no guardo en mi vasera.
harán si osan tanto los ladrones? —
Dametas. Y a mí también me hi-
¿No te vi yo, ruin, sustraer con in- zo Alcimedonte otros dos vasos, y
sidias el chivo de Damón, a pesar de blando acanto cercó las asas y
de los muchos ladridos de Licisca? puso en medio a Orfeo y a las enci-
Y mientras yo gritaba: «¿Dónde va nas que le seguían; tampoco a ellos
ahora aquél? Títiro, recoge el ha- acerqué mis labios y guardados los
to», tú te escondías entre los ca- tengo en la vasera si los comparas
;
mismo lo reconocía, pero decía que viene. Yo haré que luego a ningún
no podía dármelo. otro desafíes.
Menalcas. — ¿Tú le ganaste a can- —
Dametas. Empieza, pues, si algo
tar? ¿Es que has tenido jamás flau- tienes; en mí no habrá tardanza
ta unida con cera? ¿No solías tú, ni de nadie huyo. Vecino Palemón,
ignorante, esparcir con estridente danos oído, que no es cosa baladí
caramillo un son ingrato por las nuestra contienda.
encrucijadas? —
Palemón. Cantad, pues, que en
—
Dametas. ¿Quieres, pues, que en- blanda hierba nos sentamos. Y aho-
tre ambos compitamos, vez a vez, ra todo campo es frutecido, y es
lo que puede cada uno? Yo apuesto frutecido ahora todo árbol. Ahora
esta becerra (no rehuses; dos ve- las selvas son frondosas y es más
ces viene al tarro y alimenta dos placiente la sazón del año. Comienza
93ü JUAN LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. TOMO I
nacen las flores con los nombres digno eres tú y digno es éste de la
inscritos de los reyes y tendrás sólo becerra y todo aquel que teme los
a Filis. amores dulces o los cata amargos.
Palemón. —
No es mío, entre vos- Cegad ya, mozos, los regatos, que
otros, sentenciar tales contiendas; asaz los prados han bebido.
INTERPRETACION ALEGORICA
DE LA EGLOGA III
ellos mis labios, sino que las guardo autor y su padre? ¿Y de quién los
escondidas. humanos ingenios? De Dios, que es
Describió el orbe a compás... —Muy su Creador y su Defensor.
bien, dijo, a compás, pues los mate- Todo está lleno de Jove... Verso —
máticos con compás trazaban sus de Arato: Júpiter lo hinche todo
figuras en el polvo. con su providencia constante; de
Y a mi también me hizo Alcime- otro modo, el mundo no subsistiría.
donte... —
Dice, con esta perífrasis, Y puesto que El lo llena todo, ¿por
que no elegancia ni donaire,
le falta dónde se puede comenzar mejor?
ni primor, ni venusta gentileza y El tiene providencia de las tie-
que acerca de este punto, no rehuye rras... —
Por voluntad y por digna-
la competencia con Menalcas; pero ción suya el campo se barbecha y se
todo esto no es nada si se lo compa- cultiva.
ra con cosas de sustancia, pues el El pone atención a mi canto... —
brillo y el acicalamiento de las pala- Yo sé que él tomó un especial inte-
bras son las flores, como quien di- rés por mis poemas, pues él fué
ce; pero la sustancia es el fruto. quien inspiró ciertos sublimes arre-
Oiga nuestra porfia solamente... — batos y dió vuelo a águilas más al-
Que nuestra contienda no sea sin tas. Por eso yo experimento que él
juez, porque luego que te haya ven- presta oídos a mis cantares.
cido, no niegues o tergiverses tu Y a mí Febo me —
ama... Según es
derrota; que haya un juez: ese obligado en los poemas amebeos,
mismo rudo Palemón, si no hay con réplicas alternas. Menalcas opo-
otro; tan grande es mi confianza. ne Febo a Júpiter, el hijo al padre,
Cantad, pues, que en blanda hier- al dios máximo un dios menor; pe-
,
—
ba nos sentamos... Muy lindamente ro que de una manera especial pre-
está descrito el tiempo y el escenario side a los pastores (como pastor que
del poético certamen: reina abril fué) y a los cantores, porque es
florido y el espíritu no solamente guía y caudillo de las musas. Alu-
tiene toda su tranquilidad, sino tam- sión clara a Augusto, a quien sien-
bién toda su agilidad y rapidez. do mozo, por las proezas que reali-
De Jove es el principio, musas... — zó, creyósele hijo de Apolo; y la
Comjenzo consagrado, autorizado por generación posterior ya le llamó
añeja liturgia. Por Júpiter comen- Apolo, sin ambages. Eso lo dice Sue-
zaban todos los discursos, como lee- tonio.
mos en muchos viejos autores, y en Febo, de continuo en mí tiene sus
el libro décimo de la Eneida. Este dones... —
Colige Menalcas ser amado
comienzo da solemnidad al poema. de Febo, porque le obsequia con do-
Esta fórmula solía anteponerse a nes aplacibles, a saber: laurel y ja-
todo parlamento, según leemos en cinto, que sabe que le agradan.
memorias antiguas. ¡Cuánto más Agradables son a Dios los que le
cuerdamente obraban los paganos honran con sacrificios aceptables, es
comenzando con la invocación de su a saber: hechos con pureza de espí-
mentida deidad, que los que entre ritu.
nosotros, los cristianos, ni siquiera Una manzana me ha tirado Gala-
se acuerdan de nombrar al Dios ver- tea... —
Con velada y gentil delicade-
dadero! ¿De dónde van a tomar las za, Virgilio quiere dar a entender
musas más justo y adecuado co- sus juegos y sus pasatiempos delicio-
mienzo que de Júpiter, que es su sos con Augusto; tírale una manza-
940 JUAN LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. TOMO I
na, indicio de muy cariñosa familia- des y gloriosos empeños, sino que
ridad corre a ocultarse en el sauce-
; permite que te vayas volviendo vie-
dal, pero no con tal disimulo que no jo en el retiro y en la oscuridad?
quiera que vea dónde se esconde, Envíame a la Filis, Jola... —Per-
porque entre con él en la enramada. míteme, Augusto, que yo convide a
Todas estas circunstancias son ex- ese banquete natalicio, es a saber: a
presión de jocoso buen humor entre un rústico festín, a Poiión, para
amigos. Muchas y grandes demos- dedicarle esa obra pastoral. Por lo
traciones de bienquerencia tuvo con que toca a ti, serás invitado cuando
Virgilio César Octaviano, pero de sacrificaré una ternera por la reco-
momento las recató. Con todo, ahora lección, esto es, cuando serás canta-
demuestra cómo puedo continuarlas do con un poema de arte mayor.
y volver a él. A Filis amo más que a ni?iguna...
Y a mí de buena gana se me ofre- Da a entender que también ama a
ce... —A estos amores opone otros Poiión, y que llevó la separación con
amores de alguno de los nobles ro- desabrimiento y que la tristeza le
manos, dando a entender que le es arrancó lágrimas y que la despedida
familiarísimo; de manera que es fué larga, como acontece entre ami-
más conocido de sus perros que la gos: el llanto, la despedida inacaba-
propio luna, diosa de la montería. ble y el adiós, adiós repetido y el
Yo tengo aparejados los presentes epíteto de gentil, son indicios muy
—
que a mis amores he de hacer,.. No ciertos de querencia.
sólo manifiesta ser amado, sino que Funesto el lobo es al ganado... Xo —
con dones cultiva la amistad y que sólo ama a Mecenas y a Poiión, sino
tiene escogida la materia poética que los venera, y para él no había
para merecer de día en día más y aflicci5n mayor que saber que su
más el favor de Augusto. ánimo estaba ajenado de él.
Diez cidras escogidas, las que pu- Dulce es el agua a la sementera...
de, envié a mi niño silvestre...— Es, Para él no hay gusto más sabroso
a saber : dones agrestes, cantares que gozar de su conversación y su
rústicos y que en breve le va a en- presencia.
viar otros. Por esas diez cidras del Aunque rústica. Poiión ama mi
—
color del oro, hay quien entiende las musa... Abiertamente y sin alego-
diez Eglogas. Averigüelo quien sepa, ría nombra a Poiión y dice que le
que yo no me decido por esta inter- agradan sus poemas bucólicos. Criad,
pretación. ;oh musas!, para Poiión que con
¡Oh, cuántas veces y cuántas co- tanto placer lee poemas que vos-
sas platicó conmigo Galatea!... — Sig- otras inspirasteis, y con ellos se sa-
nifica sus coloquios secretos con borea, criad una becerra, proveedle
Augusto, llenos de benévola confian- de gracias y donaires, bien en verso
za, que él querría fueran conocidos atado bien en lenguaje suelto.
de los proceres romanos, porque hi- También Poiión compone versos
—
ciesen más caudal de quien merecía nuevos... No sólo se regala con los
de César tanto aprecio. poemas bucólicos, sino que compo-
—
¿Qué importa?... Búrlase Menal- ne versos en dulce estilo nuevo y
cas de ese jactancioso alarde de fa- con argumento nuevo, con los cua-
vor de César. ¿Qué importancia tie- les derrotará a sus enemigos y a
ne que Augusto te profese una dis- sus émulos les corneará con la fuer-
creta simpatía si no te aplica a gran-' za y la agudeza de su inspiración, v
OBRAS FILOLÓGICAS. INTERPRET. DE LAS «BUCÓLICAS». ÉGLOGA III 941
esparcirá arena con sus pies, y le- buenas letras, huid de ese poeta ve-
vantará polvo para miedo de sus nenoso.
rivales, a fin de que los indoctos te- No dejéis las ovejas... Arrio, el—
man tanta braveza y gallardía y nu- centurión, se había alzado con los
ble sus ojos la polvareda. Asinio campos quitados a Virgilio. Cuando
Polión fué hombre muy docto y de Virgilio regresó de la ciudad con el
juicio penetrante, pero de carácter decreto de César, que mandaba a
displicente y zahareño, émulo de Ci- Arrio salir de aquellas tierras, el
cerón, gran enamorado de los arcaís- centurión, montado en cólera solda-
mos. Escribió muchos discursos y desca, tiró la espada y arremetió
tragedias; fué el que dijo que Tito contra Virgilio, quien, en su huida
Livio tenía resabios de patavinidad desalada, como el militar no cejase
y que Porcio Latrón, en su latín his- en la persecución, se arrojó de cabe-
pánico, era elocuente. De él prefiere za en el Mincio y, a nado, ganó la
muchas más cosas Séneca en sus otra orilla.
Declamaciones. No pazcas par del río' las cabrillas,
Quien bien te quiera, Polión... — Títiro... — Avisa que su jornalero y
Para demostrar a Polión sus buenos todos los mantuanos se conduzcan
deseos, anhela para sus amigos la con cautela y se soslayen al peligro;
bienandanza de la edad dorada, que con el tiempo él hallará oportu-
cuando todo era bien en la tierra. nidad para gestionar con César efi-
Quien no aborrece a Bavio... Me-— cazmente la restitución de todas
nalcas, ya montado en cólera porque sus fincas que no será menester la
;
EGLOGA IV
POLION
mará a haldadas sus primeros do- en los prados el carnero mismo te-
nes: hiedras tortuosas con bácar, ñirá sus vellones, ora del suave ru-
por doquiera, y colocasia con ri- bor de la púrpura, ora del color
sueño acanto. Y las cabritas mismas, gualdo del reseda; la escarlata de
de su grado, llevarán a casa disten- suyo vestirá el cordero en el propio
didas sus ubres, y de los grandes pasto. Concordes, en la majestad in-
leones no serán medrosos los reba- amovible de los hados, las Parcas:
ños. La misma cuna brotará por ti «¡Tales siglos corred!», dijeron a
suaves flores. Morirá la serpiente y sus husos. Emprende, que el tiem-
la engañosa hierba ponzoñosa mo- po es ya llegado, los grandes hono-
rirá; doquiera nacerá el amomo asi- res, caro vástago de los dioses, au-
rio. Pues cuando ya podrás leer las mento grande de Júpiter. Mira la
loas de los héroes y los hechos de máquina del mundo cómo tiembla
tu padre y conocer qué cosa séa la en su convexa pesadumbre; mira
virtud, de blanda arista doraráse el las tierras, mira el mar tendido y
campo, suavemente, y la rubia uva la profundidad del cielo. Mira cómo
estará colgada de las zarzas incul- todo se alegra por el siglo que ha
tas y las recias encinas sudarán ro- de venir. ¡Oh, si me fuese reserva-
cío de miel. Mas todavía habrá ras- do el linde extremo de una luenga
tros del daño antiguo que manden vida; oh si me quedase tanto alien-
dar naos a Tetis y cercar con mu- to como será menester para celebrar
ros las ciudades y hendir los surcos tus hechos! Que no me vencerá a
en la tierra. Un nuevo Tifis habrá cantar el tracio Orfeo, ni "Lino me
entonces, y habrá otro Argos que vencerá, aunque a éste lo asista su
transporte la flor y espiga de los madre y a aquél su padre le sus-
héroes; habrá también otras gue- tente, Calíope a Orfeo y a Lino el
rras, y por vez segunda irá a Troya hermoso Apolo. Y el mismo Pan, si
el gran Aquiles. Desde este momen- compitiera conmigo, y la Arcadia
to, cuando te habrá hecho varón fuese juez, la misma Arcadia a Pan
la edad ya firme, abandonará el mar proclamaría por vencido. Comienza
el marinero, ni mercancías trocará a conocer, niño pequeño, con tu risa
el pino velero: toda la tierra dará a tu madre, que diez meses causa-
de todo. No sufrirá rastros el cam- ron molestias luengas a tu madre.
po ni la viña la hoz, y ya el robus- Comienza a sonreír, niño pequeño,
to labrador soltará el yugo del cue- que al niño que a su madre no son-
llo de los toros. No aprenderá la la- ríe ni el dios le admitió a su mesa
na a mentir colores varios, sino que ni la diosa le acogió en su tálamo.
INTERPRETACION ALEGORICA
DE LA EGLOGA IV
ción de Roma, 714 y 37 antes del na- mártires, buen olor del Señor en to-
cimiento de Cristo. do lugar.
—
Bajo el gobierno tuyo... El peca- Y las cabritas mismas de su gra-
do original será borrado por la vir- do... —Fructuosísima
fué esa tem-
tud de Cristo, como en el bautismo prana floración de tantos santos que
por la confianza en EL Muy bien ex- nunca salían sin regresar con mu-
presó los vestigios de nuestra mal- chas ganancias para el Señor.
dad, pues el pecado de origen es un De los grandes leones no serán
vestigio o rastro que nuestros pri- medrosos los rebaños... —
Ni tampo-
meros padres transmiten a la pos- co la grey de Cristo temerá a los
teridad. príncipes y a los reyes, por más que
—
Librarán de miedo... La confian- rujan y amenacen. Entre ellos rei-
za en aquel que es Dios excluiré to- naba una concordia ejemplar: rei-
do temor de castigo por la culpa, naba la paz, sin ningún veneno de
propia y personal y la otra heredi- envidia o de sabiduría.
taria. Cuando ya podrás leer las loas de
Del eterno miedo... — —
¡Cuánto con- los héroes... En la edad subsi-
suelo en esta expresión! Ese temor guiente, formada en la doctrina de
inacabable no dejaba un punto de Dios, en los ejemplos de Cristo, en
reposo ni un momento de respiro a la de los Apóstoles, ex-
disciplina
la mísera humanidad. En este mis- piedad muy a sus an-
tenderáse la
mo sentido lo interpreta San Agus- chas, no para producir donecillos y
tín en la Ciudad de Dios. cosas menudas, sino para recoger la
Recibirá la vida de los dioses... —
mies, la vendimia, la miel; entrarán
Ese Niño vivirá la vida divina y ve- en la Iglesia los judíos y una gran
rá a sus héroes y a sus semidioses, a muchedumbre de gentiles irán ama- ;
quien 'El hará tales; y El, a su vez, rilleando poco a poco las tiernas es-
será visto por ellos, no sólo con sus pigas de la gentilidad y en la cam-
ojos corporales, sino también (vi- bronera de la humana contumacia
sión mejor y más bienaventurada) se recogerá la uva suave y de la ig-
con los ojos del alma. De ellos se norancia berroqueña manará la lí-
dijo: Bienaventurados los ojos que quida dulzura de la miel.
ven lo que vosotros veis. Todavía habrá rastros del engaño
La sosegada redondez del orbe... —
antiguo... —
No podrá penetrar el
Expresión frecuente en los libros cristianismo tan radicalmente en el
poéticos de la Biblia y en otros sa- pecho de los hombres que no rema-
grados es ésta: Todo lo puso el Pa- nezcan todavía resabios de los erro-
dre en manos de su Hijo, y el Pa- res añejos de difidencia, avaricia,
dre lo sujetó ^.todo al Hijo. enemistad, guerra, crueldad, ambi-
—
Para Ti, Niño... Describe el trans- ción, arrogancia. De ahí nacerá la
curso de la Iglesia de Cristo, esto afición de navegar y de trocar mer-
es, del reino de Cristo en la tierra. caderías con espíritu de lucro; de
El reino de Dios en el Evangelio, ahí se cercarán de muros las ciuda-
entre otras significaciones, significa des por rivalidades y recíproco re-
también a Cristo. En la Iglesia na- celo; de ahí los afanes de la agri-
ciente, sin cultivo previo, sino por cultura. Todas estas cosas no son
obra del Espíritu de Dios, nacieron malas en sí; lo que las hace malas
dones de muy dulce y suave fra- es la pasión que ponemos en ellas.
gancia, tantos Apóstoles, discípulos, Un nuevo Tifis habrá entonces... —
946 JUAN LUIS VIVES. OBR.AS COMPLETAS. TOMO I
Volverán las viejas calamidades de apremia a ello, ora este tiempo sea
la navegación y de la guerra, ori- el que la Sibila anunció, ora la oca-
gen de tantos males en el linaje hu- sión u oportunidad de llevar a tér-
mano. mino las gestas esperadas.
Cuando te habrá hecho varón la Caro vástago de los dioses... Xa- —
—
edad ya firme... La Sibila dice esto dada más claro puede referirse a
bien de la bienaventuranza eterna, Cristo, prole amada de Dios y au-
bien de los perfectos cristianos, en mento del Padre. ¿De qué mortal se
cuyo espíritu reina una calma in- puede decir que sea incremento de
creíble y una auténtica edad de Júpiter? ¿Quién puede dar incre-
oro; las cosas naturales no sé* pon- mento a Dios? Pero Cristo, Dios,
drán al servicio de las pasiones, si- hijo de Dios, gloria es del Padre,
no de las necesidades inevitables, porque es su sabiduría y su virtud.
como San Pablo tejía lana de ca- Mira... —Tiempo es del remedio,
bras y los padres del yermo rotu- cuando todo se hunde y amaga la
raban la tierra; ni tomarán dema- crisis final al género humano pos-
siada solicitud por esas cosas viles, trado y afligido; éste es el tiempo
sino que su conversación estará en de que hablaba ahora mismo.
los cielos, contentándose para su Mira cómo todo se alegra por el
mantenimiento y vestido con lo que siglo que ha de vertir... Por mane-
a mano tengan. Esto hará que haya ra que no sólo los hombres, sino
—
abundancia de todo, pues cada uno también los ángeles y las mismas co-
tomará lo que le baste simplemente sas insensibles se alegran del adve-
para su uso, no para sus descome- nimiento de Cristo, pues, como dice
didas avideces. San Pablo, toda la universidad de
—
¡Tales siglos corred!... Esto di- este mundo libraráse de la esclavi-
jeron los hados satisfaciendo los de- tud de la corrupción.
seos de los hombres, o bien lo man- ;Oh, si me fuese reservado!... In- —
daron inexorablemente, pues el rei- finitas e inefables son las obras de
no de Cristo es el reino de todos los Cristo; fuera menester una vida
siglos y no tendrá nunca fin, pues harto larga para explicarlas. ¡Ojalá
el hado no es más que la voluntad y viviera tanto tiempo como prego-
el mandato de Dios. nare tus obras! O quizá desea para
Concordes en la majestad inamo- sí la longevidad para poner por es-
—
vible de los hados, las Parcas... Aca- crito esta materia. Pero ¿tanta con-
so parecerá sutileza excesiva si digo fianza tienes en tu ingenio? Res-
yo que, por estas Parcas concordes ponde.
en la majestad y voluntad de los No me vencerá a cantar... En can- —
hados, la Sibila quiso insinuar el tar esta materia no mé van a ven-
misterio de las tres Personas en la cer ni Orfeo, ni Lino, ni Pan. ¿Qué
Divinidad. Pero no; no toquemos valen por sí mismas las cosas que
esto ni nos aventuremos en esa di- cantan? La confianza está puesta en
rección, no sea que nos abolle el la materia, no en el ingenio.
vocerío del escándalo y las llama- Aunque a éste le asista su madre...
das de socorro de los impíos y de Aun cuando fueren ayudados Orfeo
los querellosos. por su madre Calíope, que es una
Emprende, que el tiempo es ya lle- musa, y Lino por Febo, que es el
—
gado... Anhela que dé comienzo su Dios de los cantos.
gran obra, y dice que el tiempo —
Y el mismo Pan... Xo se olvidó
OBRAS FILOLÓGICAS. INTERPRET. DE LAS «BUCÓLICAS». ÉGLOGA V 947
EGLOGA V
D AFNIS
—
Menalcas. Cuanto el blando sau- sed con agua fresca. E igualas no
ce cede al pálido olivo, cuanto la sólo a tu maestro en el tañido, más
humilde valeriana al rosal de fuego, en la voz también. Mancebo ven-
¡
otro tanto, a mi ver, te cede Amin- turoso! Detrás de él, ahora serás tú
tas. Pero déjate de unas cosas, pues- el otro. Pero nosotros, de cualquier
to que entramos en la cueva. manera, vez a vez, y cual fuere
—
Mopso. Las ninfas lloraban muer- nuestro canto, al cielo encumbraré
to a Dafnis de cruel muerte (vos- a tu Dafnis. Dafnis al cielo encum-
otros, avellanos, y vosotros, ríos, braré, que a mí también me ha que-
sois testigos de las ninfas), mien- rido Dafnis.
tras la madre, abrazada al lastimoso —
Mopso. ¿Hay don que, a mi jui-
cuerpo de su hijo, llama a los dio- cio, valga tanto? Mereció el mance-
ses crueles y crueles a los astros. bo ser cantado y ha tiempo ya que
No hubo por quien fuesen conduci- Estimicón me encareció los versos.
dos los bueyes, tras el pasto, a be- —
Menalcas. El blanco Dafnis, ad-
ber en los ríos fríos; y bestia nin- mirado, mira el umbral desusado del
guna probó agua corriente ni vicio- Olimpo y ve bajo sus pies nubes y
sa grama. Y aún los montes fieros y estrellas. Y así, corre por selvas y
las selvas proclaman, Dafnis, que por campos una ágil alegría; la sien-
gimieron por tu muerte los leones ten Pan y los pastores, y las vírge-
africanos. Enseñó Dafnis a uncir al nes Dríades la sienten. Y ni el lobo
carro los armenios tigres; Dafnis, a medita celadas al rebaño ni la tendi-
conducir las danzas báquicas y a en- da red las pone al ciervo. Ama el
ramar, con blanda hoja, los livianos reposo el bienhadado Dafnis. Los
tirsos. Cual la vid honra al árbol, montes no tocados y leñosos, clamor
como las uvas a la vid, como los jocundo envían a los astros, y ya las
toros a la torada, como las mieses mismas peñas y los árboles mismos
a los campos fértiles, así tú eres de concierto cantan «Es dios, es
:
decoro de los tuyos. Después que los dios aquél, Menalcas.» ¡Sé a los tu-
hados se te arrebataron, la misma yos bondadoso y venturoso! He aquí
Palas abandonó los campos y el pro- cuatro aras; he aquí dos para ti,
pio Apolo los abandonó. Donde mu- ¡oh Dafnis!; los otros dos altares,
chas veces confiamos a los surcos para Febo. Cada un año, en cada al-
lucio trigo, nace el joyo estéril y la tar, te pondré una copa espumosa de
infelice avena. Por viola blanda y reciente leche y una crátera de olio
por narciso rojo, el cardo nace y pingüe; y, sobre todo, regocijando
surge agudo y espinoso el ojiacanto. con mucho vino los convites, a la
¡Esparcid hojas por el suelo; po- candela, si íaere en tiempo frío, y
ned sombra en las fuentes, oh pas- a la sombra, si fuere en el estío, es-
tores! Que Dafnis quiere que se ha- canciaré vinos ariusios, nuevo néc-
ga esto. Y hacedle un túmulo y gra- tar. Cantarán para mí Dametas y
bad estos versos en el túmulo: Daf- Egón Liccio, y Alfesibeo remedará
nis fué en las selvas; ahora, a las la danza de los sátiros. Esto tendrás
estrellas encumbrado; de hermosa perpetuo siempre, y cuando culto
grey pastor muy hermoso. solemne daremos a las ninfas y los
—
Menalcas. Tal es tu canto para campos purificaremos. Mientras ama-
el gusto mío, ¡oh divino poeta!, cual re el jabalí los sotos y el pez los
al cansado el sueño sobre hierba; ríos, y mientras pacerán tomillo las
cual apagar en el corriente río la abejas y rocío las cigarras, siempre
OBRAS FILOLÓGICAS. INTERPRET. DE LAS «BUCÓLICAS». — ÉGLOGA V 949
EXPLANACION ALEGORICA
DE LA EGLOGA V
A mi —Con
ese inciso reti-
ver... quien quisiera oír, porque el páni-
cente : judíelo meo
(a mi ver) de- co puso desvarío en su razón.
muestra que no hay en ello adula- Dafrtis, gimieron por tu muerte
ción, sino que éste es realmente su los leones africanos... —Aun los mis-
criterio, expresado de buena fe. Es mos leones, fieras las más fieras
razón que Mopso se conforme con y más ajenas a todo sentimiento de
este juicio, puesto que se conside- humanidad, condoliéronse de la
raba molestado. muerte de Cristo, a saber: una gran
Las ninfas lloraban muerto a Daf- multitud de judíos y de gentiles,
nis... —Introduce el nombre de Daf- como el Centurión, como Pilatos y
nis, ora fuese Dafnis un cierto hijo los asistentes a la crucifixión, que
de Mercurio, mancebo lindísimo, ora de vuelta a Jerusalén herían sus pe-
fuese un labrador de Sicilia, rico chos.
de tierras y ganados, a quien algu- —
Y aun los montes fieros... Con los
nos atribuyen la invención del poe- bramidos de los leones, los montes
ma bucólico. Dice, pues, alegórica- y las selvas resonaban tanto, que de
mente, que la Naturaleza toda se lejos los hombres podían oírlos. Los
condolió de la muerte de Cristo, y avellanos y los ríos atestiguaron el
en primer término las ninfas, es de- duelo de las ninfas, cosa que de
cir, los espíritus celestiales. otra manera no podríamos saber,
Vosotros, avellanos... El Cielo y — pues no vivimos en su compañía, y
las criaturas inferiores, con sus los montes y las selvas atestigua-
temblores y su desquiciamiento, de ron el de los leones, puesto que és-
mostraron hasta qué punto los se- tos huyen de nuestro comercio y so-
res superiores afectáronse por la ciedad. Acaso sea ello una alusión
muerte del Criador. al quebrantamiento de las peñas, a
Mientras la madre, abrazada al la apertura de los sepulcros y a los
lastimoso cuerpo de su hijo... — In- temblores del suelo.
mediatamente después de los dioses, Enseñó Dafnis a uncir al carro los
pone a Roma, madre muy próxima armenios tigres... —
Cristo, el funda-
a la divinidad. dor de una religión nueva y eter-
Llama a los dioses crueles y crue- na, sujetó a la coyunda los cuellos
les a los astros... —
Esto dice, a la indómitos y cerreros de los tigres y
manera de los gentiles, abominable los acostumbró a llevar el yugo.
para vosotros. Los paganos, cuando A conducir las danzas báquicas... —
una cosa no les sucedía a la medida Servio dice que esto pertenece a la
de su deseo, llamaban a su Júpiter historia, puesto que César fué el
zahareño y cruel; en cambio, nues- primero que introdujo en Roma el
tro Dios, que es el verdadero, toca culto del padre Liber. No recuerdo
de un confín a otro confín fuerte- yo haber leído en ningún otro au-
mente y todo lo dispone con suavi- tor cosa que a esto se parezca ni es
dad. verosímil, pues antes de Augusto se
No hubo por quien fuesen condu- celebraban ya en Roma fiestas en
cidos los bueyes, tras el pastor... — loor de Baco. Yo seguiré en el sis-
Consternación de rabadanes; esto tema de interpretación que me pro-
es, de los Apóstoles de Cristo, y ce- puse. Recuerda Virgilio de una ma-
sación temporal de la predicación nera especial el culto de Baco, por-
evangélica en la muerte de Cristo. que los antiguos creyeron que per-
No hubo quienes enseñasen ni tenecía a la purgación de las almas
OBRAS FILOLÓGICAS. INTERPRET. DE LAS «BUCÓLICAS». ÉGLOGA V 951
fesamos que es Dios. Pues nadie di- con relación a Apolo dijo altares,
ce: «Señor Jesús, sino en el Espíri- pues dícese que éstos son propios
tu Santo.» Y en el Evangelio se lee: de los dioses nativos, mientras las
Bienaventurado eres, Simón, hijo de aras lo son de aquellos que de mor-
Jonás, porque la carne y la sangre tales que eran se elevaron a la ca-
no te lo reveló sino mi Padre que es- tegoría de dioses ;fuera de que
tá en los cielos. Mas los montes (es Cristo es el mismo Eebo, esto es, el
a saber: los príncipes de la Iglesia y sol de justicia y de verdad.
sus doctores), las peñas (esto es: Y, sobre todo, regocijando con
la medianía de los fieles) y los ár- —
mucho vino los convites... El sacri-
boles (es decir, la multitud del pue- ficio de Cristo celébrase no como el
blo) todos, de concierto, reconocen y de un muerto: con tristeza, con si-
adoran claramente la divinidad de lencio y duelo, sino con alegría y
Cristo. júbilo, como de quien vive y reina,
Menalcas... —Esto va para aquel eterno medianero de nuestra paz y
que se afligey llora la muerte de de nuestra gracia ante el acatamien-
Cristo. Y, en cambio, ¿tú qué llo- to del Padre.
ras?, o, mejor, ¿por qué estás tan Esto tendrás perpetuo siempre... —
contento? Dios es El. ¿Qué buscas? El sacrificio de Cristo y su culto en
¿Al Dios viviente búscasle entre la Iglesia no tendrá fin sino cuando
los muertos? Dios es y eternamente lo tuviera el linaje humano y el
vive. Por ello vuelve al corazón la mundo físico. Este es dijo —el Cá-
alegría y la inquebrantable esperan- liz del nuevo y eterno testamento.
za de la gloria sin fin, como lo pi- Y San Pablo dice: Todas las veces
de el verso inmediato para confir- que comiereis aquel Pan y bebiereis
mar el vaticinio y ratificar lo que del Cáliz, enunciaréis la muerte del
nosotros nos prometemos de El a Señor, hasta que viniere.
tenor de sus órdenes y de sus man- Como a Baco y a Ceres... Cual a —
datos. los dioses más necesarios en la vi-
¡Sé a los tuyos bondadoso y ven- da y sin los cuales los hombres no
turoso!... — Muy bien dice a los tu- pueden hacer vida larga, así tam-
yos, a los que tienen puesta su con- bién a Ti se enderezarán votos. Tú
fianza en Ti, a los que a Ti se agre no puedes menos que ellos, pues así
gan hasta el límite posible y acuden como ellos condescienden con estos
a tu patrocinio como a un asilo; anhelos, así también lo harás Tú.
haz que sean francamente tuyos to- Esta flauta fué la que cantaba:
dos aquellos que te imploran. En fuego ardía Coridón por el her-
—
He aquí cuatro aras... Acaso Vir- moso Alexis .. .—De este pasaje po-
gilio, a fuer de gentil, añade esto de drían algunos colegir que Menalcas
su propia cosecha, y se extiende a era Virgilio pero no parece que sea
;
EGLOGA VI
S I LEN O
Fué mi Musala primera que acer- faré con otra cosa.» Y comienza
tó a cantar en verso siracusano, y luego al punto.
no se corrió de morar en las selvas. Vieras entonces conmoverse en
Mientras cantaba reyes y batallas. ritmo los faunos y las fieras, y las
Cintio tiró de mi oreja y me hizo encinas duras menear las copas a
este advertimiento: «Conviénele al compás; ni tanto el rupestre Par-
pastor pacer ovejas gordas, Títiro, naso con Febo se recrea, ni tanto
y decir versos campestres.» Ahora el Ródope y el Ismaro admíranse
yo (pues siempre sobrarán quienes, de Orfeo.
¡oh Varo!, deseen decir tus loores Pues que cantaba en qué manera
en levantado verso y cantar las habíanse juntado en el gran vacío
tristes guerras) ensayaré tonos las simientes de la tierra, del aire
agrestes en feble caramillo. Manda- y del piélago y del fuego puro; có-
do soy. Pero si alguno ya, si alguno mo de estos primeros elementos to-
hubiere que lo leyere, de mi amor do tomó principio, y cómo la tierna
prendado a ti, ¡oh Varo!, nuestros redondez del orbe poco a poco se
tamariscos te cantarán, a ti te can- iba cuajando; cómo empezó el sue-
tará el bosque todo. Xi a Febo cae lo a endurecerse y a retirarse a su
más en grado cosa alguna que la pá- lecho el mar y cómo las cosas iban
gina que al frente lleva el nombre tomando su propia figura, y cómo
de Varo. Dad comienzo, Piérides. la tierra se pasmaba de ver lucir
Cromis y Mnasilos, dos mozos, un nuevo sol, y cómo del vuelo de
vieron en una cueva a Sileno, que las nubes altaneras caía el agua en
yacía en sueño, y, como siempre, largos hilos, y cómo empezaban a
hinchadas las venas del vino que be- crecer las selvas, y cómo por los
bió el día pasado; caídas de la ca- montes ignorados los raros anima-
beza, por el suelo, tiradas lejos, es- les vagabundeaban. Canta luego có-
taban las guirnaldas y colgado del mo Pirra tiró los pedernales, canta
asa ya gastada, un cántaro pesado. el remado de Saturno, los buitres del
Dan sobre él los mozos (pues har- Cáucaso y el hurto de Prometeo;
tas veces el anciano les burlara con y a esto añade en cuál fuente fué
la esperanza de su canto), y le apri- abandonado Hilas al paso que los
sionan con su guirnalda misma. marineros le llamaban por manera
Eglé llega y se asocia y presta ayu- que resonaba: «¡Hilas! ¡Hilas!», to-
da a los medrosos; Eglé, la más da la ribera. Y consuela a Pasifae,
hermosa de náyades, y al ya des-
las venturosa, si vacadas no hubiera,
pierto pinta la frente y sienes de con el amor del toro blanco. ¡Ay!,
moras como sangre. El, riendo del ¿qué demencia te tomó, doncella
engaño: «¿Para qué fin me atáis, desdichada? Las hijas de Preto hin-
zagales? — dice—soltadme ya. Asaz
; cheron los ejidos con prestados mu-
teníais con haberme podido ver. Oíd gidos, pero ninguna siguió tan
los versos que queréis; los versos afrentosos ayuntamientos, aunque
a vosotros, que a ésa yo la satis- para su cuello hubiera temido el ara-
OBRAS FILOLÓGICAS. INTERPRET. DE LAS «BUCÓLICAS». ÉGLOGA VI 955
do y muchas veces en la frente ter- ce: «Acepta, ea, que te las dan las
sa hubiera buscado cuernos. ¡Ay musas, estas flautas que fueron del
virgen infeliz, ahora tú andas por la anciano Ascreo, con que él solía, a
montaña errante! Y él, recostado su tañido, hacer bajar del monte
el nevado lado en el blando jacinto, los inflexibles fresnos. Canta con
bajo una negra encina, rumia amor- ellos el origen de la Grinea selva,
tecidas hierbas o, por ventura, si- que no haya otro bosque de que se
gue alguna vaca en la grande vaca- precie más Apolo. ¿Qué diré aún
da. ¡Cerrad, ¡oh ninfas, ninfas de la Escila de Niso, a quien prego-
Dicteas!, cerrad ya las salidas de nó que blanca y ceñidas las ingles
los bosques; si acaso encontraré, de monstruos aulladores, vejó las
obvias a mis ojos, las vagas pisadas naves duliquias, y en la hondura
de mi toro; tal vez algunas vacas del ponto, ¡ay!, destrozó con sus
lo devuelvan a los fortinios establos, marinos canes a los aterrorizados
tras haberse prendado de hierba navegantes? O ¿en qué manera na-
verde o haber ido en pos de los re- rró los miembros de Tereo trans-
baños. formados, los manjares que le ade-
Entonces canta a la doncella que rezaba Filomela, y los dones que le
admiró la fruta de las Hespérides. preparó; por qué caminos emigró
Y luego, cómo las hijas de Faeton- al desierto y, antes, con qué alas
te se vistieron de musgosa corteza voló sobre su casa la infelice? To-
amarga y álzanse del suelo, súbitos, das las cosas que tiempo atrás,
los álamos. Canta entonces a Galo, cuando cantaba Febo, oyó el Euro-
errante en la ribera del Permeso, y tas bienaventurado, y quiso que los
cómo una de las nueve hermanas le lauros las aprendiesen, canta Sileno
guió a las montañas de la Aonia y asimismo (Los valles heridos las
:
cómo todo el coro de poetas se pu- cantan a los astros), hasta que el
so en pie ante el varón de Febo, y Véspero obligó a contar y a reco-
cómo el pastor Lino, de cantar di- ger las ovejas en los apriscos y fué
vino, ornados sus cabellos de flores avanzando por el embelesado Olim-
y de apio amargo, estas cosas le di- po.»
EXPLICACION ALEGORICA
DE LA EGLOGA VI
Fué mi Musa la primera que acer- aguado, -no harás poema que valga
tó a cantar verso siracusano... Yo, — maldita la cosa.
a este verso, lo entiendo así: Nues- Que bebió el día antes... De Mar- —
tra Musa, que que preside el
es la cial es la frase: Heder a vino de
campo, fué la primera que se dignó ayer.
cantar en verso teocriteo y consa- Tiradas lejos había las guirnal-
grarse a temas agrestes. das... —
Siglo descuidado del lustre
;Oh Varo!, deseen decir tus loo- que se debe a la poesía y a las letras
res... —
Quintilio Varo, capitán del de humanidad. Ninguno había que
ejército que infligió graves derrotas anhelara ser coronado. El sentido
a los germanos, a lo último sufrió de ese verso es que nada había jun-
de Arminio, germano, un desastre de to a él sino las guirnaldas que ha-
gigantescas proporciones, en el cual bían resbalado de su cabeza. A eso
OBRAS FILOLÓGICAS. INTERPRET. DE LAS «BUCÓLICAS». ÉGLOGA VI 957
del más recóndito sagrario de la placer, por los santos lugares de las
filosofía. Huelga aquí toda explana- Musas.
ción alegórica. La misma materia es Cómo guió a las montañas de
le
harto grande de suyo y digna del la Aonia... —El
estudio de una disci-
más noble de los tonos. plina conduce poco a poco al cono-
Canta luego cómo Pirra tiró los cimiento de las otras.
pedernales... —
Tras la formación del Y cómo todo el coro de poetas
mundo, Virgilio sigue, punto por se puso en pie ante el varón de Fe-
punto, el curso de la vida de los bo...—Las mismas Musas maravillá-
dioses, de los héroes, de los Tiom- ronse de su ingenio, y así que lo
bres; no disuena esto del principio, vieron y lo conocieron comenzaron
sino que todo es coherente y tra- a amarle y se le demostraron fáci-
bado. les, benignas, corteses y amigables
Pasifae venturosa si vacadas no en grado sumo.
hubiera... —Quizá este sentido se que- Como el pastor Lino de cantar di-
—
de algún tanto oscuro. El poeta in- vino... Llámale divino al cantar,
troduce a Pasifae, consolándose con bien porque sea su música extremada,
el amor del toro joven, de modo que bien porque ese mismo héroe es hijo
las palabras que siguen son de la de Calíope, o porque tuviese intui-
misma Pasifae: ; Ay desdichada ción profética, como quiere Servio.
doncella!, con las cuales se consue- Canta el origen de la Grinea sel-
la de la ausencia del toro y maldice va... —
La selva Grinea está en la Jo
su furiosa pasión. Ese apostrofe a nia, consagrada a Febo. De este bos-
sí misma, en segunda persona, es que y de lo que en él ocurrió, a sa-
altamente patético, como aquel que ber: del vaticinio de Mopso y de
ya vimos en la égloga segunda: Calcante, como también del mismo
¡Ah Coridón, Coridón!, ¿qué locu- dios Apolo, escribió un poema Eu-
ra te ha tomado? Luego vuelve a forión de Calcis. Galo, con harta fe-
la primera persona: Si acaso en- licidad, trasladólo del griego al la-
contraré obvias a mis ojos; esto es, tín, más fiel al argumentó y al mo-
si intenta venir acá, si endereza a vimiento y color del poema que a
—
mí sus pasos, cerrad dice cerrad la servidumbre de la letra, por ma-
ya las salidas de los bosques porque nera que se lo hizo tan suyo como
no venga. Por ventura vendrá, bien Virgilio su Eneida o sus Bucólicas,
en busca de verde pasto, bien en se- donde imitó a Teócrito y a Homero.
guimiento de alguna vaca. Si vinie- Retengamos esto, que nos servirá
re, empujadle bosque adentro para mucho en la égloga décima. «Por eso
que el furor de ese amor tan feo se — —
dice con estas flautas que te dan
mitigue con su ausencia, en vez de las Musas celebra el origen y las glo-
irritarse con su vista. rias de la floresta Grinea, como si tú
—
Canta entonces a Galo... Nada hay fueras su autor y su inventor, con
en todo este poema ni más venusto mayor propiedad que el propio Eu-
ni más dictado por el aliento de las forión; con lo cual sucederá, si tú
Musas. Gran alabanza esta de Cor- cantas y celebras aquel bosque, que
nelio Galo, que también fué poeta, teniendo Febo otros templos y otras
de quien ya habló anteriormente en selvas, de ninguno reportará más
Alexis y más tarde cantará en Galo. gloria ni más placer que de éste, así
Errante... —
Ocupado en estudios de celebrado y prestigiado por ti.»
sabiduría, con su ingenio vagando a Todas las cosas que tiempo atrás
OBRAS FILOLÓGICAS. INTERPRET. DE LAS «BUCÓLICAS». ÉGLOGA VII 959
EGLOGA VII
MELIBEO
CORIDÓN, TlRSIS. —
Coridón. Libétridas ninfas, amor
mío o concededme como a Codro el
;
—
Melibeo. Acaso, debajo de una canto (pues sus versos son próxi-
encina que sonaba con un manso mos a Febo) o, si no, todos los pode-
ruido, habíase sentado Dafnis, y de mos hacer cual él, de este sagrado
consuno, allá habían empujado sus pino colgará mi zampoña sonora.
hatos Tirsis y Coridón: las ovejas, Tirsis. —
¡Oh pastores de Arcadia,
Tirsis, y Coridón, las cabras no or- ornad con hiedra al poeta que ahora
deñadas: ambos de edad florida, de se levanta y que se rompan de en-
Arcadia ambos y en canto iguales vidia los ijares de Codro; o, si se
y en respuesta prestos. Allí, en tan- excediere en la loanza, ceñid su
to que yo me empleo en amparar frente de bácar, que al vate futuro
del frío los brótanos noveles, des- no le empezca la lengua maldiciente.
mandado se me fué el cabrón, padre —
Coridón. El pequeño Micón te
del rebaño, y yéndole a buscar, veo ofrece, Delia, esta cabeza de jabalí
a Dafnis. Mas él como me vió: «De cerdoso y estos cuernos ramosos de
prisa ven aquí —me dice —
¡oh Me- un ciervo vivaz; si le es hacedero,
libeo! Tu chivo está en salvo y tus en pulido mármol te pondrá una es-
cabritos, y si te vaga, descansa aquí, tatua y meterá tus piernas en un
a la sombra. Vendrán aquí a beber coturno de grana.
por ellos mismos los novillos del Tirsis. —
Asaz tendrás con esperar,
prado; el Mincio, aquí vistió los ¡oh Príapo!, cada un año, un gran
verdes márgenes con espadaña, tier- cuenco de leche y estas tortas:
na y suenan los enjambres en la guardián eres de un pobre huerto.
sagrada encina.» ¿Qué había de ha- Ahora de mármol te hice, según el
cer, si no tenía a Alcipes ni a Filis tiempo; pero si la cría aumentare
que encerrara en el aprisco los cor- mi rebaño, tú serás de oro.
deros destetados, y Coridón y Tir- Coridón. —
¡Oh hija de Nereo, Ga-
sis tenían gran contienda? Tuve en latea, para mí más sabrosa que el
menos mis veras que la competen- tomillo hibleo, Cándida más que los
cia de su juego. Comenzaron, pues, cisnes y más hermosa que la hie-
a contender, vez a vez, ambos: que dra blanca!, tan pronto como tornen
el canto alterno contenta a las mu- del pasto las vacadas, ven también
sas. Coridón cantaba así, y así can- tú, si de Coridón eres cuidadosa.
tando replicaba Tirsis. —
Tirsis. Antes yo te parezca más
960 JUAN LUIS VIVES. OBR..AS COMPLETAS. TOMO I
EXPLANACION ALEGORICA
DE LA EGLOGA VII
LUIS VIVES. — 31
962 JUAN LUIS VIVES. OBR AS COMPLETAS. TOMO I
Este día de hoy se me hace más el enebro, dice. Paz a los árboles.
—
largo que todo el año... Este día de Xo se halla quien ose coger los fru-
tu ausencia anhela la noche del re- tos que espontáneamente caen al
poso de tráfagos y de guerra, a fin suelo. Si se marchare Polión, luego
de que pueda gozar del trato y del al punto se seguirán ruina y tris-
favor del César. teza.
—
Idos, pacidos, id a casa ya... Los —
El campo seco está... Coridón va
villanos no distinguen el tiempo por de la presencia a la ausencia de la
;
las horas, sino por señales que les alegría a la tristeza. Tirsis, al revés,
son familiares, por el estío, por la trata de la llegada de César Augus-
siega; el mediodía, por la siesta del to, como si por la presencia de Po-
ganado; el véspero, por la vuelta lión los campos no lozaneasen y to-
del hato a casa. Quisiera, pues, que do estuviese apaciguado, sino con
su rebaño estuviese ya de retorno la de Octavio, a quien da a enten-
del pasto, porque supiese apetecer der bajo el nombre de Filis.
la noche, todo a la manera rústica,
.
El álamo es gratísimo a Alcides...
como si los signos fuesen las causas Unos dioses se contentan con deter-
de las cosas. minadas cosas y las favorecen, lo
Si vergüenza tenéis... —Costumbre cual les comunica honra y valor;
aldeana también: hablan con sus pero en tanto, mientras Octavio
caballos, con sus buej^es, con sus tome gusto en la poesía, más prez
mastines, como si estuviesen dota- tendrá ella que las restantes artes.
dos de habla humana, y los amo- O también puede decirse de Polión:
nestan y los alaban y los reprenden Unos se deleitan más en un género
y los envían y los vuelven a llamar. de poesía y otros en otra, pero
—
Fuentes musgosas... De los amo- mientras Polión amase el género bu-
res vuelve a su manada, que desea cólico, ningún otro se le antepon-
ver defendida de los amigos de Octa- dría, aun cuando mereciere la apro-
vio, en el fervor de la distribución bación de los dioses mayores.
de tierras y de represalias milita- En las selvas, el fresno es hermo-
res. sísimo... —No recata su desprecio de
Aquí hay hogar y teoso pino... — los árboles, porque su contrincante
Pide que se le ampare del calor, le había alabado los árboles y da
puesto que aquí dice estar seguro a entender que él prefiere el honor
del frío; que tiene holgada posición de los poderosos que le acaten y le
y cuenta con la amistad de los pode- visiten.
rosos y no teme ninguna calamidad De esto me acuerdo y que aun
ni azar adverso alguno; que está vencido Tirsis... —
Coridón venera a
despreocupado de ello y que a todo los dioses; Tirsis hostiga al enemigo.
lo tiene por nonada. Coridón inspírase en la piedad; Tir-
—
Está yerto el enebro... Con la pre- sis, en la rabia. Coridón invoca a
sencia de Asinio Polión todo está una diosa casta; Tirsis, a un dios
seguro, quieto, floreciente; todo ale- obsceno. Coridón canta alegrías;
gre en la Insubria y en la región Tirsis, pesares. Tirsis desea egoísta-
de Padua, cuyo gobierno desempe- mente; Coridón se ofrece con desin-
ñó; pero que si él se alejare, se van terés. Merecida es, pues, la victoria
a secar los mismos ríos. Está yerto de Coridón.
OBRAS FILOLÓGICAS. —INTLRPRET. DE LAS «BUCÓLICAS». — ÉGLOGA VIII 963
EGLOGA VIII
EL HECHIZO
Versos menalios conmigo entona, ¡oh Los conjuros pueden hacer bajar
[flauta mía! la luna del cielo, y Circe, con con-
juros, transformó los compañeros
El cruel amor enseñó a la madre de Ulises; con conjuros, en el prado
a mancillar sus manos con sangre revienta la aterida sierpe.
de sus hijos. Cruel tú también, ma-
dre. ¿Fué la madre más cruel, o Traed, conjuros míos, de la ciudad a
fué el rapaz malvado? Fué malvado [casa, traed a Dafnis.
el rapaz, y también tú fuiste cruel,
¡oh madre! Lo primero, te cerco estos tres
lizos de tres en tres y de color di-
Versos menalios conmigo entona, ¡
oh verso; y tres veces traigo en efigie
[flauta mía! alrededor de estos altares, que el nú-
mero de. tres al dios agrada.
Ahora, ya el lobo de las ovejas
huya; lleven naranjas las encinas Traed, conjuros míos, de la ciudad a
duras; el olmo florezca de narcisos; [casa, traed a Dafnis.
la corteza del tamarisco sude ám-
bares; compitan con los cisnes las Amarilis anuda con tres nudos,
lechuzas; Títiro sea Orfeo; Orfeo, de tres en tres, los lizos de colores;
en los bosques; Arión, entre del- anúdalos ahora, Amarilis, y di: Son
fines. vínculos de Venus los que anudo.
ques, sobre las verdes ovas, junto del hondo del sepulcro y vi pasar
al río, reclina su costado, extraviada las mieses alcampo ajeno.
y olvidada de retornar en la tardía
noche; tal amor tengas tú y yo Traed, conjuros míos, de da ciudad a
no tenga cuidado de que cures. [casa, traed a Dafnis.
EXPLANACION ALEGORICA)
DE LA EGLOGA VIII
EGLOGA IX
MERIS
es fama que valen las palomas cao- embebezco por si podría acordar-
nias en la presencia súbita del águi- me; no del todo malos son los ver-
la, y si ya desde la encina hueca la sos: Ven aquí, Galatea. ¿Qué pasa-
agorera corneja no me advirtiere tiempo hallas en las ondas? Aquí,
que no reincidiese en nuevos plei- las rosas de la primavera; aquí, ca-
tos, ni este tu Meris fuera vivo, ni be los ríos, produce el suelo flores
el mismo Menalcas viviría. varias; aquí, el álamo blanco hace
Lícidas. —Ay! ¿Cae maldad tal en sombra a la cueva y la vid trepado-
¡
EXPLANACION ALEGORICA
DE LA EGLOGA IX
Esta égloga es de la época en que fué muy del gusto de aquel siglo,
Virgilio andaba gestionando la res- pues muchos e ilustres gramáticos
titución de sus tierras. Toda, de pun- escribieron comentarios sobre él, a
ta a cabo, es alegórica, y la alegoría todos los cuales venció Catón el Gra-
es asaz transparente. mático, como dice Suetonio en sus
No obstante, yo había oído decir... libros gramaticales. De obra tan ex-
Es una descripción de los campos tensa no quedan más que dos ver-
del poeta, análoga a la de la égloga sos, que Servio cita en el primer li-
primera. bro de las Geórgicas.
Si sobrevive mi Mantua... —Sálve- ¡Ven —
Estos ver-
aquí, Galatea!...
se Mantua. sos son del Cíclope a Galatea, toma-
También a mí las Piérides hicié- dos de Teócrito. Por alegoría pide
—
ronme poeta... Siento en mí poéti- Virgilio a Augusto que torne a Italia
cos alientos, no tanto por emergen- de la guerra marítima, pues muchas
cia natural como por inspiración di- veces, bajo el nombre de Galatea, fi-
vina. guró a Augusto, como en la égloga
No canto todavía cosas dignas de tercera: ¡Oh, cuántas veces y cuán-
Varo... —
Yo no me considero poeta tas cosas me habló Galatea!
aun cuando el vulgo así lo diga, por- Dafnis, ¿por qué contemplas el
que se me antoja que mis cantos no nacimiento de los viejos signos?... —
merecerían la aprobación de Varo y Ninguna necesidad hay para arar,
Cinna. Cinna fué un poeta que escri- sembrar, segar, observar desde aho-
bió un poema, Esmima, que tuvo en ra las antiguas y acostumbradas sa-
prensa durante treinta años, como lidas y puestas de los astros como
refiere Quintiliano. Pero parece que del Carnero, de las Cabrillas, de la
OBRAS FILOLÓGICAS. —INTERPRET. DE LAS «BUCÓLICAS». ÉGLOGA X 969
Corona, del Can; basta por todas ciaca, que Octaviano llevó contra
ellas la estrella de Julio César, ni Antonio, aun cuando era civil, Ita-
es menester que imploremos otros lia gozaba de quietud en la zona
númenes fuera del numen fausto y donde gobernaba César. No eran
propicio de Augusto, bajo el cual estorbo las guerras a nuestro poeta
todo nos saldrá prósperamente. Y para que cantase, sino el despojo de
puesto a hablar del nacimiento y sus campos.
óbito de los astros, muy atinada- Estamos a medio camino... —Creo
mente advirtió que él cantó de no- que este inciso es de carácter local
che y en noche serena, pues es cuan- y que, en efecto, el sepulcro de Bia-
do mejor se observa el curso de los nor estaba a mitad del camino, en-
astros, como hicieron los asirios y tre la finca de Virgilio y Mantua.
los egipcios. —
No digas más, zagal... En la ur-
Mira cuál sale —
y sube... El astro gencia de los negocios familiares, de-
de César salió yavanza en su curso. jémonos de cantilenas. Cantaremos
Tendido y mudo, en honor tuyo más a placer cuando Virgilio regre-
está el mar... —
Exhórtale al canto y se a su casa con las tierras recupe-
a que se dedique al culto estudioso radas o cuando Augusto volviere a
de las Musas, puesto que Italia está Italia, cuya presencia personal nos
en paz, porque durante la guerra ac- devolverá el culto de la poesía.
EGLOGA X
Seeunda, ¡oh Aretusa!, este traba- Liceo frío. Las ovejas están a la re-
jo mío, que ya será el postrero: di- donda (no me pese a mí de ellas, ni
ré breves cantares a mi Galo y que tampoco a ti, divino poeta, te pese
la misma Lícori los lea. ¿Quién ne- del ganado, que el bello Adonis cabe
gará jamás versos a Galo? Así, cuan- corrientes aguas apacentó ovejas). Y
do discurres bajo las ondas de Sici- vino el ovejero; vinieron tardos los
lia, la amarga Doris no inficione tus porquerizos de varear bellotas hiber-
aguas. Comienza ya; digamos los nizas; Menalcas vino calado de llu-
amores solícitos de Galo, mientras via,
desbrozan los pimpollos tiernos las Y todos preguntaron: «De dón-
chatas cabritillas. No cantamos a de este amor?» Y vino Apolo, y Ga-
sordos: las selvas responden a toda lo dice: «¿Qué es este frenesí? Lí-
voz de canto. ¿En qué estabais, nin- coris, tu gran cuita por nieves y ar-
fas náyades, o en qué nemoroso mas hórridas va a zaga del amor de
apartamiento, cuando de no mereci- otro.» Y vino el dios Silvano, con
do amor Galo moría? Pues no fue- silvestre corona en su cabeza, sacu-
ron los yugos del Parnaso, ni fue- diendo cañas en flor y grandes li-
ron los del Pindó los que os dete- rios.Y vino Pan, el dios de Arcadia,
nían, ni fué la Aganipe Aonia. Le a quien nosotros vimos todo rojo de
lloraron los lauros y hasta los tama- bermellón y de sangrientas bayas de
riscos le lloraron; y yacente al pie yezgo «Y cuándo darás fin a tu tor-
:
EXPLANACION ALEGORICA
DE LA EGLOGA X
—
gos capitales, que son los que me amor... Es ironía: como si con eso
fabricaron esta calamidad y en me- pudiera yo remediar el caso mío o
dio de armas que amagan mi cabeza mi amor para con Augusto.
y mi vida. —
Ya ni las Hamadríades... La in-
—
Tú, lejos de la patria... Tú que constancia y la voltaria veleidad de
cambiaste de afectos para conmigo, las pasiones amotinadas, que desde-
separándote de tu acostumbrada hu- ñan lo que desearon y luego al punto
manidad y benignidad, de la tem- desean lo que condenaron poco antes.
planza y moderación romana. Trocarlo no pueden mis trabajos...
¿Quién me hiciera creer tal?... —
No pueden trocar su pasión de do-
No puedo yo creer maldad tamaña; minio y su recelo sombrío de que
pero así lo cuentan. nadie se alce con el mando o lesione
—
Ves las nieves alpinas... Trocá- o mengue su dignidad y autoridad.
dote has en bárbaro implacable, no A esa sed insaciable no hay cosa al-
contra los otros para con los cuales guna que la pueda sosegar.
eres muy clemente, sino sólo contra —
Mientras sentado... Mientras está
mí. Acerca de la clemencia de Au- engolfado en el sabroso cultivo de las
gusto, consulta el libro de Séneca letras. Es lo mismo que dirá en los
De la clemencia. versos finales de las Geórgicas : flo-
¡Ah, que los fríos no te dañen!... reciente en estudios de ocio ameno.
Ya no me preocupo de mí, sino de Con malvavisco dócil teje una
ti, no sea que trocado y maleado ese canastilla... —
Ejercita el estilo senci-
carácter tuyo tan clemente y tan llo y no entonado en exceso, como
apacible, que de amado como eres, que trata de cosas pastoriles.
te hagas aborrecible.
Mayores cantos haréis vosotros a
—
Cantaré los cantares que en verso Galo... Humildes y pequeños de su-
—
calcidico compuse... Escribiré a Au-
yo son éstos. Pero si aspiráis a una
gusto mi resolución de volver a la gran obra y le añadís el genio de
vida privada, de morar lejos de las
que no ha de carecer el libro que
quiera vivir, se compondrán cantos
ciudades y del tráfago mundanal, en
los estudios y en las soledades.
más nobles en loor de Galo. O estos
cantos humildes con vuestro favor,
Prefiero padecer en las selvas en-
le parecerán muy grandes a Galo,
tre manidas de alimañas... —
Mitigar
deseoso de que sus amores sean
la soledad muy aguda del César, que
cantados por la flauta de los poetas
no me abandona jamás, sea cual sea
pastorales.
el lugar donde me acogiere.
Entallar en los árboles tiernos mis
—
Galo, cuyo amor... Virgilio, ami-
go sincero y constante, no disimula
—
amores... Confiar a la poesía mis
que después de muerto ama a Galo, a
amores, que crecerán a par de mis quien en vida había tenido tan tier-
poemas. no afecto. Y lo que todavía es más:
No habrá rigor de fríos que me que la soledad que siente de él se
vede...— El veneno de la envidia y
le va aumentando, no ya por días,
de la mentira no inficionará mis de- sino por horas.
leites puros.
Como sfi ésta fuese medicina de mi En Breda, del Brabante, año 1537.
FIN DE LA
«INTERPRETACIÓN ALEGÓRICA
DE LAS «BUCÓLICAS DE VIRGILIO»
CENSURA
DE LAS
OBRAS DE ARISTOTELES
(CENSURA DE ARISTOTELIS OPER1BUS)
(1538)
explana en una obra dialéctica, por- Atenas, y cosas de este jaez; pero
que la gramática todavía en aquel
estas denominaciones dependen de
tiempo no se había inventado. Esta las realidades, y como es tarea ar-
gramática, que ahora usamos, pues dua separar y segregar las cosas,
en la antigüedad los hombres primi- también lo es separar estas catego-
rías. Con todo, mucho se aprovechó
tivos, al conocimiento de las letras,
Aristóteles y mucho camino
de las sílabas, a la escritura correc- desde
se anduvo con una sola jornada.
ta y legítima y a la pronunciación
genuina y propia de cada lengua
comprendíanlo todo bajo el nombre PRIORIDADES
de gramática ya desde el siglo de ANALITICAS
Homero. Así que Aristóteles desem-
peña la función del gramático en la Después de explicar las definicio-
primera parte de esa obra. Uno es nes y las maneras ajenas de definir
976 JUAN LUIS VIVES, .
— OBRAS COMPLETAS. —TOMO I
por decir que más amenizada, que ble, de la memoria y del recuerdo
no las propiamente aristotélicas, de la mocedad y de la vejez, de la
puesto que se desmanda a determi- respiración, de la vida larga y bre-
nados primores poéticos. Con todo, ve, del sueño y de la vigilia, de la
es obra digna de que se lea y atri- interpretación de los sueños vienen
buida con razón a la escuela peri- a ser apéndices de los libros Del al-
patética. Lucio Apuleyo la vertió al ma, materias éstas de que se había
latín, y púsola como obra original propuesto tratar bajo aquel título.
entre las suyas, con el título De Cos-
mografía.
METAFISICA
DE LOS METEOROS
Este título viene a significar: De
Este título equivale a decir: De aquello que viene después de lo na-
los fenómenos que se verifican allá tural, pues en los libros anteriores,
arriba, como sonrayos, lluvias, nie- cuya materia se limita a la Natura-
ves y accidentes análogos. Son cua- leza, estudia íntegramente sus pro-
tro libros, en los cuales trátase asi cesos y simulacros, como si fueran
mismo de las aguas, de la tierra y estatuas o materia plástica fundidas
de los metales; pero la obra tomó por algún fundidor. Pero en ese tra-
nombre de primera materia de
la tado se muestran más detalladamen-
que se ocupa. Es un tratado com- te cada singularidad que hay en la
pleto de filosofía natural, sobre la cosa o alrededor de la cosa, princi-
cual parece que no queda cosa por pios, partes, causas, cualidades, ac-
decir. ciones. libros son doce. Si con
Los
ellos agotó Aristóteles el tema que
DEL ALMA se propuso, es cosa que no se sabe.
Citan estos libros el verso de Home-
De cuerpos y de los seres in-
los ro, que se lee en el primero de la
animados harto se habló en los li- Ilíada, a saber: que no es buena la
bros anteriores; mas en estos tres multiplicidad de príncipes, que el
libros de efectividad vital, que se príncipe no debe ser más que uno.
llama alma, Aristóteles inquiere sus Este verso parece indicar que po-
causas y sus razones. En el primer ne un límite a la inquisición de la
volumen rechaza casi en su totali- naturaleza divina. Estos libros, en
dad las opiniones de los antiguos hartos pasajes, son oscuros y difí-
acerca del alma. No es de extrañar ciles no tanto por la manera de tra-
que en materia tan importante y tarlos como por la ignorancia de las
abstrusa, en aquellos siglos rudos, cosas de que tratan, a las que, pues-
se tuvieran ideas absurdas. En el se- to que están puestas en lo más es-
gundo libro, habla de la vida vege- condido y abstruso de la Naturaleza,
tativa y de los sentidos, doctamente, son pocos los ingenios que las pue-
como es su costumbre, y con mayor den penetrar. Hay quienes piensan
amplitud que en otras muchas cosas, que a esos libros se refiere la que-
y aun diré que con mayor difusión, ja, y como la reprensión de Alejan-
si es no es viciosa. El tercer libro, dro a Aristóteles, porque publicó y
que trata de la mente agente y pa- vulgarizó unos libros que le habían
sible, es algo pobre de sustancia. Los sido leídos a él particularmente en
trataditos del sentido y de lo sensi- la escuela.Aristóteles se exculpó con
OBRAS FILOLÓGICAS. CENSURA DE LAS OBRAS DE ARISTÓTELES 979
el rey diciéndole que aquellos libros estilo, puesto que se trata de histo-
publicados estaban como no publica- más holgado y adornado, y no
ria, es
dos, que nadie los iba a entender si- solamente es más extenso el conoci-
no quien oyera su explicación di- miento de muchas cosas, sino que es
recta de labios del mismo Aristóte- más afluente la copia verbal y que
les. Refiriéndose a esa anécdota, no a todo el mundo es demasiado
léense unas cartas griegas de Ale- inteligible.
jandro a Aristóteles y correlativa-
mente de Aristóteles a Alejandro, PROBLEMAS
que yo creo que son puras ficciones,
aun cuando no ignoro lo que dice A las disputas que van bajo el
Temistio, a saber: que las obras pu- título de este libro, Aristóteles llá-
blicadas de Aristóteles resultan más malas Enciclias, que suena lo mismo
oscuras que las explicadas por él que Circulares, bien porque tuvieron
en su casa a sus discípulos. Y no es lugar en círculos y escuelas de oyen-
ello nada extraño. ¿Quién hay que tes, que interrogaban al maestro y
escriba con más claridad y diafani- anotaban lo que él respondía, como
dad que no enseña? Esta es la me- Horacio llama escritor cíclico al
ta de toda la filosofía natural; de circunforáneo que recitaba sus
ahí, el afán de la mente humana. Di- obras en los círculos, o porque trá-
vídese en dos partes como en una tase de aquellas cosas que los grie-
bifurcación de dos caminos: el uno gos llaman Encíclicas, circulares, que
trata del estudio de las fuerzas y de son los temas cotidianos acerca de
la eficacia de los cuerpos naturales,
la vida práctica, de los cuales los
-en el cual está incluido el arte de la
ancianos y padres de familia acos-
Medicina; el otro trata del estudio tumbraron tratar en sus tertulias o
del espíritu para formarlo, en el reuniones. De ahí, se llamaron enci-
cual está incluida la filosofía. De
clopédicas, que no son precisamente
ambas materias existen libros y en- aquella conexión de disciplinas de
señanzas aristotélicas. que hablan Platón y Quintiliano, si-
no aquellas otras de que trata Plinio
en su prólogo a la Historia natural.
DE DOS ANIMALES Es evidente que esa obra no fué es-
crita por Aristóteles, sino que son
Veintidós son los volúmenes so- los apuntes de sus explicaciones to-
bre la Historia de los animales, que mados y reunidos por sus discípulos.
estudian la generación, las partes, el Hay allí muchas repeticiones que el
ingenio, las fuerzas y sus acciones,
autor mismo no hubiera dejado nun-
materia ésta la más sabrosa y prác- ca, si hubiera ordenado sus expli-
tica. A estos libros llámanles los
•caciones y les hubiera dado redac-
griegos de los ochenta talentos, que ción literaria, pero que las dejó al
fué la crecida cantidad que Alejan- diligente colector, que puso más
dro gastó para las observaciones cuidado en recoger que juicio en el
pertinentes, a saber: en la compra disponer. Muchas son las razones
de bestias y salario de aquellos que frías, frivolas, diluidas, ajenas de la
debían traer a Aristóteles cada una gravedad y agudeza del talento aris-
de las acciones de las bestias, ob- totélico. Otras, hay oscuras y eno-
servadas y comprobadas con la más josas, pues todo son dudas, sin nin-
exacta diligencia. En esta obra, el guna afirmación. Aquello que ocu-
980 JUAN LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. TOMO I
y otra hízolas con sumo acierto. Al zas y las comparaciones para toda
tratar de aquellas disciplinas conte- disertación y disputa como de un ar-
nidas en fórmulas fijas, concretas y senal conocidísimo y familiarísimo.
permanentes, como son los preceptos
dialécticos y físicos, lo más cómodo
y eficaz es tomar ejemplos de aque- ETICA
llas cosas que son fijas e inmutables,
y en este aspecto, las de superior ca- La voz griega Etor significa la dis-
tegoría son las matemáticas. Mas, en posición, o compostura, o conforma-
las cosas de moralidad que se refie- ción del ánimo donde tienen su
origen
ren exclusivamente a la conducta de las costumbres. Significa igualmen-
los hombres, lo más congruente es te las costumbres, pues al
decir cos-
proponer ejemplos tomados de la tumbres, damos a entender los actos
vida, de los cuales la Historia los su- exteriores y simultáneamente aque-
giere sin cuento, como también uti- lla disposición del ánimo de que aca-
lizar aquellas sentencias y apoteg- bo de hablar. Aristóteles, en esos
OBRAS FILOLÓGICAS. — CENSURA DE LAS OBRAS DE ARISTÓTELES 981
el mismo autor. A mí, por mi parte, gimen, lo que cada cual debe hacer,
paréceme que no hay cosa más aris- cómo se debe mandar, cómo se debe
totélica que esta obra, por su léxico, obedecer. Hácenlo difícil tantas for-
por lo bien tejido y coherente de mas de leyes y de Repúblicas cuyas
su dicción, por la brevedad de sus historias en gran parte se han per-
sentencias, por el peso y agudeza de dido.
sus argumentos, por el orden en los
preceptos que preside la obra de ar- RETORICA
te, que, si son en realidad de Nicó-
maco y no de Aristóteles, el hijo es En los días en que Isócrates, con
una tan fiel y viva expresión del pa- gloria muy grande, enseñaba Retó-
dre, que es lo más semejante que rica en Atenas, Aristóteles, movido
puede haber a él mismo. por un sano espíritu de emulación,
él también, en las primeras horas de
GRANDES MORALES la tarde, daba preceptos retóricos a
sus discípulos, repitiendo aquel famo-
Estos libros y los enderezados a so dicho: No parece bien que Aristó-
Eudemo tocan el mismo asunto que teles calle, mientras Isócrates habla.
la Etica. Con todo, a Eudemo se le Algunos hay que dicen que esto no
dicen determinadas cosas con mayor se refiere a Isócrates, sino a Jenó-
detenimiento y más específicamente, crates, a quien Platón había puesto
puesto que, en Grandes morales, se al frente de la Academia. No tiene
dicen mas er general, que por eso Aristóteles los donaires y primores
se llaman Grandes morales. Con una ni los aliños y copetes de la oración
parte del libro segundo de los Gran- isocrática; pero por lo que toca al
des morales y el séptimo a Eudemo arte de decir, parece que nada pue-
se compuso el librito titulado De la de decirse fuera de lo que dijeron los
Fortuna, como notó J'ian Francisco antiguos, si se le compara con los
Pico de la Mirándola. preceptos aristotélicos. El primero,
982 JUAN LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. TOMO I
o uno de los primeros, que hizo esta así como de la Retórica. La dificul-
observación fué Georgias Leontino, tad de esta obra es la misma de sus
y aumentaron este linaje de ejerci- obras morales y consiste en la fre-
cios Platón e Isócrates. Mas Aristó- cuente alusión a dichos de poetas y
teles, tomando esta disciplina de su de historiadores, en los ejemplos y
primer origen, de tal manera la as- proverbios, en las sentencias, vulga-
cendió a lo sumo, que parece no fal- res y trilladas en su tiempo y que
tar una tilde, explicada como queda hace ya tiempo cayeron en desuso y
la invención, la disposición, la elo- en olvido. Estas obras retóricas es-
cución, la gran muchedumbre de tán dedicadas a Teodectes, discípulo
sentencias que se mezclan con el ra- de Aristóteles y uno de aquellos que
zonamiento y la exquisita prudencia fué loado por el verdor y la robus-
provista de gravísimas advertencias tez de su memoria. Los tratados re-
para la práctica forense y civil tóricos acerca de los preceptos civi-
Aristóteles debe ser considerado co- les, dirigidos a Alejandro, no me pa-
mo el inventor de la Dialéctica, bien rece que sean de Aristóteles.
FIN DE LA
«CENSURA DE LAS OBRAS
DE ARISTÓTELES»
OBRAS MORALES
FORMACION
DE LA
MUJER CRISTIANA
(INSTITUTIO
FCEMINA2E CHRISTIAN^)
(1523)
PROLOGO
DE LOS LIBROS DE JUAN LUIS VIVES SOBRE LA FORMACIÓN DE LA
MUJER CRISTIANA, ENDEREZADOS A LA SERENÍSIMA SEÑORA DOÑA
CATALINA DE ESPAÑA, REINA DE INGLATERRA, ETC.
normas de vida, pensando ser tarea ignorar las leyes por las cuales de-
preferente exhortar a lo mejor y bemos regular nuestra vida. Esto
alargar la mano a lo más alto, que mismo han declarado Cristo y los
humillarse a puntualizar lo más ras- Apóstoles que siguieron sus normas,
trero. Empero nosotros, dando de a saber: Pedro, Pablo, Santiago,
lado a esas exhortaciones, a fin de Juan, Judas, quienes nos enseñaron
que cada cual haga la conveniente los preceptos de la religión como de
elección de estado, más por la auto- origen divino, y pocos y breves los
ridad de ellos que por opinión nues- entregaron al mundo. Y con efecto,
tra, nos proponemos formarlas prác- ¿quién podrá observar aquellas le-
ticamente para la vida. Así que en yes que ni siquiera tienen los que
el primer libro, tomándola desde su en ellas encanecieron? En atención
primera edad, la llevamos hasta el a esto, ni quise alargarme en los
matrimonio; en el segundo, desde ejemplos que en gran número adu-
el estado de casada hasta el de viu- je, ni me permití digresiones por los
da, enseñándole lo que nos parece lugares comunes de las virtudes o
más oportuno para llevarse bien y los vicios, anchuroso campo donde
felizmente con el marido por todo espaciarse, que en todo el tratado se
el tiempo de su matrimonio. En el me ofrecía y casi me invitaba por-
postrer libro se instruye a la mujer que el libro tuviese una extensión
viuda. razonable y no solamente pudiese
Y puesto que no se pudo proceder leerse sin fatiga, sino que aún pu-
de otra manera, en el primer libro diera releerse con provecho. Para
quedan dichas muchas cosas que a esto, así como son muchas las ins-
casadas y a viudas atañen. Y mu- trucciones para la formación de los
chas cosas en el segundo atinentes varones, es cierto que la formación
a las solteras. Y en el tercero, algu- moral de las mujeres puede lograrse
nas que son de aplicación general. con poquísimos preceptos, porque
Digo esto porque no piense la don- los varones actúan en casa y fuera
cella que debe leer no más que el de ella, en los negocios privados y
libro primero, y el libro segundo en los públicos: las normas para
la casada, o la viuda el tercero. Yo tantas y tan diversas actividades re-
pienso que los tres deben ser leí- quieren prolijos volúmenes. En cam-
dos. bio, el cuidado exclusivo de la mu-
Acaso en ellos fuimos más breves jer es la pudicicia. Toda vez que se
de lo que algunos hubieran queri- hizo de ella adecuada exposición, pa-
do; pero si alguno considerase aten- rece que ya queda instruida sufi-
tamente el motivo de nuestra deter- cientemente. Por esta consideración
minación, entenderá que no fué to- es tanto más execrable el crimen
mada de balde. Y, efectivamente, en de aquellos que tienden a corrom-
la preceptiva no debe ser la breve- per esta única virtud de las mu-
da la última de las consideraciones, jeres, como si te propusieses apa-
no sea que la verbosidad demasiada gar la menguada luz que le queda
agobie la atención de los lectores al tuerto.
más que no les instruya. Allende Los hay quienes escriben feos y
de esto, los preceptos deben ser ta- sucios poemas. Con qué propósito
les, que pueda uno aprendérselos de confesable pueden cohonestar ese su
coro y retenerlas fácilmente en la triste empeño, yo no lo sé ver, si
memoria, puesto que no conviene ya no es que, corrompida su alma
OBRAS MORALES. DE LA MUJER CRISTIANA. PRÓLOGO 987
los buenos y creer que más aína se bro, Teofrasto, luego de haber escri-
engañan los malos en su juicio que to muy duras verdades acerca del
los buenos en su unánime sentir. Pi- matrimonio, azuzó contra sí la jau-
tágoras y los que le siguieron en la ría de las meretrices, y salió una tal
descripción de la letra Y, una vez Leoncia, concubina de Metrodoro, la
¡superadas las asperezas primeras del cual vomitó contra un varón tan se-
camino de la virtud, dicen que en ñalado en ciencia y en elocuencia un
988 JUAN LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. TOMO I
libro sin seso, sin vergüenza. Esta Por ello les hablé con alguna clari-
procacidad pareció tan indignante, dad para que, viendo representada
que, como si ya no quedase esperan- como en una pintura la fealdad de
za alguna de enmienda, dió origen a sus costumbres, se avergonzasen y
aquel proverbio: Elegir un árbol dejasen de hacer cosas que dan em-
para ahorcarse. San Jerónimo, en pacho, y al mismo tiempo para que
una carta a Demetríade, consigna un las mujeres se felicitasen de estar
caso que le sucedió a él, y escribe lo tan lejos de aquellos vicios e hicie-
que sigue: Hace cosa de unos trein- sen un esfuerzo nuevo por apartarse
ta años que escribí yo un libro acer- más y más, y se acogiesen en las
ca de la observancia de la virgini- recámaras más íntimas de la virtud.
dad, en el cual me vi obligado a ir En contadas ocasiones, conformán-
contra los vicios, y para instrucción dome con el consejo de San Jeró-
de la virgen a quien iban dirigidas nimo, preferí poner a prueba la ver-
aquellas amonestaciones, manifestar güenza con la verdad, siempre con
las asechanzas del diablo. Aquel len- la reserva de no decir cosa de que
guaje mío ofendió a muchísimos, debiera sonrojarme, que es lo más
porque, pensando cada cual que iba feo que puede ocurrir a un predi-
contra él lo que yo decía, no me oyó cador de la castidad. Con esta caute-
con agrado, como amonestador, sind la en algunos puntos, abunda mucho
con repulsión, como recrimiinador de más lo que se ha de sobrentender
su conducta. Esto dice San Jeró- que lo que se explana. Aquello que
nimo. no se compadecía con las costum-
Y en este aprieto me veo. ¿Qué li- bres generaliz*adas yo lo sustenté y
naje de hombres voy a ofender con lo corroboré con grandes autorida-
mis santas instrucciones? Agradar a des, porque no pudiera derribarlo el
los malos no carece, por decirlo así, empuje del sentimiento general.
de reprensión y de culpa. Ofrézcote esta obra, reina ilustre,
Estarán por mí los varones graves como un pintor te haría ofrenda de
y cuerdos, las doncellas castas, las un retrato donde, con sumo y arti-
matronas honestas, las viudas pru- ficioso primor, estuviese figurado tu
dentes y todos aquellos que verdade- semblante. Así como en aquél verías
ramente y con toda el alma son cris- pintada tu figura muy al vivo, así
tianos y no de solo nombre. Todos también en estos libros verás la ima-
ellos sienten y saben no haber cosa gen de tu almá, a saber: lo que has
más llevadera y suave que los man- sido de doncella, de casada, de viu-
damientos de nuestra santa religión, da y ahora de casada nuevamente
de los cuales nunca jamás permita (ventura que pido a Dios dure infi-
Cristo que apartemos nuestro pensa- nitos años), y cómo te condujiste en
miento ni nuestra conducta el grue- todos esos estados, a fin de que seas
so de un cabello. A las mujeres bue- dechado y espejo de vida ejemplar
nas les advertí muy blandamente en cada uno de ellos. Pero tú más
cuál era su deber; a las restantes, quieres que sean alabadas las vir-
a trechos las reprendí con alguna tudes que no tú, aun cuando nadie
viveza, porque he visto que las so- puede recomendar ni elogiar las vir-
las enseñanzas aprovechan poco a tudes propiamente femeninas sin
las que se oponen a quien las guía, que te involucre a ti en aquel enco-
y al redopelo y como por la melena mio.
se las ha de traer a donde es razón. Con todo, se te habrá de obe-
OBRAS MORALES. DE LA MUJER CRISTIANA. LIBRO I. CAP. I 989
decer, siempre que sepas que bajo y si ella, sola, no engaña todas las
aquellas descolladas y heroicas vir- conjeturas humanas, es fuerza jue
tudes, las más semejantes a las tu- sea muy buena y muy santa, como
yas, se predican con su propio nom- nacida de ti y de Enrique VIII, no-
bre; pero siempre, calladamente, ble y celebrado par de esposos cris-
eres tú la predicada. No es posible tianos. Así, las mujeres todas, a la
celebrar virtudes en abstracto
las vez que por tu vida y tus obras ten-
sin que a la vez se celebren aquellos drán ejemplo, asimismo tendrán,
sus cultivadores anónimos que en por esa obra que yo te dediqué, pre-
las mismas virtudes mucho se aven- ceptos y normas de vida. Y de una
tajaron. cosa y otra serán deudoras de tu
Leerá estas advertencias mías tu bondad, porque tan ejemplarmente
hija María y las reproducirá en sí, viviste tú, que yo me sentí movido
y se arreglará según el ejemplar do- a tomar la pluma en mi mano. Ten
méstico que le ofrecen tu bondad y salud.
tu sabiduría. La copia será exacta; Brujas, nonas de abril de 1523
LIBRO PRIMERO
DE LA FORMACION DE LA MUJER CRISTIANA
QUE TRATA DE LAS DONCELLAS
zótj era todavía informe y tierno. en otra parte que en su propia ca-
¿Quién es capaz de ponderar hasta sa; y con todo, adujo el aviso de
qué punto en los hombres engen- Crisipo, referente a las amas, como
dran y aumentan la querencia, sien- si él abundase en el mismo sentir.
do así que aun las mismas bestias, Por lo que toca a la doncella, puesto
casi por completo desprovistas de que no la queremos tan docta como
toda suerte de amor para cualquiera honesta y buena, todo el cuidado de
otra especie animal, aman a quie- los padres debe tender a que no se
nes las alimentaron y criaron y con le pegue cosa alguna de deshones-
qué correspondencia las protegen y tidad ni vicio; que ni por los senti-
las defienden y no rehuyen exponer- dos corporales ni a través de quien
se por ellos a la muerte? Demás de la nutre penetre en ella asomo nin-
esto, yo no sé de qué manera acon- guno de fealdad. La primera per-
tece que juntamente con la leche sona que oirá, la primera persona
sorbemos no ya el amor, sino tam- que verá, será el ama, y todo aque-
bién una cierta inclinación a cos- llo que en ella aprendiere de niña,
tumbres determinadas. Y esto mis- aquello mismo persistirá en repro-
mo hace, como dice Favorino, cita- ducir cuando ya fuese enseñada y
do por Aulo Gelio, que hartas veces cautelosa. Y por esta razón, San
no acabamos de maravillarnos cómo Jerónimo, que asumió la formación
los hijos de unas mujeres que son espiritual de la hija de Leta, no
espejo de toda honestidad no salen quiere que su ama sea aficionada al
a sus progenitores ni en su pare- vino, ni amiga del regalo, ni dada
cido físico ni en su fisonomía moral. a la garrulería.
Xo sin una profunda razón nació
aquel apólogo sabido de todos los
niños: a saber: de aquel otro niño CAPITULO II
que criado con leche de puerca se
zambulló en el cieno. Por eso Crisi- DE LA RESTANTE NIÑEZ
po, varón de agudísimo ingenio,
preceptuó que las amas de leche de- Luego que la niña fuere desteta-
bían elegirse entre las más cuerdas da y comenzare a hablar y a andar,
y más morigeradas. Precepto es éste todos sus pasatiempos sean con mu-
que también nosotros seguiremos e chachuelas de su edad, y esto en
impondremos a aquellas madres que presencia de su madre o de su ama
no tuvieren posibilidad de criar a o de alguna buena mujer madura de
sus hijos a sus propios pechos. Ni años que ponga templanza en aque-
quiero tampoco que se ponga un es- llos juegos y modere aquellos es-
mero mayor en buscar nodriza para parcimientos del ánimo pueril y los
un varón que para una hembra. encamine a la honestidad y virtud.
Quintiliano ya tuvo harto con de- Lejos esté de ellos todo varón y no
cir: Hay que mirar que no sea vi- se avece la mozuela a participar en
ciosa el habla de las nodrizas, por los divertimientos de los mucha-
que el acento que en la lengua del chos, pues quiere la Xaturaleza que
infante se asentó, con suma difi- el afecto nuestro se aferré con ma-
cultad se quita. Xo tuvo el precep- yor tenacidad en aquellos con quie-
tista antiguo igual solicitud por lo nes compartimos las horas y los pue-
que toca a las costumbres, que más riles pasatiempos. Este afecto es
frecuentemente toma el muchacho más tenaz en la mujer, la cual de
OBRAS MORALES. DE LA MUJER CRISTIANA. LIBRO I. CAP. II 991
caso que por esta misma razón con rosidad de su pecho, abrazase las
mayor tenacidad los retiene el áni- artes que son honra y decoro de la
mo de los hombres. Guárdense los vida.
992 JUAN LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. TOMO I
Así habla Tácito. Por donde se bía principiarse a los siete años, co-
evidencia con qué método y con qué mo Aristóteles, como Eratóstenes;
trazas aquellos romanos viejos lle- pensaron los otros que a los cuatro
garon a conseguir aquella gloria y o a los cinco, como Crisipo y Quin-
claridad de virtudes que ahora no tiliano. Por lo que a mí toca, yo de-
pueden mirar de hito en hito nues- jo totalmente esta determinación al
tros ojos. Y eso lo dice Tácito de los criterio de los padres, los cuales se
varones. ¿Cuánta pensamos que fué aconsejarán en y porte de
la calidad
la diligencia que se puso en la crian- la siempre que no le
doncelluela,
za de las hembras? Apártense, pues, perjudique la sobrada indulgencia
de los juegos y pasatiempos que que les hace tratar a los hijos con
aquella edad necesita, todo cuanto tan mimosa blandura, y tan exage-
pueda dañar la sana y recta crian- rados temores abrigan para con
za; ninguna obscenidad se cuele en ellos, que los apartan de todo traba-
su espíritu ni se inficione con el jo por miedo de que contraigan al-
amor de la parlería demasiado. An- guna dolencia. Estos tales, mientras
tes bien, ya desde entonces y como piensan aumentar y afirmar su for-
por juego, medite lo que más tarde taleza física, los debilitan y que-
habrá de serle de gran provecho. brantan. Mucho daña a los hijos va-
Edúqueselas en la afición de las rones el regalo de sus padres, que
consejas y castas fabulillas, arrebá- les brinda una licencia sin freno pa-
tenseles de las manos las muñecas, ra un sinnúmero de vicios y los me-
que son como una imagen de idola- te en ellos suavemente; pero daña
tría y que les inculcan y agrandan mucho más a las hembras. La hem-
el natural amor de los afeites y de bra, especialmente, no se siente
los atavíos. Merecerán mejor mi cohibida más que por el miedo. Si
aprobación aquellos trebejuelos fun- este miedo no existe, toda coerción
didos en plomo o en estaño que re- natural queda relajada, y si tiene
producen en miniatura el ajuar do- propensión al mal, en él se precipi-
méstico que abundan tanto en esa ta y no sale buena si ya por su
Bélgica. Es éste para la niña un de- propio carácter y temperamento no
leitoso entretenimiento que, burla fuere tal. como contadas son las
burlando, le enseña los nombres y que pueden hallarse. Aprenderá,
la aplicación que tienen cada uno pues, la muchacha, al mismo tiem-
de esos imprescindibles utensilios. po que las letras, a traer en sus ma-
nos la lana y el lino, dos artes que
aquella famosa edad dorada y aquel
CAPITULO III siglo innocuo enseñaron a la poste-
ridad, convenientísimas a la econo-
DE LOS PRIMEROS EJERCICIOS mía doméstica, conservadoras de la
frugalidad, de la cual conviene so-
En la edad en que la muchacha bre manera que sean las mujeres
pareciere apta para las letras y el curiosas guardadoras. Xo descende-
conocimiento de las cosas, comience ré a otras menuderías porque no pa-
por aprender aquellas que al culti- rezca que ando a la persecución de
vo del alma pertenecen y las que pequeñeces indignas de mi propó-
conciernen al régimen y gobierno sito. Pero a mí no me agrada que la
de la casa. Xo señalo edad concreta mujer ignore aquellas artes en que
alguna. Pensaron los unos que de- se ocupan las manos, aun cuando
I
fuera princesa o reina. ¿Qué otra cosa que aconseje tanto el descanso
cosa preferente o mejor hará cuan- como la tensión de un pensamiento
do hubiere dado recaudo a los que- y no quisiéramos cambiarla aun
fijo,
haceres de su casa? ¿Estarse ha- cuando estuviese en nuestra mano.
blando con varones o con otras San Jerónimo quiere que Paula, ma-
mujeres? ¿De qué cosas hablará? trona nobilísima del solar de los Es-
¿Hablará siempre? ¿No se callará cipiones y los Grecos, y que aún
nunca? O tal vez pensará; pero mostraba en su abolorio y genealo-
¿qué cosas pensará? Veloz es el gía a aquel famoso Agamenón, rey
pensamiento de la mujer y tornadi- de reyes, tome la rueca, se ponga el
zo por lo común, y vagaroso y an- cestillo en el regazo, ruede el huso
dariego, y no sé bien adonde le y con sus dedos saque el hilo. Y el
trae su propia lubricada ligereza. mismo santo manda a Demetríades,
La lectura es lo mejor, y yo, antes de alcurnia y de riquezas iguales,
que todo, lo aconsejo; pero aun can- traer la lana entre manos, torcer el
sada de leer, yo no tolero verla ocio- estambre con su dedo; le manda
sa. Ni por ello remedará a aquellas que cosa; le manda que labre. En
mujeres de Persia, zambullidas en todos los tiempos fué el lanificio la
medio de los escuadrones de sus eu- ocupación y el arte de la mujer ho-
nucos, en conciertos y en banquetes nesta. Todas las mujeres romanas,
y en deleites constantes y perpetuos en casándose, traían a casa del ma-
que, por evitar el empalago, troca- rido huso y rueca con su lana co-
ban por otros, y el fin del uno era rrespondiente y la prendían y coro-
el comienzo del siguiente, y con to- naban con ella el dintel de su nueva
do no llegaban a conseguir que ni morada, y ello era un rito observa-
aun esta renovada variedad colma- do con suma religión; y luego se
se de satisfacción y regocijo a su ordenaba a la recién casada sentar-
alma; siempre en cada una de ellas se encima de una piel lanuda por-
quedaba por satisfacer algún deseo que aprendiese lo que había de ha-
y dejaba el cansancio en todas, y cer en casa. Hecho esto, decía a su
aquel su gusto primero ocasionába- marido estas palabras: Donde estu-
les un rápido hastío; entonces re- vieres tú, Cayo, allí estaré yo, Caya.
producían los placeres que condena- Esta Caya Tanaquil fué etrusca, na-
ron, y luego esquivábanse con sumo cida en lugar encumbradísimo, mu-
ahinco de aquellos que juzgaron que jer tan aliñada y económica como
más les habían de gustar, así que no no la hubo jamás, esposa del rey
satisfaciéndoles uno por completo, Tarquino Prisco, que al lanificio
desdeñábanlos a todos. Y con efecto, aplicó su máximo afán y cuidado y
no es éste el verdadero pasto del por ello obtuvo culto como diosa y
alma. Por eso siempre su alma an- a su estatua se le añadió el huso,
daba desalada en pos de variacio- en señal y memoria de su honesti-
nes, como quien recorre una propie- dad y de su industria laboriosa. So-
dad ajena. Mas cuando es honesta líase asimismo, con muchísima fre-
la obra y la conciencia es recta, la cuencia, lanzar a manera de vítor y
actividad más bien restaura que no aclamación el grito: ¡Talasio! ¡Ta-
fatiga, y el cansancio que de ella lasio!, como quien dice: ¡C estica!
resulta es placentero y no sentimos ¡Cestica!, donde
la lana se coloca
el paso de las horas que en tan porque la novia fuese avisada de
sabrosa tarea consumimos, y no hay cuál iba a ser su tarea ulterior. De-
LUIS VIVES. — 32
994 JUAN LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. TOMO I
dicarse a ella era dar demostración sus hermanas a las reinas de Persia.
de mujer hacendosa y recatada. Ha- Los que escribieron las cosas de Es-
biendo los mozos regios, hijos y paña dicen que entre las españolas
deudos de Tarquino, ídose a Roma antiguas se solía proponer en públi-
con toda prisa en ocasión de que co certamen un premio a la que
sobre cena, cual suele acontecer, ha- más hubiese hilado o tejido, el cual
bían promovido plática y porfía se adjudicaba un día determinado
acerca de las mujeres casadas, ha- y hacíase exposición de las obras,
llaron a todas las nueras del rey, en y era gran honra de la mujer haber
compañía de sus honradas dueñas, mostrado en ellas mucha diligencia.
en banquetes y danzas y regocijo; Y aun el día de hoy dura esta com-
mas a Lucrecia, a gran hora de la petencia de la laboriosidad en mu-
noche, sorprendiéronla entre sus chas honradas mujeres y hácese os-
criadas, desveladas, sentada en el tensión de este afán en el trabajo, y
gineceo, laborando lana, y por uná- aun entre las damas del más encum-
nime consentimiento otorgáronle el brado abolengo la ociosidad es infa-
loor y la palma *de la perfecta casa- mante. La reina doña Isabel, esposa
da. Reducido todo el imperio del del rey don Fernando, quiso que sus
pueblo romano y sojuzgado al po- cuatro hijas fuesen diestras en hilar,
der de Augusto, él mismo quiso que coser, bordar; dos de las cuales fue-
su hija y sus nietas avezasen sus ron reinas de Portugal; la tercera
manos al lanificio. Lo mismo hizo el vemos que lo es de España y es ma-
emperador Carlomagno. Terencio, dre del emperador Carlos, y la cuar-
pintor de la vida humana, descri- ta es mujer honestísima de Enri-
biendo qué tai ha de ser la doncella que VIII de Inglaterra. Allende de
pudorosa y parca: Sostiene dice— esto, aprenderá nuestra doncella el
su vida hilando lana y tejiendo. Sa- arte de la cocina, no de la cocina
lomón, en el encomio de la mujer tabernaria, sórdida, de manjares in-
santa, dice de ella que buscó lana y moderados para el consumo de mu-
lino y los labró con la industriosa chos, como hacen los cocineros pú-
destreza de sus manos. No creo yo blicos, ni para el placer refinado, ni
que haga mucho al caso que sea para la gula, sino aquel arte de co-
más lana que lino; lino y lana son cina sobria, limpia, templada y fru-
necesarios para los usos de la vida, gal con que aderece la comida a
y ambos constituyen una muy ho- sus padres y hermanos mientras
nesta ocupación de mujeres. De permanece en su doncellez, y, una
Ana, esposa de Helcana, dícese que vez que estuviere casada, a su ma-
hizo con sus propias manos unas tu- rido y a sus hijos, porque así gran-
niquillas cada año a su hijo Samuel. jeará no poca estima de los unos y
Penélope, la castísima reina de Ita- de los otros, si no lo dejare todo a
ca, tejiendo y destejiendo, engañó manos de mozas, sino que ella mis-
aquellos veinte años eternos que du- ma, con las suyas propias, la sazo-
ró la ausencia de su marido. Las nare y la aliñare, la cual será más
reinas de los macedones y del Epiro agradable a sus padres, a su marido,
tejían y cosían de sus manos las a sus hijos, servida por ella que por
ropas de sus maridos, de sus her- sus criados, y tanto más si estuvie-
manos, de sus hijos, de sus padres; ren enfermos. Nadie haga ascos del
de las cuales Alejandro Magno mos- nombre de cocina, que es una ofici-
tró algunas, hechas por su madre y na imprescindible sin la cual no
OBRAS MORALES. DE LA MUJER CRISTIANA. —LIBRO L — CAP. IV 995
limpieza y aliño, sino con más pe- Y si el bien no tiene valedor ningu-
queña costa, vayan a la mesa las no, ni avisos ni preceptos de sabidu-
viandas. Yo he visto aquí, en Flan- ría y de recto vivir, ¿qué le queda-
des, y en España, y en Francia, rá al hombre mísero que le detenga
muchos haber convalecido de gra- en el despeñadero de la maldad?
ves dolencias por los guisados de Medrados estaríamos si el conoci-
mano de sus esposas, hijas o nueras, miento de lo recto no tuviera defen-
996 JUAN LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. TOMO I
ñó a sus hijos por sí misma; sal- dre en el arte de bien decir, que,
drán las Lelias, las Mucias; saldrá mujer venerable y honestísima, por
Porcia, la de Bruto, que bebió copio- constitución de la República hizo un
samente en el raudal de la sabidu- discurso ante los triunviros en de-
ría de su padre Catón; saldrá Cleo- fensa del sexo femenino; oración
bulina, hija de Cleóbulo, uno de los que leyó la edad siguiente no sola-
Siete Sabios, que vivió tan entrega- mente con admiración y loa de su
da a las letras y a la sabiduría que, facundia femenil, sino como decha-
desdeñando todo deleite carnal, se do a imitar, como los propios dis-
mantuvo virgen. Siguió su ejemplo cursos que nos dejaron escritos Ci-
la hija de Pitágoras, que después de cerón y Demóstenes. Corina de Ta-
la muerte de su padre resucitó su nagra, doncella prudentísima, en la
doctrina y rigió su escuela y tuvo a flor de su mocedad, venció cinco
su cargo todo un coro de doncellas. veces en certamen poético al propio
De esta misma secta y doctrina fué poeta Píndaro. De Erina de Teos,
Teano, nacida en Metoponto, que contemporánea de Platón, que su-
tuvo aliento profético y resplande- cumbió al hado antes de' los veinte
ció de singular castidad. San Jeró- años, es fama que en la majestad de
nimo dice que fueron diez las Si- la epopeya se igualó con Homero,
bilas, y todas ellas vírgenes. Lee nos siendo así que Homero es a Apolo
que fueron vírgenes asimismo Ca- equiparado. Edesia, de Alejandría,
sandra y Criseida, sacerdotisas de parienta del filósofo Siriano, fué te-
Apolo y de Juno. Esta prerrogativa nida por un milagro de su tiempo
fué, por lo general, común a todas en saber y pureza de costumbres.
las mujeres proféticas. Pitia, la que Eunomia, virgen cristiana, como se
daba las respuestas en la isla de Dé- lee en San Jerónimo, hija de Nacia-
los a quienes iban a consultar el rio el Retórico, es igualada a su pa-
oráculo, no fué sino virgen. Y vir- dre en elocuencia. Paulina, mujer
gen fué Fenionoe, la cual se dice de Séneca, formada en la doctrina
que inventó el metro heroico. Vale- de su marido, emuló asimismo sus
rio Marcial da a entender que Sul- costumbres. El mismo Séneca se
picia, esposa de Caleño, consignó duele que su madre, Helva, por una
por escrito los preceptos de la vida rigidez excesiva de su marido, fuese
conyugal de que previamente ella imbuida ligeramente en los precep-
había dado ejemplo en su vida: tos de la sabiduría y no formada en
—
Lean dice a Sulpicia todas las ellos sólidamente. Pola Argentaría,
doncellas que desean agradar a sólo esposa de Lucano, que, muerto su
su marido; lean a Sulpicia todos los marido, enmendó la obra de la Far-
maridos que desean agradar no más salia, dícese que ayudó a su marido
que a su esposa. Amores castos y al componerla y colaboró con él.
píos enseña ella ; burlas y gracias, Fué mujer esclarecida en linaje, ri-
y delicadezas, y a cuyos versos, quezas, hermosura, talento y hones-
quien les diere su valor justo, dirá tidad. De ella, la musa Calíope, en
que no fué más santa ninguna otra Estacio, habla a Lucano en estos
mujer casada. Consta que en aquella términos:
edad no hubo marido más feliz que Xo sólo te daré las glorias de los
Caleño con Sulpicia, su mujer. Hor- versos, diño que con las teas nupcia-
tensia, hija del orador Hortensio, les te entregaré una esposa culta,
en tanto grado se igualó con su pa- en quien se refleje la hermosa lum-
OBRAS MORALES. DE LA MUJER CRISTIANA. LIBRO I. CAP. IV 999
ción y años doña Mencía de Mendo- manchas el aseo, sino que también
za, hija del marqués de Zenete, que i se despegará de las bagatelas y pasa-
si no me engaña la esperanza, será tiempos livianos, a los cuales se
j
das Letras o de los escritos de los pués, Eva; y no fué Adán el sedu-
filósofos, la cual, escrita muchas ve- cido: fué la mujer la seducida y
ces, se ahinque con más apego en la traspasó el mandamiento de Dios.
memoria. Así que, puesto que la mujer es un
El tiempo que ha de estudiar yo ser flaco y no es seguro su juicio,
no lo determino ni en el varón ni y muy expuesto al engaño (según
en la hembra, con la salvedad de mostró Eva, madre de los hombres,
que es más razonable que el varón que por muy poco se dejó embobe-
se pertreche con mayores y más va- cer del demonio), no conviene que
riados conocimientos, que luego ha- ella enseñe, no sea que una vez que
brán de ser de harto provecho a sí se hubiere a sí misma persuadido
y a la República, utilizándolos en de una opinión falsa, con su autori-
su propio bien y difundiendo y pro-
dad de maestra influya en sus oyen-
pagando esta su erudición en mu- tes y arrastre fácilmente a los otros
a su propio error, puesto que los
chos otros. Yo quiero que la mujer
discípulos de grado van .en pos de
se limite exclusivamente a aquella
quien les enseña. No se me escapa
parte de la filosofía que se concretó
que algunas mujeres, como aconte-
a la formación y al mejoramiento de
ce también con los varones, están
las costumbres. Y esto apréndalo pa-
ra sí sola o, a lo más, para los hijos
mal dotadas para aprender las le-
pequeños todavía o para sus herma- tras. No hay que abandonar el cui-
nas en el Señor. Pues no parece
dado de estas mujeres. Les has de
decir de palabra lo que no puedes
bien que la mujer regente escuelas,
por escrito y aprendan de otras mu-
ni alterne con varones, ni hable en
jeres doctas, sus iguales, ora en el
público, y mientras enseña a los
acto de leer, ora al dar referencia
otros vaya, total o parcialmente,
de lo que hubieren leído.
ajando la verdura de su pudor, aca-
bando por sacudírsela del todo. Si
es ella buena, le está mejor quedar-
se sentada en casa y de los otros CAPITULO V
desconocida. En las reuniones esté
con los ojos bajos, vergonzosa y ca- QUÉ AUTORES DEBEN LEERSE Y QUÉ
llada, de forma que la vean, sí, al- AUTORES NO
gunos, pero no la oiga nadie. El
apóstol San Pablo, vaso de elección, San Jerónimo, escribiendo a Leta
formando con preceptos santos la sobre la crianza de su hija Paula,
Iglesia de los corintios: Callen —
di- le da este precepto: Nada aprenda
ce en la iglesia vuestras mujeres, a oír, nada aprenda a hablar, sino
pues no les está consentido hablar, lo que conduce al temor de Dios.
sino estar sujetas, conforme al man- Está fuera de toda contradicción
damiento de la ley divina. Si alguna que lo mismo diría si debiera dar
cosa quisieren aprender, pregúnten- consejo acerca de las lecturas. Pre-
lo en su casa a sus propios maridos. valeció la costumbre, peor que cual-
Y escribe así a su discípulo Timo- quiera otra gentílica, de que no lean
1002 JUAN LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. TOMO I
más que libros en romance que en puesto que no las blanda en las ma-
romance son compuestos, así los va- nos, las acoja en su pecho y en su
rones ociosos como las mujeres alma, que es cosa infinitamente
desocupadas; libros que no tratan peor? Además, ¿qué haces leyendo
de otro sujeto que de armas y de amores ajenos? Poquito a poco, in-
amores. De estos libros pienso que sensiblemente, vas bebiendo ponzo-
no hay más que decir, si hablo en- ñas sutiles y venenosos alicientes, y
tre cristianos. ¿Cómo encareceré de- aun a veces, a sabiendas y delibe-
bidamente cuán gran perdición ello radamente. Y no faltan algunas, a
sea, puesto que es ponerle al fuego quienes ya no les queda seso por
pajas y leña seca? Pero estos libros perder, que se entregan a esa suer-
se escriben para los ociosos. Como te de lecturas para cebarse a sí
si el ocio no fuera ya por sí mismo mismas placenteramente con aque-
suficiente cebo de todos los vicios llos pensamientos y razonamientos
y fuera menester añadirle astillas amorosos. A esas tales no solamen-
con que este fuego poderosamente te les valiera más no haber apren-
se apodere del hombre todo y le en- dido letras nunca, sino haber perdi-
vuelva todo en sus llamas. ¿Qué do los ojos por no leerlas y los oí-
tienen que ver las doncellas con dos por no oírlas. ¡Cuánto mejor
los lances de la guerra, si ya es no les sería, sordas y ciegas, como
mancilla nombrar la guerra en su dice el Señor en el Evangelio, en-
presencia? Oigo decir que en deter- trar en la vida eterna, que, con
minados lugares es costumbre que ambos ojos y con ambas orejas, ser
las doncellas nobles vayan a con- condenadas al fuego eterno! Una
templar con suma avidez justas y mujer así no sólo entre los cristia-
torneos, y que ellas son las que dis- nos es torpe, sino que aun entre
ciernen quién es más valeroso y gentiles fuera sucia y abominable.
esforzado. Y que, a su vez, los jus- Por donde no me acabo de maravi-
tadores tienen más temor y más llar de los predicadores y pregone-
aprecio del veredicto de ellas que ros de la palabra de Dios cuando
de los varones. Xo es fácil que sea en cada uno de sus sermones se
recatado el ánimo que ocupó sus encarnizan, con acento y gesto trá-
pensamientos en lanzas y músculos gicos, contra insignificantes peque-
y reciedumbre varonil. ¿Qué lugar ñeces. Xo me acabo de maravillar
seguro puede tener entre las armas cómo no increpan a los padres
la medrosa e inerme castidad? La cuerdos que permiten tal cosa a
mujer que en ellas piensa empapa sus hijas, a los maridos que las de-
poco a poco su pecho de ponzoña, jan hacer, y cómo todos se callan
de la cual son indicio clarísimo mientras que las mujeres con tales
esta afición y estas palabras. Mortal lecturas se van avezando a la mal-
es esta infección, y no sólo he de dad. Deberían las leyes humanas y
denunciarla, sino destruirla y ente- los funcionarios del Estado no sólo
rrarla porque no ofenda a otras mirar en los pleitos y causas par-
con su olor o las manche con su ticulares, sino también en las cos-
contagio. Y no siendo lícito que un tumbres públicas y privadas. Así
cristiano empuñe armas sino en que convendría que una prohibi-
una angustiosa e inevitable necesi- ción legal arrancase de boca del
dad, ¿será lícito que una mujer vulgo los cantares libidinosos y su-
contemple juegos de armas, y que, cios. ¿Es que en la ciudad no puede
OBRAS MORALES. DE LA MUJER CRISTIANA. LIBRO I. CAP. V 1003
cantarse cosa que no sea fea y que heridas y ya dejado por muerto, el
ningún hombre honrado pueda oír día siguiente se incorpora de súbito
sin que se ruborice y ningún hom- y, restituido a su salud y a sus
bre cuerdo sin que se indigne? Se fuerzas, en combate singular derri-
ha llegado a tal extremo, que pare- ba a dos gigantes, y del peligroso
ce que los que componen tales can- trance sale cargado de oro, de pla-
cioncillas no tienen más afán que ta, de sedas y de joyas que apenas
corromper las costumbres públicas las llevaría un galeón. ¿Qué locura
de la juventud no de otra suerte no es tomar placer con estas nece-
que los que emponzoñan las fuentes dades? Allende de esto, su argu-
públicas. ¿Qué uso es éste, que ya mento es nulo, fuera de algunas pa-
no se tiene en aprecio ninguna can- labras sacadas de los más abstrusos
ción que esté limpia de torpeza? escondrijos del sagrario de Venus,
Todo esto estaría bien que cuidasen que guardan para decirlas a tiem-
las leyes y los alguaciles. También pos, para impresionar y debelar el
debieran preocuparse de los libros pecho de la dama a quien sirven,
pestíferos, como son, en España, si por ventura resiste con cierta
Amadís f
Esplandián, Florisandro, constancia. Si para esto se leen ta-
Tirante, Tristán, cuyas insulseces les engendros, mejor fuera escribir
no tienen fin y diariamente salen libros de alcahuetería, con perdón
de nuevas; Celestina, alcahueta, de los oídos piadosos, porque en
madre de maldades, y Cárcel de otros asuntos, ¿qué agudezas pue-
amor. En Francia, Lanzarote del den proceder de un escritor ayuno
Lago, París y Viana, Ponto y Sido- de toda arte buena? Yo no he oído
nia, Pedro de Provenza y Magalona nunca afirmar a nadie que le con-
y Melusina, por fin, hada inexora- tentasen tales libros, sino a quien
ble. Y en esta Flandes, Florio y jamás hubiese tocado libro bueno.
Blancaflor, Leonela y Canamoro, Yo mismo los he leído alguna vez;
Curial y Floreta, Píramo y Tisbe. ahora que nunca hallé en ellos ras-
Otras hay romanzadas del latín, tro ninguno de buen sentido ni de
como las infacetísimas Facecias del buen ingenio. Pues a los que los
Poggio, Eurialo y Lucrecia, el De- alaban (yo conozco algunos) enton-
camerón, de Boccaccio, libros todos ces los creeré cuando los loaren
ellos compuestos por escritores después de haber gustado a Séneca,
ociosos, desocupados, sin humani- o a Cicerón, o a San Jerónimo, o
dades, dados a los vicios y a las be- las Sagradas Escrituras, y cuyas
llaquerías, en los cuales maravílla- costumbres, a su vez, no sean estra-
me que se halle cosa de deleite si gadas completamente. Porque las
las maldades no nos contentasen más de las veces la causa de alabar
tanto. Doctrina no hay que esperar- tales libros es que en ellos contem-
la de unos hombres que jamás la plan como en un espejo sus propias
vieron de sus ojos. Y ya que se pu- costumbres y huélganse de que les
sieron a contar, ¿qué placer puede sean aprobadas. FinalmeiTte, aun
hallarse en la narración de unas cuando fuesen cosas agudísimas,
aventuras que tan neciamente fin- aun cuando fuesen cosas placente-
gen y donde mienten tan descara- ras, con todo, yo no quisiera este
damente? El uno mató él solo vein- placer endulzado de veneno ni que
te hombres; el otro mató treinta; mi mujer fuese por ellas hostigada
el otro, traspasado con seiscientas a mal obrar.
1004 JUAN LUIS VIVES.-
.
OBRAS COMPLETAS.
.
TOMO I
sos, y aun entre las mismas fieras que valgan muchísimo, sobre todo
anduvo segura y reverenciada. Te- los honrados y justos, a cualquier
—
cla dice San Ambrosio —
por el ve- lado que se volviere la doncella que
,
cuerpo, sino que le refrenen y cohi- viejos llenos de flema y frialdad los
ban y apaguen los encendimientos manjares calientes y los vinos añe-
de la mocedad, pues que éstos son jos. Y por esto nuestro Salvador:
los verdaderos y santos ayunos. La Mirad por vosotros dice — —
no car- ,
Dios crió para que usásemos de ellos car. Y manda él mismo que sean
con nacimiento de gracias, sino que agasajados con un banquete de pan
lo que pretendo es quitar a los man- y agua aquellos soldados que él ha-
cebos y a las doncellas los incenti- bía cegado en Samaría. San Juan
vos del vicio carnal. No hierven con Bautista, destinado a precursor de
tantos ardores los fuegos del Etna, Jesucristo y pregonero del inminen-
ni la tierra de Vulcano, ni el Vesu- te amanecer, mantiénese en el yer-
bio, ni el Olimpo como las medulas
f
mo con langostas y miel agreste. Ha-
y tuétanos de los mancebos y don- bacuc, por mandamiento del Angel,
cellas llenos de vino e inflamados de lleva a Daniel, que estaba en Babi-
manjares. lonia, la flaca pitanza de unos sega-
Todo esto es de San Jerónimo, y dores. Del cielo se envió a Elias, pa-
yo locopié porque se supiera cuál ra su refacción, un pan cocho entre
era el sentir de- aquel gran maestro cenizas y un vaso de agua. Como si
y educador de la conciencia, el cual, del cielo no pudiera enviarse pan
escribiendo asimismo a Salvina, le candeal y perdices y capones o fran-
dice preferir el peligro de la salud colines o codornices, como en pasa-
del cuerpo al de la salud del alma, dos tiempos fueron enviados a los
y añade: Mucho mejor es que due- hijos de Israel con tanta facilidad
la el estómago que no la concien- como este ruin alimento. Pero este
cia; mucho mejor es mandar al cuer- mantenimiento es el que los San-
po que servirle; que vacile el paso, tos han menester, que retenga el
que no titubee el pudor. alma en el cuerpo, mas que no la
San Gregorio Nacianceno, varón ahogue. ¿Y qué diremos de los filó-
santísimo y maestro de San Jeró- sofos, qué de los maestros en la sa-
nimo, quiere que la virgen formada biduría del mundo? Todos precep-
por él mate la hambre con pan y la túan a una voz que se tomen vian-
sed con agua. San Hilario, como es- das llanas y simples, no adobadas
tuviese en el desierto apenas soste- con exquisitez, porque la mente sea
niendo su vida con un pasto tenuí- sobria y el cuerpo continente. Só-
simo, y sintiéndose, con todo, acu- crates, padre de la filosofía, con su
ciado por la carnalidad, afligía su templanza en el comer y beber, al-
cuerpo con ayunos y decía: Yo te canzó que ni él ni su familia fuesen
domaré, carne mía; yo te domaré atacados de ninguna dolencia peli-
porque pienses antes en comer que grosa ni grave. Escribe Tácito que
en retozar. Esto es lo que dicen los Séneca, el filósofo estoico, en medio
discípulos de Jesucristo, los amigos de la mayor opulencia, satisfizo a la
de San Pablo, todos ellos puestos en Naturaleza con frutos salvajes y
templanza y casta religión, puesto agua clara, por donde llegó a tal
caso que saben muy bien que los extenuación y delgadez del cuerpo,
manjares de los santos que Dios en- que cuando le abrieron las venas
viaba desde el cielo eran delgados y por mandamiento de Nerón apenas
simples, que satisfaciesen a la Na- destilaron sangre. ¿Qué tal pensa-
turaleza y no contentasen los apeti- mos que fué la mesa de Jenócrates,
tos. El profeta Elíseo se sostenía a el cual, siéndole por sus discípulos
sí mismo y a los hijos de los profe- puesta escondidarnente en su yacija
tas con hierbas agrestes, y manda Friné, dama cortesana de la mayor
que con harina se endulce el man- hermosura, sobado por ella prolija-
jar acedo, no con miel ni con azú- mente y de muy varias maneras es-
OBRAS MORALES. —DE LA MUJER CRISTIANA. — LIBRO —CAP.
I. VII 1013
meraré algunas, porque nunca ja- Señor, y cierra todo este pasaje con
más entra tan fácilmente el engaño estas palabras:
del demonio en el pensamiento de la Una cosa te quiero decir con toda
mujer como cuando la halla ociosa, llaneza y sinceridad, y es que, aun
ni en ninguna otra ocasión ejercita cuando dieres toda tu hacienda a
con más rapidez sus artes la tenta- los pobres, ninguna cosa habrá de
ción carnal, no ya en la mujer, sino más estima en los ojos de Cristo que
en el hombre, que tiene más firmeza lo que tú hicieres con tus propias
y constancia que no ella. Nacida es manos o para tus menesteres o ne-
nuestra alma y está dispuesta para cesidades, o para dar ejemplo a las
alguna actividad, así que el trabajo demás vírgenes y ofrecerlo a vues-
la alimenta, la fortalece, la deleita, tra abuela y madre.
al par que la ociosidad la disuelve, Así habla San Jerónimo. Y en ver-
y la pereza la derrota, y ya no pue- dad que es así. La mujer que es o
den hacer nada, y es fuerza que va- está ociosa o (si a los dioses place)
yan rodando por el deslizadero del está ocupada en juegos y en fiestas,
placer pecaminoso, y aun den en no merece el pan que come en la
maldades más graves, cuando les iglesia de Dios, en la cual San Pa-
falta faena mejor en que se ocupen. blo, máximo pregonero de Cristo,
Aquel Ovidio, famoso en tercerías pregona a grandes voces, como si
de amores, dice que Egisto, no más fuera una ley: Quien no trabaja, no
que porque era perezoso, se aplicó coma. Común es al género humano
a corromper a Clitemnestra, mujer esta pena, infligida por Dios a nues-
de Agamenón, y aun a matar al pi o tros primeros padres por aquella su
pió Agamenón. Así que uno de los primera culpa: Con el sudor de tu
principales remedios del amor es rostro comerás tu pan. Y está fuera
que la flecha de Cupido no nos coja de contradicción que esos ricos que
ociosos y desocupados. Si apartares no están sujetos a esta universal
el ocio —dice— ,
frústrase el arco de penalidad, siendo así que no peca-
Venus y caen extintas y sin luz sus ron menos que los otros, les está
fogosas hachas. aparejada otra, si no más grave, pe-
Crece el amor y echa raíces muy ro no menos pesada. Y dado caso
profundas si en el sujeto de tu amor que hasta aquí he amonestado a la
piensas mucho y con frecuencia. San mujer que debe ocupar sus manos y
Jerónimo persuade a Demetríades su mente en algún ejercicio honesto
que evite la ociosidad radicalmente. y en santos pensamientos y conver-
Y para ello le manda que así que saciones, porque con el ocio no ven-
hubiere cumplido con el oficio divi- ga a resbalar en alguna acción des-
no, tome la lana y se disponga a honesta, ¿adonde pensaremos que
tejer, a fin de que, alternando en irán a parar aquellas que por pasa-
estas tareas, nunca los días le parez- tiempo juegan a los dados o a los
can largos. Y quiere que ella no dé naipes? Esta ocupación, que en el
paz a su mano, no porque tuviera hombre es fea, en la mujer no podrá
necesidad de ello, porque era una de menos de ser detestable. ¿Qué podrá
las más principales y más ricas se- aprender, qué podrá pensar la mu-
ñoras de Roma, sino que, con la jer jugando a los naipes? Fuerza se-
ocasión de aquel trabajo mental o rá que relaje su espíritu y sea arras-,
manual, no pensase en otra cosa trada a la avaricia, a la cual de suyo
que en lo que toca al servicio del está propensa, y luego al perjurio
OBRAS MORALES. —DE LA MUJER CRISTIANA. —LIBRO — CAP.
I. VIII 1015
por culpa del dinero, y si en el juego las trenzas compuestas ni con los
intervinieren varones, a oír expre- cabellos cargados de oro y de per-
siones ofensivas de los oídos de la las, ni con vestiduras preciosas, sino
mujer honesta. ¡Cuán fea cosa es como conviene a las mujeres que
ver a una mujer que, en vez de ees- profesan cristiandad con buenas
tilla, maneja el tablero, y en vez del obras. Esto dicen los Apóstoles, que
huso, hace rodar el dado, y en vez por cierto no han menester de más
de la espátula o el Libro de Horas, palabras. Con todo, es preciso ex-
revuelva la baraja. No hay hombre planar estos preceptos con mayor
que tenga alguna centella de enten- extensión, singularmente para quie-
dimiento que no huélguese más de nes se han de gastar muchas pala-
verla ociosa que tan mal ocupada. bras antes de que se dignen oír. Yo
Ni hay quien no reniegue de ella, las desmenuzar^ por separado y
que aprendió oficio tan ruin, y del atacaré uno por uno sus desatinos.
truhán que se lo enseñó y de los Primeramente, hablaré de los afei-
que se lo consintieron con la más tes. Acerca de ello yo querría que
viva indignación y el más infaman- me dijesen qué pretende la donce-
te de los calificativos. lla con embadurnarse la cara con
albayalde y arrebol. Si es por agra-
darse a sí, es loca (¿qué cosa más
cara o más grata a cada cual que
CAPITULO VIII
ser ella misma?); si por agradar a
DE LOS ATAVÍOS Los hombres, es mala. Tú tienes un
solo esposo, que es Jesucristo; por
Decirse no puede cuán grande es- agradarle a El adorna tu alma de
pacio media entre el atavío que ve- virtudes, y El, que es el más her-
mos en las mujeres de hoy y aquel moso de los hijos de los hombres,
que los Santos, todos a una voz, pondrá un beso en tu frente. Pero
prescriben a la mujer bautizada, en si por ventura buscares a otro ma-
lo cual no hacen más que seguir a rido que sea humano y quieres con-
los príncipes de los Apóstoles, pila- quistarle con el afeite, primeramen-
res de la Iglesia, cuyos son estos bre- te te haré ver cuánta sea tu fatui-
ves mandamientos
acerca de los dad, y más tarde, cuánta tu impie-
adornos de las mujeres, los cuales dad. Paréceme que al desear con
inspiraron a los Santos Padres lar- afeitarte conquistar un marido, te
guísimas homilías. San Pedro habla haces una especie de máscara ; cuan-
así El adorno de las mujeres no
:
to le atrajiste tapada le alejarás des-
ha de ser por de fuera, con los rizos cubierta. Ruin vida te auguro si el
del cabello ni con dijes de oro ni marido viene a ti por el solo afeite;
gala de vestidos, sino en el hombre cuando te lo hubieres quitado, ¿có-
interior escondido en el corazón, le- mo podrás serle grata? A menos que
jos de las miradas de los hombres, no te laves nunca aqilella costra. Si
porque si tuvieren el alma incorrup- así, emplastada, te acostares, así, em-
ta y pura, en sosiego y paz, serán plastada, te levantarás; así en pri-
magníficamente hermosas y atavia- vado andarás emplastada, así en pú-
das ante el acatamiento del Señor. blico. Demás de esto, ¿para quién
Y Pablo, a su vez, dice estotro: Las no resultará molestísimo el cuidado
mujeres vestirán hábito honesto, del afeite si ha de permanecer in-
con mesura y templanza, y no con tacto siempre, y cuán expuesto está
1016 JUAN LUIS VIVES.-
.
OBRAS COMPLETAS.
.
TOMO I
pintor retratase con colores que ñor, por boca del profeta Oseas, nos
emulasen la realidad, las facciones muestra a la mujer que se apartó
y rostro de algunos con toda la demás de él por ir en pos de sus enamora-
disposición de su cuerpo, y acabado dos y no en seguimiento de su Se-
ya y perfeccionado el retrato, otro ñor, haberse aliñado y puesto arra-
quisiese poner las manos en él para cadas, collares, zarcillos. Malditos
reformarlo con más pericia, grave son todos estos atavíos, como Tertu-
fuera la injuria inferida al primer liano dice, sin los cuales no pudo
artista y muy justa su indignación. describirse la mujer maldita y pros-
¿Y piensas tú no ser castigada por tituta. Si te arreas y acicalas para
una osadía de tan malvada locura, Dios y para los hombres buenos,
por la ofensa aue haces al divino asaz eres hermosa cuanto eres bue-
Artífice? Porque, dado caso que por na y, por el contrario, no agrada-
;
bres. Aristóteles, el más talentudo por pescar las almas de los incau-
de los filósofos, prescribe a las mu- tos que en ti pusieren sus ojos. ¡Oh
jeres que hagan de las galas un uso mujer no cristiana, sino sierva y se-
más parco que lo que les permiten guidora del diablo!, dirá de ti con
las leyes suntuarias. Y las exhorta atroz conminación la sentencia del
a considerar que ni la jactancia del Señor, enojado. Dios habla así por
vestido, ni la prestancia de la her- Isaías: Por cuanto las hijas de
mosura, ni la abundancia del oro va- Sión se ensoberbecieron y anduvie-
len tanto para la honra de la mujer ron estiradas de cuello y anduvie-
como la modestia en su atuendo y ron guiñando con los ojos y pom-
el cuidado que ponga en vivir con peando en su pasear, el Señor les
honestidad y decencia. En este sen- quitará los cabellos a cercén y des-
tir coincide toda muchedumbre de nudará su torpeza y tendrán des-
los sabios del siglo. Ninguno hay honra en lugar de ornamento. En
entre ellos que no condene esta ele- aquel día quitará el Señor el atavío
gante exquisitez del lujo, nacida de de los calzados, y las lunetas, y los
la más hueca de las necedades, por- collares, y las ajorcas, y los zarcillos
que la mujer cristiana se avergüen- y manillas, las crespinas, y las co-
ce de seguir a los gentiles, no a fias, y los partidores del pelo, y el
aquellos graves varones sapientes, atavío de las piernas, y las gargan-
no a aquellas irreprochables y ho- tillas, y los pomitos de olor y los t
mujeres. Y dice de los varones que rica y piensas que tienes que gozar
por culpa de ellas se dieron a cosas de lo que Dios quiso que poseyeres.
viles e indignas, como esclavos iner- Gózalo muy en hora buena, mas sea
tes: Tus más gallardos varones cae- en bien de tu alma; gózalo, pero en
rán también a cuchillo, y tus valien- cosas de virtud gózalo, mas en las
;
tol que nuestra modestia sea noto- consejo de Nuestro Salvador, puesto
j
ria a todos los hombres, no cierta- que son ciegas y guías de ciegas,
mente para gloria nuestra, sino, co- prefieran ser ofendidas que no pro-
mo dice el Señor, porque los hom- vocadas. Si ellas se escandalizan de
bres vean vuestras buenas obras y vuestros bienes, ¿por qué no vos-
glorifiquen a vuestro Padre, que otras, con mejor acuerdo, os escan-
está en los cielos. Y el mismo Após- dalizáis de sus males? Ellas se ofen-
tol, por no ofender al hermano, pro- den porque vosotras os adornáis se-
mete que jamás catará carnes; y gún el precepto de los Apóstoles;
tú, por no prender a tu hermano en vosotras os ofendéis más porque
el lazo, ¿no te avendrás a abreviar ellas se atavían según el querer y
tu escote y a no poner una cara los preceptos del demonio. ¡Exce-
ajena encima de la propia? ¿En lente fuera este celo por el prójimo
dónde está tu caridad para con el si porque él no se ofendiese, tú te
prójimo, a quien presentas no ya tu perdieras a ti y a él! Dirá por ven-
vestido, sino la ostentación de tu tura alguna: Pues ¿qué mandas?
vestido? Con harta religión dice Ter- ¿Quieres que las mujeres sean des-
tuliano A la pudicicia cristiana no
: aseadas y desapuestas y sucias? No,
le basta con ser t sino también con yo no quiero tal, ni mi doctrina es
parecer. Tanta debe ser su plenitud tan torpe, ni a rní jamás me agradó
que desborde del corazón al vestido. la suciedad. Yo quisiera la observan-
¿Acaso no recuerdas que tu madre cia á la ley apostólica que puse
1--
tanto del látigo ajeno como del tu- conjunto de todos aquellos utensi-
yo. No faltan quienes objeten: Pre- lios y productos de tocador que sig-
cisamente con este nuestro acica- nifican aseo, no artificio ni opulen-
larnos evitamos el escándalo, no sea cia. Yo no sé ver para qué sirve el
que otras que andan más atusadas uso de oro, plata, joyas y perlas y
y con más aliño vayan a pensar que otros costosos atavíos, si por ventu-
son reprendidas por nuestra medio- ra no se mira más a la virtud de al-
cridad, puesto que no nacimos en gunas piedrecillas que a la ostenta-
más bajo lugar ni poseemos menos ción, como los corales y esmeraldas,
bienes. Dejad que ellas, según el puesto que sea cosa averiguada que
I
I ;
Tan firmemente está asentado en sola, tenga miedo. Quiero que se en-
este bajo mundo el reinado de Sata- tienda este consejo en este sentido,
nás, y a causa de esto existe una a saber: que si la madre hubiere
tan vasta conspiración en favor del de estar algún tanto ausente, lléve-
mal y el pueblo es tan obstinado de- sela consigo. No siendo así, no es
fensor de sus propios vicios, que na- menester que la hija constantemen-
die puede asomar su cabeza en pú- te acompañe a la madre, singular-
blico sin que, instantáneamente, a mente si ella va a convites, o a bo-
través de los sentidos, asalte el alma das, o reuniones de varones, o a
todo lo que desquicia la virtud y la algún lugar análogo, ora fuere por
piedad. Como dijeron sapientísi- un cumplimiento inexcusable, ora
mamente los maestros del humano por complacer a su marido, que acu-
vivir, por los sentidos todos, como diere a un sitio donde no convenga
por boquetes y ventanas, irrumpe llevar a su hija doncella. Haya en
la muerte en el alma, brutal o cau- casa alguna honrada dueña, guar-
telosamente. Por esta causa, hay diana y garante de la honestidad,
OBRAS MORALES. DE LA MUJER CRISTIANA. LIBRO I. CAP. IX 1027
puesto que no hay peste mayor ni pecto, que basiliscos son o como los
más perniciosa que la que en la pro- catoblepos de Plinio, que, con sus
pia casa se cría y se fomenta. ¿Y agudísimos ojos, infiltran ponzoña
cómo te librarás de ella si no la ex- y matan no más que con la vista.
pulsares radicalmente? ¿Qué apro- Y no crea nadie que haya en ello en-
vecha preservar el leño de toda in- carecimiento alguno mío. Y aún hay
juria exterior si por dentro le roe alguna de esas celestinas de tan sa-
la carcoma? Yo conocí a una mujer tánica habilidad, que muchas veces
de toda probidad que, teniendo en- conquistan con sólo mirar, sin auxi-
comendada la custodia de las donce- lio de razonamiento. Y aún hay
llas, por amarlas con ternura, de- otras que se valen de hechizos y
jaba que sus hijos jugasen con encantamientos, de cuyas maneras
ellas peligrosamente, y no osaba re- de proceder ojalá fuesen más raros
prenderlos y apartarlos de la ofensa los ejemplos. Y qué decir si las hay
de la castidad. Mírese mucho que la que con el solo saludo, o la sonrisa,
tal dueña a quien la doncella se con- o el guiño, a guisa de serpiente,
fía no tenga en casa varones, hijos mancha a la doncella a quien miró,
o hermanos, amigos de bullicios y especialmente entre aquellos que
juegos o a quienes ella no ose con- conocen el arte diabólico de la mu-
trariar ni defender con energía el jer, por no decir cuánta infección y
depósito que se le confió. Sea la tal cuán inextirpable contrae la casa en
dueña no ya casta solamente, sino la que alguna vez pusiere los pies.
que su mismo continente y grave- Corra, pues, la doncella a su madre
dad de su prudencia, de sus costum- como a un sagrado refugio y cuén-
bres, de su conversación, la haga tele los manejos de la celestina; o
respetable y ejemplar; cuya mirada de tal manera se le ha de esquivar
y cuyo ceño, y no tan sólo su voz, y rechazar, que entienden los que
todos recelen y obedezcan, aun los lo vieren, que en ella temes una
hermanos de mayor edad. Y ella peste. Haciéndolo así, por la obra
misma, en la guarda del puesto que te aprovecharás a ti y por el ejem-
tiene confiado, pórtese con resolu- plo a las otras doncellas, a quienes
ción, de tal manera, que con su sola enseñarás hasta qué punto deben
presencia todo se considere seguro temerla. Al poder público tocaría
en la casa honrada; y se ha de arro- ejercer vigilancia sobre las viejas
jar de ella tan lejos como se pueda pobres, porque al censor de la pú-
toda persona que con su ejemplo blica moralidad le constasen sus me-
provocare a la lascivia y al deseo. dios de vida, pues en faltándoles,
Aquella mujer que, pagada por el con toda seguridad se hacen alca-
galán, con palabras blandas solicita huetas, y luego, al punto, hechice-
y empuja a la maldad, carece de ras. Acerca de las compañeras, tal
nombre en el diccionario humano, es el precepto de San Jerónimo:
puesto que es una cosa diabólica, No quiero que la doncella quiera
que la doncella evitará como si fue- más a una que a otra de las mozas
se víbora o áspid, y que debería ex- de servicio, con quien ande en se-
pulsarse de la ciudad como una ge cretos a la oreja; todo lo que dijere
neral perdición. No hay palabras pa- a una, sépanlo todas. Conténtese
ra poder decir de cuántos males con una amiga no afeitada, ni her-
esas mujeres son causa. No sufra, mosa, ni bulliciosa, ni requebrada,
pues, la doncella ni siquiera su as- ni que con líquida garganta module
1028 JUAN" LUIS VIVES. OBR.AS COMPLETAS. TOMO I
todas las cosas de este mundo. Los tenía el equilibrio de su alma y te-
cuales, si mandaren a su hija labo- nía de sí una muy modesta opinión!
res de lana o de lino, o cualquier Ya sabedora del celeste parto y ma-
otro trabajo manual, no solamente dre inminente de un Hijo tan glo-
lo hará sin pesadumbre, sino tam- rioso, no se desdeñó de servir a su
bién con mucha diligencia y agrado. marido artesano ni de visitar a una
Y ello lo hará con tanta mayor prisa parienta y prestarle asistencia y
y esmero si aquel trabajo ha de dar servicio en su avanzada gravidez.
a sus padres alguna parte de su ¿A qué persona se antepuso? ¿A
mantenimiento. Entonces se tendrá quién jamás tuvo en menos, a pesar
por la mujer más dichosa y pensará de su linaje, de su lindeza, de. su
que, en parte, paga lo que debe a ingenio, de su dignidad? ¿A quién
quienes tanto hicieron por ella y les no se pospuso ella, virgen más que
devuelve el beneficio de los alimen- los ángeles cuya Reina estaba desti-
tos que de ellos recibió. Cuando la nada a ser? Por eso yo no apruebo
doncella hubiere dado cobro a todos que se pinte a esta Virgen divina
los quehaceres domésticos y tuviere con vestiduras de seda y de brocado,
espacio de retraerse sola y de orar, ataviada de joyas y de pedrería, co-
empléese toda en Dios, y conságrese mo si con estas cosas se hubiera
a El, y venere a Cristo y a su ma- complacido mientras vivía entre los
dre, y pídales perdón y paz. Y con- mortales. Y aun en determinados lu-
sidere entonces que ella es virgen gares la imagen de la Virgen tiene
cristiana y esposa de Cristo, imita- su ajuar y ropas de temporada, sien-
dora de la Virgen, y piense que no do así que muchos mortales carecen
es nada la virginidad del cuerpo sin de las cotidianas. No hay cosa que
la limpieza del alma; que si ésta más desdiga de ella. Yo prefiriera
tiene, ninguna cosa hay tan limpia, verla con aquel vestido llano que
ninguna a Dios más acepta. Recuer- acostumbraba usar, para que con
de, pues, que sigue las pisadas de mayor viveza se ofreciese a los ojos
la Madre Santísima del Señor, y que de nuestra soberbia aquella su ejem-
lo primero que debe hacer es tras- plar templanza y buen gusto, a ma-
ladar en sí aquella virtud suya, en- nera de callado reproche y materia
tre todas la más excelente, aquella de reprensión, y las ricas aprendan
su modestia y templanza de ánimo en ella, y en ella las pobres se con-
que vulgarmente llamamos humil- suelen, y éstas cobren ánimo y
dad, la cual se halló tan grande en aquéllas pierdan tufos, y unas y
ella, que, habiendo Dios puesto en otras se reduzcan a una norma jus-
más ricos y soberbios bienes,
ella los ta y moderada, por manera que ni
nunca jamás hubo en su alma pun- las opulentas desesperen ni confíen
to de soberbia ni cosa que le diese en exceso las menesterosas, sino que
engreimiento. Virgen nobilísima, entre ellas quede establecida una
que contaba catorce reyes y otros especie de igualdad. La doncella que
tantos caudillos de Israel en su as- yo educare seguirá, pues, el ejemplo
cendencia, nacida de padres riquísi- de tan gloriosa Virgen, no con áni-
1030 JUAN LUIS VIVES. OBR.AS COMPLETAS. TOMO I
bástele lo que tuviere a mano. Har- hartas veces, por justo juicio de
ta granjeria es, según el Apóstol, la Dios, vemos que acontece a muchos,
piedad con la bastada suficiencia, y no sin la aprobación de aquellos a
no andar buscando lo peregrino y quienes era conocida su fiereza y su
lo ajeno donde tiene su origen la encono. Establécese como una por-
envidia, y la emulación, y la curio- fía entre las bestias feroces y la
sidad en las cosas que no le tocan. incauta mujer poseída de la sober-
Parece bien sobre manera la devo- bia, de la ira, de la envidia. La cau-
ción en el sexo femenino. Qué ;
sa es porque a su espíritu liviano
monstruo de fealdad es la mujer y flaco toda ofensa se le hace muy
ajena de religión, merecedora de grave e insufrible, merecedora de
aversión y de aborrecimiento, y de una venganza atroz. Cosas baladíes
la cual se debe huir como de una y pequeñísimas ofrécense como
aparición ominosa! Muy recia y montañas gigantescas y pétreas a
muy frecuente pelea tiene la mujer los ojos necios y viciosos, ofuscados
que sostener con la envidia, la cual de niebla y de humo. Así que si ella
encajando mal con las mujeres has- no se desvela por evitar tan fieros
ta el ridículo, yo no sé cómo se ape- enemigos con arte o por vencerlos
ga a ese sexo con tantísima perti- con acometimiento, peligro muy
nacia. Empero la que fuere templa- grande pasa de ser por ellos devo-
da y se contentare con lo que basta rada y de padecer tormento inaca-
a satisfacer las necesidades de la bable en esta vida y en la otra. Creo
naturaleza, no tendrá por qué envi- que quedó asaz claro que la castidad
diar a otra ni le dará pena el cui- es la reina entre las virtudesde la
dado de la casa de otro. Mas la mu- mujer; que van en seguimiento su-
jer que fuere pudorosa y templada, yo dos compañeras inseparables;
y la que fuere sobria, jamás se de- que la sobriedad nace del pudor, y
jará vencer de la ira, ni se entrega- que de aquellas dos se origina el
rá al mal decir, ni será arrastrada restante coro de virtudes femeni-
a ninguna sevicia ni inhumanidad. nas, y se fabrica y compone la ar-
Pues como sea que conviene que el monía y concierto de todas ellas, a
linaje de las mujeres sea manso de saber: la humildad, la mesura, la
suyo, por cuanto es débil y fuerte frugalidad, la moderación en el gas-
OBRAS MORALES. DE LA MUJER CRISTIANA. LIBRO L CAP. X 1083
deben loar las hijas de Escedaso, en mundo, tengan empacho las mujeres
Leuctras, de la Beoda? De ellas es cristianas, las cuales, debajo de Cris-
fama que, en ausencia de su padre, to castísimo, Hijo de castísima ma-
acogieron a posar en su casa a dos dre y en la Iglesia, vaso insigne de
mancebos caminantes, quienes, to- castidad, no la guardan con el reca-
mados de vino, forzaron de noche to debido, siendo así que unas mu-
las doncellas. Ellas, no queriendo so- jeres gentílicas, que rendían culto
brevivir a la pérdida de su honor, al espurcísimo Júpiter y a Venus
se mataron la una a la otra. Justo impudicísima, prefirieron la casti-
es no callar las doncellas Lócridas, dad a las cosas más queridas del
las cuales, durante un milenio, co- mundo. ¿Para qué traer aquí ejem-
mo cada año, según costumbre, fue- plos de santas vírgenes para mover
sen enviadas a Ilión, jamás ningu- a las que no se esconden de ver-
na de ellas trajo de allá ni mala güenza de oír el renombre de cas-
reputación ni fama de doncellez vio- tas ganado por mujeres de la genti-
lada. ¿Quién podrá dejar de decir lidad? ¿A cuál de ellas propondré
de las siete vírgenes de Mileto, las como dechado, ofreciéndosenos tan-
cuales, devastándolo todo el ímpetu tos millares de ellas? ¿A Tecla, por
de los galos por no sufrir deshonra ventura, o acaso a Inés, o quizá a
alguna de los enemigos .escaparon
f
Catalina, o quién sabe si a Lucía, o
del vilipendio con la muerte, dejan- preferentemente a Cecilia, a Ague-
do ejemplo a las doncellas todas de da, a Bárbara, o a Margarita, o a
que para las conciencias honradas Dorotea, o, por fin, al ejército de las
más vale la honestidad que la vida? once mil vírgenes, todas las cuales,
Nicanor, que venció a Tebas y la todas, cosa admirable, antes quisie-
igualó con el suelo, fué vencido a ron morir que ofrendar sus cuerpos
su vez por el amor de una sola vir- a la brutalidad de los enemigos de
gen cautiva. Deseando el matrimo- su virginidad? Apenas hallarás en
nio con ella y sus abrazos volunta- dos varones esta unanimidad en el
rios, cosa por la que parece que una propósito santo que se mantuvo tan
esclava debería optar, experimentó firme y tan fijo en once mil vírge-
que para las almas castas tiene más nes tiernas. ¿Qué cifra contendrá el
valor la virginidad que el reino. número de aquellas que, con heroi-
Muerta con su mano propia, su ama- ca resolución y de su propio grado,
dor la recogió en sus brazos, lleván- consintieron en ser degolladas,
dola y plañéndola. Cuentan los es- muertas, mutiladas, ahogadas, lanza-
critores griegos de otra virgen, teba- das al mar en defensa de su casti-
na también, la cual, corrupta por un dad? Las cuales, no queriendo poner
soldado de Macedonia, disimuló al- manos en sus vidas, con maña la
gún tiempo su despecho, y más tar- buscaron, hallándose su castidad en
de degolló, encontrándole dormido, peligroso trance. Como Drusila, vir-
al violador de su virginidad, y con gen de la primera nobleza de Dirra-
el mismo cuchillo se mató después a quio, la cual, viendo que su vence-
sí misma, demostrando que, perdida dor cruel amenazaba su castidad,
su castidad, no quiso vivir ni tam- pactó con él que si dejaba su entere-
poco quiso morir antes de haberse za a salvo le daría a conocer una
vengado a sí misma. Todos estos hierba con cuyo zumo, si se untaba
1036 JUAN LUIS VIVES. OBR.AS COMPLETAS. TOMO I
con él, sería inviolable a todo hie- aquella cuyo nombre luces presta-
rro. Aceptó la condición el soldado. do? Y cuando consideras que ella
Ella, de una huerta próxima, arran- fué purísima, castísima, bonísima, y
có una piedra, primera que le vi-
la tú, por el contrario, impura, desho-
no a mano, y a probar su
le invita nesta, malvada, ¿las noches y los
virtud en su misma persona, y fre- días no te van las Furias acosando?
gándose con ella la garganta, Hiere ¿No te aterrorizan? ¿No te persi-
—
aquí le dijo para hacer experien- guen con sus teas encendidas? ¡Oh
cia, pues es cosa probada. El solda- tú, la más temeraria de las muje-
do la hirió y mató a la doncella. ¿Y res!, ¿y osas celebrar la natividad
qué diré yo, si el mismo San Jeróni- de la Santísima Virgen, tú, que me-
mo parece no condenar el suicidio reciste no nacer, y te atreves a mos-
en la mujer si es salvaguardia de su trar tu rostro desvergonzado a sus
castidad? Y San Ambrosio, en el li- ojos vergonzosos? ¿Y quieres que
bro tercero De las vírgenes, a este ella te mire y te oiga, abrumada co-
caso de conciencia opone el ejemplo mo estás de maldades? Ella, que
de Pelagia, diciendo que no hay más mientras vivió en su cuerpo mortal
que afirmarlo, ante el hecho del ni vió ni oyó a varones, aun cuando
martirio de una virgen de quince fuesen buenos? ¡Cuánto m°jor te
años que con su madre y sus herma- seríanunca venir delante de ellas
nas se precipitó en un río. Eusebio. porque no vengaran en ti la injuria
en su Historia eclesiástica, cuenta de su sexo ni llamarte como ellas
que Sofronia, dama muy noble, vien- porque no tomasen en ti el castigo
do que su marido, prefecto de la de su nombre profano! De veras ha-
ciudad, no tenía suficiente resolu- blo, que no es ahora tiempo de ha-
ción en defender su castidad de la cer donaires; por pública ley debie-
pasión de Maximino, se recluyó en ra prohibirse que ninguna mujer
su cámara, y con una espada se que públicamente no fuese honesta
abrió el pecho, y con todo, la Iglesia,de su persona se llamase María.
con general asentimiento, adscribió- ¿Por qué nosotros, a este nombre
la entre el número de los mártires. por el cual nos ponemos en pie, por
Todos estos ejemplos de castidad el cual doblamos la rodilla, no le ren-
léense en la Iglesia; ¿y osa la mu- dimos tanto honor como a algunos
jer impura ir a la iglesia? ¿No se de los suyos los gentiles? En Ate-
horroriza de introducir el burdel en nas, porque Harmodio y Aristogitón
la asamblea sagrada de las vírgenes y libraron a la ciudad de tiranos, fué
con su descarada faz*ensuciar los ojos ordenado, mediante decreto, que no
santísimos y profanar con su voz los fuesen impuestos esos nombres ni
oídos purísimos? ¿Te atreves tú, mu- a ningún esclavo ni a quien ejercie-
jer nefanda, a nombrar a Cctalina, se una profesión poco liberal.
o a Inés, o a Bárbara, y a manchar
sus sagrados nombres con tu boca
de albañal?¿ Acaso tú haces gala de CAPITULO XI
alguno de estos nombres, y quieres
siquiera por el nombre asemejarte a CÓMO SE HABLA FUERA DE CASA
aquella de quien por tus costumbres
eres enemiga cordial? ¿Y cuando Menester será que salga de casa
con ese nombre se te llama no se te la doncella alguna vez pero ello se-
;
viene a las mientes pensar cuál fué rá tan de tarde en tarde como fue-
OBRAS MORALES. DE LA MUJER CRISTIANA. LIBRO I. CAP. XI 1037
dere que a cada paso le van a salir nencia y de templanza que de den-
como de tras cantón cosas que com- tro le irradiaba amortiguase los per-
prometerán y turbarán su honesti- versos deseos de quienes la miraban
dad y el sosiego de su conciencia. y los convirtiese a su propia natura-
Contra todos estos dardos del de- leza. Con estas y otras semejantes
monio que de todos lados se le dis- reflexiones apercibida, salga de casa
pararán, ponga delante de su pecho con su madre, si la tuviere o pudie-
el escudo y fortalézcale de santos re, y si no, con alguna mujer hones-
amonestamientos y ejemplos; a sa- ta, viuda o casada o doncella de vida
ber: con el propósito firme de cas- probada, de pocas y castas pala-
tidad y la voluntad intensísima y bras, de recato santo. Canta Home-
fija en Cristo. Y no ignore que va ro que la casta Penélope asistió a
derechamente a la vanidad y a los la reunión de sus pretendientes, pe-
engaños e ilusiones del diablo y que ro no sola, sino acompañada de dos
tiene que poner cuidado sumo por dueñas muy graves, aun cuando es-
no ser por ellos embaucado. Y debe taba en su propia casa, y se hallaba
pensar que todo lo que por de fuera entre los pretendientes su hijo Telé-
viere no es más que algo así como maco, ya mancebo en aquella sazón.
un paso cómico de la vida humana, San Pablo no quiere en manera al-
del contagio de cuyos vicios, pues- guna que la mujer ande con la ca-
tos delante de sus ojos, ella no sólo beza desnuda. Por lo que toca a lo
se ha de conservar inmune, sino que restante del cuerpo, ordena San Je-
se ha de esforzar por enmendar los rónimo que la doncella, en saliendo
propios, y que desde aquel instante afuera, no traiga los pechos ni la
mismo en que de Dios volverá sus garganta al aire, ni revolviendo el
ojos a los hombres, bien por loar- manto se descubra el pescuezo, sino
los o ser por ellos loada, apártase de que recate su rostro y ande descu-
Cristo y adultera. Si viere cosas bue- bierto apenas uno de sus ojos, nece-
nas, ámelas por Dios; si viere cosas sario para ver el camino; no desee
malas, huyalas por Dios. Guárdese mirar ni ser mirada, ni vuelva ni
de componerse de tal forma, de an- revuelva las miradas acá y acullá,
dar de tal forma, de hablar de tal ni cuide de averiguar quién habita
forma, que sea para con los hom- en esta casa, quién en la otra, la
bres algún armadijo del diablo. Xo doncella que apenas debe conocer
solamente ella debe no pecar, sino a sus vecinos. El mismo San Jeró-
que debe esforzarse lo más que pue- nimo quiere que en la doncella todo
da por no ser a los otros ocasión o esté recatado, excepto los ojos,
aliciente de pecado, pues si no lo guías de su camino. Yo no veo qué
hiciere así, será miembro del diablo, honestidad ni qué pudor puede ha-
cuyo instrumento es, y no miembro ber en el mostrar de la garganta
de Cristo. Dicen los escritores sagra- (aunque esto sea tolerable); pero
dos que la Santísima Virgen fué de descubrir el pecho y los senos y
tal modestia y compostura en su mostrar las espaldas hasta el punto
rostro y en toda su persona, que si que muchas desnudan los hombros,
unos ojos menos honestos la mira- cuán feo sea esto, lo ven, como se
ban, quedaba extinguido aquel fue- dice, hasta los ciegos, siendo así que
go instantáneamente, como si echa- de los que lo miran los hay quienes
ran en el agua un tizón ardiendo, o tienen el ver tal cosa por abomi-
como si una emanación de conti- nación, al paso que otros más mo-
OBRAS MORALES. DE LA MUJER CRISTIANA. LIBRO I. CAP. XI 1039
vidos que viendo aquella insólita mar van la boca arriba, y los cuer-
parte del cuerpo descubierta en- pos de las mujeres van la boca
ciéndense como si se les prendiera abajo. ¿Será que la Naturaleza mira
fuego. ¿Por qué pensamos que se por el pudor de las mujeres y ellas
inventaron las mangas largas y los; descuidan el suyo? En su andar, no
guantes? ¿Porque las manos se vaya la mujer muy presurosa ni
guareciesen en forros blandos y per- tampoco muy espaciosa. Y cuando
fumados? No era tan ingeniosa para se encontrare en reuniones de hom-
el lujo la austera antigüedad. Cier- bres, vista y atavíe su rostro todo
to, introdújose esta invención mi- y todo su cuerpo con toda la modes-
rando a la necesidad y porque las tia que pudiere, no nacida de insa-
;
no sabe si podrá resistir tan obsti- tome del hombre cosa alguna. Acep-
nados asaltos, y deplora que su ros- tar una dádiva, dice un sabio, es
tro sea a modo de tea incendiaria vender la libertad. Y parece que no
que inflama los corazones mozos a sin razón dicen en España y Fran-
feos y prohibidos pensamientos. Y cia La mujer que toma, a sí mis-
:
putamos con esa gente? ¿Qué hom- a verla antes que muriese, resolvió-
bre de bien y de seso aprueba es- se a deferir con el deseo de su her-
tos descarríos? ¿Quiénes les alaban mana, pero con los ojos vendados
sino los que de la castidad no co- y guiado por un lazarillo habladas;
nocen ni la sombra, los que quisie- unas pocas palabras, luego a la hora
ran que, de ser ello posible, todas se volvió de la misma manera que
las mujeres hiciesen feria de su había ido. Ni seré yo quien consien-
1042 JUAN LUIS VIVES,
.
OBRAS COMPLETAS. .
TOMO I
ta que jueguen y retocen hermanos medir talento por las trazas y las
el
con hermanas ni primos con pri- falacias, siya no es que en el inge-
mas, aun cuando fueren castos y de nio damos la preferencia a los dia-
probada continencia ni que las be-
; blos sobre los santos ángeles, siendo
sen, ni las manoseen, ni las pelliz- así que uno solo de estos espíritus
quen. ¿Qué otra cosa es esto sino bienaventurados es más agudo y sa-
caldear a la doncella y arriscarla, bio que todos los espíritus inferna-
por manera que si los mozos se des- les juntos. En resumen: importa
vergonzaren y se descomidieren en siempre mantener el menor comer-
alguna petición, ellas, calentadas, cio posible con los hombres; han-
vengan a pensar algo irreconcilia- se de cambiar con ellos poquísimas
ble con el pudor? Y ni aun en una palabras, y aun éstas, llenas de mo-
sala concurrida querré yo que se destia, de pudor, de discreción. Xo
aparten por los rincones. ¿Qué tie- por ello serás juzgada niña menos
nen que decirse solos que los otros hablada, sino más discreta. Y si se
no puedan oír, puesto que vayan a hubiere de dar sentencia de tu con-
hablar de cosas honestas y limpias? ducta, prefiero que parezcas a los
Los diálogos sobre cosas buenas no malos poco instruida que a los bue-
requieren ningún sigilo. Deséase el nos poco honesta. Dime, por Dios:
secreto donde se teme el testigo, y ¿cuántas palabras lees de María en
es causa de corrimiento la plática toda la historia de los Evangelios?
a otros comunicada. Ni conviene Entra a ella el ángel y cumple la
tampoco que se traben demasiadas embajada de tan gran misterio en
conversaciones entre varón y don- pocas palabras, y aun éstas llenas
cella mozos, aunque otros intervie- de sabiduría y santidad. Visita a
nieren, si ya toda la conversación Isabel y abre su boca para magni-
no fuese tan honesta y tan pura que ficar a Dios. Pare su Hijo, que es
no pueda causar ninguna sospecha Dios; es celebrada de los ángeles;
de obscenidad. Los hay que en la adorada de los pastores, calla, escu-
maldad son tan ingeniosos y sutiles chando y confiriendo en su corazón
que envuelven lo que dicen en pala- todo lo que decían los otros. Es
bras ambiguas y oblicuas, de tal adorada de los Magos, que de tan
forma que no es difícil de que coja lueñe allá habían ido, y ¿qué lees
la intención y el doble sentido aque- haber ella dicho? Otra, por ventu-
lla a quien tales dobleces se diri- ra, les preguntara de aquella tierra,
gen. Su ambigüedad hace que pue- de sus riquezas, de su astrología, de
dan negar lo que quisieron decir, y la estrella. Ella, como conviene ha-
que se pasan de listos y malinten- cer a la doncella, se queda siempre
cionados los que refieren a la tor- tan callando. Ofrece su Hijo al tem-
peza lo que ellos dijeron con ánimo plo; otra preguntara a Simeón que
sincero y simpie; y tiénense estos de El mismo vaticinaba, que le pun-
tales por muy agudos, si ayunos de tualizase más algún extremo o le
todas las artes buenas, con aquellos diese razón de aquello que le de-
artilugios consiguen ser eficaces y cía. Vuelve sus razones el buen an-
diestros en el mal obrar. Este pro- ciano del Hijo a ella, y dice: He
ceder no arguye talento, sino torci- aquí que Este es venido para ruina
da artimaña, la cual, como dice Sé- y resurrección de muchos en Is-
neca, es más pegadiza que la enfer- rael y para signo de contradicción;
medad y el sueño. Y no se ha de y un cuchillo de dolor traspasará- tu
OBRAS MORALES. DE LA MUJER CR1STIANA. LIBRO I. CAP. XI 1043
alma porque se descubran los secre- dor, con los ojos puestos en la tie-
tos de muchos corazones. Otra mu- rra y con el más pertinaz de sus
jer hubiera preguntado cuándo, có- silencios, recomendó con muchísi-
mo, dónde; de ella, nada leemos ma mayor fuerza su pureza a los
que dijese. Pierde a su muy amado ojos del pueblo romano, que no lo
Hijo en Jerusalén; y habiéndole hubieran hecho los oradores más
buscado tres días y encontrádole al elocuentes con prolijas y aliñadas
fin, con cuántas palabras le inter- oraciones. Pero tornando a las mu-
pela: Hijo, ¿por qué hiciste eso con jeres: Santa Susana se libró de la
nosotros? Tu padre y yo, acongoja- acusación de adulterio mejor con
dos, te andábamos buscando. Siendo su silencio tenaz que con un razo-
ya crecido, én las bodas, no le dice namiento meditado. Oigamos a San
otra cosa sino: Hijo, no tienen vi- Ambrosio: Susana calló y venció a
no. Junto a la Cruz está del todo sus enemigos, pues en presencia de
muda, como si no tuviera lengua; Daniel, su juez, no se defendió con
no pregunta nada a su Hijo: a razones ni se patrocinó con la elo-
quién la deja, qué le manda en tran- cuencia; pero callando la lengua en
ce de morir, porque no había la santa mujer, hablaba por ella la
aprendido de hablar entre los hom- castidad. Y el mismo, en el libro III
bres. Imitad vosotras, vírgenes; De las vírgenes, así se expresa: Yo
imitad, mujeres todas, a esa Virgen prefiero que falte el habla a la mu-
parca de palabras y maravillosa de jer que no que le sobre. Si a las
saber. Teano de Metaponto, profe- mujeres, aun en las cosas de Dios, se
tisa y doctísima virgen, decía que las manda callar en la iglesia y que
el callar era el más gracioso ata- si alguna cosa quieren saber se lo
vío femenino. Y esto mismo plugo pregunten en casa a sus maridos,
a Sófocles, puesto que el silencio ¿qué pensaremos está mandado a
sazona muy sabrosamente la casti- las vírgenes, en las cuales el pudor
dad y la prudencia. Y, por acabar, es atavío muy rico de su edad y el
aquella será para mí la más elo- callar es ornamento muy preciado
cuente de las mujeres, que, cuando de su pudor? Esto dice San Ambro-
tenga que hablar a varones, bañare sio. Así, no solamente la doncella se
con espontáneo carmín todo su ros- conducirá entre hombres, sino que
tro, su ánimo se turbare y las pa- también entre mujeres será modesta
labras no le vinieren a la boca. ¡Oh su conversación y muy parca, no
singular y eficacísima elocuencia! sonante, no arrogante con dejos de
Cata, hija, que tú no eres abogada, ánimo varonil, sin mezcla alguna de
ni actúas en el foro, de modo que juramento, el cual, si en los hom-
con tu no hablar dañes tu propia bres es cosa fea, no podrá en la
causa o la de tu cliente. Calla, pues, mujer dejar de ser culpa muy gra-
tú con tanta audacia como otros ha- ve. Tan ajeno me parece de la na-
blan. Así defenderás mejor la causa turaleza que la mujer jure como
de tu honestidad, la cual, ante jue- que vista traje de armas. Tampoco
ces ecuánimes, mejor se muestra no haga la voz quebrada ni reque-
servida con tu callar que con tu ha- brada; ni ponga atrocidad, ni cruel-
blar. Refieren los escritores antiguos dad, ni severidad, ni tristeza, ni has-
que un mancebo, en Roma, traído tío, en su semblante, ni le muestre
ante los jueces, sobre cierto caso variable, ni expresivo de melindre
que le imputaban no ajeno al pu- y de desdén; no derramado ni suel-
1044 JUAN LUIS VIVES. OBR.AS COMPLETAS. TOMO I
to, pues todo ello es indicio infalible dre, o esposa. Pero que este vicio
de que su alma es espejo de ese es privativo de algunas mujeres y
rostro. Hay algunas mujeres tan lo- no del sexo en general, demostrá-
cas y de tan poco seso que, hallán- ronlo algunas mujeres, dechado de
dose con otras mujeres, no se dejan constancia, que ni aun atormenta-
cosa en el buche, ni suya ni ajena, das descubrieron lo que sabían; co-
que todo no lo publiquen y echan mo fué aquella discípula de Pitágo-
sin pizca de reflexión todo lo que ras, que porque necesidad alguna la
les viene a la boca. De ahí," el pru- obligase a hablar se cortó la lengua
rito de mentir. Cuando les faltan con los dientes y la escupió en la
verdades y las exageraciones crea- cara del tirano Cayo; las mujeres
das por ellas, que de un cuervo ha- milesias, las cuales, por muchos
cen ciento, y de un hombre muer- días, todo el tiempo que fué nece-
to, mil. y de un perro mediano otro sario, con toda firmeza y prudencia,
mayor que un elefante de las In- tuvieron escondido el acuerdo de
dias, de tal manera que ninguno sus maridos acerca de Marsella. Es-
sabrá reprender a la tal que todo cribe Cornelio Tácito que Epícaris,
lo dice al revés ni calificar ese su sabedora de conspiración de Pisón,
frenesí ridículo. Con chiflas y bur- fué sometida a los tormentos más
las la reciben todos; a mí me basta crueles y al propio descuartizamien-
haberlo señalado para su más grave to porque la descubriese. El primer
reprensión. Otras obran de otra ma- día, ni con azotes, ni con fuego, ni
nera; por cuanto se les antoja que con la rabia sobreexcitada por no
van a parecer ineducadas si calla- ser tenidos en poco por una mujer,
ren, o poco amigas si no derramaren jamás pudieron sacar de ella pala-
en el seno de otras los más delica- bra de lo que sabía. El segundo día.
dos secretos que debieran callarse llevándola a los mismos tormentos
siempre, aunque les vaya la vida. sentada en una silla, porque no po-
Las hay que piensan no faltar en día tenerse en sus pies por estar
ello; las hay también en quienes toda descoyuntada y hecha pedazos
la charla se anticipa al pensamien- de los tormentos pasados, se quitó
to, y mucho antes de pensar lo que por el camino una faja que traía a
habrán de decir o de calcular la los pechos, y poniéndosela a la gar-
conveniencia de decirlo, soltaron ganta, se colgó de un cabo de la
ya lo que debiera callarse, y antes silla, y con el peso del cuerpo dió
que se diesen cuenta de que habla- salida a su extenuado espíritu. Los
ban, ya se habían desmandado en atenienses mandaron que cada año
el hablar. Muchas* adolecen de la se hiciese memoria de Lena, amiga
vanidad de revelar los secretos más de Aristogitón, el que expulsó de
abstrusos sólo por darse el tono de Atenas a los hijos de Pisístrato, la
que se les juzgue merecedoras de cual, atormentada bárbaramente
confiárseles negocios de tanta mon- por los tiranos para que dijese dón-
ta. ¿Quién va a confiarte, cuitada, de estaba su amigo, tenazmente ca-
sus propias intimidades si experi- llada y con ánimo denodado y va-
mentó tu ligereza en las intimida- liente pasó por todos los tormentos.
des ajenas? De ahí muchos tomaron Si esto hicieron las mujeres ma-
la ocasión de decir que jamás el las, ¿qué deben hacer las buenas?
secreto ha de fiarse a la mujer, ni Allende de esto, debe la doncella
aun cuando fuere hermana, o ma- evitar toda curiosidad de lo que
OBRAS MORALES. DE LA MUJER CRISTIANA. LIBRO L — CAP. XI 1045
acaece en casa ajena y cohibir todo lar, losdonaires blandos, las mira-
deseo de indagarlo y escudriñarlo das procaces, los tocamientos, los
todo y no querer averiguar ni sa- pellizcos, a todo lo cual da Baco de-
ber más de lo que buenamente le saforada licencia. En medio de todo
interese. No hay que porfiar ni re- esto, ¿qué alma quedará pura, en-
ñir en público, no digo ya por tri- tera, no manchada por ningún pen-
quiñuelas, pero ni aun en cosas de samiento libidinoso? El vulgo em-
mucha monta. Más vale sufrir me- belesado piensa que las doncellas
noscabo en la fortuna que en el no pecan de ninguna otra manera
nombre y en la vergüenza, cosas que acostándose con varón. Empero
ambas de soberano aprecio. De las tú, que eres bautizado por el Evan-
..fiestas, de Tas romerías y convites gelio de Cristo, ¿cómo lees u oyes
no sé qué tengo que decir a las aquellas palabras de Cristo en el
mujeres cristianas, siendo estas cos- Evangelio, donde dice que de cual-
tumbres tan recibidas como lo pa- quiera palabra ociosa se ha de dar
recen en la gentilidad, por manera cuenta el día del Juicio? Pues en-
que sería tenido por loco el que tre mozos y doncellas, en estas re-
no se dejare llevar allá de buen uniones y francachelas, cuán gran-
grado, con el asentimiento de todo de revuelo hay no ya de palabras
el mundo, como si él solo con el ociosas, sino de flechas mortíferas
acompañamiento de unos pocos in- que hacen loables la suma corrup-
tentase contrastar la corriente to- ción de nuestras costumbres. Re-
rrencial y arrebatada de tantos pue- cuerda también aquel otro dicho del
blos. Oigan, pues, a los gentiles las mismo Dios Quien viere la mujer
:
diversión están algunos tan entre- mania, en Inglaterra, donde los pue-
gados, que dicen no haber pasatiem- blos viven con llaneza mayor y el
po más picante que andar al asalto trato social es menos astuto, ori-
de las casas así con el rostro tapa-
. gínanse esos males de no poca con-
do. Ellos ven y conocen a todos, y sideración. En España, en Italia y
ellos, a su vez, no son conocidos de en otras regiones en las cuales por
nadie, haciendo el mismo juego de la mayor agudeza de los ingenios
los niños pequeños, que toman gran abunda la sutileza y la socarrone-
placer cuando con las manos pues- ría, hay que recelar que tal linaje
tas sobre la cara piensan no ser vis- de pasatiempos no dé ocasión a
tos por los otros y oyen cómo se les grandes maldades, que si hasta aho-
llama. Mas debajo de aquella más- ra fueron pocas en realidad, aunque
cara se filtran muchas maldades. las hubo, hase de tener en cuenta
La primera es la descomedida cu- que es nueva la invención y no de-
riosidad de las mujeres, que se pe- masiado introducida. Preferible es
recen por averiguar lo que ocurre dejar a cada cual que imagine qué
donde sea : quiénes banquetean, males pueden ser éstos, a explicár-
con qué orden, con qué aderezo, selos, no sea que más parezca ha-
con qué esplendidez y aparato. De berlos enseñado que reprendido.
ahí nace la envidia, la habladuría,
la detracción, la difamación. Imagi-
na uno recibir a un amigo con la CAPITULO XIII
cara tapada, y recibe a un enemigo,
y enemigo capital que entra para DE LOS AMORES
espiar por dónde hará más dañó; y
si es cosa fácil echar fuera al ene- De reuniones y vistas y plá-
las
migo descubierto, no lo es tanto ticas con los hombres nacen los
excluirle con el rostro velado. En- amores. En medio de placeres, de
tonces suéltanse las bridas a la pro- convites, de bailes, de risas, de re-
cacidad femenil, pues a donde si gocijos, tienen asentado su reino
fuese conocida correríase de acudir Venus y Cupido, el garzón de Ve-
y bailar, no tiene ningún reparo en nus. En éstos se prenden y se en-
hacerlo enmascarada y, por ende, riscan los ánimos humanos, y seña-
no se tiene respeto ninguno de la ladamente los de las mujeres, w\
edad, de la dignidad, de la fortuna, las cuales el placer señorea con des-
del buen nombre. Y no se limitan apoderada tiranía. Mísera doncella
solamente a oír obscenidades y tru- si de aquel corro sales lastimada:
hanerías indignas de sí, sino que se cuánto mejor te fuera haberte que-
lanzan a decir intrépidamente lo dado en casa o haberte quebrado
que ni siquiera osarían pensar si una pierna del cuerpo que una pier-
fuesen conocidas. Todo lo arrasa la na del alma. Esforzaréme, con to-
máscara, que viene a ser una espe- do, por ayudarte, si todavía no es-
cie de tiniebla echada delante de los tás presa, porque no lo seas; y si
ojos de los espectadores. Así, poco ya lo estás, te socorreré, por librar-
a poco, avézanse al impudor de tal te de la atadura. En primer lugar,
forma, que el menoscabo que la dejo de aducir todo cuanto fué di-
vergüenza sufrió so la máscara, cho por los filósofos, por los santos,
échalo fuera y demuéstralo fuera de por los sabios todos contra el amor
la máscara. Aun en Francia, en Ale- \ cupidíneo. Callo asimismo todo
1050 JUAN LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. TOMO 1
que muere del amor demasiado. Sa- pentina viveza respondió a uno de
be el artero galán que la vanidad ellos: Muérete ya de una vez para
de muchas huélgase extraordinaria- ver, finalmente, morir a uno de tan-
mente de las lisonjas. Así el paran- tos como se están muriendo. Si el
cero engaña al ave con la liga y galán goza de ti hasta la hartura,
con el reclamo. Llámate hermosa, te demostrará cuánto te quiso. Si te
agraciada, discreta, bien hablada, amara él a ti, esto es. tu alma, ja-
noble, y, a veces, maldita la cosa más te aborreciera ni se empalaga-
que hay en ti de todo ello; pero tú ra. Pero puesto que sólo se moría
oyes con mucho agrado esas blan- por el cuerpo y por tomar de ti un
das y dulcísimas mentiras. ¡Necia, efímero deleite, por ello fué que.
que piensas parecer tal siendo así marchito el cuerpo, se enfrió aquel
que no lo eres! Pero demos que lo hervor, y harto del goce, tomó has-
eres. ¿Añadió que también eres tío de la fácil abundancia.
buena? ¿Añadió que eres honesta? No son raros los ejemplos ni es
Si se calló esas cualidades no te menester alegar los antiguos. No
dijo nada, y si no se las calló, ¿qué hay hombre que tan poco alcance
espera de ti? Y si espera, claro está de las cosas del mundo que no haya
que mintió. Mas dime: ¿cómo te visto u oído decir de seiscientos mil
habló? Dice que estas prendas tu- hombres que, luego de haber abusa-
yas le tienen cautivo. ¿Y aue más? do de muchachas, las echaron las
OBRAS MORALES. DE LA MUJER CRISTIANA. LIBRO I. CAP. XIII L053
más de las veces en una mancebía, do por qué, puesto que acribillaba a
porque jamás las tuvieron verdade dardos a Júpiter, a Neptuno, a Apo-
ro amor, y que otros que las qui- lo, a Juno y aun a ella misma, y,
sieron bien, trocado el amor grandí- en suma, a los dioses todos, no asae-
simo en odio capital, apuñalaron o teaba también a Minerva, y a las
degollaron a sus amigas. No hay Musas, y a Diana. Minerva contes- —
ciudad alguna donde no se oigan ta el rapaz alado —al verme venir
,
todos los días sucesos de éstos, por me ojea, ataja las ocasiones y me
manera que mayor maravilla me resiste. Las Musas son venerables
causa la furiosa locura de las don- y dignas de acatamiento, ocupadas
cellas que, no mal de su grado, se de continuo en ejercicios honestos;
precipitan en un tan grande mar de ellas, con su respetabilidad y con
males. Dime: ¿de dónde en las ciu- su atención puesta en la tarea, se
dades tantas mancebías nombre con escabullen del amor. Diana anda
que me manché la boca? Pero no por selvas y por soledades, y co-
debía yo callarlo cuando San Jeró- mo no tiene tratos con persona hu-
nimo no titubeó en pronunciar pa- mana, se e&ime del amor. Una gran
labras semejantes. ¿De dónde tan- parte del amor insinúase por los
tas cantoneras y de ellas algunas sentidos, aliméntase luego con pen-
de linaje honrado? ¿De dónde tan- samientos tiernos y toma bríos y
tas sifilíticas y bubosas, mozuelas volumen.
tiernas y hermosísimas, en hospita- Mas cautiva está la doncella. Hay
les y en sanatorios? ¿De dónde tan- que buscar remedio a la llaga antes
tas mujeres que andan por las ca- que la obligue a perpetrar lo que
lles pordioseando, amarillas, enfer- para siempre tendría que llorar. Lo
mas, mancilladas de feísimos conta- primero que has de lamentar es
gios, sino de esos ejemplos? Si nin- haberte precipitado en aquella sima
gún respeto de la virtud, ni de la a sabiendas y con los ojos abiertos.
probidad, ni de la honra, ni de la Ni hay que dar oídos a los que di-
religión basta a moverte; si ningún cen que no estuvo en su mano no
ejemplo de las santas vírgenes bas- admitir el amor. Esto dicen unos
ta a reducirte ni a retraerte del mal hombres que buscan en la necesi-
camino, dóblente al menos los casos dad excusa para su yerro, como si
de esas infelices que, sin duda al- hubieran caído en él mal de su gra-
guna, te aguardan si persistes en la do; unos hombres que ignoran la
senda por donde ellas entraron. Te Naturaleza y la fuerza del amor.
engañará tu enamorado o porque Has de meditar aquel otro versillo
solió siempre engañar, o porque és- del Mímico, Publio Siró El amor:
que cuaje entre vosotros la concor- de lobas. Los hombres no tan fácil-
dia fundada en la buena fe. Si por mente se dejan cazar por la hembra
amor de la hermosura te casas con en quien no descuelle alguna cuali-
un hombre hermoso que no tiene dad, bien de fortuna, o de belleza, o
cordura, ni probidad, ni pizca de sal, de talento. Con frecuencia veréis
como dice el viejo dicho (bien así mujeres que quieren a algunos no
como suele acontecer que en las mo- por más, sino porque no hay en
radas elegantes vivan los huéspedes ellos cosa que sea digna de ser ama-,
más ruines), con este prejuicio de- da, con lo cual demuestran que no
bieras desear casarte con un retablo hacen ningún caudal del seso, de la
primorosamente pintado o con una razón, del consejo, de la cordura;
estatua de mármol bien labrada. Si que nunca se guían por ellos, que
quieres, por sus riquezas, a un ne- siempre van empujadas por su al-
cio opulento, ¿por qué, mejor acon- ma enferma, carente de razón o.
sejada, no te casas con una estatua mejor, de la razón enemiga. Es inde-
de oro? Si, por la nobleza de su cible qué porción tan grande de
sangre, prefieres al aristócrata su- nuestra juventud nos echan a per-
cio, intemperante, ¿por qué. con der estas que no sé si llamar muje-
ese criterio, no te casas con la es- res o carroñas pestilenciales, pues
tatua de Escipión o de César? ¿Y no puedo acordarme de tan lasti-
cuánto mejor no les sería convivir mosa pérdida sin una sensación de
con las imágenes, pinturas y esta- asco. Andan los mancebos incautos
tuas que con un hombre bellaco e y ayunos de mejor consejo muy
intolerable? Muy impropiamente puestos en servir y agradar a las
equiparé a objetos materiales a los doncellas a quienes aman y a quie-
hombres malos, que mejor compara- nes desean, y ven que no por otra
dos están con asnos, puercos, osos y vía pueden alcanzar lo que quieren
lobos. Yo pensé un tiempo que era sino apartándose de toda profesión
conseja la coyunda carnal de Pasi- de honestidad, posponiéndolo todo a
fae con el toro; mas ahora se me la tiranía del amor. Así que los amo-
ha hecho verosímil, después que he res de esas mujerzuelas son muy
visto algunas mujeres que no se parecidos a las drogas de Circe,
despegaban de unos hombres cuyo aquella bruja de quien dícese que
carácter era peor que el de las bes- trocaba los hombres en inmundos
tias, a saber: sucios, borrachos, animales. De la manera que los mu-
atronados, estúpidos, imprudentísi- chachos entregados a juegos y ni-
mos, fatuos, bestiales, sanguinarios, ñerías, a quienes su edad no les con-
que tienen menos de hombre que siente ocupación más alta ni mejor,
cualquiera fiera; que huían con ho- sólo profesan admiración a los que
rror de los hombres cuerdos y tem- tienen mucha destreza en aquellos
plados. Xo sin propósito, uno de los juegos, y ningún aprecio hacen de
nuestros, en una sátira en lengua los estudios de los sabios, porque,
vulgar, atacó a esa ralea de mujeres ni aun por conjetura, pueden for-
diciéndoles que en el escoger tienen marse idea de ellos, asimismo las
el instinto de las lobas, las cuales, mujeres entregadas a las delicias, a
de los muchos lobos machos que los placeres, a los amores, a las
las siguen, escogen al más vil y mal- locuras, piensan que son los más
oliente, y de ahí tomóse el refrán sabios de todos los que están sumi-
que a las mujeres les da el nombre dos en las mismas vanidades que
OBRAS MORALES. DE LA MUJER CRISTIANA. LIBRO I. CAP. XV 1063
dón lozano. Es deseo común que la ees, te haces mal vista. ¡Qué pela-
descendencia saque el parecido de mesas, qué odio eterno! Por evitar-
los padres. ¿Desearás tú, esposa, hi- lo, te allanas a la semejanza o a la
jos semejantes a un padre de esa aprobación de las maldades. La Igle-
suerte? ¿O tú, suegro, nietos igua- sia, al prohibir que una mujer cris-
les? ¿Qué dislate no es procurarse tiana tome un marido pagano o
por yerno a quien, si alguno le de- hereje, o, al contrario, que un mari-
seare nietos parecidos, los abomina- do fiel conjugue su suerte con una
ra como una execración? ¡Cuánto mujer infiel, hácelo con la mira de
más gallardamente se condujo Arís- que el uno no se inficione del conta-
tides Locrense, familiar de Platón, gio del otro. Y considera, por otra
a quien, pidiéndole Dionisio segun- parte, qué sabroso platicar con un
v
do una de sus hijas para esposa, marido ilustrado y prudente, pues-
respondióle que con mayor gusto to que no es posible hallar concierto
la vería muerta que casada con más suave que la comunicación
un tirano! La convivencia consis- con un hombre así, y tanto más si
te en el tráto asiduo y en la co- está dotado de facundia. ¡Qué crian-
municación de cualesquiera fortu- za la de los hijos, qué gobierno el
nas. ¿Qué tratará, qué le dirá el de la familia del varón prudente,
marido estúpido, ignorante radical cuán ajustada a la realidad, cuán
de toda cosa? ¿Qué cruz no será oír asentada en la estabilidad, cuán
el rebuzno perpetuo de un asno? Y ejemplar en la honestidad! Si algu-
tanto más acerba será esta cruz na cosa deseares aprender, tienes
cuanto mayor sea tu discreción, el maestro a mano; si necesitares
bien así como suele decir que no de consejo, bien sea para conducir-
hay tormento mayor para un hom- te con cordura en la prosperidad o
bre cuerdo que andar atraillado con en la adversidad con reciedumbre,
un hombre fatuo. El Apóstol San Pa- a tu alcance está el manantial de
blo no tolera que las mujeres hablen donde sacar agua copiosamente, y
en la iglesia, ora sea por enseñar, ora no solamente esto, sino también,
sea por aprender, sino que, si alguna por añadidura, mandatos, avisos,
cosa desearen saber, que lo pidan exhortaciones y consuelos; todos
en casa a sus maridos. ¿A quién vas aquellos recursos, en fin, cuya nece-
a exponer las dudas, mísera de ti, sidad se presenta en cada momento
que tuvieres acerca de la piedad o en medio de las tempestades de esta
acerca de la vida? ¿A la gentileza, vida. Con un hombre bueno, ¡cuán-
al abolorio, a la riqueza que deseas- ta mansedumbre! ¡Cuánta paz y
te en un marido loco? ¿Quién se en- tranquilidad! ¡Cuántos crecimien-
cargará de la formación de la fami- tos en la piedad, ayudándote a ello
lia, quién de la crianza de los hijos? el marido, no tan solamente con sus
En la prosperidad se impone la mo- mandatos y con una cierta sana filo-
deración; en la adversidad, el con- sofía y persuasión verbal, sino con
suelo,y en una y otra, el consejo se- la vivaz eficacia de su propio ejem-
sudo y eficaz. ¿Quién te dará estas plo, por manera que experimenta-
cosas tienes a un marido despro-
si rás que no fué un marido lo que te
visto totalmente o siquiera pobre cupo en suerte, sino un ángel envia-
de todo juicio, de toda razón? Si co- do del Cielo, luz y guía de tu vida
bras las costumbres del marido ma- toda! Esta es la verdadera, la au-
lo, te tornas mala; si las contradi- téntica e indestructible tranquili-
1066 JUAN LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. TOMO I
veces o nunca, o aquella otra con una saya o en un collar. Este atavío
la cual tropiezan a cada esquina, es gravoso al marido, en la casada,
hasta causarles enojo? Y no creen y al padre, en la doncella. Por eso
cosa fácil que guarde como es de- entra en la casa aquella contrarie-
bido su entereza la que tan a menu- dad característica al nacimiento de
do sale a la plaza. A buen seguro, una hija, porque los padres ya des-
para resolver la situación de la don- de entonces ecnan sus cuentas de
cella, más conducente y práctico re- lo que les va a costar. Añade a esto
sulta oír de ella que no verla, dada que las demasiado apuestas y arrea-
la diversidad de caracteres y jui- das quedan sospechosas de ligereza
cios de los hombres. La doncella y de vanidad, y, en cambio, de la
que viene a vistas no puede menos que viste llanamente piensan ser
de decir o hacer algo que desagrade, económica, discreta y grave, y cual
o bien al que la ha de tomar, o bien todo casado querría que fuese su
a alguno de los que le aconsejan, mujer. Por lo que toca a aquellas
o a alguno a quien se otorga mu- que huelgan de conversar con varo-
cho crédito. Esto sólo basta para nes, ¿quién no las envuelve en al-
dirimir muchos matrimonios pro- guna sospecha siniestra? Narran las
yectados que estaban a punto de historias que Atalanta, hija del rey
cuajar, realizándose aquello que, y Jasis, la cual, desdeñando las deli-
no sin razón, el pueblo dice: Los cadezas y regalos de la ciudad, se
matrimonios que mucho tiempo se dió a la vida silvestre y a la caza
conciertan, raras veces se ajustan. y fué la primera que asaeteó aquel
Hablemos ahora de los vestidos jabalí de Calidonia tan nombrado,
y afeites. Si por todo eso te casas, conservó la virginidad en el áspero
¿no prevés que va a tomarte en deporte; pero no han faltado decla-
aborrecimiento cuando te viere sin madores que pusieron su integridad
eso? Más aún: es fuerza que depon- en balanza y disputa, arguyendo
gas alguna vez esa máscara en tu que con frecuencia en aquel salva-
casa y que trates llana y simple- je apartamiento andaba vagando
mente con tu marido. ¿Dejamos, con varones mozos. De la castidad
por ventura, de saber que, así como de la doncella no hay rumor adver-
nos contenta mucho más aquello en so, por delgado que sea, que, como
que hallamos algún bien no espera- mancha de aceite, no se esparza lue-
do, nos causa mayor desazón lo que go y cunda más y más, pues aumén-
nos defrauda de bienes esperados? tase con las habladurías del vulgo,
Si pareces hermosa a tu marido por siempre incrédulo del mal. Final-
ir bien ataviada y pintada, y con mente, ¿cuál es el marido de tan
todo no lo eres en realidad, tenien- buen estómago que tolere con pa-
do formado él un alto concepto de ciencia a su mujer avezada a conver-
tu hermosura, es fuerza que te co- sar y trabar pláticas con los hom-
bre odio cuando se vea engañado. bres? ¿Quién no prefiere aquella
Cuanto más que puedo yo nombrar que con sólo su esposo se siente a
en esa región de Brujas, y aun en gasto y se explaya y no con un es-
la mía de Valencia, a muchas don- cuadrón de hombres, en donde el
cellas ya avanzadillas de edad, que uno la solicita por su apostura; el
se quedaron solteras por ir pompo- otro, por sus riquezas; el otro, por
sas y atildadas en demasía. Toda la su esplendidez; el otro, por su ta-
—
dote dicen se ha de hundir en lento; el otro, por su elocuencia;
OBRAS MORALES. —DE LA MtJJER CRISTIANA. —LIBRO —CAP.
I. XV 1069
luntad a quienes esperaban serían así acontece, como por punición di-
sus maridos? ¿Y que éstos, una vez vina, con esas doncellas: que toda
que hubieron hartado sus deseos, la llama del amor que convenía ar-
las dejaron burladas y desdeñadas? diera en el matrimonio, arda antes
Y esto con mucha razón, pues no del casamiento, y que en los prime-
merecen que las tomen por esposas ros abrazos de las bodas pierda
aquellos hombres a quienes decla- bríos y se apague. De ahí vino aquel
raron ellas mismas poder ayuntarse refrán Los que se casan por amo-
:
con quien no era su marido legíti- res, siempre viven con penas y do-
mo, pues no habrán de faltarles lores, puesto que suele acaecer en
arrestos para hacer una cosa seme- muchos que, extinguido aquel ardi-
jante con otros galanes antes del miento amoroso, sucede el odio más
casamiento, y después del casamien- enconado, cosa que da a todo el
to con otros adúlteros. No amanece pueblo materia de fábulas y grandes
día sin que en cada lugar ocurran habladurías cuando se entera que
sucesos de éstos. Y no hay mujer aquellos enamorados furibundos, a
tan apartada y ayuna de lo que los tres o cuatro días de luna de
pasa en el pueblo a quien no lle- miel han reñido violentamente y
guen noticias de éstas. Oigo decir venido a las puñadas y a los palos,
en esta tierra donde vivo haber y que cuando aún el pan de boda
sido desechados por determinadas estaba sobre la mesa aderezada, hi-
doncellas ciertos pretendientes por cieron divorcio. Y no es de maravi-
el único motivo de que no había llar; no puede durar el fuego que
mediado entre ellos ningún galan- carece de pabilo ni el amor que no
teo, pues decían no ser posible con se alimenta de buenas costumbres,
maridos de esta suerte una gustosa puesto caso que, como dice Cicerón,
y apacible convivencia, no habién- entre malos no hay amistad firme.
dolos antes del matrimonio ni cono- Si con amoríos no pueden concer-
cido ni amado. Ello dicen ser fre- tarse casamientos ni con tan frági-
cuentísimo en Creta, como si el les nudos atar aquel gran afecto
amor no pudiera concertarse en el santo, pensar debe cada uno cuánto
matrimonio. ¿Qué necesidad hay de menos cumple hacerse la tal alianza
zaherir con palabras tales ánimos? por vía de contiendas, riña, pleitos,
La que no viere que ello es desho- odios mutuos, como cuando la mu-
nestidad es porque ella es deshones- jer, por vía de justicia, pretende a
tísima. ¿Tú no puedes, pues, que- un hombre por marido, o, al revés,
rer a tu marido porque se unió con- un hombre pretende por esposa a
tigo, por las leyes de Dios, por el una mujer. En toda mi vida leí, vi
mandamiento de Dios, y siendo, co- ni oí cosa más desvariada ni absur-
mo quien dice, el mismo Dios el pa- da que querer traer por la fuerza a
drino de tu boda, sino porque te quien ha de tenerte compañía toda
avezaste a su amor antes de las nup- su vida y vivir contigo indisoluble-
cias santas y legítimas, y caldeada mente, el cual, si no te tuviere bue-
con su conversación y trato, llevas na voluntad, habrá de darte ruin vi-
el deseo al hecho matrimonial? Otro da. Como si el amor pudiera impo-
¡
tal hacen las rameras, que por esta nerse obligatoriamente! El amor no
causa aman a sus hombres, y, cier- se saca por fuerza, sino que brota
tamente, tú no eres muy deseme- por sí mismo, ni será amigo jamás
jante de esas damas cortesanas. Y quien con íntima repugnancia fué
OBRAS MORALES. —DE LA MUJER CRISTIANA. — LIBRO — CAP.
IX. I 1071
LIBRO SEGUNDO
DE LAS CASADAS
nuestra santa religión, Sé que no I hay más feliz que el que consiguió
han faltado quienes arreciaron con- una buena.
tra la institución matrimonial, y ya Aquel famoso rey Salomón, a
no sólo los herejes, como fueron los quien las mujeres enloquecieron, y
maniqueos, los cuales totalmente de sapientísimo que era hízose insi-
imponían su abstención, cuyo error pientísimo, como abominando sus
fué desechado y anatematizado; mas propias fechorías, muchas veces se
aún los gentiles, quienes de ciertos deja arrebatar impetuosamente a la
males particulares sacaron una con- reprensión de las mujeres; pero lo
denación general de todo el sexo, si- hace de tal manera, que con fre-
guiendo la costumbre, demasiado cuencia parece harto claramente
vulgar, según la cual, por deter- de qué mujeres habla. En los Pro-
minadas particularidades conocidas, verbios escribe que la mujer necia
pronunciamos un veredicto absoluto y audaz se verá necesitada de pan,
de toda una nación, y así quedaron y que la mala esposa así consume
difamados: los cartagineses, de per- a su marido, como al leño la carco-
fidia; los cílices, de latrocinio; los ma. Y en el mismo libro de los Pro-
romanos, de avaricia; los griegos, verbios, qué espléndido y glorioso
de liviandad. Debieran las matronas pregón y elogio hace de la mujer
honestas odiar y perseguir a las ma- buena, de la cual dice: Señalado se-
las mujeres como a pública mácula rá en las puertas su marido cuando
de la estimación y honra de todas se sentare con los ancianos del pue-
ellas. blo ; fortaleza y buena gracia es su
Y no hubo nadie que osara vi- vestido y reirá hasta el día postrero.
tuperar agriamente el sexo femeni- Su boca abrió a la sabiduría y la
no, que no dejase de reconocer que ley de piedad estuvo en su lengua.
la mujer buena es una cosa óptima, Levantáronse sus hijos y la procla-
de muy buen agüero y de suma maron muy bienaventurada y su
prosperidad, y, como dice Jenofon- marido la alabó. Muchas hijas allega-
te en sus Económicas, a saber: que ron riquezas; pero tú subiste sobre
la mujer es gran parte de la felici- todas. Estas y otras cosas dijo el
dad del varón. El sabio Teógenes muy sabio rey, las cuales veo ser
dice que no hay cosa más dulce que aprobadas con unánime consenti-
la buena mujer; Sixto, en sus Sen- miento por todos los hombres de
tencias, la llama gloria del varón; mayor cordura. Por lo demás, yo no
Eurípides, el trágico, quien, exacer- me meto en lo que algunos hombres
bado por dos esposas poco honestas, ingeniosos han disputado, o, mejor,
hinchó sus tragedias de denuestos y por vía de ejercicio declamado, acer-
maldiciones contra las mujeres y ca del matrimonio; no obstante, to-
con un vocablo griego fué llamado dos los otros hombres letrados y sa-
ginófobo, o sea aborrecedor de las bios enseñaron que el hombre se
mujeres, con todo, no titubea en debía casar, cosa que practicaron
afirmar que no hay contentamiento ellos mismos. Primeramente, aque-
en el mundo que igualar se pueda llos siete sabios de Grecia fueron ca-
con el de los bien casados. Y el poe- sados todos, y después lo fueron Pi-
ta Hesíodo, enemigo capital de las tágoras, Sócrates, Aristóteles, Teo-
mujeres, dice que así como no hay frasto, los Catones, Cicerón, Séneca,
cosa más infeliz que el hombre a porque vieron que ninguna otra co-
quien tocó una mujer mala, no lo sa es tan conforme a la Naturaleza
OBRAS MORALES. —DE LA MUJER CRISTIANA. —LIBRO — CAP.
II. II 1073
que sugirió la idea de que fuesen tituye con su marido una sola indi-
consultadas las mujeres; si ellas vidualidad, y por esta razón debe
consentían, enhorabuena que así se amarle no de otra manera que a sí
hiciese pero que si no se avenían a
; misma. Ya lo dije antes, pero hay
ello, le parecía inicua tal resolución, que repetirlo de nuevo, puesto que
tomada sin consultar su voluntad. es la cifra y el compendio de todas
Fueron preguntadas las mujeres re- las virtudes de la mujer casada. Es-
unidas en consejo y asamblea, las ta significación tiene, esta obliga-
cuales respondieron a una voz que ción impone el matrimonio. La mu-
aprobaban el acuerdo de Daifanto y jer tiene que pensar que su marido
que le daban las gracias más efusi- lo es todo para ella y que este título
vas por haber mirado tan bien por sustituye a cualesquiera otros títu-
la ciudad y por su honra. Así que los, aun los más apreciados de pa-
fueron encerradas con aquel desig- dre, madre, hermanos, hermanas;
nio en un lugar secreto; mas los que es lo que Adán fué para Eva,
focenses, como harto lo merecía lo que fué Héctor para la honestí-
aquel amor heroico de las mujeres sima Andrómaca, como se lee en
a su honestidad, vencedores en la Homero: Tú para mí, tú solo eres
colisión, se reintegraron, sin más, mi padre y mi madre revenciada;
a su patria. Damo, hija de Pitágo- tú, mi dulce hermano; tú, mi espo-
ras, preguntada cuándo la mujer
so en toda cosa grata. Si la amistad
era pura de contacto con varón, res- de dos almas hace una, con cuánta
pondió: Con el suyo, siempre; con mayor verdad y más activa efica-
el ajeno, nunca. ¡Y esto lo hacían cia conviene que esta unificación
unas mujeres paganas, sumidas en resulte del matrimonio, que es, con
tinieblas, en que todo era oscuro e mucho, la más fina y más firme de
incierto, desconocedoras de cuán todas las amistades. Por eso se dice
gran sacramento es el matrimonio! que se hace, no una sola alma o un
Harta materia dé rubor para las mu- cuerpo solo, sino una sola persona,
jeres cristianas, redimidas por la un hombre solo. Aquello mismo que
sangre del Redentor, purificadas por el varón dijo de la mujer: Por ella
el bautismo, adoctrinadas por el dejará el hombre a su padre y a su
Evangelio, ilustradas con lumbre madre y se unirá con su esposa, con
de lo Alto. mayor motivo y con mejor razón
conviene que la mujer lo diga y lo
sienta, porque, aun cuando de en-
trambos se haya hecho uno solo,
OBRAS MORALES. DE LA MUJER CRISTIANA. LIBRO II. CAP. IV 1081
fué llevado a Roma por mar. Arria pues mejor que él no podría yo ha-
suplicó a los soldados que la deja- cerlo :
juicio está afectado casi siempre por sometidas a sus maridos, como lo
OBRAS MORALES. DE LA MUJER CRISTIANA. LIBRO II. — CAP. IV 1087
lo, y. devuelta a los sentidos, la con- honestamente, y por los medios que
soló con estas palabras : « Oh ¡mi ella sabe ser de su agrado, y de la
esposa, Cornelia, más amada por mí aprobación de sus conocidos y sus
que cualquiera otra cosa de este deudos, y que parecen bien en la
mundo, maravíllame harto de verte ejemplaridad de la matrona hones-
a ti, de tal linaje nacida, derrocada ta. Guárdate de no precipitarte en
al^primer golpe de la Fortuna. Aho- tal desatino y pérdida de juicio,
ra tienes abierto el camino de la que quieras hacer que tu marido,
gloria imperecedera, pues sujeto de por amor del dinero, ejercite profe-
alabanza en la mujer no es la elo- siones indecorosas o que cometa al-
cuencia, ni el responder a consultas guna mala acción por vivir tú con
jurídicas, ni el conducir guerras, sino mayor delicadeza y regalo, y adere-
uno solo, a saber: la piedad en la zarte con mayor vanidad y pompa,
desgracia del marido, a quien si le y habitar en mansión de mayor dis-
amares, si le venerares, si no ofen- pendio y lujo. En resumen, porque
dida por su desventura le tratares tu convivencia con él sea la más
como es bien que lo sea el marido, apacible y sabrosa, comparte con
todos los venideros siglos te celebra- él, por muy grandes que sean, traba-
rán con loores soberanos. Mayor glo- jos, sudores y peligros; mejor y más
ria te será haber amado a Pompeyo deseable te será comer pan de cen-
vencido que no a Pompeyo vence- teno y beber agua barrosa y turbia
dor, príncipe del pueblo romano, que forzar a tu marido a que tome
presidente del Senado, emperador oficio, no digo ya ilícito o torpe y
de reyes. Amar estas prosperidades que le reporte trabajo inmoderado,
y grandezas fácil cosa es a toda mu- sino cualquier otro ejercicio por
jer, aun la más necia y la más ma- bueno y lícito que sea si él no lo
la; pero abrazar con amor al míse- tiene a gana, pero se allana a él no
ro y caído sólo lo hace la mujer per más que por complacerte a ti y por
fecta. Así que debes amar mi ven- evitar las pelamesas domésticas, y
i ;
porque reine en tu casa una preca- dejada sola su mujer para ensom-
ria paz. brecer más y más la tristeza de su
El marido es dueño de sí y señor marido y para mayor prueba de su
de la mujer, no la mujer del mari- paciencia con el maligno azote de
do, y no debe pretender conseguir su lengua rabiosa. ¡Oh mujer la
de su marido sino aquello que ella más impía, acreedora a la mayor
vea que le otorgará buenamente y execración! ¿A tu marido echas en
con agrado. En este punto son mu- rostro, cual si fuera un crimen, la
chas las que pecan, rogando, tun- santidad de su vida? Eso ni aun
diendo a sus maridos con toda suer- los diablos lo osaran hacer. Aventó
te de importunidades y empujándo- el diablo toda la prosperidad de Job,
los con su aversión a la práctica de matóle toda la familia, le consumió
artes ilícitas o a la comisión de mal- su hacienda y sus hijos, le cubrió de
dades y delitos por acarrear ganan- úlceras y de podre; pero jamás le
cias puestas al servicio de su gula, denostó por perseverar en su primi-
de su vanidad, de su soberbia y no tiva pureza de vida; pero su mujer
de sus maridos. ¿Y qué diré de al- sí que le denostó por demostrar al
gunas otras mujeres que llevan con diablo que ella era más confianzuda.
molestia y desazón las virtudes de Insúltele hasta que quiera la mujer
sus cónyuges, si ven que éstas re- de ello el esposo no ha de holgarse
sultan dañosas a la economía fa- menos que lós apóstoles se alegra-
miliar? Y ello es tanto más feo ron de haber merecido padecer ul-
cuanto que, siendo en el sexo feme- traje por el nombre del Señor. Mas
nino preferente virtud la de la pie- tú, hija mía, no solamente andarás
dad, y por su propia naturaleza más muy lejos de apartar a tu marido de
inclinado a la devoción que el sexo su probidad, sino que aun a trueque
masculino, olvídase de sí y pospone de la pérdida más cierta de todo
la piedad al dinero. Estas tales mu- vuestro patrimonio familiar, a imi-
jeres son reprendidas por las Sagra- tación de tantas mujeres santas, has
das Letras en las esposas de Job y de exhortarle a la inocencia, a la
de Tobías, las cuales, en su desvarío, piedad, al recuerdo de la bondad y
reprochaban las virtudes recias en del poder de Dios, porque te acon-
sus maridos, sumidos en la desgra- tezca lo que dice San Pablo: Santi-
cia. Esta conducta para con ellos no fíquese el marido infiel por la esposa
era impía solamente y cosa de locu- fiel. Por este camino se allegan am-
ra por no considerar, o que son har- plias posibilidades y se acarrean ri-
to mayores las riquezas que con las quezas cuantiosas. Acuérdate de la
virtudes se granjean, o que en la palabra del Señor: Nadie por amor
mano del Señor está hacer, en un de El despreciará cosa en este siglo
punto, muy rico y muy feliz a quien que no alcance mucho más en el
quisiere. ¿Qué necesidad hay de otro y aun muchas veces en éste.
f
otros tiranos para el martirio? Esas En primer lugar, son ciertas y se-
mujeres sin religión persiguen a sus guras aquellas riquezas que se guar-
maridos por motivo de religión con dan sin estar expuestas a ningún
la misma saña con que Nerón per- azar, ni interno como el de la he-
siguió a los apóstoles o a los cristia- rrumbre en los metales, ni -externo
nos restantes: Domiciano, o Maxi- como el de los ladrones, o los pira-
mino, o Decio, o Diocleciano. Y aún tas, o de algún príncipe inicuo o
yo me persuado que a Job le fué violento, o de algún juez rapaz. En
LUIS VIVES. — 35
1090 JUAN LUIS VIVES. OBR..AS COMPLETAS. TOMO I
esto sería hostigar e irritar su dolen- gan a la calle ni cundan por la villa.
cia, no sanarla. Ni esperes lavar el Así, con tu comedimiento, harás más
cieno con el cieno ni apagar la ho- comedido a tu esposo, a quien, por
guera con aceite. Pon tu atención otra parte, con tus quejas y futili-
en aquellas mujeres que tienen ma- dad ofensiva de tu lengua agravias
ridos ahitos de vicios de toda suerte más y más.
y más grandes, a buen seguro, áspe- Hay también algunos maridos fa-
ros e insoportables, y en su desgra- tuos y mentecatos; a éstos la mujer
cia toma tú consuelo. No puedes buena y discreta los tratará mañosa-
amar los vicios en él; pero ámale mente y no les exasperará ni qui-
y agradécele el que carezca de otros tará la honra de su marido, sino que
muchos y no menos difíciles, y no le dará a entender que lo hará todo
pares mientes en las que parecen según su conveniencia, y de este
unidas con suerte más feliz. Esta modo, fácilmente, con su discreción,
comparación amargaría toda tu vi- le gobernará como una fiera aman-
da, si bien tú ignoras lo que ocurre sada. Con tales maridos se habrá la
en la intimidad de su hogar. Com- mujer de conducir como se condu-
párate mejor con aquellas otras cu- cen para con los hijos de carácter
ya condición de vida es más dura parecido las madres, a quien la des-
aún que la tuya. Por lo demás, cuan- gracia de sus hijos inspira la mayor
do tu marido se mostrare más trata- y más vehemente conmiseración, y
ble, has de exhortarle con suma dul- de la conmiseración crece el amor,
zura, que se resuelva a vivir me- por manera que hartas veces aman
jor; si te escuchare, ello será del más a los débiles, lisiados, necios,
mayor provecho para ti y para él; deformes, enfermizos, que a los re-
pero si comenzare a desabrirse y cios, enterizos, cuerdos, hermosos y
enojarse, no insistas ni porfíes, de valientes. No quiero ahora recorrer
un loco haciendo dos: él y tú; tú una por una todas las categorías de
ya cumpliste con tu obligación; ca- infortunados, sino que de una vez
lla y sufre; ello te reportará gran se ha de hablar en general a todos:
gloria entre los hombres y mérito con ése, quienquiera que sea, te ca-
muy subido ante Dios. Y si, por vi- saste; a ése te lo dió Dios; a ése,
cio suyo o en un arrebato de locu- la Iglesia a ése, los padres te lo
;
ra, pusiere sus manos en ti, piensa han dado por compañero, por mari-
que es Dios quien te castiga, y que do, por señor. De tantos miles de
esto sucede por tus pecados, de los hombres como hay, ése es tu suerte
que por aquella vía haces peniten- y la parte que te correspondió; de-
cia. Dichosa eres si, por una poca bes sufrir, pues, lo que no puedes
pena en esta vida, redimes los gran- huir. Debes amarle, acatarle y esti-
des tormentos de la otra. Aunque mularle, si no por él mismo, al me-
son muy pocas las mujeres buenas nos, por aquellos que te lo señalaron
y prudentes que sean golpeadas por y encomendaron, y por la fe que
sus maridos, por malos y locos que diste de hacerlo así, como es corrien-
fueren. Devora tu dolor en tu casa te que muchos favorecen y benefi-
y no lo cacarees fuera ni con otras cian a quienes no se lo merecen por
te quejes de tu marido, que no pa- el solo motivo que personas muy
rezca que pones un juez entre él y queridas se los recomendaron. Mu-
tú: encierra los sinsabores domésti- chos hacen cosas solamente porque
cos en las paredes de tu casa ni sal- lo prometieron, que otramente no
;
OBRAS MORALES. DE LA MUJER CRISTIANA. LIBRO II. CAP. IV 1095
la mujer casada, como San Pablo crificio; casi todo lodemás mánda-
testifica, ni puede ofrecer a Dios su lo a los hombres por causa de los
continencia, ya no digo contra la vo- hombres, porque vivan entre sí en
1096 JUAN LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. TOMO I
amigable concordia. Esto nos ense- por mediación del marido, porque su
ña; por esto nos predica tantas ve- afán es complacer al marido que
ces la caridad mutua, por esto admi- Dios le dió por cabeza. Agradable
te a los hombres en su reino, por es- le es la virgen y la viuda sin marido
to promete dar su bienaventuranza y sin medianero. Diferentes son sus
a quienes tuvieran amor a su próji- pensamientos, como diferentes eran
mo. Y echa de sí y abomina de las obras de Marta y de María, no
quienes no fueron para con los hom- por oposición, sino por grado, como
bres benéficos ni benévolos. Poco más excelentes son las de la virgen
cuesta reconciliarte con Dios si an- que las de la casada. Por ende, la
tes te reconcilias con el hombre, y parte mayor de la piedad en la mu-
no hay camino más expedito y bre- jer casada es el cuidado y el servi-
ve para la gracia de Dios que la gra- cio del marido.
cia y el buen amor de los hombres. Y ninguno piense que el Apóstol,
Por esto, la mujer piense que asiste cuando dice: La mujer casada pien-
a los Divinos Oficios cuando asiste sa en lo que toca al marido, sugiere
a su marido, que recorre estaciones la idea de lo que suele hacer, sino
cuando anda alrededor de su lecho. de lo que debe hacer, pues San Pa-
Aunque hay algunas, las cuales, aun blo no autoriza ninguna costumbre
cuando sus maridos estuvieren ma- mala ni le abre ninguna puerta por
los, por nada del mundo dejarían de donde entre. ¿Y qué, si ni todas las
andar sus iglesias y sermones, y es- vírgenes piensan en lo que es del
• to no ya por devoción, sino, como Señor, ni todas las esposas en lo que
pienso, por rutina o por el gusto es de los maridos? Enséñanos, pues,
que toman en ello. ¿Qué necesidad lo que es menester y él quiere que
hay de hablar de ellas aquí? Mas a hagan unas y otras, por manera que,
aquellas otras a quienes guía la de- aquella que constituida en celibato,
voción, San Pablo las adoctrina -.le era razón que su pensamiento todo
esta manera: La doncella virgen estuviese en Dios, esa misma, ahora
piensa lo que es del Señor, có- que está casada, quite de aquella
mo agradará a Dios; la mujer casa- contemplación asidua una parte, la
da piensa lo que es del marido, có- que debe consagrar a sus obligacio-
mo agradará al marido. No quita nes conyugales, pues otramente ni
San Pablo el cuidado de la devoción complacerá a San Pablo, su Maestro,
en la mujer casada, sino que la en- ni a Cristo, su Señor, y perderá la
seña menos, porque la virgen es to- devoción buscada en la misma de-
da del Señor y para El solo tiene voción. El mismo Apóstol, escribien-
sus pensamientos; en cambio, la do a Timoteo sobre los deberes de
mujer casada, dividida entre Dios y la mujer, estatuyó: La mujer apren-
su marido, por manera que la que da en silencio con toda sujeción;
antes estuvo ocupada en la contem- yo no permito que la mujer enseñe
plación de la vida del Cielo, ésta ni que gobierne al varón, sino que
misma ha descendido a la Tierra y se esté callada. Y a los de Corinto:
a los cuidados de esta vida por cau- Vuestras mujeres no hablen en la
sa de su marido. No es ese estado iglesia; si alguna duda tuvieren, ca-
ajeno del Señor, puesto que fué El da una pregúntelo en su casa a su
quien lo instituyó; pero más alto marido. La cual ley del Apóstol me
era el otro y más convecino a El. parece que no mira a otra cosa sino
Agradable a Dios es la esposa, pero a que la mujer aprenda del marido,
OBRAS MORALES. DE LA MUJER CRISTIANA. LIBRO II. CAP. IV 1097
debe considerar que de ahí, si se das las cosas. Ulises, en Homero, de-
portare como debe, le sobrevendrá sea a Nausicaa, hija de Alcinoo,
la mejor de las alabanzas. Piense marido, casa y concordia, que es el
consigo misma que ni Alcestes hu- mayor bien de la vida y el más co-
biera granjeado tanta gloria, ni Pe- diciadero, pues cuando marido y
nélope merecido tan grandes loores, mujer viven en concordia son causa
si vivieran siempre con maridos de muchas envidias en sus enemi-
venturosos. Al contrario, los infor- gos y de muchos gozos en sus ami-
tunios de Admeto y de Ulises les gos y, antes que todo, en sí mismos.
proporcionaron renombre imperece- Esto dice Ulises. ¡Cuán venturoso
dero, guardando en las adversidades pensamos que fué el matrimonio de
de sus maridos fidelidad y justicia Albricio, que vivió veinticinco años
para con ellos, y no sin razón alcan- con su mujer, Terencia, sin la más
zaron gloria. Cosa fácil es hallar leve desazón! ¡Y cuánto más ven-
compañeros en la prosperidad, mas turoso el de Publio Rubrio Céler,
ser particioneras de la adversidad es que, sin querella alguna, vivió con
cosa que rehusan las mujeres que su Ennia cuarenta y cuatro años!
no son muy buenas. Por todos estos De la discordia nacen el desasosie-
respectos, está mucho mejor acatar go, la riña, la rencilla, la batalla.
a su marido que no menospreciar- La mayoría de las mujeres son gru-
le.» Hasta aquí son palabras de ñonas y difíciles, y por causas livia-
Aristóteles. nísimas reprenden a sus maridos,
y la cosa pasa a las ofensas mayo-
res. No hay cosa que más ajene al
CAPÍTULO V marido de la mujer que la riña con-
tinua y la lengua amarga de la mu-
DE LA CONCORDIA DE LOS CÓNYUGES jer, que Salomón compara a la casa
llovediza, porque a una, ambas a
Particularizar los bienes de la dos, expulsan al hombre de ella. Y
concordia y decir cómo todas las co- dice el mismo es muy mejor habi-
sas que en el universo son, y aun el tar un yermo que con una mujer
mismo mundo, se rigen y concier- querellosa e irascible. Esta buen¿
tan con la concordia y con la paz, fama extienden a todas algunas mu-
fuera cosa de no tener fin y no pro- jeres intolerables, por manera que
pia de este lugar. Nos propusimos parece que todas lo han de ser por
tratar del matrimonio. Y digo que un igual. De ahí la donosa interpre-
su mayor tranquilidad y, por ende, tación y equivalencia de Cayo: Cé-
parte de su felicidad es la concor- libes, es decir, celites (celestiales).
dia, y que la discordia es su más Y de ahí el refrán: Quien no riñe
recia tempestad y parte de su mise- no es casado. Como si se peleasen
ria. Los discípulos de Pitágoras, en- todos los casados.
tre los preceptos y doctrina de su Este recelo apartó del matrimo-
maestro, tenían éstos y hacían de nio a la mayor parte de los ca-
ellos largo uso: Débese huir y to- racteres apacibles, enemigos de que-
-
amor, si porque tú eres rica menos- ¿Por ventura no posee todo cuan-
precias al marido pobre; si hermo- to es de la mujer el que posee a la
sa, al marido feo; si noble, al mari- misma mujer y es señor de ella?
do de baja suerte? Dijo el Satírico: Oye cómo te dice Dios, Señor y ha-
No hay cosa más intolerable que cedor de todas las cosas: Estarás
una casada rica. Lo mismo dice San debajo de la potestad del marido y
Jerónimo contra Joviniano. Y por él te dominará. Por esto, ni aun por
su parte dice Teofrasto Yo no creo
:
su desventaja física, debe el marido
que sea un tormento soportar a la ser tenido en menos; tú, mujer,
esposa rica, si no se añade mala o tienes la hermosura física, pero el
loca. ¿Qué locura no es no conside- marido tiene la hermosura tuya y
rar cuán liviana cosa es el dinero, te tiene a ti bajo su posesión. Yo
lo ínfimo y vil de todo, lo que no me pongo a discutir cuán ruin y
suele engreír a los hombres? Aun- endeble es este don de la hermosu-
que, según hoy son los espíritus de ra y hasta qué punto consiste no
ligeros y vacíos, se hinchan con un más que en la opinión. La misma
poco de viento. Idiota, ¿no sabes mujer parecerá a los unos el extre-
que el matrimonio hace comunes to- mo de la belleza y a los oíros el
das las cosas? Y si la pura amistad colmo de la fealdad. ¡Cuán floja es
también las hace comunes, ¿cuánto y cuán deleznable, cuán expuesta a
más comunes no las hará el matri- toda suerte de azares, cuán incon-
monio? Y no solamente el dinero, sistente y fugitiva! Una calenturi-
sino los amigos, los parientes y to- lla, una verruga, un solo pelillo, de
do lo de este mundo; participación y muy hermosa te pueden hacer muy
comunidad que los romanos declara- fea. Y yo no acabo de comprender
ron en sus leyes, en las cuales esta- cómo eso tan leve, tan evanescen-
ba vedado que entre marido y mujer te, hinche y levante, que es cosa de
no se diese ni recibiese cosa, porque maravilla, los corazones necios y
no pareciese que entre ellos había hueros, como el viento al odre. Por
algo que estuviese partido. En la esta causa dijo aquel poeta: La so-
república ideal, como Platón enseña, berbia va en pos de la belleza. Na-
debieran desterrarse los pronombres die en los hombres requiere aquella
posesivos tuyo y mío. ¡Y cuánto gracia de la hermosura que parece
más debieran desterrarse en el ho- estar bien en las mujeres. Y con to-
gar ideal, que lo será, y de una ma- do eso, lees que fué dicho por el
nera muy cumplida y felicísima, Rey más sabio de los reyes: Enga-
cuando debajo de una sola cabeza ñoso es el donaire y la hermosura
no hay más que un cuerpo! Si un es vana; la mujer temerosa de Dios,
ser animado tiene muchas cabezas o ésta será alabada. Además, si sois
cuerpos, es un monstruo. ¿Qué te una misma carne, o, mejor, una
diré más? ¿Que nada es de la mujer sola persona humana tú y tu mari-
y del marido todo? Así como confor- do, no puede ser feo aquel que tiene
me a la comparación de Plutarco, mujer hermosa. ¿Pero a qué viene
por más que el vino aguado, aun ese continuo jactarse de la hermo-
cuando tuviere más agua que vino, sura, como si no supiéramos que el
continúa llamándose vino, así tam- más lindo cuerpo de mujer no es
bién, aun cuando la mujer trajese otra cosa sino un estercolero en-
más hacienda que marido, todo
el vuelto en un velo de blanco y de
se convierte en hacienda del marido. carmín? No sé qué filósofo dijo que
OBRAS MORALES. DE LA MUJER CRISTIANA. LIBRO II. CAP. V 1103
noble como tú, o tú, por él, te haces manejos contra Dionisio, hubiese
plebeya. En Derecho civil, el mari- huido de Sicilia, llamada por Dioni-
do da la dignidad a la mujer, no sus sio, su hermano, y agriamente re-
padres, por manera que no se lla- prendida por no haberle descubier-
man esclarecidas las que, nacidas to la huida de su marido ¿ Cómo :
dieran a doña María para todos los res si no dominan la lengua es que
negocios de aquel dominio, jamás no dominan el ánimo. Poséelas la
quiso ella determinar cosa alguna ira por completo y las lleva consigo
de poder absoluto sin consultarlo arrebatadas y no las deja ningún
primero con su marido, cuya volun- dominio de sí mismas. No tienen
tad tuvo siempre por ley. Y eso moderación en el reñir ni acab2n
que, sin malquerencia alguna del nunca con los denuestos, pues no
marido, podía buenamente adminis- hay en ellas ni hilo de razón ni piz-
trar todo, permitiéndoselo todo Ma- ca de juicio sano; todo lo abrasa el
ximiliano, por su natural bondad, a fuego y todo lo devora, puesto que
su amadísima y prudentísima espo- halla cebo fácil en materia combusti-
sa. Y así fué que doña María, en ble y oleosa, y, por ende, propicia a
muy breve tiempo, puso a su mari- la combustión. De ahí aquella rabia
do en la mayor autoridad, dándole y aquel deslenguamiento que mu-
las máximas atribuciones. Así, aquel chas veces me maravillé de verlo en
Estado fué el más obediente a sus mujeres cuerdas, y no echando de
príncipes, y a uno y otra prestaba menos en ellas ni bondad, ni hones-
reverencia igual, como si cada uno tidad, ni recato, ni muchas otras
de los dos consortes sostuviese y grandes e ilustres virtudes, sentí en
sustentase la indivisa majestad de ellas la falta de templanza y mode-
entrambos. No debe la mujer pru- ración de su ira y de su lengua, no
dente estimar la cuantía de su dote, sin empacho mío, aun cuando nada
ni cuánto dinero introduce en la me tocaba a mí de aquella brava
casa de su marido, ni qué hermosu- pendencia entre personas que me
ra, ni qué prosapia esclarecida, sino eran ajenas en absoluto, si es que
el recato, la castidad, la probidad, la entre cristianos puede haber algo
obediencia al imperio del marido, que sea ajeno a un cristiano. Por
el diligente cuidado de los hijos y Lodo lo cual, cuanto más difícil fue-
de la casa; dotada abastanza viene re, tanto más será loable y meritoria
la mujer que con estas virtudes esté virtud de la mujer tener la lengua
dotada. comedida. Ello no será sobrado car-
De otra manera, afrenta trae y goso de hacer si se mantuviese en
no connubio la mujer que tiene posesión de sí misma, si se fortale-
hermosura de la cual se insolente y ciere y se confirmare en el propio
no virtud que la regule. Estas son dominio y no se dejare llevar por
las palabras que Alcmena, en la co- la tempestad de la pasión embrave-
media de Plauto, dice a Anfitrión: cida. Antes que todo, cuando está
No pienso ser dote, la que común- con el ánimo reposado, cuando está
mente se llama dote, sino la casti- en todo su seso y toda su cordura,
dad, el pudor, el sosegado deseo, el piense a menudo y con gran ahinco
temor de los dioses, el amor de los que si acaso tuviere con el marido
padres, la concordia de los parien- alguna desazón, no ha de zaherirle
tes ; ser complaciente y dócil conti- con algún insulto grave o de su cu-
go; munificiente para con los bue- na, o de su parte física, o de su
nos, servicial para con los probos. parte moral, o de su vida, que sepa
Esto mismo pienso yo. Hora es ya que le irrita de mala manera, y eso
de poner frenos a la lengua, muy en ninguna circunstancia ni en lu-
fáciles de poner por el ánimo enfre- gar alguno ;
pero nunca, sobre todo
nado, pues la mayoría de las muje- en presencia de personas que él ten-
OBRAS MORALES. DE LA MUJER CRISTIANA. LIBRO II. CAP. V 1105
—
otros dice el mismo San Pablo — co, elmonje, con su mujer, que con
sea vuestro lecho inmaculado. Aque- élcompartió la vida penitente y cu-
lla casta mujer espartana, siendo pre- ya vida escribió San Jerónimo.
guntada si se había acercado algu- Con ello entendieron aquellos
na vez a su marido Yo, jamás res-
: — hombres superiores aquello mismo
pondió — ;él a mí, sí. Quería con ello que enseñaron los más grandes sa-
bios que en el mundo han sido, a
decir aquella casada honesta que Ja-
más había irritado el deseo de su saber: que el deleite corporal es in-
marido ni se había ayuntado con él digno de esa excelencia nuestra que
sino para satisfacerle. Escribe Tre- poseemos por la naturaleza del alma,
belio Polión que Zenobia, reina de y que, por ende, es tanto más me-
los palmirenos, mujer letrada y muy nospreciada y desechada cuanto con
prudente en la gobernación del rei- mayor largueza participa de la pres-
no, observó una castidad tal, que tancia del alma, y está más allegada
no admitía a su propio marido sino a Dios, y que, por el contrario, más
después de reconocer si había conce- a menudo da cabida al vicio en su
bido, pues una vez que se había uni- alma cuanto más baja la tiene, y
do con él, absteníase de toda cópula puesta en la tierra, teniendo en sí
hasta el tiempo del achaque periódi- mucha parte de vil naturaleza y po-
co; si había concebido, se apartaba co o ninguna de aquella soberana ex-
de su cama hasta pasado el parto; celencia. Mujeres, al desnudaros de
si no, cedía otra vez a su marido la la camisa, vestios del pudor y rete-
mitad de su lecho. ¿Quién creerá ned siempre éste, que es el más ho-
que esta mujer sufrió conjunción nesto velo de la Naturaleza; entre
con su marido no ya por deseo, sino día, a la noche, con el marido, con
por mediano placer? Admirable ma- los extraños, a la luz, en la oscuri-
trona, digna, por su esmerada cas- dad; nunca Dios, nunca los ángeles,
tidad, de ser condecorada, a quien nunca vuestra conciencia os contem-
el sexo no le incitó más al placer plen desnudas de este atavío del pu-
que su pie o que su mano. Mujer dor. Nada puede imaginarse de más
merecedora de parir, y sin unión, feo, de más torpe que esas desnude-
pues nunca la consintió sino por pa- ces. Hesíodo, grave poeta, no quiere
rir, o de parir sin dolor, puesto que que la mujer deponga la camisa ni
no sentía placer. Aún más que esto aun de noche, porque las noches son
hizo nuestra cristiana Ecelfrida, rei- de los dioses inmortales. Rebeca, hi-
na de Inglaterra, la cual, después de ja de Batuel, al ser conducida a
su primer parto, ya no se unió con Isaac, con quien había de casarse,
su marido jamás. Y mucho más aún y habiendo topado con él paseándo-
hizo Edeltrudis, reina de la misma se en el campo, preguntó quién era.
nación, la cual, habiendo sido casada Así que conoció ser Isaac, su espo-
con dos maridos, a entrambos les in- so, cubrióse muy de presto con el
dujo a perpetua castidad. Existieron, palio.
además, otros pares de casados que Esta doncella, prudente y bien
vivieron ayunos de toda unión, co- criada, enseñó a todas las otras que
mo Enrique de Baviera, príncipe de la más exquisita y primera flor del
romanos, con Sinegunda ;
Julián, pudor es debida al propio marido.
mártir, y Basilisa. Y en la ciudad de ¿A quién debe mostrarse mayor ver-
Alejandría, Crisanto y Daría, y güenza sino a quien tiene derecho a
Amos con su esposa, y también Mal- la revelación máxima?
1112 JUAN LUIS VIVES. OBR.-\S COMPLETAS. TOMO I
caiga en los celos, el marido en es- ta, ten por cosa de fe que no sólo
pecial. ¿Qué martirios, qué tormen- no se borrará, sino que arreciará de
tos pueden compararse ya con el es- día en día. En conclusión: si, ino-
píritu agitado por aquella intempe- cente, sufres los celos de tu marido,
rie ya con aquel por quien se tiene venturosa eres; si culpable, misera-
ose escocedor recelo? De aquí las ble eres. Amarás a tu marido y ha-
querellas, las reclamaciones, los gri- rás cuanto esté en tu mano porque
tos, el odio recíproco, la perpetua él se sienta amado pero mira no lo
;
las fuerzas porque estas furias no se con sus untos y con sus colores mu-
apoderen de su marido, y si se hu- dar la esencia de las cosas. Demues-
bieren apoderado, por sacarle de su tre la mujer que a ningún otro hom-
poder. Y ese resultado sólo la mujer i
j
bre ama, no ya de igual manera que
lo alcanzará con un procedimiento iI
a su marido, sino exclusivamente a
OBRAS MORALES. DE LA MUJER CRISTIANA. LIBRO II. CAP. VII 1113
mujer; que en todos los órdenes de I ban en brazos de otras mujeres, les
la vida los hombres tienen más an- I siguieron al coto y que allí, en la
chura y libertad; que los maridos |
oscuridad, fueron acribilladas de fle-
deben atender a muchos negocios; chazos por los propios maridos, que
la mujer no más que a uno: a su las creyeron fieras, y hechas peda-
castidad; las casadas han de cerrar zos por las jaurías; castigo dema-
los oídos a todos aquellos que van siado grande de unos celos indiscre-
a contarles de sus maridos no sé tos, inquisidores en demasía. Con
qué cosas novelescas o trágicas, y cuánta mayor moderación y pruden-
darles el despacho y convencerles cia se condujo Tercia Emilia, mujer
de que muy poco es el agradeci- del primer Africano, la cual, habién-
miento que se granjean con sus de- dose percatado que una de sus sir-
laciones. Hermione, esposa de Cad- vientas era del gusto de su marido,
mo, rey de Tebas, habiéndose por disimuló él descubrimiento porque
celos separado de su marido, en Eu- no pareciese condenar de inconti-
rípides se lamenta y duele de que la nencia al domador del orbe y prín-
perdió el acceso de ciertas malas cipe de su pueblo y a sí misma de
mujeres por haber prestado a sus in- impaciencia, no pudiendo tolerar el
sinuaciones oreja y crédito. La mu- ultraje de su marido, el hombre más
jer que se hubiere decidido, por mo- grande de su tiempo. Y" porque no
tivo de concubinato, a denunciar a se creyera que alimentaba en su pe-
su marido o a reñir ruidosamente cho ningún resquemor de aquella
con él, revuelva en su pensamiento herida íntima, a la muerte de su ma-
aquel dicho que se le escapó a uno rido distinguió a aquella criada ca-
que corría en persecución de un fu- sándola honradamente con un liber-
gitivo, y habiéndose éste echado en to suyo, persuadida de que si en los
una tahona, dicen que dijo: ¿En difuntos renace algún sentimiento
dónde querría yo verte más que en de nuestras cosas, aquel hecho se-
este lugar, donde yo te echara si te ría gratísimo a los manes de su ma-
cogiera? Hágase esta reflexión: ¿En rido.
dónde o cómo holgara más de ver- No ignoraba aquella mujer, to-
me la coima de mi marido que da cordura, que ella era la esposa,
echada de casa, expulsada del lecho ella era la dueña, a cualquiera parte
marital, en grave disensión con él, se desviare su marido; envidiando
para luego, con el menor esfuerzo, a otra mujer las noches de su ma-
atraer a sí la preferencia total de rido, acusaba la propia liviandad, no
mi marido, que yo me aparté y ena- su honesto afecto
jené con mis importunidades? Ta- ¿Y qué diré si, importunando a tu
pien sus oídos a las habladurías, que marido, le irritarás más, y si le lle-
hacen de ella y de su marido fábula vas con paciencia le retraerás más
del pueblo, y de las cuales toda mu- pronto, sobre todo si comparare tu
jer seria debe preservar a su mari- sabrosa afabilidad con la desgarra-
do y a sí misma, cualesquiera que da insolencia de su concubina? Así
fueren las molestias y ultrajes reci- es que Terencio, gran pintor de las
bidos. Escriben ciertos autores que pasiones humanas, escribió en su
algunas mujeres recién casadas, en- Hecira que Pánfilo, de la mucha vo-
trando en sospecha oe que sus ma- luntad que tenía a Baquis, su amiga,
ridos, que, so pretexto de cazar, per- se convirtió todo a su mujer, a
noctaban fuera de su casa, holga- quien odiara, luego que Pánfilo se
OBRAS MORALES. DE LA MUJER CRISTIANA.— LIBRO II. CAP. VII 1115
conoció a sí mismo, conoció a Ba- licadeza que a ella misma, sin de-
quis y a la mujer que tenía en su mostrarle ni de palabra ni de hecho
casa, pensando que bastaba aquel la más leve mala voluntad. Ahora
cotejo para la respectiva estima- — dijo — marido mío, la amarás sin
,
ción: Esta, como convenía a una peligro y la gozarás con mayor se-
mujer de ahidalgada condición, era guridad. El marido, obra de un año,
vergonzosa comedida en el compor-
t
no se acercó a su tierna esposa, no-
tar todos los daños y agravios de su ble, casta y, a ojos vistas, más her-
marido y disimularle sus afrentas. mosa que la concubina. Sólo Dios sa-
Entonces su voluntad, parte vencida be qué intenciones traía aquella
de la lástima de la mujer y parte mujer. Por lo que los hombres po-
derribada con los agravios de ésta, dían juzgar, parecía no llevar a mal
poco a poco se desapegó de Baquis, aquella suplantación, en especial
y pasó en esta otra su amor, des- después de haber sustraído a su ma-
pués que halló otra que fuese de su rido del peligro, pero frecuentaba
misma condición. Esto dice Teren- la iglesia, estaba en oración conti-
cio. nua, todos entendían su aflicción;
Aquí no debo callar el hecho de pero nadie oyó su despecho ni sus
aquella matrona que, teniendo a su quejas. Pasado el año, el marido con-
marido enredado en el amor de otra virtióse totalmente a su esposa, em-
mujer casada y viéndole todas las pezó a cobrar odio capital a su man-
noches ir a casa de ella, pasando en- ceba expulsada ésta, traspasó tan-
y,
tre su marido y sus hermanos, que to amor a su mujer, que dice a
estaban al acecho, con gravísimo e quien quiere oírle que todo su cora-
inminente peligro de muerte, habló zón, toda su alma, toda su vida es-
a su marido en esta forma :Tú, ma- tán puestos en ella, y no podrá so-
rido mío, no puedes arrancarte a portar el sobreviviría. Me abstengo
este amor ilícito ni yo lo pretendo de decir nombres porque todas las
de ti; sólo te pido que no la ames personas de este drama viven.
con tan grave peligro de tu vida; Todo lo que queda dicho hasta
dice ella que te quiere seguir; con- aquí va para aquellas que tienen un
dúcela a ese castillo tuyo, yo le ce- motivo cierto y racional de celos,
deré esta parte de la mansión, tan pues las que lo tienen endeble o fan-
aderezada como está, y yo me reco- tástico proceden importuna e into-
geré en la otra, y te doy fe que le lerablemente, y ocasiónanse a sí
guardaré iguales consideraciones mismas y a sus maridos una cruz
que si fuese hermana mía; si notares cierta por un hecho incierto. Y eso
que obro de otra manera, expúlsa- lo hacen algunas mujeres enamora-
me a mí y consérvala a ella. Persua- das en exceso o complacientes con
dió al marido de tal forma, que una sus pasiones, o las que se fabrican
noche introdujo en el castillo a la castillos en el aire y toman flacas
amiga, que venía temblando de mie- conjeturas por hechos averiguados.
do de la mujer de su marido, la ¿Se chancea tu marido con alguna
cual la recibió muy dulce y afable- mujer? No vayas a creerle inmedia-
mente; la colocó en sus apartamien- tamente enamorado. No te dejes, lle-
tos y no le dió más nombre que el var por cualesquiera sospechas,
de hermana; visitábala dos veces al cuando no hay que impresionarse
día; dió orden a la servidumbre que por cosas vistas y tocadas con las
la sirviesen con más esmero y de- manos.
1116 JUAN LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. TOMO I
tancioso alarde del palio y de la tú- cuando no haya otro remedio; pero
nica, el cinturón labrado primorosa- no hay que exagerarla, y hay que
mente, tus zuecos crepitantes y to- reducirla a lo indispensable, que
dos los otros excitantes de la lubri- siempre será menos de lo que pidan.
cidad. Todas estas cosas son muy Aristóteles, en sus libros Económi-
ajenas del pudor y se las conceptúa cas, a tenor de la vieja sabiduría,
llenas de fealdad y de torpeza. Y si piensa que la mujer en su traer de-
el apóstol veda todo esto a las que be gastar menos de lo que prescri-
están bajo la potestad de varón, las ben las leyes suntuarias y las cos-
que viven en el regalo y sobreabun- tumbres de la ciudad, puesto que
dan de riquezas, ¿qué pensamos, di- conviene considerar, dice, que ni el
ría, de las vírgenes? Bien está; con aliño y lustre de los vestidos, ni la
una mujer gentílica no quiero entrar excelencia de la hermosura, ni la
en discusión acerca del atavío; pero abundancia de oro contribuyen tan-
¿qué me responderá la mujer cris- to a la alabanza de la mujer como la
tiana que entre con aquella pompa compostura en el porte y el empeño
en la iglesia, donde oirá que desde de vivir con honestidad y gracia. Así
el lugar más elevado los apóstoles que hay que hacer más caudal de la
predican una doctrina radicalmente razón y del recato y de la piedad
contraria? ¿Acaso va a la iglesia pa- que de los vanos juicios y perversas
ra desmentir con sus obras aquella costumbres introducidas primera-
predicación y para proclamar a gri- mente por hombres viciosos y reci-
tos que, por más que se repitan y se bidos y aprobados después por la va-
inculquen aquellas enseñanzas, ella nidad y sentir corrompido del vulgo.
no las oye o no les hace ningún ca- Deberían algunas honradas matro-
so? Si un pagano asistiera a nues- nas concertarse entre ellas y, recia-
tras asambleas oyendo lo que dicen mente aliadas, arremeter contra ese
aquellos apóstoles de Cristo y vien- linaje de costumbres, de manera
do lo que hace aquella discípula de que, vistiéndose ellas medianamente,
Cristo, ¿podría contener la risa o, dieran a las otras el ejemplo conve-
mejor, no saldría de allí enojado por niente y les enseñasen el camino
asistir a aquella farsa? Todo esto por donde debían insistir. ¿Cuánto
es de San Juan Crisóstomo. mayor mérito no tendrían haber qui-
Por lo demás, así como no aproba- tado una mala usanza que haberla
mos el fausto, ni la pompa, ni la ex- seguido? Y no hay que desesperar
quisitez del demasiado atavío, tam- que unas pocas mujeres consigan
poco nos parece bien la sordidez y la abolir lo que otras pocas mujeres
inmundicia, ni el que en un vestido introdujeron. Ni está tan irremedia-
llano y simple se acuse una excesi- blemente pervertido el ingenio hu-
va preocupación del aliño. Hay mu- mano que pueda verse influido del
jeres en quien, por su belleza singu- mal, pero no pueda influirse del
lar, luce la jerga más grosera y bas- bien, principalmente cuando el rec-
ta, y las hay que con su buen gusto to hábito del alma propenda a él.
hacen que luzca. Hay que hacer, Lo que pudo para el mal la conjura-
dicen, alguna concesión al lugar, al ción de las malas, otro tanto podría
tiempo, a las circunstancias de la vi- para el bien el concierto de las bue-
da y a las usanzas admitidas de la nas, siempre que comenzaran su
localidad. Sí, hay que hacerles de campaña con recato, con modestia,
cuando en cuando alguna concesión, con pudor, y considerasen ser gran
OBRAS MORALES. DE LA MUJER CRISTIANA. LIBRO II. CAP. VIII 1119
honra vencer con esas armas y no res. Y aun estaría bien que los pre-
con el alarde jactancioso de una ri dicadores cristianos imitasen, no ya
queza que aguija a los espíritus li- a los santos varones que formaron
vianos a emulaciones y rivalidades la piedad cristiana, sino a Pitágoras,
enconadas. Los maridos, todos a una, filósofo gentil, y vencerle en esta lid
aprueban la bondad, la paciencia, el honrosísima, de quien San Justino
amor y la docilidad y las alaban so- escribe estas palabras: Enseñaba
bre manera. Son contadas las muje- Pitágoras a las mujeres castidad y
res que envidian a las casadas ejem- obediencia a sus maridos, y a .vuel-
plares para imitarlas; mas, todas a tas de esas virtudes inculcábales
una, envidian y codician los adere- templanza, que es la madre de todas
zos, los vestidos, los collares, los ellas, y con la asiduidad de sus per-
zarcillos, los broches, los pendientes, suasiones y consejos había consegui-
las sortijas, los vasos labrados. ¡Oh do que las mujeres depusiesen sus
soberbios y necios animales nacidos vestidos dorados y los otros aderezos
para la vanidad y la ostentación! propios de su estado, como instru-
De ahí surgen las competencias que mentos de lujo, diciendo que el ver-
se encrespan y se encienden tanto, dadero atavío de la matrona era la
y llegan a tales extremos que, como honestidad, no el vestido. ¿Por ven-
dice sapientísimamente Catón en Ti- tura este mismo sentir no se en-
to Livio, las ricas quieren tener lo cuentra más claro y copiosamente
que ninguna otra mujer pueda, y las en autores nuestros? Henchidos es-
pobres, porque no se las desdeñe por tán de consejos de esa suerte San
ello, se alargan a más de lo que pue- Cipriano, San Jerónimo, San Crisós-
den, y de esto se origina que tenien- tomo, San Ambrosio, San Agustín,
do vergüenza de lo que no conviene, San Fulgencio. Tertuliano exhorta
dejan de tenerla en lo que más im- así a las mujeres: Salid ya y mos-
porta. Despojan a los maridos e hi- traos aderezadas con los afeites y
jos por vestirse a sí; en la intimidad arreos de las enseñanzas apostólicas,
de su hogar tienen hambre y laceria, tomando el blanco de la inocencia,
y fuera de su casa andan en público tomando el carmín del pudor, pinta-
cargadas de oro y sedas; empujan a dos los ojos con la reverencia y el
sus maridos con sus reproches y ri- espíritu con el silencio, metiendo en
ñas a feas ganancias, a hechos puni- los oídos la palabra de Dios, ponien-
bles, porque su vecina, o su parien- do en las cervices la coyunda de
ta, o su afín se muestre más rica y Cristo; doblad la cabeza ante vues-
ataviada que ella. Y todo eso, tan tros maridos, y harto ataviadas an-
grave y tan descomedido, fuera tole- daréis; ocupad vuestras manos en la
rable si con ello no vendieran su lana, clavad en vuestra casa vues-
castidad para sacar de ahí lo que el tros pies y agradarán así más que
marido no quiere o no puede darle. calzados de oro; vestios de la seda
Tamaños males debieran atajarse de la probidad, del brocado de la
o por concierto y pacto que hiciesen santidad, de la púrpura de la pudi-
las matronas ricas, quienes con su cicia. Así pintadas, tendréis a Dios
ejemplo llevarían a las otras a mayor por amador. Esto es lo que dice Ter-
cordura, o por alguna ley suntuaria tuliano; a ello yo añadiré algunas
que frenase esos desafueros, como reflexiones de mi cosecha que me
aquella vieja ley Opia que ponía mo- parecen pertinentes a esa misma
deración en los gastos de las muje- exhortación. Todas las cosas corpó-
1120 JUAN LUIS VIVES. .
OBRAS COMPLETAS. .
TOMO I
reas son signos de las incorpóreas; de virtudes con que se adorna la es-
en el espíritu radican la eficacia y posa, hija del rey, en el salmo XLIV,
la verdad ;en el cuerpo, la sombra y la cual asiste a la derecha de su
la imagen. La cabeza del varón es esposo con franjas de oro vesti-
Dios; la cabeza de la mujer es el da de variedades, cuya gloria es
marido. ¿Por ventura buscas tú un toda recogida e interior y en ella
adorno mayor o que te embellezca pone sus ojos aquel esposo que es
más que la excelencia y la honra de el más hermoso de los hijos, de los
tu marido? Si te tocares la cabeza hombres, en cuyos labios la gracia
con la sumisa obediencia que le de- se derramó? ¿Por qué, mezquinas,
bes a él, lucirás el más gracioso de corréis en persecución de sombras
los tocados. vanas? Los auténticos y sólidos ata-
No parece bien en varón cubrir víos son aquellos que en vida y en
su cabeza, puesto que es en el mun- muerte os harán resplandecer, los
do la imagen de Dios; en la mujer que os granjearán honra y hermo-
sí que parece bien, porque al varón sura grande ante los hombres y una
está sujeta; descúbrese, pues, cual- gracia copiosísima e imperecedera
quiera mujer que sacude de sí la ante el acatamiento de Dios.
ley de su marido. Si tu cabeza res-
plandece de oro y de piedras pre-
ciosas, usurpas la preeminencia de CAPITULO IX
tu marido; si, vuelta de la autori-
dad de tu marido, te vistes de ho CÓMO SE HA DE HABER EN PÚBLICO
landas y de sedas, ¿de qué te apro- LA MUJER CASADA
vecha un signo que carece de con-
sistencia ni realidad? Andas desto- Parece bien en las casadas que se
cada y menosprecias el mandamien- las vea en público aún menos que a
to del Apóstol; el carbúnculo es el las doncellas, pues lo que éstas pa-
ardiente amor conyugal, el diamante recen buscar ellas ya lo tienen; así
es la firmeza del propósito santo, te- que todo su cuidado debe consistir
naz, indestructible, pues tal dicen en conservar a su marido y en agra-
que es su naturaleza la esmeralda
;
darle a él Licurgo, que dió
solo.
es el gozo en el Señor, de quien dice leyes a lacedemonios, mandó
los
el Apóstol: Gózaos en el Señor que casadas, cuando salían de
las
siempre; las sortijas que adornan la casa, fuesen con la cara cubierta,
mano son las buenas obras, de quie- porque ya no era conveniente que
nes dice Salomón: Obró con la sa- ni ellasmirasen a otros ni otros las
bia destreza de sus manos; el yugo mirasen a ellas, puesto que tenían
del Señor, suave y llevadero, es el en casa al único a quien debían mi-
collar de oro guarnecido de piedras rar y de quien debían desear ser
preciosas; el cinturón es aquel ir miradas. Costumbre es ésa que los
con los lomos ceñidos como nos persas y casi todos los pueblos
manda el Señor que vayamos cons- orientales, y aun muchos de los
tantemente mientras estamos en es- griegos, observaron en gran mane-
pera de su venida la camisa es el
; ra; pero no con la cabeza tapada,
recato y vergüenza que cubre todo como ahora se estila en ciertas ciu-
el cuerpo de la mujer. ¿Existe, por dades de Europa, que no hay quien
ventura, vestido más resplandecien- las conozca ni vea la cara, y ellas,
te que aquella riquísima variedad en cambio, ven y conocen a los
OBRAS MORALES. —DE LA MUJER CRISTIANA. LIBRO H- CAP. IX 1121
otros. En lo cual no puede uno me- ¡así me amen los dioses!, porque
nos de maravillarse no tanto de las en toda la cena no aparté mis ojos
delicadezas de las mujeres (¿delica- de ti por mirar a otro varón. La
dezas, dije?; desvergüenza de la matrona honesta no oirá con agra-
más fina, debiera decir, con su ca- do a los varones ajenos, ni discuti-
ra tapada, con su velo sutilísimo) rá de ellos, ni de su hermosura.
como de la ceguera de los maridos, ¿Qué importan la belleza de los
que no consideran cuánta ocasión otros a aquella para quien conviene
de maldades disimula aquel recato que todos los hombres le parezcan
aparente. No las cometerán, dices. igualmente bellos, y feos igualmen-
—
¡Ojalá digo yo no las hubieran te, excepto su marido? Este solo
cometido* Por otra parte, no hay sea el más hermoso, el más gracio-
que abrir la puerta a la ocasión de so que todo lo restante del mundo;
pecar. Vayan, pues, las mujeres sin como para una madre su hi-
lo es
velos delante de la cara, veladas y juelo único. Al Esposo, en el Cantar
abrigadas por el pudor; porque de los Cantares, parécele su Esposa
aquel velo que antiguamente usa- la más hermosa de las mujeres, y
ban las mujeres no tanto servía por para ella, a su vez, el Esposo suoe-
no ser ellas miradas de los hombres ra a todos los otros en hermosura
como por mirarlos ellas. Fauna, mu- y en gracia. Y no fué menos grata
jer de Fauno, rey de los pueblos a Duelio la simpática simplicidad de
aborígenes de Italia, mientras vivió su esposa. La referiré con las mis-
no vió jamás a varón alguno, ex- mas palabras de San Jerónimo:
cepto a Fauno, por lo cual, después «Duelio, que fué el primero que
de muerta, la tuvieron por diosa y triunfó en Roma en combate naval,
la veneraron bajo el nombre de casóse con Bilia, doncella de tan ra-
Diosa buena, y en los sacrificios ra honestidad que aun en aquel
con que la honraban no solamente tiempo, en que la deshonestidad era
eran excluidos los varones todos, tenida no ya por vicio, sino por
sino incluso la figura de animal ma- monstruo, fué mirada por espejo y
cho. Esto no lo digo porque yo les dechado de virtud. Llegado Duelio
mande estar siempre emparedadas a viejo, caduco y temblándole todo
y tapadas, sino porque se las vea en el cuerpo, en una recia discusión
público raras veces, y menos aún oyó echársele en cara que le he-
que anden metidas entre hombres, día la boca y, desazonado al retraer-
cosa la más grata que puede haber se a su casa, quejóse con su mujer
para los maridos, como fácilmente por qué nunca se lo había adverti-
imaginamos que la recatada reser- do para poner remedio a ese vicio.
va de su mujer lo fué a Tigranes. «A femía que lo hiciera ella res- —
Este, habiendo tenido convidado a pondió —
si no pensara que a todos
su mesa a Ciro, rey de Persia, y ha- los hombres la boca les hedía igual.»
biéndose hablado largamente en ca- Merecedora de alabanza es esa ma-
sa de Tigranes después del banque- trona honesta y noble, si ignoró la
te de la apostura y prestancia fí- tacha de su marido, y si la sufrió
sica de Ciro, pues era hermoso so- pacientemente, y si su marido co-
bre todo encarecimiento, Tigranes noció su defecto, no por asco de la
preguntó a su mujer qué le había mujer, sino por reproche de su ene-
parecido el rostro de Ciro. No pue- migo. Esto mismo cuentan que
—
do darte razón respondió ella — aconteció a Hierón, rey de Siracu-
luis vives — 33
1122 JUAN LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. TOMO I
der aquí aquella usanza barbárica deseo carnal dijo: Huid. Pues a los
de algunas naciones, por la cual otros vicios, con la ayuda de Dios,
promiscuamente se bañan el mari- debemos resistir en el ataque; mas
do y la mujer! No hay que mentar- a la concupiscencia debemos ven-
la aquí siquiera, pues es más cos- cerla huyendo. Contra el ímpetu de
tumbre de bestias que de hombres. la tentación carnal, date a la fuga
Pocas conversaciones de hombres si quieres obtener la victoria. Y no
oirá la mujer, y más pocas palabras te cause sonrojo esta huida si de-
dirá, y si presintiere que va a oír o seas obtener la palma de la casti-
ver alguna liviandad, quítese luego dad. Sí, tienes que huir, porque a
de allí. Un declamador del siglo dice ta castidad tocóle un enemigo pe-
muy discretamente de las mujeres: gadizo a quien se resiste cada día
.Ande la matrona con los ojos derri- y cada día se teme. Verdaderamen-
bados al suelo y con el saludador te digna de compadecer y aun de
oficioso muéstrese más bien inhu- llorar es la condición en que muy
mana que ruborosa; anticípese a de presto pasa lo que deleita y se
desmentir su liviandad antes con la queda implacablemente lo que ator-
expresión de su rostro que con la menta ; efímero es el ímpetu del
negativa tajante. Hierón, aquel ti- placer, y permanente y sin fin es el
rano de Sicilia de quien antes hice oprobio del alma infeliz. Esto es de
mención, impuso una recia multa San Agustín. ¿En dónde están aque-
de dinero al poeta Epicarmo por- llas señoras cortesanas para quienes
que en presencia de la reina refirió es muerte la soledad, que las aflige
una anécdota inconveniente. César tanto, sin aquel cortejo de mozos, con
Augusto vedó con público pregón la quienes departen noche y día? ¿Qué
asistencia a los juegos de los at- responderán a Agustín o, mejor, al
letas, porque acostumbraban luchar Apóstol de Cristo? Dicen que lo ha-
desnudos. Y no es de maravillar, cen con toda pureza de intención y
porque éste es aquel César que dic- sin sospecha alguna de mal. A mí
tó leyes sobre los adulterios y la me resulta ello increíble, y no sólo
castidad. Por la misma causa, mien- a mí, sino también al Sabio, que se
tras duraban los juegos olímpicos, hace esta pregunta: ¿Como es posi-
todas las mujeres salían de Olim- ble que nadie traiga fuego en su
pia y Pisa, y también porque con seno y no se queme? Pero admítase
tan gran afluencia de gentío no tu- que a ellas no se les viene ni por
vieran ocasión de andar barajadas asomo el más leve pensamiento de
con varones. obscenidad. Siempre será cierta
OBRAS MORALES. DE LA MUJER CRISTIANA. LIBRO II. CAP. IX 1123
aquella otra sentencia del Apóstol: fuq que por espacio de dieciséis
El que ama el peligro, en el peligro años la aplaudiera aquella provin-
perecerá. Y aun en el caso, harto cia, pero mucho más que no la co-
difícil por cierto, de que a ellas no nociera. Hasta aquí son palabras
les ocurra ningún pensamiento ma- de Séneca. Entendió, sin duda, aque-
lo, ¿podrás garantizar a los varones lla sabia mujer que el trato y con-
esta misma inmunidad de que tú versación con los varones empecería
gozas? Delinques, pues, o de obra, el candor y la limpieza de su nom-
o de peligro, o de incentivo. bre, y que la seda muy fina no gana
Juvenal reprende con aspereza a nada en que la traten muchas ma-
aquellas mujeres letreras que saben nos. Numa, rey de Roma, según
lo que pasa entre los seres y los Plutarco escribió, acostumbró a las
tracios y todo cuanto se hace en el mujeres a que se abstuvieran de
universo mundo. Catón, en un razo- hablar y de beber vino y a que, en
namiento que desarrolló en el Sena- ausencia del marido, abriesen la
no sobre las mujeres, quiere que las boca aun en cosas necesarias. Y a
mujeres ignoren en absoluto qué le- propósito de esto, se cuenta que,
yes se promulgan o se derogan en habiendo una mujer defendido en
su ciudad, y de qué se trata en el el foro su propia causa, el Senado
foro, y de qué en la curia. De aquí consultó a los dioses acerca de qué
aquel refrán de los griegos: La ta- calamidad era agüero y amago aque-
rea de la mujer es la tela y no los lla cosa jamás vista.
discursos. Aristóteles tiene por más Es conveniente que las recién ca-
perdonable en el varón conocer lo sadas permanezcan en casa recogi-
que se hace en la cocina que en la das durante algunos meses. Así, Eli-
mujer estar enterada de lo que suce- sabet, esposa de Zacarías, después
de fuera de casa, y por eso le prohi- de la concepción, durante algún
be enérgicamente hablar de política tiempo se mantuvo oculta; ésta,
y aun de oírla. Séneca escribe que porque siendo anciana tuvo ayun-
a una tía suya materna, en dieci- tamiento con su marido; aquélla,
séis años que su marido tuvo el go- porque perdieron la virginidad; en
bierno de Egipto, nunca se la vió en unas y otras parece bien un cierto
público ni admitió en su casa a pudor del hecho, aunque no ilegíti-
ningún natural de aquella provin- mo. Mujeres hay que cobran mucha
'cia, que ninguna cosa pMió a su ma- fantasía por dignidades ajenas, co-
rido ni consintió que se la pidieran mo son, verbigracia, del marido, del
a ella. Y así fué que aquella provin- hermano, del deudo, del afín o, si
cia, charladera e ingeniosa en bur- place al Cielo, del amigo y aun del
lerías y afrentas de los preceptos vecino conocido ligeramente. ¡Qué
en la que ni aun los que evitaron locura tan grande es obrar de modo
la culpa no se escaparon de la infa- que a los otros sus propias virtudes
mia, la contempló como único espe- les hagan buenos y merecedores de
jo de virtud y, cosa que es la más honra y a ti las virtudes ajenas te
difícil para aquellos a quienes gus- hagan mala e indigna de todo ho-
tan las chanzas, aun las más esca- nor! Y no faltan quienes abusen de
brosas, contuvo toda licencia de la la influencia de sus allegados, que
lengua y ahora está deseando siem- no ya a sí mismas, sino también a
pre, aunque no lo espere, otra go- aquellos personajes influyentes los
bernadora semejante a ella. Mucho tornan odiosos, como la hermana del
1124 JUAN LUIS VIVES, .
OBRAS COMPLETAS. .
TOMO I
emperador Vitelio, la cual de la pre- zosas sin desvío, y quieran antes su-
eminente situación de su cuñado to- frir menoscabo en la mercadería que
maba más tufos que la emperatriz en honestidad. Esto digo por al-
la
misma. La desapoderada altivez de gunas que con halagos y lisonjas in-
las hermanas de Hierón, rey de sinuantes atraen a los compradores.
Siracusa, empujó al pueblo a un mo- —
No es de matronas dice Plauto —
vimiento sedicioso que acabó con sino de meretrices, halagar a los
él y con todo su linaje. Un noble se- hombres extraños. Pronto los com-
ñor de nuestro tiempo tuvo a una pradores descubren y evitan esas
mujer orgullosísima, el cual fué artimañas, cual si fueran cantos de
derrocado de su gran posición, y sirenas. Mayor ganancia granjeará
justamente a juicio de todo el mun- la mujer reservada, porque de su
do, porque con aquel poderío de su aspecto y costumbres juzgarán los
marido ensoberbecíase la mujer has- compradores, que ni les mentirá ni
ta un grado feroz. Tucídides ni si- engañará. No digo yo que el
les
quiera permite que la mujer buena comprador rico no tome placer en
sea alabada en las conversaciones donaires y en desenvolturas; pero
del vulgo; no quiere decir con ello raro es el que los pague con dinero,
que no condene que se la vitupere, y cuando se trata de cerrar el pre-
sino que quiere sea desconocida de cio, ningún crédito dan a la vende-
las personas ajenas a su familia y dora picara y desenvuelta. Y si a
que la fama pregonera no publique veces a los compradores mozos la
su nombre. pasión les engaña, ello no acontece
No es precisamente buena señal y a los compradores viejos, escarmen-
demostración de su castidad el que tados y ricos, en quienes el interés
la mujer sea demasiado conocida, y vence a todo otro linaje de conside-
celebrada, y cantada, y señalada por raciones. En conclusión: como quie-
algún sobrenombre que vuele de ra que ello sea, debe la mujer acor-
boca en boca y que se la diga her- darse siempre y tener de continuo
mosa, o turnia, o bizca, o pelirroja, delante de los ojos que el más cier-
o coja, u obesa, o pálida, o flaca; to y sólido tesoro de la mujer es la
pues es menester que estas circuns- honestidad y vergüenza.
tancias sean ignoradas en la mujer Ahora, habiendo ya encerrado en
buena, como demostramos en el li- su casa a la mujer del modo sabido
bro anterior. Con todo, las hay cuya en tiempo de paz, harto puede cole^
manera de vivir requiere que estén girse la participación que toca a la
en público y traten con las gentes, mujer en la conducción de la gue-
como son las que compran y ven- rra y en el trato de las armas; co-
den. Yo, por mi parte, no querría sas, ambas a dos, que yo querría
que las mujeres se aplicasen a ta- que ni aun nombre tuviesen para
les tráfagos, si bien en ello hay que ella; y que pluguiera al Cielo que
mirar la comarca y las condiciones se quitaran aun a los varones cris-
de su vida. Así que si de otra ma- tianos. Pasó ya de moda Judit,
nera no puede ser, mézclense en aquella gloriosa viuda que fué som-
esos tratos mujeres ancianas y de bra y promesa de tantas cosas ve-
más de media edad, casadas; y si nideras, la cual, con su continencia
por necesidad indeclinable tienen y castidad, cortó la cabeza de Holo-
que ser mujeres mozas, procuren ser fernes; a saber: del diablo. Ya Dé-
comedidas sin melindre y vergon- bora, la que juzgó el pueblo de Is-
OBRAS MORALES. DE LA MUJER CRISTIANA. LIBRO II. CAP. IX 1125
ñora, como el marido no se llamó se- hablan con dulzura. ¿A cuánto cues-
ñor. Dime también: ¿Qué diferencia tan las palabras? Os ceden el cami-
piensas tú que hay en que te sien- no: liviana es la molestia de cede-
tes o vayas la primera o la postre- ros un poco de la vía, y respiran
ra? En algunas naciones tienen la mientras tanto; os ponen en cabe-
precedencia los primeros y en otras cera de mesa, y están sentados a su
los últimos, y en otras, por fin, los placer cabe vosotras; os dan el apo-
que se sitúan en el centro. Si quie- sento mejor y más bien aderezado
res satisfacer a la opinión, cuando de toda la casa; los vestidos más
fueres la primera, imagínate estar muelles, oro, plata, joyas. Lo mismo
en aquellos pueblos que dan la pre- hacen con los niños porque no llo-
ferencia a los primeros; cuando es- ren, y no os tienen por más sabias
tuvieres en medio, piensa que estás que a los niños, y no lo sois mien-
en los que atribuyen este honor a tras os contentáis con tales nade-
los que están en medio, y si a la rías; y, por fin, os dejan aquello
cola, en los que acatan preferente- que, si se os quita, os causa tanta
mente a los que están en la cola. quemazón y desabrimiento; para
Así, dondequiera estuvieres, serás en ellos es motivo de honra menospre-
tu estimación la más distinguida. Y ciarlas, y porque os dediquéis a
al revés, por no engreírte en dema- aquellas cosas para las que los hom-
sía cuando estuvieres en el más alto bres no tienen tiempo. Y puesto que
lugar, piensa que estás entre aque- os conocen tales, nadie os conside-
llos pueblos para los cuales este si- rará más honradas porque los hom-
tio es el ínfimo de todos. bres os den honra, sino que más
Ya te cedí el paso en la calle. bien tomarán por bien criados y
¿Qué otra cosa es ésta sino que el corteses a aquellos que os conceden
más fuerte hace lugar al más flaco, un honor, porque saben que lleva-
el entero al lisiado, el firme al invá- ríais muy desabridamente su caren-
lido, el suelto al embarazado o el cia.
ligero al tardo? ¿Piensas ser otra Hombre soy; mas por cuanto co-
causa por que los hombres traten a mo con amor de padre he tomado
las mujeres con tal blandura o les cargo de enseñaros, ni ocultaré ni
hablen tan halagüeño y se precien disimularé nada de lo que crea que
hasta tal punto de profesarles esti- hace a vuestra formación; y aun
ma y veneración, sino porque el haré más, y será descubriros vues-
sexo más robusto trata con exqui- tros secretos. No sé cómo los otros
sita delicadeza, como a cristal del- hombres me agradecerán esta reve-
gado y frágil, al sexo débil, de tan lación. Así es que quiero que no ig-
viva sensibilidad que el frote más noréis que nos reímos y burlamos
ligero le afecta extraordinariamente de vosotras con aquella falsa apa-
y deja en él una impresión profun- riencia de honra y trampantojos que
da? No es, pues, la propia virtud la os hacemos, y cuanto más codicio-
que os granjea el honor, sino la aje- sas sois de honores, tanto más os
na cortesía, y no se os rinde acata- escarnecemos y chiflamos; abrimos
miento porque lo merezcáis, sino las manos con largueza y os distin-
porque andáis tan pesadas persi- guimos con aquellas sandeces que
guiéndolo, dándoos de balde lo que vosotras decoráis con el nombre de
nada les cuesta. Os clan tratamiento honores, pero no sin alguna com-
de señora, os regalan sonrisas, os pensación, porque vosotras, en cam-
OBRAS MORALES. DE LA MUJER CRISTIANA. LIBRO II. CAP. IX 1127
mor de que pueda faltaralgún día. sean necesarias tres cosas: el tra-
Si fuere manirrota la mujer, jamás bajo, la comida y el castigo; y la
el marido podrá allegar tanto como comida sin el trabajo y el castigo
ella desperdiciará en breve tiempo. origine petulancia, y el trabajo y
De esta manera, la hacienda fami- el castigo sin comida sean cosa vio-
liar, derrumbada, no podría subsis- lenta que debilita al esclavo, sigúe-
tir. No está bien que la honrada ma- se que la madre de familia señale la
dre de familia sea desperdiciadora, tarea a los trabajadores y les dé la
y no cautelan suficientemente su comida conveniente que constituye
honestidad las que no cautelan su su salario.
dinero, como Salustio refiere de Adminístrelo todo la mujer a vo-
Sempronia, para quien todas las luntad o mandato de su marido, o,
otras cosas fueron más apreciadas si no, de tal manera que sepa anti-
que su decoro o su dinero, por ma- cipadamente que su marido no se
nera que difícilmente discernirías si lo ha de desaprobar. No sea desabri-
hacía más barato de su dinero o de da con la servidumbre ni dura, sino
su buen nombre. No es que yo ten- benévola y afable, de suerte que an-
ga por bien que ella retenga a dien- tes conozcan tener en ella madre
tes cerrados, a puños, lo allegado, que señora, según dice San Jeró-
o prohiba al marido invertir el di- nimo; más con su dulzura que con
nero en obras buenas, y que la mo- su aspereza, gánese el respeto, cuyo
neda que una vez entró en el cofre, atajo más breve es el camino de la
como si se extraviara en el labe- virtud; nada añaden a su autori-
1130 JUAN LUIS VIVES. OBR AS COMPLETAS. TOMO I
acaten a sus señoras y a sus seño- cosas se toleran en casa que, lleva-
res como si fueran sus padres y sus das afuera, son tenidas por necias
madres, puesto que el que alimenta y ridiculas; singularmente cuando
y educa hace las veces de padre. Y cada uno de nosotros pide para sí
esto nos lo enseña el mismo nombre una tolerancia que él no quiere con-
de padres y madres de familia que ceder a los otros; tanta es nuestra
los amos toman. Según costumbre falta de equidad, y lo que él hace
romana, los esclavos, al cobrar la li- seriamente todos los días, si lo sor-
bertad, adoptan el nombre de sus prende en otro una sola vez, hace
patronos, como si fueran sus nue- burla de él y aun le calumnia.
vos padres. Piensen que son secre- Todo el mundo sabe por reitera-
tos todo cuanto vieron y todo cuan- da experiencia cuántas rencillas y
to oyeron en la casa de sus señores enemistades nacen en toda la ciu-
y que sin grave culpa no puede di- dad de esas delaciones, mientras to-
vulgarse no solamente mientras vi- dos nosotros, por una parte, adole-
vieren en la casa, sino después que cemos de muy aguda curiosidad por
hubieren salido de ella. ¿De qué conocer lo ajeno, y por otra, toma-
servirían paredes y puertas si las mos con sumo desabrimiento que
criadas lo publicaren todo? ¿No se- nuestras cosas sean sabidas o si-
ría preferible criar una víbora en niestramente interpretadas con ;
sino a las de bien aquilatada leal- cariño, pero no tanto cariño como
tad; y las sirvientas, por su parte, respeto. ¿No quieres ser temida co-
con su callada reserva y circuns- mo señora? Exige acatamiento co-
pecta fidelidad, muéstrense tales mo madre. El gremio criaderil anda
que puedan ser depositarías de cual- ganoso de licencia; una vez que se
quier secreto, tanto o más que las les muestre, la toman toda y aún
propias hijas. Ninguna cosa hagan, más, y como dice el refrán: Al vi-
ninguna cosa digan que ni por la llano, dasle el dedo y toma la mano.
señora ni por los hijos pueda ser to- Yo no mandaré al señor que se
mado como ejemplo y ocasión e in- guarde de familiarizarse con la ser-
centivo de pecar. Con frecuencia se vidumbre con la misma rigidez que
peca más gravemente con el ejem- a la señora, que no quiero que ten-
plo que con la obra. Si vivieren de ga demasiada comunicación con los
esta manera, no solamente harán mozos de servicio ni trate negocios
más llevadera y cómoda su condi- con ellos, ni los reprenda ella en
ción para sí mismas, sino también persona ni en persona los castigue.
más respetable, agradable a Dios, Deje ese cargo a su marido. Estése
grata a los hombres y escalón el más ella con sus mozas y criadas cuyas
seguro para una fortuna mejor. Si ¡
costumbres sean íntegras y su ho-
OBRAS MORALES. DE LA MUJER CRISTIANA. LIBRO II. CAP. X 1133
por las mozas. Y no es ello de ex- zose como nave de mercader que de
trañar cuando, según el proverbio luengas tierras trae su pan. Y por
griego, Tal es la señora cual es la mostrar que no se daba demasiado
perrilla; y aquellos jóvenes de la al sueño, añade: Y se levantó de
comedia de Terencio, de la suciedad noche y dió la porción de carne a
y descuido en el vestir de la criada sus domésticos. Y luego, recogién-
coligen el aseo dedueña. Escribe
la dose con las criadas les señaló a
Homero que el prudente Ulises, cada una su tarea. Cargo es de la
vuelto a su casa, dió muerte a aque- mujer diligente y aliñosa dar de co-
llas de sus mozas que se habían mer a toda la familia y señalar su
echado con sus galanes, porque no trabajo a solas las mujeres. Como
solamente habían puesto desdoro en veremos, a los mozos se lo señala el
su casa, sino ocasionado peligro a la marido. Acerca de las vigilias de la
honestidad de Penélope. El rey Da- mujer, encuéntranse en Virgilio
vid, después del vencimiento de su unos versos tan castos como ele-
hijo Absalón, a aquellas de sus con- gantes Medianoche era en filo y
:
tar a sus hijos, dulces manojuelos más encarnizadas y mortales del pu-
de sus entrañas. dor y de la honestidad, mancha y
Y después que ha satisfecho lar- polilla de todo nombre cristiano! No
gamente a toda su familia, los re- nay persona que no tenga por mal
lieves que le quedan repártelos de encuentro, como con ave infausta y
—
limosna: Abrió dice su mano al mal agorera, topar con una mujer
menesteroso y al pobre le extendió bebedora y tragona. Sabe todo el
las palmas. mundo que en el comer descomedi-
No debe la mujer cristiana estar do corre gran riesgo la pureza,
tanto sobre el dinero y amontonar puesto que no es excesiva la distan-
riquezas, que deje de distribuirlas cia que va de la boca a la ingle.
entre los pobres y socorrer a los Y añade Salomón: Xo hay rincón
necesitados, y no escasamente, sino en su casa que ella no conozca, que
a manos llenas, pensando que en a menudo no lo registre, y todo lo
cierta manera las da a logro en este tiene sabido y a mano, a fin de que,
mundo para recibir en el otro mu- cuando la necesidad lo pidiere, no
cho más y más excelente de lo que ignore determinado utensilio dónde
entregó. Y añade: .Yo temerá para está o tenga que perder demasiado
su casa los fríos de nieve. Y no te- tiempo en buscarlo. Sabe también
merá no solamente si alargare a los con toda puntualidad qué hacienda
pobres una blanca entre los dedos, tiene, cómo y adonde la tiene, cuán-
sino si abriere su mano generosa- to conviene gastar, cuánto econo-
mente y extendiere su palma con mizar, cómo conviene comer, cómo
largueza; y no temerá porque, con vestir, puesto que dice el sabio:
su diligencia y con sus labores y la- «Consideró las veredas de su casa.»
nificio, están atendidas todas las ne- Esto quiere decir que en cualquier
cesidades de la casa: Y todos sus ángulo de su casa, ora hilando, ora
domésticos visten dobladas vestidu- cosiendo, ora tejiendo u ocupada en
ras. Xo hay cosa más conveniente cualquiera otra labor análoga, en la
en una casa que bien comer, bien cual el pensamiento pueda con toda
vestir no por regalo, sino por nece- libertad desplegar sus alas, paseará
sidad; no delicadamente, sino pro- su atención por los aposentos, por
vechosamente. De difícil observan- las arcas, por ios armarios, por el
cia resulta la virtud hostigada de ajuar de toda la casa, pensando lo
cerca por ejemplos desedificantes. que falta, lo que sobra, lo que hay
Por esto, la señora de casa, con su que comprar, lo que hay que ven-
ejemplo personal, comience por en- der, lo que hay que remendar. Ese
señar la templanza, y así, con suma vivo interés defiende y sustenta los
facilidad, la inculcará a la servi- bienes familiares. Estará cerca de
dumbre. No siendo así. creerán los las mozas cuando estén consagradas
criados y criadas que es una iniqui- a su quehacer, ora guisen, ora hi-
dad exigir de ellos lo que tú no ha- len, ora tejan, ora cesan, ora barran
ces, y los hallarás en todo momento y frieguen los suelos, pues más
mal dispuestos y gruñendo por cum- exactamente y mejor se hacen estos
plir tus órdenes. Estáte, pues, tú servicios cuando la señora está pre-
severa siempre, sobria siempre, y sente. La frente —dice Catón está
no tanto por tu servidumbre como delante del occipucio. Aquel dicho
por ti misma. ¡Cuán fea cosa es la tan cuerdo de los sabios antiguos
beodez y glotonería, enemigas las Xinguna cosa engorda tanto el ca-
OBRAS MORALES. DE LA MUJER CRISTIANA. LIBRO II. CAP. X 1135
bustos. Recuerdo haber visto muy bien que los padres cuerdos imiten
pocas veces a varones grandes y la indulgente dignación divina, pues-
señalados en doctrina, en talento o to que no ama a su hijo el que se
en virtud que hubiesen sido por sus abstiene de su enmienda y castigo.
padres educados con indulgencia vi- Como dice el mismo Sabio: El que
ciosa. excusa la vara quiere mal a su hijo,
¿Y qué diré, si ni los cuerpos co- y el que le ama, con muchas veras
bran su justa robustez, si con el re- le corrige.
galo se les debilita? Así que mien- Yo no ¡oh madres!, que
quiero,
tras las madres creen conservar a ignoréis que la responsabilidad de
sus hijos, los echan a perder, y que haya malos hombres recae en
mientras se esfuerzan porque vivan su mayor parte sobre vosotras, y
con salud más entera, estúpidamen- que entendáis a qué gratitud de
te debilitan su salud y acortan su vuestros hijos os habéis hecho acree-
vida. Amen a sus hijos enhorabuena doras. Vosotras, con vuestra nece-
como es justo que los amen; ámen- dad, les inculcáis torcidas opinio-
los ternísimamente. ¿Quién osará nes; vosotras las favorecéis; vos-
derogar o reprobar la ley de la Na- otras sonreís a sus pecados, a sus
turaleza? ¿Y qué linaje de inhuma- maldades, a sus crímenes; vosotras,
nidad no es dejar de amar a quien cuando se encaminan a las virtudes
diste el ser? Pero disimulen este más encumbradas, cuando huyen
amor porque no tomen licencia de con horror de las riquezas munda-
obrar como les dé la gana, ni su nales y de las pompas diabólicas,
amor les impida apartar del vicio a con vuestras lágrimas, con vuestros
los muchachos mediante castigos, amargos reproches, los devolvéis a
llantos y lágrimas, y que con la sus lazos, porque preferís verlos ri-
austeridad del mantenimiento y cos y colmados de honores, que col-
crianza el cuerpo y el alma se for- mados de virtudes. Agripina, madre
talezcan más y más. Acerca de la de Nerón, habiendo consultado a
vara y del castigo, hállanse en el unos adivinos acerca del destino de
Sabio estos consejos, cuya puesta en su hijo, le contestaron: Será empe-
práctica conviene a cada uno de rador, pero matará a su madre. Má-
—
nosotros: La necedad está ligada al tela respondió mientras sea empe-
corazón del muchacho, y la vara de rador. Cumpliéronse ambos extre-
la corrección la ahuyentará. No sus- mos del pronóstico: fué emperador
traigas del muchacho la disciplina, y mató, pero cuando ni Agripina
pues si le golpeares con la vara, no quería que la matase y cuando ya
por ello morirá; tú con vara le he- le pesaba de haber preparado el im-
rirás y librarás su alma del infierno. perio a su hijo. Vosotras queréis
La vara y la corrección otorgan 'la que con la blandura vuestra y no
sabiduría; mas el niño que es aban- con su esforzado trabajo aprendan
donado a su voluntad acarrea con- ellos la virtud, y con los regalos con
fusión a su madre. Y, en efecto, la que los abrumáis gozáis de verlos
carne de pecado, inclinada al mal hundirse en los vicios. Por eso, las
desde su origen, se ha convertido más de vosotras (no hablo de todas,
en esclavo ruin, que no tiene en- en general) os lamentáis y lloráis
mienda sino con azotes. Por esto, el y mesáis vuestros cabellos, y aun en
Señor dice que ama a quien repren- esta vida sufrís la expiación mere-
de y castiga. En este punto está cida, deplorando que vuestros hijos
1144 JUAN LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. TOMO I
sean cuales vosotras los hicisteis y la bondad nativa de los hijos es ser
no sois correspondidas en vuestro muy queridos de la madre. Los ca-
amor por quienes se sienten des- zadores adivinan que va a ser exce-
amados por todos por culpa del lente aquel perro de quien la madre
amor vuestro. Conocida es la anéc- tiene más cuidado a quien prodiga
dota de aquel mancebo que, siendo mayor solicitud, a quien antes colo-
conducido al suplicio, pidió hablar ca en el cubil. Y, por contraste, en-
a su madre, y acercando su boca a tenderás que en la raza humana
los oídos de ella, como si fuera a es más ruin y despreciable aquel a
decirle algún secreto, de un bocado quien la madre ama con mayor ter-
le cortó la oreja. Increpándole los nura.
presentes porque, sobre ser ladrón, ¿Queréis ser amadas de veras, so-
era inhumano con su madre, respon- bre todo en aquella edad en que ya
dió que ése era el premio de su saben qué cosa es el amor puro y
—
crianza, pues si ella añadió me santo? Haced que no os amen cuan-
hubiera castigado cuando, de niño, do ignoran todavía qué es amor, y
hurté el cartapacio a un compañero más que a sus padres prefieren pas-
de escuela, pues éste fué mi primer teles, miel o azúcar. Madre ninguna
hurto, no me hubiera avilantado a amó con mayor ternura a su hijo
mayores excesos; pero ella fué blan- que mía me amó a mí. Y ningún
la
da y con un beso acogió al ladron- hijomás que yo se sintió menos
zuelo madrugador. amado de su madre. Casi nunca me
Hubo en Brujas, cuando yo escri- sonrió; nunca se me mostró indul-
bía este libro, una mujer que, con- gente. Y con todo, en una ausencia
trariando la voluntad del padre, con mía de la casa por tres o cuatro
blandura suma y, por tanto, viciosí- días, ignorante ella de mi paradero,
sima, había educado a sus dos hijos. cayó en un gravísimo accidente, y
Ella, a escondidas, les proporciona- vuelto a casa no conocí que hubiese
ba dineros con que jugar, con que sentido mi soledad. Así que de nin-
beber, con que tener tratos con cor- guna otra persona huía más, de na-
tesanas. Y a uno de ellos le vió ahor- die sentía más aversión que de mi
cado y al otro descabezado. Por lo madre cuando yo era niño. Y ahora
cual el refrán nos avisa muy sabia- su memoria es para mí la más sa-
mente que más vale que se llore de grada, y todas las veces que me
niño que de anciano. ¿Y qué diré asalta su recuerdo, puesto que no
de aquel furor de las madres que puedo corporalmente, la abrazo y
quieren más a los hijos feos, necios, beso en espíritu con la más dulce de
groseros, mal inclinados, tontos, des- las gratitudes. Un compañero tuve
aprovechados, ebrios, que a los her- en París, hombre muy señalado
mosos, discretos, bien criados, talen- en letras, que entre las mayores
tudos, reposados, diligentes, cuer- mercedes que recibiera del Cielo be-
dos? ¿Qué signiñca esta anomalía? nigno, contaba el haber perdido a su
¿Es embaimiento o error del enten- madre, bondadosísima, porque si vi-
—
dimiento humano, o es el castigo viera díjome yo no viniera a Pa-
merecido de nuestros pecados ese rís a estudiar, sino que me estuviera
amor de lo que no es amable? Los en casa de mi madre, envejeciendo
animales irracionales halagan más a en juegos, mujeres ruines, regalos y
los hijos más hermosos, cachorros deleites, según había yo comenzado.
o polluelos, y la más cierta señal de ¿Quién amaría a su madre viva, si
OBRAS MORALES. DE LA MUJER CRISTIANA. LIBRO II. CAP. XI 1145
nos volvemos peores, pero las hem- Aleja del umbral donde crece tu
bras se vuelven perdidas, porque hijo todo aquello que pudiere man-
dando ensanches y soltura a la pa- cillar sus oídos o sus ojos. Lejos,
sión del placer, si no se las sofrena, lejos de aquí la mujerzuela que po-
precipítanse en mil maldades. A esto ne precio a su virtud; lejos de aquí
se endereza el sabio aviso de Jesús, el canto trémulo del parásito no-
hijo de Sirach: ¿Tienes hijas? Guar- cherniego. Al niño se le debe la
da su cuerpo y no les muestres ale- máxima reverencia. Si alguna tor-
gre la cara. peza maquinares, no te atrevas a
Ya dije en el libro anterior cómo hollar el verdor inmarchito de sus
deben ser educadas las hijas. En él años; si te avilantares a pecar, de-
la madre escogerá las advertencias téngate la inocencia de tu hijo in-
pertinentes, pues las hay muchas fante.
que atañen a la formación de las
. Cecilio Plinio reprende a Xumidia
mujeres casadas, y a la vigilancia Cuadratila porque favorecía más de
de las madres incumbe que sus hi- la cuenta y con mayor largueza de
jas practiquen lo que allí decimos. lo que convenía a una dama princi-
Después que los padres hayan pal a los pantomimos o truhanes;
provisto hasta el límite de la posibi- pero con todo, alaba la prudencia
lidad que ninguna palabra fea, tor- de la señora anciana porque no per-
pe, obscena, perniciosa, malvada, mitió que Cuadrato, su joven nieto,
se asiente en el ánimo del niño, ni en su casa ni en el teatro, y cuan-
procurarán con sus actos y con sus do ella había de oírlos o iba a to-
ejemplos que nada vea el niño que mar algún esparcimiento con el jue-
no pueda reproducir sin torpeza. go de los dados, acostumbraba man-
Tiene algo de simiesco la edad pue- dar a su nieto que se fuese a es-
ril, que no manifiesta cosa propia, tudiar. Y ese mismo autor epistoló-
ni siquiera la tiene, pues lo reme- grafo agradece en una carta con su-
da todo. Allégase a esto que acaso mo encarecimiento a Híspula, tía
con su autoridad y con su amor materna de su mujer, porque a su
consigan los padres borrar de los esposa, que se educó a su lado, con
ánimos pueriles lo que los ejemplos sus consejos y con sus ejemplos la
ajenos imprimieron y, por ventura, formó para toda cosa recta y hones-
también con sus admoniciones; mas ta y nada vió en aquella casa que
io que ellos hicieron no podrán no "fuese ejemplar y digno de imita-
desautorizarlo, y en caso que lo des- ción. Y, en efecto, mayor debe ser
autorizaren, no hará tanta mella en la vigilancia que se ejerza sobre
el niño lo que oyere como lo que las hijas, porque no haya nada que
viere. mancille ni su pudor, ni su honesti-
Con muy buen acuerdo dice Ju- dad, ni su modestia, puesto que es-
venal que tienen mayor autoridad tas virtudes más estrictamente se
y peso en los hijos los ejemplos de requieren en la mujer que en el va-
los padres que las advertencias y rón, y las hembras de todos los ani-
amonestaciones de muchos doctores. males reproducen, cosa común en
Con una sola cosa mal hecha cau- uno y otro sexo, con mayor exacti-
sarán más daño que no provecho tud, prontitud y perfección los vi-
acarrearon los buenos consejos de cios, y no hay barrera que las con-
muchos. En la sátira décimocuarta tenga, si la autoridad se conjuga
da estos sabios consejos: con el ejemplo, si han de imitar a
OBRAS MORALES. DE LA MUJER CRISTIANA. — LIBRO — CAP.
IX. XI 1147
bien por lo común, porque casi to- ¿Cuánto más lo van a ser los hijos?
das son malignas para sus alnados, Se compadecerá la mujer de su
de lo cual se cuentan no pocos ejem- edad tierna y endeble, y con el re-
plos. Toda esa ralea es atacada en cuerdo de sus propios hijos, si los
un epigrama griego, según el cual tiene, amará los ajenos, pensando
un alnado, mientras honraba el se- en la suerte común del linaje huma-
pulcro de su madrastra, fué muerto no: pensando que los suyos la ha-
por una pequeña columna que se llarán tal cual ella se mostrará con
desprendió de él. Una y mil veces los ajenos, así muriere como vivie-
ha de exhortarse a tales mujeres re. En fin: la buena madrastra se-
que se esfuercen por dominar sus rá para los alnados lo que tantas
pasiones y alteraciones del cora- veces se oye decir: madre. ¿Qué
zón. mujer hay tan ajena de todo senti-
Este es el origen y la fuente de to- miento de humanidad y mansedum-
dos los males y de todos los bienes. bre que no se sienta mitigar y ven-
Si dejas que las pasiones ejerciten cer por el vocativo «madre», pro-
su señorío sobre ti traerán consigo nunciado por cualesquiera labios
una larga cola de calamidades y mi- que lo pronunciaren, singularmente
serias, que te costará muy mucho si fueren niños, que no conocen la
alejar luego de ti; mas si tú las se- adulación, y en la simplicidad de su
ñoreares, vivirás santa y venturosa- alma, limpia de toda malicia, la in-
mente. Esto alcanzaríamos si con vocan con el mismo afecto con que
ánimo reposado y tranquilo refle- invocarían a la verdadera madre de
xionáramos maduramente cómo nos quien nacieron? ¡Cuánta dulzura
tenemos que haber cuando se nos contiene el nombre de la amistad!
echen encima las causas de estas ¡Cuántas iras no apacigua! ¡Cuán-
agitaciones y tempestades. No son tos odios no disipa! ¿Qué nombre
injustas ni ásperas más que aque- puede hallarse más eficaz que el
llas madrastras cuyas pasiones las nombre de madre? ¿No es cierto
tiranizan; que no tienen el dominio que está lleno y rodeado de increí-
de sus acritudes, de su temperamen- ble caridad? ¿Por ventura, por más
to, sino que las sirven. La mujer airada que estés, no te amansas, en
que se deja llevar por la razón y oyéndote llamar madre? Desalmada
recto juicio, pensará que ella es una eres más que ninguna fiera si aquel
cosa con su marido, y, por tanto, nombre de madre no te ablanda. No
que los hijos de él deben serles co- hay bestia alguna tan carnicera y
munes. Si la amistad todo lo vuelve montés a la cual si se le acerca, li-
común, por manera que muchos sonjero, otro animalico de su espe-
amigos aman tanto como si fueran cie no se amanse instantáneamente.
propios los hijos de sus amigos y Y a ti los hijos de tu marido, hala-
les honran y les ayudan, ¿con cuán- gándote, no te pueden ablandar. Tú,
ta mayor exactitud y plenitud debe llamada madre, muéstrate enemiga.
conseguir esto el matrimonio, que Tú, sin causa las más de las veces
es la corona no ya de todas las ejecutas contra una edad flaca e ino-
amistades, sino de todos los paren- cente unos enconados odios instin-
tescos y todas las afinidades? Los tivos. Tú, para quien los cristianos
tíos delmarido, los primos, los her- todos, por bienquerencia y caridad,
manos, padres, como tales son
los debieran serte hermanos, alientas
tenidos y llamados por la esposa. ¡I
odio entrañable contra unos pobres
OBRAS MORALES. DE LA MUJER CRISTIANA. LIBRO II. CAP. XIII 1151
precisamente de amor y piedad. Te- trario, el ideal sería que una y otra
rencio, intérprete en este punto del trabajaran en reconciliar al varón
sentir general, dice: Todas las sue- con una u otra de las mujeres, si
gras odian a sus nueras. Graciosa surgiere alguna pequeña desavenen-
fué una buena mujer al decir que cia. Suegra estulta, ¿por ventura no
su suegra, aun hecha de azúcar, era quieres que tu hijo ame a su espo-
amarga. Plutarco de Queronea, y, to- sa, a su amiga, a ru compañera, a
mándolo de este autor, San Jeróni- la mujer que con él forma una sola
mo, en su polémica contra Jovinia- individualidad? ¿Hubieras soportado
no, cuenta que en Leptis, ciudad de tú que tu marido no te amase? ¿Qué
Africa, hubo una costumbre no me- miseria más grande puedes desear a
nos usada que antigua, y era que la tu hijo que habitar con una mujer
recién casada, el otro día después a quien no ama, a quien aborrece?
de las bodas, pidiese a su suegra Nuera estulta, ¿no quieres que el hi-
que le prestase una olla para el ser- jo ame a su madre? ¿Es que tú tam-
vicio de su casa, y que la suegra se poco la amas? Serás amada tú por
la negase excusándose con que no el marido como compañera, como
la tenía, para que luego, en sus mis- dulce esposa ;amada será la madre
mas bodas, experimentando en la por tu marido como a quien tu ma-
suegra las costumbres de la madras- rido le es deudor de la vida, del
tra, fuera menor el choque ulterior mantenimiento, de la crianza, con lo
si entre ellas se producía alguna as- cual se hizo acreedora a un amor
i
Cuando el ángel del Señor anuncia ción, cuando nada debiera decirse
en sueños a José que io que María
.
ni hacerse que no fuese limpio >
OJJRAS MORALES. DE LA MUJER CRISTIANA. LIBRO II. CAP. XIV ll.JO
santo, las viandas aguijan el deseo, y gracias a la cual goza de una mu-
y a ello conspira la belleza alcahue- jer más honesta y más aliñosa y
tada y guisada por el arte; el vino más conforme en todo con su vo-
enciende, la ocasión invita, el ata- luntad; por manera que se sentirá
vío acentúa la procacidad, la edad no solamente más obligado con su
estimula el rijo; las designaciones madre por haberle dado el ser, sino
y ciertos necios honores provocan por haber sido el aya de su esposa
insolencia en unos, rabia en otros, y autora de una no pequeña parte
y en unos terceros, envidia. Y no de su felicidad.
basta un día a los festejos nupcia- La nuera, por su lado, será con
les: hay que celebrar boda y torna- su suegra como sería con su ma-
boda, comprometiendo una buena dre propia, puesto que por sus en-
parte del patrimonio en convites, señanzas es más instruida, y por
gratificaciones, propinas, repartidas sus consejos se hizo mejor y goza
a quienes ninguna pro les ha de de un marido más apacible y ena-
hacer ni han de agradecérselas, sino morado. Muy a pospelo ocurre todo
que se lo han de reclamar. Por ha- con la suegra desabrida.
lagar la vanidad de las mujeres se Una vez que la madre tuviere ca-
entregan a la gula, a la soberbia, al sada a su hija, no pretenderá que
regalo, a su propia finchada vani- sea tan suya, como cuando era sol-
dad, gozándose en divertirse con tera. Piense que la envió ya a casa
alegrías desaforadas y en hacer alar- ajena, como a tierra por colonizar,
de de unas riquezas que no siem- para preparar allí la especie; le da-
pre son reales. rá mejores avisos b le recordará, de
Una vez concluida la boda de los casada, las cosas que, siendo solte-
hijos, la suegra prudente no se en- ra, le aconsejó; no tratará con ella
carnizará en su nuera ni pensará de negocios que presumiere disgus-
que su odio va a granjearse el amor tan a su yerno; no la llevará por
de ella, pero ni siquiera el afecto de las iglesias; no la sacará de su casa,
su hijo, si amare a su mujer. Al y ni siquiera le. hablará si creyere
contrario, si le avisare bondadosa- que va contra la voluntad de su
ello
mente, si la instruyere, si en su marido. Y
no vengas a decirme con
presencia no hiciere ni dijere cosa extremos de indignación: ¿Cómo?
que la misma nuera no pueda to- ¿No podré yo hablar con mi hijaf
mar sino como dechado de honesti- Cierto que es hija tuya, pero no es
dad y de templanza; si entre los mujer tuya todo el derecho que te-
;
LIBRO TERCERO
DE LAS VIUDAS
a la deriva. Ni es libre el mucha- arguye que son peores que ellos los
cho sin maestro: es vagabundo y hombres alevosos. Las palomas, las
desmandado, es como pájaro sin ovejas, ¡cómo condenan las astucias
dueño, sin razón y sin ley. Así tam- y los engaños! La fidelidad y él
bién la mujer huérfana de marido amor del matrimonio predícanlos a
es urta auténtica verificación de su los casados los palomos y las tórto-
propio nombre: viuda; a saber: las. Estas aves, como observó Aris-
desamparada, desolada, indecisa y tóteles, viven contentas con una so-
flotante comó navio sin gobernador, la compañía y ya no admiten otra.
y es llevada de acá para allá des- La tórtola, perdido sti consorte, ni
orientada y sin consejo, como niño bebe más agua clara, ni se pone en
a quien el ayo fué quitado. Dirá ramo verde, ni se mezcla én los jue-
alguna Tal era mi marido, que más gos y regocijos de las otras aves sus
:
ralla vivir sin él que con él. Jamás congéneres. Estos castos y piadosos
mujer honrada dijo tal cosa ni nun- amores señala Salomón cuando, in-
ca se lo calló ninguna mujer mala. vitando a sí la Esposa, le dice: Voz
Sí amaras a tu marido Como man- de tórtola fué oída en nuestra tie-
dan ías leyes del matrimonio, orde- rra. Y a la misma Esposa unas ve-
nadas por Dios, por manera que ces la compara a la paloma y otras
pensases ser otra tú misma, no me- veces a la tórtola. Oigan las espo-
nos te dolería su muerte que la tuya. sas remolonas y quejumbrosas lo
A la mala mujer, si el marido no que refiere Plinio de estas aves: Su
le afloja la rienda para todos sus primera y principal virtud es la
caprichos, el marido se le antoja in- castidad; desconocen el adulterio,
soportable. Para la perfecta casada no violan la fidelidad de la unión y
no hay marido tan enojoso a quien guardan el mismo domicilio; si ya
no prefiera vivo que muerto. ¿Para no fuere soltera o viuda, no abando-
qué es menester aquí disputar de na la casa soportan el gobierno,
;
estas c*sas? Harto largamente de- aun abusivo, de sus machos; cuan-
claramos en el libro primero que no do tienen sospecha de adulterio, aun
merece el dictado de buena, ni aun cuando no fuere efectivo, su gar-
de esposa la que con todo su cora- ganta se hincha de ronquidos y son
zón no ama a su marido como a sí fieros los golpes de sus picos. Esto
misma. dice Plinio. Por eso quiere el Señor
¡Oh próvida Naturaleza, o, por que en la ceremonia de ta purifica-
mejor decir, oh Dios, maestro sa- ción de las mujeres paridas se ¡e
1160 JUAN LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. TOMO I
bondad y justicia de Aquel que con otra cosa más que esas irreverencias
su muerte mató nuestra muerte y pueden regoldar, entre platos y co-
desató los lazos de nuestra cautivi- pas, los hartos y los contentos?
dad luego de haber borrado por su
sangre aquel edicto del Padre que
envolvía en capital condenación a CAPITULO II
todo el linaje humano si El no hu-
biera acorrido a tiempo; que la DE LOS FUNERALES DEL MARIDO
muerte es la entrada de la navega-
ción azarosa a la seguridad del puer- Así como otras muchas costum-
to; que los que mueren nos van de- bres y ritos pasaron de la gentilidad
lante y que nosotros les seguiremos en la Iglesia de Dios, así también
un poco después y, apartados de la remaneció la ceremonia de celebrar
pesadumbre de estos cuerpos, tendre- con gran pompa los entierros. Te-
mos nuestra morada en el cielo has- nían creído los gentiles supersticio-
ta tanto que recobrando estos mis- samente que las ánimas de los cuer-
mos cuerpos, cada uno el suyo, pero pos insepultos sufrían en el infier-
no agobiados ni gravosos, como aho- na graves penas, y que con la pom-
ra, más ligeramente vestidos y cu- pa de las exequias se les granjeaba
biertos, trocada la mortalidad en in- gloria. Mas no faltaron entre los
mortalidad, gozaremos de la vida mismos gentiles quienes no disimu-
bienaventurada y sempiterna. Con laron que todo ello era puro desva-
estas palabras nos manda San Pa- río. Virgilio, en persona de Anqui-
blo que nos consolemos mutuamen- ses, varón (como él le hace) sa-
te; éste es el auténtico y sólido con- pientísimo, dice ser pequeña pérdi-
suelo cristiano: que los amigos so- da carecer de sepulcro; y Lucano
brevivientes piensen que los ami- dice
gos que murieron no les fueron
arrebatados, sino enviados como La madre agradable que es naturaleza
precursores a aquella divina región a todas abraza en ®u plácido seno
también oubre a aquellos ed cielo sereno
luciente donde luego de pasados
que de sepultura privó la pobreza.
unos pocos días habrán de reunirse
con el más puro de los gozos También seguidores de
los viejos
siempre que se esforzaren por lle- la filosofía, asaber: Diógenes, Teo-
gar con la práctica asidua de las doro, Séneca, Cicerón y, sobre todo,
virtudes a aquel lugar donde creen Sócrates, sostuvieron con razones
y esperan que moran aquellos que poderosas no tener ninguna impor-
fueron sus delanteros. Este lengua- tancia el sitio donde el cadáver se
je deberían hablar los sacerdotes pudría. Marco Emilio Lépido, que
cristianos a las recién viudas y con fué seis veces elegido presidente del
semejantes consolaciones, aliviar el Senado, poco antes que expirase
ánimo enfermo y dolorido. Y no lo mandó a sus hijos que le enterrasen
que hacen algunos clérigos goliar- en una simple litera, sin lienzos,
descos, que en el convite del muerto sin púrpura ni ninguna otra suerte
apuestan a beber con la viuda, di- de aparato, y que no gastasen en
ciéndole que tenga buen ánimo, que su entierro más allá de seis mone-
no ha de faltar otro marido que la das de cobre, porque los funerales
tome, que ellos ya le tienen uno de los grandes hombres debía mag-
aparejado. Y si bien se mira, ¿qué nificarlos la gloria de sus hechos,
nu2 JUAN LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. TOMO I
der que lloramos a nuestros muer- mujeres no casadas curan de las co-
tos, no como fenecidos del todo \
j
sas del Señor cómo serán de su
OBRAS MORALES. DE LA MUJER CRISTIANA. — LIBRO III. — CAP. IV 1165
el inmortal, más de asiento y con que pretende enunciar, sino que ins-
I
dos, son atacados, y del ataque ha- en favor tuyo y dice: «Hactd justi-
bla cada cual no según la realidad, cia al huérfano y defended a la viu-
sino como se le antoja. Los cuida- da. » Pero es que quieres salvaguar-
dos de este mundo enfrían aquel dar tu patrimonio. Está bien; pero
bendito ardor de las cosas del Cielo, tu- más valioso patrimonio .es tu ho-
hay que estando convencidas que no yo que busca. Mujer que con mu-
lo
teniendo ya que ocuparse en los ne- chos se casa, a muchos no agrada.
gocios domésticos que, a su enten- Valerio Máximo, encareciendo las
der, han resuelto a maravilla, sin antiguas instituciones matrimonia-
pizca de vergüenza se meten en los les, así se expresa: A las que se ha-
ajenos, y a fuer de muy enteradas, bían contentado con un solo matri-
aconsejan, exhortan, mandan, re- monio se las honraba con la carona
prenden, porfían, con mil ojos fuera de la castidad, porque estaban per-
de casa y totalmente ciegas en la suadidos que no había sufrido me-
suya. lla ni mengua en su sincera fideli-
dad el ánimo de la matrona que,
1172 JUAN LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. TOMO I
viudas que bueno les es sí se que- mismo que a los hipócritas: Ya re-
daren como yo, y si no tienen don cibisteis vuestro galardón. Estas ta-
de continencia, cásense, que mejor les mujeres viudas de maridos hu-
es casarse que quemarse. Y deberá manos, no tanto se casaron con una
asimismo la buena viuda oír lo que vana y estéril necedad como se su-
dice el mismo San Pablo a Timo- jetaron a una servidumbre misera-
teo: Desecha las viudas mozas, que ble y laboriosa. Con todo, guárden-
después que han vivido disoluta- se las que se casan de hacerlo
mente contra Cristo, quieren casar- luego, en muriendo el marido o po-
se, condenadas ya por haber que- co tiempo después. Esta precipita-
brado la fe primera. Y eiMa tam- ción fuera señal de que no amaron
bién las viudas ociosas, enseñadas a su esposo, de cuya muerte en tan
a andar de casa en casa, y no sola- breve tiempo deponen el natural
mente ociosas, mas aún parleras y dolor, luto y soledad. Y si hubieren
curiosas, parlando lo que no con- de proveer algo acerca de los hijos
viene. o de la casa, cuiden de hacerlo an-
Yo quiero, con todo, que las viu- tes del tráfago de las nuevas bodas
das jóvenes se casen, y paran, y ri- y de someterse al dominio del dueño
jan sus casas, y no den ocasión al- nuevo. Ni quiten a sus padres, si
guna al adversario de murmurar y los tuvieren, el derecho sobre su
de maldecir, como quiera que hay determinación, dándoles una inter-
algunas que, ya convertidas, fueron vención muy, amplia o total en su
en pos de Satanás. Algunas hay que nuevo acomodo, pues no por haber
no quieren casarse por ansia de perdido al marido perdieron tam-
libertad. Si esa libertad es la liber- bién al padre, y no por haber que-
tad del espíritu, para más completa- dado exentas de la autoridad del
mente darse a Dios, sin la preocupa- marido lo quedaron también de la
ción del marido, ¿quién no aproba- de los padres, a quienes deben tan-
rá su resolución? Pero si esa liber- to ahora que son viudas como les
tad fuera para que, suelta de toda debieron siendo doncellas.
importunidad de reprensor o de mo- Nos queda constancia de cómo
nitor, pueda hacer todo lo que se le pensó acerca de este punto San Am-
antojare y vivir a gusto de su pala- brosio, quien, en el libro primero
1174 JUAN" LUIS VIVES OBR'AS COMPLETAS. TOMO I
Del patriarca Abra han, escribe es- deferencia harto lo merecen aque-
to: Si alguna mujer, viuda y moza, llos a quien el mandato celestial
recela caer en el lazo de su flaque- impone obediencia, por manera que
za, cásese, si quiere, pero sólo en el el deseo de casarse sea de la mujer,
Señor, y delegue en sus padres la y la elección sea del padre; signi-
elección del marido, no sea que se fique la mujer su voluntad de casar-
la considere víctima de feos apetitos se y declare al padre con quién. El
si recabare para sí la opción en sus espíritu ocupado por la pasión no
segundas bodas, pues más aína debe barrunta muy claramente lo que ha
parecer que el marido la deseó, que de venir, pues es propio de toda pa-
eüa deseó al .marido. Así se expresa sión conmover, concitar, enturbiar-
el Santo Doctor. Sustituyen a los pa- lo todo, ofuscar el brillo de la ver-
dres, si faltaren, sus consanguíneos dad y de la honestidad, de modo
y afines de mayor edad. Es repren- que no puedan discernirse. Existen
sible la desenvoltura de aquellas determinadas viudas con una relati-
viudas que ya no sólo sin consultar va libertad a quienes está consen-
a quienes se les debe la reverencia tida la elección personal del ma-
de los padres, sino contra su volun- rido.
tad, y a veces contra sus mismas Estas tales viudas busquen tales#
protestas, se buscaron y se hallaron maridos que parezcan bien casarse
maridos por sí mismas. Muy a las con ellos; no mancebos lozanos, ar-
claras dan a entender que no hacen dientes, bulliciosos, imprudentes, in-
aquello para obviar sin pecado las dulgentes, egoístas, que no saben go-
imposiciones de la carne, sino sim- bernarse a sí mismos, ni su espo-
plemente que quieren a aquel hom- sa ni su casa, sino un varón que
bre para saciar con él sus concu- haya pasado la media edad, reposa-
piscencias, y que estarían dispuestas do, grave, cuerdo, que con su tacto
a dar este paso sin matrimonio pre- y prudencia mantenga en su deber
vio si pudieran hacerlo sin desdo- a toda la casa; que con su sabidu-
ro público. ría todo lo gobierne con tal templan-
De manera que pretenden la za y equilibrio, que reine siempre en
unión legal no por respeto a Dios, la casa una apacible alegría y mo-
sino por respeto a los hombres, que derado contentamiento, y se le obe-
no haya nadie que se atreva a re- dezca sin pesadumbre, y el trabajo
probar un vicio que se cohonestó en la familia ande con concierto
con un sacramento. Pero Dios, sí, grande, sin asomo de desabrimiento,
que lo reprobará y lo castigará Dios, con toda sinceridad y entereza, por-
;
he dicho, para cuyos ojos no hay ve que todos sabrán que complacen a
lo posible, sino que ve el vicio, don- Aquel cuya sola aprobación para
de le hubiere, en toda su desnudez ellos vale más que la de la ciudad
y crudeza, pues así están todas sus toda.
cosas en su divino acatamiento. Si Y aún diré que si la viuda pasa
es la razón de la piedad la que pre- como arrastrada y desazonada a una
valece en su ánimo y quieren real- segunda situación, hará bien en
mente evadirse de toda culpa, y és- ocultar la reincidencia en una unión
te es el móvil único del proyectado cuyo deseo torpe concibió, y no ha-
casamiento, nada debe importarles ga ante el pueblo alarde de aquello
quién sea el marido, a quien el ma- en que receló culpa. Por esta consi-
trimonio salva de toda culpa. Esta deración, las segundas nupcias se
OBRAS MORALES. DE LA MUJKR CRISTIANA. LIBRO III. CAP. Vil 1175
FIN DE LA «FORMACIÓN
DE LA
MUJER CRISTIANA»
ESCOLTA DEL ALMA
(SATELLITIUM ANIMI)
(1524)
DEDICATORIA
La virtud tiene que ser vigilante Los atavíos interiores son las vir-
y hacendosa. tudes, la erudición, el talento, que
OBRAS MORALES. ESCOLTA ÜEL ALMA 1 1X1
son harto más excelentes que los 24. Nec malum, nec fron-
vestidos o la prestancia física. tera.
(Ni maiL ni descaro.)
Por manera que un sonido no des- sea tenida, por respeto a los hom-
bres, así por no ofender a los otros
entone del otro y reine en el alma
ni ser ejemplo para el mal.
un concierto dulcísimo. Esa es la
música verdadera, decía Sócrates.
25. Sapiens solus, longcevus.
(Sólo el sabio vive mueiho.)
21. Velle, insta* omnium.
(El querer vade por todo )
La vida de los necios no es vida;
vida es la que se vive por medio de
Ante Dios, basta con querer. De
la sabiduría. Así que ha de prefe-
los gentiles tenemos este celebrado
rirse un día del sabio a la eternidad
aforismo Si las fuerzas no alcan-
de los necios. Sentencia tomada de
:
i
43. Diste mor i.
38. Tempori, parcus dispen- (Aprende a morir.;
sator.
(Casta el tiempo con economía.) Ambas cosas han de decirse indis
tintamente de la buena vida y de la
Es aquello que decían los anti- buena muerte. Xadie muere bien s ;
la ama tanto, siendo así que de nin- 44. Vive ut post vivas.
guna otra cosa es tan pródigo y ma- (\ive-para sobrevivir )
Stabilissima fortuna
cense las cosas grandes, sino con el
56.
consejo, con la autoridad. En este
stultissima.
(La fortuna más estable es la más mismo sentir abunda Cicerón en su
necia.) Catón el Mayor.
que Júpiter todas las cosas expuso 74. Stravit fortunam virtus.
venales a los hombres; que su pre- (La virtud derribó ail suelo a la for-
cio era el trabajo. Es indecible cuán- tuna.)
to puede la diligencia, cualquiera
Con muchos ejemplos se ha de
sea ella, en toda cosa, como de las
mostrado que la virtud es más po-
hormigas escribe Plinio. derosa que las riquezas, que las
contingencias fortuitas, por manera
70. Inmódica, imbecilla. que hubo varones grandes y descolla-
(Lo inmoderado es flaco.)
dos en virtud, que con sublime intre-
pidez, pusieron bajo sus pies todos
71. Módica, firma.
(Lo comedido es firme)
los azares humanos y su virtud los
superó, como Sócrates superó la cár-
Como fuese que los éforos de Es- cel, Rutilio el destierro, la enemis-
parta se hubiesen enfrentado con- tad de los poderosos Catón y tor-
tra el poder real de Teopompo, rey mentos los más atroces nuestros
de los lacedemonios, quejándosele mártires.
su esposa de que iba a dejar a sus
hijos un poder más disminuido que 75. Fortitudo in fortunam,
el que había recibido de su pa-
él non homines.
dre, respondió: Y por ende, más (Reciedumbre contra la fortuna, no
firme. Lo módico, puesto que es me- contra los hombres )
La virtud, como próxima a Dios, Mata a los otros, pero antes se ma-
quebranta todas las fuerzas de los ta a sí misma. La envidia, que para
hombres. los otros es el colmo de la iniqui-
/
caecen, excepto Dios y el espíritu a Eran las fasces (haces) las insignias
quien El comunicó la inmortalidad. de los magistrados romanos, y fas-
ces (haces) son también las sarcias
Más se ha.de preciar el buen nom- Todos hemos sido creados y medi-
bre que las muchas riquezas, según dos por un rasero igual. Lo que
la sentencia de Salomón. aconteció a uno puede acontecer a
todos. Nadie, en viendo el mal aje-
no, se crea seguro.
126. Odiosus, modo immerito.
(Odioso, sí, siempre que fue:>e inmere-
cido.) 131. Ne ferrum igni.
(Al fuego no ile des h ierro.)
No demasiado porque te
te aflijas
aborrezcan, mientras no sea por cul- La ira no debe armarse de espa-
pa tuya, ni por haber hecho algo da. Es uno de los símbolos, de Pi-
odioso. tágoras.
1194 JUAN LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. TOMO I
hoste.
(¡Guarte que no te venza e». enemigo
137. Quod videri vis, esto. vergoaiízoso !
leite.
grupa.)
A de que tenga nuestro espí-
fin
Cuando los placeres llegan, delei- ritu tanta firmeza que no la pue-
tan, y por ello se los considera her- dan sacudir las olas ni el oleaje pro-
mosos y placenteros; mas cuando celoso de los vaivenes humanos, de-
0BFAS MORALES. ESCOLTA DEL ALMA 1199
cho. También con palabras de Séne- 197. Ebrietas nec madida nec
ca se puede decir: El gobierno a sicca.
Dios, el consorcio al hombre. (Da embriaguez, ni' húmeda ni
seca.)
Roscio Amerino, y Séneca, en mu- Precio costoso son los ruegos, pues
chos lugares de sus obras. En Quin- a ellos únese el empacho. Así, pues,
tiliano figura como proverbio esta arréglate de modo que necesites de
expresión: La conciencia vale por poco para que tengas que pedir po-
mil testigos. co. Y si el rogado fueras tú, persuá-
1202 JUAN LUIS VIVES.
.
— OBRAS COMPLETAS. —TOMO I
déte haber recibido gran precio por sas, que no trazase con su pincel al-
el hecho de ser rogado y no te guna línea. Antiguamente, el sumo
muestres difícil a la petición. primor del arte consistía en tirar lí-
neas delgadísimas. Este símbolo nos
200. Quiesce, nihil acturus. avisa que no debe pasar día ningu-
(Descansa por no hacer nada.) no sin que hagamos algo digno de
nuestra condición humana, alguna
Es aforismo de Atilio, citado por obra de ingenio tocante o a la eru-
Plinio Nocovomiense Más vale es-
: dición, o a la prudencia, o a la pro-
tar ocioso que no hacer nada. No bidad, o a la piedad. Tal dicen que
hacer nada es ocuparse en cosa in- fué la costumbre de Catón el Censor.
útil o sin resultado; más vale dar Mas aquellos que se ganan la vida
paz a la mano que trabajar en esa con otras artes, también pueden
hacienda. todos los días, en su respectiva ocu-
pación, ejercitarse en alguna labor
201. Ingenium inexcercita- útil.
tum, torpidum.
(Ingenrio sin ejercitar es pura torpeza
Calumnia?, morsum reme-
)
204.
Decía Catón que el ingenio del dium nullum.
hombre era semejante al hierro, que (No hay remedio para la mordedura de
la calumnia.)
con el uso cobra lustre y en la in-
acción el orín le ataca y le corroe. Puede afirmarse que no existe
Hay que ejercitar el ingenio a la mal tan grande para el cual la Na-
continua (pues el ocio es el más fér- turaleza no haya deparado algún re-
til semillero de vicios), pero en al- medio, cuando menos con la fuga.
guna obra honesta y bella; verbi- Empero, la calumnia muerde a hur-
gracia: el estudio o la virtud, pues to, y antes que se sienta ha mata-
no es ejercitarlo, sino corromperlo, do ya.
ejercitarlo en cosas malas o torpes,
Esto viene a decir el símbolo si-
guiente :
205. Benevoli muiti, consilarü
pauci.
(Bien queridos, muchos; consejeros,
202. Ingenium situ pereat, •pocos)
non sentibus.
(Perezca el ingenio por inacción, no por De Salomón: Quieras y haz bien
'espinosa ve ge tac 1 ón
.
a muchos, pero no confíes tus se-
cretos a quienquiera ni a quienquie-
Más vale vivir en ocio que ocu- ra consultes; elige en quien pueda?
parse en depravados ejercicios. depositarlos con seguridad y valerte
de su consejo con fruto.
203. Nullus sine linea dies.
(Ningún día sin trazar línea)
206. Justitia, gratuita.
De un aforismo viejo y la costum- (La justicia, de balde.)
bre del pintor Apeles de Coos, quien
desplegó tal inteligencia en su arte De Cicerón, en su primer libro
que no pasaba día alguno, por más De las leyes: No hay cosa más in-
ocupado que estuviese en otras co- justa que buscar el premio de la
OBRAS MORALES. ESCOLTA DEL ALMA 1203
justicia, y quien por la paga es Y, con efecto, así es. Con mayor-
bueno, también será malo por la verdad sabe el varón bueno e indoc-
paga. to qué cosa es la virtud, que el hom-
bre malo y docto. Y en la vida inte-
rior, el espíritu de Cristo se mani-
207. Misericordia venalis, fiesta copiosísimamente a las almas
crudelis. piadosas. ¿De qué le aprovecha al
(Oroed es la misericordia que se veaicbe.) malo su ciencia? Es que en realidad
FIN DE LA
«ESCOLTA DEL ALMA»
BU üa;;
INTRODUCCION
A LA SABIDURIA
(INTRODUCTIO AD SAPIENTIAM)
(1524)
VI
No hay error en el entendimiento
humano ni vicio en el pecho huma- Lo primero, comience por serle
no que no nazca de aquí, ni hay co- sospechoso todo aquello que con
sa en toda la vida que acarree ma- consentimiento grande aprueba el
yor destrucción que aquel torci- vulgo multitudinario si no lo redu-
miento del juicio que no da a cada jere al. fiel contraste de aquellos que
uno de los objetos su precio verda- todo lo miden por el rasero de la
dero y justo. virtud.
111 VII
Por causa de
esto, perniciosas son Acostúmbrese cada uno desde ni-
las Opiniones del vulgo que juzga ño a formarse de las cosas opinio-
.
de las cosas con desvarío muy nes verdaderas, las cuales irán cre-
grande. ciendo al paso de la edad.
1206 JUAN LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. TOMO I
VID XIV
ix [ J4 <
j \j J XV
x XVI
El discurso de la vida toda de- Fuera del hombre están las rique-
pende de la crianza que se recibió zas, el poder, la nobleza, la honra,
en la mocedad. la dignidad, el favor, y fuera del
hombre están también sus contra-
XI rios: la pobreza, la necesidad, el
menguado linaje, el bajo estado, la
Enesta carrera de la sabiduría deshonra, la vida oscura, la odio-
el primer paso es aquel dicho tan sidad.
trillado y tan celebrado de los an-
tiguos: «Conocerse cada uno a sí NATURALEZA Y PRECIO
mismo.» DE LAS COSAS
XVII
XX XXVII
XXXIV xxx IX
El cuerpo no es otra cosa sino un Fuera de esto, la naturaleza y
velo del alma, o, mejor dicho, es un constitución de nuestro cuerpo es
esclavo suyo al cual la naturaleza, tal, que se satisface y contenta de
la razón y el mismo bien parecer tan pocas cosas, que si alguno más
imponen la sujeción con respeto a de asiento y más de cerca lo consi-
ella,bien así como lo inanimado se derare, tendría, sin duda, por locos
subordina a lo animado y lo mortal a los que con tanto afán y agonía
se subordina a lo inmortal, y lo te- allegan tantas cosas, siendo así que
rreno se subordina a lo divino. son menester tan pocas.
xxxv XL
Para eso se acarrea el saber en el Agudamente, quienquiera que él
alma, para que más fácilmente hu- que
fuese, definió las riquezas aquel
yamos del vicio, luego de haberlo una
dijo que eran largo viático para
conocido, y con mayor facilidad lue- jornada breve.
go de haberla conocido vayamos a
los alcances y consigamos y practi- XLI
quemos la virtud. -Si así no fuere,
todo saber huelga.
Porque riquezas, posesiones,
las
vestidos, solamente se han de adqui-
rir para su uso, y no ayudan, preci-
xxxvi samente, a su uso, sino que lo estor-
ban todas las demasías como a la
¿Qué otra cosa
es la vida sino una
chica nave la gran carga.
cierta peregrinación, por todos la-
dos cercada de desastres y comba-
tida de mil fortunas, a la cual, en XLII
cada momento, está aparejado el fin
Xi el mismo oro, como no se haga
y éste puede sobrevenir a cualquier uso de él, difiere del cieno, sino en
hora por causas muy livianas?
cuanto su custodia ocasiona más an-
gustias, y hace que mientras estás
xxxvn exclusivamente atento a él descui-
das aquello otro a que has de pro-
Y siendo esto así, es la mayor de veer principalmente.
las locuras que por codicia de vida
tan incierta hagamos cosa fea o ma-
la como si por ti fuera verdad ave- XLIII
;
Y, así, una parte de las riquezas, es tan grande y tan vasto, no hu-
como son los suntuosos edificios, el biera hombre tan ambicioso que no
ajuar numeroso y curioso, las per- huyese de él como de una pesada
plata y todo género de
las, el oro, la desventura, y, según dijo aquel rey
galas y arreos se allegan y se expo- de la antigüedad, aunque hallase en
nen más para contentar la vista de el suelo la corona no la alzaría.
losque los miran, que para el uso y
comodidad de los que los poseen.
LVTII
LXIII
Y
así vemos por experiencia que Dios.
ia honra huye con pies veloces del LXVT
que la sigue con ardor y se abando-
na en brazos del que la desprecia. En nuestro mismo cuerpo, ¿qué
Esta también es la condición del es lahermosura sino un buen lustre
vulgo. en un cuero superficial? Si nuestra
OBRAS MORAÍES. —INTROD. A LA SABIDURÍA. — PRECIO DE LAS COSAS 12] 1
LXVII LXXIII
LXXII lxxvii
LXXX LXXXV
XCIX cv
Esta parte llámase superior y por mine todas las cosas y discierna lo
nombre propio, alma por ella so- ;
que es bueno y ha de obrar y, al re-
mos hombres, por ella somos seme- vés, lo que es malo y debe evitar,
jantes a Dios; ella es la ventaja que y también de una fuerza de volun-
llevamos sobre los otros animales. tad soberana y eficacísima, y tal
que a su mandato no quede nada
cxxiv en el ánimo que no le esté sometido
si estuviere en ello empeñada y no
La otra, por su unión con el cuer- renunciare un punto ninguna de
po, carece de razón es brutal, es; sus atribuciones.
bestial, es cruel; más semejante a
bestia que a hombre, y en ella tie- cxxvni
nen su asiento aquellos movimien-
tos que se llaman pasiones o pertur- El ingenio o talento con muchas
baciones, páthe en griego, como son artes humanas y divinas se pule, se
arrogancia, malquerencia,
envidia, labra, se afina y se provee de gran-
ira, miedo, gozos
tristeza, codicia, des y admirables conocimientos, gra-
vanos. Llámase esta parte más ab- cias a los cuales conoce con exacti-
yecta, parte inferior, y por ello casi tud mayor las calidades y valores
en nada nos diferenciamos de las de cada cosa y puede dictar a la vo-
bestias y muchísimo nos alejamos luntad qué bien debe seguir y qué
de Dios, colocado infinitamente más mal debe soslayar.
allá de toda enfermedad y pertur-
bación. I cxxix
cxxv Así que deben ser esquivadas to-
Este es orden de la Naturale-
el das aquellas artes incompatibles con
za : que
sabiduría gobierne todas
la la virtud, como lo son todas las adi
las cosas y que todo cuanto vemos vinatorias ; verbigracia quiroman-
:
monio.
cxxvi
cxxx
Así que el pecado consiste en que
estas pasiones o afectos se rebelen Estas artes tratan y profesan
y amotinen, se ensañen y se alcen aquellas materias que Dios se reser-
con el gobierno y mando de todo el vó para El solo, a saber; el conoci-
hombre, con menosprecio y desdén miento de las cosas venideras y
del alma, forzándola a que, abando- abstrusas.
nando la ley de Dios, sirva a las pa-
siones y al cuerpo. cxxxi
CXXXII cxxxvin
cípulo del Divino Maestro, a quien otra hora todo pensamiento ajeno al
por la luz de la religión que profesa estudio principal.
se le impuso una más imperiosa ne-
cesidad de vivir bien. CLI
CXLVI CLIII
CLVIII CLXVI
Anda siempre a zaga del maes- Unas y otras se aprenden con tra-
tro; no quieras pasarle delante; bajo pero con
igual, aprovecha-
créele y, sin rezongar, deja que te miento harto desigual.
lleve.
CLIX CLXVII
CLXIX
CLXI
A chocarreros, truhanes, charla-
No hay cosa de que más te ha- tanes sin pizca de sal, desvergonza-
yas de acordar que de aquellas en dos, bobos, mentirosos, bebedores y
que fuiste engañado, porque no cualesquiera individuos de este jaez
vuelvan a engañarte de nuevo. que con hechos o palabras son ap-
para mover a risa, no les hagas
tos
CLXII honor de sentarles a tu mesa,
el
ni mientras comas te diviertan;
Del hombre es el errar; pero per- antes recréate con alguna apacible
severar en el error es exclusivo del y sabrosa conversación aderezada
necio. con sales de ingenio.
CLXIII
CLXX .O'ffBfTÍ
Sábete que no hay sentido más
rápido para aprender, que el sen- No solamente refrenarás tu boca .
CLXV CLXXI
Huélgate más. de oír cosas serias En la mesa o en cualquier otro
graves y sabias que cosas livianas lugar escucha con atención lo que
y necias. dijere cada uno.
1220 JUAN LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. TOMO I
CLXX1V
clxxx
clxxviii CLXXXIII
CLXXXVII cxciv
cxcv
CLXXXIX
Si hubieres hecho alguna cosa fea,
Cuando le confiares alguna enco-
mienda, déjala que repose un ins- inmodesta, mala, pueril, inepta, dig-
tante y, momentos después, torna a na de vituperio, sepas que fué hija
reclamársela como si te la guardara de tu
malicia duélete de ella y la ;
-,
T; ,cxc , , , . cxcvi
CXCVII ccn
No se te pase día en que no leas, Débese evitar toda porfía, toda
oigas o escribas algo que aumente competencia, toda detractación, todo
tu erudición, tu juicio o tu virtud. deseo de gloria hueca, cuando preci-
samente nos damos al estudio para
cxcvni librarnos de su cruda tiranía.
cxcix cciv
ccix
mo a que una mansa y apacible se-
renidad (aquietada la borrasca de
Harta diligencia se pone en la cu- las pasiones) regocije y ensanche el
ración del cuerpo y tanto mayor es alma humana, y por un inalterable
la que debe ponerse en la del alma, sosiego y una constancia quieta sea-
cuanto que sus dolencias son más mos lo más semejantes posible a
secretas, más graves, más peligro- Dios y a los ángeles.
sas.
ccxiv
ccx
Los remedios de estas enfermeda-
Estas dolencias no sin razón llá- des sácanse o de las cosas o de nos-
manse tempestades, cruces, tormen- otros mismos, o de Dios, o de la vida
tos, azotes, cauterios, furias; aca- y la ley de Cristo.
rrean las mayores calamidades y do-
lores que no pueden creerse, si se ccxv
les deja que señoreen, o si se las
hostiga y bazuca; y si se las sojuz- La naturaleza de todas las cosas,
ga y se amansa, producen una
las así como es incierta y deleznable,
tranquilísima placidez y un sosiego es también momentánea y expuesta
beatífico. a mil trances azarosos. Todas las co-
sas de este mundo son viles, con ex-
ccxi cepción del alma, que es cada uno
de nosotros o, con toda certidumbre,
A este fin se endereza todo cuan- su parte principal y potísima, y las
to excogitaron y escribieron acerca restantes cosas se pasan de unos a
de vida y las costumbres con su
la otros, de suerteque fuera de su al-
talento penetrante los mayores sa- ma nadie puede decir que una cosa
bios que en el mundo han sido. determinada sea suya.
ccxn ccxvi
Este es el gran premio del esfuer- Las cosas que tuviere no piense
zo por la cultura, cuyo más auténti- que se las dieron en propiedad, sino
co fruto es que todo aquel grande y que las tiene de prestado.
1224 JUAN LUIS VIVES. OKRAS COMPLETAS. .
TOMO I
C CX VII ccxxn
Por eso es grandiosa locura, por j
Xi ha de desesperar el ánimo ni
cosas que son tan viles, cometer ha de desmayar porque la Fortuna
cualquier crimen que había de ser cambiase de soplo, que a las veces
expiado con gran pena. a las mañanas sombrías suceden ios
ledos atardeceres.
ccxvm
ccxxm
Y no tome humos nadie porque le Pues de nuestros cuerpos, ¿cuál es
haya tocado alguno de los bienes su estado y cuál la condición de
externos o corporales, porque, en nuestra vida, siendo hechos de ma-
fin de cuentas, todo lo de acá abajo sa tan vil y de tan deleznable prin-
tiene que ser efímero y no seguro, cipio? Azarosa, rodeada por todos
y no propio, sino ajeno, el cual, así lados de peligros y que no por ser
•orno fué concedido, será reclamado incierta deja de ser poco duradera.
lo más tarde a la hora de la muerte
y, con preferencia, en la misma vida.
ccxxiv
ccxx
necesitamos para esa jornada.
Será ingratitud insufrible si. ha- j
no lo tienes.
ce xxvn
ellos hay tal celeridad y ambigüe- Libre es aquel que desea no más
dad, que las más de las veces el que lo que tiene a mano; esclavo,
acerbo lloro ronda las puertas de la i
quien desea lo que no tiene a su al-
alegría vana. cance.
MORALES.— INTROD. A LA SABIDURÍA. DE LAS PASIONES 1225
CCXLVII
CCXLI
La ira, que es la más brava de
Y
nos apartamos con aversión de todas las pasiones, parece peor en
lo que nos había de aprovechar, co- el hombre que otra cualquiera.
mo si nos fuera gravemente dañoso,
y nos abrazamos con lo que nos ha CCXLVIII
de ser nocivo, como si tuviera que
sernos útil.
Truécale de hombre en bestia fe-
roz.
CCXLII
CCXLIX
Los malesajenos nos parecen
Y siendo así que toda perturba-
muy livianos; y los nuestros, no ma- ción oscurece la lucidez del entendi-
yores que ellos, intolerables de todo
miento y embota el juicio, con todo,
punto; siempre gruñones, no sufri-
la ira los envuelve en tan espesa ce-
mos los ajenos deseos ni siquiera los rrazón, que no pueden atinar ni lo
antojos nuestros.
que es verdadero, ni lo que es útil,
ni lo que es hermoso.
CCXLIII
CCL
Y
ni nos contentamos de nosotros
mismos ni este mundo, con su ley, Roe corazón y daña la salud.
el
nos satisface. Querríamos que fuese Obliga a hacer cosas cuya conse-
inmutable la naturaleza de las co- cuencia es el arrepentimiento.
sas; tan poca es la capacidad de su-
frir que nos contaminó la vida re- CCLI
galada.
En semblante, ¡qué fea mudan-
el
CCXLIV za, qué qué fuego en los ojos,
furia,
CCXLV
CCLII
Ni los mismos demonios son misé-
Tanto, que no sin causa dicen que
rrimos por otros tormentos que por
uno que estando enojado se miró a
la soberbia, envidia, odio, ira.
un espejo no se reconoció a sí mis-
mo.
CCXLVI
CCLIII
Es mancilla de ver los rostros de
aquellos que están poseídos de estas Esa esquivez de rostro, esa atroci-
pasiones, cuán mudados, cuán con- dad de dichos, esa crueldad de he-
OBRAS MORALES. — 1NTROD. A LA SABIDURÍA. DE LA RELIGIÓN 1227
CCLV CCLX
CCLXIII
CCLVll
Este mundo es como una morada
Toda esta doctrina es de hombre suya o, por mejor decir, su templo;
a hombre; desde este momento, la El lo sacó de la nada con este ser y
tomaremos de más arriba: la toma- este hermoso parecer que tiene. Por
remos de Dios, aunque también es eso entre nosotros fué llamado mun-
de Dios esta doctrina ; pero ahora, do y entre los griegos fué llamado
más particularmente y con mayor cosmos, que monta tanto como decir
propiedad. ataviado. El mismo es quien lo rige
122S JUAN LUIS VIVES. OBR AS COMPLETAS. TOMO I
CCLXX II
CCLXVII
DE CRISTO CCLXXX
El pacificador del humano linaje ligioso todo lo que con aplauso, con
;
con Dios y Autor de nuestra salud admiración, con pasmo se lee en los
sabios gentiles; todo cuanto en ello
es Jesucristo, Hombre, Dios, Hijo
se recomienda, se aprende, se le-
unigénito de Dios Todopoderoso, a
quien, para este efecto, envió Dios
vanta hasta el cielo, todo ello, pero
Padre cuando a El le plugo tener más puro, más recto, más claro y
misericordia del humano linaje, que más expedito se halla en nuestra
santa religión.
con incomparable daño propio ha-
bíase hecho enemigo de Dios, su
Padre y su Creador. CCLXXXI
CCLXXXV1 ccxci
Como no hay cosa más agradable Es santo, dice San Pablo, el tem-
al hombre como que se confíe en él, plo de Dios, que sois vosotros.
así tampoco ninguna es tan agrada-
ble a Dios; y nadie hay que piense ccxcn
bien de aquel a quien se confía con
timidez y recelo. A huésped tan grandé se le ha de
retener y no se le ha de echar con
el sucio hedor de los pecados.
cclxxxvii
CCXCIX
cccv
De Dios no pienses temerariamen-
te,ni de sus obras hables sino pe- Veneramos, aun cuando no los en-
netrado de reverencia y temor tendamos bien, los dichos de los sa-
santo. bios. ¿Cuánto más razonable no es
trasladar esta reverencia a los di-
ccc vinos?
CCCXIIT
ceexvm
Y. pues toda religión reside
y
arraiga en lo más íntimo de nuestro Considera también cuán maravillo-
pecho, esfuérzate por entender lo sa obra es que para tan gran núme-
que rezas, mira que tu rezar no sea ro de vidas haya cada día manteni-
un simple susurro de los labios, sino mientos suficientes; que todos los
que, cuando ores, mira de estar en seres se conserven y se escapen de
ello todo entero con caima, pensa- la muerte a la cual tienden por su
miento y gesto, para que todo esté propio impulso.
OBRAS MORALES. INTROI). A LA SABIDURÍA. DEL COMER 1233
CCCXIX cccxxv
CCCXLII CCCXLVIl
CCCXLIV
CCCXLIX
Levantándote a la mañana, enco-
Siente de ellos, habla de ellos, no
miéndate a Cristo con hacimiento de
ya como si fueran hombres ordina-
gracias, porque con su ayuda y so-
rios, sino como que se salen de los
corro no has sido vencido y oprimi-
naturaleza y de la cul-
do aquella noche por los engaños y límites, de la
envidia del enemigo bestial.
minación humana, allegados y uni-
dos a la Divinidad.
CCCXLV
cccLir CCCLVHI
cccliii
Xo busca mover pleito a su caro
hermano ni piensa que le pueda in-
Porque fuésemos semejantes al ferir injuria jamás; ninguno tiene
Padre Celestial, que ama a los que envidia de su amigo ni toma rego-
son sus enemigos, como lo declara cijo de sus males ni pesar de sus
con las infinitas mercedes que les bienes; antes, como dice el Após-
hace: a nadie tiene aborrecimiento. tol, gózase con los que se gozan y
con los que lloran llora, y esto no
cccliv con fingimiento, sino muy de cora-
zón, porque el amor hace comunes
T
CCCLVII
Primeramente, ejercitado en todo
género de paciencia, ¡cuánta tem-
Ni hay cosa más infeliz que planza no mostró en poderío tanto!
odiar; por esta pasión son los de- Acosado por tantos y tan recios de-
monios malaventurados. nuestos y baldones, nunca volvió
OBRA& M0RALKS. INTROU. A LA SABIDURÍA. DE LA PARIDAD 1237
CCCLXV CCCLXX
CCCLXVII
cecLxxii
Y enseñónos no haber cosa acá
abajo por la cual debamos engreír- ...Por eso Dios privó de todo jui-
nos, ni de las exteriores ni de as ]
cio acerca de otro hombre al hom-
anejas a nuestro cuerpo, pues todas bre, porque es ciego y desconocedor
son advenedizas y ajenas. de los secretos y retraimientos del
1238 JUAN LUIS VIVES. OBR.AS COMPLETAS. TOMO I
ccclxxix
CCCLXXIV
En este mundo comenzó Dios a
Xo, pues, por una sola conversa- fundar el amor mutuo entre los
ción, cosa que hacen algunos teme-
hombres y para con Dios; aquí
rarios; ni aun por ciento, ni aun
echó muy a nivel y plomo los ci-
mientos de la felicidad humana que
por una prolongada convivencia des
una sentencia rotunda y tajante so- tuvo su consumación en el cielo.
bre el ingenio, vicios o virtudes de
alguno. CCCLXXX
ccclxxvii ccclxxxiii
CCCLXXXVI cccxcn
CCCLXXXVIII
cccxciv
Dios, que quiere que nos salve- Si piensas que hay alguno que te
mos, siembra bienquerencias; el tiene mala voluntad, no perdones
diablo, que nos quiere perder, siem- trabajo ni medio por aplacarle y
bra enemistades. congraciarle contigo.
1240 JUAN LUIS VIVES.
.
OBRAS COMPLETAS. .
TOMO 1
cccxcv CDI
CDII
cccxcvi
Lo primero y mejor de todo que
No
escarnezcas a nadie sabiendo
puedes hacer es amar, aunque fue-
que que acontece a uno puede
lo
res aborrecido; pero lo más excelen-
acontecer a cualquiera antes da
te y que contenta más es amar y
;
cccxcvn CDIV
De cruel ánimo es gozarse con los Xo hay más poderosa escolta que
males ajenos y no tener lástima de los amigos fieles.
la común naturaleza.
OüV
iíhacerlos a todos buenos si pudie- nada hay que engendre tanto amor
]
CDIX CDXVI
CDXXI CDXXVIII
El atavío del rostro humano que Los ojos estén reposados y queda*
más embellece y nos concilia bien- lasmanos: ni nerviosas ni gesticu-
querencias es la modestia y la ver- ladoras.
güenza, de la cual, si está desnudo,
parece el más feo y abominable del CDXXIX
mundo. No acostumbres a juegos de
te
CDXXII manos; del papirote se llega a los
puños, y de ahí, al palo y a la es-
Desesperarse debe de la salud de pada.
aquel que perdió el empacho de
CDXXX
obrar mal.
CDXXIII
A solos los buenos haz honra y
acatamiento, que nace de la venera-
No muestre el rostro braveza ni ción sincera y sentida.
severidad demasiada, que son sínto-
mas de ánimo cruel y desapoderado. CDXXXI
CDXXXV cdxl
i
Qué fáciles son y de cuán poco Es un viejo dicho: Para ser ver-
estorbo saludo, la afabilidad, la
el dadero no seas mal pensado. Este
cortesía, la deferencia! Y cuán gran- otro,aunque nuevo en palabras, es
des amistades granjean con mostrar- viejo en sentido: Para vivir en
se, y cuántas desbaratan, si se las quietud no seas sospechoso.
omite.
cdxxxvi CDXLI
CDXLII
CDXXXVII
Si eres menos que otro, ¿quién
Cuanto más generoso y más cor- de los que te están por encima su-
tés es cada uno, tanto más humano frirá que le mofes? Y si eres más
y más afable se muestra a todos. El que él, le azoras y le apartas de ti
hastío de hablar o el hablar con con tu desprecio. Intolerable es el
desabrimiento nace de grosería o de menosprecio, porque nadie se con-
necedad. Y así el formarse en las sidera a sí mismo tan vil que lo me-
buenas artes se llamó humanidad. rezca.
CDXLIII
CDXXXVIII
Ninguno llegó a ser tanto, que la
Si no eres saludado tú o no eres fortuna algunas veces no le obligue
correspondido en el saludo, atribu- a tener que recurrir a los más pe-
yelo a descuido o distracción más queños.
que a desdén premeditado; si te ha-
CDXLIV
blaren con poca blandura o no te
dan la honra suficiente, culpa a la
Allende de esto, ninguno hay que
costumbre o la condición de quien sea despreciable de todos aquellos
tal hiciere, no a su malicia ni su
de los que Dios no desdeña de tener
odio. No seas tan vano que te lleve
por hijos, si en esto también no
un soplo de la boca.
desprecias el juicio de Dios.
CDXXXIX CDXLV
COXVfiERS ACION
Amenazar a menudo es cosa de
mujeruelas, y no de las buenas.
CDXLVi
CDLI CDLIX
La lascivia
la suciedad deben
y CDLXX
extirparse de conversación como
la
de los manjares la ponzoña. Por esto dice el Salmista: Pon
guarda a mi boca y una puerta de
circunspección a mis labios.
CDLXV
No vayas
tan de prisa en el ha- CDLXXI
blar, que las palabras se
anticipen
al pensamiento; ni respondas antes Guárdate de ser boquirroto ni de-
de entender bien la materia de que rramado en el hablar, ni quieras que
1246 JUAN LUIS VIVES,
.
OBRAS COMPLETAS. TOMO 1
CDLXXIII
CDLXXXI
Ningún deleite hay tan suave que
se pueda comparar con la plática del Guárdate de hacer cosa que si no
varón, sabio y bien hablado. se encubre no podrás estar seguro
ni sin peligro, y ya que la hubieres
CDLXXIV hecho, no la descubras a nadie. Lo
que quieres que se calle, cállalo tú
No seas muy preguntador, que es primero, y si te es forzoso descu-
cosa molesta y enojosa. brirlo, mira bien a quién.
CDLXXV CDLXXXII
Ten presente aquello de Horacio: Cuando confías algún secreta muy
Huye del preguntador, porque siem- celoso a un amigo, mira no mezcles
pre es parlero. con ello alguna gracia, no sea que
él, repitiendo la gracia, revele el
CDLXXVI secreto.
CDLXXXVI CDXCIII
CDXCI
CDXCVIII
Sufre tormenta algunas veces la
verdád, pero no naufraga.
Lo verdadero consuena con lo ver-
dadero; lo falso, ni con lo verda
dero ni con lo falso consuena.
CDXCII
CDXCIX
Las ventajas de mentira ni son
la
sólidas ni durables, ni el daño de la Pero si quieres, en cuanto dijeres
verdad empece mucho tiempo. tener crédito, no creas fácilmente
1248 JUAN LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. TOMO I
DI
COMO XOS H ABEMOS DE COMPOR-
TAR CON LOS HOMBRES
Desventurado de aquel que se me-
te en cosas de las cuales no se pue- DVII
de escabullir sino mintiendo.
Entre los hombres se ha de hacer
alguna diferencia: unos son como
DEL JURAMENTO de nuestra casa otros, no más que
:
DXI dxvii
DXIX
dxiv
DXXI
DXVI
bxxn DXXV II
DXXI1I dxxviii
DXXV
dxxx
Y también a los picoteros y dica-
que ningún miramiento tienen De las pasiones bestiales, dos son
ces
las causadoras de mayor estrago:
y burlan y publican los secretos y entre
las bravas, la envidia; entre
por innata locuacidad garlan lo que
las mansas, la adulación.
debieran callar con cuidado muy ex-
quisito.
dxxxi
DXXVI
Tanto como deben ser amadas la
Y. sobre todo, huye de aquellos sabiduría y la virtud, tanto debe ser
que por una rencilla baladí toman 'execrada la adulación que nos es-
gravísimas enemistades con sus ami- torba que lleguemos a donde nos
gos más estrechos, vengándose de persuade que hemos llegado ya, y
ellos con más saña que de aquellos otro tanto debe ser agradecida la
a quienes odiaron siempre, en la recta amonestación que hasta allá
bárbara convicción que se ha de su- nos conduce, mientras nos enseña
frir menos la injuria del amigo que cuánto nos falta para llegar y cómo
del enemigo; en lo cual demuestran hemos de cubrir esta etapa defini-
claramente no haber amado nunca, tiva.
que de otra manera no se creerían
ofendidos tan pronto; a estos tales, dxxxi i
mejor es tenerles por enemigos o
ciertamente por desconocidos que Si llevas mal la reprensión, no ha-
por amigos. gas cosa que la merezca.
OBRAS MORALES. INTROD. A LA SABIDURÍA. CÓMO NOS COMPORTAREMOS 1251
permitido.
res mejor, tanto más has de cerce-
nar de tu derecho en favor de los
otros como a más ignorantes y más
dxxxviii
flacos; perdónate mucho menos a ti,
a quien la sabiduría y la virtud te
Cuanto mayor fuere lo que por
concesión de la costumbre te está
han dado tanta fuerza.
permitido, otro tanto retráigate de
ponerlo en práctica la moderación. DXLV
Si no
aventajas en virtud, ¿por
les
dxxxix qué quieres ser tenido por mejor
que los otros? Si les aventajas, ¿por
Con los inferiores muéstrate co qué no haces más que el vulgo por
medido; con los superiores, reveren- comedir tus pasiones?
1252 JUAN LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. .
TOMO I
DXLVI DLI
Mejor y más feliz cosa es ser in- Xo hay oración más grata ni más
juriado que injuriar; ser engañado encaz ante el acatamiento de Dios
que engañar; verdad es ésta que la que aquella que nos enseñó su Hijo.
sabiduría humana no desconoció, co- Cristo señor nuestro; la cual, por
mo lo demuestran Sócrates, Platón. esto, se llama Oración del Señor o
Jenofonte, Aristóteles. Séneca. Dominical.
DLII
DXLVII
Pero tú no la puedes rezar con
Acuérdate que es propio de la fra- ánimo verdadero y puro si de todo
gilidad humana engañarse y errar corazón no perdonas al hombre to-
para que los delitos ajenos no te do cuanto pides a Dios que te per-
ofendan gravemente, en especial los done a ti.
que fueren contra ti.
DLIII
DXLVII I
Con esta condición se nos perdona
una deuda grande por la chica que
Perdonar es de ánimo generoso; nosotros perdonamos.
retener de hombres du-
la ojeriza es
ros y crueles, degenerados, abyec-
tos y ruines: verdad que la Natura- DLIV
leza muestra aun en los animales
irracionales. Todo lo que el hombre pecó contra
otro hombre es una pequeñísima
DXLIX parte de lo que cualquier hombre,
a cada momento, peca contra Dios
Y pues Dios ninguna cosa hace a saber: tanto cuanto mayor es y
más veces y de mejor gana que per- más excelente Dios que el hombre.
donar, ¿quién será tan loco que lie-,
gue a negar que aquélla es la más DLV
hermosa y excelente obra, que tan
de cerca nos aproxima a la natura-
Si con alguno estuvieres enojado,
leza de Dios sumo y todopoderoso?
haz según te aconseja el Apóstol:
El sol no se ponga antes que tu
DL enojo.
DLXVIII dlxxiii
Muerto, ¿qué más vas a llevar de Con todo, los que ningún caudal
la fama que una pintura de Apeles, hacen de su buen nombre para pe-
alabada, o el caballo vencedor en
car más osada y bellacamente, estos
la Olimpíada? Ni aun al vivo apro-
tales son malos dos veces, no respe-
vecha, si la ignora, y si la conoce, tando a los hombres ni reverencian-
no le proporciona otro placer sino do a Dios.
que el sabio la menosprecia y el ne-
cio más se complace de sí mismo. i
dlxxiv
DLXIX
Estos tales hacen injuria a su con-
La conciencia da de sí un autén- ciencia, la cual burlan y escarne-
tico y sólido y duradero testimonio, cen, como si se les diera tan poco
que valdrá mucho en el juicio de de la fama, por pecar más licencio-
Dios. Es también una gran maestra samente, puesto que no sienten la
de la vida si no se entregó a las traba de ningún miedo.
pasiones que la corrompieron.
DLXX DLXXV
dlxxii
dlxxvii
¿Por ventura no te basta ser co-
nocido de ti mismo y. lo que es mu- Xi se ama tampoco aquel que, por
cho más. de Dios? ¿Para qué buscas, ignorarse a sí mismo, a sí mismo se
mentecato, un teatro más lleno? ¿O engaña o se aviene a ser engañado
un nombre que durará en el recuer- de otros; gózase a veces cuando se
do de algunos unos pocos instan- persuade que hay en él unos bienes
tes más? de que carece en realidad.
OBRAS MORALES. — INTROD. A LA SABIDURÍA. — CONDUCTA CONSIGO MISMO 1255
DLXXXVI
DLXXXI
¿Y qué decir, si es empeño más
Ei soberbio no se aviene con los fácil y más seguro y más tranquilo
mansos, pero mucho menos con los y, por ende, más sabroso y apacible
soberbios. obrar el bien; como sea que el pe-
cado está lleno de peligros y por es-
DLXXXII ta causa, de ansiedades y de angus-
tias?
Nuestro Salvador Jesucristo, en un
breve documento imbuido de celes- DLXXXVI i
tial sabiduría, nos declara lo que es
la muerte del hom-
El pecado es
amarse a sí mismo y lo que es abo-
rrecerse. El que odia, dice, a su al-
que parece que a sí mis-
bre, tanto
ma, no regalándola en ninguna de mo se degüella aquel que peca pues ;
FIN DE LA
«INTRODUCCIÓN A LA SABIDURÍA»
DEBERES DEL MARIDO
(DE OFFICIO MARITI)
(1528)
DEDICATORIA
CARTA muy pocos aquellos a quienes des-
AL ÍLUSTRÍSIMO DON JUAN DE BORJA, contentó, avivó el deseo de muchos,
DUQUE DE GANDÍA quienes porfiaron porque yo escri-
biese con relación al marido lo mis-
Cuando, años atrás, iba escribien- mo que había escrito en el segundo
do el tratado acerca de la for- libro de mi obra anterior sobre la
mación de la mujer cristiana, instrucción de la mujer. Engolfado
poco podía yo pensar que en lo suce- yo en aquella sazón en un verdade-
sivo no habían de faltar quienes, me ro agobio de ocupaciones absorben-
exhortasen a escribir un tratadillo tes, hubiera dejado de doblarme a
análogo acerca de los deberes del ma- sus deseos, si los que me lo rogaban
rido, y aun he de confesar que tal no fuesen tales que yo no les podía
idea no me vino jamás a las mien- negar nada, y en especial, puesto
tes. Y así fué que por esta no pre- que tan honesta cosa me pedían, ca-
visión mía mezclé en aquellos li- si fuera un pecado desairarles. En-
bros enseñanzas que indistintamen- tre todos ellos, el más principal y
te podían tener aplicación así a la porfiado peticionario fué Alvaro de
mujer como al marido, pues no es- Castro, hijo de Juan, el de Burgos,
peraba yo que con posterioridad cuando, allá en Londres, no sola-
tuviera lugar más a propósito para mente morábamos en la misma ca-
decir aquellas cosas, aun cuando sa, sino como en contubernio, o,
aquel en que las puse no era del mejor, en un aposento común, el
todo ajeno del asunto. Mas, puesto cual, con su afecto y bienquerencia,
que la obrecilla tuvo un éxito mu- que eran por mí correspondidos,
cho más feliz que no me lo prome- hacíame las veces de hermano. A
tían mi esperanza ni mi expectación ése, pues, que me lo rogaba con
y se ganó lectores numerosísimos, y muy ahincada insistencia, no sufrí
(por hablar parcamente) siendo negárselo en redondo. Y así fué que,
1260 JUAN LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. TOMO 1
volapié y como quien dice de gato amor es su ley; mas aquella mujer
que pasa por ascuas. Y aun siendo a quien el amor no ocupó toda y la
así, ¿cómo estos preceptos, sean los redujo a su dominio, ofrece mu-
que fueren, se quedan desairados y chos pasos o, digamos, minas o
no merecen estimación ni aprecio caminos abrigados por las cuales
alguno de los hombres? ¿Será que se infiltran los torcidos afectos del
los hombres, por ventura, han de alma para llegar al punto donde
leer de mejor gana aquellas cosas tiene intención de llegar, al cual,
que producen un placer huero que si llegaren, no menos el marido
un provecho sólido? Si ya no es que que la mujer tienen que servir a su
creamos más ventajoso regir a un pasión; es decir, a un tirano impor-
caballo que a una mujer, que será tunísimo. A esas minas nosotros
indivisible compañera nuestra en to- respondemos con contraminas, visi-
do y en todo tiempo. ¿Será, por ven- bles unas veces, cubiertas otras ve-
tura, otra la causa de que veamos ces y heraclíticas, que interesa gran-
tantos hogares desgraciados, llenos demente al marido, para bien de
de lágrimas y de gritos, sino que se ambos, conocer y practicar. En otro
pecó en la elección y se sigue pe- lugar y en otra ocasión, yo, por lo
cando en la convivencia, cuando ca- que toca a la esposa, señalé por es-
da uno dé los cónyuges pide las crito algunas de estas contraminas
riendas para sí e ignora en absoluto que al marido conveníale grande-
el arte de la jineta? mente conocer y practicar, y que
¿Pensamos, quizá, que se necesita confiaba yo que no sería el bien
maestría mayor para gobernar a público que acarrearían para la de-
una mujer que a un caballo cocea- bida armonía entre ambos si a ello
dor y arisco? El caballo, si no quiere se aplicaban. Ahora traigo un pro-
sufrir jinete, hace uso de su fuerza: pósito igual, y plegué al Cielo que
pero es domado y señoreado por con no desigual resultado. Cierta-
otra fuerza y por otra destreza, por mente, trátase de una obra útilísi-
manera que el caballo más robusto ma y hermosísima, en la cual el
y batallador queda reducido a tal conato solo ya es loable, aun priva-
impotencia como si fuera un pollino do y destituido de todo buen suce-
recién nacido y envuelto en sus pa- so. Colmaría todos mis deseos que
res. Y es que el hombre usa de la te satisficiera esta obra mía acerca
fuerza, del arte, de la astucia y del del marido, como la Formación de
engaño. No se ha establecido ley al- la mujer cristiana, según me dicen,
guna a la buena mujer casada, contentó a la dama muy ilustre que
amante de Dios y do su marido. El es tu esposa.
INTRODUCCION
Pareció al soberano Hacedor de fermedades y de lamuerte y en nú-
la Naturaleza cuando tan a nivel mero muy escaso,que mediante la
y plomo echó el cimiento de las eda- generación, alumbrasen otros seres,
des futuras, puesto que creó a los con lo cual, aumentado el género de
seres animados esclavos de las en- cada uno de ellos, se propagasen
1262 JUAN LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. TOMO I
que se los eduque, que se los forme y quiera escucharlo con docilidad.
a todo linaje de humanidad y de vir- A veces habrá que diferir el re-
tud, no solamente con desvelos y medio y disimular el vicio y reser-
con trabajos, sino también con con- var la enmienda para coyuntura me-
gojas y ansiedades. Es de saber que jor, cuando sin peligro pueda la
los restantes animales, luego que su pústula ser sajada. Y no ha de avi-
madre los amamantó y adquirieron sársele una sola vez, sino varias, y
su crecimiento justo y proporciona- aun muchas, y se le ha de repren-
do, instruidos y enseñados suficien- der y se le ha de castigar. De cuan-
temente por su propio instinto, do en cuando será conveniente la
abandonan a su madre, y despedi- blandura y azucarar la acedía con
dos de ella para siempre, bástanse un poco de miel. ¿Cuándo se podrá
a sí mismos, procuran su mante- dar por terminada la reformación y
nimiento y las defensas de su orga- enmienda de ese animal tan depra-
nismo y de su vida, y ni unos ni vado y deforme, tan querencioso y
otros, por preferencias de la Na- reincidente por su propio y repenti-
turaleza, son mejores ni peores: ni no impulso en la torpeza? ¿Quién
el padre reconoce ya más a su hijo, habría que tomara sobre sí trabajos
ni el hijo a su padre. Muy al revés tan sin fin. que renacen y se re-
pasa con el hombre. El divino Hace- nuevan cada día que amanece, por
dor, por una merced singularísima, una prole dudosa e incierta? Tóma-
atribuyóle razón soberana y una los aquel que, empujado a ello por
gran fuerza y penetración de enten- connatural afecto hacia aque-
el
dimiento. Mas él, con su pecado, co- que son el fruto de un matri-
llos
rrompió en sí la simiente de las vir-monio fiel, no tiene la menor som-
tudes y ofuscó aquella lumbre de su bra de recelo de que por él fueron
ingenio. Y si pone sus pies en el engendrados. Allende de esto, el
camino de las pasiones, con arreba- amor de los padres redunda en los
to tal es llevado al precipicio, que hijos y multiplica la recíproca bene-
pasa a señorío ajeno, a saber: del volencia, así como el odio lo enti-
dueño tirano a quien dió entrada bia y llega a apagarlo totalmente,
en su alma hácese, por su propio como refiere la mitología: que Me-
querer, esclavo suyo, y, cosa horri- dea, la hija del rey de Coicos, noti-
ble de decir, ¡cómo de hombre que- ciosa de que había sido abandonada
da trocado en muy grande bestia! por Jasón, el de Tesalia, quien en lu-
¡Qué noche espesa albérgase en su gar de con ella contrajo nuevas nup-
pecho! ¡Cómo degenera de su ori- cias con otra mujer, exasperada por
gen primero esclarecido! Esta oscu- aquel ultraje y aguijada como una
ridad y ceguera la disipa y la ilus- furia por un odio fogoso y siniestro
tra el saber, y las torcidas tenden- contra su marido, despedazó los hi-
cias del alma son enmendadas y jos de ambos. Y la historia narra
rectificadas por las costumbres y el que Domicio Barba de Bronce tomó
hábito del bien obrar. Con todo, tan en aborrecimiento a su hijo Nerón,
dañada y tan viciada está esa natu- que fué emperador más tarde, por
raleza nuestra, que ha menester cui- haberle nacido de Agripina, mujer
dado, y tiempo, y trabajo, y asidui- fiera y de altivez desaforada.
dad, y hay que esperar las ocasiones Y, a su vez, el amor de la sobóle
en que la dolencia se demuestre, en corrobora el afecto mutuo de las
que entienda mejor el buen aviso cónyuges, mientras cada uno de
OBRAS MORALES. DEBERES DEL MARIDO. INTRODUCCIÓN 1265
Naturaleza, puesto que nos la inter- ciones, que equivalen a otras tantas
preta y nos la explica, y es verdade- tempestades? A buen seguro que pre-
rísima y es certísima, nos lo ense- ferirá andar engolfado en aquellas
ña y corrobora, primeramente, por lides forenses, en medio de aquel
".a misma disposición y fábrica de oleaje proceloso de discursos, de
los cuerpos y por la razón de la ge- andanzas, que recogerse en sus pe-
neración, que sólo es posible con nates y encerrarse en las paredes de
el ayuntamiento de dos cuerpos. Y su casa para saborear una vida tan
no sin algún oculto misterio, porque desabrida y tan de infierno.
es más sabroso y dulce el amor de Pues es de saber que en la amis-
dos, sin envidia y sin querella, sien- tad, aun cuando fuere de muchos a
fio así que el amor de dos o más la vez, cada uno de los amigos mira
para con uno solo no carece de celo a cada uno, y no todos a uno, como
y de emulación, porque es suma- miran al dueño los esclavos, sino
mente difícil que uno ame a dos por como en una república bien orde-
un igual y les demuestre la misma nada por una cierta comunidad de
atención y cariño. Y es obvio que derecho; mas que dos o tres miren
suceda que el que se juzgare pre- a uno, ello no es amistad, sino riva-
ferido por aquel tercero, objeto del lidad o dominio de alguno sobre mu-
doble amor, se insolente como de chos. Y en estos casos suelen existir
una victoria ganada en reñida lid, envidias y rivalidades y odios cuan-
mientras que el que se sintiere pos- do se inclina de preferencia a una
puesto quemaráse en su propio dolo- parte el favor que muchos desearon.
roso despecho como un vencido, y Por eso. en el mismo nacimiento del
envidiará a su rival aquel bien que mundo, el Señor dió a solo Adán
querría poseer él solo o. al menos, una Eva cuando tuvo re-
sola, y
disfrutar de su goce preferente. De suelto perder mundo, a todos los
el
ahí se ocasionarán odios y contien- varones que mandó que se encerra-
das y enojos en la vida familiar, sen en el arca para la restauración
que, o bien la braveza varonil tra- del género humano les asignó sen-
tará de resolver con algún escán- das mujeres. Los mandamientos di-
dalo y perturbación estrepitosa, o vinos declaran con mayor eficacia
la mujeril debilidad aumentará y
' que ninguna otra cosa cuál sea la
agriará con sus chillidos e importu- fuerza de la Naturaleza. Corrompi-
nidades, que son las armas que pue- da en nosotros esta fuerza a causa
de blandir y que harán la vida into- de la variedad de pasiones que nos
lerable. Y no se avienen estas pela- llevan arrebatados a partes diversas!
mesas conyugales con el sosiego y restitúyenla a la integridad los ce-
con la sabrosa tranquilidad que de- lestes oráculos. Adán, como en pro-
ben reinar en la vida de familia, a fecía, dice en el Génesis: Que dos
la cual el marido se acoge como a harán un hombre solo. A estas pala-
un puerto, cansado, triturado por los bras añade nuestro Señor Dios:
negocios públicos o privados, pero Verificado ya el matrimonio, én
exteriores. Y si la quietud anda por adelante ya no son dos sino un, f
carne; por ella dejará el hombre a ber que a los antepasados de estos
su padre y a su madre. No iba a romanos era bastante decirles:
dejarlos, si pudiera casarse con «Nadie ose, quirites.» Y nosotros,
ellos; la necesidad unió en un prin- que para tantas cosas somos invá-
cipio a hermanos con hermanas, lidos y flacos, sólo somos fuertes e
cuando el linaje humano era recien- invencibles contra la modestia y el
te todavía y poco numeroso: pero pudor y nada hacemos tan animo-
harto pronto comenzó la Humani- samente como despreciar la virtud.
dad a rechazar tales bodas, cuando Y al tiempo que no hay animal a
el mundo ya estuvo asaz poblado, y quien, en su género, reporten más
en muchas naciones las leyes huma- ventajas la concordia y la benevo-
nas las vedaron, y prohibió la reli- lencia que al hombre y sean estas
gión que se unieran en casamiento virtudes predisposiciones necesarias
los que tan estrechamente enlazados para granjear amistades y difundir
estaban por la sangre. De esta ma- entre los hombres la bienquerencia
nera parecióles a aquellos hombres hasta el límite de lo posible, con
ser cosa hacedera que los hermanos, muy buen acuerdo se previno, como
los hermanos de padre, los primos y elocuentemente lo dijeron en sus
todos cuantos estuviesen ligados por escritos Marco Tulio y San Agustín,
vínculos de parentesco muy estre- que los varones se buscasen mujeres
cho, deseasen bodas mutuas; tu- fuera de la propia casa, y las hijas
viéronlas por uniones nefandas e in- se pasasen a la ajena, pues este in-
cestuosas, prohibidas por mandato tercambio iba a ser prenda segura
y voluntad soberanas, pues si se re- de nuevos conciertos y amistades,
paraba en sólo lo humano, vedában- siendo muchos los que desearían
las las leyes o, lo que es lo mismo, verse unidos por aquellos lazos dul-
i
yes.de los romanos y por los aleare- impreso, y llegar a donde había lle-
tos de no es cosa? que gado El cuando todavía hervía su
los Pontífices,
nos interese de momento. Lo diré sangre e incendiaba todos los pe-
en su día, cuando, con el favor de chos que tocaba. El pasmo inmovi-
Cristo, trate de la cosa pública. lizó a todos aquellos en cuyas ma-
Mas cuando, tras tantas tinieblas nos estaba el gobierno de los pue-
en el alma de los hombres y tantas blos y de las naciones: reyes, empe-
maldades en su voluntad y tanta radores, conductores de grandes
corrupción en la Naturaleza, aumen- ejércitos, hombres experimentados
tada por la continuidad del mal, pa- y astutos, a cuyo consejo y parecer
recióle' al Divino Consejo ser lle- se acudía en las cosas mayores y
gada la hora de restaurar su pro- en las más menudas; profesores de
pia obra, envió a aquel mismo Hijo sabiduría, quienes, colocados como
suyo, por quien había creado el en la cumbre de la Humanidad y
mundo, para que le tuviéremos ante en la vecindad de los dioses, mira-
el acatamiento del Padre como re- ban con desdén a todos cuantos
conciliador de tamaño desacuerdo, creían tener debajo de sus pies; to-
y para nosotros como esclarecedor dos esos hombres vieron con gran-
de tan densas tinieblas, y como de- dísimo estupor cómo los seguidores
chado y ejemplar de nuestra vida. de Cristo habían superado todas es-
El, con su mano tendida, levantó al tas mentidas grandezas con el ím-
género humano, derribado a tierra, petu desalado con que iban en se-
atollado en el lodo, para que mira- guimiento de su Caudillo divino.
se al Cielo, para que se gozase con Nadie había que no se preguntase
la luz, para que entreviera algu- con maravilla de dónde podía venir-
nas lumbres y matices de la Divi- les aquella fuerza tan arrolladora
nidad. gracias a la cual tantos millares de
Y como a son de trompeta, todos corazones, en grandiosa conspira-
aquellos que, sin repugnancia de ción, tendían a lo mismo, profesa-
sus almas, oyeron la voz celeste, ban lo mismo, proclamaban lo mis-
abandonando cualesquiera otros cui- mo, conseguían lo mismo. Ningún
dados y teniéndolos por bobería y cuidado tenían del dinero, ningún
nonada, aprestáronse a conquistar cuidado de la vida; no ambiciona-
para sí y para los restantes aquella ban magistraturas ni ninguna suer-
tan grande bienaventuranza. Veían te de poderío; habían renunciado a
cómo todo cuanto hermoso y codi- sus casas, a sus familias, a sus pa-
ciadero ambicionaba conquistar el dres, a sus deudos, a sus hijos, a
mundo con sus armas y todo cuan- sus mismas esposas, porque nada les
to hablaban y prometían los precep- embarrzase en su carrera acelerada,
tos y las escuelas filosóficas, todo porque nada impidiese el combate y
aquello se les brindaba, y mucho retardase la victoria sobre los vi-
más puro y enterizo, en increíble cios, y éste era el premio inaudito
compendio y cifra que casi estaba de su virtud. No se preocupaban de
ya al alcance de sus manos. Desper- fardaje ni de impedimenta los que
tóse en ellos un inenarrable ardi- estaban persuadidos con absoluta
miento de ir a la zaga de sus huellas certidumbre que de su victoria iban
y de poner los propios pies en las a reportar botín tan glorioso. No les
mismas pisadas en donde Cristo, su holgaba, siendo tanta la celeridad
Caudillo y su Abanderado, los había del tiempo, prestar atención a otros
1270 JUAN LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. TOMO I
xo. Por ello es que no son exclusi- píritu, hayan soportado la pesadum-
vos de las hembras, sino que tam- bre y los acosos de la Fortuna encar-
bién se hallan en muchos varones, nizada con tanta constancia y con
I
que o son de condición mujeril, bien una honradez tan inflexible y la ha-
i
por su prr pió natural y su primera yan gobernado con tan gran domi-
¡
constitución física, que no puede ser nio cuando se le mostró blanda y ha-
radicalmente enmendada, o les hizo lagüeña. Si una virtud tan increíble
tales la edad, como los ancianos y hubiera coincidido con aquellos si-
los niños, o por cualquiera otra con- glos, cuando el honor era el gaje
y
tingencia, como los que padecen do- el premio de la ejemplaridad, tiem-
lencias crónicas, corporales o psíqui- po haría que esa mujer hubiera os-
cas. Ni todas las mujeres tienen to- curecido el esplendor de las antiguas
dos los achaques aquéllos, ni las heroínas y se la adorara en los tem-
que los tienen los poseen en un mis- plos como una divinidad descendida
mo grado. Las ha habido, y todavía del cielo. Si bien, en hecho de ver-
las hay, y ciertamente no pocas, que dad, no le faltan templos, pues no
tienen pecho más esforzado y varo- se le puede erigir templo mayor y
nil que muchos hombres. El gentilis- más magnífico que aquel que en
mo presenta una copiosa lista: Cleo- cualesquiera naciones le ha consti-
bulina. Hiparquia, Diótima, Lucre- tuido cada uno en el sagrario de su
cia, Cornelia, la madre de los Gra- pecho por la admiración de sus vir-
cos, Porcia (la mujer de Bruto), tudes. Pero estas cosas, ahora ya co-
Clelia, Sulpicia. Mas. en nuestra nocidas por todos, algún día serán
cristiandad, son sinnúmero las már- muchos los que las pregonarán cor
tires, con las cuales no admiten com- la merecida puntualidad y loanza
paración la elocuente Atenas ni Ro- Todo lo que queda dicho hasta
ma la aguerrida. Y no quiso Cristo aquí díjelo con la finalidad que, así
que en esa nuestra edad faltase el como no puede mudarse el varón ni
ejemplo, que pasaría a la más luen- desnudarse de sus pasiones en abso-
ga posteridad, que nos da Catalina, luto, así tampoco nadie espere que
española, reina de Inglaterra, espo- la mujer vaya a cambiar en otra la
sa de Enrique VIII, de la cual se condición que sacó consigo del vien-
puede decir con mayor verdad que tre de su madre. Podrá volverse me-
de Lucrecia lo dijo Valerio Máximo, jor y llegar al dominio de sus pasio-
a saber: que por un error de la Na- nes con la educación y !a costum-
turaleza, a un cuerpo de mujer cú- bre; pero no podrá echarlas de sí
pole en suerte un ánimo varonil. radicalmente, como no podrá dejar
Avergüénzeme yo, por mí mismo y de ser mujer o. mejor, de ser indi-
por aquellos varones que tantas co- viduo humano. .Todo se reduce a es
sas leyeron, cuando contemplo a to: que el hombre será siempre
aquella heroica hembra que, en me- hombre, a saber animal flaco, in-
:
extremos muchos son los que pecan Por lo que hace a la prole, dos cir-
gravemente. Pues a algunos no les cunstancias han de atenderse, a sa-
importa un bledo la mujer en quien ber: el cuerpo y el alma de la espo-
han de tener los hijos, siendo así sa. El cuerpo, porque no sea defor-
que está muy puesto en razón que me en demasía. Los éforos. en Lace-
cuanto más aventajados fueren en demonia, multaron al rey Arquida-
dádivas de la Fortuna o en dotes de mo por haberse casado con una mu-
la Naturaleza, tanta mayor diligen- jer chica, cuyos hijos no
podrían
cia y esmero deben poner en que mantener abastanza el
prestigio del
tan generosa semilla no caiga en cargo y la dignidad real, por lo ra-
campo maligno o que alguna mala quítico y menguado de su cuerpo.
calidad no corrompa la mejor de las Este defecto, si todas las otras
cuali-
OBRAS MORALES. DEBERES DEL MARIDO. CAP. I 1279
bienes y Los males de que, bien in- manera de andar, el modo de sentar-
teriormente, en su alma, o bien ex- se, el descanso, semblante, y en él,
el
teriormente, en su cuerpo, está do- los ojos, los meneos de todo el cuer-
tado, llámense bienes y males, como po, el sonido de la voz, que, aunque
plugo a los peripatéticos y al len- de lejos, dan alguna demostración
guaje común, o llámense solamente del alma, señas más ciertas e inequí-
ventajas y desventajas, como plugo vocas son las costumbres, en las cua-
a los estoicos, que en ese punto yo les obtiene la primacía la palabra,
no entro ni salgo. Estos bienes y que no solamente demuestra el inge-
males en el alma son agudeza, em-
: nio, sino también los afectos, puesto
botamiento, agilidad, tardanza, astu- que del uno y de los otros nace: Tal
cia, simplicidad, malignidad, candor, es el hombre —
dice un añejo prover-
cordura, insania, inclinación a los bio cual es el habla. Y Sócrates,
vicios o a las virtudes, que varía se- como le hubiese sido presentado por
gún los individuos, y aquellas otras su padre un mancebo porque le ins-
que se adquieren con la práctica o el truyese: Habla, —
mozo le dijo — p<< r- ,
hábito: destreza, pericia, inercia, ig- que te vea. Con mayor seguridad de
norancia, prudencia, imprudencia; penetración aquel varón sabio había
las virtudes y todos los vicios que de intuir en el ánimo del joven por
les son contrarios. En el cuerpo: la palabra que por el gesto y conti-
edad, sexo, salud, buena o mala; es- nente de todo su cuerpo. En la pala-
tatura, disposición, fuerza, forma; a bra apréciase la agudeza de las sen-
esas exterioridades se suman linaje, tencias que de la medida del ingenio
fama, riquezas, dignidad, crédito, et- y la formación moral, si es casta,
cétera. Todo esto dije yo a manera vergonzosa, grave, sobria, comedi-
de ejemplo, pues no es éste el lugar da, afable, o, al revés, obscena, pro-
de puntualizar más estas cosas, li- caz, liviana, insolente, arrogante, in-
mitándome a mencionar lo que pare- tratable, pues tal es la fuente de
ce bastar a mi actual propósito. To- donde mana ese arroyo.
das esas cualidades que tienen en En los restantes actos de la vida,
el cuerpo su asiento y constitución los hay que inmediatamente echan
>on fácilmente visibles a cualquiera. el alma afuera y la exponen a la vis
Lo que sí ya es más remoto y oscuro ta de los hombres, aun los más botos
es lo que se esconde en el pecho de y más romos; verbigracia: la fre-
cada cual, envuelto y oculto en tan- cuente indignación muéstrala irasci-
tos pliegues y forros, y que no pue- ble; la porfía muéstrala pendencie-
den conjeturarse más que por sínto- ra y dispuesta siempre a contrade-
mas e indicios externos, débiles y os- cir; muéstrala reacia a cejar en sus
curos los unos, y un poco más cla- opiniones la pertinacia acompañada
ros los otros, expresivos y un tanto de una risa maligna o sardónica, co-
evidentes los unos, mientras los mo dicen, y de un silencio sombrío
otros son enigmáticos y confusos. y receloso; el no poder dominar sus
Dejo a un lado todo cuanto acerca impulsos ante gente extraña la ar-
de la fisonomía especularon los es- guye desapoderada e ingobernable,
tudiosos de la Naturaleza. Lo que yo o que su espíritu es flojo y disoluto,
digo aquí es lo que creo más conve- que no quiere comedirse y que no
niente para la vida y más congruente observa ajeno respeto. No menos cier-
para la doctrina común. Signos son ta, si bien un poco más disimulada,
que imprimen huella muy leve la es la conjetura que se deriva del
i
amor y del odio; es a saber: por las Primeramente digo que a algunos
cosas que a uno le cautivan, le delei- les hace amigos y les une entre sí
tan, le retienen o, al revés, por aque- una especie de callada y oculta se-
llas otras que repele, que evita, que mejanza y consentimiento de la na-
odia. Gózase cada uno con todas turaleza, o una exclusiva finalidad
aquellas cosas que hace con harto práctica, o una simple casualidad,
contento y que quiere que le sean como a los niños que acuden a una
familiarísimas, y que estén consi- misma escuela, o los pasajeros que
go en la más estrecha de las unio- van en una misma nave o cualquie-
nes. Odia aquellas otras que querría ra otra suerte de vehículos; a unos
ver enajenadas y alejadas a la ma- les une una excursión, a otros, una
yor distancia posible. Muy discreta- campaña militar, o la identidad de
mente, muy sabiamente pen'saba profesión, o la vecindad en un ban-
Platón que los legisladores debían quete, o, por fin, la urgencia y el
poner la máxima diligencia y el cui- uso de alguna cosa. Los primeros de
dado más meticuloso en que los ciu- éstos, por lo regular, se quedan ami-
dadanos se avezasen a tomar gusto gos para siempre; los segundos,
en los bienes y rechazar y aborrecer mientras la conveniencia se lo impo-
los males. Logrado ese objetivo, no ne los terceros, o bien se unen más
;
las amistades, los hábitos y costum- por una atracción e impulso natural
bres, y de ahí, todo lo que les es con- se agregó a ellos, por ser ella así o
trario: las enemistades, las antipa- con su conversación se volvió así.
tías, los desvíos, nacen, o si ya hubie- Las sirvientas descubren y decla-
ren- nacido, cuajan y se corroboran. ran con frecuencia el carácter de su
LUIS vives. — 41
12S2 JUAN LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. TOMO I
pia del cuerpo que del espíritu, co- La principal virtud de la mujer es
mo de otras más íntimas que levan- la piedad. La mujer verdaderamente
tan a Dios la' mente. A lo primero piadosa nunca obra mal ni cometerá
pertenece elhablar de los ayunos, cosa de la que, con razón, pueda
del número y de la manera de las ser reprendida. Esta es la auténti-
oraciones vocales, de los jubileos y ca y genuina justicia, para la cual
peregrinaciones. Los ayunos y las reza el antiguo elogio, _a saber
oraciones vocales, aun cuando son que abarca toda virtud. ~La mujer
buenos, y que yo querría que la bue- que no estuviere informada de la
na mujer los hiciese a menudo, no piedad nada obrará a derechas, y
obstante, como también los malos cuando pensara que ello le conviene,
pueden practicar estos mismos ejer- lo hará con simulación e hipocresía.
cicios, no demuestran inequívoca- Por ello, mis avisos serán para aque-
mente una piedad auténtica y sin- lla que no esté en absoluto ayuna
cera. Más elocuente y evidente tes- de piedad, pero que todavía no llegó
timonio de ella es platicar del Juez a la piedad perfecta. Es de saber
de vivos y muertos, espectador in- que ninguno es perfectamente pia-
falible de los actos y de los pensa- doso, pues hasta el mismo San Pa-
mientos del corazón humano; de la blo dice que corre él y se afana por
fugacidad de la vida, de la vanidad conseguirlo como sea. Lo que ocurre
de las esperanzas de este mundo, del es que la piedad grande y crecida
menosprecio de las honras, de las suele tomarse por piedad cabal y ab-
riquezas, de las dignidades; del cui- soluta. Intolerables de todo punto
dado amoroso que tiene Dios de son las mujeres que diré: Primera-
nuestra defensa, de nuestro mante- mente la mujer impura. ¿Qué varón
nimiento, de nuestra conservación; cuerdo la tomará, si no se ha vuelto
del amor de Cristo para con. nos- loco? Quien empuja fuera a la mu-
otros; de nuestro amor mutuo; del jer buena —
dice Salomón —
empuja,
con los hombres y no traba conver- hurtos que cometieron, no ellos, sino
sación con ellos de buena gana, y sus esposas. Por ello decretó el Se-
así teme las manchas de su pureza, nado, en el reinado de Tiberio, que
como dicen que lo hacen los armi- aquellos que fuesen enviados a pro-
ños en los pasos cenagosos, y evita vincias con ejercicio de mando no
así los nobles como los plebeyos, los llevasen allá a sus esposas.
bellos como los feos, los pobres co- La mujer negligente no sirve a
mo los ricos, y siente desvío para aquel que no puede dedicarse al cui-
con todos los varones, excepto su dado de su hacienda; la mujer eco-
marido, ésa es. como se dice, una nómica y modesta no solamente está
raya blanca en una piedra blanca. indicada para marido pobre, sino
Si la vanidad de las cosas advenedi- también para aquel con quien la
zas y fortuitas la soliviantare con Fortuna acostumbró mostrar sus ve-
sus humos vanos, acabará por desde- leidades desconcertadoras, no por-
ñar a los que no tienen con que ella que ella tenga derecho sobre aque-
se engría ;mas a los que lo tuvie- llas cosas que de su mismo nombre
ren, a ésos reverenciará y para ellos llámanse fortuitas o aventureras, si-
será cortés y afable. La que es cruel no que hablo de aquellas que la For-
y áspera será una madrastra carni- tuna acostumbró asenderear con ma-
cera y atroz; la querellosa, la pen- yor variedad de trueques. Los pa-
denciera, la porfiada, de ninguna trimonios de los mercaderes resién-
manera debe unirse a marido irasci- tense más de la inestabilidad de la
ble; ello sería casar la estopa con el fortuna que los de los terratenien-
fuego. ¿Qué hará en la casa esa pa- tes y de los príncipes, que tienen
reja, sino arder el marido y echarle rentas anuales fijas con que susten-
la esposa aceite? La mujer genero- tarse. Así, pues, aquel que está co-
sa, munífica, aun la pródiga, no locado bajo el filo de la Fortuna de-
debe ser repudiada por el príncipe, be elegir una esposa acostumbrada
porque no hay virtud que mejor pa- a la escasez y que haya aprendido a
rezca en el príncipe que la benigni- administrarla y que no se deje aba-
dad, ni ninguna otra le gana más tir por ella. Esta cualidad suelen
adhesión de los ciudadanos, y, por poseer aquellas que, nacidas de bue-
tanto, hace que sean firmes y esta- na ama, son sobrias y modestas, edu-
bles los puestos encumbrados, y más cadas por padres o por parientes
si no anda ella mezclada con la ra- honrados, que tuvieron gran cuida-
pacidad ni (cosa que los viejos. auto- do de su honestidad, enseñadas a te-
res escriben de Sila) se afana por mer la deshonra y a encerrar, por-
enriquecerse empobreciendo a los que no se manifiesten afuera, todas
otros. Tiene que evitar la rapacidad las necesidades, dispuestas a comer
de la mujer aquel que con hijas lle- pan duro y negro y a beber agua
ga al matrimonio, singularmente el clara por disimular su honrada in-
príncipe y quien tiene el gobierno digencia. La mujer nacida en un me-
de la ciudad, pues hasta ellos suelen dio social sórdido, criada viciosa y
deslizarse los aventureros audaces torcidamente, pospone y sacrifica a
para expugnar la entereza de los go- su vientre y a las delicadezas, una
bernantes. Y leemos que, en la anti- vez que las cató, todo decoro, todo
güedad, muchos prefectos de provin- buen nombre, toda buena reputa-
cias fueron condenados por cohecho ción.
en el ejerciciode sus funciones, por La mujer de expresión fácil, du-
OBRAS MORALES. —DEBERES DEL MARIDO. CAP. I 1287
cha en hablar, está indicada para que toca abolengo, dice Juvenal:
al
marido cejijunto, a quien aliviará de Más quiero a una aldeana de Venusa
preocupaciones y cuitas, especial- que a ti, Cornelia, madre de los Gra-
mente si tiene gracejo sin acerbidad cos, si con tus virtudes traes la so-
y sal y donaire, mientras no quiera berbia y entono de tu linaje y cuen-
parecer en exceso aguda, donosa e tas en el dote los triunfos.
instruida a los varones ajenos, cosa Con todo, las hay pobres, feas,
que para un marido suspicaz y ce- oscuras, que son diez veces más en-
loso es puro tormento y cruz no lle- tonadas que las mujeres más insig-
vadera. La mujer parlera y casqui- nes por sus cualidades contrarias.'
vana es perjudicial a quien trata ne- Marco Catón, el censor, viejo ya, y
gocios secretos y que no pueden di- la primera personalidad de la Re-
vulgarse sin peligro inmediato, co- pública, siendo viudo, pidió la mano
mo los secretarios de los príncipes, de una hija de un tal Salonio, clien-
o como los que, bajo los emperado- te suyo. Sospechó Salonio ser aque-
res griegos, llamábanse primicerios. llo una broma, extrañando que tan
¿Son los actuales cancilleres? La grande personaje quisiera contraer
causa de la muerte de Fabio Máxi- afinidad con él. ¿Qué más? Casó el
mo fué que éste contó a su mujer anciano con la mozuela, el rico con
que Postumo Agripa había sido ci- la pobre, el ilustre con la oscura, el
tado ante el juez por su abuelo Au- primer magistrado con la ruin y des-
gusto. Ocasiona molestia ciertamen- preciada. Y a pesar de todo, elia
te en la conversación familiar, y en (como se lee en San Jerónimo) se
la mesa, y en la cama andar siempre portó con el marido con insolente
circunspecto y constituirse en guar- contumacia y de cada día se le mos-
dián de sí propio, como si viviera tró menos obediente. De esta mane-
en continuas asechanzas; neutrali- ra aquel gran hombre, que, dijese lo
zar el gesto y el semblante, apartar que dijese en el Senado, en el Foro,
todos los papeles y todas las cédulas en arengas al pueblo, era tenido por
y notas porque ninguna de estas co- oráculo, el más sabio, sin duda, de
sas llegue al conocimiento o a la toda la ciudad, y cuyo igual no lo
conjetura de quien con tanto peligro tenía aquella ciudad, ni en la patria
las revelaría. La belleza, las rique- ni fuera de ella, ni en la guerra ni
zas, la alcurnia, hacen a las muje- en la paz, en el ocio, en el negocio,
res insolentes y arrogantes. La so- carecía de autoridad en su hogar,
berbia —dice Ovidio anda en pos de •
ante una muchacha ignorante y pro-
la belleza. Y Juvenal: ¿Hay
algo caz, pobre, humilde, honrada, no
más intolerable que una mujer rica? obstante, y en cierto modo la pri-
Y Marcial, festivamente, como sue- I
mera de las matronas, por causa del
le ¿Me preguntáis por qué no quie-
: marido.
ro tomar una esposa rica? Porque Yo oí contar muchas veces en Lo-
no quiero ser su mujer. Y Plauto, en vaina a un huésped mío, originario
la Asinaria: Recibí el dinero; pero, de Frisia, que hubo en su ciudad na-
con la dote, vendí la autoridad. El tal un personaje de los más princi-
marido pobre que tiene una mujer pales en sangre y riquezas, quien,
rica no vive tantas veces molesto habiendo pensado que iba a llevar
porque sea pesada la esposa, sino una vida fácil y jocunda si tomara
porque es continua su sospecha de esposa de mucha más baja condición
que le menosprecia su mujer. Por lo social que él, la tomó pobre, de hu-
1288 JUAN LUIS VIVES. — OBR.AS COMPLETAS. TOMO I
rra un vistoso tipo de belleza feme- sa, la tendrás común; si con una fea,
nina. Y a pesar de todo, esa mujer, la tendrás molesta. Y resolvía el di-
educada sórdidamente por unos pa- lema diciendo: con mu-
Si te casas
dres sórdidos, tenía en aborrecimien- jer fea, la tendrás propia; si con
to todas las faenas caseras y hacía mujer hermosa, gozarás. Y añadían:
melindres por no tocar las camisas Soportar mujer fea es pesadumbre
de su marido, y aun desdeñaba mi- guardar mujer hermosa es continuo
rarlas. Muerta ella, hastiado de las cuidado. Y terminaban por senten-
costumbres de una crianza sucia y ciar que había que tomarla de una
torpe, unióse el flamante viudo con belleza corriente y convenida, a la
una mujer igual, joven, bien nacida, que, por ese motivo, llamaban belle-
rica y con una muy gentil lindeza za matrimonial. No cabe duda que
de rostro. Y esta su nueva esposa torna insolente la hermosura dema-
sirvió al marido no de otro modo siada cuando no fuere por otra cosa
que si hubiera entrado en la casa más que porque ve cómo los ojos de
como una esclava comprada, no por todos se vuelven a ella, y eso de ser
fuerza, no con hipocresía, sino muy objeto de la común admiración hace
ganosa, muy lista, con toda su bue- creer que tiene alguna propiedad ra-
na voluntad. Ella vestía al marido, ra e insólita y sobrehumana, mien-
ella le desnudaba, le calzaba, le des- tras que ella solamente ve cuál sea
calzaba, le lavaba, le acicalaba. Y el bien aquel de la hermosura, con
siendo mucha la servidumbre de los ojos corporales reflejada en el
aquella casa, no consentía que nadie espejo, y al instante se olvida, y con
tuviese cuenta de todo lo que se re- los ojos del alma no considera cuán
fería a la persona del marido más liviano y efímero sea aquel bien.
que ella misma. Ella zurcía sus ro- Añádase a esto que es harto difícil
pas, las lavaba, las planchaba, las la guarda de aquello que son mu-
plegaba y hacía pronta y alegremen- chos a codiciar. Por esto dijo el poe-
te todos aquellos servicios que cau- ta Ovidio: A menudo la hermosura
saran enojos a las fregonas más hu- tiene pleito con la castidad. Hartas
mildes. Todas éstas no son más que veces, bajo estas hermosísimas apa-
manifestaciones exteriores de la edu- riencias, como en los bellos hospita-
cación recibida y de los hábitos que les, se alberga un huésped desfigu-
se adquirieron. No hay, por tanto, rado. La mujer extraordinariamente
que casarse sino con una mujer de fea, por más que se la ame con la
igual condición y dar oídos al con- mayor de las ternuras, no por ello
sejo de Pitaco, uno de los siete sa- cree que se la ame por su persona,
bios de Grecia, el cual, rogándole un creyéndose indigna de amor, y se
mancebo cuál de dos mujeres toma- torna celosa contra todas aquellas a
ría por esposa: una que le aventaja- quienes ve que su marido llama o
ba mucho en riquezas y abolengo, o mira sin aspereza. Y no faltan en el
una de su misma mano, respondió: gremio de las feas ejemplares de
Toma la igual. Acerca de esto la an- aquellos de quienes el Declamador
tigüedad nos legó un célebre epigra- dice: Las que tienen mala cara, con
ma de Calimaco, citado por Laercio. frecuencia son castas, no porque les
Por lo que toca a la hermosura, falte voluntad, sino porque les fal-
OBRAS MORALES. DEBERES DEL MARIDO. CAP. I 1289
ta corruptor. Con todo, tiene ello sus las molestias de la preñez, ni para
ventajas según eltemperamento «del los peligros del parto, ni conviene
marido: el melindroso y amigo del tampoco que en tan tierna edad se
deleite tiene con que cebar su hartu- acostumbren al ayuntamiento car-
ra; mas el receloso y suspicaz tiene nal: excítanse los sentidos y el or-
aparejada la segur para sus conjetu- ganismo detiene su crecimiento; ni
ras. No es eso lo excepcional, pero es para el regimiento de la casa está
lo más corriente. Todo ello es según, suficientemente instruida la moza
sea la propensión del ánimo de cada en aquella edad, que no impone res-
cual, pero especialísimamente según peto en su cabal ignorancia de casi
la formación que tuvo desde la ni- todo. Mas la mujer de edad más
ñez, corroborada por el hábito. Ne- adelantada no es demasiado maneja-
cesarias son las fuerzas si tiene que ble para el marido, por la cronicidad
ser esposa de quien con la industria de unas costumbres que ya no se
de sus manos y el trabajo físico ha pueden cambiar. Finalmente, las res-
de procurarse el mantenimiento, pa- pectivas edades fijadas tienen entre
ra que comparta las fatigas del ma- sí acentuada congruencia para el
rido, como, por ejemplo, en la la- trato y la vida en común y la pro-
branza. Enojosa es la mujer de tem- creación de la prole, a fin de que esa
peramento enfermizo, especialmente facultad abandone simultáneamente
si su quebrada salud es tal que im- a entrambos y no sea poco agrada-
pida los preñados y las tareas case- ble la vida conyugal si uno de los
ras. Hesíodo, Platón, Aristóteles fi- dos tiene todavía potencia para en-
jan la edad matrimonial en el varón gendrar y al otro ya la vejez le ha-
hacia los veinticuatro años, y en la ya debilitado y cascado. Este es el
mujer hacia los dieciocho, porque el sentir de aquellos sabios citados y,
varón de más edad no tiene para la sobre todo, el de Aristóteles en los
procreación las fuerzas que se re- libros de la República. Pero en ese
quieren y los hijos nacen raquíticos, punto más hemos de atender a los
y él mismo, teniendo que* consagrar- motivos que los indujeron a señalar
se a los hijos, carece de la pondera- aquellas edades que a su señalamien-
ción y equilibrio de fuerzas que son to. Y cuando se presentaren causas
menester. Además, su inexperiencia análogas o estas mismas (pues no
le incapacita para llevar adelante su cabe duda que son muy prudentes)
hacienda, en cuyo gobierno harta lo aconsejaren, juzguemos que con
poca autoridad le darían sus cortos mejor acuerdo la fijó la Naturaleza,
años, ni los hijos llegados a mozos la cual, obrera de recursos inagota-
tienen respeto al padre que es un bles, introduce variedades en los
poco mayor que ellos, y más se les cuerpos humanos, según lugares y
antoja hermano que padre. Y el ca- tiempos y posibles cualidades ocul-
sado ya en días ni puede él ayudar tas. Pero antes que a nada se ha de
a sus hijos pequeños, ni puede ser tener cuenta con el juicio y con la
por ellos ayudado, siendo a^í que piedad, que es el más rico bien del
uno y otros necesitan de auxilio y alma.
axistencia ajena, y sale de la vida Hemos de tener cuenta, mientras
antes que pueda proveer para ellos nos mantengamos solteros, de con-
una manera de vivir. servar tal norma y rigidez de vida
Las mujeres, antes de los dieci- que el ariete de la carne dé en nos-
ocho años, no tienen capacidad para otros tan rara y ligeramente como
1290 JUAN LUIS VIVES. OBR.AS COMPLETAS. TOMO I
sea posible. Laudable sobre manera influencia han tenido quienes las
fué aquella usanza de los germanos educaron, pues vemos no raras ve-
antiguos que César nos refiere: ces que muchas nacidas de padres
—
Aquellos dice que por más largo malos, pero que han sido formadas
tiempo no han tenido contacto con por institutrices buenas y con ellas
mujer, llévanse entre los suyos la han convivido, salieron más pareci-
más excelsa alabanza. Creen que esa das a ellas que a sus propios padres.
abstención fomenta su estatura, sv.s Y al revés, muchas que nacieron
fuerzas y templa y fortifica sus ner- buenas, por contagio se volvieron
vios. Haber a los veinte años ca- pésimas. La tierna edad remeda los
tado mujer, creen que es la mayor males mejor y más expresivamente
de las torpezas. Si nosotros no po- y los traduce en su propia conducta.
demos observar esta continencia, También en este punto hay que pa-
todo hemos de posponerlo a la reli- rar mientes en los afines si son so-
gión y obedecer el consejo de San brado poderosos y que te agobian
Pablo: Mejor es casarse que abra- con su superioridad. Yo no sé si po-
sarse. Escasa es, o, mejor, nula la drás sujetar a una esposa tan confia-
cuenta que hemos de tener con la da en el gran poder de los suyos.
posada; nuestro cuidado máximo, Tiberio César contrajo matrimonio
nuestro cuidado total debe ser pa- con Julia, hija de Augusto, cargada
ra la morada definitiva esta vida
; de vilipendio e infame por adulte-
es una peregrinación; la otra es rios inequívocos. Tiberio, no osando
nuestra patria, es nuestra mansión castigar ni cohibir con marital seve-
imperecedera. Nuestro Señor, esto ridad ni echar de casa a la hija de
es, la voz de la Divina Sabiduría, un padre tan grande remitiéndola a
avisa al género humano que de nin- su padre convicta de adulterio, por-
gún provecho es para el hombre la que no atinaba cómo él tomaría
ganancia del universo mundo si aquel deshonor en su sangre, y pen-
trae consigo el dispendio del alma. sando que conservarla y vivir con
La mujer que se casa en edad ma- ella dentro de las mismas paredes
dura, menester es que esté exenta sería un insufrible bochorno, deter-
no sólo de los vicios de la Naturale- minóse, so pretexto de tomarse unas
za, sino también de los defectos de vacaciones, retirarse a Rodas y abri-
la educación. Pues si no, ¿cuándo se gar allí su vida, expuesta a ignomi-
formaría estando ya dura y con há- nia y aun a peligro, puesto que se
bitos arraigados? Más blanda es la le llamaba desterrado y no faltaban
doncella y dócil como la cera, sus- quienes por congratularse con su en-
ceptible de tomar cualquiera forma. tenado Cayo César le amenazaban
Hablando en general, acordémonos con la muerte. Yo conocí un hombre
del viejo proverbio: De madre bue- que habiendo conseguido un muy
na, nace hija buena. Entre nosotros, ilustre casamiento, para el cual era
eso mismo se dice en dos muy grá- muy desproporcionado, pasados los
ficas sentencias: De buena vid corta primeros días y la luna de miel, mal-
el sarmiento que has de plantar. De decía aquel día fatal en que se le
buena madre toma la hija con quien dió tal esposa y que de haberse ca-
;
has de casar. Y, además, esta otra sado con una su igual, sería infini-
sentencia En tus paseos por la ciu-
: tamente más feliz, pues que tenía un
dad, infórmate primero de la ma- buen pasar y no había de correrse
dre; luego de la hija. Pero mayor
¡ de su linaje; y que ahora, en cam-
OBRAS MORALES. DEBERES DEL MARIDO, CAP. I 1291
bio, por culpa suya, habíase dejado lo poco que trajo ella a casa, y com-
invadir de un alud de enojos y de padeceráse no de sí, que entró pobre
un bravo escuadrón de males, de los en tu casa, sino de ti, a quien ha
cuales no podría librarse sino con despojado la Fortuna,
su muerte o con la de su consorte. i Mas con todo encarecimiento una
Pondérese también cuáles son las y otra vez he de advertir que hablo
costumbres de sus afines y cuál su yo de las mujeres bien criadas, pues
tenor de vida: si son antipáticos, las hijas de los pordioseros, educa-
agrios, intratables, litigiosos, pen- das sórdida y aviesamente, con las
dencieros, altivos, el trato con ellos cuales, sin embargo, hase de tener
fuera un conflicto inacabable. Y indulgencia a fuer de nacidas en
también si son revolvedores, parti- aquella situación, son insoportables
distas, especialmente en aquellas re- en la adversidad y en la prosperi-
giones donde todos, quieran o no dad. Si tus posibilidades no alcanzan
quieran, suelen enredarse en bande- a abastecer tu medianía, debes ele-
rías; la inquietud es un contagio ac- gir una esposa que traiga alguna
tivo, y vuelve turbulento el carác- ayuda. Tomarla muy rica, como con
ter, el trato familiar y el roce con un golpe de mano, para disfrutar tú
los revoltosos y bullangueros. Lue- tranquilamente de sus riquezas, fue-
go averigüese si son pobres, pedi- ra de que es. un atentado contra la
güeños, sinvergüenzas, descomedi- ley de Dios, que sujetó el hombre ai
dos. Los hay que no pueden con ese trabajo, es una polilla de la con-
infierno, aun a trueque de expa- cordia. ¿Con qué ánimo piensas que
triarse. ella soportará por mucho tiempo que
Por lo que toca a las riquezas, tú, hecho un zángano, te cebes en
existe aquel dicho: Tan pesado es sus bienes, sin ocupación ni fruto
soportar al rico como mantener al de ninguna suerte? Con todo, a ese
pobre. Mídase cada cual a sí mismo fresco alcánzale su castigo, aun en
y examine su manera de vivir, si esta vida, que él se había prometido
tiene de dónde mantenerse a sí y a fácil y feliz: pelamesas caseras, de-
su mujer. ¿Qué cosa puede haber nuestos recíprocos, odio correspondi-
más agradable a Dios, o más hermo- do. Aquel pan que él come fuera de
sa a los ojos de los hombres, o más trabajo y no humedecido con sudor,
dulce en la intimidad del hogar co- trae consigo un muy desabrido- com-
mo tomar una esposa pobre y recta- panage. Harto mejor fuera que el
mente formada e instruida? Suerte pan fuese negro y de baja calidad,
de limosna es socorrer a la pobre- acompañado de un manjar pobre y
za, y tienes no solamente una espo- ruin, comido en concordia y quietud,
sa, sino una criada. Casado te has que en aquella mesa desabrida y
con una mujer que no te podrá nun- amarga perdices con pan candeal,
ca echar en cara que trajo esto o practicando el consejo del sabio, que
aquello; que en la prosperidad com- dice: Mejor es un bocado de pan
partirá contigo el goce de tus bienes con gozo que la casa llena de vícti-
y sabrá que tú eres su dueño y a ti mas, con rencilla. Esta apacibilísima
te agradecerá el bienestar honesto vida de trabajo canta Virgilio que
que recibió de ti; que en la adversé llevó aquel labrador anciano de Ta-
dad aguantará con ánimo igual o rento, quien con unas pocas hazas
mejor, con ánimo fuerte, los recios de tierra en pensamiento y ánimo
soplos de la Fortuna, acordándose de igualaba las riquezas de los reyes,
1292 JUAN LUIS VIVES, .
OBRAS COMPLETAS, .
TOMO I
sea la ofensa que halle en ti, piensa la llama de amor viva que arde an-
que los otros no serían tales y deplo- tes del matrimonio y que cuando se
ra el haber sido destinada a ti en llega al enlace conyugal perdió gran
un momento de irritación del hado. parte de su fuerza, en el cambio se
Yo no querría que te casases con encendiese más aún, pertinaz, pura,
aquella con quien te humillaste de- avivada.
masiado al tiempo del galanteo, a Ya ves cuánta sea la prudencia
quien halagaste en exceso, a quien que se necesita para juzgar de todas
adulaste, a quien llamaste señora, estas cosas y hasta qué punto es me-
vida, ojos, luz y otras sandeces aná- nester acudir al consejo de una per-
logas que sugiere el amor necio é in- sona cuyas pasiones estén en calma
sulso, aun a veces cuando se enva- para atinar el acierto. No tienes que
lentona la impiedad contra Dios, so- ilusionarte con esposa que no tenga
berano y último fin de ios deseos y defecto ni vicio alguno; los males
los bienes de todos. Este rebajamien- menores o más raros bien valdrán
to tuyo ocasiona que te envilezcas a por los mayores y más frecuentes.
sus ojos y quiera más tarde domi- El varón cuerdo se inspirará en la
narte y que tenga a enojo servir a realidad, pues siendo casi infinitos
aquel de quien se persuadió ser due- los medios, no pueden darse acerca
ña, a aquel a quien cualquiera cosa de ello fórmulas indistintas y gene-
le mandase, era inmediatamente rales. Para estos casos sirve mucho
complacida con peligro efectivo de la prudencia, a quien ayudan los
su vida y de su fortuna, y en quien preceptos, pero no la dan. Y para sU
hallaba cumplimiento más diligente debido aviso quiero poner éstos a
y dócil que en un esclavo etíope manera de ejemplos: El pensamien-
comprado por un puñado de sal. De to dominante, la obsesión, por decir-
aquí provienen desconsideraciones, lo así, en esto de deliberar sobre
enfados, como si fuera supeditación todo matrimonio, debe consistir en
indigna de sufrir eso de que el cria- que en la elección de esposa no de-
do mande a la señora; de aquí, re- mos ninguna suerte de audiencia a
beldías y expresiones que correspon- los sentidos; no a los ojos, que son
den a la rebeldía, rencillas y discu- cazados y cautivados de la gracia y
siones enconadas, puesto que el de la hermosura; no a los oídos, que
amor, el odio, el respeto, el despre- se dejan prender de las buenas pa-
cio, el temor son actos que dejan en labras; no a los ímpetus vehemen-
aquellos espíritus a quien ocuparon tes del alma, que nos hacen atender
algún tiempo vestigios muy durade- a la nobleza o al dinero. Todos esos
ros que los filósofos en griego lla- atractivos, bien con su inestabilidad
man exeis y los latinos traducen li- o con su propia abundancia y hartu-
teralmente por hábitos. Los grandes ra, traen consigo un rápido arrepen-
reyes, en todo tiempo, guardan para timiento. Todas estas cosas han de
sus ayos y educadores, desde aquella llevarse al supremo y exacto tribu-
su crianza pueril, respeto y temor nal y juicio de la mente. Procurarás
después que les son subordinados y que, por tu parte, la doncella no va-
sobre los cuales no ignoran tener ya al matrimonio engañada ni en tu
potestad de vida y de muerte. Eso es fortuna ni en tu persona. Nunca ha-
lo que inspiró aquel viejo y sabio llarás dócil ni dominarás a tu sabor
aforismo: A quienes une el amor, a la mujer que hubieras atraído a ti
ejercítalos en dolor. Yo desearía que con engaños. Naturalmente, odiamos
1294 JUAN LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. TOMO I
como enemigo a aquel por quien fui- creas que haya connubio ni concor-
mos engañados, y ninguna cosa hay dia donde reina un cisma moral. Es-
tan aborrecible para la condición hu- ta es la fuente, éste el origen, éste el
mana como que se la frustre de una asiento de la amistad. Y aquellos que
esperanza, de una expectación, como baladronean o se figuran que van a
de una deuda. Más vale que a la mu- gobernar a sus mujeres, puestos en
jer que va a ser tu esposa le decla- el empeño, comprenden que su pare-
res francamente de qué enfermedad cer les engañó profundamente, pues
o vicio adoleces y que le declares la se encuentran con que es duro e in-
medianía de tu nacimiento o de tu tratable lo que ellos pensaron ser
fortuna, corriendo el riesgo consi- dócil y blando. Otros, con la aspe-
guiente de no conseguirla, que si has reza y la dureza de su trato, consi-
de conseguirla con engaño cierto y guen tener criadas, no esposas. Esos
con discordia inevitable. Cuerdamen- hombres necios que piensan que el
te, a fuer de hombre bueno que era, matrimonio es dominio y que quisie-
se cuenta que obró Sergio Galba, ran hacerse temer, luego se duelen y
padre de aquel Galba que fué empe- se quejan de no hallar amor ningu-
rador. Este, apetecido por Livia Oce- no en aquellas de quienes ellos, con
lina, mujer muy rica y hermosa, qui- sus importunidades y con su odio,
tándose el vestido mostróle secre- sacudieron y expulsaron todo amor.
tamente un defecto corporal (era Y así es que mientras a los comien-
contrahecho de un brazo). Esta sim- zos se regodean y se ufanan con
pática franqueza agradó muy mucho aquel poder tiránico y jáctanse de
a la mujer, la cual, no ofendida en ser los señores de sus esposas, fabrí-
manera alguna por aquella fealdad canse para más tarde una vida infe-
física, se enamoró de él más y más y liz y merecedora de lástima por ha-
le tuvo siempre el respeto debido. ber expulsado de su hogar todo
Suelen muchos decir que ellos van afecto, toda suavidad, toda sabrosa
a gobernar a sus esposas, sean como convivencia, todo alivio de cuidados,
fueren las que alcancen, que en ma- cosas todas éstas que en el verdade-
nos del marido está torcer a la mu- ro matrimonio andan rodeadas de
jer a su. antojo. recelo, de sospechas, de odio, de mal-
Y en hecho de verdad mucho po- querencia, de cuitas, de preocupacio-
der reside en el marido, siempre que nes. A no dudarlo, si como demues-
esté penetrado, como conviene que tran la Naturaleza y la razón y los
lo esté, de que el matrimonio es la oráculos divinos, el marido es el al-
suprema forma de la amistad, que ma de la mujer, y la cabeza y el pa-
aventaja en densidad de cariño a dre es Cristo, esta asociación será
cualesquiera otros afectos; que la entre ellos como entre el padre y el
amistad dista enormemente del des- hijo, no como el criado y el amo.
potismo, cuya coacción sienten los
que obedecen. Se coacciona el cuer-
po, pero el alma en quien la amistad CAPITULO II
tiene su asiento no es coaccionada.
Si te empeñas en arrastrar a algún EN VÍSPERAS DE LA BODA
'sitio a alguno contra su voluntad, re-
zonga y repugna y se vuelve a otro Cuando ya estés determinado a
lado, como de la palmera lo dicen tomar esposa, luego que hubiere-
los estudiosos de la Naturaleza. No cumplido todo cuanto te aconsejare
OBRAS MORALES. DEBERES DEL MARIDO. CAP. II 1295
a los padres con los hijos, que es encendió el de la esposa. Pero, con
fuerza que sean las mayores? Héc- todo, ¿cuál ha de ser la razón del
tor, en Homero, es decir, un hombre amor en el matrimonio, y con qué
\
desvalida y tan flaca, dice saber que toridad y los preceptos de aquel a
;
ni del rey Príamo, ni de mis herma- cuencia, desleída aun en esta vida
nos, aun cuando serán muchos y presente, pierde toda su fuerza y su
1
buenos los que dejarán sus vidas en gracia. Ella nos levanta al dechado
el suelo, bajo el cuchillo hostil, co- y al trasunto de aquella sabiduría
mo me atormenta el cuidado tuyo, eterna por la cual creó el mundo
¡oh mi esposa carísima!» el Padre todopoderoso. Añade que
Este amor del marido, siempre aquella cabeza de la Iglesia es la sa-
fiel^ a sí mismo, tiene su premio, da- lud de su cuerpo con tal decisión y
do ^que esa llama viva penetra tam- con tal fidelidad, que no titubeó un
bién en el pecho de la esposa, por- momento en entregarse a Sí mismo
que ella también, a su vez, ama en- por ella.
cendidamente a su esposo. Y así fué A la imitación de ese amor llama
que Héctor fué el más acendrado, el a sus fieles el Apóstol para que así
único de todos los amores de su An- corno Cristo derramó toda su sangre
drómaca. Según refiere Jenofonte, por salvar su Iglesia, así también tú
Tigranes, hijo del rey de Armenia, no tengas minuto de reparo, no por
1298 JUAN LUIS VIVES. OBR.AS COMPLETAS. TOMO 1
dos. No es posible que las costum- En primer lugar, fué creado Adán a
bres de los hombres sean tan aca- imagen y semejanza de su Creador.
badas y perfectas que satisfagan a A ese hombre, como pareciese que
todos cumplidamente. Y quien pudo no convenía que viviese solo, se le
evitar la culpa no pudo, con todo, dió una ayuda semejante a él, ex-
evitar las sospechas, porque los jui-traída de su mismo costado, porque
cios de los hombres son libres, y, Adán sea para Eva lo que es padre
por lo mismo, licenciosos, y aquello para el hijo, y fué dicho a Eva:
que ven y aquello que oyen inter- Estarás bajo el poder del marido y
prétanlo, no según la verdad, sino él te señoreará. Y eso mismo pasa,
según la pasión o según la conjetu- no en la especie humana sólo, sino
ra que cada uno se holgó de forjar, en todo género de animales. La
y a esas conjeturas se les da más hembra está bajo el poder de su ma-
o menos autoridad. Pausanias, en el cho, y por eso atribuyóse al macho
Banquete platónico, pone dos Venus mayor fuerza y vigor de alma y del
y dos Amores: el terreno y el celes- cuerpo que a la hembra. Por lo que
te. El amor terreno es ciego, abyec- toca a los instrumentos de gobierno
to, obsceno, merodeador de lo vil y y mando, mejores y más eficaces los
de lo sucio, porque no contempla tiene el macho en cualquier espe-
nunca las cosas soberanas. El amor cie: agudeza de ingenio, diligencia,
celeste está lleno de ojos, apasiona- sagacidad, fuerza, audacia, genero-
do de la virtud y de las cosas verda- sidad, elevación de ánimo. Por esta
deramente hermosas y afines de las causa fué que los romanos, siguien-
celestiales. Los maridos que de su do la voz de la Naturaleza, jamás
esposa aman la belleza o el dinero, eximieron por completo a las muje-
son esclavos del amor terreno, y, res de la autoridad del varón:
como él, obcecados, y en el amor no —
Nuestros mayores dice Livio por
conocen razón ni tasa. Los que son boca de Catón no quisieron que las
maridos de veras aman las almas y hembras hiciesen nada sin una au-
las virtudes; no carecen de juicio en toridad que las tutelase; están en
el amor, e inspirados por la fuerza y manos de los padres, de los herma-
el espíritu de aquel amor celestial, nos, de los maridos. Llámase unión
aman con suma cordura, y este conyugal la que los une, y dícense
amor puro y santo no los empuja equiparados; pero no son iguales,
ni los precipita con su violencia, co- si ya hembra no fuere impar del
la
mo hace el amor terreno, sino que, marido, como dice Marcial con gra-
sabiamente persuadido?, los condu- cejo en un muy picante epigrama:
ce con blandura donde conviene. Inferior sea, Sixto, a su marido la
Ama a su esposa el marido cuerda matrona; sólo así se igualan marido
y muy poderosamente, pero como el y mujer. Al marido, pues, para con
padre ama al hijo, como la cabeza al su mujer el amor sólo le basta, pero
cuerpo, como el alma a la carne, co- el amor con ojos; la mujer para con
mo Cristo a la Iglesia, pues como to- su marido necesita dos cosas, amor
das estas cosas están relacionadas, y respeto.
deben relacionarse el marido y la No se extorsionan los afectos co-
mujer. Esto nos enseña la misma mo las túrdigas, sino que brotan es-
Naturaleza; esto escribieron varo- pontáneamente de la dulce persua-
nes sumos conocedores de la econo- sión. La violencia no te granjeará el
mía divina y del Hacedor de todo. respeto; lo conquistarás más fácil-
1302 JUAN LUÍS VIVES. OBRAS COMPLETAS. TOMO I
ticia para remunerar y para castigar der que nunca perderá el color. To-
con bríos,con equidad, con volun- da la razón y el método de vida de-
tad. ben enderezarse a que sea más fácil
De estas cosas ya tiene suficiente- de llevar y con la cotidianidad se
mente el marido si le bastaren para torne dulce, según pienses ser la
gobernar la casa y mantener en sus máxima conveniencia, atendido tu
deberes a la esposa y a la familia. genio y el de tu esposa, vuestros bie-
Mayor fuerza y majestad necesitan nes, vuestras posibilidades, no ya
otros para gobernar una ciudad tan las actuales, sino las futuras previ-
varia, formada por tantas familias, sibles, no sin dejar de pensar pru-
que para regir una casa. La princi- dentemente en los azares humanos,
pal de todas éstas es la lealtad, la porque el cambio no sea enojoso e
cual se consigue fácil e infalible- intolerable casi para el delicado áni-
mente mediante la ciencia, respal- mo de tu esposa, que, a pesar de to-
dada por cualquiera persuasión. Mar- do, es mujer, por más que sean prác-
—
co Catón escribe Salustio prefería ticamente infinitos y no pueda darse
ser bueno a parecerlo, y por eso, de ellos razón ninguna, y la mayor
cuanto menos andaba a los alcances parte de ellos deben descargarse en
de la gloria tanto más la conseguía. Aquel que tiene providencia de nos-
Quien tiene un anillo sobredorado otros, como la tiene del universo
menester es que, o con toda diligen- mundo, y nos tiene mandado que de-
cia conserve también la chapa, o pongamos toda suerte de preocupa-
que cuide de repararla porque todo ción y ansiedad por las cosas incier-
parezca oro de ley, o retirar el ani- tas y por venir; .que ello es negocio
llo de la vista porque no pueda acer- suyo, y ni la humana diligencia pue-
carse más a los ojcs, y lo que no de obviarlos ni puede adivinarlos el
conviene en manera alguna es raer- ingenio.
lo o desdorarlo hasta el punto que el Pero, volviendo a mi propósito,
anillo se muestre en su nativa feal- debes guardarte, mientras todavía
dad. Y eso debe examinarse no su- estás cortejando con tu esposa inmi-
perficialmente, sino como el ingenio nente, convencido ya y pactado el
de cada cual justiprecia en más o en casamiento, que no te entregues a
menos los objetos: por la mina de aquellas insulsas galanterías que al-
origen, por el precio, por el peso, cahuetean el placer, en las que los
por la materia o por el primor con hombres créense obligados a decir
que está trabajado. Oro puro es pre- y a hacer muchas puerilidades y co-
ciso que crea haber conseguido el sas feas. De esta laya de galanteo di-
que lo tiene. ce aquel poeta cómico: Amar
y
Las opiniones que se forman en guardar cordura apenas se concede
los primeros contactos y que se apo- a un dios. En poder tuyo están el
deran del espíritu desprevenido acos-amor y el vino antes que lo bebas;
tumbran ser muy firmes en lo suce- después de haberlo bebido eres tú
sivo. Como lo comprobamos en los quien estás bajo su servidumbre y
niños, cuyas impresiones se incrus- tiranía. En este caso, tu próxima
tan en su memoria con tenacidad in- esposa imbuiráse en la impresión, la
desarraigable, como aquellos colores primera y la más tenaz, por cierto,
primitivos de 'las lanas, que jamás de que eres hombre vano, soso, fútil,
se diluyen, y dícese inficionado el necio, y siendo ello así, con esos
paño de lana cuando se da a enten- galanteos no podrás conservar la au-
1304 JUAN LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. TOMO I
pa ración de los cuales toda sabiduría tomamos porque en casa no les fal-
es pura necedad, admitió también a te cosa alguna en galas, en golosi-
las mujeres, significando que ese se- nas, en bagatelas; porque a las hi-
xo es capaz de los misterios más jas no les falte la dote congruente
elevados y que fué creado para la para un casamiento ventajoso, y,
misma bienaventuranza eterna que en cambio, inexplicablemente, rehu-
los varones; que se las ha de ins- samos una tarea baladí que las ha-
truir con preceptos, que se las ha ría mejores! Y si mejores fueren,
de adiestrar con el uso, como a nos- en hecho de verdad, ni sus infideli-
otros; si no son mejores, nuestra dades conyugales armarían nuestras
es la culpa, que les sustraemos la manos ni nada les faltaría a las que
enseñanza; ése es nuestro deber, tuvieran tan modestas pretensiones,
ése es el coto en que debemos tra- y con el hermoso atractivo de las
bajar: el fomento de su instruc- virtudes atraerían a los jóvenes pa-
ción. Si el marido es la cabeza de ra un enlace decoroso.
la mujer y su alma; si le es padre, Estas son, poco más o menos, las
si le es Cristo, en virtud de todas cosas cuyo conocimiento importa a
estas prerrogativas, deber suyo es la mujer: en primer lugar, el cono-
enseñarla. Cristo no solamente es cimiento de sí misma; cuáles han
el Salvador y el Fundador de su sido sus comienzos y cuál es su fin;
Iglesia, sino también su Maestro. In- el orden de las cosas y el uso que
cumbencia del padre es educar e debe hacer de ellas, y luego cono-
instruir según rectitud a su hijo. cer, en compendio, la suma de la
De los oficios del alma y de la ca- religión cristiana, sin la cual nada
beza, ¿para qué hablar aquí? En el se hace rectamente, y con la cual
alma tiene su asiento el ingenio, el todo se hace con rectitud; de la re-
consejo, la razón; en la cabeza, to- ligión, dije, no de la superstición,
dos los sentidos de que en esta vida porque aprenda y mida la distancia
nos valemos a manera de guías. Por que hsy de la una a la otra. La re-
todo esto falta simplemente a sus ligión hácelas muy simples y muy
deberes el que no adoctrina a su buenas; la superstición las. hace
esposa. El mismo Sócrates, más arri- taimadas y enfadosas. Así que ten-
ba citado, decía que los varones drá que saber en qué cimientos se
debían ser regidos por las leyes pú- asienta la religión verdadera, cómo
blicas de la ciudad; empero que las se ha de honrar a Dios, cómo el pró-
mujeres debían serlo por la autori- jimo ha de ser amado. Después
dad de los maridos con quienes co- aprenderá el amor y el respeto que
habitaban. Y San Pablo, cuando pre- debe al marido, que ha de ser pa-
ceptúa: «No deben las mujeres te- ra ella un como Dios y su voluntad
ner voz en la Iglesia; solamente si ha de ser acatada a par de las le-
alguna duda tuvieren, pregúntense- yes divinas. Su casa hará para ella
lo a los maridos en su casa», impu- las veces de toda la República. Sa-
so a los maridos el deber inequívo- brá qué parte de la hacienda es la
co de enseñarlas. ¿Dónde podría suya y cuál la de su marido. Se per-
la mujer preguntárselo a un mari- suadirá que son dos las virtudes de
do que no quiera enseñar o que no la mujer, casi exclusivas: por su
pueda? ¡Tantas guerras como se ser, la religión; por su sexo, la cas-
han suscitado por causa de las mu- tidad, aun cuando, como dije más
jeres! ¡Tantas molestias como nos arriba, la religión abarque todas las
1312 JUAN LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. TOMO 1
otras virtudes. Por separado y con Deben ponérsela en las manos li-
detenimiento daré las instrucciones bros piadosos, que enseñen cordura
pertinentes y diré cómo querría yo y promuevan deseos encendidos de
que fuese esa castidad, a saber: la llevar una vida santa. Y aun en este
castidad de las vírgenes discretas, punto es menester un gran tino,
no la de las vírgenes bobas. A con- pues no se la concederán obras pue-
tinuación diré cómo deben andar riles, o supersticiosas, o vanas, o in-
apareados con la pudicicia el pudor v sulsas, de las cuales existen muchas
el más exquisito cuidado del buen escritas en las respectivas lenguas
nombre, porque sea el buen olor del vernáculas, sino también en la len-
Señor en dondequiera, y también gua góticolatina (¿Valenciana, cas-
para la ajena edificación y la tran- tellana?). Débesela apartar también
quilidad del marido. Y cuánta sea la de las que tengan excesiva curiosi-
podredumbre de las opiniones del dad: verbigracia: que estudien
vulgo, y cuál el cuidado, el método cuestiones de la más recóndita teo-
y el modo de educar e instruir a logía. No parece bien en una mujer
los hijos.Aprenda simultáneamente ser averiguadora o curiosa de mate-
el menosprecio de la azarosa casua- rias tan soberanas. Por lo que toca
lidad, porque su pecho tenga algo a la filosofía moral, bastan ya aque-
de la reciedumbre varonil, por la llos libros devotos, pues no hay for-
cual sobrelleve con moderación en- madora mejor de las costumbres
trambas fortunas, no sea que, des- que la piedad. Con todo, si el mari-
igual ante la adversidad, véase obli- do se aviene a dárselos también, que
gada a cometer algún acto culpable toquen ese punto éstos, como diji-
y flagicioso o a pensarlo, al menos. mos, de los libros de piedad, ense-
Otrosí, si la mujer no sabe leer ñen el bien y la persuadan y la ex-
porque es algo durilla y poco naci- citen. Nada de polémicas de escue-
da para las letras, cosa que también las filosóficas. En demasía ese sexo
ocurre entre los varones, será en- es aficionado a las disputas y a los
señada por el marido con todo por- altercados.Las lecturas que tengan
menor y familiaridad, y no una sola sean de las que pongan compostu-
vez, porque no solamente las en- ra en las pasiones y sosiego en la
tienda, sino que se le ahinquen en tempestad de los espíritus. De esta
la mollera y tenga ese conocimiento parte de la filosofía sí que tiene la
a mano cuando las circunstancias mujer muy viva necesidad. Son sus
lo requieran. Oirá de cuando en más descollados maestros Platón, Ci-
cuando leer a otras mujeres o ex- cerón, Séneca, Plutarco. Pertenecen
plicar o hablar de estas cosas. Si, también a ese género de escritores
por el contrario, supiere leer, quí- los que refieren puntualmente los
tensele inmediatamente todos los ejemplos de quienes algún hecho
libros caballerescos y amatorios que hicieron o algún dicho dijeron pro-
dije más arriba, bien porque mal vechoso para la vida humana y dig-
inclinada en demasía es de suyo no de imitación, como Valerio Máxi-
nuestra naturaleza y no ha menes- mo y Sabélico. que sigue muy de
ter aguijones, ni estopas, ni que en cerca sus pisadas. Súmanse a ellos
el fuego se vierta aceite, bien por- los Acta Sanctorum de nuestra reli-
que muy sabiamente dice Séneca gión, e inmediatamente después los
Breve es la vida, aun cuando por seguidores de la sabiduría humana.
en+ero se consagrase toda al bien. De la economía doméstica tratan
OBRAS MORALES.— DEBERES DEL MARIDO. CAP. III 1313
LUIS VIVES. ] 42
1314 JUAN LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. .
TOMO I
i
I la piedad ;
OBRAS MORALES. DEBERES DEL MARIDO. CAP. III 1315
sus casas gózanse de oír las cosas Y no solamente hay que abstener-
que afuera ocurren mientras sean se de francamente impu-
los juegos
tales que no perviertan las buenas ros, sino también de los juegos y to-
costumbres. Así menos las tientan camientos, por los cuales des a en-
las ganas de salir. Hase de bromear tender que, más que marido, eres
algunas veces, no con bufonerías ni amante. Adúltero es dice Xisto el—
con obscenidades, y hablar, no con que ama a su mujer con ardor de-
frecuencia, de futilidades y ligere- masiado. El nombre de esposa nom-
zas, porque ello las enerva y desmo- bre es de dignidad —como dijo el
raliza, y en adelante no pueden ya más grande de los romanos y no— .
con ningún asunto grave y serio, ni nombre de libertinaje. Tú, pues, que
en la conversación, ni en los conse- deseas tener una esposa ruborosa y
jos, ni en la vida práctica y buen casia (pues no hay marido que no
uso de la veleidosa Fortuna, puesto la desee, aun cuando haya perdido
caso que el continuo ocuparse en ba- el juicio», no seas el primero en so-
gatelas las hace semejantes a las flamar su pasión haciéndola conce-
bagatelas, a saber: flacas y livia- bir pensamientos criminales. ¿Qué
nas. La esclavitud de Egipto balo locura no es que eches a perder tú
Faraón consistía eri amasar paja mismo aquello que, si no lo gozas
y lodo, eliminar los machos, conser- en su pureza e integridad, vas a su-
rar las hembras. La significación frir enojo muy grave? No provo-
de esa servidumbre inexplicable pa- ques un incendio que luego no pue-
réeeme a mí que la da cabal e in- das sofocar. Todos somos de estopa
equívoca Eusebio con estas pala- y no nos encendemos por una parte
bras en una homilía sobre la Pas- sola, sino que nos quemamos por
cua: Aquella durísima y despótica cualquiera parte adonde el fuego
esclavitud de Egipto, ¿qué otra co- se aplicó. La sensualidad se excita
sa quería significar sino que el de- por los ojos, por los oídos, por el
monio ejerce la soberanía sobre to- tacto, por cada uno de los miembros
do el linaje de los pecadores? De- corporales. Los médicos duchos cau-
cidme: ¿qué eran equellos viles y terizan el miembro doliente que el
horrendos trabajos en paja y en lo- arte no puede ya curar. Lo primero
do impuestos por Faraón sino bis es tener buena salud: lo segundo,
feas tareas terrenales del placer dia- y muy cercano a lo primero, es que
bólico y el detestable contagio de nada duela. Siempre vi que los mé-
los vicios? Pues no deja de ser pura dicos sabios pusieron gran cuidado
realidad que las infructuosas y va- en no abrir ventana alguna a los
nas obras de esta vida no son sino pensamientos deshonestos. Hubo en
péjtts, digo, fácil cebo de las llamas. tiempos pasados asociaciones reli-
Y aquello otro, a saber: que de los giosas tan celosas de la castidad y
niños hebreos matasen a los varo- la guardaban con observancia tan
nes y respetasen la vida de las hem- meticulosa, que con cuidado muy
bras, por ord'n de Faraón, símbolo despierto evitaban aun toda palabra
del diablo, enemigo del espíritu y que en cualquier sentido pudiera
amigo de la carne, envidioso de la inducir a la carnalidad. Y ello no
virtud, indulgente con el placer: sólo en nuestra santa religión, co-
ahogaba la fortaleza y cebaba la mo entre aquellos monjes que mo-
concupiscencia. Todo esto dice En- raban en una de las islas Cicladas,
ebio Emiseno. que tenían en otra isla las bestias
OBRAS MORALES. DEBERES DEL MARIDO. CAP. III 1317
Yo siempre condené la criminal be- das Letras, por las cuales Dios se
llaquería de quienes, habiendo to- digna hablar al linaje humano, y
mado a sus esposas para compartir aquello que contiene la carta prime-
con ellas toda la vida, no contentán- ra de San Pablo a los Corintios, don-
dose con aquellas que de solteros de aquel maestro de las gentes y
habían escogido, aun con los place- doctor de las iglesias preceptúa es-
res que se tomaban cada uno por to que se sigue: No queráis defrau-
su mano, ocasionábanlas grandes daros mutuamente por dedicaros al
tristezas, y cuando con todas las ayuno o a la oración; volved luego
otras relaciones sociales mostrában- a lo mismo que antes, no sea que
se afables en extremo, sin embargo, Satanás os tiente por vuestra incon-
eran enojosos en grado sumo para tinencia. Debe con frecuencia el
con sus mujeres, con las cuales tan- cristiano levantarse en espíritu,
to les conviene ser amables y trata- porque no venga a pensar que ha
bles, porque ellas actúan en lo más de pasar toda o la mayor parte de
íntimo y secreto de nuestra vida y la vida consumido en pensamientos.
participan en lo más y mejor de Porque haciéndolo al revés, ni sa-
nuestras cosas. Y con ese procedi-
. tisface su propio nombre ni a su
miento, sin darse ellos cuenta, ali- profesión, si el hombre espiritual
mentan alborotos en su propio ho- no vive la vida del espíritu, ni al-
gar y en pos de sí dejan disensio- canzará la prometida bienaventu-
nes. Todo esto es de Isócrates. ranza sino por la vida espiritual,
Si prudentemente aconsejan
ellos puesto que en ella se ha de mirar a
a aquellos aquienes encaramó el ca- Dios, que es espíritu purísimo, y a
prichoso favor de la Fortuna que, El no puede llegar por ningún ca-
apeándose de aquella cumbre, se mino ni por atajo ninguno, sino por
bajen a la llanura cuanto buena- la pureza del espíritu, que la acen-
mente puedan para dejar el menor dra y acrisola con tanta mayor ni-
blanco posible a los dardos de la tidez y perfección cuanto con cui-
envidia, cuánto más provechoso
; dado mayor se sustrae al contagio
fuera para los maridos el consejo de esa carne. Todo el tiempo que
de que no dieran a sus mujeres la anda encerrada en ese cuerpo mor-
menor ocasión para los celos, que tal por voluntad y mandato del So-
son una parte de la envidia, y una berano Señor Celestial, de tal ma-
atrocísima y muy cruel causa de nera le importa actuar, que debe
males! La mujer picada de ese tá- mirar a la vez por el cuerpo y por
bano maligno no tiene ningún repa- el espíritu: por éste, porque viva
ro en ir a su propia perdición mien- y esté en vigor, y por aquél, porque
tras fuere a través de la ruina de no desfallezca a la pesadumbre de
aquel a quien la desea. Muchos los trabajos de esta vida y no pue-
creen solamente jugar; pero har- da sino muy poco obedecer y servir
tas veces ese juego se convierte en al espíritu. El decaimiento físico que
furia rabiosa. Cuando no existen los vemos en el caballo proviene de dos
avisos y faltan las prescripciones de causas: o porque recibió malos tra-
la filosofía acerca de lo que nos- tos, o porque fué prolija y excesi-
otros con la mayor exactitud debe- vamente mimado. Rehusan la silla
mos entender y practicar, cómo con- por un igual el caballo consumido
vendría muy mucho averiguar los de magrez y el caballo a quien la
que están contenidos en las Sagra- gordura le hace arisco y refractario.
OBRAS MORALES. DEBERES DEL MARIDO. CAP. III 1321
Pero así como de cuando en cuan- que meditemos mucho y largo tiem-
do hay que verter aceite en el can- po. Por eso nos advierte que «hay
dil para que arda, también llegan que orar siempre». De esa atención
momentos en que en el uno y en intensiva y como vuelo de la mente,
el otro, en el cuerpo y en el espíri- no sea que el cuerpo nos estorbe
tu, vertemos aceite. El cuerpo tiene con su peso, quiere San Pablo que,
sus horas en que hase de cuidar de mientras estemos en ello, nos abs-
él exclusivamente, y las suyas el es- tengamos del ayuntamiento carnal.
píritu, también con exclusión de to- Es cosa de brutos animales todo
do cuidado corporal. Digo esto, no coito que derriba la mente de su
porque exista un trance en que con- cima, como con una máquina bé-
venga que o el uno o el otro se ex- lica. De aquí que aquel sabio anti-
tinga o muera mientras rodamos guo, preguntado que cuándo el
por este mundo, sino porque en es- hombre debía tener ayuntamiento,
tas ocasiones a uno de los dos se respondió: «Cuando querrá envile-
les da el cuidado porque no se aca- cerse y hacerse igual a una bestia.»
be, con esa antagónica particulari- Todo el discurso de la vida cristia-
dad, a saber: que cuando es aten- na debiera ser un ayuno perpetuo
dido el cuerpo brilla más opacamen- y que no pasase ningún día sin ora-
te la luz del espíritu; y cuando se ción. Con todo, los casados cristia-
atiende al espíritu, languidece la nos deben escoger determinados
lumbre del cuerpo y se debilita su días del año en los que se consa-
vigor. El tiempo, pues, en que, me- gren a una estrecha continencia y
diante el ayuno y la oración, rega- a una más fervorosa oración. En
mos con aceite el espíritu, quiere este tiempo no sólo duerman sepa-
San Pablo que nos abstengamos de radamente o, al menos, se priven
todo punto de aquel acto que trae de maritales abrazos, sino que tam-
impedimento al aceite que lubrica bién se comidan en los placeres que
el espíritu, diluyéndole como cuan- obstruyen la claridad del alma. En
do con él se mezcla agua. El ayuno esa ocasión meditarán qué son
viene a ser una especie de atenua- ellos, qué es la vida, qué uso deben
ción que le adelgaza y clarifica para hacer de las cosas de este mundo,
que no cree obstáculo ninguno a la adonde van, de dónde partieron, có-
lucidez y transparencia espiritual. mo fueron esclavos del pecado, có-
Así es como el espíritu, vigorizado mo fueron redimidos por Cristo, y
y ardiente, remóntase en alas de la otros puntos que ningún cristiano
oración, que es una meditación pro- debe ignorar. No obstante, aquella
fundísima de las cosas. Ello no de- "separación de lecho enseña el Após-
be ser cosa de una u otra hora, sino tol que debe ser hecha por consen-
de mucho tiempo, para que el en- timiento de ambos. La gracia de
tendimiento se acostumbre a aquel Cristo es de amor y de concordia,
ascenso a que se debe levantar, libe- no de disensión, no de contristación
rado y aligerado de la pesadumbre fraterna. Lo principal en este pun-
corporal. Quiere Jesucristo Señor to es complacer al prójimo sin ofen-
Nuestro que sean pocas nuestras sa de Dios. Por lo demás, Dios hará
palabras cuando levantamos al Pa- que todo redunde en bien. No to-
dre nuestros pensamientos. Por es- maré a enojo transcribir aquí el
to dice: «Cuando oráis no queráis sentir de San Fulgencio tocante a
hablar mucho.» En cambio, quiere ese tema: No obstante, para que
1322 JUAN LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. TOMO I
todos vuestros actos se hagan con la vida y, por ende, más sabrosa.
honestidad, en el pago de la deuda ¿Y qué más, si tendrás, por añadi-
conyugal, de tal modo el uso de este dura, una auxiliar en tus trabajos
derecho se acomode a la flaqueza de y una compañera en los azares, una
la carne, que la carne no sea escla- confidenta fidelísima de tus cuida-
va del placer, sino que la fuerza del dos y de tus proyectos, y en los
alma, ayudada de la gracia de Dios, trances dudosos una discreta conse-
ponga frenos a la carnal concupis- jera? Aquélla es la verdadera socie-
cencia. La obligación de engendrar dad humana, cuando no sólo es fá-
hijos debe de tal manera ser obser- cil derivar hacia el compañero una
vada por los cónyuges, que, gracias parte de tus trabajos, sino también
a la verecundia que debe acompa- el peso de las pasiones y cuidados
ñar este acto, mientras el alma fiel del alma, que no menos debe lla-
se inclina a esa tarea de la fecundi- marse peso y no menos agobia el
dad, guarde al mismo tiempo con cuerpo, sino también el espíritu,
el favor de Dios la modestia de la que el arar y el cavar o transportar
natural honestidad. Y dice el mis- alguna carga pesada. Y si su cora-
mo San Fulgencio en otra parte: zón lleno y hervoroso no se abriera
Acuérdense, sobre todo, los consor- por algún lado, estallaría no menos
tes cristianos que hay que insistir que una vasija puesta al fuego sin
en las oraciones y limosnas. Ni ningún respiradero, pues son fue-
quieran sumirse en la flaqueza de go los cuidados y arden y queman
la carne, sino apresúrense a subir el Y así, vemos que mu-
corazón.
a un escalón más alto de la vida es- chos, abrumados de cuidados y
piritual. Y para que el espíritu lle- agitados como por un oleaje de
gue a la virtud de la continencia, los movimientos del alma, buscan
cohíbanse más y más los excesos a alguno en quien descargar el pe-
del deseo carnal, para que cuando, so: «¿Hay alguno aquí? No hay. na-
con el auxilio divino, hubieren su- die. ¿Viéneme alguno detrás? No
perado la escala en la que la con- parece nadie. ¿Puedo yo hacer que
yugal fragilidad pide indulgencia, reviente este contento? ;Oh Júpi-
puedan laudablemente subir al que ter! Esta es realmente la hora en
está más arriba, en el cual la virtud que podría tomar con paciencia que
de continencia espera la palma
la me matasen porque no me agüe la
de una vida mejor. Dicho quede vida con alguna pasión este mi go-
esto por lo que toca al espíritu. Pe- zo. Pero no me toparía yo ahora
ro también debe interrumpirse el con algún amigo curioso que me si-
uso del derecho de consorte en los guiese por doquiera que fuese, me
achaques periódicos de la esposa y moliese y me matase a poder de
cuando uno de los dos está enfer- preguntarme: ¿Qué regocijo es és-
mo. Una cosa y otra influyen noci- te? ¿O qué alegría? ¿Adonde voy o
vamente en el nuevo ser. de dónde me escapo? ¿De dónde
El principal fruto de la forma- hubiste este vestido? ¿En qué an-
ción de la mujer revierte al mari- do? ¿Si estoy en mi seso o si estoy
do: la casa se gobierna con mayor loco?» Y otras cosas aún que con
prudencia, se educan los hijos más un gran transporte habla aquel
religiosamente, poca es la licencia mancebo de Terencio, rebosante de
que se da a las pasiones, con lo cual gozo desmedido, que no es parte
se consigue que sea más descansada para contener. Refieren los autores
OBRAS MORALES. DEBERES DEL MARIDO. CAP. III 1323
sentencias. A las mujeres que fue- algo mejor que una buena presa, a
ren así, o corrígelas, o evítalas; saber: la tranquilidad, que, gracias
pero más valdrá que te esfuerces a mi autoridad, conservo. Si sus
por mejorarlas, pues con una breve |
hijos habíanla aconsejado torcida-
molestia vas a cosechar frutos co- mente, ella, suave y apacible, les
piosos. La primera providencia que hacía ver el yerro. Y así aconte-
debes tomar es que no des a nadie cía que. repelidos en sus excesi-
una soga de la cual pueda hacerte un vas injerencias y enseñados en sus
lazo. ¿Qué cosa puede haber más sa- equivocaciones, crecían en el respe-
ñudamente hostil? De ello habla el to y veneración de su madre. Mas
Sabio en las Sagradas Letras: No cuando sus consejos eran realmente
pongas en mano de la mujer la po- vulpinos y como parecían bien en
testad de tu alma, no sea que entre unos hijos para con su madre, de
en tu fortaleza y quedes confundido. tal modo ésta los hacía suyos, sin
Cuentan que antiguamente hubo mostrar admiración por ellos, como
OBRAS MORALES. DEBERES DEL MARIDO. CAP. IV 1325
un fuerte vigor mental. Dirá algu- que los hombres buenos? ¿Y se-
no, por ventura Es cosa dura rá más segura la libertad que
:
se
para un hombre solo oponerse al proporciona al mal que la que se
consentimiento multitudinario como concede al bien y a la utilidad pú-
a un bravio torrente despeñado. blica? ¡Reírse han de él si tal hace!
Sí; pero la virtud, cuando es recia, El mundo es un reírse recíproco. El
huelga de actuar en circunstancias necio se ríe del cuerdo-; el cuerdo
duras y difíciles. Mas tampoco se- se ríe del necio. ¿Quién prefiere que
rás solo, porque así como fueron se ría de ti? Platón —
dijo un anti-
muchos los que siguieron el mal ca- guo vale más para mí que todo el
mino, no han de faltar, a fe, los que pueblo ateniense. Y para mí un
no desdeñarán el bueno que tú pi- hombre sabio pesa más y tiene más
sas. No se ha de desesperar del gé- precio que la infinita turba de bár-
nero, especialmente cuando no hay baros y de idiotas. ¿De qué parte
virtud alguna que no esté aneja al prefieres estar? ¿De
parte de Dios
la
provecho, así como el vicio siempre y de su sabiduría contra la necedad
mora en los arrabales del daño. de los hombres, o de la parte de la
Vamos a entrar en el régimen do- necedad, contra Dios? A pesar de
méstico, donde el trabajo, la econo- todo, yo no te aconsejo que debas
mía, la frugalidad, ¡cuántas venta- de tal manera evitar la costumbre
jas acarrean para la vida y para general, que vayas a dar en el ex-
una gran multitud de virtudes sobe- tremo opuesto. Como, verbigracia,
ranas, como son la templanza, la si un hombre dado al lujo se viste
continencia, la pudicicia, la fideli- de seda y de brocado, tú te vistas
dad! Los vicios que a esas virtudes de cáñamo; si luce una sortija de
se contraponen nacen de la desidia, oro con una piedra que le costó mil
del lujo, de la prodigalidad. ¿Y qué ducados, uses tú un anillo de hierro
más, si tenemos los ejemplos de o de estaño con una guija incrusta-
aquellos que, no sintiendo para el da; si se alimenta de capones y de
vulgo necio más que desprecio y perdices, tú mezcles con tu pan de
desdén, pusieron todo su empeño y salvado un companage repugnante
todas sus miras en el juicio, en la y nocivo. Todos los actos de la vida
razón, en la honestidad, y consiguie- tienen ciertos límites, en medio de
ron la alabanza y la admiración de los cuales consiste la virtud. En el
aquellos a quienes despreciaban, y conocer estos límites y en mante-
que luego fueron en seguimiento su- nerse en ellos ejerce la prudencia
yo? Así galardona la virtud, o, con su oficio y su jurisdicción, pues, co-
mayor verdad, Dios, cabeza y padre mo Horacio dijo: Mientras los ne-
de toda virtud, a aquellos que hacen cios evitan unos vicios, van a parar-
más estima de sí que no la hacen en los contrarios. No tienen mis
los hombres. ¿Por qué un hombre avisos la intención de abolir en las
cualquiera, que será estúpido, o ne- ciudades la urbanidad ni de la socie-
cio, o depravado, o corrompido, osa- dad humana la mutua cortesía, sino
rá introducir una moda procaz, y que estas cualidades, que han em-
el varón sabio no osará introdu- peorado evidentemente, se erijan en
cir una costumbre honesta? ¿Será normas usuales de convivencia. Así
menester en el linaje humano, por como en la ciudad no habría cosa
ventura, que tengan más ensanches más desigual que la igualdad abso-
y libertad los malos e insensatos luta, así tampoco conviene en ma-
OBRAS MORALES. DEBERES DEL MARIDO. CAP. IV 1327
mo pitagórico que son comunes to- multitud escenas que inflaman más
das las cosas de los amigos y aun to- aún el deseo carnal, que de suyo ar-
dos los mismos amigos. Hablamos de de ya demasiado. Qué eclipse de
¡
la amistad corriente, pues la otra, buen seso padecen los maridos que
perfecta y absoluta, raras veces se compran esas tablas y esos lienzos
cultivó entre los hombres; la cual, y los cuelgan, encima del lecho ma-
si existiese, no habría nadie que trimonial, en las propias cámaras
guardase con mayor respeto la ma- nupciales!
dre de cuyas entrañas nació, como Reproche igual merecen aquellos
la esposa de su amigo; ni el recí- maridos que en presencia de sus hi-
proco amor de los amigos serviría jas y de sus esposas no tienen re-
para la contaminación y deshonra, paro en vomitar expresiones sucísi-
sino para la guarda de la castidad mas. En ello no hacen más que de-
conyugal y de todas las restantes mostrar su liviandad y su mente-
virtudes. ¿Qué amistad es esa que catez, y que dentro de su pecho, en
empeora la condición de aquel a lugar de corazón, tienen una úlce-
quien amas? ra maloliente, de la cual mana tanto
Y también hay que parar mientes pus hediondo. Xi admitas en tu ca-
en quiénes son los parientes y deu- sa tertulias de jóvenes, donde se or-
dos de tu esposa: de qué carácter, ganizan bailes, juegos, meriendas y
de qué costumbres. Los oídos deben otras disipaciones que perjudican la
conservarse puros. Hierón de Sira- oolsa y no contribuyen al buen
cusa impuso una fuerte multa de nombre, enemigas de la doméstica
dinero a un poeta porque recitó un quietud, polilla de la castidad, y
poema erótico a oídos de su mujer. finalmente, y es esto lo principal,
Los hay que están creídos que las aborrecibles a Dios. Esto ni lo su-
conversaciones escabrosas son la fras en tu casa, ni lo apruebes en
flor de la urbanidad y que quien la ajena, ni conduzcas allá a tu mu-
no se huelga con ellas es un hombre jer ni a tus hijas; no lleves la es-
absurdo de una aldeana severidad. topa al fuego. Y puesto que, como
Y, en su disculpa, citan aquel ada- dijimos, ninguna otra cosa se ha
gio sacado de la hez: Todo es sano de fomentar ni aumentar en la mu-
para los sanos. Pues es de saber jer tanto como el pudor, de. donde
que San Pablo, escribiendo a los le viene el nombre a la pudicicia, allí
Corintios, teniendo que aducir un debe guardarse principalmente don-
verso de Menandro, como saliendo de haya quienes le merezcan respe-
el encuentro de la perezosa opinión to y de quienes tema que tengan
de esos tales, empieza por decir: mala fama. Tales son, en primer lu-
.Yo os queráis engañar; apolillan gar, aquellas que él tiene por la?
las buenas costumbres las pláticas más honradas del mundo luego, los ;
malas. Nos contagiamos con sucias amigos, los parientes, los conocidos
y torpes palabras que, por el oído y aquellas a quienes trató desde la
se adentran hasta el alma nos con-
; niñez, siempre que sean buenas,
tagiamos con hechos y pinturas obs- puesto que no hay cosa más perni-
cenas, por medio de los ojos que im- ciosa que las malas. Aprenda a te-
presionaron el alma, de manera que ner en mucha estima a la fama, y
no sin razón señala Aristóteles una temer la mala y gozarse con la bue-
sanción pública para aquellos pinto- na : Xo es asaz casta dice aquel —
res que proponen a los ojos de la Declamador aquella mujer de quien
OBRAS MORALES.— DEBERES DEL MARIDO. CAP. V 1331
se piden noticias. Y dice otro de la; nes el maestro del gimnasio, por
misma escuela: Aquella mujer que desviar al mancebo de la tentación
puede no temer la opinión de adul- de imitarlos y porque supiese que
terio, no puede temer el adulterio. asistía a una escuela donde ni se
Gran fuerzatiene en el espíritu podía recomendar una cosa mal he-
generoso la estimación que se tiene cha ni podía quedar oculta siendo
de él así como al ruin, al abyecto, tantos los espectadores; y que la
;
hacen las otras. Así que en determi- por eso mismo no se las menospre-
nadas ciudades, donde todo está cie, se extiendan más allá de sus
permitido a todos, son muchas las posibilidades? ¿A fin de que, cuando
OBRAS MORALES. DEBERES DEL MARIDO. CAP. VI 1335
que, con el proceso del tiempo, vas ¡con cuánta mayor razón ha de pen-
a hallar menos de lo que el princi- sarse esto de la mujer! La Natura-
pio prometía, por manera que si leza y la cortesía, de consuno, en-
hallas algo mayor y mejor, téngaslo señan que los mozos han de dar la
por pura ganancia, como dijo aquel preferencia a los ancianos, los fuer-
sabio. Demás de esto, será razón tes a los débiles, los derechos a los
que consideres que el sexo femeni- cojos. Si el sabio no soporta al ne-
no es de suyo débil y flaco, con un cio, poco enaltecerá su propio nom-
semillero de males en su parte fí- bre y excelencia y sus luces y su
sica y con alborotos y tempestades robustez mental. Esto mismo, allen-
frecuentes en su parte moraL ¡Qué de de que lo predica la Naturaleza
molestia la de todos los meses cuan- a voz en cuello, lo prescriben la
do se purga aquella especie de sen- costumbre, y la urbanidad, y la ra-
tina que es el útero! ¡Qué ascos le zón, y los avisos de la divina Sabi-
ocasiona el preñado! ¡Qué peligros duría; aconséjanlo la paz y la quie-
los del parto y los del puerperio, de tud domésticas, a las cuales ni las
'.os cuales salen quebrantadas! ¡A más opulentas riquezas pueden com-
cuántos azares y riesgos están ex- pararse. ¡Cuántos trabajos y moles-
puestas, hasta el punto de parecer tias arrostras, por tierra y por mar,
milagro puro el que haya alguna para granjear algún dinero! Y di-
que viva y esté sana! Y todo el res- me: ¿para qué fin y para qué uso?
tante discurso de su vida, ¿qué es Pues para pasar en tu casa, sabrosa
sino un continuo servicio del hom- y placentera, la vida con la bienan-
bre? De doncellas sirven a sus pa- danza que allegaste. ¿Y no eres tú
dres: de casadas sirven al marido; mismo quien en tu casa disimulas
de madres sirven a sus hijos. Y faltillas leves y te las tragas en si-
puesto que tienen menos reciedum- lencio para conservar la paz, sin la
•re y fuerza en su alma, su juicio cual ni tienen objeto las riquezas ni
es más débil y su instrucción más la vida misma tiene sabor? ¿Y qué
|
levantar del suelo y del cieno, ora je, que la patria, que el cuerpo, que
con los aguijones de la emulación o el alma, que el talento, y que está
con el recuerdo de su acostumbrada obligado a conformarse sin queja
virtud, ora con un ejemplo domésti- con esa desgracia, considerando que
co, en quien se miren como en un aquel eterno y omnipotente Distri-
espejo. De ellas las habrá a quienes buidor de dones todos los reparte
baste un guiño o un gesto signifi- con suma sabiduría y con estricta
cativo porque conozcan que mere- justicia. El postrer recurso, en ese
cen tu desaprobación, especialmente caso, es que Aquel cuya divina auto-
si fueren vergonzosas o de crianza ridad concilio entre sí a los cónyu-
esmerada, y tanto más cuanto ma- ges, reconcilie con su respeto y con
yor sea el respeto que te tuvieren. su memoria a los disidentes. Entre
Las buenas dueñas no necesitan bas- los hombres, ¿quién sería tan osado
tón más recio que una palabra, si que rompiese una paz concertada
no es aceda, de su marido o una por el rey? ¿O quién se atrevería a
simple contracción y perturbación rechazar y a repudiar a una perso-
de su rostro. Cuando todos estos re- na recomendada por un amigo que-
cursos no dan resultado apreciable ridísimo? Y si en estos casos que
y se ha de recurrir a los puños o al digo pesa tanto o el respeto del po-
palo, ¡pobre hogar! Yo no tengo der o el estímulo del amor, ¿cuánto
aviso alguno que darles a aquellas más debe pesar en el acatamiento
en quienes es desechada la cordura, de Dios, que es el ser más poderoso
como dice el poeta arcaico. La cosa y más amigo nuestro, puesto que
ha de tratarse por las malas. Con to- nos importa más que nada reve-
do, yo nunca aconsejaré al buen ma- renciarle y amarle? Conviene asi-
rido que descienda a esos extremos, mismo traer a la memoria aquello
puesto que si la esposa advertida que dice San Pablo: Que la mujer
reiteradamente, reprendida, regaña- es carne del marido. Muy rica es la
da, baldonada, se demuestra tan du- cuenta de los pobres males que ca-
ra que no puede doblegarse, siempre da uno de nosotros en todo momen-
que conserve entera su honesti- to padece de su cuerpo. Y, no em-
dad, sopórtesela. Jamás se ha de bargante, nadie odia a su cuerpo, ni
romper el arco, manteniéndolo de- deja de amarle, ni de regalarle, ni
masiado tenso. Con semejante re- de ser condescendiente con él hasta
signación soportó a Jantipa, su mu- donde puede. Y si alguna vez se eno-
jer, Sócrates, que debiera ser imita- ja contra él, con él se reconcilia in-
do como quien escudó su pecho con mediatamente. Esta misma reconci-
tanta reciedumbre y firmeza filosó- liación debe obrar el amor para con
fica, o bien tratando de persuadirse el consorte. Es doctrina de San Pa-
el marido que su mujer es un simple blo.
instrumento en manos del Señor por
ejercitar su paciencia, como Job, co- CAPITULO IX
mo Tobías, no sin gran bien suyo y
culpa de la esposa, como un día de- CONFORME SE AVANZA EN LA VIDA
mostrará el Señor con su veredicto CONYUGAL
inapelable. En estas circunstancias,
piense marido que fué su suerte
el Cuanta mayor experiencia tuvie-
negra quien le proporcionó tal mu- res de la mujer, con tanta mayor
jer, no de otra manera que el lina- ternura debes amarla. A ello nos in-
1344 JUAN" LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. TOMO I
reza de su hijo, a abrazarse con sus nelao aman a sus esposas? ¿No hace
rodillas, en gesto suplicante. Acér- eso mismo cualquier hombre bueno
case su madre, que trueca su indig- que tenga una centella de entendi-
nación por ruegos y plegarias. Sus miento o una migaja de corazón, co-
hermanos y sus amigos de infancia, mo por mí era amada mi Briseida
con quienes compartiera la más sa- verdaderamente y con toda mi al-
brosa parte de su vida, pídenle en ma f
I
tan largo y tan continuo, no has po- mayor parte de culpa recae sobre ei
dido sufrirlos en tu mujer, .¿qué más principal, porque éste o no qui-
otra cosa puede esperar sino que tú, so o no pudo agenciar la cosa por-
de cada día, cuando más le conocie- que no llegase a la ruptura, 3' en
res y más estrechamente estuvieres uno de esos extremos hay malicia
unido con él, le serás menos amigo? manifiesta, y en el otro, inhabilidad
¿Puede algún vicio humano (no ha- o impotencia, y. tanto -uno como
blo de aquellos vicios monstruosos otro caso convenía que estuvieran
capitales, sino de los vicios corrien- muy lejos de aquel que la opinión
tes, comunes a casi todo el mundo), corriente anteponía al otro como su-
puede, pregunto yo, ser aquel vicio perior, y por eso se le aborrece, por-
tan ajeno del natural y del tempera- que nos defraudó y porque faltó a
mento de cada uno, como lo son en- su obligación y oficio cuando menos
tre sí las costumbres y los instin- •debía; áb : .
tos de los hombres y de los brutos? Por lo que se refiere a aquel otro
Y, a pesar de todo, la costumbre y el punto más delicado, a saber: que
contacto vivan sin molestia recípro- cuando gozaste tu esposa hasta la
ca; antes bien, con gusto mutuo, hartura, se enfría el amor, que, pol-
bajo el mismo techo, y que jueguen lo visto, había encendido.la lujuria,
el hombre y el león, y uno y otro es propio de hombres sucios y ab-
están tan lejos de ofenderse con el yectísimos o, mejor, no de hombres,
sentido, con la naturaleza, con las sino de bestias, que, como mo tienen
t
sea una peña o un tronco. Debe ser ser ella tan intensamente amada
materia de meditación el hecho de por ti, que esa tu benevolencia des-
que la esposa soportó tantas penali- borda sobre los suyos, y no serán
dades y está dispuesta a soportar cortos ciertamente los provechos
más aún para servir al marido, pa- que vendrán a tu casa. Y si yo quie-
ra parirle hijos, herederos de su ro que, por amor de ella, sean ama-
nombre y de su fortuna, continuado- dos sus consanguíneos, ¿qué pen-
res de su linaje; que ella renunció samos que ha de hacerse con sus hi-
a todas las ventajas de sus padres y jos propios, que no podrán meno.-.
de sus deudos y siguió la tuya ex- de serte muy queridos si quieres j
clusivamente, para tener por suya su madre? Ella también correspon-
cualquiera contingencia que a ti te derá con su amor a los tuyos, si los
acaeciere y alegrarse por tus pros- tuvieres, y a los tuyos, y a los suyos,
peridades y entristecerse por tus y a los de ambos, vuestro amor mu-
contrariedades no menos que tú mis- tuo les unirá como aglutinante t
mo; que ya no reconoce ni padre, nacísimo.
ni parientes, ni amigos en absoluto; Muchas contingencias ocurren e:i
que tiene puestas y fijas en ti solo el matrimonio: pobreza, deshonra,
todas sus esperanzas y sus pensa- cárcel, destierro, enfermedades, co-
mientos. ¿Y qué cosa habrá que así sas todas éstas que, ocasionadas por
unifique como esto? ¿Qué específico Fortuna tornadiza y por los aza-
la
asaz activo habrá para el amor, si humanos, son comunes a ambos;
res
esta tan total identificación no bas-con todo, pueden herir a uno de
ta? Cualquiera, pues, que quiera los consortes, quedando el otro in-
prestar oídos a la Naturaleza, pres- cólume, verbigracia: que el suegro,
tar oídos a la humanidad y a Ja de quien, se esperaba una pin-
cordura, ése amará a su esposa rr.ás güe herencia, pierda sus bienes; ser
y más de día en día y mayor con- objeto de deshonra y desdoro por-
fianza tendrá en ella y mayores que se ha puesto tacha en la con-
muestras de buena voluntad le dará, ducta de una hija; pasar por convic-
con que testimoniará para con ella to de algún crimen, aunque sea fal-
un cariño que nació espontáneamen- samente, o, sin culpa ninguna, ser
te, pero que creció y aumentó con metido en la cárcel, o ser expulsado
la experiencia de sus virtudes y se de la ciudad, o caer en el lecho del
conserva con la esperanza de que dolor. En todos estos casos solamen-
ella, en lo sucesivo, será semejante te d^ré lo que la Naturaleza prescri-
a sí, y que, por lo mismo, alcanzará be y lo que Dios prescribe, no sola-
el más hermoso linaje de victoria, mente en el matrimonio, que es un;;
como se lee en Platón. Y no sólo te tan estrecha unión de cuerpos y de
limitarás a darle tan significativas almas, sino generalmente para tod-
muestras de bienquerencia, sino que el linaje humano, a saber: que é&úa
de ella, como de un manantial co- uno tenga para con el otro aquella
pioso, redundará, y no delgada ni disposición de alma que él querría
avaramente, sobré los afines parien- que se tuviese para consigo mismo.
tes suyos que te procuró tu enlace Así como conviene que tu espos.-
con ella, porque experimenten ellos acepte y soporte tus desgracias, tam-
También cuánto provecho Ies viene bién tú las de ella, singularmente
del deudo que con ella tienen,- y tu cuando' aquel amor sublime, que es
misma esposa entienda claramente la raíz del matrimonio, debe de tal
OBRAS MORALES. DEBERES DEL MARIDO. CAP. X 1847
manera mezclar los albures del uno to, por el lugar donde se sienten o
y del otro y unificarlos, que ya no donde se paseen. No aumentará el
pueda decirse que éste es de aquél marido el volumen de estas peque-
y aquél de éste, sino que sean de ñeces, ni se prestará a servirlas, ni
ambos, indivisiblemente, las venta- se erigirá en vengador del despecho
ja?, las desventajas, los bienes, los o de la queja femenina porque, a
males. Y si ambos a dos no hacéis su parecer, no se le haya hecho el
más que uno, no puede enfermar honor debido. Reiráse más bien y
ella sin que enfermes tú, ni ser po- no hará cuenta ni caudal de ello y
bre ella y rico tú. Y eso que no pue- levantará a su mujer a preocupacio-
de ocurrir entre amigos, ¿cómo ocu nes más altas, hasta donde pudiere.
reirá en tan estrecha unidad de Los que se inmiscúen y toman su
amor y de almas? EL amigo cierto parte en esas naderías son más dig-
— dice Ennio—demuéstrase en el nos de saya y de rueca que de barba
trance incierto. Las enfermedades y de consideración social. ¡Entrega
y las tribulaciones darán a conocer un empleo político y el gobierno de
cuánto la amaste cuando estaba bue la ciudad a los que en su casa se de-
na y entera. Si, siguiendo el instinto dican a tales boberías! ¿Qué cosa
de la Naturaleza y los mandamien hay más indecorosa para todo un
tos de Dios, conceptúas que tu mu hombre que el que esas cosas le
jer forma una unidad contigo, te afecten como a una mujer?
persuadirás que ese cuerpo arrui-
nado de dolencias no es menos tuyo
que suyo. Y no le tratarás de difc CAPITULO X
?ente manera que, cuando era lindo
y en la flor y verdura de su edad,
VENTAJAS DEL AMOR MUTUO ENTR K
era a los ojos del cuerpo mucho más LOS CASADOS
agradable que en la actualidad. Ni
le servirás con menos diligencia y Apenas se puede decir cuántas
cuidado que te sirves a ti. Y, como sean las ventajas que la concordia
para contigo y para con tus hijos, acarrea entre los cónyuges para los
la compasión acrecentaría el cariño, menesteres más importantes de la
así también el amor te enseñará lo vida en casa y fuera de ella, y cuán-
que has de hacer para con tu esposa, tos inconvenientes y daños introdu-
si la quieres tan verdaderamente co cen en el domicilio conyugal la des-
mo a ti o a tus hijos, por manera avenencia y la discordia. La servi-
que te sea más cara estando enfer- dumbre, con la disidencia de los
ma o herida y derribada por un gol dueñqfs, como la ciudad con los
pe de fortuna, como cuando estaba príncipes en discordia, no puede go-
en pie y florecía. zar de quietud; mas con increíble
Tienen las mujeres sus pequeñas alegría descansa en su buen acuer-
riñas y sus menudas envidias y süs do, esperando que va a experimen-
chicas rivalidades, frecuentes, efí- tarlos para consigo tales como los
:
servidumbre, ni, con ira no refre- las cosas de tu casa, aun las arduas
nada, a no alterarlo todo con albo- y y por digno de regir la
difíciles,
roto y grita. De esta manera andan cosa pública, ya que con tanto tac-
lejos de la casa aquellos odiosísi- to y tanto seso gobiernas la tuya pri-
mos y muy inoportunos camaradas, vada, y que fácilmente mantendrás
a saber: los azotes y' los imprope- en concordia y tranquilidad a tus
rios y todo aquello que el ánimo conciudadanos, puesto que tanta
irritado y en ebullición aconseja que tranquilidad y concordia tienes en
.se haga. No solamente están conten- tu casa estabilizadas y corroboradas.
tos los servidores, sino que cumplen Y, al revés, ¿quién piensas que iba
más gozosa y diligentemente con su a creerte indicado para un cargo de
deber y más obsequiosamente sirven gobierno y que ibas a conservar en
a sus amos, respetuosos de su auto- la ciudad la paz y el sosiego, si ve
ridad, que nace de su avenencia y que tú no puedes recabar vivir con
con su avenencia crece. El marido, apacibilidad y concordia en tu casa,
con su amor y bienquerencia, tutela donde tú eres, no ya funcionario,
la autoridad de la esposa, y la espo- sino rey y señor de todo? De Gor-
sa la de su marido con su deferen- gias Leontino, que fué el primero
cia y con su docilidad. ¿Y qué más qué alcanzó entre los pueblos de Gre-
diré sino que la concordia trae con- cia la palma del bien decir, exhortan-
sigo el concepto de bondad y de do en unas fiestas olímpicas con gran
cordura? ahinco a la concordia entre los grie-
Forzosamente tienen que ser bue- gos, cuéntase que algunos exclama-
nos aquellos que se quieren con un ron : Póngala él entre sí y su mu-
amor tan duradero, pues no hay jer y su criada y entonces harto
amistad permanente sino entre bue- provecho nos hará este consejo. X:
nos y los cuerdos, que sufren con tampoco hay ninguno que no espere
resignada mansedumbre aquellas serle muy fácil hacerse amigo de un
inevitables molestias por las cuales hombre tan bueno y tan accesible.
otros, irritándose, abandonan y rom- No hay riqueza imaginable que
pen la amistad y el afecto cariñoso. valga más que ese don de gentes y
Y por ningún otro concepto se ori- esa simpatía avasalladora. Crédito
gina mayor respeto y autoridad que en casas ajenas, ¡qué hermosa y
de la opinión en que se les tiene de magnífica cosa es! Como se cuenta
bondad y de prudencia, por manera de Cratetes de Tebas, a quien, por
que esa suerte de veneración no só- su no empañada opinión de probi-
lo queda recluida entre las paredes dad y por el ejemplar afecto que
de la casa y en el pecho de los ser- profesaba a su esposa Hiparquia,
vidores, que te respetan y adoran conocido y admirado de todos,
como a una divinidad bajada del abríanle no solamente las puertas
cielo, sino que trasciende afuera y todas de la ciudad y las cámaras,
derrama su lumbre por toda la ciú> sino también los más recatados se-
dad, donde todos te tienen por un cretos de familia, como a un genio
hombre bueno, nacido y heñido :por doméstico. No habrá nadie que sos-
la Naturaleza para el amor y la sim- peche que ponga el ojo y la afición
patía, puesto que amas con tanta en las mujeres ajenas aquel que está
constancia, y tiénente por un hom- prendado de la propia, estando uni-
bre cuerdo y prudente, puesto que dos los dos por un muy sabroso y
tan ejemplarmente gobiernas todas muy firme afecto. Pero volvamos a la
OBRAS MORALES.-1- DEBERES DEL MARIDO.— CAP. X 1349
casa; volvamos al lar y a los penates. y a las almas de' los vástagos. ¿Y
Toda la servidumbre está en su si- qué más diré, si en el ejemplo do-
tio espontáneamente, con gozosa méstico aprenden la mansedumbre
diligencia: el marido con la ayuda y la apacibilidad y la sacan de ahí,
de la mujer, y la mujer con la ayu- como quien dice, por el roce conti-
da del marido, bajo el signo y el nuo? ¡Cómo esa convivencia domés-
impulso de la concordia, de manera tica, que discurre eh medio de tan-
que uno y otro, cuando la disiden- ta serenidad, y tantr. tranquilidad,
cia no raja esta fecunda ünidad, y tanta concordia, se parece a la
contienen a la servidumbre toda en vida del Cielo! Por donde, así como
su lealtad y en su obligación, cuan- aquél sabio varón dice en Homero
do ninguno de los cónyuges deser- que muchos y grandes mozos redun-
ta de las suyas! De ahí que la ha- dan de un amigo en otro y en aque-
cienda familiar sea' atendida con llos de quiénes somos amados, y, al
más diligencia cuando el ánimo del revés, en los malévolos y a
los ene-
uno ni del otro no se ajenan de migos/muchas molestias y enfados,
aquel cuidado por disgustos o ren- y, en cambio, éstos retozan y aqué-
cillas mutuas, y todo, en la casa y en llos lloran cuando nos ven o nos
la servidumbre, está regido y atem- oyen disentir, odiarnos, reñir y por-
perado por el afecto. Árida muy equi- fiar, pues a los malos les apetece el
vocado aquel que piensa que no exis- Odio, como que es su pasto más sa-
te otro móvil, si no es la coerción broso, y evita y huye del bien como
o la esperanza del premio, que más su tósigo más nocivo. Todo cuan-
estimule y acucie a los hombres al to expuse hasta aquí, aun siendo
ganoso cumplimiento de su deber, grande y deseable como' véis, todo
como el amor y la benevolencia. ello junto no tiene compáración con
A nadie causará maravilla que los esto solo que ahora voy a decir: en
hijos comunes de ambos les sean nuestra propia casa aprendemos el
mucho más gratos y queridos, los ámoi* y meditamos el que hemos de
cuales, aun siendo de uno de los concebir para con los otros. Ade-
dos, haría el amor mutuo que al más, sosegados y tranquilos y como
1
blemente dispuestos para tocio gé- grandes llamas. ¿Y qué cosa puede
nero de suavidad y de humanidad. desearse o qué cosa puede Dios con-
Y ello sé' explica: aquellos afectos ceder a la naturaleza humana más
y costumbres de los padres, que alta y excelenté como que seamos
ocupan la parte animal del hombre, verdaderos y fieles amadores de
pasan, por lo regular, a los cuerpos aquella sil hermosura divina?
1350 JUAN luis vives .
OBR.'AS COMPLETAS. TOMO I
CAPITULO XI —
¿Por ventura dice no valgo yo
para ti más que diez hijos? De un
DE LOS CASADOS SIN ;
HU0S marido así convenía que naciese el
príncipe de Israel y profeta, Samuel.
Los hijos, algunas veces, Dios no Si Dios enviare hijos, recíbanlos
los da o. una vez que los dió, los con ánimo alegre y agradecido, ce-
quita por soberano consejo suyo in- rno dones del Cielo, y denles la me-
escrutable, o, por hablar mejor, por jor crianza porque su bondad les
una paternal indulgencia para con aproveche a ellos y redunde en ti,
nosotros, porque así ve que nos con- no ya por tu satisfacción tan gran-
viene. Dije esto porque nadie lo de, y por la opinión de los hombres
atribuya, al azar o a causas natura- acerca de ti, sino también para los
les,porque no es de hombre pruden- merecimientos de las buenas obras
te, pero ni siquiera cristiano. Con de esta vida, que granjean un pre-
todo, no debe tenerse por exiguo mio inmortal en la otra.
beneficio no catar aquel dulce ací-
bar, porque los que lo tragaron di-
cen estar mezclado y templado en CAPITULO XII
tal proporción, que a una gota de
miel corresponden seiscientas de DE LA ESPOSA DE EDAD AVANZADA
acíbar. No sin razón un epigrama
griego pone en el número de las fe- Cuando tu esposa, morigerada y
licidades el vivir sin hijos. Augusto, buena, hubiere llegado a la anciani-
por mor .de su hija y de su nieta, dad, haz con ella lo que acostumbra-
vióse muchas veces obligado a ex- mos hacer con todo servicio fiel y
clamar: Ojr.lá. no casándome, no diligente. Al caballo y al buey los
hubiera tenido hijos. Doy de mano soltamos,como jubilados; los deja-
las consabidas quejas de Cicerón a mos que vaguen y pasten más a su
Atico.. Pero no es éste el lugar de
;
placer y los llamamos menos al tra-
tratar de la carencia de hijos. He bajo. Emancipamos al esclavo; al
dicho esto, incidentalmente. para soldado veterano se le regalan tie-
advertir a los maridos que, siendo
. rras poique viva de ellas; al servi-
problemático el provecho de los hi- dor fiel, por los buenos y fieles ser-
jos y que con frecuencia ocasionan prestados, casi le igualamos
vicios
más desabrimientos y sinsabores con nosotros y le hacemos como de
que provechos y gustos, no busquen familia con cuánta más honra es
; ;
zón que ella, que subordinó por tan más señora insolente e intolerable
largo tiempo sus afectos al marido, que con tan prolijo aprendizaje hu-
ya no sea subordinada suya, sino biere aprendido a obedecer al ma-
Igual, puesto que aquellos movi- rido. Id haciendo poco a poco que
mientos y aquellas perturbaciones desaparezca la distinción del sexo y
propias del ánimo excitado, que empezad ya desde acá abajo a inicia-
en cierto modo debían ser cohibidos ros en aquella vida del Cielo, en que
por la autoridad marital, que tanto no hay sexo, según nos enseñó el
se parece a la real, y por los cuales Hijo de Dios No toman esposa, no
:
era menester que el marido ejercie- toman marido, sino que se condu-
se el dominio sobre su esposa, están cen como los ángeles de Dios, espí-
ya apaciguados por los años y por ritus puros e incorruptibles, entre
la costumbre. Ya no hay motivo pa- los cuales nadie nace, nadie fenece,
ra que el marido ejerza mando sobre por manera que sea necesario el con-
su esposa y se empeñe celosamente nubio para reparación del linaje hu-
en conservar su autoridad, que ya mano. Este amor no se funda en
no puede mermarse, por la desapa- ninguna cosa caduca y sujeta a la
.
rición de aquello que le hacía áspe- muerte, sino que está fijo y plantado
ra y necesitada de un gobierno co- en el alma, e irá aún en pos del que
medido y justo. Por esto el Señor muriere. De esta manera, aunque re-
manda a Abrahán que obedezca a tirado de los ojos, recatado, sepul-
Sara, ya anciana, que ya rio es es- tado y llorado, sobrevivirá este
posa, quiero decir, que ya no es amor y tendrá vigencia y bríos y
carne, sino que está corno ascendida será dulcísimo el recuerdo de tal
a la condición del varón y a lá con- esposa, y toda su memoria será gra-
:
(1525)
DEDICATORIA
JUAN LUIS VIVES y civilidad de este pueblo y la in-
creíble quietud y justicia que rei-
A LOS BURGOMAESTRES Y AL SENADO nan aquí
y son por todas las nacio-
DE brujas: SALUD nes celebradas.
Deber es del peregrino y del ex- Y así es que aquí tomé esposa, y
tranjero— dice Cicerón — no ser no menos deseo su bien que como a
curioso en república extraña. la ciudad en que tengo determinado
Y en realidad es así, pues dondequie- pasar el resto de vida que la benig-
ra es odiosa la injerencia en asuntos nidad de Cristo me concediere, y me
ajenos. Con todo, el buen celo y la tengo por uno de sus ciudadanos y
amonestación amistosa no son intro- para con todos ellos abrigo el mis-
misiones reprobables, porque la ley mo afecto que para con hermanos
natural no consiente que sea ajeno míos. La necesidad en que muchos
del hombre lo que es de los hom- de ellos se debaten me obligó a
bres, y la gracia de Cristo los unió poner por escrito los medios que yo
a todos entre sí con el aglutinante juzgo conducentes al socorro de su
tenacísimo de la caridad. Mas dado indigencia. Que yo hiciera esto mis-
que alguna cosa me sea ajena, he de mo, hace ya mucho tiempo que en
confesar que yo tengo tanta afición Inglaterra me rogó el señor Praet,
a esta ciudad como a mi nativa Va- prefecto vuestro, que con frecuencia
lencia, y no la nombro con otro y con. muy visto celo piensa en el
nombre que el de Patria porque ca- bien público de esta ciudad, como
torce años ha que habito en ella, y es su deber. A vosotros dedico esta
si bien no con una no rompida con- obra; ya porque es muy fuerte vues-
tinuidad, no obstante, siempre acos- tra propensión a hacer bien y ali-
tumbré volver a ella como a mis viar a los miserables (cosa de qUe
lares propios. Me agradó vuestro da testimonio tanta muchedumbre
sistema administrativo, la educación de pobres como de todas partes
1356 JUAN LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. TOMO 1
LIBRO PRIMERO
CAPITULO PRIMERO das, partes;entendimiento agudísi-
mo, y un alma toda rectitud y pro-
ORIGEN' DE LA NECESIDAD Y MISERIA bidad, muy a propósito para el co-
DEL HOMBRE mercio y comunicación de la vida.
Y, puesto caso que el hombre era
El Hacedor de todas las cosas, creado para reparación de aquella
Dios Nuestro Señor, usó de una ruina inicial de los ángeles rebeldes
maravillosa generosidad en la crea- que se consumó en el cielo, conve-
ción y formación del hombre, de nía que ya, en este cuerpo mortal,
suerte que ninguna cosa hubiese ni comenzase a meditar en la compa-
más excelente que El debajo del cie- ñía de los ángeles buenos; pero ins-
lo ni más grande que El en la re- tigado por la soberbia y buscando
dondez de este mundo sublunar que una dignidad que sobrepujaba su
está sometido a su poderío; dióle nativa condición, no contentándose
cuerpo sano y robusto; muy saluda- con la gran excelencia de su huma-
bles alimentos, que se hallan en to- nidad, pretendió 'la divinidad acu-
OBRAS DE CARÁCTER SOCIAL. SOCORRO DE LOS POBRES. LIBRO I. CAP. II 1357
ciado por las promesas de aquel que resfrió el amor; todos los vicios em-
precisamente por análogo camino bistieron como en escuadrón; afli-
había perdido sus bienes propios: gióse el cuerpo, y tuvieron espanta-
Seréis como dioses, sabedores del ble realidad aquellas" maldiciones
bien y del mal. tremebundas: Maldita sea la tierra
Efecto fué de una soberbia inso- en tu trabajo, extensivas a todas las
lente el afán de encaramarse a la actividades de la diligencia huma-
cumbre de la Divinidad, más arriba na. No hay principio interior ni
de la cual ya no hay cosa alguna. exterior que no parezca haber en-
Y tan lejos estuvo de alcanzar el trado en conspiración para el daño
objeto de sus ambiciones, que per- del cuerpo: en el aire, hálitos pes-
dió copiosamente una buena parte tíferos y nauseabundos; aguas insa-
de. lo que había recibido, como está lubres; navegación azarosa, arreci-
escrito en los cánticos del rey Da- do el invierno; bochornoso el vera-
vid: El hombre, cuando estaba en na; tantas fieras dañinas, tantas
honor, no lo entendió; fué compa- dolencias causadas de los manjares.
rado a las bestias insensatas y se ¿Quién será capaz de contar los li-
hizo semejante a ellas. Es, a saber: najes de venenos y los ardides de
apartóse hasta tal punto de la seme- hacer mal, el daño mutuo que se
janza de Dios, que se despeñó en la hacen los hombres, tantos ingenios
semejanza de las bestias, y mientras bélicos contra una fortaleza tan dé-
pone todos sus conatos en ser más bil, que basta a estrangularla un
que ángel, vino a ser menos que grano de uva detenido en la gargan-
hombre; bien así como aquellos ta o un cabello que se trague? ¡Y
que, subiendo apresuradamente por los muchos que mueren de repente
una escalera sin poner atención en por causas no averiguadas!
los escalones, en vez de conseguir
la altura a que sé remontaban, caen
rodando a lo más hondo de la sima. CAPITULO II
Este percance lamentable invirtió
el orden de la constitución humana, NECESIDADES DE LOS HOMBRES
puesto que el hombre disolvió el
que regulaba sus relaciones con Como* no sin razón, muchos de los
Dios, y ni las pasiones obedecieron antiguos dijeron ser nuestra vida no
a la razón, ni el cuerpo al alma, ni vida, sino muerte, los griegos lla-
lo exterior a lo interior, y se produ- maron a nuestro cuerpo soma, que
jo un estado de guerra civil e intes- monta tanto como decir sema, que
tina, con la eliminación de la reve- para ellos significa el sepulcro. Ha-
rencia debida al Príncipe y a sus bía el Señor amenazado a Adán que
leyes. Desnudo de su inocencia el en cualquier día comiese del fruto
hombre mismo, todo lo arrebañó vedado- había de morir. Comió, y la
consigo para su perdición; se em- muerte rondera anduvo a su alrede-
botó el entendimiento y se ofuscó dor. Y, en efecto, ¿qué cosa es esta
su razón; la soberbia, la envidia, el vida sino una muerte continua que
odio, la crueldad, la diversidad de sé" consuma cuando queda el alma
los apetitos y las demás perturba- del todo libre de este cuerpo? «En
ciones, como tempestades levanta- naciendo —
dijo un poeta ya morí- —
das por el austro embravecido con mos, y el fin comienza en el mismo
las ondas; quebró la fidelidad; se principio.» Desde el primer instante
1358 JUAN LUIS VIVES. OBR:AS COMPLETAS. TOMO I
daciones que a este fin dejaron los de ayuda ajena es pobre y ha me-
hombres más beneméritos. Pero es- nester misericordia, que en griego
íos remedios se han de ir a buscar equivale a limosna, la cuái no con-
lejos o- son desconocidos o asequi- siste exclusivamente en la sola dis-
bles a gran precio o se ignora el tribución de dinero, como piensa el
modo de usarlos; y en todos estos vulgo, sino en toda obra con que se
casos, necesitamos la cooperación alivia la insuficiencia humana.
ajena. Y por lo que toca al cultivo
del ingenio, los hay que no tienen
la suerte de dar con su maestro, y CAPITULO III
otros, a quienes corrompió el mis-
mo maestro corrompido, verbigra- CUÁL SEA LA RAZÓN DE H.^ER TttEIt
y el padre al hijo, son maestros de el orden qué debe regular los bene-
opiniones torcidas, y aun muchos ficios y cómo el beneficio se ha de
preceptores de juicios estólidos y recibir o hacer y cuánto deba ser el
depravados, a quienes no fiarías agradecimiento de cada uno, decla-
una manada de gansos, que rigen
'
1
raré cuáles son los beneí * 1
prin- '-"
robusta para servicio del alma, y es- sino que la- acrecienta. ¡Cuán be-
re,
tán las fuerzas que bastan a sopor- lla -.y gloriosa tarea es adoctrinar,
tar los. trabajos, y, en último tér- pulir, instruir, adornar a la más al-
¡ta de' las potencias del alma, que es
-
ción hizo tal cosa y no les manifes- paso sacan a relucir el dinero que
:
tó sus juicios. -Este es aquel grande han dado y blasonan de haber man-
beneficio que Cristo comunica a tenido los estudios ajenos! Enseñen
aquellos que fueron bautizados en ellos personalmente, y entonces po-
su nombre y tienen puesta su con- drán gloriarse con razonable moti-
fianza en sólo El. Los ministros y vo. Aristóteles equipara el benefi-
como dispensadores de este benefi- cio de los maestros con el de Dios
cio fueron sus discípulos, que con- y con el de los padres, á los cua-
trajeron el mayor de los mereci- les, dice, no se puede corresponder
mientos para 'con el género humano, con gratitud condigna. Es indecible
y después de ellos los que suce- cuánto aprovecharían a la repúbli-
dieron a los Apóstoles, no tanto en ca unos cuantos grandes y eruditos
la dignidad como en la función y varones, si no fuera demasiado pe-
en las obras. No puede con palabras so tomar ellos en persona a su car-
expresarse cuán grande sea el re- go la instrucción de la niñez, edad
conocimiento que debemos por este flexible a todo, y en la cual es ta-
don increíble, pues éste es aquel rea mucho más fácil inculcar opi-
bien que cada uno debe- -desear a niones rectas. O, al menos, no esca- :
.
,
Después de la: virtud se sigue la que gobiernan las ciudades sean pe-
1
sa que se hace en parte con los pre- gún enseñan Aristóteles y Cicerón
ceptos de la virtud y en parte con y los demás filósofos, es cosa más-
la afable comunicación, con consue- dulce y más sabrosa dar que reci-
los, con deferencias, con visitas, conbir. Y ese sentir de los filósofos
obsequios; y, además de esto, pro- gentiles, ratificólo el Señor con su
curar la defensa de los cuerpos y el sentencia, que se halla en la carta
bienestar material! Para quienes de San Pablo a los Corintios: Se-
asumieron este empeño generoso, gún la palabra divina dice — —
con- ,
inventáronse los títulos de Liberta- tiene mayor felicidad dar que re-
dores, de Salvadores y tantas coro- cibir. Una vez que hubiéremos ca-
nas como excogitó la Antigüedad, tado la íntima y profunda dulce-
símbolos de la virtud y de la gloria; dtimbre de la liberalidad, no podre-
a saber: la corona de grama para mos .abstenernos de ella, mientra?
aquel que en campaña salvase la vi- tuviéremos cosa que. dar. Y si no se
da de un ciudadano, la corona de tiene legítimamente, se procura aun
encina para quien hiciera levantar hurtando, como lo declararon mu- •
un cerco. También la medicina fué chos que quitaban a unos para dar
tenida en gran aprecio y atribuida a otros,: cuales Alejandro. Sila, Cé-
a invención de los dioses: El hom- sar. Por esto reza el adagio antiguo:
—
bre médico dice Homero vale por El dar no tiene suelo. Aun el dar a
muchos hombres. Y Dios manda quienes conocemos por ingratos, en-
prestar al médico honra y acata- traña, su deleite .por el solo hecho
miento. ¡Y cuán gran beneficio no de dar. El .beneficio establece una
.
hacienda propia, aun entre los mis- en. otro lugar: Todos los seres tie-
OBRAS DE CARÁCTER. SOCIAL. SOCORRO DE LOS POBRES. LIBRO I. CAP. IV 1363
nen sus ojos puestos en Ti. Señor, perturbación del ánimo el que tiene
porque les das su mantenimiento en el deber de juzgarlo.
tiempo oportuno; abres tu mano y
llenas de bendición a todo ser ani
mado. Y aquí radica el grosero erro? CAPITULO IV
de quienes despojan á los unos de
lo que dan a los otros. ¿Qué suerte CUAN NATURAL ES EL HACER BIEN
íle hacer bien es esa de hacerlo por
medio de la injusticia? No. logran Apiadóse del hombre el Señor en
ciertamente el agradecimiento que su clemencia infinita, ya porque és-
pretenden, pues a quien agrada el te se avergonzó de su obra, ya por-
don, olvida; a quien escuece, re- que a ella había sido movido por
cuerda, y queriendo parecer podero- las persuasiones del enemigo arte-
sos, vense obligados a implorar el ro y siguió reservándole el mismo
auxilio de los más pequeños, de mo- lugar que ya le había señalado en
do que ya se dice vulgarmente: gran sus primeros consejos, pero que des-
príncipe, gran mendigo. Pero yo di- de aquel instante debía conseguir
je todo eso para declarar cuánta dul- en lucha más recia y en condicio-
zura oculta entraña el dar por ma- nes más duras. Y aun en esta vida
nera que sólo su deseo y golosina quiso que los unos socorriesen a los
pudiera ser su motivo, prescindien- otros mediante la reciprocidad del
do de toda otra posible utilidad. afecto. *En primer lugar, para que
Así como no debe el socorro limi- con, aquel amor inicial de caridad,
tarse al solo mantenimiento; puesto empezasen ya a prepararse para la
que todo el hombre necesita el auxi- Ciudad celestial, en donde no hay
lio adecuado, así también no en el otro sentimiento sino un amor per-
dinero sólo debe el beneficio con- petuo y una concordia indisoluble.
cretarse. También hay que hacer Y allende de esto, dispuso Dios que
bien con lo que es patrimonio del el hombre que debía actuar en so-
ajj»áí deseos, consejo, prudencia, ciedad y comunicación de vida, tor-
preceptos para la vida; y con- lo cido en su espíritu y arrogante en
que es primitivo del cuerpo, a sa- la mancilla de su origen, necesitase
ber: presencia corporal, palabras, del auxilio ajeno, porque de otra
fuerzas, trabajo y asistencia, y, por manera no cuajaría entre ellos so-
fin, con las cosas externas, a sa- ciedad alguna ni duradera ni firme,
ber: dignidad, autoridad, influencia, puesto que cada uno en su original
amistades, dinero, y bajo esta deno- engreimiento y en su inclinación
minación comprendo todo lo que se nativa al mal, menospreciaría y
granjea con el dinero. En todo lo abandonaría al compañero si no le
que cada uno pueda, ayude y apro- contuviera la recelosa previsión de
veche a los que lo necesitan; a nin- que acaso un día u otro podía nece-
guno dañe, cuanto en su mano es- sitar de él. A nadie levantó tan
tuviere, si ya no es que ese camino arriba el favor de la Fortuna, que
favorezca a aquel bien principal, no le humille, aunque no quiera, a
que es la virtud. Pero ello: no se po- implorar el socorro de un inferior.
drá llamar daño, pues no se ha de Y aún diré más: diré que sin el au-
dar a cada uno lo que apetece, sino xilio de los menores aquel favor de
lo que le conviene. En lo cual es la Fortuna ni se produce ni se con-
menester que esté limpio de toda serva. Demostración visible de ello
1364 JUAN LUIS VIVES. OBR AS COMPLETAS. TOMO I
son los grandes reyes, cuya fuerza, mente infiltrada en los humanos pe-
que se asienta en los vasallos, se de- chos la entrañable pasión con que
rrumbaría en el punto mismo que los ánimos generosos quieren favo-
éstos le sustrajeran su apoyo. recer y ayudar al mayor número po-
¿Qué niño o qué vejezuela ignora sible, creyendo ser la cosa más hon-
que en el consentimiento de los rosa y excelente, y ello sin nin-
subditos se afirman ios Imperios gún provecho propio; antes con
más pujantes, los cuales no existi- grave daño de la hacienda o de la
rían en absoluto, si todos a una de- vida. Todas estas cosas, muchos va-
jasen de obedecer? No es posible la rones de grande y elevado espíritu
subsistencia prolongada de una Re- tuviéronlas por bajas y viles con tal
pública, en la cual cada uno de sus que aliviaran a los agobiados, soco-
componentes humanos no atiende rrieran a los menesterosos, confir-
más que a sus intereses personales maren a los flacos y procuraren
y a los de sus amigos y descuida los ayuda y consuelo a los afligidos; y
generales, ora el todo se gobierne por ese medio consiguieron el glo-
por la voluntad de uno solo, forma rioso galardón de ser considerados
de gobierno que se llama Monar- merecedores de la inmortalidad. No
quía, ora sea administrado por un ignoró a buen seguro aquella dora-
pequeño grupo, que se llama Oli- da Antigüedad que el más divino
garquía, ora resida en el pueblo de los oficios es el hacer bien. Pero
toda la soberanía, que se llama De- ¿para qué- hablo sólo de los hom-
mocracia. Aquella es república justa bres buenos, cuando los piratas y
y gobierno saludable en que todos ladrones, quienes, con el ansia de
los desvelos y los consejos de los robar, infestar mares y tierras,
que mandan se encaminan al bien quieren aparentar haber favorecido
público. Pero si cada cual arrima a a algunos, pues pudiendo degollar-
su provecho propio todo cuanto pue- los les perdonaron la vida? Este es
de con su astucia, habilidad o poder, el más grande servicio que puede
aun en régimen de democracia, el prestar el ladrón. Los militares, jac-
pueblo constituyese en tirano de sí tanciosos de suyo, no alaban su
mismo y retiene precariamente y fuerza sino por cuanto aprovecha al
por breve tiempo la libertad y el común, a manera de ciudadela o al-
poder, y pasa esclavizado al domi- cázar. Por todo esto que llevamos
nio y arbitrariedad ajena. Harto de- dicho, ninguna otra consideración
mostraron este axioma político debe avivar y excitar más los pen-
aquellas dos poderosísimas Repúbli- samientos de los hombres que el
cas, romana y ateniense, y lo segui- afán de hacer bien a otros, ora por-
rán demostrando todas
-
aquellas que así lo mandó Aquel que premia
otras que tengan tales ciudadanos, con munificencia larguísima la ob-
que quieran más ser ellos grandes y servancia de sus mandamientos,
-
poderosos, que no que su patria sea ora sea porque de otra manera no
poderosa y grande. tienen consistencia posible las socie-
Diríase que es una forma de agra- dades humanas o, por fin. porque
decimiento nuestro a la Naturaleza debe reputarse ser una posición in-
si, necesitando nosotros que sean humana y antinatural la de no so-
muchos los que nos ayuden, nos- correr a cuantos pudieres, o tam-
otros, a la vez, somos ayuda de mu- bién porque por este camino los
chos. Y así es que está maravillosa- unos ponen el beneficio hecho a los
OBRAS DE CARÁCTER SOCIAL. SOCORRO DE LOS POBRES.—rLIBRO I. — CAP. V 1365
otros como en depósito común pa- zones :la una, porque el beneficio
.
]os santos del cielo, v nada tienen te hábito de vida háceles inciviles,
en el pecho menos que a . ellos, y descarados, ladrones, sin entrañas;
profieren contra Dios denuestos que y a las mozuelas, hácelas impuras,
no se pueden tolerar. Son de ver libidinosas. Si alguno les aconseja
sus riñas tan rabiosas, sus maldicio- cop buena intención y con alguna
nes, sus execraciones, y por un di- libertad, reaccionan con ferocidad
nero cien perjurios, golpes, muer- y al momento le echan en cara;
tes; todo con la mayor ferocidad y Somos pobres de Jesucristo. Como
la crueldad más fea. Desdeñan al- si reconociese por suyos a unos po-
gunas veces lo que se les da de li- bres tan ajenos de sus costumbres
mosna si la largueza no correspon- y de la santidad de vida que nos en-
de a su codicia, y lo rechazan con señó Nuestro Señor Jesucristo, que
grande enfado y fastidio del sem- declaró bienaventurados no a los
blanfó y con palabras injuriosas. pobres de dinero, sino a los pobres
Alcanzada la limosna, hacen burla :
de espíritu.
de aquellos de quienes la recibie- Y, paradójicamente, es de saber
.
ron :tan lejos están de rogar por que martas veces esa ralea de. po-
ellos a sus solas. Los unos esconden bres precisamente por ser pobres
con avaricia increíble todo cuanto levantan sus espíritus con soberbia
recaudan, y ni aun al morir lo ma- mayor que no los ricos por sus ri-
que no se pueda ha-
nifiestan, para, quezas y opulencias. Odian a todos
cer algún uso de ello, a su favor. Los los que, o no les dan o les repren-
otros, con un derroche detestable, den. Del hurto no les aparta nada,
dilapidan cuanto allegaron en ce- sino el miedo de la pena o la falta
nas opíparas, como no las hacen en de ocasión. Pero si se les presenta
su casa los ciudadanos opulentos la oportunidad, ningún respeto tie-
más animosamente invierten ellos nen ni a las leyes ni a los magistra-
un florín en un capón o en un pes- dos, pensando que, so pretexto de la
cado delicado o en un vino genero- pobreza, todo les está permitido.
so, que un sueldo los ricos; por ma- Quisieran vengar sus enojos, no. -con
nera que no sin donaire dicen algu- palabras o con los puños, sino con
nos que para el figonero mendigan el hierro y la muerte. Prueba de ello
ellos no para sí, porque confían que son los muchos homicidios cometi-
con la misma facilidad con que re- dos por ellos a escondidas. Y si al-
cogieron, aquel dinero aquel día, guna vez estalla algún motín, nin-
volverán mañana a recoger otro gunos hacen mayores desastres que
tanto* ^.: ¿>aos€>i9q v <x¡ia olí
i . i ellos, ora denunciando, ora instigan-
Yo, a punto fijo, no sé por qué do o ellos mismos, por su propia
es tan rara la parsimonia en los cau- mano, por manera que no sin muy ;
dales .cortos y mucho más rara aún grave consejo parece que los roma-
si se adquirieron sin industria ni nos apartaron a los necesitados de
trabajo. Y con qué estrépito no
¡ todo cargo político o administrativo
banquetean! ;Y con qué tan des- de la República, porque los consi-
templada vocería! Dirías, oyéndo- deraban como enemigos de los ciu-
los, que es un altercado entre ra- dadanos. Todo esto que yo dije, no
meras y rufianes. Están al acecho lo digo de todos sin excepción, sino
de los placeres con más despierta en términos generales, pues, en unos
diligencia que k>s ricos, y en ellos hombres o naciones reinan unos vi-
pe hunden más profundamente. Es- cios y en otras, otros, y en algunas,
1368 JUAN LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS- TOMO I
ningunos. Y luego lo dije para ex- rezca -que usan de la impostura co-
hortar a los magistrados públicos y mo una traza y medio de vivir, con-
a' las personas particulares a que fiando más en su engaño que en la
socorran la mendiguez' a tiempo y :
j
la condición humana, le son una es-
lestiales. Nada finjan, que no pa- j
pecie de muerte el ocio y la desidia.
OBRAS DE CARÁCTER SOCIAL. SOCORRO DE LOS .POBRES.— LIBRQ I. CAP. Vil 1360
Rueguen mucho y con gran ahinco tan grande pena o premio» que no
,
mo agradecido; esto, es,, que .se; reinos,- Si así lo hicieren si así vi- ;
acuerden del beneficio. No malgas J vieren, sé, y me. atrevo a salir fiador
ten torpe ni pródigamente lo que se: con peligro de mi cabeza y de mi
Ies dio, ni lo guarden con sórdida vida, que cuando, de los hombres,
ruindad; puesto que no se lo han de les faltare la comida, nunca? les .fal-
llevar consigo a la otra vida; gás- lará; del Dios del cielo.. iQuien esto
tenlo con prudencia para