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JUAN LUIS VIVES

OBRAS
COMPLETAS
PRIMERA TRASLACION CASTE-
LLANA INTEGRA Y DIRECTA,
COMENTARIOS, NOTAS Y UN
ENSAYO BIOBIBLIOGRAFICO

JUAN LUIS VIVES, VALENCIANO


POR

TOMO PRIMERO

M. AGUILAR
EDITOR
MADRID - i
947
Siempre vivas

Divisa del escudo gentilicio de Juan Luis Vives.

SINE QUERELA

Debes vivir de tal manera que no haya cosa en


que nadie se queje de ti, y que tú no te quejes
de ti mismo ni de la fortuna; que no hagas inju-
ria a nadie ni pienses que nadie a ti te la hizo.
Dice Séneca en su libro De la tranquilidad de la
vida: «Debes contentarte de tu condición y que-
jarte de ella lo menos posible y sacar provecho
de toda cuanta conveniencia y ventaja reportare.
No existe cosa tan amarga en que no halle buen
sabor el espíritu mesurado. Sin querella: éste es
el lema que he tomado para mí.»

(¡Escolta del alma: 155)


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JUAN LUIS VIVES
VALENCIANO

CAPITULO PRIMERO

ORIGENES DE JUAN LUIS VIVES

T uan Luis Vives, en su Sueño al denes e indicaciones de las jerar-


) margen del sueño de Escisión quías eclesiásticas. La nobleza que
(Basilea, Froben, 1521), comienza la reside en aquella ciudad es, como
carta nuncupatoria a Erardo de la ¡
puede haberla en cualquier otra,
Marca, obispo de Lieja y arzobispo numerosa, brillante, magnífica, es-
electo de Valencia, con estas pala- pejo de cortesía y de humanidad,
brasí de cuya familiaridad y trato nunca
«¿Para quién será mi parabién concebirás ni desazón ni hastío; y
primero, reverendísimo padre y por toda aquella región tuerce su
príncipe ilustrísimo, por tu plausi- camino, como cantó el poeta Clau-
ble designación para la Sede arzo- diano, el Turia hermoso, entre már-
bispal de Valencia? ¿Para ti o pa- genes de rosas y flores (1). Tan
ra mí y todos mis conciudadanos? fértil es su suelo, que me atrevo a
A unos y otros hay que dar la en- decir que no hay en ningún otro
horabuena: a ti, como sea verdad ángulo del mundo fruto, ni mies, ni
que te toca en suerte una diócesis linaje alguno de hierba saludable
que así por la condición de tu grey que no los ofrezca la huerta valen-
como por la amenidad del sitio no ciana en su halda ubérrima. Es su
puede menos de serte apacible y campo el propio asiento de la ame-
gratísima. Aquella población es de nidad. No hay estación del año en
suyo alegre y optimista, afable, ob- que no estén sus prados cubiertos
sequiosa, obediente; para con sus de viciosa hierba y sus enramadas
príncipes y sus magistrados tiene espesas no se muestren vestidas y
entusiasta adhesión y benevolencia
exquisita y un celo increíble para
(1) Floribus et roséis formosus TKu-
con las cosas de la Iglesia, y ni con rta ripis. Claudiano: De laudibics Seré-
pereza ni contumacia ejecuta las ór- noe.
14 ENSAYO BIOBIBLIOGRÁFICO. JUAN LUIS VIVES, VALENCIANO

engalanadas de hoja y flor, de fres- y flechas. Ha terminado la epopeya


cor y de verdura y de muy linda de Granada, de cuya caída resonó
variedad de matices. Es puro y el mundo cristiano y cuya fama lle-
transparente su cielo;* y es indul- gó hasta las majadas y a los oídos
gente y manso: ni áspero de hielos de los pastores, cantados por Juan
rigurosos, ni encapotado de bru- del Enzina, que les hace decir:
mas sombrías, ni extenuado ni in-
cendiado de calores fogosos. Esta Levanta, Pascual, levanta
aballemos a Granada
maravillosa templanza hace que por
que se suena que es tomada...
toda aquella comarca afortunada — ¡Oh, qué reyes tan benditos!
sea constante la salubridad y firme Vamonos, vamonos yendo,
y robusta la complexión de sus mo- que ya te voy percreyendo,
radores. Los loores de Valencia, que según oyó grandes gritos...
acaso no sean de este lugar ni de Qué consuelo e qué conorte
¡

este tiempo, requieren espacio mu- ver por torres e garitas


alzar las- cruces benditas!
cho mayor que el que pueda o deba ¡O'h, qué placer e deporte!
darles en una simple carta...» Todo Y entraba toda la corte
esto es de Luis Vives. a milagro ataviada,
¿Quién hay. aun cuando Luis que se suena que es tomada.
Vives no lo dijera expresamente,
que no adivinara por el acento con- En el puerto cié Palos, las velas
movido de filial emoción que la que de las carabelas colombinas, que re-
describe es su patria, su patria le- molcarán un orbe nuevo, llaman a
las auras con impaciencia e incre-
jana, embellecida por el recuerdo y
sobre la cual la tierna añoranza y pan de perezosos a los vientos. An-
tonio de Nebrija ha disciplinado el
el púdico deseo extienden su velo
mágico? idioma y ha publicado su Gramáti-
ca. Y en la opulenta ciudad medite-
Fenece el siglo xv. En Valencia
de los edetanos, que luego fué del rránea de Luis Vives y de Blanca
Cid y luego fué de don Jaime el March nace el niño Juan Luis el
Conquistador, que la purgó de la día 6 de marzo (1). Parece que fué
impiedad agarena (por donde siem- teñido en las aguas lústrales como
pre será fausta su memoria en con bella metáfora, el propio Luis
aquella ciudad), continúa fecunda y Vives se complacerá más tarde en
vivaz la bella raza de que la po- designar al Santo Bautismo, en la
blaron los hidalgos de Aragón ca- valenciana parroquia de San An-
sados con mujeres de Lérida. Va- drés.
lencia ha llegado a su mayor em- La generación de los Vives valen-
pinación y cumbre. Corre el año cianos es copiosa y desparramada
1492, año grávido. Las llaves de en diversas direcciones. Ello hace
Pedro y la espada de Pablo irán a harto difícil puntualizar su genea-
parar en manos de un hijo de Já- logía. Por de pronto, aparece bifur-
tiva, de Rodrigo de Borja, el Sumo
cada en dos ramas gentilicias, so-
Sacerdote vaticano, con alma y ges- bre las cuales los genealogistas no
tos de emperador capitolino. La cor- se pusieron de acuerdo. Gregorio
te papal habla la lengua de Tirant
lo Blanch, de los Furs de Valencia Pridie norias martii: el día an-
(1)
y del Llibre deis Consells. Imperan terior a las nonas de marzo. Las nonas
en España Fernando e Isabel: yugo de marzo ocurren el día 7-
CAP. I. ORÍGENES DE JUAN LUIS VIVES 15

Mayáns y y de mayor raigambre valenciana.


Sisear, el meritísimo eru-
dito que a la mayor gloria de Vi- Ese apellido asoma ya en la propia
ves levantó el monumento más conquista de Valencia por Jaime I,
perenne que el bronce de sus Ope- en la persona de un Jaime March
ra Omnia (1) afirma que Luis Vi- de Gandía, esclarecida por
ves pertenece a la noble familia de
los Vives de Vergel (¿no será Ver* les accions glorioses
fetes en la guerra
ger, puesto que esta rama procede
e en las cenagoses
de Perpiñán, en el Rosellón, que ierres de Cutiera
hablaba el mismo idioma vernáculo
que Valencia, donde Vergel suena conforme canta el poeta valenciano
Vergerf), y de allí se trásladó a ese Jaume Febrer, en sus Trobes..., en
reino eh 1466 si hemos de dar fe que tracta deis Linyatges y Scuts
al historiador local Martín de Vi- de Armes deis que assistiren al
ciana. El erudito genealogista va- Senyor Rey En Jaume en la con-
lenciano don José Caruana, barón quista de la Ciutat y Regne de Va-
de San Petrillo, citado por Mariano lencia. Otros Marchs, con mejor
Puigdollers (2), catedrático de la instinto en el transcurso de los
Universidad Central, indica otra años, se decoraron con lauros in-
procedencia, que si enflaquece la se- cruentos: Pedro March, que fico
ñalada por Mayáns no esclarece na- assaz gentiles cosas e entre las
da y provoca una mayor incerti- otras escribió proverbios de gran
dumbre. Lo que sí nos merece una moralitat, según el testimonio de
repulsa instintiva, mientras no exis- don Iñigo López de Mendoza; pero
tan probanzas más autorizadas que todos fueron eclipsados por la glo-
una simple sospecha basada en la ria purísima de aquel poeta de la
identidad de un apellido, es el pre- lira ebúrnea, cuya musa, sin carne
sunto origen judío de Juan Luis ni sin sangre, postrada de hinojos
Vives. Nos duele enormemente ver como ante una Virgen de ventanal
mancillados con esa tacha ances- catedralicio, oraba a la amada tras-
tral al más cristiano de los epígo- lúcida con invocaciones casi Iitá-
nos del Renacimiento, al autor de nicas llamándola Lliri entre carts y
las Meditaciones y las preces, del Plena de seny. He nombrado a Au-
Oficio del Sagrado Sudor de Cristo, sias March, de quien podemos pre-
al ferviente y aguerrido apologeta guntarnos seriamente si ha sido el
De la verdad de la fe cristiana, vic- poeta más grande que haya tenido
torioso debelador de musulmanes la lengua catalana de todos los tiem-
y judíos. pos.
Por lo que toca y atañe a su ori- El sitio de la ciudad de Valencia
gen materno, la cosa está más clara. en donde nació Luis Vives, no pue-
. Blanca March. madre de Juan Luis, de estar más ubicado. Los interlo-
dice Puigdollers, pertenecía a más cutores del diálogo Leyes del juego
ilustre ascendencia que su marido (Leges ludí): Borja, Centelles, Ca-
banyelles, llevan por la topografía
(1) Ioannis Ludovici Vivis, Valenti- de la ciudad, de la Valencia contem-
ni, opera omnia ordinata a Greoorio poránea de Luis Vives, sus ociosos
Mayansio. 8 vol. fol. Valencia, 1782.
(2) La filosofía española de Luis Vi- pasos errabundos. No tienen norte
ves (Colección «Pro Ecclesia et Patria»), fijo. No saben adonde encaminarse.
pág. 51. Pregunta Centelles:
16 ENSAYO BIOBIBLIOGRÁFICO. JUAN LUIS VIVES, VALENCIANO

— ¿Por dónde iremos? ¿Iremos cumpliré con la grata oficiosidad de


por esta calle a San Esteban, o por visitar sus hermanas...
a
aquella otra a la Puerta Real, y vi- Este dato es preciso y precioso.
sitaremos en su palacio a Fernando, Harto sabía el autor de Leyes del
duque de Calabria? juego dónde había nacido Luis Vi-
— —
Xo replica Cabanyelles no — ; ves. Trabajo perdido es buscar hoy
sea que vayamos a estorbar los sa- en día el albergue donde Luis Vives
bios estudios de ese espejo de po- nació, o, para decirlo con una ex-
tentados. presión lucreciana que complacería
— —
Lo más cuerdo será dice Bor- su humanismo, dónde arribó a las
ja, terciando — que pidamos
charlaremos cabalgando.
las mu- divinas riberas de la luz: dias in
luminis oras. Xacer en Valencia es
las y
Y observa Cabanyelles: llegar dos veces a las divinas ribe-
— Xo perdamos, por Dios, el uso ras de la luz. La modesta casa es
de los pies y de las piernas; el día ya polvo hace muchos años. A con-
es apacible y sereno y el aire es un secuencia de trágicas convulsiones
poco vivo y fresco; más valdrá an- antisemíticas, barrio, calle y vi-
dar a pie que caballeros en muías. viendas fueron descuajadas de raíz
— —
Vayamos, pues dice Borja — y cimiento; empero, debía de estar
por San Juan del Hospital a la calle no muy lejos de la calle que actual-
del Mar. mente debe su nuncupación actual
— Tendremos ocasión de contem- al gloriosopolígrafo, situada entre
plar a placer la gala y flor de las la calle del Mar y
la calle de la Paz.

bellezas valencianas responde Ca- Tal es la condición del humano
banyelles. —
linaje dice el sagacísimo biógrafo
— Pero a pie, no—dice
Borja —
de Luis Vives y diligentísimo y pia-
sería para nosotros desdoro y me- dosísimo colector de todas sus
noscabo. obras, su conterráneo don Gregorio
Y Centelles replica: Mayáns —
que en la educación y
,

— Mayor desdoro y vejamen es crianza de los hijos más hacen las


que los caballeros estén colgados madres que los padres. Ello tuvo
estúpidamente del juicio que pue- cabal cumplimiento en nuestro Luis
dan formar mujeres tontas y locas. Vives, como es de ver en su trata-
Cabanyelles rectifica: do De la mujer cristiana, libro II,
— Vayamos todo derecho por la capítulo XI. Dice, refiriéndose a su
plaza de la Higuera y de Santa Te- madre, Blanca March:
cla. ¿Gusta? «Madre ninguna amó con mayor
— — X~o dice Centelles —
sino por ternura a su hijo que la mía me
,

la calle de la Taberna del Gallo (1); amó a mí. Y ningún hijo más que
porque en esa calle tengo deseos de yo se sintió menos mimado de su
ver la casa natal de mi querido Vi- madre. Casi nunca me sonrió; nun-
ves, pues, según me han contado, ca se me mostró indulgente. Y con
está como se baja a la izquierda, al todo, en un escape y ausencia mía
cabo de la calle, y con este motivo de la casa por tres o cuatro días,
ignorante ella de mi paradero, ca-
yó en un gravísimo accidente; y
(1) Parece que esa calle, en diferen-
vuelto yo a casa no conocí que mi
tes épocas, tuvo nombres diferentes
Correr de Ribclles, carrer del Tom Vell madre hubiera sentido rni soledad.
de Santa Tecla, carrer de la Soledat. Así que de ninguna otra persona
CAP. I. ORÍGENES DE JUAN LUIS VIVES 17

huía yo más, de nadie sentía más De cor don Jaume l'e'stima


desvío que de mi madre, cuando yo cora a l'esposa el marit
aprés de viure prop d'ella
era niño. Y ahora, su memoria es
i

vol en sos bracos morir


para mí la más sagrada de las me-
morias, y todas las veces que me cantó Jacinto Verdaguer. Tierna y
asalta su recuerdo, dado que no vivaz ha sido la memoria que el
puedo físicamente, la abrazo y beso gran rey de Aragón ha dejado en
en espíritu con la más sabrosa de ese reino. En una historia anóni-
las dulzuras...» Esa mujer fuerte, ma, manuscrita, con el título Histo-
esa brava Blanca (1) March, evoca- ria de España y particularmente de
da con tan recias tintas por el bra- la Corona de Aragón, consultada
vo de su hijo, recuerda a aquellas por Zurita y Juan Bautista Pérez,
severas matronas romanas, como y que en los días de Gregorio Ma-
Cornelia, la madre de los Gracos, o yáns se conservaba en la Real Bi-
para emparejarla con alguna gran blioteca Escurialense, se lee en su
madre cristiana, cosa que a Luis nativo idioma, refiriéndose a don
Vives le complacerá más, con San- Jaime: Emprés {emprendió) la con-
ta Paula, madre de Eustoquio, tan questa del Regne de Valéncia ab
copiosamente loada por San Jeró- ajuda deis tres bracos d'Aragó, la
nimo, o con aquella Leta a quien el qual en breu temps hagué e la ma-
propio león de Belén, en una pre- jor part del Regne en la qual feu
ciosa carta pedagógica que Luis venir mil donzelles de Lleida e
Vives tenía muy leída, enseñaba a d'Urgell a les quals dona allí marit.
educar a su hija (2) con reciedum- E jet aso feu furs e Leis ab los
bre varonil, como cumplía a un vás- quals se regeix hui en dia. E creix-
tago de los Paulos, prez y lumbres qué a la Fe Crestiana M. CC. esgle-
de Roma, y a una niña predestina- sies. Y a continuación dice ditirám-
da a la soledad de Belén y a hacer bicamente: Aquest fou meravellós
resonar, sentada en las rodillas de Rei, qui james feu res desplaent a
su glorioso abuelo, pagano todavía, la térra, con jamés feu alguna cosa
el jubiloso Aleluya de Cristo que que no la fés ab consell do la térra.
vence, reina e impera. Con la fe de Cristo trajo don Jai-
Con el jugo del pecho de su ma- me a mi Valencia, como él dice, el
dre bebió el niño Juan Luis la lác- recio idioma nacido en los Pirineos,
tea dulzura de la lengua materna que en sus labios avaros guardaban
que llevara a las orillas del Guada- las mil doncellas de Lérida y de
laviar el generoso impulso de Jai- Urgel, a quienes entregó a hombres
me el Conquistador. Valencia, viu- de Aragón para que, expulsados los
da del Cid, se echó desalada en los moros y expurgado el viejo fer-
brazos de don Jaime: mento, repoblasen la tierra yerma
de moradores. De estas uniones na-
(1) Aun cuando etl onomástico Blan- cieron hijos que tomaron el habla
ca, en lengua vernácutla, suena Cándi- de las madres, que es la misma que
da o cosa análoga, Mayáns opina que Valencia usa, dice Vives, ya ha más
se deriva de Blancardo, Blanchart en
de doscientos años. Ninguna habla
francés. El martirologio cristiano re-
gistra un santo de éste nombre, del aprenden los muchachos mejor ni
si-
glo vii. a líos 30 de marzo. con más tenacidad; ninguna se les
(2) Sancti Hieronimi : Ad Lcetam, adentra y graba más en las entra-
de institutione filice. ñas que el habla materna. Escrita
18 ENSAYO BIOBIBLIOGRÁFICO. JUAN LUIS VIVES, VALENCIANO

en las telas del corazón se llevó ¡


canas y altas cumbres a manchar
Luis Vives el habla de Blanca sus alas en el cieno:
March, que era la misma de sus
apolíneos ascendientes Pere March, Herbcs no's jan males en mon ribatge
lo vell, el poeta moralista en len- sía entes com dins en mon coratge
los pensaments no'm devallen avall.
gua vulgar, padre de Oseas o An-
sias March lo jove, el poeta meta-
¡Cómo en su voluntario destierro
físico, todo luz querúbica y que, co-
y en su hogar de Brujas debía de sa-
mo Petrarca, pero aún más puro berle a mieles a Luis Vives el habla
que Petrarca, cantó el Amor y la de Blanca March, cambiada con
Muerte. En su huerto no crecieron aquellas dos santas mujeres que se
jamás las malas hierbas, ni los pen identificaron con su vida: Clara Cer-
samientos soberanos bajaron de las vent y Margarita Valldaura!

CAPITULO II

LA ESCUELA DE F1LOPONO
Una mañana, en Dios y enhorabue- Varrón |
tiene muchos alumnos y su
na, Luis Vives padre dice a su chico:
establecimiento lleno de rumores y
— Sígnate y santigúate. Así cum- bullicio. Filopono odia la demasia-
ple que lo haga todo buen cristia- da asistencia y conténtase con redu-
no antes de salir de casa y comen- cido número de escolares.
zar la hacienda del día. —
Mis preferencias son por ese
El niño lo hace puntualmente, y último dice el padre —¡Helo allá, — •.

reza la oración matutina que debió paseando por los soportales del co-
de enseñarle su madre: legio! Hijo mío: éste es el obrador,
« Oh Señor Jesucristo, Sabiduría
¡
ésta la oficina donde se forjan hom-
suma, encamina bien nuestras avie- bres, y este maestro es su artista
sas mentes; Omnipotencia sobera- forjador. ¡Dios te valga, buen maes-
na, fortalece nuestras fuerzas fla- tro! Descubre tu cabeza, hijo mío,
cas ! y dobla tu rodilla diestra, como te
Luis Vives padre toma de la ma- hemos enseñado. Tente tieso.
no al niño Juan Luis y sale en bus- —
¡Bien venidos seáis! ¿Tanto
ca de una escuela: bueno por aquí?
— ¡Oye, tú, mi vecino, que eres —
Os traigo ese hijo mío para que
¡

entendido en materias de enseñan- de bestezuela lo convirtáis en hom-


za: ¿cuál es en esa escuela el me- bre.

i

jor maestro de párvulos? Pondré en ello empeño y dili-


— Doctísimo es Varrón pero Fi- gencia suma. Y ello será, a fe mía.
; |

lopono es más diligente. (Filopono De animalico lo trocaré en hombre;


j

es una voz griega de la invención de torcido lo haré derecho y bueno.


|

de Vives, registrada en el Diálogo: De ello no dudes.


Deductio ad ludum: conducción a la —
¿Cuánto cobráis por las lec-
escuela ;esta voz suena en román- ciones?
ce castellano :Amigo del trabajo.)
¡

|

Si el chico es aprovechado, muy
CAP. II. LA ESCUELA DE FILOPONO 19

poca cosa. Si es reacio y guida torced a la izquierda, allí


cerril, en-
tonces sale cara mi escuela. preguntad y cualquiera os dará ra-
— zón de la escuela.»
Sabia y discreta es la respuesta.
Puesto que a través de ese labe-
Nos repartiremos entre los dos ese
cuidado: vuesa mercé enseñándolo rinto hemos atinado con la escuela,
con interés, y yo, pecuniariamen- ¿queréis que entremos en ella y
te, compensando vuestro desvelo. veremos su funcionamiento? Filo-
pono dice al nuevo alumno:
—Toma la tablilla del abecedario
la mano izquierda y con esa
con
Ya tenemos al pequeño Juan Luis
vara ve señalando las figuras una
sentado en los bancos de la escuela
por una. Manténte derecho. Ponte
del simbólico Filopono. ¿Qué escue-
el gorro debajo del brazo y oye con
la real pudo ser ésta?
muchísima atención cómo las iré
Las escuelas que había en Valen-
pronunciando; mírame fijo cómo
cia en los días de la infancia de
pongo la boca. Veas luego de imi-
Vives eran tres: la escuela de Vall-
tarme cuando yo te pregunte. ¿Te
digna, la de la Avallada y la de
enteraste? Repítelas una tras otra
«Mestre Tristany», situada esta úl-
conforme las voy diciendo. ¿Atien-
tima en la actual calle de las Come-
des?
dias, dice un excelente conocedor
Luisillo (Lusillus)
de la Valencia contemporánea del
:

niño Juan Luis (1). Por el itinerario



Paréceme que bastante.
Filopono :

que debían seguir escolares pa-


los
ra dar con sus huesos en la escue-

Cada uno de estos signos llá-
la de Filopono, parece que debía de
mase letra. De ellas, cinco son vo-
cales: A, E, I, O, U, y todas están
ser la de «Mestre Tristany». Debía de
contenidas en la voz valenciana:
estar pasada la plaza de Villarrasa,
oueia (oveja); métete esa palabra
cerca de la calle de la Taberna del
en la mollera. Estas letras, combi-
Gallo. ¿Era el «Mestre Tristany»
nadas con cualquiera o con muchas
personificado en Filopono, aquel
otras, forman una sílaba. Sin vocal
viejo maestro de escuela, alto y
no hay sílaba posible, siendo así
corto de vista, docto, honrado, tra-
que a veces forma sílaba una vocal
bajador de cultura no desdeña-
y
ble, a quien tanto conocía la vieje-
sola. Todas las otras letras se lla-

cita del diálogo cuarto: Euntes in


man consonantes, porque por sí
ludum litterarium; que se traduce mismas no suenan si no van res-
paldadas por una vocal. Tienen el
por: Camino de la escuela, y que
tan bien supo localizar para los mu- sonido imperfecto y manco B, C,
D, G, que sin la E suenan muy dé-
chachos despistados que se lo pre-
bilmente. Las sílabas, a su vez, for-
guntaron: «Seis años viví al lado;
allí mandé a mi hijo mayor y a mis
man voces o palabras y las palabras
dos hijas. Atravesad esta plaza de
forman el lenguaje, de que carecen
los animales mudos y tú serás un
Villarrasa, viene luego un callejón,
luego la plaza del Señor de Vetana, animalico mudo si no aprendes a
de aquí doblad a la derecha, a se- expresarte como es debido. Aviva
el seso y pon en ello diligencia asi-

(1) Mariano Puigdollers: La dua. Anda, ve a sentarte con tus


filoso-
fía española de Luis Vives (Colección condiscípulos y aprende la lección
«JrVro üxxilesia el Patria»), pág. 61. que te señalé.
20 EXSAYO BIOBIBLIOGRÁFICO. —JUAN LUIS VIVES, VALENCIANO

Luisillo :
bula pontificia, el 26 de febrero de
—Un tío mío que por algún tiem- 1502, el rey don Fernando el Cató-
po estudió en Bolonia, me aseguró lico expidió el oportuno Exequátur.
que lo que se estudia en voz alta tm el Estudio General funcionaban
queda mejor grabado en la memo- cátedras de Teología, Derecho ca-
ria; y confirmaba ese dicho suyo nónico, Derecho civil, Medicina
y
con la un tal Plinio (i).
autoridad de Cirugía, Poesía y Arte oratoria, Fi-
Con esasencilla iniciación en los losofía moral, Biblia, Filosofía na-
rudimentos del lenguaje, comenzó tural, Lógica, Doctrina mayor, Doc-
su carrera el gran humanista y pen- trinal mayor, Doctrinal menor y de
sador, pedagogo de Europa, que de- Partes.
bía de guardar de su maestro Filo- ¿Quiere el lector que entremos
pono o, digamos. «Mestre Estrany» en una cátedra para ver su funcio-
muy grata memoria cuando con una namiento?
transparente desfiguración de su Entremos.
propio nombre: Lusillus (el peque- Para entrar en una cátedra de
ño Luis) se coloca entre los inter- «prima» tendremos que madrugar
locutores del quinto de sus diálo- mucho. A la salida del sol se abren
gos: Lectio (la lección). Este buen las clases, y el año escolar es el
recuerdo le duró hasta el penúltimo año natural: dura doce meses, sin
año de su vida, 1538, cuando las otra interrupción que los días fes-
Parcas hilaban ya para él con envi- tivos religiosos, que eran relativa-
diosa mano los postreros copos. mente muchos. Comienza por San
Salido de la escuela de Filopono, Miguel, cuando el padre otoño alza
entró Juan Luis en el Estudi Gene- lR «su frente galana». La disciplina
ral, que así llamaban entonces
se es rígida y las sanciones son va-
en las regiones de lengua catalana rias, pero perentorias. Los azotes no
las universidades. Valencia lo tenía son una granizada extemporánea,
desde el propio amanecer del si- sino un fenómeno cotidiano. El rec-
glo xvi (22 de enero de 1500). Ha- tor ejerce sobre el estudiante juris-
bíalo recibido de las muy magnífi- dicción civil y criminal.
cas manos de Rodrigo de Borja, el Los estudiantes usan un traje
más ínclito de los hijos que haya propio. En un grabado puesto en
alumbrado Játiva, que desde el año la portada de la obra de Jaime Ga-
1492 ceñía su frente con la triple zull, Lo sompni de Joan Joan, im-
diadema pontificia y lucía en la be- presa en Valencia en 1497, hállase
lla y potente diestra que repartió representada una escuela o clase
|

el orbe recién hallado el Anillo del donde aparece el profesor leyendo


Pescador. Dos años después de la y sentado en un elevado sitial, ves-
tido de «sotana y barret», especie
(1) Este tío suyo fué Enrique March.
de casquete negro, y enfrente dos
hermano de sai madre, del cual :?e
largas con sus asientos de
acuerda con cariño y gratitud en sus mesas
Comentarios a la Ciudad de Dios, die madera, donde se sientan los estu-
San Agustín (lib. XIX, cap. XXI). donde diantes delante de libros abiertos,
dice: «Eso mismo acuérdome haber "o vistiendo lobas y casquetes. Este in-
oído de mi tío Enrique March, cuando dumento es obligado: Sien tenguts
yo era muchacho, y ese muy culto ju- anar ab clochis o lobes largues de
risperito explicábame en 'mi tierra
las Instituciones del emperador Justi-
drap negre, perqué entre tots los
niano.» altres sien coneguts per estudiants
CAP. II. LA ESCUELA DE FILOPONO 21

de VEstudi General. Este hábito les diantes pobres en los conventos, a


da una cierta especie de inmunidad. cambio de sus enseñanzas de gra-
Quien dañe o insulte a quien tal mática, o en las casas acomodadas,
hábito vista, será castigado con en donde prestan algún servicio
graves penas, así aflictivas como personal. A los que más se distin-
pecuniarias. guen, el Consejo de la ciudad, pa-
La asistencia a las escuelas es ra ampliar sus estudios o recibir
mediante el pago de una cantidad los grados académicos en alguna
que varía según la asignatura que universidad de fama, los subven-
se estudia. Los salaris e emolu- ciona con becas que entonces se
ments que perciben los maestros y llamaban ajudes de costa.
ayudantes nútrense de estas pagas No fué Luis Vives tan afortuna-
individuales. Los estudiantes pobres do como en su primera iniciación
recogen limosnas para este fin. Ex- literaria en la escuela de Filopono,
hiben un permiso del obispo, que cuando su ingreso en el Estudio Ge-
les autoriza para la cuestación pú- neral valenciano. Vino a dar para
blica en lugares determinados. He que le enseñase gramática latina en
aquí el tenor de un permiso epis- las manos rudas de Jerónimo Ami-
copal para mendigar otorgado a un guet.
estudiante pobre: Meter al tortosino Amiguet en
iNos... al amado en Cristo Pas- aquel que tenía que ser vivero de las
casio Burguera, escolar de Valencia, buenas letras y de las mejores dis-
salud. Como sea que tú deseas con- ciplinas y en medio de aquella es-
sagrarte al estudio de la ciencia y tudiosa y generosa mocedad, fué
no puedes por tu pobreza soportar meter al cierzo en la floresta, y lo-
los gastos necesarios, por esto, com- dosos jabalíes en las fuentes cla-
padecidos de tu indigencia, para ras.
que puedas llevar adelante tu pro- El cauto Mayáns lo define con una
pósito loable, por el sostenimiento sola plumada: Amiguetus fuit ho-
de las expensas de tu estudio, te mo insigniter barbarus. Así lo pro-
señalamos la parroquia de la Santa claman sus escritos. Publicó varios
Cruz y Puebla de las Mujeres de la engendros didácticos, ya en la época
ciudad de Valencia y el lugar de de Mayáns rarísimos y por ende
Alboraya, en los cuales puedas, preciosísimos (1), dice el propio Ma-
con la calderita y el hisopo, espar-
cir agua bendita para inducir a los (1) A título de curiosidad bibliográ-
fieles cristianos a hacerte bien para fica, copio aquí :as obras que no fue-
sustentación de tus estudios. Por lo ron originales, simo versiones del ita-
cual, mandamos por la presente a liano al valenciano, de este bárbaro in-
los rectores y vicarios de las igle- signe. Sinónima variationum sententia-
sias parroquiales susodichas que
rum eleganti stilo constructa. per Hie-
ronymum Amiguetum, Dertusenscm,
cuando tú te acerques a los dichos redacta, felici numine inchoant quibus
lugares te reciban benignamente y adolescentes eloouentiam assequi par-
te traten con caridad, sin contra- vo tempore valebunt... Al final de ese
dicción alguna. Tienen de validez esperpento añade: Expliciunt Sinóni-
estas letras sólo un» bienio. Dada en ma Stephani Flisci, Oratoris ca>'¡ss<m> t
Valencia a 17 de agosto del año ex Itálico sermone in Valentinum, per
1413.»
Hieronymum Amiguetum, redacta cum
titulis unicuique ord ni personarum as-
La pitanza obtiénenla los estu- cribendis, superscriptionibus, salutatio-
22 ENSAYO BIOBIBLIOGRÁFICO. JUAN LUIS VIVES, VALENCIANO

yáns intencionada y certera te acusa en el extranjero, como si


con
ironía.Lamentó vivamente que hu- no pudiéramos hallar academia al-
biera caído en tales manos la me- guna donde se enseñe la verdadera
jor espiga de la estudiosa juventud Gramática, indagadora de la pura
valenciana, Francisco Juan Barda- latinidad.»
xí, quien escribiendo a los Jurados Gratitud eterna deben las uni-
Valentinos y al rector de su Estu- versidades españolas a Antonio de
dio General, refiriéndose a los tiem- Xebrija, quien con su Diccionario
pos en que Luis Vives se dedicaba y su Gramática y sus comentarios
al estudio de la gramática latina, a los poetas latinos limpió la lati-
dice: nidad hispana de aquella herrum-
«La disciplina que en aquellos bre y aquel moho, y les mostró la
días estaba más enferma y postra- marmórea serenidad y las clarida-
da y la que padecía más era la gra- des apolíneas. Como fuese que ma-
mática, que es la primera de todas duraba con demasiada lentitud el
y que si no se enseña con sencillez feliz parto del Diccionario nebri-
y perfección corrompe y estraga en sense con daño notorio de los estu-
tal manera el ingenio de los mucha- diantes, el lusitano Arias Barbosa
chos, que se vuelven totalmente fla- estimulaba su publicación con un
cos, vanos e imbéciles para apren- lindo epigrama que trae Mayáns y
der todas las otras. Y cuando digo que se lee en la edición que aliñó el
la gramática, pensad también que bachiller Juan de Molina, natural
bajo ese mismo nombre incluyo la de Ciudad Rodrigo (Mirobriga, en
facultad oratoria. La lengua latina, latín), impreso en Valencia el año
juntamente con el arte de bien ha- 1533, en la oficina de Francisco Díaz
blar, estaba de tal manera afeada Román
por un tan virulento contagio de
barbarismos, que aun a aquellos Cur opus. Antoni, darum atque in-
[signe rccondis?
mismos que afectaban hablar con
mayor curiosidad y policía no eran Cur negat ipse suum pulchcr [juba*-?
Apollo

capaces de tolerarlos las más trilla- Ule líber, Phccbo similís, fulgebit in
das y vejadas orejas latinas.» [Orbe,
La fama del contagio de la lati- Altior illustrans quee latuere d/u... (1)
nidad valenciana se había corrido
injustamente a la Universidad sal- Antes de Antonio de Xebrija
mantina, pues Francisco Sánchez acontecía lo que escribe Lucio Ma-
de las Brozas, en la carta nun- rineo Sículo en su libro De laudibus
cupatoria a esa ínclita Universidad, Hispanice, cap. XXV: «Comenzó
puesta al frente de su Minerva Antonio de Xebrija en Salamanca
(1587) le dice: «Cuando la peste de a explicar los autores latinos, hacia
la barbarie se ha apoderado de casi quienes sentían los españoles aver-
el orbe todo, sola tú eres afrentada sión tan viva, que no era tan fácil
con esa tacha, y sin culpa tuya se
I
ttí ¿Por qué recatas. Antonio, tu
nibus, exHibus in epistolis ponend'n ct obra clara e insigne? ¿Por qué el her-
I

Ka'endi*. nonis. idibus, per dictum Hie- moso Apoio esconde sus resplandores?
ronymxim additis. Impressum in insi- Ese ¿ibro, comparable a Febo. brillará
gni Civitate Valentía? per Christoolio- ^n la redondez del orbe, y desde su alta
rum Koffman. Décimo quarto ¡Calendas soberanía ilustrará lo que por '.argos
Decembrias. Anni MD1I. siglos se mantuvo en tinieblas..
CAP. II. LA ESCUELA DE EILOPONO 23

convertirlos a su devoción, como a mancilla de la barbarie crónica con-


la fe de Cristo los más contumaces traída en los primeros tiempos, si-
y empedernidos judíos. Empero él, no que todavía tiene alientos va-
con ejemplar e incansable constan- lentísimos para introducir en otras
cia, semejante a los predicadores ciudades de España la lumbre de la
apostólicos que en los primitivos elocuencia y de todas las artes y
tiempos de la cristiandad pregona- disciplinas.»
ban el nombre de Cristo, poco a Acaso no era tan crónica la bar-
poco iba domeñando y amansando barie en las aulas de Valencia como
aquellas mentes cerriles con las pretende significar en su fervor
mieles de la lengua latina.» panegírico este aguerrido asertor
Por lo que toca y atañe a la Uni- de la cultura española. El francis-
versidad valenciana, Antonio de Ne- cano de Gerona Francesc Eixime-
brija entró en ella de la mano de nis, que escribió a fines del siglo xv
Andrés Semper, quien, en la dedi- (entre los años 1485 y 1486), en la
cación nuncupatoria de su Gramá- encendida apología que en su tra-
tica latina, dirigida a los Jurados tado político Regiment de la cosa
valentinos, afirma sus grandes me- pública hace de la ciudad de Va-
recimientos para con ella desde el lencia y de sus glorias, que va enu-
año 1539, y escribíalo en 1570. Y si- merando hasta la treinta y dos,
gue diciendo: «Nombrado desde el dice a los Jurados de la ciudad de
comienzo prefecto de la primera cla- Valencia en el natural idioma de su
se, fulminantemente abolí la barba- tierra
rie entre nosotros tan inveterada y La trenta dues (noblesa) es que
que lo devastaba todo. Obligué a los aquesta térra ha llenguatge com-
gramáticos a la prelección de los post de diverses llengues que li
mejores autores: Terencio, Virgi- són entorn, e de cascuna ha retingut
lio, César, Cicerón, de quienes esta- co que millor li és, e ha lleixats los
ban ayunos y por quienes sentían pus durs e los pus mal sonants vo-
áspera ojeriza; y, finalmente, a los cables deis altres e ha presos los
que profesaban la Retórica y eran millor s. E no res menys, trobarets
enemigos cordiales de Cicerón, prín- dins aquesta beneita ciutat qui us
cipe de los retóricos, con increíble pot ensenyar les principáis nen-
dificultad y como al redopelo y por egues del món, així com són llatí,
la melena, les empujé a su imita- hebraic e morisc.
ción.» Gaspar Escolano, en su libro V
Este empeño heroico tuvo su de Historia de Valencia (capítu-
la
fruto no demasiado tarde. Alfonso lo XXIII), cuenta que Antonio de
García Matomoros, en su opúsculo Nebrija trasladó las letras de hu-
De asserenda hispanorum eruditio- manidades de Italia a España, y
ne, escribía el año 1553: que su Arte de la gramática latina
«No sólo de este glorioso alum- se introdujo en la Universidad va-
no (Juan Luis Vives) puede Valen- lentina el año 1507 (cuando Vives
cia enorgullecerse, porque, desde contaba quince años) con suma con-
veinte años acá, ha alumbrado tan trariedad y repugnancia de Ami-
bienaventurado parto y muchedum- guet, quien, con la peor de las in-
bre así de oradores como de filó- tenciones, abusó de la agudeza y
sofos, que no solamente con su pro- despejo de su discípulo y le azuzó
pio esfuerzo consiguió borrar la para que escribiera una declama-
24 ENSAYO BIOBIBLIOGRÁFICO. JUAN LUIS VIVES, VALENCIANO

ción contra Antonio de Nebrija. metida de Vives no aparece; nadie


Pero Vives, según era su cordura la vió ni la leyó jamás, ni nadie
y buen seso, no tardó en arrepentir- debe hacerle la injuria de echarla
se; descubrió la malicia y vino a de menos. Vives se retractó con la
mejor entendimiento. más generosa de las palinodias, ha-
Esta anécdota de Escolano merece ciendo el debido elogio del restau-
la pena de que se la ilustre para rador de la clásica antigüedad en-
enseñanza y provecho del lector. tre nosotros, en cuantas coyunturas
Harto conocidas son de todos los se le presentaron. Y si parece de-
eruditos las Introductiones latinee masiado parco el encomio que es-
de Antonio de Nebrija, con comen- cribe del Diccionario nebrisense en
tarios muy doctos, que son muy ra- su libro III de su Arte de enseñar
ras, pues más las escribió para los (De tradendis disciplinis ) donde ,

sabidos que para los que habían de dice que no está logrado con la de-
aprender. Esta obra útilísima fué bida exactitud y es más para estu-
reimpresa en Valencia con una pri- diantes noveles que para estudian-
morosa epístola de Pedro Badía, tes adelantados, cumple decir que
donde afirma, con absoluta verdad el mismo Nebrija opinaba lo mis-
histórica y con certera adivinación, mo, según el testimonio de Francis-
que las letras latinas anduvieron co Sánchez, el Brócense, en la de-
exiladas de Italia, hasta que por dicatoria de su Minerva, donde re-
Alfonso V, el Magnánimo, no tan firiéndose a Elio Antonio, cuenta
famoso por la grandeza de sus con- esta anécdota expresiva: «Mientras
quistas como por la gloria de su in- él, en mi lugar de Brozas, donde
genio, fueron restituidas a su pa- iba acicalando su Diccionario y su
tria natural. En esta edición valen- Arte, estaba postrado en cama de
ciana, Pedro Badía interpretó las calenturas en casa de su hijo Mar-
voces que estaban expresadas en celo Nebrisense, condecorado con
la lengua de Castilla, trasladándo- la cruz de la Orden de Alcántara
las al habla vernácula de Valencia, (comendador de la Puebla), decía
y en Valencia la acunó en sus pren- entre suspiros, como muchas veces
sas Nicolás Spindeler, alemán, y de se lo oí contar a mi padre, que le
ellas salió a los dieciocho días an- dolía enormemente dejar inacaba-
dados del mes de octubre del año dos y sin la postrera lima su Arte y
1505. Por donde resulta exacta la su Diccionario.»
fecha que señaló Escolano a la ad- Nebrija fué varón de muchas al-
misión de las Introductiones Artis mas: amén de gramático, fué crí-
Grammaticce Latinas del nebrisense tico, filósofo, cosmógrafo, médico,
en la Universidad valenciana el historiador, teólogo. Con toda razón
año 1507. No debe Pedro Badía ser '

hubiera podido envanecerse con


defraudado de la gloria que le cabe j
cualquiera de estos títulos; pero él
por esta hazaña esclarecida, en cuya a todos ellos prefirió condecorarse
gestación será razonable creer que con el título de gramático, como
tuvo que apurar muchos sinsabores j
dice el propio Vives en su libro II
e injusticias cuando buena parte de !
Causas de la corrupción de las Ar-
las invectivas de Vives se ensañan i
tes. Bien hacía Erasmo en desear
más que en el nebrisense, en Pedro i

para ese varón multánime, llegado


Badía, rival y enemigo de Jerónimo ya a una veneranda ancianidad,
Amiguet. Esta infeliz y precoz arre- :

que acumulase la edad de muchos


CAP. IX LA ESCUELA DE FILOPONO 25

Néstores en sus heroicos hombros-. por que tomó el camino de París.


Además del insigne bárbaro de ¿Instinto de ave peregrina? ¿Huida
Amiguet; fué profesor de Gramáti- de la peste, que por aquella sazón
ca de Vives, en la Universidad va- diezmaba la ciudad de Valencia?
lenciana, el leridano Daniel Sisó, ¿Dictado del dedo de Dios que
evocado más tarde con elogio en su marca su camino a cada uno de los
obra primera, escrita cuando aún hombres? ¿Temores' de una posible
tenía la leche de la Retórica en los reacción contra su presunto origen
labios: el Triunfo de Cristo y la judaico? Con espíritu de humildad,
Oración de la Virgen. También es confesemos que de todo ello nc sa-
razón que supongamos que nuestro bemos una palabra. Todo ello son
Juan Luis estudió en la Universi- puras suspicacias. El hecho es que
dad valentina la lengua griega, que a la muy temprana edad de dieci-
contemporáneamente con Amiguet siete años volvió las espaldas a la
enseñaba Bernardo Navarro. ciudad de Valencia y tomó la vía
De muy robusta sanidad mental, sanza ritorno, que dice Dante. Juan
a prueba de contagios, disfrutaba Luis Vives dejó a sus espaldas a
Luis Vives cuando con el "menor Valencia y su Universidad. Lo que
daño posible salió de las aulas uni- dejaba a sus espaldas, es decir,
versitarias valentinas. El recuerdo la Universidad de Valencia, que-
que le quedó no fué demasiado sa- da descrito en una obra suya tem-
broso. ¡Oh, cuántas veces me susu- pranísima, y Luis Vives, que te-
rró a los oídos Juan Dullard aquel nía de ella un perfecto recuerdo
estribillo: «Cuanto mejor gramáti- visual, pónelo en boca de su amigo
co fueres, serás tanto peor dialécti- Pedro Iborra:
co y teólogo.» Es admirable que «El lugar está en- el primer acce-
metido como estaba en el atollade- so de las escuelas, que con harta
ro escolástico, y en la flor de su facilidad tórnase barroso con la llu-
primer bozo, escribiera en pulqué- via, con el polvo, con el frecuente
rrimo latín sus opúsculos precoces, pisoteo de los escolares; una vez
exentos de solecismos y de barbaris- que le hubieres traspasado, te en-
mos, demasiado frecuentes en aque- contrarás con unas escaleras altas
lla sazón en toda Europa por culpa que conducen a las estancias más
de los maestros vándalos. adornadas y a las aulas donde se
Como más arriba insinuamos, en enseña; lugar muy acomodado para
Valencia cató, colgado de los labios los profesores que en su día es de
de su tío materno Enrique, agudísi- esperar que habrán de venir. El
mo jurisconsulto, algo de la antigua vestíbulo es oscuro con frecuencia,
jurisprudencia y del código justi- pero el pórtico no está mal. Al pie
nianeo. Juan Luis Vives había na- de la escalera hay una gran mesa
cido con las alas mayores que el de piedra de color azul, adonde
nido; privilegio o servidumbre de acuden los libreros cuando reciben
los hombres superdotados. No in- alguna novedad para exponer los
daguemos inútilmente las razones libros a la venta...»
26 ENSAYO BIOBIBLIOGRÁKICO. JUAN LUIS VIVES, VALENCIANO

CAPITULO III

CON LAS ALAS MAYORES QUE EL NIDO


En el año 1509, a los diecisiete saber antiguo mencionado por Lu-
de su edad, hallamos en París a crecio, ni como aquella selva de
Luis Vives. No queremos escudri- Dante no asendereada por ningún
ñar los móviles de esa temprana caminante. En este viaje habían
expatriación, que es empeño vano precedido a Luis Vives muchos va-
sin más palanca y apoyo que unas lencianos. Pero, verdaderamente,
frágiles conjeturas. Lo que a bien ¿valía la pena esta peregrinación
seguro no le llevó a París fué el estudiosa y era peor lo que dejaba
amor de la aventura ni seducción Luis Vives en la Universidad va-
femenina alguna que le sonriera y lenciana? Oigámosle. Así se expre-
le brindara desde las orillas del sa con no disimulado desencanto en
Sena con un ramo de lila en flor, el libro III de las Causas de la co-
como la que cuenta que experimen- rrupción de las Artes:
tó, con la anterioridad de poco más «Cosa es que pone espanto que
de cien años, el picantísimo poeta confesando como confiesan los doc-
valenciano Jaime Roig, según que- tores de la Sorbona ser la Dialéc-
da consignado en el Llibre de les tica el instrumento de las restan-
dones: tes disciplinas, en ese París de mis
En lo gener, pecados se le consagran dos años
una polida enteros; al paso que a toda la res-
galant, ardida,
tante la natural, la mo-
filosofía,
gentil burgesa.
flor de bellesa
ral y metafísica, se le dedica un
la
de tot París, año mal contado. Y aun algunos
un jom de pris profesores a ese año raquítico le
on jo fungí cercenan algún trocito en gracia de
e lo guanyí la Dialéctica. Muchos son los que
a sa requesta,
me mostrá fes ta
durante toda su vida, por más lar-
e'm feu saber, ga que sea, se quedan para siempre
son bon voler... (1) jamás en dialécticos.»
Retratada al aguafuerte, con mor-
No puede decirse ciertamente del dedores trazos, queda la Universi-
largo camino que separa a Valencia dad parisiense de los tiempos de
de París, que no hubiera sido trillado Vives, lo que él vió con sús ojos
por otros pasos como el camino del fieles en el diálogo XII de los Ejer-
cicios de lengua latina, que va bajo
el título Schola. Los interlocutores
(1) Por enero, una pulida, galana, de esa sátira intencionadísima son
atrevida y gentil burguesa, flor de her-
Tirón y Espudeo; o digamos un
mosura del gran París, un día de jus-
tas en que yo, a su instancia, competí
estudiante novicio y un estudiante
y gané el premio, se me mostró festi- vitalicio. Y dice Tirón:
ra y me manifestó su bien querer... — ¡Qué aula tan elegante y mag-
CAP. III. CON LAS ALAS MAYORES QUE EL NIDO 27

nífica! Pienso que no la hay más los que lo siguen, hácenlo por re-
suntuosa en toda la Universidad. verencia...
— Acertaste —
le responde Espu- — Y esta vocería, ¿qué es?
deo— .Y sépaste, lo cual tiene más — Son estudiantes que se ejer-
los
importancia, que en ninguna otra citan.
son más sabios ni prudentes los — ¿Y en qué se ejercitan?
maestros, ni los hay que enseñen — Se ejercitan en aprender.
con destreza mayor. Aquí se apren- — Se ejercitan en berrear. Más
de muy mucho y en muy poco que estudiantes parecen pregoneros.
tiempo. Cada uno de ellos tiene sus —Los más recios gritadores son
clases separadas. Los unos, con los españoles y franceses, y como
hartos sudores y fatigas, inculcan sea que los hay de opiniones dife-
en los muchachos los preceptos gra- rentes, disputan con el mismo ar-
maticales todo el santo día; otros, dor fanático que si pelearan por sus
explican materias más intrincadas: altares y por sus hogares.
Retórica, Dialéctica y demás Artes — ¡Cómo! ¿Los doctores aquí si-
que se llaman liberales o ingenuas guen apreciaciones diferentes?
porque convienen a las personas de — Contradictorias, con harta fre-
calidad. Entre los estudiantes los cuencia... Entremos. Voyense-a
hay bachilleres {batallara) y los ñarte la biblioteca universitaria.
hay bisónos (ty roñes), voces toma- Hela aquí. Como ves, está orienta-
das de la vieja
milicia. Batailleur da a Levante, conforme aconsejan
llámase enfrancés aquel soldado los técnicos.
que ya entró en fuego, que en la — ¡Oh, cuántos libros y cuántos
lengua del país se denomina bátan- autores célebres! Griegos, latinos,
le. Y así fué que, extendiendo ese poetas, historiadores, filósofos, teó-
concepto a la palestra literaria, en logos con sus efigies respectivas...
esta Universidad comenzáronse a — ¿Quién es aquel del rostro al-
llamar batallara, o digamos bachi- deano y narices aplastadas?
lleres, aquellos estudiantes que ha- — Lee el rótulo.
bían presentado conclusiones pú- — Es Sócrates, que dice: ¿Por
blicas sobre cualquier punto de las qué me colocasteis en la biblioteca
Artes liberales. Estos bachilleres, al a mí, que no escribí palabra nunca
recibir licencias para enseñar, to- — Los que están a continuación,
man el nombre de licenciados; más que son Platón y Jenofonte, le con-
testan: Porque tú dijiste lo que los
propiamente se les debería llamar
otros escribieron.
designados. Remate de su carrera
es la investidura del doctorado, que
— ¿Cúyos son aquellos libros que
reciben en sesión pública y solem-
están allí arrumbados en aquel
montón informe?
ne, cuyo distintivo es un bonete con
borla. Este es el título de mayor
— Son el Catolicón,
Alejandro,
Hugocio, Papias... Sermonarios, dia-
distinción y el último grado de los lécticas, tratados de Física sofística,
estudios. autores todos ellos de cuya sanidad
— ¿Quién es aquel personaje que mental se duda. Ahí están; llévese-
con tan lucido cortejo y precedido los quien quiera; nos ahorrará de
de los clavarios camina bajo ma- una molesta pesadumbre.
zas de plata?
— —
Necesitaríanse muchos asnos
Es el rector de la Universidad; para llevárselos todos.
28 ENSAYO BIOBIBLIOGRÁFICO. JUAN LUIS VIVES, VALENCIANO

— Es cosa de milagro que no se gumento es el invencible de Aqui-


los hayan llevado, porque acémilas '

les,que apunta a la garganta; no


aquí las hay a barrisco. Algún día podrá desasirse de él y pronto ten-
darán con sus huesos en ese mon- drá que darse por vencido si algún
tón los Bartolos, los Baldos y otros santo no le mete la oportuna ré-
individuos de la misma harina. plica en la mollera. ¿Oíste? Zanja-
— Del mismo salvado, quisiste de- da está la cuestión por la habilidad
cir. del presidente. Desde ese momento
— Dime: ¿qué personajes son puedes soltar tu lengua y hablar-
aquellos de cogullas tan prolijas? me cuanto quieras. Ese que ahora
— Bajemos; son los bachilleres, impugna es un perfecto imbécil, que
que entran en la salade las dispu- a pesar de que grita tan recio, el
tas. Entra, callado y reverente; arma con que ataca es un ridículo
destoca tu cabeza y obsérvalo todo, puñal de plomo...»
pues se va a discutir de cosas gran- Mal podría Luis Vives, en medio
des, cuyo conocimiento importa de esa algarabía y esa barbarie
mucho. Aquel señor que ves solo balbuciente de Quidificatio, Identi-
sentado en elevado sitial es el pre- ficatio, Realitas, Quiditative, Eccei-
sidente del certamen y árbitro de la tas, etcétera, cuyos conceptos los
contienda. La pelliza de marta que profesores parisienses no alcanza-
trae es la insignia de su dignidad ban a expresar con la nítida ele-
doctoral. Es un sabiazo como hay gancia antigua ni en paño tan aja-
pocos; es el número uno de las do bordar primores tan bellos; mal
oposiciones a la cátedra de Teolo- podía, digo T Luis Vives encontrar al
gía, y los más famosos teólogos de sabio ideal, a cuya rebusca iba en
grado le ceden la palma... su ilusionada expatriación. Acaso
— ¿Quién es aquel otro, macilen- soñó en dar con él en aquel empo-
to y pálido, contra quien todos rio de las buenas letras, según él
arremeten? conceptuaba a París, lodoso del
— Es el mantenedor, que ha de barro del Sena, a quien los anti-
contrarrestar el empuje de todos; guos llamaron Sequana nutrix, vena
el demasiado estudio le ocasionó nutridora de los ingenios; pero
esa delgadez y esa amarillez; pero es muy de temprano le vino la desilu-
muy fuerte y rollizo en Filosofía sión.
y Teología. Calla ahora y escucha. Bajo el título de Sapiens tiene
El que habla en este momento es Luis Vives una obrilla festiva y gra-
de tan extremada sutileza y adel- ve a la vez. Un buen día de asueto
gaza los argumentos hasta un pun- escolar, Nicolás Beraldo, Gaspar Lax
to tan inverosímil y con tal arrojo y él se lanzan a la búsqueda de
y denuedo cierra contra el compe- ese sabio hipotético, que. sin duda,
tidor, que es opinión general que debe de hallarse entre los que re-
se le puede comparar con los más mataron en la Sorbona sus estudios
duchos en esos menesteres, y har- cíclicos. Dan con un gramático. A
tas veces obliga a su competidor a su saludo cortés responde con una
cantar la palinodia. Repara cómo pedantería en grieero. En presencia
el uno se esforzó por evadirse y suya interroga a uno de sus alum-
cómo el otro le refutó poderosa- nos:
mente con una razón irrefutable —
Diñe tú, chaval: ¿en qué mes
que nadie podrá invalidar; este ar- del año murió Virgilio?
CAP. III. CON LAS ALAS MAYORES QUE EL NIDO 29

— En el mes de septiembre, mi Calíope juez en ese litigio, dicta-


caro maestro. minó que medio año lo gozase Ve-
—¿Dónde? nus, y Proserpina el otro medio
—En Brindis. año... Esa es la sagrada teología de
—Y ¿en qué día del mes? los poetas, y por ello, Ennio nos
—El día veintiuno. llamó santos, como se lee en Cice-
— Bellaco, que me haces avergon- rón.
zar delante de estos señores. Tráe- — — —
Aquí dice Lax no encontrare-
me la arremángate y abre
férula; mos un adarme de verdad; todo
tu mano. ¿Cómo pudiste decir que son profanidades, y lo humano
fué el día veintiuno en lugar del mezclado con lo divino en sacrilega
veinte?... Dime: ¿cómo se llamaba confusión... Oigamos a los dialéc-
el hermano de Remo y cuál tenía la ticos.
barba? El dialéctico les propone un logo-
—Unos mi caro maestro,
dicen, grifo que no descifraría ningún
que se llamó Rómulo; otros, Romo, caldeo. En tinieblas más que cime-
y de ahí Roma; pero, por lisonja, rianas los sumió el físico a quien
luego le llamaron con el diminutivo interrogaron. Fracasan igualmente
de Rómulo, que ha sido la denomi- con el filósofo, que no les suelta
nación que se impuso. Por lo que más que monstruosidades. «¿A tan
toca a la barba, estando en guerra gran demencia llegó la Filosofía, ma-
no llevaba ninguna barba, pero en dre de la Sabiduría?», exclama Vi-
tiempo de paz la llevaba prolija, ves. Lo mismo pasa con el retórico,
pues así se le representa en los deseoso no más que de gruesos esti-
Titos Livios impresos en Venecia. pendios. Por azar topan con un as-
— Dime aún: ¿cómo se levantó trólogo: En tu cielo, varón instrui-
Alejandro Magno la primera vez dísimo, ¿hallaste la Sabiduría? Tam-
que cayó en Asia? bién el astrólogo los defrauda y acu-
—Apoyándose con las manos en den matemático.
al
el suelo y levantando la cabeza... —Los matemáticos, en París, no
— ¡Uf, qué asco! —
exclama Gaspar cuentan para nada dice Gaspar —
Lax— Aquíj Vives, no esperes dar
. Lax.
con la ciencia. Abordemos a aquel — Y de los jurisconsultos, ¿qué
poeta, puesto que, como dicen Ho- me dices?
racio y Estrabón, allá en la más —En tiempos pasados—contesta
remota antigüedad, la poesía fué el Beraldo—los jurisconsultos fueron
primer balbuceo de la sabiduría. tenidos y llamados sabios; pero, en
Y el poeta les contesta con énfasis la actualidad, son la bellaquería, la
doctoral astucia y el fraude personificados;
— Venus y Marte, en la guerra de no hay ley que no haya sido co-
Troya, fueron heridos gravemente rrompida por su sutileza y mala fe.
por Diómedes con el auxilio de Pa- ¿De qué ley, gran Dios, de qué ley
las; sorprendidos más tarde en subsiste el sentido en su pureza
adulterio por el cojo Vulcano, que- original?
daron presos en unas mallas que Tercia Vives en la conversación:
fabricó el sufrido herrero. Venus y —
Oí decir que allá, en los prime-
Proserpina acudieron al arbitraje de ros tiempos, se conceptuó que en los
Júpiter por resolver cuál de las dos médicos estaba encarnada la sabi-
se quedaría con Adonis. Nombrado duría.
30 ENSAYO BIOBIBLIOGRÁFICO. JUAN LUIS VIVES, VALENCIANO

— —
¿Quién sabe? le replica Lax — por lenguaje, entendámonos por
El hecho es que ahora en nada se amor.
diferencian del sayón o verdugo, Ln París, Juan Luis Vives, ade-
pues unos y otros pueden matar im- más de Dullard, tuvo por maestro
punemente, y luego, al punto, co- a su compatricio aragonés Gaspar
brar su salario lícito y obligado. Si Lax de Sariñena, varón de ingenio
queremos dar con el auténtico sa- agudo y de memoria tenacísima,
bio no tenemos más recurso que ir quien, el año 1511, editó en París
a cierto teólogo grave que lleva un tratado De oppositionibus pro-
vida ermitaña en aquel cerro. positionum categoricarum et de
Por fin, atinan los desorientados earum cequipollentiis. Lo dedicó a
peregrinos de la Sabiduría con el don Jerónimo de Cabanyelles, caba-
sabio de veras, que no es otro que llero del Orden de Santiago, emba-
aquel teólogo montesino que vive jador del rey Católico ante el rey
cercano del cielo, de donde caían de Francia. Este es el personaje que
los grandes pensamientos. Les ha- con el nombre de Cabanilles (me-
bla con palabras sabias, tranquilas jor, Cabanyelles, por más valencia-
y abundantes. Y les dice: no, y más de la época) a quien in-
— Antes que todo temo a Dios, troduce Vives en el diálogo Leyes
aun viviendo en ese apartamiento del juego, y al cual, más arriba, co-
sin gloria, lejos del tropel y bara- nocimos y oímos. No tan bien libra-
hunda de las gentes. Con nadie me da como del cariñoso recuerdo de
enojo; a nadie envidio; no busca Vives sale la reputación de Gaspar
riqueza quien se contenta con ver- Lax de lasevera crítica del asertor
duras y agua; como mi manjar es y apologista de la cultura hispáni-
parco, no siento las ortigas de la ca Alfonso García Matamoros, pro-
libídine; a nadie odio, porque amo fesor de Alcalá. Y no solamente la
a Dios y a todos los hombres, y de Gaspar Lax, sino aún la de bas-
este amor aumenta mi sabiduría... tantes españoles más, que enumera :

Esta escena que remata esas co- Fernando Enzinas, los dos herma-
rrerías de los tres mozos generosos nos Coronel (Antonio y Luis), Juan
en busca de la escondida Dolz, Jerónimo Pardo y otros mu-
chos más, para los cuales pedía una
senda por donde han .ido expulsión tan radical como la que
los pocos sabios que en e[ mundo han decretó de París el rey Francisco I
[sido. con gran aplauso de la opinión, au-
mento del buen nombre francés y
recuerda invenciblemente otros pa- mayor avance de los estudios. «A
sajes análogos de los libros lulianos —
esos hombres dice García Matamo-
en que un ermitaño, hundido en la —
ros no les faltó ingenio ni plausi-
esquividad de alguna selva, que ble industria; pero tan calamitosa
suena con murmullos de aguas fres- y adversa fué aquella edad, que la
cas, vive, ni envidiado ni envidioso, feliz disposición de muchos de que
a solas con Dios, mezclando los ru- a todas luces estaban dotados, no
mores de su oración con la música pudiera hallar actividad mejor en
de una fuente fugaz y el dulce con- que ocupar sus trabajos.»
cierto de los pájaros cantores, a El pulcro escritor don José Pin
quienes dice en las profundidades y Soler, que tradujo al catalán las
de Miramar: Si no nos entendemos Exercitationes linguce latinee, bajo
CAP. III. CON LAS ALAS MAYORES QUE EL NIDO 31

el título de Dialechs (1), da a en- nes y señaladamente al referir


tender que durante esa estada trie- aquella anécdota de Escipión Afri-
nal en París, «siguiendo los cursos cano el menor, o de Pomponio
del Colegio de Beauvais, según su Atico (yo creo que de entrambos),
diligente biógrafo Van den Busshe, que nunca tuvo que reconciliarse
y frecuentando simultáneamente las con su madre; que tampoco él, co-
aulas del Colegio de Montaigu, fun- sa harto más difícil, con su es-
dado en 1304 por la reina Juana, es- posa.
posa de Felipe el Hermoso», allá Y como
todos se admirasen de es-
en Valencia, perdía a su padre, que palabras suyas, siendo así que
tas
dejó a su mujer heredera de la era proverbial la armonía entre Vi-
pobreza que poseía. ¡Hermoso par ves y Blanca, respondió: «Como Es-
cipión no estuvo nunca desabrido
de esposos cristianos ese de Luis Vi-
ves y de Blanca March! Con sin- con su madre, no tuvo jamás nece-
gular ternura evocó el hijo piadososidad de reconciliarse con ella.» Fe-
liz aquella mujer que como la mu-
la apacibilidad y concordia que siem-
pre reinó en su hogar entre marido jer fuerte de Salomón o la perfecta
y mujer, señalándole como tipo y casada de fray Luis, fué loada por
ejemplar de casados perfectos, en el coro de sus hijos, y ante cuya pre-
su áureo libro de La mujer cristia-sencia se levantó el marido para
na (2): canonizarla: Surrexerunt jilii ejus-
«Blanca, mi madre, en los quince et beatissimam prcedicaverunt ; vir
años de su matrimonio, nunca la vi ejus et laudavit eam. Esta fué Blan-
que riñese con mi padre o que con- ca March.
trariase en un punto su querer: Parece que a mediados del año
una era su mente y dulcemente fun- 1511, rotas las relaciones entre el
dida su voluntad. Tenía dos a ma- rey de Francia Luis XII y el de
nera de refranes que con frecuen- España Fernando el Católico, los
cia se le caían de la boca. Cuando españoles estantes en París hallá-
quería dar a entender que daba en- ronse en una posición harto incó-
tero crédito a alguna cosa, decía: moda. ¿Fué éste, acaso, el motivo
«¡Vaya si la creo! Como si Luis por el cual al año siguiente, o sea
Vives me lo afirmase.» Y cuando el de 1512, inesperadamente encon-
pretendía dar a entender que que- tramos en Brujas a Luis Vives, en
ría una cosa, solía añadir: «Como la flor y verdura de sus veinte años,
si Luis Vives la quisiera.» Y yo verecundo, meditativo
mismo (sigue diciendo el hijo ejem-
plar, fruto dulce de aquella sabro- Sotto biondi capel canuta mente,
sa concordia), a Luis Vives, mi pa- frutto senile in su'l giovenil fiore?
dre, le oí decir en muchas ocasio-
¿Quién lo sabe? Lo cierto es que los
canales de la ciudad de los puentes
(1) Joan Lluis Vives: Dialechs. —innúmeros no fueron para nuestro
Tradúcelo catad ana ara per primera expatriado los ríos de Babilonia,
volta estampada, precedida d'un breu
ni en sus sauces colgó su arpa.
comentari sobre 1 'autor y el llibre por
Joseph Pin y Soler. Barcelona. Llibre- Para con la ciudad de su grato des-
ria Antigua y Moderna de S. Babra. tierro, siente un afecto tan tierno
1915. como para con su Valencia nativa.
(2) Lib. II, cap V. A este afecto, Brujas correspondió
32 ENSAYO BIOBIBLIOGRÁFICO. JUAN LUIS VIVES, VALENCIANO

con igual fineza: «Fué muy esti- bres (año 1526. por el mes de ene-
mado dellos —dice
Calvete de la Es- ro),dice que, por espacio de catorce
trella en su Viaje de Felipe II — años, si bien no continuos, ha sido
con razón Luis Vives, que fué uno morador de Brujas. Los hijos de
'

de los varones más señalados en le- Bernardo Valldaura fueron sus pri-
tras de nuestros tiempos...; hízose 1

meros discípulos. Durante esa su


vecino y morador de Brujas, casán- primera estada bienal en Brujas,
dose allí con una doncella.» Luis Vives conoció y contrajo amis-
En aquellos días. Brujas, Bruse- tad muy estrecha con el famoso mé-
las, Gante, Amberes, Lovaina, la dico valenciano Juan Martínez Po-
Flandria toda, en fin, era como una blación, que más tarde fué médico
prolongación del patrio suelo. En de cámara del rey de Francia. De
Brujas especialmente, emporio de él hace honorífica mención en sus
comercio y plaza de tráfago inten- Comentarios a la Ciudad de Dios, de
so, residían muchas familias penin- — —
San Agustín: «Afirmo dice que en
sulares dedicadas al intercambio de su teoría física es tan exacto, que
toda suerte de frutas y productos ios físicos antiguos jamás escribie-
manufacturados : vinos, maderas, ron nada tan claro sobre determina-
granos, aceites, lanas, tejidos, cerá- da enfermedad, y si lo hicieron, sus
mica, mercancías traídas y llevadas libros se han perdido o nos son des-
por navios del Cantábrico o de Ga- conocidos (1).»
licia, que siéndoles los vientos fa- También en Brujas, sin que poda-
vorables y propicio el mar. en una mos precisar si fué en esta su pri-
semana de Vigo, de Avilés o de mera estancia, contrajo muy sabro-
Santander surgían en las playas de sa y perseverante intimidad con el
Ostende, en los muelles de Flesinga rector de su propia parroquia, reve-
o el puerto de Damme, que en el si- rendo Marcos Laurin, y con el jo-
glo xvi eran las escalas comercia- ven canónigo Juan Fevin, humanis-
les de Brujas. Hospedóse Vives en tas de mérito, cuyos nombres aso-
casa de los Valldauras, de origen va- man muy cariñosamente evocados
lenciano, afincados allí desde los pos- en la correspondencia que sostuvo
treros años del siglo xv. Cabeza de con el famoso jurisconsulto Fran-
aquella familia era Bernardo Vall- cisco Craneveldt, con quien trabó
daura, casado con la valenciana Cla- aquella suerte de fraternidad de al-
ra Servent y padres de tres hijos, mas, que según el Libro Santo es
uno de ellos llamado Nicolás, y de i

una hija, Margarita. Esta había de No faltaron quienes se pregun-


(1)

ser su mujer, su preciosa Margari- cuál podía ser esa determinada


1 tasen
enfermedad que Luis Vives deja inde-
ta, cuyo precio -fué para él como de
terminada, acaso por reserva pudoro-
i

perla traída de los postreros térmi- sa. ¿Sería la Psora, aquella Psora que
nos de la tierra tanto preocupaba a Erasmo y que con
tal frecuencia evoca en sus Coloquios,

X: la perla oriental ansí es preciada


cuyo origen, por inconfesable, unos
pueblos echaban sobre otros, llamándo-
ni Ja esmeralda que el Ofir envía
le los españoles e italianos: mal gáli-
ni la vena riquísima alejada...
co; y los franceses, mal napolitano, y
.03 sajones, brabanzones y holandeses.
En la época en que Luis Vives di- mal español, y cuyos estragos pudo ver
rigía a los burgomaestres de Bru- en su ¡propia casa en la persona de su
jas su tratado Del socorro de los po- futuro suegro Bernardo Valldaura?
CAP. IV. —UNA PASCUA EN PARÍS 33

medicina de vida y de inmortalidad. para envolverse en ella definitiva-


No estaba Luis Vives tan enraiza- mente. Alejábase de Brujas con pies
do en Brujas que no hiciera de involuntarios, con añoranzas ínti-
cuando en cuando salidas largas y mas, con los oídos llenos del con-
fructuosas. La sombra del sutil cierto de sus campanas y las entra-
campanario de su parroquia bru- ñas llenas del creciente afecto de la
jense, le era estrecha en demasía creciente Margarita...

CAPITULO IV

UNA PASCUA EN PARIS

Año, el de 1514. Mes, el de abril, da de manos a boca con Gaspar


casi en su justa mitad: dieciséis Lax, el de Sariñena, quien, cumpli-
días andados. Fiesta, la máxima do caballero como es en todo, les
del ciclo litúrgico, o sea Domin- significa el agrado que tendría de
go de Pascua de Resurrección. Lu- que cenasen con él. De momento se
gar, la ciudad de París, que ha resisten con visible complacencia,
atraído de nuevo a sus brazos a y acaban por rendirse a su insis-
Luis Vives. Este día marca una fe- tencia afectuosa. Una vez en su mo-
cha decisiva en nuestro excelso po- rada, llegan otros valencianos: Mi-
lígrafo. La cultura universal podría guel Santángel y Francisco Cris-
señalarlo con piedra blanca. En es- tóbal, que traen para enseñárselo a
te día quedó concebida su obra pri- Lax un Libro de horas, precioso, un
meriza. Desde esta fecha Luis Vives Horario de aquellos que, para en-
ya no dará paz a la mano ni tregua gastarse en los mejores diamantes,
a la pluma: calamus scribce velo- destinábanse a las devotas manos
citer scribentis. de las más hermosas damas y a re-
El y sus compañeros y paisanos crear con sus tintas hechiceras los
Juan Fort y Pedro Iborra, antes más bellos ojos; precisamente la
del mediodía cumplieron con sus misma suerte que Horacio deseaba
deberes de cristianos. Hcec dies para sus libros:
quam fecit Dominus; exultemus et
Icetemur in ea. Están de asueto to- Juvat ingenuis oculis legi manibusque
tal,y llevan por la ciudad endomin- Iteneri.
gada sus pasos errabundos. Al se-
pararse han convenido que en el Uno de aquellos Horarios que la
mismo templo donde asistieron a escuela flamenca, con mano moro-
los oficios pascuales de la mañana, sa y amorosa, se complacía en ilu-
asistirán a los oficios vespertinos. minar prolijamente con tintas vír-
Así lo hacen. Pasean de nuevo por genes y frescas y con rosicleres
las calles de la gran urbe, cerebro aurórales. Un Horario, en fin, co-
de Europa, que siempre fluctúa y mo el que el misógino poeta valen-
no naufraga nunca. En el vestíbulo ciano Jaime Roig puso en las manos
de la Universidad, el trío paseante hipócritas y bajo las miradas obli-
LVIS VIVES. 1 2
34 ENSAYO BIOBIBLIOGRÁFICO. JUAN LUIS VIVES, VALENCIANO

cuas y traicioneras de una de sus tónico que inició con indefectible y


heroínas beatas, que, sin saber le- felicísimo augurio por medio de la
tras, fingía leer devotamente: palabra escrita uno de los más her-
mosos apostolados con que se puede
A totes hores ennoblecer y decorar la vida de un
ses belles Hores
historiades
hombre: comenzó por un venusto
e bcn pintades, y juvenil juego retórico en loor
d'or tancadors, del Triunfo de Cristo y de la ova-
molts giradors, ción de la Madre de Dios; y po-
sovint obría... (1) co antes que cerrase los ojos de
Vives el sueño férreo de la muerte, a
Con suma afición contemplaba la edad, no madura aún para el se-
Vives el precioso códice miniado,
pulcro, de cuarenta y ocho años, dió
con sus ojos ya hechos a las deli- término feliz a su magnífica
y se-
ciosas tablas flamencas, cuando Lax
vera apología De veritate fidei
dice: «Aquí está figurado el triun-
christiance, que hubo de ver la luz
fo de César, el Dictador. Mucho más
cuando el aguerrido apologeta no
valiera esta miniatura si en vez del
veía ya la verdad por espejo y en
triunfo de César, hombre no bueno
enigma, sino que, en el acatamien-
del todo, representara el triunfo de
to de Dios, la veía ya cara a cara.
Cristo.» Fingida o real esta anécdo-
Aquél fué su alfa; ésta fué su ome-
ta, introducida esta cena como sim-
ga. Estas dos obras fueron el prin-
ple recurso literario o habiendo te- cipio
y el fin de Luis Vives, fiel
nido efectividad, lo cierto es que siempre a Dios
y a sí mismo. Y en-
por el Triunfo de Cristo Luis Vives tre esas dos riberas, situó una obra
comenzó su obra y dió un primer ingente, un mare magnum de cien-
atisbo de lo que había de ser: Dico cia
y de sabiduría. Juan Luis Vives
ego opera mea Regi. Dedico mi comenzó siendo fiel en lo poco
y
obra no al dictador de Roma, sino acabó siendo fiel en lo mucho.
al Rey de la paz. No sé qué atmós-
En este punto, la biografía de Vi-
fera y fervores de cenáculo debían ves sufre un eclipse de tres años.
de alentar en aquel cuarto alto del No reaparece hasta el año 1517,
y
profesor de Sariñena, donde un decorado, por cierto, con un muy
pusillus grex de españoles de Va-
honroso cargo, no en París, sino en
lencia, peregrinos en París, en la
Lovaina, elegido preceptor de Gui-
noche del máximo triunfo de Cris- llermo de Croy, sobrino del señor
to, que es la Dominica de Pascua,
de Chiévres (tres años después du-
rememoraban el heroico duelo que que de Soria y ayo y ministro de
sostuvieron la Muerte y la Vida, y Carlos V). Guillermo de Croy, a los
que acabó por dar el triunfo al Cau- dieciocho años, era ya obispo de
dillo de la vida, que reinó después Cambray,
y a los diecinueve, car-
de muerto. ¡Oh noche; oh cena de denal arzobispo electo de Toledo.
dioses!, podríamos exclamar con Luis Vives no contaba muchos más,
Horacio. ¡Oh simposio más que pla- pufes no tenía más de veinticuatro
cuando se le confió la misión de
cí) —
A todas horas sus bellas Horas—
muy estampadas y bien doradas con formar la inexperiencia del
adolescencia y de adoc-

— —
los corchetes —
de oro y ribetes atenta
trinar la flaman-
abría... (Traducción de don Lorenzo te pastor de la Sede de San Lean-
Mathéu y Sanz, del siglo XVII.) dro y San Ildefonso.
CAP. IV. UNA PASCUA EN PARÍS 35

Este señor de Chiévres, desafo- I


pado de Toledo a Guülén de
rado protector de los suyos, comi- Croy» (1). Como dije, ese nombra-
do, para decirlo con una expresión miento nefasto fué una de las cau-
bíblica, por el celo de su casa, es sas de los movimientos y bullicios
el Señor de Jeures, de la historia que alteraron el reino; y esos mo-
de Sandoval, que Felipe el Hermo- vimientos y esos bullicios lo fueron
so dió por tutor a su hijo Carlos a su vez del definitivo apartamiento
y a quien el infante don Carlos, de esa vorágine de codicia, de esa
ya rey, a la muerte de su abuelo ingluvies devoradora personificada
don Fernando el Católico (23 de en el señor de Jeures, tío de Gui-
enero de 1516), conservó como con- llermo de Croy, decorado con la
sejero, elevándole a la dignidad de primera mitra de España y con el
primer ministro cuando él fué pro- capelo cardenalicio. El señor de
clamado emperador a la temprana Jeures tuvo que volver a los Países
edad de diecinueve años. Los espa- Bajos, de donde no debiera jamás
ñoles guardan de él una memoria haber salido, hecho uno de los
rencorosa :no han olvidado sus hombres más ricos del mundo con
rapacidades (1), sus maneras alta- los dineros de Castilla; y de allí ya
neras, su insolente nepotismo. Pre- no regresó, muriendo, joven aún,
cisamente este nepotismo odioso, en 1521, en Worms..., se suena que
ejercido literalmente en la persona de hierbas.
de su sobrino Guillermo de Croy, El encumbramiento de Guillermo
fué una de las causas de los alboro- de Croy no fué bienquisto más que
tos de Valladolid. No se recata de de sus deudos y de sus amigos. Re-
testimoniarlo fray Prudencio de cibió el capelo de manos de un le-
Sandoval, lamentando que los desa- gado del Papa, en la catedral de
fueros y la descomunal privanza Middelburgo, capital de la arenosa
que tenía con el emperador, atra- isla de Walcheren, en la cercanía
jeran sobre su cabeza la tempestuo- de la desembocadura del Escalda.
sa ojeriza de los vejados y despo- ; En la vistosa ceremonia, el mucha-
jados españoles, que se tradujo en cho cardenal pronunció congratula-
alteraciones alzamientos, y desató ciones y discursos en bello lenguaje.
las crespas y ceñudas Comunida- ¿Sería temeraria suspicacia pensar
des. que la latinidad de Luis Vives fué
Dice textualmente fray Prudencio la que dió brillantez y realce a las
de Sandoval: «Así que las Comuni- alocuciones de su discípulo, mitrado
dades se formaron porque se iba el y purpurado?
rey, por el gobernador extranjero, Sabemos esa particularidad por
por el mucho dinero que se sacaba el inesperado descubrimiento hecho
del reino y porque dieron la conta- en la Biblioteca de Nápoles, en 1913,
duría mayor a Jeures y el arzobis- por el integérrimo historiador de la
historia de los Papas desde la Edad
(1) No bastaba a saciar su avaricia Media hasta el Renacimiento, Ludo-
todo el oro que venía de las Indias; vico Pastor, director del Instituto
y lle<gó a tanta rotura y publicidad, que
sin recato «e cantaba por las calles de
Toledo ese estribillo: (1) Historia del emperador Car-
los V, rey de España, escrita por el
Doblón de a dos norabuena estedes, maestro don fray Prudencio de Sando-
pues con vos no topó Jeures. val, obispo de Pamplona, a ib. V, cap II.
36 ENSAYO BIOBIBLIOGRÁFICO. JUAN LUIS VIVES, VALENCIANO

Austríaco de Roma. Es un itinera- concedía la investidura y el capelo


rio escrito en dialecto pullés por rojo al sobrino del señor de Chié-
un canónigo de la catedral de Aíel- vres, Cardenal de Croy o de Cam-
fi, cerca de Nápoles, llamado don bray, de diecisiete o dieciocho años,
Antonio de Beatis, capellán del car- monje de San Benito. El nuevo Car-
denal Luis de Aragón, que asistió denal pronunció un hermoso dis-
a la entrega del capelo (1). Dicef curso en latín, en el que daba pri-
«Su Señoría Ilustrísima, el Car- meramente gracias a Dios, luego
denal, mi Señor, llegó a Middelbur- al Santo Padre, al Rey Católico y
go un domingo, acompañado del al Cardenal, su tío, con visible emo-
Prior de Castilla, del Marqués de ción y lágrimas. Terminada la ce-
Pescara, de los obispos de Córdoba remonia, Su Alteza, mi Señor, con
y de Badajoz y de muchos señores quien estaban además de los seño-
y gentileshombres españoles o ita- res flamencos y españoles dos Prín-
lianos, entre los cuales figuraba el cipes alemanes, el Margrave de
embajador de Nápoles, estante ^n Brandeburgo y un hermano del
la corte por aquellos días, y que Conde Palatino, acompañaron al
fué a visitar a Su Alteza. nuevo Cardenal hasta el convento,
»E1 Cardenal, mi Señor, fué reci-donde mi Ilustrísimó Señor y el Car-
bido con gran benignidad y genti- denal, su tío, se quedaron para co-
leza, y en compañía del Rey Carlos, mer.» Todo esto es de la relación
de España, asistió al oficio solemne puntual del canónigo de Melfi An-
celebrado en la iglesia de los mon- tonio de Beatis.
jes de San Benito, cerca del Pala- Siendo ya cardenal Guillermo de
cio. Después de aquella misa del Croy, él y su maestro Luis Vives
Espíritu Santo, el Prior del conven- visitaron juntos la villa de París, y
to, con mitra y báculo, cantó en casi todas las del Hainaut y del
honor del Rey Católico y de Su Al- Brabante, y trabaron conoscencia
teza, mi Señor Ilustrísimó, quien, con los personajes de mayor cele-
conforme le correspondía, había to- bridad y prestigio.
mado asiento en la pequeña capilla Estando en Cambray, en días de
próxima al altar mayor y, levantán- reposo intelectual, en tiempo del
dose, fué hacia el altar donde el cuaresmal ayuno (eso era el año
Conde de San Bonifacio de Padua, 1517), cuando la mente vuela más
Camarero y Nuncio Apostólico, pro- alto, sobre la carne afligida, en la
nunció una breve alocución latina nocturna soledad de su casa y en
y presentó una Bula del Santo Pa- una total soledad de libros con que
dre al Obispo de Badajoz, quien le recrear su espíritu, a excepción de
dió lectura. Decíase en ella que se cierto libro francés (es una lásti-
ma que no nos diga cuál buscó
es),

01) Este interesante itinerario fué al- Vives la recreación en sí mismo y en


gnunos años atrás traducido al francés. la fecunda actividad creadora de su
Voyage du Cardinal d'Aragon en Alle- propio pensamiento. Rezaba el de-
tnagne, Hollande, Belgique, France et voto humanista con fervor asiduo
Jtalie (1517-18) traduit de l'Italien
los siete salmos penitenciales y sa-
d'oprés un manuscrit du seiziéme siécle
boreaba aquel fruto de sus labios;
avec une introduction et des notes. Par
pero más golosamente que con nin-
Madeleine Havard de la Montagne. Pré-
face d'Henri Cochin. Perrin et Cve. Pa- gún otro se regalaba con el desa-
rís, 1913. brimiento del Salmo V, que sabe a
CAP. IV. UNA PASCUA EN PARÍS 37

ceniza. A modo de pasatiempo y tu a las perturbaciones y pasiones


como por juego, por cristianizar su con demasiada frecuencia indignas

pluma más y más a ese apostolado de un cristiano, sino que los levan-
honesto y santo, pensaba un día u tan a tales altezas, a excelsitudes
otro consagrarse por entero —
co- tales, que penetran en la misma
,

menzó su interpretación del Sal- morada de Dios e incendian nues-


mo V con independencia de los tras almas con tan impetuoso fuego
otros. Contentóle la primera pági- de caridad que arden como los pro-

na ¿por qué no había de conten- pios querubines, que son los espí-

tarle? y concibió el propósito de
rematar la interpretación de un
ritus más encumbrados y que más
próximos están a Dios. Ese orden
salmo tan rebosante de sentido, que es el que reproducís en nuestra
abarca y contiene en sí el conjunto eclesiástica milicia vosotros, los que
de toda la religión cristiana. Con- estáis investidos con ese manto
tentó la interpretación de ese Sal- purpúreo, símbolo de la caridad
mo V, que es el CI del Salterio: perfecta que debéis ostentar en to-
Domine exaudí vocem meam et cla- dos vuestros actos y en toda vues-
mor meus ad te veniat, también a tra vida, por manera que así como
su egregio discípulo, y le animó a a todos les superáis en jerarquía,
que interpretara los seis restantes. igualmente les superéis a todos en
Así lo hizo Luis Vives y le dedicó la virtud. Cosas son todas éstas que yó
interpretación en una nuncupación sé que tú no ignoras y que practi-
discretísima, que es un espejo demo- cas con toda probidad; yo espero
destia, de mesura y de buen gusto: que antes de pocos meses lo recono-
«Increíble fué el gozo que experi- cerá el universo mundo. No alabaré
menté, mi protector bondadoso, y aquí tu erudición, la seriedad de tus
envidiable el fruto que recogí del estudios, tu carácter, tus costum-
pobre afán mío con que compuse bres, aun cuando podría hacerlo con
esta obrecilla, cuando conocí que holganza..., porque no salga algún
había sido de tu agrado, pues a ti malévolo, de los que tanto abundan,
solo estaba dedicada. Por lo que to- que piensen que yo adulo a un dis-
ca a las otras amabilidades que me cípulo. Ese vicio de la lisonja, qué
dispensas en tu carta elegantísima, es feo en cualquier hombre, es feí-
ésas no las admito, sino que las atri- simo y pernicioso en grado sumo
buyo a una desmesura de tu cariño en un preceptor que debe alabar
para con tu antiguo preceptor, y con suma modicidad y rareza al
aun espero que, según es tu inge- alumno a quien forma. Todos es-
nio y según es tu erudición, que tos proyectos que maduras de día
de día en día se acrecienta, muy en en día, cuando salieren a luz, serán
breve esas cualidades que ahora di- harto elocuentes pregoneros de tus
ces admirar en mí sufrirán un to- alabanzas. Ten salud. Lovaina, 1518.»
tal oscurecimiento si se comparan Estos generosos propósitos que
con las tuyas... Y tú, mi muy dulce maduraba la aceda juventud del
protector, acepta esta obra con el cardenal, no pudieron tener reali-
mismo espíritu con que me la pe- dad: los truncó una muerte inespe-
diste, y del estudio de los oradores rada que le salió de trascantón.
y filósofos profanos, como por una
escala, encarámate a esas alturas Injerta ahora, perales, Melibeo; alinea
divinas que no arrebatan el espíri- [vicios.
38 ENSAYO BIOHIBLIOGRÁFICO. JUAN LUIS VIVES, VALENCIANO

había dicho, con palabras de Vir- tem tuam; et divinos consors fa-
gilio y con un profundo desengaño, ctus naturce noli in veterem vili-
nuestro sesudo Séneca, tan venera- tatem degeneri conversatione re-
do por nuestro Vives, refiriéndose diré. El otro opúsculo es la Prelec-
a un amigo filósofo, herido de ción a las Geórgicas de Virgilio, que
muerte súbita. Los proyectos del es una sugestiva introducción al es-
nuevo cardenal no pudieron salir a tudio de la obra virgiliana, de esta
luz, y se quedaron latentes, como obra «tan primorosa y afiligranada
la plata en las avaras minas, las del más grande poeta latino, acerca
hermosas cualidades del purpurado de una materia, la más sabrosa, la
alumno que, engañando las espe- más fructuosa y la mejor en que
;

ranzas de Vives, habían de relum- puedan ocupar su vida los mor-


brar por todo el orbe. Post equitem tales».
i

sedet atra cura, ha dicho Horacio. Era la Proelectio o, digamos con


Detrás del jinete, a las ancas del un latinismo insustituible, era la
|

caballo, va sentada la negra Cuita. prelección una lección previa que


|

La muerte negra cabalgó un día facilitaba el estudio de algún tex-


i

a la grupa del caballo que montaba to clásico, y a este excelente siste-


el jinete vestido de color de llama ma de enseñanza fué Luis Vives
viva y lo derribó traicioneramente muy aficionado. De él tenemos,
de la silla. De aquella caída murió amén de esa prelección primeriza,
el cardenal, y en aquel derrumba- otras varias consagradas a diferen-
miento perecieron las fundadas es- tes autores de sus preferencias
peranzas de Luis Vives, en una áu- una, al diálogo ciceroniano De la
rea mediocridad que le pusiera al vejez, que intituló Alma del ancia-
abrigo de las sordideces de la mise- no otra, al tratado de las Leyes,
;

ria y de las insolencias del lujo. de Cicerón otra, al también cice-


;

Este año de 1518 tuvo en Luis riano tratado Al cuarto Libro de la


Vives una singular fertilidad : Bis Retórica a Herennio ; también otra
pomis utilis arbos. Sabía al tiem- a los Convites, del humanista ita-
po sacarle Luis Vives todo su ju- liano Francisco Filelfo, y, finalmen-
go avariento y apacentar con usu- te, otra a su propio diálogo, rotula-
ra el leve rebaño de sus horas. En do El sabio. Prelección a su propia
las que le dejaba libres el espino- obra primogénita, Triunfo de Cris-
so y delicado empeño de instruir to, fué el opúsculo La verdad em-
y amaestrar al precoz purpurado, badurnada (Veritas fucata), que se
escribió dos trabajitos tan chicos le agregó tardíamente.
I

como lindos, dos deliciosos jugue- De este año también es la rápida


tós de humanista que dedicó a y certera y sintética visión de las
!

Antonio de Berges, generoso y es- diversas direcciones que en busca


tudioso muchacho de una ilustre de la verdad tomó el pensamiento
|

familia belga. El uno es la morali- antiguo desde su dudoso amanecer


j
!

zadora Fábula del hombre, en la hasta la aparición de sus grandes


|

que, a través de una ficción mito- oráculos. Está dedicada esta obrita
lógica, Luis Vives viene a decir al al conde Hermann de Nueva Aguila,
hombre ni más ni menos que lo obispo electo de Colonia.
que le dice en su famosa homilía Muy delicadas estrenas envió Luis
de Navidad el Papa San León Mag- Vives, «valenciano, a Juan Briard,
no: Agnosce, o Christiane, dignita- teólogo y vicecanciller de Lovaina»,
CAP. IV. UNA PASCUA EN PARÍS 39

con el librito Horóscopo de Jesucris- sazón misma en que El nació y en


to (Genethliacon Iesu-Christi), cuan- que otros anuncian qué hados in-
do iban a quebrar los albores del flexibles van a regular y gobernar
año 1519; en él trabajaba con ilu- los sucesos humanos. Pensé en un
sionado fervor en los días navide- principio hacer esta obrecilla en
ños del año que finía verso, como por juego; pero luego,
«Es antigua costumbre, llegada ocupaciones variadas y frías por un
hasta hoy desde los tiempos de los lado, y por otro lado mi torpeza y la
gentiles, que por las calendas de infelicidad de mi estilo en eso de
enero los amigos den a sus amigos versificar, me disuadieron muy
estrenas indicadoras de la mutua pronto de mi propósito inicial. Con
bienquerencia. Pensando yo en esas todo, al fin,meto algunos versillos
calendas de enero qué estrenas te y son los pastores quienes los can-
ofrecería, mi querido Briard, el tan. Por ellos entenderás cómo
más sabio de los teólogos y el más suena y a qué sabe mi versificación,
docto de todos mis amigos, entendí y reconocerás que soy un poeta
por la mejor de las conjeturas que cuerdo, sano, sin aquel grano de
iba a serte grato sobre manera un locura que a los poetas auténticos
tema que sería de tu más fina acep- se les atribuye...»
tación y en el cual tu competencia Verdaderamente, Vives no tenía
sería suma. Por todo ello, recono- un adarme de furor poético ni ja-
ciéndote a ti como el más autoriza- más le picó el tábano divino. Puso
do expositor y en cierta manera el en ese lindo juguete toda su buena
intérprete único (¡lejos de esta pa- voluntad, esperando que al menos
labra toda querella; lejos toda en- por ella merecería la bondadosa
vidia de esta palabra!) de las sa- aprobación de ese su amigo tan es-
gradas Letras en esa Universidad, trecho.
verdad admitida y confesada por También en aquel mismo mes de
todos; tan ajenos estamos de poner diciembre y a la luz del portal de
en ella recelo ni reticencia de nin- Belén, que iba a abrirse bajo el
guna suerte, envióte esas estrenas vuelo de los ángeles de la media-
insignificantes, esas menudas flore- noche, evangelistas de la paz a los
cillas cogidas en los vergeles de la hombres de buena voluntad, ocupá-
religión cristiana. En esos días del base nuestro devoto Vives en la-
natalicio de Cristo, en que no me brar primorosas piececitas, como un
parecía asaz piadoso consagrar la cíclope chico aún que se entretuvie-
atención a la profana literatura, se en elaborar meticulosos camafeos.
con el fin de que la mente que no Eran estas piececitas: Del tiempo, a
conoce reposo, como Livio decía, saber, de la paz en que nació Cristo,
hallase cebo en su propia actividad y la Descripción del escudo de Cristo.
y por no dejar que el ingenio se en- Dedicó estos presentes de fin de año
moheciera en el ocio herrumbroso, a un hombre de buena voluntad co-
reuní todas esas cosillas y de ellas mo era el valenciano don Serafín
hice un ramillete, porque al menos de Centelles, segundo conde de Oli-
pareciera que había santificado la va. De piececita o de camafeo, el
celebridad de estas fiestas, alivián- primer opúsculo no tiene más que
dome con ello de todo escrúpulo de la venusta gentileza y comprensiva
conciencia. Y compilé ese Horósco- brevedad. Otea vastos horizontes y
po de Jesucristo, situándolo en la los reduce a una visión sintética
I

j
40 ENSAYO BIOBIBLIOGRÁFICO. JUAN LUIS VIVES, VALENCIANO

con una mirada aquilina que re- donde llamáronse artes ingenuas y
cuerda la del águila de Meaux, en liberales. Y puesto caso que tú eres
las postreras páginas de su Discurso como nadie ducho en la ciencia y
sobre la Historia Universal. La des- recuerdo de las cosas pasadas, que
cripción del Escudo de Cristo es una ¡ es la fuente principal de la sabidu-
visible imitación (y el propio Vives ría, y eres a la vez piadosísimo, to-
no la recata) de la heroica descrip- mas gran gusto en las cosas de
ción que Virgilio hace del escudo nuestra santa religión, estos libri-
que Vulcano, por encargo de Venus, :

tos que te envío te servirán, mez-


labró para Eneas, y en el cual escul- ciadas en sabroso contubernio, la
pió en relieve la historia de Roma, y historia y la piedad, a fin de que
que en embrazándolo y levantándo- el fruto de la religión, sazonado
lo sobre sus hombros, el piadoso hé- con la dulzura de la Historia, pene-
roe levantaba toda la gloria y to- tre muy profundamente en tu es-
dos los hados de sus nietos. píritu, en leyéndolos...»
Quién era ese Serafín de Cente- Xo es ésta la única cariñosa y ad-
lles, lo dice el propio Luis Vives en mirativa mención que Luis Vives
la dedicatoria de los dos libritos: hace de Serafín de Centelles. En
«Envióte, paladín hazañoso, estos los Ejercicios de la lengua latina,
dos opúsculos míos como a quien publicados en Breda del Brabante
en esa nuestra ciudad, a la más en- el día 2 de julio, festividad de la
cumbrada alcurnia y a las riquezas Visitación de Nuestra Señora, el
más crecidas (era el conde de Oli- año 1538 (el conde había muerto el
va el más rico de los condes de to- 16 de enero de 1536), en el diálogo
da España), agregó la más exquisi- ;
Leyes del juego, dice Cabanyelles
ta erudición. Si todas las personas «Xo nos alejemos tanto del casco
de calidad siguieran esta senda, no de la ciudad más aína subamos por
;

hay duda sino que volverían aque- ! la Bolsería al Tosal, y de aquí a la


líos dorados siglos de los griegos y calle de Caballeros y al palacio de
de ios romanos, cuando unos y tu familia, Centelles (en tiempos de
otros sobresalían en linaje, en opu- Mayáns, casa de don Miguel Cata-
lencia y en sabiduría, y traspasaron j
lá), cuyos muros paréceme que aún
el nombre de nobleza y libertad a ¡
lloran a aquel héroe inolvidable, el
las artes en que se distinguían, de |
conde de Oliva.»

CAPITULO V

LUIS VIVES, EN LOVAINA


¡Qué enorme zumbido el de las vez salidos de las aulas, donde im-
colmenas estudiantiles de Lovaina ¡
peraba el latín, sus calles resona-
en los comienzos del siglo xvi! En ban con todos los acentos de una
los días de Vives, esa tétrica ciu- ' bulliciosa Babel plurilingüe. La des-
dad llegó a albergar más de siete a aparición súbita de Guillermo de
ocho mil estudiantes procedentes de Croy, electo en cardenal de Toledo,
todos los puntos de Europa. Una |
enseñó a Vives con la dura lección
CAP. V. LUIS VIVES, EN LOVAINA 41

de la experiencia que lo más cuer- dencias del edificio llamado Les


do era no esperar cosa alguna de Halles, que en aquella sazón venía
los grandes de la tierra. Maldito el a ser algo así como la Lonja o Casa
hombre que confía en el hombre y de contratación. Aquí, a las prime-
en un apoyo de carne reclina su ras horas de la mañana, explicaba
brazo, había dicho el Señor por Je- la Historia Natural, de Plinio; y a
remías. Esta misma lección de pru- las últimas de la tarde, en una sala
dencia pudo Luis Vives leerla en de la casa número 79 de la calle de
Horacio, moralista y predicador de Diest, y que en 1915, según testi-

la dorada medianía, que para mi monio señor Pin y Soler, tra-


del
goce propio, y acaso de los lectores, ductor de los Ejercicios de lengua
me place reproducir, por dar algu- latina, era propiedad de mademoi-
na amenidad a mi relato, en la ca- selle de Ryckman, que vivía en
riciosa y ondulante versión de ella, explicaba un curso sobre las

Francisco de Medrano: Geórgicas, de Virgilio, a las cuales


antepuso la luminosa prelección
Más dulcemente vivirás, Licino, que hemos mentado más arriba. Es-
«i ni camino el golfo surcar asas, ta casa, en donde Luis Vives enseñó
má huyéndolo, a las costas peligrosas y a la cual alude en el diálogo
arrimas tu camino... Vestido y paseo matutino, llamá-
Más vecéis bate el viento los crecidos base la Casa de las dos fuentes, y
pinos y caen más presta y gravemente ostenta en su frontispicio una lápida
las altas torres; .hiere el rayo ardiente marmórea que recuerda el glorioso
los montes más erguidos. hecho. La inscripción reza así:
Espera en el dolor; la alegría
teme eil ánimo bien disciplinado HIC GEMINI FONTES GR.ECUS FLUIT
otra suerte que eil cielo un día nublado
;
ATQUE LATINUS
serénase otro día . .
SIC. APELLAT. LUDO. VIVES
EOS.
VALENT.
Fuerte en los casos arduos y alentado IN LINGUiE EXERCITATIONE
te muestna, y sabio él mesmo; en la AD PHILIPPUM. HISPA. ET ANGLIíE
[serena REGEM ANNO 1556.
bonanza amainarás la vela llena RENOVATUM 1767.
del favor demasiado.
En la Universidad de Lovaina,
Recogida con buen tiento la ve- Luis Vives se granjeó las más ilus-
la túrgida de los soplos lisonjeros tres amistades, que le acompañaron
del favor, Luis Vives hubo de recu- hasta sepulcro Las más dulces
el
rrir a sí mismo y sacar agua del amistades son esas amistades que
propio pozo y oro de su propia mi- envejecen: Vino nuevo es el amigo
na. En el mes de febrero del año nuevo —dice el Eclesiástico — ; se
1519, cuando Luis Vives contaba añejará y beberle has con agrado.
no más que veintisiete años, le ha- En Lovaina conoció a su admirado
llamos enseñando en la Universidad Erasmo, que le aventajaba en unos
de Lovaina. Seguramente para en- cinco lustros. Allí trató y estimó al
trar en ella no hubo de saltar por rector del docto Cuerpo universi-
demasiados estorbos, puesto que en tario Adriano Dedel, hijo de Flo-
ella tenía muchos y buenos valedo- riss Boyens Dedel que más tarde
res. Las aulas en donde explicaba fué obispo de Tortosa, cardenal de
sus lecciones eran ciertas depen- Roma, gran inquisidor de España
42 ENSAYO BIOBIBLIOGRÁFICO. JUAN LUIS VIVES, VALENCIANO

y Sumo Pontífice, por fin, con el toria y al general conocimiento. Di-


nombre de Adriano VI. Allí inti- je: «Ha sido.» Por el hado que se
mó con Martín Dorp, aquel Dor- abate sobre las cosas humanas, la
pius de su correspondencia, de po- vemos reducida a la situación ac-
cos años y mucho saber. En Lo- tual. ¿Qué sería de ella en la actua-
vaina, Luis Vives tuvo por oyen- lidad si no la sostuvieran unos po-
tes a Antonio de Berges, el belga cos estudiosos? Digo pocos, recor-
ilustre, destinatario, como se recor- dando los días de mi adolescencia.
dará, de los dos opúsculos: Fábu- Tengo entendido que treinta y siete
la del hombre y Prelección a las años atrás, allí moraban de siete a
Geórgicas de Virgilio; al español ocho mil muchachos, consagrados
Diego Gracián de Alderete, futu- a la devoción de las Musas. Hermo-
ro traductor a la lengua de Cas- so aspecto el suyo cuando allí acu-
tilla de buena parte de los tratados dían bátavos, frisios, menapios pro-
morales de Plutarco; a Pedro Ma- cedentes del otro lado del Mosa,
luenda, de quien hace honorífica germanos de la Alemania de allen-
mención en el diálogo más arriba de, cuando la frecuentaban france-
citado: Vestido y paseo matutino; ses, británicos, españoles, italianos
al joven Honorato Juan, que más y aun gentes venidas de las más
tarde fué obispo uno de los miem-
; alejadas naciones de Europa. Toda
bros de la ilustre familia valencia- esta estudiantil afluencia yo la vi,
na de los Juan, de la cual, como y con esa entusiasta mocedad andu-
del vientre del caballo de Troya, sa- vieron mezcladas mis mocedades.»
lieron tantos varones ínclitos que En esta misma sazón formaba Vi-
dieron a su patria prez y renombre. ves en la severa milicia de Aristó-
Allí, en Lovaina, escuchábanle otros teles, pero no sin permitirse, como
y otros mozos estudiosos, promete- la abeja virgiliana, breves escapa-
doras espigas de juventud, españo- das y excursiones de esta severa
les, franceses, italianos, brabanzo- disciplina a otras florestas más ame-
nes, ingleses, que formaban su luci- nas y a tomillares más rico^de miel.
do cortejo, algunos de cuyos nom- Fruto de estos vuelos ágiles fué pre-
bres evoca con simpatía en su diá- cisamente aquella su prelección a la
logo Juego de naipes (Ludus Char- más acicalada obra del Mantuano.
tarum), como los estudiantes Vall- Luis Vives, curándose en salud, y
daura, que andando el tiempo de- ¡
saliendo al paso de cualquiera posi-
bían ser sus deudos, por afinidad; ble reserva mental, se sincera de
otro estudiante, Tamayo; otro que esta aparente infidelidad al Estagi-
se llamaba Llupiá, probablemente rita con estas palabras: «Xo es nin-
de Cataluña; un Castell, un Manri- gún absurdo que el filósofo, de cuan-
que, un Guzmán. La estada de Luis do en cuando, se apee de aquella
Vives en Lovaina coincidió con el incómoda disciplina y, para recrea-
apogeo de su Universidad. El famo- ción del ánimo, busque el comercio
so humanista Justo Lipsio, que al- con Musas más blandas y risueñas.
canzó a ver su esplendor, todavía Yo de mí sé decir que acostumbro
tuvo tiempo de contemplar su deca- hacerlo con alguna frecuencia y
dencia, y de ella da testimonio: con harta audacia, porque profeso
€ Habéis de saber — —
dice que Lovai- aquella filosofía cuyo príncipe es-
na ha sido un emporio de las bue- cribió acerca del arte poética y dió
nas letras, digno de pasar a la His- una interpretación de Homero a su
CAP. V. LUIS VIVES, EN LOVAINA 43

discípulo el rey Alejandro el Magno. más Moro, qué por carta comunicó
Desde este su retiro de Lovaina, a Erasmo la profunda sensación que
donde cultivaba sus estudios como la lectura de la carta gallarda le
quien cría violetas a la sombra, dis- había producido:
paró su catapulta contra los bárba- «Dígote que, así como en Vives
ros e indoctos doctores de la Sor- no hay cosa que no produzca mara-
bona, que no otra cosa es el panfle- villoso placer en todos, por lo que
to o diatriba Contra los falsos dia- a mí toca, me produce deleite sin-
lécticos, en forma de epístola a su gular lo que escribió contra los dia-
conterráneo Juan Fort. Estaba Luis lécticos; no tanto (aunque también
Vives persuadido, según dice en sus por eso) porque se burla de sus ar-
comentarios a la Ciudad de Dios, gucias sosas con donosas cavilacio-
de San Agustín, que esa dialéctica nes y las impugna con argumentos
pendenciera y porfiada era inspira- poderosos y con razones irrefutables
ción de un genio diabólico, porque las arranca de cuajo y las derriba
lidia siempre contra la verdad y no al suelo, sino también porque, apar-
cede nunca a mejores razones y se te de esto, allí veo determinados
huelga de que sobre la verdad triun- puntos tratados casi con las mis-
fe la mentira. A aquellos vándalos mas razones que yo mismo, tiem-
que, por no haber leído en su vida po atrás, cuando aún no había leí-
a Cicerón, a Lucrecio, a Columela y do nada de Vives, para mi uso había
a Plinio Segundo, sostenían que no excogitado. Estas razones en el li-
se podía, en buena latinidad, tratar belo de Vives no me complacen pre-
de Filosofía o Teología (y aun cuan- cisamente por el hecho de que con
do los hubieran leído tampoco los anterioridad hubieran determinado
hubieran entendido), les replicaba: mi estima (pues suele causar com-
f¿Cómo es posible que la Filosofía, placencia ver que otro aduce lo que
la Teología y las disciplinas restan- antes se nos había ocurrido), sino
tes no puedan ser explicadas en el porque me felicito de que aquello
elegante y terso estilo clásico ni en mismo de lo cual tenía yo una vaga
lengua que no sea sucia y deprava- sospecha que no estaba expresado
da? ¿Puede decirse desatino mayor? con la debida corrección, ahora me
Vive Dios, que si el cielo me conce- deja el firme convencimiento que
diere no más que diez años de salud no era ninguna necedad el hecho
regular, raeré de sus mentes ese de ver que también le agradó a Vi-
error, no con argumentos, sino con ves. Y lo que más me seduce y me
obras.» Cumplió Vives ese voto, a deleita sobre manera es que, com-
pesar de su salud menguada, con los probando que el mismo argumento
siete libros que compuso acerca de ocupó el pensamiento de ambos, fué
la corrupción de las artes (De co- por ambos tratado de tal manera
rruptis artibus), con los cinco de su que, aunque por parte suya con ma-
arte de enseñar (De tradendis dis- yor extensión y, desde luego, con
ciplinis) y con los ocho acerca de más elegancia, con todo, en algunos
las artes (De artibus). puntos, no solamente aducimos las
El disparo armó el revuelo pre- mismas cosas, sino casi las mismas
visible entre los que fueron vícti- palabras. Así que me halago a mí
mas de la valiente arremetida; pe- mismo con la blanda creencia de
ro le granjeó muy más valiosas que el influjo de una misma inspi-
adhesiones, y entre ellas la de To- ración, venida del cielo por una se-
44 ENSAYO BIOBIBLIOGRÁFICO. JUAN LUIS VIVES, VALENCIANO

creta fuerza y misteriosa simpatía, i de. La nobleza belga dominaba más


estableció relación y concordia entre I
de lo que era razón, y aun razón
nuestras almas.» Esto es lo que di- j
de buena política, el ánimo de Car-
ce el sesudo Tomás Moro acerca del los V, y asignaba las superiores dig-
libro contra los falsos dialécticos. nidades de la Iglesia de España a
Desde esa misma Lovaina, y en jerarcas extranjeros. No por espí-
el propio año 1519, por el mes de ritu de pringosa lagotería, en la
abril, nuestro Vives dedicó a Carlos que en ningún tiempo Luis Vives
Carendolet, señor de Potel, su la- mojó su pluma, sino por aparejar
mentación sobre la fuga de Pompe- su ánimo a la benevolencia y darle
yo {Pompejus fugiens) de la batalla indirecta y delicadamente una lec-
farsálica, recién acabada de escribir. ción de buen gobierno, le envió la
Es un extenso soliloquio retórico prefación al Sueño de Escipión, que
del más subido y variado patetismo, Macrobio extrajo del libro VI de la
demasiado declamatorio para mi República, de Marco Tulio, y la adi-
gusto. cionó con una Vigilia al margen de
Este Carendolet y el propio Vives este Sueño. Con la doctrina conteni-
iban forjando de consuno la perso- da en este pequeño libro se instru-
nalidad de Guillermo de Croy para ye y forma para la república el
los bellos y grandes destinos que príncipe perfecto y acabado. Sus ra-
parecía tener delante de sí, si aquel zones válidas tenía Luis Vives para
desgraciado accidente de equitación dedicar ambos opúsculos al arzobis-
no los hubiera burlado y anulado. po valentino. En su inacabable inge-
Carendolet era el ayo (poedono- nuidad, en su buena fe incansable,
mus) del cardenal, y Luis Vives era esperaba Luis Vives que el novel
su institutor. Carendolet fué deán arzobispo labraría la felicidad de
de Besancón, y el día 20 de abril aquel reino en aquellos días cala-
del año 1518 tomó posesión, en nom- mitosos. Pero sus esperanzas fue-
bre de su señor, del arzobispado de ron engañadas. Aquel su generoso
Toledo, pero cuán en vano. deseo no pudo realizarlo el obispo
Un paso más y nos hallamos en
1

que no llegó a sentarse en su sede;


el año 1520. Luis Vives continúa o en frase cruel de Mayáns, el espo-
en Lovaina. En los postreros días so que jamás vió a su esposa.
de marzo expide una carta nuncu- El propio año de 1520 dedicó Vi-
patoria a Erardo de la Marca, obis- ves a Martín Pons, jurisconsulto de
po de Lieja y arzobispo electo de Valencia, el tratadito intitulado Mo-
Valencia, en la que el valenciano rada de las leyes. Ilustróse este Mar-
añoroso hace de su ciudad natal tín Pons por su consejo y por su
aquel elogio emocionado y bellísimo brazo, uniendo en un mismo culto
que ya conocemos, no superado aca- a Minerva y a Marte, como los an-
so sino por el más copioso y entu- tiguos jurisconsultos de Roma:
siasta de fray Francisco Eximenis,
el franciscano de Gerona, autor del Molto egli oprd col senno e con la mano.
Carro de las donas y del Regiment
de la cosa pública, en quien su con- Micer Martín Pons desempeñaba
dición de ser peregrino en la ciudad aquel año el cargo de abogado fiscal
levantina no debía poner reserva y patrimonial, y de su boca estaba
i

ni moderación en el fervoroso en- colgado el senado valentino, en


comio Quantum potes, tantum au- aquel tiempo arremolinado de eres-
: ;
CAP. V. —LUIS VIVES, EN LOVAINA 45

pas revueltas civiles y de las alte- gre levantina. El historiador de los


raciones de la Germanía. En sep- movimientos y bullicios de la Ger-
tiembre, Pons fué comisionado para manía, Martín de Viciana, narra así
trasladarse a Bélgica, juntamente su muerte desgraciada en el ataque
con Mosén Gaspar Marrades, emba- los agermanados de Játiva:
i

jadores del brazo militar a la Corte tMartín Ponce, abogado fiscal y


.

de su majestad para prevenir a patrimonial, encima de un ligero


Carlos V, emperador de romanos y cavallo alazán, iva hecho un León,
rey de España, contra un posible alanceando los enemigos, y cuando
engaño de los síndicos del pueblo. más encendido corría en pos del
Es de creer que en esta ocasión Mi- encubierto, entró por el camino de
cer Pons viese a su famoso coterrá- Cárcer en un callejón, donde cayó
neo expatriado; y ello dió a Vives en manos de los enemigos, y junto
la oportunidad de dedicarle aquel al huerto de Juan Murta cargaron
juguetito jurídico escrito en la ve- mtos sobre él, que le derribaron
nerable latinidad de las Doce Tablas, del caballo, cortaron la cabeza y le
y a Micer Pons acomodó la cláusu- desnudaron. Desta manera feneció
la final del opusculillo: Esto es el este valeroso cavallero en la mesma
sentir de Aristóteles en sus libros tierra donde había nacido: fué su
de la República; a saber: que más ventura tenerla por madre y sepul-
felizmente se gobierna una ciudad tura. Bien empleada muerte la po-
por un buen gobernante que por demos llamar la de este cavallero,
la mejor de las leyes. que sirviendo a Dios murió por
Astrado fin, y de ninguna manera matar el hereje tras quien mucho
merecido, el que tuvo este caballero había corrido por le alcanzar, y
sin tacha. No pudo Micer Pons con sirviendo al rey de oficial en el
toda su autoridad y prestigio sose- consejo y de cavallero en la gue-
gar el torvo oleaje civil en que Va- rra» (1).
lencia bullía y se consumía, des- Miguel García, escritor contempo-
mintiendo aquel trillado pasaje vir- ráneo, en una obra inédita aún en
giliano, que a las humanidades de ¡
tiempos de Mayáns, confirma esta
ambos, de Vives y de Micer Pons, 1

versión de Viciana, y dice en su len-


no podrá menos de ser agradable gua vernácula :Morí empero en
que loevoquemos: aquesta pelea Micer Pons, Doctor
«Bien como cuando en un gran en Liéis per atényer lo Encubert,
pueblo ha estallado una sedición y perqué passá tan avant que quant
la plebeya chusma se embravece; volgué no's pogué salvar.
ya vuelan teas y vuelan piedras y Por lo que toca y atañe al librito
el furor hace de todo armas; enton- Morada de las leyes (JEdes legum),
ces, si acaso ven un varón grave, holgaremos de leer la opinión de
respetable y pío, callan de súbito Tomás Moro, expresada en carta di-
y páranse y atienden, arrechas las rigida a Erasmo de Rotterdam:
orejas, y él, con sus razones, se en- «Alguna cosa hay, mi querido
señorea de los ánimos y amansa la Erasmo, en el opúsculo de Vives
fiereza de los pechos...» acerca de la cual, si le conociera
La gravedad, la piedad, la elocuen-
cia y el consejo nada pudieron so-
(1) Martín Viciana: Libro de la íth-
bre las masas amotinadas y el tur- dita y coronada dudad de Valencia...
bulento proceloso hervor de la san- Barcelona. Pablo Co-rtey, 1566; fol. 206.
46 ENSAYO BIOBIBLIOGRÁFICO. JUAN LUIS VIVES, VALENCIANO

personalmente, querría darle mi avi- A Budeo se le atribuía el ingenio;


so. Ahora, porque no estoy bien se- la copia afluente del decir se atri-
guro de la disposición con que reci- buía a Erasmo; a Vives se le atri-
biría de un desconocido una tan buía el sano y robusto juicio. Esa
molesta oficiosidad, bien puedes tú, fórmula es de Andrés Schott, en su
cuando se te presente la ocasión, Bibliotheca Hispanice. De esos ma-
advertirle que la Morada de las Le- jestuosos triunviros dijo Francisco
yes, como también su Sueño (1) Mas, paisano nuestro, que había se-
(que, por otra parte, está más des- guido los estudios de las letras de
pierto y avivado que las vigilias- de humanidades en París: «Después
muchos), contiene puntos abstrusos de haberme separado de Erasmo, de
en demasía que no tienen sentido. si- Budeo y de nuestro Vives, me con-
no para los que poseen una erudición vencí que en nuestro siglo no había
excepcional, cuando a la cultura nadie más a quien se pudiera otor-
convendría que fuesen entendidos gar la palma y la gloria de la ver-
por la generalidad. Este inconve- dadera y auténtica elocuencia.» El
niente sería fácil de remediar con propio Andrés Schott consagró es-
una mayor explicación o con la aña- ta trinidad en un lindo e ingenioso
didura al margen de brevísimos es- epigrama latino, que en lengua de
colios. Asimismo proyectará un buen Castilla suena así:
golpe de luz sobre sus Declama- «Vives, eternamente vivirá, vence-
ciones si al menos en una breve dora de la muerte, tu fama, pues
página ofrece la síntesis del he- vuelas, Vives, por las bocas vivas
cho histórico que constituye su de los hombres. La caudalosa co-
fondo.» rriente de Desiderio de Batavia
Erasmo, Budeo, Luis Vives en la fluye inagotablemente por cauces
Europa de su tiempo, encarnaban el anchurosos.
triunvirato del saber; pontífices los »La Galia, madre fecunda de va-
tres, sin envidia ni querella, de rones doctos, se jacta de su alumno
aquellos serenos templos de la doc- glorioso y hace alarde de Budeo por
trina antigua que Lucrecio celebró. la genialidad de su ingenio.»

CAPITULO VI

FUGAZ VISITA A PARIS Y TRASCENDENTAL


CARTA DE VIVES
Acabamos de mentar el triun- que en ella exterioriza toda
literaria,
virato intelectual que imperaba enbondad y el candor de su pecho,
la
Europa en la primera mitad del si- superior a toda envidia y sentimien-
glo xvi :Erasmo, Budeo, Vives. to mezquino y para quien todos los
Ahora vamos a conocerlo a través amigos eran una dilatación de su
de nuestro cónsul en esa república propia personalidad y como la otra
mitad de su alma. Vives escribe a
(1) El sveño de Escipión. Desiderio Erasmo de Rotterdam
CAP. VI. VISITA A PARÍS Y TRASCENDENTAL CARTA DE VIVES 47

desde Brujas, adonde llegó la víspe- pláticas, ¿cómo no?, hácese men-
ra de su breve desplazamiento en ción de sus estudios y de los míos.
París, que había durado dos sema- Yo tuve buen cuidado de disimular
nas. La carta es algo anterior a la y no decir palabra de mi peligrosa
inesperada desaparición del teatro misiva a Fort, y eso que él estaba
del mundo del cardenal Guillermo presente, pensando que esa carta
de Croy, donde parecía iba a repre- había sido expedida con los agüe-
sentar papeles tan brillantes. Y co- ros más siniestros. En ese punto
mienza así: Fort no se puede aguantar por más
.
«Iba yo de viaje con el cardenal tiempo en el cuerpo lo de la carta
Croy hasta la frontera de los domi- de marras. Riéronse todos, y no so-
nios de nuestro príncipe, mi entra- lamente confesaron que no les de-
ñable Erasmo, más docto que nadie sabrió, sino que me debían recono-
y mejor que nadie con muchísima cimiento no pequeño porque la cir-
ventaja, y plúgome entrar en la ve- cunscribí a confutar y poner en
cina Francia, y en breves jornadas ridículo verdaderos desatinos. Dijé-
y pocas etapas llegarme hasta Pa- ronme que los ingenios parisienses
rís para ver a ios sobrevivientes de habían cobrado mucha cordura des-
mi pasada familiaridad y amistad y ale los días en que yo estudié allí
granjearme nuevos amigos para, en filosofía, aun cuando quedaban cier-
su presencia, cara contra cara, go- tos rastros y supervivencias y que-
zarme con su trato e intimidad y daban doctores que se acomodaban
en mi alejamiento con su memoria con una zafia docilidad a la opinión
dulce y con el sabroso solaz de su recibida y al gusto de los oyentes
correspondencia. Pensaba yo que y que no se decidían o no se atre-
ese viaje iba a resultarme desabri- vían a despojarse de un disfraz que
do, porque estaba fresca aún y viva hasta hace poco les fué tan favora-
y coleando mi invectiva contra los ble y a una comedia que les ganó
seudodialécticos, y específicamente tantos aplausos. Allende de esto,
Jos de París. Yo daba por descon- me dijeron que había en el grupo
tado que muchas de las persona- de los españoles quienes, a su ejem-
lidades incluidas en aquella clasifi- plo, dan gran impulso a los estu-
cación que ahora se llaman sofistas dios más lucidos; que Juan Pobla-
me harían sentir su desvío nada ción es la más descollada autoridad
suave. Pero la cosa resultó muy al en las ciencias matemáticas, amén
revés de lo que yo me había imagi- de haber estudiado con fruto bue-
nado con una demasiado aprensiva nas letras. Eso mismo ha hecho
y meticulosa suspicacia. Francisco Meló; lo mismo Gabriel
»Llego a París, no cansado pre- Aquilino (¿no será Aguiló, apellido
cisamente del camino, sino encanta- tan familiar en territorio de lengua
do de tan agradable jornada, y por catalana?); lo mismo promete que
un criado notifico a mis amigos que hará Juan Enzina, mozo el más
yo estoy allí. Acuden a mí en gran aguerrido polemista en esas mate-
número, y, con cariñosa obsequiosi- rias; está pertrechado de mil artes
dad, danme el parabién por mi lle- y recursos, si alguien contiende con
gada; al día siguiente tráenme él con igualdad de armas, para ata-
otros, y así todos los días, incluso car, para contraatacar, y otros tan-
a los sofistas más reputados con tos para evadirse, para deslizarse,
tan infeliz renombre. En nuestras para escabullirse.
48 ENSAYO BIOBIBLIOGRÁFICO. JUAN LUIS VIVES, VALENCIANO

«Dijeron muchas cosas, pero mu- mensales de esa categoría que te


chas más vi yo en Martín el Lusi- prometen y te prestan todo su apo-
tano, muy próximo pariente de su yo, todo su interés, todo su favor,
rey, cuya mención harto merecida toda su adhesión entusiasta, y pro-
pidiera para sí una carta entera. testan no haber sacrificio que no
Este, una vez que cató el gusto ace- estén dispuestos a hacer por ti; que
do de aquellos sofismas, cobró tal sus casas te están abiertas, si allá
repugnancia a aquel sabor repelen- fueres, y que a tu omnímoda dispo-
te, que ¿diré yo que se entregó o sición están sus posibilidades, sus
se sumergió en esotra auténtica y familias, sus bienes, sus amigos.
verdaderamente humana condición? Pídente con encarecimiento que allá
Yo creo esto último para borrar con vayas, que ellos procurarán que los
esta golosa dulcedumbre aquella aci- contendientes no suelten sandeces
dez repulsiva de su paladar. Gran- en sus certámenes teológicos. Así
des son los progresos que ha hecho está la cosa. Si alguno se aventura
en esas disciplinas. Por sospechar a proferir en la Sorbona un argu-
que en ellas alguna era mi autori- mento urdido con telas de araña,
dad, no puedo decir con cuánta los oyentes arrugan el sobrecejo y
amabilidad, con qué simpatía y con protestan y patalean y lanzan gru-
qué favor me acogió. Fuera tarea ñidos y le echan de la escuela. Si
prolija puntualizar qué honores, y en las contiendas filosóficas algún
de qué hombres los recibí por la enigmatista salta á la arena armado
bondadosa opinión que se habían y cargado de muchos sincategore-
formado de mi ingenio. Y ya no son mas y cuyo vocabulario necesite un
los príncipes solamente y las per- intérprete etrusco o un zahori de
sonas de calidad quienes empren- la adivinación, ése es sacado luego
den el estudio de las disciplinas que al punto del campo de la liza con
convienen a su vida y a su linaje, gritos, con silbas, en medio de una
y ajustan a ellas su conducta y de- batahola imponente.
jan la sordidez para los sórdidos, »No dudo que estas noticias se-
sino los teólogos más conspicuos de rán de tu agrado por el amor que
aquella Universidad. Difícilrr ente tienes a los buenos estudios; al me-
creerás cuánta sea su naturalidad nos, yo tuve la gran satisfacción de
y cuánto mejor las interpretan que comprobarlas, aun cuando aquella
muchos de los que tú conoces; ig- república no ha logrado arrumbar
noran algo, es cierto esa ignoran-
; por completo con toda aquella ne-
cia les duele; pero no tienen envi- crópolis de esfinges.
dia de los que las saben y animan »Todo esto que te he contado con-
a sus discípulos a que las aprendan. tribuyó al solaz y divertimiento no
»Me senté a la mesa con todos pequeño que yo tomé en París. O
ellos, y no pocas veces y con harto no solamente a mi divertimiento y
gusto. En la mesa, a la tercera pa- solaz, sino también al fruto de mi
labra, saltaba al punto tu nombre. viaje, contribuyó en grado sumo el
Ocurrían muchas variaciones acer- hecho de que me cupo la suerte de
ca de ese tema y prolongábase la ver y hablar a Budeo, que de anti-
sabrosa conversación de sobremesa guo era amigo tuyo y ahora es mío,
hasta mucho después que se habían o mejor, por borrar la palabra envi-
levantado los manteles. Pudiera de- diosa, ahora es amigo de ambos.»
cirte el nombre de más de diez co- Parece que entre esos dos triun-
CAP- VI .
VISITA A PARÍS Y TRASCENDENTAL CARTA DE VIVES 49

viros de la república literaria exis- más despierta. ¿Quién no admirará


tieron determinadas fricciones por su memoria prodigiosa? Dirás, a fe
piques de erudición, y Luis Vives, mía, que su pecho es una bibliote-
varón que había tomado como divi- ca: de tal manera en ese rico pe-
sa de su tranquilo apostolado él cho están catalogados ordenadamen-
Sine querela consignado en su Es- te historias, fábulas, antigüedades,
colta del alma (Satellitium animi), todos los saberes, todos los voca-
quiso apaciguar la querella y hacer bularios.
desaparecer toda suerte de resque- «Escribe de tal manera el latín,
mor entre esos dos dictadores de la habla el latín de tal manera, que
cultura europea o de la cultura oc- grande fuera su renombre en la
cidental, como decimos ahora, y par- época de Cicerón, si en la época de
ticipa a Erasmo la enorme impre- Cicerón le hubiera tocado vivir; y
sión que le causó la conoscencia di- habla el griego con tal perfección,
recta con Budeo que los mismos griegos no se reca-
« Gran Dios
¡ Qué hombre aquel,
! ¡
tan de decir que está en condiciones
ora se atienda a su talento, ora a de enseñarles su lengua nativa. A
su erudición, o a sus costumbres, o la vez que los cinco volúmenes acer-
a lo que menos vale en el hombre, ca Del As le pregonan filósofo peri-
que es su fortuna, la cual, aun sien- tísimo, nadie va a creer las sobras
do en él esplendidísima, con todo que retiene si no lo hubiere contem-
es insignificante y contentible si se plado de cerca y en el sagrado de
la compara con la magnitud y la su hogar. Hasta qué punto esté em-
brillantez de sus otras prendas. papado de los autores, no quiero que
» Comenzó por nacer en noble cu- nadie lo crea porque yo lo digo, sino
na, y en su estamento goza de una por lo que dicen los maestros en
intachable respetabilidad, heredada sus juicios críticos acerca de las
de su prosapia más remota. Afuera Pandectas y los libros Del As. Esta
de esto, disfruta de una opulencia obra hizo bajar la cabeza a todos los
de que su cuna no ha de avergon- Hermolaos, Picos, Policianos, Ga-
zarse. En ese punto no se le ha de zas, Vallas, a la Italia entera, de
valorar, pues todas sus restantes guisa que con no menor compren-
cualidades, bien así como el sol ba- sión que verdad escribió Tonstaldo,
rre la lumbre de las estrellas, ofus-varón doctísimo, que si Budeo lle-
can esa estrella de su fortuna y de gaba a anunciar el propósito de es-
su linaje. Huelgo mucho de escri- cribir su obra acerca del As, antes
birte a ti y de Budeo cabalmente, que le sacase a luz, fuera general
pues los libros que publicó clara y la rechifla.
paladinamente publican sus alaban- »¿Por qué hablar de sus costum-
zas, y tú mismo no acabas de ad- bres? ¿Qué no tiene él que no sea
mirar y celebrar las virtudes de un en grado soberano y ejemplar: ac-
hombre tal que yo prefiriera oírlas ceso fácil, equidad, humanidad?
de ti que contártelas yo mismo. La ¿Y qué diré de su piedad para con
enorme cantidad de sus lecturas, y los santos y de su bondad para con
cuán reposadas, y cuán iteradas, y los hombres? Franco y expedito te-
cuán digeridas, demuéstranla a sa- nía el camino ese hombre para la
ciedad todas las obras que lleva es- más tentadora de las fortunas si se
critas hasta hoy. No hay cosa que aviniera a separarse no más que el
él no haya leído y con la atención ancho de una uña de aquel su pro-
5u ENSAYO BIOBIBLIOGRÁFICO. JUAN LUIS VIVES, VALENCIANO

ceder inflexible y perfecto. Y con con una pequeña punta de mal hu-
todo antepuso la estima de esa su mor, en contra de lo que parecía
virtud a todas las fortunas prome- bien en vuestra amistad, harto mo-
tidas, a todos los halagos seductores. tivo existió y harta culpa en cada
Jamás por jamás, deslumhrado por uno de los dos y en el asunto que
el esplendor de las riquezas, desvió se debatía.
sus ojos de lo justo y de lo santo. «Primeramente, cada uno de vos-
Sabes tú muy bien que todo esto otros buscaba afanosamente por su
que te digo es verdad y con toda tu lado la ocasión de escribir al otro y
elocuencia no lo engrandeces ni hi- no siempre en porfía de alabanzas,
perbolizas por encima de la reali- pues este pugilato de elogios no
dad (yo no sé si podrías), dado que puede ser perpetuo ni puede ser
llega ya a la cumbre, pero cierta- largo, y en caso que pudiera serlo,
mente le das prestigio e impones eá cada cosa tiene su medida. Dado que
convencimiento de que es así. Con- la elocuencia, sin antagonista, es
sideras tú y amas entrañablemente cosa muerta, estuvo bien que al
a Budeo. Budeo es el hombre, en principio os hostigaseis el uno al
esas tierras cisalpinas, preferido por otro con determinadas punzaditas.
ti a no pocos italianos. Esta es tu ¿A qué se reduce el orador si habla
opinión; éste es el respeto que te en monólogo y nadie le excita y
merece y en ese concepto tienes tú hostiliza? Forzosamente se entorpe-
su talento y sus estudios...» cerá y languidecerá. Escribe Cicerón
En este punto, Luis Vives, empe iue Cayo Erucio acusó con suma
ñado en zurcir las momentánea- desgana y debilidad a Roscio de
mente descosidas voluntades de am- Ameria, porque se figuró que no iba
bos epígonos, quiere soldar la fisura a haber quién le replicase. Como
leve y colmar la irritación que no hice mención, de vuestras obras no
pudo ser más que cutánea, devol- era ciertamente estrecho el terreno
viendo a Erasmo la estima grande de la fricción, puesto que habéis es-
que Budeo le profesa crito copiosísimamente y con eru-
«Has de saber que él, a su vez, dición suma y vuestros escritos an-
¡

piensa lo mismo de ti, no por co- dan en las manos de todos los estu-
rrespondencia de gratitud, sino por- diosos. Mientras el uno pide al otro
que así piensa realmente. Te procla- la razón de lo que hizo y ambos a
ma príncipe de la cultura en este dos explanáis los puntos de mira
tiempo; te coloca en el grado más respectivos ligeramente, o aparta de
alto de la erudición; se descubre sí o echa sobre el otro aquello que
ante tu ingenio, tu doctrina, ante el otro, dado que no lo reprobase,
tus obras imperecederas; es celosí- significaba su extrañeza de que tal
simo defensor de tu fama y de tu cosa hubiera podido pasar. Este fué
nombre. Seguid amándoos mutua- el motivo inicial de vuestra desave-
mente, seguid respetándoos, seguid nencia; ambos os desabristeis de
admirándoos; sois dos cuerpos; pe- que el uno no aprobara a ciegas y
ro el alma es una. ¿Qué espectáculo absolutamente lo del otro en todos
puede ser más grato y más edifican- sus puntos. En el ínterin salió tu
¡

te para todos los hombres de letras? Apología (1) enderezada a Fabro,


¡

Si en nuestra comunicación episto-


lar se chanceó (como acaso podrá (1) Tengo la fortuna de poseer la
parecerlo a los que no os conozcan) magnífica edición de esa Apología, sa-
CAP. VI. VISITA A PARÍS Y TRASCENDENTAL CARTA DE VIVES 51

que tuvo virtud de irritar un po-


la y Atico y Bruto, que, a menudo, se
co más escaramuza verbal, mien-
la hostigaban con cartas de ese mismo
tras tú, a Budeo, le pareces excesi- tono.
vo, o finges parecérselo, no sea que »Por lo que toca a la disposi-
continúes atacando a Fabro en tus ción del ánimo de Budeo para con-
escritos, y en cambio a ti te parece tigo, aun cuando yo sé que lo tie-
módico y escaso. De ahí se pasó a nes muy explorado y conocido, me
aquellos excesos que muchos juzga- atreveré a darte las más firmes ga-
ron desmesurados, intolerables, atro- rantías. El propio Budeo me enseñó
ces, cuando a ti (cosa que a Budeo algunas cartas que dice él le fueron
le satisfacecompletamente) te pare- escritas por las Furias (ese nombre
ce que no traspasaron los límites les cuadra mejor que el de hombres)
de la correcta amistad ni tampoco que se proponían dividir vuestros
me lo parece a mí, que juzgo el ánimos, y de uno que sois querían
asunto sin pasión, pues uno y otro hacer dos; insinuaban sospechas
hablasteis con libertad, confiado ca- siniestras y echaban aleve semilla
da cual por su parte en la sinceri- de discordias, sacadas del mismo
dad de la amistad, y aquellas chan- pecho de Alecto, la más brava y
zas y burlerías que para los extra- venenosa de las Furias.
ños tienen uñas y dientes, para los »Así las cosas, yo dije todo cuan-
amigos son de todo punto inofensi- to me pareció oportuno para que el
vas: no arañan, no muerden, ape- ánimo de Budeo, si por ventura es-
nas si pinchan; cosquillean simple- tuviese inficionado por tanta pon-
mente. El espíritu con que se de- zoña, se amansase y apaciguase; pe-
cían, lo que menos deseaba era mo- ro ninguna necesidad había de mis
lestar, y las expresiones, si no te- recursos persuasivos. Budeo, que pa-
nían miel precisamente, carecían ra todos los otros tiene una tenaci-
de acíbar. No tenían más que sal dad ejemplar en la amistad que
urbana y donaires y bromas de una vez concibió y que no fácilmen-
aquellos que dicta la amistad, y no te le abandona, ni siquiera provo-
una amistad cualquiera, sino aque- cado por la injusticia, a ti te tiene
lla otra amistad auténtica y proba- tan firmemente asido a su espíritu
da como la que medió entre Cicerón con las raíces del amor y del res-
peto, que no hay fuerza humana
que de él te pueda arrancar. Yo te
lida de las prensas de Froben (Baslea, garantizo por él, como a él se lo ga-
1517). El motivo de ese desabrimiento ranticé por ti, que vuestra amistad
entre Budeo y Erasmo. por la fina amis-
va a ser perpetua y que ella, con to-
tad que el primero profesaba a Fabro
(Jacques Lefévre d'Etables) fué qué en
da certidumbre, será muy grata y
la interpretación del verso del sal- sumamente ^provechosa a las letras
mo VIII Mmuisti eum paulo minas ab
: y a toda suerte de estudios.
angelis, que San Pablo aplica a Cristo, »Yo no hubiera osado salir fia-
Erasimo hizo notar a Fabro que en sen- dor de estos sentimientos recípro-
tir de San Jerónimo los hebreos leen
cos si no os supiera dotados de una
no ab angelis, sino a Deo. Los Setenta
prudencia tal que siempre daréis
dieron la primera versión. Este reparo
de Erasmo, formulado con alguna vive- más crédito a las realidades sólidas
za, promovió la pelamesa filológica y que a los livianos rumorcillos, que
teológica sobre la cual el temperamen- a los manejos de los intrigantes,
to componedor de Vives. que a los dañados consejos de los
52 ENSAYO BIOBIBLIOGRÁFICO. JUAN LUIS VIVES, VALENCIANO

amigos influidos por alguna pasión cara y de todo su cuerpo y de su


¡

inconfesable. Pero basta ya de es- gentileza, verdaderamente como de


te enojoso asunto. Yo espero que heroína antigua, podía yo conjetu-
habéis echado tan a nivel y plomo rar honesta como la que más y muy
los cimientos de vuestra amistad y prudente madre de familia; luego
¡

con tan buenos auspicios, que por de haber saludado con la reveren-
¡

su propia fuerza y estabilidad se cia debida a su marido y aun a mí


mantendrá para siempre y no po- con toda honra y cortesía, pregun-
drá mellarla ni menoscabarla el tóle si era aquélla su esposa: «Es-
embate de ninguna suerte de trai- ta, dijo, es mi esposa, que hace has-
doras baterías...» ta tal punto mi voluntad, que no
¡Qué ánimo Cándido el de Luis trata con cariño mayor a mis hijos
Vives, tan sin afectación, tan sin que a mis libros, pues me ve estu-
j

lisonja, tan sin suspicacia ni rece- diandoi


siempre» (1). Maravillosa
lo, tan sine querela, tan amigo de alabanza le pareció a Vires aquella
j

sus amigos como en esta carta se alabanza aplicada por Budeo a una
|

revela! ¡Y cómo quiere a ambos, a esposa ejemplar, a una perfecta ca-


j

Erasmo y a Budeo, desazonados por sada, y tanto más merecida porque


una eventual y efímera desavenen- ella no sabía letras.
cia y pique de amor propio litera- No quisieron los amigos pari-
rio! i
Y cómo quiere que en la re- sienses de Luis Vives que abando-
pública literaria, habitada por ge- nara la metrópoli lodosa de Juliano,
nios morosos y por temperamentos en expresión de Menéndez y Pela-
irritables, reine la paz fecunda, y la yo, sin que les dejara algún gaje
concordia, que en frase de Séneca de su talento y puesto caso que ha-
;

hace crecer las comunidades peque- bía interrumpido sus lecciones en


ñas y las asociaciones chicas no de Lovaina, gestionaron con él que die-
¡

otra guisa que en la colmena con- se alguna en París. «Plúgome la insi-



corde se hinchan los panales del nuación dice Vives, con gracejo
|

don celeste de la miel! Y porque la cosa no fuera demasia-
Puesto que Luis Vives nos ha pre- do seria, escogí un sueño en el cual,
sentado aquí a uno de los triunvi- si llegaba a dormitar algo, no pare-
ros de la cultura de Europa y pin- ciese que me apartaba de la com-
¡

tado con tan simpáticas y tan ve- postura conveniente. Así que echa-
races tintas a Guillermo Budeo, no do y durmiendo, de claro en claro
quiero despedirme del sabio autor y de turbio en turbio, volví a soñar
del De transitu hellenismi ad Chri- el famoso Sueño de Escipión. En
stiarúismum, a quien conoció en esa despertando de él, hice los apare-
su estada de París, sin referir una jos para mi partida. Muchos eran
anécdota ejemplar contada por el los negocios que me llamaban del
propio Vives, que merece conocerse otro lado; pero retuviéronme algún
j

y para la cual acaso no encontrara tiempo más así los viejos amigos
yo lugar más adecuado: como los amigos recientes, atentos
«Yo mismo, ha poco tiempo, ha- conmigo hasta la molestia, pues con
llándome en París en compañía de su implacable amabilidad, con tan-
Guillermo Budeo y en su casa, y to agasajo y tanto banquete se re-
pasando por el impluvio por donde l

paseábamos, su mujer, hermosísi- (1) De Christiana femina, lito. II,


ma, y cuanto por las señas de su cap. V.
|
CAP. VI. VISITA A PARÍS Y TRASCENDENTAL CARTA DE VIVES 53

crudeció mi achaque. La cosa iba ese linaje de próvidas hormigas la


a tirar para largo, si no se me hu- civilización les debe reconocimiento,
biera entregado una carta del car- porque salvaron buena parte de los
denal, que me reclamaba con ur- tesoros de las viejas galeras hundi-
gencia. Ella leída, me desasí y me das. Uno de los tesoros que salvó
desenvolví de todos ellos de sus: fué el Sueño de Escipión, que Mar-
desayunos, meriendas,
almuerzos, co Tulio pone como epílogo de su
cenas, tortas y pasteles grandes y República. La antigüedad no nos
pequeños. A los cinco días de haber ha dejado nada más bello ni más
salido de allá, que fué la fiesta de religioso que esa admirable ficción
la Santísima Trinidad, llegué a Bru- ciceroniana. El propio Luis Vives
jas, en carruaje, y al día siguiente lo confirma expresivamente: «Por
te escribo a ti. Ten salud. Salve, loque toca a este sueño, puedo afir-
maestro mío.» mar sin reserva mental alguna que
No era para Luis Vives empresa jamás en ninguna época de la Hu-
baladí esa de acercarse siquiera de —
manidad se escribió libro excep-
puntillas al Sueño de Escipión, ya túo siempre, dice él, los libros ca-
comentado por Macrobio. Macrobio nónicos de nuestra sacrosanta reli-
fué un personaje de calidad, que —
gión con una más fuerte conden-
desempeñaba funciones administra- sación de sustancia, de arte, de
tivas a los comienzos del siglo v. elocuencia; ninguna porción de cual-
Era también, según puede conjetu- quiera parte o aspecto de la filoso-
rarse de sus escritos, uno de aque- fía falta en ese inmenso libro chi-
llos temperamentos que, no atre- quito..., y todo ello con tanta pure-
viéndose a combatir con ataques za, tanta elevación y tanta religio-
frontales al cristianismo, llenaba sus sidad, que parece increíble que doc-
escritos de reticencias calculadas, trinal tan puro, que salido de un
estremecidas de cóleras sordas e autor cristiano no podríamos me-
impotentes. No atacará como su nos de admirarlo y ponerlo sobre
contemporáneo Rutilio Namaciano, nuestras cabezas, proceda de un au-
quien, en su famoso Itinerario en tor pagano.» Este testimonio es de
verso de Roma a la Galia, al pasar Luis Vives.
por delante de Capraria, risco salo- Andar sobre el terreno pisado por
bre perdido en medio de las olas, Macrobio, tenía sus riesgos y se
la maldice con insólita y fanática prestaba a suscitar una rivalidad te-
vehemencia, porque está poblada o, merosa. Luis Vives huye de los pa-
mejor, dice, envilecida y ensuciada sos de su antecesor y llena sus omi-
de monjes aborrecedores de la luz: siones. Macrobio atinó el recurso de
resumir las enseñanzas más altas
Squalet lucifugis ínsula plena viris: de la filosofía de su tiempo acerca
del mundo y de Dios, y a propósito
porque detrás de los monjes está el de la vida futura sentó afirmaciones
cristianismo. Macrobio es más cau- más precisas y firmes de lo que se
to y cobarde. Más que un sabio ori- acostumbraban aventurar en las es-
ginal, esun mero compilador, cosa cuelas filosóficas de aquel tiempo.
que, por otra parte, él mismo reco- El joven Escipión, volviendo en
noce y confiesa. Es un. verdadero sueño a ver al primer Africano, le
prontuario de antigüedades. A esa pregunta si vive realmente como
suerte de pacientes acarreadores, a también Paulo Emilio y los otros
54 ENSAYO BIOBIBLIOGRÁFICO. JUAN LUIS VIVES, VALENCIANO

grandes hombres del pasado. «Sí i


»¿Qué mortal desatino
—responde vencedor de Carta-
el de la verdad aleja así el isentido,

go — solamente viven aquellos que,


;
j
que, de tu bien divino
olvidado, perdido,
libres de la cárcel del cuerpo, le-
¿igue la vana sombra, el bien fingido?...»
vantaron el vuelo hacia nosotros.
Eso que vosotros llamáis vida, con Asimismo los héroes antiguos
mayor propiedad debiera denomi- contemplaban los astros y penetra-
narse muerte.» El joven vástago ban las leyes eternas, por las que el
de los Escipiones, tendidos los bra- mundo se gobierna y la Naturaleza
zos hacia aquellos varones gloriosos no tiene secretos para ellos
que él admira y ama, no puede me-
nos de exclamar: «Si acá arriba es- Quien mira el gran concierto
tá la morada de la vida, ¿qué hago de aquestos resplandores eternales,
yo por más tiempo sobre la tierra? su movimiento cierto,
sus pasos desiguales
¿Por qué no he de apresurarme a
y en proporción concorde tan iguales;
reunirme con vosotros?»
Estas expresiones palpitan de sen- la luna cómo mueve
timientos casi cristianos. Lo que es- la plateada rueda y va en pos de ella
torba que no lo sean del todo es que la luz do el saber llueve,
las recompensas de la otra vida no y la graciosa estrella
están destinadas a todos los que se de amor le sigue reluciente y bella
las merecen. Del Sueño de Escipión, y cómo otro camino
ciceroniano y comentado por Macro- prosigue al sanguinoso Marte ayrado,
bio, se deduce que Dios las reserva y el Júpiter benino
exclusivamente a aquellos que soco- de bienes mil cercado
serena eu cie^o con su rayo amado.
rrieron, salvaron, engrandecieron a
la Patria, merecimientos asequibles Rodéase en la cumbre
a muy pocos. Por otra parte, esas Saturno, padre de los siglos de oro;
recompensas que les promete no pa- tras él la. muchedumbre
san de ser satisfacciones intelectua- del reluciente coro
s¡u luz va 'repartiendo y su tesoro...
les, como las que colmarían las an-
sias del inspirado cantor de la No- ¿Quién es el que esto mira
che serena: y precia la bajeza de la Tierra,
y no gime y suspira,
Cuando contemplo el cielo, y rompe lo que encierra
de innumerables luces adornado, el alma y destos bienes la destierra?

y miro hacia el suelo, Aquí vive el contento


de noche rodeado, paz; aquí asentado
aquí reina la
en sueño y en olvido sepultado,
en rico y alto asiento
está el amor sagrado
el amor y
la pena
despiertan en mi pecho un ansia ar- de honra y de deleites rodeado...
despiden larga vena [diente;
los ojos hechos fuente, Este es el cielo de Pitágoras, de
Oioarte, y digo, al fin, con voz doliente Platón y de Plotino, prometido a
los héroes y a los patriotas; no el
«Morada de grandeza, del Evangelio de los -humildes ni e\
templo de claridad y hermosura, del Sermón de la Montaña, a la que
ea alma que a tu alteza
todos son llamados. No faltó quien
nació, ¿qué desventura
la tiene en esta cárcel baja, oscura? en ese Comentario de Macrobio, ba-
CAP. VI. VISITA A PARÍS Y TRASCENDENTAL CARTA DE VIVES 55

jo sus apariencias científicas, viese cia en grado tan superior que, fue-
en el fondo un libro de polémica ra de la analogía de sentido de los
religiosa, una de aquellas obras cu- nombres respectivos, puede la Va-
ya finalidad era, con la ayuda de la lencia actual parecer émula de la
nueva filosofía, procurar a los vie- vieja Roma.
jos cultos aquello que no habían te- «Piensoyo que tan fácil como
nido jamás, a saber: una doctrina es clamar es muchísimo más difí-
y unos dogmas para hacerles capa- cil declamar como declama Vives. Si
ces de sostener, con una fuerza no crees que debes atribuir alguna au-
demasiado desigual, la lucha con la toridad a mi opinión, te diré que
religión nueva y pujante. Eviden- procede con tanta destreza, que si
temente, Macrobio pensaba que borras el título pensarás ser nego-
la bellísima invención ciceroniana cio no de esa región ni de ese siglo
abriría, a los espíritus atormentados nuestro, sino venido de aquellos
en aquella crisis de la Humanidad, venturosos tiempos de Marco Tu-
las perspectivas ultraterrenas que lio y de Séneca. Trátase de un ar-
estaban deseosas de avizorar, dán- gumento imaginario, pero con tal
doles la certidumbre de una inmor- verosimilitud, que creerás ser un
talidad que iban a buscar en el ava- asunto real. Estudia entrambas
sallador cristianismo. Luis Vives partes, pero con tal equilibrio de
colmó de doctrina cristiana los va- probanzas, que parece que antes que
cíos que adrede había dejado Ma- aconsejara llevó la persuasión a su
crobio y arrebató de sus manos la propio ánimo. Es observante muy
flecha pérfida del parto. escrupuloso de las normas del arte,
Estas obras de humanidades, las t con tanto recato disimula el ar-
más exquisitas como las restantes, tificio, que negarás en redondo que
en que Luis Vives andaba metido, aquella materia sea ficticia. En
cuales eran las Declamaciones sita- ningún momento se detiene en lu-
rías, habían acrecido extraordinaria- gares comunes; en ningún paso se
mente su renombre. Refiriéndose a aparta de la causa; creerás que es
ellas, Erasmo había escrito a Her- un hombre que habla en favor de
mán, conde de Nueva Aguila, canó- un amigo cuya cabeza está en pe-
nigo de Colonia, este juicio defini- ligro, sin quitar los ojos de la clep-
tivo: sidra o reloj de agua que mide el
«Luis Vives, mientras los demás tiempo que para hablar se conce-
gritan, él declama sabia y severa- de al orador. Yo admiro menos su
mente, restaurador nuevo de un gé- agudeza en hallar y desarrollar las
nero literario antiguo. Harto sabes pruebas, porque sé que por espacio
tú que esa zona de la erudición, de muchísimo tiempo y con harta
hasta ahora, era echada de menos ventura y fruto se ocupó casi en
entre los mismos italianos. Esta todas las partes de la filosofía. ¡Tan-
gloria resucítala nuestro Vives pa- to le vale, sea cual fuere el lado
ra su España. Tuvo ella en esa es- adonde mirase, su ingenio maravi-
pecialidad; amén de muchos otros, llosamente dúctil! Cuando se entre-
representantes insignes, singular- tenía en aquellas disciplinas sutiles
mente los Sénecas y Quintilianos en las que la elocuencia es imposi-
pero los tuvo en Roma, desplaza- ble, nadie disputaba con más afila-
j

dos de su terruño; empero ahora da delgadez, nadie hacía mejor que


I

Vives los reivindica para su Valen- él el sofista. En la actualidad anda


I
5b ENSAYO BIOBIBLIOGRÁFICO. JUAN LUIS VIVES, VALENCIANO

consagrado a disciplinas no tan i sento de la amplia mansión. Ese


pendencieras, y con tal devoción es- hombre, una noche, mientras dor-
tá a ellas consagrado, que apenas co- mía en la alcoba conyugal, fué ase-
nozco en ese siglo nuestro a quien sinado y hallado a la mañana si-
me atreva a comparar con él. Y aun guiente con la espada de su hijo
cuando concedamos que haya quie- hincada en la herida que le oca-
nes igualen a Vives en el brío de la sionó la muerte, y la pared desde
elocuencia, con todo no hallo en nin- la cámara matrimonial hasta la ha-
guno tan caudaloso raudal de elo- bitación de su hijo señalada con
cuencia unido con tanto conocimien- las huellas de una mano tinta en
to de la Filosofía. Es un ingenio sangre. Acúsanse mutuamente el
feliz en plena salud y lozanía. Su ciego y la madrastra. El declama-
memoria no puede ser más rica; su dor asume la defensa del ciego y
pasión por el estudio, infatigable; descarga en la madrastra el infando
sus años, muy verdes todavía. crimen. El encargo que recibió Luis
»De todas estas cualidades nos Vives fué el de defender y expur-
prometemos cosas grandes, muy por gar a la madrastra de la abomina-
encima de toda vulgaridad. Yo es- ble sospecha, con una desventaja
pero que en adelante serán muchos inicial tan grande (es expresión de
los que imiten este ejemplo hermo- Vives) como jamás la tuvo un mir-
sísimo; si logran conseguirlo, eso es milón miedoso y enteco en pugna
lo que no sé...» con un hercúleo luchador de Tracia.
Todo esto es de Erasmo, quien en Quien le metió en esta empresa te-
otra parte dice meraria fué su gran amigo Tomás
«Vives, de día en día, se supera a Moro. Ese ejemplarísimo amigo de
sí mismo; tiene un ingenio prodi- Vives, habiendo explicado a su pe-
giosamente dócil y ágil, hecho es- queño hijo Juan y a sus hijas Mar-
pecialmente para el género decla- garita, Isabel y Cecilia, sobóle digna
matorio.» de tal padre, la declamación de Quin-
Declamaciones tan lucidas y tan :

|
tiliano para aficionarles al estudio de
encomiadas obligaron a Vives a me- la elocuencia, le invitó a que por
dir sus fuerzas con el propio Quin- medio de unas pocas de cartas, im-
tiliano o con un ignorado escritor pugnase aquella defensa con el
muy digno de hombrearse con el fin de que, con la contradicción y
preceptista y crítico calagurritano. polémica, cobrase el arte de aquel
La declamación a que hubo de con- discurso relieve más señalado.
testar era aquella tan célebre inti- Gran sorpresa causó a Vives este
tulada Parles palmatus, cuya equi- honroso mandato y distinción que
valencia aproximada puede ser «La con ella le dispensaba Moro, y no
pared y mano ensangrentada». El
la poca alarma teniendo que conten-
título es de un muy precoz y muy der con todo un Quintiliano, y no
desesperado y muy español roman- escaso desánimo de que se le en-
ticismo. El argumento de la decla- cargase la parte más flaca, pues la
mación es éste: Un hombre acau- preferente y sólida el declamador
dalado y viudo, que tenía un hijo antiguo la había tomado para sí,
ciego a quien instituyera heredero asumiendo la más simpática defen-
universal, segundó las nupcias e in- sa del ciego. —
«Y ¿por qué se pre-
trodujo en su casa la madrastra, y —
guntaba Vives no fué el mismo
relegó al hijo al más apartado apo- j
Moro en persona quien le contradi-
CAP. VII. VIVES Y SUS «COMENTARIOS A LA CIUDAD DE DIOS» 57

jese, con aquel ingenio, con aquel computara mérito alguno si salía del
i

seso, con aquella práctica y aquella empeño con lucimiento, ni se le


elocuencia proverbiales?» De mo- cargara culpa si fracasaba en el pro-
mento, por todos estos reparos, Luis pósito. A Tomás Moro, pues, y al
'

Vives declinó la sugerencia. elevado concepto que tenía de la


¡

Bastante más tarde, Tomás Moro, maestría de Vives en esos torneos


!

hallándose en Brujas con una comi- declamatorios, debemos una de las


sión de su rey, insistió personal- más brillantes oraciones forenses
mente en el ruego, y Vives cargó consagradas victoriosamente a una
con el compromiso, haciendo la causa prejuzgada y estoy por decir
previa salvedad de que no se le que casi perdida.

CAPITULO VII

LUIS VIVES Y SUS "COMENTARIOS


A LA CIUDAD DE DIOS"

Empresa gigantesca la que tomó Cedo nulli; aquellas sus bellas ma-
6obre sus hombros aquel Titán pe- nos por él tan preciadas, y tan mi-
queño que, como los Sumos Pon- madas por él y por el pincel cari-
tífices, se impuso nombre a sí mis- ñoso de Holbein, que las inmortali-
mo: Erasmo de Rotterdam, con la zó, descansaban de la ruda hacienda
ambiciosa idea de ofrecer a las in- y del contacto con el áspero latín
quietudes de la época una edición del doctor dálmata, acariciando las
crítica de las obras de los Santos suavidades del doctor africano, rico
Padres de la Iglesia: de hechizo y de unción. Harto pron-
to pudo ver Erasmo que para esta-
Ingentes ánimos angusto in pectore
dio tan largo era su respiro insufi-
Iversat.
ciente y quiso agregar operarios a
Arrestos grandes alentaba Erasmo su empresa; puso los ojos en Luis
en su pecho angosto. Comenzó por Vives, uno de los tres grandes de
las obras de San Jerónimo, en 1516; aquel siglo, y le encomendó el texto
tarea prolija y meticulosa que le lle- crítico y los comentarios nada me-
vó ocho largos años, interrumpidos nos que de los veintidós libros De
por la preparación y publicación de la Ciudad de Dios, de San Agustín.
las obras de San Cipriano. Erasmo Pavorosa labor ésta, que hubiera
podía contar para su intento con un arredrado y hecho desfallecer las
editor de empuje igual, con Juan manos (como desfallecieron dos ve-
Froben, de Basilea, y sus prensas ces las manos de Dédalo cuando es-
magníficas. Amant alterna Carnee culpía en oro los relieves de las
nce. Las musas aman el trabajo al- puertas del templo grandioso vota-
terno. Las finas manos de Erasmo, do a Febo) desfallecieran, digo, las
embellecidas y enriquecidas de la manos del mancebo valenciano si
clásica sortija, con la imagen del su pecho no fuera batido por los
dios Término y con la inscripción embates de su corazón heroico, ni
58 E.VoAYO BIOBIBLIOGRÁFICO. JUAN LUIS VIVES, VALENCIANO

latiera en sus venasel mosto gene- Retórica, Matemáticas, Geografía,


roso de juventud, que hace soñar
la ¡
Etica, Teología. El ejemplar que
grandes sueños. Para escolano y pe- manejaba el inexperto comentarista
disecuo del gran obispo de Hipona ¡
y filólogo no podía ser más depra-
harto sería, y aun para muchos más, vado, ni el pensamiento de Agustín
j

el piadoso autor de las Meditacio- podía resultar más adulterado y tor-


nes sobre los siete salmos peniten- cido. El castigo minucioso y con-
ciales, curtido en las sutilezas de |
cienzudo del texto debía ir acompa-
las Declamaciones, maestro en filo- ñado de una certera y semidivina
sofía, doctor en antigüedades, de intuición. A
cada paso tenía el ge-
las cuales todo su pecho rebosaba nial comentarista que adivinar y
y que, como aquel personaje de restablecer la lección genuina a ba-
Terencio, si bien en otro sentido, se de lúcidas y pacientes conjeturas.
podía decir: Con esta tarea esperanzada inau-
guró Vives el año 1521, pues puso
Ple^us rimnrum sum, hac atque Mac manos a la obra allá por las calen-
[perfiuo.
das de enero; pero, de pronto, sobre-
Tan lleno estoy de grietas que por vínole el más amargo de los duelos
todos lados me desaguo. ¡Agustín y y el desplome súbito del caedizo
Luis Vives! En sus esferas respec- de sus esperanzas cuando
castillo
tivas bien valía el uno por el otro: acababa de comentar el primer
árcades ambos, iguales en el can- libro
tar y en el responder: Souvent femme varié
bien fol est qui s'y fie.
Arcades ambo
et cantare paríter et responderé para f i.
Aún más que la mujer tiene ve-
j

leidades y crueldades femeninas la


Acometió Vives el encargo con un Fortuna, la diosa invocada de Ho-
fervor ilimitado. En su ilusionada racio, que regía la Ancio deleitosa:
acometividad, prometió a Erasmo ¡'

O Diva, gratum qvuae regís Antium,


que en dos o tres meses habría da- i

prcesens vel imo tollere de gradu


do cima a su empresa. Recordaba j
moríale corpus vel superbos
haber leído varios volúmenes de verteré funerilus triumphos (1).

San Agustín harto fáciles y no men-


dosos en exceso. Por otra parte, sus Cara de doble haz tenía esta dio-
omnímodas y constantes lecturas le sa y a la doble cara correspondía
habían colmado de adecuada erudi- la doble advocación de Fortuna fe-
ción que podría verter en el comen- lix, que era la de los sucesos prós-

tario a caño suelto, y, así, en labor peros, y la de Fortuna equestris,


simultánea y sabrosa, ejercitaría el que era la de los casos mal astra-
estilo y el ingenio, pero le engañó dos. La que se ensañó en Vives fué
su juvenil optimismo, y la experien- la fortuna ecuestre, la que le acoceó
cia le dió una de sus más rudas en la persona de Guillermo de Croy,
lecciones. La genial obra agustinia- que, como dije, murió el 10 de enero
na, amén de ser larguísima, es de
UJ Oh diosa, tú que riges la placen,
una inagotable variedad. Todas las ¡
¡

tera Axjcío y eres poderosa para encum-


Musas danzan en ella armónicamen- brar a un mortal del ínfimo abatimien-
te trabadas de las manos Historia,
:
j
to y trocar en funerales las triunfales
Fábula. Ciencia de la Naturaleza, ¡
pompas!
CAP. VII. VIVES Y SUS «COMENTARIOS A LA CIUDAD DE DIOS» 59

de una caída de caballo y le privó vanza con nuestro Carlos, que pa-
de su mecenas. rece que en él depositó el supremo
Erasmo no pudo menos de lamen- mando; verde edad, pues aún no
tarlo sinceramente. El purpurado había cumplido veintitrés años;
alumno, en carta a Erasmo, le ha- constitución lozana y robusta; tal
bía significado el aprecio en que te- cúmulo de dignidades que casi apa-
nía a su Vives. En aquella sazón, gaban en él la llama viva de su ca-
dos Guillermos usufructuaban la pelo cardenalicio; admirable mo-
amistad y la estima del Roteroda- destia y candor de costumbres; ge-
mo: eran Guillermo Budeo y Gui- nerosamente favorecía los buenos
llermo Monjoyo (de Montjoy). De- estudios y a Erasmo no le desama-
seaba el cardenal completar el nú- ba. Es muy para lamentar que nues-
mero simbólico de tres de los afor- tro Vives haya perdido a un mece-
tunados Guillermos. En el copiosí- nas tal, como no es fácil que lo
simo epistolario erasmiano anda in- halle en lo sucesivo...»
cluida una carta de Guillermo de De la ciega polvareda producida
Croy, cuyo es este párrafo: por ese derrumbamiento sacó Vives
t ¿Para qué hablarte de Guillermo la cabeza impávida y lúcida para
Budeo, amor y delicia de las musas continuar sus Comentarios a la Ciu-
griegas y latinas, cuyos loores pre- dad de Dios. En la prefación que
gona interminablemente mi Vives, puso al comentario ingente de la
y cuyos estudios y obras monumen- obra gigantesca, explica puntual-
tales, cuyo ingenio, saber, lengua- mente el drama que para él fué su
je y costumbres yo reverencio, ad- composición:
miro, adoro? Al número de esos dos «Fácil le será a cualquiera com-
Guillermos quería yo que me suma- prender cómo este acontecimiento
ras con preferencia a cualesquiera trastornó la tranquilidad de mis es-
otros personajes, por opulentos que tudios con la desaparición de mi
fueran, siempre que les fuesen de- protector único, que me proporcio-
semejantes.» naba toda la holgura deseable. Y
Pero las esperanzas humanas se puesto que ninguna desgracia viene
apoyan en muy flacos puntales y en sola, yo caí en una enfermedad
muros ruinosos. Erasmo se lo comu- harto enojosa; así que para atender
nica a Budeo y le dice: «Ya lo ves, a mi quebrantada salud, me vi obli-
Budeo carísimo; como si nuestros gado a trasladarme a Brujas, a mis
males fueran pocos, la envidia de españoles (1), entre los cuales mi
los hados nos hurtó al más princi- dolencia sería tratada con el cuida-
pal de los Guillermos. Feneció, co- do y el cariño que mi temperamen-
mo debes ya de saber, Guillermo to y mis costumbres requerían. En
de Croy, arzobispo toledano, agosta- junio estaba yo convaleciente. Y
do como una tierna flor, cortada en puesto que se sonaba que a Brujas
su propio nacimiento, y a la vez nos habían de acudir el César Carlos y
enseñó que no hay garantía ningu- el cardenal de Inglaterra, retúvome
na de firmeza en las cosas sujetas allí esta circunstancia por espacio
a los antojos de la Fortuna... ¿Qué
podía desear de la Fortuna que no (1) Ha podido localizarse la casa y
le fuera concedido instantáneamen-
el huésped que le acogiera. Estaba si-
tuada en la rué du Pont Flamand y
te? Antiquísimo y muy ilustre abo- pertenecía al capitán vizcaíno Pedro
lorio; su tío, que goza de tal pri- de Aguirre.
60 ENSAYO BIOBI.3LIOGRÁFICO. JUAN LUIS VIVES, VALENCIANO

de algunos meses para reunirme timos, con una buena parte del libro
con Erasmo y con Moro y verme décimoctavo. Y, por fin, llegué al
con Tonstald y Monjoy y con otras trance de escribir aquella carta
doctas personalidades y muchos nuncupatoria (a Enrique VIII, de-
otros amigos míos, de quienes se de- dicándole la obra) y este prólogo,
cía que allá debían acudir. No había con tal cansancio, tanta rotura y
que pensar en escribir en Brujas, quebrantamiento físico por un es-
carente de una biblioteca cual yo fuerzo tan sostenido y tan variado,
la necesitaba, que me proporcionase que no me explico por qué extraño
materia para mis estudios. Hube de fenómeno tomé una invencible aver-
ceñirme a cotejar algunos libros de sión a cualesquiera letras y cuales-
la Ciudad agustiniana con determi- quiera libros, no de otra manera
nados códices antiguos, uno de los que el estómago, de puro ahito, re-
cuales me lo dió Marcos Laurín, pele todos los manjares. Cuando,
deán de la iglesia de San Donacia- con un enorme deseo que en mí era
no, de Brujas; otro, me lo procu- una verdadera obsesión de verme
raron los Carmelitas de esa misma libre de aquella inapetencia moles-
ciudad, y el tercero, que se ha- tísima, llegué al fin de la jornada,
bía enviado a Erasmo desde Colo- pensé que ni retribución alguna ma-
nia Agripina. escrito según es fa- terial ni ningún agradecimiento de
ma de manos de su obispo San Le- los estudiosos, ni premio alguno
ger. La discrepancia entre estos có- era suficiente compensación de mi
dices era desconcertante... El más trabajo, y respiré al fin de verme
fundamental y lamentable de sus suelto y aligerado de una tarea tan
errores y elmás sistemático consis- espinosa y tan sin amenidad. Tuve
tía en el empeño de acomodar y que referir fábulas e historias. Tu-
torcer a nuestra Vulgata la versión ve que describir regiones y ciuda-
de los setenta intérpretes, maneja- des. Tuve que consultar casi todos
da constantemente por San Agustín, los libros de los autores platónicos
haciendo una sola de dos versiones y de las restantes escuelas filosófi-
incompatibles... Marchados el César cas. Tuve que tocar asuntos de teo-
Carlos y el cardenal, regresé a Lo- logía, en los cuales fui más parco
vaina en las postrimerías de sep- que en los temas profanos, por di-
tiembre. Aquí, con mayor tranqui- versas consideraciones. La primera
lidad y una rica biblioteca, volví de todas porque no parecía bien
.

con renovado ardor a la usada ta- que un hombre seglar ni de edad


rea, y en todo el invierno llegué al conveniente todavía definiera o dis-
libro décimoquinto. Al finalizar la putara temerariamente de cosas san-
primavera subsiguiente, por tener tísimas. La segunda, porque la his-
que saludar a unos amigos que pre- toria sagrada suele ser conocida de
paraban su ida a España con el Cé- los lectores de Agustín y otros es-
sar, di paz a mi mano e interrumpí critores de su misma profesión y
mi accidentado quehacer. Erasmo, temple, para que sea menester que
mientras tanto, me estimulaba y yo la repita, y porque en los luga-
urgía porque diese término a su en- res indicados puede conocerse con
comienda y le enviase mi trabajo. mayor extensión y claridad sin que
Volví a Lovaina apresuradamente, y parezca preciso que yo la explane
con cuanta diligencia pude, en un con mayor abundancia de palabras.
!

mes di cima a los cuatro libros úl- Con todo, me detuve algún tanto en
CAP. VII. VIVES Y SUS «COMENTARIOS A LA CIUDAD DE DIOS» 61

explicar algunos de los misterios de Jerónimo confiesa haber hecho en


nuestra santa religión aducidos sus comentarios de la epístola de
por Agustín y dejé de lado otros, San Pablo a los gálatas; a saber: que
porque veía que no era aquel lugar a en gran parte se concretó a la sim-
propósito para explicarlos. Con fre- ple exposición de las ideas de los
cuencia aduje a los autores profa- otros. Así también, yo me contenté
nos en calidad de testigos y en con- con explicar a mis futuros lectores
firmación de los dichos de Agustín, lo que los otros habían dicho y opi-
porque en ellos tenían su garantía, nado, y callé mi sentir personal, si-
especialmente en los asuntos profa- guiendo la añeja práctica de la Aca-
nos, pues se los pidió prestados a demia, ya porque ello me pareció
ellos. En lo que interesa a nuestra ser lo más pertinente para el co-
religión nada tienen que hacer los mentador de obra ajena, ya tam-
autores paganos. Yo, aun de nues- bién, de una manera especial, por-
tros autores cristianos hice un uso que se me antojaba que iba a pare-
discreto, porque nadie pensase que cer mejor en mí seguir más aína lo
quedaba en entredicho la autoridad ajeno que manifestar lo propio y
de Agustín si no se afianzaba en ta- hacer de ello alarde antes que la
les apoyos. Parecióme a mí que te- edad haya puesto en la cabeza la
nía suficiente autoridad el que Agus-apacible serenidad de unas canas
tín lo hubiera dicho. que añaden al criterio autoridad no
»Más a menudo llamé a compare- poca. Y no sin razón. Muchas son
cencia a San Jerónimo, especial- las que ahora me parecen verdades
mente cuando se trataba de cues- ciertas y averiguadas, las cuales, si
tiones de filología o de interpreta- el cielo me concede larga vida, no
ción, porque este doctor, así en la sólo, andando el tiempo, me pare-
pericia del griego y del hebreo co- cerán dudosas, sino quizá falsas en
mo en el conocimiento de las Sa- su raíz y en sus cimientos.
gradas Escrituras, aventaja con mu- »Por ese motivo fué que en nu-
cho a todos los otros autores cris- merosos pasajes holgué más delei-
tianos. Tampoco me pasó por las tar al lector que no enseñarle, y ca-
mientes pensar que correspondía a so de enseñarle algo, más que por
un simple comentarista resucitar severa imposición procedí con dul-
aquellas controversias que con tan- zura persuasiva, con blandos rue-
ta bravura y bizarría agitan los gos y admoniciones. La razón que
teólogos en las escuelas, aun cuan- nos movió a ello fué que el mismo
do yo, allá en mis tempranas moce- Agustín muy a menudo se derrama
dades, fui imbuido en esa suerte de con profusión en la interpretación
pendencias, que no pueden ser más de sí mismo y, dando de lado a todo
ajenas del propósito de las ideas y afán docente, se complace en su
del temperamento de Agustín, quien propio juego y de cuando en cuan-
las desdeñara con asco y se indig- do en conducir al lector a panora-
nara de verlas mezcladas en su mas de verdura y amenidad...
obra, como el joyo en tierra de pan «Todo esto que dije tiene, es ver-
llevar, por cualquier lado del cielo dad, sus alivios y sus contentamien-
mirara las cosas de los hombres tos; pero no debo negar que tiene
aquel su espíritu tan cuerdo y tan también sus asperezas, sus pedre-
santo. gales, sus barrancas, por donde, no
»Yo me limité a hacer lo que San sin sudor, vayas llevando la carga;
62 ENSAYO BIOBIBLIOGRÁFICO. JUAN LUIS VIVES, VALENCIANO

sus desfiladeros aleves por donde, si algo positivo se consigue con un


no sin peligro de despeñarte, va- deseo, y es que los lectores experi-
yas haciendo tu camino y abruma- menten la obra tan útil, en leyén-
do por el hato a cuestas caigas de dola, como yo la sentí pesada y
bruces en el precipicio. No no en-
; abrumadora en escribiéndola. Escri-
contrarás ninguna calzada cómoda bir al margen de un libro de otro
al pie, ni perspectiva que recree los es edificar en solar ajeno...»
ojos, ni venta donde reposarte, ni Prevé Luis Vives que su comenta-
poyo donde sentarte, abatido de can- rio será tenido por pura gramati-
sancio, cuando tienes que cotejar quería en concepto de no pocos.
los tiempos y apurar la cronología; Consuélase de ello, porque eso mis-
cuando tienes que contrastar las mo dirían de la obra de San Agus-
discrepancias y aun las contradic- tín si no se lo vedara la majes-
ciones de los autores y enmendar- tad del nombre y la reverencia que
los, cuando tienes que buscar y re-
;
mpone el sublime doctor. Adivina
solver y adivinar dónde se halla el que habrá otros todavía más ciegos
pasaje que Agustín toma de algún y encarnizados que, sin tomarse el
autor. Su hallazgo, tras la búsqueda trabajo de su lectura, de plano re-
más diligente, es, con frecuencia, chazarán la obra y la condenarán,
más obra del azar que mérito del como lo hizo un cierto licenciado en
rebusco inteligente... Agregábase a Teología, quien, noticioso de que
esas estrecheces y dificultades la Luis Vives trabajaba en los libros
falta de autores griegos, que en este de la Ciudad de Dios, con insolen-
país es increíble; ni los tienen tus cia y asco la desdeñó por inútil y
amigos doctos, ni se venden en las vana. «¿Qué necesidad tienen di- —
librerías. —
Cuando Erasmo estaba jo que alguien los ilustre unos li-
aquí, ayudábame de su biblioteca. No bros que de suyo son harto claros y
quiero con ello decir que se tenga transparentes?» «Dichoso tú excla- —
que echar de menos gran copia de ma Vives — seas quien fueres, pa-
,

autores griegos para comentar a ra quien son tan claros y perspi-


San Agustín, que solamente los ma- cuos esos libros de la Ciudad de
nejó latinos, y en todo caso los leyó Dios.» Entre los que le oyeron una
vertidos al latín; pero no deja de tan rotunda definición causó, por
ser verdad que de tener yo a mano varios motivos, maravilla; en unos,
un ajuar más rico, saliera mi obra ocasionó asombro su ingenio ;en
más aliñada y completa. No me to- otros, su imperturbable saber, y en
ca a mí pronosticar cuánto va a ser los más, produjo escándalo su im-
su rendimiento; en la propia obra pudor desaforado. Ignorante y ayu-
no hay quien pueda ser juez des- no de toda ciencia de antigüedad,
apasionado o, por lo menos, dejar preguntó a los circunstantes, impá-
de ser sospechoso. Nadie puede vidos de insuficiencia, por qué se
augurar un éxito que está abso- atrevía a tal empresa un hombre
lutamente en manos y jurisdicción solo, dado que la obra agustiniana
de la Fortuna, ni yo puedo prome- contenía tanta historia, tanta fábu-
terlo. Vivirá, y se leerá, y gustará y la, tanta filosofía, tanta geografía,
aprovechará la obra si el dios genio tanta matemática. Todo eso ¿qué le
la favoreciere; si la contrariare, importa a un teólogo? Ningún inte-
descaecerá y morirá. Yo no puedo rés tiene para él saber quién fué Es-
hacer más sino formular un deseo, cipión, quién fué Julio César, quién
CAP. Vil. VIVES Y SUS «COMENTARIOS A LA CIUDAD DE DIOS» 88

Pompeyo, quién Catón; qué ciudad debo enfadarme con ellos. Si mi obra
fué y dónde estuvo Cartago situa- es buena, en su propia venenosa en-
da, o dónde se asentaba Babilonia; vidia hallarán su castigo; ese tósi-
si es hierba o si es peña la acelga go acabará con ellos. Sólo una cosa
0 la malva; si es mineral o si es pide encarecidamente, y es que si
madera el imán y el diamante; si alguno disintiere de su opinión y
es animal o es un metal el tigre y quisiere decirlo por escrito, se acuer-
el milano ; cuál es el monte que res- de de la moderación, y sin ultraje,
pira fuego: el Etna o los Alpes; si sin mordiscos fieros, tenga a bien
lo que arde en su seno es azufre o enseñarle lo que él ignoró, pues
es arena. Para hombres así, todo es- aun cuando el libro mereciere re-
to se reduce, según el dicho vulgar, pulsa, no la merece su recta inten-
a una línea blanca sobre una super- ción ni su tenaz esfuerzo, y prome-
ficie blanca. te reconocer ese gran beneficio y le
No era para temperamentos cerri- asegura una gratitud imperecedera.
les como los de ese bárbaro teólogo De las letras de humanidades no se
que escribía Vives; no apreciaba en aparte jamás la Humanidad, y no
un adarme su juicio ni su crítica, ni se pierda nunca aquel tranquilo
tenía el menor deseo de agradarles; equilibrio en el que, más que en
al revés: pensaba, desagradándoles, cualquier otra cosa, las Musas se
haber escrito con mayor competen- complacen. Comencemos ya, acaba
cia y doctrina. Con todo, era muy diciendo, por raer de nuestras cos-
para lamentar que varones doctos, tumbres esta feroz y colmilluda aco-
pero no por ello buenos, emponzo- metividad que las Furias envidiosas
ñados por la envidia venenosa y introdujeron, con que se acosa a
mordedora, pusieran lengua y dije- quien debería hacérsenos hermano
sen mal de los trabajadores probos, estrechísimo y carísimo por la co-
•^n su empeño de inutilizar lo que munidad de estudios y el culto de
debía reportar provecho u oscure- las mismas Musas. Digo eso por no
cer lo que debía dar luz, con lo que mentar el Bautismo común y la
acaso conseguían desmoralizar y caridad de Cristo, porque para los
descorazonar a los ingenios mejo- oídos sordos éstos ya son nombres
res y realizar su propósito de que vanos y para los ojos enfermos son
todos cesasen y nadie hiciera bien. trampantojos y sombras sin reali-
Protesta Luis Vives que no tomará dad.
1 mala parte las advertencias y Así, con esta viveza de polémica
aun reprensiones que se le hagan; y con ese grito salido de sus entra-
antes se mostrará muy reconocido a ñas, termina el prefacio de los Co-
sus monitores que le sugieran me- mentarlos de Luis Vives a la Ciu-
|

jorías y le reprendan doctamente. dad de Dios, de San Agustín (1).


No le pesará mudar de parecer, si el
estudio o los años le impusieran rec- (1) La portada de la edición que ma-
tificaciones. Reconoce no tener ahe- nejo reza: Divi Aurelii Agustini H ppo-
;

rrojadas las lenguas de los hombres nensis Episcopi De Civitate Dei li-
'

y conviene que se expresen libre- bri XXII ad priscae venerandceque ve-


j

tustatis exemplaria denuo collati, erudi-


mente en los estudios libres. Hable tissimisque
!

insuper Com mentariis per


i

cada cual de mi obra como bien le doctiss. Virum loan. Ludovicum Vivem
|

pareciere. Si mi obra es mala, por illustrati ac recogniti. Apud Hugonem


desagradable que sea la verdad, no et Hceredes ¿Emonis a porta: Anno Do-
I
64 ENSAYO BIOBIBLIOGRÁFICO. JUAN LUIS VIVES, VALENCIANO

Dijo el poeta antiguo que los li- I todo lo que hicieres en esta obra,
bros tienen sus hados. Los Comen- como si lo hubiere hecho yo mismo,
¡

tarios de Luis Vives también los !

y lo aceptaré como un beneficio sin-


tuvieron, y no benignos precisamen- porque me habrás enseñado
gular,
te. A los catorce días andados del que yo no sabía y habrás aquila-
lo
mes de julio del año 1522, Vives es- tado mi trabajo. No dudo que aña-
|

cribía a Erasmo una carta de este dirán en las márgenes las pequeñas
i

tenor notas, siguiendo mi ejemplo de los


«Acabé, por fin, con el favor de dos o tres primeros libros o el suyo,
Cristo los veintidós libros de la Ciu- como más prácticos que son en ellos.
dad de Dios, cuyos últimos cinco li- »Hecho esto, no será difícil reco-
bros que quedaban te los envío con ger el índice del cual ya te hablé
una carta dedicatoria al Rey de en otra carta. Ya me dirás qué quie-
Inglaterra, con una introducción |
res que yo haga del libro de Colo-
acerca de sus intérpretes y comen- nia, me ha de ser-
puesto que ya no
taristas y al final el opusculillo acer- ya no es que este libro haya
vir. Si
ca de los godos; pondránse al prin- de reimprimirse con más cuidado,
cipio de la obra, pues vienen a ser quisiera yo compararlo con los an-
una especie de proemio. En el pro- tiguos ejemplares de Agustín; pro-
loguillo toqué de soslayo alguna por- curarás tú que conozca yo tu vo-
ción de tus grandes alabanzas, Dios luntad, que para mí será un man-
quiera que con la elegancia y el sa- dato...»
ber y la verdad y nobleza de estilo Y ahora viene la parte penosa de
que yo hubiera deseado. Todo esto la epístola; la que, en escribiéndo-
lo leerás tú antes de que se impri- la, debían de retroceder sus ma-
ma, y tu crítica pondrá compostura nos de gran señor. Ya entonces Luis
y templanza en todo; añadirás y cer- Vives andaba atacado de aquella su
cenarás lo que te parezca, siempre crónica e irremediable impecunio-
que no atenúes y adelgaces lo que sidad, más tenaz que sus tercianas,
yo digo, pues si así lo hicieres va a que sus cefalalgias, que su gota,
quedarse en pura nada. Si algún ye- que acabó con él:
rro hubiere no solamente en lo grie- «Por lo que toca al dinero, déjolo
go y en la ortografía, sino también a tu arbitrio y al de Froben. Tú
en la fábula o la filosofía o la teolo- mismo sabes cómo no soy yo dema-
gía o el estilo todo, te lo entrego pa- siado codicioso de él. Con todo, hay
ra que lo enmiendes con la seguri- que vivir en esta época aciaga y en
dad dé que a mí me parecerá bien un país donde son grandes los gas-
!

tos y ruines, por no decir nulas, las


mini 1544. Este ejemplar, como casi to- ganancias para un hombre consa-
das las ediciones extranjeras introduci- grado a los estudios liberales. Si
das en España, estuvo intervenido y fué Froben enviare algún pico, cuida
castrado lamentabLemente. En ,1a últi- de que pare en mis manos por un
ma página del Indice trae asta nota ma- conducto seguro y a la mayor bre-
nuscrita: V. Joannes Abrirles De Man- vedad posible...»
dato Domini Inquisitoris. El doctor Juan
El esfuerzo hercúleo había afecta-
Abrines, que lo expurgó, era el confe-
sor de Santa Catalina Thomás, die Ma- do gravemente la salud de Vives.
llorca, religiosa del monasterio de San- Al mes mal contado de esa carta, el
ta Magdalena de Palma, que el año propio día de la Asunción de Nues-
1930 fué elevada al honor de los altares. tra Señora, volvía Vives a escribir-
:

CAP. VII. —VIVES Y SUS «COMENTARIOS A LA CIUDAD DE DIOS» 65

le con un acento de descorazonado: recí. Séame Cristo propicio si no creo


«Desde que terminé con San Agus- haber conseguido un nombre su-
tín no he tenido día bueno. Toda la perior a mis merecimientos; y mu-
semana pasada, y aun ésta, quebran- chas veces me asombro de que la
tado el cuerpo y derrotados los ner- fama me favorezca con tal genero-
vios de cansancio y debilidad, pare- sidad. Por esto es que de aquello
ce que encima de mi cabeza gravi- que él dijo no estoy desabrido por-
tan diez torres de una intolerable que en este punto me va mejor de
grosor y pesadumbre. Estos son los lo que era razón que yo esperase.
gajes del estudio; ésta, la recom- ¿Qué diría ahora yo si me hiciera
pensa de un trabajo honrosísimo. ie mí mismo un concepto mucho
¿De qué aprovechan el esfuerzo y más alto y estuviese convencido de
las buenas obras? Aquello que me que escribo libros trascendentales,
dices de la mujer parida me viene flor y nata de la erudición? Con to-
como anillo al dedo. Figúrate que a do, yo no ignoro que es un favor
los cuatro días de haber quitado especial del Dios Genio, y que lo es
mano de Agustín, ya me he trazado de la buena suerte que da a las
el plan de un nuevo libro. Tanta cosas valor e inmortalidad, y que
verdad es, dirás tú, que el ave halla nosotros ponemos los proyectos, pe-
su pasto en su trabajo; pero, crée- ro no los resultados. Por eso es pro-
me, quiero tomarme dos o tres me- pio del varón sabio, luego de haber
ses enteros para reponer mis fuer- dispuesto lo que está en su mano
zas intelectuales a fin de que con el con toda la posible industria y dili-
descanso y la vacación recupere el gencia, demostrarse resignado con
brío de mis años mozos como con lo fortuito, porque en la vida el va-
los barbechos acontece...» rón bueno no puede dar otra cosa
Insistiendo en lo mismo con más más que la culpa. Estas conside-
acerba displicencia y con más cre- raciones me consolarían si yo fue-
cida amargura, a los 10 de mayo de se desconocido de todo punto en
1523, el desmoralizado autor de los la verdadera erudición y sabiduría;
Comentarios a la Ciudad de Dios pero es el caso que en la actualidad
escribía así a Erasmo, con una viva soy más popular de lo que muchas
brusquedad veces quisiera, porque no fuesen
«Para que Froben no se engañe tantos y tantos los que contempla-
razonablemente, la cosa está así. ran y calibraran mis cortos alcan-
Francisco desea, antes que el libro ces. Veo ser tanta mi impericia que
salga, veinte florines de oro; a fina- la vergüenza me obliga a confesar-
les de enero dió tres. Esta suma la la, porque, en fin de cuentas, lo que
recibí yo, y también tres libros. los otros han de descubrir prefiero
Decía que Froben había dado or- yo anticiparme a confesarlo, y mi
den de que se me diesen treinta culpa será menor. Con todo, empe-
y dos florines de oro, pero que de cé yo a escribir impulsado por el
éstos retiró ocho, que se te debían entusiasmo de la edad juvenil, y
a ti... No hay nadie, si me queréis luego porque son muchos los que
creer, que conozca más mi falta de adolecen del prurito incurable de
sentido práctico que yo mismo, ni la pluma pero yo espero que me
;

que menos la disimule. Por eso no curaré del mío, pues así que hubie-
me da frío ni calor no granjear glo- re publicado el libro que estos días
ria alguna, porque sé que no la me- compuse para la reina de Inglate-

LUIS VIVES. 1 3
66 ENSAYO BIOBIBLIOGRÁFICO. JUAN LUIS VIVES, VALENCIANO

rra (1), me acogeré a una larga va- varios días en Amberes, en oportu-
cación y me envolveré en un ocio nos escondites, no sé por motivo de
sin gloria...» qué dinero que había sobrado de la
Lo que a continuación se sigue cuenta, dije a sus dependientes que
explicará acaso el derrotismo que estaba harto de aguantar sus escu-
respira esta carta llena de sobren- rridizas artes de magia y de burlas
tendidos y de reticencias elocuen- con que tan desvergonzadamente
tes: hacía escarnio de mí. Adiós gloria
«De San Agustín sé que vendió si trae consigo tanta servidumbre...»
(Froben, en la feria de Francfort) Después de ese vivo desahogo
numerosos ejemplares, y yo mismo contra ese embustero y tramposo
conozco a los compradores. ¿Quién anónimo señalado con una N. des-
es ese de Londres que miente con pectiva, Vives vuelve a Froben, y le
tal descaro cuando él mismo me dice a Erasmo:
confesó que en pocos días despachó «Querría que me escribieras si
más de treinta cuerpos? Cierto es Froben va a imprimir aquellos
que Lupset decía que él, en Ingla- opúsculos míos; si no, dímelo fran-
terra, no vió ningún Agustín mío camente en tu carta próxima; los
puesto a venta. En la misma In-
la enviaré a otro sitio. Mi egoísmo no
glaterra afirmó haber vendido
él es tan desaforado que pretenda yo
más de cuatrocientos ejemplares de que salga libro mío de sus prensas
mi Sueño (el de Escipión). Sin du- con quebranto suyo. No ha mere-
da, pensará que no tiene éxito de cido él esto de mí. No piense que
venta mi nombre si se le compara yo voy a enfadarme con él si no edi-
con el tuyo o el de Budeo. ¿En dón- tare mis obras. Haga lo que crea
de está ese otro para que Froben más conveniente a sus intereses.
lo asocie a su negocio? Ruin gloria Pero basta ya de roñeces, ¡y con-
la de los ingenios si no tuviera más tadas a ti! ...»
cimiento y sostén que el capricho Y pocos renglones más abajo
de esos embusteros. Yo, desde ese añade
momento, renuncio a la gloria, y «Luego de escrito lo que antece-
aun a toda suerte de estudios, si de, por cartas de amigos fui hecho
tengo necesariamente que pasar por noticioso de que mis opúsculos no
esas horcas. Avergüénzome de mi fueron impresos por Froben, y N.
profesión literaria si no ha de salir se arrisca a decir que el libro fué
libro que no tenga la aprobación rechazado por Froben, asesorado
de la avaricia de los literatos. De por ti. Aun cuando no te intere-
Kempones, de Brectos, de Torrenti- se mucho lo que yo pueda creer
nos, tantos como quieras, a barris- le todo ello, no obstante, si yo ten-
co. ¡Ya Cicerón nadie le tiene! go algún crédito delante de ti, quie-
Nunca Dios inmortal debiera mos- ro que sepas que yo no lo creo, ni
trar tanta ojeriza con los estudios tampoco lo creería, aun cuando me
que no pueden practicarse sino me- lo dijera un hombre de intachable
diante la ganancia de N. De ese N. responsabilidad; y mucho menos
pienso yo concentrar toda la anti- habiendo salido la versión de N. Di-
patía porque, habiéndome evitado je esto porque te convenzas que N.
es todavía el mismo. Mentiría yo si
(1) Refiérese Vives a da Instrucción
no dijese que experimenté algún
de la mujer cristiana. desabrimiento; pero acaso fué me-
CAP. VIII. EL DUQUE DE ALBA.. LUIS VIVES Y FRAY SEVERO 07

ñor del que estas cosas acostum- ciplina doctísimo? En esto hay que
bran ocasionar. Tus cartas me ha- descubrir la mano y los manejos de
bían dado alguna esperanza, pues la suerte; los que menos tienen
me escribías que Froben gustosa- que ver con la suerte son los más
mente publicaría mis opúsculos si felices...»
N. entraba en la asociación, con lo A
seguida anuncia a Erasmo un
cual yo entendí que los imprimiría. viaje inexcusable a España, que no
Ahora toco con las manos que ni se sabe si quedó solamente en pro-
yo ni mis cosas tenemos tanta im- pósito, y promete luego otro viaje,
portancia, puesto que en una tan que ése sí se realizó:
grande variedad y aluvión de libros «No he podido hurtarme a esa
no hay lugar para un libro tan chi-' ida a España, para donde pienso
co, si no se vende al primer grito partir mañana o pasado mañana.
del pregonero, aun cuando lo hicie- Luego iré a Inglaterra...»
re vendible el prestigio de la ofici- No fué para Luis Vives ese viaje
na de Froben, como yo lo había so- anfibio, en el que cifraba tantas y
ñado, y en una Alemania tan espa- tan risueñas esperanzas (como el
ciosa y poblada, donde ¿qué es lo tiempo y el suceso lo demostrarán),
que no se vende?... Siéntome enga- más feliz que la publicación de sus
ñado por la opinión y desconcerta- Comentarios a la Ciudad de Dios y
do en ese ambiente. Harto sabía yo sus dares y tomares con el gran im-
que no tenía mi localidad en la or- presor de Basilea. Sobre esa obra
questa; pero pensaba o deseaba ha- tan cristiana se encarnizaron las Fu-
ber llegado a la hilera catorce, y rias postumas. Seis años después de
ahora reconozco estar en las últi- su muerte, ese glorioso título apa-
mas filas, entre la plebe. ¡Cómo re- reció en el Indice de libros prohi-
sulta verdad que a categorías
las bidos: Doñee corrigatur ; hasta que
las definen los ingresos aun en esa se hagan en él las debidas enmien-
ciudad! ¿Adonde fué a parar aque- das. Su propia razón y el tiempo las
llo de clarísimo y en cualquier dis- hicieron sobradamente.

CAPITULO VIII

EL DUQUE DE ALBA, LUIS VIVES


Y FRAY SEVERO
Debía de estar escrita en los in- los judíos que lloraban sobre los
flexibles astros la perpetua expa- ríos de Babilonia, de que, desmemo-
triación de Luis Vives. En dos oca- riado de su patria, su lengua que-
siones estuvo a punto de volver a su dase pegada al paladar. Oigamos al
España el terco valenciano que bla- propio Vives, estante en Brujas, que
sonó siempre de su cuna y no ol- cuenta a Erasmo el donoso y pica-
vidó jamás las riberas del río cono- resco lance digno de un Guzmán de
cido. No pudo Vives tener nunca Alfarache, que un fraile dominico le
ningún recelo, aun cuando hubiera jugó y que para bien suyo y de
proferido el terrible juramento de todos determinó su no vuelta, aun-
6S EXSAYO BIOBIBLIOGRÁFICO. JUAN LUIS VIVES, VALENCIANO

que sin mérito alguno del fraile y en adelante mi vida discurriera muy
con harto motivo de muy dura re- a mi gusto, en familiaridad con él
prensión: y otros amigos amantísimos; que
«El duque de Alba ofrecíame una ya no era posible anular el contrato
no desdeñable canonjía si yo hu- convenido entre el duque y fray Se-
biera podido conocer la oferta por vero. «¡Bellaca trastada! —
dije yo —
boca de los frailes. Quería el duque, ¿Cómo iba yo a desdeñar un ofre-
con marcado encarecimiento, que yo cimiento que el duque me hiciera,
me encargase de la enseñanza de los siendo así que yo siempre había
nietos que de su hijo primogénito buscado con suma diligencia demos-
tiene en España y como tratase de
;
trar al duque mi buena disposición
enviarme a un criado suyo que me para servirle; que le quedaba muy
hiciese la proposición y me ofrecie- reconocido por la cariñosa atención
se doscientos ducados de oro anua- que el duque había tenido conmigo
les como paga, estuvo a verle un y que no lo sentía tanto por el es-
cierto fraile dominico y a pedirle camoteo de la prebenda como por
qué órdenes le daba para Lovai- haber tenido que conocer la picara
na, para donde estaba muy de par- jugada del fraile?» Y añade Vives
tida. «Mejor ocasión no se me un sí es no es escandalizado: «Si

podía presentar contestó el du- esto lo padecemos de los hermanos
que —
Sí, tengo que darte órdenes:
. (fratres), ¿qué no será de los extra-
habla a Vives y entérate a ver si ños?» No contentos con atacar la
con aquella remuneración se quiere erudición, ya apañan nuestros dine-
encargar de la crianza de mis nie- ros. Dios hará justicia.» Esta carta
tos.» Al mismo tiempo, un noble lla- está calendada en Brujas el día 1
mado Bertrán, aquel mismo que te de abril de 1522. Al final de la car-
hizo una visita tiempo ha, le da al ta, Luis Vives, inspirado por el eno-
fraile una carta para mí, en la que jo y envolviendo en una misma
me comunicaba todo el negocio. Lle- indignación a fray Severo y a los
ga el fraile a Lovaina, habla conmi- i
frailes en general, verdaderamente
go más de diez veces y ni me dice i
erasmiza.
una palabra del encargo del duque j
Ha podido establecerse e identi-
ni me entrega la carta de Bertrán. ficarse la personalidad de este fray
El duque, viendo mi tardanza, o Severo, a quien, ante el silencio de
quién sabe si prevenido del fraile Luis Vives, don Fadrique de Tole-
que yo no aceptaba el ofrecimiento, duque de Alba, encomendó la
do,
encarga la educación de sus nietos formación humanística de sus nie-
a ese fray Severo. Ayuno yo de todo tos y, singularmente, del que había
esto voy a Bruselas. Allí, Bertrán, se de ser el gran duque, don Fernando
me queja de que su carta no haya Alvarez de Toledo, futuro vencedor
merecido contestación. «¿Qué car- de Mühlberg, terror de Flandes re-
ta?», díjele yo. «¿Que qué carta? Mi belada y reintegrador de Portugal
carta», me responde. Entonces me a la unidad española. Mostrador de
cuenta punto por punto la cosa an- Catón y Terencio a los nietos del du-
te muchos testigos que decían haber que de Alba, le llama el truhán im-
j

intervenido en la entrevista en que perial don Francesillo de Zúñiga.


|

el duque hizo al fraile aquel encar- Al paso que fray Severo era el maes-
j

go que le dolió mucho que yo hu- tro de latinidad de quien debía ser
;

biera desdeñado aquella oferta; que el mayor decoro de la Casa de Al-


¡
CAP. VIII. EL DUQUE DE ALBA,l LUIS VIVES Y FRAY SEVERO 69

ba que con tantos se ilustra, su De cuenta don Francés, escribien-


él
ayo era Juan Boscá (Boscán, caste- do marqués de Pescara: «Fray Se-
al
llanizado el apellido), ciudadano vero, yendo en una carreta de Valla-
honrado de Barcelona, que estaba dolid a Simancas, junto al Duero se
encargado no de su instrucción, si- quebró la carreta y cayó en el río y
no de su educación «con aquella ahogóse; y dicen muchos que le
alta y noble manera de educáción oyeron decir al tiempo que se aho-
propia de las cortes del Renacimien- gaba: ¡Oh infelice marqués de
to», dice Menéndez y Pelayo. Boscán, Mantua y nietos del duque de Alba,
que debía de ser el tipo del perfecto ya quedaréis sin el Salustio catili-
cortesano español, aun antes de tra- nario.» No se ahogó por esta vez
ducir el libro de Castiglione, sacó fray Severo si fué real el suceso de
un discípulo digno de él en el gran la quiebra de la carreta y la zam-
duque, a quien la opinión vulgar, bullidura en el Duero, puesto que
extraviada por las seculares calum- sabía tan bien de nadar y quedar a
nias de sus enemigos, se representa flote: Fluctuat nec mergitur. Me-
tan fiero y hosco y del cual, por el néndez y Pelayo conjetura que el
contrario, dice Zapata que era cor- Salustio catilinario era hombre de
tesanísimo y que con él iba toda la gran peso (físico), de gran corpu-
cortesía de la corte» (1). lencia, porque el tantas veces citado
Además de cortesanía debió Bos- don Francés dice en otra carta al
cán de iniciar a su ducal alumno en anterior destinatario:
la afición a la poesía. El propio «Pedrarias está en tierra firme,
truhán don Francés de Zúñiga, con y fray Severo no la tiene porque
su peculiar estilo picante y tan car- pienso que con él se ha de hundir
gado a trechos de sal negra, en su la tierra» (1).
Carta para la reina de Francia doña Es sabido que la muy difusa Eglo-
Leonor (2) refiere esta anécdota ga segunda, de Garcilaso, es un pa-
«Diréis al duque de Alba (don negírico de la Casa de Alba disfra-
Fadrique) que su nieto me ha hecho zado bajo velos arcádicos. ¿Cómo
media copla, y como el marqués de se le ocurrió al Cándido y venusto
Villafranca (don Pedro de Toledo) poeta del dulce lamentar de los pas-
le oyó, dijo a grandes voces a Bos- tores injerir en su Arcadia tan asea-
cán: Cuánto os debemos la Casa de da y tan risueña, tan simple y tan
Alba, pues que a nuestro mayoraz- musicalizada de zampoñas amorosas
go habéis hecho trovador.» y de aguas que corren con sonido,
No era español ese fray Severo, al voluminoso profesor de latinidad,
que en este caso, al menos, con su sin tomar la precaución de arcadi-
astuta socaliña desmintió la serie- zar su nombre propio y poner en
dad de su nombre y no hizo honor los sinceros labios de Nemoroso na-
a la intacta blancura de su hábito. da menos que el elogio de fray Se-
Era italiano; luego diré de dónde. vero?

En la riberav;rde y deleitosa
Cl) Menéndez y Pelayo : Juan Bos- dei sacro Tormes, dulce y claro río.
cán. Antología de poetas líricos. To-
mo XIII, págs. 44-45-
está Alba de Tormes, de quien dice
(2) En el tomo Curiosidades biblio-
gráficas (Biblioteca de Autores Espa-
ñoles), pág. 57 I
(1) Ibídem pág. 59.
70 ENSAYO BIOBIBLIOGRÁFICO. JUAN LUIS VIVES, VALENCIANO

el refrán popular: «Alba de Tormes, Este, cuando le place, a los caudales


baja de muros y alta de torres», y ríos el curso presuroso enfrena
de quien dice Garcilaso que enci- con fuerza de palabras y señales.
ma de una ladera La negra tempestad en muy serena
Allí está sobrepuesta ¡Ta espesura y clara luz convierte, y aquel día
si quiere revolvello, el mundo atruena
de las hermosas torres, levantadas
al cielo con. extraña fermosura... La luna de allá arriba bajaría
si al son de las palabras no impidiese
La alusión a la Casa de Alba es el son del carro que ,1a mueve y guía.
transparente
Si todo esto hacía o se decía que
Allí sé halla lo que se desea hacía ese físico más o menos teó-
virtud, linaje, haber y todo cuanto
sofo, que debió de ser fray Severo,
bien de Natura o de Fortuna sea.
¿cómo no dió con sus huesos en las
Y más transparente aún, puesto mazmorras y calabozos de la Inqui-
que es nominal, es la alusión a fray sición?
Severo hecha con una magnífica Hemos de convenir que Luis Vi-
prosopopeya que recuerda la mane- ves, el hombre del equilibrio y del
ra de Dante: juicio, no solía hacer ninguno de
estos milagros. El gran duque de
Un hombre mora allí de ingenio tanto, Alba hubiera quizá salido perdien-
que toda la ribera adonde él vino do con el magisterio del sesudo va-
nunca se harta de escuchar .su canto. lenciano. Ni menos, Vives hubiera
Nacido fué en eL campo plac entino, curado a Salicio y a Albanio de mal
que con estrago y destruición romana de amores. Esto, afuera de que no
en el antiguo tiempo fué sanguino, era Luis Vives precisamente el más
y en éste, con .La propia, la inhumana indicado para formar e] espíritu de
furia 'infernal, por otro nombro guerra, don Fernando de Toledo, varón más
lo tifie, lo arruina y lo profana. marcial que mercurial, como decía
Horacio, más que para las letras he-
viendo aquesto, abandonó su tierra,
•El,
por ser más del reposo compañero cho para las armas, que le habían
que de la patria que el furor atierra. de proporcionar tan sonados triun-
fos. Y hasta ¿quién sabe si el futu-
Llevóle a aquella parte el buen agüero
die aquella ti .rra de Alba, tan nombrada, ro autor del tratado De la concor-
que éste es el .nombre della, y dél, Se- dia y la discordia el que anatema-
;

[vero (1). tizó todas las guerras diciendo que


éstas, entre cristianos, eran grandes
Y sigue Nemoroso poniendo a Se- crímenes y cuya relación hubiera
vero por encima de las nubes: querido ver raída de los libros di-
dácticos: No de otra manera debie-
A aqueste Febo no le escondió nada:
antes de ^ledras, hierbas y animales
diz que le fué noticia entera dada.
Debió de ser Severo Varini, monje do-
minico (¿cisiterciense?. ¿benedictino?),
nacido hacia 1470 en Firenzuo';a de Ar-
(1) No está del todo clara la identi- da o de Lomba rdía, en el campo pla-
dad de fray Severo. Herrera, en sus centino, muerto hacia 1548, muy elo-
Anotaciones de Garcilaso, dice en este giado de sus contemporáneois por su
pasaje que fué preceptor de don Fer- ! extensa cultura y profunda doctrina, de
nando de Toledo; de esto no cabe du- que nosotros no podemos juzgar.
da tampoco es dudoso que era i t alia-
;
j

I (E. Méle :Bullet 'm Hispanique, año


no y nacido en el campo placentino. \
3923, XXV.)
CAP. VIII. EL DUQUE DE ALBA, LUIS VIVES Y FRAY SEVERO 71

ran contarse las guerras como se el gran duque de Alba. Ni creo que
refieren los latrocinios: sobriamen- éste, nacido para la acción guerre-
te, secamente, en su repulsiva des- ra y política, hubiese adelantado
nudez, no encareciéndolas con nin- mucho con las ideas de aquel gran
guna suerte de alabanzas, sino re- filántropo cristiano que se pasaba
cargándolas con toda suerte de abo- la vida gritando paz y concordia,
minaciones? ; ¿quién sabe, digo, si cuando todo el mundo ardía en sec-
las enseñanzas del gran pacifista, tas y divisiones» (1).
que con no demasiada irreverencia Costumbre muy recibida y so-
ni osadía fué llamado Apóstol de la lemne en las Universidades españo-
paz en un mundo ensordecido de las del siglo xvi fué la de explicar
clamores bélicos y atronado de gue- o comentar (enarrare) a la estudio-
rras y de opiniones de guerras, hu- sa juventud los autores clásicos
biera enfrenado en aquel generoso griegos y latinos. Esa práctica ve-
pecho los arrestos y extinguido el nía del siglo anterior. Con su grace-
impulsivo hervor de su sangre cal- jo y donaire habituales, Pedro Már-
deada de juventud y patriotismo? tir de Angleria, milanés protonota-
¿Quién sabe si con el gran duque rio apostólico y del Consejo de In-
de Alba formado por Vives otra hu- dias, etc., etc., cuenta a don Iñigo
biera sido la historia de España, co- López, conde de Tendilla, que fué
mo Troya sin Helena, como Roma quien le guiaba por España, una
si Eneas no aportara a las riberas movida enarración suya en la Uni-
de Cartago? versidad salmanticense, en carta es-
La no disimulada amargura que crita el día 28 de septiembre de 1488:
rezuma la carta de Vives a Erasmo, «Así que llegué a Salamanca, por
se explica por las angustiosas es- los pregoneros públicos se anuncia
trecheces económicas en que se de- que al día siguiente, a las dos de la
batía en aquella ocasión y se deba- tarde, un profesor de letras de hu-
tió en casi todas las ocasiones de su manidad, que se halla de paso,
restante vida. «Para su gloria y pa- profesará una lección acerca de Ju-
ra la de España —
dice Menéndez y venal. Erase un jueves, día no lec-

Pelayo fué gran fortuna que no tivo en aquella Universidad, y fué
lograse apetecido cargo. Hombres tan grande la concurrencia, que ta-
el
como élno nacen para la domesti- ponó las puertas y no pude de ma-
cidad por dorada que sea, sino para nera alguna penetrar en el aula. Los
aleccionar desde su retiro al géne- propios doctores, viniendo en ayuda
ro humano. Confundido entre los fa- de aquella especie de alguacil de la
miliares de la Casa de Alba, no hu- república literaria a quien llaman
biera tenido tiempo ni acaso reso- bedel, en su empeño de abrirme pa-
lución para levantar a la razón hu- so como fuera, apelan a picas y a
mana su imperecedero monumen- palos. A fuerza de gritos, de amena-
to; no hubiera sido el reformador zas, de golpes ábrese un camino tra-
de los métodos, el padre de la mo- bajoso. Los estudiantes me toman
derna pedagogía, el precursor de Ba- en hombros y me llevan por enci-
con y de la psicología inglesa, el ma de las cabezas. Un fraile capi-
pensador más genial y equilibrado lludo, Gómez de Toledo, consanguí-
del Renacimiento: cosas todas de
más importancia que la educación (1) Antología de poetas líricos caste-
de un hombre solo, aunque fuese llanos, XIII, pág. 50.
j
72 ENSAYO BIOBIBLIOGRÁFICO. JUAN LUIS VIVES, VALENCIANO

neo tuyo por la condesa de Coria, El propio celebérrimo Antonio de


su madre, y Alfonso Acevedo, hijo Xebrija no enseñó jamás gramática
del arzobispo de Compostela, y latina en las universidades, sino
otros muchos de no tanta categoría que solamente explicó autores clá-
como ellos, son sacados por la mul- sicos. Es decisivo el testimonio del
titud víctimas de un desmayo. En portugués Francisco Martín en una
el revuelo piérdense innumerables sesión pública en la Universidad
birretes y no pocos sombreros; hay salmanticense en honor de Elio
gran rotura de capas. Entre otros, Antonio: «En la Universidad de Sa-
el propio bedel perdió su manteo lamanca comentó públicamente los
rojo, que se le había caído. Consul- libros de los grandes autores; pero
ta a los doctores si puede obligar- nunca explicó los preceptos del ar-
me a que se lo pague yo, puesto te ni descendió a esas niñeces.» Así
que fué por culpa mía; ríense de queda satisfactoriamente explicado
él. Pero volvamos a lo nuestro. Da- lo que Fernando de Balbas escribió
do que este día es el mío, yo les pre- y Mayáns leyó en el Archivo de
gunto qué es lo que quieren que ex- Alcalá, pág. 75:
plique. Interpretando los votos de «El maestro Antonio Nebrija vino
todos, Marineo Sículo, que profesa a Alcalá a la fama el año 1514, y se
aquí Poesía, me señala la sátira se- presentó al cardenal, mi señor, di-
gunda de Juvenal. Yo, en mi inte- ciendo que le venía a servir. El car-
rior, les envío más allá de los sau- denal, mi señor, holgó mucho de su
rómatas a hacer bolas de nieve. An- venida y se lo agradeció. Siendo yo
tes de la hora señalada que dije retor, mandó que le tratase muy
— —
eran las dos de la tarde me per-
, bien y le asentase de Cathedra se-
soné en la Universidad. Hasta las senta mil maravedís y cien fanegas
tres sin alboroto alguno, sin ruido, de pan, y que leyese lo que él qui-
sin desorden, se me escucha con siere si no quisiere leer que no
y
viva atención, arrechas las orejas. leyese y que esto no lo mandaba
A esa hora, como yo me acusase y dar porque trabajase, sino por pa-
me excusase de mi prolijidad de- garle lo que le debía España» (1).
masiada, dos jóvenes oyentes, como Murió Antonio de Nebrija, llora-
entre ellos se estila, comienzan a do de las Letras y de todos los bue-
escarbar el suelo con los pies otros
; nos, en julio de 1522, dejando sumi-
más viejos se lo reprochan, y su- da la Universidad de Alcalá en or-
plícanme que continúe. Terminado fandad y duelo muy amargo, y hu-
el punto que me propuse explicar, bo que pensar en quién recogería la
luego de pedir perdón, me apeo de gloriosa y pavorosa herencia. Y és-
la tribuna. Los jerarcas de la Uni- ta fué la ocasión postrera que se le
versidad me acompañan a casa co- Vives de regresar a su
ofreció a
mo a un vencedor de la Olimpíada. él no aceptó por ignora-
patria, que
Y tú, patrono mío, comienza a pen- dos motivos, a pesar de que para
sar seriamente en construir una ca- este paso sus amigos, y singular-
rroza tirada por una cuadriga para mente Juan de Vergara, le habían
recibir a tu querido mártir, de vuel- tendido un ambicioso y seductor
ta de una victoria tan famosa. Por puente de plata. Parece que fué por
un caminante que declaró que iba
a trasladarse a Cuenca recibirás es- (1) Mayáns : Joannis Ludovici Vivís
ta ampulosa misiva...» Vita, tom. I, pág. 56
CAP. VIII. EL DUQUE DE ALBA, LUIS VIVES Y FRAY SEVERO 73

este tiempo cuando este célebre ca- de la subsistencia por lo que toca
nónigo toledano, secretario que fué a ti, y por lo que a mí me atañe, la
del cardenal Ximénez de Cisneros, firmeza en el amor que te tengo, al
colaborador en la Biblia poliglota cual no hay hombre cuerdo que no
y catedrático de la Universidad sienta que debe anteponerse cuales-
complutense, en un viaje ocasional quiera, riquezas. No quiero detener-
que hizo a los Países Bajos, conoció te más; el caso es éste. Antonio
y trató a Luis Vives, y cuajó entre Nebrisense, varón de suma grave-
ellos la suave y firmísima amistad dad y de erudición soberana, ya col-
que atestiguan la respectiva estima mado de años, colmado de honores,
y el nutrido y afectuoso epistolario. colmado de fama sólida y perma-
Dos meses después del falleci- mente, pagó el tributo a la natura-
miento de Elio Antonio, que dejó leza, con tan profundo pesar de to-
vaco en las aulas del estudio gene- dos los buenos, como si prematura-
ral de Compluto un escaño de ac- mente fuera hurtado a los honores
ceso dificilísimo, en el cual la me- y a la gloria. Y como fuese que los
moria del gran varón y su temible alcalaínos anduviesen buscándole a
rivalidad habían puesto, por decirlo ese Antonio famoso, en cuya Uni-
así, un Noli me tangere prohibiti- versidad profesaba literatura latina
vo, el día 5 de septiembre, desde con grande y general aplauso, un
Valladolid Vergara escribía a Vives sucesor no indigno del predecesor,
una carta de ese tenor (1): y como fuera que los votos de los
tMis ocupaciones por una parte y mejores, guiados más por el cariño
por otra la priesa del correo de que por el juicio sereno, a todas
quien dice tu familiar Nicolás (2) luces convergían en mi pobre per-
que lleva muy a desagrado las es- sona, por cierto, cuando yo estaba
peras que él le impone, harán que muy de partida, con un pie en el
tenga que tratar contigo de un ne- estribo (pues en escribiendo esto
gocio importante en términos bre- había yo hecho un viaje a Alcalá
ves y atropellados. Cuánto sea mi por determinados negocios de la
afecto para ti y cuán grande es el Corte); yo, que entendí lo que se
concepto que formé de tu saber y tramaba, puse luego al punto mi
de tus costumbres, pudístelo com- pensamiento en ti, porque me pa-
prender si las apariencias no mien- reces el único de los nuestros que
ten ni falla la conjetura por mi per- puede igualarse con este cargo de
sonal presencia. Más porque lo expe- tamaña responsabilidad, pues no es
rimente en mi ausencia, lisonjéame liviana la herencia del ilustre y ce-
la idea de que lo recabaré gracias a lebrado profesor. Y así fué que in-
una oportunidad venturosa que yo mediatamente escribí a aquel claus-
celebro que se haya presentado, no tro universitario a quien, luego de
menos en interés mío que tuyo. En haberle expuesto que mi tenor de
este asunto se ventila el problema vida era muy ajeno de tal profe-
sión y de haberle manifestado con
copiosos argumentos el juicio que
(1) Publicada por Bonilla San Mar-
tín en Clarorum Hispaniensium episto-
tenía formado de ti y que si había
Lce íneditce. Excerpta e Revue Hispani- otro en cualquier otra parte, dije
que, VIII, pág. 73. que ése eres tú, con la más recia
(2) Hermano de la que fué esposa afirmación y más firme certidum-
¡

de Vives, Margarita Valldaura. l


bre, y que podrás ser gala y lustre
74 ENSAYO BIOBIBLIOGRÁFICO. JUAN LUIS VIVES, VALENCIANO

de aquel cuerpo literario, y de gran ees a sopesarlas. Se te pagarán (se-


provecho y utilidad a la juventud gún yo pienso) doscientos florines
estudiosa y que la realidad no iba de oro anuales y se te señalará una
a desmentir ese vaticinio mío, y le vivienda decorosa. Tu incumbencia
daba seguridades de que tú acepta- no tendrá nada de pueril o trivial,
rías la proposición si ella era asaz sino que consistirá toda en la expli-
decorosa. Por ende, aun cuando cación y comento de los buenos au-
harto sabía que esta suerte de crea- tores. Demás de esto, las lecciones
ciones no fácilmente se difieren en- extraordinarias te procurarán, si te
tre quienes tienen sus días de vo- conviniere, cotidianos emolumentos.
tación señalados por la costumbre, Ea, pues, a pensarlo inmediatamen-
con todo yo les rogué con encare- te, para que la prolongada espe-
cimiento que se avinieran a la pe- ra no les resulte a ellos enojosa, que
queña dilación que supondría la más enojosa será para mí, por cuya
obligada consulta epistolar que iba atención esperarán.»
a hacerte; que hicieran esta conce- «Pero ¿qué es lo que oigo? Nicolás,
sión al aprovechamiento de la ju- tu familiar, tiene fuerte recelo de
ventud, de cuya formación se tra- que no te atrevas a confiarte al mar,
taba; que les mereciera esta consi- por miedo de los recios temporales.
deración la memoria del gran maes- ¡Animo, mi bravo filósofo! Si aun
tro, para quien podría parecer in- en medio de las borrascas desata-
jurioso el que no le deparasen un das, cuando la combatida antena
sucesor digno; que lo hicieran en cruje y rechinan las cuerdas y el
gracia de mis ruegos, cuya valía gobernalle, no te sería consentido
ante ellos solía tener algún peso. palidecer sin reproche, en tu propio
A esa carta mía, aun cuando no re- aposento te pones a temblar? En
cibí contestación alguna, pues no es invierno, le digo yo a Nicolás, com-
sobrado el tiempo que pasó, no obs- prendo que la navegación no te son-
tante por lo que me cuentan los ría, pero no así en primavera o
amigos que de aquí van y vienen verano. ¿Y por qué en esos días se-
con alguna frecuencia, y por el es- renos y en esa bonanza propia de la
tado del asunto mismo, me inclino estación en que anidan los alciones?
decididamente a creer que mi auto- Afuera, afuera, te diré yo, esas telas
ridad ante ellos no será baladí ni de araña que te sacas de ti mismo
desdeñable. Yo. que estaba determi- y en las cuales te enredas; no hace
nado a no darte soplo alguno antes morada en tan cobardes pechos la
de conocer la decisión de los com- Filosofía. De esta manera, chancean-
plutenses por sus propias cartas: do, yo dejé a tu hombre seriamente
con todo, dada la oportunidad, creí preocupado de endebles temores.
que no estaba fuera de lugar anti- Por lo que a ti toca (siempre que
ciparme algún tanto a comunicarte escribas que las condiciones te pla-
el negocio sumariamente, bien por- cen) podrás buenamente esperar
que así se te daba mayor plazo para hasta marzo, y en caso extremado
que eches tus cuentas, bien porque hasta abril, precaución ésta que en
ellos no tuvieran ese tiempo por tan gran multitud de mareantes
perdido. Ya desde ese momento pue- son muy pocos los que la toman.
do, en pocas palabras, darte un an- |
Empero, tú (ya lo estoy viendo) te
ticipo de las condiciones cuales yo
¡
percatarás que debe serte más caro,
creo que van a ser para que comien- por muchas razones, ese corajudo
CAP. IX. — LUIS VIVES E INGLATERRA 75

aliento del estoico que el recelo del ra, despertó en nosotros tan alta
más bellaco de los embusteros...» opinión de ti, cual no podría col-
Hasta aquí la carta de Vergara, marla sino un varón doctísimo y
que contiene otros interesantes ex- semejante como el que más al mis-
tremos que no son de este lugar, mo Antonio. Ello hizo que no fal-
pero que interesan grandemente a tando entre nosotros doctos perso-
la historia del erasmismo en Es- najes que pretenden ese cargo, pre-
paña. vio el concurso que señala el regla-
El propio año de 1522, en fecha mento para ser admitidos en la Cor-
incierta, el claustro de la Universi- poración, con todo no nos hemos
dad complutense expidió a Vives negado a que por causa tuya (cosa
esta comunicación oficial, corrobo- que entre nosotros se hace con ex-
rando el ofrecimiento de Vergara. tremada rareza, sin previa oposi-
«Cuando tras el fallecimiento de ción) conferirte esa profesión extra-
Antonio Nebrisense, varón doctísi- ordinaria y sin competidor alguno.
mo, que entre nosotros, con gran Encargamos, pues, a nuestro Verga-
aplauso y provecho de nuestra ju- ra que te escribiera en nuestro nom-
ventud, enseñaba letras latinas, tra- bre acerca de las peculiaridades de
tábamos de crear un profesor que esa profesión, de su estipendio anual
pareciese digno de suceder con los y los demás requisitos que se te
debidos merecimientos a varón tan ofrecen. Por todo ello, piensa que
insigne, Juan Vergara nos escribió todo cuanto te escribiese él es es-
acerca de ti un testimonio suma- crito por nosotros, y ten la certi-
mente honorífico, y que tú atesora- dumbre que a todo nosotros le da-
bas tantos caudales de saber y tan- remos satisfacción y cumplimiento.
ta erudición y práctica en las letras Va a cargo de tu diligencia el pro-
de humanidad que, a su juicio, eras curar que nosotros no ignoremos
el único sucesor suyo posible, y que mucho tiempo lo que tuvieres a
a este cuerpo literario granjearías bien resolver acerca de este punto.
decoro y utilidad grandísima a Ten salud» (1).
nuestra juventud, y que en gran No se conoce la respuesta que
parte nos aliviarías la pérdida y la tuvo esta grata carta y excepcional
soledad que sentimos del profesor invitación; pero se presume. No
inolvidable. Aquel juicio de tan fué, no, a Alcalá, Luis Vives, el per-
docta personalidad como es Verga- petuo expatriado.

CAPITULO IX

LUIS VIVES E INGLATERRA


No
fué precisamente Luis Vives según pudimos saber por la carta
el primer argonauta valenciano que de Vergara, hubo otros valencianos
mostró a sus conterráneos el pro- «que tuvieron osadía y ciñeron el
celoso camino de Inglaterra. Vixere
fortes ante Agamennona (Héroes
hubo antes de Agamenón); y an-
(1) Bonilla San Martín: Clarorum
tes que Luis Vives, medroso del mar,
Hispaniensum epistolce..., págs. 86-87.
76 ENSAYO BIOBIBLIOGRÁFICO. JUAN LXJIS VIVES, VALENCIANO

pecho con triple lámina de bronce la conoscencia personal y la mutua


y al piélago sañudo fiaron el que- amistad de Vives con Tomás Moro,
bradizo esquife y no temieron el cuajada en Brujas el año 1515, y la
ábrego impetuoso en contienda con dedicatoria en julio de 1522 de los
los bravos aquilones», para decirlo Comentarios a la Ciudad de Dios,
con las palabras robustas de Hora- de San Agustín, al rey Enrique VIII
cio. Con este su deliberado viaje y de Inglaterra. En ella le dice:
subsiguiente estada en la isla sepa- «El ruin que te ofreciese oro, pla-
rada de todo el orbe ( toto divisos or- ta o piedras preciosas; atavíos, ca-
be Britannos), continuó una más ballos o armas, echara agua al mar
que secular y no rompida tradición, o trajera árboles al bosque. Tú más
estimulada por la propia Inglate- cuerdamente piensas que la gloria
rra. más pertinente a tu virtud y mere-
Parece que «en 1418, Enrique V ha- cimientos es la que se granjea para
bía otorgado cartas patentes a favor la posteridad por medio de libros y
de los súbditos de la Corona de monumentos de ciencia...»
Aragón que llegasen allí con sus Tardó mucho en llegar la contes-
naves. Los conselleres de Barcelona tación del rey, redactada en latín,
enviaban en 1441 a un comisionado fechada en Greenwich a los veinti-
que tenían en Brujas para que pa- cuatro días andados de enero del
sara a Inglaterra a comprar lanas; año 1523:
la llamada Obra de térra, de Manises, «Honorable señor y smigo muy
era vendida en Londres o en Bris- querido: Así que llegó a mis manos,
tol, y la esposa de Enrique VI tenía ilustrada con vuestros Comentarios,
en su oratorio un aguamanil de Va- la obra Civitas Dei, de San Agustín,
lencia. Las naves de Venecia hacían fué recibida con la gratitud que se
escala en el Grao, de donde pasaban merecía. Quédome dudoso de si
a Flandes e Inglaterra, y el duque cumple dar parabién a quien lle-
el
de Borgoña llamaba en sus inventa- gó a ofrecer tan perfectamente, gra-
rios a la loza valenciana valensch- cias a una sabia labor, obra tan es-
were. Vives pasaba a aquella isla, cogida, o a San Agustín, que por
continuando la tradición de Joanot tan largos siglos se mantuvo inacce-
Martorell, el autor de Tirant lo sible y que ahora, por fin, ha sido
Blanch, o la de aquel personaje, traído de las tinieblas a la luz, res-
menos conocido, llamado Mosén Vi- taurado en su genuina entereza, o
cente Climent, beneficiado de la en suma, a la posteridad, que podrá
Zaidía, maestro en Teología por Ox- disponer y gozar de la enorme ven-
ford, poseedor de los Arcedianatos taja de vuestros Comentarios. Desde
de Huntingdon y Winchester, quien el momento que os plugo dedicar-
tenía bienes... en el reino británico nos esos Comentarios abrigamos pa-
y dejó en testamento hecho en esta ra con vos un profundo agradeci-
ciudad de Valencia en 1472 a un su miento y os damos las gracias más
criado determinada cantidad en mo- sinceras, especialmente porque esta
neda esterlina...» (1). amable atención vuestra demuestra
Como prolegómenos de esa ida de un afecto no común hacia Nos. Por
Vives a Inglaterra, debemos situar esta causa, os certificamos que nues-
tro favor y nuestra buena volun-
Felipe Matéu Llopis Juan Luis tad no os faltarán en vuestros
ne-
(1) :

Vives, el expatriado. Va.encia, 1941. gocios, siempre que se nos ofrezca


CAP. IX. LUIS VIVES E INGLATERRA 77

alguna oportunidad para ayudaros. dos cursos: uno, de Humanidades,


De nuestra Corte, en Greenwich, a y otro, de Derecho (1). Parece que
los veinticuatro de enero de 1523.» a fines de este mismo año recibió
Demos un pequeño salto atrás. A solemnemente la investidura de
los quince días de agosto de 1522, Doctor civilis legis. Y aún dice el
escribe Vives a Erasmo desde Lo- propio autor, corroborado por Vos-
vaina: sio, que «el Rey, la Reina y la Cor-
«El mes próximo pienso ir a In- te hicieron algún viaje a Oxford pa-
glaterra. Si algún encargo tienes ra oír las disertaciones de Vives en
que hacerme, escríbeme por N. el Colegio de Corpus Christi».
cuando esté de vuelta de la feria de Conocemos asimismo a dos discí-
Francfort. Al mismo tiempo, te rue- pulos suyos en el colegio de Cor-
go que por el mismo me envíes unas pus Christi: Ricardo Pate y Anto-
letras de recomendación para tus nio Barker. Ricardo Pate era alum-
amigos de allá, al menos porque se- no del Corpus Christi un año antes
pan que yo también soy amigo tuyo de la llegada de Vives y sobrino del
y hagan más caso de mí. Mi propó- obispo de Lincoln, Juan Longland,
sito es estarme allá no más de tres confesor del Rey de Inglaterra, a
meses o a lo más, cuatro. Pienso quien Vives escribió una carta que
que de esto ya te hablé en Brujas. podríamos calificar de apostólica,
Me tomó tal hastío de las escuelas, que más abajo hallaremos, y él, a
que estoy dispuesto a hacer cual- su vez, llegó a ser obispo de Wor-
quier cosa antes que volver a aque- cester. Antonio Barker era protegi-
llas sordideces y alternar con la do del confesor del rey. En el epis-
chiquillería.» tolario de Vives existen dos cartas
Grande era la atracción que In- dirigidas a Pate, con cariñosas alu-
glaterra ejercía sobre Luis Vives, siones a Barker. Por ellas nos es da-
estante en Lovain?, atracción cons- do saber que Pate estaba confiado
tantemente estimulada y en conti- a la tutela de Barker, y demuestran
nuo desvelo por la presencia de la diligencia con que Vives fomen-
alumnos ingleses en aquella Univer- taba las relaciones y el contacto con
sidad. Conocemos a alguno: Nico- los antiguos estudiantes cuando se
lás Wotton, de quien Luis Vives se hallaban en el extranjero. Estas car-
prometía grandes cosas, si la desgra- tas fueron escritas unos cuantos
cia no se cebaba en él, o él mismo años más adelante. Ello demuestra
a sí propio no se perjudicaba. Cuan- principalmente la tenacidad del re-
do, separado de él, no le escribe cuerdo y supervivencia del afecto
Wotton, Vives implora sus cartas, de Vives. En la primera le dice que
y al recibir encomiendas de su par- al igual que a él, escribe a Tomás
te por la correspondencia de un ami- Winter (2) con el mismo cariño con
go, Vives le contesta: «Decísme que le escribía cuando su purpura-
que Nicolás Wotton me saluda; pe- do tío gozaba de la privanza del rey
ro lo cierto es que no sé nada de él de Inglaterra y del florecimiento de
hace muchos años. Saludadle en mi
nombre y recordadle nuestra anti-
gua amistad y camaradería de Lo- (1) Wood, en Athence Oxonienses,
citado por M Puigdollars en La filoso-
vaina.»
española de Luis Vives, pág. 181
Por el otoño de 1523 encontramos fía Hijo ilegítimo del cardenal Wol-
(2)
ya a Vives en Oxford profesando sey, cuya caída se produjo el año 1529-
78 ENSAYO BIOBIBLIOGRÁFICO. JUAN LUIS VIVES, VALENCIANO

la prosperidad, porque no es volti- sión y en todo trance apurado a


zo su afecto ni dócil al flujo y al Eneas Acates, prototipo de la fide-
reflujo de la fortuna. El quiere tan- lidad en la amistad: Fidus Achates.
to más a un hombre cuanto más le Se tiene asimismo noticia de otro
agobia la desgracia, pues las penas inglés que seguía sus estudios en
son cebo del amor. Le encarece que Lovaina y recibía lecciones priva-
medite las vicisitudes a que están das de Luis Vives. Llamábase Nico-
sujetos los negocios humanos. Des- lás Daryngton. Ese mismo Daryng-
graciado es el hombre que edifica ton, escribiendo a su amigo Enrique
su ciudadela de ilusiones sobre fia- Golde, refiere (14 de febrero de
eos cimientos humanos, y confía en 1522) que en su viaje a Lovaina an-
el hombre inestable y débil. Mani- duvo acompañado de otro inglés lla-
fiéstale su dolida estrañeza de que mado Blythe, quien, a su llegada a
Wotton no le escriba, y le comunica la docta y tétrica ciudad, fué sal-
la noticia de que ya tiene a Tomás teado de unas fiebres malignas muy
de canciller. «No sé si se acuerda de peligro; y declara que piensa
ya de sus amigos pobres añade — —
seguir los estudios privados y que
Yo hace un año que no recibo dine- no oirá más lecciones que «las de
ro alguno de Inglaterra.» Y en ca- Luis Vives, un sabio español, sobre
racteres griegos consigna: «Mucho la cosmografía de Pomponio Mela.
me temo que no oigáis decir que me De él aprendí que la vida de Julio
he muerto de hambre.» A seguida le César fué escrita por Suetonio».
hace noticioso de que Claymond, No solamente en los bancos de la
«ese anciano bondadoso», le envió escuela, sino en los propios escaños
una carta rebosante de cariño, y le del profesorado, Luis Vives, en Lo-
remitió veinte shillings, donativo vaina, alternaba en sabrosa igual-
modesto que le ha colmado de satis- dad y camaradería con ingleses. De
facción, no porque pueda aliviar las los tres profesores de hebreo del
estrecheces pecuniarias que sufre, célebre colegio de las Tres Lenguas,
sino porque provienen de un pecho fueron ingleses dos de ellos: Ro-
lleno de benevolencia (1). berto Wakefield y Roberto Scher-
En la segunda carta (2), Vives es- wood. Wakefield era protegido de
cribe a Pate la alegría que tiene de Tomás Boleyn, conde de Wiltshire.
saber su feliz arribo a Francia. Le Cuando se promovió la tempestuosa
previene del posible peligro que y nefasta cuestión del divorcio de la
acaso corran allá sus estudios (¿el reina Catalina, Wakefield abrazó la
que fustiga tan recia y donosamen- causa de Catalina de Aragón. Insi-
te en su epístola a Juan Fort: In núa Nuestro Señor Jesucristo en su
Pseudo-dialecticos? y le amonesta Evangelio (Luc, II, 35), que deter-
,

que no dé motivo de desazón ni dis- minadas crisis se producen a fin de


gusto a su tío el obispo de Lincoln. que sean manifestados los pensa-
Dícele que se confíe a la segura di- mientos de los corazones de muchos.
rección de Barker, pues conoce su Esa cuestión malhadada constituyó
cordura, su bondad y el afecto y una de esas crisis. En Wakefield pu-
adhesión que le profesa, no diferen- do más la cobarde domesticidad que
te del que demostraba en toda oca- el dictado viril de la conciencia. En
gracia de su patrono, renegó de la
O) Vivís: Opera, VII, 141. opinión primera y puso su pluma al
(2) Idem, ibídem. servicio de la nulidad del matrimo-
CAP. IX. LUIS VIVES E INGLATERRA 79

nio. Años más tarde, pero antes de sin manteca paréceles cosa mons-
la apostasía, debió de hallarle Luis truosa. Así veo yo la felicidad de
Vives cuando, en compañía de la esos teutones.» Por otra parte, aña-
reina, visitó el monasterio de de Darington: «Aquí me siento más
Syon donde residía su antiguo
(1), desembarazado para los estudios
comprofesor de Lovaina, que murió que en Cambridge, porque en aque-
en Londres el año 1538, dos años lla Universidad se pierde mucho
antes que Vives. Roberto Sherwood, tiempo en visiteo y tertulias» (1),
el otro profesor de hebreo, ocupó A principios del siglo xvi se in-
fugazmente la cátedra sólo un mes; crementó poderosamente la amiga-
escribió unos comentarios sobre el ble correspondencia entre Inglaterra
Eclesiastés, que llamaron la aten- y Flandes, y ocasionó una gran co-
ción del hebraísta español Juan Pi- rriente de intercambio, no sólo de
neda, a cuyas obras había dado un mercancías, sino también de estu-
copioso tiento. dios, fomentado por la concordia, ba-
No era Lovaina muy del gusto de jo cuyas alas las cosas más chicas se
los estudiantes ingleses ni aun de acrecientan, según sentencia de
los profesores, a juzgar por el poco nuestro Séneca, y crea el clima pro-
tiempo que regentaron sus cátedras picio y el benigno temple para la
(Wakefield ocupó no más de cua-
la deleitosa convivencia y el fomento
tro meses). Ni tampoco de Luis Vi- gratísimo de toda suerte de buena
ves, como habremos de ver. Ahí va vecindad. Los respectivos monarcas
una carta de un estudiante inglés, favorecieron estas fecundas relacio-
Di rington, que dice nes con su prestación y ejemplo
«Lovaina es una ciudad más agra- —
personal. «Dos veces escribe Vi-
dable por el sitio que por sus habi- —
ves visitó a Inglaterra el César Car-
tantes. Sus plazas públicas son be- los y una vez el rey Enrique estuvo
llas y sus muros producen buen en Gravelinas, de Flandes ambos a
;

efecto. Pero la simpatía de este pue- dos sin ejército, sin escolta, sin ba-
ble es escasa y los únicos favores gajes, sin armas, casi solos. Y a ca-
que otorga son a cambio de dinero. da uno de ellos se le antojaba ha-
Sus moradores son muy aficionados llarse más libre y exento de cuida-
a comer y a beber, y creen que su dos en tierra extranjera que en su
mayor gloria es poseer una gargan- propio país. Cuando el César Carlos
ta ancha y tragadora y que un hom- se encontraba en Inglaterra o el rey
bre, tiene tanta más hombría cuanta Enrique en Bélgica y territorios es-
mayor capacidad tiene de beber. pañoles y deseaban alguna cosa,
Esa gente no deja nunca de escan- fuese la que fuese, no tenían sino
ciar vasos hasta que manos, ojos y que abrir la boca y la obtenían sin
lengua se niegan a su normal fun- dificultad. Entre ambos reinos rei-
cionamiento, y toman a descortesía naba la avenencia que abre los ca-
y consideran un acto de enemistad minos del ideal. Cuando es la dis-
si no vaciáis el vaso a par de ellos.
Los alimentos son de mala calidad,
ordinarios, grasientos, pringosos de (1) Estas y otras particularidades es-
manteca escurridiza. Una comida tán tomadas de Les relacións de Joan
Lluis Vives amb els Anglesos; Anglate-

Situado
rra, per Foster Watson. Barcelona Ins-—
(1) eoi Isleworth (Inglate- tituí d'Estudis Cataláns. Paláu de la Di-
rra). putació, 1918.
so ENSAYO BIOBIBLIOGRÁFICO. JUAN LUIS VIVES, VALENCIANO

cordia la que impera, cada cual se Agustín, ilustrada por sus lumino-
recluye avaramente en sí mismo, sos comentarios, urbanizada y lim-
porque nadie se siente seguro...» pia, por decirlo así, de innumerables
Unidas por el triple lazo del amor, y feísimas y ciegas erratas, puesta
del comercio, de la cultura Funicu- en mejor policía y en orden más lú-
lus triplex difficile rumpitur — cido. Y, sobre todo, allende el mar
Flandes e Inglaterra, salirse de una enojadizo, le sonreía la dulce, la
de ellas para irse a la otra era como blanda, la santa Catalina de España,
dar un paso y cambiar de estancia reina de Inglaterra. Para ella, en
en el propio domicilio. Para Luis luengas noches sin sueño había lu-
Vives, trasladarse a Inglaterra no cubrado su áureo tratado Forma-
era ninguna extorsión. Allí encon- ción de la mujer cristiana, y desea-
traría dulces y válidas amistades. ba ponerle con reverencia en sus
Su rey había aceptado complacida- muy espléndidas manos. No era posi-
mente la Ciudad de Dios, de San ble engastarle en más rica pedrería.

CAPITULO X

VIVES, EN ÉL COLEGIO DEL CORPUS


CHRISTI

Ya tenemos a Luis Vives en Ox- toridad sobre todas las cosas, veinte
ford. El ambiente intelectual en estudiantes (fellows), igual número
que ha de vivir le es casi familiar, de otros estudiantes, tres profeso-
muy semejante al que respiraba en res que estarán allí ocupados en su
Lovaina. Profesa Literatura latina oficio y orden; además, seis servi-
en el Colegio de Corpus Christi. Fun- dores de la capilla, de los cuales dos
dólo el obispo Fox. He aquí el tex- serán sacerdotes, otros dos seglares
to de su fundación, en exceso reca- y sacristanes, o al menos iniciados
mado y metaforicado: en la primera tonsura, y coristas los
a Hemos fundado y construido en dos restantes...»
la Universidad de Oxford, con los Sigue la sarta de las metáforas
recursos que la mano de Dios en su «Las abejas no labran miel de
bondad nos ha concedido, una suer- cualesquiera flores sin elección, sino
te de vergel para las abejas, al que de aquellas que son más dulces y
hemos puesto nombre de Corpus exhalan más agradable fragancia, de
Christi, donde los estudiantes, a la cual conserva resabios la miel
guisa de esos insectos industriosos, misma; y de ahí que las diferencias
fabriquen de día y de noche cera en de miel sean muchas, según la di-
honor de Dios y miel que instile versidad de las comarcas y la varie-
dulzura en provecho propio y de dad de las flores. No ya Inglaterra,
toda la cristiandad. Por las presen- pero ni la propia Atica ni el Hi-
tes, decretamos y determinamos que bla mismo, pueden ser producidores
en este vergel residirá siempre un de miel si no despuntan las flores
Presidente que mantendrá su au- engendradoras del néctar. Por ende,
CAP. X. VIVES, EN EL COLEGIO DEL CORPUS CHRISTI 81

Nos hemos determinado establecer En Lovaina tuvo Vives una aco-


en nuestro jardín de abejas, para gida cordial. La tradición señala la
siempre, tres hábiles hortelanos habitación que le fué cedida a Vi-
para que siembren y planten tron- ves en el Colegio de Corpus Christi:
cos, hierbas y flores de elección, co- «La más hacia Poniente de todas
mo también frutos, a fin de que las las habitaciones de aquel convento,
abejas, cuando salgan del colmenar en el propio lugar donde se encuen-
del Gimnasium de Oxford, los pue- tran hoy los edificios de Turner. Su
dan libar y recoger, no tanto para habitación estaba en el piso de arri-
que les sirvan de alimento a ellas ba, pues los bajos formaban, quizá,
mismas, sino para producir cosas la otra parte del convento» (1).
que redunden en provecho, gracia y Afirmaron algunos, dice Virgilio,
honor del nombre inglés y en ala- que reside en las abejas alguna por-
banza de Dios Optimo Máximo. ción y como un efluvio de la divina
y>De los tres mentados profesores, esencia. ¿Qué instinto o inspiración
el uno ha de ser el sembrador y del cielo fué el que llevó a esos in-
plantador de la Lengua latina y to- sectos a establecer, fundada en la
mará el nombre de Lector o Maes- concordia y el trabajo, su república
tro de las Artes de Humanidad. Es- ideal, como Aristóteles ni Platón no
te es el encargado de desarraigar la la soñaran, al abrigo de una de las
barbarie y maleza de nuestro jardín tejas de la habitación donde el
y procurar que aquella lengua lo- Doctor melifluo, como a Vives le
zanee y germine en perenne prima- denominó el cardenal Wolsey, en-
vera. Comenzará, aproximadamen- jambraba suaves pensámientos y cu-
te, a las ocho de la mañana las lec- yos labios guardaban una ciencia
ciones públicas en la sala grande más dulce que la miel? El Espíritu
del colegio y tendrán una hora de Santo no se desdeñó de loar la abe-
duración o un poco más, y serán ja chica, breve entre los volátiles
dadas todos los días de labor y aun y cuyo fruto es principio de toda
en las medias fiestas de todo el dulzura. Luis Vives ya tiene su mi-
año...» tología y su leyenda piadosamente
Esta era la incumbencia de Vives recitada por la memoriosa tradición.
en el glorioso Centro oxoniense, pa- Las abejas que encima de su cabe-
ra lo cual tenía señalados como ho- za labraron la pequeña ciudad de
norarios veinte libras esterlinas. Los cera en aquel ángulo del castillo
autores que debía explicar eran Ci- del saber llamáronse «las abejas de
cerón, Salustio, Valerio, Quintiliano. Vives». Diz que este frágil emporio
Entre los poetas debían ser estudia- del trabajo y del orden duró desde
dos Virgilio, Ovidio, Lucano, Hora- el año 1523 hasta el 1648: más que
cio, Persio, Juvenal,' Terencio, Plau- no duran ciudades pujantes detrás
to, y ante determinados alumnos, del cinto de murallas sólidas. La
Lorenzo Valla, Aulo Gelio, Angel ejemplaridad de esos animalillos ci-
Poliziano. Nuestro «Sembrador y viles y hacendosos es ponderado
Plantador de la lengua latina» no arreo en sus tratados didácticos.
podía extrañar en Corpus Christi En ese abejar laborioso, el novel
una tarea a la cual ya estaba muy profesor se documentó en materia
hecho en Lovaina: por la mañana
en el Halles-de-Drap y a la tarde en (1) P. S. Allen: Pelican, pág. 160
su casa de la calle de Diest. Diciembre 1900-
82 ENSAYO BIOBIBLIOGRÁFICO. JUAN LUIS VIVES, VALENCIANO

viva para la resolución pedagógica ción física traiga a los muchachos


que meditaba. En el Colegio del Cor- al camino del bien si para ello la
pus Christi hay que ir a buscar razón no tiene fuerza suficiente...
directamente las fuentes de su Arte Si el muchacho no responde a las
de enseñar (De tradendis discipli- amonestaciones, inflíjale el maestro
nis): las fuentes y las huertas. Aso- una pena aflictiva, no de manera
mémonos a esa clausura recoleta y que le queden huellas tenaces y vi-
respiremos el ambiente que Vives sibles, pero sí que le produzcan una
respiraba y en que maduraba su viva y eficaz escocedura.
obra. La fundación consta de cua- En el Colegio del Corpus Christi
renta y siete miembros: un Presi- era el cultivo de la piedad objeto de
dente, veinte estudiantes veteranos una asidua diligencia, y las fiestas
o fellows, veinte estudiantes biso- colendas eran santificadas con mu-
ños, dos capellanes, dos escribientes, chas y muy devotas prácticas. To-
dos coristas. Facultaba el reglamen- dos los miembros del colegio venían
to para la admisión de seis estudian- obligados a orar por el ánima del
tes de segunda clase, que debían ser obispo Fox, el fundador, y por sus
nobles o personas conocedoras de parientes, en sus oraciones particu-
las leyes del reino que pudieran lares, como también por el rey En-
prestarle sus servicios técnicos rique VIII y la reina Catalina. Toda
cuando el caso lo requiriere. La la comunidad debía asistir a 1-a pri-
edad de la admisión para los estu- mera de las tres misas diarias que
diantes se fijó entre los doce y los se celebraba a las cinco de la ma-
diecinueve años; en este plantel drugada. Los sagrados cánticos y
ejercitó Vives sus experiencias, que las lecturas espirituales debían ha-
no dió a conocer hasta el año 1531, cerse «con atención, devoción, pie-
fruto de las observaciones de otros dad, solemnidad, gravedad y con-
muchos. La muchachez de algunos ciencia». No debían leerse libros, ni
estudiantes explica en parte el he- discutir, ni pasear en la nave de la
cho de que los tutores del colegio capilla durante las ceremonias y ac-
estaban autorizados para infligir tos de culto y mucho menos murmu-
castigos corporales. No le repugna- rar, charlar o meter ruido, sino «que
ba del todo a Vives esta sana y mo- todos y cada uno se esmerará de
derada contundencia. El sagrado li- la mejor manera posible en cantar
bro de los Proverbios dice: La va- al unísono» (1).
ra en la espalda de aquel que está La piedad fundamental del autor
falto de cordura. Y aquello otro: de las Meditaciones y la vida del
La necedad está ligada al corazón cristiano debía de hallarse en todo
del muchacho; la vara de la correc- su sabor en esta atmósfera de espi-
ción la ahuyentará. Y, finalmente:
La vara y la corrección dan sabidu- (1) Aun esto del canto convenía con
ría; mas el muchacho que es dejado la doctrina de Vives que enseña: «To-
a su voluntad ocasionará sonrojos dos lo9 jóvenes han de recibir una ins-
a su madre. Y Vives, haciéndose eco trucción musical teórica y alguna habi-
de esta saludable rigidez, preconiza- lidad musical práctica. Los alumnos
practicarán únicamente música buena
da por el Espíritu Santo, recomien-
da el castigo templado no solamente y pura, la cual, según los pitagóricos,
suaviza, recrea y restaura el espíritu
verbal, sino también traumático si cansado del estudiante.) Foster Wat-
menester fuere, a fin de que la aflic- son: Vives on education, pág. 205.
CAP. X. —VIVES, EN EL COLEGIO DEL CORPUS CHRISTI 83

ritualidad ferviente y tranquila y en |


tatutos permitían entablar conver-
ese contacto con lo sobrenatural y saciones moderadas con la condi-
en ese paladeo entrañable de las ción de que fuesen en latín o en
cosas de arriba. No está fuera de griego y acerca de temas atinentes
propósito recordar que años más tar- a la virtud o al saber, excepto cuan-
de, ya consumado el cisma, algunas do se leía la Biblia, durante cuya
de las oraciones compuestas por Vi- lectura el reverente silencio debía
ves se introdujeron y quedaron in- ser absoluto, pues como más tarde
cluidas en el, digámoslo así, devo- había Luis Vives de enseñar la au-
cionario oficial Book of Prívate Pra- toridad de las Sagradas Escritu-
yers, reconocido y autorizado por la ras, debe grabarse indeleblemente
misma reina Isabel como cabeza vi- en elcorazón de los alumnos, de
sible del protestantismo de Ingla- suerte que, cuando oyeren leer una
terra. porción cualquiera, se persuadan
El Colegio del Corpus Christi está que oyen la voz misma de Dios To-
embellecido y engalanado de flores dopoderoso. Por un precepto esta-
que lo alegran y amenizan. «Al vol- tutario quedaba prohibido a todos

ver de la capilla al hall dice el fun- cuantos se sentaban a la mesa del
dador veréis algunas flores melífe- colegio usar otro medio de expre-
ras, en las cuales las abejas indus- sión que no fuese el griego o el
triosas pueden alimentar el cuerpo latín. Este veto solamente cedía
y el espíritu.» Las refacciones en el ante la presencia de algún advene-
colegio serán silenciosas, mientras dizo o extranjero o en casos muy
con seriedad y reverencia se pres- especiales.
tará atención a la lectura de una Es probable que fuese Vives el
parte de la Biblia hecha por uno primer maestro del Renacimiento
de los estudiantes. Dicen las Cons- que preconizó el uso de la lengua
tituciones: «No trabarán conversa- materna en la enseñanza escolar;
ciones, ni comentarán sucesos, ni no porque la considerase con ma-
harán ruido, sino que rumiarán la yor valor didáctico que el idioma
palabra de Dios leída, como un ali- del Lacio, sino porque era el más
mento espiritual.» A Vives siempre breve y practicable atajo para
le pareció bien esta costumbre de aprender el latín. Precisamente su
leer en voz alta, muy recibida en Exercitatio linguce latinee, o sean los
Inglaterra, y la halló no sólo en el famosos Diálogos, fueron escritos
Colegio del Corpus Christi, sino tam- por Vives para facilitar ese conoci-
bién en la corte de la reina Catali- miento.
na y en la casa de sir Tomás Moro, Esos placientes estudios a la som-
en Chelsea. Inmediatamente des- bra, esa vida de recogimiento apa-
pués de la lectura diaria de la Bi- cible y fecundo, votada toda al cul-
blia, el presidente tenía la obliga- tivo del pensamiento y de la pie-
ción de comentar el pasaje leído, dad, quedaron interrumpidos brus-
cuyo texto se le había facilitado camente por la aparición en Oxford
anteriormente para preparar la ex- y Londres de la peste temida que
posición, so pena de la privación de periódicamente se presentaba a per-
commons, o sea de los emolumen- cibir su diezmo fatídico y su contri-
tos que percibía por la alimenta- bución mortal. La presencia de la
ción de un mes. Terminada la expo- peste significaba el terror pánico, el
sición de la lección bíblica, los es- azoramiento y la alocada dispersión.
S4 ENSAYO BIOBIBLIOGRÁFICO. JUAN LUIS VIVES, VALENCIANO

Ante la faz amarilla de ese caballo todo lenguaje villanesco, toda com-
apocalíptico no había cabeza asaz paración odiosa, adentro y afuera
firme ni pecho de suficiente resis- del Colegio, en privado y en pú-
tencia. Todas las gentes, en su fuga, blico.
le mostraban la corva huidiza y la Conformes con ese espíritu, todos
miedosa espalda a las que no siem- los de Vives rebosan de
escritos
pre perdonaba : Mors et fugacem esos mismos sentimientos y de ex-
persequitur virum. hortaciones a la unidad, al amor,
El año 1517-18 la epidemia había a la concordia, de reprobación de
obligado al rey Enrique y su Corte las disputas, las burlerías, las críti-
a abandonar a Londres y a acogerse cas agrias o venenosas, e impone
en Abingdom, no demasiado lejos esa tarea a los maestros. «Que los

de Oxford, para hurtarse a su alien- maestros dice, en un pasaje memo-
to mefítico. La reina Catalina, por rable (1) —
se apiaden y sean com-
su parte, acudió en devota peregri- prensivos para con el género hu-
nación a Oxford a visitar las reli- mano, ciego y desamparado entre
quias de San Frideswyde. Con filo- tantos y tan recios peligros. Re-
sófica serenidad desarrollaba Vives cuerden que el Maestro de todos, el
su curso el año 1525, cuando ( pena Maestro Celestial, dijo: «Vosotros
¡

debió de costarle!) Fox, el rígido sois la sal de la tierra; vosotros sois


fundador, licenció a los jellows del la luz del mundo. Y si la sal se tor-
Colegio del Corpus Christi y disol- nare insípida, ¿quién le devolverá
vió las clases por causa de la epide- el sabor? Y si la luz se apagare,
mia reinante. Previo Vives en su ¿quién podrá ver en las tinieblas?»
Arte de enseñar el grave inconve- Eviten, pues, los maestros cualquier
niente de esas bruscas interrupcio- contienda entre sí y despójense de
nes de las tareas didácticas a que todo orgullo; sean buenos, estudio-
las frecuentes epidemias daban mo- sos, prácticos y vivan su vida en
tivo, cuando, al tratar del emplaza- armonía, de manera que puedan
miento de los centros docentes, dice ayudarse los unos a los otros, cons-
que se debe poner atención al tem- cientes de que están trabajando pa-
ple y sanidad del aire, de modo que ra la obra de Dios.»
los estudiantes no tengan que huir La indumentaria de los colegiales
por miedo de una posible epidemia. del Corpus Christi tenía una cierta
Volvamos al régimen interno del severidad levítica con sus ropas
Colegio del Corpus Christi. Un capí- luengas cosidas por delante como
tulo de sus estatutos está dedicado a las lobas clericales. Ni en el recinto
la observancia de los buenos modales del colegio ni fuera de él podían
y al apaciguamiento de las dispu- lucir medias rojas o de color rubí,
tas. Los miembros del Colegio vie- blancas o verdes, ni zapatos rema-
nen obligados a mantener en todo tados en punta. Ninguno podía lle-
y por encima de todo la unión, la var pieles de más valor que las que
consideración mutua, el amor, la el presidente conceptuaba confor-
paz, la concordia entre ellos, y pro- mes con el estado y grado acadé-
curar con todas sus fuerzas cultivar mico de- cada uno. Quedaba igual-
y fomentar estos sentimientos. De- mente prohibido usar terciopelo,
ben evitar cualquiera truhanería,
toda porfiada pelamesa, toda pala- (1)
¡
De tradendis disciplinis, líb. II.
bra de ultraje, toda crítica burlona, cap. I.
CAP. X. VIVES, EN EL COLEGIO DEL CORPUS CHRISTI 85

damasco, seda china en el adorno pués del yantar no había espacio


exterior o interior ni en los borda- señalado para la recreación o la
dos de camisas ni cuellos. En sus siesta, sino que inmediatamente des-
Ejercicios de la Lengua latina, Vi- pués del nacimiento de gracias y
ves trata de la indumentaria de la de haber pasado la love cup, o sea
Corte, y recomienda a los estu- la copa de la amistad para aquellos
diantes reparar en las maneras de que querían beber, cada cual se se-
los cortesanos, pero no en sus ves- paraba para irse a sus estudios. Ha-
tidos y en sus arreos, dado que cíase una excepción cuando, en de-
son muchos los que se sirven de terminadas festividades, para reve-
la policía y curiosidad en el vestir a renciar al Señor o la gloriosa Santa
guisa de anzuelo o de red para con- María, su Madre, o algún otro san-
seguir el favor del rey o los favores to, se encendía un fuego y los estu-
de las damas de la corte, siendo así diantes podían quedarse en el hall
que las maneras externas siguen para un recreo moderado de cánti-
dócilmente los movimientos del es- cos y otros entretenimientos, acornó
píritu y acusan la disposición inte- cumple en sacerdotes y mutua reci-
rior. tación de poemas, cuentos e histo-
Un veto tajante prohibía el uso rias ejemplares y maravillas del
de armas dentro y fuera del Cole- mundo».
gio, excepto el arco y las flechas, a La vida en el Corpus Christi no
guisa de deportes. De dos en dos podía ser más adecuada al carácter
— binos como los discípulos que en- y temperamento de Luis Vives; y
vió Cristo, o como los frailes meno- parece probable que influyó en sus
res que Dante encontraba en los ideas sobre educación y vida social.
caminos medievales haciendo su De Oxford, como del vientre del ca-

vía debían salir siempre los co- ballo de Troya, «salieron algunos
legiales del Corpus Christi, en prue- de los jóvenes ingleses más enér-
ba de la corrección de su con- gicos y de más amplia visión de to-
ducta. da la escala social» (1).
No podían participar en cacerías Sabemos, aparte de la explicación
ni mantener en el colegio perros, ni de sus lecciones académicas, algu-
hurones, ni halcones, ni aves de nas otras actividades de Vives en
canto: ruiseñores, alondras, mirlos. esa plácida etapa de su vida oxo-
Estaban prohibidos los juegos de niense. Allá, en septiembre del año
taba, escaques, dados y naipes; las 1523, por la fiesta del Arcángel San
pelotas de madera que podían lan- Miguel, cuando el padre Otoño

zarse y causar deterioros en las pa- muestra fuera la su frente gala-

redes. Vives, más tarde, acepta es- na cuando gozosamente se coge la

tos juegos con restricciones que alta pera y la uva como grana —
pueden hacerlos inocentes y aun en la época más propicia del año
útiles, en el diálogo Leyes del jue- para la recolección de los frutos del
go ;
para niños le parece bien el pensamiento, envía su plan de es-
juego de tenis. tudios para niñas a Catalina de Es-
Los fellows o estudiantes vetera- P?:ñR, oue se lo había pedido para
nos recibían para pago de su man-
tenimiento un cheling por semana, (1) Foster Watson: Les relacións de
sujeto a un aumento proporcional Joan Lluis Vives amb els Anglesos:
cuando eltrigo se encarecía. Des- amb l'Angleterra. pág. 100.
86 ENSAYO BIOBIBLIOGRÁFICO. JUAN LUIS VIVES, VALENCIANO

su hija María (1), que debía ser dicó la doble versión al cardenal
efímera reina de España, con esa Wolsey, a los quince días de 1
mes
carta que es un modelo de discre- de diciembre.
ción y de fina cortesanía: En una carta sin fecha, endereza-
«Mandásteme escribir un breve da desde Oxford a su amigo Héctor
plan de estudios, el cual pudiese Decamio, Vives le explica la reac-
usar su preceptor (Tomás Linacre) ción que el clima de Oxford produ-
en la formación de tu hija María. jo en su organismo y su salud, tan
Obedecí con agrado a quien yo que- quebrada y corta, que acaso le for-
rría complacer en empeños harto zaba a aflojar el rigor del estudio
mayores si estuvieran a mi alcan- cuando con más alientos lo tomaba.
ce. \ puesto caso que le elegiste Ello no podía ser de menos en un
un institutor, hombre docto como hijo de Valencia, de quien dice el
el que más y probo en grado sumo gerundense fray Francesch Exime-
como era razón, me contenté con nis, autor del Regiment de la cosa
indicarle la senda con el dedo, como pública, que si paradis es en la té-
quien dice: él la guiará mientras rra, que en regne de Valencia es (1).
dure la jornada. Con todo, aquellos Allí se ve l'aire comunament bell
puntos que creí habían dejado oscu- e ciar e no espés, ni jumos ni tér-
ros o habían omitido los escritores bol (així cora en Franca ne en An-
de gramática, los traté con alguna glaterra ne en Alemanya), mas ciar
mayor extensión. Yo pido a Cristo e bell quasi tos temps en ivern i en
que esta pueril pedagogía ayude a estiu e en primavera e en autum-
tu hija intensa y eficazmente, así ne (2). Dice Vives a su amigo Du-
para su instrucción como para su camio
virtud. «Acontecióme que por causa de
»Ten salud y sábeme de tu ma- mis ocupaciones, mi caro Héctor, no
jestad devotísimo y adictísimo. Ox- contesté a tu carta, y también por-
ford, a los nueve días de octubre que, aparte de buenas palabras y
de 1523.» ofrecimientos de servicio, no hallé
En Oxford, por esta misma sa- cosa merecedora de que se te escri-
zón, escribió el tratadito de la de- biese; así que lo dejé para más tar-
liberación (De consultatione), como de, cuando fuera más favorable la
tema aparte de la Retórica, y lo de- ocasión... Soy contento de la segu-
dicó a quien le estimuló a que lo ridad que me das del estado de tu
escribiera, Luis de Flandes, señor salud. Yo querría poderte decir eso
de Praet, consejero y camarlengo mismo de mí, aunque en mí se rea-
del emperador Carlos V, embajador liza aquello que Ulises dice en el
en la Corte de la reina Catalina de
Inglaterra y ministro de Justicia (1) si paraíso hay en la tierra,
Que
de la ciudad de Brujas. También en en el reinode Valencia está.
esa misma época tradujo del griego (2) Eiximexis Regiment de la co-
:

al latín dos oraciones de Isócrates, sa pública, pág. 23. Barcelona: E.s nos-
tres clássics, XIII, 1927: «El aire es
el Nicocles y la Areopagítica, y de-
por lo regular diáfano y lindo, no es-
peso, ni luminoso, ni turbio, como en
(1) Hija única que sobrevivió de En- Francia, en Inglaterra y en Alemania,
rique VIII y de Catalina de Aragón, na- sino claro y bello casi en todo tiempo,
cida en el palacio real de Greenwich el en invierno, en verano, en primavera y
18 de febrero de 1516. otoño.»
CAP. XI. —MARGARITA Y JUAN LUIS, EN SU HOGAR 87

poema de Homero; a saber: Que de salud. El motivo es que Oxford


un nuevo espíritu nace cada día tiene un cielo demasiado húmedo
con el sol en cada hombre. Cada y nuboso; indudablemente es un
día experimento un nuevo estado lugar pantanoso en exceso.»

CAPITULO XI

MARGARITA Y JUAN LUIS,


EN SU HOGAR
A los dieciséis días corr dos del a su amigo Erasmo con pluma tan
mes de junio de 1524, Luis Vi- fugitiva. Suena un poco a ironía
ves escribía a Erasmo desde Bruias: muy del gusto del autor de los Co-
«Salíme de Inglaterra el mes de loquios, donde tantas veces asoman
abril no más que por tomar esposa, los motivos matrimoniales, esto que
con orden del cardenal (Wolsey) y Vives le dice a los veinte y un día
de los reyes de volver allá a fina- exactos de vida común con su mu-
les del mes de septiembre, cosa que jer, que no le pesa el yugo todavía
haré si alguna necesidad o fuerza ni siente el menor prurito de sacu-
mayor no me lo impiden, o alguna dírselo de su cerviz. Ni le pesa ni
muy seria enfermedad no me lo es- le pesará; tenía mujer, como si no
torba. Tan agradecido debo yo estar la tuviera, según el consejo paulino,
a esos personajes, que sería imper- ni lo que Xantipa fué para Sócra-
donable en mí no secundar su vo- tes fué para el valenciano Juan
luntad cuando ellos en tantas cosas Luis Vives March, Margarita Vali-
secundan la mía. Por las fiestas de daura y Cervent, de pura cepa va-
la Eucaristía (o sea la solemnidad lenciana. A los tres años de casado
del Corpus Christi, que el año 1524 tampoco se arrepentía; daba gra-
cayó a los 26 de mayo) sujeté mi cias a Dios porque su mujer no le
cuello a la coyunda mujeril, que a había hurtado ni una hora de estu-
decir verdad todavía no me resulta dio. Entremos en su hogar y conoce-
pesada ni deseo, por ahora, sacu- remos a sus familiares. Y sea el pro-
dírmela de mi cuello; en adelante pio Luis Vives quien los presente
Dios dirá. Hasta el momento lo he- «Clara Cervent, mujer de Bernar-
cho no me disgusta, y a todos los do Valldaura, siendo doncella muy
que nos conocen, la pareja les con- delicada y muy hermosa, traída a
tenta mucho; y aún me dicen que Brujas a reunirse con su esposo, de
en muchos años no hubo aquí boda más de cuarenta años de edad, la
con tan general aprobación.» primera noche de bodas vió venda-
Adrede reservé un capítulo apar- das sus piernas y descubrió haber-
te para este incidente, que para los le tocado marido enfermo y pepi-
restantes mortales acostumbra ser toso. Pero no por ello le volvió el
trascendental, y de cuya realización rostro ni mostró señal alguna de
nuestro Luis Vives hace noticioso desencanto o de desamor, cuando
ss ENSAYO BIOBIBLIOGRÁFICO. JUAN LUIS VIVES, VALENCIANO

todavía no podía sentirse amada. le mudaba los paños de rato en ra-


Xo mucho después cayó Valldaura '
|

|
to (pues sufría precipitaciones dia-
en una dolencia gravísima tal que |
rreicas y el pus corría de otras par-
ya para todos los médicos era un I
tes de su cuerpo); correteaba todo
caso desesperado. Y ella, con su ma- i
el día de arriba abajo, sosteniendo
dre, asistieron al lecho del paciente i
la endeblez de su cuerpo con la vi-
con tanto cariño y asiduidad, que ril reciedumbre de su alma, incapaz
por espacio de seis semanas ningu- de soportar trabajos tan grandes si
na de ellas se desnudó sino por la gran fuerza de su amor no le
mudarse la camisa, y no hubo no- pusiera corazón y bríos. Gracias a
che en que descansasen más de una estos cuidados, Valldaura superó la
hora, y a lo más dos, y esto vesti- crisis. Juraban los médicos que le
das. y muchas noches hubo que las habían arrebatado de las fauces del
pasaron de claro en claro. Era la 1

Orco las uñas de su mujer. Y no


raíz de la dolencia el mal índico, j
faltó quien dijera con más donaire
que allí llaman mal francés, cruel que cristiandad que Dios tenía de-
y pegadizo (1). cretada la muerte de Valldaura, pe-
»Aconsejábanle los médicos que ro que su mujer se empeñó en no
no le tocase ni se le aproximase soltarle de sus manos. Comenzó de
lo mismo le decían sus deu-
j

tanto ;
allí a poco, a causa de un muy ar-
dos; a esto se alegaba que las mu- diente humor que le manaba de la
jeres de su condición le ponían en j
cabeza, a roérsele aquella carnecilla
conciencia y escrúpulo aquella tan que está dentro de las narices. Los
grande abnegación consagrada a un médicos le dieron unos polvos para
hombre (así decían) fatalmente con- echar en la llaga a ciertos tiempos,
denado a morir y ya muerto más j soplándolos con un cañutillo, y co-
que a medias, que había que mirar ¡

mo no se hallase persona que no


por su alma, que no había de pen- j
rehusase aquel trabajo tan hedion-
sarse en el cuerpo más que para do, sólo su mujer se lo prestó. Ha-
darle tierra sagrada. Estas palabras j biéndosele después hinchado de bul-
y consejos no la apartaron del cui bas el asiento de la barba, y como
dado del cuerpo por atender exclu- barbero ninguno pudiera ni quisie-
sivamente al de su alma, sino que ra rasurarle, su mujer, con unas
ella,en persona, intensificó sus ser-
tijeritas, se lo cortaba cada ocho
vicios,entrando en la cocina por
días con suma destreza. Caído des-
preparar las presas de sustancia
pués en una enfermedad muy lar-
que le remediasen; ella en persona
ga que le duró casi siete años, ella,
con infatigable diligencia, le guisó
(1) Más propiamente, dice Mayáns.
la comida, y eso que él tenía dos
debiera llamarse americano, pues de
aquellas partidas del Nuevo Mundo fué criadas y una hija ya grandecilla...»
traído a Sevilla el año 1496, según es- Esta hija ya grandecilla era Mar-
cribe Gonzalo Fernández de Oviedo, tes- garita Valldaura y Cervent, nacida
tigo ocular en su Historia general de el año 1504, destinada por el Cielo a
las Indias, lib. II, cap. XIV, donde, en- compartir y suavizar la suerte ás-
tre otras cosas dignas de saberse, dice:
pera de Luis Vives y a darle la
Como la dolencia era cosa nueva, no
la entendían ni sabían curar los médi-
consoladora ilusión de su patria. De
cos; ni otros por experiencia consejar doce años aventajaba a Margarita
en tal trabajo. Juan Luis. El Cielo se la dió cuando
CAP. XI. MARGARITA Y JUAN LUIS, EN SU HOGAR 89

fué ya madura para varón y en la to, que no había persona que pudie-
plena nubilidad de sus años. ra resistirle a diez pasos, juraba
ella que era muy suave, y aun una
Jam matura viro, jam plenis nubilis vez me reprendió muy reciamente
{annis. porque le dije que hedía. Decía que
aquella hedentina era para ella fra-
Con íntima y suave complacencia gancia de manzanas camuesas en
paréceme que Luis Vives vería apli- sazón.
cado a su mujer aquel retrato que »Y en todo el tiempo que duró
con hechicera blanda mano Virgi- aquella dolencia, como se debían
lio, el poeta de sus amores, ese tier- hacer grandes gastos para mante-
no Rafael del paganismo, trazó de ner y curar a un hombre deshecho
Lavinia, la hija del rey latino des- por tantos males, en una casa don-
tinada por los hados al tálamo del de de muchos años atrás no había
piadoso Eneas, que en el Lacio ha- entrado ganancia alguna, y menos
bía de introducir la religión: ninguna renta, ella se desprendió
con sumo gusto de sus sortijas,
Tal era el rostro de la bella virgen collares de oro, de sus joyas y de
y tales las colores que allí tuvo,
sus ropas; ella despojó su apara-
cuales se mezclan cuando resplandece
sobre marfil de India roja grana dor de la vajilla de plata porque
9 cuando a multitud de blancos lirios nada faltase a su marido, conten-
se mezclan muchas coloradas rosas. tándose con cualquiera mesa, sólo
que a su marido no le faltase nada
Nube parí (Cásate con tu igual), en sus necesidades y males.
dice el refrán antiguo. En el propio »De esta manera, por la abnega-
Día de Dios, como la piedad de ción de su mujer, fué Bernardo
nuestros mayores llamaba a la fes- Valldaura alargando su vida en un
tividad del Corpus Christi, se casa- cuerpo cadavérico, o, por mejor de-
ron dos iguales, se casaron dos bue- cir, en un sepulcro vivo, por espa-
nos. La conjunción no pudo hacerse cio de diez años, desde su enfer-
con mejores agüeros. Pars bona, medad primera. Durante este tiem-
mulier bona; dabitur viro pro jac- po, Clara tuvo dos hijas en él, ha-
tis bonis: porción buena es la mu- biendo antes tenido seis, casada a
jer buena, y se le dará al varón por los veinte años, y nunca jamás se
sus buenas obras. Luis Vives se me- le pegó ni a ella ni a sus hijos el
recía a Margarita: Mulier diligens mal contagioso de su marido ni nin-
corona est viro suo. Los brazos de guna otra suerte de infección, que-
Margarita fueron su más rica y más dando todos ellos muy limpios y
suave corona. sanos.
Volvamos a los loores de Clara »En esto se ve claro cuánta sea la
Cervent virtud, cuánta la santidad de aque-
«Ella misma, de su propia mano, mujeres que aman sinceramen-
llas
untaba las llagas de su marido, le con todo corazón a sus mari-
te y
vendaba las piernas, que manaban como es su deber, y hasta qué
dos,
podre; ella las tocaba, las ataba y punto Dios, aun en este mundo, se
desataba con tal afición, que hubie- lo agradece y premia. Murió, por
ras dicho que manipulaba ámbar o fin, anciano y enfermo, o, mejor, no
almizcle y no cosa de insufrible he- murió, sino que se liberó del tor-
diondez; y aun de su mismo alien- mento continuo, con tan amargo
90 ENSAYO BIOBIBLIOGRÁFICO. JUAN LUIS VIVES, VALENCIANO

duelo de Ciara, que los que la cono- linajuda. Primeramente, Clara Vall-
cen confiesan no haber visto en daura no era de la hez de la plebe:
su vida marido joven con integri- era joven, de hermosura extremada,
dad física, hermoso, rico, haber de- de delicadeza suma, servida de cria-
jado tanta soledad, tantas lágrimas, das en quien podía aliviar buena
tanto luto. Muchos pensaban que parte de sus cuidados si su concien-
más bien se le había de felicitar que cia y su responsabilidad se lo hu-
consolar; abominaba de ellos la bieren consentido...»
viuda ejemplar, diciendo que tal Todo esto es de Luis Vives. En
cual era querría ella que le fuese ese hostal del dolor, en este pa-
devuelto su marido, aun a trueque lacio de la más honrada indigen-
de la pérdida de sus hijos, de los cia, en este venerable asilo de la vir-
cuales tiene cinco. Y siendo aún tud entró Luis Vives de la mano de
hermosa y fresca y de edad conve- Margarita Valldaura, sellada con el
niente no quiere tornarse a casar, anillo de la fe mutua. El Dios de Is-
porque dice que no va a encontrar rael, de Isaac y de Jacob negó hi-
otro Bernardo Valldaura. jos a su carne. No tuvo la tribula-
»Dejo aquí de hablar de su hones- ción de la carne que San Pablo pro-
tidad, de la cual es vivo dechado; nostica a los casados; pero tuvo la
dejo de hablar de la santidad de sus venturosa tribulación del espíritu,
costumbres. De la piedad conyugal la irrestañable fecundidad y sus
hablemos aquí, que jamás viene so- partos dolorosos y gloriosos. Y Mar-
la, sino con el honrado cortejo de garita, su discreta y callada esposa,
las demás virtudes. ¿Quién no ve asistía al augusto alumbramiento,
que Clara Cervent no estuvo casa- favorecía esta incansable actividad
da con el cuerpo de Bernardo Vall- del pensamiento pujante que no co-
daura, sino con su alma? ¿Y quién nocía el reposo ni daba paz a la ma-
no tendrá por cierto que el cuerpo no, mano de escritor que escribe
de él fué su propio cuerpo? ¿Y velozmente. A los treinta y cinco
qué diré más, sino que aun en el días justos de casado, el día 1 de
día de hoy guarda las órdenes y julio del propio año de 1524, envia-
mandamientos de su marido con ba Luis Vives a la princesa María un
tanta reverencia como si viviese to- grande pequeño libro; a saber: la
davía, y muchas cosas hace al tenor Escolta del alma (Satellitium ani-
de sus indicaciones diciendo que así mi).
él lo ordenó y mandó. Si tal mujer Esa escolta invisible de la cual
tuvieras tú, ¡oh Eurípides, cómo debía rodearse la heredera infantil
alabaras las mujeres tanto como las del trono de Inglaterra a la manera
vituperaste! Si tal mujer tuvieras de escolta con armas físicas que
tú, ¡oh Agamenón, cómo tu patria protegía su imbele puericia, presen-
te contemplara triunfador y alegre ta reunidas, como en un carcaj, un
del vencimiento de Troya! manojo de máximas aceradas, de no
»Estos loores no eran de callar más que cinco vocablos, pero ri-
cuando tan frecuentemente se enco- quísimos de doctrina moral prácti-
miendan a la memoria de la posteri- ca, provechosa para todos los tran-
dad otros mucho menores para reno- ces de la vida. Y a fines de septiem-
var y avivar en las casadas el re- bre, cuando ya se le terminaban las
cuerdo de sus deberes. Pero eso es vacaciones nupciales (Luis Vives,
de mujeres plebeyas, dirá la dama convidado a la cena evangélica, no
CAP. XI. MARGARITA Y JUAN LUIS, EN SU HOGAR 91

se hubiera excusado de la asisten- posteridad la más extensa y la más


cia con aquel muelle uxorem duxi meditada de sus obras en que tra-
de la parábola), hizo aparecer en bajó hasta la víspera de su muerte.
Brujas su celebérrima Introducción Difunto todavía habló por la voz
a la sabiduría (Introductio ad sa- de su obra apologética De veritate
pientiam), que con las Exercitatio- fidei christiance.
nes linguce latinee, ha tenido la más ¿Y quién duda sino que la viuda
brillante fortuna, pues las ediciones, ejemplar de Luis Vives practicó
unas tras las otras, se atropellan y aquellas recomendaciones que para
dondequiera brotan traducciones las mujeres de ese estado escribió
que aseguran la perennidad y ex- su marido en su libro Formación de
tienden el fruto y la eficacia del li- la mujer cristiana? -

brillo inmortal, obedeciendo a aquel «Así que la buena viuda no debe


precepto geórgico de la multiplica- pensar que su marido es del todo
ción de los seres vivos, nacidos unos muerto, sino que vive con la vida
de los otros en inacabable concate- del alma, que es la verdadera vida,
nación : y que mientras le tuviere en su me-
moria será vivo para ella, pues en
Atque aliatm ex alia generando suffice nosotros viven los amigos aun es-
[prolem. tando ausentes y despojados del
cuerpo si su imagen viva, dibujada
La esposa de Luis Vives le aca- en nuestras entrañas, se renueva ca-
rreó hermanos políticos. Además de da día con el recuerdo asiduo y en
Bernardo, establecido en Italia, y todo momento se conserva en nos-
de una hermana, María, avecindada otros su vida fresca y tenaz y en
en Bélgica, tenía a Nicolás, el ben- cambio murieron de veras si se les
jamín de la familia y en cuyo tutor entregare al olvido... Así que la
se constituyó Vives, tomando el mujer venerará la memoria de su
cuidado de sus estudios de Medici- marido, no como muerto, sino como
na, dándole letras comendaticias pa- ausente; con mayor acatamiento
y
ra Guillermo Budeo cuando, por ra- piedad que con lágrimas. Obre de
zón de esos estudios, hubo de tras- tal manera y de tal manera viva,
ladarse a París en noviembre del que ella sepa que va a agradar a su
año 1529. marido no ya como hombre, sino co-
Con manos de lana, con pies de mo espíritu simple y puro y casi
fieltro, discreta y fiel, Margarita divino; propóngasele ante los ojos
Valldaura, una vez casada, desapa- de su imaginación como un obser-
rece y entra en una suerte de vida vador y custodio, no ya de sus ac-
oculta al lado del gran hombre po- ciones exteriores, como cuando
bre y glorioso. Raras veces asoma arrastraba la pesadumbre del cuer-
su nombre en la correspondencia po, sino que ahora está exonerado
epistolar de su esposo, cuya crecien- de él y es espíritu suelto y libre.
te obra debía ella contemplar con De tal manera proceda
que el ma-
ademán admirativo, ya que no pu- rido, allá donde esté, huelgue de ha-
do inclinarse sobre una cuna que ber dejado tal mujer detrás de sí
centrase sus desvelos y sus cariños; y no se comporte de modo que el
y le cupo la triste suerte de sobre- alma airada de su marido tome
vivirle, heredera de su gloria y de venganza de la esposa
deshonesta
su indigencia y de entregar a la e infiel.»
92 ENSAYO BIOBIBLIOGRÁFICO. JUAN LUIS VIVES, VALENCIANO

CAPITULO XII

LUIS VIVES, EN LA CORTE DE RICHMOND


Y GREENWICH
Embarcados sobre el caudal ses- fué pobre, y gozarás del reposo que
go y apacible del Támesis, de re- en vida no tuviste.
torno al palacio de Richmond de un Sin que se lo consultase al Cielo,
viaje a la abadía de Syon, Luis Vi- cúpole a la reina de tristes destinos
ves y Catalina de España hablan la más astrada de las suertes. Ha-
como un filósofo con otro filósofo. cía bien en fortificar su espíritu
La reina, mujer llena de seso y de con la estoica robustez de máximas
cordura, influida acaso por los pen- antiguas, como éstas con que deco-
samientos graves en que templaba I ró su' estancia un efímero empera-
su espíritu con sus visitas a la aus- dor votado a la tragedia:
tera abadía que erguía su mole a la
opuesta ribera del río. le dice al Si fortuna juvat, caveto tolli.
pensador que dedicó a su hija María Si fortuna tonat, caveto mergi.
la Escolta del alma: tYo prefiero
una fortuna moderada a una fortu- La fortuna había de tronar y ha-
bía de hundirla Dios lo quiso,pero
na loca y deslumbrante; ahora, si ;

todavía no cuando la reina hablaba


se me diera opción, escogería la más I

'

filosóficamente con el filósofo, por-


rahez y abatida de las suertes, por-
que en medio de la desgracia puede
¡ que la fortuna, aleve en aquellos
'

días, con descortesía gentil, hacía


manar la vena del consuelo, al paso
volar sus cabellos con la cariciosa
que el recto sentir con harta fre-
cuencia suele abandonar a quienes j blandura de un céfiro. Estábale re-
servado ver el vilipendio y la trai-
la prosperidad llevó en volandas
!

ción, el desdén y la soledad, el ros-


por los aires.»
tro bello del maride sañudo ama-
Oyó el Cielo tus votos, Catalina;
el Cielo los oyó. Serás copiosísima-
gando truenos y centellas:
mente complacida. Serás objeto de VuLtus est illi Jovis, sed fu:minantis.
envidia y objeto de compasión. Sa-
brás cómo sabe a sal el pan pres- Pero no adelantemos los aconte-
tado; dos veces te sentarás en el cimientos siniestros que inexorabie-
polvo y dos veces, para volver a \ mente han de venir, y detengámo-
caer en el polvo, serás puesta en el ]
nos un poco más en ese remanso
altar. Esposa y madre y reina, que- ¡
de bienandanza, o mejor aún retro-
darás más vacía que la viuda; mo- |
cedamos un poco más arriba, a los
rirás en el abandono y a tu muerte primeros tiempos de su matrimo-
vendrán los ángeles a traerte una ¡
nio iterado, que todo hacía augurar
guirnalda y acompañarte al pa- que sería más feliz. Cuando Luis
raíso por un blanco camino de j
Vives, sin el menor asomo de lison-
alas, y allí estarás con Lázaro, que |
ja, que no cabía en su pecho honra-
CAP. XII. LUIS VIVES, EN LA CORTE DE RICHMOND Y GREENWICH 93

do, podía ofrecer a la ejemplar id -id al que tradición señalaba nada


la
de los matrimonios cristianos la de menos que como el sepulcro que co-
ese noble par de esposos. Cuando bijó muy breves días los despojos
Erasmo, de no tanta entereza moral mortales de la Santísima Virgen,
como el piadoso humanista valen- envidiados del cielo. Enorme era su
ciano, pero solemnemente en faz fuerza de atracción; así es que las
del evangelio de San Lucas y como peregrinaciones y romerías que a él
con la mano puesta encima de sus se encaminaban aventajaban en mu-
páginas infalibles, encarándose con cho a las tan celebradas del sepulcro
Enrique VIII que quién sabe si de Santo Tomás Cantuariense.
meditaba ya adulterios, osaba de- Si es cierto que la ruina de una
cirle en elogio de su mujer: obra bella es más bella que la obra
«¿Cómo ponderaré cual se merece bella, no cabe duda que estas rui-
a tu esposa nobilísima, ejemplar nas que exhalaban aroma de sueños
único en nuestro siglo, de piedad y que fueron vaso de devoción su-
verdadera, la cual, hastiada de baga- peran en hermosura al templo que
telas mujeriles, consagra buena par- le dedicó el rey Enrique VII, enri-
te del día a la lección de los sagra- queciéndolo a pesar de su avaricia
dos libros, siendo así que son muchí- proverbial, que le hace acreedor a
simas las señoras de calidad que con- aquel mote aplicado a un avaro
sumen y malgastan la mayor parte emperador antiguo: Pecunice par-
de su tiempo en afeites, en naipes cus et tenax.
y en otras vaciedades semejantes? A este santuario organizóse una
Su conducta les avisa de lo que en devota y muy sonada romería, en
ellas sería el atavío más hermoso; que la reina debía participar, para
para nosotros es un reproche vivo implorar del Cielo favor para las
de nuestra pereza o mejor de nues- armas inglesas comprometidas en
tra ninguna cristiandad, pues a li- lucha con las del Rey de Francia.
bros profanos consagramos la mayor El punto de la cita era Norwich,
parte de nuestra vida.» donde la Corte debía hallarse una
Y no sólo a libros devotos consa- de las postreras semanas de la pri-
gra Catalina su más tensa diligen- mavera del año 1513. Desde Nor-
cia, sino también a visitas de mo- wich hasta que el monasterio anun-
nasterios y a devotas peregrinacio- ciaba su proximidad con el gallardo
nes, que ya no merecerían tan en- alarde de sus torres, la comitiva
tusiasta aprobación de Erasmo. real, acrecida por una gran muche-
Evoquemos una de ellas, que para dumbre de pueblo que había acudi-
Catalina tuvo consecuencias tras- do a la devoción o al espectácu-
cendentales. lo, iba a pie, y la reina, en su litera.
En el condado de Norfolk hay un Allí la reina se apeó y el cortejo
pueblecito llamado Walshingam, a se compuso y organizó procesional-
orillas de un riachuelo que a poco mente. Era de ver, dice una crónica
más de dos leguas rinde su flaco contemporánea, aquella larga cade-
tributo al mar del Norte. Esa ma- na de romeros pasar, rezando leta-
nada de casitas aldeanas sestea a la nías y salmos penitenciales, por en
sombra de un antiguo santuario medio de los azafranares y sembra-
que le da nombre, Santa María de dos de Walshingam; cada pueblo
Walshingam, celebérrimo en Ingla- llevaba el estandarte de su blasón
terra. Allí se venera un sepulcro y cada gremio la imagen de su san-
94 EXSAYO BIOBIBLIOGRÁFICO. JUAN LUIS VIVES, VALENCIANO

to Patrono. Distinguíase entre todos netró en el templo, donde fué reci-


el gremio de los pescadores de bida con todo el pertinente ceremo-
arenques, de Yarmouth, con tres re- nial litúrgico. Celebró misa pontifi-
des de oro extendidas en forma de cal el obispo de Ely y predicó un
pabellones sobre la imagen de San fraile francisco, conventual del con-
Andrés, que en la una mano llevaba vento, guardador del sepulcro ve-
el aspa y un pez en la otra mano. nerando, donde la carne virgínea,
Alternaban en el canto voces de ni- si en el sepulcro estuvo, no ha-
ños y de mujeres, voces blancas y bía de ver la corrupción. Discurría
puras, votos ingenuos, a los cuales la .oración sagrada en el más casto
gusta Dios de inclinar sus oídos idioma inglés y con el acento más
amigables. La reina Catalina iba puro, cuando el predicador hubo de
acompañada de su confesor, de su nombrar a un santo lego español, el
capellán mayor, del embajador de beato fray Diego de Alcalá. Y pro-
España, Ruy Gómez de Fuensalida; nunció este nombre con tanta emo-
del anciano marqués de Rutland, ción y con tan correcta pronuncia-
deudo cercano de la familia real. ción castellana, que el Henares me-
Seguíanla, entre otras damas ingle- jor no lo pronunciaría si el río que
sas, damas españolas: doña Elvira vió el nacimiento de la reina y la
Manuel, su camarera doña Alaría
: muerte del lego santo sacase el pe-
de Salinas, que más tarde fué ladi cho afuera y articulara voces como
Willoughly, y cerraban la marcha el Tajo de fray Luis.
algunos escuderos y caballeros que A la evocación de su patria y a la
de los condados vecinos acudieron magia de la fonética conocida, la
para honra y custodia de la reina bendita reina no pudo contenerse y
y más de doscientos jinetes, merca- levantó sus grandes, redondos y se-
deres españoles de Londres, que ha- renos ojos y posólos y reposólos en
bían acompañado al embajador de el predicador persuasivo. Aquella
España para mayor honor de doña voz entera y firme, aquel acento
Catalina de España. hecho a la dulce lengua de su pa-
Llegada que fué la reina a la al- tria salía de la boca de un fraile
dea de Walshingam, entró breves joven, demacrado y avejentado por
instantes en casa de ladi Elisabeth las asperezas y la penitencia, y que,
Burt, condesa de Clare. Allí depuso como el viejo Elias, se erguía como
el manto real, que fió a las manos el fuego y cuya palabra ardía como
de su camarera doña Elvira Manuel, una antorcha. Quien hablaba así
y se despojó de la corona, que dejó era el reverendo Juan Forest, el
en manos de lord Rutland. La des^ más amado de los confesores de la
calzaron sus doncellas; cubierta del reina, el más constante de sus ami-
sayal franciscano esa auténtica Des- gos y uno de los más ilustres márti-
calza real, sin más adorno en su ca- res del moderno martirologio britá-
beza que el de su copioso y aurí- nico. Dios lo examinó por el fuego
fero cabello, que, como la dama de y no halló iniquidad en él. Con un
Aragón, del Romancerillo catalán, trozo del madero de su cruz le acen-
dró y quedó afinado como la pla-
Té cabellera llarga,
la
ta (1). Cuando, años más tarde, la
li arriba fins ais talóns,

le llegaba hasta los pies y podía en- (1) «Un ídolo muy grande de made-
volver en él el esbelto cuerpo, pe- ra (léanseuna cruz de las que e»e po-
CAP. XII. LUIS VIVES, EN LA CORTE DE RICHMOND Y GREENWICH 95

brava borrasca engendrada en su co Otavo de Inglaterra (libros de an


propia casa arreció y amenazaba taño, IV; Madrid, Alfonso Durán,
tragar a la pobre Catalina, que ya 1874), es injusto con nuestro Vi-
en sus años de virginal viudedad ves, sin duda por deficiencias de
supo de desastres, de amarguras, de información. Dice:
estrecheces, de desnudez, de desam- «La bendita señora, conociendo
paro, de miseria, de desesperación, que no había de hallar ninguno que
de todo lo cual salió por un juego hablase por ella, envió luego a Flan-
falaz de la Fortuna para el más en- des un hombre con sus cartas para
vidiable encumbramiento, personi- un docto hombre que vivía en Bru-
ficación viva de aquella Griselda, jas, que se llamaba Luis Vives, el
de la ejemplar historieta del Pe- cual tenía gajes de la bendita seño-
trarca, que parecía poder lisonjear- ra, y escribióle que viniese para la
se al fin de haber hallado a su Wal- ayudar. Este Luis Vives hubo gran
ter en la persona de Enrique VIII, temor y no osó ir, y como la ben-
sólo en tres puntales hallaba apoyo dita reina viese que no osó ir, dijo
y sostén, por no caer en el suelo entonces: «Gracias sean dadas a
aquella recia torre combatida: en el Dios; yo confío en El que me ayu-
cardenal Reginaldo Pole, que la pro- dará» (1).
tegía ante el Papa; en nuestro Luis Muy otra es la versión que nos da
Vives, que la ilustraba con sus con- el propio Luis Vives. No era hom-
sejos; en su padre espiritual, Juan bre que se arredrase, templado co-
Forest, que la fortalecía con el pan mo estaba en la escuela del más re-
de los fuertes y con vino y óleo cio estoicismo cristiano. Cuando se
evangélicos. había convencido de una verdad o
Entre tanto, a su alrededor to- de una norma de conducta que se
do era cobardía y fuga. Fuga, in- hubiera fijado tras un maduro y se-
cluso de aquel otro confesor suyo, vero examen, si se derrumbara, des-
fray Jorge de Ateca, que a Inglate- quiciado, el orbe, las ruinas le se-
rra fué con ella; que fué obispo de pultarían impávido. Ya veremos las
Landaff y que a la hora de la cri- serias razones que Luis Vives te-
sis tuvo miedo, declinó el obispado nía para negarse a esa petición de
y cobardemente fué a morir en Ca- la bendita señora de la cual tenía
latayud, oscuramente, no lejos de gajes; razones inspiradas precisa-
Ateca, su patria oscura. El anónimo mente en el propio interés de ella y
autor de la Crónica del rey Enri- con la mira puesta en la Historia y
en la posteridad. Harto las hubiera
nían en las salidas de los pueblos y en comprendido entonces la reina, si
las encrucijadas de los caminos, que mens non laeva fuisset; si su muy
nosotros llamamos humilladeros), fué explicable azoramiento no le hubie-
traído a Londres y hecho pedazos, y ra impedido ver claro en la ciega
por un cruel refinamiento de vengan- conjura tramada en su contra y a su
za se empleó como leña para quemar
redonda, por la fea lujuria y la co-
al fraile Forest, e¿ cual fué ajusticia-
do por haber negado la supremacía barde defección. Catalina de España,
(del Rey en la Iglesia) y por supues- en aquel torbellino de polvo, perdió
tas herejías.» (Hume, XXXI: Supresión su norte y su buen seso habitual
de los monasterios.) Hstas supuestas
herejías anglicanas eran verdades ca-
tólicas. (1) Cap. IV, pág. 8.
96 ENSAYO BIOBIBLIOGRÁFICO. JUAN LUIS VIVES, VALENCIANO

Entre tanta polvareda Aquí tal vez se amplió el círculo


perdimos a don Beltrane... de las amistades inglesas de Vives.
Priora de este monasterio lo fué
Pero tornemos de esa digresión y desde el año 1513 hasta el de su ex-
volvamos con Luis Vives al palacio tinción, en 1539, Margarita Wind-
de Richamonte, como escribía Ca- sor, hermana de sir Andrés Wind-
talina, cuando aún no sabía el in- sor, encargado de la Gran Guarda-
glés, y a sus apacibles navegacio- rropía, el cual estaba casado con
nes por el Támesis y a sus visitas una hija de lord Montjoy, cuyo nie-
al monasterio de Syon, acompañan- to, Guillermo, era padre del niño
do a la reina. para quien Luis Vives escribió el
Dos eran los conventos estableci- famoso plan de pedagogía pueril.
dos en el poblado monástico, llama- El monasterio de Syon fué la casa
dos de San Saviour y San Bridget, devota preferida por la princesa
y de ahí el nombre de Brigitinos, María, mientras que su madre, do-
fundados el año 1415 por el rey En- ña Catalina, compartía sus aficio-
rique V en sus posesiones de Isle- nes y sus devociones por el monas-
worth. Componían la comunidad terio bridgetino con las del conven-
cuarenta sacerdotes, cuatro diáco- to de franciscanos observantes de
nos, ocho hermanos legos y dieciséis Greenwich, especialmente en sus
monjes. La fundación se extendía primeros años de vida conyugal. A
media milla a lo largo del Támesis. través de la reina, Luis Vives co-
El monasterio mantenía relaciones nocía bien la atmósfera y el am-
constantes con la Corte británica, no biente de ambos monasterios.
solamente por los lazos remotos con Aun cuando el palacio de Riche-
que el fundador los relacionara, si- mond atesoraba hartos y preciados
no porque la familia real cuidaba recuerdos de la familia real inglesa,
celosamente de mantenerlos. Por las con todo, Greenwich era por anto-
Navidades todavía faustas de los nomasia la residencia de su Corte.
años 1509 y 1510, la noble pareja Aquí nació Enrique VIII, el año
de novios, Enrique VIII y Catalina 1491 ;un año antes que nuestro
de Aragón, visitaron el monasterio Luis Vives. Aquí se veló Catalina
y la iglesia enriquecida de copiosas de Aragón, en matrimonio confir-
indulgencias y el año 1522 los re-
;
mado después en boda oficial en la
yes condujeron a su vástago, la abadía de Westminster, a los 21 de
princesa María, que no tenía más junio de 1509. En el palacio de
que seis años, como en nuevo rito Greenwich, orilla del Támesis, nació
de presentación al templo, a ofre- el rey; en la iglesia parroquial de
cerla a Syon, precisamente cuando San Alphege, en Greenwich, fué la-
se encontraba en Windsor el Em- vado en el agua lustral e iniciado
perador Carlos V; estada tranquila en el primer sabor de la sal cris-
y colmada de atenciones que Luis tiana. «El palacio había sido amplia-
Vives habrá de recordar como uno do por su padre con una fachada
de los beneficios de la paz y la con- nueva, con vistas al río, construido
cordia entre los príncipes. Las mon- en el noble estilo de arquitectura co-
jas de Syon provenían de las más lorada que se conoce con el nombre
nobles familias inglesas, que fre- de estilo Tudor. Desde sus torres y
cuentaban sus rejas y sus locuto- terrazas podía ver cómo sus naves
rios. Tomás Moro era uno de ellos. de guerra y de paz remontaban el
CAP. XII. — LUIS VIVES, EN LA CORTE DE RICHMOND Y GREENWICH 97

Támesis y descendían río abajo; mana de la Orden que comprendía


podía leer sus nombres; calcular su varones y hembras, y a raíz de su
tonelaje, observar sus tripulaciones carne vestía la jerga burda del há-
y medir con los penetrantes ojos bito, como sir Tomás Moro, que per-
de joven viking todas las cualidades tenecía a la rama secular de lo»
de sus maniobras y de su veloci- cartujos, llevaba también su cami-
dad (1). El casamiento del rey En- sa de crines. En la capilla de sus
rique con Catalina se efectuó en la buenos vecinos franciscanos oraba
capilla de palacio, servida de padres la reina todas las mañanas.
franciscanos. Desde ese momento, Un buen día, en el convento pues-
su historia corre parejas y tiene mu- to al abrigo del palacio de Green-
chos puntos de contacto con los wich, estalló un escándalo sensacio-
franciscanos observantes de Green- nal, de aquellos de quienes dijo Je-
wich, también harto relacionados sucristo que era necesario que ocu-
con Vives. Estos frailes dividíanse rriesen, pero que a quien lo daba
en franciscanos originalmente di- más le conviniera colgarle una
chos, frailes observantes y frailes muela de atahona al cuello y hun-
grises o menores. Habían recibido dirle en el profundo mar. Fué es-
en donación del rey Enrique VII las cándalo de pequeños y de grandes,
tierras próximas al ala nueva que Cómo debieron de sentirlo Luis Vi-
¡

había añadido al palacio de Green- ves y la reina Catalina, que no pu-


wich, en el cual aderezó cinco ca- dieron ignorarlo por la contigua ve-
bañas. Fué voluntad del regio do- cindad!
nante que esos hombres, bajo jura- El caso fué que en fecha desco-
mento, viviesen abrazados con la nocida del año 1524, uno de los
pobreza y en obediencia como de frailes observantes, con desedifica-
esclavos; no debían poseer tierras ción y horror de las almas timora-
ni casas, ni pordiosear pan, harina, tas, con clandestino pie, abandonó
higos ni sal por los caminos públi- el convento de Greenwich para pa-
cos; debían dormir debajo de las sarse al protestantismo. William
arcadas, a la puerta de las casas y Roye se llamaba el apóstata, quien,
acompañar a los leprosos, a los ex- a vueltas de un ignorado paradero,
traviados, a los locos; seguir los apareció un día en Hamburgo, atrai-
campamentos, confesar a los caídos llado con el protestante William
y enterrar a los muertos. Fieles a Tyndale, autor de una traducción
su voto, eran incomparables enfer- al inglés del Nuevo Testamento, em-
meros; maestros de los pobres, con- presa triste en que le ayudó el
horte y alivio de los afligidos. Co- franciscano desertor. Esta deserción
nocían las dolencias, cultivaban fué muy de cerca seguida de otra,
hierbas y plantas medicinales en del propio convento, igualmente es-
las que el cielo depositó salud. La candalosa. Esta vez el que quise
reina Catalina no sólo oía misa en perderse en el camino de los malos,
la capilla de ellos, sino que era her- pisando las huellas del fraile pró-
fugo, fué Jerónimo Barlow, quien
(1) W. D. Montang, Duke of Man- en Estrasburgo se reunió con el ob-
chester: Court and society from Eli- servante que le había precedido en
zabeth to Anne, vol. í, pág. 116. Citado la aviesa senda; y ambos a dos, en
por Forster Watson: Les relacións de fea colaboración, escribieron un pi-
Joan Lluis Vives, etc. cante Diálogo entre un caballero y
luis vives. — 4
98 ENSAYO BIOBIBLIOGRÁFICO. JUAN LUIS VIVES, VALENCIANO

un viñatero, donde cada uno de escribió a Erasmo cuando se enzar-


ellos se queja con el otro de las ca- zó en lucha con el tudesco Anti-
lamidades que le agobian, atribuí- cristo :

bles al clero, centrado en la no re- «Luchador te hicieron éstos, quie-


comendable persona del cardenal ras que no; pero con tal dominio
Wolsey. El ataque que se le dirige te impones a tu antagonista, que
es feroz y sangriento. En boca su- los espectadores conocen que per-
ya ponen esta arrogante confesión: donas a quien pudieras derribar. Y
t Quiero subir, quiero subir; quie- convenía que fuera así, porque no
ro encumbrar mi estado tan arriba, se atribuyesen a sí mismos la victo-
que mis honores pomposos no fenez- cuyo aplauso sería el gemido
ria
can nunca.» «Fatuo le responde — del mundo.»
como un eco la voz burlona de los El tratado erasmiano Del libre al-
libelistas — ; cuando menos lo pien- bedrío llegó por medianería de Vi-
ses rodarás por el despeñadero.» ves al rey de Inglaterra:
Ello fué un certero anticipo, una «Ayer fué entregado
al rey tu li-
inexorable profecía. Fors omnia ver- bro De libero arbitrio, del cual, al
sat. Veleidosa, la Fortuna lo re- tiempo de los Divinos Oficios, leyó
vuelve todo. Cuando el caso llegó; algunas páginas y dió muestras de
cuando en la miseria el purpurado que era de su gusto. Díceme que va
fastuoso experimentó el más amar- a leerlo con toda atención. Me indi-
go de los desabrimientos, que es el có el pasaje que le agradó de una
recuerdo del tiempo feliz, debió de manera especial, y es cuando apar-
saltear su memoria el vaticinio tas a los hombres del inmoderado
cruel y decirse, como el pastor de escrutinio de los secretos de la Di-
Virgilio « Cómo
: se me acuerda vina Majestad. La reina también se
¡

que desde la encina hueca me lo muestra complacida y embelesada


avisaron aquellas dos cornejas ago- de ese opúsculo tuyo y de aquel pa-
reras ! saje y se congratula contigo. Me
Con ser fiero el pronóstico, más mandó que te saludase en su nom-
fieros eran los grifos heráldicos del bre y te diese las gracias, porque,
cardenal, hijo de carnicero, puestos siendo todo un sabiazo y tratando
en cabeza de la diatriba: rojos la de materia tan soberana, te apeas-
clava y el capelo, y gotas de sangre te tanto de tu habitual elevación y
que asemejaban caer de los filos de la trataste con esa llaneza tan cau-
las seis segures. tivadora.» La carta está fechada en
Por este tiempo, a los diecisiete Londres, a 13 de noviembre de 1524.
días de diciembre del año 1528, Vi- El convento franciscano debió de
ves había salido de Inglaterra por ser para Luis Vives y para la reina
unos cortos meses, meses de pesi- Catalina en sus estadas en Green-
mismo y de sombríos presentimien- wich lo que el monasterio de Syon
tos. Estas apostasías, estas ganan- era para ellos en sus jornadas de
cias del luteranismo ejecutadas en Richemond. Una visita a Syon cons-
personas de tal calidad y dignidad, tituía un paseo ameno y apacible
estas caídas de los cedros y de los a campo traviesa de las posesiones
abetos, debían de llenarle el pecho de palacio y una breve y deleitosa
de amargura. Harto conocida es su navegación en la barca que trasla-
I

inquina contra las doctrinas de Lu- daba los caminantes a la otra vera
tero y la entusiasta felicitación que del Támesis.
CAP. XIII. — CATALINA DE ESPAÑA Y SUS ESPAÑOLES 99

En su obra De schismate angli- por lo regular, en la iglesia perma-


cano, publicada en 1585, Nicolás necía hasta la hora de cena, que
la
Sandars puntualiza con edificantes para ella consistía en una colación
pormenores la vida de piedad que muy frugal. Oraba siempre hincada
Catalina llevaba en sus días ingle- de rodillas, sin admitir jamás almo-
ses. Acostumbraba levantarse a me- hada ni molicie alguna en el pavi-
dianoche para asistir al canto de mento. Esto, en sus días serenos
maitines, de los frailes observantes. de Greenwich. Y esto mismo en sus
A las cinco de la madrugada vestía- días de prueba sombría en la modes-
se por sus propias manos, con toda ta casa de Buckden, después de su
la posible rapidez, considerando ser divorcio. Testimónialo Nicolás Hars-
tiempo perdido el que gastaba en field en su libro The divorce of Ca-
vestirse. Ya dijimos que pertenecía tharina :
a la Orden tercera de San Francis- «Había en dicha casa de Buck-
co y vestía el hábito penitente de- den, en Huntingdonshire, una habi-
bajo del atuendo real. Ayunaba to- tación, con una ventana que se
dos los viernes y sábados y tomaba abría sobre la capilla, de donde po-
únicamente pan y agua en las vís- dían oírse los Oficios Divinos. Ence-
peras de las festividades de Nuestra rrábase ella en esta cámara apar-
Señora. Confesábase todos los jue- tada gran parte del día y de la no-
ves y viernes y cada domingo reci- che. Tenía por costumbre orar pués-
bía la Sagrada Comunión. Rezaba ta de hinojos en esa ventana, apo-
diariamente el Oficio de Nuestra yada en las piedras de la misma.»
Señora y asistía todas las mañanas La piedad es útil para todo, dice
a los Divinos Oficios, que duraban San Pablo. La piedad, que es buena
unas seis horas continuas. Después para todas las situaciones, lo fué
de comer, y en el corro de sus da- en todo tiempo para Catalina. En
mas de honor, leía las vidas de los Greenwich, después del 1526; en
santos por espacio de dos horas. Buckden, después del divorcio, en
Hecho esto, volvía a la iglesia y, 1533.

CAPITULO XIII

CATALINA DE ESPAÑA Y SUS ESPAÑOLES


Catalina nació en Alcalá el año presumible que a las vistas de la
1485, siete años antes de que na- ciudad mágica, todavía casada con
ciera Luis Vives, que Granada se el moro, preguntara la niña al ver
ganara y ante los ojos atónitos de aquel haz fantástico de torres que
Colón emergiera, bañado de aurora, bañaban su punta en el terso azul
el Nuevo Mundo. Sus primeros años del cielo:
transcurrieron entre batallas y ase-
dios, que no le permitían alejarse ¿Qué son aquéllos?
castillos
¡Altos son y reducían!
mucho de la sombra de su madre y
de la seguridad del alfaneque real. Y que se le respondiera lo que en
En su infantil curiosidad, es harto aquel tan sabido y en nuestra Es-
100 ENSAYO BIOBIBLIOGRÁFICO. J LAN LUIS VIVES. VALENCIANO

paña tan decantado romance res- que la pobre Cenicienta con gritos
pondió Abenamar, el moro de la patéticos hace llegar, en vano, a los
morería lejanos y distraídos oídos de su pa-
dre, llenos de otros rumores, don
El Alhambra era, señora, Fernando el Católico. Hasta que,
y la otra la mezquita; por fin, la Fortuna, con un golpe
los otros Alijares
los
íabrados a maravilla... de su varita mágica, lo trueca todo
Ei otro es Generalife, y sorpréndese de verse casada con
huerta que par no tenía el más gentil y apuesto príncipe de
el otro, Torre Bermeja, la cristiandad: con Enrique VIII,
castillo de gran valía...
rey de Inglaterra. Ello fué el año
1509. A los catorce años de ese
A las magnificencias de la Alham-
trueque deslumbrador, a saber, el
bra y a las profundas verduras del
año 1523, llega a la Corte inglesa
Generalife, donde las aguas cantan
Luis Vives. Ella y él harán de la
y deliran los secretos ruiseñores, se Corte, en expresión de Erasmo, «la
avezaron muy de temprano los ojos
morada de las buenas letras». Y
de la princesa, formada en la recia
exclama el gran humanista holan-
escuela de los campamentos. De ni-
dés: «¿Quién no desearía vivir en
ña triscó y retozó a placer por los una Corte como esta Corte?»
cármenes granadinos. Profesores
En como
ella se siente Catalina
italianos, hermanos Antonio y en una prolongación de su patria,
los
Alejandro Geraldino, vinieron ex-
rodeada como está de un nutrido
presamente de Italia para enseñarle golpe de españoles los conocemos
;

latín, que ella ejercitaba traducien-


a todos. Con avara y reticente fide-
do las paráfrasis de Erasmo sebre lidad, un legajo del Archivo de Si-
el Evangelio de San Juan. El año
mancas, no descubierto sino hasta
1501, cuando Catalina acababa de
hace pocos años, conservó la lista
salir de los quince años
de las damas y caballeros que acom-
Quinze ans! O Romeo, l'áge de Juliette! pañaron a Inglaterra a la infanta
doña Catalina, para quedar a su
cuando a la hora incierta el amor servicio cuando su primer infausto
ciego no discierne si es la alondra |
matrimonio con el príncipe de Ga-
o es el ruiseñor el ave que rompe les; de poca edad y muy flaco y
el silencio con sus trinos, ni si es delicado y muy feble y de flaca
el amor propiamente el que escala complexión y que no era para
con tramos de seda los balcones de mujer.
Verona: la princesa española se ve- «Dama de honor y camarera ma-
ía con el príncipe Arturo de Ingla- yor, doña Elvira Manuel.
terra, Devorado por el sombrío y »Para regir la Cámara, Juan de
asiduo buitre de la tisis, el enteco Cuero y su mujer.
novio sucumbe a los pocos meses, «María Mudarra, dueña de doña
dejando fría la mitad del lecho, in- Elvira, y dos mozas más, para ser-
tacta la esposa y frustrada la espe- virla.
ranza del tálamo, sin que conociera »Damas: Hija de don Pedro de
ni los dulces hijos ni el galardón de Mendoza, hermano del cardenal. Do-
Venus. Sucédense ocho años de sole- ña Francisca de Silva. Doña Beatriz,
dad, de desdenes, de desamparo, de hija de doña Blanca. Doña María, hi-
pobreza, de desnudez, de hambre, ja de Salazar. Doña Inés, hija de doña
CAP. XIII. —CATALINA DE ESPAÑA Y SUS ESPAÑOLES 101

Inés ama de la señora princesa. cuderos que había de señalar la ca-


Catalina de Montoya y dos esclavos marera mayor doña Elvira de Ma-
para servir a las dichas damas. nuel para que acompañasen a la
Mozas de cámara: Hija de Inés Al- reina y a las damas. Esta interesan-
bornoz, sobrina del tesorero Mora- te y tan individualizada relación
les; lavandera, la mujer de Andrés está firmada por Manuel de Alma-
Martínez. Oficiales: Pero Manrique, zán (1). (Archivo General de Si-
m^ ordomo y camarero mayor. El mancas.)
winendador Alonso de Esquivel, En otro documento de la misma
maestresala. El hijo de Pero Man- extracción, esta lista aparece am-
rique, caballerizo mayor y maestro pliada por otros nombres de perso-
de los pajes. El hijo de doña Fran- nas que fueron más o menos allega-
cisca de Silva, copero mayor y trin- das de la reina. Se las cita como
chante; Pasamonte, secretario.» posibles testigos, que diríamos, de
Al servicio de su capilla va un descargo en la causa del divorcio.
confesor innominado. ¿Cuál será? El documento va encabezado por
¿Fray Jorge de Ateca, que acabó unos renglones que dicen así:
en obispo de Llandaff y que en el «Las personas que están fuera de
tiempo de la tentación y la prueba la Corte, que saben las cosas del
desertó de su sede y fué a morir primero y segundo matrimonio de
cobardemente en el convento fran- la serenísima reina de Inglaterra,
ciscano de Calatayud? El capellán son las siguientes:
mayor es Alixander; capellán y sa- «Catalina, exclava que fué de la
cristán lo es Pero de Morales, cape- dicha reyna, que le hazía la cama;
llán de la reina. Son cuatro los pa- está casada con un morisco que ha-
jes: el hijo de Pero Suares, el hijo ce ballestas en Valdeyzcarria ésta ;

de doña Blanca, el hijo de Gamarra, se halló cuando la primera vez se


el hijo de Diego de Vargas. Mozos juntaron en uno la dicha reyna y
de la capilla lo son Pero Velasco su marido Enrico.
y Juan Sarmiento. Los reposteros »Iten, Catalina Fortes, monja en
son: Medina, Sasedo, Vadillo. Hom- la Madre de Dios de Toledo, sobri-
bres de cámara: Zaballos, el de la na del tesorero Morales; era cama-
señora Princesa, un criado de Ali- rera de la Reina, que en ella fiava
xander y un sobrino de Juan de mucho.
Cuero. Mozos de espuela: Morales, »Doña María de Rojas, mujer de
Vitoria, Calderón y el sobrino de don Alvaro de Mendoza; vive cerca
Perazcona. Otros oficiales: Sarmien- de Nájera o cabe Vitoria; ésta dor-
to, veedor; copero, Salvador; re- mía en la cama de la Reina después
postero de plata y cerero, Sarabia, que murió Arturo, primero marido
y por ayudante de plata, Pedro de de la Reina.
Solórzano. Aposentador, Lope de mujer de Juan de Cue-
»Iten, la
Solórzano. Cocinero, Hernando de que fué camarera de la Reina;
ro,
la Vega, con dos servidores. Pre- vive en Madrid.
sentador de tablas, sobrino de Juan »Iten, Formizedo, criado de Alon-
de Mora. Escribano de cámara: so de Esquivel, vezino de Sevilla,
Francisco de Nurueña. Despensero.
Juan Daza. Panadero, Andrés Mar- Crónica del rey Enrico Otavo de
01)
tínez. Barrendero, uno a quien se Ingalaterra, Madrid, 1874 (Libros de
perdona el nombre, amén de dos es- antaño, IV), pág. 325, aipéndtioe B.
102 ENSAYO BIOBIBLIOGRÁFICO. —JUAN LUIS VIVES, VALENCIANO

que fué maestresala de la dicha paña, sin salir de su propia familia,


se-
ñora Reina. lado de doña Isabel, su madre:
al
»Iten, Tamayo, escribano, ante «La reina doña Isabel, esposa del
quien pasó el matrimonio de la se- rey don Fernando, quiso que sus
ñora Reina con el rey Enrrico y dió cuatro hijas fuesen diestras en hi-
fee dél, el cual vivía con el embaja- lar, coser, bordar (1); dos de las
dor, doctor de la Puebla y ahora cuales fueron reinas de Portugal;
tiene su asiento en Sevilla con el la tercera vemos que lo es de Es-
marqués de Tarifa y fué con él a paña y es madre del emperador
Jerusalén. Carlos y la cuarta es mujer hones-
»Iten, se ha de preguntar a fray tísima de Enrique VIII de Inglate-
Diego Hernández, confesor que fué rra» (2).
de la Reina, de qué secretario o es- Más significativo y elocuente es
cribano estaba refrendada o asigna- este otro pasaje de la misma obra:
da la escriptura de los capítulos «La edad nuestra vió a aque-
que hicieron cerca del segundo ma- llas cuatro hijas de la reina Isabel
trimonio que se hizo con Enrrico, lo que arriba nombré, tener muy bue-
cual él dice que entregó y dió al nas letras y una sólida cultura. De
arzobispo de Cantuaria, canciller todas partes me cuentan en esta tie-
mayor y al obispo de Unchestre y rra de Flandes, no sin grandes loo-
al conde de Soroy por mandato de res y admiración, que la reina doña
la Reina al tiempo que se veló con Juana, mujer del rey don Felipe y
Enrrico» (1). madre de ese nuestro emperador y
Cuando se verificó el enlace de rey don Carlos, haber improvisado
Catalina con Enrique VIII, en 1509, la respuesta en latín a los que por
muchos de estos servidores españo- las ciudades y pueblos adonde iba
les fueron despedidos, pero bastan- en latín le hablaban según es cos-
tes conservaron sus puestos, entre tumbre hacer a los nuevos prínci-
otros, fray Jorge de Ateca, cuya fu- pes. Esto mismo predican los ingle-
ga sin honor y cuyo feo desenlace ses de su reina doña Catalina de
conocemos, su capellán, Francisco España, hermana de la reina suso-
Filipo, uno de sus gentiles hom- dicha. Y esto mismo pregonan todos
bres Margarita de Vargas, dama de
;

honor. (1) Catalina de Aragón introdujo


Catalina se había expatriado en Inglaterra el gusto español de los
cuando contaba dieciséis años; Luis bordados, que entonces se hacían en se-
Vives, cuando tenía diecinueve. Aun das negra y blanca y puntos enlazados
de lino fino. Esta labor española fué
cuando ni uno ni otro volvieran a moda hasta el reinado de María, su hi-
España, a buen seguro sentíanse ja, que fué doblemente española en
unidos por un lazo de afecto común sus gustos (por su matrimonio con Fe-
a la patria de ambos; aquel afecto lipe II). Catalina no dejaba nunca la
que Cicerón definió Caritas patrice, aguja de su mano, y cuando los carde-
que acostumbra ser un afecto in- nales Wolsey y Campeggio le hacían
marcesible. Vives tenía una muy visitas de etiqueta salía a recibirlos con
segura información de la crianza
un hilo de seda roja en derredor de su
cuello.
que la reina Catalina recibió en Es- (2) La mujer cristiana, libro I, ca-
pítulo III, pág. 78; Lorenzo Riber, tra-
(1) Crónica del rey Enrico Otavo de ductor. Colección «Crisol». Aguilar. Ma-
Ingaiaterra, págs. 329-30; apéndice BV drid.
CAP. XIII. — CATALINA DE ESPAÑA Y SUS ESPAÑOLES 103

a coro de las otras dos hermanas leza y reciedumbre de su espíritu,


que en Portugal sucumbieron a un hayan soportado los desabrimientos
hado precoz. No hay recuerdo en y los acosos de la Fortuna encarni-
memoria de hombres de que aven- zada, con tanta constancia y con
tajasen a estas cuatro hermanas
;
una honradez tan inflexible y la ha-
mujeres ningunas en pudor since- yan gobernado con tan gran domi-
ro, en pureza e integridad de buen nio cuando se le mostró blanda y
nombre, y jamás han existido rei- risueña. Si una virtud tan increíble
nas que atesorasen mayor favor y hubiera coincidido con aquellos si-
mayor cariño de sus pueblos ni nin- glos en que el honor era el gaje y
gunas que fuesen más amantes de el premio de la ejemplaridad, tiem-
sus maridos ni ningunas que les po haría que esa mujer hubiera
prestasen más rendidos obsequios oscurecido el esplendor y lustre de
de obediencia, ningunas que con es- las antiguas heroínas y se la ado-
tudio y esmero mayor conservasen rara en los templos como una di-
su propia reputación y de los su- vinidad descendida del cielo. Si
yos sin lejos de sombra ni manci- bien, en hecho de verdad, no le fal-
lla. A ningunas desplació tanto la tan templos, pues no se le puede
fealdad o la ligereza y, en fin, nin- erigir templo mayor y más magní-
gunas hubo que reuniesen con exac- fico que aquel que en cualesquiera
titud mayor todas cuantas cualida- naciones le ha constituido cada uno
des convienen a la mujer honesta.» en el sagrario de su pecho por la
Estos elogios, con ser tan encare- admiración de sus virtudes. Pero
cidos, resultan pálidos al lado de estas virtudes, ahora ya conocidas
esa solemne canonización de la que, por todos, algún día serán muchos
a juicio de Vives, pudiera llamarse los que las pregonarán con la me-
Santa Catalina de España: recida puntualidad y loanza» (1).
tNo quiso Cristo que en esa edad Esa copiosa familia de españoles,
menguada nuestra faltase el ejem- de quienes se consideraba madre,
plo que pasará a la más luenga no siempre bien avenidos, ni siem-
posteridad que nos da Catalina, es- pre fieles ocasionaron en todo tiem-
pañola, esposa de Enrique VIII, de po a Catalina hartas cuitas, sinsa-
la cual se puede decir con mayor bores y desvelos. En carta dirigida
verdad que de Lucrecia lo dijo Va- a España en 1505, cuando no era
lerio Máximo, a saber: que por un más que desvalida y desairada prin-
error de la Naturaleza a un cuerpo cesa viuda de Gales, más pobre y
de mujer cúpole en suerte un áni- vacía aún que las viudas vulgares,
mo varonil. Averguénzome yo por pide protección para doña María de
mí mismo y por aquellos varones Salazar, que perteneció a la servi-
que tantas cosas leyeron, cuando dumbre de la esposa de su suegro
contemplo a esa heroica hembra Enrique VII y que en aquella sazón
que, en medio de tantos sucesos ad- estaba agregada a la Corte de Cata-
versos y tristísimos, mantiene tan lina, y con esta misión expide a su
robusta virilidad de pecho, hasta el criado Juan de Ascucia, a España,
punto que en ningún tiempo, nin- a su padre Fernando de Aragón.
guno de aquellos personajes a quien
la antigüedad famosa y memoriosa
dejó encomendados al recuerdo y al (1) De los deberes del marido, ca-
pítulo I. Trad. Riber, págs. 635-36. Co-
culto de la posteridad por la forta- lección «Crisol». Aguilar, Madrid.
104 ENSAYO BIOBIBLIOGRÁFICO. JUAN LUIS VIVES, VALENCIANO

En otra carta Catalina hace cons- rra (Enrique VII) y en tanta mane-
tar que seis señoras españolas que ra que no le quiere ver ni oír, no
habían venido consigo se habían porque él no sea fiel, a lo que creo,
incorporado a su servidumbre, y mas por no le saber tratar, porque
pasaba por el penoso aprieto y des- así como el Dotor de Puebla tenía
airado trance de no tener con qué demasiada dulzura en lo que cum-
pagarlas. Quéjase, y no una vez plía en los negocios para con el
sola, de la frialdad y de infidelidad Rey, este otro ha tomado sobrado
a sus deberes del embajador espa- rigor con él y con los suyos, ma-
ñol, Puebla, que retiene indebida- yormente en este caso donde yo ten-
mente dineros suyos, con los cuales go de quedar sujeta a ellos... Por
podría enviar a su fiel dama Elvira esto yo suplico a V. A. no olvide lo
de Manuel a Flandes para visitar que muchas veces le tengo escrito,
a un afamado oculista que ya curó que es mandar presto enviar aquí
a la infanta doña Isabel de un mal el remedio, como más fuere servido
de ojos. Un pequeño alivio significó y con determinación de la manera
para Catalina la llegada, el año en que V. A. quiere que yo viva,
1506, de sus hermanos Felipe y Jua- porque por mí imposible tengo po-
na, reyes de Castilla, quienes luego der sufrir lo que hasta agora he
de haber estado a punto de naufra- pasado y paso, así de los desabri-
gar, visitaron la corte de Inglate- mientos del Rey y de las maneras
rra. Con tan plausible motivo, en que conmigo tiene, especial después
esta ocasión doña Catalina y otra se- que su hija se ha desposado con el
ñora española, vestidas con trajes príncipe de Castilla, que le parece
típicos, bailaron danzas del país. que no tiene necesidad ya de V. A.,
Singularmente patética es la carta pues sin su consentimiento esto se
que desde Richemond envía la atri- ha hecho y piensa hacérmelo enten-
bulada doña Catalina a su padre el der con muchos desamores... Dios
rey Católico, a los nueve de marzo sabe la pena que yo recibo en eno-
de 1509. Allá van algunos párrafos jar a V. A. con siempre escribirle
harto elocuentes en su turbación y tantas desventuras y necesidades;
atropellamiento mas, acordándome que como soy su
iMuy alto y muy poderoso Señor: hija, no puedo acabar conmigo de
»Por una carta que Vuestra Al- no le avisar para que lo mande re-
teza al embaxador escribió, vi có- mediar como a su estado y servicio
mo está determinado enviar aquí pertenece; y asimismo para decirle
un perlado para que se dé fin a los que mi necesidad es tanta que no
negocios, por lo cual beso las ma- sé de dónde me puedo sostener, por-
nos a V. A. Las cosas de acá siem- que hasta aquí mi cámara se ha
pre se empeoran y mi vida se hace vendido, lo que no he podido excu-
incomportable; no puedo hallar ya sar, ni sé de dónde lo pueda haber,
manera como se sufra... Mi fortuna porque el Rey a mí misma, pocos
quiere que los que V. A. aquí en- días ha, me dijo, hablándole yo so-
vía, al servir, por más suficientes bre mis necesidades, cómo no era
que sean, hayan de estropezar en obligado a dar de comer a los míos
lo que toca a su servicio. Este em- ni aun a mi propia persona, sino
bajador (Gómez de Fuensalida) ya que el amor que me tenía no le
creo sabe V. A. cuanto está fuera daba lugar a que otra cosa hiciese.
de la voluntad del Rey de Inglate- Por esto verá V. A. de qué manera
CAP. XIII. CATALINA DE ESPAÑA Y SUS ESPAÑOLES 105

estoy cuando con solo elcomer se El más interesado en apartar a


me amenaza, que casi me lo dan fray Diego Hernández de la vecin-
por limosna...» dad de Catalina es el propio Fuen-
Llegada Catalina a este punto, salida, embajador de su augusto pa-
empiezan a asomar las preocupacio- dre:
nes domésticas que sentía aguda- «En pago desto, no me parece que
mente como ejemplar madre de fa- es razón deje de hacer saber a Vues-
milia, como se consideraba era de tra Alteza cuán malamente el emba-
los que trajo de España para su ser- jador se ha habido con él, en lo
vicio. Y dice: «Una de las cosas cual mucho me ha enojado porque
que más siento es ver a todos los en este caso ha ido contra el servi-
míos tan perdidos como están, que cio de Vuestra Alteza.»
aunque todos no me hayan servido Aquí la cuitada doña Catalina
como debieron, tengo pena por lo apunta un escándalo surgido en su
que toca a mi conciencia no los po- propia casa, ocasión de ese desafec-
der pagar y despedir a los que me to del embajador por el confesor de
son causa de muchos enojos, espe- la hija del propio rey, so color de
cial a Juan de Cuero, que se me ha- servirle
ce muy grave de sufrir sus atrevi- «La causa ha sido porque el em-
mientos porque es causa de que bajador ha tomado tanta afición
otros no hagan lo que han de hacer. con este mercader Francisco de Gri-
Y esto téngolo de disimular por la maldos que aquí trujo consigo y
necesidad que a V. A. he dicho...» con una mi criada Francisca de Cá-
Catalina se ha alertado de la ca-
llada y violenta conjura que se for-
go Hernández hace doña Catalina con
mó para alejarla de su confesor, el otras referencias acerca de éi que guar-
dominico fray Diego Hernández, y dan papeles de Estado. El excelentísimo
le dice a su padre con angustiosa señor duque de Berwich y de Alba,
alarma director die la Academia de la Historia
«Sobre todo lo que más congoja e ilustre compañero mío de la Real
me da es no poder, en ninguna ma- Academia Española, en una obra dili-
nera, remediar la necesidad de mi gentísima trabajada de primera mano,
confesor, porque le tengo el mijor ha ilustrado la gestión diplomática de
Gutiérrez Gómez de Euensa'lida en las
que nunca mujer de mi manera creo Cortes de Maximiliano, doña Juana la
que tuvo, así en vida y santa do- Loca y doña Catalina de Aragón, y pu-
trina como en muy buenas letras, blicado su Correspondencia. Y allí dice
como a V. A. muchas veces he escri- el perfectamente informado y docu-
to. Péname mucho no le poder te- mentado autor de la espléndida y co-
ner como su oficio y mi estado re- piosa monografía:
quieren, por mi extrema necesidad, «Este fraile ignorante era un joven
vigoroso, audaz, ambicioso y tan diso-
en la cual él siempre me ha servi- luto, que degradado por un triibunal
do, y con tanto trabajo y pena, que eclesiástico por causa de concubinato
ningún otro lo cumpliera, y esto y expulsado de Inglaterra, acabó su
con mucha lealtad así en su oficio vida en un convento de (España, donde
como en todos buenos consejos y fué encerrado por orden de don Fer-
ejemplos...» (1). iando el Católico. Dixon Je llama li-
gero de cascos, Lenguaraz, ignorante,
hinchado de vanidad y orgullo y aficio-
(1) No concuerda ciertamente esta nado a alardear de poderío frente a
apología que de sai confesor fray Die- reyes y caballeros.» Y cuenta esa anéc-
106 EXSAYO BIOBIBLIOGRÁFICO. JUAN LUIS VIVES, VALENCIANO

ceres en tanta manera que ellos,


(1), sona de V. A. no me ha parecido
al fin,con su favor se hubieron de bien hecho... Por lo cual yo suplico
casar contra toda mi voluntad; mas a Vuestra Alteza le mande escrebir
como estoy de tal manera, húbelo dándole a entender cómo no es ser-
ue aisimular por la honra y hones- vido ni contento que así se haya.»
tidad de mi casa... Por el enojo que Insiste de nuevo Catalina para
esta mujer me ha hecho yo la eché con su padre que no permita que
de mi casa y el embajador de Vues- su confesor se aleje de ella, ya que
tra Alteza la ha tomado en la suya ella no le da licencia de irse a pe-
y a su mesa, que aun por lo que to- sar de que se la pide cada día, has-
ca a su oficio en representar la per- tiado como está de tantas desazo-
nes como recibe; temerosa de que
no se la tome por su mano si el rey
dota: Al embajador, en su propia ca- no le fuerza a quedarse y dirigir la
sa se presentó un día el fraile y le di- conciencia de su hija:
jo: En esta casa hay víalas lenguas que
«Yo suplico a V. A. se lo estorbe y
me han infamado y no con lo más ba-
jo de casa de la princesa (de Gales,
la
escriba al Rey como V. A. ha man-
la propia doña Catalina), sino con lo dado a este Padre que esté conmi-
más alto, y esto no es mengua para mí go; que él (el rey Enrique VII),
y por no hazello verdad estoy aquí, que por amor de V. A. le quiera mandar
ya me sería ido... Era público qué el muy bien tratar y favorecer, y a sus
fraile andaba livianamente por las ca-
perlados les tenga V. A. en servi-
lles de Londres sin compañero, pero
cio su estada aquí, porque la ma-
en unión de tres o cuatro hombres con
espadas y broqueles. Llegaron al emba- yor ayuda que para mis trabajos
jador quejas del escándalo y se decidió tengo es la buena consolación y es-
a hablar a la princesa, refiriéndole có- fuerzo que él me da...»
mo su confesor andaba de mesón en Catalina acucia todavía más su
mesón, y de platero en platero, ven- encarecimiento y acentúa más sus
diéndole la plata; pero ella se enojó al penas, amenazando veladamente que
oírlo y le defendió alegando que lo ha-
tomará una resolución irrevoca-
cía ipor orden suya, y acabó por decir
que, aunque no fuese sino por tenerlo ble: la de entrar en orden:
ella por su confesor, debería conside- «Crea V. A. que ya me veo tal
rarle por muy honrado. Sabiendo por que casi como desesperada envío
la princesa lo ocurrido, fray Diego se este criado mío a V. A. para supli-
ensoberbeció... La princesa estaba cie- carle se le acuerde como soy su hi-
ga... Y al propio rey, su padre, Le es- ja
y lo que por su servicio he pasa-
cribía: Vuestra alteza sepa que es muy
do... De lo que fuere más servido,
menester remediar esto deste fraile y
quitalle de aquí como a persona pestí-
luego con este criado me lo mande
fera... (Duque de Berwich y de Alba: escrevir, porque sigún me veo temo
El embajador Fuensalida..., páginas de mí no haga alguna que ni el Rey
84-86.) de Inglaterra ni V. A., que es mucho
(1) Esta moza casquileve, de mu- más, me lo puedan estorbar, sino
cha cuenta y harto alegre trato, en re- que forzosamente por mí haya de
laciones 'equívocas con el malicioso enviar para que haga el fin destos
paje Gamarra. hizo burla del príncipe pocos días que me quedan sirvien-
Arturo, la mañana que siguió a la mo-
a Dios, que para mí será el ma-
che de boda, según consta en el expe- do
diente de divorcio, por divulgar secre- yor bien que en el mundo me podrá
tos de alcoba que no guardó con asaz venir, y en guardar a V. A. cuya
fidelidad la discreción de la cerradura. vida y muy real estado Nuestro Se-
CAP. XIII. CATALINA DE ESPAÑA Y SUS ESPAÑOLES 107

ñor guarde y acreciente, como de- de los ingleses que Vives encontró
seo. De Rixemonte, a IX de Marzo.» en la Corte real, conocían a España
La apremiante misiva trae esta de sus propios ojos. Un lord Bernes
demasiado significativa posdata: era uno de ellos. Fué uno de los pri-
«Suplico a V. A. luego mande des- meros escritores ingleses que tradu-
pachar a este mensajero y le man- jo un autor español. Este autor fué
de dar para la vuelta, porque aun- don Antonio de Guevara y el libro
que lo que fué menester para la ida que en parte tradujo fué el Libro
hube de mandar vender algo de mi áureo, publicado en 1529; la ver-
cámara y así haga siempre, aun sión inglesa es del año 1534. Entre
para comer, cuando no me siento las damas de la reina doña Catalina
bien dispuesta y es tiempo de pes- hay una también Catalina de Gueva-
cado, porque carne, aunque esté pa- ra; quizá fuera parienta del obis-
ra morir, en casa del Rey no la dará po de Mondoñedo y cronista del
porque tiene por herejes a quien la emperador Carlos V. Como no po-
come. día menos de ser, los ingleses de
»Humilde servidora de V. A. que aquel tiempo comenzaban a intere-
sus manos besa, la Princesa de Ga- sarse por las cosas de España. Bue-
les.» na prueba de ello, el caso del obispo
Interesábase vivamente Catalina de Londres, Cuthbert Tunstall, em-
por las cosas de España y del Nue- bajador de Inglaterra en España.
vo Mundo, que vieron descubrir sus Tunstall fué amigo de Vives.
ojos infantiles, y de donde llegaban Amén de estas personalidades
todos los días nuevas maravillosas. más o menos allegadas a Catalina
Existe una carta, dirigida a ella el y a su Corte, no hay duda que debía
6 de enero de 1518, escrita desde la de encontrarse siempre en la isla
ciudad de Santo Domingo en las In- una colonia flotante de españoles,
dias del Océano, expedida por Passa- más o menos movediza y cambian-
monte, que actuaba allí de embaja- te, constituida preferentemente por
dor de España. Comunícale que le mercaderes y capitanes de naos
envía un vestido y una cadena de mercantes que traficaban con Ingla-
las que usan allí los caciques, y le terra, puesto caso que el embajador
significa el deseo que tuvo de en- Puebla creyó pertinente que esos
viarle algunos loros, pero que, aten- españoles advenedizos pagasen de-
diendo a la estación, temió que no terminados derechos. Juntamente
iban a resistir el viaje. con las mercaderías llegaban las
De esta mirada retrospectiva en nuevas de España, propagadas por
que por ventura nos hemos deteni- aquellos noticieros, que eran el tipo
do más de la cuenta, pero que no del Polipragmon o sabedor de todo,
deja de ser interesante en extremo, creado por Vives en .uno de sus
situémonos de un salto de aquellos más bellos opúsculos políticos: De
que están permitidos a los historia- la insolidaridad de Europa y la
dores ágiles a la Corte de Inglate- guerra contra el turco. Este es el
rra, cuando en ella estaba ya Luis título con que va en esta versión
Vives. el librito De dissidiis Europce et
Puede afirmarse que humanis- de bello turcico. A lo largo de toda
el
ta valenciano conoció allí y trató la Crónica de Enrico Otavo hálla-
al médico de Catalina, español, don se el rastro de una persona, espa-
Miguel de la Sa o Lasao. Muchos ñola según todas las probabilidades,
108 ENSAYO BIOBIBLIOGRÁFICO. JUAN LUIS VIVES, VALENCIANO

que estaba en contacto con un gran al vivo, así también en estos


|
libros
número de compatriotas de todas verás la imagen de tu alma, a sa-
las clases y profesiones, que lo ob- ber: lo que has sido de doncella, de
servaron todo y al regresar a su i
casada, de viuda y ahora de casada
patria refirieron historias de pasa- nuevamente (ventura que pido a
dos acontecimientos cuyos princi- Dios dure infinitos años) y cómo te
pales actores eran. condujiste en todos esos estados a
Una innata simpatía y afinidad fin de que seas dechado y espejo
espiritual debió de existir entre Ca- de vida ejemplar en cada uno de
talina y Luis Vives, el valenciano ellos. Pero tú más quieres que sean
expatriado, sin domicilio cierto y se- alabadas las virtudes que no tú,
de fija. Nadie da dinero por darlo aun cuando nadie puede recomen-
y cuando, como es sabido, Catalina dar ni elogiar las virtudes propia-
envió caudales a Vives, era por- mente femeninas sin que te com-
que aprobaba su obra y se intere- prenda a ti en aquel encomio y
saba por ella vivamente. Y Luis Vi- aquellos loores. Con todo se te ha-
ves, por su parte, antes de ir a In- brá de obedecer siempre que sepas
glaterra (mayo de 1523), estaba que bajo aquellas virtudes signifi-
perfectamente informado de los es- cadas y heroicas, las más semejan-
tudios y las virtudes de su bienhe- tes a las tuyas se predican por su
chora munificente. Así lo da a en- propio nombre, pero siempre, de ca-
tender el prólogo bellísimo que po- llada, la predicada eres tú. Xo es
ne a su libro De institutione jce- posible celebrar las virtudes en abs-
mince christiance, que en abril del tracto sin que a la vez se celebren
propio año estaba ya terminado: aquellos sus cultivadores anónimos
«Muéveme la santidad de tus que en las mismas virtudes mucho
costumbres y tu enardecida afición se aventajaron. Leerá estas adver-
a los estudios sagrados a escribirte tencias mías tu hija María, y las re-
unas cosillas acerca de la forma- producirá en sí y se arreglará según
ción de la mujer cristiana, punto el ejemplar doméstico que le ofre-
éste necesario como el que más y cen tu bondad y sabiduría. La copia
en el que nadie hasta ahora puso la será exacta, y si ella sola no engaña
mano con el debido detenimiento, a todas las conjeturas humanas, es
pesar de ser tanta y tan variada la fuerza que sea muy buena y muy
muchedumbre de ingenios y escrito- santa... Así, las mujeres todas, a la
res...» Con estas palabras comienza vez que por tu vida y tus obras ten-
el prólogo de la obra, que tiene su drán ejemplo, asimismo tendrán
digno y entusiasta remate en estas por esa obra que yo te dediqué pre-
otras ceptos y normas de vida. Y de una
«Ofrézcote esta obra, Reina ilus- cosa y otra serán deudoras de tu
tre, como un pintor te haría ofren- bondad, porque tan ejemplarmente
da de un retrato donde con sumo viviste tú, que yo me sentí movido
y artificioso primor estuviese figu- a tomar la pluma en mi mano.» Esta
rado tu semblante. Así como en dedicatoria está fechada en Brujas,
aquél verías pintada tu figura muy por las nonas de abril.
|
CAP. XIV. —LUIS VIVES Y MARÍA TUDOR ios

CAPITULO XIV

LUIS VIVES Y MARIA TUDOR


No
tenía ciertamente edad María, vich, instalándola en Ludlow, en el
la hija «nacida de Catalina de Ara- País de Gales. Parece que Catalina
gón y de Enrique VIII, noble y ce- siguió el precepto de aquel gran
lebrado par de esposos cristianos» pedagogo de las primeras generacio-
(¡cómo debió de volvérsele amargo nes de la alta sociedad romana ga-
a Luis Vives este elogio, cuando po- nada para el Evangelio, digo el leóE
cos años después lo desmintió el de Belén, el grande y vehemente
escándalo que remató en cisma fun- San Jerónimo, en sus cartas ascé-
dado, no sobre piedra firme, sino ticodidácticas a saber: que la pri- ;

sobre un lecho de adulterio ) no mera educación de las niñas de-


!
;

tenía, digo, años suficientes María bía correr a cargo de sus madres-
Tudor para leer las virtudes ejem- Antes que las manos de Fethersto-
plares de su madre, el año 1523, en ne, labraron la infancia de María
el precioso libro de La mujer cristia- las manos mansas y dulcísimas de
na, que Vives le dedicó. En aquella la latina exquisita que fué la pos-
sazón no contaba más que siete trer hija de los Reyes Católicos, y
años, y más que leer en el doctrinal que, ausente aún, vigilaba su apro-
de la mujer perfecta debía de sila- vechamiento en esa disciplina con
bear el abecedario e ir atando letra el interés más despierto y cariñoso.
con letra. Precisamente a ruegos de Foster Watson cita una carta, por
Catalina escribió para la niña el excepción casi única, escrita en in-
gran amigo de su madre un tratadi- glés, en la que Catalina (1) dice s
to de pedagogía pueril, en forma de su hija:
epístola, bajo el título De ratione «Por lo que toca y atañe a tus
studii puerilis, y lo intituló a Doña ejercicios en latín, soy contenta que
Catalina, reina de Inglaterra, su me sustituya el profesor Federston
protectora incomparable. (sic),porque con él, más que con-
Es probable, dice el más grande migo, aprenderás a escribir correc-
conocedor de las relaciones de Luis tamente. No obstante, yo vería con
Vives con los ingleses y con Ingla- gusto que de cuando en cuando es-
terra, Foster Watson, que el profe- cribieras al profesor Federston corn-
sor señalado para poner en prácti-
ca el sencillo plan dictado por Vi-
ves, ad usum Delphini, quiero de-
il) La correspondencia cruzada en-
tre Catalina y él principie Arturo an-
cir, para el uso y mayor provecho tes de conocerse personalmente está en
de la princesita angloespañola, fué latín. Las cartas de Catalina a su pa-
Juan Fetherstone, que todavía des- dre don Fernando están, escritas en cas-
empeñaba el delicado encargo el tellano. El año 1506 le leisciríbió que de
año 1525, cuando se formó un Con- enviase a un fraile observante de La
sejo para ponerle casa a la princesa, Orden de San Francisco, que debí*
que fué separada de su madre, en ser varón de buenas letras, para confe-
sor, porque ni comprende la lengua i&-
los palacios de Richmond y Green- arlesn ni puede hablarla.
110 ENSAYO BIOBIBLIOGRÁFICO. —JUAN LUIS VIVES, VALENCIANO

posiciones de tu propia invención, Entre el inglés Linacre y el espa-


y cuando él lashubiera leído, me ñol Luis Vives hubo perfecto con-
las remitiese para poder leerlas yo cierto en todo lo tocante a la crianza
también. Me ocasionaría una gran de la tierna española-inglesa; lo di-
complacencia comprobar por mí go así para hacer honor a un título
misma que aprendes bien tu latín y cervantesco. No le fué dado a Vives
que escribes claro.» gozar de la cara amistad de Linacre,
Queda, pues, fuera de duda que contraída tan a destiempo y para
Fetherstone era el profesor de la tan breve plazo. En la ausencia
menina, aun cuando Linacre, el fa- sentía la soledad de él y su flaca
moso latinista, compusiera para ella salud le tenía en muy escocedor cui-
una gramática latina elemental, es- dado. En una carta, sin lugar ni
crita en inglés, con el título latino: año, pero probablemente expedida
Rudimento, grammatices, y una pre- desde Oxford, Vives le dice a Lina-
fación latina también. Con esta cre, con ansiedad no disimulada,
obrita quiere probar la verdad del que hace ya algún tiempo que no
axioma antiguo; a saber: que el tiene noticias suyas y ello le causa
comienzo es ya la mitad del camino. una recia preocupación por su sa-
Habla a la princesita cariñosamente lud. Pídele que no le olvide y que
y la llama Anglorum delitice atque no permita que viva en la angustio-
decus (Encanto y gala de los in- sa incertidumbre que si no puede
;

gleses). enviarle cartas, al menos le envíe


Linacre fué gran amigo de Vives, frecuentes encomiendas y saludes
de quien y para quien existe una por conducto de los recaderos adve-
extensa carta. Aventajaba a Vives nedizos: que siente para él una pie-
en treinta años, y fué mostrador dad filial desde el punto que cono-
del griego a Erasmo, cuando Vives ció que él a su vez, para consigo,
no había salido aún de la puericia. abriga entrañas de padre; pregún-
Ello era en 1497. Había contribuido tale qué es de su gramática y cuá-
como el que más a formar el grupo les son sus ulteriores proyectos.
helenístico de Oxford, uno de cu- Desgraciadamente, pocos meses
yos principales elementos era To- después tuvo que notificar su de-
más Moro, eventual traductor de función en una carta a Erasmo:
Luciano. «Linacre se nos fué de este mun-
Con ambos a dos, con Linacre y do con duelo muy amargo de todos
con Tomás Moro, tenía Luis Vives los hombres doctos para quienes
suma ilusión de asociarse. Tuvo la abrigaba los mejores sentimientos
suerte de trabar amistad con el pri- y de los cuales era favorecedor deci-
mero en la Corte de la reina Cata- dido, pues en él tenía más predica-
lina, y se le hizo la señalada distin- mento y fuerza la opinión y renom-
ción de consultarles a los dos en bre de ingenio y doctrina que la
común sobre la formación del regio mnlevolencia mutua, las discordias,
vástago, la gran esperanza de la que las banderizas y enconadas riva-
madre y de la Corona inglesa, ya lidades. En la actualidad imprímese
que era en aquella sazón su reserva su libro de la Enmienda de la cons-
V su arrimo único: trucción, donde hace de ti la hon-
rosa mención que te mereces, con
tanta abundancia de corazón, que
In te üomus omnis inclinata recurrí-
tendrás la evidencia de que no so-
CAP. XIV. —LUIS VIVES Y MARÍA TUDOR 111

lamente te tenía amor, sino que te de que no te falten esos guardas


prestaba reverencia...» de tu persona. «Yo, empero, a rue-
La casa de Catalina estaba mon- gos de tu madre, ilustre y muy san-
tada sobre el pie de la que llama- ta mujer, rodearé tu espíritu de
ban pietas litterata, la piedad con una centinela tan diligente que
letras, el humanismo devoto que tan te deparará mayor seguridad y
sinceramente profesaba el autor del protección que cualesquiera sol-
Triunfo de Cristo y de la Vida del dados armados de alabardas.» Si-
hombre erudito, que bajo su pluma gue diciendo que esta guardia del
equivale a humanista; y ello no cuerpo, sobornada a veces por el
tanto por explícita confesión como dinero, o acobardada por el miedo,
por la implícita adhesión de su es- o desmoralizada por la molicie y la
tilo, amasado todo él con letras di- buena jera, o desertó de su caudi-
vinas y con letras humanas. llo, como le aconteció a Nerón, o
En este comedio y en este am- le traicionó como a Galba, o le ase-
biente de la letrada Corte de Cata- sinó como a Pertinax. En cambio,
lina escribió Vives para la hija de «esta escolta que yo te doy, una vez
los reyes un opúsculo precioso: que se hubiere agrupado en derre-
Escolta del alma (Satellitium ani- dor tuyo, cimentada en la lealtad,
mi), y le puso un gentil y lindo pró- cuando tu salud ande en ello, ofre-
logo, lleno de ingenio y de cortesa- cerá la constancia y la firmeza de
nía, en forma de dedicatoria, «a do- su pecho a todas las arremetidas, a
ña María, princesa de Gales, hija de todos los asaltos, a todas las cela-
Enrique VIII, rey de Inglaterra». das. Corre mayor peligro el espíritu
Comienza diciendo ser vieja cos- del empuje y del poder astuto de
tumbre entre los príncipes la de ir los vicios, que el que corre el cuer-
siempre y adondequiera acompaña- po de las embestidas, así interiores
dos de una muy alertada escolta, como exteriores, en tanto mayor
que mira continuamente a la guarda grado cuanto más debe uno estimar
de su cuerpo y de su vida; costum- el alma que el cuerpo. Más arteras
bre ésta más recibida que sabia y y solapadas son las asechanzas de
prudente, pues no hace sino denun- los vicios y más férrea su tiranía
ciar el miedo de que los príncipes y más amarga y espantosa la muer-
están poseídos, miedo, por lo gene- te del alma».
ral, inspirado y aguijoneado de su Anúnciale que recibirá un escua-
propia conciencia. No hay escolta drón de doscientos centinelas o unos
más cierta y más fiel que la inocen- cuantos más; no duda que estre-
cia personal y el amor del pueblo, chará la más sabrosa y asidua fa-
que jamás nace de la extorsión, ni miliaridad con cada uno de ellos, y
por las armas y el terror es impues- que ni de día ni de noche, ni en
to. No sin razón fué loado aquel casa ni fuera de ella, se alejará de
dicho discretísimo de Agasiclo, rey esa brava compañía ni el grueso de
de los lacedemonios, a saber: que una uña. Si por un momento que-
cualquier monarca podía reinar sin dara destituida de esta defensa, es-
escolta ni sin ejército si su gobier- taría ocasionada a que hiciera presa
no era como el gobierno de un pa- en ella el diablo, que, como San
dre sobre sus hijos. Dado que una Pedro nos avisa, a manera de león
tan añeja usanza no puede quitar- bramador, anda rodeando y buscan^
se de golpe, tus padres ya cuidarán do a quien tragar. Previene que le*
112 ENSAYO BIOBIBLIOGRÁFICO. JUAN LUIS VIVES, VALENCIANO

dió el nombre de símbolos o notas para alejar a los indoctos de la


distintivas como aquellas con que inteligencia de sus dichos Pitágo-
los príncipes, según costumbre in- ras, quien los ajenó tanto del sig-
memorial, llegada a nuestros días, nificado directo de las palabras en
acostumbraron señalarse. Pero la que los formulaba que indujo a
cosa se extendió más y se vulgari- los tirrenos a ponerlos en ejecución
zó, y como de la propia fuente de sin tener cuenta con su sentido ale-
la necedad manaron y se derivaron górico, que no acertaban a com-
aquellas de las que con una estú- prender. Para evitar este escollo y
pida arrogancia blasonan los prínci- no dar en ese tropiezo, Vives las
pes de nuestro tiempo, indignas no ilustró con unas exposicioncillas,
ya de cristianos, sino de gentiles. breves ciertamente, dada la densi-
Con estas divisas terroríficas ame- dad de su contenido, con el único
nazan a todos, meten pavor en el objeto de que en ningún momento
pecho de todos y arróganse un po- la ambigüedad ni detuviera ni enga-
der superior al que se concede al ñara su interpretación. Y acaba el
hombre y ponen mayor confianza gracioso prologuillo con estas pala-
en su poderío que en Dios. bras edificantes:
Harto puede entenderse para «Yo, por esa escolta, no quiero
quién hablo, y huelga una más pun- otra remuneración sino que la ley
tualizada explicación. La misma fe- de Cristo, de la cual ella está toma-
rocidad y salva jía afectan los em- da, reine en toda tu vida y en to-
blemas de leones, osos, leopardos, dos tus actos, que serán un gran
serpientes, dragones, molosos, águi- acicate y ejemplo de los actos de
las, buitres, espadas, llamas y otros las personas particulares, si fueres
aparejos de terror de este mismo tú esa princesa ideal, cosa que fá-
jaez, como si fuera decente y glo- cilmente conseguirás con la imita-
rioso y principesco poseer una con- ción de tu madre. ¿Qué galardón
dición análoga; a saber: atroz, ra- puede tocar en esta presente vida
paz, cruel, sanguinaria. Cuánto más más excelente y más rico, o de ma-
valiera tomar por emblema algo que yor valía para la futura como el de
por su humanidad, por su cortesa- ver que sus rectas amonestaciones
nía, por su mansedumbre, invitara y avisos no cayeron en terreno bal-
o atrajera, o por la grandeza y pres- dío y que, gracias a ellas, se acre-
tigio de su gravedad y excelencia se centó la piedad de algunos? Dígnese
granjease las simpatías y todas las nuestro Padre Jesús comunicarte
adhesiones. alguna porción de su espíritu a fin
Ley es de esta suerte de símbolos de que vivas con suma felicidad el
o empresas la de encerrar completo más largo tiempo posible y en to-
un pensamiento con no más de cin- dos los trances antepongas la virtud
co palabras, y cuánta mayor breve- a cualesquiera fortunas. En Brujas,
dad tienen, tanto más se recomien- al primer día de julio.»
dan por su gentileza; como aquella Esta dedicatoria transpira el más
del emperador Augusto: Matura: tierno afecto por la pueril infanta y
Date prisa despacio. La empresa es- la admiración más reverente para
conde algo de oscuridad y alego- con su madre. «Espanta el pensar,
ría porque la desvía un poco del dice Forster Watson, que esa niña,
sentido natural, si bien no a tanta educada tan cristianamente llegó a
distancia de él como la que empleó ser la cruel reina María.»
CAP. XIV. LUIS VIVES Y MARÍA TUDOR 113

Vale la pena, ya que hemos en- |


sos (1) Aunque los viejos bustos de
:

trado en esa floresta, coger un ra- cera por todas partes decoren el atrio,
millete de algunas flores, que será yo te digo que, a pesar de todo, la so-
un cordial del alma a la vez que la y única nobleza es la virtud.
un exquisito recuerdo. Leemos al Domitrix omnium patientia. La
azar: paciencia es la domadora universal.
Fortuna fallacior quo blandior. Virgilio «Sea cual fuere la
dice:
La Fortuna es tanto más falaz cuan- fortuna, hásela de vencer con so-
to más risueña. Y Vives comenta: portarla.» La fortuna y todas las
«Esta divisa yo se la di al car- eventualidades y todas las arreme-
denal Croy para el gobierno de su tidas de los hombres se embotan y
alma. No fué tanto empresa como se quedan romas si chocan con la
vaticinio, pues como fuese verdad muralla de la paciencia, como lo de-
que la Fortuna se había prodigado mostraron los mártires de nuestra
con manirrota demasía en él y en santa religión.
su señor de Chiévres, repentina-
tío, . Vive ut post vivas. Vive por vi-
mente a ambos los tragó, pero al vir después. De tal suerte hemos de
cardenal en la flor de sus días, a vivir que acuciemos el camino para
los veintidós años de edad.» una vida mejor y, por ende, la ver-
Magues amoris, amor. El amor es dadera vida, pues esta presente,
el imán del amor. No hay cosa que ¿qué otra cosa es sino una jornada
provoque tanto al_ amor como el y una peregrinación?
amor. De Marcial es esta sentencia: Hemerobia vanagloria. La vanaglo-
Marco, eso no se obtiene con pala- ria es cosa de un día. Escribe Aristó-
teles que junto al río Hipanis (2)
bras; si quieres ser amado, ama.
Existe una cierta natural corres- nacen unos insectillos que jamás lle-
pondencia y simpatía instintiva en gan al día siguiente; por esta ra-
zón, se llaman efemérides y hemero-
las cosas, de suerte que no hay
bias, voces griegas ambas, que sue-
persona que profese odio a quien
le profesa amor. De esto tratan tam-
nan en castellano: cosa de un día.
bién ampliamente Platón, Séneca y
Magno vendendum tempus. El
tiempo ha de venderse muy caro.
otros.
(No la explica porque el sentido es
Blandum imperium imperiosum. obvio.)
El mando suave se impone. Y en
Da cozcus; accipe oculatus. Da a
efecto, tiene mayores fuerzas y obli-
ciegas; recibe con mil ojos. Parece
ga más fuertemente. Del poeta Au- bien que el
que da no se acuerde
sonio es esta sentencia discreta: El
del beneficio y que no mire mucho
gobierno templado disimula y en- a aquel a quien da,
y mejor aún si
cubre una gran fuerza. aparta los ojos porque no parezca
Nobilitatem non dat unus dies. que da a entender que reprocha o
No es suficiente un día para confe- culpa o que él, a su vez, mendiga
rir abolengo. Nadie es noble por na- alabanza. En cambio, el que recibe
cer de estos o de aquellos padres.
Ñi la circunstancia del nacimiento
que en un día ocurra hace noble a (1) Satyr., VIII, 19-20.
(2) Río de la Sarmacia europea, lla-
nadie, sino las obras esclarecidas de
mado actualmente Bog, que (Jesagua
virtud. El satírico Juvenal encierra eai él Podito Euxino, al oeste de Bo-
este concepto en dos de sus ver- risteirue.
114 ENSAYO BIOBIBLIOGRÁFICO. —JUAN LUIS VIVES, VALENCIANO

debe mirar no tanto el don como Cuando la niña María fué ya mu-
el donante y no olvidar jamás la jer y reina, en épocas distintas
gracia que se le hizo. Por eso fin- adoptó tres máximas. La primera
gieron los poetas que las Gracias fué ésta, que no está en la Escolta,
eran tres: dos que nunca miraban de Vives: Caste et suppliciter
atrás y la tercera que mira siem- Casta y suplicante; bajo la figura
pre a las primeras. de una vestal en actitud de sacrifi-
Ve lingua mente celerior. La. pa- cio ante un altar. La segunda má-
labra no ha de anticiparse a la re- xima fué (tampoco está entre las
flexión. Has de pensar lo que tienes de Vives): Pro ara et regni custo-
que hablar. Nos fué dada una mente dia: Por el ara y la salvaguardia
velocísima porque no haya cosa que del reino, bajo la divisa de una es-
se le pueda adelantar, si ella no pada erecta encima de un altar. La
quiere. Ese debe ser el timón de la tercera y más usada fué: Veritas,
lengua. temporis filia (ésta sí que es de Vi-
Todas estas sentencias van nume : ves): La verdad es hija del tiempo.
radas y van dirigidas a todos para Es la 90. Vives la ilustra con esta
que cada cual escoja la que más lacónica explicación :«La verdad
le cuadre. Pero Vives se puso una que harto tiempo está encubierta
para sí a fin de gobernarse por ella. con el discurso del tiempo existe y
Veamos cuál es; ésta, la 155: aparece, porque nadie fíe en la men-
Sin querella. Has de
Sirte querela. tira o porque no piense que la ver-
vivir con tal miramiento que no des dad está siempre oculta.» De Cice-
pie porque nadie se queje de ti o rón es esta máxima: «El paso de
tú te quejes de quien sea ni de la días borra las fantasías y las
los
fortuna; ni hagas tú injuria a na- invenciones y confirma los juicios
die ni creas que se te ha hecho a ti.
o leyes de la Naturaleza.»
Séneca, en su libro De la tranquili- No quedó el magisterio del huma-
dad de la vida: «Hay que habituar- nista valenciano que la incitaba a
se a la propia condición y quejarse seguir el ejemplo de su madre, al
de ella lo menos posible y asir todamenos sin fruto inmediato en la
cuanta comodidad comporte a su al- que entonces era niña, así que se
rededor. No hay trance tan amar- fué haciendo mujer. Lo sabemos
go en el cual el ánimo templado no por un testimonio no recusable,
porque estaba relacionado con am-
halle consuelo.» Este lema es el mío.
Y por terminar, esta sentencia bos: con la discípula y el maestro.
brevísima, que da a entender lo que Es Tomás Udall, que editó en la
pensaba Vives de las masas que versión inglesa las Paráfrasis de los
ahora, con un nombre griego no re- Evangelios, de Erasmo. Y en el pró-
cibido en la época de Vives por logo que pone al Evangelio de San
ninguna lengua romance, se llama Juan dice:
democracia. «Inglaterra nunca será capaz de
Populo cede, non pare. Cede al pagar la gracia con que la muy no-
pueblo, pero no te hagas su criado. ble y virtuosa ladi Mary emprende
Xo se ha de admitir pelea con la esos meritísimos estudios y ese tra-
masa, que es una bestia multicéfa- bajo penoso de traducir estas pa-
la; pero tampoco te has de rendir ráfrasis de Erasmo sobre el Evan-
a sus opiniones. gelio de San Juan.»
CAP. XV. — ff MENOSPRECIO DE CORTE...» 115

CAPITULO XV

«MENOSPRECIO DE CORTE...

casi alabanza de aldea, si vale más, sería conveniente que tuvie-


Y
el antagonismo que entre una y ran su morada -y su asiento la pru-
otra pone don fray Antonio de Gue- dencia y la sabiduría, cabalmente
vara, cronista y cortesano del em- allí mismo la cordura sea tenida por
perador Carlos V. Juan Luis, bien- desatino. A este inconveniente co-
quisto de los reyes de Inglaterra, y, mún súmase en mi contra otro pri-
a lo que se entiende, al abrigo de vado, no pequeño ciertamente. Con-
io que Horacio llamó la férrea nece- siste en que, aun cuando el espíritu
sidad, que hartas veces obliga a ha- esté deseoso de volver a sus acti-
cer cosas que no están en el mapa, vidades habituales, leyendo, escri-
no se sentía del todo a gusto en la biendo o meditando, y reponerse y
Corte de Londres. No le contentaba recrearse con aquel hábito, usanza
por completo la buena sombra del que se le hizo naturaleza, no se le
árbol envidiado al cual se arrimó. deja espacio ni lugar para ese sa-
Al menos así lo expresa en una car- broso divertimiento. Tengo por apo-
ta confidencial a Cristóbal Miranda, sento una zahúrda reducidísima,
su amigo muy estrecho. Que sea el donde no hay mesa ni apenas silla,
mismo Luis Vives quien nos cuen- cercada por todos lados de otras
te ese momento de depresión y de zahúrdas pobladas y asordadas con-
baja moral en el más equilibrado tinuamente de tropel, ruidos y gri-
de los fiilósofos y más dueño de su ta, tan subidos de punto que no
malhumor y menos impresionable permiten al espíritu el retiramiento
al juego cruel de la Fortuna: dentro de sí mismo, por más recia
«Todavía no he respondido a tu que sea la voluntad y más poderosos
carta, que me ocasionó un placer sean sus esfuerzos. A esto se añade
indecible. ¿Y por qué no la respon- que vivo bastante lejos de la Corte,
dí? Porque estaba intensamente y porque el día no se me vaya en
ocupado en no hacer nada, sumido idas y en vueltas, ocasiones hay en
hasta el cuello en las aguas muer- que, salido de mi albergue a la ma-
tas de la desidia. Ya que en el tiem- ñana, no regreso a mi albergue sino
po pasado, en cualquier situación, a boca de noche. Enjaulado de nue-
solía siempre depararme ocio hol- vo en mi zaquizamí, si por ventura
gado y fecundo, ahora mismo me cené, no me paseo en aquellas estre-
excuso del trabajo con otros traba- checes (¿cómo iba a poder pasear-
jos imaginarios míos para desechar me?), sino que en ellas ando revol-
los ineludibles y serios. Es cosa in- viéndome como en una celda car-
creíble y que no acierto a expresar celaria. Ni me es posible estudiar
cómo nuestra naturaleza viciada ha luego de comido.. No tengo más re-
hecho que en las aulas de los reyes, medio que atender a mi salud, espe-
que son como la cabeza de los rei- cialmente aquí, donde, si enfermare,
nos y en donde, puesto que de allí fuera echado en algún estercolero y
dimana el gobierno sobre todo lo de- no habría quien se dignase mirarme,
116 ENSAYO BIOBIBLIOGRÁFICO. —JUAN LUIS VIVES, VALENCIANO

como perro ruin y sarnoso. Cuando drés Amnonio, que allí residía, y
no ceno, hago como que leer algo, éste le contestó, exponiéndole
su
y son muchas las noches que no ce- propio caso. Se refiere a las casas
no porque este régimen obligada- inglesas en general, y llega a que-
mente sedentario no me permite jarse de la propia casa de Tomás
la digestión, como cuando salgo Moro, que con una generosidad tan
a airearme y a estirar las pier- amplia como su pecho y sus brazos
nas» (1). le había acogido en la suya (1),
Mojó, por excepción, en negra bi- que era de él tanto como de sus
lis Luis Vives la pluma templada y amigos: «Decíanme que no parece-
serena cuando escribía con ese pe- ría bien que yo me alojara en casa
simismo y con esas hieles. Cuesta de algunos de mis paisanos comer-
mucho imaginarse que dejarían mo- ciantes como yo desearía. El des-
rir como un can roñoso en algún aseo de este pueblo, del cual ya ten-
montón de basuras al gran huma- go asaz experiencia, es simplemente
nista español, aquella santa y dulce repulsivo. Alquilar una casa y vivir
Catalina de España a quien dedicó como fuera mi deseo está muy por
el precioso tratado de La mujer encima de mis posibilidades.»
cristiana, poniéndola a ella como Erasmo insiste:
ejemplo en cualquiera de los tres «Búscame algún colmenar abri-
estados en que puede perfeccionar gado y tibio donde pueda yo inver-
su cristiandad una mujer seglar; ni nar. Desearía que no estuviera de-
aun, por aquel entonces, el propio masiado lejos de San Pablo. Me pro-
Enrique VIII, que sabía tanto latín puse no alojarme en casa de lord
como los clérigos de Oxford, y que Mountjoy, mientras permaneciere
con tanta complacencia había acep- allí aquel cancerbero (?). Fuera de
tado la dedicatoria de los Comen- que no conozco yo en aquel inmue-
tarios a la Ciudad de Dios, por no ble ninguna habitación adecuada
mentar a sus muchos otros podero- para el invierno, a menos que des-
sos amigos de Londres. aloje yo a mi lord de su propio
Se comprende perfectamente que aposento. Acaso hallarás alguna
el encerramiento en que deben per- conveniencia en el convento de frai-
manecer las casas inglesas como les agustinos.»
obligada defensa contra el frío re- Toda la diligencia que la postuma
sultara un suplicio para ese levan-
tino, añoradizo de la blandura in-
01) Esto era en octubre de 1511.
dulgente y cariciosa del cielo que
Tres casas tuvo y habitó Tomás Moro.
le vió nacer y del país deleitoso
Esta a que alude Amnonio era la de
donde frutecen los naranjos y los Bucklersburg, donde moró los años de
azahares nupciales perfumean. su primer matrimonio. Cuando segun-
En hecho, de verdad, ni eran con- dó las nupcias, con Alicia MiddT.eton,
fortables ni siquiera higiénicos los mudó de casa y se trasladó a la Cros-
alojamientos ingleses. Parece que by House. El año 1523 se instaló en
en determinada ocasión el melin- Ch'elsca, donde si ni el marfil ni el
oro resplandecían en los altos artesones,
droso Erasmo necesitó uno y quiso como en la propia casa de Horacio, te-
tomar información de su amigo Añ- mía tal iprestancia y dignidad, que en
ella podía acoger a los reyes. En esta
il) Carta de Vives a Cristóbal Mi- casa habremos de encontrar a Luí*
randa. F;?-\? npcra, VII, págs. 201-202 Vives.
CAP. XV. —«MENOSPRECIO DE CORTE...» 117

devoción de Vives desplegó para lo- tadito que debía enviar a los burgo-
calizar el mísero tugurio que alber- maestres de Brujas, encauzando y
gó a un hombre tan grande ha re- dando sentido y amplitud de fun-
sultado baldía. Martín Hume, que ción pública a la caridad para con
en 1659 tradujo al inglés la Crónica el prójimo, estudió el régimen del
del rey Enrico Otavo de Ingalate- hospital de Santa Catalina, al cual
rra, citada ya copiosamente, escrita le daba tan fácil acceso para con su
por un español desconocido, en la director su condición de español y
misma Inglaterra, ceñida al período de amigo de la reina, con cuyo nom-
1527-1549, dice que los mercaderes bre se decoraba el bienhechor ins-
de España que llegaban a la Isla re- tituto, pudiéndolo comparar con
sidían, por lo común, desde tiempo otros establecimientos similares que
inmemorial, alrededor de la Tower en Flandes funcionaban?
Street, a ambos lados de la Tower Cinco años antes de que Vives
Hill. Las viviendas de ese distrito fuese a Inglaterra, en diciembre
londinense parecen corresponder a de 1518, la reina Catalina y el rey
la descripción que Luis Vives traza Enrique fundaron en este hospital
de su cuarto tétrico. Por lo menos la Cofradía de Santa Bárbara. Por
en una popular institución de este el distrito donde estaba enclavada
mismo distrito; a saber: el Real la real institución sentían un cari-
Hospital de Santa Catalina, cerca ño especial los extranjeros, explica-
de la Tower, debió de poner Vives ble por la cercanía del Támesis. A
los pies, y no pocas veces. Es uno fines del sigloxvm, dice un escritor
de aquellos establecimientos de be- inglés que era incalculable el núme-
neficencia de que Vives se ocupa en ro de navegantes de todas las na-
su bellísimo y valiente tratado Del ciones y religiones avecindados con
socorro de los pobres, publicado en sus familias en aquel barrio. Esto
1526. Este hospital o casa de pobres, mismo, en menor escala, natural-
desde el año 1516 hasta el año 1536, mente, ocurría a principios del si-
estuvo regentado por el franciscano glo xvi, cuando la dirección de fray
fray Jorge de Ateca, que trajo de Ateca. Aquel barrio era el punto de
España. Catalina, cuando su boda reunión y de cita de los españoles
con Arturo. Más tarde fué obispo de residentes en Londres.
Llandaff, como más arriba queda Foster Watson, el sagaz persegui-
dicho, y más tarde, sintiéndose muy dor de las huellas de Luis Vives en
desigual a la situación embravecida la urbe que bebe en el Támesis y
y fiera creada a su bendita señora asimismo conocedor de visu de la
por la adúltera pasión de su voltizo ciudad que bebe en el Turia, supone
y libidinoso marido, desertó de su que el distrito comprendido entre
lado cobardemente; no lo negó, pe- Tower Street y Tower Hill desper-
ro tampoco lo confesó delante de taría y avivaría en Vives el recuer-
Dios y de los hombres, y fué a es- do jamás extinguido de su Valencia.
conder su cobardía en el convento — —
«Existían dice Queenhithe y Bil-
bilbilitano de donde era hijo. ¿Y lingsgate, donde descargaban las na-
quién duda sino que Luis Vives, ves portadoras de pescado fresco y
acuciado por el evangélico Misereor en salazón, naranjas, arenques, ce-
super turbam, por la misericordia bollas, variedad de tubérculos, fru-
de los pobres y de los desvalidos, tas, trigo y arroz, y estos pequeños
mientras meditaba aquel áureo tra- puertos con sus muelles debían de
118 ENSAYO BIOBIBLIOGRÁFICO. JUAN LUIS VIVES, VALENCIANO

recordar a Vives el Grao, de Valen- estaban situados a lo largo o al


cia. Queenhithe y Bilingsgate esta- menos cerca de las orillas bajas del
ban próximos a Tower Street, dis- río. Cada gran propiedad tenía su
trito de los españoles. Pero Vives desembarcadero, con un equipo de
debía de evocar más poderosamente barcas y botes. Un cuerpo de bar-
aún los días de su infancia en su queros formaba parte de la servi-
ciudad natal cuando pasaba por de- dumbre de la casa real. Lucían la
lante de la catedral de San Pablo, librea real y las insignias de que los
que es para Londres lo que el Mi- había proveído la Corona, y su mi-
calet es para Valencia, y a lo largo sión era la de conducir la real fami-
de Cheapside, el gran mercado lon- lia por el río adonde se les man-
dinense. El mercado de Chepe, de daba (1).
Londres, era más grande que el Londres en aquella sazón era una
mercado de Valencia, con sus car- Venecia del Norte. Es fama que el
nes, con su pescado, legumbres, fru- cardenal Wolsey tenía costumbre
tas y toda suerte de artículos y pro- de ir todos los domingos a la corte
ductos. Como en Valencia, en los —
de Greenwich. «Tomaba escribe un
largos paseos de la gran plaza del —
testigo ocular la mayor parte de
mercado londinense, bullían en pin- las veces la embarcación en sus pro-
toresco abigarramiento marineros y pias escaleras. Iba escoltado de
comerciantes de todas las naciona- yeomen (que es la milicia nacional
lidades, y la vida varia y movida montada de Inglaterra). Desembar-
que allí tenía su manifestación, de- caba en Three Cranes en el árbol
bió, a no dudarlo, dar ensanches al de Vine y de aquí, caballero en su
:

espíritu de nuestro filósofo, que allímuía, con sus cruces, sus almoha-
aprendió a amar más a sus seme- das, su rojo capelo y con el gran
jantes y a considerarlos a todos, es- sello llevado a caballo delante de
tudiosos o rudos, ricos o pobres, co- él, recorría la Thames Street para
mo ciudadanos de una patria co- llegar a Billingsgate, y allí volvía
mún» (1). a embarcarse de nuevo, y de esta
¿Cómo se trasladaba Vives desde guisa llegaba a Greenwich, donde
su alojamiento a la Corte? era recibido con solemnidad y no-
En Richmond como en Greenvich, bleza» (2). No era tan largo el ca-
dice el propio autor que tan minu- mino que tenía que recorrer Vives.
ciosa y concienzudamente ilustra las Modesto peón de Londres, como Só-
jornadas londinenses del expatriado crates de Atenas, llegado a Billing-
valenciano, todas las personas que sgate. embarcábase allí, y todo de-
visitaban la Corte iban en barca por recho navegaba a Greenwich. ¿En
el Támesis. puesto caso que los ca- batel que hubieran puesto a su dis-
minos, útiles en verano, en invierno posición el rey o la reina para tras-
se hacían impracticables. Antes que ladarse a palacio, o en barquilla al-
se introdujeran los coches para las quilada? No se sabe.
excursiones reales, los palacios del ¿Quiénes fueron sus compañeros
rey y las mansiones de los nobles de alojamiento, digamos de pensión,

(1) Foster Watson: Les relaciona de (1) Idem ibídem, pág. 213.
Joan Lluis Vives amb els Anglesos i (2) Henry Humpherus History
: of
amb l'Anglaterra. Barcelona. Lnstitut the Waterers Company (vol. I. pág. 5).
d'Estudlis Cateláms. 1918, pág. 212. citado por Foster Watson, pág. 213.
CAP. XV. — «MENOSPRECIO DE CORTE...» 119

en ese duro bregar de Londres? El y desairarlos. Entre todos éstos, el


mismo va a decírnoslo acto segui- más principal y porfiado peticiona-
do, en una carta nuncupatoria en- rio fué Alvaro de Castro, hijo de
derezada al ilustrísimo don Juan de Juan, burgalés, cuando allá en Lon-
Borja, duque de Gandía: dres, no solamente morábamos en
«Cuando, años atrás, iba escri- la misma casa, sino en un aposento
biendo el tratado acerca de la for- común. Este camarada mío, con su
mación de la mujer cristiana, poco afecto y bienquerencia, que por mí
podía yo pensar que en lo sucesivo eran correspondidos con firmeza, te-
no habían de faltar quienes me níame las veces de hermano. A éste,
exhortasen a escribir un tratadillo pues, que me lo rogaba con insis-
análogo acerca de los deberes del tencia incansable, no sufrí negárse-
marido y aún he de confesar que lo en redondo.
tal idea no mé vino jamás a las »Así fué que conforme me iban
mientes. Y así fué que por esta no ocurriendo, anotaba yo a guisa de
previsión mía mezclé en aquellos minuta o programa del libro a es-
libros enseñanzas que indistinta- cribir los conceptos que me pare-
mente podían tener aplicación así cían pertinentes a complacer su de-
a la mujer como al marido, pues seo tan vivo, y ello hacíalo yo en
no esperaba yo que con posteriori- lengua española, pues en lengua la-
dad tuviera lugar más a propósito tina no lo entendiera.»
para decir aquellas cosas, aun cuan- Es muy para lamentar que Luis
do aquel en que las puse no era del Vives, al trasladarlo al latín, que en
todo ajeno del asunto. Mas puesto el siglo xvi era el idioma oficial de
que la obrecilla tuvo un éxito más los sabios, anulara el original ver-
feliz que no me lo prometían mi náculo, que, seguramente, sería el
esperanza ni mi expectación y se romance de Castilla. Aunque igual-
ganó lectores numerosísimos y (per- mente español era el romance ca-
dóneseme la inmodestia) siendo muy talán hablado en Valencia en otros —
pocos aquellos a quienes descon- pasajes de sus obras al referirse al
tentó (1) avivó el deseo de muchos, habla natural traída a Valencia por
quienes porfiaron porque yo escri- don Jaime el Conquistador y que
biese con relación al marido lo mis- ya había producido obras inmorta-
mo que había escrito en el segundo les como Tirant lo Blanch, de Joa-
libro de mi obra anterior sobre la not Martorell; el Espill o llibre de
instrucción de la mujer. Engolfado les dones, de Jaime Roig, médico de
yo en aquella sazón en un verda- cámara de la reina doña María, la
dero agobio de ocupaciones absor- denomina lengua gotolana no es —
bentes, hubiera dejado de doblarme de creer que en el catalán de mosén
a sus deseos, si los que me lo roga- Corella o de sor Isabel de Villena
ban no fueran tales que yo no les escribiera avisos para casados para
podía negar nada y en especial, su joven camarada de Burgos. Lás-
puesto que tan honesta cosa me pe- tima grande fué que Vives nos hur-
dían, casi fuera un pecado desoírlos tara estos apuntes y ese primer bos-
quejo en la lengua vulgar de Cas-
(1) Uno de éstos fué Era simo, que tilla del elegantísimo tratado De
ni corto ni perezoso se apresuró a de- officio mariti. No así procedió su
círselo iem forma que debió .de vulnerar contemporáneo y no muy amigo, el
su finísima sensibilidad. mordedor Melchor Cano, purísimo
120 ENSAYO BIOBIBLIOGRÁFICO. —JUAN LUIS VIVES, VALENCIANO

autor latino en su tratado De locis ¿Qué otras amistades mantuvo


theologicis y castizo autor castella- Juan Luis en Inglaterra? Ab Jove
no; ni Arias Montano, el comenta- principium. En primer término, las
rista genial de los libros prof éticos de los reyes en la Corte, y, luego,
y autor del Líber generationis et otras contraídas en Oxford, y las
regenerationis Adam, que sin per- que trabó en Chelsea, en casa de sir
juicio de lo primero compuso dul- Tomás Moro. No consta que Vives,
císimos y sabrosísimos versos cas- aunque muy bien hubiera podido
tellanos. Ambos a dos fueron docti conocerlo, se relacionara con Poli-
sermonis utriusque linguce. No po- doro Virgilio, que hacía frecuentes
demos decir otro tanto de Luis Vi- visitas a Inglaterra, autor de las
ves, de quien sólo se conoce en cas- Anglicos Histories, escritas a reque-
tellano, que yo sepa, una carta cas- rimiento de Enrique VIII y por él
tellana, que irá en su lugar, y un con larga mano favorecido, a la vez
fragmento insignificante de otra, que favorecedor de otros ingenios,
que también transcribiré. En su ca- como de Erasmo, por ejemplo, a
talán de Valencia, pérdida dolorosa quien en cierta ocasión envió un
también, sólo sabemos que escribió espléndido obsequio en dineros para
un plan de reforma de los estudios, que se comprase un caballo; colec-
enviada por él a los jurados de la tor de Adagios, como el propio Eras-
ciudad bajo el título Del establi- mo, sin llegar a sus Chiliades o mi-
ment de VEscola. También este do- llares, pues los Proverbios de Poli-
cumento, que tendría importancia doro no pasan de los 305, pero más
doble, nos lo envidió la avara anti- conocido y estimado por su erudi-
güedad, sepulturera incansable. tísimo tratado de los Inventores de
Parece que, al releer los concep- las cosas, Luis Vives le tenía en
tos cazados al vuelo o venidos es- gran estima. Véase en qué compa-
pontáneamente a los puntos de su ñía le pone en su Arte de enseñar
pluma, sintió escrúpulos y los sacri- (De tradendis disciplinis), hablando
ficó con una crueldad que difícil- de los cultivadores de la Historia:
mente le perdonaríamos. Esto pa- «Muchos que no son historiadores
rece indicar lo que se sigue de la profesionales ayudan mucho para
carta al duque de Gandía: el conocimiento de la Historia, co-
«Y como todo esto mereciera lue- mo Cicerón, Séneca, Aulo Gelio, Ma-
go una total e inexorable reproba- crobio y, de una manera especial,
ción mía, parecióme bien aumentar- Polidoro Virgilio, de Urbino, con su
lo y limarlo y enviártelo a ti en su obra De inventoribus rerum; San
redacción latina...» Agustín, en la Ciudad de Dios; Pli-
Este libro salió más tarde, en nio y Solino...» No puede quejarse
1528. el secretario del duque de Urbino,
Este relato interesante nos hace camarlengo que fué del Papa y
pensar que acaso Luis Vives se colector de primicias (anatas), que
cansó del gurgustiolum angustissi- con esta misión hacía frecuentes es-
mum, de la estrechísima y asfixian- tadas en Inglaterra, y a quien Enri-
te buhardilla, en que no le era po- que VIII colmaba de donativos, de
sible dar un paso, sin mesa y casi la honrosísima aproximación en que
sin silla, y debió de trocarla por una Luis Vives le coloca a par de los
habitación más amplia donde ca- ingenios proceres.
bían dos: Vives y Alvaro de Castro. A quien no cabe duda que Luis
CAP. XV. «MENOSPRECIO DE CORTE...» 121

Vives conoció, trató y estimó fué a (Por príncipes yo les daré niños, y
Nicolás Udall, alumno que fué del muchachos con la leche en los la-
Colegio del Corpus Christi, el año bios los señorearán). La fatal caída
1520, y fellow del mismo, en 1524; es del caballo arruinó el caedizo bienes-
decir, durante los años de residen- tar de Vives, y su posición se hizo
cia de Vives en aquel colegio. Udall precaria. Escribiendo Vives a Eras-
escribió piezas dramáticas escola- mo el día 10 de julio de 1521, por
res, ampliamente espigadas en Te- lo mismo, antes de instalarse en
rencio, y representadas en el Cole- Inglaterra con carácter de estabili-
gio de Eton por los alumnos para dad, le dice que convaleciente como
engañar las luengas noches de in- está en Brujas de una pertinaz do-
vierno; tradujo al inglés Apoteg- lencia, en Brujas se quedará con el
mas y las Paráfrasis del Nuevo Tes- fin de poder avistarse con el rey de
tamento, de Erasmo. Uno de los co- Inglaterra y con Moro para fijar su
rresponsales de Vives le transmitió ulterior manera de vivir.
recuerdos de Udall, que él recibió Es cierto, pues, que Luis Vives, al
con complacencia y a los cuales co- menos de una manera eventual, re-
rrespondió con esta frase ingeniosa cibió ayuda pecuniaria de la reina
«Mucho agradecí los saludos de antes de establecerse en Inglaterra.
Udall; ego illi pro salute lignea vel Una vez establecido con carácter
chartacea reddam argenteam: yo le permanente, cobraba una pensión
remitiré una respuesta de plata por del rey, otra de la reina, los hono-
sus recuerdos de madera o de pa- rarios que le correspondían como
pel (?).» profesor nombrado por Wolsey en
No era difícil en la época de los la Universidad y el alojamiento gra-
Tudor entrar en relación con los tuito en el Colegio del Corpus
varones insignes que tenían afini- Christi.
dad de aficiones. La lengua de los El importe de la pensión de Vives
estudiosos era la latina, de modo en la Corte de Enrique VIII consta
que la diferencia de nacionalidad en uno de los State Documents (1):
no era un óbice de mayor monta. «Honorarios de medio año pagados
Y la población de Londres era redu- el día de Nuestra Señora del año
cida en 1532-33 calculábase en unos 1529 a Luis Vives: libras 10.» Pa-
:

sesenta mil habitantes, un tercio de rece, pues, que la pensión anual del
los cuales formaban parte de las rey a Vives era de veinte libras. Si
parroquias situadas extramuros. de la reina percibía igual cantidad,
Treinta años más tarde calculábase dice Foster Watson, Luis Vives per-
acrecida en unos treinta, mil más. cibía una paga decorosa.
Murió muy verde, como ya sabe- Pero sus gastos eran muchos y
mos, el egregio protector de Vives, las exigencias de su situación supo-
el cardenal Croy, obispo de Cam- nían copiosos dispendios. Sus mu-
bray y arzobispo primado de Espa- chos viajes debían de enflaquecer
ña. Acababa de salir de los veintiún notablemente su bolsa. Un comer-
años. Esta, al parecer, demasiado ciante inglés, sir Tomás Gresham,
aceda juventud para cargos de tan-
ta alteza y responsabilidad pudo pa-
(1) Treasurer of the Chambers Ac-
recer a alguien como una maldición counts. Vol V, fols. 1531-32, pág. 30. Ci-
divina, según aquello de Isaías: tado por Foster Watson en la obra
Et dabo pueros principes eorum tantas veces citada.
122 ENSAYO BIOBIBLIOGRÁFICO. JUAN LUIS VIVES, VALENCIANO

manifiesta que sus gastos de ir y i exportar trescientas arrobas de


venir de Amberes a Londres ocho 1

trigo.
veces al año y el envío de su co- A los veintisiete de diciembre del
rrespondencia, desde el primero de 1

año 1524, Erasmo, estante en Basi-


marzo hasta el veintisiete de julio j
lea, contesta a una carta de Vives
de 1552 (no eran más baratos en en que éste le había hablado de
la
tiempos de Vives), alcanzaron la ci- la gran benevolencia y favor que
fra de ciento dos libras, con un pro- le dispensaban el rey y la reina de
medio de doce libras diarias. Vives Inglaterra, e incidentalmente da a
debió de viajar con mayor econo- entender que esta doble protección
mía entre Londres y Brujas; pero, era insuficiente para conservar uni-
en todo caso, eran muy sensibles dos el alma y el cuerpo. Ello signi-
sus expensas. ficaba que las pensiones regias no
Tampoco hay constancia de que bastaban a satisfacer sus elementa-
Clara Valldaura, la suegra de Vives, les necesidades vitales.
y su esposa Margarita continuasen Tampoco tenemos la menor noti-
los negocios de Bernardo Valldaura cia de que su gigantesca labor lite-
después que éste, por su enferme- raria le produjese ningún beneficio
dad y el fallecimiento consiguiente, de orden material. En la carta men-
estuvo incapacitado de dirigirlos cionada de Erasmo a Vives del vein-
pero no es descabellada la suposi- tisiete de diciembre de 1524, le dice
ción de que lo hicieran así y que que Froben no quiere imprimir nin-
Vives, de cuando en cuando, intervi- guna otra obra de Vives, porque en
niese en esas relaciones comercia- aquella sazón los únicos libros que
les. Precisamente a los veintiocho se vendían eran los que trataban de
de abril de 1525 se concedió licencia la controversia luterana. Vives mis-
a Johanes Ludovicus Vyves, criado mo reconoce esta triste realidad.
del rey, para importar «trescientos Dice a Erasmo, en carta calendada
barriles de vino de Gascuña y tin- en Londres a los trece de noviem-
tes de Tolosa a todas las partes del bre de 1524:
reino, pagando los derechos corres- cEstas animosidades en pro de
pondientes, a excepción de Calais, Lutero o contra Lutero han deste-
y protección para sus naves y sus rrado del pecho de los estudiosos to-
capitanes y artillería... por tres da otra afición literaria: tan gran-
años. Asimismo, en fecha proba- de y tan avasalladora es la pasión
blemente anterior, la recibió por por contemplar esas pugnas.»

CAPITULO XVI

LUIS VIVES, HUESPED DE TOMAS MORO


En Dios y enhorabuena llegó Luis a su nueva casa señorial de Chelsea,
Vives a Londres el año 1523. En abierta de par en par a sus amigos
este propio año, Tomás Moro, que estudiosos, convirtiéndose de esta
siempre había modestamente vivi- manera en un centro de actividad
do en casas de vecindad, trasladóse !
intelectual. En aquel círculo redu-
CAP. XVI. LUIS VIVES, HUÉSPED DE TOMÁS MORO 123

cido y apacible, debió nuestro hu- te. Discuten en paz acerca de la


manista de vivir horas de purísimo fuente de la felicidad. A seguida,
goce al sabor de la amistad y de la Heywood, a imitación de las descrip-
filosofía. Esta asamblea debía de te- ciones de los retiramientos filosófi-
ner algo de aquella divina asam- cos de Fiésole, pinta el hechizo de
blea de grandes hombres que Dante, la posesión de Moro, desde la cual
en su viaje al Infierno, halló en un sus invitados siguen con la vista
prado de fresca verdura, conversan- maravillada cómo el Támesis va tor-
do en calma mientras con palma ciendo su camino entre prados ver-
lenta ordeñaban las barbas filosófi- deantes y lindos cerros vestidos de
cas que en maraña se habían dejado bosque. El jardín está siempre en
crecer pecho abajo: primavera y verdura eterna. En la
huerta, la abundancia vertió su
Genti v'eran con occhi tardi e gravi cuerno lleno, y la amigable combi-
di grande autoritá ne lor sembianti: nación de colores hace de aquel lu-
parlavan rodo, con voci soavi. gar placiente un tapiz vivo, labra-
do por la espontánea Naturaleza,
Filósofos de ojos graves y dulces, para deleite y recreación de los fi-
con la autoridad reflejada en los lósofos que allá van a descansar y a
rostros, que hablaban espaciadamen- dialogar (1).
te en el más casto latín, con una Ya tiene Tomás Moro su Hoc erat in
grande y musical suavidad de vo- votis, su apacible ideal, que también
ces. Era una verdadera academia, Horacio vió colmado con la granja de
en el sentido que tuvo esta palabra, la Sabina que le regaló Mecenas:
antes que, vulgarizándose, degene-
rara; academia como aquella proto- Este fué mi deseo un campichuelo
:

abierto y libre donde un huerto hubiese,


típica, a la que hacían grata y fres-
y un manantial vecino de la granja,
ca sombra los plátanos atenienses.
y un poquito de bosque no muy lejos
Hellys Heywood, un escritor in- muy mayor cosa y muy mejor me ha
glés que conoció personalmente al [dado
anfitrión de aquellos banquetes y el cielo más no quiero, y le regra-
;

festivales del pensamiento y a sus [cio... (2)


concurrentes habituales, en un libro
El gran editor de Amberes Cris-
que escribió en Italia y en italiano,
tóforo Plantino reducía aún más es-
rotulado II Moro, y publicado en
te sano epicureismo, contento con
Florencia el año 1556, dedicado al
poseer una casa propia y un jardín:
cardenal inglés Reginaldo Pole, nos
da a conocer punto por punto el am- Avoir une maison commode, propre et
biente de la casa de Tomás Moro en [belle,
Chelsea. El autor adopta la forma un jardín tapissé d'espaliers odorants...
clásica del diálogo. Presenta a seis
caballeros, que, luego de haber co- Ya tiene, pues, Tomás Moro, para
mido con Tomás Moro, suben una sus amigos y para sí, lo que en to-
pendiente situada a dos tiros de pie- do tiempo desearan los sabios que
dra de la mansión en el jardín de en el mundo han sido y que en el
su huésped. Se sientan en la viciosa
(1) Citado por Foster Watson: Les
hierba, sub tegmine fagi, a la som- relacións de Joan Lluis
Vives, etc., pá-
bra de grandes árboles coposos, y gina 229
comienzan a platicar reposadamen- (2) Horacio: Satyr., II, VI, 1-4.
124 ENSAYO BIOBIBLIOGRÁFICO. —JUAN LUIS VIVES, VALENCIANO

mundo serán: una senda oculta, demasía de sus personales intereses,


una casa propia, abrigo de una vida pero celoso en extremo de los inte-
descansada. reses de sus amigos. Si mohínos os
Y puesto que conocemos la finca, acercareis a él, no os separaréis de
es natural que sintamos curiosidad su lado sin que vuestros labios di-
por conocer al dueño. Si no lo cono- bujen una sonrisa. Desde su infan-
cemos por el pincel de Holbein, cia ama el buen humor, buen hu-
vamos a conocerlo por la pluma de mor sin bufonadas, y la mansa iro-
Erasmo, que nos da su etopeya y su nía sin la menor punta de crueldad.
semblanza física: El fué quien me exhortó a que es-
tXi era alto ni bajo, sino bien cribiera el Elogio de la locura {En-
proporcionado. Su hombro derecho comium Morice), que vino a ser algo
era un poco más alto que el izquier- así como invitar a la danza a un
do, particularidad que se hacía más camello. Atodas horas está dispues-
de notar cuando andaba. Era páli- to a conversar con las damas y con
do su color, castaños sus cabellos, su familia. Xo hay quien sea menos
rala su barba, azules sus ojos, sus esclavo de los prejuicios que él. Ob-
|

manos rudas y recias, su pronun- serva los gustos y los instintos de


ciación enérgica y distinta gustá-
:
los animales. Todos los pájaros de
banle todos los manjares; era agua- Chelsea acuden a él para comer.
do, pero no imponía a sus huéspe- Tiene pajareras con toda suerte de
des la ley seca íl). y para que su volátiles. Si se le presenta ocasión
afición al vino no les ocasionara de comprar un simio, una zorra,
sonrojo, tenía al alcance de la mano una mustela u otra bestia cualquie-
un vaso oscuro que figuraba ser lle- ra, rara y curiosa, la compra en el
no de vino tinto y que en puridad acto y la instala en su bestiario...
no contenía sino agua clara. De los »Fuera tarea difícil la de hallar
platos especiales que en la mesa se un interlocutor que en sus conver-
servían, él escogía no más que una saciones improvise con mayor natu-
tajada de carne fresca o salada, pan. ralidad y posea una imaginación
leche, frutas y, con preferencia, hue- más fértil y un lenguaje más atil-
vos. Muy sencillo en el vestir, no dado. Añádase a esto que tiene un
gustaba de la seda, ni la púrpura, ni I
raro ingenio y una memoria que ja-
las cadenas de oro, excepto en las más le es infiel. Es hombre de una
solemnidades protocolarias. Hasta sólida piedad, sin supersticiones. A
un grado inimaginable, Moro es ene- hora fija practica sus devociones y
migo de toda ceremonia y de los eleva a Dios una oración que brota
cumplimientos hueros. Xo le agra- del pecho y no solamente de los la-
da la corte, porque todas las cortes bios. Cuando habla de la eternidad
son un nido de intrigas. En Ingla- con sus amigos, toma la eternidad
terra no abundan tanto como en como materia de contemplación.»
otros países, pero Moro adora la li- Todos estos rasgos físicos y mora-
bertad y el libre empleo de su tiem- les de Tomás Moro están tomados
po. Odia los dados y los naipes y, de una carta de Erasmo a Ulrico
en general, todos los juegos de pasa- Hurten. Sorprende el número de
¡

tiempo. Es hombre no cuidadoso en puntos de coincidencia y contacto,


fáciles de descubrir, entre Tomás
(1) Tan aborrecible p^ra Erasmo, ex- Moro y Luis Vives. Esta semejanza
celente catador de vinos- se acentúa más con la relación de
CAI'. XVI. — LUIS VIVES, HUÉSPED DE TOMÁS MORO 125

las costumbres de Tomás Moro, he- que de números, de figuras geomé-


cha por su nieto Cresacre Moro (1). tricas y, de cuando en cuando, de las
Dice su nieto, dando ya a la vida de virtudes morales. La casa de Moro
su bendito abuelo, hoy levantado al debe considerarse como una escuela
honor de los altares, un tono como o universidad de la religión cristia-
de hagiografía: na, porque no hay en esta casa na-
«Aun cuando viviera en la corte, die que no lea o estudie las artes li-
en llegando a casa se entregaba a berales. Su interés especial son la
determinadas devociones, hincado piedad y la virtud; jamás se originan
de rodillas en el suelo con su espo- discusiones ni suena una palabra
sa, sus hijos y toda la familia; y más alta que la otra. Nadie perma-
como a menudo sentía el deseo de nece ocioso. El orden y disciplina
aislarse del mundo para reconcen- de la casa son dirigidos por este va-
trarse en su propia intimidad, se rón digno, no con órdenes altaneras,
construyó para él solo una capilla, sino con la más exquisita y bené-
una biblioteca y una galería conoci- vola cortesanía. Cada uno cumple
da con el nombre de New Buildings con su deber con una alegría sana
(nueva construcción), a cierta dis- y una sobria satisfacción. El desig-
tancia de la casa principal. Los naba algunos de sus servidores para
viernes retirábase allí desde la ma- laborar el jardín; otros, para can-
ñana hasta la noche, en memoria y tar; otros, para hacer música, y en
veneración de la amarguísima pa- su casa no permitía el juego de da-
sión de Jesucristo, y pasaba todo dos ni de naipes. Los varones vi-
el día entregado a sus devociones.» vían a un lado de la casa; las mu-
Y ahora, algunos rasgos más de jeres, al otro. A la noche los reunía
Erasmo que completarán esta vene- a todos para que, concordes, a una
rable y simpática figura de retablo boca, rezasen sus devociones, que
que invita a que lerecen: eran los- salmos Miserere mei Deus,
«Tomás Moro habíase construido Ad te Domine levavi, Deus mise-
una casa cómoda, ni chica en exce- reatur nostri. De pro junáis, en su-
so ni tan grande que pudiera susci- fragio de algún finado, y la antí-
tar envidia, pero de razonable capa- fona Salve Regina, y otras devotas
cidad... No hay padre tan amante oraciones...» (1).
de sus hijos como él. Ama a su an- Antes que Vives fuese, digamos,
ciana esposa como si estuviera en huésped de honor, muy considerado
su florida juventud.» Y a seguida el y querido en Chelsea, había toma-
humanista holandés, que tan bien do por correspondencia parte en los
la conocía, pone la famosa descrip- ejercicios literarios de la docta casa,
ción del aspecto intelectual de la que mereció por su eficiencia didác-
casa tica el honroso nombre de «Escuela
«Diríase que era la Academia de de Tomás Moro». Estas relaciones
Platón; pero no quiero injuriar la por escrito convirtiéronse, para el
casa comparándola con la Academia bien y el provecho de ambos y de
de Platón, donde no se hablaba más la cultura, en relaciones personales.
Vives, como Erasmo, hízose un ami-
Life of sir Thomas More. -Esta
go de la familia. En su libro Redac-
(1)
vida se publicó tardíamente, en 1828,
por el reverendo José Hunter, en Lon- (1) Carta de Erasmo, sin data, diri-
dres. gida a Juan Faber
126 ENSAYO BIOBIBLIOGRÁFICO. JUAN LUIS VIVES, VALENCIANO

ción epistolar (De conscribendis j


nuce), de Ovidio, al benjamín de la
epistolis)supone que una de esas familia Moro, que contaba (en esta
cartas va dirigida a Chelsea y dice: ,
edad no se acostumbra contar) que
«Cuando escribas a Tomás Moro, o ¡
había nacido quince años antes.
cuando llegue alguien que vaya a i
Este librito tiene un extraordinario
verle y le envíes algún recado, no valor pedagógico y una gran eficacia
olvides añadir de mi parte el salu- formativa. Con este motivo escribe
do más cordial para él y sus hijos Erasmo deliciosamente que no se
y, de una manera especial, para mi debe creer que no conviene a los
Margarita Roper, a quien desde el niños ni a los adultos jugar con
momento que la conocí la aprecié nueces como estas de Ovidio si la
no menos que si fuera hermana redacción se toma como pasatiempo
mía» (1).Vives no olvidó jamás los recreativo. Opina que no se debe
felices y dorados días que convivió enviar más que una nuez cuando
en Chelsea con Tomás Moro y la be- Juan desearía un nogal entero. Pero
lla y docta trinidad de sus hijas. Erasmo desearía que esta nuez úni-
Cuando el año 1523 Vives, ese ca que la Naturaleza dispuso divisi-
anfibio, como decía Erasmo, que ble en cuatro partes fuera conside-
así andaba por caminos terrestres rada como propiedad común de Juan
como hendía las olas del mar, puso y de sus dulcísimas hermanas Mar-
los pies en la Bretaña y conoció a garita, Isabel, Cecilia, y que aún hu-
la familia de Tomás Moro, ésta era biera una porcioncita para su ven-
aproximadamente la edad de los que turosa amiga Margarita Giggs. Y a
la componían: Margarita, la hija continuación escribe el más cum-
mayor, tenía dieciocho años; Isabel, plido de los elogios. Escribe textual-
diecisiete; Cecilia, quince; Juan, el mente:
único hijo varón, frisaba en los ca- «Desafíanme a veces en sus car-
torce; Moro, padre, contaba cua- tas con un sentido tan profundo y
renta y cinco, y Moro, abuelo, se- tan agudo y con una tan pura lati-
tenta. Formando parte de la fami- nidad, que me cuesta harto trabajo
lia hallábase Margarita Giggs, a convencer a mis amigos que estas
quien Vives llama parienta. Con to- cartas fueron redactadas por ellas
do, Margarita Roper fué la prefe- mismas, cosa de que tengo yo el
rida de Erasmo y de Luis Vives. pleno convencimiento. No pueden
Expresivas y cariñosas por de- recatar el reflejo de la bella forma
más son las referencias que Eras- de vuestro padre, que os ilumina
mo da de esta familia ideal, tan ín- como un faro. La emulación de tus
tima y tan abierta, tan concertada, hermanas sería para ti un activo
tan concentrada y tan rica de sim- acicate si entrases en literaria com-
patía. El año 1524, Erasmo dedicó petición con ellas. Tus hermanas,
su edición del libro De la nuez {De tan pulidas, tan modestas, tan cas-
tas, tan sencillas, tan armónicamen-
(1) De conscribendis epistolis. Vivis te concertadas entre sí, que en con-
opera. Vol. II, pág. 308. Margarita, la templándolas uno afirmaría con ju-
hija predilecta de More, de Vives, de
ramento que se halla en presencia
Erasmo y de todos los amigos de la
casa, contrajo matrimonio en 1521 con
de las tres Gracias; y más aún si
William Roper y siguió viviendo en las observa cuando tañen con des-
Che&sea, con su marido y en compa- treza tanta los instrumentos musi-
ñía de su padre. cales o vuelan ágilmente a guisa
CAP. XVI. LUIS VIVES, HUÉSPED DE TOMÁS MORO 127

de abejas alrededor de los tomilla- regalo mejor que enviarle un lindo


res griegos y latinos. Veríaslas en- y oportunísimo comentario de los
tonces cómo toman nota de un mo- dos himnos del gran poeta español
dismo que debiera reproducirse, o Aurelio Prudencio, a quien él llama
seleccionan una frase linda para nuestro Píndaro cristiano: del Naci-
su uso personal, o encomiendan a miento del Niño Jesús y del de su
su memoria fiel alguna donosa his- Epifanía, que van en su Catemeri-
toria para contarla luego a sus ami- non o colección de cantos para to-
gas. Adornan su espíritu tantas her- das las horas del día, con estas pa-
mosas cualidades, que la gracia de labras: En mitto Ubi alterum Pue-
su belleza física, con ser tan mani- rum multo auspicatissimum Jesum,
fiesta y atrayente, queda relegada a qui connubii vestri proventum be-
la penumbra de un segundo térmi- ne fortunaba. «He aquí que te en-
no. En el estudio adelantan tanto, vío, yo con otro Niño el mejor de
que parece se propusieron dejar los augurios con el Niño Jesús, que
;

arredro a su hermanito. El orden prosperará esta primera recolec-


natural y la cronología les dieron ción feliz de vuestro matrimonio.»
la delantera; es menester, pues, que Y este comentario delicioso del gran
concentres todas tus energías para poeta hispanorromano fué leído y
alcanzarlas y que acucies tu cami- celebrado en aquel asilo del saber
no para correr parejas con ellas. antiguo, en aquel honestísimo gine-
Igualarse con tu padre debiera ser ceo que era la casa de Tomás Moro,
la satisfacción más grande que te mansión venusta de las Musas. La
pudiera deparar la vida. El, por su carta rebosante de delicadeza y de
parte, sé yo que no puede desear ternura, de un autor que no la co-
cosa mejor que ser superado por ti. nocía con demasiada frecuencia, es
Acaso te vuelva a escribir más ade- de este tenor:
lante, cuando se me presente bue- «Todas las veces, mi buena Mar-
na ocasión. Y ahora, volvamos a garita, que me veo puesto a prueba
nuestras nueces.» po" tus cartas o por las de tus her-
Esta es la bella e ingeniosa carta manas, con su bondad, agudeza, mo-
de Erasmo al niño Juan Moro, espe- destia y franqueza infantil, tan
ranza muy dulce de su padre. fuerte es la impresión que me de-
Pero quizá la carta más bella sa- jan, que aun cuando fuesen anóni-
lida de la pluma de Erasmo, que mas conocería que provienen de las

tantas y tantas escribió debe de hijas de Tomás Moro.
ser el autor de la cristiandad que »Paréceme que cantaste para un
haya escrito más — es la que diri-
, sordo, sumergido como me hallo en
gió a la hija mayor de Moro, Mar- mis estudios, de los cuales me arran-
garita Roper. Erase por las Navida- qué ahora mismo por ser el día de
des del año 1524. Aquel año, la dis- Navidad. Por esto me propuse en-
cretísima Margarita celebrólas en viarte un pequeño obsequio, que me
su hogar, en compañía de su ven- atrevo a esperar que no te será des-
turoso marido y su padre, radiante placiente (se refiere al comentario
de haber llegado a abuelo en plena de los dos himnos prudencianos)
lozanía, con el nacimiento de su en el día del nacimiento temporal
primer hijo, suceso fausto en todos de Jesús (que, nacido de los judíos
los hogares. Desde Basilea, Eras- como una flor de una espina, des-
mo, su gran amigo, no encuentra pués fué luz y guía de las gentes),
128 ENSAYO BIOBIBLIOGRÁFICO. JUAN LUIS VIVES, VALENCIANO

quien anegará en sus bendiciones jer a la cultura. Acaso sea éste el


tu cristiano enlace y será el verda- primer escrito feminista en inglés
dero Apolo de tus estudios. Tú can- en el cual se pide recia y claramen-
tarás sus alabanzas a tus hijos con te la educación de las mujeres. Esta
tu propia lira, en vez de usar el carta-prólogo es datada en Chelsea,
canto de los paganos. El puede úni- primer día de octubre del mismo
camente ser loado a son de bocina año. Sábese que Hyrde vivía con el
o con cuerdas y órgano, pero de Master Chancellor del ducado de
una manera más especial y digna, Lancaster, que era el propio Tomás
con las varias disposiciones del es- Moro. De casa de Tomás Moro, y
píritu en consonancia y armonía ciertamente inspirado o influido por
con la piedad. Cristo no menospre- él, salió el primer alegato en pro de
ciará el sabroso concento de aque- la instrucción de la mujer inglesa.
llos esposos, cuya vida manifiesta A ese nuevo doctrinal feminista no
tanta pureza, tanta simplicidad, tan- era tampoco ajeno Luis Vives. El
to concierto como manifiesta la vues- propio Hyrde, por mandado de la
tra, hasta un grado tal que difícil- reina Catalina, y con cargo a la Real
mente se os podrían comparar los Tesorería, tradujo al inglés la Ins-
religiosos claustrales. Rara es esa trucción de la mujer cristiana. En
ejemplaridad, especialmente en esta el prólogo que le puso también el
época; pero la vuestra no tardará novedoso y audaz traductor aboga
en ser imitada por otros. Asociada por lo mismo que abogó en el libro
a vosotros tenéis a vuestra reina, erasmiano vertido por Margarita
que es como la Calíope de este coro Roper. Dice:
santo. Quedaos adiós; no sois vos- «¿Qué cosa puede haber más útil
otras, ciertamente, la gloria más pe- y prometedora de fruto que la ins-
queña de estos tiempos y de esa trucción de las mujeres, que consti-
vuestra Inglaterra. Saludad en mi tuyen la mitad de la Humanidad?
nombre a todos aquellos que vues- Yo me persuado que jamás se es-
tro corazón os dijere. Basilea, Navi- cribió ningún tratado sobre es*a ma-
dad del año 1534.» teria como el libro del maestro Vi-
Salvó esta carta preciosa Cresacre ves, por los consejos que contiene,
Moro, nieto del canciller mártir. por las razones que da, por la auto-
El propio año 1524, tan felizmen- ridad que el moralista español tiene
te inaugurado en el hogar de To- y por los ejemplos con que la corro-
más Moro con el aumento de un bora.» Esta consideración dice que
vástago (que luego hubo de ser se- fué la que le movió a la traducción
guido de muchos otros, pues no en de la obra. Añade que cuando la
vano se ha dicho que sus hijas eran hubo terminado, enseñó el manus-
tan facundas como fecundas), Mar- crito «a mi especial y buen maestro
garita Roper tradujo al inglés la y educador sir Tomás Moro, a cuyo
Precatio dominica in septem portio- criterio y corrección someto
buen
nes distributa. Para esta traducción, cuanto hago o proyecto hacer, y
Richard Hyrde, profesor de las hi- todo aquello por lo que siente pre-
jas de Moro, probable amigo de Vi- ferencia». Al presentarle el manus-
ves, muy instruido en medicina, crito Hyrde, Moro le significó la in-
muy docto en lenguas griega y lati- tención que había tenido él de tra-
na, escribió una carta-prólogo, en la ducir el libro de Vives, no obstante
cual reivindica el derecho de la mu- lo muy alcanzado que andaba con
i

CAP. XVI. LUIS VIVES, HUÉSPED DE TOMÁS MORO 129

sus quehaceres de Estado. Añadió «Sintió el rey Enrique una tan


que se felicitaba de que otro le hu- extraordinaria simpatía por sir To-
biera ganado por la mano, aun cuan- más, que a veces se personó inopi-
do estuviera él tan encariñado con nadamente en su casa de Chelsea y
el propósito. Tomás Moro vió, por trababa jocunda y sabrosa plática
tanto, la traducción de la obra de Vi- con él. Gustaba de presentarse cuan-
ves y la enmendó. Vives estaba, pues, do no se le esperaba; sentábase a
en estrecha relación con lo que se lla- su mesa, y tras el sencillo yantar,
mó «Escuela de Moro», y si su For- paseaban por el jardín una hora
mación de la mujer
cristiana hubie- aproximadamente, y rodeaba con su
ra requerido autoridad ajena, Tomás brazo el cuello de Moro con la más
Moro la hubiera avalado con la suya. amigable familiaridad.» No se deja-
Con una carta de presentación de ba Moro envolver ni engañar por
Erasmo, Hans Holbein, el gran pin- esas demostraciones ni por ese amis-
tor, que había ilustrado el Elogio de toso brazo que había de trocarse
la locura (Morice Encomium), entró en lazo mortal. Cuando su yerno,
en la casa de Tomás Moro. Ello fué Guillermo Roper, le ponderaba esas
a fines del año 1526. Trájole de Ba- muy señaladas muestras de afec-
silea un retrato de Erasmo, pintado to, Moro le respondía: «Mi que-
por él. Aderezó Moro para Holbein rido Roper: si mi cabeza pudiera
una habitación en Chelsea, que proporcionarle un castillo en Fran-
pronto se convirtió en un Museo cia (Inglaterra y Francia hacíanse
de pinturas. Estuvo dos años en la guerra en aquella sazón), no titu-
casa, hasta el año 1528, en que dibu- bearía en derribármela.»
jó un esbozo de la familia de Moro; Este presentimiento no le mintió.
y el propio Moro anotó en él, con No fué por un castillo en Francia,
sus propios nombres y sus edades sino por otro más feo, inconfesable
respectivas, a cada uno de sus fami- e hipócrita motivo, como dice un
liares. Este esbozo interesantísimo escritor ascético español, que «To-
fué llevado por Holbein a Basilea y más Moro, gran canciller de aquel
ofrecido, en nombre de la familia reino, rindió en un cadahalso a un
de Moro, a Erasmo, quien escribió crudelísimo cuchillo la cabeza más
una carta de agradecimiento a Mar- docta, la más santa que en hombre
garita Roper por el delicado obse- seglar conocía Europa» (1).
quio. ¡Qué lástima que el veracísi- El rey no solamente visitaba a
mo pincel de Holbein, que salvó pa- Moro en Chelsea, sino que, como
ra la vida eterna del arte y para la refiere Cresacre, biógrafo o, mejor,
posteridad la verdadera efigie de hagiógrafo de su mártir abuelo, «du-
Erasmo y de Tomás Moro, no repro- rante una buena parte de veinte
dujera para inmortalizar el triunvi- años tuvo el rey costumbre, todos
rato insigne, plásticamente, los ras- los días festivos, después que había
gos fisionómicos del pensador espa- practicado sus devociones, de llamar
ñol! a Tomás Moro y platicar con él de
El propio rey Enrique VIII no
desdeñó poner los pies en la man-
sión de Tomás Moro y ser miembro Luis Muñoz Vida y virtudes de
(1) :

la venerable virgen doña Luisa de Car-


intermitente de su círculo. Cresacre, vajal y Mendoza; su jornada a Inglate-
el nieto de Tomás, refiere esta anéc- rra y sucessos en aquel reyno. Madrid.
dota :
Imprenta Real, 1632, pág. 107.

luis vives. — 5
130 ENSAYO BIOBIBLIOGRÁFICO. JUAN LUIS VIVES, VALENCIANO

astronomía, geometría, teología, et- zosas noches platicando de historia,


cétera. Otras veces, cuando la no- de filosofía,de buenas letras, de re-
che era serena, se paseaba con él, ligión, de todo lo que decora y da
y ambos a dos discurrían sobre la consistencia a la vida! ¡Oh noches
diversidad de las estrellas y plane- de Chelsea! ¡Oh cenas de dioses!
tas, sus movimientos, sus manifes- Poderosamente se influyeron y se
taciones. Complacíanse a menudo el enriquecieron el uno del otro. Vives
rey y la reina, después de la cena, aprendió de Tomás Moro a meditar
en llamar a Tomás Moro para delei- sobre los problemas sociales, que
tarse con sus sales y donaires.» Des- Moro, con pluma de piedad, había
agradábanle a sir Tomás esas inje- tocado en su Utopía ya el año 1517.
rencias, que limitaban su libertad, Parece que Moro, que había visita-
y acabó por dejar de acudir a esas, do las tierras de Flandes como em-
más que honrosas, enojosas invita- bajador, había recibido inspiracio-
ciones. Coincidieron, pues, en el has- nes de Flandes, dice Foster Watson.
tío de la vida cortesana Tomás Moro Y a Flandes devolvió Vives el calor
y Luis Vives, y recabaron y conquis- estimulante y el entusiasmo por las
taron enérgicamente la libertad de !

mejoras sociales, cuando en Inglate-


su pensamiento y de su conducta, y rra, y para la ciudad de Brujas, su
se volvieron a sus filosóficas solé- otra patria, consciente de las obli-
j

dades. a su Montserrat roquero, co- gaciones que le impuso su carta de


mo llamaba Goethe a su castillo in- ciudadanía, escribió el sensacional
terior; a su yermo inaccesible, donde, I tratado Del socorro de los pobres,
según Horacio, uno y otro pudieron, enderezado a los burgomaestres que
lejos de los favores de los grandes, tenían encomendado su gobierno.
proclamar a la faz de los mortales La Utopía y el Socorro de los po-
que se pagan de estas hueras distin- bres alientan, en la misma atmós-
ciones : fera de piedad para con los humil-
des y los desvalidos, de una acucian-
Vivo et regno, simul ista reliqui te solicitud del bien público y de
qvxs vos ad coelum fertis clamor e se- un amor profundo de la Humani-
[cundo (1). dad. En el tratado De tradendis
disciplinis formula Vives este ideal
Que quiere c Desde
decir: que categóricamente: «Nosotros, los men-
abandoné todo que vosotros, a tores, hemos de aplicar nuestro
lo
fuerza de aclamaciones y alabanzas, celo y nuestro desvelo al pueblo,
:

levantáis hasta el cielo, yo de ver- así como anteriormente se aplica-


j

dad vivo y reino.» ban a los príncipes. Este es el re-


Fué muy mucha la afinidad espi- sultado de todos los estudios, y a
I

ritual de Tomás Moro y Luis Vives. esta finalidad nos debemos enca-
Cómo ambos a dos, al amor de la minar. Dado que hemos adquirido
|

lumbre, debían de engañar las pere conocimientos, deber nuestro es uti-


j

lizarlos y emplearlos para el bien


(1) Horacio: Epist I, X. ,
de la comunidad.»
CAP. XVII. EL TRÁGICO DESENLACE 131

CAPITULO XVII

EL TRAGICO DESENLACE

A los dieciocho años de casado, posa, Catalina de Aragón. No le pa-


en haz y en paz de la Santa Ma- reció mal en principio al cómodo
dre Iglesia, con doña Catalina de cortesano que era el representante
Aragón, hija de los Reyes Católicos, del Papa en Inglaterra el propósito
Enrique VIII, rey de Inglaterra, con del rey, y convino con el arzobispo
título pontificio de Defensor de la Warram en que ambos realizarían
fe, sintióse angustiosamente traba- una puntual averiguación acerca de
jado por el gusano roedor de un es- la validez de su matrimonio. El rey
crúpulo. Había leído en el Levüico fué el primer interrogado. Invitá-
un pasaje que de súbito debió de en- ronle a que razonara la invalidez.
cenderse en luz nueva y fecundarse La ligereza de este primer paso da-
a deshora de un sentido inédito, do por los más altos jerarcas de la
pues no es de creer que el rey teo- Iglesia en Inglaterra dió motivo al
logastro no hubiera reparado en rey para comunicar a la reina ( cuán
¡

él. El texto del libro bíblico léese denso de historia de la más pesada
en el capítulo XVIII, versículo 16, y sangrienta de las historias fué el
y reza así: 22 de junio de 1527, en que ello
Las vergüenzas de la mujer de acaeció!) «que había sido informa-
tu hermano no descubrirás; ver- do por graves razones de religión y
güenzas son de tu hermano. canonistas probos que el matrimo-
La frase cruda quiere decir en nio de ambos era ilegal».
puridad que el hermano no tomará A esta brusca comunicación, el
por esposa la mujer de su hermano. suelo debió de hundirse debajo de los
Y el meticuloso Enrique VIII había pies de Catalina y hacerse a su al-
tomado por mujer la esposa de su rededor un asfixiante vacío y una
hermano Arturo, fallecido en abril oscuridad pavorosa: Tenebris ni-
de 1502, a los cinco meses de ma- grescunt omnia circum. En sintién-
trimonio con Catalina de Aragón, la dose la inculpada esposa, sin man-
cual, previa dispensa pontificia, en cha y sin tilde, echada del tálamo
1509, contrajo con él segundas nup- casto y fecundo, ¿quién duda sino
cias. Y en ella hubo hija e hijos. que, como en la fugacidad de un
¿Sugestión del diablo? ¿Voluntad lampo, volvió a ver aquel luminoso
de la carne? ¿Antojo de varón? Dios día 11 de junio de 1509, día de San
lo sabe. Y lo sabe la Historia. Y lo Bernabé, en que había subido a él,
sabe el Archivo de Simancas. intacta y velada de pudor, en medio
Corría el mes de mayo de 1527 de las aclamaciones de su pueblo?
cuando Enrique VIII comunicó al En aquella mañana jocunda, «la
cardenal Wolsey el designio que gran población de Londres, que no
hasta aquella ocasión había mante- cabía en calles y plazas, llenaba los
nido, avariciosamente guardado en campos y cubría el Támesis de tien-
el escrinio de su pecho, de divor- das y bateles empavesados. Por to-
ciarse por vías canónicas de su es- das partes, en cifras y divisas, se
132 ENSAYO BIOBIBLIOGRÁFICO. JUAN LUIS VIVES, VALENCIANO

veían juntas, como en ramillete, las me el que yo me mezcle en


Cielo de
rosas blancas y encarnadas de York las querellas conyugales de Júpiter
y de Lancaster, y en grímpolas y y Juno). Más generoso y más va-
estandartes se hermanaban los vie- liente, Vives sacó el pecho afuera,
jos leopardos de Inglaterra con los y se arrojó a la pelea, en su totali-
leones de Castilla y las arpas de Ir- dad, como una astilla al fuego.
landa con las encarnadas barras de Foster Watson trae (1) una rela-
Aragón» (1). ción detaHada de un interrogatorio
La ceremonia nupcial se verificó de Wolsey a Luis Vives, contestado
«con las mayores fiestas del mundo», por escrito (2), comenzado a mane-
como dice el cura de Los Palacios, ra de carta: Ludovicus Vives a...
Andrés Bernáldez, cronista de los (No hay ningún nombre.) Dice en
Reyes Católicos, en el palacio de esta pieza sensacional «que se le or-
Greenwich. Efectuóse según el Ri- denó dar una explicación de sus
tual Romano prescribe para las don- relaciones con la reina, pero que él
cellas y no para las viudas. War- considera un ultraje y vejamen in-
ram, arzobispo de Canterbury y sufribles que se fuerce a una per-
canciller del Reino, bendijo a la sona a divulgar lo que se le confió
virgen esposa y veló a los nuevos en secreto, y de una manera espe-
consortes según el rito católico. Lle- cial aun criado que tiene la con-
vaba Catalina un vestido blanco fianza de su señora, cuya fidelidad
como las vírgenes, y el rubio y largo al marido está por encima de toda
cabello suelto sobre su espalda real- sospecha. Ello rebajaría a quien-
zaba a la vez la pureza de sus fac- quiera lo hiciese, aun cuando se tra-
ciones y la majestad de su ademán. tara de un hecho publicado en las
Enojosa materia es esta del divor- puertas de las iglesias. Pésima sería
cio de Enrique VIII y Catalina de la ejemplaridad, porque una gran
Aragón, y que ha sido estudiada parte de las relaciones de la vida
desde todos los ángulos. A nosotros estriba en la inviolabilidad del se-
sólo nos interesa aquí por la parte creto. La violación de este secreto
que toca a Luis Vives. daría por resultado que todo el
Esta fiera borrasca no estalló sin mundo se pondría en guardia con-
que pronósticos ciertos la anuncia- tra un compañero como un posible
sen. Vives, que mantenía tan estre- enemigo. Pero puesto que a ello se
chas relaciones de finísima y corres- le obliga, informará de cosas que
pondida amistad con Catalina, la más merecen alabanza que vitupe-
previo, y queriendo conjurarla, pre- rio. El mes de mayo último, cuando
tendió que Erasmo interpusiera su Vives pidió permiso al rey para ir
gran valimiento para con el rey y a su casa, el monarca le preguntó
la estima que le profesaba la reina, cuándo pensaba volver. Vives le
a fin de conseguir la reconciliación contestó que volvería cuando al rey
y evitar a los pequeños el gran es- íe pareciese conveniente. «Después
cándalo. Erasmo, cauto y frío como
siempre, contestó a los apremios de (1) Les relacións de Joan Lluis Vi-
Vives: Negotio Jovis et Junonis ves
amb els Anglesos i l'Anglaterra,
página 252.
absit ut me admisceam (Guárde- (2) ¡E.1 original autógrafo latino de
este importantísimo documento hállase,
(1) Crónica del rey Enrico VIII de según Watson, en él Record Office, Fet-
Ingaiaterra, apéndice F 3 pág. 372.
,
ter Lañe, Londres.
CAP. XVII. EL TRÁGICO DESENLACE 133

de la cacería», di jóle el rey. Le qui- na doña Juana que no permita que


so decir que volviese pasada la fies- se la condene sin que se la oiga. Y
ta de San Miguel. Vives asintió. Al eso es todo. No es, ciertamente, por
mismo tiempo, la reina le requirió voluntad propia que me injiero en los
para que enseñase latín a la prin- asuntos de los grandes de la tierra.
cesa durante el invierno. Por com- '

Vives recibió pronto el permiso


placer al rey y a la reina estuvo solicitado para su jornada a Brujas.
de regreso en Inglaterra el 1 de oc- Todos estos penosos episodios del
tubre de 1527. La reina, afligida por proceso laboriosísimo y apasionadí-
la controversia que se sostenía acer- simo refiérelos Vives en una carta
ca de su matrimonio, persuadida de •sin fecha dirigida a Juan Vergara,
que Vives tenía suficiente saber y «su gran amigo teólogo»:
habilidad para depararle consuelos « Radical mudanza en mis cosas
¡

morales, empezó a abrirle su pecho inglesas! A buen seguro llegó a tus


como a compatriota suyo que habla- oídos eso de la desavenencia del
ba la misma lengua y a hacerle con- rey y de la reina, pues es fábula la
fidente de su desgracia, porque su más conocida y la más decantada
marido, el hombre a quien amaba de todo el mundo toto notissima
más que su propia vida, se sepa- coelo, como dice el poeta — y que
,

raba de ella y pensaba casarse con anda en todas las bocas. Yo me pu-
otra, y cuanto más crecida era su se de parte de la reina, pues pare-
pena, más enamorada de él se sen- cióme su causa afianzada en mejores
tía. Vives le replicó que esa tribula- apoyos, y le di toda cuanta ayuda pu-
ción era una demostración de ser de con mi palabra y con mi pluma.
elegida de Dios, porque Dios acos- Esta actitud mía enojó al rey, hasta
tumbra poner a prueba a sus cria- el punto que dió orden de que se me
turas por aumentar los quilates de detuviera en custodia libera; deten-
su virtud. «¿Puede culparme alguno ción que duró seis semanas, al cabo
— pregunta Vives— de haber intenta- de las cuales se me soltó, con la con-
do consolarla?» Durante la conversa- dición de que no pareciera por Pa-
ción hablaron más cordialmente y lacio. Así que, ya suelto y libre,
discutieron y examinaron el proce- pensé que lo más cuerdo era vol-
so. Desconocía la reina lo que el ver a casa, y esto fué también lo
rey había hecho en este punto; sólo que me aconsejó la reina por un bi-
había llegado a sus oídos el rumor llete que me envió a hurtadas. Pa-
de que la causa sería transferida a sados algunos meses, el cardenal
Roma. Deseaba la reina que Vives Campegio fué enviado a Inglaterra
pidiese al embajador imperial que por juez de la causa.
escribiera al emperador que hiciera »E1 rey, con una prisa sospecho-
todo lo posible porque el Papa la sa, significó a la reina que se bus-
oyese en Roma, pues no siendo así, cara patronos y abogados para su
sin remedio iba a ser condenada sin defensa ante el mismo Campegio y
ser oída. No se sabe si el embaja- el cardenal de Inglaterra. La reina
dor escribió la carta ni si el empe- me llamó para que la defendiera. Yo
rador la recibió. ¿Quién no admirará :e dije que no le convenía que na-
la templanza de la reina? Cuan die la defendiera en el Tribunal (1);
do otros, en su lugar, hubieran re-
movido cielo y tierra, ella se con- (1) ¡Efl Tribuna^ de Blackfriars, pre-
tenta con pedir al hijo de su herma- sidido por Woilsey
y Campegio, que oo-
134 ENSAYO BIOBIBLIOGRÁTICO. JUAN LUIS VIVES, VALENCIANO

que le valía más ser condenada sin no recibo nada de ti. Xo parece
defensa en absoluto que con sólo bien en mí que lleve con desabri-
un color y simulacro de defensa, miento el que no se me dé lo que
puesto que el rey no busca sino un no se me debe, sino que mi obliga-
pretexto ante su pueblo porque no ción es darte las gracias de una lar-
parezca que la reina no fué oída; gueza por tanto tiempo prolongada.
que todo lo demás no le importa Y, en efecto, yo te las doy y te
un ardite. Enojóse conmigo la reina guardo perpetuamente el más fino
también porque luego al punto no reconocimiento, y con todo el ahin-
acaté su voluntad con preferencia a co que puedo te suplico que veas
mi razón. Pero es el caso que mi siempre en mí un criado agradeci-
razón pesa en mí más que todos do que te desea toda suerte de ven-
los príncipes del mundo. Y así fué turas y de prosperidades.
que rey, por adversario suyo, y
el »De la reina tampoco recibo nada;
la reina, por refractario e indócil, y con todo, mi más entrañable de-
ambos a dos, como de común con- seo es veros pasar en perfecta con-
cierto, me retiraron mi doble pen- cordia y alegría lo que os queda
sión anual. Y desde tres
así es que, por vivir en esta breve existencia.
años ha o poco menos, no ceso de Y como no tengo otra manera de
maravillarme de cómo y de dónde demostraros que éstos son, efectiva-
he podido subsistir, de guisa que no mente, los sentimientos que abrigo
me cuesta nada colegir que es mu- para con vosotros, tomé la determi-
cho más lo que Dios proporciona nación de escribirte unas pocas pa-
de callada que lo que se exprime labras acerca de un punto donde re-
de los hombres con tanta extorsión side en gran parte la salud del nom-
y ruido...» (1). bre cristiano.
Y si Vives hablaba con tanta li- «Pediste el parecer de las Univer-
bertad a la reina, con una valentía sidades sobre aquel pasaje del Le-
sin par escribió al rey una carta, vítico El hermano no tomará por
:

magnífica de independencia y de fir- mujer mujer de su hermano. Yo


la
meza de carácter, carta digna de la no sé lo que contestan los sabios
inmortalidad, apostilla Gregorio Ma- consultados; pero sí sé lo que debe-
yáns, que la pone en cabeza de su rían contestar. Lo sé porque acer-
epistolario. Es de este tenor: ca de este punto, cuando yo estaba
«Juan Luis Vives, valenciano, a en. Inglaterra, escribí un librito a
Enrique, rey de los ingleses, octa- petición del cardenal de York. Co-
vo de este nombre Salud. : mo no sé si leíste ese librito, pare-
»Por espacio de algunos años, rey cióme bien enviarlo ahora a tu
ínclito, mantuvo tu bondad la pláci- majestad (1).
da comodidad de mis estudios; em- »Empero, allende de la estrecha
pero, éste ya es el tercer año que cuenta que cada uno de nosotros es-
tá llamado a dar a Dios, escudriña-
dor de los corazones, yo te suplico,
menzó a actuar el <iía 31 de mayo del príncipe excelente, que ponderes
año 1529. una y otra vez y con detenimiento
(1) La carta a Juan Vergara, que
contiene además otras noticias de su-
mo interés, no tiene fecha; parece con- (1) Desgraciadamente, de ese librito
temporánea de la que escribió al propio no se tiene más noticia que la que su
rey. i
autor nos da.
CAP. XVII. EL TRÁGICO DESENLACE 135

medites en negocio de tamaña im- como lo hizo la Naturaleza; al yer-


portancia, lo que decidieres, lo que no podrás elegirlo como te pluguie-
hicieres, adonde te encaminares. re. ¿Quién puede asegurarte que de
»Posees un reino floreciente en esta mujer tendrás un hijo, y que es-
grado sumo; tú estás en toda la lo- te hijo será varón, y que este varón
zanía de tu juventud y te sientes en- vivirá hasta la debida madurez y
vuelto en el cariño de los tuyos. que al abandonar tú la vida pon-
¡En qué trabajos vais a precipita- drás el reino en sus manos? Si cada
ros tú y tu reino, provocando la uno de esos extremos es incierto,
enemistad y la guerra con un prín- ¿cómo puedes estar cierto de todo
cipe, vecino tuyo, poderosísimo y, su conjunto?
lo que vale más en las guerras, aca- «Medita bien qué ejemplo vas a
neladísimo por la Fortuna! Cuán dar y cuán gran escándalo propor-
pesada e intolerable será para tu cionarás a muchos. Y, finalmente,
pueblo la privación de entrar en piensa contigo mismo cuánto com-
los dominios de ese monarca. Si bustible de guerra civil habréis aca-
para llevar adelante la guerra te rreado a vuestra Inglaterra, que se
alias con otros príncipes, ¡ay me!, alejará de la sucesión legítima que
¿adonde iréis a parar? No sois más tu nuevo matrimonio hará dudosa.
que dos o tres reyes en el orbe cris- Yo te suplico que uno a uno r ane-
tiano. ¡En cuántos aprietos no nos xiones sobre esos peligros y aun
han metido las victorias de los tur- otros que, si lo piensas bien, te pa-
cos! Y siendo ello así, ¿queréis pro- recerá que de ellos dimanan.
mover tumultos? ¿Creéis que Dios os »Por lo que a mí toca, harto com-
protegerá porque no seáis presa su- prenderás que, una vez expuesto
ya? No cabe duda que si hacéis la mi parecer y aviso, me calle. Lo que
guerra, el daño que ocasionareis al me ha determinado a escribir esto
enemigo no os será de ninguna pro, es, en primer lugar, el respeto que
y el perjuicio que a ti te causare te siento para contigo, a quien, yo lo
ocasionará muy viva escocedura. ¡Y reconozco y me glorío de ello, estoy
cuántos cuidados, cuántos desaso- sumamente obligado. También mi
siegos, cuántas ansiedades, y a cada amor por Inglaterra, que en otros
momento, cuántos y cuántos peli- tiempos me brindó tan benignísima
gros! Y, en fin de cuentas, ¿qué hospitalidad. Y, finalmente, el cui-
iréis a buscar con esta guerra? dado en que me tiene la quietud del
¿Una esposa? Pero si ya tienes una mundo cristiano, tan despedazado y
con la cual esa que ambiciones no afligido de guerras, que parece no
admite comparación ni en bondad, poder recibir ya herida en parte
ni en linaje, ni en belleza, ni en el alguna que no sienta la sacudida
amoroso culto que te profesa. Pero todo él.
¿qué buscas en una mujer? No creo »Yo pongo por testigo a. Cristo,
yo que sea un momentáneo y sucio juez de los corazones humanos, que
deleite. Dices que hijos, posibles he- no escribí con otra intención ni con
rederos del trono. Pero si ya tienes, atro motivo. Tú, rey muy clemente,
por la gracia de Cristo, una hija do- leerás y aprobarás esta carta como
tada de las más hermosas cualida- salida de un pecho que te es muy
des. Escogerás un yerno a tu g\isto adicto y que siente hacia ti el res-
como no lo pudieras hacer con un peto más profundo. Haga el Rey de
hijo; al hijo has de aceptarlo tal reyes que siempre tomes las deci-
136 ENSAYO BIOBIBLIOGRÁFICO. JUAN LUIS VIVES, VALENCIANO

siones que hayan de reportar más extraños y tus días a la cruel...


felicidad a ti y a tu reino. Brujas, a Porque no tengas que llorar en
»
los trece de enero de 1531.» tus postrimerías, cuando se consu-
Esta patética carta de g^ives, es- miere tu carne y tu cuerpo, y hayas
crita con pulso tan firme y sentida de exclamar: No escuché la voz de
con conmoción de entrañas, fué,
tal losque me reprendían y a los que
como Vives complacíase en decir, lo me doctrinaban no incliné los
que es un canto para un sordo. Es oídos...» (1).
empequeñecer la generosa osadía y Enrique VIII, ciego por beber las
el supremo desinterés que inspira- aguas de la fuente ajena, no dió el
ron esta sensacional apelación pen- oído a los consejos del moralista
sar que es una mendiguez forrada valenciano. Xo anda muy lejos el
de celo espiritual y patriótico, que placer bestial de la sangre y de la
con ella lo que pretendía era recu- muerte. Y comenzó la orgía de la
perar las suprimidas pensiones re- sangre y de la muerte. Protomártir
gias. Vives no fué jamás un esclavo incruenta de la sevicia y de la luju-
del vientre, ni, como al pez, se le ha- ria de su marido fué la santa reina
bía de tomar por la boca. La carta doña Catalina de Aragón.
fué un grito en el desierto. No mo- Continúa el rey en su intento de
dificó en un ápice la actitud de En- divorcio. Catalina se niega a com-
rique VIII para con la reina Catali- parecer ante el Tribunal de Cam-
na, ni al borde del despeñadero le pegio y Wolsey y apela a Roma y a
detuvo el amor de su pueblo. Cayó Carlos V. Al cabo, el rey no tanto
en la fosa que él mismo se había ca- se despide de su mujer legítima
vado. El mismo labró su perdición, cuanto la arroja de Windsor, el 13
cediendo a una intrusa la mitad de de julio de 1531, y más bien la re-
su lecho. ¿Cómo, quien con el senti- cluye que no la instala en Hamp-
do tan suspicaz leyera el capítu- thill con pobre y escasa servidum-
lo XVIII del Levítico, no leyó tam- bre. Ni siquiera la acompaña su hi-
bién con el seso avivado y el cora- ja. Su desventurada madre siente
zón dócil el capítulo V de los Prever- de ella una agudísima soledad, de la
bios, de Salomón?: cual se alivia escribiéndole consejos
«Gózate con la compañera de tu y robusteciendo su ánimo juvenil
mocedad, cierva carísima y gracio- encargándole que diga a su aya, la
sa gacela; embriáguente siempre fiel ladi Salisbury, que no se llega
sus amores y recréente siempre sus al cielo sino por el camino de la
caricias. ¿Para qué andar loco, hijo adversidad. ¿Qué otra cosa había
mío, tras la mujer ajena y abrazar de decir Santa Teresa? Y ese cami-
en tu seno a una extraña? no fué largo para ella. Hampthill
»Panal que destila miel son los la- no era más que la primera estación
bios de la mujer no tuya, y es su de su incruenta Vía Crucis.
boca más suave que el aceite; pero Su único consuelo son los espa-
su fin es más amargo que el ajen- ñoles que la rodean y, especial-
jo y agudo como cuchillo de dos fi- mente, fray Juan Forest, que, in-
los. Van sus pies derechos a la glés y todo, habla como un natural
muerte. Tente siempre lejos de su la lengua de España.
camino y no te acerques a la puerta Largos años ignoró Catalina la
de su casa.
»Para no dar tu honor a los (1) Prov., V, passim.
CAP. XVII. EL TRÁGICO DESENLACE 137

lengua no suya y siempre sintió la Iglesia, reino de Dios y dote de


la dulce necesidad de confesarse en María, que con todos estos nombres
español. Desde Hampthill se niega fué significada Inglaterra; el mar-
la reina de nuevo a presentarse an- tirio de aquellos cartujos que por la
te el Tribunal de Dunstable, en el escalera de la horca subieron al cie-
cual Crammer la condena en rebel- lo o murieron ignorados, consu-
día y pronuncia el divorcio (vier- midos del hedor y del hambre de
nes 23 de marzo de 1533). Lord las cárceles, o dieron sus vidas con
Mountjoy, el paje perjuro, se encar- mayor publicidad e igual constancia
ga de la triste misión de partici- con diversas suertes de tormentos;
parle la sentencia de Crammer y el martirio de las religiosas brigiti-
de anunciarle que no debía ya lla- nas y de los franciscanos de Green-
marse reina desde aquel día, sino wich, que se acordaban de ella en
princesa viuda de Gales. Catalina, sus oraciones (5 de marzo de 1535)
con energía instantánea, rechaza el la degollación del santo obispo Fi-
título vergonzante, pero su salud sher (22 de junio de 1535), acérri-
queda profundamente afectada. En- mo defensor del vínculo matrimo-
ciérrase en la más resignada domes- nial y de los derechos de Catalina;
ticidad, hace sus labores de aguja, el suplicio y descabezamiento de
toma a sus horas los medicamentos, Tomás Moro (6 de julio de 1535),
reza su rosario. que horrorizó la conciencia univer-
Sumida y callada en esta tranqui- sal: el corazón más grande, el pe-
lidad y mansedumbre aparentes, llé- cho más entero, la mente más ri-
gale a Hampthill una noticia que sueña y clara, el mejor de los ami-
le ocasiona una mortal herida invi- gos de Catalina:
sible: latet sub pectore vulnus. Sa-
be la boda y la coronación de su ri- Taiitum relugio' potuit suadere malo
[rum.
val. Y ella se sobrepone a ese ale-
ve golpe, sordo y ciego, y por no En tan copiosa y en tan generosa
sangriento menos mortal. sangre sumió el nefasto cisma su
Prosiguiendo su calvario de Hamp- cuna adulterina.
thill, Catalina es trasladada a Buck- Preséntanse en ese castillo Lee,
den, castillo inhóspito e insalubre, arzobispo de York, y Tonstall, obis-
en el Lincolnshire. Su servidumbre po de Durham, para exigir de la
sufre una merma. Se le arranca del reina y de su servidumbre el doble
lado a su confesor fray Juan Fo- juramento a Enrique como cabeza
rest, su gran conhorte. Conserva to- de la Iglesia y a Ana Bolena como
davía su médico, su* farmacéutico, reina de Inglaterra. Bravo sarcas-
ambos de España, y le quedan to- mo, al cual se niegan con entereza
davía tres sirvientes españoles: Fe- así la reina como su adicta servi-
lipe, Sebastián y Antonio. De todos dumbre. Sobre las espaldas de Ca-
ellos se acordará a la hora de las talina se abate un nuevo infortu-
supremas remembranzas. Pero, ben- nio: nueva prisión, nueva disminu-
dito Dios, ¡cuántas hojas muertas le ción de familia, traslación a sitio
traen a su apartamiento los vientos más mortífero: Fortheringay, que
inclementes, cuántos anuncios de parece predestinado a ser calabozo
desastres! El descuaje brutal de los y tumba de reinas mártires. Con al-
monasterios en todo el haz de la tivez española, Catalina se niega al
isla de los Santos, primogénita de traslado cruel; amenaza con que se
138 ENSAYO BI0BIBLI0GB.ÁFIC0. JUAN LUIS VIVES, VALENCIANO

desnudará y se pondrá en cama. Es i olió su próximo martirio y temió


necesario evitar el escándalo de tal que su hija María fuese involu-
violencia. Truécase el Destino. For- crada en él. Clandestinamente, y
theringay es sustituido por Kimbol- por mano de su fidelísimo y heroi-
ton, tan insalubre como él, y allí co criado Francisco Felipe, expidió
es trasladada en julio de 1535. a su sobrino el emperador Carlos V
Con motivo de la reducción de la
. un apremiante mensaje conteste de
familia y del juramento que se le esos temores. La expedición de ese
exigía, Catalina escribe al rey con mensajero notificóla al emperador
j

valentía y ternura: el doctor Ortiz: «Envió (el emba-


«Mi médico y mi boticario son jador) un criado suyo, el cual en
mis compatriotas; el rey los conoce cinco de noviembre (1535) partió de
tan bien como yo ellos han perma-
; aquí a Su Majestad con cartas de
necido largos años conmigo y han j
la Serenísima Reina, las cuales dice
pasado (yo les doy gracias) muchos Su Alteza que envía como postre-
cuidados conmigo porque yo estoy ras y último testamento..., porque
a menudo enferma, como Su Majes- parece que si Nuestro Señor no po-
tad sabe bien. Y yo necesito su asis- ne otro remedio de su mano, que
tencia para la preservación de este serán, ella y la Serenísima Princesa,
mi pobre cuerpo y que pueda vivir sentenciadas a martirio, al cual es-
tanto tiempo como a Dios pluguiere. tá aparejada Su Alteza a recibir por
Ellos están fiel y diligentemente a testimonio de nuestra sancta fe ca-
su servicio; rezan asimismo dia- tólica, como la recibió el Cardenal
riamente para que pueda durar lar- Rofense (Fisher) y los otros sane-
go tiempo el reinado de Su Majes- tos mártires...»
tad. Pero si prestasen otro jura- El Cielo engañó esos temores y
mento que aquel que ya tienen he- no dió lugar a que fuese puesto en
cho al Rey y a mí (como su ama), ejecución el aceptado sacrificio. El
no podría yo fiarme a ellos y vivi- hierro no era para ella, ni la espa-
ría en adelante en ascuas, sobresal- da del verdugo había de morder su
tada por mi vida. Por esto ruego cuello; pero eso sí: tenía que beber
al Rey por su honor y en caridad, más tétricos ajenjos y hieles más
por el grande amor que ha existido amargas. El alcaide, Bedingfield, el
entre él y yo (y cuyo amor en mí más ruin y siniestro de los carce-
ahora mismo es tan leal hacia él co- leros, entró en la estancia de ia rei-
mo fué siempre, así Dios me oiga), na, que, doliente y enferma, se ha-
que no use semejante rigor conmigo, llaba muy al cabo, para reclamar las
ya que mi súplica es tan razonable.» joyas y la corona con que se había
Su confesor, el inglés Abel, le fué engalanado en los días felices de
quitado; los dos españoles, médico su juventud:
y boticario, se quedaron. Pero aquí, Nessun maggior dolore
en Kimbolton, se le infirió una he- che ricordarsi del tempo felice
rida para la cual nada valen ni la nella miseria...
ciencia de la Medicina ni las manos
más hábiles y saludadoras. Aquí su- Algunas d'e estas preseas habían
po que fray Juan Forest, su antiguo sido heredadas de aquella mujer
confesor, fué no sólo acusado y de- heroica y pura, honor y prez de la
Ca-
tenido, sino condenado a la hoguera. especie humana; de Isabel la
En este punto y hora, Catalina tólica, digo, por aquella hija, la que
CAP. XVII. — EL TRÁGICO DESENLACE 139

entre sus hermanas, en presencia amantísimo: El amor tan entraña-


y costumbres, más semejaba a la ble que os tengo me hace escribi-
reina, su madre (1). No era difícil ros en esta hora y agonía de muer-
de adivinar el destino: adornar la te para amonestaros y encargaros
triunfante belleza adúltera de Ana que tengáis cuenta con la salud de
Bolena. La corona no la tenía ella: vuestra alma más que con todas las
la había confiado a otras manos cosas perecederas desta vida y más
fieles. Las joyas sí que las tenía, y que con todos los regalos y deleites
las entregó con un generoso ade- de vuestra carne, por la cual a mí
mán de sus manos magníficas, pero me habéis dado tantas penas y fa-
no sin experimentar aquel senti- tigas y vos habéis entrado en un
miento que hizo exclamar a Dido, laberinto y piélago de cuidados y
al ver la espada sembrada de infini- congojas. Yo os perdono de buen
ta pedrería que le regalara Eneas: corazón todo lo que habéis hecho
contra mí, y suplico a Nuestro Se-
Dulces exuviae dwm fata deusque sine- ñor que El también os perdone. Lo
Ibant...
que os ruego es que miréis por Ma-
ría, nuestra hija (1), la cual os en-
sentimiento que el dulcísimo Gar-
comiendo y os pido que con ella ha-
cilaso, aquel cisne degollado a des-
gáis oficio de padre. Y también os
hora y que ya en aquella sazón en-
encomiendo a mis tres criadas y
sayaba su canto melifluo, expresó
que las caséis honradamente, y a
en estos dos versos, que son dos sus-
todos los demás criados, para que
piros melodiosos:
no tengan necesidad, y demás de lo
¡Oh dulces prendas, por mi mal ha- que se les debe, deseo que se les dé
liad as, el salario entero de un año. Y para
ll

dulces y alegres cuando Dios quería...! acabar, yo os certifico y prometo,


Señor, que no hay cosa mortal que
Este amarguísimo rejalgar colmó mis ojos deseen más que a vos.»
el cáliz que Cristo da a beber a sus Con este deseo frustrado de sus
elegidos, el mismo que El bebió y ojos, los ojos de Catalina se cerra-
que el Padre no quiso apartar de su ron en el sueño férreo de la muer-
boca. Dice el aütor de la Historia te, a las dos de la tarde del día 7
del Cisma de Inglaterra, el padre Pe- de enero de 1536, cuando contaba
dro Ribadeneyra, que Catalina mu- cincuenta de vida terrenal (2). Be-
rió no sin, sospecha de hierbas. Creo
que es el único escritor que lo dice.
En aquellos días, no había rey que (1) Cuando macio María Tudor, hija
muriese que no fuese con sospecha de Enrique y de Catalina, una dama
vieja, en la magnífica obra d¡¿ Shake-
de hierbas. Ese postrer ultraje a su
speare, trae la nueva al rey, que la mi
dignidad de mujer debió de sentir- ra con ojos interrogativos:
lo Catalina como dardo inficionado
en hierba ballestera.

No es un niño; es una... niña que
nos promete niños para más adelante
Al borde mismo del sepulcro, es- Señor, la reina desea vuestra visita y
cribió esta carta imperecedera: que vengáis a hacer conocimiento con
«Señor mío y rey mío y marido esa 'extranjera. Se os parece como una
cereza a otra cereza...
(2) F cernina tristis et religiosa lla-
(1) Mariana: Historia de España, li- mó Bacon a la reina doña Catalina, co-
bro XXIX, cap. XVIL mo si la corte de 'Londres, dice el du-
140 ENSAYO BIOBIBLIOGRÁFICO. JUAN LUIS VIVES, VALENCIANO

dingfield, el crudo carcelero de ves escribía el tratado Deberes del


Kimbolton, el propio día 7 escribió marido, complemento de La mujer
a la Corte de Inglaterra cristiana, que pusiera al seguro
«Esta mañana, a cosa de las diez, abrigo de su nombre, confesaba su
Milady viuda ha recibido la Extre- rubor de ver tal firmeza de carác-
maunción, y a las dos de la tarde ter en una mujer expuesta a tan
ha entregado su alma a Dios...» grande ola de adversidades. Y aña-
Esto, el carcelero crudo; pero día que si un ejemplar de virtud
Shakespeare, el poeta gigante, no tan increíble se hubiera mostrado
despacha así, tan expedita y despec- en aquellos siglos dichosos en que
tivamente, a nuestra santa Catalina, el honor era su galardón, se la con-
en cuya boca pone en la suprema siderara como divina y descendida
lucidez que precede a la muerte del cielo y se le erigieran altares y
«¿No? ¿No habéis visto ahora se le dirigieran ruegos. No eran es-
mismo un coro bienaventurado que tos sentimientos en Vives un efí-
me invita a un festín? Sus fúlgidos mero arranque sentimental. Allí
semblantes esparcían sobre mí mil mismo sugiere que el nombre de Ca-
rayos de luz brillante como el sol. talina es uno de aquellos que han de
Me han prometido eterna felicidad; brillar en el catálogo de los santos.
me han traído guirnaldas que aún Aún en 1538, dos años antes de
no soy digna de usar... Pero lo se- que Vives se sumiera en el seno de
ré, ciertamente» (1). Dios, en donde estaba Catalina, que
Un conocido cuadro de Butts re- era cuando escribía los Ejercicios
presenta a Catalina despertando de de la lengua latina destinados a ni-
ese éxtasis, extendiendo los brazos. ños, les proponía a Catalina de Espa-
¿Y Luis Vives? ña como un dechado que la mocedad
Luis Vives dió a la reina Catali- debía venerar y reverenciar. En el
na lo que ella le pedía, lo mejor diálogo titulado La casa (Domus),
que le podía dar: la incorruptible introduce a los interlocutores Jocun-
sinceridad de sus consejos. En un do, León y Vitruvio. Visitando la
eclipse de su cordura, Catalina no casa, en una de las ventanas del co-
lo acertó a ver y le hizo víctima de medor reparan en unas vidrieras
su real enojo, y abrevió para con pintadas con muy lindos colores y
él su mano larga. Resentido o no, matices. Y pregunta Jocundo:
en todo tiempo le mantuvo la más — ¿Qué historia es esta que repre-
firme lealtad. En el año 152S, cuan- sentan las vidrieras?
do no se necesitaba ser augur para Y contesta Vitruvio
le
anunciar la borrasca que iba a des- —Es la fábula de Griselda que
encadenarse y que había de dar fin Juan Boccaccio compuso bien e inge-
a los serenos días alcióneos vividos niosamente; empero, mi amo ha de-
en Inglaterra al lado de esta ejem- terminado añadir a la fábula una
plar española inglesa; cuando Vi- historia real: la de Godolina de
Flandes y la de Catalina de Ingla-
terra, que hace ventaja a la inven-
que de Berwieb y de Alba en sai cita-
ción de Griselda...» (1).
da obra, pudiera infundir alegría a una
princesa española que pasó su infancia
en los cármenes granadinos. (1) Es la novela décima de la déc ;
-

(1) Shakespeare: Henriq. VIII, ac- ma Giornata del Decamerone. que Fran-
to IV, esc. II. cisco Petrarca vertió al latín y que
CAP. XVIII. ENRIQUE VIII Y LUIS VIVES 141

CAPITULO XVIII

ENRIQUE VIII Y LUIS VIVES


El drama que conmovió la Corte fuerte que la muerte. En 1509 Ca-
de Inglaterra durante las jorna- talina, frustrada del marido que no
das inglesas de Luis Vives (1523- fué marido, tenía veinticinco años
1528), y que abocó al trágico desen- y Enrique tenía dieciocho. Durante
lace de Kimboltón con la muerte los años 1509-1528; es decir, desde
de su víctima, la santa reina de In- sus veinticinco a los cuarenta y
glaterra, nuestra doña Catalina de cuatro, Catalina, criada en la Corte
Aragón o de España, como compla- más brillante de Europa; Catalina,
cíase en denominarla el moralista celebrada por Erasmo como un «mi-
valenciano, apasionó de tal manera lagro de su sexo», acompañó a su
nuestra pluma que no tuvo espacio esposo en muchas ocasiones que
ni lugar para detenerse con el me- eran asaz alegres, mascaradas, fies-
recido ahinco en el rey de Inglate- tas, saraos, procesiones, espectácu-
rra Enrique VIII, figura primerísi- los. Alguien ha dicho que este pe-
ma del episodio obsesionante. ríodo pudiera llamarse, sin ofensa
Es de saber que
la vida agriada y de la verdad histórica, «Epoca de la
triste de reina Catalina después
la reina Catalina». Las letras florecie-
del 1528, cuando Vives se apartó de ron y Luis Vives fué llamado a la
la Corte inglesa, y que tan eficaz- Corte.
mente impresionó las imaginacio- Enrique VIII vivía con el boato
nes de las generaciones posteriores y la magnificencia de un duque ita-
y que quedó indeleblemente carac- liano del Renacimiento. Su procer
terizada y como fijada y glorificada estatura, su apostura, su gentileza,
por Shakespeare en la espléndida sus hazañas, le comunicaron el pres-
pieza teatral señalada como con un tigio de un semidiós. En papeles
i

estigma con el nombre de su real de Estado dícese que en el tenis


marido, no fué la vida habitual de no tenía igual y en la montería po-
sus años felices, iniciados el 1509 día cansar siete u ocho caballos en
con sus bodas segundas con el bri- una sola jornada. Cuando se des-
llante esposo de su elección y de su nudaba para la lucha, acostumbra-
amor definitivo, del cual pudiera ba quedar muy por encima ae
decirse aquello de la mort ny mcrd: cualquier púgil. Montado a caballo
hasta la tumba y más allá de la era bello como un Dioscuro, ful-
tumba, puesto que su amor fué más gente como el propio Cástor. Como

Bernat Metge, el atildado humanista, su traductor: La paciencia, fortitut e


tradujo al romance catalán y la dedicó amor conjugal de Griselda... tant es
a la noble dama doña Isabel de Gui- notoria que ja la reciten per engañar les
merá, con el título de Historia de Val- nits, les velles cora filen en ivern en-
ter e de la pacient Griselda, escrita tom del foch. Esta traducción fué es-
en llatí -per Francesch Petrarca, e arra- tampada Barcelona por Evaristo
en
mangada per Bernat Metge. Era tan co- Ullastres el año 1883 y editada ipor el
nocida esta novelita ejemplar, que dice filólogo mallorquín Mariano Aguiló
142 ENSAYO BIOBIBLIOGRÁFICO. JUAN LUIS VIVES, VALENCIANO

se ha dicho de Carlomagno o de observa gran comedimiento y tem-


don Jaime el Conquistador, pujaba planza. Más que Rey, parece un
un palmo más encima de la cabeza compañero» (1).
de los demás mortales. Y como se Y así sin duda debió de ser cuan-
distinguía por su belleza física, se- do Luis Vives, que no pecaba de
ñalábase asimismo por el cultivo cortesano ni lisonjero, se resolvió a
de su mente. Protegía a los pinto- dedicarle sus Comentarios a la Ciu-
res Quintín Matsys, Gerardo Luke, dad de Dios, de los que ya hemos
Jerónimo de Trevisi, Holbein, e in- hablado copiosamente más arriba.
tentó ganarse a Rafael y a Ticia- Pudo parecer que por aquel lado
no. Construía palacios y navios. y por aquellos días de una augusta
Poseía el latín como los propios serenidad, reinando en Inglaterra
clérigos de Oxford. Hablaba corrien- Enrique y Catalina, noble par de
temente el francés y muy bien el esposos, iban quebrando albores y
italiano, y para conversar sabrosa- estaba a punto de amanecer una
mente con Catalina había aprendi- nueva Edad de oro. Así al menos
do el español. Era muy diestro ta- lo anunciaba Erasmo en carta diri-
ñedor de vihuela, de arpa y de ór- gida al cardenal Wolsey del 18 de
gano; musicaba baladas e himnos marzo de 1518. ¿Y quién duda sino
religiosos y hasta misas. Dícese que que ese fresco alborear y esos ri-
uno de los motetes que compuso se sueños rosicleres influyeron pode-
canta aún hoy día en la Christ rosamente en Luis Vives para que
Church de Oxford. Siendo monarca se aviniera a trasladarse a Inglate-
tan poderoso, parecía encarnar el rra y comenzase a ser anfibio, como
tipo del Cortesano de Baltasar donosamente le decía Erasmo, aban-
Castiglione. Todo el goce del vivir donando temporalmente su nido de
del Renacimiento repercutía en ese Brujas, tan dulce como pobre, revis-
mozo que, con todo, había sido edu- tiendo su pecho de la triple lámina
cado para una cosa muy otra. Se de bronce que se requería para atra-
sabe que, al par que a su hermano vesar el canal proceloso y navegar
mayor, Arturo, se le educó para ce- a la Bretaña hosca de cielo?
ñir corona, a Enrique se le formó Es posible que la multiplicidad de
para que fuese apto para ceñir mi- dotes que Vives descubriera en el
tra; esto es, para que fuese arzobis- rey ejercieran sobre su nativa
po de Canterbury. Las órdenes sá- e irremediable ingenuidad alguna
gradas despejábanle el camino de suerte de fascinación, y en sus aden-
las más tentadoras ambiciones el :
tros resolvió asociarle a su aposto-
ancho camino del cardenalato. En lado de paz; y en este sentido
aquella sazón el capelo montaba ca- orientó sus relaciones con él y su
si tanto como una corona y sola- pujante actividad intelectual. Luis
mente cedía a la tiara papal. Y así Vives se había relacionado con al-
fué que estudió filosofía y matemá- gunas de las más poderosas perso-
ticas, ciencias físicas y teología, nalidades de su tiempo: Carlos V,
aprendida, dicen, en la Suma de el Papa Adriano VI, con Wolsey y
Santo Tomás de Aquino. A sus do- ahora, con la protección y amistad
tes físicas y mentales, añadía una de Enrique VIII, entraba en una
llaneza cautivadora. «Tiene una ma-
ravillosa simpatía y don de gentes (1) Erasmo: Carta a Codeo, fecha a
—dice Erasmo— . En las discusiones 1 de abril de 1529.
CAP. XVIII. ENRIQUE VIII Y LUIS VIVES 143

nueva zona de influencia. Para in- barcaba y tomaba


la vuelta de Bru-
teresarle en sus miras no' fué a En- jas,a la fin del invierno, con el
rique VIII directamente, sino que madurado designio de contraer ma-
se valió de la medianería de su trimonio con Margarita Valldaura y
amigo John Longland, obispo de colgar bajo un alero de la beguina
Lincoln, como el más indicado para ciudad su nido de golondrina, como
tocar a las puertas de su cristiano le decía Erasmo por donaire, pen-
pecho. sando restituirse de nuevo allá por
John Longland había sido educa- el otoño venidero, expidió esta car-
do en el Magdalen College, de Ox- ta al confesor del rey. Es una carta
ford, y el año 1521, dos años antes confidencial, íntima, sacramental di-
que Luis Vives se avecindase en ríamos, o como una confesión he-
Inglaterra, había sido nombrado cha a sovoz, con acento sincerísi-
obispo de Lincoln. Con una sana mo, como el que ponía el beato
severidad gobernaba aquella dióce- Juan de Avila en su Epistolario es-
sis, y esto debió de influir en que piritual, y contiene pensamientos
el doctor laico que era nuestro Vi- de un subido ascetismo como de
ves (también, como los obispos apos- Tomás de Kempis o de Juan Gersón
tólicos, potens exhortari in doctri- o delautor del tratado medieval
na sana: poderoso exhortador en De miseria conditionis humanos.
doctrina sana), le estimulase a co- En esa carta no disimula Vives su
operar en su evangélica misión de miedo al Turco (era su gran obse-
paz, y le envió una carta fechada sión); ese miedo pánico que toma
en Brujas a ios ocho días andados diferentes nombres, según las épo-
del mes de julio de 1524. La direc- cas, pero que en todos tiempos el
ción de Europa estaba en aquella Este, el ominoso Este, ha proyecta-
sazón en manos de tres mozos' do sobre el Occidente: Gog y Ma-
Enrique VIII, treinta y cuatro gog, Gengis Kan, el Tártaro de Ra-
años; Francisco I, treinta; Carlos V, món Llull, el Turco y ahora Ru-
veinticinco; el más verde de los sia.Ese miedo en la carta está no
tres, el más acariciado de la Fortuna, más que insinuado, pero con una
el más amado por la victoria. De- alarma muy significativa y muy
masiada mocedad para tamaños des- apremiante, cuyas son esas palabras
tinos, mocedad y hervores de san- que ahora tienen una pavorosa rea-
gre que traían azorado a Luis Vi- lidad y una actualidad sombría:
ves, tan joven como ellos, pero cu- «Próximos están al incendio y al
ya aceda juventud estaba corregi- peligro los pueblos que tienen sus
da por la madurez de la cordura, ya confines pegados con el Turco y ve-
que, como dice el sabio, la pruden- cinos sus términos. Los cristianos,
cia es la verdadera canicie del hom- que están algún tanto más aparta-
bre, no teñida de los muchos años dos, apenas tienen una precaria se-
ni ocasionada por el número de los guridad gracias a aquellos pueblos
días. Con esta carta al obispo de fronterizos que por la común sal-
Lincoln inaugura su predicación vación montan la guardia, como los
pacifistaocho meses antes de la ba- alemanes, que la deben a los hún-
talla del Parque de Pavía y del garos, y los franceses, que de ella
prendimiento del rey de Francia, son deudores a los italianos. Hun-
Francisco I. En una ausencia tem- dida esa primera línea, si algunos
poral de Inglaterra, de donde em- de los que están más adentro se
144 ENSAYO BIOBIBLIOGRÁFICO. JUAN LUIS VIVES, VALENCIANO

consideran seguros, es porque des-


el joven de. Austria y el valor de España.
conocen la naturaleza del incendio
o ignoran o no recuerdan no diré Admírase Foster Watson que Luis
yo los casos de añeja memoria, si- Vives, que nació con el Nuevo Mun-
no de la nuestra, de forma que pa- do, cuyas noticias e incesantes des-
recen ser ajenos a su tiempo o pe- cubrimientos recogía con oído ávi-
regrinos en su patria. Desde dos- do y cuando al caso venía consig-
cientos años acá, ¿con qué fronteras naba con pluma diligente, pudiera
se ha contentado el Turco? ¿Con escribir a John Longland para que
aquellas que señalaron los pactos se las repita a Enrique VIII, reacio
de pueblos y de naciones? ¿Con a la paz por él preconizada, razones
aquellas que la Naturaleza levantó? como las que siguen, tan libres y
No atajaron su carrera los ríos cau- tan sin miedo:
dalosos, ni las altas montañas la «Cuentan los navegantes españo-
retardaron, ni el mismo mar la en- les que, en ese orbe nuevo por
frenó. Aquella su fogosa avidez de ellos descubierto, hay ciertas islas
poderío superó, arrolló todos los que, si entre ellas se produce algu-
obstáculos y pasó allende, porque le na colisión armada, recaban la
abrieron vía libre hacia los países honra mayor para el que se adelan-
cristianos, precisamente las armas y ta a pedir paz al enemigo, y que es
los odios mutuos de los príncipes tenido por hombre malo y por ene-
cristianos.)) migo público el que la niegue a
Hemos de
decir que por esta vez quien se la pide, y que soportan
el engañó esos miedos. Muy
Cielo con la más viva mala gana a aque-
pocos años después que los ojos de llos cuyos enemigos se les hubie-
Luis Vives, cargados de negros pre- sen anticipado a la petición de paz,
sagios, naufragaron en la noche que, en su sentir, es el más sabro-
eterna, nacido en sangre del César so y el más glorioso de los deberes.
Carlos, crecía en la aldea de Lega- ¿De qué nos sirve la cultura? ¿De
nés, a dos leguas de Madrid, un mu- qué la humanidad? ¿De qué tan nu-
chachuelo vivaz que andaba suelto merosas artes que hacen agradable
entre los trigales y con una balles- la vida? ¿De qué la prolija forma-
ta infantil derribaba pájaros sin ción intelectual y moral? ¿De qué
dueño o él era derribado a pedrada el magisterio de Dios omnipotente
limpia de los árboles adonde se ha- si entre tan maravillosas adquisi-
bía subido a hurtar fruta con due- ciones mantenemos los juicios más
ño. Este muchacho, que respondía corrompidos? Aquellos pueblos ru-
al nombre vulgar de Jerónimo, era dos y bárbaros, sin letras, sin ins-
el botón y capullo del vencedor de trucción, sin religión, aprendieron
moros y turcos, del héroe de Túnez en la sana escuela de la Naturaleza
y Lepanto, el protagonista de Ja recias y saludables enseñanzas.
oda triunfal de Fernando de He- Mas, para común daño, introdujé-
rrera. Este muchacho hizo que el ronse en nuestra sociedad dos vicios
gran poeta levantara del suelo la insaciables, desconocidos de los
lira de bronce, cuyas cuerdas pu- pueblos aborígenes: la ambición y
dieron sostener la gloriosa pesa- la avaricia, que, llegadas al cabo,
dumbre de la epopeya, porque en hacen que nada baste a nadie, pues-
una misma empresa se conjugaron, to que siempre le falta algo a aquel
como canta el gran lírico: hambriento abismo de codicia. Y
CAP. XVIII. ENRIQUE VIII Y LUIS VIVES 145

así es que ya no nos satisfacen ri- exteriorizan la mayor y la más es-


quezas ni nos llenan honores, ani- trecha de las amistades, por ma-
malillos como somos a quien para nera que ahora, con más triste ver-
el sostenimiento en vida y para se- dad que en cualquier otra época,
pultura en la muerte basta media puede decirse: «Todo hombre es
yugada de tierra. Y a pesar de to- engañoso...» Voy a poner fin, puesto
do, en las alas locas de nuestro pen-que me dirijo a ti, que no ignoras
samiento, rodeamos tierras y mares, nada de esto y querrías verlo en-
alborotándolo todo, trabucándolo to- mendado. Pluguiera al Cielo que a
do por servir a nuestras pasiones, los mejores avisos no se opusieran
sin que ni el número de los que en obstáculo tan crecido nuestros
mueren cada día ni nuestros propios propios pecados... Padre mío: ten
achaques nos adviertan nuestra fra- salud.»
gilidad, ni hacia qué destino tene- Esta carta que borbotea y hierve
mos que emprender la jornada...» de apostólico celo tuvo un suceso
Y añade el propio Foster Watson: no feliz. NoH bis in ídem, dice el
«No carece de valentía hablar así precepto clásico. El celo de Vives,
a uno de los líderes de la corte más irrefrenable,' "ño le permite su ob-
culta de Europa, regida por un mo- servancia, sino que le impone la
narca absoluto de los Tudor, y con- oportunidad y la inoportunidad en
denarla en nombre de los salvajes la instancia apremiante. A los nue-
del Nuevo Mundo.» ve meses de la fecha, a los 12 de
Termina Vives ese vehementísimo marzo del año siguiente, vuelve a
alegato con estas palabras finales: descargar sobre el yunque un mar-
«Perdonárseme debe este desaho- tillazo más recio y más sonoro. Este
go de mi justo dolor por las cala- segundo golpe va derecho al propio
midades de esa edad nuestra en que Enrique VIII. La situación, agra-
el pueblo cristiano, desechando to- vándose, había llegado quizá a
do asomo de caridad evangélica y aquel extremo en que de la maraña
olvidado de su Cristo, abusa de sus surge la solución y la salud brota
fuerzas en su propia perdición. En del desahucio.
ningún otro tiempo estuvo abocado ¿En qué circunstancias? Tomare-
a una crisis tan evidente y angus- mos el agua de un poco más arriba
tiosa como la actual, con un enemi- y daremos una pequeña vuelta, que
go poderosísimo que atisba la oca- por ventura nos será gustosa.
sión... Vivimos y obramos* como
hijos que han abdicado de su filia- * * *
ción, por manera que parecemos ex-
cluidos de la tutela y del cuidado Ante una gran pompa de velas
de Dios, abandonados a nuestra ab- hinchadas que en el horizonte se
surda estupidez, cuya obra única avistaban; allí donde el cielo y el
son las calamidades y la ruina y la mar se funden en un beso trémulo,
miseria de toda Europa. Y en medio preguntábanse los marineros de las
de tantas catástrofes, con los labios islas Medas, viendo avanzar una ar-
honramos al Dios de paz, mientras mada que pasaba de veinte galeras:
nuestros corazones están envenena- —
¿Serán, acaso, corsarios?
dos de sañudo y sangriento odio. —
No, que son turcos de Turquía.
Y no los príncipes solos, sino tam- —
No, que son franceses.
bién las personas privadas, las que —
No, que son moros berberiscos...
146 ENSAYO BIOBIBLIOGRÁFICO. JUAN LUIS VIVES, VALENCIANO

Y no eran ni una cosa ni otra. A I rado y embellecido por la presencia


Barcelona acaba de llegar, apresu- de más de veinte damas, organizóse
rado el huelgo y la frente sudorien- una vistosa cabalgata, iluminada
ta, un correo enviado desde Blanes, por numerosas antorchas, que fué a
con la nueva cierta: pasar por delante del palacio del
«Que veintiuna galeras y nueve Huerto del Arzobispo. El rey de
leños con remos se van acercando. Francia estuvo a la ventana, admi-
Es laarmada del Emperador Car- rando el vistoso desfile. Y reparan-
los V, en que va embarcado, pri- do en las damas tan ataviadas co-
sionero, el rey de Francia.» Acon- mo hermosas, les dirigió muchas
tecía esto el 17 de junio de 1525. Se cortesías y requiebros, diciéndoles
apeó rey galante en la ciudad
el que la prisión que más sentía era
caballerosa, que respetó su dolor y la que ellas le daban.» Este gustoso
le hizo olvidar su vencimiento. Alo- cautiverio y sabrosos hierros en que
jóse en uno de los más bellos pala- las damas barcelonesas tuvieron
cios de la ciudad condal, que era preso al rey galante, terminaron
la mansión llamada del Huerto del bien pronto. Al quinto día se acabó
Arzobispo de Tarragona, lindante la deliciosa prisión. El rey prisione-
con la Rambla y formando esquina ro continuó su viaje a Madrid, co-
con la actual calle del Conde del mo un
meteoro triste, dejando un
Asalto. Era la más linda y deseable fugaz perfume de madrigales.
de las cárceles, poblada de naranjos Con el prendimiento de Francis-
coposos que la alegraban con su co- co I, rey de Francia, ocurrido el día
lor, con su olor y con su verdura. de la fiesta del Apóstol San Matías
De ese su florido encierro salió pa- (24 de febrero del propio año), ter-
ra oír misa en la catedral, que es- minó el primer episodio de las lu-
tuvo llena de lumbres y llena de chas crónicas que sostuvieron el
pueblo, y se engalanó con los me- rey Cristianísimo y el rey Católico;
jores ornamentos, y lució la magni- tan crónicas y tan encarnizadas
fícente custodia que había sido tro- que, partidas en tres episodios, cada
no del postrero de los reyes de su uno de ellos duraba el clásico dece-
dinastía: don Martín el Humano. nio de las epopeyas antiguas. La
Comulgó en la misa; con la virtud fiesta de San Matías tuvo para el
que la credulidad popular atribuía emperador una significación augu-
a la persona de los reyes de Fran- ral y fué para él un aniversario ce-
cia, curó lamparones (porcellanes,
en la lengua de la tierra) a cuantos látil, que haoe referencia a este pre-
enfermos se acercaron al Cristianí- sunto privilegio de la Casa de Francia:
simo, haciendo sobre ellos la señal Pues el pago de mi fe.
de la cruz y una breve oración (1); Juana, es verme cual estoy,
a la noche, organizóse un lucido ai; rey de Francia me voy;
banquete en la galera real, al cual no me preguntes a qué.
asistió la flor de la sociedad barce- Sufriendo las sinrazones
que me hiciste, me han sa'lido
lonesa, y a la salida del festín, hon-
dos bultos tras el oído
que parecen 'lamparones
(1) Esta credulidad duró muchos si lo son, yo no lo sé
añas. El poeta festivo de Sevilla Balta- mas, por la duda en que estoy,
sar de Alcázar (1530
f 1606) tiene esta ai rey de Francia me voy;
linda letra, llena de travesura y sal vo- no me preguntes a qué...
CAP. XVIII. ENRIQUE VIII Y LUIS VIVES 147

lebérrimo. El día de San Matías ha- cuán bueno está... El día de Santo
bía nacido, el año de 1500. El día de Matía salió a ofrecer al altar mayor
San Matías, año de 1525, se había por sus pies; es verdad que ayu-
asegurado la posesión de Italia y la dándole un poquito...»
hegemonía del mundo por la victo- Tornando de esta breve y agrada-
ria de Pavía y la cautividad de ble digresión, diré que el epicentro
Francisco I. Coronóse en Aquisgrán de los movimientos convulsivos de
de emperador el año 1530, el día de estas guerras crónicas estaba en Ita-
San Matías; así que toda la vida lia. El sitio donde por lo común se
profesó una singular devoción al debatían la ira de los reyes y el estú-
santo Apóstol que había presidido pido furor de los pueblos era, para
su nacimiento y sus más prósperos decirlo con palabras de Luis Vives,
destinos, incoando la brillante serie la Insubría y la Galia circumpada-
de sus gloriosos cumpleaños. Hasta na; esto, dicho en términos de hu-
el monasterio de Yuste, a cuya puer- manista; dicho en términos corrien-
ta quiso dejar todo el ruido de los tes, la cuenca del Po.
negocios mundanos en las postrime- Las guerras nacían unas de las
rías de su vida, le acompañaron el otras, con la increíble fecundidad
indeleble recuerdo y la dulcísima tri- con que en la mente del contempo-
ple conmemoración. Para ese día ráneo autor del Orlando furioso sur-
había alcanzado del Papa un jubileo gían las peripecias de grotesco he-
plenísimo que se ganaba cuantas roísmo, sino que aquí en Italia, te-
veces se entraba a rezar en la igle- ñida di sanguigno, los protagonistas
sia donde él, el emperador, estuvie- eran reales; las huestes, efectivas, y
se vivo o enterrado. Y en Yuste la matanza, verdadera. Luis Vives,
aconteció que lo celebrase por úl- con vigorosos trazos, describe la
tima vez. Vistióse de fiesta y se situación a que las guerras endémi-
puso el collar del Toisón de oro. A cas habían conducido a Europa
la misa mayor, al tiempo que se campos talados edificios derruidos
;

hace la ofrenda, adelantóse a ofre- ciudades pujantes pobladas de so-


cer los escudos y coronas corres- ledad, cubiertas de ceniza y, como
pondientes a sus años, que en aquel mendigas, sentadas en el suelo;
año fueron cincuenta y siete. Dios, hambre y frío; carestía y miseria;
que reduce a la medida de un pal- flojera y desgana en el estudio; vi-
mo los días del hombre, según el lipendio de las letras de humanidad
salmista, quiso que aquella oblación rotura y soltura de costumbres per- ;

fuese la postrera. Sus criados aquel versión del juicio, que aprobaba la
día también se pusieron galanes. maldad como si fuese acción loable.
Mandó que hubiera sermón, y por- «Afortunado parto de la natura-
que la iglesia del monasterio no era leza— exclama patéticamente Luis
tan grande que cupiese en ella la Vives— dádiva preciosa del Cielo;
;

multitud que se reunió de muchas feliz agüero y prenda segura para


leguas a la redonda para lucrar la todo el orbe cristiano será aquel
indulgencia plenaria concedida, qui- hombre por cuyo medio, Cristo po-
so que hubiera dos sermones, uno sando más apaciblemente sus ojos
en la iglesia y otro fuera. En aque- sobre los negocios humanos, devol-
lla ocasión el emperador se reju- verá la paz a su pueblo. A ese hom-
veneció. Uno de sus servidores es- bre mortal la Humanidad le será
cribió : «V. m. no puede pensar deudora de una inefable sucesión de
148 ENSAYO BIOBIBLIOGRÁFICO. JUAN LUIS VIVES, VALENCIANO

bienes. ¡Ojalá a muchas personas i


te VII, que no solamente era el su-
privadas a quien Dios concedió ge- premo Jerarca de la Iglesia, sino
nerosa voluntad para ese empeño poderoso también en riquezas, en
nobilísimo les hubiera dado la fa- armas, en dominios...»
cuitad correlativa! ¡Ojalá vosotros, Pero con estos hechos brillantes,
príncipes a quien Dios, con mano Carlos V no hizo, dice Luis Vives,
larga, concedió el poder, por vues- más que echar los cimientos de
tra parte correspondierais y aña- hazañas más preclaras. Por aquel
dierais el querer.» tiempo, Carlos V había ordenado la
Y con osado apostrofe, dirigién- expedición a Italia, y no solamente
dose a Carlos V, le dice estas gra- Europa, sino el Asia también esta-
ves palabras ban colgadas del éxito de esta cam-
«Cierto es que tú, bien visible y paña y en ella tenían puestos ojos
bien alta enarbolaste una bandera y oídos y, sobre todo, en la persona
que hace que depositemos en ti las del rey. ¿Qué va a hacer con tan
mejores esperanzas de la anhelada grandes aprestos? ¿Cuál va a ser el
quietud del mundo. Creemos que suceso de esta empresa? Aparejos
ese generoso pecho tuyo alberga, tan copiosos y tan minuciosos, ma-
a una, voluntad y poder, y que tú, quinación tan ambiciosa y vasta,
que puedes tenderle la mano y le- conmoción tan radical que parece
vantar el nombre cristiano del aba- que España se descuaja de su pro-
timiento en que se derrumbó, tie- pio asiento, le dice (respondiendo a
nes la voluntad y pondrás el corres- un fundado recelo de que sea para
pondiente esfuerzo vigoroso. Decla- todo lo contrario), «supongo que no
ran tu enorme poderío tantos y tan- será para un estéril alarde de tu po-
tos reinos, no adquiridos con sangre derío ni para promover un ruido
ni inhumanas carnicerías, sino he- huero; ¿qué cosa puede ser más
redados de tus mayores por un ocul- ajena de estos graves momentos? Ni
to consejo de Dios, que por blandos con el intento de sojuzgar a Italia.
lazos matrimoniales unió a prínci- Sojuzgar a Italia (es notable esta
pes tan distantes en dominios y en imagen pintoresca y expresiva) equi-
origen, con el designio de que tú, vale a pescar una anguila, que por
en esa encrucijada de los tiempos, más estrechamente que la aprietes
fueses príncipe tan grande. A tu se te escurrirá de las manos por su
título de Rey, nombre que de suyo viscosidad. ¿Qué empresa puede ha-
ya es glorioso y magnífico, se agre- ber másreñida con tu prudencia po-
gó la sagrada y augusta dignidad lítica y con tu proceder tan rico de
de Emperador, ante la cual se incli- múltiples experiencias? Como si fue-
nan todas las otras dignidades hu- ras un peregrino (un turista, ahora
manas. diríamos) curioso de descubrir a
»La suerte de tu nacimiento que- Italia y esa tu expedición viniere a
dó comprobada por tantas victorias resultar un viaje entretenido y de
como se te vinieron a las manos sin pasatiempo. Nadie duda (el prime-
que las esperases. No sólo fueron í ro que lo dudaba era el propio Luis
quebrantados potentes y temerosos Vives) que esa expedición transalpi-
ejércitos, sino que dos de los más na tiene una finalidad sólida, esta-
temidos Príncipes de la Cristiandad ble, duradera: una finalidad cual
cayeron en tu poder: Francisco, la desea el mundo porque la nece-
Rey de Francia, y el Papa Clemen- sita: la paz entre los príncipes fir-
CAP. XVIII. ENRIQUE VIII Y LUIS VIVES 149

me y permanente; un acuerdo en enorme de ese crimen gigantesco.


las opiniones, que, como más útil Con tristeza hemos de reconocer
que es a la Humanidad, yo la con- que la historia humana, por una
sidero más difícil que la primera; lamentable restricción, puede decir-
a saber: la paz entre los príncipes se que es la relación de esas matan-
cristianos». zas metódicas y colectivas reduci-
«¿Has pensado alguna vez en lo das a lo que se decía el arte de la
que estás obligado a hacer tú, a guerra, espectacular pictórico, arte
quien compete la restauración de nacido, poco antes de Luis Vives, en
casi todo el orbe que, tambaleándo- nodriza de guerras según
Italia,
se como está, necesita de un pilar J. Burckhardt en su Civilisation en
como el que allá, en la mitología, Italie au temps de la Renaissance.
cuéntase de Atlante, a quien, cuan- Italia, pues, hizo de la guerra una
do estuvo cansado de sostener en ciencia y un arte completo y razo-
sus hombros el eje del mundo, Hér- nable. En Italia tuvo su expresión
cules se ofreció para hacer sus ve- primera la técnica de la guerra sa-
ces? Yo no sé si con estas columnas biamente conducida. Durante la gue-
de tu imperial escudo quisiste sig- rra milanoveneciana (1451-1452) en-
nificar que vas a sustituir a Atlante, tre Francisco Sforza y Jaime Picci-
puesto que en ti remaneció un se- nino, un escritor militar, Antonio
gundo Hércules. Y ahora, sin fábu- Porcello de Pandoni, sigue el cuar-
las ni alegorías, dígote que trabajos tel general de Piccinino con el en-
no desemejantes a los hercúleos ten- cargo de redactar una relación de
drás que llevar a término feliz si los más salientes hechos de armas
has de responder a las esperanzas para don Alfonso el Magnánimo,
y hacer buenos tus principios.» rey de Nápoles. Ese mismo autor
Todos estos pasajes citados se to- no pudo excusarse, a fuer de neu-
maron de la carta dedicatoria a Car- tral, de redactar un informe obje-
los V del tratado De la concordia y tivo del ejército milanés de Fran-
de la discordia. cisco Sforza, quien le acompañó de
Parece que coincidieron en Pa- fila en fila y leprometió transmitir
rís el padre Francisco de Vitoria y a la posteridad lo que él había vis-
Luis Vives, y parece que se trata- to. En Italia nació la cosa y el
ron. En las obras de Luis Vives yo nombre de la cosa; Maquiavelo la
no he podido rastrearlo; pero el pa- bautizó Arte della guerra. De es-
:
-

cifismo de ambos respira manse- pectacular y pictórico, nosotros he-


dumbre apostólica y está impregna- mos visto el arte de la guerra con-
do del Evangelio de paz. La Iglesia vertido en la ciencia implacable y
tiene horror a la sangre. Fué el dia- fría de la destrucción. Luis Vives,
blo, espíritu homicida, según San este suave pedagogo en Cristo, abo-
Pablo, enemigo jurado del linaje hu- minando de la guerra, en su trata-
mano, quien introdujo en el mundo do De tradendis disciplinis, dice:
la guerra. La guerra es una obra de «No de otra manera debieran tra-
la carne. Manifiestas son las obras tarse las guerras que se tocan los
de la carne, dice San Pablo: ene- latrocinios sobriamente, secamen-
:

mistades, iras, contiendas, disensio- te, en su repulsiva desnudez, no en-


nes, envidias, homicidios, todo el careciéndolas con ninguna suerte de
enorme conjunto de pasiones incon- alabanzas, sino recargándolas con
fesables que entran en el complejo toda suerte de abominaciones.»
150 ENSAYO BIOBIBLIOGRÁFILO. JUAN LUIS VIVES, VALENCIANO

Las bélicas alternativas que regis- son coherederas, concorporales (co-


tra la Historia, esos encaballamien- mo dice San Pablo con una palabra
tos alternos de unas naciones sobre felicísimamente audaz), copartícipes
otras, destructores todos, tienen ex- de los mismos destinos, de las mis-
presión eficaz en este pasaje del mas promesas, de las mismas espe-
profeta Joel: ranzas.
«Los residuos que dejó la oruga La guerra nace, como dice el des-
se los comió la langosta; los resi- terrado de Patmos, de las profun-
duos que dejó la langosta se los co- didades de Satanás Altüudines Sa-
:

mió el pulgón, y lo que quedó del tanás. Allá, en aquellas minas ne-
pulgón se lo comió el añublo.» San- gras, se engendra el monstruo abo-
ctijicate bellum, clama el mismo pro- minable y se hincha el parto bes-
feta: Santificad la guerra; humani- tial. Pero los hombres hacen la gue-
zad la guerra. Empresa muy ardua rra y la conducen, o creen condu-
esa de santificar la guerra, porque, cirla, a sus fines; pero en hecho de
originalmente, la guerra es hija del verdad, son conducidos, son arras-
pecado. Empresa dura esa de hu- trados por ella como Hipólito, el
manizar la guerra, puesto que es la héroe de la tragedia de Séneca, fué
propia inhumanidad. arrastrado y dilacerado por los pro-
De San Agustín es esta profunda pios caballos que montaba. Dios, en
sentencia: «No hay cosa más dis- expresión de Job, coge a los mali-
corde por vicio ni más sociable por ciosos en su propia astucia. Es Dios,
naturaleza que el linaje humano.» en definitiva, quien con su dedo
En nuestros tiempos calamitosos, marca, como si fuera un agua dócil
una vez más la discordia viciosa se entre dos riberas, el curso de la His-
ha sobrepuesto a la sociabilidad na- toria.
tural y ha roto aquella unidad que San Agustín, que vió la guerra
debiera ser la explicación y la con- tan de cerca, batiendo los muros de
firmación de la venida del Hijo de su ciudad episcopal de Hipona, si-
Dios al mundo, y ha desbaratado la tiada por los vándalos, dice
blandura de la paz geórgica soñada «Quien contempla con dolor los
por Isaías: «Las espadas se conver- males de la guerra, tan grandes, tan
tirán en azadas y las lanzas se en- horrendos, tan crueles, confiese que
corvarán en forma de hoces; una es la miseria suprema. Quien la con-
nación no alzará el cuchillo contra templa cono un espectáculo, quien
otra nación ni se ensayará más pa- la hace sin un sufrimiento íntimo
ra la guerra.» y sin que se le conturben las entra-
La encarnación del Verbo, según ñas, es que perdió el sentido de hu-
San Pablo, de dos hizo uno y derri- manidad: Humanum perdidit sen-
bó la pared medianera de las nacio- sum. »
nes y aniquiló las enemistades en Toda guerra es un enigma. ¿Por
su propia carne. Desterró los nom- qué se amotinaron las naciones y
bres de bárbaro y de extranjero; los pueblos trazan planes vanos?
mató la xenofobia a fin de que la Eso se lo pregunta el salmista y no
armonía humana fuese imagen de se responde a sí mismo. Y si, ilus-
la armonía divina. En la sagrada trado con luces del cielo, el real pro-
persona de Jesús fundiéronse todos feta no que tam-
lo sabía, es lógico
los pueblos para ser un solo pueblo poco sepan las naciones que se
lo
y un solo cuerpo. Todas las gentes amotinan y rugen. Pero sí; algo
CAP. XVIII. —ENRIQUE VIII Y LUIS VIVES 151

llegan a saber en su propio daño. de hazañas querría yo verla cele-


Llegan a saber que la guerra es ab- brada, no por sus armas ni por sus
surda, es estúpida, es innecesaria; victorias... No tendría yo a España
pero lo saben cuando en holocausto por peor si hubiera resultado venci-
gigantesco han sido sacrificados, co- da, ni la tengo por superior a Fran-
mo en la última, veintidós millones cia porque ha salido vencedora.
de hombres, parte no pequeña de la ¿Qué otra cosa ha hecho mi pluma
Humanidad. sino abominar de esas furias rabio-
Había que subir a estas serenas sas? No va mucha diferencia entre
alturas de la Teología para dominar el alabar al guerrero por sus armas
la cumbre en que se sitúa Luis Vi- o por su inhumanidad o loar a un
ves para hacer el juicio de la tre- cristiano por sus triunfos sangrien-
menda actualidad que vivió. Esta tos o por haber desertado de las
generosa teología agustiniana, pau- bandera de Cristo y pasádose a las
lina, cristiana, en fin, alienta, co- del diablo. ¡Quiera el Cielo que al-
mo en la primera, al obispo de Lin- gún día pueda ver yo un más no-
coln, en esta segunda requisitoria ble pugilato entre España, que me
al propio Enrique VIII. Es una car- engendró, y Francia, que me for-
ta que diríamos de política interna- mó una contienda tranquila y más
;

cional sobre la prisión de Francis- digna de hombres cristianos; no


co I, rey de Francia, por el César verlas enzarzadas en la triste com-
Carlos. Este patético documento re- petencia de cuál de las dos acarrea-
bosa amor a Francia. «Alentamos rá a la otra males mayores, sino
— —
dice la esperanza de que no os ce- trabadas en empeñado certamen:
baréis, ni tú ni el César Carlos, en cuál será más instruida, cuál será
una nación inocente y destituida de más prudente, cuál será más huma-
defensas, ni asolaréis el más flore- na, cuál será más virtuosa, cuál
ciente reino del mundo cristiano, ni será más santa! ¡Oh, si yo alcan-
arrancaréis ese segundo ojo suyo a zara a ver tanta hermosura antes
toda la Europa. ¿Qué culpa tiene el de salir de este mundo! ¡Cómo
pueblo, si al rey le plugo declarar daré gracias a Dios por haberme he-
la guerra, contrariando, según se cho nacer en la más venturosa de
dice, la voluntad de todos los miem- las edades !

bros de su consejo?» Luis Vives emigró de esta vida


Esta delicada francofilia que se sin que pudiera entonar, como el an-
insinúa con tanta ternura en la car- ciano Simeón, el Nunc dimittis de
ta a Enrique VIII, tiene expresión las bellas esperanzas realizadas.
más explícita y más dramática en La pesadumbre, la consternación,
otras obras de Vives: que dice Luis Vives, se abatieron
«Treinta años de hacerse guerra sobre el reino de Francia por el in-
perniciosísima para el nombre cris- opinado prendimiento de su rey,
tiano; ¡treinta años de guerra casi por los veteranos de España y de
sin respiro entre Francia y España! Alemania, gentes alabanciosas, jac-
El español ha quitado al francés Ná- tanciosas por tantas batallas gana-
poles, Milán, Navarra, Rosellón; le das al francés, gentes hambrientas,
ocasionó desastres, aniquiló ejérci- astrosas, no pagadas, que vencían
tos brillantes y, a lo último, cautivó o morían fanáticamente al grito de
a su rey... No; no canto yo aquí las ¡Viva el Imperio! ¡Viva el empera-
glorias de España; por otra suerte dor!, y fueron en todo el mundo es-
152 ENSAYO BIOBIBLIOGRÁFICO. JUAN LUIS VIVES, VALENCIANO

tupor y pasmo. La victoria de Pa- deció intensísimamente, y con len-


vía produjo una de las mayores cri- titud y en voz alta, como para ase-
sis que registra la historia de Euro-gurarse de haber bien comprendido,
pa hasta la era napoleónica, dice un repitió las palabras del mensajero,
historiador. Nosotros podríamos ex- pesándolas una por una en su des-
tenderla hasta la guerra cuyos res- concertante magnitud El rey está :

coldos humean todavía. Aquella vic- preso en mi poder y la batalla está


toria significaba que Italia había ganada para mí.
caído en poder de España y del Im- Y calló y bajó la cabeza grávida
perio. Ninguna ferocidad deshonró, de pensamientos y se retiró a su
por entonces, la rutilante victoria cámara. Necesitaba soledad. Se ahi-
militar, ni la persona del valiente nojó y se puso en oración. La idea
rey preso fué víctima de ningún primera que cruzó su mente fué la
cobarde ultraje. El propio Amadís de una cruzada contra el Turco. No
de Gaula, ni nuestro generoso Tiran- quiso que se encendieran lumbra-
¡

te el Blanco se comportaran más das de regocijo; sólo en hacimiento


;

cortésmente con el rey vencido co- de gracias autorizó que recorriesen


i

mo lo hicieron los capitanes vence- Madrid algunas procesiones que


dores. fueron a la iglesia de Nuestra Seño-
Cierto es que los soldados le ñora de Atocha, y a las que el pro-
arrancaron las plumas del yelmo y pió Carlos V, abrumado del pavoro-
,

aun pedazos del hábito magnífico so destino, se sumó personalmente.


:

y la cadena de la Orden de San Mi- Jamás Carlos V se reveló más gran-


;

guel, que llevaba al cuello; pero no de que en aquella hora plenísima de


por desacato, sino como por reli- su vida. Ante sus ojos se abría un
j

quias, para memoria, dice el histo- porvenir de una pujanza sin límites.
riador de Carlos V, fray Prudencio Para él y sus españoles parecía es-
Sandoval, cuya descripción de la ba- crito aquel verso de Virgilio:
|

talla de Pavía es de las mejores que


se han escrito. Cuando Lannoy, uno His ego nec metas rerum nec témpora
de los héroes de la jornada, recono- Imperium sine fine dedi (1). [pono;
ció al brillante rey de Francia en
el más deplorable estado, cubierto También sin fruto visible se que-
de sangre, apenas reconoscible, con- dó este segundo documento. Y Vi-
I

movido, le besó la mano, recibió de ves volvió a la carga con una terce-
hinojos la espada vencida que Fran- ra apelación. Es un muy grave doc-
!

cisco I le ofrecía y, en trueque, le trinal de príncipes y señores, como


entregó la suya vencedora. Magní- tantos abundan en nuestra literatu-
|

fica escena como para otro cuadro ra política. Toda ella es política de
j

de Las lanzas. Dios y gobierno de Cristo. Tiene el


j

Correos fueron despachados in- tono mesurado de una encíclica pa-


mediatamente a España, Alemania. pal y está muy robustamente cons-
I

Inglaterra y Roma. Cuando don truida. No se le puede quitar nada


Ruy Díaz de Peñalosa presentóse j
sin daño del armonioso edificio. Por
al joven Emperador, en Madrid, cas- aquel tiempo se incubaba la paz
|

tillo famoso, y le anunció que el 'que... estalló con el Tratado de Ma-


día 24 de febrero, aniversario de su
nacimiento, el rey de Francia ha- (1) A éstas no les pongo ni límites ni
bía caído en sus manos, Carlos pali- tiempo; imperio les he dado sin fin.
CAP. XVIII. ENRIQUE VIH Y LUIS VIVES 153

drid; demasiado dura para dictada pasase en silencio esta oportunidad


I

por el Emperador de Romanos, que de escribirte. Solamente añadiré an-


debiera haberse ceñido a aquella tes de terminar que no conviene en
fórmula clásica de imponer paces, modo alguno que ignores (aun cuan-
practicada por Roma: Parcere sub- do tú lo oyes o lo alcanzas por con-
jectis et debellare superbos (Ten- jeturas) que las naciones todas, con-
der la mano a los caídos y derribar forme nos lo deja entender la fama
al suelo a los erguidos). y las conversaciones de los hom-
Paz humillante en demasía para bres, esperan de ti, y casi por su
que el rey fedífrago, como se le cali- propio derecho te lo exigen, que
ficó, es decir, quebrantador de la fe puesto que mostraste al mundo aso-
jurada, con aquella fe propia del si- mos y esperanzas de paz, des feliz
glo xvi, tan semejante a la fe púni- remate a esa paz, trayendo a la con-
ca, no meditara su quebrantamien- cordia a la cesárea majestad de Car-
to, aun sin la más autorizada y so- los, por el ascendiente y amistad
lemne de las absoluciones. La gue- que con él tienes, no sea que esta
rra no tuvo más que una momentá- flor hechicera de la paz haya mos-
nea «solución de continuidad. Se trado con harto envidiosa brevedad
embraveció de nuevo más amplia y su hermosura y su alegría, sin dar
más enconada. La mentida paz de el fruto cierto que nos prometíamos.
Madrid trajo la sacrilega, la nefan- ¡Ojalá proporciones este gozo sóli-
da, la sangrienta orgía del Saco de do a todo el orbe cristiano, para que,
Roma: devuelta a toda Europa la gloria
de la quietud, se te deba a ti solo;
Per me si va nella cittá dótente... y compuestas las discordias entre
príncipes, y apaciguados los tumul-
Esta, digamos, encíclica laica de tos y el polvo bélico, podamos tras-
Vives a Enrique VIII tiene al final ladar nuestras preocupaciones a la
una recapitulación patética: religión, a la piedad, a los negocios
«Aquí tienes, rey glorioso, lo que específicamente cristianos. Tú mis-
a mí, el más adicto y apasionado de
mo ves hasta qué grado el mundo
tu majestad, parecióme que en este lo necesita. Yo no comprendo con
trance te debí escribir acerca de la qué otra cosa pueda decorarse más
guerra y la paz. Tú recibirás estas el Defensor de la fe o con qué otras
advertencias mías con aquella apa- obras puedas contraer mayores me-
cibilidad y mansedumbre con que recimientos para con Cristo, a quien
sueles recibir todas mis cosas o, pido que siempre pienses y hagas
mejor, aquella benevolencia con todo cuanto haya de redundar en
que escuchas a quienes te avisan, y la salud y felicidad tuya y de tu
de la cual no te desprendes en nin- reino.»
* * *
guna ocasión, conocida y experi-
mentada, no solamente por tus sub-
ditos ingleses, sino también por las
;Cómo se iban alejando para En-
rique VIII, sacrilego rompedor de
naciones extranjeras. Mis estudios,
cuya tranquila holganza tú me pro-
uno de los siete Sacramentos, esta
curas (1), no pudieron dejar que tes
del proceso y rompimiento conse-
cutivo del vínculo matrimoniad, con Ca-
(1) Téngase (presente que Vives es- talina, de quien también recibía una
cribía este documento en 1525, años an. pensión
154 ENSAYO BIOBIBLIOGRÁFICO. JUAN LUIS VIVES, VALENCIANO

lira de siete cuerdas, consoladora a su cabeza que ocasionarlo a tu


de la Humanidad, aquellos ventu- pie...» (1).
rosos en días los cuales,cubierto Las mujeres le derrumbaron el
su pecho con el escudo de la fe, cerbelo. Quebrantó el Matrimonio,
manejaba la pluma como una lan- Sacramento grande, según San Pa-
za y contestaba al libro de Lutero blo, en Cristo y en la Iglesia. Desató
sobre el Cautiverio babilónico de una fiera persecución y sangre fué ;

la Iglesia con su vindicación teo- la dote de las concubinas que subie-


lógica Assertio septem Sacramen- ron a su tálamo consumó el cisma
;

torum; y el Pontífice que en la Ro- y rompió la túnica inconsútil. Pro-


ma donde Cristo es romano ceñía movió una guerra civil en las con-
la corona triple, distinguía con el ciencias; aquella guerra civil que
magnífico título Defensor jidei al Luis Vives le auguraba, de repu-
acérrimo teólogo coronado! Rodeá- diar a la santa reina Catalina, su
banle la gratitud y las bendicio-
nes de la Iglesia y el amor y la ve-
(1) A título de curiosidad, y porque
neración de su pueblo. En ese mismo creo que el texto no es demasiado co-
documento que comentamos, Luis nocido, voy a reproducir aquí un testi-
Vives le había comparado con los monio paralelo del hecho de que en
grandes y amados emperadores Au- el amor del pueblo halla su máxima
gusto y Trajano, cuya más segura seguridad el rey. Se 'refiere precisamen-
salvaguardia era el merecido afecto te al yerno postumo de Enrique VIII,
nuestro Felipe II, que casó con su hija
de sus vasallos y decía ;

María, y de quien el predicador de sus


« Cuánta y cuán serena placidez honras fúnebres, Aguilar de Terrones,
¡

convino que hubiese en aquellos es- dice esto que sigue


píritus que se sentían asegurados, «No hubo en el mundo Rey tan fiado
no con sus lanzas y con sus escol- de los suyos como e; nuestro [Feli-
tas, sino con la bienquerencia de pe II] Lo fué. ¡Qué de avisos tuvo que
sus pueblos! Yo he tomado esta con- se guardase y recatase de lo¿ unos y de
jetura de ti, a quien más y con ma- los otros, de acá y
de acullá Qué se- !
¡

guro y confiado dormía a par de unas


yor frecuencia veo rodeado del tier- ventanas baxas de vidrio junto a la ca-
no amor de los tuyos que de tu pro lle! Salíase por essos campos solo, sin
pia guardia personal. ¡Cuán raras guarda y dava audiencias desarmado
veces usas de escolta! Y aun las ve- y solo al Moro que venía, al Turco, al
ces que lo haces, háceslo más por Inglés, a los vassallos contra quien te-
alarde protocolario y por seguir la nía avisos de su mala voluntad, sin
costumbre de tus mayores que por- nunca creer ni temer que pudiesse ser
ofendido.» {Sermón que predicó a la
que te persuadas que te es menes- Magestad del Rey don Felipe Tercero,
ter, pues de tal manera te rodean nuestro Señor, el Doctor Aguilar de Te-
que quienquiera puede acercarse a rrones su Predicador, en las honras que
ti, y en tu palacio no te hace servi- Su Mag^tad hizo al Católico Rey don
cio mayor la guardia viva que la Felipe Segundo, su padre que sea en
que está pintada en los tapices que gloria en San Hieronimo de Madrid,
decoran sus paredes. Esto, en defi- a 19 del mes de octubre de 1598. Hízole
imprimir Barrionuevo de Peralta su
nitiva, es ser libre y ser rey; así
amigo, por la copia que dél dió Luper-
te saboreas y regalas con el fruto
cio Leonardo de Argensola, secretario
de tu confianza y tu seguridad, por de la Magestad de la Emperatriz, nues-
manera que no hay ninguno de los tra Señora, para que todos gocen de
tuyos que no prefiera inferir daño tanta doctrina.)
CAP. XIX. APÓSTOL DE LA PAZ Y DEL CONCILIO 155

legítima mujer, tan bella, tan bue- tud y como un río fuiste lleno de
na, tan amante, que los postreros inteligencia...
renglones que trazó su mano mori- »Pero te diste al amor de las mu-
jeres y les diste poder sobre tu
bunda consiguieron enternecer su
cuerpo. Y pusiste mancilla en tu glo-
pecho berroqueño y humedecer el
ria y deshonraste tu estrado y tra-
pedernal de sus ojos. Y mereció la jiste la cólera
sobre tus hijos y la-
condenación que el libro del Ecle- mentos sobre tu linaje.
siástico fulmina contra el rey que »Cuando el pueblo se dividió en
fué sabio: dos y tuvo origen un reino rebel-
«Cuán sabio fuiste en tu juven- de» (1).

CAPITULO XIX

APOSTOL DE LA PAZ Y DEL CONCILIO


El día 1 de diciembre de 1521, tria y en España: vida de santo.
de inesperada muerte, y no sin sos- «Este Papa —escribían en sus Infor-
pechas de veneno, muere el Papa maciones los embajadores venecia-
León X (Juan de Médicis). Un his- —
nos se levanta mucho antes de día
toriador ha dicho: «Otra tumba, reza sus Horas y celebra su misa,
otro Papa, otros tiempos. Tras el y luego dedica una hora a la ora-
Carnaval florido y rumoroso, la Cua- ción. A seguida manda celebrar la
resma cenicienta y callada.» misa a su capellán, y él la oye; des-
El día 22 de enero del año 1522 pués se deja ver y concede algunas
sale del Conclave el Papa nuevo, audiencias, en las cuales acostum-
también inesperado es Adriano de
: bra ser muy breve por la meticulo-
Utrecht, ausente de Roma y estan- sa cautela que pone en sus resolu-
te en España, de donde era regente ciones. En cualquier asunto, grande
a nombre del emperador Carlos V; o pequeño, sus primeras palabras
era cardenal y regía la sede de Tor- son éstas: Videbimus (Veremos...)
tosa. Adriano de Utrecht era de una El Papa quiere estudiar muchísi-
extraordinaria belleza varonil, de mo; no se contenta con sólo leer,
estatura imponente, de modales me- sino que también quiere componer.
surados y severos y al mismo tiem- Para su mantenimiento, el Papa
po llenos de accesible afabilidad. gasta un ducado al día, que todas
Era sobrio en el discurrir. Había las noches, de su propia mano, saca
sido profesor de la tétrica ciudad de su bolsa y lo entrega a su ma-
de Lovaina. Era hijo de un carpin- yordomo secreto con estas palabras:
tero naval y se había formado en «Gastos para mañana...» De su co-
la severa escuela de la indigencia. cina y de la limpieza de su ropa cui-
No hablaba italiano, y aun su latín da una mujer anciana que ha traído
tenía un acento peregrino que lasti- de su país...»
maba las delicadas orejas italianas.
En Roma siguió llevando la misma
vida que había llevado en su pa- (1) Eccli., XLVII. veirs. 16-23.
156 ENSAYO BIOBIBLIOGRÁFICO. JUAN LUIS VIVES, VALENCIANO

El Vaticano se tornó mudo y si- murió de muchas cosas y, sobre to-


lencioso como un convento. En el do, de la guerra que estaba a punto
Vaticano no se vieron ni artistas ni de reanudarse en Lombardía. No es
eruditos; no se oyó más música, ¿1 único Papa que haya sido 1.a pri-
más sonetos, más diálogos platóni- mera víctima anticipada de ese cri-
cos; dióse paz a pinceles y a cince- men gigantesco que es una guerra.
les. Este asceta flamenco fué a Ro- Nosotros vimos morir al santo
ma, guiado por el Espíritu de Dios, Pío X. Adriano no murió de hier-
a reformar el mundo paganizado y bas; pero el pueblo quiso creerlo
a rehacerlo cristiano. Acostumbra- así. Una mocedad desbocada tuvo
ba decir: «Yo quiero proveer a los la avilantez de ir a colgar guirnal-
hombres de iglesias, no a las igle- das de flores a las puertas de la ca-
sias de hombres.» Este programa sa donde moraba el médico ponti-
austero no podía menos de contra- ficio con esta vergonzosa inscrip-
riar profundamente en aquel siglo ción: «Al libertador de la Patria, el
de corrupción y de ambiciones. De Senado y el Pueblo Romano.» Si fué
un prelado de aquellos tiempos se la libertad que dejó a la patria ro-
cuenta que al decir él que no que- mana la muerte no llorada de Adria-
ría exponerse a repetir lo que San no VI, tardaron muy poco en sa-
Pedro dijo al lisiado que le pedía berlo los ingenuos romanos que 'en-
limosna: «Plata y oro yo no los ramaron el domicilio del supuesto
tengo», se le contestó: «Al menos, envenenador. Se lo notificaron cua-
pudieras decir la segunda parte de tro años después los lansquenetes
la contestación de Pedro: «Pero de Alemania y las feroces huestes
lo que tengo yo te lo doy; en nom- de Carlos V.
bre de Cristo, levántate y anda.» Su Adriano VI fué el postrero de los
radical programa apostólico fué re- Papas tudescos; mas precisamente
cibido con escepticismo. Creíase que el último extranjero de Italia que
Roma sería más fuerte que él y le se haya sentado en la cátedra de
paganizaría. Escribía un embaja- Pedro. A fuer de buen alemán, fiel
dor: «Yo creo que así que habrá be- al carácter germánico, como otros
bido de este río Leteo, de este río grandes Papas de su nación, fué, o
del olvido que es la Ciudad, envia- quiso ser, un reformador celoso; y
rá a paseo todos estos pensamien- con oportunas y radicales reformas
tos, y, sobre todo, porque natura intentó atajar los inquietadores
non tolerat repentinas mutationes avances de la Reforma; pero su ge-
(La Naturaleza no tolera cambios de- neroso intento quedó malogrado.
masiado acelerados). Ese embaja- Reposan sus huesos en un noble y
dor acertó no trocaron sus santas bellísimo mausoleo en Santa María
;

ambiciones las aguas del Tíber ol- de los Alemanes. En su sepulcro


vidadizo; pero sucumbió a la em- léense esas palabras descorazonado-
presa gigantesca. ras:
Un año duró esta cuaresma, este
PROH dolor! quantum refert in qvje
cilicio de Roma; Adriano VI murió
TEMPORA VEL OPTIMI CUIUSQUE VIRTUS
el 14 de septiembre del año 1523, a
INCIDAT! (1)
los sesenta y cuatro de su edad. Dí-
jose que había muerto envenenado, (1) ¡Cuánto imparta, ay dolor; con
muerto de hierbas, como entonces qué tiempos coincidió la virtud, aun la
se decía. Pero no; el Papa Adriano virtud de los mejores!
CAP. XIX. APÓSTOL DE LA PAZ Y DEL CONCILIO 157

A este Papa, cuyo advenimiento mar para aquel versículo del sal-

al trono pontificio alentó tan gran- mo que aplica a quienes
la liturgia
des esperanzas, elevó Luis Vives la palabra que no sufre ataduras
una carta sensacional, fechada en hablada en nombre de Dios, fué oca-
Lovaina, a los doce días de octubre sión y causa de martirio: De tus
del propio año 1522. La circunstan- mandamientos hablaba yo en pre-
cia de haberle conocido y tratado sencia de los reyes y de los podero-
cuando era deán de Lovaina, y de sos; y no experimentaba vergüen-
haberle escrito cuando era obispo za ni confusión.
de Tortosa, le dió ánimos para diri- ¿Y qué le decía Lüis Vives a su
girse a él cuando fué Príncipe de antiguo compañero de Lovaina? De-
los Sacerdotes y Cabeza de la Reli- cíale que el mismo día en que el
gión Cristiana. Y lo hace con una mundo cristiano supo la elevación
impávida libertad, templada por la del cardenal Adriano de Utrecht al
más sincera reverencia pontificado, con la más gloriosa y
«No me impresiona demasiado pura de las elecciones, al paso que
— —
dice la dignidad, por más que sea algunos sentían una satisfacción in-
la más encumbrada de la tierra, descriptible, él, Luis Vives, que no
aun cuando todos sabemos que har- gradúa la felicidad humana por la
tas veces ha recaído en sujetos in- opulencia ni el poder, «no tanto go-
dignos. El mejor de los hombres zaba como sufría yo por la suerte
hace venerable el mejor de los ho- del amigo». Gozaba y se felicitaba
nores; y entonces los hombres ro- de que, por fin, fuese otorgado a la
dean de la merecida reverencia la virtud alguno de estos premios que
dignidad cuando ven que recae en se le adjudican acá en la tierra ale- ;

una persona tal que, aun cuando no grábase de que se hubiera otorga-
pasase de persona privada, admira- do a quien no lo ambicionó ni lo
rían y respetarían... La vida de Pon- procuró y de que la auténtica valía
tífices anteriores ha hecho que pa- por esa vez se hubiera impuesto a
reciese que Tú dignificaste y ador- la riqueza, al fraude, a la impostu-
naste la máxima dignidad y el ho- ra y al amaño, y «de que te hubiera
nor más grande que hay en la tie- cabido la suprema honra que mere-
rra... Tú, Romano Pontífice, no des- cida tenías; y, sobre todo, de que
deñarás una carta del mismo de se te diera ocasión de demostrar,
quien no la desdeñó el obispo de -o, por mejor decir, de traer a eje-
Tortosa. No te trocó la dignidad cución y práctica, tu probidad y
hasta tal punto que haya anulado, prudencia, siendo tantas las calami-
ni siquiera disminuido, las excep- dades que soportamos y tan copio-
cionales y soberanas virtudes que sa la materia de hacer el bien. Y de
siempre hemos loado en Ti, que en ahí precisamente nacía mi roedora
Ti siempre hemos admirado y que y solícita preocupación por que tan
a tan alto honor te promovieron. al cabo llegó la situación de la cris-
Sufrirás, pues, unos breves avisos tiandad, por una parte trabajada de
y amonestaciones mías, que otros, guerras y por otra alborotada por
sin duda, te dirigirían con mayor alteraciones promovidas por hom-
competencia que yo, pero no con bres perversos, que el restituirla a
amor tan grande...» su condición primera es tarea tan
Admirable libertad apostólica la ardua y difícil como hermosa y dig-
de ese cristiano laico que puede to- na de ser estimulada por los más
158 ENSAYO BIOBIBLIOGRÁFICO. JUAN LUIS VIVES, VALENCIANO

acuciados alientos. Hállase el mal lo por más humanitario, y no que-


tan inveterado y enconado por rría con tal ferocidad ensañarse
usanza tan crónica y tan prolija ha- contra nosotros; y creo yo que, a
bituación que, persuadido de que buen seguro, tendría la cordura y en-
al nuevo Pontífice le repugna viva- tendimiento suficientes para no des-
mente, recela con todo que alcance a truir aposta aquello mismo que po-
conseguir su corrección y mejoría». dría poseer después de la victoria.
Dos son las cosas que el mundo ¿Qué bárbara nación hizo la guerra
pide y espera del nuevo Papa quie- con tan ciega inconsciencia que no
:

ta paz en las armas entre los prín- consintió que la victoria le aprove-
cipes cristianos; sosiego en los albo- chase ni a ella ni al enemigo?»
rotos entre las personas privadas. Con encarecimiento especial su-
Podría Luis Vives, si quisiera, de- plica a Su Santidad que convoque
cirle cosas de más gusto y regocijo; Concilio ecuménico que ponga reme-
pero se las dirá desabridas y de dio a la situación de la Iglesia, casi
mayor provecho. La vida anterior desesperada. Este mismo ruego no
del Pontífice le obliga de tal mane- pierde Vives ocasión de reiterarlo
ra a satisfacer y colmar esa expec- con los poderosos de la tierra que
tación promovida por su encumbra- él cree pueden influir eficazmente
miento, que ya no le es posible en que esta ansia legítima de la
volverse arredro y engañar crédito cristiandad se vea colmada y coro-
tan grande como en él depositó el nada. Interesó muy vivamente en
pueblo cristiano, porque, de defrau- ese mismo proyecto al emperador
darle, iba a creer que es la propia Carlos V. El Concilio se convocó;
soberanía apostólica la que vicia y pero, prevenido por la muerte, no lo
corrompe las costumbres de quie- pudo reunir Adriano VI, que bajaba
nes a ella se encaraman, dado caso al sepulcro once meses después; ni
que estragó también al mejor, que lo vieron los ojos mortales de Luis
parecía estar libre y exento de todo Vives. Pero su apremiante requisi-
posible contagio. toria fué haciendo su camino. Gui-
A continuación abomina de las ta cavat lapidem. Este concilio tan
guerras y describe sus amargos solicitado fué el Concilio de Trento,
frutos: Llamas, dolores, muertes, convocado por Paulo III, el año
asolamientos y toda la conocida se- 1542, y reunido el 13 de diciembre
rie de males fueron obligada secue- de 1545. La impresionante epístola
la de las guerras de todos los tiem- remata así
pos. «Pero ahora — —
dice introdújo- «Esto es, Beatísimo Padre, dejan-
se un sistema de guerrear inédito, do aparte muchas otras cuestiones
y es prender fuego a todo. Los fran- que difiero para otro tiempo y opor-
ceses nos quemaron lo nuestro; tunidad, lo que osé escribir a Tu
nosotros, actualmente vencedores, Santidad, no por confianza en mi in-
les quemamos lo su\*o ;
ellos, por genio o en mi prudencia, ni porque
desquite, reuniendo buen golpe de me persuadiera que yo iba a hallar
gente, vuelven a prender fuego a lo soluciones mejores que la de cual-
nuestro: alternativas que no pue- quier otro, sino en la probidad y
den ser más del agrado del Turco; mansedumbre de tu ánimo; como
nosotros somos los ejecutores de sus también por el amor de la concor-
deseos. Con perdón de los cristianos, dia pública de Europa, que no pue-
he de decir que yo, al Turco, téngo- do menos de deplorar que esté -tan
CAP. XIX. APÓSTOL DE LA PAZ Y DEL CONCILIO 159

desgarrada y que con tanto daño de más Moro, en cuyo círculo de estu-
todos luche entre sí el pueblo que dios era recibido y familiar.
Cristo, luego de haberlo redimido
* * *
con su sangre, quiso y preceptuó
que se mantuviera unido por el
aglutinante de la caridad... No me Ominosos y preñados de amagos
queda más que hacer sino suplicar eran aquellos días. Más sombríos
que merezca la aprobación de Cris- que los sucesos eran todavía los au-
to todo cuanto estatuyeres y haga gurios". Todas las aves volaban ha-
que todo tenga un suceso feliz.» cir: el lado siniestro. Los espíritus
Con esta carta al Papa Adria- lúcidos no podían anunciar nada
no VI, el año 1522, inició Vives ante bueno. Hasta los varones de mise-
los poderes de la tierra su gene- ricordia, aquellos cuyas piedades,
roso apostolado de paz, a cuyo ci- según el libro santo, jamás habían
clo pertenecen los documentos que de faltar, andaban acuciados por
ya vimos dirigidos directa o indi- una extraña pugnacidad. ¿Son és-
rectamente a Enrique VIII de In- tos los belígeros varones f, podía
glaterra, expedidos en los años 1524 Europa preguntarse, con nuestro
y 1525, al ritmo de los aconteci- Herrera. La tierra estaba erizada
mientos políticos y bélicos de Euro- con el casco de Marte. Y Marte, con
pa, que les daban palpitante y san- la gráfica expresión de Luis Vives,
grante oportunidad. La discordia es una perra rabiosa; y quien la
que desgarraba a Europa no remitía azuza o la llama a sí no puede evi-
y Vives no cejaba en sus predica- tar las mordeduras. Erasmo había
ciones y clamores, aun cuando, al escrito Pacis Querimonia (Querella
parecer, se perdiese en la sordera de la Paz), que, vertida al roman-
del desierto. Del octubre del año ce de Castilla, salió de una prensa
1526 es su interesantísimo y litera- sevillana en 1520. Era ya el princi-
riamente muy hermoso opúsculo pio de la alarma más viva de cada
que rotuló De Europce dissidiis et vez, que tuvo más viva y más ar-
:

Bello Turcico, y que en el texto va tística expresión en el Diálogo en-


bajo el título De la insolidaridad de tre Lactancio y un Arcediano, de
Europa y de la guerra contra el Alonso de Valdés, escrita a raíz del
Turco. Parecía haber tomado para Saco de Roma, y cuyo eco, parecidí-
sí aquella misión de gritar y más simo a la voz, remanece en el pi-
gritar que fué intimada al profeta cantísimo Diálogo entre Caronte y
antiguo: Clama, ne cesses (Clama el ánima de Pedro Luis Farnesio.
a voz en cuello y no ceses; alza La alarma cundía más viva de cada
tu voz como trompeta). Para ello vez. Y cundía el pavoroso avance
apeló a todos los tonos. En esta de Suleimán II, el Grande, como
obrecilla deliciosa, si su materia no una marea irrefrenable. Ya había
fuese tan triste, ni. tan amargas sus arrollado a Hungría y apoderádose
verdades, ni tan elocuentes sus re- de Belgrado y asentado su pie en la
ticencias, ni tan merecidas sus re- isla de Rodas, ayudado eficacísima-
criminaciones, usa Vives el diálogo, mente, más que por .sus propias
no al estilo de Platón, sino a la ma- fuerzas, por las disensiones o el cie-
nera de Luciano, ese genio antiguo go furor de los tres reyes mozos
mordedor, a quien con su frecuente que gobernaban la nave trirreme de
trato distinguieron Erasmo y To- Europa.
160 ENSAYO BIOBIBLIOGRÁFICO. JUAN LUIS VIVES, VALENCIANO

Consulta de los muertos pudiera tierra y trae al infierno y a la redu-


intitularse este opúsculo de Juan cida asamblea la vivaz y veraz rela-
Luis Vives, que tiene su remoto ción de las sangrientas novedades
precedente en la Odisea (libro XI, del mísero mundo sublunar. Tam-
100-137), y una numerosa y lucida bién está allí Escipión, el grande y
descendencia, que después de pasar grave patriota romano, y, amarillas
por los conquenses ilustres, los her- y mustias, como hojas otoñales, un
manos Alfonso y Juan de Valdés, callado bando de pequeñas almas
llega hasta los Diálogos de los muer- arjónimas.
tos, del fino autor del Telémaco. Es- Las guerras, en aquella sazón,
te diálogo de nuestro Vives tiene nacían unas de las otras, como las
una palpitante, una sangrante, una cabezas de la hidra. La relación de
sobrecogedora actualidad en esta Polipragmón cobra una energía sin-
hora turbia del mundo. gular cuando evoca la hórrida mies
Tan turbia como esta hora del de hierro de que entonces estaba
mundo fué la hora en que a Luis erizada la triste faz de la espaciosa
Vives le tocó vivir. Visión dura me Europa. Su diligencia y su movili-

ha sido mostrada pudo decir con el dad de mercader, y su sagaz instin-
profeta Isaías — para un prevarica-
: to y su casi ubicuidad, le han he-
dor, otro prevaricador, y para un cho conocer una serie de actualida-
destruidor, otro destruidor, Tam- des que los mismos príncipes igno-
bién Luis Vives, como ese gran pro- raban y que por él eran informados.
feta de Israel, pudo lanzar a las Polipragmón sabe y cuenta el ori-
tinieblas pavorosas, con desgarra- gen de la guerra de Nápoles desde
dora voz, aquel grito ansioso: ¿Qué los tiempos de Alfonso de Aragón
hay de la noche, centinela? ¿Qué la conquista de Constantinopla por
hay de la noche? ios turcos; la expugnación por los
En su esfuerzo por ver lo que mismos turcos, fuertes por las dis-
había en la tormentosa y oscurísi- cordias de los príncipes cristianos,
ma noche, convoca Luis Vives este de Grecia, de Macedonia, Eubea, de
congreso de sombras ante el tribu- las islas del mar Egeo. ¿Hace tiem-
nal de Minos, el férreo y hosco juez po que no se han oído estos viejos
del infierno. Allí está Tiresias, el di- nombres, que suenan como escudos
vino adivino, el ciego vidente de la homéricos heridos por una lanza?
Grecia mítica, a quien Ulises inte- Narra luego Polipragmón la suce
rrogó y que jamás mintió a nadie. sión de las guerras de Nápoles en
Y como las cosas de que se ha de tiempo de Carlos VIII y Luis XII
ocupar esta asamblea de espectros de Francia; las campañas de Lom-
son cosas que afectan a los reyes y bardía, donde tan mal la hubieron
a los pueblos: Quicquid delirant los franceses; la efímera invasión
Reges plectuntur Achivi; allí está de Navarra por el rey de Francia;
recién llegada del mundo de arriba la toma de Fuenterrabía ; los pol-
el alma cortesana y servil de Ba- vorosos y ciegos alborotos de las
silio Colax, apellido que suena en Comunidades castellanas; la Liga
castellano adulador de reyes. Allí Santa; la toma de Rodas por los
está también el alma de Poliprag- turcos, que envió al infierno una
món, que equivale a decir: infor- espesa y absurda lluvia de almas,
mado de muchas cosas. Caliente está señaladas las más con cruces blan-
todavía el cuerpo que dejó en la cas y las otras con tatuajes bárba-
I

CAP. XIX. —APÓSTOL DE LA PAZ Y DEL CONCILIO 161

ros; la conquista de Belgrado, que a pesar de su relativa seguridad en


es la puerta de Hungría; y la puer- la isla separada del orbe. Hizo lo
ta de Hungría, abierta a los enemi- que pudo porque entendió que, si
gos de la Cruz de Cristo, por quien bien en regiones remotas, se deba-
nunca era de esperar y de quien tía algún interés suyo en aquella
nadie se hubiera atrevido a temer, brava y casi desesperada contienda.
según un rumor recogido por el Un cálido acento como de após-
propio Polipragmón en sus corre- tol salido del Cenáculo donde reci-
rus por el mundo cristiano. Rodas, bió la manda suprema del amor
Belgrado, Hungría. ¿De cuándo acá tiene esa evangelización de la paz,
no volvieron a sonar esos nombres? predicada por nuestro Luis Vives.
Harto se ve que Polipragmón se Su voz parécese admirablemente a
esfuerza por ser imparcial, por ser otra voz que tiene el consuelo de
objetivo. Pero qué duras verdades oír ese mundo nuestro que suda
insinúa Tiresias, el que a nadie en- sangre: la voz de Pío XII, patético,
gañó jamás; insinúa más que no blanco, augusto entre humos, fra-
las dice. Y aquella tajante sentencia gores y ruinas.
finalde Minos: ¿Qué son sino pilla- —
¿Piensas que van a hacerlo así
je y latrocinio puro las guerras en- aquellos reyes mozos? —
pregunta
tre cristianos? En un verso de Ho- Minos a Tiresias.
mero, recordado por Tiresias, dícese —Acaso
sí, acaso no; pero lo que
que en la guerra de Troya andaban sí afirmo es que si no lo hicieren
empeñados, mitad por mitad, el es- vendrá tiempo, ¡ojalá no pronto!, en
túpido furor de los reyes y la furia que querrán haberlo hecho, ¡ojalá
ciega de los pueblos. no tarde!
Con acento más patético que el Cuando Luis Vives escribía esto,
Petrarca, herido en su pecho por no dormía, no, como aquel sabio an-
blandos dardos de amor, pudiera tiguo, sobre la piedra blanca, en
clamar Luis Vives, vulnerado por medio del enjambre de los sueños.
el espectáculo de tantas discordias: Con esa apelación a la unidad que
iba a traer los bienes de la paz,
I vo gridando: Pace, pace, pace! pudo parecer que Luis Vives pedía
imposibles y pájaras del aire, como
Paz con todos, paz universal es vulgarmente se dice; y, no obstan-
la que predica Luis Vives. Aün una te, la realidad, si bien tardía y pe-
cruzada contra los turcos no sabe rezosa, demostró que no eran sue-
Luis Vives si merecería la bendi- ños irrealizables lo que él preconi-
ción de Cristo; pero, sobre todo, en- zaba. Ello se vió cuarenta y cinco
carece la paz entre los príncipes años después, el 7 de octubre de
cristianos. Paz que sería muy fac- 1571, en la más alta ocasión que
tible si aquellos dos jóvenes (leed vieron los siglos pasados ni verán
Carlos V y Francisco I), contentán- los venideros, como definió Cervan-
dose con sus muy dilatados impe- tes la naumaquia de Lepante El
rios, pudieran avenirse a vivir en Turco fué atajado. Fernando de He-
sabrosa concordia. No iba a ser rrera, con bíblico aliento, pudo lan-
estorbo aquel tercero (leed Enri- zar al cielo aquel Tedeum jubiloso
que VIII), que envió socorro a la que es_su oda triunfal:
cristiana Hungría a través de tanta Cantemos al Señor, que en la llanura
interposición de tierra y de mares, venció del ancho mar al Trace fiero...
LUIS VIVES. — G
162 ENSAYO BIOBIBLIOGRÁFJCO. JUAN LUIS VIVES, VALENCIANO

Para esa misión conjugáronse las mentes débiles del momento; y ha-
armas cristianas; y las condujo un cia allá tendían como a un paraíso
hombre enviado por Dios, cuyo que cada cual se fingía y teñía con
nombre era Juan; es, a saber, el los colores de su deseo. Para salir
Joven de Austria, muerto de muer- a camino y cortar estas ilusiones
te temprana, que apenas alcanzó a escribió Luis Vives ese opúsculo, en
ver los frutos de la victoria, que el cual aún nosotros podemos en-
eran los de la Liga propugnada por contrar enseñanzas provechosas y
Vives, que tuvo razón antes de tiem- establecer curiosos y actuales para-
po. Don Juan de Austria es acaso lelismos.
el héroe más puro de la Historia — —
«Cristianos hay dice tan igno-
de España. Pareció que albergaba rantes de qué espíritu son,- que
en su pecho el alma heroica y ju- no solamente desean la matanza y
venil de Alejandro Magno. Acaso la muerte de uno que otro de sus
una vida más larga y otras victorias semejantes y no limitan su enemis-
no tan limpias hubieran ajado la tad a los enemigos, sino que con un
intacta flor de poesía que embalsa- júbilo feroz contemplarían la pavo-
ma su memoria: rosa colisión de pueblos, ciudades,
naciones y gentes, y se regocijarían
Manibus date lilia plenis. de su aniquilamiento. Otros hay
tan apasionados de novedades, que
¡Lirios, lirios a manos llenas, li- no solamente votarían por la mu-
rios y laureles encima de esta tum- danza del príncipe, sino por el Tur-
ba fresca que devoró la más hermo- co mismo, o por cualquiera otro rey
sa espiga de la juventud española desalmado e impío, ajeno de nues-
y libró a la cristiandad del prolijo tra religión, no ya por su vida y su
miedo! conducta, sino por su nombre y su
profesión. Varias son las causas de
*. * *
este ciego y criminal apasionamien-
to. Los hay que se dejan ir a esas
De este mismo año 1526 es el aberraciones, porque bajo un prín-
opúsculo henchido de sana doctrina cipe cristiano (cristiano digo de
política De conditionc vitce Chris- nombre y filiación) llevan una vida
tianorum sub Turca, a saber: Con- dura e insoportable, oprimidos o por
dición de la vida de los cristianos el rey o por los ministros a quie-
bajo el señorío del Turco. nes el rey confió los resortes del
Húbolos en aquel tiempo en quie- gobierno, o por los enemigos que
nes el odio les había metido en el el rey se concitó contra sí, no ha-
corazón tanta saña y en los ojos llándose con fuerzas para alejarlos
tanta noche, que no tenían reparo de las fronteras de sus dominios.
alguno, y así lo proclamaban, en En ello, ambos a una, el príncipe
tirarse de cabeza en simas tan hon- y los vasallos admiten un mal, no
das y en tan bravos remolinos, que liviano. El príncipe, porque no cum-
de ellos no habían de salir jamás. ple con su deber, y profesándose
No es de ahora la cortina de acero padre, se conduce como enemigo y
siempre el Este la ha tendido de- da ocasión a tales quejas razona-
lante del Oeste. Era enorme y aluci- bles; y también es de culpar el va-
nante la atracción que el Turco, el sallo cristiano, porque la desorde-
negro enigma, ejercía sobre las nada atención que presta a las co-
CAP. XIX. APÓSTOL DE LA PAZ Y DEL CONCILIO 163

sas de esta vida le aparta de la con- »¿Qué es la libertad? Yo pienso


sideración de las celestiales hasta que la más cumplida libertad con-
un punto tal que estropea su pro- siste en obedecer dócilmente a las
pia tranquilidad y la de los otros. leyes y a las autoridades legítimas
El fin a que todos nos encamina- y portarse como buenos y correc-
mos es la eterna bienaventuranza, tos ciudadanos, y con alegre pronti-
y una sola es la senda que a ella tud y diligencia dar cumplimiento
nos conduce: la religión verdadera. a lo que se mande. Esta es la li-
¿Qué importa, dada la brevedad de bertad verdadera y única, la de que-
esta jornada, el nombre del prínci- rer vivir bien y tener el alma lim-
pe durante cuyo mando la hacemos? pia de vicios y no doblarse a sus
»A1 príncipe, sea el que fuere, le tiranos desapoderados, que son las
debemos obediencia. Es doctrina del pasiones amotinadas. Esta es la au-
Apóstol: Obedeced a vuestros pasto- téntica y única servidumbre, de gui-
res y estadles sujetos; no solamen- sa que los mismos reyes no pueden
te a los cómodos y blandos, sino llamarse libres mientras sean sus
también a los zahareños y difíciles. esclavos. A los príncipes, dice el
Y quiere la doctrina apostólica no cómico, los debemos amar, si son
solamente que les obedezcamos, si- buenos; y si son malos, los hemos
no que roguemos a nuestro Padre de soportar. Vivir mal y con ajeno
Celestial que gobiernen con acierto atropello no es libertad, sino desen-
el pueblo cuya administración pre- frenada e impune soltura y liberti-
siden. Hasta los mártires, con San naje incontrolado.
Cipriano a la cabeza, dieron cum- »No faltan quienes se dicen cris-
plimiento a este mandato. tianos, no por sus prácticas religio-
»Hay personas que se fabricaron sas o por su conducta ordenada, si-
j

un concepto tan estúpido de la li- no porque nacieron en un país cris-


bertad desconocida por los romanos tiano, como se dirían romanos si en
y los griegos, que consiste en que Roma hubieran nacido. Sin religión,
cada cual haga lo que le dé la real el hombre no es hombre, sino senci-
gana y desesperando de gozarla en llamente bestia. Para volverle a su
el régimen de un príncipe cristiano, ser, primero necesitaríase un ensal-
sus amores y preferencias van al mo o, mejor, una droga, como aque-
Turco, convencidos de que éste se la lla de que disponía Circe la hechi-
otorgará más franca y holgada que cera, que restituyese al semblante y
su cristiano rey natural.» «¿Crees tú naturaleza humana a aquellos mis-
—pregunta—que libertad consis-
la mos a los que con un hechizo dife-
te en no pagar nada al erario de la rente, de hombres que eran, había
ciudad o al fisco del príncipe? ¿Entransformado en bestias.»
la abolición de toda clase de pe- Y a continuación Luis Vives evo-
chos? ¿En que no haya magistrados ca los tiempos heroicos del cristia-
simplemente o que tengan una au- nismo, que fueron cuando aún her-
toridad tan mediatizada y merma- vía la Sangre de Cristo expresión ;

da que no difieran de un ciudadano gráfica que le es muy cara y que


particular? ¿En que cada cual de- parece tomada de las epístolas pau-
linca a su antojo? ¿Dónde se vió linas :

jamás de libertad? ¿Dón-


tal linaje «Entera y firme en aquella sa-
de se oyó que la hubiera de esta zón manteníase la fe de los cristia-
suerte? nos, y por ende la religión era pura
164 EXSAYO BIOBIBLIOGRÁFICO. JUAN LUIS VIVES, VALENCIANO

e incorrupta. Para la Iglesia no ha- las más elocuentes de Luis Vives,


bía edad ni sazón mejor que la de estremecida de fervor y de unción.
vivir bajo el poder de un príncipe Para un hombre como él, de fe tan
impío, ajenado en sus creencias de segura y tan a prueba de todo ata-
lo que ella cree y hostil a cuanto que y contrariedad, fué un suceso
ella profesa. Una fe tan sólida y triste la pacificación traída por
tan profundamente arraigada no co- Constantino, que ocasionó la debili-
rría peiigro alguno de que nadie tación de la fe. «Empero ahora, en-
que la profesara, aterrorizado del flaquecida como está la fe, con esa
miedo o reblandecido del deleite o moral cobarde, con esa vida de flo-
seducido por ninguna suerte de es- jera, amanecerá, sombrío, trágico,
peranzas y ventajas, titubease un nefasto, el día en que un hombre
punto. Todo lo vencía, todo lo su- execrable sujetará algún pueblo cris-
peraba, todo lo arrollaba, todo lo ho- tiano al despotismo del Turco o de
llaba aquel su amor todopoderoso, y cualquier otro príncipe ajeno a
aumentada y afianzada en la cari- nuestra fe, de nombre y de profe-
dad arrostraba amenazas, terrores, sión, o mejor no amanecerá, sino
azotes, tormentos, suplicios, la mis- que introducirá espesas tinieblas y
ma muerte, no de otra suerte como noche profunda. Vosotros que tanto
un viejo risco marino resiste el os saboreáis, que hacéis resonar tan
asalto de las olas y las tempestades, reciamente esos magníficos voca-
por manera que parecía endurecerse blos de inmunidad, de libertad, de-
y fortalecerse más, como un tronco béis considerar que para el Turco no
o como una roca combatida por una estáis a un nivel superior al de las
paja. Así que el martirio no hizo bestias, a las que ceba para su uti-
sino ahondar más los fundamentos lidad y provecho, y que no tendréis
de nuestra fe, y aquellas arremeti- participación en las ventajas, en los
das que se le dirigían con la dañada honores, en aquellas cosas que son
intención de aflojarla y arrancarla, comunes a todos los ciudadanos,
eran como los golpes del destral en puesto que allí no vamos a estar
el tronco de la palmera, que a cada contenidos en el número de los ciu-
golpe subía un poco más arriba su dadanos, pero ni siquiera en el de
corona. Ninguna chispita de san- hombres. No nos consentirá el Trace
gre de mártir caía en el suelo de la fiero aumentar en riquezas, crecer
cual no pareciera que surgía toda en pujanza, decorarnos con honores,
una centuria de cristianos. ¡Tanta subir en dignidad. Cualquier auge
era la fecundidad de aquella sangre nuestro será sospechoso a quien
santa, que a ejemplo e imitación de nos es enemigo por su ley. enemigo
su Divino Fundador, por amor su- por su profesión, enemigo por el
vo, generosamente era derramada! odio, el suyo personal y actual y el
Y para conmover a aquellos hombres heredado y atávico. No se creerá
berroqueños o férreos, cuánta fuer- obligado para con nosotros por nin-
za no tenía ver la constancia de los guna ley, por ningún derecho, por
confesores, de guisa que la dureza ninguna alianza, por ninguna rela-
era quebrantada por una dureza ma- ción social, por ninguna humanidad,
yor al contemplar un temple, más ni aun por la misma Naturaleza, que
que humano, celestial, corroborado a todos nos es común. Muestra de
con el auxilio divino.» lo que nos pasaría bajo su dominio
Esta bellísima página es una de nos la dieron los moradores de Ro-
CAP. XIX. —APÓSTOL DE LA PAZ Y DEL CONCILIO 165

das, que, si a tiempo no se ponen !


\
bien viva. No habrá nadie de ahora
en salvo, todos a una cayeran en más ahora, que leyere este librito,
una trampa mortal que les tenía tan lleno de sanas alarmas, que allí
preparada. donde Vives dice el Turco no ponga
mundo cristiano no tuvie-
»Ojalá el mentalmente el nombre de otro
ra de ellouna tan amarga experien- pueblo, grande, hosco, siniestro, en-
cia, y eso que yo digo no fuesen vuelto en nieves y en brumas hiper-
más que conjeturas de mi pesimis- bóreas, que quizá amasa la tempes-
mo y no muy tristes y muy expe- tad detrás de un telón de acero.
rimentadas realidades. ¿Qué nación ¿Qué meditará, se pregunta Hora-

hay o qué pueblo se pregunta Luis cio, el belicoso escita de quien el

Vives que haya sufrido tanto y ha- Adria nos separa? Lo que puede
ya llegado a tales extremos de ser- meditar el escita es cosa que debe
vidumbre como lo que está pade- meditar Europa, porque casi ya no
ciendo en la actualidad aquella Gre- nos separa ni el Adriático.
cia ínclita por sus ingenios, por sus
por sus armas? ¿Qué esclavo
letras, * * *
hay más reducido a mísera esclavi-
tud que aquella Grecia gloriosa que El tratado De la concordia y de
a la sola invocación de libertad de- la discordia es la teoría de la paz
rramó tanta sangre, armó tan ague- predicada por Vives con tan dramá-
rridas huestes que no dudaron un ticos acentos en algunas de sus
punto por amor a la libertad en co- obras menores que ya hemos rese-
rrer a una muerte indudable y cer- ñado quizá con excesiva amplitud,
tísima? En tan extensa región no que no nos da ya lugar ni espacio
nace hoy día ingenio alguno con para entrar en el cuerpo de este se-
más o menos amor a la indepen- vero doctrinal de príncipes y seño-
dencia, o más o menos indócil a la res. Es una larga y elocuente sua-
esclavitud, que no piense que lo soria de cuatro libros en pro de la
primero que tiene que hacer es ex- concordia, por la cual los pequeños
patriarse de Grecia, como de una Estados crecen y cobran aumentos
mazmorra de la más inmunda de las repúblicas chicas, así sean de
las servidumbres y que no se tras- hormigas como de hombres socia-
lade a Italia o a otros pueblos, lle- bles.
vando consigo, dondequiera que Se mantiene en un tranquilo to-
vaya, un documento vivo de lo que no docente y su facundia copiosa
hay que soportar bajo el dominio discurre 'como un río sesgo entre
del Turco. márgenes anchas; a veces se encres-
»¿A cúyos oídos no llegó cuán aje- pa y arremolina, para luego volver-
no sea de toda suerte de cultura in- se a tender como en la apacibilidad
telectual el sanguinario escita? Dí- de un remanso. El tratado tiene una
ganos Grecia, que lo sabe, cuál sea soberana nuncupación; está dedica-
la .prez de que allí disfrutan las do al César Carlos, en quien se
artes y cuál su lozanía...» asienta la más grande garantía de
Me detuve tanto en este pequeño la paz, como hijo que es de la For-
y vibrante libro de Vives porque tuna. En todo el tratado late aquel
si fué actual en los días en que él Projice tela manu que Anquises di-
lo dió a luz, no deja por eso de te- rigió al otro César, el que saltado
;
;

ner también ahora una actualidad el Rubicón '


166 ENSAYO BIOBIBLIOGRÁFICO. JUAN LUIS VIVES, VALENCIANO

fu di tal voló jo, certero y fiel, no emponzoñado


ene nol seguiteria lingua ne penna (1). por la adulación ni influido por la
coacción del poder.
Tan difíciles de seguir por la len- «Hubo un tiempo -añade Vives—
gua y por la péñola fueran las ha- en que yo determiné ofrecerte un
zañas del gran Emperador a cuya tratado algo extenso acerca de esta
sombra ponía su libro Vives, que materia; ahora, empero, dado el
meditaba pensamientos de paz y no apremio de las circunstancias, te lo
de aflicción. Encarécele asimismo escribo ciñéndome a un solo aspec-
con nuevos ruegos la urgencia de to,que es el único que los hombres
convocar el Concilio sirte quo diu- de hoy requieren, desean, por el que
tius salvi esse non possumus, sin el suspiran y del cual ya casi deses-
cual no podemos por más tiempo ser peran: De la concordia del género
salvos, puesto que exigen remedio humano, en cuatro libros. Muchas
inmediato opiniones tan descamina- ideas introduje referentes a la dis-
das y torcidas, pasiones tan varias cordia, con el fin de que por el con-
y tan exasperadas, odios tan enco- traste se entendiera mejor cuánta
nados y tan negros, para cuyo tra- sea la fuerza de la concordia y cuán-
tamiento es escasa toda destreza y ta su excelencia. Fui metiendo en
toda prudencia es poca. Jamás en esos volúmenes todas las ideas que
la Iglesia se reunió Concilio que tu- a sus tiempos se me vinieron a las
viera que curar dolencias tan mor- mientes sobre tantos y tan varios
tales; por eso mismo, ningún otro como eran asuntos de mis medi-
los
de cuyo fracaso se siguiera tan pe- taciones, pues no tiene cuento ni fin
ligrosa crisis o, mejor, tan lamenta- todo cuanto puede decirse de los
ble calamidad. Si en él se da oído bienes de la concordia y de los ma-
i las pasiones; si hay aceptación de les de la discordia. En el primer vo-
personas; si consigue algo el favo- lumen discurrí de dónde y cómo na-
ritismo, el ánimo se horroriza de de- ció la concordia entre los hombres
cir y la mente se niega a creer cuán y de qué manera solapada el joyo
ancha y cuán mortífera herida se no bueno, sembrado por el enemi-
infligirá a la religión. El César Car- go cizañador, asomó y creció a par
los tendrá que demostrar agudeza de la mies fructífera; a seguida, con
de ingenio, cordura infinita, juicio cuánta rabia los hombres ejercitan
seguro y mucha actividad y suma la discordia entre sí y qué bienes
vigilancia; tendrá que ver muchas dimanan de estos orígenes y estas
cosas con sus propios ojos y oír mu- fuentes, y, finalmente, cuál sea el
chas cosas por sus propios oídos; camino por el que los hombres con-
recibir copiosas informaciones de serven entre sí la verdadera con-
personas cuya lealtad, sabiduría y cordia y paz.
experiencia tenga bien exploradas y »Parecióme bien dedicarte este
vigiladas. Muchas enseñanzas ten- ti. en cuya mano y en cu-
tratado a
drá que aprender en la lección de ya voluntad reside la parte más
aquellos libros que cumple que el grande y principal de la concordia
buen príncipe tenga leídos. Estos y de la quietud humanas. Exhorto
libros le proporcionarán un conse- a la carrera, ya lo sé, a quien a ella
va abalanzado; mas eso que escribo
(1) Dante La Commedia, par. VI, no se te dirige a ti solo, sino a todos
:

62-63 por tu medianería, así a personas


CAP. XIX. APÓSTOL DE LA PAZ Y DEL CONCILIO 167

privadas como a príncipes, para que De la pacificación, que venía a ser


acudan a tiempo a una situación en la puesta en práctica, la efectividad
que todos quedamos envueltos, tan de la concordia predicada. Dedicó
quebrantada y perdida, antes de que Vives el precioso apéndice a don
sea irreparable el hundimiento, del Alfonso Manrique, arzobispo de Se-
cual, cosa que Cristo no permita, no villa, favorecedor de los buenos in-
puedan ya sacarla por más voluntad genios. Había sido obispo de Ba-
y esfuerzo que pongan en el empe- dajoz.
ño vano. Yo pido a Cristo que siem- A los mahometanos que allí mo-
pre te inspire y lleves a ejecución raban, admitiólos a la cristiana grey,
aquellos pensamientos que han de y en memoria del señalado bene-
reportar provechos y ventajas a ti, ficio (¡mal ejemplo!, exclama Ma-
a tus reinos o, mejor, a toda la Igle- yáns) decoráronse con el apodo de
sia. En tu Brujas, al primer día Manriques. Con esta singular ha-
de julio del año del Señor 1529.» zaña acreciéronse hasta el infinito
Brugis tuis: En tu Brujas. Nótese los Manriques, que eran ya tantos
cómo Luis Vives tenía a gala de ser anteriormente que andaba de lengua
vasallo del dueño de los Países Ba- en lengua el proverbio: «Muchos
jos, que también lo era de su Espa- y pobres y mal avenidos, como los
ña, y no tenía reparo en proclamar- Manriques.» Intervino en grandes ne-
lo con ese posesivo delicado. No es- gocios.
taba ausente de España, puesto que Siendo inquisidor general, el
vivía en Brujas, bajo el mismo se- año 1527, reunió en Valladolid una
ñorío que tuviera si no se hubiese asamblea de treinta y dos teólogos
expatriado. En Brujas vivía, pero de gran fama para que emitiesen
a la sombra de un mismo cetro (1). juicio acerca de las doctrinas de
Erasmo. Dos meses duró esta re-
* * * unión y fueron tan continuas las
disputas y tan irreducibles las po-
Quedóle a Vives la mano sabrosa siciones de los erasmistas y sus im-
después de haber escrito el copioso pugnadores, que el inquisidor gene-
tratado De la concordia del linaje ral disolvió la junta, que no cuajó
humano, y aún le quedaron muchas en ningún acuerdo. No puede caber
cosas por decir, y añadióle, como duda que trató el espinoso asunto
un dije de subido valor, el tratadito al sabor del paladar de Vives, que,
en carta enviada desde Brujas el
(1) .Ein una carta dirigida a Guiller-
día onomástico de su mujer del año
mo Budeo manifiesto Vives, aparte de
1527, comunicó a Erasmo los nom-
lo que dice en la nuncupación de la
obra a,l César Carlos, ¿a intención que bres de los teólogos concurrentes.
tuvo al escribir el tratado De la con Debe sernos grato el recuerdo de
cordia. Le dice: De mi hermano y fa- ese Alfonso Manrique, por haber si-
miliar Valldaura recibirás el. libro «De do hermano del poeta de tan gran
la concord'a», escrito por mí, el vera-
nombre y universal simpatía, a sa-
no pasado, apenado como estoy por la
ber, el venustísimo poeta Jorge
miseria de e-síos tiempos; y dado que no
puedo poner remedio en tamaños ma- Manrique, autor de las imperecede-
les, por la escasez de mis fuerzas, al
ras Coplas que fizo Don Jorge Man-
menos en papeles doy testimonio de mi rique por la muerte de su padre.
ánimo. Esto es lo único que me con- Dejadme, ya que hemos tropezado
suela y me reporta algún reposo. con este nombre querido que tiene
168 EXSAYO BIOBIBLIOGRÁFICO. ¡ REJAN LUIS VIVES, VALENCIANO

un relicario en todos los pechos sen- concilios, fundaban las máximas es-
sibles,a fin de quitar desabrimien- i
peranzas y compartían los mismos
to a esta prosa árida, que rece si- i temores. No quería Luis Vives que
quiera la primera de sus estrofas: i
la pasión tuviera entrada en las de-
liberaciones de su soñado Concilio.
Recuerde el alma dormida, Y menos quería Ramón Llull que se
avive el seso y despierte sentaran en el Concilio de Viena,
contemplando del Delfinado, ninguno de los siete
cómo se pasa la vida, pecados capitales; invocaba la asis-
cómo se viene la muerte
tencia de la Caridad, expresándose
tan callando; ¡

cuán presto se va el placer; i en enérgicas y hórridas rimas cata-


cómo, después de acordado, lanas :

da dolor;
cómo, a nuestro parecer, Caritat, venits aidar
cualquiera tiempo pasado ai Concili per lo be jar
fué mejor. e a¡ Papa enamorar
e Cardenals aconsellar (1).

Poco más arriba he dicho que el


Si al Concili va ergull
arzobispo Alfonso Manrique fué fa- amb nuil hom o en ell l'acull
vorecedor de los buenos ingenios. tot hi será de mal escull,
Luis Vives nombra a algunos de no hi cal anar Ramón Llull (2)
|

ellos, paisanos o amigos suyos muy


estrechos. Con cotidianas liberalida- Este Concilio ecuménico estaba
des se granjeaba la gratitud del teó- convocado por el Papa Clemente V
logo Luis Coronel, del médico Juan para el mes de octubre de 1311.
Martín Población, de los filósofos Leyendo el tratado De pacifica-
Antonio Dávalo y Juan Castell. Su ción, no puede menos de recordar-
generoso mecenazgo extendíase a se uno de los más bellos capítulos
muchos más, «pero yo, dice Vives, de la utópica novela luliana Blan-
sólo menté a los míos cuyo recuer- querna, aquel en que el Apostólico,
do, por amor de su gran erudición como Ramón Llull denomina al Pa-
y de su intachable probidad, suelo pa, reparte el mundo entre los car-
evocar con el más dulce agrado». denales de su corte y a cada uno
Yo estoy de parecer que Luis Vi- de ellos asígnales su respectiva mi-
ves no lej'ó a su hermano de lengua sión, expresada y encarnada en ca-
vernácula, Ramón Llull, del cual no da uno de los versículos del Gloria
hay la más ligera huella en toda la in excelsis. Al cardenal que perso-
obra de Vives. Pero ¿por qué será nificaba el versículo Et in térra
que con frecuencia el pensamiento pax, denominábase el cardenal Paz
del humanista valenciano concuer- en la tierra. El cardenal inaugura
da con el del iluminado doctor ma- su ministerio de pacificación impo-
llorquín? Los acentos con que Luis
Vives pide, implora, exige el Conci- (1) Caridad, acude en ayuda del Con-
lio que llegó a reunirse, cinco años cilio,
para que acarree mucho bien
i

al Papa para enamorarle y a ios


después de su muerte, en la ciudad asiste
cardenales para aconsejarles.
de Trento, parecen reproducir los Si al Concilio va el orgullo traído
(2)
gritos patéticos con que Ramón de algún hombre, o se le da audiencia
Llull invocaba el Concilio de Viena. en él, todo se convertirá en escollo y
1

Ambos a dos, en los respectivos Ramón Llull nada tiene qué hacer allí
CAP. XX. LUIS VIVES, MORALISTA 169

niéndola en cada uno de los estados puesto que no reportó frutos inme-
de la vida cristiana y en cualquie- diatos. Y Vives dio su misión por
ra de los grados de la escala social finida. Venturosamente, como se ha
entre dos reyes cristianos enemigos dicho de algunos otros, muy pocos,
(que acaban por reconciliarse y por Vives era varón de muchas almas.
fundir en una ambas espadas hosti- La mies era mucha, acaso más aún
les y dirigirla contra los infieles, que en los días del Padre de fami-
contra el Turco, el gran ideal de lias evangélico, y Luis Vives se
Luis Vives), entre un rey y un obis- contrata para laborar en otras vi-
po, entre dos artesanos rivales, en- ñas. Ni el rey católico, ni el rey
tre marido y mujer, entre la carne cristianísimo, ni el defensor de la fe,
y el espíritu, entre el corazón y el que con sus disensiones traían e4
entendimiento. Procedimiento casi mundo perturbado, permitían que
idéntico sigue Luis Vives en su fuese una realidad aquella ventura
apostolado de pacificación, cuyo soñada que Salomón trajo a su rei-
oficio, en su máxima responsabili- no, en el que cada cual podía vivir
dad, encarna en el Sumo Pontífice. sentado a la sombra de su parral,
El Sumo Pontífice es quien, con ma- al abrigo de su higuera. Como el
yor propiedad y exactitud, refleja mísero Melibeo de Virgilio, que vió y
la persona de los Apóstoles; más sufrió las guerras civiles de Roma,
aún, la del mismo Cristo. Esto exi- aquellas despavoridas gentes tenían
gen sus riquezas, aun cuando para razón sobrada de decir:
este caso las riquezas importan po-
Nos patries fines et dulcía linquimus
co; esto, su autoridad, que cuenta
nos patriam fugimus. larva;
muchísimo más y es razón que así
sea; esto pide su soberanía. Sin un Nosotros hemos tenido que aban-
pecado gravísimo no puede deser- donar los conocidos confines de la
tar del deber estrechísimo de labo- patria y los campos que nos fueron
rar con afán por la paz y concordia dulces; nosotros hemos tenido que
de la grey que fué confiada a la vi- huir de la patria. Y el trabucamien-
gilancia y a la consoladora manse- to del mundo duró. Los ojos de Luis
dumbre de su cayado. Vives ya no vieron más que guerras
Ocho años duró esta ferviente y y sus oídos ya no oyeron más que
desairada predicación de la paz, ruidos de guerras.

CAPITULO XX

LUIS VIVES, MORALISTA


Con pluma fugaz, y sólo en la natural de este tratado es su libro
parte que afectaba a la persona de De officio marit.i, escrito cinco años
doña Catalina de Aragón, a la cual después y a los cuatro de su vida
va nuncupada la obra, hemos toca- de perfecto casado, es, a saber, en
do La formación de la mujer cris- 1528. Llegó la ocasión de volver
tiana (Institutio fcemince christia- arredro unos cuantos años y ocu-
noe), escrita en 1523. Complemento parnos más ampliamente de aquel
170 ENSAYO BIOBIBLIOGRÁFICO. JUAN LUIS VIVES, VALENCIANO

áureo tratado, al cual esperaba una i vela que se aleja, a la nube pere-
tan grande fortuna. Luego haremos grina, el sol que va a la puesta las
un breve alto en su correlativo de baña de oro melancólico. La blonda
los deberes del marido, estado en y triste añoranza sonríe con labios
el que el autor tenía alguna expe- de miel y por doquiera esparce las
riencia y autoridad suficiente y, sin violetas lánguidas, las flores azules
duda, una gran ejemplaridad. del recuerdo.
« Válame Dios, que aquí hay co-
¡ Para situar en su época, o más
sa nueva! Antes de Lutero y sus gráficamente, en su propio jugo,
gritos, antes de Erasmo y sus avi- el áureo tratado de La mujer cris-
sos, comprendió Luis Vives, el pri- tiana no estará por demás que nos
mero del mundo moderno, el inte- asomemos a aquella Valencia con-
rés del problema introducido por temporánea de Luis Vives, que él,
la instrucción femenina y el papel adondequiera que fué, se llevó con-
asignado a la mujer. El le ha con- sigo en los más entrañables amo-
sagrado uno de sus tratados más res de su alma. ¿Cómo van las mu-
importantes y cuya vasta difusión jeres? Desde luego, más descocadas
demuéstranla el número y la diver- que ahora. Su peinado es una obra
sidad de traducciones traducciones
: paciente e imponente. Con sus ca-
en español, en francés, en italiano, bellos construyen las más fantásti-
en inglés, en alemán.» Esta excla- cas bizarrías. No
había cambiado el
mación jubilosa es del fervoroso y tocado femenino desde el acre apos-
acérrimo vivista Juan Estelrich, tolado de San Vicente Ferrer, que
sagacísimo y afortunado investiga- las fustiga implacablemente. Dice
dor de cuanta edición del gran po- que con sus cabellos se fabrican
lígrafo valenciano han alumbrado campanillas y tirabuzones que el
las prensas europeas. Con sus co- santo llama graciosamente ninc,
piosos y felices hallazgos organizó ninc, y hasta cuernos, que les dan
en París, de enero a marzo de 1941, apariencia de vacas. Para elevar es-
una exposición que debió de ser el tos alcázares encima de sus cabe-
más fino y el mejor tributo conme- zas, si no tienen suficiente abun-
morativo del cuarto centenario de dancia capilar, la compran. Sabe-
su muerte. Desde el alto asiento de mos de una cabeza femenina que,
la inmortalidad, Vives, a quien Dios a manera de yelmo, lucía un capell
negó los hijos de su carne, debió de muy lindos cabellos ajenos. Tam-
de contemplar aquella patriarcal bién se embadurnan la cara. Es
multiplicación de los hijos de su muy grande el gasto en lo que ni
espíritu, nacidos unos de los otros vale ni luce; en volantes y en
en sucesión ininterrumpida. ¡Qué guantes, y en pebetes, y cazoletas,
gozo el suyo, según la promesa di- y azabaches, y vidrios, y musara-
vina, que al justo le asegura el jú- ñas, y en otras cosillas de la tien-
bilo en sus hijos: Jucundabitur in da que ni se pueden ver sin asco,
filiis. ni menear sin hedor, como había
Fué un poeta elegiaco y añora- de decir muchos años más tarde
dizo el que dijo que cualquiera el fray Luis de La perfecta casada,
tiempo pasado fué mejor, al pare- que acusa en más de un pasaje la
cer, de todos cuantos soportan el huella de Vives y se inflama en el
presente. Y es que el presente, ago- mismo celo amargo, y se encarniza
bio y el pasado se volatilizó. A la en idéntica reprobación. San Am-
CAP. XX. LUIS VIVES, MORALISTA 171

brosio de Milán se enardecía con- namente el predicador apostólico.


tra los cabellos adulterinos que las Con mayor parsimonia, pero es
mujeres de su diócesis enrojecían porque el precio era prohibitivo,
con azafrán, y en mal agüero de usan las mujeres de Valencia el
lo que les estaba por venir, les da- timiama, perfume extraído de una
ban color semejante al del fuego. muy rara corteza de Indias, y sahu-
Ni más ni menos que las mujeres man sus habitaciones con pebete,
de Valencia. Dones trobí ensafra- composición aromática que se que-
nades, dice el cáustico poeta valen- ma como el incienso y a la cual se
ciano Jaime Roig. También se de- le agregan algunas gotas de alquer-
pilan las cejas sobrado espesas y el mes, líquido intensamente oloroso.
pelo que les afea el rostro. Usan ¿Y cómo se visten esas señoras
para esa tarea meticulosa el pela- tan fragantes? Según el tiempo de

dor, que era especie de pinzas, y agora se escribía en época no muy
se aplican agua de serpientes o de apartada de esta en que ejercía
lagartos. «¡Pecado grande! — excla- San Vicente Ferrer su tonante

ma San Vicente Ferrer el que co- apostolado ver una mujer es tanto
meten esas mujeres con esas vani- como ver la descripción del mundo:
dades para embaucar a los hom- comenzando por los chapines de
bres, no a los maridos, y pregun- Valencia, los capatos de Granada,
tan: ¿Qué dice la gente de mí? las caigas de Toledo, la camisa de
También se tiñen el pelo. Utilizan Olanda, el faldellín de Turquía, la
lo que llaman alquena en valencia- basquina de Italia, el tocado mila-
no, que no es más que la alheña, nés, los cabellos de Arabia... Son
especie de acebnche cuyas raíces varias las prendas de las mujeres
pulverizadas, deshechas en agua, valencianas, cada una con su nom-
truecan el color de cabellos, cejas bre propio, y los materiales que
y uñas. Los círculos de los ojos se entran en su confección son riquí-
ennegrecen con antimonio y carbón simos. El gipó es un jubón o cha-
en polvo, y el carmín de los labios leco que cubre de los hombros has-
se refuerza con bermellón.» ta la cintura, ceñido y ajustado al
Y ¿qué olor dejan detrás de sí cuerpo. La cota es una especie de
estas damas? No hay mujer de me- bata o de sotana con manga; la
diana posición que no tenga en su gonella es una túnica o saya que
tocador una cassoleta de olors e llega hasta el suelo; las alcandoras,
olis. El perfume corriente es el vestidos de seda blanca, muy hol-
mosquet, que se componía a base gados, con anchas mangas; la justi-
de almizcle. En inventarios de bo- nina o justillo sin mangas, de uso
ticas de aquel tiempo constan: per- interior; la almexia, ropa interior
fums de rey, perfums castellans, de mucho precio. La capa y el man-
perfums de rey sotil, perfums to en que las valencianas se embo-
blancs. San Vicente, por este abuso zan, órlanse de armiño, martas y
de perfumes, vapuleaba a sus pai- otras clases de pieles peregrinas y
sanas demasiado bienolientes, pues costosas. Muchos vestidos se con-
contiene verdad sobrada la senten- feccionan con telas de oro, plata y
cia del poeta Marcial, que dice que seda, y se adornan con bordaduras,
quien bien huele, huele mal. Pénen- azabaches, perlas y otras piedras
se mosquete, algalia y otros buenos finas. A las damas que andan así,
olores, repite oportuna e inoportu- con tan ricas preseas y divisas, las
172 ENSAYO BIOBIBLIOGRÁFICO. JUAN LUIS VIVES, VALENCIANO

llaman devisades. Los retablos que que no permitiera a su mujer una


quedan de aquella época han per- ostensión tan peligrosa:
petuado y confirmado gráficamente
las demasías del lujo femenino en Faga's de clochetes belles
el vestir, que hizo precisas severas en los pits closa muralla,
leyes suntuarias. puix lo mostrar les mamelles
es mostrar les meravelles
Este lujo desmesurado trajo la
del regne de Cornualla.
disolución de costumbres sociales y
públicas que ofendió los ojos y tiñó Acaso sin estos precedentes no se
de carmín rubicundo las mejillas explicaría el lector moderno de La
de un viajero alemán, Jerónimo mujer cristiana la acrimonia que
Munzer, que se enrojeció hasta los en determinados pasajes pone Luis
cabellos ante el descoco extraordi-
Vives en la reprensión, y aquel
nario de las mujeres valencianas, celo exaltado que le equipara a un
en contraste con el hermoso y se- Tertuliano o a un San Jerónimo,
vero traje varonil, y lo hizo cons- doctores de la Iglesia, que no se
tar con palabras de condenación ex-
distinguen, ciertamente, por su
presa, y así lo dijo en su latín bár-
mansedumbre. Valencia, en aquella
baro, tan diferente del de Luis sazón, oía decir muy mal de sí. Su
Vives mala fama estaba extendida por to-
... Pulcra veste vestiuntur viri et
das las riberas mediterráneas:
longa... Mulleres ultra debitum ve-
Valenza, quella dico di Spagna, é
stite incedunt... In anteriori parte
tenuta una gentile e nobilissima
omnes sunt aperte usque ad mantil- cittá, dove, siccome piü volte io ho
las et ut quasi papillas arborum
da mercadanti Genovesi udito diré,
videre possis. Et omnes se fucant sonó bellissime e vaghe donne: le
in facie et oléis aquisque odorife- quali si le ggiadr amenté sanno in-
ris se coinquinant, quod malum vescar gli uomini che in tutta Ca-
est (1). En punto las mujeres
este talogna (sic) non é piü lasciva ed
valencianas demostraron una con- amorosa cittá (1).
tumacia singular. Al comenzar Situad esta ciudad
aquel mismo siglo, no hicieron caso
de las acres admoniciones de San En el campo deleitoso,
Vicente Ferrer, que les decía que donde con ciara corriente.
pecaban mortalmente las que se Guadalaviar hermoso,
adornaban con exceso y se descota- dejando el suelo abundoso,
ban demasiado ostendentes mamil- da tributo al mar potente
las hominibus. Y así debía de ser, sin
duda, cuando combate esta proca- sumergidla en el bellísimo azul de
cidad San Vicente Ferrer, la denun- su cielo; bañadla en aquella blan-
cia el viajero alemán y un notario dura difusa que desmaya las volun-
valenciano, Andrés Martí Pineda, tades; poned ojos vellidos como los
en unas coplas en lengua vernácu- de las hijas del Cid en rostros co-
la, que compuso para un amigo mo aquellos de quien dice Hora-
suj^o recién casado, le aconsejaba cio: Vultus nimium lubricus ad-
spici, y todo ello en el fabuloso país

(1) Itinerarium híspanicitm Hieroni-


mi MonetaHi, 1494-95. Revue Hispavi- (1) Baxdello, parte prima. Novel-
que, 1920. núm 113, pág. 30. la 42.
CAP. XX. — LUIS VIVES, MORALISTA 173

de las naranjas de oro y de los lo que el salmista llama la heren-


azahares nupciales, y comprenderéis cia del Señor, traza este cuadro
cómo, por inmediata e instantánea blando con suaves tintas soñadas
reacción de su insobornable tempe- por su frustrada ilusión paternal:
ramento ascético, nuestro Luis Vi- «El ama, no pocas veces da el
ves se dejó ir a una rigidez que pecho a la criatura de mala gana o
ahora, en muchos puntos, nos pa- con enojo; al contrario, la madre
rece extremada. A su gran amigo siempre lo hace dispuesta y ale-
Erasmo también se lo pareció y se gre, y si algo hay en su espíritu
lo dijo con la franqueza que ponía de encapotado y sombrío, queda
entre ambos la gran amistad, y no desvanecido por la sola vista del
sin una mordedura sutil de ironía: hijo. Y se goza y se ríe más cuanto
«Lo que dices me parece muy con mayor avidez ve mamar al ma-
bien, sobre todo lo referente al ma- nojuelo de sus entrañas. Y si el
trimonio... Sin embargo, si quisie- niño comenzó ya a reír y balbucir
ras moderar ese fervor, serían más muy graciosamente, en ondas de
suaves ciertas cosas. En lo del ma- alegría apacible queda la madre
trimonio te has mostrado duro con anegada...»
las mujeres; espero que serás más Paralelo al de Luis Vives es este
blando con la tuya. Y de los afei- otro cuadrito de fray Antonio de
tes, dijiste demasiado...» Guevara, que parece pedir los pin-
Pero en aquei siglo xvi no se ele- celes de un primitivo castellano
vaba solitaria la voz de reprensión para una tabla de la divina lac-
de Luis Vives, sino que se oía for- tancia :

talecida por todo un coro de voces « Qué ¡


cosa es ver a un niño,
concordes. La" formación de la mu- cuando se quiere reír, cómo cierra
jer cristiana quiere Luis Vives que, los ojitos; cuando quiere llorar,
como la formación del perfecto ora- hace pucheritos; cuando quiere an-
dor en Quintiliano y Aulo Gelio, dar, anda con pies y manos, y, so-
comience desde la cuna. Y en la bre todo, cuando comienza a ha-
propia cuna quiere que tome a su blar, en las unas palabras duda y
hija la madre cristiana: «Con ma- en las otras, muy graciosamente,
yor razón piensa la madre ser suya cecea! ¡Qué cosa es tan deleitosa
la hija si no solamente la llevó en al padre verlo y la madre consen-
su vientre y la parió, sino que tam- tirlo, cuando maman los niños, con
bién en su infancia primerísima la una mano les descubren los pechos
tuvo de continuo en sus brazos, le y con la otra mano las estiran de
dió el pecho, la crió de su sangre, los cabellos, y, sobre todo, con los
la arrulló en su regazo y recibió pies dan coces y con los ojos hacen
con íntimo halago sus primeras cocos! ¡Qué cosa es verlos cuando
sonrisas, y fué la primera que se están enojados, que no se dejan to-
alegró de oír, en su esfuerzo por mar del padre, dan de puñados a
hablar, los primeros gorjeos, y la la madre, arrojan las cosas de oro
apretó en su seno y rogó al Cielo y después amánsanse con un perro
por ella los mejores bienes...» Y de o con un palillo» (1).
una escena de lactancia materna Y con mucha mayor acritud, y
que Luis Vives no pudo ver en el
cristiano hogar que él constituyó y (1) Fray Antonio de Guevara: Li-
que a Dios plugo no bendecir con bro llamado Relox de -principes, II, 18.
174 ENSAYO BIOBIBLIOGRÁFICO. JUAN LUIS VIVES, VALENCIANO

con lenguaje mucho más colorido y didos en plomo o en estaño que re-
suelto, arremete Guevara contra la producen en miniatura el ajuar do-
anticristiana e inhumana costumbre, méstico que abundan tanto en esa
muy recibida en la sociedad aristo- Bélgica. Es éste, para la niña, un
crática de Castilla de su tiempo, de deleitoso entretenimiento, que, bur-
que no solamente las madres nega- la burlando, le enseña los nombres
ban el pecho a sus hijos, sino que y aplicación que tiene cada uno
la
les negaban su proximidad, envián- de estos imprescindibles utensilios.»
dolos a criar, y a vegetar y retozar Las letras, el arte de la lana y
en los burgos podridos, como ani- del lino deben enseñarse a la mo-
malicos monteses: zuela a una edad prudente, que Luis
«Pienso qué piensan las señoras Vives deja al buen criterio de los
que en concebir los hijos merescen, padres, y autoriza su consejo con
y en tomarlos en los brazos pecan. la pertinente evocación de muchos
No sé cómo lo diga ni sé cómo lo ejemplos sacados de la cajita de
escriba esto que quiero decir, que sándalo de su erudición clásica y
han venido ya a tanta demencia las patrística, con el contemporáneo de
señoras y mujeres, de manera que aquel cristianísimo gineceo presidi-
tener perricos en los brazos tienen do por doña Isabel la Católica, «la
por estado, y criar los hijos a sus cual quiso que sus cuatro hijas fue-
pechos tienen por afrenta. ¡Oh ma- sen diestras en hilar, coser, bordar;
dres crueles, yo no puedo pensar dos de las cuales fueron reinas de
cómo podéis con vuestros corazones Portugal; la tercera, vemos que lo
a que veáis y tengáis pájaros en las es de España y es madre del empe-
jaulas, monas en las ventanas, pe- rador Carlos, y la cuarta es mujer
rros en vuestros brazos y en las po- honestísima de Enrique VIII de In-
bres aldeas veáis a vuestros hijos glaterra». Y más ahincadamente in-
desterrados» (1). siste Luis Vives cuando trata de la
La crianza de la niña que Vives formación literaria de la mujer cris-
forma, crecida del jugo del pecho de tiana en el elogio de esas cuatro
su madre, no tolera ninguna suerte perfectas casadas, que no por tener
de coeducación: Omnis masculus avezadas sus manos a la canastilla
sexus absit. «Cuando su imaginación de Minerva, tenían las letras en des-
fresca se abra a la maravilla como dén: La edad nuestra vió aquellas
una concha bivalva al rocío marino, cuatro hijas de la reina Isabel...
edúquesela en la afición de las con- tener muy buenas letras. De todas
sejas inocentes y de las castas fa- partes me cuentan en esta tierra, no
bulillas. Y cuando sus manecitas sin grandes loores y admiración,
sientan el instinto prensil y la avi- que la reina doña Juana, mujer del
dez de jugar, y la niña no dé paz rey don Felipe y madre de ese nues-
a las manecitas, tollantur pupee!, tro emperador y rey don Carlos, ha-
no se pongan a su alcance muñecas, ber improvisado la respuesta en la-
que son como una imagen de ido- tín a los que por las ciudades y pue-
latría y que les inculcan j agran- blos adonde iba en latín le habla-
dan el natural amor de los afeites ban, según es costumbre hacer a los
y los atavíos. Merecerán mejor mi nuevos príncipes. Esto mismo pre-
aprobación aquellos trebejuelos fun- dican los ingleses de su reina doña
Catalina de España, hermana de la
(1) Idem, ibídem. reina susodicha. Y esto mismo pre-
CAP. XX. —LUIS VIVES, MORALISTA .175

dican a coro de las otras dos her- asilo venusto de las Musas. La musa
manas que en Portugal sucumbie- Calíope de este coro melodioso era
ron a un hado precoz. No hay re- aquella reina de tristes destinos a
cuerdo en memoria de hombres de quien Luis Vives, con un cariño en
que aventajasen a esas cuatro her- que se fundían la admiración a ma-
manas, mujeres ningunas en pudor dama y el amor a su patria remota,
sincero, en pureza e integridad de llamaba Catalina de España. Tomás
buen nombre, y jamás han existido y Catalina perecieron envueltos en el
reinas que atesorasen mayor favor mismo turbión: ella, para decirlo con
y mayor afecto de sus pueblos; ni una imagen shakespeariana, agos-
ningunas que fuesen más amantes tándose como un lirio, inclinando
de sus esposos, ni ningunas que les su cáliz seco; el canciller, por amor
prestasen más rendidos obsequios a Catalina y por su fidelidad a la
de obediencia; ningunas que con fe de Catalina, sintiéndose arrancar
esmero mayor conservasen su pro- bárbaramente la cabeza firme de los
pia reputación y la de los suyos, sin robustos hombros.
lejos de sombra ni mancilla; a nin- En redondo Vives niega la docen-
gunas desplació tanto la fealdad o cia en la mujer: Docere mulierem
la ligereza y, en fin, no hubo nin- non permitió. ¿Qué libros debe leer
gunas que reuniesen con exactitud la doncella? Desde luego, no los pes-
mayor todas cuantas cualidades con- tíferos libros de caballería: no las
vienen a la mujer honesta. ficciones ventosas de Esplandián, ni
Y no sin halagar su amor patrió- las espumas de Amadís, ni los hu-
tico extiende Luis Vives a unas mos oscuros y espesas nieblas de
cuantas, claras mujeres de Valencia Tirante, ni los vanos tronidos y es-
el magnífico elogio tributado a las truendos fantásticos de Tristón y
cuatro hijas de doña Isabel, en de- Lanzarote, ni los encantamientos
mostración de que las letras sabi- mintrosos que en estos libros y
das cauta y sobriamente no empe- otros como ellos falsamente se leen,
cen la honestidad de la mujer, an- como dice en el prólogo de los
tes la acompañan y decoran: Triunfos de Apiano su anónimo tra-
En mi Valencia yo veo cómo va ductor (1), en una edición valencia-
creciendo en discreción y en años na contemporánea de Luis Vives.
doña Mencía de Mendoza, hija del En su sincera indignación, ni aun
marqués de Cénete, que si no me perdona al propio Tirante el Blanco,
engaña la esperanza, será loada en valenciano, salvado del fuego en el
su día. Si las reinas, por ser reinas, donoso escrutinio hecho en la libre-
sufriesen que después de ellas se ría del ingenioso hidalgo, porque el
hiciese mención de otras mujeres cura halló en él un tesoro de con-
particulares, a este número añadie- tento y una mina de pasatiempos.
ra yo a doña Angela Mercader Za- El anatema de Vives es universal:
pata, conciudadana mía, de una in- También debieran preocuparse (las
creíble rapidez y destreza de inge- leyes y los alguaciles) de los libros
nio para todo género de letras y a pestilenciales, como son en España
la vez de una singular honestidad y Amadís, Esplandián, Florisando, Ti-
buen sentido. Y a continuación evo_-
ca Luis Vives aquel asilo del saber Triunfas de Apiano Alexandrino
(1)
antiguo, aquel honestísimo gineceo, Sofista, por Juan Jofre, impresocr de-
que era el hogar de Tomás Moro, Valencia. 1522.
176 ENSAYO BIOBIBLIOGRÁEICO. JUAN LUIS VIVES, VALENCIANO

rante, Tristón, cuyas insulseces no la que acaba de sepultar a Píramo


tienen fin y diariamente salen de y Tisbe en Diana? ¿Cómo se reco-
nuevas; Celestina, alcahueta, madre gería a pensar en Dios un rato la
de maldades, y Cárcel de Amor. En que ha gastado muchos en Garcila-
Francia, Lanzarote del Lago, París so? ¿Cómo? ¿Y honesto se llama el
y Viana, Ponto y Sidonia, Pedro de libro que enseña a decir una razón
Provenza y Magalona y Melusina, y responder a otra y a saber por qué
por fin, hada inexorable. Y en esta término se han de tratar los amo-
Flandes, Florio y Blancaflor, Leone- res? Allí se aprenden las desenvol-
la y Canamoro, Curial y Floreta, turas y las solturas y las bachille-
Píramo y Tisbe. Otras hay roman- rías, y náceles un deseo de ser ser-
zadas del latín, como las infacetísi- vidas y recuestadas, y de ahí vienen
mas Facecias del Poggio, Eurialo y a ruines y torpes imaginaciones, y
Lucrecia, el Decamerón de Boccac- déstas a los conciertos y desconcier-
cio; libros todos ellos compuestos tos con que se pierden a sí y afren-
por escritores ociosos, desocupados, tan las casas de sus padres y les dan
sin letras de humanidad, dados a desventurada vejez, y la merecen
los vicios y a las bellaquerías, en los malos padres y las infames ma-
los cuales maravillóme que se halle dres que no supieron criar sus hijas
cosa de deleite si las maldades no ki fueron para quemalles tales li-
nos contentasen tanto. Doctrina no bros en las manos (1).
hay que esperarla de unos hombres Excesivo nos parece, y lo es, sin
que jamás la vieron de sus ojos. duda, para un lector equilibrado de
Y ya que se pusieron a contar, ¿qué hoy día ese celo impetuoso y des-
placer puede hallarse en la narra- apoderado que lleva al brillante y
ción de unas aventuras que tan ne- recamado autor de La conversión
ciamente fingen y donde mienten de la Madalena a condenar al blan-
tan descaradamente? El uno, mató do y venusto Garcilaso, la mejor es-
él solo veinte hombres; el otro, ma- piga de la juventud española (como
tó treinta; el otro, traspasado con le llamó el padre Nieremberg), ese
seiscientas heridas y ya dejado por niveo cisne degollado cuyo canto
muerto, al día siguiente se incor- dulce presagiaba una temprana
pora de súbito, y, restituido a la sa- muerte; varón mercurial trocado a
lud y a sus fuerzas, en combate sin- desgana en varón marcial, muerto
gular, derriba a dos gigantes, y del de muerte purpúrea en la luminosa
trance peligroso sale cargado de oro, tierra de Provenza.
de plata, de sedas y de joyas, que El antídoto que opone Luis Vives
apenas las llevaría un galeón. ¿Qué a las lecturas de los libros pestífe-
locura no es tomar placer con estas ros es de muy dudosa eficacia. Yo
necedades...? no he oído nunca afirmar a nadie
El escritor agustiniano Malón de que le contentasen tales libros sino
Chaide amplía esta indignación y a quien jamás hubiese tocado libro
enérgica condena, que no es retóri- bueno. Yo mismo los he leído algu-
ca, aunque su lenguaje sea muy lin- na vez; ahora, que nunca hallé en
damente retoricado: ellos rastro ninguno ni de buen sen-
¿Qué ha de hacer la doncellita
que apenas sabe andar y ya trae il) Pedro Malón de Chaide: La cón
mía Diana en la faltriquera? ... ¿Có- versión de la Madalena. (Bib. de Auto-
mo dirá Pater noster en las horas ! res Españoles, XXVII, pág. 279 )
CAP. XX. —LUIS VIVES, MORALISTA 177

tido ni de buen ingenio. Pues a los cuchilladas en el vientre. Y en la


que los alaban (yo conozco algunos) misma parte de España, siendo yo
entonces los creeré, cuando los loa- muchacho, tres doncellas ahogaron
ren después de haber gustado a Sé- con una toca de lienzo a otra su
neca, o a Cicerón, o a San Jerónimo, compañera porque la sorprendieron
o las Sagradas Escrituras, y cuyas en flagrante obscenidad. No propone,
costumbres, a la vez, no sean estra- ¡qué horror!, a la imitación este fa-
gadas completamente. nático culto a la entereza física de
¡Con qué júbilo hubiera saludado la mujer tan bárbaramente practi-
Luis Vives aquella clandestina sali- cado en Cataluña. La castidad, para
da, ochenta y dos años después que Vives, hace en la mujer las veces
él escribiera estas palabras, del inge- de todas las virtudes. Nadie — dice
nioso don Quijote de la Mancha, una reclama de ella más que la castidad,
mañana, antes del día, que era uno la cual, si fuere echada de menos, es
de los calurosos del mes de julio, igual que si al hombre le faltaren to-

por la puerta falsa de un corral, al das. La mujer dice Cristóbal Acos-
campo bañada de aurora, para alan- ta Africano es como la blanca seda,
cear aquellos vestigios y limpiar y el hombre, como el grosero y bajo
el mundo de la pegajosa pesadilla! paño, que tocados con el negro cisco
Un puro y cálido acento de homi- del herrero, de necesidad en la blan-
lía tiene el capítulo que Luis Vives ca seda parescerá más y mayor cual-
dedica a la virginidad. Llama vir- quiera mancha... (1) Y con anterio-
ginidad a la integridad de la mente ridad a Vives, el famoso Arcipreste
que se extiende hasta el cuerpo; de Talavera, Alfonso Martínez de
entereza total, exenta de toda co- Toledo, había escrito: E sy los om-
rrupción y contagio. Aquí extrae lo bres, por ser varones, el vil acto
mejor de su copiosa erudición pa- luxurioso en ellos algund tanto es
trística. Aboga por ella con los ve- tolerado e aunque lo cometan, em-
hementes alegatos de San Ambrosio, pero non es asy en las mugeres que
San Jerónimo, San Agustín y nues- en la hora e vunto que tal crimen
tro doctor español San Fulgencio. cometen por todos e todas en esti-
Son vírgenes las nueve Musas; son ma de fembra mala es tenida e por
vírgenes las diez Sibilas. El sentido tal havida e en toda su vida repu-
del honor es en Luis Vives casi cal- tada; que remedio de bien usar nun-
deroniano: a secreto agravio, secre- ca jamás le ayuda como al ombre,
ta venganza. Y cuenta, para posi- que por mal que deste pecado use,
bles escarmientos, la atroz vengan- castigado dél e corregido le es teni-
za de dos hermanos catalanes eje- do a loor el enmienda e non le es
cutada en una hermana suya, como notado en el grado de la muger, que
en los días bíblicos Simeón y Leví es perpetuo, e del ombre a tiem-
vengaron con ferocidad el estupro pos (1).
de su hermana Dina. De memoria Puesto que sin Ceres y sin Baco

de nuestros padres hubo en Catalu- se enfría Venus como dijo el clási-
ña dos hermanos que, habiéndose co latino —Vives prescribe a la vir-
,

percatado que una hermana suya, a gen que él forma un régimen de sa-
quien creían virgen, estaba grávida, na austeridad. Su bebida será co-
disimulando y ahogando su acerbo
enojo hasta que hubiese parido, así (1) Tratado en loor de las mujeres...
que hubo dado a luz, la mataron a Venecia, 1592. fa\. 77.
178 ENSAYO BIOBIBLIOGRÁFICO. JUAN LUIS VIVES, VALENCIANO

mún y aquella aue la Naturaleza da Eximenis, de Gerona, quien en su


a todos indistintamente, que es el Llibre de les dones, salido de las
agua clara y pura. Si su estómago prensas de Barcelona cuando Luis
no tolerare el agua, tendrá que dár- Vives tenía sólo tres años y, para
sele un poco de cerveza o de vino, decirlo con la tierna imagen del Ne-
el suficiente para digerir el alimen- brisense, era carga muy dulce pen-
to, no para incendiar el cuerpo. Re- diente del cuello de su padre, y peso
produce, el aviso de San Pablo: muy blando en el regazo de su ma-
Bueno es no beber vino ni comer dre. También citaré este pasaje en
carne. Y añade esa cautela: No su texto vernáculo: «La doncella
piense ninguno que condeno los ideal debe ser sancta e honesta de
manjares que Dios crió para que son eos e bona en la sua ánima, qo
usásemos de ellos con nacimiento de es, que sia gran oracionera e gran
gracias, sino que lo que pretendo es dejunadora e especialment deu re-
quitar a los mancebos y a las donce- comenar si mateixa al Salvador qui
llas los incentivos del vicio carnal. fon princep e font de virtut.
¿Quién sabe si al escribir esas se- En el hermoso y vehemente capí-
veridades pensaba Luis Vives en la tulo VIII nos dice Luis Vives cómo
Valencia de su tiempo, atollada en quiere él que vaya la mujer cristia-
el vicio capital de la gula? Como na que él educa. Cómo iban, en rea-
puede rastrearse por uno de sus lidad, en su tiempo, al menos en el
Ejercicios de la lengua latina, el reino de Aragón, nos lo dice el mo-
que va bajo el título de El convite, ralista franciscano de Gerona, fray
Valencia todavía cultivaba la bue- Francisco Eximenis, según la ver-
na jera que había fustigado con sión castellana anónima de su obra,
apostólico flagelo San Vicente Fe- salida de las prensas de Valladolid
rrer, que resulta ser un auténtico y el año 1542, dos años después de la
veraz costumbrista, y pinta de ma- muerte de Vives:
no maestra a su ciudad natal entre- «...Traen los tocados cofias et ve-
gada a los placeres de la mesa cua- los ligados con unas agujas y alfi-
tro o cinco veces al día. De esos abu- leres de plata con las cabecas dora-
sos pantagruélicos antes de Panta- das y con prendedores de oro es-
gruel, proviene, según el santo pre- maltados con piedras y perlas pres-
dicador, que decía en su nativo va- ciosas y de mucha calidad..., traen
lenciano que ja a quaranta cinc vestiduras de los más presciosos pa-
anys los homens son vells els tre- ños que pueden: en tanta manera
mola la barba e les mans ; e les do- que ay muchas dellas que sin nin-
nes podrides que beuen lo vinac guna comparación están mejor ata-
que de tres passes les sentireu que viadas que no los altares en que se
els put Vale e a molts homens tam- celebra y consagra Christo. De pa-
bé. Y puesto que cité a un santo ños de oro y de sedas de grana, de
moralista valenciano, pláceme evo- carmesí, de aceytuní y de altibaxo.
car a la doncella cristiana, tal como Y otras vestiduras presciosas, pom-
Luis Vives la iba formando, de otro posas y sumptuosas de diversas ma-
moralista catalán, fray Francisco neras de cortes y hechuras... E con
esto siempre procuran que el traje
Corvacho o reprobación
del amor destas sus vestiduras sea el más lo-
mundano. Madrid, 1901, pág. 27. (Nota co que ellas puedan hallar...; a los
1 bis de la página anterior.) pechos, ancho porque les puedan
CAP. XX. LUIS VIVES, MORALISTA 179

ver gran parte del cuerpo, y en el lo más que pueden desde los pies
medio a la cintura estrecho tanto hasta la cabega, abriendo la boca
que es maravilla cómo la estrechura por ver que tanto es lo que mues-
no las quebranta y ahoga et las ha- tran los dientes y quál paresce me-
ze rebentar. Y después ponen por jor...» (1).
las orillas et cortapisas unos plie- Larga es la cita, pero sabrosa y
gues con armiños et martas que no necesaria para comprender la gene-
les sirven sino para les estorvar el rosa indignación y el acérrimo celo
andar... E dentro traen sus camis- que hincha este capítulo movidísi-
sas delicadas con las mangas muy mo de los arreos femeniles. Aquí
anchas llenas de gayas y randas de apunta a dar contra las mujeres de
mucha polideza, curiosas et prescio- Valencia Libet caPissimam mihi pa-
:

sas para mostrar su delicadez y triam reprehenderé ut quod repre-


sumptuosidad. Llevan también las hendendum est, pudefacta vitet. La
faldas muy luengas arrastrando por mujer ataviada no es discípula
así
tierra el paño et seda de que un po- de Cristo, sino «pobre esclava de
bre necesitado podría ser vestido... Plutón, el rico dios infernal». Y por
Después traen cabellos prestados en terminar: ¿queréis que nos asome-
las cabecas e por ventura son de mos a un cofre de mujer, casi de la
mugeres muertas: lo qual las auría época? El arcipreste de Talavera
de poner espanto y temor de los nos lo abrirá:
traer consigo..., se ponen unas bol- «Todas estas cosas fallaréis en los
sas sin dinero por bien parescer: et cofres de las mugeres: Horas de
hinchen los dedos de anillos dobla- Santa María, Syete Salmos, Esto-
dos muy presciosos et curiosamente rias de santos, Salterio en roman-
puestos sin alguna necesidad. Afey- ce, nin verle del ojo; pero can-
tanse la cara, alcohólanse los ojos, ciones, dezires, coplas, cartas de
alargando con pinturas y colores la enamorados e muchas otras locuras,
ceja y haziendo que paresca más su- esto sy: cuentas, corales, aljófar en-
til de lo que es. Después, aunque filado, collares de oro e de medio
los guantes fueron inventados para partido e de finas piedras acompa-
deffender las manos del frío del in- ñado, cabelleras, azerufes, rollos de
vierno, ellas los traen en el mayor cabellos para la cabega e demás aun
calor del verano, por tener las ma- azeytes de pepitas o de alfolnas,
nos más delicadas con aquellos se- mezclando symiente de niesplas pa-
billos y adobos de gran suziedad. ra ablandar las manos, almizcle, al-
Usan diversos cortes en las uñas de galia para cejas e sobacos, alambrar
las manos, procurando que tengan confacionado para los baños, para
en diversas partes diverso color... ablandar las carnes cinamono, cla-
Usan unas bordaduras para el or- vos de giroflé para en la boca. Des-
namento de sus ropas. E traen las tas e otras infinitas cosas fallarás
servillas y calcados acuchillados con sus arcas e cofres atestados...» Con-
cintas en los chapines de diversos tra estas mujeres fulmina Luis Vi-
colores..., hablan con especiales ma- ves aquel apostrofe espantable de
neras, con hablas muy polidas con Isaías contra las hijas de Sión: Por
delgada voz, con gestos y meneos cuanto las hijas de Sión se ensober-
de la cabega y boca que estudian pa-
ra más se afeminar, remirándose al (1) Carro de las donas (Valladolid,
espejo... Procuran verse al espejo I 1542), Iy II, passim.
180 EXSAYO BIOBIBLIOGRÁFICO. JUAN LUIS VIVES, VALENCIANO

becieron y anduvieron estiradas de de mano maestra por Mateo Ale-


cuello y guiñando con los ojos y mán, que suelen ser tales ministros
pompeando en su pasear, el Señor de Satanás con que mina y postra
les quitará los cabellos a cercén y las fuertes torres de las más castas
desnudará su torpeza y tendrán des- mujeres que por ellas mejorase de
honor en lugar de ornamento... con monjiles y mantos y tener en sus
todas las otras temerosas amenazas cajas otras de mermelada, no habrá
que se siguen. Menta en esta oca- traición que no intenten, fealdad
sión Luis Vives a Tertuliano, cuya que no soliciten, sangre que no sa-
huella de león líbico acusa con tan- quen, castidad que no manchen, lim-
ta frecuencia aquellas palabras so- pieza que no ensucien, ni maldad
lemnes de condenación de todas las con que no salgan... (1). Dice Luis
demasías suntuarias y del voltizo Vives que esa ralea de mujeres ca-
y liviano capricho mujeril en el ves- recía de nombre en el vocabulario
tir y en el calzar, que es una de las de los hombres. Ya lo tenía en aque-
cosas más autorizadas y graves que lla sazón pero acaso lo ignoraba o,
ha dicho la cana Antigüdad ecle- por respeto a sí mismo, afectaba ig-
siástica. Pláceme reproducir este norarlo nuestro moralista verecun-
oráculo augusto en su bárbara e do. En el año 1499 salió a luz, en
impresionante latinidad africana Medina del Campo un libro libro —
Veritati nemo prcescribere potest divino, en opinión de Cervantes, si
non spatium temporum, non patroci- encubriera más lo humano: Celesti-
nia personarum, non privilegium re- na. Con ese nombre, vivaz como las
gionum, quia Dominus noster Chri- malas hierbas, había de llamar la
stus qui manet in ceternum, verita posteridad a aquella mujer que, pa-
tem se, non consuetudinem cogno- gada por el galán con palabrao blan-
minavit; si semper Christus et prior das, solicita y empuja ala maldad...
ómnibus, ceque veritas sempiterna Es una cosa diabólica que la doncella
et antiqua res (1). Quieren decir es evitará como si fuese víbora o ás-
tas palabras imponentes: «La ver- pid... No sufra la doncella su aspec-
dad no puede prescribir ni por pro- to, basilisco es o como los cato-
que
greso del tiempo, ni por aceptación blepos de Plinio, que con sus agudí-
de personas, ni por privilegio de re- simos ojos infiltran ponzoña y ma-
giones, porque Nuestro Señor Jesu- tan no más que con la vista... Huya
cristo,que permanece eternamente, la doncella de la ociosidad. Guarte
llamóse a Sí mismo Verdad, no Mo- — había dicho un filósofo antiguo a
da. Si Cristo es de siempre y un mancebo que se paseaba solo
la guarte, que vas muy mal acompaña-

primero que todos, igualmente
Verdad es cosa antigua y no falle- do. La ociosa soledad es todavía más
cedera.» peligrosa para la doncella que instru-
La doncella que Luis Vives educa ye Luis Vives, que a Publio Siró, el
debe vivir en el apartamiento. Ese mimógrafo sentencioso tan frecuen-
apartamiento, aun a trueque de pa- tado por nuestro filósofo, le pide
recer arisco o zahareño, no debe ser prestado aquel sesudo aforismo:
violado jamás por aquellas dueñas Mulier quum sola cogitat, male cogi-
de tocas largas reverendas, pintadas
(1) Guzmán de Alfarache. Bibliote-
(1) Tertuliano: De uirginibu s ve- ca de Autores Españoles, III, parte II,
Jandis. 1, capítulo II.
CAP. XX. LUIS VIVES, MORALISTA 181

tat(La mujer, cuando piensa a so- arrebatada vehemencia, que recuer-


piensa mal). Ocupada, sin duda,
las, da al Demóstenes de las Filípicas, o
en alguna faena manual o engolfa- al Cicerón de la Catilinaria, o la 'elo-
da en alguna lectura santa estaba cuencia del Crisóstumo en los días
la Virgen María cuando el celeste del más bravo oleaje civil de la cris-
paraninfo le trajo aquella embaja- tiandad de Antioquía
da, que, según la versión de Vives, ¿Osa la mujer impura ir a la igle-
pide los pinceles humildes y las tin- sia? ¿No se horroriza de introducir
tas recatadas y los hinojos en el sue- el burdel en la asamblea sagrada de
lo de fray Angélico de Fiésole. La las vírgenes y con su descarada faz
cual se turbó toda porque una voz ensuciar los ojos santísimos y pro-
augusta, ciertamente, pero con recio fanar con su voz los oídos purísi-
sonido de varón, rompió aquel ado- mos? ¿Te atreves tú, mujer nefanda,
rable y perpetuo silencio donde ja- a nombrar a Catalina o a Inés o a
más había oído interpelación de na- Bárbara y a manchar sus sagrados
die. Para esa dulce tabla soñada, o nombres con tu boca de albañal?
para ese fresco virginal: Yo no ¿Acaso tú haces gala de alguno de

apruebo dice que se pinte a esa estos nombres y quieres siquiera
Virgen divina con vestiduras de se- por el nombre asemejarte a aquella
da o de brocado, ataviada de joyas de quien por tus costumbres eres
y de pedrería... No hay cosa que enemiga cordial? Y cuando con ese
más desdiga de ella. Yo prefiriera nombre se te llama, ¿no se te viene
verla con aquel vestido llano que a las mientes pensar cuál fué aque-
acostumbraba usar, para que con lla cuyo nombre luces prestado?
mayor viveza se ofreciese a los ojos Y cuando consideras que ella fué
de nuestra soberbia aquella su ejem- purísima, castísima, bonísima, y tú,
plar templanza y buen gusto a ma- por el contrario, impura, deshonesta,
nera de callado reproche y materia malvada, las noches y los días, ¿no
de reprensión... En ese capítulo te van las furias acosando?... ¡Oh
de su obra, la palabra de Luis tú, la más temeraria
de las muje-
Vives tiene un suave calor de as- res!, ¿osas celebrar la Natividad de
cua, y una temblorosa emoción la Virgen, tú, que mereciste no na-
confidencial. En trances como és- cer, y te atreves a mostrar tu rostro
te, crepitante ardor de Tertu-
el desvergonzado a sus ojos vergonzo-
liano o del dálmata vehemente que sos?... De veras hablo que no es
era San Jerónimo, que tanto le in- ahora tiempo de hacer donaires:
fluyeron, se resuelve en un estilo por pública ley debiera prohibirse
de láctea mansedumbre, que discu- que ninguna mujer que públicamen-
rre con apacibles ondas continuas te no fuese honesta de su persona
con el copioso estilo fluvial de Plu- se llamase María. ¿Por qué nosotros
tarco. En momentos así, llenos de a ese nombre por el cual nos pone-
unción y de gracia, se asienta en los mos en pie, por el cual doblamos la
labios de Vives la áurea persuasión rodilla, no le rendimos tanto honor
de quien los antiguos hicieron una como a algunos de los suyos los
diosa irresistible y mansa, a saber, gentiles? En Atenas, porque Harmo-
la suave Suadela, cuya boca estila dio y Aristogitón libraron a la ciu-
miel y leche dulce. dad de tiranos, fué ordenado me-
Mas a tiempos se encrespa su es- diante decreto que no fuesen im-
tilo, y su palabra se enciende en puestos esos nombres ni a ningún
182 ENSAYO BIOBIBLIOGRÁFICO. JUAN LUIS VIVES, VALENCIANO

esclavo ni a quien ejerciese una pro- ...Que ninguno pueda hablar a tu


fesión poco liberal. Pocos pasajes hija Lucilla sin que tú los oyas, ni
tendrá la oratoria sagrada de todos verla sin que tú los veas, ni ascon-
los tiempos que rebosen más since- derse sin que tú los halles, ni ha-
ra indignación, y más auténtico ce- cer concierto sin que tú lo sientas;
lo que este trozo de un moralista g agora sabes que los que mal se
laico. quieren, con la lengua se deshonran
La manera recelosa con que la y los que de corazón se aman, sólo
doncella cristiana debe salir de ca- con el corazón se hablan.
sa, según Vives, conforme en esto Al buen callar llaman Sancho, di-
con los santos padres, complacería ce Cervantes. El buen callar, dice
3- tranquilizaría aun al Celoso Ex- nuestro Luis Vives, es el más gracio-
treme fio. No debe llevar descubier- so atavío femenino. De ahí mu-
to nada de su cuerpo fuera de los chos tomaron la ocasión de decir
ojos: Prceter oculos, vice duces que jamás el secreto ha de fiarse a
(Permite la exterioridad de los la mujer, ni aun cuando fuere her-
ojos porque son los indicadores del mana, madre o esposa. Y uno de és-
camino). Y deben ser sordas a los tos fué fray Antonio de Guevara:
requiebros que acaso oigan a su ...Ni en burlas ni en veras nunca
paso. de mujeres deveis confiar cesas se-
Es increíble la facilidad con que cretas, porque a fin de que las ten-
las mujeres creen las lisonjas que gan los otros en algo, luego des-
se les dirigen: Por cuerda y sufri- cubren cualquier secreto... No per-
da que sea una mujer, solas dos co- judicando a las señoras que son
sas lio puede oír ni la abasta pa- discretas y secretas, sino hablando
ciencia para sufrir; es a saber, que comúnmente de todas, digo que tie-
la tengan por mala de su persona nen más habilidad para criar hijos
y por fea de su cara: sino que sien- que no para guardar secretos... (1).
do mala quiere que la tengan por Parece que en los días de Luis
buena y siendo fea quiere que la Vives introdújose en Flandes la in-
alaben por hermosa (1). Debe guar- vención de las mascaradas carnava-
darse la doncella de los coloquios a lescas. Así refiere su comienzo: In-
solas con varones. Ni aun en una trodújose no ha mucho una inven-
sala concurrida quiere Luis Vives ción que consiste en que hombres
que se aparten a charlar por los rin- y mujeres disfrazados (personati)
cones: ¿Qué tienen que decirse so- recorren toda la ciudad y se detie-
los que los otros no puedan oír, nen a bailar delante de las casas
puesto que vayan a hablar de cosas más dstinguidas, como son las de
honestas y limpias? Los diálogos so- los proceres o de los ricos o en las
bre cosas buenas no requieren nin- que se come o, mejor, se bebe. Y
gún sigilo. Deséase el secreto donde a esta diversión están algunos tan
se teme el testigo y es causa de co- entregados, que dicen no haber pa-
rrimiento la plática a otros comuni- satiempo más picante que andar al
cada. Esta misma cautela recomen- asalto de las casas, así, con el ros-
daba fray Antonio de Guevara en tro tapado. Ellos ven y conocen a
el Libro áureo de Marco Aurelio: todos, y ellos, a su vez, no son cono-
cidos de nadie, haciendo el mismo
(1) Fray Axtoxio de Guevara: Epís-
to as familiares. Madrid, 1595, pág. 271
7
(1) Idem, ibídem, pág. 195.
CAP. XX. LUIS VIVES, MORALISTA 183

juego que los niños pequeños que blandura, inútiles para todo y, al
toman gran placer cuando con las fin, para el mismo amor. Pues como
manos puestas sobre la cara pien- sea que arda en insaciable deseo de
san no ser vistos por los otros y gozar, gasta mucho tiempo en sos-
oyen cómo se les llama...» pechas, en lágrimas, en quejas ; con-
Sabroso es en extremo el capítulo cítase el odio de todo el mundo, y
que Luis Vives dedica a los amo- él mismo acaba por odiarse a sí
res. Harto poco tendría que decir mismo.
nuestro severo moralista de los amo- Para escarmiento evoca anécdotas
res a su doncella ideal si fueran co- de amores desastrados, sacadas de
mo los que cantaba con lira ebúr- las crónicas de España, que él ha-
nea y casi de hinojos su conterrá- bía leído. El rey don Rodrigo, por
neo Ausias March, el poeta sin car- el acceso que tuvo con la Cava, hija
ne y sin sangre, y que como Pe- del conde don Julián, fué causa de
trarca, pero aún más puro que Pe- la perdición de las Españas, que
trarca, cantó el Amor y la Muer- estaban en auge y flor, y las aban-
te. En su huerto no crecieron ja- donó a los moros, que las despeda-
más malas hierbas, ni los pensa- zasen y las pisoteasen. No has de
mientos soberanos bajaron de las dar más oídos al amador que el que
canas y altas cumbres a manchar darías a un encantador o a un he-
sus alas en el cieno. chicero. Llámate hermosa, agracia-
Fuego continuo, pero sin humo, da, discreta, bien hablada, noble, y
llevaba en su pecho, y su calor no a veces, maldita la cosa que hay en
se comunicaba fuera: ti de todo ello; pero tú oyes con
visible complacencia esas blandas y
E port al cor, sens fum, continu foc dulcísimas mentiras. ¿Añadió que
e la calor no'm surt a part de f ora. eras buena? ¿Añadió que eras ho-
nesta? Si se calló esas cualidades,
Los amores de que debe guardar- no te dijo nada. Y si se las calló,
se la doncella cristiana de Vives son ¿qué espera de ti? Dice que va a
muy otros. De las reuniones y vis- morir. ¿Y tú lo crees? Dile, boba,
tas y pláticas con los hombres na- que te muestre las sepulturas de
cen los amores cupidíneos. En me- los enamorados muertos de amor
dio de placeres, de convites, de bai- entre tantos millares de ellos. Una
les, de risas, de regocijos, tienen damisela francesa de las que acom-
asentado su reino Venus y Cupido, pañaron a España a Margarita de
el garzón de Venus. De ese amor Valois por visitar a Francisco I, rey
dice San Jerónimo, con pensamien- de Francia, prisionero de Carlos I,
tos tomados de Aristóteles,* de Sé- oyendo continuamente que los mozos
neca y de Plutarco El amor de la españoles le decían: De amores mue-
:

belleza es un olvido de la razón ro, le respondió Muérete ya de una


:

muy cercano de la locura, vicio feo vez, por ver finalmente morir a uno
y poco conveniente al alma sana; de tantos como se están muriendo.
turba el consejo, quebranta el alto Los remedios que propone a la don-
y generoso espíritu, y de los gran- cella para desamorar al amador son
des pensamientos le derriba a los verdaderamente heroicos y los auto-
más rastreros y ruines ; hócelos que- riza con un caso pasado en Barcelo-
jumbrosos, irascibles, temerarios, na Hubo en Barcelona una donce-
:

imperiosos con dureza, serviles con lla, la cual, por desamorar a su ga-
184 ENSAYO BIOBIBLIOGRÁFICO. —JUAN LUIS VIVES, VALENCIANO

lán, perdidamente enamorado, llevó intacta, con la frente pura, con la


por algún tiempo debajo de sus so- boca virgen, hasta las gradas del
bacos coles podridas. Comió además altar de Cristo.
berzas crudas, y allegándose al ga- Y para esta doncella ideal, ¿no
lán de muy más cerca, como si qui- tendrá Luis Vives un marido ideal?
siera decirle al oído algún secreto, Yo creo que luego de haber mojado
con aquella nauseabunda fetidez se su frente con el agua del bautismo
lo quitó para siempre de su lado y ungídola con el óleo de los cate-
y le puso en fuga. cúmenos, entregaría con íntimo go-
Casi con resignación admite el zo esa hija suya espiritual, prepara-
matrimonio Luis Vives para la don- da para ser casada perfecta, al ma-
cella que ha formado e instruido rido perfecto, cuya etopeya traza
tan severamente. La auténtica don- Plinio el Joven, el venusto patricio
cellez — dice— ignora la unión se- romano, que con nuestro Luis Vives
xual y no la apetece. No es ella tiene tan delicada afinidad:
quien debe buscar a su esposo es-; Se llama Minucio Aciliano. Es de
to es incumbencia de sus padres. Brixia (Brescia), de aquella parte de
¡Ah de la doncella de Góngora que nuestra Italia que todavía retiene y
no dejaba pasar un invierno sin conserva la verecundia, la frugali-
que al padre buscase un yerno! Ni dad y la aristocrática rusticidad an-
la doncella ha de dejarse ver mien- tigua. Tiene su abuela materna, Se-
tras sus padres andan en aquel gra- rrana de nombre, que vive lejos de
vísimo y delicado negocio; ayúde- aquí, en un municipio de Padua;
los ella con sus oraciones, pidiendo ya conoces tú -cómo es de morige-
a Dios que le depare un buen espo- rada aquella gente. Y con todo, Se-
so, que sea para ella como un ángel, rrana es un dechado de severidad,
guía de su vida toda. A la conquis- aun para los mismos paduanos. Tie-
ta del marido no se ha de ir con ne un rostro afable y franco, en el
galanos vestidos ni con mentidos que la sangre y la vergüenza mues-
afeites. Tomás de Trujillo, en su tran sus rubores amigables. Todo su
libro llamado Reprobación de tra- cuerpo tiene una prestancia nativa
jes..., publicado en Estella en 1563, y cierto decoro senatorial. No creo
dice: Si algunas personas, en algu- yo que esas dotes físicas deban me-
na manera pueden andar con un nospreciarse. Yo pienso que es cosa
poco de mejoría en las ropas y con obligada que un mancebo de esas
alguna ventaja en los trajes, son, a prendas sea el premio de la hones-
mi parecer, las mujeres... Mas no se tidad de una doncella.
ha de entender ser ésta ventaja y li-
cencia tan concedida a todas las mu- * * *

jeres, sino principalmente a las casa-


das. Y no a todas las casadas, sino El libro De los deberes del mari-
a aquellas que pretenden con sus do fué engendrado en Londres, en
aderezos contentar a sus maridos una fementida buhardilla, y sufrió
y con su hermosura agradarlos con una penosa gestación. Esto ya lo
intento que no las menosprecien y conté más arriba. Esta obra está de-
|
j

aborrezcan. Con esta limitación acá- dicada a don Juan de Borja, duque
1
1

so Luis Vives admitirá los afeites de Gandía, y la carta en que se la


I

discretos y la mejoría de ropas en adjudica contiene muy interesantes


!

esa su doncella ideal que ha llevado noticias de los valencianos amigos


CAP. XX. LUIS VIVES, MORALISTA 185

de Luis Vives. Dícele al duque de carta que me envió Estrany a mí


Gandía tú escribiste de tu mano y pluma:
«Es el caso que yo tenía bien El duque de Gandía, devotísimo tu-
asentado el propósito de escribir al- yo y de todos los que son semejan-
go para ti que fuese entre nosotros tes a ti; a saber: de todos aquellos
prenda de nuestra cariñosa simpa- que tú crees que me son parecidos.
tía, y para los otros, manifiesta de- De ese generoso error tuyo no es
claración de nuestra mutua benevo- éste el lugar de desengañarte. Col-
lencia, que a mí no solamente me maría todas mis ilusiones que te sa-
halaga (pues todo amor es de suyo tisficiera esta obra mía acerca de los
muy sabroso), sino que me produce Deberes del marido, como la Forma-
un limpio y sano orgullo. ción de la mujer cristiana, según
»Así es que yo me considero muy me dicen, contentó a la dama muy
obligado deudor de los que me gran- ilustre que es tu esposa.»
jearon esa honrosa y dulce amistad, Este don Juan de Borja, a quien
y con gusto confieso esta obligación dedica Vives el libro de los Deberes
mía para con Juan Andrés Estrany, del marido, es el tercer duque de
ausente en la actualidad, quien te Gandía, y su mujer es doña Juana
me presentó o pintó, no cual soy, de Aragón, quien tomaba tanto so-
desgraciadamente, sino cual su afec- laz en la lectura de Mujer cristiana,
to me fingía o su buen juicio quería ambos venturosos padres, de San
que yo fuese. Y a su vez, por cartas, Francisco de Borja.
me hizo una clara y patente apolo- No está este libro tan exclusiva-
gía de tus virtudes. Y con ese re- mente dedicado a los Deberes del
trato tuyo se avenía con peregrina marido que no toque con vehemen-
congruencia lo que aquí me contó cia de moralista político las obliga-
de ti Honorato Juan, nuestro paisa- ciones de la mujer, y que a cargo
no, mancebo nacido para escalar las de la mujer no imponga al marido
más elevadas cumbres, y si vive y una discreta vigilancia. Claro que no
persiste en el camino comenzado, se refiere a don Juan de Borja ni
va a ser algún día lumbrera de a su esposa ejemplarísima, sino a
nuestra ciudad. Honorato Juan no un marido hipotético, cuando dice:
hizo más -que aumentar con la fre- «Tú vigila con la más despierta
cuente evocación y recuerdo la esti- de las diligencias y no consientas
ma que había concebido de ti por que tu mujer sea la inventora e in-
las cartas de Estrany. Y ambos a troductora de moda alguna nueva ni
dos, allende de haber encarecido so- en su vivir ni en su vestir y que por
bre manera tus talentos y tus virtu- ella sea conocida en la ciudad.» La
des, expresaron el favor entusiasta vanidad femenina, con sus demasías
que prestaban a los doctos y estu- y ostentaciones, puede ocasionar se-
diosos todos, y hasta qué punto de- diciones y alborotos «como en tiem-
seaban merecer bien del cultivo de po de nuestros padres aconteció en
las buenas letras. La prueba mayor Barcelona, ciudad de Cataluña, en
de ello es la fundación del Colegio España, cuando las esposas de los
de Gandía, donde se enseñan con to- mercaderes, en sazón en que estaba
da su pureza y elegancia. Y hasta en su mayor florecimiento y auge
dónde llega tu buena voluntad para el comercio con Alejandría, eclipsa-
con los doctos todos podemos de- ban en lujo y suntuosidad de adere-
mostrarlo gráficamente, pues en una zos a las damas de la más empinada
186 ENSAYO BIOBIBLIOGRÁFICO. JUAN LUIS VIVES, VALENCIANO

nobleza». No sólo en Cataluña y en No pecaba ciertamente Luis Vives


Barcelona su Cap y Casal, sino tam- de sensibilidad excesiva; siempre
bién en el propio Reino de Valencia en él la razón impuso su hegemo-
y en su capitalidad, cundió este abu- nía; más que corazón tuvo cabeza.
so que Vives quiere que el marido Pues bien: el postrer capítulo de
ataje y al cual salieron enérgicamen- los Deberes del marido rebosa ternu-
te a camino las Instituciones fora- ra tanta, que llega a empañar los
les, con severas ordenanzas suntua ojos. Titúlase: De la esposa de edad
rias (1). avanzada, y con la pluma mojada
Dedicado como está un en la miel secreta de su pecho hon-
el libro a
procer valenciano, le recuerda un rado dice, entre otras muchas cosas
sucedido en Valencia que debió de dulcísimas
tener gran ejemplaridad, puesto que «Cuando tu esposa morigerada y
Vives lo relata como antiguo, pero buena hubiere llegado a la anciani-
que aún en su mocedad se publicaba dad, haz con ella lo que acostum-
de lengua en lengua: «Hubo anti- bramos hacer con todo servicio fiel
guamente en Valencia un noble, Ca- y diligente... No es una jornalera
rrog de apellido, si no me equivoco, con un salario convenido, sino igual
que estaba casado con una mujer a ti, compañera dada por Dios, uni-
casta en verdad, pero no muy favo- da a ti por el amor y en una comu-
recida por la fama...» Localiza Vi- nidad de vida tal que aventaja a
ves el sitio con el tenaz recuerdo vi- cualquier otro linaje de sociedad hu-
sual que de su Valencia conserva- mana. Fuera de que también es ra-
ba: «En aquella bajada al río, en el zón que ella, que subordinó por tan
hipódromo, entre el Real y el mo- largo tiempo sus afectos al marido,
nasterio de la Santísima Trinidad.» ya no sea subordinada suya, sino
Esta donosa anécdota local se lee en igual... Ya no hay motivo porque el
el capítulo VIII (De la reprensión marido ejerza mando sobre su espo-
y el castigo), y tiene un muy gusto- sa y se empeñe celosamente en con-
so sabor local intercalado en aque- servar su autoridad que ya no pue-
lla su opulenta erudición de cosas de mermarse. Por esto el Señor
griegas y romanas. manda a Abrahán que obedezca a
Sara, ya anciana, que ya no es es-
(1) La dona que's casará no porte posa, quiero decir que ya no es car-
en son matrimoni més de quatre co- ne, sino que está como promovida a
frens de roba y joyes en le$ quals hi la condición de espíritu... Admítela
puga haver un cubertor y cortines de de cada día más en tus consejos;
tafetá, con no ,sien obrades y no porte
comienza a equipararla contigo y
langols... ab vetes d'or o de seda; sino
tots blanchs y comises totes blanq ies y
consúltala en los negocios pequeños
planes... Y en les esposalles y noces
ningú done a sa esposada o novia anells
o altres joyes que valguen més de cineh. que valguen mes de vint y cinch sous,
cents sous... ni tapins, sino cuberts d'oripell sense
Ningú porte draps d'or ni d'argent flocadura, ni saltiri (Libro de Horas)
o altres de certa manera en certs forros que valga mes de cinchcents sous y no
de pelis; ni porten les dones mes de porten roba que rossegue per térra.
tres palms de falda ni'n facen los sas- (Institutións deis Furs y Priviiegis del
tres, ni's posin pedrés de certa manera, Regne de Valencia. En Valencia. En
ni's facen ni's compren veis que val- la estampa de Pedro de Guete, 1580.
guen mes de xixanta sous, ni capells páginas 216-17.)
CAP. XX. — LUIS VIVES, MORALISTA 187

y también en los grandes; invístela su buena voluntad y agradecidos


de consideración y de autoridad, sus servicios, y ya desde aquel mo-
porque tus hijos, si los tienes, y la mento, en vida aún, saboree el fru-
restante familia sigan tu ejemplo. to de su bondad, que tendrá su com-
»Id haciendo poco a poco que des- plemento mayor y más verdadero
aparezca la distinción del sexo y em- al término de esta vida, en la bien-
pezad ya desde acá abajo a iniciaros aventuranza que no tendrá fin...
en aquella vida del cielo en que no » Puesto que vas a faltarle tú, el

hay sexo, según nos enseñó el Hijo pilar de la casa, y queda ella, me-
de Dios: «No toman esposa, no to- drosa e inválida, destituida de ti,
man marido, sino que se conducen que eras su sostén único, déjale a
como los ángeles de Dios», espíritus manera de consuelo de su viudez al-
puros e incorruptibles, entre los cua- gunos bienes con que pueda susten-
les nadie nace, nadie fenece, por tarse honestamente, porque no pa-
manera que sea necesario el connu- rezca que aquel amargo y funesto
bio para reparación del linaje huma- día que te arrebató de sus brazos
no. Este amor no se funda en ningu- introdujo en su casa vacía todos los
na cosa caduca ni sujeta a la muer- males...
te... Aunque retirado de los ojos, re- »Sea la mujer como sea, de nin-
catado, sepultado y llorado, este guna manera conviene dejarla po-
amor sobrevivirá y tendrá vigencia bre y menesterosa, conforme lo con-
y bríos y será dulcísimo el recuerdo sintieren tus posibilidades... Mayor
de tal esposa, y toda su memoria se- peligro corre su fragilidad del lado
rá como un perfume oloroso prepa- de la pobreza que del lado de la
rado por un perfumista. Por ello, riqueza. Mas puesto que el moribun-
los hijos comunes serán amados; do se despide para otros parajes
por ello mismo, porque son hijos tu- más risueños que los de este bajo
yos y porque fueron engendrados suelo, no tome para sí, que ya es-
por tal mujer, y los compadecerás tá muerto, el cuidado de lo que de-
por haber quedado huérfanos de la jare; encomiéndelo a aquellos que
dulzura de tal madre; y a los hijos lo tendrán bajo su vigilancia. Y no
de ella, si los hubiere de otro ma- quiera tampoco que su viuda tenga
rido, tú los tendrás por tuyos, como de tal manera clavado en su memo-
nacidos de aquella que fué una cosa ria el recuerdo de su marido, que la
contigo por el Sacramento del ma- mande perseverar en la viudez ba-
trimonio y por la ley del amor... jo su nombre, con muy grande inco-
»Si fueres tú quien en esta jorna- modidad de ella, a veces, y con muy
da de la mortalidad la antecedieres, agudo peligro de su virtud; déjela
dejarás bien testimoniado y profun- a su propia determinación y que sea
damente impreso, así en la memo- ella misma quien elija, de su propio
ria de los otros como en la de ella, consejo y del de sus deudos, según
no tan sólo el amor que le profesas, las circunstancias lo requirieren, lo
sino también tu juicio acerca de más conveniente a su honradez y
ella, dándole gracias muy rendidas a la tranquilidad de su conciencia.»
por la abnegación, por la fidelidad, Así, con esta cordura, con esta
por la piedad con que se compasó ternura y con esta unción, termina
contigo, porque todos entiendan el precioso libro dedicado al padre
cuán buena esposa fué para ti y de San Francisco de Borja.
ella sienta que fué por ti aprobada
* * *
1SS ENSAYO BIOBIBLIOGRÁFICO. JUAN LUIS VIVES, VALENCIANO

También al ciclo de las obras mo- espíritu de la sabiduría. Todos los


rales de Luis Vives pertenece el li- bienes me
vinieron juntamente con
bro Introducción a la sabiduría, es- ella, y en sus manos me trajo una
crito con alguna antelación, en 1524. riqueza incalculable. Sin engaño la
Para introducirlos en ese templo de aprendí y sin avaricia la comunico y
la doctrina, siempre antigua y siem- a nadie escondo sus riquezas (1). «La
pre nueva, que Lucrecio calificó de Introducción a la sabiduría —
dice
sereno, toma ese nuevo pedagogo Juan mentado más arriba,
Estelrich,
en Cristo a los niños de la mano. honoris causa nomino —es , an
Xo es indiferente la edad para quien breviario de moral y de vida prác-
debe recorrer tan larga jornada. tica, en el cual el estoicismo y
Dice el sabio Salomón: Qui de luce el cristianismo andan sólidamente
vigilaverit ad Mam, non laborabit: mezclados y conciliados, escrito con
assidentem enim Mam foribus suis una suerte de jubiloso optimismo
inveniet (Quien de temprano la bus- en ocasión en que el autor se pre-
care no tendrá que fatigarse; sen- paraba para contraer matrimonio.»
tada la hallará a las propias puertas «El deleite hace las obras», decía
de su casa). fray Luis de Granada.
Para esos niños madrugadores y Esta es su sentencia inicial:
exploradores precoces que salen a «La verdadera sabiduría consiste
la hora fresca compuso Luis Vives en juzgar de las cosas con sano cri-
su Introducción. Empieza como un terio, conceptuando que cada una
tratadito de aquellos que consiguie- de ellas es tal cual es; no siguiendo
ron tanta boga, que aun el propio lo vil como precioso ni rechazando
Erasmo creyó que debía escribir lo precioso como vil; no vituperan-
uno bajo el título De civilitate mo- do lo que es loable, ni loando lo
rum puerilium; empieza como un QU3 merece vituperio.»
simple tratado de urbanidad, como En un breve ramillete reuniremos
una suerte de Galateo, de Gracián algunos inmortales apotegmas:
Dantisco, y llega a las más sobera- «Gran maestro del error es el pue-
nas cumbres de la Teología. Empie- blo.»
za en una amiga (como llamaban en «Acostúmbrese cada cual ya des-
el Siglo de Oro a la escuela de pár- de su niñez a formarse verdadera-
vulos) y termina ante el acatamien- opiniones de las cosas, que crecerán
to del Rey inmortal e invisible de con los años.»
los siglos, de Dios solo sapientísimo, «Toda la restante vida depende de
a quien se debe honor y gloria. A la crianza que se diere al niño.»
un cabo de este curso completo de «Las riquezas, las posesiones, los
auténtica sabiduría está el Conocer- vestidos aparéjanse no más que pa-
se a sí mismo, y al otro cabo está ra el uso, y no lo facilita la opulen-
Conocer a Dios. Non plus ultra! Los cia, sino que lo ahoga, como al na
exploradores mañaneros ya no pue- vio la carga demasiada.»
den pasar más allá. El curso está «La policía en el vestir, ¿qué otra
acabado una vez que se exploraron cosa es sino un instrumento del vi-
estos dos confines. cio?»
Luis Vives, al poner manos a la «Al vestido útil lo excogitó la ne-
obra, con el sabio pudo decir: La
deseé y me fué dada la cordura. In-
voqué al Señor, y vino sobre mí el (1) Sap., VII, 7. 11, 13
CAP. XXI. PEDAGOGO DE EUROPA 189

cesidad; al precioso, el lujo; al ele- dignidades cuando se confieren a in-


gante, la vanidad.» dividuos que no tienen pizca de dig-
«La nobleza, ¿qué otra cosa es nidad? Y mucho menos si son soli-
sino la casualidad de una cuna afor- citadas con amaños, con sobornos,
tunada y una opinión introducida con cualesquiera malas-artes?»
por la estupidez del pueblo? Hartas «La hermosura física, ¿de qué
veces se la granjeó con rapiñas.» sirve si el ánimo es feo? Es, como
«El poder, ¿qué otra cosa es sino dijo el sabio griego, un huésped de-
una molestia vistosa? Si se supiera forme en una casa linda.»
el sinnúmero de preocupaciones y «El deleite corporal, como el cuer-
ansiedades que comporta y qué po mismo, es vil, es bestial, y con
piélago de males es, no habría nadie más frecuencia y más vehemencia
tan ambicioso que no huyese de él y mayor duración gózanlo las bes-
como de una miseria insufrible.» tias que los hombres.»
«Y la gloria, ¿acaso es otra cosa, Baste ya. Con este manjar de fuer-
como dijo el antiguo, sino un vano tes, con esta medula de león, man-
tumor y rumor de las orejas?» tiene Luis Vives a la mocedad que
«¿Quién osará dar el nombre de él adoctrina.

CAPITULO XXI

PEDAGOGO DE EUROPA
Hartas veces, quien está llama- puesto que había destruido, tenía
do a construir, tiene que comen- que empezar a construir.
zar por destruir. Dios dijo a un pro- Se ha dicho con felicísima expre-
feta antiguo: Hoy te di poder sobre sión que Luis Vives, como pedago-
pueblos y reinos, de arrancar, arrui- go, es el segundo Quintiliano. Voy
nar, asolar, de levantar, edificar y a decir brevemente quién fué el
plantar. Con descuajar empezó Luis primero fué Marco Fabio Quintilia-
:

Vives su tarea ingente de construir no, español, celtíbero de Calahorra,


un nuevo sistema pedagógico. Su a quien Marco Valerio Marcial, es-
primera arremetida, estoy por de- pañol españolísimo y casi insolente
cir, su primera salida de Don Quijo- en su orgullo de serlo (acaso fué él
te, si no pudiera tener una interpre- cronológicamente el primero que
tación peyorativa, que está muy le- sintió que ser español es una cosa
jos de mi intención, porque quijo- muy seria), español he dicho, y cel-
tesca en verdad parecía la tenta- tíbero de Calatayud, denominó mo-
tiva, fué contra los falsos dialécticos derador de la vaga juventud y prez
de París que anochecían la ciencia y decoro de la toga romana.
con tinieblas cimerianas. Las inci- La cualidad que más resplandece
dencias de esta primera y definitiva en este retórico es su honestidad,
salida (Don Quijote tuvo que salir su insobornable honestidad. Tuvo
tres veces) las conocemos anotadas cátedra abierta de oratoria. No ven-
por la propia pluma de Vives. Y dió en ella humos vanos, como Sé-
190 EXSAYO BIOBIBLIOGRÁFICO. JUAN LUIS VIVES, VALENCIANO

ñeca el Retórico, ni como el cordo- Este respeto inspira su pedagogía,


bés Porcio Latrón vendió color vio- que ya es casi cristiana:
lento, color español, en suma. La «Nacido el hijo, conciba el padre
desempeñó por espacio de veinte las mejores esperanzas de él, pues
años, con la santidad de un sacerdo- así pondrá mayor esmero en su
cio. Y tan buena memoria dejó de formación desde el principio... En
sus enseñanzas y de sí, que los que los niños asoman esperanzas de mu-
habían oído aquellas lecciones solici- chísimas cosas, las cuales si se apa-
taban de él con cotidiana porfía que garon con la edad, colígese que lo
las publicase, dándoles la perenni- que les faltó fué el cuidado, no el
dad de las cosas escritas. Al fin, tras ingenio... Ante todas cosas, no sea
aquel ejemplarísimo magisterio vi- viciosa la conversación de las ayas.
cenal, pudo Quintiliano reposarse en En ellas debe exigirse, sobre todo,
el ocio sedante y ornado que consa- las buenas costumbres y de que ha-
gró a esta tarea sabrosa, junto a su blen bien, pues ellas serán las pri-
mujer joven, superior 'a toda ala- meras a quienes oirán los niños. Por
banza: omnem laudem supergressa, naturaleza somos retentores tenací-
y a dos tiernos hijos, que eran sus simos de aquellas cosas que en la in-
dos ojos. fancia aprendimos, como ]as vasi-
A este suave puerto de reposo jas nuevas conservan el olor del pri-
llegó Quintiliano a través de lances mer licor que recibieron y no fácil-
muy varios. Tuvo fortuna; pero su mente se destiñe el color primero de
fortuna fué la fortuna con seso. Hu- las lanas. Y cuando estos resabios
bo de atravesar aquella peligrosa son peores, con tanta más pertina-
zona de inestabilidad política que cia se nos aferran. Lo bueno, fácil
en sólo quince años gastó a doce em- es que se convierta en peor; pero el
peradores. Hubo de contener aquel vicio, ¿cuándo se mudará en virtud?»
contagio que, autorizado con el gran De tan lejos arranca Quintiliano
nombre de Séneca, amenazaba con la formación del orador perfecto,
cubrir las letras romanas de un in- quien no podrá ser tal si no fuere
menso tumor vicioso. De donde vi- igualmente vir bonus, hombre bue-
no la plaga, vino el remedio. Espa- no: «por donde no sólo quiero que
ña fué la nueva lanza de Aquiles, en el decir sea aventajado, sino en
que en la herida que abría ponía todas las prendas del alma; porque
salud. Lo que Córdoba inficionó, Ca- nunca concederé que eso de vivir
lahorra lo sanó. bien y honestamente se ha de dejar
La misma probidad que puso para los filósofos; como sea cosa
Quintiliano en sus enseñanzas ora- cierta que el hombre verdaderamen-
les, púsola también al darles la re- te político, acomodado para el go-
dacción definitiva ; y aún más re- bierno público y particular, capaz
catada si se quiere, más reservada y de gobernar con sus consejos las
más púdica. En su hogar tranquilo, ciudades, fundarlas con leyes y en-
morada de la paz estudiosa, crecían mendarlas con los juicios, no es otro
sus dos hijos. La reverencia debida que el orador».
a estos dos niños pone en su obra Un destino así de glorioso soñaba
contención y mesura. Harto se adi- sin duda Quintiliano para los hijos
vina que Quintiliano escribe su de tantas esperanzas que crecían a
obra pensando en estos dos mano- su lado, y con el pensamiento en
juelos de sus entrañas. ellos daba forma a sus Instituciones
CAP. XXI. PEDAGOGO DE EUROPA 191

oratorias, cuando le salteó un amar- en él tales muestras de ingenio, de


guísimo duelo que estuvo a punto bondad, de amor a su padre, de afa-
de truncarlas en su precisa mitad. bilidad y cortesanía ahidalgada, que
El curso apacible de sus enseñan- de semejantes ingenios se puede
zas se interrumpe en el proemio con certidumbre pronosticar una
del libro sexto para dar lugar a una muerte temprana, pues la repetida
explosión de llanto irrefrenado. El experiencia nos enseña cada día
reposado tono didáctico se trueca en que unos frutos tan anticipados ja-
sollozante y patético: más llegan a madurez... ¡Ay vanas
«...Día y noche me apresuraba a esperanzas mías, que tan cruelmen-
concluir esta obra mía, temeroso de te me habéis engañado!... Será una
que una muerte, que no puedo espe- recomendación de mi obra perse-
rar lejana, la frustrara, cuando la verar en ella sin interés ninguno
Fortuna de tal manera me anonadó personal y con sólo el designio de
y tan recia y súbitamente, que de que sea útil a los demás, pues tal es
hoy más el fruto de mi trabajo a mi desgracia, que nada pueda hacer
nadie pertenece menos que a mí. ya si no es para los otros. Todo lo
Porque experimentando segunda que me pertenece: mi fortuna, mi
vez el duro golpe de la orfandad, me patrimonio, este libro mismo, todo,
vi privado del hijo que me quedaba, pasará a manos ajenas.»
de quien no solamente había conce- Tal era el pedagogo; tal fué el
bido las mayores esperanzas, sino padre; tal fué Marco Fabio Quinti-
que él era la única de mi vejez. ¿Y liano, el romano de Calahorra. Es el
ahora qué haré? ¿Qué uso daré a más clásico de todos los escritores
mi actividad que los dioses no ben- hispanolatinos. En aquella Roma po-
dicen?» blada vde españoles, entre las rique-
Mientras Quintiliano componía el zas de Séneca y la pobreza mu-
libro (perdido hasta hoy) De las cau- grienta de Marcial, Quintiliano sabe
sas de la corrupción de la elocuen- conservar' el Ne quid nimis, el justo
cia, murió, a los cinco años, su hi- medio, el decoro personal, la ele-
jo menor; y a punto estuvo de lan- gancia impoluta de su toga.
zar al fuego de la pira que en el Y ahora que conocéis quién fué el
cadáver de su hijo consumía sus grave profesor romano, árbitro del
propias entrañas aquel parto de su buen gusto en la Roma de la Edad
trabajo y de su ingenio. Pero antes, de Plata, con quién se le compara
este funeral había sido precedido y cuyas obras, a par de las de Sé-
por la muerte de su mujer óptima, neca, director espiritual de Lucilio,
que todavía no había cumplido los gustaba Luis Vives de frecuentar y
diecinueve años; que en aquella de pedirles prestadas enseñanzas,
edad casi pueril más vulneró su pe- entremos ya en su imponente obra
cho de padre que de esposo. Pero pedagógica, que es una verdadera
todavía le quedaba su Quintiliano. enciclopedia. Situado en una encru-
«No eran solamente flores las que cijada de los tiempos, entre un si-
su ingenio manifestaba, sino que ya glo que moría y otro que renacía, a
mostraba el próximo fruto cierto. una hora dudosa, entre el canto del
Juro por mi desgracia, por el do- ruiseñor y el de la alondra, Luis Vi-
loroso testimonio de mi conciencia, ves, en su obra, reunió y concilio lo
por aquellos manes suyos, divinida- que se iba a hundir y lo que estaba
des de mi dolor, que descubría yo a punto de emerger; vertió vino
192 ENSAYO BIOBIBLIOGRÁFICO. JUAN LUIS VIVES, VALENCIANO

añejo en odres recientes y fué como i la magnífica osadía de los hijos de


el padre de familias evangélico, que |
Luso, sus progenitores, que, salidos
de su alacena saca lo nuevo y lo vie- de Lusitania, se aventuraron a ma-
jo. Para él pudo ser dicho lo de la res nunca de antes navegados, a ex-
esposa del Cantar de cantares: Los plorar tierras vírgenes, a escudri-
frutos nuevos y los añejos guardé, ñar en el cielo lumbres nuevas y
amado mío, para ti.
I

desconocidas. Primeramente ocupa-


Esta obra, que le debía granjear ron las orillas del mar de Atlante,
eterno renombre y constituirle pa- luego de haber echado de allá a los
dre y fundador de la moderna Peda- i hijos de Agar. Lanzándose más
gogía, fué puesta por Vives al am- adentro, penetraron más allá del ca-
paro y a la sombra de Juan III, mino del Sol, adentrándose en el
I

rey de Portugal y los Algarbes, en mundo que nos es frontero, luego


una magnífica carta nuncupatoria, de haber medido con sus remos y
con alteza de palabras y soberanía recorrido en alas de sus velas el
mar Meridional, que está bajo de
I

de pensamiento: ¡

«Las claras hazañas de los mayo- Etiopía. De aquí en las costas del
res, al mismo tiempo que a los su- mar Rojo y en las propias fauces
cesores acarrean
nobleza e hidal- del seno pérsico se construyeron
guía, les imponen la gravísima obli- fortalezas, y pasando sobre las puer-
gación de no hacerse indignos de tas del río Indico, en aquel ferací-
ellas. Parecen no ser otra cosa sino simo asiento de la amenidad que es
una especie de semilla generosa, co- la orilla de la India toda, buscaron
nocida a fin de que todos, con co- y plantaron su derecho y señorío.
nocimiento de causa, sepan lo que .Mostráronnos los caminos del cielo
pueden prometerse y esperaryy aun y del piélago, cuya existencia la pa-
exigírselo, por derecho propio; se- labra humana no publicó antes ja-
lección ésta que vemos que en la más, y descubrieron pueblos y nacio-
cría de reses y plantas practican nes, prodigiosos no sólo por sus cos-
pastores y labradores, poniendo en tumbres y su barbarie, sino también
ovejas y árboles una ciei 'a señal de por aquellas riquezas de cuya sed
distinción y aristocracia, expresión tanto adolece la humana codicia.
de la confianza que ponen en que En una palabra: manifestóse al li-
lo que de ellos saldrá poseerá por naje humano todo su mundo, tan
encima de los de su especie una ma-maravilloso y tan grande, que las
yor excelencia y virtud. A fe mía, peregrinaciones de aquellos héroes
cuando pongo los ojos en los pre- antiguos que la pregonera fama ele-
claros hechos de tus ascendientes, va hasta el cielo, aun para el más
confiados y depositados en ti solo,ignorante, son incomparables con
veo que te será menester juicio estotras por lo fantástico de las jor-
grande y perspicaz, desvelo muy di-nadas, por la aspereza de los cami-
ligente y cuidado asiduo, no sola- nos, por el descubrimiento de ma-
mente para sostener su peso, sino ravillas inauditas, hazañas todas és-
j

que según lo requieren arreo e im- tas superadas por la evangelización


periosamente las muestras de tu a lo largo y a lo ancho de todo el
virtud, por transmitirlas a tu pos-orbe, con tanta gloria del nombre
teridad más acrecidas y más bri- cristiano y con tanto provecho de
llantes.» aquellos a quienes esta lusíada evan-
Y a seguida, Luis Vives enaltece gélica sojuzgó, haciéndolos de me-
CAP. XXI. PEDAGOGO DE EUROPA 193

jor condición por ser vencidos de los diligencia, con industria, con man-
portugueses, que los portugueses sedumbre, con magnanimidad, con
que fueron sus vencedores. magnificencia, con constancia, con
Y encarándose con el rey don fidelidad, a fin de que así como nos-
Juan le dice: otros te incitamos a que emules la
—A vosotros, ¿qué pro os repor- virtud de tus progenitores, la poste-
taron todas estas fabulosas conquis- ridad que tendrá sus raíces en ti se
tas, así en buscarlas como en con- anime y se exhorte a tu imitación.
servarlas, sino afanes, trabajos y di- Ese futuro glorioso que entrevemos,
ficultades? Magnífico dechado a fundadamente esperárnoslo por algu-
imitar propusisteis a los restantes nos de los actos tuyos que aun en
príncipes cristianos. Estas son las esa flor de tu edad ya fueron como
armas que se han de empuñar; vic- un experimento y ensayo de ti mis-
torias como éstas deben buscarse, mo, así de las dotes que deben re-
en las que los vencedores vencen lumbrar en un príncipe, como de
para sí y para Dios, y los vencidos incorrupta e insobornable justicia,
no cesan de bendecir su vencimien- y aun, si es menester, de justicia se-
to, puesto que las ventajas de triun- vera e inflexible. Con esa conducta
fo tan copioso revierten a ellos. Gue- conseguiste no ya lo que en otros
rreábase en aquella Asia misteriosa lugares suele hacerse, a saber: que
o en aquella Africa tostada no por las leyes y derechos se subordinen
la posesión de un campichuelo cual- a los hombres, sino que los hombres
quiera, no por una ciudad pequeñi- obedezcan y sirvan a las leyes y a
ta, con gran aparato bélico y masas la equidad, lo cual les dará la liber-
de choque formidables, sino por tad máxima.»
provincias extensas y reinos dilata- Pondera luego Luis Vives la pen-
dísimos; de suerte que la más gran- diente del temperamento del rey
de porción del orbe era el premio don Juan, salva de todo narcisis-
de la fortuna guerrera. Gratulacio- mo: Ne tu Ubi admodum placeas
nes infinitas han merecido tus ma- (Que no te complazcas contigo mis-
yores, que, partidos de pequeños mo en demasía), y que constituye
consumaron tan felizmen-
principios, una prenda y garantía ante todos los
te tamañas empresas, galardón de suyos, por lo cual a su debido tiem-
tantos sudores y de tan sostenidos po le exigirán, cual si las adeuda-
heroísmos. ra, obras honrosas. Su afán de me-
»A ti, que empiezas a poner los cenazgo demuéstralo el favor que
pies en esa carrera anchurosa, no dispensa a los literatos y a las le-
tanto se te ha de felicitar como se tras, a la ciencia y al cultivo del
te ha de exhortar a recorrer con pa- ingenio. No es horra ni anda con
so ágil el espacio que resta y que las manos vacías esa real benevo-
mientras corrieres a esas gestas her- lencia, como acostumbra demostrar-
mosísimas, asientes y afirmes tu se en la mayor parte de los prínci-
planta en las mismas pisadas de pes que piensan haber cumplido a
aquellos de quienes tienes un ejem- satisfacción, si alaban al autor o le
plo dentro de las propias paredes manifiestan los votos que hacen por
de tu casa. Tienes obligación extre- su éxito. El rey de Portugal añade
chísima de' conservar lo que recibis- la benignidad y aun, según son sus
te con las mismas artes con que posibilidades materiales, la magnifi-
ellos te lo depararon; a saber: con cencia. Testifícanlo París y otras

LUIS VIVES. T 7
194 ENSAYO BIOBIBLIOGRÁFICO. JUAN LUIS VIVES, VALENCIANO

academias donde tantas huestes es- \


riquísimo de tu liberalidad. ¿A quie-
colares son mantenidas de sus mag- nes oirás que con mayor honradez te
niñeas manos
j

; favorece a los que |


asesoren o cúyos consejos utilizarás
le son semejantes y sirve su propio más meditados y más leales que los
interés, pues sus favorecidos van a de aquellos que gracias a tu protec-
serle de harto provecho. «Por las ción salieron tales que merecida-
más poderosas razones, se dice en mente te pudieron ilustrar en nego-
España que jamás hubo padre de cio de la mayor trascendencia? Es-
familia más sesudo que el rey don ta gran voluntad tuya, soberana y
Manuel, tu padre, que no quiso que singular para con las buenas letras
ninguno de su casa careciese de ofi- y sus cultivadores, me indujo a que
cio, ni consintió que ninguno de sus sin vacilación te dedicase unos li-
hijos se embruteciera en la holga- bros que acababa de escribir acerca
zanería; a todos ellos, cosa que pa- De las disciplinas es decir, de una
;

rece bien en los príncipes, los avezó materia que todos sabemos que te
a la milicia y al estudio de las bue- es agradabilísima. Si buenamente
nas letras. El rey don Juan entien- aceptares la pobre ofrenda, ello hará
de muy bien que existe una corres- que si mi obra no agradare por su
pondencia y como mutualidad de desarrollo, agradará al menos por
deberes entre el príncipe y los eru- su dedicatoria. Ten salud. Brujas,
ditos. No hay dos clases sociales que julio 1531.»
convenga que vayan en más estre- La dedicación de ese monumento
cha y amigable inteligencia, y que pedagógico y la acuciante y enérgi-
la una apoye a la otra y se presten ca exhortación que la acompaña,
auxilio mutuo. Al uno y a los otros muy cedo rindieron buena cuenta.
concediólos Dios a las colectividades Este magnífico resultado práctico
humanas para que miren por su fué la fundación de la Universidad
bien y lo procuren : los eruditos, de Coimbra. Portugal, que había si-
con sus advertencias; los príncipes, do la más tempranera de las nacio-
con sus órdenes y mandatos, y am- nes en lanzarse por los caminos del
bos a dos con la ejemplaridad de su mar a la azarosa aventura de los
conducta. La erudición necesita descubrimientos geográficos y la
quietud y se la da la autoridad del más madrugadora en la empresa de
rey, y a su vez el poder real ha las conquistas africanas iniciadas
menester consejo para tratar tal vo- con la de Ceuta (julio-agosto de 1415),
lumen de negocios que se lo dan los andaba rezagado lastimosamente en
eruditos adoctrinados por la compe- la empresa de restituir las letras
tencia que les han dado sus lecturas. de humanidades en que los otros
Si falta cualquiera de los dos, el grandes pueblos de Europa estaban
equilibrio se rompe y no pueden empeñados, y no sin fruto ni sin glo-
cumplir con su oficio respectivo.» ria. A don Juan III le cupo el méri-
Y termina Luis Vives diciéndole al to de este halagüeño despertar. Muy
generoso Rey de Portugal: diversamente ha sido este monarca
«Tal será la asociación y tal la lusitano juzgado por los historiado-
correspondencia de deberes entre res, víctimas de sus propias alucina-
ti y aquellos cuyo estudio mantie- ciones, y en la turbia polvareda de
nes, que tú ayudarás su instruc- ese apasionamiento ha quedado en-
ción y ellos sostendrán y robustece- vuelta su esposa, doña Catalina de
rán tu poder, y ello será el pago Austria, hija postuma de Felipe el
CAP. XXI. PEDAGOGO DE EUROPA 195

Hermoso y de la infeliz doña Juana, se le quiso hacer pasar por bobo con
que yendo en pos de los restos de exageración maliciosa. Llegó a co-
su marido, la echó al mundo en Tor- nocimiento de doña Leonor, herma-
quemada, y celosa y avaramente la na de Carlos V, que, por convenien-
retuvo cabe en Tordesillas, en el
sí cias y combinaciones políticas, iba
más mezquino y ruin de los encie- destinada a ser su esposa y luego,
rros, hasta que, con su nubilidad, tro- por contrarias razones de Estado,
có la hórrida visión de la hoz y los hubo de serle a la vez madrastra y
páramos del Duero por el espectácu- cuñada tuvo ocasión de conocerle
;

lo de las riquezas fabulosas de las y conversar con él en Crato, y ad-


orillas del ecuóreo Tajo. De Idade mirada de su buen tino y de sus
d'ouro e tempo santo calificó un cro- palabras cuerdas, dijo al embajador
nista portugués ese tiempo del rei- de España, Brites de Mendoza, que
nado de Juan III y de la reina tor- le estaba al lado: «¿Y éste es el
quemadina, rociado de tanta y tan bobo?» En su gobierno tuvo atisbos
odiosa calumnia. Bajo su frente vo- felices y memorables aciertos. El
tada al lauro apolíneo meditaba Ca- adivinó el porvenir inmenso de la
moens su argonáutica lusitana; al Compañía de Jesús, que estaba en-
doméstico calor de la reina, y en tonces en sus pañales. El propio San
su propia cámara de partera, nacía Ignacio le escribió:
el teatro de Gil Vicente; don Duar- «Su Divina Majestad ha querido
te de Meneses y don Juan de Castro que V. A. fuese entre los príncipes
ennoblecían con personales heroís- cristianos el primero y más princi-
mos las campañas africanas; aca- pal instrumento de su Providencia
baba de nacer allá, en aguas asiáti- para comenzar y llevar adelante las
cas, Goa, la guirnalda de islas vír- cosas desta Compañía, toda de Vues-
genes, cuya atezada frente bañaría tra Alteza...» (1).
en el agua lustral, bautizándolas en El propio monarca portugués fué
fuego y Espíritu Santo, aquel caba- quien envió a evangelizar las inmen-
llero andante de la fe, montado en sas colonias portuguesas a San
una muía coja, que emuló los he- Francisco Javier, el apóstol más
chos apostólicos, nuestro primer Qui- grande de los tiempos modernos.
jote a lo divino, salido del castillo Quien lo conoció muy de cerca; a
de Javier; mientras llegaban men- saber; el embajador español Juan
sajes de que allá, del fondo de los Hurtado de Mendoza, trazó de él a
incógnitos mares australes, emergía su muerte, acaecida en 1557, esa ve-
inopinadamente la maravilla de una raz etopeya:
tierra de inconmensurable grandeza, «Fué don Juan de ánimo franco y
vacía, intacta de caricias humanas, bien inclinado, de entendimiento
que de las aguas que la alumbraron claro y apacible, amigo de religión
había de apellidarse Australia. No y justicia y favorecedor de letras...
era, ciertamente, don Juan III de Era embarazado, y en las expedicio-
Portugal una gran inteligencia; y nes tardo, y en las resoluciones po-

aun en sus mocedades que las tu- co constante, y aunque entendía
vo, y hervorosas, por cuyas conse- competentemente, era un saber de
cuencias pasó doña Catalina con una
elegante y habilísima comprensión
(1) San Ignacio Carta 1553. Moniu :

que le granjeó más fino aprecio y menta histórica, S. J.; Ignatiana, serie
mayor consideración de su esposo 1. a , tomo V.
19ü ENSAYO BIOBIBLIOGRÁFICO. JUAN LUIS VIVES, VALENCIANO

sobre haz... Fué desdichado en los Do Tajo ao China o portuguez impera,


sucesos de su tiempo; ni de decir de un polo a outro o casttlhano voa;
e os dois extremos da terrestre esphera
que fué flojo, costoso e irresoluto y
dependen de Sev lha e de Lisboa.
;

que las más cosas que le aconseja-


ban erraba y de las que hacía sin Lindo cielo templado y sano tenía
consejo y por su cabeza era lo mis- Guimeraes, cuna de la Monarquía
mo. Yo, que le conocía especialmen- portuguesa, y de momento mereció
te, sentí de él ser Príncipe de buena las preferencias de Juan III; pero
intención, y digo que tuvo más co- no tardó en enmendar el primitivo
sas buenas que malas» (1). propósito. Era excéntrico el sitio
Una de las cosas buenas que tuvo, por alejado en demasía de Lisboa,
y quizá el mejor de sus aciertos, cabeza y corazón del reino, y oca-
fué, según comencé a decir, la fun- sionado a un inconveniente graví-
dación de la Universidad de Coim- simo, que Luis Vives inculcaba que
bra, gracias al celo pedagógico clari- debía esquivarse en absoluto; era
vidente de Luis Vives y conforme a una ciudad casi fronteriza, punto
las indicaciones que hace en la obra posible de fricción y de colisión en
imperecedera que le dedicó De tra-:
caso de guerra con el poderoso ve-
denclis disciplinis. cino : Non in regiortis limitibus qui
Atento a las normas del pedagogo solent bello infestari. Y entonces
valenciano, pronto se percató don pensó en los saudosos campos do
Juan que Lisboa, punto de par-
III Mondego, cantados por Camoens, co-
tida y puerto de arribada de las ex- mo situación ideal para asentar en
pediciones marítimas que tan febril ellos la Universidad clima templa-
:

e inquieto mantenían a Portugal, no do y sano, frescura amena, vegas


era el lugar más propicio para una fértiles, alegre vista que alivia la
institución de cultura que sólo arrai- tensión del espíritu en una palabra,
;

ga y medra en el reposo y el silen- para decirlo con Gonzalo de Berceo:


cio. Pensó en establecerla en otro
sitio más tranquilo, puesto que el Lugar codiciadero para omne cansado.
estudio ama la esquividad y el apar-
tamiento: Coimbra, por la ventaja de su si-
tuación, era accesible en grado su-
Scriptorum chorus omnis amat nemus mo para toda suerte de estudiantes.
íet fugit urbes (2). En 1537, seis años después de la
nuncupación que Luis Vives hizo al
Tales condiciones en aquella sa- monarca del libro De tradendis dis-
zón no las tenía Lisboa, trepidante ciplinis, implantó la Universidad en
emporio del comercio mundial y uno los saudosos campos do Mondego,
de los polos sobre los que giraba el fundando las siguientes cátedras:
eje diamantino de la tierra. No era dos, de Teología; tres de Cánones;
vana y ventosa jactancia la que hin- tres, de Leyes; dos, de Medicina, y
che aquella soberbia estrofa del una, de Gramática. Las proveyó de
poeta profesorado competente, y les seña-
ló una paga, si modesta, decorosa.
(1) José March, S. J Xiñez y ju-
:

ventud de Felipe II, tomo II, ipág. 45.


Rodeó la Universidad de once cole-
gios, y con mano generosa los dotó
(2) El coro de .los estudiosos ama la
compañía de los árboles y evita el trá- de limosnas suficientes para el sos-
fago y el tropel urbano. tenimiento de estudiantes pobres.
CAP. XXI. PEDAGOGO DE EUROPA 197

Repatrió a los estudiantes portugue- de el Mondego tuerce su camino


ses emigrados a Universidades ex- apacible.»
tranjeras atraídos, y quizá seduci- Como era de esperar, por la ex-
dos, por el brillo del renombre. Pero celencia de la obra y por la grande-
donde puso cuidado muy especial za del mecenas a quien estaba dedi-
fué en la selección de los titulares cada, Luis Vives recibió un magní-
de las cátedras. Luis Vives, que te- fico testimonio de su munificencia y
nía conocimiento directo de la ma- gratitud. Luis Vives correspondió
nera como se elegían los profesores dejando caer de su pluma unas pa-
universitarios, precave, en la obra labras de cuantioso agradecimiento.
que le dedicó, que la elección en A los 17 de junio de 1533 escribe
ningún caso deben hacerla los alum- Vives desde Brujas a Damián Goes,
nos, quienes, sensibles al favor, a que, tras una de sus misiones diplo-
la gracia o al dinero, acostumbran máticas, regresaba a Portugal, entre
inclinarse no a los más doctos, sino otras cosas, estas líneas:
a los más cómodos y populares. No «Me dices que vas a escribirme
debían ser los sufragios de la masa desde tu patria; con ello me darás
imperita los que proveyesen las cá- un gusto infinito. Deséote una feliz
tedras, sino la responsabilidad, el jornada. Ruégote que cuando tengas
seso y el consejo de los varones más ocasión, saludes a tu rey (y mío
significados en académica erudición. también, por el beneficio que me
De esta manera, nuestro Luis Vi- dispensó) con suma reverencia y
ves, el pedagogo de Europa, tuvo obsequiosidad, y que en mi nombre
también en Portugal una influencia le des gracias muy rendidas por el
decisiva en la organización de los presente munificentísimo con que
estudios superiores y de las buenas el año pasado me regaló, que llegó-
letras humanas y divinas. me cuando tan alcanzado andaba de
Por aquel tiempo celebráronse las dineros, que no pudo dejar de pare-
bodas del infante don Duarte, hijo cerme caudalosísimo y de serme
bastardo de Juan III (uno de los agradable sobre manera.»
frutos de su fervor da mocidade), Entenderá perfectamente esta re-
con doña Isabel, hija del duque de ticencia final quien recordare lo
Braganza. El insigne humanista Ma- que ya dijimos o, mejor, lo que ya
nuel da Costa, en tan sonada cele- escribió Luis Vives a su gran amigo
bridad, compuso un epitalamio al el canónigo toledano Juan Vergara,
gusto mitológico de la época, e hizo el año 1531:
intervenir en el acompañamiento «El rey Enrique por enemigo y
de los venturosos novios un lucido la reina Catalina por indócil y re-
cortejo de divinidades. En este cor- fractario, ambos a dos me retiraron
tejo apoteósico, el único dios que la pensión anua; así que yo mismo
brilló por su ausencia fué Apolo: estoy maravillado de cómo he podi-
«Harto tenía que hacer el crinado do mantenerme en esos casi tres
— —
Apolo dice el poeta lisonjero en años últimos, y fácilmente me doy
la fundación y aderezo de una sober-
bia morada para las musas lusitanas
Eugenio Fernández Almuzara, S. J.
en los deleitosos campos (1) por don- Influencia de España en la Restaura-
ción de la Universidad de Coimbra. Vi-
(1) Tomé estas rápidas e interesan- ves y Juan III, publicado en la revista
tes noticias de un estudio del padre Híspanla, 1940, núm. 1.
19*5 ENSAYO BIOBIBLIOGRÁFICO. JUAN LUIS VIVES, VALENCIANO

a entender cuánto más es lo que Sit modus lasso ?naris et viaram


Dios proporciona tan callando que Imiliticeque.
lo que se exprime de los hombres
con tan sonora publicidad y rui- Y si conociera los bellos sonetos de
do.» Joaquín du Bellay, el segundo de la
!

La largueza del rey de Portugal pléyade ronsardiana, podría acari-


no sanó in radice la crónica impecu- ciar la mente y los oídos con aque-
!

niosidad del sabio valenciano pero llos sedosos alejandrinos:


;

le alivió y confirmó al filósofo en la


creencia de una mano larga y de un Heureux qui córame Ulysse a fait un
Dador providente que mantiene las ou comme Ibeau voyage
celuy-:á, qui conquit la Toisón
aves del cielo y viste de tintas fres- et puis est retoumé plein d'usage
et
cas las anémonas del campo. [raison
Este Damián Goes, que actuó de vivre avec ses parents le reste de son
I

tercero en este asunto entre Luis íáge.


Vives y el rey don Juan III de Por-
tugal, fué en aquellos tiempos per- Pero le esperaban otras andanzas
sonaje de muchísima calidad. En- o, mejor, forzadas inmovilidades en
cargado de misiones diplomáticas, los calabozos del Santo Oficio por
estuvo en Flandes y residió en Bru- determinadas osadías doctrinales.
jas al mismo tiempo que Vives; es- Esto ya no lo vió su muy amigo y
tuvo en Polonia, embajador del rey agradecido Luis Vives. Fué Goes el
de Portugal cerca de Segismundo I, primero que dió al mundo noticias
que residía en Vilna; estuvo en de Etiopía. Escribió en romance
Dantzig; regresó a Flandes; esta- portugués su mejor obra: Crónica
blecióse en Amberes, desde donde de Don Manuel. Menéndez y Pelayo
mantuvo constante correspondencia le incluye en su Historia de los he-
con los sabios de Europa, a quienes terodoxos españoles. De esta digre-
informaba de los claros hechos de sión o divertimiento del gran amigo
sus compatriotas lusitanos. Fué en- de Vives, volvamos al propio Vives
viado a Dinamarca y a Suecia; en y a su tratado ingente en veinte li-
Roma, haciéndole mucho agásajo, bros De disciplinis
Papa Paulo III. Y acabó
le recibió el Opus ceternum victurum!, obra
por sentir la saudade de su patria inmortal y no fallecedera, exclama
y quiso poner término a sus pere- Mayáns. Salió solemnemente en Am-
grinaciones y andanzas, posando y beres de las prensas de Miguel Hi-
reposando el pie en una ocupación lenio. Parece que Vives presentía
sedentaria, el primer cargo litera- algo de esa inmortalidad, cuando,
rio de su patria en aquella época, a como con présago instinto paternal,
saber: Custodio general de los Ar- escribía a su discípulo y compatrio-
chivos del Reino. Al sentarse en ta Honorato Juan: Disciplino? mece
aquella placidez, pudo pensar que coeptce sunt Antuerpice excudi. Co-
ya tenían fin sus andariegas inquie- mo si anunciara una tranquila ges-
tudes y exclamar, con Horacio, can- tación, prólogo de un feliz alumbra-
sado de navegaciones y de caminos miento.
terrestres y de ásperas milicias, que En esa agua caudal han ido a
de todo esto hubo en la vida de beber estoy por decir que todos los
Damián Goes, tan meneada y acci- pedagogos que después de Vives en
dentada: el mundo han sido. Aun cuando no
¿AP. XXI. —PEDAGOGO DE EUROPA 199

le mentasen, acúsase en sus obras vo. Protestó contra el aristotelismo


la uñadel león: «No es fácil com- y la autoridad, y aunque no rompió

probar dice Foster Watson todo — su conexión con el catolicismo, nin-
el valor de la contribución de Vives gún protestante puso más de relieve
al progreso del pensamiento peda- que él la necesidad del ejercicio del
gógico. En su misma época fué re- juicio individual como instrumento
conocido por algunos de los más para el descubrimiento de la verdad
eminentes pensadores como el se- y también como el proceso del des-
gando Quintüiano. El honroso títu- envolvimiento educativo en el indi-
lo no se le adjudicó sin razón. Ya viduo y, por tanto, en la raza. La ver-
en 1520, Vives publicó sus Declama- — —
dad dice está abierta a todos. Lo
tiones Sillance sex a la manera de verdaderamente democrático de su
Quintüiano y de una declamación espíritu se aprecia en su insistencia
atribuida a Quintüiano y que harto en poner de relieve que el fruto de
merece serlo: Pro noverca contra todos nuestros estudios es aplicarlos
coecum. Por indicación de Tomás al bien común. Vives no limita tam-
Moro, que él tomó por mandato, poco su horizonte a la época presen-
respondió Vives con una declama- te. El conocimiento sólido ha de ser
ción análoga: Pro coeco contra no- ganado y transmitido para el bien
vercam. El mismo Erasmo recono- de la posteridad, por la que debe-
ció y proclamó que Vives, bebién- mos preocuparnos como lo hacemos
dole los sorprendió y se
alientos, por nuestros hijos. En la discusión
apoderó de la manera y
del tono de de los métodos para obtener el co-
Quintüiano. Lange, su principal ex- nocimiento, Vives es un precursor
ponente alemán, caracteriza la la- de Bacon en su exposición y defen-
bor de su vida como la de los espíri- sa del método inductivo. Y es el
tus zapadores de primera catego- antecesor de Rousseau en su de-
ría. No es demasiado decir que manda del estudio de la Naturaleza
Vives señala en la materia de la como el mejor libro didáctico, y re-
educación la línea divisoria entre el comienda la silenciosa contempla-
pensamiento medieval y el moderno, ción de la Naturaleza como el co-
y que han triunfado aquellos prin- rrectivo para los combates metafí-
cipios más notables en que se separó sicos y dialécticos. Los sentidos son
del medievalismo y de su propia épo- nuestros primeros maestros. La ob-
ca renacentista por la corriente ge- servación de la Naturaleza es una
neral de los reformadores educati- escuela para nosotros...»
vos desde su tiempo acá. Su opti- Larga es esta cita del fervoroso
mismo en la visión del desenvolvi- vivista inglés, que ha estudiado al
miento de la cultura y su difusión polígrafo valenciano con intelletto
es semejante a la de Francis Bacon, d'amore y todavía voy a prolon-
;

posterior en medio siglo más, y es garla un poco más con grandes y


una nueva nota en la historia de la certeras ideas expresadas con elo-
educación, que habrá de volver a cuencia y calor eficaz:
oírse en Bacon, en Comenio y en «Contra el latín corrompido, Vi-
Rousseau. Entre estos grandes hom- ves fué tan enérgico como Erasmo
bres ocupa su lugar como educacio- mismo. Pero Erasmo consideró el
nista, pero es predecesor de ellos y latín prácticamente como el único
se han beneficiado más de lo que lenguaje posible para la literatura
ellos creyeron de su influjo expansi- y la educación. Siguió siendo, por
200 ENSAYO BIOB1BLIOGRÁFICO. JUAN LUIS VIVES, VALENCIANO

tanto, un medie va lista, con la dife- ciona aquellos historiadores que es-

rencia una diferencia al fin y al ca- •

cribieron en lengua vulgar, como



bo de que deseaba tener un latín Froissart, Monstrelet, Felipe de Com-
puro, no corrompido. Pero Vives fué mines y nuestro Diego de Valera,
más profundo en el sentido de la autor de la Crónica de España, abre-
cuestión. Comprobó que el lengua- viada por mandato de Isabel, Reyna
je es el instrumento de la sociedad de Castilla. De ellos dice que hay
humana. De aquí que el lenguaje muchos dignos de ser conocidos y
particular que haya de usarse, el no con menor interés que la
leídos
latín o la lengua materna, depende- mayoría de los historiadores griegos
rá primeramente de su eficacia co- y latinos; de manera que aboga con
mo un medio de comunicación y se- tanto convencimiento por la histo-
cu:v:iar::;me:ite por sus recursos pa- ria moderna como por la lengua ma-
ra la elocuencia y el lucimiento. Es terna. Espántase y se escandaliza de
verdad que Vives desearía conser- que se llame Aurea Legenda la com-
var un lenguaje universal como el pilación de hagiografías reunidas
;

latín, como un segundo idioma que por el religioso dominico Jaime de


ha de ser conocido entre todos los Varages, comúnmente conocido por
1

escolares, por la comunicación in- Vorágine, henchidas de fantasías,


\

ternacional y también por lo que po- de invenciones y de piadosas menti-


dría llamarse el propósito misional. ras introducidas por fines de edi-
Pensó que los mahometanos pudie- ficación, como si Dios, para afirmar
ran unir su suerte con los cristia- su verdad, necesitase de mentiras
nos si hubiera algún lenguaje co- humanas. tEl hombre que escribió
mún a ambos. Esto dió en su espí- esa áurea leyenda dice Luis Vives —
ritu una importancia al árabe y a con la osadía de la verdad tenía la —
su posesión que ni el latín tenía...» boca de hierro y el corazón de plo-
Todo esto es de Foster Watson. Por mo.»
este lado. Luis Vives se prende y La educación en Vives debe ten-
adhiere estrechamente con su gran der a desarrollar el armónico con-
conterráneo Ramón Llull, que en sus junto de la personalidad humana y
ansias irrefrenables de apostolado su formación integral. Nada de en-
creyó deber suyo aprender el árabe, señanza neutra, que deja las almas
y en árabe escribió su primera obra. áridas y desorientadas. Las escuelas
el Libro de contemplación, y para serán establecidas por el Estado;
que se aprendiese el árabe, vehículo pero deberán ser confesionales; es
de su apostolado, fundó en Miramar, decir, cristianas. tQue los escolares
de Mallorca, el Colegio de lenguas entren en la escuela como en un
j

orientales. templo. Que los maestros enseñen


Xo lo podemos asegurar; pero es en el espíritu del Maestro único.
posible que fuera Luis Vives el pri- Cristo, que enseñó para provecho
mer pedagogo de aquella época que nuestro, no para su personal osten-
inculcó en los alumnos el estudio de tación.»
la historia moderna. Hasta aquellos Las obras educacionales de Vives,
días, no había más historia que la sus Disciplinas, tan constructivas,
que escribieron griegos y romanos, fueron, sin ninguna suerte de es-
Luis Vives encarece la lectura de la crúpulos, muy ampliamente saquea-
j

historia de los pequeños Estados y das por escritores pedagogos ya des-


ciudades, como las de Flandes. Men- de el propio siglo xvi y el siglo que
CAP. XXI. PEDAGOGO DE EUROPA 201

de él nació: el xvn. Pero el siglo Quidquid prcecipies, esto brevis, us


xvni le rodeó de una frialdad gla- [cito dicta
cial, luego de despojarle tan a hur- percipiant aniimi dóciles tencantque fi-
to. Ni aun hicieron mención de él ídeles;
los primeros historiadores de la pe- Omne supervacuum pleno de perfore
[manat (1),
dagogía en el siglo xix; a casi todos
estos historiadores alemanes y pro- los altos y soberanos pensamientos
testantes les interesaba muy poco que constituyen aquel breviario de
un educador español, y católico a la entereza y la cordura que es su
mayor abundamiento, y silenciaron Introducción a la sabiduría; obra o,
con envidia el gran nombre de mejor, hebra de oro que engarza
aquel con cuyas luces se ilustra- máximas cristianas y dogmas estoi-
ban. cos provechosos para la vida hu-
A los maestros, Vives les exige mana.
competencia y probidad. Si poseen Aquí los ánimos dóciles apren-
ciencia, dado que de suyo es expan- derán cuán ciegos y equivocados son
siva, como todo bien, no la envidia- los juicios de la masa sobre los ver-
rán a nadie y se gozarán de comuni- daderos bienes y el exacto valor de
carla a los demás. Si nadie puede po- las cosas. Les acostumbrarán a no
ner mancilla en su conducta, servi- pedir a los hombres la recompensa
rán de modelo a sus alumnos. A los de su trabajo y de sus obras buenas,
maestros aplica Luis Vives las pala- sino a esperarla de Dios, que escu-
bras que aplicó Jesucristo a sus dis- driña las entrañas y los corazones,
cípulos «Vosotros sois luz del mun- y a cada cual le da el galardón pro-
:

do; vosotros .sois sal de la tierra. porcionado a sus méritos. Los maes-
Si la sal se tornare insípida, ¿con tros deberán dar a sus alumnos
qué recobrará su sabor? Y si la luz ejemplo de sacrificio y de vocación
se apagare, ¿cómo nadie podrá con- docente. No descubrirán puerilmen-
templarla?» La misión no ya peda- te su amor propio en la ostentación
gógica, sino evangélica, del maestro y ruidoso alarde que hagan en torno
es la de propagar la verdad. Quien de su escuela. A un gran número de
propaga la verdad sirve a Dios, de discípulos mediocres preferirán un
quien procede toda verdad, puesto corto número de alumnos aplicados,
que El mismo es la Verdad absolu- tales como los forjaba Filopono,
ta. Las ideas morales que el maestro ejemplar y amorosamente entrega-
debe inculcar en la juventud puesta dos a su tarea en la primera escuela
bajo su formación y cuidado se en- valenciana a que asistió Luisillo,
cuentran ante todo en los libros traído de la recia y honrada mano
santos ;
pero los principios de sabi- de su padre. Quiere Luis Vives que
duría de los filósofos antiguos que las enseñanzas qüe a sus alumnos
alcanzaron alguna lumbre del ros- procuren sus maestros sean digeri-
tro del Señor tienen también su bles, puestas al alcance de sus
valor y no deben ni mucho menos inteligencias; leche razonable sin
desdeñarse. Con esta elevada fina-
lidad, sacándolos de ambas fuentes,
(1) Epístola ad Pisones, vers. 335-37 :

reunió y puso en debida gradación,


Tú sé conciso en tus preceptos porque
dándoles la obligada brevedad que, .el ánimo los arrebate con docilidad
y
según Horacio, deben tener los pre- los retenga fielmente. Del pecho rebo-
ceptos: sante mana todo lo que .sobra.
202 ENSAYO BIOBIBLIOGRÁFICO. JUAN LUIS VIVES, VALENCIANO

engaño, leche espiritual como la podía temer que Vives le arrebatase


que recomienda San Pedro en su la corona de la frente, ni de sus ma-
primera epístola y como la que nos finas el bastón de mariscal de
apetecen los niños tiernos ;ense- las Letras. Es seco y esquinado el
ñanzas que no estén por encima de tratadito de Vives y reducido a fór-
sus años, ni más allá de sus fuerzas. mulas y esquemas. De este librito se
La enseñanza no es un arco que ocupa Baltasar Gracián (1) en su
pueda manejar cualquier advenedi- Criticón y le dedica este donoso y
zo, sino que exige en los brazos re- equívoco ditirambo:
ciedumbre como aquella que Home- «...El gran canceller de las Le-
ro atribuye a Ulises. digno presidente de la docta
tras,
No destierra Vives los juegos de Academia, oídas las partes y bien
la escuela, mientras sean serios, de- ponderadas sus eficacísimas razones,
centes y alegres. Tienen por objeto dió muestras de pronunciar senten-
facilitar el desarrollo del cuerpo y cia. Colmó en un punto el confuso
no convertirle en brutal, impetuoso murmullo y fué tanta la atención
y salvaje. «Los deportes físicos de- quanta la expectación; allí se vió
— —
ben ser dice para procurar a todo pedante sacar cuello de cigüe-
quien los practica aquel precioso ña, plantar de grulla, atisbar de mo-
equilibrio que Cicerón pedía al Cie- chuelo y parar oreja de liebre. En
lo y que Juvenal plasmó en una sen- medio de tan antonina suspensión
tencia inmortal: Mens sana in cor- que ni una mosca se oía, desabro-
pore sano (Una mente sana en un chando el pecho, el severo presiden-
organismo sano).» te sacó del seno un libro enano, no
Cuando el muchacho o el mozo tomo, sino átomo, de pocas más que
se ha apropiado los conocimientos doze hojas, y levantándole en alto a
fundamentales del saber humano, toda ostentación dixo:
todavía, si ha de complacer a Vi- » —
Esta sí que es la corona del sa-
ves, debe seguir estudiando y prac- ber, ésta la ciencia de ciencias, ésta
ticar aquel consejo que Séneca da la brújula de los entendidos.
a Lucilio:
«Aprender mientras que- «Estavan todos suspensos, admi-
de una cosa ignorada; es decir, rándose y mirándose unos a otros,
aprender toda la vida.» En resu- deseosos de saber qué arte fuesse
men, dice un pedagogo moderno: aquella que, según parecía, no se
«Si Luis Vives cronológicamente es- parecía, y dudavan del desempeño.
tá a la cabeza de los pedagogos, qui- Bolvió él segunda vez a exagerar:
zá también lo esté por lo que ata- » —
Este sí que es el plácito saber,
ñe a las ideas.» ésta la arte de todo discreto, la que
da pies y manos y aun haze espal-
* * * das a un hombre ésta la que del pol-
;

vo de la tierra lebanta un pigmeo


A este grupo de obras didácticas al trono del mundo. Cedan las Au-
y de reforma de los estudios, dado ténticas del César, retírense los Afo-
que no tiene lugar más fijo, debiera rismos del médico, llamados así por
adscribirse el tratadito Redacción
epistolar (De conscribendis epistolis, (1) El Criticón, parte II, crLsi XII.
1523), libro eclipsado por el de Eras- Edición crítica y comentada por M. Ro-
mo del mismo título. Xo era con mera Navarro, catedrático de la Univer-
opúsculos cual este como Erasmo sidad de Pensilvania (Filadelfia), 1939.
CAP. XXI. PEDAGOGO DE EUROPA 203

lo desaforado, ya porque echan fue- mala (No os engañéis; los malos


ra del mundo a todo viviente. ¡O coloquios esiragan las buenas cos-
qué lición esta del valer y del me- tumbres). El mismo Vives no vaciló
drar! Ni la Política ni la Filosofía, en involucrar en esa condenación
ni todas juntas alcanzan lo que ésta algunos de los coloquios erasmianos
con sola una letra. y se lo dijo a él con entereza cris-
»Crecía a varas el deseo con tan- tiana. Para neutralizar el estrago
ta exageración, y más por extrañar- posible de los diálogos de su amigo,
se en la boca de un atento. escribió Vives estos otros suyos. Si
«Finalmente — —
dixo este librito fortuna tuvieron los Coloquios del
de oro fué parto noble de aquel cé- dicacísimo pedagogo de Rotterdam,
lebre gramático, prodigioso desvelo más fecunda y más larga la han te-
de Luis Vives y se intitula De con- nido los Ejercicios de la lengua lati-
scribendis epistolis: Arte de escri- na del pedagogo valenciano. Es la
vir... cartas.» obra que con pulso más lento y con
más prolijo y mimoso cariño Luis
* * * Vives escribió. Es su obra más mo-
vida y vivaz y la que se lee con
Pero entremos ya con pie alegre más amor y más sabor. Es la catc-
y ágil en los Diálogos de Luis Vi- quesis, es el apostolado del niño a
ves, que son algo más que Ejerci- quien la antigüedad, por boca de
cios de lengua latina. El exegeta Virgilio, y en persona de Eurialo lla-
más fervoroso y autorizado de las mó venerando: Venerande puer.
obras del polígrafo valenciano, Gre- Hubo un poeta en la antigüedad
gorio Mayáns, descubre la finalidad pagana que tuvo acentos como de
que Vives se propuso. «Consideró profeta. Este poeta es Juvenal. Su
— —
Vives dice que los Coloquios de musa es una musa vociferante y
su amigo Erasmo de Rotterdam desgreñada. En su cabeza silban las
eran mordacísimos, demasiadamente sierpes verdinegras que tenía por
burlones, algunas veces poco lati- cabellos la Gorgona y en sus fauces
nos y por dichas razones no con- ronca el rugido. Y no obstante, este
venientes a los niños, a quienes so- Ezequiel pagano, este hombre de
lamente debe darse doctrina prove- cuya boca ruedan las palabras como
chosa con estilo puro, sencillo y truenos, tiene momentos de súbita
claro, y tal es la de estos Diálogos, y entrañable terneza. Uno piensa en
acomodada a la inteligencia de la un león generoso y pugnaz que es-
tierna edad y escrita con tanta pro- condiera las tajantes uñas en el ás-
piedad, que en su género no hay pero terciopelo de su garra. Nadie
cosa mejor ni aun igual.» Esto dice como Juvenal tan vehemente en sus
el eruditísimo editor de Opera om- odios lo fué tampoco en la ternura.
nia de Juan Luis Vives, en su cen- El que acosó con un flagelo feroz a
sura de la versión de los Diálogos las mujeres, sintió y expresó mejor
por Cristóbal Coret. El título mismo que nadie en la antigüedad pagana,
de Coloquios con que Erasmo deno- incluyendo al mismo Virgilio, el res-
minó su tan discutida producción peto a la niñez.
atrajo sobre ellos, por su inevitable En este poeta implacable, el res-
homonimia, la condenación que lan- peto es cristiano y la ternura es
za San Pablo: Nolite seduci: cor- evangélica. Y es que en el reinado
rumpunt mores bonos colloquia de aquel «pió, felice, triunfador Tra-
204 ENSAYO BIOBIBLIOGRÁFICO. JUAN LUIS VIVES, VALENCIANO

jano», bajoel cual el fiero poeta Si te avilantares a pecar, deténgate


i

echaba centellas y rugidos, nacía la inocencia de tu hijo infante.»


una nueva sociedad. Ya estaba a Este texto pagano diríase que es
punto de llegar a madurez y sazón un escolio de aquellas conminacio-
aquel parto bienaventurado y copio- nes evangélicas: «Quien escandali-
so que latía en el seno de las cata- zare a uno de estos pequeñitos que
cumbas. Púdicamente el verecundo creen en Mí, mejor le sería que le
Manzoni cantó este alumbramiento colgasen del cuello una muela de
en el himno de Pentecostés: aquellas que un asno hace rodar, y
así fuese echado en lo profundo del

Spose che desta il súbito, mar.» Y aquella reverencia máxima


balzar del pondo ascoso; que se debe a la puericia, según el
voi giá vicine a scioglierc poeta azote de toda suerte de vicios,
il grembo doloroso; se aviene muy bien con aquello otro
alia bu g arda prónuba que Jesús dijo a sus discípulos:
non sollevate il canto: «Mirad que no despreciéis a alguno
cresce serbato al San'o de estos pequeñitos, porque os hago
quel che nel sen vi sta.
saber que sus ángeles, en los cielos,
están viendo siempre la cara de mi
Las esposas que abrían los días Padre celestial.»
de una más dichosa edad y sentían Nadie en la antigüedad se hizo
en sus vientres el súbito exultar del una tan elevada idea de la familia
escondido peso o estaban ya próxi- como Juvenal ni con mayor ternura
mas a desatar el regazo doloroso, se ocupó del respeto debido a la
no era, no, a la mentirosa y prónu- infancia, de los buenos ejemplos que
ba diosa Lucina a quien elevaban su hay que ponerle delante y de los
canto gemebundo, sino que la mies espectáculos que a su vista se deben
que en su seno maduraban crecía hurtar. «De los ávidos y voraces ojos
reservada para Aquel que dijo: infantiles que tienen el mismo ins-
«Dejad que los niños vengan a Mí.» tinto prensil que tienen sus manos
Xo es difícil encontrar paralelismo tiernas hay que hurtar la pasión
entre aquel pasaje evangélico de la dañosa del juego que el abuelo llevó
ternura divina hacia los niños (San hasta la vejez y la glotonería inson-
Mateo, XVIII, 1-10) y aquel otro pa- dable de un padre que sabe por sí
saje de la sátira de Juvenal (XIV, mismo escarbar las trufas, y sazo-
38-49), que me complazco en verter nar las setas y hundir en una mar
de los hexámetros originales, de una de salsa los flotantes papafigos. De
vehemencia arrolladora y torrencial, los oídos infantiles hay que apartar
a mi trabada prosa castellana: el cruel y sonante vapuleo de los
«Aleja del umbral en donde crece esclavos, si se quiere que con el
tu hijo todo aquello que pueda man- andar del tiempo esta música no
cillar sus oídos o sus ojos. Lejos, le- suene a sus oídos más regaladamen-
jos de aquí la mujerzuela que pone te que el canto de la Sirena si se
;

precio a su virtud; lejos de aquí el quiere que en su ánimo quede im-


canto trémulo del parásito nocher- presa la mansedumbre, la indulgen-
niego. Al niño se le debe la máxi- te bondad que sabe perdonar las
ma reverencia. Si alguna torpeza Por ventura, el alma
faltas serviles.
maquinares, no te atrevas a hollar y el cuerpo de los esclavos, ¿no son
el verdor inmarchito de sus años. hechos de la misma materia e igu i-
CAP. XXI. — PEDAGOGO DE EUROPA 205

les elementos que


los nuestros? Entraste en aquella edad que es la
¿Cómo tener ingenuidad de espe-
la más apta para empaparte bien en
rar que sea casta la hija -de Larga, las semillas de las letras y la piedad.
ella que no puede enumerar la lista Que Jesús, Señor nuestro, conserve
de los maridos de su madre sin co- esta tu edad pura de toda suerte de
brar aliento trece veces? Así lo re- mancillas y de día en día la pro-
quiere la Naturaleza. La ponzoña mueva a frutos mejores.»
moral más rápida y activa son los Pedagogía demoledora la de los
malos ejemplos domésticos, porque Coloquios erasmianos, cuyas malig-
se insinúan en los tiernos espíritus nas influencias adivinó con su deli-
con autoridad incontrastable. De es- cado y certero instinto de pedagogo
ta influencia familiar podrán sus- en Cristo nuestro Luis Vives, el
traerse, tal vez uno, tal vez dos de más cristiano de todos los hombres
aquellos jóvenes a quienes el Titán del Renacimiento. Fué, como ya dije,
Prometeo fabricó con más benigno para contrarrestar el maligno influ-
arte y con arcilla mejor.» jo de los Coloquios erasmianos y
Es verdaderamente de oro aque- suplantarlos en las manos tiernas
lla sentencia de Juvenal: Máxima y en los ojos ingenuos por lo que él
debetur puero rever-entio. (Al niño escribió sus Diálogos pueriles.
se le debe la reverencia máxima). En ninguna de las obras del po-
No lo tuvo, sin duda, en cuenta lígrafo holandés como en los Colo-
Erasmo al los Colloquia.
escribir quios el genio de Erasmo se halla
Los dedicó a puericia «para ha-
la en su propio elemento y en su pro-
cerla más latina y mejor». Así lo es- pia temperatura. Su genio, como lo
cribe él mismo en la cariñosísima reconoce él mismo, no tenía nada
carta nuncupatoria a Juan Erasmo de dramático ni de polémico. Eras-
Frobenio, hijo del impresor suizo mo había nacido para los «juegos»
de este nombre: Froben, niño de amables, para la ironía sonriente y
las mejores esperanzas. Esta carta medio escéptica, para el mariposeo
encabeza las ediciones salidas de las de un pensamiento ágil y tornadizo.
afamadas prensas de su padre: Quejábase en la época en que es-
«Superó el librillo que te dediqué cribió las sucesivas ediciones de los
todas las expectaciones, mi pequeño Coloquios (1518-1523) de que hasta
Erasmo de miel. El libro es amado, aquella fecha muy pocas veces ha-
es arrebatado, es trillado por las bía luchado en su propia arena y
manos de la estudiosa mocedad de servido a su talante propio. En los
tal manera, que tu padre tuvo que Coloquios el genio suelto y errabun-
imprimirle de nuevo y yo tuve que do de Erasmo se encuentra a todo
acrecentarle con nuevos enriqueci- placer. La misma forma dialogada
mientos. Dirías que el librito es tam- le da una libertad y soltura extraor-
bién erasmión (voz griega, que dinarias. Por su andadura libre, por
significa amable) y que es la deli- la viveza de su paso, los Coloquios
cia de las Musas... Siendo tantos los tienen una muy próxima semejanza
muchachos que te dan las gracias con los diálogos de Luciano, y están
por haberles dado tú la ocasión de exentos de toda traba y limpios de
leer los Coloquios, sería lamentable todo pedantismo. El tono es sencillo
y absurdo que por su propia culpa y regocijado. No es una cátedra lo
y con tu misma conducta no me que éllevanta, ni un aula lo que
dieras a mí las gracias del librillo... abre. Es una simple conversación
206 ENSAYO BIOBIBLIOGRÁFICO. JUAN LUIS VIVES, VALENCIANO

en el campo, en la casa,en la mesa, el amable juego de ponerlas en cho-


en el coche. En ellos se trata a la que y contradicción. En este tranqui-
ligera, muy
burla burlando, de la lo combate de palabras, mansas al
religión, de de la guerra, de
la paz, parecer, late a veces un conflicto
la amistad, de la vejez, de la educa- violentísimo, y conceptos que ape-
ción, de la vocación, de urbanidad nas se insinúan tienen un gran al-
menuda, de la superstición de la no- cance. Los Coloquios son luchas sin
bleza, de las peregrinaciones, de la árbitro; son combates en los que
Inquisición, de la fe, de los monjes no hay en apariencia ni vencidos
y de las monjas, del juego de dados, ni vencedores. Como en la lucha del
de la caza, de los votos eclesiásticos, Vizcaíno y de Don Quijote, quedan
de gramática, de humanidades, de en alto las cortadoras espadas. Eras-
fábulas, de duendes, de indulgen- mo dice todo lo que tiene que decir,
cias, de higiene; en una palabra. y declina en los personajes interlo-
de omni re scibili. Sólo una cosa cutores la responsabilidad de sus
parece salir indemne de este insig- propias ideas. Este recurso le da
ne multiloquio, y es la jerarquía una absoluta comodidad y una liber-
eclesiástica. No por falta de ganas, tad total para expresar sus pensa-
sino por una elemental prudencia mientos cargándolos en la cuenta
que a Erasmo no le abandonó casi de los otros. En el coloquio que va
nunca. Con los obispos y el Papa bajo el título de Puérpera («La pa-
no se atreve. Aparecen en los diálo- rida») introduce Erasmo un colocu-
gos de tarde en tarde, a distancia y tor luterano, Eutrapelo de nombre.
con el debido respeto. Es un tema A éste le confía Erasmo irrespon-
delicado, un tabú, diríamos ahora, sablemente que haga la siguiente
contra el cual nada osa. Y no recata comprometida descripción de los
el motivo de una carta Nec animus
: disturbios religiosos de la época
tam impías ut summum Pontificem «En el destierro está Cristián, rey
velim ludere, nec tam stultus ut in de Dinamarca, piadoso favorecedor
eos velim scribere, qui possunt pros- del Evangelio. Francisco, rey de
cribere (Ni tengo el alma tan impía Francia, es huésped de España, no
que quiera hacer escarnio del Sumo sé hasta qué punto por su gusto.
Pontífice, ni soy tan necio que vaya ¡Varón verdaderamente digno de
yo a escribir contra los que pueden mejor fortuna! Carlos maquina di-
proscribir). latar los términos de la Monarquía.
Es infinitamente variado y rico el Fernando cuida en extremo de sus
pequeño mundo de las personas que negocios en Alemania. El hambre
intervienen en la picante comedia de riqueza ha penetrado en todos
erasmiana monjes y frailes, donce- los palacios. Los labradores promue-
:

llas y casadas, gentes de hostal, gen- ven peligros, alborotos, y la muche-


tes de mercados, gentes universita- dumbre de las calamidades no les
rias, hombres del pueblo, humanis- disuade de su empeño. El pueblo
tas, que todos se interesan por igual medita la anarquía. La Iglesia de
en los problemas religiosos y mo- Dios se desgaja en violentas faccio^
rales de su tiempo. Trabados es- nes. Por una y otra parte es dilace-
tos personajes en conversación ur- rada aquella túnica inconsútil de
bana, siempre amena, intrascenden- Jesús. La viña de Dios es asolada,
te en apariencia, Erasmo les confía y no por un jabalí solo; peligra la
sus propias ideas y se complace en autoridad del clero con sus diezmos,
CAP. XXI. PEDAGOGO DE EUROPA 207

la dignidad de los teólogos, la ma- que se puede decir en favor de la


jestad de los monjes; la confesión herejía, defiende la herejía.
titubea, los votos vacilan, se desmo- No hemos de entretenernos en es-
ronan las leyes pontificias, la Euca- pigar en la copiosa mies de los
ristía es discutida, es esperado el Coloquios erasmianos las irreveren-
Anticristo, y en el mundo todo está cias, las procacidades, de los pasajes
en trance, de parto de no sé qué de muy dudoso gusto que los infes-
monstruo. Y, mientras tanto, ven- tan, no fácilmente perdonables en
cen los turcos y nos amagan con el atildado alumno de las Musas
una invasión que no dejará nada atenienses; como aquello de que
por arrasar, si les sale bien la em- «Sorbona» viene de a bene sorben-
presa que traen...» Nadie esperaría do, o como aquella otra procacidad
encontrar la descripción de una tan que en el coloquio «Ictiofagía» pone
pavorosa apocalipsis en una visita en boca de un carnicero y un ven-
de congratulación a una recién pa- dedor de pesca salada, mientras dis-
rida; pero se adivina que Erasmo curren y discuten la doctrina ecle-
lo quería decir y lo puso impune- siástica de la abstinencia y el ayu-
mente en boca del oficioso Eutrape- no:
lo. A otro de sus personajes, Gerar- «¡Son tantos los monjes que no
do, en la viveza de un diálogo, se se parecen a San Francisco y a San
le escapó una sentencia blasfema so- Benito más que por la cuerda o por
bre la intercesión de los santos. En la lana!» Es muy gorda esta sal y
ella la Facultad de Teología de la no ática, ciertamente, y con ella es-
Sorbona vió una herejía merecedora tán sazonados algunos de los Colo-
de condenación. Inhábilmente, con- quios erasmianos. ,

tra su costumbre, Erasmo contestó Parece que Erasmo se regodeaba


que aquello lo había dicho Gerardo, con la insana complacencia de bus-
no él, y que, por tanto, no se le car títulos escabrosos para sus Co-
debían pedir cuentas: Hoc ibi dicit loquios que pudieran espantar a las
Gerardus, non ego... quid ad me? almas timoratas: «Abbatis et Erudi-
Erasmo finge creer que componien- tae», «Adolescentis et Scorti», «Pro-
do pequeñas comedias, en las que ci et Puellse», «Virgo paenitens»...,
cada actor sostiene el lenguaje que y le agradaba preconizar las más
conviene a su carácter o que cuenta desconcertantes paradojas. Uno de
sencillamente una anécdota sin al- sus más lindos y cristianos diálogos
cance doctrinal, las leyes del diálo- es el que va bajo el título de «Epi-
go le eximen de culpa. La única ob- cureus», y en él se lee esta paradó-
jeción que puede hacerse a la répli- jica afirmación : «No hay mayores
ca sofística de Erasmo es que un epicúreos que los cristianos que vi-
autor de diálogos o un escritor cual- ven piadosamente» (1).
quiera, que bajo la responsabilidad ¿Quién le había de decir a Luis
de un personaje ficticio quiere ex-
poner sus propias ideas, debe esco- (1) Con tardío reconocimiento, el tra-
ger materias que por las leyes de ductor del Enquiridión, el arcediano del
la verosimilitud no le obliguen a
Alcor, dice de Erasmo, que fuera su
ídolo treinta años atrás :«Se ovo (hu-
decir cosas desedificantes, ya que no
bo) en sus obras y escripturas algo más
escandalosas. Y aun aquella otra, es libre
y ásperamente que los tiempos
a saber ;
que el escritor que pone entonces pedían...» El día 13 de. sep-
en boca de herejes lo más fuerte tiembre de 1537, el Santo Oficio comu-
208 ENSAYO BIOBIBLIOGRÁFICO. JUAN LUIS VIVES, VALENCIANO

Vives, el año 1539, estando ya, como ves al futuro Felipe II, cuando no
quien dice, en la antesala de la tenía más que once años, dice así:
muerte, cuando dedicaba al príncipe «Muchísimas y muy grandes son
don Felipe sus Ejercicios de la len- las ventajas de la lengua latina para
gua latina, que el niño enteco y dé- el bien hablar y el recto sentir. Es
bil, cubierto de luto reciente por la ella como un arca de toda suerte de
temprana muerte de su madre, erudición, dado que grandes y exce-
puesto so la férula blanda de Juan lentes ingenios en lengua latina es-
Martínez Silíceo, con el discurso de cribieron de todas y cualesquiera
los años, había de unir su suerte disciplinas, a las cuales nadie puede
— su suerte y la de dos grandes pue- llegar sino por el conocimiento de
blos, unión que duró lo que duró aquella lengua. Por esta causa no
su efímera suerte conyugal con — me será pesadumbre ni enojo, en
aquella niña María, hija de la tía de medio de las ocupaciones de estu-
su padre, doña Catalina de España, dios de más alto vuelo, también en
para quien dictó una pedagogía este punto coadyuvar a los rudi-
pueril? Así el Cielo lo quiso o así mentarios estudios de la niñez. Com-
lo quiso la razón de Estado, si no puse para familiarizarlos con la len-
lo quiso el amor (lo diré con Ho- gua latina unos sencillos ejercicios
racio) :
que a los niños, según espero, pue-
den ser provechosos, y parecióme
cui placet impares bien dedicártelos a ti, que si Tríen
formas atque ánimos sub juga ahenea eres príncipe, eres niño también,
sobvo mittere cum joco (1); tanto por la extremada benevolen-
cia que conmigo ha tenido tu pa-
el amor, dije, a quien divierte el
dre, como porque enderezando tu
juego cruel de atraillar con yugo
espíritu a una conducta recta mere-
de bronce corazones y almas dispa-
ceré bien de España; quiero decir,
res. Harto temprano la muerte fué
mereceré bien de mi patria, cuya
a romper el yugo de bronce y la
salud se apuntala y estriba en tu
coyunda indócil de los dos grandes bondad
y en tu sabiduría. Si bien
pueblos, unidos por esos dos alum-
todo eso que te he dicho lo oirás
nos de gramática latina y de civili-
más a menudo y con mayor elo-
dad pueril de nuestro Luis Vives,
cuencia de Juan Martínez Silíceo,
que no lo vió con sus ojos mortales,
tu preceptor.»
ya próximos a naufragar en la mar
Salido el breve libro de las pren-
que es el morir.
sas de Roberto Winter, de Basilea,
La carta dedicatoria de Luis Ví-
por el mes de marzo de 1539, brota-
nica desde Valladolid: «...avernos vis- ron inmediatamente sus apologis-
to urna Determinación o decretación de tas. Uno de ellos y de los más ma-
Ja Facultad de Theología de la Univer- drugadores fué el alcalaíno Pedro
sidad de París en que dizen que la lec- Mota (1), cuya entusiasta recomen-
ción de ios dicho» Colloquios se ha de
vedar a todos y mayormente a los man-
cebos, porque con la lectión dellos so (1) (Este Pedro Mota, discípulo de
color de adquirir elocuencia, da jubentud Antonio de Xebrija, el año 1548 ed tó :

se corrompería.» (La Biblioteca Eras en Lyón, de Francia, los Diálogos. En


mista, de Diego Méndez, pág. 109. Ed - 1578 <se reimprimieron en Valencia con
tora Montaivo. Ciudad Trujillo. 1945) una modestísima efigie de Luis Vives,
(1) Horacio: Carm., I, XXXIII. que 0} contemporáneo Pedro de Huete
CAP. XXI. — PEDAGOGO DE EUROPA 209

dación puso Mayáns al frente de la que vió la floreciente Roma, por


edición de su Exercitatio. Dice a los manera que parece haber vivido Vi-
Cándidos lectores futuros del librito ves en ella, por aquellos siglos do-
inmortal que de todas las obras que rados y haber aprendido en la es-
compuso Luis Vives, honra y prez cuela de Terencio». Con el aseo de
de España, puede, con todo conven- Terencio, dice Cicerón que elegan-
cimiento y certidumbre absoluta, tizó su celebrada elocuencia, vis-
afirmar aquello mismo que, según tiéndola con el impoluto candor de
en Cicerón leemos, el sesudo Catón aquella latinidad que esta seducto-
quiere persuadir a Escipión y a ra Sirena de Africa hizo resonar en
Lelio, a saber: que para muchas co- los teatros de Roma.
sas son útiles los libros de Jeno- Pero ladesgracia fué que en esta
fonte, y les encarga y encarece su limpieza y simplicidad fué el propio
lectura con advertencia cuida- Terencio quien puso mancilla y en su
dosa. venustez puso fango. Los Diálogos
Con todo, algunos libros de Vives de Vives son una virginal antología
acaso no estén indicados: sino para de modismos terencianos. Y ningu-
rectores de mucha erudición y doc- na cosa hay en ellos, para usurpar
trina; pero que ese libro de colo- una frase feliz de Marcial, que no
quios es tal, que no ya solamente la pueda leer sin sonrojo el más pu-
a los estudiantes bisoños de latín, dibundo germano delante de la pro-
sino también a los que en su prolon- pia estatua de la virgen Minerva
gado ejercicio alcanzaron veteranía, ateniense. Nada hay que no lo pue-
puede acarrear muy ricos aprove- da leer el niño más inocente, a
chamientos, haciéndoles más doctos quien, como sabemos, esle debido
y más rápidos para enunciar en la- el mayor de los respetos. Nada hay
tín cualquiera idea que les pluguiere. que no sepa a Cristo, nada que no
¿Quién será tan osado que irá a ne- edifique las costumbres y la más co-
gar que de la lectura de Terencio, rrecta y delicada educación.
como quien coge flores, se pue- Logrado y admirable es el artifi-
den espigar copiosas elegancias? ¿Y cio con que Luis Vives sazona la
quién hay que no vea también que doctrina más útil con el sabroso ali-
así como en el verde prado y entre ño del deleite, proponiendo a los ni-
la hierba fresca puede esconderse ños materias que no solamente son
la serpiente latet anguis in her- de su agrado, sino que están a sus

bó. puede esconderse una piedreci- alcances. Ese vivista complutense
11a de escándalo, algún incentivo del tan entusiasta como es Pedro Mota,
vicio, como aquel que menta San exhortó y predicó su lectura y su
Agustín en sus Confesiones? Es cier- trato no sólo entre sus amigos y co-
to que Vives en esta obra ha hecho nocidos, sino entre personas de to-
un feliz remedo de la purísima fra- da calidad. A quienes enseñaban
se terenciana «una imagen pintada gramática les acribillaba a ruegos y
con el colorido de aquellas mismas a cartas, pidiéndoles que explicasen
voces que eran las más acendradas el libro a süs discípulos, y que no
solamente le leyesen, sino que lo
«acó de otra más antigua. Esta versión aprendiesen y decorasen. Comenza-
iconográfica de Vives se ha ido vu'ga- ron a hacerlo así algunos profeso-
rizando y repitiendo en las sucebiivas res de gramática, pero a mitad del
ediciones valencianas hasta el siglo xvia. camino desfallecían; volvían atrás
210 ENSAYO BIOBIBLIOGRÁFICO. JUAN LUIS VIVES, VALENCIANO

y tornaban a su Ascensio, ese gra- i


sición o aquello acerca de lo cual a
mático ruin que tanto bien mereció I
mí me constaba que muchos tenían
de los dómines rutinarios. Atribuía sus dudas.» Protesta a seguida que
Pedro Mota ese cansancio y desga- no por un estúpido alarde de erudi-
na a la exigua remuneración de los ción de que quizá podría blasonar en
maestros, a la escasa compensación otros escritos, sino que, en interés de
con que los alumnos correspondían _la ínfima plebe de gramáticos, des-
a los desvelos y afanes de los pre- cendió a esas bagatelas y niñeces
ceptores y a la enormidad del es- principalmente en gracia de aquellos
fuerzo que había de ponerse en dar que ignoran el griego o no tienen su-
vueltas a esa muela pesadísima. Los ficiente erudición. «Si los beneficia-
doctos rehusaban con espanto car- dos con ese trabajo suyo hallaren de-
gar sus hombros con ese peñón de ficienciasy echaren de menos mu-
Sísifo, y, en cambio, los insuficien- chos puntos que quisieran ver elu-
tes, con su casi nulo ajuar de eru- cidados por nosotros, sepan, a su
dición, eran los que asumían esta vez, que yo hice muchas más ano-
enfadosa tarea. Para la elección de no podía me-
taciones, de las cuales
un maestro no cuenta para nada la nos de arrepentirme. De ellas no
erudición que pueda tener, sino la hiciera yo mención si no tuviere
resistencia física, cuán de hierro por cosa averiguada que por los
sea para aguantar ese trabajo, por otros iban a ser interpretadas ri-
el error que se padece de creer que dicula y malévolamente. Quédate
para enseñar los rudimentos cual- adiós, lector amable, y dale un beso
quiera maestrillo sirve. Sigue di- a ese encanto de libro.»
ciendo Pedro Mota que sus amigos, Juan Luis Vives, el alumno de
descorazonados, le decían ser tra- Filopono ; Juan Luis Vives, uno de
bajo perdido el que pusiera en ano- los triunviros de la Europa de su
tar al margen aquellas dicciones siglo ;Juan Luis Vives, que podía
que no fueran de comprensión
fácil parearse con los más grandes, se
o elucidación, cosa que acostumbra- quiso hacer pequeño para alternar
ban hacer con ciertos autores por co- con pequeños. Y los niños fue-
los
mentaristas de la más rica y varia- ron a y como quien ama es
él,
da erudición. «Para que yo dice — amado, Juan Luis Vives, que no
asumiera este trabajo con más gus- pudo ver en su hogar a niños hijos
to me refirieron que ellos se inven- de su carne, fué amado de los ni-
taron aclaraciones de algunos voca- ños de los otros. Mucha sabiduría
blos que no conocían, porque no pa- se ofrece a los niños en este libro
reciera que ignoraban su sentido. de Diálogos. J. T. Freigius, que an-
Xo sé si esto me provocó más a risa tes que su editor fué su lector, con
o a indignación.» «Creía, pues si- — aquellos ojos infantiles tan impre-
gue diciendo el humanista de Com- sionables y fáciles a la maravilla,
pluto — que mi obligación era com-
, rodando los años, lo editó para otros
placer los ruegos de mis amigos y ojos infantiles con ilusión infinita.
servir la común utilidad, y aun Dice: «Cuando yo era niño, amé a
cuando andaba metido en grandes ne- Luis Vives tan entrañablemente,
gocios, de los que no era fácil des- que ni aun ahora siento que mi
envolverme, me decidí a registrar amor se haya desvanecido en mi
con mayor laconismo posible lo espíritu.» Tan cierto es aquel afo-
el
que me pareció más digno de expo- rismo horaciano:
CAP. XXI. PEDAGOGO DE EUROPA 211

Quo primum imbuta fuerit recens Conquisita diu dulcique reperta labore,
[testa diu servabit odorem.
con prolijo afán buscadas y halla-
La recién fabricada con-
vasija das con esfuerzo sabroso.
servará por largo tiempo la fragan- Luis Vives fué a buscar esos vo-
cia del licor que en ella primera- cablos en que iba a grabar la ima-
mente se vertió. gen y la cesárea majestad de Roma
«Ningún libro educativo de Vives en las riquísimas minas de Grecia.
— dice Foster Watson — y ,
podemos Cuando la voz latina fallaba, Luis
asegurar que de ningún otro autor Vives se beneficiaba del griego. Con
del Renacimiento, fué escrito con esa cornucopia, con esa poliantea a
una aspiración más directamente su disposición, pudo entablar diálo-
práctica que este último libro, pa- gos sobre el hogar (Surrectio matu-
ra auxiliar a las escuelas. Es un li- tina), sobre la escuela de párvulos
bro de coloquios, que ayuda a los (Deductio ad ludum, Euntes ad lu-
discípulos a aprender a hablar latín. dum
y Lectio), sobre la vuelta a ca-
Con ellos tiende Vives a capacitar sa y los juegos de los niños (Redi-
a los niños a adquirir el vocabula- tus domum), sobre la comida estu-
rio, las frases corrientes de la len-
diantil (Refectio scholastica), sobre
gua latina, como para que puedan la charlatanería (Garrientes), sobre
conversar correctamente sobre to- un paseo a caballo (Iter et equus),
das las incidencias de la escuela y sobre la escritura (Scriptio), sobre el
d© la vida del hogar.» Horacio, que vestir
y el paseo a pie cuando la
predicaba la parquedad y la cautela aurora asoma por los balcones del
en sembrar el idioma autóctono de
Oriente (Vestitus et deambulatio
vocablos nuevos, autoriza la intro- matutina), sobre la casa (Domus),
ducción de neologismos, no oídos
sobre el colegio o escuela de grado
por los enfaldados (cinctutis) Céte-
superior (Schola), sobre el aposento
gos, que debían de ser los equiva-
y el estudio nocturno (Cubiculum et
lentes de los puristas y castizos de
Lucubratio), sobre la cocina (Culi-
hoy, cuando fuere preciso revelar
na), sobre el comedor de ceremonia
desconocidas y misteriosas noveda-
(Triclinium), sobre los banquetes
des. ¡Y cuántas novedades no so-
(Convivium), sobre los excesos del
brevinieron en el mundo moderno
beber (Ebrietas), sobre el palacio
desde Horacio hasta Luis Vives!
{Regia), sobre la niñez de un prín-

Con sobrada razón y por necesidad cipe ese príncipe niño es Feli-
imperiosa, en época anterior a los
pe II {Princeps puer), sobre el jue-
diccionarios latinos, que en aquellos
go de naipes (Ludus chartarum), so-
días no eran más que balbuceos, Luis
bre las reglas del juego y la topogra-
Vives aprovechó la autorización del
fía de la ciudad de Valencia (Leges
sesudo preceptor de los Pisones,
ludi), sobre los órganos del cuerpo
cuando se vió en el trance en que
humano por defuera (Corpus homi-
se viera ya el propio Lucrecio:

nis exterius) uno de sus interlocu-
tores es nada menos que el pintor
Propter egestatem linguce et rerum no-
[vitatem,
Alberto Durero —
sobre la educa-
,

ción (Educatio) y, finalmente, sobre


a causa de la pobreza de la lengua la preceptiva de la educación, uno
y de la novedad de las cosas, de in- de cuyos colocutores es todo un
troducir palabras nuevas: Guillermo Budeo. Estos coloquios
212 ENSAYO BIOBIBLIOGRÁFICO. JUAN LUIS VIVES, VALENCIANO

tan variados y espaciados con tan el conocimiento visual que tiene de


sabia graduación, introducen al niño aquellos lugares, cuyas costumbres
en el rrtlcrocosmos de la escola- describe Vives en algunos de sus
ridad y luego en las más anchas diálogos. Fuera de esto, adicionó-
regiones de la intelectualidad. A tre- los con otros siete suyos, compues-
chos, Vives, en estos diálogos, es un tos ad modum de Luis Vives, cuatro
humorista exquisito. Entre niños, el que ya llevaba hechos a su llegada
gran sabio se abrevia a la medida a Nueva España y los tres restantes
de los niños, que es, como dice San que constituyen una valiosísima des-
Agustín (1), que tan lúcida y pro- cripción de la ciudad de Méjico. Su
fundamente bucea en su infancia, propio testimonio autógrafo no da
la medida justa para alcanzar la lugar a dudas. En el manuscrito de
verdad divina, baja a su ingreso, la Crónica de la Nueva España que
pero en el avance sublime y velada escribió el doctor don Francisco Cer-
de misterios, pues son tales las es- vantes de Salazar (1), que desde el
crituras que crecen con los peque- año 1723, en un desairado anonima-
ñuelos, y a cuyo entendimiento no to, yacía en la Biblioteca Nacional
llegaba San Agustín, porque huero de Madrid, catado y desempolvado
y finchado de soberbia, se tenía por ya por algún erudito investigador
grande. «Luis Vives, en este librito que se lo calló, pero descubierto y
precioso, alcanza el dificilísimo y dado a conocer por mademoiselle
justo medio entre la repelente pe- Zelia Nutthall, americanista ilustre,
dantería y la vacua y gárrula ina- que lo anunció en un Congreso Ame-

nidad dice Foster Watson —
extre- ricanista celebrado en Londres, en
,

mos que combinaron con dema- mayo de 1912; en un pasaje del ca-
siada frecuencia en los antiguos tex- pítulo XXIV, libro IV: «De la des-
tos escolares.» cripción y grandeza que hoy tiene
Juan Estelrich, sin duda el más la ciudad de Méjico después que es-
aguerrido de los vivistas actuales, pañoles poblaron en ella», el autor
incansable y venturoso explorador escribió: Descrebíle interior y exte-
de las huellas del polígrafo valencia- riormente en latín en unos diálogos
no ha verificado que en Méjico, ya que añadí a los de Luis Vives, por
en el año 1554, salió una edición de parescerme que era razón que pues
estos Diálogos. Esta impresión fué yo era morador desta insigne ciu-
debida a uno de sus primeros traduc- dad y catedrático en su Universidad
tores al romance de Castilla de la y la lengua latina tan común a to-
Introducción a la Sabiduría, el doc- das las nasciones supiesen primero
tor Francisco Cervantes de Salazar, de mí que de otro la grandeza y
que llegó a la nueva España pisando majestad suya...
los calcañares de los conquistadores En los Diálogos de Luis Vives se
con las primeras expediciones de amamantó la latinidad de Nueva
misioneros, «llevando consigo por España.
armas la Gramática, el Catecismo y Estos Diálogos constituyen el éxi-
los Diálogos, de Vives». to más rotundo y clamoroso de un
Cervantes de Salazar los comentó género que es cierto que tuvo pre-
y blasona de estar en mejores con-
diciones que otros comentaristas por PubCicadio por The Spanish So-
(1)
cietyof America. Madrid, 1914, ki. 4.°,
(1) Confesiones, III, cap. V. XXIV-843 págs. Preface de M. Magallon.
CAP. XXI. PEDAGOGO DE EUROPA 213

decesores, superados todos ellos por la personalidad de Vives. Por esto


Erasmo. A este género literario, al el estilo de sus Diálogos, de una
cual Erasmo comunica la elegancia sostenida elegancia, no admite el or-
ágil de su estilo, su penetrante agu- nato mitológico sino muy raras ve-
deza y su interés punzante, Luis Vi- ces y con muchísima desgana.» Y
ves comunica su claridad, la jovia- sigue diciendo Massebieau:
lidad pueril, la reverencia al niño, «Esta transformación, harto pre-
la pureza de la doctrina y aquel po- visible, se realiza en parte bajo la
deroso sentido práctico que nunca influencia de España. Acaso no se
le abandona. ha puesto en ello la atención sufi-
Por el propio Juan Estelrich (1), ciente. España, a una hora determi-
que hace de ella amplias citas, co- nada, tuvo la preponderancia a la
nocemos el alto concepto que le me- vez sobre la república de las letras
rece Vives a L. Massebieau, autor de latinas y sobre la Europa política.
Les Colloques scolaires au c IW No hay exageración alguna en decir
siécle et leurs auteurs (2) «Con los
; que en 1539 España domina en Eu-

Diálogos, de Vives dice —
este gé-
, ropa por Carlos V y en la república
nero renace con gran lustre y toma literaria por Luis Vives.»
una nueva fisonomía. Vivos y finos, En apoyo de esta halagüeña y
con una urbanidad aristocráticá que justiciera apreciación suya, examina
contrasta con las burdas maneras Massebieau el estado de la política,
de Barland, tienen por protagonis- de las letras y de los espíritus de
tas a niños, porque henos ya salidos aquel tiempo: «Carlos V y Francis-
del período heroico y ya no volve- co I se han situado decididamente
remos a ver aquellos estudiantes a de parte del catolicismo. Aparece
quienes sus maestros implicaban en Calvino (1535); Ignacio de Loyola
todas sus luchas. En ellos, ninguna va a fundar la Compañía de Je-
alusión a las discrepancias religio- sús (1540) en París, precisamente.
sas. Está lejos ya el tiempo dé la El Papa Paulo III se prepara a res-
vacilación o de la sumisión regaño- tablecer la Inquisición y a convo-
na. Ha sido preciso tomar partido car (1542) el Concilio de Trento, que
con madurez y encerrarse luego y fijará -el dogma católico. Lutero, a
acantonarse en la escuela y dejar la quien le quedan ocho años de vida,
defensa de la fe al sacerdote o al está casi por completo olvidado.
soldado; los libros escolares no se- Erasmo ha muerto (1536). Tomás
rán ya libros de controversia. La Moro ha sido decapitado (1536). Del
barbarie está vencida y triunfa el cuadrunvirato del Renacimiento no
Renacimiento, a condición de puri- quedan más que Vives y Budeo, y
ficarse de todo resabio y huella de ambos van muy pronto a descender
paganismo.» al sepulcro. Mas, al paso que Budeo
Esto es de Massebieau, y Estel- se confina en la erudición, Vives, el
rich añade: «Esta es, precisamente, reformador de los estudios, el mor-
la definición justa de la misión y di? daz enemigo de la escolástica, el
consejero infatigable de los padres,
que de todos lados le consultan so-
(1) La mission de l'Espagne: Au
Méxique, sur les traces de Vives. Col- bre la educación de sus hijos, goza
lection Occident. Librairie Plon, place en Brujas de la gloria apacible que
de l'Odéon, París. 1941. sus obras le han granjeado por teda
(2) París, Bonihoure, 1878, in 8 °
Europa.
214 ENSAYO BIOBIBLIOGHÁFICO. JUAN LUIS VIVES, VALENCIANO

»Flandes es su patria adoptiva, y, mos niños o los personajes que en


sin duda, a Flandes Luis Vives le derredor de los niños se agrupan.
debe mucho. Esto no embargante, Vives no olvida que ha vivido en la
su amor de la medida, su esprit, su Corte en la vecindad de los hijos
fina moral, una cierta imponderable de los príncipes y que en todo tiem-
sequedad y, sobre todo, su piedad po ha sido preceptor de niños de
en sabrosa alianza con el cultivo de calidad. Toda esa infancia de la no-
las letras latinas y su respeto por bleza está presidida por el pequeño
las lenguas vulgares, en una pala- Felipe, enteco, débil, encorvado so-
bra, todos los rasgos de su talento bre los libros. Por otra parte, Luis
se explican por el carácter del Re- Vives le da una lección de moral tan
nacimiento en su país natal. Al paso hábil como ingeniosa, y le demues-
que en el Norte, Erasmo, Moselano tra que más tarde no podrá gober-
y Barland se vieron obligados a lu- nar si a su hora no estudia, porque
char contra la barbarie frailesca, pa- nadie puede dirigir una nave sin
rece que en España la renovación haber aprendido el arte de la náuti-
se verificó sin sacudidas, por un pro- ca.» Hasta aquí Massebieau, a tra-
ceso lento y natural. Bajo la mirada vés de la cita de Juan Estelrich.
complaciente del clero, todo se des- La lección de buen gobierno que
envuelve guardando su categoría v da Sofobulo, el consejero sabio, al
sus- límites. Los dialécticos dejan en pequeño y avispado Felipe, a quien
paz a los profesores de retórica. Los llama cariñosísimamente Philippule
profesores de retórica, en vez de ser dulcissime, delitios Hispaniarum:
clérigos o canónigos, como en Ale- Filipino de miel, delicias de las Es-
mania y Flandes, o al menos obli- pañas; recuerda la lección famosa
gados al celibato, como en París, en que dió Sócrates a Glaucón, herma-
España, por lo común, son simples no de Platón, que pretendía en Ate-
laicos que han tomado esposa. Así nas un cargo de elección popular,
Antonio de Lebrija, Venegas, el mis- nada menos que el gobierno de la
mo Vives, por no citar sino los de república. El lance es donoso, y lo
más fama. No hay interferencia de refiere Jenofonte en sus Cosas me-
funciones; existe perfecto acuerdo morables, o sea sus recuerdos de
dentro de la norma.» Sócrates, cuyo puntual cronista fué.
Así que, según Massebieau, dice «En el juego y en otras quisico-
Estelrich y la mayoría de los auto- sas, en cuyos yerros no hay peligro,
res españoles que han tratado de no te atreves a ser rey por no saber
Vives, éste es deudor a su patria jugar. ¿Y querrás emprender de ve-
de muchos rasgos de su carácter, ras el gobierno de tantos y tan gran-
que claramente se ponen de mani- des reinos sin saber las condiciones
fiesto en el diálogo intitulado Prin- de los pueblos, leyes, gobierno? No
ceps puer-. La niñez de un prínci- te atreves a montar aquel caba-
pe, a saber, el infante don Felipe, llo napolitano, fiero, cocero, falso.
casadero con María Tudor (la que ¿Piensas tú que hay algún caballo
de niña estudió según el plan de tan zahareño y duro de boca y que
Luis Vives), y debía reinar bajo el desobedezca más al freno que el
nombre de Felipe II. pueblo y las colectividades huma-

«En sus diálogos continúa Mas- nas, que son un amasijo de vicios,
sebieau — con finura y con su poco delitos, maldades, pasiones inflama-
,

de mansa ironía, hablan ora los mis- das, atizadas en perpetua combus-
CAP. XXI. PEDAGOGO DE EUROPA 215

tión? ¿Ves en este río aquella bar- y os enseñaré el temor de Dios. Fos-
quilla? Da gusto y recrea el ánimo ter Watson, este gran devoto de Vi-
navegar entre los prados, bajo las ves, que habla de Vives con el labio
ramas lánguidas de los sauces flu- caldeado y como encendido por un
viales; entremos én ella por tu vi- ascua dulce, no halla con quién com-
da; tú te sentarás al gobernalle y parar a nuestro Vives por la un-
serás el piloto. ¿Dices que no, no ción, por el celo, por la pureza de
sea que la barquilla vuelque y eche ministerio sacerdotal con que sazo-
toda su carga en el río? Si ni aun naba su cristiana pedagogía, sino
quieres regir un esquife en un río con el suavísimo y ejemplarísimo
tan sesgo, tan apacible, tan pequeño, pedagogo que dejó detrás de sí lo
porque no eres práctico, ¿no tienes que San Pablo denominaba el buen
aprensión alguna de engolfarte en olor de Cristo. Yo no dudo que, de
aquel mar, en aquellas aguas, en haberle elevado al honor de los al-
aquellas olas, en aquella embraveci- tares, como parecía merecer a los
da borrasca de los pueblos, ignoran- ojos humanos, sería el patrono de
te, sin experiencia? Mira que no te las escuelas cristianas si, así como
acaezca lo que aconteció a Faetón, fué solitario y acabó su obra con su
hijo del Sol y de Climene, que pidió vida, hubiera dejado detrás de sí
a su padre que le cediera el fogoso quienes perpetuaran su apostolado:
carro, y como no supiera gobernar- Victorino de Feltre. Feltre es una
le, salióse de su órbita y prendió villade la Lombardía. Holló los ca-
fuego a todo el mundo, por lo cual minos de este mundo un. siglo antes
su padre, enojado, le disparó un ra- que nuestro Luis Vives. Como Pla-
yo y le derribó dentro del río Eri- tón anduvo siempre con la cabeza
dano, que es el Po. Muy bien decía rodeada de pensamientos melodio-
Isócrates que había en la vida dos sos, Victorino anduvo siempre en
cosas muy grandes; a saber: el medio de murmullos escolares. Ese
principado y el sacerdocio. Y como canto de alondras era la alborada
ello sea así, en ningún tiempo ha que más le placía. No siempre re-
habido persona alguna que no las sulta verdad lo que de los escolares
apeteciese como a merecedor de dice nuestro Aurelio Prudencio:
ellas, ninguno que no juzgase que
las podía desempeñar con el más Doctor amarus enim discenti semper
[ephebo
sabio acierto» (1).
nec dulcís ull-a disciplina infantice est (1)
Juan Luis Vives ejerció el apos-
tolado de los pequeños con aquel
mismo espíritu que Jesucristo de- «iEl Príncipe lleva su estudio adelan-
te con mucho aumento... Ha cesado
cía: Dejad que los niños se acer-
siete días a causa de cierta indisposi-
quen a Mí, o con que aquel otro ción de viruelas que He ha sobrevenido,
evangélico pedagogo español, José lo cual es común a muchos niños en
de Calasanz, tomaba las palabras del esta villa, pero no es dañosa, porque,
Salmo: Hijos, venid y dadme oídos bendito Dios, todos estamos muy satis-
fechos en saber que ya está fuera de
todo peligro y sin calentura ni acci-
(1) Véase en. estos fragmentos de co- dente que sea de temer. Sólo se pierde
rrespondencia cómo elpropio Marineo
Síeulo comunica al emperador los ejer- (1) Peristephanon, Himnus IX, Pas-
cicios escolares del príncipe niño que sio Sancti Cassiani Forocorneiiensis,
había de ser Felipe II: versículos 27-28.
216 ENSAYO BIOBIBL.OGRÁFICO. JUAN LUIS VIVES, VALENCIANO

Todo maestro es desabrido al mu- tre guardó intacta la continencia y


chacho que aprende, y no hay disci- aun la virginidad. No era presbíte-
plina alguna que a la infancia le ro y rezaba el oficio divino como los
sea gustosa. En un siglo carnal era presbíteros. Era consumado y extre-
opinión común que Victorino de Fel- mado en el conocimiento de las sie-

el tiempo del estudio y éste se cobrará esperanza que le sucederá mucho bien.
en el tiempo venidero, y su habilidad Los días pasados estuvo S. Alteza en
es tanta, que suplirá toda esta falta... Alcalá y visitó a todos los lectores y
De Madrid, a dos de mayo (1536). De oyó lo que leían, y ipuede creer V. M.
Vuestra Sacra Cesárea Católica Majes- que a todos los entendió, si no fué al
tad vasallo... .El Maestro Silíceo » que leía hebraico, y holgó tanto en los
fciEJ. estudio del Príncipe, cuanto a la oír y en/tender do que decían, que nin-
gramática, ha sido algo penoso porque gún trabajo le fué todo el tiempo que
se le ha hecho dificultoso el tomar de los oyó, que serían más de tres horas.
coro. Ya, bendito Dios, va mostrando De salud está muy bueno, bendito
más voluntad y más provecho porque Dios, y muy alegre, porque goza de los
comienza ya a gustar d-1 artificio de días de caza que V. M. mandó se le die-
la gramática. En lo demás de su salud sen... De Madrid a XIX de marzo 1540.
y virtuosa conversación sé decir que El Maestro Silíceo »
cada día crece y da mucho contenta- «Pues es justo siempre que se ofrece
miento a los que le conversan. La In- correo da>r parte a V. Mt. del estudio
fanta [María] en el leer se ha detenido del Príncipe... en ésta sólo diré que
más que el Príncipe, aunque el escri- como de cada día crece en saber asi
bid se le da mijor; está muy buena y parece crecerle La voluntad a las letras;
con toda la gracia, honestidad y virtud y prometo a V. Mt. que aunque la caza
-

que su persona requiere... De Vallado- es al presente la cosa a que muestra


lid a XVI de julio (1536). El Maestro más voluntad, no por ello afloxa en lo
Silíceo.» del estudio un punto y hase de tener a
«...Cuanto al estudio del Príncipe, mucho que en esta edad de catorce
sabrá V. Magestad cómo ya está fuera años, en la cual naturaleza comienza a
del mayor trabajo que hallamos er. sentir flaquezas, haya Dios dado al
grammática porque sabe las conjuga- Príncipe tanta voluntad a la caza que
ciones y algunos otros principios, lo en ella y en su estudio la mayor par-
cual tengo en más que mitad de lo te de(l tiempo se ocupa las cuales <\'js
;

que resta presto comenzará a oír al-


;
cosas tomadas templadamente dan sa-
gún autor y será el primero, si a V. lud al cuerpo y aun aumentan las vir-
Mt. parece, el Catón el cual es muy
; tudes del ánima... De Madrid a XXVII
limpio en lo que dice y tiene senten- de junio 1540. El Maestro Silíceo.»
cias muy necesarias para la vida hu- «Los estudios del Príncipe van ade-
mana, todas llenas de piedad y santas lante, como conocer^ V. Mt. cuando
costumbres... De Valladolid a XXVIII Dios Nuestro Señor le volviere con mu-
de setiembre (1536).» cha salud a estos reynos. Los pasatiem-
«...En lo que toca a la enseñanza pos que tiene después de su estudio son
del Príncipe, digo que en latín va mu- ir a caza algunas Treces y correr sorti-
cho adelantado y antes de medio año, ja ; muéstrase tan diestro en todo cuan-
como creo, podrá pascar por ¿í todos los to a su persona conviene; está muy sa-
historiadores que han escrito, por difi- no, bendito Dios, y en todo lo demás
cultosos que sean, a lo menos con poca bien aprovechado... De Madrid a XI
ayuda de maestro. En el hablar latín de octubre 1540. El Maestro Silíceo »
ha harto aprovechado porque no se ha- (José M. March, S. J.: Niñez y ju.
bla otra lengua en todo ed tiempo del ventud de Felipe II. Documentos iné-
estudio y el uso le hará docto en el ha- ditos... Ministerio de Asuntos Exterio-
blar tanto y má.? que la lición. El es- res (Relaciones Culturales). Madrid,
cribir en latín se ha comenzado; t¿engo 1941.)
CAP. XXI. PEDAGOGO DE EUROPA 217

te artes liberales; y en el griego no aprecio grandísimo, conocedor de la


menos que el latín. Residía en Man- integridad de Victorino, no oponía
tua (y más que de Feltre gozaba reparo alguno. «Victorino añade —
que le llamasen de Mantua); allí to- cándidamente un biógrafo contem-
do es virgiliano. Es un manso paisa- poráneo, Vespasiano da Bisticci no —
je verde y como durmiente ese pai- hacía acopio de dineros, como veis.»
saje No tomó mujer porque no fuese
estorbo para sus estudios. Su casa
tarclis ingcns ubi jlexibus errat era un sagrario de virtudes, y com-
Mmcius et teñera prcetexit arundin,e placíase en dar a sus escolares es-
[ripas; parcimientos honestos. A los hijos
de los señores hacíalos cabalgar, y
ese paisaje, digo, donde el caudalo- lanzar pesos, y jugar a la pelota o
so Mincio rueda despacioso en ro- saltar para dar agilidad al cuerpo.
deos lentos y donde cubrió sus már- Estos pasatiempos se los daba leídas
genes de cañaverales tiernos. Esta- las lecciones y estudiadas y repeti-
ba Victorino al servicio del marqués das, que iba leyendo en varias facul-
de Mantua Francisco de Gonzaga, tades o aulas, según los alumnos.
casado con madonna Pagóla de Ma- No dejaba nunca perder una hora
latesta, de la cual hubo una legión de i ninguno de sus discípulos ni de-
hijos, a quienes adoctrinaba Victori- jaba que saliesen solos, sino acom-
no. Grandes señores de Florencia, de pañados por él o por otros compa-
Venecia, de Padua, de Verona, de ñeros suyos, y a la noche quería
Vicenza y de todos los principales que se recogiesen muy temprano en
lugares de la Lombardía enviaban casa. Con este sistema inculcó en
sus hijos a la escuela de Victorino sus alumnos un maravilloso hábito
a aprender, no tanto letras como de virtud.
costumbres. De su escuela salieron —
Así debieran ser dice su biógra-
cardenales, obispos y arzobispos y fo contemporáneo —
todos los pre-
también señores temporales y gen- ceptores, y que no se limitasen a
tiles hombres, la flor de aquella so- enseñar la lengua griega y latina,
ciedad eclesiástica y caballeresca. sino también las costumbres, que
Victorino admitía también a muchos valen más que cualesquiera otras
escolares pobres y los tenía en su cosas de la presente vida. «Yo le vi
casa por amor de Dios y les ense- en Florencia y le hablé muchas ve-
ñaba con todo celo. Entre los gas- ces. Era Victorino de chica estatura,
tos que le reportaban estos alum- delgado, pero alegre, y parecía reír-
nos y las limosnas que distribuía, se siempre. Con todo, su aspecto
al cabo del año estaba muy más al imponía reverencia. Hablaba poco
cabo de la pensión que le daba el vestía indumento oscuro y hopalan-
señor de Mantua, que era de tres- das que le llegaban hasta el suelo.
cientos florines. Presentábase al se- Tocaba su cabeza con un pequeño
ñor y le decía: «Además del sala- capuchón, y en el cuello Tlevaba una
rio de trescientos florines, he con- tirilla estrecha» (1).
traído tantos centenares, más de
deuda. Es menester que vuestra se- (1) Vespasiano da Bisticci: Vite di
ñoría me ayude a pagarla.» Y el se- Nomini illustri del secólo XV. Firen-
ñor de Mantua, que le tenía en ze. Barbera. Bianchi e Comp., 1859.
218 ENSAYO BIOBIBLIOGRÁFICO. JUAN LUIS VIVES, VALENCIANO

CAPITULO XXII

BRUJAS Y LUIS VIVES

A la primeria de abril del año lio Vanden Bussche (1), conserva-


1521 Luis Vives llegó a Brujas, en- dor de los Archivos del Estado por
fermo. En este trance halló gene- la provincia de la Flandria occiden-
rosa acogida en los brazos de su tal —
las crónicas y archivos de Flan-
compatriota Pedro de Aguirre (1), des hablan mucho de ese Wolsey,
acomodado mercader, que le hizo hijo de un matarife de Ipswich, que
cuidar, y en la convalecencia puso de tan ruines comienzos supo pro-
a su disposición una casa toda ente- moverse con sucesivos conatos afor-
ra para su disfrute personal. Esta tunados a las más envidiables posi-
casa estaba situada en Rué du Pont ciones: profesor de Gramática en
Flamand, actualmente Rué Saint- la Universidad de Oxford, capellán
Georges. de Enrique VIII, obispo de Lincoln,
Todos estos hechos están testi- de Durham, de Winchester, arzobis-
moniados por una nota autógrafa po de York y gran canciller del Rei-
del propio Vives, puesta en un ejem- no en 1515, creado por el Papa
;

plar del opúsculo De officio mariti, León X cardenal y legado a latere


que poseía el canónigo Cartón, y que para toda Inglaterra. Intrigante ávi-
fué vendido con su apreciable co- do, ebrio de gloria y de ambición,
lección de manuscritos. aspirante a la tiara que se había
Unos meses más tarde, Luis Vives hecho prometer. Del propio Car-
asistió a las fiestas y agasajos que los V recibió, el día 7 de agosto de
Brujas tributó al primer ministro 1521, la invitación de ir a Brujas.
del rey Enrique VIII, el cardenal Parece que la colonia española de
Wolsey, y no ciertamente por curio- Brujas se asoció con escaso entusias-
seo desinteresado, pues a los 10 de mo, para no decir con desgana, har-
julio del propio año había escrito a to visible a los regocijos y alegrías
Erasmo: Me quedaré aquí aguar- oficiales en honor del monarca in-
dando al rey {de Inglaterra) y a glés y su vanidoso privado. Y no
Moro, para ver cómo viviré en ade- carecían de razón. ¿Podrían esos
lante. Hasta el presente me mantu- altivos —
castellanos dice Vanden

ve y me mantengo con dineros de Bussche ver con buenos ojos a un
los reyes. En este punto — dice Emi- primer ministro, por privado y po-
deroso que fuera, alternando en plan
De él no queda más recuerdo de igualdad con su glorioso
sobe-
(1)
que un epitafio da ia iglesia de San rano?
Donaciano, que nos dice que Aguirre
ena capitán, de nación vizcaíno. Tuvo
un hijo, Martín de Aguirre, qué murió (1) Jean- Louis Vives: Eclaircisse-
a los 5 de julio die ¡1558, <e¿ cual había ments et rectifications biographiques.
casado con Bárbara de Xaguerra, de Notes sur son séjour a Bruges. Bruges,
Vizcaya también. Imprimerie Davemy, 1871.
CAP. XXII. BRUJAS Y LUIS VIVES 219

Parece que Wolsey fué recibido amistad con Pedro Dewite (Albius),
como un soberano auténtico se le obispo de Cuba, capellán mayor de
;

acompañó al palacio imperial, donde la reina doña Leonor. Conocía par-


Carlos le besó delante de todos los ticularmente a Corneille van Baers-
cortesanos. Se le preparó un aloja- dorp, que más tarde fué chambe-
miento verdaderamente real. A las lán y médico de Carlos V, y compu-
puertas de sus habitaciones, de día so un sistema curativo basado sobre
y de noche, montaban la vigilancia las doctrinas de Galeno (1). Por este
guardias armados, y en la antecáma- mismo tiempo, cediendo a las insti-
ra se apretujaban numerosos domés- gaciones de Paquier de Bierset (Be-
ticos. Cargaban su mesa carneros, zelius), monje benedictino del mo-
corderos y caza aderezada por los nasterio de San Lorenzo, lez-Liege,
más primorosos cocineros; los vi- publicó Vives su opúsculo intitula-
nos no faltaban. El prelado, convi- do: De initüs, sectis et laudibus
dado campante, que no hacía ascos Philosophice, escrito en 1518.
a la buena jera, hizo sobrado honor Vives estuvo en Brujas poco tiem-
a la mesa de su huésped y experi- po este año de 1521, pues volvió a
mentó síntomas de desarreglos gás- Lovaina a principios de noviembre,
tricos que atribuyó, en su informe no a últimos de septiembre, como
al rey, a los trabajos que le agobia- alguien dijo, porque hay constancia
ban (1). de que asistió a la boda de Juan de
Luis Vives en Brujas se encontra- Mantaca (?) y de Bárbara Pardo, hi-
ba con muy buena compañía y en ja de Silvestre Pardo y de Josina o
relación casi diaria con las persona- Josefina López, apellidos españoles
lidades brugenses de mayor ilus- muy castizos. Este matrimonio se
tración de su tiempo. Frecuentaba celebró a los 23 de octubre de 1521
las reuniones de la Ghilde de San en la iglesia de San Donaciano.
Lucas, en la que contaba con nume- Por la primavera de 1522 volvió
rosos y probados amigos. Más aún; a Brujas para despedirse de algunos
si hemos de creer a Cornil Breydel, compatriotas que se habían decidido
monje de la abadía de Saint-Baron, a acompañar a España al empera-
que años más tarde visitó a Marga- dor y, acaso también, con ocasión
rita Valldaura, ya viuda, parece que de la muerte de su gran amigo y
un miembro de esta famosa asocia- bienhechor Pedro de Aguirre, falle-
ción de artistas, Jan van Wynsber- cido hacia el 20 de abril. Entonces
ghe, pintó el retrato del gran polí- abandonó la calle del Pont Flamand
grafo algún tiempo antes de su y se estableció en la calle dicha
muerte. No es posible, dice Vander »

¡
Lange Winckel, cercana al entre-
Bussche, que sea éste el retrato que cot reservado a los comerciantes es-
Edmo de Boulonois grabó para la pañoles. Y por este mismo tiempo
Biblioteca Bélgica, de Foppens; pe- dió cima a sus Comentarios de los
ro no me atrevo a afirmarlo, porque
no poseo ninguna información posi- (1) Methodus universos artis medi-
tiva. cas formulis expressa ex Galeni tradi-
Aquí mismo, Vives tenía estrecha tionibus, qua scopi omnes curantibus
necessarii demonstrantur in quinqué
partes dissecta. Brugis. Hubertus Cro-
íl) Audin: Histoire de Henri VIII, cuis (Croóle), 1538, in fol. Arreo en este
tomo I, pág. 279, citado por Vanden libro aparece citado el nombre de Luis
Bussche Vives.
220 ENSAYO BIOBIBLIOGRÁFICO. JUAN LUIS VIVES, VALENCIANO

XXII libros de la Ciudad de Dios, de do de Pamplona, sin otro móvil que


San Agustín, cuyo hercúleo esfuer- el de hacer bien a un compatriota,
zo le quebrantó la salud en tanto puesto que ignoraba los proyectos
grado, que de ese quebranto ya no de su huésped.» En Oxford, por el
se pudo reponer en toda su vida, tiempo de esos viajes anfibios, Juan
como ya sabemos. Por el mes de Luis topó con Luis de Flandes, se-
mayo de 1523 estaba en Brujas ñor de Praet, quien le sugirió la idea
todavía, porque a los diez días de de escribir un plan de organización
este mes está calendada una carta de la beneficencia pública. Obedien-
a Erasmo referente al penoso epi- te a esa sugerencia, Luis Vives es-
sodio del escaso éxito de venta que cribió el áureo tratado Del socorro
tuvo esta obra gigantesca. Y enton- de los pobres y dispensó a Brujas el
ces fué cuando, resueltamente, Luis magnífico favor de dedicarlo a sus
Vives, como por donaire le decía burgomaestres. Los burgomaestres
Erasmo, se hizo anfibio, ora nadan- agradecieron la fineza obsequiando
do hacia Inglaterra, adonde fué lla- a Juan Luis con una copa labrada
mado por la Corte, ora yéndose a en plata.
plegar el ala en su dulce nido de Esta obra es una auténtica obra
Brujas. Casi por períodos iguales de misericordia, cuyo autor, con har-
repartió Vives sus días en la hosca ta razón, puede ser incluido en
Inglaterra, cuyo clima ventoso y cu- aquel elogio que se lee en el Ecle-
yo aire espeso y húmedo le resulta siástico de los patriarcas antiguos:
insalubre, como también el régi- Estos son los varones de misericor-
men alimenticio, tan diferente del dia, cuyas piedades no tuvieron aca-
que tenía acostumbrado, y Brujas, bamiento. Los labios de ese varón
la villa de su elección, para con la de misericordia no profanarían, no,
cual siente el mismo afecto que por aquellas impresionantes palabras de
su Valencia maternal. Y en este co- Job:
medio de su promiscuación con In- «Si negué su deseo a los pobres
glaterra, distingue la ciudad de los y defraudé los ojos de la viuda;
puentes, datando en ella tres de sus si comí a solas mi bocado y el
obras: julio de 1524, enero y octu- huérfano no comió de él;
bre de 1526. si vi al que pereciera sin vestido
No ha podido fijarse con exactitud, y vi sin ropas al menesteroso;
que yo sepa, la fecha de la ida a Bru- y sus carnes no me bendijeron,
jas del santo fundador de la Com- calentadas del vellón de mis ovejas...
pañía de Jesús. Octavio Delepier- mi espalda se caiga de mi hombro
re, uno de los predecesores en los y mi brazo sea quebrado de mi ca-
Archivos del Estado de Emilio Yan- nilla.»
den Bussche, que con una tan feliz y El tratado Del socorro de los po-
tan piadosa sagacidad descubrió las bres lleva una discretísima carta
recatadas huellas por Brujas de nues- nuncupatoria a los burgomaestres
tro filósofo, que allí tuvo su segun- y al Senado de la ciudad de Brujas.
da patria, dice que la primera per- Dice así:
sona a quien se dirigió Iñigo de Lo- —
«Obligación es dice Cicerón del —
yola con el fin de obtener recursos extranjero y del advenedizo no ser
para la creación de la orden que curioso en una república ajena. Es

meditaba fué Luis Vives. «Vives di- verdad; aborrecible dondequiera es

ce admitió a su mesa al Estropea- la curiosidad por los asuntos extra-
CAP. XXII. — BRUJAS Y LUIS VIVES 221

ños, al paso que el cuidado y el avi- chedumbre de pordioseros que de


so amistoso no pueden reprobarse. todas partes concurren aquí como
Bien que por otra parte la ley de la a refugio prevenido siempre; ya
Naturaleza no permite que sea ajeno también porque, como haya sido el
del hombre lo que a los hombres origen de todas las ciudades, con el
atañe y la gracia de Cristo ha uni- fin de que cada una de ellas tenga
do a todos entre sí estrechamente lugar en donde con dar y con reci-
como con un aglutinante celestial bir beneficios y con el auxilio recí-
muy pegadizo. Empero, dado que proco se concertase y creciese la ca-
algo nos sea ajeno, el negocio pre- ridad y se afirmase la colectividad
sente no es para mí de esta calidad. humana, debe ser particular desvelo
Yo siento para esta ciudad idéntico de los administradores de la ciudad
cariño que por mi Valencia. No la cuidar y poner todo su esfuerzo en
nombro con otra expresión que la que los unos socorran a los otros y
de Patria mía, porque catorce años nadie sufra vejamen ni a nadie le
ha que soy morador de ella y aun sea gravoso el daño injustamente re-
cuando no con absoluta continuidad, cibido, y que el más débil perciba
con todo siempre he tenido costum- asistencia del más poderoso, de suer-
bre de regresar como a mi casa. te que la concordia de la comuni-
Plúgome vuestro sistema de admi- dad y de la agrupación de los ciuda-
nistración, la educación y civilidad danos reciba de la caridad crecidos
de este pueblo y la increíble quietud aumentos de día en día y persevere
y justicia que reinan aquí y que las hasta la eternidad.
demás naciones aplauden y celebran. »Y así como es cosa deshonrosa
»En efecto, aquí tomé esposa; y para el padre de familia que en su
no de otra suerte querría yo que se casa, opulenta y abastada de toda
procurase el bien de esta ciudad, suerte de bienes, deje impasiblemen-
que como el de una población donde te que algún miembro de ella pa-
tengo el arraigado designio de pasar dezca hambre o desnudez, o que .va-
el resto de vida que la benignidad ya envilecido y afeado de andrajos,
de Cristo me concediere. Yo téngo- del mismo modo no parece bien que
me por ciudadano de ella, y para en una ciudad que no es pobre cier-
con los otros ciudadanos siento el tamente, sus magistrados consientan
mismo afecto que si fueran her- que determinados ciudadanos vayan
manos míos. Las necesidades de mu- acosados de los fieros mordiscos del
chos de ellos me movieron podero- hambre y la miseria. No toméis a
samente a escribir los medios con pesadumbre leer esto o, si no tuvie-
que juzgo que se les puede soco- reis gusto y holgura, reconoceos al
rrer. Para que lo hiciese, me lo ha- menos obligados a reflexionar muy
bía rogado con anterioridad, en de asiento este negocio, vosotros,
Inglaterra, el señor de Praet, vues- que demostráis tanto interés en in-
tro gobernador, el cual con mucho formaros del pleito de un simple
y con intenso ahinco, como es su particular en que estén en litigio
deber, piensa en el bien público de mil florines.
esta ciudad. »Deseo a vosotros y a la ciudad de
»A vosotros dedico esta obra, ya vuestra digna gobernación toda
porque sois fuertemente propensos suerte de prosperidades y de felici-
a hacer bien y a aliviar a los menes- dades.
terosos, como lo demuestra la mu- »Brujas, 6 de enero de 1526.»
222 ENSAYO BIOBIBLIOGRÁFICO. JUAN LUIS VIVES, VALENCIANO

Amanecen tiempos nuevos y ame- de Jerez, que tachó las ideas de Vi-
nazan cosas nuevas. El tratado De ves sobre la beneficencia de doctrina
subventione pauperum, con no ema- pestilencial, perniciosa e injuriosa
nar de autoridad tan alta y en un en grado sumo para la dignidad de
orden de cosas más ceñido, es algo la Iglesia. No fué parte esa violenta
así como la Encíclica Rerum nova- y ciega arremetida para amenguar
rum, que produjo tan honda y tan la inmensa resonancia que tuvo este
mansa revolución y dictó nuevas gran libro pequeño, no solamente
normas de convivencia social. El en Flandes, sino en toda Europa (1),
Socorro de los pobres, de Vives, provocando entusiastas asentimien-
puso en un nuevo plan las relacio- tos y encendiendo reñidas polémicas.
nes de los poderes públicos con la «Es éste un tratado que, habiendo
pública miseria, y de la caridad, vir- ya más de dos siglos y medio (esto
tud individual, quiso hacer una vir- se escribía en 1781) que se escribió,
tud social y política, y fué por los no ha aparecido hasta ahora, obra
burgomaestres de Brujas, la patria que adelanta los pensamientos, prue-
de su corazón, por donde el ciuda- bas y expresiones que contiene; lo
dano Luis Vives quiso iniciarla. Es que produjo en él este profundo,
la primera versión moderna de las elocuente y pasmoso ingenio, com-
obras de misericordia y la organi- prehende perfectamente, de un mo-
zación eficaz y práctica del Beati do muy practicable, todo lo que es
misericordes a quienes está prome- necesario y conveniente en un asun-
tida la consecución de la misericor- to que en lo espiritual y temporal
dia, en el Sermón de la Montaña. interesa a todos: pobres y ricos, ni-
En un tiempo en que eran condena- ños y ancianos, hombres y mujeres,
das como proposiciones heréticas la particulares y repúblicas, vasallos
prohibición de la mendicidad, la par- y príncipes, eclesiásticos y secula-
ticipación de los funcionarios civi- res. Los obispos no pudieran desde-
les en la distribución de socorros, ñarse de que se les atribuyera como
su intervención en la vigilancia o una de sus más selectas pastorales;
administración de los establecimien- los magistrados, como una provecho-
tos benéficos, Vives proclamó con sísima providencia de gobierno; los
impavidez ser obligación de los ges- teólogos, como discursos muy acer-
tores de la ciudad conseguir que tados respecto de Dios y de las cria-
todos los ciudadanos se presten ayu- turas en orden a Dios; los oradores
da mutua; impedir que nadie sea evangélicos, como las más bien dis-
oprimido o lesionado injustamente, puestas exhortaciones y oraciones
persuadir al poderoso a la asisten- para persuadir a la limosna, llenas
cia del necesitado, a fin de que, por de Sagrada Escritura de uno y otro
mediación de la caridad, la con- Testamento, bien entendido y opor-
cordia entre los ciudadanos de día tunísimamente aplicada sin que le
en día tome creces y quede confir-
mada y sellada para toda la eterni- (1) El título de la impugnación de
dad. fray Lorenzo de Villavicencio e<s éste
pauperum
Contra esta valiente y cristia- De CEconomia sacra circa
curam. Antuerpice, 1564, in 8.° Da
nísima obra de Vives, disparó una cuenta de la enorme 'repercusión cüeO
flecha tardía y aleve, la flecha del libro Socorro de los pobres M. A. Heñ-
Parto que pelea huyendo, el fraile iré His*oire du regne de Charles V en
:

agustino Lorenzo de Villavicencio, Bélqiqxie, tomo V, pág. 201.


|
CAP. XXII- -BRUJAS Y LUIS VIVES 223

con templanza y moderación,


falte, mo una buena obra desde el punto
eladorno de la erudición profana de vista religioso. Vives no vacila
más escogida y del caso; los juris- en invocar, mezclados como títulos
peritos o, más bien, los jurisperis- de autoridad, a Platón y la Biblia;
tas, como un papel en derecho pú- Homero y San Mateo; Séneca, Ci-
blico, que comprehende con perfec- cerón y Terencio, juntos con San
ción los de los particulares y los di- Pablo y los Apóstoles. Porque, co-
rige al público con beneficio de to- mo comentador de San Agustín, es
dos; los canonistas y los que dan el mismo Vives que no había vacila-
reglas y doctrina para las costum- do en colocar en el cielo a Catón,
bres cristianas, como el Moral más Numa y Camilo y el mismo hombre
sólido y bien fundado, abundante de que por eso había corrido el riesgo
autoridad, razones y reflexiones ex- del Indice.»
quisitas y convincentes que pene- La primera parte da una noticia
tran con agudeza hasta el fondo mis- teórica de la caridad como un hecho
mo de las cosas.» constitutivo de la vida cristiana in-
él, Luis Vives, que
Por los pobres, dividual y en la vida de la comuni-
toda la vida lo fué, sentía una pie- dad. En la segunda parte de su libro
dad increíble, y hablando de ellos expone los medios prácticos que,
experimentaba una como combus- tras larga reflexión, se le han acudi-
tión de entrañas más que francisca- do para remediar las necesidades de
na, paulina: ¿Quién hay que desfa- los pobres. En este apelativo, que
llezca y enferme que no enferme y merece tanto respeto y que les ha-
desfallezca yo?, pudiera decir con el ce participar de la dignidad eminen-
Apóstol. Y aquello otro: Subvenid a te que tienen los pobres en la Igle-
las necesidades de los santos, sed so- sia, según el sermón célebre y el
lícitos en la hospitalidad. pensamiento soberano de Bossuet,
En este tratado del Socorro de los no entran los mendigos.
pobres, abre su corazón a sus her- La mendicidad, en los días de Luis
manos de Brujas para moverles a Vives, se ha convertido en una pro-
compasión hacia los pobres. Tenía fesión. Las plagas y miserias de la
el conocimiento y el sentimiento de Edad Media, que implicaban frecuen-
las necesidades de muchos de sus temente, dice Foster Watson, lacras
moradores, y había harto detenida- y desfiguraciones físicas, fueron te-
mente reflexionado sobre los medios rribles; pero los mendigos estudia-
efectivos de aliviar sus miserias. ron la manera de imitarlas, y fin-
Dos son los libros que contiene el gían dolencias, heridas y aun los ata-
tratado De subventione pauperum. ques de los demoníacos y de la lo-
«El primer libro es una justifica- cura para explotar la sensibilidad
ción de la caridad desde el punto de de quienes consideraban la asisten-
vista de lo moral —
dice Altmeyer (1), cia al pordiosero como una obliga-

citado por Foster Watson de la ca- ción de conciencia. Altmeyer, en su
ridad considerada como una obliga- obra citada, todavía recarga más las
ción de la conciencia, como genera- tintas; «Las invenciones imagina-
da por el derecho natural, tanto co- tivas de Víctor Hugo en Nuestra Se-
ñora de París y en Corte de los
la
cí) J. Altmeyer: Les precurseur*
L. Milagros, del Jacob, son
bibliófilo
de la Reforme aux Pays-Bas, tomo II, rebasadas por la realidad. Aquí eran
páginas 59-60. unos gitanos que decían la buena-
224 ENSAYO BIOBIBLIOGRÁFICO. —JUAN LUIS VIVES, VALENCIANO

ventura y con ello daban un tiento desnudez, a la cual acompaña un


a la bolsa de un corro de crédulos temblor e una quiebra de voz flau-
bobalicones; allí, supuestos griegos tada que parece tan descaecida y
que se decían arruinados por la to- debilitada que parece contra razón
ma de Constantinopla al otro lado, poder andar el hombre que de he-
;

peregrinos que iban quién a la Tie- cho tuviere la voz tan descaecida
rra Santa, quién a Santiago de Com- como falsamente la fingen...»
postela, quién a Nuestra Señora de En sus Bienes de el honesto tra-
Roe-amador sin más preocupación bajo y daños de la ociosidad, el pa-
que la de rodar de hospicio en hos- dre Pedro de Guzmán supone ser
picio, vestir como gentileshombres, típicamente española esta holgaza-
procurarse espadas, proveerse de nería tan ingeniosa y tan rica de
grandes cuchillos, andar con liberti- tretas: Diremos al español lo que
nos y en tratos con damas corte- el Espíritu Santo del perezoso dice:
sanas.» «Pasé junto al campo del perezoso y
En este punto, los héroes de nues- todo eran cardos y ortigas... » Y pu-
tra literatura picaresca, tan copiosa diera continuar lo que en el mismo
y tan entretenida, eran verdaderos capítulo XXIV del libro de los Pro-
doctores. Ejemplos de esto los halla- verbios se sigue: Cardos y ortigas
remos a barrisco en Guzmán de Al- que habían cubierto su haz, y su
farache, en el quevedesco Buscón, albarrada estaba destruida. A su
en el Lazarillo de Tormes, en La vista me puse a reflexionar ; aquello
Garduña de Sevilla, en Rinconete y fué para mí una lección. Un poco
Cortadillo, del propio Cervantes. De dormir, un poco cabecear, otro poco
Alejo Vanegas, en la Diferencia de mano sobre mano, descansando, y
libros que hay en el universo, es sobreviene como un caminante la
este sabroso pasaje: miseria y la pobreza como un por-
«...Debaxo del título de pobreza diosero.
huyen de la casa que tanto aborre- Directamente o por reflejo, en
cen, como es el trabajo, porque ellos aquellos mismos días, tuvo la gene-
quieren holgar, e jugar, e borra- rosa iniciativa de Vives fuertes re-
chear, e decir unos de otros, e apu- percusiones en España. Varios pro-
ñearse después de haber hecho jira curadores en Cortes, en las de Ma-
de las limosnas, de lo qual todo da- drid, 1528 y 1534, solicitaron que se
rán buen testimonio los espitaleros prohibiese a los pobres salir de los
e taverneros. Déxome aquí de decir pueblos de su naturaleza y deman-
de los bofes ensangrentados y ense- daron el establecimiento de un régi-
bados que se atan en las piernas men administrativo acerca de este
para que parezcan llagas viejas punto. Consultáronse diferentes le-
También me quiero passar que de- trados, y entre ellos fray Domingo
xan a las espitaleras los capatos, sa- de Soto, y expresó su parecer en un
yos y las camisas que les dan, por opúsculo que se publicó con el títu-
mover con sus carnes desnudas a lo de Deliberación en la causa de los
que les den más, y todo lo venden pobres. Opina el célebre teólogo que
para comer e beber.- Porque más se los pobres fingidos deben castigar-
quieren enforrar por de dentro que se; que los extranjeros, siendo real-
guarnecer por defuera, especial- mente pobres, no pueden en justicia
mente que el principal tributo que ser expulsados del reino; que la
cogen le cobran con el título de la mendicidad verdadera no debe pro-
i

CAP. XXII. —BRUJAS Y LUIS VIVES 225

hibirse. Y refiriéndose ya a la re- órdenes ni corona, sino el espíritu


forma propuesta por Vives, escribe de Dios, el qual solo discierne a los
con cierta displicencia: christianos de los no christianos, di-
«Contra esta conclusión no hallo ziendo San Pablo: El que no tiene
ley ninguna, si no me cuenta por espíritu de Christo, éste no es de
ley no sé qué ordenación que agora Christo ni pertenece a Christo, pue-
traen de Hipres (Ypres) de Flandes, de Dios y ansí vemos que lo hace
donde, entre otras cosas christiana cada día, que los publícanos y pe-
y sabiamente ordenadas, traen tam- cadores passen adelante en las co-
bién no sé si tan bien ordenado que sas del Reyno de Dios a los que es-
no han de rescebir en su pueblo los tán en estado de perfección y de
pobres estrangeros, sino los que por padres y maestros del pueblo» (1).
algún desastre perdieron sus tie- ¡Cómo hubiera complacido a Luis
rras. Empero..., lo que podrían de- Vives si hubiera conocido ese tex-
terminar es que nadie es obligado to que un teólogo conspicuo de su
a mantener los pobres estrangeros patria, afirmase que Dios no des-
que vinieron. Empero negarles la ampara a su Iglesia y que despierta
puerta que no entren y lo pidan a su espíritu donde le place y que
quien se lo quisiere dar, ninguno precisamente se había servido de él,
que fuere entendido en sagrada es- que no vestía hábito ni tenía órde-
critura o en derechos podría afirmar nes ni corona, para organizar, se-
tal cosa.» gún el espíritu de Cristo, la caridad
Entró en esta pelamesa un bene- de los tiempos nuevos que amane-
dictino, fray Juan de Medina, abad cían entre cerrazones amenazadoras!
del monasterio de San Vicente, de Rebosan la más enérgica indigna-
Salamanca, y rebatió eficazmente los ción aquellos párrafos en que Luis
válidos argumentos del ilustré do- Vives condena el flagrante abuso
minico, en cierto papel con este ró- que se había hecho de las rentas de
tulo: De la orden que en algunos los hospitales y de otros asilos des-
pueblos de España se ha puesto en tinados a los pobres por parte de
la limosna para remedio de los ver- los oficiales, y que no siempre eran
daderos pobres. Comenta el agudo laicos, que llevaban la administra-
contrincante y defiende a la vez ción, y lo proclama con aquella su
unas ordenanzas establecidas en Za- impávida independencia que le dic-
mora, a las cuales él no era ajeno: ta su incorruptible conciencia cris-
«Dizen que barruntan que no po- tiana :

drá durar mucho este negocio, an-


dando en manos de seglares. Yo con- Iliacos intra muros peccatur et extra (2).
fiesso que parecería muy mejor en
manos de personas eclesiásticas y Se pecó en conventos y se pecó
que es negocio propio dellas y más fuera de conventos. Quizá la Iglesia
de los perlados. Mas, bendito Dios no tuvo la suficiente energía para
que no desampara a su Iglesia y des-
pierta su espíritu donde le plaze y
hace que los que debieran ser pos- (1) Estos testimonios están espiga-
treros sean primeros y los primeros, dos en la obra de Bonilla San Martín :

postreros. Y, pues, el fervor y dili- Luis Vives y la filosofía del Renaci-


miento.
gencia que este negocio ha menes-
(2) Se pecó intramuros de Troya y
ter no nace de los hábitos ni de las se pecó extramuros.

luis vives. — 8
226 ENSAYO BIOBIBLIOGRÁFICO. JUAN LUIS VIVES, VALENCIANO

evitar la corrupción de sus propios Sócrates que no agradecería al que


oficiales eclesiásticos que se habían le diese dinero, sino que toda su gra-
apropiado algunos de los recursos titud la reservaría a quien le diera
destinados a la asistencia de los po- instrucción. Lo mismo que Sócrates
bres. Y para evitar este abuso invo- piensa y expresa Job, mendigo y po-
có Luis Vives la eficiencia de la co- bre en su montón de estiércol, que
munidad organizada en el Estado y a los poderosos que le visitan dice
en la municipalidad, para coadyu- ¿Acaso os he dicho: Traedme pre-
var y completar la actuación de la sentes y dadme bienes de los vues-
Iglesia; y para cercenar y atajar tros, o libradme de la garra de mi
posibles extralimitaciones de un enemigo o de la mano del poderoso?
lado y de otro, requirió el sentido Enseñadme y callaré, y si alguna
de la responsabilidad cristiana. cosa ignoré, en ella amaestradme.
El principal beneficio que puede En la escala de la beneficencia, el
hacerse es que el uno coadyuve a la último lugar se reserva al dinero.
virtud del otro, pues por esto que- Con todo, ayudar con él es generoso
dan mucho más deudores a Dios y honroso; es rica de miel secreta
que las personas a quienes tocó la la limosna, pues Aristóteles y Cice-
nobleza, la hermosura, las riquezas, rón dicen que es más bello y sabro-
el ingenio o el renombre, aquellos so dar que recibir; parecer éste de
a quienes se dignó el Señor comu- grandes filósofos paganos, que Dios
nicarles alguna participación de su refrendó en la Sagrada Escritura,
espíritu para conocer y ejecutar lo donde dice San Pablo, escribiendo a
santo y saludable y lo que a su los corintios: Según la palabra del
Divina Majestad complace. Don es Señor, reporta más satisfacción dar
éste del cual habla el Salmo 147: que recibir. Dar a los que sabemos
Dios es el que anuncia su palabra a que son ingratos ocasiona deleite,
Jacob y su justicia y su juicio a Is- no más que porque damos. Es una
rael. No hizo tal con otra nación suerte de participación y remedo de
alguna y a ninguna otra manifestó la condición y naturaleza divina ver
sus juicios. Este es beneficio máxi- a otros que necesitan de nuestro so-
mo que Cristo confiere a los que son corro y que tienen sus ojos puestos
bautizados en su nombre y en El en nuestras manos, de quienes
depositan su confianza. Ministros y aguardan el auxilio, porque de Dios
dispensadores de este beneficio fue- dice el Salmo: Yo dije al Señor:
ron sus discípulos, y por ello son Dios mío, eres Tú porque no tienes
los máximos bienhechores del lina- necesidad de mis bienes. Y en
je humano y después de ellos todos
; otro lugar: Todas las cosas te mi-
los sucesores de los apóstoles, no ran, Señor, y esperan que les des
tanto en la dignidad como en el mi- el mantenimiento en tiempo oportu-
nisterio y las obras. El segundo no ; abres tu mano y colmas de ben-
gran beneficio es la enseñanza, en dición a todo animal viviente. Xo
virtud de la cual un hombre encien- puede subsistir por mucho tiempo
de en otro hombre una luz de su aquella república en donde cada uno
propia luz, que no por ello mengua, cuida exclusivamente de sus asun-
sino que se acrece. Qué bella y
¡
tos particulares y de los intereses
magnífica cosa es ilustrar el enten- de sus amigos, y no se preocupa
dimiento, que es la más excelsa po- lo mínimo del pro común. Y ello
tencia del alma humana! Protesta es igualmente verdad, ora se go-
CAP. XXII. —BRUJAS Y LUIS VIVES 227

bierne por la voluntad de uno, que che los ojos, no sufren el fulgor de
es lo que se llama Monarquía, ora la luz indeficiente. La doctrina ver-
sea administrada por unos pocos, daderamente nueva está en el libro
que decimos Oligarquía, o sea el segundo, que da soluciones prácti-
pueblo en quien resida la potestad cas al ideal de la caridad y asisten-
suprema y el imperio, que en ello cia a los pobres, y que fué la que
consiste la Democracia. Justa es la produjo la turbia tolvanera. El li-
república y saludable el gobierno, bro promete esta materia, y comien-
siempre que los ciudadanos y conse- za así:
jos de los que ocupan poder tien-
el «Hasta aquí hemos tratado de lo
dan a la pública utilidad; pero si que tocaba y pertenecía a cada in-
cualquier particular arrebaña hacia dividuo; en adelante hemos de tra-
sí con todo cuanto puede a fuerza tar de lo cumplidero a la sociedad
de astucia y arte y abuso de poder, o digamos de lo que pertenece al
entonces el pueblo es tirano de sí poder público y al que lo rige, que
mismo y no mantiene por mucho representa lo que el alma en el cuer-
tiempo la libertad y el gobierno, po...»
sino que en breve pasa al dominio Auna sociedad cristiana presen-
y albedrío ajeno en calidad de es- ta Luis Vives el dechado de una re-
clavo. De ello son claros escarmien- pública pagana a saber
; : de la re-
tos aquellas dos famosas repúblicas: pública de los atenienses, allá en los
la de Roma y la de Atenas; y en lo viejos tiempos, según resurge en la
sucesivo, inexorablemente, los ilus- oración llamada Areopagítica, del
trarán más cuantas organizaciones ático y limpio orador Isócrates. Dice:
políticas tengan ciudadanos que «Semejante a lo que queda dicho
quieran ser grandes y poderosos es el modo con que ellos se porta-
ellos por encima de la patria. ban entre sí, porque no solamente
Todo el primer libro Del socorro había este consentimiento y concor-
de los pobres viene a ser, digámos- dia en los negocios públicos, sino
lo así, la teología de la limosna in- también en su vida privada; mos-
dividual. Rezuma suavísima unción traban unos para con otros tanta
y tiene el color y el acento de una prudencia cuanta usan con razón
letra pastoral que no desdeñaría los que piensan con acierto y tienen
ningún santo padre de la antigüe- una patria común. Estaban los po-
dad, cuando aún hervía la Sangre bres tan lejos de envidiar a los ri-
de Cristo; pongamos por caso un cos, que no tenían menos cuidado
San Cipriano o un San Basilio, de de las cosas de éstos que de las su-
los más copiosamente dotados de yas propias, persuadidos de que la
persuasiva dulcedumbre, vena de le- felicidad de aquéllos era provecho
che y de miel. La oración de Luis de los necesitados; los opulentos no
Vives en ese documento apostólico despreciaban a los pobres, antes
discurre así como río apacible que bien, considerando que les era ver-
se extiende sin murmurio. No dice gonzosa la miseria de sus ciudada-
cosa que sea enteramente nueva nos, les socorrían en sus necesida-
aunque lo diga con una elocuencia des, dando a unos en arriendo por
no oída y con un acento nuevo. En poca renta campos que cultivasen,
toda esta parte lo divino anda mez- enviando a otros por procuradores
clado con lo humano en gracia de para sus negocios y proporcionando
aquellos que teniendo llenos de no- a otros frecuentes ocasiones de ga-
228 ENSAYO BIOBIBLIOGRÁFICO. JUAN LUIS VIVES, VALENCIANO

nancia; y no temían dar en uno de al celestineo o tercería, o a la hechi-


dos escollos, o en el de ser despoja- cería que suele acompañarle. Los hi-
dos de todo su caudal o a lo menos jos pequeños de los necesitados se
de alguna parte de él; al contrario, educan muy perversamente: padres
no confiaban menos en lo que les e hijos tendidos delante de los tem-
habían dado que en lo que retenían plos...; ni asisten a misa, ni oyen
guardado en casa.» Hasta aquí Isó- sermón, ni se sabe en qué ley vi-
crates, en su Oración areopagítica. ven... No demos lugar a que se diga
Y a continuación traza Vives una que decayó tanto la disciplina ecle-
eficaz evocación del pordioseo a la siástica, que nada se administra de
puerta de las iglesias: balde, que abominando todos el vo-
«Hemos visto muchas veces que cablo vender, obligamos a contar y
un solo hombre ha introducido en que el obispo diocesano no reputa
la ciudad un mal grande y cruel que por de su pasto y redil ovejas tan
ocasionó la muerte de muchos, co- sin lana...»
mo la peste, las bubas. ¿Qué es esto Los remedios que sugiere son:
que en cualquier templo, cuando en Los socorros de los pobres deben
él hay alguna festividad muy concu- ser manejados con un espíritu rec-
rrida y solemne, no se haya de po- to, con pulcritud de manos, sin que
der entrar sino por entre dos filas se pierda de vista el bien del alma.
o escuadrones de enfermedades, tu- La colecta debe ser conveniente-
mores podridos, llagas y otros males mente organizada; deben ser unifi-
cuyo solo nombre horroriza, y que cados los fondos y unificadas tam-
no haya otro camino por donde han bién la dirección y la distribución
de pasar niños, doncellas, ancianos, de la labor administrativa. Los po-
mujeres próximas a ser madres? bres de solemnidad deben ser en-
¿Reflexionáis que no todos son tan viados a su ciudad de origen, pro-
de hierro que yendo muchos sin des- vistos del correspondiente viático,
ayunarse, porque se van a confesar al menos hasta la ciudad más cerca-
o por otro cualquier motivo, que no na. Recomienda Vives lo que ahora
se impresionen de semejante vista llamaríamos el auxilio social, la asis-
y más cuando tales úlceras no sola- tencia domiciliaria, provisión de pro-
mente se exponen a los ojos, sino ductos naturales en apoyo del traba-
que las acercan al olfato, a la boca jo, cooperación entre diferentes aso-
y casi a las manos y cuerpo de los ciaciones para la asistencia de los
que van pasando? ¡Tanto impudor pobres.
hay en el pordioseo...!» Parcendum teneris! Es un pre-
Y sigue Vives con implacable rea- cepto geopónico de Virgilio que pue-
lismo su pintura: de serlo igualmente pedagógico. Hay
«...No teniendo los necesitados que tener un miramiento igual para
con qué sustentarse, unos se ven las plantas tiernas y para la tierna
casi precisados a declararse ladro- infancia. Los niños de los pobres
nes en el poblado y en los caminos merecen a Luis Vives una predilec-
y otros hurtan a escondidas; las ción especial. Deben ser acogidos,
mujeres que son de buena edad, des- cuando fuere menester, en un esta-
terrada la vergüenza, destierran blecimiento u hospital de expósitos,
también la honestidad, vendiéndola donde se les criará y alimentará has-
en todas partes por el precio más ta la edad de seis años. A esa edad
vil; las adelantadas en edad se dan serán transferidos a una escuela pú-
CAP. XXII. BRUJAS Y LUIS VIVES 229

blica, donde aprenderán buenas le- cífica, trabajos hay que, indistinta-
tras y buenas costumbres. Dirigirá mente, pueden ser realizados por
estas escuelas un maestro afable, todos: cavar la tierra, limpiar las
urbano y educado liberalmente, que calles, arrastrar una carretilla, lle-
transmitirá esa educación y cultura var recados, cuidar de los caballos
suyas en los toscos discípulos, pues de alquiler.
el mayor escollo para los hijos de Y con los ciegos, con aquellos
los pobres es la crianza vil, incivil que, como Milton (y es suya la ex-
y sórdida. Con ese maestro, los ges- presión bellísima), caminan a la
tores del procomún no serán esca- sombra de las alas de Dios, ¿qué ha-
sos. No se limitará a enseñarles lec- rá Luis Vives? Como sucede por lo
tura y escritura, sino que les incul- común que la carencia de un sen-
cará los principios de la piedad cris- tido corporal, afina y agudiza los
tiana y el criterio que es menester otros, cosas hay en que el ciego
para el exacto juicio de las cosas. puede ser útil a la sociedad que le
Esto mismo cabe decir de las niñas, mantiene. Puede aprender a cantar,
materia igualmente delicada, si no a tañer instrumentos músicos y aun
lo es más. Aprenderán, como los ni- ejercitar otras profesiones en que
ños, el recto juicio y las prácticas de poner sus dedos iluminados: tejer
la piedad, a la cual el femíneo sexo cestos, hacer cajas, etc. Las mujeres
es más propenso. Si revelan condi- ciegas pueden coser, pueden hilar...
ciones para una cultura superior, «Vives es el primer escritor moder-

debe dejárselas que sigan este ca- no dice Foster Watson que ha —
mino. Debería iniciárselas en el arte puesto de relieve algo de la signifi-
de la cocina y en la economía do- cación social del adiestramiento de
méstica pero, sobre todo, en la mo- los ciegos y los sordomudos.»
;

destia, la sobriedad, la cortesía, el Tocante a los privados de razón,


sentimiento del pudor, en la casti- según Vives deben ponerse en prác-
dad robusta, que es la suprema he- tica todos los medios posibles para
rencia de la mujer. Por lo que cum- despertarla, si es posible, y para cul-
ple a los niños, deben retenerse en tivarla una vez despierta. En el ma-
la escuela los que revelen especiales nicomio (no se usaba aún este voca-
aptitudes para los estudios litera- blo), en el hospital se deben emplear
rios, a fin de que ellos, a su véz, todos los recursos para prevenir y
sean maestros de los demás. La es- evitar toda posible irritación, como
cuela debe ser para ellos como un son: las burlas, las provocaciones,
noviciado o un seminario de sacer- los insultos y, a su vez, animar y
dotes de la enseñanza. aplaudir con toda suerte de apro-
Por lo que toca y atañe a los po- baciones y alabanzas los actos cons-
bres que disfrutan de la asistencia cientes que realicen para estimular
oficial o pública, enseña Vives que su esfuerzo. El trato debe ser dife-
deben dedicarse al trabajo no sólo rente para cada uno, según lo re-
para comer su pan y no el ajeno, quiriere su estado: unos requieren
sino también para poder auxiliar a blandura que les halague; otros, se-
otros aún más menesterosos que veridad que les enfrene, y otros, re-
ellos. Deben hacer todo el trabajo claman instrucción que los ilustre.
para el cual hayan adquirido maes- A volapié y a galope tendido he-
tría o demuestren habilidad. Si no mos pasado por las páginas de este
tuvieran ninguna disposición espe- libro sensacional en los días en que
230 ENSAYO BIOBIBLIOGRÁFICO. JUAN LUIS VIVES, VALENCIANO

se escribió, y sensacional aún para santes de todo fruto; sean nuestras


el lector de hoy día. Profundamente ovejas mil veces fecundas, a milla-
humanista Luis Vives, nada huma- res multiplicadas en nuestros cam-
no consideraba ajeno de sí, y mucho pos y sean lucias nuestras terneras,
menos aquella porción de la Huma- y no haya invasión, ni emigración,
nidad que sufre y que nada espera, ni clamores en nuestras plazas.
de la Humanidad doliente de to- Bienaventurado el pueblo que tiene
das aquellas dolencias que Virgilio, esto; bienaventurado el pueblo cu-
acompañado de la Sibila, encontró yo Señor es Dios.
en las primeras gargantas del Orco El mismo Salmista canta de la
Iuctus et ultrices posuere cubilia Curoe: ciudad donde Dios mora: Daré mi
pallentesque habitant Morbi, tristisque bendición a sus viudas y saciaré de
[Senectus pan a sus pobres. Y en otro lugar y
et Metus et malesuada Fames ac turpis refiriéndose a la misma ciudad: Pu-
ÍEgestas... (l) so la paz en tus confines y te harta

que forman aquel hórrido concierto con la flor del trigo.


que Dante oyó en el umbral del in- De todas estas bienandanzas es
fierno:
una promesa y como un gaje el so-
corro de los pobres.
Quivi sospiri, pianti et alti guai
risonavan per l'aer senza stelle, * * *
per chi'o al cominciar ne lacrimai (2).

Este infierno, esta ciudad do- Un día del mes de febrero del
liente por obra y gracia de la ca- año 392 antes de Jesucristo, en las
ridad, que Vives predicaba, pudiera fiestas llamadas Leneas, en honor de

aliviarse; pudiera casi trocarse en Leneo, dios del vino, unas carcaja-
un trasunto de la Ciudad de Dios. das estentóreas hundían las gradas
Y Luis Vives la barrunta, bella y le- del teatro de Atenas. Quien sacudía
jana, con los ojos de ensueño de un así, con aquel reír enorme que lle-

profeta: Tiende tu mano desde lo gaba al Olimpo, a la bestia de trein-


alto y líbrame de la mano de los ta mil cabezas, era el grandioso
alienígenas, cuya boca promete men- poeta cómico Aristófanes con su
tiras y cuya diestra es diestra de ini-
pieza titulada La asamblea de las
quidad. Que sean así nuestros hijos, mujeres. No hay época
histórica
como plantas noveles que crecen mu- que no tenga su par. Sin demasiada
cho en su juventud, y nuestras hijas dificultad, la obra aristofánica pu-
como columnas angulares esculpidas diera trasladarse a nuestros días.
a semejanza de un templo. Estén
Novedades hay que se caen de puro
viejas y cariosas. Dos mil trescien-
nuestros graneros abastados y rebo-
tos años ha, bajo la furia de los
(1) Allí pusieron sus cubiles los dardos cómicos y de risotadas inex-
Llantos y las Congojas vengadoras: tinguibles, fenecía un conato de im-
moran allí las pálidas Enfermedades, plantación de gobierno comunista
la triste Vejez; allí el Miedo y el Ham- en Atenas, madre de la política, in-
bre, mala consejera ; allí la torva Es-
ventora de la cosa y del nombre.
casez...
Las guerras y las derrotas deja-
(2) Allí por un aire ciego, bajo un
cielo sin lumbres ni esperanza, resona-
ron a Atenas extenuada. Dos parti-
ban suspiros, alaridos y llanto que tam- dos, el aristocrático y el demagógi-
bién lo pusieron en mis ojos. co, polarizan la opinión de la ciudad
CAP. XXII. BRUJAS Y LUIS VIVES 231

fina, hipersensible. Aristófanes está miento de nuestras casas. Voy a de-


adscrito al partido de la aristocracia, mostrar que sus costumbres valen
si ya no es su corifeo o conductor. más que las nuestras. Los hombres
Los demagogos, desahuciados en perseguimos siempre innovaciones,
gran parte de la opinión, estudian y por ello el Estado anda renquean-
no sé qué osadas novedades para re- do, como Esimos, el cojo. Las muje-
conquistarla. Aristófanes se apodera res, en cambio, son esencialmente
de ellas y, antes de que tengan con- conservadoras; hacen su colada a la
creción política, las lleva al teatro. usanza antigua; hacen sus tostadas
Es el comunismo
integral, soñado sentadas, como antes; cuecen los
por demagogia, lo que lleva a
la pasteles, como antes; fastidian a
las tablas aquel azote de los dema- sus maridos, como antes; se comen
gogos. Y encomienda su implanta- a hurto las golosinas, como antes...
ción a la «ginocracia», o sea gobier- A ellas, pues, nosotros, los hombres,
no de las mujeres, que se apoderan confiémosles el Estado, y dejémos-
del mando con un donoso y afortu- las buenamente gobernar. Siendo
nado golpe de ingenio y de audacia. ellas madres, cuidarán de no provo-
Praxágoras, mujer de Blépiros, es el car guerras que puedan arrebatarles
caudillo de la gesta femenina. los hijos. Por lo que atañe a los ví-
A punto de día sale de una casa, veres, ¿quién mejor que una madre
con sigiloso y clandestino pie, una activará las expediciones? Para pro-
mujer disfrazada de hombre, con curarse dinero, nadie más mañoso
barba falsa, con un bastón en la ma- que una mujer. En el Poder, no se
no y una linterna encendida. Es Pra- las engañará, porque ellas han sido
xágoras, la jefa. Sale una segun- siempre las que engañaron, comen-
da mujer y una tercera mujer, fal- zando por sus maridos. Si he logrado
samente barbadas, con un palo en convenceros, démosles el gobierno, y
la diestra y vistiendo las prendas el Estado vivirá próspero y feliz.»
sustraídas a los maridos. De todas Una inmensa ovación acoge estas
las casas y de todas las calles salen palabras de Praxágoras. La propo-
mujeres disfrazadas de hombres: la sición es aprobada por una votación
mujer del tabernero, y la del sardi- casi unánime de brazos altos. La
nero, y la del marinero. Vagan por asamblea se disuelve y las mujeres,
el cielo vagas estrellas claras, y por
arrancándose el disfraz, acuden a
las calles de Atenas, figuras oscuras
comunicar a los atónitos maridos la
que se reúnen en un punto dado, radicalísima transmutación operada
para irrumpir en el lugar de la en el gobierno de la ciudad, en vir-
asamblea, ocupar todos los asientos,tud de aquel plebiscito de fantasmas
y acordar por sorpresa, y por enor- natinales. La flamante «ginocracia»
me mayoría, que el gobierno de la mplanta el comunismo en la sede
ciudad vaya a parar en manos de de la democracia. Praxágoras es su
mujeres. verbo, y explana a su marido la bon-
Atenas, gobernada por hombres, dad del nuevo régimen:
no marcha ni a velas ni a remos. —
Es menester que todos pongan
Praxágoras toma la palabra con una sus bienes en común; que todos ten-
voz falsamente viril: «A las muje- gan su porción alícuota y vivan de
res debemos entregar nosotros, hom- un fondo mismo. Se acabó el que
bres, el gobierno de la ciudad, así uno sea rico y el otro mísero; que
como les hemos entregado el regi- uno cultive un vasto dominio y otro
232 ENSAYO BIOBIBLIOGRÁFICO. JUAN LUIS VIVES, VALENCIANO

no tenga donde hacerse enterrar; ses. Fíjate en las manos de las es-
que uno tenga numerosos esclavos tatuas: cuando las suplicamos que
y otro no sea seguido más que por nos otorguen sus favores, ellas, en
su flaca sombra. Nadie, de hoy más, pie, ofrecen el cuenco de su mano,
trabajará obligado por la pobreza. y éste es ademán de recibir, y no de
Todo pertenecerá a todos: pan, sa- dar...
lazones, galletas, mantos de lana, Una mujer heraldo hace este pre-
vinos garbanzos... gón:
—Y ¿quién
la tierra, cultivará? la — ¡Ciudadanos, oíd! Pues la cosa
—pregunta Blépiros, su marido. es así, apresuraos a presentaros a
—Los esclavos. Tú no tendrás más Praxágoras, nuestra presidenta, a
ocupación, cuando la sombra sea fin de que el azar, cuando sacareis
de diez pies (es decir, al caer la suerte, señale a cada uno el lugar
tarde) que la de ir a comer. donde debe comer. Las mesas están
— ¿Y no habrá ya ladrones? allí cargadas de cosas buenas adere-
— No se puede robar lo que ya no zadas. Encima de los lechos, pieles
se posee. y tapices. El vino se escancia en las
— ¿Ni nadie será atracado por la copas; en fila están los perfumis-
noche? tas; las rajas de pescado en las bra-
— No; se queda a dormir en
si sas; las liebres en los asadores; las
casa. Mi pian es hacer de toda la pastas en el horno; trénzanse las
ciudad una habitación única. Derri- coronas; fríense los hojaldres...
baré tabiques y paredes interiores Esto es lo que os espera el repar-
;

y con pie igual se pasará de una tidor de pan está en su puesto. Ciu- ¡

casa a otra. dadanos, ea! ¡Abrid vuestras man-


— Y las comidas, ¿dónde vas a ser- díbulas!
virlas? Un ciudadano ingenuo se dispone
—De los tribunales y los pórticos a obedecer el pregón imperativo.
haré comedores gigantescos. Todos — —
¿Adonde vas? le dice el policía.
los ciudadanos serán clasificados y — ¡A comer!
sorteados. Un heraldo dirá a los de —No será, por vida mía, antes que
tal grupo que vayana comer al pór- hayas entregado tu hacienda.
tico Basileyon; a los de tal otro, al Mientras Praxágoras organiza este
pórtico vecino; a los del tercero, al grandioso banquete hipotético, su
Mercado de cereales. Ahora tengo marido, el pobre Blépiros, torna a
que ir al ágora a recibir los bienes su casa con la cabeza débil y el es-
que cada uno de los ciudadanos va tómago vacío. En plena ginocracia
a depositar, y a organizar la vida y en pleno comunismo, su sirvienta
en común, a fin de que hoy mismo se ha emborrachado y se ha bebido
tengáis vuestro primer banquete. su añejo vino de Tasos. Ve venir a
Los ciudadanos no son demasiado su dueño y le saluda enfáticamente:
diligentes en entregar sus bienes. — ¡Oh dueño! ¡Oh afortunado!
Un escamado dice a un desconfiado ¡Oh tres veces bienaventurado!
— ¿Tú te figuras que irá cada cual —¿Yo? ¿Por qué?
a entregar lo que posee? ¡Qué va! — ¿Quién más venturoso que tú,
Ello no está en nuestras tradiciones. que. de todos nuestros ciudadanos,
Recibir es lo que debemos hacer en número de más de treinta mil,
nosotros, y no dar. Por otra parte, eres el único que todavía no ha co-
es esto lo que nos enseñan los dio- mido?
CAP. XXII. —BRUJAS Y LUIS VIVES 233

Le toma por la mano la muchacha neración humana? Fruían en co-


y le hace bailar una danza al estilo mún de los bienes de la Naturale-
de Creta, y mientras danzan mano za» (1). Y esta misma edad, irrepa-
a mano, ella le canta la apetitosa rablemente fenecida, era la que in-
lista de platos : ostras, cecina, rayas, vocaba, con estro de profeta del pa-
mustelos, sesos con queso, grivas en sado, el hidalgo manchego, allá en
miel, mirlos, torcaces, pollo, fritura el reino de los cabreros, con un pu-
de mújol, aguzanieves, pichones, ño de bellotas en la mano, que fué
liebres, croquetas en arrope... el primer pan del hombre: «Dicho-
—Y ahora que oíste la letanía, sa edad y siglos dichosos aquellos a
pronto, pronto, toma una escudilla quien los antiguos pusieron el nom-
y vete a comprar caldo..., si quieres bre de dorados, y no porque en ellos
comer. el oro, que en esta nuestra edad de
La carcajada llegó a los astros. hierro tanto se estima, se alcanzase
Aristófanes combatió la Quimera en aquella venturosa sin fatiga al-
con la ferocidad del ridículo. La co- guna, sino porque entonces los que
munidad de mujeres que tan bien en ella vivían ignoraban estas dos
debía regir en aquel imperio del fe- palabras de tuyo y mío. Eran en
minismo ofrece a su musa situacio- aquella santa edad todas las cosas
nes de una «vis cómica» insupera- comunes... Todo era paz entonces,
ble y de un cinismo feroz. Aristófa- todo amistad, todo concordia...»
nes es esencialmente político. Es el Cuando en las grandes crisis de la
Shakespeare de la risa. Lo que fué Historia, que en uno de sus extre-
Cervantes, o, mejor aún, el Ariosto, mos tiene esa Arcadia de ensueño,
para los delirios caballerescos, lo fué y al otro extremo tiene una sañuda
Aristófanes en grado más inmediato centelleante Apocalipsis, los hom-
y eficaz de los sueños demagógicos. bres han querido retroceder a sus
Son sus obras un concierto grandio- primeros días, lo han hecho siempre
so en que cantan ranas y ruiseño- por caminos de sangre y de de-
res, asnos y alondras. Es Aristófa- mencia.
nes un torrente vehemente que ¡Pobre Luis Vives! Pocas trage-
arrastra fango y estrellas. dias perdonó a sus ojos aquel siglo
Uno de los mitos más caros de la ominoso del cual su corazón de car-
Humanidad es la de una Edad de ne sólo consiguió con sus latidos me-
Oro sepultada, como otra Atlántida, dir cuatro sombríos decenios. Aun
en un piélago de aguas lívidas, sin cuando la tempestad venía de más
memoria. «No es posible dice Séne- — lejos, en sus días hizo el estallido:

ca estado mejor para el género hu-
mano ni ningún sabio escogería otro Armorum sonitum tota Germania cáelo
más que el que se recuerda haber audiit; inso'Jtis tremuerunt motibus Al-
sido de aquellos hombres en cuyos ípes (2).
días (y las palabras que siguen se
las prestó a Séneca Virgilio} cuan- Doquier andaban juntos fuero y
do colono alguno no mullía el campo
ni era cosa lícita señalar en él lin- (1) Séneca: Cartas a Lucilio, XC
des ni cotos, era común su goce; y (2) La Germania, como en el asesi-
nato de César, a lo largo de todo su
la tierra misma, cortés, lo daba todo
cielo oyó sonido de armas, y los Alpes
y producía el fruto que nadie le pe- estremeciéronse con insólitos seísmos
día. ¿Qué más feliz que aquella ge- (Virgilio: Georgicon, I, vers. 474-75
)
234 ENSAYO BIOBIBLIOGRÁFICO. JUAN LUIS VIVES, VALENCIANO

desafuero; muchas guerras por el «En otro tiempo, en Alemania las


orbe y muchas y muy feas cata- cosas de la religión estaban de tal
duras de maldades; el arado, sin suerte constituidas, que se mante-
honra; los campos, yermos, ensilve- nían firmes y estables en muy apa-
ciéndose; las hoces, corvas, transfor- cible quietud y sosiego, y nadie pen-
mándose en espadas rígidas; los saba ser cosa lícita dudar de las
pactos, rotos; alzadas en armas las tan generalmente recibidas. Mas al-
ciudades vecinas, y por la ancha faz guien avino que se avilantó a dis-
de la infeliz Europa, suelto y em- cutir algunas, al principio con cier-
bravecido, Marte crudo. Y no hay ta reserva y miedo, pero luego, al
voz de mando que pueda atajar el punto, levantó la voz y galleó y con
furor. «Así (volveré a decirlo con insolencia, no ya para platicar acer-
palabras caras a Juan Luis), así acon- ca de ellas, sino para negarlas, su-
tece cuando, desde la valla, lanza- primirlas, rechazarlas blasonando de
das las cuadrigas veloces devoran el tanta suficiencia y aplomo, como si
espacio en vano el auriga tira 'las
; fuera un consejero o secretario de
riendas, llévanle arrebatados los ca- Dios, bajado del cielo, o como si se
ballos y es sorda a los frenos la ca- tratase de coser un zapato o un ves-
rroza» (1). tido...» Con esa última palabra,
Luis Vives señala casi con el dedo
Quis furor, o cives? ¿Quoe tanta licen- al caudillo y protagonista del alza-
cia ferri? (2). miento nefando, cópula sacrilega,
complejo monstruoso de mística y
Porque la guerra es guerra civil; de barbarie, de teología y utopía,
aquella suerte de guerra tristísima amasijo de placer, de sangre y de
en la que, como dice Juan de Mena, muerte. Quien intentó restaurar la
ninguno gana corona; como aque- Humanidad como se revesa un ves-
lla de la que Manzoni cantó:
tido usado, al frente de sus ferocísi-
mas hordas surgidas de la apacible
D'una térra son tutti; un linguaggio artesanía que se creían iluminadas
parlan tutti; fratelli li dice
del cielo y por ende eran inflexibles,
lo straniero- il comune lignaggio
a ognun d'essi dal volto traspar.
fué el sastre Juan de Leyden, que a

Renacimiento, reproduce la relación


Toda la Baja Alemania sudaba
del Diálogo de Mercurio y Carón, se-
sangre. Y Luis Vives tomó la pluma
gún la cual ¡la Germania inferior com-
apostólica y escribió, como una en- prendía Flandes, Brabante, Holanda,
cíclica papal, su De communione Zelanda, Artois, Namur y Hainant, en-
rerum a los moradores de la Baja tre otras tierras.» Pero esa enumeración
Alemania (3): ha de entenderse teniendo en cuenta
que ambas Germanias se hallaban si-
tuadas exclusivamente a lo largo de ila
(1) Virgilio: Georg., I, 510-15. orilla izquierda del Rin. En la toponi-
(2)¿Adonde va esa furia y esa li- mia romana sedesignaba de Germania
cencia dada al hierro? superior- la región del curso alto del
(3) El doctor Wenceslao Fernández- Rin, o sea el Palat'nado y sus aledaños,
Oliveros, autor de iia magnífica mo- generalmente. La casi totalidad del te-
nografía Humanismo frente a Comunis- rritorio comprendido en la antigua de-
mo, trae esta precisa nota : nominación de Germania inferior per-
«Bonilla y San Martín, en su mo- tenecía, pues, a 'España en tiempo de
nografía Luis Vives y la Filosofía del Vives.»
CAP. XXII. —BRUJAS Y LUIS VIVES 235

su viril belleza apolínea, no indife- nes y blanduras, que habrá de explo-


rente para un conductor de masas, tar la bestia apocalíptica.
unía un fanatismo inexpugnable y Recrudecieron las predicaciones
una tan imponente reciedumbre que de paz mentida y representaron la
quedó demostrada en su muerte va- sacrilega parodia de un nuevo ad-
lentísima, digna de una causa me- venimiento del Espíritu Santo. Pa-
jor: meliorem mentem! Ojalá
Dii, recieron llegados para ellos los días
los diosesque le dieron tal temple vaticinados por Joel:
de corazón le hubieran dado mejor Derramaré mi espíritu sobre toda
seso (1). carne, y profetizarán vuestros hijos
En los delirios del anabaptismo y vuestras hijas, y vuestros ancianos
estaba injertada la utopía comunis- tendrán sueños y vuestros mozos ve-
ta, y Munster era su núcleo de fer- rán visiones. Y aún sobre vuestros
mentación en 1534. Allí estaban los siervos y siervas derramaré mi espí-
diabólicos atizadores de la revuelta ritu en aquellos días, y haré prodi-
el panadero de Haarlem, Juan Mat- gios en el cielo, y pondré en la tie-
thys, heredero del prestigio proféti- rra sangre y fuego y columnas de
co del peletero Melchor Hoffman, humo. Y se cubrirá de tinieblas el
muerto en la cárcel de Estrasburgo y de sangre la luna... Y la ciu-
sol,
allíestá Juan de Leyden y otros fa- dad de Munster vió una Pentecostés
náticos soñadores que predican paz carnavalesca: «Las mujeres salta-
y meditan sangre y envían apóstoles ban con afanes de volar; echaban
para convocar a las armas a los re- profecías los niños de siete años...»
nacidos en su bautismo. Eso era en La sobria embriaguez del Espíritu
enero, y en febrero estalla la sedi- que los Apóstoles auténticos sintie-
ción de los anabaptistas, erizada ron, como se refiere en el libro de
principalmente contra los luteranos, sus Hechos, en la demoníaca demen-
ayudados por los católicos, no sin cia colectiva de los anabaptistas de
concesiones ni sin contemporizacio- Munster, fué atribuida a exceso de
vino dulce. Con un afortunado y
audacísimo golpe de mano se apo-
El año 1535, en que escribió Vi-
(1)
ves su De communione rerum, que fué deran de la ciudad, echan de ella
él del supliciode Juan de Leyden, gra- a las autoridades e implantan la co-
bóse en cobre su figura, donde él efebo, munidad de los bienes. Lo que no pu-
bellísimo como un arcángel satánico, do realizar Praxágoras, la mujer de
aparece con magnífico atuendo de rey Blépiros, en la grandiosa mofa aris-
y esta inscripción que se supone pues- tofánica de La asamblea de mujeres,
ta en boca suya
se impuso en Munster con la suave
persuasión de las armas, todo se
Hcec facies; hic cultus erat cum sce
íptra tenerem puso en común: bienes y personas.
Rex anabaptison sed breve tempus ego. Bernardo Rothman presidía las en-
tregas más o menos voluntarias y
(Este era mi irostro éste era mi ata-
;

vío cuando tenía >el cetro de réy de los


las aceptaba con las palabras ritua-
anabaptistas; pero por breve tiempo.) les: Todo es mío como tuyo, y tu-
yo como mío.
En efecto, fué ajusticiado antes de cum- No hay nada nuevo debajo del
plir los treinta años. Reproduce el co- sol ni aun en el orden de los sueños.
bre y el retrato magnífico Onken: Organizáronse en Munster comidas
Historia universal, tomo XXII, pág. 131. en común, como las organizó en
236 ENSAYO BIOBIBLIOGRÁFICO. .
JUAN LUIS VIVES, VALENCIANO

Atenas, miserablemente fracasadas, aquellas mujeres infelices, como un


la mujer de Blépiros, en la sublime arado rompe una lánguida amapola.
farsa de Aristófanes. Se mandó que En el atrio de la catedral, llamado
las puertas de las casas se dejaran por los anabaptistas, según su esti-
abiertas por la noche. Toda puerta lo, Montesión, tenía sus recepciones;
es un muro de la propiedad priva- a son de trompeta convocaba a su
da; que cada cual entrara en el do- pueblo y manifestábase, como un
micilio que quisiera y a la hora que nuevo Carlomagno, con el orbe en
le pluguiere. Más sencilla era esta su mano, coronado por una cruz.
medida que la de derribar tabiques, Tres bravos asaltos de los sitiadores
como lo pensó Praxágoras, la dic- rechazó la ciudad cercada desde ju-
tadora comunista de Atenas. No se nio hasta octubre de 1534, y hallán-
avilantaron a decretar la comunidad dose muy al cabo, Juan de Leyden,
de las mujeres, porque cada cual su precario rey por la gracia del Es-
tenía la suya y no les complacía píritu Santo, envió veintiocho após-
verla usufructuada por los otros; toles a las cuatro partes del mundo
pero se estatuyó que cada mujer tu- con ofertas de una paz de que él an-
viera su hombre, y como había me- daba tan necesitado. Algunos de sus
nos hombres que mujeres, introdú- apóstoles pagaron con su sangre la
jose la poligamia. Cada comida en inútil misión, y la tierra no se hun-
común terminaba en la plaza pú- dió, como él había anunciado a quie-
blica con una bacanal indescriptible, nes frustrarían aquel apostolado.
en que hartas veces el vino se mez- La Dieta de Worms, en abril de
cló con la sangre. 1535, arbitró los recursos necesarios
Munster, en su gobierno munici- para la total extirpación del cáncer
pal, vió un risible remedo de la ciu- anabaptista y comunista de Muns-
dad santa del Apocalipsis; encargó ter. Munster pidió auxilio a las co-
el regimiento a doce ancianos que munidades holandesas, que nada hi-
inspiraban sus decisiones en la Bi- cieron. Solamente la fraternidad de
blia, que siempre llevaban abierta Amsterdam respondió, organizando
en sus manos. una expedición de socorro, que no
La ciudad rebelde, en su orgiásti- llegó a su destino. Juan de Leyden
ca luna de miel con el nuevo régi- pensó capitular cuando ya los si-
men, fué cercada con muy estrecho tiadores, el día 25 de junio, toma-
asedio. Mathys, su dictador san- ban al asalto la ciudad precita, que
griento, dócil a la inspiración del resistió con un entusiasmo fanático.
Espíritu Santo, ordenó una salida te- Su rey cayó vivo en manos de las
meraria; capitaneada por él. se con- huestes vencedoras. En su muerte,
wrtió en hecatombe. El sastre suce- que fué de una inaudita crueldad,
dió al panadero; Juan de Leyden que la sensibilidad de hoy no sufre,
asumió su espíritu. Dentro del recin- demostró un temple sobrehumano
to de la ciudad, rodeada por el áspero —ingentes supra humanum modum
cilicio y la hórrida mies de lanzas, vires— viéndose arrancar
, las car-
Juan de Leyden se proclamó rey de nes con tenazas candentes, con un
aquella nueva Jerusalén, y con su alma fiera como de romano antiguo.
imaginación de alfayate se ideó un —
«Así terminó dice González-Olive-
traje condigno, y se creó un serrallo —
ros aquella pesadilla de Munster.
para su lujuria exclusiva, y por su Pero no acabó con ella la idea ana-
propia mano descabezó a una de baptista, ni menos su contenido co-
CAP. XXIII. PADRE DE LA PSICOLOGÍA MODERNA 237

munista, que, más o menos escueto, sonalmente libre de toda sospecha


estaba destinado a perdurar como de interés en la reputación; por-
aspiración de perturbados y picaros que era sabio y tenía el deber de
y como vil embeleco de los deshere- adoctrinar atajando la corriente de
dados ignorantes. Urgía acudir a los errores del vulgo; porque era
éstos, para facilitarles una doctrina español y se sentía obligado a no
racional que les permitiera desen- consentir, con la palabra ni con el
cantarse del sortilegio comunista. silencio, en la perdición de tierras
»Fué la misión que se impuso Vi- que pertenecían a la Corona de Es-
ves. Porque era pobre y estaba per- paña» (1).

CAPITULO XXIII

PADRE DE LA PSICOLOGIA
MODERNA
Corre el año 1538. Las Parcas, nas 719-730), trae una disertación
en monótono canto, hilan para Luis pública en latín del doctor en Fi-
Vives sus postreros copos: losofía Chr. Gottl. Schaumann, cuyo
es este título; De Joanne Ludovi-
Stamina non ulli dissolvenda deo, co Vive, Valentino, Philosopho prce-
sertim anthropologo, ex libris eius.
estambres fatales que ningún dios Dé anima et vita. En esa tesis iré
ha de romper. Es menester que el a espigar el obligado manojo que ño
filósofo acucie su camino y fuerce puedo recoger en el campo de mi
sus últimas cosechas. Opima fué la insuficiencia. Comienza el doctor
de este año 1538; nada menos que Schaumann por lamentar la esca-
el tratado De anima et vita, que le sez, de tiempo que se le concede pa-
constituyó, en expresión de Foster ra hablar de la alta
y profunda
Watson, Padre de la psicología mo- personalidad filosófica de Luis Vi-
derna. ves y por asertar que ninguna for-
Reconozco mi total incapacidad mación humanística sólida es posi-
para entrar en el examen de esta ble sin el estudio asiduo de los vie-
obra, de la cual se dice que acaso jos autores, como no se le oculta a
sea la mejor de nuestro pensador nadie que haya recorrido la historia
egregio. Quizá sea la que última- literaria desde Horacio a Petrarca
mente se ha estudiado más en ese y desde Petrarca a Wieland. Na-
renacimiento y revaloración del die que no hubiese bebido el saber
ideario vivista en todas sus mani- en las obras divinas de los viejos
.

festaciones. No entraré yo en ese escritores, alcanzó la gloria de una


huerto cerrado. Por mi pluma será doctrina sólida y maciza.
otro el que hablará. « Qué lauro no merecen aquellos
¡

Adolfo Bonilla y San Martín, en que, rotas las cadenas de la supers-


su laureado y copioso libro Luis
Vives y la Filosofía del Renaci- (1) González-Oliveros Humanismo :

miento, en su apéndice VIII (pági- frente a Comunismo, pág. 112.


238 ENSAYO BIOBIBLIOGRÁFICO. JUAN LUIS VIVES, VALENCIANO

tición científica y de las falsas opi- broso laberinto de la teología y de


niones, siguiendo el ímpetu de su la filosofía, en cuyos ambages y ro-
espíritu, dotado de toda su nativa deos muchos andaban desorientados
alacridad y nutridos de doctrina só- y desesperaban de poderse de ellos
lida, se hacen sus propios guías en desenvolver; puesto en salvo, con
la averiguación de la verdad! Este su instinto propio y con el de Eras-
lauro, como que más, se lo ganó
el mo, como Ariadna con su hilo, en-
Luis Vives. El siglo de Vives, aun caminó su paso alegre a las amenas
cuando contaba con una legión de florestas de las buenas disciplinas.
ingenios, señaladísimos por su eru- En este empeño mucho le ayudó el
dición^ y la cultura de su espíritu, haberse trasladado a Lovaina, y allí,
de quienes, y valdrá por todos, bas- en aquel emporio de las artes y las
ta con pronunciar el nombre de buenas letras, ejercitó el cargo de
Erasmo, mayor que toda alabanza, profesor, tuvo oportunidad de culti-
con toda la mayor parte del orbe li- varse y pulirse a sí mismo y au-
terario manteníase anochecido en mentar su saber, y a la vez de repe-
las tinieblas de la superstición y ler con su consejo aquella barbarie,
adolecía de las horribles sequeda- a favor de la cual quebró su prime-
des escolásticas. Empero Vives, no ra lanza, de sanear aquella erudición
bien salido de la muchachez, y a putrefacta y de restaurar las letras,
pesar de estar criado al pecho sin que estaban casi irreparablemente
jugo de las artes escolásticas, si al- echadas por los suelos. Tarea ésta
guno, apercibido con más elegante ardua y llena de trabajo increíble,
doctrina, osaba arremeter contra el pero no desproporcionada a su talen-
alcázar de la filosofía dialéctica, lu- to y a su doctrina, como fácilmente
chaba por ella con el mismo ardor comprobará quien hubiere pasado
que si combatiera por el altar y los ojos por los escritos de su ju-
por el hogar (1). Pero muy pronto ventud; y el testimonio, que en es-
cobró aborrecimiento a los fríos re- te punto tiene una autoridad deci-
cursos de los escolásticos, y tendió siva, de Erasmo, que en aquel tiem-
su vuelo a más despejadas y salu- po, más arriba que cualquier otro,
bres alturas y del espinoso y tene- enarbolaba la antorcha de la ver-
dadera erudición; a saber: que en
ninguna parte de la filosofía nin-
(1) Alusión al incidente a que en guno se aventajó a Vives ni en las
su lugar jios hemos referido cuando Vi- buenas letras, ni en la felicidad de
ves, a los quirnce años, con la leche de la expresión, por manera que en
la mala 'retórica en los labios, cedien-
aquel siglo, él (Erasmo) apenas co-
do a presiones de Amiguet, >su profe-
sor de Humanidades, e<n Valencia, ata-
noce a quien con Vives pueda pa-
có y, naturalmente, no le llegó el dardo rangonarse.
pueril Sagittoe parvulorum factce sunt »A acrecentar el precioso caudal
p agce —
eorum al gran Antonio de Xe- de su cultura contribuyeron mucho
brija,que resucitó ^¡ntre los hispanos el sus conversaciones y la correspon-
culto de las letras y en las aulas de dencia de Vives con el autor del
Salamanca y Alcalá reanimó la lozanía Elogio de la locura, que aprovechó
de casi todas las ciencias y artes. De
para granjearse aquella prudencia,
este pecado de su primerísima moce-
dad fué instantáneo el arrepentimiento. a la que, por boca del divino Apolo,
Nadie b^e. visto jamás la ipecadora in- se le concede la primacía y acerca
vectiva del terrible muchacho. de la cual habrán de versar núes-
CAP. XXIII. PADRE DE LA PSICOLOGÍA MODERNA 239

tras alabanzas» en este breve parla- creerás oír a Aristóteles y en la psi-


mento. cología, a Platón, amén de las gra-
«Trabajo le costara la adquisición ves sentencias de los poetas más ex-
de tanta prudencia, si Enrique VIII celentes con que esmalta su discur-
no le llamara a su Corte y no le so para que el ánimo no reciba can-
encomendara la educación de Ma- sancio ni pesadumbre de la continua
ría, su única hija. Y habiendo des- atención, espoleándole con versos
empeñado este encargo con suma de Homero y de Virgilio para una
lealtad y que se manifesta- agilidad nueva.
tacto,
ban en los mayores aprovechamien- »En la explicación de aquellos pun-
tos de la joven princesa, Enrique se tos que demandan un detenido co-
enojó con él porque su entereza nocimiento de la naturaleza huma-
moral no quería ni podía aprobar na, ¿quién negará que es excelente,
los descarríos de su conducta y la que es egregio? No creo yo que
perversidad de sus planes, y no sólo nuestros Lockes, por lo que toca a
le echó de la Corte, sino que decre- la pedagogía, se avergonzasen de las
tó su detención, de la cual se esca- razones que a cada paso se hallan
bulló a la primera coyuntura, lle- en las obras de Vives. Tenedlo bien
vándose consigo intactas todas aque- entendido vosotros, que porque el
llas riquezas que no pueden quitar peso de la memoria no abrume el
ni mermar siquiera el enojo y la entendimiento de los niños y les co-
violencia de todo un rey. munique el hastío del trabajo, les
» Repasa los escritos de nuestro alimentáis de bagatelas y mandáis
filósofo,y en leyéndolos te percata- echar de la biblioteca de vuestro pe-
rás de que aun cuando a su virtud le queño grandes filósofos como sois;
fué denegado el premio que se le que manda Vives,
oíd, os repito, lo
debía, burló con todo la ojeriza del muy más acomodado a la naturale-
rey, y perfecto conocedor de cuán- za del ingenio pueril. Dice Vives:
ta es la distancia que va de las

«De todo aquello que el maestro en-


monedas a los altramuces, dejó el seña, el recipiente y el tesoro viene
oro y plata de las arcas reales y
la a ser la memoria, que lo conserva
se llevó consigo el gran tesoro de todo. Baldío es el afán gastado en
su virtud y de su hombría, que e<?- el estudio si no tienes dónde guar-
tá por encima de todo. dar sus acarreos. Si se escapa todo,
«Cualquiera sea el escrito suyo que es igual que si en una tinaja hendi-
leyeres, allí descubrirás las huellas da vas a sacar agua, como la fábula
de la puntualísima diligencia e in- lo refiere de las hijas de Dánao.
dustria con que manejó las obras Por esto, la edad pueril es indicadí-
de los autores griegos y romanos, sima para asir lo que se la enseña,
hasta un punto tal, que en aquello por la razón de que su memoria,
que toca y atañe a la metafísica (1) está libre y expedita, sin el estorbo,

(1) Causa
verdadera extrañeza ha- todos los demás escritores de la Re-
llar dondie menos pudiera pensarse este forma ison unos escribientes. Este gran
testimonio de don Ramón de Campo- agitador de la rebelión antiaristotélica,
amor acerca .de Luis Vives. Por su cu- sin ser un económico Sembrador de
riosidad, lo aduzco: ideas con sistema, ha sembrado no las
«Viene al mundo Luis Vives
a fines ideáis, sino los sistemas a granel. Y ya
del siglo xv y
se inaugura la época del oue de idiomas hablo, valiéndome de
Renacimiento. Ante este docto escritor, una imagen gramatical, diré •que 'en la
240 ENSAYO BIOBIBLIOGRÁFICO. JUAN LUIS VIVES, VALENCIANO

de pensamientos y cuidados. Los acerca de la naturaleza y origen de


más avanzadillos en años traen con- los sueños. Luego de haber expues-
sigo otros pensamientos que no fá- to varias formas y causas de los
cilmente hacen lugar a la doctrina —
sueños, los hay dice que tienen —
que les llega. Agrégase a esto que sueños fragmentarios perturbados;
para los niños no representa moles- otros, los tienen continuos y tran-
tia estar sentados, oír, atender, leer, quilos otros, espantosos otros, pla-
; ;

escribir, obrar; por esto su cansan- centeros. Las representaciones son


cio es menor. En cambio, a los adul- puras, claras, cuando la sangre está
tos, les fatiga no poco la intensidad convenientemente depurada de los
de trabajo, etc.» humores sucios; verbigracia: allá
»E1 mismo conocimiento cuidado- a la amanecida, hecha la digestión,
so de la naturalezahumana demues- durante la noche y por esta causa.
tran los puntos que toca y estudia Los filósofos primitivos tenían esas
Vives en lo referente a las cosas visiones por verdaderas. Podrán ser
profundamente afectadas y pertur- los ensueños más compuestos y me-
badas por la vana religión. Es pro- jor detallados; pero no por ello
digioso cómo aparece en esto, lim- serán más verdaderos, del mismo
pia de todo linaje de superstición, modo que una fábula puede ser más

su mente. Y a pesar de todo y en
ello debes estimar la suma pruden-
bella y mejor aderezada que otra,
siendo así que no es verdadera ni
cia y cautela de este hombre —
en la una ni la otra.»
enseñar lo que descubrió la sagaci- Y
continúa Vives:
dad de su ingenio, usa de aquella «Añeja y enconada cuestión es la
libertad por la cual aquellos que en interpretación que puede darse a
esos tiempos nuestros afectaron la los ensueños, que causan muy agu-
gloria de una cultura excepcional, das torturas a las personas miedo-
hartas veces ocasionaron grave da- sas ansiosas de lo por venir. ¿Hay,
ño a la recta razón. Vives, en cam- realmente, en ellos algún asomo' o
bio, se produce de tal manera que fondo de verdad que revele lo veni-
satisface plenamente a todos aque- dero? ¿Puédese saber con anticipa-
llos que son capaces de indagar la ción lo que ha de realizarse por al-
verdad y de soportarla, y, a la vez, gunas conjeturas de aquello que vi-
a los que son más débiles, no les mos cuando estábamos sumidos en
perturba ni les daña. Para demos- el sueño?
trarlo a los lectores con la eficacia »Mucho se discutió desde muy
de un ejemplo, bastará aducir al- atrás, así en pro como en contra,
gunos pasajes de aquellos que, en en esa cuestión que ni es difícil ni
el mencionado libro, Vives estudió oscura en demasía. Puede entender-

oración filosófica del Renacimiento Vi- jotismo escolástico, que mucho tiempo
ves es el sustantivo y todos los demás después fué a exhalar su último sus-
escritores son unos simpLes adjetivos. piro a los pies de amo de ios discípulos
Y isi no tuviera tan honda antipatía a más prosaicos de Vives, del canciller
usar de figuras panteísticas, añadiría Bacon de Verulamio» (Ramón de
que Vives es la sustancia y sus suce- Campoamor: Discurso de recepción en
sores unos modos : que todos son unas la Real Academia Española, 1862, pági-
cualidades, cuyo sujeto de Inherencia na 29. El tema era: «La Metafísica
es el taíemto de Vives. JSste Cervantes limpia, fija y da esplendor al lengua-
de la Filosofía hirió de muerte al qui- je.»)
CAP. XXIII. PADRE DE LA PSICOLOGÍA MODERNA 241

se, o bien que los ensueños son sig- beranas sirven para avisarnos de
nos o bien que son causas de las co- algún bien muy grande, público o
sas presentes, pasadas o futuras. No privado, como en las Sagradas Es-
cabe duda que los ensueños no son crituras se leen los sueños de Fa-
causas, así en redondo, sino que son raón, de Nabucodonosor o de José.
indicios o signos de humedades, co- Y no desacertadamente en Homero,
mo ya dije; son efectos de sus cau- Néstor ordena que se observe y exa-
sas y no de otra cosa alguna, y es- mine con diligencia el sueño de Aga-
to, naturalmente. Todas las cosas menón, caudillo del ejército griego,
naturales tienen su meta señalada, pues los sueños de otros no eran de
a la cual tienden, ya recta ya obli- tanto cuidado. Infunde sueños el de-
cuamente. No se ha concedido a los monio nada más que por engañar,
animales el soñar, para que, por es- acerca de cosas pecaminosas, vanas
te medio, se nos revele lo que está o superfluas, de guisa que no hay
oculto y es abstracto, sino que so- señal más evidente de que proceden
ñamos porque la energía anímica, de intento dañino cuando nos pre-
disponiendo de un órgano adecuado, sentan como juguetes de esas ilusio-
aun cuando reposa el cuerpo, no nes provocativas. Del fin puede co-
sabe estarse quieta. legirse la procedencia del sueño,
»Pero el caso es que a veces los por más que a veces, guiados de
sueños resultan verdad. Sí, pero es natural impulso y cediendo ante un
una pura casualidad, nada más que afecto y convicción temeraria, le
accidental, y no en virtud de una sospechamos ya celestial, ya hostil
cualidad natural suya; no de otra a nuestros deseos.»
manera que aterrados por efecto de Cuán grande y cuán sincero fué
alguna pasión o, por el contrario, el amor de nuestro Vives, puede co-
seducidos por alguna esperanza, so- legirse de muchos pasajes de sus
ñamos con peligros inminentes o escritos, en los que enaltece su es-
con bienes que nos están reserva- tudio en soberanas alabanzas, con
dos. Afuera de esto, cuando el áni- una total convicción que comunica
mo abriga una tendencia vehemen- a su discurso vida y ardimiento, que
te hacia un objeto solo, éste es el se manifiesta en los elogios que ha-
que pasa por el pensamiento del ce de la contemplación en la cual
que duerme. Finalmente, como dice su espíritu sé recrea lo mismo que
Aristóteles muy bien, que como so- cuando pregona la excelencia de las
ñamos todos los días tantas y tan artes, él, su cultivador fervorosísi-
variadas cosas, no es de extrañar mo, y al explicar el fruto que se re-
que excepcionalmente acertemos lo coge del conocimiento del griego y
que va a suceder o lo que sucedió del latín; él, filólogo de una pieza,
ya. pero que nosotros no lo sabía- ¿y cuán enamorado del saber cuan-
mos, como es fuerza que el que ha- do predica glorias de la filosofía?
ce frecuentes disparos dé en el blan- Si todo cuanto yo he dicho hasta
co alguna vez, aunque no sea pre- aquí; si su entereza moral, su gran
cisamente lo que se dice un tirador. espíritu de mansedumbre y com-
»A veces la inteligencia superior prensión maravillosa para con aque-
infunde sueños con igual arte y llos que le contradecían y repugna-
fuerza con que ellos conmueven la ban su sentir, y aquella indulgencia
fantasía. Aquellos sueños que bajan de la cual, como de las otras vir-
del cielo a saber de las mentes so- tudes, pueden sacarse muchos ejem-
242 ENSAYO BIOBIBLIOGRÁFICO. JUAN LUIS VIVES, VALENCIANO

píos de su vida y de sus escritos; teria,razona agudamente, y de ahí


si todo esto, digo, no conquista deduce que la naturaleza del ánimo
nuestro corazón a favor del filóso- es distinta de la materia; y con-
fo; pero de todas maneras, no po- tinúa :

demos menos de admirar a quien «De todo cuanto hemos dicho, fá-
fué a la averiguación de la verdad cil es colegir qué no es el alma;
por un camino tan recto, teniendo pero digamos ya por fin lo que es.
por guía la razón, que los filósofos Pero ello no puede hacerse direc-
más modernos, por boca de uno tamente, puesta y como presentada
que vale por todos, y sobre quien a la vista la esencia desnuda del ob-
a porfía derraman las mayores ala- jeto, sino vestida y como en pin-
banzas, creen que ahora fué, por tura, con los colores más propios y
fin, hallada. Esto que se hizo por adecuados, que podamos. El alma
el aviso de Kant, príncipe de nues- tendría que ser observada en sus
tros filósofos, a saber: que 'os fines operaciones, porque no está al al-
de las disciplinas filosóficas fuesen cance de nuestros sentidos, mien-
regidos con mayor cuidado, las em- tras que con todos éstos, así inter-
píricas especialmente; verbigracia, nos como externos, nos es dable co-
la psicología, la metafísica, y que nocer sus obras.
de la metafísica se extirpara todo «Demuéstrase la bondad del Autor
lo vano, nuestro Vives no solamen- de la Naturaleza para con nosotros
te lo advirtió, sino que lo puso en con grandes pruebas que brotan de
práctica. Su libro Del alma y de todos lados; puso a nuestra dispo-
la vida rezuma antropología, lim- sición, con la mayor abundancia, to-
pia de todo lo que le es ajeno y do aquello que nos conviene, y la se-
redactada con tal método, que el ñal más evidente de no convenirnos
más erudito y conocedor de la cosa algo es el que esté apartado, sea ra-
que quiera tratar, pensará ser así ro y difícil de adquirir.
que debía escribirse. De lo que él »No nos importa saber qué es el
conoció por sus observaciones y ex- alma, aunque sí, y en gran manera,
periencia, describe exactamente la saber cómo es y cuáles son sus ope-
naturaleza del ánimo y las varia- raciones. Quien nos impuso nues-
das razones de su energía, sus fa- tro propio conocimiento, no quiso
cultades, sus hábitos y recoge con que se entendiera con respecto a la
sumo cuidado las leyes a que están esencia del alma, sino de los actos
sujetas las operaciones del alma; necesarios para la compostura de
nunca omite demostrar le verdad de las costumbres, a fin de que, recha-
sus conclusiones filosóficas, con zado el vicio, vayamos en pos de
ejemplos tomados del curso de la la virtud.»
vida humana, y deja de lado todo lo ¿Puede, acerca de este punto,
vano, todo lo demasiado abstruso, decirse cosa con mayor prudencia
todo lo que está vedado al humano y agudeza? ¿Xo es verdad que aquí
conocimiento. En demostración de demuestra el mismo acumen inge-
este aserto -mío bastará ver cómo nioso, el mismo criterio excelente
discurre nuestro filósofo de la esen- que en lo que dice en el mismo ca-
cia del alma y de su sede en el pítulo acerca de la sede del alma?
cuerpo. Después de señalar la dife- — —
«El alma dice está en todo el
rencia que parece haber entre las cuerpo, lo mismo que cada una de
operaciones del ánimo y de la ma- las formas (effectio) está en toda
CAP. XXIII. PADRE DE LA PSICOLOGÍA MODERNA 243

su masa respectiva. Si en alguna de va a suscribir a ojos cerrados las


las partes no estuviese el palabras de Kant en este punto
alma, pe-
recería aquélla, como acontece a un
concreto, como en muchos otros, no
miembro encanijado. Por lo demás, vacilo en añadir mi bola blanca a
ella ve por los ojos y oye por los la sentencia de Kant. Con cuanto
oídos, de igual modo que el agricul- mayor detenimiento medité la in-
tor abre la tierra con el arado, la mortalidad del alma, y con cuanta
escarda con el rastrillo, la iguala mayor diligencia comparé los dife-
con el cilindro, la cava con el aza- rentes argumentos que le asisten,
dón o pala; en el mismo caso esta- con tanta mayor claridad entendía
ría preguntar en cuál de aquellas que eran muy probables los argu-
herramientas estaba con preferen- mentos especulativos y que el áni-
cia el labrador. Por eso se ha creí- mo fácilmente se persuade que aque-
do más oportuno preguntar cuál es llo que rectamente coligió, a fuer-
el instrumento principal del alma. za de pensar y de raciocinar, así
«Tampoco es muy discreta la pre- como tiene una verdad lógica tam-
gunta, a la cual contestaremos: el bién la tiene real. No obstante, los
ojo para ver, el oído para oír, co- argumentos prácticos testimonian
mo es la principal herramienta del con claridad mayor la verdad de la
agricultor el arado para arar, la es- cosa; que no tienen en su contra
cardilla para limpiar. El instrumen- ninguno extraído de la misma fuen-
to de toda inteligencia y conoci- te, pero que debilitan fuertemente
miento es el cerebro, y en el cerebro o, por mejor decir, quebrantan del
ciertas emanaciones sumamente te- todo la fuerza de las objeciones
nues y luminosas; mas la fuente de teóricas. A pesar de todo, aun cuan-
la vida es el corazón...» do el uso me haya enseñado que los
Entre aquellas cosas que los kan- argumentos morales en favor de la
tianos alaban hiperbólicamente co- inmortalidad del alma poseen una
mo descubrimientos nuevos y casi eficacia admirable para persuadir el
divinos y que sus adversarios im- ánimo de cualquiera, la de los es-
pugnan con una acometividad pro- peculativos, que ningún filósofo pru-
porcionada a la hipérbole, ocupa el dente sacó a colación para las de-
primer lugar aquello que aquel dios mostraciones matemáticas, no qui-
de los filósofos discurre acerca de ta nada a la gravedad. Yo pienso
los argumentos que se han de adu- que se ha de agradecer a la bondad
cir en pro de la inmortalidad del de Dios que para el conocimiento
alma. Es sabido que Kant una y de una verdad que a todos nos im-
otra vez, y harto copiosamente, en- porta muy mucho conocer haya se-
señó que la fuerza de los argumen- ñalado varios caminos, de los que
tos supeditados por la razón especu- el uno al uno y el otro al otro, pa-
lativa a favor de la eternidad del récete más recto y más llano.
alma es muy endeble, por no decir Por lo que toca a nuestro Vives,
que nula que es de la razón prác- al cual se endereza todo ese discur-
;

tica de donde ese dogma trascen- so nuestro, tampoco él, en la demos-


dental ha de sacar sus argumentos. tración de la inmortalidad del al-
No es de este lugar exponer más ma descuidó la razón teórica; pero
ampliamente mi opinión acerca de parece que se afirmó más en argu-
este punto. Baste declarar en pocas mentos morales. Esto, en fin de
palabras que yo, aunque no me atre- cuentas, me fortaleció en mi sentir,
244 ENSAYO BIOBIBLIOGRÁFICO. JUAN LUIS VIVES, VALENCIANO

a saber, que con argumentos mora- das a sus contrarios. Este hecho no
les y mayormente cada tendría explicación si Dios no fue-
siempre
cual se persuadió, aunque él mismo ra testigo y Juez. Ellas son, pues,
lo ignorare, de la existencia de Dios las que atestiguan que estamos ba-
y de la inmortalidad del alma. Me- jo su cuidado y que debemos espe-
recedor es el capítulo de la inmor- rar en otra parte el premio de nues-
talidad del alma, en los libros tantas tra virtud. Y si allí está el premio
veces citados con elogios de nuestro de la virtud y el fin del hombre,
filósofo, de que se lea todo entero. allí, de cierto, vivirá el alma.»
Yo solamente voy a transcribir lo En este pasaje que he aducido,
que parece venir a mi propósito. aunque se echen de menos los tér-
Luego de haber aducido copiosos y minos kantianos y el orden de las
variados argumentos, llevó su dis- nociones y enunciaciones sea dis-
curso a la conclusión de que, si el tinto y se haga mención del premio
alma no fuese inmortal, la provi- de la virtud en el sentido de que sea
dencia de Dios no existiría; sigue un aliciente para el ejercicio de la
diciendo virtud, que Kant rechaza; con todo,
«Estas tres verdades andan tan es fácil de ver que los argumentos
estrechamente unidas en nuestra morales de Kant en pro de la in-
convicción, que ni pueden disociar- mortalidad del alma han sido toma-
se ni es lícito separarlas: la reli- dos de muy arriba y acomodados a
gión, la providencia de Dios y la la forma de la demostración; apare-
inmortalidad de nuestra alma. El ce con todo que nuestro Vives tuvo
que intentare atacar una sola de es- en su mente lo que Kant expuso
tas tres verdades, si alguno osare con más extensión; a saber: que la
atacar alguna de ellas, afectaría los inmortalidad del alma es exigida
cimientos de las otras dos. por razón práctica.
»Si no son inmortales las almas, Pero basta ya. Añadir más ni me
no habrá premios ni castigos para viene en gana ni me está permitido.
las acciones buenas y las malas. En Es suficiente lo dicho para demos-
el transcurso de nuestra vida ve- trar la soberana prestancia de nues-
mos tan mezclados y confundidos tro filósofo. ¿Quién será que habien-
nuestros actos, que toda ella no es do reflexionado un momento en lo
más que un mero fraude. No tiene, que de Vives hemos escrito vacile
pues, Dios cuidado de nosotros. Y en suscribir las alabanzas con que
si lo tiene, ¿a santo de qué el culto Huldrico de Cook, que cuidó de la
que le tributamos? La religión y la edición basileense de su obras, cre-
piedad serían vanas y estúpidas yó que debía decorarle? (1) ¿Quién
creencias. Y
vemos, sin embargo,
que todos hombres y las diver-
los (1) — —
«Competían en él dice la ra-
sas naciones, por bárbaras que sean, pidez de su ingenio inventivo, la sa-
ajenas y opuestas a toda civilización nidad de su mente, su singu'.ar destre-
humana, se inclinan de suyo a pro- za y felicidad para desarrollarlo todo,
fesar alguna religión, alaban y cosa que fácilmente verá quienquiera
aprueban la modestia, la modera- que lo lea. A :esío se añadió un estu-
dio asiduo y un trabajo incansable no
ción, la gratitud, la piedad, la man-
en cultivar un solo linaje de doctrina,
sedumbre, la paciencia y la equi- sino en agotar todo el campo de la Fi-
dad así que no pueden menos de losofía.» (Huldrico de Cook. en su
;

ser buenas estas virtudes y preferi- Carta nuncupatoria a Daniel Wieland.)


CAP. XXIV. LA MUERTE 245

no asentirá al profético anuncio de ria de nuestro filósofo los divinos


Conrado Gesner; a saber: que la versos del vate divino?
¡Dichoso aquel que pudo conocer
gloria de la fama de Vives será im-
las causas de las cosas y sometió
perecedera, por todos los que rin- bajo sus pies todos los miedos y el
dan culto a la sabiduría? ¿Y quién, hado inexorable y el estrépito y el
finalmente, no aplicará a la memo- tropel del avaro Aquerontef (1).

CAPITULO XXIV

LA MUERTE
En eldiálogo de Vives intitulado — Maestro, ¿quién pecó: éste o
Comida estudiantil (Refectio scho- sus padres, para que naciese ciego?
lastica) se lee un pasaje que ilus- — preguntaron los discípulos a Je-
tra definitivamente el estado de de- sús, que milagrosamente había de
cadencia física de Luis Vives en iluminar sus tinieblas.
los dos postreros años de su vida La génesis de esa podagra que in-
mortal. La mesa, no tan austera co- movilizó los pies de Vives como con
mo la del Dómine Cabra quevedes- un cepo y le trituraba los huesos
co, ha admitido hoy a un convida- como una muela, ¿tuvo un remoto
do: Nepótuló (1). Llega de Flandes: origen inevitable o se debió a des-
— ¿De qué ciudad de aquella pro- órdenes personales? ¿Expió peca-

vincia? le pregunta el maestro. dos ajenos o demasías propias el
— —
De Brujas le contesta el mu- gran filósofo, atado, impotente co-
chacho. mo Prometeo en el salobre risco
— ¿Dijiste de Brujas? ¿Y qué ha- caucásico?
ce allí nuestro amado Vives? El doctor don Gregorio Marañón,
— Dicen que hace atletismo, pero en su preciosa obrita Luis Vives
no muy atléticamente. (Un español fuera de España), es-
— ¿Qué quieres decir con eso? crita con tanto entendimiento de
—Que está en continua lucha, pe- amor y con tanta gracia de estilo,
ro con poco entusiasmo. diagnostica la dolencia de Luis Vi-
— ¿Con quién lucha, pues? ves con gran lucidez y con un ca-
—Con su mal de gota. riño tal como no lo pondría en el
— ¡Ah luchador felón que prime- más querido de sus enfermos. Dice:
ro tira a los pies! «No se es gotoso al azar, como se
— Di, mejor, desalmado corchete puede ser tuberculoso o cardíaco,
que aprisiona todo el cuerpo (2). sino por una ley hereditaria que
condiciona no solamente la probabi-
(1) Nombre fabricado por el pro- lidad de adquirir esa enfermedad,
pio Vives, como tantos otros ole sus diá-
logos; significa Pequeño sobrino. dosam nescit medicina podagram (No
(2) El mal de gota, tan frecuente sabe la medicina disolver la pedregosa
en aquel tiempo, especialmente en los artritis de los pies).
medios intelectuales, teníase por incu- (1) Virgilio: Georgic, lib. II, 490-
rable. Así lo dice Ovidio: Solvere no 493.
246 ENSAYO BIOBIBLIOGRÁFICO. JUAN LUIS VIVES, VALENCIANO

sino también una cantidad conside- nunca tuvo realidad. ¡Los toques
rable de rasgos peculiares del carác- litúrgicos mesurando el paso de las
ter y, por tanto, del pensamiento horas; la ciudad casta dentro del
del presunto gotoso. cinturón de sus antiguos muros!
»E1 gotoso nace de un suelo ca- Ojalá fuera verdad tanta belleza.
racterístico que los antiguos llama- Las ciudades italianas, en el si-
ban artrítico y los modernos no sa- glo xni, hartas veces fueron empo-
bemos llamarlo de otro modo más rio de los Siete Pecados y un sordo
exacto, porque seguimos ignorando, hervidero de odios municipales, que
casi como aquéllos, en qué consiste son los más ruines e implacables de
esa predisposición ...» los odios.
¡Y si era lejano y si estaba abo- Y este fenómeno de las ciudades
nado este suelo! Valencia, inmemo- tan bellamente soñadas por los poe-
rialmente, en los placeres de la me- tas y tan feamente pintadas por los
sa, en el comer y beber, se mostró cronistas, es un fenómeno frecuente
descomedida. Y lo fué especialmente aún aquí. La lejanía las purifica.
en la época foral, la que precedió La elegía las absuelve. El Tiempo,
inmediatamente a la de nuestro Luis anciano divino, esparce sobre ellas
Vives, según lo demuestra el erudi- sus flores y su perdón. Pero el cro-
to canónigo don José Sanchis Sive- nista, que las sorprende en un mo-
ra, sagaz ilustrador de su historia mento cualquiera de su vida íntima,
doméstica. Allí, a la sombra del Mi- enmienda, empeorándola, la añora-
calet, mereciera haber nacido Pan- diza y mágica y engañosa visión.
tagruél- Los valencianos de la época foral
ico deja de ser un hermoso sueño comen y beben copiosísimamente.
de Dante, trazado con aquellos efi- La gula es uno de los vicios capita-
cacísimos rasgos indelebles que le les predominantes en la Edad Me-
dan calidad de tenacísimo agua- dia. Y la Valencia foral abastada de
fuerte, el retrato de la ciudad me- todo, la Valencia que es el propio
dieval que él encarna en su nativa asiento de la amenidad y que la
Florencia Abundancia riega con su cuerno lle-
no no está ni con mucho exenta de
Fiorenza, dentro dalla cerchia antica, este vicio grasiento y perezoso, tan
ond'ella toglie ancora e terza e nona, hermano de la lujuria. San Vicente
si stava in pace, sobria e púdica.
Ferrer, que, como fustigador de los
Non avea catenella non corona, pecados de su época, es un auténti-
non donne contigiate, non cintura, co y veraz costumbrista, pinta de
che fosse a veder piú che la persona (1) mano maestra a su ciudad natal,
obediente y esclava del vientre mu-
Este es un bello sueño que acaso chas veces al día. Y dice en su vivaz
y colorido lenguaje valenciano:
(1) Florencia, dentro antiguos
de. los
—E perqué no almorzariem per lo

muros, donde ella todavía tañe a ter- matíbeure un poc, e aprés, hora
e
cia y a mona, —
manteníase en paz, so- de tercia que'ns dinassem e quan
bria y púdica. vindria el mig jorn que berenassem

No lucía collares, ni corona, ni mu- e puis sopar al vespre?... E així es
jeras ataviadas, ni cintura, —
que fuese
más de ver que la persona que la lleva- ja ara que quatre o cinc vegades
ba. (La Commedia, «Pairadiso», XV, 95 menjarán e pergo quanta es la nos-
y siguientes.) tra vida que ja a quaranta cinc
CAP. XXIV. LA MUERTE 247

anys los homens son vells e'ls tre- con un banquete opíparo. El salón
mola la barba e les mans ; e les do- donde se celebraba la fiesta se ha-
nes podrides que beuen lo vinac que llaba decorado con riquísima tapi-
de tres passes les sentirán que els cería de damascos, sedas y draps
put Vale e a molts homens també... de ras. Presidía el salón un gran-
Hay que reconocer que este caro dioso aparador adornado con rica y
vicio de la gula, que en muchos lu- variadísima vajilla de plata y una
gares es prohibitivo, en Valencia es mesa artísticamente alhajada, en la
asequible y aun obvio. Su albufera que se destacaba, formada por guir-
es rica de caza y es pescoso su mar naldas de hierbas olorosas, la leyen-
es sabia su cocina y su repostería es da episcopal del ilustre huésped:
exquisita. Cuando por su excesiva Ave María, gratia plena. Varios mú-
abundancia no puede comer sus pro- sicos trenzan sutiles melodías. Lá-
ductos vegetales en su propio jugo, vanse las manos los convidados en
los aliña y los adoba. Confecciona riquísimos aguamaniles de plata.
citronat, pinyonada, matafalúa, ca- Sácanse siete grandes coperos lle-
rabassat aleixandrí, llimóns confits, nos de jengibre, planta aromática
arrops, pomes confites, dragea, neu- que se mezcla con las salsas y las
les, etc. Valencia bebe mucho y sazona. Preséntanse siete grandes
bien; bebe vi blanc e vermell, vi platos con dos pavos cada uno y
grec de Nápols, vi de melvasía, muchas perdices; los pavos tienen
montonac. De Valencia era el pro- las cabezas doradas, y de los cue-
veedor y de Valencia era el vino llos de las perdices cuelgan carteli-
que bebía la reina doña María, es- tos con el escudo de los Borjas. Sa-
posa de Alfonso V el Magnánimo, can luego cuatro platos, cada uno
que estimaba, sobre todo, el vino de de los cuales es llevado, por cuatro
Madona Mercadera, y que habiéndo- hombres, con grandes pastelones
la en determinada ocasión obsequia- formados de carne de capones, ga-
do el infante don Enrique con una llinas, pollos, ocas, ánades, palo-
carga de vino blanco y otra de tinto, mos, ternera, cabrito y otras vian-
luego de haberlas consumido, le es- das, todo mezclado con tocino. Cada
cribió: «Vos certificamos que era uno de estos platos hace su entrada
muy fino e podéis bien creer car ya en la sala al son de trompetas y
es espendido, do podéis conocer que otros instrumentos. Finalmente son
somos buena bevedora...» Tan bue- servidos dos soberbios platos, que
nos bebedores como su bonísima ofrecen el aspecto de un gran mon-
reina doña María eran todos los va- tón de verdura, en cuyo centro está
lencianos. Y teniendo tanto que co- un pavo real, con todas las plumas
mer y que beber, ¿quién se preocu- del cuello, alas y cola, con la cabeza
pa de otras cosas? Hay que acallar intacta, y lanza por el pico un cho-
los rugidos del vientre, que dice rro de agua perfumada. Y después
San Jerónimo. de estas viandas, viene la comida
Valga un caso por todos. El día blanca... ¡Qué rico suelo el de Va-
25 de octubre del año 1472, hallá- lencia para la nudosa gota, el lucha-
base en Valencia el obispo de Si- dor felón que tiró a los pies de Luis
güenza, don Pedro González de Men- Vives, el feroz corchete que le en-
doza, y el cardenal Rodrigo de Bor- cadenó todo el cuerpo!
ja, que debía ser Papa con el nom- Menos la mano. La mano de Luis
bre de Alejandro VI, le obsequió Vives escribía velozmente, afanosa-
24s ENSAYO BIOBIBLIOGRÁFICO. JUAN LUIS VIVES, VALENCIANO

mente, dócil a su mente clara y a encima de su cabeza gravitaran diez


la pujanza de su voluntad en las molinos y con una oftalmía perti-
postrimerías de su vida. Dies trudi- naz que le hacía la luz aborrecible.
tur die. Un día empujaba a otro El clima ventoso, brumoso y húme-
día, y un libro de Vives empujaba do de Inglaterra no tiene clemen-
a otro libro. Los últimos fulgores de cia para quien abrió los ojos a las
su pensamiento, las últimas huellas claridades mediterráneas y a la
de sus sarmentosos dedos de artríti- blandura del cielo levantino, y su
co son el tratado Del alma y de -la régimen dietético le estraga la sa-
vida (jamás voló por aire tan sereno lud. Esa misma Inglaterra hostil
y tan vestido de no usada luz su exporta a Flandes una epidemia de
mente) y Ejercicios de la lengua la- fiebres malignas, que llegan a Bru-
tina (jamás Vives acarició el estilo jas, y de esta su patria de elección
con más cariño como un primoroso se expatrían Luis y Margarita, yén-
orfebre lento). Esta es su doble co- dose a Lila, de donde los expulsa la
secha del año 1538. Luego, sobre la epidemia también, restituyéndose la
noble vida se abate el silencio, del mujer a su hogar de Brujas y yéndo-
cual no asoma más que una promesa. se el marido a París, con su cuñado,
En el tratado Del alma y de la vida Nicolás Valldaura, que allí estudia
promete una obra apologética. Y no medicina. Luis Vives, en su tratado
quedó defraudada la promesa. Cuan- De corruptis artibus, refiriéndose a
do la muerte detuvo su pluma, que- la corrupción de la medicina, había
dó encima de su pupitre, tibia de la escrito estas palabras: «Como sea
mano que iba a helarse para siempre, que a quienquiera su propia salud
su obra De Veritate jidei christia- y bienestar le son entrañables y los
nce. Es su predicación postuma. De- tiene por recomendadísimos, aconte-
junctus adhuc loquitur. Es el último ce que a todo aquel que nos pro-
golpe de martillo sobre su yunque mete mejoría le prestamos oído dó-
de Cíclope. Es su postrer esfuerzo; cil con tanta mayor atención cuanto
es su duodécimo trabajo de Hércules. más la enfermedad escuece y más
Toda su vida tuvo Luis Vives una nos quema la antorcha del sufri-
salud ruin. De niño, en su nativa miento, hasta un punto tal que, de-
Valencia, postrado de fiebres, y, sin cepcionados y engañados, y no una
duda, a hurto de la vigilancia de la vez sola, volvemos a las andadas,
severa Blanca March, que nunca le sin acordarnos del fracaso prime-
rió. con mala boca comió cerezas, ro, si ya no es que uno. harto de
que le produjeron una gastritis que desengaños personales y ajenos, co-
le enemistó decididamente con la bró un odio ciego a la profesión y
rica fruta, fresca e innocua golosina teme mayores peligros de esa arte,
pueril. A los veintisiete años ape- desgraciadamente experimentada en
nas osa tímidamente prometerse sí y en otros, y no son pocos los que
diez más de vida, en su idea de res- de éstos hay; pero son muchos más
taurar las Artes, sanándolas de la los otros, porque son casi todos los
corrupción. De la fiera pelea que lu- que a ciegas dan crédito y se entre-
chó con aquel atleta del pensamien- gan confiadamente en manos de
to cristiano, Agustín de Hipona, ba- quien les promete salud...» Uno de
jo los muros de la Ciudad de Dios, estos casi todos era el cuitado Luis
sale Vives apabullado y maltrecho, Vives. Aquel gran vivista que se lla-
con una horrible cefalalgia, como si mó Lorenzo Palmireno, valenciano
CAP. XXIV. LA MUERTE 249

como él y casi coetáneo suyo, en su vaga amatista de montañas lejanas,


obrilla El estudioso cortesano, trae, el deliquio de unas tranquilas hu-
tomándolo del médico portugués maredas, componen la melancólica
Amato, en sus Curationum Medici- solemnidad del paisaje holandés, en
nalium Centurice XVII, este testi- que se adivina más que se ve la
monio revelador, si es cierto: soñada ciudad de Breda en el tran-
«Juan Luis Vives vivió poco y ce de su heroica rendición. Pues
paralítico, por haber tomado sin bien: en la misma sinfonía de plata
orden de médicos, con consejo de y de zafiro en que habían de mojar
menestrales, el agua o decocción del sus picas los soldados del marqués
palo que en Indias llaman Gaya- de Spínola, bañáronse prolijamen-
cán.» te los pobres ojos enfermos de Luis
En una carta sin fecha, dirigida Vives, que harto pronto, con sus de-
a su gran amigo y protector don dos fríos, había de cerrar la muerte,
Luis de Flandes, señor de Praet, le y que ya en aquellos días parecían
dice Luis Vives: pedir la limosna de un sueño largo
«Tiempo ha que no recibo carta en el regazo de la madre tierra y
alguna tuya; pero yo más me pre- decir, como el Moisés de Alfredo de
cio de tu voluntad para conmigo, Vigny
que sé que es suma y singular, que
de las cartas. Ahora de poco os es- Laissez^moi m'endormir du sommeil de
cribí al. César y a ti; tengo vivo [la terre.
deseo de que os fuesen entregadas
esas misivas, y así espero que ha El día 2 de julio de 1538, festi-
sido. A mí, esa podagra mía me oca- vidad de la Visitación de Nuestra
siona sufrimientos indecibles; ya Señora, dió fin Vives a los coloquios
trepó hasta mis rodillas, ya alcanza que van bajo el modesto título de
mis manos, ya se llega a mis hom- Linguce latinee exercitatio, tan mo-
bros. ¿Cuándo será el fin de esa tan desto que no deja entrever la gran-
mísera cárcel? ¡Ojalá, cuando ese deza del pequeño libro. A fines del
fin llegaré, esté yo en gracia con mismo año —
más concretamente, a
Cristo...» los días corridos del mes
dieciséis
El postrer bienio de la vida mor- de diciembre— continúa en Breda to-
tal de Vives, tan asendereada y cru- davía, pero espera la primavera pró-
zada de caminos, tan inquieta, tan xima restituirse a su hogar brugen-
anfibia, parece que se encalma en se, a su nido dulce como Erasmo,
un remanso apacible, en un tran- que no lo tuvo jamás, \e decía,
quilo mar muerto. Su vida profun- quién sabe si con una secreta envi-
da que era un río Nunca sabe tan dulce el nido
dia.
como cuando se está pronto a to-
Non molto ha corso che trova una lama mar el vuelo de él. Sabérnoslo por
nella anal si distende e la impaluda. una carta, fechada aquel mismo día,
enderezada a Juan Maldonado. Dí-
Juan Luis Vives está en Breda. cele:
El antepenúltimo año de su vida lo «A ese Santiago Astudillo que me
pasó todo en Breda. ¿Habéis visto recomiendas aún no le vi porque
alguna vez, en su maravilloso ori- estoy ausente de Brujas, donde de-
ginal, el cuadro de Las lanzas? Una bía verme y donde espero que me
luz varia, un cielo tierno y alto, una verá la primavera próxima. No pien-
250 ENSAYO BIOBIBLIOGRÁFICO. JUAN LUIS VIVES, VALENCIANO

so antes poder abandonar a Breda, de edad. Muerto este primer mari-


porque no parezca que dejo aban- do en 1538, por causa de cuya viu-
donada a sus frías soledades a la dedad Luis Vives prorrogó la estada
marquesa en el gran duelo de su en Breda para su consuelo, el pro-
viudez reciente...» pio emperador, que concertó su pri-
¿Quién era esta marquesa anóni- mer matrimonio, quiso casarla con
ma que quiere para sí la apacible el hijo del marqués de Mondéjar;
y consoladora compañía de Vives pero ella no se avino de momento a
en su trance amargo, y qué dere- segundar sus nupcias. Con todo, tres
chos tenía a retenerle avaramente años después, en 1541, a los trece
a su lado? La conocemos por modo de enero, casó con don Fernando de
fugaz y de cuando era una mozuela. Aragón, duque de Calabria, viudo
De ella había escrito Vives quince de la reina doña Germana de Foix,
años atrás en su Mujer cristiana i viuda a su vez de don Fernando el
«En mi Valencia yo veo cómo va Católico. También para doña Men-
creciendo en discreción y en años cía las Parcas hilaron muy cortos
doña Mencía de Mendoza, hija del estambres. Como al propio Luis Vi-
marqués del Cénete, que, si no me ves, como a Margarita Valldaura, no
engaña la esperanza, será loada en le fué concedido superar el decenio
su día.» La esperanza no engañó a de la cuarentena. Murió malograda
„Vives, y doña Mencía fué copiosa- a los comienzos de su otoño, a los
mente alabada por sus
letras y su cuarenta y cinco años de su edad.
elegante mecenazgo. Como Luis Vives se prometía, es-
Doña Mencía de Mendoza, mar- ta dama egregia fué con harta jus-
quesa del Cénete y después duquesa ticia alabada, por su preclaro inge-
de Calabria, era hija mayor de don nio, de dos de los más altos expo-
Rodrigo de Bivar y de Mendoza, pri- nentes de la cultura hispánica de
mer marqués de aquel título, creado aquel siglo: Alfonso García Mata-
en 1492, hijo natural del cardenal moros y Juan Ginés de Sepúlveda.
de España don Pedro González de Para el primero, bravo apologista
Mendoza y de doña Mencía de de la española erudición, la marque-
Lemos. Poseedora de una fortuna sa del Cénete puede competir en ta-
cuantiosísima, fué casada por Car- lento y saber con las más célebres
los V (1) con el conde de Nassau, en mujeres de la antigüedad griega y
el mes de junio de 1524, cuando ella latina, y aun con la propia Aspasia
contaba no más que dieciséis años de Jenofonte, que en una asamblea
de sabios osó disputar con el mismo
(1) Desde Burgos, a los 25 de junio Sócrates (1). Y Juan Ginés de Se-
de 1524, don Martín de Salinas escribía
al infante don Fernando: «Su Majes-
tad ha trabajado mucho de llevar a (1) El texto de Matamoros dice así:
cabo el casamiento del Conde de Na- Prodeat in aciem lectissimus femina-
saot ('Nassau), y ha hecho venir en rum choras qui de ingenio et doctrino?
esta cibdad a la Marquesa del Cénete. laude cum grcecis et latinis generóse
Fué muy bien recibida de toda la Corte admodum certet. An non ego jure op-
y aposentáronla en la casa del Conde ponam excellentem Calabrias ducem
de Salinas con la Reina de Portugal. Zeneti Marchionam Aspasice Xcnophon
Es gentil dama y tan muerer como si t.is quee quondam in conventu erudito-
hobiese treinta años...» (Boletín de la rum ausa fuerit cum Socrate inductio-
Real Academia de la Historia, julio- nibus disputare? (Opera omnia, 1769-
septiembre 1903.) 1776.)
CAP. XXIV. LA MUERTE 251

púlveda, en una carta expedida des- Esta su exagerada enjundia le


de Madrid en agosto de 1540 a la ocasionó una insufrible corrupción
marquesa del Cénete, que deseaba y un sinfín de padecimientos mo-
establecer con él correspondencia es- lestísimos, que le acarrearon la
crita y conocer sus actividades inte- muerte prematura (1).
lectuales, la llama Princesa ilustrí- Venturosamente no ha visto
la
sima y honra y prez de las mujeres. así la posteridad. ella una
Existe de
La gentileza física de que hizo abundante iconografía. Doña Men-
gala doña Mencía en Burgos en la cía aparece muy bella en el retrato
víspera de su casamiento, cuando de Bernardo Van Orley, del Museo
siendo tan niña se mostraba ya tan de Berlín. También conserva su efi-
mujer, degeneró con los años en una gie el Museo de Munich, robusta,
obesidad descomunal, que atrajo so- pero no gruesa en exceso. Figuré-
bre su persona toda suerte de nco- ;
monosla como la presenta el pin-
modidades y, lo que es peor, chis- cel de sus iconógrafos, y no como la
tes crueles. Copiosamente se cebó desfiguró la enfermedad y la vió la
en ella la insolente dicacidad üel sarcástica mordacidad de sus envi-
malévolo y lenguaraz don France- diosos. Veámosla como mereció ser
sillo de Zúñiga «Don Rodrigo de
;
y parecer esta dama ilustrísima, que
Mendoza... tuvo una hija que .e ofreció a Luis Vives tan regia hos-
sucedió en su casa después, más pitalidad, que en el trance amargo
redonda que Tierra Firme y más de su viudez le fué pagada con, bál-
ancha que el campo de Josafat, samo de filosóficas y cristianas con-
adonde ha de parecer en carnes vi- solaciones; que mantuvo trato afec-
vas.» Con nuevo encarnizamiento y tuoso con los más ilustres ingenios
con irreverencia igual, dice que «pa- de su tiempo; que leyó en el Arbre
rece colchón de holanda lleno de de Ciencia, de Ramón Llull, acaso
algodón; Guadiana, cuando sale de en su común idioma original; que
madre... Meneándose e queriéndose no desconocía los Adagios, de Eras-
sentar quebró un estrado e hundió mo, que como la obra luliana figu-
un entresuelo» (1). raban en la riquísima biblioteca re-
En veneno más sutil mojó la pun- unida por su padre, y que con larga
ta de su dardo una dama, doña Ana mano favoreció la ampliación de la
de Castilla, gran señora de Toledo, Universidad valentina, cuyas hume-
quien en un corro de envidiosas dades y cuya roña dejó consignadas
maldicientes, comentando los humos Luis Vives en su Triunfo de Cristo,
que decían haber cobrado doña Men-
cía por su matrimonio con el duque
(1) En un Libre de memories de la
de Calabria y la poca crianza y Ciutat e regne de Valencia (Biblioteca
altanería de su trato, dijo: «No tie- Nacional de París (Españoles, 147), ci-
ne razón, por cierto, porque la tado por el padre José March Niñez
:

vaciaron de vino y la hinchieron de y juventud de Felipe II, ,se lee referido


viento.» Refiere esta anécdota Luis a doña Mencía: Es cosa certa que
Zapata, en Memorial histórico espa- cabía en cada calsa de la dita señora
duquesa sis almuts de forment y no po-
ñol, XI, página 389.
día resollar per lo ñas, sino per la
boca y cada matí les domes li posaven
Crónica, caps. XXIX y LXXXIV
(1) desfilesbañades en aigua ros por tots
Biblioteca de Autores Españoles de los doblechs deis brassos y mamelles
Rivadeneyra : Obras raras. perqué no se escaldas.
252 ENSAYO BIOBIBLIOGRÁFICO. JUAN LUIS VIVES, VALENCIANO

cuando mozo aún le perseguían los concuerda con el obituario de la


no gratos recuerdos de sus estudios iglesia de San Donaciano, en donde
universitarios en su ciudad nativa. recibieron tierra sagrada los despo-
A doña Mencía dedicó Vives, y en jos mortales. La fecha que da el
su propio palacio de Breda lo acabó libro de óbitos, ¿será la del día de
el año anterior de 1537, la Interpre- su inhumación y no la del día de
tación alegórica de las Bucólicas de su muerte? Así lo cree el tantas ve-
Virgilio, trasladando a lo divino el ces citado conservador de los Ar-
somo sentido pastoril que ofrecen chivos del Estado, de Brujas, Emi-
los versos del divino poeta. ¡Oh, lio Vanden Busschen, en su útilísi-
cuántos y cuán altos sentidos insos- ma monografía.
pechados descubrió la cristiana pie- Depositada quedó su carne afligi-
dad de Luis Vives bajo la envoltura da y envejecida, sus huesos que-
de los amores arcádicos: brantados y humillados, para hablar
con las palabras solemnes de un
O quoties et quce nobis Galatea locuta profeta de Israel, en un nicho cons-
lestl truido frente al altar de la capilla
Partem aliquam, venti, divum refera-
de San José, en el templo de San
[£¿s ad aures (1).
Donaciano. Y como el mismo pro-
feta de las Lamentaciones, el gran
Del último año de la vida mortal
Pensador creyente pudo decir: Ha-
de Vives no sabemos nada sólo nos ;

bitador soy de las tinieblas, como


es dado presumir el inexorable cre-
los muertos seculares. Cercado estoy
cimiento de su enfermedad, que, co-
de todos lados sin posible evasión,
mo el monstruo Gerión, era tricéfa-
reciamente aherrojado de cadenas, y
la: gota, cálculos y fiebres, traba-
cerrados están todos mis caminos,
jando con encarnizamiento cruel,
con muros de piedra tajada (1).
con saña nocturna, con saña diur-
Al otro lado de la tumba, amputa-
na, sobre un organismo agotado.
da de su dulcísima mitad, cruel-
Sobre la piltrafa de su carne, an-
mente sangrante por la parte del
drajoso vestido de un gran espíritu,
corazón que se le había adherido,
no más le quedaba la cabeza, firme
envuelta en llanto y en lutos se que-
como un alcázar, serena como un
templo antiguo. Con pies callados, dó Margarita Valldaura, viuda, sola,
en negro día, la muerte, sigilosa, se
vacía. La perdonó la muerte porque
todavía la quedaba algo por hacer...
acercó a Juan Luis Vives y le se-
lló la frente augusta con su beso
Bien sé que no ofenderé los ma-
frío.
nes del filósofo valenciano si traigo
aquí el paralelo de su unión con la
Cum bona sit Christi gratia! honestísima hija de Clara Cirvent
con el matrimonio de Séneca y su
santa mujer Paulina.
¿Quién duda sino que Luis Vi-
ves murió en el ósculo de Cristo?
Ello ocurrió el 6 de mayo de 1540. (1) En el libro de Fábrica de San
Esta fecha que da el epitafio que Donaciano. a los 9 de agosto del año
copiaremos un poco más abajo no 1541, quedó consignada esta cuenta:
Pro spoliis perpetui anniversarii magi-
(1; ¡Traed, oh vientos, alguna parte stri Ludovici Vives, XI lib., XII sol.
de esas castas dulzuras a los oídos del VI din., pro jure sepultura eiusdem.
cielo !
|
Vandex Busschen, obr. cit., pág 37
CAP. XXIV. LA MUERTE 253

En la inalterada paz de aquel lo exija la conveniencia de los su-


ejemplarísimo hogar español de Ro- yos, y deténgase en sü camino, no
ma estalló una vez una discordia ya si desea morir, sino aun cuando
cariñosísima. enfermo el hubiere comenzado a morir, y haga
Sentíase
filósofo cordobés perpetuamente va- ofrenda de sí a los suyos. Propio de
letudinario. Aquejábale una fiebre un alma grande es volver a la vida
que él creía no ser de su cuerpo, por ajena causa, y cosa es que han
sino ocasionada del lugar, y adere- hecho con frecuencia varones egre-
zaba y acuciaba la huida a su gios.»
finca Nomentana. Paulina obstiná- ¡Qué lástima que el amor de Mar-
base dulcísimamente en no dejarle garita Valldaura no consiguiera de
marchar, y contra la insistencia de Luis Vives, como Paulina de Séne-
Paulina, que hubiera quebrantado ca, que se quisiese más a sí mismo,
peñas, Séneca mantuvo su propó- en cuya vida tenía ella sus raíces y
sito, dócil precisamente a la volun- en cuyas venas latía la vida de su
tad de su joven esposa, que le enca- mujer! ¡Y cómo lamentamos, y con
recía a todas horas el cuidado de nosotros lamenta la Humanidad, que,
su salud. Y el filósofo cordobés es- para decirlo con las propias pala-
cribe a Lucilio: bras de su marido, que conceptua-
«Sabiendo yo que la vida de Pau- ba ser el sumo de los elogios, que
lina gira en derredor de la mía, su mujer, ni aun en los primeros
atendiendo yo a la mía, empiezo a días de su enlace, le hubiera hecho
mirar por su salud, y fortalecido perder ni siquiera una hora, que con
por la edad para resistir muchos sus insistencias, aun haciéndole per-
embates, pierdo esta ventaja de la der algunas horas, no hubiera pro-
ancianidad, pues me ocurre pensar rrogado su preciosa vida todos los
que en esta mi vejez late una vida años que de su edad, a deshora cor-
joven, que merece toda suerte de tada, era dable prometerse y razo-
miramientos. Así que no pudiendo nable esperar!
yo alcanzar de ella que me ame con Yo me imagino a Luis Vives en la
más fuerza, puesto que ello no es apacibilidad de su hogar brugense,
ya posible, consigue ella de mí que engolfado y náufrago en su riquí-
yo me quiera a mí mismo más cui- sima vida interior, enjambrada su
dadosamente. Hay que condescender frente de pensamientos dulces y
con estos afectos honestos, y de fuertes, su cabeza firme, vibrante y
cuando en cuando, por más que envuelta, como una campana, en su
algunos motivos nos fuerzan a mo- propio tañido, ajeno a todo lo que
rir, hay que retener por amor de no fuese su propia actividad y su
los nuestros, y aun a pesar de los fecunda creación. Y me imagino a
sufrimientos, al alma que ya está a Margarita, silenciosa y reverente, las
flor de labios, puesto que el hombre manos de lana, de fieltro los pies,
debe vivir, no mientras el vivir es consagrada a las humildes faenas
grato, sino mientras es conveniente. de una casa de pobres. No hacía
Aquel que no considera a su mujer más ruido su aguja hacendosa que
y a su amigo merecedores del sa- el que hace una araña cuando teje
crificio de quedar más tiempo en la su tela. Allí no se oía más que el
vida y se obstina en morir, es un leve chirriar, el vuelo dócil de la
hombre alfeñicado. Impóngase a sí pluma de ave. que guiaba su ma-
misma el alma este deber, mientras rido con pulso febricitante, salpi-
254 ENSAYO BIOBIBLIOGRÁFICO. JUAN LUIS VIVES, VALENCIANO

cando las blancas páginas de oscuro unirse con su marido. Y un buen


rocío, de pequeños y densos gara- día, con pasos quedos, con golpes tí-
batitos... midos de amor y de esperanza, des-
Y esto era lo que le quedaba por lizándose en la sacra penumbra de la
hacer a Margarita antes que sonase iglesia de San Donaciano, la viuda
la hora de acudir a la irrevocable de Luis Vives fué a pulsar la hosca
cita de su marido: recoger aquellos pared taciturna, detrás de la cual
garabatitos geniales, aquellas pati- dormía su marido, para que, como
tas de araña que, frágiles y todo, en vida, le cediera la mitad de su
tienen la solidez de los sillares que lecho. Ello aconteció el día 11 de
constituyen una catedral y la pe- octubre del año 1552.
rennidad del bronce de que se hace Adosado a un muro, debajo de la
un monumento. ventana de al lado de la puerta la-
Dice el Evangelio: ¿Qué mujer teral de San Donaciano, que daba
hay que teniendo diez dracmas, si aJ burgo, durante muchos años pudo
pierde una, no enciende su candil y verse una tabla en la que estaban
barre la casa y busca con diligencia representados Luis Vives y su es-
hasta dar con ella? Y así que la posa, con sus respectivas armas y
hubiere hallado, junta las amigas y con esta inscripción:
las vecinas y les dice: Felicitaos
conmigo...-» Así que la casa de Mar- J'ÓAXNI LUDOVICO VIVI
garita Valldaura quedó vacía, pero VALENTINO
llena y colmada de la presencia del OMNIBUS VIRTUTUM ORNAMENTIS
eterno Ausente, encendió su candil OMNIQUE DISCIPLINARUM GENERE
UT
y expioró los rincones en busca dtx AMPLISS, IPSIUS LITTERARUM MONCMENTIS
tesoro abandonado. Con esa piadosa
TESTATUM EST CLARISSIMO
búsqueda implacable, como quien ET
amontona hojas de las que se lleva MARGA RET^E VA LD A U
tras sí el octubre, reunió la mujer RAR.E ALDICTTIiE
fiel la ingente cosecha final del tra- OMNI BUSQUE ANIMI DOTIBUS MARITO SIMI-
tado apologético De veritate fidei LLIM^E SEXUSQUE FEMINEI ORNAMENTO
christiance. Con mayor y más pode- UTRISQUE
rosa razón que la aliñosa mujer de UT ANIMO ET CORPORE SEMPER CON.TUN-
CTISSIMIS ITA HIC SIMUL TERR/E TRADITIS
la parábola de San Lucas, Margarita
Valldaura puede decir con la más NICOLAUS ET MARIA VALDAURA
SORORI ET EJUS MARITO B. M.
legítima de las satisfacciones, a las
MAESTISSIMI POSUERUNT
generaciones cristianas que por el VIXIT
libro salvado sintieron su fe robus- JOAXXES
tecida :
ANNIS XLVIII, MENSIBUS II, MORTUUS BRU-
GIS, PRIDIE NONAS MAII M.D.XL.
Congratulamini mihi. MARGARETA
VIXIT ANNIS XLVII, MENSIBUS TRIBUS,
Y con efecto, Margarita Valldau- DIEBUS IX
ra, la mujer leal, la viuda igual de OBIIT PRIDIE IDUS OCTOBRIS ANNO M D.LU.
Luis Vives, se hizo acreedora al más
entusiasta y efusivo de los para- Esta es su puntual traducción:
bienes.
Y ahora sí que ya no le quedaba «A Juan Luis Vives, valenciano,
nada por hacer, más que ir a re- varón esclarecido en todos los or-
CAP. XXIV. LA MUERTE 25o

namentos de las virtudes y del sa- Vivió Juan cuarenta y


ejemplar.
ocho años y dos meses, y murió en
ber en cualquier linaje de discipli-
nas, como acreditan los gloriosos Brujas a los seis días de mayo de
monumentos literarios que él dejó; 1540. Margarita vivió cuarenta y
y a Margarita Valldaura, dama de siete años tres meses y nueve días.
rara honestidad y en grado extremo Falleció a los once de octubre
semejante a su marido en todas las de 1552.»
dotes del espíritu, prez del sexo fe-
menino, y a ambos unidos como Lorenzo Riber.
siempre vivieron en alma y cuerpo
y aquí entregados a la tierra, a una Madrid, CoOegio Mayor Ximénez de Cis-
los dos, Nicolás y María Valldaura, neros, a los 11 de diciembre, fiesta
afligidísimos, dedicaron este recuer- del Papa y poeta español San Dáma-
do a su hermana y a su marido so, de 1946.
OBRAS DEVOTAS
TRIUNFO DE CRISTO
(CHRISTI IESU TRIUMPHUS)

OVACION DE LA VIRGEN
MADRE DE DIOS
(VIRGINIS DEI PARENTIS OVATIO)

(PUBLICADAS EN UN SOLO OPUSCULO, EN PARIS


POR JUAN LAMBERT. ¿1514?)

TRIUNFO DE CRISTO
EPISTOLA dida, viérasles excusarse con toda
NUNCUPATORIA suerte de rendimientos si no es tal
como tu dignidad requiere, dando a
AL ILUSTRÍSIMO PADRE BERNARDO MEN- entender que no había que mirar
SA, OBISPO DE heln: SALUD al don, sino a la voluntad. Y repro-
ducir a continuación aquellos tópi-
Gonozco a muchos, venerable pre- cos del prólogo de Plinio, a saber:
lado, que si tuvieran el propó- que no había que culpar a los que
sito de dedicarte alguna obra, a daban culto a los dioses del ofreci-
buen seguro tendrían empacho de miento de una mola con sal, puesto
dedicártela de tan pequeño volumen que a mano no tenían incienso. Y a
como ves ser esta obrecilla mía. Aun pesar de todo eso, ellos estaban
cuando su chico ingenio (como di- persuadidos que el incienso más
rían ellos) fuese capaz de excogitar macho y más odorífero lo tenían
cosa- mayor, con todo afirmarían ellos. Yo estoy muy lejos de hacer
que aquella obra no es digna de per- esto, pues, aparte de que mi opi-
sona de tanta calidad, aun cuando la nión es muy otra, soy enemigo de
creyeran merecedora del aceite de declaraciones previas, y aún querría
cedro y de la inmortalidad. Mas lue- que eso fuera lo que los otros evi-
go que hubieren confinado en un taran con el mayor cuidado, pues
tugurio angosto una materia esplén- esto es propio del hombre libre y
260 JUAN LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. TOMO I

digno, mientras que lo contrario es ros delirios? Eso mismo es lo que


cosa de ingenios dolosos, engaña- creo yo que debe hacerse con aque-
dores y fulleros. llas bagatelas y necedades. «Peque-
Yo pienso así acerca de mi Triun- ño es tu libro, dirás, y me cabe en
fo de Jesucristo. El asunto es tal el puño.» Lo reconozco. Pero ¿por
que en él debiera ocuparse el cris- qué no penetras en su interior? En-
tiano a quien yo formara, de noche tra en él enhorabuena. Allí están
y de día, más que en el estudio y los dioses y las diosas todas. Si de-
conocimiento de imposturas. Allen- seas abundancia de papel, cómpralo
de de esto, es un tema religioso y de los bibliopolas en la cantidad que
digno de todo hombre sin distinción. quieras; por lo demás, el papel de
Si se juzgan dignos de ser leídos y buena calidad es muy difícil de con-
releídos los libros de Tito Livio, de seguir. Aventúranse muchos a es-
Lucano, de Suetonio (prescindo de cribir así en ecuestre como en pe-
momento de los de Quinto Curcio, destre estilo mucho más de lo que
de Plutarco de Queronea, de Corne- se cree que puede ser escrito. Eso
lio Tácito, de Trogo Pompeyo y está bien. Y los escribientes, al fin
otros de este mismo género), porque de cada año, tienen innumerables
cuentan las guerras, los triunfos, los cédulas escritas, de las cuales de
hazañosos hechos de los héroes de ninguna manera se vanaglorian (y
Roma, ¿qué no pensaremos de los no deben hacerlo ciertamente) y
combates, de las ovaciones y de los nuestros escritores parietarios, en
triunfos de nuestro Cristo, de nues- las calendas de octubre, embadur-
tro Dios, de nuestro Libertador, de nan de versos tontos los corredo-
nuestro Padre, que de nosotros me- res y los patios de las Universida-
reció tanto bien? ¿Hemos de de- des. Dedicóte, pues, esta obra por-
secharles? ¿Habremos de tapiar que pienso que conviene singular-
nuestros oídos cuando las oiremos mente a tu espíritu cristiano y a
leer, o cerrar nuestros ojos cuando esta dignidad tuya. Quédate adiós.
se ofrecieren a nuestra vista como París, mes de abril, año del Se-
si se tratase de un veneno o de pu- ñor 1514.

TRIUNFO DE CRISTO

Hoy es el día festivo de la Resu- sofos ambos de una singular agu-


rrección del Señor, celebrado por deza, convinimos en que en el mis-
los cristianos en todo el haz de la mo templo adonde habíamos acudi-
tierra, y principalmente porque
ello do por la mañana volveríamos la
con resucitar de entre los muertos tarde a leer y oír lo que nos res-
ese día consumó Jesús la obra de taba de los divinos oficios. Cumpli-
su redención y a todos nosotros nos do este convenio lo mejor que pudi-
hizo inmortales, participantes de mos, ruando calles y plazas, en el
una vida que no tendrá fin. Habien- vestíbulo de la Universidad topa-
do, pues, antes del mediodía, cum- mos de manos a boca con Gaspar
plido con la Iglesia yo y Juan Fort, Lax de Sariñena, profesor nuestro,
camarada mío, y Pedro Iborra, filó- varón de ingenio sumamente pers-
OBRAS DEVOTAS. TRIUNFO DE CRISTO 261

picaz y de una memoria tenacísima. I general pusiere fuera de combate


Saludárnosle con cariño, como era en una sola batalla cinco mil ene-
nuestro honroso deber, y él nos de- migos y salvare la mayor parte de
volvió el saludo cariñosamente y, su ejército, merezca los honores del
cumplido caballero como es en todo, triunfo. Dice Suetonio, y Plutarco
nos significóel gran gusto que ten- .o corrobora, que el dictador Julio
dría en que nos dignásemos cenar César llevó cinco guerras, las cuales,
con él. Negámonos de momento, pe terminadas felizmente, tuvo inequí-
ro muy luego nos rendimos a su vocamente cinco triunfos: una fué
afectuosa insistencia. Entrados en la guerra contra la Galia; la segun-
su morada, llegaron Miguel Santán- da, fué la alejandrina, contra Pto-
gel y Francisco Cristóbal, valencia- lomeo, aún muchacho; la tercera, la
nos como yo, trayendo un Libro de guerra Póntica contra el rey Farna-
Horas para enseñarlo a Lax. Du- ces Tercero; la cuarta, la guerra
rante la cena, contemplándole yo africana, y la última, la guerra con-
con renovado ahinco y tratando de tra España. Ninguna mención hago
las miniaturas que en él se habían de las guerras civiles, porque en

de pintar: «Aquí dice Lax está — las guerras civiles nadie gana co-
miniado el triunfo de César, el dic- rona. Cristo, nuestro eximio Caudi-
tador. Mucho más valdría esa mi- llo, hizo su primera guerra contra
niatura en vez del triunfo de Cé-
si los demonios; su segunda, contra
sar, hombre no bueno del todo, re- el mundo; la tercera, contra la
presentase el triunfo de Cristo Nues- carne; la cuarta, contra los judíos,
tro Señor. Maravillados los otros de y contra la muerte, la postrera. Y
que Lax mentase el triunfo de Cris- habéis de saber que tuvieron ese
to, y preguntándole yo qué triunfo desarrollo.
era éste: «Dejad— dice —un momen- El demonio, así como vió que se
to decomer y prestadme atención.» armaba contra él un Caudillo insig-
Y comenzó a hablar de este modo: ne, cuyo solo aspecto infundía mie-
do, a saber, nuestro Caudillo, no sa-
PARLAMENTO DE LAX biendo si era El con quien llevaba
guerra abierta, pensó ser mejor son-
Ya pienso que habréis oído mu- dear con ardides y asechanzas su
chas veces con cuántos recursos temperamento y su espíritu, explo-
humanos, con cuánto empeño, en la rándole por defuera y por de den-
tierra, en el mar y en el aire se lle- tro. Luego de haberle atacado in-
vó a término, y cuánto tiempo duró, fructuosamente, abandonó de mo-
la guerra entre Cristo y sus enemi- mento el tiento infeliz. Mas, inquie-
gos. Fué una guerra de treinta y to y astuto de suyo, iba pensando lo
tres años, precisamente la edad que sería más conducente a su pro-
temporal de nuestro Caudillo. Mili- pósito, resuelto a practicar los últi-
cia es la vida del hombre sobre la mos experimentos. Y así fué que
tierra. Mas terminada la brava pe- descarga en aquellos que habíase
lea, yo colijo que por derecho le- ganado a su causa por una larga
fa-
gítimo debe triunfar y apoyo mi miliaridad la misión de averiguar
creencia en esa razón. La ley del cuanto antes, por técnica, por enga-
triunfo fué dada por consentimien- ño, fuere como fuere, quién era
to y aprobación del Senado y del aquel tan glorioso Caudillo. Si en
pueblo romanos, y dice así: Si el realidad era aquel con quien tenía
262 JUAN LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. TOMO I

declarada guerra explícita, es de que de suyo es flaca y miedosa, te-


opinión que debe evitarse todo cho- mía la gran crudeza de aquella pug-
que y que jamás ha de medir sus na. Consolábala en su tristeza el di-
armas con El; que se iba a pelear vino Enviado y la animaba y forta-
por la respectiva hegemonía y que lecía en su turbación. Y aun el mis-
irremisiblemente él y sus aliados mo Caudillo nuestro, hombre, por
iban a ser vencidos. Ahora que si otra parte, valentísimo y fortísimo,
fuese otro cualquiera (y comenzaba suplica al Padre insistentemente,
por reconocer que era batallador y con pavor y consternación, que no
animoso, cual ninguno había halla- le permita luchar tan atroz pelea.
do entre los caudillos bárbaros, y Y por si acaso no podía alcanzar
ninguno entre los griegos, y, cosa esta gracia, contentábase con lo que
más seria todavía, ninguno entre los dispusiere la voluntad del Padre, no
romanos que sojuzgaron al mundo, la suya. Y porque no nos parezca a
héroes los mejores y los más pro- nosotros, mortales desvariados, que
bados) se le había de enviar un la caridad del Padre para con nos-
emisario que le invitase a concer- otros fué escasa, siendo cosa certí-
tar amistad y alianza con príncipes sima que es muy mucha y soberana,
tan poderosos o, en caso contrario, y por no dar a nadie ningún pre-
que no habría más remedio que al- texto de queja, aunque injusta, no
zar banderas y trabar pelea encar- perdonó en manera alguna a su pro-
nizada. Iniciada esta negociación, pio Hijo, sino que le entregó por
que, tras muchas y varias y prolijas todos. La designación de las armas
gestiones, no abocó al éxito desea- y del lugar parecía estar confiada a
do, jamás ni los aliados del demonio Pilato, funcionario extranjero; sus
ni el demonio mismo, tan sagaz que servidores andaban armada la ma-
se pierde de vista y que en ello pu- no de azotes, y el juez de campo
so a contribución todo su interés y era él, quien, no habiendo sido ju-
diligencia, llegaron a poner en claro dío jamás, era partidario del demo-
quién fuese. Y no es extraño. ¿Quién nio, del mundo y de la carne, coac-
le va a conocer si El no quiere que cionado por de la chusma
el griterío
se le conozca? Repugnando El, na- circunstante que amenazaba con
le
die discernirá jamás quién sea. ¡Oh la enemistad de Tiberio César si no
poder inmenso el tuyo, Cristo Jesús, se declaraba por aquel partido.
que puede derribar todos los otros Habiéndose constituidos todos en
poderes mientras que el tuyo no lo el monteCalvario, iba a celebrarse
pueden derrocar ni mover un solo allí eljuicio del mundo y muy pron-
paso! to había de ser echado fuera el prín-
Envuelto y embarazado el demo- cipe de este mundo. Trábase por am-
nio en este dificultoso enigma, ni bos lados la pelea. La carne comu-
ccrtc ni perezoso exhorta a sus nica muy
agudos dolores al espíri-
aliados a la lucha inmediata. Por el tu; el mundo
le echa al rostro la
Espíritu Santo es anunciada esta in- afrenta de su desnudez y de su su-
minente ruptura de hostilidades, y plicio ignominioso; hiérele con dar-
se fija el día del choque. El divino do aleve la Judea, a quien mucho
Mensajero comienza por advertir a amaba: Si es Hijo de Dios le di- —
sa voluntad que se resigne a ser lle-ce —
baje de la cruz y le creeremos.
,

vada a tamaño conflicto, aun cuan- De la aljaba astuta, de la diabólica


do el ala izquierda de su hueste, fraude salía esta flecha enherbola-
OBRAS DEVOTAS. TRIUNFO DE CRISTO 263

da. Ninguna otra cosa pides, oh Cau- cerrasen las entradas y se bajasen
dillo, con el mejor de los derechos, las puertas de bronce. Demás de es-
que la honrada fe de la nación he- to, reforzáronse las guardas de los
brea. Nosotros te prometemos que fuertes, pues se temía que el ven-
la vas a tener si te retiras de ese cedor de un momento a otro se pre-
combate. Sobre tu cabeza pende la sentaría para el remate final.
muerte, cosa entre todas las más Mas Cristo, nuestro invicto Capi-
terrible, que no podía ser realmente tán, así que vió que todos sus ene-
vencida sin que pareciese que se migos estaban vencidos, y termina-
alejaba vencedora. Todas estas cir- da su derrota, dió orden que cesase
cunstancias, así que el demonio ve el fuego, diciendo que todo estaba
j

que no adelantan un punto, colige, consumado. Hecho esto, recogióse


con una más fundada y más cierta j
en su alfaneque para recoser y la-
conjetura, ser aquél el Caudillo cuya ;
var sus vestidos, que de la pelea
muerte sería su victoria futura (co- salían rotos y maltrechos y todavía
1

mo lo cuentan de los Decios y de manchados de sangre fresca, y pre-


Codro), y apela a la que fué origen ,
pararse galas más adecuadas y vis-
de todo el conflicto. Como este tra- tosas para su triunfo, puesto que
bajo, a pesar de todo, resultase va- del capote y de la lacerna hízose
no, determinó aguardar, con acucia-
j
una pretexta, una trábea y una toga
do afán, el éxito de la campaña, y, ! con palmas. Mientras tanto, refun-
al estilo de capitán bizarro, no reti- fuñando los judíos todavía cuando
¡

rarse de la lucha hasta la resolución el espíritu de Cristo temblaba toda-


final. El mundo, la carne, los judíos, I vía a flor de labio a punto de em-
ya habían cejado. La muerte sola j
prender el libre vuelo, creyendo ya
luchaba aún a brazo partido. En !

muerto a Cristo (pues para los


ese duelo singular, reconociendo el ;
muertos todos mueren), piden a Pi-
demonio la soberana categoría del lato que mande sellar el lugar del
¡

Caudillo, cosa que ya había atisbado campamento donde nuestro Caudillo


con anterioridad y que había lan- se acogiera y que ponga guardas, no
zado una saeta llena de aquella ca- fuese que sus soldados bisoños, que
ridad en cuyo fuego ardía con la con el andar del tiempo iban a ser
leyenda Tengo sed, cuya causa es aguerridos veteranos, hurtasen su
el calor, preso de furor y rabia, re- cadáver y asegurasen que aún vivía.
plegóse dentro de las murallas de Petición necia, a fe mía, pues con
su ciudad, expone a sus soldados el la sola desaparición del cadáver,
peligroso lance, quienes con rugidos ¿con qué argumento, con qué testi-
y bramidos y estridor de dientes de- monio podrían probar que vivía el
cían y juraban, echándose maldicio- Caudillo? Dejado, pues, en el campa-
nes, que, si de buen principio cono- mento el embarazo de todos sus ves-
cieran que el era Cristo,
Caudillo tidos, con expedición mayor fuése
jamás hubiera sido crucificado. Mas, inmediatamente al reino de Plutón;
a lo hecho, pecho. Lo pasado no es hunde las primeras defensas, que-
fácil de enmendar, que lo que había branta las puertas broncíneas, ex-
que mirar era que el reinado de pugna la ciud adela, ciega a todos
Satanás no experimentase demasia- con su fulgor irresistible y rescata
do daño. Dóciles a esta consigna, los de la esclavitud a aquellos para cu-
capitanes mandan aproximar a los ya liberación habíase declarado la
muros los ingenios bélicos, que se guerra.
264 JUAN LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. TOMO I

En que precedieron
los tres días Habiendo Gaspar Lax dicho todo
a su triunfo, como
era costumbre esto,reanudóse el banquete. Con to-
de los triunfadores, no entró en la do, él rogaba con gran encareci-
ciudad; mas, al tercero día, vistien- miento a Miguel Santángel que in-
do El, inmortal, ya la roja toga, sistiese en el mismo argumento,
exento de toda muerte, triunfador puesto que era hombre de no poca
glorioso, con gran pompa entró en erudición en las Sagradas Letras. Y
la ciudad. Esa ciudad, como ya su- Miguel, que en cosas de éstas no es
báis, estaba constituida por sus san- ni corto ni perezoso, comenzó así:
tos bisoños y la Virgen Santísima.
La muerte, que creía ser la única DISCURSO DE SANTANGEL
que resultó vencedora en aquella pe-
lea, reconocióse más vencida que Quisiera yo ahora que al discur-
los otros. Fué la muerte de la mu r- so mío, en materia tan grande, no
te y su mordedura, pues Cristo, re- le faltasen recursos a la medida de
sucitando de los muertos, ya no mi deseo y que se me comunicase
muere, y la muerte no le dominará alguna parte de la dulzura persua-
jamás. Recogió, pues, el gran Caudi- siva propia de la oración, a fin de
llo, vencedor en todo género de gue- que saliesen rezumando miel las pa-
rra, a sus soldados y los devolvió labras que voy a pronunciar en ma-
incólumes a su patria, sin haber per- teria tan dulce. En esta ocasión, no
dido a ninguno de los que le fueron me gozara con la brevedad lacónica
encomendados. Muy al revés, más y con la elocuencia parca de Mene-
bravos, más animosos y ricos que lao, que en otras ocasiones me con-
habían salido de sus casas. Por tentó, sino que desearía que se me
lo que toca a las huestes enemigas, prestase la afluencia de Cicerón o
en un solo combate dió muerte a la de Ulises, o el género asiático de
cinco mil; a saber: a aquellos cin- oratoria, caudalosa y lujuriante; con
co, cada uno de los cuales valía por todo, si me faltare la elocuencia,
mil, puesto que podía matar a mil. procuraré que la sustituya el brío,
Saúl (que quiere decir el que abu- Cristo, al resucitar de entre los
sa) mató a mil. y cinco mil aquellos muertos con nuestra vida, penetran-
que de todo hacían verdadero abu- te, ágil, en un cuerpo inmortal, con
so. Ese triunfo de que hablamos no la parte sensual de su alma libre de
pudo ser estorbado ni diferido ni todas sus pasiones y perturbaciones,
perturbado por la calumnia, como inmune del hambre, de la sed, del
el de Horacio, el de Paulo Emilio, calor, del frío, del dolor, de la fati-
el de L. Lúculo, el de Mételo y el ga, en disposición de remontarse a
de otros muchos, porque en el reino aquel Templo soberano que es como
de Cristo todo está quieto, bajo el el cerro y el camino que conduce al
imperio de la justicia y de la paz. Capitolio y a la roca Tarpeya; el
Por todo lo cual, reunidos todos los templo, quiero decir, a quien, con
elementos del triunfo, y no habien- razón, nuestros mayores llamaron
do por él estorbo alguno, el León Iglesia triunfante, puesto que a la
de la tribu de Judá. el León vence- de acá abajo la llamaron militante,
dor, triunfó más gloriosa y justa- porque Cristo fué el primero que
mente que el mismo Julio César. en ella militó y triunfó en ella (lo
que nosotros hemos de hacer), iba
* * *
en una cuadriga, como fué costum-
OBRAS DEVOTAS. TRIUNFO DE CRISTO 265

bre de los viejos caudillos, vestido puesto que venció, toda potestad le
de púrpura, con un fulgor mucho fué dada.
más vivaz que el de los otros; por Los que fueron salvados por él
lo cual, muchos de los que topaban seguían la carroza del clarísimo Va-
con ella, se preguntaban admirados rón, costumbre que también se ob-
¿Quién es este que avanza enroje- servó en otros tiempos de Roma,
cido con vestidos más rojos que los como hay constancia en el del se-
de un lagarero? nador Terencio Culeón, en el del
Cuatro blanquísimos caballos triunfo del Africano sobre Aníbal
arrastraban la carroza del Triunfa- y los cartagineses. Saliéronle al en-
dor, en donde estaban sentados cua- cuentro dos cónsules de la máxima
tro hijos: en la Prudencia, el régi- autoridad el Padre y el santo Pa-
:

men y el estado de la Iglesia mili- ráclito; y a seguida, los senadores


tante; en la Justicia, una cierta paz Querubines, Serafines y Tronos; y
y tranquilidad interna; en la Forta- luego los caballeros, desparcidos por
leza, el martirio, la constancia en el aire, las Dominaciones, las Virtu-
las tentaciones, la reciedumbre en des, las Potestades y, por fin, la ple-
la adversidad, la moderación en la be toda, que es la más numerosa:
prosperidad en la Templanza, la los Principados, los Arcángeles, los
;

observancia de la divina ley, la con- Angeles, deseosos todos de contem-


tinencia, la modestia, que es la más plar el rostro del Triunfador. Una
linda gala de la vida, el sosiego de vez que fué recibido por el Senado y
las perturbaciones del alma; y en por la plebe, fué saludado por los
todo, el ponderado comedimiento. cónsules con el título de Padre de
Unas vírgenes precedían y la se-
la la patria; los despojos, que eran
guían otras, y todas, indistintamen- opimos, porque los más ricos mag-
te, hacían resonar la voz triunfal: nates estaban detenidos en los in-
Santo, Santo, Santo. Soldados había fiernos, dedicólos a Dios Optimo Má-
delante y detrás, puesto que unos y ximo, bien así como Rómulo y Au-
otros habíanse evadido de las hues- relio los dedicaron a Júpiter Fere-
tes enemigas, que clamaban: Ben-\ trio. Al día siguiente, dió un con-
dito el que viene en el nombre del vite a los senadores y al pueblo; a
Señor. saber: dió su propio cuerpo ino-
Al frente de todos iba el porta- cente, inmaculado y santo; pan de
dor de la Cruz, que se llamaba el Angeles que el hombre comió, sir-
j

Abanderado seguíanle los que lle-


; vióles cálices llenos de vino; del
vaban los sellos menores; a saber: cáliz del Caudillo, bebieron los Se-
los clavos, la lanza, los azotes, la nadores de la tierra, discípulos su-
columna, la caña con la esponja. yos éstos, piadosos, cuyos sucesores
Plata y oro acuñados depositólos en nos dan la impresión de aquel anti-
tan gran cuantía en el erario, que guo Senado romano, de quien se
desde entonces nuestra república dijo que estaba compuesto de re-
no necesitó de dinero prestado mien- yes, y el sucesor del Caudillo es una
tras duró la guerra ni lo necesitaría estampa del Dictador o del Prínci-
tampoco aun cuando hubiese de du- pe de Roma.
rar por toda la eternidad. Precedían Añádase a esto que, así como pa-
¡

los símbolos de las ciudades que ra honor de Furio Camilo, en la Ro-


debeló, y eran, sin duda, efigies del ma recuperada, eleváronse arcos y
cielo y de la tierra, sobre las cuales, obeliscos, recuerdo perenne de coli-
|
266 JUAN LUIS VIVES. OBILLAS COMPLETAS. TOMO I

sión tan grande para los hombres bueno, de quien hablamos, alargar
desmemoriados, y en todos ellos se su mano a quienquiera que con es-
grabó: Al que afirmó la Patria, así píritu de piedad trata esa materia.
también, para el indeleble recuerdo Mas, puesto que tú expusiste el
de gesta tan gloriosa, para que el ol- triunfo de Cristo, veamos ahora si
vido de la posteridad injuriosa no se- a ese Luchador y Caudillo nuestro
pultase una proeza llevada con tal le faltó cosa alguna que realzase
arrojo y terminada con tal felicidad, sus bélicas proezas. Voy a contaros
levantáronse templos, arcos, esta- lo que yo muchas veces pensé con-
tuas, columnas, obeliscos; talláronse migo mismo mientras iba leyendo
letras, testimonios y voceros peren- los Comentarios de las noches áticas,
nes del heroísmo de Dios. En unas de Aulo Gelio. El autor es de todos
se puso: Al conservador de la Pa- vosotros conocido y aprobado. Ese,
tria; en otras. Al Padre de la Patria, pues, entre otros temas muy bellos
y en otras, por fin (y es el título y de muy exquisita curiosidad, tra-
que más gusta), Al Salvador y al ta de las coronas militares que me-
Libertador de la Patria. Jamás por recieron gran honor entre los roma-
jamás la severa elocuencia callará nos, vencedores del mundo. Yo sien-
tan grande beneficio: siempre se to que todas ellas, con mucha mayor
mantendrá fresca la memoria de propiedad y excelencia, convienen a
cosa tan singular y tan maravillosa. Jesucristo.
¡Oh muerte feliz a la cual siguió Las coronas —
triunfales dice
tan gloriosa supervivencia y gloria son de oro, las cuales, por la gloria
tan inmarcesible! La boca se me del triunfo, se remiten a los Caudi-
vuelve agua, como dicen, y gastara llos. Llámanse, por lo común, oro
en este discurso el día entero y an- coronario. Antiguamente, estas co-
tes me faltara el tiempo que la ma- ronas fueron de laurel, mas harto
teria. Por tanto, si alguno de vos- pronto comenzaron a hacerse de
otros tiene algo que decir, dígalo, oro. Triunfó indudablemente nues-
pues yo también luego, si quedare tro divino Caudillo, como acabáis
tiempo, volveré sobre esa misma de demostrar vosotros, y fuéíe re-
materia. mitida una corona de oro y otra de
laurel. De laurel, sin duda, pues
PARLAMENTO DE FORT ella ofrece el más saludable de los
remedios a la pestilencia de las al-

Mas yo dijo Juan Fort, hombre mas y de los cuerpos, y tiene una
de buen ingenio y de temperamento fuerza incontrastable contra las
verdaderamente filosófico, a saber, tempestades y los rayos diabólicos.
enamorado de la sabiduría — quisie- El laurel produce aquel aceite, ri-
,

ra oír tu oración, mi querido Angel, quísimo de calorías, de una increí-


no de las tinieblas, sino ángel san- ble caridad, puesto que nadie tiene
to, que no daros a oír estas inepcias, caridad mayor que el que da su vida
aun cuando tú crees bondadosamen- por sus amigos. Y debió concedér-
te que esas bagatelas mías no lo son sele también la corona de oro con
del todo. Xo obstante, me anima y mayor razón que a aquel que fué
avalenta el pensar que teniendo que distinguido con tal honor por Aulo
hablar de asunto tan piadoso, no re- Postumio, luego de haber expugna-
celo, aunque vacilo, arriesgarme do, junto al lago Regilo, los campa-
porque paréceme ver a ese Dios mentos de los latinos, como L. Pi-
OBRAS DEVOTAS. TRIUNFO DE CRISTO 267

són refiere. Esta corona es la única dentro de su propio cuerpo. No se


que resiste al fuego tartáreo, a la contendía por el mando, como cuan-
sal del mundo, al picante vinagre do los romanos, sueltos y libres, de
de la muerte y, en general, a todos la opresión de los cartagineses, im-
los agentes corrosivos, y aun en el pusieron la corona de grama en la
incendio actual de la Fortuna, no cabeza de Q. Fabio Máximo. Lo que
pierde un quilate de su valor y du- estaba entonces en disputa era la
ra incorrupta su materia, o, por me- patria, la fortuna, los monumentos
jor decir, cuanto más la roen las de la antigüedad, la vida y la muer-
adversidades, mayores son sus cre- te, en una palabra. Esta misma co-
ces en bondad; en vano es que le rona ofrece el alma a Cristo por la
ataquen la enfermedad, el trabajo y reconquistada paz y tranquilidad de
el fuego; antes al contrario, se avi- todas las pasiones, tejida con la mis-
va más su rojo encendimiento por ma grama que nace en el cuerpo
las cosas divinas y hácese, por fin, donde se le había puesto sitio. La

aquel oro acendrado y purísimo, que verdadera grama dice Plinio cre- —
no tiene hez ninguna ni la más in- ce con lozanía mayor en el lugar
significante aleación de cualquier donde ha caído sangre humana.
otro metal ajeno. Y puesto caso que ¿Y quién no ve que ella crece mu-
es el más funesto de todos los me- cho, que ella crece muchísimo, si
tales del invicto e insuperable Rey siquiera una gótica de la sangre de
de los siglos, inmortal e invisible, Cristo penetra la piel? Veis cómo
con todo no hay otro alguno más toco estos puntos a volapié, como
maleable y que se acomode más dó- quien dice, pues el tiempo nos obliga
cilmente a todos los usos humanos; a decir muy de corrida unas cosas.
desmenuzado, con él se hacen pei- La tercera corona llamóse cívica,
nes y brazaletes y collares para el y es la que da un ciudadano a otro
halago de la vanidad humana, y se ciudadano por quien fué salvado
hace con él el dinero para utilidad en el combate, en testimonio de la
del comercio humano; deja que aun vida y de la salud que de él recibió.
los pequeñuelos lo toquen y le pal- Hácese de hojas de encina. Esta
pen: —
Dejad dice que los niños corona ofreció a Cristo primeramen-
vengan a Mí. Purificado luego y te el ladrón salvado en la cruz y
manipulado convenientemente, co- luego, al punto, los Santos Padres
mo la lana se hila y se teje y perse- que, sumidos en tristeza, esperaban
vera el mismo siempre, infrangibie, en el infierno su venida. Recibióla
dispuesto a tomar todas las formas Cristo sin contradicción, puesto que
que pluguiere darle a sus amigos. en aquel paso venció a dos enemi-
La segunda corona militar, lla- gos y no perdió el lugar que una
mada obsidional, de los que sufrían vez hubo ocupado. Dios no es como
cerco o sitio (obsidio), concédese el hombre, veleidoso: es constante
al Libertador. Acostumbróse hacer- siempre y firme en el designio que
la de aquella grama que crecía en se ha propuesto
. ; mantiénese el
el lugar preciso del cerco. Que nues- mismo mientras que los cielos y los
tro soberano Caudillo la tiene bien elementos cambian. Añádase a esto
merecida, demuéstralo el que dió que, habiendo aceptado la cruz des-
libertad y soltura a toda alma que de su propio nacimiento corporal,
padecía el cerco del demonio, del ejercitado toda su vida en la cruz,
mundo, de la carne, de la muerte terminó su campaña en la cruz. La
268 JUAN LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. TOMO I

antigüedad dedicó una encina a Jú- ción posible. Más que celestial es es-
piter Optimo Máximo. Ahora debe te poder y divino que con tan gran-
consagrarse a Cristo Nuestro Señor, de daño vuestro sentís en vosotros
que es mucho mejor que él, mucho y os produce temblor y que espero
más grande que él, otra encina, que todavía lo vais a sentir más
siempre que fuere buena y grande. potente y más pesado si no desistís
En la Edad que llaman Dorada o de esa vuestra pertinaz y proterva
de Oro, la bellota fué el alimento y más lívida envidia contra nues-
de los hombres primitivos, como si tro linaje. De oro acostumbró la
los justos entonces de la
viviesen brarse esta corona mural, puesto
fe y de esperanza del vencedor
la que es un metal que comunica ale-
futuro. Pero ahora que la bondad gría al corazón humano. Esa expug-
de Dios ha dado a los hombres un nación de fortaleza odiada, este
la
pan menos salvaje, el hombre no aventamiento de las tiendas de cam-
muere nunca. Las hojas y las ba- paña, aborrecibles, cuánta alegría
yas de esta Encina nuestra, que son ocasionaron a los cautivos avecin-
la fe y la esperanza auténtica que dados en la ciudad próxima, vejada
nos hacen esperar el fruto y su mis- por la cercanía del enemigo, y aun
ma corteza, que
es la caridad, que a la posteridad, que, sin recelo, en
cubre la muchedumbre de los peca- seguridad y paz, podrán dedicarse
dos y la savia, que es la buena con- a placer a las santas labores de la
ciencia, que cata con anticipación agricultura. Un pasaje se halla en la
la dulzura del galardón eterno, co- Visión apocalíptica de San Juan
mo dice San Agustín, son antídotos que dice esto mismo, y voy a citar-
contra toda intoxicación espiritual. lo porque su frecuente evocación
Pero también a Cristo se le da la me da harto consuelo Y enjugará :

corona mural y castrense, puesto — dice Dios toda lágrima de los


que fué el primero en escalar la Ojos de ellos, y la muerte ya no
muralla hostil e irrumpió a viva existirá másni el llanto, ni el ala-
fuerza en el campamento enemigo. rido, ni dolor, porque todo eso
el
Nadie pudo antes que El derribar que fué primero ya pasó. Y dijo el
a la muerte ni al demonio de su ca- que estaba sentado en el trono: He
ballo por más dardos que les lan- aquí que yo lo hago todo nuevo.
zara, ni siquiera hacerles volver el ¡Oh, desde ahora dichosos nosotros
pie atrás. Ninguno pudo, luchando, los mortales a quienes cupo en suer-
abrirse paso y penetrar en sus rea- te preceder al Renovador de ese
les; si entró en ellos fué en calidad antiquísimo y cansado y avejentado
de vencido. Mas este glorioso Liber- mundo, al Extirpador de los mons-
tador nuestro se apoderó del enemi- truos y de la peste del linaje huma-
go muro, entró a saco en la ciuda- no, al Reformador de nuestros cuer-
dela, destruyó e igualó al suelo la pos, que, después de la gloria del al-
plaza fuerte que, era opinión co- ma inmortal, serán configurados al
mún, estaba fortificadísima y se cuerpo de la claridad de Dios. Yo
consideraba inexpugnable. El poder acostumbré llamar Hércules a ese
de Cristo no es el poder maligno y soberano Triunfador; pero no aquel
violento del huracán terrestre, ni de Hércules violento y furioso, hijo de
las aguas, ni de la atmósfera, ni del Júpiter, que la vieja mitología co-
fuego, todos los cuales, como dice locó en el cielo porque, habiendo
Job, no tienen con el suyo compara- limpiado el mundo y barrídole de
OBRAS DEVOTAS. OVACIÓN DE LA VIRGEN, MADRE DE DIOS 269

monstruos malhechores, creyóle fi- con una rabia pirática más encona-
lántropo, o sea bienhechor del gé- da que la de los cílices antiguos.
nero humano. Mas aquella nave, comandada por
En último término, concedíase el demonio, *fué provocada a com-
la corona naval al primero que bate por Cristo; Cristo desbarató
transbordaba con armas a una nao los planes y estratagemas de su ca-
enemiga. La nave de todo el género pitán, y le impuso perpetuo silen-
humano simboliza a la Iglesia. De cio, y cascada como estaba, más
ahí se dice que peligró la navecilla frágil todavía que famosa barca
la
de Pedro, que es la Iglesia. Mas la desmontable de Nerón, cariado el ti-
nave de la idolatría, como armada món, lacias y rotas las velas, he-
en corso, reducía a vilísima servi- dionda la sentina, podridas las cuer-
dumbre a todos cuantos, con un au- das, esa nave, al primer choque,
daz golpe de mano, podía arrebatar pasó a nuestro poder, y el primero
de las naves ajenas; a muchos les que saltó a su bordo con armas,
seducía con blanduras y con halagos que fué Cristo Jesús, se ganó la na-
y cantos de sirena y con alucinacio- val corona. Y es cosa maravillosa
nes de falsos oráculos, so pretexto cómo esa nave, vencida y vieja, re-
de verdad (que es el más seductor parada con madera del Leño divino
afeite de la mentira). No me intere- de la Cruz, provista de menos apa-
sa decir en este momento si estos rejos, con abundante provisión de
oráculos se daban, quién sabe, si Pan y de Vino, salió con viento a
por mandato de Dios, porque diesen placer, gallarda, fuerte e inexpug-
testimonio de Cristo, u obligados por nable. Ya el día en su declinación,
la fuerza apodíctica de la verdad, y que en apartándose nos trae Una
confesándola a regañadientes, pues invasión de tinieblas, me avisa que
cualquier cosa que hagan o cual- debo poner término a mi parlamento
quier cosa que digan los malos espí- sobre materia tan elevada y tan sin
ritus, son señuelos y parancerías y fin. Y lo haré con mucho gusto, por-
celadas para engañar al hombre. que ahora, por primera vez, hemos
Nadie, pues, hasta entonces ha- tocado ese argumento y no quisiera
bía quebrantado esta potencia ma- parecer palabrero en demasía, por-
rítima; nadie había saltado al abor- que quiero que quede eso como pre-
daje en aquella nave que infestaba ludio de las cosas que más copiosa-
todas las tierras y todos los mares mente espero que iremos diciendo.

OVACION DE LA VIRGEN, MADRE DE DIOS


Entonces Francisco Cristóbal, que ponga mi opinión acerca de este
estaba sentado al lado de Fort, un mismo punto. Yo creo que después
poco más abajo, tomó la palabra. que vosotros habéis hablado de
Cristo, me toca a mí eon toda ra-,
HABLA FRANCISCO CRISTÓBAL zón decir de la Santísima Madre de
Dios, no precisamente todo cuanto

Veo que vosotros dijo — , comen- pudiera yo aducir, en esa ocasión,
sales ilustres, esperáis que yo os ex- sino solamente lo que consintiere
270 JUAN LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. TOMO I

la estrechez del tiempo, pues aun- no hostigando al enemigo ni


dían,
que os veo preparados y animados a siendo por ellos hostigados, vivir
escuchar, sé que ya habré cumpli- en paz y a sus anchas. Peleaban en
do abastanza con mi <leber si di- favor de los sitiados; peleábase en
jere unas pocas palabras; y lo ha- favor de los afligidos. No podía
bré cumplido -deficientemente, si di-pensarse en salida ni en estratage-
jere muchas, porque, tocando el ma militar alguna que tuviera otra
asunto superficialmente, parecería finalidad que la liberación de los
que no quiero entrar en interiorida- ciudadanos. Cesen de una vez de
des; y si penetro en lo secreto y aturdimos con sus mentiras los
vuelvo atrás el pie, dirán que re- griegos, de quien los poetas latinos
trocedí empavorecido por el pánico aprendieron a mentir, contándonos
quo el mar inmenso me produjo, y cantándonos la que llaman Pen-
puesto que, temerariamente, me en- tesilea, hija de Marte y de Eutro-
golfé en él, ignorando sus dimen- ja, nombre que significa Sufridora
siones, y que cuando tomé sobre mí de todo:
empeño tan ambicioso me olvidé im- Guia la escuadra de las Amazo-
prudentemente del cauto precepto nas, de broqueles en forma de luna
de aquel buen maestro que se llama la feroz Pentesilea, y va entre mil,
Horacio Flaco: Y pensad con ma- belicosa y ardiente, con banda de
durez lo que nuestros hombres pue- oro sobre el extirpado seno y, con
den llevar y la carga que rehusan. ser doncella, osa entrar en liza con
Ya sabéis que Tito Livio de Pa- varones.
dua escribió la historia de la se- Mas esa Virgen nuestra, Pentesi-
gunda guerra púnica, donde refiere lea con más razón, que acaudilla la
que M. Livio Salinator triunfó de hueste de las Amazonas es decir,;

Asdrúbal, hermano de Aníbal, y que mujeres sin senos, y que fué la pri-
el cónsul Claudio Nerón, colega de mera que entró en esa vereda de
Salinator, entró en la ciudad a reci- la virginidad e hizo que fuese en
bir la ovación por el vecindario del seguimiento suyo una gran muche-
propio Asdrúbal; ambos a dos, co- dumbre dedoncellas, sin esperanzas
mo también sus respectivos ejérci- de maternidad, hermanas de los án-
tos, se portaron valerosamente en geles todas ellas, y de quienes los
aquel conflicto, ambos desempeña- propios ángeles cantan en el idilio
ban la misma magistratura; pero de Salomón: Nuestra hetmana es
por cuanto la batalla decisiva se diópequeñita y no tiene pechos; to-
en la provincia que Livio goberna- — —
das estas digo acompañan a la
ba y que Livio había empeñado en Virgen, Madre de Dios, que es su
la lucha a sus soldados y no Claudio capitana, adondequiera que fuere,
Nerón, el Senado le concedió a Li- como en el Apocalipsis, aquellas
vio el triunfo y a Claudio Nerón la centenas de millares que acompañan
ovación. Paralelamente, en esta pro- al Cordero, que es Cristo, en la mon-
longada guerra de que hablamos, taña de Sión. Mas todas estas don-
así el Hijo como su Madre Santí- cellas castísimas llevan broqueles
sima, con hartos trabajos y con mu- en forma de luna, como si con ellos
chas penalidades, lucharon brava- defendieran el pudor y la entereza
mente y con resultado feliz contra de su carne, en que dicen que la
el enemigo común; luchaban no Luna tuvo sus complacencias. El
¡en interés propio, puesto que po- Caudillo, armado con armas blan-
OBRAS DEVOTAS. OVACIÓN DE LA VIRGEN, MADRE DE DIOS 271

quísimas en las cuales no quedaba le alcanza, si tiene holgura y buena


el menorvestigio de mancha, en- voluntad.»
cendido de increíble caridad para
con nosotros, métese en la mayor HABLA IBORRA
espesura de enemigos y hace en
ellos una horrenda carnicería, y — — —
Yo no soy dijo Iborra ni quie-
a aquella Serpiente, antigua peste ro ser tenido por hombre de todas
del linaje humano, que de continuo las horas, como los llaman a aquellos
acechaba el talón de la Virgen, que que desean ser tenidos por un poco
acosaba continuamente a la Mujer más elegantes, bien así como los an-
que parió hijo varón, dejóle cosida tiguos dijeron que lo era Asinio Po-
de mortales heridas, exhalando ca- lión. Con todo esto, yo, en estas
si el postrer aliento. circunstancias, paréceme, dicho sea
¡Oh Dios bueno y grande, pro- sin inmodestia, que puedo tratar
feta que eres la misma verdad, con alguna prolijidad un asunto que
que vaticinaste aquella Mujer que ya traté alguna vez; y por ende,
quebrantaría la cabeza a aquella si vosotros por ahora no tenéis ne-
cruel y maligna Serpiente! ¡Oh gocio más urgente, he de deciros
doncella, oh casada, oh viuda, oh que yo tengo holganza total y estoy
madre siempre virgen, aborrecible a disposición vuestra.
y temida de nuestro enemigo, y pa- —
Eso, mi querido Pedro dijo —
ra nosotros dulce y sabrosa más que Francisco — no solamente ya lo sa-
,

la leche y la miel! ¡Cuán deleitosa, bíamos de antemano, sino que tene-


cuán rebosante de placer está tu mos averiguado que posees un inge-
memoria! ¡Qué recio escudo eres nio cuasi divino y costumbres pro-
para nosotros y cuán seguro en ti badas y aprobadas y una invencible
es nuestro refugio! En medio de la afición al estudio de las buenas le-
lucha, la Virgen no soportó más tras y, para condensar en una sola
dolor que el que le venía de los palabra, casi todo género de virtud
agudos sufrimientos de su Hijo: a la manera de los romanos viejos,
Tu alma, Madre, previó el justo que eres hombre frugal.. Yo, por lo
Simeón que iba a ser traspasada por que a mí toca, tengo la costumbre
un cuchillo fiero. Terminados todos frecuente de testimoniar con ese
nuestro Vives la admiración que me
estos combates, luego que la Santa
merece el recuerdo de nuestro co-
Madre fué llamada a la ciudad por
los cónsules y los senadores, prime-
mún maestro Gaspar Lax. Por expe-
riencia personal, he entendido que
ramente porque la pelea hubo lu-
ciertas particularidades históricas
gar en aquella provincia cuya libe- de la antigüedad más remota, que
ración se propuso Cristo y, final- estaban borradas ya de la memoria
mente, porque no había traído con- de los hombres, él las refiere por el
sigo ningún soldado, habiendo, no mismo orden con que acontecieron,
obstante, portádose con valentía y de forma que da la impresión no de
reciedumbre, se le concedió la ova- que encomendó a la memoria ansio-
ción. sa aquellos pormenores menudísi-
Y puesto que un día yo oí a mos, .sino que las puntualizó por es-
nuestro Iborra que trataba esa mis- crito y que las va leyendo en voz
ma cuestión con toda competencia, alta. De ahí que yo no acabo de pen-
querría que nos explicase lo que se sar ni de comprender su nueva téc-
272 JUAN LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. TOMO I

nica verbal en Quinto Hortensio, ni to al modo y al ritode los triunfa-


su recuerdo de los hechos en el ate- dores. Sabéis muy bien que Postu-
niense Temístocles, ni de ambas co- mio Tuberto, en la ovación de que
sas a la vez en L. Lúculo y de todos, fué objeto por su victoria Sabina,
en suma, en el poeta Simónides. Pe- fué distinguido con esa corona (él
ro tú tienes la palabra, Iborra; co- fué quien la inauguró) como si se
mienza ya, pues de esto ya tratare- le quisiese coronar con el ramo de
mos en otra ocasión. Venus vencedora. Aquellos milita-
— Sabino Masurio —dijo Iborra — res que se señalaron por arrebatar
citado por Aulo Gelio, escribe que a los enemigos una ciudad o haber
los que recibían la ovación entra- hecho prisionero a un general, o
ban en la ciudad por sus propios por haber realizádo con fortuna al-
pies y seguíanle no los soldados, si- gún hecho bélico, en un lugar don-
no el Senado en pleno pero yo afir-
; de sea bien visible, acostumbran lle-
mo que Nuestra Señora, objeto de var una distinción que demuestre
la ovación, entró en la ciudad no cuánta fué su industria y su biza-
por sus propios pies, sino montada rría. Por eso a los valientes se les
en un hermoso y generoso bruto. concedieron trofeos y se les atribu-
Con ello no violó las reelas de la yeron los nombres de las provincias
ovación ni la costumbre recibida, y y de las ciudades por ellos debela-
más si se tiene en cuenta que son das, como a los Escipiones africa-
muchos los que dicen que ello está nos; de los enemigos aniquilados,
permitido en las ovaciones, y se lee como a los Drusos. Por esto, Lucio
que Claudio Nerón, de quien se ha- Sila llevaba en un anillo un cama-
bló poco ha, entró a caballo en la feo que representaba a Jugurta ma-
ciudad de Roma. A buen seguro es- niatado, y Manlio, el collar de un
te caballo alado de la Virgen (como soldado galo. Nuestra castísima Vir-
aquel Pegaso mitológico hijo de gen, que había de ser la primera en
Neptuno y de Medusa, según lee- triunfar de Venus, para que su glo-
mos en Julio Higino y en Arato) ria irradiase a la posteridad, más
simboliza el menosprecio de todas esclarecida y famosa por una gue-
las cosas humanas y de sí mismo, rra que eclipsó ías de los siglos mí-
por el cual, luego de haber conse- ticos, se tocó con las insignias de
guido dos alas; a saber: la frecuen- Venus para que los que reparasen
te meditación de los misterios divi- en ellas conociesen que Citerea fué
nos y su fervor perpetuo, volamos vencida y se la despojó de sus atri-
por encima de las cosas terrenales, butos y de sus armas. El ramo de
hechos casi una misma cosa, con mirto es tal que en ninguna esta-
Dios, en el inalterable reposo de ción del año pierde su lozanía, y ni
aquella lumbre inaccesible. Quien aun en lo más álgido del invierno

permanece dice San Juan en la pierde el verdor de la esperanza y
caridad, en Dios permanece y Dios de la fe, y que cuando en todos los
en él. discípulos helóse la confianza, en la
Este animal, sólo de ligeras alas, Virgen no experimentó daño ni
era el que, en la visión del ermitaño mengua ni mudanza.
San Antonio en la soledad, podía Dice Cayo Plinio que en el acei-
evadirse de las celadas del mundo. te de mirto hay como un cierto sa-
Montada en este caballo, la Virgen bor de vino. Las contemplaciones y
|

emperatriz llevaba la corona de mir- las refecciones de la Santísima Vir-


OBRAS DEVOTAS. OVACIÓN DE LA VIRGEN, MADRE DE DIOS 278

gen, cuya virtud (no menos que la ces, el Padre universal hablóle de
del aceite) consiste en fortalecer esta manera:
contra el frío de las virtudes extin- «Enhorabuena, Emperatriz muy
tas, saben a sangre de Cristo, puesto esforzada, a quien no veo en mi es-
que son de todo punto semejantes. pejo de lo que está por venir, que
Añade a esto que las varas del mirto nadie supere en aguerrida valentía;
mascadas aprovechan, según el mis- nadie emprendió un camino más di-
mo Plinio, al caminante de pies ma- fícilque Tú y no hay mortal alguno
gullados por las luengas jornadas. que consumara como Tú su heroica
¿Y qué caminantes o viadores hay, jornada. Por ende cualquiera que,
en el más estricto sentido del voca- en adelante, evocare con la debida
blo, que nosotros mismos que, ha- reverencia la piadosa memoria de
llándonos fuera de la patria, a la pa- tus hechos valerosos, ea, intercede
triaperegrinamos sin tomar aliento Tú por él y Yo, por consideración a
ni descanso?¿Y qué peón hay más Ti, condescenderé con sus deseos.»
peón que nosotros mismos que de- Mas ella, que oyendo estas pala-
bemos llevar a cuestas todas nues- bras todavía estaba en pie todo el
tras alforjas, todas nuestras cargas,
tiempo que peroró el Príncipe del
mundo, ocupó un asiento sin par.
y que con nuestros pies, es a saber,
con nuestras buenas obras y con Más arriba que ella, sólo el Tribu-
nal de Dios; debajo de ella, la crea-
una conciencia inmaculada, debe-
mos seguir el camino derecho? Pues ción toda. Mas así que terminó el
también a nosotros nos va a ser de parlamento, sentóse en un trono de
gloria increíble, guarnecido por los
provecho mascar las hojas de ese
ministros celestiales, y en él estará
mirto; es decir, el amargor inicial
sentada eternamente.
de la virtud y de la abstención de
lasensualidad. Para este mal no hay
Esto es lo que creí que debía de-
cir acerca de la ovación de la Vir-
medicina mejor que esa vara de
gen, ya en trance de poner fin, si
mirto brotada de la raíz de Jesé,
no me pareciera que debía informa-
que mata todo voluntarioso estímu-
ros de lo que, sobre este mismo
lo carnal.
asunto, disertó, en el nuevo Estudio
Al encuentro de la Señora que
general de Valencia, mi querido
recibía la magnífica ovación salie-
Luis, tu antiguo maestro de Gramá-
ron aquellos dos cónsules y también
tica, Daniel Sisó. El lugar está en
su carísimo Hijo, elegido pretor de
el primer acceso de las escuelas que
la jurisdicción terrenal de vivos y
con harta facilidad tórnase barroso
de muertos. Estos tres, o, mejor di- con la lluvia, con el polvo, con el
cho, este último, señero y solo, tras frecuente pisoteo de los escolares;
los obligados sabrosísimos abrazos y una vez que lo hubieres traspasado,
besos, maravillados del temple recio te encontrarás con unas escaleras
de la Virgen ternísima, mandaron altas que conducen a estancias más
que se sentase en un sitial muy po- adornadas y a las aulas donde se en-
co inferior al de ellos. Paso por al- seña, lugar muy acomodado para
to la inenarrable alegría de las ce- los excelentes profesores que espe-
lestiales muchedumbres, los cantos, ro han de venir. El vestíbulo es os-
los saludos, los aplausos, los vítores curo con frecuencia; pero el pór-
y las congratulaciones de todos sin tico no está mal. Al pie de la esca-
el menor asomo de envidia. Enton- lera hay una gran mesa de piedra,
274 JUAN" LUIS VIVES. OBR.:AS COMPLETAS. TOMO I

de color azul, adonde acuden los li- apóstol San Juan vió que estaban
breros, cuando reciben alguna no- en la presencia del Señor; dos oli-
vedad, para exponer los libros a la veras cuyo jugo suaviza la atonía
venta. Habiendo Daniel puesto el del estómago de la conciencia y lu-
codo en ella, se le acercaron Miguel brifica e\ vientre y da salida a las
Arriguo y el poeta Partenio Tovar. heces. El óleo que producen aclara
que poco antes había llegado de Sa- los ojos, así exteriores como interio-
gunto. Yo, que entonces era muy res, expulsa la fiebre maligna de
mozo, iba a los alcances de Parte- este mundo y, aplicado conveniente-
nio. Tú, Cristóbal, ya sabes, y ya mente, comunica al cuerpo humano
sabes, Vives, tú que es un hombre robusta y larga vitalidad. ¿Está en-
noble y serio a la vez que poeta fermo alguno de vosotros? dice el —
afluente y facundo y, por su nom- apóstol Santiago —Introdúzcanse
.

bre, no muy inferior a aquel a quien en su estancia los presbíteros de la


el emperador Tiberio se propuso Iglesia y hagan oración sobre él y
para su imitación. únjanle con óleo en el nombre del
Este, pues, luego de haber habla- Señor.
do de los dos mellizos hijos de Tín- Estos dos candelabros, con su
daro; a saber: Pólux y Cástor, con luz inextinguible, de noche y de día,
una elocuencia singular y verdade- iluminan la vereda, o, mejor, el ca-
ramente romana, hacía un uso es- mino real de la verdad para que
pecial de los testimonios de Tito cada uno lo vea claramente. La le-
Livio, Trogo, Plutarco. Máximo y yenda luminosa es una irradiación
de los historiadores más verídicos de aquella lumbre que nosotros, con
acerca de las veces que se les vió vocablo griego, llamamos sindéresis.
en las guerras romanas y griegas Yo os ruego que leáis, al par de las
acudir en auxilio de las huestes pa- vidas de Atilio Régulo, de Temísto-
ra inculcar fe y poner corazón en cles, de Camilo, los hechos hazaño-
los que no lo tenían. Eso eran, di.io sos de Judas Macabeo, que se refie-
Daniel, trazas y embelecos diabóli- ren en dos libros canónicos. Allí, te-
cos, y que no era de creer que Cás- niendo que entrar en la batalla Ju-
tor y Pólux, por más Dioscuros que das Macabeo con los enemigos de
fuesen, que están en los infiernos Dios, apareciéndole en sueños Jere-
sin poder valerse, atormentándose mías y Onías (Indudablemente, el
a sí mismos, deseando su propio Hijo del Altísimo y su Madre), uno
aniquilamiento y el del linaje hu- de los cuales, Onías, que monta tan-
mano, trajesen socorro a griegos y to como decir triste para con el Se-
a romanos. Pero lo que sí creo fir- ñor, varón bueno, benigno, de rostro
memente es que nuestro Cástor y vergonzoso, modesto de costumbres,
nuestro Pólux. que es Cristo, y que decente y comedido en el hablar, le-
es nuestro Padre, en esta guerra vanta sus manos a Dios. Esperabas
implacable que sostenemos nos pue- que dijese que las levantó a los as-
de proporcionar las más eficaces tros. Pero es que están por encima
ayudas porque no seamos vencidos. de ti los astros todos y ora conti-
¿Quién, si no le alargaren sus ma- nuamente por el pueblo santo. Ella,
nos ayudadoras, podría subsistir an- habiendo abrazado a su Hijo, le rue-
te las arremetidas de Satanás? ga por su inmensa majestad, inter-
Estas son aquellas dos oliveras poniendo los grandes trabajos sufri-
y aquellos dos candelabros que e! dos, en provecho nuestro. Y no creáis
OBRAS DEVOTAS. OVACIÓN DE LA VIRGEN, MADRE DE DIOS 275

que la Madre haya recibido jamás del Salvador, de su bondadosísima


repulsa alguna del Hijo. Madre Virgen, cuya memoria renue-
Pero Jeremías, que quiere decir va nuestros triunfos. Trate quien
sublimidad del Señor, esplendor de quiera asuntos obscenos, que sólo el
la gloria y figura de su sustancia, pudor debió haber olvidado. ¿Quién
por quien hizo los siglos, por quien hay que desee ver llegado el tiempo
y en el cual son para Dios, Padre en que los hombres apartarán sus
universal, la sublimidad, el honor y oídos de la verdad y los aplicarán
la gloria, entrega a Judas una es- a escuchar patrañas y delirios seni-
pada de oro, que ofrecerá resisten- les?
cia al más fuerte, y le dice: Recibe Ojalá los reyes de esos tiempos
esta espada santa, don de Dios, con fuesen admitiendo preceptores de
la cual derribarás y matarás los ene- aquellos que habían de inculcar en
migos del pueblo de' Israel. Esta es- su ánimo la imitación de los triun-
pada del Espíritu, que es la palabra fos de Cristo y de su Madre. Nues-
de Dios, viva y eficaz, más penetran- tro príncipe Carlos ya tiene a su
te que cualquier espada de dos filos, Adriano. ¡Ojalá su hermano Fer-
que llega hasta la división del alma nando tuviera la suerte de ganarse
y del espíritu y de los pensamientos a Erasmo de Rotterdam, varón eru-
y de las voluntades, lo ataca todo, ditísimo y amigo mío muy probado,
no teme poder alguno externo, lo que, con toda consideración para los
espera todo, lo hiende todo, lo su- otros, paréceme ser el único que po-
pera y lo vence todo. Por esto, todo dría forjar aquel gran carácter en
lo que tenemos que hacer, mandá- un muchacho de tan grandes espe-
senos que lo hagamos en nombre del ranzas! Pero volvamos a nuestro
Señor. triunfo. ¿Te empeñas en traer a tu
* * * patria un triunfo como el de César,
como el de Escipión, como el de
En este punto Gaspar Lax, con su Pompeyo, como el que Paulo Emi-
cortesía y afabilidad habitual: lio, el más celebrado de todos, obtu-
— —
Ea, Vives dice — ,
oigamos ya vo sobre los persas? Deja de querer
tus fabulillas, tus chanzas, como las triunfar de tus conciudadanos; em-
llamas tú. péñate en emular los triunfos y los
— — —
¿Serán dice Vives de Virgilio honores de Cristo Rey de reyes y
o de Ovidio, o, quizá, de Valerio Supremo Emperador; póntelos de-
Flaco (pues aposta callo las histo- lante de la vista a guisa del blanco
rias de los griegos, en las que ape- de los saeteros, y no apartes tu ojo
nas cabe elección), o de aquel viejo de él y a él endereza la puntería.
loco de Homero, padre de todas las Si consigues clavar en él tu dardo,
bagatelas? O, mejor, por ventura, conquistarás una gloria imperece-
¿serán las fábulas milesias del cé- dera.
lebre Apuleyo, escritas con un voca- Mucho más esclarecido es el
bulario rancio y afectadísimo, que, triunfo" y mucho más frecuente el
si comenzare a contarlas, veréis que elogio del valor de quien venció a
a aquel hombre le faltó buena ma- un enemigo terco y provisto de to-
teria en qué trabajar mientras las das armas que el de 'que derrotó a
componía? Mas yo no sé si para un un enemigo inerme y afeminado.
cristiano hay asunto de conversa- Mayor es la gloria que se reporta
ción más digno que el que se ocupa con triunfos del soldado romano, del
276 JUAN LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. TOMO I

soldado macedón, del soldado parto aduladores, como sois, a buen segu-
que de las imbeles huestes asiáticas ro no temeréis las celadas y las
o de las persas, voluptuosas, hechas corruptelas, así de las almas como
a la servidumbre, o de los muelles de los cuerpos. Dejad al menos que
sábeos, donde se cría el incienso. el tiempo que gastarían en sus amo-
Mas quien sojuzgó las pasiones y res, lo ocupen en estas lecturas.
las cuitas renacientes; quien puso Mas, por lo que toca a los precepto-
debajo de sus pies la engañosa flor res honestos y graves que reciben
del mundo y las trazas y astucias los avisos de su conciencia y sienten
demoníacas, cuyo poderío no es el celo de la gloria de Dios, no es
comparable con ninguno de la tie- necesario que reciban amonestacio-
rra, derrota a un enemigo más po- nes nuestras. Son ellos precisamente
tente que aquel que tiene que ha- los que, encendidos de amor divino,
bérselas con la tierra que nunca tunden los oídos de los poderosos
rehusa la esclavitud (me valdré de de la tierra y les meten en los ojos
las palabras de Catón), que aquel así lo que tienen que leer como lo
que pelea con hombres a quienes que tienen que imitar. Entre éstos
matan las cantáridas y las picadu- ocupa el primer lugar aquel gran
ras de las moscas. Por ende, más hombre de quien, poco ha, hice
glorioso es el triunfo y el honor y la mención, Adriano Florencio, de
pompa por haber sojuzgado a aqué- Utrecht, preceptor de Carlos, nues-
llos que a éstos. Y añade a esto lo tro príncipe.
que vale aún más que todo esto. * * *
Ese triunfo dura tres días a lo su-
mo; es cosa pasajera y momentá- Dicho esto nos levantamos, y
nea; en cambio, aquel otro dura to- todo tiempo que restó hasta que
el
da la eternidad. Estas y otras cosas lobregueciese, gastárnoslo en pasear
semejantes, si tenéis recelo de refe- desde la iglesia de Santa Genoveva
rirlas a los príncipes, lisonjeros y hasta el arrabal de San Marcelino.

FIN DEL «TRIUNFO DE CRISTO»


Y DE LA
'(OVACIÓN DE LA VIRGEN, MADRE DE DIOS»
LA VERDAD EMBADURNADA
(VER1TAS FUCATA)

JUAN LUIS VIVES a quien se puede aplicar aquella sen-


VALENCIANO tencia que San Pablo tomó de Me
AL MUY REVERENDO PADRE JUAN DE nandro Corrompen las buenas cos-
:

CROMMAAS, ABAD DE LA IGLESIA DE SAN- tumbres los coloquios depravados.


TIAGO, DE LIEJA La otro preleccioncilla versa acer-
ca del Catón Mayor, de Cicerón, o
el Diálogo sobre la vejez. Yo la
Exige sin duda nuestra amistad no sea
rotulé, por donaire y chanza, con el
diré yo ocasionada, sino tam-
título de Alma del viejo, que harto
bién aumentada por nuestras
comunes aficiones, por tu bondad, por experimentado tengo yo, por lo que
toca a su mucha sabiduría y a su
tu amabilidad y modestia, que recibas
de mí alguna prenda y ella, litera- bondad, sermuy semejante a la tu-
ya. En ese opúsculo, yo, de propósi-
ria, demostración de nuestro mu-
tuo aprecio. Por esto es que dedico to, bajé el tono de mi estilo, aun
a tu venerable paternidad dos pe-
cuando no ignoro que apenas lo ten-
queñas explicaciones mías, una de go; pero sea como fuere, lo bajé y
ni afeites mi
las cuales es Comentario a mi no aderecé con adobos
Triunfo de Cristo, que ya intitulé La oración para expresar en mi dicción
verdad embadurnada, por su argu- misma el frío terruño que es la an-
mento. Hícela en París para reducir cianidad. Ambas cosillas, en su res-
a determinados mozos, entregados a
pectiva pequeñez, sé positivamente
la poesía liviana y no muy limpia,
que te darán harto contento, no tan-
to por el regalo mismo, que, por otra
a Musas más castas, a estudios más
parte, es exiguo y de escasa monta,
serios, de fruto más granado y de
recato mayor. En este trabajillo no como
porque es un amigo quien te
condeno yo las Musas, a cuya fina lo ofrece. No tienes que mirar este
devoción yo mismo estoy, y aun don con los ojos materiales, sino
creo que no hay hombre que las abo- con aquellos otros más aguaos y cer-
rrezca por sistema, sino que preten- teros del alma, que penetran en la
do retraerles de aquellas otras mu- intención y la voluntad del que da
los más
sas casquihueras, que no tienen más y que valen mucho más que
sustancia, que los nombres escanda- ricos presentes. Está bueno.
losos de unos malvados escritores, Lovaina, primer día de abril de 1519.
278 JUAN LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. TOMO I

PREAMBULO
DE JUAN LUIS VIVES, VALENCIANO
A SU
TRIUNFO DE CRISTO
INTITULADO

LA VERDAD EMBADURNADA

Por si acaso hubiera aquí, mis lin-y sus orejas con pendientes y sus
¡

dos y galanes mozos, algún casqui- brazos con pulseras y cadenas y sus
vano, huero, mendaz, no deje de dedos con sortijas, sus manos con
maravillarse este tal de cuál puede guantes y así compuestas y atavia-
ser el motivo por que en ese liceo, das acuden a los espectáculos, a la
en esa academia donde, desde mu- iglesia, a los sermones, a las bodas,
chos años atrás, los años de su edad,a las tertulias, a los lugares donde
sin duda no se habrá oído nombre los hombres se reúnen. Y de esta
alguno cristiano y de que todo reso- manera emperifolladas, muéstranse
nase con los nombres de Júpiter, de a los transeúntes en lugares desta-
Juno, de Mercurio, de Marte, de cados y visibles, en las ventanas,
Hércules, de Itífalo, de Cupido, de en las pérgolas, en las galerías, en
Venus y de otros aún tan igno- los balcones. Si por acaso pasa al-
miniosos como éstos, en que no se guien que, distraído por otras pre-
oía nada de verdad, sino que todo ocupaciones, no para mientes en
estaba inficionado de mentira, mien- ellas, entonces hablan en voz alta
tras que ahora nosotros, con tan di- con sus vecinas para que se vuelva
ligente asiduidad, pronunciamos el y las mire, mueven sin descanso el
adorable nombre de los príncipes, abanico leve y aleve, no sea que por
de los caudillos, lumbres de nuestra el calor demasiado se derritan los
religión, Cristo y María. Luego de mejunjes, que mantiene adheridos
haber oído hablar de la verdad em- al cutis aquel airecillo fresco; acu-
badurnada, dejará de maravillarse den con suma frecuencia al espejo
y, avergonzado y corrido (por poca y allí examinan si su tez nativa su-
sensatez que tenga), saldrá de esa frió algún deterioro para repararlo
escuela con las manos a la cabeza. de nuevo cuanto antes. Llegada la
¿Visteis, mis garridos mozos, al- noche, al quitarse el afeite con agua
guna vez en vuestra tierra mujeres fría, untan toda su cara con no sé
afeitadas? Son feas por lo común, qué jabón, pues este nombre dan a
y queriendo parecer hermosas a los aquel adobo, para que al día si-
ojos de los hombres, queriendo guiente esté mejor acondicionado
atraer a sí las miradas de todos y para recibir el diario afeite. Y, por
avivar el deseo de cada uno, se em- fin, a altas horas de la noche, cuan-
badurnan con antimonio, con ber- do se acuestan con sus maridos, por
mellón, con cerumen, adornan su ca- causa del mal olor que despide el ja-
beza con redecillas y tocados rojos, bón de marras, las echan del apo-
ciñen su cuello con collar de perlas sento conyugal, mientras que ellos
OBRAS DEVOTAS. LA VERDAD EMBADURNADA 279

pasan una noche molestísima, que son los dedos con los cuales Moisés
harto necesitaban para descansar, obraba maravillas en presencia de
porque tie*nen su olfato cargado con Faraón; ésos son los dedos de los
aquel hedor y el espíritu lleno de cuales tenían horror los magos de
los baldones y maldiciones, de los Egipto; ésos son como los dedos mul-
propios y de los de su esposa. tiplicados de Mercurio, indicadores
Esa es la descripción y la pintura de los caminos reales; éstos condu-
de la mujer afeitada, a cuya imagen cen a los justos por las sendas rectas.
los malos espíritus (pues apenas Tiene, además, una lengua elo-
puedo llamarlos hombres) embadur- cuentísima, que cuando habla hace
naron el nobilísimo rostro de la ver- callar todas las cosas. Sus palabras
dad. Existió, mientras Dios adereza- son de vida eterna y no hay facun-
ba y componía la faz del Universo, dia, ni dulzura, ni persuasiva suavi-
tocando con fortaleza de un confín dad que las iguale; ésa es la lengua
al otro confín y disponiéndolo todo y la pluma del escribano de quien
con suavidad, dando forma a lo in- hablaba yo poco ha, que escribe ve-
forme y poniendo orden y estabili- lozmente; la voz es blanca, suave,
dad en el caos, una hermosísima clara, pausada, alta, dulce, sin aris-
doncella, que ora llamábase Sabidu- tas, sin aspereza, sin desabrimiento;
ría de Dios, ora Verdad de Dios, ora que enseña lo que cada cual tiene
Palabra de Dios, ora Dios mismo. que hacer, a cuyo son treme la tie-
Entonces esta doncella, como ahora rra, responden el cielo y el suelo y
todavía, era de rostro sereno, abier- aun las bestias más feroces se
to, regio, benigno y afable y en él amansan siempre y se quedan con
la pluma del escribano que escribe un pie suspenso. Sus pies llamáron-
velozmente escribió este lema: Este se el tiempo, porque aún no buscada,
es el candor de la luz eterna y espe- viene a nosotros a tiempo. En ellos
jo sin mancha de la majestad de está escrito aquel pasaje ciceronia-
Dios; tiene unos ojos de acumen no: El tiempo borra los de^^aríos de
vivacísimo que todo lo mira, que lo la opinión. Linda de ver es su espal-
descubre todo; el aliento que sale da, pero nada tiene que ver con su
de sus narices y el respiro que sale rostro y con su pecho. Dícese que sa-
de su boca es una evaporación de lió de la boca del Altísimo, primogé-
la virtud de Dios y una emanación nita antes que toda criatura. Muy
de la lumbre del Todopoderoso; ro- bien sabéis que lo que producen los
bustos y muy recios son sus brazos, agentes contrarios es contrario. El
vencedores del rey, del vino, de la demonio, pues, enemigo público de
mujer, y en ellos se destaca esta le- Dios y de los amigos de Dios, engen-
yenda: Estos son los brazos del dró a una hila muy mala, opuesta
Dios vivo, robustos, jortísimos, que irreconciliablemente a la verdad.
•puedan con todo, que todo lo ven- Llamáronla unos simulación; otros,
cen, que trituran toda falsedad; y disimulación; otros, fraude; otros,
sus manos, muy blancas, sin man- impostura; otros, embuste; otros,
chas, sin arrugas; redondos y lar- por fin, más justamente, llamáron-
gos sus dedos; nítidas sus uñas, que la mentira no es hembra ni es va-
;

dirás que son de ónix. Estas son rón, ni es de nuestra sangre ni li-
aquellas manos que crearon el cielo naje, sino que es un monstruo ho-
y la tierra, las manos únicas que rrendo y formidable, sin pies, sin
obran milagros estupendos; ésos cabeza, cuerpo hueco, sin consisten-
280 JUAN LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. TOMO I

cia; pegada al ombligo tiene la pier- rán al impío. Justos son todos mis
na única, con la cual se movía más parlamentos y ninguna maldad ni
despaciosamente que Calípede. De perversidad hay en ellos. *Yo fui or-
ahí, entre algunos, vino el prover- denada desde la eternidad y desde
bio vulgar: Más fácil es de coger los comienzos antes que se hiciese
el mentiroso que el cojo. Con el ca- la Tierra. No existían todavía los
lor de la verdad y con el adveni- abismos y yo ya estaba concebida.
miento de la luz se liquidaba toda y Aún no habían brotado las fuentes
se desvanecía; sobre su pecho traía de las aguas; todavía los montes
impreso el retrato de su padre, con no se habían, asentado en su grave
esta inscripción: Este es el gran masa; yo era parida antes que los
mentiroso, y es mi padre. Y en el cerros; todavía no había hecho la
pecho del monstruo leíase este elo- Tierra y los ríos y los quicios de la
gio: Perdición de las naciones y de redondez del orbe. Cuando prepa-
la redondez del mundo. raba los cielos, yo estaba presente;
cuando limitaba los abismos con
* * * compás y con ley cierta; cuando pe-
saba las fuentes de las aguas, cuan-
Empero, muchísimos de los naci- do rodeaba el mar con sus riberas y
dos de la sangre de los malos espí- ponía ley a las aguas para que no
ritus, se deleitaban grandemen-
que pasasen más allá de los términos
tecon aquel cuerpo vano, a la vista señalados, cuando tan a nivel y plo-
de la verdad, turbábanse y horrori- mo echaba los cimientos de la Tie-
zábanse hasta el punto que se eriza- rra, yo con El lo componía todo y
ban los cabellos de sus cabezas y se deleitábame día por día, jugando
ponían rígidos a manera de cerdas: delante de El en todo tiempo.
y como estuviese mandado por el
Autor y Padre de ellos que todos * * *
hiciesen acatamiento a la verdad,
que todos amasen la verdad, que Engendróme a mí el Altísimo y
todos pusiesen sus ojos en la ver- Todopoderoso, la única y más her-
dad y la venerasen y la siguie- mosa de todas, vestida de sol y la
sen, por no mirar de hito en hito luna debajo de mis pies, pues com-
y sin interposición de velo alguno, parada con el sol, hallóse que yo fui
el lampo de su rostro fulgurante de primera que él. Conmigo están las
blancura, que acaso con su fulgor riquezas y la gloria, la soberana
deslumhraba y cegaba sus ojos mue- opulencia y la justicia. Si en la vida
lles y obtusos, pensaron afeitarle y deséanse las riquezas, ¿quién más
embadurnarle de mentira; y no ade- rico que yo, cuyas son todas las
rezada propiamente con este recur- cosas, que he fabricado yo misma?
so, sino más bien deformada, la hi- Juzgada fui en mi Esdras como la
cieron un gran recibimiento. Oíd más fuerte de todas las cosas, cuyo
ahora a la verdad, embadurnada así, brazo derribó y aplastó a los más po-
que habla, que se queja, que se que- derosos y mentirosos espíritus infer-
rella de este modo: nales. ¿Quién más copiosamente que
Voy a hablar de cosas grandes y yo tiene la ciencia y la doctrina?
,
,

mis labios van a abrirse para pre- ¿Y quién con más elocuencia la en-
dicar rectitud. Mi garganta expre- seña que yo, que soy la que enseña
sará la verdad y mis labios detesta- la disciplina de Dios y la que elige
OBRAS DEVOTAS. LA VERDAD EMBADURNADA 281

sus obras? ¿Y qué más, si todas las mía, puesto que no quisisteis ver-
ciencias me proponen a mí como se- me pura, en toda mi ingenuidad y
ñal y blanco, y a mí sola me miran mi sinceridad. Y si yo no estuviera
y me buscan? De aquí es que Aris- persuadida que todo lo sé muy bien,
tóteles, amigo mío muy estrecho, a confieso francamente que ahora du-
quien yo enseñé, y muchos otros daría si sois vosotros hombres del
personajes de mi devoción llamá- mismo linaje que mi Padre intro-
ronme Verdadera noticia de las co- dujo en el mundo, y si aquellos an-
sas y sabiduría evidente, puesto que tiguos y graves filósofos conocieron
no hay en mí (para resumir abre- vuestro linaje y vuestro carácter/
viadamente mis alabanzas, según lo puesto que aseguraron que el en-
permita el tiempo) ni el más peque- tendimiento y la razón del hombre*
ño asomo de vanidad ni de jactan- de suyo buscan exclusivamente la
cia, que diametralmente están dis- verdad. Cómo os traen engañados
¡

tanciadas de mí tan verdadera, tan ios demonios, quienes, a pesar de


;

simple como soy yo misma la sen- l;U? ellos y yo somos enemigos capi-
cilla y pura verdad, pues el espíritu tales, me suplantan a mí y os pro-
de inteligencia es santo, único, múl- ponen la mentira, que es hija suya,
tiple, sutil, diserto, móvil, inmacu- y vosotros os avenís a ello con la
lado, cierto, suave, amante del bien, más dócil de las resignaciones.
agudo, que no impide ninguna obra
buena; humano, benigno, estable, * * *
cierto, seguro, poseedor de toda vir-
tud, previsor en todo lance, que En vano pudiera deciros yo que
comprende todos los espíritus inte- vosotros sois nacidos de su sangre,
ligibles, limpio, sutil. pues nada queréis hablar ni oír de
Habiendo, pues, entre muchos mí si no lo entreveráis con menti-
otros, creado mi Padre un animal ras. ¿Cuándo el hombre se hace más
muy excelente, a quien llamó hom- semejante a Dios (como respondió
bre racional, en él depositó, para im- a una pregunta Pitágoras) sino al
primir en él su imagen y la nues- hablar cosas verdaderas? ¿Y cuándo
tra, la memoria, el entendimiento y es más semejante al príncipe de las
la voluntad, y quiso que yo fuera tinieblas, sino al derramar menti-
el entendimiento, por lo cual mi ras, que son las verdaderas tinieblas
Aristóteles muchas veces afirmó ser de los entendimientos? El manjar
yo demostración del entendimiento de los demonios, dice mi Jerónimo,
y demostró que todas las ciencias son las creaciones de los poetas; a
y la fe estaban en mis dominios. De saber: de los que aprendieron a
ahí que, siendo mi querer el querer mentir para sí y enseñan a mentir
del Padre y el querer del Paráclito, a los otros, como dice Dión Prusen-
quise a los hombres para alternar se, cuyo corifeo es aquel desvariado
con ellos, y mis delicias fueron con- e insano viejo de Homero, que siem-
versar con los hijos de los hombres. pre se deleitó en la mentira, como
Empero de vosotros, mortales,' pues- lo demuestra el hecho de que intro-
to que así me deformáis con vues- dujo como protagonista de su Odi-
tros afeites, quejaréme delante del sea a Ulises, fértil de engaños. A
Padre de todo que habéis merecido ese vago y follón de Ulises, menti-
mal de mí. Mayor aprecio hicisteis roso empedernido, con perdón de
de la belleza del afeite que de la los dioses, los hombres vanílocuos,
282 JUAN LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. —TOMO I

que son sus semejantes, llámanle floreciente, no contaminada ni pro-


padre y fuente original de los inge- fanada por ninguna hez de hom-
nios. No sois capaces (usaré de las bres, y lo ejercéis en paz y justicia,
palabras de mi caro Boecio) de le- puesto que mi Tulio Cicerón hízome
vantar a la luz de la verdad perspi- hija de la justicia? ¡Cómo experi-
cua los ojos avezados a las tinieblas mento yo ahora ser verdad aquello
y sois parecidos a aquellas aves cu- de Platón, a saber: que eran ventu-
ya vista la noche ilumina y el día rosas las repúblicas si las regían los
ciega. No sois vosotros legítima pro- filósofos!Ojalá tuviese vigencia to-
genie de vuestros padres, que a mí, davía la autoridad de aquel hombre
en ese gimnasio augusto, en esa ve- y de aquel divino Sócrates, quienes
nerable morada mía, cuya flor y de- echaron de su ciudad a Homero y
coro era, me rindieron siempre cul- a esos poetas mentirosos por corrup-
to puro, sincero, simple, como ellos tores de las costumbres públicas, los
lo aprendieron de sus mayores y co- cuales Heráclito de Efeso creyó que
mo se esforzaron por transmitir a debían ser igualmente excluidos de
su posteridad. ¿Quién fué el que os los sagrados certámenes.
introdujo en esa casa mía, mentiro- ¿Qué mancha visteis en mí, mor-
sos como sois, que con vosotros in- tales míseros, que no me queréis re-
trodujisteis la cordial enemiga mía, cibir sin afeite, siendo así que soy
la mentira, vosotros, la que, no sa- la más hermosa de todas, aun con
biendo nada de mí, oponiéndome aquel afeite que (¡creedme!) es una
falsedades, queréis dar a entender corruptela vuestra y no mía? Con
que sabéis algo? ese embadurnamiento, que no sólo
es inútil (ninguna mentira es útil),
* * * sino que es muy pernicioso. Exis-
tiendo muchos géneros de mentira,
Y ese mal yo lo veo exacerbado que no entrañan demasiado mal, es-
desde aquel tiempo en que no sé ta mentira con que me enmascaras-
qué poetastros, a guisa de la puerca teis es la peor de todas, puesto que
troyana, ahitos de patrañas de vie- trae consigo una nefanda impiedad,
jas, aquí se establecieron. Cómo re- en la cual, si algún bien hay, ¿es lí-
celo que los que vengan detrás de cito propinarlo a vueltas de tanto
ellos, con instinto siniestro, quieran perjuicio? Como si la medicina no
no ya remedarlos simplemente, sino pudiera darse sino mezclada con ve-
aun aventajarlos en el mentir, cosa neno.
que veo ya que se hace a barrisco, Obligado me habéis a usar con
hasta el punto que yo me siento ex- vosotros del abanico para ahuyentar
pulsada de mi propio domicilio con para siempre el calor del amor de
cajas destempladas. ¿En dónde estáis Dios del afeite de la mentira, pues
ahora, vosotros los filósofos, para si ese afeite no se mantuviera con
quienes este ateneo se fundó, a quie- tanto cuidado vuestro, yo, en un
nes exclusivamente se aparejó esta momento, lo hubiera disuelto; y
palestra? ¿Por qué con más valiente eso lo haré, aun cuando vosotros no
y más enérgico acuerdo no echáis queráis. Obligásteisme a que. por la
de ese vuestro domicilio a esos poe- !
noche, me untara yo con un me-
tastros. a esos hombres hueros, y I junje por el cual yo, luego, a altas
no recuperáis el gobierno de esta horas, a saber: a la hora de la
'

nobilísima república vuestra, limpia. I


muerte, al irme a acostar, despidiera
OBRAS DEVOTAS. LA VERDAD EMBADURNADA 283

un olor fétido, y que vosotros, por j sólida, más suave, más dulce: yo
ello y por los artilugios del diablo, seré vuestro abrigo, yo vuestra lo-
no podáis en la muerte hallar re- riga muy fuerte, yo el escudo que,
poso. si fuere vuestra defensa, ninguna
Por todo esto, aprended, pues, a cosa os dañará. Yo os conduciré por
abrazarme, mortales a mí sola, sen- caminos rectos, y al fin mostrarme
cilla, pura, que es la cosa más fácil. he a vosotros yo misma. En ello
Sabed que soy sola yo la que habla reside exclusivamente la felicidad y
con la mayor nobleza e ingenuidad. el estado de bienaventuranza, cuyo
Aprended a no querer oír más que cumplimiento consiste en la acumu-
a mí misma, que no hay cosa más lación de los bienes todos.

FIN DE «LA VERDAD EMBADURNADA»


DESCRIPCION
DEL ESCUDO DE CRISTO
(CLYPEI CHRISTI DESCRIPTIO)

Al muy ilustre Serafín Centelles,


conde de Oliva.

Parece bien que, puesto que voy a inicial,descompuesto, informe, dan-


escribir de Cristo, Emperador do estructura al mundo y ocupado
universal, Señor de los ejércitos, en su ornato y tocando de un con-
beligerante, victorioso y triunfador, fín al otro confín con fortaleza, dis-
describa antes con mano lenta y amo- poníalo todo con suavidad. Y luego
rosa el escudo que embrazó, labra- aparecía el hombre, levantado a se-
do por ingenio divino, así como Vir- mejanza e imagen de Dios, a quien
gilio describe el escudo de Eneas, sólo se le dió conocimiento de la
obra de Vulcano, insigne no sola- religión y un rostro erguido y que
mente por el primor de su manufac- pudiera contemplar el cielo y ele-
tura, sino también por sus vislum- var a los astros su empinada cabe-
bres proféticos. Y así fué como a za; a quien sólo atribuyósele mente
ese Caudillo nuestro, al iniciar sus y razón, mientras que los restantes
milicias, Dios,que es la suma bon- animales están privados de don tan
dad y grandeza, le entregó un es- grande. Entonces aparecía su com-
cudo fabricado de simple cuero. Ese pañera, la mujer, porque no viviese
escudo, a la vez que con su macizo solo, y la santa y dulce unión de
volumen sostenía y defendía la uni- entrambos, por la cual Adán cono-
versalidad de las cosas creadas, con- ció en espíritu que el esposo de la
tenía también y reproducía las imá- Iglesia había de ser Cristo Jesús.
genes y representaciones de todas las Contempló, a seguida, el pecado del
cosas. En su envés estaba representa- hombre y de los ángeles, por cuya
da toda la progenie de los patriarcas, culpa aquéllos fueron despojados de
a quienes todo acaecía en figura; allí, sus vestiduras blanquísimas y éstos
los dichos y los hechos de los fuertes ya jamás habían de vestirlas. De ese
profetas y de los varones santos; pecado de origen, como de un ma-
allí el elemento primordial y el ori- nantial perenne, procedían las mal-
gen del cielo y de la tierra. Allí dades todas; e inmediatas a ese pe-
veíase cómo el Espíritu de Dios, so- cado, las uniones carnales prohibi-
brevolando por encima de aquel caos das y execrables, y el linaje de hom-
286 JUAN LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. TOMO I

bres, bestias, pintadas aves y toda la divina Bondad hace que el desen-
otra suerte de alimañas a los que, lace de esa intriga sea más apacible
con excepción de muy pocos, el dilu- pues probada y reconocida la fe del
vio universal raía del haz de la tie- hijo, hijo y padre, sin novedad y
rra; y luego, la ignorancia de la re- con gozo nuevo, vuelven a su casa.
ligión y del Dios verdadero; es de- A continuación figura en el escudo
cir, su degeneración en bestias, y Jacob el elegido y Esaú el recha-
aquella maldad que no tiene nombre, zado. De Jacob nacen aquellas doce
seguida de la confusión de lenguas, cabezas de muchas gentes y pueblos
que ajena mucho más a los hombres que nadie podrá contar.
unos de otros que de las bestias que Con sumo placer contempla Cris-
están a su servicio, siempre que to al hijo de la carísima Raquel,
estén domesticadas. En su vecindad imagen suya, vendido a los merca-
aparecía aquel fidelísimo Abrahán, deres de Egipto y honrado en Egip-
que, dócil a soberanos mandamien- to con una posición preeminente;
tos, abandonó a su patria, sus con- y el reconocimiento por sus herma-
ciudadanos, su raza, su lar, sus pro- nos que allá fueron a pedir trigo,
pios penates, y que de regreso de y el viaje de Jacob a Egipto con sus
la matanza de los reyes, con ánimo hijos y su casa numerosa por ver
piadosísimo, ofreció diezmos a Mel- a su hijo. Allí el anciano, en el re-
quisedec, sacerdote y rey de paz gocijo de aquel encuentro, llora de
y de justicia. gozo copiosamente, porque, después
Seguidamente verías al deseado de haber pensado que con llanto y
Isaac, con cuyo nacimiento la casa tristeza bajarían sus canas al sepul-
se hinchó de gozo. Y más tarde vie- cro, ya se promete que van a des-
ras al mismo Abrahán apresurán- cender a él con suma placidez y
dose con firmeza y constancia de alegría. Pasados algunos años, los
alma a inmolar a su hijo, sin que Faraones de Egipto, ignorantes de
hiciera en su ánimo la menor mella su estirpe, condenan aquella nación
la duda de que sería cabeza de mu- libre y pueblo grato a Dios a una
chos pueblos, persuadido de que al- onerosa y amarga servidumbre para
gún plan mejor abrigaba la mente exterminar aquel linaje a copia de
divina en torno a la estirpe en quien vejaciones y penalidades. Los unos
estaba prometido que serían salvas fueron destinados a las canteras;
muchas gentes. En seguimiento del los otros, a los hornos de cal; mu-
anciano iba el hijo, cargado con el chos cocían ladrillos, molían el yeso,
haz de leña, verde de años, pero machacaban la arcilla y el barro con
dotado ya de prudencia senil, sin paja desmenuzada; los más trans-
suplicar a su padre que dejase de portaban a la ciudad el trabajo de
ofrecerle en sacrificio porque los sus compañeros; otros, con prolijo
designios de Dios tienen un alcance afán, construían casas, murallas y
incognoscible y no son investiga- otros edificios, urgiéndoles inhuma-
bles sus caminos. Con estas pala- namente a la faena los arquitectos
bras tortura el hijo a su padre inde- del rey y los empresarios de las
ciblemente, puesto que ve que se le obras, hasta que, compadeciéndose
arrebata aquel su hijo tan cuerdo y el Señor del linaje de Abrahán, con-
tan digno de la vida, aun cuando cede Moisés a la tribu de Leví,
está convencido que más se le re- quien, criado en palacio, es elegido
clama que no que se le quita. Mas 1
por Aquel que es Caudillo de su
OBRAS DEVOTAS. DESCRIPCIÓN DEL ESCLDO DE CRISTO 287

pueblo, el cual, vadeado el mar Ro- Cautivo estaba otra vez en Babi-
jo a pie enjuto, abruma y engulle lonia y de nuevo era rescatado de
los carros de Faraón y todo su ejér- su merecida esclavonía, por la bon-
cito en las bravas ondas y en las dad y la clemencia de Dios. Figura-
aguas arremolinadas. dos estaban los fortísimos amigos de
En las selvas, en los montes, en los Macabeos, crudelísimamente des-
los arenales de Arabia, fué el pue- pedazados por no comer los man-
blo alimentado con mantenimientos jares prohibidos. Todas estas cosas
del cielo; instituyóse y organizóse habían acontecido mucho antes para
el sacerdocio y el ministerio de todo que fuesen descritas en aquel cuero
el templo, suerte de prenda del tem- y fuesen los episodios finales del
plo venidero, que sería más espa- Viejo Testamento.
cioso y mejor; templo del eterno Vuelve el haz del escudo, pues
Sacerdocio, no según la orden de aquello era lo que debía oponerse a
Leví ni de Aarón, sino de Melquise- los golpes y al choque pavoroso
dec; templo donde se celebrará el Aquí el linaje antiguo de Cristo,
misterio eucarístico bajo las espe- hermosísima sucesión, héroes mag-
cies de pan y de vino. Después de nánimos, nacidos en años mejores,
esto, preveíase para Josué la suce- como Virgilio cantó.
sión de Moisés; entonces estallaron Aquí todos aquellos predestinados
glandes guerras. Concedió Dios a la desde los siglos más profundos arrea-
estirpe de Abrahán aquello que en dos de niveas vestiduras, y algunos
lejanos tiempos había prometido a las llevan rociadas y tintas de púrpu-
los fundadores de la raza, y el colo- ra. Muéstrase Pedro el primero,
no judío se asentó en Palestina y elegido cabeza y príncipe de todos
Siria. La administración primera los otros por voluntad y llamamien-
fué de los jueces; pero después to directo de Dios, gritando insisten-
aquel pueblo tornadizo, inquieto y temente, ardientemente, a favor de
necio, pidió para sí un rey como lo la fe, persuadido que no hay trabajo
tenían las otras naciones. Se le dió arduo, que no hay trabajo difícil si
Saúl; luego, entre sus muchos her- se ha de sobrellevar por Cristo. Des-
manos, fué elegido David, cortado pués de él, el gravísimo San Pablo,
a la medida del corazón de Dios, y que ejercía ministerio asiduo entre
por capitalidad fué escogida Jerusa- los gentiles, a quienes venciera con
lén, la ciudad del gran Rey, y pro- argumentos incontrastables, ora los
metiósele que en Jerusalén la casa atraía a sí con suave y eficaz per-
de David reinaría para siempre, y suasión, ora con el ejemplo de su
los hijos de los hijos y los que de vida, y con los milagros hechos ga-
ellos nacerán, en expresión de Vir- naba para Cristo, a Quien sólo servía,
gilio. de nadie adulador, caro a todos, li-
Entonces Cristo contempla a los bre y severo, siervo de todos por
reyes poderosos, y los pueblos y los amor de Cristo y no absteniéndose
profetas, llenos del Espíritu de Dios, de reprender al mismo Pedro en
que cosas tan gloriosas vaticinaron favor de nuestra libertad, porque la
de su escudo; a la vez querrá leer verdadera piedad no estuviese cohi-
las alabanzas de los héroes y los bida por cuestión de manjares. He-
hechos de su Padre y conocer qué rodes, enemigo de la Iglesia Santa,
cosa sea la virtud, según palabras degüella a Santiago el Zebedeo por-
también virgilianas. que más plenamente viviese. El mis-
288 JUAN LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. TOMO I

mo emperador romano, el Senado, so Concilio de Nicea, y la asamblea


el pueblo, la plebe,Roma, los que serena, donde unos nombres inve-
domaron al universo mundo, en va- rosímilmente iletrados, pero por lo
no aguzan las armas contra unos demás santos y asistidos de divinas
discípulos inermes, y los que ven- luces, vencen con su argumentación
cieron a todas las naciones son ven- a los dialécticos más agudos, a filó-
cidos, con la ayuda de la verdad, por sofos eximios, a varones dotados con
doce pobres desarmados. A seguida, toda la sabiduría del mundo, y los
los cuerpos de aquellos dos lumina- derriban del castillo de sus errores.
res de Roma, por aquel tiempo apa- Aquí el gran Atanasio señala a los
gados en la morada de todas las ti- cristianos más claramente las nor-
nieblas, los cuales, después de esta mas de su creer. Aquí Eusebio y
su muerte, disiparon la romana calí- Teognio, experimentada la accesi-
gine y trajeron la lumbre perenne bilidad, la exorabilidad de aquel
y esclarecida. A continuación, las muy santo Consejo, y la eficacia del
incansables peregrinaciones apostó- arrepentimiento, fueron de nuevo
licas a los remotos Garamantes y a recibidos en el regazo y en el abra-
los Indos y a Tule, la postrera de las zo de la Madre piadosísima.
tierras. Después, Nestorio, como si separa-
Encima de todo esto, Diocleciano se a un hombre de otro hombre o
Saloneo, después de las aflicciones a un caballo de su yunta, de la mis-
impuestas al nombre cristiano, ve- ma manera separaba a Dios de Cris-
jado, pero no extinguido, por Domi- to o, más claro, separaba a Dios de
ciano, Severo, Maximino, Decio, que- Dios. ¡Cómo al ver esto lloraba do-
riendo él descuajarle radicalmente, lorosamente; cómo derramaba lágri-
el mismo día en que murió Cristo mas copiosísimas, considerando ca-
dió orden de que fuesen demolidos da una de estas calamidades que
todos los templos de la verdadera amenazaban a su Iglesiía y a su gen-
religión que estaban bajo el señorío te con tan fiero asolamiento! Que
romano y que se diese muerte al muchos eran sus hijos carísimos
sinnúmero de cristianos. De las gue- arrancados de su mesa, de su liber-
rras ocasionadas por poderes exte- tad y que se sujetaban a la esclavi-
riores se vino luego a las discordias tud del más cruel de los tiranos, que
intestinas, a los sañudos embates, luego eran llorados por contumaces
que más reciamente que aquéllos enemigos suyos. ¡Cómo se revolvía
batieron las puertas, los cimientos, de hinojos a los pies del Padre Ce-
todo el edificio de la Iglesia. Y lue- lestial, pidiéndole con ahinco asiduo
go contempla a Arrio, avilantándose que no naufragase esa navecilla
contra Alejandro, antístite de Ale- combatida por tan recio oleaje!
jandría, vagueando por encrucija- Yo decía — — oh Pedro, rogué por ti,
,

das, por calles, por templos, por es- porque tu fe no desfallezca. Pero
cuelas, por prostíbulos, por meso- leve era esta herida en comparación
nes, persuadiendo al profano vulgo de las que le infirieron Sergio y
que el Hijo de Dios era menor que Mahoma, acerba peste del linaje hu-
el Padre, que era creado y que su mano. Pero levanta sus ojos a más
existencia tuvo comienzo. Aquella apacibles perspectivas y ve al for-
peste contaminó a muchas personas tísimo emperador Constantino que
sagradas; pero cabe ella estaba la por bandera enarbola el Lábaro y
medicina de tamaño mal, el glorio- mira sus Clavos como amuletos, y
i

OBRAS DEVOTAS. DESCRIPCIÓN DEL ESCUDO DE CRISTO 289

la Cruz, que antes fué suplicio de Y después de todo esto, vió al ju-
ladrones, puesta en la frente de los dío pérfido y pertinaz, ya mejorado,
emperadores; luego ve los altares, pidiendo el bautismo encarecidamen-
los templos construidos con tanta te, y se le administró. No desprecia
magnificencia por el Príncipe piado- a nadie que se refugie en El; en-
so, tan muníficamente dotados y de- tonces también el Sagrado Libro,
corados, que la misma cabeza del donde se lee haber recogido todo
orbe le está sujeta y, cosa que antes cuanto estaba a su diestra y a su
era la suprema ignominia, ya está siniestra y que se hará un rebaño
divinizada y cristianizada. Y el mis- y un pastor, y el mundo cabrá todo
mo emperador Constantino exhorta en el cercado y en los apriscos de la
al combate contra los enemigos disi- Iglesia. Y luego, descollaba El, vi-
mulados a los fuertes atletas que sur- niendo en inmensa majestad a juz-
gen con enérgica resolución y a que gar a los vivos y a los muertos; y
esgriman las plumas invictas a modo estaban abiertos todos los libros de
de lanzas y de espadas: aquella las conciencias y manifiestas a cada
trompeta de Jerónimo, tan multilin- uno aparecían su buena o su mala
güe, tan diserta, hombre de veras vida. Y El, sentado sobre querubi-
polígrafo; el dulcifluo Cipriano; el nes, acompañado por los senadores
agudo y docto Agustín; el facundo de la tierra, remunerando a los bue-
Ambrosio; Lactancio, el Cicerón nos y castigando a los malos. Y,
cristiano, y Juan, de boca y de pala- finalmente, contempla a los felices
bra de oro ambos eruditísimos Gre-
; predestinados a la eterna bienaven-
gorios, el Niseno y el Nazianceno; turanza, gozando de la vista de Dios,
Basilio el Grande y todavía muchos en quien están todas las cosas, don-
otros, conspicuos tanto por la agu- de llevan una vida que no tendrá
deza de su ingenio y de la variedad fin y en la cual no hay asomo de
de sus saberes como por la santidad molestia, ni de envidia, ni de tedio,
de su vida. ni de ira, ni de guerra, ni de traba-
Entonces mira con ojos de una jo; todo en esta vida discurre en
placidez de astro a Roma, la señora sosiego, todo en sabrosísimo concier-
del mundo, postrada a los pies de to y paz, todo en perfecto gozo y
su vicario. Aquí ve adorándole a El alegría, y la viven perpetuamente.
a Italia, maestra y madre de todos Este es aquel Escudo, cifra de to-
los pueblos, y luego a la heroica y do el género humano, columna y
férrea España; luego la noble y piedra angular del edificio del uni-
la dulce Francia, y luego la robus- verso mundo. Sin esta esperanza y
ta Germania y la rica y hermosa In- sin este soporte, el orbe todo se de-
glaterra; la India fértil en perlas y rrumbaría, lo mismo que caerían y
oro, y luego a otras naciones, esfor- se arruinarían las paredes si cedie-
zándose, y no sin provecho, por lle- ran la base y el fuste en que se
var a éstas al conocimiento del Dios apoyan. Ese Escudo es aquella Pie-
verdadero. A la otra banda del océa- dra que, rechazada inicialmente co-
no occidental, donde nuestros mayo- mo inútil por los edificadores, po-
res creyeron que no había más que co después constituyóse en la pie-
el vacío y la nada, bullía un mundo dra angular de todo el edificio. Este
nuevo, descubierto en nuestros días, Escudo es aquella columna de nube
evangelizado inmediatamente y for- que protegía en el desierto a la
mado en la religión verdadera. descendencia de Israel. Este Es-
luis VIVES. — 10
290 JUAN LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. TOMO I

cudo es aquella otra nube en la es el Escudo que recibió aquel gol-


cual descendió el Señor y en la pe acerbísimo que Dios, enojado con
cual reside el trono de su gloria; nosotros, lanzó contra el mundo,
pilar de la Iglesia de Dios vivo, ci- que le hubiera causado herida mor-
miento de la verdad, hecha columna tal, pero que vino a dar en El, ino-
del templo de Dios, porque venció. cente, óptimo, santísimo, en expia-
Este Escudo es la palabra de Dios, ción de nuestra maldad, y le ocasio-
Escudo ígneo para todos los que es- nó la mayor de las aflicciones. Este
peran en El. Con este Escudo, el es el Escudo que el soberano y for-
hombre que está bajo la protección tísimo Hijo de Dios, con resolución
de Dios omnipotente rodea su pecho y alegría, levantó en su hombro y
contra los miedos veladores de la no- con el cual, en defensa de nuestro
che. Este Escudo es el escudo de la fe linaje, con gran confianza y una
con que debemos armarnos para ex- inconmovible esperanza de. victoria,
tinguir los dardos fogosos que con- desencadena su ofensiva contra los
tra nosotros dispara el diablo. Este demonios.

FIN DE LA
«DESCRIPCIÓN DEL ESCUDO DE CRISTO»
MEDITACIONES
SOBRE LOS

SIETE SALMOS PENITENCIALES


(MEDITATIONES IN SEPTEM PS ALMOS
PiENITENTIALES)

(I5i8)

EMPREMIDO EN LA VILLA DE ENBERES


POR MIGUEL HILLENIO
EN 15 DEL MES DE OCTUBRE
AÑO DEL SEÑOR
DE MILL E QUINIENTOS
E TREINTA E SIETE

Muchas vezes me aveys rogado que leyasse


y corrigiesse la traslación que aveys hecho de
mis meditaciones. Lo qual yo hiziera de buena
giana isegún lo requería nuestra amistad, si
no me impidieran en parte mis dolencias y en
parte mis ocupaciones, las quales dos cosas vos
no ignorays. Endemás desto tengo en estas co-
-

rrectiones tan ruin condición de ser mal suffri-


do que más querría yo hazer una obra nueva
que corregir la ajena. En la impressión procu-
reys de poner buen corretor para que el em-
premidor y componedor, siendo flamencos, no
cometan en la impressión faltas incorregibles,
y qué empidan el entendimiento de la sententia.
(De una carta de Juan Luis Vives a
Diego Ortega de Burgos.)

JUAN LUIS VIVES había sido de tu gusto, pues a ti


VALENCIANO solo estaba dedicada. Por lo que
A GUILLERMO CROY, ARZOBISPO ELECTO toca a las otras amabilidades que
DE TOLEDO Y CARDENAL DE LA IGLESIA me dispensas en tu carta elegantí-
ROMANA SALUD: sima, ésas no las reconozco, sino
que las atribuyo a una desmesura
Increíble fué el gozo que experi- de tu cariño para con tu antiguo
menté, mi protector bondadoso, y preceptor, y aun espero que, según
envidiable el fruto que recogí del es tu ingenio y según es tu erudi-
pobre afán mío con que compuse ción, que de día en día se acrecien-
esta obrecilla, cuando conocía que tan, muy en breve esas cualidades
292 JUAN LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. TOMO I

que ahora admiras en mí sufrirán algo nuevo o que alguno de los lu-
un total oscurecimiento si se com- gares que yo exposité no se acomo-
paran con las tuyas. ¡Bravo! Muy dan al sentido que él cree que fué
bien por tu ingenio; muy bien por el auténtico sentido del salmista,
la esperanza de tus estudios y de antes que entre en materia debo de-
tu virtud. En cuanto a lo que me cir cuatro palabras.
animas y me ruegas que escriba Como el libro Salmos está
de los
algo acerca de los seis Salmos res- vertido del hebreo, en que David lo
tantes, ¿quién podrá negártelo cuan- compuso, al latín por San Jerónimo,
do lo pides con tal comedimiento que se ajustó a aquel texto que lla-
que el descomedido fuera yo si de man la Verdad hebraica, y después
mí no lo alcanzares? Tuviera yo por losSetenta Intérpretes, del grie-
por pecado no diferir a ese santo go, que es aquella interpretación la-
deseo tuyo y no obedecer a ese man- tina, llamada Vulgata, que la Iglesia
dato tuyo tan episcopal. Por esto, utiliza por lo común, y como exista
en las pasadas estaciones litúrgicas, además el salterio latino traducido
medité y di forma a esas pequeñas del caldeo que de la lengua hebrai-
consideraciones sobre los seis Sal- ca vertió a la caldaica, Jonatán, hijo
mos restantes, que ahora te en- de Abenuziel y no sin inspiración,
vío. según creen los judíos, y por lo
Y como estas seis meditaciones mismo esta interpretación goza en-
no fueron compuestas a un tiempo, tre ellos de veneración y autoridad
mas el discur-
el estilo difiere algo, muy grande, que casi iguala a la
so o razonamiento en cada una de que conceden a la misma Verdad
ellas es muy diferente. Es de saberhebraica, aun cuando más que tra-
que, conforme se me iba ocurrien- ductor ceñido es un parafraste, yo
do algún concepto, inmediatamente no tengo reparo en declarar que leí
lo ponía por escrito, aun cuando todas estas traducciones, no en he-
muchas de estas'meditaciones están breo ni en caldeo, lenguas que des-
redactadas a manera de oración conozco en absoluto, sino en latín y
fo-
rense. en griego. Ni he de disimular que
La culpa de todo ello es que yo, muchas veces consulté la llamada
en aquella ocasión, andaba entre Verdad hebraica y la paráfrasis
oradores, y en materias profanas caldea.
hacía frecuentes ejercicios decla- Confieso, a pesar de todo, que
matorios en el género judicial; y me contenta más la interpretación
en dándolas estilo, la pluma se me griega de los Setenta y que casi
iba a la vereda acostumbrada. De siempre la sigo, dejando de lado to-
cuando en cuando me permití algu- das las otras; la cual, como dije
na diversión y me entregué a mi ya, con excepción de unos pocos vo-
personal complacencia, espaciándo- cablos, se conforma exactamente
me y campando a placer en deter- con la latina que todos los días re-
minados pasajes de mayor ameni- suena en los templos. No es éste el
dad; pero no tanto que me olvidase lugar de explicar el motivo, muy
del Salmo que estudiaba ni tampoco grave por cierto, de esa preferencia.
me era lícito hacerlo. Y porque tú Espero tener ocasión de declararlo
u otro lector cualquiera (si es que en otra parte.
de esta obra otro que tú tiene que Ni tampoco he seguido con de-
ser lector) no se extrañe de hallar masiado afán y punto por punto
OBRAS DEVOTAS. MEDITACIONES SOBRE LOS SALMOS PENITENCIALES 293

los sentidos de los comentarios, si- quienes no buscan más que eso.
no que desarrollé lo que me parecía Mas el cristianono mire más que a
de interés según mis cortos alcan- la intención cristiana. Venga enho-
ces. Me lo dispensará el benigno lec- rabuena y con benevolencia y reci-
tor que considere que las palabras ba con espíritu de piedad lo que
del Espíritu Santo no están atadas se dice, sin buscar el cómo se dice.
a un solo sentido. Por eso a las Sa- Y si acaso hubiere alguno que hicie-
gradas Letras danles el nombre de re poco favor a esta obra, no por
campo en primavera y germinación ella, sino por mí, a ése yo le digo
perpetua, feracísimo, ubérrimo, por- que su composición me acarreó
que ellas tienen muchos sentidos, harto consuelo. La recta intención
admirables todos y todos verdade- con que la escribí y el propósito
ros, en el mismo Espíritu que las santo que me guió a ello me conso-
dictó. Si al lector no le pareciere larán, me solazarán y me animarán,
bien este título, dejando el nombre porque sé que el Señor me tiene
de enarración o de exposición, llá- preparado un premio cuantioso, tan-
melas si le pluguiere Meditaciones, to más cuantioso cuanto menos ex-
como quien dice consideraciones o perimentaré no recibirlo de los hom-
ejercicios mentales. No he tocado los bres. Las promesas fieles del Señor
títulos o las inscripciones de los Sal- me harán feliz si en corresponden-
mos que los griegos llaman epígrafes cia de esa obra buena me granjeare
porque no pertenecen al texto del la ojeriza de los hombres.
profeta. Yo, en un principio, tuve el Y tú, mi muy dulce protector,
propósito de poner las palabras del acepta esta obra con el mismo espí-
salmista en prosa continua, en la ritu con que me la pediste; y del
cual el lector no es menester que estudio de los oradores y filósofos
vaya con tanta cautela y no es fácil profanos, como por una escala, sube
que le engañe la variedad de perso- a estas alturas divinas que no arre-
nas interlocutoras. Unas veces hablo batan el espíritu a las perturbacio-
yo; luego, el salmista; después, el nes y pasiones, con demasiada fre-
pecador, y, por fin, cualquier otro. cuencia indignas del hombre cris-
El esfuerzo por discernir quién sea tiano, sino que los levantan a tales
el que tiene la palabra será pe- altezas, a tan empinadas excelsitu-
queño y no precisará talento muy des que penetran en la misma mo-
agudo. rada de Dios e incendian nuestras
Ahora, en el umbral de esta obra, almas con tan piadoso fuego de ca-
ruego con gran ahinco al orador ridad, que arden como los pro-
que no pida con ansia el artificio, la pios querubines, espíritus los más
elegancia, la brillantez, la copia del encumbrados y que alientan en la
discurso, el aliño o primor de las más próxima cercanía de Dios. Ese
palabras y de las sentencias, ni el orden querúbico es el que repro-
dialéctico la agudeza de los argu- ducís en nuestra eclesiástica mi-
mentos, ni el doloso sofista las ex- licia, vosotros, los investidos con
presiones capciosas, ni el teólogo es- la púrpura cardenalicia, símbolo de
colástico las argucias y las dispu- la caridad perfecta que debéis os-
tas que son pura sutileza y adelgaza- tentar en todos vuestros actos y en
miento. Comienzo por advertirles toda vuestra vida, por manera que
que no hay en esta obra nada que I así como lo sois en jerarquía, seáis
pueda satisfacer y complacer a I
superiores a todos en virtud. Cosas
294 JUAN" LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. TOMO I

son todas éstas que yo sé que tú no que piense que yo adulo a un discí-
ignoras y que practicas con toda pulo mío. Ese vicio de la lisonja, que
probidad y espero que antes de pocos es feo en cualquier hombre, es feísi-
meses las conocerá la redondez del mo y pernicioso en grado sumo en
orbe. Xo alabaré aquí tu erudición, un preceptor, que debe alabar con
la seriedad de tus estudios, tu índo- suma modicidad y rareza al alumno
le, tus costumbres, aun cuando po- a quien forma. Todos estos proyec-
dría hacerlo con holgura (porque tos que maduras de día en día, cuan-
estas mismas cualidades proporcio- do salieren a la luz serán elocuentes
narían material copioso para tu pa- pregoneros de tus alabanzas. Ten
negírico), porque no salga algún ma- salud.
lévolo de los que tanto abundan Lovaina, 1518.

MEDITACIONES SOBRE LOS SIETE SALMOS


LLAMADOS PENITENCIALES
MEDITACION I conturbados todos mis enemigos
SOBRE ESTE SALMO 6." conviértanse y avergüéncense luego
al punto.
Señor, en tu furor no me repren-
das ni me castigues en tu ira. Pienso que habrán sido muy po-
Ten misericordia de mí, Señor, si- cos los que, así que leyeron los pri-
quiera porque estoy enfermo; sána- meras palabras de este salmo, si por
me, Señor, porque mis huesos se me ventura tuvieren agudeza y pene-
desencajaron de las coyunturas. tración de ingenio, no se hayan, a
Y mi alma está perturbada en sus solas y calladamente, maravilla-
gran manera; pero Tú, Señor, ¿has- do de que el profeta atribuya a Dios
ta cuándo furor e ira. Y, en hecho, de verdad
Vuélvete, Señor, y libra mi alma; no parece lo más conveniente que
sálvame según tu misericordia. Por- la majestad de Dios, serena y santa,
que en la muerte no hay quien se sufra conmoción y perturbación pa-
acuerde de Ti; y en el sepulcro sionales, indignas aun de todo hom-
¿quién habrá que te confiese? bre que haga profesión de sabidu-
Trabajado me veo en mi gemido; ría. Si las cosas de Dios nos fuesen
todas las noches lavaré mi lecho; tan conocidas como nos lo son las
con mis lágrimas regaré mi estrado. humanas, podríamos denominarlas
A presencia de tu furor turbóse con voces tan propias y tan certe-
mi vista; envejecí en medio de to- ras como denominamos las nues-
dos mis enemigos. tras, y entonces cada uno de los
Apartaos de mí todos los que nombres que diéramos a las cosas
obráis iniquidad, porque ha oído el no serían ni menos ciertos ni menos
Señor la voz de mi llanto. claros en hablando de Dios que en
Ha oído el Señor mi ruego; el Se- hablando de las cosas de los morta-
ñor ha recibido mi oración. les. Mas como quiera que en nues-
Avergüéncense y en extremo sean. tra actual condición nos imagina-
OBRAS DEVOTAS. MEDITACIONES SOBRE LOS SALMOS PENITENCIALES 295

mos las cosas divinas por compara- malvado de los pecadores una pena-
ción y referencia a las nuestras, lidad grandiosa, esta resolución tan
culpa de eso es que las expresamos justiciera y equitativa de castigar al
con palabras que mal se compadecen pecador según la enormidad de su
con su realidad. Pero, con todo, tene- pecado, esta voluntad y propósito,
mos que hablar y hemos menester de aun cuando los inspire una ligera
vocablos que, puesto que no sean ade- conmoción, toma el nombre de fu-
cuados, sean, al menos, aproximados ror, que viene a ser el punto más
y expresivos. Y bien así como deci- subido, el frenesí y el paroxismo de
mos que un juez, por más sabio e la ira. Por esto, el Señor dícese irri-
íntegro que sea, está irritado y eno- tado, dícese enfurecido, dícese terri-
jado al reprender a los delincuentes ble. Al acercarse a Dios el pecador,
y al mandar al sayón y al verdugo en su propósito de enmienda, de-
que ejecuten contra ellos la ley, biendo responder de tantos críme-
porque aun cuando estas disposicio- nes, ni le es potestativo, en pleito
nes pueden tomarse sin ninguna tan feo y tan desesperado, usar de
perturbación, ni tempestad, ni bo- ningún proemio para granjearse la
rrasca, ni aquella ceguera total que benevolencia ni tiene libertad para
envuelve el alma afectada por un insinuarse con algún ruego, por
movimiento de ira desapoderada, cuanto teme que antes de abrir la
que desquicia de su asiento el buen boca y pronunciar la primera pala-
juicio; pero no es ello posible, sin bra no se vea arrebatado por el
algún asomo y chispa de enfado, furor de la divina Omnipotencia, que
que conmueva el espíritu aun cuan- arde con mucho mayor rabia que
do sea muy ligeramente. cualquier incendio y penetra muy
Y con efecto: ¿qué hombre hay, más profundamente que el más agu-
si tiene algún fondo y veta de bon- do de los cuchillos.
dad, que vea a los malos obrar mal Por esto mismo el profeta, para
sin que su espíritu reciba alguna im- que todo lo restante resulte más ha-
presión? Esta es la razón por que los cedero y asequible y por anticiparse
más sagaces conocedores de la natu- a doblar la rígida vertical entereza
raleza definieron la ira diciendo que de Aquel a quien ofendió, comienza
era un ansia vindicativa y una reac- por pedir que remita algún tanto la
ción espontánea y enérgica del alma vehemencia del furor divino. Y a
demandando el castigo del pecado. seguida suplica que no le lleve en
Y así Dios, que es la misma manse- sus ráfagas antes que haya podido
dumbre y la bondad misma, cuando arrepentirse de su maldad y que no
ve que los malos hicieron un abuso le ocasione un terror tan grande
tan prolijo, de su paciencia hasta el que le imposibilite de hacer peniten-
punto que ya no se les debe sopor- cia por desesperanza de alcanzar
tar más tiempo y cree ser ya llega- perdón. ¿Por qué es que desea un
do el tiempo del castigo de sus mal- iuez exorable, sino porque la espe-
dades, no ciertamente afectado, co- ranza de su placabilidad le confir-
mo nosotros, por una perturbación me y consolide en las penalidades
flaca y pasajera, sino inconmovible de la penitencia, esperanza que des-
en aquella su placidísima y eterna aparece redicalmente si se atiende
tranquilidad, dícese que está enoja- no más al furor de Dios y no se mi-
do. Y si se diere el caso que tiene ra a su clemencia? Suplica, pues,
que exigir del más empedernido y que se le conceda tiempo y tregua
296 JUAN LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. TOMO I

de expiar sus pecados en la tristeza abajo, siendo así que tú, aquello que
y en el llanto a que está resuelto a de suyo es superior, hicístelo infe-
entregarse, pero sólo en el propó- rior y, al revés, lo que debía ser
sito. ¡Oh, cuán grande es el terror más fuerte tú dejaste que lo arro-
del Señor! Tan grande, que aun llase lo más débil? Y en conclusión:
aquel santo Job, que podía tener ¿por qué es que el pecador siente
muy legítima confianza en la lim- hasta tal punto sus huesos desco-
pieza de su conciencia purísima, yuntados? Es de creer que en un
cuando se aventura a disputar con desquiciamiento de huesos tan do-
Dios, dice: Retire de mí su vara y loroso no gozan de mejor salud los
su temor no me aterrorice; hablaré nervios ni la carne. Con una sola
y no le temeré, pues, si tengo miedo, expresión quiso el profeta decir que
no puedo responder. Saquemos de sentía el cuerpo todo andar desqui-
ahí una conjetura: si la ira de Dios ciado. No hubiera sido mucho que
atemoriza al justo, ¿cuánto más vi- toda la fábrica del cuerpo estuviese
vamente conturbará al malo, que, cascada desde sus cimientos, que la
con su sola conciencia, sin que nin- carne disminuyese y luego aumen-
guna otra furia le hostigue, tiene tase, que los huesos estuvieran pe-
miedo de ella y pesa para ella más gados con la piel, que los nervios
que mil testigos el recuerdo exclusi- se debilitasen y luego recobrasen el
vo de los pecados? Mas, muy luego, vigor primero y que las fuerzas
el salmista aparta la conmiseración creciesen: todos estos altibajos son
de su propia persona y presenta a corrientes. Mas cuando la enferme-
Dios, Padre de todos, la flaqueza dad llegó a los huesos, cuando los
del hijo. Aman los padres las debili- huesos sintieron sus acometidas, es
dades de sus hijos, abrazan con cie- indudable que están seriamente
go cariño aquella palidez de las en- afectados los nervios y la carne y
fermedades y los padecimientos y que la vida misma del hombre está
la compasión acrecienta y multipli- en peligro. Muy activa es la virulen-
ca las fuerzas del amor. cia del pecado, que en un momento
«Ten, Padre, misericordia de mí se apodera del exterior y cala en lo
— dice — porque estoy afligido; cú-
,
más íntimo. Esto, acaso, fuera ya
rame, ¡oh el mejor de los médicos!, suficiente para manifestar su en-
porque estoy enfermo y mis huesos fermedad; pero encarece más al
están coturbados.» Y no es de ma- decirque también su alma está afec-
ravillar que estén conturbados los tada, porque entendemos que no
huesos de aquel cuyo orden recto queda en él cosa sana. Muy poco
está desquiciado. ¿Qué significa esa les importaban a los pocos sabios
turbación de tus huesos y ese co- que en el mundo han sido los acha-
rrerse de sus propios lugares, sino ques físicos, mientras gozasen de
que el orden jerárquico anda revuel- buena salud moral.
to, que el sentido no obedece a la Aquel filósofo integral que fué Pla-
razón, que la carne no obedece al tón estableció en Atenas la escue-
espíritu, que el menor está subleva- la llamada Academia, en un sitio
do contra el mayor y contra el supe- no muy salubre, no fuera que el
rior el subordinado? ¿Y admírate cuerpo retozase de salud demasiada
que en tus huesos lo diestro se haga y corriese a perderse y a despeñar-
siniestro, lo anterior se haga poste- se en lujurias y placeres, sin que
rior y lo que está arriba se despeñe pudiera enfrenarle y detenerle el se-
OBRAS DEVOTAS. MEDITACIONES SOBRE LOS SALMOS PENITENCIALES 297

ñorío de la razón. De esta manera, quien con tales instancias y con ta-
este egregio filósofo mercaba la sa- les acucias ruega que el médico
lud mental a trueque de la enfer- acorra con la medicina.
medad física. Pero es el caso que No obstante, sobrelleva tú, peca-
nuestro pecador está malo del cuer- dor, un poquito de tiempo
este dolor
po y gravísimo del alma. ¿Qué pon- que te escuece tanto, a fin de que,
zoña es ésta, tan virulenta y eficaz, en adelante, no tan fácilmente te
que simultáneamente invade el cuer- arrojes en la culpa y con la dila-
po todo y llega al alma misma? Las ción del remedio paladees el ajenjo
mordeduras de áspides, de cerastas, de la enfermedad y entiendas hacia
de basiliscos, de sapos, de víboras qué tropezadero fuiste rodando, a
ni de cualquier otro linaje de saban- fin de que, sacado una vez de allí,
dijas no inoculan veneno tan malig- evites los senderos que conducen a
no; y con todo, él, poco a poco, tan lóbrega sima. El Señor no te
muy callando, cunde por las venas desamparará. Lo que quiere es que
y por otros escondidos conductos lo que la ceguera te hizo hacer, lo
del cuerpo, e inficiona con su hu- contemples tú con los ojos abiertos.
mor mortal los órganos vitales: y No dejará que quede vana su pa-
se propaga el sordo veneno y roe labra, que prometió trueque tan
los meollos el fuego comedor, y con ventajoso: Convertios a Mi y yo os
su pus caliente prende fuego en las volveré el rostro. Abre ya, desde
entrañas, como dice Lucano en el luego y poco a poco, tus ojos me-
libro noveno de su Farsalia. diante la penitencia, a fin de que te
Pero decidme, por favor: ¿qué penetres del trascendente significa-
veneno es éste y cuán horroroso y do de aquellas admirables palabras
cuán terrible, que tan pronto como de nuestro Dios admirable. ¿Pien-
penetró en el cuerpo, con dolores sas, por ventura, que es Dios quien
extremados, en un minuto inflige al se aparta de ti, cuando eres tú pre-
hombre muerte tan amarga? Qué ve- cisamente quien se aparta de El
neno sea, dirélo con una sola pala- con la suciedad de tu crimen? ¿Có-
bra; con una sola palabra lo oiréis, mo tú, que anteriormente, gracias
para que lo evitéis ahora y siempre. a la virtud, tenías constantemente
El pecado es la más pestilente do- clavada en El tu mirada y ahora
lencia del cuerpo y del alma huma- el pecado te hace cambiar de direc-
na. ¿Os maravilla esta afirmación? ción y miras a otro lado, y en fuer-
La razonaré. Es la muerte de esta za de ello El, a su vez, cesa de mi-
suerte de diosa inmortal y hermosí- rarte y desvía de ti sus ojos? ¡Va-
sima, y su mancha más inmunda liente excusa! Eso, acaso, hubieras
y pegadiza. Y por esto, como para querido tú, cuando pecabas, porque
el profeta no hay prisa suficiente no te viese El, que toma venganza
cuando su alma tiene prisa, no sea del mal. Y aun no sé si, entre tanto,
que si el remedio se difiere perez- cuando te avilantas y procedes a pe-
can a una, de muerte doble, cuerpo car, abrigas el secreto deseo de que
y alma, invoca al médico a voz en El no exista, como lo hicieron aque-
grito; pregunta hasta cuándo ha de llos filósofos criminales que elimi-
esperar, suplica que el socorro se naron a Dios de su filosofía o le re-
acelere, quéjase porque su demora dujeron a tal precariedad que casi
le ocasiona prolijos y muy acerbos no se diferenciaba de su no exis-
sufrimientos y duélese y se abrasa tencia y a la medida de sus deseos
298 JUAN LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. TOMO I

fabricaron fábulas y sueños, triste ofreceruna y otra cosa al caminan


alivio de su mala conciencia; fun- te;ningún cuidado del cuerpo, pero
daron la creencia de la impunidad que infieren al alma la mayor de
por manera que a su antojo existie- las violencias.
se el placer que halaga; pero no Por esto el salmista encomienda a
Dios, que castiga las malas obras. Dios no las riquezas de su reino,
Existe, pues, un Dios único, con que eran, como la historia nos hace
exclusión de cualesquiera otros dio- saber, cuantiosísimas; no la clien-
ses, que es bondad suma y remune- tela, no la familia, no el cuerpo, si-
rador justiciero de quien esperamos no su alma, que la saque de tan
el premio y el castigo. Este te con- bravos peligros. Y porque no acon-
templa asiduamente no con vista de tezca que al librarla de ese riesgo
hombre ni con los ojos fabulosos de vaya a dar en otro mayor, sino que
Argos o del lince, sino como tu al- su liberación sea total y perpetua,
ma se contempla a sí misma, o me- implora la misericordia, porque así
jor aún. Y, en efecto: ¡cuántas co- como le abandonó la muerte prime-
sas hay en tu alma que ella no ve! ra, no se siga la segunda muerte,
¿Están, por ventura y en todo mo- que es el infierno. Y en el infierno,
mento, a tu disposición los abarro- ¿quién conoce a Dios? ¿Quién le
tados almacenes de la memoria? confiesa si allí hay un desahucio to-
No, puesto que guardas todas sus tal de esperanza y, a la vez que con
disponibilidades como en una rica el tormento, una absoluta imposibi-
arca de la cual las sacas poco a po- lidad de evasión? Y así es que el
co. Pero Dios las ve en su conjunto salmista propone a Dios el provecho
y sabe todo cuánto tienes, siquiera que se sigue de la vida, como aquel
tú mismo lo ignores. Y mientras El rey Ezequías, nacido de la sangre
permanece inmutable en su eterni- del mismo David, se vale en su de-
dad, tú estás sujeto a mil alteracio- precación de ese mismo provecho, y
nes y mudanzas, y con eso sólo tú dice: Porque el infierno no te con-
te separas de El. Y con todo, El no fesará ni te alabará la muerte, ni los
se ha movido de ti el grueso de un que bajan a la hoya esperarán tu
cabello. Vuélvete a El, y la distancia verdad: el que vive, el que vive, ése
que tú provocaste con tu aparta- te confesará, como yo te confieso
miento se soldará de nuevo con tu hoy; el padre notificará a sus hi-
aproximación. El está donde estaba. jos tu verdad.
De ti depende que se vuelva a ti, si Harto bien sabía el profeta que
tú te volvieres a El. Ya, por fin, el motivo único por el cual el Señor
conoce el arrepentido en qué lugar dilataba tanto su venganza contra
salvaje y desierto vino a dar, entre los pecadores era por darles tiempo
qué ladrones vino a caer mientras a que se enmendasen, conforme es-
baja de Jerusalén a Jericó. Oíd la tá escrito: Compadécete de todas las
voz lastimera del viandante saltea- criaturas, porque eres omnipotente
do de bandoleros y cosido de heri- y haces que no ves los pecados de
das: ¡Lleva ya mi alma! ¿Qué di- los hombres, porque esperas su arre
ce de su alma ese peregrino incau- pentimiento. Y por eso mismo, en
to? Muy malos son esos ladrones otro lugar dice el mismo Señor: No
que ningún cuidado tienen del di- serán los muertos, Señor, quienes te
nero, ningún cuidado del vestido, alaben ni todos los que bajen al se-
que ellos dicen espontáneamente pulcro, sino que nosotros que vivi-
OBRAS DEVOTAS. MEDITACIONES SOBRE LOS SALMOS PENITENCIALES 299

mos, nosotros oendecimos al Señor. tiene la admisión de otra, por mane-


Esta es la causa por la cual Dios de- ra que lo que en los comienzos,
ja que los malos vivan, porque porque no halló oposición alguna,
mientras vivieren, hasta el postrer fué una simple ulceración, atrajo
suspiro pueden ciertamente arre- luego enjambres de moscas, cuya
pentirse en un mínimo espacio de molestia, no siendo sentida, predis-
tiempo mas una vez que se hubie-
; pone a no sentir las vivas picaduras
ren despeñado en el infierno, ya no de las avispas cáusticas; mas si se
les queda rastro alguno de esperan- apartaren, siente la cesación de los
za. ¿Qué ventaja, pregúntase el pro- aguijones y el alivio del tiránico
feta, reside en mi sangre si descen- hostigamiento. Esto es lo que quie-
dí ya a la podredumbre del sepul- re; esto es lo que pide a voz en
cro? Preocupado yo por esos pensa- cuello; esto es lo que reclama para
mientos, por conseguir una miaja su liberación, mandando que se ale-
de tiempo, a fin de que, como león, jen todos los que practican la ini-
ese divino furor tuyo no me arre- quidad; y con la ayuda de la divi-
batase en sus uñas y no tuviese na misericordia y armado del divino
quien de ellas me arrancase, sudo, socorro expulsa de su ciudad al
trabajo, gimo, lloro, pido que se me déspota que la ocupaba. Admitido
conceda prórroga de algunos días, y has tú también en tu república al
cuando pondero la muchedumbre tirano que la invadía, sobornado
de tu venganza, no proporcionada por sus larguezas, y, creciendo en
ciertamente a mis maldades, túrba- valía, fué mucho más poderoso que
se no solamente mi vista exterior, tú; y así es que no puedes extraer
sino la vista interior de mi alma. a quien pudiste introducir. Pondera,
Dime, te suplico, ¡oh Rey de Is- pues, a continuación a quién ven-
rael!: ¿cuál es la causa de esta con- des tu libertad y a qué precio la
goja tuya tan grande? ¿Por qué, a vendes, o, mejor, mira que no la
solas, en un rincón, estás triste todo vendas a ningún precio, no sea que
el santo día y consúmeste en el llan- te veas obligado a ser esclavo del
to? ¿Cuál es la causa por la cual el pecado, que es peor que tú, ni pue-
lucero del alba te encontró llorando das ya, una vez comprometido, re-
y llorando al cabo del día te halló cobrar al precio del mismo dinero
la estrella de la tarde? la libertad que vendiste y tengas
Porque con mi contumacia y cro- que implorar mientras gestionas tu
nicidad en el pecado encanecí entre rescate el auxilio de aquel en quien
vicios, en la sociedad de los malos, no pensaste en el acto de la venta.
con Satanás y otros perversos espí- —
Apartaos de mí dice todos los
ritus, mortales enemigos míos. Y al obradores de iniquidad: palabra san-
paso que cada uno de mis crímenes ta, palabra valiente, palabra de al-
hace que en menos se estime el que ma grande y elevada, palabra de
le sigue, la multitud de todos ellos destruidor de tiranos, palabra de
hacinada obligaron al pecador a en- i Hermodio y de Aristogitón, palabra
vejecer entre vicios, no sintiendo el de Arato Sicionio, de Trasíbulo, de
peso de las propias maldades. Toda j
Dión Siciliano ;
palabra enérgica
maldad acarrea una maldad nueva digna de los Brutos.
que la acompañe y more con ella, y Pero dime: ¿con qué armas te
una vez que se ha reunido de ellas yergues con tales bríos, tú que poco
toda una hueste, poca importancia |
antes yacías postrado en el bajo
300 JUAN LUIS VIVES. OBR AS COMPLETAS. TOMO I

suelo, encadenado en la mazmorra, dio, con una gallarda arremetida, re-


sentado en la lobreguez, en el moho, chaza, derrota, ahuyenta, persigue
en la hediondez de la más mísera de al enemigo y grita con algazara mi-
las servidumbres? ¿Son tuyas estas litar: Avergüéncense y contúrbense
armas, por ventura? ¿De dónde las esos enemigos; perseguidle, cauti-
tomaste, si poco antes no las tenías? vadle cuanto antes; derrotad a los
Y si las tenías, ¿por qué no las co- que se resistan, coged a los que se
nocías? Y si las conocías, ¿por qué entreguen para que sufran de nos-
no las empuñabas? ¿Por qué por co- otros aquellas mismas penalidades
bardía, por qué por apatía y pe- que en su inhumanidad nos hicieron
reza, preferías servir que mandar? sufrir y nos paguen los sufrimien-
Oyó —dice mis plegarias el Señor; tos que nos infligieron. ¡Oh alegría
el Señor despachó mi oración favo- auténtica! ¡Oh júbilo verdadero del
rablemente. Reconozco, en cuanto vencedor que sobrepasa todas las
estaba en mi mano, que yo mismo molestias de la campaña soportada;
me condené a perpetua servidum- que borra y desvanece todo recuer-
bre, que entregué mis armas al dés- do de tan graves esfuerzos, de tan-
pota ambicioso, seducido por el pla- tos aprietos padecidos! No habría
cer inmediato y descuidado del mal quien no quisiese luchar si la vic-
tan grande que en él se disimulaba toria fuese cierta; pero, puesto ca-
pero lloré, pero grité, pero supli- so que es segurísima de todo punto,
qué imploré a Aquel que es el úni-
; miremos de no hacer cosa que nos
co que posee el precio más que su- obligue a entrar en una guerra aza-
ficiente, copiosísimo, para ese res- rosa y a afrontar el riesgo consi-
cate; que es riquísimo, que es su- guiente. Vivamos contentos, viva-
mamente acaudalado de bondad, mos seguros, si se nos fuere conce-
pues da socorro de urgencia a quie- dido; bástenos con haber luchado
nes se lo imploran de veras; que una sola vez no siempre la teme-
;

es munificente y cuya redención es ridad es afortunada, y guardémonos


copiosa. Con estas virtudes suyas, de requerir tantas veces las armas
puesto que en El no había cosa su- y tantas veces arrostrar el peligro
perior a su poderío, ni mejor que del combate, que algún día, por
su voluntad, me dió asistencia y le- fuerza y muy a costa nuestra, expe-
vantéme del abatimiento repuesto y rimentemos (cosa que Dios no per-
fortalecido de mi debilidad, suelto mita),cuán amargo sea el definitivo
de grillos y de esposas; devolví a vencimiento.
mi rescatador el precio que había
pagado por el deleite; a saber: la
tristeza, y si antes estuve inerme, MEDITACION II

ahora estoy armado. Igualado ya SOBRE ESTE SALMO 31


con mi cruel tirano, empecé a pe-
lear con él, y robusteciéndome con Bienaventurados aquellos cuyas
cada uno de estos combates, consigo iniquidades han sido perdonadas y
sobre el tirano cruel e impotente un cuyos pecados fueron encubiertos.
triunfo glorioso. Bienaventurado el varón a quien
Oye la voz del ejército sitiado cuan- el Señor no hizo cargo del pecado
do, habiéndosele enviado socorro ni en su espíritu hay doblez.
del exterior, reconcentrando todas Porque callé, mis huesos envejecie-
sus energías después del prolijo ase- ron mientras todo el día vociferaba.
OBRAS DEVOTAS. MEDITACIONES SOBRE LOS SALMOS PENITENCIALES 301

Porque de día y de noche pesó mo si la inmensidad de Dios cupie-


sobre mí tu mano, revolvíame en mi ra en las estrecheces del entendi-
dolor mientras se me iba hincando miento humano. ¡Ay míseros de
la espina. aquellos que, no conociendo la pe-
Manifiesto te hice mi delito y no quenez de su inteligencia, con me-
tuve escondida mi injusticia. nosprecio de Dios, vinieron a des-
Dije: Aun contra mí, confesaré al peñarse en el sentir de los repro-
Señor mi injusticia y Tú perdonas- bos, y por no tener abierto el cami-
te la impiedad de mi pecado. no, de vuelta a la salud cerráronse
Por esta causa, orará a Ti todo a sí mismos todo acceso a ella, con
santo en ocasión oportuna. la mayor de las maldades, que es
Aun en el diluvio de las muchas negarse a reconocer la maldad!
aguas, a él no se aproximarán. ¡Oh cuánto más felices son aquellos
Tú eres mi refugio en la tribula- pequeñuelos, aquellos necios que sin
ción que me cercó; regocijo mío, la sabiduría del mundo alcanzaron
líbrame de los que me rodean. la divina sabiduría, la cual, sin acep-
Entendimiento te daré; instruirte ción de personas, está al alcance de
he en esa vereda por donde andas; los que la imploran, o, mejor, que
tendré fijos sobre ti mis ojos. espontáneamente anda en contorno
No queráis ser como el caballo y y busca de aquellos que son de ella
el mulo, que no tienen inteligencia. merecedores; que ninguna otra co-
Con cabezón y con freno aprieta sa saben sino Cristo, y éste, crucifi-
las quijadas de aquellos que no se cado, escándalo para los judíos y ne-
acercan a Ti. cedad para los gentiles. Pero ¿por
Muchos son los azotes del peca- qué dije que ninguna otra cosa sa-
dor; mas al que en el Señor espe- ben? ¿Qué otra cosa iban a saber
ra, la misericordia le rodeará. los que saben todas las cosas? ¿Por
Alegraos en el Señor y rogocijaos, ventura no lo sabe todo el que sa-
¡oh justos y gloriosos todos los rec- be a Dios, Hacedor de todo? Cuales
tos de corazón! son los que arden y rebosan de ca-
ridad; los que sienten el aliento ge-
Cristo, que es nuestra vida, dice neroso y cálido de la esperanza. Es-
en su Evangelio que nadie puede ir tos tales caen ciertamente, porque
a El si Dios Padre y Señor de todo siete veces al día cae el justo, mas
lo criado no le atrajere. Es, pues, otras tantas veces, mediante la con-
verdad averiguada que esta gracia fesión, levántalos el arrepentimiento..
no es del que quiere o del que co- Verdaderamente bienaventurados
rre, sino de aquel a quien Dios se lo son aquellos cuyas iniquidades fue-
da por su misericordia. La razón de ron perdonadas y cuyas culpas fue-
ello, por mucho que la inquiera el ron encubiertas por la caridad, que
flaco entendimiento mortal, no ha tapa la muchedumbre de los peca-
de atinarla. Y, con todo, ninguna co- dos. Con la sola caridad mueven al
sa hace Dios sin una motivación so- Señor a compasión y, según la pro-
berana. Los que no pudieron dar mesa fiel, alcanzan misericordia los
con ella, en el colmo de su desvarío, misericordiosos a quienes el Señor
afirmaron que Dios no la tenía, co- no imputa su pecado. ¿Por ventura
mo si fuera asequible la compren- no son de verdad bienaventurados
sión de aquel fin, mientras subsista aquellos que consiguen el perdón de
la flaqueza de nuestra ciencia y co- sus maldades antes de que se les
302 JUAN LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. —TOMO I

haga reos de las mismas? ¿Qué tras maldades, y su delator, con sus
bienaventuranza puede haber mayor denuncias asiduas, con sus remordi-
como la que así que pecares se te mientos asiduos, con sus rugidos
perdone antes de que se te juzgue, asiduos, llenos de ira y de furor,
y que del mismo crimen de que con una fiereza más que leonina,
otro es reo a ti no se te inculpe na- delata al malvado y al criminal.
da, habiendo cometido lo mismo? Pero la carne cómplice calla, oculta
¿Por qué tú has de ser bienaventu- los pecados, no dice una palabra de
rado? ¿Por qué, tú, según el dicho la ley de Dios, no medita nada, se
vulgar, has de ser hijo de la gallina ha endurecido, se ha encallecido a
blanca? Porque en tu espíritu no los avisos santos y, a la chita ca-
hay engaño; porque tú, a imitación llando, saboréase con su asidua mal-
de aquel pueblo malo, no honras a dad. Esta situación de cisma en el
Dios de labios afuera, siendo así que hombre viene a ser como una re-
tu corazón está distanciado de El; pública partida en dos por una gue-
porque no juras de palabra (como rra civil, en la que el cónsul inicuo
dice no sé qué filósofo griego); pe- no hace caso de la mediación del
ro mantienes no jurada la concien- buen tribuno del pueblo, ni le oye
cia, y como dice el otro romano, el dictador cruel, sino que impone
porque no tienes una cosa encerra- al pueblo injustamente una muy pe-
da en el pecho y tienes otra a flor sada servidumbre.
de labio; porque eres el mismo ex- Esta es la ley que San Pablo sen-
terior que interiormente y porque, tía en sus miembros estar en pugna
conforme a la regla del Apóstol, con aquella otra ley justísima de
crees de corazón para la justicia y su conciencia. Así, con la carne he-
de boca haces confesión para la sa- cha podre, la ponzoña atacó los
lud. huesos y la caries los consumió, co-
Tú, por todo eso, eres bienaventu- sa que reconoció, por fin, cuando
rado; eres un verdadero israelita el pecador se sintió tocado del furor
en quien no hay engaño; tú, que del Señor, no aquel furor definiti-
eres tan simple; tú, que eres en vo y final que castiga ya sin perdón
confesar tan solo y tan señero. Oye inapelable, sino aquel otro que, na-
¡

cuán doble, oye cuán copioso peca- cido de su afecto de padre, va a des-
— —
dor sea! Callé dice y clamaba to- pertar a quien estaba sumido en
do el santo día. ¿Quién calla? El profundísimo y crónico letargo, y le
pecador. ¿Quién clama todo el san- hostiga con aguijón algo más pun-
to día? El pecador. Parad mientes, zante para que, al fin, emprenda su
¡oh dialécticos!, en esta contradic- retorno a El. ¿Y pensáis que pueda
ción; escuchadla, filósofos. Ese cla- haber amodorramiento comparable
ma todo el día y no clama porque con este sueño del pecador? Ni ador-
calla.¿Qué prodigio es éste, Aristóte- mideras, ni beleños, ni la misma
les? Aquí tienes dos verdades, ver- agua fabulosa bebida del Leteo tie-
dades ambas, que se contradicen. nen mayor y más invencible efica-
Sin embargo, ya sé lo que todos res- cia soporífera que el pecado; quien
pondéis No es un individuo, es una
: una vez lo sorbió, camina no con
colectividad, es una multitud. Uno los ojos cerrados, sino muy abiertos,
es el que clama y otro es el que y estando en función normal todos
calla. Dices bien. La conciencia, sus sentidos, anda dormido tan pro-
que es un testigo doméstico de nues- fundamente que se olvidó de Dios,
OBRAS DEVOTAS. MEDITACIONES SOBRE LOS SALMOS PENITENCIALES 303

que que se olvidó aun


es su padre; va hincándose en su carne esta es-
de mismo; si lo mirares de fijo,
sí pina aguda, él se revolcaba sin re-
dirás que es cadáver ambulante. poso en su dolor. ¿Acaso no vemos
Diz que los lirones duermen el in- esto todos? Quien se acuesta en le-
vierno todo entero, y que las osas cho de espinas no hace más que re-
duermen catorce días, sumidas en volverse. Si el que pasea con descui-
sueño tan espeso, que ni aun las he- do se siente atacado por la espalda,
ridas las pueden despertar. ¿Y pen- instantánea e instintivamente se
sáis que es más ligero ese sueño, vuelve atrás. Así es que al hombre
del pecador, a quien ni tantos y tan siempre le llama su propio dolor;
santos avisos, ni tantos ejemplos tiene los ojos donde tiene el dolor;
eficaces, ni la esperanza de la próxi- lleva su mano al miembro que le
ma bienaventuranza, ni el temor de duele; cuida de su dolor asiduamen-
la muerte, ni el miedo del infierno te; hacia su dolor vuélvese todo
le despiertan hasta que el Señor cuando el benigno cauterio de ese
aprieta más briosamente y aplica el fuego blando ataja y seca en su
cauterio de la caridad para, al me- cuerpo supuración infecciosa. Y
la
nos, restablecer su sensibilidad? así como enel punto más subido del
Cuando el Señor llega suave en su estío quiébrase y quémase toda plan-
visitación, no
fiero, sino amigable, ta espinosa, una vez desvanecida la
consigue El solo lo que no consi- densa niebla y resuelto en el aire
guieron ni el hierro ni la sajadura claro el humo espeso en que yacían
que fué preciso aplicar a letargía profundamente adormecidos los sen-
tan pesada. tidos, quédale sólo aquel jugo salu-
Esto es lo que siente el pecador dable y vital, templado y fomentado
dormido; esto es aquello de que se por su calor suavísimo, y la restan-
quejaba aquel santo paciente cuan- te ponzoña queda absorbida por el
do decía: Habed misericordia de mi, ardor vehemente de aquel cauterio
habed misericordia de mí porque salubérrimo.
me ha tocado la mano del Señor. Oíd ahora las obras maravillosas
¡Oh mano topoderosa; cuán maravi- de ese despertar del Profeta. Ved
llosa y cuán variada es la virtud de cuán diligente es su voluntad de
tu toque. Esta mano es la que de la curación; considerad con qué pron-
nada creó el cielo y la tierra; esta titud descubre sus llagas. Es harto
mano es la que los sostiene, los rige, sabido, por lo que toca al médico,
los gobierna; 'esta mano es la que que es de absoluta necesidad que le
da la vida y la que la quita; ésta es descubras tu dolencia. Lo primero
la que fomenta ésta es la que sana.
; que hace, pues, el salmista es descu-
Y es esta misma mano la que toca brir su llaga a Dios, Médico sobera-
con eficacia invencible; ésta es la no, y pídele que le cure; no oculta
que con su pavoroso tocamiento des- un punto más la herida, porque no
pierta a los pecadores de su sueño, cunda la infección que, derramándo-
es la que en el arrepentimiento vier- se por el cuerpo todo, lleve al bor-
te el bálsamo de la esperanza y de de del peligro mortal. Oye ahora
la consolación; ésta es la mano que con pasmo el fruto grandioso de la
para despertar tiene que punzar. fe, copioso esquilmo de la con-
el
Muy bien se expresa el salmista, versión: quedaste sano en el ins-
quien de su propia experiencia dice, tante mismo en que tu enfermedad
con eficacia expresiva que mientras te dolió sinceramente y le pediste
304 JUAN LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. TOMO I

la curación: ¡Arriba, arriba, para- tán manifiestas y desnudas? No pre-


lítico! Toma tu lecho y anda, y co- guntes la razón a tan gran maestro.
rre siempre camino avante para que Bástete la autoridad de quien lo di-
tu fortaleza tome bríos de hora en ce. Pero tú, mientras tanto, oye lo
hora. Y por albriciar y hacer esta que el Señor te manda que hagas
nueva más alegre, sábete que tan ra- —
Ve dice y muéstrate al sacerdote,
dicalmente fuiste curado por este aun cuando eí salmista, bien que re-
Médico soberano, que jamás por ja- cordando ese precepto del Señor, ha-
más has de volver a enfermar de bíale puesto en segundo lugar, de
esa dolencia de que has quedado forma que antes manifestaba su pe-
limpio. Para siempre quedó perdo- cado al Señor y luego a su sacerdo-
nada la iniquidad de tu crimen. Esa te. Y no es que piense que lo mani-
tu reconciliación con Dios no es co- fiesta a quien antes lo ignoraba, a
mo la reconciliación con los hom- quien no lo veía antes; velo Dios,
bres, entre los cuales, así que la en verdad; ve constantemente los
amistad mal recosida comenzó de pecados de los hombres El, que es
nuevo a resentirse, luego al punto el único que escudriña los rincones
vuelven a la memoria todas las pa- y los corazones y todos los entresi-
sadas injurias, y las enemistades re- jos del alma. Esta manifestación no
cientes superan con mucho las ene- tanto es para Dios como para ti.
mistades añejas. Esa tu renovada Así como los que van a mostrar al
amistad durará todo el tiempo que médico una úlcera retiran el venda-
quieras tú que dure. Y porque sepas je para verla ellos también, así
lo que ganaste con tu reconciliación, también, en este caso, pones la he-
haz cuenta que jamás ha de volver- rida al descubierto para enseñarte
se a hacer mención de esas malda- y descubrirte a ti mismo la maldad;
des tuyas, cuyo perdón has conse- para que veas lo que no veías, para
guido, aun cuando de nuevo vuelvas que conozcas lo que no conocías:
a enemistarte con Dios. Y cosa que cuánta era tu torpeza, cuánta tu vi-
aun habrá de maravillarte más: leza, cuánta tu maldad, y te duela
Aquel que nada puede olvidar, no de haberla hecho. Luego debes con-
recordará estos crímenes tuyos en fesar que la hiciste al sacerdote no
todo el discurso de la eternidad. como a hombre, sino como deposi-
Por ventura, no me das todavía tándola en el divino oído, confe-
entero crédito; pides al Señor un sando al Señor tu injusticia.
documento que acredite tamaño be- Continúa, salmista; 'veamos lo que
neficio. Oye lo que fué dicho por el se sigue; oigamos estas palabras tu-
Espíritu Santo: Si hiciere el impío yas tan cadenciosas, medidas a ma-
penitencia de todos los pecados que nera de verso tan sonorosamente:
cometió y guardare todos mis man- Dije: Confesaré contra mí, al Se-
damientos y obrare juicio y justicia, ñor, mi injusticia y Tú perdonaste
vivirá su vida y no morirá. Yo no la impiedad de mi pecado. ¡Oh nue-
me acordaré de todas las iniquida- va verdaderamente saludable! ¡Oh
des que perpetró y en la justicia alegrísima embajada que debiéra-
que obró en ella vivirá. mos llevar siempre en nuestros la-
Te maravillas, lo sé. Y sé que pre- bios y en nuestro corazón! ¿Quién
guntas la razón. ¿Cómo puede ser hay tan pusilánime que desespera?
que se olvide de cosa alguna Aquel ¿Quién es ese que anda tan mohíno
ante cuyos ojos todas las cosas es- y tan encapotado? ¿Quién no salta
OBRAS DEVOTAS. MEDITACIONES SOBRE LOS SALMOS PENITENCIALES 305

de gozo? Ved cuán poca cosa exige radas en las vegas, a saber, entre
el Señor. Admirad la facilidad del los regalos y las pestilencias, en si-
Señor; gustad y ved cuánta es su tios expuestos al embate de las on-
suavidad y su dulcedumbre. No das, sino que, a guisa de pájaros,
quiere sino que digamos que vamos lleven su vuelo al monte; a aquel
a confesar contra nosotros nuestra monte, digo, desde cuya cumbre
injusticia, e inmediatamente nos Cristo Jesús frecuentemente adoc-
perdonará el suplicio del pecado. trinaba a sus discípulos; a aquel
¿Quién dice que el Señor es un juez monte donde no va a romper la des-
desabrido? ¿Quién dice que es un bocada furia del Océano ni hace
juez severo? ¿Quién no le llamará riza la mayor abundancia de agua
mansísimo, padre muy clemente? caída del cielo, que toda es llevada
Gran fuerza es la tuya, confesión. de arriba borrasca y avenida que
;

Todavía no comenzó a hacerte el pe- perjudican a los que moran en los


nitente, con sólo que prometa que te sotos. Contempla El desde empinado
hará, y el Señor ya le otorga el per- miradero cómo los míseros y necios
dón del delito. Este es aquel perdón mortales aflígense de tantos males,
cuya consecución pide el hombre mientras con uñas y dientes se aga-
aunque justo, pide el varón aun- rran a los placeres de este mundo.
que santo, cuando se levanta de sus Mas el Profeta, en el monte, en
habituales siete caídas, y no deja Cristo, en el refugio al cual se aco-
que la maldad haga mayores pro- gió huyendo de la calamidad de la
gresos: anda a ciegas; es flaco; su aflicción, de las penalidades, sabo-
camino es resbaladizo en parte, y, réase con la fruición anticipada de
en parte, es fragoso y barrancoso; la felicidad eterna. Aun cuando yo
no puede asegurar sus pies; cae, no niego que ella haya escapado el
pero luego, y a tiempo mientras el peligro tan absolutamente que no
levantarse puede ser provechoso, to- pueda de nuevo rodar despeñándose
davía se incorpora de nuevo. No se al hondón y sucumbir a las mayo-
resigna en su caída, no quiere ten- res miserias que mientras ande por
derse ni revolcarse en el cieno, ese valle de lágrimas le acechan y
cuando es somero y superficial, no rodean. Y por esto es que no seguro
sea que con el aumento de la lluvia, del todo antes de la consumación de
sea más pegajoso el cenagal y re- su carrera, de cuando en cuando ele-
sulten vanos los esfuerzos por des- va su imploración ansiosa
al cielo :

envolverse de él. Así que se levanta Líbrame —dice


de todos los peli-
con instantánea reacción, se sacude gros que me cercan, porque nadie
el lodo, se encarama a las cumbres, piense temerariamente, mientras vi-
y de cada una de las caídas, y de ve, que ya superó los peligros todos
cada uno de los levantamientos há- y no queda riesgo alguno que re-
le
cese un escalón hacia la excelsitud, celar. Noconsiente Dios que nin-
hasta el punto que aun cuando del guno se conduzca con una tan des-
mar viniere una borrasca más bra- cuidada seguridad, que se detenga
va o una más torrencial lluvia del en mitad de la jornada, sin ímpetu
cielo no le puedan causar daño, ni ni bríos, que olvide y deseche toda
siquiera puedan alcanzarle. preocupación, porque ya no teme
Estas son las primeras adverten- ningún aprieto. Así es que para acu-
cias que han de hacerse a los hom- ciar nuestra actividad, para que
bres, porque no construyan sus mo- nuestro espíritu y nuestro ingenio
306 JUAN LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. TOMO I

mantengan toda su vigencia y po- ojos del Señor puestos sobre él fir-
derío, nos pincha con sus aguijones memente. ¡Santo Dios! Qué trini-
la necesidad, que es la única gran dad esta de adalides, o, mejor, qué
maestra de la vida El trabajo agu-
: tres ejércitos tan poderosos y tan
zó el ingenio de los infelices, y la fuertes para rechazar la ignorancia,
fortuna adversa, con sus apremios, para vivir santa y alegremente, aun
enseñó a cada uno vigilancia, dice en medio de las huestes que nos tie-
el poeta Manilio en su Astronomi- nen puesto el asedio riguroso.
cón. Los primeros pasos en ese camino
Pero avivemos el seso y consi- de la sabiduría son entender de
deremos con más despierta diligen- quién ella es dádiva, reconocer la
cia las palabras del Profeta: Líbra- necesidad que de ella tenemos, sa-

me dice de todos los peligros que ber cómo hemos de conseguirla.
me cercan. Pondera cuán cercana Esto es lo mismo que el Sabio dice,
nos está la necesidad y cómo la pre y en esto consistía la sabiduría:
siente tan vecina. Puesto que si es- saber de quién ella es don. Acudí
tuviera lejos le daría una relativa al Señor y se lo pedí. Esta fué la
seguridad, dice, de los peligros que causa por la cual aquellos ciegos
me cercan. De manera que con sólo que pareciéndose sabios a sus pro-
bajar del monte, ya los tiene más pios ojos y con vista más aguda que
cercanos, más frecuentes, más cre- los linces, aun cuando caminaban
cidos, más apremiantes, y consólo en el más grande
estallido de luz,
ladearse a la derecha o a la izquier- vivían miserablemente sumidos en
da, con sólo que avance un paso, tinieblas cimerianas; vivían, según
con sólo que un paso retroceda, ya el dicho vulgar, de tinta de calama-
da en ellos de bruces. Siempre que- res, y eran pura ignorancia y nece-
da un portillo abierto, siempre que- dad. Puesto caso que ignoraban
da una brecha para una posible eva- quién fuese el dador de la sabiduría,
sión, siempre queda un puerto en pidiéronla a quien no podía darla,
la montaña, encaminándonos al cual a saber, a su propio ingenio, en el
nos vamos liberando gradualmente cual confiaban exclusivamente. Por
y del cual nos viene toda libertad y esto, frustrados en su deseo, no con-
todo auxilio. Esfuércese, por tanto, siguieron nada y perdieron el gasto
en escaparse por allí aquel a quien y el trabajo. ¡Qué gran realidad es
tiene puesto sitio, aquel a quien que el Señor condenó la sabiduría de
ataca y presiona este ejército de la los sabios y reprobó la ciencia de
maldad; levántese hasta aquella al- los avisados! ¡Cuán admirablemente
tura ; alce sus ojos a aquellos mon- sorprendió a los astutos en su astu-
tes, y en habiendo llegado a su cum- cia y puso a los humildes en sitio
bre, álcelos al cielo a fin de que, descollado!
puesto que alcanzó la proximidad Aprendamos ahora de quién y de
del Señor que mora en las alturas, qué manera hemos de pedir la sa-
sea oído con mayor facilidad, impe- biduría. Santiago, el apóstol del Se-
tre refuerzos del Señor de los ejér- ñor, según los preceptos de aquella
citos con los cuales pueda vencer y escuela de la ciencia de Dios, habla
desdeñar toda la presión del ene- así Si alguno de vosotros ha me-
:

migo. Estos refuerzos son el enten- nester §abiduría, pídala a Aquel que
dimiento, el conocimiento del cami- la da, pídala a Dios, que la da a to-
no por donde anda, la fijeza de los dos con largueza y no la niega y se
OBRAS DEVOTAS. MEDITACIONES SOBRE LOS SALMOS PENITENCIALES 307

la dará. Ya sabemos a quién la he- iluminan los pies de los santos


mos de pedir; aprendamos la ma- mientras van peregrinando por el
nera de pedirla: Pídala dice sin — mundo, caminando guiados por la
asomo de titubeo en su fe. fe, desde el destierro a la patria. Es-
Maravillosa largueza esa largueza ta es aquella antorcha magnífica
del Señor, que puesto a dar con ma- que ilumina a todo hombre que vie-
no larga, no pide más trueque que ne a este mundo. Esta es aquella lu-
el de nuestra petición, ni quiere más cerna de vivísimos destellos que el
favor sino que se lo pidamos con afligido Job lamentábase de que se
una confianza ciega. ¿Quién no se le hubiese ido. ¿Quién me diera — di-
animara a pedir a un potentado ri- ce que yo fuese como en los meses
quísimo si supiera de antemano que prístinos, como en aquellos días en
no iba a tardar tanto en el dar como que Dios me custodiaba, cuando su
el pedigüeño en el pedir? Pues con lámpara resplandecía sobre mi ca-
tus mismos ojos ves lo que pides y beza y a su resplandor yo cammaba
cuán rico es aquel a quien lo pides en las tinieblas? Harto entiende
y con qué generosidad lo da, y con aquel para quien aquella luz divina
qué llaneza, y que nunca más ha de relumbró cuán vil cosa sea ser echa-
reprocharte el don, al revés de lo do a la inmundicia de estos placeres
que los hombres acostumbran, que y cómo ello es hacer el caballo y el
con tanta pesadez y frecuencia re- mulo, por no nombrar los más vi-
cuerdan a quienes beneficiaron los les, los más despreciables animales
beneficios que les hicieron, hasta el (con perdón de los oídos delicados),
punto que, según el proverbio vul- el puerco cenagoso, el asno estúpi-
gar, echan agua en el vino es decir, ; do, en quienes no hay rasgo alguno
aguan la merecida gratitud con de aquel entendimiento que el Señor
aquel chorro de agua fría que es el no negó al pecador arrepentido para
recuerdo molesto y aquel continuo que le conozca, en cuyo conocimien-
echárselo en cara. Oye lo que se se- to consiste la vida eterna.
guirá así que hubieres alcanzado la Despojaos de estas apariencias de
sabiduría Adoctrinado y protegido
: animales, volved a vestiros del hom-
por el Señor, andarás por este cami- bre, recobrad el entendimiento, co-
no de soledad; harás esta jornada noced la vanidad de todas las cosas
camino del hogar, o, mejor, de la y cuánta es su maldad sin el Señor.
patria de la vida; dirigirá sus ojos Conoced hasta qué punto esas rique-
hacia ti y tú les seguirás como luce- zas, esas opulencias, esas abundan-
ros conductores para que, a su luz, cias, esa gloria son necedad pura,
por certísima vereda y por atajo son vanidad huera sin ese entendi-
muy compendioso vayas haciendo miento. El talento más lúcido, la
tu vía, sin que te tuerzas a los ma- memoria más capaz y más tenaz, el
los pasos y a los senderos de iniqui- espíritu más amplio y más vigoroso
dad tan numerosos que te aparten son pura estupidez, si no conocen
de este camino. a su Autor. La filosofía y toda la
Esto es lo que el mismo salmista ciencia del siglo es ignorancia radi-
pedía en otro lugar con estas pala- cal, es demencia, es insania, es lo-
bras: No alejes de mí.
tu rostro cura furiosa si ignora a Aquel a
Esos son los ojos del Señor,
puestos quien deberían conocer antes que
continua y amorosamente sobre los ninguna otra cosa. ¡Oh verdaderos
justos. Esas son las lámparas que caballos, oh mulos, oh perfectos as-
308 JUAN LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. TOMO I

nos todos aquellos que con la cabe- llena de consuelo y alegría para el
za derribada al suelo no adoraron, penitente a quien, puesto que en el
no reconocieron a Dios, Soberano Señor puso su esperanza, en lugar
Hacedor de todo! Esta fué la razón de aquel ejército hostil de quien an-
por la cual nos cuenta la Escritura tes se quejó estar cercado y apreta-
que Nabucodonosor anduvo siete do, ahora, tras su derrota, se verá
años a gatas por el suelo, deforma- rodeado de misericordia, de aquella
do en bestia, porque ignoraba a su misericordia que le defiende de to-
Dios y Señor, porque pensaba que dos los enemigos, de toda violencia,
por encima de él no había ningún de toda acometida, de toda aflicción
otro, lo cual es degenerar de hom- y le mantiene en paz y en quietud
bre en bestia bruta. Antonio, aquel muy sabrosa. Por todo ello, alégren-
ermitaño santo, mucho antes que se los justos, no en ninguna cosa
aconteciese, había visto a la herejía huera de ese siglo de vanidad, sino
arriana bajo forma de mulos, pues- en el Señor; y todos los de corazón
ta a la tarea de derribar altares. recto, gloríense en El solo porque
¿Podrían ser vistos bajo una apa- le saben y le conocen.
riencia más apropiada que bajo fi-
gura de mulos todos aquellos que
se apartan de la religión verdadera, MEDITACION III
que echan en olvido la ley de Dios? EN ESTE SALMO 37
De esos tales que no se acercan a
Ti, Tú, Señor Dios, aprieta las qui- Señor, no me reprendas en tu fu-
jadas con freno y con cabestro; do- ror ni me castigues en tu ira.
méñalos como bestias porque, ha- Porque tus saetas se han hincado
biéndolos creado hombres, ellos no en mí y has asentado sobre mí la
entendiendo cuán excelente era su pesadumbre de tu mano.
condición, prefirieron la condición de No hay sanidad en mi carne, en
bestias. faz de tu enojo; no hay paz para
Esos son los hombres a quienes mis huesos a presencia de mis pe-
habiéndoles Dios atribuido dotes cados.
envidiables, así de alma como de Porque mis iniquidades pujaron
cuerpo, en el exceso de su ingrati- sobre mi cabeza y como carga pesa-
tud las desconocieron y no sintieron da se agravaron sobre mí.
de esa soberana distinción ningún Pudriéronse y corrompiéronse mis
reconocimiento. Estos tales fueron cicatrices a causa de mi necedad.
comparados a los jumentos insipien- He sido hecho miserable, y en-
tes y se hicieron tan semejantes a corvado estoy hasta lo sumo; todo
ellos, que entre unos y otros no hay el día hasta su fin caminaba entris-
más diferencia que la de la configu- tecido.
ración de sus miembros, y a ellos el Porque llenáronse mis lomos de ilu-
Señor, como a jumentos, como a ler- siones y no hay sanidad en mi carne.
dísimos asnos les sujetará no sólo al Afligido estoy y humillado en de-
cabezón y al freno, sino también al masía; rugía del gemido de mi co-
látigo recio de su indignación. Pero razón.
dejémoslos nosotros en su ignoran- Delante de Ti, Señor, está todo
cia desastrosa y en su ceguera insa- mi deseo, y mi gemido no se reca-
na. Sea la conclusión de nuestro ta de Ti.
salmo, como suele ser la de los otros, Mi corazón está conturbado; me
OBRAS DEVOTAS. MEDITACIONES SOBRE LOS SALMOS PENITENCIALES 309

ha desamparado mi fuerza, y aun trates de inculcarles que se ha de


la lumbre de mis ojos no está ya corresponder con amor al amor de
conmigo. Dios, que mucho nos ama; que a
Mis amigos y mis allegados se El, como a un padre, se ha de re-
acercaron y se pusieron contra mí. currir y no al demonio, enemigo del
Y los que cerca me estaban, se género humano, y a sus ministros
pusieron lejos y hacían violencia y valedores, que son los deleites, los
los que buscaban mi alma. engaños del mundo y todo el res-
Y los que me buscaban males, ha- tante cortejo de maldades. Baldío
blaron vanidades y todo el día ma- resultará el esfuerzo que pongas
quinaban engaños. en levantar a la esperanza de los
Mas yo como sordo no oía y co- soberanos bienes a un espíritu ya
mo mudo que no abre su boca. sepultado y hundido en la profun-
Y me hice como hombre que no didad del mismo báratro. No per-
oye y que en su boca no tiene ré- suadirás al dormilón ni al cegajoso
plicas. que, por propio impulso, miren de
Porque en Ti, Señor, esperé; Tú hito en hito los deslumbradores
me oirás, Señor Dios mío. rayos del sol, como el cancerbero
Pues dije: No sea que alguna vez arrancado de las infernales lobre-
se gocen sobre mí mis enemigos, y gueces, según cuenta la mitología.
mientras mis pies vacilan, hablaron El único remedio que le queda a
con orgullo contra mí. un esclavo así de bajo y de vil, es
Porque estoy preparado para los que, puesto que tiene un alma ge-
azotes y mi dolor está siempre de- nerosa, que más dócilmente se de-
lante de mí. ja guiar que no arrastrar, es que
Pues yo pregonaré mi iniquidad se le muestren los golpes y los azo-
y pensaré en mi pecado. tes. Vean enhorabuena los cepos;
Mas mis enemigos viven y más vean la rueda del molino; vean las
que yo se han hecho fuertes y se lóbregas mazmorras.
han multiplicado los que me aborre- Penétrese de ese miedo saludable;
cen sin razón. experimente el divino enojo, conoz-
Los que vuelven males por bie- ca el celeste furor; oiga las pala-
nes, me detractaban, porque yo se- bras de amenaza que le habla en
guía bondad.
la su ira, y en su furor le conturbe.
No me desampares, Señor Dios Contúrbele con aquel furor que
mío; no te apartes de mí. descuaja y disloca los montes y
Señor Dios de mi salud, acorre en no lo saben aquellos mismos a quie-
ayuda mía. nes sepultan en su ruina; con aquel
furor que desquicia la tierra y sa-
Si el Señor pone miedo en todos cude sus columnas y sus cimientos.
los pecadores con la demostración Mejoren los azotes a ese esclavo be-
de su furor, ¡a cuántos a quienes llaco. Este es el furor del Señor,
no reducen los amorosos avisos del del cual no siente horror sino aquel
padre retraería del pecado ese mie- que no lo conoce, el que no le tiene
do tan ruin!. Naturalmente, en mu- siempre ante sus ojos, el que por
chos puede más el temor de los ma- él ninguna vez fué alcanzado. Har-
les que la esperanza de los bienes. to bien sabía eso el salmista, que
A esos espíritus tan viles, tan ab- ya una vez, al principio de otro sal-
yectos, tan rotos, en vano será que mo, pedíale que con él no le ate-
310 JUAN LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. TOMO I

rrorizase; y ahora de nuevo, pre- tran. Una parte del mundo arde en
sa de idéntico pavor, pídele lo mis- sombrías llamaradas, y lo que ei
mo. ¿Hay alguno que se admire? fuego no devora, lo traga el océa-
¿Hay alguno que llame cobarde a ese no, ruge la rabia de los vientos, bra-
profeta y a ese rey? Si lo hubiere ma la brava tempestad marina, y por
este tal, llámese a sí mismo teme- campos y por villas crepita el in-
rario, que nada considera, que no cendio veraz. Bramidos varios dan
aprecia nada. Consta que ese nues- los animales; bajo el cielo rueda el
tro David fué un adalid fortísimo trueno ronco, y el fragor horroroso
que no cediera en valentía ni a que producen tantos ruidos diso-
aquellos héroes míticos que fueron nantes asorda los ámbitos todos.
Héctor y Aquiles, ni al soberbio ¡Dime, te ruego; oh el más esfor-
Alejandro, ni al osado Aníbal, ni zado de los héroes! ¿Qué piensas
al ateniense Cabrias, ni al esparta- de todo ese desconcierto? No de-
no Leónidas, ni al más famoso de fienden asaz a sus moradores las
los caudillos romanos. Pero óyeme, cubiertas de las casas y aun en sus
por favor: ¿Acaso esta ira no es abstrusos escondrijos sienten mul-
temerosa? ¿Por ventura no es es- tiplicado el pavor. La triste soledad
pantable este furor? Baja Dios mis- aumenta el miedo; auméntale la
mo en alas del fuego rapacísimo, compañía porque el terror del uno
sacude la estabilidad de los cielos, se añade al terror del otro.
disuelve la armazón de los elemen- Este es aquel furor que supera,
tos, suelta vendavales furiosos y que quebranta cualquiera temeridad.
batallones de vientos metidos en El Señor, en su furia, no combate
pugna mutua. cual los hombres, de lejos y con el
Oscurece con niebla densa los res- hierro, contra los cuales nos pueden
plandores del sol y del día, afloja ser abrigo un río corriente o una
las riendas del mar, abre los sella- muralla levantada y sernos defensa
dos abismos, estremece la tierra el arma y el escudo, o la fuga acele-
que treme del terror demasiado y se lerada puede proporcionarnos la sal-
resquebraja toda en hendiduras pa- vación. Ese furor entra en tu alma
vorosas. Mete el miedo en el pecho y te sorprende inerme y se apodera
de todos los seres animados, y ni de ti y no da lugar a ninguna inter-
aun las peñas más peñas, pueden posición de muro o de coraza. Va-
sufrir el hórrido desconcierto de su yas donde quisieres, siempre le lle-
gritería. Desempara sus cachorros varás contigo; más fácil que huir
la leona, huye la oveja de su cor- de él te será huir de ti mismo. ¿Y
derino; por selvas y por montes qué más, si ni aun cuando tú, con
vagan las alimañas y la esquividad ánimo grande, quisieres perecer, él
misma las empavorece más y más. te dejará, pues una vez que se hu-
A manadas irrumpen las fieras en biere apoderado de ti anulará en tu
los poblados, y el aspecto insólito ánimo toda fuerza e iniciativa de
de las ciudades las confunde y des- tu voluntad y aquel brioso espíritu
;

concierta. Fugitivas y errantes an- tuyo, que te había dado la bondad


dan por los arrabales, y con sus de Dios, será abatido por los suelos
bramidos y con sus aullidos provo- y atajado en su curso y retardado
can dondequiera la confusión, y en su vida con saetas enherboladas,
mientras buscan por dónde salir, como hacen los cazadores con los
más y más en las ciudades se aden- jabalíes y con los ciervos? Por eso"
OBRAS DEVOTAS. MEDITACIONES SOBRE LOS SALMOS PENITENCIALES 311

el profeta, en otro lugar, comparó tas sus maldades que le abrumaron,


su alma al ciervo que, vulnerado, co- que le sepultaron con su abundan-
rre a las fuentes de las aguas. De la cia. Comenzaron poco a poco a ro-
misma manera vulnerada el alma dearle, y creciendo en número y en
acude a aquella fuente de agua vi- magnitud tal que pujaron por enci-
va que salta hasta la vida eterna, ma de su cabeza y le hundieron co-
que es Dios. Aun cuando fuese Dios mo en un piélago muy profundo, y
quien la vulnerase; aun cuando fue- hasta tal punto le agobiaron, que
se Dios quien la hiriese con su mano oprimido bajo su monstruosa pesa-
pesada, a volapié, como quien di- dumbre ni gemir, ni suspirar, ni
ce, y con un golpe rapidísimo, de aun respirar podía. Y no fué éste el
forma que ni la carne se acardena- cabo y fin de tamaño mal, puesto
ló ni levantó tumor alguno, sino que que, rodeado de todas partes y pe-
con mano firme y ponderada causó netrado de tan virulenta ponzoña,
la herida para que penetrase más comenzó a escurrirse en podre. Can-
profundamente. ¡Oh herida grande grenáronse algunas de sus llagas;
que traspasó el cuerpo todo, que le comenzaron a recrudecerse las par-
afectó todo, que de todo en todo le tes no bien curadas de los pecados
retiró la sanidad! antiguos y a manar pus hediondo.
Recorre todas las partes, aun las Pero dime, pecador: ¿Cuya es la
más pequeñas, de tu cuerpo, ¡oh tú, culpa? ¿Es acaso de Dios, que fué
a quien tocó la ira de Dios! Ve si tu médico, que con enérgico venda-
hay alguna sin lesión, sana, entera, je ató tus pústulas y tus rajas y te
vigorosa; ve si los propios huesos las había tratado con los más efi-
conservan su firmeza. Oye la res- caces fomentos? La culpa es de tu
puesta, tú, temerario que no haces insipiente desvarío, puesto que con-
caso alguno del furor de Dios; óye- sentiste a ser herido de nuevo, al
la tú, Epicuro, puerco de los filó- soltar las bien atadas ligaduras.
sofos; óyela tú, Lucrecio loco; tú, Anda, pues, corcovado ruin, con
que dices de Dios que ni los méritos tus heridas frescas y con las añejas,
le ganan la voluntad ni le alcanza la irritadas. Anda bajo el agobio de tus
ira. Ve lo que dice un escarmenta- crímenes. Anda, cariacontecido, y
do y da crédito a un testigo ocular: tan enfermo y tan lisiado de todos

No hay dice sanidad en mi carne tus miembros. Soporta así ese día
en faz de tu ira; no hay paz en mis que ya declina a su ocaso y ya alum-
huesos a presencia de mis pecados. bran la tarde los luceros; es ya el
¿Entendiste? ¿Quieres, acaso, que arribo anticipado de la noche hasta
hablemos en más claro romance? Se- que amanezca rutilante el lucero
me jantes a las que tú cometiste son
¡

matutino, o, mejor, hasta que mues-


las maldades aquellas que concita- tre el sol su faz lumbrosa. Cuando
ron la ira y el furor de Dios Todo- hubieres tú atravesado esta noche,
poderoso y fué su tan recio venga- aun con el mayor de los dolores,
dor, que no dejó en el ofensor la convalecerás y será tu juventud re-
más pequeña porción sana y aun el novada como el águila. Mientras
mal se les pegó a los buenos con tanto, indefectiblemente, en tu ca-
una tenacidad tal, que no les daba mino hacia la salud tendrás que so-
punto de reposo. Pero ¿sucedió ello portar graves luchas en la parte in-
en un sujeto que no lo mereciese? ferior de tu espíritu: acudirá de
De ningún modo, porque fueron tan- nuevo a cosquillear tu carne la me-
312 JUAN LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. TOMO I

moria de los placeres usados y te que conoces los anhelos, las acu-
será muy desabrido abandonar a gemidos, los afectos, todos
cias, los
tus antiguos compañeros; a saber: nuestros pensamientos y aun a to-
aquellos regalos pecaminosos. Veas, dos nosotros mucho mejor que no
pues, cómo debes conducirte en nos conocemos a nosotros mismos.
esa noche oscura de la penitencia. No obstante, quiero, por satisfac-
Solicitará tu espíritu y le atormen- ción mía, dar suelta en presencia
tará una ruin bandada de ilusiones tuya a la plañidera letanía de mis
y Satanás afligirá tu carne y aun dolores infelices, de mis aflicciones,
ella misma, de su propio gusto, se de mis calamidades y miserias.
esforzará por deslizarse al camino Harto sé que antes que yo profiera
peor y a la vida acostumbrada te ; palabra alguna, Tú no las ignoras;
agitarás con dolor en ese fiero olea-pero así y todo, me retiraré conten-
je; abatirás luego este espíritu tu- to si me descargare oyéndolo Tú
yo ensoberbecido, y entonces, muy como árbitro. Me complacerá haber
sinceramente, te pesará de haber hablado al Señor, aun en síntesis
con tus propias manos introducido compendiosa. Hablaré, pues, yo, cu-
en tu casa, apaciguada y quieta, yo corazón, cuyo espíritu, cuya
una guerra tan feroz, tan atroz y mente, en fin, están conturbados,
tan sangrienta. Gemirás, suspirarás, cuya razón está debilitada, cuya
te refugiarás en Aquel que siendo fuerza de ingenio está apagada del
todopoderoso nada mejor puede dar todo. Toda la fuerza de mi cuerpo
ni otorgarlo con mano más larga y y de mi espíritu me abandonó, por-
más sabrosa que la paz, única ri- que me alejé mucho de Ti, que eres
queza que, al partir de este mundo, él manantial de todas estas ener-
dejó a sus hijos en herencia. Oíd gías. ¿Y extráñome de que falte en
ese augusto testamento: Dentro de mi piscina ese bálsamo dulcísimo, si
poco, ya no me veréis porque voy fui yo quien intercepté con la hez de
al Padre. todos mis vicios el conducto por don-
¿Qué bienes, tú que los tienes de de este venero me llegaba? Extrá-
cuantiosos, dejas a tus herederos? ñeme con mayor razón de que pue-
Dice: Mi paz os doy; os dejo mi da purificarse ese cieno tan lodoso,
paz. Habla ya un poco, ¡oh peca- tan viscoso, tan pegadizo y que pue-
dor!, en tu interés propio. Edad ya da yo ser restituido de ese actual
la tienes. Veamos: ¿Qué le dices al descaecimiento y flaqueza de mis
Señor en esa noche de tristeza y de fuerzas y mis nervios, de esa total
penitencia? ¿A quién van tus pláti- ceguera de mis ojos, los físicos y
cas dirigidas? Oigámosle. «¿Qué di- los interiores de mi alma, a aquel

ce? Bien pudiera, en verdad di- vigor que antes tuvieron. Esa ce-

ce expresarte sin palabras a Ti, guera, puesto que nada veo, lléva-
•,

Dios mío, que escudriñas los rinco- me a perderme y a precipitarme en


nes y tienes conocidos todos los en- fatales despeñaderos.
tresijos y los laberintos de las in- »Escapáronse de esa charca tan
tenciones de los hombres, todo maloliente y tan fea mis amigos
cuanto siento, todo lo que mi cora- todos, y hasta mi esposa, en quien
zón rebosa, todo lo que apetece mi parecía bien que me abrazase y me
deseo. Bien pudiera recurrir al si- besase, tuvo asco y horror de mi
lencio y hacer ahorro de todas estas aliento. Acercábanse, es cierto, a mí
palabras, puesto que te hablo a Ti, mis allegados; pero apartábalos de
OBRAS DEVOTAS. MEDITACIONES SOBRE LOS SALMOS PENITENCIALES 313

mí el olor pestilencial que exhala- lleno de esputos, lleno de expecto-


ba la sentina de mi cuerpo; dete- raciones, de mocos, de excremen-
níanse al paso, más la podredumbre tos; que huele a chivo, que apesta
de mis pecados viejos era a modo a letrina, a infierno, gruñón, rega-
de un grueso muro que estorbaba ñón, insoportable? ¿Vivirá los años
que pudiesen llegar a mí. Llevaron de la corneja o los siglos de Néstor?
atrás el pie, instantáneamente, los ¡Qué plaga esa vivacidad suya!
que más se me habían aproximado ¿Durará más que la sarna ese ca-
de más cerca, ahuyentados por el dáver ambulante? ¿Nos va a tocar
vaho de las purulentas y hediondas otro Matusalén? ¿Vamos a cargar
cicatrices y de las heridas frescas con un segundo Príamo, que nos
ya atacadas de gangrena. De nadie va a enterrar a nosotros más jóve-
era tan amado que no le ofendiese venes, que no podemos ya con los
la repugnante supuración y no le malos tiempos que corremos? ¿Por
pusiese en fuga la emanación nau- qué no le ahoga de una vez ese tan
seabunda. Insoportable como era molesto, ese tan crónico catarro?
para todos, cuántas veces no me
¡ ¿Por qué, subiendo o bajando, no
desearon la muerte! ¡Cuántas veces rueda por la escalera? ¡Ojalá una
no hubieran querido acabar con mi fiebrecilla expeditiva secase de una
vida! Los unos simplemente porque vez la sobreabundancia de humor
les era enojosa mi existencia y de vital de que hace gala ese vejesto-
todos modos querían mi desapari- rio! ¡Pluguiere a Dios que, por el
ción, aun cuando hubiera olido a camino que fuese, nos librase de
ámbar, a mejorana o a bálsamo; ese suplicio! Algunas de esas mal-
les otros, por verse libres de la diciones llegaban a mí; mas yo
desazón que les ocasionara, y éstos creía que la respuesta más pruden-
eran los que no osaban apartarse te era la boca cerrada. Yo, con un
ni aproximarse podían. Y así acon- silencio frío, templaba el calor de
tecía que aquéllos por odio de mí esas impresiones. Yo me persuado
y éstos por amor propio suyo, bus- que ésa fué la razón por la cual la
caban cómo arrancarme el alma tan mayor parte de sabios del mundo
complejamente asida a mi cuerpo, se fingieron sordos. Ellos, aun cuan-
que se deleitaba en revolverse en do tuviesen el oído muy agudo,
su propio cieno con la misma afi- creían, a pesar de todo, ser más
ción que si lo hiciera en rosas y en conveniente disimular que hubie-
flores de mucha suavidad. sen oído; como asimismo tiene sus
»Mas yo, en medio de tantas mise- ventajas hacer que no se han visto
rias interiores y exteriores, persis- muchas cosas.
tía en mi aborrecible
vitalidad y «Estando en Utica Catón el Menor
con general desabrimiento iba alar- con su ejército, formado con los
gando días y días y en ninguna restos de las huestes armadas de
otra cosa pensaba menos que en la Pompeyo, que acaudillaba contra
muerte. Ellos refunfuñaban y, de César, y estando los soldados más
cuando en cuando, levantaban la que dispuestos a la rendición, hacía
voz y se expresaban sin rebozo. que no oía las voces con que ex-
¿Hasta cuándo nos has de conser- presaban ese su inequívoco deseo,
var ese trasgo que no se muere simulando ser duro de oído aun
nunca; esa cloaca de todas las sor- cuando las expresiones eran tan re-
dideces y de todas las flatulencias, cias que las oyeran las paredes mis-
314 JUAN LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. TOMO I

mas. Creyó el varón prudentísimo truendo militar, queréis con esas


que lo que convenía más hacer era delgadas voces vuestras apartarle
1

lo que reza el proverbio vulgar: de sus sabrosas hierbas.»


A palabras necias, oídos sordos. A »Así yo también, en medio de de-
ejemplo suyo, yo también, hacién- leites pecaminosos, con mi duro
dome el sordo, fingía que no las oía oído cerrado a toda excitación ex-
y, en consecuencia, cual si fuera terior, no había hecho ningún ca-
mudo, no tenía contestación para so de los reproches de los mozos y
sus dichos. Harto mal hubiera yo no había motivo porque me dejase
representado el papel de la sordera impresionar por ellos; y si no me
si mi lengua hubiera demostrado la ayudara esta esperanza en Ti, hu-
agudeza de mi ingenio; y si aque- biérame empedernido en mi dureza
llo que las orejas querían persuadir como un mármol y hubiérame per-
no haberlo oído, lo hubiera la len- dido. Mas entre tan graves enemis-
gua publicado, acusando la mentira tades, entre los vicios míos que, de
de las orejas. Yo me hacía como día en día, aumentaban su caudal,
aquellos a quienes la Naturaleza sa- no sé qué lucecilla de esperanza bri-
ca a la luz, sordos, del vientre de llando en las tinieblas, única super-
sus madres, que, puesto que no es- vivencia de tanta y tan + a cosa
tán dotados de audición, no pueden muerta, hizo que, a pesar de que
aprenderel habla humana así que
; fuese yo mudo, oyeses Tú alguna
se quedan para siempre sordos y súplica mía, cuando mi voz inte-
mudos. Con ese ardid mío, no tu- rior clamó a Consiguió que te
Ti.
vieron reproche de sus maldiciones, compadecieses
de mí; consiguió
y yo me consolaba pensando que que me despertase o, mejor, que,
una hora u otra acabarían de mur- restituido a la vida y a la actividad
murar. Saboreábame yo con mi de los sentidos, comenzase a ver y
maldad; mantenía en la inmundi- a oír y a clamar a Ti, porque ja-
cia a mi alma prendida en el tor- más favorezcas los deseos de mis
písimo abrazo del cuerpo; ladrá- enemigos, que no muera antes de
banme mis cachorros; ¿y a mí qué tiempo, aun cuando sea viejo y car-
se me daba, puesto que no mordían? gado de años antes que alcance la
Cuéntase que un caballo, ya jubila- canicie auténtica del hombre y la
do de su larga milicia, fué puesto edad de la senectud, que es la vida
en un prado de viciosa hierba lleno, inmaculada. Esto es lo que suplico;
en vacación definitiva, a fin de que esto es lo que pido; esto es lo que
en su senectud gozase del bien ga- con toda la fuerza de mis deseos y
nado descanso de los trabajos de con todo el encarecimiento de mis
su juventud. Quisieron unos cami- súplicas ruego, a saber: que de mi
nantes que pasaban por allí, más descalabro no se regocijen mis ene-
interesados de lo que convenía migos. Ellos, Dios mío, atienden a
(pues el prado era suyo; pacía el esta súplica mía, y si la fortuna res-
caballo tranquilamente y no hacía bala y se tambalea y mi pie no está
mal alguno), apartarle de su gusto- seguro, en seguida ya emiten pro-
so pacer con algazara y con gritos. nósticos fatales; echan a volar si-
A buena hora llegó su dueño, que niestros augurios: ya cayó; ya Dios
era un soldado veterano, quien les le abandonó; no volverá a levan-
dijo: «Sois unos tontos de remate, tarse; ya está hecho de él!
pues a un caballo avezado al es- »Pero yo ya, Dios mío, abomino
OBRAS DEVOTAS. MEDITACIONES SOBRE LOS SALMOS PENITENCIALES 315

de mi culpa; no rehuso penalidad No se entablaba competencia con el


alguna, deseo reintegrarme en tu rico en punto a riquezas, ni en pun-
gracia y aun cuando el castigo que to a partidismo con el faccioso, sino
se me inflija sea grande y me duela con el aguerrido en animosidad,
siempre, sobrellevaré los azotes. Na- con modesto en reserva pudorosa,
el
da rechazo de todo cuanto te plu- el íntegro en austeridad, pugi-
con
guiere para el rescate de tu amis- lato ése en el cual la derrota no es
tad; todo lo acepto muy de buena deshonra, mientras tú no remitie-
gana. Aquí tienes, rendida, mi peca- res un punto en el empuje, y donde
dora voluntad; aquí tienes al reo la victoria es, pues, muy señalada.
que confiesa su crimen, absorto en Y puesto que no es éste el lugar in-
el pensamiento de su maldad, y en dicado para lamentar cuán odiosa
la constante solicitud y angustia sea dondequiera la virtud, ya desde
de cuál será su resultado. Ya abdico la envidia del primer hermano, lo
de todo; remato cuentas con los re- será hasta que todo ese mundo
galos, con los placeres, con las ri- descanse de esa actividad que no
quezas, con los honores, con todas conoce tregua. ¿Qué es lo que me
las restantes vanidades y engaños he propuesto conseguir con tantas
del mundo. De los que poseen estas palabras? Voy a resumirlo en ultí-
ventajas mundanales, de compañe- logo breve. Solamente dos cosas voy
ros y amigos míos muy estrechos a pedir: una, para que lo hagas;
que fueron, yo les declaro enemigos otra, para que no la hagas. La pri-
por amor tuyo. Estos son los que mera es que no me abandones en
me persiguen, los que no devuelven ese agudo conflicto y no te separes
bien por mal, que es lo propio de de mí el grueso de un cabello, no
los mejores y de los más adelanta- sea que por flaqueza mía (puesto
dos en virtud; no bien por bien, que tan exiguas son mis fuerzas)
como lo hacen aun los malos, sino caiga derribado al impulso más lige-
que los peores devuelven mal por ro. La segunda, que Tú, que eres el
bien. La explicación de todo este único Señor de mi salud, entiendas
odio es que yo era seguidor de la en mi auxilio, que mires por mi
bondad, la cual hasta tal punto es bien y que en todo el discurso de
aborrecible para los que no la prac- esta vida, precedido siempre por tu
tican, que están dispuestos a cual- luz, de tal manera me conduzcas,
quiera penalidad antes que dejar de que llegue por el más compendioso
hostilizarla. de los atajos desde esas tinieblas a
»Si atentamente considerares este la lumbre eterna de tu bienaventu-
caso, hallarás que lo que odian no ranza.»
es el hombre bueno, sino la bondad,
porque movidos de su egoísmo exa-
gerado aborrecen todo cuanto les
MEDITACION IV
es desemejante, y contumaces en el SOBRE ESTE SALMO 50
vicio, más quieren odiar a los bue-
nos que, estimulados por su buen Ten piedad de mí, ¡oh Dios!, se-
ejemplo, imitarlos y esforzarse por gún la grandeza de tu misericordia
superarlos o siquiera igualarlos. En y según la muchedumbre de tus pie-
todo tiempo fué indicio de hermoso dades, borra mi iniquidad.
y generoso espíritu el no consentir Lávame más y más de mi iniqui-
que se le aventajase en la virtud. dad, limpíame de mi pecado. Porque
316 JUAN LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. TOMO I

yo conozco mi iniquidad, y mi peca- Entonces aceptarás sacrificio de


do está siempre a mi presencia. justicia, of rendas
y holocaustos ; en-
Contra Ti solo pequé y he hecho tonces, encima de tu altar, serán in-
mal en tu acatamiento, para que molados becerros.
seas justificado en tus palabras y
venzas cuando eres juzgado. DIADCGO
He aquí que en iniquidades fui
concebido y mi madre me concibió Vives. El Salmista.
en pecados.
He aquí que Tú has amado la —
Vives. Quiero, un rato, trabar
verdad y me has manifestado los plática con el Salmista, a quien veo
más inciertos secretos de tu sabi- gemir con tanto dolor en abomina-
duría. ción, según colijo, de su culpa.
Rociarásme con hisopo y seré ¿Por qué estás tan triste, ¡oh Rey
limpiado; me lavarás, y quedaré sapientísimo!? ¿Por qué, vestido de
más que la nieve emblanquecido. saco, siéntaste en la ceniza y no das
A mi oído darás gozo y alegría tregua a tu llanto? ¿Dónde está
y saltarán de júbilo mis huesos hu- aquella púrpura? ¿Dónde el ban-
millados. quete aderezado y la cena opípara?
De mis pecados aparta tu rostro ¿Dónde aquel tropel de bufones que
y borra todas mis iniquidades. divierten a los convidados? ¿Dónde
Crea, ¡oh Dios!, dentro de mí un la risa del rey, que pasa ya de risa
corazón puro, y un espíritu recto y es carcajada? ¿Dónde están los
renueva en mis entrañas. personajes vestidos de brocado y
Xo me deseches de tu rostro y no las largas hileras de sirvientes y el
quites de mí tu Espíritu Santo. grande y jubiloso estrépito de los
Restituyeme la alegría de tu sa- banqueteantes? ¿Dónde aquellas an-
lud y confórtame con un espíritu torchas y aquellas arañas que de la
de príncipe. noche oscura hacen día claro? ¿Y
Enseñaré a los inicuos tus cami- tú estás sumido en las tinieblas y
nos, y los impíos se convertirán desdeñas y evitas la luz odiosa y la
a Ti. humana compañía? Para ti, tus lá-
Líbrame de la sangre, Dios, Dios grimas son tu pan y en todo el día
de mi salud, y enaltecerá mi lengua no cesa tu voz en sus lamentos, y
tu justicia. en tu dolor aullante no hallas co-
Señor, abrirás mis labios, y mi horte, sino tristeza multiplicada.
boca pregonará tus loores. ¿Quién no se maravillará de esa
Porque si hubieras querido sacri- pena insólita? ¿Quién no se intere-
ficio, lo hubiera ofrecido muy de ga- sará por las causas que la produ-
na; Tú en los holocaustos no halla- jeron?
rás deleite. —
Salmista. Si consintiera la mag-
Sacrificio para Dios es el espíritu nitud de mi dolor que yo dijese de
atribulado; al corazón contrito y él alguna cosa, o el sonrojo de mi
humillado, ¡oh Dios!, no le tendrás pecado me permitiese tamaña osa-
en menosprecio. día, sería fácil, no que disminuyese
Haz bien, Señor, a Sión con tu un punto mi dolor (porque su solo
buena voluntad para que sean fe- deseo ya sería cosa nefanda), sino
edificadas las murallas de Jerusa- que fuesen muchos los que se con-
lén. doliesen de mi caso y, aumentado
OBRAS DEVOTAS. MEDITACIONES SOBRE LOS SALMOS PENITENCIALES 317

por tantos otros mi dolor, que es cosa de tal modo no usada,


fuera
más persistente, como que jamás hasta hoy oí novedad se
no puede ser-
lo ahora cuando todos se esfuerzan mejante. ¿Por ventura, delante de
por empequeñecerlo, cuando todos algún otro rey? No es mayor que tú
se empeñan en consolarlo. Y aun tú ni tiene más potencia guerrera. De-
mismo cejarías 'en tu admiración y cídelo en buena lid; cuántos miles
no me propondrías por dechado de de cabezas caerán antes de que lle-
los otros reyes. ¿Qué interés ha de guen a la tuya. Mas por si acaso
tener el varón sabio en parar mien- fuere ante alguno de tus reyes tri-
tes en lo que hacen los necios, sino butarios, ¿no será loco el que dic-
el de que ellos, a su vez, lo eviten, tare sentencia contra ti? ¡Amená-
enmendando en el espejo del vicio zale a ése, intimida a ese tu presun-
ajeno propio? Y, con todo,
el vicio to acusador; acaba de una vez con
mayor debe de ser la atención que toda esa cáfila de reyezuelos! Esto
presten a la manera de vivir de los se te antoja inhumano; soborna al
sabios para imitarlos. Y si eso que juez con ese oro de que tanto abun-
ahora ves en mí te parece desacos- das; ello será más hacedero. Y si
tumbrado en los otros reyes, no lo fuere tan íntegro este juez y tan
es en mí, ciertamente. ¿Por ventu- abstinente que no pueda el cohecho
ra eres tú solo quien, no habiendo corromperlo, deja que emita senten-
morado en Jerusalén, a lo que en- cia, y haga lo que hiciere, tú di des-
tiendo, dejaste de oír por cuán gran pués que no te avienes con el vere-
muchedumbre de adversidades he dicto; ¿quién te obligará?
pasado ya desde mi niñez? ¿Y cómo —
Salmista. No piensas mal del to-
siempre el término de una calami- do si ese negocio fuese tal como tú
dad fué el principio de la calami- juzgas. Pero hay otro Juez que está
dad sucesiva? ¿No te enteraste que muy por encima de mí, que es muy
jamás comí mi pan en paz segura? más fuerte que yo, uno solo de cu-
¿A quién, entre todos los hombres yos ministros causaría la destruc-
restantes,se puede aplicar aquella ción instantánea de todo mi ejérci-
amenaza que Dios hizo a Adán; a to, aunque sea grande, fuerte y
saber: que comería su pan con el aguerrido. Mi Juez es el que me
sudor de su rostro? Labrador soy, creó, el que me sostiene, el que, si
puesto que Adán es mi dechado des- quisiera, no viviera yo una hora
de mi aceda mocedad. más. ¿Adivinaste ya qué Juez es

Vives. Muy bien sabido lo ten- éste?
go; pero supe también que tú, estos Vives.— ¡Admirable Juez el que
pasados días, viviste regiamente me describes; paréceme que no es
una vida de regalos con tranquili- otro sino Dios. ¡Duro tribunal es,
dad y descuido, según decían, en a fe mía!, para los delincuentes.
los blandos brazos de tu Bersabé. Pero ¿qué? ¿No tienes en tu reino
Salmista. — ¡Ay,ay, que pusiste buenos abogados que te defiendan
tu dedo en mi
llaga y recrudeciste delante de él, que te exculpen del
mi dolor! Sí, sí; yo adulteré, yo ma- crimen, que lo echen a cuenta aje-
té y ahora soy reo de muerte. na, principalmente el homicidio, so-

¿Reo tú? ¿Y delante de bre todo habiendo colocado a Urías
Vives.
qué juez? ¡Anda, anda! ¿Rey tú y en primera línea, con tal astucia
reo de muerte? No sé a punto fijo que apenas se te puede echar en
cuán inicuo ello sea lo que sí sé es rostro la más liviana sospecha de
;
318 JUAN LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. TOMO I

crimen? Yo„ si debiera ser tu abo- no sé ver en qué difiere de una per-
gado, haría con este alegato: que
lo sona privada; más aún: bajo el
es el colmo de la estupidez culpar peso enorme y la responsabilidad
al rey o al caudillo de todos las del reino, el monarca iba a ser más
muertes que ocurren en una bata- infelizque sus más infelices vasa-
lla. ¿Qué desvarío puede haber ma- llos no tuviera soltura un poco
si
yor? Y por lo que dicen que recibió más ancha y bridas más flojas que
de ti una orden escrita, ¿acaso no los demás hombres. ¿Por qué gimes
puedes tú destinar a la primera lí- tan a la continua? ¿Por qué sus-
nea a quien a ti te diere la gana, piras?
y a la segunda a quien te pluguiere, —
Salmista. Porque te veo hacien-
y a la retaguardia a quien se te an- do acopio de delirios, que, a pesar
tojare? Eso no solamente puedes de todo, no atenúan mi culpa ni me-
hacerlo tú, sino también Joab, ge- joran mi -causa. Todas esas cosas
neral en jefe de tus tropas. Tú que- que dijiste tienen resabios, no de
rías colocar en la línea de choque doctrina alguna israelítica ni de ma-
a los guerreros más valientes, por jestad real, sino que rezuman gen-
quebrar contra sus recios pechos el tilidad y puro despotismo. Sin duda,
ímpetu del enemigo, del cual depen- tú, porque eres mozo y ayuno de ex-
de, en la mayoría de los casos, la periencia, piensas que en el tribunal
victoria. Y eso no con la finalidad las cosas pasan como te enseñó el
de que los enemigos le sacrificasen. maestro en su escuela. ¡Cuán fácil-
¿Qué cosa más ajena de tu benigna, mente conseguirías tú con esas de-
de tu exquisita humanidad? Y como fensas hacer de la mejor de las cau-
rey, ¿qué ventaja podía reportarte sas una mala causa! ¿Ignoras, qui-
la pérdida de tan bizarro militar, zá, que ese juez conoce a fondo la
que él solo, como el suceso demos- voluntad con que una obra fué he-
tró, valía por muchos? Y en con- cha? Ninguna fuerza tiene en él la
clusión: ¿quién pidió jamás a rey pasión ni le engañan los argumen-
alguno que diese la orden de ma- tos más sutiles, ni necesita ni utili-
tar a un súbdito, fuese como fuese, za otros testigos que la conciencia
y por cualquier motivo? Y si come- de propia maldad de los malva-
la
tió adulterio, ¿qué? ¿Acaso los re- dos, de quien dice el proverbio con
yes no son señores de ejecutar en sobrada razón que pesa más que mil
sus vasallos todos sus caprichos y testigos.
de dar muerte a quienes conceptúan Vives. —
Pues ¿y qué? ¿El vere-
perjudiciales a la república e incó- dicto cierto de ese juicio es la con-
modos a su reinado, y de gozarse dena? ¿Ocurre que nunca en ese tri-
con los hijos y las esposas de sus bunal es el reo absuelto?
inferiores; de exigir, para los gas- Salmista. —
¡Cómo querría yo que
tos del reino, alcabalas más crecidas esos sollozos míos que a borbotones
que las corrientes; de sonsacar con salen de mi pecho me dieran unos
blandura todo lo que les viniere en momentos de tregua y te manifes-
talante; así sean vestidos, campos, taría hartas cosas que tú no sabes;
casas, posesiones o de exprimirlos pero, puesto caso que no me lo con-
con astucia calculada, y puesto caso siente mi dolor, hablaré, como po-
que de otra manera no puedan, en dré, muy brevemente. Dios es espec-
última justicia, echarle uña violen- tador y juez de todo cuanto hacen
ta? Si esto no fuera lícito al rey, yo los mortales en las más abstrusas
OBRAS DEVOTAS. MEDITACIONES SOBRE LOS SALMOS PENITENCIALES 319

lobregueces, acompañados de muy Juez, que es la equidad suma, hu-


pocos y aun de todo cuanto piensan biese superiores e inferiores y no
a sus solas, sin testigo alguno, en una igualdad absoluta y brutal, se
la soledad más desamparada. Y ese conducen no de otra manera que si
divino Juez es de una equidad tan el histrión que en la escena hace
apurada y exquisita, que no llega de rey se convenciera de que, por-
a su tribunal acusado alguno si no que representa aquel papel, puede
es de toda evidencia culpable y con- permitirse más licencias que sus
denado ya de antemano por su vida compañeros de representación a
desastrada y rota. Nunca jamás has- quienes tocaron papeles no tan luci-
ta la fecha fué acusado en aquel tri- dos y quisiera azotarlos, vejarlos, ma-
bunal inocente alguno. Y puesto tarlos, violar a sus esposas, estuprar
que es un juez tan íntegro y tan a sus hijas y saquearles las casas,
recto, no hay en su presencia acep- creído de su total impunidad. Y si
ción alguna de personas ni ninguna estas extralimitaciones son el colmo
suerte de particulares respetos. Tan- de la insania, como saben demasia-
to montan para él reyes, vasallos, do aquellos mismos reyes, víctimas
potentados, desvalidos, magnates, de su loco endiosamiento, a quien
pordioseros. Pues hueros son y va- la lisonja da el nombre de reyes
cíos de realidad todos estos califi- verdaderos, sepan también que no
cativos, inventados e introducidos están mejor asentados en su seso
por la mentecatez humana, y es tan- cuando se convencen que pueden
ta y tan inmensa, y tan increíble la ejecutar contra los inferiores aque-
grandeza del Juez, que a sus ojos no llos mismos desafueros y desmanes
existe distinción entre nuestras que ese histriónico reyezuelo, y que
grandezas y nuestras pequeñeces. al ponerlos en ejecución, incurren
Los que en aquel tribunal abogan en la más abominable de las malda-
y quieren defender sus crímenes des. ¡Oh maldad muy grande la
(puesto que en absoluto no los pue- mía! Yo, yo fui algún tiempo ju-
den negar), acomodándose a las le- guete de esa locura furiosa de ha-
yes y al derecho automáticamente, cer eso. Y aún hay quien piensa
tienen el pleito perdido, porque con ser mi arrepentimiento violento en
pertinacia punible prefieren no re- demasía, siendo así que yo todavía
conocer su yerro a pedir perdón de no sé cuál es el resultado que me
su delito. De ésos son aquellos que espera del examen detestas malda-
fabricaron para su uso palabras de des. Pues, como iba a decirte, aque-
malicia por buscar excusas en sus llos que son tan cuerdos que desis-
pecados. ten de toda defensa, que, al fin y al
Aquellos otros que con pueriles cabo, de nada había de aprovechar-
cavilaciones se persuaden que no les y se acogen a las súplicas; los
hay pecado o afirman que les estaba que sin rebozo confiesan su pecado
permitido hacerlos, y ello en consi- y piden su perdón con dolor since-
deración de la alteza, o digamos rea- ro, con verdadero arrepentimiento,
leza de su persona, como son los éstos son absueltos finalmente. ¿Es-
ricos, como son los príncipes de la pántaste de que ella agrade tanto al
tierra, que cuanto más poderosos divino Juez?' Más debe espantarte
son más se lisonjean pensando que que sólo esa actitud doble su vara
tienen libertades más amplias que justiciera y le desarme hasta tal
los inferiores, como si. a los ojos del punto que, siendo en hecho de ver-
320 JUAN. LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. TOMO I

dad el más clemente detodos los deramente? Por esto, yo, a esta su
jueces, quiere que se le tenga por misericordia, acomodé este discurso
tal y por el más benigno de todos. u oración mía de que usaré luego, al
En ninguna otra cosa deben con- punto, en el acto del juicio.
fiar los reos sino en su clemencia Vives. —
Con sumo contento la oi-
misericordiosísima. Si yo comenzare ría, pero recelo causarte más enojo
a explicártela, si te refiriere cuánto del conveniente.
la han experimentado en las na-
sí —
Salmista. Voy a pronunciarla de-
ciones, los pueblos, las gentes, la re- lante para enseñarte a ti, que eres
dondez del orbe todo, y cuánto y mucho más joven que yo, porque si
cuán increíblemente la tengo experi- te aconteciere algún percance pa-
mentada en mí mismo, faltáranme recido al mío, cosa que no quiera
los días y las palabras. En menos el Cielo, huyas de él cuanto pudie-
tiempo recorriera la historia de los res; pero si vinieres a dar en él,
cielos, de los elementos, de la Na- ya estés avisado y sepas cómo te
turaleza y de todas sus maravillas, has de defender.
que las piedades, que las misericor-
dias de que usó desde que creó el parlamento del salmista
mundo y de que ha de usar por in-
finitas eternidades, y que no serán Si me fuera desconocida, ¡oh Dios
más escasas ni más pequeñas que bueno y todopoderoso!, la grandeza
las anteriores. Lo más grande, y lo así de tu clemencia como de tu mi-
más admirable, y lo mejor que hay sericordia, en vano sería que yo qui-
en El es que puede y que quiere siese actuar ante ti con un conato
apiadarse de todas las criaturas. Por de defensa o esperase alcanzar el
todo ello es que yo ninguna otra perdón de tamañas maldades mías,
cosa taño con cuerdas más dulces que yo ni puedo negar ni puedo co- *

y con mano más sabrosa que sus honestar con color alguno. Pero sa-
misericordias sin número y sin lími- biendo muy bien como sé cuál es el
te, maravillosas, asequibles, obvias, Juez ante quien me presento, de cu-
que descuellan por encima de todas yas obras de misericordia guardo re-
sus obras, gracias a las cuales vini- cuerdo tan vivo, tantas cuantas son
mos, gracias a las cuales dura este no ya las generaciones, no ya cuan-
mundo universo, y por las cuales, tos son los hombres, sino cuantos
en hacimiento de gracias, nos debe- son los momentos que pasaron des-
mos a nosotros mismos y le debe- de la creación del mundo y los
mos todo cuanto tengamos; porque perdones tan sin cuento otorgados
desconocidos para con El como so- a pecados nefandísimos, pensé que
mos, nos deja vivir una sola hora; no había razón de que fuese yo el
porque tenemos salud, porque tene- único desahuciado de esperanza ni
mos vigor, porque gozamos; por- de que me considerase de peor con-
que para nuestra utilidad y prove- dición que los restantes mortales.
cho, malísimos como somos, todas No porque esté yo persuadido que
las cosas fueron creadas en este mis crímenes son menores que los
mundo. Y si todo el universal linaje de los otros para que se me acre-
humano no se derrumba con toda ciente la confianza en el perdón, si-
la fábrica del mundo, ¿a quién se no porque veo que la medida de tu
lo debemos sino a aquella miseri- clemencia abarca crímenes tan
cordia suya, inmensa, divina verda- monstruosos, que no solamente no
OBRAS DEVOTAS. M KI) IT ACIONES SOBKE LOS SALMOS PENITENCIALES :>21

pueden ser cometidos por hombre irocaba la vida por la muerte. ¿So-
alguno, sino que ni siquiera puede breviviera al diluvio el humano li-
imaginarlos. Desespere enhorabuena naje? Más bien la violencia de las
aquel que, ponderando exclusiva- aguas abrumara y ahogara todos, los
mente todas las dignaciones que tu- seres animados y arruinara, a la vez,
viste para con los hombres, se con- la fábrica y el orden que regula la
venza de que sus delitos son mayo- existencia del universo por los si-
res que todos aquellos que Tú per- glos de los siglos, no de otra manera
donaste. Pues todo aquel que refle- que este aire respirable envuelve
xione no solamente sobre aquello mares y tierras. ¿Hubiera jamás el
que ya hiciste, sino también sobre pueblo judío arrojado de sí la es-
aquello que puedes y que quieres, clavitud de Egipto? ¿Pasara a pie
estará destituido de todo seso y aje- enjuto el mar Rojo? ¿Quedara en
nado de todo juicio si se entregare su éxodo por el desierto un solo so-
a la desesperanza. Sepa este tal (y breviviente, tras haber violado con
no es difícil de saber) que aun cuan- tan reiterada contumacia las leyes
do todo ese mundo se convirtiera divinas hasta la apostasía y la ido-
en crimen, no superaría tu miseri- latría? Si la divina Misericordia se
cordia, no llenaría, no agotaría, no tomara no más que un momento
alcanzaría su suelo no conseguiría de reposo y hubiese querido cesar
que no quedase abierto un portillo 10 más que un instante en su usa-
a la indulgencia, al perdón, hasta el da tarea, ¿unos pocos hombres apá-
extremo de que te hicieses inexora- ticos, inermes pudieran medirse y
ble y de que tus oídos ofreciesen a aun igualarse con unas huestes bra-
los ruegos dureza más que diaman- vas y aguerridas? ¿Quedaría siquie-
tina. ra una huella de tal pueblo? ¿Vi-
Pero ¿es que, por ventura, esa tan nieran los gentiles que se apartaron
grande clemencia tuya está reserva- del Dios Padre y se echaron en bra-
da y latente y está tu misericordia zos de su enemigo el diablo en cuya
mano sobre mano, sin saber qué ha- servidumbre gimen, si no les hubie-
cer y sin provecho alguno nuestro? ra asistido, propicia, favorable, be-
Lejos de ti aun la misma sospecha néfica, la divina Misericordia? Es
o imaginación de tal impiedad, aun ella tan grande, tan capaz que lo
cuando no le des cabal asentimiento. abarca todo; tan copiosa, tan infi-
Quien tal creyera, ése no sería dig- nita, que repartiéndose en todos no
no de experimentar todo cuanto ella conoce menoscabo; tan fuerte, que
puede y hasta qué punto ella nos el ejercicio cotidiano no la debilita,
aprovecha. ¿Hubiese por ventura vi- no la fatiga, no la trilla, y para con
vido un instante más Adán, nuestro nosotros es tan amigable, tan man-
primer padre, luego al punto que sa, tan bondadosa, que, a pesar de
cató la fruta vedada, si inmediata- nuestras innumerables ofensas, no
mente no le asistiera bondadosa- se aparta de nosotros ni el grueso
mente la clemencia o la misericor- de un cabello. Y en conclusión: es
dia divinas? Y eso que pecó bajo la ella tan accesible y fácil que necesi-
amenaza de que moriría, y siendo tamos de muy pocos ruegos para
Tú, Dios, quien de viva voz le po- granjeárnosla y ganárnosla, o, me-
nía la ley y le conminaba con el jor, a todo momento es ella misma
castigo y viendo y sabiendo él que quien espontáneamente se nos brin-
con la manzana que iba a gustar da y se nos ofrece.
i
,

LUIS VIVES 11
322 JUAN LUIS VIVES. OBR.AS COMPLETAS. TOMO I

Hasta tal punto es con nosotros que la de todos los otros o no provo-
indulgente, es tan paciente para con ques la sospecha de que ya estás
nosotros, que menospreciada, desde- cansado de hacer beneficio o de que
ñada, repudiada, todo lo soporta con tu misericordia no está a disposición
resignación dispuesta a oír nuestro de todos aquellos que la piden y
llamamiento así que se lo dirijamos. que se acogen a Ti. Cuán ajenas
Y acude luego al punto no quejum- sean de Ti estas dos actitudes, sá-
brosa, no gruñona, no desabrida, no benlo todos, aun aquellos que sólo
resentida, porque hasta entonces fué de nombre te han conocido.
objeto de nuestro desdén. ¡Oh mi- Empero, mis enemigos me echan
sericordia dulce, oh benignidad admi- en rostro crímenes monstruosos. Yo,
rable, oh paciencia clemente, que ni de buen grado, o negaría su comi-
sé cómo adorarla ni sé con qué nom- sión, si en este tribunal pudiera ig-
bre apropiado denominarla! Enten- norarse algo, o aseguraría con im-
derte bien querría; pero tú, con tus perturbable firmeza que bien come-
solares refulgencias, deslumbras y tidos estaban si pudieses Tú, Dios
ciegas la tenue candileja de mi men- sapientísimo, ser engañado por nin-
te. Definiríate de buena gana si pu- gún argumento. Porque ¿qué me
dieras ser incluido en término al- queda por hacer sino, dando de la-
guno, si entendiere que podía produ- do toda controversia, encaminar to-
cirse algo que te fuese superior. Con do mi discurso a tu misericordia?
todo, lo único cierto es que cuando Sé que ningún otro recurso es más
te tengo, siento harto poco interés eficaz para conseguir en este caso
por todas las cosas restantes y que La misericordia, como la confesión
aun cuando no te puedo abarcar, del delito con displicencia y con sin-
puedo gozarte, no obstante. Tú, san- ceridad, puesto que ella sola lava
ta y perpetua salvadora del linaje las inmundicias que se le pegaron
humano, larga siempre en dar ali- al alma de la fealdad del crimen. Ea,
vio a los mortales, tienes para los pues; lávame enérgicamente, copio-
azares de los míseros mortales, co- samente, quita de mí la iniquidad,
mo madre que eres, un afecto dulce. purifícame de mi pecado. Reconozco
No pasa jornada, ni pasa instante, el crimen; confieso el delito tan
ni pasa momento alguno fugaz, bal- dolido de haberle cometido, como
dío de tus beneficios, con los que contento cuando le cometía. Por ma-
por tierra y por mar proteges a los nera que en la actualidad ninguna
hombres y a los que zarandearon otra cosa me desazona más, ningu-
las rachas aborrascadas de esta vi- na otra cosa me es tan aborrecible
da, sin que tú les alargues con tu como aquel pecado y su recuerdo vi-
mano el oportuno salvamento. vo, ni nada que más me angustie y
A ese asilo, a ese altar, ¡oh mi me atormente y me descoyunte más
Dios bueno y todopoderoso!, a esa que cuando refresco su memoria y
misericordia tuya mayor que la cual la refresco con muchísima frecuen-
no sé que haya atributo en Ti, yo cia, pues la llevo constantemente
acudo en carrera desalada. Yo implo- delante de los ojos.
ro su grandeza; yo, por su grande Harto sabía que lo que más había
muchedumbre, te suplico que te de contribuir a que Tú no te acorda-
apiades de mí, porque, habiéndote ses de nuestras maldades era el que
compadecido de tantos miserables, nosotros las recordásemos continua-
no me hagas a mí de suerte peor mente. Así que invertí yo aquellas
OBRAS DEVOTAS. MEDITACIONES SOBRE I OS SALMOS l'EMTKNí I \LKS .'523

alforjas de la fábula para que mis malévolos y no esa multitud lo es-


errores colgasen continuamente de- tá a mí porbeneficio tuyo? ¿Pequé,
lante de mi pecho, tirándome a la por ventura, delante de ellos? ¿Aca-
espalda los pecados ajenos. Bien so no podría yo con toda suerte de
poco me aprovechó llevarlos a la vis- colores y de excusas y con los argu-
ta con malsana curiosidad, viendo mentos de más nervio hacer la de-
en los ajenos con tanta sutileza, co- fensa de mi crimen, si tuviera que
mo el águila y la serpiente del Epi- actuar ante aquella multitud desave-
dauro, y mirando los míos con ojos nida? Perdóname ahora Tú, que
cegajosos. La principal causa de eres el único que puedes, el único
ello era que, por la estolidez de mi contra quien, el único delante de
opinión de rey y por la villanísima quien, ¡mísero de mí!, he pecado.
aprobación de los cortesanos lisonje- No vayan a quedar hueras, suplicó-
ros, parecíame que en ninguna cosa te una y otra vez, aquellas promesas
obraba yo mal; porque no había tuyas tan grandes, tan admirables;
ley alguna que prescribiese el casti- a saber: heredero de ese reino, de
go de mi delincuencia y porque, co- la edificación del templo, de mi Cris-
locado por Ti en la mayor empina- to y otras muchas a cuál más glo-
ción de las dignidades humanas, riosas. Tampoco queden baldías
puesto que no estaba sujeto a pena, aquellas otras hechas a todo el hu-
creíame exento y vacío de culpa. Sin mano linaje acerca del perdón de
pensar lo más mínimo en Ti, mi los pecados, con las cuales te compro-
Dios soberano, Rey de todos los si- metiste a limpiarnos de la suciedad
glos y de todas las criaturas, yo, de nuestras culpas. Justifícame,
efímero reyezuelo de unos pocos va- pues, en virtud de esas palabras tu-
sallos, cometí mi gran pecado; y lo yas, limpíame, quítame las manchas,
que ahora, cuando considero, más
lo purifícame más y más cuando entra-
me llena de rubor y confusión, es res en juicio con todas tus criatu-
que lo que me ruborizaba de come- ras. En aquel supremo examen no
ter delante de los hombres que no marques mi frente inmunda con
habían de castigarme, lo cometí con ningún aflictivo sambenito de infa-
toda procacidad en presencia tuya, mia y mis maldades no puedan ha-
tigo y juez, y no tuve empacho cer que te consideres franco y libre
de ofender con mi torpeza tus ojos de tus promesas, ni pienses que yo,
santísimos, yo, que evitaba los ojos por mi parte, hice nada para invali-
sucios de unos ruines hombrezuelos. darlas y anularlas. No quieras ser
Mas, siendo Tú el Juez único mío tenido por perjuro por el hecho de
y el único sabedor de mi pecado, que yo sea infiel. Tú no eres como
ningún valor tiene que estimes un el hombre, veleidoso; no eres livia-
bledo esas voces de la ruin y necia no, ni tornadizo, como somos nos-
plebe. Se indigna, desatina como tie- otros, que fácilmente cambiamos de
ne por costumbre. Dice que no se propósito y mudamos la voluntad
me abre ningún camino de vuelta primera, como Tú insistes, persistes
a tu amistad y gracia; dice que y te mantienes en ellos. No quieras
quedaron rotos y desvirtuados todas recargar más aún la gravedad de
las promesas y pactos que tenías he- mi crimen, que harto sé yo ser tan-
chos conmigo. ¿Qué tienes Tú que ta que no puedo con palabras enca-
ver, dime, con esas palabras? ¿Acaso recerla, como sería razón.
estoy yo sujeto a la multitud de los Cuando, ¡oh Dios inmenso!, re-
324 JUAN LUIS VIVES. OBR..AS COMPLETAS. TOMO I

flexiono contra Quién delinquí, yo tivo se maraville alguno de que nos-


mismo tengo horror de mis malda- otros olamos a otra cosa, produzca-
des tan abominables y las refiero a mos otra cosa, sepamos a otra cosa
la grandeza de Aquel a quien ofen- que a maldades, crímenes y nefan-
dí, ni aun con la más exaltada fan- das abominaciones. ¿Quién no lo
tasía puedo imaginar castigos con creerá? ¿Quién no lo sabe, cuando
poder suficiente de expiación. Y si fuiste Tú mismo quien dijiste que
tan de cerca tu clemencia no me las inclinaciones y pensamientos to-
asistiese, desesperaría de poder sa- dos del corazón humano ya desde
tisfacerte y pensaría que ya está su origen sienten una poderosa pro-
hecho de mí. Seguiré diciendo, con pensión al mal? Esta advertencia
todo, no por atenuar ni desviar mi tuya me da la certidumbre de que
crimen, sino cual Tú, que nos creas- en gran parte quedamos excusados
te, sabes cómo fué en realidad. ¿Ma- a tus ojos, puesto que conoces que
ravíllase alguno de que nosotros pe- todos nosotros nacimos con el ins-
quemos con tanta frecuencia y con tinto del mal, y no ya educados en
ligereza tanta? Considere de qué él, sino hechos; no ya adoctrinados,
orígenes hemos salido a la luz. Y sino imbuidos. No aprendimos, no,
pásmese con mayor razón de que aquellos primeros pecados de nues-
exista alguno que te sea tan caro tro origen, sino que los recibimos
que por especialísima merced tuya con nuestro ser; no les inventamos,
pueda degenerar de las costumbres sino que se pegaron a nosotros y con
de los padres y de aquel génesis nosotros sacamos el resabio de leche
nuestro, pasando el curso de su vi- agriada en que estaba impregna-
da toda con entereza irreprochable, da la vasija en que fuimos cuajados,
sin desviarse un punto de la regla, en que fuimos formados, y de la
como se dice. ¿Quién no admirara cual, acabados de una vez. salimos
la mansedumbre de los leones; a la luz de esta vida. Y ello ¡con
quién ferocidad de las ovejas,
la cuánta miseria! ¡Y con cuánta pe-
quién la abstinencia del lobo, que nalidad! ¡Y con qué llanto amane-
no quiere hincar su diente en el ció para nosotros y para nuestra
rebaño; quién la simplicidad de la madre aquel nuestro día natal! Pa-
raposa, la taciturnidad de los ruise- ra que conozcas, sin lugar a dudas,
ñores o el concierto canoro de los que fué concebido en pecado quien,
peces? Hasta tal punto se imponen al penar así, hace que pene, en pa-
en cada uno su propio genio, las riéndole, su misma madre. Dejaré
costumbres de sus padres, la crian- de decir que cuanto más infeliz-
za recibida. Mas en nosotros no so- mente se nace se cría más infeliz-
lamente se han de tener en cuenta mente, y cómo a lo largo de toda
nuestros padres, llenos de maldades, su existencia lleva una vida infeli-
sino nuestra propia concepción he- císima. Y que así como no hay cosa
cha en el pecado. Y nuestra misma más admirable que el hombre, tam-
masa física cuando toma forma de poco no la hay más miserable. Y a
cuerpo, cuando pone miembros, pesar de todo, tienes por digno a
cuando se anima y, por decirlo así, ese animalejo de alternar y conver-
cuando se hiñe, satúrase de pecado, sar contigo y de concertar con él
como se satura de agua la masa de pactos y alianzas y de mantenerle
harina de trigo. todas tus promesas, puesto que na-
Dije eso para que con mayor mo- da amas tanto como la verdad, dado
OBRAS DEVOTAS. MEDITACIONES SOBRE LOS SALMOS PENITENCIALES .'i25

que la verdad eres Tú mismo, y de enemigo. Y nacerá una Iglesia nue-


enseñarle los arcanos de tu sabidu- va, y en una Ley nueva un pueblo
ría, que el mundo, que la Natura- nuevo mucho más puro, mucho más
leza toda, no alcanzan, sino que les santo, mucho más grato que ese
ocasionan pasmo. Prolijo fuera enu- pueblo judío de dura cerviz y de
merar punto por punto todo cuanto corazón incircunciso.
enseñaste a los hombres, y que si A Ti, pues, Hijo del Padre Supre-
yo quisiera compendiarlas en ese mo; a Ti, Dios futuro, Hijo y Se-
discurso mío, podríalo hacer tanto ñor mío, por aquella carne que has
como saber todo cuanto aprendió de de tomar de mi linaje, ruégote que
tu magisterio directo cada uno de te apiades de mis canas, que tengas
los hombres, tarea imposible, por- compasión de este abuelo tuyo y
que es infinita. siervo tuyo, llegado muy al cabo de
A pesar de todo, hablaré de mí su situación y con su cabeza puesta
mismo, y no con espíritu de jactan- en peligro. Asísteme, ¡oh Cordero

cia ¿qué cosa podía ser más inopor- sin mancha!, y lávame con aquella
sangre tuya, que será el precio del
tuna?— , sino para demostrarte en la
medida que puedo todo el agradeci- rescate de ese mundo; purifícame
miento y cómo no me olvidé de] ho- copiosamente con una sola asper-
nor grandioso que me dispensaste sión de aquella sangre que, sellando
enseñándome, sin medianería de las puertas de esa ruin morada mía,
estudio ni de literatura, estupendos nada tengan que temer del paso ex-
misterios de tu divinidad, a los cua- terminado!' del Angel. Y eso lo ha-
les no pueden aspirar tras esfuer- rás Tú con aquel hisopo sin el cual
zos inmensos y asiduos trabajos y ni en la cristiandad ni en el genti-
sudores de aplicación y escuela los lismo existe la expiación máxima.
más grandes sabios del siglo. Pero Harto entiendes lo que digo, Tú, que
Tú, de ruin e inculto pastor de ove- lees mis pensamientos más íntimos;
jas que era, hicísteme rey muy gran- no obstante, no me reservaré tanto
de y profeta sapientísimo, puesto que no exprese con mayor claridad
que me mostraste el adorable miste- lo que yo quiero decir. Digo, aquel
rio de tu Trinidad Padre, Hijo, Es-
: hisopo simbólico, aquel humilde
píritu Santo. Y revelásteme que ese cuerpo tuyo, el cual, por amor nues-
Hijo tuyo, siendo Dios, vestiríase tro, ofrecerás a los oprobios, a los
de humanidad, y me prometiste que ultrajes, a las calamidades todas de
nacería de simiente mía. Y que El, la vida. Aquel hisopo, digo, que cre-
ejercitado en toda suerte de prue- cerá entre las piedras; a saber: en-
bas y trabajos, en todo el discurso tre tus Apóstoles, asido tenazmente
de su vida inocentísima enseñará al a las raíces de aquella piedra incon-
linaje humano secretos admirables movible que es tu Divinidad sobre
de tu sabiduría. Y después de tor- la cual asentarás para siempre los
mentos inenarrables, padecerá muer- cimientos permanentes de tu Igle-
te ignominiosa. El, Rey y Señor sia y de la cual fuerza ninguna po-
el más inocente y más santo, que drá descuajar aquel hisopo humilde.
con la efusión de su sangre mise- Aquel hisopo, digo, que en el estío
ricordiosísima nos libra a todos nos- y en el hervor de la más ardiente
otros de las tinieblas infernales y caridad da a su tiempo frutos sa-
se reconciliará contigo, que eres su zonados que purgan las impurezas
Dios, el humano linaje que le era I de nuestro pecho, que el frío nos
.rrw títííS vjvfs. — obr AS COMPI KTAS. TOMO I

hizo contraer. Aquel hisopo saluda- de los hombres, que no pudieran


ble al estómago, a los intestinos, a penetrar muros gruesos, tinieblas
los dientes, a las orejas, a la cabe- espesas donde pudieran ocultarse
za toda, al hombre todo, que quita tantos pecados y tantos solaparse y
la hidropesía, que mata las lombri- tantos disimularse. O que ahora, a
ces, que destierra la palidez, que da lo menos, apartases de mis pecados
a nuestro rostro color de salud y de aquellos tus ojos penetrantes, vivací-
lozanía. simos, que no se cierran nunca, que
Rocíame, Señor, con ese hisopo ven todo lo actual, todo lo venide-
tan salubre, y si con unas pequeñas ro, todo lo pasado, todo lo posible y
gotas de tu sangre consagrares las que no pueden dejar de verlo, y los
puertas de mi alma, quedaré purifi- mirases como si nunca hubieran si-
cado todo. En esa sangre me sumer- do o tuvieran que ser entre lo solo
giré todo, y lavado en ese baño posible, pues en aquel montón de
rojo, saldré más blanco que la mis- harto poca monta serían. Pero ¿qué
ma nieve. Pues así como no hay co- hago yo? Dios no quiera que yo de-
sa más negra que alma tiznada see sustraer la partícula más chica
el
con el hollín de la culpa, así tampoco de tu grandeza mejor quisiera au- ;

hay ninguna cosa más blanca que mentarla si pudiese. Ni desearía


ella, restituida a su pureza, a su que no hubieses visto mis pecados
candor, a su bondad. Ea, pues. Dios en el acto de cometerse o que no
clementísimo: haz que oiga de Ti los mirases ahora que están cometi-
aquella palabra llena de gozo, rebo- dos; o que no tuvieses cuenta con
sante de alegría inmensa: «Perdo- todos ellos, o careciese de pena yo,
nados te son tus pecados.» Y levan- que no carezco de culpa. Entre to-
teréme de esa ceniza, despojaréme das las molestias mías, la principal
de ese saco y de ese cilicio y me es que, transgrediendo tus manda-
acercaré a Ti en hacimiento de gra- mientos, hice ofensa a tu majestad,
cias. Entonces mis huesos, entonces y quien te ofendió fui yo, que nun-
los meollos de mis huesos, serán ca jamás debí hacerlo. Esto es lo
inundados de júbilo tanto que sal- que acongoja; esto es lo que me
tarán de gozo después que Tú, con llevaría a poner en mi garganta un
amenazas y terrores, los estreme- lazo corredizo si no me hubieses re-
ciste, los destrozaste, los desmenu- velado los abismos de tu clemencia,
zaste; por manera que no ya con de tu bondad, de tu misericordia.
tu pi esencia, que pone temblor en Esta es la razón por la cual poco
los espíritus celestiales, ministros ha yo deseaba cosas que acaso ni
tuyos, sino que a tu solo nombre de siquiera sea lícito formularlas. Tú
un prodigioso horror son sacudidos. perdonarás mi ignorancia. Pues
Y aun yo mismo, en el temblor acos- siendo así que apenas Te conoce-
tumbrado, me perturbo al conside- mos no mucho más que de nombre,
rar la grandeza de tu justicia. Y acomodamos tus excelencias a nues-
cáusame el más grande empacho el tras humanas expresiones; temera-
que, siendo Tú el árbitro de mis riamente lanzamos muchas afirma-
maldades, no me haya yo avergon- ciones y discutimos con ardor, su-
zado. Cuán feliz fuera yo si, mien- midos en tinieblas cimerianas.
tras cometía mi pecado, por unos Brava demencia la de aquellos
momentos siquiera hubieses tomado que, siendo unos abortos de hombre
ojos de carne semejantes a los ojos amasado de arcilla y lodo, piensan,
OBRAS DEVOTAS. MEDITACIONES SOBRE LOS SALMOS PENITENCIALES 32
1

¡oh Dios admirable!, como Si fue- para sus autores, como si nunca hu-
ran confidentes y secretarios tuyos, bieran sido cometidos. Así que no
que no hay cosa que no sepan y que te pido que los tengas por no he-
no osen afirmar con avilantez impá- chos ni tampoco que no los mires,
vida. Secretos son tuyos que más sino que no te ofendan y, por ende,
vale adorar en silencio que manci- que no me dañen. De esa manera
llar con palabras. Contra mi querer borrarás todas mis iniquidades; no
uso de tantas palabras en presencia ciertamente porque no hayan sido,
tuya que, estando yo callado, ya en- sino porque no se cubran con ese
tiendes lo que yo quiero decir; pero impurísimo vestido de iniquidades.
debo hacer, porque Tú lo mandas, Y porque a alguno de vosotros no le
alguna concesión al pueblo que no parezca que hablo con un exceso de
me comprenderá si no dijere lo que dialéctica, acomodaré mi discurso a
siento en un parlamento de alguna las orejas del pueblo y a la oratoria
extensión. Diré, pues, con las pala- forense. Existieron, sí; existieron,
bras más directas y más propias que ¡aymé!, existieron, pero ya son idas
podré, lo que fuere más conveniente aquellas maldades mías; no subsis-
desear, más conveniente pedir, más ten. Yo no sé si es lícito pedir al
conveniente alcanzar, aun a costa Soberano Juez su inexistencia. Con
de los mayores esfuerzos y de las todo, exhalan un hedor tartáreo que
más crudas penalidades. No puedes es la huella que han dejado detrás
menos de ver mis transgresiones. de sí. Ese hedor sí que persiste, ese
Pero no tomes venganza de mí que hedor sí que ofende a este Dios, a
las he cometido. No puedes menos este Juez benignísimo. Esto sí que
de verlas, de verlas tan punibles con toda certidumbre es lícito pe-
como son. Sean, enhorabuena, mal- dir; a saber; que Tú, que eres todo-
dades auténticas, pero ya como tro- poderoso, destruyas esa fetidez y la
cadas de ser y mudadas de color, hagas inexistente; haz, si te plu-
bien así como mudan de colór las guiere, que haya sido, pero que ya
ropas teñidas con ligeros tintes. no sea. Sin él ninguna fuerza tiene
¿Queréis, espectadores y oyentes mi pecado y quedan canceladas ya
míos, que os lo explique más clara- nuestras recíprocas enemistades.
mente? ¿Queréis verlo más claro, Mísero de mí, porque ella es la
vosotros, espíritus celestiales? Tú, única detestable causa de mi perdi-
Dios mío, antes que comenzase a ción, porque es ella sola la que me
hablar, ya sabías lo que diría. Per- despoja de toda mi fortuna, bienes,
dóname, Señor mío, y aquellos pe- vida y, finalmente, de mí mismo.
cados míos que antes te ofendían, Todas estas ventajas las perdí el día
porque exhalaban hedor tan apesta- ¡
en que me hice, Dios mío, enemigo
do y tenían tan siniestro color y te- tuyo. Tú me recibirás de nuevo en
nían sabor de infierno, en adelante tu gracia así que me hubieres ad-
ya no te ofenderán más y perderán mitido en tu reconciliación, luego
aquel sabor, aquel color y aquel olor de haber creado en mí otro corazón,
que antes tuvieron tan mefíticos, de carne éste, en lugar de corazón
tan pestilenciales. de peña que pudo alejarse de Ti;
Entonces los mirarás como ya pa- con otro corazón blando, manso, be-
sados, como los de otros muchos que nigno, dócil, en sustitución de es-
ya no te ofenden. Tú hiciste que otro duro, ferino, reacio, rebelde y
ya no tuviesen virulencia alguna cerril. Y ojalá te pluguiere heñirlo
328 .71 'A N LUIS VIVKS. OBRAS COMPT.ET -\S. TOMO I

de otra masa que de esa nuestra, tud; Tú, que nos dictas a nosotros,
macerada del pecado de todos, y los profetas que anunciamos a los
que fuese ella tal que pudiera do- mortales las venideras maravillas.
lerse suficientemente de tamaño de- A la sombra de ese Espíritu, las
lito y que ningún otro amor prefi- gentes conciben de Ti. Dios muy
riese al amor de Dios. Y puesto, Dios verdadero, cosas que. no entendién-
mío, que quieres la verdad, libre- dolas, las admiran con pasmo los
mente te confesaré que espero, tal entendimientos. Oréame Tú. con al-
es tu bondad de padre para conmi- gún nuevo aliento de rectitud in- ;

go, me reconciliaré contigo, y a ello fúndeme Tú una mente nueva, fir-


enderezaré mis esfuerzos todos. Ten- me, fija, fortalecida y corroborada
go el propósito firme de no cometer en la virtud y en la santidad, que
transgresión alguna contra tus le- nada piense que no sea recto, que
yes; pero me temo no poder resis- no sea bueno y que nunca debe caer
tir esa torcida tendencia de mi co- de aquella bien asentada alteza
razón y retardar esos malvados es- suya.
fuerzos suyos y reprimir la malva- ¡Oh hijo mío, oh Señor mío! ¡Có-
da naturaleza de ese corazón que mo deseo, cómo anhelo! Ninguna
me diste del mismo género que cosa tengo que verdaderamente sea
aquel terreno de Adán, cuyo senti- buena, y necesito muchas. ¡Cómo
do, mente, vista, ardor del ánimo, quisiera que restituyeses a Adán ese
cuyos deseos, cuyos anhelos, cuyo cuerpo suyo de cuya simiente nació
genio, desde su nacimiento y ori- y que Tú, de aquel cuerpo tuyo que
gen, tienden a lo peor y a ello se me prometiste había de nacer de
abalanzan y precipitan con toda la sangre mía. me fabricases uno nue-
fuerza de su empuje. vo, y que realizases ese milagro
;Oh, si de aquella carne- de tu inaudito; a saber: que de ese cuer-
hombre segundo, Hijo mío, Dios po Tú me vistieses aquel otro cuer-
mío, Señor mío, quitada una por- po cuyos abuelos he de engendrar
cioncilla, me hicieres siquiera un co- y recibiese yo mi linaje de mi pos-
razoncillo! Ese corazón chico que teridad! Cuerpo en el cual se alber-
me hicieres no me empujaría con gase un corazón recto, entereza y
un empellón suyo, como me empuja sanidad de entrañas; un cuerpo cu-
ahora este corazón terreno a lo más yo espíritu fuese limpio, sencilla,
bajo que hay en este mundo, sino sincero, derecho, estable; un cuerpo
que, siendo celeste, remontaríame a en el cual todo fuese divino. Y si
su origen a guisa de un ala. Xingu- no te pareciere asaz digno de que
j

na cosa tendría sabor para mí si no reciba ese tan grande beneficio tu-
fuese encumbrada, si no fuese ce- yo; pero ruégote, Señor, con insis-
lestial. En ninguna otra cosa pen- tencia muy encarecida, que no me
saría que no fueses Tú. No recela- quites el que me diste una vez; no
ría que fuese estorbo para mí la
'

me desdeñes ni me rechaces, ahora


observancia de tus mandamientos. que soy rey, Tú. que me tomaste
Tendría un compañero, tendría un ;
del suelo, pastorcito ruin, y me le-
auxiliar, tendría un consejero y guía vantaste al trono y a la púrpura.
Xo me
j

para una vida santa. ¡Oh Paráclito! arrojes de tu presencia,


espirado del Padre y del Hijo. Dios constituido como estoy en la cum-
1

único; Espíritu, sin el cual nada bre de las grandezas humanas. Tú,
nos sabe que no sea la misma ecti- 5
|
que pudiste tus ojfs benignos y tus
OBRAS DEVOTAS. MEDITACION KS SOBRE LOS SALMOS PENITENCIALES 329

brazos cariñosos en mí cuando iba única. No sea yo el primero en


en pos del hato. No digas ahora que experimentar qué desventura tan
yo no te agrado, pues antes dijiste -grande sea hallar cerrado el acceso
ser yo el único de toda nuestra gen- -a tu rostro. ¿A quién has rechazado,
te que estaba cortado a la medida a quién has desdeñado jamás que
de tu corazón. ¡Ay cuánto mejor de muchos azares y calamidades se
me fuera haber pastoreado el reba- haya allegado a Ti, con todo su co-
ño paterno, sin gloria, pero con razón y con toda su alma como a
gracia a tus divinos ojos, que, luego su esperanza única y soberana?
de haber sido promovido al reino Suplicóte, Señor, que te acuerdes
de Israel, caer yo derribado de aque- de aquellos tiempos tan dichosos en
lla cumbre aborrecible con una caí- que Tú declarabas ser yo el único que
da tan fea! era de tu complacencia; cuando, fue-
Si Tú me rechazas, dime, Señor: ra de escuelas y de maestros huma-
¿Adonde iré, adonde me refugiaré nos, enseñábasme secretos tan pro-
que brille para mí con la más pe- fundos de tu Divinidad; cuando ha-
queña lumbre de esperanza? ¿Mán- blabas conmigo tan amigablemente;
dasme que vaya a acogerme a la cuando me prometías tantas cosas,
casa de Saúl, que no ceja nunca en cuyo deseo no pareciera ser de un
sus imprecaciones contra mí, pidien- hombre en posesión de su juicio;
do al Ciclo toda suerte de males, y cuando Tú me decías que te holga-
me llama forzador, pirata, detenta- bas tanto con aquella cítara que mi
dor injusto de su reino y de sus mano sabia tañía y gobernaba;
posesiones? ¿Iré a mi pueblo, que cuando todo te agradaba y todo te
ya me llama con expresión prover- contentaba por ser mío, como suele
bial ladrón de la oveja y asesino acontecer con los amigos que quie-
del pastor? ¿Yo, que soy fábula y ren las cosas de sus amigos; cuan-
asunto de malignas y venenosas ha- do yo sólo era tu regalo y tu deli-
bladurías en barberías, en tabernas, cia; cuando yo estaba persuadido
en ventas y burdeles? ¿A ese pue- que en tanto me dañaría la borras-
blo tan ajenado de hacerme bien, ca de la desventura cuanto juzga-
que piensa y grita a voz en cuello ba que iba a tener braveza suficien-
ser cosa inicua que Tú me lo hagas? te para arrancarme de aquella amis-
¿Acudiré a algún otro rey de mi ve- tad y de aquel abrazo tuyo tan es-
cindad? Pero ¿qué rey hay a quien trecho. ¡ Cuántas veces pensé eso
yo. por orden tuya, no haya hecho mismo en mis adentros, tan callan-
guerra? Todos ellos, tradicionales do! Jamás me destetaré de la dul-
enemigos míos, no esperan más co- zura de esta tan grande felicidad.
yuntura que esa de que Tú me ex- Más venturoso soy que lo que pue-
cluyas y rechaces. Tan pronto co- den colegir o creer los que me ven.
mo se percaten de ello, se abalanza- He aquí mi reino tan encumbrado,
rán sobre mí, bramadores, enfure- tan próspero; he aquí mi imperio
cidos, pensando que no habrá na- tan espacioso, tan fuerte. Mis ene-
die que me defienda, que pueda migos son pocos y son flacos; den-
arrebatarme de sus manos. Yo te tro y fuera, contentamiento y paz
pido que no obres conmigo tan festiva. Heme aquí, el más sabio de
cruelmente, que, abatido y supli- los profetas, que más cosas lejanas
cante, no me rechaces de tu rostro, vió porque Dios me las mostraba.
en donde está mi refugio y mi salud He aquí que yo soy el más privado,
330 JUAN LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS,.
TOMO I

el má3 valido ante Dios, verdadero y mortal melancolía, y cómo me


amigo, íntegro, sencillo, estable, fir- desasosiega miserablemente ese tris-
me, que no se muda nunca. ¿Qué te pensamiento y atormenta mi al-
otra cosa puede añadir la imagina- ma, mi espíritu y mi corazón, hasta
ción a felicidad tamaña? el punto que no me dejan momento
¡Oh esperanzas engañosas! ¡Oh' alguno de respiro la angustia ago-
pensamientos vanos, oh pretensio- biadora y la consternación envuelta
nes de los pecadores! ¡Oh efímeros en miedo, y que mi alma boga a la
1

goces de los malos! Ahora yo, des- deriva en esa brava marea de triste-
pojado de todos aquellos bienes, pre- za y el tedio la trae embrutecida
ocupado y solícito, no por la pérdi- en un total olvido de sí misma.
da de la fortuna, no por la gran ¿Dónde está ahora aquel tan ágil
merma de aquel cúmulo de felici- entusiasmo mío, aquella mi alegría
dad, sino por mi propia vida, por generosa que tantas veces me hizo
mi propia alma, siento el horror de saltar de júbilo al pensamiento de
los males más extremos. Temo no tu Cristo prometido a mi linaje'.'
ser arrojado de tu faz. yo. que so- ¿Dónde aquellas canciones henchi-
lía ser el más familiar de tus corte- das de sabiduría, rebosantes de opti-
sanos. Temo que no me tengas por mismo? Devuélveme. Señor, que te
indigno de congraciarme contigo y lo pido, aquella alacridad y el gozo
que no retires de mí aquel Espíri- de Aquel en quien exclusivamente
tu Santo tuyo, aquella lumbre, guía debía consistir la salvación de los
de mis caminos, y que. entregado a judíos y de todas las naciones.
sentido de reprobación, no le dejes ¡Vuelvan las canciones, retornen
ciego y sumido en perpetuas lobre- las visiones! Profeticemos a los
gueces. No ejecutes contra mí. Señor, hombres, como fué costumbre nues-
una hostilidad tan implacable que, tra, los sucesos acaecederos. Confír-
apagada aquella lumbre que me dis- mame en aquel espíritu tuyo gene-
te, no pueda caminar por tus sende- roso, fuerte, pujante, al que nadie
ros; no quites de mí. te ruego, aquel puede resistir, por manera que vuel-
Espíritu tuyo, inspirador, conduc- va a aquella mi bondad inicial; y
tor de todas mis buenas obras. ¡Ay no me pudra nunca, sino que, un-
de mí si lo hicieres! ¿Por qué me gido con la unción de tu espíritu
sacaste del vientre de mi madre? como con óleo de cedro y con bálsa-
¿Por qué me acogió, a mi ingreso mo, persevere en mi fragante ente-
en el mundo, el aura de la vida"? reza y no te cause molestia ya aquel
¿Por qué yo, el día mismo de mi hedor nauseabundo y a los demás
nacimiento, no troqué la cuna por hombres particioneros de mi mor-
el sepulcro? ¿No sería acaso mejor talidad séales muy apacible a la vez
o bien no nacer o ser cuanto antes que muy provechoso. En acercán-
eliminado, que no esa pavorosa so- dose a mí, atraídos del buen olor
ledad mía, en medio de remolinos que gana los corazones, yo, con mis
devoradores, huérfano de luz, sin acentos más dulces, cantaré las fine-
una mano guiadora entre tantas co- zas de tu sabiduría y de tu bondad
mo son las miserias de la vida? que me hubieres mostrado: cuánta
¡Qué acucia tan grande apremia mi es tu grandeza, cuánta tu inmensi-
corazón! ¡Cuánta ansiedad! ¡Cómo dad, cuánta tu omnipotencia y cuán-
atenúa mis bríos, cómo oscurece la ta salud reportaste al linaje hu-
viva agudeza de mis ojos esa tétrica mano; de cuánta clemencia usaste
OBRAS DEVOTAS. MEDITACION KS S< 3BRE LOS SALMOS PENITENCIALES 331

conmigo; hasta qué grado no existe den a los gobernados, y no hacen


necedad mayor que la de desesperar daño solamente porque son ellos co-
del perdón de los pecados; qué mal rrompidos, sino porque corrompen
tan grande y tan lastimoso es sepa- y más dañan con su ejemplo que
rarse de Ti y qué bien tan inesti- con su pecado. Así es que si yo en-
mable el de ser amigo tuyo; que el señare, la más pequeña de mis pala-
acceso a tu amistad está abierto a bras tendrá eficacia mayor que to-
todos; que en tu corte no hay más dos los apostrofes de los profetas
magnates que los buenos ni más y los discursos de los sabios con to-
villanos que los malos, aunque en da su vociferante gritería. Y aun
su mano está el volver a Ti cuando cuando callare, si viviere bien, se-
les pluguiere; pero que vale mucho rán muchísimos los que, a imitación
más el retorno a Ti cuanto antes; que mía, se harán buenos. Tú colocaste
nadie es tan cruel, tan inhumano, a los príncipes en lugar descollado
enemigo de otro que si supiera qué y eminente, y a las costumbres de
mal tan grande es ser enemigo tu- ellos acomoda el pueblo las suyas.
yo, no concibiera la compasión más Xo hay edictos que así puedan mo-
viva de aquel que en esa condición delar sentimiento de los hombres
el
estuviere sumido; que no le exhor- como la vida del que los rige. Mú-
tase, que no le ayudase, que por dase siempre, como un cuerpo de
todos los medios no se esforzase por baile al compás de la orquesta, con
sacarle de estado tan miserable; las mudanzas y volubilidades de su
puesto caso que se puede tan pron- príncipe, el vulgo tornadizo. Esta
to como se quiere; así que en un será la ejemplaridad de mi conver-
impulso de sincero arrepentimien- sión. Tendrás en mí, oh Dios bue-
¡

to les pesa de hallarse envueltos en no!, luego que me hubieres otorgado


tales lazos y piden humildemente tu perdón, un pregonero no más hu-
su liberación. milde de tus glorias y un educador
Con estos y otros recursos ense- de tu pueblo no menor que cual-
ñaré a los inicuos tus veredas. Sé quier otro profeta.
que no será baldía mi enseñanza; Volveré a mi prístina vida que te
no cantaré para sordos; harta expe- fué tan grata y, provocados e invi-
riencia tengo de la ejemplaridad de tados los impíos, así por mis pala-
un rey sobre su pueblo, ora fuere bras como por mi ejemplo, se con-
dechado y maestro de error, o de vertirán a Ti por tu misericordia,
proceder recto. Como fuere el rey, fácilmente y muy de grado. Lo que
tal será la ciudad toda e inmediata- Tú tendrás que hacer, Señor mío,
mente. El, con su ejemplo, si fuere i será perdonarme, otorgarme indul-
bueno, a casi todos les hace bue- gencia por mis delitos tan nefandos,
nos, y si es malo, les hace malos, lavarme, todo manchado como es-
cosa que, por desgracia, es la que toy, con la sangre humana que de-
más fácil y más frecuentemente rramé. Y lo que yo tendré que ha-
ocurre. Sé cuán gravemente delin- cer en adelante será enseñar, con
quen los príncipes malos, especial- mi palabra y con mi conducta de
mente por ese reparo de que, sien- rey, cómo se ha de caminar por tus
do los maestros ellos, muchos son caminos, cómo de los descarríos ha
los que aprenden a mal obrar. Y no de volverse a ellos, porque no va-
«clámente conciben los príncipes los yan a perderse y a d'iSf uñarse los
vicios por sí, sino que los transfun- que marraron la senc'á.
332 Jt'AX LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. TOMO I

Entonces, tomando la cítara en la manos, porque su candor impoluto


mano y cantando canciones acorda- no se aje con alguna suciedad. Y
das muy melodiosamente, ensalzaré yo, no lavado, yo sucio, ¿tocaré tus
hasta el cielo esa justicia de tu tri- purísimas, tus intactas alabanza".'
bunal templado con tanta miseri- Ello fuera contaminarlas, más bien.
cordia, tan unida indisolublemente ¡Lejos de mí tal osadía! Tengo un
y compañera tan inseparable de l.t sumo horror de aquel examen, de
clemencia, que entonces juzgas con aquel estrecho interrogatorio, de
suma clemencia cuando lo haces con aquella reprensión, de aquellas
suma severidad y no te separas un amenazas y castigo del pecador.
punto de la justicia cuando usas de ¿Por qué publicas tú mis justicias
benignidad. Así es que no habiendo y tomas mi testamento en tu boca?
en ningún otro lugar justicia mayor Tú odiaste mi disciplina y te echas-
ni más verdadera que la que se ha- te mis avisos a la espalda. Abundó
ce en este tribunal, con todo nunca tu boca de malicia y tu lengua au-
se juzgó aquí sin suma clemencia naba fraudes. ¿Quién será tan de
y misericordia, ni jamás se pronun- diamante que no le hagan mella es-
ció aquí veredicto con implacable tas palabras tuyas? ¿Quién tan t€>-
justicia, ni sin muy copiosa justicia merario y tesonero que no le apar-
se perdonó a alguno, ni jamás salió ten del propósito de ir con intención
de él condenado alguno con quien impía en busca de tus alabanzas,
no se hubiera tenido la más tole- de leerlas con ojos profanados, de
rante de las clemencias. Esa justi- pronunciarlas con lengua mancha-
cia tan clemente, esta tan justa ele- da, de tocarlas con manos impuras
mencia y misericordia cantarán mi y contaminadas? Por eso. Señor,
i

lengua incansablemente y pondré porque retorne a mis costumbres


todo cuanto esfuerzo pudiere por- primeras y vuelvan aquellos can-
1

que lo oiga todo tu pueblo, sea cual- tos tan de miel, otorga perdón a mis
quiera el lugar donde habite y yo pecados, abre mis labios a los can-
ose prometerle, sea cualquiera el lu- tos de tus obras a que por mis
gar donde habitará en la sucesión culpas estoy ya desavezado, Tú, que
dé los siglos. por manera tan maravillosa los
Demás de esto, si Tú, con tu san- abriste y los enseñaste en su rude-
gre piadosísima, no me lavares de za y en su novedad.
ese tan vil y atroz asesinato de un Heme aquí echado a los pies de
capitán tan esforzado y tan inocen- tu majestad, implorante de tu mise-
te y de esotra sangre con que me ricordia, esclavo de tu poderío. He
:

poluí y me manché; si Tú no abrie- aquí el sacrificio que te es más apa-


res esa mi boca muda, yo no me cible mi corazón de pecador, con-
:

atreveré a hacer pregón de tus loo- trito y humillado, pesaroso de que


res. Harto sé que sólo en los labios pecó. Xo creo que puedas aplacarte
de los rectos parece bien la alaban- mejor que con el holocausto de mí
za y que es a tus oídos lleno de dul- mismo. Si te aplacares con la sangre
zura y de deleite el canto de tus ex- de los toros o de los becerros; si
celencias salido de la boca de los mis hazañas pecaminosas pudieran
justos; sé que lo puro sólo debe ser lavarse y expiarse con sangre de
tocado por los puros. No se atreve- animales, a miles cayeran delante
rán a tocar un lienzo blanco sino de tus aras; el humo llenara, el olor
los que previamente lavaron sus de quemado infestara no solamente
OBRAS DEVOTAS. MEDITACIONES SOBRE LOS SALMOS PENITENCIALES 333

la ciudad de Jerusalén, sino toda la sos; si nada hallabas más acepta-


Judea de punta a cabo por los ince- ble que mi .mansedumbre y cuya cí-
santes y diarios sacrificios de las tara y cuyo canto tenía la más sua-
víctimas hasta que no quedase re- ve de las consonancias, y cuyas de-
baño alguno en toda la Palestina, en licias y cuyos solaces todos y cuyo
la Siria toda. Allende de esto, har- alivio en mis cuidados fueron siem-
to sé que poco aprovecha la sangre pre mi fijo pensamiento en Ti.
vertida y el sacrificio de unas reses ¿Cuándo vendrás? ¿Cómo vencerás?
que ningún mal hicieron, mientras ¿Qué milagros obrarás? ¿Qué tor-
que el que hizo el mal lo contempla mentos padecerás, siendo la misma
complacido y descuidado. Por esto inocencia? ¿Cómo será de copiosa
es que a mí mismo me ofrezco en la redención de todos nosotros?
hostia por mi pecado: bien está Apiádate, por favor, de la anciani-
que llore el que pecó; porque no se dad de tu abuelo; acuérdate de mi
ría del azote ajeno, sino que recele simplicidad. Tenga delante de Ti al-
pecar sabiendo que la azotaina des- guna valía el recuerdo de la amis-
cargará en sus hombros. Y, final- tad pasada. Y si esa amistad, como
mente, sé que es un sacrificio por me decías, en alguna ocasión te fué
Ti no desdeñado que el corazón de dulce, perdóname y volvamos a
invulnerable bronce que de Ti pudo ella. Vuélveme integro, santo, sim-
separarse vuelva a Ti, contrito, ple, lleno de sabiduría aquel espíri-
ablandado, de carne en suma, des- tu tuyo; devuélveme la alegría
consolado porque desertó de Ti, que de Ti.
eres su Padre, pasándose al diablo, Ninguna cosa nueva te pido aho-
enemigo capital del linaje humano. ra; no ejércitos aguerridos, ni víc-
Aquí tienes, ¡oh Juez clementísi- timas gloriosas, no reinos, no opu-
mo!, a un reo confeso, penitente lencias sin cuento. Tú me dabas es-
humilde, abatido, sucio de polvo, cu- to cuando Tú tenías en mí tus com-
bierto de saco, salpicado de ceniza, placencias; ahora te pido nada más
seco de ayuno, sumido en aflicción, que mi salud. Me desvié de la sen-
echado al suelo, suplicante, ovillado da, ¡oh mi Dios benignísimo! obré ;

a tus pies, alargando a tus rodillas temerariamente, ¡oh Padre de cle-


esas manos que fueron a tiempos mencia! pésame de ello; a tu mise-
;

ejecutoras sumisas de tu voluntad ricordia pido perdón de mi delito;


y ahora servidoras de maldades, pi- suplicóte que me perdones. Si po-
diendo perdón de sus culpas, que es cos lo consiguieron, con arrogancia
y con mucho para Ti el más acepta- osada te lo pido; si todos te lo
ble de los sacrificios. Por este sacri- pidieron, dame tu socorro, pues
ficio, Señor, pídote que me perdo- me diste esperanza. Si esta sola pe-
!
]

nes; suplicóte, por la sangre de tu tición me otorgares, cosa a que ac-


Hijo, que me rocíes con ella, que cedes con la mayor facilidad, cosa
con ella me laves; que no me exclu- que concedes con el mayor de los
yas ni me rechaces de tu rostro. agrados, creeré haberlo ya conse-
Mira: te pido por favor, Tú, hijo guido todo de Ti. Obra, pues, Dios
mío también, la blanca cabeza de clementísimo, obra con Sión benig-
tu abuelo. Mira mi ancianidad; si namente y no se quede baldía la
mi juventud te fué grata; si mi voz promesa de la edificación del tem-
te fué de sumo agrado y profetizó plo y del aumento y de la expan-
a la Humanidad destinos tan glorio- sión de las murallas y de esa ciu-
334 JUAN LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. TOMO I

dad de Jerusalén, tipo e imagen de capaz de encarecer cuánto te


es
aquella otra Jerusalén mejor y más complace aquel olor de quemado y
grande, cuyo templo, aun cuando cuánto más verdadero culto tuyo es
sea de piedras y de argamasa, será que la matanza de víctimas, que
con todo edificado fuera de esta po- aquella perpetua aspersión de san-
bre y vieja sinagoga, en la era de gre, que, por decirlo con una sola
aquel hombre jebuseo, a saber, del expresión gráfica, carnicería y des-
pueblo gentil, cuando comenzará el menuzamiento de animales? En
reino de mi hijo, rey de paz, en aquel templo tuyo más santo serán
aquella sabrosa paz desacostumbra- ofrecidos becerros numerosos ;
pero
da de que el orbe se maravillará, mucho más preferibles que los nues-
en aquella quietud increíble que se- tros. Y en primer lugar, aquel no-
guirá a tempestades tan bravias, en villo rojo, con cuya sangre siempre
los comienzos de aquel tiempo fe- se sacrificará y tendrán felicísima
licísimo, cuando se iniciarán los si- realidad las expiaciones de todos los
glos nuevos y el alumbramiento de pecados: el Sumo Sacerdote ofreci-
un mundo mejor. do de su propia voluntad a la
Los muros de esa Jerusalén se- muerte por librarnos a nosotros de
rán construidos sobre cal y arena ella, ojeando y ahuyentando con la
de piedras muertas; pero los mu- muerte suya nuestra muerte.
ros de aquella otra, asentaránse so- Jamás por jamás será ofrecido
bre la tuya o, mejor, sobre aquella sacrificio más grato que el sacrifi-
piedra, que eres Tú, de piedras vi- cio de ese becerro, de ese cordero o,
vas de bloques cuadrados. Entonces, por hablar sin velos de metáfora,
con entera verdad, en el templo su- de ese Dios-Hombre, ni que tenga
yo, aceptarás aquel sacrificio de jus-' eficacia más activa. Tomarán muer-
ticia que en ningún tiempo dejará te a imitación de ese Maestro otros
de serte el más grato del cuerpo de muchos millares de becerros, bece-
este Hijo tuyo, que es el precio del rros que se allegarán a las aras no
rescate del mundo, vendido y escla- empujados, no arrastrados, sino con
vo, y prenda y garantía de su li- voluntad muy generosa ;no claudi•

bertad. cando, no con pies tardíos, sino con


Allí te ocasionarán las más vi- paso ágil y alegre, persuadidos de
vas complacencias las oblaciones, no que la más alta gloria que les pudo
de carne quemada de animales, sino caber es constituirse en víctimas tu-
de conciencias muy sinceras y muy yas, Dios soberano. ¡Oh templo!
santas, en las cuales exclusivamente ¡Oh siglos de dichosa paz; oh Je-
reside toda religión, toda piedad. rusalén nueva bajada del Cielo, le-
Tomarás deleite en aquellos holo- vantada y construida por aquel Es-
caustos, en aquellas almas abrasa- poso suyo, el más hábil de los arqui-
das en aquellas llamas de caridad tectos, colmada y rebosante de ri-
que, con el fin de introducirlas en quezas y opulencias inauditas, in-
el mundo, bajará tu Hijo muy ama- creíbles! ¡Oh pompas, oh triunfos
do o, si te place, hijo mío también. de la ciudad victoriosa, que envías
Ese fuego encenderá aquellas hostias tantos ejércitos, tantos caudillos,
vivas, que son nuestras almas, que tantos soldados a la más apacible y
no dejará parte alguna cruda, parte dulce de las guerras! Guerra, digo,
alguna si ya no fuere del todo con- muy diferente de las otras guerras,
sumida y resuelta en cenizas. ¿Quién más deleitosa a los veteranos que
|
,
OBRAS DEVOTAS. MEDITACIONES SOBRE LOS SALMOS PENITENCIALES 325

a los bisoños; guerra en la cual es


la victoria cierta, puesto que a muy
PROEMIO
poca costa se combate y se vence. AL CARDENAL GUILLERMO CROY,
¡Oh, quién me reservase para aque- OBISPO DE CAMBRAY
llos tiempos! Viera yo de una vez
la gloria, las victorias, la paz, la En una de mis estadas en Cam-
bienandanza de aquella ciudad: vie- bray, incomparable patrono mío,
ra las magistraturas, los consejos, el durante el ayuno que llamamos
estado de aquella república del pue- cuadragesimal, encerrado en mi ca-
blo de las naciones del Señor. Viera sa por la noche sin tener nada con
los sacrificios y las ceremonias de qué recrear mi espíritu, con excep-
aquel templo, y luego al punto, re- ción de cierto libro francés, resolví,
signado, contento y henchido de puesto que no tenía a mano produc-
gozo y de seguridad, con nacimien- ción ajena con qué deleitarme, pro-
to de gracias iría a la muerte. ¿Por curarme recreación alguna por mí
qué he de hablar de la tercera Je- mismo. Rezaba yo con frecuencia
rusalén, aquella que fué siempre y los siete Salmos penitenciales y sa-
será en el cielo, por siglos infini- boreábame especialmente con el sal-
tos, a la cual se va por ésta, de mo quinto. A modo de pasatiempo,
quien ahora hablaba? emprendí su interpretación con el
¡Oh vocablos, oh razonamientos, intento de proseguirla, si mi intento
oh lenguas todas de hombres y de era afortunado, cuando me lo per-
ángeles! ¿De qué palabras, de qué mitieran mis ocupaciones, y si no,
razones podría valerme para des- al menos, por dedicar las horas que
cribir siquiera su vestíbulo? Puesto fuesen a aquel ejercicio honesto y
que los bienes que hay en su inte- santo. Contentóme la primera pá-
rior ni el ojo humano los vió ni gina, y estimulado con el ejemplo
los oyó jamás oído humano, ni vi- de otros grandes hombres interpre-
nieron a las mientes de ningún té aquel salmo independientemente
mortal. de los otros, sin que en aquella ex-
Aparejados están ya desde la planación dijese yo todo cuanto hu-
eternidad para aquellos hombres biera podido. Pues si me dejara
bienaventurados que, amándote, guiar del hilo de la explanación, el
¡oh Dios!, te temerán y te amarán volumen hubiera crecido sin límite.
temiéndote. Aquí en la tierra Tú me El asunto es la misma religión cris-
quisiste príncipe; aquí me quisiste tiana; el tema son las Sagradas Le-
rey; aquí me quisiste jerarca subli- tras, tan consonantes entre sí, tan
mado. ¡Oh, si me admitieses en el del mismo color, y sus partes tan
padrón de ciudadanía de aquella bien asidas y coherentes, que si co-
ciudad no como rey, no como supre- mienzas por cualquiera de sus ver-
mo magistrado, no como el primero sículos como si atinares con el ca-
de los magnates y de su cuerpo de bo de un hilo seguido, todas vienen
nobleza, sino como ciudadano' vulgar, espontáneamente, unas tras otras.
como obrero simple, sin gloria algu- Bastóme cortar algunos de sus ex-
na, el último de la cola, morador de tremos y ejercitar mi estilo en ese
cualquier barrio humilde y arrinco- género literario, al cual un día u
nado, viviendo la vida inmortal otro pienso entregarme por entero.
con quietud, con gozo, con la más Entonces, cuando esta ocasión
consumada de las felicidades! fuere llegada, con el favor del Cielo,
iuu prrrwom
r jojim? wyai íttoo wp' tsfí •
33G JUAN" LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. .
TOMO I

sin el cual no podríamos ni trazar


una sola letra ni escribir una pala-
MEDITACION V
bra sola, extenderemos las velas y SOBRE ESTE SALMO 101
nos aventuraremos a mares más es-
paciosos. No imité a ninguno de Señor, escucha mi oración y mi
aquellos autores que trataron esta clamor llegue a Ti.
misma materia, puesto que a ningu- Xo apartes de mí tu rostro; en
no consulté, y sin duda, seguí un ca- cualquier día que me halle atribu-
mino muy desviado del de ellos. No lado, inclina a mí tu oído.
me criticará por ello ninguno que En cualquier día que te invocare,
sepa que el campo de las Sagradas escúchame con prontitud.
Escrituras es tan abierto y anchu- Porque desvaneciéronse como hu-
roso y por ende cruzado por una red mo mis días, y mis huesos como
de sendas tan intrincadas, y que hornija se han secado.
son tan fértiles sus tierras y su sue- Ajado fui como el heno y arideció
lo tan generoso, que dondequiera mi corazón porque me he olvidado
brotan flores y se cosechan frutos. de comer mi pan.
De ahí que sean tantos los intérpre- A la voz de mi gemido se han, pe-
tes y los sentidos tantos. Y con to- gado mis )iuesos a mi carne.
do, esa abundancia no es repren- He sido hecho semejante al pe-
sible. lícano de la soledad; he sido hecho
Unico y múltiple es el Espíritu como cuervo nocturno en su cobijo.
Santo, que inspira las distintas inte- Vigilé y fui hecho como pájaro
ligencias. Quien me desdeñare a mi solitario en tejado. Todo el día me
por intérprete estéril o en algún zaherían mis enemigos, y los que
punto no asaz copioso, acuérdese me alababin jvaban contra mí.
que él dice esto en ocio estudioso, Porque comía las cenizas como pan
rodeado de libros, y que se enrique- y mezclaba mi bebida con mi llanto.
ce con los escritos y las invenciones ¡
A de tu ira e indignación,
vista
de muchos mientras yo estoy abru-
; porque, alzándome, me estrellaste
mado de quehaceres, sin auxilio de como sombra, mis días han pasado
libros y poco versado en comenta- y yo me he secado como heno.
rios de las Sagradas Escrituras, y |
Mas Tú, Señor, permaneces para
que éstos los lucubré en unas po- siempre, y la memoria de Ti va de
cas horas hurtadas a deberes más generación en generación.
apremiantes. Y si aún esta excusa I Tú, levantándote, tendrás miseri-
no tiene para él valor alguno, con- ¡
cordia de Sión, porque tiempo es
dene, si así le place, mi diligencia de apiadarte de ella, porque ya vie-
y mi obra, pero al menos, apruebe ne el tiempo.
mi piadoso designio. Débote a ti, Porque las piedras de ella agra-
patrono mío, esta produccioncilla tal daron a tus siervos y tendrán mi-
cual es, así porque yo mismo que la sericordia de la tierra de ella.
elaboré soy tuyo, como también por- Y temerán, Señor, tu nombre las
que nací en suelo de tu jurisdicción gentes y temerán tu gloria todos
y puedes reclamarla por derecho ce- los reyes de la tierra.
sáreo. Te la devuelvo, pues, para Porque edificó el Señor a Sión y
cancelar de buena fe, como es pro- será visto en su gloria.
pio de toda persona honrada, la deu- Miró a la oración de los humildes
da que contigo tengo. y no despreció el ruego de ellos.
OBRAS DEVOTAS. MEDITACIONES SOBRE LOS SALMOS PENITENCIALES 337

Escríbante estas cosas a la otra ceptista calagurritano con una há-


generación y alabará al Señor el bil entrada en materia, y luego de
pueblo que será creado. haber prometido que hablará de co-
Porque miró desde lo alto de su sas sumamente importantes, de co-
santuario; el Señor desde el Cielo sas nuevas y admirables, de las ven-
miró sobre la Tierra: tajas de la república o de las conve-
Para oír los gemidos de los pre- niencias particulares de cada uno,
sos, para dar libertad a los hijos predispone a su favor al pueblo ru-
de los condenados a muerte, do, se gana anticipadamente el inte-
Para que anuncien en Sión el rés y la atención del juez, colgado
nombre del Señor y la alabanza de de su boca, y a seguida inventa o
El en Jerusalén. recuerda muchos y auténticos bene-
Cuando los pueblos se junten en ficios de los suyos o personales he-
uno y los reyes para servir al Se- chos al juez o al pueblo. Declara
ñor. A El hablo en el camino de su que en éstos, exclusivamente, tiene
fuerza: Anuncíame la cortedad de puesta su confianza en el buen éxi-
mis días. to de su cometido. Quéjase de su
No me llames en la mitad de mis desgracia, de su flaqueza, del ace-
días; por generación y generación cho en que le tienen los poderosos,
son tus años. de ser juguete de la envidia de los
En el principio. Tú, Señor, fun- malos, y apela a un sinfín de re-
daste la tierra y obras de tus ma- cursos más o menos hábiles, con los
nos son los cielos. que consigue doblar en su favor el
Ellos perecerán; pero Tú perma- ánimo de los oyentes y les prepara
neces, y todos, como un vestido, se para el discurso que va a pronun-
envejecerán. ciar: dóciles y bien dispuestos, co-
Y como ropa de vestir los muda- mo los desea. Teniendo que hablar
rás y serán mudados; más Tú eres nuestro santo profeta ante el Juez
siempre el mismo y tus años no des- de vivos y muertos, de poco prove-
caecerán. cho sería todo el discurso si el Juez
Los hijos de tus siervos continua- no prestara atención y gracias a la
rán, y su simiente será establecida persuasión, tornado comprensivo y
ante Ti. más benigno, no defiriera a sus peti-
ciones. Con todo, en ese nuestro caso
El preceptista profano que forma hay que poner mucha mayor habi-
al orador (he nombrado a Marco lidad y artificio que en una oración
Fabio Quintiliano) aconseja que propiamente profana.
cuando haya de perorar el orador Ese Juez nuestro no se deja im-
futuro, en una asamblea política o presionar por la alteza y la novedad
ante el juez, con un exordio adecua- de las cosas, puesto que, antiquísi-
do se granjee la benevolencia del mo como es, para él no existe cosa
auditorio y le haga atento a la ora- nueva alguna, ni ninguna grande,
ción que va a pronunciar. De no puesto que es el mayor de todos, y
hacerlo así, será vano su esfuerzo; como arquitecto que es de toda la
muchas serán las cosas que de bal- creación, no existe para él cosa al-
de dirá y clamará, pues o no se le guna que le maraville. A ese juez
escuchará o no se le entenderá, y de no le doblan los halagos que doblan a
fijo no persuadirá a nadie. Insinúa- los hombres. Sólo las súplicas repor-
se ese orador formado por el pre- tan provecho; sólo oye las súplicas;
338 JUAN LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. TOMO I

las súplicas solas le doblan y por eso y a El ha de enderezarle sus clamo-


con súplicas se encara con él el Sal- res, le suplica que en cualquier otro
mista: Oye, Señor, mi oración y el día que le invocare se digne oírle con
clamor de mis plegarias venga a Ti. presteza. En los días malos pedimos
No te pido solamente que oigas mi que se nos saque de ellos y que los
oración, sino también que te dejes días buenos amanezcan; mas en los
vencer de ella y me otorgues lo que días buenos pedimos que no nos los
con ella te pido. Sé bondadoso para quite y nos torne a los malos.
conmigo muéstrate conmigo recon-
; Todo lo dicho es el exordio de la-
ciliado; ámame y no apartes de mí, oración que se sigue, demostrativa
como pecador aborrecible, tu rostro de la brevedad de la vida y de la
mirando a otro lado.» Aquello que estupenda duración de la eternidad
uno desprecia u odia, ni cuida de divina, y el paso a lo que continúa
ello ni le mira, especialmente cuan- diciendo: Oyeme con prontitud,
do es menor el que es objeto de ese pues si tu socorro no llegare a mar-
aborrecimiento. Es indecible la vi- chas forzadas, poco aprovechará lle-
leza en que se le tiene; en cambio, gado a destiempo. Nuestros días
¡con qué cariñosa fijeza es mirado hanse desvanecido como el humo.
aquello que es querido! Los ojos Los días del hombre son parecidos
siempre se vuelven del lado del al humo, que, salidos del fuego, des-
amor. Así miró Dios a Abel, porque párcelo un soplo delgado; dura un
le era aplacible; así miró sus ofren- instante y se desvanece al punto,
das. No miró a Caín, porque le que- pues si mirares, verásle cómo se
ría menos, ni miró sus dones. Esta disuelve poco a poco; si no lo mira-
semejanza está tomada de nuestros res y luego buscas verlo de nuevo,
propios sentimientos, que, por la ex- te preguntarás con extrañeza adon-
presión del rostro o de los ojos o de fué tan apresurado.
por la manera de mirar, indicamos Los días del hombre foméntalos
y declaramos los sentimientos de el fogoso calor del estómago; humo
nuestro interior. Dios no mira a son salido de él. Y, por otra parte,
quien desama y le ofrece dádivas es cosa que causa maravilla hasta
no gratas; de ésos aparta su ros- qué punto ese tiempo tan corto pre-
tro como aparta de sus ruegos los cipita su huida: Los días huyen
oídos. sin que freno alguno los retenga,
Por eso el Salmista, al comienzo como dice cierto poeta. Toda hora,
de su oración tan vehemente, que con paso fugaz y falaz nos acerca
es ella toda un grito, porque no al fin y, víctimas de una lisonjera
sean vanos sus clamores, pide a ilusión de perpetuidad, vamos con
Dios que en cualquier día que fue^e presura muriendo por momentos. Si
atribulado y afectado por la adver- considerares la ida de nuestros
sidad, incline a él su oído. En el día días, estarás con la boca abierta
de la calamidad refúgiase en solo viendo cómo vuelan con pies tan
Dios, que es quien la envía y el úni- alados. Y si volviendo la vista atrás
co que puede quitarla; y en aquel evocas los días que pasaron allende
día, cuando tiene que invocar al te dolerás de su vuelo rapidísimo.
Señor con un grito más alto, pídele Pues fuera de que el tiempo de la
que incline a él su oído benigno. Y vida es breve para todos, lo más
por dar a entender que no sólo triste es su condición de irrepara-
aquel día tiene necesidad del Señor ble. Cortados son nuestros días co-
OBRAS DEVOTAS. MEDITAC IONES SOBRE LOS SALMOS PENITENCIALES 339

mo el heno por el segador, y lo que aún: en su sed anhelante de esas


había crecido en unos pocos meses, cosas terrenales, acuciado por cui-
cae a cercén en una hora brevísi- tas voraces y por las furias frenéti-
ma. ¡Cuán gran verdad es que to- cas de su corazón; a su carne mus-
da carne es heno y toda gloria co- tia pegósele un semblante seco.
mo la flor del campo! Aquel santo Aridecida la humedad vital, a su
varón, dechado de paciencia, com- carne flaca y pegajosa se adhiere el
paró el hombre a una flor; no hay hueso. Y este caso ocurre cuando el
cosa que tenga vida más corta. hombre malvado, espoleado de anhe-
Aun sin viento que la deshoje, mar- los y en su pasión encendido por la
chítase la gracia de la flor, que, na- concupiscencia del mundo, de los
cida bellísima a la aurora, sécase a ojos, de la carne o de la soberbia

los ardores del sol y muere enjuta de la vida, no toma con tranquili-
de savia. Así también nuestro cora- dad su alimento ni se entrega en
zón se seca así nuestros huesos, se-
; los brazos del sueño sabroso, no de-
cos los meollos, tórnanse áridos co- ja que interiormente se haga la di-
mo tizones. gestión, y se adelgaza y cobra ma-
Pero consideremos con atención los colores, se intoxica y se enfe-
más ahincada que esto se aplica al brece y con ojos rapaces lima los
pecador, quien, en todo el discurso bienes ajenos y, turbado y deseoso,
de su vida, no pensando en otra co- corre a zaga de las riquezas, corre
sa sino en hueras vanidades y en a zaga de los regalos, corre a zaga
vanas obras, pasa sus días sin que de las honras y de la vana aura po-
le alimente ningún jugo de caridad pular. El pecho de esos tales es co-
divina. Siendo así que dice el santo mo un mar hervoroso en perpetua
Job: Vida y misericordia me otor- inquietud. De esos tales es aquella
gaste y tu visitación guardó mi es- exclamación Cansados nos hemos
:

píritu. El justo no tanto vive de en el camino de la iniquidad. Gime,


vida como de misericordia, como de suspira amaestrado en la vanidad
fe; no tanto se mantiene de pan, por el pueblo, gran maestro del error
como de la visita y de toda palabra que tiene esas cosas por codiciade-
salida de la boca de Dios. Ese es el ras, por excelentes y dignas de ad-
verdadero pan que sacia más que miración; en su impiedad, el vigor
no harta aquel otro pan material. óseo y su virtud ósea se enraizan
Al hombre malo se le aridecieron en las blanduras de la carne rega-
los huesos y se pararon semejantes lada.
a las serojas que alimentan el hor- Mas ese pecador, una vez trocado
no, porque en ellos no había jugo j
por el arrepentimiento y la amarga
ninguno ni buenas obras ni de mi- contrición, demuestra de qué mane-
sericordia. Se secó su corazón y se i
ra se conduce entre los pecadores,
endureció, porque no había hecho demuestra todo cuanto hace y llega
parada en él la dulce y aljofarada a la tercera parte del día, y por
visita matutina del Señor. Y el mis- oculto y maravilloso artificio indica
mo pecador habíase olvidado de co- lo que hace entre día, cuando hay
mer el pan verdadero y por eso no
; todavía luz; lo que hace a la tarde,
vivía, aun cuando a los ojos botos a la hora del crepúsculo; lo que
parecía vivir, semejante a un sepul- hace por la noche bajo el velo de
cro, cuidada y nítida su piel, pero las tinieblas. De día, evitando la co-
en su interior, árido y podrido. Más municación con los hombres, señero
340 JUAN LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. TOMO I

y solo en la esquividad espaciosa y


¡
manos los del Ponto, ni los partos,
por los campos sin camino, a la pre- ni los indos; conspiraba Pisón;
sencia del Señor, medita sus años conspiraban Léntulo, Cetego y Ca-
antiguos con lágrimas, con llanto, tilina. En conclusión los más pes-
:
|

con amargura de su alma y nácese j


tilentes y peligrosos enemigos del
semejante al pelícano, ave solívaga, hombre son sus familiares.
llorosa, quejosa, gemebunda. Y no por otro motivo se conspi-
De vuelta a su casa, en lobregue- ¡
raba contra ese amigo nuestro pe-
ciendo, allí se le ve como al cuervo nitente, sino porque se volvía bue-
de noche, a la hora dudosa entre la no, porque abandonaba el camino
luz y las tinieblas. Y se le ve entran- de ellos, porque comía la ceniza de
do en ella; recogido en ella, para los la penitencia y el mismo pan cocho
hombres canta y endecha con una en la ceniza con cuya fortaleza Elias k
triste voz de llanto. Allí dispone y caminó cuarenta días y otras tantas
adereza todo aquello que ha menes- noches hasta Orel), el monte del Se-
ter la flaca condición humana; pero ñor, y también porque rociaba y
luego, retirándose de todo consor- diluía su bebida con sus lágrimas
cio y comercio humanos, en la recá- por el recuerdo pertinaz de su mala
mará más secreta, llevándose consi- vida pasada y por miedo de la ira
go a su esposa y a sus pequeños de la indignación del Señor, puesto
hijos a quienes forma y educa y há- que elevando a los pecadores y su-
cese como avecica, separada de no- blimándolos en todo honor, abun-
che de vecinos y de compañeros, re- dancia y gloria, luego, viendo que
cogida en el nido con su consorte y se tornaron más insolentes y sober-
con sus dulces polluelos. Esta era la bios y que los hombres no tuvieron
causa por qué siendo bueno él no cuidado de sí ni de Dios, indignado
tenía cuasi ningún amigo verdade- contra su insoportable arrogancia
ro, porque son sumamente contados y temeridad, derriba a los que se en-
los buenos entre los cuales solamen- caramaron y les aplasta y les des-
te cuaja la amistad verdadera. Su menuza contra la piedra. Caminan
mayor y más estrecho vínculo es la al alto asiento para caer con caída
semejanza en las buenas costum- más grave, como dice el poeta Clau-
bres. Aborrecen los tristes al que diano.
fuere alegre ; los inquietos, al so-
.
Esa es la respuesta categórica a
segado, y los remisos y flojos, al aquella ansiosa pregunta de los fi-
ligero y diligente, dice Horacio. lósofos profanos. He aquí cómo con
Así que una parte de los hombres unas pocas palabras expresa el sal-
eran enemigos suyos declarados y mista lo que ellos pugnaban por ex-
la otra parte sus aduladores y fal- presar con viciosa abundancia ver-
sos amigos. Aquéllos zaherían todo bal. Su pregunta era: Si Dios exis-
cuanto hacía; éstos conspiraban y te, ¿de dónde proceden los males?
se conjuraban contra él. Para los Si no existe, ¿de dónde vienen los
enemigos no hay conspiración con bienes? Voy a decirte luego al pun-
probabilidades de éxito, porque nos to de dónde proceden los bienes, de
guardamos de ellos; los amigos fin- dónde proceden los males, siendo
gidos y familiares y aun los mismos así que existe Dios. Más copiosamen-
conciudadanos tienen al alcance de te expone y aclara esta disyuntiva
la mano la oportunidad de la con- el Salmo septuagésimo segundo, en
jura. No conspiraban contra los ro- donde propuesto en algunos ver-
OBRAS DEVOTAS.
.
MEDITACIONES SOBRE LOS SALMOS PENITENCIALES 341

sículos este problema da su divina


j
mal público, bien así como aquellos
y tajante solución. que van embarcados en la misma
Había Dios otorgado al salmista nave. Y de esta lía y hez de la mi-
la indulgente prórroga de muchos seria humana, yérguese desde el
menosprecio de sí mismo hasta la
|

años, para, si pecaba luego, castigar-


le con causa mayor. Con paso tardo I
meditación de las cosas divinas.
camina a su propia venganza la ira j
El hombre santificado y purifi-
de Dios, compensando la tardanza cado, para quien las cosas humanas
con la gravedad del suplicio. Por son pura basura, levántase a la con-
eso los días del pecador desfilaron templación de las cosas soberanas
veloces como una sombra hueca, sin y hácese una sola cosa con Dios, de
sustancia ni solidez alguna, tram- humano divino, de mortal inmortal,
pantojo y simple ficción de vida. como el mismo Dios, que dura de
Persuádense los necios que las som- una eternidad en otra, no sintiendo
bras de los cuerpos son cuerpos vi- ninguna mudanza ni volubilidad de
vos y buscan y persiguen vacieda- tiempo y viendo como presentes lo
des por realidades, como los que en pretérito y lo por venir. Aun cuan-
aquella cueva célebre estaban senta- do nosotros, en hablando de Dios,
dos vueltos de espaldas en el Jám- hacemos uso indebido del presente
blico de Platón: harto conocida es y del pasado, puesto que ni una co-
esta fábula. Sus días pasan, se es- sa ni otra hay en Dios, sino que to-
fuman en las pompas, en el fausto, dos los tiempos están abiertos y des-
en la vanidad, como una sombra; nudos a sus divinos ojos tan pers-
en ellos la gloria no tiene cuerpo, picaces, tan atentos a todo lo que
ni la virtud es sólida y terminante; tienen alrededor,que nada de lo
no piensan a derechas, sino que tie- que fué, de lo que es. de lo que se-
nen el espíritu derramado a toda rá, ni aun de lo que puede ser pue-
estolidez, cuya vida, semejante a de escaparse a sus miradas. Dios es
la de la bestia, es perfectamente un ojo que todo lo ve y un oído que
equiparable a la muerte. Esos ta- lo oye todo. Pero tan clemente, tan
le?, como el heno estéril, sécanse benigno, tan benéfico y saludable al
harto temprano y no crecen para universo, que a su favor se deben la
rendir esquilmo alguno de san- duración y persistencia de todas las
tidad. criaturas y las mismas generaciones
Ese pecador ya convertido, engol- humanas, todas y cada una de ellas
fado en la brava borrasca de la per- han percibido innumerables y copio-
secución, así que comienza a narrar sísimos frutos de misericordia; y de
comienza a orar no ciertamente pa- este caudal de su piedad y de estos
j

ra su liberación personal, sino por frutos da cuenta y relación el padre


la libertad y la paz de toda la Igle- al hijo y el abuelo al nieto y ése a
sia tan vejada, según aquel manda- aquellos que nacen de sí. La memo-
to: Pedid lo que puede traer la paz ria de las misericordias del Señor,
a Jerusalén. Y de la misma manera bien consignada en monumentos li-
que el ciudadano ejemplar antepone terarios perdurables, bien entregada
el bien público al suyo privado, aun por tradición como de mano en ma-
cuando el bien público anda unido no, de padres a hijos, perdura de
indisolublemente con cualquiera generación en generación hasta la
bien privado, del mismo modo que consumación del mundo: historial
por un igual participan todos del de clemencia inmensa, que nunca
342 JUAN LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. .
TOMO I

en Ti, ¡oh Dios!, se sentirá ni ago- i zo, demostrados quedan su poderío


tada ni disminuida. y su virtud.
Y puesto caso que eternamente De Ti solo se pasmarán las gentes
perseveras, levantándote de tiempo y temerán tu nombre, en el cual,
en tiempo, no porque duermas, no Ella peleó como con la espada del
porque estés echado o sentado, sino espíritu, y ni aun los reyes de la tie-
porque la gente que te es hostil no rra admirarán su fausto, sino tu glo-
siente la fuerza de tu brazo aterra- ria, por cuanto Tú mismo, Hacedor
dor, ni el pueblo que te está consa- de esa laboriosa máquina del mundo,
grado y tiene puesta toda su con- edificaste a Sión y allí se te vió en
fianza en Ti solo no experimenta el la gloria de tu majestad. ¿Y quién
socorro y el auxilio de ese mismo podrá verla y vivir para este mun-
brazo que levanta y que sublima; do? Fuego es abrasador y espada
por eso Tú, levantándote, con no más penetrante que cualquier lanza
más que hacer una de esas cosas, aguda y que cualquier destral de
harás la otra: te apiadarás de Sión; dos filos. Y si permitieres que se te
a saber: de tu naciente Iglesia com- vea en gloria, de esa tu gloria in-
batida con tanta diferencia de perse- efable, tendrán horror los príncipes
cuciones. Tiempo es ya de ayudarla de la tierra no de sus picas, no de
;

en su aflicción, pues ya sientes, ya sus dardos, que no pudieron preva-


percibes que inundada y todo y ca- lecer contra unos hombres humildí-
abrumada por calamidades sin simos y de ínfima condición social;
'

si
número, promete fruto tan copioso no porque ellos fuesen asaz fuertes
que sus mismas piedras, que sus ni estuviesen suficientemente defen-
muros mismos son del agrado de tus didos contra aquellas armas, sino
santos y de tus ángeles que en el porque te fué acepta, porque te fué
cielo, para siempre, están a tu ser- grata la oración de los humildes y
vicio. Estas piedras son ciertos no rechazaste ni desdeñaste tus rue-
miembros vivos de esta Iglesia, cu- gos. ¡Ved aquí cuánto importa ser
ya cabeza es Cristo, y con ellos, a oído por el Señor! Ved aquí por qué
guisa de piedras, es fabricada y el Profeta providente pedía al co-
constituida. En ellas en grado su- mienzo de su Salmo que su oración
mo se complacen los ángeles y en fuese oída ; puesto que por causa
ellas toman deleite increíble, hasta de ellos, cuya oración le es aplaci-
el punto que se apiadan de aquella ble, El obra tamañas maravillas. Y
tierra, de aquel solar sobre el cual tanto más temerán tu nombre y tu
está fundada, regado con tan abundo- gloria cuanto más verán que Tú,
sa efusión de sangre santa y deseen con lo más flaco del mundo, vencis-
y rueguen que ya por fin y de una te lo más fuerte.
vez nuestra Madre, virgen castísima Esas tantas y tan grandes mara-
y pudicísima, haga su vida en paz villas y finezas quedarán consigna-
y tranquilidad, luego de haber ven- das en monumentos literarios no
cido tantos millares de enemigos, fallecederos y se encomendarán a la
luego de haber derrotado y puesto i memoria eterna en la generación
bajo sus pies al vastísimo Imperio j
del nuevo pueblo cristiano, quien
romano, y que descuelle y puje su en santa paz. alejada toda guerra,
cabeza tu Esposa santa, íntegra, in- apartados y rechazados adversida-
violada, señora de las gentes. Si des y errores, respirando, por fin,
esto hiciere la benignidad de tu bra- j
en libertad, alabará al Señor a pía-
OBRAS DEVOTAS. MEDITACIONES SOBRE LOS SALMOS PENITENCIALES 343

cer y a boca llena, como dicen. Esta la suerte de sus padres, para que
es la única libertad; reinar no es también éstos, más libre, más tran-
otra cosa más que esto. quila, más seguramente alcen en la
Consideremos más de asiento y Iglesia su voz y pregonen las mara-
con atención más ahincada esta li- villas de Jesucristo, Señor nuestro,
bertad tan sabrosa, esta tan apaci- y la virtud de su gran nombre, y
ble quietud, ese dominio sobre las en la ciudad santa, en la asamblea
gentes y sobre los demonios conse- de los reyes y en la congregación
guido por la Iglesia de Dios con sus de los príncipes de la tierra, en la
ruegos continuos, con sus lágrimas Iglesia libre, como ahora, reunidos
copiosas, con sus profundos suspi- en la unidad de la Santa Iglesia Ca-
ros y sus gemidos inenarrables. Si tólica,y en la comunión de los San-
a todo ello no diera oídos el Señor, tos para obedecer y servir al Señor,
de balde hubiésemos clamado, de aquellos hijos de mártires les ense-
balde hubiésemos gemido, vana hu- ñan la alabanza del gran Señor,
biera sido la efusión de nuestras lá- Dios nuestro. Esto hízolo Dios para
grimas, y nuestros suspiros hubie- que también los hijos de los márti-
ran sido vanos. Así es que el Señor res sean testigos, sean pregoneros,
abajó sus ojos desde el lugar de su anuncien en la Iglesia el nombre
elevado santuario, desde el fuego, del Señor, elnombre de Jesús; pu-
desde la niebla, desde aquella luz bliquen cuanto El, para enseñanza
en que habita y acercó su oído in- nuestra, obró, dijo, padeció. Y los re-
accesible para oír los gemidos de yes se congreguen con los pueblos
los cautivos de su Iglesia, ora sean para que sirvan a Cristo Jesús, a
éstos los mártires detenidos en las quien Dios dió toda potestad en el
cárceles, ora los monjes enclaustra- cielo y en la tierra, por lo cual es
dos sujetos a los cepos de la disci- Señor de los vivos y de los muertos.
plina, a los vínculos y cadenas de Este es la cabeza de esa Iglesia cu-
la inteligencia y de la sabiduría que yos miembros somos nosotros, que,
un sabio y elocuente predicador librada de calamidades exteriores y
afirma que son protección de la for- de interiores persecuciones, puesta
taleza, bases de la virtud, estola de ya. en la senda de la felicidad, en el
gloria y vendaje de salud. Miró el camino de la virtud, en el sendero
Señor desde el cielo a la tierra para de su vigor y de su fortaleza, y, a
dar libertad a los hijos de los már- pesar de todo, ansiosa todavía, pide
tires, pues éstos que por Cristo pa- con encarecimiento a su Esposo que
decieron muerte, con la convicción le pronostique cuán poco durarán
de su palabra, con la virtud de su los días de esa efímera bonanza,
sangre, con el ejemplo y estímulo puesto que hecha ya a tantas adver-
de su virtud engendraron hijos nu- sidades en esos momentos de res-
merosísimos. piro, teme muy en breve volver a

En lugar de tus padres dícese a la tempestad pasada. También en-
la Iglesia te nacieron hijos. Cuan- tonces, muy avisada ya la virgen
do, pues, plugo a Cristo aliviar a su Esposa de Cristo, desde muchos
Esposa de persecuciones y guerras, años antes, había sabido que en sus
volvió a ella los ojos y acercó la po- últimos días sobrevendrían tiempos
tencia de su brazo para librar y res- azarosos. Y, por eso, todavía con al-
tituir a la libertad a los hijos que guna alarma, con el recuerdo de
los mártires engendran, expuestos a la herida recibida, pregunta cuándo
344 JUAN LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. TOMO I

será el fin de la tranquila felicidad i pios puños. Perú nuestro Dios, bue-
y suplica que en medio de su ca- •
no y todopoderoso, habiendo creado
rrera de prosperidad no sea de nue- una eternidad tras su eternidad pro-
vo arrastrada a las cárceles, y que lija, no lo alcanzó por sus méritos,
en aquella tan aguda pasión futura sino que por su bondad se dignó
se la deje en desamparo y se le que aquélla fuese la sede de su Ma-
consienta exhalar el alma y perecer jestad infinita. Por eso. con tanta
del todo. insistencia, el salmista, al nombrar
Y eso mismo, hincado de hinojos a Dios, añade: Que hizo el cielo y
en el suelo, a los pies de la Majes- la tierra.
tad del Padre, el Hijo, el Esposo Pero ni éstas ni otras de las cria-
Cristo Jesús, es lo que pide a Dios turas salidas de las manos de Dios
con lágrimas, con potente grito: subsistirían si no las sostuviese con-
que jamás por jamás le falte la fe tra la injuria de su destrucción el
a la Iglesia. Oíd, por la reverencia cariñoso cuidado de quien las creó
que merece, oíd la respuesta que le y las gobierna. Y aun cuando la uni-
da el Padre: «Tu cáliz, Hijo mío muy versidad de las cosas pereciese, per-
amado, es el Cáliz del Nuevo y del manecería el Soberano Hacedor, que
Eterno Testamento : acerca de esto, no puede dejar de ser. Ciertamente
no debe haber en Ti recelo alguno. que así como vestimos ropas nuevas
Yo estoy con vosotros hasta la con- que se gastan con el uso y las re-
sumación del mundo.» Xo es cosa mendamos y zurcimos, así también
fácil ponderar cuán gran consuelo ese aspecto del universo envejecerá
recibe con estas palabras la Madre por su larga duración, comido de
dulcísima de todos nosotros, que, moho y caries, perdida su fuerza
pavorida y temblante, suplicábate de puro viejo; fenómeno de depau-
que no la abandonases en el curso peración progresiva que puede apre-
de los días de este mundo; a Ti que ciarse cada día en los productos de
no habías jamás de hacerla retro- la tierra y, por ende, en la vida, en
ceder a ninguna edad humana, a el organismo, en las fuerzas de los
ninguna generación de las genera- animales todos, cosa que, por otra
ciones de ese año tuyo, de ese tiem- parte, el ángel del Señor mostró al
po creado por Ti. En su principio. sacerdote Esdras y de la que mu-
Tú, Señor, fundaste la tierra, como chos siglos ha comenzaron los es-
en el Génesis nos lo cuenta Moisés, critores a quejarse. Todo eso son
refiriéndonos que Tú. en el princi- aparejos para su renovación y res-
pio, creaste el cielo y la tierra; que tauración por el fuego purificador
fundaste la tierra en su estabilidad que precederá a aquel gran día de
y que tus manos hicieron el cielo. la venida de Jesucristo, como juez.
Por el Yerbo tuyo, tu mano y tu po- Entonces aparecerá un cielo nuevo
tencia consolidaron el firmamento. y una tierra nueva, puesto que
He aquí la diferencia fundamental aquel inmenso Dios que está senta-
entre nuestro Dios verdadero y los do sobre el trono promete que va
dioses mentidos y vanos de los gen- a hacerlo todo nuevo. Esa palinge-
tiles. Hase fingido que esos inventa- nesia conocióla por divina revela-
dos dioses fueron introducidos en el ción, no sólo el pueblo de Dios, sino
cielo,acabado ya muchos siglos an- que, también, algunas mujeres do-
tes, y que hallaron edificada ya su tadas de espíritu profético la vatici-
casa, que se ganaron por sus pro- naron a los gentiles, con harta
OBRAS DEVOTAS. MEDITACIONES SOBRE LOS SALMOS PEMTKNTl \i.KS 345

aprensión y temor de sus filósofos dres, nacen cada día los hijos de la
Está en los decretos de los hados Iglesia. Como si Salmista dijese
el
que ha de venir un tiempo en el lo mismo que dijo cierto poeta: La
que el mar y la tierra y el alcázar raza de ellos condenada será par-a
del cielo arderán en combustión siempre, y lo serán los hijos de los
inenarrable y cruj'rá la enorma má- hijos y los que de ellos nacerán.
quina del mundo. así como los descendientes sue-
Y
Así canta Ovidio en las Metamor- len ser parecidos a los padres, así
fosis. también las huestes y escuadrones
Empero Tú, gran Dios, en esa de nuestra Iglesia militante se ase-
tan universal mudanza, persistes in- mejan y órdenes de los
a los oficios
móvil y no trocado y no eres otro ángeles de Iglesia triunfante. Por
la
Dios ni ninguna otra cosa más que eso, los cristianos son hijos de los
Dios. Tú eres el manantial perenne siervos de Dios, es, a saber, de los
y puro de toda esencia, no recibien- ángeles, espíritus al servicio de la
do nada que no sea esencia y pura Divina Majestad, a quien asisten
esencia y persistiendo en la misma diez mil veces cien mil, y a quien
eternamente. Y de ese tiempo pre- sirven millares de millares. Un des-
sente se ha de usar, como hace enlace y conclusión así de perenne
nuestro Profeta, porque en toda la gozo debía tener este Salmo, que va
eternidad no hay en Dios más que pasando por el pecador, por el pe-
tiempo presente. ¡Cuántos misterios nitente, por la Iglesia militante, por
en tan pocas palabras! Los cielos la misma majestad de Dios. No más
— dice —como un vestido, enveje-
, que para contemplarla fué creado el
cerán, y como ropa de vestir, los hombre y trabajado por tantas pe-
mudarás y serán mudados. Este es nalidades y por adversidades tantas
el tiempo futuro cuando se realiza- vive aquí recta, honesta, santamen-
rá aquella restauración de los cielos. te, para que al final, premiado con

Pero Tú añade perseveras y eres tan soberano galardón, en la beatí-
siempre el mismo. fica quietud, en el goce de unos bie-
Y porque no haya ninguno que nes que ni imaginarse pueden, viva
piense que Dios va a faltar algún eternidades de alegrí.i.
día, afirma el salmista su duración
sin fin en aquel futuro: Y no falle-
cerán tus años. ¿Por ventura tus MEDITACION VI

años pregunta aquel afligido Job — \

¡
SOBRE EL SALMO 129
son como los tiempos humanos que
o fenecen o pueden fenecer, puesto
j

¡
Desde fas profundidades clame a
que manan de un principio corrup- Ti, 'Señor.
tible, como es el cielo? ¿Qué cielos Señor, oye mi voz. Estén atentos
poseerán los hijos de tus siervos? tus oídos a la voz de mi deprecación.
Esta es su porción y su herencia Si tuvieras, Señor, cuenta de las
y habitarán en ellos para siempre. iniquidades, Señor, ¿quién subsis-
Ese es el nuevo pueblo cristiano que tiría?
Mas en Ti hay propiciarión y por
j

sucedió a tus siervos los judíos co-


mo el hijo sucede al padre y núes- tu ley, Señor, he confiado en Ti.
tra Iglesia nueva a la vieja sinago- Confió mi alma en la palabra su-
ga: linaje son de aquellos que, na- ya. Mi alma ha esperad') rn el Se-
cidos de ellos, en lugar de los pa- ñor.
346 JUAN LllS VIVES. OBRAS COMPLETAS. TOMO I

Desde la guardia de la mañana impulso propio, se enredó en cues-


hasta la noche espera Israel en el tiones de donde no pudo desenvol-
Señor. verse.
Porque en el Señor hay misericor- Mas, aun cuando fuimos coloca-
dia y en El hay redención copiosa. dos en sitio azotado de rapaces tor-
Y El mismo redimirá a Israel de bellinos, poblado de nieblas, hórrido
todas sus iniquidades. de malezas y de barrancos, Dios nos
concede un conductor tal, que si le
Así la escuela platónica como la queremos seguir, de manera ningu-
estoica afirman que ese mundo uni- na podremos descaminarnos. Vivire-
verso es la ciudad común de hom- ¡
mos bien y felizmente, y por el más
bres y de dioses. A
nosotros, el Es- cómodo y transitable de los atajos
píritu Santo nos ha enseñado que llegaremos a la bienaventuranza,
todas esas criaturas inferiores fue- objeto de nuestros deseos más en-
ron hechas para los cuerpos y to- cendidos. Diónos una naturaleza
das las superiores para los ángeles unida a una sesuda razón y con un
y nuestras almas. Cierto es que los reflejo de la lumbre de su rostro,
ángeles habitan aquel, digamos, más que ilumina a todo hombre que vie-
distinguido barrio de la ciudad que ne a este mundo, enciende en nos-
está más alejado de todo amotinado otros una a manera de lámpara que
movimiento, de todo encrespado al- se llama sindéresis. Si nos dejára-
boroto, en fin, de toda miseria. Mas mos guiar por ella, si siguiéramos
j

nuestras almas, a manera de escla- su caudillaje siempre, ni habría ra-


vas, tienen su morada acá abajo en
j

|
zón de que nos quejásemos de ser
esas cárceles y hierros de nuestros creados en ese picaro mundo y liber-
cuerpea y en esa sombría habita- tados de la cárcel y fuéramos res-
ción del mundo, donde toda inco- ¡
tituidos a nuestra ciudad originaria.
modidad tiene su morada, donde no Aún más, porque no se ofreciese
tanto pueden decir que viven como ocasión alguna de excusa; aquella
que están en perpetua aflicción y ley misma que El había escrito en
tortura. Aparte de que nuestro es- nuestros corazones, con voz termi-
píritu sufre la pesadumbre y el nante y clara promulgóla a la faz
agobio de esa carga que es el cuer- de todo el mundo. Mas nosotros de
po, vive aquí confinado en esa tie- tal manera nos retardamos abusiva-
rra a cuya bajeza afluye como a una mente en esa hospedería, en esa
sentina toda cuanta cosa- hiede, toda cárcel, de donde tenemos que salir
cuanta inmundicia, toda cuanta sor- a toda prisa, que, dejado todo amor
didez hay en el mundo. y todo cuidado de nuestra patria y
Aquí vientos, aquí nieves, lluvias, de nuestros penates, fijamos allí
escarchas, heladas, relentes, rayos, \
nuestra residencia, y contra toda
pedriscos; aquí inviernos, aquí ca- ley y todo buen parecer, siendo ex-
lores, aquí sequías, pestilencias, es- tranjeros y advenedizos, nos inmis-
terilidades; aquí polvos, aquí lodos, cuimos en los negocios de la hos-
aquí todas aquellas otras molestias tería y nos conducimos como fami-
cuyo solo nombre 3 a da grima, y,
7
liares y domésticos. Y así es que nos
cosa que constituye el colmo de las |
encaprichamos con las riquezas ton-
desgracias, habiendo Dios, hacedor tas, con las honras necias y vanas,
y padre de todas las criaturas, crea- y, por ende, perniciosas de aquella
do aquí hombre cárcel, olvidados por completo de
j

al roete, éste, pofl|


OBRAS DEVOTAS. — MEDITACIONES SOBRE LOS SALMOS PENITENCIALES 847

las riquezas auténticas y los hono- escozor do ningún remordimiento


res permanentes de nuestra verda- ni concibieron el pesar más leve, y,
dera patria. por eso, no reconocieron su crimen
Esa desatinada preferencia nues- ni a Dios, Rey clementísimo de
tra tómanla por la mayor de las in- aquella ciudad mejor y el más
jurias los ángeles aquellos conciuda- amante de sus ciudadanos todos, ni
danos nuestros y Dios, Rey de la jamás abominaron de maldad tan
creación toda, que gobierna aquella grande. Esos tales, por irrevocable
ciudad de la cual somos nosotros, veredicto, expiaron eternamente el
viendo que preferimos a su repúbli- castigo de su culpa y quedan con-
ca no sé qué venta miserable, o, denados al fuego inextinguible, des-
mejor, mazmorra tétrica y horrible, ahuciados de toda esperanza y nin-
de la cual vamos a salir inmediata^ guna expiación les hará libres.
mente. Ese retardo, fuere del tiem- Estos son ¡os que mueren implica-
po que fuere, nos debiera ser abo- dos en las lobregueces de la maldad.
rrecible en grado sumo, por mane- Estos son los que de cabeza se
ra que cuanto antes debiéramos co- precipitan en el Tártaro y en el
rrer a volapié, como se dice, a la hondón del Aqueronte.
liberación, a nuestra república, a la Pero hay otros a quienes alguna
patria dulcísima, a nuestro origen. vez se les da un seso mejor, que se
Por eso, bien así como aquello que. arrepienten de la fea deserción, re-
con menosprecio de su ciudad nati- conocen su crimen y vuelven a me-
va, cuidan de pasar e inscribirse en jor fruto y piden a la bondad de
el padrón de vecinos de otra, cuan- Dios el perdón de su delito. Estos,
do vuelven a la suya no se les ad- aun cuando lo alcancen, forzosa-
mite, y no es cosa lícita ser ciuda- mente tienen que sufrir alguna pe-
dano de dos ciudades a quien con nitencia con que ellos sean castiga-
desdén de la suya propia, que era dos y los otros avisados, escarmen-
mejor, o no contentándose con ella, tados, porque jamás hagan tal cosa.
pasó a otra más pequeña y peor, así Si esos delincuentes careciesen de
también aquellos que despreciaron toda punición, sería de recelar que
aquella ciudad encumbrada y divina la mayoría, si no todos, abusasen de
de donde desciende nuestro parentes- esta facilidad que Dios, el soberano
co, de donde procede nuestro linaje, Monarca, les otorgara. Esa doctrina
y optaron por avecindarse en esa recibióla del Espíritu la familia is-
del mundo, cuando emigran de ésa raelita y también los filósofos y los
por la muerte, no se les recibe en poetas, como, recibieron muchas
las moradas de aquella ciudad ce- otras verdades. Así, por boca de Vir-
lestial sino en la profunda noche gilio, Anquises habla a esas almas
tartárea, constituida por las dignida- y dice:
des, los honores y las pagas de ésa, Son atormentadas con penas y ex-
aun cuando ello no se hace no más pían el suplicio de inveteradas cul-
que de una y sencilla manera. No es pas. Cuelgan las unas expuestas a
equitativo que todos sean medidos los vanos vientos; para otras, en un
a barrisco por la medida de diez gran lago, se lava la maldad con
pies, sino que se les trata distinta que se mancillaron, o se les destru-
e individualmente. Algunos hay que ye con fuego ; cada cual sufre su in-
de tal manera trocaron una ciudad fernal castigo; luego, somos envia-
por otra, que no sintieron jamás el dos al espacioso Elíseo y pocos go-
348 JUAN LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. TOMO 1

zainos los aleares prados hasta que otra cosa que tuviera efectividad,
un período largo, cumplido orden
el sustancia y solidez, por tu justo jui-
del tiempo, borró la mancha que se cio, Dios mío, fui hundida en ese
adhirió y deja pura la esencia eté- abismo donde por causa de mi dolor
rea y el juego del espíritu simple. acerbísimo y desacostumbrado co-
Mas cuando se hallan en aquellas mencé a clamar con lastimeros ala-
penas purificadoras, bien vale la ridos. Parecióme que allá arriba, en
pena de oír las súplicas que elevan el mundo, entre los hombres, no
a Dios y que voy a referir, no por existe padecimiento tan agudo, tan
los versos de ningún poeta, como recio, tan penetrante, tan insoporta-
los que acabo de transmitir, que son ble, y a cada momento casi causa-
de Virgilio; no por los cantos de dor de muerte. Pues si allá arriba,
Orfeo o de Mercurio o de aquel fu- quienes son amputados, quienes son
llero de Apolo, sino por la divina cauterizados, ¿qué digo?, quienes
canción del muy santo rey David, sufren una punción o un pellizco, o
de quien en monumentos griegos se un pisotón, o una apretura ponen
escribió esto que se sigue: el grito en el cielo, ¿cuáles piensas
Orfeo, guarda sile7icio ya; quie- que fueron mis clamores al zambu-
bra tu lira, Hermes, y tú, trípode llirme en estos tormentos? Si con
délfico, oculta ya tus oráculos. Da- ellos se comparan los que sufren los
vid, tañendo su cítara con un plec- mortales, parecerán pintados, no
tro del cielo, nos manifiesta los se- reales, y los de aquí, cuerpos, y los
cretos de la eternidad de Dios. Sig- otros sombra de esos cuerpos. Pero
nifica también las copiosas maravi- ¿qué lloré? ¿Qué grité? No, aquello
llas de la edad antigua, y a la glo- de que los hombres en la vida, a la
ria de Dios canta todas las cosas más leve aprensión del mal se que-
creadas. Guarda y multiplica a los jan contigo como con un menor que
imbuidos en los misterios sacrosan- ellos y te blasfeman y te maldicen,
tos; leranta a los caídos o les pre- no como lo hacen los que están su-
serva de caer. Revela el juicio del midos en tu infierno eterno; yo to-
juez que ha de venir y él mismo do lo execré a Ti, a mí, a mis pa-
enseña cómo purifica el fuego las dres... Pero levanto aquella voz de
almas amancilladas. auxilio en los peligros extremos, en
De estas almas, mientras se van las calamidades, en las tribulacio-
dignificando para ingresar en la nes, en las angustias, Dios mío y
asamblea de los espíritus bienaven- Señor mío, para que oigas mi ora-
turados, el divino Profeta, Rey tan ción y esta voz mía llena de amar-
estrecho y familiar amigo de Dios, gura, para que me socorras, para
introduce a una de ellas y pone en que, cuanto antes, purificada ya. sal-
sus labios esta ga volando de ese abismo, para que
apliques a ese ruego mío tus oídos
ORACIÓN DEL ALMA tan cercanos de tu misericordia, que
EN EL PURGATORIO no oyen queja alguna a la cual no
den asistencia inmediata.
Salida yo de aquella cárcel del Para que si bien te invoco a gri-
mundo, donde mariposeando entre tos de ese lóbrego hondón, de ese
sombras que yo tomé por realida- ínfimo abismo y desde el mismo cen-
des, y deleitada en exceso, preferí tro de la tierra que dista tantísimo
las vanidades más huecas a toda del cielo y del asiento y sede de tu
OBRAS DEVOTAS. MEDITACIONES SOBRE LOS SALMOS PENITENCIALES 349

gloria, con todo, Tú, desde el trono pendiente de tu querer que con pru-
de tu majestad, desde aquella luz dencia suma todo lo gobierna y se-
que habitas inaccesible, que no pe- ñorea. Por eso siendo Tú grande,
netran los clamores de los malos, que en tu comparación nosotros to-
me oigas, por fin, para que se abre- dos somos, no ya casi la nada, sino
vie la prolija aflicción de esa almita la nada absoluta, no te es decoroso
mezquina y que por tu gran clemen- descender a la meticulosa disquisi-
cia la devuelvas aquella ciudad que ción de todas nuestras bellaquerías
perdió por culpa de sus maldades. ni ensañarte tanto contra nosotros,
No es cosa que te convenga, Dios ni ejecutar en nosotros tu ira y tu
mío, traer a nueva indagación mi poderío para que todos no digamos
culpa ni examinarla con férrea se- que demuestras tu pujanza contra
veridad ni castigarla con un rigor una hoja que arrebata el viento o
implacable. No; no parece bien en que vas a los alcances de una paja
Ti una rigidez suma, y es menester liviana. Haz, pues, bondadosamente
que la aflojes mucho, no sea que lo que hacen los mayores con los
ese tribunal tuyo santísimo sea lla- menores, los padres con los hijos:
mado amargo y fatal escollo de reos. castíganos, sí; castíganos en buen
Si quieres perseguir y castigar uno hora, pero no tanto como hemos
por uno todos nuestros delitos, no merecido. Haz como hacen los mú-
va a haber pecador que baste para sicos diestros, que no rechazan o
tantos suplicios; tendrá que trans- rompen luego al punto las cuerdas
formarse en muchos pecadores, en que desentonan, sino que ora ten-
pecadores sin cuento si ha de pagar- diéndolas, ora aflojándolas las vuel-
te, ¡oh Dios!, las penas que con ven a poner a tono. Pero ¿qué es lo
toda justicia merecieron sus malda- que digo? ¿Estoy en mi juicio?
des. No queremos ese rigor tan exac- ¿Qué es lo que hago? ¿A quién doy
to; no queremos esa justicia tan consejos? ¿No es por ventura a
estricta cuyas obras, como dice el Aquel que tiene precisamente por
sabio, ¿quién las publicará o quién costumbre hacer esto mismo a que
las soportará? Y si Tú con tu voz yo le exhorto? ¿Habrá existido ja-
intentares increparnos, puesto que más en el mundo quien haya experi-
de tu palabra apenas podemos oír mentado, Dios mío, toda la severi-
un leve susurro, ¿quién podrá resis- dad, todo el peso de tu justicia, que
tir el trueno de tu grandeza? No di- no se haya aprovechado de los admi-
go ya que alguno de nosotros; pero rables beneficios fte tu benignidad
ni aun toda la tierra podrá soportar y de tu clemencia? Preséntense to-
tu reprensión. ¿Qué dije la tierra? dos aquellos que en tu ciudad viven
Ni los mismos ángeles podrán resis- en eterna bienaventuranza. ¿Consi-
tir un instante tus increpaciones. guieron acaso la mínima parte de
Pues tiene tanto poder esa palabra ella con sus méritos personales? To-
tuya para desquiciarlo y descuajar- dos estos merecimientos suyos pues-
lo todo en su ira, como lo tuvo en tos en balanza, aun con la adición
su benignidad para crearlo todo. No de todos los méritos de todos los vi-
es con espadas y con lanzas como vientes, vencidos serán en peso y
derruecas lo que no te place, sino en valor por aquella gloria adveni-
que con un aliento de tu boca oca- dera que será en nosotros revelada.
sionas la muerte del impío. Pero nosotras, las almas que aquí
La redondez toda del orbe está somos atormentadas indeciblemente,
350 JUAN LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. TOMO I

que aquí somos purificadas, ¿quién dad, para que entendamos que tu
duda sino que somos desagradecidas ley, así como lo es de toda verdad,
superlativamente si no reconocemos lo es también de suma clemencia,
tu bondad inmensa para con nos- de suma benignidad y misericordia,
otras? ¿Es que por ventura las pe- de suma equidad y de caridad su-
nas presentes son asaz proporciona- ma, la cual cubre la muchedumbre
das a nuestras culpas? ¿Acaso nues- de los pecados y promete el perdón
tros merecimientos son dignos de aun de las culpas más execrables.
aquella muy cierta, futura bienaven- Por esto yo, en tan grande clemen-
turanza? cia tuya, en tanta benignidad y en
¿Qué más diré si aun los mismos mansedumbre tanta, te sostuve a
precitos condenados a suplicios que Ti, a quien, en tu favor, el universo
no tendrán fin, misérrimos sin du- mundo no sostendría.
da, aun cuando se crean víctimas de ¡ Oh ley sagrada, ley mansa, ley
un trato pésimo y te llamen juez benigna, cuyos beneficios, cuyo au-
injusto y cruel, se benefician con to- xilio el hombre por sí no osaría ni
do de tu clemencia increíble? Ape- esperar ni desear si Tú no trajeras
nas expían una milésima parte de contigo la invención y la confianza
las penas que merecen, pues es in en la invención! ¡Oh ley admira-
finitas veces mayor su culpabilidad ble! Ora tú seas mandamiento y vi-
que su castigo. Es asombrosa la in- va palabra de Dios, más penetrante
dulgencia tuya para con nosotros y que cualquier cuchillo agudo; ora
dulcísimo el perdón de nuestros pe- tú seas testimonio dado por los pro-
cados y gratísima y fructuosísima fetas, que lo previeron; ora testa-
su propiciación y nuestra expiación mento de Cristo, que El sancionó
sumamente fácil. Tuyo es aquel sim- con su sangre; ora voluntad de
bólico propiciatorio del Templo la- Dios, y adaptar nuestra voluntad a
brado en oro primorosamente, enci- ella es vivir bien y felizmente; ora
ma del cual estaban dos querubines justicia de Dios, en cuya compara-
áureos, que se miraban a sí y al pro- ción todas las otras parecerán que
piciatorio, expresión de tu justicia son injusticias, a cuya ley santísi-
y de tu misericordia con que todo ma y certísima quien obedece es
lo gobiernas y pones templanza en fuerza que viva justa y legítima-
todo. Y la misma razón hay para mente; ora sea aquella justificación
decir que aquellos dos querubines llena de piedad que justifica al im-
simbólicos son tu sabiduría y tu pío; ora juicio del Señor que anda
bondad. Y asimismo aquel propicia- siempre templado por la misericor-
torio es aquella ley eterna que ni dia. O bien seas tú el camino que
fué excogitada por ingenio humano jamás engañaste a quien entrase
alguno ni fué invención de pueblo por ti, que por muy expedito atajo
alguno; que se anticipó a cualquie- conduces a la patria a los desterra-
ra otra ley escrita y a la constitu- dos, camino que Cristo dijo que era
ción de toda ciudad. Pero es tam- El; o bien la verdad, que es el prin-
bién aquella tu adorable voluntad cipio de las palabras de Dios; o
mezclada con la razón más sobera- bien aquella paz de que dejó Cristo
na y perfecta que rige todo el mun- heredera a su Iglesia, paz que supe-
do con la ciencia del mandar y del ra todo sentido humano. Ora tú
prohibir, cuya expresión eran los seas aquella viña tan amada que re-
dos querubines encendidos de cari- portaste al Señor lozanos sarmien-
OBKAS DEVOTAS. MEDITACIONES SOBKF. I OS SALMOS l'EKITENCI AI. ES o">l

tos y vendimia jugosa, cuyo lagar i mí pecadora y mala, llevada ante


holló sólo Cristo y de los gentiles Ti mejor, contra Ti. ¿Qué espe-
o,
no hubo quien lo pisase con El; por ranza de perdón podía yo tener
eso es rojo su vestido y sus ropas siendo Tú mismo testigo, acusador
como los que pisan en el lagar; o, y Juez, sin provocación alguna tu-
finalmente, seas tú lo que más y ya, a quien tenía ofendido mi mal-
más experimentamos; a saber: la dad?
misericordia de Dios, tan amplia, ¡Oye tú, oh tierra, esa misericor-
tan copiosa y munífica que, gracias dia inaudita! ¡Oye tú, mundo, esa
a ella, no morimos todos a una. Sea increíble benignidad! El es acusador,
cual fuere el nombre que se te dé, es testigo, es juez de cuya mano no
será ciertamente divino y sacrosan- hay fuerza que pueda librarme. Y
to. Tú eres aquella por la cual úni- a pesar de todo, así que comienzo
camente no desesperamos; que en a reconocer mi crimen y a abomi-
cualquier lugar que estemos nos res- narle, díceme que buen ánimo; que
taura y nos recrea, en cuya volun- será mi abogado, que me perdonará,
tad radica y se eterniza el orden de que no se acordará de mis maldades.
ese universo. ¡Oh misericordia, oh clemencia,
En ninguna parte del mundo no oh benignidad, oh ley, oh palabra
se hace nada, por grande y por chi- de Dios que trae prosperidad y
co que fuere, que no se verifique salud a nuestro linaje! Esta es
por prescripción tuya. Más cuerdo la palabra que quiere Dios; ésta
será adorarte en silencio, cosa que es la que pacta con nosotros; ésta
podemos ciertamente, que empren- la que jura y luego ya no le pesa
der su alabanza, lo cual nos es tan del juramento. Esta es la palabra
hacedero como medir una cosa in- que procede de la boca de Dios
mensa con nuestra medida finita y que El no anula. Esta es la pala-
in-
suficiente. No para dar una cabalex- bra que es enviada y que regresa
presión tuya deseaba el Real Profe- nunca manivacía, sino que hace
ta que le fuesen abiertos los ojos, al punto todo cuanto quieres Tú
pues no hubiese podido hacerlo si mismo. En esa palabra yo esperé;
él mismo no fuese Dios, cuya mente ella me vivifica en medio de tan
tú eres, cuya voluntad tú eres, sino acerbos sufrimientos y con ella me
que deseó su iluminación para con- regalo y me consuelo. En esa pala-
siderar tus maravillas, tan deleito- bra confío que muy en breve me des
sas de contemplar, cuánta es su al- soltura y me introduzcas en aque-
teza y cuán sin término es su in- moradas bienaventuradas. Esa
llas
mensidad y cuán gratas nos son y palabra tuya robustece mi confian-
cuán dulces. En ellas se nos man- za grandiosa, esa palabra que mora
da no tener desconfianza alguna contigo en las alturas que es ma-
que ninguna cosa dejemos de espe- nantial de sabiduría, que es engen-
rar de quien tiene poder y querer drada por Ti en perpetuas eternida-
de salvar de la muerte cruel a todos des; palabra, ¡oh Padre!, que derra-
los aue en El confían. Si no fuera mas de tu soberana mente y por la
asidua esta meditación mía, quizá cual nos haces partícipes de tan
hubiere perecido en mi ruindad. glorioso reino ; palabra veraz y fiel,
Veíate a Ti supremo y a mí ínfima; que nos dió salud, que precediéndo-
a Ti todopoderoso y a mí pura im- nos, a manera de antorcha, guió
potencia; a Ti Juez justiciero y a nuestras jornadas, palabra que en-
352 JUAN LUIS VIVES. —OBRAS COMPLETAS.
.
TOMO I

viaste, ¡oh Señor!, a Jacob, palabra leí cielo resonar los ángeles: Santo,
salida de Jerusalén; palabra por la Santo, Sarita. Y así es desde aquel
cual el Santo de los Santos descen- lumbroso día en que fué creado el
dido del soberano cielo, y Dios, que primer Adán en la certera y apa-
en forma humana recorrió la tierra, cible luz y conocimiento de mu-
enseñónos con su ejemplo y nos chas y grandes cosas, a la cual lla-
mandó que en ella confiásemos, por- man original y nativa justicia de ;

que ofrecido por los culpables el va- esa justicia nativa y original, ex-
rón inocentísimo fué el primero que cluyóse él mismo torpemente, arras-
reportó victoria del mundo. Y por- trándonos consigo en la fatal exclu-
que con tan vigoroso ataque derro- sión, y hasta que finalice la noche
tó en buena lid y puso en fuga al de este mundo oscurísimo en Ti so-
enemigo encarnizado y viejo y hun- lo está todo refugio y puestos en Ti
dió en el infierno al déspota mal- tenemos todos nuestros ojos, nues-
vado y desapoderado que por tan- tras esperanzas, nuestros anhelos,
tos milenios tuvo sojuzgado al mun- nuestros votos.
do y nos aseguró y fortaleció para Nosotros también, desde el naci-
usar de nuestra libertad. miento que nos echó a la luz hasta
Por eso le fué dada toda potes- esa noche en que duermen nuestros
tad en el cielo y en la tierra. Es cuerpos, mientras llega la renova-
príncipe de la paz, es padre del si- ción y restauración del mundo, y
glo futuro, es origen fie un mundo aquí, en medio de tormentos tan
mejor, es Señor del universo. En es- crueles, en tan continuo y casi into-
ta palabra afianzados nos sostuvi- lerable padecer, ¿qué otra cosa nos
mos todos; en este Señor hemos es- sostiene sino sola la esperanza? La
perado todos; en esa palabra tam- tenaz esperanza, que, cuando todas
bién nuestros padres, que estuvie- las cosas se agotaron ya, es lo único
ron debajo de la nube y por ende que queda en el fondo. Esa esperan-
envueltos en oscuridad y en noche, za, si se volatizara con todo lo otro,
hicieron su vía y plantaron sus tien- estuviera hecho de todas nosotras.
das; en esta palabra, fué creado Pero nosotras, en ese paraje henchi-
aquel nuevo y más hermoso pue- do de duelo tan acerbo, no desespe-
blo, luego de amanecido y avan- ramos; aun en esa noche, como nos
zado el día; es decir, ya en plena mandaste Tú por ministerio de tu
luz, Señor, en esta luz que, en me- Profeta santo, te alabamos, te ende-
dio de las tinieblas espesísimas, re- rezamos nuestros votos mejores, y
lumbró de súbito en las mentes de elevamos nuestras manos suplican-
los hombres. En estos albores matu- tes a tu santuario; devota elevación
tinos, que inesperadamente traje- de manos que es el sacrificio vesper-
ron a los que caminaban a la som- tino. En ese sacrificio de la tarde tu
bra de la muerte alegría increíble Hijo muy amado, Cordero sin man-
y vida y salud y esperanza y no cilla, levantando sus brazos a la
quedaron frustrados en su deseo. cruz, padeció muerte. Entonces pu-
Desparramada la muchedumbre to- so fin a su pueblo esclavo de ritos
da, la que iba a la vanguardia y la y de exterioridades, para dar. en
que iba a su zaga, alzaban una y la postrera edad del mundo, soltura
otra aquellos vítores de triunfo que y libertad a aquella asna simbólica
continuamente, en alterno coro, con atada al altar con recias ataduras.
voz mayor que la humana, hacen en ¡Oh salve, admirable Dios-Hombre,
OBRAS DEVOTAS. MEDITACIONES SOBRE LOS SALMOS PENITENCIALES 353

origen de un mundo mejor! Salve, fección que contrajimos al revolcar-


Rey inmortal de todas las almas nos en el lodazal cenagoso, y sacudi-
deseado; deseado de todos los si- do todo cuanto fango se nos pegó,
glos, cuyo reino no conocerá fin. Y que con su peso pueda estorbar
salve tú también, reino de inmensa nuestra ascensión, equilibradas en
paz, de quietud, de clemencia divi- las dos alas que Tú nos dieres lige-
na, asilo de todos los miserables y ras y ágiles por las regiones de este
ara de total seguridad. mundo y por la alma región lucien-
¿Y qué, si el mismo Cristo, para te del cielo, blancas y vestidas de
redim > ese reino, esclavizado por togas blancas, introdúcenos en la
ajena tiranía, y restituirle a su prís- asamblea de los espíritus bienaven-
tina libertad y confirmarte a ti en turados. Y restitúyenos, como por
ella, no gastó una que otra gotita derecho de postliminio, a aquella
de sangre, que hubiera sido rescate ciudad nuestra, a fin de que, hechas
exuberante para satisfacer cualquie- una sola cosa con los restantes ciu-
ra deuda, sino que, a manera de dadanos como Tú y tu Padre son
arroyos, con la licuación de todas una misma cosa, gocemos de la feli-
sus entrañas, en un ardiente arre- cidad que jamás ha de fenecer.
bato de su caridad, derramó toda
cuanta sangre había en su cuerpo
santísimo para que no quedase en MEDITACION VII
él porción alguna que fuese oca- SOBRE EL SALMO 142
sión de que alguno dijese que la ha-
bía ahorrado? Con tanta y tan seria Señor, oye mi oración; percibe
sinceridad obraba El ese rescate, y con tus oídos mi ruego según tu
con anhelo tan vivo deseaba ver a verdad; óyeme en tu justicia.
esa su ciudad libre, que no perdonó Y no entres en juicio con tu sier-
ni trabajos ni dispendios porque vo, porque en tu presencia no será
volviese aquella áurea libertad, li- justificado ningún viviente.
bertad verdadera y por siglos de si- Porque persiguió mi alma el ene-
glos imperecedera. ¿Cuál de los ciu- migo y abatió mi vida hasta el
dadanos desesperará si su Príncipe suelo.
le amó tanto que no titubeó en ba- En parajes lóbregos me colocó co-
cer por cada uno de ellos lo que hizo mo a los muertos seculares y sobre
por todos? ¿Es posible que haya al- mí angustióse mi espíritu y dentro
guno tan desagradecido o tan estú- se turbó mi corazón.
pido que, en viendo esto, pueda de- Me acordé de los días antiguos;
sesperar de la bondad, de la clemen- he meditado en todas tus obras, en
cia, de la asistencia de ese Príncipe? las obras de tus manos meditaba.
Ea, pues, Tú, Príncipe de la manse- He tendido mis manos a Ti; mi
dumbre, Monarca de la clemencia, alma para Ti es como tierra sin
Padre de la indulgencia, Hermano agua.
muy amado, Libertador y Salvador Oyeme pronto, Señor: mi espíritu
nuestro, purifícanos pronto con ese ha descaecido. No apartes de mí tu
mismo precio a nosotras, pueblo is- rostro y seré semejante a los que
realítico, redimido por Ti, y limpias descienden al lago.
de las heces de aquella mazmorra Hazme oír por la mañana tu mi-
terrenal, y de aquellas sordideces, y sericordia porque he esperado en Ti.
de aquella suciedad, y de aquella in- Hazme conocer la vereda por do
LUIS VIVES. 1 12
354 JUAN LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. TOMO I

ande, porque a Ti he elevado mi abominable, con la idea de que el


alma. reino del mundo se dividiese entre
Líbrame de mis enemigos, Señor; ellos y Dios por partes iguales y su
en Ti me he refugiado; enséñame gobierno estuviera partido propor-
a hacer tu voluntad, porque Tú eres cionalmente, que una porción de él
mi Dios. tocase a Dios y la otra porción a los
Tu espíritu bueno me llevará a conjurados, y ambos reinasen en in-
tierra derecha: por causa de tu dependencia total, al estilo de Quin-
nombre, Señor, me vivificarás se- to Fabio, el dictador prudente, y su
gún tu equidad. temerario general de Caballería Ru-
De tribulación sacarás mi alma, y fo Minucio, o como el hijo legítimo
en tu misericordia destruirás a mis de Micipsa, el bondadoso Adherbal
enemigos. y su bastardo nieto, el cruel Jugur-
Y perderás a todos los que atribu- ta, o, finalmente, según la sobada
lan mi alma, porque yo soy tu siervo. mitología, como los tres hermanos
hijos de Saturno se repartieron ]a
Que es eterna la divina Mente lo redondez del orbe; o que gobernasen
sabemos no solamente nosotros, a en días alternos como en Canas el
quien ella misma nos lo enseñó, muy noble varón Emilio Paulo y
sino que, por la naturaleza misma, el sedicioso y bellaco Terencio Va-
puede ser para cualquier hombre rrón.
cosa averiguada. Y, en efecto, no ¿En qué sima os vais a perder y
pudo haber antes de ella ninguna a despeñar, espíritus desvariados?
potencia tan grande que fuese ca- ¿Qué es lo que maquina Lucifer,
paz de producirla y engendrarla, si- caudillo de esa conjuración nefanda,
no que más bien fué ella la que, des- más fiero que Catilina y más sin al-
pués de la parte eterna de aquella ma que el más desalmado de los ja-
su eternidad, creó otras mentes se- yanes que movieron guerra al cie-
mejantes a sí y luego creó los cie- lo? El gobierno del mundo no pue-
los, los elementos y la belleza y el de ser partido, porque es gobierno
aderezo de ese ataviado universo de uno solo. Y eso de mandar un
mundo. En la región más pura de la día sí y otro no, ay Jesús, qué
¡

creación, separada de todo amotina- desvarío! Que todos los días alter-
do torbellino, en lo más encumbra- nos tu Hacedor omnipotente tenga
do de los cielos, había colocado aque- que prestarte audiencia y, ¡cosa ho-
llas mentes, desde cuyos asientos rrenda de decir!, se doble a tus ca-
inmortales pudiesen contemplar las prichos y ejecute tus órdenes exe-
restantes criaturas y gozar consigo crables. No bien hubo atisbado, Dios
de la eternidad con suma bienaven- Creador y Padre del universo, que
turanza. Mas la mayor parte de ése era el designio de aquellos espí-
aquellos espíritus, olvidados del ritus malvados, cuando derrocó del
axioma antiguo, que advierte que cielo al adalid de la loca conjura y
cada uno se conozca a sí mismo, a todos sus cómplices con la mayor
considerando no más que su perso- ignominia, luego de haber entrega-
na y su faz exterior, con soberana do sus celestiales asientos a aque-
necedad, imaginaron no ser inferio- llos otros espíritus leales que no se
res a Dios, Padre del universo. Y apartaron de su partido santísimo
entre esos espíritus del mal prodú- y confirmádoles en sus nuevas se-
jose luego al punto una conjuración des por un edicto irrevocable. Y a
OBRAS DEVOTAS. MEDITACIONES SOBRE LOS SALMOS I ENITENCIALES 355

esos espíritus les habla Dios de es- riente suyo, puesto que hombres y
te modo: ángeles son de un mismo linaje.
Oíd vosotros, nacidos de simien-
« ¡ Desde aquel instante no pudieron
te de dioses! Puesto que sois naci-
: menos de amar a su futuro conciu-
dos, no podéis ser inmortales ni in- dadano y de desearle toda suerte de
disolubles. Con todo, jamás por ja- buena ventura y que su nacimiento
más seréis disueltos ni os agobiarán fuese fausto y feliz y que muy en
los hados de la muerte ni fraude breve gozasen en paz y buena com-
alguna más poderosa que mi resolu- paña de la común ciudadanía.
ción, que es el vínculo más sólido Mas el hombre, tan grato como
para vuestra perpetuidad, mucho era a los espíritus buenos, era abo-
más que todos aquellos que os unían rrecible a los malos espíritus, por
en el momento de ser engendrados. cuanto veían que había sido creado
»Vosotros, pues, en esa suprema y para que gozasen de la situación
sempiterna bienaventuranza, vivid que ellos perdieran por su pecado
conmigo la inmortalidad, y como hi- abominable. Y así fué que, en el
cisteis ya, de temprano, continuad acto, el diablo le declaró implaca-
obedientes siempre a mi voluntad y ble y capital hostilidad y una guerra
a mis mandatos muy justos y muy de exterminio, amenazándole con
santos. Por lo demás, para suplir una crueldad más carnicera y cruel
el menoscabo que experimentó esta que cualquier Arquidamo Lacede-
ciudad, que, habiéndola creado yo monio. Y concibió el tenaz e indes-
completa, ya visteis cómo una gran arraigable propósito de engañar, de
parte de ella ha merecido la expul- dañar, de perjudicar al hombre, en
sión y su hundimiento en el báratro todo lugar, en todo tiempo, con cual-
cavernoso, he dispuesto que una de- quier recurso, con cualquier ardid,
terminada criatura mía constase de con cualquier fraude, con cualquier
dos partes; a saber: de alma y de astucia, abiertamente, ocultamente,
cuerpo; el cuerpo formaréle de con cualquier derecho, con cualquier
esos elementos, y al alma, no dese- ultraje y aun, si pudiere, echarle de
mejante de vosotros, haréla a seme- aquella ciudad prometida y espera-
janza mía, como lo sois vosotros. da y arrastrarle y hundirle en las
Este será el seminario y como el horrorosas mazmorras infernales,
vivero de esta ciudad mía. Les lla- para que allí, no menos que él, su-
maré hombres. A esos llamados fra las penas que no tendrán fin. Es-
hombres yo, luego que hubieren te espíritu malo que acosa incesan-
cumplido bien su jornada en méri- temente al linaje humano es aquella
tos y paga de una suerte de milicia Ata que, como muchas otras co-
que ellos llamarán vida, les trasla- sas, Homero pidió prestada a las Sa-
daré aquí, les daré el derecho de gradas Letras y transmitió a la pos-
ciudadanía y os los agregaré por teridad con sola la mudanza del
compañeros», dijo Dios. nombre. Homero, de esa Ata alegó-
Aquellos soberanos espíritus oye- rica, hace una diosa demoníaca,
ron alegres estas profecías. Y lue- enemiga irreconciliable del género
go, al punto, existió el mismo hom- humano, en el cual introduce lla-
bre, el más hermoso de los anima- mas, dolores, guerras, muertes, aso-
les, animal divino, a quien, así que lamiento y fieros males; que, como
le vieron los celestiales espíritus, le el propio Lucifer, fué derrocada del
abrazaron y le besaron como a pa- cielo. Así la canta el divino poeta:
356 JUAN LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS TOMO I

Júpiter, al momento, asió a Ata por el propio demonio había sido ini-
sus lindos cabellos, y montado en có- cialmente; que él, que era harto
lera santa, juró que jamás por jamás más noble, por un solo crimen ha-
la aborrecible diosa volvería a enca- bía sido expulsado de aquella bien-
ramarse a la cumbre del estrellado andanza, y que ese hombre, reo
cielo, porque a todos era dañina. Y de muchas más culpas, debía arras-
no bien lo hubo dicho, en el paroxis- trar una suerte peor que la suya.
mo de su enojo, la derriba de su No iba a ser Dios un juez equita-
asiento, y caída del cielo comienza a tivo si no aplicaba la misma pe-
inquietar a los mortales (1). nalidad a quien cometiera idéntico
Y bebiendo en ese mismo manan- pecado y no asociaba en el castigo
tial sagrado, o tomándolo de las a quien se le asoció en la transgre-
propias confidencias de los demo- sión. En tal punto comenzó a temer,
nios,quienes con harta frecuencia comenzó a temblar el reo destituí-
comunican, involucrándolos en mal do de la justicia y de la verdad, con
veladas alegorías, esos casos a aque- cuyos recursos, con cuyo apoyo an-
llos con los cuales mantienen rela- tes fuera tan vigoroso y tan pujan-
ciones y familiaridad, los egipcios, te. En tal punto comenzó a llorar

en sus misterios, dan a entender y alargar al Juez las suplicantes ma-


que Júpiter expulsó y despeñó del nos y a reconocer y a abominar de
cielo a los espíritus impuros, los su pecado. Y, al fin, sabemos que
cuales, con el mayor ahinco posible, comenzó a hablar en defensa pro-
se esfuerzan por arrastrar a los hom- pia en estos términos:
bres a lo más hondo del infierno.
Ferécides de Siria cuenta que un AUTODEFENSA DEL ACUSADO
gran número de demonios fueron
derrotados por Júpiter, cuyo caudi- Aunque he sido traído a ese tri-
llo fué llamado ofioses, vocablo grie- bunal, ¡oh Padre!, si me es permi-
go que vale tanto como serpentino. tido invocarte con ese nombre y
Preparando, pues, el demonio esas si no con el de Señor, reo de tan-

continuas artimañas contra el hom- tos crímenes que nadie ignora ha-
bre, y tendiendo lazos por donde ber yo cometido, hasta el punto que
tenía el hombre que pasar, cayó en sin formación de causa confiese lla-
la celada, por fin, y violó misera- namente haber merecido la conde-
blemente las leyes y los mandamien- nación, con todo eso, no es exorbi-
tos de Dios Padre. El diablo, en tante injusticia ni confianza exage-
su monstruoso e insolente regocijo, rada impetrar de tu afabilidad y de
formula una grave y venenosa que- tu bondad que, antes que pronun-
rella y la entrega al Padre y Juez cies la sentencia, prestes oído be-
de todos, y en una muy amarga acu- nigno a unas pocas palabras dichas
sación declara la culpablidad del por mí mismo en favor mío, puesto
hombre. El punto principal de esa que no desdeñaste oír la acusación
acusación consistía en que el hom- del demonio contra mí. Lo primero
bre no era de mejor condición que que te pido, Padre mío, Señor mío,
es aquello mismo que es tu propia
característica; a saber: el manteni-
(1) Este pasaje homérico filiada, 19)
parece que fué puesto en los hexáme- miento de las promesas. Y
puesto
tros latinos del texto por Sal propio que el adversario imploró tu justi-
Vives. cia, yo no la rehuso: imploróla tam-
OBRAS DEVOTAS. MEDITACIONES SOBRE LOS SALMOS PENITENCIALES 357

bién. Ratificadas quedan todas gún es tu justicia, conoce esta causa


aquellas promesas hechas a mí y a y senténciala, toda vez que la tem-
mi linaje, respecto de tu Hijo, en ples y la atenúes con algo de aque-
quien sólo está depositada toda la llas promesas consoladoras que en
esperanza de mi salud. Y aun cuan- tu verdad nos hiciste acerca de la
do yo nada hubiese hecho contra inmensidad de tu misericordia para
mi enemigo, que ahora muestra un con nosotros. Aun cuando ocioso es
súbito e insólito interés en lo que ese rogar, puesto que tu justicia so-
atañe a tu santo servicio, acusándo- berana y tu soberana clemencia an-
me del pecado que cometiera yo dan tan unidas y tan hermanadas
contra Ti; sin embargo, Tú, Padre que nunca dejan de ir juntas y son
y Señor, contra cuyas leyes yo, ruin para siempre indivisibles. Y en ma-
de mí, reconozco haber pecado y nera alguna produce en mí la me-
a quien incumbía exclusivamente la nor perturbación el hecho de que
acusación de mi crimen, no te aba- yo perore del crimen cometido a
jes, yo te ruego, a entrar en juicio presencia de aquel contra quien se
con tu siervo, no me persigas como cometió, práctica que entre nosotros
reo de ese crimen, no porfíes conmi- fuera inicua, pues muy raro es el
go y no te me declares adversario. hombre que en cosas de su interés
Quedas constituido juez; desem- inmediato y personal no sea para
peña la función asignada y, de juez sí un juez más benigno que para
que eres, no te conviertas en quere- con el reo.
llante. Porque si Tú quisieres actuar Pero conociéndote como te conoz-
contra mí, ya no digo yo, que soy co, ¿qué motivo tengo de temor,
la pura nada, pero ni siquiera ser siendo así que en tu infinita sabi-
mortal ninguno, ni el cielo, ni la duría la estricta justicia está suavi-
tierra podrán ser absueltos si Tú zada por la clemencia y por la mise-
les acusares ni dejarán de ser con- ricordia? Pero lo que más me im-
denados luego al punto con acerbí- presiona y mueve es que me acusa
sima pena capital. ¿Qué cosa habrá ese demonio que con mayor razón
asaz limpia? ¿Asaz inocente? ¿Asaz debiera ser acusado por mí con to-
justa? A tu presencia la luna no res- dos los requisitos de la ley. El no
plandece y las estrellas no son pu- cejó en ningún momento de atacar-
ras a tus ojos. Cuánto menos el me por todos los procedimientos,
hombre, que es podredumbre, y el ardides, fraudes, blandos engaños
hijo del hombre, que es gusano de de mi consorte, hasta que consiguió
la tierra. ¿Puede el hombre justifi- empujarme a ese crimen que come-
carse comparado con Dios, o apare- tí contra tus mandamientos. Porque
cer limpio siendo nacido de mujer? viendo que yo había sido sustituido
¿Será justificado el hombre en com- en lugar suyo, ¡oh Padre mío!, por
paración de Dios o será más puro Ti hasta tal punto tuvo envidia de
que su propio Hacedor? Si hasta mí y de aquellas dotes hermosísi-
sus ministros inmediatos no están mas con que me habías adornado
seguros y hasta en sus ángeles ha- todo, que no omitió oportunidad al-
lla maldad, ¡cuánto más en el hom- guna de perseguir mi alma, de se-
bre, que mora en cabañas de lodo, ducirme, porque de Jerusalén ba-
que se asienta en cimientos terre- jase a Jericó, donde, despojado de
nales! Siéntate, pues, como árbitro, riquezas tan copiosas, quedara cosi-
como juez, no como enemigo, y, se- do de heridas mortales, y todo ello
358 JUAN LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. TOMO I

porque no fuese yo de mejor condi- cacia, sino porque, sumergido en el


ción que no es él. ¿No es ésa razón infierno como está, áseme por el pie
más que sobrada para que yo le y tira de él para llevárseme consigo
acusase? Por sus arteras agresiones, bajo las ondas de fuego, para hun-
que me ocasionaron llagas ocultas, dirme en medio de los restantes de-
vine a despeñarme en ese inextrica- monios, muertos desde el principio
ble sumidero, hundiéndome en ese del mundo, sepultados para siempre
proceso en que mi salvación corre jamás en la tartárea noche de quien
peligro. ¿Y quién duda sino que el dijo el poeta que nadie hasta ahora
daño debe imputarse a aquel sin el regresó, de donde jamás quien se
cual no se hubiera producido? hunda en ellas será devuelto a las
¡Y con qué engaño tan grande sabrosas vitales auras.
me arrebató aquella vida mía, aque- Dime tú, el más nefando de los
lla tan grata y tan seductora inmor- demonios: ¿Qué placer será el tu-
talidad! ¡Cómo me abatió en el pol- yo? ¿Qué utilidad vas a reportar de
vo del cual había sido formado! mi sangre si descendiere yo a la co-
¡Cómo consiguió que yo, que era pu- rrupción y a esa segunda muerte,
ro polvo, pero polvo inmortal, por mucho peor que la primera? ¿Por
una fineza tuya, elevado por Ti a ventura, por el hecho de estar yo
una dignidad tan subida que, asi co- asociado a tus sufrimientos, se mi-
mo él lo hiciera también yo tigarán tus dolores incansables, tus
antes,
te inmortales tormentos, que por toda
desconociese a Ti y a mí, y hecho
la eternidad, por una ley que no se-
semejante a las bestias, volviera al
abatimiento de mi polvo original! rá abrogada, por una sentencia que
Degenera el hombre en bestia pura no caducará te fueron destinados?
cuando te ignora a Ti y a sí. Y no ¿Serán, acaso, menores tus penas o
se contentó su insaciable envidia cuando me hubieres hecho partici-
con esa tan fea caída mía, promo- pante de tu sufrir atroz experimen-
viendo la compasión de ese mi ene- tarás algún alivio? Nada de eso.
migo feroz, ni el verme despojado ¿Qué pretendes, pues, con este tan
de la verdad, de la justicia, de mi encarnizado acoso, con ese odio ca-
soberanía intelectual, ni tampoco pital, cuando ni siquiera de palabra
mi privación de la vida eterna. No te ultrajé? ¿Fui yo, acaso, quien te
tuvo él bastante con eso de que yo, derroqué del cielo? ¿Fui yo quien
es cierto, fui el autor; pero él fué te sumí en las honduras infernales?
el que me provocó, el que me im- No; no fui yo. Estoy persuadido
pulsó; y no se contenta con menos que lo que te desazona y quema es
en virtud de esa acusación que con porque presientes que me has de
sepultarme en aquella prisión mal- ver colocado en tu silla. Y de ahí tu
oliente, en aquel báratro, asiento de afán tan vivo y tan activo porque
toda miseria, en la detestable com- quede yo frustrado de tan magnífi-
pañía de aquellos malvados espíri- ca esperanza y que trueque aque-
tus cómplices suyos. No le basta llos gloriosos asientos de la biena-
con la muerte de ese cuerpo que de- venturanza por tus fementidas za-
bía ser inmortal, sino que agencia húrdas del infierno. Cuando pienso
también muy activamente la muerte yo esto, de tal manera mi espíritu
del alma, mucho peor que esa muer- descaece, de tal modo mi mente se
te primera corporal; no por medios conturba, hasta tal punto la extre-
indirectos, que tuvieran escasa efi- mada congoja aprieta mi corazón,
OBRAS DEVOTAS. MEDITACIONES SOBRE LOS SALMOS PENITENCIALES 359

que todo yo tiemblo grandemente y odio más que de madrastra, en su


no sé a veces ni dónde estoy ni odio más que vatiniano, y busca un
qué hago, ni ante quién hablo, y me nuevo miembro que vulnerar. No
espanto de haber podido decir tres se aviene a que mi aflictiva calami-
palabras seguidas. dad sea única ni que mi perdición
Y si Eneas por haber visto un sil- sea obra de una sola desventura.
vestre mirto que goteaba sangre ro- Quiere que yo apure una segunda
ja dice de sí mismo, en el libro III muerte a través de dolores sin cuen-
de la Eneida, a pesar de ser héroe to a cada instante; una muerte que
forcejudo su, protagonista Un ho- mientras minuto por minuto va ma-
:

rror frío sacúdeme los miembros tando, siempre en el mismo hombre


y el espanto agolpa en mi pecho un halle algo vivo, algo sensitivo que
coágulo de sangre como hielo. Abru- matar. ¿Qué cosa pudo disuadirme
mada mi mente de espanto incierto, de la desesperación, del nudo co-
me quedé en pasmo, mi cabello se rredizo, del hierro letal? Una sola
erizó y la voz quedó añudada en mi esperanza que, en medio de tantas
garganta. calamidades, me sostenía y me abri-
Y dice Ovidio, en sus Tristes: gaba en su seno tibio; por esa sola
No de otra, manera me pasmé esperanza arrastro esta vida afligi-
como quien, tocado del fuego de Jú- da y miserable: una lucecita que
piter, vive y él mismo ignora si Tú encendiste en lejano oriente,
vive. allá en la más espesa de las cerra-
No falta quien por no mudar de zones.
dueño, revuelve cielo y tierra y aca- Evoco en mi recuerdo y en mi
ba por poner las manos en sí mis- pensamiento cuál era yo cuando
mo, ejecutor de la propia saña. acabé de salir de tus manos, cuando,
¿Quién se admirará de que yo, que levantado hacia el cielo, inspiráste-
hasta hace poco retozaba en ondas me el aliento de la vida. Cuán her-
de abundancia y de riqueza, sano, moso, cuán gracioso, cuán vistoso
exento de peligro, inmortal, en un interior y exteriormente, rey de la
instante fui despojado de todas es- creación, enriquecido de tantas vir-
tas bienandanzas y sumido en la tudes, de tantas dotes, glorioso en
más honda de las aflicciones, sienta su inmortalidad, pariente y conciu-
confusión en la mente y parálisis en dadano de los ángeles. Todo esto
la voluntad? Yo, que hasta ahora fui me fué arrebatado; es cosa baldía
tal que nadie me aventajaba en hon- repetirlo. Y a pesar de todo, en un
ra, en favor, en fortuna, de repente tan grande cúmulo de males, dejó
hallo que no retengo ya el más del- el demonio un resquicio por donde
gado vestigio de mi dignidad pri- se muestra tu misericordia, y es el
mera. Fuerza fué que tú mismo, mi- poder conseguir que no sea yo co-
serable y diabólico calumniador, te locado en las tinieblas con los muer-
sintieras satisfecho y aun harto con tos desde el mismo origen del mun-
esas tamañas desventuras mías. do. Esto te ruego en súplica de paz
¿Qué pareció que me faltaba una y de perdón; esto, una y otra vez,
vez despojado de mi honor, de mi te pido por Ti mismo. No arranques,
fama, de mi fortuna? ¿Ni qué lu- ¡oh Padre!, de mi seno este senti-
gar o espacio se dejó para una cala- miento que es la única esperanza de
midad nueva? Con todo, insiste el mis males. Cuando revivo aquel
mismo enemigo que empezó en su tiempo mejor en que Tú me ense-
360 JUAN LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. —TOMO I

ñabas como a hijo muy amado, re- el espíritu que con su tibia hume-
cuerdo que medité los años eternos, dad alimentaba mi vida, no esperes
aquellos días antiguos, los días que que pueda sobrevivir un momento
se iban formando. Nadie ahondó más. Luego al punto exhalaré mi
tanto en la meditación de las cosas alma si tu misericordia no me otor-
que creaste, de todos los seres que gare la vida, si tu vista no me de-
de la nada sacaste a hermosura tan volviere y guardare mi espíritu.
soberana y tan lucida. Y partiendo ¿No reparas cómo la palidez invade
de aquí, a la luz de tu magisterio, mi rostro? ¿Cómo el escalofrío es-
barrunté las cosas invisibles desde tremece todos mis miembros? ¿Có-
el origen del mundo, las que enton- mo rodea mis ojos la ceguera? Sin
ces eran, las que fueron y las que ningún respiro, sin ningún suspiro
serán. Y me percaté que la fábrica soy como un moribundo, porque mi
de este mundo que contemplan espíritu abandonóme en mi miseria
nuestros ojos no es más que figura tan pronto como quebranté tus
y sombra de aquel mundo mejor mandamientos.
que sólo veremos con los ojos del A Ti, pues, Padre mío, con enca-
alma. Y en ese mundo, el segundo recimiento sumo te pido y te supli-
Adán, celeste porque vino del cielo, co que no apartes de mí aquella tu
rescatará a ese primer Adán, terre- increíble misericordia, aquella tu
no porque es de tierra, condenado bondad hacia la cual se vuelven con
a hierros y a cárcel pública, y pues- la máxima avidez todas las espe-
to en franquía, le restituirá a la ciu- ranzas y en la cual todas las cria-
dad de su origen y, exento de ser- turas desean con vehemencia repo-
vidumbre, le llevará consigo en la sar sus ojos; aquella bondad tuya
apoteosis de su triunfo. que lo vivifica todo. No siendo así,
Y él irá en pos del Libertador, sin ninguna esperanza de perdón
exultante y gozoso, a quien, como para mi pecado ( se horroriza mi
¡

es debido, honrará toda su vida, que alma de decirlo; aleja de mí este


durará toda la eternidad. Yo con sombrío agüero!), fuera yo seme-
mi muerte conocí su muerte, o su jante a aquellos que descendieron al
dormición mejor, que a todos nos tartáreo abismo y se sumieron en la
librará de la muerte. Por eso tien- noche eterna. De ese modo, engañe ¡

do mis manos suplicantes a ese Hi- el Cielo esos temores míos!, el de-
jo tuyo, que es lo mismo que eres monio hubiera sido parte para de-
Tú. De la sangre suya, copiosa y fraudar tu anhelo de que aquel a
preciosa; de ese afluente manantial quien Tú habías creado y predesti-'
tiene sed mi alma enjuta, reducida nade para ciudadano de tu patria,
a polvo árido, seca de toda virtud; él, con sus ardides, le enviaría al
de ese rocío fecundo tiene deseo. destierro eterno de donde nunca
Concédeme eso cuanto antes, Padre jamás desterrado alguno será llama-
mío, Señor mío; riégame con esa do de nuevo a la patria. Pídote yo
agua tuya saludable, con esa agua con ahinco renovado, Padre mío,
del Jordán que limpia al leproso, cuyo poder es tan grande como tu
con esa agua de la piscina de Si- voluntad, que no consientas que se
loé, que comunica al ciego el uso verifique en mí esta desgracia irre-
y el goce del día y de la luz. Si así parable, sino que más bien, luego al
no lo hicieres, extinguida y arideci- punto, alumbres esta noche mía y
da en mí toda vitalidad, descaecido las cerradas tinieblas de mi pe-
OBRAS DEVOTAS. MEDITACIONES SOBRE LOS SALMOS PENITENCIALES 361

cado. ¡Amanezca el lucero de la me esclarecía no sólo los rincones


mañana! Restitúyanos el oriente el de las vías públicas y de las encru-
día que se nos robó! ¡Encienda la cijadas, sino también todos los án-
bella aurora sus frescos rosicleres! gulos de mi casa. Y puesto caso que
Venga la luz, esa Virgen casta, esa perdí esa guía tan certera por mi
Virgen inmaculada, esa madre fe- negra suerte o, para decirlo más cla-
cunda de salud que, exenta de viri- ramente, por mi muy loca culpa,
les abrazos, nos alumbre el Sol de enséñame, te ruego, al menos, Pa-
admirables resplandores que derra- dre mío, las veredas por donde debo
me el día alegre, puro y libre sobre llevar mis pies, no sea que mientras
el mundo sepultado en la calígine, ando a ciegas, ignorante de los ca-
oprimido y agobiado de tinieblas. minos, llenos como están de esca-
Esa alborada, Padre mío, suplicóte brosidades, de derrumbaderos, de
que la muestres cuanto antes al peligros sin cuento; yo que antes
mundo que suspira por ella. Mués- a sabiendas y con los ojos abiertos
trale esos jocundos albores auróra- caí tan feamente, ahora ruede de
les que disiparán la sañuda tristeza nuevo en alguna sima barrancosa,
del cielo y le restituirán su faz ri- de la cual no pueda evadirme y allí
sueña. Concédeme que pueda oír a en su fondo, solo, ciego e inválido,
tu Hijo, que no tendrá piedad de acabe mi vida lastimosamente.
Sí, porque Tú la tengas de todos. Y Y lo que sería aún mucho más
puesto que El alcanzará que nadie lastimoso, en el momento mismo de
coloque en Ti de balde sus esperan- salir del cuerpo, enviaría al supli-
zas, he aquí que yo desde ahora cio eterno a esa alma mía que en
pongo todos mis pensamientos y tus manos solas encomiendo, esta
deposito mis esperanzas todas en alma mía que siempre levanto a Ti.
Ti solo, confiado ciegamente en la ¿Quién puede ser tan enconado ene-
firmeza y en la honradez de tu pa- migo mío que esa perspectiva tris-
labra. te pueda ocasionarle solaz, que pue-
Pequé, mi Dios y Señor mío; cri- da tomar placer y fruto de tantas y
men muy grande cometí, lo confieso, tan grandes calamidades mías, sino
lo reconozco. Pero yo, en fin, tal que más bien, movido y vencido de
como soy, tal como
pecador, ino-
fui, compasión, no vierta lágrimas de
cente, bueno, malo, tuyo, todo estu- duelo viendo cómo mi reciente po-
ve dado a Ti. Aun cuando pecaba derío degeneró en tanta aflicción?
y me asaltaba el recuerdo tuyo, ja- Con todo eso, si no consigo del dia-
más desesperaba de tu clemencia ni blo que se contente con el despojo
de tu bondad y atrevíame a vivir de mis riquezas y de mis dignidades,
confiado en tu misericordia. Compa- ocasionado por sus extremadas ma-
décete de mi ruindad suma; ilumi- las artes, consiga al menos que no
na mis ojos, pues, ciego como soy, pida también mi alma. Si no puede
no atino mi camino. Enciende otra reducírsele a que luego de haberme
vez dentro de mí aquella tu lámpa- quitado todos aquellos bienes que
ra resplandeciente que yo mismo había acumulado en mí tu benéfico
apagué pecando contra tus leyes amor de padre, al menos que no
santísimas aquella lámpara que me desee, para colmo, arrebatarme esa
;

hacía andar a sus reflejos claros, lucecilla trémula y esa esperanza


que me mostraba conocidas y fran- apagadiza. Si su odio no está harto
cas todas las sendas de mis pasos y todavía con tantos males como me
362 JUAN LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. TOMO I

agobian, sino que aún porfía en do de los grandes beneficios que me


quererme condenado a los eternos has dispensado. Sé que no existió
suplicios, un refugio me queda, Pa- jamás nadie tan presuntuoso que en
dre mío, y una esperanza me resta: sus adentros osase desear de Ti,
aquella tu muy antigua bondad y Dios bueno y todopoderoso, todas
misericordia. Y si ella me queda y cuantas dádivas y dones me confe-
no me abandona, como de ello tengo riste, Padre mío.
certidumbre, todavía, todavía pue- Y no se me ha borrado todavía
do ser salvo. A esa inmensa mise- de mi memoria que yo un mal día
ricordia, a ese tan seguro y tan me despeñé con una ceguera tan ce-
tranquilo puerto, escapado de tan rrada y total que me atreví a con-
bravas tempestades, a esa única tradecir tus preceptos. Favor tuyo es
ara de salud acorro y corro, Padre que todavía aliente en mí algún res-
mío. coldo de esperanza y que consientas
A Ti, a Ti sólo acudo como a la que eleve mi propia defensa a tus
postrera y más firme esperanza de oídos; Tú me lo concedes; Tú, que
vida y de salud. Si me rechazares, con tu bondad y tu clemencia me
está hecho de mí; nadie me acogerá. animas a esa audacia; Tú, que nos
En Ti me refugio para que Tú solo has franqueado esa puerta y ese
me defiendas y me ampares, puesto acceso a la misericordia y al per-
que en tu gran bondad, Tú me creas- dón de nuestro pecado Tú, que nos
;

te y dísteme razón, y dísteme el co- dijiste que tuviéramos buen ánimo


nocimiento de tu majestad soberana, mientras nos arrepintiéramos de él.
y me hiciste para que fuese ciuda- Y si esta indulgencia tuya trae de-
dano de tu ciudad. A Ti, Cónsul de sabrido a ese enemigo mío; si se
esa ciudad, me acojo, porque mires queja de que él, de naturaleza más
por mi bien; a Ti, Padre de esa pa- noble que yo, es de peor condición;
tria, porque a fuer de padre te in- si te llama injusto juez, con una so-
tereses por tu hijo; a Ti, Caudillo, la palabra responderé a su acusa-
para que socorras a ese soldado tu- ción: haga él ahora mismo lo que
yo, cercado, y le libres de las ma- hice yo, que antes había hecho lo
nos sangrientas de mi enemigo en- que él, y espere él lo que espero
carnizado y una vez que le hubie- yo, lo que suplico, lo que imploro.
res librado pongas en sus sienes la Oiga lo que yo pido confiado en tu
corona cívica. Y puesto que eres mi benignidad y clemencia, y pídalo él
Capitán suplicóte que me des a co- a su vez y confíe que conseguirá lo
nocer tus órdenes, y puesto que eres que yo confío conseguir. No es ra-
Rey universal pídote que me mani- zón que el indulto alcance a quien
fiestes todas tus leyes. Y puesto que no reconoce haber delinquido y no
eres Dios te encarezco que me indi- pide un perdón, persuadido que no
ques tu voluntad y me des consejo y lo necesita. En mi desventura gran-
manera, y me des fuerzas y faculta- de otórgame socorro Tú, que me in-
des con que pueda adaptarme todo a fundistela esperanza del socorro.
tu querer y obedecer tus mandamien- Asístame ahora, puesto que te lo
tos y cumplimentar, gozoso y ágil, ruego, aquella misma misericordia
tus prescripciones y ejecutar todo es- que acostumbra salir al camino de
to de tal suerte que te sea grato a Ti, los miserables y de los afligidos, sin
a quien con todo afán quiero com- que ruego ninguno se adelante a
placer. Lejos de mí el punible olvi- implorarla.
OBRAS DEVOTAS. MEDITACIONES SOBRE LOS SALMOS PENITENCIALES 363

de toda salud, a través de ese des-


MEDITACION tierro me conducirá a mi tierra, a
¡Oh venturoso de mí, bienaventu- mi patria, a mi ciudad; de esta tie-
rado de mí, feliz de mí! ¡Oh en rra que yace en lobreguez y tinieblas
buen hora nacidos todos aquellos a aquella otra tierra, eternamente
que en Ti solo ponen la esperanza esclarecida de tu lumbre; de esa
y la razón de sus cosas, y desventu- tierra en la cual, según expresión
rados aquellos que, apartándose de del poeta Virgilio, el cardo nace y
Ti, fuente dulcísima de todo bien y surge agudo y espinoso el ojiacanto,
de toda salud y manantial de toda y el joyo estéril, y la infelice avena,
bienandanza, se descaminan a ori- a aquella otra que cría la blanda
llas de infectos, momentáneos y ba- violeta y el narciso purpúreo; de la
rrosos arroyuelos. ¿Cuál pensáis tierra que fué entregada toda en
que es el fruto de mi arrepentimien- manos del impío, a aquella otra tie-
to y cuánta la dulzura que saboreé rra cuyo Dueño óptimo eres Tú;
de él? Yo juro por Aquel que me de ese áspero pedregal a los prados
ocasionó tan inenarrable gozo, por de la abundancia y de la amenidad;
Aquel que con el gesto de su per- de esa tierra barrancosa, montuosa,
dón me hizo tan feliz, que no tengo fragosa, llena de torbellino y de tu-
palabras con que poder explicar la multo, a aquella otra tierra llana y
más pequeña porción de mi alegría: tranquilísima en donde Tú me vivi-
tal es mi júbilo, tanto es el conten- ficarás, que aquí estoy muerto y
to que me inunda, hasta tal punto tan firmemente%ne restituirás a la
me causan gozo todas las criaturas luz vital que ya no podré morir por
a mí, a quien no ha mucho le des- fuerza alguna, por ningún ardid,
placía todo, todo le causaba un eno- por ninguna celada. Confirmado por
jo y un hastío imposibles de decir. el juicio de aquella tu justicia in-
No hay deleite en la vida, no hay comprensible a los humanos enten-
sanidad, no hay regocijo, no hay dimientos, tan de asiento me situa-
cosa dulce, no hay cosa sabrosa que ré en la residencia de mi ciudad,
no me lo parezca, ahora que la poseo que de ella no podré ser arrancado
yo y que fruyo de tantos gustos, ni desarraigado, aun cuando toda la
que me imagino que estoy fuera de redondez del orbe y todo cuanto
mí. Ni aun me creo vivir esa vida hay en él conspiren por expatriar-
mortal, sino que vivo en compañía me, si ya no fuese que Tú les die-
de los ángeles, engolfado, sumergi- res permisión y consentimiento. Co-
do en delicias que los hombres des- sa que no debo recelar, puesto que
conocen. ¡Oh Padre mío, Señor mío, aquellos tus guerreros, así como son
Dios mío, Redentor mío, que eres eternos, así también son inmutables.
para mí todas las cosas! Y de esta manera se verificará que
Tú, pues, me concederás todo de esas penalidades, de esas mise-
cuanto deseé, tanto más munífica- rias, de esas calamidades, de las
mente, tanto más copiosamente, borrascas de esa peregrinación y de
cuanto que Tú eres mejor que nos- esa pesadilla a quien damos el nom-
otros y más amante de nosotros que bre de vida, llamarás mi alma a Ti
nosotros de Ti. Aquel Espíritu tuyo, a saber: de las tinieblas a la luz,
autor de todas las buenas obras; de la noche al día y a la vida de
aquella Caridad, aquella Luz, aquel esa muerte.
Guía y Caudillo de toda felicidad y Y luego, compadecido de mí de
364 JUAN LUIS VIVES. OBRjLAS COMPLETAS. TOMO I

tal manera, confinarás y atarás a suerte de contentamientos, por to-


ese derrotado enemigo mío a sus dos lados rodeado de alegría. Adon-
moradas infernales, que expiará, por dequiera volviere los ojos, no tro-
toda la eternidad, el castigo de sus pezarán sino con vistas muy dulces
fechorías y ya jamás por jamás y muy gratas. Todo será jocundo;
echará baldones a tus hijos y tus todo, suave; todo, colmado y rebo-
ciudadanos ni les pondrá celadas ni sante de aquel deleite siempre flo-
les vejará con su envidia y con su rido e inmarcesible. Cosas todas
odio. Y entonces yo. con mis pro- éstas que están puestas ante tus di-
pios ojos, veré la venganza de los vinos ojos, Padre mío, y muchas
males que me ocasionó, y a quien otras, más augustas que éstas y
quiso verme mísero y calamitoso mucho más excelentes, las cuales,
seré yo quien le veré tal y me go- puesto que ni las vimos ni las
zaré con esa vista y seguro ya. en
; oímos, pueden imaginarlas las
ni
su duelo me reiré. Y admitido yo humanas mentes; por eso tampoco
mismo en tu clientela, a la cual pa- nosotros no podemos ni con palabras
ra siempre me entrego con una de- explicarlas ni podemos alcanzarlas
voción irrevocable, aque-
habitaré con imaginación y el entendimien-
la
llas moradas tuyas donde gozaré de to. Y con todo eso, nosotros, después
muy apacible sosiego y de gratísi- de una vida buena y santa llevada
ma tranquilidad y ocio santo, y frui- acá abajo, en el cielo llevaremos otra
ré de toda suerte de gozos, de toda mejor y no fallecedera. Amén.

FIX DE LAS
«MEDITACIONES SOBRE LOS SIETE
SALMOS PENITENCIALES»
HOROSCOPO DE JESUCRISTO
(GENETHLIACON IESUCHRISTI;

d5i8)

EPISTOLA cantes, esas menudas f lorecillas co-


NUNCUPATORIA gidas en los vergeles de la reli-
gión cristiana. En esos días navi-
JUAN LUIS VIVES, VALENCIANO, A JUAN deños en que no me parecía asaz
BRIARD, TEÓLOGO, VICECANCILLER DE piadoso consagrar la atención a la
LOVAINA SALUD.
: profana literatura, con el fin de que
la mente que no conoce reposo, co-
añeja costumbre, venida hasta mo Livio decía, hallase cebo en su
Esacá desde tiempos de
los gen- los propia actividad y por no dejar que
tiles, que por las calendas de ene- el ingenio se enmoheciera en la
ro los amigos den a sus amigos es- ociosidad, reuní todas estas cosillas
trenas, indicadoras de la recíproca y de ellas hice un ramillete, porque
bienquerencia. Pensando yo en esas al menos pareciera que había santi-
calendas de enero, qué estrenas te ficado la celebridad de estas fiestas,
ofrecería, mi querido Briard, el más aliviándome con ello de todo escrú-
sabio de los teólogos y a la vez el pulo de conciencia. Y compilé ese
más estrecho y el más docto de to- Horóscopo de Jesucristo, situándolo
dos mis amigos, entendí por la me- en la sazón misma en que El nació
jor de las conjeturas que iba a ser- y en que otros anuncian qué hados
te grato sobre manera un tema que inflexibles van a regular los suce-
sería de tu más fina aceptación y sos humanos. Pensé en un princi-
en el cual tu competencia sería su- pio hacer esta obrecilla en verso,
ma. Por todo lo cual, reconociéndo- como por juego; pero luego, ocupa-
te a ti como el más autorizado ex- ciones variadas y frías por un lado
positor y, en cierta manera, el in- y por otro lado mi torpeza y la in-
térprete único (¡lejos de esta pala- felicidad de mi estilo en eso de ver-
bra toda querella; lejos toda envi- sificar, disuadiéronme muy presto
dia de esta palabra!) de las Sagra- de mi propósito inicial. Con todo,
das Letras en esa Universidad, ver- al fin, meto algunos versillos y son
dad apodíctica confesada por todos, los pastores quienes los cantan. Por
tan lejos andamos de poner en ella ellos entenderás cómo sabe mi ver-
recelo ni reticencia de ninguna suer- sificación y reconocerás que soy un
te; envióte esas estrenas insignifi- poeta cuerdo. Una vez que hubieres
366 JUAN LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. TOMO I

leído esa obrilla, sin dificultad me |


do la cumbre me sea mengua haber-
excusarás por no haber dicho todo lo intentado; antes espero que esta
Lo que era menester, dado lo ambi- buena voluntad mía merecerá loa y
cioso de mi tema, pues es arduo él favor. Y aun cuando ni eso alcanza-
y es mi talento muy rastrero y muy re, con la esperanza de que merece-
chico y no estoy yo conveniente- rá tu aprobación, no me arrepiento
mente versado en ese linaje de es- de mi empeño. Yo quisiera que pen-
tudios tan santos. Por todo ello, no sases que toda mi buena voluntad
creo yo que por no haber alcanza- yo la puse en ese librito. Ten salud.

HOROSCOPO DE JESUCRISTO
Cuando, bien pertrechada la na- Y dada orden a los marineros de
ve, alzamos amarras de la orilla del comprar aquellos efectos que sabían
mar Mediterráneo que baña nues- eran menester para una navegación,
tra Valencia, que, como se mira a ya harto breve, ellos despacharon
Africa, está algo ladeada al Oriente la comisión con toda diligencia y
y deja a Occidente el estrecho de a nosotros, tomando el camino de la
Hércules, pasadas en navegación playa, sobre la ruta de Canopo (en
ininterrumpida las islas Baleares, ocasión en que allí se celebraban las
Cerdeña y Sicilia, hicimos proa a la solemnidades feísimas de Serapis y
asiática Creta, donde, habiéndonos por eso, aun contra nuestra volun-
procurado unas pocas vituallas, sin tad, hubimos de ver la subida pro-
que mereciera una mirada nuestra cacidad de los cantos y de los bailes
el monte Dícteo, ni Gnoso, cuna de de Alejandría), al día siguiente, la
Júpiter, y sin prestar atención al- gente del lugar, en pintoresca varie-
guna a toda aquella leyenda de im- dad de vehículos, nos condujo a Pa-
piedad, vueltos ya los que habíamos lestina.
enviado a la isla, con viento favo- Abandonado yo por mis compa-
rable torcíamos a manderecha por ñeros de viaje implicados en diver-
allí donde el NHtí por siete brazos sos negocios, serena la noche y con
en las aguas marinas se sumerge, un cielo semejante a aquel en que
cuando he aquí que unos ventosos los primitivos astrónomos pudieron
torbellinos y unos ábregos furiosos estudiar a placer el curso de las es-
y la braveza de la tempestad, obli- trellas, observaba yo con suma
gáronnos a detenernos un poco ante atención cuáles salían, cuáles se po-
Canopo. ;Ay de aquella gente man- nían, cuáles alcanzaban la zona me-
cillada de inmundísimas ceremo- dia del cielo y cómo, a filo de la me-
nias, que no fueran bastantes a pu- dianoche, las tinieblas cobraban cla-
rificar todas las periódicas inunda- ridades de día. Nada era -en compa-
ciones del Nilo! Allí, aun cuando ración de aquella luz milagrosa,
como de hacían protestas, nos
ello aquel lampo momentáneo, que, por
acogieron con cortés y benigna hos- incandescencia de algún cuerpo, fué
pitalidad ;yo no sé qué sorprendí visto en la Galia, siendo cónsules
de astuta y solapada bellaquería en Gneo Papinio y C. Cecilio, al tiem-
aquella raza artera y mendacísima. po que los cimbros y los teutones
OBRAS DEVOTAS. — HORÓSCOPO DE JESUCRISTO 367

pasaron al otro lado de los Alpes, premo hecho ínfimo, de Rey hecho
o aquel otro que en Roma se vió siervo, deHacedor hecho obra; y que
brillar, bajo el consulado de Marco si el universo orbe no le podía con-
Lépido y de Munacio Planeo, como tener, cabía con todo en el seno de
refiere Julio Obsequens. Yo, por mi una doncella virgen. Mientras anda-
parte, desde la cima de un otero, ba en mí mismo revolviendo estos
comienzo a mirar con diligencia, grandes pensamientos, descubro por
una por una, todas estas maravillas, mi buena ventura una cabaña, a du-
no bien seguro, ante la novedad de ras penas cómoda para el ganado,
tal fenómeno, si dormía o si es- ruinosa, de ruin adobe fabricada, su-
taba despierto. A mí se me antoja- mida toda en la apoteosis de aquella
ba estar despierto; pero aquel es- maravillosa luz, y de ella salía un
pectáculo, que si se presentase con dulcísimo concierto que, difundién-
frecuencia fuera causa de regocijo dose por todo aquel espacio, hen-
grande para la imaginación y los chía mis oídos con su son gratísimo.
sentidos del hombre por su tan in- Como viese yo que hacia ella iban
esperada novedad, infundióme una corriendo unos zagalejos, apresuré
suerte de terror pánico. Y antes mi paso por alcanzarles y «Con:

que nada, evoco las añejas fábulas, —


vuestra licencia les dije — ¿adon-
,

puesto que tan poco tiempo hacía de hacéis camino, buena gente?» Y
que había pasado por aquella re- ellos me responden «A esa caba-
:

gión, madre de casi todas ellas: ñuela, por ver al Verbo que se ha
¿Caería de nuevo, reincidiendo en hecho hombre. Si quisieres venir
su primera ignorancia del arte de con nosotros, verás la Majestad di-
conducir carrozas, aquel Faetón an- vina, que como nos anunciaron los
tiguo, nacido del Sol? ¿O sería aca- ángeles, servidores suyos, se acu-
so el mismo padre Júpiter en per- rrucó en miembros pueriles, y el
sona o alguno de los dioses mito- Hacedor del mundo es ya porción
lógicos que con su astro propio cae- del humanal linaje.» «¿Qué puedo yo
ría derribado a tierra? hacer con mayor gusto que contem-
Pero volviendo en mí con mejor plar tamaño milagro?», les respon-
seso, iba reflexionando todo cuanto dí. Y agreguéme a su compañía. Y
había leído yo en las Sagradas Le- ellos, entrando con llaneza suma en
tras, único y seguro refugio y so- la cabaña abierta, empezaron a ex-
laz mío en los adversos lances: El presar al Niño, que hacía pucheri-

pueblo de las gentes dijo Isaías cos, toda suerte de norabuenas. Y
que anda en medio de las tinieblas, aun yo mismo, guiado por la mano
vió una gran luz; para los que ha- de no sé cuál de ellos, transido de
bitan en la región de la sombra de miedo y de maravilla, fui invitado
la muerte amaneció el alba. Y a entrar en el divinizado tugurio.
dijo el Salmista: De las tinieblas sa- Allí, lo primero que veo es a José,
lió para los derechos de corazón la sumido en estupor, y, luego, a la
luz: el Señor misericordioso y com- Virgen, consciente de tan soberano
padecedor. Por esto pensé, y no su- misterio, casta, pura, púdica, envuel-
frí engaño, si ya sería llegada aque- ta en vergüenza virginal, bañada de
lla hora en que verían las gentes al rubor tierno, porque a los ojos de
.Mesías de todos los siglos espera- toda la angélica milicia y a ella, se-
do, de invisible hecho visible, de ñera y sola, el Rey de los cielos le
impalpable hecho palpable, de su- había otorgado honra tan encum-
368 JUAN LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. TOMO I

brada, y porque no podía preservar astral piensas que nació este Niño
de humanas incomodidades al Dios y bajo la influenciade qué signo?»
que en sus entrañas se había hecho Contestéle: «Voy a decírtelo: fué
hombre; no de otra manera que vista en el cielo una novedad, ape-
aquellos que de sí sienten humilde- nas comprendida por los astrólogos,
mente, si por cualquiera gran mo- en esta noche milagrosa, que por al-
narca, a presencia del ejército o de gunos de ellos fué cantada así:
la nobleza, son objeto de alguna —Era la noche, y allá, bajo la tie-
distinción honrosa, tíñese su rostro rra profunda, el Sol, unido al Ca-
de vergüenza demasiada, o si, en- pricornio, bañaba los astros en su
caminándose a su albergue unos lumbre. Cáncer tendía a su ocaso
príncipes gloriosos, no tienen en su allá arriba en el estrellado quicio
pobreza con qué recibirlos, como es del mundo, que en su vértice trae
razón. Veo después cómo en su de- a Delta; caudillo de los astros era
rredor andan en revuelo aquellos Aries, y la Libra, en su nacimiento,
espíritus santísimos, esclavos todos abría sus dos brazos.
de la voluntad del divino Rapazuelo, No faltan quienes dicen que Mar-
y luego al mismo Hacedor de los te es un aliado de la muerte y por
cielos y la tierra, que no oso mirar ello, quien naciere bajo este signD,
sino con los ojos entornados, por- anuncian ser candidato a la cruz.
que el estallido de tanta y tan glo- Entonces, blanda y cortés, res-
riosa luz como de El irradiaba, mu- pondióme la Doncella mansísima:
cho más crecida que la del sol, des- «¡Qué inmenso error es el tuyo!
lumhraba y ponía noche y ceguera ¿Eres, por ventura, tú solo quien
en mis ojos. Y no es ello cosa de ignora que el origen de ese Niño,
maravilla, puesto que aquella infini- por uno y por otro extremo, es ine-
dad de fulgor es más grande que el narrable y no lo puede expresar la
sol mismo, hasta un grado que ese palabra humana? De su celestial
nuestro sol que esclarece nuestro origen, por el cual nació del Padre,
bajo mundo dirías que es pintado y ¿a qué viene el hablar, cuando la
cegajoso. Y es que ese sol pide pres- Naturaleza toda y toda la milicia
tado a ese otro Sol soberano todo su angelical se pasman de sólo oírlo
esplendor, como del primero lo tie- y a la sola vista de aquella sobera-
ne prestado la luna. Y añádese a na e incomprensible generación aba-
esto que me infundía miedo, a mí, ten sus lanzas y se caen de hinojos
hombre pecador, el rostro serenísi- en actitud de adoración, porque no
mo del Divino Infante. puede sostener la visión directa de
Mas, vuelto yo a la Madre suave tan grande majestad? Y por lo que
y benignísima: «¿Holgaríaste acaso hace a esa generación temporal que
— —
díjele Virgen sagrada y dulce, contemplas con tus propios ojos, el
de que yo te vaticinase, leyéndolo en mismo ángel Gabriel, paraninfo de
los astros, el horóscopo de ese Hijo la gran Nueva, en su embajada de
tuyo?» Ella, pensando que yo delira- paz no supo explicármela, sino que
ba, mirándome con dulzura (que ésa remitió al Espíritu Santo la ardua
fué siempre la costumbre de mirar respuesta, al preguntarle yo cómo
en la virginal Doncella), queriéndo- iba a pasar aquel misterio, objeto
me volver rápidamente a mi enten- de su misión: El Espíritu Paráclito
dimiento y buen sentido, me atajó, —
respondióme vendrá sobre ti y la
diciéndome: «¿En qué conjunción virtud del Altísimo te cobijará a su
OBRAS DEVOTAS. HORÓSCOPO DE JESUCRISTO 369

sombra. ¿Y qué más si mi pariente a sus ojos de allá fueron derribadas


Juan, el Bautista, el mayor entre y donde ahora tienen su asiento los
todos las nacidos de mujer, inspira- Luceros matutinos que glorifican a
do por este mismo Espíritu Divino, Dios con perenne canto) no vistos
llegará a decir que él no es digno de antes e ignorados de todos los si-
de desatar la correa de su zapato? glos, subían y bajaban signos y es-
Maravíllase la Naturaleza que yo, trellas; porque más arriba, por sólo
sin abrazo alguno de varón, sin sen- celestial influjo, es decir, por su so-
sación de dolor alguno, sin la menor la soberana voluntad, se mueve Aquel
lesión de mi entereza, haya dado a que creó todos los cielos sobre los
luz a un Hijo. Y luego mucho mayor cuales puso su tabernáculo. Allí (por
es su maravilla de que por una nue- aclararte con una comparación cosa
va e inaudita manera de ayunta- tan soberana), habiéndose reunido
miento, el mismo Dios, cuya volun- los presidentes de todo er mundo
tad y poderío gobiernan ese mundo, en el más grave de los conclaves,
asumió un corpezuelo humano, para alejaron de su proximidad cuales-
que creamos ser Dios Aquel que ve- quiera otras cosas, porque ninguna
mos hombre, e Increado al que ve- se informase del gran secreto, y co-
mos creado, Inmortal al que con menzaron a rodear el verdadero Zo-
nuestros propios ojos contemplare- díaco que derrama vida sobre toda
mos en trance de morir.» la creación.
En este punto, yo, apretando mis »Amanece primeramente con aque-
sienes entre las palmas de mis ma- lla resolución, en aquel hemisferio,
nos, inclinada la cabeza, en actitud eterna una paz entre Dios y el hom-
de admiración, a la vez que de mie- bre y fenece entre ellos la guerra
do por tamaña novedad; «¿Qué co- encarnizada que se hacían amanece
;

— —
sas son estas dije que me anun- una edad bienaventurada y el fin
cias, ¡oh Doncella!?» Y respon-
ella para el cual el hombre fué creado;
dióme: «Es de saber que se creó un fenece la miseria suma, y queda
cielo nuevo y una tierra nueva, y frustrada una obra deseada por tan-
nuevos astros, y nuevas órbitas, y to tiempo; inaugúrase la adopción
nuevas conjunciones astrales, y si de los hijos de Dios y su participa-
quieres saber cuál sea en el cielo la ción en el reino de los cielos; fe-
conjunción de los planetas y en qué nece la adopción de los hijos del
signos se inspira el horóscopo, óye- diablo y su participación en las pe-
me: ¿Quién podrá referirlo mejor nas del infierno; amanece el cono-
que yo, que soy la única mujer que cimiento del camino más seguro
llevé en mi seno al Varón que trajo y fenece aquel tan ciego y obstina-
tales novedades a la tierra? Pues do error de los mortales; quiebran
Aquel para quien no tienen harto albores y muere la noche negra;
espacio la tierra ni las ondas del nace la alegría y acaba la tristeza;
mar tendido ni el cielo que no se nace el amor y fina la envidia;
puede medir, vino a buscar albergue nace la seguridad y fallece el mie-
en la estrechez de mis entrañas. do; nace la risa y se seca el llanto;
»AUá en la rueda más alejada nace la hartura y termina el ham-
del suelo, o, mejor, sobre el ámbito bre; brota la fuente de agua viva
de todo el universo (allá arriba don- y se extingue la sed; nace la salud
de estuvieron las estrellas y la lu- del alma y tiene fin la enfermedad;
na, que porque no son asaz limpias nace la virtud y agoniza el vicio;
370 JUAN LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. TOMO I

nace la fortaleza y se encoge la co- compadecida de su mísero destino.


bardía; la fineza nace y fenece la Esta, en el Huerto, intensamente
flaqueza; nace el llanto de ese triste, experimentará pavores inau-
hombre y se acalla vuestro llanto; ditos. Esta, abrumada de penalida-
comienzan los ayunos de ese hombre des, llegará a pedir la más acerba
y cancela vuestros ayunos; origí- de las muertes. Envanézcase la
nase su cansancio y se termina el Grecia, enhorabuena, con no sé qué
vuestro; comienzan sus trabajos y escuela de filósofos, admirables no
los vuestros acaban ; nace su muer- más que por sus aforismos y la ex-
te, para que la vuestra no solamente travagancia de su vida creo que se
;

muera, sino que perezca completa- denominan estoicos quienes, al dic-


mente aniquilada, y, por fin, mue- tado de sus antojos, definen que el
re El y desciende para que vos- hombre sabio está exento de todo
otros nazcáis y ascendáis. Esto pre- afecto del alma; pues si es animal,
gonan los luceros que amanecen; forzosamente tiene que tener movi-
esto, los luceros que se apagan. mientos animales y humanos, dado
»En la actualidad existe una con- que no puede desnudar a la Natura-
junción de planetas, como no la hu- leza de su propia forma mientras
bo desde el principio del mundo; subsista en ella, y subsistirá en ella
Dios, Monarca soberano de todas mientras viva. A este cuerpo, pues,
las cosas, y el cuerpo de ese Hijo y a esta alma, de tal manera pro-
mío y su alma hicieron simultánea- porcionales y uñidos, Dios, que es
mente una conjunción tal que de la suma Bondad y la Potencia su-
mi sangre íntegra, pura y casta se ma, que enteramente reside en el
cuajase el cuerpo verdadero de un seno del Padre, tiéneles abrazados
hombre que estuviera exento de tan estrechamente como ningún ser
toda mancha, que le animara el creado puede tener a ninguno de
alma enriquecida hasta el límite de los otros seres creados, aun cuan-
lo posible, de todas sus dotes, ino- do pidierais prestada a las cosas
cente, impoluta, pura, sacrosanta, groseras cualquiera semejanza a tra-
no susceptible de mancilla alguna, vés de la cual vosotros, con vues-
sabedora de todo lo actual y de todo tros ojos cegatosos, podáis barruntar
lo pasado, présaga de todo lo futu- estas profundas y augustas lejanías.
ro, cual nunca fué creada, cual no Y por más que hiciereis, no halla-
se creará nunca, y, a pesar de todo, réis en todo el universo mundo
doble, no de otra manera que las tanta semejanza que no tenga aun
otras por estar implicadas con el muchas más remotas y acentuadas
cuerpo, susceptible de ingenio, que diferencias.
gozase de su parte de la razón in- »Está, pues, de tal manera Dios
mensa y expuesto al oleaje de las coadunado con esta alma, que con
perturbaciones elementales y repen- toda razón le llamamos corpóreo,
tinas. Esta, ora sea parte de su al- verdaderamente animal, verdadera-
ma o le sea connatural, enojaráse mente racional, verdadero hombre,
contra los mercaderes del Templo y verdaderamente pasible. creado,
contra la obtusa escuela de los doc- mortal, ponderable. concreto, ham-
tores. Esta en la muerte de Lázaro, briento, sediento, empavorecido. Y
y a la vista de la ciudad de Jerusa- al revés, con toda razón, se le lla-
lén, votada a la destrucción, se en- ma incorpóreo, invisible, increado,
tristecerá y derramará lágrimas, impasible, creador, inmortal. Dios y
OBRAS DEVOTAS. — HORÓSCOPO DE JESUCRISTO 371

Hombre truecan sus nombres. Dios mismo Hijo natural de Dios a la


da al hombre su inmortalidad y El vez que hombre, nosotros nunca
no la pierde. Da el hombre a Dios desesperemos al menos de la adop-
su flaqueza y la retiene todavía, pe- ción de hijos de Dios. Esto signifi-
ro con tal condición, que ni apar- ca la conjunción de esos tres plane-
tándose ni allegándose, sino por su tas tan grandes; esto dan a enten-
voluntad, desista de ser hombre el der aquellos tres soles vistos poco
que lo era antes; y con todo, Dios antes, los cuales, paulatinamente,
no se muda y el que anteriormente coincidieron en un lugar como si la
fué inmortal, Dios increado, invisi- conexión de los tres en esa hipósta-
ble, comience a ser solamente hom- sis, la simple divinidad única del
brecico mortal, creado y visible; y Padre, del Hijo, del Espíritu Santo
el que antes fué hombre, ocasiona- en la Trinidad soberana, dentro de
do y expuesto a las aflicciones, a breve tiempo tuviera que ser difa-
los azares, a las enfermedades, en mada ante la posteridad. Ahora tú,
una palabra, a la muerte, deje él con estos ortos y ocasos de los sig-
mismo de ser eso y con todo siga nos y con estas conjunciones de as-
siendo el mismo. Y así como el cuer- tros errantes y fijos y sus aspectos
po por la presencia del alma vive, variados, colige, si puedes, cuál se-
puede, vige y persiste en su misma rá este Niño.»
esencia y especie, así, asumiéndolo A eso yo le respondí:
Dios, este hombre es Dios inmortal; «Aun cuando, oh Virgen sacratí-
¡

aquélla da ser al cuerpo natural, y sima!, me mostrases a un hombre


Dios lo da a esa inaudita eposasi que de ingenio agilísimo y perspicaz en
toda ella es hombre para que sane grado sumo, el cual tuviese alguna
todo el hombre y es toda Dios para participación de la divina sabiduría,
que todo Dios permanezca reconci- no pienso yo que pudiera decir, ni
liado con el hombre y El mismo es medianamente siquiera, toda la
Hijo de Dios, imagen y sustancia grandeza de lo que va a ser este In-
del Padre, y por el mismo por quien fante pequeñuelo. Tan lejos estoy
hizo los siglos, por el mismo por yo que nada valgo, ni soy docto en
quien hizo al hombre, también por letras de humanidad ni enseñado a
el mismo restáurase el hombre y nadar, como dice el añejo proverbio,
los siglos en su lamentable caída. de poder tocar o penetrar con segu-
»Hay más Dios nunca abandona- ridad estos misterios que se hurtan
;

rá a ese hombre, no sea que quien a toda investigación.»


una a sí al hombre para la salva- —
«Con todo di jome la Virgen San-
ción del hombre, por el hecho de tísima —
porque no te apartes de
,

abandonarle, dé lugar a la sospe- aquí con las manos vacías y la ca-


cha de que en adelante ya ninguna beza huera, oye con toda atención
cuenta tendrá con los hombres, lo y reflexiona de nuevo lo que te dije
cual es cosa muy ajena de ese bene- antes
ficio tan saludable a todo el género »Nos ha nacido un Niño y se nos
humano. Sino que como siempre, ha dado un Hijo, y encima de sus
por virtud de la adopción, hemos de hombros consolidóse el principado
ser hijos de Dios, siempre su Hijo y será llamado su nombre Admira-
natural será hombre, a guisa de ble, Consejero, Dios fuerte, Padre
abanderado, que nos confirma en la del siglo futuro, Principe de la paz;
esperanza de que, subsistiendo el multiplicar áse su imperio y no ten-
372 JUAN LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. TOMO I

drá término su paz; se sentará so- mostrará, con su personal ejemplo,


bre el solio de David y sobre su el camino por donde deben entrar.
reino para confirmarlo y para corro- Ei será la propia garantía de sus
borarlo en juicio y justicia desde promesas, pues es fiel y todo cuan-
aquel día hasta la eternidad. Estas to promete lo da con la mejor bue-
maravillas obrará el celo del Señor na fe. El premio que dé será la vida
de los ejércitos. Ya estás viendo la y el estipendio de la bien ganada
paz por la cual los antiguos tan carrera, que es la vida eterna con
anhelosamente suspiraban Hágase
: gozo que no tendrá fin. El es el
la paz en tu fortaleza —
decía David camino, el camino que no yerra, la
y darás reposo a mis sienes; vesia verdad que no engaña, sin el menor
ya, digo, presente y confirmada: asomo de mentira- la vida indefi-
Nacerá en sus días la justicia y la ciente, sin fin ni muerte alguna. El
abundancia de la paz, hasta que sea que fué el primer vencedor del
quitada la luna; reciban los mentes mundo dará a los otros confianza y
la paz para el pueblo y reciban los bríos porque ellos también, a su
r.oUados la justicia. ¿Qué significa vez, se esfuercen por vencerle. Será
—dime— la puerta de Jano Quirmo, suavísimo su yugo y será sabrosa
de ese monstruo, por tercera vez su carga, y hasta tal punto será
hasta nuestros días cerrada per Oc- manso, pío, clemente, misericordio-
tavio, como si ya nunca por nunca so, que no quebrará una caña cas-
debieran sostener los romanos bravas cada ni apagará un pabilo humean-
guerras ulteriores? De aquí, de aquí te. El será pan de los ángeles, ba-
nacerá la paz; de esa mísera cabaña jado del Ciclo (por eso nace en un
de lodo, no de los vastos palacios pobre tugurio y en Belén, que se
marmóreos, brillantes de oro y de interpreta casa de pan), y el hom-
pedrería, en el Capitolio romano. No, bre que le comiere no morirá ja-
no le llaman a ese portal Real Pa- más por jamás. El será fuente de
lacio; pero nace en él el Monarca agua viva que brota hasta la vida
del pueblo israelita; no se le llama eterna. El no será ni solamente
Pretorio, pero nace en él el Pretor Hombre sólo, ni solamente Dios
de los vivos y los muertos; nace sólo, sino Teántropos; es decir,
en él el Caudillo y Señor, aquel Dios y Hombre, por manera muy
Dios de los ejércitos que no pone maravillosa. El no rehusará sufrir
fin a la guerra púnica, ni a la ma- todas las penalidades a fin de que,
cedónica guerra de los piratas ni a haciéndose agradabilísimo al Padre,
la guerra civil de los quirites, sino nos libre de toda penalidad y traba-
que corta en seco la guerra más jo. Este comienza, como ves, por es-
que civil, la guerra en que no había tar echado en el desnudo suelo, llo-
victoria ni esperanza de ella; en El rando, fajado de pies y manos, para
nace el General que repartirá a sus que nosotros, alzados del suelo por
soldados donativos riquísimos; con- El, podamos reír, sueltos y libres;
viene a saber: la potestad de ser El sufre los mordiscos del hielo
hechos hijos de Dios, de ser hechos porque nosotros, helados, nos ca-
dioses, de ser todos hijos del Excel- lentemos; El ayunará porque nos-
so y, desde luego, también la vida otros nos hartemos; El será odiado
perdurable. para que nosotros, seres aborreci-
»E1 les será luz y será para sus bles, seamos objeto de amor; El se-
pies lámpara inextinguible. El les rá preso para que nosotros que lo
OBRAS DEVOTAS. HORÓSCOPO DE JESUCRISTO 373

somos corramos sueltos; El enfer- ro como la fricción de una herida


mará para que sanemos nosotros, fresca renovará mi dolor; soste-
enfermos eternos; El será pobre niendo en sus cansados brazos al
para enriquecer nuestra pobreza; Infante de dos meses mal contados,
El será despojado de sus vestiduras enderezará a mí aquel su vaticinio
para cubrir nuestra desnudez; El senil He aquí que Este está pues-
:

tendrá sed para que bebamos nos- to para ruina y resurrección de mu-
otros, los sedientos; por manjar se chos en Israel y en signo de con-
le dará hiél, y en su sed será abre- tradicción, y un cuchillo atravesa-
vado de vinagre, para que nuestro rá tu alma para que se revelen los
sustento sea más dulce que la miel pensamientos de muchos. ¿Piensas
y nuestra bebida más suave que que este Niño, que ahora ves en el
cualquier vino. suelo, haciendo puchericos, no tie-
»Oye a Isaías, el profeta de la ver- ne ningún presentimiento de lo que
dad, a quien no sabrás si llamar- le va a acontecer? Lo tiene, y muy
le Profeta o Evangelista, pues no vivo, y en procesión continua des-
tanta parece anunciar cosas venide- filan por delante de sus ojos todos
ras, como ser cronista fiel que rela- los lances y trances venideros y esa
ta hechos pasados: —
No tiene di- contemplación le causa tormento no
ce hermosura ni decoro; víraosle pequeño, no de otra manera que al
y no tenía figura, y le hemos desea- que ha de morir con muy grave gé-
do; vilipendiado y el postrero de tos nero de muerte, y él lo sabe; le es
hombres, varón de dolores y suje- amarguísima la certidumbre y con-
to a la flaqueza, y su rostro co- sideración de este paso. Y a mí, que
mo escondido y despreciado, por lo soy su Madre, réstame un consuelo
cual no se le tuvo estima. Verdade- único, que si no lo tuviera no sé
ramente él sufrió nuestras langui- cómo podría vivir un día más.» «¿Y
deces y soportó nuestros dolores, y qué consuelo es éste?», díjele yo. Y
nosotros le tuvimos como por le- me respondió ella «Después que
;

proso y tocado de Dios y humilla- ese Hijo mío dulcísimo, por causa
do; mas él fué vulnerado por cau- de vuestra muerte, habrá padecido
sa de nuestras iniquidades y fué muerte, en aquel día, que para mí
estrujado por culpa de nuestras mal- será el más amargo y negro de mis
dades; la disciplina de nuestra paz días, su espíritu descenderá a las
encima de él y por sus heridas cár- moradas infernales; se tenderá en un
denas fuimos curados: Todos nos- sepulcro duro, yerto cadáver. Con
otros, como ovejas, anduvimos erran- todo ese cadáver yerto, al primer
tes; cada uno desvióse de su cami- albor del día tercero, mucho más
no. Y el Señor puso en él la iniqui- hermoso que la aurora, se levantará
dad de todos nosotros \
ofrecióse con vida nueva, ya no sujeto a las
porque él mismo quiso y no despegó enfermedades y a los tormentos, y
su labios; como oveja será conduci- su cuerpo, con el cual volverá, será
do al matadero y como el cordero no ya luminoso, sino más esplendo-
en presencia del que lo trasquila, roso y brillante que el mismo sol,
enmudecerá y no abrirá su boca. agilísimo y más sutil, cuando que-
»¡Ay, cómo tiemblo ya desde aho- rrá, y más penetrante que los mis-
ra del anuncio del justo Simeón! mos espíritus. El será el prime-
Nada nuevo me presagiará; yo no ro que del sueño se levantará para
ignoro la catástrofe venidera ; pe- abrir el camino a los dormidos. El
374 JUAN LUIS VIVES. OBR.AS COMPLETAS. TOMO I

será la resurrección de todos, y en- ra y no soltura y soberana liber-


tonces, derrotados, puestos en fuga tad), engordaránse los que de ella
y muertos sus casi innumerables beban; sacará de sus envolturas a
enemigos, hará la entrada en su la asna que se va haciendo vieja y
patria con el más glorioso de los bañará en su majestad al pollino
triunfos. suelto, símbolo del pueblo de los
» Cuántos
; trofeos de ciudades gentiles, y por eso pidió las gentes
vencidas! Con qué decoro y majes- por heredad suya y por posesión
tad el Caudillo fortísimo será llevado suya los términos de la Tierra.
en sus blancas cuadrigas con el em- »Seas tú el anunciador de su sa-
blema de aquellas tres palabras con lud al pueblo gentil; lleva a ellos la
que dicen que César comunicó su nueva gratísima que ya es nacido
triunfo en el Ponto. Puso César: Aquel a quien esperaban; que ya
Vine, vi, vencí. Pondrá El : Yo ven- es nacido el que ha de ser padre
cí al mundo. Después de esa apo- de muchas gentes; nacido el que
teosis, su reino ya no tendrá fin, encaminará a las gentes a la tierra
puesto que es el reino de todos los del cielo; nacido aquel Niño lumi-
siglos: Porque éste es nuestro Dios nosísimo a cuya lumbre andarán las
por los siglos de los siglos y El por gentes y los reyes al esplendor de
los siglos de los siglos nos regirá; su nacimiento; nacido Aquel cuya
regirá a los rebeldes imperiosamen- gloria verán las gentes en un día
te con vara de hierro y los quebran- próximo; que pondrá en ellas una
tará como a vasija de alfarero. Y señal, y a los que de las gentes se
los mansos que poseerán la Tierra han salvado, los enviará a los gen-
en herencia no padecerán hambre tiles por el mar, al Africa, a Lidia
ni sed ni dará en ellos el calor ni el que empuña flechas, a Italia, a Gre-
sol, porque quien tuvo piedad de cia, a las islas alejadas, a aquellos
ellos les conducirá y les dará de que jamás habían oído su nombre, y
beber en las fuentes de las aguas. anunciarán su gloria a los gentiles;
»Estas serán tus artes: imponer nacido Aquel que restituirá la edad
lo. costumbre de la paz; perdonar a dorada y el reinado de Saturno,
los vencidos y debelar a los sober- pues amanece un nuevo orden de
bios. siglos y la Doncella vuelve y vuel-
»Este es Aquel que ha de venir y ve el reino de Saturno y ya una
en balde esperarán a otro las eda- nueva progenie desciende de las al-
des venideras. Este es el esperado turas del cielo.
de las gentes, que. según el vatici- »Dicen que un tal Virgilio, poeta
nio de Jacob en la hora de su muer- de gran renombre entre los roma-
te, ata a la viña su pollino, y a la nos, con estos y otros semejantes
vid, ¡oh Hijo mío!, su asna; en vino versos sibilinos prometió muchas
lavará su estola, y su palio en la grandezas a Salonino, hijo de Po-
sangre de la uva; más hermosos lión, cuya hueca vanidad demostró
son que el vino sus ojos, y sus dien- la precoz y repentina muerte del
tes más blancos que la leche. Debajo infante.»
de las apariencias del vino (misterio En este punto, le dije yo: «¿Cómo
creíble, pero no inteligible), se es- quieres, ¡oh Virgen!, que anuncie
conderá su verdadera sangre; liga- yo a los gentiles la resurrección de
dos al cual, como a una estaca (si los muertos por la cual ellos sien-
es que ésta pueda llamarse ligadu- ten tanto horror? ¿Quieres que me
OBRAS DEVOTAS. HORÓSCOPO DE JESUCRISTO 375

acosen como a un mentecato, que gresado de los infiernos, tenía algo


me denuesten los muchachos, que muy importante que comunicarle.
me expulsen los mayores de sus re- Pompeyo, que no pudo ir personal-
uniones y corros, como privado de mente, envió a muchos de sus fami-
sentido común, y me releguen a liares, y a ellos les dijo Galieno:
las Anticiras para curarme de mi Que a los dioses infernales placíales
dolencia mental?» «¿Por qué así? la causa de Pompeyo y su partido,
— replicó ella — Con mucha sinra- que le seguía con tanta adhesión;
.

zón lo harían, a mi ver. ¿Por ventu- demostración de la verdad de este


ra no son ellos los que afirman que mensaje ultraterreno era que, cum-
por favor de aquel gran bellaco de plida esta encomienda, inmediata-
Júpiter tornó a la vida Arcade, hijo mente iba a expirar.
de Calistón, ya hecho pedazos y ser- »Añádese a esto que, en ocasión
vida su carne en un banquete? en que los vigintiviros repartían
¿Acaso no cuentan eso mismo de tierras entre los romanos, en Ca-
Hipólito, descuartizado por unos ca- pua, que es la principal ciudad de
ballos, como indica el mismo nom- la Campania, un difunto que era lle-
bre, por instigación criminal de su vado a enterrar volvió a su casa por
madrastra; y de Glauco, hijo de sus propios pies. Un suceso análogo
Minoe, y de Pólux, hijo de Tíndaro, tuvo lugar en Aquino. En Roma, un
por obra de Esculapio? ¿Y aun que hombre desconocido, contratadas ya
otro, cuyo nombre no se reveló, re- las pompas fúnebres, volvió a la
sucitó también luego de haber sido vida, y poco después él mismo en-
llorado ya y no solamente puesto terróal mismo contratista de las
en la pira? ¿No es Platón el que pompas fúnebres. Con esto se rela-
cuenta que cierto soldado, Hero ciona también lo que escribe Xan-
Panfilio, muerto en acción de gue- to; a saber: que con una determi-
rra al día décimo, volvió a la vida? nada hierba que se llama halin, un
Pero dejemos todas estas cosas, que cachorro de león muerto y un hom-
para los más son tenidas por fabu- bre muerto por un dragón fueron
losas, y lo son en hecho de verdad. restituidos a la vida. Y Yuba afir-
Por cierto que Heráclides, autor de ma que en Africa, un quídam revi-
fama entre los griegos, dice que una vió por la virtud de cierta hierba.
mujer, a los siete días de muerta, Estas y otras semejantes resurrec-
revivió. En la guerra de Sicilia, que ciones que no tienen número, hasta
en tiempos de mi padre riñóse en- qué punto son verdaderas, no es
tre Octavio César y Sexto Pompe- cosa mía averiguarlo; conténten-
el
yo, hijo de Pompeyo el Grande, se con que yo les haya inculcado
Galieno, el más fuerte de las hues- la convicción de que no es impo-
tes de César, prisionero de los sol- sible para los muertos el retorno a
dados de Pompeyo, cortado el cue- las auras respirables, como ellos
llo a cercén y sólo prendido por un piensan. Si el alma es inmortal, co-
hilo, quedó echado en la playa un mo reconocen sus mejores y sabios
día entero, y cuando comenzaron a filósofos, ¿qué obstáculo hay para
espesarse las tinieblas, con gemi- que, una vez separado el espíritu,
dos y ruegos encarecidos, rogó al sea admitido de nuevo por el cuer-
corro de aldeanos que se había con- po como la espada lo es por la
gregado en su derredor que Pom- vaina? Cuéntase que el alma de
peyo viniese a él, puesto que, re- Hermotinio Clasomenio, luego de
376 JUAN LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. TOMO I

haber abandonado su cuerpo, andu- rramó y desperdició, cosa que ha-


vo recorriendo muchas regiones y céis vosotros cuando en vuestros
refiriendo cuanto había visto, las estudios, con no sé qué procedi-
cuales no podían ser conocidas sino Tiientos, rehacéis o, mejor, compi-
por quien estuviera presente, estan- láis que estaba disperso? ¿Pue-
lo
do su cuerpo medio muerto, hasta den resucitar las abejas si se man-
que, con su cremación, los enemigos tienen durante todo el invierno re-
que se llamaban Cantáridas, al vol- coletas en su colmena, y luego, re-
vei el alma como a su conocido al- fociladas por el sol primaveral, se
bergue, quitáronle, como quien dice, les rocía con ceniza de higuera du-
la vaina que debía recibirla. rante todo un día, y no puede, tras
»¿Qué cosa hay más semejante a la helada muerte, resucitar el hom-
la muerte que el sueño? Y con to- bre cuando el mundo, renovado, co-
do ei. el cuerpo vive el alma, estan- mo por los efluvios de una prima-
do adormilados los sentidos todos. vera insólita, calentaráse al sol de
Mas, al levantarnos, somos los mis- justicia?
mos que fuimos antes del sueño. ^Resucitarán los —
muertos vatici-
Yace tendido el cuerpo de quien na Isaías — , y los que están en los
duerme, a guisa de muerto, como sepulcros serán despertados. Y el
dice cierto Marco Cicerón, varón Espíritu del Señor, por boca de Eze-
consular entre los romanos y, a su quiel, promete a los huesos descar-
decir, el primero de los oradores, nados y áridos, nervios, carne y vi-
padre de ese mismo Cicerón que da, al tiempo en que este Hijo mío
Ühoth gobierna el Asia; pero el es- (que ahora contemplas el más cle-
píritu alienta y vive, y alentará y mente y benigno, de todos) entrará,
vivirá más después de la muerte, Juez justiciero, en juicio con los
cuandc habrá salido del cuerpo por grandes de la tierra En fuego ven-
:

completo. ¿A qué vienen esos titu- drá el Señor, y su carroza será como
beos o incertidumbres por eso de un torbellino; .en indignación se
la vuelta a la vida, cuando vemos manifestará su furia y su repren-
esta otra que tantísimo se le pare- sión en llama de fuego; porque juz-
ce? Todo el que se va a dormir des- gará Dios con fuego y con su espa-
núdase de sus vestiduras, hombre da toda carne, y multiplicaránse los
interior que deja todas sus exterio- que matare el Señor y habrá de ver-
ridades y descansa toda la noche le todo ojo. ¿Y qué más, si yo mis-
entre las sábanas de su cama y al ma, tan allegada a ese Rey (¿qué
día siguiente vuelve a tomar sus harán los otros si les queda un áto-
vestidos. ¿Qué mayor analogía que mo de entendimiento y tienen sen-
ésta? ¿Qué diré de la semilla que tido y razón) siento horror de aquel
muere antes que reviva en tanta día?
hermosura de hojas, flores y frutos? »Cuando, deshecha la trabazón del
¿Qué de tantos arbustos y árboles mundo, la hora suprema reunirá a
que languidecen en el otoño, casi se todos cuantos siglos fueron y retor-
mueren en el invierno y que revi- natú el caos antiguo y los astros
ven con la primavera nueva y co- irán a romperse contra los astros y
bran su mayor lozanía bajo el sols- no querrá la Tierra que se extien-
ticio? Dime: ¿cuál es más grande dan más sus riberas, y ahuyentará
maravilla: crear una cosa de la de sí el mar; irá la Luna en son de
nada o reunir lo creado que se de- guerra a desafiar a su hermano, y
OBRAS DEVOTAS. HORÓSCOPO DE JESUCRISTO 377

no sufriendo que la carroza solar con sus delgadas zampoñas medio


recorra orbe oblicuo, pedirá todo
el rotas cantaron de este modo:
el día para sí, y desquiciada la má-
quina ingente, turbará la alianza del CÁNTICO DE LOS PASTORES
descuajado mundo. A DIOS
«Entonces, por los aires, aparece-
rán a Cristo los justos; entonces Gran Dios, Padre y Verbo eterno
los reos más criminales; allí los en- salido de la mente del Padre, naci-
carnizados perseguidores; los testi- do antes de todo tiempo, engendra-
gos y el Juez irrefragables; enton- do ese día que cierra todas las eda-
ces no habrá más abogado que la des, Espíritu Santo que de ambos
conciencia y el recuerdo de los mé-~ procede, y Dios a la vez, que no
ritos y de la buena vida pasada; puede comprender ningún sentido
no habrá elocuencia asaz persuasi- humano, ni entendimiento ninguno,
va, ni dinero suficiente para el co- ni fuerza alguna del alma, ni la na-
hecho, ni amor que doble ninguna turaleza toda, sino que fuiste Tú
severidad, ni terror ni coacción, que que a nosotros te mostraste, Maes-
tuerzan la sentencia justa. Padece- tro soberano, y nos mostraste ser
rán los malos, en castigo de su vida el hermosísimo Autor de este her-
ociosa y torpe, la hostilidad de moso mundo, y que con tu santa
tormentos innumerables; terror y majestad gobiernas el mar, y las tie-
muerte inmortal perpetuamente ma- rras, y las plantas, y los animales,
tadora. Y para los buenos, en pre- y el cielo, y nuestras almas, y to-
mio de su servicio fiel, un colmadí- das las mentes, y la creación ente-
simo galardón, un gozo tranquilo, ra: concédenos, Padre, que ajuste-
una vida sin fin. Que nadie dude mos nuestra vida a tu eterna ley y
que eso que he dicho será indefec- que nuestra voluntad sea siempre
tiblemente, y que no hay fuerza concorde con la tuya.
alguna que pueda impedir que ello
sea así; ni el cielo mismo, ni los A CRISTO RECIÉN NACIDO
elementos todos, ni el universo mun-
do. Esos son pronósticos certísimos, Salve, santo Niño, pulquérrima
tomados de astros certísimos por prole del soberano Padre celestial,
una observación certísima. Piénsa- nacido de la Virgen santa, y a la
los tú uno por uno con muy atenta vez Dios soberano, origen de una
diligencia, puesto que no dije yo edad mejor: Tú, que con tu muerte
ni la palabra más insignificante que darás libertad al humanal linaje en-
no escondiera algún misterio.» cerrado en cárcel dura; tú nos con-
Habiendo hablado así la Virgen cederás que podamos ver la patria
Santísima, yo, lleno de admiración, eterna y llevar contigo una dichosa
lancé un gran suspiro, en parte por vida. Rogárnoste, Cristo, que nos
el gozo del nuevo mundo que se hagas ser de aquellos a quienes Tú,
iniciaba, en parte por la maravilla después de la muerte, llamarás a los
y perturbación consiguientes. Tam- tronos de los santos.
bién los pastores, vueltos en sí al-
gún tanto después de esas palabras, A LA VIRGEN, MADRE DE DIOS
pues ellos estaban también estupe-
factos y atónitos por aquellas cosas Virgen que engendras al gran Dios
que contaba la Virgen admirable, y del trueno y cuyo candor nunca
378 JUAN LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. TOMO I

sufrió mancilla, a quien el Dios- agradaste sola al Padre Soberano.


Hombre llama Madre y a quien el Rogárnoste, Virgen Santa, con
orbe todo dará veneración. muy rendidas súplicas, que nos ga-
Virgen y Madre que con tus ac- nes la amistad de tu Hijo, porque
tos y con tu vida aventajas todo el perdone nuestras culpas y nos deje
linaje nuestro; tú, Virgen, que vivir consigo.

FIN DEL
«HORÓSCOPO DE JESUCRISTO»
DEL TIEMPO
EN QUE NACIO CRISTO
(DE TEMPORE QUO... NATUS EST CHRISTUS)

d5i8?)

JUAN LUIS VIVES sazonado con la dulzura de la histo-


VALENCIANO ria, penetre muy profundamente en

SALUDA MUY RESPETUOSAMENTE AL ILUS- tu espíritu, en leyéndolos. El pri-


TRE SERAFÍN CENTELLAS, CONDE DE mero trata De la paz en que nació
OLIVA Cristo, de cuya muy quieta y muy
apacible virtud, ya desde tu verde
Envíote, paladín invicto, estos dos mocedad, fuiste fervoroso y estudio-
opúsculos míos como a quien, so, puesto que se ajustaba maravi-
en esa nuestra ciudad, a la más llosamente con la dulzura y manse-
encumbrada alcurnia y a las rique- dumbre de tu carácter. Y aun pien-
zas más crecidas, agregó la más pe- so que debes de ser más y más de-
regrina erudición. Si todas las perso- voto cultivador de esa virtud, cuan-
nas principales siguiesen este cami- to más estos años tuyos, avanzados
no, no hay duda sino que volverían y maduros, sienten mayor desgana
aquellos dorados siglos de los grie- de los alborotos bélicos que no el ar-
gos y de los romanos cuando unos dimiento de la sangre moza. El otro
y otros descollaban en linaje, en libro contendrá la descripción del
opulencia y en sabiduría y traspa- escudo de Cristo, con cuyas armas,
saron el nombre de nobleza y de li- tus armas y las armas de todos los
bertad a las artes en que se distin- cristianos, deben conformarse. Si
guían, de donde llamáronse inge- alguien mirase no más que el vo-
nuas y liberales. Y puesto caso que lumen de estos libritos, harto sé
tú eres, como nadie, ducho en la que no le van a parecer dignos de
ciencia y recuerdo de las cosas pa- tu grandeza. Pero si parare mientes
sadas, que es la fuente principal a mi voluntad y a la misma mate-
de la sabiduría, y eres, a la vez, pia- ria de ellos, no pienso que haya
dosísimo, y tomas gran gusto en las nadie que desapruebe esta dedica-
cosas de nuestra muy santa reli- ción mía. Tú mira estas dos cosas
gión, estos dos libritos que te envío últimas y sábete que mi voluntad
te servirán, mezclados en sabroso por tus egregias dotes y por tus ex-
contubernio, la historia y la piedad, cepcionales virtudes te es como la
a fin de que el fruto de la religión, que más devotísima. Ten salud.
380 JUAN LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. TOMO I

DEL TIEMPO
EN QUE NACIO CRISTO
Fué conveniente que el Santo de alzándose con la esperanza del prin-
los santos y que el Rey de los re- cipado, habiendo hecho desde la tri-
yes, Cristo Jesús, autor de la paz, buna pública el elogio del difunto
naciese en un período de suma paz. César, acució al pueblo romano, en-
Describiré primeramente la brava furecido, sobre los bienes y las po-
tempestad de guerras que aquejó al sesiones de los tiranicidas, y la ciu-
mundo, para que luego se admire dad toda sintióse invadida de alarmas
más la paz que se siguió, conciden- y de miedo. El mismo, poco después,
te con el nacimiento de Cristo, y no en enconada enemistad con Cicerón
tomaré mi asunto de demasiado salió de Roma y sintióse con bríos
arriba porque no parezca que más para ocupar la Galia citerior, desde
escribo la historia del pueblo roma- la cual, como desde una fortaleza,
no que la Navidad cristiana. No diré lanzase el grito de guerra civil; y en
una palabra de las feroces guerras Módena, puso estrecho cerco a De-
civiles que fueron acaudilladas por cio Bruto, que, por mandato del Se-
los dos Marios, padre e hijo; por nado, gobernaba la provincia que
Lucio Cornelio Sila, Cornelio Ciña, antes le había asignado César. Des-
Carbón, Bruto, Norbano, Escipión, pués, maniobrando en contra suya
Perpena, Octavio, Lépido, Sertorio y con los senadores y el pueblo, el
Pompeyo. Paso de largo por la gue- mismo Tulio Cicerón, el más encen-
rra servil y la conjuración de Cati- dido de todos los patriotas, de una
lina. Nada diré de la luctuosísima elocuencia verdaderamente arrolla-
guerra civil a muerte entre Pompe- dora y con la inmensa autoridad que
yo Magno y Julio César, que envol- le granjearon el consulado y el des-
vió en sus incendios a Italia, Espa- cubrimiento de la abominable cons-
ña, Grecia, Egipto, toda el Africa, piración de Catilina, la nunca em-
el Asia toda y todo el anchuroso es- pañada dignidad de su toga y los
pacio de los mares muchos a quienes defendiera con su
Empezaré por el asesinato de Ju- palabra, fué declarado enemigo por
lio César, el dictador, a quien, go- el Jurado, habiéndole sido enviados
bernando incivil y desaforadamen- para reducirle a los dos infortuna-
te, en el Senado pompeyano cosie- dos cónsules Hircio y Pansa; aña-
ron a puñaladas C. Casio, los dos dídseles C. Octavio, mozo todavía,
Brutos, Decio y Marco, Cayo Tre- en calidad de pretor, con aquellas
bonio, Servilio Casca, Tulio Cimbro legiones de veteranos, que se pasa-
y muchos otros vengadores de la li- ron a él, a título de César, su padre.
bertad romana, como si fuese el Corrió todo el pueblo, persuadido
mismo Pompeyo quien exigiera el por el mismo Cicerón, a empuñar
castigo de tamañas maldades. De las armas,, sin excepción de los ex
sus heridas brotó un infinito semi- cónsules, a quienes la honrosa ma-
llero de guerras que vejaron el uni- gistratura exceptuaba de vestir el
verso mundo como para acabar con capote militar. Y por la espaciosa
el linaje humano. Después Antonio, faz del orbe comenzó el insano
OBRAS DEVOTAS. DEL TIEMPO EN QUE NACIÓ CRISTO 381

Marte a embravecerse y a echar lla- piró a C. Octavio, muy mozo, el de-


mas y arreo estallaron colisiones signio de pactar una abominable
bélicas, puesto que la Fortuna, que, alianza con su malvado enemigo.
contrariando su acostumbrado pro- El mismo acaudilló contra la patria
ceder, había tolerado los grandes unas legiones alistadas precisamen-
éxitos del pueblo romano, con nin- te para socorro de la patria. Y ese
gún otro más poderoso recurso pu- muchacho, merecedor más que de
do disminuir Imperio tan grande nada de ayo y de azotes, llenó la
que consiguiendo que volviese con- patria y los hogares de alarma y de
tra sí mismo su propia pujanza y terror pánico, por manera que ni el
afligiese a la República con la or- mismo Cicerón, que era como su
fandad de dos cónsules enérgicos en padre, ni su madre Accia, ni Octa-
grado superlativo. Presentada la via,su hermana, tenían lugar segu-
batalla por Antonio junto a Móde- ro en la ciudad por el desorden que
na, primero con Pansa y a seguida introdujeron en ella sus conatos
con Hircio, quedaron apagadas criminales.
aquellas dos lumbres y derrocados En aquella sazón Decio Bruto,
aquellos dos pilares de la libertad. abandonado por el ejército que
A pesar de todo, Antonio, que de acaudillaba en Grecia, fué muerto
esos choques había salido con suer- ignominiosamente por unos ladro-
te, levantado el cerco, dirigióse a la nes, designado ya cónsul del pueblo
Galia ulterior contra Marco Lépido, romano. Aliados con Antonio Lépi-
con una tal escasez de medios, que do, Planeo y Ventidio, acrecieron
el mismo generalísimo vióse obliga- su poderío formidable. Así cuajó
do a comer cortezas de árboles, y aquel triunvirato de Octavio, Anto-
él, que fuera antes hombre dado a nio y Lépido; es decir, aquella fu-
todos los placeres, tuvo que tragar, ria mortal, aquella tea, aquella pes-
para apagar su sed, agua sangrien- te de todos los ciudadanos romanos.
ta y barrosa. Casi por aquel mismo De esa calamidad había sido anun-
tiempo Dolabela, en Efeso, con ale- cio aquel lobo que anduvo suelto y
vosía y nocturnidad, dió una muer- vagó por la ciudad de Roma. Entra-
te atroz a C. Trebonio, a quien el dos en Roma los triunviros, no tan-
Senado había puesto al frente de to estremecieron los espíritus de
Asia. Por esta monstruosa y abomi- terror, como los dejaron clavados
nable hazaña fué Dolabela declara- de pasmo, pues un mal tan grande,
do enemigo público. La persecución como imaginación alguna lo pudo
y captura de Dolabela fueron encar- soñar, destruyó toda sensibilidad
gadas a Casio y a Bruto. La Fortu- humana. Colócanse en el foro las
na, en aquella ocasión, por encau- listas de las proscripciones y a do-
zar por un más breve atajo su amar- ble columna los premios que se con-
ga y sañuda envidia, saciándola cederían a quienes prestasen a los
contra el más próspero pueblo de la triunviros las cabezas de los pros-
tierra y porque esa diosa fementida, critos. Después de esta atrocidad,
que sólo se muestra con ahinco no pudo coacción alguna cohibir el
contumaz constante en su caracte- duelo público. La ciudad toda se
rística inconstancia, no pudiese ser vistió de luto, estalló el llanto don-
tachada de no observar sus propias dequiera; los alaridos de las matro-
leyes, entregó a aquellos dos varo- nas, de las doncellas, de los hombres,
nes consulares a C. Octavio, e ins- de los niños; los ladridos de los pe-
382 JUAN LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. TOMO I

rros abandonados ora doblaban el hacedoras de gestas tan ilustres.


ánimo de Antonio, el más sediento Así canta y plañe Cornelio Severo
de sangre, ora le aterraban. Ciuda- en su poema De la muerte de Ci-
danos hubo que con la huida qui- cerón.
sieron salvarse; pero en balde, por- Y como aquel inmenso Océano de
que todos los accesos, todas las sali- ambición que significaba el triun-
das: puertas, ríos, puentes, estaban virato no pudo saciarse con la pros-
custodiados por patrullas del ejér- cripción de tantos y tantos perso-
cito triunviral, de modo que no exis- najes, volvióse la crueldad hacia
tía efugio posible de sus armas, sino aquel sexo que en todo tiempo es-
por el suicidio, que muchos perso- tuvo exento de vejación y daño,
najes ilustres arrostraron por sus- aun bajo los más desalmados de los
traerse a la vejación y a la deshon- tiranos. Fueron proscritas también
ra. Cicerón, dechado y espejo de cuatrocientas mujeres de la más
ciudadanía, en su finca de Formi clara alcurnia. ¿Por ventura el mis-
fué descabezado por Popilio Lenas, a mo sol no pareció horrorizarse de
quien había defendido en causa ca- tanta carnicería cuando, por todo
pital. Cumpliéronse, al menos, sus aquei año, ofreciendo al mundo ana
votos de no sobrevivir a la Repúbli- luz enferma, anduvo arrebozado en
ca. Y su cabeza augusta y aquellas tétrica y ominosa palidez? Entonces
sus manos, obradoras de tan glorio- trasladáronse a Grecia potentes ejér-
sos hechos por orden de Antonio, citos,porque la misma malévola For-
fueron expuestas en los Rostros. El tuna borrase a Casio y a Bruto, so-
pueblo, al ver aquellos restos, hízole brevivientes de la vieja y auténtica
los funerales debíaos con lágrimas hidalguía romana. Estaba en armas
y llanto muy sincero: la Libia, donde preponderaban Cor-
Entonces vuelven a la memoria mficio y Lelio, partidarios de Casio.
los hechos inéditos del cónsul, y el Contra ellos fué enviado Sextio, a
juramento que selló sus manos, y quien prestaban auxilio Arabión
el descubrimiento de la conspira- Régulo y Liccio Romano. En Laodi-
ción abortada, y el crimen patricio cea, Dolabela sufría el cerco tenaz
y Catilina frustrado en sus abomi- y duro de Casio, el cual Dolabela,
nables designios. ¿Qué le aprovechó poco tiempo después, por orden de
el favor del pueblo todo, qué sus Casio, fué degollado por un tal Mar-
años colmados de honores y qué su so, esclavo suyo. Casio, tras el ase-
vida irreprochable'? Un día solo, un sinato de Dolabela, hizó la guerra
día negro, sumió en la muerte a la a los rodios y a los licios. Los
gloria del siglo, y el llanto hizo en- triunviros trasladaban su ejército
mudecer de tristeza la lengua del a Macedonia. Empero, Macrón y Do-
Lacio, la defensa y la salvación úni- micio Enobarbo, partidarios de Bru-
ca que tenían los cuitados, la más to,y Sexto Pompeyo, hijo de Pom-
alta cabeza de la patria, el venga- peyo el Grande, infestaban el mar
dor del Senado, del Foro y de las con sus osadas piraterías. En la Ma-
leyes y de la religión y de la to- cedonia, pues, frente a frente las
ga. Las armas impusieron silencio huestes de Bruto y Casio y las de
en aquella voz, oráculo del pueblo, Antonio y Octavio, como si los cam-
y afearon su rostro y con san- pos de Tesalia hubiesen bebido de-
gre nefanda mancillaron su canicie masiado poca nobilísima sangre la-
y trabaron sus manos honradas, tina en las guerras de César y Pom-
OBRAS DEVOTAS. DEL TIEMPO EN QUE NACIÓ CRISTO 383

peyó, nuevamente en pequeñas y re- la caballería de los partos, y puesto


petidas batallas y más tarde en dos que a la avaricia de aquellos bárba-
batallas campales, regáronse de san- ros se les antojara harto menguado
gre más copiosa. C. Casio, el prime- ei botín, afligieron sus arrabales con
ro, en un arrebato de desesperación, lodo género de pillaje. El mismo
se ofreció a un esclavo para que le Faselo, perdida la esperanza de eva-
matase. Bruto, después de él, lue- dirse de los pesados cepos, quebróse
go de haber deplorado la siniestra la cabeza a golpes contra la pared
fortuna de la patria, de haber mal- y murió. Y a Hircano, Antígono le
decido la maldad de Antonio y la- cortó las orejas porque no volviese
mentado la caída de tan hermosísi- a ser apto para el pontificado que
ma República, habiendo puesto a antes desempeñara.
los dioses por testigos de que no A Herodes, partido a Roma y fa-
había perdonado esfuerzo para res- vorecido por el gran interés de An-
tituir el Senado a su prístina digni- tonio, por un decreto del Senado,
drd, aun cuando el éxito no favo- se le impuso que reinase en la Ju-
reció sus honrosos conatos, traspasó dea; de suerte que de regreso allá
aquel su sagrado pecho, émulo de llevó su ejército a Jerusalén, y
la virtud de su tío y de su suegro. mientras duró el estío la tuvo en es-
De esta manera, gravitando sobre trecho cerco; pero llegado el in-
la libertad romana hados adversos, vierno, permitióle algún respiro,
ciudadanos tan preclaros fueron pues los soldados ni equívocamen-
vencidos por bellacos y ladrones de te ni flojamente habíanle pedido
fortuna. con reiterada insistencia que se les
Pero tampoco en aquella coyun- llevase a los cuarteles de invierno.
tura, ni Jerusalén, ni Judea, ni to- El mismo Herodes, disuelto el cer-
da la Siria gozaban de quietud. Pues co, por no quedarse sin hacer nada,
Ferodes, con ánimo de vengar la con el primer ataque ocupa a Jericó
muerte de su padre Antipater, y trae socorros a su hermano con-
irrumpió con su ejército en Jerusa- tra Antígono, quien, no mucho des-
lén y mató a Maleo, uno de los pués de su liberación, caído incau-
principales personajes de la ciudad. tamente en una emboscada, fué co-
Después, salido contra Antígono, sido a puñaladas por su enemigo.
trabó lucha con él en los confines Herodes, impresionado por la ines-
de Galilea y le empujó en su huida perada noticia, desde los reales de
hacia la parte montañosa de Judea. Antonio, reunida a toda prisa una
Ese, luego de refugiarse entre los parte de su ejército, salió al alcan-
partos, regresó a la Palestina con ce de sus enemigos y los expulsó de
un bravo puñado de bárbaros, y en toda la Galilea; lióse después en
medio de la plaza riñó muchas ve- muchas batallas con Antígono, a me-
ces y fieramente con los hermanos nudo con resultado feliz, si no fue-
Herodes y Faselo. Poco después, Fa- ra que alguna vez salió del choque
selo e Hircano, por orden de Paco- con heridas graves. Vuelve de nue-
ro, capitán parto, fueron encarcela- vo, a los comienzos del verano, al
dos. Herodes se salvó a sí y a sus sitio de Jerusalén con mayores fuer-
compañas con la fuga, no incruenta zas que antes a fin de que el te-
por cierto; ardió todo su palacio; rror que causaran aquellos refuer-
buena parte de la ciudad fué fea- zos la inclinasen a la rendición. Con
mente destrozada y saqueada por harta frecuencia Antonio enviaba
384 JUAN LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. TOMO I

socorros a Herodes. Los judíos, con mismo rompedor del pacto y autor
su obstinación característica, se ne- de la maldad, no se sabe si con
gaban a reconocer a un rey extran- aquiescencia de su hermano. La ciu-
jero y ni el ariete, que batía asi- dad fué pasada a saco y apuró ve-
duamente las murallas, ni las mi- jaciones infinitas, y un incendio, por
nas que se habían practicado con- fin, resolvió en humo aquella urbe
tra la ciudad adelantaban gran cosa. opulenta en tiempos pasados e in-
Mas dentro de aquel año, que por signe por el viejo abolorio de sus
añeja institución de aquel pueblo moradores; muchos de sus habitan-
se llama año del descanso, la ciu- tes fueron asesinados. Es decir, allí
dad cayó en poder de Herodes. La se realizó puntualmente lo que con
subsiguiente matanza, que, propa- voz humana significó un buey que
gándose, no respetó sexo ni edad, araba un campo suburbano, quien
causó estrago muy grande entre los I dicen que dijo al labrador que le
judíos, y esa lamentable catástrofe aguijaba a la labranza que era por
cambió por completo la fisonomía demás que le aguijasen a él, porque
de ciudad. El reino de Judea,
la dentro de poco tiempo lo que iba a
que tan graves aflicciones tuvo que faltarno era el trigo, sino los hom-
sufrir antes, se quedópor al fin bres que habían de comerle.
Herodes definitivamente, después de Xo menor fué el descalabro que
la ejecución pública de cincuenta sufrió Antonio entre los partos,
personas de calidad, con muy amar- quienes, por manejos de Labieno,
go duelo de todo el pueblo. Y éstas fautor del partido de Pompeyo, en-
eran las cosas que pasaban en Ju- valentonados por la discordia civil,
dea. traspasaron las fronteras del Impe-
De campos sangrientos de Fi-
los rio, pasaron a Siria a hierro y a
lipos, Antonio se encaminó a Orien- fuego, y, muerto el español Decidió
te, y de ahí a abismarse en los de- Saxa, legado de Marco Antonio, ha-
liciosos brazos de Cleopatra, que ya bían ocupado toda la provincia, cu-
no le dejaron hasta la muerte, mien- yo ímpetu Antonio frenó por medio
tras Octavio empujó sus ejércitos de su legado Ventidio, aquel Ven-
hacia el Occidente y la misma ciu- tidio, digo, cuyo triunfo y consula-
dad de Roma. Y porque todo el do ¿qué otra cosa fueron sino añaga-
mundo pudiese ver claramente que zas de la Fortuna? Después, el mis-
una alianza tan infausta y tan mal- mo Marco Antonio, que con filtros
vada no podía ser duradera, empe- poderosos libróse de los amores im-
zaron a pulular infinidad de ocasio- púdicos, temerariamente irrumpe en
nes de guerras encarnizadas. Fulvia la patria, donde pactada y conclui-
¡

concitó contra Octavio a León Lu- da una raz deshonrosa, que bien
cio, hermano del triunviro, hombre poco había de durar, vióse obliga-
de suyo muy hermano de su herma- do a retroceder, y dando de cabeza
no, temerario, revolucionario, y la en una celada, entregó por su locu-
rivalidad se tradujo en guerra de- ra el ejército al hambre, a la incle-
clarada. Octavio compelió a Lucio mencia del tiempo y al hierro ene-
Antonio, cónsul en aquella sazón, a migo. Allí esparcióse abundante
que se encerrase en Perusa, que es sangre romana; el fiero ayuno obli-
j

-
una ciudad de Etruria, quien a lo gó al ejército a comer hierbas des-
último, obligado por un hambre fie- conocidas (pues habían ya consumi-
ra, hizo la entrega de la ciudad al do todas las conocidas), entre las
j
i

OBRAS DEVOTAS. —DEL TIEMPO EN QUE NACIÓ CRISTO 385

cuales hallóse una especie que, lue- romanos. Medían todos estos nom-
go de quitar el juicio a quienes la bres, no por la religión del jura-
comían, matábales instantáneamen- mento, ni de la probidad, sino por
te, después de haber vomitado toda sus respectivas conveniencias. Du-
la bilis. Y ni en la misma Roma ha- raban hasta el momento en que la
bía suficientes abastecimientos con razón de la utilidad les aconsejaba
que alimentar al pueblo; de ma- una actitud nueva. Ofrecieron, pues,
nera que aquellos a quien perdona- los triunviros la amistad a Sexto pa-
ra la espada, matábales el hambre ra detener algún tanto su coraje
con sus mordiscos fieros, puesto avasallador, en espera de la ocasión
que Sixto Pompeyo, a quien había más cómoda en que lo cortarían en
sido dado, como a su padre, el almi- seco. Pompeyo no correspondió con
rantazgo del mar, infestándole y aspereza a esa oferta amistosa. Pero
bloqueándole con sus piraterías, ha- tan pronto como la ciudad se sintió
bía cortado todos los aprovisiona- aliviada y recobrada de la escasez,
mientos. apresuróse Octavio a romper el
Esta circunstancia ocasionó en la pacto contra todo derecho y equi-
ciudad muchos alborotos; cometían- dad. Que ello fué el colmo de las
se latrocinios, no ya de noche sólo, iniquidades no lo disimuló el mismo
sino también de día claro y en ple- Antonio, partícipe de las ventajas
no foro; de modo que dirías que no que le acarreó y hombre, por otra
era aquélla la ciudad, madre de las parte, inicuo hasta la exageración.
leyes, que devolvió al mundo todos Después de la ruptura, muchas ve-
sus derechos, sino una selva pobla- ces trabáronse en luchas navales;
da de ladrones. Y aun cuando mu- una tempestad desacostumbrada se
chas semillas de enemistad cundían tragó muchas naves y engulló gran
entre los triunviros y habían echa- copia de hombres. También por tie-
do raíces muy profundas, no tenían rra registráronse muy grandes ca-
oportunidad para disolver aquella lamidades.
solidaridad hipócrita y a regaña- Al fin, Sexto, que siguió fielmen-
dientes. Aquellos hombres del triun- te la próspera fortuna de su padre
virato, con aquella asociación que y de su hermano, desposeído de su
tanto duraba y que era tan quebra- armada, de su mando y de su digni-
diza, levantaban una barrera con- dad, se fugó al Asia sin honor para
tra los males que les amenazaban morir allí con vilipendio, siendo así
del exterior, y el miedo de lo de que su padre había muerto en Afri-
fuera recosía penosamente, y como ca y su hermano en Europa, a fin
fuese aquella avenencia tan precaria de que toda la redondez del mundo
y tan mal prendida y conseguía que contemplara el derrumbamiento de
antes que estallara en abierta di- aquella casa que poco antes había
sensión y se apelase a las armas, se imperado sobre el mundo todo ven-
pusiera un remedio interino a ta- cido por ella. Preñados de odios mu-
maños males. Resuelven granjear- tuos estaban los pechos de los triun-
se la amistad de Sexto Pompeyo: viros, y prometían alumbrar una
mentidos eran los nombres de amis- guerra implacable y feroz, y pare-
tad, de paz, de alianza, de tregua, cía ya claro, como el suceso lo com-
de coalición. Carecían de sinceri- probó, que para quien resultase
dad, de solidez, de lealtad, de aque- vencido, la derrota sería el fin de
lla verdad de los prístinos tiempos todo. No podía el mundo obedecer

LUIS VIVES. — 13
386 JUAN LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. TOMO I

a aquellos sus señores, sino que, su padre César fué dejada para
forzosamente, el mando total y ab- otro tiempo; los docleatas, los car-
soluto recaería en el que de los tres nos y los nóricos fueron los prime-
fuese el vencedor. Ni cabían tampo- ros atacados; después de éstos, los
co por más tiempo, a una, aquellos melitinos, y los de Corcira, pasada
tres gladiadores bellacos, mancha- a hierro toda su juventud apta para
dos con toda suerte de crímenes, en las armas, fueron sacados a la ven-
un mundo en que no cupieron ni el ta en una plaza pública espectácu- ;

suegro clemente ni el yerno, prodi- lo lastimoso de ver; inmediatamen-


gio de templanza. La primera erup- te después, luchóse fieramente con
ción del odio tan concentrado y tan los salasos, lapites, segestanos, dál-
mal disimulado estalló del pecho de matas y pannones, no perdonando
Iépido. Afrontó Octavio, auténtico linaje alguno de crueldad. Algunas
hijo de la Fortuna, aquel conato de estas naciones fueron vencidas
de rebelión, que instantáneamente completamente y no quedó de ellas
quedó dominado y quebrantado. ni semilla siquiera de otras nacio-
;

Lépido fué despojado de su digni- nes, la mayor parte de las ciudades,


dad, y de triunviro convertido en fueron arrasadas y pasadas a san-
persona privada, fué relegado a Cir- gre y fuego con todos sus morado-
ceyos. Eliminado ya uno de los tres, res. Mas estas victorias romanas no
nadie dudaba que muy en breve, fueron sin llanto y sin sangre, por-
entre Antonio y Octavio, sueltos los que aquellas naciones, vendiendo
odios ya. en un gran combate de- caras sus vidas, perecieron, cierta-
cisivo, iba a resolverse por quién mente, de modo que los vencedores
se quedaba la hegemonía. Antonio, lloraron y los vencidos fenecieron.
en aquella sazón, arrastraba una El mismo caudillo salió con ambos
vidr lujuriosísima, consumida en !
brazos y una pierna magullados por
convites y en amores con su Cleo- el hundimiento de un puente; más
patra, cuando Octavio, que no per- tarde, en el ataque a Setonia, fué
día de vista la pujanza de Antonio, herido gravemente por un peñón
espiando dondequiera la oportuni- desprendido. Una vez que se hubo
dad de romper aquella coalición, repuesto de este accidente, volvió a
consagrada y corroborada con el Roma para pedir el consulado, con
común derramamiento de tanta san- el intento de invalidar a Antonio
gro civil, envió a Antonio a su her- en su magistratura. A seguida de
mana Octavia, esposa suya, sin que esto, con el repudio por Antonio de
abrigase la menor duda de que An- Octavia, matrona discreta e irrepro-
tonio la iba a rechazar sacrificán- chable, tuvo, por fin, Octavio la tan
dola a su barraganía con Cleopatra, suspirada ocasión, y reuniendo una
de donde pensaba tomar ocasión, si gran armada y un poderoso ejérci-
no verdadera y justa, disfrazada, al to, encamínase al Epiro para salir
menos, de honesto pretexto para la al encuentro de Antonio. Y canta
ruptura. Virgilio
Mientras la esposa, que nada de ...Y de la otra parte, Antonio, re-
eso sabía, apresurábase camino de tornando con victoria de los pue-
Egipto por reunirse con su marido, blos de la Aurora y del litoral ber-
Octavio pone en movimiento sus mejo, con el socorro de sus bárba-
fuerzas contra los dálmatas, resuel- ros y con la variedad de sus armas,
to a poner fin a una guerra que por arrastra en pos de sí al Egipto y a
I
OBRAS DEVOTAS. DEL TIEMPO EN QUE NACIÓ CRISTO 387

la pujanza del Oriente y a los bac- desgracia, avanzaron hasta el Jor-


tras, que son los postreros de la dán, asolándolo todo. Allí, saliéndo-
Tierra, y le sigue, ¡oh mengua!, su les Herodes al encuentro, luego de
coima egipciana. .
haber vencido a los agresores en
De esta manera, reuniendo fuer- guerra justa, dió muerte a cinco
zas del orbe todo, esos dos encona- mil de ellos y obligando a los otros
dos gladiadores detiénense dispues- a la rendición, enviólos a su patria,
tos a entablar combate junto al cubiertos de ignominia.
Accio, promontorio de la Ambracia. Estaban en armas todavía los
Rompiendo toda amistad de afinidad bastarnos, mesos, tracios, dacios,
y todas las leyes de la lealtad, apa- sármatas, hispanos, salasios, grie-
rejan sus armadas, dispuestos al cho- gos, la Germania toda, los retos,
que, a ver a quién harían señor del los nóricos, naciones todas éstas
mundo las discordias civiles. que Octavio domeñó en parte con
Los dos no podían; importaba su caudillaje personal, y, en parte,
que fuese uno solo quien, alzándose por el de Craso, Léntulo y Furnio,
con el mando supremo, o destrozase y, en parte, también, por sus ente-
a su antojo al mundo todo, o le en- nados Tiberio y Druso, en cruentas
tregase porque le destrozasen sus victorias, compradas con copiosa
nefastos herederos. La Fortuna, sangre romana. Acercábase al uni-
como siempre, también en esta oca- verso mundo la más bella de todas
sión favoreció a su hijo, y rotas las las cosas, la paz, para dar un poco
fuerzas de Antonio y Cleopatra, Oc- de respiro a las naciones fatigadas
tavio fuéles a los alcances camino de guerras tan sin fin; pero los
de Egipto. Antonio, abandonado por mortales, avezados a ellas de tan lar-
los suyos, volvió contra sí el hierro. go tiempo, no podían soportar aún
Cleopatra acabó por la mordedura la paz. Se desentienden de ella los
de un áspid a quien ella ofreció el germanos, después de la muerte de
brazo desnudo. Druso, por quien habían sido ven-
Entonces se demostraron en toda cidos, reducidos y organizados en
su verdad los numerosos augurios provincia romana, y sin trabar com-
acerca de la grandeza de Octavio. bate, degüellan, todos a una, a
Descalificada la autoridad del Sena- Quintilio Varo con todo su ejército,
do, el orden gravísimo de los sena- que constaba de tres legiones y mu-
dores comenzó a adular servilmen- chas tropas auxiliares. Y para que
te al príncipe, concediéndole el tra- una preocupación mayor agobiase
tamiento de Augusto y consagrán- el Imperio romano, también traicio-
dole uno de los meses del año, que naron los ilíricos, lo cual fué como
era el más próximo de su padre el postrer mordisco de la guerra
(julio, agosto). Y, por fin, acabó la moribunda, como dicen los entendi-
Naturaleza de parir un rey, cuyo dos en Historia natural, que dan
preñado fué tan costoso y tan pro- determinadas fieras bravas. Hay
lijo. Por aquellos mismos días Judea autores que dicen que ésta fué la
fué afligida por un terremoto tan guerra exterior más carnicera des-
fuerte que el derrumbamiento de los pués de las guerras púnicas. De-
edificios llegó a sepultar cinco mil muéstranlo diciendo que fué nece-
hombres. Los árabes, creyendo que sario que Tiberio Nerón trasladase
aquélla era la ocasión de atacar a a la Iliria nada menos que quince
los judíos afectados por tamaña legiones, con igual número de tro-
388 JUAN LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. TOMO I

pas auxiliares, y dejar, por el mo- mo, que cada uno fuese a inscribir-
mento, toda actividad bélica por se en la ciudad de su origen. Presi-
apaciguar a Germania, llegando, dente de Siria éralo Cirino cuan-
muchas veces, a ser desesperada la do José conducía a María, desposa-
situación, hasta el punto que Au- da consigo, avanzada en su preñez,
gusto, espantado por la escasez de y con todo, no tocada del marido,
cereales, llamó repetidamente desde camino de Belén, ciudad de la tribu
Iliria a Roma a su entenado. Tres de Judá, distante dos millas de Je-
años fueron menester, con resulta- rusalén, pues ambos eran de aque-
dos bélicos alternos, para dominar lla ciudad, puesto que eran de la
aquella provincia arisca y sojuz- progenie del rey David.
garla. Y por lo que hace a Germa- Ya habían llegado a aquel lugar;
nia, no menos de un bienio difícil ya era llegada aquella sazón en que
necesitó el mismo Tiberio en perso- de consuno todos los oráculos de
na para devolverla a su primitiva los profetas anunciaban el adveni-
organización de provincia. miento del Mesías. Miqueas había
Los partos, según su costumbre, profetizado esto: Y. tú, Belén de
corriéronse hacia Armenia y la Efrata, eres la más chica entre las
ocuparon. Tras algunas escaramu- numerosas ciudades de Judá; de ti
zas en gracia de la buena suerte de me saldrá quien será dominador de
Augusto y de la tranquilidad de los Israel, cuya salió.a es desde los prin-
tiempos, se replegaron de Arme- cipios la eternidad. Y era, por
de
nia, restituyendo a Tiberio las ban- cierto, conveniente que Aquél, sig-
deras tomadas en los desastres de nificado como segundo en la estirpe
Craso y de Antonio. Los escitas y y en la gente de David, y David
los indos, porque nada faltase para auténtico, puesto que el primero no
la concordia del género humano, había sido más que su avance y su
fueron recibidos en la amistad del figura, naciese en la misma ciudad
César y del pueblo romano, que pi- que el primero. Ya se habían cum-
dieron mediante una legación. Al- plido aquellas semanas de Daniel y
canzada una increíble paz en el el reino había 3*a pasado de Judá a
orbe todo, en el mar y en la tierra, Herodes, cuyo padre fué Ascalonita
apagadas tantas teas de guerra co- Antipater, y cuya madre, de Chipre,
mo ardieron, cerróse por tercera era arábica, lo cual, Jacob, en tran-
vez aquella famosa puerta de Jano ce de morir, había anunciado que
bifronte, que, como señal de gue- no se realizaría hasta la venida de
rras y de paz, Xuma Pompilio, que Cristo. Erase, pues, ya la plenitud
sucedió a Rómulo en el trono, ha- del tiempo de todos aquellos acon-
bía puesto en la parte postrera del tecimientos consignados por los
Argileto. Atendiendo a todo esto el profetas y por los santos patriarcas
emperador, puesto que todos los ne- acerca del Mesías venidero, y que
gocios del Imperio transcurrían aquel Tobías, huérfano de ojos cor-
tranquilamente, mandó, por edicto, porales, previo con la mucho más
que ya no sólo en Roma, sino en penetrante intuición de su mente.
todo el universo mundo, obediente Conoció también el santo Simeón,
al Imperio romano, se hiciese el que, aunque en su última edad, es-
censo, para que como en compen- peraba que en vida suya, que no ig-
dio y cifra se pudiese conocer su po- noraba que iba ya a ser muy breve,
derío demográfico. Mandó, asimis- vería el Ungido del Señor, al cual,
OBRAS DEVOTAS. —DEL TIEMPO EN QUE NACIÓ CRISTO 389

así que le vió en el templo, declaró que el Mesías iba a nacer. Coinci-
que ninguna cosa ya debería retar- dían en un mismo punto y en un
dar su muerte. Reinaba la paz, no mismo lugar los oráculos de los pro-
ya en Roma solamente, sino en toda fetas, cuando, sin aquel rompimien-
la Humanidad ; paz tan profunda to de entrañas que suele ocasionar
como nunca la hubo en el recuerdo un increíble dolor a la mujer parte-
de todos los siglos: ra, inofensa la entereza de la ma-
No había trompeta recta ni tor- terna virginidad, Cristo Jesús, nues-
cido cuerno; no había yelmos ni tra salud, nació para todo el mundo
había espadas ; en ocio estaba el sol- de la Virgen, que le había de ama-
dado, y las gentes vivían en blanda mantar, cuyo nombre fué María.
quietud y en paz exenta de recelo. Hasta tal punto el mismo Dios en-
Esto dice Ovidio Nasón en el li- gendrado desde la eternidad nació
bro I de sus Metamorfosis. hombre en el tiempo, hijo de una
Realidad ésta futura para cuando madre humana. La luz misma siguió
Cristo viniese, según predijeron las al Autor de la luz, y así como la de
Sibilas y los Profetas todos. Y en este cielo y de este mundo, queda-
hecho de verdad, el reino de Cristo ron desvanecidas las tinieblas de la
por ninguna otra cosa se hace notar mente humana con insólitas y admi-
sino por la paz, pues El es aquel pa- rables claridades. A este Creador de
cífico rey Salomón, aquel Melqui- todas las cosas, envuelto en velos
sedec, que es rey de paz; en cuyo de carne humana, mejor será vene-
reinado profetizó David que nace- rarle con callado y piadoso recogi-
ría una abundancia inagotable de miento, que no decir cuál y cuán
justiciay de paz, pues El es Aquel jrande sea con palabras achicadas
que traerá de nuevo los dorados si- como nuestras. Aquello podemos ha-
glos por quien primeramente cesa- cerlo; pero esto otro únicamente
rá una gente de hierro y una gente puede hacerlo Dios, que sólo conoce
de oro surgirá por todo el mundo, la Divinidad que está muy por enci-
según Virgilio vaticinó. ma del alcance de nuestro ingenio
Nadie, por aquel tiempo, dudaba ruin.

FIN DE «DEL TIEMPO EN QUE NACIÓ


CRISTO»
eaviv 8
. OMAI

SACRO DIURNO
DEL

SUDOR DE NUESTRO SEÑOR


JESUCRISTO
(SACRUM DIURNUM DE SUDORE DOMINI
NOSTRI IESUCHRISTI)

(1529)

MOTIVO DE ESTA OBRA más allá de un día. Otros autores


han tratado y la deno-
también la
1529 se declaró en Brujas una minan Sudor anglicus, Ephemera
En epidemia que con anterioridad anglica pestilens, Sweating Sick-
había hecho grandes estragos en ness, Morbus sudorificus, Epheme-
otros países y señaladamente en In- ra sudatoria. Los autores franceses
glaterra. Esta enfermedad, conside" le han dado el nombre de Suette
rada como muy contagiosa, fué mor- En la variedad de estas denomina-
tífera hasta un grado sumo. Atacaba ciones domina siempre la idea del
con frecuencia a las personas de síntoma principal, el sudor y la del
posición acomodada, sin distinción previsto desenlace fatal que acom-
de edad ni de sexo, y amén de pañaba esta dolencia, de. triste re-
otros síntomas, estaba caracterizada cordación para la ciudad de Brujas.
por unos sudores que no había me A ruegos del preboste de San Do-
dio de atajar y ocasionaba la muer- naciano, Juan Carondelet, con oca-
te a las pocas horas. sión de esta epidemia, Luis Vives
Un facultativo de gran fama de compuso y publicó el oficio titula-
la Universidad de Cambridge, John do: Sacro Diurno del Sudor de Je-
Kaye, médico mayor del rey de In- sucristo y el Sermón de nuestro
glaterra, Eduardo VI, es el primer sudor y del sudor de Cristo (1).
escritor profesional que menciona
esta enfermedad. Hace de ella un (1) Imprimióse en Brujas, en las
cuadro acabado, cuyos detalles ha- prensas de Huberto ide Croock, el pro-
bía recogido asistiendo a la cabe- pio año 1529, en 8.°
•Emile Vanden Bussche: Jean-Louis
cera de los enfermos y moribundos.
Vives. B ruges, Imprimarie de Dave-
Se le da el nombre de Ephemera bri- luy, Lithographe du Rol, 1871, pági-
tannica, a causa de que no duraba nas 31-32. .
392 JUAN LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. TOMO I

JUAN LUIS VIVES rras #de tu jurisdicción impusieses su


VALENCIANO obligación. Yo escribí este Diurno
sacro del Sudor de Cristo; añadí un
A LA MUY ILUSTRE PRINCESA MARGARI-
Sermón ; lo dediqué a tu Alteza,
TA AUGUSTA. HIJA DEL CÉSAR MAXIMI-
puesto que a ningún otro mortal
LIANO, ETC. : SALUD
afecta tanto la tribulación de este
Siendo así que en todas nuestras país como a ti, que lo gobiernas en
tribulaciones y en cualquier apre- nombre del emperador Carlos, hijo
mio y enfermedad debemos recurrir de tu hermano, que equivale a decir
a la única medicina del linaje hu- hijo tuyo. A los príncipes no se les
mano, a nuestro Salvador Cristo Je- puede ofrecer cosa pequeña o indig-
sús, parecióme lo más adecuado, en na de ellos si trata de Cristo, Prín-
este tan repentino y horrible mal cipe de los príncipes. Y si ningún
que invadió la casi totalidad de esa médico titubearía en ofrecerte el re-
región que tú gobiernas, implorar curso natural de curar esa epidemia,
el remedio del cielo. Si en esa suer- ¿por qué he de tener reparos yo en
te de epidemias pedimos la inter- indicarte esotra medicina del cielo,
vención y el socorro de quien algu- que, al menos, es tan eficaz como
na vez las sufrió en su persona, ¿a cualquiera otra natural? Xo creas
quién hemos de pedir defensa en tú que solamente se te confió el
ese nuestro actual sudor y aflicción, cuidado de los cuerpos, sino tam-
sino a aquel divino y eterno Médi- bién la cura de las almas y de las
co que por nuestra causa padeció costumbres. Si este sagrado oficio
sudor de sangre? Yo querría que en fueré de tu gusto, harás uso de él;
adelante todos los años, piadosa- si no te complaciere, tienes aquí a
mente, rememorásemos y celebrá- otros muy muchos que, en todo lo
semos esta memoria, ora la honre- que les mandares, te servirán con
mos como remedio del mal que nos harto mejor juicio que yo y con
agobia (y que El. por su clemencia, mayor erudición y piedad. Yo sola-
aleje de nosotros), ora como antído- mente te ofrezco el testimonio de
to porque el mal no nos invada, mi afecto y mi deseo, que ojalá sea
ora como hacimiento de gracias estímulo para otros. Ten salud.
por haber salido de peligro. Y que-
rría más aún: que en todas las tie- Bruja?. 10 de noviembre del año 1529
OBRAS DEVOTAS. — DIURNO DEL SUDOR DE JESUCRISTO 398

SACRO DIURNO DEL SUDOR


DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO

PRIMER NOCTURNO caduco y de unos miembros ocasio-


nados a la muerte, porque el linaje
A MAITINES humano no pereciese por el pecado
del primer padre, a quien el rompi-
Invitatorio miento del veto mortal sumergió en
el tártaro profundo.
Admítenos, Cristo, en la partici-
Gloria a Ti, Rey grande, que so-
pación de tus trabajos.
portas trabajos como nosotros, con
el Padre y el Espíritu Santo, por
Salmo 94.
eternidad de siglos.
Venid, regocijémonos en el Señor...
Antífona.
HIMNO ¿Qué trabajos son esos que te ha-
(Del poeta español Aurelio Prudencio)
cen sudar gotas de sangre?

Salmo 15.
Cristo es aquel a quien con voz,
oon cuerda y con tímpano, el infula- Consérvame, Señor, porque espe-
do Rey Sacerdote que por todos sus ré en Ti.
poros y hasta sus meollos absorbía
la inspiración celeste, profetizaba Antífona.
que muy luego iba a mostrarse al
mundo. No os maraville este mi sudor de
Nosotros cantamos también sus sangre, porque sostengo yo sólo los
milagrosos hechos probados; testi- trabajos de todos los hombres.
go es el orbe todo, y ni la misma
tierra niega que los vió; ni niega Salmo 16.
que Dios apareció para enseñar de Oye, Señor, mi justicia.
cerca a los mortales.
Nacido del seno del Padre, antes Antífona.
del comienzo del mundo, Alfa y
Omega es denominado. El es el ¿Quién es este que viene de
principio y el fin de todo cuanto es, Edom con las vestiduras tintas de
de todo cuanto fué y de todo cuanto rojo?
habrá de ser en lo venidero.
El lo mandó y fueron creados; Salmo 17.
El lo dijo y fueron hechos la tie-
Amaróte, Señor, que eres mi for-
rra, el cielo, el mar profundo, la
taleza.
trina máquina de las cosas y todo
cuanto vive y vige bajo el alto glo-
Versículo.
bo del sol y de la luna.
Revistió la forma de un cuerpo Y se hizo su sudor.
394 JUAN LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. —TOMO I

Responsorio. Versículo.

Como de gotas de sangre que dis- Esto lo obró la unión del amor,
currieron hasta el suelo. dejando en salvo la sustancia de una
y otra naturaleza.
Bendición.
Responsorio.
La sangre de Cristo, purísima, Misterio que no alcanza la mente
límpienos de nuestros vicios y de- ni de los hombres ni de los ángeles.
litos.

Bendición.
LECCION PRIMERA
Los trabajos que Cristo asumió
Hermanos: Desechado todo sue- por nosotros haga que nos aprove-
ño y toda torpeza pegadiza, con chen el Padre que se los impuso.
atención ágil, escuchad lo que va-
mos a decir acerca de la salud y de LECCION II
la vida común de todos, cuya me-
ditación y recuerdo son tan saluda- Y así fué que el cuerpo de nues-
bles al espíritu de cada cual, como tro Redentor, tomado de la sangre
lo son el mantenimiento y la bebi- de una virgen en la flor de su pu-
da para el sostén del cuerpo. El Uni- reza y de su terneza, necesariamen-
génito Hijo de Dios y Señor del te tuvo que ser purísimo y terní-
universo, luego de haber determi- simo. Ello hacía que en él la morde-
nado, para la reconciliación con el dura del dolor, por más pequeña
Padre del humano linaje, consti- que fuese, le fuera sensible más
tuirse en víctima humana, vistió el que no se puede encarecer, infinita-
cuerpo de nuestra mortalidad con mente más que para esos vulgares
el fin de abolir en sí el pecado de cuerpos nuestros, corrompidos por
los hombres mediante la semejanza el pecado, propensos por la densi-
de la carne de pecado; pero para dad y grosería de la materia a una
puridad mayor de su naturaleza, torpe insensibilidad y a la degene-
quiso nacer de madre virgen, sin ración en una naturaleza más cra-
concurso de varón, pues no fuera sa. Este era el sacrificio indecible-
ni lícito ni bienquisto que un hom- mente grato al Padre: ver al Hijo
bre fuese padre de Aquel que tenía que, por obedecerle, no rehusaba
por padre a Dios, inmortal e invisi- aspereza alguna, por cruda que fue-
ble, santo y bendito por los siglos se. Y precisamente esto acrecienta
de los siglos. mi deuda para con Cristo, y mani-
Mas Tú, Señor, apiádate de nos- fiestasu amor para con todos nos-
otros. otros, grande, inmenso, indecible.
¿Qué grandeza tuviera sufrir en su
Responsorio. persona aquello que a los otros re-
sulta tan insoportable, llevado sin
;Oh fuerza del amor prodigiosa! ningún dolor? Nadie tiene caridad
Dios hacerse hombre y el hombre mayor que la de quien ofrece su vi-
hacerse Dios, misterio que no alcan- da por sus amigos. Y Tú expones tu
za la mente ni de los hombres ni vida por mí, ¡oh Cristo!, pero no co-
de los ángeles. mo quien se desnuda de un vestido,
OBRAS DEVOTAS. DIURNO DEL SUDOR DE JESUCRISTO 395

sino con tormentos increíbles. En vapulación, los golpes, la cruz amar-


;

esto consiste la reciedumbre del guísima


y atrocísima. Esta pres-
amor: en superar y vencer y de- ciencia de tal manera acuciaba el
rrotar todas las asperezas y atroci- miedo de la carne que se contraía
dades y absorberlas en sí como un y rehuía y temía esas acerbidades
fuego vigoroso absorbe las gotas de tan desabridas de gustar. Su mente
agua con que se le rocía. se esforzaba por levantar la carne
Mas Tú, Señor, etc. descaecida, en obsequio de la recia
voluntad paterna. Asistíale un án-
Responsorio gel para consolarle en su aflicción y
advertirle de la presencia de la di-
Debió, para vencer, aceptar el do-
vinidad; empero Cristo, que era
lor de grado. No granjean loa de
fortaleza quienes más que el dolor
hombre, y hombre sin culpa, sobre-
llevaba las penalidades que había
sufrieron la insensibilidad de las
contraído la culpa. Y de ahí pro-
heridas.
dújose tal consternación en su car-
Versículo.
ne, que en la inminencia de la cri-
sis resolvióse en un sudor
que tal
Sombras de heridas padecen más el cuerpo todo destiló como gotas
que heridas reales. de sangre que arroyaron el suelo.
La magnitud del peligro que pre-
Responsorio. veía y la delicadeza de su cuerpo
Más que el dolor sufrieron la in- descuajaban la trabazón robusta de
sensibilidad de las heridas.
su constitución.
Mas Tú, Señor, etc.

Bendición.
Responsorio.
Por tu tristeza, Cristo Rey, con-
dúcenos a la bienaventuranza de tu Cuál debió de haber sido la deu-
reino. da, con tal rigor demandada, que tu-
viera que pagarla el fiador con su
sangre y con su vida.
LECCION III

Simultáneamente ofreces una efi- Versículo.


caz ejemplaridad para las contin- Tranquilos están los deudores; el
gencias humanas, a fin de que a mí, que salió fiador pena y suda.
hombrecillo raez y de condición ín-
fima, verdadera bestia de carga, no
me pese de sufrir algo por mi Dios Responsorio.
y Señor, siendo así que Tú, Hijo Tuvo que pagar el fiador cor su
suyo y heredero suyo por naturale- sangre y con su vida.
za, inocente, inculpado, apuraste
tantas penalidades por obedecer a
tu Padre. A la terneza del cuerpo SEGUNDO NOCTURNO
del Señor y a su tan delicada sensi-
bilidad agregábase la previsión y Antífona.
conocimiento de lo futuro: veía la Quien suda en nuestra enferme-
ignominia que se le iba a echar en- dad eres Tú, no por convalecer,
cima, la desnudez, los denuestos, la porque eres la misma salud, sino
396 JUAN LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. TOMO I

porque convalezcamos nosotros, que caba! Con todo, este sudor sanó la
estamos muy enfermos. fiebre pestilentísima del humano li-
naje. Los médicos, en las enferme-
Salmo 38. dades, llaman al sudor crisis que
suena, examen de la salud, pues
Dije: Guardaré mis caminos. mediante
Naturaleza da a co-
él la
de que dispone
nocer las fuerzas
Antífona. el enemigo. ¿Qué otra cosa
contra
el sudor de Cristo sino la de-
Tu sudor, que bajó a regar la tie- fué
mostración de que nuestra enfer-
rra, dió muerte a la serpiente anti-
medad cejaba? Para perdición del
gua, oculta entre la hierba.
linaje humano, ensañábase en él la
vieja serpiente del Paraíso, confiada
Salmo 40.
en su poderío y en su gran astucia
Bienaventurado el que entiende con ella entró en pelea nuestro
sobre el necesitado y el pobre. León poderosísimo. «Ahora dijo —
se ventila la suerte del mundo;
Antífona. ahora el príncipe de este mundo
será arrojado fuera.» La Naturale-
Este sudor es la nueva medicina za dió a entender que, ayudada con
y el remedio sempiterno de la en- los recursos de la divinidad, tenía
fermedad añeja. arrestos bastantes para rechazar
el enemigo. Con este sudor quedó
Salmo 56. sano aquel gran enfermo que, en
dolencia irremediable, yació postra-
¡Apiádate de mí, Dios, apiádate do cinco mil años; sudor ajeno;
de mí! sudor de quien jamás enfermó. Ver-
daderamente llevó El nuestras en-
Versículo. fermedades y soportó nuestros do-
lores. Levantóse, pues, el género
La disciplina de nuestra paz en- humano, no ya solamente vigoroso
cima de El.
y sano, sino también libre y suelto,
aun cuando su dolencia no era otra
Responsorio. cosa que un miserable cautiverio y
una indigna y vilísima servidum-
Y sus cárdenas llagas nos curaron. bre.
Mas Tú, Señor, etc.
Bendición.
Quien, con su sudor, sanó la do- Responsorio.
lencia humana, nos conserve siem-
Esto es, en hecho de verdad, ha-
pre sanos e incólumes.
cer de pastor y rey que uno solo
;

ande solícito por todos; que uno


DECCION IV solo lleve el trabajo de todos.

¡Cuánta había de ser la crueldad Versículo.


del suplicio que su sola apren-
sión sudor
exprimiera sanguíneo Bien está que el buen pastor dé
en Aquel que sabía que se le acer- su vida por sus ovejas.
OBRAS DEVOTAS. DIURNO DEL SUDOR DE JESUCRISTO 397

Responsorio. Versículo.

Que uno solo ande solícito por ¿Cuándo o cómo podremos tribu-
todos, que uno solo lleve el trabajo tar acción de gracias a quien todo
de todos. se lo debemos?

Responsorio.
Bendición.
El remedio, la doctrina, el ejem-
Que por los dolores de Cristo con- plo.
sigamos la salud del alma y del
cuerpo.
Bendición.

LECCION V Dígnese el Médico eterno asistir-


nos en nuestras enfermedades y do-
lencias.
Léese que en el monte de las Oli-
vas, con la muy sagrada savia de su
cuerpo, regó el suelo poblado de
LECCION VI
aceitunos. ¡Oh hierbas, oh floreci-
Cesad ya de admirar las Aretu-
llas, oh arbustos, oh árboles, oh feli-
sas, los Eurotas, los Alíeos, los He-
císimo suelo donde se derramó esta
bros (1), los Meandros y todas las
savia fecunda! ¿Qué produciréis?
fuentes y todos los ríos que invo-
¿Qué gérmenes serán los vuestros?
can los poetas mundanales. ¿Por
No una rosa que de blanca se tornó
qué, míseros e infelices, corréis a
purpúrea, tinta, en la fabulosa san-
la zaga de sombras y abandonáis
gre de no sé qué héroe mitológico;
el cuerpo de las cosas? Todos ellos
no violetas ni jacintos inútiles, más
juntos no aplacan vuestra sed y son
codiciados por la celebridad del
insalubres para los enfermos. ¡Di-
nombre que por su valor efectivo;
chosos aquellos que estuvieran ten-
sino salud, vida, eterna cosecha de
didos bajo esta lluvia que fertilizó
hombres bienaventurados. ¿Dónde
la tierra y el cielo! El enfermo hu-
están aquellos santos que pedían ser
biera sanado de repente, el muerto
rociados, que fuera regada su sequía
hubiera vuelto a la vida, y a quien
con esa lluvia suavísima? ¿Dónde
estuviera vivo no se allegara ni la
están aquellos nosotros aridecidos
en el calor del mundo, ganésos de muerte ni la enfermedad. Pero al
agua, condenados a perecer de sed?
menos acerquémonos ahora. Así que
llegáremos allá, encontraremos hú-
Venid a las aguas todos los sedien-
tos, y los que no tenéis plata, reci-
medo y fresco aquel riego divino,
bid sin plata; bebed a placer para aquel medicamento, aquella infali-
ble panacea para todas las enferme-
recuperar la vida que ya se os huía
dades. Tú eres, ¡oh Cristo!, Tú solo
o que ya habíais perdido.
eres la vida de tu pueblo, Tú la sa-
Mas Tú, Señor, etc.
lud; quien en Ti solo confía tiene
todo cuanto se puede apetecer y de-
Responsorio. sear. Sin Ti no hay cosa sabrosa,

Debérnoste a Ti, ¡oh Cristo!, la Hebro es él nombre del río de


(1)
vida; debérnoste la salud, el reme- Traeca, conocido hoy con el de Ma-
dio, la doctrina, el ejemplo. ritza
398 JUAN LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. TOMO I

no hay cosa segura, no hay cosa Salmo 88.


saludable; fuera de Ti todo es no-
che y muerte sempiterna. Si alguno Cantaré las misericordias del Se-
ha de ir camino, Tú eres el Cami- ñor.
no; si alguno ha de acarrear cien-
cia, Tú eres la Verdad; si alguno Versículo.
ha de vivir, Tú eres la vida. De la angustia y del juicio fué
Más Tú, Señor, etc. quitado.

Responsorio. Responsorio.
Debemos evitar con cuidado sumo
¿Quién contará su generación?
que, deparándonos Cristo abundan-
cia de todo, no parezca que nos fal-
Bendición.
tamos a nosotros mismos.
Quien venció al demonio y al
Versículo. mundo, sojuzgue bajo nuestros pies
el reino de Satanás.
Sanados, pues, practiquemos obras
de sanos, no de enfermos.
LECCIÓN DEL SANTO EVANGELIO
Responsorio. SEGÚN SAN LUCAS
Que no parezca que nos faltamos (Lucas, 22)
a nosotros mismos.
En aquel tiempo, salido Jesús iba,
según costumbre, al monte de los
TERCER NOCTURNO Olivos; en seguimiento suyo fueron
sus discípulos y, llegado al lugar,
Antífona. les dijo: «Orad, porque no entréis

Obedezcamos al Padre, tan amado. en tentación.» Y lo demás que se


sigue.
El nos librará, que es el único que
puede.
HOMILIA SOBRE ESTA
Salmo 72. LECCION VII
Cuán bueno es Dios, ¡oh Israel!
En él seno del Padre están la
gracia, la paz, la felicidad eterna
Antífona. sin eclipse ni vicisitud alguna. Afue-
Enjuga tu sudor, atleta victorio- ra de El, están el pecado y la mise-
so, y coronado y triunfante, intro- ria. En el seno del Padre estaba el
dúcete en la patria. Hijo, cuando salió de El para venir
a nosotros y traernos allá junta-
Salmo 71. mente consigo. No podíamos entrár
de otra manera; tenía que salir
¡Oh Dios!, da juicio al Rey.
alguien de allí que nos abriese la
puerta, cerrada con cerrojo. Pero
Antífona. de tal modo sale y desciende, que
Mi Padre trocará mi trabajo en vuelve, según costumbre, al monte
reposo vuestro. de la paterna alteza, a la excelsitud
OBRAS DEVOTAS. DIURNO DEL SUDOR DE JESUCRISTO 399

de su Divinidad, en la cual Dios LECCION VIII


tiene su morada continua. Empero
hecho hombre, en los días de la car- Apartóse de los suyos el Señor,
ne y de su aflicción se había apea- pero no lejos: lo que alcanza el tiro
do de aquella cumbre a la cual vol- de una piedra. Esta piedra, ¿qué
vía de cuando en cuando, pues los otra cosa es sino Cristo? De ella
discípulos vieron en el monte su está escrito en el libro sagrado de
gloria, gloria como de Unigénito del los salmos: La piedra que desecha-
Padre todopoderoso. Síguenle los ron los edificadores, ésa ha sido
Apóstoles en esta ascensión hasta puesta por cabeza del ángulo. Por
donde puede la humana flaqueza, el Señor ha sido hecho esto y es co-
porque nunca alcanzarán la bien- sa de maravilla a nuestros ojos. Ese
aventuranza si no siguen al único es el día que hizo el Señor. Recha-
guía de la bienaventuranza, que es zada fué la piedra por quienes edi-
Cristo. Y cuando ya parecían estar ficaban, pero no según Dios. Tanto
firmes en lo alto; es decir, en el tiempo dejó el Señor a los suyos,
monte abundoso y pingüe, sembrado cuanto duró este lanzamiento de su
de olivos, el Señor les amonesta que muerte y de su sepultura; hasta
allá arriba se fortalezcan en la ora- que, por su propio poder, recobró
ción, no sea que la tentación les de- el alma que espontáneamente había
rribe. Signifícales con interés espe- dejado por remediar nuestra fla-
cial que hay que guardarse de las queza. A la distancia de ese tiro de
tentaciones, cuando El se ha de piedra ora Aquel que en los días de
apartar de ellos algún tiempo. su carne, ofreciendo preces y sú-
Mas Tú, Señor, etc. plicas con potente voz y lágrimas
eficaces a quien pudiera salvarle,
Responsorio. fué oído por la gran reverencia que
merecía. Pero, con todo, no ora pa-
Cuézome en el amor del linaje ra obligar ni para arrancar a la
humano y mi sangre se licuó por fuerza, sino que todo lo remite a la
la aproximación de antorchas arden- voluntad del Radre.
tísimas.
Mas Tú, Señor, etc.

Versículo. Responsorio.

Yo Cristo propuso, a los que quisie-


os conjuro, hijas de Jerusa-
lén, que en hallando a mi Amado ran imitarle, un ejemplo; a los que
le digáis que adolezco, peno y le imitasen, un premio.
muero. Versículo.

Responsorio.
¡Oh bienaventuranza que se brin-
da a todos cuando en el ejemplo
Por la aproximación de antorchas mismo de la imitación ya va incluí-
ardentísimas. do el premio del esfuerzo!

Responsorio.
Bendición.
A los que quisieran imitarle, un
Concédanos Dios que sólo su ira ejemplo; a los que le imitasen, un
nos sea espantable. premio.
400 JUAN LUIS VIVES. OBR.AS COMPLETAS. TOMO I

Bendición. \
|
Responsorio.
Háganos participantes de su vic- ¡Oh naturaleza de la caridad me-
que a favor recedora de nuestras adoraciones,
toria y de su gloria, el
nuestro venció. por la cual atrajiste a nosotros el
Hijo de Dios y nos elevarás a El,
LECCION IX sublimado ya sobre los cielos y so-
bre los ángeles!
Para que se viera que bajo aba-
timiento tan grande se ocultaba el Versículo.
reino del cielo, un paraninfo celes- Si somos ahora partícipes de la
tial asiste al Soledoso y al Desampa- aflicción seremos también particio-
rado. Un ángel del cielo baja para neros y consortes del reino de
confortarle. Viene uno de aquellos Cristo.
que a miles de millares le sirven y
diez veces cien mil están a su dere- Responsorio.
cha. Son espíritus todos los servi-
dores de su reino, pues fué derroca-
Sublimado ya sobre los cielos y
sobre los ángeles.
da la ciudad de los que no quisie-
Gloria al Padre, al Hijo y al Es-
ron que reinara sobre ellos. Mas, a
píritu Santo.
la Divinidad verdadera, estaba uni-
do un hombre verdadero y en el
Responsorio.
hombre verdadero la carne era ver-
dadera; no diferente de esa carne Sublimado ya sobre los cielos y
nuestra, carne de pecado, pero sin sobre los ángeles.
pecado, puesto que era expiación
universal del pecado, mas no sin Versículo.
miedo, sin tristeza, sin los afectos
Este nos lavó con su sangre.
de nuestra mortalidad. Esta carne,
pues, al entender que el espantable
Responsorio.
suplicio no solamente no era quita-
do, pero ni siquiera diferido, estre- Que nos hizo más blancos que la
mecida de repentino y confuso pa- nieve.
vor, no pudo retener en sí los hu-
mores vitales. Salieron afuera todos
los que no pudieron mantenerse
LAUDES
dentro del cuerpo y así manó el san-
Antífona.
guíneo sudor. Este fué el comienzo
de la gran batalla, en la cual luego Pisé yo solo el lagar y de las gen-
al punto, con trueco maravilloso, de tes no hay hombre conmigo.
la debilidad se reveló el poder; de
la humillación, la majestad; de la Salmo 26.
gran consternación, el glorioso ven-
El Señor es mi iluminación.
cimiento del enemigo antiguo, po-
deroso, cruel. Evitemos, hermanos,
Antífona.
por lo menos mediante el pío re-
cuerdo de beneficio tan grande, con- Lavé mi lecho cada una de las
traer la nota de ingratitud. noches y regué mi estrado con mis
Mas Tú, Señor, etc. lágrimas.
OBRAS DEVOTAS. DIURNO DEL SUDOR DE JESUCRISTO 401

Salmo 6. tresala que es vino lo que del cán-


taro sacó; y quien preside la mesa
No me reprendas, Señor, en tu
saborea y pásmase del precioso vi-
furor.
no tinto.

Antífona.
Yo mando —dice—que se queden
limpios los miembros enfermos ul-
Salud nuestra en el tiempo de la cerados y las entrañas podridas; y
tribulación. el mandamiento se cumple: la piel
tumefacta queda lisa y quedan ce-
Salmo 138. rradas las heridas.
Señor, Tú me probaste.
Tú con barro milagroso y con el
néctar de tu sagrada boca unges los
ojos sumidos en tinieblas perennes.
Antífona.
Con esta medicina luego vuelve la
Con su sangre nos purificó y nos luz a las cuencas asombradas. Glo-
sanó. ria a Ti, Rey grande, que soportas
nuestros trabajos, con el Padre y el
Salmo. Espíritu Santo, por todos los siglos.
Venid a Mí los cansados y se-
Señor, oi tu voz y temí.
dientos.

Antífona.
En mi sudor hallaréis refrigerio
y descanso.
Alábente las criaturas todas res-
tauradas por tu sangre. Antífona.
¿Qué cosa hubiera más miserable
Salmo 148.
que nosotros, si siempre nos hubié-
Alabad al Señor los que sois de ramos revolcado en las añejas sor-
los cielos. dideces?

Capitula. ORACIÓN

¿Quién es este que viene de ¡Oh Dios, en cuyo único Hijo sa-
Edom con las vestiduras teñidas de cratísimo la aprensión del suplicio
rojo? Este hermoso en su estola inminente resolvióse en sudor de
que camina en la muchedumbre de sangre, concédenos que por la par-
su fortaleza. ticipación de su cruz vengamos al
consorcio de su gloria! Que contigo
HIMNO vive y reina, etc.
(De Aurelio Prudencio)
PRIMA
Ved ahí a Aquel a quien los va-
tes anunciaban en los vetustos si-
HIM'XO
glos, a quien prometían los libros
verídicos de los profetas; presente (De Aurelio Prudencio)
está, el Prometido antiguamente;
alábenle todas las criaturas. Reprendes al viento furioso por-
El agua en las hidrias vertida se que con mal agoreras borrascas re-
torna vino noble; anuncia el maes- vuelve el mar de sus más hondas
402 JUAX LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. TOMO I

profundidades y maltrata la nave descansemos de toda inquietud. Que


vagarosa. El viento secunda sus ód- contigo vive, etc.
denes y se tiende la ola bonancible.
Furtivamente toca una mujer la
orla de su sagrada vestidura; muy HIMNO
luego se sigue la salud; la palidez {De Aurelio Prudencio)
abandona su semblante, y se detie-
ne el arroyo que fluía sangre con- En la misma de su verdura
flor
tinua. arrebatado por muerte, vió Cris-
la
Gloria a Ti, gran Rey, que sopor- to a un mancebo a quien su madre,
tas nuestros trabajos, con el Padre desolada, conducía a enterrar con
y el Espíritu Santo, que reinas por
supremo planto inconsolable. Leván-
todos los siglos. tate, le dijo; el mancebo se levanta
y, puesto en pie, es restituido a su
Salmo 90. madre.
La verdad te circundará con un Manda a Lázaro que vuelva a la
escudo y no temerás los miedos de vida, devolviéndole el aliento cuan-
la noche. do hacía ya cuatro días que no veía
el sol, escondido en el sepulcro.
Salmo 76.
En su pecho que hedía entra de nue-
vo el aura vital.
Con mi voz clamé al Señor. Gloria a Ti, gran Rey, que sopor-
tas nuestros trabajos, con el Padre
Salmo 3. y el Espíritu Santo, por todos los
siglos.
¿Por qué, Señor, se multiplicaron
los que me atribulan?
Antífona.
Salmo 85. Como muriéndonos y he aquí que
vivimos.
Inclina, Señor, tu oído.
Salmo 93.
Capitula.
Dios de las venganzas.
¡Horrible fuerza la de nuestro
pecado! Quien con una sola pala- Salmo 100.
bra creó al hombre, ahora no le
restaura sin sudor y ciertamente, Misericordia.
sanguíneo.
E hízose su sudor. Salmo 51.
Como de gotas de sangre que dis- ¿Por qué te glorías en la malicia?
currió hasta la tierra.
Capitula.
Manteneos en la disciplina; Dios
se os ofrece como a hijos. ¿Qué hi-
Concédenos, Señor, que así como jo hay a quien el padre no re-
tu Hijo trabajó por el descanso de prenda?
los hombres así también nosotros, Yo a quienes amo, los reprendo y
por el beneficio de sus trabajos, los castigo.
OBRAS DEVOTAS. DIURNO DEL SUDOR DE JESUCRISTO 403

Enmiéndate, pues, y haz peniten- Salmo 19.


cia.
Oigate el Señor.
ORACIÓN
Capitula.

Haz, Señor,que comprendamos Por maestros tuvimos a los pa-


que somos merecidamente castiga- dres de nuestra carne y los reveren-
dos por Ti y que seamos memorio- ciábamos. ¿No obedeceremos mu
sos siempre de tus castigos, para cho más al Padre de nuestras al-
que sean el antídoto de nuestros vi- mas y viviremos?
cios. Por el Señor, etc. Mientras somos juzgados, por el
Señor somos reprendidos.
Porque no se nos condene con
SEXTA este mundo.

ORACIÓN
HIMNO
¡Oh Dios, cuyo enojo bien mere-
(De Aurelio Prudencio)
cido tienen nuestras culpas, inter-
pon a tu Hijo entre Tú y nosotros,
Caminaba sobre el mar tendido y a manera de escudo nuestro, en
huella la cresta de las olas; el agua quien, aceptísimo como te es, el
profunda removida le da una senda furor tuyo se mitigue. Por el mis-
pendiente y la onda no se hiende mo, etc.
oprimida por sus pies sagrados.
Avezado a bramar entre cadenas NONA
en un antro mortal, un hombre,
A
huérfano demente y acuciado de
furores salvajes, sale de un brinco HIMNO
y, suplicante, se postra a sus plan- (De Aurelio Prudencio)
tas así que sintió la presencia de
Cristo.
Lanzada la peste de mil formas
Gloria a Ti, gran Rey, que sopor-
de demonios lúbricos, se adueña de
tas nuestros trabajos, con el Padre
una piara sórdida y como rebaño
y el Espíritu Santo, por todos los enloquecido en las aguas negras se
siglos.
zambulle.
Trae uno de sus discípulos unas
Antífona. pocas provisiones; abastanza que-
dan hartos miles de comensales con
Como castigados y no mortifica- no más de cinco panes y dos peces.
dos.
Gloria a Ti, gran Rey, que sopor-
tas nuestros trabajos, con el Padre
Salmo 14. y el Espíritu Santo, por todos los
siglos.
Señor, ¿quién habitará en tu ta-
bernáculo?
Antífona.

Salmo 74. Venid a Mí todos los* que estáis


trabajados y cargados y yo os ali-
Conf esarémoste, Señor. viaré.
404 JUAN LUIS VIVES. .
OBR..AS COMPLETAS. TOMO I

Salmo 118. ¡ Antífona.


Bienaventurados los que no tie Todo lo lleva con la virtud de su
nen mancha. palabra y obra la redención de los
pecados.
Salmo 118.

Retribuye a tu siervo. Capitula.

Salmo 118.
El sudor que mana del cuerpo to-
do del Señor, ¿qué otra cosa sim-
Ponme ley, Señor. boliza sino los trabajos de la Igle-
sia, cuya cabeza es?
Capitula.

Yo soy el camino, la verdad y la HIMNO


vida; quien cree en Mí, aun cuando
hubiere muerto, vivirá. (De Aurelio Prudencio)
Xo hay otro nombre sobre la tie-
rra. Tú eres nuestro alimento. Tú
En quien sea menester salvarnos. eres nuestro pan, Tú eres suavidad
no fallecedera; no tiene hambre ja-
más quien sume tu manjar; no
ORACIÓN hinche el vacío de su vientre, sino
que nutre su vitalidad.
Concédenos. Señor, y haz que Obturado el conducto del oído,
nosotros en toda contrariedad, con impotente para captar los sonidos,
ánimo firme y confiado, nos acoja- al mandato de Cristo remueve el
mos a tu unigénito Hijo Jesucristo, espesor de todo obstáculo, capaz ya
que es la verdadera medicina de de gozar de las voces, y sensible a
todas las enfermedades. cualesquiera susurros.
Ceja toda enfermedad, toda do-
lencia se aleja; habla la lengua que
A VISPERAS tuvo trabada una parálisis crónica, y
* ufano el paralítico por toda la ciu-
Salmo 109.
dad pasea a hombros su camastro.
Dijo el Señor a mi Señor. Y aun porque el propio infierno
no careciese de salud, irrumpe, bon-
Salmo 103. dadoso, en el tártaro; la puerta ro-
ta cede, y arrancados los cerrojos
Bendice al Señor, ¡oh alma mía!
cae el gozne indisoluble.
Salmo 117.
La puerta dócil para los que lle-
gan, avara para los que vuelven,
Confesad al Señor. echado atrás el obstáculo y troca-
da la ley devuelve a los muertos y
Salmo 107. queda abierto al tránsito el quicial
sombrío.
Preparado está mi corazón.
Gloria a Ti, gran Rey. que sopor-
tas nuestros trabajos con el Padre
Salmo 131.
y el Espíritu Santo por todos los
Acuérdate, Señor. siglos.
OBRAS DEVOTAS. DIURNO DEL SUDOR DE JESUCRISTO 405

Y el Señor puso en El frir algún trabajo por la gloria aje-


Las iniquidades de todos nosotros. na que nos será comunicada.

Antífona. HIMNO
Máxima debió de ser la tristeza (De Aurelio Prudencio)
de Cristo, puesto que era de todo
el linaje humano. Magníficat. A un breve usufructo de la muer-
te se entregó el Caudillo de la sa-
lud para que se acostumbrasen a
ORACIÓN volver los muertos de antiguo se-
pultados, disueltas las ataduras de
Rogárnoste, Señor, Padre clemen- los pecados añejos.
tísimo, que la misma sangre de tu Entonces los patriarcas y gran
Hijo, que repelió todos los achaques número de santos en pos del Crea-
del linaje humano, sea medicina dor que les precedía y tornaba al
de nuestras almas y de nuestros mundo, al tercero día, toman sus
cuerpos. cuerpos de carne y salen de los se-
pulcros.
A COMPLETAS Allí vieras cómo pavesas áridas
cuajaban en miembros vivos y có-
Salmo
mo la sangre reasumida volvía a
4.
calentar el polvo frío, y huesos,
Cuando yo invocaba. nervios y meollos se cubrían otra
vez de piel.
Salmo 30.
Luego, cuando hubo reparado la
caída y devuelto a la vida el hom-
En Ti, Señor, esperé. bre, vencedor se remontó al arduo
trono del Padre, llevando consi-
Salmo 90. go al cielo la gloria ínclita de su
pasión.
El que habita en el socorro del Gloria a Ti, gran Rey, que sopor-
Altísimo. tas nuestros trabajos con el Padre
y el Espíritu Santo por todos los
Salmo 133. siglos.
No son proporcionados los sufri-
Y ahora, bendecid al Señor. mientos de esta vida
A la gloria venidera que será re-
Antífona. velada en nosotros.
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Todas las cosas que son de Cristo Antífona.
tienen fin, para que sus posesiones
Siendo tanta la flaqueza de nues-
vayan al reino de todos los siglos.
tra condición debemos buscar refu-
gio en el Todopoderoso.
Capitula.
Cántico.
Si fué conveniente que trabajado
y sudado entrase Cristo en su glo- Y ahora, Señor, despides en paz
ria, no nos pese a nosotros de su- a tu siervo.
406 JUAN LUIS VIVES, .
OBRAS COMPLETAS, .
TOMO I

ORACIÓN mis vestidos y manché todas mis ro-


pas. Porque el día de la venganza
¡Oh Dios, cuyo unigénito Hijo su- está en mi corazón y el año de mi
dó en la noche, concédenos que su redención es venido. Miré a mi al-
sudor de noche y de día nos defien- rededor y no había quien me auxi-
da de enfermedades y nos purifique liase; busqué y no hubo quien me
de delitos. ayudase y mi brazo me salvó y mi
indignación fué mi auxilio. Y reho-
MISA llé a los pueblos en mi furor y los
embriagué de mi enojo, y derribé
INTROITO en tierra todos sus bríos. Me acor-
daré de las piedades del Señor, ala-
El sudor de Cristo, Redentor banza suya por todas las cosas que
nuestro, ocasionado por los trabajos nos ha dado y por la muchedumbre
de su pueblo, reporta quietud y sa- de sus beneficios a la casa de Is-
lud a todos cuantos toca. rael, que les he hecho según su cle-
Si el Señor no custodiare la ciu- mencia y según la abundancia de
dad, vigila en vano quien la guarda. sus misericordias.
Gloria, etc. Kirie eleison. Christe
eleison. Responsorio.

ORACIÓN Si Cristo sudó El solo por todos


nosotros, acojámonos a El porque
Con larga mano concédenos, Pa- no tengamos que sudar, puesto que
dre clementísimo, cuyo Hijo unigé- El soportó todas nuestras penalida-
nito por la salud de los hombres su- des.
dó gotas de sangre, que su sudor
ríos sea remedio para todas las en-
Versículo.
ferriiedades del alma y del cuerpo ;

que nos agobian, y antídoto para Hostia expiatoria por todo el pue-
las que puedan sobrevenir. blo, inmolación del sacrificio uni-
versal, árbitro de la paz, termina-
EPISTOLA dor de la guerra, autor de la vida.

(Isaías, cap. 63)


Responsorio.
¿Quién es este que viene de
Edom y de Bosra con las vestiduras Reconozcamos al menos tamaño
teñidas de rojo? Este hermoso en beneficio y esforcémonos por pre-
su estola y que camina en la mu- sentarnos en disposición de reci-
chedumbre de su fortaleza. Yo soy birle.

el que hablo justicia y el que pelea


para salvar. ¿Por qué, pues, es ro- EVANGELIO
jo tu vestido y tus ropas como de
los que pisan en un lagar? El lagar (Sa?i Lucas, 22)
pisé yo solo y de las naciones no
hay varón alguno conmigo; los pi- Salió Jesús y se fué, según cos-
sé en mi furor y los rehollé en mi tumbre, al monte de los Olivos. Si-
ira y se salpicaron con mi sangre guiéronle sus discípulos. Y llegado
¡
OBRAS DEVOTAS. — DIURNO DEL SUDOR DE JESUCRISTO 407

que fué al lugar, les dijo: Orad pa- mos a Ti y a tu Hijo unigénito con
ra que no caigáis en tentación. Y se el Espíritu Santo, un solo Dios que
apartó de ellos como la distancia vive y reina por todos los siglos
de un tiro de piedra, e hincadas las de los siglos.
rodillas oraba diciendo: Padre, si
es de tu agrado aleja de mí este PREFACIO
cáliz; pero, a pesar de todo, no se
haga mi voluntad sino la tuya. Y Verdaderamente es digno y justo,
apareció un ángel del cielo, con- equitativo y saludable que nosotros
fortándole. Y reducido a agonía, más en todo tiempo y en todo lugar te
intensamente oraba. Y vínole un su- hagamos gracias, Señor santo, Pa-
dor como de gotas de sangre que dre Todopoderoso, Dios eterno. Que
arroyaba el suelo. Y levantándose por nosotros entregaste a tu uni-
de la oración y viniendo a sus dis- génito Hijo, y habiendo acumulado
cípulos hallóles dormidos por cau- en El todas nuestras dolencias y
sa de la tristeza. Y díceles: ¿Por penalidades sudó gotas de sangre
qué dormís? Levantaos y orad pa- en la crisis de su agonía. Y con
ra no caer en tentación. todo, El no rehusó, por amor nues-
Credo. tro, tamaño suplicio, cuyo solo co-
mienzo y aprensión tales sudores ex-
OFERTORIO primía.
Por El alaban tu majestad los' án-
Acepta, ¡oh Cristo!, nuestras al- geles, etc.
mas y nuestros cuerpos que te ofre-
cemos, y dado que de suyo no son BOSTCOMUNIGN
dignos de Ti, Tú hazlos dignos por
tu sangre. Con el sudor de tu rostro come-
rás elpan todos los días de tu vida,
SECRETA hasta que vuelvas a la tierra, de
donde fuiste tomado.
Vivifica, Señor, tu pueblo y ase-
gúrale de las aflicciones que mere- ORACIÓN
ce y la luz de tu gracia convierta
sus almas a Ti, porque no serán los Concédenos, Padre todopoderoso
muertos quienes te alabarán, Señor, que quienes por el sudor de tu uni-
ni todos los que bajan al infierno, génito Hijo fuimos recreados, por
sino que vivificados nosotros por su muerte vivamos contigo por toda
Ti y viviendo por su salud te loa- la eternidad.
408 JUAN LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. TOMO I

SERMON SOBRE
EL SUDOR NUESTRO Y DE CRISTO
La homilía que voy a pronunciar rivación. Del alma refluyen en el
debe avivar vuestro seso por lo me- cuerpo sentido y la vida; e in-
el
nos tanto como el aviso de que se mediatamente en su propio domi-
trata aquí de la salud y de la vida cilio, en la carne que le está sujeta,
de cada uno de nosotros. Trataré siente la leyque se dió a sí misma
en ella no ya de esta vida, fallece- contra Dios,que es quien la gobier-
dera muy en breve (con la cual no na; de modo que así como el alma
obstante nos abrazamos tan estre- se demuestra poco dócil a Dios, así
chamente y a la cual amamos con también la carne se pone en pugna
sumo ardor y con un amor único con el alma, desprecia sus consejos,
por manera que ninguna otra cosa no hace cuenta de sus mandatos,
nos parece más de temer que la más rechaza su dominio, hace desprecio
ligera mención que se haga de la y mofa de sus clamores. Por ese ca-
posibilidad de perderla), y no será, mino, el hombre todo tórnase co-
no, de esa vida efímera que habla- mo un caballo perezoso y torpe;
remos. Ya sabéis el motivo por qué caballo, dije, y debí decir asno tardí-
ha sido compuesto este Sacro diur- simo y perezosísimo que no oye
no y qué ha sido lo que nos ha con- más aviso que el de las espuelas,
gregado aquí para celebrar la me- de la fusta, del látigo para que cum-
moria de Cristo bañado en sudor. pla con su deber. El gobernador de
Pero os conviene levantar más arri- ese mundo y el Príncipe universal,
ba los ojos; también hemos de tratar que tiene la más viva providencia
de la vida de esa vida y de la salud y el cuidado de aquellos a quienes
eterna de esa salud temporal. ¿Qué El, de su propia lumbre, dispensó
son las riquezas sin realidad? Una la lumbre de la razón, con mara-
cosa que por su propia ruindád no villoso artificio o, mejor, con indul-
halla nombre. ¿Qué es el cuerpo sin gencia de verdadero padre, por va-
el alma; es decir, sin su vida? Yer- rios modos nos avisa y estimula
to cadáver, una cosa no sólo abyecta cuando cejamos en el cumplimiento
y despreciable, sino también ceniza de nuestra obligación; y punge con
nauseabunda. ¿Y qué es, en defini- especialidad aquellas partes que
tiva, el alma sin la sabiduría, sin la nos apartan del afán de las cosas
virtud? Un monstruo tal que si pu- eternas, pues, como nos lo demos-
diéramos verle con los ojos corpo- tró la parábola evangélica, a los
rales, ahuyentaría a los que le mi- unos les apartó del regio banque-
rasen no de otra manera que el ba- te; es decir, de la felicidad celes-
silisco o cualquier otro de aquellos tial, la finca recién comprada; a
fabulosos venenos del Africa. otros, la yunta nueva ; a otros, quier
Esta alma, depravada y corrom- la boda propia, quier la boda
pida por el pecado, arrastra CQnsi- ajena.
go a la corrupción al cuerpo sin ¿Cómo pudiera retratar más al
conjunción de sociedad, sin derecho vivo nuestros vanos cuidados? Los
de posesión, sin naturaleza de de- hay que con el ansia de acrecentar
OBRAS DEVOTAS. DIURNO DEL SUDOR DE JESUCRISTO. SERMÓN 409

su hacienda no hallan tiempo para Una sola cosa es necesaria, dice


ocuparse de las cosas del cielo; los Nuestro Señor Jesucristo; la que
hay a quienes el cuidado del amigo, María Magdalena había tomado pa-
de la esposa, del hijo, del pariente, ra sí; la de sentarse junto a los
de la salud de su propio cuerpo pies de Jesús y penetrarse de su
les distrae de poner atención en palabra divina; aquella palabra que
el fin a que el hombre está desti- estabilizó el cielo y la tierra; aque-
nado. lla palabra que muchos reyes y pro-
Jamás piensan ni lo que ellos son, fetas desearon oír y no la oyeron
ni lo que es esta vida, ni adonde aquella palabra que quien la oye de
han de ir a parar en último térmi- buena fe y una sola vez, exclama
no; déjanse llevar en desbocada ca- luego: «¿Adonde me iré lejos de
rrera, ignorando adonde se ha de ir ti? Palabras tienes de vida eterna.»
o por qué camino, apenas acordán- Prendado queda, no por las sirenas,
dose de sí cuando ya llegan al al- para que le engañen, sino por el
cance de la meta. Esto es aquello mayor bien de los bienes, para que
único que dice haber hallado el va- le haga feliz. Esta es la vida eter-
rón sabio, a saber, que Dios creó na: que te conozcan a Ti, Padre, y
al hombre recto y él se implicó en a Aquel a quien enviaste, Jesucris-
innúmeras cuestiones. ¿Qué tengo to. ¿De qué otras cosas tenemos ne-
yo en el cielo, exclama el salmista, cesidad? Superfluas son todas aque-
y juera de Ti, qué quise yo sobre llas cosas que turbaban a Marta,
la tierra? San Agustín explica de cuidadosa y ansiosa del cotidiano
esta manera el sentido de ese ver- alimento y servicio congruente, a la
sículo: Maravíllase el santo Rey de cual si por esa causa deja de oír
la necedad y de la vesania de aque- la palabra y en otros menesteres se
llos hombres que con tales bagate- distrae y abandona su puesto de vi-
las y con tan fútiles estorbos se de- gilancia, se la avisa de su culpa con
jan prender sobre la tierra, cuando recias palabras de reprensión. No
Dios en el cielo les tiene tamaños nos es preciso revolver los monu-
bienes preparados. No de otra ma- mentos escritos que narran las ges-
nera, pues, que un padre cuerdo tas antiguas, ni pedir a los ancia-
rompe los bastones, esparce las nue- nos qué se hizo en sus buenos tiem-
ces y los dados, echa las pelotas y pos, o los que recuerda la memoria
los otros chismes a su hijo, víctima de sus abuelos. Evoquemos las co-
de una descomedida afición al jue- sas de nuestros días, los propios
go, porque aquella su huera ocupa- recuerdos nuestros. En ellos tendre-
ción y afán estéril no le aparten de mos que registrar muy muchos azo-
otros cuidados más útiles, así tam- tes de Dios, muy atroces todos ellos
bién Dios ora amengua, ora supri- y que a nuestros padres parecieron
me radicalmente esos juegos nues- inauditos y maravillosos. ¿En qué
tros de las fortunas, de los paren- momento, durante los treinta años
tescos, de la sangre, del cuerpo, no últimos, Europa cesó en sus gue-
menos vanos ni ineptos que aque- rras? ¿Qué linaje de bellaquería, dé
llos juegos pueriles, pero más noci- inhumanidad, de crueldad se dejó
vos y malvados, para reducirnos de aplicar? Con mansedumbre ma-
por ese camino a aquello que es lo yor luchara un hombre con una fie-
único necesario, cercenando toda ra, que con otro hombre, que, cier-
suerte de superfluidades. tamente, es hermano suyo, puesto
410 JUAN LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. TOMO I

que a todos nos hace hermanos i otras dolencias ya conocidas de los


nuestro Padre común Jesucristo, que médicos por su propagación, sino
por méritos de su sangre renovó 1

3tras nuevas, insólitas, asquerosas,


la humana criatura. abominables.
Nuestra edad ha visto los últimos En primer lugar, el mal de la
ejemplos de crueldad: incendios de ¡
India, que unas naciones echan a
ciudades, devastaciones de campos, ! las otras con el nombre que le po-
asolamiento de regiones, envenena- nen; pero, ¿qué importa si con ello
miento de fuentes, niños asados, no echan ni alejan de sí }a triste
mujeres con los pechos cortados, I
realidad? El enojo de Dios ha he-
hombres torturados con el mayor ,
cho que ya no sea privativo de nin-
de los desalmamientos para que sa- l
gún pueblo, sino que es común de
casen un dinero que muchas veces todos. ¡Qué fea enfermedad! ¡Qué
no tenían; la desaparición del pu- contagiosa! ¡Cuánto asco, molestia
dor, lo que es peor, su irrisión, el y peligro! ¡Qué infinita difusión!
sacrilego menosprecio de las cosas ¿Cuándo se oyó decir que los hom-
sagradas, del sexo, de la edad, de bres muriesen de tos? Pues, sí, mu-
la salud; todas las cosas vejadas en rieron de ello muchos hará cosa de
la promiscuidad, amontonadas, ro- veinte años en Francia, donde yo
badas, violadas, heridas y (lo que estaba entonces. ¿$ué prescripcio-
excede toda indignidad) llevado a nes, qué obras de médicos no reco-
cabo todo ello por gentes que mien- j
mendaron en aquellas circunstan-
tras perpetraban tales desmanes, cias el sudor como la cosa más sa-
invocaban a Cristo y oían cómo le ludable? ¿Qué noticia alegraba más
imploraban también aquellos que a los que cuidaban de los enfermos
tales desafueros parecían. Aquella sino que les dijesen que sudaban?
pestilencia turca, con la discordia ¿Qué síntoma de mejor agüero?
de los príncipes cristianos por per- Pues bien en nuestros días, la me-
:

seguir cada uno sus particulares dicina trocóse en veneno; la salud,


conveniencias, cebándose paulatina- en calamidad; la vida, en muerte.
mente en las entrañas del orbe cris- Nada más triste, nada más de te-
tiano, con cuánta parte se quedó, mer, como que sudase la persona a
arrancándola de nosotros. A tan fie- quien queríamos. Harto sé que
ros males, las hambres se sumaron, Nuestro Señor ejercitó a su Iglesia,
hasta el punto que, ¡cosa horrible cuando ella era mejor y El la que-
de oír!, los hombres caían en la ría entrañablemente: la arrojó a la
calle muertos de inanición y entre- sevicia y a la brutalidad de los
gaban el alma implorando un bo- príncipes, que la persiguieron con
cado de pan y no había quien con hierro, con fuego, con bestias fero-
medio pan pudiese o quisiese sal- ces, con suplicios y tormentos de
var una vida humana. Y, luego, pa- un linaje nuevo y exquisito. Pero
ra colmo, ciudades enteras fueron todo esto, entonces, acaecía de ma-
igualadas con el suelo por un te- nera que más que castigar parecía
rremoto, y porque nadie estuviese que Dios dispensaba blanduras y re-
exento de peligro, por la faz de la galos.
espaciosa Europa propagáronse las Ejercitábase la paciencia de los
enfermedades; no aquellas antiguas Santos, corroborábase su fe. aumen-
y conocidas fiebres, pleuresías, in- tábase la confianza en Dios; de hora
fecciones, epidemias, anginas y en hora, de instante en instante,
OBRAS DEVOTAS. DIURNO DEL SUDOR DE JESUCRISTO. SERMÓN 411

aquellos pacientes hacíanse más pocos hay que tengan la firmeza su-
aceptos y más queridos de Dios; ficiente, sino que hablo expresando
corrían desalados a la muerte, co- un deseo mío y de algunos otros;
rrían gozosos como al más breve pluguiera al Cielo, repito, que esto
paso para la eterna bienaventuran- que digo nos acaeciese! Yo, por mi
za. ¡Felices ellos, magnánimos hé- parte, más quisiera a esa vida que,
roes, nacidos en años mejores, como de buena o mala gana, debo a la
dice no sé qué poeta del siglo. Ellos Naturaleza, que la Naturaleza a to-
eran castigados como hijos por su das horas, armada y amenazante
padre; nosotros somos afligidos co- con tantas contingencias azarosas,
mo malos servidores por el Señor, con tantos peligros, con tantos do-
tantas veces por nosotros ofendido lores, me reclama devolverla más a
y enojado. Ellos, como empeñados Cristo que a la Naturaleza. ¡Feliz
en una pugna nobilísima, consti- —
muerte aquella exclama un orador
tuían un espectáculo de los ángeles
hombres, como dijo San

elocuentísimo que, siendo debida a
la Naturaleza, con acuerdo mejor se
y de los
Pablo Nosotros, en
gráficamente. devuelve a la patria! ¿Qué otra pa-
cambio, como en una vil y sórdidí- tria es la nuestra sino el cielo? Y
sima tahona andamos moliendo y se nuestro Caudillo, nuestra libertad,
nos castiga, haciéndonos de cada nuestra bienaventuranza, ¿ quién es
día peores y más malos. No nos per- sino Jesucristo y el Padre de Nues-
sigue el tirano enemigo de Cristo, tro Señor Jesucristo? No me harán
por amor de Cristo; felices sería- feliz ni César, ni Pompeyo, cónsul
mos entonces, si así fuese, como en de Roma; no Temístocles, no Alci-
su Evangelio prometió el mismo bíades, arconte de Atenas; no la
Cristo; sino que es el cielo, son los misma Atenas ni la ciudad de Ro-
elementos todos, son todas las cria- ma, en las cuales la mayor parte
turas que nos apremian y nos ago- eran malos y por ende esclavos mi-
bian, irritadas contra los hijos dís- sérrimos, sino el cielo. y la inmorta-
colos, contra los esclavos bellacos, lidad y Dios, manantial de todos los
contra los vasallos rebeldes, colma- bienes. Vino a nosotros su Hijo; le
dos de tantos beneficios y descono- vimos y vimos su Divina Majestad,
cidos a tantos beneficios. En aque- no sólo perdonando los pecados, es,
llos santos mártires la lucha agu- a saber, curando las almas, sino
zaba su resistencia y acuciaba su también dando remedios activísimos
fervor; el fuego acendraba el oro para todo linaje de enfermedades.
puro. A nosotros, en cambio, las Ninguna necesidad tiene de drogas
calamidades nos endurecen y ponen ni de emplastos ni de dieta ni de
callos en nuestro hábito de pecar, cauterios ni de cirugía, sino de la
por no sentir el azote y perder el sola palabra de su boca. Con aquella
fruto de la reprensión divina. misma palabra con que había crea-
El linaje humano se hace de cada do al hombre, le iba asimismo res-
más mísero y peor. ¡Pluguiera al taurando.
Cielo, hermanos, que nosotros hubié- Vímosle, no ya restableciendo la
ramos nacido en aquellos tiempos o salud arruinada y derrotada, sino
que estos tiempos nuestros se tro- restituyendo a su entereza y a la
casen en aquellos tiempos! No es vida a un muerto, ya llorado, ya
que yo desee a la Iglesia una per- sepultado, ya cebo de gusanos, ya
secución, para lo cual sé que tan dado a las tinieblas y al olvido: ¿pa-
412 JUAN LUIS VIVES. OBE.AS COMFLETAS. TOMO I

ra qué queremos otro médico? ¿Qué ta el aliento a los príncipes. Fuga,


otros remedios, especialmente en dondequiera; pero ¿de qué servían
aquellas enfermedades con que El si en realidad no eran fugas? No
quiere que sepamos que está enoja- hacían más que llevarse a hombros
do con nosotros y que nuestras cos- a sí mismos, de quienes hubieran
tumbres le desplacen en grado su- debido huir, escapándose del mismo
mo? En ese género de enferme- refugio. Evitaban las ciudades y las
dades ninguna pro nos hace ale- aglomeraciones urbanas; escondían-
jarnos de El; refugiarnos en El, se en los campos, en las soledades,
eso sí que nos aprovecha. ¡Negros y en los parajes desiertos; pero de-
funestos días aquellos en que los siertos, soledades y campos eran
hombres de más ánimo y corazón, tan poblados para Dios que les iba
dejando en el abandono sus casas y a los alcances como las plazas y los
sus familias, emprendían la fuga y templos y las ciudades más populo-
no sabían por dónde ni adonde ha- sas. ¿Adonde me iré de tu espíritu?
bían de huir! Huían no más que los ¿Y adonde huiré de tu presencia?
hombres, de muchos de los cuales Si subiere a los cielos allí estás Tú;
yo sé que no hubieran titubeado si descendiere al infierno, allí estás
en entrar en la más reñida y peli- presente. Si tomare mis alas al alba
grosa batalla; aquellos hombres que y habitare en lo postrero del mar,
muy cerca de sí habían contempla- aun allí me conducirá tu mano y
do los estragos y muertes causados aun allí tu diestra me tendrá asido.
por una enfermedad pestilencial; Y dije: «Acaso las tinieblas me ocul-
que ellos mismos habían padecido tarán; mas aun la noche me servi-
el contagio; que en la Bretaña ha- rá de lámpara.»
bían sudado tres veces. ¿Qué signi- Cuando Dios nos castiga, cuando
ficaba, pues, aquel fenómeno? Voy a nos azota, no nos rechaza de sí, sino
decirlo: en la guerra, tiemblan los que nos llama a sí. ¿Por qué, pues,
hombres en. las otras calamidades, nos esquivamos puesto que nos lla-
;

tiembla la Naturaleza. Aquel terror ma? ¿Por qué le tememos, cuando


no era humano, no era natural, era nos invita? Cuando se irrita, es por-
divino. Dios, enojado de tanta con- que no confiemos en las fuerzas hu-
tumacia en el delito, no sólo con su manas ni aun en las de la Natura-
indignación embotaba todos los sen- leza toda, sino en su infinita bon-
tidos corporales, sino que también dad y en su clemencia de padre.
debilitaba y derribaba al suelo los Decidme: ¿quién hay que pueda
espíritus de temple más vigoroso. librarnos de su mano? ¿Quién pue-
¡Qué miedo! ¡Qué correrías! ¡Qué de resistir a su voluntad? No los
ansiedad! ¡Qué tinieblas! ¡Qué no- cielos, no los elementos, no los án-
che en derredor de los ojos, de las geles, no la conspiración del univer-
almas, de las mentes! Hasta un pun- so mundo, que, creado por su albe-
to, que nadie én mejor ocasión hu- drío y voluntad, dura por su misma
biera verificado la verdad de lo que voluntad, y si El no quiere, no du-
dijo cierto estudioso de los secretos raría ni un minuto más.
de la Naturaleza, a saber; que en A pesar de todo, hay algunos que
ningún animal el pavor produce dicen que hay que huir de la ira de
mayor confusión que en el hombre. Dios. Yo convengo en ello y reconoz-
El miedo que los aterrorizaba era co que así se ha de hacer, y lo aviso
aquel miedo incontrastable que qui- y lo exhorto con el interés más en-
OBRAS DEVOTAS. DIURNO DEL SUDOR DE JESUCRISTO. — SERMÓN 413

carecido, siempre que se entienda Hijo natural, que se hizo obediente


razonablemente en qué consiste a su Padre hasta la muerte, y que
huir de la ira de Dios y cómo debe perderemos si preferimos criatura
huirse de ella. Que nadie piense alguna a su voluntad. ¿No está, por
que va a sustraerse a la ira divina ventura, puesto en razón que cada
como se sustrae a la humana. El uno de nosotros implore y espere el
hombre, aun cuando esté constituí- auxilio de aquella cosa que cree ser
do en autoridad, poderoso a sus pro- más^ excelente? Si para alguno nin-
pios ojos y envanecido con títulos guna cosa de la vida vale más que
de adulación, aun cuando esté irri- Dios, confíe en Dios, pida y ruegue
tado, no dará con nosotros si nos es- a Dios que le asista, y, sin duda, le
condemos en alguna soledad o en la asistirá. Mas si, por el contrario, an-
maraña de algún soto, y si pasamos tepuso a Dios el dinero, o una hon-
a reino o jurisdicción ajena no nos ra hueca, o una pasión personal, o
capturará, y si nos acoge quien tie- un hijo propio, espere la salud de
ne autoridad mayor o iguales a la esas criaturas que él cree preferi-
suya, no se atreverá o no podrá con bles y más antiguas que Dios. Causa
nosotros. Mas para Dios, este uni- maravilla que el linaje humano, que
verso mundo, el que veis y el que para todo lo bueno se vuelve de día
no veis, es una pequeñísima por- en día más perezoso e inerte, reali-
ción de su reino y de su poderío ce tantos progresos en el mal. Echa-
infinito. El cielo y la tierra yo los das están y ruedan por el suelo todas
lleno, dice .el Señor. Pensad la ma- las artes buenas, todas las buenas
nera como incurristeis en su indig- disciplinas que serían de provecho
nación y fácil os será colegir cómo para los ingenios y para la sabidu-
podréis salir de ella. Vuestras cul- ría. Más incultas y en barbecho es-
pas y pecados os hicieron enemigos tán hoy en día que en el momento
suyos; las virtudes os harán ami- en que fueron inventadas. Y con tus
gos. La violación del divino manda- mismos ojos puedes ver cómo, se-
miento te paró hijo de ira; la ob- gún dice el poeta, van de mal en
servancia de su mandamiento te re- peor y volviéndose arredro de día
concilia con su Padre: Vosotros sois en día.

mis amigos dice Cristo si practi- Todas las malas artes que los
careis lo que yo os mando. hombres excogitaron para su mutua
De esta manera, por medio de la destrucción se aumentan, se perfec-
piedad, se huye de la ira de Dios, cionan, están en pleno rendimiento.
que por medio de la impiedad he- Hállanse siempre maestros de ella;
mos hostigado. Este es el único ca- siempre unos discípulos suceden a
mino por donde podemos desviarnos otros, o, por mejor decir, nacen a
de su ira, es la escapatoria única, porfía con mayores adelantamien-
a saber: mostrándonos dóciles a sus tos. La ciencia y la piedad, abando-
avisos más que a sus mandamien- nadas con desdén, si no fuesen man-
tos. No van a garantizarnos contra tenidas por el esfuerzo y la activi-
su ira ni los parajes, ni las drogas, dad de unos pocos, andarían ya por
ni las medicinas, ni los contravene- los suelos. Tiempo ha que no apa-
nos, ni aun la Naturaleza toda, tan reció ningún linaje inédito de virtu-
grande como es, sino la gracia y la des, pero sí se manifiestan cada día
paz que conservamos si somos hijos nuevos géneros de vicios, de críme-
suyos obedientes, imitadores de su nes, de maldades, cuando ya creía-
414 JUAN LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. TOMO I

mos que se había llegado a la meta I beza vuelta hacia la tierra, humilla-
y que no había lugar ya para una ;
dos a la exclusiva servidumbre de
nueva invención. ¿Cuántos siglos su vientre y de su cuerpo. En cam-
hay que nuestros mayores se que- bió, levantó al hombre a la contem-
jaban de haber llegado al vértice de plación del cielo, al cuidado de su
la criminalidad? Pues bien: el siglo alma, a la inteligencia de la divini-
pasado demostró que ni siquiera ha- dad, al anhelo de la vida imperece-
bíamos subido a la mitad, cuando dera. ¿Y cómo es, y hasta qué punto
ya los antepasados decían estar en es contrario a la Naturaleza, que
la cumbre. No obstante, esa contem- mientras los brutos animales, naci-
poraneidad nuestra les demostró dos y dispuestos para el pasto, con-
que sus quejas fueron precoces en téntanse con aquellos alimentos ob-
exceso. Apenas habían nacido los vios y preparados por la Naturaleza,
vicios cuando ellos los deploraban y con aquella bebida que vemos que
como llegados ya a su total desplie- dondequiera se ofrece espontánea y
gue. Todos los días nos vemos for- fácil, que sólo el hombre, con desdén
zados a ver manifestaciones nuevas de los dones saludables de la Natu-
de vicios, de improbidades, de mal- raleza, o, mejor, de Dios, demande
dades, con muy amargo duelo de los de lo postrero de las tierras y de la
buenos. Síguense, royéndolos los última orilla del mar, recursos que
calcañares, linajes de plagas desco- no sacian el paladar lánguido y es-
nocidas, enfermedades, digo, que se tragado, sino que le irriten, que le
arrojaron sobre el género humano pellizquen y le hostiguen y no que
por los pecados humanos, tan varia- le fortalezcan y dé a entender prác-
dos como variadas las especies de ticamente que nació con mayor suje-
delitos; la novedad de éstos engen- ción a la esclavitud del cuerpo que
dra la novedad de aquéllos, la abun- los mismos irracionales, que, como
dancia, la abundancia; la atrocidad, dice el historiador Salustio, la natu-
la atrocidad, por manera que no hay raleza formó inclinados y obedien-
demostración más cierta o evidente tes al vientre? No basta qüé todas
de los delitos que la salud de tantas cuantas aves vuelan por el cielo, ni
gentes tan afectada por tantas en- cuanto cuadrúpedo domesticado o
fermedades. montés hay en la tierra haya veni-
Hagamos silencio por ahora sobre do a dar en nuestros platos para co-
la peste, el hambre, los temblores mida nuestra, si ya no se presentan
de tierra, las guerras. Así como la a nuestra mesa aliñados con varia-
insaciable lujuria halla su castigo dos y, desde luego, nuevos condi-
en el mal de la India, así me parece mentos y con aparato desacostum-
que con ese sudor mortal están ven- brado. El peligro no guarda a los
gados dos linajes de vicios, nuevos, peces; ni tampoco sus crías en lo
desaforados, insaciables, infinitos, a más remoto del Océano; la fatiga
saber: la intemperancia de la gula de la caza no defiende las aves; ni
y la avaricia. Es maravilloso cómo la ligereza de sus pies a las liebres;
estos dos males, tan diferentes el ni sus colmillos defienden a los ja-
uno del otro, y estoy por decir que balíes; ni sus astas a los ciervos;
contrarios y antagónicos, en ese ni a las serpientes la ponzoña, todo
tiempo nuestro se dieron un abrazo lo escudriñó la insaciable glotonería
de reconciliación. Dios creó a todos ¡
humana. Y no contentándose con
Iris animales irracionales con la ca- I
haber hartado su antojo o la codicia
OBRAS DEVOTAS. DIURNO DEL SUDOR DE JESUCRISTO. SERMÓN 415-

de sus ojos, buscó hierbas donde- dería la misma nieve. Luego vienen
quiera y aun del Nuevo Munde, fue- los vinos franceses o alemanes que,
ra de los caminos del sol y del cielo puesto que son más flacos y créese
y de acarreó la pimienta, la ca-
allí que tienen menos grados, vícianse
nela, la ginebra, el grano del paraí- con miel, con cal, con azufre, con
so para sazonar sus manjares. ¿Qué alumbre y otras cosas repugnantes
no harían si esos ingredientes fue- de decir, para que parezcan más va-
sen, o baratos, o saludables, en es- lientes es decir, para que más pron-
;

pecial como nosotros los tomamos? to se suban a la cabeza y no apa-


¿Qué significa tanta diversidad y guen la sed, sino que la exasperen,
contrariedad de viandas, por ma- como si, cuando padeces de hidrope-
nera que no comemos por necesidad sía, la sed no se irritase más con la
o placer, sino por puro alarde? Mí- bebida. Doy de lado aquellas cosas
seros de nosotros, esos alimentos, que por embriaguez se meten en las
con sólo verlos, nos satisfacen. Me- copas: queso recién cuajado, leche,
nos se come de uno de estos mu- frutas, carne trinchada, pececillos,
chos platos que de uno solo, y se como para demostrar que por nada
vive con mejor salud con solo uno. se afanan tanto como para acabar
No dicen otra cosa los libros de lo=> miserablemente.
médicos, sino que la variedad de Pero hay comarcas donde las vi-
las comidas es una peste para el des no prosperan ;allí inventaron
hombre, y peste mayor aún la de la 'cerveza; pero la que fabrican con
los condimentos. ¿Qué tienen que agua de la laguna y con el agua su-
hacer en nuestro cuerpo tantas sus- cia de toda la ciudad, en la cual des-
tancias pimentadas? No cocerán la embocan muchísimas cloacas y aun
comida, sino que irritarán el hígado las aguas residuales de la aduana,
y los pulmones. Y, por lo demás, pruébanla ellos primeramente, la
¿qué decir de la bebida? Yo estoy cual si fluye y es pasablemente cla-
persuadido que el agua es salubérri- ra, hacen lo que dicen que hacen los
ma, bien tomada de su puro manan- caballos que no acostumbran beber
tial o de su depósito bien acondi- del agua corriente si antes no la han
cionado, y que si basta a la bestia, enturbiado con los pies. Así también
basta también al hombre, que debe éstos, artificialmente, engrasan lo
tener menos cuidado de su cuerpo. que corre y vician lo que es puro
¿Qué mejor que el agua para refres- con fiemo, con orines y otras cosas
car aquellos ardores provocados por inmundas que no se pueden nom-
manjares irritantes y para aligerar brar sin perdón previo. Añaden
la acumulación de tantas cosas va- aquellos ingredientes que hacen a
riadas como nos echamos en el es- la cerveza no menos válida para
tómago? Fuera de nosotros ese fu- embriagar que cualquier vino naci-
ror, y aun el vino, aguado y módico do en dondequiera. Proclámanse
que San Pablo concede a Timoteo felices si se ahitan de aquel género
por la debilidad de su estómago y de vino o de cerveza; y en aquella
de su precaria salud. Nada de eso, poción procúranse la borrachera.
sino que se añade fuego al fuego, y Leemos que sí que existieron borra-
la llama se atiza con otra llama. Pri- cheras en el siglo anterior, pero de
meramente, el vino archigeneroso unos pocos, cuyo recuerdo quedó
y demasiado fuerte, traído de Creta, como de monstruos pretéritos. Pero
de Quíos o de Andalucía, que encen- éstos bebían el vino puro, no la peste
.416 JUAN LUIS VIVES. OBR,AS COMPLETAS. TOMO I

pura que los nuestros beben, que, su cabeza, llénase su cuerpo de agua
aun bebiendo mucho, creen no ha- intercutánea, le atenaza la paráli-
ber bebido lo suficiente si no han sis, le encadena la gota articular,
bebido muchísimo más. Y ¿cuál la epilepsia le derriba; revienta en
es la correspondencia de unos con granos, pústulas y úlceras repugnan-
otros de esos bebedores? Pues no tes; por manera que no sin razón
separándose sino con el vientre ten- dijeron muchos que a más hombres
dido hasta tal punto que estén a mata la gula que la espada. ¿Por
punto de estallar; no separándose ventura hay otro placer alguno que
sino anegados en vino, hasta el ex- avasalle tanto a los mortales, que no
tremo que no haya nada en el hom- huya de él aun sabiendo que inde-
bre todo que pueda cumplir su ofi- fectible e inmediatamente irá segui-
|

ció específico; creyendo que no do de un tormento cruel? Pues es


cumplieron con los deberes de la de saber que estos infelices, a la
amistad si no han convertido en misma hora en que salen de las uñas
bestia a quien vino hombre. Enton- agudas del dolor, recurren de nue-
ces, en una siniestra competencia, vo a la bebida. Si alguno les llama
el beodo despide al beodo, y si no a deberes irrecusables, si piden su
es así no se le conceptúa lo suficien- ayuda, excúsanse con su salud,
temente generoso y galante convi- muestran pies y manos liados con
dador. Ya ese reproche de mal con- vendas; mas si se trata de ir a la
vidador témenlo más que al de mal mancebía o a la taberna, hácense
-

hombre. llevar allá en silla gestatoria, pues-


Solamente aquel que dejó a to- to que no pueden ir por sus pies,
dos sus invitados echados debajo de a sabiendas de que van a recaer
la mesa, roncando ahí toda la noche luego y muy presto en el lecho del
e incorporándose medio dormidos dolor y verse obligados a implorar
aún pidiendo más bebida, solamen- los servicios del facultativo, insufri-
te ése, digo, merece el nombre de bles a sí, a su esposa, a toda la ser-
anfitrión humanísimo y espléndido; vidumbre, incapaces para todas las
respétanle como a gran hombre y obligaciones de la vida.
consideran que es la mayor de las Dicen que por todas esas incomo-
distinciones recibir una invitación didades no se quieren privar de
suya. ¡Oh vergonzosa ceguera de gusto tan grande. ¿Tanto monta un
las almas! ¿Tan hermoso es que el gustillo tan ruin? Yo no sé ver
hombre salga de su propio señorío, este gustillo en aquel tan continuo
que el hombre se despoje del hom- beber. Pase que hasta que se apaci-
bre, que se vista de bestia o, mejor, guó el hambre, hasta que se apagó
de tronco o de piedra? ¡Oh gula la sed, el deseo de una cosa y otra
sin esperanza! Por injerir aquellos produzca el placer natural. Pero
tóxicos no rehusan el morir. Pero cuando se satisfizo este apetito na-
¿con qué muerte? Con una muerte tural, ¿qué gusto puede ocasionar
llena de padecimiento y de suplicio la superfluidad? No mayor, a mi
inacabable. Llegado a ese punto, el ver, como el que se pongan paños
cuerpo todo, como reducido inape- mojados en la boca, que en la cár-
lablemente a aquel tormento graví- cel es un género de extorsión en el
simo, todo él se sacude y tiembla; interrogatorio de los presos. Así es
los ojos se entenebrecen, ensordé- que yo creo que a unos les lleva
cense los oídos, rueda en vértigo a beber el hábito, porque les invi-
I

OBRAS DEVOTAS. DIURNO DEL SUDOR DE JESUCRISTO. SERMÓN 417

ten a jugar a las cartas; a los otros, es eso de no creerse hombre si uno
la competencia elogiosa, pues esa cada día no se hace bestia? Dejo a
furia en el beber parece que tiene un lado las reyertas, las pendencias,
su puntillo de honra ;a los terce- las heridas, las muertes que la bo-
ros, una especie de obligada corte- rrachera registra cada día ; las ^es-
sía, porque les parece que es falta posas apaleadas, los hijos, la fami-
de urbanidad no beber en la mesa lia inquietada, el patrimonio dilapi-
copiosamente. El tiránico señorío de dado, los matrimonios desunidos, la
la costumbre introdujo que en el pérdida de la pudicia, los adulterios,
yantar invite a beber el anfitrión las otras feísimas maldades que el
y le obedezcan los convidados por hombre perpetúa en estado de em-
manera que sus cenas y sus comi- briaguez y burla burlando, como
das han perdido ya el sentido so- quien dice. Los magistrados no de-
cial de invitación, que equivalía a bieron tener de sus deberes un con-
un aviso de continencia y de tem- cepto tal que se creyesen creados
planza. Monstruosidades son, mere- no más que para defender el te-
cedoras no de un solo nombre: be- soro público. No, no son los burgo-
bidas primero, denuestos luego, lo- maestres meros guardianes del di-
curas al fin y degeneración total del nero. Son los custodios de la ciudad,
ser de hombre. Que no hay en en la que lo que más vale son las
ello placer, demuéstralo el hecho de almas y luego, en mínima propor-
que, después de la mitad de la comi- ción, los cuerpos; y en ínfimo lu-
da, devoran maquinalmente, no co- gar, el dinero. Así que el mismo or-
men; engullen, no beben; echan den de jerarquía que tienen en el
en su estómago cerveza y vino, con orden natural de las cosas, debié-
la misma indiferencia con que echa- ranlo tener en el cuidado, de forma
rían piedras en un pozo. ¿Que van que los prefectos puestos para el
a sentir los que hundieron toda su gobierno de las ciudades y de los
hombría y toda su dignidad en la pueblos, deberían desplegar el má-
crápula de tal forma que ninguna ximo interés en ejercer el mando so-
cosa propia del hombre sobrenada bre ciudadanos buenos. ¿Qué cosa
en ellos? ¿Iré a creer yo que dis- hay más pesada y de mayor enojo
frutan esos tales? No más, a fe mía, que el gobierno de los malos? Lue-
que las peñas y los troncos. go debieran cuidar que los cuerpos
Aun cuando cese toda venganza fuesen sanos y robustos en el terri-
y enojo divinos, y todas esas dema- torio que administran. ¿Qué admi-
sías estén gobernadas por las solas nistración recta puede haber sobre
fuerzas naturales, no bastan y so- cuerpos afligidos y arruinados por
bran para crear todos los días géne- una mala salud? ¿Qué hombre que
ros nuevos, gravísimos, execrables esté en su seso no se admirará de
de dolencias? ¿Nos maravillamos de que sea entregado a una inhumana
que haya hecho su aparición ese su- y cruel hoguera el que falseó la mo-
dor mortal? De lo que yo no me neda, y el que falsificó los alimen-
acabo de maravillar es de que, desde tos sólidos y líquidos ande suelto
cien años a esta parte, sin solución por esos mundos y aun, si a Dios pla-
de continuidad, no haya vejado y ce, respetado y honrado? ¿Qué tie-
afligido toda esa comarca. ¿Qué fu- ne que ver la moneda corriente, que
ror tan ciego es éste, que va por sus pasa de mano en mano, con io que
pasos contados a la perdición? ¿Qué entra en el cuerpo? A nadie hace
LUIS VIVES. — 14
JUAN LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. TOMO I

daño la moneda falsa admitida en que los obreros no malgasten en el


las tabernas; pero la comida o la mesón, en una hora, todo cuanto
bebida, una vez adulteradas y meti- ganaron en una semana de trabajo
das en el cuerpo dañan en aquello asiduo, mientras su esposa y sus
por lo cual, con tanta afición, co- hijos pequeños mueren de hambre
diciamos el dinero. Y cuando en to- en su casa, y el mismo obrero, si
do lo que se refiere a las subsis- por acaso enfermó, tenga que alar-
tencias, digo en los artículos de co- gar desvergonzadamente su mano
mer y de beber, hase de desplegar pordioseando por las calles. De tan
tal vigilancia porque nada esté vi- excesivos y monstruosos placeres, de
ciado o adulterado (como vemos tanta y tan manirrota profusión de
que lo hizo la previsora vigilancia gula, engéndrase una avidez de di-
de nuestros antepasados, y se hace nero, hidrópica, inmensa, puro furor
todavía en Italia y en España), ma- y pura rabia, que rebasa ya el con-
yor cuidado y precisión deben po- cepto de avaricia. Porque como no
nerse, por cuanto, si bien es cierto tienen tasa ni fin los comeres, los
que la alimentación nociva daña, beberes, el cargar las mesas de todo
pero poco a poco, de modo que an- cuanto producen la tierra, el mar y
tes de que aquellos sus efectos da- el aire; tan cuidado del
prolijo
ñosos, enemigos del organismo, pue- cuerpo, según sentencia de los sa-
dan desplegar toda su nocividad, se bios antiguos, ocasiona un total des-
les puede atajar con remedios per- cuido del alma, déjase el espíritu
tinentes y aquella su virulencia que yermo, inculto, erizado de espinas y
cunde paulatinamente no difundi- de mustia esterilidad; regálanse el
da aún por todo el cuerpo, puede cuerpo y la carne, se tiene para con
ser expulsada con reactivos saluda- ellos una indulgencia viciosa y todo
bles: pero la bebida penetra en las se subordina a sus buenos trata-
venas muy luego; luego, al punto, mientos que se imponen con despo-
se mete en los centros vitales y pug- tismo absoluto. De ahí que la carne
na a la continua para arruinar al multiplica sus exigencias y todo el
pobre hombre incauto y distraído, egoísmo humano pónese de su parte
antes de que se pueda acudir al so- y nada que no sea carne se deja
corro. ver ni se manifiesta fuera. Cada uno
Para obviar todos estos inconve- tórnase idólatra de su carne y abo-
nientes, los magistrados pondrán rrecedor de los otros hombres.
gran celo, con avisos, con exhorta- Apagado entre los hombres el
ciones, con su ejemplo, con amena- amor mutuo y exacerbado el egoís-
zas, con sanciones punitivas, por mo no ya para con la propia perso-
no tener subordinados vinolentos, es na, sino para lo que hay de más vil
decir, no ciudadanos, sino piedras y más aborrecible en cada cual, pa-
o postes fijos en la plaza o en las ra darle satisfacción, búscanse don-
casas ¿Qué diferencia va entre te- dequiera y acarréanse los instru-
ner un borracho en la casa, puesto mentos de los placeres corporales,
que ya no es tal hombre, que tener a saber: el dinero y toda cuanta
una estatua muda de mármol, con la cosa acostumbró granjear el dine-
particularidad, a favor de la estatua, ro: ¿de dónde se adquirirá?, ¿de
que ocasiona menos molestia y no dónde se robará? Eso no hace a!
deja de ser menos hombre? También caso; por todos lados entran a saco
se desvelarán los magistrados por- (maniobrando como en campo ene-
OBRAS DEVOTAS. DIURNO DEL SUDOR DE JESUCRISTO. SERMÓN 410

migo, no reconociendo ya ningún Los pobres en concepto de los ri-

amigo) y echan mano en lo ajeno, cos ya no son hombres, sino que es-
en la hacienda pública, en la hacien- tán considerados como asnos, como
da privada, en lo de los amigos, bueyes, y pluguiere al Cielo que por
en lo de los allegados, en lo de tales les tuvieran. Al asno y al buey,
los parientes, en lo de los hijos, en al mediodía y a la tarde, así que
lo de la esposa, en lo del marido, descansan de su tarea, se les da el
en lo propio que no se puede enaje- yero; mas al pobre, después de un
nar, como es el seso (si es que lo trabajo seguido y agotador, se le
posea todavía), aun cuando el que quita la comida y se le obliga a él
posee vese obligado a doblegarse a y a su mujer y a su familia a que
los antojos de su esclava la carne se muera de hambre. ¿Quién jamás
y a ella subordina el juicio, la ra- oyó esa monstruosidad de imponer
zón, la industria, el consejo; roban a la fuerza el hambre y el trabajo?
abiertamente a los ricos; despojan Cristianos, ¿dónde está vuestro
a los pobres no de otra manera que Cristo? ¿Dónde la caridad de la ley
los salteadores en el bosque. Y cuan- que profesáis? ¿Dónde la dulzura
to más opulento es uno y más ar- de la gracia? ¿Dónde el ejemplo de
mado está para repeler y para de- nuestro Dios, de que así nos ame-
volver la injusticia, más seguro es- mos unos a otros, como El nos
tá en su latrocinio. El lobo no come amó, que dió por nosotros todo
carne de lobo, ni el cuervo come cuanto pudo, que se dió a Sí mismo,
carne de cuervo, como reza el pro- hasta el punto que no se reservó
verbio. Aquellos infelices que no para sí ninguna porcioncilla que no
tienen fuerzas ni medios para ale- la empeñase en los tormentos que
jar de sí o para desviar la injuria, padeció por causa nuestra? Dejo a
éstos son la pieza más segura de un lado las leyes civiles, las eos-
esa partida de caza, como las ove- tumbres, las instituciones de nues-
jas de los lobos y las gallinas de tros mayores, el derecho de ciuda-
las raposas. El manjar de los ricos danía, los -dictados de la filosofía.
— dice Salomón es la sustancia de De todo eso no sabéis nada. Por
los pobres. Eso fué siempre así; eso me avengo a que no sepáis le-
pero ahora, en nuestros días, inven- tras y aun que no sepáis nada, pues-
tóse una tal manera de negociar y to que unos creen que esa ignoran-
de manipular, que los ricos aumen- cia hace noble y otros creen que ha-
ten sus riquezas indefinidamente, y ce rico. Pero, queráis que no, fuis-
todas se concentran en unas pocas teis bautizados, se os llama cristia-
manos, pues cada cual, según sean nos, profesáis el Evangelio; eso no
sus posibilidades, tiende y alarga lo podéis disimular. Yo invoco vues-
sus redes hasta donde puede y los tro bautismo, yo os recuerdo a Cris-
pobres en muy corto tiempo no ten- to, yo os emplazo en el terreno del
gan nada, y quien una vez hubiere Evangelio; todo esto está henchido
empezado a despeñarse, no hay de caridad, cada uno es el próji-
fuerza humana que lo pueda dete- mo de otro; ¿por qué, pues, cada
ner. No hay moho, no hay gangre- cual se roe, se come, se consume a
na que carcoma tanto como la fie- sí mismo? Pero vosotros, a los pre-
bre de negocios actual, una vez que gones de la avaricia, al tañido de la
hubiere comenzado su faena corro- vrffiñQúl nada oís; nada veis a la
siva. irresistible fascinación del oro.
420 JUAN LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. TOMO I

Ha muerto en vosotros toda hu- taron quienes manifestasen el deseo


manidad, el respeto de la caridad, de que fuesen lícitas; de los que
la vergüenza de Cristo, el temor de manifestaron ese deseo, los hubo
Dios todopoderoso. Todas estas co- quienes declararon su licitud. De
sas devoró el sumidero de la avari- esta manera y por esta deplorable
cia, que es una suerte de Caribdis gradación, todas las opiniones ma-
insaciable. Por el dinero, el padre las y perversas tienen en los deseos
reniega del hijo; el hijo, del padre; su nacimiento.
el marido, de la mujer; la mujer, ¿Cómo entre cristianos puede ser
del marido. Xo hay prenda de cari- lícito lo que va contra la caridad,
dad, no hay nombre alguno de be- contra el Evangelio? ¿Cómo puede
nevolencia que no lo separe, que no ser lícito entre hombres lo que va
lo rompa, que no lo descuaje este contra la sociedad civil y contra la
orín infecto de la tierra, en que el Naturaleza? Pero no es menester
dinero marca su cuño. Quien tiene una prolija refutación, porque me-
vasallos, los desjuga, los sorbe y, nos que de ignorancia, ello es acha-
cuando puede, los traga. El propie- que de mala voluntad. La codicia os
tario de un campo exprime y veja a cierra los ojos o, mejor, os los
su colono, el colono agota al aldea- arranca: Ciegos sois; pero el Se-
no; el mercader se ase a quien fue- ñor ve vuestras locuras, vuestros
re, como la sanguijuela, y no deja engaños. Sordos estáis; pero el Se-
la piel hasta que regüelda sangre, ñor oye el gemido de los pobres y
como dice el poeta. Y aún él mismo, las quejas que dan contra vosotros:
para llenarse, no solamente come el Señor es el vengador de las viu-
y devora, sino que expulsa al otro das, el Señor es el tutor de los
de las hierbas y de los pastos co- huérfanos, el protector de los po-
munes, como el caballo joven y ro- bres. El nos castigó ;El os aterrori-
busto al caballo viejo y achacoso. zó; pero todavía, como un padre a
Ya no es la mercancía sola que pare sus hijos: El os dió ese ominoso
dinero, sino que el dinero pare di- sudor. ¿Cómo pudo demostrar más
nero, lo cual es contra la Naturale- claramente qué era lo que castiga-
za, como lo dice a gritos la misma ba? Sudan los que están distendidos
cosa y así loentendieron los* filó- por la crápula ; sudan los qu¿ es-
sofos gentiles. De un tiempo acá que tán distendidos del sudor; ¿cómo
se van buscando nombres para cu- no queréis que resuden los que se
brir tan insolente desvergüenza, co- habían comido, los que se habían
mo si Dios fuese de vista tan roma bebido el sudor, no el suyo, sino el
que, disimulada así, no le identifi- ajeno, el de los pobres, sujetos a to-
cara. Paulatinamente, tomando bríos da suerte de injusticias? Con el tra-
el hambre del oro echóse por la bajo de tus manos tú comerás:
borda todo pudor y los nombres bienaventurado serás y te irá todo
quedaron al descubierto el pan se bien. Pero vosotros que comisteis
:

llamó pan, y el vino, vino. El padre los trabajos de las manos ajenas,
ya no presta al hijo ni un dinerillo sois miserables y os parará en mal.
sin esperanza de interés y exige que El Señor Dios impuso al linaje hu-
las condiciones del préstamo que- mano el trabajo a trueque del pan:
den bien claras y puntualizadas en Comerás tu pan con el sudor de tu
albalanes competentes. Esas cosas rostro. Mas vosotros coméis vuestro
que algunos osaron hacer, no fal- pan con el sudor del rostro ajeno
OBRAS DEVOTAS. DIURNO DEL SUDOR DE JESUCRISTO. SERMÓN 421

vuestro pan —dije—yno es vuestro, bres. Con ello demuestra que para
que es ajeno, que robado y del
es un viaje muy breve se prepara un
cual sois poseedores inicuos. Pero largo y molesto viático, del cual en
vosotros, a todo lo que una vez vis- los Salmos se lee este elogio: Y de-
teis en vuestra casa, ya le llamáis jarán a los extraños sus riquezas y
vuestro, con lo cual expresáis una sus sepulcros serán sus viviendas
injusticia intolerable no sólo si al- por toda la eternidad. Y en las pa-
guno lo reclama, sino si alguno osa rábolas de Salomón se lee: No se-
llamarle suyo; allegáis riquezas que rán de provecho alguno las rique-
bastan no a un hombre, ni a una zas el día de la venganza. Antes al
época, sino a veinte. Y no se de- contrario provocarán e irritarán al
tiene vuestra esperanza en lugar vengador de los pobres cuando ve-
ninguno; la prorrogáis mucho más rá en poder de los ricos sus despojos
lejos; la lanzáis como una flecha robados injusta y violentamente. Y
al infinito. ¿Cuántos hombres se fi- porque nadie recele que por enca-
gura ser cada uno de vosotros o recer la atrocidad de la cosa hable
hasta qué siglo se figura vivir? con preferencia de esos dos vicios,
¿Cree, por ventura, que salvará sus demostremos con el testimonio de
riquezas de la muerte o que des- las Sagradas Letras que estos ma-
pués de la muerte le van a apro- les están indicados allí, con sus cau-
vechar? Ocupado en allegar lo que sas, para evitarlos.
se han de echar en el cuerpo o en el El Apocalipsis de San Juan es, a
cofre, jamás se acuerdan ni de la saber, la previa amonestación de los
vileza de su cuerpo ni de la verti- tiempos que han de venir habla en
;

ginosa velocidad de la vida. esta forma : Y el cuarto ángel de-


Declara Dios con esta pestilencia rramó su copa en el Sol y fuéle con-
que aquel que se ahita, introduce en cedido afligir a los hombres con el
su cuerpo un veneno al alcance de calor y el fuego ; y se escandecieron
su mano, y que quien, a través de los hombres con el calor grande.
mares y de montes, acarrea lo que Y añade el motivo: Blasfemaron
ha de tragar por su garganta se to- el nombre de Dios, que tiene poder
ma un trabajo, una penalidad dura sobre estas plagas y no hicieron
y vana para los gusanos y la podre- penitencia para darle gloria. ¿Y
dumbre, no para sí y a quien, pues-
; qué blasfemia hay más verdadera
to que no ha de nutrir más que a y mayor que la avaricia, que, según
su vientre y alimentar más que a la doctrina de Dios, es idolatría;
su cuerpo, no le bastan mil patri- esto es, servidumbre de los ídolos?
monios tiene deudores de quien no
; Y habiendo en Judea muchos li-
conoce más que los nombres, anda najes de hombres malvados y faci-
paseando su dinero por tierra y por nerosos, ningunos hicieron burla de
mares; especula y computa cada la celestial doctrina de Cristo, sino
día el precio de la moneda y de los fariseos. Cristo no calló su cau-
las mercancías; siempre en sus ma- sa: Porque eran — dice avaros. Ese
nos tiene el debe y el haber y el género de maldad no conoce el arre-
calendario. Tanto hay en su ves- pentimiento, ni hace penitencia; al
tuario, tanto en su aparador, de pla- contrario: de cada día toma bríos,
ta, de rentas, de beneficios de los de cada día se fortalece y se endu-
inquilinos, de los colonos, que son rece: Para todas las otras cosas
barreduras de los bienes de los po- — dice Terencio en una comedia
422 JUAN LUIS VIVES.-
.
OBRAS COMPLETAS. TOMO I

con la edad cobramos cordura; pe- en casi todos: osan con la más des-
ro la senectud acentúa todavía más carada imprudencia embriagarse en
este mal en los hombres; ponemos la Iglesia, en la reunión con sus
en la hacienda mayor mira de la hermanos, en los lugares sagrados;
que es menester. Con el decaimien- y ahitos e hinchados de vino, no só-
to físico, se excita y se enardece lo miran desdeñosamente al herma-
más la sed de poseer, y cuanto me- no hambriento, sino que hacen bur-
nos camino nos queda por recorrer, la y mofa de él. ¿Y qué es lo que
tanto mayor viático más afanosa- añade? Por eso, entre vosotros, hay
mente se prepara. Job, poco antes muchos débiles, hay muchos flacos,
que San Juan, lo había dicho más y los que duermen son muchos.
explícita y detalladamente: Hay, además, otros vicios que na-
Restituirá el trabajo ajeno con- cen de estos dos, como de dos ma-
forme a la hacienda que tomó y no nantiales. De la misma manera que
tragará ni gozará; por cuanto mo- todas las virtudes están trabadas
lió dejó pobres; robó casas y no las las unas con las otras por una cier-
edificó; por tanto, no sentirá sosie- ta conexión, como los sabios han de-
go en su vientre ni escapará con clarado, así también los vicios están
su codicia. No quedó nada que no prendidos unos con otros como las
comiese; por tanto, su bien no será anillas en un collar. ¿Quién podrá
durable. Cuando fuere lleno su bas- deplorar bastantemente la envidia
timento, tendrá angustia; toda ma- y la soberbia humanas, que casi
no del trabajo le acometerá. Cuan- igualan a las diabólicas? ¿Quién
do se pusiere a llenar su vientre, las rabiosas iras y las impotentes
Dios enviará sobre él la ira de su y desapoderadas blasfemias contra
furor y lloverá sobre él y sobre su Dios? ¿Quién los fraudes, las im-
comida (1). posturas, de cada una de las cuales
¿Qué pintura pudiera expresar no puedo ahora hablar singularmen-
tan al vivo esos malhadados tiempos te, por cuya causa el mundo padece
nuestros? cada día tantos males, mientras
¿Y qué dice San Pablo escribien- Dios castiga a los unos con penas
do a los Corintios? ¿No declara, por presentes, a los otros con el amago
ventura, que aquellos dos crímenes y con el peligro y a los terceros,
se conjugan y que esa monstruosa por fin, por el escarmiento de los
conjunción es acribillada y castiga- otros, les advierte que se restitu-
da por Dios con la pestilencia y con yan a mejor entendimiento y a me-
la muerte? Dice que algunos, en la jor camino?
Iglesia de Dios, no tienen empacho Nadie se excuse aquí con el cli-
de anegarse y sumirse en la crá- ma, con el ambiente ni atribuya a
pula, cosa que es propia de la des- causas naturales el origen de esa
templanza y que al hermano ham- enfermedad. Ello equivaldría a de-
briento no le envían migaja de las cir, por ejemplo, que el que había
sobras, cosa que es propia de la más sido pasado a cuchillo, había muer-
desalmada avaricia. Aquello que el to a hierro, no a mano de hombre.
Apóstol, con acentos de indigna- Las criaturas todas, el clima, los ele-
ción, dice ser hecho por unos pocos, mentos, la Naturaleza, son instru-
hoy día sorprenderíase de hallarlo mentos de Dios tanto como instru-
mentos nuestros son el cuchillo y
(i) Job. XX. 1P23 las otras herramientas de qu^ nos
OBRAS DEVOTAS. DIURNO DEL SUDOR DE JESUCRISTO. SERMÓN

sefrvimófei A Dios refiero las accio- esa Bélgica hemos quedado sobrevi-
nes; no las sitúo en los instrumen- vientes y salvos, sino también tocias
tos. ¿Por ventura no constaría en el aquellas comarcas adonde no llegó
mismo libro de la salud y de la vi- el azote de esa plaga que a Nuestro
da? ¿Por ventura no se nos ha de- Señor Jesús, más aplacado ya con
mostrado lo que fomentaban estas su linaje humano, plugo dejar in-
enfermedades y no nos han sido munes en esa tribulación tan gran-
mostrados también los remedios de de. Y a todos indistintamente, a
tamaños males? Oíd: en el libro se- nosotros y a ellos sírvanos de avi-
gundo de los Paralipómenos aquel so el escarmiento ajeno y método
rey sabio ruega o, mejor, prescribe de aprender el más feliz con los
las fórmulas de los ruegos: Si nacie- ajenos peligros; seamos cautos.
re el hambre en esta tierra, y la pes- Nunca dejemos de recordar las
tilencia, y el orín, y la ictericia, y la muertes tan repentinas de nuestros
langosta, y el brugo, y los enemi- parientes, de nuestros amigos, de
gos, luego de haber asolado las cer- nuestros padres, de nuestros hijos
canías, cercaren las puertas de la que a aquellos con quienes poco an-
ciudad, cuando ya toda plaga y ca- tes habíamos hablado y trabado con-
lamidad hubieren precedido al cer- versación sabrosa, breves horas des-
co, sí alguno del pueblo de Israel pués les dimos tierra sagrada. Ellos
rogare al Cielo, tras haber recono- perecieron para ejemplo nuestro y
cido la plaga y la enfermedad y para que les encomendemos a Dios.
extendiere sus manos en esa casa, Esa comarca nuestra sea escarmien-
tú le oirás desde el cielo, a saber, to de los otros, si no quieren que el
de tu morada sublime. Abandone- azote del Señor pase a ellos tam-
mos, pues, hermanos, el camino de- bién, apáticos en el servicio divino,
recho y brevísimo de nuestra infe- sordos a las voces cercanas y con-
licidad y miseria inacabable y pase- fiados en el peligro vecino. Esta
mos al camino de la bienaventuran- epidemia comenzó por atacar a los
za eterna ése es el único remedio.
; ingleses. Nosotros, tan próximos a
El Señor nos llama; vayamos. Cuan- los ingleses, separadospor un del-
to más cerca estuviéremos de El, gado brazo de mar, no nos conmo-
más seguros estaremos de sus azo- víamos en su crisis para convertir-
tes. Voy a explicar esto con un sí- nos a mejor seso, sino que éramos
mil. Así como si uno fuese herido como aquel asno del poeta, viejo y
por un bastón muy largo, cuanto tozudo, que entrado en la dehesa,
más se pegare con el bastoneador aun cuando los muchachos le apa-
menos golpes recibirá; así también, leen y le hostiguen con el aguijón,
cuando somos heridos por el Señor, no se sale de ella porque ya puso
cuyo palo es largo en extremo y callo en los azotes y con el gusto de
su mano rebasa los lindes de todo comer o no siente los golpes o no
el mundo, cuanto más nos refugiá- hace cuenta de ellos. Así también
remos en su regazo, seremos azota- a nosotros, aficionados a las cosas
dos más flojamente y los golpes vanas de este mundo, que en breve
serán menos escocedores. han de fenecer, no nos movían un
Acerquémonos, pues, o, mejor, punto tan severas y tan vecinas en-
corramos en carrera desalada ha- señanzas. Volvió a Inglaterra la
cia El a precipitarnos en su seno misma infección el año pasado; y
no solamente nosotros que aquí en nosotros, ciegos y sordos o, por
424 JUAN LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. TOMO I

mejor decir, rocas berroqueñas, na- el castigo, siempre que aproveche.


da sentimos. Clamaba el Señor: He De otra manera, igual sería que se
aquí que estoy delante de vuestras castigara a un hombre que a una ro-
puertas enojado, armado, vengador. ca. En ese caso el castigo truécase
Mil preocupaciones mundanas nos en vindicta y punición, de la cual
obturaban los oídos porque no oyé- no se volvió a la gracia. La pacien-
semos nada. cia reiteradamente ofendida con-
Y pasó a nosotros y nos tocó en viértese en furor. '

partes que nos dolían, en la persona Guardémonos, pues, no sea que a


de nuestros amigos, de nuestros pa- quienes no despertaron esos clamo-
rientes, en el cuerpo que nos era res oídos en casa, ni esos aguijonci-
entrañablemente caro. Siéntanlo las llos, ni esas puncioncillas, ni esos
otras naciones antes que las toque; pellizcos insignificantes nos despier-
sintamos nosotros y recordémonos ten las cuchilladas y los cauterios.
del golpe. Muy bien nos hubiera ido Abrigo muy serios temores, puesto
si el fiero golpe de esa vara nos hu- que la obstinación en los delitos nos
biera hecho tales que en adelante encalleció, que dentro de un plazo
la temamos por amarga y con me- breve sintamos más pesada la ma-
moria humilde evoquemos la Indul- no del Señor, o que también (cosa
gencia de quien nos hería, porque que es la más triste y la más amar-
no tenga el Señor que volver a re- ga de todas y todo cuanto haya de
producir en nosotros la misma pla- ello ominoso, aléjelo Cristo de nos-
ga. Ninguna cosa hay más saluda- otros), nos rechace en absoluto,
ble que el castigo del Señor es sín- apartando de nosotros su castigado-
:

toma fausto y señal de buen agüe- ra mano saludable, a fuer de desahu-


ro, puesto que declara que siente ciados e indignos de ser corregidos
¿ara con nosotros todavía afecto de como hijos, hasta que, cuando fue-
padre y que tiene cuidado de nos- re llegado el día de la ira, seamos
otros como hijos. Así lo atestigua castigados como esclavos y, por tan-
en las Sagradas Letras. En las re- to, como enemigos, y se nos deshe-
velaciones de San Juan, escribe: Yo rede y se reniegue de nosotros co-
a los que amo les reprendo y les mo hijos a quienes, por medio de
castigo. Y en la epístola a los he- alguno, puede el padre restituir a
breos: El Señor castiga a aquel a la salud, o como un caballo, a quien
quien ama. y flagela a todo hijo a cuando se lanza a una carrera des-
quien recibe. Daba gracias a Dios apoderada, después que el jinete
Tobías porque había sido castiga- esforzóse en vano por detenerle, aca-
do por El. Y el Salmista, recordan- ba por aflojarle las riendas y apre-
do que había delinquido antes de tarle las espuelas. Decidme herma-
que fuese humillado, dice: Bueno nos míos: ¿Qué pensáis que va a
fuiste conmigo porque me humillas- sucederos si tantos avisos, tantas
te, para que aprendiese tus manda- amenazas, tantas reprensiones, tan-
mientos. tos castigos, tantos sollozos no apro-
Con todo, hermanos míos, empe- vechan de nada? ¿Por ventura no
ñémonos en esa empresa y no le- teméis que nos acontezca una de es-
vantemos mano de ella, por no ser tas dos cosas: bien que, en adelan-
castigados con frecuencia, porque te, no experimentemos castigo nin-
no tropecemos con tanta reitera- guno del Señor como repudiados por
ción en la misma piedra. Bueno es El y que. montados en el caballo
OBRAS DEVOTAS. DIURNO DEL SUDOR DE JESUCRISTO. SERMÓN 425

alegórico, flojas las riendas, corra- dechado y consuelo en todos los


mos a la muerte sempiterna, o que azares y calamidades nuestras, de
experimentemos una plaga arrasa- forma que en todo nos porte-
dora, que borre de la faz de la tie- mos nosotros, que somos malos,
rra a todo hombre por indigno de como se porta El, que es óptimo;
la vida? Trágica es la opción en co- nosotros siervos, como El, que es Hi-
sa de tamaña importancia. A mí no jo; y, por cierto, unigénito y por lo
me parecen más ligeros nuestros pe- mismo carísimo ; —
Cristo diee San
cados de ahora que cuando Dios Pedro padeció por nosotros para
dijo: Pésame de haber hecho al que sigamos sus pisadas. Los pobres
hombre; voy a raerle del haz de la le tienen a El pobre; los afligidos,
tierra. ¡Oh exclamación amarga y a El afligido; los desterrados tienen
terrible! ¿Quién no sentirá su áni- en El al Desterrado. ¿Quién hay que
mo consternado todas las veces que no tenga su vivienda? Y El careció
la recuerde? de ella, siquiera alquilada y ajena,
Nosotros, hermanos míos, en esta siendo así que vino a su propia casa
aprensión y miedo general, no co- como Dios venido al mundo, y hom-
loquemos nuestra esperanza o nues- bre de la familia de David en Israel,
tra confianza en algún socorro hu- ejercitado y curtido por el hambre,
mano, pues en balde esperamos de por la sed, por los trabajos todos.
ahí la salud del hombre; no del Allegáronse a todos éstos la ig-
clima, no de los elementos, no de nominia y el desdoro, hasta el pun-
las hierbas ni de ninguno de los to que sus mismos consanguíneos
recursos y emplastos que los far- quisieron echarle mano y reducirle
macéuticos enseñan clasificados en a su recelosa vigilancia, y prender-
sus frascos, sino en Cristo, que es le y atarle como a loco furioso y co-
el divino y eterno Médico, que es la mo salido de su poder, de su mente,
medicina y es la salud, que es el asi- de su razón, de su consejo. Aquel
lo, que es el refugio contra los que es el poder, y la mente y la
enojos del Padre. ¿Qué otra cosa razón, y el consejo del Dios Padre,
nos enseña el discurso de toda la eterno y todopoderoso; afectado y
historia evangélica sino que El vino hostigado por tantos y tan atroces
a esa guerra nuestra en calidad de denuestos: blasfemo contra Dios,
pacificador, y para ese enfermo rompedor de la ley, compañero y
grandioso que es la Humanidad, pos- consorte de los demonios, aquel que
trada en cama, vino a su cabecera veían que habían declarado la gue-
como el mejor de los médicos des- rra a los demonios. ¿Sufre calum-
cendido del cielo? ¿Qué otra cosa nia alguno de nosotros? Grave cosa
hizo El en toda su vida sino propi- por cierto (pues ¿qué cosa hay más
nar medicamento y remedio efica- intolerable que el que sea acusado
císimo para las dolencias del alma, quien no se lo merece y que el irre-
a las enfermedades crónicas y deses- prochable sea culpado?). Pero ellos
peradas, de las cuales los médicos acusan la bondad de Dios y decla-
humanos habían levantado la mano, ran reo a quien el Padre constituyó
porque el trabajo y el gasto no se Juez de los vivos y de los muertos.
perdieron con descrédito de la pro- Y, con todo, la malicia humana no
fesión? Y no solamente para las en- se aquietó con la calumnia: le pren-
fermedades le tenemos como salu- dió, le desnudó, le escarneció, le
dador, sino también como caudillo, rompió las espaldas con azotes, le
42(5 JUAN LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. TOMO 1

pospuso a un ladrón sedicioso, le y el suplicio de Cristo se mezclan


clavó en la Cruz, le enterró en se- en ella como condimento que la sa-
pulcro prestado. ¿Qué otro consuelo zone y le dé sabor. Quitado ese leño
buscamos para nuestras desgracias? de la Cruz, las aguas tornaron a su
¿Qué otro remedio? Venid a sacar amargura primitiva y no se las pue-
agua de esta fuente tan nítida y co- de ni catar. Y esto, dondequiera, y
piosa todos los que queréis beber esto siempre. Mas en las presentes
o queréis lavaros y purificaros. ¡Qué circunstancias y en esta región, to-
bien dijo San Pablo: Puesto que dos los que sudamos con tanto peli-
tenemos al Sumo Pontífice que pe- gro, acudamos a quien suda por cau-
netró en los Cielos, Jesús, Hijo de sa de tanto peligro, que amenaza
Dios, mantengamos la confesión de muy de cerca con una muerte crue-
nuestra esperanza. ¿No tenemos por lísima y amarguísima. ¿Previste
Pontífice a quien no pueda padecer también, ¡oh Cristo!, esta enferme
todas nuestras enfermedades y que dad tan rara, tan nueva, insólita,
fué tentado por asemejarse a nos- inaudita, que debía hacer su tétrica
otros, pero sin pecado? Acorramos, aparición tantos años después de
pues, al trono de su gracia, por con- Ti, porque los hombres tuvieran a
seguir misericordia y hallar gracia qué remedio acudir por semejanza
con el auxilio oportuno. del ejemplo? No es de uno u otro
Si mereciéndole padecemos algu- día solamente que has de tener cui-
na adversidad (¿quién de nosotros dado, como acontece a los hombres
no mereció los suplicios extre- momentáneos y efímeros, sino de
mos?), acudamos a El, que padeció toda la eternidad: toda en su con-
por nosotros siendo inocente para junto la ves presente, y la abarcas
darnos socorro y auxilio a nosotros toda sujeta bajo tus ojos y por toda
que no lo somos. Y si. por ventura, ella miras con tu providencia in-
fuéremos inocentes, acudamos de to- mensa e infinita.
das maneras a El, para que nos con- Pero hora es ya, hermanos, que
suele con la similitud de su ejem- de estos males nuestros subamos a
plo y para pedirle la similitud del los bienes, y estando para oír las
resultado, porque así como a El los sagradas palabras evangélicas, le-
suplicios inmerecidos le encumbra- vantar más arriba nuestro espíritu
ron al reino del mundo, que El pa- y disponerlos para una piedad ma-
deció con fortaleza en acto de obe- yor, pues más lo consigue la piado-
diencia y de servicio a su Padre, sa contemplación que el escrutinio
así también haga que nosotros los curioso y soberbio. La narración de
suframos con magnanimidad por El. San Lucas dice así: Salido el Se-
y que los que somos participantes ñor del Cenáculo, retiróse a un lu-
de sus trabajos, seámoslo también de gar apartado de la frecuencia de los
su premio, no por nuestros méritos, hombres para orar, en un cerro po-
sino por los suyos. blado de olivos, como había tenido
Habéis oído predicar, hermanos por costumbre. Este pasaje demues-
míos, que las aguas amarguísimas tra el hábito en la oración, ora ella
de Marath, con no más que echar tenga lugar en el monte, como quien
en ellas un madero, se trocaron en dice, en la soledad, ora después de
dulcísimas. Así también no hay co- la cena, a fin de que a la refacción
sa en esta vida que no se nos haga del cuerpo siga de muy cerca la re-
dulcísima, si aquel leño de la Cruz facción del alma. Y por no recogerse
OBRAS DEVOTAS. DIURNO DEL SUDOR DE JESUCRISTO. SERMÓN 427

más profundamente en sí mismo tan tierno, es de creer que también


para orar y entregarse por completo sudó sangre.
y dedicarse a Dios, dándonos de La Divinidad puso su mano de-
ello ejemplo, separóse de sus discí- bajo de la humanidad caída y de-
pulos como un tiro de piedra, por- rrotada; y así, tomadas nuevas
que no parezca que los abandona fuerzas, volvió a los discípulos,
totalmente, sino que se aparta de quienes, ni con el apremio del tiem-
ellos algún trecho y les manda que po, ni con lo avanzado de la noche,
mirante la noche, a solas, sin testi- ni con el agobio de la tristeza, ha-
go en la inminencia de la tentación, bían triunfado del sueño. El Señor
oren a fin de que, mediante la ora- nos enseña que no se ha de dormir
ción, más cercanos de Dios, se ale- cuando la tentación no ataca; más
jen del diablo y eviten sus redes y aún se ha de orar, a fin de que an-
también para pedirle aquello que tes que se presente no entremos en
se pone al fin de la oración domi- ello, ni cuando nos asaltare sucum-
nical, a saber: que no entren en bamos. ¿Oísteis, hermanos, las pa-
tentación, porque no saben a punto labras del Evangelio? ¿No reparas-
fijo si saldrán bien de ella. Y EL teis en los misterios que contiene?
-postrado de hinojos, oraba el espí-
: Innumerables son, no solamente en
ritu estaba dispuesto con gigantesca cada una de sus sentencias y pala-
alacridad para afrontar una muerte bras, sino también en cada una de
redentora, mas la carne rehusaba sus sílabas y tildes: Salido Jesús,
un suplicio de atrocidad tamaña. dice: Salido de dónde sino del Pa-
El espíritu estaba pronto; pero dre, de quien se dice: Alegróse co-
la carne era flaca. Y con todo, mo gigante para recorrer su cami-
en aquel lance pavoroso todo lo no; de lo más soberano del cielo
remitía a la voluntad del Padre, y es su partida y en los vaticinios de
nada reservaba a la suya. Sabía que Miqueas: Y su salida desde el prin-
en aquella perturbación y confusión cipio, desde los días de la eternidad.
no podía errar siguiendo una vo- Pero es El mismo quien nos enseña
luntad certera, como es la voluntad de dónde sale y adonde regresa.
de Dios. Y por eso dice: No se ha- —
Salí dice del Padre y vine al
ga mi voluntad, sino la vuestra. Y mundo y otra vez dejo el mundo y
porque la carne, transida de miedo, voy al Padre. ¿Qué otra cosa es el
no se considerase abandonada, pre- mundo sino el hombre? ¿Y qué
sentósele un ángel del cielo, porque otra cosa es el hombre sino el mun-
le consolase, porque le confirmase do, del cual está escrito: Vanidad
con la ayuda celestial que se le mos- universal es todo hombre viviente.
traba. Y, a pesar de todo, la carne Y, en efecto, todas las otras cosas
(tal es la humana flaqueza), atenta van por su camino; nosotros nos
por completo al trance crítico, ya hemos salido del camino. Dos cosas
próximo, ya inminente, abatida y hay en nosotros, el pecado íntimo
consternada en grado sumo, y abier- nuestro, pegado y clavado en nues-
tos sus poros por el terror, humede- tras entrañas. Por ese pecado quedó
cióse Cristo y manó de su cuerpo viciada nuestra naturaleza, como el
una onda de sudor, que por su den- aire inficionado por un enfermo, la
s dad más que sudor podía parecer
;

cual afectada de esta manera aca-


sangre, teñido de color sanguíneo; rrea al alma y al cuerpo muchas in-
parque abiertos los poros de cuerpo comodidades : molestia, miedo, de-
428 JUAN LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. TOMO I

sabrimiento, sed, hambre, frío, ca- suyos. ¿Qué significa eso de que el
lor, cansancio. que quiera orar se suba al monte?
Sale Cristo, hermanos míos, de Significa que la oración no debe ver-
Dios a nosotros para volver de nue- sar sobre cosas bajas; que no se
vo de nosotros a Dios; se le ha de deben pedir esas cosas terrenales,
salir al encuentro para que también caducas y que luego al punto van
nosotros salgamos de nosotros mis- a perecer. Los que van a orar tie-
mos para salirle al encuentro a El. nen que subir al monte. Hay que
El depone su majestad y su bien- buscar primeramente el reino de
aventuranza, y por sus virtudes in- Dios y su justicia, y a seguida, to-
creíbles se adelanta hasta las inco- das las otras cosas se nos darán de
modidades de nuestra fragilidad. añadidura; hay que pedir la paz
Desnudémonos también nosotros de de Dios, hay que pedir la gracia,
nuestra malicia a fin de que a tra- hay que pedir la caridad. Lo que se
vés de nuestras flaquezas vengamos ha de pedir son estas cosas gran-
a sus virtudes, a su caridad, a su des y elevadas. Entonces el alma
obediencia, a su mansedumbre como verdaderamente ora, cuando sube,
El a través de nuestras calamida- cuando no ora bajo la depresión y
des fué a sus virtudes, y por ellas, el agobio de las cosas ínfimas. Mas
en su camino de vuelta, regresó al ¿a qué monte subiremos para orar?
Padre, del cual había venido, y nos No a la cumbre estéril de Gelboe,
lleva a nosotros consigo por el mis- en quien no cae la lluvia ni el rocío
mo camino. Ora el Señor en la cena, porque está maldecida de Dios, sino
no sea que, satisfecho y harto el al monte plantado de olivos, que
cuerpo, deje hambrienta el alma, son indicio de suelo rico y feraz.
sino que a entrambos no les falte Nuestra oración, hermanos míos,
el alimento que les sustenta. Mas, sea fértil, produzca fruto en nos-
después de tomado el alimento, no otros, no sea que pase por nuestras
ora como nosotros, que, en un con- almas como el agua por la peña o
vite concurrido, cuando hierven to- por el hierro, que muy poco les hu-
davía la conversación, la risa, la pro- medece; no pasemos a la segunda
cacidad, animamos a algún mucha- oración, como si la primera no hu-
cho para que decore unas oración- biese obrado en nosotros; deje én
cillas mal entendidas y peor pro- nosotros cada oración impresa su
nunciadas. Y nosotros, mientras tan- huella; récese con toda atención;
to, hacemos otra cosa y no oímos consideremos lo que decimos; ad-
aquellas palabras, sino que cumpli- miremos la grandeza de Dios; re-
mos, sólo por cumprir, lo que cree- verenciemos su poder; amemos su
mos pertinente. Ni ¿qué otra cosa bondad y la oración primera entre-
podemos hacer, ahogados en man- gue a la oración que siga el alma
jares y en bebidas, ignorantes de vencida y reblandecida, más prepa-
nosotros mismos, en una total con- rada para la piedad.
moción y perturbación nuestra? So- Sigilen sus discípulos. ¿Qué si-
brio y casto es el convite de Cristo, guen sino lo que todos nosotros de-
se despacha muy pronto e invita bemos seguir, sino su ejemplo? ¿Có-
al hombre a la oración. mo, si donde se pro-
no, llegarán a
Así es como el Señor declara que ponen y a donde Cristo les pre-
ir
quiere orar verdadera y seriamen- cedió si no siguen a Cristo, que no
te. Sube al monte y se separa de los solamente es el guía de su camino,
OBRAS DEVOTAS. DIURNO DEL SUDOR DE JESUCRISTO. SERMÓN 429

sino el camino mismo? Y el hecho dables pidamos cosas nocivas y pes-


de que les abandone para orar, ¿qué tilenciales. Nosotros no sabemos
da a entender sino aquello que dice cómo hemos de orar, según San Pa-
el Profeta: Sentarse ha y se levan- blo nos atestigua. Maldiciones son
tará sobre sí mismo? Conduce no hartas veces los que nosotros pen-
poco a la cordura el que el hombre samos que son votos. Deseamos y
de trecho en trecho esté solo, que pedimos a Dios unas cosas cuya
se recoja dentro de sí mismo, que consecución sería para nosotros la
hable consigo, y que en sí mismo mayor de las calamidades. Sólo Dios
mire quién es, adonde ha de ir, conoce lo que hemos de pedir. Pa-

qué deseos son los suyos, qué direc- dre dice él — hágase tu voluntad.
,

ción sigue. Luego hay que pedir al Lo que en otra ocasión dijo a sus
Señor que vierta su luz sobre nues- discípulos como mandato, ahora lo
tras tinieblas; que aplique su au- confirma con su práctica y nos lo
xilio a nuestro navio, combatido y enseña como ejemplo. Nosotros, que
casi roto. Al mismo tiempo, nos en- ignoramos lo que nos conviene, ¿qué
señó cómo hemos de tratarnos con vamos a pedir concretamente? Tú
los amigos, cómo debemos tener pa- que lo sabes, danos lo que nos con-
rientes y afines; cómo debemos po- viene. No ignoraba, ciertamente,
seer las riquezas y las otras cosas Cristo, que es la sabiduría del Pa-
de urgente necesidad. Todas estas dre, lo que le convenía. Y si se
cosas las tenemos para los usos de hacía la voluntad del Padre, ¿no se
la vida; usa de ellas cuando fuere hacía también la del Hijo, que es
necesario. Mas, cuando oras, cuan- una sola cosa con el Padre? Pero
do a Dios te acercas, cuando de entonces, quien oraba era el Hom-
Dios se trata, cuando nos ocupamos bre y por los hombre dábanos la
;

en este negocio divino, deja todos instrucción y el ejemplo, porque


los negocios humanos, pero no más nuestra imperfección quedase en-
que la distancia de un tiro de pie- mendada con la imitación de sus
dra, a saber: hasta un punto que obras. —
Hágase dice la voluntad
no estorba la obra de Dios a que tuya, no la mía. Nuestra voluntad,
estás consagrado. Ora de hinojos, que anda guiada por un ciego, co-
para enseñarnos cuánta es la reve- mo es nuestra mente, sumida en
rencia que a Dios se debe, con qué noche y en tinieblas, anda a ciegas;
modestia y humildad debemos acer- corrompida por la culpa, es mala.
carnos a El, en todo tiempo, cier- ¿Qué cosa conveniente puede ver
tamente, pero, de una manera espe- una voluntad ciega? ¿Qué cosa bue-
cial, cuando le pedimos y le supli- na puede desear una voluntad ma-
camos alguna gracia. la? La voluntad de Dios es sapien-
La oración de Cristo, ¡qué gran tísima y óptima; ve lo que es más
escuela de nuestra oración es! útil; quiere lo que es bueno. El
Grande, útilísima, muy provechosa que se haga nuestra voluntad, equi-
para toda la vida. ¿Qué sea y cómo vale a dejar abandonado a un ciego
se ha de orar? ¿Qué cosa puede me- al borde del precipicio. Si en nos-
ditarse con más fruto? Para que se- otros se hace la voluntad de Dios, se-
pamos lo que hemos de pedir a rános tan útil como, yendo por una
Aquel que en su mano lo tiene to- senda difícil, haber topado con un
do, que lo puede todo, no sea que guía conocedor del camino, con un
en vez de esas cosas útiles y salu- guía bueno y muy nuestro amigo.
¿80 JUAN LUIS VIVES. OBR.AS COMPLETAS. TOMO I

Aquello que se añade: Bajó un cosa es sino la Iglesia? El sudor es


ángel del cielo, confortándole, es el producido por el trabajo. Pues
consuelo y el socorro que el Cielo bien; aquel sudor profético anun-
envía a aquellos que someten su vo- ció los futuros trabajos y penalida-
luntad a la voluntad divina y en- des de la Iglesia, y de él dijo San
tregan resignadamente los sucesos Pablo: Todos los que quieren vivir
de las cosas en las manos de Dios, piadosamente en Cristo Jesús pade-
y no quieren en manera alguna an- cerán persecución. San Agustín da
ticiparse o adelantarse a El para la siguiente interpretación a ese
arrebatarle, como quien dice, con pasaje con estas palabras: Al orar
un golpe de mano lo que es suyo Cristo Jesús, aun con sudor de san-
en definitiva. Mas el Señor, atento gre, daba a entender que de todo su
a la atrocidad del suplicio inmedia- cuerpo, que es la Iglesia, iban a
to, sudó unas como gotas de san- manar martirios. De modo que
gre que caían al suelo. ¿Hasta dón- aquella pena que Dios infligió a
de te arrastró, ¡oh Cristo!, tu amor Adán por su pecado sufrióla Cristo
para con nosotros, para que sufrie- Jesús por un pecado no suyo y en
ses una muerte cuyo solo presenti- el sudor de su rostro comió su
miento sacó de Ti un sudor san- pan.
griento? Pero este sudor no proce- Todos debemos comer nuestro pan
día sólo de la aprensión del supli- con el sudor de nuestro rostro; to-
cio. El horror invadióle todo el dos, sin excepción: Adán, nosotros,
cuerpo, producido por otro senti- Cristo. Pan es lo que alimenta el
miento que le acongojaba más que cuerpo y pan lo que nutre el espí-
los tormentos preconcebidos y la ritu. Mantiénese el cuerpo con el
muerte prevista. Horrorízase el Se- pan ganado con el trabajo de los
ñor de que sea tan grande el peca- brazos, y estoy por decir que sacado
do de los hijos de Adán, que tenga a la fuerza, cavando, arando, sem-
que ser expiado por tan gran supli- brando, escardando, segando, tri-
cio del Inocente. ¿Y qué no sería si llando, moliendo, amasando, cocien-
los propios pecadores tuviesen que do. El pan de nuestras almas es
expiar por sí mismos la enormidad Cristo, y de este pan dice el mismo
de su pecado? Duélese con la mira Cristo: Yo soy el pan verdadero,
puesta en lo venidero y entristécese que bajé del cielo. Es aquel grano
porque tan grandes dolores suyos, de trigo que, cayendo a tierra, pre-
aquel tan inhumano suplicio suyo, cisamente porque murió, rindió una
sufrido por todo el género humano, mies ubérrima. El pan de Cristo es
no han de aprovechar a todo el gé- la obediencia al precepto del padre
nero humano. Impresionábale más y el cumplimiento de la tarea asu-
la pérdida de una pequeña alma que mida, y de este pan dice: Mi man-
todos los clavos, que todas las coro- jar es cumplir la voluntad de Aquel
nas de espinas, que todas las cru- que me envió para que diese cum-
ces, porque había bajado del cielo plimiento a su obra. Ese pan de
precisamente por aquella pequeña Cristo cómenle nuestras almas con
alma. Xo sea para nosotros, herma- el sudor de su rostro, es decir, con
nos, de tan poco precio un alma su participación en los trabajos de
cualquiera que nuestro Señor Jesu- Cristo, en los cuales nos toca una
cristo precia tanto. insignificante parte de sudor, siendo
Y el cuerpo de Cristo, ¿qué otra j
así que El, por nuestro amor, sudó
OBRAS DEVOTAS; DIURNO DEL SUDOR DE JESUCRISTO. SERMÓN 4:íi

muy copiosamente y muy penosa- orden, no trabajando en nada, sino


mente. ocupados en curiosear. Y a los tales
Pues y nuestro rostro, ¿qué otra requerimos y rogamos por Nuestro
cosa es sino lo que es nuestra cabe- Señor Jesucristo que, trabajando en
za, es decir, Cristo? ¿Qué otra cosa, silencio, coman de su pan. Esto dice
digo, sino el rostro de Dios, de quie- el Apóstol. Y no basta maniobrar si
nes están llenas las Sagradas Le- con tus maniobras llevas a ti el pan
tras? Con ese sudor nosotros come- de otro. Es tuyo el pan cuando lo
mos aquel pan de los ángeles que hubieres buscado con tu trabajo y
desde el cielo nos envió, cuando por le comieres silenciosamente.
esta su medicina buscamos remedio Mas el pan celestial, alimento ex-
a nuestros males, bien por el con- clusivo del cual vive el alma, tam-
suelo de su ejemplo, bien por la bién hemos de granjearle con el
renovación de la gracia, mediante sudor de nuestro rostro. Si quere-
su pacificación. Por el mismo su- mos beneficiarnos del sudor de nues-
dor, Cristo obedece al Padre y come tro rostro, que es Cristo, El suplirá
aquel pan que el Padre le presentó lo que nos faltare. El sudor de Cris-
porque le comiese y bebe el cáliz to es salubérrimo y fragantísimo;
que le escanció porque le bebiese. el nuestro es pestilentísimo, con un
Todos, pues, obedecemos al edicto olor infernal. El sudor de Cristo nos
divino y con el sudor de nuestro sana y nos salva a todos; el nuestro
rostro comemos nuestro pan, excep- contamina y mata. Mas a ese divino
to aquellos que quieren comer su sudor hemos de acercarnos con es-
pan con el sudor del rostro ajeno. píritu de piedad para que seamos
No podemos, hermanos, aquello que hechos miembros suyos y de la sa-
dice el proverbio: Con dientes aje- lud de la cabeza descienda una par-
nos comer la uva agraz; no pode- ticipación hasta nosotros. Este su-
mos mantenernos con sudores aje- dor secóse ya en El y le ganó un
nos si no queremos inmediatamente reino y un nombre que está sobre
después sudar muy triste y muy todo nombre, pues los que de Cristo
peligrosamente. No convirtamos el son tienen término. Una vez murió
premio del trabajo ajeno en propie- por el pecado, por flaqueza; mas,
dad nuestra, porque aun cuando no por su poder, vuelto a la vida,
haya ningún juez humano, el Señor ya no catará más el sabor de la
será el juez y el vengador. En la muerte.
busca de ese pan que alarga un Cristo, resucitando de los muer-
poco nuestra vida brevísima, traba- tos, ya no muere; la muerte ya no
je cada uno con sus manos, como le dominará más, pues lo que mu-
nuestro padre Adán. Yo os ruego rió al pecado sólo una vez muere;
que oigamos, no a quienquiera del mas lo que vive, vive para Dios.
vulgo, sino al Apóstol Doctor de las Pero, para nosotros, este sudor es
gentes en la fe y en la verdad. húmedo todavía, es reciente y acti-
Ponderad cada una de las palabras, vo aún. No son como esas hierbas
escritas por él a la Iglesia de Tesa- curativas nuestras que, poco a poco,
lónica: Pues aun estando con vos- amenguan su eficacia y con el dis-
otros os denunciábamos esto: que curso del tiempo la pierden por com-
dan algunos entre vosotros juera de pleto. En cambio, el sudor divino
poco coma. Porque oímos que an- es el mismo para el común prove-
sí alguno no quiere trabajar, tam- cho por toda la eternidad y seme-
482 JUAN LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. TOMO 1

jante a sí mismo, vivo, eficaz, de ac- I


mos de nuestras espaldas el imperio
tividad inmediata. del espíritumaligno que dominaba
¿Y qué significa el hecho de que en nosotros por culpa de nuestra
halló a los discípulos dormidos, sino —
necedad. Arriba les digo —
levan- ;

que la naturaleza de nuestro cuer- tad los ojos a aquellas cosas que
po, inclinada incorregiblemente ha- quiso que mirarais Aquel que os
cia la tierra, tiende a la codicia de creó derechos, y orad, porque no en-
aquellas cosas que, nacidas de la tie- tréis en tentación.
rra, florecen para nosotros de ma- Esto nos amonesta Aquel que tie-
nera efímera, y nos causan halago ne bien examinadas y conocidas
y luego, harto pronto, tornan a su nuestras fuerzas y las de nuestro
origen, es decir, a la nada? El Señor, enemigo. Sabe, como está escrito en
tirando las riendas de ese caballo el libro de Job, que no hay potestad
indolente, le impide que toque con que se compare a la del diablo so-
su morro al suelo, le impide que bre la tierra, que fué hecho porque
caiga: por poco que se ausente el no temiese a ninguno y para ver
Señor que le cabalga, por poco que todo lo encumbrado y para ser rey
afloje las riendas, el tambaleo es sobre todos los hijos de soberbia.
inmediato y el sueño y la ruina. Conoce nuestra fragilidad y nues-
Habíase apartado un momento de tra .flaqueza, nos aconseja, nos per-
los apóstoles y volver los sor- suade, nos exhorta a que huyamos
al
prende dormidos. Hemos de pedir y temamos la colisión con enemigo
al Señor (como lo hicieron aquellos tan fuerte, armado con tanto pode-
discípulos que iban a Emaús) que río, apercibido con tantos recursos:
se quede con nosotros, porque ano- No es la pelea contra la carne y la
chece. Siempre, mientras andemos sangre, sino contra los príncipes y
por esta vida, es para nosotros un las potestades, contra los directo-
atardecer que nos aproxima a la res de ese mundo, de esas tinieblas;
nociré; siempre la noche nos ama- esto es lo que pedimos cada día, si
ga, siempre la noche está por echár- es que nosotros oímos cada día nues-
senos encima. Quédate con nosotros, tra propia voz: que no entremos
Cristo, luz del mediodía, porque la en tentación. Tanta como es la fla-
noche nos ataca y nos amenaza con queza del hombre, no debe expo-
el sueño, porque si pasares de largo nerse gratuitamente a correr tan
nos dormiremos con harto peligro recio peligro o ceder al más leve
nuestro. Vuelto al Señor, mándales empuje. ¡Huid, hermanos! Resistid
que se levanten; mientras andamos con las manos, con los pies, con to-
cabeceando y bajamos al suelo la do el cuerpo con toda la vehemen-
cerviz a la vista y al deseo de aque- cia posible, negaos a admitir la ten-
llas cosas que por ser bajas vemos tación: porque por ningún resqui-
mejor cuando estamos agachados que cio penetre en vuestro pecho la ten-
cuando estamos en pie, súbese en- tación, que. una vez entrada, cobra-
cima de nosotros el espíritu que rá bríos y se fortalecerá y la hará
tiene dominio sobre nosotros y car- inexpugnable la astutísima serpien-
ga con todo su peso encima de te. Evitad, hasta el límite de lo ha-
nuestro cuerpo. Si la gracia y el au- cedero, la entrada de las tentacio-
xilio de Dios nos levantare del de- nes cerrad las puertas de los sen-
;

seo de las cosas terrenas a la afi- tidos, de los pensamientos, no os


ción de las celestiales, nos sacudire- sirva de juego catar el veneno, ex-
OBRAS DEVOTAS. DIURNO DEL SUDOR DE JESUCRISTO. PASIÓN DE CRISTO 433

perimentar en vuestra garganta el mandó esperar y confiar, porque así


filode la espada; rogad que ningu- como El venció al diablo y al mun-
na tentación se deslice en vuestra do, así también todos los que se aco-
alma si en ella se hubiere desliza- gieran a tal presidio y tutela ven-
;

do, entonces orad con asiduidad e cerán a todos los enemigos en Aquel
insistencia; pedid que no os venza, que es Hijo unigénito de Dios, Rey
sino que seáis vosotros quienes la de reyes, bendito por todos los si-
venzáis con el auxilio del Señor y glos. Amén.
con la confianza de Aquel que nos Brujas, noviembre de 1529.

LA PASION DE CRISTO
(MEDITACIÓN SOBRE EL SALMO 37)

Todo cuanto en esa universidad y repugnancia experiméntanlo pesa-


del mundo creó el Sumo Hace- do y duro, como que es del más po-
dor que gobierna esa fábrica inmen- deroso a la vez que del más equita-
sa quiso que estuviese sujeto a aque- tivo, aun cuando es tan ponderado
llas criaturas que gozasen de fuerza el equilibrio del poder y de la bon-
cognoscitiva e intelectiva, cosa que dad, que nadie siente el uno sin la
en el mundo todo es la que más va- otra. No hay cosa tan fácil que no
le. Ellas, en fin de cuentas, parecen resulte, difícil si la haces contra tu
ser las que deben mandar, y que voluntad.
pueden hacerlo demuéstralo el he- Aun cuando obedecen a ese im-
cho de que están dotadas de sentido perio los cielos, los elementos, los
y de inteligencia, tal como acontece vegetales, los minerales en suma;
en la sociedad humana, donde son con todo, Dios quiere ejercerlo de
dignos del mando y la preeminencia una manera peculiar y propia sobre
aquellos que descuellan con mayor aquellas criaturas que sienten y que
relieve en agudeza, en seso y en están dotadas de razón, de entendi-
consejo. El ojo es la guía del cuer- miento, de juicio; quiere mandar a
po, y la guía del cuerpo es la mente, los mismos reyes de la creación. Im-
y la guía de la mente es la sabidu- perio grande y estupendo ese de
ría, que ocupa el primer lugar, y es que obedezcan a tu mandato los se-
la reina de todas las otras. Y siendo res mudos e insensibles, de manera
en Dios esta sabiduría absoluta e que las montañas se trasladen adon-
infinita, parece justo que sea El de Tú quieras, y se tiendan los ma-
quien obtenga el reino del mundo, res, que a tu voluntad se levanten
y lo obtiene en realidad de verdad. los vientos o depongan su braveza.
Se lo otorgan los buenos, porque Pero imperio mayor es ese de guiar
es el mejor; se lo reconocen los ma- y arrastrar los espíritus que sien-
los, porque es todopoderoso. Así es ten, que razonan, que gozan de li-
que todas las criaturas experimen- bertad, que son semejantes a la na-
tan su dominio; las que de buena turaleza divina; que ellos ejecutan
gana y con agrado experiméntanlo tu voluntad, quieran o no quieran
manso y suave, como es el dominio que. te vean, que te admiren, que
del más bueno; las que con enojo! te veneren, que te sigan; si de gra-
434 JUAN LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. TOMO I

do, son ciudadanos tuyos; si a la más sensiblemente que nosotros


tuerza, son esclavos tuyos; tuyos, mismos. Y no se limitó a cargar so-
de todas maneras; pero Tú prefie- bre sí nuestros pecados e hízose pe-
res ciudadanos libres a esclavos, hi- cado y denuesto y execración para
jos de tu Padre y coherederos con- extinguirlos todos con su cuerpo
tigo. Por eso Tú pensaste que debía a saber: todos los que nos eran no-
buscarse y reducirse al hombre, que civos, crucificólos en la Cruz con su
se había apartado de tu gracia, ya carne para abolirlos a todos y que
que de tu poder no podía. Había muriesen allí con su muerte y aun
contraído enemistad con Aquel en muriese la muerte misma. Verdade-
cuyo poder siempre debía estar, ramente llevó en su cuerpo nuestros
quisiera o no quisiera. Triste herida dolores y soportó nuestras enferme-
la que se había infligido a sí mismo dades; vímosle ajeno a la majestad
y a aquella ciudad que Tú habías de su divinidad y eclipsóse en abso-
fundado y querías que fuese igual luto el decoro de su nativo semblan-
para todos una honestísima libertad te; tuvímosle por leproso y por to-
y donde nadie fuese esclavo. Y pues- cado de la mano de Dios; vulnera-
to que la amabas verdaderamente y do fué por culpa de nuestras mal-
de todo corazón, por eso mismo dades; herido fué por culpa de nues-
te dolió tanto más que él con sus tras iniquidades.
propias manos se hubiese fabricado Todos nosotros, como ovejas, an-
tan gran miseria, y tanto más te duvimos descarriados. Cada uno de
compadeciste de él porque harto sa- nosotros tomó una vereda muy apar-
bías que había sido seducido por tada del camino derecho y Dios pu-
engaños y astucias y que se había so en El las iniquidades de todos
engañado a símismo. Por eso, creís- nosotros, y una porción de carga
tele digno de que se le restituyese tan grande se le allegó al varón ino-
al estado primitivo, y ello mediante cente, víctima propiciatoria de los
un hombre tan agradable a Ti como hombres, que, agobiado de su casi
te había sido aborrecible y hostil intolerable pesadumbre, se le consi-
aquel que te había ofendido menos- deró como el ínfimo y más despre-
preciando tus mandamientos. ciado de los mortales. Nadie había
Por eso unístete a Ti a un hom- en Jerusalén en aquella sazón tan
bre inmune de todo pecado, toda abyecto que no hubiera rehusado
culpa, para ofrecerle al Padre en trocar su suerte con la suerte del
sustitución de aquel otro culpable Hijo de Dios. Hasta un reo conde-
y malo, y como para conservar nado por latrocinio, y ya colgado en
aquel estado en que el hombre era el leño infame, despreciábale aún
repuesto le fuese necesaria una vi- más que a sí mismo, con ultrajes y
da pura e inmaculada, la autoridad baldones. Y El mismo, en medio de
de su divinidad sometióse a una ley tantos tormentos y de una muerte
por la cual viviese santamente; ignominiosa, sintióse desamparado
mas sus enseñanzas y sus ejemplos de aquella virtud que de la Divini-
fueron de humanidad y de una hu- dad acostumbraba derivársele sobre
manidad tal, que no porque estuvie- su humanidad; rechaza toda idea de
se unida a la Divinidad quedase por muerte El, que era origen y con-
ello exenta de nuestros males. Al servación de la vida. Por esto, pró-
contrario, padeció las tribulaciones ximo ya al suplicio, conturbado por
y los trabajos de nuestra naturaleza indecible manera, confuso y despa-
OBRAS DEVOTAS. DIURNO DEL SUDOR DE JESUCRISTO. PASIÓN DE CRISTO 435

vorido, con súplica muy encarecida hay caridad ninguna ni asomo de


pedía a su Padre que la redención humanidad. Los judíos menospre-
humana se verificase de cualquier cian a los gentiles; los gentiles, a
otra manera. Y aún en la muerte su vez, menosprecian a los judíos;
misma, en el paroxismo de un dolor en unos y otros, arrogancia bien
inimaginable, quejóse del abandono por su claro linaje, bien por sus he-
de Dios y con un alto grito enco- chos hazañosos; toda.su confianza
mendó su espíritu al Padre: majada le ponen en las fuerzas humanas;
y desangrada su carne, desampara- ninguna mención de Dios; esparci-
do del mundo, escarnecido por los das arreo por el haz de la tierra las
suyos, escándalo para los judíos, imposturas y los fraudes del demo-
ludibrio e irrisión de las gentes, nio que tienen virulenta eficacia.
hasta un punto que no se le reputa- Los judíos, atentos exclusivamente
ba hombre, sino gusano, lía y hez a la ganancia y a la vanidad de los
de la plebe, mondaduras, barredu- honores, no hacen cuenta de los
ras, basuras, que ni siquiera se hu- mandamientos de Dios; los sabios
biesen dignado pisar aquellos a quie- de la gentilidad, muchos de ellos
nes el mundo reputa por personajes. dedicados al estudio de la Naturale-
V El, despreocupado de Sí; pero za, traspasaron toda la filosofía a
muy ansioso de los que llevaba a la trivialidad de un aplauso teatral.
hombros, temiendo no por Sí, sino Y en medio de todo el honor, la glo-
por su cargamento, pide que caigan ria, la fuerza, los hechos fuertes y
sobre Sí la ira y el furor del Señor, gloriosos se hacían consistir en la
confiado de que, siendo como era derrota y el aniquilamiento de mu-
Hijo tan amado, si asumía los peca- chas gentes y naciones.
dos del pueblo, su propiciación se- No hay salvación en el linaje hu-
ría aceptada. mano; no hay paz ni entre el padre
¿Qué iba a pasarnos a nosotros, y el hijo ni de nadie consigo mis-
esclavos viles e inútiles, cuando en mo, puesto que cada uno, por sus
sus 'carnes, con mano tan poderosa pecados, tiene a su conciencia por
y tan certera se le habían clavado enemiga. Esto temió Cristo y salió
las saetas de la ira de Dios dispara- al camino de la justa ira de Dios,
das contra nuestras culpas? Desde al ver la excesiva abundancia de las
la coronilla de su cabeza hasta la maldades de la raza humana que
planta de su pie, no hay en El lu- El había asumido sobre Sí, suficien-
gar sano; todo su cuerpo está moli- te para superarle y abrumarle sin
do, quebrantado de hambre, de sed, la ayuda de lo alto; y que El iba a
de calor, de frío, de azotes, de espu- ser oprimido bajo su peso, como un
tos, de bofetones, de patadas, de haz insoportable, si no le dtera fuer-
golpes. No son muchas las llagas, zas aquella Divinidad que estaba es-
puesto que todo su cuerpo es una condida en su pecho. Crónica era
llaga. Mas en el cuerpo místico de la herida del linaje humano, y cu-
quien El es cabeza, todo está in- rada mal, hedionda de sanie y po-
válido y afeado con innumerables dre. Y si, parcialmente, por la pe-
formas de maldades. Todos nos he- nitencia, por los sacrificios, por el
mos descarriado del camino seguro culto de Dios y la religión, estaba di-
y recto en tantos miles no hay uno simulada por la cicatriz o el venda-
;

solo que sea útil; ninguno que obre je, todo esto quedó al descubierto
rectamente, y entre ellos mismos no con la eliminación del conocimien-
436 JUAN LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. TOMO I

to y de la obediencia de Dios. Como sa mansión, sino un tugurio donde


Si fuera poco para el linaje humano pudiera cobijarse un hombre. ¡Oh
haber ofendido al Dios que conocía, mengua y oprobio eterno para el
si no le ignorasen completamente mundo! Cuando a Tiberio, el más
o le conociesen muy a la ligera y impuro de cuantos hombres han si-
encima le menospreciasen y obra- do, le sobraban camas de oro y de
sen de manera que se olvidasen de marfil donde echarse sus perros,
El, aquellos que dicen a Dios: a Ti, más grande que los ángeles,
Apártate de nosotros, no queremos te faltó un lecho humano. Pero no
nada contigo; renunciamos al cono- es ello de maravillar. A Ti lo huma-
cimiento de tus caminos, y cosa la no no te- abarca; Tú pujas tu ca-
más rematadamente impía y malva- beza por encima de toda excelsitud
da, torcieron el culto debido a Dios terrena. Pasa ya a los ángeles, o,
bien a los muertos, bien a los ani- mejor, pasa ya a Dios. Duerme hoy,
males mudos y brutos. La suprema cuando aún estás entre mortales,
y capital ignorancia es ignorar la en el camastro durísimo de tu Cruz,
fuente y el origen de toda la sabi- y de lo más hondo de este valle os-
duría como también el coronamien- curo, con un salto gigantesco, tras-
;

to de la sabiduría es conocerle a El. pasa más allá de los ángeles. Allí


Si conservares este conocimiento, no descansarás; allí te sentarás, Señor
te será desconocido ningún arroyuc- de ellos y de nosotros y del univer-
lo de los que manan de esa fuente. so mundo, y tu reino no tendrá tér-
¿Qué esperanza podía tener el lina- mino ni fin.
je humano en un Dios a quien no Tú miras con desdén nuestras ri-
conocía ni quería conocer ni en El quezas; sabes que en la mano de
confiaba, sino solamente en sus Dios está el darlas, pero no el usar-
fuerzas, en sus brazos, en sus lan- las; ya los que te quieren imitar
zas, en sus proyectiles, en su discipli- ofréceles el gran ejemplo de llegar
na militar? Estos eran los gentiles. por su menosprecio a la compañía
Y los judíos asimismo confiaban de los ángeles. Cada cual es lo que
no poco en la fuerza material; pero se hace a sí mismo. A la fortuna
confiaban en primer término en el cada cual se la imagina, según sus
conocimiento de los mandamientos preferencias, y cada uno, según el
de Dios. Mas como los sabían y no dicho de aquel sabio, es el artesano
los practicaban, eran mucho más de sí mismo. ¿Quiere aquél verse
peores que los que los ignoraban. rodeado y anegado de placeres? Se
Por estas maldades de los hombres le colocará entre las bestias. ¿Quie-
fué herido el Hijo de Dios, enviado re el otro descollar en riquezas, en
por el Padre al mundo, donde, en poder, en mando? Este otro, po-
aquellas cosas que el mundo estima niendo a la fortuna debajo de sus
ser las primeras había El de ser in- pies, yérguese en un enérgico movi-
ferior a los más ínfimos, a saber: miento ascensional, a la virtud, a la
riquezas, posesiones, atuendo, ami- santidad, a la vida divina ; remon-
gos, clientelas, cuna, honores, dig- taráse hasta los hijos de Dios. Así
nidades. Y ello hasta tal punto que tú, con paso tranquilo y seguro, vas
cuando a las zorrillas no les faltan al reino de la eternidad, y al par
sus cados y a las aves del cielo sus que desprecias el reino de este
breves nidos, al Rey y al Señor de mundo, consigues el mismo mundo,
los siglos le faltó no ya una suntuo- los, cielos, los ángeles. Allí tus bra-
OBRAS DEVOTAS. DIURNO DEL SUDOR DE JESUCRISTO. — PASIÓN DE CRISTO 437

zos cobrarán vigor, y tal como está do Padre, por la soberbia intolera-
escrito, serás ardiente y espléndido ble en nosotros, bestezuelas de un
bajo los lomos y sobre los lomos; día. ¿Adonde te arrastra la fuerza
esos lomos que ahora este pueblo de tu benevolencia, ¡oh Príncipe del
tuyo tiene tan quebrantados e in- mundo!, que avoques a Ti una causa
válidos, que anda deslomada toda tan poco favorable y que Tú admi-
nuestra reciedumbre. Tú nos diste tas sobre tu cabeza purísima tantas
los lomos ceñidos, como símbolo de maldades, tantas fechorías, tantas
fortaleza, de continencia, de tem- torpezas merecedoras de execración,
planza. Por esta causa, tu discípulo de forma que en causa tan fea y tan
Pedro nos exhorta: Teniendo los lo- triste ninguna disculpa puedas ale-
mos de vuestro entendimiento ce- gar sino la coacción de la amistad?
ñidos con templanza, esperad per- Pero te honra muchísimo este
fectamente en la gracia que os es pretexto y merece que, en atención
presentada cuando Jesucristo os es a él, seas absuelto por cualquier
manifestado. Como hijos obedien- juez, principalmente por Dios, tu
tes, no conformándoos con los de- Padre, que * ignora los motivos por
seos que antes teníais estando en que viniste acá y por que soportas
vuestra ignorancia, sino como Aquel los males de estos vicios nuestros.
que os ha llamado es santo, sed Sabe que tú nada mereciste, sino
también vosotros santos en toda que gracias a tu virtud y a tu dig-
conversación. Porque escrito está: nación, el principado merecido de
sed santos porque yo soy santo. la tierra y de los cielos que se te
Nosotros procedemos muy de otra dará, será concedido a la amistad,
manera : sueltos de lomos y en la al amor, a la benevolencia. Vivan,
incontinencia de vida sobre los cua- pues, los tuyos, no porque lo mere-
les concedimos la supremacía a Sa- cieron, sino porque fueron tan afor-
tanás, como dice Job : la fortaleza tunados que consiguieron amigo tan
en nos poluímos primero
los lomos, influyente; eres oído por tu majes-
a nosotros mismos, después a nues- tad inmensa. Suban, háganse gran-
tro linaje, que por ellos se propaga ; des y descollados estos hombreci-
de ahí, tomando de nuestras fuer- llos tuyos, desdeñados y menospre-
zas una confianza temeraria, a fuer ciados antes, puesto que no halla-
de hijos necios, ningún caudal hace- ron más que a Dios que por ellos
mos de la ciencia del Padre; de soportase la humillación y el me-
donde aquella expresión: Más an- nosprecio. Y hasta tal punto te
cho es mi dedo pequeño que los abajaste, Rey y Señor de todo el
lomos de mi Padre; así, en nuestro universo, que voluntaria y gustosa-
linaje, la ignominia; así, en nuestra mente saliste al encuentro de un
flaqueza, la decisión, mientras en suplicio acerbísimo, de unas tortu-
tanta flaqueza nuestra hacemos alar- ras exquisitas, de una muerte igno-
de de tanta altanería. Esta es tu miniosa, pero no sin crueles y atro-
carne, Cristo éste es tu cuerpo, que ces aprensiones de tu alma.
;

somos nosotros, que no tiene sani- Tu corazón, asiento y cabeza de


dad alguna, al punto que podrías la sabiduría universal, agitado y sa-
recelar no ser abandonado solo sin cudido y casi arrancado de su lu-
el cuerpo, consumido éste, y ente- gar; tus dos mismos ojos, dos puer-
rrado ya como muerto y desprovis- tas generosamente patentes de ca-
to de todo sentido, por tu indigna- ridad y misericordia, están cerra-
438 JUAN LUIS VIVES. OBR AS COMPLETAS. TOMO I

dos, y bien así como nuestros ojos minado con lumbre de lo alto y no
se apagan por la demasiada violen- terminasen ni sus ceremonias, ni su
cia de la luz, así ellos también con sacerdocio, ni la noche de la ley, si-
la intensificación de la fuerza in- no que, eliminado Tú como herede-
mensa de tu amor y compasión pa- ro, la herencia como derecho de uso
ra con nosotros, fueron quemados, continuo revertiese a ellos. En ese
como quien dice, como por un gran empeño cual nunca desis-
triste, del
fuego. En este punto feneció tu her- tieron, pusieron, interés especial
mosura que ganaba a quienes te mi- cuando Tú aparecías como reo y ya
raban a su admiración; en aquel próximo al suplicio. Empero a Ti
punto, el que está por encima de más te dolía su situación que la tu-
los ángeles, pareció estar por deba- ya propia. Tú no hacías más que an-
jo de ladrones ahorcadizos; los ex- dar por aquel camino que te habían
tremos de la Cruz están en tus ma- asignado las inflexibles leyes eter-
nos y allí estuvo escondida tu for- nas, Y ellos, ciegos por el odio y la
taleza; tu cuerpo afligido, golpeado, envidia, daban con sus pies en la
raptado, arrastrado; tu cuerpo en el piedra de tropiezo, puesto en Israel
cual no había porción que pudiera a causa de aquellos que con enfer-
recibir una herida nueva, alejó y medades del alma se cegaron. Todo el
ahuyentó de Ti no solamente aque- que topare con esta piedra, será que-
lla multitud harta gracias a un mi- brantado, y al contrario, si esta pie-
lagro tan grande con alimento muy dra diere contra alguno, le lastimará.
tasado, sino también a tus discípu- Y puesto que en aquel avanzado
los, tratados con indulgente familia- trance muy poco había de aprove-
ridad y por los cuales oponías Tú charles la amonestación, con tu si-
tu pecho. Tus consanguíneos y tus lencio testimoniabas tu dolor y de-
afines pasmáronse de muerte tan ig- clarabas tu inocencia y no malde-
;

nominiosa y no osaron acercarse por- cías a los que te maldecían ni ame-


que no les mancillase el oprobio de nazabas a los que te golpeaban, pu-
una sangre que era contigo común. diendo con un solo guiño provocar
Los subordinados del gobernador la total perdición de todos, sino que.
y de los Pontífices entregaban a en el exceso de tu mansedumbre y
la muerte al Autor de su vida; es- de tu clemencia, ansioso por tus ver-
carneciéronte los fariseos y los Pon- dugos y sayones, pediste por ellos
tífices y los príncipes del pueblo, perdón al Padre en medio de tor-
por quienes fuiste acusado y entre- mentos grandiosos, en desnudez, en
gado a Pilato, como en son de triun deshonra, colgado en cruz; intran-
fo sobre aquel que descubrirá sus quilo porque el justo enojo del Pa-
maldades encubiertas y la cruel con- dre vengase atrozmente la muerte
juración de la ambición y de la ava- injusta del Hijo en aquellos que es-
ricia y que traspasará a Dios la mul- taban ligados con recato tan imper-
titud de ellos arrancada. E hicieron donable. ¿De esta manera te acor-
esto así que comenzaste a lucir para daste de los hombres, olvidándote
el mundo, sol el más brillante y día de Ti? Con ello das a entender que
el más claro para los ojos sanos, pa- no viniste al mundo por tus con-
ra oprimirte del todo antes de que veniencias, sino por las nuestras.
esa luz se esparciese por todo el or- Eres juzgado: eres condenado; eres
be y apartasen la salud del mundo crucificado como si fueras sordo,
y no naciese un nuevo pueblo ilu- i como si fueras mudo de nacimien-
OBRAS DEVOTAS. DIURNO DEL SUDOR Di: .IKSl"( R1STO. — PASIÓN DE CRISTO 439

to, como si no pudieras hacer callar y al consorcio de su vida llena de


a los calumniadores, ni refutar a los torpezas y fealdades y los apartan
que te cubrían de oprobios. Siendo
¡ de sí lo más lejos que pueden y pien-
así, que no más que con tres pala- san que les eres enemigo si los con-
bras podrías demostrar ser muy servas, como si fuese una mala
digno de honor y gloria y que, en obra salir al encuentro de la injus-
cambio, aquellos que te clavaban en ticia. Pero Tú, ni aun a esos aborre-
cruz eran merecedores de mil cru- ces, porque de otra manera no po-
ces! Y como Tú no respondes y te drían subsistir ni un momento más.
avienes a un suplicio que no mere- Ellos sí que te odiaron a Ti, porque
ciste en manera alguna, das a en- el que daña a quien es más podero-
tender que eres llevado a la muer- so que él, le teme, y el que teme,
te no contra tu voluntad ; nadie te odia, y puesto que te odian a Ti, ya
quita la vida ni nadie, si Tú no quie- no pueden amar a nadie más que
res, tiene derecho o potestad sobre a sí mismos, que es la mayor de las
Ti. Tú dejas tu vida cuando quieres calamidades. Uñense a aquellos que
y la vuelves a tomar cuando te pla- por Ti fueron colmados de benefi-
ce; no viniste a juzgar ni a conde- cios y te correspondían con tanta
nar a nadie, ni buscas tu gloria. En fineza, que a trueque de su hartu-
el cielo tienes a tu Padre, que es ra dábante hambre y sed; y por *la
quien investiga, quien juzga, quien salud y exención de todo linaje de
condena. enfermedades te devolvían azotes y
¿Qué necesidad tienes de respues- suplicios y te daban una muerte que
ta alguna con tal abogado de tu jamás por jamás mereciste aque-
causa? El responderá por Ti y re- llos mismos a quienes Tú les habías
futará a tu acusador y examinará los dado salud y vida. Ellos, que mere-
testigos y marcará la frente de los cieron la muerte, con tu ayuda fue-
jueces con un hierro candente por ron restituidos a la vida. Y tú, que
la venalidad y corrupción de su de esta manera habías merecido la
juicio; con desusada severidad abru- vida, Autor de la vida como eres,
mará y castigará a los demonios au- fuiste condenado a muerte durísima
tores e incitadores de tu muerte y apurando tantos padecimientos.
no permitirá que les sea causa de Y todavía no les basta. A suplicio
alegría tu muerte que con tanta di- tan vil y tan servil añaden los de-
ligencia procuraron; y no les serán nuestos y baldones. Desempeñas una
motivo de satisfacción la insolencia misión que te encomendó el Padre,
con que se expresaban y las es- con incorrupta ejemplaridad, supe-
peranzas buenas que abrigaron, en rior a todos los azares y al mundo
viéndote como desamparado y re- mismo. A los mortales enséñales el
chazado por Dios. Con mucho agra- camino de tu Padre, sin que te ame-
do entregas tu vida por aquel pue- drenten ni el poder de los reyes,
blo cuya defensa asumiste; pero ni las amenazas de los pontífices,
queda clavado en lo más hondo de no retardado en lo más mínimo en
tus entrañas ese dolor; a saber: la carrera que emprendiste; a tus
que con los pecados de los tuyos tus enseñanzas y doctrinas añades un
enemigos se crecen y a sí mismos sinnúmero de beneficios a todo el
se parecen grandes, y que han dila- pueblo en general: a los reyes, a
tado los términos de su jurisdicción los príncipes de los sacerdotes; nin-
si arrastran a muchos a su hechura guno de los que quieren aprovechar-
440 JUAN LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. .
TOMO I

los es excluido por Ti. En el auxi- I tuyos, porque Tú, no por culpa tu-
lio te experimentan todopoderoso, y :
ya, sino por culpa nuestra, tomaste
sn todo lo demás, siéntente lleno de ;
sobre Ti tamaño suplicio. Eres exal-
mansedumbre e inocencia, y tan |
tado de la tierra,y por eso todo lo
grande que levantas los hombres atraes a i
Ti. No
rehusaste dar tu san-
hasta Dios. Xo te faltan quienes in- j
gre y tu vida por el pecado, y por
terpreten tus obras con sacrilega ;
eso verás una muy larga y muy ven-
impiedad, quienes piden tu cabeza, ¡
turosa descendencia. Y trasladado al
y cuando estabas en tai postración |
Cielo, al reino y a la bienaventuran-
y abatimiento, que a los mismos za que mereciste, eres tanto mayor
1

enemigos podías inspirar compasión que los ángeles, cuanto aquí abajo
y lágrimas, acosáronte en tu muer- pareciste, en tu muerte, menor que
te con ultrajes y sarcasmos. Así llo- los hombres.
ra tu Judea; ésos son los funerales Rogárnoste, Caudillo y Padre nues-
que te hace; abandonado por los tro celestial, que nosotros, proge-
discípulos, escarnecido por el popu- nie tuya por Ti felizmente reen-
lacho, burlado por los gentiles, exe- gendrada, la cual fué engendrada en
i

crado por los pontífices, a título pre- la desventura por aquel Adán, que
cario, eres depuesto de la Cruz y de fué el primero de los mortales, que
pósitado en sepulcro ajeno. Pero no no te armes de saña y de poder con-
es de maravillar si en tu muerte no tra nuestros pecados por los cuales,
tuviste sepultura, cuando consumas- con reiteración tan contumaz, en
te tu vida mortal sin tener un mi- nuestras conciencias y en nuestros
serable cobijo. Y mucho menos has pechos, te crucificamos de nuevo.
menester de un sepulcro en que se Delincuentes como somos, no nos
conserven los restos de tu mortali- acoses en tu furor, sino que, manso
dad, hasta el tercer día, predestina- como eres, nos perdones según la
j

do al glorioso misterio de tu Re- muchedumbre de tu mansedumbre.


1

surrección. Reconócenos por tus hijos, pues nos-


Encomiendas tu alma al Señor y otros nos reconocemos indignos de
!

en los días de tu carne imploras a que Tú nos reconozcas: sana nues-


j

Aquel que puede librarte de la muer- tras almas y nuestras conciencias


\

te y eres oído por la reverencia que para que ya desde ahora empece-
;

mereces sin lágrimas, sin fúnebres mos a catar algún tanto de tu celes-
:
¡

pompas serás enterrado pero tu te bienaventuranza y a percibir


;

precaria muerte, en el porvenir, antes de la muerte un anticipo de


|

producirá la admiración de todo el aquel céntuplo que cobran irremisi-


linaje humano y levantará vítores blemente aquellos que por tu nom-
inmensos. Y no te faltará planto ni bre hubieren renunciado a alguna
llanto; la Judea se llorará a sí mis- bagatela por amor tuyo. Esto es lo
ma sobre Ti, y ello con lágrimas de que te pedimos no por nuestra pie-
veras, derribada y descuajada des- dad hacia Ti, sino por tu amor pa-
de sus cimientos. Lloraremos nos- ra con nosotros.
otros también todos los que somos Brujas, año 1529.

FIN DEL «DIURNO SACRO


DEL SUDOR DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO»
EXCITACIONES DEL ALMA
HACIA DIOS"'
(EXCITATIONES ANIMI IN DEUM)

VIDA DEL CRISTIANO


(1535)

BASILEA, ROBERTO WINTER


SEPTIEMBRE, i 54 o

JUAN LUIS VIVES una sola cosa es necesaria. Todas


AL.ILUSTRÍSIMO JUAN BARROS, TESO- las restantes ocupaciones que nos
RERO DE INDIAS DEL REY DE PORTUGAL '. traen a maltraer nos las buscamos
SALUD nosotros; la única cosa necesaria
nos la señaló Dios para aquel des-
tino final por el cual el hombre fué
Nosdesperdiciados
traen tan disipados y tan
preocupa-
las enviado a la vida. Habida cuenta de
ciones y los pensamientos aje- eso, compuse yo tiempo atrás un li-
nos a la piedad, que cada uno de nos- brillo para mi uso particular. Al
otros hemos de menester con mucha tiempo que me pareció que debía
frecuencia dirigir un enérgico llama- hacerle común y publicarlo, hízome
miento a nuestra alma, como un muy copiosa y muy honorífica men-
soldado desertor que dejó abandona- ción de ti mi caro amigo Cristóbal
do su destino, a fin de que el hom-
;
Mirandio. Declaróme la nobleza de
bre se acostumbre a levantar su ca- tu linaje, tu talento, tu erudición,
beza al cielo y a su origen. Piense tu bondad todo lo cual no me cos-
;

cada uno que para él fué dicho lo tó mucho colegir de cierto opúscu-
que el Señor dijo a Marta: Cuida- lo escrito en tu nativa lengua por-
dosa estás y con tus muchos queha- tuguesa, y no pude menos de abar-
ceres andas conturbada. Empero, car y de admirar las dotes de tu al-
ma, ejercitadas en negocios tan
(1) Muchas de esas Excitaciones se grandes y tan variados.
pusieron en el Book oj Prayer del rey Mucho me felicito por esos bri-
Eduardo VI. llantes ingenios de Portugal y coli-
442 JUAN" LUIS VIVES. OBR AS COMPLETAS. TOMO I

jo la prudencia y la bondad de su do para hablar; ahora he de limi-


monarca, amén de muchas otras de- tarme a la angustiosa brevedad de
mostraciones, porque pone al frente una carta dedicatoria. Por todo eso.
de los negocios públicos a tales va- ese librito. tal cual es, pero que tra-
rones esclarecidos. Di jome de más a ta de cosas de la mayor importan-
más, Cristóbal, la grande afición, y cia y de la más apremiante nece-
estoy por decir única, que me te- sidad, verá la luz al amparo de tu
nías, atestiguada y en cierto modo nombre, y tú no aceptarás esta de-
confirmada en tus cartas a Andrés dicación sino como una prenda de
Xuárez. hombre que te tiene en nuestro recíproco afecto. Ten salud.
muchísimo aprecio. De todos esos
extremos, otro será el lugar indica- Amberes. mes de agosto de 1535.

PREFACIO
Aquella naturaleza omnipotente ñones y nuestros corazones, presta
\ santa a quien llamamos Dios, nos oído a aquellas palabras y a aque-
arrebata con su grandeza a la ad- lla nuestra conversación; pero es
miración y con su bondad nos invi- menester que nuestra plegaria sea
ta a su amor y nos obliga a la gra- sabia y sazonada de sal, porque no
titud con los beneficios que nos ha- hagamos a Dios semejante al hom-
ce cada día. Demás de esto, nuestro bre, de modo que pensemos que se
flaco natural y nuestras necesidades goza en oír sus propias alabanzas
no ya cotidianas, sino de cada uno y, como quien dice, sus hazañas, y
de los momentos, nos inducen a re- que es todopoderoso, que creó el
fugiarnos en El. puesto caso que El cielo y la tierra, que hizo cosas
!o puede todo, dotado como está de grandes y admirables que nadie po-
una inmensa fuerza y poderío, y drá nunca comprender con su en-
no hay cosa que no esperemos de su tendimiento ni abarcar con su pen-
bondad que tenemos tan experimen- samiento, cuanto menos expresarlo
tada. Así es que ora contemplemos con palabras sensibles. Achaque es
su excelencia, ora nos encendamos éste propio de los hombres y no
en el amor de tanta bondad hacia ciertamente de los más sabios.
aquel que primero con su amor nos Y con todo, no son pocos los que
provocó, ora le pidamos algo nece- al orar, si se les pregunta qué ha-
sario, ora correspondamos con ha- cen, responden: Alabo a Dios. ¿Qué
cimiento de gracias a la consecu- es lo que dices? ¿Piensas por ven-
ción de algún deseo nuestro, en to- tura que Dios es algún príncipe va-
dos estos casos nuestra alma se ele- nidoso y que tú eres un adulador
va a Dios. suyo, una suerte de parásito, que
Denomínase este movimiento as- le lisonjeas y le halagas por conse-
censional hacia Dios oración o ple- guir algo de El? Toda deprecación
garia, por la cual, bien en silencio, nuestra no es cosa que deba agra-
bien con fórmulas orales en la boca, decernos Dios, sino que es en inte-
nuestro corazón habla con Dios. rés nuestro, a cuyo provecho se di-
Dios, que escudriña nuestros rí- rige.
OBRAS DEVOTAS. EXCITACIONES DEL ALMA... PREFACIO 443

La petición refiérese a nuestras con vivo y seguros pasos se enca-


necesidades porque sepamos quién mina a su felicidad.
es el Dador de todo; la acción Ninguna cosa hay, pues, más
de gracias, porque reconozcamos el grande ni más útil al hombre cris-
beneficio y amemos al Bienhechor; tiano como rogar a Dios. Y ninguna
la consideración de su bondad y de otra cosa se hizo con mayor fre-
su amor para con nosotros nos in- cuencia ni con fervor más subido
duce a la correspondencia en ese en aquella primitiva y verdadera
amor; la de su grandeza, a su cul- cristiandad, como dan a entender las
to y reverencia; y añade también epístolas de San Pablo y las homi-
a amarle, porque aun siendo tan lías patrísticas, que leemos todavía
grande se digna poner sus ojos en para nuestra edificación, costumbre
nosotros y admitirnos a la partici- recibida de aquellos primer rito y
pación de su grandeza y de su bon- primera usanza. Y está fuera de con-
dad. Así es que cuando le llamas po- tradicción que hicieron esto mismo
deroso, cuando hacedor de toda la en la mesa, en el estudio, en las
universalidad de los seres, reveren- faenas de lapropia profesión y que
cia su majestad y en tamaña gran- nada se hizo sin la previa implora-
deza ama tamaña bondad y benigni- ción de la Divinidad. Tocante a las
dad tamaña. razones y maneras para elevarnos
Por todo esto que dije, la oración a esa contemplación, para levantar
que se eleva a Dios tiende a que, esa llama de amor viva, ello requie
mediante la contemplación de su re más sublime especulación y más
grandeza y' de su bondad, nazca y grande holgura de tiempo; dejémos-
crezca en nosotros el amor para con lo para otros tiempos. En ese lugar
Dios, mezclado y casi templado con solamente hablaremos de las peti-
su culto y reverencia. Ese amor, ciones. Place a su Divina Majestad
puesto que es el camino más dere- que todo lo esperemos de El y que
cho y seguro y por ende el único todo se lo pidamos, pues en El está
para conducirnos a la bienaventu- la fuente y el origen de todos los
ranza, interésanos en gran manera bienes y ninguna cosa puede dañar-
que vaya acrecentándose de día en nos de lo que de El nos viniere, por-
día, cosa que se consigue con la re- que es un ser el mejor de todos y
cordación y el pensamiento frecuen- el que más nos ama, y puesto que
tes e intensos, pues si nos viene a es el más poderoso de todos no hay
las mientes raras veces y con flo- cosa que no pueda concedernos. No
jera, el fuego desmayará y acabará tiene el ángel esa facultad de la om-
por apagarse del todo. Por este mo- nipotencia, ni el demonio, en aque-
tivo, el que prohibió en la oración llo que puede, tiene buena voluntad
multiplicar las palabras y hacer una porque es pésimo y enemigo mortal
larga exposición de lo que pedimos, nuestro. Pero el hombre flaco y mi-
ese mismo nos avisa y nos exhorta, serable no tiene poder, y su volun-
a fuer de hijos suyos, que oremos tad es incierta y voltaria.
continuamente y con continencia Manda el Señor que le pidamos no
a saber: con aquel linaje de ora- porque se lo agradezcamos al bien-
ción, gracias al cual nuestra alma, hechor, sino porque nos interesa a
mediante la contemplación de la nosotros aprender a amar a aquel
virtud divina, concibe de día en de quien nos vienen los bienes to-
día mayores llamaradas de amor y dos. Difiere a veces El la satisfac
444 JUAN LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. TOMO I

ción de nuestros deseos, porque a Compuse unas oracioncillas breves,


los ojos de nuestra ignorancia e bien porque unas veces nos tienen
irreflexión pierda valor lo que con- desperdigados y como descuartiza-
seguimos a tan poca costa, como dos, ocupaciones honestas, desde
fué el pedírselo con no mucho ahin- luego, e impuestas por Dios, y por
co, sino porque preciemos muchísi- culpa de ellas no podemos detener-
mo más el don prolijamente desea- nos en deprecaciones largas; y otras
do y como comprado a carestía, y veces esa alma nuestra, agobiada y
por ende también a quien nos lo retardada por la pesadumbre del
concedió, lo cual nos conduce con cuerpo, fatígase y flaquea por una
fuerza a granjear amor y culto. intensidad prolongada en demasía.
Por esto, no se ha de desistir luego Imité en ello a aquellos viejos pa-
al punto, ni a las primeras peticio- dres que, viviendo en el yermo y
nes, si no son atendidas, ha de en la soledad, consagrados a la obra
decaer nuestro ánimo, como si no de las manos, según nos cuenta Ca-
lo fuéramos a conseguir nunca, sino siano, acostumbraban dirigir a Dios
que esta repulsa inicial ha de ser- unas oraciones brevísimas, a mane-
virnos para reaccionar con más ar- ra de dardos, para foguear el espí-
dor y a pedir con renovada insisten- ¡
ritu y volver luego a la obra.
cia. a ejemplo de aquella vieja teso- Podrán estas jaculatorias mías ha-
ñera que nuestro maestro propone llar lugar entre aquellas oraciones
a nuestra imitación, la cual, con su que compusieron hombres de talen-
apremiante asiduidad, movió al juez to y de arte nulos, frías y sin pizca
inicuo de los dioses y de los hom- de sabor, sin ninguna dignidad de
bres a que conociese su causa y pro- palabras ni de sentencias en mate-
¡

nunciase veredicto según sus deseos. ria de tanta importancia y que, a pe-
Por todo lo cual, pensando yo saj- de todo, son leídas por muchísi-
!

conmigo mismo que la oración, es- ma gente, engolosinada por el solo


|

pecialmente si está aderezada por título de oraciones que ningún an-


el amor y su compañera inseparable sia tienen de elevar su espíritu a
la confianza, tiene valía ciertamen- Dios mientras oran, sino de echar
te para que nuestro deseo se reali- un gran acervo de palabras recogi-
ce, expuse en un pequeño comenta- das de dondequiera, sin gusto ni dis-
!

rio la oración dominical, norma de cernimiento alguno. Yo me persua-


toda plegaria, y de ella derivé al- do que bien poco importan las pa-
gunas preces en las que la petición labras con que se ora, sino el movi-
no fuese, como quien dice, desnuda miento ascensional a Dios mediante
y pelada, sino que tuviese el res- la oración. Esa última oración es
paldo de una consideración de la la legítima y la que rinde provecho.
majestad, de la bondad de Dios o de No atiende el Señor a la elocuencia
nuestra flaqueza. Y ello no porque o al artificio de quien ora, los cua-
yo estuviese creído que de esta ma- les, por lo que se refiere a Dios, son
nera convencería más fácilmente a harto ruines y caliginosos, sino la
;

Dios que me concediese el logro de pureza de intención con que ora, la


mis deseos. ¿Qué pensamiento de cual oye Dios aun antes de que co-
;

mayor locura o de desvarío que és- mience a hablar. Con todo, parecen
te? Sino porque yo, con el espíritu ser las más indicadas para el caso
purificado y exaltado, me presenta- aquellas palabras que infunden en
se más apto para la impetración. la mente alguna luz acerca de aque-
OBRAS DEVOTAS. EXCITACIONES DEL ALMA... PREPARACIÓN PARA ORAR 445

Uo que se pide y avivan el afecto obra de piedad, es necesaria una


decaído; cosa ésta que yo declaro gran pureza de alma para que
haber procurado dentro de la bre- aproximándonos a Dios de más cer-
vedad obligada y con toda cuanta ca, seamos oídos, pues en caso con-
energía pude. trario, clamaríamos de balde.
Añadí ciertas excursiones o am- Inicialmente compuse yo este
pliaciones o, mejor dicho, no hice opusculillo, para mi uso personal
más que indicarlas, gracias a las exclusivamente, a fin de que, apar-
cuales el espíritu caldeado por la te de la lección de las Sagradas Le-
oración pudiese espaciarse si quería, tras, me sirviese de consuelo en esa
mientras soplase aquel blando y res- áspera actualidad que vivimos, en
taurador vientecillo de la piedad, el la cual sucédennos cada día, así ex-
cual, como acontece raramente a la teriormente como en nuestro cuerpo
mayoría de nosotros, porque no le y en nuestra alma, tantas contra-
llamamos con nuestros deseos ni nos riedades, y para pedir la ayuda di-
preparamos para recibirle y dete- vina en esa constante e implacable
nerle, cuando se presentare, no he- necesidad a que está condenada
mos de dejar que pase de largo sin nuestra vida mortal. Luego pare-
que recojamos de su paso los frutos cióme bien generalizar esta obra
más copiosos que podamos, obede- mía, por si podía ser de provecho
ciendo al conjuro del esposo del a algún otro para un nuevo avance
Cantar de los Cantares, que no des- en la piedad, cosa ésa que yo pienso
pertemos, para las ocupaciones y ser una ganancia cuantiosa, porque
cuidados de esta vida, a la esposa lo primero que interesa es que tú
sumida en sabroso y saludable sue- seas bueno, y lo segundo e inme-
ño, hasta que ella por sí misma se diato, que hagas buenos a los otros.
despierte. Así que por tener más co- Tiempo ha que, efectivamente, nece-
piosa materia de meditación, ade- sitamos los cristianos todos que an-
más de las oraciones, en las cuales damos a gatas por el suelo de estí-
la hay, y no poca ciertamente, halla- mulos y de aguijones para levantar
rá preparadas estas excursiones a nuestras almas, que, abatidas a la
manera de diversiones para espaciar- vista de las cosas vilísimas que con-
se con ellas. Puse al frente una pre- venía hollar, las codician con tal
paración para la oración, porque pa- avidez, que las anteponen a la in-
ra esa tan grande y tan principal mortalidad y a la bienaventuranza.

PREPARACION DEL ALMA


PARA ORAR
1. Cuando el alma se ciñe y se ciguado el bullicioso alboroto de las
apareja a la contemplación de su pasiones.
Divina Majestad, tenga libres y ex- 2. En la paz callada tiene su mo-
peditas las alas para tan remontada rada el Señor, no en el tropel de los
ascensión, dando de lado a todos los i motines y conmociones.
negocios de esta vida y teniendo apa- 3. Levantado a aquella contem-
446 JUAN LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. TOMO I

plación. no te injieras con impru- contener toda la inmensidad de los


dencia ni temeridad, no sea que se arcanos divinos.
te rechace con ignominia y con daño. 15. Has de recordar que eres ma-
4. No inquieras las causas de cada lo y que por eso titubeas y que la
una de las cosas comprendidas en malicia, como un peso, te lleva de
la Divinidad, pues ni los mismos án- Dios a ti; del espíritu, a la carne;
geles las alcanzan. de la alteza del cielo, a la bajeza
5. Aquello mismo que concede- del suelo.
mos a los hombres sabios, recono- 16. Has de recordar que eres
ciendo nuestra incompetencia por suspicaz y que por tu propia medi-
comprender sus razones y consejos, da mides a los otros, y con medida
con cuánta mayor reverencia ha de humana mides la dimensión divina
ser concedido a Dios. y muchas veces por la tuya, que es
6. Quien escudriña la majestad, chica y es falseada.
será abrumado por su gloria no de 17. Siendo así que si comparas
otra manera que quien mira el sol las obras de Dios con su facultad y
sereno con ojos fijos y bien abier- su potencia, pareceránte pequeñísi-
tos queda deslumhrado. mas y más fáciles de hacer por El
7. No queráis saber más de lo que por ti de pensarlas.
que importa saber, sino saber so- 18. Sométete, pues, a la majestad
briamente. del Omnipotente, a los mandatos
8. No busques cosas más altas del Omnipotente, a los avisos del
que tú ni escudriñes cosas que sean más amantísimo y generosísimo
más fuertes; antes piensa siempre !o Bienhechor.
que Dios te tiene mandado y en mu- 19. Este sea el blanco de tu vi-
chas de sus obras no seas curioso. da; ve a él por el atajo, ora tengas
9. No te es necesario ver con tus que poner las riquezas bajo tus pies
ojos aquellas cosas que están es- ora tengas que ser abatido y derri-
condidas. bado, ora te sea obstáculo tu hijo
10. En las cosas superfluas no o te lo sea tu padre.
escudriñes de muchas maneras y en 20. Palabra fiel y merecedora que
muchas obras no serás curioso. la aceptan todos es que Jesucristo
11. Muchísimas cosas que están vino al mundo para salvar a los
fuera del alcance de los hombres te pecadores.
han sido mostradas; a muchos les 21. Pensarás de Jesucristo no co-
engañó su sospecha y en la vanidad mo si fuese un hombre cualquiera
detúvose su comprensión. bueno y sabio, sino como la misma
12. De las cosas divinas ten un virtud, sabiduría y bondad de Dios
sentido reverente; has de recordar que el Padre envió para reconcilia-
que eres un niño y que no puedes ción y salud de los hombres, para
barruntar la sabiduría de Dios, ser su maestro y dechado del linaje
puesto que en las cosas muy fre- humano.
cuentemente andas a ciegas. 22. La confianza en El será la
13. Has de recordar que eres ig- más firme piedra del edificio.
norante; que no has aprendido los 23. Su vida servirá de antídoto
arcanos de Dios, cuando los de los de cualquiera enfermedad o afecto
hombres casi todos te están ocultos. desordenado: su pasión servirá de
14. Has de recordar que eres li- consuelo y lenitivo en los contra-
mitado y que tu pecho no puede tiempos y calamidades de la vida:
OBRAS DEVOTAS. EXCITACIONES DEL ALMA... PREPARACIÓN PARA ORAR 447

su resurrección será prenda de es- no aquella que consiste en el gesto,


peranza de los verdaderos bienes. en el vestido, en la expresión. La
24. De los santos pensarás que verdadera humildad del alma mani-
salieron de los azares de la mortali- de Dios,
fiéstase ante el acatamiento
dad y se han unido con Dios y, por por manera que, poniendo la mirada
decirlo así, son miembros de Dios. en El, entienda claramente que El
25. A la unión con Dios; es lo es todo y que tú eres pura no-
decir, a la suprema bienaventuran- nada o, si eres algo, eres muy poca
za y fin del hombre, se va por el cosa, una gotita pequeñita despren-
amor de Dios. dida de un piélago inmenso, y que
26. Pensarás ser cieno todas las no subsistirás más tiempo que mien-
cosas de este mundo comparadas con tras El te conserve.
la caridad y la gracia de Dios; dicho- 35. Puesto caso que de Dios pro-
so tú si te la granjeares aun con la ceden todos los bienes y que de
pérdida de toda cuanta cosa en el ningún otro lado proceden, cuando
mundo puede ser codiciadera. hicieres algo de bueno levántate a
27. Sin ella no hay nada apaci- recordar la procedencia de aquel
ble, nada alegre; .con ella no hay bien y agradécelo a quien se dig-
cosa amarga ni triste. nó darte fuerzas para bien obrar.
28. El pecado es aversión y apar- Si así no lo hicieres, serás tenido
tamiento de Dios; esto es, de la fuen- por descuidado del beneficio y, por
te de la vida y del bien universal. ende, ingrato.
29. Huye tan lejos como pudie- 36. Guárdate una y otra vez de
res del acto pecaminoso, de sus oca- que se te venga a las mientes que
siones, de sus causas, de su apa- puedes ser de provecho a Dios; ni
riencia, de su sombra ; eso es lo que te lisonjees de la obra buena, como
podrá hacerse luego al punto: acér- si hubieres merecido bien de El.
cate a Dios. Este pensamiento es pestilentísimo
30. En la tentación no confíes y muchas veces es corrupción de las
en tus fuerzas ni, confiado en ti obras mejores. Para quitarlo, ha di-
solo, pelees con quien es mucho más cho Nuestro Señor: Cuando hubie-
fuerte que tú. reis hecho todas estas cosas, decid:
31. Sino invoca la ayuda de aquel Siervos inútiles somos.
que dijo: Confiad; yo vencí al 37. Piensa en la intimidad de tu
mundo. alma, que a Dios ni le puedes hacer
32. De esta manera, desconfiado bien ni le puedes causar daño. Bue-
de ti, acógete a la sabiduría de la no o malo, para ti lo serás. Ni las
Cruz; pero rodéate con la palabra buenas obras que acaso hubieres he-
de la fe como con una armadura po cho las traigas a tu recuerdo como
derosa. para pasar cuentas con Dios y re-
33. Conócete a ti mismo: cuán clamar el estipendio. De ahí acaso
flaco de cuerpo, cuán tardo de nazca en ti una confianza vana y
corazón, cuán torcido de voluntad, perjudicial, como le ocurrió al fa-
cuán servil poseedor de las cosas riseo del Evangelio.
que tienes. 38. A ti mismo paréceste agudo;
34. Así que siente de ti mismo, tanto peor si no eres también bueno.
con moderación o, mejor, con ba- 39. Boto: no desagrada a Cristo
jeza, consciente de tu fragilidad. la torpedad. si la voluntad fuese
Esta es la humildad auténtica y recta.
448 JUAN LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. TOMO I

40. Docto: en balde si no te 60. De vida corta: igual se llega


aprovecha tu doctrina. por el atajo que por el rodeo.
al cielo
41. En vano sabe el sabio si no 61. No desearás ni temerás para
;

sabe para sí. ti ni para ningún otro enfermeda-


42. Inculto harta cultura es ob- des, azares ni muerte; antes espera
:

servar lo que manda Cristo. con igualdad de ánimo lo que Cris-


43. Tanto sabes, como obras. to, que tiene cuidado de nosotros,
i

44. Animoso osa, pues,


;
me- nos depare; y lo que tengas que su-
j

nospreciar las eventualidades que frir súfrelo con resignación, consi-


asustan a los otros. derando quién es el que nos lo en-
45. Tímido quién sabe si dema- vía y no sin que sea para nuestro
:

siado audaz, pues te atreves a violar bien.


la ley de Dios; esto es, a trabar 62. ¿Qué pro nos hace la ansie-
enemistades con El. dad por dolencia o por muerte, si
46. Hermoso: por demás, si tu no remedia nada? Lo que tenga que
alma fuere fea. venir contra nuestra voluntad, ven-
47. Mira que en bello edificio no ga en buen hora con aceptación
se albergue un huésped monstruoso. previa.
48. Deforme: Cristo no tiene 63. Trabajar debemos toda nues-
ojos más que para la hermosura del tra vida no por no morir, pues es
alma. cosa imposible, sino por no morir
49. Sano: ¿a qué, si tu alma es- mal. *
tá enferma? 64. Ama a tus hermanos bien
50. Enfermo: aviso de que eres
porque lo merecen, bien porque son
mortal. recomendados de Cristo, y deséales
51. Y siendo mortal irás allá don- y procúrales, con cuanta fuerza pue-
de ninguna dolencia te alcance y la das, el mayor bien, que es la gra-
salud durará para siempre. cia y el favor de Dios y aquellos me-
52. Gozas de regalos y placeres: dios con que los consigan fácilmente.
con punible mimo tratas a un dés- 65. Xo quieras la perdición de
pota insufrible. los malos, sino su enmienda.
53. Ponente a prueba los trába- 66. Por ningún interés ni lucro
los: así vencerás y sojuzgarás a tu se ha de mentir ni se ha de adular.
enemigo. 67. No hay que airarse, pasare
54. Te agobian las tribulaciones: !o que pasare; contra ninguno nos
por estas asperezas se camina ex- hemos de enojar ni hemos de de-
peditivamente al alto asiento de la nostarle, ni reprenderle agriamente,
virtud. ni maldecirle, pues todo esto repug-
55. Robusto eres: ejercita tu na a la natural apacibilidad del hom-
robustez para el mayor premio. bre.
50. Inválido la virtud necesita
: 68. No des interpretación sinies-
corazón, no músculos. tra a lo que es ambiguo o incierto
57. Veloz: huye, pues, del vicio porque ello denuncia una voluntad
que te va a los alcances. torcida.
58. Tardo: harto rápido eres si 69. No has de sentir ni has de
tu espíritu trasciende los cielos y hablar con altanería o con arrogan-
llega hasta Dios. cia, porque es cosa aborrecible a
59. Longevo: sólo vive mucho Dios y a los hombres.
quien vive bien. 70. A nadie hánsele de envidiar
r
OBRAS DEVOTAS. EXCITACIONES DEL ALMA... PREPARACIÓN PARA ORAR 449

los bienes terrenales que posea, por- 82. Infame: Cristo ve si lo me-
que propio de hombre que no
es reces; procura tú merecer su apro-
considera su fragilidad ni su fuga- bación.
cidad. 83. Afectado por una injusticia:
71. Si te baldonaren, acuérdate ¿quién sabe si te engaña tu excesi-
de lo que en ca- vo amor propio? Dioses el vengador.
a Cristo se le echó
ra. El baldón puede equivaler a la 84. Pero tú puedes vengarte a
aplicación de una medicina, como en ti mismo: mejor te vengará Dios
el caso del rey David. sin peligro tuyo, y al que te dañó
72. Si te loaren, esfuérzate por le dolerá más. Pero no desees la
recordar que los bienes que tienes venganza a otro, porque no te al-
no son tuyos: Dios te los prestó y cance también a ti. ¿Imaginaste no
a El debes agradecérselos. haber cometido cosa merecedora de
73. Los males son tuyos; los bie- venganza?
nes son de Dio?. 85. Simpático Dios es el único :

74. Y si los hombres admiran y verdadero amigo.


hasta tal punto una pequeña gota, 86. Odiado: si por culpa tuya,
¿qué no harían si se acercaran a corrígete; si no, conténtate con la
mirarse en aquella agua caudal? amistad de Dios.
75. Vuelve ya y hunde tus ojos 87. Abandonado de los amigos;
en ti mismo; verás cuán chica cosa pero no, si tú quieres, de Dios, que
es el hombre; cuán livianas todas es el más firme de todos ellos.
las cosas humanas, indignas de cual- 88. Enfrióse el amor de los ami-
quier alabanza. gos de puro desuso. Tanto mejor
76. Haz que vengan a tu recuer- porque siempre está con nosotros
do tus caídas frecuentes en la vir- Cristo, que ni se desacostumbra ni
tud, en el saber, en el ingenio: con se cansa.
este pensamiento, como con un 89. Amado del poderoso que har-
cántaro de agua fría, aguarás la tas veces es mal hombre; ¿pero de
mentida embriaguez de la lisonja. qué te sirve si no te ama Cristo, que
77. Ni aceptes ni desees en tu vi- es todopoderoso, soberano, eterno?
da aquellos cargos cuya ocupación 90. Aborrecido del poderoso:
o cuidado suelen apartar del culti- bien; a los poderosos les domina
vo de la piedad, como los negocios Cristo.
varios e importantes, las gestiones Rico: sí, mira; pero que no
91.
graves, escabrosas, enma-
difíciles, loseas por muy pocos días y pobre
rañadas. y miserable por toda la eternidad.
78. ¿Qué provecho reporta al Pobre y harapiento: no ne-
92.
hombre ganar el mundo universo si riquezas para mucho tiem-
cesitas
sufre la pérdida de su alma? po; Cristo no se fija en el vestido.
79. Paréceste noble a tus pro- 93. Hambriento: no nos alimen-
pios ojos: ¡Oh, si fuese por tu vir- ta el pan,- sino la palabra de Dios,
tud y tu honradez esta nobleza bien y harto nutrido estás si lo estás del
ganada! Pero para que sea así, nada pan de la doctrina de Cristo.
merecerás si la virtud fuere ajena. Opulento, poderoso: oyes no
94.
80. Innoble: no puede ser inno- más que las voces de los que meten
ble quien tiene por padre a Dios. ruido a tu alrededor; no a tu con-
81. De buena fama: no lo eres ciencia, que te dice a gritos que eres
si Cristo te recrimina. muy enteco y muy ruin.

LUIS VIVES. 1 15
450 JUAN LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. TOMO I

95. Pero, en fin de cuentas, ¿qué 109. Morirás: por ese camino
es lo que puedes? Hacer más mal irás a aquel lugar que nunca más
que bien, causar más perjuicio que te dejará morir.
provecho. 110. Por un camino de tormen-
96. ¿Y para con quiénes puedes? tos: con tanto mayor gusto toma-
Para con aquellos que si te retira- rás el vuelo hacia la inmortalidad.
sen su obediencia, nada podrías. 111. Si tuvieres todos los bienes,
97. ¿Y vale la pena de ser pode- aparte de la gracia de Dios, es pes-
roso para con los otros y no serlo te lo que tienes y no bienes.
para contigo? 112. Quien tiene la gracia de
98. Apoyado por amistades: no Dios, a ése ningún bien le falta.
olvides que esos amigos son hom- 113. Si crees tú haberla alcanza-
bres; esto es, tornadizos y mortales. do, guarda que no te engríes; pues
99. Pero ¿qué aprovecha la bien- si sobre ti mismo te levantas la
querencia de seres flacos y misera- perderás.
bles, si no te quiere bien aquel cu- 114. Tú que estás en pie, mira
yo amor puede hacerte feliz por to- que no caigas; no juzgues a tu her-
da una eternidad? mano no sea que te hagas peor que
100. Tienes parientes y deudos él y él mejor que tú.
muchos e influyentes; pero, dime: 115. Voy a mostrarte, ¡oh hom-
¿no eres injusto con Dios tú, que te- bre!, lo que te conviene hacer:
niendo tal padre buscas consanguí- practicar el juicio y la justicia y
neos de quienes gloriarte y que son, andar solícitamente con tu Dios no
a la postre, mortales misérrimos? por su morosidad o dificultad, que
101. Se te dan las gracias por un es nula, sino por tu fragilidad, que
beneficio; si con ellas te gozas, es máxima.
cuánto mejor harás revirtiéndolas 116. He aquí .que entre sus san-
a Dios, que todo lo remunera y con tosno hay ninguno inmutable y los
muy larga mano. mismos cielos no son limpios a sus
102. Acuérdate tú a tu vez de ojos.
darlas a Dios, a quien tanto debes. 117. Cuánto más abominable e
103. No se me dan las gracias: inútil es el hombre que bebe la ini-
mejor se fía en Dios que las da quidad como el agua.
siempre. 118. Reconoce, pues, ¡oh hom-
104. Guárdate de no hacer tú lo bre!, que eres malo y que Dios es
que criticas en otro. bueno y autor de la bondad, si al-
105. Vives en la patria: en el guna bondad hubiere en ti.
destierro quieres decir, si Dios no
te asiste. ACCESO A LA ORACION
106. En el destierro: el destie-
rro no existe donde Dios está, que El Espíritu ayuda nuestra fla-
1.

para nosotros es el todo. queza. ,

107. En mansión
espléndida: 2. Pues nosotros no sabemos co-
tanto peor para ti si ensucias ese mo conviene lo que pedimos.
lugar con tus maldades. 3. Sino que el mismo Espíritu pi-
108. En una zahúrda inmunda, en de por nosotros con gemidos inena-
una cárcel: pero de todas maneras en rrables.
el mundo, que es el templo de Dios 4. Mas El, que escudriña los co-
y que El llena con su presencia. razones, sabe lo que desea el Espí-
OBRAS DEVOTAS. EXCITACIONES DEL ALMA... PREPARACIÓN PARA ORAR 451

ritu que, según Dios, pide por los tan vana y baladí conmutas una
santos. cosa maciza y perenne!
5. Sacrificad sacrificio de justi- 15. ¡Oh, qué precio tan ruin pro-
cia y esperad en el Señor. pones para una obra excelente!
6. Quien se acerque a rogar a Cuando podrías, sólo con que qui-
Dios, antes que todo tiene que con- sieras, conseguirlo muy grande y
siderar la majestad de tan gran Mo- muy rico.
narca, que nos hizo con sus manos 16. Por eso Nuestro Señor nos
que intuye nuestros mismos pensa- manda a nosotros, sus hijos, que
mientos y recuerda lo que nosotros cuando alguno de nosotros se dis-
hemos olvidado para compararlos pone para coloquio tan sagrado, se
con nuestra bajeza, de manera que retire en lo más escondido de sí
con razón podamos decir: Hablaré mismo, es decir, en el más abstruso
al Señor, mi Dios, aunque sea polvo recinto de su pecho, en el más pro-
y ceniza y podredumbre que parará fundo silencio de su alma, en donde
en muladares. no dé entrada a sus pasiones ni to-
7. Puesto caso que Dios contem- me en consideración el juicio aje-
pla todas nuestras acciones, condú- no; allí, en aquel encierro total ore
cete de tal manera que seas digno a Dios, conteste de sus pensamien-
de sus ojos. tos y de sus deseos. Este que verá
8. Acuérdate que no es la lengua que sólo para El se derraman aque-
que ora, sino la mente. llas plegarias y aquellos votos y que
9. ¿Y qué sucede si la mente está no se tiene cuenta ninguna de los
ocupada en otra cosa? Sean cuales oídos y de los ojos de los hombres,
fueren las palabras que pronuncies, remunerará aquella simplicidad de
no oras en absoluto. corazón a manos llenas. Si no lo
10. Vano es el susurro de los la- hiciere así, pierde el gran fruto de
bios y, por lo mismo, desapacible a la oración. Deseaste la aprobación
los oídos de Dios. del hombre; ya tienes la paga que
11. Oraré con el espíritu; oraré deseabas. ¿Por qué esperas o bus-
con la mente; cantaré con el espí- cas otra de Dios?
ritu, cantaré con la mente. 17. Huelgue toda otra ocupación
12. La oración es una plática con y ceda su puesto a una obra, la ma-
Dios; conviene que tengamos muy yor y más ventajosa que pueda ha-
fijo en El el ojo de nuestra mente, cerse en esta vida.
no de otra manera que el ojo del 18. ¡Afuera, afuera, cuidados vi-
flechador lo está en el blanco para les e indignos de mí: tengo que ha-
dar de lleno en él; de otro modo blar con el Rey y con el Autor de
irá a dar en un punto distinto del todo!
que se había propuesto. 19. Apártate, malicia, pues me
13. Los frutos de la oración ver- acerco a la suma Bondad.
dadera y ahincada en lo que con- 20. Vete, odio, pues me acerco al
viene son espléndidos y ubérrimos, Amor de los amores.
pues traslada a nosotros la abun- 21. Idos, idos, bagatelas, maripo-
dancia de los bienes que deseamos. sas leves, porque voy a negocios se-
14. Si desvías tu mirada de Dios rios, sólidos y permanentes.
hacia tus pasiones o los juicios aje- 22. Presida nuestra meditación
nos, ¡oh qué pérdida tan grande la una tensión grande con una piado-
que experimentas! ¡Con qué cosa sa reverencia.
452 JUAN LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. TOMO I

23. E informe nuestra petición hijos, ¿cuánto más el Padre Celes-


una inquebrantable confianza, no tialos dará un espíritu bueno si se
por nuestros méritos, sino por lo pidiereis?
Aquel que así mandó que lo hicié- 28. Si permaneciereis en Mí y
ramos, con la garantía de estas pro- mis palabras permanecieren en vos-
mesas: otros, pediréis todo cuanto quisie-
24. Pedid y recibiréis. reis y se os hará.
25. Todo lo que orando pidiereis, 29. Con todo, añadamos por pre-
creed que lo recibiréis y se hará. caución aquello que se lee en el
2ü. Todo lo que pidiereis en la apóstol Santiago:
oración, lo recibiréis si creyereis. Pedís y no recibís, por cuanto pe-
27. Si vosotros, siendo malos, sa- dís malamente para gastar en vues-
béis dar dones buenos a vuestros tros deleites.

PRECES Y MEDITACIONES
PARA DURANTE EL DIA
1. AL DESPERTARNOS Punto de meditación

¡Oh Dios y Padre de Nuestro Se- Trae a tu consideración la alegría


ñor Jesucristo a quien nadie conoce y bienaventuranza de la resurrec-
la
si no es por dádiva tuya!, haz que ción eterna. Pondera también aquel
a los otros grandes beneficios tuyos amanecer clarísimo y refulgente y la
para conmigo se añada también nueva luz de los cuerpos después de
este que es el mayor que puede ha- las tinieblas; todas estas cosas es-
cerse al linaje humano, a saber: que tán henchidas de gozos.
así como despertaste nuestro cuer-
po soñoliento, así también libres mi 2. A LA PRIMERA VISTA
espíritu del sueño de los pecados y DE LA LUZ
de las tinieblas del mundo, y que
puesto que le llamaste del sueño a ¡Oh Lumbre la mayor y más ver-
la vigilia, después de la muerte lo dadera, de donde nace esta luz del
restituyas a la vida pues sueño es
; día y del sol, que iluminas a todo
para ti lo que para nosotros es la hombre que viene a este mundo:
muerte. Rogárnoste encarecidamen- Lumbre que no conoce noche ni
te por tu benignidad, que en esta ocaso alguno y siempre es mediodía
presente vida sea el cuerpo compa- claro y sereno; Lumbre sin la cual
ñero y auxiliar de la piedad del al- no hay más que tinieblas espesísi-
ma, a fin de que en la otra vida sea mas, y por la cual todas las cosas
participante de la eterna bienaven- se esclarecen; mente y sabiduría
turanza. Por Jesucristo, Hijo tuyo de tan gran Padre ilustra la mente
y Señor Nuestro, por quien nos con- mía, que no vea más que lo tuyo
cedes todo lo bueno y saludable. y para todo lo otro sea ciego y que
Arriba tú que duermes; levántate al ir andando por tus caminos no
de entre los muertos y Cristo te haya cosa alguna que relumbre a
iluminará. mis ojos y que me sea grata!
OBRAS DEVOTAS. EXCITACIONES DEL ALMA.. . PRECES Y MEDITACIONES 453

Ilumina, Señor, mis ojos, porque hombre terreno, que por su culpa
en ningún momento me adormezca se derribó del lado de la carne.
en la muerte, y porque nunca diga Desnúdanos, ¡oh Cristo!, de ese
mi enemigo: prevalecí contra él. Adán, viejo y corrupto, quien, curti-
do por el pecado, inclínase a las pa-
Punto de meditación siones y enfermedades del alma aje-
nas de Ti, con Eva, la pecadora, que
¡Cuánto más vale la luz del alma le apartó de la obediencia de tu
y cuánto más excelente es el ojo
Padre.
del espíritu que el ojo del cuerpo!
¡Cómo conviene mucho más cuidar 5. AL VESTIRNOS
de que sea más penetrante la vista
del espíritu que la del cuerpo! Las Vísteme, ¡oh Cristo!, de ti mismo,
pequeñas bestias tienen ojos físi- Adán segundo, que por tu justicia
cos; ojo mental no más lo tienen fuiste hecho abogado ante el acata-
los hombres y aun si son sabios. miento de Dios Padre para despo-
jarnos de todas nuestras concupis-
cencias y para crucificar el imperio
3. AL LEVANTARTE
de la carne. Senos Tú, contra ese
Nuestro primer padre de la alteza frío del mundo, abrigo con que nos
de su encumbramiento cayó rodan- calentemos. Si Tú nos estás distan-
do en el cenagal de la ignominia te, todo, al momento, se nos entu-
y en la sima de los crímenes y mal- mece y se nos muere; pero si estás
dades; mas se levantó de nuevo a nuestra vera, todo se nos torna
con la ayuda, ¡oh Cristo!, de tu ma- vivo, seguro, fuerte, vigoroso. Y
no. Así también nosotros, si no so- así como envuelvo mi cuerpo en
mos levantados por Ti, estaremos ese vestido, vísteme todo de Ti mis-
caídos perpetuamente. ¡ Oh Cristo, mo, pero, con preferencia, viste de
favorecedor muy indulgente del Ti mismo mi alma.
linaje humano, así como levantas
esa carga pesada por puro beneficio Punto de meditación
tuyo, así también eleva nuestras
mentes al conocimiento y al amor Como nos hacemos un solo cuer-
de tu alteza soberana! po con Cristo, El nos viste y nos
gobierna y nos calienta para que
Punto de meditación debajo de sus alas nos salvemos y
reinemos.
¡Qué mortal caída la de Adán por
el pecado y la de cada uno de nos- 6. VESTIDO, AL IR A INAUGURAR
otros desde el alto asiento de la gra- EL DÍA
cia de Dios! ¡Cuán grande el bene-
ficio de Cristo, con cuyo auxilio nos Dios y Señor Jesucristo, Tú sa-
levantamos de la caída cada día y bes, o, mejor, Tú nos enseñaste
tantas veces! cuánta sea la flaqueza del hombre y
¡
cómo nada puede sin Ti. Si el hom-
4. AL DESPOJARTE DE LA CAMISA j
bre cree y confía en sí mismo, fuer-
DE DORMIR za es que se despeñe en mil- calami-
I

dades mortales. Compadécete, Pa-


Nacemos vestidos y cargados de |
dre, de la fragilidad de tu hijo, séle
a grave y enojosa pesadumbre del :

propicio y favorable para que, ilu-


454 JUAN LUIS VIVES. OBR.AS COMPLETAS. TOMO I

minándome Tú, vea bienes ver-


los de acabar; en ello me entretengo;
daderos, y exhortándome
Tú, los ello me tiene ocupado todo.
desee, y guiándome Tú lo consiga: 11. Dios me conduce, pero soy
desconfiando radicalmente de mí, a yo mismo quien le rehuyo; alárga-
Ti me entrego 3* me encomiendo me la mano y yo se la rechazo; me
todo. lleva a la fuerza y yo rezongo.
12. Entro de cuando en cuando
Para que lo piense cada uno en sí en el buen camino; pero de seguida
mismo al inaugurar las ocupaciones vuélvome atrás, me canso, déjolo
del día para otra ocasión.
13. Ea, aviva el seso, alma mía,
1. Fui creado hombre de cuerpo levántate, porque no siempre nos
terreno, caduco, expuesto a la muer- revolquemos en el cieno; toma fuer-
te; de alma celestial, firme, impe- zas contra la mala costumbre; osa
recedera. ya menospreciar lo contentible, ho-
2. Dotado de mente, es, a saber: llar lo abyecto, desear lo soberano,
de inteligencia, de razón, de juicio, lo más excelente, lo mejor.
por los cuales entienda el bien su- 14. Dios llama; oigámosle. Dios
premo, que es Dios: conocido, le guía, sigámosle; a sus propios bie-
ame y úname con El el amor, iden- nes nos conducirá. Ofrécese a Sí
tifíqueme con El, inmortal, bien- mismo y todo lo que es suyo; acep-
aventurado. témoslo. Enséñanos la senda de los
3. Pero yo vivo olvidado de bien bienes más grandes, no volvamos
tan grande. el rostro; antes, andemos con reso-
4. Inclinóme a los apetitos del lución por ella.
cuerpo. 15. Penetrémonos de estas ver-
5. Consumo en cosas vilísimas dades que nadie puede mover, y
toda fuerza de mi mente.
la porque no sean vanos e ineficaces
6. Cúbrome de tierra, y de ce- nuestros pensamientos, pongámoslos
lestial hágome terreno, y de divino en inmediata ejecución.
hágome bestial.
7. Xo me falta Dios, que comen- 7. EN SALIENDO DE CASA
zó por llamarme a una parte de su
reino y por la mayor de sus bonda- Fuerza me es andar entre los la-
des fui lavado en el agua lustral, zos que extendió el demonio y el
en la fe y el nombre de Jesucristo. mundo, servidor suyo y traigo en
Débole agradecimiento por Laá mi derredor los aguijones de mi
grr.nde e inefable beneficio. Y con carne: condúceme, ¡oh mi Caudillo
todo esto, no tuvo aún bastante, certero!, y defiéndeme de los golpes
sino que en todo momento ofréce- y de las celadas, de suerte que sea
me su lumbre porque vea y prende lo que fuere lo que me saliere al
fuego en mi pecho porque le ame. encuentro, no les dé más valor del
8. Y, en cambio, soy yo quien que tienen en realidad. Puestos mis
me falto a mí mismo; sordo, ciego, ojos en Ti solo y pendiente de tu vo-
insensible como piedra, nada siento. luntad vaya avanzando de tal mane-
9. Ingrato, no hago uso de bene- ra, que en tanto tome yo cualquiera
ficios tantos y tan grandes; los des- cosa en cuanto deba referirse a Ti.
deño. Muéstrame tus caminos, Señor, y
10. Prefiero lo raez lo que ha; enséñame tus senderos.
OBRAS DEVOTAS. EXCITACIONES DEL ALMA... PRECES Y MEDITACIONES 455

Digresión a contemplar jornada. A


nosotros, muy inferiores
a Tobías en la virtud, pero que con-
¡Cuán vana es la ocupación de fiamos en tu bondad, envíanos tu
los hijos de Adán; cómo andan he- santo ángel, quien puesto que con-
chos trozos y desperdicios! ¡Cómo fiamos en Ti nos aliente y nos ani-
van desmenuzando y disipando me y nos conduzca por las sendas
aquella mente que les fué concedi- que a Ti fueren agradables.
da para conocer y meditar el Sobe-
rano bien, hasta el punto de olvi- Digresión
darse de aquello que es lo primero
¡Cómo andamos peregrinando le-
y lo principal, por manera que los jos de nuestra patria, de nuestra
unos para los otros son piedra de casa, de nuestro origen, es, a saber:
tropiezo y lazo de tentación.
de Dios! ¡Con cuánta complacencia
nos detenemos y nos embarazamos
8. AL TOMAR EL CAMINO en la peregrinación, es decir, en la
miseria, sin acordarnos de los ver-
Peregrinación es esa vida nues-
daderos bienes.
tra; del Señor partimos, al Señor
nos encaminamos; pero en medio
9. AL IR A TOMAR EL ALIMENTO
de los remolinos y los despeñade-
ros que aquel mortal enemigo nues- Maravilloso misterio el de tu
tro puso en nuestro camino, cega- obra, Hacedor y Gobernador del
dos como estamos por el pecado. mundo, el que con esos manjares
Alárganos tu mano, ¡oh Cristo, guía sustentes la vida de los hombres y
verdadero, cierto, vigilante, amiga- de los animales. Ciertamente no re-
ble, fiel! Abre nuestros ojos, alum- side en el pan y en el companage
bra aquella vía regia que al tomarla esa virtud, sino en tu voluntad y
Tú el primero, de la corruptibilidad en tu palabra, por las que vive y
de esta vida la allanaste para la in- subsiste todo. ¡Y cuán grande ma-
mortalidad de la otra. Tú eres esta ravilla es también que Tú, todos los
vía; condúcenos al Padre por Ti años, proporciones todo cuanto bas-
mismo, a fin de que todos seamos te para el mantenimiento de tantos
uno con El, como Tú y El ya lo seres vivos! Cosa que el profeta
sois. santo, en la enumeración que hizo
Otra de tus alabanzas, dijo que todas las
criaturas esperan de Ti que les des
Padre misericordioso: Tú a los su mantenimiento en sazón oportu-
hombres santos que con corazón na. Abres Tú tu mano y llenas a
puro y sencillo son de tu real agra- todo ser viviente de bendición. Esas
do, envíales ángeles que les guar- son admirables obras de tu omnipo-
den, que los conduzcan como hijos tencia. Rogárnoste, Príncipe y Pa-
mayores y más fuertes a otros hi- dre munificentísimo, que, pues su-
jos de edad y fuerzas más flacas; ministras vida a nuestros cuerpos
pues en un mismo afecto paternal por los alimentos que crea tu pala-
abarcas y abrazas a ángeles y a bra, vivifiques también con tu gra-
hombres. Así a Tobías, hijo dócilí- cia por esa misma palabra tuya
simo de un padre bueno, al empren- nuestras almas para que seamos
der su viaje, enviástele a tu ángel dignos de que merecidamente, como
Rafael por compañero de su larga un padre lo hace con sus hijos muy
456 JUAN LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. TOMO I

amados, nos nutras con saludables l

Punto de meditación
alimentos, hasta que hayamos lle-
gado a la perfección de tu Hijo Je- Para el uso se nos dieron, no para
sucristo, en la cual esa mortalidad el abuso; para que nos aprovechen,
nuestra se revestirá de inmortali- no para que nos dañen, no a nos-
dad y ya jamás por jamás necesi- otros solos, sino también a otros por
taremos alimento, porque seremos medio de nosotros.
una sola cosa contigo.
11. DESPUÉS DE LA COMIDA
Digresión
Con manjares corporales fortifi-
¡Cuánto poder habernos criado! cas nuestra vida caediza; obra ésta
¡Cuánta sabiduría defendernos y muy grande, pero más útil y más
conservarnos! ¡Cuánta bondad, no
santa, porque con tu gracia, Cristo
mereciéndola nosotros! ¡Cuántas Jesús, ahuyentas la muerte de nues-
cosas nos dió para que las utilizá-
tras almas. Mucho te debemos por
semos! ¡Cuán admirable que se les ese espacio de vida que nos diste,
sostenga la vida! ¡Cuánto más ad-
mirable prolongar la vida del alma
y puesto que con estas dádivas tu-
yas le prorrogas, vaya a Ti nuestra
hasta la inmortalidad con sólo un
gratitud en forma de hacimiento de
acto de su albedrío!
gracias. Con todo, esta vida es el
camino para aquella otra vida eter-
10. EN LA MESA na que te pedimos por tu muerte,
a fin de que por beneficio tuyo nos
Benignísimo distribuidor de tus concedas la inmortal bienaventu-
ranza. Ahora dárnoste gracias por
dones, que los das para que se go-
cen, dones puros porque eres Tú
una dádiva temporal, temporales
ciertamente, porque de otra clase
puro, dones santos porque eres Tú
santo, haz que no nos falte tu au-
no podemos: allá arriba, por la vi-
xilio y que no abusemos torcida-
da eterna te las daremos eternas.
mente de aquellas cosas que creas- Rogárnoste que accedas a ese deseo
nuestro, Tú que vives con el Padre
te para nuestros usos y que no te
amemos porque nos los das, sino y el Espíritu Santo, Dios por toda
la eternidad.
que les amemos a ellos porque vie-
nen de Ti y temporalmente les ne-
cesitamos nosotros que volvemos a 12. EN VOLVIENDO A CASA
Ti: sobria, templada, santa-
pura,
mente conduzcámonos entre tus do- Ninguna cosa hay, Señor, más
nes, puesto que eres tal, no sea que semejante a esa santa naturaleza
las cosas que con largueza nos das tuya que el espíritu compuesto en
como medicina de la vida corpórea, sosiego y tranquilidad Tú nos lla-
:

las convirtamos nosotros en veneno maste del mundanal ruido a aquel


e instrumento de la muerte del al- reposo tuyo y a aquella paz, como
ma; antes al contrario, tomándolos de las borrascas al puerto, paz co-
con rectitud de intención y con es- mo no la puede dar el mundo; que
píritu de agradecimiento, nos sean supera todo sentido humano. Nos
saludables para el cuerpo y para el hemos construido viviendas en las
alma. cuales acogernos de la inclemencia
OBRAS DEVOTAS. EXCITACIONES DEL ALMA... PRECES Y MEDITACIONES 457

del cielo, de la ferocidad de las bes-


Digresión
tias, del oleaje de la multitud, de
los negocios del mundo. Hágase,
Padre indulgentísimo, con el mayor No nos causa sentimiento que el
beneficio tuyo, que en esa vivienda sol se ponga,
porque sabemos que
se recoja nuestro cuerpo de las ha de volver. Así tampoco ha de
acciones exteriores para que a nues- dolemos que el alma se separe del
tro espíritu se ofrezca dócil sin re- cuerpo, porque
creemos en la cer-
pugnancias ni lucha, para que, al tidumbre de su retorno.
menos, desde aquí, se levante a
aquella tu profundísima quietud, y
que todo calle y nada turbe y todas 14. AL ENCENDERSE LAS LUCES
las cosas por aquella paz tuya estén
apacibles y sosegadas. Cerrazón grande y densísima
La paz de Cristo sea en esta casa apremia nuestro espíritu, si no la
y en todos los que habitan esta rasga tu lumbre; antorcha de ese
casa. mundo físico ese sol tuyo; an-
es
torcha del mundo espiritual es tu
Salida del alma afuera sabiduría, por la cual amaneció la
luz de almas y de cuerpos. Después
Cuál y cuán alegre será el retor- del día, cuando le sucedió la noche,
no a aquella morada sempiterna, para esclarecimiento de las tinie-
anegada en suma quietud y en su- blas, nos diste los candiles; des-
ma bienaventuranza. Allí no hay pués del pecado, para remedio de
asomo alguno de molestia. Si algu- la ignorancia, nos diste tu doctrina
na cosa alegre y jocunda hay aquí que nos trajo tu Hijo, muy fino
abajo, sombra es en comparación amador nuestro. Haz, pues, Autor y
de aquellos placeres. Maestro de toda verdad, que con
una y otra luz veamos aquellas co-
sas que disipan la ceguedad de los
13. A LA PUESTA DEL SOL espíritus.
Signada está sobre nosotros, Se-
Infelices de aquellos para quien, ñor, la lumbre de tu rostro; infun-
Señor, tu sol camina al ocaso; diste alegría en mi pecho. Lámpara
aquel sol que para tus santos nun- de mis pies es tu palabra, y luz
ca se pone, sino que siempre está en para mis caminos.
el fil del mediodía, serenó y relucien-
te. Aun cuando el mediodía está en
su filo, una lóbrega noche pesa so- Digresión
bre los espíritus de aquellos que se
apartan de Ti; mas, para los que Pondera que lámparas son de esa
conversan contigo, a todas horas es noche la ciencia y la sabiduría de
di? lucidísimo. Tiene nuestro sol, Dios entregada a los hombres, a
cuyo reflejo en esa noche oscura
aquí, sus alternativas. Tú, si verda-
deramente te amamos, no las tie- de los cuerpos vean las cosas que
nes. Oh si removieras de nosotros les son convenientes, y hasta qué
¡

ese obstáculo del pecado a fin de punto es deseable esa doctrina y


que en nuestros pechos siempre fue- cuando sobreviniere hay que abra-
se día! zarla con fervorosa diligencia.
458 JUAN LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. TOMO I

15. AL DESNUDARTE y seremos más inválidos todavía, no


por méritos nuestros, sino por la
Ese cuerpo, después del pecado, clemencia tuya, llámanos a Ti por-
desquiciado y fofo, paso a paso se que siempre vivamos contigo y es-
disolverá y será reintegrado a la temos en perenne vigilancia. Mas
tierra de donde se le tomó. Ese será ahora, durmámonos en Ti: pasa Tú
el fin de esa vanidad que se fabricó solo y tus beneficios grandes, in-
e hinchó nuestra estulticia. Disuél- creíbles, y ni aun durmiendo este-
veme, Padre mío, como me ayun- mos lejos de Ti: esos sueños con-
taste, para que yo perciba mi diso- serven puros nuestro dormitorio y
lución y recuerde por quién fui for- nuestros cuerpos y regocijen nues-
mado y considere adonde he de ir, tra alma con aquella tu alegría bien-
porque no se me lleve arrabatada- aventurada.
mente a tu tribunal, desapercibido. En paz, en El mismo, dormiré y
descansaré.
Digresión
Digresión
Xo nos pesa de abandonar esos
vestidos que hemos de tomar de Al término de ese día tumultuoso,
nuevo después de pasada la noche. síguense la noche y el descanso y
Así, también, después de la noche el lecho y el sueño sabroso que ha-
de la carrera de los siglos, no nos cen iguales a los más altos reyes y
cause pesadumbre dejar un cuerpo a los súbditos más bajos; así, tras
cue hemos de volver a tomar. los tumultos y tempestades de esa
vida, confiados en las promesas de
16. AL METERTE EN LA CAMA Cristo, creemos que nos está prepa-
rado el puerto manso y el descan-
Terminado el día, durante la no- so sabrosísimo.
che nos entregamos al descanso. De
esa misma manera, al término de es- 17. CUANDO TE VAS DURMIENDO
ta vida, descansaremos en la muer-
te. Ninguna cosa tan semejante a la Tómame bajo tu defensa, Jesu-
vida como un día cualquiera; ni cristo, refugio y fortaleza nuestra;
tan semejante a la muerte como el haz que por más que el cuerpo es-
sueño; ni al sepulcro como el lecho. té adormecido, mi espíritu esté
Defiéndenos, Señor, caudillo y de- siempre vigilante en Ti, y contem-
fensor nuestro, ahora mientras es- ple, gozoso y animoso, aquella fe-
tamos echados y no tenemos con- liz y alegre vida del cielo, en la
ciencia ni dominio de nuestros ac- cual Tú eres el Príncipe con el Pa-
tos, de la astucia y de los asaltos dre y el Espíritu Santo; mas los
de nuestro enemigo encarnizado; y ángeles y los santos y puros espíri-
más tarde, cuando hubiéramos ter- tus son ciudadanos bienaventurados
minado la jornada de nuestra vida por toda la eternidad.

FIN DE LAS
«EXCITACIONES DEL ALMA HACIA DIOS»
COMENTARIO
A LA ORACION DOMINICAL
(COMMENTARIUS IN ORATIONEM
DOMINICAM)

(i535)

BASILEA, ROBERT WINTER


SEPTIEMBRE, z 54 o

PROLOGO

Pablo, Apóstol de Jesucristo, dice qué cosas son las que nos han de
que nosotros no sabemos cómo aprovechar. Expresamos con fre-
hemos de orar, qué hemos de pe- cuencia unos deseos que habrían de
dir a Dios y con qué palabras hemos sernos tan perjudiciales que más
de pedírselo; estamos envueltos en que oraciones pueden parecer im-
la mayor de las ignorancias, así de precaciones. Pedírnosle a Dios talen-
la naturaleza de Dios como de nos- to, erudición, elocuencia, lozanía,
otros mismos y de las cosas veni- gallardía, belleza, salud, riquezas,
deras. Así es que, midiendo a Dios opulencia, casamiento lucido, poder,
por nuestra propia medida, muchas hijos, dignidad, siendo así que éstos
veces acudimos a aquella su infini- no son auténticos bienes y para muy
ta Majestad, no de otra manera que muchos fueron perdición y ruina.
a cualquier príncipe terreno, a quien Por todo esto, así como lo es de la
lisonjeamos y adulamos por sonsa- religión, bien puede ser autor y
carle el objeto de nuestros deseos, maestro de la oración, que es una
deseándole toda suerte de prosperi- parte principal del culto de la reli-
dades, en acercándonos a él y, en gión, aquel que tiene bien conocida
despidiéndonos, deseárnosle salud a nuestra naturaleza y la de Dios, por-
aquel que es fuente de toda salud que nos enseñe lo que al hombre
y de toda fuerza; con todo, no sa- fuere saludable, lo que a Dios se le
bemos a ciencia cierta lo que hemos ha de pedir, digno de Dios y digno
de desearnos a nosotros mismos ni del que lo pide; y aun con qué fór-
460 JUAN LUIS VIVES. OBR.AS COMPLETAS. TOMO I

muías congruentes no sólo a Dios como dictada por la Divina Sabidu-


(pues El conoce' la fuerza y la signi- ría. Cualquiera que las contemple
ficación de todas las palabras), sino con atención y piedad verá ser cier-
a la disposición espiritual del que to esto que digo, puesto que los pro-
las dice, a fin de que no ignore fanos que pronuncian esas palabras
lo que es de rito que sienta de Dios con frialdad y bostezando y ocupa-
y de ese conocimiento nazca el amor dos en otra cosa, ¿cómo pueden pe-
y se corrobore y confirme. Ese netrar esas profundas reconditeces?
Maestro de la sabiduría celestial o, Xo más que en cualquier otra obra
más propiamente, esta misma celes- de Aristóteles o de Platón o de cual-
tial y divina Sabiduría, siendo como quier otro hombre dotado de genio
es nueva su gracia, prescribe a los y de erudición copiosa. ¡Cuántas
suyos una fórmula nueva de rogar cosas han escrito los santos y otros
a Dios. Existían en la ley vieja no grandes ingenios explicando esta
pocas fórmulas oracionales, exis- oración, y, con todo, no pudieron
tían los salmos, pero en todas ellas agotar toda su variedad y muche-
persistía un resabio de la antigua dumbre de sentidos. Todos los días
rudeza y unos como dejos y rastros hállanse de nuevos y jamás se llega-
de la antigua oscuridad. Mas el Se- rá al agotamiento. Es, además, una
ñor reveló a los suyos una fórmula petición moderada y discreta, digna
abreviada, penetrada de novedad ciertamente de que la obra la diri-
purificadora y de una lumbre más ja a su autor. Y en efecto, ¿qué
que celestial. Esta fórmula contenía cosa se pide en ella al Padre que
tesoros de sabiduría, sacados de no osase cualquiera pedirla a un
aquel libro sellado con los siete se- extraño? ¿Qué pedimos al más ge-
llos que El solo fué hallado digno neroso de los bienhechores que se
de que le abriese. avergonzara uno de pedirlo al hom-
¿Qué necesidad hay de averiguar, bre más de diamante?
por conjeturas, qué oración será és- Si bien lo reparas, ¡qué deseos ex-
ta? Ella sola vale por las muchísi- presa y cuán provechosos a nosotros
mas dictadas por tal Autor. ¿Qué y cuán dignos de que sean expues-
puede salir de El que no sea extre- tos a Dios! Los votos y los deseos
mado y perfecto en todas sus par- de todo pecho humano enderézanse
tes? Con todo, si nosotros queremos al bien como a un blanco que se ha
ponderar la virtud y la excelencia propuesto, y huyen del mal y le
de esta oración, según las posibili- desdeñan. En esta oración pedimos
dades de nuestro ingenio, lo prime- al Señor que nos dé bienes y nos
ro que salta a la vista es su breve- quite males. Como disposición pre-
dad. Puesto que se señalaba como via, el que ora debe pedir con espe-
regla universal, convenía que fuera ranza y confianza aquello que es
breve, porque pudiera ser aprendi- objeto de sus ruegos de otra ma-
;

da y retenida por los niños, por los nera, o no pronunciará palabra o lo


viejos, por los enfermos, por las que es más seguro, pedirá con frial-
mujeres sin instrucción, por los ocu- dad y con recelo; ésa es la causa
pados, por los ignorantes, por los porque muchos no alcanzan lo que
tardos de comprensión, por los fla- desean. Y es de saber que la con-
cos de memoria, por los perezosos. fianza nace de la consideración de
Xo contiene palabra que no involu- dos cosas si aquel de quien espera-
:

cre un sinnúmero de misterios, mos algo lo puede hacer > ^i lo que-


OBRAS DEVOTAS. COMENTARIO A LA ORACIÓN DOMINICAL 461

rrá hacer. Su buena voluntad, la metidos contra la ley divina, sino


paternidad declara;
la su poder también de la mala voluntad contra
demuéstralo el que está en el Cie- el prójimo; que, libres y limpios
lo. Lo primero que se afirma es la de ira, de odio, de envidia, seamos
paternidad, a fin de que la piadosa semejantes a la divina bondad, por-
advocación de bondad nos atraiga que le seamos más caros y más apro-
antes que la grandeza nos atemori- ximados en virtud. Luego, pedírnos-
ce y para que tomemos confianza le evitar los males espirituales que
de su voluntad antes que paremos hayan de sobrevenirnos en esta vi-
mientes en su potencia. Elevados da y que, flacos y débiles como so-
a la alteza de su poder, inmediata- mos, no nos asalte un enemigo tan
mente nos sentimos penetrados de fuerte y tan poderoso.
su majestad postrados, venera-
y, Y, finalmente, le rogamos qué
mos y adoramos excelencia de su
la nos haga libres de los males de esta
naturaleza. Santificado sea el tu vida que perturban nuestra alma y
nombre. Con esta fórmula damos del consorcio de quien está destina-
testimonio de su reino santo y de do al fuego y al suplicio eterno. Na-
muy buen grado con los ángeles da hemos dejado de pedir de las co-
suyos le rendimos homenaje y plei- sas que nos convengan y claramen-
tesía. te hemos dado a entender que nin-
Seguidamente pedimos que nos guna cosa tenemos de nosotros mis-
haga ser de aquel reino, de su fe- mos, que todos los bienes, así espi-
licidad que nosotros confesamos ser rituales como corporales, los espe-
del reino de su potencia. Luego de ramos de solo Dios y a El solo los
haber venerado su majestad, nos pedimos. Cierto que podemos orar
acercamos a su bondad. A ella le con otras fórmulas como son los
pedimos que nos haga tales que salmos y los himnos pero todo lo ;

con toda verdad y con buena fe san- que rectamente formuláremos de


tifiquemos el reino del Señor. Y a aquí manará como un arroyuelo des-
continuación le suplicamos que El prendido de la fuente. Usaremos
reine en nosotros, solo y señero, y otro lenguaje; pero el sentido y la
que, abdicando nosotros de esa nues- intención serán los mismos en ab-
tra voluntad, ignorante, depravada soluto. Y si nosotros no sabemos de
y a nosotros mismos perniciosa, re- nosotros mismos lo que se ha de
vistámonos de la voluntad suya rec- pedir, a buen seguro esta oración
ta, sabia y a nosotros saludable. Des- será la más sabia, como dictada por
pués pedírnosle bienes espirituales la misma sabiduría de Dios. Hacién-
y bienes materiales, y que no nos dolo así no hay peligro que oiga-
deje privados de las cosas necesa- mos de la boca del Hijo de Dios
rias para esa vida. Y aun esa oeti- aquella reprensión que oyeron los
ción de bienes materiales encubre hijos del Zebedeo: No sabéis lo que
y entraña un sentido espiritual; a pedís. O lo que se lee en Santiago:
saber: que alimente nuestras almas Pedís y no conseguís, porque pedís^
con el pan saludable y santo de su aquello que habéis de gastar en
doctrina. Sigúese le evitación de vuestras concupiscencias. El sabe lo
males: que seamos libres de los que hemos de pedir. No es posible
males presentes y que se nos per- la equivocación con guía tan certe-
donen las ofensas inferidas a Dios ro, ni el engaño con tan gran Maes-
no ya solamente de los pecados co- tro.
462 JUAN LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. TOMO I

¿Qué cosa hay más segura que atención y diligencia que ésta: han-
acudir a aquel mismo e invocarle se de ponderar cada frase, cada pa-
con aquellas mismas palabras con labra, cada letra, cada tilde. Todas
que El nos enseñó y nos mandó que están henchidas de misterios, como
le invocásemos? Es fuerza que sea- lo está el divino Autor que nos las
mos oídos, porque son las mismas dictó, y lo está toda su vida y sus
palabras de quien nos ha de oír; hechos todos. Ahora vamos a expo-
usamos del mismo lenguaje que El ner las inspiraciones que El suge-
nos mandó usar cuando le rogáse- rirá a nuestro pecho, porcioncilla
mos. Hablamos con El con la mis- muy pequeña de la infinita Sabidu-
ma fórmula que nos dió. Añadamos ría. Está fuera de contradicción que
nosotros por nuestra parte solamen- de tan rica vena muchos sacarán
te aquellas condiciones sin las cua- otra doctrina, más copiosa y más
les ninguna oración tiene sabor ni excelente. Mas el que nosotros, de
sal; a saber: atención, confianza y ese don de Dios, hayamos sacado
un pecho encendido en el divino algo para el común uso y provecho,
fuego, hasta el límite de lo posible. será premio asaz grande y gene-
Ninguna otra deprecación ha de ser roso de nuestro cuidado y de nues-
pronunciada ni meditada con la tro estudio.

COMENTARIO
A LA ORACION DOMINICAL
1. Padre nuestro, que estás en los sas que sacaste a esa hermosura
cielos : santificado sea el tu Nombre. presente, no de alguna materia an-
2. Venga a nos el tu reino. terior, como el hombre, sino de la
3. Hágase tu voluntad, así en la nada absoluta, como ninguno otro
tierra como en el cielo. puede. Tú mantienes y conservas
4. El pan nuestro de cada día lo que, sin Ti, inmediatamente vol-
dánosle hoy. vería a caer en su nada. Tú gobier-
5. Y perdona nuestras deudas, co- nas, enseñas, impulsas cada una de
mo nosotros perdonamos a nuestros las cosas a su propio bien. Tú lo
deudores. has creado todo y, por lo mismo,
6. Y no nos dejes caer en ten- eres Padre de todo, pero de una ma-
tación. Antes líbranos de mal. Amén. nera especial creaste al hombre, a
imagen y semejanza tuya. A todas
las otras criaturas las riges y go-
PADRE
biernas como siervas; más al hom-
La razón y la causa de toda de- bre como a hijo.
nominación de padre a nadie com- De la inmensidad de tu abundan-
peten con mayor realidad que a Ti, cia con mano larga hiciste dádivas
Dios Padre. Los que han engen- a los otros seres animados, pero al
drado, han alimentado, quienes dan hombre se las hiciste con mano pró-
crianza e instruyen y forman las diga; y entre muchísimas otras, la
almas, son llamados padres. Y eres de darle la razón, que es eí don más
Tú, Señor, el Padre de todas las co- preciado y que vale por todos ios
OBRAS DEVOTAS. COMENTARIO A LA ORACIÓN DOMINICAL 463

otros. A los otros seres muéveslos Señor de todo, constituido en bien-


con una especie de ciego instinto aventuranza inalterable. Nosotros,
latente; pero a nosotros nos ense- pura ignorancia y tiniebla pura;
ñas y nos instruyes. Arrastras a los Tú, la sabiduría y la luz. Fuera co-
otros, pero a nosotros nos conduces sa de nunca acabar puntualizar to-
con mandamientos, con avisos, con das tus excelencias y todas nuestras
consejos. En todas esas paternidades infamias. Más grande de lo que
admiramos tu poder y adoramos tu puede imaginar la inteligencia hu-
sabiduría. Pero queda otra paterni- mana es la distancia entre Tú y
dad que nosotros contemplamos con nosotros, así en lo que toca a la
agrado dulce, porque rtos es más naturaleza o a la condición de en-
conveniente; a saber: la de tu bon- trambos.
dad por la cual nos adoptaste en el Ponga, pues, yo fin a esa enume-
número y en la suerte de los hijos ración, ya que no puedo ponerlo a
por Jesucristo, Hijo de tu esencia la realidad. A la confianza de lki-
y naturaleza omnipotentes. Maravi- marte Padre nos animó tu único
llosa bondad de Cristo, y caridad Hijo, quien quiso que la dignidad
dulcísima para con nosotros: no de ese nombre que sólo a El le co-
quiere que se le tema ni manda rresponde por derecho de natura-
que a Ti, Padre suyo, le llamemos leza, por un favor suyo especial,
Señor Nuestro, que es nombre de nos fuese común, por adopción.
poder, sino Padre, que es nombre ¡Cuánto más de cerca y más ver-
de amor; calla su grandeza y exte- daderamente eres Padre de todos los
rioriza su bondad, que inspira la bautizados en tu nombre y purifi-
bienquerencia. cados por la sangre de tu Ungido,
¿Quién de nosotros, luego de ha- a quienes, reconciliados ya contigo
ber considerado su naturaleza vilísi- y restituido a tu amistad, les diste
ma y su muy torcida voluntad, osa- prenda de la eterna bienaventuran-
ría llamarte Padre si no se lo man- za; a saber: el amor tuyo y una
dases Tú? ¿Qué vasallo mal criado gran confianza en Ti, y, por esta
y de la peor condición llamaría pa- causa, el gozo espiritual ¡Oh cuán-
dre a su rey si no estuviera borra- tas veces, con el mayor provecho
cho o loco? Y con todo, ¿cuánta nuestro, sentimos y experimenta-
mayor diferencia no hay entre Tú mos esa tu indulgencia de padre
y nosotros que entre un monarca cuando con tu antorcha nos haces
y un súbdito que sólo distan, no por luz en las tinieblas, cuando precipi-
la condición de la Naturaleza, sino tándonos desbocados al mal, Tú nos
de la fortuna? Pero nosotros, pues- quitas del despeñadero, nos apartas
tos por Ti en la Naturaleza, a cuán
¡ de él y nos trasladas al buen cami-
gran distancia nos separamos de no y nos estableces en él y en él
Ti! Tú eres un ser, el Ser supremo, nos conservas! ¿Qué nos aprovechan
infinito; y nosotros somos pura las otras paternidades que sólo sub-
nada. sisten en tu nombre? De ellas no
Y por lo que toca a la dignidad, tenemos más que lo que tienen los
nosotros somos esclavos y, cosa por esclavos y los mercenarios, el ali-
cierto la más humillante, esclavos mento de uso inmediato. Esa es la
del pecado, esclavos pésimos, escla- paternidad auténtica y de la que
vos misérrimos del demonio, como con derecho nos podemos gloriar y
dueño nuestro que es; Tú eres el por la cual ya oteamos la herencia
464 JUAN LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. TOMO I

paterna. ¡Oh candor maravilloso de algo por lo cual le llamemos Padre


tu Hijo, que no nos envidió aquella indignamente, haciendo ultraje a
dignidad que es propia y privativa quien se le llama o se le juzga Pa-
suya. dre unos hijos que no merecerían
Y ¿qué no dará ya a sus hijos el tener un padre humano. ¿Y qué di-
padre, que él piense que va a serles ré si, así como nosotros le llama-
provechoso y saludable? Galardón remos Padre injuriosamente, tam-
muy rico conseguimos con que Tú poco El nos oirá, invocado e implo-
te dignases ser llamado Padre nues- rado con ese nombre, si no tomáre-
tro y ser nuestro Padre en hecho mos para con El unas entrañas filia-
de verdad. Todo lo otro viene de les a fin de honrarle y venerarle co-
por sí: el afecto paternal, la crian- mo Padre, de palabra y de obra,
za y el trato cariñoso de hijos, la cuando se ofreciere coyuntura; pe-
perspectiva de la herencia. Estos ro con el corazón principalmente,
son ciertamente los dones de padre para amar su bondad, para corres-
que recibimos de Ti. Existen otros ponder a su amor," reconocidos a sus
padres a tu ejemplo e imitación que beneficios? Y, en conclusión, para
nos han sido propuestos para emu- que toda nuestra confianza esté de-
larles en la excelencia de alguna positada en sólo El, persuadidos de
profesión y virtud. También bajo que es el más indulgente y largo
este aspecto Dios es nuestro Padre, de los bienhechores y que todo lo
a quien Cristo nos enseña y manda que hace se dirige a nuestro prove-
seguir y cuya imagen debemos re- cho.
flejar como un mortal puede hacer- De este convencimiento nuestro
lo con un inmortal, como un hom- nacerá aquella disposición, propia
bre puede hacerlo con Dios; a sa- de los verdaderos hijos; a saber:
ber: mediante la caridad, que es obediencia ganosa y ágil a todos
la única que perfecciona las almas, sus mandados, que tornará livia-
amando no solamente a nuestros no y hacedero cualquiera de sus
amigos, sino también a nuestros preceptos, bien porque quien pre-
enemigos. De esa voluntad nuestra ceptúa es El, bien porque al amor
penetrada de bondad nace en nos- ninguna cosa se le hace difícil.
otros una bienquerencia, que a to- Cuando nos castigare, llevemos su
dos se extiende, para que seamos castigo con conformidad, persuadi-
perfectos y semejantes a aquel Pa- dos de que muy gran verdad, por
dre que ama todas las cosas y no cierto, es, en fin de cuentas, lo que
aborrece ninguno de los seres que más nos conviene. Por otra parte,
existen, que llueve sobre los justos ¿quién llamará Padre a Dios si con
y sobre los injustos, y todos los días sus obras da a entender que no le
hace salir su sol, así para los bue- tiene por Padres? Rogárnoste, ¡oh
nos como para los malos. Por lo de- Padre!, que patentices aún más es-
más, ninguno merece el nombre de ta paternal indulgencia para con nos-
hijo de esas paternidades si por su otros y nos hagas dignos de que
parte no se manifiesta hijo digno de con todo derecho te llamemos Pa-
tan gran Padre. dre; y así como tomaste Tú entra-
Conviene que nos observemos con ñas de padre para con nosotros, in-
toda diligencia y que nos' conserve- fundas también en las nuestras el
mos con todo tiento, que no se nos afecto de hijos que se corresponde
pase ni siquiera por la imaginación con el que nos tienes.
OBRAS DEVOTAS. COMENTARIO A LA ORACIÓN DOMINICAL 465

fetas están contenidos en las dos


NUESTRO palabras primeras: Padre nuestro
Dos palabras son éstas: Padre y Estas dos palabras únicas declaran
Nuestro, que, recordándolas nos- el piadoso afecto para con Dios, Pa-
otros, tienen capacidad para arreba- dre,y para con los hombres, herma-
tarnos a un increíble amor tuyo. nos. Y aun cuando todos estamos
¿Qué cosa' hay mayor que tu pater- unidos por el nudo del amor, ya no
nidad, qué cosa hay más deseable? somos diversos, sino miembros de
Si nosotros somos hijos de Dios, es un solo cuerpo y, por ende, una cosa
fuerza que seamos también dioses. misma. Por esto, todo aquello que
Si Tú eres nuestro Padre, todos cada uno de nosotros desea para sí
aquellos cuyo Padre eres somos mismo, dispensado por ti, pídelo tam-
.hermanos, y con ese vínculo de pa- bién para aquel a quien la caridad
rentesco estamos unidos, no ya con hácele otro él mismo. El Maestro
los hombres, sino también con los de todo amor y de toda misericor-
.

ángeles. ¿Qué he dicho: con los dia, así como soportó los delitos de
ángeles? Con el mismo Cristo, a todos en su cuerpo y los clavó con-
quien sólo corresponde decir: Pa- sigo en la Cruz, así también quiso
dre mío. A El engéndrasle de tu que nosotros tuviésemos la misma
Sustancia; nosotros somos obra de recíproca disposición para ayudar-
tus manos, a quienes por adopción nos con auxilios mutuos y que los
nos admitiste a la participación y pecados ajenos los tuviéramos por
consorcio de aquel nombre. Padre propios, a fin de que no menos orá-
eres y, por lo mismo, has de ser semos al Padre por ellos que por
adorado, amado, reverenciado. Los nosotros mismos. A orar por sí oblí-
hombres, hermanos todos, nos debe- gale a cada uno la necesidad que
mos un amor mutuo, y por ese nos acucia y urge en cada uno de
amor una asistencia mutua y recí- los momentos; mas a orar por el
proca beneficencia, arroyos parale- prójimo exhórtale el fraterno afec-
los que brotan del manantial de la to. Las oraciones y las lágrimas
bondad. Nadie tendrá la cara dura más gratas son, no aquellas que ex-
para afirmar que ama si en pudien- prime el apuro, sino las que saca
do no hace bien cuando la ocasión la amistad, recomendadas por tan
apremia. Ello equivaldría a decir sabroso nombre. Ablanda, Señor,
que el fuego no levanta llama. Por nuestros corazones berroqueños; de
tanto, nadie, con razón y motivo, piedra como son, hazlos de carne;
puede decirte Padre nuestro si pien- do inhumanos, hazlos humanos, a
sa que todos los otros, hijos de Dios fin de que, establecida entre nos-
por la misma razón y derecho,. no otros la mutua bienquerencia, lla-
son hermanos suyos o les desdeña mémoste, y no con nombre menti-
por tales. ¿Pero quién habrá de tan roso, Padre nuestro.
gallarda insolencia y de arrogancia
tan provocativa que menosprecie QUE ESTAS ESN DOS CIELOS
por hermanos a aquellos a quienes
Dios no les desdeña por hijos, si ya Tú eres señero y solo; nosotros
no es que se hubiere olvidado de su no somos. Y si somos de alguna ma-
condición o de la grandeza tuya o nera, somos en ese mundo en plena
de la propia bajeza? borrasca, entre un bullicioso oleaje
Ved cómo toda la Ley y los Pro- de toda suerte de calamidades, mi-
4M JUAN LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. TOMO I

serias, embravecidas,recíprocas, lugar, decimos que está asentada y


perpetuas. Mas Tú
eres verdadera- firme en los cielos. Estos cielos, por
mente y estás en los cielos; a sa- su hermosura y por su decoro, por
ber: en un lugar al cual no se apro- su concierto establecido y certísi-
xima ningún trabajo ni puede lle- mo, cantan la sublimidad de tu esen-
gar molestia alguna. No invocamos cia, la extensión de tu poderío, ti
a los padres que engendraron esos inmortalidad de tu naturaleza. ¡Mí-
cuerpos nuestros que ya salieron de seros de aquellos que, habiendo con-
esa vida o están inválidos y que seguido tan gran Padre, todavía
no pueden proporcionarse socorro tienen ojos para mirar a otros pa-
y asistencia cuando los necesitan. dres de quienes se avergüencen o
Xo acudimos tampoco a aquellos se gloríen!
que por su cargo o por su función Tú te ofreces por nuestro Padre.
o magistratura pública o por su Silencio, pues, sobre los otros pa-
edad ya provecta, llámanse en sen- dres que ya están cubiertos de tie-
tido extensivo padres y que no me- rra y podridos, o todavía andan a
nos que los primeros y naturales, gatas por el suelo, agobiados por la
son flacos e impotentes. No invoca- pesada carga del cuerpo, merece-
mos al padre Júpiter, o al padre dores de compasión. ¡Ciegos de nos-
Xeptuno, o al padre Baco, o a los otros! ¿Por qué nos jactamos de
otros padres dioses que el enemigo I'©*?padres carnales de quienes nos
introdujo en ese mundo lleno de tu vino la flaqueza, la malicia, la mi-
majestad, que el sólo nombrarlos ca- seria toda? Mas de Ti, Padre verda-
si ya constituye un gran pecado, dero, nos vino el poder, la bondad,
ficciones opuestas a la grandeza de la bienaventuranza. Todo lo puedo
tu bondad y tu sabiduría. — dice tu Apóstol en Aquel que
Hay quien piensa que su padre me conforta. Y en otro lugar, que-
son las riquezas guardadas en el ar- jándose de su flaqueza, oye del
ca o colocadas en posesiones, ex- oráculo de tu Divinidad. Mi gracia
puestas a mil azares y peligros. Hay te basta porque mi potencia en la
quien cree que es el poder que se flaqueza se perfecciona y consolida.
asienta en el consentimiento y favor Tú, para nosotros, estás siempre en
de los súbditos, que es la cosa del los cielos, a fin de que sepamos que
mundo más voluble. Otro se imagi- allá está nuestro Padre y que allí
na que es la privanza de algún per- está aparejado nuestro refugio,
sonaje principal, mortal por su na- donde no entra ningún fraude ni
turaleza, flaco por su poder, torna- ninguna fuerza hostil; todo está
dizo por su voluntad. Cada cual se quieto y seguro porque allí Tú eres
fabrica su propio padre de aquella Rey grande y Dios grande. Para
vanidad en que confía neciamente. muchos aquí, en la tierra, ni eres
Mas nosotros, a quien Tú, según la Rey ni eres Dios; cada cual hace
muchedumbre y la largueza de tus su dios de su pasión o de su capri-
dones, nos llamas y nos invitas a cho. ¡Oh Padre que estás en los cie-
la dignidad de hijos tuyos, con los los, Hacedor de ellos y Monarca
ojos levantados al cielo, decírnoste sempiterno, óyenos a nos que en el
y te imploramos Padre que estás en mundo vamos engolfados en las
los cielos. Tu presencia hinche el aguas bravas, moradores e inquili-
universo mundo. Mas la sede de tu nos, no ya de temporada, sino de
reino, por la eminente dignidad del una efímera momentaneidad!
OBRAS DEVOTAS. COMENTARIO A LA ORACIÓN DOMINICAL 467

En los cielos estás, Padre nues- lleva como en volandas. Infelices de


tro.En los cielos, pues, está nues- que cayeron en el amor
aquellos
tra herencia y nuestra felicidad. del mal; felices los que cayeron en
¿Qué buscamos en la tierra sino el amor del bien. Beneficio grande
aquello que la Naturaleza produce fué para nosotros el de la doctrina
espontáneamente: dolencias, cuida- de Cristo, que nos muestra los bie-
dos, acucias, penalidades, cruces, nes auténticos y perdurables, en los
tormentos? Son ciertamente esos cuales debemos poner nuestro espí-
cielos que en su ámbito lo abrigan ritu y nuestros amores con muy
todo, el majestuoso asiento de tu grande felicidad nuestra. ;Oh Pa-
realeza. Con todo, tu bondad tiene dre nuestro, levántanos a tus cie-
otros cielos en que tienes también los! Pon en nuestros pechos un en-
morada. Primeramente, tus santos cendimiento vivo para desear con
a quienes Tú, aun estando ence- toda el alma aquellos bienes, para
rrados en la cárcel de este cuerpo, correr a sus alcances con el entu-
les dispensas aquella fina merced, siasmo más voluntarioso. Aquellos
'

De tal manera moras en los que bienes, digo, cuya grandeza y cuya
están unidos e identificados con- excelencia ni aun con el pensamien-
tigo por la caridad, que si con ellos to más ardido podemos barruntar.
se comparan, parece que no estás
en aquellas otras cosas sujetas al
testimonio de ios sentidos. Cielos SANTIFICADO
son aquellos hombres cuya mente, SEA EL TU NOMBRE
pensamientos, fervor, votos, deseos
y toda su misma vida y su conversa- El nombre verdadero y convenien-
ción toda no está aquí en la tierra, te a cada cosa es aquel que declara
sino en los cielos. Son además cielos su fuerza y su natural. ¿Quién te
tus santos ya en ellos admitidos y impondrá un nombre congruente,
que son una sola cosa consigo por Señor, cuya magnitud de esencia,
la comunicación de tu beatitud, por cuya infinitud de naturaleza tras-
manera que se juzga que no estás ciende todo entendimiento de hom-
en otras cosas, fuera de ellos. bres y de ángeles? Sin embargo,
Demás de esto, cielos son aque- tenemos nosotros tu nombre en que
llos tus bienes no fallecederos que Tú eres expresado a nuestro pensa-
en el cielo nos tienes aparejados. miento, por la consideración de tu
Allí te buscamos porque allí princi- poder o de tu bondad como Omni-
palmente estás por nosotros. Allí te potente, Creador, Inmortal, Rey y
amamos y te reverenciamos porque Señor del universo, Justísimo, Sa-
tu bondad, que nos atrae e invita pientísimo, Optimo, Bienaventurado,
a amarte, propuso que fuesen comu- Benéfico, Salvador. Santificado sea,
nes unos bienes que eran de Ti solo. Padre, este nombre tuyo en nos-
Allí está tu bondad, garantía de otros, a tal punto que pensemos que
bienaventuranza, fruto de amor. no hay cosa más venerable, cosa
Enséñanos tu Hijo y nos acostum- más santa, cosa más sagrada. Reve-
bra a mirar siempre hacia lo alto, renciémosle a El solo, a El solo pres-
a enviar nuestros votos y deseos temos sujeción; a los demás, en con-
allá donde están nuestros amores y sideración a éste; a tal punto que
nuestras verdaderas y propias deli- al nombre de Jesús, que es salva-
cias. A cada cual su propio amor le ción nuestra, que es más excelso
468 JUAN LUIS VIVES. OBR.AS COMPLETAS. TOMO I

que cualquier otro nombre así de hace burla de ellas, que es la más
I
|

este siglo como del venidero, hin- negra de las indignidades, o quien
quen su rodilla los cielos, la tierra las trata con negligencia o las con-
y el infierno. Declárase también a vierte en vanidades o las hace ob-
nosotros tu fuerza mediante las jeto de risa, ese tal mancha en sí
criaturas; y por eso es que en las tu nombre santo, que no conoce
palabras de tu revelación eres pie- mancilla o, por mejor decir, se man-
dra, eres fuego, eres paloma, eres cha a sí por él, porque no tiene
luz. Tu memoria, tu recuerdo de to- cuenta con tu sabiduría, que en él
do Tú ocupe siempre nuestro espí- está entrañada y desprecia tu bon-
ritu, por inefable dignación tuya. dad. Haz, Señor, que de todo punto
Asimismo tu nombre es gracia, nos comportemos para con ellas, que
favor, albergue y refugio que invo- ninguna otra cosa sea más santa
camos para nuestra defensa en si- para nosotros y que mediante ellas,
tuaciones las más duras. Infunde tu que verdaderamente son santas,
luz en nuestros pechos a fin de también nosotros nos santifiquemos.
que siempre te imploremos a Ti so- Haz que amanezca tu luz y mués-
lo, de Ti solo esperemos asistencia trala a nuestros entendimientos pa-
y socorro ; no pongamos ninguna ra nuestra propia santificación y pa-
confianza en cualesquiera otras co- ra la eficaz enseñanza de los otros,
sas que son caducas, pasajeras, pere- pon facundia persuasiva, en nuestra
cederas, mentirosas, sino sólo en Ti, lengua; para el buen ejemplo, en
que eres el único que puedes, que nuestras acciones y en nuestras
quieres, que sueles .salvar. Además, obras para que nuestra depravada
;

tu nombre es auxilio; es camino tu y mala vida no sea causa de que


nombre por donde debemos andar se hable mal entre las gentes de tu
los que peregrinamos hacia Ti, que nombre admirable y santo, y que no
tu bondad fortaleció para nuestra sientan mal de tu piedad los que la
bienaventuranza; es forma de la miden por la nuestra y sospechen
piedad y es sacramento que median- que es torcido porque nosotros tor-
te la caridad de Cristo nos reconci- cidamente la profesamos.
lia contigo. Y allende de todo esto, Brille de tal manera nuestra luz
es aún disciplina saludable y regla entre los hombres, que vean nues-
que Tú dictaste a tus santos; y con tras buenas obras y te alaben y re-
esta regla, con una increíble bondad conozcan que eres nuestro Padre
y amor te dignas ofrecerte a nos- que estás en los cielos. Pues si por
otros como guía de esta jornada y mediación de las criaturas que en
como maestro de vida. Haz, oh este mundo nos halagan con su
¡

Padre!, que todo esto sea santo pa- buen parecer o por el provecho
ra nosotros y esto es lo que espera- nuestro, el espíritu se eleva a la ve-
mos con el más concentrado de neración de la virtud divina, ¿cuán-
nuestros deseos, y que ninguna de to más es de creer que lo hacen
estas cosas tomemos sino con es- con mayor ahinco cuando advier-
píritu de veneración y con pureza ten que otros hombres por tu favor
de alma. Y ora andemos en estas son santos y como semidioses? Di-
cosas, ora hablemos de ellas, practi- cen, o al menos dentro de sí mis-
quémoslas todas con seriedad y con mos lo piensan cuerdamente: ¡Oh
muy grande reverencia. adorable poder de Dios que puedp
Quien menosprecia estas cosas o levantar tan arriba a una cosa tan
OBRAS DEVOTAS. COMENTARIO A LA ORACIÓN DOMINICAL 469

humilde! ¡Oh bondad amabilísima enviaste para amaestrar a los hom-


que loquiere! Y no seamos solos bres; así nos lo han enseñado todos
nosotros en santificar tu nombre; los que han profesado en su escue-
antes, multiplica esa felicidad nues- la. En Ti, ¡oh Dios!, hanse de ala-
tra en otros muchísimos. Derrama bar y santificar todas estas cosas
tu luz sobre el linaje humano; tan llenas de majestad, porque cual-
alumbra nuestros entendimientos, quiera sea el modo con que te pre-
enciende nuestros afectos para que sentes a nuestros espíritus, sea pe-
todos, como es razón, santifiquen cado no hincarse inmediatamente
tu nombre no de boca, como hace- de hinojos, pues este homenaje se
mos nosotros, malos, sino honran- te debe a Ti, de quien proceden to-
do con obras efectivas tu religión, dos los bienes, no porque te conven-
que es la única saludable y santa. ga a Ti, que no lo necesitas, sino
Entonces, al fin, al fin, será tu porque a nosotros nos importa en
nombre santificado cuando tu Hijo grado sumo. La alabanza y la gloria
Jesucristo, que es tu gloria, será de los nombres humanos es hueca,
por todos conocido y, por ende, se- inane y sin fruto ninguno; no apro-
rá de todos amado., vecha al alabado ni al alabador.
Alléganse a todos estos nombres Mas la alabanza de tu nombre y su
tuyos otras figuraciones de tu bon- santificación son fructuosísimas,
dad y de tu majestad, como la que porque mediante que santi-
ellas, el
relumbra en los ángeles y en los fica es santificado y consigue salud
santos, en los príncipes y en los inmarcesible y sempiterna.
magistrados que Tú pusiste al fren-
te para que rigiesen tus pueblos.
Somos tuyos todos, bien porque nos VENGA A ¿VOS EL TU REINO
criaste, bien porque nos conservas
y tutelas y que también se mues-
;
Tú solo, Señor, mereces el reino,
tra en aquellos que nos gobiernan porque Tú solo reúnes las condicio-
en privado puestos por Ti en cali- nes idóneas para reinar, sabiduría
dad de padres, educadores, ayos, y equidad. Reina Tú en nosotros;
maestros llamados por Ti a la for- rígenos Tú, porque bajo tu dominio
mación de nuestros espíritus. Todos no podemos menos de no vivir con
estos conviene que les tengamos toda felicidad. Tú riges todas las
consideración y reverencia por el so- cosas, pero con clemencia tanta que
lo hecho de que son un reflejo de tu hartas veces los malos y los priva-
nombre y hacen tus veces. A los dos de juicio abusan de ella, y en
buenos les prestaremos la benevo- sus adentros dudan de Ti y de tu
lencia que les es debida; a los que reino porque no eres, como ellos,
nos gobiernan, el honor y la obe- impetuoso e inmediato vengador.
diencia, a cada uno según su jerar- Mas Tú, con tu mansedumbre, lo
quía, tanto mayor desde luego cuan- soportas todo, reservando para lo
to más próximo te fuere o más alle- por venir todo cuanto acá abajo an-
gado. Quien a estos menosprecia; da barajado y equívoco, hasta que
quien profana esa imagen tuya o, tu justicia se convierta en juicio.
más claro, quien profana tu nombre, Manifiesta, Señor, y haz ostensible
éste se ultraja y se daña a sí; pero alguna demostración de tu grandeza
no a Ti infiere daño ni ultraje. y poderío, gracias a la cual, así los
Así nos lo enseñó Aquel a quien malos como los buenos, entiendan
470 JUAN LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. TOMO I

y conozcan tu reino. Los malos ne- i

'
una vez que se hubiere reformado
cesitan temerte ya que no te aman, ese cuerpo de nuestra mortalidad a
y que el miado les lleve a donde imagen del cuerpo precioso y her-
no quieren ir con una invitación mosísimo de tu Hijo, con certidum-
suave. Los buenos te lo piden y lo bre y sin zozobra alguna, reinare-
desean por amor de los malos, pa- mos contigo por toda la eternidad.
ra que todos, un día, acabemos por Esos bienes tan inmensos, tan fue-
ser voluntarios y gustosos subdi- ra de toda ponderación humana,
tos de tu potencia justísima, de la
'
que ni el ojo vió, ni oyó el oído, ni
cual no nos podemos escapar aun puede imaginárselos la fantasía o
cuando lo quisiéramos. el pensamiento del hombre, son tales
Tienes un segundo reino, sempi- que sólo el pensar en ellos, sólo es-
terno, soberano, apetecible en grado perarlos a ellos nos mantienen fir-
sumo, en el cual comenzaste a ad- mes entre tantos asaltos y bravas
mitir a tus hijos desde la creación acometidas y la implacable hostili-
del mundo. Allí reinas Tú, fuera de dad de nuestro enemigo perpetuo;
toda repugnancia de la carne, fue- y por este solo pensamiento y por
ra de toda contradicción de Sata- esta esperanza única sobrellevamos
nás, sin solicitación ninguna de esa con resignación conformada los da-
vanidad por nosotros inventada, que ños, las incomodidades, las molestias
llamamos mundo. Aquí nosotros so- de esa vida. Al recuerdo de aquel
mos gobernados o, mejor, víctimas reino, se nos envilece todo y se nos
de toda suerte de despotismos y ve- vuelve basura todo lo que en ese
jámenes y nos oprimen el cielo, el mundo se precia de muy hermoso
suelo, las aguas, el fuego, las bes- o de muy subido valor. Tolerables
tias, losvenenos, los hombres, nues- y aun ligeros se nos hacen los dolo-
tros cuerpos mismos, nuestras mis- res físicos, las pesadumbres mora-
mas pasiones; estamos, en suma, les, y decimos con tu Apóstol:
sujetos a aquellas criaturas a quien ¡De cuan poca monta son todas las
su natural y su condición han pues- tribulaciones, todas las aflicciones
to debajo de nosotros. Todo nos re- de esta vida, a vista de la grande-
siste; todo se rebela contra nuestro za de la felicidad, que será su con-
poderío. De aquel reino soberano tinuación!
tuyo andan lejos todas las miserias A ese reino tan glorioso y tan
de esta vida: hambre, sed, desnu- apetecible vase por el reino de esa
dez, trabajo, enfermedad, dolencia, vida temporal. Si Tú aquí reinares
infamia, pobreza, odio, envidia, por- en nosotros, nosotros allá reinare-
fía, guerra, calumnia, vejez, melan- mos contigo por Ti. Entonces Tú
colía, miedo, luto, llanto, muerte: tienes muy firmemente establecido
todo es alegre y jocundo allí; todo, tu reino en nosotros, cuando en
rodeado y henchido de gozo; don- nuestras almas no domina ninguna
dequiera salud, y paz, y abundancia, atención a los fantasmas y tram-
y dispuesto y aparejado todo cuan- pantojos de ese mundo, de los pla-
to puede ser objeto de deseo y de ceres, de los dolores, de la muerte
apetito. corporal; no los engaños ni la astu-
Rogárnoste que llegue a nosotros cia del demonio, sino que la sola
este reino, en el cual, debelada la consideración es asaz poderosa pa-
muerte y bajo nuestros pies Satanás ra que lo hagamos todo con tu gra-
tendido por la fortaleza de Cristo, cia, porque te amamos más que a
OBRAS DEVOTAS. COMENTARIO A LA ORACIÓN DOMINICAL 471

nosotros mismos. Este reino de y se demuestre paladinamente qué


mansedumbre y de salvación expul- hijos tuyos pertenecen a este rei-
sará de nosotros toda suerte de ti- no. Este reino imploramos y de-
ranía. Cristo no reinará nunca don- seamos para que, al fin, licen-
de reine Satanás. Si queremos atraer ciados de esta laboriosa milicia, vi-
a nosotros el reino de Dios, hay que vamos con Cristo la pacífica inmor-
echar primero el reino de Satanás, talidad. Vendrá a punto fijo aquel
reino de la carne, la universal y reino, queramos o no queramos; pe-
aparatosa armería de la soberbia: ro, rogárnoste, Padre, que venga pa-
riquezas, honores, dignidades, fa- ra nosotros, no contra nosotros.
ma, distinción, gloria. Venga para nosotros Juez amable,
Libre y franca es la ciudad que no formidable, porque experimenta-
se ha de dejar al gobierno de Cris- mos la felicidad de aquel reino, no
to, que no quiere partir su reino su fuerza incoercible ni su pode-
con gentes ajenas, cuanto menos río arrollador. ¡Oh, cuán recia nece-
con enemigos. Pero aquel reino a sidad se nos impone de vivir bien
quien miran nuestros ojos, adonde nosotros a quien se nos enseñó a
vuela nuestra mente y nuestro en- desear e invocar ese reino, y de
tendimiento, es el reino de tu Hijo, obedecerle de suerte que no espe-
porque es tu heredero único o, con remos transidos de terror el inte-
mayor verdad, tu consorte. El es rrogatorio de nuestras culpas, sino
quien ha de juzgar con permisión con gozo y esperanza buena, como
tuya quiénes son dignos de tu rei- término final de nuestra jornada,
no, quiénes no lo son. Rey es Cris- como premio de nuestro combate,
to, pero los demonios le odian y como puerto quieto del oleaje y de
por sugestión de los demonios son la tempestad, en el cual nos unire-
no pocos los mortales que le menos- mos con Aquel a quien tanto ama-
precian y dicen a voz en cuello mos. Líbranos, ¡oh Padre!, de esa
No queremos que éste reine sobre tiranía desapoderada que nuestra
nosotros. Vendrá un día a las cla- maldad puso en nuestros cuellos.
ras para que aun contra su voluntad Adapta a nuestras cervices el yugo
reconozcan al Rey a quien no qui- suave de tu Hijo, y pon en nuestros
sieron sujetarse de buena gana. En- hombros la carga llevadera. Reina
tonces será llegado el tiempo de to- Tú aquí, en nosotros, para que nos-
das las cosas que en vistas al futu- otros, eternamente, reinemos en Ti.
ro están en. una situación de incer-
tidumbre, e inmediatamente será la
fin del mundo, cuando te reintegra- HAGASE TU VOLUNTAD
rá el reino a Ti, Dios Padre, y abo-
lirá todo principado y será abolida Existe en Ti, Señor, una cierta
toda potestad. voluntad todopoderosa a la cual nin-
Este reino espera el ansioso de- guna cosa en absoluto puede re-
seo de la criatura para librarse de sistir. Haráse todo cuanto ella man-
la servidumbre de la corrupción. dará, aun contra la voluntad del
Este reino desean y por este reino universo mundo, cuanto menos con-
suspiran los buenos, bien porque tra la nuestra flaca de hombrecillos
se verifique la restauración de sus míseros y ruines. Rogárnoste y su-
cuerpos, bien porque se remate el plicárnoste que Tú, con tu gracia,
vencimiento del enemigo común nos asistas, porque nos conforme-
4r2 JUAN LUIS VIVES. OBR,\S COMPLETAS. TOMO I

mos con tu voluntad, y todo cuanto que nos quieren mal, en los ami-
tenga que venir porque Tú lo quie- gos, en los parientes, en los padres,
res, venga con la aquiescencia de en la esposa, en los hijos, en la servi-
nuestra voluntad. Existe una segun- dumbre, en los subordinados, en to-
da voluntad tuya que nos manifies- dos, en suma, dondequiera y en todo
tas y declaras con señales inequívo- tiempo. Concédenos que todo cuanto
cas y evidentes no de poderío, sino te pluguiere se haga en nosotros, no
de bondad y amor, por la cual quie- contra nuestro querer, no queján-
res que todos los hombres lleguen donos, no repugnando hasta donde
al fin al que los destinaste. Para nos sea posible. Es, sin duda, muy
este fin nos enriqueciste de enten- conveniente que nuestra voluntad
dimiento y conocimiento tuyo, para y nuestra ciencia, ciega y torcida
que te amemos. Enviástenos, para por malos deseos, siga dócil en todo
instruirnos, a tu Hijo que nos en- tu voluntad, que es lo más sabio y
señase esta voluntad tuya y de qué lo mejor que pensarse puede. Y sea
manera podría cumplirse. Hágase en lo que fuere lo que de nosotros re-
nosotros, Señor, esta voluntad tuya solvió, aun cuando nosotros pense-
tan santa y tan saludable a fin de mos que nos va a ser lo más con-
que. justificados por la confianza trario, nos conducirá a resultados
de tu Hijo, por su amor y si es altamente provechosos si no nos
posible también nuestro, nos una- negamos a obedecerle. Recíbeme,
mos contigo en un solo querer. Padre, que yo lo quiero; no hay
Danos, Padre, una tal disposición tardanza ninguna en mi obedecer.
que no solamente queramos y desee- Conduce a donde te pluguiere a
mos su efecto que en tan gran ma- quien ya le place, porque tengo la
nera nos conviene, sino también el certidumbre que no me conducirás
de tu majestad y sabiduría, y ello sino a bienes cuantiosos.
absolutamente, sin ninguna excep-
ción. Ni tampoco es lícito ni justo
que partamos contigo los sucesos, ASI EX LA TIERRA COMO
de forma que unos se verifiquen EX EL CIELO
porque quieres Tú y otros porque
nosotros lo queremos. Hágase en to- Para tus ángeles, Señor, nada
do caso lo que Tú mandas, no ya hay más antiguo ni más santo, na-
en nosotros solos, sino en todas las da más agradable tampoco que el
cosas, con la buena voluntad nues- imperio de tu voluntadj al cual obe-
tra, en la luz, en la pureza, en el decen con alacridad y presura, que
vigor, en los signos del cielo, en la administran y cumplen más pronto
salubridad y destemplanza del aire, de lo que se dice, según reza el re-
en las borrascas, en la mar sesga, frán. Tu voluntad es que los hom-
en las avenidas de las aguas, en la bres sean bienaventurados. Esta vo-
labranza de la tierra, en las cose- luntad tuvo ya su cumplimiento en
chas, en todos nuestros alimentos, aquellos santos que gozan de la vi-
en los medicamentos, en cualquier da eterna. Plegué a Dios que no se
estado de los elementos, en la dis- cumpla menos en nosotros, hechos
posición corporal, en la comida, en de tierra, que en aquellos espíritus
el vestido, en la vivienda, en la con- celestiales. Los hay entre nosotros
dición de vida, así privada como pú- algunos que bien pueden llamarse,
blica; en las cosas ajenas, en los no sin razón, celestiales. Son aque-
OBRAS DEVOTAS. COMENTARIO A LA ORACIÓN DOMINICAL 473

líos que están dotados de verdade- ramos que se cumpla tu voluntad


ra y sólida piedad, cuyo pensamien- en el cielo y en la tierra, para que
to y cuya preocupación sólo están ya comencemos a ser aquí en la tie-
en el Cielo. Y al revés: tenemos al- rra aquello que un día, por munifi-
gunos, más terrenos que la tierra cente favor tuyo, seremos en el
misma, cuya mente y cuyos deseos Cielo.
están puestos y clavados en las co-
sas terrenales. Hay también en ca- EL PAN
da uno de nosotros una mente, des-
cendida hasta nosotros, de aquel al- Creástenos, Hacedor nuestro, y
to asiento divino y celestial. Hay nos fabricaste de cuerpo y alma. Y
también el cuerpo, de quien está es- una y otro, puesto que viven en
crito: Fabricó Dios al hombre del nosotros, han menester su alimento
polvo de la tierra. indicado. El más antiguo y primor-
¡Oh, si con la misma facilidad y dial alimento del hombre, con pre-
el gusto mismo con que los buenos ferencia a todos los otros manjares,
obedecen tus mandatos, también es el pan, o lo que hace las veces
los malos y los hombres terrenales, de pan. Por ende, la voz pan com-
levantados hacia Ti y como arreba- prende y sobrentiende todo aque-
tados por el ardor del amor tuyo, llo que cubre las inevitables nece-
como el vapor lo es por los astros, sidades de esta vida, ya en lo que
entendieran tu santa voluntad, y le se refiere al alimento como al ves-
amasen, y la ejecutasen! ¡Oh, si tido que abriga nuestros miembros
esta carne despojada del viejo Adán y los defiende de las injurias del
que fué hecho de tierra, se sujetase clima álgido o del cielo fogoso, gra-
a tu voluntad con tanta prontitud cias a lo cual convalecemos de las
como aquel hombre interior que ma- enfermedades o nos suministran
nifiesta conformarse y complacerse fuerza para soportarlas. Todas las
en la ley de su Dios, pero se lamen- otras cosas son superfluas, introdu-
ta y se queja de que su carne le es- cidas en parte por la soberbia, en
torba y embaraza como con esposas parte por el placer; y de ahí la vi-
y grillos, porque no lleve a la prác- da muelle y regalada. Pedirte esas
tica lo que entiende ser bueno y cosas, que con su busca y la embria-
que desea con tan gran ahinco! guez que ocasionan infunden en
¡Oh, si quebrantada y debilitada su nuestras almas el olvido de Ti, es
carne, dieres soltura y libertad a abominable sacrilegio.
ese pobre atado de pies y manos, a Ninguna cosa trajimos a ese mun-
fin de que apartado ese óbice que do y ninguna cosa podemos llevar-
contraría y retarda su consentimien- nos de ese mundo. Teniendo, pues,
to con tu voluntad, no fuésemos qué comer y con qué vestirnos, dé-
nosotros nada más que lo que quie- monos por satisfechos. ¿Qué ne-
res Tú! ¡Oh Padre! Ojalá de car- cesidad tiene un viajero de alforjas
gados y agobiados de tierra como es- y de impedimenta? Con mayor fa-
tamos, nos hicieses hombres celes- cilidad y gusto hará esta jornada
tiales para que tu nombre sea santi- quien ande libre y desembarazado.
ficado así en el cielo como en la tie- Pero ni aun en las mismas urgen-
rra, a fin de que deseemos que ven- cias imploraríamos tu socorro, aten-
ga tu reino, así como en el cielo, tos y conformados siempre con tu
también en la tierra para que que-
; divina voluntad, cualquiera que fue-
474 JUAN LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. TOMO I

se nuestra situación, si ellas, con su , da el oportuno viático a nuestras al-


pesadumbre y molestia, vejasen mas macilentas porque no caigan de
nuestro cuerpo hasta un punto, que cansancio y de inedia en esta jorna-
distrajeran y arrancaran nuestro da de destierro, sino que, restaura-
espíritu, aun contra su más ahinca- das y refociladas, arriben a Ti, que
da voluntad, de tu sabrosa contem- eres nuestra patria, donde no ha-
plación. Pedírnoste, pues, ¡oh Pa- brá ya ni hambre ni sed.
dre!, el pan necesario para esta
vida, no el que nosotros, por vani- NUESTRO
dad y torcimiento de nuestros apeti-
tos hartas veces nos figuramos que Estos dos panes tuyos son porque
lo es, sino aquel pan que sabes que nos los das y son nuestros sólo para
nos es preciso Tú, que nos conoces nuestro uso, porque la necesidad es
mucho mejor que nosotros mismos. nuestra. Tú no necesitas de ellos,
Este es, por cierto, el pan corpo- colmado y rebosante como estás de
ral. toda perfección y abundancia; ni
Pero hay otro pan: el pan del es- los ángeles ni los demonios, incor-
píritu, sin el cual nuestra alma no póreos como son, no necesitan de
puede prolongar su vida más que alimentos corporales. El adoctrina-
nuestro cuerpo sin aquel otro pan miento de tu Hijo condúcenos a la
material; a saber: la doctrina de tu bienaventuranza que los ángeles ya
Hijo y la sunción de aquella carne consiguieron. Mas los demonios, en
y de aquella sangre, mediante la la obcecación de su maldad, no ad-
cual amanece tu luz en las tinieblas miten lo que les sería en extremo
de nuestras almas y se opera la sa- conveniente. Nuestro es, pues, el pan
lud en las enfermedades espirituales corporal porque somos corporales.
y sobreviene la calma en las tem- Nuestro también es el pan, viático
pestades y a la servidumbre sucede celeste, porque somos los únicos via-
la libertad y la resurrección sucede dores que vamos día tras día cami-
a la muerte. Este pan de las almas no del cielo. Da, Padre, nuestro pan
es más necesario que el pan de los tus hijos pequeñuelos, de que te-
i

cuerpos. Este pan es el que pedi- nemos muy aguda necesidad; si nos
mos preferentemente: Danos este le quitares, no podremos continuar
pan, ¡oh Padre!, aun cuando no la peregrinación emprendida. Este
nos des más que éste, si así te plu- es el pan estrictamente nuestro;
guiere. El otro pan, si no nos le die- porque las superfluidades son de
res, ¿qué peligro, al fin, nos aca- la vanidad, no nuestras; si las re-
rrearía? Cierto es que el cuerpo pe- tenemos, es claro que malbaratamos
recería; pero si careciéremos de es- su uso, impidiendo que otros se be-
totro, perecerá el alma. ¡Y cuánto neficien con nuestras sobras, y por
más grave y más horrible es la ello, somos unos ladrones robando
muerte del alma que la del cuerpo! v sustrayendo lo ajeno. Tú lo creas-
Ese cuerpo, mal que nos pese, aca- te todo para todos; lo que hace due-
bará por morir, como mortal que ño a uno no es el derecho de pose-
es; mas el alma, que es inmortal, sión, sino la necesidad del uso. Tú,
no puede sucumbir a una segunda Señor, a nadie debes nada, que con
muerte sin una muy acerba desven- mano asaz larga distribuíste a to-
tura. Abre, ¡oh Padre riquísimo!, dos, y nadie te ha dado nada a Ti.
los silos ubérrimos de tu sabiduría; Ese pan no nos lo debes a nosotros,
OBRAS DEVOTAS. COMENTARIO A LA ORACIÓN DOMINICAL 475

puesto que nosotros nos debemos a DE CADA DIA


Ti. ¿Qué podríamos hacer nosotros
para que Tú nos debieras algo? Cada uno de los días es una ima-
Pero Tú, para sacudir nuestra gen y cifra de la vida. Con el día
holgazanería, no dejas que estemos alternan la noche y el sueño, que
ociosos. Mándasnos que con el su- es la cosa más semejante a la muer-
dor de nuestro rostro comamos te. Así es que vueltos del sueño a
nuestro pan; y Pablo, tu apóstol, la vigilia, somos como de la muerte,
enseña terminantemente que en tu llamados de nuevo a la vida, llega-
Iglesia no coma quien no trabaje. dos a la cual pedimos lo primero de
Y el Profeta-Rey proclama bienaven- todo el mantenimiento de quien no
turado a quien come el pan gran- nos permite la larga privación, la
jeado con el trabajo de sus manos. necesidad inmediata que presiona
Lo que Tú quieres es que así como siempre. Lo que pedimos para un
se dice nuestro aquel pan que ha si- día, entiéndase para todo el discur-
do ganado ayudándonos de nuestra so de nuestra vida terrenal. No so-
propia industria y trabajo, nuestro lamente en esta deprecación men-
es por el trabajo, tuyo es por el don, digamos del Padre el pasto material,
porque quieres, no porque debes. sino la medicina externa e interna,
Ese pan que nosotros podríamos para que cuerpo y alma vivan a
buscar con provechosa sagacidad y una. Ese doble alimento, puesto que
con trabajo justo y legítimo, si le cada día somos vejados, desfallece-
sacamos con blanduras serviles, si mos cada día espiritual y corporal-
le acarreamos con ruegos y conmi- mente, pedimos cotidianamente que
seraciones, si le exprimimos con nos sea dado. La interferencia es la
odiosidad y pesadez, si le quitamos noche y el eclipse de luz que sobre-
con fraude, si lo recabamos con as- viene a nuestras mentes, cuando
tucia, si le sustraemos por añagaza éstas, de Ti que eres su Dios, des-
o malas artes o le arrancamos por cienden a las criaturas por su de-
la violencia no es nuestro, sino que masiada estima o por el amor exce-
lo hemos robado injustamente. ¿Qué sivo o por el regalo que causan y se
diré de aquel que no puede arrimar apartan de Ti.
su mano a trabajo alguno ni aplicar Mas cuando de nuevo por una es
su espíritu a ningún buen pensa- pecialísima lumbre y favor de Cris-
miento, sino que pide el disfrute de to son llamadas a Dios, amanecido
los sudores ajenos, apático y hara- ya el divino Sol, renace también
gán como un zángano que explota para ellas el día, en el cual pedimos
la diligencia de las abejas laborio- seguidamente nuestra refacción o,
sas, peso grave e inútil de la tie- como quien dice, el bien ganado
rra? ¿Cómo todos éstos te piden tu jornal; a saber: la doctrina de tu
pan o el suyo? Inicuos son y con Hijo, gracias a la cual volvió la luz
sus ruegos desean implicarte en la a nosotros. La paz de Cristo nos
complicidad de su maldad. Mas Tú, restituye de las tinieblas nocturnas
¡oh Padre nuestro!, danos el pan a los rosicleres de la aurora. Mas
que a boca llena podamos decir El nos apacienta siempre y sestea
que es nuestro, y que el pan aje- al mediodía, lleno de luz y de ca-
no, el pan que hubiéremos robado lor, sin resabios ni residuo ningu-
no nos nutra, no, sino que nos no de la precedente calígine o del
ahogue. frío anterior, sin inclinarse al oca-
476 JUAN LUIS VIVES. OBR,AS COMPLETAS. TOMO I

so nunca. Este es el pan principal, dición nuestra, no de otra manera


exquisito, soberano, peculiar, sobre- que quienes abusan de los manja-
sustancial; es decir, que excede to- res o de los regalos. Si Tú nos le
das las sustancias que nos sean ne- dieres, nos le darás en su lugar, a
cesarias; de estas sustancias pode- su tiempo y en la medida que nos
mos carecer, pero de ese pan, no conviniere; y dado así no podrá
podemos. De él, por anticipado, di- menos de sernos muy saludable y
jo Nuestro Salvador que nos era muy sabroso. Muchos son los que
necesario. Damos, ¡oh Padre!, a en- tienen el pan material y el espi-
tender que ese pan nos es necesario ritual; quiero decir mesa abastada
y que sólo a Ti hemos de pedirlo. v extensa erudición. Pero ese pan
no les es de ningún provecho, por-
DA que no eres Tú quien se lo das. No
con ese manjar se nutrirá nuestro
Tú puedes dar; solo Tú sue-
solo cuerpo ni con el conocimiento de
les. Y
quieres que no ignoremos que esa doctrina nuestra mente, si no
es dádiva exclusiva tuya. No por fueres Tú quien se dignare conce-
granjearte de nosotros una grati- dérnoslo. La tierra nos produce tri-
tud que no necesitas, sino porque go, los maestros nos proporcionan
nos aprovecha a nosotros para con- cultura; pero una cosa y otra ¿qué
seguir aquello de que tenemos nece- pro nos hacen? Si no se allegare
sidad, saber a quién se lo hemos de tu palabra vivificadora, ni el cuer-

pedir y cómo: Pida dice el apótol po se sustentará con el manjar ni
Santiago con fe, sin hesitación al- el espíritu con la instrucción. Por
guna. El amor cierto engendra una eso, pedírnoste que a esos santos
confianza cierta que proscribe del dones tuyos, porque nos aprove-
espíritu todo asomo de duda. Danos chen, se alleguen tu gracia y tu dig-
este pan, Monarca el más rico y nidad.
munificiente, que todo lo das con
mano larga, de quien exclusivamen- A NOSOTROS
te hemos de esperarlo todo, no so-
lamente aquel pan espiritual y so- Da, Padre, no a esa carne sucia,
berano, muy lejos de Ti, Padré de que es nuestro esclavo bellaco, dis-
las almas, sino también esotro cor- puesta a disolverse en placeres y re-
poral, conveniente a nuestros cuer- galos hediondos; no a esos ciegos
pos. Rompe Tú, Padre, el pan a tus y temerarios niovimientos de nues-
hijos; dánoslo Tú y no seamos nos- tras almas, que, asiéndose a la oca-
otros los que le tomemos. Nosotros, sión o a la incitación, levantarían
inducidos por nuestro juicio o, me- muy fieras tempestades en todo el
jor dicho, por nuestro apetito, ni lo hombre; no a esa mente, finchada
tomamos a tiempo, ni en la canti- de engreimiento que trocaría el an-
dad ni en la manera que nos con- tídoto en ponzoña, y la salud en
viene. muerte. No nos des tampoco a nos-
Corremos con arrebato a nues- otros de modo que por nosotros
tros apetitos, a la avaricia, a la so- pase a los otros, como por una cri-
berbia, al lujo, a las aviesas pasio- ba, sin utilidad nuestra. Concede,
nes del alma. O, dicho más clara- ¡oh Padre! el más indulgente y pró-
,

mente, sin atender a nuestro apro- vido, el pan necesario a nuestra al-
vechamiento lo tomamos para per- ma inteligente, apacible, agradecida.
OBRAS DEVOTAS. COMENTARIO A LA ORACIÓN DOMINICAL 477

que reconozca la dádiva y el Dador siedades, como nos mandó y nos


y que mediante el socorro tuyo re- enseñó que lo hiciéramos tu Hijo,
ciba el pan que Tú le alargares para porque el cuidado de nuestro sus-
su uso saludable. Hombres hay a tento lanza fuera de nuestro pecho
quienes Tú, como ayos y educado- el cuidado de la piedad.
res, les diste la misión de romper ¿Qué íbamos a pedir para una fe-
y distribuir el pan a nosotros, niños cha incierta? No sabiendo si maña-
perpetuos; hombres ricos, maestros na viviremos, ¿por qué hemos de
del entendimiento y formadores de pedir para el día de mañana? Por
las costumbres. Abra tu munificen- la misma razón con que alargaría-
cia esos inmensos tesoros de tu sa- mos la petición nuestra al día de
biduría y de tus riquezas; concéde- mañana, podríamos prorrogarla pa-
les largas, puras y copiosas posibi- ra muchos días y muchos años, y
lidades; auméntales el talento, por- así siempre estaríamos colgados del
que sepan; auméntales el espíritu futuro, sin momento de reposo en el
porque quieran transfundirlo en presente. Por eso nos está mandado
nosotros que le hemos menester, y por la Divina Sabiduría a fin de que
aun a nosotros otórganos aquella el espíritu quede libre de esa ansie-
comprensión que nos haga ágiles dad y ese miedo, se dedique a la
y dóciles para recibir sus ense- práctica de la piedad, que nos con-
ñanzas, y benévolos y reconocidos a tentemos con lo de cada día. Los
los beneficios que nos hubieren he- que deseábamos que viniese tu reino
cho. celestial, en el cual habíamos colo-
cado todas nuestras esperanzas y
HOY todos nuestros deseos, en espera in-
tensa y solícita de aquel día, ¿para
Toda esa vida presente ¿qué cosa qué querríamos el día de mañana?
es sino un solo día? Un siglo largo ¿Qué se nos va con las cosas ven-
no tiene más que un día breve, y tureras de esa vida? Aborrecibles
no es menos éste que aquél. Los son para el peregrino todos los altos
elementos del día son la tarde y la del viaje, porque las prendas de su
mañana, como consta en las místi- amor las dejó en la patria.
cas Escrituras: Y de la tarde y la
mañana hízose un día. No otros son
los elementos o partes de los meses, Y PERDONANOS
de los años, de los siglos. ¿De qué NUESTRAS DEUDAS
sirve llamar Nosotros
largo al siglo?
estamos en un día y aun en una A tu alteza soberana debérnosle
muy pequeña porcioncilla de él. Y veneración, a tu paternidad le debe-
en ese día del discurso de nuestra mos obediencia y obsequio, a tu
vida pedimos ese pan necesario bondad benevolencia y correspon-
siempre, del cual no puede privar- dencia en el amor y por los benefi-
se ninguna edad, ningún riempo, cios y dádivas ricas te debemos re-
ningún momento desde la amane- conocimiento; porque eres veraz,
cida hasta el ocaso. Tampoco lo pe- te debemos crédito; porque eres
dimos por ese día que se consuma muy bueno y muy poderoso, te de-
con una carrera y revolución del bemos confianza. Todas las veces
sol, no extendiendo al día de maña- que no te prestamos estos homena-
na nuestras acucias y nuestras an- jes, cuando la ocasión se presenta
478 JUAN LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. TOMO I

y se presenta con muchísima fre- también ejemplo de las obras que


cuencia,no saldamos la deuda, sino la caridad inspira. Rogárnoste, Se-
que detentamos una cosa que no es ñor, que tu bondad sea indulgente
nuestra. Pero ¿quién las salda con nuestros delitos; si quisieres
to-
das? Xo hay persona alguna que reducirlos a examen, nadie es capaz
no tenga muchas deudas y muy de sostener la mansedumbre de tu
pesadas en cada uno de los momen- justicia, cuanto menos su severidad.
tos: Si dijéremos que no tenemos Acuda en socorro nuestro tu mise-

pecado dice tu discípulo amado —
ricordia, pues reconocemos que con
nos engañamos a nosotros mismos toda justicia estamos condenados
y no hay verdad en nosotros. El que por nuestras muchas maldades. Pu-
nos propuso esta fórmula que a to- rifícanos con el fuego de tu favor,
dos es común, declara que todos es- restitúyenos a tu gracia, reconcilía-
tán sujetos a deuda y, por tanto, a te con nosotros, pues esto y no otra
pecado. Y si alguno afirmare que a cosa es, en conclusión, el que nos
él la conciencia no le acusa de delito sean perdonadas por Ti todas nues-
alguno, ese tal oiga a otro apóstol: tras deudas.
Aunque de nada tengo mala con-
ciencia, no por eso estoy justificado.
Ruegue ése por sus pecados ocultos ASI COMO NOSOTROS PERDONAMOS
y diga con el Salmista: De los pe- A NUESTROS DiEUDORES
cados ocultos limpíame, Señor, y
de los pecados ajenos preserva a tu Sómoste deudores no te devol-
;

siervo. vemos lo que es tuyo. Deudores


Y si a alguno le fueron perdona- nuestros son los que para con nos-
dos todos los pecados, y el sabio otros delinquen, lo mismo que nos-
no quiere que del pecado que halló otros contigo. Los unos debemos a
propiciación en tu divino acata- los otros benevolencia y amor, nos
miento estemos fuera de cuidado, debemos piedad, obsequio, benefi-
ruegue a pesar de todo por el semi- cencia, tributo, veneración, merce-
llero vivaz de culpas y de malda- des, reciprocidad, y con todo no sa-
des que cada uno de nosotros lleva tisfacemos estas deudas. Xo faltan
consigo para que su execrable raíz quienes nos dañan con pensamien-
quede sofocada y no eche renuevos. to, de palabra, de consejo, de obra,
Y así como Cristo oró por los peca- con su ejemplo, en nuestros bienes,
dos de los suyos, que El en la mís- en nuestro cuerpo, en nuestra alma,
tica Escritura llama suyos, pues el en los amigos, en el buen nombre.
amor todo lo hace común entre la Los unos no nos devuelven lo que
cabeza y los miembros, así también es nuestro los otros, nos lo quitan
;

nosotros, por las culpas de nuestrosambos a dos son deudores. ¿Qué


hermanos, roguemos al Padre co- haremos, Padre, con esos deudores?
mún, puesto que el amor que les «Decidme: ¿qué queréis que yo os
tenemos los transfiere a nosotros. haga, hijos míos?» Padre, que nos
Cristo es nuestra cabeza unida a perdones; haznos gracia de nues-
nosotros por el amor; nosotros, re- tras deudas. «Haced también vos-
cíprocamente, somos miembros, pues otros esta gracia a vuestros herma-
una análoga bienquerencia nos es- nos, perdonándoles lo que os de-
trecha y nos aúna. Cristo, que es ben.» ¿Qué es eso, Padre? Xo lo aca-
nuestro dechado de caridad, séanos bamos de entender. ¿Xo queréis,
1
OBRAS DEVOTAS. COMENTARIO A LA ORACIÓN DOMINICAL 479

por ventura, que se tribute reve- nos mejor camino para reconci-
el
rencia, ni piedad, ni beneficio a liarnos contigo, con que nosotros
aquellos a quienes se deben? «Eso nos reconciliemos con nuestros her-
es lo que yo quiero y expresamente manos. ¡Oh amable bondad la tuya,
lo ordeno, lo preceptúo, lo mando. Señor! ¡Oh amor tuyo dulcísimo!
Pero ¿qué queréis que entienda En tu lugar repones al hombre y en
Yo cuando me rogáis que os perdo- lugar del hombre te pones a Ti
ne vuestras deudas? ¿Rehusáis, por mismo. ¿Qué rey hiciera esto, sien-
ventura, rendirme culto a Mí, que do hombre, con los otros hombres?
soy Dios? ¿Amor a Mí, que soy bue- ¡Qué obvio y llano hiciste el acce-
no y que os amo? ¿Gratitud a Mí, so a la paz, al perdón, a tu benevo-
que cada día os colmo de grandes lencia! No en el cielo, no en lo pos-
beneficios?» No es la misma cosa el trero de las tierras o de los mares,
perdón de los pecados pasados que sino orilla de ti, ¡oh hombre!, en tu
la licencia de pecar para el futuro. cercanía, dentro de ti mismo. Lo
La benignidad de quien hace gra- que hicieres al hombre, eso mismo
cia no ha de ser estímulo de mal te hará Dios a ti; si aceptares a tu
obrar, sino invitación a la bondad hermano, serás admitido por tu Pa-
y al agradecimiento. Acerca a nos- dre. ¡Qué pequeña cosa se te pide
otros la lumbre de tu rostro, abre a ti y qué cosa tan grande tú pides
nuestras almas e instrúyelas. El en retorno! ¡Cuán poco es lo que
hombre, con relación a otro hom- das y cuán mucho lo que recibes!
bre, puede condonar la deuda y per- Recibe tesoros inmundos; dame, en
donarla, si pensó o intentó o llevó cambio, a Mí una moneda peque-
a cabo alguna acción contra él, y ñita. Dime: ¿qué es lo que pides
puede un enemigo hacerlo con su al Padre? Su favor y su gracia.
enemigo y dispensarle la pena, aun Pues bien: este mismo Padre a
perseverando en la voluntad el quien tú le pides esto, reclama, en
odio mutuo. Mas perdonar Dios justa correspondencia de ti, favor
nuestras deudas no significa otra y gracia para con tu hermano. Da-
cosa sino la reconciliación con nos- me lodo por oro; dame una chinita
otros, readmitiéndonos en su gra- vil y yo te daré una margarita de
cia. Paralelamente, perdonar nos- mucho precio.
otros las deudas de nuestros her- ¡Oh cerrazón, oh ceguera deplo-
manos es volverlos a admitir en rable de aquellas almas que, o no
nuestra benevolencia, y si nos que- comprenden este trueque, o rehu-
da algún resabio de enojo por la san hacerlo! ¿No te ruboriza pedir
injuria recibida, despojarnos de él a Dios una gracia que tú niegas al
y trocar la malquerencia en buena hombre? ¿Qué eres tú en compa-
voluntad, deseándoles toda suerte ración de Dios? ¿Qué es la gracia
de bienes; pues no sería perdonar de Dios al lado de la tuya? Dime,
atestiguar con palabras el perdón, tú, el más loco de todos los ruines:
quedando, en nuestro pecho, el res- cuando tú hubieres recibido el hom-
coldo de la vieja' malevolencia. bre en tu gracia ¿qué le habrás
Nosotros te decimos: Vuélvenos, dado con ello? ¿De qué le aprove-
loh Padre!, a tu gracia, de la cual chará la insultante ilusión de tu
nos ajenamos por el pecado. Y El benevolencia? Pero tú, una vez re-
responde: «Repon tú también a tu admitido en la gracia de Dios, y por
hermano en gracia tuya.» Muéstra- esa misma causa perdido y muer-
180 JUAN LUIS VIVES. OBR,AS COMPLETAS. TOMO I

to, antes de la readmisión, quedas verbigracia, las livianas desventajas


restituido a la salud y a la vida. de la Fortuna,las palabras poco
Una senda expedita y cierta mués- gratas, o, lo es peor, los mismos
que
tranos, ¡oh Padre!, para llegar a tu señalados beneficios que se nos hi-
amor, a saber, que nosotros, puri- cieron, como son amonestaciones,
ficadas nuestras almas por la pa- correcciones, consejos saludables.
ciencia y el amor de nuestros her- Añádase a todo esto que no tenga-
manos, se te nos hagamos agrada- mos por deudores los que ninguna
bles, porque se nos hemos he-
te cosa nuestra retuvieron ni nos qui-
cho semejantes. Tú eres Dios de taron cosa nuestra, y, muchísimo
paz, de concordia, de amor; ninguna menos, a aquellos con quienes nos-
cosa aborreces de las que creaste; otros estamos en deuda, porque les
antes lo fomentas y lo conservas infligimos algún ultraje; ni aque-
todo. ¡Cuán maravillosamente ha- llos otros con quienes nos indigna-
ces nuestro negocio y el de todos! mos porque no vienen por propio
A todos propones esa fórmula de impulso a pedirnos excusa por el
oración; todos deben usarla, y cada perjuicio que de nosotros recibie-
día, por cierto, porque es tuya. De ron y no nos dan las gracias del
esta manera les unes a todos por el mal que les hicimos. Son no pocos
vínculo estrecho de una recíproca los que piensan haber recibido in-
innocuidad y amor, por manera que juria porque no obraron al dictado
quien persista en el enojo y la mal- de su capricho. ¡Oh Fuente de luz,
querencia de su hermano, al pro- disipa con la salida de tu sol este
nunciar aquellas palabras venera- error y estas tinieblas de nuestros
bles no te pide por su salud, sino corazones; comunícanos espíritu de
que brinda su propia cabeza a las simplicidad y mansedumbre para
maldiciones y a las furias. conocer a nuestros deudores verda-
¿Y qué más diré si la reconcilia- deros, no para reclamarles la deu-
ción es muyprovechosa a quien da, sino para perdonarla!
depone la ira? Levanta el alma a su
propia perfección, que solamente
por el amor de Dios alcanza. Y, al Y XO XOS DEJES CAER
mismo tiempo, haces bien a los her- EX LA TEXTACIOX
manos, para que éstos reciban de
nosotros, por Ti. perdón, sosiego, paz, Una implacable y atroz y horren-
amor, auxilio, y cosa que es la más da pelea está entablada contra nos-
placentera y suave de todas, apaci- otros: halagos arteros, amenazas
ble y descansada convivencia. Con- barajadas con promesas, terror mez-
cédenos, Padre mansísimo y placidí- clado con esperanza, para separar-
simo, que todos borremos de nues- nos de Ti, del bien al mal, de la
tra alma y arranquemos de nuestro salvación a la perdición, de la muer-
pecho todas las ofensas y hagamos te a la vida. El demonio, nuestro
de ellas gracia a nuestros deudores, enemigo encarnizado y contumaz,
no midiéndolas en la balanza de tiende celadas a nuestra cautela y
nuestro amor propio ni asustándolas fragilidad con innumerables enga-
a la norma de la carne de forma ños y astucias. Extiende muy an-
que tomemos por ofensas las que chas sus redes en todas direcciones
no nos vienen de una voluntad hos- y nos incluye en su cacería. Trae
til y que bien poco nos importan, consigo y enséñala a nuestros sen-
;

OBRAS DEVOTAS. COMENTARIO A LA ORACIÓN DOMINICAL 481

tidos esa escena del mundo, confu- equivalente, de no obrar el bien. Y


sión y mezcla de ventajas y de des- si inevitablemente está resuelto que
ventajas. Y aun nosotros mismos entremos en combate, no te alejes
experimentamos en nuestro propio de nosotros el grueso de un cabello
cuerpo las pérfidas cosquillas del enciende tu luz en nuestras mentes
deseo, los placeres de la carne, a para descubrir adonde van las ase-
vueltas de sufrimientos y dolores. chanzas del enemigo y cómo con
Así que, alternativamente, nos hala- una sombra que no puede ser más
ga ccn la blandura, nos atemoriza liviana nos invita a conmutar un
con la aspereza para arrastrarnos a bien tan grande y tan macizo. In-
viva fuerza a los que no puede con- fúndenos reciedumbre porque no
ducir de buena gana, y esto no en un nos derribe con su fortaleza. Au-
solo lugar o en un solo tiempo, sino menta en las prosperidades la cons-
dondequiera y en todo momento, tancia de una mente equilibrada y
con maravillosa habilidad y astucia. sana aumenta nuestra firmeza si
;

Imprevisores, nos presiona esta las adversidades nos asaltan. Ilús-


ofensiva, flacos como somos nos em- tranos y rodéanos como con una
puja, y locos de remate, sucumbi- armadura de un amor tan fuerte a
mos a 'su bien calculada estrategia. Ti que no dejemos que se nos sepa-
Pero, en medio de tantos riesgos, re de manera alguna. Pero digamos
nuestro consuelo único es aquella con una análoga seguridad aquello
confianza en que todas las máquinas mismo que tu apóstol: ¿Y quién nos
bélicas, todos los disparos nada pue- separará del amor de Dios, que está
den contra tu voluntad, se quedan en Cristo Jesús? Con la sólida certi-
sin eficacia, y aun cuando nos al- dumbre y con la inconmovible per-
cancen, perdieron ya su fuerza de suasión que no hay ni en el cielo,
hacer mal. ni en el infierno, ni en la tierra in-
No nos acogemos, pues, como a termedia una potencia tan grande
un refugio, a esos enemigos consi- que pueda conseguirlo.
derándoles como invencibles, a fin
de que, negociando un cobarde ar-
misticio, hallemos relativamente MAS LIBRANOS DE MAL
aplacados y mansos a los que no
saben qué es mansedumbre. No les Muchos son los males en el de-
tenemos miedo alguno, sino a Ti, curso de la presente vida; pero,
que eres el único que lo puedes to- principalmente, hase de dar este
do. Ni colocamos la confianza de nombre a aquellos que de tal mane-
nuestra salud en la propia rendi- ra agobian el cuerpo y le oprimen,
ción, sino en tu ayuda, que debemos que extinguen en nosotros tu re-
implorar con suma insistencia. No cuerdo. De este género son las ne-
dejes que bajemos a la dudosa are- cesidades cotidianas, el hambre, la
na del combate, donde a nuestra sed, la desnudez, el calor, el frío,
fragilidad le espera una derrota se- las enfermedades y dolores del cuer-
gurísima, ni que destituidos de tu po, bien en nosotros, bien en otros
auxilio, caigamos, por engaño, en la seres unidos a nosotros, por la vo-
celada del enemigo, o por depresión luntad. Añádanse a esa serie de ma-
cedamos a la violencia. No dejes que les las pasiones exaltadas y salidas de
vayamos a dar en la tentación o de sí la oscuridad y la ceguera de la
;

obrar el mal, o cosa que es casi mente. Líbranos, Padre, de estos

LUIS VIVES. 1 16
482 JUAN LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. TOMO I

males que por su violencia desafo- surte efecto, apela al recurso con-
rada contraen y adelgazan el ánimo trario: encareciendo tu clemencia,
o le apartan o le oprimen para que infiltrando una confianza temeraria
no pueda reposar en Ti su pensa- y una apatía estéril. Ponderando la
miento, como conviene. Tú eres el condición y la dignidad de cada
solo bueno y todo cuanto hiciste es uno, esfuérzase por inspirar arro-
bueno, porque eres Tú su Hacedor. gancia y odio contra tu ley, que es
Mas el enemigo, que te hace perpe- odio contra Ti mismo porque con-
tua guerra, el demonio, es avieso y trarías los deseos de la carne. Y si
malo. Enemigo tuyo es, también lo con esos tapujos y engaños encu-
es nuestro por la razón de que nos biertos no aprovechare un punto,
tienes por hijos. El no puede ha- entonces desplegará todos sus re-
certe daño por ninguna vía ni pro- cursos de terror: inferirá daños en
cedimiento, pero a nosotros sí que los bienes, en los amigos, en los
puede, y por varios caminos, y quie- cuerpos, en las almas; revolverá,
re nuestra perdición y a ella está arrebatará, arrastrará, despedazará
atento continuamente, no desapro- y, lo que es más de temer que todo,
vechando coyuntura alguna, pues extenderá columnas de humo de-
ninguna ocasión le encuentra dor- lante de nuestros ojos, con el fin de
mido. atenuar el crédito de lo más verda-
¿Quién de vosotros podría resis- dero y sembrar la duda en lo más
tirle con igualdad de recursos? Si cierto.
por fuerzas va, él es robustísimo, y ¿Quién será capaz de prender a
no se halla en la tierra poderío que un Proteo tan cambiante y de piel
se le pueda comparar, como dice tan varia y revesada? ¿Quién des-
Job; si por astucia va, como ma- madejará asechanzas tan sutiles y
ñoso y artero que es en grado su- tan disimuladas? ¿Quién evitará re-
mo, fingirá interés y amor para con des tan estrechas y de tan grande
aquellos a quienes con odio inextin- invisibilidad que se escapan a cual-
guible deseará ver perdidos irrevo- quiera vista? ¿Quién aguardará sin
cablemente, y en todo momento me- temblar tanto y tan dañoso pode-
dita para todos peste mortal, y aún río? Nosotros, ¡oh el más grande y
dará a entender que aprueba la ver- el más poderoso de los padres, pe-
dad y la virtud, que odia muy acer- queños, entecos, ignorantes, imbe-
bamente y se declarará profesor y les, inermes nos acogemos a tu fe
maestro de bondad condenando las y a tu ayuda! Sólo Tú nos puedes
malas costumbres, de las cuales él proporcionar socorros bélicos, que
es autor e inspirador; lo que ape- tienes infinitas veces más fuerza y
tecerá con la más grande avidez, valía que él; Tú, que eres el más
significará que merece una indife- bueno, como él es el peor, y como
rencia desdeñosa y que hace todos él es el más fraudulento, Tú eres el
los esfuerzos para evitarlo; lo que más sabio. El es nuestro enemigo
abomina, simulará que lo desea con capital; Tú eres nuestro más amo-
la más viva afición para cogernos roso Padre. Y si tiene alguna fuer-
más fácilmente. Uno de sus ardides za, tiénela porque Tú se la dejas
consiste, recordando tu muy estre- tener, pues todas las veces que a Ti
cha justicia, en sembrar en el alma te plugo le atas muy estrechamente,
un derrotismo incurable y persua- de manera que no puede menearse.
dir la desesperación. Y si ello no Líbranos, Padre, del cruel despotis-
OBRAS DEVOTAS. COMENTARIO A LA ORACIÓN DOMINICAL 483

mo de ese espíritu malo; de la tira- mos, lo que recibimos para que


nía que ejercita sobre nosotros por nuestra alma quedase agradecida y
culpa de nuestro pecado; aparta de enamorada. Nuestra razón de niño
nuestras cabezas esa su truculencia afásico utilizó hasta donde pudo ha-
bestial; aleja sus ataques para los cerlo, la facultad de expresarse me-
cuales tenemos fuerzas tan despro- diante palabras. Mas, ahora, derra-
porcionadas. No permitas que en mamos por una sola vez nuestros
esa vida mantengamos comercio más entrañables deseos de que
con él, ni expreso y conocido, ni apruebes lo que nosotros apetece-
oculto y solapado bajo forros. Líbra- mos que nos venga de Ti. Suplicá-
nos del consorcio de su condición rnoste que condesciendas con nues-
eterna, que es la del precito destina- tros ruegos, mirando no nuestra in-
do al fuego inextinguible. dignidad, sino la dignidad de Jesu-
cristo, Hijo tuyo y Señor nuestro,
a quien como a Hijo único amas con
AMEN amor único y que quisiste que fuese
participante de tu Divinidad y de
Aquí tienes, ¡oh Padre!, esas pala- tu reino eterno, con aquel Espíritu
bras de comentario, según pudo de inefable amor que de vosotros
proferirlas nuestro balbuceo, para procede, y siendo Tres, sois Uno y
que nosotros mismos entendiésemos el mismo Dios, sempiterno, sin co-
lo que te pedimos, lo que espera- mienzo ni fin.

FIN DEL «COMENTARIO


A LA
ORACIÓN DOMINICAL»
PRECES Y ORACIONES
GENERALES
(PRECES ET MEDITATIONES GENERALES)

(i535)

BASILEA, ROBERTO WINTER


SEPTIEMBRE, i 54 o

1. POR EL PERDÓN DE LOS PECADOS Otra oración

tan grande el cúmulo y tanta ¡Oh clementísimo Jesucristo, que


Es lavariedad de nuestras malda- habiendo tomado la semejanza de
des, que es fuerza que desespere la carne del pecado, llevaste en Ti
quien no se remontare a la consi- nuestro pecado, para borrar con la
deración de tu bondad. Te hemos muerte todos nuestros males y lue-
ofendido; con nuestras culpas he- go de habernos purificado restaurar
mos contraído enemistad contigo, en nosotros una nueva criatura gra-
que eres todopoderoso, de ninguna ta a Dios, limpíanos de las manchas
cosa necesitado, exento de todo da- con que salpicamos cada día el can-
ño, y, no obstante, en Ti reside to- dor que, gracias a Ti, conseguimos,
do principio de paz y de reconcilia- y tornados a la pureza primitiva,
ción. De ninguna cosa necesitamos consérvenos tu gracia en aquella
tanto como de la medicina de tu limpieza que nos hace dignos de ser
indulgencia, porque nada más fre- llamados tuyos de profesión y de
cuente en nosotros que la recaída nombre!
en nuestra enfermedad, y Tú siem- De mis pecados ocultos, limpíame.
pre nos ofreces el remedio obvio y Señor, y de los ajenos, libra a tu
asequible. Concédenos, Padre, el siervo.
más manso y el más aplacable, que Otra
reconozcamos nuestros males y la
medicina de nuestros males y que ¡Oh Dios, el mejor y el más in-
la pidamos a Ti solo, como es ra- dulgente Padre, ruégote que mi ma-
zón, ya que Tú, rogado de ello, con licia no dañe a los otros, sino, más
tanta facilidad y largueza sueles bien, que la ajena bondad a mí me
concederla. sea de provecho! Tú eres aquel te-
486 JUAN LUIS VIVES. 0BR AS COMPLETAS. TOMO I

mibie Dios celoso que echas la ini- Digresión


quidad de los padres en los hijos
hasta la tercera y la cuarta genera- ¡Con cuánta mayor diligencia
ción para aquellos que te odiaron. obedecemos a las leyes humanas
Y, almismo tiempo, eres fácil a los que a las divinas, siendo así que en
ruegos y rebosas mansedumbre y éstas es mucho mayor el galardón
obras misericordias sin cuento en de laobediencia y la pena de la
aquellos que te aman y guardan tus transgresión! Cuán envejecido está
preceptos. Acrézcase tu cuantiosa en nosotros el hábito de pecar, que
munificencia con esa nueva bondad ya ni podemos obrar de otra mane-
y los delitos de mis padres carnales ra, ni nos damos cuenta de que pe-
no redunden en mi pérdida perso- camos. Estamos echados en el cieno,
nal. Vengan en socorro mío los me- en el muladar, y no hacemos el
recimientos de Jesucristo, Hijo tu- menor esfuerzo para levantar, al
yo, puesto que eres nuestro Padre, menos, la cabeza, por no podrirnos
y no te ensañes conmigo por culpa completamente. ¿Qué padre no su-
de aquellos que engendraron ese frirá quebrantando tantas veces sus
cuerpo, sino que, por Jesús que me mandatos? Y. no obstante. Dios nos
reengendró, te sienta y te experi- sufre y disimula los pecados de los
mente aplacado. hombres a fin de que su bondad y
su tolerancia nos conduzcan al arre-
Otra pentimiento.

A quienes contemplan su vida pa- 2. POR LA FE


sada, cómo de súbito se les abre de-
lante de sus ojos un báratro inson-j Tornóse por el pecado ciego el
dable de errores, de crímenes, de hombre; pero por la compasión de
maldades. Xo hay nadie que no se tu Padre. Tú, Cristo, fuiste dado por
avergüence de sí mismo cuando guía de ese ciego, por maestro de
vuelve su mirada a sí y no se ho- ese ignorante. Pero el inconvenien-
rrorice de los pecados cometidos en te más atroz de esta ceguera y de
el discurso del tiempo. ¿Y quién esta ignorancia es que a cada paso
puede salimos fiador de que la vida tropezamos y vacilamos. Unas ve-
presente será distinta de la pasada? ces no comprendemos los mejores
Admire y adore tu clemencia, Pa- avisos de nuestro guía y protector:
dre, que por tanto tiempo dilataste otras veces, titubeamos y dudamos
tu venganza. Acercámonos a Ti con de la verdad. ¡Mísero ciego!, ¿cómo
elpavor metido en nuestros huesos, escaparás de la perdición que te es-
¡oh gran Juez!, y con humildad su- pera si te sustraes a tan buena di-
plicante te pedimos que no se des- rección, si tú no conoces el cami-
plome encima de nuestra cabeza la no ni tienes confianza en el que
¿"cumulada venganza de todas las te lo muestra? ¡Oh Cristo, verdad
tasadas fechorías, sino que las cu- pura y sempiterna, dígnate de tal
bra tu afecto para con Jesucristo, manera infundirte en nuestros pe-
Hijo tuyo y Señor nuestro, por cuya chos, que a Ti y a todas tus cosas,
gracia nos perdonas el extremado puesto que son las más verdaderas,
castre que tenemos merecido. las tengamos por tan ciertas como
Si atendieres, Señor, a las iniqui- las que vemos con nuestros ojos,
dades, ¿quién. Señor, se sostendría? las que tocamos con nuestras ma-
OBRAS DEVOTAS. PRECES Y ORACIONES GENERALES 487

nos, falaces sentidos corporales en guera e invalidez total, reconozca-


quien tanto confía la carne estulta mos esa triste realidad; no tomemos
y bestial; apacigua y sosiega estos para nosotros el cuidado de nues-
movimientos de la carne que nos tro propio bien. Veamos hasta tal
empujan a la mudanza de aquello punto que sólo a Ti te veamos y no
que importa ser lo más firme y lo tengamos más validez que la de
más sólido de nuestro interior! Don querer andar a zaga de tus huellas
de tu lumbre es la fe: infunde esta y de correr a Ti cuando nos llames
lumbre, oh suma Bondad de Cristo!
¡ y de ser dóciles a la conducción
en nuestros corazones tan profun- de tu mano y entregarnos a Ti a
damente que estos cecucientes ojos ciegas y totalmente, a fin de que
nuestros, aun cuando lo repugnen, Tú, que eres el único que sabes por
aun cuando se nieguen, se sientan dónde se ha de ir, nos conduzcas
obligados a verla. por aquel camino en el cual jamás
Creo, Señor; pero Tú ayuda mi pondríamos los pies por propia vo-
incredulidad. Señor, multiplica en luntad.
nosotros tu fe.
Digresión
Digresión
Así como se nos ofrece el que lo
puede y quiere todo, nosotros no
lo
¡Con cuánta facilidad damos cré-
nos decidimos a seguirle y nos des-
dito al malo, al mentiroso, al igno-
viamos a aquellas criaturas que ni
rante! ¡Y con cuánta dificultad y
puedan por su invalidez ni quieran
con cuántas reservas damos crédito
por su malicia. Tengamos confian-
a Dios, que es la misma bondad, la
za en aquel que ofrece, en aquel
misma veracidad, la misma sabidu-
que da con más gusto que nosotros
ría! Y creemos al hombre en aque-
recibimos. Pondera cuántas veces
llo que ningún provecho nos repor-
nos exhorta, nos avisa, nos incita a
ta y no creemos a Dios en lo que
que le pidamos confiadamente todo
toca y atañe a nuestra salvación.
cuanto nos convenga. Tanto como le
El hombre nada puede y Dios lo
place la confianza le desazona el re-
puede todo; vamos en pos de los
celo.
sentidos, que tantas veces nos enga-
ñaron, y dudamos de Dios, que no
puede engañar ni ser engañado. 4. POR EL AMOR DE DIOS

De manera creaste nuestras


tal
3. POR LA CONFIANZA EN DIOS . mentes, ¡oh Autor de la Naturale-
za!, que de su propio impulso tien-
Principio de la ruina del hombre den a la hermosura y esta tenden-
es confiar en sí mismo; comienzo cia natural se llama amor. ¡Oh si
de su dignificación es desconfiar de te dignases abrir nuestros ojos por
sí y confiar en Dios. ¡Oh Guía el manera que viésemos que Tú solo
más certero y más sabio, que a quie- eres la hermosura verdadera, sobe-
nes verdadera y confiadamente se rana, absoluta y cabal; y que todas
entregan a Ti, por un brevísimo las otras criaturas, aun aquellas cu-
atajo les conduces a la bienaventu- yo lindo parecer admiramos, son
ranza que no tendrá fin! haz que: pura fealdad si contigo se compa-
así como en realidad padecemos ce- ran! Concédenos, Padre, que nos
488 JUAN LUIS VIVES. .
— OBR.AS COMPLETAS. TOMO 1

penetremos de estas verdades como de tus dedos, veré la- luna y las es-
son en realidad y que las sintamos trellas que Tú fundaste. (Qué es el
y que de ello tengamos la más in- hombre porque te acuerdes de Elt
desarraigable persuasión, a fin de Y nosotros, tardos e insensatos, o
que, desdeñando y teniendo por no- no nos acercamos en absoluto a tan
nada todas las otras cosas, en Ti sabrosa unión o, perezosos y displi-
solo fijemos y ahinquemos nuestra centes, vamos como a la fuerza, en
mente, nuestro espíritu, nuestros vez de arrebatar toda ocasión, con
pensamientos, nuestros afectos. desdén de cualquiera otra cosa.
Quien da amor, dase a sí mismo.
Nosotros nos damos a las cosas in-
Otra, por el amor de Dios feriores y viles que nos ocasionan la
muerte o que, cuando menos, nos
El comienzo de la felicidad es
frustran y nos dejan burlados. Y con
amarte a Ti. que eres la bondad su- Dios partimos una muy pequeña
ma: y el colmo y ápice de la felici- parte de nuestra alma y aun a ve-
dad es estar unido a Ti, bondad su- ces ninguna en absoluto: con Dios,
ma, tan estrechamente que se sea de quien proceden y en quien resi-
una sola cosa contigo, pues que és- den los bienes todos.
te y no otro es el fin del amor. Así
es que iniciamos acá nuestra bien-
aventuranza amándote, y la consu- 5. POR EL AMOR DEL PRÓJIMO
mamos en el identificándonos
cielo,
contigo. ¡Oh Cristo, suma fineza de Alumbra, Señor, y adoctrina nues-
!a amistad! ojalá nos arrebatase
:
tras mentes para que hagamos de
hasta tal punto la llama viva de tu cada criatura su justa estima y que
amor, que, absortos y fundidos en de ninguna otra hagamos más apre-
ti, como el Padre es una sola cosa cio que de Ti, puesto que nada pue-
contigo, así lo fuéremos también de haber mejor que Tú. En el se-
nosotros, y no fuésemos ya nosotros, gundo lugar de nuestra estimación
sino que fuésemos Tú; no hombres, esté el hombre, que es lo que más
sino dioses en cierta manera, por vale de este mundo: amémosle des-
ser una sola cosa con Dios, que es pués de Ti, bien porque es semejan-
la suma y perfecta bienaventuran- te nuestro, bien porque es hijo tu-
za. Dios es caridad. Y el que per- yo y por ende hermano nuestro,
manece en la caridad, permanece en ora porque está predestinado a ser
Dios y Dios permanece en él. ciudadano de la patria común y por
Vivo yo, ya no yo, sino que Cristo el afecto mutuo preludiemos ya
vive en mí. aquí aquella vida celestial de la
que está desterrado el odio y todo
está colmado y rebosante de amor
Digresión
y, por ende, de goces.
Es cosa verdaderamente increíble
que Dios quiera ser amado por nos- Digresión
otros: que El, que es el soberano
Señor y Hacedor del mundo, pida y ¡Cuánto más digno es que sea
exija nuestra amistad, hasta el pun- amado por nosotros nuestro seme-
to que no sin razón exclame el Sal- jante, nuestro igual, que no cual-
mista :Porque veré tu cielo, obra quier otro ser inferior y muy de-
OBRAS DEVOTAS. PRECES Y ORACIONES GENERALES 489

semejante! ¿Y hasta qué punto de- y careciendo de todo sentido de


bemos amarle? Hasta aquel punto amor y mansedumbre, practican la
en que Dios manda que no sean misericordia.
pospuestos a la querencia humana
el culto y el sacrificio que le debe-
7. CONTRA LA VANIDAD DEL MUNDO
mos. ¡Qué dulce es el amor, y al
hombre cuán conveniente! ¡Qué
desabrido es el odio y de la man- ¡Ay con cuántos trampantojos y
sedumbre humana cuán ajeno! apariencias este mundo impostor-
engaña nuestros ojos débiles y ob-
tusos y cómo nos muestra en la le-
6. POR LA MISERICORDIA DEL
janía el espectro de las cosas por-
PRÓJIMO
que aparezcan grandes y deseables
las que en hecho de verdad son
Ablanda, Señor, este corazón
pequeñas, hueras, contentibles; y
nuestro, de manera que las necesi-
nos presenta como temerosas cosas
dades y tribulaciones de nuestros que no entrañan ningún peligro, y
prójimos nos afecten no menos que como evitables, las que debieran
si fuesen nuestras o pertinentes a
apetecerse; llama, invita, atrae, aca-
seres de nuestra más afectuosa pro-
ricia! Y cuando estos ardides no sur-
ximidad, pensando que acaecen a ten efecto, aterroriza, ataca, veja.
personas las más caras a nosotros;
¡Oh luz refulgentísima de la Ver-
compadezcámonos en ellos de nos- dad divina! rasga y disipa estas
:

otros mismos y en una calamidad


nieblas, ilumina nuestros sentidos,
común, común sea también el due-
a fin de que no evitemos sino aque-
lo, ymisma causa por la que
la
llo que te es contrario; es, a saber:
nos compadecemos a nosotros mis- que francamente nos es nocivo y
lo
mos nos mueva también a nosotros pernicioso y no vayamos a los al-
a apiadarnos de aquellos a quienes
cances sino de aquello que es sóli-
vemos agobiados por la adversidad. do
¡Oh Cristo, suma mansedumbre y sobre y grande de verdad y hermoso
todo encarecimiento; es de-
misericordia, inspíranos ese espíri-
cir, a Ti solo, manantial perenne y
tu de tu mansedumbre y de tu
eterno de toda bondad y bienaven-
bondad, a fin de que, así como la
turanza. Toda carne es heno y to-
compasión que de nosotros hubiste
da su gloria es como la flor del
te impelió a tomar pasión y muerte
campo: agostóse el heno y cayó la
amarguísima, así también la com-
flor porque el Espíritu del Señor so-
pasión de los prójimos nos impulse
pló sobre él.
a socorrerlos según nuestras posi-
bilidades.
Digresión
Digresión
¡Cómo a volapié pasan todas las
¡Cuán contrario a la naturaleza cosas! Ninguna huella dejan detrás
humana es el odiar! Y de sí, sino hastío y empacho. No
cuánto más
inhumano no compadecerse reportan fruto; el poco provecho
del pró-
jimo atribulado, siendo así que aun que hiciera a los otros, este mismo
las bestias irritadas y heridas abs- provecho te harán a ti. Tal como
tienen su diente de bestias vencidas fué la parte de vida vivida, será la
490 JUAN LUIS VIVES. OBR AS COMPLETAS. TOMO I

parte que te queda por vivir, peor no más que de un hilo delgadísimo.
de cada día, por degeneración y ¡Oh Tutor, oh Padre nuestro nu-
empeoramiento de los años. Xo hizo tricio; inspira a nuestros corazones
Dios así las cosas, sino que fué el cuidado de la observancia de tu
nuestra necedad que las torció a ley y para nuestro mantenimiento
usos aviesos. la seguridad, puesto que Tú mismo
dijiste que tomaste ese cuidado pa-
ra Ti y mandas que en Ti lo depo-
8. CONTRA EL DESEO DE
sitemos, sin ninguna suerte de pre-
RIQUEZAS
paración por una eventualidad que
para Ti te reservaste exclusiva-
¿Qué pro pueden hacernos las co-
mente.
sas humanas si no fueres Tú, Pa-
dre benignísimo, que las derrama-
res en nuestro seno? Abres tu mano Otra
larga y colmas todo ser animado
con tu munífica afluencia. ¿Por Puesto que Tú nos dejaste cuan-
qué hacemos aparejo de tantas co- do nos separamos de Ti y nuestras
sas cuando son tan pocas las que necesidades se multiplicaron hasta
habernos menester? ¿Por qué desa- la inmensidad porque lejos de Ti
sosegarnos por un futuro de quien todo es invalidez y flaqueza y sin
solo Tú eres el árbitro? ¡Oh crea- Ti vuelven a caer en su nada ori-
dor y conservador de nuestra vi- ginaria, y porque nos sentimos
da; Tú que con una sola palabra huérfanos de tu asistencia, creció
nos plasmaste, consérvanos con esa el miedo de la necesidad y la apren-
misma palabra! Ilustra nuestras sión de la necesidad se acrecentó
mentes para que, luego de conocer con el miedo. Llámanos de nuevo
que todo lo de acá abajo es sombra, y condúcenos a Ti, Padre de toda
te deseemos a Ti solo, en quien es- clemencia, y amparados y fortaleci-
tán todos los tesoros de ciencia y de dos con tan gran auxilio, las es-
sabiduría; deseemos tu gracia, que trecheces no nos acosarán con sus
mantiene el universo y propaga mordiscos y desaparecerá el miedo
nuestra vida. de las estrecheces, y sueltos y li-
-Yo de sólo pan vive el hombre, bres de todo otro desvelo, no ten-
sino de toda palabra que procede dremos más preocupación que la
de la boca de Dios. de conservar, con el mayor ahinco
que podamos, la amistad tuya, y Tú
ayudarás a esa preocupación nues-
Otra oración
tra. Si faltares Tú, nada podrá sub-
sistir. Mas en toda contingencia muy
¡Oh ceguera total de nuestras
luego tu benigna mano acostumbró
almas! Que deseemos tan solícita-
acudir a nuestros esfuerzos.
mente lo dañoso, que persigamos lo
fugaz, que retengamos lo que nos-
otros hemos imaginado para nues- Otra
tra perdición, y mientras pensamos
andar a la busca de alimentos, La cotidiana necesidad corporal
ofendemos a Aquel que nos alimen- arrastra a sí el alma a empujones.
ta, a Aquel de quien únicamente es- Envíanos, ¡oh Padre!, de quien sa-
tá colgada nuestra vida, pendiente bemos que tiene cuidado de nos-
OBRAS DEVOTAS. PRECES Y ORACIONES GENERALES 491

otros, aquel pan de cada día que sión, una vez habida, es inviolable
tu único Hijo Cristo mandó que te y no perecedera.
pidiésemos y esperásemos de Ti; Si las riquezas vinieren a bor-
concédenos que nos contentemos botones, no pongáis vuestro cora-
con lo necesario y que demos de zón en ellas. No tendrán valor al-
lado lo superfluo, a fin de que ni guno las riquezas en el día de la
nos doblegue la férrea necesidad ni venganza. Como un duende pasará
nos ahogue la mansa afluencia Y en- el hombre y de balde se conturba.
víanos de tal manera estas cosas ne- Amontona riquezas y no sabe para
cesarias, que no suceda que con ofen- quién las amontona. Dejará sus ri-
sa tuya aparejemos aquella muerte quezas a los extraños y su sepulcro
más grave y que más evitable nos será su morada para siempre.
debe parecer que esotra del cuerpo.
Mejor es para el justo la modici- Otra
dad que para el pecador las rique-
zas abundantes.
¿Qué locura es ésta? ¿Qué es lo
que quiero? ¿Qué es lo que busco?
Otra ¿Qué es eso de postergar la vista y
la reverencia de Dios, la caridad de
los hombres, mi libertad, la tran-
¿A qué viene, para vida tan bre- quilidad de mi alma, la vida, así es-
ve, abastecimiento tan largo? Y
ta temporal y breve como aquella
cuanto menor es la jornada a reco-
otra sempiterna para la cual fui
rrer, tanta mayor es el ansia con
creado por Dios, a esa riqueza he-
que se le busca o la avidez con que
rrumbrosa corroída de orín cuyo
se le agarra. ¡Oh qué gran ocasión
uso o va a ser nulo en absoluto o
se pierde para mí de negociarme
desordenado y nocivo? Devuélve-
con esa herrumbre no mía un teso-
ro de bienandanza y de inmortali-
me el recto sentido de la visión, oh ¡

Padre!, fuente de las luces; da sub-


dad! Confírmame, Señor, de forta-
sidio a mis necesidades y un espí-
leza, y corrobórame a fin de que
ritu que se conforme con mis dis-
con grandeza de ánimo ose despre-
ponibilidades actuales.
ciar las cosas que no me han de
Ninguna cosa trajimos a este mun-
granjear ningún provecho y de-
do y de él no hemos de sacar nin-
sechar las que me han de acarrear
guna cosa. Teniendo con qué man-
perjuicios. Haz que yo, como Tú
tenernos y vestirnos, contentémo-
me amonestaste, del dinero de ini- nos con ello. Cuantiosa riqueza es
quidad me procure amigos que me
la piedad y la conformidad con lo
reciban en los eternos tabernáculos.
que se tiene.
Traslada mi corazón de la servidum-
bre de los ídolos a tu santo servicio.
Servirte a Ti es reinar, mientras 9. CONTRA LA SOBERBIA
que servir a las riquezas es la más
abyecta de las esclavitudes. Infun- ¿De dónde proviene esa preten-
de en mí, en lugar de la codicia de sión mía? Todo lo externo es in-
esas riquezas, expuestas a las inju- cierto, valedero para un disfrute
rias del tiempo y de los hombres y breve. Caduco el cuerpo, averiado,
a toda suerte de crisis azarosas, el frágil, asqueroso; aviesa el alma;
deseo santo de las tuyas, cuya pose- ciega la mente. Todo lo que tengo
492 JUAN LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. TOMO 1

mío es malo; si tengo algo bueno, Los verdaderos bienes están en el


que es muy poco y ojalá fuere efec- alma, y de ellos ningún hombre
tivo, todo esto es de otro. Conscien- puede juzgar, sino sólo Dios. Así
te de tanta miseria mía, ¿por qué que la soberbia nace de las tinie-
me empino, por qué me antepongo blas del alma; a saber: del embo-
a los otros que ciertamente no son tamiento, de la ignorancia, de la
peores que yo? Porque a ello me irreflexión y de la temeridad.
empuja la carne mancillada por el
pecado si Tú no vinieres en socorro CONTRA LA ENVIDIA
10.
mío. ¡Oh Cristo!, Tú, que con tanto
poderío eres tan manso y con tanta
excelencia tan modesto y tan hu-
¡Oh Tú, Dios, que eres el Inven-
milde por tu voluntad, dame una
tor y el Creador de todas las cosas,
Tú, que eres el Distribuidor de tus
parte de ese ánimo tuyo y de ese
propios dones, que repartes según la
espíritu, a fin de que conozca mi
inagotable muchedumbre de tu lar-
dolencia que la malicia exacerbó, y
gueza, que a nadie das menos de lo
me deje informar por tu ejemplo, que se merece ni a nadie menos de
puesto que no tengo motivo alguno
lo que le basta! ¿Qué motivo racio-
de enaltecerme; siendo así que Tú,
nal tenemos de envidiar los bienes
Señor de cielos y tierra, en quien
ajenos, cuando Tú a todos das de lo
parecía tan bien engrandecerte, te
tuyo, y lo das a los que no se lo
abajaste a la más vil abyección hu-
merecen y a cada uno le das lo su-
mana.
ficiente para su bienestar? A los be-
neficios recibidos añade también
Otra ¡oh Padre!, a saber: que nos
éste,
contentemos con los que nos cupie-
¡Oh Padre de toda sabiduría y ron en tu distribución y que por
bondad, que siempre piensas cómo ellos te rindamos hacimiento de gra-
beneficiarnos, mientras que nosotros cias. Y en cuanto a los que otor-
pensamos cómo ofenderte; al lina- gaste a los otros, haz que ni aun en
je humano, soberbio, zahareño, ce- el más recóndito pliegue de nuestro
rril, dístele en tu Hijo un celestial pecho critiquemos y condenemos tu
dechado de moderación y de obe- adorable voluntad y tu consejo in-
diencia; vuelve nuestras mentes a escrutable, sino que, con mejor
Ti y a tu santo ejemplo, a fin de acuerdo, amemos en los bienes de los
que nos conduzcamos con tal sumi- otros tu munificencia, porque para
sión nosotros, que somos malos y con todos eres tan benigno y de na-
flacos, como El es óptimo y todo- da eres menesteroso y de nadie re-
poderoso! cibes nada ni esperas nada.

Digresión Digresión

Recorra el hombre con su consi- ¡Qué vicio tan vil, tan innoble,
deración todas sus cualidades, pon- tan inútil! Ni el envidioso tiene más
dérelas y examine su origen, su ni el envidiado tiene menos. Quien
progreso, su resultado, y entenderá empeora eres tú, cuyas entrañas
cuán livianas son y cuán indignas sientes correr y cuyo cuerpo agos-
de que de ellas nos envanezcamos. tarse, y con todo no tienes la fran-
OBRAS DEVOTAS. — PRECES Y ORACIONES GENERALES 493

queza de confesar tu enfermedad. que fuiste hecho a semejanza del


Considera qué es lo que envidias: primer terreno, aun siendo celes-
bienes viles, caducos, efímeros, ob- tial, rae de nosotros ese prejuicio
jeto de lástima más que de codicia. que nos comunicó el pecado del pri-
mer padre, infunde en nuestros pe-
chos un juicio tal que solamente
11. CONTRA LA IRA
aquello que lesiona nuestra probi-
dad lo tengamos por mal, digno de
Esta complaciente ceguera nues-
suscitar nuestra cólera.
tra a cuán erróneos conceptos nos
conduce, hasta el punto de juzgar
que se hace injustamente lo que se Digresión
hace con la justicia más estricta.
Rehusamos a los otros el perdón ¡Qué vicio tan ajeno de la man-
en aquello mismo en que nosotros sedumbre de la condición humana
a cada momento caemos, y a cada que parece que el hombre degene-
momento, necesitados de la indul- ra en fiera! ¡Cómo ciega el alma»
gencia que negamos, y a fuer de ni- hasta el punto que no ve nada! Y
ños mal criados, caprichosos, anto- de ahí, cuántas causas de males
jadizos e injustos, tomamos por trae y cuántos sufrimientos reporta
nuestras manos la venganza, arre- así al que se irrita como a muchos
batándola a Aquel que sólo es sabio otros, y cuán grande y cuán persis-
y justo, a quien por su sabiduría tente arrepentimiento de una reso-
ninguna cosa engaña y por su equi- lución arrebatada.
dad ninguna cosa desvía de la de-
recheza. ¡Oh Cristo, dechado de CONTRA TODOS LOS AFECTOS
12.
mansedumbre, ejemplo de modera-
DESORDENADOS
ción, fuente de dulzura, rocíanos
con alguna aspersión de esa tu le-
nidad, por la cual nosotros, a imi- Tú, Hacedor providentísimo, ha-
tación tuya, aun cuando cubiertos bías puesto bajo nuestro dominio y
de baldones, acosados de injurias, señorío los afectos y pasiones de
manchados de calumnias y de ultra- nuestras almas, como esclavos ahor-
jes,tornemos bien por el mal que cadizos y aleves. Pero el pecado que
se nos hace. nos separó de Ti nos sojuzgó a
aquellos déspotas sin alma. Mereci-
damente perdimos la libertad o,
Otra oración contra la ira más bien, la hegemonía al apartar-
nos de Ti, que eres el Señor de to-
¿Qué puede provocar en nosotros das las cosas, por cuyo favor éra-
la ira sino el mal que se nos hace? mos como Ahora que volve-
reyes.
Siendo el alma la parte principal mos ? Ti, recíbenos, Padre mansí-
de nuestro ser, no hagamos caudal, simo, y aparta de nuestros cuellos
como si a nosotros no pertenecieran, ese yugo tan duro y tan cruel. Res-
de aquellas cosas que se nos pueden tituyanos tu bondad lo que nos qui-
quitar si se mantiene ilesa el alma; tó nuestra malicia para que nues-
ni pensemos que se nos infiere daño tra razón, tan semejante a Ti, re-
con la sustracción de la fortuna ni puesta en el trono del hombre total,
con las incomodidades y dolores rijp a tenor de tus mandatos todo
físicos. ¡Oh Cristo!, Adán segundo cuanto en nosotros hay de volitivo
494 JUAN LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. TOMO I

y gustoso, a fin de que, sometida a y coaccionase lo que no quiere ser


Ti 'nuestra razón, experimente que conducido ni gobernado!
le están subordinados cualesquiera
movimientos de su pecho amoti-
Digresión
nado.

Nuestro cuerpo, que es el más in-


Digresión
grato e indócil de los esclavos, con
cuanta mayor blandura se le trata
El hombre es hombre por su ra-
tanto más se torna bellaco y peor.
zón, y por sus pasiones es bruto.
Enmiéndanle los azotes y los tra-
Quien vive conforme a razón es
tos duros; si nos rendimos a sus
hombre y hace obras dignas de
caprichos, nos llevará a la perdición,
hombre. Quien vive según sus pa-
separándonos de Dios y empuján-
siones es bruto, no usa de razón y
donos a la tierra y a su podredum-
hace obras que son ajenas y aparta-
bre. ¡Qué vergonzosa es para nos-
das de Dios, degenerando en peor
otros aquella lucha en que la razón
y en más vil naturaleza. Llevarás
una vida de miserable servidumbre y la carne, esto es, la señora y la
esclava, se traban en pelea, dispu-
si te pones al mandato de las pasio-
tándose la soberanía y el vencimien-
nes, y de una felicísima libertad si
to con alterno resultado. Y no puede
las colocas bajo tu señorío. En es-
la razón aniquilar la audacia de la
to has de trabajar con afán conti-
esclava ni abatir del todo su pro-
nuo e incansable; a saber: en que
tervia e insolencia, porque en dema-
el alboroto de nuestras pasiones
sía, y por mucho tiempo, tuvo para
tenga la menor violencia posible.
con ella una indulgencia contrapro-
ducente.
13. CONTRA LA CARNE ¡Cuánta fealdad y qué sucia y
qué indecente la del hombre embru-
tecido, porque están debilitados y
Atada está la carne al espíritu; lo quebrantados los arrestos del cuer-
bruto y lo sucio, a lo racional. En
po y del alma. Un placer momentá-
el estado de inocencia la razón da-
neo, cuán caramente se compra
ba el predominio al espíritu. Aho- aquí y cuánto más caramente se
ra, el pecado hereditario de nues-
paga en la otra vida.
tros primeros padres enfrentó la
Momentáneo es lo que deleita, y
carne rebelde a la razón, señora y
eterno lo que atormenta. El que
emperatriz. ¡Oh si Tú, Cristo, que
eres el único que puedes hacer lim-

siembra en su carne dice San Pa-
pio lo concebido de simiente in-
blo — de su carne segará corrup-
,

ción; mas el que siembra en el es-


munda, por tu benignidad, nos res- píritu, del espíritu segará vida
tituyeras lo que con nuestra mali-
eterna.
cia nosotros nos quitamos a nos-
otros mismos, y que o bien la carne
cerrera obedeciese ganosa y ágil a 14. CONTRA EL DIABLO
la razón recta e incorrupta o que
al menos, aun cuando repugnase y Jesucristo, Señor y Dios nuestro:
rezongase, fuesen mayores las fuer- abalánzase el enemigo sobre nos-
zas de la recta razón y más poten- otros. Si Tú no nos socorrieres, fá-
te su brío que domase en nosotros cilmente nos engañará con su astu-
OBRAS DEVOTAS. PRECES Y ORACIONES GENERALES 495

cia y con sus fuerzas nos derriba- tas que se nos ataque, puesto que
rá y nos despedazará con su sevicia. nuestra situación es tan crítica, no
Mas si, aun cuando fuere de lejos, sea que se nos derribe. Mas si ello
aparecieres Tú, que rompiste sus pareciere bien a tu voluntad y de
bríos, con sólo tu vista le ahuyen- todas maneras hemos de entablar
tarás atemorizado. Dígnate recibir- combate, sienta cada uno de nos-
nos en tu defensa, niños como so- otros aquella voz de aliento que tu
mos, flacos, inválidos, ignorantes, a Apóstol oyó de tu boca: Mi gracia
fin de que no nos destroce esa fiera te basta; cuan poderosa sea mi fuer-
carnicera y brava. En ese combate za, demostrada queda en tu flaqueza.
llevamos al frente, desplegada al No nos abandones, Piloto de esa
viento, la Cruz, que es tu bandera: nave, tan agitada y tan cascada.
la Cruz, que es tu trofeo, porque el Hijo, en acercándote al servicio
enemigo sepa que peleamos bajo tu de Dios, mantente en la justicia y
caudillaje y tus auspicios. en el temor y apareja tu alma para
Por la señal de la santa Cruz, de la tentación.
nuestros enemigos líbranos, Señor,
Dios nuestro.
Digresión

Digresión No somos fuertes. Por ello, evite-


mos el combate mientras sea posi-
Enemigo nuestro es, finja lo que ble. No nos metamos en el peligro,
quiera, simule y disimule lo que porque somos tan flacos y tan poco
quiera, y maquina nuestra perdición. luchadores.
Hemos de guardarnos de él, ora ¡Cuánta locura no es que un ca-
aconseje abiertamente, ora se insi- minante inerme y débil haga su vía
núe subrepticiamente, y hemos de sin necesidad entre espadas y má-
conducirnos con toda circunspección quinas guerreras!
porque por ningún lado se filtre Quien ama el peligro, perecerá
y tome fuerzas. en él.
Vuestro enemigo el demonio, a
guisa de león rugiente, anda dando
16. POR LA GRACIA DE DIOS
vueltas, buscando a quien devorar;
resistidle fuertes en la fe.
Siendo nuestra naturaleza de su-
yo frágil y flaca, resulta sobre ma-
15. CONTRA LA TENTACIÓN nera doloroso decir cuán grande
herida el pecado le causó y cuánto
¡Qué fortaleza tan flaca y caedi- brío perdió con él y cuánto nervio;
za, impugnada y atacada con tantas no puede levantarse, no puede man-
máquinas bélicas, la nuestra; mas tenerse en pie, no puede andar sin
robustecida, oh Cristo, por tu resis- tu auxilio y sin tu socorro. Ni tiene
tencia, permanecerá inexpugnable! efectividad ni tiene importancia lo
También Tú fuiste tentado, y por que piensa o lo que construye el
esto sabes compadecerte de los ten- humano entendimiento si debajo no
tados. Conoces por experiencia qué está tu favor que le dé consistencia.
artillería se dispara lo que no ex- Ninguna cosa es eficiente si tu be-
;

perimentaste es nuestra flaqueza, pe- nevolencia no le ayuda; sin ella se


ro no por ello la ignoras. No permi- derrumba todo al primer impulso;
496 JUAN LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. TOMO I

ella nos purifica de nuestras in- norma de nuestros pensamientos y


mundicias y fortalece nuestra fla- de nuestras obras a fin de que, ca-
queza y nos da la práctica de todas minando con firmeza por el mismo
las virtudes. Rogárnoste, Señor, que camino que El, lleguemos a la mis-
en cualquiera ocasión nos asista tu ma herencia a que El llegó, y bien
gracia, que es el mayor don imagi- así como acá abajo somos miembros
nable y el que más presta y gusto- suyos, seamos allá arriba coherede-
samente otorgas y con mano más ros de su reino, particioneros por
larga y más frecuente. Esta gracia adopción de aquella felicidad que El
haga que a la medida que conoce- posee por naturaleza.
mos que la necesitamos seamos asi-
duos en pedirla y solícitos en con-
Digresión
servarla a copia de buenas obras.
¡Cuánta es la bondad de Dios;
Digresión cuánta su benignidad y su indulgen-
cia para con nosotros! Pues que los
¡Cuánta asistencia tenemos en só- ejemplos de los hombres o eran ma-
lo el favor de Dios, en quien están los o no hacíamos caso de ellos y no
todas nuestras cosas! Baldíos son es cosa fácil reproducir y expresar
todos nuestros trabajos si no somos la naturaleza divina, Dios tomó la
amigos y amados de Dios, puesto naturaleza humana, proporcionada
que se consumen en cosas suma- y pareja de nuestra flaqueza, aparte
mente vanas, que no merecen el de muchos otros fines, para que en
cuidado más mínimo. Mas nosotros, ella tuviésemos el ejemplo más cer-
debilitados y quebrantados por el tero y rectilíneo que no titubeára-
delito, nada podemos hacer sin el mos en imitar y fuera maldad sin
apoyo de la gracia de Dios. nombre no imitarle como el mejor
y el más ajustado y exacto. Xo exis-
te contingencia alguna de la vida
17. POR LA IMITACIÓN" DEL HIJO
humana, ora para mengua de nues-
DE DIOS
arrogancia, ora para consuelo
tra
de nuestros desabrimientos, ora pa-
Por tu Hijo mostrástenos, Señor, ra dirección de nuestras obras, para
cuán grande era el cuidado que te- la cual no hallemos el correspon-
nías de nosotros, dándonoslo como diente ejemplo y norma en Cristo
inventor de la salud perdida, repa- Jesús.
rador de la caída, maestro de pie- Venid en pos de Mí los que an-
dad y dechado de la vida en la ino- dáis trabajados y cargados, y apren-
cencia y pureza de alma, por la pa- ded de Mí, que soy manso y humil-
ciencia en los tormentos cruelísi- de de corazón, y hallaréis sosiego
mos, por la obediencia a tus man- para vuestras almas.
damientos. Concédanos esto tu bon-
dad, que a cada momento nos dis-
pensa tantas larguezas, bautizados 18. HACIMIENTO DE GRACIAS
como estamos en su nombre e in- EN LAS ALEGRÍAS
jeridos en su cuerpo místico, que
podamos reproducir algún pálido Si por cada uno de tus beneficios
remedo de sus virtudes increíbles te hubiéramos de dar gracias, ¡oh
y su admirable vida sea ejemplo y Cristo Jesús!, sumamente benigno y
OBRAS DEVOTAS. — PRECES Y ORACIONES GENERALES 497

benéfico, a ello sólo debiéramos con- tuviste la dignación de conservar-


sagrar nuestro cuidado con una tan I nos; Tú nos colmaste con tus san-
total absorción que no sería bien tos dones, así en el cuerpo como
que pensásemos en ninguna otra (cosa harto más deseable) en el al-
cosa.Todas nuestras alegrías proce- ma. Concédenos, Señor, que no tan-
den de Ti; de Ti proceden todos to te demos gracias como que te
nuestros bienes. Concédenos, Señor, quedemos sinceramente agradecidos,
que creamos eso firmemente y que alimentando el recuerdo fijo de tu
lo recordemos con frecuencia; mas bondad y de tu munificencia para
por la alegría que en estos momen- con nosotros, a fin de que, al no
tos pareció a tus adorables consejos experimentarnos ingratos, continúes
otorgarme con tanta largueza, doyte multiplicando tus dones en nosotros
gracias. Ruégote que hagas que esa hasta que, mediante esos venidos
alegría pasajera no sea remunera- de tu mano, lleguemos a Ti, manan-
ción de alguna exigua obra buena tial indeficiente de todo bien y de
mía, sino más bien como una pri- toda bienaventuranza.
mera cata y leve sorbo de tu ale-
gría sin fin y de tu sempiterna bien- Otra
aventuranza.
Tus dones, Señor, puesto caso que
Digresión contemplativa vienen de Ti, que eres fuente cau-
dalosísima de todos los bienes, aun
Si nos regocijan esos contentos, cuando no llenen el abismo voraz
¿cómo van a regocijarnos aquellos de todas nuestras codicias, no pue-
otros soberanos, auténticos, de quien den dejar de ser muy cuantiosos.
no son esos goces terrenales más Por esto, infúndenos templanza y
que untrasunto y una sombra moderación porque los recibamos
ruin? Y tan sabrosas son esas
si con alegría y los disfrutemos con
alegrías exteriores, ¿cuál no será contento, porque nos los otorgas
la alegría de la buena conciencia no Tú, con sumo gusto, magníficamen-
roída por ningún remordimiento? te, Padre nuestro munífico; seamos
Estas alegrías terrenales son agua- buenos de tus bienes, no sea que los
das y perecederas muy en breve; bienes que nos haces nos vuelvan
aquella otra alegría es maciza, con- malos por culpa nuestra, como los
sistente y dura eternidades. ¿A qué manjares sanos resultan dañosos a
vienen esos transportes de júbilo los enfermos, y no oigamos a mané-
por cosa tan liviana y que tan pron- ra de reproche esas palabras de tu
to ha de pasar, dejándonos en la boca: ¿Por qué mi bondad te hace
incertidumbre de lo que vendrá de- malo y mi benignidad te exaspe-
trás ele ella? Guárdate que no te ra? Sino más bien aquello otro:
solivianten esos caducos incidentes. Enhorabuena, siervo bueno y fiel;
porque fuiste fiel en lo poco, cons-
19. POR LOS DONES RECIBIDOS tituirte he sobre lo mucho.

¿Qué tenemos que no lo haya- Digresión


mos recibido de Ti? O
mejor, ¿qué
somos, si no es por Ti? ¿Cómo ha- ¡Cuántas y cuántas son las cosas
bíamos de aguantarnos si tu mano que a cada momento recibimos del
no nos sostuviese? Tú. hasta ahora, Señor y las tragamos sin saborear-
498 JUAN LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. TO.Mü I

las, sin recuerdo grato, y nosotros,


Digresión
en cambio, no damos nada o damos
lo menos posible a aquellos a quie- Dios nos enseña bondad a nos-
nes El quiere que se lo demos de que somos malos e inclinados
otros,
lo suyo. Si por estos dones peque- al mal; nos avisa, nos conduce, nos
ñitos es bueno el Señor, ¿cuánto aguija, nos impele, nos reduce, nos
más no lo será por aquellas gran- retrae. ¿Qué padre tiene semejante
des dádivas, dignas verdaderamente indulgencia para con su hijo único?
de El y de nosotros? Pero conside- ¿Qué podemos arrogarnos en puntos
remos la manera como administra de virtud? ¿Nos hacemos cargo de
su largueza, a fin de que nuestra cuán pequeña es nuestra actuación
gratitud sea mayor y más sincera. en ella? Si es casi nula, nos limita-
Me valdré de las palabras de Séne- mos a no despreciar y a admitir
ca : No solamente tiene la voluntad aquellos bienes de que nos colma
de beneficiar, sino también el de- su largueza. Y con todo eso. estos
seo; recibir parece el beneficio el mismos dones, de los cuales El es
que lo hace; da con mano larga co- Autor y Distribuidor, considéralos
mo si no lo hubiera de recuperar y como dados nuestros y remunera
recupera como si quien dió no hu- sus dádivas propias. ¡Cuánto le de-
biera sido él. Aprovecha y provoca bemos porque da! ¡Y cuánto más
la ocasión en que pueda beneficiar. le debemos aún porque aquello mis-
mo que El da, como si fuéramos
20. POR LAS BUENAS OBRAS nosotros quienes se lo hubiéremos
dado, lo gratifica con premio tan
Nosotros, si cediéramos a la su- grande! Y aún merced es de Dios
gestión e instinto de nuestra carne, reconocer con ánimo agradecido ta-
correríamos precipitadamente lejos maño beneficio.
de Ti; a saber: a los vicios, a los

males más extremos. Tú nos levan- 21. CONTRA LA HIPOCRESÍA
tas cuando nos hemos caído; Tú
nos alumbras cuando andamos en- Todas las obras humanas, ¿qué
vueltos en tinieblas, y abres nues- otra cosa pueden ser sino lo que es
tros ojos cerrados y ciegos no esca- cada uno de los hombres a saber
;

sas veces. Tú nos das corazón y necio, huero, pueril? ¡Y cuán vanas
bríos y nos suministras poder para son si se las compara a aquella
practicar aquello que Te agrada, eternidad de bienaventuranza con
quiero decir aquello que nos con- que Tú, Padre munificentísimo, re-
viene. Don tuyo es éste y a Ti se muneras aquellas mismas obras!
debe la gratitud. Dárnoste gracias y Bien lo dice tu Apóstol No son
:

estamos sinceramente agradecidos condignas de aquella bienaventu-


porque, siendo malos de nuestro ranza las tribulaciones de esta vida.
propio natural, Tú, por tu bondad, Pero tu bondad y tu amor para con
Te dignaste ayudarnos e instruirnos nosotros hacen que hagas alguna es-
para que hiciésemos algo de bueno. tima de aquello que de suyo no la
No porque seamos suficientes pa- tiene y le señales una remunera-
ra concebir un pensamiento nacido ción increíble. ¡Oh cuánta es la ce-
de nosotros como de nosotros, sino guera de la mente humana y cuán-
que nuestra suficiencia viene de ta su locura! ¡Que esas obras nues-
Dios. tras de quien Tú haces tanto caudal
OBRAS DEVOTAS. PRECES Y ORACIONES GENERALES 499

y con las cuales podemos granjear- lo demás, todas las cosas son tuyas;
nos el reino de la inmortal bienaven- haz de todas ellas sin excepción
turanza las convirtamos nosotros lo que pluguiere a tu consejo
en granjear cosas momentáneas, in- inescrutable. Quitado esto, no con-
mediatas, viles y vacías, verbigra- sientas que yo te sea enemigo.
cia: dinero, alabanza, considera-
ción, y que los que, sirviendo sólo Otra
a tus divinos ojos, podríamos tra-
bajar con el más
crecido de los sa- Palabra tuya es que visitas y cas-
larios, sirvamos de balde a los ojos tigas a los que amas. ¿Qué suerte
humanos! ¡Oh Cristo, bondad ver- mejor nos puede caber que el que
dadera, sólida, sin simulación, sin Tú quieras desplegar para con nos-
ambición, inspíranos una disposición otros un cuidado paternal y nos lo
tal que no queramos más aproba- demuestres con demostraciones irre-
ción que la tuya ni busquemos otro fragables? ¿Qué cosa hay que pue-
espectador y juez que Tú de todas da compararse a tan grande benefi-
nuestras acciones. cio como el de que te preocupe el
ansioso cuidado de nosotros, que por
22. PARA LAS TRISTES CONTINGENCIAS nosotros mismos apenas somos na-
DE LA VIDA da, y comparados contigo, la abso-
luta nada? No menos reconocidos
Esa vida nuestra es una peregri- nos sentimos por este beneficio de
nación camino de la patria desde ese la adversidad que nos aparta de
destierro; es, a saber: un viaje ha- los vicios, que por las causas de
cia Ti, que eres bienaventuranza,
la alegría que hacían olvidarnos de Ti
desde este asiento de toda miseria y de nosotros mismos con tanta
que de Ti está tan alejado. Mas por- frecuencia. Rogárnoste, Padre de
que no nos detenga el atractivo o la clemencia y el mejor de los padres,
amenidad del camino, estorbándonos que con paternal afecto continúes
de que con toda prisa y por el más instruyéndonos y amaestrándonos
breve atajo vayamos a Ti, Tú nos para la virtud; retira aquello que
espoleas con aguijones, Tú nos pun- nos empeoraba; envíanos tribula-
ges con espinas a fin de que desee- ciones si por ellas, como con me-
mos el descanso y el fin de la jor- dicina drástica, hemos de ser pur-
nada fatigosa. Las enfermedades, el gados, siempre que tu gracia nos ha-
llanto, el duelo, la tristeza, en suma, ga reconocer de quién vienen y a
las adversidades todas, son a ma- qué provecho se enderezan estas
nera de espuelas que aguijan ese admoniciones, no sea que por nues-
caballo perezoso o, más exactamen- tra ignorancia se pierda fruto tan
te, ese asno, porque no quiera es- conveniente.
tarse siempre por el camino. Haz, No son proporcionadas las triste-
Señor, que nos olvidemos de la sen- zas de esta vida a la futura bien-
da y nos acordemos de la patria, y aventuranza que se manifestará en
puesto que nos pongas encima la nosotros.
carga de la adversidad, danos tam-
bién fuerza porque no sucumbamos Digresión
al peso, sino que lo llevemos ani-
mosamente, con la intención siem- Vuélvete del lado que quieras y
pre levantada y puesta en Ti. Por hallarás que no hay cosa en esta
500 JUAN LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. TOMO 1

vida que no sea eriojosa y desabri- varios y múltiples. Nuestro cuerpo,


da, aun las que se llaman placen- adelgazado y debilitado, no puede
teras, las que se llaman deleites, po- sufrir las más pequeñas y livianas
sesiones, dinero, riquezas, dignida- fricciones, y las pasiones irritadas y
des, fama, gloria, hijos, placeres. embravecidas levántanse con súbita
Pedir solaz a estas cosas equivale a aspereza en vigorosa rebeldía con-
lavar lodo con lodo o intentar extin- tra la razón. A tal punto hemos lle-
guir un horno encendido con azufre gado que no hay perspicacia huma-
o con aceite. Todo lo de acá abajo na que baste a precaver ni fuerza
es esquinado y espinoso. Descanso asaz potente para contrastar el em-
cierto y verdadero haylo en Dios, bate violento. Nosotros fuimos
donde todo bien no tiene límite ni quienes nos buscamos males tan
término ni mezcla alguna de con- grandes y nos los fabricamos con
trario. nuestras propias manos. Pero en
nuestra culpabilidad a Ti, según
Otra digresión costumbre, acorremos porque cures
la enfermedad que nosotros mis-

Nuestro juicio es falso, porque no mos nos ocasionamos y por que en-
juzgamos por recta razón, sino por dereces lo que nosotros torcimos y
pasión ignorante y aviesa. Y si ha por que restablezcas lo que nosotros
de juzgarse de las cosas por su fin y echamos a perder. Nosotros somos
destruidores, Tú eres el Construc-
el uso que se hace de ellas, no son
tor; nosotros somos crueles y sa-
tristes nison adversas aquellas con-
tingencias que tienen resultados fe- ñudos contra nosotros mismos; Tú
eres manso, misericordioso, clemen-
licísimos o producen efectos salu-
dables, verbigracia: la enfermedad,
te. ; Oh Cristo, Soberano Bienhechor
la pobreza, la quiebra de la consi- y Reparador de la Naturaleza de-
rrocada, ven en auxilio nuestro y
deración social, que nos hacen me-
jores y más amigos de Dios y, a la o bien condúcenos otra vez a aque-
lla vereda segura de la cual nos des-
postre, desembocan en el mayor de
los bienes.
viamos o bien allana este andurrial
escabroso y asperísimo y háznoslo
más fácil y practicable.
23. PARA TODAS LAS INCOMODIDADES Mi alma rehusó el consuelo: acor-
DE LA VIDA déme de Dios y hube deleite.

Cierto es, oh Autor de la Natura-


¡
24. EN LA ENFERMEDAD
leza!, que nos habías creado rectos,
simples, sinceros, enterizos; nos Olvidados de la suerte que espera
habías colocado en un camino muy a nuestra mortalidad, nos adviertes
ancho y muy derecho por donde an- de ella, Señor, por la enfermedad
dar plácidamente y llegar infalible- corporal, que viene a ser como un
mente a Ti. Pero nosotros nos des- paso adelante hacia el fin; nos en-
viamos de la senda segura y nos señas a llevar con paciencia las mo-
descaminamos y nos metimos en in- lestias y nos avezamos a no encari-
extricable laberinto de calamidades ñarnos tanto con este cuerpo que
y miserias. Y puesto caso que nos nos ocasiona tantos enojos y tantas
apartamos de Ti, que eres nuestro desazones. Infunde en nuestro espí-
único bien, dimos en malos pasos ¡ ritu una tal disposición que, así co-
OBRAS DEVOTAS. PRECES Y ORACIONES GENERALES 501

mo de tu mano recibimos la salud cuitad de concebir, me prestes para


con viva alegría, así también sufra- el crecimiento y perfeccionamiento
mos con mansa resignación las en- del nuevo ser las fuerzas necesarias
fermedades que nos envías y no es- para que mi gestación sea próspera
temos menos persuadidos que el y mi parto feliz. En el principio tu
santo Job que debemos llevar con bondad, ¡oh el mejor de los Padres!,
buen ánimo las tribulaciones veni- nos encomendó la fácil tarea de pa-
das de tu mano, puesto que con rir para la propagación del humano
gusto aceptamos las prosperidades linaje; pero nuestro pecado nos la
que debemos a tu larga generosidad. volvió penosa y azarosa. ¡Oh Artí-
fice clementísimo: restablezca tu
clemencia lo que el delito corrom-
Digresión
pió, y o bien amengua el trabajo
porque no sea menester tanto es-
Aflígese, sin duda, y se debilita el
fuerzo, tanta diligencia industriosa
espíritu en la enfermedad, mas se
o aumenta el brío, el pecho y el
confirma y se fortalece la mente
corazón con que fácilmente pueda
con la prudencia y el sano juicio
superar el peligroso escollo.
porque, en la invalidez del cuerpo,
vuelve a sí misma la que andaba
temerariamente derramada con la 26. POR LA SALUD DEL CUERPO
salud física y como en un remanso
la enfermedad obliga a recogerse
La verdadera y única salud es
toda aquella soltura y derramamien-
que se mantenga sana en nosotros
aquella parte de nuestro ser que es
to. Asimismo en los sufrimientos
la principal y a Ti, Señor, la más
corporales hase de pensar lo que se
semejante; esto es, que hasta el
Lee en el Apóstol: Esperamos al Sal-
grado posible, por su devoción y su
vador que baje del cielo, Nuestro
amor, se acerque y se una a Ti, que
Señor Jesucristo, el cual transfigu-
sólo eres nuestra salud. Pero esta
rará el cuerpo de nuestra bajeza,
configurándolo con el cuerpo de su
misma alma, por cuanto está unida
al cuerpo, siente sus pasiones y se
gloria.
conmueve con ellas. Todas las dro-
gas y medicinas aprovechan por tu
25. MUJER ENCINTA mandato y por tu querer; super-
fluas y vanas resultarán, sin tu con-
¡Cómo resplandecen en todas tus descendencia, autor de ellas y de la
obras, Señor, tu sabiduría y tu po- creación toda. Tu voluntad es auto-
der! Y cuanto más visible y mara- ra única de la vida y de la muerte,
villosos se muestran en la forma- de la buena y de la mala salud, que
ción del hombre, y de qué peque- Tú hartas veces nos envías para cas-
ños principios y cuán grande y tigar y cohibir ese cuerpo que se lan-
cuán admirable animal por la in- za al libertinaje más abyecto como
fusión en él de un alma que tiene una bestia desenfrenada y brava
su origen en el cielo, adonde desea porque con su lozanía y regalada
siempre volver como a su patria. blandura nos hunde en el olvido de
Puesto que te dignaste hacer de mí la verdadera salud. Concédenos, Pa-
la fábrica de esta obra tan insigne, dre, que la recia salud corporal se
doyte gracias humildosas y te su- conjugue con la entereza y sanidad
plico que, así como me diste la fa- moral; mas si no conviniere que
502 JUAN LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. TOMO I

ese cuerpo nuestro tenga salud, con- para de Ti. Así es que desprecio y
cédenos por ]o menos reciedumbre rehuyo lo que veo que es bueno y
de alma, danos fuerza y robustez ando en pos de lo que veo que es
para que podamos tolerar la dolen- malo. ¡Cuánto gemir, cuánto suspi-
cia y que el dolor y la enfermedad rar aguarda a los que siguen cami-
del cuerpo no ejerzan en el alma las- nos tan desventurados! Ríos de lá-
timosas repercusiones. grimas derramaron mis ojos porque
no observaron tu ley. ¡Mísero de
Digresión mí! ¿Quién me librará de ese cuer-
po de muerte? Tu favor, Señor, que
Son hartas las ocasiones de insig- a la continua nos dispensas con la
nes obras buenas que dejamos que larga mano por amor de tu Hijo
Jesucristo. ¡Oh Médico!, el mejor de
se nos escapen de las manos sin
todos, sana Tú, que eres el único
fruto y sin poner en ello atención
que puedes, esta enfermedad mía
y no nos damos cuenta de que vi-
tan grave y ya casi desesperada.
vimos, sino de que hemos vivido.
Con estas dilaciones de cada día nos
tornamos menos aptos y menos há- Digresión
biles para las cosas necesarias, bien
encallecidos y enmohecidos por la Es un dicho vulgar que la Fortu-
inactividad, bien distraídos y, como na no tiene posible comparación
quien dice, descuartizados por in- con la salud y que más vale carecer
útiles ocupaciones. de cualquier otro sentido que del de
la vista, y que no hay miseria ma-

27. POR LA SALUD ESPIRITUAL yor que sentirse huérfano de ojos;


y dice bien y con toda razón. Y si la
Hubo, Señor, un profeta tuyo que parte verdadera y principal del
dijo: Ciega el corazón de ese pue- hombre es el alma y en el alma la
blo, a fin de que viendo no vean y mente, por manera que por ella so-
oyendo no oigan. ¡Oh luz y doctri- ia merezca llamarse hombre, cuán- ¡

na nuestra porque no te apartes de ta no será la salud de la mente,


:

nosotros, porque no nos abandones, bien instruida, con toda la vigencia


condúcenos a Ti de buen grado, de la razón, maciza en el juicio,
arrástranos a Ti de mal grado, que con rectitud y discernimiento! ¿Qué
de uno y otro humor estamos con ventaja tan grande no será mirar
n on aquel ojo agudo? Mucha, sin
frecuencia la mayor parte de nos-
otros. Yo, a punto fijo, no sé si so- duda, puesto que no hay miseria
mos ciegos o si vemos realmente. mayor que las nieblas y las tinie-
Con todo, es cierto que en pleno día, blas.
con los ojos abiertos, con los ojos
despiertos y muy a conciencia nos 28. POR LA SANTA IGLESIA
precipitamos en una perdición cla- CATÓLICA
ra y manifiesta. Vamos más allá de
lo que nos conviene; condenamos ¡ Oh Cristo, el más fino amigo
nuestro propio proceder, pero no nuestro, oh Esposo por quien es
nos detenemos. ¡Hasta tal punto la exclusivamente amada la Iglesia y
carne nos engaña! Nos pesa esta que prometiste que jamás le falta-
carga pegadiza y el pecado nos se- ría tu asistencia, acreciéntala y alé-
OBRAS DEVOTAS. PRECES Y ORACIONES GENERALES 50^

grala con fecunda prole, la más se- es lo mejor y lo más grande que
mejante al Padre; a saber: a Ti; imaginarse que tengamos
pueda:
naz que todos sintamos lo mismo una creencia única, un sentimiento
de Ti y en Ti; que seamos en he- único; a saber: que Tú eres un
/ cho de verdad aquel cuerpo cuya solo Dios todopoderoso y sumamen-
cabeza Tú eres, aglutinados y fun-te benévolo para con nosotros; que
didos en una mutua caridad, encen-es hombre, el más manso de todos,
dida por una centella de aquel fue-
clavado en la Cruz por nuestros pe-
go en que siempre te consumes, Tú cados, Redentor del género humano
que nos amaste hasta el punto de y Reparador del universo mundo.
dar por nosotros tu sangre y tu vi- Calma, Señor, tanta saña y tanta
da! ¡Oh Cristo, Autor y Maestro braveza de ondas que asaltan y sa-
persuasivo de caridad, de paz, de cuden esta nave tuya. Despiértate,
benevolencia, ablanda el hierro, sua- Cristo Jesús, y sálvanos, porque nos
viza el diamante de nuestros pe- amarga y quiere sorbernos un fiero
chos, caldea nuestros corazones que naufragio ya que no hay fuerza
:

el frío congeló y endureció para humana ni habilidad humana ni re-


que mutuamente nos queramos bien curso humano que puedan valemos
y por la reciprocidad de ese afecto ya no hay esperanza de remedio:
conozcan todos que somos discípu- sólo tu mirada propicia puede se-
los tuyos y ya desde ahora comen- renar y tranquilizar esta borrasca
cemos a reproducir el trasunto y la embravecida.
imagen de aquella vida celestial en
donde no existe disensión ni odio
Digresión
alguno, sino paz y amor de todos
para todos.
¡
Qué bien tan grande es la cari-
dad y unión y la paz; y la dis-
la
29. POR LA PAZ Y LA UNIDAD DEL cusión, qué calamidad tan grande!
PUEBLO CRISTIANO De la caridad y de la paz es el au-
tor Dios, y del odio, el diablo en el
padre. ¿Qué bienandanza mayor
Forma la Iglesia un cuerpo único
puede soñarse que la Iglesia terres-
cuyos miembros todos preside la tre sea un reflejo de la concordia
cabeza, que es Cristo, unidos por el
de la celestial? Y no hay miseria
fundente de la caridad mutua de los
comparable a la desunión, que es
miembros entre sí y con su cabeza;
una imagen del infierno.
misterio grande de la divina bon-
dad. ¡Oh Cabeza, oh Padre nues-
tro! Tú solo tienes aquellas fuer- 30. POR AQUELLOS QUE NOS
zas que son necesarias para llevar GOBIERNAN
a realidad los deseos del corazón.
Reúnenos puesto que andamos dis- El dechado de todo gobernante
persos; une aquellos a quienes se- eres solo Tú, Señor, porque te imi-
para tanta discordia de opiniones; ten y se esfuercen por reproducir-
haz que todos nosotros, que fuimos te, puesto que eres el mejor de to-
regenerados por el bautismo de tu dos y el más sabio y por esta causa
nombre y restaurados en novedad ni puedes errar ni hacer otra cosa
de vida, nos unamos en un cuerpo más que bien. Esclarece, oh Cris- ¡

digno de tan gloriosa Cabeza, que to!, con la lumbre de tu caridad y


504 JUAN LUIS VIVES. —OBR.AS COMPLETAS. TOMO I

enciende con el fuego de tu amor 31. AL IR AL SERMÓN


a aquellos a quienes en lugar tuyo
pusiste para que rigieran tus pue- En medio de tanta ofuscación co-
blos como pastores de ovejas, para mo es la nuestra, por vapias mane-
que, precedidos por esta luz tuya, ras nos muestras, Señor, tus luces;
vean lo que es mejor e inflamados pero en ningún tiempo ni lugar tan
de amor santo lo deseen, y que eficaz y copiosamente como por mi-
puestos exclusivamente sus ojos en nisterio de tus Apóstoles y los que
Ti no vayan a satisfacer sus capri- les sucedieron en su misión. La mies
chos, sino tus mandatos y enderecen es mucha —Tú dijiste — ; pero son
y ajusten todos sus proyectos al pocos obreros. Casi todos igno-
los
ejemplar que Tú propusiste y para rantes, ciegos los más y sumidos
que mientras ellos desempeñan con en oscuridad y son de una escasez
probidad la función que les impu- aterradora los que enseñan verda-
siste, nosotros, bajo su autoridad, deramente como debe ser. P.ogámos-
llevemos una vida quieta y tranqui- te, Señor, dueño de la mies, que en-
la en toda piedad y castidad. víes operarios a tu mies. Envíanos.
Señor, doctores enseñados por Ti.
Digresión dotados del espíritu de sabiduría y
de bondad; que quieran porque
Los gobernantes son, en medio de son buenos no predicarse a sí ni a
nosotros, lo que es el timón en la sus cosas, y porque son sabios y
nave, lo que es el ojo en el cuerpo, discretos, sepan hacerlo. Concede a
lo que es la mente enalma. Por ese predicador que voy a oír alguna
el
eso se les ha de prestar cooperación parte de los tesoros de tu sabiduría
y se les ha de hacer objeto de los que nos comunique para nuestra
mejores votos y se les ha de desear salvación. Y en nosotros abre las
que sean cuerdos y que acierten en ventanas de nuestro corazón para
su gestión. Muchas ventajas repor- dejar paso a tu luz tan saludable y
tan los príncipes buenos y mucho santa y que la semilla buena que
daño causan los malos. Bajo el go- cayere en nosotros no la ahoguen
bierno de los buenos príncipes cam- las espinas ni la agoste la sed ni la
pean la virtud y todas las buenas coman las aves del cielo, sino que
artes; bajo el mando de los prínci- germine en tierra buena y llegue a
pes malos, están postradas y ruedan ubérrima sazón.
por el suelo; reinan los vicios, y la
maldad se insolenta. Demás de esto,
cuán pesada carga sostienen en el 32. POR LOS HERMANOS QUE SUFREN
gobierno de la colectividad, de la CALAMIDADES
cual han de dar a Dios muy estre-
cha cuenta, al paso que nosotros Casi a cada momento experimen-
estamos descargados de ese cui- tamos que esa vida nuestra está
dado y de ese peligro. Por eso son henchida de calamidades que a ca-
merecedores de que se les ayude da uno le provienen o de la carne
con la colaboración y el consejo y de pecado, o de su propia malicia,
con oraciones, augurio de felices o de la malicia ajena. Muestra tam-
aciertos, a Dios Nuestro Señor para bién en esto tu indulgencia, ¡oh
que les sea propicio, favorable y Padre de toda indulgencia!, para
oportuno. que a nuestros desabrimientos no se
OBRAS ÜEVOTAS. — PRECES Y ORACIONES GENERALES 505

sume la desazón de la tristeza de que alejada la necesidad que Ies-


los amigos. Líbrales de calamidad produce tal agobio, puedan levantar
para que ellos, más tranquilos y a Ti su corazón y su alma. Cierto es.
holgados» piensen en Ti y nosotros, Señor, que con tu mano tan larga
con este favor tuyo, sintamos el no y tan bondadosa provees a las nece-
pequeño alivio que nos cause su li- sidades de todos. Somos nosotros
beración. Y si acaso eso no convi- quienes, con nuestra malicia y con
niere a ellos o a nosotros (pues sólo nuestra desconfianza y recelo, nos
Tú conoces lo que conviene a cada apropiamos y hacemos nuestros los
uno), dales fuerza en el alma y fir- dones que tu bondad y tu munifi-
meza en el cuerpo para que puedan cencia hicieron comunes. Enmienda
soportar más fácilmente las dificul- Tú lo que torció nuestra injusticia;
tades y asperezas, y físicamente no supla tu bondad lo que sustrajo
sean desproporcionados al dolor ni núestra malicia. Da comida a los
la pesadumbre los desmoralice; y hambrientos, bebida a los sedientos,
por culpa de ello, bien por impa- consuelo a los tristes, optimismo a
ciencia, bien por desesperación ha- los deprimidos, energía a los débiles,
gan, digan o piensen algo a Ti po- libertad a los cautivos y en los
co grato y a ellos muy dañoso. desesperados pon corazón y espe-
ranza. Apiádate, Padre de las mise-
ricordias, de tanta miseria. Manan-
Digresión tial de todos los bienes y de toda
bienaventuranza, aunque no sea más
La calamidad ajena ha de preve- que con una gótica de esa agua tu-
nirnos para la nuestra. A cualquie- ya, lava y borra las sordideces de
ra le puede ocurrir lo que ocurrió a tan extremadas miserias.
otro. Estamos expuestos a contin-
gencias análogas los que, estando
constituidos por los mismos elemen- Digresión
tos, discurrimos entre peligros igua-
les. Por eso hemos de compadecer- Dios no es deudor de nadie; lo
les y hemos de orar por ellos, acor- que da a uno, lo da a todos por su
dándonos de nosotros, que sientan conducto. Peor es nuestra conviven-
a .Dios tan bueno para con ellos co- cia que la de las fieras, puesto que"
mo quisiéramos sentirlo para con nos apoderamos de los bienes que
nosotros. Dios creó para el común provecho
y puso a nuestra disposición y los
cerramos con llave y no aliviamos
33. POR LOS NECESITADOS las necesidades que vemos en nues-
tros hermanos. Ayúdalas tú según
Implicados y preocupados con las tu posibilidad, y a donde tú no lle-
necesidades de ese cuerpo, ni aun gues ruega al Señor que aporte su
de Ti pueden acordarse, y al no asistencia. Compadécete así de la
conseguir lo que desean con tanto necesidad de los pobres como de la
anhelo, descaecen y caen en la más crueldad de aquellos que en medio
negra de las depresiones. Compa- de tan gran miseria de sus prójimo?
décete de ellos, ¡oh Padre de la no conocen la misericordia: unos y
mansedumbre!, y con tus riquezas otros son miserables y menestero-
increíbles alivia su miseria a fin de sos de compasión.
506 JUAN LUIS VIVES. OBR AS COMPLETAS. TOMO I

34. POR AQUELLOS QUE NOS QUIEREN ñas concedas a nuestros enemigos
MAL lo que sabes que les ha de aprove-
char, y primeramente sanidad y en-
Mandástenos, Padre de toda man- tereza mental por la que te conoz-
sedumbre, que orásemos por aque- can y te busquen con verdadero
llos que nos desean mal y en cuanto amor y con todo su corazón; y que
está en su mano nos le hacen. Y a nosotros que somos hijos tuyos
eso Tú nos lo encareciste no con pa- nos quieran por amor tuyo y que
labras solas, sino con tus ejemplos no les dañe el odio que nos profe-
propuestos a nuestra imitación. Ro- san y que al menos no les ocasione-
gárnoste que nos infundas el espíri- mos perjuicio nosotros, ya que ma-
tu de tu mansedumbre gracias al los y flacos como somos, no pode-
cual soportemos pacientemente Ja mos darles ayuda. No les pierdas,
malevolencia, la maledicencia y el Padre, en castigo del odio que nos
daño efectivo que nos causan como tienen; antes sálvalos por nuestras
sabemos que lo hiciste Tú y como oraciones. Lo que deseamos, Señor,
experimentamos que lo haces cada es su enmienda, no su castigo; no
día; y que ni de obra respondamos les separes de nosotros con el supli-
a la injuria ni de palabra nos to- cio, sino únelos y unifícalos con nos-
memos la venganza ni la deseemos otros con clemencia, y puesto que
en lo más íntimo de nuestro pensa- todos nosotros estamos destinados a
miento y de nuestro corazón y que ser ciudadanos de la única ciudad
tan lejos estemos de toda vindicta, eterna, ya desde acá abajo, median-
que les procuremos toda suerte de te el amor mutuo, comencemos a
comodidades y les ayudemos hasta entrar por aquel camino que condu-
el límite de nuestras fuerzas y les ce a ella derechamente.
deseemos y pidamos para ello todo
género de bienes y que te suplique- Digresión
mos a Ti que les des buen uso y
todo cuanto sabes que les ha de ser Que la malicia ajena no nos tor-
útil y saludable, a fin de que sea- ne malos, y no porque tu prójimo
mos verdaderos hijos tuyos, que no esté desabrido estés desabrido tú
solamente a los buenos y a los que también. El que te odia porque ere 3

te son gratos, sino también a ios Hijo de Dios, odia al Hijo de Dios.
malos y que te desplacen otorgas ¿Qué miseria puede haber mayor?
tu beneficencia, para que seamos ge- ¡Qué crueldad la tuya si le deseas
nuinos discípulos tuyos, que pedis- tal calamidad o te saboreas con ella!
te a tu Padre perdón por tus fie-
ros y encarnizados verdugos. 25. POR LOS HERMANOS DIFUNTOS

Otra Cristo, el más benigno y el


¡Oh
más amigable, que asistes a los que
¡Oh Padre de mansedumbre y de en Ti confían y les eximes de todo
clemencia, que a ninguna criatura peligro y cuya misericordia y bon-
odias de las que creaste, que sostie- dad infinita excede todas las mal-
nes y sufres los delitos de los dades de los hombres! Si hubiera
hombres y los disimulas en espera quien las lanzara en el abismo de
del arrepentimiento, pedírnoste con tu clemencia, muy luego quedaran
ahinco suplicante que a manos lle- consumidas como por un fuego de-
OBRAS DEVOTAS. PRECES Y ORACIONES GENERALES 507

vorador: purifica las ánimas de de más firme certidumbre; danos


nuestros hermanos, salidas de sus tu amor, por el cual se viene allá;
cuerpos de aquellas manchas que mediante este amor, confirma la
se les pegaron de su paso por esta confianza que a su vez, con mucha
vida. Con el fuego santísimo de tu frecuencia, da creces y bríos a este
caridad disipa aquel frío que las amor y nos fortalece en la práctica
aparta y separa de Ti; enciéndelas, de las buenas obras. Y puesto que
incéndialas con tus llamas vivas, a esa nuestra jornada y esa milicia
fin de que, purificadas y limpias, nuestra que tiene señalado tan gran
vuelen a toda prisa a Ti y se unan premio se acaba con la muerte y
contigo en el beso que dura eter- nosotros ignoramos lo que está por
nidades. venir, Tú, que lo conoces perfecta-
mente, llámame a Ti al tiempo que
Digresión más me convenga salir de esta vida.

¡Cuán pesada y laboriosa la dila- Digresión


ción de la esperanza y la no conse-
cución de lo que deseas! De la mis- El pensamiento de la muerte en-
ma manera es para ellas muy dura tenebrece nuestro espíritu y nos
la prórroga de su esperanza y la se- oprime porque sólo nos representa-
paración de aquel bien que desean mos la noche del cuerpo, olvidán-
con un anhelo indescriptible. ¡Có- donos de la luz del alma y de la re-
mo desean e imploran el sufragio surrección. Pero si considerásemos
de todos aquellos que se lo pueden con fe cierta e inamovible los bie-
dar ayudémoslas, pues, cuando con
: nes que la siguen, aquel paso de la
otra cosa no podamos, con nuestros miseria a la felicidad nos será más
votos y con nuestras oraciones. llevadero y hasta deseable, no de
otro modo que la medicina que nós
36. DE LA MUERTE restituye la vida y que el alumbra-
miento por el cual el niño sale a la
¿Qué otra cosa hacemos en la vi- espaciosa luz de ese mundo de la
da cada día sino sumar delitos a de- noche del claustro materno, sumido
litos y agravar maldades con mal- en lobregueces.
dades? Cada día que pasa es peor
que el que pasó. Con ello no hace- 37. POR EL DESEO DE LA OTRA
mos más que aumentar el cúmulo VIDA
de ofensas y la indignación contra
nosotros. Una vez que nos hayamos Cárcel es este cuerpo nuestro y
evadido de la cárcel de este cuerpo, por cierto oscurísima y tétrica en
si nos recibieres en tu compañía, grado singular: el mundo es des-
estaremos seguros de la inmortali- tierro, la vida es tribulación y mise-
dad de nuestra salvación; no lle- ria continuada. Donde Tú estás, Se-
garán a nosotros la enfermedad, la ñor, allí hay patria y libertad y
estrechez, el trabajo ni lo que es sempiterna bienaventuranza. Con
más de temer: los vicios todos, los un pellizco despierta nuestras almas
cuales andan muy lejos del cielo. al recuerdo de tamaña felicidad,
Acerca a nosotros, Padre, la lum- en nuestros pechos el deseo
infiltra
bre de tu fe, porque no tengamos de las cosas mejores y, por ende r
la más leve vacilación en las cosas más codiciaderas; da al alma tran-
508 JUAN LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. TOMO I

quila un primer sabor de tus delei- cuanto haces cada día por mí. Y
tes,que nos dé asco de esos otros pídote con el mayor de los enca-
sobre los que nos lanzamos con tan- recimientos que continúes y perse-
to ímpetu, que. en alcanzándolos, veres en guardarme. Arráncame del
nos asimos a ellos con abrazo muy mal; devuélveme al bien; cuando
estrecho y los retenemos con los pu- yo no quiera, oblígame, y ayúdame
ños cerrados, a fin de que. apartán- cuando quiera, y cuando yo anduvie-
donos y desdeñando esos placeres re no me niegues tu impulso y. por
tan amargos y tan desabridos, nin- fin, condúceme de tal manera que
guna otra cosa deseemos con tan me lleves a la bienaventuranza de
vivo anhelo como la dulcedumbre que tú ya gozas siempre, a fin de
de tu familiaridad, que es compen- que así como acá abajo fui tu pupi-
dio y cifra de todos los bienes. lo o tu protegido, allá arriba sea con-
tigo ciudadano y compañero y tú te
Digresión goces de que quien estuvo confiado
a tu cuidado y tutoría haya arri-
Én la otra vida no tendremos que bado a puerto tan feliz.
pensar en uno que otro bien a dis-
frutar, como en ésta, sino en todos Digresión
y a la vez los imaginables y los no
imaginables, porque gozaremos de Pensemos loque somos nosotros
Dios que El solo es el universo y el mismos, lo que es el mundo, lo que
amor nos hará uno con Dios, de es el demonio; averigüemos la mu-
modo que seremos como dioses. chedumbre de peligros de que nos
¿Cuándo llegará el fin de esa aflic- libran nuestros ángeles. Nosotros
ción y el principio de esa alegría? somos ciegos; el mundo es niebla
¿Cuándo cesaré de vivir con los ma- cerrada el enemigo encarnizado, vi-
;

los, con los aborrecibles, con los gilante astuto, poniendo dondequiera
enojosos, con los enemigos? ¿Cuán- celadas capitales. ¿Quién escapara de
do comenzaré a vivir con Cristo, el tantos peligros si no le condujere
más afable, el más bueno y el que quien tiene vista y fuerza? ¡Cuán-
me ama más entrañablemente? to cuidado merecemos a Dios, que
a disposición del hombre, por cau-
38. AL ÁNGEL DE LA GUARDA dillo y guía, puso a un ángel que
le aventaja, tanto así por su natu-
;Cuánto debo a nuestro Señor co- raleza como por su condición, que
mún, a nuestro Padre, que te me dió es más excelente y más feliz que el
para que tú, que ves, fueses guía y hombre, hasta el punto que en cier-
luz de mi ceguera, tú que eres sa- ta manera el ángel es el sirviente
bio ilustrases mi ignorancia, tú que del hombre. ¿Quién pudo conceder-
eres fuerte fueses sostén de mi fla- nos tal cosa sino el amor y de ese
queza, tú que conoces el camino amor, la misericordia?
me condujeses por él y, por cierto,
a través de tantos peligros y tan- 39. ANTE LA IMAGEN DE CRISTO
tos precipicios! ¡Oh cuántas veces CRUCIFICADO
me libraste de situaciones críticas,
cuántas veces, al despeñarme en la ¿Cúya es esa imagen que con-
perdición, me tuviste de la mano! templo con todo su cuerpo ensan-
Hágote gracias infinitas por todo |
grentado, lívido de cardenales, hin-
OBRAS DEVOTAS. PRECES Y ORACIONES GENERALES 509

chauo y azotado, con su cabeza dé- cases contigo! ¡Oh, si viviese yo,
bil derribada al hombro, coronado pero no yo, sino que Tú, Cristo, vi-
de espinas que taladran su crá- vieses en mí! ¿Quién me diera que
neo, fijo con clavos en la Cruz? yo también muriese contigo, para
¿Cuál pudo ser su maldad o cuál contigo resucitar a la vida eterna?
la sevicia del juez o la monstruosi- Tú morirás por mí; yo por Ti vivi-
dad de los fieros sayones o la cruel- ría. Crucificada está tu carne. Cru-
dad dé su instinto? Buceo en mi cifica, ¡oh Cristo!, contigo el reino
memoria y no reconozco quién es: de la carne que me señorea, a fin
Cristo es. ¿Tú eres el más hermoso de que, despojado del primer Adán,
de los hijos de los hombres en cu- me transforme en el segundo Adán
yos labios a manos llenas derramó para la novedad de la vida, abatida
Dios la gracia? ¿En dónde está tu y triturada la iniquidad, la incredu-
buen parecer? ¿En dónde la dulzu- lidad y toda la tiranía de Satanás.
ra de tus labios? No la hallo, no la Por tu Cruz, por tu yugo dulce y
veo. ¿Será porque los ojos de carne por tu carga llevadera haz que yo,
no penetran misterio tan grande? alegre y gozoso, a zaga de tus hue-
Toma los ojos del alma; acércate llas, llegue al mismo lugar que Tú;
más a la luz divina y contempla a saber: a Dios Padre, beatísimo e
con mayor atención. Este es Jesús inmortal, de quien ya nada pueda
Hijo de Dios, el Cordero inmacula- separarnos.
do sin mancilla, sin crimen, sin
maldad; que tomó la tuya en su
persona, para que tú, libre y limpio Otra de la Cruz
de pecado, volvieses a la gracia con
Dios, y pues yacías derribado al sue- ¡Oh sublimidad de obediencia, que
lo te levantases y, desterrado, vol- porque plugo al Padre sujetaste tu
vieses a la patria y fueses particio- cabeza a innumerables tormentos y
nero del fin para el cual fuiste cria- a muerte muy acerba y muy opro-
do lo que tú mereciste, El lo llevó
;
biosa! ¡Oh profundidad de abati-
Este te otorgó aquello que tú por ti miento, que siendo Rey y Señor del
mismo jamás consiguieras. ¡Oh Re- universo te pusiste a los pies de los
dentor mío, oh Vengador, oh Salva- hombres más abyectos! ¡Oh cénit
dor mío! Atráeme a Ti para que del abrasado amor y del sol que
memorioso siempre de esta muerte nunca se inclina a su ocaso: mués-
tuya, confiado en esa tu tan grande tranos dónde paces al mediodía,
bondad, y no ingrato para tan inde- dónde a tus ovejas las preservas de
cible beneficio, se me haga partici- todo frío! ¡Oh aquilón de rudas as-
pante de tan preciado galardón, perezas, provocador de recias bo-
para que desagradecido y ajeno de rrascas cuyas amargas ondas todas
tu cuerpo, no hayas nacido de balde rodaron sobre Ti: pluguiera al Cie-
para mí y de balde hayas tomado lo que nos transformásemos en esa
por tu voluntad sufrimientos tan Cruz, por manera que habitase, ¡oh
atroces y una muerte tan amarga. Cristo!, mediante la fe en nuestros
corazones, enraizados y cimentados
Otra en la caridad para que pudiéramos
comprender con todos los santos
Veo tu cuerpo clavado en la Cruz cuál sea la longura, y la anchura, y
por mí. ¡Oh, si también me crucifi- la alteza, y la profundidad de la
510 JUAN LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. TOMO I

Cruz, que exceden la capacidad y to- que es el más grave y más atroz de-
da la sabiduría de este mundo. todos, la enemistad con Dios.
3. Pero la bondad de Dios, com-
Otra padeciéndose de nuestra extrema y
desesperada miseria, nos envió del
Contemplo una ternísima escena cielo, medianero de reconciliación
de amor. Tu alteza inclina la ca- y de paz, a Jesucristo, su Hijo.
beza para que podamos ser oídos 4. A éste mandólo su Padre que
y lo esperemos ofreces un beso de por culpa nuestra sufriese la áspe-
;

paz y reconciliación y eres Tú el ra vida y la amarga muerte que


ofendido quien nos le brindas a nos- nuestro pecado merecía.
otros que te nicimos el ultraje; 5. Y El, por el fino amor que
abres tus brazos para el abrazo; nos tenía
y por su obediencia y
muestras horadadas las manos para amor increíble al Padre, abrazó no
darlo todo sin tasa ni medida y pa- sólo con resignación, sino de buena
ra no retener ninguna cosa. Abierto gana ese tan triste
y penoso minis-
está el costado de tu corazón para terio.
recibirnos allá dentro si queremos 6. Soportó no ya sólo en su cuer-
entrar por la puerta abierta; clava- po, sino también en su alma, las
dos tienes los pies porque sepamos mordeduras y acometidas de un do-
que jamás te apartarás de nosotros lor y de una aspereza tales, que no se
si nosotros no nos alejamos de Ti. pueden encarecer. Y así, con atroces
¡Oh Padre y Señor nuestro! Ves tormentos físicos y una insondable
no ya la indolencia, sino la dureza tristeza de su alma murió, Cordero
de nuestro corazón. No, no nos bas- puro, inmaculado y, para nuestra
ta que con tanta blandura, que con suerte buena, resucitó, León fuerte
tanta dulzura, que con tanta amis- y triunfador de la tribu de Judá.
tad nos atraigas y nos invites; llé- 7. Meditemos cada uno de estos
vanos a la fuerza, arrebátanos, crea misterios para nuestro aprovecha-
en nosotros un corazón nuevo y dó- miento, con acción de gracias al Pa-
cil, puesto que ese nuestro es un dre y a Nuestro Señor Jesucristo
puro pedernal, insensible a todo ha- para encendernos de amor por tan
lago, impermeable a toda esperanza inenarrable bondad
y por tamaña
de bienes riquísimos. bienquerencia.
8. No podemos hacer cosa más
Digresión para contemplar las aflic- grata a Dios que ofrecerle las pena-
ciones de Cristo lidades y los tormentos de su Hijo,
meditándolas y reviviéndolas en
1. Estuvo el hombre, otro tiem- nuestro recuerdo agradecido.
po, unido a Dios por el favor y la 9. Ese es el Cáliz de salud que
gratitud al más grande de sus be- nosotros, por los grandes infinitos
neficios. Mas separóse de Dios y dones que hemos recibido de El.
aquel lazo quedó cortado por el pe- ofrecemos al Señor, invocando su
cado como por una espada. Vuestros nombre y su auxilio.

pecados dice Isaías os dividieron 10. Este es el Arco de la alian-
de vuestro Dios. za entre Dios y el hombre.
2. Y puesto que nos apartamos 11. Este es el Arca y el propicia-
del bien, caímos en todos los males, torio de la Ley y del Templo.
así morales como físicos, y en aquel 12. Esta es, sin excesivo simbo-
OBRAS DEVOTAS. PRECES Y ORACIONES GENERALES 511

lismo, aquella serpiente de bronce, injustos; siendo Hijo, por los es-
en cuya mirada y meditación está clavos. Y nosotros, en cambio, ni
U salud para los vulnerados mor- por nuestros hermanos ni por el
talmente; a saber: por todos nos- mismo Señor a quien debemos tan-
otros, que todos los días andamos y to, no soportaríamos no digo ya la
nos revolcamos entre víboras y es- muerte, sino dolores vivos ni si-
corpiones. quiera molestias (pues ni este voca-
13. No discurramos
sobre estos blo siquiera pueden tolerar nues-
misterios ligeramente y de prisa y tros oídos melindrosos), ni siquiera
corriendo, sino ahincando en ellos, una hora de ayuno, ni el perdón de
deteniéndonos en cada uno de los una injuria ni la privación de un
grados de nuestra bienaventuranza. gustillo momentáneo, ni la pérdida
14. Lo que principalmente se de- de un dinero insignificante.
mostró en El fué la bondad y el 19. Reconciliado el Padre, tene-
amor de Dios, que entregó a su Hi- mos en Cristo la salud. Tenemos
jo carísimo por sus enemigos, a su ejemplo de vida, consuelo en las tri-
Hijo único por sus esclavos, al me- bulaciones, doctrina de formación
jor de todos por los pésimos y mal- moral. ¿Qué pudo darnos más o me-
vados. jor? Diga alguno si pudo añadir al-
15. Y no fácilmente se hará car- go más. A buen seguro no lo encon-
go de la excelencia de este don de trará.
Dios aquel que no reflexionare que 20. Si alguno evocare con alguna
la misma humanidad de Cristo es viveza su pasión y su género de
más cara a Dios que todas las otras muerte, se horrorizará en su cuer-
criaturas juntas.Eso fácil es cole- po y en su alma y los conceptuará
que cada uno tiene
girlo del aprecio por muy dignos de lástima aun en
de su cuerpo: Todo lo dará, el hom- un ladrón, en un sedicioso, en un in-
bre a trueque de su vida, según lee- cendiario; ¡cuánto más en la bon-
mos en Job. dad por antonomasia, de la cual ma-
16. Ya se puede ponderar cuánta na la que acaso tenga alguno de nos-
fué la mansedumbre y cuánta bon- otros!
dad y amor para con su Padre y 21. Pongo a un lado aquellas
cuánta obediencia, hija de este otras incomodidades que tuvo que
amor, para que aceptara la difícil sufrir ya desde su mismo nacimien-
misión que el Padre le había im- to por todo el discurso de su vida
puesto: Para que el mundo conozca hambre, sed, frío, calor, cansancio,
— dice que amo al Padre, y que se- huida, infamia. Vengamos a aquella
gún fué el mandato de mi Padre, yo noche que precedió el día del gran
le cumplo. ¡Cuánto amor para con Misterio.
nosotros, pues por nosotros tomó 22. Todos a una y con razón abo-
muerte! rrecen y execran el nombre del trai-
17. Nadie tiene amor más gran- dor. ¡Con cuánta pesadumbre y
de que el que expone su vida por displicencia sufrimos nosotros la
sus enemigos. ¿Quién no amará traición de un familiar, de un ami-
tanta bondad? ¿Quién no correspon- go a quien habíamos favorecido!
derá a tal amor? Cómo imploramos para venganza
¡

18. Por todos sufrió el Señor ta- de tan grande maldad la fe de los
les tormentos y muerte tan poco dioses y de los hombres! Cristo, en
merecida justo como era, por los cambio, fué traicionado por el dis-
:
512 JUAN LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. TOMO 1

cípulo felón a quien hiciera la mis- enemigos; había de acuciar


ella
ma honra y a quien profesara el más y más sensibilidad del Se-
la
mismo amor que a los demás. Y aún ñor en la inminencia de dolores tan
le llama amigo, viéndose vendido violentos. Hay en todos nosotros,
por él para una tal muerte. como también en Cristo Jesús, cuer-
23. El precio ruin de una trai- po y alma. Y en el alma, la parte
ción aumenta la atrocidad de la trai- superior, robusta y fuerte, que se lla-
ción. Judas, ¿qué precio le pones al ma mente, y otra más inferior, de-
Señor de la Naturaleza? ¿Cuánto licada y blanda, donde tienen su
pides por él? Treinta dineros, esto asiento las pasiones anímicas. Tiene
es, menos de la mitad de una libra El, más que todos nosotros, la na-
de plata; apenas un cuadrante. turaleza divina. Esta es más subli-
Pues bien: El, todo eso que ves, me que universo mundo, omnipo-
el
todo eso que tocas sacólo de la nada tente, sempiterna. También su men-
para tu uso y el de todos y está te es rectísima y es inconmovible,
aparejado por ti no sólo a dar todos porque siempre está adherida y asi-
los metales preciosos que en sus ve- da a la divinidad.
nas cuece la tierra, sino también 28. Al cuerpo y a la parte infe-
su propia sangre y su propia vida. rior del alma, expuesta a los asal-
24. Muy triste es la separación tos, embates, golpes y heridas de-
de los amigos, y tanto más punzante jóla a Satanás para que los vejase
cuando asoma y salta el recuerdo de cuanto pudiese. Dióle Dios esa fa-
su ausencia en el regocijo de un cultad. Soltó aquel odio del demo-
banquete o de una fiesta. Nuestro nio insaciable contra Cristo porque
Señor Jesucristo, en la celebración se ensañase a su placer en el Cor-
de la última cena con sus discípu- —
dero. Esta es dijo el Señor vues-
los, a quien quería con afecto único, tra hora y el poder de las tinieblas.
hizo memoria de su tránsito, y en De ahí, dolores y tormentos en el
comiendo y bebiendo, recuerda cuál cuerpo, y ansiedades, tristeza, pa-
era el manjar y cuál era el cáliz vor, angustia, perturbación, cons-
que le estaban preparados y predijo ternación en el alma.
el cruel suplicio que le amenazaba 29. Lo que padeció Nuestro Se-
y que los discípulos, abandonando ñor más que cualesquiera otros
al Maestro, huirían, y que entre hombres, lo que sintió más que los
ellos no había de faltar quien le ne- restantes hombres dalo a entender
garía. su caridad para con nosotros y de-
25. ¿Qué sentiría Nuestro Señor muestra de cuánto le soy deudor y
en aquella coyuntura, así de los tor- me acusa de ingratitud si no le es-
mentos que preveía habría de apu- toy reconocido.
rar, como del miedo, de la fuga, de 30. Y, en efecto, ¿qué proeza hu-
la desorientación de los suyos a cu- biera hecho o qué le debería yo si
ya enseñanza consagró tanto tiem- El recibiera en su cuerpo aquellos
po y tanto afán? golpes y aquellas heridas, como
26. Vino el miedo de la noche cualquiera de nosotros, en un escu-
y el horror de las tinieblas. do o coraza impenetrable?
27. La noche, señalada para el 31. Mucho y muy grande es lo

sueño y descanso de todos los ani- que debo porque El por mí


a Cristo,
males por la Naturaleza, que es la sufrió muchas y muy grandes pena-
criada de Dios, fué escogida por los lidades.
OBRAS DEVOTAS. PRECES Y ORACIONES GENERALES 513

32. Débome a mí mismo a Cris- que la que revienta en sudor de


to, porque El se entregó a Sí mis- sangre? ¿Oyóse jamás decir de otro
mo por mí. El que fué comprado, cosa semejante?
ya no es suyo sino de otro, y tanto 36. Pero confortado con la em-
más es del comprador cuanto mayor bajada del Angel se adelantó a la
fué el precio que dió por él. Cristo, cohorte de sayones, y fué prendido
a nosotros, no nos compró libres, y atado. ¡Qué indignidad no es que
sino que nos rescató esclavos y nos un hombre honrado y bueno, sin
rescató entregándose todo. Pues si reproche en su vida, sea pública-
somos de El, ya no debemos pensar mente prendido y atado y sea lle-
en lo nuestro, sino en lo suyo. Mas vado a rastras al tribunal que le
para quien lo considerare atenta- condenará a muerte! Y Nuestro Se-
mente está claro que lo de El es ñor sufrió esto.
nuestro y que n< nos conviene otra 37. Ultraje muy
feo es ser aban-
cosa sino lo que a El le agrada, lo donado en peligro el padre por
el
que manda, lo que preceptúa, lo que los hijos, el señor por sus vasallos,
impone, todo por nosotros, no por el maestro por los discípulos, el pa-
Sí mismo. trono por los clientes. Cristo, en
33. En la oración del Huerto di- sí mismo, experimentó todos esos
ce a los tres discípulos que había ultrajes: abandonado, renunciado,
escogido de los doce: Triste está negado con insistencia y precisa-
mi alma hasta la muerte. Este Hom- —
mente por aquél testigo de tantos
bre, más alto que nuestra humani- milagros y de la divinidad del Hijo
dad, cuyos solaces todos consistían —
de Dios que se le mostró y de la
en sus coloquios con Dios, que acos- cual hizo profesión en el monte de
tumbraba confiar sus cuitas y sus la bienaventuranza: niega con ju-
pensamientos todos a Dios solo, ramento ser su discípulo y que ni
vencido de la inmensidad de su des- siquiera le conoce, condenándole
ánimo, anda en busca de sus discí- con su prejuicio, cual si fuese un
pulos, se queja con ellos mansa- impío, un forajido, de quien no
mente y les pide que no se aparten quería ser secuaz ni aun conocido.
de El. ¿Cuándo se leyó cosa seme- 38. Fué maltratado, fué arrastra-
jante en cualquier otro sufrimiento do por la servidumbre proterva y
de Cristo? ¿Por ventura en la sed, petulante y por la necedad e inso-
en el cansancio, en otras flaquezas lencia de la soldadesca.
de la Naturaleza? ¿Cuándo confió 39. Preséntanle y no a un juez
a otro que no fuese Dios las ansias solo, que esto de por sí ya es asaz
que le acuciaban? odioso. ¿A qué reo no será molesta
34. Y siendo esto así, ¿cuál pen- la vista del juez, y el tribunal no le
samos que fué su pavor? ¡Ah, qué será aborrecible?
terror, qué confusión de espíritu, 40. Muchos son los que no deses-
qué apocamiento, qué ansiedad, qué peran de que un juez solo apruebe
tedio, qué fiebre! Este solo comple- su inocencia. Pero ¿quién se hará
jo de padecimientos morales superó la más pequeña ilusión con tantos
todas las otras manifestaciones de jueces y de caracteres tan variados,
dolor físico, por más agudo que siendo así que, por lo común, lo que
fuese. a uno se le antoja bien hecho, es
35. ¿Qué tristeza y angustia es- condenado por el otro? Para la ab-
piritual puede imaginarse mayor solución era forzosa la unanimidad;

LUIS VIVES. 1 17
514 JUAN LUIS VIVES. —OBR,AS COMPLETAS. TOMO I

para la condena bastaba que


uno mantenía en pie contra mi; enmu-
a
así le pareciera. deci y fui humillado; callé en pre
41. ¿Qué motivo, dime, hubo en sencia de los buenos y renovóse mi
el hombre porque así le aborreciese dolor.
y le tuviese ya condenado previa- 49. Contribuye mucho así al real-
mente, acosándole con un odio tan ce de la belleza y la dignidad de
grande y tan enconado? la escena, como a nuestro aleccio-
42. Y más tratándose de un hom- namiento en trances difíciles, medi-
bre de fortuna escasa o, mejor, nu- tar las respuestas de Cristo Nuestro
la, sin influencia, sin ayuda huma- Señor a los pontífices y a Pilato
na, sin defensa ninguna, ni aun la En medio del confuso y ensordece-
propia. dor vocerío de los que le acusaban
43. Latente está su divinidad, y pedían su cabeza, en medio de
afligida su humanidad y El enmu- tan rabiosas envidias y calumnias,
deció como un cordero, conducido al entre golpes y heridas, en la inmi-
sacrificio, como una oveja en manos nencia de suplicio tan atroz y de
del trasquilador. muerte tan afrentosa, con cuán:a
44. Es arrastrado primero a moderación habló siempre y ron
Anás, después a Caifás, luego a Pi- cuánta sabiduría. No le hiciero.i
lato y de él a Herodes, y de nuevo perder su divina serenidad los es-
a Pilato: jueces todos ellos predis- carnios inmerecidos y sin norrwre
puestos inicuamente contra El, o qup padecía hasta el punto que sa-
descuidados y desdeñosos de lo ba- liese de su boca palabra inmodesta,
ladí de aquel caso. arrogante, dura, insolente, injurio
45. ¿Quién tolerara que el juez sa. airada. No mermó a los jueces
descendiera a actuar como acusa- su autoridad ni alardeó de la pro-
dor, andando a busca de testigos y pia. No le quebrantó ni debilitó tan
sobornándoles para que declarasen gran cúmulo de penalidades tancu,
contra el reo? Tales fueron los pon- que descendiese a súplicas, a lá^it-
tífices contra Nuestro Señor Jesu- mas ni a otra cualesquiera suerte de
cristo. humillación de palabra o de obra
46. Al fin mostró su cabeza vipe- ¡Qué templanza la suya! ¡Qué pru-
rina la calumnia e hincó el diente dencia en el fondo! ¡Qué circans-
instilador de veneno. pección en la forma! Responde :j
47. Todos compadecen a quien estrictamente necesario y no dice
es víctima de la calumnia. Cada una palabra de más, sin aspereza ni
uno de nosotros revuelve cielos y arrogancia ofensivas, sin depresión
tierra si por la calumnia se siente sórdida y cobarde. Al interrogatorio
corneado. sigue el feo expolio, la cruenta fla-
48. Nuestro Señor Jesucristo ca- gelación, la coronación de espinas
lló ante la manifiesta mentira acu- que perforan su cráneo, las bofeta-
sadora y el dolor ahogó su voz; das, los salivazos, la irrisión, el sar-
pero la obediencia al Padre cohibió casmo, una cosa encima de la otra
la lengua: Y yo como un sordo no y todo simultáneamente y a la vez.
oía y como un mudo que no abre su 50. Contra el desdén, contra la
boca. Y fui hecho como hombre que burla, contra el ultraje, ¿quién hay
no oye y que no tiene en su boca que no reaccione con viveza, y más
cosa que responder. Puse una guar- si le vienen de un poderoso? Hero-
da en mi boca cuando el pecador se des. con su cohorte, con la de los
OBRAS DEVOTAS. PRECES Y ORACIONES GENERALES 515

amigos y con la del pretorio, menos- es el que le hizo? Un puñado de


preció al Señor y no hizo el menor dinero dado o condonado, una invi-
caso de que fuese destinado a su tación a comer o a cenar, el regalo
reino, y se rió de El, y para afren- de una capa o alguna insignifican-
tar en El la dignidad real mandó cia de esa misma pequeñez.
que le vistiesen de púrpura, que es 57. ¿Quién es capaz de enumerar
insignia de la realeza, para que re- los beneficios que el pueblo judaico
sultase más envilecido el suplicio de recibió de Nuestro Señor? Por lo
quien con atuendo regio era arras- que toca a su cuerpo, fué apacenta-
trado a la Cruz. do con un manjar nuevo y sabroso;
51. ¿Quién había oído nunca o bebió vino de exquisito sabor he-
había visto que Nuestro Señor pi- cho del agua; tantos, como entre
diese o ambicionase el poder real? ellos, fueron curados de la cegue-
¿Quién le oyó jamás que hablase de dad, de la sordera, de la lepra, de
él? La envidia que le tenían fué la la parálisis, de las fiebres, de enfer-
que inspiró lo que dijeron o hicie- medades desahuciadas; llamados de
ron otros. la muerte a la vida, librados del do-
52. ¡Cuán ajeno fuera de su dig- minio y del maltrato horrible de los
nidad y de su propio decoro que hu- espíritus del mal. Y éstos eran hijos,
biese dicho palabra que significase hermanos, parientes, amigos de los
apetencia del reino judaico o de la que pedían para El la Cruz y, por
tetrarquía de Herodes Aquel a ventura, alguno de esos mismos per-
quien el Padre dió el principado del sonalmente, tan amplio era el círcu-
cielo y de la tierra! lo de los beneficios de Cristo.
53. ¡Ya qué intolerable extremo 58. Y en lo atañedero a su al-
de indignidad no llegó el que fuese ma, recibieron todos ellos sana doc-
preferido al Señor del cielo y de la trina y la auténtica declaración de
una ley oscurísima; esclarecidas
tierra Barrabás, ladrón, asesino, re-
volvedor, y que el pueblo judío qui-quedaron sus tinieblas; se les anun-
siese salvar a ése y no a Jesús! ció el reino de los cielos y todo
54. Pero ¡qué pueblo! Dejo de esto de balde y con la mejor volun-
decir con cuánta indulgencia fué tad, y sólo a los judíos, como hijos
aceptado y tenido por el Padre de y hermanos, pues el mismo Señor
Nuestro Señor; pero ¿cómo lo fué en persona jamás predicó a la gen-
por el mismo Cristo? tilidad ni quiso que los suyos fue-
55. Todos convienen en poner a sen a ella antes de su resurrección,
la ingratitud en la categoría más porque este beneficio excepcional no
grande de la maldad, tanto que (co- pasase más allá de los límites de la
mo muchos piensan atinadamente) Judea.
las leyes no señalan pena para esa 59. Y la justa correspondencia a
monstruosidad, porque tan grande todo esto ¿qué será? Que se le pon-
es que no puede el hombre casti- ga en la Cruz, que muera Aquel que
garla. El castigo se remite a Dios. dió la vida y la salud a muchos;
56. Así que alguien experimentó que se suelte a Barrabás, que viva
en sí a un ingrato, son de oír sus el ladrón, que siga matando y amo-
gritos, sus clamores, la violenta ex- tinando la ciudad. ¡Oh mentes cie-
plosión de su enojo, sus maldicio- gas que corren a precipitarse en el
nes, sus protestas de que jamás vol- báratro de su perdición!
verá a beneficiarle. ¿Y qué beneficio 60. Sale Jesús, llevando la Cruz
516 JUAN LUIS VIVES. OBR AS COMPLETAS. TOMO I

a hombros, a plantar en la cumbre mismo día que se indulta a los otros,


del Gólgota el trofeo de su victoria El fuese acusado y atormentado y
imperecedera. se le quitase la vida cuando a los
61. Aun para con los ladrones y otros se les devuelve.
piratas, que infestaron tierras y ma- 67. Aguardóse el tiempo en que
res, que se llevaron cautivos a mu- del mundo todo confluían los judíos
chos, que degollaron a muchos, a la celebración de la Pascua para
cuando se les lleva al lugar de la que el espectáculo de la muerte de
ejecución se respeta su flaqueza, se I
Cristo fuese más concurrido.
les alivia el cansancio, si tienen sed 68. En aquella ocasión ocurría a
alárgase a sus labios la mejor bebi- su espíritu que El, que pocos días
da que se tiene a mano. Y Nuestro antes había sido recibido como Rey
Señor, abrumado de fatiga, es arras- y como Mesías, que se le había teni-
trado, es empujado, es pisoteado; do como gran Profeta y a quien se
tiene sed y se le propina vinagre. le había ofrecido la dignidad real, a
62. Levántase un cadalso eleva- quien muchos habían adorado, col-
do, espectáculo futuro de los ánge- gaba, desnudo, en el árbol de la exe-
les y de los hombres, en el cual se cración, puesto en medio de dos la-
arbolará la salud del humano linaje drones, como convicto del mismo
a fin de que no se recluya en el crimen, contemplándole estupefactos
recinto amurallado de una sola ciu- sus amigos, confusos y corridos sus
dad, sino que pueda ser oteado des- parientes y deudos, en pie el discí-
de todas las naciones: erígese en lo pulo amado, arrasados en lágrimas
alto porque se sepa que aquella sa- sus ojos y henchido su corazón de
lud es universal, así para lo alto tristeza extremada y en pie su Ma-
;

como para lo bajo, porque lo bajo dre. ¿Quién podrá decir de cuán
suba a ella y lo alto se ponga a ni- gran tristeza estaba transida? Los
vel con ella. tormentos del Hijo traspasan como
63. Extendidos los brazos, encor- con un cuchillo sus entrañas de ma-
vadas y encogidas las piernas, cuél- dre. El dolor de la Madre renueva
ganse en la Cruz y sus manos y el dolor del Hijo, lo intensifica, lo
pies son taladrados con clavos fieros. exacerba.
64. ¿Qué entendimiento es capaz 69. ¿Qué más? ¿Qué más puede
de comprender cuánta sea la enor- añadirse a ésto? El odio de los pon-
midad y crueldad de esos dolores, tífices y los fariseos nacido de la en-
con las manos y los pies clavados en vidia y su rabia carnicera no saciada
el madero, tanto mayor cuanto que aún con aquellas penas y aquellos
todo el peso del cuerpo gravita so- tormentos, ya que nada puede aña-
bre manos y pies así traspasados? dir a las torturas físicas, añade el
65. Y a ese cuerpo de tal manera baldón y elsarcasmo. Aquel a quien
descoyuntado y lacerado acercáron- Tú heriste, persiguiéronle dijo—
se dolores morales, ni pocos ni pe- y encima del dolor de mis llagas
queños. añadieron denuestos. Mas para Cris-
66. Escogióse para su suplicio un to, más recio de sufrir era el dolor
día festivo, la mayor celebridad de ante su depravada voluntad que la
los judíos, a fin de que, mientras injusticia de los ultrajes, pues veía
éstos celebraran sus fiestas alegre- que aquellos a quienes amaba (aun
mente, a El, el público regocijo le cuando fuesen crucificadores y ver-
agudizase la aflicción y que en el |
dugos suyos) iban a perderse con-
OBRAS DEVOTAS. PRECES Y ORACIONES GENERALES 517

servando contra El su cordial ene- achaques propios de determinados


mistad; siendo maldecido, no mal- hombres, no de la Naturaleza.
decía siendo golpeado, no amenaza-
; 73. Dios dio soltura al demonio;
ba; entregábase a quien le juzgaba quedó libre la potestad de las ti-
injustamente. nieblas, a la cual ninguna hay so-
70. Pendiente está en la Cruz bre la tierra que le sea compara-
aquel cuerpo, el más exquisito de ble, como dice Job: Se le permitió
todos los cuerpos; aquel cuerpo ensañarse en Cristo cuanto quisie-
anejo a la Divinidad pende, majado, se y pudiese, y quiso cuanto pudo
atormentado, golpeado, descoyunta- quien hubiera querido poder mucho
do, ensangrentado; horroroso de más.
ver con sus heridas, sus cardenales, 74. Pues asícomo nada ama
tumores, lividez y llagas. ¿Quién Dios secundum como al hombre
se,
en fealdad tanta reconociera al más Cristo, ni nada más que Cristo
hermoso de los hijos de los hom- ama a Dios, así a nadie odia ei
bres? ¿Quién en aquel abatimiento diablo tan cordialmente como a
reconociera al Rey de los siglos y Cristo.
en ignominia tan grande la gloria 75. Y mostróme el Señor —diré
del Padre, al Hijo de Dios, al Prín- Zacarías a Jesús, gran sacerdote
cipe del mundo? Astas en sus ma- que estaba delante del Angel del
nos; allí está escondida su fortaleza. Señor y Satán estaba a su derecha
71. Y el profeta Isaías dice de para ponérsele en contra. El flan-
El: No hay buen parecer en El ni co derecho de Cristo atacaba Sa-
hay hermosura. Vímosle y no tenía tán; es decir, el bien que más quie-
apariencia y le deseamos. Desecha- re, la Iglesia su Esposa y su reino,
do está y es tenido por el más ab- que no tendrá fin.
yecto de los hombres, varón de do- 76. Pero de este ataque bien se-
lores, experimentado en flaqueza. guro estaba Cristo, rodeado de la
Escondimos el rostro de El, le me- muralla del auxilio divino, del
nospreciamos y le tuvimos por na- cual dice El mismo en el salmo:
da. Ciertamente, nuestras enferme- Ponía al Señor siempre delante de
medades El las llevó y El sufrió mí, porque estando El a mi diestra
nuestros dolores. Y nosotros le tu- no seré conmovido. Al flanco sinies-
vimos como herido y abatido de tro, que se inclina a la parte infe-
Dios. Mas El, vulnerado fué por rior de la Humanidad, lo infestó
nuestros crímenes y molido por
nuestras inquietudes. El castigo por fué que como en ave
nuestra paz sobre El y sus carde- nida torrencial desbordáronse so-
nales son nuestra salud. bre el Señor trabajos, penalidades,
72. Si alguno, con diligencia, Jolores, tormentos, llagas, tedio,
considerare cuánto sea el poder atri- desazones, confusión, fiebre, pavor,
buido al diablo por Dios desde el ansiedad, amargura.
comienzo de su naturaleza, ¿acaso 78. Dada por Dios esta potestad
no echará de ver que no hay lina- al diablo, con razón se queja Nues-
je de calamidad y de aflicción que tro Señor a su Padre de que el es-
no se abatiera profusamente sobre píritu maligno desató contra El to-
el cuerpo de Cristo y sobre la par- dos sus recursos. Tentado fué en
te inferior de su alma? Sin duda, todo, por semejanza, sin pecado.
fuera del pecado y de aquellos 79. Si en cualquiera de nosotros
518 JUAN LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. TOMO I

cayera no más que una parte de es- medio de los dolores y de los tor-
tos males tan grandes, ¡qué compa- mentos para cualquier otro intole-
sión no tendría cada cual de sí rables, sufre muerte voluntaria.
mismo, y cuánta los otros de él! —
Xadie dice me quita el alma, sino
Todos se le acercan y le dan asis- que yo la licencio de grado. Quiere
tencia en la medida que puede ca- con ello decir que, con el mismo
da uno: el uno con efectos, el otro poder con que la depone, la reco-
con consejos; el uno con su dili- brará.
gencia, el otro con su deseo y con 83. Todo lo restante hasta la re-
su voto' explícito. ¿Quién de nos- surrección confórmase con su vida
otros hay de tan negra suerte o antecedente; vivió sin hogar fijo, y
acosado por un odio tan grande de en su muerte no tiene sepultura
sus paisanos, a quien falten esos propia, sino prestada. A fuerza de
solaces y alivios? Y en cambio, ruegos, José de Arimatea consiguió
¿quién se dignó dirigir a Nuestro de Pilato que se le permitiera se-
Señor siquiera una palabra de cari- pultarlo.
ño, ya que no por otra cosa, sino 84. Entonces, para confirmación
para su conorte moral, animándo- irrefragable de su muerte, fué tras-
le a sufrir tormentos tan crueles? pasado con una lanza por un sol-
Sus condolencias fueron los ultra- dado entre las costillas, de donde
jes, las blasfemias, los sarcasmos, brotó al punto sangre y agua.
los denuestos. 85. De una costilla de Adán dor-
80. ¿Quién había en toda la Ju- mido fué sacada su esposa. Del cos-
dea tan necesitado y tan pobre, de tado de Cristo, dormido también
miseria tan extremada y desespera- — ¿qué otra cosa fué su muerte sino
da, que si se le diera a escoger, tro- un sueño? —
salió su divina Esposa
,

cara su situación con el Hijo del la Iglesia.


Hombre? Aun el ladrón condenado Rociada fué la Iglesia con
86.
al mismo suplicio y colgado ya en elagua y con la sangre del Señor.
la cruz y moribundo hace burla de El agua simboliza la purificación
El, olvidado de sí mismo. de la Iglesia; la sangre, su partici-
81. Dice el viejo proverbio que pación en los trabajos de Cristo,
la cara linda es una callada reco- y por los trabajos, la participación
mendación. ¿Quién no simpatiza de su reino y de su bienaventu-
con el buen parecer? ¿Quién no la- ranza.
menta el agostamiento de la ver- 87. Ese grave e inhumano su-
de edad, a manera de flor hermosí- plicio de Cristo es la panacea más
sima, que, por el soplo del cierzo o cierta y probada del sin cuento de
por el pisar de los pies, languidece las dolencias morales del hombre,
y se marchita? Es arrebatado Je- siempre que no se le considere co-
sús, el más hermoso de los hijos mo una relación fría de cuanto pa-
de los hombres, en la más hermosa deció inmerecidamente un varón
y verde espiga de su juventud; y justo, sino que se le refiera a nues-
porque la compasión fuese mayor tro aprovechamiento. Lo que era
en los que la conocían, tan violenta de El tuvo ya fin: apagóse la hu-
fué la crueldad de los tormentos mildad de su vida mortal, pero vi-
que no reverberaba ni la gracia de ve su reino sempiterno.
su belleza ni la verdura de sus años. 88. Nosotros, en nuestro inte-
82. Muere el Señor, por fin, y en rior, pensemos de esa manera. No
OBRAS DEVOTAS. PRECES Y ORACIONES GENERALES 519

padeció para sí Cristo, que no me- acceso. Con todo, la inmensa caridad
reciera ninguno de estos padeci- de Cristo suple el defecto de la
mientos; nosotros fuimos la causa nuestra por la confianza en El para
de tamaños tormentos y de muerte que, puesto que nosotros, que no
tan inmerecida. tenemos tanto amor como para po-
89. Pues porque había tomado der aproximarnos a Dios, nos acer-
sobre sí nuestra personalidad y quemos a El por el amor del Hijo
nuestra causa, redundaron en El, con una adhesión total y con toda
limpio de delito, todos los males de la confianza, la gratitud, la benevo-
los que por nuestro delito nos había- lencia posibles.
mos hecho acreedores. 95. Este es ei grande y divino
90. ¡Oh, cuán poderosas son las mérito de Cristo que se pone en
fuerzas de la caridad! No sin razón lugar de nuestro mérito; ésta es la
se dice que el amor todo lo vence solución favorable que nosotros, por
y que no hay en nuestra alma po- nosotros mismos, no podíamos dar.
tencia más avasalladora. ¿Qué cosa De este amor recíproco del Padre y
hay tan grande, tan ardua, tan ho- del Hijo, grande, encendido, impon-
rrible, que el amor no la acometa derable, nació aquella grande y uni-
y la supere? Cuando faltaren todas versal reconciliación, por causa de
las otras pruebas, baste este amor cuyo amor las aflicciones de Cristo
de Cristo, único, o mejor, callen to- fueron muy mayores de lo que me-
dos los otros amores. recían y merecerán los pecados de
91. Investigaron los Santos Pa- toda la Humanidad, pues el comple-
dres si el Hijo de Dios no se hubie- jo de aquel amor comunica una
ra encarnado, si el hombre hubiese grande e inmensa dignidad a la per-
seguido gozando del favor de la sona.
Divinidad. No hay acuerdo unáni- 96. Verdaderamente apropiadas,
me entre ellos; pero en donde exis- pues, a Cristo Salvador nuestro es-
te unanimidad es en que El no hu- tán aquellas palabras de Job: ¡Oh,
biese tenido que sufrir molestias, si fuesen pesados mis pecados por
trabajos, penalidades, angustias, los cuales merecí enojo y esa des-
tormentos y muerte muy acerba si ventura que padezco en una balan-
nosotros nos hubiéramos mantenido za, ésa aparecería más pesada, co-
en la pureza y entereza originales. mo la arena del mar!
92. Por ende, fué nuestro pecado 97. De esta general reconcilia-
el que acumuló en este Hombre ino- ción origínanse reconciliaciones sin-
centísimo una tan alta montaña de gulares en las ofensas que a cada
males. instante cometemos.
Aplacóse el Padre por
93. el 98. Canceladas quedaron nues-
amor y la obediencia del Hijo, o, tras enemistades
con Dios, y borra-
mejor, el mutuo amor del Padre y da quedó con la sangre de Cristo la
del Hijo redundó en todos nosotros. escritura de la esclavonía de Adán
94. Verdadera e inequívocamen- que Cristo subió consigo a la Cruz
te ámanos, Dios, a todos nosotros, y dejó luego en el sepulcro para que
como suele decirse, de buena fe. Y, de ahí resurgiese el nuevo Adán
en cambio, nosotros no correspon- a la libertad definitiva.
demos a ese amor como es debido. 99. Inestimable grandeza la de
Esa nuestra voluntad fría nos se- la redención, de la liberación, del
para de su gracia y nos aleja de su rescate, de la restitución a la patria,
520 JUAN LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. TOMO 1

de la reposición en la gracia de dechado: Puesto que Cristo padeció


Dios, consumada con ese sacrificio —
por vosotros dice San Pedro os — ,

único, sí, pero por la infinita exce- dejó asimismo ejemplo para que si-
lencia del Sacerdote y de la Hostia. gáis sus pisadas.
100. Con esa única aspersión de 105. A saber: porque cualesquie-
sangre levantóse el linaje humano ra que fueren las adversidades de
de su abatimiento; se despertó el la vida, las soportemos con espíritu
dormido, y el muerto revivió. No es, más firme y más entero, recordando
pues, de maravillar si algunos de que las padeció mucho mayores
los Santos Padres dijeron que a su Cristo que no por nos-
las merecía,
debido tiempo el cráneo del primer otros, para cuyas maldades, ¿qué
hombre Adán fué enterrado en el castigo habría proporcionado y su-
mismo cerro donde fué crucificado ficiente?
el Señor, en la misma huesa encima 106. ¿Quién llevará con desabri-
de la cual se plantó Cruz, y que miento que le sobrevenga alguna
la
la sangre de Cristo, al correr, tocó de aquellas penalidades que se acu-
aquel despojo, y que gracias a esta mularon en el Hijo de Dios, tales,
unción y riego quedó sano el linaje por cierto, que ninguna de las nues-
humanal que por él había sido vul- tras se las puede comparar? Nadie
nerado mortalmente. Pero, puesto puede quejarse de ser tratado con
que hay otros Padres que lo niegan, más dureza que el Hijo, heredero
no tomemos nosotros partido, sino único, que no cometió pecado ni en
subamos más arriba del monte, de su boca fué hallado engaño.
la huesa, del hueso, que no nos son 107. Avergoncémonos de que-
necesarios, pues en Cristo todo es jarnos de nuestra condición. Aver-
celestial, espiritual y divino. güéncense los esclavos de no obe-
101. Pero lo indudable es que, decer al Señor en cosas de poco mo-
así como por un solo hombre Adán mento, recordando que el Hijo de
entró la muerte en el mundo, a su Dios obedeció en cosas gravísimas,
vez, por un solo hombre, Cristo se hasta la extinción de su mortalidad.
nos fué devuelta la reconciliación y 108. Más bien debemos condu-
la gracia, y así como la desobedien- cirnos alegremente entre las moles-
cia de un solo hombre hizo a mu- tias e incomodidades, pensando que
chos pecadores, así la obediencia de en algún punto nos conformamos
otro Hombre hizo a muchos justos. con el Señor, que es nuestra Cabe-
102. ¡Cuán grandes son las di- za. Ninguna otra cosa puede pare-
mensiones de los misterios de su cemos más bella ni más deseable
pasión y muerte, escándalo para los que esa de que poco a poco nos
judíos, locura e irrisión para los aproxime la semejanza y luego la
gentiles y para los santos amigos unión nos haga unos con El. Fácil y
de Dios admirable y adorable sabi- rápida es la cohesión de los seme-
duría! jantes.
103. En ella y por ella consegui- 109. Esta semejanza será tanto
mos el perdón del delito inveterado, más cercana y más conforme si nos-
la purificación de los nuevos, la otros nos afligimos por causa seme-
vuelta a la patria, el acceso al Prín- jante; verbigracia: por obedecer a
cipe y al Padre, esto es, al princi- Dios, que es nuestro Padre; por las
pado de la eterna bienaventuranza. leyes justas impuestas por el supe-
104. En ella tenemos doctrina y rior, por la salvación de las almas»
OBRAS DEVOTAS. PRECES Y ORACIONES GENERALES 521

por defender la verdad y la justi- dero para ser blanqueados en su


cia. Buscóse el pretexto de la muer- candor sin mancha. Lavan así sus
te de Cristo en la predicación de la estolas los que le siguen, y le si-
verdad y de la religión por aquellos guen sólo aquellos que le imitan
a* quienes la verdad era odiosa y en sus obras, pues este camino se
aborrecible. Y Cristo prefirió pade- emprende con el espíritu, no con
cer aquellos tormentos atrocísimos los pies. Quien dice que él perma-
a abandonar la defensa de la ver- nece en Cristo, debe caminar así
dad y de la piedad que a nosotros, como El caminó.
en gran manera, nos convenían. Y 113. Esta es la gracia—-dice San
así fué que por todos estos padeci- Pedro — ,si alguno, a causa de la
mientos se votó a nuestra salud, a conciencia que tiene delante de
los tormentos y a la muerte. Dios, sufre molestias padeciendo in-
110. Tenemos que salir con Cris- justamente. Porque, ¿qué gloria es
to extramuros de la ciudad si con si, pecando vosotros, sois abofetea-
El queremos ser crucificados, esto dos y lo sufrís? Mas si, haciendo
es, fuera de toda mira y concupis- bien, lo sufrís con paciencia, esto
cencia de la carne y de la vida; sí que es agradable ante, el acata-
hemos de despreciar los placeres, miento de Dios.
los regalos, las blanduras; hemos 114. Y con todo eso es tal la
de posponer a los propincuos, a los fuerza y la potencia de los trabajos
afines, a los amigos; hemos de des- y de la pasión de Cristo, cual dicen
deñar la ambición de los honores que reside en el cuerno del unicor-
y de las riquezas, de las dignida- nio que purifica las aguas pestilen-
des, del poder. De otra manera, no tes y emponzoñadas si se pone en
seremos crucificados con Cristo fue- contacto con ellas. Pero ¿a qué vie-
ra del campamento, sino que, en el ne traer aquí ejemplos tomados de
mismo bullicio y estrépito castren- otra parte si en la Historia Sagra-
se, el diablo nos arrebatará consi- da tenemos uno del todo pertinen-
go a la cruz. El diablo tiene su cruz te? Echó Moisés un madero en las
harto diferente de la cristiana y aguas amargas, que muy luego tor-
ciertamente con lucha, con tormen- náronse dulces y sabrosas. Asi que
tos, con dolor, con muerte, pero sin si ante las incomodidades y daños
victoria, sin resurrección, sin bien- de esta vida, aun de los que por
aventuranza. nuestra culpa contrajimos, llevamos
111. Tenemos que pelear con las nuestro pensamiento a la medita-
mismas armas que blandió Cristo; ción y al contacto de la pasión de
a saber: con las armas del cordero, Cristo, haremos la resolución de
con la paciencia, con la tolerancia, padecerlas con entereza, puesto que
con la templanza, con la mansedum- Nuestro Señor las padeció semejan-
bre, con la benignidad, con la bene- tes. Por este motivo, nosotros to-
volencia. Con ellas, a imitación de mamos una cierta semejanza con
Cristo, venceremos más válida y El, y aquellos daños no sólo se nos
eficazmente que con la ira, con la hacen llevaderos y tolerables, sino
porfía, con el denuesto, con el hie- que cunden en pingües aprovecha-
rro, con la crueldad, con la incapa- mientos. La contemplación de la
cidad de sacrificio. pasión de Cristo aprovecha, no ya
112. Tenemos que lavar nues- para consuelo, sino para la purifi-
tras estolas en la sangre del Cor- cación del alma y el acrecentamien-
522 JUAN LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. TOMO I

to de la piedad, puesto que tú, que


nes. Nosotros le ponemos en la Cruz
inicialmente eras atribulado por y crucificado le exponemos al pue-
pura culpa tuya, empiezas a derivar blo para ludibrio y befa cuando no
hacia ti algo de la justicia y de los nos avergonzamos de contravenir
méritos de Cristo. Y de crucificado en público sus mandamientos que «El
que estuviste con el ladrón pasas a sancionó con su sangre y con su
la cruz de Cristo y mueres clavado muerte. Puesto en cruz le denosta-
con los mismos clavos que El para mos cuando cohonestamos nuestros
resucitar con El. crímenes y hacemos burla de las
115. En la pasión del Señor los leyes que nos vedan cometerlos,
venturosos de ese mundo tienen despreciando y maldiciendo a quie-
una enseñanza viva porque no les nes, en nombre y autoridad de Cris-
engría ni les insolente su felicidad to, nos desaconsejan que hagamos
y no hagan de ella demasiado cau- tal. Finalmente, para no detenerme
dal viéndola recusada por Aquel en en cada singularidad, nosotros, en
cuya mano están todas las cosas; nuestro interior, le damos muerte
porque desconfíen y recelen cuer- y le sepultamos cuando se apaga
damente de su prosperidad y de los en nosotros todo el respeto de que
negocios que marchan según sus le somos deudores.
antojos, puesto que ven que les 117. Hay otra consideración de
hace desemejantes del Hijo de Dios Cristo por parte de cada uno de
en esta vida mortal. los hombres. Así como Aquél fué
116. Sólo una vez y tiempo ha constituido cabeza de toda la crea-
que Nuestro Señor Jesucristo pade- ción, así también soldó todos los
ció todas las penalidades de los ju- miembros de su cuerpo con la en-
díos y de los gentiles que hemos di- sambladura de la caridad, por ma-
cho; mas de nosotros las padece ca- nera que cada uno era afectado por
da día y a todas horas y más gra- la pasión de otro.
vemente y por causas más livianas. 118. Y no solamente quiso que
Nosotros le traicionamos, nosotros cada uno de nosotros se hiciese El
le vendemos, y hartas veces por un mismo por el amor, sino que, en
precio más ruin que Judas. Pero lugar de uno, púsose a El mismo,
¿qué precio puede igualarse a Cris- por manera que hemos de pensar
to y a nuestra salvación? ¿Qué pro que cualquier hombre que veamos
pueden hacer las riquezas a los per- Cristo. Entre amigos, todas las
didos y desesperados? Pero si ya cosas son comunes, y el amor hace
no tienen ninguna. Nosotros le de los amigos una sola cosa.
abandonamos, le negamos, no por 119. Por eso, a cualquiera que
miedo de la muerte, como los após- vieres de tal manera afligido, que
toles, como Pedro, sino por un di- en algún concepto sea semejante a
nerillo, por un gustillo, por una pa- Cristo, persuádete de que ves al
labrilla, por juego y por donaire, y mismo Señor y traslada a ése el
a veces absolutamente sin motivo afecto que debes por tan grandes be-
alguno, sino por un detestable há- neficios, o. mejor, comunícaselo a
bito de mal obrar. Nosotros hace- él que reproduce al mismo Cristo
mos burla de El, no haciendo caso y te lo pone delante de los ojos.
de sus mandamientos y su doctri- 120. Y Cristo recibirá todo cuan-
na; nosotros le volvemos la espal- to hicieres por ese hombre como si
da, le escupimos, le damos bofeto- lo hicieres por El mismo, bien para
OBRAS DEVOTAS. PRECES Y ORACIONES GENERALES 523

premio de ese obsequio, bien para te, Rey de los cielos; no te olvi-
satisfacción de la mala voluntad. des, empero, de esta tierra tuya a la
121. Si hicieres escarnio de tu cual te hizo bajar el amor inesti-
prójimo, escarneciste a Cristo; si mable que nos tienes. Tú, desde ese
no lo beneficiares, si no le ayuda- lugar, a nosotros, miembros tuyos,
res, si no apartares de él la injuria nos das esperanza de que podremos
en cuanto esté en tu mano, si no llegar a esa mansión a que Tú fuis-
le consolares, te has olvidado de sublimado. ¡Oh fortaleza y defen-
te
Cristo. Si le afligieres, si le vejares,
sa nuestra! ¿Quién ya podrá dañar-
si le golpeares, pusiste a Cristo en nos, confiados como estamos en Ti?
la Cruz. ¡Desventurados los que no te co-
122. Esas crucifixiones morales nocen; felices los que siempre te
deben sernos amarguísimas y llora- contemplan! Bienaventurados los
das con verdadera contrición. Ellas que te conocieron acá abajo en los
son nuestra ruina, como la primera días de tu carne mortal; pero más
fué nuestra salud. Conviene temer- bienaventurados los que en el cielo
las y precaverlas. te ven y te verán reinando en los
123. Y lamentarlas cuando acon- mejores bienes de tu Padre. ¡Oh
tecen, y no con lágrimas hipócritas, amor y delicias del linaje humano,
y poner inmediatamente un cuida- oh nuestra única confianza, tóma-
do muy celoso para que resucite en nos en tus brazos; danos besos e
nosotros quien por nosotros fué infunde tu espíritu en nuestros pe-
puesto en la Cruz, donde volvió a chos; haz, para nuestro consuelo,
padecer muerte. que tu recuerdo asalte a la conti-
124. Muera nuestra carne en nua nuestras mentes. Levántanos
1

Cristo y viva Cristo en nuestro es- de nuestra postración


¡
abre nues- ;

píritu. En el frío nada vive, y vive tros ojos y levántalos a Ti; abre tu
|

todo en el calor y en la caridad. Vi- boca para llamarnos; abre nuestros


l

ve el amante en el amado y a su oídos para que te oigamos, a fin


vez el amado en el amante. Tam- de que, habiéndonos propuesto tu
|

bién nosotros, si amáremos a Cris- vida como guía y norte, endere-


'

to, que padeció tanto por nuestra cemos a Ti todas nuestras acciones,
salvación; si amáremos al prójimo, todas nuestras palabras, todos nues-
que nos representa a Cristo corpo- tros pensamientos.
¡

ralmente, y somos benévolos y be-


néficos para con él, vivirá Cristo en í

Otra
nosotros y nosotros en El y por El,
porque El es nuestra salud y nues- Apartas a Magdalena que no te
i

tra vida sin fin y nuestra bienaven- bese los pies, porque a su juicio
turanza eterna. todavía no estaba glorificada tu car-
ne y te buscaba vivo entre los
40. ANTE LA IMAGEN DE CRISTO muertos y para ella no eras igual
SALVADOR O REINANTE EN EL al Padre. Por esto no permitiste
CIELO que se imprimiese en tus pies un
« beso indigno de tu majestad. Tú
¡Oh Hermano nuestro, oh Hijo ya, para nosotros, Rey eterno de la
natural de aquel Padre de quien so- gloria, resucitaste de la muerte; ya
mos hijos de adopción por Ti, oh subiste a tu Padre y a nuestro Pa-
Cabeza de nuestro cuerpo: vérnos- dre; ya estás sentado a la derecha
524 JUAN LUIS VIVES. — OBRAS COMPLETAS. —TOMO 1

de Dios Todopoderoso consiente jante, el Padre de Cristo nos exal


:

que nosotros nos acerquemos más tará con Cristo.


a Ti, o, mejor, acércate Tú a nos- 9. Seamos crucificados para ser
otros; bésanos con un beso de tu levantados.
boca; si de ello te dignares, nos 10.Muramos para resucitar.
harás dignos de muchos otros be- 11.Siendo partícipes de sus tra-
sos y abrazos y coherederos de tu bajos, lo seremos de su solaz.
reino. 12. Por la carne humillada y
Encualquier momento que Cris- afligida llegaremos a la carne glo-
to saldrá a nuestro encuentro, ha- riosa y reinante.
ciendo o diciendo o sufriendo algo; 13. Si Cristo, fuere
afligido,
si es cosa próspera, ruégale que te nuestro dechado en vida mortal,
la
admita en ese consorcio; si es ad- Cristo glorioso será nuestro ejem-
versa, que te saque del trance pe- plar en la vida eterna. El que fué
noso y te aleje de él. imagen terrestre, lo será también
celeste. Ve adonde llegó Cristo pa-
Digresión ra que tú no ignores ni dudes ser
ése el camino que conduce donde
LLlegó Cristo al reino celestial El llegó.
por la ignominia terrenal. 14. Ahora que Cristo hizo su en-
2. A la majestad eterna, por una trada en el cielo, tiene el universo
momentánea abyección de esa vida mundo su cabeza, tiene la familia
efímera. su primogénito, tiene la ciudad su
3. Sublimada fué su carne, por- rey, tiene la Iglesia su Pontífice,
que fué abatida y baldonada y ho- tiene su medianero y pacificador
llada. entre ella misma y Dios.
4. Así convenía que Cristo pade- 15. Ahora está asentada y esta-
ciese y por este camino entrase en blecida la ciudad, constituido el rei-
su gloria. no, el templo edificado, puesta por
5. Cristo, por nosotros, hízose cabeza de esquina la piedra que ha-
obediente al Padre hasta la muer- bía sido reprobada.
te, y la muerte era de cruz; por 16. Su reino es el reino de to-
esto el Señor le exaltó y le dió un dos los siglos, en cuyos vestidos y
nombre que está por encima de en cuyo muslo está broslada la le-
cualquier otro nombre a fin de que yenda: Rey de reyes y Señor de
en el nombre de Jesús hinquen su los que señorean.
rodilla el cielo, la tierra y el in- 17. Y el Padre dice de su Hijo:
fierno. Yo le pondré por primogénito, en-
6. Y lo que sube, ¿qué es sino cumbrado más que los reyes de la
lo que descendió a las partes infe- tierra.
riores de la tierra? 18. Para siempre le conservaré
Estos misterios contienen pa- mi misericordia y será firme con
7.
ra nosotros doctrina y ejemplo, de él mi alianza.
manera que si queremos subir co- 19. Y pondré su simiente para
mo Cristo, bajemos con El prime- siempre y su trono como los días
ro, con la sujeción de nuestra vo- del cielo.
luntad a la voluntad de nuestro Pa- 20. Y su trono como el sol en mi
dre celestial. presencia y como la luna perfecta,
8. Así por una obediencia seme- la cual será testigo fiel en el cielo.
OBRAS DEVOTAS. PRECES Y ORACIONES GENERALES 525

21. Nada podrá el enemigo con- excelente, inmortal, creada para la


|

tra El, y el hijo de iniquidad no le eternidad y la celestial bienaventu-


podrá dañar. ranza! Y como a su vez Dios es so-
22. Vestiré sus enemigos de son- berano, omnipotente, infinito, con-
rojo, y sobre él florecerá mi santi- viene que te persuadas de que todo
ficación. aquí es excelente y sublime en gra-
23. Y ya entonces nosotros, re- do sumo para que penetren en tu
chazada toda tiranía y toda violen- espíritu con la más grande digni-
cia hostil, seguros, alegres vivimos dad. Saboréate en espíritu con lo
bajo el poder de tal Rey, a quien que entiendes acata y reverencia lo
;

todas las cosas le fueron dadas por que no entiendes, atento siempre a
el Padre y nadie puede resistir su todo y esfuérzate por entender no
poderío. por curiosidad, sino por amar más
24. Ese es el Cordero degollado, ardientemente. El conocimiento es
digno de abrir el libro de los mis- el origen, y la causa de amar el bien,
terios, cerrado con siete sellos. Si Cristo no cesó de hacerte bien ni
25. Este es el león de la tribu otra cosa hizo mientras lo obraba,
de Judá, vencedor y triunfador de dime: ¿Cuánto cuidado es de razón
nuestro enemigo. que pongas en tu propio bien? El
26. Cristo, resucitando de los te hizo tan gran bien de obra: haz-
muertos, ya no muere, y la muerte le tú alguno de pensamiento; El,
ya no le dominará jamás; porque con el efecto; tú, al menos, con el
murió por el pecado, murió una so- afecto, y en tu tan gran bien sé co-
la vez; pero porque vive, vive para operador de Cristo.
Dios.
27. Aquí nos defenderá con su
42. AL MISTERIO DEL CUERPO Y DE I
fortaleza,y con su mansedumbre
SANGRE DE CRISTO
nos abrigará, y con su bondad nos
dará la bienaventuranza. Oh Memorial de una realidad que
¡

no nos conviene olvidar nunca y


41. CONTEMPLACIÓN DE QUIEN VA que es de nuestro mayor interés
A OÍR MISA traer siempre delante de los ojos; a
saber la pasión y la muerte de Cris-
:

Todos nosotros somos deudores a to, con las cuales nos redimió y
Dios, hijos de ira y de castigo. Cris- nos libró de las cadenas de la muer-
to pagó por todos y satisfizo al Pa- te, restituidos a la primera inocen-
dre. Este sacrificio tan grande y es- cia, retornados a la vida. Prenda es
te beneficio universal incluido en un de su amor para con su Esposa la
misterio celebra cada día la Iglesia Iglesia. Nexo de mutua caridad en-
que, por otra parte, había de serle tre Cristo y nosotros que comemos
tan ingrata. También nosotros, con un mismo manjar, no tanto corpo-
espíritu de piedad y de gratitud, -
ral que por ser de materia endeble
acudamos a la rememoración de tan en breve tiempo termina su acción
gran bien y de alegría tanta; pero y se sale del cuerpo, como espiri-
puros a una cosa tan pura, a fin de tual, por el cual nuestros espíritus
que lo santo nos santifique, pero no se unen todo el tiempo que quieren.
nos manche. Todo lo que allí verás y Símbolo del cuerpo místico de Cris-
oirás es una representación de aquel to que es la Iglesia, en la cual ya
divino beneficio. ¡Cómo tu alma es nadie vive para sí. Como en el pan
526 JUAN LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. —TOMO I

ya no aparece el grano de trigo que, 2. Esta manda es, a su vez, un


molido y hecho harina, no forma gran gozo y un perenne consuelo de
más que una masa, y de muchos ra- la Iglesia, la cual, así como consta
cimos de uva estrujados se hace el de cuerpo y alma, no ya sólo espiri-
vino, tal es la fusión y la unifica- tualmente, sino también corporal-
ción de la Iglesia mediante la cari- mente tiene a su Esposo, el mismo
dad, de modo que cada una ya no que está sentado a la derecha del
vive su vida individual, sino que en Padre.
él vive Cristo. La incorporación de 3. Cómo está allí Cristo, cómo
nuestro ser con Cristo hácese cuan- por nosotros es sumido, es un mis-
do le tomamos dentro de nosotros. terio que excede nuestros sentidos
Pone sosiego en el espíritu de cada así del cuerpo como del alma. Con
uño el pensar que no sólo espiritual- todo, no dejes de considerar y pre-
mente, sino también corporalmente guntarte eso: ¿Qué cosa hay en
Cristo habita dentro de sí y es sa- toda la Naturaleza que no supere y
lud y vida de cada cual, porque en trascienda nuestros sentidos? ¡Cuán
su pecho recibe la vida. Ese es el breves y reducidos son los límites
cuerpo de Nuestro Señor Jesucristo, de nuestro ingenio! No te maravi-
que entregó el Padre por amor nues- llarás, pues, de que ese misterio es-
tro y que El mismo ofreció por nos- té fuera de los sentidos cuando tan
otros. pocas cosas son las que están den-
Escierto que lo es porque nos tro.
lo enseña la fe; nos conviene que 4. Todo en este misterio está
lo sea, porque nos lo previene la ca- henchido de caridad; pero si levan-
ridad. De que lo es no hemos de du- tamos ojos y mientes a Aquel que
darlo más que de la bondad y de la todo lo puede, fe tan grande no nos
amistad de Cristo para con nosotros. es necesaria.
¡Oh Prenda de una realidad dulce 5. Si referimos a nosotros las co-
y sabrosa de recordar porque ella sas divinas, todo será difícil e in-
nos devolvió la salud verdadera y creíble; pero si las referimos a
más cierta. ¡Oh muerte de Cristo, Dios, todo será fácil, llano, creíble.
precio del rescate del género huma- 6. La misma institución del sa-
na cautivo, abárcame en tu reden- cramento testimonia el amor de
ción y adopción de los hijos de Cristo para con nosotros.
Dios! 7. En la última cena, teniendo
Cristo que pasar del mundo al Pa-
Digresión dre, en medio de aquellos a quienes
amaba con la más entrañable de
Después de Dios no hay cosa
1. las ternuras, dejó esa prenda de Sí,
más cara y agradable a Cristo que hincada para siempre jamás en nues-
la Iglesia su Esposa. Por eso la de- tra memoria.
jó de Sí y la recomendó una memo- 8. Si le comieres como a pan, no
ria imperecedera, mientras anda pe- sólo no te aprovechará como pan,
regrina por el mundo, no en obje- sino que te dañará; y cuando le to-
tos externos y ajenos, sino en Sí mares como medicina y por tal me-
mismo, pues no quiso que se inter- dicina ni observas el tiempo ni el
pusiese nada entre su Jglesia y El, modo, convertístela en veneno y co-
para recuerdo dé su recíproca bien- mes y bebes tu propio juicio, por-
querencia fuera de Sí mismo. que entre el cuerpo del Señor y cual-
OBRAS DEVOTAS. PRECES Y ORACIONES GENERALES 527

quier otro alimento, no pones dife- 16. Veas, pues, de amar y de ser
rencia alguna. fiel;así retendrás y no de otra ma-
9. Pero si lo tomares como me- nera. Con tales estrenas se deleita
dicina, serás curado; sicomo salud, ese huésped, y con esos banquetes
serás salvado; toma, pues, antes en no se va.
tu espíritu que en tu paladar a 17. Cuán bien recibido conviene
¡

Cristo. que sea el don que viene de un ami-


10. Lo primero es tomarlo espi- go muy estrecho! Y un legado tes-
ritualmente que corporalmente. tamentario! ¡Y una recomendación
11. Pero Cristo, que antes en el última! ¡Y un recuerdo que se deja
seno del Padre fuera puro espíritu, para que refresque a menudo la me-
llevado de su amor para con nos- moria de un amor tan tierno! Si el
otros, bajó a la tierra, con vestido amigo fué querido, si fué grato, si
de carne, y en su testamento nos fué dulce, queridos son y gratos y
legó de sí una manda corpórea. Ese dulces los recuerdos de aquella amis-
amor nos invita a que le sumamos tad y tanto más queridos cuanto
en cuerpo y en espíritu. más unidos al mismo amigo y cuan-
12. También nuestro amor para to más reproducen su memoria. ¿Y
Cristo nacido del suyo y, por ende, qué diré si es una parte viva del
hasta cierto punto, semejante a El, mismo y amable no sólo por el afec-
no contentándose con solas cosas to mutuo, sino porque es saludable
corporales, dimana afuera, a los sen- / apetecible? Cierto es que no podía
tidos, y desea inmergirse todo y hallarse o recomendarse un recorda-
completamente en el amado. toriomejor y más eficaz que éste,
13. La comunión espiritual invi- que tiene la máxima duración y no
ta a ese espiritual convite. Y la re- faltará eternamente.
facción corporal enciende y aumen- 18. Aquí, en el discurso de esa
ta la refección espiritual por el emo- vida, nosotros los mortales sumimos
cionado recuerdo de beneficio tan el cuerpo de Cristo, memoria de su
grande. mortalidad. En la eternidad ventu-
14. Y así como el Hijo de Dios rosa sumiremos la eficacia y el fru-
fué siempre espíritu y lo será, si to de su resurrección. Cristo, por su
bien temporalmente se vistió de car- mortalidad, pasó a la inmortalidad;
ne, así la comunión espiritual debe por la pasión, a la bienaventuranza;
ser frecuente, cotidiana, prolongada, por la humillación, al reino de todos
casi perpetua para imitar en cuan- los siglos. Así nosotros también, me-
to esté en nosotros la eternidad de diante el piadoso recuerdo de sus
aquella espiritualidad. Mas la comu- trabajos, tomando el sacramento de
nión sacramental tiene sus tiempos su cuerpo mortal, seremos traslada-
e intervalos. dos a la vida sempiterna y, unidos
15. Sumimos, pues, a Cristo cor- e identificados con la Divinidad, nos
poralmente para significar la unión haremos semejantes a su cuerpo glo-
de los espíritus por la de los cuer- rioso. Así que estos misterios tem-
pos. Y porque entiendas cuán ami- porales son a manera de grados pa-
gos sois Cristo y tú, puesto que mo- ra los sempiternos; son imágenes
ráis juntos dentro de los límites de y simulacros, por los cuales enten-
una misma sustancia. Así que no damos en espíritu nuestra deifica-
amas a quien está lejos de ti, ni si- ción y la consigamos en el efecto,
quiera fuera de ti, sino dentro de ti. cumpliéndose lo que el mismo Cristo
528 JUAN" LUIS VIVES. OBR.AS COMPLETAS. TOMO I

prometió: Como me envió el Padre, zón eres la más feliz y dichosa del
viviente, y yo vivo por el Padre, género humano, impétranos de tu
así también el que me come él mis- Hijo, que también nosotros perciba-
mo vivirá por Mí; quien come mi mos algún sabor de aquella felici-
carne y bebe mi sangre tiene la vi- dad que Tú bebiste con tan largos
da eterna. sorbos para que también converse
Cristo con nosotros y con su pre-
43. EN LA COMUNIÓN sencia continua nos defienda y nos
alegre.
Venero el Divino Sacramento y
doy gracias por el don que no tiene Otra
precio.
Tú sólo puedes purificarme; pu- Podemos nosotros concebir a Dios
rifícame porque no me dañe a mí espiritualmente y corporalmente po-
mismo, tomándote inútilmente. demos concebirle y parirle; pero es-
¿Qué cosa puede dañarme ya, con te privilegio fué sólo tuyo, ¡oh Vir-
el recibirniento de tal huésped? Cier- gen! Pero el que Tú corporalmente
to estoy que tengo dentro de mí el le parieses, demuestra con toda evi-

Cuerpo de Cristo; mas mi confian- dencia que ningún otro mortal le


za hace que tenga a todo Cristo. engendró espiritualmente con tal
excelencia y plenitud. Tú eres, pues,
con enorme ventaja sobre todos, es-
44. A LA VIRGEN MARÍA posa espiritual y madre física; la
única madre que le das a luz, en-
¡Oh qué gozos, oh qué alegría
vuelto en velos de carne humana.
conversar con tal Hijo! Aquel en
¡Oh auténtica Heroína y Semidio-
cuyo rostro desean mirarse los An-
sa, que tienes a Dios por Hijo: al-
geles, Tú no le miraste solamente,
canza de nosotros por El que, pues-
sino que le llevaste en las entrañas,
to que en cuerpo y en espíritu es
le alumbraste para el mundo y para tuyo, al menos por alguna partici-
la salud del linaje humano, le tocas-
pación de sus virtudes sea nuestro.
te con tus sagradas manos, le ama-
mantaste con los purísimos rauda-
les de tus pechos, te saboreaste con 45. EN LAS FIESTAS DE LOS
sus besos, gozaste con sus abrazos; MÁRTIRES
Tú, risueña y radiante, recibiste su
primer balbuceo, el balbuceo del ¡Oh qué combates los vuestros,
Verbo de Dios Padre soberano, sa- cuán graves y difíciles! ¡Qué luchas
pientísimo, inmortal; te estuvo su- tan atroces, de las cuales salisteis
jeto, te sirvió; Tú tuviste el dere- vencedores por la paciencia y ia
cho de señalar a Aquel a quien sir- constancia! Por la muerte vinisteis
ve el universo mundo aquellos mi- a la vida; quebrado y despedazado
nisterios que convenían al buen or- quedó vuestro cuerpo, y sucumbió;
den de tu casa. Por esto, Tú eres mas vuestro espíritu valiente, ale-
más aventajada que los ángeles. A gre y ágil tomó el vuelo hacia su
El los ángeles le sirven y El te sir- origen. Ahora contempláis la verdad,
ve a Ti, y así como fuiste la prime- de la cual disteis testimonio a cos-
ra en la unión y en la familiaridad, ta de vuestra vida y de vuestra san-
así fuiste la privilegiada en el favor gre verídica. Desenvueltos de las
y en la gracia. ¡Oh Tú, que con ra- tinieblas entrasteis en la eterna luz.
OBRAS DEVOTAS. PRECES Y ORACIONES GENERALES 529

Ahora gozáis del premio y de la tos azares, vamos a flote en el bra-


prez de tal triunfo. Dios lo propuso vio oleaje de este peligro agobiador.
todo como premio al trabajo, y muy Vosotros allí, ciertos ya y seguros
justo parece que cada cual consiga de vuestra suerte buena, vivís en
aquello por lo cual trabajó con em- alegría suma: rogad al Padre celes-
peño decidido. Felicísima fué vues- tial con quien estáis unidos indiso-
tra muerte que, todo y siendo inexo- lublemente que también a nosotros
rable deuda de la Naturaleza, fué nos llame a donde vosotros estáis y
dada principalmente en obsequio a que de buena gana o repugnando
Cristo. ¡Oh muy fuertes atletas, oh nos lleve a que seamos una sola co-
soldados invictísimos; ojalá vos- sa con vosotros y con El.
otros nos alcancéis de Cristo, a
quien amasteis tanto, un poquillo Digresión
de aquella constancia y de aquella
paciencia, un poquillo de aquella 1. La importancia de la amistad
voluntad resoluta y pronta, y que de los santos con Dios que acrecien-
deseásemos llevar con vosotros así ta extraordinariamente el valor de
aquella vuestra Cruz pesada y glo- la persona, ¿por dónde puede cali-
riosa como esas otras tan ligeras y brarse sino por la proximidad de
tan pequeñas que se nos presentan Dios, que es la mayor o, mejor di-
todos los días en esa seguridad y cho, que es la única en su amistad?
bonanza de nuestra existencia y que 2. La semejanza de los santos
nos abrazásemos con ellos con todo con Cristo por muchas vías se pre-
cariño y que las llevásemos con mu- senta al entendimiento; a saber:
cha voluntad y sin queja alguna, a porque son hijos de Dios, imitado-
fin de que, hasta el punto que se res de sus virtudes; porque llenan
nos conceda, tomemos alguna expe- ellos los vacíos que faltaban a los
riencia temporal de los trabajos y amores de Cristo, como dice San Pa-
de las penalidades de Cristo y sea- blo. Es de razón que los trabajos de
mos consortes y particioneros en la la cabeza redunden en los miem-
eternidad de aquel reino que El con- bros y después que la cabeza está
quistó con su Cruz. afligida, que sus aflicciones se co-
muniquen a sus miembros.
3. ¡Qué luz de la Iglesia la doc-
46. EN LAS FESTIVIDADES DE trina salubérrima a difundir! ¡Qué
LOS SANTOS ejemplo para los que la quieran
practicar en su vida y sus acciones!
Bienaventurados los que, sueltos A cuántos, con la palabra y la per-
de esta cárcel nauseabunda, alegres suasión, a cuántos con el ejemplo
y seguros, tomasteis la vuelta de la de su vida, a cuántos con sus ora-
patria; los que ni sentís ya más las ciones llevaron a vida más ordena-
acucias de esta vida ni teméis la in- da y los ganaron para Cristo o, pa-
fección de Satanás ni por sus va- ra hablar con mayor propiedad, ga-
rios ardides os instiga a la separa- naron a Cristo para ellos.
ción de Cristo; los que ya podéis 4. ¡Qué consuelo para los hom-
exclamar con intrépida seguridad: bres en sus adversidades, con sola
¿Quién nos separará de la caridad su presencia y su vista, cuando los
de Dios que reside en Cristo Jesús? pueblos creíanse asentados como en
Nosotros aquí, ajetreados por tan- columnas muy firmes y que tenían
530 JUAN LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. TOMO I

en cierta manera al propio Cristo para con los santos de Dios, y a El


delante de sus ojos! cuán grata y cuán aceptable y cuán
5. Y no se engañaron en su opi- poderosa y eficaz para impetrar lo
nión. ¡Cuántas veces ellos, con sus que le pedimos? No es de creer que
súplicas, alejaron el golpe de la estuviese más unido ni fuese más
Justicia divina y alcanzaron para apreciado de Cristo su vestido ma-
sus pueblos bienes cuantiosos de terial que un apóstol o que un már-
Aquel ante quien, por su confianza tir suyo.
y su amor, eran todopoderosos!
6. ¿Qué puede decirse más con- 47. DE LOS MÁRTIRES
forme con Cristo? ¿O qué imagen
suya más expresiva puede verse? ¡Qué crudeza de tormentos! ¡Que
7. Debemos a lossantos acción tortura de cuerpos inocentes Cuán-
! ¡

de gracias de tantos beneficios su- ta sevicia y cuánta brutalidad y


yos, tan grandes, tan asiduos. qué ministerio tan atroz así de los
8. Hemos de amar tanta bondad que lo mandaban como de los que
como Dios dispensa por medio de lo ejecutaban! Y en los mártires,
sus santos. ¡qué poca estima de sí mismos o,
9. En los santos hemos de ado- mejor, cuánto desdén! Miraban a
rar la semejanza de Jesucristo, Se- sus cuerpos como si fueran de pie-
ñor y Dios nuestro, o, mejor, el dra o de madera, continuamente ab-
mismo Cristo debe ser en ellos ado- sortos en espíritu y pensamiento en
rado. Cristo, como clavado está en el blan-
10. Admitidos en el Cielo, unidos co el ojo de quien apunta en él. Y
con Dios y (por decirlo así) deifi- cuán verídicos testigos de la verdad,
cados, descollaron sobre cualquier afirmándola no sólo con la asevera-
otra jerarquía humana. ción o el juramento, sino rubricán-
11. Adoramos a Dios en ellos y dola con su sangre y con su vida y
a ellos, absorbidos en Dios con gran con la intolerable aspereza de los
confianza, les veneramos, porque ya padecimientos. Y con todo en estas
que fueron benéficos en las estre- tan descomunales penalidades, cu-
checes y miseria de esa vida mortal, ya sola evocación produce en nues-
tendrán mano más copiosa y larga tra carne escalofríos y horror en
en aquella abundancia de los bienes nuestras almas, cuán modestamen-
eternos. Puesto que tales se mostra- te o, mejor, cuán bajamente sentían
ron siendo hombres, ¿qué no van a de sí mismos. Pensaban en sus aden-
ser ahora que son semidioses? A tros aquello que dice el Señor:
buen seguro que su mejoría de es- Cuando hubiereis hecho todo esto,
tado, lejos de restringir su largueza, pensad: Siervos inútiles somos. Y
la acrecentó, de manera que ahora, pensaban asimismo lo que dice su
constituidos en aquella bienandanza apóstol: Tú que estás en pie, ve
y libre distribución de tantos bienes, que no caigas; ten un sano recelo.
podrán beneficiarnos tanto como Así, que con ansiosa solicitud ejer-
quisieren. citábanse en la piedad e imploraban
12. Y si a la mujer qué padecía el favor de Cristo, sin el cual es va-
flujo de sangre, por su veneración no nuestro esfuerzo y es baldío nues-
del vestido de Cristo fué tan grata tro afán. ¿Qué se hará con nosotros
al Señor que le dió la salud, ¿cuál que llevamos una vida toda sumida
pensamos que debe de ser la nuestra en la molicie, en el regalo, en los
OBRAS DEVOTAS. PRECES Y ORACIONES GENERALES 531

placeres, confiados y apáticos; que vuelvo buenos a los otros yo me


juzgamos insoportable cualquier de- vuelva arrogante y malo, sino que
sabrimiento que nos acontezca? No lo utilice primeramente en prove-
hay cosa tan liviana que con su cho mío y luego en provecho del
fricción no nos conmueva impacien- prójimo, a fin de que yo, especial-
tísimamente. ¿Abonados con qué mente, sienta en mí los efectos de
confianza nos atrevémos a llevar tu beneficio $ de tus luces, y luego
en nuestros labios el nombre de de mí irradie a los otros a quien Tú
Cristo y llamarle Padre, y esperar me mandaste que les enseñase.
la sentencia de su Tribunal? Si no
es coronado más que aquel que legí-
timamente peleare, ¿qué corona pre- 49. EN EMPRENDIENDO ALGUNA
tendemos o esperamos nosotros que OBRA
no peleamos jamás, que huimos del
combate, que le tenemos horror, co- Nosotros, a quien el pecado sumió
mo a la mayor de las miserias y en cerrazón oscurísima, impreviso-
res del porvenir, ignorantes de nues-
calamidades? Estos mártires nos edi-
tras propias conveniencias, empren-
ficaron en su tiempo con el valiente
testimonio de la verdad y nos edifi- demos esta obra que pensamos nos
can cada día con sus ejemplos, en- será conveniente. ¡Oh inmensidad
señándonos a cohibir los ímpetus de la divina bondad, de la luz, de la
desenfrenados, arrojados a los vi- sabiduría, para quien todas las co-
cios en carrera loca y a despertar a sas son conocidas y claras: ruégo-
los dormidos en la ociosidad y en la te con el mayor de los encarecimien-
desgana de toda obra meritoria y tos que remuevas de mí todo lo que
laudable. vieres que es dañoso a mi alma,
que es la potísima parte de mi ser,
48. CUANDO NOS APAREJAMOS PARA y que me apartes de ello lo más le-
EL ESTUDIO jos posible, si me muestro dócil a
tu inspiración; y si repugno y re-
Nosotros no tan sólo moramos en zongo, que me arranques a la fuer-
tinieblas espesísimas, sino que las za. Mas lo que ha de serme de pro
llevamos pegadas con nosotros. Tú, vecho, impúlsame a ello; a tu guia-
Dios, que eres luz nuestra, ilumina je confióme todo; ignorante como
esta triste y ciega noche, para que soy, me encomiendo a Ti, que eres
conozca la verdad que eres Tú, y laomnisciente, y ciego como soy me
siga y la retenga; hazme más sabio encomiendo a Ti, que eres omnivi-
y mejor para que transfunda en los dente; y siendo malo y flaco, a Ti,
otros una porcioncilla de esa luz que eres bueno y todopoderoso. Con
que me distribuyes. Mas, lo que me tal director y con tal guía todo lo
enseñares, dame cordura y buen haré y todo lo terminaré, como cum-
tiento porque no lo malgaste en ple que lo termine.
alarde necio, no sea que mientras Brujas, año 1535.

FIN DE LAS «PRECES Y ORACIONES


dENERALES»
f
OBRAS FILOLOGICAS

CARTA DE JUAN LUIS VIVES
A JUAN FORT
SOBRE EL

POETICON ASTRONOMICON
DE HIGINO <>
(15*7)

PARIS, PASCASIO LAMBERT

JUAN LUIS VIVES henchida de erudición y de elocuen-


VALENCIANO cia,de Higino, el cual fué latino ex-
tremado y primoroso como fácil-
A JUAN FORT, BRAVO FILÓSOFO Y CON-
mente lo colegirás de los comenta-
TUBERNAL SUYO: SALUD
rios de Aulo Gelio. Yo le tengo a
ese Higino a par de Arato, que Ci-
Aquel Juan Dullard, de Gante, co- cerón trasladó a los metros latinos
mo en su extremado afán, que de su griego original, por uno de
tú tienes experimentado, de ser los buenos autores en esta ciencia
útil a cualesquiera estudiosos, hubie- de los astros. Enseñan verdades ave-
ra compuesto unos comentarios me- riguadas y ciertas y muy dignas de
teorológicos, entregó a los impresores que se sepan y nadie debe excusar-
un libro de Pablo Véneto, cuyo título se de su lectura y conocimiento. Te-
es: Del aderezo del mundo, al que niendo, pues, yo en mis días de París
iba adjunta la historia de los cuer- que explicar en público a ese exce-
pos celestes; obra, a mi parecer, lente Higino, quise fuera entregado

(1) Esta carta hállase al fina;l de la nuper multis In /


es) extant adiectis
primera edición (1517) de Higino, cuya locis ex multorum Poetarum / Hysto.
portada reza riographorum ac pylosopho I rum Li-
Higinii hystoriographi et ! pillo- bris notis. Cura recente et utili tabula.
sophi argutissimi libri / quattuor non Pasquier Lambert. Veneunt a fidelissi
solum poéticas et históricas verum et as- mo alme parrhisiorum academie biblio-
tronómicas I Permultas veritates acrio- pola paschasio lambert incluso brunello
ri collectas lima et Lacónica brevitale sub divi claudii signo e coqueretici
eno f dantes studiase tibi (quicunque gymnasii regione.
536 JUAN LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. TOMO I

a mejores prensas y en tipos infini- tus horas libres a nuestro Higino,


tamente más legibles y gratos a los que te hará más docto, aun cuando
lectores. Las enmiendas, si las hay, ya eres doctísimo. Deja algún rato,
no deben imputárseme, pues me an- por favor, las cavilaciones sueséticas
ticipé a declarar que yo no asistí a y las quebradizas sutilezas dialécti-
la impresión ni una sola vez. Mien- cas de Gaspar Lax y consagra a
tras tanto, mi querido Juan, lee en Higino tres o cuatro días enteros.

FIN DE LA «CARTA A JUAN FORT»


FABULA DEL HOMBRE
(FABULA DE HOM1NE)

JUAN LUIS VIVES mos nuestro pensamiento, toda la

A ANTONIO DE BERGES, MANCEBO NOBI- ruindad y vileza de esas cosas que


LÍSIMO: SALUD buscamos con tantos sudores y tra-
bajos, tan ansiosa y solícitamente,
tienes tiempo, nobilísimo Anto- ciegos y locos; y puede al mismo
Si nio, de devanear a ratos, he aquí tiempo darnos mejores amonestacio-
dos opúsculos míos en que po- nes. Todo lo que contiene la vida
drás hacerlo a placer. No tengo a ma- humana, excepción hecha de la vir-
no ningún otro envío mejor con que tud, es juego de niños, es ridiculez
demostrarte el amor que te profeso. efímera que luego al punto se des-
De la grandeza de este amor mío vanece. Es propósito mío, si algún
juzga por el que tú me tienes. día tuviere tiempo libre, desarrollar
Pienso (si no se engaña Platón, el en una obra especial y con la debi-
gran maestro de sabiduría, en su da extensión este tema del que aho-
juicio acerca del afecto de Jenócra- ra no te anticipo sino un insignifi-
tes para consigo) que tú también cante rasguño. El otro librillo es
correspondes al mío. Tendrás, pues, Prelección a las «Geórgicas» de Vir-
alguna cosa mía ya que tanto la gilio, puesto que no es ningún absur-
deseas, y contento y satisfecho con do que el filósofo se apee de aquella
ella no pedirás en adelante cosa ma- su ciencia severa y cejijunta, y des-
yor, si es que un amigo pueda har- cienda para su recreación al blando
tarse con cosas del amigo, por más y apacible trato de las musas, cosa
que sean de burlas. Será, pues, el que yo hago con frecuencia y osadía,
primer librito la Fábula del hombre tanto más cuanto que yo estoy afilia-
es, a saber, del teatro del mundo, do a aquella filosofía cuyo corifeo,
en el cual cada cosa desempeña su Aristóteles, escribió un Tratado de
papel, siendo el hombre el protago- poética, y para Alejandro el Grande,
nista. discípulo suyo, interpretó a Homero,
Elargumento es antiguo y en poeta a quien yo suelo llamar el
él,a vueltas de muchas burlerías y Virgilio griego, como a él le llamo
donaires, existe un gran fondo de el Homero romano. Pero tú, mi ca-
seriedad, puesto caso que puede rísimo Antonio, esfuérzate por con-
demostrarnos, por poco que eleve- ducir esta tu egregia índole al ápice
538 JUAN LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. TOMO I

de la virtud y repara que esa tu i no. Ten salud y sigue amándome


edad juvenil no se eche a perder en como desde que comenzaste hasta
la corrupción de la Corte. Con todo el presente lo has hecho.
yo espero, según es tu natural, que
no vas a necesitar de monitor algu- Lovaina, año 1518.

FABULA DEL HOMBRE

Huélgome de comenzar por jue- *plan y en cuya parte inferior, que


gos y fábulas esta disertación mía muchos llaman media, puso ia tierra,
acerca del hombre, donde el mismo esto es, la escena, a la cual saliesen
hombre, su protagonista, es juego y ios actores, que son los animales
fábula. Es fama que tras un opí- todos y cualesquiera otras cosas. A
paro y suculento banquete, al cual punto ya todos los preparativos y
ia reina Juno invitó a todos los dio- levantadas las mesas del convite.
ses en celebridad de su día natali- Mercurio Braubeta anuncia ya que
cio, luego que estuvieron sin cuida- están en el escenario todos los per-
do alguno y calentados de la buena sonajes que han de actuar, debida-
jera y del generoso néctar que be- mente caracterizados. Alegres salen
bieron, preguntaron a Juno si les los espectadores y señálase a cada
había preparado algunos juegos que uno el lugar según su dignidad.
presenciar después del convite, por- Presidía aquellos juegos lúdicros Jú-
que nada se echase de menos en piter, dictador máximo, quien así
tan solemne día y porque fuese de que vió que estaban presentes todos
todo punto completo su regocijo. Y los dioses dió la señal para el co-
cuéntase que ella, por complacer mienzo; y porque ningún actor hi-
también este deseo de los dioses ciese lo que a él le viniese en gana,
inmortales, rogó encarecidamente a señaló y fijó a la histriónica manada
Júpiter, su hermano y marido, que, el orden de la fiesta, sin permitirles
puesto que era todopoderoso, hi- que se apartasen un punto del pro-
ciese al punto un anfiteatro y en grama.
él introdujera personajes como los Así fué que tan pronto como oye-
hay en las comedias, para que ron la voz y la señal del soberano
tampoco en aquel aspecto su día Júpiter los que estaban en el esce-
natalicio, que ella quería ver sobre nario, salieron por su orden al
manera celebrado, pareciese falto de proscenio y allá, con tal arte, con
algo en opinión de los dioses. En- tal compostura, tan a la manera de
tonces, a un gesto imperioso de Jú- Roscio, representaron tragedias, co-
piter omnipotente, único creador medias, sátiras, mimos, atelanas y
de todas las cosas, brotó ese univer- otras obras semejantes que juraron
so mundo, tan grande, tan adorna- los dioses nunca haber visto espec-
do, tan vario y hermoso de todo táculo tan lindo y que les diera tal
punto como lo veis. Este fué el an- contentamiento. Contentísima Juno
fiteatro, en cuya parte superior, a del placer y deleite de los dioses y
saber el cielo, están las moradas y casi saltando de alegría, iba pidien-
;

asientos de los dioses que lo contem- do a cada uno cómo le gustaban los
OBRAS FILOLÓGICAS. FÁBULA DEL HOMBRE 539

juegos. Todos expresaban unánime |


[
virtud lo abarca todo y lo es todo,
parecer, y que nunca habían visto veían asimismo los restantes dioses
maravilla tal; nada más digno de que el hombre era su pantomimo,
ser visto ni más digno de Juno pues de tal manera se transforma-
misma, ni del fausto natalicio que ba, que mostrábase bajo la figura
celebraban. No cabía en su trono de de planta, llevando una vida sin
satisfecha la diosa soberana, esposa ninguna clase de sentido; y luego,
del dios sumo, sino que exultante tras haberse retirado un momento,
y ligera, recorriendo los escaños de volvía a la escena etólogo y etopeo,
los dioses inmortales, íbales pidien- transfigurado en mil apariencias de
do, uno tras otro, de todos los his- bestias: dijeras que era furioso
triones cuál era el que les conten- león airado, lobo rapaz y voraz,
taba más. Los más sabios de los embravecido jabalí, zorra ladina,
dioses dijeron no haber cosa más puerca barrosa y voluptuosa, me-
admirable que el hombre; y a su drosa liebre, envidioso can, asno es-
parecer asintió el padre de los dio- túpido. Luego de haber representa-
ses con una inclinación de cabe- do toda esa fauna fiera, quitándose
za, pues con cuanta mayor atención un rato de la vista de los especta-
se fijaban en sus gestos, en sus pa- dores, alzado el velo, tornaba a
labras, en los actos todos de su aparecer ahora ya prudente, justo,
persona, mayor era su pasmo. Feli- sociable, humano, benigno, cortés
citábase Júpiter a sí mismo viendo hombre, en fin; tratábase con los
hasta tal punto ser- admirado y ala- otros ciudadanos, mandaba y obede-
bado el hombre, hechura suya, por cía a su vez, cuidaba con los otros
los dioses todos. Los que estaban de todo cuanto se refería a las cos-
cabe él, viéndole complacerse tanto tumbres y utilidades públicas y en
en el Archicómico humano, fácil- todo se mostraba ciudadano urba-
mente entendieron que aquel perso- no y compañero leal.
naje era factura suya, y mirándole No esperaban ya los dioses que
con mayor ahinco y fijeza recono- se fuera a mostrar bajo nuevas for-
cieron en aquel hombre un parecido mas, cuando he aquí que se presen-
muy notable con Júpiter, gracias al ta a los ojos de los dioses reforma-
cual, el más boto de los dioses juz- do y con la misma apariencia divi-
gara que había nacido de Júpiter. na de ellos, con ingenio más que
El hombre mismo, recatado detrás humano, apoyado todo él en una
de su máscara, pero que con fre- mente sapientísima. ¡Soberano Jú-
cuencia se trasluce y casi de ella piter! ¡Qué espectáculo fué éste
se descara, y en muchas ocasiones para ellos! Primeramente maravi-
se demuestra claramente es, a ojos lláronse de que también a ellos se
vistas, un divino Jóveo, participan- les hubiese hecho salir a la escena,
te de la inmortalidad del mismo figurados en aquel admirable cómi-
Jove y de tal manera consorte de co, que muchos afirmaban ser el
su sabiduría, de su prudencia, de fabuloso y multiforme Proteo, hijo
su memoria, que ya no cuesta mu- del Océano. Después, tras una ova-
cho conocer que Júpiter le otorgó ción frenética, ya no dejaban con-
aquellos dones preciosos de su pro- tinuar la representación a aquel
pio tesoro; es decir, de sí mismo. histrión genial, sino que pedían a
Allende de esto, así como él, que Juno que, descarado de la máscara,
es el mayor de los dioses, con, su fuese admitido en los escaños con los
040 JUAN LUIS VIVES. OBR,AS COMPLETAS. TOMO I

dioses restantes y que más que ac- otorgar al hombre. Así fué, que lla-
tor fuese espectador. Ya ella iba mado de escena el hombre fué
la
gozosamente a impetrarlo de su ma- introducido por Mercurio en la
rido,, cuando, en aquel preciso ins- asamblea de los dioses y declarado
tante, sale el hombre representando vencedor. Recibido en el recinto au-
al mismo Júpiter óptimo, máximo, gusto no por aclamación ni vocerío,
reproduciendo con admirables e sino con un silencio admirativo,
inenarrables gestos la efigie del Pa- descubierto todo el hombre, demos-
dre, pujando su cabeza por encima tró a los dioses inmortales que era
de la de los otros dioses menores, gemela su naturaleza. Esta natura-
penetrando en aquella alma región leza, encubierta por el cuerpo, tor-
luciente, rodeada de tinieblas, que na a ese animal tan vario, tan sal-
habita Júpiter, rey de los reyes y tador, tan revesado, tan pulpo, tan
de los dioses. Así que los dioses le camaleón, como habían visto en la
vieron creyeron, en su momentá- escena. En aquella ocasión, Júpiter,
nea turbación y sorpresa, que su que fué reconocido y declarado no
señor y padre había descendido a ya padre de los dioses, sino también
la escena. Mas luego, sosegados ya, de los hombres, congratulábase con
levantaban los ojos al trono de Jú- apacible y bondadoso rostro, con
piter por ver si estaba sentado allí unos y con otros hijos suyos y por
o había salido enmascarado para unos y otros hijos fué saludado y
representar alguna cosa. Viendo que adorado como padre, y con gusto
continuaba en su trono, volvían los aceptó el augusto nombre común
ojos al hombre, y luego los levanta- con que nosotros todavía, usando
ban a Júpiter de nuevo, pues con de ese grato apelativo, le llamamos
tal fidelidad y tal decoro represen- padre de los dioses y de los hom-
taba a Júpiter en su actuación, que bres. He de decir que cuando Mer-
ora miraban abajo, a la escena, ora curio entró en las moradas divinas,
miraban arriba hacia el asiento de llevando en sus brazos los despojos
Júpiter, por no alucinarse con la de la representación escénica, mi-
efigie e inequívoco remedo del his- ráronlos y remiráronlos los dioses
trión. De los mismos histriones con el interés más vivo, admiran-
húbolos que juraron que aquél no do y adorando la sabiduría y el
era hombre, sino Júpiter en perso- arte de Júpiter, puesto que los ha-
na. Esos obcecados expiaron tama- bía hecho no menos bellos que úti-
ño error con penas acerbas. Pero les para la eficaz y justa representa-
todos los otros dioses, por reveren- ción.
cia de la imagen fiel del padre de Alta la cabeza, alcázar y aula de
todos, decretaron con sus sufragios la divina mente, y en ella los cinco
para el hombre honores divinos e sentidos, puestos y compuestos así
impetraron del mismo Júpiter, su- para gala como para utilidad; las
plicándoselo la misma Juno, que ese orejas cerca de las sienes, ni col-
mismo hombre, que tan al vivo ha gantes por piel muelle ni tiesas con
representado las personas de los rigidez de hueso, sino una a cada
dioses y del mismo Júpiter, se sen- lado, redondeadas, de un cartílago
tase entre ellos. Concedió Júpi- sinuoso para que puedan recibir
ter a los dioses de buena gana ios sonidos que vienen de una y
aquello que él, por propio impulso otra parte y porque no penetren en
y mucho antes, había determinado la cabeza, deteniéndolos en sus ara-
OBRAS FILOLÓGICAS. FÁBULA DEL HOMBRE
] 541

bages laberínticos, ni el polvo, ni suyo, da a luz increíbles partos. In-


las pajuelas, ni los insectos en sus venciones suyas son las ciudades,
vuelos temerarios. Y en número las casas, la utilización de los ani-
igual también dos ojos elevados, males, de las hierbas, de las pie-
a manera de centinelas avisados, dras, de los metales; los nombres
protegidos por un tenue muro de de todas las cosas, que los más sa-
cejas y de párpados contra el mis- bios de los hombres admiraron co-
mo polvo y las mismas pajuelas y mo uno de sus más felices hallaz-
los mismosinsectos pequeñísimos; gos. Y que no es hallazgo
luego, lo
espejos del alma y la más linda menor, la comprensión en muy
porción del semblante humano y el contadas letras de toda aquella in-
vestido mismo de la máscara o, me- mensa variedad de sonidos de la
jor, lamáscara misma, tan venusta voz humana, con las cuales se es-
y tan decente, extendida en brazos cribieron y divulgaron tantas dis-
y en piernas oblongas que rematan ciplinas, entre las cuales está com-
en dedos, tan hermosos, tan aptos prendida la religión, el conocimien-
para cualquier faena. No tengo hol- to y el culto del padre Júpiter y de
gura para seguir uno por uno todos los restantes dioses, sus hermanos.
los miembros, cosa que ya hicieron Esta cualidad, que no reside en nin-
otros con explicación muy minucio- guno de los otros animales, sino en
sa. Añadiré solamente que todos éste, es una prueba de aquel deudo
son tan congruentes y tienen tal que tiene con los dioses. Alléguese
correspondencia entre sí, que si se a esto que de bien poco le hubie-
les quita algo o se les cambia o se ran aprovechado todos los inven-
les añade, toda aquella congruencia tos susodichos si, por añadidura, no
y hermosura y toda facultad de tuviese como un almacén o tesoro
usarlos al momento se pierden. No de todas estas cosas donde conservar
existe ingenio que pueda hallar toda esta divina riqueza oculta: la
una mejor proporción de la perso- memoria, prontuario de todo aque-
na si ya no es que desee aquello llo que dije. Y de estas dos faculta-
que no fué hacedero. des, la memoria y la mente, nacen
Así que los dioses vieron al hom- en cierto modo la previsión y la
bre, abrazáronlo como hermano, lo conjetura de lo por venir, centella
juzgaron indigno de que volviese de aquella divina ciencia sin suelo
nunca más a salir en escena y ejer- que contempla todo lo futuro como
ciese un infame arte lucrativo, y no en flagrante actualidad.
se hartaban de besar su propia ima- Considerando los dioses estas y
gen y la de su padre. Escudriñaban otras cosas, insatisfechos todavía,
cosa por cosa, recorrían todos los no de otra guisa que los que con-
recovecos de su cuerpo y compla- templan en el espejo su propia
cíanse en su contemplación más imagen, gózanse con ella y no les
que con la de cualquier otro espec- ocasiona cansancio mirarse en ella
táculo y, por decirlo con las pala- largamente, así ellos también, vién-
bras del poeta, no les bastaba ver dose en el hombre tan fielmente re-
una sola vez, sino que les agradaba producidos a sí mismos y a su padre
detener en él los morosos ojos. Júpiter, contentábales mucho mirar
En reside una mente capaz de
él más veces lo que ya habían visto
tanto consejo, de tanta prudencia, otras muchas, y buscando unas co-
de tanta razón, tan fecunda que, de sas de otras, preguntábanle cómo
542 JUAN LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS.-
.
TOMO I

y con qué arte y con qué gesto momento había sido histrión. Reci-
había figurado en el proscenio las bido por ellos con todos los honores
plantas, y las hierbas, y las bestias, e invitado a las primeras filas, toma
y al hombre, y a los dioses, y al asiento mezclado con ellos. De allí
mismo Júpiter, rey de los dioses. contempló los juegos, que siguieron
Habiéndoselo expuesto el hombre,
- con su ritmo acostumbrado, hasta
graciosa y elocuentemente, mandó que retirando la luz el mismo Apo-
Júpiter que de los relieves del ban- lo en persona, a ruegos de Juno
quete se le sirviera ambrosía y néc- (porque los mayordomos y restan-
tar. De buena gana, no pensando ya tes servidores, avisados de los coci-
en espectáculos, hicieron merienda neros, anunciaban estar la cena pre-
con él muchos de los dioses. Hasta parada), introdujo la noche. Así
ese punto se gozaban con el hués- que, encendidas las antorchas, las
ped fraterno o, mejor, con su con- hachas, los cirios, las arañas, las
ciudadano, quien después de aquel lámparas que los astros traían, fue-
trabajo de los juegos escénicos, re- ron admitidos a la cena opípara con
focilado con manjares celestes, ves- idéntico ceremonial que al almuer-
tido con una pretexta de púrpura, zo suculento. La misma Juno, per-
como los otros dioses, con una co- sonalmente, invitó al hombre, y el
rona en la cabeza adelantóse para padre Júpiter asintió, y del asenti-
ver los espectáculos. Levantáronse miento de su cabeza se estremeció
de sus asientos en honor suyo los todo el Olimpo, y así como había
más de los dioses, y otros, con mu- contemplado los espectáculos entre
cho agrado, le cedían su lugar, y los dioses mayores, así se asentó
aun algunos tirábanle de la veste entre ellos en el convite, volviendo
y deteníanle en su paso porque se a tomar la máscara que poco antes
quedase con ellos, hasta que el so- se había sacado, pues este honor
berano Júpiter ordena a Mercurio, se hizo a la máscara misma, ya que,
que le conducía, que le colocase en- puesto que tan bien se había aco-
tre los dioses principales en la or-modado a los usos de los hombres,
questa, los cuales lo recibieron co- se la consideró merecedora de la
mo una fina distinción. Tan lejos mesa de los dioses y del esplén-
estaban los dioses de la más alta dido banquete, y. comunicándole
jerarquía de hacer ascos y melin- sensibilidad, pudiese gozar de la
dres al hombre aue hasta hacía un eterna alegría del convite.

FIN DE LA «FÁBULA DEL HOMBRE»


INTRODUCCION
A LAS «GEORGICAS»
DE PUBLIO VIRGILIO
(IN GEORGICA VERGILII)

(i5i8)

A Antonio de Berges.

No quiero anticiparme a decir mu- mismo en que vivía era tenido co-
chas cosas que, por ventura, no mo una maravilla viviente en la
vendrían al caso, contentán- misma ciudad de Roma, cabeza en
dome, por lo que toca a mi trabajo aquella sazón del imperio del mun-
de expositor, con fijarme en tres do y madre y nutriz de las buenas
puntos: en el autor, en su obra y letras. Y esto hacíalo no ya sola-
en su materia, diciendo cosas que mente el pueblo, sino los caballeros,
interesen, agraden y que por su los senadores, Polión, Varo, Mece-
brevedad no ocasionen empacho. nas, Tuca, Cornelio Galo y el propio
El autor de la obra es Publio Vir- emperador Octavio Augusto, cosa
gilio Marón, aquel a quien los lati- que el mismo Virgilio insinúa en
nos conocen con el solo nombre una égloga bajo un transparente
antonomástico de Poeta, y se lo velo de alegoría. Alegoría rebosa,
atribuyen, no menos, que los grie- por otra parte, toda su obra bucólica
gos a Homero, quien, si tiene se- al decir: Títiro estaba ausente, y a
gundo, la estimación unánime le ti, Títiro, hasta los pinos te llama-
señala Virgilio, pero, más próximo, ban, y hasta las fuentes, y hasta los
como decía Domicio Afer, al prime- mismos arbolillos.
ro que al tercero. No fueron preci- Y si nos vaga recorrer las épocas
samente los siglos ni la antigüe- que le siguieron, no hallaremos
dad quienes le han granjeado tanta edad alguna, comprendiendo la mis-
admiración y gloria tanta, como a ma "nuestra, en la cual Virgilio no
otros muchos, sino su excelso in- haya sido tenido en la máxima ve-
genio, la inmensidad de su erudi- neración. Cayo Julio Higino, con-
ción, sus obras admirables y casi terráneo mío y que casi fué su con-
únicas. Y demuestra esta afirmación temporáneo, escribió comentarios a
mía el hecho de que en el tiempo su obra. Asconio Pediano, que vivió
544 JUAN LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. TOMO I

no mucho después, también publi- so. Nace no sé qué maravilla mayor


có algunas cosillas referentes a él. que la Ilíada. Tú cantas a Tirsis
Y a continuación, Ovidio, Propercio, bajo los pinos del Galeso umbroso
Séneca, Tito Livio, Persio, Quinti- y a Dafnis con su zampona rota
y
liano, Columela, cuán frecuente y porque puedan corromper a una
honrosa mención hacen de él y con doncella diez manzanas y un cabri-
qué unánime y sincero consenti- to recién arrancado de las ubres. .

miento de él hablan. Calígula, aun- Dichoso tú que marcas con manza-


que enemigo suyo, con versos de nas amores aldeanos, aunque el mis-
Virgilio, como con perlas, esmalta- mo Títiro cante a la ingrata. Dicho-
ba su conversación. Así lo hizo cuan- so Coridón que tenta al intacto Ale-
do en la campaña germánica dijo a xis porque le dé las caricias hur-
los que formaban su cortejo tadas a su dueño agricultor. Aun
cuando de puro cansancio haga ca-
Durate, et vosmet rebus sérvate se.
llar a su caramillo, es alabado en-
[cundís (1).

{¿Eneldos, 207.)
tre las fáciles hamadríadas. Tú
lib. I,
cantas los preceptos del viejo poe-
Y no es de admirar que ese mons- ta de Ascra: en qué campo verdean
truo envidiara la gloria de Virgilio, las mieses y en qué cerro verdean
porque tuvo envidia de todos los los agraces. Tú, en tu lira docta, ta-
hombres, vivos y muertos, y aun de ñes un tal canto como el propio
los mismosdioses. Las noches áti- Apolo, con su pólice sabio, lo arran-
cas, de Aulo Gelio, asaz indican ca de las cuerdas.
que en aquellos tiempos suyos, que Este ditirambo entusiasta es de
eran los de Nerva y los Antoninos, Propercio. ¿Y qué más, si en todos
no había ningún autor como Virgi- los tiempos se sacaban las suertes
lio que anduviese más en las manos con versos de Virgilio? A Elio Adria-
y en el gusto de todos. Y el émulo no tocóle esta suerte:
de Gelio, Macrobio, ¿qué otra cosa Quis procul Ule autem ramis insignis
es sino un pregonero de las alaban- [oVvce
zas de Virgilio? Y aun cuando, por sacra ferens? Nosco crines incanaque
amor de la brevedad, dejo pasar en [menta
silencio muchos esclarecidos testi- regís Romani primam gui legibus urbem
monios, con todo no puedo resist.r fundabit, Curibus parvis et paupere térra
missus in imperium inagnum (1).
la tentación de transcribir aquella
dulcísima elegía de Propercio en su (&neidos, lib. VI. 808-811.)
segundo libro. Acaso parecerá que
le profeso yo tanto afecto como le
A Alejandro, hijo de Mamea, en
el templo de Venus Prenestina, sa-
profesó Propercio, que, por un ligero
liéronle sorteados aquellos dos céle-
pretexto, hace una digresión e irrum-
bres hemistiquios
pe en entusiasta elogio de Virgilio:
Quien ahora suscita las armas del
(1) ¿Y quién es aquél, allá a lo lejos,
troyano Eneas y las murallas de su coronado con ramos
de oliva, portador
ciudad plantada en las orillas lati-
de sagradas ofrendas? Reconozco el ca-
nas. Abridle paso, escritores roma- bello y lia barba blanca del rey roma-
nos; escritores griegos, cededle pa- no que dará el primero leyes a la ciu-
dad y que de la ¡pequeña Cures y de un
(1) Endureceos y reservaos para la campo ruin se encumbrará a un impe-
prosperidad venidera rio soberano?
OBRAS FILOLÓGICAS. INTRODUCCIÓN A LAS «GEÓRGICAS», DE VIRGILIO 545

...Si qua fata áspera rampas, tu Marce- A Clodio Albino, Apolo de Bayas,
[llus eris... (1) le respondió:
Y como preguntase acerca de las
Hic rem romanam magno turbante tu-
artes que dan consistencia y nobleza [multu
a la vida, la suerte que salió fué Sistet eques, stemet Pcenos Gallumque
4sta; (; [rebellem (1).
[ ^bol-Dita 'foa cnu obcirMa '

(¿Eneidos, VI, 857-58.)


Excudent spirantia mollius cera
alii
(credo equidem), vivos ducent de mar-
[more vultus Las fórmulas mágicas, los apo-
orabunt causas mclius, coelique meatus tegmas, los dichos sentenciosos de
describent radio et surgentia sidera los grandes hombres eran versos
[dicent: virgilianos. César Augusto, habien-
tu regere imperio populos, Romane, do visto en una reunión a una mul-
[memento titud de enlutados, echóles en ros-
(hce tibi erunt artes), pacis imponere
tro, con indignación, aquel verso.
[morem,
parcere subjectis et debellare super- Ved, dijo:
aos (2).
Romanos rerum dóminos gentemque
(¿Eneidos, VI, 847-853.) [togatam (2).

(¿Eneidos, I, 282.)
Y mismos oráculos de
hasta los
los expresábanse en versos
dioses Adriano solía cantar, refiriéndose
virgilianos. Tal fué la respuesta que a Elio Varo:
se dió a Aurelio Claudio, quien, en el
Apenino, consultó el porvenir de su Ostendent terris hunctantum fata, r.e-

hijo, con aquel verso tan conocido: [que ultra esse sinent (3).

His ego nec metas rerum nec témpora Y añadía:


[pono (3).
...Manibus date tilia plenis
(¿Eneidos, I, 278.) purpúreos spargam flores, animamque
[nepotis
Y de su hermano Quintilio:
his saltem accumulen donis, et fungar
Ostendent terris huns tantum fata (Ak [inani muñere (4).
(¿Eneidos, VI, 869.) (¿Eneidos, VI, 883-86.)

(1) Si alguna vez rompes los ásperos Y el viejo Gordiano, con acento
hados, tú serás Marcelo.
(2) Otros con mayor blandura tra-
bajarán el bronce y le infundirán alien- (1) Este, en la turbación de un gran-
tos de vida (así lo creo) y del mármol de tumulto, detendrá la caída de Roma ;

sacarán los rostros vivos perorarán ;


jinete, arrollará a los cartagineses y al
mejor las causas,y medirán con el rebelde galo.
compás los movimientos del cielo y di- (2) Alos [romanos, señores del mun-
rán el nacimiento de 'dos astros. Atien- do y nación togada.
de tú, romano, a gobernar los pueblos (3) A ése los hados no harám más
con tu imperio; éstas serán tus artes: que mostrarle ai> mundo y no consenti-
imponer las normas de la paz, perdonar rán que viva más.
a los vencidos y debelar a los altaneros. (4) Dadme lirios a manos llenas; de-
(3) A ésos yo no les señalo ni metas jadme esparcir rosas purpúreas; que
ni plazos de tiempo. al menos acumule estas ofrendas sobre
(4) A ése, los hados no harán más el alma de mi nieto y le tribute este
que mostrarle al mundo. homenaje baldío.
luis vives. — 18
546 JUAN LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. TOMO I

triste, cantaba de su hijo malo- hacía méritos, escribió a Aurelianc


grado: Augusto aquel hemistiquio:
Ostendent terris lumc tantum fata Eripe me his, invicte, malis (1).
[ñeque ultra
esse sinent: nimium vobis Romana Pero fuera tarea larga andar es-
[propago
visa póteos, Superi, propriahcec si
pigando una por una todas las ex-
[dona fuissent (1). presiones que los emperadores to-
(¿Eneidos, VI, 869-71.) maban de Virgilio; por eso, pasaré
por alto muchas otras. Pero diré
Antonio Diadumeno, a su padre que el emperador Alejandro Severo
Opilio Macrino, que perdonó a unos daba culto a Virgilio como a un
conjurados, le escribió aquel pasaje dios; llamábale el Platón de los
virgiliano poetas y colocó su efigie en el se-
gundo larario con las imágenes de
Si te nulla movet tantarum gloria
Cicerón y Aquiles, a quien él tenía
[rerum,
por dioses.
nec super ipse tua moliris laude la-
[borem; Considerad también quiénes fue-
Ascanium surgentem, et spes heredis ron los hombres que lo comentaron
[Iuli y de los cuales haya sobrevivido
réspice cui regnum Italice Romanaque algo: Donato, Servio, y antes que
debentur (2). [tellus ellos Probo Valerio, príncipes de los
(¿Eneidos, IV, 271-276.) gramáticos de la lengua latina. Dejo
a un lado a Aspero, de quien dice
Clodio Albino, ya en la escuela,
San Jerónimo que escribió comen-
cuando era muy muchacho, y más tarios a las obras de Virgilio y de
tarde, ya maduro de edad y prín-
Salustio. Nada de ellos ha llegado
cipe,con harta frecuencia tenía en a nosotros, sino unos pequeños frag-
su boca aquel verso: mentos, y eso a través de las citas
Arma amens capio, nec sat rationis in de Servio. ¿Sois contentos de acer-
[armis (3) caros a los escritores de nuestra re-
(¿Eneidos, II, 314.) ligión cristiana y correros hasta la
época actual, que es hez y peste
Y repetía: «Tomo, loco, las armas.» para las letras? ¡Con qué afición
Tétrico, proclamado emperador maneja a Virgilio San Jerónimo,
contra su voluntad, que en la Galia que no pierde ocasión de interpo-
lar versos virgilianos! ¡Y qué lus-
(1) Sólo l<e mostrarán los hados a la tre piensa que comunican a su pro-
tierra y ya no permitirán que viva más. sa y cuánta gracia y decoro se le
Os pareció poderosa en demasía, oh ¡
allega de aquellas oportunas citas!
dioses!, la romana estirpe, si hubiese
sido esta dádiva permanente.
Y lo propio hace San Agustín, quien

(2) Si no te mueve nada Ha ambi- nos es testigo de que solían apren-


ción de tan altos destinos, ni nada quie- derlos los escolares desde su niñez,
res acometer por tu propia gloria, atien- porque, embebiéndose el ánimo tier-
de a .la juventud de Asean io y a la es- no en las mieles del poeta dulcísi-
peranza de tu heredero Julo, a quien mo, no fuera fácil ser borrado de
son debidos el reino de Italia y la tierra
de Roma.
(3) Tomo, loco, las armas y no hay (1) Líbrame, ¡oh invicto!, de tama-
asaz razón en las armas ña calamidad.
OBRAS FILOLÓGICAS. INTRODUCCIÓN A LAS «GEÓRGICAS», DE VIRGILIO 547

la memoria. También un autor atil- gre y alicaído, jovial y grave, admi-


dadísimo, que nuestra edad vió, An- rable en su abundancia y en su la-
gel Poliziano, cariño de las musas conismo, eminentísimo no solamen-
latinas, no sólo escribió sobre Vir- te en el estro sino en la
poético,
gilio aquel prefacio o prólogo de eficacia oratoria. ¿Para qué hablar
versos, que son una filigrana, inti- de la moción de los afectos? Bajo
tulado Rusticus, y acerca de esa su influencia él mismo se excita, se
misma obra que ahora llevamos en- inflama, se deja arrebatar del furor
. tre manos, las Geórgicas, sino que poético, centellea, truena, como se
comentándolo dió conferencias pú- dijo de Pericles. ¿Puede decirse al-
blicas. No tengo más remedio que go con mayor fuego de pasión, pres-
pasar en silencio el cuento sin cuen- cindiendo de los otros libros, que lo
to de todos los otros comentadores, que dice Virgilio en el cuarto de su
y no porque no se agolpen en mi Eneida? En algunos de sus pasajes
memoria tantos y tantos nombres dice San Agustín que no pudo cohi-
que no sé cómo darles salida. ¿Por bir sus lágrimas, como en el lugar
qué será que tantos hombres, tan- donde Dido dice a Eneas:
tos ingenios, de tantas épocas, ad- «¡Traidor! Imaginaste que po-
miraron, veneraron, dieron culto a drías encubrir tamaña maldad y sa-
nuestro poeta? lir de mi tierra clandestinamente?»
Yo, por mi parte, creeré que esa Y un poco más abajo:
fuerza de simpatía y atracción que « Oh dulces prendas, cuando los
¡

Virgilio ejerce sobre las almas vie- hados y el dios lo querían; recibid
ne de que sus versos tienen una esta alma mía y hacedme libre de
eficacia irresistible de enseñar, de estos afanes.»
deleitar, de conmover. Estas son las Y si por el deleite estético se va,
virtudes del orador soberano y ab- ¿qué se puede imaginar más delei-
soluto, con las cuales no solamente table que esa obra de las Geórgicas?
conduce a todos sus oyentes donde Con ello entro en la segunda parte
le place, quienes le siguen gozosos de mi esquema. Yo pienso que se
y embelesados, sino que también se le puede contar entre los más gran-
apodera de la voluntad de los rea- des poetas que en el mundo han
cios y los arrastra o los empuja. sido, siendo así que en sus tres
Virgilio, cuando narra, nos lleva a obras, Bucólicas, Geórgicas, Eneida,
un suceso actual y presente que ve- propúsose la imitación de los mayo-
mos con nuestros propios ojos; há- res poetas de Grecia, por no decir
celo con las palabras tan justas y hombrearse con ellos. En las Bucó-
eficaces, que por pequeña que sea licas no pudo conseguir el hechizo
la mudanza que en ellas se intro- de Teócrito, si bien no anduvo de
duzca no tienen aquella fuerza ni ello muy distante. En la Eneida lu-
la energía que puso en ellas el au- cha con Homero empeñando todas
tor. Séame lícito pedir prestado a sus fuerzas, y ora sucumbe a su ma-
Quintiliano aquello que dijo del Ho- jestad y a su augusto poderío, ora
mero griego, que yo no haré más contiende con pareja reciedumbre e
que acomodar a nuestro Homero iguala el epos griego con el suyo
romano: «A ése nadie le ganó en latino, y, aun a veces, le supera,
sublimidad en las cosas grandes ni bien venciendo las gracias griegas
en las pequeñas nadie le llevó ven- con la gravedad romana o con una
taja en propiedad. El mismo es ale- más moderna invención, la rudeza
Ó48 JUAN LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. TOMO I

primitiva. Mas, en las Geórgicas, sin ron en Troya: en Menelao, la agu-


disputa, superó a Hesíodo, y en da sencillez y la parca elocuencia
su carrera dejóle muchos estadios lacónicas; en Néstor, el apacible se-
atrás. En primer lugar, es una obra mitono, más dulce que la miel; en
tan variada como lo es la Natura- Ulises, aquella altanería arrebatada,
leza misma en las mieses y arbo- rapaz más que
las avenidas torren-
ledas, en el ganado, en las abejas, ciales,fragorosa de pasión, y la in-
obra, en fin, rebosante de copiosa y contrastable eficacia de su elocuen-
muy profunda erudición. Callo las cia astuta, copiosa, asiática.
ficciones poéticas, su gran conoci- Estos tres géneros Virgilio los
miento del cielo y de los astros, de modeló en sus tres obras. Nada más
los vientos, de los climas, de la bo- simple que sus Bucólicas. ¿Qué co-
nanza, de la serenidad, de los nu- sa más movida, más noble y eleva-
blados, de la lluvia. ¡Qué nociones da que la Eneida? Nuestras Geór-
más ciertas, qué conocimiento tan gicas guardan el templado tono me-
vario de la Historia, de la religión dio, en donde yo, con muchos otros
autóctona, del derecho y de las cos- varones doctísimos, siempre creí
tumbres aldeanas, qué amplio cono- que es mucho más meritorio que en
cimiento de los secretos de la Na- las Bucólicas y en la Eneida. Fijé-
turaleza! monos en el género de cada una
Fué este singular varón no sola- más entonada es la Eneida, si bien,
mente muy docto de la lengua lati- acaso, no alcanzó el punto más alto
na, cosa que para ser poeta creen de la sublimidad. Las Geórgicas es-
que ya basta los pedantes de hoy, tán en un grado medio y alcanzan
sino un gran médico, un gran astró- y mantienen esa apacible y cauti-
logo, consumado en todas las par- vadora medianía. Yo pienso que
tes de la filosofía. De esta afirma- son éstas las causas de este fenó-
ción mía, si alguna obra suya pu- meno: que escribió el poema con
diera ser palmaria demostración, lo el mayor cuidado, que lo pulió mu-
es ciertamente esa de las Geórgicas. cho, que lo elaboró mucho. -Todos
Vea cualquier aprendiz de gramáti- los días, en levantándose de la cama
co de acercarse a ese monumento (así lo cuentan), dictaba de golpe
sin gran conocimiento de la anti- una tirada de versos, que, luego él,
güedad, sin ninguna ciencia astro- con un terco trabajo de todo el día,
nómica, sin noticia de la Historia, reducía a muy pocos, pero excelen-
y, lo que es más necesario, sin mu- tes, desde luego. Por eso él acos-
cha posesión de la lengua latina, de tumbraba decir donosamente que ha-
las leyes del pueblo romano, de sus cía como la osa, que pare informes
costumbres e instituciones. Pero sus oseznos, y que después, lamién-
predico en el desierto: nada está dolos largamente, les daba forma y
tan alto que.no lo ose tocar; nada perfección. Luego, a que corrigió
hay tan santo que no lo viole y lo sus Geórgicas, lo mismo que las
profane la pedantería gramatical. Bucólicas; en cuanto a la Eneida,
Pero nosotros volvamos a lo nues- tenía el propósito de enmendarla,
tro. Sepa, además, que son tres los cosa que, ¡ay dolor!, no pudo hacer.
géneros de oratoria que algunos lla- Indícalo el propio apéndice de las
man figuras, elevado, mediano, sen- Geórgicas, puesto al final, como el
cillo, que algunos ven personifica- que ponían colgando los artistas
dos en tres de los héroes que lucha- griegos, y que viene a ser un testi-
OBRAS FILOLÓGICAS. INTRODUCCIÓN A LAS «GEÓRGICAS», DE VIRGILIO 549

monio de que el autor aprueba su menos maravillosa que miserable


obra. El apéndice es éste caterva de vicios y de males. En
«Esto canté sobre labrar la tierra aquella hora y punto nacieron la en-
y sobre los ganados y los árboles, vidia, el dolo, la fraude. Entonces
en tanto que César, rayo de la gue- comenzamos a llevar una cosa a flor
rra, magnífico, fulmina sobre el de labios y otra en el encerramiento
Eufrates, y, vencedor, da leyes a los del pecho; entonces, los logros abu-
pueblos, que, gustosos, le acatan y sivos, los perjurios, los homicidios y
se abre nueva senda hacia el la restante tragedia de la vida huma-
Olimpo. na, siendo así que no había cosa
»En aquel tiempo la amorosa Par- más santa ni más feliz que la sim-
ténope me daba mantenimiento a plicidad de vida agreste ni ganan-
mí, Virgilio, floreciente en estudios cia de alcances más crecidos. ¿Que-
de ocio ameno que por juego hice réis oír el testimonio de Catón el
cantar a los pastores y, audaz de ju- Anciano, es decir, la encarnación de
ventud, te canté, Títiro, tendido so la gravedad romana, a quien los
la sombra de una haya.» hombres de su tiempo apellidaron
Además, siendo Virgilio labriego, el mejor de los oradores, el mejor
nacido en el campo y con crianza de los senadores, el mejor de los
rural, y viviendo en el campo habi- caudillos? Ese Catón, pues, én el
tualmente, con conocimiento direc- libro De la Agricultura, dedicado a
to pudo hablar de la labranza y su hijo, se expresa así: «Nuestros
de la cría del ganado, como de su antepasados, cuando alababan al
propia hacienda, a manera de un hombre bueno, de esta manera le
pater familias diligente, y ello con alababan: Buen agricultor, buen
mayor autoridad que de cualquier colono. En habiendo dicho esto de
otra materia. Y aun cuando todos él, persuadíanse de que le habían
los otros temas los tocó bien, pero !
tributado el encomio más subido.
a ése le trató con toda felicidad. En Í
Yo tengo al mercader por hombre
brevísimas palabras voy a despa- valiente e industrioso para procurar
nar el tercer punto de mi progra- ganancias; pero, como dije, expues-
ma, a saber: qué vida llevaron to a peligros y calamidades. Mas el
aquellos de nuestros mayores a campo engendra los varones recios
quienes juzgamos los más dichosos, y los más valerosos soldados, ga-
en unos tiempos cuando todavía no nancia la más respetable y la más
se habían inventado los urbanos pa- [
duradera y la que suscita menos
'

satiempos, es decir, aquel tormento odiosidades, y jamás son mal pen-


de la vida, y cuando, como dice Ger- sados los que en aquel afán se ocu-
mánico, el furor no había desnuda- i pan.» Esto es lo que dice aquel an-
do las espadas fieras y la discordia ciano, todo cordura y buen seso, que
no era conocida entre consanguí- fué el primero que en idioma roma-
neos. La justicia alternaba con los no escribió del cultivo de los cam-
hombres y reinaba doquier aquel pos.
muy celebrado siglo de oro. Empe- Mas por no ser más prolijo de la
ro, tan pronto como dejamos de cuenta en el elogio de la vida rural
morar en el campo y nos encerra- y por no anticiparme, trastornando
mos en el amurallado recinto de las el orden, a lo que en el fin del se-
ciudades, echamos fuera de ellas a gundo libro de las Geórgicas tendré
la justicia e introdujimos una no que decir de sus provechos, de su
550 JUAN LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. TOMO I

contentamiento y de su felicidad, lu- manos y plantando árboles como el


gar que Virgilio trató con una blan- más primoroso de los hortelanos; y
dura y gracia hechiceras, con un so- no se corría de que la gente cono-
lo argumento cerraré esta plática ciese esta sana pasión suya, puesto
mía, el cual demuestra harto sufi- que él mismo, que por otra parte
cientemente no haber género de vi- era un rey cultísimo y espléndido,
da más deleitoso, más honesto ni gloriábase de ello y enseñaba sus
más feliz. Los príncipes más pode- labores agrícolas a los embajadores
rosos, embargados del hastío que de las naciones extranjeras.
los negocios les ocasionaron, ningu- Homero, en su Odisea, escribe que
na otra cosa creyeron más condu- Laertes, padre de Ulises, consolába-
cente, para aliviar el espíritu de se de la soledad y añoranza de su
aquel empacho, que retirarse al hijo no con comilonas ni juegos de
campo. De aquí aquella tan frecuen- dados, ni con otra clase de pasa-
te rusticación de los romanos cuan- tiempos, sino cultivando su tierruca
do eran señores del mundo. No quie- y estercolándola con sus manos. Ata-
ro aducir en testimonio de lo que lo, el más opulento de los reyes de
digo más que algunos ejemplos, Asia Menor, luego de haber nombra-
por no verme obligado a citarlos to- do heredero de su reino al pueblo
dos. ¿Quién no fué haciendo vida romano, él, para no salir ya de él,
rústica que se iba aliviando y lim- se acogió al campo deleitoso y aún
piando de aquel tedio y de aquella sobre ello escribió muchos tratados.
miseria espiritual que contrajo en Cosa es ésta que también hicieron
la urbe? El mismo Diocleciano, em- los más grandes príncipes y caudi-
perador romano (quien, aparte de llos: Hierón de Siracusa, Filometor
que odió y persiguió a nuestra reli- y Arquéalo, reyes; Jenofonte y
gión, fué un príncipe que debe ser Magón, cartaginés, capitanes glorio-
contado entre los mejores), hastia- sos, porque entendamos que esta vi-
do hasta el colmo por la pesadum- da era la que les contentaba más.
bre de tan inmenso gobierno, no se Deyótaro no escribió de esta mate-
retiró al campo para un apartamien- ria, pero cuidó de que escribiera pa-
to temporal, sino que, depuesta la ra sí y, por cierto muy copiosamen-
púrpura y luego de haber consulta- te, Diófanes, quien transcribió los li-
do con sabios varones cuál era la bros del cartaginés Magón y de Ca-
vida más tranquila y más feliz, por sio Dionisio el Uticense. Callo aque-
su cuerdo consejo, se fué, como un llos sabios y esclarecidos filósofos
particular, a vivir vida descansada que de esta materia dejaron obras
y deleitosa en el campo de Salo- monumentales que Marco Terencio
na, y allí envejeció y murió plácida- Varrón, en prolijo catálogo, enume-
mente, y llamado con insistencia, ra al principio de su tratado De agri-
por cartas, por su colega para que cultura, que también, de paso, se-
se reintegrase al gobierno y cuidado rá una demostración paladina.
de la república, él pospuso el impe- Habiendo Marco Varrón escrito
rio y el esplendor y la gloria del im- incomparablemente más que cual-
perio a unos modestos cigarrales. quier otro latino, ninguna de sus
No plugo a Ciro el Menor dimitir el obras llegó a nosotros fuera de su
reino de Asia, pero dedicaba la ma- Tratado de etimología y lengua
yor parte del día a la agricultura, latina, manca y truncada de más de
cavando el suelo con sus propias la mitad, y, en cambio, esta de la
OBRAS FILOLÓGICAS. INTRODUCCIÓN A LAS «GEÓRGICAS», DE VIRGILIO 551

agricultura sí que nos llegó, ora pasado los lindes de su campichue-


fuese la naturaleza que conservó es- lo. Viéneme ahora en talante aña-
ta augusta obra suya, ora la dili- dir aquí no sé cuantos versos sobre
gencia de los hombres agradecidos este tema de Angel Poliziano: he
a este ejercicio tan útil, que a la de confesar que muy pocas veces
vez que consintió que las restan- he leído versos más acicalados y
tes obras pereciesen, a ésta la salvó más graves. Hállanse en su Rústico,
con frecuentes transcripciones y co- y dicen así:
pias. ¿Por ventura todos estos argu- «Dichoso es y muy semejante a
mentos no prueban abundantemen- los mismos dioses aquel a quien la
te que no hay vida más deleitable, resplandeciente gloria no seduce
más santa, más dichosa que la vida con su afeite mendaz ni los goces
del campo? No nos cansemos de ad- malvados del fastuoso lujo, sino que
mirar nosotros que somos descen- tan callando deja pasar los días y
dientes suyos, engolfados en las aglo- con pobre aderezo pasa en silencio
meraciones urbanas, atormentados tranquilo la inocente vida. Alejado
por sus cuitas inacabables, que los de la ciudad, tasado en sus deseos,
príncipes más poderosos que los fi- conténtase, benigno, con su propia
lósofos más sabios, que el pueblo ro- suerte y satisfecho con un acervo
mano, el más cuerdo y recio de to- módico, no alimenta esperanzas ávi-
dos los pueblos, dueño de la redon- das ni vanas acucias, descuidado
dez del orbe, aprobaron este tenor del sitio donde los cetros caen, ni
de vida y le practicaron que la pri- qué amagan las crueles constelacio-
;

mera edad del mundo en su misma nes y el ominoso brillo de los come-
cuna y las edades sucesivas del cre- tas tintos en sangre. El favor frágil
ciente orbe tierno, viviendo esta vi- y el populacho, indócil en mante-
da, vieron pasar una existencia, to- ner fidelidad al poderoso, colocan,
da inocente y tranquila. Esto es un a quien el aura popular encaramó,
gran indicio de que su guía fué la en un trono caedizo; ni la púr-
Naturaleza, maestra del vivir para pura que hace alarde de sus ha-
aquellos hombres primitivos, pues ces vanas le trae bebiendo vientos;
no pudieron tener otro que les en- no tiene pavor de su propia concien-
señase, sabiendo que la labranza es cia ni siente miedo de cualquier
la inicial y más verdadera ocupa- ruido ni en su pecho muerde con
ción del hombre y su primordial callado diente la culpa roedora...»
ejercicio, gracias al cual pueda vi- Estas y otras cosas pertinentes
i

vir bien y felizmente, cuanto lo su- canta Angel Poliziano en su Rústi-


fre nuestra condición de mortales. co. Hasta ahora hablé del deleite
Vivir vida feliz no es más que ir en y la tranquilidad de la vida del
pos de la Naturaleza, sapientísima campo. Esperáis que también diga
guía de nuestra vida. No disimuló dos palabras acerca de su utilidad.
esta verdad el célebre oráculo de Este punto es inagotable y es di-
Apolo, quien preguntado por Giges, fícil que hoy pueda desarrollarle,
poderoso rey de los lidios, ¿quién y estáis viendo que ya dije muchas
era el hombre más feliz?, respon- cosas más de lo conveniente. Pero
dió sin titubear: Aglao Profodio. por todo lo que podría, baste lo que
Aglao Profodio era anciano labra- diré; a saber: que la vida huma-
dor, que no conocía más vida que na., sin juegos, sin ocupaciones se-
la campestre y nunca había tras- dentarias, sin dialéctica, sin retóri-
552 JUAN LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. TOMO I

ca, sin gramática, sin geometría, segunda cava, de la siembra, de la


sin pleitos y controversias jurídi- mies, del abono, del mismo esterco-
cas, sin casi ninguna de las artes lar. Y leyéndolos pensarás que no
puede vivirse cómodamente; pero es posible decir estas cosas con
sin agricultura y sin labranza no se blandura más sabrosa, ni escribir-
puede vivir en manera alguna. Y se con más delicada castidad, ni en-
éste es el asunto de la obra que cerrar en preceptos geopónicos ma-
vamos a estudiar, a fin de que en- yor gravedad y alteza. También en
tendáis cuán provechosa y cuán estos escritores ocurren pasajes en
dulce y necesaria para la vida prác- que se tocan temas de derecho ci-
tica y hasta qué punto Virgilio, verbigracia; de las servidum-
vil;
con sus versos, la enhechizó. bres de los predios rústicos, de la
Xo solamente con el poema de delimitación de lindes, del riego co-
tan excelente autor granjearéis fru- tidiano y del estival, de las fuentes
to y deleite, sino que también su y de los regatos y otros muchos;
misma materia poética, aunque es- ¿y quién hay que los entienda sino
crita en estilo terso y sencillo, os el que entienda las voces técnicas
ahorrará cualquier suerte de hastío de la agricultura? Todas ellas tene-
en su lectura; por manera que yo, mos que explanarlas a medida que
con frecuencia, acostumbro admi- avancemos en el estudio de esta
rarme de cómo las cosas más tri- obra y sacarlas de la más segura
viales, tratadas en estilo humilde, y tersa fuente del lenguaje romano.
cobran una majestad que impone Adentrémonos, pues, con el favor
admiración y reverencia. ¿Qué esti- benigno de Dios, en esta obra tan
lo menos pretencioso que el de Ca- primorosa y afiligranada del más
tón, el de Varrón. el de Columela, el grande poeta latino, acerca de una
de Paladio? Trataron de la cavazón, materia que es la más dulce, la más
de los rastrillos, de los arados, de fructuosa y la mejor en que pueden
la vendimia, del desterronar, de la ocupar su vida los mortales.

FIN DE LA
«INTRODUCCIÓN A LAS «GEÓRGICAS»
DE PUBLIO VIRGILIO?)
ALMA DEL ANCIANO
(ANIMA SENIS)

COMENTARIO PREVIO
AL TRATADO DE CICERON INTITULADO
CATON EL MAYOR
O SEA EL
LIBRO SOBRE LA VEJEZ

(1518)

Al abad de San Jaime.

Antes que empiece a explanar el 1 con sus ojos físicos algo como el
Catón, de Cicerón, voy a des- j
espectro de aquellos objetos en que
cribiros con todo el primor que piensan. Empezó, pues, aquella al-
pueda el Alma del viejo, en la forma ma a platicar conmigo de hechos
en que poco ha se me apareció, no remotísimos, ya puestos fuera de
menos maravillosa que donosa y la memoria de las gentes, con un
apacible. Como desease yo muchas vocabulario inculto, hórrido, arcai-
veces, aun cuando no soy viejo, ver co como el de Apio, Livio Andró-
el alma de un hombre viejo porque ¡
nico, Ennio, Nevio y Plauto. Este
por algún resquicio pudiese yo con- lenguaje harto daba a entender que
jeturar cuál sería yo mismo una mi colocutor hablaba del otro lado
vez llegado a aquella edad, si la del sepulcro. Yo le pedí que pusie-
voluntad de Dios me permitía lle- se moderación en aquel léxico anti-
gar a ella, y pensando yo conmigo cuado y me refiriese qué eran y qué
mismo algunas veces en ella con significabanaquellas pinturas que
harta seriedad, he aquí que me pa- la paraban tan hermosa.
reció ver algo así como una som- —Mucho me maravillo—respondió
bra, la cual preguntada por mí, el alma—que ignores todas estas
respondióme ser el alma de un vie- cosas que me preguntas es que
(si
jo. Yo me explico aquella aparición sabiéndolas no afectas ignorancia),
por el fenómeno que diz que expe- ¡
puesto que te jactas de saber tanto
rimentan los sabios, quienes por el |
y tanto de Aristóteles, cuando to-
ahinco de su atención imaginan ver |
das ellas, en varios y excelentes es-
554 JUAN LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. TOMO I

fueron tratadas por él, siendo,


critos, propio de la mocedad, eché también
como varón de tan altos y tan
era, de mí los arrestos juveniles ningu-
;

extensos conocimientos. Pero óyeme na grandeza me


nada hago
alegra;
y graba tenazmente en la memoria por fausto ni por pompa; ni veo
lo que voy a decirte de mí, a fin de juegos, ni veo cómicos, ni veo trá-
que, cuando llegares a la senectud, gicos, ni veo mimos ni histriones,
si los hados y Dios te condujeren truhanes, parásitos; ni me asomo a
hasta allá, puedas hacer experien- husmear en los corrillos, sino que
cia personal de lo que ahora apren- solamente voy tras de aquellas cosas
derás de mí. que son de elemental necesidad para
Soy, efectivamente, el alma del la vida, y eso aun con toda modera-
viejo, previsora, sagaz, multíplice, ción y templanza; parto el comino en
aguda, memoriosa, llena de razón y dos trozos para dos veces; no sacri-
de consejo, a la cual vosotros lla- fico bueyes, sino paj arillos, y ¡ojalá
máis racional, y con motivo, por- pudiera satisfacer a los dioses con
que soy la única, entre tantos lina- mosquitos o con moscas, que de
jes y naturalezas de almas, partíci- mejor gana cazaría.
pe de pensamiento, del cual care- ¿No reparas que así, como en
cen todas las restantes. mi vida, tampoco en mi plática hay
La parte más baja que ves en blanduras retoricadas, ni adornos,
mí, y por la cual estoy mezclada con ni aguijones, ni bríos, ni nervios,
el cuerpo, es aquella por la cual ni la fuerza ni el calor de la edad
parezco no diferenciarme en nada primera? El mismo entibiamiento
de los brutos animales. Ahí está el de mi sangre o, por mejor decir,
gozo, ahí la tristeza, el miedo, el su enfriamiento me hace parca,
terror; ahí la esperanza, la ira, la guardosa, avara; y por esa misma
misericordia; ahí la envidia; ahí el causa toda suerte de mujeres es
apetito carnal; ahí aquel golfo bo- aliñosa en grado superlativo. Aña-
rrascoso de las pasiones; ahí las de a esto que mi propia experien-
cuitas voraces del corazón y aque- cia me enseñó que es empresa di-
llas que poetas llamaron Fu-
los fícil la de allegar riquezas y, en
rias; puesto que tengo gran
ahí, cambio, es empeño sumamente fá-
práctica y experiencia de las cosas cil su pérdida, su profusión y que
y fui hartas veces engañada por a cada paso se presenta esa fatal
ellas, por cuanto el ingenio de los oportunidad; y al revés, muy raras
hombres es ladino, vano y falaz, veces se presenta la ocasión del lu-
que todo interpreta en el sentido
lo cro; sino que, como dice Plauto en
peor. Mucha es la malicia. Yo pien- su Aulularia: Si en disanto hiciste
so que en el fondo de toda cosa alguna ganancia, mira que no te
escóndese algo de fraude y de ma- empobrezca el día de faena si no
ligno engaño. Soy escéptica por fueres parsimonioso.
instinto; a nadie admito en mi ¡De cuantos podría yo hacer men-
amistad de golpe; a nadie amo ción que en breve tiempo dila-
demasiado ni aborrezco demasiado, pidaron riquezas cuantiosas aca-
sino que, según el apotegma de rreadas por sí o heredadas de sus
aquel sabio de Grecia, aborrezco mayores, granjeadas con harto tra-
como si hubiese de amar y amo bajo, y con mucho tiempo, aumen-
como si hubiese de aborrecer. Toda tadas y conservadas con vigilias te-
vez que se apagó en mí el ardor naces, los cuales ni siquiera se que-
OBRAS FILOLÓGICAS. ALMA DEL ANCIANO 555

daron con un cuadrante! ¿Qué ne- veen de plumas de ave, bien así co-
cesidad hay de más ejemplos en un mo los monteros se visten con una
punto que, si alguno lo ignora, es piel de ciervo. Desvergonzada soy,
fuerza que ignore también la con- porque me persuado que ninguna
vivencia social y la universal expe- de las cosas que hago parecen mal
riencia? A ese tal le bastará con y desdicen de mi edad. De ahí que
advertirle recordándole aquel pro- con frecuencia prefiero lo útil a lo
verbio tan vulgar entre vosotros: honesto. Ya no me queda esperan-
Tras el avaro guardoso, el heredero za porque ya vi por mis propios
manirroto. ojos, según dice Virgilio, cómo por
También, por aquella falta de ca- ley del hado empeora toda cosa y
lor que dije, soy medrosa por natu- con desvio se vuelve atrás. Vivo
raleza, recelosa y dispuesta siempre más de recuerdos que de esperan-
a evitar todo lo que ofrezca asomos zas, pues la vida que se me reser-
de peligro y no me expongo a ries- va es breve y es mucho ya lo vivi-
go alguno por pequeño que sea, y do, pues la esperanza, como sabes,
mi madre puede estar muy descan- se nutre del futuro y la memoria
sada de mí: La madre del miedo- rumia lo pasado. Por eso me vuel-
so— dice el vulgo no acostumbra vo mucho más locuaz que no lo fui,
llorar. Y toda esta frialdad procede porque, con el placer que tomo en
del enfriamiento del cerebro; causa recordar la vida ya vivida, cuento
es ésta también que hace tímidas a con perseverancia insistente lo pa-
las mujeres. Por esto, cuanto más sado, como pienso que del viejo
me inclino a las andas y de más Néstor lo habrás leído en Homero.
cercame asomo al sepulcro, tanto Perdieron ya su hervor las pasio-
más me torno ávida de vida y de nes primerizas que como yo mismo
sociedad. Persiste siempre el deseo han envejecido. A pesar de todo, la
de las cosas ausentes y, de una ma- avaricia y el ardor de poseer han
nera especial, de aquellas que, ca- renacido y se han rejuvenecido en
tadas, no parecieron sabrosas. Ese mí, pues como dice en Terencio
temor y mi ingénita pusilanimidad aquella Mición: Los que somos vie-
me han hecho, más de lo razonable, jos para todo lo demás 'somos más
aficionada a regañar, a quejarme, sabios por la edad; sola esta falta
a demandar en justicia, pues se me trae consigo a los hombres la ve-
antoja que todo el mundo hace des- jez: que todos somos más codicio-
precio y burla de mis canas, cosa sos de la hacienda de lo que con-
que yo soporto con el mal humor viene...
más desabrido. Al mismo tiempo, No tengo yo las ubres de la ca-
cuando se alaba una cosa, yo la ala- bra Amaltea de donde se pueda or-
bo en exceso, y cuando una cosa es deñar, ni como dicen, leche de ga-
vituperada, yo encarezco el vitupe- llina. Antes la exprimirán de una
rio, delante de aquellos, especial- roca. Despensera soy, no refitolera.
mente, de los cuales yo pienso que Una piedra pómez no es más seca
reportaré alguna ventaja, y cambio que yo; lamento tener que tirar
de gesto y de lenguaje (como aquel el agua cuando me lavo. Eso mis-
Guatón de la comedia de Terencio) mo hace mi nieto, aquel Euclión
al menor guiño de un bienhechor. de Plauto, que no te dará aunque
Los paranceros y cazadores reme- se la pidieres el hambre para que
dan el canto de las aves y se pro- la satisfagas; el mismo que con los
556 JUAN LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. TOMO I

ojos arrasados en lágrimas pidió al trae consigo dolores. Aquella, aque-


pretor que le permitiese comerse al lla es la buena vejez que Ausonio
milano que se había comido su car- hace parigual de la mocedad agra-
ne. Mas yo, como había comenzado dable al hombre, con un pensamien-
a decir, soy en sumo grado quejosa, to tomado de un sabio de Lacede-
soy cascarrabias, impaciente de todo. monia, pues el que presto enveje-
Por eso algunos, con un juego de ció y el que envejeció tarde, pero
palabras famoso, dijeron que se- no sin dolor, uno y otro pasan una
nium era el equivalente de tcedium, achacosa senectud. Definieron que
porque soy fastidio y aburrimiento la vejez era deficiencia de calor
de los otros. Accio dice que la natural y de la humedad vital. Por
muerte de un amigo es su senilidad, esto es que los atrabiliarios enve-
y Turpilio dice que el casamiento jecen más pronto que los sanguí-
es su senectud. Y no sin razón, pues neos y aquellos animales que paren
del senium viene el tcedium y del con frecuencia más temprano que
tcedium hácese el senium, como del los que no se fecundan. Aun cuan-
agua se hace el hielo y del hielo, do los viejos están llenos de humo-
a su vez, el agua. Demostración de res, son secreciones de la pituita
ello es que los afectados por el te- que nada aportan a la Naturaleza,
dio encanecen y se arrugan aun en antes al contrario se lo quitan y la
la flor de la juventud, como en nues- obstaculan. Aquella podre a la que
tros días sucedió a un tal Jaime el filósofo peripatético llamó vejez,
Osorio, paisano tuyo, quien, en sola hace nuestro cutis más negro que
una noche que estuvo en la cárcel no lo fué en sus buenos tiempos.
contrajo la canicie de Erigino. Y al Y así como la sangre, en secándose,
contrario: ¿por qué es que los mo- también se pone más negra, así
zos con tanto cuidado huyen de la también comunica negrura a la for-
compañía de los viejos, sino porque ma de nuestros cuerpos. La sangre
ellos no solamente son aborreci- es la que con su calor nativo colo-
bles a sí mismos, sino también a to- ra nuestros cuerpos y con suma pla-
dos los otros? ¡Ay, cuán grande cidez fomenta la vida. Ello hace
verdad es ésta, cuando viene, como que, consumida la sangre poco a po-
dice Boecio, con un raudo cortejo co, el alma misma, que por ella
de males la inopinada senectudl era detenida como por una suerte
Entonces, como Horacio cantaba, de vínculo y unión, se escape
muchos achaques rodean al viejo. abriendo el vuelo y se verifique
Y a buen seguro es de esa senec- aquella separación del cuerpo y del
tud que decía Ausonio Largo tiem-
:
alma que vosotros llamáis muerte,
po esperada y añorada de deseos siendo así que es ingreso en otra
malignos. vida, exenta no ya de la muerte, si-
Entonces todo se le hace al vie- no franca también de las enferme-
jo pesado y enojoso y él se hace dades.
enojoso y pesado a todos. Quéjase Ahora, empero, puesto que ya
de todos él y de él se quejan todos; viste esta parte mía inferior, levan-
nadie le agrada a él y él no agrada ta los ojos un poco más arriba y
a nadie. Una vejez así es una en- mira aquella otra parte que, si me
fermedad, sin duda. Aquella, aque- prestares atención, te declararé en
lla es la buena vejez, como dice tu plática breve. Por ella es que me
Aristóteles, que viniendo tardía no conozco a mí mismo, conocimiento
\
OBRAS FILOLÓGICAS. — ALMA DEL ANCIANO 557

que es el primer capítulo de la sabi- el resultado se cuida de demostrar


duría. Ella es por la cual, como es que nosotras hemos visto claro.
razón, soy de todos tenido en apre- He dicho todo esto de los sabios
cio y me consuelo en esa obligada aunque son en extremo difíciles de
flaqueza de mi edad. Tú mismo ves hallar, cuando aquel mismo (de
esa noticia tan extensa de las cosas, quien dijo Sócrates, como consta en
mi tan larga práctica, mi prolija aquel discurso en que Platón le in-
experiencia, hasta el extremo de troduce hablando en favor de la
tener callos en ella, como muerte) de tal modo disputa (dirélo
los tienen
en las manos los agricultores por con las propias palabras de Cicerón)
el largo contacto con los aperos de que no afirma nada por su cuenta
la áspera labranza. Merced a todas y refuta a los otros. Dice no saber
esas circunstancias he alcanzado la nada él, sino eso mismo y que por
prudencia, la cual, como enseñó ello se aventaja a los otros que es-
Aristóteles, apenas, puede lograrse tán persuadidos que saben lo que
sin la experiencia y el sentido prác- ignoran, mientras que él no sabe
tico, por lo cual afirma que no es más sino que no sabe nada y por
fácil que los mozos sean prudentes. eso mismo piensan que Apolo le
Por eso me llaman sabia, pues así declaró el más sabio de todos, por-
como vosotros juzgáis de los man- que toda la sabiduría consiste en
jares por el paladar, así yo, por el esto: No pensar uno que sabe lo
entendimiento, conozco qué son las que no sabe.
cosas y cuáles. Y no importa que se Cierto es que yo mismo cuanto
sea viejo por las costumbres o por más avanzo en edad tanto más des-
los años; acaso volveremos sobre cubro que sé más pocas cosas. Cuan-
este punto, si tuviéremos tiempo. do era más joven, ¿qué cosas pen-
No obstante, acostumbra verificar- saba yo que no sabía? Ninguna, a
se en las mejores y más sabias de decir verdad.
nosotras aquello mismo que dicen Pero vuelvo a nuestra previsión,
haber acontecido a unos pocos grie- nuestra prudencia, a nuestra sabi-
gos, no sé cuáles a punto fijo, y duría, gracias a las cuales las na-
especialmente a mi contemporáneo ciones todas nos constituyeron, a
Sócrates; a saber: que dudemos de fuer de más aptas, rectoras y gober-
todo, que pensemos no saber nada, nadoras de reinos, de provincias, de
que no afirmemos en redondo nada, repúblicas. Mientras el gobierno de
que lo inquiramos todo, dudosas las ciudades está en sus manos, go-
siempre, desconfiadas de nosotras biérnanse fausta y felizmente. Válga-
mismas que toda aseveración nues- te por todas esta demostración; a
;

tra vaya precedida de un quizá, que saber que el Imperio romano se ex-
:

todo lo examinemos con madurez y tendió a tanta longura y a tan gran


retengamos siempre aquel asenso anchura, porque sus gobernadores
que los académicos llaman epogue; eran, así de nombre (llamáronse se-
que ninguna cosa hagamos con pre- nadores) como de hecho, viejos; lla-
cipitación, ninguna con precocidad mados padres, bien por su función,
y sin la debida madurez. Por todo bien por sus años; varones, dice
esto es que a nuestro consejo no le Salustio, a quien pesaban los años
va a la zaga el arrepentimiento físicamente, pero cuyas facultades
porque no es apresurado, y se nos mentales estaban en toda su pujan-
tiene por formales y por graves; y za y lozanía. Mas, cuando se in-
558 JUAN LUIS VIVES. OBR,AS COMPLETAS. TOMO I

trodujeron en el Senado hombres algunos no lo hacen, véanlo ellos;


mozos de costumbres y de edad, ba- pero, con todo, saben que debe hacer-
talladores, pendencieros, violentos, se, como aquel anciano se quejó
revolvedorcillos, ambiciosos, adula- en este sentido de los atenienses:
dores, furibundos, necios, casquiva- Creían ser gran maldad, merece-
nos; para acabar de una vez: inep-
tos para todos los negocios, aptos

dora de muerte dice Juvenal — si
,

un mozo no se ponía en pie en pre-


no más que para las inepcias, aque- sencia de un anciano.
lla república a la cual el buen sen- Y dice Ovidio en el libro V de
tido había levantado hasta el cielo, los Fastos:
por la temeridad de ellos se de- Grande fué en otro tiempo la
rrumbó y quedó descuajada. Xo es reverencia a la cabeza cana, y la
con la fuerza física ni con cor-
la arruga senil era tenida en gran res-
poral agilidad como se llevan a ca- peto. La Curia no se abrió a nadie
bo grandes empresas, sino con se- antes de la vejez tardía; y es de la
so, con autoridad, con juicio de los edad que el senado tiene su apaci-
cuales no sólo no acostumbra estar ble nombre. ¿Quién se atreviera a
huérfana la vejez, sino que con la pronunciar delante de un anciano
vejez suelen aumentarse. Así opina palabras dignas de rubor? La
el Catón ciceroniano, libro De la luenga edad imponía su respeto.
vejez, capítulo VI. Y de análogo pa- ¿Y qué más si el mismo Dios, en
recer es su venerable nieto, el cual, el Levítico, manda ponerse en pie
en el libro de la Guerra de Catilina, ante la cabeza cana, y que la per-
de Salustio, se expresa de esta ma- sona del anciano sea honrada? ¿Y
nera: No hagáis cuenta que nues- qué de aquello otro que se lee en
tros mayores hicieron por sus ar- Isaías: Habla tú, que eres de edad,
mas grande -a la república que era pues en ti es cosa decorosa! Mas
pequeña. Si ello fuera así, mucho por lo que toca a la que llaman par-
más floreciente la tendríamos nos- te inferior, o sea aquella zona de
otros porque tenemos mucha mayor las pasiones y turbaciones, tan cas-
abundancia de aliados, de ciudada- tigada de achaques como en mí has
nos, de armas y de caballos que no visto, con todo, en el anciano pru-
tuvieron ellos. Otras cosas fueron las dente no introducirá ninguna va-
que les hicieron grandes, y de las cua- riación en sus buenas costumbres
les nosotros carecemos en absoluto: ni disminuirá su dignidad y su ma-
en nuestra casa, la industriosa la- jestad. Comparara yo con esta par-
boriosidad; fuera, el gobierno justo, te inferior mía, en la cual todo an-
el desinterés en el consejo y el da entre dos extremos la parve-
:

espíritu no sujeto ni al delito ni a dad y la demasía ; los dos vicios


la pasión. Todo esto es de Catón. únicos que acechan la virtud, con
¿Ves cómo el régimen de la re- la misma parte inferior de los jóve-
pública nos toca de derecho? De ahí nes: allí pasiones absorbentes y en
nos viene la honorabilidad, de ahí situación de predominio el apetito
la autoridad nos viene, de ahí los venéreo; allí mucha ira, mucho
dichos de los viejos calificáronse odio; allí inconstancia y consejo
de dichos de los sabios. Xo hay na- precipitado; allí ningún recuerdo
die que no sepa que por ese nues- de los tiempos que han sido, allí es-
tro poder espiritual se nos debe- peranzas hueras, ilusiones y tram-
demostrar respeto y reverencia. Si pantojos; allí regocijo descomedido,
OBRAS FILOLÓGICAS.- .
ALMA DEL ANCIANO 559

júbilo inmotivado, carcajada suelta; su tendencia natural a lo bueno y a lo


allí jactancia; allí el gran alarde dehonesto, por la ejemplaridad de su vi-
honores mentidos y todas las otras da, por la seguridad de su consejo y
cosas que callo porque no parezca por su justa ponderación en todo. Los
que quiero encubrir nuestros vicios que tienen estas cualidades, éstos son
con vuestras necedades. Gobernar sabios verdaderamente, como aquel
y cohibir aquellos vicios es potesta- vate de Tebas en los Campos Elí-
tivo de los mozos como de los an- seos. Todos los restantes, así mance-
cianos. Cuando lo consiguen, unos bos como ancianos, vuelan livianos
y otros deben ser llamados viejos como sombras. A éstos los llamo yo
y unos y otros deben ser llamados ancianos, y no a los otros; aseguro
mozos y aun muchachos, cuando yo que ellos podrían constituir el
no lo consiguen. Como también el senado ideal que imaginó Roma y
honor, la reverencia, la dignidad, la poblar la ciudad de Gerusia ideada
majestad y la autoridad y el don de por los lacedemonios. Nombre el de
consejo atribúyense no menos a los esta ciudad que se tomó de senec-
viejos de seso que a los viejos de tud, y en ella díjose que era donde
días; mas del viejo que es niño en más convenía envejecer. También
las costumbres abominan las Sagra- por eso cierto poeta llamó ancianos
das Letras, y San Pablo suplica a a los estoicos, no por el número de
los corintios que no aniñen su jui- los días o de los años, sino por
cio ni su alma. aquellas cualidades por las cuales
¡Qué cosa fea, qué cosa ridicula deben los ancianos aventajarse a
es, como dice Séneca, el anciano ele- los demás; a saber: Consejo, tem-
mental, el anciano dos veces niño, planza, gravedad, comedimiento,
como dice Varrón. Merecedores son constancia, inmovilidád del ánimo
de reprensión muy recia aquellos que por la virtud. Cualidades todas és-
puestos para que sean a modo de tas grandes y admirables que nin-
faros que iluminen a los pasados guna otra escuela filosófica duda
y a los que los seguirán, no hacen que las reunían los estoicos. ¿Y
más que cegarlos y entenebrecerlos, quien no conoce aquel hermoso ver-
y siendo guías enviados delante pa- so de Menandro: Los cabellos blan-
ra mostrar el camino, llevan a los cos son indicio de tiempo, no de sa-
otros por quebradas, por roquízares, biduría? Y dice el libro de la Sabi-
por asperezas y barrancos. duría La senectud merecedora de
:

Pero de ese desvío en que nos reverencia no es la que duró mu-


j

hemos metido, volvamos a la ruta cho ni la que se computa por el nú-


I

que me he propuesto seguir. Aún mero de los años; las canas son el
tenía que hablarte de la nobleza del buen juicio del hombre, y la sazón
alma del viejo; ahí tienes en cifra de la ancianidad es la vida inmacu-
lo que quería decir: lada. Y el mismo dice que esa au-
No creas que ni el número de los gusta ancianidad es la corona de la
años ni la blancura de las canas dignidad que se hallará en los sen-
confieran a los hombres gravedad deros de la justicia. A eso aludió
ni autoridad, ni por esas exteriori- aquel predicador cuando dijo que
dades han de ser juzgados viejos, la corona de los viejos es la mucha
sino, en primer lugar, por su copio- doctrina y que su gloria es el te-
sa y sazonada experiencia, y luego mor de Dios. Por todo lo cual, la
por la serenidad de su memoria, por vejez de costumbres puede hallar
560 JUAN LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. TOMO I

se aun en los niños, como muy ra- na tez que tuve cuando era mozo,
zonablemente afirma San Ambrosio, y las mejillas caídas y las arrugas
e igualmente la inocencia de los tales, cuales las tiene la mona qué
niños puede hallarse en los an- ha parido mucho y es ya vieja,
cianos. rasca en la cara, vieja y arrugada,
Y siendo esto así yo compuse a donde Tabraca descubre sus bos-
mi hombre de tal manera que haga ques sombríos.
cuenta que la lujuria es el más feo Me figuro que habrás visto her-
de los vicios; que no ande en pos mosos y atléticos mancebos ;
pero
de los placeres, que de cada día se dime: ¿igualarías sus fuerzas y su
torne más apacible y mejor, en acer- robustez a las mías, por no decir si
cándose a los arrabales de la juven- las preferirías? Pues por lo mismo
tud, no sea que, como aquel viejo que yo tengo más prestancia corpo-
verde de Plauto, tenga que oír este ral, por eso mis fuerzas y mi her-
reproche: Convendría ya que esta mosura tienen ventaja sobré sus
tu edad estuviese limpia de esas la- músculos y su piel lucia. Empero,
cras. tú y los otros jóvenes como tú,
Y porque sepa también que a él cuán dichosos seríais, ¡oh dioses in-
le acontece lo que cuentan del ibis, mortales!, si a esa lozanía de la
ave gitana, que, eliminando en su edad, a esa fuerza y reciedumbre
vejez ciertos humores superfluos y físicas añadieseis también ese vigor
purgada de cierta asquerosa flema, espiritual, esa robustez, esa sabidu-
exhala de su boca una fragancia ría que yo tengo. Con todo no pen-
como de sustancias aromáticas ma- séis que ello sea difícil de hacer,
jadas en el mortero de un perfumis- pues nada es más hacedero que lle-
ta. Así también, ese viejecito mío gar ahí con estudios bien orienta-
que renunció al amor y a las otras dos, con costumbres muy compues-
intemperancias, no cabe duda que tas, puesto que los vicios y las vir-
huele suavísimamente. Dichosa edad tudes, así en la mocedad como en la
que, en acercándose, expulsa todas vejez, en las costumbres se vincu-
aquellas pasiones que en la juven- lan, que no en los años.
tud repruébanse acerbamente. Dis- ¿Quién hubo más grave, quién
minuya enhorabuena los trabajos hubo más formal que el más joven
del cuerpo, mientras acreciente has- de los Catones? ¿Quién más ancia-
ta el máximo los del alma. Porque no que Escipión Emiliano, aun an-
la tarda senectud no debilita las tes del consulado que desempeñó
fuerzas del espíritu ni trueca su vi- siendo muy joven? ¿Quién más
gor, como dice Virgilio. Ni tampo- cruel que Mario y Sila cuando vie-
co porque la vejez inerte ayude su jos? ¿Qué cosa más fea y más obs-
paso con un báculo y como se lee cena que la lujuria retardada de
en Ovidio, alivie sus miembros con Tiberio César, viejo chivo? ¿Quién
cayados, no le pese de sus lentos más inepto y majadero que Claudio
años seniles cuando adquirió tanto César, cuando ya era sexagenario,
vigor espiritual. Mírale a él, a ese contra quien un grieguecillo insig-
viejecito mío, y repara luego en mi nificante disparó aquel dicho vene-
belleza rutilante aunque tenga fea noso: Y tú eres viejo y eres tonto.
la cara y quebrada la color y no No hay duda, pues, que las costum-
semejante a lo que se solía; el pe- bres no son producto de la edad, si-
llejo arrugado, en lugar de la bue- no de la crianza, del hábito del ca-
\
OBRAS FILOLÓGICAS. ALMA DEL ANCIANO 561

rácter. Todo esto me sugirió que te aquel arte elemental y primitivo,


lo dijese la descripción que hice de que labuena madre Naturaleza en-
mí mismo. Si deseas más amplios señó al linaje humano; de la valen-
conocimientos y seguir el aviso de cia de las fuerzas y de la salud
Ovidio que dice así: Acordaos ya que él conservó enteras hasta su
desde ahora de la venidera vejez, postrera edad por la gran continen-
y de este modo ninguna sazón de cia de su vida y por sus continuos
vuestra vida pasará sin fruto; yo ejercicios físicos; del menosprecio
te aconsejo que vuelvas a leer Ca- de la muerte, cuyo temor jamás le
tón el Mayor, de Cicerón. En este apartó de ninguna obra, como ni
libro hallarás no solamente conse- tampoco su pavorosa inminencia
jos dignos del aceite del cedro para truncó sus pláticas serenas. Halla-
el buen gobierno de la vejez, sino rás todo esto juntamente con mu-
también las sólidas enseñanzas y cho conocimiento y memoria de la
censuras de aquel anciano a quien antigüedad: cuán grande fuere en
los hombres de su tiempo llamaron^ él (sus orígenes lo atestiguan) ve-
Porcio Prisco, acerca de la consti-* ráslo en este libro, en tanto grado
tución de la república que él rigió que no sabrás discernir si es de Ca-
con las mejores artes, y con qué tón por la gravedad de la elocución,
recursos y con qué maña, como con por el peso de las sentencias y por
un timón, navegará salva y feliz. el decoro y la dignidad del estilo,
Allende de esta doctrina política, en- o si es de Cicerón por su dulce y
contrarás en él luminosos conoci- suave elocuencia, por la pulida y
mientos sobre la inmortalidad del caudalosa facundia del discurso.
alma, tomados de Sócrates visto
y oído por Platón; de la fuga de Habiendo dicho esto, el alma del
aquel cosquilleo carnal llamado de- viejo desapareció y yo quedé libre
leite, cuya insinuante blandura él del pasmo que me había producido
no sintió jamás; de la agricultura, su palabra.

FIN DEL «ALMA DEL ANCIANO»


ORIGENES
ESCUELAS Y LOORES
DE LA FILOSOFIA
(DE INITIIS, SECTIS
ET LAUDIBUS PHILOSOPHI/E)

(i5i8)

Entre todos aquellos que sobre la tente todo que considerare


aquel
humana mortalidad pujaron su un momento gran oscuridad que
la
augusta y divina cabeza es cosa es fuerza que envuelva los orígenes
averiguada que sólo la filosofía es de una ciencia puesta tan lejos de
el don más grande y mejor que nos nuestra memoria. Existió ya en los
dieron los dioses inmortales, que primeros tiempos del mundo vuelto
sólo ella puede hacer perfectos a los a la vida después del diluvio, pues
hombres y conducirles a vivir bien nada ocurre que decir del origen del
y bienaventuradamente, que es la mundo hasta la universal inunda-
cifra de todos los deseos. Sumamen- ción, ocurrida en tiempos de Noé,
te difícil de explicar es en qué con- cuya reducida historia, en estado
siste este don o dádiva o, como hay de nebulosa y llena de misterios,
otros que dicen, esta invención de sacada de las arcanas tradiciones de
los dioses. La Verdad, como decía la nación hebrea, en las cuales des-
Demócrito, yace escondida y sepul- tacan aquellas inscripciones que los
tada en el fondo de un pozo pro- hijos de Set dejaron escritas en dos
fundísimo. De qué manera llegó columnas, fué trazada y escrita por
hasta nosotros, los escritores embro- el mismo Moisés.
lláronlo y oscureciéronlo, mientras Existieron, pues, por aquellos
cada uno arrima la gloria de tan tiempos, como es razón que crea-
grandes principios bien a su pro- mos, algunos grandes hombres que,
pia nación bien a aquella para quien por beneficio de Dios, desdeñaron
tiene mayores simpatías. Nosotros esas cosas inferiores como inesta-
nos limitaremos a seguir a los auto- bles, deleznables y vanas; y po-
res más aprobados y hacer nuestras niendo su admirativa atención en
las afirmaciones más verosímiles, las cosas superiores como más no-
con lo cual es de razón que se con- bles y más excelentes que las otras,
564 JUAN LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. TOMO I

se aficionaron a ellas con toda taban de la naturaleza de las co-


su alma, con una intensidad tal, sas, si bien con hartas alucinacio-
que dejando a su cuerpo acá aba- nes; ellos hicieron avanzar no po-
jo como en su domicilio propio y co la erudición.
natural, en alas de su mante vo- Gorgias, el leontino, en una de
laron a aquellas espirituales altu- las mayores concurrencias de grie-
ras, viviendo no más que para su gos, atrevióse a retarles a todos,
pensamiento. Este linaje de hom- sin miedo de ninguno, que le diri-
bres tuvo variedad de nombres con- giese cada cual la pregunta que le
forme fueron varios los que los de- pluguiere, afirmando que él la con-
nominaban. Entre los hebreos, lla- testaría al punto. Estomismo hizo
máronse profetas, a fuer de previ- Hipias en los Juegos Olímpicos. Es-
sores de lo venidero. Entre los ta costumbre se generalizó luego
egipcios, llamáronse vates y sacer- entre los griegos. Buena parte del
dotes, simiente y principio de la dig- estudio de ellos versaba sobre el
nidad real. Tuvieron los celtas a sus conocimiento del cielo por obser-
druidas, moradores de los bosques vaciones de muchos siglos, hechas
y amigos de la muerte, a manera de por los primitivos caldeos y egip-
camino para la otra vida inmortal cios. Uno de ellos fué Vulcano, que
y mejor. Los brahmanes habitaron alumbró las fuentes de la filosofía,
Etiopía y habitaron la India los de quien dicen ser hijo del Nilo.
gimnosofistas es a saber, los sabios
; También dicen que Lino Eubeo lo
desnudos, de cuyo dogma dicen que fué de Mercurio y de Urania por
Buda fué fundador. Por lo que to- sus conocimientos astronómicos y
ca a España, si bien el nombre no porque le cupo la gloria de inven-
hace al caso, no faltan graves auto- tar la lira, puesto que se cree que
res que dicen que en la más remo- Mercurio fué el autor de la lira, y
ta antigüedad tuvo sabios muy an- Urania, para los púnicos primitivos,
tiguos, consagrados al estudio de la es la misma Luna y entre los grie-
sabiduría con anterioridad a los gos es la Musa que tiene la incum-
griegos y a las otras naciones, ex- bencia de cantar los fenómenos
cepto la hebrea. Los sabios de Per- celestes. También es fama que el
sia fueron los magos, el primero líbico Atlante sostuvo el en
cielo
de los cuales fué Zoroastro, de sus hombros y que le sucedió Hér-
quien se dice que rió el día mismo cules su discípulo, porque aquél, se-
de su nacimiento. Decir magos equi- gún testimonio de Plinio, fué el in-
vale a decir sabios, como aquellos ventor de la astrología y de la es-
primeros sabios míticos de Grecia, fera, y que este discípulo suyo fué
Orfeo, Museo, Lino Anfión y aun el heredero de esta arte inventada,
aquellos otros de los tiempos his- la cual, introducida en Grecia poco
tóricos que desde Tales de Mileto tiempo después, adquirió muchos y
hasta Pitágoras de Samos se con- grandes aumentos. Con referencia
sagraron al conocimiento de las co- a esto se escribe que Endimión fué
sas. Y destacándose entre todos ellos el primero que descubrió el carác-
aquellos siete sabios por antonoma- ter voltario y tornadizo de la Luna,
sia, a quienes, por el oráculo de y por eso se dice que de ella se
Apolo, les fué adjudicada la mesa enamoró. Repudiado en un princi-
de oro como a los más sabios de pio, más tarde, luego de pastorear
toda Grecia, todos los cuales diser- sus rebaños blancos, si hemos de
OBRAS FILOLÓGICAS. ORÍGENES Y LOORES DE LA FILOSOFÍA 565

dar crédito a la fábula, habiéndose augurios para el año nuevo. ¿He-


quedado dormido en elLamió, mon- mos pensado cuánto deleite hay en
te de la Caria, la Luna bajó a be- todo esto? ¿Hemos ponderado cuá-
sarle y, con todo eso, él no se des- les debieron de ser aquellos hombres
pertó de aquel sueño. a quienes con mejor acuerdo llama-
Tales de Mileto fué el primero ríamos dioses inmortales, que muy
que echó de ver la pequeña Cinosu- por encima de nuestras pobres vi-
ra, en cuya- guía se confían los fe- viendas o, más bien, que empinán-
nices cuando van altamar. Anun- dose muy por arriba de los elemen-
ció un eclipse de sol para el año tos de su cuerpo, consiguieron lo
cuarto de la Olimpíada XLVIII, que que no pudieron conseguir los jaya-
fué el CLXX de la fundación de nes de corpulencia descomunal, de
Roma. Escrito los cursos del sol y quienes hablan las fábulas, mientras
sus conversiones, comparó las res- que ellos, apoyándose en la fuerza
pectivas dimensiones del sol y de de sus ingenios, penetraron en el
la luna. mismo recinto del cielo? ¿Y quién
Su discípulo Anaximandro de duda sino que todo ese ruin mundo
Mileto conoció que la luna brillaba sublunar les causó asco, ante los
con luz prestada, enseñó la obli- umbrales de aquel divino domicilio,
cuidad del Zodíaco, con lo cual en el cual pudieron barruntar no
abrió las puertas del cielo y colocó sólo cómo se gobierna el universo
el primer reloj de sol ideado por él mundo, y lo qué está por venir y
en una pared de la plaza de Espar- por qué causas, y entregaron a los
ta, no sin una viva y general admi- que con ellos estaban unidos por
ración. Dice Marco Varrón que ese solidaridad humana y mortal esas
curioso artefacto no fué visto en revelaciones sacadas de los propios
Roma antes de la primera guerra santuarios de la Naturaleza, a guisa
púnica traído por el cónsul Valerio de pontífices, iniciados en sus con-
Mésala, de Catina, ciudad de Sicilia. sejos formidables? ¡Loor eterno a
Y, por cierto, que sus líneas no con- vosotros, intérpretes del Cielo, en
venían con las horas del hemisferio cuyas almas cupo la Naturaleza to-
del Lacio. Fabio Vestal escribe que da y cuya mente grandiosa, sublime,
Lucio Papirio Cursor puso el primer elévase muy por encima de todas
reloj en el templo de Quirino, levan- las coronas de los reyes y de los
tado por un voto de su padre, dicta- emperadores. Sin ellos, vivís vida
dor tras el vencimiento de los sam- bienaventurada; mas ellos y todos
nitas, treinta años antes del consu- los pueblos no podrían vivir sin
lado de Mésala. Hay quienes atribu- esos descubrimientos vuestros
yen a Tales el descubrimiento de la Almas felices —exclama el reli-
astrología náutica. Pero la mayor gioso Ovidio de los Fastos — cuya
,

parte de escritores se decide por ad- vocación fué hallar estas sagradas
judicárselo a Feaco de Samos, cuyo verdades y escalar las moradas ce-
conciudadano Pitágoras demostró la lestiales. Es de creer que tales al-
naturaleza de la estrella de la tarde mas, más altas que los vicios y los
y verificó la identidad del Héspero humanos azares, levantaron sus ca-
y del Lucífero. Cleostrato descubrió bezas. Ni Venus ni el vino quebran-
los signos del Zodíaco y primera- tó los sublimes pechos, ni el tráfago
mente el de Aries, por el cual los del foro, ni el trabajo de la milicia,
entendidos en astrología sacan sus ni la liviana ambición, ni la gloria
066 JUAN LUIS VIVES. OBR,AS COMPLETAS. TOMO I

con su afeite alegre les acució


; ni borearse con su condición de hom-
el hambre de riquezas cuantiosas. bre; costumbre ésa que los pitagó-
Acercaron a nuestros ojos los luce- ricos, aprendiéndola de su funda-
ros distantes e hicieron esclavo de dor, conservaron largo tiempo. Cre-
su mente al cielo. Así, el cielo se yóse que con esta sabiduría inicial,
escala, no con poner el Osa encima según canta Horacio, los hombres
del Olimpo y que la cumbre del Pe- se amansaron y dulcificaron, y de
lias toque los atros soberanos. su ferocidad nativa convirtiéronse
A esos purísimos deleites, para en domesticados y humanos, y que
que por unos momentos desistieran cautivados por su hechizo, se deja-
de recorrer el cielo y para descan- ron prender de sus buenos conse-
sar de subida tan ardua y para que jos, y abandonando sus cuevas y
al mismo tiempo no careciesen de sus cabañas, que habitaban separa-
algún regalo dulce, inventóse la mú- damente, se reunieron en agrupa-
sica, que es la ciencia de los soni- ciones, y en ciudades, y en socie-
dos y de la armonía. Es de creer dad, a la cual, por su propia espon-
que quien descubrió el concento ce- taneidad, tiende el temperamento
leste, fuese quien fuese el inventor humano, y de cavernícolas se troca-
de tanta maravilla, se llamase Tú- ron en ciudadanos. Por este tan gran
bal o se llamase Dionisio, cautivado beneficio fingió la antigüedad que
por la dulcedumbre de aquel con- Orfeo movió las rocas y amansó las
cierto, se elevase con vivo deseo a fieras.
la contemplación de las cosas sobe- Y este mismo beneficio dicen que
ranas. De sus manos dispensó Anfión, hijo de Júpiter y
salieron las
liras, las cítaras, las flautas de de Antíope, a quien algunos atribu-
las
cuales arrancaron sones tan dulces. yen la invención de la cítara, con
Así Orfeo, así Lino, así Virgilio: la aútoridad de Pontico de Heraclea.
Entonces el crinado Jopas hace discípulo de Platón, quien afirma
sonar en su cítara dorada los can- que aprendió esta arte de Júpiter,
tos que le enseñó el máximo At- su padre, aunque Eusebio hace a
lante: canta la luna errante y los su hermano Zeto participante de
fallecimientos del sol; de dó viene esa gloria. Unos atribuyen esta in-
el linaje de los hombres y de las vención a Lino y los más a Orfeo.
bestias, de dónde la lluvia y los ra- Y porque no parezca que ando siem-
yos, y a Arcturo y a las Híadas tor- pre a caza de fábulas, si bien de nin-
mentosas y a las Osas gemelas; por gún modo son indoctas ni ineptas,
qué los invernales soles caminan tan pasaré a la eficacia de la armonía.
aína a mojarse en el Océano o qué Timoteo de Mileto, con sus modula-
tardanza detiene las noches pere- ciones, inspiraba al macedón Alejan-
zosas. dro los afectos, unas veces acucián-
Y era tan vivo el deleite que to- dole si estaba apático y otras veces
maban de la música, que casi les si estaba enojado y furioso le devol-
arrobaba, sacándoles el espíritu del vía al equilibrio. Es fama que Em-
cuerpo. Cuentan de Pitágoras que pédocles de Agrigento, con una can-
tantas veces como se iba a dormir cioncilla, sosegó y desarmó a un
y tantas veces como se levantaba mozo furibundo que atacaba a un
del lecho, acostumbraba, con la mú- huésped suyo con la espada desnu-
sica, poner paz y dulzura en su da. Afirman asimismo ser pura ver-
alma, para más soberanamente sa- dad que Apolo, con ciertos sones y
OBRAS FILOLÓGICAS. ORÍGENES Y LOORES DE LA FILOSOFÍA 567

compases de cítara inventados por merariamente, en este punto todos


él, alargó la vida a muchos morta- coinciden en el mismo sentir y se-
les y les desnudó de su salvajez. ñalan reglas, no ya semejantes, sino
Aun cuando la invención de esa idénticas. Y aún dicen que esta cien-
arte tan regalada y tan dulce se con- cia primera en que comenzó a ejer-
tuvo en su origen en límites muy citarse el ocioso ingenio humano
estrechos; con todo, en muy breve entrególa a los egipcios para que
tiempo se propagó ampliamente. De la aprendiesen Theut, como refiere
la tortuga original llegóse al canto en el Fedro el Sócrates de Platón,
de la voz humana, para lo cual se juntamente con los signos de las
excogitaron tantas modulaciones y primeras letras. Yo opino que ese
tantos géneros de poemas, tan va- Theut, con mayor verosimilitud, es
riados y de tanta suavidad. En ese Abrahán, que habiendo, desde la
punto los principales compositores Caldea, pasado a Egipto, enseñóles
fueron Lino y Antedonio, el primero las letras y esas cuatro matemáti-
de los cuales compuso un canto la- cas, las cuales, consignadas monu-
mentoso, elegiaco, según entiendo. mentalmente por los hijos de Set,
El segundo compuso himnos. No que eran los primeros nietos de
mucho después les sucedieron Pie- nuestro padre Adán, en dos colum-
rio, que dedicó muchos cantos a las nas, de piedra la una y la otra de
musas. Filamón y su hijo Tamiris, ladrillos, por medio de Noé y de
de quien cuenta la fabulosa anti- Sem pasaron a la nación hebrea.
güedad que compitió con las musas 'Así esque Abrahán consigo intro-
y que puso en verso la guerra de dujo en Egipto las letras, las disci-
los Titanes. También Demodoco de plinas, las costumbres, las leyes, to-
Corica, que antes de Homero cantó das las cuales, a la vez, como tam-
la guerra de Troya y los amores de bién la circuncisión, conforme a la
Marte y de Venus. Mas en la músi- práctica de la familia abraánica, re-
ca como los números necesitasen cibiéronlas los egipcios.
ser multitud, y en la astronomía se Mas, con el discurso del tiempo,
necesitasen números y variedad de los hombres sabios fueron descen-
figuras, aparecieron, por añadidura, diendo poco a poco de aquellas al-
unas disciplinas que tratasen de ello turas que dan vértigo a esa parte
y lo enseñasen. más baja y desdeñada de la Natu-
La aritmética tomó su nombre de raleza, porque en ese huerto del uni-
los números, y la geometría lo tomó verso mundo no quedara ángulo al-
de la medida de la tierra. Estas cua- guno que su divino e inquieto es-
tro artes, tan vecinas y tan conti- píritu, a manera de abejuela oficio-
guas, se fundieron en una razón sa, no recorriese, ni flor, por menu-
única de estudio y de deleite que da y secreta que fuese, en la cual
llamaron matemática, disciplina que no metiera su aguijón. De ahí vino
para mí derivó su nombre de dis- que la filosofía se defiíiiera El co-:

cere (aprender), porque unos eran nocimiento de las cosas divinas y


los estudios de los primitivos y por- humanas. También en esta parte in-
que éste es el camino más certero ferior se hicieron agudas e ingenio-
para aprender, pues disintiendo en sas observaciones acerca de los fe-
otros puntos diametralmente las nómenos que se registran en los
escuelas filosóficas, y balanceándose vientos y en el mar: lluvias, nubes,
de un lado para otro, al azar y te- nieves, granizos, rayos, meteoros
568 JUAN LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. TOMO I

varios con el restante espectáculo Aun cuando no faltan quienes nie-


de noches serenas y las alterna- gan que este Esculapio muerto por
las
tivas de la luz y de las tinieblas del el rayo de Júpiter fuera hijo de
calor, del frío, del nublado, del se- Apolo, sino otro homónimo suyo,
reno, del flujo y del reflujo del mar, hijo de Valente y de Feónida, her-
de las tempestades y de las bonan- mano de Mercurio Trifonio, cuyo se-
zas. pulcro era visitado en Cinosuras
Entonces, se descendió también a aun en tiempos de Cicerón. Y Cice
la tierra, en la cual aplicaron su rón, por su parte, añadió un tercer
atención a la maravillosa fábrica Esculapio, hijo de Arispo y Arsinoe,
del mundo, o, mejor, obra de Dios que fué el que primeramente des-
sapientísimo, a quien adoraron, es- cubrió la purgación del vientre y la
tudiando las virtudes de las hier- extracción dental. En la Arcadia, no
bas, de las piedras, de los metales, lejos del río Lusio, muéstrase su se-
que son tan estupendas que no pue- pulcro y el bosque que tiene consa-
den oírse sin horror o sin pasmo. grado. En esa trinidad de Escula-
De ese coto de la filosofía tomó la pios, como en otros muchos perso-
medicina para sí una buena parte, najes históricos de nombres idénti-
puesto que diríase que aquellas pro- cos y como en otras muchísimas co-
piedades fuéronle atribuidas por la sas, introdujeron gran confusión,
Naturaleza, madre benignísima e in- así la luenga antigüedad como la li-
dulgentísima para curar los cuerpos cenciosa e irresponsable manera de
de los hombres, cosa que, a fe mía, escribir que practicaron los grie-
no es tan admirable como saludable gos.
a todo el linaje humano, observa- Es fama que los hijos de Escula-
das y descubiertas, parte por el ins- pio Podalicio y Macaón, en la guerra
tinto de los brutos animales y las de Troya, restituyeron los muertos
fieras, parte por audaz y feliz expe- a las auras vitales, no por otra ra-
rimento de los hombres, parte, en zón sino porque a las heridas más
fin, por sugestión de Dios, que mos- difíciles y peligrosas aplicaban re-
tró el camino. Por esto fué que en medios instantáneos enseñados por
último término esta arte y su in- Esculapio, su padre, quien a su vez
vención fué referida a los dioses. había sido adoctrinado por Quirón,
Por los egipcios, es atribuida a Mer- hijo de Saturno y de Filira, el más
curio y a Apis, dioses suyos; por justo y cuerdo de los Centauros, de
los griegos, a Arabo, hijo de Apo- quien veo que Plinio afirma que fué
lón y Babilón, que algunos piensan quien descubrió la medicina vege-
que fué Esculapio, aquel Esculapio tal y medicamentaria. No tengo hol-
de quien por haber devuelto a Hi- gura ni tiempo para ir a los alcan-
pólito a la vida, dicen que murió ces de esta historia fabulosa y refe-
tocado de un rayo: rir este arte a los tiempos de Zu-

Entonces canta Virgilio — ,el pa- roastro, que fué rey de los bactria-
dre todopoderoso, dolido de que un nos y cuya insolente pujanza que-
mortal se levantara de las inferna- brantó Niño; ni de Apis, rey de los
les sombras a la luz de la vida, él egipcios, de quien poco ha hice
mismo, con uno de sus rayos, hun- mención, a quien hacen hijo de Fo-
dió en las estigias ondas al hijo de roneo, rey de los argivos, hijo a su
Febo, descubridor de tal arte y tal vez de Pitón, aun cuando yo creo
medicina. que ese que otros dicen ser el mis-
OBRAS FILOLÓGICAS. ORÍGENES Y LOORES DE LA FILOSOFÍA 569

mo Osiris y Serapis es Apolo, iden- der, nada cuenta ni pesa nada. Bus-
tificado con el Sol. canse con desalado afán muchos
Por más que Pitágoras de Sanios, placeres corporales, pero de ellos no
y Empédocles de Agrigento, y De- se puede gozar si el cuerpo no está
mócrito de Abdera, no estuvieron sano; con idéntico afán se buscan
del todo ayunos del arte de la me- los placeres del espíritu, pero tam-
dicina, ninguno escribió de ella an- poco se pueden gozar si el espíritu
tes que Hipócrates de Coos. Dejo de no está sano. Entonces sentimos lo
lado la suposición de que Esculapio, que esa salud doble tiene de placer,
hijo de Apolo, escribió un libro in- cuando el sentido y cuando la men-
titulado Navecilla. Mas el mismo te, que es su juez, viviente, sincero
Hipócrates enriqueció la medicina e insobornable discierne cuánta di-
con maravillosas aportaciones, y, ferencia Vct entre una de estas dos
empezando por las heridas, amplió cosas y su contraria. Y si con gran
el socorro a las restantes enfermeda- empeño y con prolijo cuidado y a
des y le ilustró con un discurso cla- través de tantos peligros, y aun de
ro y copioso. Y no es de extrañar, muertes, andamos a caza de rique-
puesto que oyó con suma atención zas, de placeres y de otra suerte de
a Georgias Leontino y a Pródico de infinitos pasatiempos, ¿quién duda
Quíos, los más grandes retóricos de sino que primero se ha de buscar,
su tiempo. Siguieron sus pisadas en y procurar, y acarrear, y retener
esa misma arte los famosos Diocles aún con afán más acuciante y vivo
de Cares, inferior a él de muy poco la salud, que si se perdiere la res-
en edad y en celebridad, Praxágo- tituye el arte médica, y tras de ha
ras, Crisipo, Herófilo, que fué el pri- berla restituido la consolida y la ro-
mero que hizo algunas observacio- bustece?
nes acerca de la pulsación de la Mas así como el alma es más ex-
arteria, el crotomata Alcmeón, Eu- celsa, más divina, en una palabra,
doxio de Cnido, adscritos todos ellos que el cuerpo, pues en la tierra no
a la escuela pitagórica. Y todos hay ser más excelente que el hom-
ellos en su tiempo fueron tenidos bre, y en el hombre nada superior
en mucha prez y estima y amplia- al alma, por esto su salud es muy
mente subvencionados por grandes mejor que la salud del cuerpo, y la
príncipes. En pos de ellos vino Eri- medicina del alma muy mejor que
sístrato, nieto de Aristóteles por su la medicina del cuerpo. Y si los des-
hija, quien por sus experimentos cubridores de la medicina corporal
fué llamado empírico, y a quien fueron en la antigüedad tenidos y
Ptolomeo, por haber curado a su venerados por dioses, ¿cuáles debe-
padre, Antígono, le galardonó con mos pensar que son los inventores
cien talentos. de la medicina moral y con qué ho-
Y de esto ¿quién hay que se ma- nores es razón que los veneremos?
raville? Dos son las cosas que con Estos son aquellos que para los ne-
preferencia a todos los bienes del gocios familiares y los negocios pú-
mundo piensan los sabios que de- blicos, para los pueblos y para las
ben ser deseadas y aparejadas, es, naciones, excogitaron y promulga-
a saber: una mente sana en un ron leyes muy saludables y santas.
cuerpo sano. Con mala salud física, Gracias a ellas cada cual vivió per-
con deficiente salud moral, todo lo petuamente en sabrosa quietud y
restante: opulencia, riquezas, po- paz, en tranquilidad apacible. A
570 JUAN LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. TOMO I

esta categoría pertenecen aquellos contaminación del plebeísmo, rece-


héroes augustos Mercurio, de Egip- losos de que un impuro pudiera ajar
to; Radamanto y Minos, de Creta, tu pureza luminosa. Así escribió Or-
y su contemporáneo Juan Hispano feo; así escribió Museo, así Platón
(sic); Dracón y Solón, de Atenas; y los otros que trataron de esas co-
Licurgo, de Lacedemonia; Zelenco, sas divinas. Temieron los otros no
locrense; el cnidio Eudoxio; Numa poder ahuyentar a bastante distan-
Pompilio, rey de los romanos, y cia de los sacros enigmas a los in-
otros a quien no sabes a punto fijo dígenas, porque bien podría ser que
si llamarles hombres o dioses, como asiese el libro con mano profana al-
de Licurgo la Sibila Pitia, pues edu- gún lector temerario o sacrilego,
caron a sus pueblos y gentes con tal que revelase los arcanos, que des-
prudencia y con tal santidad, por cubriese a la plebe necia los miste-
manera que no solamente fueron rios recónditos, y por ello no osando
bienhechores de los suyos por ha- dejar en sus escritos a la posteri-
berles dado leyes, sino que con el dad ni siquiera la iniciación de esa
ejemplo de su vida, para todos fue- augusta doctrina, con palabras cau-
ron espejo y dechado propuesto a tas, dichas al oído, bajo promesa de
su imitación, mucho más eficaz y sigilo cuasi sacramental, dada y
mucho más augusto que las mismas aceptada, se expansionaron en pú-
leyes. De manera alguna quisieron dicas confidencias. Por esto fué que
ellos parecer desobligados de unas Platón manda a Dionisio de Siracu-
leyes con que habían obligado a los sa que tan pronto como hubiere
otros, antes les dieron una norma leído una epístola que le escribía
más holgada y ancha que la que tratando de cosas divinas, luego al
ellos se impusieron a sí mismos. punto la entregase al fuego, porque
Hubieras dicho que los sueltos eran jamás pudiera acontecer que fuese
los otros y ellos los obligados. Pero a parar en manos poco dignas. Todo
¿con qué sacrificio expiatorio pasa- esto hacían por la temerosa reve-
ré ante ti, ¡oh madre Teología!, so- rencia que la Teología les inspiraba,
berana y purísima parte de la filo- la cual, como materia excelentísima
sofía? Pero ¿qué digo parte? Filoso- y santísima que es, pensaban no ser
fía integral debiera decir, que no te cosa lícita que quienquiera la toca-
ocupas de cuerpecillos ni de entes se a su antojo. ¿Acaso fué una inju-
caducos, sino que tienes tu asiento ria esta reverencial abstención?
en todo el espíritu y toda estás con- Pues tú eres la Diosa madre que,
sagrada a todos los espíritus y les mediante la religión, nos separas de
limpias y les purificas de muchas los brutos, tú nos indicas la senda
manchas y suciedades, y malsanas verdadera y cierta del vivir bien y
como están les devuelves a la salud. bienaventurado y por ella nos con-
Los antiguos profesáronte tanta ve- duces; tú nos presentas para que le
neración, que fueron muy pocos, y conozcamos a Dios, quien, por testi-
ellos excelentes y animados de una monio de la misma verdad, es la
vigorosa robustez, los que osaron to- única, eterna y felicísima vida; tú,
carte, y no con vocablos conocidos del aceptada por nosotros con el alma
vulgo, sino con palabras envueltas toda entera, nos levantas sobre
en misterio, por manera que no tan- nuestra naturaleza mortal, nos unes
to te descubrieron como te velaron, con los ángeles, nos haces una cosa
como te sustrajeron a la injuria y con el mismo Dios.
I
OBRAS FILOLÓGICAS. ORÍGENES Y LOORES DE LA FILOSOFÍA 571

¡Oh salve Sabiduría perfectísima, plandece en la oración con lumbres


que saliste de la boca del Altísimo! y fulgores, eso es el patrimonio de
¡Salve, doctrina de tanta trascen- la Retórica. Lo que es verdadero, lo
dencia, que importó que te apren- que es que por determina-
falso, lo
diéramos de boca de Dios, pues no dos anejos es probable, lo que es
hubiéramos podido ni conocerte si- contradictorio, lo que es consecuen-
quiera, si no tuviéramos tal maes- te; cómo se ha de hallar, cómo se
tro, y, con todo, era menester que ha de juzgar lo hallado; enseñar es-
te conociéramos! to es la misión de la Dialéctica. Es-
Hasta aquí expuse sumariamente tas tres artes, juntas con las otras
aquella parte de la filosofía, inves- restantes de las que hablamos poco
tigadora de las cosas. Falta aquella ha, forman aquel círculo de doctri-
otra parte que se refiere exclusiva- nas que compone la noble enciclo-
mente a la expresión y es mucho pedia. Todo el contenido de estas ar-
más moderna que la otra. Está par- tes nobles y humanas está enhebra-
tida en tres, a manera de miembros i
do como por un hilo que las asocia,
Gramática, Dialécticay Retórica. según dijo muy bien Platón. De Pla-
Esta, que es la mayor de las herma- tón es también aquella división de la
nas, antes que por nadie fué conoci- Filosofía que Eusebio quiere que la
da por Empédocles de Sicilia y pu- tomase de los hebreos, para que ella
blicada por los hombres de aquella también tuviese como tres miem-
isla, Corax el maestro y su discí- bros. El primero debía abrazar la
pulo Tisias. A ellos, en causa ambi- disquisición de la naturaleza de las
gua e intrincada, se refiere aquella cosas que hay en el cielo y en el
exclamación popular que luego pasó mundo todo; el segundo debía tra-
a proverbio: De malos cuervos, mal tar de las palabras y el tercero com-
huevo. Por lo que toca a la Dialécti- poner las costumbres de los hom-
ca, los filósofos anteriores a Aristó- bres.
teles más descubrieron que podían Brevemente y en compendio toqué
darse reglas que no las dieron ni los comienzos de la filosofía. No
explicaron cuáles podían ser, ni su con mucha mayor prolijidad habla-
razón ni su procedimiento. El pri- ré del nombre de la Filosofía, de
mero de todos ellos fué Zenón de sus escuelas, de sus glorias. La con-
Elea, discípulo de Parménides; pe- cisión que hasta ahora observé, voy
ro Aristóteles fué ku inventor y su a guardarla en adelante.
maestro consumado. Platón fué Dícese que habiendo Pitágoras de
quien primeramente comenzó a ob- Samos ido a Filunte, como lo di-
servar ciertas normas gramaticales vulgó Heráclides Póntico, pregun-
y antes que cualquier otro escribió tando por León, tirano de los flia-
acerca de ella Epicuro. No cabe du- sios, cuál era el arte en que desco-
da que estas tres artes, como casi llaba más y con qué nombre gus-
todas las otras cosas, fueron hijas taba más de engalanarse, respondió
de la observación y comprensión de que no profesaba arte alguno, y
lo que suele ocurrir en la conversa- por lo que toca al nombre, que era
ción vulgar. El gramático enseña lo filósofo. Extrañado el tirano de la
que el pueblo dice con propiedad y novedad de este nombre, pues los
rectitud, el sonido con que lo pro- anteriores, a quienes se asemejaba
nuncia, las letras con que lo consig- y con los cuales podía Pitágoras
na. Lo que es elegante, lo que res- hombrearse, se habían llamado so-
572 JUAN LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. TOMO I

fos, que, ni más ni menos, quiere Anteriormente, todos seguían la


decir sabios; mientras que Pitágo- escuela jónica, que tuvo por funda-
ras se había creado aquel nombre dor y corifeo a Tales de Mileto. Mi-
para sí, segundó la pregunta pi- leto está en Jonia, en los confines
diéndole qué era aquello de filóso- de la Caria. Mas la escuela itálica
fo y cuál era la diferencia entre él fué fundada por Telage, quien la
y el. sofo. Ante la nueva insistencia, entregó a Jenófanes de Colofón, y
pensando muy bien que aun en es- de éste a Parménides, y de éste a
ta vida cualquiera de los mortales Zenón de Elea, y de éste a Leuci-
podía llegar no más a la sabiduría po de Abdera, quien la puso en ma-
que a la auténtica bienaventuran- nos de Demócrito, conciudadano su-
za, contestó no haberse atrevido a yo, quien la trasladó a Nausifanes
tocar tan importante y ambicioso y Nausifanes la enseñó a Epicuro,
nombre como era el de sabio, por- en quien esta herejía tuvo su fin.
que sentía que sus fuerzas no po- En la fisolofía jónica, Anaximandro
dían satisfacer a tal denominación fué impuesto por Tales, y él, a su
y que él no era para llevar nombre vez, inició a Anaximenes, a quien
tan augusto; que por eso se llamó oyó Anaxágoras, cuyo discípulo fué
a sí mismo filósofo; es decir, aman- Arquelao, maestro de Sócrates.
te apasionado de la sabiduría, pero Sócrates fué el primero que apli-
no su compañero, cosa que los an- có al uso de las ciudades y de los
tiguos, como sabios auténticos que pueblos a la filosofía; que, limitada
eran, pudieron creer ser ello cosa al estudio del cielo y de los elemen-
que podían profesar, sino que no tos y vagarosa y errante, la incor-
era más que su cliente y seguidor, poró a la vida, para que, ella me-
uno de los que se contentaban con diante, aprendiesen los mortales
seguir sus preceptos y obedecer sus por primera vez lo que convenía y
órdenes, persuadido de que si lo era preciso saber, no fuese que
consiguiere, habría hecho muy mu- mientras salían cosas por cierto
cho. Y así fué cómo, divulgada esta grandes y maravillosas, pasasen
anécdota, en lo sucesivo, el estudio ellos desconocidos para sí, lo cual
de la filosofía, con un nombre más es un desdoro muy grande y con-
recatado y vergonzoso, de mayor trario a aquel célebre oráculo de
modestia y de menor odiosidad que Apolo, que es el primer escalón pa-
el primero de Sofía, y el de filóso- ra la sabiduría, considerando ser
fos sus apasionados, que antes se fea torpeza no ser enseñado de lo
llamaron sofos, a secas. Y de este que no se puede ignorar sin el ma-
mismo (me refiero a Pitágoras, pues yor de los sonrojos. Xo le parecía
así le llamaban sus discípulos con congruente a aquel varón verdade-
la socorrida y firmísima razón: ramente divino que se buscase con
— —
auto efa El lo ha dicho ), como fi- vivo afán aquello cuya carencia nin-
losofase en aquella ribera de Italia gún mal acarrearía y que no se su-
que ahora se llama Calabria y piese aquello cuya ignorancia es cri-
entonces se decía la Magna Grecia, minal y oprobiosa. Y porque los
con gran frecuencia de discípulos y hombres, prescindiendo de la mora-
con la máxima reverencia de las lidad, no se aficionasen en demasía
ciudades de aquella región, se dice a aquellas cosas naturales que más
que fué el fundador de la Filosofía complacen nuestro espíritu, como
itálica. hasta su tiempo se había hecho don-
OBRAS FILOLÓGICAS. ORÍGENES Y LOORES DE LA FILOSOFÍA 573

dequiera, siendo por unánime con- den de Carnéades, que fué un po-
sentimiento y aprobación el más lemista muy agudo y sutil, y los
sabio de los mortales, a pesar de to- intermedios son hechura de Arcesi-
do afirmó su ignorancia respecto de lao, sucesor de Crates. Toods éstos,
todo aquello y no saber, en absolu- aunque de muy lejos, remontan su
to, más que esto. Así lo hizo Sócra- ascendencia a Platón y a Sócrates,
tes para que los restantes mortales, padres de su linaje, continuando
con todo el peso de su autoridad y sus enseñanzas como por sucesión
con su responsabilidad enorme, hereditaria, puesto que de los anti-
desahuciando la ciencia de los arca- guos provienen los medianos, y de
nos de la Naturaleza, se aplicasen éstos nacieron los modernos. Por
totalmente a componer sus costum- esto Cicerón reconoce no tres Aca-
bres, lo cual, siendo y todo muy demias, sino que las funde en una
hermoso, no es tan hermoso como originaria de Sócrates, tomada por
saludable y necesario. Por esta cau- Arcesilao, confirmada por Carnéa-
sa, puesto que este varón divino des. Del mismo Sócrates, padre de
emitía esta sentencia, fué tenido esa generación, proceden los estoi-
con mucha ventaja sobre los otros cos, filósofos no oscuros, a quienes
por el más sabio de toda Grecia. dió nombre la stoa, que es un pór-
Escindióse más tarde el estudio tico donde acostumbraban filosofar.
de la filosofía en varios digamos Este pórtico fué llamado Pecil, no-
partidos o facciones, a manera de table por una pintura que repre-
arroyos emanados de Sócrates, co- sentaba a Milcíades y la batalla de
mo de un augusto y sagrado manan- Maratón, y ennoblecido por aque-
tial. Unos filósofos llamáronse dog- llos filósofosque comenzaron a lla-
máticos porque enseñaban y asegu- marse zenonios por el padre de
raban algo firmemente. Otros, por aquella familia, Zenón Citieo, émulo
su lado, que no aseguraban nada, rabioso de la rigidísima virtud so-
refutaban las opiniones de los otros, crática para quienes no había bien
cosa que hizo el propio Sócrates, co- sumo fuera de la santidad, de la
sa que hizo también la nueva Aca- inocencia, de la virtud consumada
demia, cuyos jefes fueron Lacisdes y perfecta, ni había mal extremo ni
y Carnéades. Para ellos compren- extremada miseria fuera del vicio.
der las cosas no es posible y, por en- Del sabio estoico hacían una roca
de, que nadie, con razón, pueda afir- insensible por su increíble firmeza
mar o saber nada, ya por la misma y la radical extirpación de sus pa-
dificultad de las cosas, ya por la siones. Admirable sabio el sabio,
imbecilidad y niebla cerrada de nues- estoico, a mi entender, o, mejor
tros entendimientos. Otros, ya quisie- dicho, divino, si es que jamás entre
ron llamarse platónicos, del nombre ellos se dió un ejemplar cumplido
del maestro; otros académicos, bro- que refiriese todas sus palabras y
tados de la misma fuente, del nom- sus acciones todas exclusivamente
bre de la Academia que era un a la virtud. Una vez que la hubie-
gimnasio o escuela en los arraba- re alcanzado, persuádase de que,
les de Atenas. De académicos hubo por fin, va a vivir bien y felizmen-
no ya una sola rama, sino tres, co- te y que no será menos feliz si es
mo familias, digamos. Algunos son atormentado en el ecúleo o en el
de los viejos, engendrados por Pla- toro de Fálaris como si pasa la vi-
tón y Jenócrates; los menos proce- da disolviéndose en goces y rega-
574 JUAN LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. TOMO 1

los.Yo pienso que no hubiera habi- ilustres: Nomio Onesicrito, Crates,


do más verdadero cristiano que el Tebano, cuya esposa, Hiparquia,
este sabio estoico, una vez que se hermana de Menocles, que en fe-
penetrase de los preceptos de nues- meniles miembros albergó un alma
tra santa religión. Esta es, al me- viril, desdeñando y repudiando las
nos, mi opinión, que no sé si será maneras contra toda costumbre y
compartida por algún otro. antecedente de mujer, deslumbra-
Enfrente de éstos, y bajo bande- da por los claros esplendores de la
ras irreconciliables, acampan los filosofía, no tuvo ojos para ver la
epicúreos, que reconocen la pater- grandiosa suciedad de su marido
nidad del ateniense Epicuro, quie- y prefirió pertinacísimamente la es-
nes, desterrando la Dialéctica para cuela y aquella vida perruna de
defender la Física, sacan al comba- los cínicos a las blandas y seden-
te legiones de corpúsculos minúscu- tarias ocupaciones de las mujeres y
los que llaman átomos, y lidiando menospreciando a muchos nobles
por implantar la hegemonía del pretendientes, sólo en Crates se
placer, sojuzgan la virtud, que es complació porque era filósofo. De
la más excelente y bella de todas este Crates fué oyente y seguidor
las cosas, y a ella, que es la señora Menipo, hombre nacido para hacer
de todo, esclavízanla a servir la reír, que tenía sal por arrobas, lle-
fealdad de los deseos brutales. Omi- no de mordedora dicacidad y de
tiré otras escuelas filosóficas de no donaires cáusticos contra el vicio,
tanta alcurnia y cuya fama ha que- en quien se encarnizaba como pe-
dado oscurecida. Comenzaré por la rro de presa. Estos últimos estoi-
cirenaica, cuyo fundador fué Aris- cos llamáronse también cínicos o
tipo, discípulo de Sócrates, y cuyo caninos, apodo que abonaban sus
último seguidor fué el célebre An- costumbres de que hablé poco an-
niceris, oyente del mortífero Hege- tes, y de ellos propiamente nacie-
sias, que predicó que la muerte no ron los estoicos, porque Zenón, su
era un mal, sino un bien, provo- fundador, frecuentó las explicacio-
cando con su doctrina muchos sui- nes de Crates. Asimismo se les lla-
cidios, y a quien Platón se recono- mó varoniles, porque sabían y olían
ce deudor de su libertad recobrada. a varones, no a hombres muelles y
Hubo también la escuela elíaca, afeminados. De Jenófanes de Colo-
cuyo fundador fué Fedón; la me- fón manó la secta cleántica que Eu-
gárica, de quien fué fundador Eu- sebio atribuye a la escuela jónica e
clides; la herila, que se llamó así itálica, aunque Jenófanes, como an-
de Herila su corifeo, todas las cua- tes dije, tuvo maestros pitagóricos.
les desaparecieron quebrantadas y Pero los filósofos míos, cuyo cau-
pulverizadas por el empuje victo- dillo, sin duda el más sabio de to-
rioso de las escuelas más nobles. dos los filósofos, es Aristóteles de
Fundó la escuela cínica el atenien- Estagira, son los peripatéticos. To-
se Antístenes, que primero llamóse maron este nombre, bien porque pa-
peripatético y más tarde cínico, cu- seándose en el Licio hicieron filo-
yo discípulo, Diógenes de Sinope, sofía, bien porque la hiciesen yendo
causó la admiración de toda la Gre- y viniendo por el deambulatorio de
cia por su increíble y absoluto des- su propio gimnasio. Estos filósofos
dén de todas las cosas humanas. son los que, por parecer y consen-
De este estudio salieron alumnos timiento general, discurren e in-
OBRAS FILOLÓGICAS. ORÍGENES Y LOORES DE LA FILOSOFÍA 575

quieren y más poderosamente que por no poder ser comprendidos de


cualesquiera otros filósofos sobre todos. Ni una cosa ni otra. Todo es
aquellas tres partes de la filosofía. allí copioso, lúcido, transparente.
¿Qué parte de éstas hay que los pe- Nuestra torpeza y nuestra poca
ripatéticos no hayan tocado, no ha- atención hacen que parezca haber
yan ahondado y agotado? Si lo que en Aristóteles algunas tinieblas.
interesa son los arcanos de la Natu- Aristóteles, comparado con los fi-
raleza y sus secretos más abstrusos, lósofos anteriores, es más claro que
a mano tenemos tantos y tan varia- el mediodía.
dos libros de Aristóteles sobre físi- Venga algún filósofo de los vie-
ca. Si las fórmulas y las más suti- jos. ¿Quién que no sea un adivino
les razones de la dialéctica y las saca el sentido de aquellos enig-
astutas cavilaciones del sofista más mas, de aquellos que parecen rom-
taimado, he aquí sus volúmenes de pecabezas de los que los niños, por
lógica, arte que en él tuvo su co- juego, se presentan unos a otros?
mienzo y su perfección. Si alguien Verás en ellos vocablos idos a bus-
quiere conocer las reglas de la ora- car de tan lejos, que no declaran
toria y el camino y la invención más aquello para que se ponen co-
'

poética, dos obras tiene de retórica mo los pueriles anserem canis o asi-
y una de arte poética. Si se pro- num homo. Mas, en Aristóteles,
pone introducir norma y compostu- ¿qué hay que no esté puesto muy
ra en sus costumbres, preparados en su punto? ¿Qué hay no expresa-
están sus veinte volúmenes de ma- do por sus nombres verdaderos y
terias morales. Si hay que gobernar precisos? Nuestra desidia, creedme,
la república o la casa, para ese fin y nuestra ignorancia de las letras
están escritos los ocho libros de la griegas, nos dan la impresión de
República y los dos del régimen do- que Aristóteles, en algunos pasajes,
méstico. Y si alguno me preguntare habló con oscuridad. Es mucho más
de qué manera se da toda esta gran abierto, mucho más claro, mucho
diversidad de preceptos: si con más diáfano el griego nativo de
avaro laconismo, como algunos hi- Aristóteles que el latín de su intér-
cieron, de forma que no se puede prete, pues éste, cuando se esfuer-
saber casi nada de aquella materia za por reproducir cada una de las
acerca de la cual se dan, o bien me- voces griegas por otras tantas la-
tidos en una cerrazón de palabras tinas, titubea, invierte, oscurece,
caliginosas y envueltas en una re- confunde la dicción y el sentido. Lo
cia corteza o sumergiendo como en que en griego está dicho bellamente,
un mar profundo cosa de que tra- no siempre puede decirse bellamen-
tan para que el ingenio del lector, te en latín con el mismo orden, con
si no es un ingenio verdaderamente la misma figura, con iguales nom-
divino, no pueda penetrar en su sen- bres; y al revés. ¿Quién ignora que
tido y en medio de noche tan ne- este fenómeno ocurre en todas las
gra sea menester una gran antor- lenguas? Cada idioma tiene sus par-
cha (o como decía Sócrates, en pié- ticularidades y sus figuras respec-
lago tan hondo, Delio, el nadador), tivas;:- ;.'•••«•'.
9b atb
'

que luego de haber dado unos pa- Pero, para seguir en lo que iba
sos avante no sienta cómo las ti- diciendo de los peripatéticos, nada
nieblas le ahogan, cosa que los an- hay que se refiera al conocimiento
tiguos de propia confesión hicieron, de las cosas, a los contentamientos
576 JUAN LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. TOMO I

de la Naturaleza, al bien decir y al y a placer, por las entrañas de la


bien vivir, a lo que debe mandarse tierra, por los altos asientos de la
a los otros, a la promulgación de inmortalidad y con los ojos de su
las leyes que no lo haya estudiado mente recorriese la universidad del
y resuelto muy a fondo la escuela mundo y no sintiese la pesadum-
peripatética. ¿De dónde proceden bre de esa mole corporal y porque
— —
decidme conocimientos de cosas viviese separado de ella como en el
tan variadas, tanta erudición en to- repudio o en el divorcio de dos ca-
das las artes, sino del caudaloso sados. Por eso Platón llama a la fi-
hontanar peripatético? Todo ello, losofía pensamiento de la muerte
antes del peripatetismo, andaba flo- que es la separación y la disocia-
tando a la deriva, lanzado a voleo, ción del alma y del cuerpo. Y dicen
sin orden, sin rumbo, indefinido, que no fué en balde que la bondad
ilimitado, desperdiciado, disperso. de Dios, la halló y la dió de regalo
Y ¿quién lo redujo a normas fijas, a los hombres, porque es una cria-
a formas ciertas, a razonable y jus- tura tan excelsa, tan sublime, tan
ta conexión, encerrándolo en sus recatada, que si El no nos abriera
propios límites? el camino de su acceso, en vano
Por lo que toca a sus obras y nuestro espíritu se hubiera levanta-
principios filosóficos, voy a usar no do a ella, aun cuando es vivido,
de palabras mías, sino de las pala- aun cuando es perspicaz, industrio-
bras y del testimonio de Cicerón: so, diligente. Jamás hubiera el es-
En ellos puede tomarse toda doctrina píritu humano podido atinar con la
liberal, toda historia, toda elegancia invención de cosa tan admirable si
de estilo. Tanta es la variedad de el Hacedor de todo, como por la
las artes, que nadie, sin aquel ins- mano, no la hubiese introducido en
trumento, puede intentar hacer na- el mismo vestíbulo de su palacio.
da ilustre ; ellos han hecho oradores, Pero veo ya que entré en las ala-
han hecho capitanes, han hecho banzas de la filosofía, que son tan
príncipes. Y por descender a cosas extensas, tan magníficas, tan va-
menores de esa escuela como de riadas, que no tengo recelo alguno
una general oficina de las artes, de que en este punto pueda faltar
han salido matemáticos, poetas, mú- materia al orador más trabado y
sicos, médicos, en fin. Estas y otras corto de palabras; lo que recelo es
muchas cosas de este estilo y pare- que no se atine fácilmente el fin
cer, dice Cicerón, en persona de y la salida del discurso. Lo que yo
Marco Pisón, en el libro quinto De haré primero será el que, ciñéndo-
finibus y en muchas otras partes. me estrictamente a algunas de las
Mas las alabanzas de esos hom- virtudes de la filosofía, no me sal-
bres y de esta escuela divina no aca- dré de la brevedad que me propu-
barían nunca, y es menester que se. No habrá nadie que por sí mis-
halle su fin este discurso, que ya mo no colija y entienda excelencias
pasa del término prescrito. Por eso mucho mayores de esta soberana
vuelvo a la misma filosofía y al es- dádiva de Dios, que las que yo ex-
tudio de la sabiduría, que dijeron plicare.
ser la contemplación de las cosas Yo pienso que no se puede, en un
divinas y humanas, para que, libre breve parlamento, como es fuerza
el espíritu de esa cárcel y esos hie- que lo sea el mío, puntualizar con
rros del cuerpo, se espaciase, suelto la claridad conveniente los loores
I

OBRAS FILOLÓGICAS. ORÍGENES Y LOORES DE LA FILOSOFÍA 577

de sino demostrando co-


la filosofía, ta propia del hombre y contem-
mo en cifra que
ella es hermosa, ples el cielo y alces el rostro a las
aplacible al espíritu humano, apro- estrellas, y mientras los hay que son
piada y, sobre todo, útil y más que viles esclavos de la riqueza y la
cualquiera otra cosa necesaria en fortuna, tú, exento y libre, seas el
todas las circunstancias de la vida. espectador tranquilo de este teatro
Antes que nada, me interesa hacer del mundo. ¿Quiere, acaso, el espí-
constar lo que ningún sabio ignora: ritu poco a poco descender a la tie-
que no hemos nacido para el juego rra? ¡Cuánto más deleitable no es
ni para ninguna otra suerte de pue- el conocimiento de la naturaleza de
rilidad, ni debemos vivir siempre las aves, de los peces y de los res-
entre bagatelas y boberías, sino que tantes animales, sus instintos fieros
la Naturaleza nos engendró para la o mansos, sus obras? Acostaráse lue-
gravedad y la sabiduría, para aque- go a aquella parte de la Naturaleza
llo, en fin, que no tanto es digno de en verdad digna de admiración; a
la carga do nuestro cuerpo como saber: de las propiedades de plan-
de la excelencia de nuestra mente, tas, hierbas, árboles, arbustos, flo-
que es divina a todas luces. Decid- res, ramos, hojas, frutos y raíces.
me, pues, si ello es así, como lo es Y luego pasará a las piedras y a los
en hecho de verdad, ¿qué cosa pue- mismos metales; es decir, a los
de haber más dulce y más sabrosa signos y atributos de la humana
para nuestra alma?; ¿qué cosa que riqueza, en cuyo estudio conocerá
acarree más placer que remontarse qué cuerpos tan viles son y cuán
a aquellas moradas etéreas?; ¿que indignos de sí los que los hombres
un hombre pueda recorrer como un buscan con los mayores trabajos y
morador cualquiera aquellos mara- desafiando los riesgos más agudos
villosos palacios estrellados?; ¿co- y cómo los reyes de la creación son
nocer previamente cuándo serán los miserables esclavos y servidores de
eclipses del sol y de la luna?; ¿en herrumbre que nada vale. Enton-
la
qué punto del tiempo se realizará comenzará a compadecerse de
ces
el contacto y la separación de los los buenos deseos de los mortales
astros?; ¿cuándo las lluvias, los y a reírse de sus gozos hueros, y se-
vientos, las nieves, los granizos, los rá de aquel exquisito linaje de hom-
truenos, los rayos, los hielos, los bres que acudían a los juegos olím-
hervores del océano, las borrascas picos no a manera de esclavos ce-
marítimas, el rigor del invierno, gados por el afán de ganancia o de
y aque-
el calor, del estío, las flores gloria y como
tales se vendían, sino
lla tan grata hermosura de la pri- que iban para estudiar con
allá
mavera? ¿Cuándo
la sazón y la la más despierta afición lo que se
*

recolecciónde los frutos del oto- hacía en una tan nutrida concu-
ño, y conocer no sólo el momento rrencia y variedad de hombres. Por
en que se producirán, sino las todo eso que os he dicho, ya veis
causas que las producirán? ¿Qué cuánta utilidad y cuánto fruto se
cosa más hermosa que ésta? ¿Qué sigue de la filosofía. Veis cómo gra-
puede imaginarse más digno de ad- cias a ella el hombre, que era un
miración? Y que mientras los de- esclavo abyecto de la Fortuna, ir-
más hombres, como las bestias,* no guiéndose por encima de la Fortuna,
levantan sus ojos del suelo, tú solo se reincorpora a su ciudad y a la
verdaderamente tienes la frente al- solidaridad de su nacimiento. Y lue-
LUIS VIVES. — 19
578 JUAN LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. TOMO I

go, ya no diré aquella conveniencia, aprendimos y qué maestro nos los


sino necesidad de que conozcamos hace retener sino la filosofía? Y
las órbitas del cielo y las estrellas aquello otro, ¡gran Dios!, aquello
y los varios desfallecimientos del sol otro de poner arreglo en las costum-
y los desmayos de la luna; ¡qué lu- bres y en el gobierno público y pri-
ceros nacen, qué luceros se ponen, vado. Sin esto, yo no veo en qué
cuántas y cuáles son sus influen- el género humano se diferenciaría
cias, puesto que sin ellos ni pudie- de las bestias y de las fieras. Por la
ran sembrarse ni pudieran las mie- filosofía, nuestra vida restituyóse
ses levantarse del surco! ¿No ha- a su humanidad originaria. Ella nos
béis nunca pensado que sin estos enseña justicia, prudencia, fortale-
conocimientos no podría nuestra vi- za y, por añadidura, moderación y
da observar ritmo ninguno, que iría templanza, y en dichos y en hechos,
de un lado para otro, llevada a ton- seriedad y comedimiento. Esta es
tas y a locas, por ignorancia de la aquella Etica que impuso usanzas
partición de los días y las noches, verdaderamente humanas en las
del equilibrado curso de los meses ciudades, en las casas, en el pecho
y los años? Nadie sabría cuándo va de cada uno, y puso compostura en
a ser el invierno cuándo, la prima- nuestros espíritus. Sin sus princi-
;

vera; cuándo, el estío; cuándo, el pios y sin sus preceptos, no po-


otoño. Ni aun los mismos labrado- drían subsistir ni las cosas privadas
res sabrían cuándo conviene hacer ni las públicas, ni sería hacedero
la siembra; cuándo, barbechar el reunir los hombres en agrupacio-
campo; cuándo, segar la sementera. nes. Bien así como la medicina para
Harto entendéis que todos estos co- el cuerpo, la ética aplica a nuestras
nocimientos no tanto son conve- pasiones remedio y cura eficacísima.
nientes como necesarios. Decidme Y ahora que hemos recorrido los
si quedara hombre alguno con vi- espacios anchurosos de la natura-
da sin un conocimiento especial del leza física, por fin, en alas de estas
instinto de los animales: los que criaturas visibles hallaremos al Se-
pueden domesticarse, los que per- ñor invisible del mundo, omnipo-
sisten en su braveza nativa, los que tente, eterno, inmortal. Así que le
pueden servirse en nuestras mesas, conociéremos, con ánimo grande y
los que con su mordedura segregan elevado desdeñaremos todo lo que
mortíferas ponzoñas; aquellos otros proporciona a los vanos mortales
cuya rabia y ferocidad importa es- goces vanos; traeremos sosiego tan
quivar y con cuáles y en qué tiem- grande a nuestra alma que jamás
po y por qué causa puede el hom- por jamás ya no podrá sentirse
bre mantener una paz confiada. Y sacudida ni afectada por borras-
por lo que se refiere a los vegeta- ca ninguna; no podrá por ningu-
les, nada sabríamos de las plantas na violencia ser movida de aquel
que son provechosas a la vida hu- su trono de quietud, ni habrá ofen-
mana; cuáles son saludables, cuáles siva de la fortuna asaz poderosa
son venenosas, cuáles comestibles, para perturbar la augusta sereni-
cuáles no, cuáles remedian qué ma- dad de aquella paz. Viviremos con-
les, el tiempo y el paraje en que se tentos, viviremos seguros. O no
la

crían y ocasionan la muerte. hay en modo alguno, o ésta es la


Y decidme, por favor: estos co- única norma del vivir bien y feliz-
nocimientos ¿de qué maestro los mente, que el universal linaje hu-
OBRAS FILOLÓGICAS. ORÍGENES Y LOORES DE LA FILOSOFÍA 579

mano tiene siempre en la boca, la que sin las restantes cosas el hom-
que en todo tiempo ha sido blanco bre siempre es hombre; sin la filo-
de sus anhelos, la razón y el cami- sofía es una bestia fiera y no un
no que conduce a aquella vida infi- hombre. ¿Y todavía hay quien va-
nitas veces mejor, la vida eterna, cila consagrar a esa sabiduría, a
en la cual el espíritu de divino ori- ese bien tan grande y tal que ape-
gen, que no conoce ni decrepitud ni nas Dios puede dispensar a los hom-
muerte, suelto de las cadenas de ese bres dádiva más grandiosa, más
cuerpo oneroso, torna con soberana excelente, más excelsa, consagrar,
felicidad a su asiento original y a digo, toda entera su vida que no le
las conocidas estrellas. Váyanse fué dada para que la malgastase y
ahora aquellos otros y comparen, consumiese, sino que se le prestó
si les place, todos sus placeres bru- para una ganancia inmensa? ¿Que-
tales con el más chico deleite de da alguno que viendo esto no pre-
esta filosofía. Digan enhorabuena fiera vivir en su compañía días muy
que las riquezas son muy útiles a contados, a vivir sin ella, años lar-
la vida humana, siendo así que sin guísimos, acompañado, además, de
ellas se viviría mejor y sin los dog- riquezas cuantiosas y de incalcula-
mas filosóficos ni vivirse podría. ble poderío? Un día solo vivido
Afirmen, si les viene en talante, bien y con sujeción a sus precep-
que para el hombre hay cosa más tos, debería anteponerse a toda la
necesaria que la filosofía, siendo así inmortalidad. .

FIN DE LOS «ORÍGENES


ESCUELAS Y LOORES DE LA FILOSOFÍA»
LA FUGA DE POMPEYO
(POMPEIUS FUGIENS)

(i5i9)

LUIS VIVES admiro tu probidad, tu gravedad y


A CARLOS CARANDOLET, SEÑOR DE POTEL, la entereza de tu espíritu. Paréceme
VARÓN NOBILÍSIMO Y PRUDENTÍSIMO: que ahora, por fin, di con la opor-
SALUD tunidad de brindarte un ofrecimien-
to que de alguna manera atestigüe
de Cneo Pompe- la suma veneración que mi pecho
Esayolamentación
Magno, fugitivo de la batalla te profesa. Creo que esa obrecilla
farsálica que poco ha escribí,va a resultar provechosa para ti y
poseído de lástima por la astrosa para los hombres de una y otra for-
suerte de personaje tan grande, re- tuna. Y creo asimismo que no va a
solví dedicártela a ti, preferente- desplacer a los atribulados, sino que
mente, varón muy ilustre y flor y va a ocasionarles harto consuelo
nata de la cordura, porque hartas ve- cuando se hubieren comparado con
ces y copiosamente acostumbras, de- los que lo son más que ellos y en-
partiendo conmigo, tratar de cosas tendieren que en otros tiempos esas
que atañen al menosprecio del mun- tristes y amargas mudanzas de las
do y al odio de la fortuna, y autori- cosas no sólo existieron, sino que
zas tu doctrina con los ejemplos de fueron mayores de lo que acaso lo
los varones antiguos y los preceptos serán en los venideros siglos. ¿Qué
de la religión cristiana. Con estos caída vió ninguna edad, como la
mismos ejemplos y con estos mis- caída de Pompeyo Magno, cuya
mos preceptos tú, con creciente afán, grandeza, que anduvo involucrada
te esfuerzas por levantar al carde- e implicada en la del mismo impe-
nal Croy, de quien eres ayo y yo soy rio romano y que con sus fulguran-
preceptor, al encendido amor de Dios tes resplandores había llenado y
y al desdén y menosprecio de las co- deslumhrado todas las tierras y to-
sillas de este mundo. También quise dos los mares, no pudo caer sin
dedicártela porque tiempo ha que por arrastrar al Imperio en su caída?
todos lados ando en busca de asideros Y aun aquellos que fuesen mimados
y ocasiones para demostrarte hasta de la próspera Fortuna, van a to-
qué punto me tienen cautivado es- mar no poco solaz cuando verán
tas tus heroicas virtudes y cuánto pintadas como en una tabla las más
582 JUAN LUIS VIVES. OBR.AS COMPLETAS. TOMO I

bruscas alternativas de la suerte y inconstancia, soportarán no ya con


aprenderán a no creer en ninguna ánimo igual, sino que también gran-
Fortuna, aun cuando se les mues- de y excelso, todc cuanto les acae-
tre risueña y blanda. Muy discreta- ciere; y no solamente la Fortuna
mente lo dice el Cómico: Cuando hosca y cruel, sino también la hala-
halaga, ronda y espía. En esa lectu- güeña y lisonjera, que hartas veces
ra se prepararán para la vida, pues es más difícil de llevar bien que la
como sea que las leyes por que se brava y sañuda. Ten salud.
rigen las cosas humanas son gober-
nadas a su vez por la veleidad y la Lovaüia. abril de 1519

LA FUGA DE POMPEYO

¡ Oh soberano Dominador del Uni- por muy adrede y de propósito que


verso! ¡Oh Padre de toda la Na- trabajase en ello.
turaleza! ¡Oh Entendimiento del Adoróme pueblo romano en mi
el
Dios Optimo Máximo, que mueves amanecer, como a un nuevo sol sa
y riges con tu voluntad y consejo lido en su cielo sereno; no por mie-
las cosas humanas y el orbe todo! do, como a Lucio Sila, ni por la no-
¡En cuántas tinieblas pones el en- bleza de mi linaje, como a muchos
tendimiento humano! ¡Cuánta va- otros. ¿A quién más odiaban todos,
riedad de azares y cuánta diferen- aunque injustamente, como a mi
cia de sucesos autorizas! ¡Cómo padre, varón óptimo y valerosísi-
con mayor llanto que risa, cómo mo? Pero, maravillado de mis vir-
con cuánta mayor tristeza que ale- tudes nacientes y la feliz índole
gría templaste la vida de los hom- mía, me abrazó con amor muy gran-
bres! ¡Con cuánta celeridad se nos de y me favoreció con su entusiasta
escapan las prosperidades y con adhesión. ¿Qué padre existió jamás
cuánta pertinacia duran entre nos- que con tan indulgente amor ama-
otros las adversidades y con cuánta se a su hijo? ¿Y qué hijo tan pia-
intensidad nos afligen! ¡Oh enten- doso honró tanto a su padre como
dimiento humano: cuán mal cono- a mí la plebe, los caballeros, los se-
ces la suerte que te espera y cómo nadores de Roma? Todos cuantos
el miedo se anticipa a anunciarte me vieron todos cuantos me cono-
;

las desgracias, antes que te acontez- cieron por mi renombre y por mi


can! ¡Oh tú, razón y mente divina, fama, todos me amaron, conquista-
a quien es justo que se subordine dos por mi modestia, por mi singu-
nuestra débil y caduca mortalidad! lar y casi divina probidad, que no
¿Por qué burlas al linaje humano pudieron mellar en lo más mínimo
con tan contrarias y disonantes vi- mis muchas y grandes prosperida-
cisitudes? Considerando yo las al- des, que suelen quebrantar la má^
ternativas de mi estado, no tanto probada reciedumbre. ¿A quién fué
se me salen al paso lágrimas y encomendada jamás la dirección de
llanto por tamaño cambio y ruina, mayores guerras? ¿Quién les dió
como risa sarcástica por ver tus jue- término con mayor rapidez y buena-
gos, cuales ninguno podría hacer ventura? ¿Por quién tomó más am-
OBRAS FILOLÓGICAS. LA FUGA DE POMPEYO 583

plias determinaciones el senado, no citase, con muy alegres victorias


sacadas por ninguna extorsión ni del pueblo romano, con loor y glo-
empacho, sino con amor increíble ria grande de mi patria. Y según
ofrecidas espontáneamente a mis es costumbre en los que vencen al-
virtudes conspicua^? gunas batallas sagradas, los monu-
Así que ya en mi verde edad hice mentos de mis proezas, cualquiera
campañas en calidad de caballero parte del mundo mires, allí termi-
romano. Antes que soldado fui ca- nan donde fenece el imperio del
pitán y aprendí la disciplina militar pueblo, vencedor del mundo.
no por preceptos ajenos, sino más De las tres partes del mundo:
eficazmente por la experiencia de Asia, Africa y Europa, reporté a mi
mi propio mando; dos veces fui patria tres triunfos gloriosísimos;
triunfador antes que senador. Mis por manera que si fuese yo ganoso
armas y mi tacto no una sola vez, de muchos calificativos, podríame
sino varias, y aun muchas, pusie- adjetivar de europeo, asiático, afri-
ron sosiego en la revuelta Italia, re- cano; en una palabra: de todo el
conquistaron a Sicilia, dominaron a mundo. A mí, con su voto, me creó
Africa y la sojuzgaron al señorío cónsul Marco Catón, oráculo de la
romano, pacificaron las Españas y virtud romana, y todo el senado, con
el Occidente todo y pusieron fin a una insólita unanimidad, asintió. La
las guerras civiles. Después, por la fiesta de la paz, de la cual gozaba el
ley Gabinia, sin petición de parte pueblo romano, a mí confesaban to-
mía, se me concedió el imperio so- dos serme debida. Mi nombre era la
bre las naciones que bordean el mar medida de mis hechos. En mis ma-
espacioso y aun sobre todos sus re- nos confióse la República, engolfa-
yes; libré el mar, que estaba cerca- da y fluctuañte en sus mayores
do por ellos, a los cuarenta día des- peligros y sólo en mí apoyábase to-
pués que partí de Brindis, y lo de- da la fábrica y el peso de su vasto
volví abierto a la navegación sin Imperio.
pérdida de nave ni de soldado al- Y ahora yo, que hasta muy poco
guno, y recuperándolo de las manos ha era caudillo tan esclarecido pa-
de aquellos piratas cruelísimos, lo ra todo el mundo, como este mismo
reintegré al Imperio romano. Des- sol que nos alumbra, ando erran-
pués, exento ya de toda ley, fui te, menesteroso, pobre, desterrado,
creado cónsul antes que, por auto- transido de miedo, sin morada cier-
rización de la ley, pudiese ejercer ta, suplicando a aquellos a quienes,
magistratura alguna. Partido, según derribados a mis pies, cuando Dios
la ley Manilia, a la guerra asiática quería, yo mismo levanté del suelo.
en calidad de generalísimo, con la ¿Qué haces, inmenso Creador y
buena fortuna, que siempre había Fundador eterno del universo mun-
sido mi compañera fiel, quebranté do? ¿Búrlaste de nosotros? ¿Por
la fuerza del rey Mitrídates, contu- ventura suceden estas cosas sin
maz e inveterado enemigo de mi grandes causas, aunque a nosotros
ciudad. Yo, en guerra, sojuzgué más
no se nos alcancen? ¿Qué puedo
decir que es eso, ¡oh máximo Rec-
naciones que las que otros recorrie-
ron en paz; hice más campañas que tor del Universo!, que no me reci-
las que muchos apenas tuvieron ban ahora aquellos que en otro
tiempo de leer; no hay género de tiempo se tuvieran por dichosos, si
guerra en que mi edad no se ejer- les enviara yo siquiera uno de mis
584 JUAN LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. TOMO I

esclavos? ¡Oh Príncipe de este or- mía! ¡Varón soy yo en quien no ha-
be!, ¿parécete ello cosa digna? ¿Qué cen tanta mella los azares de la ad-
maldad es la mía tan grande que versidad! Tú eres mujer y tal mu-
teniendo el mismo Amidas casa jer, de abolorio muy esclarecido,
que puede llamar suya, donde ten- casta, pudorosa, hermosísima, no
ga sus dioses familiares, su mujer y solamente expuesta al ultraje, sino
sus hijos, Pompeyo no tenga una entregada a él como en oblación
cabaña que pueda llamar suya a bo- y siendo tales tus costumbres, aun
ca llena? ¡Oh pajaritos, oh ruiseño- la más liviana injuria será para ti
res, oh hormiguitas: vosotros te- no llevadera. ¡Ay de mí! ¡Y cuán
néis vuestros nidos; vuestras se- gran verdad es aquella que cuanto
guras casas soterrañas, apacibles, más cerca estuviste del fuego, con
jocundas, con vuestra pequeña pro- más prontitud y fuerza te quemas-
le, con todas las cosas necesarias te en él! Si fueras mujer de alguno
para vuestros usos, mientras que de los soldados de mi escolta, nadie
Pompeyo, que, poco tiempo ha, era tuviera por lícito atreverse contra
señor del Universo, ahora no tiene tu castidad. Ahora, siendo esposa
ni una casilla adonde pueda enviar del caudillo de las huestes vencidas,
a la cuitada de su mujer. ¡Oh mi ¿quién hay que no crea serle per-
dulce Cornelia, honradísima, castísi- mitida cualquiera osadía que contra
ma esposa: ¿por qué mereciste tan- ti se permitiere? Y aun cuando el
to mal de los dioses que te obliga- ejército tenga cuenta con el respe-
sen a tomar tu parte de esta tama- to que tú mereces, con el claro li-
ña calamidad mía? Nacida en el li- naje del cual desciendes, y con tus
naje y en la familia de los Escipio- virtudes grandes y ejemplares, Cé-
nes, llevada por tu matrimonio a sar mismo no tendrá a tu cuerpo
la opulentísima casa de Craso, aho- por la más ínfima de las presas en-
ra, dejando allá lejos a tu patria, tre tod^as las otras de toda esta gue-
tu casa, tus penates, los sepulcros rra. ¡Ese César (por no decir otra
de tus mayores, veste forzada a se- cosa) tan impuro y feo, adúltero de
guir, desterrada, al desterrado; fu- todas las matronas romanas! Si hu-
gitiva, al fugitivo miserable, al
; biera yo roto pelea con Mario o con
agobiado de miserias. ¿Qué inicua Sila, la furia del vencedor hubiéra-
y envidiosa suerte; qué genio tan se encarnizado contra los hombres;
ímprobo y falaz unióte al gran pero la rompí con César, que pien-
Pompeyo con el señuelo falaz y ha- sa no menos haber vencido a las
lagador de honra grande? ¿Quién mujeres que a los varones. ¡Oh
no daba el parabién por haberte
te quién llevase esta embajada al ven-
unido en matrimonio con aquel va- cedor impío! Vencido has, ¡oh Cé-
rón cuyo igual no descubría el sol sar!, a Pompeyo contra todo dere-
desde donde nace hasta donde se cho y contra toda religión, puesto
oculta? ¡Ay mísero de mí; ay infe- que moviste guerra contra tu patria,
lice! ¡Cómo todas las cosas se tro- mientras que yo la defendía. Rué-
caron! Más ahora te valiera haber gote que no quieras que te sea líci-
quedado para siempre viuda de Cra- to hacer más que hizo Sila, Mario,
so o ser esposa de alguno de la mul- Ciña. Proscribe, mata a los hom-
titud de caballeros romanos! ¡Ay bres, pero perdona imbele sexo
al
de mí, Cornelia mía; cuánto me mujeril; muestra tu rigor contra
atribula más tu desgracia que la aquellos que desenvainaron su espa-
OBRAS FILOLÓGICAS. — LA FUGA DE POMPEYO 585

da contra ti; pero perdona a aque- ¿Con qué derecho, con qué ley,
llas que, no habiendo contra ti co- con qué ánimo declaras la guerra a
metido nada, quedaron huérfanas aquellos gracias a cuyos padres con-
de sus deudos, de sus parientes, her- seguiste vivir en paz? ¿Con qué ra-
manos, padres, hijos, maridos y de zón quieres que te sirvan aquellos la
todas las prendas más caras de su virtud de cuyos mayores hizo que
vida. Y si tus armas apuntaban a tú fueses libre? ¿Con qué intención
sola la cabeza de Pompeyo, que así armaste a tus legiones (por callar
como era mejor que tú en Roma todo lo restante) contra la patria,
así también te era mayor, ¡he aquí para cuya salud habían sido alista-
mi cabeza! Yo te suplico que ella dos (cosa que a ti debe serte más
sacie esta tu sed de guerra; que no entrañablemente querida que la vi-
se extienda más ni se propague más da) y por la cual te obligan a mo-
esta fierísima matanza: muera rir, si el caso lo pidiese, todas las
Pompeyo, hostia única por todo el leyes divinas y humanas? Porque
Imperio romano. ¿Me buscas a mí? — —
quisiste dices que yo .viniese a
Esconde, pues, tantas espadas des- Roma sin ejército. ¿Quién lo quiso?
nudas: una sola basta para esta El senado. ¿Quién te había propor-
garganta única. Ven, pues, acá tú cionado a ti el ejército? El senado.
mismo o señálame lugar donde quie- ¿Qué injuria tan grande es ésta, que
ras que vaya: iré sólo, sin armas, tú tantas veces recuerdas: la de
con la garganta, con el pecho, con que se te haya pedido lo que se te
el cuerpo desnudo; despójate de to- había prestado? ¿Pensabas, por ven-
da humanidad; hiere las entrañas tura, que se te había sido graciosa-
del marido de tu hija Julia; sufre mente regalado el ejército y no con-
que se mate al padre de tus nie- fiado y prestado temporalmente y
tos, a laesperanza de tu linaje; con- por un plazo prudencial, a saber:
tra mísólo muestre su fuerza la por el tiempo que le pareciere a
punta de tu espada. Permanezca quien te lo había prestado? ¿Qué
entera la República quede libre por
; motivo, pues, para quejarte, si te re-
ti la patria tuya, que, siendo libre, clama, cuando le parece bien, lo que
te engendró a ti libre. No quieras recibiste con la condición de que lo
que te sirva aquella a quien las le- devolverías cuando quisiera? ¿Y qué
yes de los hombres y las leyes de más, si ni siquiera el senado no te
los dioses te obligan a obedecer y mandaba que se lo devolvieras, sino
también a que admitas del ene- que, según la costumbre de los ma-
migo el consejo sano. No seas tan yores, vinieses sin él, como hom-
temerario que quieras vivir entre bre de paz, a pedir entre hombres
los Catones, los Escipiones, los Ser- de paz una magistratura pacífica,
vilios, los Casios, los Domicios, los porque no aterrorizases con tus ar-
cuales no solamente te quitarían a ti mas a la ciudad apaciguada e intro-
la vida, sino que aun despedazarían dujeses alboroto en nuestra quietud,
las entrañas de sus padres, por re- a fin de que fuesen libres los sufra-
cuperar la libertad. Dime, yo te gios del pueblo? ¿Y que no fueses
ruego, porque no es cosa de tratar tú solo quien, a fuer de tirano, te
siempre estos negocios con las es- mostrases armado entre los que sin
padas y con las armas, sino con pa- armas estaban, ni pidieses el consu-
labras y razones como cumple en- lado hasta que te presentases per-
tre ciudadanos; sonalmente, cumplidas ya tus fun-
586 JUAN LUIS VIVES, .
OBR AS COMPLETAS. TOMO I

clones políticas en la provincia? ¿Es cedónico, que no obtuvo el consu-


iniquidad grande, por ventura, que lado sino después de haber sufrido
lo que uno solo pide, nieguen todos tres fracasos? Créeme: tú, ya des-
a una, siendo así que tú solo tienes de la niñez, te hiciste a la idea de
por lícito negar muchas cosas que que este reino era tuyo, cosa que
te piden todos? Pero imagínate que Sila, con toda su gran experiencia,
todo esto que tú pretendías era jus- anunció siendo ya viejo. Ya mos
to y que todas las pretensiones del traste sombra de ello en la conjura-
senado eran injustas. ¿Xo sabes, ción que hiciste cuando eras edil,
acaso, lo que los dioses inmortales con los más perdidos y facinerosos
han mandado, lo que los más sabios ciudadanos. Y su imagen expresa, vi-
de los hombres nos han enseñado y mos ya siendo tú cónsul, cuando, si-
lo que está comprobado y confirma- tiado en su casa tu colega, apenas
do por parecer sentencia y consen- seguro dentro de las propias pare-
timiento del género humano? Xo des de su domicilio, todo un cónsul
debe nadie romper pelea con su pa- del pueblo romano, tú lo adminis-
tria ni con sus padres, por injusta trabas todo a tu antojo, contra toda
que sea la causa que ellos sosten- costumbre, contra toda razón, con-
gan y por justa que sea la tuya. tra toda justicia. Ahora, para tu
Aunque yo no sé qué causa mala reino, reino tiránico sin duda algu-
pueden tener contra aquellos a quie- na, ¿qué te falta sino un pañuelo
nes engendraron. ¿Cómo padecerás con que se haga tu diadema? Cosa
tú muerte por la patria como aque- que yo no dudo, según es tu acos-
llos Decios, almas limpias de toda tumbrada temeridad, que vas a con-
maldad, como Junio Bruto, como seguir en plazo breve. ¿A cuál de
Curcio, tú que declaras guerra a la los mortales, luego de haber visto
patria porque te mandó esperar has- esto, le agradará vivir con tanto
ta e! año próximo para el consula- trueque, con una tan radical co-
do? ¿Con qué espíritu recibirás el rrupción de costumbres? Antigua-
repudio o la derrota, tú que por mo- mente, nada había más caro que la
tivos baladíes crees que se ha de patria ni nada más santo que la li-
vengar con todo linaje de crueldades bertad y la salud pública. Ahora, el
una muy pequeña demora impuesta más liviano interés privado se ante-
por causas justas en la consecución pone a toda la ciudad o. por mejor
de tu deseo? ¿Por ventura eres tú decir, a todo el orbe. Genicio Cipo
más sabio que fué Lelio, a quien Romano, salido de su patria en fun-
nuestros padres llamaron sabio por ciones de pretor y habiendo tenido
antonomasia? ¿Eres, por ventura, conocimiento de que trataba de en-
mejor que ese Catón, que con toda tregársele el reino, no quiso volver
certidumbre es dios disimulado ba- a ella por no verla, ya que la había
jo forma humana? Pues aquél una dejado libre, puesta en trance de
vez sufrió repulsa en el consulado servirle a su retorno. El pretor
y éste no llegó nunca a ser cónsul, Quintio Elio mató a Pico de un
habiéndolo solicitado, y consiguió mordisco, porque la vida de Pico
la pretura, y no por aclamación, y prometía felicidad muy grande pa-
soportó con resignación que Vatinio, ra su casa, pero no tan grande para
hombre indignísimo, se llevase la la república, y su muerte, en cam-
mayoría. ¿Eres más fuerte tú, eres bio, sería ventaja para su patria, pe-
más noble que Emilio Paulo, el Ma- ro desgracia para sí. El ateniense
OBRAS FILOLÓGICAS. LA FUGA DE POMPEYO
] 58/

Temístocles injirió veneno por no con que derrocarle en el infierno


mover guerra a su patria ingrata, antes que pasara el Rubicón, para
que le había destrozado. Epaminon- que fuese semejante a Rómulo Sil-
das, de Tebas, caudillo aguerrido, fá- vio, de cuyo linaje se jacta vana-
cil y animosamente soportó las In- mente haber nacido, o de Tulio Hos-
jurias de sus ciudadanos por no tilio, cuya dignidad ambiciona? Pe-
vengarlas con algún daño de su pa- ro, mísero de mí, ¿qué es lo que
tria. Esto hicieron aquéllos; empero digo? ¿Para quién echo tan inútiles
César, por entregar su patria a la palabras? Muerto soy yo y murió
insaciable codicia de sus piratas, co- conmigo, cosa que más que ningu-
mo los galos, como los germanos, na otra me aflige, aquella admirable
no repara en maldad ni crimen, y y hermosísima libertad del pueblo
para dar de comer al pueblo roba romano, que, comenzando a sufrir
el patrimonio del pueblo, asfixia la mengua en las guerras civiles de
libertad, arranca y trabuca la Repú- Mario y Ciña y luego, reclinándose
blica desde sus cimientos. Creedme en mis hombros, cayó conmigo que-
a mí todos los que coméis aquel brantada y asesinada. ¡Oh Marco
manjar emponzoñado; va a costa- Catón, divinidad del cielo descendi-
ros más caro de lo que creéis aquel da! ¡Oh Marco Tulio, varón de pru-
manjar amargo que César comprará dencia increíble: que yo no obede-
con dinero vuestro y os venderá a ciera a vuestros consejos! Y que
vosotros a trueque de vuestra liber- diese crédito a Domicio Afranio y
tad; os dará las entrañas, pero pre- a Petreyo! Que no te escuchara a
viamente os sacará las vuestras. ti, Servio Sulpicio, cuando me exhor-
¿Por ventura no te parecía a ti, tabas que no precipitase en los aza-
¡oh Julio!, mucho más hermoso res de la fortuna al pueblo romano
desempeñar un solo consulado en todo, rompiendo con César violen-
aquella Roma íntegra y floreciente tamente. Conveníame a mí, cuitado,
que un reinado duradero entre bár- como más prudente, ceder el paso
baras naciones, a costa de la perdi- a la furia de ese energúmeno. Yo
ción y ruina de tu República glo- no pude menos que templar con mis
riosa? ¿Qué hace ahora, ¡oh Júpi- artes de la paz, que me enseñó la
ter!, tu rayo? ¿Por qué no le arro- prolija experiencia de la toga, la
jas? ¿Es que, por ventura, también loca agresividad villana de César.
tú temes a los mortales? Con ruido Pero ¿qué hago, dioses inmortales?
fragoroso aterrorizas y pones en fu- No hice yo la guerra a César, sino
ga las liebres y los tímidos gamos que me esforcé en resistir a la que
y das en los árboles y en las rocas él había declarado a la patria. ¡Oh
que no tienen alma. Y dejas incólu- necio de mí, ¡oh loco de mí!, mere-
me a César, ese malvado, ese osado, cedor de mayores desastres de los
tea del linaje humano, fuego ne- que padezco. ¿En dónde estaba en-
fando que debía ser extinguido por tonces mi sensatez, en dónde mi jui-
ese tu fuego celestial. Tú, porque cio, cuando favoreciendo la poten-
era benéfico para el género humano y cia de César tan contra todo dere-
volvía los muertos a la vida, mataste cho, contra toda ley, contra toda ra-
con tu rayo a Esculapio, que prolon- zón, contra toda justicia y contra
gaba la vida. Y permites que viva Cé- toda equidad, le abría el camino
sar, pestilencia universal del mun- franco para el reino? ¿Qué ceguera
do. ¿No te quedaba ya rayo alguno fué la nuestra, Marco Craso, cuando,
588 JUAN LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. —TOMO I

habiendo avanzado hasta Luca, de- ceso. Y si delante de los hombres


rribamos a Domicio del consulado? fuera necesario probar la justifica-
Prorrogamos el mandato de César ción de esta guerra, yo, dejando
cinco años para que, por todo aquel aparte todo el santo senado, aduzco
quinquenio, reuniese tantas fuerzas en abono mío a Catón, quien, ha-
cuantas eran necesarias para devas- biendo tomado mi partido, será de-
tar y asolar toda la República y el mostración a toda la posteridad de
mundo todo. ¡Oh, cuánto más afor- que mi partido fué el mejor. ¡Oh
tunadamente, cuánto más honrosa- Marco Catón, espejo de la probidad
mente caíste en Carras, Mario Craso, humana, cercano a los dioses en la
antes que vieras a tu patria caída! virtud y que, si los dioses no re-
¡
Y cómo moriré sin gloria yo, so- pudian el contacto humano, cier-
breviviente de la libertad romana! tamente entrará a formar parte de
¡
Oh, cuán malamente nos acordamos la asamblea de los dioses! A ti. a
de los avisos de nuestro prudentísi- ti, pues fuiste parte en todos mis
mo maestro Sila. Cuántas veces ad-
¡ consejos y sufriste parte de esta
virtió que nos guardásemos del mo- tan cruel y tan amarga desdicha,
zo mal ceñido! ¡Cómo me enseña por tu virtud increíble te ruego
la realidad que yo crié un cachorro que pues estás admitido en el con-
de lobo, no en mi sola perdición, cilio de los dioses y eres ya dios,
sino en la de toda la redondez de que les signifiques que yo he sido
las tierras! Mísero de mí, ¿quién vencido sin merecerlo y que te
había de temer que César quisiera la muestres dios favorable para esa
ruina de aquella República, de la tu patria a quien quisiste entraña-
cual había recibido tantas honras y blemente. Y a la vez que vuelvas a
había sido distinguido con tantas poner a mi casa en su primitivo es-
magistraturas? ¡Oh Dominador del tado, si es que ella puede estar en
universo! ¿Qué nombre puedo dar- pie con el señorío romano salvo, y
te que te sea justo y conveniente, si no es ello compatible con su per-
pues has permitido que fuese ven- manencia y con la salud de la pa-
cida esta causa tan santa y tan tria, sufra ella sola el castigo y que-
honesta? ¿Qué diré, qué hablaré de de la patria erguida, toda entera, in-
ti que que eres soberanamente
sé violada, floreciente y para siempre
justo y que ninguna cosa dispones feliz. ¿Qué diré yo ser esto, oh padre
sin causas muy grandes y sin ad- y mantenedor de todos los seres?
mirables consejos? Yo no puedo me- ¿Creeré que es envidia de la fortuna
nos de llorar la caída de Imperio o indeclinable destino de las cosas
tan glorioso. Y con todo, en esta su- humanas? Que el Imperio romano,
ma tristeza mía, tengo el consuelo que es el mayor y el más fuerte de
de mi conciencia, testigo único de cuantos han contemplado todas las
todas mis cosas. Yo puse todos mis edades, en cuya edificación y obra
esfuerzos en tutelar y defender no por levantarlo en el estado en que
sólo con palabras, derecho, leyes, estaba poco ha parecían haber tra-
constituciones y costumbres de mis bado competencia la fortaleza y la
mayores, sino también con mi es- fortuna, haya sido derrocado en la
pada, cuando no lo pude hacer de sola batalla farsálica y se haya, a
otra manera. No faltó a mi causa ni una, arruinado con Pompeyo. ¡Oh
mi valor ni mi consejo, sino que a baldíos trabajos de los hombres
mis esfuerzos les falló el buen su- verdaderamente dignos de lástima!
OBRAS FILOLÓGICAS. LA FUGA DE POMPEYO 589

¿Es esto loque Bruto hacía no per- Gracos, perturbadores de nuestra


donando niaun a sus prendas más quietud, sino César, pestilencia de
queridas en aras de la libertad? ¿En todo el mundo. ¡Qué víctima cada
esto vino a parar la gesta de Hora- uno de vosotros sacrificaría a Jú-
cio Cocles, defendiendo el puente él piter y al linaje humano! ¡Oh Ser-
solo contra todo un ejército? ¿En vilio Hala! ¿Por qué los dioses no te
esto vino a parar el sacrificio de reservaban para estos tiempos nues-
Mucio, quien puso su diestra al fuego tros? Mataras no a Espurio Melio,
para expiar el castigo de su error? sospechoso de quererse alzar con el
¿En esto, la hazaña de aquella Cle- reino, sino al mismo César, ya rey.
lia, pasando el Tíber a nado, cosa ¡Oh, tornases a la vida, tú, Papi-
si
temerosa de hacer aun para varo- rio Cursor, con aquel ánimo y brío
nes esforzados? ¿Y todo esto, repi- corporal nunca vencido, necesitaras
to, lo hicieron aquellos héroes para de un ejército para vengar maldad
que, al fin, la ciudad cayese en la tamaña, porque no querrías tú solo
servidumbre de César, el más im- mancillarte con esa su sangre im-
puro de los hombres? ¡Oh! Si en pía! ¡Oh Manlio Torcuato: éste era
el cielo o en el infierno existe algún el galo que te quedaba por matar,
sentimiento de los casos y azares por cuya muerte alcanzaras un
humanos, cómo se duelen ambos mucho mayor y más glorioso re-
Decios que votaron sus cabezas a la nombre! ¿Qué harás, pues, tú, cuan-
felicidad de este Imperio y compra- do vieres el senado lleno de galos,
ron, a trueque de sus vidas santísi- habiendo amenazado con matar a
mas, no la libertad, sino dos bata- cualquier latino que en él halla-
llas. ¡Oh, cuánta tristeza sienten y ses? ¿Qué sentimiento es el tuyo
cómo se lamentan los Curios, los ahora, ¡oh Camilo!, pues ves que
Fabricios, los Coruncanos, los Den- César ha movido guerra contra su
tatos que vivieron pobres por enri- patria, sin ser de ella ofendido ni
quecer a la República, de que ahora provocado, a la cual tú, aunque ini-
todo el patrimonio romano sea ro- cua e injustamente desterrado, qui-
bado y expoliado por el más nefas- siste librarla y defenderla? ¡Oh vie-
to y rapaz de los piratas! ¿Qué jo Catón, que no pudiste sufrir al
sentimiento es el tuyo, ¡oh Esci- caudillo africano ni a toda la noble-
pión Africano!, cuando oyes estar za romana, ¿soportarías que ese
el orbe tan revuelto y tan vejado despreciable medio macho reinase
por el más loco de los hombres; tú, en Roma? ¡Oh lastimoso espectácu-
que rompiste de buen grado el du- lo! ¿Vivirá sujeto a servidumbre
ro suelo para que tus conciudadanos el pueblo romano que solía ser an-
viviesen en reposo y quietud? ¿Qué tes vencedor del universo y vence-
dices tú, Emilio Paulo? ¿Qué haces dor de todos y cuyos reyes se pro-
al ver que aquel tesoro de Macedo- clamaban libres de toda servidum-
nia que tú, siendo pobre, no quisis- bre? ¿Estará sujeto a servidumbre
te que fuese tocado y que se pusie- aquel senado del cual comenzó a
se en el tesoro público en tu triun- dar una verdadera idea quien dijo
fo esclarecido? ¡Oh Lucio Opimio, que se componía no más que de
si vivieras todavía! ¡Oh Publio Es- reyes? ¿Servirán los que solían
cipión Nasica, qué hombres os mos- ser señores de todo a los bárbaros,
traría ahora para que tomaseis ven- a los impuros, perdidos y mancha-
ganza en ellos: no serían éstos los dos de todo género de maldades y
590 JUAl* LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. TOMO I

flagicios? ¿Recibirán leyes de la ve- aquel día ante las legiones desple-
leidad de César, de su iniquidad, de gadas! ¡Oh, cómo esperaba que los
su furor, de la temulencia de Anto- dioses se condolieran y apiadaran
nio y de su codicia, de la liviandad del género humano, estando los dos
de Lépido, de la sedición y violen- campos en vista uno de otro antes
cia de Dolabela, aquellos mismos que se acometiesen! ¡Oh tú, Cayo
que dieron a todo el orbe las leyes Crastino, que fuiste el primero en
más santas? ¿Qué contento puedes disparar el arma contra nosotros,
tomar tú, ¡oh Autor y Padre del atorméntente para siempre en los in-
universo!, de ver una tan pujante fiernos los suplicios de Sísifo, de
República destruida y un tan sobe- Tántalo, de Prometeo, de Ixión, de
rano Imperio, abatido y echado por Sulmoneo y a una los suplicios de
tierra? ¡Oh supremo Gobernador todos ellos; a ti, cuyas manos fue-
del mundo! ¿No es posible que sea ron causa y dieron origen a tantas
mísero Pompeyo y salva la Repúbli- muertes! ¡Oh dioses inmortales, si
ca? ¡Oh Mario Catón! ¿No podrás todavía no tenéis asco y hastío del
recabar de los dioses, a los cuales es- linaje humano, compadeceos de la
tás cercano, que conserven al pueblo romana gente, porque con una sola
romano en su antiguo estado y dig- derrota no caiga en servidumbre
nidad y que persevere en sus vie- total. Compadeceos de mí, que aban-
jas huellas? ¡Oh Cneo Pompeyo! doné a Italia por no ver en trabajo
¿Dónde está aquella tu buena suer- a mi patria ni devastada por el pi-
te guerrera acostumbrada; dónde llaje ni abrasada por el incendio, de
aquellos ejércitos vencedores de Eu- todo lo cual yo la he librado con mi
ropa, Africa, Asia; dónde aquella huida y alejamiento con que yo sal-
disciplina militar; dónde las re- vé de una batalla infortunada a tan-
cias determinaciones tuyas y aque- tos miles de hombres, los cuales to-
llos ardides y estratagemas con que dos, si yo permaneciera en Roma,
domeñaste todas las tierras y los sucumbirían inexorablemente. Com-
mares? ¡Oh compañeros míos: con padeceos de mí, que a trueque de la
vuestros consejos y pareceres cuán- salud y felicidad del universo, re-
ta perturbación y miseria me aca- signóme a ser desgraciado, señero y
rreasteis! ¡Cómo habéis causado la solo; y que no quise que mi perdi-
perdición de todo el orbe! ¡Oh sol- ción se conjugase con la perdición
dados míos, oh senadores y reyes, del mundo. Si mi modestia, si mi re-
partícipes de mi adversidad, que en cato, si mi fe y mi lealtad no menos
trance tan contrario e inoportuno que vosotros todo el mundo los co-
pedíaisme la batalla: cómo sentí noce; si amé siempre a mi patria
que los dioses me engañaban! ¡Ca- con amor acendrado, si obedecí
llando entendí que me armaban ce- siempre al senado y a las leyes,
ladas grandes así a mí como al pue- mostrad vuestro poder en socorrer
blo romano! ¡Cuán triste agüero a este Imperio tan afligido, y luego
fué que habiendo yo nacido y ha- muéstrese vuestra divinidad en so-
biendo sido criado entre las armas; correr a mis cosas, ayudadme y fa-
yo, que tantas guerras hice e inter- vorecedme, si siempre de las armas
vine en tantas batallas que yo mis- volví a la toga si nunca menospre-
;

mo di y habiendo tantas veces, con cié a los que bien me aconsejaban;


el esfuerzo de mi brazo, derribado si soporté fácilmente a los que me
al enemigo, que me horrorizase hablaron con insolencia; si no qui-
OBRAS FILOLÓGICAS. LA FUGA DE POMPEYO 591

se vengar mi dignidad de la male- aniquiláronles las guerras injustas o


dicencia procaz de Cneo Pisón, de injustamente ejecutadas; a otros,
Léntulo, de Mancia, de Dífilo, de las envidias de sus mismos ciuda-
Favonio. No queráis ahora, si en al- danos. Y a Pompeyo, siendo su vida
go yo pequé, tomar de mí una ven- tan irreprochable, y siendo tanta su
ganza tan atroz; si jamás floreció probidad, empeñado en una guerra
en mi casa cosa que no fuera pudi- santa en defensa de su patria, con-
cicia, parsimonia, austeridad y la tra la voluntad y resistiendo casi la
antigua usanza de mi patria; si no totalidad del linaje humano, derro-
tuve jamás intención de alzarme con cóle la amarga crueldad de la For-
el reino cuya ocupación me era fá- tuna. Vosotros, ¡oh dioses celestia-
cil si quisiera: sedme propicios, yo les!, por cuyas leyes se gobierna el
os lo ruego, si la justicia, si las vir- mundo todo, si os pesa de ver el gé-
tudes afectan y enternecen; tened nero humano, si os place destruir de
compasión de mí, que siempre las una vez todos los siglos, ¿qué nece-
he honrado y acatado. Porque si, sidad hay de que Roma perezca, lue-
como dicen los hombres, la Fortuna go de apurar tan lastimosa servi-
tenía alguna envidia de mi tan con- dumbre? ¿Por ventura no hay otro
tinua y duradera felicidad, apláque- camino? Dad suelta al Océano,
se ya y hágase más mansa, habién- irrumpa sin freno la licencia del
dome visto poco antes acompañado mar; incendia con tus rayos, ¡oh
de todo el mundo y viéndome aho- Júpiter, la redondez del orbe! Pero
ra solo y mustio, con hábito tan el solo pensamiento de esta catás-
humilde y tan sin aliño que mis trofepone terror en mi espíritu.
propios conocidos y familiares me ¡Oh dioses benignísimos y amigos
desconocen; conténtese con haber- de nuestro linaje! ¿No os acordáis
me visto servido de reyes cuando ya de aquel a quien favorecisteis
Dios quería, y viéndome ahora to- tanto? ¿Ya no me conocéis? Yo soy,
mando con mi propia mano el agua yo soy aquel mísero Pompeyo a
barrosa para aliviar como fuere mi quien vosotros distinguisteis con
sed intolerable; y buscando en mi tantas y tan grandes mercedes que
hambre pan negro para mantener- hacíais creer a los hombres que yo
me, yo, que con mis disposiciones había nacido del linaje vuestro. Yo
atinadas di en otro tiempo mante- soy aquel Pompeyo a quien vosotros
nimiento y hartura a todo el pue- quisisteis por segundo en la tierra.
blo romano y a toda Italia, la cual, Yo soy Pompeyo, dechado grande
si por mí no fuera, hubiera padeci- de los azares humanos, ejemplo de
do muy grave crisis de inedia. la inconstancia y de las blanduras
¿Qué caso, oh Fortuna, no diré ma- y halagos de la Fortuna. ¿Por ven-
yor, sino igual o parecido trajiste en tura el infortunio mío, la palidez
algún tiempo? Callen los pasados de mi semblante y la nieve de mi
siglos, callen las historias todo cuan- cabeza por todo el orbe venerada,
to refirieron; callen todo cuanto inmutaron de tal manera mi sem-
mintieron los poetas para pasatiem- blante que ni aun vosotros ya me
po y deleite de los hombres; calle conozcáis, los que antes me solíais
cuanto añadió a la fábula la anti- siempre defender, sabiendo que no
güedad de la fama en comparación tenéis cuenta con los cuerpos, sino
con lo presente. A los unos, el mal con el alma? ¿Por ventura vosotros
vivir les echó a perder; a los otros (cosa impía de creer) sois semejan-
592 JUAN LUIS VIVES.—OBRAS COMPLETAS. TOMO I

tes a los malos poetas, los cuales, obedeciese al senado y al pueblo ro-
habiendo terminado el primer acto manos? ¿Qué más tenía que hacer
muy bien, en el postrero decaen en la vida? ¿Acaso no se había
torpemente y en vez de cosechar mantenido bastante tiempo la for-
aplausos recogen, silbidos y mofas? tuna de mi grandeza? ¿Queríais lo
¿Acaso aquella calentura que yo tu- que ha ocurrido, que con la dema-
ve en Nápoles, de la cual casi morí, siada prolongación de mi vida ex-
no había de ser la fin de mi vida, perimentase por madrastra a la For-
aunque no de mi entendimiento? tuna, que me había sido antes en
iOh fea e infausta supervivencia todo madre muy cariñosa? Aunque
mía! ¡Oh próvida Naturaleza que te no hay alguno que crea tener yo
apresurabas a quitarme la vida mien- tan grande cuidado de mí mismo,
tras yo estaba en la cumbre de mi si- todavía la ruina y destrucción de
tuación, antes que se mudase mi for- tan gran Imperio y la libertad per-
tuna, cuando el morir hubiera sido dida me dan gran pena y me ator-
mi bien supremo y mi suerte buena mentan. ¿Que por haber sido ven-
¡Oh votos y ruegos en tan gran nú- cido una sola vez haya de ser toda
mero hechos por la salud mía y la mi posteridad puesta en servidum-
salud de todos! ¡Oh, cuánto mejor bre? ¡Oh romanos que después de
no me fuera morir entonces y sa- mí seréis en este mundo, si es que
lir de esta vida cuando mi renom- haya algunos, cómo podréis queja-
bre estaba en toda su entereza, ros de nuestra pereza y cobardía,
cuanta el hombre mortal puede al- que no pudimos conservar ni defen-
canzar, que vivir ahora con tanta der la libertad para dejárosla y en-
deshonra, huido, quebrantado, de- tregárosla a vosotros, cual la reci-
rribado, perdidos mis hijos y toda bimos nosotros de nuestros padres
mi casa! ¡Oh muerte feliz, que vie- y de nuestros antepasados! Los dio-
nes cuando la vida sabe más a mie- ses inmortales, si de esto tuvieren
les! Dichosa muerte la que viene
¡
alguna conciencia y sentimiento,
antes de ser deseada! ¡Oh muerte castíguente, ¡oh César!, según tú
venida en tal sazón, que te lo llevas mereces, pues fuiste autor de tanto
todo cuando ya no se puede desear mal y daño y se hayan conmigo de
algo mayor ni mejor! ¿Que que- la misma manera que yo me hube
ríais, amigos míos, que por mí os con toda la República y con to-
tomáis un interés demasiado agudo, dos los hombres. Entre tantos ma-
que yo hiciera más en esta vida? les como son los que yo padezco,
O ¿por qué queríais que yo me de- tengo por consuelo muy grande y
tuviese en ella más tiempo? ¿Espe- por testigo a mi conciencia, testigo
rabais acaso a que se creara un verdadero de mi ánimo, de mi con-
nuevo mundo, una Naturaleza nue- sejo, de mi determinación, de mi
va, a fin de que ganase yo nueva juicio, de mi razón, de mi sentir, de
gloria sojuzgando a mi patria? ¿Ha- mi causa, de mi voluntad, la cual
bía igualado yo las gestas de Ale- en esta triste y miserable guerra
jandro Magno, a quien el vulgo me me esfuerza a morir con gran áni-
asimilaba? ¿Había igualado yo el mo y confianza. Y aun cuando, co-
esplendor de los hechos de Hércu- mo la verdad y la razón nos man-
les y del padre Baco? ¿Había yo dan, no debamos trabajar en esta
conseguido que cuanto hay desde el vida, allende de no cometer cosa
nacimiento del sol hasta su ocaso que merezca culpa ni del varón en-
OBRAS FILOLÓGICAS. LA FUGA DE POMPEYO
] 593

tero se requiera otra cosa sino mos- navegaba yo con flotas y armadas
trar la voluntad santa y buena y el muy grandes, con victorias muy fe-
consejo de la virtud en todo lo que lices, emperador del mar espacioso,
fuere posible, esforzándonos por no con gloria increíble y que de infes-
faltar en lo mínimo a la hones- tado de piratas como estaba yo le
tidad. Yo no veo qué cosa pueda hice pacífico y seguro. Y aun cuan-
reprender en mí ninguno. Hice todo do sentirá todo el orbe esta fatali-
cuanto a un mortal le es hacedero. dad mía y esa pérdida universal,
Servido me he de la benignidad de servirá, al menos, este ejemplo mío
la Fortuna en lo que al bien de mi para que los hombres aprendan a
patria convenía, en cuanto a la mo- no confiar demasiado en las pros-
destia y a todas las otras virtudes peridades. ¡Oh príncipe del cielo,
pertenecía, y en lo que, para ayu- oh príncipe del mar, oh príncipe del
da y socorro de los buenos, era me- mundo, según cuyas leyes eternas
jor. Jamás hubo en mí señal alguna yo conduje siempre mi vida! Pre-
de insolencia. Mi buena ventura fué sente estoy yo, Pompeyo, pequeño
que me pude afanar siempre para si atendierais a las riquezas o al
que la Roma de mis amores, en re- poderío; pero si atendéis al alma,
poso inalterado, en paz olímpica, consciente de la vida vivida y dis-
fuese señora del mundo. Porque no puesto a hacer todo cuanta cosa
cayesen en la servidumbre de Cé- honesta y justa la virtud le manda-
sar hice la guerra civil, y en esa re, grande ciertamente, ciertamen-
ocasión la Fortuna volvióse contra te valeroso, no más pequeño con mis
mí, en una de sus veleidades acos- huestes derrotadas que cuando traje
tumbradas. ¿Qué debo hacer? Por a mi patria tres bien ganados triun-
ventura, ¿puedo yo dar a mis cosas fos. Y no mayor entonces ciertamente
un resultado feliz aun cuando haya que ahora en esta tan grande y pú-
puesto en esa empresa mi corazón blica calamidad mía. Aquí estoy
y mis fuerzas tantas cuantas tuve? ciego, envuelto en tinieblas, erran-
Esto me tiene maravillado y atóni- te, sin saber qué camino tome, sin
to y no creo haber sido hecho sin atinar dónde encaminaré mi fuga.
gran razón, por más que yo no la No pido de ti victorias y triunfos
alcance. Haber permitido el sapien-
¡ por haber domado diversas gentes y
tísimo Gobernador de todo este pueblos; no magistraturas ni fun-
mundo, justiciero y óptimo, que la ciones nuevas; no mandos ni ho-
causa mejor fuese vencida por la nores inauditos. Todo esto me lo
causa peor! Qué razón hubo para dabas a mí espontáneamente, tiem-
esto, Dios lo sabe. A mí, que tengo po atrás; no pido en mi muerte
la conciencia del amor filial mío aquellos plantos y alaridos del pue-
para con la patria; a mí, que tengo blo romano; no que el senado, en
la conciencia de que todos mis tra- sus hombros, traiga mis despojos a
bajos los asumí por la libertad y la la pira, ni que recoja mis cenizas,
salud del género humano, impónga- vestido con sus togas, desceñido,
me ahora mi fatal destino perder descalzo y lacrimoso no que todo
;

yo la vida donde le pluguiere; se- el ejército sin armas cante, dolori-


ñálemelo, que allá iré no por fuerza, do, en mi honor endechas guerre-
no rehusándolo. Entro yo por este ras; no que me lloren todas las ma-
mar solo, fatigado, de todos desecha- tronas; no que ese sol vea al lina-
do, por el cual, cuando Dios quería, je humano encapotado y cubierto
594 JUAN LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. TOMO I

de luto porque yo terminé la gruente con aquella vida. Y si to-


vida. davía los ruegos de Pompeyo, que
Xo pido aquella pompa en mi se- acostumbraban conseguirlo todo de
pultura que requieren mis tres con- ti. tienen a tus oídos algún acceso,

sulados, solemnidad que de-


ni la al menos encomiéndote a mi san-
mandan mis tres triunfos, ni aque- ta esposa, cuya honestidad, cuyas
llos loores que en hartos lugares se lágrimas piadosas me alcanzaron
suelen dispensar con declamaciones otrora perdón de ti, que contra mí
prolijas; no quiero sepulcro donde estabas enojado; encomiéndote a
se lean los títulos de tantas guerras mis hijos, esperanza de tan gran
ni de victorias tantas. Todas estas linaje y aun mi miserable casa, ¡oh
distinciones recibiera yo si mi suer- padre clementísimo de todo! Y por
te me hubiera dejado morir en mi lo que a mí toca, concédeme, sea
patria libre. Ahora, pues así va, llé- cual sea el género de muerte que
vame, padre, te ruego, si no a mi me esté reservado, que muera con
vida semejante a la anterior, a lo un ánimo tan grande como el áni-
menos a una muerte digna y con- mo con que he vivido.

*IN DE «LA LUGA DE POMPEYO»


SUEÑO DE ESCIPION
(OBRA DE CICERON, SACADA DE LAS «SATURNALES»
DE MACROBIO)

Habiendo venido y llegado a Afri- po, el anciano augusto no tenía otro


ca, durante el consulado de tema sino el del Africano, y no sola-
Anicio Maniio, siendo yo, como mente de sus hechos, sino también
sabéis, tribuno de cuatro legiones y de aquellos de sus dichos de que él
capitanías en la hueste, no hubo se acordaba.
por entonces cosa más agradable Después de esto, fuímonos a dor-
para mí que ir a hablar a Masinisa, mir, y como yo estuviese cansado
rey de nuestra familia y casa, y del camino y desvelado del trasno-
por justas causas muy amigo. Así char, cogióme un sueño mucho más
que llegué, el buen anciano, abra- profundo y grande de lo que tenía
zándome, se tomó a llorar; y un por costumbre. En este sueño, el
poco después, alzando al cielo los Africano se me apareció. Yo creo
ojos, dijo: que fué el motivo haber hablado de
— Gracias te hago, oh soberano y él antes, porque hartas veces acon-
¡

alto Sol! y también a vosotros, mo- tece que nuestros pensamientos y


,

radores restantes del cielo, porque pláticas ocasionan, durante el sue-


antes de que muera veo en mi rei- ño, un caso análogo al que Ennio
no y en mi casa a Publio Cornelio escribe de Homero; a saber: que
Escipión, cuyo solo nombre en gran pensaba y hablaba muchas veces
manera me recrea. Hincada y arrai- solo estando despierto. Como digo,
gada estuvo siempre en mi ánimo el Africano se me apareció en una
la memoria de tan glorioso e inven- forma que me lo dio más a cono-
cible capitán. cer que su presencia misma. En re-
Dicho que hubo esto, yo le fui conociéndole, tuve un gran miedo.
preguntando a él de las cosas de su Entonces él me dijo:
reino y él a mí de las de nuestra — Ten ánimo, Escipión, y no ha-
República, de suerte que aquel día yas temor alguno, y mira que se te
se nos pasó en pláticas sabrosas de acuerde lo que ahora te diré: ¿Ves
una parte y de otra. Luego, con real aquella ciudad a quien yo sojuz-
aparato recibidos, seguimos la con- gué al pueblo romano y al presente
versación comenzada hasta bien tar- se prepara para una nueva gue-
de de la noche. En todo aquel tiem- rra, como acostumbró hacerlo hasta
596 JUAN LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. .
TOMO I

ahora, que no puede tolerar la paz dictador, reorganices la República y


y la quietud? (En aquel momento, la restituyas a su primer estado si
desde un alto lugar reluciente, cla- puedes, por fin, escapar de las ma-
ro a maravilla, pintado de astros in- nos de tus cercanos parientes.
numerables, me mostraba a Cartago.) Entonces, a este tiempo y a este
Esa ciudad tú la has venido a com- propósito, como Lelio hiciese una
batir como hombre de armas. A es- doliente exclamación y de los otros
ta ciudad tú, en esos dos años pró- presentes se oyesen gemidos y sus-
ximos, la vencerás y destruirás, piros no pequeños, con indulgente
siendo cónsul, y por virtud y noble- sonrisa les dijo Escipión:
za alcanzarás el nombre de Africa- —
Yo os ruego, por mi vida, que no
no, al cual tú tienes derecho por me despertéis de ese dulce sueño; te-
heredamiento y como por sucesión. Y neos y oíd lo que ahora os diré: Por-
luego que hubieres destruido a Car- que estés, ¡oh Africano\, más dis-
tago y huyas triunfado y hayas sido puesto a guardar y defender la Re-
censor y hayas sido embajador en pública, has de saber que a todos
Egipto, en Siria, en Asia y en Gre- aquellos que guardaren, ayudaren y
cia, serás por segunda vez elegido aumentaren la patria les está apa-
cónsul en tu ausencia y después rejado en el cielo un lugar cierto
harás una muy dura campaña con- donde vivan en perpetua bienaven-
tra la ciudad de Numancia, destru- turanza.No existe en la tierra cosa
yéndola y arrancándola del suelo más agradable ni aceptable al sobe-
de raíz y cimiento. Pero tu triunfo rano Señor Dios, que gobierna la
camino del Capitolio coincidirá con redondez del mundo, que las agru-
un estado de turbación de la Repú- paciones humanas unidas por razón
blica, alterada por los manejos y y derecho, que tienen el nombre
astucias de mi sobrino, y entonces, común de ciudades; sus goberna-
¡oh Africano^ será menester que dores y conservadores, de aquí del
muestres a la patria las luces de tu cielo salidos, al cielo tornarán.
ánimo, de tu ingenio y de tu con- Al decir esto él, turbado como
sejo. Mas veo que la vía de este tu estaba yo, no tanto por el temor de
tiempo y curso, porque así los ha- la muerte como por el miedo de la
dos lo dispusieron, es dudosa. Cuan- ruindad y asechanzas que de los
do tu edad sea de siete veces ocho míos me esperaban, me atreví a
cursos cumplidos del Sol, es, a sa- preguntarle si él mismo vivía y si
ber: cincuenta y seis años, y que vivía también mi padre Paulo y
estos dos números siete y ocho (que los otros que nosotros pensamos ser
por diversas razones se han dicho muertos.
llenos y enteros) habrán acabado por Y él me
respondió
curso natural la suma de los hados — Ciertamenteviyen aquellos que
y el fin de tus días. A ti solo, y a se escaparon y soltaron de los lazos
tu nombre, se volverá toda la ciu- del cuerpo como de una prisión; la
dad, el senado y todos los buenos muerte real es la que vosotros tenéis
y todos los amigos confederados y por vida. Pero mira a tu padre, Paulo,
aliados, y los latinos sólo en ti pon- que viene hacia ti.
drán sus ojos. En ti solo se asenta- En viéndole, mis ojos arrasáronse
rá firmemente y resplandecerá la de agua y comencé a derramar lá-
salud de la ciudad, y, por decir en grimas copiosas. Pero él, abrazándo-
breve, es menester que. siendo tú me y besándome, reprimía lo más
OBRAS FILOLÓGICAS.- -SUEÑO DE ESCIPIÓN .
597

que podía mi llanto. Yo, restañada la libres de la cárcel y de los hierros


fuente de mi ojos, comencé por fin del cuerpo, son puestos en aquel
a hablar: lugar que ves. Este lugar es un
— Pídoos, óptimo y santísimo pa- círculo esplendísimo y de una res-
dre, puesto que esa vida vuestra plandeciente blancura, entre las
celestial es la verdadera, que me di- otras estrellas que llamamos fuegos
gáis qué hago yo acá en la tierra. y que vosotros, a imitación de los
¿Qué es lo que me detiene para griegos, llamasteis círculo lácteo,
que no vaya yo a esos lugares en- que tiene albores de leche.
cumbrados? Del lugar de donde yo las con-
— No, no; no es así que se hace; templaba, todas las otras cosas pa-
tú no puedes venir aquí sin que recíanme muy lindas; pero mi ma-
primero este Señor Dios, cuyo es yor admiración ocasionábanla unas
este templo que tú ves, te declare estrellas que nosotros, nunca, des-
libre y suelto de la prisión de tu de acá abajo, hemos visto; estre-
cuerpo. Cierto es que los hombres llas de una grandeza inimaginada.
fueron creados con sujeción a esta Entre ellas estaba la más pequeña,
condición y ley; a saber: que ten- la más apartada del primer cielo y
gan cuidado de entretener y guar- más cercana de la tierra; es a sa-
dar este globo que ves en medio del ber: la Luna, que da lumbre con
templo y al cual se da el nombre lumbre prestada de otro. Las esfe-
de Tierra. A estos hombres se les ras y globos de estas estrellas o
dió el alma de aquellos fuegos in- planetas sobrepujaban en mucho la
extinguibles que llamáis vosotros magnitud de la tierra. Parecíame
estrellas y planetas. Ellos, en figu- desde aquella altura la tierra tan
ra esférica y redonda, provistos de pequeña, que sentía empacho de
alma, mueven y rodean sus esferas nuestro Imperio romano, que en la
y cielos con una admirable celeri- totalidad del globo ocupa una par-
dad y priesa. Por todo esto, a Esci- Y como yo tuviese
te insignificante.
pión, y a ti y a todos los demás va- siempre puestos mis ojos en la tie-
rones piadosos, les es forzado rete- rra, absorto en la contemplación de
ner sus almas en la prisión del cuer- estas cosas,me dijo el Africano:
po y no dejar esta vida sin el man- — ¿Y hasta cuándo quieres tener
damiento y licencia de aquel que os tu ánimo puesto en la tierra? ¿No
las dió, abandonando esta vida in- consideras a qué templos eres veni-
mortal, porque no parezca que ha- do? Tú tienes aquí nueve esferas
béis rehuido y rehusado la tarea o, por mejor decir, globos por los
humana que os fué asignada por cuales todo está juntado y consti-
Dios. Pero tú sé, así como Escipión, tuido, donde el uno celestial de fue-
como este tu abuelo y como yo mis- ra de todos los otros, contiene los
mo, que te engendré, amador de la otros todos dentro de sí, compren-
justicia y la piedad, la cual, de- diendo y comprimiendo todos los
biendo ser grande para con los pa- otros el Soberano Dios. En este fir-
dres y parientes, para con la patria mamento están conjuntos y fijos
debe ser más grande. Esta senda, aquellos cursos sempiternos, torna-
seguida con justicia y piedad, es el dos de las estrellas, y a él están su-
camino recto y seguro para llegar jetas otras siete esferas movidas
al cielo a tener compañía a los por movimiento retrógrado y con-
que ya vivieron y en la actualidad, trario al dicho cielo. De estas siete.
598 JUAN LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. .
TOMO I

esferas, la una está ocupada del sones tan grandes y tan dulces que
planeta que vosotros llamáis en tie- arrobaban mi sentido. El Africano
rra Saturno; la que le sigue está me dijo:
poseída de la estrella errática y va- —Es éste un son hecho de in-
ga que se llama Júpiter, la cual es tervalos no iguales, aunque toda-
muy favorable y saludable al géne- vía están distinguidos por debida
ro humano. A la otra estrella que proporción de las partes excitadas
sigue a ésta la llamáis vosotros Mar- del impulso y movimiento de aque-
te, astro que relumbra con el sinies- llas esferas celestiales, y para tem-
tro resplandor del fuego; horrible plar y mezclar lo agudo con lo gra-
de ver y pavorosa para los que estáis ve, igualmente produce diversos to-
en la tierra. Tras ésta se sigue el nos. Y no puede ser que tales mo-
Sol, que está casi situado en el cen- vimientos se hagan sin algún rui-
tro de los otros planetas. El es el do y la Naturaleza permite que los
principal y el moderador de todas extremos de una parte suenen gra-
las otras claridades y estrellas; él vemente y de la otra agudamente,
es el alma, es decir, el poderío tem- por lo cual el supremo cielo donde
plado del mundo, y tiene tal gran- están las estrellas se hace con so-
deza que alcanza a cubrir y alum- nido muy agudo y sutil. Y el más
brar cualquiera cosa que sea. Des- bajo, donde está la Luna, se mueve
pués de él, síguenle como por tenerle con sonido muy grave, porque la
compañía otras dos esferas, una de Tierra, que es el nono globo, como
las cuales es poseída de Venus y la hemos dicho, es inmóvil y está
otra de Mercurio. Al último cielo, siempre puesta en lo más bajo de
que es el más bajo e inferior de todo y ocupando el medio de todo
todos, está la Luna, la cual hace el mundo. De la revolución de las
su curso tomando la claridad de los otras ocho esferas (entre las cuales
rayos del Sol. Desde este cielo de hay dos del mismo tenor) se produ-
la Luna hasta acá abajo no hay cosa cen siete tonos diversos y distintos
alguna que no sea mortal, caduca por intervalos; este número de
y sujeta a corrupción, sacando las siete es número y medida de todas
ánimas concedidas a los hombres las cosas. Imitando este son o tono,
por beneficio de los dioses. Desde la las gentes doctas, con nervios y
Luna para arriba todo es eternal y cuerdas sonantes, abrieron e hicie-
no puede ser acabado por corrup- ron camino para tornar a este lu-
ción. Cuanto a lo que toca a la Tie- gar, así como otros, dotados de ex-
rra, que es el nono globo que ocu- celentes y sutiles ingenios, estando
pa el medio y centro del universo, en la vida humana y viviendo en-
es, a saber, de toda esta máquina tre los hombres, pusieron su estu-
mundana, ella es inmovible y tam- dio y diligencia en las cosas divi-
bién está situada en lo más bajo nas. Llenos con este sonido, los oí-
de todo, y, naturalmente, a ella con- dos se ensordecieron. No hay en
curren todas las cosas graves y pe- vosotros sentido más boto que el
I

sadas. oído. Es, ni más ni menos, lo que


Todas estas cosas contemplaba acontece a los que viven en Cata-
yo con grande admiración, aunque dupa, donde el Nilo cae de unos
i

'

no sin perturbación de mi ánimo. altísimos montes con grandísima e


Mas luego que torné a mí, comen- increíble fuerza, y a causa del gran
j

cé a preguntar qué eran aquellos ruido son todos sordos. Mas aquí,
OBRAS FILOLÓGICAS. — SUEÑO DE ESCIPIÓN 599

tan grande es el sonido del cielo sada y quemada del Sol. Allende de
todo, por la apresurada y forzosa éstas hay dos habitables, de las cua-
vuelta, que los oídos de los hombres les, la del Mediodía no pertenece
no lo pueden recibir ni abarcar, ni nada a vosotros; la otra es septen-
más ni menos que no podéis mirar trional, debajo el Aquilón, en la
el Sol de hito en hito, por su res- cual moráis. De ella yo te ruego
plandor demasiado, y los rayos de que mires cuán pequeña es la par-
él vencen vuestra vista y sentido. te que ocupáis. Toda la tierra que
Yo, aun cuando estaba espantado vosotros tenéis, angosta hacia los
de todas aquellas cosas, todavía ponía polos y algo más ancha hacia los
los ojos en tierra y la miraba mu- lados, no es sino una isla pequeña,
chas veces. Y entonces el Africano: cercada del mar, que vosotros lla-
— — —
Yo siento dijo que aún tie- máis allá abajo mar Atlántico y
nes ojos para el sitio y morada de mar Océano, cuyo nombre magnífi-
los hombres; es, a saber: la Tie- co promete grandes cosas cuando se
rra; la cual, si te parece pequeña oye, y a pesar de ello, tú ves cuán
(como en verdad lo es), no pongas chico es. Ahora, de todas estas zo-
en ella tu contemplación y, princi- nas habitables y conocidas, pregún-
palmente tu esperanza, sino en las tote si la fama de tu nombre o de
cosas celestiales, y como cosa ca- cualquiera de vosotros ha podido
duca que es, menosprecia todo lo llegar hasta el monte Cáucaso (que
mundano. ¿Qué gloria ni honra te tú mismo ves) o pasar este río Gan-
pueden acarrear las palabras de los ges. ¿Quién será que oirá hablar de
hombres? Ya ves cómo la Tierra no ti en lo que resta de Oriente o en
está pobladada sino en partes muy las últimas partidas occidentales, o
pequeñas, y que en ella no se vive en el Septentrión o en el Meridia-
sino en lugares ralos y angostos. Y no? Quitadas ellas, harto ves tú en
en esos mismos lugares ves cómo cuán angostos términos se podrá
hay, así como manchas, grandes so- dilatar y pregonar vuestra gloria.
ledades y desiertos; que los unos Y aquellos que de vosotros habla-
están lejos de los otros y tan apar- rán, ¿qué tiempo piensas que ha-
tados que lo que unos tienen no blarán? Cosa cierta es que, aunque
pueden comunicarlo a los otros; nuestros sucesores no desean más
que los unos están oblicuamente que comunicar a los venideros vues-
puestos; los otros, de través; los tras glorias y loores individuales
otros, derechamente, entre los cua- que habrán oído de nuestros ante-
les, ciertamente, vuestras alabanzas pasados; no obstante, por los dilu-
no pueden ser oídas. Por ello, no vios y los incendios que hartas ve-
habéis de esperar que ellos cele- ces suceden en la tierra y que es
bren vuestra gloria. Tú ves cómo fuerza que ocurran periódicamente,
la misma Tierra está como ligada nosotros no solamente no podemos
y ceñida de algunas zonas, de las adquirir honra ni gloria que pueda
cuales hay dos muy distantes y en- ser eternal y continua, pero ni aun
tre sí diversas debajo de los ejes por mucho tiempo duradera.
o polos del cielo de la una parte y ¿Qué hace al caso que hablen
de la otra, las cuales son comba- de ti los que en lo sucesivo nace-
tidas de tanta frialdad que ves que rán si los que con anterioridad na-
están heladas. Y la otra, puesta en cieron no hablaron de ti palabra?
medio de éstas, muy grande, abra- Estos no fueron más malos, sino
600 JUAN LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. .
TOMO I

muy mejores, principalmente que virtud, por sí misma y con sus na-
entre aquellos entre quien vuestra turales y dulces halagos, te traiga
gloria puede ser oída no hay nin- a la verdadera y perpetua alabanza
guno que pueda alcanzar la memo- y honra. Los que de ti hablaren al-
ria de un año. Es de saber que los guna cosa ellos mismos lo vean,
hombres miden y llaman, por lo co- puesto que es indudable que habla-
mún, un año solamente la revolu- rán; pero todo cuanto digan no
ción del Sol, es decir, de una estre- pasa los términos estrechos de las
lla, aunque, a la verdad, cuando to- regiones que ves, que inevitable-
das las estrellas fueren tornadas al mente lo limitarán, y nunca duró
lugar de donde salieron una vez, y perpetuamente referido a hombre
que por grandes intervalos hayan alguno, sino que se acaba y dismi-
hecho una descripción de todo el nuye inexorablemente, así por la
cielo, entonces se puede llamar ver- muerte de los hombres como por ol-
daderamente año donde todo se tor- vido de los que vienen después.
na y retorna; el cual no osó decir Acabó el Africano su razonamien-
cuántos siglos puede comprender, to, y yo le dije:
de aquellos siglos de cien en cien — Si es verdad, Africano, que
años que cuentan los hombres. aquellos que cumplen su deber con
Porque, así como en el tiempo la patria y la república tienen abier-
pasado se vió un eclipse y como un tos y aparejados el camino y el in-
colapso del Sol que parecía que ha- greso al cielo, es cierto que yo, aun-
bía acabado para los hombres, cuan- que desde mi juventud no me haya
do el alma de Rómulo se encum- apartado de la norma de vida que
bró a estos alcázares celestiales; hicisteis tú y mi padre, y que no haya
así, todas las veces que el Sol, de disminuido jamás la gloria que vos-
la misma parte del cielo y en el otros alcanzasteis, no dejaré con to-
mismo período de tiempo volviere das mis fuerzas de trabajar y hacer
a faltar, y que todos los signos y harto más de lo hecho por alcan-
estrellas habrán tornado al lugar zar el premio y galardón aparejados.
de donde salieron, entonces será El Africano me respondió:
acabado y cumplido el año; adviér- — Pon diligencia en hacerlo, como
tote que de este año aún no está dices. Quiero que sepas y entiendas
acabada la veintena parte. Por lo que no tú propiamente, pero que
cual, si tú tienes esperanza de tor- este cuerpo tuyo es mortal; porque
nar a este lugar, donde no falta co- tú no eres lo que muestra esta efi-
sa codiciadera a los hombres bue- gie material. El ánimo y el espíritu
nos y virtuosos, ¿en qué aprecio de cada uno ése es su propio ser
debes tener esa gloria que viene y no la figura que se puede mostrar
de los hombres, que a gran pena con el dedo. Sábete que tú eres un
puede alcanzar una muy chica par- dios. Si dios es aquel que tiene vi-
te de un año? gor, vida, vigencia; que siente y
Si quieres alzar los ojos en alto tiene memoria, que provee y gobier-
y contemplar esta eternal habita- na y guía el cuerpo sobre el cual
ción y bienaventuranza, no te ce- está constituido como maestro y
bes en las palabras de las gentes gobernador, ni más ni menos que
ni pongas tu esperanza en tus gran- Dios, el monarca soberano, gobier-
éesc hechos y en las alabanzas de na este mundo. Y así como Dios,
\ob hombres; es menester que la que es eterno, guía este mundo, que
OBRAS FILOLÓGICAS. SUEÑO DE ESCIPIÓN 601

de una parte es mortal, así el áni- llo que tiene movimiento de sí


mo inmortal y sempiterno mueve y mismo, ¿quién será aquel que que-
guía el cuerpo, que es frágil y co- rrá negar que tal naturaleza y
rruptible, porque la cosa que está virtud son concedidas al alma? To-
siempre en movimiento es eterna, y do aquello que es movido de otro
la que mueve cualquiera otra cosa se dice que no tiene alma; y donde
y juntamente es movida de otra hay alma, el movimiento es interior
parte, cesando el dicho movimiento, y propio y que no lo tiene de otro
necesariamente ha de tener fin. So- ninguno. Tal es la naturaleza y la
lamente aquello que de sí mismo propiedad del alma, que si entre to-
se mueve, porque no es jamás de- das las cosas es movida de sí, cierto
jado de sí mismo, así jamás su mo- será que no ha tenido primer ori-
vimiento tiene fin, antes es comien- gen y que es eterna. Ejercitarla has
zo, principioy origen de movimien- tú en operaciones y obras buenas
to para las otras cosas que son mo- y en tener cuidado de la defensa y
vidas. guarda de la patria, porque el áni-
Comienzo o principio es una co- mo ejercitado en tal solicitud y cui-
sa que no tiene origen, porque to- dado, como son las obras buenas
das las cosas proceden de él y él no que decía, volverá muy fácilmente
ei hecho de ninguna otra cosa exis- a este su domicilio y morada. Y esto
tente. Y a la verdad, si de otra pro- hará mucho más presto, si cuan-
lo
cediese, entonces no sería principio,do estuviere encerrado en el cuer-
y pues que no ha tenido origen, po estuviere a punto de salirse de
cierto es que no tendrá fin, porque él y contemplando las cosas de fue-
si una vez pereciese, no podría otra ra se apartare muy lejos de él y de
vez de nuevo producirse de otro las cosas corporales. Las almas de
ninguno ni de sí mismo podría re- aquellos que totalmente se dieron a
P3rar ni procrear otro, porque es los deleites del cuerpo y que se so-
necesario que todas las cosas ven- metieron cobardemente a su servi-
gan de este principio. Por esto, el dumbre y que, por influjo de los que
comienzo y origen del movimiento obedecen a los deleites y deseos lu-
es de aquel que se mueve a sí mis- juriosos, corrompieron las leyes di-
mo, de manera que no puede tener vinas y humanas, sueltas y salidas
primer origen ni último fin. O sería de los cuerpos, son traídas de acá
menester que todos los cielos caye- para allá alrededor de la tierra. Y no
sen y que la totalidad de las cosas volverán a este lugar, que primero
de este mundo y que toda cosa na- no hayan sido atormentadas y afli-
tural cesase y que ninguna cosa re- gidas por espacio de mucho tiempo.
cibiesemás movimiento ni vida del
impulso del primero y soberano cie- Poniendo fin a esta plática, el
lo. De manera que puesto que que- Africano desapareció, y yo, luego
da claro que tiene ser eternal aque- al punto, desperté.

FIN DEL «SUEÑO DE ESCIPIÓN»


i
SUENO AL MARGEN
DEL «SUEÑO DE ESCIPION»
(IN SOMNIUM SCIPIONIS)

(i5i9)

JUAN LUIS VIVES nunca concebirás ni desazón ni has-


AL REVERENDÍSIMO SEÑOR DON ERARDO tío,y por toda aquella región tuer-
DE LA MARCA, OBISPO DE LIEJA Y ARZO- ce su camino, como cantó el poeta •

BISPO ELECTO DE VALENCIA: SALUD Claudiano, el Turia hermoso entre


márgenes de rosas y de flores. Tan
ara quién será mi primera enho- fértil es su suelo, que me atrevo a
rabuena, reverendísimo padre decir que no hay en ningún otro
y príncipe ilustrísimo, por tu ángulo del mundo fruta, ni mies, ni
plausible designación para la sede linaje alguno de hierba saludable
arzobispal de Valencia? ¿Para ti o que no los ofrezca la huerta valen-
para mí y todos mis conciudadanos? ciana en su halda ubérrima. Es su
A unos y a otros hay que dar el pa- campo el propio asiento de la ame-
rabién: a ti, puesto que te toca en nidad. No hay estación del año en
suerte una diócesis que así por la que no estén sus prados cubiertos
condición de su grey conio por la de hierba viciosa y sus enramadas
amenidad del sitio no puede menos espesas no se muestren vestidas y
de serte aplacible y gratísima. Aque- pintadas de hoja y flor que siem-
lla población es de suyo alegre, op- pre nace, de frescor y de verdura y
timista, afable, obsequiosa, obedien- de muy linda variedad de colores.
te; para con sus príncipes y sus Es puro y transparente su cielo, y
magistrados tiene entusiasta adhe- es indulgente y manso; ni áspero
sión y benevolencia exquisita y un de hielos rigurosos, ni encapotado
celo increíble para con las cosas de de nieblas sombrías, ni extenuado
la Iglesia, y ni con pereza ni con ni incendiado de calores fogosos.
contumacia ejecuta las órdenes de Esta maravillosa templanza hace
las jerarquías eclesiásticas. La no- que por toda aquella comarca afor-
bleza que reside en aquella ciudad tunada sea constante la salubridad
es, como pueda haberla en cualquier y firme y robusta la complexión
otra: numerosa, brillante, magnífi- de todos sus moradores. Los loores
ca, espejo de cortesía y de humani- de Valencia, que acaso no sean de
dad, de cuya familiaridad y trato este lugar ni de este tiempo, re-
604 JUAN LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. TOMO I

quieren espacio mucho mayor que I

|
queño doctrinal para formación e
el que pueda o deba darles una sim- |
instrucción del perfecto príncipe. A
pie carta. A mí me impone una pesar de que la filosofía toda no
reserva pudorosa la consideración ofrece tarea más excelente y di-
de que hablo de mi patria querida vina que esta de dar educación po-
con un afecto tan entrañable como lítica a un gobernante, yo no bus-
el que tengo a mis amores más qué para ese tratado rótulos subli-
dulces y no quisiera que ese mi en- mes prometedores de grandes co-
comio entusiasta fuera sospechoso sas; llaméle Sueño, simplemente.
de jactancia. ¿Qué nombre más chico que éste?
Pero también a nosotros, v a la ¿Qué título más modesto? Como si
verdad en proporción muy crecida, dijere bagatelas, pues como baga-
se nos ha de dar el parabién por- telas doy todo cuanto pasa eri ese
que la suerte nos dió tal y tan gran Sueño, sin perjuicio de que algún
prelado que de él esperamos que lector se me enfade. Y lo que viene
gobernará aquella iglesia, con tal a continuación llámole Vigilia, que
acierto y tal eficacia de buen ejem- equivale a lucubración, título éste
plo, que a los ojos de la poste- que Bibáculo, poeta saladísimo, dió
ridad relumbre con mansos resplan- a una obra suya. Y en hecho de
dores de moderación, de doctrina, verdad, mucho tuve que velar y
de caridad, de santidad en suma. aun desvelarme en referir el famo-
Virtudes son todas éstas que yo no so Sueño ciceroniano, porque la va-
dudo que aumentarás en el gobier- riada y copiosa sabiduría que con-
no de nuestra Iglesia y ello con la tiene pide un intérprete comen-
ejemplaridad de tu vida, ya que no tarista con el seso bien avivado y
es posible que haya para tu clero despierto y que esté en su cabal y
ni mandato más eficaz ni encareci- sano juicio.
miento que más obligue. Pero digo- Entrambas obrecillas mías, con
te esto cara a cara, con no menos el mejor de los derechos, te las de-
empacho que te dije lo otro por dico a ti, ilustrísimo príncipe; en
recelo de que algún maldiciente me primer lugar, porque tú, por tu par-
acuse en aquello de jactancia y en te, que no será pequeña por cierto,
esto de adulación, con ser una co- contribuirás eficazmente a esa Edad
sa y otra por un igual de una reali- de Oro soñada, a esos esperados si-
dad evidente y tangible. glos dichosos que yo, aunque soñan-
Por todo esto es que yo, como do, anuncio al mundo y en segundo ;

en adivinación de aquellos venide- lugar, porque a quien ha de regir la


ros siglos que tú a nosotros y los república de nuestra Iglesia, que yo
unos a los otros, según espero, ha- querría ver de todas la más ventu-
rán tan felices, tan rebosantes de rosa, desearía proponerle un expre-
toda virtud y alegría, burla burlan- sivo dechado y espejo del mejor y
do me entretuve en componer cier- más acabado de los príncipes, a cu-
ta especie de Sueño, que sea como yo ejemplo se componga y a quien,
introducción y prefacio al Sueño de como haces tú, imite. Ten salud.
Escipión. Lo completé luego con una
Vigilia mía al mismo Sueño de Es- Lovaina, a los cinco días de las ca-
cipión. Todo ello constituye un pe- lendas de abril de 1520.
OBRAS FILOLÓGICAS. AL MARGEN DEL «SUEÑO DE ESCIPIÓN» 605

SUEÑO AL MARGEN DEL


SUEÑO DE ESCIPION» CICERONIANO

La noche pasada, mis jóvenes una perpetua negrura bituminosa.


es-
tudiantes, mientras estaba preparan-Es fama que allí fijó su sede la más
do para vosotros la exposición del antigua de las reinas, la Noche, que
Sueño de Escipión, he aquí que el habiendo dado a Erebo, su fosco
Sueño, esa pequeña divinidad volá- marido, veintiún hijos e hijas, que
til, de golpe y voleo me introdujo se llamaron Amor, Gracia, Trabajo,
en su morada y me mostró a Esci- Envidia, Miedo, Dolo, Fraude, Per-
pión en persona soñando, y me en- tinacia, Pobreza, Miseria, Hambre,
cargó que le pidiera que tuviese a Queja, Enfermedad, Ancianidad, Es-
bien contarme puntualmente todo el cualidez, Tiniebla, Muerte, Caron-
discurso de aquel sueño tan desve- te, Día, Eter y Sueño, ese de
lado y tan meditabundo. Menester que hablamos; y como esa misma
sería que os enterase de todo desde Noche, hija de la Tierra, obtuviera
su origen y que os describiese el el reino de su madre, compartió con
templo de ese leve diosecillo en cu- el Día, su hijo, las restantes provin-
yas aras vosotros sacrificáis con tan- cias de su monarquía e imperio y
ta frecuencia y con tanto gusto, por- equilibró el poder y el mando de
que no ignoraseis el lugar adonde, los dos no como Quinto Fabio y
con ánimo piadoso, acudís sobradas Minucio Rufo, sino como Emilio
veces a las sagradas funciones. Arre- Paulo y Varrón en la segunda gue-
batóme, pues, el Sueño, como digo, rra púnica, puesto que ambos van
o por hablar con mayor verdad, con turnando en el poder. Por lo que
mansedumbre y blandura me invitó respecta a sus otros hijos, la Noche
a que le siguiese. Por veredas muy los puso al frente de determinadas
estrechas y por pasos muy remotos funciones en las mismas provincias
y mudos de toda luz, me condujo y plúgole que no hubiera ciudad ni
a las lagunas Meótidas y sumido en villa, ni aldea ni casería, ni casa ni
calígine más densa y en tinieblas cabaña siquiera en los que aquellos
muy profundas me abandonó en sus hijos no tuvieran jurisdicción y
aquel paraje. Hundido en una hura- señorío. Dondequiera hay amor,
ña, sombría e ininterrumpida cerra- dondequiera hay trabajo, donde-
zón de nubes, de lluvias, de nieves quiera hay miedo, dolo, miseria, y
y de nieblas interceptado por mon-
;
penuria, envidia, hambre, queja y
tes elevadísimos y por cavernosos todo lo restante, excepción hecha
escondrijos soterraños, ni sol, ni lu- de Lovaina, de donde andan deste-
na, ni lucero alguno consiguen fil- rrados y lejos envidia, dolo, fraude,
trar hasta allí sus miradas indiscre- pertinacia. Lovaina, como es bien
tas. Cimeria llamábase aquella gen- sabido, rebosa toda ella de encanto
te que ignora esas nuestras alterna- y de simpatía. La Noche no se re-
tivas de días y de noches. Una es servó más que la región Cimeria
siempre y la misma y semejante a y en ella no tiene el Día autoridad
sí la faz del mundo y del cielo, de ninguna; y con todo, en ella tiene
606 JUAN LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. .
TOMO 1

su parte en el reino y en el imperio radores de aquella mansión toda


su hijo, el Sueño, bien así como Tito otra suerte de agua es ominosa y,
Vespasiano compartía el imperio pa- por lo mismo, objeto de general
terno. execración.
En aquel paraje, pues, edificó el No dije palabra de los mosquitos.
Sueño su palacio, labrado de ébano El dios Sueño los admite allí tras
todo él, puesto que a él que es el los grandes convites cuando el vi-
Sueño y a su madre que es la No- no y el agua letea lo anegaron to-
che no les contenta más color que do; pero estos mosquitos son be-
el negro. El portero y el mayordo- nignos e inermes; carecen de todo
mo son el Descanso y el Silencio, cáustico aguijón y con susurro muy
quienes alejan del umbral chirridos, delgado rodean, volando, el lecho
silbidos, susurros, murmullos, todo del Sueño. También este lecho del
linaje de vocerío, sonidos y ruidos. dios está fabricado del ébano más
Allí no se oye voz alguna humana tenebroso, y en él duerme con su
ni relincho de caballos, ni rugidos mujer, la Tranquilidad. En una ca-
de leones, ni ladridos de perros, ni ma próxima duermen sus hijas ya
gruñidos de puercos ni berridos de núbiles: la Pereza, la Apatía, la
elefantes ni gorjeos de aves. Si por Flojera, la Desmemoria, la Desidia.
ventura el gallo rompiere aquella En una tercera cama, tendido a pier-
taciturnidad y el silencio de aquella na suelta, yace, con ronquidos muy
noche profundísima,
instantánea- recios, el Adormecimiento. Es fama
mente queda consagrado a la No- que fué rey opulento y bueno an-
che y víctima aplacible es inmolado tes que Júpiter naciese, y que se
a la callada divinidad; los ánsares alzó con el gobierno con Saturno y
no se utilizan más que para los sa- con Jano. Ahora, desde que Júpi-
crificios, pues éstos son allí las hos- ter comenzó a mover guerras y los
tias lústrales; allí no hay más ra- griegos abrieron un tribunal con-
nas que las de Serifo ni otras ci- tencioso y Servio Tulio acuñó mo-
garras que las de Acantia. No hay neda de bronce y Fedón y los li-
tribunales allí, ni causídicos, ni abo- dios la acuñaron de plata y de oro.
gados, ni querellas, ni litigios, ni y los romanos fueron acumulando
rábulas vocingleros, ni celosos gru- leyes, y Acursio, Bartolo y Baldo,
ñones y aun cuando sus moradores haciendo glosas, y Cépola, cántelas,
beban buen vino, con todo no hay y los escoliastas restantes astucias
pregonero, y si acaso le hay, con puras y dobleces engañosas, anda
expresivos ademanes publica su bon- desterrado y destronado como otro
dad y no con bandos destemplados. Dionisio segundo; y ha abierto una
Y porque no haya quicial que rechi- escuela y doctorado en el arte de
ne, en morada tan espaciosa no exis- dormir, ha puesto cátedra de sueño
te puerta alguna, pues no hay allí enseña a algunos de nuestros
y lo
miedo alguno de ladrones ni hay de Lovaina. De cuando
trotacalles
centinelas ni guardias de noche. en cuando, el Sueño mismo en per-
No suena allí más que el ruido man- sona, bostezando y con los ojos ador-
so y el blando murmullo del río Le- milados, se levanta para poner or-
teo, que discurre sobre guijas lisas den en su casa y pronunciar senten-
con una persuasiva invitación al sue- cias, no porque haya pleitos ni acu-
ño. El vino témplase allí con el saciones, sino para mandar que ca-
agua de este río, pues para los mo- da cual prosiga la faena que hace.
OBRAS FILOLÓGICAS. AL MARGEN DEL «SUEÑO DE ESCIPIÓN» 607

Si acaso se ofreciere ocasión alguna es la causa por la cual los poetas


de pleito, no existe hoy en día juez que se sucedieron, porque no caye-
más justiciero que él; no hay para él se sobre ellos el castigo que afligió
acepción de personas; sea rey, sea a su patrono, de quien todos los
mendigo, esclavo, libre, varón o mu- otros protectores de poetas tomaron
jer, niño o anciano, según el res- nombre, cantaron con tan devota
pectivo merecer, a todos hace justi- Sueño que
insistencia las laúdes del
cia, por manera que quien tiene habían aprendido de sus sacerdo-
buena salud y está bien comido, tes Endimión de Caria y Epiméni-
bien bebido, aun cuando fuese es- des, teólogo cretense. Estos poetas
clavo y ruin de condición duerme en sus himnos unas veces llaman
sabrosamente; y al revés, aun cuan- blando a ese dios; otras, suave;
do fuere rico o fuere el propio rey, otras, dulce, plácido, benigno, nutri-
pasa las noches de claro en claro cio, don el más grato del Cielo, ar-
y el tálamo es su potro. Sean quie- tífice de maravillas y entonan en
nes fueren, mientras están bajo su su loor aquellos versos que Ovidio
techo y jurisdicción, son perfecta- grabó en la memoria de la posteri-
mente iguales y en aquella morada dad; Sueño, descanso de los seres;
no hay diferencia entre el feliz y Sueño, el más indulgente de los dio-
el infeliz. ses, paz del alma, que ahuyentas los
Ignoro qué pecado debió de co- cuidados, que regalas los cuerpos
meter Cayo Mecenas contra el dios quebrantados por las faenas duras,
Sueño. Rogaban por Mecenas, al y les reparas para que vuelvan al
dios Sueño, Virgilio, Horacio Pro- trabajo.
percio, todo el coro de los poetas; Y a continuación le alaban por-
Asinio Polión, Valerio Mésala, todos que es tan manso y tan dulce que
los oradores; el emperador Augus- a aquellos para quienes se muestra
to, en fin. Y el mismo Mecenas
propicio les torna dulces y mansos,
to-
dos los días ofrecía al Sueño un
y a aquellos otros a quienes tiene
sa-
crificio con un blando y melodio- en aborrecimiento los vuelve irri-
so concento de esclavos, lindos ta- tables, secos y duros, inhumanos,
ñedores de flautas. A la hora del pendencieros, crueles. Persuadido
sacrificio toda la mansión señorial de esto Catón el Censor, aquel de-
y toda la abyecta y sórdida servi- chado de la gravedad y de la cor-
dumbre yacía a los pies del Sueño, dura romanas, dejaba que sus es-
ahinojada y suplicante. Todos estos clavos durmiesen a su sabor, por-
extremos de servilismo jamás con- que con las vigilias excesivas su
siguieron doblar la inflexible jus- genio y condición no se volviesen
ticia del Sueño, y habiendo, por es- ariscos y cerriles.
pacio de tres años seguidos, inmo- A consecuencia de esto, el Sue-
lado víctimas sin cuento, ni siquie- ño, de toda, la Naturaleza creada, se
ra una hora pudo hacer las paces escoge servidores, como es costum-
con el dios. Y siendo ello así, y no bre en nuestras casas grandes, con
admitiendo a Mecenas el Sueño en la finalidad primordial de que sean
su morada, la hermana del Sueño, muchos los que estén ociosos, más
que es la Muerte, que es bastante por agobio (por honor, estuve a
más accesible que él y que hartas punto de decir) que por necesidad, a
veces se presenta no llamada, le quienes si se les pregunta para qué
llevó a empellones a su reino. Esta menester están allí, puedan buena-
608 JUA.V LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. TOMO I

mente responder que para que la cial que desertarán del comedor o
casa no deje de estar llena de tro- de la olla de su amo. Así también
pel y de bullicio, pues no hacen el Sueño consiente que su servidum-
más que entrar, salir, mirar y co- bre esté aposentada dondequiera
mer. De estos servidores, ociosos mientras no falte a la hora del ran-
atrafagados, tiene el Sueño muy cho. Algunos de sus servidores ha-
muchos en su morada espaciosa bitan en altas montañas o en árbo-
tales son los animales todos, con les elevados; otros, en el campo ra-
exclusión de las plantas y de los so; otros, en cuevas y oquedades;
seres que no tienen sensibilidad, co- otros se fabricaron angostos nidos
mo están ausentes de la Corte los en manidas soterrañas o en las
que carecen del instinto de la lison- quiebras de los viejos muros; otros
ja y adulación. También hay servi- moran en las aguas o en el mismo
dores para más secretos meneste- mar. Bípedosy cuadrúpedos, con
res que no se toman vacaciones nun- los ojoscerrados y roncando, en-
ca: de éstos son los niños todo el gordan y ceban sueños, y delfines
tiempo que permanecen en el claus- y ballenas les remedan a su vez. Y
tro materno, excepto unos instan- teniendo tan copiosa servidumbre
tes muy breves y también los re- y tan nutridas clientelas, nunca (co-
cién nacidos. De los animales res- sa que entre nosotros acontece muy
tantes los lirones, durante todo el raramente) se pone en guerra con
invierno; las osas, catorce días se- ellas.
guidos, después de la concepción Si alguno se niega a obedecer sus
del feto; las focas, la mayor parte mandatos, ora sea mortal, ora sea
del año. De éstos se sirve con una dios, véncele y derrócale luego al
relativa familiaridad y les da pin- punto, tocándole con su vara. Así
gües estipendios; a los otros servi- alguna vez hubo de rendírsele el
dores no hace más que mantener- mismo- Júpiter. Así fueron domados
los. Y a pesar de esto, no todos tie- muchos monstruos: Medusa, Argos,
nen habitación en aquellos palacios el dragón que guardaba el velloci-
por más anchurosos que sean, sino no de oro. Con frecuencia el Sueño
que tienen alojamientos dispersos, presta a Mercurio esa varilla mági-
como vemos en las casas de los ca, y Mercurio, a su vez, le presta
proceres y durante todo el día y sus talares. Con ese trueque, hartas
con harta frecuencia toda la noche veces el Sueño, no menos que Mer-
van de acá para allá, desocupados, curio, es mensajero del supremo
unos hombres con los brazos pues- Júpiter.
tos en jarras, arrastrando unos lar- Establecido de la manera que di-
gos espadones, de semblante fiero, je el régimen doméstico, el dios
a veces bien atusados y galanes, es- Sueño se regala con un breve pa-
pecialmente si tienen dama a quien seíllo, llegándose hasta unas peque-
sirven, magníficos de palabras y de ñas huertas de su propiedad, donde
promesas y de faltriquera tan va- la Noche, su madre, sembró todo li-
cía como sus cascos, henchidos de naje de hierbas soporíferas y, es-
viento y de locura. Aun cuando se pecialmente, la adormidera de Ce-
jacten de poder mantener una ciu- res, su madre, que se riega con
dad entera, a la hora del almuerzo agua de Leteo: también, negras le-
o de la cena, antes dejarán de com- chugas y mandrágoras, y de las le-
parecer a un emplazamiento judi- gumbres, habas, guisantes, habí-
OBRAS FILOLÓGICAS. AL MARGEN DEL «SUEÑO DE ESO PIÓN» 609

chuelas. Las lentejas no prosperan se deslizan entre sábana y sábana


allí ni se siembran siquiera. Y si no del todo seguros; sobre los ava-
allí se sacrifica un murciélago, inme- ros, quienes, enriquecidos todas las
diatamente se procura que su cabe- noches por beneficio del sueño, a
za no se diseque allí dentro, pues la mañana siguiente, por maleficio
no sé que tragedias truculentas aca- y como por arte de hechicería del
rreó a aquella casa la cabeza seca día y de la luz, levántanse tan po-
de un murciélago. Luego se va a la bres como se acostaron; sobre to-
mesa, a la cual son invitados habi- dos aquellos a quienes no despla-
tuales Baco y Sileno y Marco An- cen en absoluto ni el vino ni la
tonio, el hijo de Cicerón, y Torcua- cerveza y se imaginan beber azum-
to y Tricongio y Lucio Pisón, pro- bres enteras y que invitan de buen
curador de la ciudad y todos aque- grado a los otros a que beban y
llos bebedores que en el mundo han son a su vez por ellos provocados
sido y que declararon al agua gue- mientras están en el alcázar del
rra a muerte. Preside el banquete Sueño.
el Sueño, colocado entre la Vida y Otro de sus satélites es el que se
la Muerte, pero más ladeado hacia llama fantasma. Esa voz es griega.
la Muerte que hacia la Vida. Y no Cicerón, que habla un hermoso y
es de maravillar, puesto que la muy casto latín, le da el nombre de
Muerte es su hermana melliza, Visión, porque se presenta a nues-
mientras que la Vida no es hermana tros sentidos en estado de semisue-
melliza suya, sino su prima herma- ño, cuando ni estamos despiertos
na por parte de padre; y por esto, del todo ni hemos entregado com-
muchos de sus familiares llaman al pletamente nuestros miembros a
Sueño muerte breve. las blanduras del sueño, sino que
Cuando el Sueño se va a acostar, estamos situados en las comarcas
guárdanle una cohorte de vigilan- fronterizas de los dos poderosos im-
tes, centinelas de estrafalarias apa- perios del Sueño y de la Vigilia.
riencias que, con vocablo común, Ese satélite de que hablamos trae
llámanse sueños, pues tal es su siguiéndole muy de cerca a una
nombre gentilicio distínguense con
; hija suya, la Pesadilla, que es muy
todo, como los propios romanos, por famosa ramera, la cual, cuando
sus cognombres y prenombres. De abraza a alguno de los ministros o
ellos, hay uno que se llama In- criados del Sueño, le oprime de tal
somnio, cuya función específica manera que se imagina que gravi-
tan sobre él torres muy grandes y
consiste en introducir en el espíri-
tu de los hombres goces mentidos pesadas y qué no puede respirar,
y mentidas tristezas, por manera ni gritar, ni pedir socorro, ni im-
que aquello mismo que durante la plorar la asistencia ni la fe de los
vigilia desean o recelan, imagínan-dioses y los hombres.
se que eso mismo se realizó a la A esto se añade un pariente, por
hora del descanso. Ese Insomnio consanguinidad, de Prometeo, muy
tiene poder especial sobre quienes pegajoso y muy diestro, que se lla-
están enamorados y que se forjan ma Morfeo, más potente que él mis-
ilusiones, sobre los miedosos que mo Prometeo. Este, con fuego hur-
siempre piensan que hay quien les tado del cielo, fabricó de lodo a los
pincha a las espaldas, que huyen hombres; pero Morfeo fabrica a los
de un perseguidor imaginario, que hombres de la nada, y no privados
i

LUIB VIVES. 1 20
610 JUAN LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. TOMO I

de habla ni desnudos como a los ni- do: ¡cuántos reinos tiene aquí,
ños, sino vestidos de seda y de bro- dioses inmortales! ¡Cuántas rique-
cados, locuaces, elocuentes, hasta zas! ¡Cuánto oro, plata, perlas, pe-
oradores, sin antes haber declama- drería! Estas riquezas distan mu-
do; teólogos, que jamás estuvieron cho de las que solemos llamar ver-
en Lovaina ni en París, ni pasaron daderas, porque éstas, puesto que
ni siquiera vieron los umbrales de son reales, engendran dolores rea-
ninguna facultad: a reyes, a prín- les, sufrimientos no fingidos, y aque-
cipes, a mendigos, a siervos y a se- llas otras, puestoque son fantásti-
ñores que están en Lovaina háceles cas, comportan goces fantásticos,
banquetear en Roma, y a los que mentidos, hueros. Y con todo, los
en Roma explican Derecho, háceles hay quienes prefieren en su esti-
bailar en medio de la plaza de Lo- mación esas sombras y esos tram-
vaina. Los prestidigitadores mismos pantojos a realidades expresas y
no son tan hábiles artistas como ese macizas. La corte del Sueño tiene
Morfeo. Muy cerca de Morfeo anda ;

su liturgia, sus ceremonias, sus


Icelas, gran parencero y cazador, sacerdotes, los exegetas de sus
j

Increíble es el linaje de piezas que oráculos. Es de saber, pues, que en


cobra todos los días: leones, osos, esta corte pululan muchos agoreros
cabras, gamos, ciervos, puercos mon- que predicen lo por venir y que
¡

teses, liebres de dehesa y conejos |


'
por una blanca que depositen en su
de zarzal. De las aves que sirven mano interpretan en los sueños no
para regalo de la mesa, becafigos, sé qué luminosas perspectivas y
perdigones de rastrojo, tordos de promesas de venideras edades feli-
olivar, ansarones, pavos, gallinas ces. Los que de este gremio adqui-
de cabe el gallo, capones cebados, rieron mayor renombre y gloria
codornices de reclamo, palomas de son José, hijo de Jacob Anfictión.
encina, zarzales de vendimia y has- Tiresias el Tebano, Demócrito de
ta el gitano faisán, en quien se me- Abdera (a quienes yo he visto algu-
tamorfoseó la diosa Itis; y de las na vez renegando y maldiciendo de
aves que halagan con sus arpadas las respuestas de sus dioses, juran-
lenguas: ruiseñores, pinzones, mir- do que no contenían adarme algún o
los, garzas y alondras madrugado- de verdad, de sinceridad, de certi-
ras; y de las que remedan nuestra dumbre, que todo no era sino un
propia habla y el órgano y la voz amasijo de mentiras y de vanida-
humana picazas, papagayos, cuer-
: des). El adivino que más certero
vos, estorninos, cardelinas, urra- me pareció siempre es el tebano Ti-
cas; finalmente, de las aves de pre- resias. Este es un viejo de buen
sa: águilas, buitres, gavilanes, azo- humor, a quien la soberbia y ren-
res, cernícalos, buhos. Si Morfeo corosa Juno, porque en un arbitra-
hubiera venido una sola vez a Lo- je no la favoreció, privóle de la vis-
vaina, jamás iríais ya a comprar ta. Este adivino escéptico, todas las
pájaros a la plaza de San Pedro. veces que se le consulta, se apresu-
Con todo, es cierto que Morfeo h? ra a decir: Lo que voy a vaticinar,
estado en Lovaina, pero en viaje de será o vo será. Así que jamás oí
incógnito. que haya mentido.
Por terminar, la Fantasía es la En un mismo aposento se aloja-
guardesa de los sellos de toda cuan- ban en camaradería profesional nu-
ta cosa carece de alma y de senti- merosos médicos, que de la inter-
OBRAS FILOLÓGICAS. AL MARGEN DEL «SUEÑO DE ESCIPIÓN» 611

pretación de los sueños diagnosti- Llegado a este punto me percaté


caban acerca de la salud, y ello no que en la corte reinaba una gran
del todo mal. Estos sueños eran tan confusión y disidencia acerca de la
minuciosamente examinados y estu- interpretación de los sueños, y no
diados con -tal meticulosidad, que ya sólo entre los senadores y los se-
era cosa de maravilla los diagnósti- sudos filósofos y en las esferas ilus-
cos que provocaban sin coherencia, tradas de los patricios, sino también
sin verdad, sin verosimilitud. No en las capas de la iletrada sociedad
obstante, algunas veces alcanzaban y el pueblo bajo. Elevaba su con-
la inequívoca certidumbre de aque- sulta al senado el cónsul Mario Som-
llos fenómenos que a menudo, en norino, en un corro de cuidados va-
estado de vela, vemos y tocamos, rios indeciso, sentado en un esca-
como el de un perro que soñaba ño, colocado entre la Esperanza y el
una paliza, y era real esta paliza; y Miedo. Y como en aquel barullo e
el de aquel hombre que soñaba que incertidumbre había que emitir dic-
caía de la cama y en hecho de ver- tamen no recibiendo prendas, sino
dad caía de la cama. Yo mismo oí dándolas, conjuró el cónsul a los
contar que Cornelio Rufo, cónsul senadores por los dioses todos que
con Manió Curio, perdió la vista presidían el templo donde el sena-
mientras soñaba que se quedaba do celebraba la sesión que cada cual,
ciego. con toda la firmeza de su conven-
Pero estas coincidencias eran ra- cimiento, expresase su sentir y lo
ras; lo más corriente era lo otro. que pensaba del futuro de la Repú-
A un grado tal de falacia llegan es- blica. Invitados en primer lugar a
tos sueños, que no hay cosa, por manifestar su opinión los ex cónsu-
pequeña y baladí que sea, que no la les y los que habían desempeñado
anuncien y publiquen grande. Y las más altas y honoríficas funcio-
aun de las cosas que son presentes nes, los filósofos pitagóricos Sócra-
y palpables, no tienen vergüenza tes, Platón y su cortejo de platóni-
de mentir con todo descaro. ¿Oye- cos, los estoicos, dijeron a una voz
ron alguna voz? Declaran que true- que aquellos oráculos les parecían
na, que los montes se derrumban, la verdad personificada y la santi-
que árboles corpulentos se rajan y dad misma que no había vicio en
,
;

se desgajan y que la casa misma se ellos, sino que toda la culpa estaba
resquebraja y se desmorona en en nosotros mismos, que nos en-
ruinas. ¿Sube al paladar no sé qué tregamos al descanso embrutecidos,
resabio de cosa dulce? Dicen que ahitos de manjares y bebidas y que,
comes todo cuanto azúcar y miel debido a ese torpor en que nos su-
hay. ¿Queda en tu garganta un sa- mimos, aquella porción del alma
bor rezagado del vino o de la cer- donde la mente y el consejo tienen
veza, bebidos el día antes? Asegu- su sede, amodorrada y sepultada
ran que bebes barriles enteros del en la crápula, yace ciega del todo y
fermento de la insípida cebada y en la incapacidad de ver nada.
azumbres enteras del caldo gene- Quien se entregare al descanso (ex-
roso. ¿Calentáronse más de la cuen- presaré el sentir de Platón con las
ta determinadas partes de tu cuer- palabras de Marco Tulio) tras una
po? Hiperbolizan que estás en me- cena moderada y sana y con aque-
dio de un gran incendio y que vas lla porción del alma donde residen
caminando sobre ascuas vivas. la mente y el consejo, estimulada y
612 .JUAN LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. TOMO I

levantada, harta del banquete de Siracusa ser veraz en demasía, y


los altos y soberanos pensamientos, Arcas, por fin, el célebre filósofo es-
con aquella porción del alma que en toico, gloriándose de haber venga-
el placer tiene su manjar sabroso, do la muerte de su compañero.
ni agotada por la necesidad ni re- De los romanos acostáronse a es-
bosante por ta hartura, extremos te mismo parecer el rey Tarquinio.
ambos que suelen embotar la agu- el Soberbio, lamentándose de los im-
deza de la mente, ora falte al or- petuosos embates de aquel históri-
ganismo alguna cosa, ora le sobre co ariete, P. Decio Mucio y T. Mau-
y la derrame ajuera. Sosegada y se- lio Torcuato, que hicieron mención
renada aquella porción del alma de su victoria sobre los latinos y
donde residen los hervores de la de la devoción que a la patria pro-
ira, no podrá menos de suceder que, fesaron ; L. Atinio, hombre de la
cohibidas aquellas dos porciones te- plebe, de quien no sabrías decir si
merarias del alma, relumbre aque- fué mayor su tristeza por haber per-
lla tercera porción de la razón y de dido el hijo que la alegría por ha-
la mente, y se demuestre vigorosa ber recobrado su salud; Cayo Sem-
y ágil para el sueño. Entonces las pronio Graco, abocándose a un ha-
visiones que en sueños le visitarán do igual que su hermano Tiberio,
serán apacibles y veraces. contra su voluntad y con la más
A este parecer se acostaron no enérgica repugnancia; Arterio Ru-
solamente con los pies, sino con las fo, caballero romano, hecho peda-
manos y con las cabezas, de entre zos como víctima expiatoria en lu-
los griegos, Alejandro Magno, blan- gar de un gladiador, renegando de
diendo en su mano el rabanillo con sí mismo por no obedecer a los avi-
que Ptolomeo recobró la salud; las sos de los dioses y de los amigos de-
madres de Dionisio, primero, y de masiado importunos: la nodriza de
Fálaris Agrigentino, alardeando de Cicerón, jactándose de haber ali-
la grandeza y de la ferocidad de sus mentado con el jugo de su pecho a
hijos; Jenofonte, condecorado y quien fué la salud de la República
distinguido por una campaña que y verdadero padre de la patria; Cal-
en sueños anteviera Eudemo, anun
;
furnia, esposa de César, el dictador,
ciando la muerte de Alejandro Fe- llorando con toda suerte de alari-
reo y el retorno a su hogar y a su dos y extremos de mujer a su mari-
patria después de cinco años; Só- do cosido a puñaladas, recogido en
focles, magnificado por el aviso de su regazo; Cneo Octavio y Accia,
Hércules; Simónides, ufano y ale- padres de Augusto, alzando en hom-
gre por haber dilatado su navega- bros a su hijo, señor del mundo;
ción: Creso, rey de los lidios, llo- Artorio, médico de Augusto, demos-
rando la muerte de Atis. el mayor trando que él por un sueño suyo
de sus hijos, traspasado por una profético salvó al dueño del orbe.
lanza; Alcibíades, ateniense envuel- Igualmente, de entre los bárbaros,
to en el palio de su amiga; Crisi- se sumaron a esa opinión Hécuba.
piano, aquel soñador afortunado la esposa de Príamo. recordando con
que, habiendo hallado un tesoro rabia que una antorcha encendida
por los indicios que un huevo le dió, le vaticinó el incendio de Troya;
hízose rico bruscamente; Himera, Mandane, la madre de Ciro I, lle-
la siracusana, cuya visión nocturna vando por Asia toda sus orines
con harto daño suyo experimentó recogidos en una especie de ba-
OBRAS FILOLÓGICAS. AL MARGEN DEL fSUEÑO DE ESCIPIÓN» 613

cín ; el mismo Ciro, poniendo en recelaban que la avasalladora elo-


riguroso orden cronológico los años cuencia de ese hombre confutaría
de su vida; Amílcar, el cartaginés, las razones contrarias y llevaría el
con ánimo muy
distinto del que convencimiento al ánimo de todos,
presumiera, cenando en Siracusa pues era tanta su agudeza polémi-
cabizcaído y con tristes aparejos; ca y tan incontrastable su fuerza
Aníbal, cartaginés también y ya dialéctica, que jamás había defendi-
cautivo, echando sobre los romanos do opinión alguna que no la impu-
la responsabilidad de tantas luchas, siera, ni combatido doctrina alguna
de tantos romanos, de tantos ítalos, que no la echase por los suelos.
en parte muertos y en parte pri- El cónsul, inclinándose a la volun-
sioneros, y tan vastos asolamien-
. tad de los primates, le mandó que
tos de Italia. Por su gran número y se sentara. Entonces él apela al
por su mayor autoridad parecía que tribuno Volipio Epicuro, quien por
estos opinantes estaban en trance cuanto Carnéades era legado desig-
de triunfar e íbase ya a dictar un nado para los romanos, le autori-
decreto del senado en este senti- zó para decir lo que quisiese. El,
do, cuando, inesperadamente, Volu- contra la voluntad de sus adversa-
pio Epicuro, tribuno de la plebe, rios, habló de tal manera que des-
declara que él está decidido a im- pojó a los oráculos de los sueños
pedirlo. Con esa inopinada obstruc- de toda autoridad y casi de todo
ción, el cónsul procedió a explorar crédito. En resumen, lo que dijo
el sentir de los senadores. Así fué fué esto: «Si los sueños verdaderos,
que interpelado Aristóteles nominal- padres conscriptos, son enviados por
mente dijo que era muy distinta su los dioses, ¿los sueños falsos quién
opinión; que le parecía que los sue- los envía? ¿Serán, por ventura, las
ños no entrañaban realidad alguna zorrillas, cuyo instinto indeclinable
que si alguna vez aciertan y anun- consiste en engañar o, más bien, los
cian la verdad, ello no demuestra sueños verdaderos vienen de Júpi-
forzosamente que los sueños resul- ter, divinidad veraz, y los sueños
ten verídicos, puesto que, como so- falsos vienen de Mercurio, padre de
ñamos una noche sí y otra también, las mentiras? Y si es cierto que los
no es de extrañar si alguna vez di- dioses declaran su voluntad a los
cen la verdad. Una u otra vez aca- que sueñan, ¿cuánto más no estaría
bará por dar en el blanco el más bien a su majestad y convendría a
lego en el arte de tirar, si tira todo su beneficencia manifestarla no a
el santo día. ¿Y qué más si somos los que duermen y a los que roncan,
nosotros quienes, arbitrando inter- sino a los que están despiertos y
pretaciones forjadas a nuestro ca- con el seso bien alerta? ¿Y cuánto
pricho, conseguimos que parezca más congruente no fuera con la
que los sueños predicen la verdad? bienquerencia que ellos nos profe-
En este punto, poniéndose en pie san no con signos enigmáticos sus-
Carnéades con un nutrido grupo de ceptibles de interpretaciones contra-
académicos, dice: «¿Está permitido, dictorias, y que necesitan un intér-
Somnorino, hablar de la Repúbli- prete especializado, burlar el lina-
ca?» La mayoría de los varones je humano y reírse de él mante-
consulares empezaron a decir que niéndole vacilante entre la preocupa-
no estaba permitido debate alguno ción y el miedo, en una situación
fuera de la orden del día, porque análoga a la en que ahora estás tú.
614 JUAN LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. —-TOMO I

¡oh Somnorino!, sino notificarle la los hombres tienen memoria, del


verdad pura y llana y manifestarle estado más feliz quedé sumido en
su voluntad de una manera inequí- el hondón de la más negra de las
voca?» miserias?»
Al terminar su discurso, como Este parlamento del villano de-
argumento decisivo, relató el caso cepcionado amenguó no poco el Cré-
de un individuo que en lugar de un dito de los sueños en la opinión de
tesoro había hallado un carbón. Este la mayoría de los senadores. Mas
infeliz, con su llanto y con sus lá- Pirrón y Herilo se quedaron vaci-
grimas, movió grandemente la pie- lantes e indecisos: no acababan de
dad del senado y con una ojeriza decidirse por uno u otro parecer;
implacable desautorizó la fe de los no sabían a punto fijo, qué resolu-
sueños. Quejábase de que había so- ción tomar ni a qué partido incli-
ñado que a la mañana siguiente, narse. Resueltos a decidirse por uno
con infalible certidumbre, iba a en- de los dos partidos, corrían preci-
contrar un tesoro. Esta revelación pitadamente a sus escaños, pero a
la había tenido no por ambigüeda- medio camino, como si un gancho
des y tapujos, como hiciera aquel tirase de ellos, paraban en seco y
Crisipiano a quien, mediante un ter- volvían a su punto de partida: pe-
nero cubierto de clara de huevo, se ro no llegaban allá y se quedaban
le significó oro disimulado bajo pla- equidistantes de uno y otro punto,
ta, sino directa y explícitamente. esforzándose en vano por unirse a
Al levantarse con la natural alegría cualquiera de los dos bandos, y es-
se halló con unos carbones más ne- to no una vez sola. Acabado de ver
gros que cualquiera pez. «¿Así os di- esto, reparo en dos personajes que
vertís, ¡oh Sueños!, haciendo burla canturriaban el uno en griego, y
de nosotros y engañando nuestra era ciego, por cierto, y el otro, en
ingenuidad con todos los recursos de latín, y decían no sé qué de cuer-
vuestra astucia? Ya había yo com- vos y de elefantes. Idéntico era el
prado en mis adentros y a cuenta estribillo de uno y otro juglar. De-
del tesoro que me mostrasteis fun- cían: Gemelas son las puertas del
dos, granjas, huertos, edificios: me Sueño, de las cuales una diz que es
había organizado una vida deleito- de cuerno, por la cual se da salida
sa y brillante: había destinado ya fácil a las verdaderas sombras: la
sus respectivas dotes a cada una de otra, reluciente, primorosamente la-
mis hijas y a mis hijos un holgado brada en blanco marfil, pero por
y jugoso patrimonio: ya me con- ella envían los manes los falsos sue-
taba entre los primeros personajes ños a la tierra.
de mi ciudad y aun de toda esa co- Con esta alegoría daban a enten-
marca. Ved en qué gran miseria vi- der los dos cantores que si aquellas
nieron a parar esas cuentas por apariencias y formas volátiles y va-
obra de nuestros embelecos y em- gas que se nos muestran en sueños
bustes. Desde que el mundo es mun- salían por la puerta córnea que ad-
do, ¿qué hombre podía decirse de- mite el esplendor y la luz, todos
rrotado y fracasado si no soy yo, los sueños serían ciertos, inequívo-
que por un revés grandioso caí ro- cos, claros, sin posible duda. Pero
dando de la cumbre de la opulen- si, al contrario, salían por la puer-
cia y de la dignidad? Decidme, si ta de marfil, cuyas láminas, por
no: ¿soy yo el único que desde que más delgadez que tengan, por causa
I
OBRAS FILOLÓGICAS. AL MARGEN DEL «SUEÑO DE ESCIPIÓN» 615

de su densidad, excluyen toda luz, superhombres o dioses sin duda,


serian turbios y confusos. Recuerdo puesto que su habla era tal y que
que muchos aprobaron calurosa- no pudieron hacer otra cosa sino
mente esa ficción, pero dolíanse de rendirles acatamiento y reverencia
que esos tales cuernos no se halla- no en la sala del tro-
e introducirlos
ban en parte alguna sino en aquel no del Sueño, sino en el aposento de
cuerno de la abundancia que conte- los sueños adonde se esforzaban por
nía sorbos de leche de gallina. Ha- llegar. A tal punto el Sueño dice:
bía quienes pensaban que Virgilio «Básteos haber pecado una sola vez.
se refería a los cuernos de la luna; En adelante sabed que no es aque-
los que a sí mismos se preciaban lla lengua humana y mucho menos
de finos e inteligentes no sé qué divina, sino un chirrido intolerable,
cavilaban de los cuernos que salen ahuyentador de todo reposo; éche-
de la cabeza de los maridos. Un selos de aquí cuanto antes.» Y re-
etíope, sacerdote de Júpiter Ham- cayendo el dios Sueño en sí mismo
nón, pensó que los dos poetas ha- es decir, en el sueño, musitó cierta
bían aludido al cuerno de Hamnón, palabra que yo no pude distinguir
que es una de las piedras que los bien parecida a la voz cloaca. Así
etíopes tienen en mayor venera- que se oyó que el Descanso, por en-
ción, de un lindo color de oro muy cargo del Sueño, mandaba que por
parecido al asta retorcida de los todo el novilunio del mes Pirocal
carneros, como es el cuerno de Jú- (que acontecía ser el día siguiente),
piter Hamnón. que ellos piensan no quedase sofista alguno en el pa-
ni más ni menos que es un borrego. lacio del Sueño, originóse un bulli-
Tienen los etíopes por verdad ave- cioso tumulto; casi todos los sue-
riguada que la piedra de marras ha- ños manifestaron su deseo de mar-
ce que las visiones nocturnas ten- charse con sus compinches y com-
gan realidad y certidumbre a gui- pañeros de juerga. En este punto
sa de oráculos. los sofistas comenzaron a abrazar a
Mientras esto anda así, despierto sus queridos sueños y a decirles un
el Sueño por el ruido de la pelame- adiós muy amargo; y los sueños a
sa que se armara, reprende con se- retener a sus amigos entrañables.
veridad al Descanso y al Silencio ¡Triste espectáculo! Las lágrimas
por haber introducido en el palacio ya corrían mezcladas y no había
a tan gárrula gentuza, y que por oído que resistiera el concierto in-
ello, antes de que su enojo se exa- fernal de aquellos llantos. Allí pú-
cerbe, le ablanden y mitiguen. El sose de manifiesto cuán dolorosa y
Descanso y el Silencio, echados de amarga es la separación de los ami-
hinojos ante el lecho del Sueño, con gos y cómo el descuartizamiento de
flébil voz mojada de llanto recono- sí propios. Hubo sueños que juraron
cen y confiesan su culpa. Dícenles por la Noche y el Erebo, y toda
que aquella gente son unos sofis- cuanta divinidad hay que si no se
tas de París que les habían engaña- les dejaba ir libremente con los so-
do villanamente, porque como no fistas derrumbarían las puertas del
hablaban griego ni latín, ni lengua- alcázar. El Sueño, mientras queda-
je alguno que ellos conociesen (y sen unos cuantos para cumplir con
eso que conocían todas las lenguas determinados menesteres, les auto-
humanas y no ignoraban sino la rizó para que se fueran a donde se
divina), pensaron que ellos serían les antojare.
616 JUAN LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. TOMO I

De esta manera el Descanso echó a los servidores de su hijo, y esta


del palacio a los sofistas con gran intervención de la Noche ocasionó
parte de los sueños. Como consulta- que las vides se plantasen de
sen unos y otros adonde irían, res- día y éstas alejasen los sueños;
pondieron los sofistas no haber cosa pero las que se plantaban de no-
que desconociesen más que la tierra che los fomentasen. A seguida, se
que pisaban. En el cielo no había tomó la determinación de no ir a
camino, ni sendero, ni vereda, ni los pobladores del Atlas, hombres
atajo, ni aldea, ni caserío, ni cerro, feroces y a duras penas hombres.
ni río, ni laguna, ni fuente, ni es- Como los sofistas preguntaran con
tanque que ellos ignorasen; que to- gran encarecimiento qué linaje de
do lo celestial lo conocían ellos al hombres eran los tales atlantes, se
dedillo. Y, en cambio, tenían un vir- Ies respondió ser unas tribus sal-
ginal desconocimiento de las millas vajinas, que no vivían a la común
de distancia que separan a San Dio- usanza humana, que maldecían del
nisio de París, ni qué camino se ha sol a su salida y a su ocaso y que
de tomar para ir desde el Pequeño no se les designaba por sus nombres
Puente a la catedral de Nuestra Se- propios. « Gran Dios responden
¡ —
ñora. Por ende, pedían a los sueños, qué clase de hombres! Todos pudie-
por Dios y por todos los santos, que ran denominarse a y &.»
se dignasen guiarles. De los sueños, Este fué el éxodo y peregrina-
unos se fueron a la Bactriana, a la ción de los sueños, en la cual con-
pesquisa de la piedra Eumétride, trajeron alianzas y amistades con
muy parecida al pedernal, la cual, todos los pueblos y con todas las
puesta debajo de la cabeza del dur- naciones, con excepción de las tri-
miente, hace las visiones infalibles; bus aborrecibles del Atlas. Y no so-
otros, pasaron al Egipto a la pesca lamente concertaron asociaciones
de cocodrilos, cuyo brazo izquier- con los hombres, sino también con
do tiene la instantánea propiedad de la mayoría de las bestias. Mani-
infundir los sueños que quieras y fiestan soñar los perros que duer-
en quienes bien te pluguiere. Otra men con sus ladridos y los me-
parte de los sueños, aquellos preci- neos de su» cola. Por lo que atañe
samente que tenían rivalidades a los hombres de otras regiones que
clandestinas o paladinas con el Des- no son los de Atlas, los hay algunos
canso, que era el gobernador del de tan huraño cerrilismo que no
palacio del Sueño, se fueron a bus- qufsieron concertar amistades y
car la semilla de la escabiosa, hierba alianzas con los sueños, los cuales
muy eficaz para crear conflictos al de cuando en cuando se arre-
Descanso y armarle revoluciones. pienten de su error y lo expían con
Ya los sueños habían recorrido penas tardías, sí, pero excepciona-
la redondez del orbe. Quedaba la les. No se verifica la reconcilia-
isla de Tasos, una de las Cicladas y ción sino a trueque de una multa
los pueblos del Atlas, en Africa. Los muy cargosa algunos de esos re-
;

habitantes de Tasos no querían calcitrantes pagan su contumacia


que los sueños inficionasen a su con alguna muy grave enfermedad;
gente, y por ello plantaron vides y otros, en fin, con la muerte mis-
inventadas por el Sol. que alejan to- ma. Mandaron los sueños a Aristó-
dos los sueños. Pero la Noche no toles que lo pusiera por escrito
pudo sufrir tamaño ultraje hecho para escarmiento de sus enemigos
OBRAS FILOLÓGICAS. AL MAKGEN DEL «SUEÑO DE ESCIPIÓN» 617

y que estos papeles se vendieran en humanas. En cambio, los jóvenes,


todas las ferias. más picaruelos, desde la cabeza has-
Compuestas las cosas de esta ma- ta los pies, interior y exteriormen-
nera, antes de que el invierno los te se habían caracterizado como sue-
enterneciese, reinando el otoño, re- ños tan perfectamente, que su se-
gresaron todos los sueños a su al- mejanza era mayor que la de los
bergue, luego de haber enseñado a Servilios, mellizos célebres, o que
cada uno de sus amigos y compañe- los Meneemos, de Plauto, que no
ros el camino que los conduciría alcanzaba a distinguirlos la misma
más fácilmente. Grande era la ale- ama que les dió la teta, cuanto me-
gría en toda la casa con el regreso nos la madre que los parió. No había
de aquellos que se preciaban de ha- manera de discernir si los jóvenes
ber emprendido un viaje en interés sofistas se habían transformado en
de la República. Ese alarde jactan- sueños o los sueños se habían tro-
cioso habíanlo los sueños aprendido cado en sofistas jóvenes.
de sus compañeros de viaje los so- Ya empezaba a fastidiarme esta-
fistas, a muchos de los cuales ha- día tan larga en la corte del sueño,
brían dejado en las cercanías de Ate- y el Sueño en persona todo hundi-
nas, en Cinosarge, especialmente do en sopor se había olvidado de
a los viejos, pues los mozos estaban mí. Entonces acércome al divino ti-
tan abrazados y enredados con los ranuelo con la más grotesca de las
sueños, que resultara más fácil se- reverencias y pidiéndole paz y per-
parar el calor del fuego que divor- dón, le suplico que tenga a bien
ciar de sus sueños a los sofistas mostrarme a Escipión mismo. Son-
mozos. rió el Sueño con su labio mustio y
Aun cuando Descanso había
el como divinidad muy humana que
dado orden que ningún sofista pe- es, y cortés y afable sobre manera:
netrase en la alcoba del Sueño, con —Ya se te hace larga—dijo—esta
todo, esos mozos se habían entrega- tardanza en nuestra casa.
do a los sueños con una totalidad —Con tu venia, buen Sueño— le
tan absoluta que parecían ya no di- respondí — estoy muy a gusto en
,

ferenciarse en nada de los sueños, esa corte tuya; pero me tiene an-
ni en el ingenio, ni en el natural, sioso la mocedad estudiantil lova-
ni en la apariencia. Un huevo no niense, que mañana me ha de oír
es tan parecido a otro huevo como una lección; tú ya la conoces Dor
los sofistas lo son a los sueños. Y avispada y despierta en demasía.
así fué que engañado el centinela — No me digas eso replicó — —
no ;

por esa identificación, puesto que hay juventud que me sea más acep-
él no veía más que sueños, y es- ta ni que me sirva con más viva
toy por decir que casi no engañado
o no engañado en manera alguna,
diligencia.
me
¡Mira a la derecha
enseñó a muchos de vosotros

se fueron colando aquellos mozos. que hacíais señales de anuencia —
Los ancianos no se pudieron valer pero tú, Insomnio, conduce a ese
de ese ardid porque, aun cuando Vives a tu retrete.
habían tomado las apariencias y ex- Tomóme el Insomnio y, habiéndo-
terioridades de los sueños en sus me mirado fijamente, reconoció en
más notables características, con to- mí un cofrade suyo:
do habían dejado al descubierto al- — ¡Hola! dijo — —
¿No eres tú
.

gunas muy visibles particularidades aquel Vives a quien yo muchas ve-


618 JUAN LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. TOMO I

ees acostumbro persuadirle que al- ció y, con altanería insufrible, no


I

terne y dispute amistosamente, ora les recataba su desdén con la mira-


con Cicerón, ora con Quintiliano, da, con el gesto agrio y las muecas
I

ya en París, ya en Valencia, ya en de la boca. Si algunos más osados


Atenas; con Aristóteles, con Pla- le contrariaban, les infundía un te-
tón, con Sócrates? # rror como si les mostrase la cabeza
— El mismísimo Vives en perso- de la Gorgona, presentándoles fan-

na dije yo — . ¡Pero, por favor, tasmas tan vanos como temerosos,
llévame a Escipión de una vez! heñidos con las nieblas del país del
La estancia estaba abierta; allí, Sueño, que ni tenían voz ni respiro,
echada por los suelos, estaba una ni guiño, ni señal con que declarar
turba innumerable, de la cual se lo que querían, si ya no es que
había escogido el Sueño a muchos hubiera algunos tan afortunados
que compartieran sus juegos, sus li- que, disipando aquella calígine y
baciones, sus comilonas, sus con- aquellas nieblas, como oponiéndo-
versaciones, tales como Ocam, Sui- les la égida de Palas, diosa tle la
'

seto, a un tal Gregorio de Rímini, Sabiduría integral, intrépidamente


a un Paulo de Venecia, a un Fonti- y sin peligro pudiesen mirar cara a
bre, a mi conterráneo Pedro Espa- cara el espantable trampantojo. Mu-
ñol, a Acursio, Bartolo, Baldo y, es- cho le desazonaban las pelamesas
pecialmente, para sus singulares pa- con esos atrevidos. Las disputas de
satiempos y regocijos había selec- ese jaez suelen terminar a puñadas
cionado a Juan Escoto, hombre de y a palos. Era aquél un donoso es-
quien se decía que el Sueñto le pectáculo; pero yo no tenía tiempo
gustaba hasta la locura. Y decíase para detenerme en cada una de es-
asimismo que ese Escoto no sentía tas incidencias.
ningún asco del Sueño, sino que te- Así es que, mientras iba pasando
nía sumo gusto en alternar con él revista a todas las otras categorías
y trabar con él conversaciones y de soñadores, fijé mi atención en
compartir seriedades, juegos, tris- uno que por su toga pretexta, por
tezas, alegrías, pasado, presente y la majestad severa de su rostro, por
futuro; corretear, competir, luchar, su corona de encina cívica y por
y que el Sueño, en justa correspon- sus dos de lauro militar, por la
dencia, le hacía depositario y con- apostura y prestancia de su cuerpo
fidente de lo sagrado y lo profano, todo y por otras no leves conjetu-
lo privado y lo público, y le había ras, entendí ser Escipión. Desperté-
confiado y encomendado a los dor- le, y habiéndome preguntado que
milones para que él, como decano quién era yo, enterado que yo era
suyo, instruyese a los dormilones bi- un tal Vives, de España, no supo
soños en aquel sabroso ejercicio. Y nada de ese Vives; pero al oír el
añadíase que, por esta predilección nombre de España, receló algún
y como privanza, tenían de él una tanto que no fuese yo algún nu-
envidia atroz y que estaban al ace- mantino que fuese a pedirle cuentas
cho de la ocasión de sorprenderle de la destrucción de su patria. Yo
en falta y desacreditarle. Pero él, le tranquilicé y le dije que tuviera
doctorado en las trazas y ardides buen ánimo, y le pedí que me de-
del Sueño, no solamente estaba se- clarase lo que había soñado. El, muy
guro, sino que, alegre y descuida- desabridamente, porque le había di-
do, a todos los tenía en menospre- cho yo que tuviese buen ánimo
OBRAS FILOLÓGICAS. AL MARGEN DEL «SUEÑO DE ESCIPIÓN» 619

—Anda allá —me —con


dijo esta con paso acelerado, apresurábase a
palabreja tuya: yo, qué nunca temí ir no sé donde. «¡Cicerón —
le dije —
tantos enemigos armados, toda la ca- Marco Tulio! ¡Orador!
Príncipe de
¡

terva de los adversarios enconados abogados! ¡Rey del foro!» No


los
de Roma, ¿iba a temer a un pigmeo merecí mirada alguna suya. Llámolo
como tú? Sal cuanto antes de ahí, con otros nombres «¡Cónsul! ¡Cati-
:

porque ni sé ahora" a punto fijo linicida! ¡Caudillo! ¡Desbaratador


lo que soñé, ni en este momento de la conjuración! ¡Proscriptor de
me huelga prestar atención a los Antonio! ¡Padre de la patria!» Por
sueños. Absorbe todo mi cuidado el fin oyó ese. último título, y, vuelto
disuadir el proyecto de ley Papi- a mí, pidióme de qué país era y
ria y oponerme a los manejos y a de qué partido.
los esfuerzos de Graco y de Fulvio. —
¿De dónde dime — —
Cicerón, te
,

Pero como yo insistiera con más ruego, te parece que soy? A mí me


ahincado encarecimiento, me indi- parece que tu habla tiene no sé qué
có a un hombre con una gran sol- de romana; pero tu acento tiene no
tura en su lengua de oro a quien, sé qué de peregrino.
nacido en Arpiño, su padre, siendo —
No importa le dije — orador — ,

muchacho aún, lo trajo a Roma para de boca rotunda, que por ese desdi-
que hiciese tan copioso acarreo de chado acento mío no me consideres
elocuencia, que le bastara para ocu- tu conciudadano, pues aún los hoy
par un reino. Con estos recursos se nacidos en el propio ombligo de
consiguió que aquel hombre se im- -Roma tienen un timbre más de go-
pusiera al senado y al foro, y que do o de vándalo que de latino o.
con el timón de su palabra rigiese como tú quieres, con mayor exacti-
y gobernase toda la República. Y tud y patriotismo, que de romano.
siendo este hombre de un carácter —
Déjate de eso, por favor repli- —
voluntarioso y mandón, todos le có él —
y dime de una vez si eres
obedecían gustosamente y arranca- ciudadano romano.
,

ba a viva fuerza lo que quería de — —


No le respondí yo —
sino va- ,

sus subordinados, quienes se per- lentino.


suadían de que él lo había impetra- —
En latín quisiste expresar con- —

do con su discurso y que el audito- testó él lo que yo había dicho en
rio se lo había concedido espontá- griego. No ignoro que a nuestra
nea y libremente. Este, a fe mía, Roma la latina juventud la llamó
dije para mi capote, es aquel Cice- Valencia. ¿Pero llegaste ahora de
rón con quien yo, soñando, paso Roma directamente? ¿Iniciaron su
tantas y tantas noches divertidas. consulado ya Decio Bruto y Planeo?
Iba cantando entre dientes no sé ¿Qué maquinan Bruto y Casio?
qué fragmentos de versos, cuyo co ¿Qué manejos trae Sexto Pompeyo?
mienzo recuerdo, pues todo lo res- Mi hijo, ¿no se prepara a vengar mi
tante se me olvidó: ¡Oh afortuna- muerte? ¿Pide el consulado Marco
da...! Cedan las armas... Principio Antonio, ídolo del pueblo romano?
etéreo... » Y a continuación, ya en ¿Fusio Caleño tiene la mayoría del
prosa suelta: ¡Oh gloria rutilante de senado? ¡Oh tiempos! ¡Oh costum-
mi consulado! ¡Oh sol que gozaste bres!
de esa felicidad..., y algunas otras No me costó mucho consentir que
exclamaciones más. Al declamarlas, sin mentira alguna mía persistiese
I

no tenía punto de reposo, sino que, Cicerón en su engaño y escuché, con


|I
620 JUAN LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. TOMO 1

halago, aquellas preguntas tan bon- que aún están por conocer. Iba yo
dadosas que se dignó dirigirme. Pa- en seguimiento de Cicerón, si bien
ra ganarme mayor estimación de- con pasos no iguales. El portero,
lante de él, yo le manifesté ser creído que yo era uno de sus ser-
pompeyano; con lágrimas en los vidores, no me echó fuera. En el
ojos y con la voz rota por los sollo- momento mismo de entrar oigo un
zos le refiero que Decio Bruto mu- grandioso vocerío, denuestos escoce-
rió; que Lépido, el triunviro, fué he- dores; la cosa iba a degenerar en cu-
cho cónsul en sustitución de Bruto y chilladas y pelea. No puedo expresar
que compartía el consulado con el cuánto me dolía haber venido yo
más informal de los hombres, Mu- sin armas y no haber, al menos,
nacio Planeo; que Bruto y Casio llevado conmigo mi espada corta.
disponen de fogueados y poderosos — — —
¿Qué pasa? dije ¿Qué pa-
.

ejércitos; que Sexto Pompeyo ha sa?


construido una armada numerosa y — Cállate—dijo un quídam — ; no
fuerte; que su hijo Cicerón mató a seas tan entremetido y tan bullebu-
Cayo Antonio en los reales de Bru- lle en casa ajena. Es Cloto, que en
to; que en esos cuatro personajes su casa se ha vuelto loca. Tú, cuan-
están fijas el alma, la mente, los ojos do estuvieres en la tuya, derríbala
y las esperanzas de Roma; que si quieres, pues te será consentido.
L. Antonio ha sido designado Cón- —¿Me será consentido? dije yo— —
sul con Servilio Isaurico; que Mar- Ni siquiera estudiar está consentido
co Antonio, de día y de noche, está- a determinados hombres.
bebiendo en la quinta de Fusio Ca- — No está consentido —replicó
leño, y que habiendo ido a refu- a grandes e ilustres ingenios,
los
giarse y a esconderse allí Marco Va- porque por estas antorchas no sean
rrón, que estaba proscrito, fué sal- oscurecidas aquellas candelillas; pe-
vado por Antonio en gracia de su ro a tu ingenio estúpido y tardo,
huésped. cosa que ellos no temen para el
Para ver todo esto. Cicerón corrió suyo, todo está consentido.
precipitadamente a la casa de los Mas, como había dicho él, padecía
hados, pues Zenón y Crisipo, orácu- Cloto una auténtica crisis de locura,
los del estoicismo, puesto que Ci- pues esforzábase en convencer a
cerón había tenido con ellos tan Laquesis que no tejiera nunca hi-
bravas disputas acerca del hado y los desemejantes. Atropos, afectada
de la adivinación, a fuerza de rue- por su humildad increíble y por
gos habían impetrado de Júpiter el hastío de sus seiscientos y casi
para cortar de una vez toda polémi- cerca de mil años, durante los cua-
ca y Cicerón no tuviese más reme- les todo fué tan oscuro,' tan sórdido,
dio que dar fe de las cosas que ve- vano, necio, absurdo, pueril, indoc-
ría, y que se le permitiera ver los to, inicuo, ruin, quería restablecer
hados, no tan sólo aquellos que en aquellos siglos que fueron mil años
las entrañas de la tierra tejen y antes. Muchos mortales favorecían
gobiernan las vidas y los estados a Cloto; otros muchos, a Atropos.
de los hombres, sino también aque- Llevábase esta diferencia de opinio-
llos otros hados soberanos y celes- nes con gran acaloramiento y dispu-
tiales, por cuyos indicios y señales tas y todo aquel pueblo estaba inte-
los poetas inspirados cantan así las resado en cuál sería la resultancia
cosas pasadas como las venideras, final de este famoso lío; muchos
OBRAS FILOLÓGICAS. AL MARGEN DEL «SUEÑO DE ESC1PIÓN» 621

fueron los espontáneos salidos a dujo en Cicerón un pánico enorme,


persuadir y a disuadir: hombres pensando que se le echaba encima
oscuros, hijos de la tierra, de la ra- otro proceso miloniano; y llevaba
za de los pobladores del Atlas, creo los ojos de un lado a otro para ver
yo, sin orden, proletarios, eran par- si la concurrencia comenzaba a ro-
tidarios de Cloto y no gritaban otra dearse de armas, y Pompeyo estaba
cosa sino que nada había que mu- sentado junto al templo de Satur-
dar, que lo viejo no debía dejarse no. En viendo esto los patricios,
por la nuevo. Del lado de Atropos luego de haberle tranquilizado y
se habían puesto los mejores y más iI
animado, pidiéronle que por escrito,
ilustres: el apóstol Pablo, Jerónimo, ! según costumbre de los oradores
Ambrosio, Agustín, Hilario, Crisós- más antiguos, o al estilo de quienes
tomo, Aristóteles, Platón, Démoste- en el senado se expresaban en sen-
les, Cicerón, Virgilio, Plinio, Séneca, tencias y aforismos, o mediante un
Livio, Quintiliano; en una palabra, breve parlamento hablado, tomase
toda la aristocracia intelectual, quie- la palabra y acabase antes de que
nes, luego de haber conferenciado se le aplaudiese por segunda vez.
detenidamente con Atropos, toma- Este extremo fué el que Cicerón
ron por aclamación el acuerdo de prefirió, y habiéndose recobrado ya
encargar a Cicerón el apoyo público del todo, y reaccionando por com-
de su causa. En agua de rosas se pleto de aquel pánico primero, y
bañaba el gran orador porque él, alentándole los otros con palabras
abogado el más ilustre, había de pe- estimulantes, que no por ser mag-
rorar no en favor de un Gabino níficas dejaban de ser verdaderas,
cualquiera o de un Vatinio o de un como quien preludia una solemne
Horestino, sino por lo mejor de las recitación poética, habló de esta
causas. Y así fué que por el camino manera
más breve, Cicerón se fué del conse-
jo al tribunal de los hados, donde, ARENGA DE CICERÓN A LAQUESIS
apenas le vieron los partidarios de
Cloto, empezaron con murmullos a En
toda República, ¡oh Laque-
demostrar su indignación y a lla- dotada de una constitución jus-
sis!,
marle gramático; a este título, me-
ta y providente, la introducción de
recedor de todos los honores, perobuenas costumbres en una ciudad
acarrea un doble fruto. El uno, que
que ellos estimaban ser un denuesto
muy grande, añadían otros que real-
el estado de la República es mejor
mente eran baldones infamantes, y a los ciudadanos más agradable;
el otro, que es más firme y durade-
pues tal es el natural de estos hom-
bres que no saben decir sino cosasro. Por esto, en el ordenamiento de
semejantes a ellos. También, a vozesa República nuestra, hemos de po-
en cuello, gritaban Cloto. Como no
: ner el máximo cuidado en escoger
primeramente lo mejor y luego el
pudieron pronunciar esa palabra con
la corrección y limpieza debidasmás sostenido interés en conservar-
lo. Veo que dos cónsules promulga-
(pues todos ellos, una parte no tie-
nen el uso de la palabra, y otra ron para ti, Laquesis, y para tu pue-
blo, sendas leyes que reciamente
parte son balbucientes, y los restan-
tes, tartamudos), en vez de Cloto,se contradicen. El clarísimo cónsul
pronunciaban Clodio. Ese nombre, patricio Atropos quiere constituir
lanzado tan inoportunamente, pro- una República y restablecer para e!
622 JUAN LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. —TOMO I

uso de posteridad aquellas famo-


la quiero decir de la religión Cristian:*
sas leyes antiguas; el cónsul ple- que', tras la tiraníade Tiberio César,
beyo, Cloto, hombre apoyado por las me persuadí ser la mejor de todas
masas, no permite mudanza alguna I
'
y la única verdadera. En aquellos
y se esfuerza porque ese estado y siglos, brillaba con toda su pureza,
esa andadura vayan siguiendo sin y en esos tiempos nuestros está tur-
solución de continuidad. bia y afeada. En aquellos siglos te-
En primer lugar, diré unas pocas níai toda su verdad aquellas pala-
palabras de la causa en conjunto y bras de Cristo: Mi yugo es suave.
luego responderé lacónicamente a Ahora no hay cosa menos suave ni
vuestros berridos, ¡oh buenos ge- llevadera tanta es la pesadumbre
:

tas!, que vitoreasteis a Cloto. Ahora, y los estorbos que se le han añadi-
vosotros, ¡oh partidarios de Laque- do; entonces aquella mística asna
sis!, no vayáis a creer que lo que andaba suelta con su pollino; aho-
digo lo digo por pasión o por espí- ra, el nudo gordiano no es más com-
ritu de partido, porque soy plebeyo plicado que sus ataduras. En aque-
de nacimiento y fui educado entre llos siglos dichosos era verdad que
plebeyos y por esto no les puedo se había puesto fin a las ceremo-
querer mal ninguno. Con todo, siem- nias; y ahora tenemos más que no
pre mis simpatías fueron por la dig- tuvieron los judíos. Entonces el
nidad del patriciado, pues me con- Evangelio estaba en toda su vigen-
vencí de que. situado en esta posi- cia y robustez; ahora, a mí no van
ción, podría agradar y satisfacer a a persuadirme ni el griego Demós-
todos; y, en efecto, insistiendo en tenes ni L. Craso, de los nuestros,
ese tenor de vida, peldaño tras pel- que ese pueblo que vemos, ¡oh San-
daño, escalé la cumbre del mismo ta Cloto!, sea el mismo que vive a
consulado. tenor de las leyes y mandamientos
Comencemos por evocar aquellos del Evangelio; con todo, es verosí-
viejos tiempos y establecer su com- mil que vive, puesto que alardean de
paración con esos actuales que co- cristiandad, aun cuando algunos
rremos, pues dicen ser ello propio crean que es ya bastante para pro-
de los hombres que descuellan por clamarse cristianos mojar el cuero
su previsión y prudencia. En aque- en aquella milagrosa y luminosa
llos siglos hay mucha sabiduría; en agua lustral. Por todas estas consi-
estos actuales, mucha pedantería y deraciones, paréceme a mí más cla-
una soberana necedad en aquéllos,
; ro que el día que alumbra a los
todo linaje de erudición en éstos,
; mortales que moran en el haz de
uno que otro sofisma pueril; en la tierra que es mucho más
conve-
aquéllos, el conocimiento de las len- niente retorno a aquellos tiempos
el
guas y de toda la antigüedad, y en primeros que la permanencia en es
este siglo nuestro, a duras penas se tos tan infelices, tan dignos de que
srbíp lo que se hizo ayer; la lengua se les arranque de la memoria de
latina ni siquiera de vista es cono- los siglos todos.
cida, y toda la filosofía y las restan- Lo que importa ahora es conside-
tes bellas artes y buenas letras, con rar cuál pudo ser la razón para que
lo que constituye sú fecundo semi- vosotros, buenos getas, manifestéis
llero, los idiomas latino y griego, ya- cor protestas ruidosas la opinión
cen en tinieblas y en vilipendio. Si de que no se ha de tocar nada ni se
se me permite hablar de religión. ha de cambiar nada, pues aun cuan-
OBRAS FILOLÓGICAS. AL MARGEN DEL «SUEÑO DE ESCIPIÓN» 623

do yo no os entendí, no obstante conoce al mismo tiempo la situación


sospecho que eso era lo' que quisis- actual, quees tan parecida a esta
teis decir. Pues y vosotros, ¿por qué que quieren estos ciáticos, ¿por cuál
en el espacio de esos quinientos de las dos, decidme, por los clavos
años lo cambiasteis todo y todo lo de Cristo, es más decoroso y conve-
revolvisteis de arriba abajo? ¿Por niente que se decida?
qué os tomasteis aquella licencia y Por lo que toca a aquello que üe-
ahora os negáis a conceder una me- cís, a saber: que la tradición ha
jor facultad y libertad a los otros? de ser preferida a la novedad y lo
Porque no se produzcan desórde- viejo a lo reciente, si entendieseis
nes, decís. ¿Acaso el mundo que so- lo que esto es, y hubieseis tenido
portó impasiblemente que vosotros algunos tratos y relaciones con
le sumergieseis de la luz en las ti- Atropos, jamás profirierais aquella
nieblas llevará a mal que otros, si expresión que desautoriza y echa
no mejores, pero ciertamente no por tierra toda vuestra causa. Vie-
peores que vosotros, le rediman de jas son todas aquellas cosas cuyo
las tinieblas y le restituyan a la luz retorno nosotros anhelamos para
y para estorbarlo levantará moti- bien y gloria eterna de la Repúbli-
nes? ¿Y qué más, si vosotros mis- ca ; nuevas son todas estas otras
mos estáis viendo que esa situación sórdidas y viles, cuya persistencia
actual no podéis vosotros mantener- defendéis y que son su ignominia y
la por más tiempo sin grandes re- su mancilla. Y siendo todo esto así,
vueltas y alborotos? Estáis viendo alábote, Atropos, en gran manera,
cómo Laquesis, aun cuando Cloto la porque en esta ocasión miras con
tenga agobiada con sus apremios, tanto interés por el bien de la Re-
propende más al parecer y a la vo- pública, y te exhorto a que conti-
luntad de Atropos, y no hay ningún núes en esa actitud y que procures
laquesio que se avenga a hundirse llevar adelante y con esfuerzo esa
en aquella cerrazón y embruteci- ley que proyectaste, sin temor de
miento en que vosotros mismos os amenazas ni de gritos. Yo y todos
sumisteis y aun os esforzáis por su- éstos te damos todo nuestro apoyo,
mir a la posteridad en tan asquero- nuestra ayuda, nuestro consejo y
so sumidero, porque no sea de me- toda cuanta fuerza tenemos; todo
jor condición de la que todos vos- ello te la prometemos y lo ponemos
otros fuisteis, y aún continuáis sien- a tu disposición en este negocio, sin
do. ¿Y qué más aún, si en este pun- el cual la República no puede man-
to vale muchísimo más y es mucho tenerse lárgo tiempo. Lo que tú, La-
más conveniente y aun necesario quesis, hicieres, querría yo que
acostarse al parecer de Atropos que Cristo lo prosperase y te lo bendi-
reforzar la opinión de Cloto? Cloto, jese.
por cuanto no ha conocido otra si- * * *
tuación que la presente, se conten-
ta; con ello quiere su perdura- Este discurso hubiera suficiente-
bilidad. Y nada tiene de extraño. mente convencido a los getas a mu-
¿Quién puede dar preferencia a lo dar de parecer si lo hubieran oído
que ignora? Otro fuera su sentir si o entendido pero la mayor parte
;

hubiera conocido la situación pri de los getas no querían oír y se ta-


mitiva. Pero Atropos, como la tiene ponaban los oídos como a un con-
muy explorada y muy conocida y juro de hechicería; otros protesta-
624 JUAN LUIS VIVES. —OBRAS COMPLETAS. TOMO I

ban metiendo gran ruido, y otros, lo sucesivo lo gozaremos más pro-


por fin, que hubieran oído con gus- longado y mejor. Todos los grandes
to todo cuanto se les dijese, pero y bellos ideales tienen que pasar
no lo entendían los pobres, de quie- por trances dificultosos; porque así
nes yo tenía lástima muy grande. la Naturaleza lo tiene determinado.
Pero ¿qué importaba? No iba a en- Los animales más corpulentos y de
hechizar ese sortilegio a los deses- más provecta longevidad, tardan
perados y a los desahuciados, sino más en conseguir su formación to-
a sola Laqüesis, en quien está pues- tal en el útero materno; las flores
ta toda esperanza. Pero Cloto, re- que por más tiempo han de conser-
chazando a todos sus consejeros ge- var su lozanía primaveral, salen de
tas, retiró su proyecto y declaró que sus túnicas más poco a poco; los
si se le dieran unos cuantos días de frutos que han de durar todo el oto-
plazo para deliberar, con unas lige- ño y todo el invierno nunca se co-
ras enmiendas, se sumaría al dicta- gen agraces. Los animales que en
men de su compañera Atropos; pe- un día mismo son comenzados y ter-
ro que si, al contrario, quisieran im- minados fenecen también al día si-
primir al asunto un ritmo acelera- guiente o al otro, como lo son aque-
do en demasía, ella permitiría algu- llos animales que se crían a orillas
nas innovaciones por decreto de los del río Hipanis; las frutas que con
pretores; mas, por lo atañente al una falsa apariencia de madurez
decreto del senado, que en general alegraron las esperanzas del labra-
lo prevé todo, ése no se daría antes dor que no sospechaba tales preco-
de veinticuatro años, puesto que ha- cidades, antes que se cojan como
bía algunos getas tribunos de la ple- un prodigio de sazón prematura
be que amenazaban con la obstruc- caen podridas y el agricultor expli-
ción; que los más recalcitrantes y ca confidencialmente a su vecino
tozudos de ellos abandonarían sus que se anticiparon a madurar por-
funciones antes de fin de año y que que ya estaban dañadas. Tampoco
los que iban a quedar serían más he admirado jamás al niño que es
dúctiles, puesto que prometieron re- un prodigio de precocidad. Toda ma-
catar la determinación del senado. duración demasiado apresurada me
Quejábanse los más de los partida- es sospechosa. Por todas razones,
rios de Atropos que durante aque- buen ánimo, padres conscriptos, y
llos cuatro años que faltaban iban seguid por el camino emprendido y
a carecer de las ventajas de una or- no aflojéis en vuestra determina-
ganización política mejor ordenada. ción y consejo, aun cuando yo ten-
A estos descontentos, en quienes go la más firme certinidad de que
prendiera el pesimismo más des- la realidad misma seguirá su des-
alentado, Catón el Censor los con- arrollo natural hasta el fin. Y no os
solaba y los exhortaba con este par- habéis de maravillar si os parece
lamento. empeño difícil ese de restablecer
aquellas santas y añejas usanzas, y
DISCURSO DE CATÓN «EL CENSOR» menos os habéis de entristecer. Lo
AL SENADO que tenéis que considerar es cuál
sea la empresa que acometemos y
Si por el espacio de un cuadrie- qué obra nos esforzamos por llevar
nio, padres conscriptos, soportáre- a término feliz. En piedras berro-
mos el presente estado de cosas, en queñas queremos que se imprima
OBRAS FILOLÓGICAS. AL MARGEN DEL «SUEÑO DE ESCIPIÓN» (525

esta imagen; confieso que tarea se- nidad, manteneos quedos, no os


mejante resultaría más fácil en una paséis a sus filas. Por lo demás, el
capa de cera reblandecida y calien- tiempo mismo traerá la sazón sin
te; pero también se borraría más el trabajo de arar o de sembrar, y
pronto y más pronto se desvanece- a cambio de esta molestia tan breve,
ría. En este nuestro caso vais a ver gozaremos de una bienandanza im-
con cuánta tenacidad quedará ad- perecedera.
herido lo que una vez se pegó. * * *
Pero, ¡por los dioses inmortales!,
vosotros, padres conscriptos, consti- Así habló Catón el Censor. Inme-
tuís aquel senado que, laborando in- diatamente se comunicó a les pa-
tensamente a través de guerras tan dres conscriptos la noticia de que
variadas y de tamañas penalidades, Laquesis se había dignado conceder
que duraron no ya años, sino si- a Cloto un plazo de cuatro años pa-
glos, de los más humildes orígenes, ra modificar, en los puntos que qui-
crearon aquel viejo Imperio glorio- siera, la opinión de Atropos, mien-
so, el mayor de cuantos han visto tras su sustancia se mantuviese sin
hombres nacidos. ¿Y ahora os van tocar, especialmente aquel aparta-
a parecer largos cuatro años, aun do: De los juicios más sanos, de los
cuando algunos no fueron deseme- ingenios más claros, de las mejores
jantes de éstos? Tenéis que conside- disciplinas. Acerca de la intangibi-
rar que para establecer ese impe- lidad de ese artículo, Laquesis juró
rio nuevo serán menester grandes por la laguna Estigia que no in-
sudores y que no se podrá sin al- troduciría mudanza alguna, a menos
borotos, tumultos, sediciones, vetos que se formulara en los mismos
tribunicios, como tampoco pudo ca- términos que Atropos le había ro-
recer de estas contingencias aquel gado. A la restante turbamulta de
que perdimos antes que alcanzase getas se les fijó el mismo día antes
su grandeza definitiva. Ante la que les estuviese permitido sin
grandiosidad de esa perspectiva hay fraude pronunciarse por otro pare-
que tener una dureza inquebranta- cer, con excepción de los condena-
ble, padres conscriptos, y no sufrir dos por delitos capitales como: de
el más leve desmayo de la voluntad. estupor congénito, de dureza infle-
;Qué vergüenza para vosotros que xible, de locura incurable, a quie-
no capituléis ante Pórsena, tras la nes el pueblo laquesio no les con-
ocupación del Janículo, ni ante Aní- sentirá pasar a su bando, porque
bal, que puso cerco a la ciudad, ni entonces harían a los buenos más
ante los galos, que no nos habían de- daño que antes. Cuando se comu-
iado más que el alcázar, señero y nicó a aquel pueblo esa determina-

solo; qué vergüenza no sería di- ción, contábase que uno de aque-

go dejaros ganar por unos getas llos getas condenados que había
humosos que ni llegan a varones, asistido a la asamblea, dijo a gri-
sino que se quedaron en niños! ¿Y tos: Aun cuando nos admitierais,
qué si ni siquiera os exhorto a la nosotros no nos pasaríamos. Y
guerra, siempre que a su debido apenas lo hubo dicho, tuvo un tal
tiempo no os faltéis a vosotros mis- arrebato de locura, que arremetió a
mos y dejéis que pase la oportuni- los laquesios a mordiscos. Pero
dad? Hasta que Cloto haya mudado luego, al punto, el pueblo entregó
de parecer, conservad vuestra dig- este episodio a los poetas trágicos
026 JUAN LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. TOMO I

para que le sumasen al furor de unánime de los astros aprobó esta


Hércules, Orestes, Alcmeón y otros, solución, y para cuando fuese lle-
porque no quedase solo y fuese de- gado aquel año vigésimo cuarto, to-
portado a una de las islas Anticiras. maron la resolución con el fin de
El manifestó que prefería tener a purgar el mundo de aquellas tan
Orestes por compañero antes que ir inveteradas suciedades, de escom-
a la Anticira, donde se cría el brar y de limpiar la tierra con un
eléboro. aluvión de agua violentísima. Cuan-
Oído el decreto de Laquesis, el do ello aconteciere, ¡ay míseros,
senado en pleno y el pueblo entero, ay infelices de aquellos para quie-
así el atrópico como el laquesio, nes el agua es un veneno!
tuvieron una alegría gigantesca. Vir- Luego que hube contemplado to-
gilio, tomando la cítara, cantó: Con- do esto, viendo ya a Cicerón algún
cordes en la majestad iriamovible de tanto desocupado:
ios hados, las Parcas: ¡Tales siglos — —
Ruégote, Marco Tulio le di-
hilad!, dijeron a sus husos. je— : ¿qué significa aquel sueño
Y Séneca, picado como por un es- de Escipión que compusiste? Ten-
tro por el aguijón del júbilo, estu- go deseo muy vivo de oír de tu bo-
vo a punto de volverse loco de la ca algo conveniente a ese sueño fa-
alegría. Demuéstranlo estos versos moso, si tienes tiempo y voluntad,
que repentizó, pues de filósofo que y eso sin comentario alguno, sin
era se hizo poeta instantánea- afeite, sin color: claramente, expo-
mente Ya Laquesis, ceñida de ín- sitivamente, llanamente.
:

fulas su cabeza, aliñada de cabellos, El me respondió:


coronadas sienes y frente de pierio — No puede haber para mí cosa
Jüuro, del vellón niveo toma un hilo más grata que habiendo consegui-
blanco, que guía con diestra mano, do tanto auge e influencia en la
y en alargándose, cobra un tinte nue- vida de nuestra República, aun des-
vo. Sus hermanas admiran se de sus pués de mi muerte, de los libros
ruecas. La lana burda truécase en que yo dejé, provenga alguna utili-
precioso metal y siglos de oro des- dad a nuestros jóvenes, y un acre-
cienden en procesión hermosa. No centamiento de dignidad no peque-
dan paz a la mano; copos felices hi- ño al nombre del pueblo romano.
lan y gózanse de llenar con ellos sus Esto hace que cuando oigo decir
haldas: ¡son tan regalados de tocar! que los monumentos literarios que
Cunde la faena por sí sola y sin nin- yo dejé andan en muchas manos y
gún esfuerzo fluye sedeño el hilo que los hojeáis vosotros y los de-
del huso volteante. Febo está allí y más hombres, experimento un pla-
las anima con su canto y huélgase cer y un contentamiento increíbles.
de la gloria venidera y alegremente Así que ni te defraudaré a ti, que
ora menea el plectro, ora les sirve me lo ruegas, ni a ningún otro de
los copos: con su canto las cautiva los mortales que se afanen
por gran-
jearse en mis libros la copiosa fa-
y engaña y enhechiza su faena.
Se notificó este acontecimiento al cundia de nuestro lenguaje, el cual,
Cielo, adonde, con la venia de Jú- por obra mía, fué pulido y aumen-
piter, subió Cicerón y en donde yo tado cuanto pude, o la filosofía y
mismo fui admitido como compa- los preceptos y normas para vivir
ñero o satélite de Cicerón. El coro bien y felizmente: esto lo hice yo
OBRAS FILOLÓGICAS. AL MARGEN DEL «SUEÑO DE ESCIPIÓN» 027

para que no quedase sin oír o ig- co Tulio, por favor, como os reco-
norado de nuestro pueblo o porque, mienda Catón
pues en bre- el Viejo,
puesto que siendo nosotros notable- ve plazo, como sabes, quedará cons-
mente superiores a los griegos en tituida la República y prosigue en el
las artes que dan mayor renombre, camino que emprendiste.
sola en ésta quedásemos vencidos —
Mientras estaba pensando muy
por ellos con demasiada ventaja; en —
de asiento continuó diciendo él en —
cuanto estuvo en mi mano esforcé- aclimatar la filosofía en nuestra ciu
me por arrancar aquellas riquezas dad, no fijé mi atención en los lltfsü-
que estaban recónditas y abstrusas fos menores, cuyas doctrinas expri-
en el habla y en la literatura de losmiese y consignase en lengua latina
griegos y trasladarlas y como natu- con vistas a la posteridad, sino a
turalizarlas en nuestra ciudad, no aquellos príncipes que se llamaron
fuera que yo, que en todos los otros Platón, Aristóteles, Zenón, Teofras-
negocios tanto interés me había to- to; arroyos todos ellos derivados del
mado por la República, sólo en éste, augusto y perenne hontanar socrá-
en que yo precisamente era el más tico. Luego de haber yo escrito mu-
descollado, le faltase mi contribu- cho a imitación de ellos, me propuse
Y conseguí,
ción. si no me engaño no
omitir aquella parte que estudia
muy mucho, que toda la organización política de un Es-
filosofía la
existente no quedase envidiosamen- tado; lugar importantísimo y el
te encerrada en la cultura griega, más propio de la filosofía y trata-
a quien yo concedí, si vale la frase, do ubérrimamente por aquellos
romana ciudadanía. A no haber yo grandes filósofos que dije y por toda
escrito de ella, toda quedara entre la escuela de los peripatéticos. Y así
los griegos, afásica y muda en len- fué que en los primeros tiempos de
gua latina. En reconocimiento de mi consulado, cuando todavía esta-
ese tan grande beneficio, acabo de ban ocultos los planes de Catilina y
oír que una taifa de locos, no sé si se cocía en el mayor secreto aquella
llamarles hombres o bestias (y son tan vasta conjuración y se prepara-
hombres, son monstruos y porten- ba guerra civil tan asoladora y se
tos humanos, dignos de todas las maquinaba la total perdición de la
execraciones), sostienen que nada patria; yo, en horas perdidas, las
que sea mío es filosofía, sino que pocas que me permitían perder las
todo es pura palabrería gramatical. inmensas ocupaciones de la Repúbli-
— Así es, como tú dices le repli- — empecé
a escribir de la Repú-
ca,
qué yo — pero no creo que ignores
; Pensé que no había tiempo
blica.
qué ralea de gente es ésa no son más apropiado ni más oportuna sa-
;

más que getas, contra quienes poco zón, para escribir, leer o meditar de
na disparaste tu arenga. Su opinión política como aquella ocasión en que,
no te ha de molestar en lo mínimo, con motivo de habérseme impuesto
puesto que ni leen tus escritos ni si la investidura de cónsul, yo tenía el
los leyeran, los entenderían. deber de entregarme a ella en cuer-
— —
Por esto mismo contestó Cice- •po y alma. Y al estilo y a la manera

rón, con viveza su locura me mo- de Platón, como había hecho ya en
lesta más porque condenan una cau- otros libros míos, introduje como in-
sa desconocida: ¿qué cosa puede terlocutores a aquellos personajes
haber más enojosa e insufrible? que yo creí que podían disputar con
— Ten un poco de paciencia, Mar- más autoridad de aquellos puntos
62S JUAN LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. TOMO 1

que sedebatían; y escogí perso- como con posterioridad se me leye-


najes de aquellos que por escaso sen estos libros en mis fincas de
tiempo no hubiesen alcanzado nues- Túsculo, estando presente a la lec-
tra época, por no verme obligado a tura mi muy querido Salustio, no
rozar ni siquiera a aludir a esos tris- aquel infame adúltero y putañero,
tes tiempos nuestros y a esas nues- que escribió una historia y que por
tras miserias comunes. Concedí, un delito contra el honor fué expul-
pues, la palabra a Escipión Africa- sado de nuestra Orden, sino otro Sa-
no segundo y a su amigo Cayo Lelio, lustio muy diferente, ciudadano in-
que fué llamado el Sabio, y a Man- tachable y amigo íntimo de nuestra
lio y a Furio Pilo, varones consula- familia, éste me advirtió que con
res todos ellos, cuales en lo sucesivo harta mayor autoridad se podían
no los produjo la romana metrópoli tratar aquellos asuntos si hablaba yo
ni más ilustres por su renombre, ni directamente de la República, sobre
más graves por su autoridad, ni más todo puesto que yo no era ningún
pulidos de cortesanía. Desde la fun- Heráclides Póntico, sino todo un va-
dación de Roma, Escipión no ha te- rón consular que en la política ha-
nido igual ni en prudencia, ni en bía tenido intervención preponde-
prestigio, ni en honradez, ni en glo- rante y participación decisiva. Aña-
ria militar. Dióme ocasión para esas dió además, corroborando su pensa-
conversaciones el hecho de que, du- miento, que iban a parecer noveles-
rante el consulado de Sempronio Tu- cas aquellas atribuciones a tan ran-
ditano y Aquilio, el sol se vió dobla- cios personajes, y, al revés, que na-
do; fenómeno éste que presagiaba die había de extrañarse que en mis
que salía en el cielo un nuevo sol libros del Orador hiciese hablar a
en lugar de aquel cuya pérdida ha- Craso y a Antonio por tratarse de
bía de llorar nuestra República. Es oradores a quienes yo había conoci-
de saber que en aquel año mismo se do personalmente, y que es el mis-
extinguió la noble vida de Escipión, mo Aristóteles quien habla por su
sol de nuestra ciudad, y para apla- cuenta en los libros que escribió
carle, por disposición del Consejo acerca de la República y de sus más
y de los pontífices, ordenáronse hon- excelente gobernante.
ras fúnebres que durasen nueve Este razonamiento me convenció
días. Yo finjo que por aquellos días y me emocionó tanto más cuanto
Escipión se retiró a sus famosas que yo no podía tocar los grandes
huertas con Lelio, con el cual tuvo movimientos amotinados de nuestra
costumbre de tratar de seriedades y ciudad que fueron posteriores a los
de juegos, de negocios públicos y tiempos en que yo situaba las con-
privados, de asuntos de casa y de versaciones, lo cual sería un flagran-
fuera de ella; y que a aquellos mis- te anacronismo. Yo, por propio im-
mos lugares deleitables acudieron pulso, ya lo había hecho, porque no
Manlio, Pilo, Tuberón, sobrino del fuese que, metiéndome de rondón
Africano, por una hermana suya, y en los sucesos contemporáneos, ofen-
los dos yernos de Lelio, Fanio y Es-, diera a alguno. Todas estas conside-
cévola, y que allí trataron acerca de raciones me mantuvieron en la am-
la mejor organización de la ciudad bigüedad durante algún tiempo y
y de cuál sea el mejor ciudadano. Yo tomé la decisión de escribir el Tra-
distribuí aquellas conversaciones en tado en forma de diálogo con mi her-
nueve libros y en nueve días pero mano Quinto; pero a la postre volví
;
OBRAS FILOLÓGICAS. — AL MARGEN DEL «SUEÑO DE ESC1PIÓN» ü2y

al plan primero, sin otra modifica- bo adelantarme a confesar que en


ción más que ésta. Como me pare- estos libros de la República voy a
cieron los días y los libros demasia- zaga de las huellas de Platón, si bien
dos libros y demasiados días, pues he aumentado con muchos más arra-
no resultaba muy verosímil que bales esta ciudad mía, teniendo en
aquellos ilustres personajes estuvie- cuenta el carácter de los hombres,
sen juntos un novenario seguido y que es tan variado. Si cada uno de
que en todo este novenario no mu- los hombres es un ser de natío tan
daran de conversación, reduje el diverso y multiforme, ¿cuánta no
novenario a triduo y los nueve li- es razón que sea la desemejanza de
bros a seis, usando en ellos un es- los genios y caracteres en el linaje
tilo y manteniendo un tono en el humano? Los hay a quienes un mie-
que la brillantez se conjugase con la do servil empuja a la virtud o, me-
dignidad, y la erudición casase con jor, les aparta de los vicios. Otros,
el razonamiento. Esto aun cuando de índole más generosa, la siguen
vosotros no lo podáis comprobar, por el aliciente de los premios. Y
puesto que por la injuriosa envidia aún hallarás a algunos que son los
de los tiempos aquellos seis libros, más nobles y excelsos, que por su
como muchos otros escritos, así míos propio impulso tienen propensión
como ajenos, no os llegaron; no al bien verdadero y genuino. Aten-
obstante, del mismo Sueño de Esci- diendo a esta variedad, Platón, en
sión, único tesoro que de tantas ri- la República ideal que él organiza,
quezas como se hundieron se salvó aparta a los hombres de los delitos
del naufragio y flotando a la deriva y crímenes, bajo la amenaza de los
llegó a la ribera, podéis formaros al- tormentos y penas reservados a los
guna asaz firme y razonable conjetu- malos cuando ya salieron de esta
ra. Y me lisonjeo con la creencia vida. Pero yo levanto el más noble
halagüeña de haber allegado tanta espíritu de los romanos a la espe-
sustancia, tanto lustre de sentencias, ranza de una felicidad no falleee-
tanta y tan arcana y tan exquisita dera y con recompensa tamaña les
erudición como pueden entrañarse exhorto a que labren el bien de su
en palabras y en artificio de estilo, patria y gobiernen y mantengan la
y de que tiene toda la majestad que ciudad en la más sabrosa de las pa-
requiere la materia tratada y la ces. Platón, de entre los muertos, re-
exigen los tres personajes interlocu- sucita a un tal Panfilio, militar caí-
tores que son ambos Escipiones y do en el campo, para que sus di-
Paulo Emilio, personalidades las chos tengan mayor fe, puesto que
más ilustres que en cualquier tiem- quien lo cuenta es el mismo que lo
po haya producido nuestra ciudad. vió. Yo introduzco a personajes de
Su argumento es éste, expresado en la máxima solvencia a Paulo Emi-:

breves palabras: lio y a los dos Escipiones Africa-


nos. Negarles crédito es casi un pe-
ARGUMENTO DEL cado, y de aquello mismo que du-
S U E 5¡ O DE ESCIPION rante el sueño se predica a Escipión
-

que le va a acontecer y cuya ver-


Como tengo por norma no callar dad demostró el suceso arranca la
el nombre de aquellos de quienes fe que se pretende ganar para lo
tomé algo, devolviendo el préstamo otro que sigue.
a quien me lo hizo, no obstante, de- Porque no parezca que por igno-
630 JUAN LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. TOMO I

rancia desvarían los que prometen vados y grandes, según la mente


aquellos bienes advenideros, con la de Escipión, que se instruye y for-
más profunda y abstrusa de las filo- me para aquella divina virtud, es
sofías discuten del curso y de las objeto de una enérgica purificación
revoluciones del cielo, de los astros,y a él se le manda esperar aquella
de la justicia, de la equidad, de todogloria verdadera y expresa que se
lo cual, como de una fuente, la rec- dilata a espacios infinitos y que nun-
ta y verdadera fortaleza recibe to- ca ha de tener mengua ni caída. Y.
dos sus bríos. Y es ello así de tal finalmente, para que, en el caso que
manera que parece que todas estas se tema la muerte del espíritu, no
cosas no tienen otro destino que el parezcan vacías y henchidas de va-
de que se pueda mantener y con- nidad y viento estas promesas tan
servar perdurablemente en su esta- grandiosas, con claros argumentos
do lo que es bueno y es santo. De demuéstrase la inmortalidad del al-
ningún otro arsenal debe sacar sus ma. Y de paso, para que la malsa-
armas el varón fuerte que de la na seguridad y la impunidad de las
justicia, de la piedad para con los malas obras no traigan consigo el
dioses, para con la patria, para con desdén y el olvido de la virtud, a
todo el linaje humano; premio de aquellos espíritus mezquinos incapa-
esta conducta son, no la riqueza ni ces de levantar sus pensamientos a
1.; gloria, sino aquella vida que a^tas y soberanas regiones, y que se
acompaña la eterna felicidad. Mas contentan con el deleite brutal de
porque los hombres no prefieran los sentidos, se amenaza con fieros
parecer buenos a serlo en realidad, tormentos y con penas muy agudas
colgados de la opinión y habladurías a los hombres embrutecidos, mal-
del pueblo, lo cual acarrearía que la vados y criminales, con el objeto de
ambición les llevara al través, todo que todos en absoluto o sigan de
el encendido deseo de gloria, sobe- buena gana la virtud o el miedo les
rano aliciente de los espíritus ele- aparte de los vicios.

PREAMBULO

Xo dudo que serán muchos los tivo de esta determinación y propó-


que, así que vieren u oyeren que sito mío. si no les satisficiere, no
voy a comentar el Sueño de Esci- me molestará en lo mínimo si, a
,

pión, que constituye una parte del pesar de conocerlos, persisten en la


libro sexto de La República, de Ci- misma opinión que tenían antes de
cerón, pensarán luego al punto que oírme. La exposición de este motivo
voy a hacer una cosa ya hecha y a aliviará mi conciencia.
tocar un asunto manido, puesto que Como quisiera yo, según mi ma-
Macrobio, escritor erudito y no in- nera y mi estilo, tomar pasatiempo
elegante, escribió dos discretos tra- y solaz con esta pequeña gran obra
tados acerca de este mismo Sueño. de Cicerón, la más elegante y eru-
Esta objeción ya me la hicieron dita para mi gusto de todas las que
algunos amigos. Cuando a unos y escribió, no me dejé paralizar por
otros yo les haya expuesto el mo- los grandes comentarios de Macro-
OBRAS FILOLÓGICAS. —AL MARGEN DEL «SUEÑO DE ESCIPIÓN». — PREÁMBULO Ü31

bio. En primer lugar, porque hallo bría aprovechado, a ser sorprendido


que son muy muchos los escritores en delito servil de flagrante hurto.
que han tenido la osadía de meterse Y, finalmente, de mí y de Macrobio
en ese mismo tema que yo, y son puedo decir, a mi parecer, aquello
copiosos los tratadistas anteriores que de sí y de Homero dice Vir-
que lo estudiaron muy de asiento y gilio :La Grecia admira sus inmen-
muy a placer. Y no solamente en sos campos ; más pequeño es el mío ;
esa misma forma expositiva, sino pero está bien cuidado.
en discursos, en tratados filosóficos En este empeño no tendré peores
y en todo género de obras didácti- jueces que los que no hayan leído
cas. Ocioso fuera aducir casos y a Macrobio o no me hayan leído a
ejemplos en cosa tan clara y tan no mí; porque confío fundadamente
ignorada de nadie. Y en segundo lu- que no me negarán su aprobación
gar, porque Macrobio escogió deter- los otros. Bastará, según pienso por
minados pasajes, en los cuales hizo ahora, lo que dije hasta aquí acer-
un jactancioso alarde de exposición ca de Macrobio. Desde este momen-
y dejó muchos otros para que los to voy a hablar brevemente de mi
tocase la curiosidad ajena. Debo de- modesto comentario. No desmenucé
cir, por lo que se refiere a aquellos el texto en trozos pequeños como
mismos que él explica, que los hay otros intérpretes hicieron, sino en
algunos que pueden tratarse de otra un razonamiento y oración seguida,
manera y otros que acaso puedan adentrándome progresivamente en
serlo mejor. Y no digo esto por per- el contexto, en el sentido y en las
judicar la buena memoria de aquel palabras de Cicerón. Este procedi-
ilustrísimo y doctísimo varón, desa- miento yo lo adopté por ciertas ra-
fuero que, no estando bien en nin- zones que diré luego, pero fué la
guna ocasión, en la presente sería principal y determinante evitar que
imperdonable de todo punto. Y no estuviese expuesto ese comentario
carecería de sospecha de envidia y mío a la objeción y reprensión, al
viniera instantáneamente al pensa- fuego cruzado de dos linajes de crí-
miento del lector aquello de Hesío- ticos, uno de los cuales de manera
do: De alfarero a alfarero, sino alguna quiere parecer gramático y
porque el lector sepa que Macrobio, el otro lo quiere parecer demasiada-
aun siendo un autor documentadí- mente. No puedes citar escritor al-
simo y copiosísimo, dejó cosas que guno en ese sistema de comentario,
se pueden decir en nuevos comen- aun cuando trate de los más recón-
tarios de ese Sueño. ditos rincones de la más esotérica
Hablaré, pues, yo de aquellos pa- de las filosofías sin que esos filóso-
sajes que omitió Macrobio. Los que fos nuestros tan modernos no sen-
él estudió, yo los estudiaré de otra tencien ser tu obra inaudita, incóg-
manera, unas veces con más hol- nita y llena de gramatiquerías, y la
gura y extensión y otras de manera menosprecien y la desdeñen como a
más cifrada y compendiosa. Y por- cosa vil hasta el exceso. De esa in-
que me anticipé a decir eso, nadie solencia prometo hablar en otra par-
piense que le tomé mucho presta- te con toda extensión, y hasta ya
do; confieso sinceramente que casi di de ello un pequeño avance en
nada he tomado de él. De haberlo otras obras mías. Los gramáticos de
hecho, preferiría, como dice él, con- nuestro tiempo, como una gran par-
fesar ingenuamente de quién me ha- te de hombres de ésos, adolecen de
632 JU\.\ LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. .
TOMO I

menguada sanidad mental. Si pasas publicar comentarios a muchos li-


por alto alguna eosa que pudiera bros de Cicerón. Virgilio. Plinio,
decirse, aun cuando no sea necesa- Quintiliano, que guardo ya concluí-
ria (tan malignos y tan crueles es- dos en mi casa, porque me dan gri-
timadores son de todo), llámame in- ma y asco las locas y furibundas
f érprete perezoso, dormilón, boste- arremetidas de esos anotadores. No
zante, estéril. Si en uno que otro lu- bien se publica un comentario,
gar no les satisfaces, dicen a gritos cuando inmediatamente sacan ellos
que eres un alucinado; y si en al- unos imponentes volúmenes de co-
gún otro (puesto que uno solo no rrecciones y anotaciones en que des-
lo puede todo) dieres una interpre- pedazan a colmilladas a los míseros
tación equivocada, entonces, oh ¡ intérpretes y se les reprocha su ab-
dioses inmortales!, con qué hiper- soluta ignorancia de todo. ¿Y qué
bólicas expresiones exageran tu tras- diré si dan con alguna palabreja
piés y de un yerro insignificante que ellos recuerdan haber leído po-
hacen una culpa gravísima e into- co en alguno de los escritores clási-
lerable. Dado que ello es así, dirás cos? La más dantesca y creadora de
que todos son unos Pericles. ¡Tan- las fantasías no puede imaginar su-
to fulminan, tanto truenan! plicios condignos para tan abomina-
¿En qué pecho no meten miedo ble y criminal impiedad; no son
esas pavorosas alharacas y temero- suficientes para expiarla todas las
sos aspavientos?: Error que mere- penas que padecen en el infierno los
ce un bastonazo; errata que una Sísifos, los Tántalos, los Ixiones y
azotaina borraría apenas; crimen otros inmortales malhechores mito-
monstruoso que una hecatombe no lógicos. ¡Y cuántas alharacas y
expiaría; locura que no van a curar cuántos aspavientos, oh dioses! Ese
todas las Anticiras ; alucinación dig- libro, con su acuchidadizo autor, debe
na de cárcel y destierro, delito me- ser raído del haz de la tierra y arre-
j

recedor de horca y cruz ; y otras batado del alcance de los hombres;


'

imprecaciones a cuya sola conside- debe ser deportado a una ínsula po-
ración el más templado espíritu se blada no más que de fieras o a
empavorece. Y si por acaso ese gra- aquellos desiertos arenales del Afri-
mático de marras se persuadió que ca, que nada crían sino venenos ;

él ha estudiado y dilucidado una siendo así que el vocablo en cues-


que otra dicción con alguna más tión o aquel modismo que originó
detenida diligencia, pretende haber el atroz alboroto en que debiera su-
granjeado mayor gloria que tú con mirse el mundo están en Cicerón o
t6¿o« tus macizos comentarios, en en César, o en Livio o en Plinio.
los cuales consumiste mucho sudor o en Quintiliano o en alguno de los
v mucha fatiga y gastaste o malgas- escritores de la buena época, y no
taste simplemente tanto aceite. Esas por cierto una sola vez. Y no es de
sen las gracias envenenadas que se extrañar, pues no pudo el irascible
te dsn... gramático ni leerlo todo ni leerlo
Por estas razones, hartas veces con la debida atención ni fijarse en
compadecí la mísera condición de él y retenerlo en la memoria. Mu-
los comentaristas cuyas obras es- chas son las cosas que no leyó.
tán sujetas a críticas tan ciegas y ¡Ojalá no sean más que las leídas!
tan furiosas. A muchas las lee haciendo otra co-
Yo mismo tuve el propósito de sa, con escasa atención, con poca
OBRAS FILOLÓGICAS. AL MARGEN DEL «SUEÑO DE ESCJPIÓN». PREÁMBULO 68f$

advertencia. Muchas otras se olvi- Por lo que toca a este Sueño,


dan en parte por ser tan copiosa la puedo afirmar, sin reserva mental
multitud de conceptos de palabras, alguna, que jamás en ninguna épo-
en parte, por culpa del tiempo, que ca de la Humanidad se escribió li-
lo borra todo. Pero esta materia la bro (exceptúo siempre los libros
reservo yo para otros volúmenes canónicos de nuestra sacrosanta re-
que espero publicar acerca de la ligión) con una más fuerte conden-
lengua latina, en los cuales demos- sación de sustancia, de arte, de elo-
traré cuánta superstición en nues- cuencia; ninguna porción de cual-
tros días introdujeron esos neogra- quiera parte o aspecto de la filosofía
má ticos en el idioma del Lacio, que falta en este inmenso libro chiqui-
está en resuelta pugna con la sana to: raciocinio, inducción, entime-
y honrada religión de los viejos au- mas y demás géneros de argumen-
tores. Baste ese desahogo para ad- tos en toda su variedad campean en
vertir a los gramáticos que, si es él, sacados de sus propias moradas
posible, no quieran imponer como y como del santuario de la lógica.
ley en el habla latina (que tiene más Todos los recursos de la dialéctica
anchas fronteras de lo que ellos a barrisco están esparcidos, pero con
piensan) todo lo que ellos no recuer- mayor frecuencia y densidad en
den haber leído. Ahora vuelvo a aquellos pasajes donde se demues-
mi propósito. tra la inmortalidad del alma. Ex pro-
Este linaje de comentario a los feso trata de la disciplina moral,
filósofos no les parecerá tan grama- así la que se refiere a los afectos
tical y a los gramáticos más retó- privados, llamada Etica, como la
rico, tan pronto como aquéllos le que se refiere al gobierno de la Re-
juzgarán digno de ser leído y tan pública, llamada Política, con tanta
pronto como ésos le considerarán pureza, con tanta integridad, con
merecedor de reproche como supe- tanta elevación y tanta religiosidad,
rior a su profesión. Aun cuando no que parece increíble que doctrinal
con demasiada particularidad, he tan puro, que salido de un autor-
tratado cada uno de sus puntos; cristiano no podríamos menos de ad-
con todo, no callé nada. El lector, si mirarlo y ponerlo sobre nuestras ca-
leyere este librillo mío separado, bezas, proceda de un autor pa-
fácilmente creerá ser una nueva gano.
materia creada por mí. Pero si se Y por lo que toca a la Naturale-
tomare el trabajo de compararle con za, gran Dios, ¡qué maravilla! Par-
Cicerón, entonces comprenderá mi tido de aquel primero y sobera-
designio, y pienso que redundará no cielo, no se precipitó al suelo
en comodidad suya el que, sin el bruscamente, sino que por grados
enojo de tanta y tanta interferen- y pasito a paso, luego de haberlo
cia, podrá ser seguida esta lucubra- estudiado todo punto por punto,
ción mía y será deudor de algún descendió a la tierra. Y una vez en
deleite y provecho, no sólo por la la tierra, no se plantó y detuvo en
exposición del mismo Sueño de Es- una ciudad o en una región deter-
cipión, sino que, acaso también, se- minada, sino que primero la dividió
gún espero, por mi estilo, del cual toda y la describió y circunscribió
no he de hablar yo en un sentido en sus confines y fronteras. Y no
ni en otro. No es sin cierto sonrojo pasó por encima de ninguna de las
que he dicho estas cuatro palabras. artes matemáticas: recorrió el or-
634 JUAN LUIS VIVES. —OBRAS COMPLETAS. TOMO I

denado concierto que preside las ción, antepongo a los filósofos to-
evoluciones de los astros; algo to- dos), sino a los seudoaristotélicos.
có de la música, lo más notable por Ni es mi propósito tan ruin y de
cierto, y algo también de la aritmé- bajo vuelo que de la desestimación
tica y geometría, que, por otra par- de los otros se le añada a Cicerón
te son abstrusísimas. Y por lo que alguna nueva loa, pues es odioso en
toca a la dicción, es pecado emitir grado sumo este sistema de alabar.
otro juicio que éste definitivo: Es Por no voy a establecer cotejo
esto
de Cicerón. Este solo nombre encie- con que cuenta Platón de Hero
lo
rra y contiene todo cuanto puede Pánfilo, que se lee en el décimo li-
decirse en lo que se refiere al arte bro de su República, a cuyo ejem-
y eficacia en el decir. plo Marco Tulio añadió a manera
A ese librillo debiera llamársele de colofón este Sueño a sus libros
cornucopia con mayor verdad y ra- de la República. Imitó nuestro filó-
zón que a la cabra que fué nodriza sofo a Platón y le siguió paso a pa-
de Júpiter, pues ahí está arrojado so y traspasó a su filosofía muchas
el contenido de la Naturaleza toda. cosas de la de él, en algún punto,
Así es que Macrobio, varón erudití- con algún cambio y aliño nuevo, y
simo, aun cuando no hubiera hecho en algún otro punto, traduciéndola
otra cosa en toda su vida, en la cual al pie de la letra. Y esto que hizo
trabajó mucho y bien, con harto Cicerón en la mayor parte de sus
fruto de la república literaria, di- escritos, lo hizo más en éste, que es
go yo que si Macrobio no hubiera platónico por los cuatro costados,
dado más rendimiento que el de excepto en su disertación acerca del
conservarnos ese tesoro de toda cielo, donde se inclinó al bando de
suerte de erudición, pues gracias a Pitágoras, y los egipcios, en cuanto
él ha llegado hasta nuestros tiem- al orden de las estrellas errantes y
pos, pues de otra manera, juntamen- la música y concierto celestes.
te con todo su cargamento, que eran Por esta flexión que Cicerón im-
aquellos seis libros ciceronianos De puso a su doctrina hacia el lado de
la República, o bien pereciera o bien Pitágoras, yo pedí prestados a Pla-
permaneciera oculto ese librillo pre- tón mismo y a los platónicos algu-
cioso que yo. a decir verdad, pre- nos elementos para explicar su doc-
fiero a los ingentes volúmenes de trina, y me abstuve de manifestar
muchos filósofos, y declaro que es mi opinión personal, sino la de Ci-
mucho más difícil de entender y de cerón o la de Platón, a quien Cice-
exponer que el conjunto de los ocho rón sigue. De buen principio lo ad-
libros De la auscultación física, de vierto ahora para que el lector, si
Aristóteles, tan intrincados y tene- acaso yo tratare algún punto plató-
bricosos. Aquellos que en nuestras nicamente que fuera mejor tratado
escuelas los han oído piensan, por aristotélicamente no ignore cuál es
,

solo ello, ser filósofos consumados, mi pensamiento. Pienso que esto su-
y como tales se venden y hacen pa- cede en las cosas naturales, pues
sar ante la gente indocta, tan chu- por lo que se refiere a los asun-
pados son sus carrillos, tan rugosa tos morales, no podían ser tratados
su frente, tan salvajina la barba, y con respeto más religioso que por
las cejas tan encapotadas. Nadie Platón y por Cicerón. Yo, porque el
creerá que yo vaya a escarnecer a fruto fuese más abundante y se ex-
Aristóteles (a quien yo, sin excep- tendiese a zonas más amplias, acó-
OBRAS FILOLÓGICAS. VIGILIA AL MARGEN DEL «SUEÑO DE ESCIPIÓN» 685

modé ligeramente sus doctrinas a de lajusticia por Lelio contra la


la nuestra cristiana, sin olvidar, con muy pulida y curiosa oración de
todo, lo que llevaba entre manos y Furio, y luego de haber convenido
qué papel había asumido ocasional- tras prolijas discusiones que en la
mente. República teórica mejor ordenada
Dicho todo esto a manera de pre- debía ser el de la justicia el prime-
fación, es hora ya que oigamos ha- ro de los cultos; empezó Lelio a
blar al mismo Escipión Emiliano. inquirir el galardón y la recompen-
Será él quien hablará solo, no como sa así de esta como de las otras vir-
habla Cicerón en nuestro Sueño, a tudes y a manifestar su extrañeza
quien yo introduzco no desconoce- porque no se había dado premio al-
dor de nuestras actualidades, pues- guno a P. Cornelio Nasica por aquel
to que vió los hados, sino cómo era hecho ejemplar, gracias al cual li-
poco antes de su muerte, época beró a la República de la sedición y
en que Cicerón coloca sus severas tiranía de Tiberio Graco. El Afri-
disertaciones. No aludirá a suce- cano, al ver que aquella averigua-
so alguno que sea posterior a su ción proyectada por Lelio se ins-
tiempo. piraba en la previsión corriente y
Así que, cuando en aquel novena- vulgar y no en la divina y perfecta
rio de honores fúnebres, en el con- sabiduría, para enseñarles cuáles
sulado de C. Sempronio Tuditano y eran los premios de la buena vida
C. Aquilio, en los jardines o ciga- que estaban reservados a los bue-
rrales de Escipión, tras un coloquio nos y que él conoció no de mortal
de dos días, luego de haber disputa- alguno, sumido todavía en las tinie-
do copiosamente acerca del mejor blas del cuerpo y en la ignorancia
ordenamiento de la República, el de esta vida, sino de los inmortales
mismo Escipión y Lelio, que fué lla- ya y ya divinizados Escipión Afri-
mado el Sabio, y Manlio y Furio, y cano y Paulo Macedónico, comenzó
defendida acérrimamente la causa a hablar de esta manera:

VIGILIA AL MARGEN
DEL

SUEÑO DE ESCIPION
SACADO DEL
LIBRO VI DE «LA REPUBLICA» CICERONIANA

En el consulado de Lucio, Lici- enemigo de los cartagineses, para


nio Lúculo y Aulo Postumio Albi- que se llevase la guerra a Africa.
no, en ocasión de que Gulusa, hijo En cambio, P. Escipión Nasica,
de Masinisa, hizo noticioso al sena- quien era considerado como varón
do de que se hacían levas en Carta- de toda ejemplaridad y que fué cón-
go; esta incidencia pareció motivo sul dos veces y censor y más pro-
asaz grande y poderoso a Catón, va- penso de suyo a la paz, a la mise-
rón consular y censor e implacable ricordia y a la clemencia, era de
636 JUAN LUIS VIVES.—OBRAS COMPLETAS. TOMO I

parecer que no se había de tomar i

|
su amigo, el Africano. Este Africa-
ninguna medida precipitada ni adop- \

j
no fué quien le recibió en la amis-
tar ninguna actitud contraria a la tad del pueblo romano, y él. en lo
fe y a las alianzas. Así en esa am- sucesivo, así en paz como en gue-
bigüedad e indecisión se pasó todo rra, halló en nuestro pueblo un
aquel año con debates entre sena- aliado bueno y fiel. No degeneró
dores y el mantenimiento irreduci- ciertamente de la virtud de su pa-
ble de la respectiva posición anta- dre, ese Micipsa que ahora tiene el
gónica de aquellos dos jefes políti- gobierno de la Numidia. Masinisa.
cos. Después, fueron creados cónsu- como sabéis, había recibido grandes
les ese nuestro Mi Manlio y L. Mar- atenciones y favores de Escipión,
cio Censorino. En este año, como mi abuelo, a los cuales correspon-
los cartagineses no hubiesen obede- día el rey con suma reverencia y
cido a nuestros legados, sino que afecto muy entrañable.
con desdén de las órdenes del se- Así fué, que tan pronto como me
nado habían trabado pelea con vió, abrazándose conmigo muy
Masinisa, nuestro viejo y grande y apretadamente, empezó a llorar por
más estrecho amigo. Catón persua- alegría demasiada, y poco tiempo
dió al senado que por medianería después, levantados al cielo ambos
de algún magistrado se llevase al ojos, se desató en nacimiento de
Pfieblo la consulta de si era perti- gracias al Sol, a la Luna, a Júpiter,
nente declarar la guerra a Cartago. a Marte y a los restantes dioses y
El plebiscito fué afirmativo. Yo, diosas que habitan y glorifican
siendo cónsules estos mismos per- aquellas moradas celestes, porque
sonajes, desde España fui a Africa antes de emigrar de esta vida go-
enviado por Lúculo, a cuyas órde- zaba de aquel deleitoso contenta-
nes yo mandaba la cuarta legión miento que después de la partida de
de infantería, sin otra misión que Escipión de Africa deseara con el
la de pedir a Masinisa, en nombre más vivo de los anhelos: el de ver
de mi jefe, algunos elefantes para a algún miembro de nuestra fami-
la campaña hispánica. Aquel mis- lia y gente, a la cual profesaba un
mo día que yo llegué a su Cuartel amor tan único y tan tierno, por
general, Asdrúbal, caudillo cartagi- manera que no solamente a la vista
nés, trabó batalla con Masinisa. En de algún Escipión, sino a la sola
un choque violentísimo fué recibi- oída de este nombre se estremecía de
do caudillo cartaginés por el rey
el gusto, y como se remozaba y rejuve-
africano. Yo, que había ido en se- necía; tan intensamente estaba gra-
guimiento de los dos potentes ejér- bada en su memoria aquella tempra-
citos recién salidos de la refriega, na admiración y amor al Africano,
con la natural alegría, desde un ce- varón como no lo produjo mejor la
rro elevado, como de un muy apro- República en tiempo de paz ni más
piado miradero vi el memorable afortunado en lances de guerra,
desfile, que para mí fué el más hasta el punto de parecer nacido
agradable de los espectáculos; salí no más que para la conservación
al camino de Masinisa vencedor en de ese nuestro Imperio. A ese Ma-
la baraja sangrienta. Indescriptible que aun cuando era jo-
sinisa, pues,
fué el júbilo que le ocasionó su en- ii ven, harto poco preocupado andaba
cuentro conmigo, no por otra causa i

¡
que es-
por cuidados juveniles, sino
sino porque veía en mí al nieto de |
|
taba poseído de muy profundo in-
OBRAS FILOLÓGICAS. VIGILIA AL MARGEN DEL «SUEÑO DE ESCIPIÓN» 637

teres por nuestra República y por obligar a los mozos nobles a jurar
los reinos con quienes teníamos que no abandonarían el suelo de
alianzas y por nuestras provincias, Italia? Recalcaba qué graji caudillo
yo le pregunté cómo andaban los fué en España. Y cómo en Africa
negocios de su reino. Entonces, a fué todo un general. ¡Qué fiel em-
mi sabor, me enteré de las injurias bajador de su hermano! ¡Qué recia
que los cartagineses les habían in- mansedumbre la suya en el destie-
ferido. El, a su vez, me pidió nue- rro! Y no se contentaba con referir
vas a mí de nuestro senado y del hechos, sino que también reproducía
pueblo. Mientras él me cuenta las dichos, como aquél:Nunca estoy
incidencias de su guerra con los menos ocioso que cuando estoy
cartagineses y yo le refiero las con- ocioso. Y otros muchos como éste.
tingencias de la nuestra con los Andaba ya la noche muy avanza-
hispanos, gastamos lo que nos que- da, y yo, que no soy precisamente un
daba de A la noche siguiente,
día. hombre dormilón, sentíame agobiado
fui recibido con aquellas honras y de un sueño más recio que el de cos-
aquellos agasajos que convenían a tumbre por el cansancio del viaje y
un rey victorioso y que él pensaba por la prolija vela después de tan-
que convenían al nieto del Africano, to trabajo. Con todo, no parecía que
al hijo de Emilio Paulo. Copiosa- yo, que era mozo, me retirase an-
mente habló en el obligado convite tes que mi huésped en cüyo reino
aquel anciano casi nonagenario; estaba y cuya ancianidad merecía
pero toda su conversación versó toda suerte de respetos, se retirase
acerca de todo cuanto aconteciera a a descansar por su propia iniciati-
Escipión. «Nosotros, los viejos de- — va. Mas ese anciano vencía a todos
cía —todos somos parleros, natural-
, los jóvenes por su resistencia a los
mente, y con gusto contamos nues- trabajos; era de una admirable en-
tros hechos pasados y los de nues- jutez física, de un temple de ner-
:ros amigos. Tal finge a Néstor, Ho- vios admirable; cumplía puntual-
mero; tal era nuestro Panecio, tal mente con todas sus funciones de
era Catón.» Mentaba, pues, aquel rey y nunca en su ancianidad expe-
viejo memorioso y locuaz no sola- rimentó la más ligera relajación de
mente los hechos del Africano, cuál fervor en aquellas obras que acos-
fué su conducta en la batalla a ori- tumbró hacer de joven. A la postre
llas del Trasimeno, cuando, recién nos retiramos a descansar. Apode-
investido de la toga pretexta, en una róse por completo de mí un sueño
sola individualidad resumió las per- profundísimo y me sentí anegado
sonalidades de ciudadano, de cónsul, en tan apacible sopor que ya no me
de caudillo, de senador, de pontífice; admiro si durante mi descanso re-
contaba cómo renunció la corona viví aquellas emociones tan varia-
de encina civil, porque consideraba das, alegres unas, tristes las otras,
que con aquella hazaña inmortal no en parte maravillosas y espantosas
había hecho más que cumplir con en parte, y que ninguna conmoción
un deber y no haber -prestado nin- me despertase, pues todas ellas es-
gún servicio meritorio; no hizo más taban muy bien combinadas en la
que dar vida a quien se la había ligazón del sueño y no era fácil su
dado a él. ¿Y qué fué lo que hizo soltura. Pero, puesto caso que es-
a raíz del desastre de Cannas, al tando despierto había hablado del
638 JUAN LUIS VIVES.
.
OBRAS COMPLETAS..
TOMO I

Africano tan largamente, no era in- una vez que alternaba con Homero
sólito que el Africano se me mos- en el Parnaso, que es una montaña
trase en sueños. A cada uno de nos- bicéfala de la Fócida, una de cuyas
otros nos" acontece que si estando cumbres, a quien los griegos llaman
en vela pensó o habló mucho de Titoreón, dicen estar consagrada a
una cosa, esta misma cosa se le Baco, y la otra, a quien llaman Hin-
ocurra durante el sueño, al parecer fea, afirman estar consagrada a
con su misma presencia física. Una Apolo. Dícese, asimismo, que el
cosa semejante me contaba haberle monte Parnaso, en su totalidad, es
ocurrido a él, Quinto Ennio, a el albergue de las musas. En el
quien conocí personalmente cuan- subdelirio de su sueño creyó beber
do el venerable poeta era muy an- copiosamente en aquella famosa
dado en años y yo era joven en fuente Castalia, cuyas linfas diz que
extremo. Siendo de suyo muy incli- infunden bríos y poéticos furores.
nado a la versificación y a la poe- Fruto y consecuencia de aquel sue-
sía, arte al cual no hacía demasiado ño fué que al día siguiente empezó
honor ese pueblo nuestro, y que- a escribir los Anales y aquellos poe-
riendo él que nuestra lengua no se mas venerables que ahora andan en
quedase manca en ese aspecto, pues manos de todos. Este sueño está re-
anteriormente, fuera del liberto Li- latado en aquel poema que co-
vio, no teníamos poeta alguno, si
mienza: Parecióme ver delante de
ya no es que alguien da categoría
mí a Homero, con toda la larga hi-
de poemas a los cantos de los sa-
lera de versos que siguen.
lios y a los libros sagrados de los
Casi de idéntica manera pareció-
pontífices y otras cosillas como las
me a mí contemplar al Africano,
que cantaban los faunos y los va- con aquel su característico semblan-
tes arcaicos, creyó pertinente hacer
te, por manera que conjeturaba ser
algo en este sentido. Entregábase
aquél el de sus estatuas e imágenes
Ennio con mucho afán a la lectura
que tenemos harta costumbre de
de las obras de Homero para acli-
ver en el atrio viejo, que de un
matar en nuestra ciudad, si a tan-
recuerdo que hubiese sobrevivido a
to llegaban sus fuerzas, aquellas ri-
la lejana visión de su persona. Xo
quezas de la Grecia. Releía también
los poemas de Livio con mucha fre-
puedo conservar de él memoria al-
cuencia, porque había de escribir, guna, puesto que falleció al año de
y con todo me hacía el honor de
mi nacimiento, siendo cónsules
consultarme a mí, que no había de L. Porción Licinio y P. Claudio Pul-
cro, y siendo Catón censor, que fué
escribir nada, y me aconsejaba que
luego de haberle leído no le vol- el mismo año en que murió el poeta

viera a leer, pues no era de tal in- Plauto, y Aníbal se eliminó a sí


terés el poema liviano que merecie- mismo, con un brebaje ponzoñoso,
se una segunda lectura. Esto mismo en Bitinia, mientras que yo nací
pensaba de ciertos poemas de Xe- bajo el consulado de Tuditano y
vio, que por aquella sazón empeza- Apio Claudio. Así que le reconocí
ban a darse a conocer. como Escipión, y no tanto, porque
Y así aconteció que. como por fuese un aparecido, como por la ve-
algún tiempo no tenía en sus labios neración que sentía por hombre tan
ni tenía en su mente más que la grande, se me erizó la piel y empa-
continua obsesión de Homero, soñó vorecí no poco.
OBRAS FILOLÓGICAS. VIGILIA AL MARGEN DEL «SUEÑO DE ESCIP1ÓN» íi.°>
r
)

Y con voz afable, me habló así:


él, ma que, en contra de las viejas le-
— Ningún motivo de temor tienes, yes, el pueblo se empeñará en ha-
¡oh Escipión! ; recobra tu ánimo certe cónsul. Ese empeño no crista-
que salido de ti mismo quedó pasma- lizará en realidad, pues Marcio, que
do de miedo. Tranquilízate y enco- presidirá aquellos comicios, persisti-
mienda a tu memoria las cosas veni- rá en aquel sentir y no consentirá
deras que te voy a anunciar. que triunfe la candidatura de un
Estaba Escipión en un lugar muy hombre tan joven. Así que serán
elevado que no solamente era claro cónsules Calfurnio Pisón y Hostilio
de por sí, sino, también, esclarecido Mancino. Al año siguiente descen-
por maravillosas lumbraradas. Des- derás al campo de la liza, candidato
líe aquella altura, con su dedo ín- a la edilidad, serás proclamado cón-
dice me señala a Cartago: sul por una cuantiosa aportación de
— —
¿Ves me dice a continuación sufragios, no ya colectivos y de las
aquella ciudad que en la segunda tribus, sino individuales, y te será
guerra púnica, que Aníbal nos de- adjunto otro de la plebe, por lo de-
claró contra todo acuerdo y toda más, de ahidalgada familia, Livio
equidad, fué expugnada por mí y Druso, al cual, por su meritoria y
obligada a obedecer a nuestra Re- egregia labor en favor del senado
pública y a pagar pechos al pueblo y de la dignidad de los patricios, se
romano? Has -de saber que ahora le llamará patrono del senado. Y
trae a su memoria aquellas dos gue- como tu elección consular contra la
rras primeras, pues no puede des- Anales dará lugar a dis-
ley de los
cansar contenta en su paz, nacida cusiones enconadas, el pueblo te dis-
para poner a prueba el vigor roma- pensará de las leyes, y sin previo
no e interrumpir la placidez de nues-
sorteo se te entregará la dirección
tro sosiego. A atacarla vienes tú de la campaña africana. En este
ahora en calidad de tribuno de sol- año, por tu grande, arrojo y perfecta
dados, es decir, un poco más que de disciplina militar y genialidad de
simple soldado. Aun cuando en esa mandó, expugnarás a Cartago y de-
misión te conducirás de tal manera rrocarás y prenderás fuego a la ciu-
que muchas veces serás salvación dad, que, fundada por los fenicios, en
de nuestros soldados y sacarás y guerra y en paz brilló con gloria
librarás a Manlio, nuestro cónsul, muy esclarecida por el largo discur-
con todo su gran ejército, de un so de setecientos años, y ese incen-
muy grave aprieto y por este hecho dio durará diecisiete días. Enton-
te concederá él y su cohorte la co-ces, ese título de Africano, que al
rona de grama, en recordación de par que con la herencia pasó a ti
la vida y de la salvación recibida a través de mi hijo, que te adoptó,
de tu seso y de tu valentía, hasta habrá sido ganado por el esfuerzo
el punto que Catón, hombre de in- de tu brazo y de tus armas. Enton-
genio, el más maligno y mordedor ces serás llamado Africano por tu
que exista, dirá de ti esta expresión
propio mérito, aun cuando no hu-
tan gráfica como célebre: Ese es el bieres entrado en nuestra familia.
único que sabe lo que se hace; los De regreso en Roma, en el consula-
demás que en Africa militan son do de C. Cornelio Léntulo y L. Mu-
puras sombras y nada más que som- mio Acaico, con general e indescrip-
bras, y ésa misma será la opinión tible júbilo serás recibido en un
gruesa que se tendrá de ti, de for- triunfo que afirmará y dará defini-
64€ JUAN I.UKS VIVES. OBRAS COMPLETAS. TOMO

Uva consistencia y robustez y segu- de Egipto, y serán víctimas de veja-


ra certidumbre al Imperio del pue- ciones Jonatás y otros judíos, alia-
blo romano. Con la destrucción y dos y amigos nuestros, llevadas al
asolamiento de Cartago no quedará senado las quejas que esos malos
potencia alguna que pueda oponer tratos van a provocar, serás enviado
obstáculo considerable a nuestras tú a aquellas regiones, con el confe-
armas, que invadirán la redondez sable pretexto de ver si con tu auto-
del mundo. Mares .y tierras ante nos- ridad arreglas esas diferencias de
otros se ensancharán; mares y tie- nuestros aliados, pero, en realidad,
rras nos obedecerán. Después de to- para que con tu gran tino político
do esto serás nombrado censor con y notoria sagacidad estudies qué
L. Mumio, que destruirá a Corinto. linaje de hombres es el que habita
Y aun cuando sea inevitable que ese aquellas tierras y reinos, si es gue-
tu colega te desagrade y se envilez- rrero o pacífico, armado o inerme,
ca a tus ojos hasta el punto de que sencillo o taimado y astuto, rico o
llegues a decir en pública asamblea pobre, poblado o escaso, para que.
que tú lo vas a hacer todo, al tiempo fácilmente, pueda conjeturarse con
de la censura, por la majestad del cuántas fuerzas y ejércitos puedan
pueblo romano, tanto si en aquella ser expugnadas aquellas gentes, y
función se te diere aquel colega agregadas a nuestro Imperio y a las
como si no se te diere simplemente, leyes romanas. Irás, a esa legación
tú, n© obstante, con alabanza y glo- acompañado de tu más estrecho ami-
ria grandes, desempeñarás la censu- go Panecio, con el cual conversas de
ra con aquel varón de ejemplar asuntos tan graves, a quien pide-
austeridad y llenarás el lustro que consejo aun cuando en manera al-
dure tu cometido con muy insignes guna lo necesitas, que te enseña filo-
dichos y hechos. sofía y todas las artes bellas y bue-
Una vez eliminado aquel pueblo, nas, y con el cual, en frase del poeta
el único que podía causar miedo a Ennio, compartes afable y corté-
nuestra República, nuestro senado y mente la gustosa mesa y la sabro-
nuestro pueblo, en su mente y en sa plática; a quien cuentas franca-
sus planes, invadirán el Imperio del mente lo grande y lo pequeño, y lo

mundo y no tendrán pensamientos puramente jocoso; en cuyo seno de-


que no fueren elevados y nobles: positarías todo lo bueno y lo malo que
cómo van a dar leyes verdadera- te aconteciere, y lo descubierto y lo
mente humanas a todas las gentes oculto, y todo placer, y todo gozo.
y naciones, cómo comunicarán a los Partirás asimismo acompañado de
pueblos bárbaros y feroces una sa- cinco esclavos para el servicio de
brosa y apacible convivencia social, tu cargo y de tu persona, y como
cómo congregará y unirá en un haz morirá uno de ellos, llamarás a otro
mediante el vínculo de una lengua el de tu casa, por no tener que com-
linaje humano disperso. Y a ti mis- prarle. Durante tu vida toda serás
mo se te enviará en calidad de
le- de una parsimonia tal. unida a una
gado al Egipto, a la Siria, al Asia tal gravedad, que nunca comprarás
y a la Grecia; pues porque Antíoco, nada ni venderás nada, ni ajenarás
el más joven, hijo de Alejandro, rey cosa, ni cantarás ni danzarás y de-
del Asia, hará guerra en Siria con- jaiás a tu heredero treinta libras
d^
tra Demetrio, y en esta guerra se plata y dos de oro.
implicará Ptolomeo Evergetes. rey Desempeñada la legación, hallarás
OBRAS FILOLÓGICAS. — VIGILIA AL MARGEN DEL «SUEÑO DE ESCIPIÓN» 641

a la República metida y engolfada años. Mas, por una admirable unani-


en una guerra grave y no muy hon- midad de la ciudad toda, que así lo
rosa. Los sedigenses (que es un pue- manifestará a una voz, otra vez se-
blo de España), escapados de las ma- rás exceptuado de las leyes para que,
nos de nuestros capitanes, se acoge- en funciones de cónsul con Cneo
rán a los numantinos, viejos consan- Fulvio Flaco, limpies la ignominia y
guíneos suyos, que son sus aliados. el vilipendio de la patria. Partido a
Está Numancia situada en los Ura- la guerra de España, tendrás más
cos, en una altura arriscada, no brava batalla con tus soldados que
desemejante, ni por sus moradores, con el enemigo y será tarea muy ar-
ni por sus defensas, de Esparta, ciu- dua restablecer entre ellos aquella
dad de Lacedemonia, sino que Es- disciplina militar, auténtica, roma-
parta es algún tanto mayor; pero na, por la cual nosotros llegamos a
en una y otra, sus hombres son domar tantos reyes, tantos pueblos
de una pasmosa reciedumbre; ni y tantas gentes. Pero no hay empresa
una ni otra tienen torres, ni una de la que no salgan vencedores tu
ni otra tienen muros. Esta ciudad, energía y tu consejo y demostrarás
así que hubiera acogido en su re- que la República romana está mejor
cinto a aquellos sedigenses que he asentada en la ciencia y en el tacto
dicho, enemigos del pueblo romano, de los caudillos que en la valentía
y les hubiere recibido en sus casas de los soldados. Con aquellas mis-
y les hubiere protegido y ayudado mas legiones derrotadas y puestas
con toda suerte de recursos y aun en fuga vergonzosa, y que anterior-
con las armas, bajo el mando de un mente no podían sostener, no ya las
tal Magara, vuestro pueblo le decla- armas, pero ni siquiera la voz y el
rará la guerra y por espacio de mu- terrible aspecto de los defensores de
chos años los nuestros pelearán allí Numancia, tú derrotarás a los nu-
de tal manera, que a la postre ten- mantinos y derrocarás e incendiarás
dremos que retirarnos fracasados aquella ciudad arisca que sostuvo un
con la más humillante e ignominiosa cerco de catorce años, defendida con
de las derrotas. El resultado será el más inaudito fanatismo por solos
(cosa que no me produce menos ho- cuatro mil hombres y conseguirás
rror que vergüenza) que treinta mil un segundo triunfo después del car-
de los nuestros serán derrotados y taginés, de una gente fierísima, que
puestos en fuga por cuatro mil nu- más que cualquiera otra infligió a
mantinos, que nos obligarán a una los romanos las derrotas más feas.
paz que será mancha duradera y bo- Ese segundo triunfo tuyo he dicho
rrón indeleble de nuestra República. que será de una gente, pues (cosa
Y esto no una vez sola ni con un que jamás aconteció antes, ni en lo
solo caudillo. En tan apurado trance sucesivo acontecerá jamás) entrarás
se recurrirá a ti como al predestina- contigo en la ciudad no más que un
do a eliminar los terrores de la Re- nombre, pero no ningún prisionero,
pública y a granjear la seguridad de ni oro, ni plata, labrados ni sin la-
tu patria, y contra tu voluntad se te brar, ni género alguno de botín, ni
impondrá a viva fuerza el segundo nada en absoluto más que el simu-
consulado, aun cuando te excuses lacro vano de la heroica ciudad ven-
con la ley Anal, que prohibe que un cida.
mismo hombre acepte una misma Y será tan grande la reverencia
función, si no hubieren pasado diez que tu majestad infundirá en tus
LUIS VIVES. 1 21
642 JUAN LUIS VIVES. OBRj\S COMPLETAS. TOMO I

soldados y tan eficaz el ejemplo de i en la guerra de España y compro-


tu continencia, que se contentarán barás su muerte con aquel verso ie
con la distribución de seis mil pesos
I

Homero: ¡Oh, si pereciera y cual-


después de la victoria verificada en- quier otro se ilustrara con hazañas
tre todos ellos. Y no es cosa de ma- como las suyas! (1).
ravilla, puesto que te verán antes a Reservada te está una pugna con
ti, su jefe, que recibiendo del mu- tu subordinado militar Cayo el me-
chacho Antíoco, rey de Siria, agasa- nor, mozo activo, valiente, hombre
jos y dádivas, no las ocultaste como de partido, más vehemente y más
acostumbraban hacer los otros jefes, apasionado que su hermano. Cayo
sino que las hiciste constar en las Papirio Carbón, el colega de ese Ca-
tablas públicas, con la promesa de yo en el triunvirato, presentará un
galardonar con ellos a los soldados proyecto de ley en el sentido de que
que se distinguieran. el pueblo pueda nombrar de nuevo
Este será el finde tus milicias. En al mismo tribuno todas las veces que
lo sucesivo, tu edad y las convenien- le pluguiere. Tú combatirás ese pro-
cias de la República reclamarán tus yecto con un parlamento muy grave
servicios exclusivamente para la y concienzudo. Tú, por persuasión y
ciudad. consejo de Cayo Graco, el tribuno,
De los doce hijos que Cornelia, hombre del pueblo, revolvedor, muy
mi hija, espejo de probidad y de elocuente, para azuzar contra ti una
virtud, engendrará de aquel Tiberio animosidad encarnizada, te pedirá:
Graco, que fué dos veces cónsul y «¿Qué piensas del asesinato de Tibe-
mereció dos triunfos, y fué censor, rio Graco?» Tú responderás que es-
aquellos dos de los varones, que so- timas que fué asesinado con razón.
brevivirán, olvidados de la virtud y Entonces, a su fiero discurso toni-
de la gloria de su padre y mías, con truante de barrumbadas y alhara-
todo y que pudieron ser así, por la cas, como ningún otro de los suyos,
nobleza y autoridad de su linaje, tú le atajarás y sosegarás con la se-
como por su elocuencia y buenas ar- renidad de tu semblante y la autori-
tes y despejo natural en que estu- dad de tu voz. Pero aquella palabra
vieron imbuidos y de que estuvieron y juicio tuyo acerca de la muerte de
dotados, grandes e ilustres en la Re- Tiberio Graco calará en el pecho de
pública, y aumentar con sus hechos Cayo Graco, de Carbón, de Fulvio,
personales el esplendor heredado de de Sempronia, tu mujer, hermana de
sus mayores, prefirieron aureolarse los Gracos y de otros afines más pro-
con una nefasta popularidad, po- fundamente de lo que alguno pueda
niendo su afán en alborotar y per- sospechar.
turbar la quietud de la República Después de todo esto que digo, Ca-
con los proyectos de las leyes agrá yo Graco, siguiendo las pisadas de
rias que en nuestra ciudad siempre su hermano Tiberio, y vivificando
han sido y siempre serán ocasión con sus restos mortales sus pasiones,
de grandes disturbios y calamida- defenderá aquella famosa ley agra-
des. ria promulgada por la vieja ley Lici-
Por cierto que el mayor de ellos, nia acerca de la posesión de quinien-
Tiberio, será asesinado en el Capito- tas yugadas de tierra, de cien cabezas
lio para bien de la República por el de ganado mayor y de quinientas de
agnato de nuestra familia Escipión
Nasica, pontífice máximo, estando tú (1) Odisea, I, vers. 47
OBRAS FILOLÓGICAS. VIGILIA AL MARGEN DEL «SUEÑO DE ESCIPIÓN» 643

ganado menor, dada antiguamente tal manera ordenada y dispuesta la


por Licinio Estolón con la adición colocación de los astros, por lo que
de un capítulo, a saber: que los toca al discurso de tu vida, que
campos poseídos injustamente has- cuando hubiere visto consumar sie-
ta aquella fecha, juntamente con te veces por ocho aquellas evolu-
sus frutos, fuesen restituidos a sus ciones del sol que vosotros llamáis
verdaderos y legítimos dueños, que años, paréceme que entonces ten-
su hermano, algunos años antes, drás ya lleno el número que los ha-
sostu\o con tozudez y ahinco; esta dos te asignaron. Estos dos núme-
ley agraria, digo, será defendida con ros, siete y ocho, multiplicados por
tal entusiasmo que ese hombre, con sí mismos, completan la edad del
Placo y con Carbón, todo lo revol- varón grande, sabio y fuerte que
verá y revolucionará en casa y fue- sirvió a la República con suma
ra de ella y se empeñará en enten- equidad, entereza y gloria. Ambos
der y juzgar con sus colegas contra números son llenos y absolutos, no
todo derecho y toda bondad y toda por una misma razón los dos, sino'
eouidad en las causas agrarias por su razón propia cada uno. El
¿Quién será capaz de enumerar número ocho trae consigo aquella
quién tendrá brío suficiente para solidez maciza de los cubos, sin nin-
soportar todas las asonadas y los guna vaciedad, sin ningún afeite ni
alborotos y los bullicios fieros que adobo, que se muestra tal cual es
acarreará a la ciudad aquella tem- directamente, sencillamente, clara-
pestad extemporánea? ¿Qué borras- mente, sin ficción, sin fraude, sin
cas no sacudirán y zarandearán, no astucia, sin impostura, cual convie-
solamente a nuestro pueblo, sino a ne que sea en la República el buen
toda la Italia y casi a todas las gen- príncipe, que no tiene una cosa en
tes y naciones? Tú, Escipión, en el los labios y otra, disimulada, en el
desmandamiento de ese oleaje; tú, corazón. Su pecho debe ser más
en elhervor de esta procela, mani- franco y más blanco, como aquellas
fiesta a nuestra patria qué gran ti- togas Cándidas (de ahí viene el
monel eres y cuánta sea tu pericia nombre de candidatura) que nos-
en el gobierno de esa nave engolfa- otros acostumbramos pedir en los
da en la tempestad, pues en ti solo comicios. Este color nos avisa, si
y en tu sabiduría, y en tu talento, es que tenemos un adarme de sen-
y en tu consejo pondrán todos sus sibilidad y vergüenza, cuál debe ser
ojos como en una estrella bienhe- nuestro interior. Allende de esto, en
chora. Si eres el piloto tú, como el número ocho, está contenida
aquella Cinosura o aquella Hélice, aquella primera y más equitativa
todos esperarán que parará en bien distribución de la justicia, de forma
esa navegación y que evitarán esa que sus frutos y ventajas se distri-
furia del mar y esos asaltos aira- buyan por todas las partes de la
dos; a ti acudirán como a la salva- ciudad; pues el ocho se descompo-
ción, como al puerto, como al ara ne en dos cuatros y éstos en aqué-
única de refugio, no menos auxilia- llos puntos indivisibles de la unidad
dora que aquellos Dioscuros, hijos que no rehusaría entregarse a los
de Tíndaro, y en tu seno y en tu otros, o, si su naturaleza se lo con-
fe se echará desalada y confiada to- sintiera, serían tales que o lo pe-
da la República. dirían o lo tomarían, si a mano lo
Mas yo veo desde este lugar de tuvieran. Esta es la causa por la
644 JUAN LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. TOMO I

cual este número, para los pitagó- biduría, cosa que tendrá su realiza-
ricos, es el número de la justicia. ción cuando cumplieres el quincua-
El número septenario está lleno gésimo sexto año de tu vida en el
de misterios admirables. ¿A quién consulado de Sempronio Tuditano y
no maravillará el hecho de que la de Aquilio, la posición de ciertos as-
perfecta plenitud de nuestros cuer- tros denuncia que tu vida tendrá
pos toda está contenida en septena- fin violenta y acerbamente. Habrá
rios? En el crecimiento dentro del entonces en el cielo, no menos que
claustro materno, en las costumbres en nuestra ciudad, pugnas entre los
y genio de las edades, en los órga- astros, *y entre los hados habrá di-
nos de los sentidos, de la cabeza, sensiones, de lo cual dará testimo-
en ambos oídos, en ambos ojos, en nio a la tierra aquel doblado sol que
ambos conductos de la nariz, en la aquel mismo año mostrarse ha a los
boca única, todo lo cual, no sin ra- mortales.
zón, puede parecer que procede de No hablo yo ahora de aquellos ha-
los siete planetas y de las alternati- dos que están en la mente y en la
vas de la propia luna, todas las cua- previsión del gobernador soberano
les están comprendidas en una se- de todo este universo mundo, quien,
tena de días. Pero, acaso, todo esto por determinadas causas que se ex-
no se ajusta de tal manera al pro- plican unas por otras, está en pose-
pósito actual como aquello de que sión de la verdad eterna. Estos ha-
este número que llaman eptas los dos, que no son menos desconocidos
griegos está consagrado a Minerva, de nosotros, que ya estamos estable-
es decir, a la fortaleza y la sabidu- cidos definitivamente en la sobera-
ría, virtudes que los mortales vie- na felicidad de esta alma región lu-
ron cifradas en Minerva; pues es ciente y en el conocimiento mas
el único número más bajo del diez amplio y cierto de muchas y muy
que no es engendrado por ningún grandes cosas, que no son cono ;i-
otro, sino por la mónada, ni él, a su das de vosotros, que moráis en esta
vez, engendra a ningún otro, pues baja y ciega región de tinieblas
quiere la fábula que la misma Pa- terrenales. Estos hados no los pue-
las sea virgen, engendrada en el de evitar ley alguna ni puede mu-
cerebro del solo Júpiter, dios único, darlos una tilde. Mas en aquellos
príncipe soberano de todas las co- otros hados a que me refiero exis-
sas. Añádese a esto que te cierta ambigüedad y se bifurca
se compone
de dos números, el dudosamente su camino. Hijos del
ternario y el
cuaternario, número hembra éste y cielo, son de una constitución tal,
número macho aquél. Cierto es que que aun cuando sea cosa difícil, pue
Minerva fué considerada y llamada den evitarse por algún procedimien-
virgen es la misma virilidad y for- to. Por esto, hablando en rigor, no
;

taleza, templadas y dulcificadas por debieran llamarse hados, así, cate-


el consejo, por la razón, por la sa- góricamente, sino especie de hados,
biduría, pues de todas estas cosas pues de hados no tienen más que
dicen ser Minerva la patrona los ciertos visos y apariencias.
que estudian letras de humanida- De esta clase son los hados que
des. en aquel tiempo amagan con que
Llegado,pues, tú a la cumbre saldrás de esta vida. Pero así como
misma de probidad, de la justicia,
la en nuestra ciudad, por la interven-
de la virtud, de la fortaleza y la sa- ción y por esa voz única del tribuno
OBRAS FILOLÓGICAS. VIGILIA AL MARGEN DEL «SUEÑO DE ESCIPIÓN» 645

del pueblo: Yo pongo mi veto, que- críticos, y que cesó después de aque-
dan derogados los proyectos, y se lla guerra púnica que yo llevé a
pone estorbo a las leyes y se intro- feliz suceso final. Esa Dictadura,
duce confusión en los senadocon- restablecida, recaerá en ti para que
sultos y queda retirado todo lo que tu increíble y eficiente actividad y
estaba establecido; así también en virtud, ayudada del poder supremo,
aquella república del cielo, el pro- detengan y sostengan esa República
pósito y el consejo firmes de mu- tambaleante y a punto de caer al
chos astros por la interferencia o, suelo, curen sus heridas y sus acha-
digamos, entremetimiento de un lu- ques y, una vez restablecida y vi-
cero pequeñito, quedan desvanecidos gorizada, la vuelvan a aquella situa-
luego al punto. Entre tanto, aquel ción primera de dignidad y de quie-
Supremo Dictador del mundo man- tud, y en ella la corroboren y con-
da que se haga de manera diferente firmen, siempre que puedas evitar
de la que determinaron otros fun- las manos y las celadas de C. Car-
cionarios menores, y esta resolución bón, de C. Graco, de Sempronia, tu
suya es el hado inflexible, la ley de mujer, y de los demás consanguí-
los restantes hados. Y si por algún neos y afines a quienes exacerbará
beneficio y benevolencia singular e indignará más y más tu juicio so-
para con nuestra República, bien bre la muerte de Tiberio Graco.»
de los astros, bien del Dios óptimo y ¿Qué es esta exclamación, mi que-
supremo, aquellos hados entran en rido Lelio? ¿Por qué suspirasteis,
aquel camino que presagia tu acaba- Manilio y Pilo y los otros? ¿Qué es
miento y tu muerte física, sino en esto, Tuberón? Mucio, ¿qué es esto?
otro más apacible y benigno, enton- ¿Teméis para mí aquellos acechos y
ces la salvación y la vida de toda os pesa de que yo, en un momento
nuestra ciudad quedarán centradas tan desventurado de la República,
en ti solo, y sólo a ti y a tu soco- me asome a una vida que estará pa-
rro acudirán suplicantes el senado ra mí cuajada de peligros? ¿O es
y el pueblo romano, y hacia ti y tu que con mejor acuerdo no os con-
nombre, y tu autoridad, y tu con- gratuláis de que, por fin, gracias a
sejo, y tu virtud, el senado todo, to- mi abnegación y a mi tacto, sea
dos los buenos, todos los vejados y mejor y no tan agrio ni triste el
atropellados por las leyes de Sem- perfil de la República? Pero vos-
pronio, y todos los pueblos latinos otros, ambos a dos, no me desper-
y todos los pueblos aliados que iban téis con vuestro ruido y con vues-
a sentir el apremio y el agobio de tros gritos de ese sueño sabroso.
nuevas colonias y todo nuestro Im- Dejadme que sueñe un poco más.
perio, en fin, volverán sus ojos, pues Oíd ya lo que me queda por decir,
no quedará resquicio para la espe- pues sigue hablando el mismo Afri-
ranza si tú no les trajeres socorro cano, y a esto vino; y porque yo
y salud y no fueres para todos co- os lo refiera a vosotros, me volví a
mo una divinidad propicia y prós- -sumir en un sueño más profundo.
pera. ¿Por qué he de recordar la mu-
Ahora, por no gastar exceso de chedumbre de males que Tiberio
palabras, se resucitará el recuerdo Graco ocasionó a la República? Cuán
de la Dictadura, institución ésta que grande destrucción maquinaba, no
se introdujo en circunstancias gra- huelgo de decirla, pues no quiero
ves y difíciles y en momentos muy desatar y renovar las mal vendadas
646 JUAN LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. TOMO I

heridas. Vacilando los cónsules y las reduce a la nada en exiguo nú-


mirando con mayor irresolución de mero de días. Sucede muy al re-
lo que importaba por el bien de la vés de lo que piensa la vanidad del
República, Escipión Nasica, simple pueblo. A todos aquellos que en
senador, mientras los padres esta- trances críticos salvaron sus patrias
ban reunidos en el capitolio, acabó respectivas y las detuvieron en el
con aquella plaga ambulante. ¿Cuál despeñadero de su ruina o en su in-
fué. me preguntabas, Lelio, por los digencia y apuros la ayudaron con
dioses inmortales, el galardón de su fortuna, con su dignidad, con su
esa brava gesta, con la cual vinculó justicia, con su paz, con la bondad
a su persona para siempre jamás a de sus leyes y de sus ordenanzas, a
esa República y mereció bien de to- todos éstos, digo, está reservado un
da la posteridad? Un odio del pue- galardón infalible que no son preci-
blo, indignante; una legación libre, samente las estatuas levantadas en
en virtud de la cual se fué al Asia sitios urbanos concurridos con el elo-
para aliviarse de la presencia de gio oficial del senado, sino que tie-
sus ingratos conciudadanos. Xo ten- nen un lugar cierto y fijo en este
drá la ciudad nueve palmos de tie- cielo, en el cual, lejos de cualquiera
rra para la sepultura de ese gran- veleidad de la suerte, vivirán bien-
de hombre que hizo que en un mo- aventurados, no por algunos años,
mento dado no quedasen sepultadas, sino por edades imperecederas, con
a una, la libertad y la misma Repú- alegría suma e inalterable. El Prín-
blica. ¿Qué provecho reporta el ha- cipe soberano del mundo, único Pa-
cer bien, si premio de las fechorías dre todopoderoso, en primer lugar
son las riquezas y los honores, y de los otros espíritus, que vienen a
de las obras meritorias lo son la ser como dioses menores, y luego
descalificación, el destierro, la mise- del cielo y de los hombres y de ese
ria? ¿No es esto así? universo mundo que vemos, con su
Oíd al Africano, al gran maestro: voluntad y con aquellos sus eternos
«Para que te muestres más diligen- mandamientos, regula y gobierna
te y activo en la defensa y en la tu- esa ciudad del mundo, y no hay en
tela de la República y no te desmo- toda esa universidad de los seres
ralice y te descorazone el caso de cesa tan pequeña y baladí de quien
Nasica, has de saber que ni esas él no tenga cuidado. A esa divina
vuestras estatuas, ni esas magistra- mente, y razón, y ley, y voluntad
turas políticas, ni esos honores, ni obedecen tierras, mares, vientos, cie-
esas posesiones, ni esas riquezas, ni los, espíritus, hombres, seres ani-
esas opulencias son la paga de la mados e inanimados; todo, en fin,
virtud y de las obras meritorias. Así le obedece. Su templo es ese uni-
lo piensan los que sólo atienden a verso por su propia naturaleza, no
esta vida momentánea y no ponen en virtud de auspicio ni de seme-
su pensamiento en esta duradera janza alguna. Por esto es que tie-
por perpetuas eternidades. Todas, nen el deber santa y religiosamente,
aquellas otras cosas son fofas y ca- con rito y costumbre de sacerdotes
ducas, y el solo embate de la gue- todos aquellos que entran en él. En
rra, del incendio, de la inundación, todo él está Dios, que lo llena todo,
del viento, un soplo sólo las descua- y en él es adorado y reverenciado.
ja y las desaparece ; y si no, unos No hay en la tierra cosa para El tan
pocos años, bastan a disolverlas y aplacible y grata como que los hom-
OBRAS FILOLÓGICAS. VIGILIA AL MARGEN DEL «SUEÑO DE ESCIPIÓN» 647

bres, que son progenie suya, imiten cuanto más luenga fuese la lejanía.»
hasta el límite de lo hacedero la vir- Habiendo dicho esto, aun cuando
tud y el consejo del Padre, deri- estaba profundamente impresiona-
vando hacia sí alguna porción de do, no por temor de la muerte, de
aquella ley eterna y de su manera cuyo desprecio tantas veces di ga-
y sistema de gobernar la Repúbli- llardas pruebas, sino porque no po-
ca; que concierten entre sí asocia- día resignarme a que fuesen preci-
ciones y agrupaciones, y que las samente los míos quienes me pusie-
amplíen y que las unan con el ran celadas, y porque me escocía
vínculo de la justicia que hace bue- que abrigasen proyectos tan mal-
na toda sociedad y la comunica es- vados producíame verdadero espan-
tabilidad y firmeza. Estas agrupa- to que a la República se le diese tan
ciones llámanse ciudades, formadas mal ejemplo. No podía oír con cal-
y organizadas a ejemplo de esta ciu- ma esa hazañosa impiedad, aunqua
dad divina que nosotros habitamos. ni yo la concibiera ni contra mí hu-
Y es cosa de maravilla cómo nues- biera de ser concebida. Con todo,
tro Príncipe pone en ellas sus ojos me vino a las mientes el recuerdo
complacidos. Ellas son, al fin, las de mi padre, que me engendró, y le
que quedan, si no inmortales, al pregunté si él, si Paulo, su padre
menos de incalculable permanencia. y todos los otros a quienes nosotros
Aquellos que con tanta justicia decimos muertos, vivían o no.
las rigen y conservan van, no a — — —
Pregunta di jome más aína si
los infiernos, como
fingieron los poe- vosotros vivís. Quienes vivimos so-
tas en su delirio y como sostiene el mos nosotros, que estamos sueltos y
pueblo, gran maestro del error, sino libres de aquellas tinieblas, de aque-
que vuelan acá, es decir, a su domi- lla cárcel, de la continuada muerte
cilio natural y a su patria auténti- del cuerpo. Vosotros no podéis lla-
ca, de la cual fueron derribados a la maros muertos en absoluto, pero
tierra como a un exilio. Celestial es tampoco vivos totalmente; ocupáis
el origen de nuestras almas; no de un puesto equidistante entre los
la tierra, que aquel divino Procrea- muertos y los vivos. ¿Piensas que os
dor del mundo engendró de su men- quita poco de la vida verdadera esa
te y de su divinidad. Por esto es mu- cargosa pesadumbre de vuestro
cho más conforme con la equidad cuerpo? No lo podéis saber vosotros,
que los buenos con gozo inmenso que estáis tan sujetos a su opresión,
vuelvan a su origen y al lugar de que os quita el sentido de la reali-
su procedencia, como del ostracis- dad. Sabérnoslo nosotros, que nos
mo a la patria, que no que estén desprendimos de aquella carga y que
confinados y como hacinados en país tenemos de las cosas una percep-
ajeno, sumamente apartado del su- ción más aguda, más libre, más cer-
yo propio; quiero decir que sean tera. ¿Y qué? ¿No ves cómo viene
relegados muy
lejos y en un gran- a ti tu padre Emilio Paulo?
de apartamiento de su patria. Este Por vuestra fe, ¡oh dioses!, así que
alejamiento no sería posible sino hube visto, ¡cómo lloré por afectos
con muy dolorosa añoranza y con
,
encontrados! Contemplaba al gran
muy aguda soledad, pues siendo el hombre que me engendró, que me
gusto mayor cuanto más a esa pa- había amado con un amor tan único,
tria suya se aproximan, no cabe que me había educado con tanta pu-
duda que la tristeza será mayor reza y virtud; contemplaba a aquél
648 JUAN LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. TOMO I

héroe, el más fuerte y de mayor y te, padre mío, pues ello fuera rom-
más elevado espíritu que haya teni- per la disciplina militar, traicionar
do en ningún tiempo la República, el ejército y a la patria.
que me fué padre, ayo, jefe, maes- — ¡Bravo, hijo mío! —
me respon-
tro, que me llevaba siempre en las dió, todo alborozado —
Asimismo
.

niñas de los ojos. ¿Con qué trans- Dios, Caudillo universal, señaló a
portes de amor y con qué extremos cada una de las criaturas sus pro-
de gozo pensáis que me abrazó y pias misiones, recias en verdad,
me besó? pues toda vuestra vida es una pesa-
— —
¿Por qué lloras me dijo — Pu-
, da milicia, pero necesarias y que no
blio mío, dulce manojo de mis en- pueden abandonarse sin considera-
trañas? ¿Acaso porque estoy muer- ble peligro. Están los hombres cons-
to? ¡Pero tú me ves vivo! tituidos por dos principios diversos,
Refrené como pude mis sollozos y por eso mismo contrarios; a sa-
y mi llanto, que no enronquecían y ber: el alma y el cuerpo. Uno de
quebraban solamente mi voz, sino estos dos principios, el alma, está
que trastornaban mi razón y mi emparentada con la mente, la natu-
mente de tal modo que ni podía ha- raleza, el ingenio de los astros, cuya
blar ni sabía qué decir. Entonces forma, aun cuando esa exterior que
dije a mi padre: vosotros veis, como también la ce-
— Yo me congratulo en extremo leste, es cóncava, con todo, esa ex-
contigo, ¡ oh el más santo y me- terior es hinchada y tiene forma de
jor de los padres!, por esa vida pos- globo, que es su configuración y
tuma y por esa bienaventuranza de apariencia de que decimos estar do-
que disfrutas, y quisiera estar con- tados el cielo y esas eternales lum-
tigo perpetuamente, pues no puedo bres que vosotros llamáis astros y
ya soportar más la soledad que de luceros, dos nombres, de los cuales
ti siento. Por eso querría muy lue- el primero es más comprensivo y
go venir a vosotros, así para vivir más capaz que éste; pues cada uno
contigo, padre mío, y con mi abue- de los luceros es un astro; mas ca-
lo Escipión y con nuestros antepa- da uno de los signos celestes no es
sados, como también porque, como lucero, sino que es un astro, que
poco ha le oí decir, sola esta nues- Dios, aquel habilísimo Creador del
tra vida es la verdadera vida. mundo, creó de la más pura por-
Fácil me será dar con la muerte, ción del éter, que no tiene mezcla
que es, según creo, el camino por alguna de cosa ajena o adventicia y
donde se viene acá, a vosotros. es cálido y brillante y su fuego es
— Es cierto, la muerte es el cami- saludable y vital consorte de la
no; pero no aquella muerte violenta mente y de la divinidad.
y deliberada que a ti mismo te infli- Y así es que, como los astros no
gieres, sino aquella otra mediante la cesan de brillar y de moverse y de
cual aquel soberano Señor, que to- vivir perpetuamente, y no se extin-
do lo gobierna y lo regula, te llama- guen ni agonizan, así también nues-
re a su seno. Si Lúculo, que es tu tra alma no está quieta nunca, sino
jefe, te colocara en un puesto de que de día y de noche, así esté des-
guardia o en una atalaya o en cual- pierto el cuerpo, así esté dormido,
quiera otra posición, ¿te atreverías ella, a la continua, piensa, medita,
a abandonarla sin licencia suya. maquina, hace aigo y no requiere
— No fué esto lo que me enseñas- aquellas interferencias y alternati-
OBRAS FILOLÓGICAS. VIGILIA AL MARGEN DEL «SUEÑO DE ESCIPIÓN» 649

vas de labor y de descanso, puesto creta o como soldados como para


que no ha menester descanso quien guardar y mantener una posición
de la vida hizo una actividad cons- de interés militar, o como esclavos
tante y cuyo sostén y mantenimien- echados a empujones en el encierro
to son el movimiento y la laboriosi- de una ergástula, es fuerza que se
dad. La cesación sería su muerte. mantengan en aquel puesto, que no
Pero no cesará nunca ni se extin- debe abandonarse a voluntad. No
guirá su existencia, y durará tanto es lícita la fuga ni el hundimiento
tiempo como la estirpe de los as- de la puerta ferrada ni la ruptura
tros, de la cual procede; vivirá y de esposas y de cepos. Has de es-
tendrá robusta vigencia, y con aque- perar que el superior legítimo te
lla su conocida celeridad consumará reclame o te suelte o te licencie, no
sus carreras y sus rotaciones, que, sea que, como legado que no des-
sin duda, no van a tener fin. empeñó su legacía o como soldado
El otro principio o parte del hom- que abandonó su puesto o como de-
bre, de muy diferente naturaleza y sertor cobarde, que es la manera
de características muy distintas, es más fea de eludirse, tengas que ex-
pesado, molesto, perezoso, tardío, piar atroces suplicios, y de aquel lu-
tomado de y muy semejan-
la tierra gar que ruinmente abandonaste o
dé donde se tomó, que
te a la tierra rehuíste o evitaste seas empujado
perece tantas veces y tantas veces (¡ominoso agüero que aleje el Due-
resurge, que tantas veces se ilumi- ño del mundo!) a otro más desapa-
na y se enlobreguece tantas veces, cible, donde apures para siempre ja-
que es una mazmorra auténtica, que más las penas merecidas por tu co-
es una atadura que rodea y aprisiona bardía criminal, y mientras buscas
nuestros espíritus. Estos espíritus la vida mediante la voluntaria muer-
se deslizaron del cielo a la tierra te del cuerpo, vayas a parar en otra
con la misión específica, por el pla- muerte del alma misma, aun cuan-
zo de permanencia que a cada uno do sea inmortal. El suplicio eterno
está señalado en este bajo suelo, de en el infierno, ¿no te parece una
que, a las órdenes de aquel Señor y muerte asaz efectiva del alma?
Autor de la creación toda, hermo- Y siendo esto así, deja, Publio
seen y protejan esa misma tierra y mío, de pensar en aquel camino que
no consientan que la afrenten la de- no conduce al concilio de los dioses,
jadez y el moho. Esa tierra está co- sino que precipita a quien toma
locada en el mismo centro de esa aquella vereda a un lugar de tinie-
ciudad común de los hombres y de blas tétrico, lóbrego, donde todo ho-
los dioses que es el universo mun- rror y toda calamidad tienen su
do o templo, por hablar con más asiento. Manténte en el sitio que
propiedad, pues en él todo es sagra- Dios te señaló. No hagas nada con
do. Así que el fuego de vuestros rebeldía ni con apatía ni con des-
espíritus, que es una chispa des- cuido, sino con la mejor buena fe y
prendida del fuego celeste, conser- la industria más diligente; cumple
va, alimenta, acrecienta, sustenta el deber que se te señaló. Y, entre
vuestros cuerpos y les dota de vida tanto, mientras andas en la tierra,
y de sensibilidad. ejercítate en la justicia, que es el
Ora nuestros espíritus hayan sido lazo y el nudo de la sociedad huma-
enviados a nuestros cuerpos, como na. En esa eximia virtud tiene su
embajadores con alguna misión con- base y su consistencia toda la Repú-
650 JUAN LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. TOMO I

blica. Ella fué la que enseñó a los porque por su patriotismo estaban
mortales la disciplina de la vida. Y destinados a la invidencia de la For-
después de la justicia, ejercítate en tuna, ¿qué necesidad hay de encare-
la piedad, que es su parte principal cerla si la sabéis tan bien como yo
y es su amiga y compañera indiso- tú mismo, el senado todo y aun
luble; la cual sí tiene que ser gran- nuestro pueblo? Con estas virtudes
de para con padres y
los los deudos tu abuelo, con estas virtudes yo, con
y los amigos, para con la patria, estas virtudes otros, de las demás
tiene que ser máxima. La patria gentes y pueblos muchísimos, y del
abarca y abraza los padres, los ami- pueblo romano innumerables, vol-
gos, la totalidad de los ciudada- vimos a ese nuestro domicilio de
nos, y no sólo los que existen en el donde habíamos salido con tanta
tiempo presente, sino también a los dignidad.
venideros. La caridad para con la Esta es la senda única, no los
patria comprende todas las carida- honores, no las riquezas, no los
des y todas las piedades. Por esto es aplausos huecos, no la soberbia y el
que entre aquellos recios romanos fausto, por donde se camina al alto
viejos los hubo que por la patria asiento de la inmortalidad ocupado
mataron a sus hijos, y otros, con ju- por aquellos que luego de haber pa-
ramento inflexible, se sacrificaron sado con toda inocencia y bondad
por ella. Imítales tú a esos varones por esta vuestra vida, viven aquí
ejemplares en el amor de la patria en verdadera bienaventuranza y mo-
y en toda otra obra de justicia, si ran en aquel círculo que ves, en
bien no te es preciso salir de tu resplandores apoteósicos, en el con-
propia casa para buscar dechados a cierto de los astros y de los luceros
quien emular, pues a barrisco tie- celestes. Este círculo que está cua-
nes ejemplos domésticos. Sabes jado de lumbres y se señala por su
cuánta fué la austeridad, cuánta fué claridad por encima de todos los
la equidad y cuánta la templanza de otros, no con la mente sola y el pen-
ánimo de ese abuelo tuyo que pre- samiento se puede abarcar y com-
firió desterrarse espontáneamente prender como los parhelios, como el
en Literno a producir trastornos y Zodíaco, como el Horizonte, sino
alborotos en su patria. Lo que hice que también lo perciben y notan los
yo, hijo mío, lo sabes tú, que de ojos corporales. La anchura de este
ello fuiste testigo. Luego de haber círculo que comienza en aquella
enriquecido la ciudad y el Erario constelación que vosotros llamáis
con el cuantioso botín de Macedo- Casiopea y llega hasta la cola de
nia, tras el vencimiento del persa, aquella otra a quien dais el nombre
hasta tal punto que desde aquella de Escorpión, y que muchos opinan
fecha cesó de pagarse el tributo, que su longitud rodea solamente
¿qué introduje yo en nuestra casa desde el círculo boreal hasta los tér-
y en nuestros penates sino el re- minos australes, en realidad circuye
nombre y la gloria? Del inventario y ciñe todo el cielo. Con todo, para
de todos mis bienes a duras penas vosotros no está suficientemente vi-
se pudo reunir la suma suficiente sible, porque está muy distante de
para devolver su dote a mi esposa. los parajes que vosotros habitáis,
La magnánima resignación con que cuando penetra en las regiones aus-
sobrellevé la muerte de tus dos her- trales y boreales que los griegos lla-
manos, acaecida dentro de siete días man galaxia y círculo lácteo los la-
OBRAS FILOLÓGICAS. VIGILIA AL MARGEN DEL «SUEÑO DE ESCIPIÓN» 651

tinos, de un brillo mate muy pare- de Anaxágoras y de Demócrito di-


cido a la leche. Aquella gente grie- cen tener resplandor y centelleo
ga, según su genio y su costumbre, aquellos astros que el Sol ilumina
porque no quede cosa que no esté con su lumbre. Mas aquellos que no
manchada y afeada por fábulas, lo tienen consiguen este como res-
imaginaron que Juno, sin que su- plandor opaco y esa blancura mate
piesen quién era, dió su leche al de la leche que es la que más se
niño Mercurio. Luego al punto, sa- aproxima a la de los luceros. Por es-
biéndole nacido de Mayo, sustra- to es que a aquella extensión del
yéndole la teta con instantánea re- cielo que el Sol no alumbra, por la
pulsión, se le vertieron entre los interposición de la sombra de la tie-
astros copiosos chorros y quedó en rra, la vemos nosotros de noche con
el cielo aquel vestigio que vosotros esa vaga lumbre láctea. Cómo es
contempláis en las noches serenas. ello posible, yo no me lo acabo de
Otros atribuyeron esta conseja, no explicar. Quizá sea porque la som-
a Mercurio, sino a Hércules, quien, bra de la tierra no se extiende más
chupando con avidez la teta de Ju- allá del planeta Mercurio; quizá
no, su madrastra, como su boca chi- porque, cambiado el sitio del Sol, es
quita no pudiese recoger todo su fuerza que el círculo lácteo mude
raudal, se desperdició por el cielo también de postura. No son, pues,
tanta leche como es la que ahora estas causas que ellos adujeron las
vemos. Los hay que cuentan no sé que producen aquel halo lustroso
qué de Rea y de Júpiter. Todo esto como de leche, sino aquellas otras
creo yo que fué fantaseado para pa- que yo aduje, la extraordinaria, la
satiempo y regalo de las orejas ocio- hormigueante densidad, en aquel si-
sas. ¿Qué extraño es que esas fic- tio, de los luceros más pequeños.
ciones fuesen creadas por aquellos
cuyo único afán era servir la vani- Esto fué lo que él me dijo. Yo,
dad y la estolidez de la multitud, por mi cuenta, habiéndome consti-
cuando muchos filósofos, y aun de tuido en aquel lugar, empecé a mi-
los más graves, definieron aquel rar a mi alrededor y a contemplar
círculo con no demasiada precisión? uno por uno todos los cuerpos ce-
Los pitagóricos pensaron si sería lestes y la faz misma del mundo,
aquel camino al cual prendió fuego que desde aquel soberano observa-
Faetonte, hijo del Sol, en su caída torio me pareció, al fin, hermosísi-
descaminada. Comienzan por reco- mo. Juzgué que tuvieron razón los
nocer que todo ello es pura inven- griegos al darle el nombre de cos-
ción, indigna de filósofos tan gran- mos, que vale tanto como decir ade-
des. Nosotros, admitiendo en su fa- rezado y ataviado, y nosotros el de
vor ser verdadera toda aquella fá- mundo, que equivale a aseado, ali-
bula de Faetonte, si el carro del ñado, puro. No había obstáculo que
Sol pudo incendiar en tal grado estorbase mi vista, ni montaña, ni
aquel trayecto de su carrera loca, arboleda, ni bosque, ni niebla o ca-
por donde anduvo sin gobierno, lígine; ni aun la tierra misma, que
¿por qué aquella órbita que el Sol con su pequeñez no constituía es-
recorre ininterrumpidamente por torbo para que yo, desde aquel mi*
los doce signos del Zodíaco, por qué radero glorioso, volviera mi vista
no está mucho más abrasada y mu- hacia el vértice austral; todo esta-
cho más calcinada? Los seguidores ba ante mis ojos, abierto y franco.
652 JUAN LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. TOMO I

Así que vi aquellas estrellas que, puede habitar si no estuviere pre-


fijas en el hemisferio inferior, no viamente iniciado en los sagrados
pueden ser vistas por nosotros des- misterios de la conciencia recta y
de la tierra, y aun aquellas otras noble y desdeñosa de todas aquellas
que, puestas en el hemisferio supe- vilezas? Aquí todo es sacro. ¿Y tú
rior, no puede columbrar nuestra tienes ojos para aquellas profanida-
visión obtusa, siendo así que ellas, des? ¿Y tú les tienes afición? ¿Ño
que nosotros calculamos ser pequeñí- te hiciste cargo, por ventura, de
simas, son de una magnitud y volu- qué elementos está constituido ese
men increíbles. ¿Quién hubiera sos- santo domicilio del mundo y ese
pechado jamás que la más chica de templo formado por toda la crea-
aquellas estrellas es mayor que esa ción que llena Dios, que es su padre
tierra nuestra poblada por tantas gen- y su dueño, y en el cual se le rinde
tes y por tantos pueblos 9 Así vi que culto asiduo y sempiterno? Ve aquí
era desde aquella aialaya, y como cómo la universalidad, formando un
en muchos otros puntos de su cuerpo único, está compuesta y tra-
doctrina, también en éste falla, a bada de nueve orbes, o, por mejor
mi entender, Epicuro, que quiso que decir, de nueve esferas o globos,
el sol y las estrellas no fuesen mu- pues tal nombre recibe en latín esta
cho mayores de lo que parecen. Y forma redonda, como la que más les
la tierra misma, muy estrecha y re- hermosea y conviene, pues ella es
ducida a tal punto que me pesó y la única que contiene todas las figu-
me causó vergüenza que yo, que ras, sin asperezas, sin esquinas, sin
nuestros mayores, que nosotros mis- aristas, sin hendiduras, sin salien-
mos, por un pellizco de esa tie- tes. Con otra configuración no le
rra tan angosta y tan vil, suscitá- fuera fácil conservar esta unifor-
*

ramos tantas guerras y tantas re- midad del movimiento y esta cons-
vueltas y padeciéramos tantos tra- tancia en sus evoluciones.
bajos y tantas penalidades. Engol- El primer globo celeste es el ni-
fado en esos pensamientos, contem- do más alto, por decirlo así, de toda
plaba la tierra y ponía mis ojos en la Naturaleza, y aun la Naturaleza
Italia, en Sicilia, España, Africa, el misma, fuera de la cual no hay na-
Asia Menor, Iliria, Grecia, tan achi- da y dentro la cual está todo. A ese
cadas que yo apenas, en la tierra, todo ella le abriga y lo calienta en
las podía distinguir; lamentando su halda y en sus brazos amorosos:
que aquellos puntitos microscópicos grande y veneranda Divinidad,
nos hubieran acarreado tantos ma- adornada y cuajada de tantas estre-
les y que todas juntas aquellas tie- llas, es decir, de tantas almas y
rras no valían la pena de la más in- mentes divinas e inmortales. Ese
significante de nuestras guerras. globo soberano, esa rueda que huye
Entonces me dice el Africano: tanto del suelo con su movimiemto
— ¿Aún ahora, Carrillo mío, des- se lleva y pone en movimiento de-
pués de haber visto todo esto, te afi- trás de sí todos los otros globos, y
cionas a esas humanas ruindades? provoca las alternativas del día y
¿Aún ahora te reclaman para sí? de la noche, y con su incontrastable
¿No piensas contigo mismo a qué y serena eficacia difundida por el
lugar viniste, en qué templos tan universo mundo y distribuida en
espaciosos, tan magníficos, tan au- cada cosa según su respectiva capa-
gustos fuiste introducido, que nadie cidad, regula y modera la Natura-
OBRAS FILOLÓGICAS. VIGILIA AL MARGEN DEL «SUEÑO DE ESCIPIÓN» 653

leza esparcida por el orbe todo. Engos y a nosotros ocasión para que
él y con él andan rodando y dandoles llamásemos errantes. El más
tumbos en viaje eterno aquellos as- alto de todos y que por esta causa
tros fijos en su quieta estabilidad parece el más pequeño, es el que
y no se dan punto de reposo; por- vosotros, los mortales, denomináis
que tal es la propiedad y naturaleza Saturno. En el cielo nosotros no co-
de aquellos cuerpos ígneos que vi- nocemos estos nombres. La ociosa
ven a condición de que estén en vi- ligereza de los griegos, no conten-
gor, en movimiento, en actividad, y tándose con ensuciar con esta suer-
se apagan si se emperezan o detie- te de impíos delirios vuestros tem-
nen, si resisten al gran empuje, aun plos de mármol, se empeñó también
cuando no sea más que un mo- en penetrar en estos celestiales, por-
mento. que no dejase su locura cosa sin
Este globo supremo a quien lla- contaminar. Ni Saturno, aquel rey
man mundo y cielo comprende de Creta, ni su hijo Júpiter, irreve-
aquellos otros siete que aun cuando rente con su padre, ni el sanguinoso
todos los días son como juguetes de y crudo Marte, ni Venus, la famosa
aquella insuperable violencia del ramera; ni Mercurio, el no menos
cielo, van y vienen por encima de célebre ladrón, ni ningún otro de
vuestras cabezas, del Oriente al Oc- aquella pandilla de bellacos, no digo
cidente, y por debajo de vuestros ya -solamente que no son estrellas,
pies, del Occidente al Oriente, y ca- sino que no pueden serlo, puesto
da uno, con su& nropios pasos y su que las estrellas son de siempre y
andadura propia, consumen jorna- esos malhechores vinieron poco an-
das y caminos tan diversos y por tes de la destrucción de Troya, ni
ende tan contrarios; a saber: por pueden encaramarse a esos tronos
encima de vosotros, del ocaso al de bienaventuranza, cuya entrada
orto; debajo de vosotros, del orto no está abierta sino a los más pu-
al ocaso. Esas estrellas, nosdtros las ros y mejores.
llamamos errantes, que ésa es la Y si alguno creyere que aquellos
versión exacta de las que llaman varones antiguos a quien nuestro
planetas los griegos, siendo así que Ennio acostumbraba llamar Cascos,
lo menos que hacen es errar y de- y los nuestros, como griegos, quisie-
vanear. Fijas son las evoluciones ron dar a entender algo que desco-
de aquellos cuerpos definidos por nozca el ignorante vulgo, como
ley y razón. Merodean o divagan piensan tu Panecio y los restantes
en el sentido de que cada uno de estoicos, con agrado sufriré que se
ellos unas veces se retiran a su atribuya la sabiduría a aquellos
tiempo, y otras a su tiempo se ade- aborígenes, en gracia de nuestros
lantan, y otras desaparecen, y otras mayores, y admitiré que Saturno
van a la zaga, y otras aceleran su sea aquella estrella que se satura
marcha, y otras la retardan, y en de años, bien porque, entre los as-
determinados momentos parecen no tros vagarosos, consume muchos
moverse siquiera, sino que • hacen años antes de que complete sus ca-
un alto. De ahí resulta que o se rreras, a saber: treinta, nada me-
agrupan entre sí o se miren obli- nos, bien porque quisieron que fuera
cuamente, o estén separados unos él quien comprendiese el cómputo
de otros por largos intervalos; cos- de los tiempos y por eso se le llamó
tumbre y manera que dió a los grie- Cronon. Devora, pues, los años que
654 JUAN LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. TOMO I

nacieron de él, porque la edad con- Después de Júpiter, viene aquel


sume los espaciosde los tiempos y rutilante, aquel fogoso, aquel vio-
se ahita insaciablemente de los lento Mavorte {magna vertens: gran
años pretéritos. Los griegos lláman- trastornador), que por elipsis de al-
le fainos también, que vale tanto gunas letras se quedó en Marte, de
como decir aparente, porque se ma- quien se cree que con su fuerza y
nifiestay se oculta misteriosamente, su arrojo preside las guerras, y no
ora anticipándose, ora retrasándose, sin motivo se le llama gran trastor-
ora deslizándose con sigilo y noc- nador. ¿Qué cosa hay que más tras-
turnidad, ora mostrándose de nuevo tornos produzca que la guerra? ¿Y
a la amanecida. Todos los años se qué, si digo que de ningún otro as-
esconde no menos de treinta días tro es menos observable el curso que
ni más de cuarenta. Se tiñe de livi- el de éste? Y decidme: ¿hay cosa
dez su llama blanca; es de tempe- más variada, más dudosa, más res-
ramento glacial, maligno y nefasto baladiza, más al borde del derrum-
para las tierras y los cuerpos hu- badero que la guerra? Algunos di-
manos. cen que ese astro es el de Hércules,
A Saturno le sigue Júpiter, a lo porque mucho se holgó con cho-
que el pueblo cree ora ese perso-
; ques, violencias, raptos, rapiñas, la-
naje de Creta sea hijo de Saturno trocinios y otros desmanes que la
y Opis, ora sea de Arcadia y su pa- guerra ocasiona y por la redondez
dre sea el Eter, ora sea otro, de del orbe sembró todo género de ca-
Arcadia también y su padre sea el lamidades. Y habiendo él sido tal.
Cielo, que reinó en Atenas y enseñó ¿quién que no sea loco furioso como
a aquellos pueblos a poner estatuas el propio Hércules va a creer que
a los dioses. Ni de uno ni de otro pudo llegar jamás a estas santas
es aquel lucero al cual llaman Júpi- moradas, asiento de hombres ino-
ter, como quien dice que ayuda a centes? Xo es a través de la sangre
su padre (juvans patrem). Júpiter derramada ni del estrago del linaje
y Jove son lo mismo y comparten humano como se sube al cielo, puesto
sin distinción los mismos azares. No que casi exclusivamente la humani-
cabe duda que ese astro que ayuda dad y la benignidad sean el camino
a su padre por su claro resplandor para este lugar. Por esto es por lo
es benigno y amigo del género hu- que tanto me desagradan aquellos
mano. Recorre en doce años el es- versos que Ennio pone en mi boca:
pacio y la ruta que le señaló, con Si a copia de muertes es dado a
inflexible rigidez, el soberano Rec- alguno encaramarse a los celestiales
tor del mundo. Faetón llaman los asientos, a mí sólo está abierta la
griegos a esa estrella, que equivale puerta mayor del cielo.
a decir luciente. Y añaden esos for- Aunque no del todo ignorante-
jadores de mitos que éste fué el mente habló atenuando esa afirma-
más hermoso de todos aquellos ción con una condicional y un aso-
hombres que Prometeo amasó con mo de duda. Vino a decir, aproxi-
barro y que por eso se le concedió madamente: Si a fuerza de robos,
la inmortalidad. Otros dicen que si a fuerza de hollar todas las leyes
fué hijo del Sol, quien por imperi- y los derechos humanos y divinos
cia en el arte de guiar caballos, caí- está permitido a alguno escalar el
do de su carroza, incendió mares y alto asiento de la inmortalidad,
tierras. ¿cómo puede ser que cumpla recta-
OBRAS FILOLÓGICAS. VIGILIA AL MARGEN DEL «SUEÑO DE ESCIPIÓN» 655

mente con el deber que Dios impu- todos le piden prestada su luz, sin
so al género humano aquel hombre excluir aquellos que no carecen de
cuyas obras distan tanto de la Hu- luz propia. Diríase que es el mismo
manidad, a saber: de la misma na- Sol quien gobierna esa concertada
turaleza humana? Los hombres fue- danza celeste y que modera y rige
ron introducidos en el mundo para es.ta divina fiesta de la luz. Como
el recíproco provecho, para que den quien preside el mundo, tutela tie-
asistencia y socorro a los que de rras, elementos, cielos y tiempos.
ellos están necesitados: ¿cómo, De él emanan esas alternativas de
pues, puede ser hombre aquel que días y de noches, de inviernos y de
a tantos daña, o cómo puede dejar veranos, de calor y de frío, de ho-
de ser fiera braya aquel que se puso jas, flores, frutos, y meses y años.
en guerra con una porción tan gran- Varones sapientísimos afirmaron
de de la raza humana y le ocasionóque el Sol era el alma, o, mejor, la
tamaña calamidad y estrago? mente del mundo, omnioyente, om-
Yo no maté tantos millares de nividente, omniprovidente, que con
cartagineses sino en un generoso aquella luz y aquel calor suyo en-
empeño de defender y conservar mi gendrador y salubérrimo beneficia a
patria; ellos, ciegos de furor, preci- la Naturaleza toda. Y esto en tal
pitáronse en la muerte para hacer manera, que algunos filósofos grie-
daño. Mi acucia más viva era con- gos se persuadieron que los morta-
servarlos luego de haberlos reduci- les fueron introducidos en el mun-
do a más cuerdo consejo. Ellos, en- do no por otra causa sino porque
loquecidos de ira y de odio, se aba- viesen y contemplasen el Sol, mara-
lanzaron sobre la punta de mi es- villa de las maravillas de Dios. Fal-
pada, que yo había desenvainado a sa es, sin duda, esta persuasión,
guisa de muro que protegiese a mi pero se ha de hacer constar que la
patria, pues de nada había servido inspiró la admiración sentida por
otro muro. aquel astro. Sol le llamamos nos-
Vuelvo a la estrella. Piroeis lla- otros, bien porque sea el solo de
man los griegos a esa estrella de tantos astros de tamaña magnitud,
volumen tan exiguo y no deseme- o porque, cuando ha salido, oscure-
jante de una llama. De su ardor de- ciéndolo todo, se queda y se mues-
masiado y de la frialdad de Saturno tra él solo, luminoso. Los griegos le
resulta la templada benignidad de designan con muchos y muy varia-
Júpiter, que se interpone entre am- dos nombres: llámanle Delio (de
bos, que le hacen dios manso, suave déla), porque con su lumbre esplen-
y bienhechor. Situado en el centro dorosa lo esclarece y lo manifiesta
de las estrellas errantes está el au- todo; llámase Febo, porque todo lo
gusto astro, el Sol. Plugo al Padre limpia; llámase Nomio, porque todo
del universo que fuesen muy gran- lo nutre, o, a su debido tiempo, todo
des la fuerza y el poder del Sol en lo distribuye. Entre los milesios llá-
toda Naturaleza. De ese astro ja-
la mase Ulios, porque todo lo sana. Al
más podrá decirse todo lo que me- Sol invocan nuestras vestales. Apo-
rece que se diga. Dios soberano en- lo se le llama en la Media por va-
ciende el Sol, a manera de antor- rias causas; ya por los rayos que
cha, y no solamente para los mor- despide y que fingen que son dar-
tales, sino para el mundo todo y dos, ya por la mortandad que en la
aun para los restantes astros, pues pestilencia ocasiona en los seres
656 JUAN LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. TOMO I

animados. No han faltado estoicos sieron que fuese Venus, al paso que
de los tuyos por quienes fué llama- otros hay que sostienen que fué un
do Apollona, como si no hubiere cierto hijo de Céfalo y de la Auro-
otros semejantes a él, sino el úni- ra que compitió en belleza con Ve-
co; de ahí proviene, según algunos nus. ¡Qué precioso tiempo tenían
de los nuestros, que fué llamado Sol. aquellos sutiles greguecillos para per-
Debajo del Sol está Venus, no derlo en esas frivolas ensoñaciones!
aquella cipriota, nacida de la espu- Vecino de Venus está el lucero
ma, asquerosa meretriz; ni aquella que vosotros llamáis Mercurio. Pero
otra hija del Cielo y del Día, ni de nosotros jamás hemos visto por
Júpiter y Dione, ni concebida de aquí a ese Mercurio, fruto de una
Siria y Cirto, llamada Astarté. Cuál bellaquería de Maya, inventor de la
de estas Venus mereció la palma de palestra, dios de los hurtos, pues no
la maldad, no es cosa que pueda de- acostumbran los dioses ser fautores
cirse fácilmente. Mi opinión es que de ladrones, y menos es aún aquel
todas fueron iguales en liviandad y cuyo padre fué el Cielo y cuya ma-
bellaquería. Pero aquella Venus Ura- dre fué el Día. ¿Puede haber obsce-
nia, placer de los hombres y de los nidad mayor? Ni aquel bellaco de
dioses, que, a la alborada, esparce Trifón, hijo de Valente y de Feron-
el rocío genial, que, no solamente fe- da. Los griegos llamaron a ese lu-
cundiza los gérmenes de la tierra, cero Estrilbón: nombre acertado si
sino que estimula el de los anima- se le considera derivado del verbo
les, y por eso se llama alma, que griego que en castellano suena lu-
suena en castellano alimentadora cir o resplandecer; pero si se quie-
vistosa por su grandeza y su lum- re que sea hijo de Dionisos y Pro-
bre, que a la tarde emula la
tales serpina, aquel que recibió crianza
de luna y al amanecer la del
la en Nisa, fundada por su padre re-
Sol; va a zaga del Sol, a su puesta, cientemente, es un nombre absurdo
por eso le llama Véspero nuestro fa- como los otros nombres, incon-
miliar amigo Ennio; Plauto le lla- gruente y pueril. Chico es este lu-
mó Vesperugo ; anticípase a la sali- cero si se le compara con el lucero
da del Sol como heraldo del día; de la mañana, abanderado de la
los griegos le llamaron Fósforos, luz, lumbre radiante y viva, de ge-
que suena portadora de luz. nio versátil y de naturaleza volta-
Su claridad es tanta, que el lus- ria. Cualquiera que fuere el celeste
tre de esa estrella sola ahuyenta la compañero de viaje que alcanza en
noche y aun a veces no' cede a la su caminata, luego al punto se hace
propia lumbre del Sol cuando sale. otro él. Esta circunstancia ha dado
Su brillo no es igual, tarde y maña- lugar a la ficción de que Mercurio
na; pues el de la madrugada es es el mensajero y el ministro de los
blanquecino y refulge con albores dioses, como sea verdad que se
apacibles y el de la tarde es rútilo presta dócilmente a sus órdenes y
y fogoso; vésele tal porque de los a su poderío. Su vecindad del Sol
diurnos ardores del Sol aquella es tanta, que Mercurio está siempre
nuestra atmósfera está encendida. por ella defendida del ataque de la
De los griegos los hubo quienes sombra producida por los turbiones
personificaron ese astro en Isis, de la tierra. Así que nunca puede
quiénes en Juno, quiénes en Venus. padecer eclipse, puesto que el Sol
Pero los hubo también que no qui- echa siempre la sombra a la parte
OBRAS FILOLÓGICAS. VIGILIA AL MARGEN DEL «SUEÑO DE ESCIPIÓN» 657

de la tierra, que se le contrapone, que nosotros vemos desde aquí, por


y en esa parte jamás se hallará a manera que al décimoquinto día,
Mercurio, compañero tenaz e impla- cuando está de todo punto opuesta
cable camarada del Sol. y contraria al Sol y dista de él seis
El último de los planetas es la signos del Zodíaco, la cara que mira
Luna, de una prodigiosa volubilidad al cielo permanece opaca y brilla en
y mudanza, que parece cosa de mi- toda su entereza la cara que a la
lagro; su nombre viene de lucir. tierra mira. El interlunio mayor
Identifícase con Lucina y con Dia- nunca pasa de dos días. Al tercero
na, porque hace las noches como día muéstrase a las tierras haciendo
los días, creada por Dios, arquitec- gala de una nueva y hermosa faz,
to del mundo, para ilustración de y ello desde la puesta del sol, y en
las tinieblas. No tiene de suyo luz aquella noche jamás se ofrece al
alguna; es una masa sólida y muy placer de vuestros ojos por el espa-
densa, pero lisa, tersa e igual. Ello cio entero de una hora. Desde ese
hace que, como no tiene aspereza primer día en que os mostró su
ni escabrosidad alguna a la cual rayo verecundo se detiene cada no-
pueda asirse, refleje y reverbere to- che con vosotros un rato más largo,
do cuanto esplendor recibe; fenó- hasta alcanzar su gloriosa plenitud,
meno éste que observáis en las es- al punto de que con su llenez lumi-
padas y en las armas y metales aci- nosa, ayuda y corrobora la luz del
calados. Del Sol, su hermano, recibe Sol naciente, y con pasos contrarios
toda cuanta luz tiene y nos la trans- a aquellos con que había venido, va
mite a nosotros suave y como femi-' retrocediendo hacia la conjunción
neizada. Cierto que los demás astros con el Sol. De ahí proviene que los
van a beber su lumbre en aquel cuernos de la luna en su creciente
hontanar irrestañable, copioso y miran al Oriente, y en su menguan-
puro de claridades inextinguibles, te miran al Occidente, siempre en
pero no toda la que ostentan. Em- dirección contraria al Sol. En aque-
pero la Luna tiene que bebería to- lla parte de la Luna en que da la
da, pues es oscura de sí, cosa que luz solar alúmbrala toda por un es-
a vosotros no os es difícil observar, pacio mayor que un semicírculo, de
si bien lo reparáis, desde la tierra, modo que parece que sus conos se
cuando el cielo está sereno y la Lu- tocan, puesto que la luz de aquel
na es nueva. Como el Sol y la Luna globo inmenso viene a dar en un
caminan con desigual celeridad, globo mucho menor; mas en la otra
cuando la Luna está debajo del Sol, parte el fragmento iluminado perfi-
unas veces se le anticipa y se se- la sus límites, que afectan la curva-
para de él algún tanto, otras veces tura de unos cuernos; así les lla-
se le contrapone, otras veces le si- máis vosotros vulgarmente, pues
gue tan de cerca que se pega a él. entre ellos no penetró aquella luz.
Esta andadura desigual da origen a Esos cuernos, cuando vosotros pen-
que la Luna se muestre a los mor- sáis que han desaparecido, entonces
tales de tantas formas y hechuras; nosotros los vemos. No hay tiempo
pues cuando se verifica la conjun- alguno, ni siquiera un momento so-
ción y la Luna calla aquel su ros- lo, ni la partícula menor de una
tro que para vosotros es visible no hora, en que la Luna no retenga y
queda esclarecida y, en cambio, se haga alarde de todos aquellos sem-
nos muestra todo resplandeciente el blantes con que se os representa a
658 JUAN LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. TOMO I

vosotros cada quince días, siendo si- y retornen a la Naturaleza que se


multáneamente cornuda y por gala la confió. Sólo el espíritu humano,
partida por medio y luego mayor como sea verdad que fué tomado de
que su mitad y, por fin, ufana de su la mente de un Dios que es eterno,
redondez serena, pero diversamen- tiene eterna duración y vive per-
te, en diversidad de lugares, excep- durablemente no menos que esas
to en el caso de que la sombra de lumbres celestes con las cuales tie-
la tierra meta en ella una cuña. En ne agnación y parentesco. No es
esa emergencia, según el informe posible, ni lo será jamás, que perez-
que os dió Sulpicio Galo, tu compa- ca el más pequeño átomo de la men-
ñero de armas en Macedonia, bajo te y naturaleza divina. Todo este
el caudillaje de tu padre, la Luna cielo, todas estas lumbres quedarían
enferma, y enflaquece, y pierde su sumidos en luto y lobreguez si al-
brillo. guno de su linaje o de su familia
Por todo esto que dije no acabo se extinguiera. Y, en cambio, en ese
de asombrarme de que haya habido templo del cielo no solamente no
quienes no ya dudaren, sino que re- hay cosa fallecedera, pero ni si-
ciamente afirmaren ser la Luna ma- quiera tristeza ni planto, ni lágri-
yor que la tierra, siendo así que la mas, ni sentimiento, ni dolor algu-
Luna, en su totalidad, queda com- no. Achaques de éstos los hay mu-
prendida en la zona de sombra que chos en la tierra, y muy variados
proyecta la tierra, aun extendida e inevitables. Acá arriba nadie lle-
tan lejos, que por fuerza, cuanto ga sino purificado, no sólo de la vo-
más se aleja de su base, se hace luntad de aquellas cosas, sino tam-
más estrecha y más delgada. bién de su misma facultad y potes-
Este, en fin, es el planeta cuyo tad. También son para ti esas mora-
mayor apartamiento del cielo le da das y esos templos, donde tuvimos
su mayor aproximación a las cosas origen y adonde regresamos condu-
caducas y mortales. Cúpole la par- cidos de la mano de la virtud.
tija menor de la virtud y prestancia Como aquel divino Arquitecto, ar-
divinas. No tiene luz por sí misma; tífice de fábrica tamaña, quisiera
recíbela del Sol por una merced sin- unirla y conectarla con la maciza
gular y la priva y despoja de ella y bien asentada solidez de la tierra,
la avarienta malignidad de aquella no pudo hallar enlace más cabal que
sombra y aquella lobreguez que aquel que por una cierta y adecuada
dije. Debajo de la luna no hay cosa proporción con los elementos que
que tenga consistencia; todo es cae- une constituye una unidad. Con
dizo; todo es presa obvia y fácil de ello se consigue el objetivo final, que
la vejez, de las dolencias, de los vi- aquella trabazón y estructura no sea
cios, de los azares, de la muerte. de fácil disolución. Mas, como no
Ni aun a falta de agente exterior, se pudiese obtener la conveniente
su propia naturaleza consentiría ensambladura entre estos tan anta-
que las cosas de ese mundo sublu- gónicos extremos que debieran con-
nar fuesen duraderas, cuanto menos currir a la unidad, buscáronse dos
eternas. Fueron creadas con tal con- interferencias, dos medios términos;
dición y ley, que a sus tiempos pre- a saber: el aire y el agua, que es-
establecidos con una inflexible cer- tán tan convenientemente relacio-
tidumbre, depongan una vida que nados y mezclados entre sí, que si
gozaban de prestado y la devuelvan de este elevado lugar descendieres
OBRAS FILOLOGICAS. VIGILIA AL MARGEN DEL «SUEÑO DE ESCIPIÓN» 659

a la tierra, dirás que todo ese inter- y ello por sus líneas rectas,
el suelo,
valo constituye una unidad física por sus ángulos iguales; pues no es
que poco a poco se hace tierra. Y por los lados de la tierra como los
si de la tierra te remontares a ese cuerpos pesados van de una parte
alto asiento, pensarás que el cami- para otra, porque, de otra manera,
no ascensional es una unidad física llegarían hasta el cielo o quedarían
que se torna cielo poco a poco. Tan- como colgados en ese aire interme-
ta verdad es que violentamente nin- dio, y este fenómeno no es posible.
gún cuerpo se une y se acomoda con La imponente mole de la tierra,
otro cuerpo de natural disidente. La colocada en el centro del universo,
parte superior del aire, inflamada se embrutece en el aburrimiento de
por el rápido mover y por el hervor su invariable quietud, pues el modo
del cielo, tiene determinadas apa- de ser del mundo no le deja mover-
riencias y visos de cielo, pero de se ni hacia adelante ni hacia atrás,
cielo de condición inferior y, por ni a la izquierda ni a la derecha, ni
decirlo así, como de cielo bastardo. a lo que a vosotros os parece arriba
La parte media de la atmósfera no o abajo, porque a cualquier lado se
se estimará que sea fuego propia- inclinare, subiría; revolverse y ro-
mente, pero tampoco es niebla ni dar sobre sí misma, le conviene muy
calígine. La parte inferior, por efec- poco, porque en continuo vértigo de
to de su densidad, es muy semejan- su rotación no podrían afirmar en
te al agua. La cara superficial y ella sus pisadas ni los hombres ni
aparente del agua más parece aire los restantes animales. Todo esto
que no tierra; mas el agua del fon- parecióme a mí tan grande y tan
do que está en contacto inmediato admirable, que el estupor y la mara-
con la tierra de tal manera es cieno, villa que me causó su contempla-
que más parece tierra que agua. ción hízome olvidar de mí mismo.
Esta es la artificiosa estructura, la
primorosa e imponente máquina del Habiendo dicho todo esto el Afri-
universo mundo. Nueve son los glo- cano, y detenídose un poco, ya co-
bos o esferas: ocho, celestes; la que mo animado por su silencio y su
hace nueve es la terrena; el agua quietud (pues harto sabéis que a
y el aire y ese fuego vecino del cie- aquellos de quienes por taciturnidad
lo que es una parte respirable de la o por inactividad se apoderó el sue-
Naturaleza, pero encendida y ardien- ño o el pasmo acostumbra desper-
te, constituyen la región fronteriza tarles algún ruido, y a aquellos a
del cielo y de la tierra; ocupa sóli- quienes produjo modorra la bara-
damente el centro del mundo que hunda o el tráfago, despiértales el
afecta forma redonda y está en la súbito cese de la batahola), habiendo
parte más baja. De cualquier parte ya vuelto en mí de aquella admira-
la mirares, ocupa siempre el lugar ción profundísima y oído un concen-
inferior. El cielo está encumbrado to que con él no tiene posible com-
siempre,, sublimado, en el ápice su- paración ninguno de los que acari-
premo; por esto es que, de donde- cian nuestros sentidos perecederos ni
quiera, de cualquier punto de la en robustez de sonidos ni en deleito-
tierra, los cuerpos ligeros vuelan y sa suavidad pedíle qué tal era aquel
;

se remontan mientras que


al cielo, concierto.
los pesados por su propio impulso — Este concierto es — di jome el
se precipitan y se aplastan contra Africano — el que producen el movi-
660 JUAN LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. TOMO I

miento y el roce de los cuerpos ce- miembros y partes del cuerpo, aun
lestes. Impone la Naturaleza en los cuando esa música tenga su sagra-
cuerpos todos cuando se menean y rio en el alma y de ahí salga y se
se frotan la emisión de un sonido, espacie por el cuerpo todo.
ora sean duros, densos y compactos, Todo esto queda muy a la clara
como los del hierro, oro, plata, ba- demostrado por el hecho de que en
rro, piedra, madera; ora sean blan- un cadáver todo ese concierto, toda
dos y de escasa coherencia, como esa agrupación sistemática de nú
los acuosos y los aéreos. Y si vues- meros y ritmos quedan prácticamen-
tra propia os enseñó
experiencia te mudos, amortecidos y disueltos.
que este fenómeno produce en
se Pero siempre resulta cierto que el
esas delgadas y pequeñas masas ánimo, derribado de esta su sobera-
vuestras, ¿cuánto más grande y más na mansión y confinado al suelo
voluminoso sonido no producirá la bajo y vil, cautivo en la mazmorra
frotación de esos cuerpos gigantes- de su cuerpo, conserva invariable-
cos? Este sonido será tanto mayor mente esa música movida y acorda-
cuanto más grandes sean esas masas da que de esta región trajo consigo
y más acelerado el ritmo de su mo- a ese su postliminio terrenal y la
vimiento y más fuerte la presión transfunde en el cuerpo y alégranle
mutua con que se refriegan. Estos y excítanle tanto los cantos musica-
sonidos, que tienen su origen en les, que con el vago recuerdo de su
cuerpos divinos y en la región más casa y de su cuna, imagínase resti-
alta y divina e inmortal de la Natu- tuido a su primitivo ser, cobrado el
raleza, es pura impiedad creer que tino y la perdida memoria de su
sean discordantes, hórridos, desapa- origen celeste. Con vehemencia ma-
cibles, descompuestos, rudos, desati- yor siéntenlo los niños, quienes
nados, cuando vuestras sonajas, puesto que su apartamiento de estas
vuestros crótalos, vuestros címbalos, moradas es tan reciente, con inde-
vuestras cítaras, emiten sones tan cible atención escuchan y admiran
lindos. Pues si el Soberano Hacedor la dulcísima y sabrosa alianza de
y Fabricador de ese universo mun- los números concordes. En perci-
do puso medida y número sonoroso biendo algún son, por más remota
en esos instrumentos vuestros, tan que sea la semejanza que tenga con
inferiores, tan viles, tan ruines, y los sonidos divinos, que aquí arriba
les dotó y les enriqueció con esa se avezaron a oír, entonces, como
suave consonancia y armonía, como advertidos e impresionados de la
la llaman los griegos, ¿habrá dejado añoranza fiel, quedan sumidos en
esas masas hermosísimas, animadas estupefacción y pasmo y no pueden
por mentes inmortales y divinas, sin comprender ni discernir en qué
armonía, sin concento, sin compás, hondón oscuro, tan ajeno y tan con-
sin aquel equilibrio y proporción y trario de su naturaleza, tan insólito
consentimiento? Aun esos mismos y tan perturbado, quedaron sumer-
cuerpos que arrastráis, amasados de gidos. Y con deseo tanto más agudo
barro, cárceles ambulantes, efímeros nuestros espíritus se asen al pen-
y caedizos, no carecen en absoluto samiento y al recuerdo de esta su
de concorde consonancia. Música patria soberana, cuanto más aque-
hay en el corazón, en los pulmones, llos cantos se asemejan a los con-
en el cerebro, en los ojos, en los ner- centos celestiales, y cuanto ellos
vios, en las venas, en todos los mismos son más generosos y subli-
OBRAS FILOLÓGICAS. VIGILIA AL MARGEN DEL «SUEÑO DE ESCIPIÓN» 661

mes. La música que levanta los áni- nus, engéndrase un modo único y
mos nobles y excelsos, degrada a una total analogía de sonido.
los espíritus ruines, atollados en la Todas esas esferas, siendo, cierta-
cloaca y en las sordideces de los mente, desiguales, por su correspon-
sentidos y les empuja más y más dencia y proporción mantienen una
los deleites asquerosos. En el con- igualdad inenarrable, causadora de
cierto celestial hay la razón y la aquel dulcísimo concierto imperece-
medida de toda sinfonía suavísima dero, señalado por siete voces, mez-
que puede caber entre la nota más clado y templado por sonidos dife-
aguda y la más grave. El soberano rentes. Como empezaba a decir, en
Gobernador de toda la Naturaleza, las esferas de Mercurio y de Venus,
el lucero que vierte sobre el mundo idéntica es la fuerza del sonido, y
los raudales de su lumbre, puesto el tono es idéntico, y, por eso, úni-
que vuela en la más precipitada de ca debe decirse que es su voz, aun
las carreras, en su ruta vertiginosa, cuando sea doblada. Las órbitas y
produce el más agudo de los soni- las revoluciones de estos planetas
dos. La condición natural de cada indican esta realidad. Mercurio, que
ser hizo que a la más arrebatada está más abajo, recorre y termina
velocidad correspondiera el sonido su circunvalación nueve días más
más agudo, y al revés, que al más pronto que Venus. Ambos a dos en
tardío y más perezoso movimiento su circuito no rodean toda la tierra,
responda el sonido más pesado y sino que solamente merodean por
más sordo. A tenor de esta ley, la cualquiera de sus lados y tienen sus
Luna, que es la masa de todas la curvas o círculos en sentido contra-
más lenta, emite el son más bajo. rio a los demás planetas, es decir,
Por lo que toca a la tierra, de quien debajo del globo terrestre, que es
me apresuré a declarar que era la vuestra baja morada, pues en he-
esfera novena, ninguna cosa par- cho de verdad siempre está encima
ticular se me ocurre, porque siendo de la tierra. Sus órbitas tiran tanto
de suyo indolente, y lerda, y sorda, a la banda de los astros como, las
y muda, clavada y pegada en el cen- de los otros hacia el lado del Sep-
tro del mundo y no separándose de tentrión. Ello hace qué así como las
ahí ni el grueso de una uña, ningu- otras estrellas errantes, cuando a
na contribución puede aportar a esa mayor distancia y altura están de
consonancia y a esa marcha triun- la tierra, se mueven con pereza ma-
fal del orbe, pues carece de todo yor, éstas, por el contrario, cami-
sonido y aun de toda suerte de ru- nan con más veloz apresuramiento.
mor. De estotras esferas celestes, Las otras andan más aceleradamen-
aun cuando sean ocho, se originan te, en el ocaso vespertino, y, al re-
siete distintas razones y modos di- vés, esta pareja sideral nunca es
ferentes de voces y de sonidos. Des- tan tarda y adormecida, y al par
iguales son los intervalos de esos que aquéllas, así que amanecieron
sonidos, pues si fueran iguales la empiezan a reprimir las impacien-
.

resultante de todos ellos sería una cias de su movimiento y de su pri-


voz simple y desafinada, sin posi- sa, estas dos avivan su andadura
ble armonía, que toda consiste é*n y se espolean a sí mismas y se ani-
la variedad de sonidos y en la pro- man a un rápido viaje. Por todos
porción de los modos trabados en- estos motivos que dije, idénticos
tre sí; como de Mercurio y de Ve- son su voz y su sonido. En las otras
662 JUAN LUIS VIVES.
.
OBRAS COMPLETAS.
.
TOMO I

estrellas andariegas, cada una tiene razón merecen el nombre de divinas


su voz propia. Vuestro Platón las Ya ves cómo esas divinas mentes
llamó las Sirenas del cielo, pues no andan dotadas y adornadas de to-
alcanzó a discernir a qué otras vo- das aquellas virtudes. Y esto es lo
ces podía compararlas sino a aque- que nuestros ánimos imitan si no
llas que son las más suaves y más andan atollados en la torpeza de la
enhechizadoras, hasta el punto que sensualidad y no degeneraron de
pueden desviar a los mareantes de este su origen primero esclarecido.
su rota, y luego de haberles hecho Cuanto más excelso y generoso es
perder el tino, empujarles y preci- el ánimo de cada uno y más des-
pitarles, cautivados de su dulzura, collado por la excelencia de su
en riesgos mil y en muerte amarga. mente, con tanto mayor afán se en-
Estos sonidos del cielo, de cuyo trega a la intensa y frecuente me-
canto simultáneo surge y se forma ditación de esas moradas soberanas
una consonante y concorde polifo- de donde partió e inició su ruda
nía, Pitágoras y muchos otros varo- peregrinación, y con tanto mayor
nes prestantísimos, los mayores que fervor se consagra a aquellas vir-
en el mundo han sido, los reprodu- tudes que he dicho; de manera que
jeron y los expresaron en la ruin a la mayor brevedad y con la mayor
medida en que los instrumentos ma- suma de facilidades está de vuelta
teriales y caducos pueden repetir acá arriba, por haber tomado el ata-
la música robusta y no perecedera jo más corto y más expedito.
con las cítaras y con las liras, mi- Este sideral concierto que cautiva
tigados y cautivados con el halago y maravilla tus oídos no podéis vos-
y la blanda dulzura de aquel con- otros percibirlo desde la tierra. Es
cento, y que mientras alternaron demasiado fino y demasiado subli-
con los otros hombres, vivieron con me para que puedan captarlos vues-
tal santidad y pureza, que atinaron tras espesas y torpísimas orejas.
a abrirse un camino suyo propio y Sois vosotros para con él lo que el
avanzando por él regresaron sin asno es para con la lira. Mas, a lo
rodeos ni desvíos a esos asientos que yo creo, no lo oís vosotros por
soberanos que es su genuina y ver- la razón de que siendo la facultad
dadera patria. Y a imitación de y fuerza de vuestro órgano auditivo
éstos abriéronse también una senda muy flacas y adelgazadas, no pue-
propia todos aquellos sabios que den abarcar esa rica amplitud y
mientras anduvieron aherrojados en esas ondadas de música caudalosa.
la cárcel de su cuerpo, no se entre- Vuestros sentidos no pueden perci-
garon a afanes y ejercicios materia- bir y recibir más sensaciones que
les ni a placeres, ni a pasiones des- las que caben en la estrechura de
caminadas, ni a vicios, ni a malda- su capacidad. Todo lo otro que no
des, sino a la práctica de aquellas cabe en esa angosta limitación, aun
virtudes que, inspiradas y nacidas queriendo abarcarlo y sentirlo, no
en aquellos pechos verdaderamente consigue su deseo, y si se empeña
celestiales y en ellos crecidas y cul- en una pretensión vana y en una
tivadas, parecen tan bien en los lucha estéril, acaba en un fracaso
vuestros, a saber las virtudes de la lastimoso, con la pérdida de gran
:

justicia, de la continencia, de la pru- parte de su brío o con su extinción


dencia, de la piedad, de la cien- y muerte total. Tan vano e infruc-
cia, de la sabiduría, que con toda tuoso es su empeño como el que de
OBRAS FILOLÓGICAS. VIGILIA AL MARGEN DEL «SUEÑO DE ESCIPIÓN» 663

quien, filo del mediodía, en cielo sin del Asia, cuando ha pasado más allá
nubes, se esfuerza por mirar el sol de Meroe de Etiopía, de la cual él
de hito en hito. Si lo hiciere por hace una isla al bifurcarse, vuelve
más largo tiempo del debido, el res- a recibir todo su caudal en un mis-
plandor demasiado nublará la viva- mo álveo. Y luego, irritado con tan-
cidad de sus ojos y poco después le tos islotes y peñascos como se inter-
cegará, y si persiste en ese deseo ponen a su paso, abalánzase a una
tenaz y se entrega a él con alguna carrera velocísima y con todo el po-
frecuencia, acabará por perder y tencial de sus aguas reagrupadas
por arruinar su facultad de visión. corre con presura irrefrenable a
Y si esto acontece con vuestros ojos, aquella parte de la Etiopía que de
cuya agudeza es tan vigorosa, ¿qué este fenómeno, con un vocablo grie-
hemos de creer que va a pasar con go, se llama Catadupa. Despéñase el
el oído, que es el más obtuso y el Nilo augusto de aquellos riscos y de
más romo de vuestros sentidos y el aquellos peñascales con inmensos y
más ocasionado y expuesto a toda temerosos fragores de ruina. La po-
suerte de descalabros? Anda al des- blación aborigen de aquellos parajes
cubierto y le tapian y le obturan el ya una vez, en la antigüedad, había
polvo, el tamo, las pelusas y toda trasladado su ciudad y su asiento
suerte de volátiles inmundicias; el a otro sitio por librarse de incomo-
viento y sus propias pegajosas se- didad tan grave; pero otros, invita-
creciones le dañan de tal manera, dos por la bondad del suelo y la in-
que hartas veces se pierde por esta dulgente blandura del ciclo, fueron
sola causa. El chirrido de los ruidos a acomodarse en aquella región. En
desapacibles y la fuerza impetuosa la actualidad, toda aquella nación
de los violentos no puede este sen- carece de oídc. Este es el fenómeno
tido tolerarlos no de otra guisa que
; que produce el ímpetu sonoroso con
los otros sentidos corporales no pue- que el Nilo rueda. Pondera ahora
den sufrir la inclemencia y el em- tú que es razón que haga esta ine-
puje y la fuerza excesiva de los ob- narrable polifonía sideral infinita-
jetos de su sensibilidad específica. mente mayor que la majestuosa sin-
Los sentidos se vician y se gastan, fonía del caudal del viejo Nilo. Me-
si aquello que sienten excede su re- ditaba yo eso, presa de admiración
ceptibilidad, pero las más veces que- y, al mismo tiempo, con los ojos
dan como desmenuzados y hechos derribados miraba la tierra aquila-
polvo como bajo el peso de un de- tando y ponderando, en mis aden-
rrumbamiento. tros, cuán vil, cuán abyecto, cuán
Y prosiguiendo en eso del sonido, sórdido, cuán indigno era todo lo
que es que más camina a nues-
lo nuestro, no solamente lo que habi-
tro propósito y a nuestro fin, digo tamos, sino, también, lo que vemos
que han sido muy muchos los que y lo que hollamos en comparación
ensordecieron por la vehemencia in- desigual con lo del cielo.
sufrible de los estruendos y frago-
res y que todas las gentes que ha- El Africano, recelando que yo to-
bitan aquella comarca de Etiopía davía continuaba dominado por 'a
que se llama Catadupa son sordas callada afición de esas cosas bajas:
por esta razón, exclusivamente. Es — — —
Veo me dijo que aún tienes
de saber que el Nilo, el más noble ojos para aquellas moradas humanis
de los ríos, que separa el Africa y para esa tierra vil, la cual, si te
664 JUAN LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. TOMO I

parece tan grande como la ves, nié- gloria no será jamás hija del vicio;
gote que no seas de ánimo tan apo- ni es gloria aquello que piensa ser
cado y estrecho, que te lo llene gloria la masa estúpida, la plebe tor-
aquella cosa frivola y flaca. Levanta nadiza y liviana. Piensa, dije, y
tu ánimo y tu mente a esas celes- debo decir, no piensa. ¿Qué pensa-
tiales realidades; desea, codicia, las miento puede haber, o qué criterio
que tepueden llenar y henchir, y atinado, donde no hay mente que
de todas las otras no hagas más esté sana, y donde toda lengua es
aprecio del que tienen verdadera- ligera y parlera? Falsa es esta glo-
mente. Esto, como te cupo en suerte ria, hija de la ficción y de la men-
un espíritu elevado y generoso, no tira, imaginaria, sin objeto, simiesca
dudo que, fácilmente, vas a conse- remedadora de la gloria verdadera.
guirlo. Uno sola cosa me temo, y es La verdadera gloria anda en pos de
que no con la misma facilidad pue- .a virtud, como la sombra acompaña
das repudiar y sacudirte aquella tu al cuerpo, y se asienta y subsiste en
conocida ambición y deseo de gloria. las manifestaciones y voz de aque-
Esa gloria, puesto que tiene aiguna llos que aquilatan con la más cer-
semejanza y analogía con el honor tera de las críticas la eminencia de
y viste sus apariencias y de ellas las respectivas virtudes. La otra glo-
hace alarde, es deseada y buscada ria, la gloria bastarda, es inconsi-
con afán sumo por varones dotados derada y ciega, y así como temera-
de ingenio excelente, pero ríi los riamente, a tontas y a locas, excí-
cuales, con todo, la virtud no puso tanla el aura y los rumorcillos de
la última mano, dejándoles acabados la multitud, así también se enfla-
y perfectos. quece y extingue sin que se sepa
Empero, todos aquellos que no por qué, y queda ahogada en silen-
son esclavos de la riqueza ni de la cio y en ninguna ocasión puede te-
pasión de mando, ni del poderío, ni ner constancia y solidez. Como naci-
de la sensualidad y la vida regala- da de la nada, no tiene base ni fun-
da, a pesar de ello suelen andar en- damento en qué subsistir. ¿Dije que
viscados en un cierto blando y pe- no tiene base y cimientos en que
gadizo amor de la gloria y 'ornan a se apoye y mantenga? Rectifico: -_-í

enojo que habiendo desdeñado to- que los tiene, pero contrarios a los
da suerte de galardones por los pe- que debieran ser, verbigracia: de
ligros corridos y los trabajos sopor- crímenes y de maldades; siendo así
tados, por los méritos que contraie- que el pilar más robusto de la glo-
ron y las buenas obras que hicie- ria es la virtud.
ron, no granjeen su cachito de glo- Y como ello sea así, cosa difícil es
ria. Y aún los hay algunos que, muy para los varones de excelente índo-
poco entendidos en lo que es la au- le dotados, luego que se hubieren
téntica virtud y la gloria maciza, ejercitado en la virtud como en un
mientras con alocado arrebato se campo de batalla, echar en olvido y
lanzan a su conquista y posesión, desdén esa gloria que con ella se
admiten no pequeños vicios y mal- granjea; pero no cabe duda que es
dades. Esos deslumbrados, aun cuan- propiedad del sabio consumado y
do han conseguido el renombre y la cabal menospreciar esa gloria mis-
celebridad que persiguieron con tan- ma con todo lo restante humano, o,
ta ilusión, no por ello, inmediata- por lo menos, arrinconarla en los
mente, han acarreado gloria. La polvorientos desvanes de la desme-
OBRAS FILOLÓGICAS. VIGILIA AL MARGEN DEL «SUEÑO DE ESCIP1ÓN» (j(j5

moria. Ese estado de heroica indi- bitadas ni cultivadas, no pudiendo


ferencia es propio de aquel varón ni el cielo cobrar mansedumbre ni
que no atiende sólo y se limita a su producir fruto ni mies alguna el
propia ciudad y a los reducidos tér- campo, no acariciado ni fecundado
minos de su comarca y de su patria, jamás por ningún beso caliente. Ni
sino que abarca no ya la redondez* aquella su porción media puede ser
sola de las tierras, sino también asiento de ninguna suerte de agru-
del cielo y de la creación universal. paciones humanas ni de cultivo al-
Ese sabio ejemplar comienza por guno, porque así como aquellas zo-
manifestarse y salir de los oscuros nas están condenadas a la esterili-
recovecos de una ciudad pequeñue- dad y negadas a toda convivencia
la y como desde una atalaya o cual- de hombres, por el frío excesivo,
quier otro paraje elevado, como es ésta está sacrificada a la inhabitabi-
este en que nosotros estamos, con- lidad por el calor demasiado. ¿No
templa toda la tierra extendida a podrían los mortales respirar en me-
sus pies. Ve que aquellas partidas dio de un fuego tan embravecido ni
del mundo puestas debajo de ese con aliento tibio refrigerar sus ór-
vértice boreal y de aquel otro aus- ganos vitales? Morirían de ahogo sú-
tral, por una misma motivación se bito si en aquellos encendimientos
empedernecen y se ponen rígidas, les faltase la respiración. Las regio-
arrecidas de frío eterno, de nieves, nes intermedias entre la zona tó-
de escarchas, y se entumecen de rrida y la glacial, por influencia de
hielos perpetuos, porque están enor- los dos agentes contrarios, frío y ca-
memente apartados y aislados de la lor, poco a poco se entibian y se
rotación del cielo y de su aceleradí- templan con tan ponderado equili-
simo movimiento y de la órbita del brio que cuanto más te acercares a
Sol, que son los dos manantiales de sus límites últimos, más agudamen-
todo calor. Estos dos fogosos ma- te sentirás los efectos de la proxi-
nantiales queman con sus continuas midad del calor o del frío, puesto
exhalaciones la región que les está que en el centro está situada la más
debajo. Esta región no es pequeña, equilibrada templanza. Esta blandu-
por cierto, píies el círculo signífero ra de clima originó que el linaje de
del Zodíaco tiéndese oblicuamente los mortales y de todos los animales
en mitad del cielo, y por él, allende restantes y aun toda especie vege-
y aquende, discurre el Sol, y con- tal, pudiera situar y fijar aquí su
forme nosotros lo vemos, en el sols- apacible asiento y su sabroso vivir.
ticio, sube hasta Cáncer, y en el in- Gratas son allí las alternativas de
vierno caliginoso se abisma hasta los años y de los tiempos. El cam-
Capricornio. Todo cuanto queda en- po, a su debida sazón, concibe y
cerrado en el espacio de esos dos fructifica, barbecha y descansa a su
signos y las metas del Sol, por arri- vez, recibe fuerza y vigor nuevo
ba y por abajo, queda como quema- para los futuros esquilmos. Con la
do de la vertiginosa rotación del clemencia del cielo los hombres son
cielo y la inevitable vecindad solar. fuertes y recios y pueden arar, sem-
Ello hace que aquellas dos orillas brar, plantar, cosechar y ensilar; to-
extremas colocadas debajo de los do ello en buena sazón y coyuntura.
vértices del cielo, por el hielo dema- Todo esto, y no sin admiración,
siado y por la algidez continua, no mira y contempla, como decia yo
puedan ser por seres humanos ha- antes, aquel perfecto sabio, y se per-
666 JUAN LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. TOMO I

cata que son tres los fines a que so- i


los unos es para los otros no-
para
léis atender en la gloria deseada: poique si así no fuera, cuando
che,
que cunda en la mayor extensión unos y otros simultaneasen ei ve-
posible; que sea imperecedera; que rano, los unos tendrían los días
se gane la admiración y estima de muy breves y los otros los tendrían
los más y que éstos sean los mejo- muy largos; diferencia imposible.
res. Considera la estrechez en que Por lo demás, por lo que se refiere
vuestra gloria se debate por am- a sus respectivas mitades, debe en-
pliarse y ensancharse, y siente pro- tenderse en el sentido de que es me-
rundo desdén por esa angostura in- dianoche para los unos lo que para
franqueable. Y no puede menos de los otros es mediodía. Si alguno qui-
ser así. Mira cómo la tierra misma siere relacionar unos extremos con
no es más que un punto impercep- otros extremos, observada la pro-
tible, que un átomo puesto y clava- porción, o como dicen los griegos
do como centro en la redondez de la analogía, fácil cosa le será alcan-
ese mundo. De ese átomo cortado zar lo que buscare.
en cinco partes que se llaman cin- Otra parte de los hombres están
tos o zonas, no más que dos fueron en posición transversal, y llámanse
por el Padre del universo concedi- antéeos. Viven éstos en las zonas
das a los hombres para su usufruc pobladas, boreal y austral. Abríga-
to, que son aquellas dos a quienes los el mismo hemisferio. No se la-
la mezcla dosificada sabiamente de dean los unos más que los otros al
frío y de calor mitiga y hace más levante y al ocaso; con todo, están
benignas. Ve ese sabio perfecto có- más cercanos al aquilón o noto és-
mo en esas dos porciones pobladas tos más que aquéllos y tienen las
del mundo los hombres se organi- mismas estaciones del año, pero no
zaron en agrupaciones y socieda- a la vez. Pero las vicisitudes de la
des; fundaron ciudades, villas y al- luz y de las tinieblas, ésas sí que
deas, espaciadas a guisa de manchas las tienen a la vez, con la salvedad
en una piel de fiera. Y puesto que la de que durante el verano nuestro
tierra afecta forma esférica, por es más largo el día para los borea-
este motivo unos hombres están en les y para los australes es la noche
posición oblicua con relación a los más luenga. Lo contrario acontece
otros, y a ellos llámanles los grie- en vuestro invierno.
gos periecos, que equivale a mora- Hay hombres, asimismo, que mo-
dores del ruedo, los cuales habitan ran en lugar diametralmente opues-
en la misma zona, pero en lados to, a quienes llaman los griegos antí-
opuestos, orientados los unos hacia podas, porque tienen los pies en po-
\

el Levante y los otros hacia el oca- siciones contrarias y entre ellos se


I

so, y están sujetos a diferentes he- interpone el punto medio de la tie-


!

misferios diversos o, mejor, adver- rra, que se llama centro, y el diá-


sos, y tienen las mismas estaciones metro de la tierra oscila de unos a
del año y al mismo tiempo. Diferén- otros. Con relación a esto, todo en
cianse solamente por la sucesión de .general les está en posición contra-
los días y las noches, pues para los ria, las regiones del cielo, la suce-
unos es noche lo que es día Dará sión de los días y las noches; el
los otros, y viceversa ;
aunque no invierno de éstos es verano para
siempre, pues no sin excepción ni aquéllos; la noche de los unos es
en cualquier tiempo lo que es día día de los otros. Diferencias éstas
|
OBRAS FILOLÓGICAS. VIGILIA AL MARGEN DEL «SUEÑO DE ESCIPIÓN» 667

causadas todas por la evolución zados a los egipcios, a los sirios, a


diurna del sol, las varias sazones los partos, somos desconocidos en
del año, su ascenso y su descenso, absoluto por los indios y los seres.
y la rotundidad de la tierra. ¿Quién será el osado apóstol que irá
Conocidas y profundizadas todas a predicar algo de nosotros a pue-
estas cosas por aquel varón a quien blos tan fieros, tan ajenos, tan dis-
la sabiduría y la virtud conducen al tantes de nuestras costumbres, de
perfeccionamiento, conoce también nuestra lengua, de nuestro comercio,
que toda aquella región habitable tan diferentes y contrarios por toda
del austro, a la cual los griegos lla- suerte de razones? ¿Quién, por se-
man autóctona, no puede, en manera mejante causa, va a oír tu nombre
alguna, pertenecer a los dominios y el sonido de tus alabanzas entre
de su gloria, pues está separada re- aquellos remotos mortales que ven
motamente de vosotros por la parte el sol, al ponerse, o se cobijan so
quemada del mundo, por intermina- las Osas o los Triones, o están ex-
bles soledades, por desiertos e insu- puestos al mediodía que prende fue-
perables arenales tierra inhospita-
: go al mundo? ¿Quién llevará tu glo-
lariaque no admite peregrino ni ca- ria allí? ¿Quién la referirá? ¿Quién
minante alguno que desde esas re- la entenderá? ¿Quién hará de ella
giones vuestras pueda llevar a los aprecio? ¿Quién de ella se maravi-
moradores de aquellas partidas aus- llará? Cortadas y amputadas esas
trales noticia ni conocimiento algu- partes de esa bolita del orbe, ¿qué
no de vuestros preclaros hechos. área os queda, ¡gran Dios!, qué es-
Recortada queda, pues, de aquellas pacio por donde vuestra gloria quie-
dos partes que quedaran para la po- ra campar y gallardear? ¡En qué
blación humana, una, adonde no estrechas fronteras se apretuja, oh
puede llegar ni penetrar la fama de dioses inmortales! ¡Entre qué lími-
vuestra virtud. Resta una sola, por tes tan angostos, afanosa, se revuel-
tanto.Y aun de este residuo ruin, ve y se asfixia! ¡Cuán exigua es la
¿quién hay que pueda decir cuán posesión por la que lidia con tanto
corta es la extensión habitada, y empeño!
cuántos sean los parajes incultos, Por lo que toca a la inmortalidad
despoblados, interceptados
vastos, de vuestra gloria (ya que éste era
de montañas, de pantanos, de are- el segundo de vuestros fines), ni la
nas? Y aún hay más; en aquellos voluntad de los hombres ni la na-
mismos que son poblados y frecuen- turaleza de las cosas permiten que
tados, ¡con cuán desesperante lenti- la consigáis, no ya perdurable, pero
tud, dime, llega y cunde el rumor ni duradera tan sólo. Unas veces se
de las bellas hazañas! Con tantas pierde por los hombres que no quie-
guerras como tuvimos, con tantos ren, en parte por odio y en parte por
reyes y ciudades, y reinos, y pro- envidia, contar a sus hijos o a sus
vincias como vencimos y tomamos, nietos lo que saben de sus mayores
a pesar de todo, la fama y el nom- de los beneficios que les hizo cual-
bre de estos hechos no pudo supe- quiera; o tienen perfectamente olvi-
rar ni traspasar la altura del Cáu- dado lo que oyeron narrar, o desis-
caso, esa montaña asiática, ni va- ten de ello por indolencia y apatía
dear esa vía fluvial que se llama el o preocupados por otros mil nego-
Ganges. En el mismo momento en cios, no tienen tiempo de hacerlo.
que nuestras armas tienen atemori- Pero, enhorabuena, tengan los hom-
668 JUAN LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. TOMO I

bres esavoluntad; recuerden los ta también a la difusión de vuestra


claros hechos y tengan holgura y gloria, que también por ese lado
humor de referirlos; a pesar de to- queda harto retajada? Los que vi-
do, la Naturaleza, empeñosa y terca vieron antes no fueron menos que
en ese punto, no sufre jamás que los que nacerán después y fueron
las naciones y los reinos tengan es- mejores, sin duda. La fama entre
tabilidad indefinida. Dejo a un la- los mejores es el galardón más be-
do las guerras, las devastaciones, llo y preciado. Más hay que gozarse
los asolamientos que acarrean las (como dice Héctor en el poeta Ne-
injusticias y el furor humanos. En vio) de ser alabado por un solo va-
períodos prefijados con una certi- rón que lo haya sidoa su vez, que
dumbre inamovible, las conjuncio- por una infinita muchedumbre de
nes o- separaciones de los astros, ora vulgo, carente de todo loor y de
envían largos ríos a la tierra y obli- todo honor. ¿Y qué puedo yo hacer,
gan al océano a romper sus diques si esta breve y ridicula medida
y a arrasar yermos y poblados, ora nuestra de los tiempos hace que la
disparando rayos o con su propia gloria de algunos hombres os dé la
fuerza y ardor o con una liviana sensación falaz de que tiene alguna
chispa de nuestros fuegos, caída en subsistencia y duración?
pobres serojas que la nutren, provo- Córrome de decir los rodeos y cir-
can incendios grandiosos, como fué cunvalaciones del tiempo que vos-
aquel que dicen suscitó Faetón por otros describís, a los que por sus
conducir con impericia el carro des- viajes de ida y vuelta llamáis años,
avezado. Otras veces, una avenida anillos, como quien dice. De estos
de aguas avasalladora traga ciuda- años, los unos tienen «veintinueve
des, comarcas, hombres y todo aque- días, y llámanles años de la Luna, y
llo que estiman los hombres, y a también meses, por la Luna, que en
quien dan el mentido y halagador griego es llamada mene. No faltan
nombre de bienes, cuando de bien quienes, así como hablan de la vuel-
es lo que tienen menos. Y otras ve- ta del año, hablan de la rotación
ces aún, el fuego devora y resuelve del mes; verbigracia: Plauto, en el
en cenizas y humo, con todo esto Persa. Otros, como los egipcios,
que dije, la fama y la gloria de ca- cuentan el año de dos meses. Este
da uno de nosotros. Secas de nue- año bimestral fué el año primitivo.
vo las tierras que abrevó la inunda- Pisón, que fué su rey, lo amplió a
ción, o aplacado el incendio que, de- cuatro meses. Mucho más tarde se
vorándose a sí mismo, se disolvió en le añadieron tantos días cuantos
pavesas, otros hombres van a cul- fueron precisos para que el Sol de-
tivar aquellas tierras esquilmadas, jara terminada su carrera. Los ár-
ignorantes en absoluto de todos los cades cierran sus años en tres me-
acontecimientos de que algún día ses, y a cada uno de sus años atri-
fueron escenario. Ello hace que la buyen sendas partes del año solar:
memoria de las cosas pasadas, no primavera, estío, otoño, invierno.
sólo no pueda ser eterna, pero ni si- Los hay quienes duplican este nú-
quiera permanente. ¿Y qué diré del mero, como los de Caria y de Acar-
deseo de celebridad que alentáis en nania. Para los moradores de Alba
las generaciones venideras, siendo y nuestros hombres aborígenes, en
ignorados de los que vivieron antes el reinado de Rómulo, el año volvía
de vosotros, limitación ésa impues- a los diez meses, por las calendas
OBRAS FILOLÓGICAS. VIGILIA AL MARGEN DEL «SUEÑO DE ESCIPIÓN» 669

de marzo, fecha en que se renue- Apolo; celébranse juegos, bagatelas


van el fuego de Vesta y los lauros puras todo eso. ¿Quién lo ignora?
curiales y sacerdotales; y por los También los caldeos tienen su año
idus de aquel mismo mes, -según grande, que abraza doce de los vues-
costumbre e institución antigua, tros. No carecen de otros años gran-
ofrecéis sacrificios públicos y priva- des asimismo; los llaman lunares, y
dos a Ana Perena para pasar prós- constan de doscientos treinta y dos
peramente aquel año y muchos otros meses; aun cuando éstos, no sin ra-
sucesivos. Es sabido que los griegos zón, fueron llamados grandes años
terminan su año lunar a los doce lunares, por cuanto la Luna -.n
meses; con la añadidura de medio aquel espacio de tiempo, pegada al
mes, resulta solar el año. De este Sol, retorna al mismo punto de don-
año decimos nosotros que vuelve de queremos que haya partido. Si
porque con él retornan las estacio- así juzgáramos de otras estrellas,
nes y los trabajos; invierno, estío, atendiendo a las carreras y circun-
verano nuevo, otoño, labranza, siem- valaciones de todas, y midiésemos
bra, sazón, recogida de frutos, frío, aquel intervalo, durante el cual, ter-
calor, buen temple, hielos, nieves, minados sus cursos respectivos, que-
nieblas, tiempo sereno. A continua- da completa definitivamente su con-
ción vienen los años grandes. Yo versión, ése sería el verdadero tiem-
pido qué años grandes son éstos. po; ése sería el que podría llamarse
Tan magnífico nombre no puede de- verdaderamente annus vertens, du-
jar de prometer algo muy sonado. rante el cual todos los fenómenos,
Para los griegos, son los veinticin- no solamente los que tienen alguna
co meses para que la andadura de semejanza como en ese vuestro, aun
I** Luna se acomodase a la carrera cuando los hay en él muy muchos
del Sol, que vienen a ser dos años que son desemejantes, sino los mis-
intercalados, a. cuyo término, en mos yentes y vinientes. El invierno
Tebas, celebrábanse en loor de Ba- de ese año es un aguacero implaca-
co las orgías trietéricas, que en cas- ble, y el verano es un incendio le-
En ese es-
tellano suenan trienales. vorador, y en ese año no digo yo
pacio de tiempo doblado que los cuántos de vuestros años, sino cuán-
griegos llaman olimpíadas y los tos de vuestros siglos quedan com-
nuestros denominan lustros, celé- prendidos y tragados. Apenas me
branse aquellos juegos con aparato atrevo a declarar, no sea que mi dis-
y concurso enorme de toda la Gre- curso os parezca que no admite cré-
cia, y nosotros hacemos el censo y dito, dado que pensáis que un si-
purificamos el pueblo; dicen que glo que abraza una centuria de vues-
para esto no hay época mejor que tros años es una grande y larga
ese año grande. Hay otro año que procesión, porque en este espacio
es grande de verdad, al decir de no hay vida humana tan provecta
ellos. ¿Y qué duración tiene, en fin que no acabe. Esta es la razón por
de cuentas? La del doble de una la cual, en la ocurrencia de los jue-
olimpíada, ocho años. Este año, que gos seculares que se celebran cada
verdaderamente es grande, trae con- cien años, el heraldo invita a esa
sigo muchas y muy solemnes cere- celebridad con una fórmula que el
monias religiosas, celebradas con el presente año vas a oír si estuvie-
mayor boato y pompa. Con este año I
res en Roma; a saber: que acudan
llegan los festejos pitios, dedicados a a unos juegos a los que nunca an-
¡
670 JUAN LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. .
TOMO I

teshabrán asistido y a los cuales Rey y Padre de Roma, en sublime


en adelante no volverán a asistir. ascensión, penetró en esos asientos
Con en ese Año del mundo, aun
todo, inmortales, y jamás, en adelante, le
cuando entre los matemáticos, según vió la tierra.
inveterada e incorregible costumbre Cuando, pues, el Sol, de regreso
suya, no exista unanimidad sobre todas las estrellas a sus sitios pri-
cuántos siglos incluye, pues unos mitivos, sufriere ese mismo colapso
los fijan en ciento ocho, otros en que en la gloriosa asunción de Ró-
cerca de ciento cuarenta, otros en mulo, entonces habrá tenido su
trescientos sesenta, otros en ciento cumplimiento ese verdadero Año
cincuenta. Por terminar, los hay jubilar del mundo. En ese espacio
que le señalan la duración de tres- intermedio, los astros completarán
cientos sesenta y seis. Estos no pa- sus carreras, sus conjunciones y se-
recen estar muy fuera de razón. Ca- paraciones, sus "avances y sus retro-
da un siglo, todo el globo del Sol y cesos, sus progresiones y sus regre-
el universo orbe estrellado anda una siones, sus ascensos y sus descen-
carrera que vosotros llamáis grado, sos, hacia adelante y hacia atrás, ha-
y como en todo el cielo hay tres- cia la derecha y hacia la izquierda.
cientos sesenta y seis grados, es ve- De ese año que digo todavía no se
rosímil que en el año grande que ha cumplido una vigésima parte,
decimos quepan otros tantos siglos. pues este año vuestro solar es el
Por lo demás, lo que no ofrece du- sexcentésimo tercero de la fundación
da es que son ciento treinta, poco de Roma y el quingentésimo sep-
más o menos, los que rueda el Sol, tuagésimo, o poco menos de la apo-
mientras las estrellas todas, las fijas teosis y canonización de Rómulo;
y las errantes, se dan cita y se de- pero esa pequeña merma no tiene im-
tienen en aquellos mismos lugares !
portancia para el cómputo total.
y signos de donde se nos antoja que I
Mas, habiendo en ese año vuestro
partieron. De esta manera se co- i no más que ciento treinta siglos,
mienza a contar desde aquel año en tú mismo ves que cinco es la vigé-
que el espíritu de Rómulo, funda- sima parte del centenar y que la
dor de esta nuestra ciudad, luego de unidad no es la parte vigésima de
cumplida en la tierra su gloriosa y treinta. ¡Así es de ancha y de di-
divina misión, vino a esa otra pa- fundida esa ruin gloria vuestra que
tria mejor y más santa. Rómulo, apenas dura una muy chica porción
pues, el año trigésimo séptimo de la de un año solo!
fundación de Roma, conforme vos- Y esa gloria efímera, digo yo,
otros contáis, convocada una asam- ¿puede preferirse sin una sacrilega
blea junto a la laguna de Caprea pa- impiedad, o sin una procaz temeri-
ra revistar al ejército; levantada de dad o necedad supina, puede com-
súbito una tempestad de truenos, de pararse con esa nuestra vida inmor-
rayos, de nubes y de caliginosa ce- tal, en la cual gozamos soberana-
rrazón, el Sol, por la interposición mente de todo cuanto pueden de-
y obstáculo de la Luna, pareció ex- sear los más grandes y generosos
tinguirse a los ojos de los mortales, espíritus?
cuando en realidad no era él quien Hablábamos de la gloria. Insis-
fallecía, sino nosotros, que quedába- tamos en el tema sabroso. En esa
mos privados de su luz. Y en esa alteza soberana, cuya más pequeña
magnífica apoteosis, el Fundador y I

porción alcanza mayor anchura que


OBRAS FILOLÓGICAS. VIGILIA AL MARGEN DEL «SUEÑO DE ESCIPIÓN» 671

toda nuestra tierra, es donde se es- almas tan grandes, tan buenas y tan
parce y se derrama la gloria en toda puras como fueron las de nuestros
su inmortal vigencia y robustez. mayores los Claudios, los Brutos, los
Todos los que aquí moramos somos Valerios, los Fabios, los Fabricios,
conocidos unos de otros. No hay los Decios, los Emilios, los Corne-
hombre de cuya virtud y claros he- lios, los Curios, los Atilios. Hay aquí
chos no tengan todos noticia pun- también las de los griegos gloriosos,
tual y circunstanciada. No hay Sócrates, los Platones, los Aristóte-
ninguno a quien todos no conozcan les, los Teofrastos, los Zenones, los
a la clara, sin afeite, sin fingimien- Arístides, Solones, Codros, Lisan-
to, sin velo alguno. Los que están dros y Licurgos.
aquí no son los cuerpos que disi- Los hay, en fin, sin cuento posi-
mulan las muchas mancillas y de- ble. Si de todos ellos quisieres con-
fectos de las almas. Todos aquí so- templar esa vida de inmortalidad
mos espíritus lúcidos, transparentes, que aquí llevan con felicidades y
abiertos. Allende de esto, esa gloria bienandanzas extremadas; si quie-
es imperecedera, que renueva su in- res medir y abarcar todo ese cielo
mortalidad, con los cielos inmorta- y toda esa universidad del mundo y
les; que jamás fallecerá porque ni no te encerrares en las geográficas
los espíritus ni los mismos cielos estrecheces de Italia, de España, de
temen la enfermedad, la caducidad, Africa, sino que te persuadieres que
la muerte, confirmados como están el universo mundo no es para ti más
para la eternidad por el mismo que una ciudad única y que esos
Dios, Hacedor de todo. La muche- asientos de bienaventuranza son el
dumbre de esas mentes que conser- inicial de tu partida y el sitio adon-
van en toda su frescura y vigor el de debes regresar, con una total de-
recuerdo de los loores merecidos dicación, con una absorción absolu-
por las buenas obras es incalculable ta, te entregarás a la virtud del más
y no hay entendimiento humano heroico temple. Y cuando esa virtud
que la pueda abarcar ni imaginar. te hubiere limpiado y purificado de
En comparación de su número sin la insana afición de la sensualidad
número, los mortales todos, los que y del ansia de la riqueza y del po-
pueblan la tierra, los que en los der, acabará por despojarte del pos-
venideros siglos la poblarán, los que trer resabio de deseo de gloria mor-
la poblaron en edades pasadas, to- tal y meterá en ti el convencimien-
dos a una formarán una suma des- to, como así es en hecho de verdad,
deñable. de que el perfecto sabio no orac-
Pero ¿qué espíritus son ésos? No tica el bien por ser alabado, que no
espíritus de hombres bárbaros y espera la huera lisonja ni el aplauso
sin civilidad, no de masas gregarias, vano de la turba vana que hartas
no de turbas ciegas, desalumbradas veces se entusiasma de la nada y
y vesánicas, sino que son mentes de con mayor frecuencia de cosas ma-
aquellas cuyas alabanzas constitu- las por ignorancia de las mejores.
yen el colmo del contentamiento y Esa misma heroica virtud le per-
de la felicidad; mentes las mejores, suadirá de que no tiene juez más
las más santas, divinas mentes, en severo y justiciero ni guardián más
fin. Aquí arriba, demás de esas ce- vigilante y más veraz y escrupuloso
lestes lumbres eternales, animadas testigo, así de todos sus pensamien-
de espíritus divinos, están aquellas tos como de todas sus obras, que su
672 JUAN LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. TOMO I

propia conciencia, que recibió de que ella es el único premio y solaz


Dios, Hacedor y Gobernador de la de todos tus trabajos. Si obrares
Naturaleza. Y preciará infinitamen- bien, fuerza será que hablen de ti
te más sus discretos, sus callados e los hombres, pues no hay poder al-
íntimos aplausos, que las ovaciones guno que pueda disociar la gloria
de las masas vocingleras y el juicio de la virtud, y no hay más breve
estrepitoso de todo el pueblo. Ante atajo ni hay vereda más desembara-
Dios, Dueño y Juez Supremo del zada y franca para la gloria como
mundo, no tienen valía ni audien- la virtud. Si la practicares con te-
cia ninguna los juicios y los testimo- són, cuanto mayor será el cuidado
nios de la multitud, sino que da su con que esquivarás la fama, tanto
fe a la sola conciencia. Con no más más empeñada y viva será la por-
que su aprobación, los buenos retor- fía y la presura con que ella segui-
nan a esas moradas y con su solo rá tus pasos.
reproche y reprobación son de ellas Mas aquella gloria que radica y
los malos excluidos. se asienta en el elogio de los hom-
Cuando hubieres dado cima a em- bres, al paso que queda circunscri-
presa de tamaño ardimiento, cuando ta como dije, en los límites angos-
todo te hubieres consagrado a la me- tos de esa tierra cuya menguada
ditación y al ejercicio de la virtud, extensión tú mismo ves, tampoco
conocerás, por fin, que el buen pare- puede ser duradera, llámese como
cer de la honestidad es tan extrema- se llame el que momentáneamente
do y primoroso, que sola su hermo- la acaparó, pues se marchita y se
sura, que ningún malo ha visto ja- mueve con los pueblos, con las na-
más, sin el aliciente, sin el señuelo ciones, con las ciudades y con los
de ninguna otra compensación, tie- reinos, por varios casos así natura-
ne suficientes atractivos para ganar- les como fortuitos, y la olvidadiza e
se el culto y la afición de los corazo- ingrata posteridad, descuidada de
nes. Ese es el honor verdadero y sus mayores, sepulta su gloria en
genuino y no adulterado. Esa es la silencio y en tinieblas, y el tiempo
honra absoluta y cabal. Este es el envidioso de todas nuestras cosas,
semblante de la virtud y del decoro, royendo y oscureciendo algo cada
acabados y perfectos; el más her- día del resplandor de vuestra gloria,
moso de todos, el más digno de ala- en pocos siglos la aniquiló radical-
banza, de admiración, de deseo. Si mente.
se le pudiera ver con los ojos de
carne, decirse no pueden los amores Habiendo dicho todo esto Esci-
que encendería; cuando la gloria, pión, yo, con la mayor modestia
que no tiene más apariencia y seme- que pude, derribado el rostro algún
janza de honra que la que la som- tanto y con humilde blandura de
bra tiene del cuerpo, arrastra de- acento, hablé con esta brevedad:
trás de sí tantos y tan tenaces segui- — Cierto es, carísimo abuelo mío,
dores, por caminos llanos y por ca- que tan pronto como pude, en edad
minos fragosos, por pasos fáciles y razonable, conocer y entender tus
por pasos difíciles. preclaros hechos, y los de mi padre
Allá ellos con el rumor que deja- y de los otros varones beneméritos
rás detrás de ti entre los hombres: de nuestra República, empecé, en
tú no tengas cuenta ninguna con interés de esa misma República, a
él; cultiva la virtud sola y piensa andar a zaga de las huellas que tú
I 1

OBRAS FILOLÓGICAS. VIGILIA AL MARGEN DEL «SUEÑO DE ESCIPIÓN» 673

y mi padre dejasteis bien marcadas lo puso esta inscripción: Conócete


para alabanza y gloria vuestra, sin a mismo. Tanta es la eficacia de
ti

tener cuenta con ese tan alto galar- este consejo imperativo y tanta la
dón de la virtud. No reparaba yo densidad de su significado, que di-
que estuviera aparejado y reser- ríase que no le inspiró hombre al-
vado premio tan glorioso y divino guno, sino que deba atribuirse al
para quienes fueran tutela de la Dios inmortal. No impone al hom-
Patria y mirasen por su salud. Aho- bre esta máxima filosófica la obliga-
ra que lo sé de ti y veo por mis ción de conocer su estatura, ni su
propios ojos que aquellas virtudes rostro, ni sus manos, ni sus pies, ni
que ejercitamos en la vida civil con- sus piernas, ni su corazón, ni sus
ducen a aquellas otras soberanas y pulmones, ni las restantes entrañas,
perfectísimas que devuelven, con ni los miembros restantes, órganos
suma presteza, a esas célicas man- todos éstos que, por regla general,
siones el espíritu y le restituyen a conocen mejor los médicos más ler-
su claro origen primero, desde aho- dos que los filósofos más sabios. Lo
ra, con intensidad doblada, con to- que impone este aforismo es que el
do mi corazón, con toda mi alma y hombre conozca la más principalí-
con todas mis fuerzas, daré mi últi- sima parte de su alma, que es la
mo toque, como espero, a la obra mente de origen divino, y ponga en
de mi perfeccionamiento, que no ell? su frecuente atención, y vea de
con mucho desacierto había comen- qué cualidades está enriquecida y
zado a bosquejar. de qué virtudes está adornada, cuán
Y él, a continuación, habló así: adiestrada está por el ejercicio y
— Esfuérzate tú a esa obkra, con cuán dispuesta y aparejada a levan-
la mayor diligencia que puedas, tar el vuelo y remontarse a estos
pues ninguna cuenta debes tener asientos soberanos y a este su domi-
por las cosas mortales, sino por las cilio original. Lo que manda este
inmortales, siendo tú inmortal y precepto apolíneo es que pondere
predestinado a esa vida e inmortal y contemple la capacidad de la me-
bienaventuranza. No han de cau- moria, de la invención, de la mente,
sarte la más somera y cutánea im- del pensamiento por todo lo cual
presión, por decirlo así, los azares discierne, juzga, y con la razón re-
humanos ni la muerte corporal, coge, consigue y halla y recuerda
puesto que tú no eres cuerpo, sino tantas cosas y tan maravillosas, que
alma. Ningún hombre es aquello de manera alguna pueden ser obra
que se muestra y se exterioriza, de estas naturalezas corpóreas y ma-
pues no es la ropa que viste, ni me- teriales, sino por sola la divina Na-
nos es aquel cuerpo suyo de que turaleza.
anda como rodeado y velado. El Por todo esto, sabe que no sólo
cuerpo del hombre viene a ser no eres divino, sino, como tuvo la feliz
más que el Cobijo en que se abriga osadía de decir Eurípides, que eres
o la vasija, o el recipiente, o el in- Dios. ¿Qué tiene tu mente que no
volucro, o el cepo, o la cárcel, o sea semejante a Dios? ¿Acaso el te-
cualquiera sea el nombre con que se ner vigor, el tener sensibilidad, el
guste señalarle. entender, el recordar, el proveer, el
Harto bien se percató de esta ver- saber, el comprender y abarcar
dad aquel sabio, fuese el que fuese, el pensamiento y la inteligencia el
¡

que en la jamba del templo de Apo- I


mismo mundo y la Naturaleza toda?
LUIS VIVES. — 22
674 JUAN LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. TOMO I

Todo esto no ha de considerarse di- eso he querido decir con la voz ac-
vino, sino grosero, sino mezclado, tuar. Pues habiendo determinados
sino amasado y heñido de tierra v objetos que mueven a otros objetos,
de aquellos otros elementos que for- los cuales a su vez son movidos
man la bien trabada estructura de por otros, como en ese gran mun-
la tierra y el cielo. ¿Y qué más? do los planetas mueven ciertos ele-
El gobernar, mover, impulsar hacer mentos y ellos son movidos por
crecer ese cuerpo a quien presides, aquel impulso inicial del cielo que
¿no es, por ventura, asemejarse a lo avasalla todo y se lo lleva arre-
la providencia de Dios, que lo admi- batado en su vértigo arrollador;
nistra y lo rige todo? también en ese microcosmos, que es
Muy exacta aquella definición de el hombre, el calor y la humedad
Ioí: sabios antiguos, que dijeron que movilizan todo el cuerpo en un im-
eso todo que llamáis hombre es, a pulso vital y saludable y ellos a su
saber: la mente y el ánimo con su vez son movilizados por vuestro
cuerpo es un pequeño mundo, y que ánimo y por vuestra mente. Todo
a su vez, el mundo es un hombre esto que distribuyen a los otros, de
grsnde. Mortal es tu cuerpo, como otros lo reciben; y si por azar de-
semejante que es a la tierra, a la jan de recibir este beneficio, cesan
humedad, al aire, al fuego de que automáticamente de otorgarle y aca-
está formado y compuesto. De es- ban por marchitarse y perecer. De
to'- cuatro principios y elemencos ese peligro está exento y seguro
constitutivos del cuerpo, en alterna- aquello que de sí mismo recibe el
tiva perpetua siempre, se aparla impulso y el movimiento. Y no se
algo, siempre se allega algo, y si no ha de temer que a sí mismo se des-
totalmente, al menos parcialmente ampare. Si se mueve siempre, es que
sienten en sí la muerte y la vida, siempre goza de vigencia y robus-
siempre en función y en acto. tez y siempre comunica fuerza, vi-
Tu ánimo inmortal, tomado de la gor y vida. Es, pues, imposible que
divina Naturaleza del cielo, es se- muera. Si un día llegase a morir,
mejante al cielo y con el cielo tiene fuera porque en todo instante se
deudo muy estrecho. Mas tu mente, conferiría a sí mismo vida y movi-
que sin duda es Dios y templa y miento, no dando aquello de que por
gobierna el cuerpo mortal y el áni- yacer postrado y exánime carece-
mo mismo, no de otra manera que ría, luego de haberse resuelto en la
aquel Optimo y Máximo Engendra- nada o en otras especies y formas.
dor de la Naturaleza rige así aque- Necia es y absurda la afirmación de
llas partes frágiles y caducas del que alguna cosa tenga movimiento
mundo como esas otras estables y perpetuo y que con todo eso fenez-
eternas. Y así como aquel divino ca alguna vez, es decir, que se mue-
Arquitecto del mundo, cuya deidad va siempre y que de tiempo en
rige el universo, no es nacido en tiempo se detenga, como lo afirman
el tiempo, sino que es inmortal, del espíritu algunos filósofos peque-
también tu espíritu carece de prin- ños y plebeyos que con esa tan im-
cipio ni fin alguno habrá de termi- pía opinión cerráronse a sí mismos
narle. Inmortal es aquella fuerza la vuelta a esos lugares. El Amo
que actúa siempre, esto es, que a la y Gobernador del mundo no permi-
continua entiende, piensa, siente, tirá que se les admita en esas mo-
tiene vigor, tiene lozanía, que todo radas a las que desesperaron de lie-
OBRAS FILOLÓGICAS. VIGILIA AL MARGEN DEL «SUEÑO DE ESCIPIÓN» 675

gar. Desesperaron he dicho, y de- to ni se hallará cosa que repare y


biera decir desdeñaron o escarnecie- restablezca ese principio que de-
ron y pensaron no haber mansión mostramos ser no generable. Es el
alguna reservada para quienes hu- movimiento, por tanto, el principio
bieran vivido bien y santamente y y el origen verdadero de la vida, de
que condenaron nuestros espíritus la potencia, del sentido, por aque-
a morir como reos vulgares, no por llo que se da y se dispensa así a sí
otra causa, sino porque su mente no mismo como a los otros y no goza
alcanzó a entender y comprender de ese beneficio ni de prestado ni a
la naturaleza del espíritu, suelto y título precario. Ese no puede nacer
desnudo del cuerpo. La culpa de ello porque es principio ni puede morir
la tienen, no nuestros ánimos, sino porque a lo que es eterno no puede
sus romos pensamientos y sus ob- sobrevenirle azar alguno ni de en-
tusas y torpes inteligencias. Aun fermedad, ni de enflaquecimiento,
cuando faltasen todos los otros ele- ni ocasión alguna de muerte, pues
mentos de juicio, fácilmente les re- si ello fuera posible, un día u otro
vocara de ese error y de esta igno- derrumbaríase el firmamento con to-
rancia grosera aquella razón de Pla- do el mundo físico y quedaría sumi-
tón, príncipe de los filósofos, con do en la inercia de la muerte, por
sólo que tuviesen alguna punta y cesación y fallecimiento de la sobe-
acumen de ingenio. Para todos los rana mente del cielo. Del impulso
seres que se mueven, que tienen pu- de esa mente que en nuestra osada
janza, que viven, que sienten, que hipótesis se quedaría inoperante y
entienden, que recuerdan, el alma muerta ni el cielo mismo ni toda
es el origen y el principio de ese mo- la restante naturaleza recibirían mo-
vimiento, pues todo ese conjunto de vimiento, fuerza, vida. Y si es puro
manifestaciones vitales no pueden sacrilegio el pensar que algún día
manar de una fuente inanimada. el firmamento ha de detener su cur-
No hay cosa que pueda ser engen- so, y por esto los dioses me con-
drada o procreada con anterioridad sienten que lo diga, ha de precipi-
al principio, pues esa cosa debería tarse y caer en pavoroso derrumba-
llamarse principio, y no aquella otra miento, porque aquellas mentes, uni-
que es engendrada. La naturaleza- das con él en vínculo y trabazón in-
fuerza del principio es ésta; a sa- disoluble, nunca dejarán de mover-
ber: que, no siendo él engendrado se; no es sacrilegio menor pensar
por ningún otro ser, engendra otros esto mismo de nuestros ánimos, que
de sí mismo. Esto hace que no pue- son de la misma naturaleza y lina-
da jamás fenecer porque no tuvo je. También es ésta la razón por que
nacimiento. ¿Qué causa de muerte nuestros ánimos se mueven y ac-
podría hallarse en la eternidad ve- túan por sí mismos y siempre ac-
nidera si no la hubo en la eternidad túan: no se emperezan, ni vacan,
que pasó? ¿Crearánse en lo futuro ni descansan, ni en ningún instante
naturalezas nuevas que antes no hu- hacen alto en su labor, sin que de-
bieran existido? Allégase a esto que jen de pensar, de entender, de con-
si este principio muere, queda corta- templar, de imaginar, de meditar, de
da en cierne toda esperanza de cua- urdir y de maquinar, aun cuando
lesquiera otros seres, puesto que no el sueño oprima y grave el cuerpo.
habrá cosa que pueda originarse Aun en ese tiempo el espíritu no
de un principio consumido y extin- duerme, sino que en vigilia tenaz
676 JUAN LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. TOMO I

hace todas aquellas cosas que dije. nó aquí, a la sociedad de los dioses.
Y todas estas cosas las hará con Tanto calor puso y tanta clarividen-
harta mayor libertad, facilidad, des- cia en esa su postrera y suprema
treza y mucho mejor cuando estu- lección, que parece no que disputó,
viere aligerado y suelto de la en- sino que vaticinó, como suele acon-
sambladura y pesadumbre del cuer- tecer con aquellos que están próxi-
po. Todo el tiempo que permanece mos a la muerte. Todo esto bien lo
en esa vuestra cárcel, en esas tinie- pudiera yo decir con espinosa con-
blas, en esa modorra pegajosa a cisión a la manera y usanza de vues-
quien llamáis vida, agobiado por la tros estoicos; pero preferí decirlo
carga del cuerpo, enturbiado y ofus- más copiosamente, imitando el es-
cado por el vaho y los vapores ca- tilo platónico. De todo lo dicho, se-
liginosos del comer y del beber, gún pienso, ha quedado puesto muy
hostigado y acuciado por los fogo- en claro que el espíritu ni tiene na-
sos aguijones de las concupiscen- cimiento ni tendrá fin. Y si ello es
cias y las pasiones, no puede valer- así, como lo es en hecho de verdad,
se de todo el poder y eficacia de la ruégote que no manches ese espí-
mente y del pensamiento. Mas una ritu tuyo inmortal y divino y, por
vez que estuviere aquí, cuando no ende, Dios, con mortales y sórdidos
arrastrará la impedimenta de su cuidados y con sucias obras. Haz
cuerpo ni tomará pasto material ni siempre algo y medita algo no dig-
le inquietarán las pasiones, pues es- no de un ser ruin y mortal, sino de
tará limpio y purgado de todas Dios eterno, y no te domine el in-
esas impurezas y exento de todas terés por las cosas fútiles y bajas,
esas servidumbres, hará aquello que todas las cuales es bien que descui-
vosotros acostumbrasteis hacer en des y desdeñes. Preocúpate por la
vuestra vida cuando estáis en toda salud y la defensa de la patria; in-
la entereza de vuestra salud, cuan- terés éste el más grato a los ojos
do ni el apetito ni el sueño os ha- de aquel que fabricó la universidad
cen sentir su insufrible tiranía y de este mundo, de su Gobernador,
estáis aliviados de cuitas y vacíos de su Dios prepotente, que metió
de preocupaciones y negocios, así y sembró el espíritu en los cuerpos
públicos como particulares, y ni la humanos, porque fuera quien de-
envidia ni la codicia, ni la ira ni fendiese esa tierra vuestra. Creados
el miedo os alampan con sus cente- fuisteis con un natural y un inge-
llas ni os acucian con sus hierros nio aptos para la convivencia civil,
fieros, entonces es la sazón buena expresamente condicionados y for-
del espíritu para la investigación y mados para morar en agrupaciones
la contemplación. urbanas y frecuentar el trato so-
Todo esto lo puso Platón por es- cial. Estar en pugna parece con la
crito, y Sócrates, a la sombra del Naturaleza, y que tomó armas con-
más glorioso de los plátanos, dis- tra la Humanidad aquel que por su
cutió con su Fedro este punto y provecho particular desatiende y
muchos otros puntos referentes a viola el bien público y relaja los
esa misma materia y con muy co- vínculos de la sociedad humana. Por
piosa elocuencia con sus amigos ello se hace merecedor de que se le
aquel mismo día en que aquel su expulse de ella como enemigo y se
espíritu, santo e inocente, saliendo le niegue a él aquella misma con-
de esa vida, ufano y alegre, retor- sideración impuesta por la Humani-
OBRAS FILOLÓGICAS. VIGILIA AL MARGEN DEL «SUEÑO DE ESCIPIÓN» 677

dad que él negó a sus semejantes. joso contacto de la sensualidad y


V arón grande como el que más y
r
de las pasiones, dé la impresión de
dignísimo de los más colmados en que se ha salido del cuerpo y que
comios es el que pospone sus ven- no se diferencia sensiblemente de
tajas privadas a las de la patria un muerto. Aquello que vosotros lla-
toda, y, cueste lo que costare, arros- máis muerte, no es otra cosa sino
tra la muerte por la salvación y el ia separación, la disociación del
bienestar de la patria. cuerpo y del alma. Entonces el es-
Por eso, con toda razón y en píritu impondrá sobre el cuerpo su
nuestra ciudad, es respetada y san- soberanía tan imperiosamente que,
ta la memoria de L. Bruto, Marco empezando por menospreciar y po-
Curcio, de los dos Decios, de ambos ner debajo de los pies todas las co-
Escipiones (de mi padre y de mi sas humanas, de todas las cuales se
tío) y de muchos otros más sacrifi- persuadirá que ni atañen ni tocan
cados en aras del patriotismo y que al varón grande y excelso; pues
en ese templo, en sociedad con aque- así es en hecho de verdad, y por lo
llos mismos a quienes acabo de enu- que se refiere a su cuerpo, de tal
merar, también Codro, también Li- manera lo hará suyo, que le tendrá
sandro y Temístocles y Meneoco absolutamente a sus órdenes y bajo
y Dion de Siracusa y los Filenos, su completo señorío y le utilizará
aquellos gloriosos hermanos carta- igual, sino como ser-
no como amigo
gineses, y muchísimos más, griegos Hecho esto, consegui-
vicial esclavo.
los unos y bárbaros los otros, que rá el sabio aquella hermosura inte-
no vacilaron en morir por la patria, rior como no pueden mentarla ni
conquistaron un alto asiento y una imaginársela siquiera los hombres
soberana jerarquía. El amor solícito malos, los hombres torpes y lóbre-
de la patria es tan conforme con la gamente suspicaces, y puesto que
naturaleza humana, que reduce el lo exterior consonará con su inte-
hombre a su natural estado, y aque- rior hermosísimo, sonará allá en las
lla vuestra ciudad y aquellas vues- intimidades de ese varón
calladas
tras leyes humanas, dictadas a imi- divino un
concierto de armonía
tación de esas por que se gobierna suavísima concierto inefable ese
:

la ciudad celeste o, por mejor de- concierto que Sócrates deseaba de


cir, bajadas a la tierra por unos va- Dios y pedíaselo con voto muy ahin-
rones sabios y verdaderamente di- cado. ¿Qué le queda ya por hacer
vinos, restituyen a sus verdaderos a un hombre tan purificado, tan
y puntuales observantes a la misma brillante, tan ágil, sino que (toma-
fuente y lugar de donde aquéllas das las dos alas del espíritu, que
dimanaron. Este es, pues, el más son el deseo de hallar la verdad di-
breve atajo del cielo, y se hará tan- vina, el ansia de adquirir el Sobera-
to más corto y fácil si vuestro áni- no Bien, puesto caso que en esa vida
mo, de cuando en cuando y por al- vuestra todo anda rodeado y encu-
gún tiempo, mientras anduviere pe- bierto de mentira, de ignorancia te-
regrinando por esa vida mortal nebrosa, de suciedad, de maldad de
pensare en estotra; se aparejare crimen, y como decía Demócrito,
para estotra y no atollare y se hun- hundido y enfangado en el légamo
diere en los deleites de los sentidos, de un pozo profundo) con blando
sino que, hurtándose enérgica y fre- vuelo, apoyado en los remos de am-
cuentemente del contagioso y pega- bas alas se remonte a la altura, a
678 JUAN LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. TOMO 1

fin de que, luego de haber atrave- padres, los sacrilegios contra los
sado la espesa y caliginosa capa de dioses que, una vez perpetrados, no
aire, irrumpiere y penetrare, diga al conocieron el arrepentimiento; a
cuerpo que dejó en la tierra un esos tales definitivamente desahu-
adiós irrevocable, sin sentir la más ciados se les arroja en el Tártaro,
leve añoranza de su compañía ni de donde no puede ya jamás abrír-
el ansia más ligera de volver a esa seles ei camino del regreso a ese
vida vuestra y a ese valle hondo y mundo de los mortales. Con todo,
oscuro? aquellos otros que contrajeron- man-
Pero si, acordándose de los pla- cillas más ligeras o, si se quiere,
ceres, de las riquezas, de las pa- manchas mayores, pero tocados de
siones o de alguna de las vanidades compunción, pidieron perdón con
y malicias de la vida humana, la súplicas humildes o con una obra
desea y la reclama, entonces, preci- mejor compensaron y resarcieron el
pitado de nuevo a la tierra, quiebra daño y la injuria cometidos; esos
sus alas en caída impetuosa. Y si pecadores penitentes, mediante pur-
en esas circunstancias, a ese cobar- gaciones, purificaciones y acrisola-
de* derribado que en el cieno se mientos, se tornan limpios, puros
complace y se revuelca o cualquier e idóneos para la sociedad y conci-
otro atollado en el mismo lodo, lio de los dioses. Los suplicios que
inficionado por contagio idéntico, apuran en ese tiempo de su purifi-
mándale el Emperador del mundo cación son tan recios y tan graves
que salga al instante de esa vida, y tan duraderos, que prefirieran en
no puede, a la salida de su cuerpo, su vida humana cualquier dolor,
encaminarse a esos soberanos asien- por más largo y áspero y agrio que
tos de la bienaventuranza, bien por- fuese, al más liviano de aquellos
que ninguna cosa inmunda y man- tormentos que se ven obligados a
chada puede entrar aquí por ningún sufrir después de su muerte. No lo
concepto, bien porque la cargazón ignoraba aquel gran varón dechado
del cieno terreno, sin ayuda de de cordura y de entereza que hubo
ningunas alas no permite que los nombre M. Atilio Régulo, quien no
tales espíritus se eleven a la altura, vaciló en volver con una serena
pues los agobia con su peso y los impavidez y ánimo constante a un
rebate contra la tierra. En derredor cautiverio penosísimo por guardar
de la tierra contra la cual fueron la palabra y la fe que había dado a
rebatidos y estrellados, flotan a la sus enemigos, aun cuando le rete-
deriva, a merced del viento, siglos nían con sus súplicas sus hijos, sus
y siglos, expiando su yerro con pe- parientes, los más estrechos de sus
nas mayores o menores, proporcio- amigos, pidiéndole con desespera-
nadas a las culpas de cada uno; dos encarecimientos que se salvase
pero en todo caso, muy grandes y a sí mismo, puesto que sin mengua
muy escocedoras. Mas si tan feos y de la dignidad podía pasar el tiem-
tan tétricos fueren los crímenes de po que le quedaba de vejez en des-
determinados delincuentes, que no cansada vida y en medio de consi-
hubiere para ellos expiación pro- deraciones y honores en aquella Re-
porcionada ni limpieza y purifica- pública, la cual había alcanzado los
ción posible para suciedades tan mayores merecimientos, con sus dos
crónicas y tan profundas como son consulados y las grandes guerras
los crímenes contra la patria, los en que había intervenido y las haza-
OBRAS FILOLÓGICAS. VIGILIA AL MARGEN DEL «SUEÑO DE ESCIPIÓN» 679

ñas personales con que las había soberanas y divinas que cuando
ilustrado. Harto bien sabía que ten- fueron por ti entendidas y compren-
dría que expiar con torturas más in- didas, ellas, por sí mismas, sin nin-
sufribles la pavorosa majestad de la gún otro aliciente ni estímulo ni
fe violada, puesto que la fe es la aguijón de gloria, te atraerán y te
amiga y la compañera indivisible de harán su rendido siervo y pondrán
la justicia o, por mejor decir, su su mano última y su postrer toque
dulce hermana inseparable. en la obra de tu perfeccionamiento.
Y siendo todo ello así, mi carísi- Entonces quedarás persuadido de
mo Publio, no tengas prisa por salir que todo lo tuyo está en ti mismo,
de esa vida mortal ni se te antoje y no beberás los vientos por alcan-
larga en demasía. Pasará de vuelo zar otra riqueza que la de tus pro-
con más ligereza de la que puedes pias virtudes; ni tendrás otro len-
creer. Condúcete en ella como en guaje fuera del que hablará tu pro-
un albergue pasajero, y componte pia y recta conciencia, con cuyo
y prepárate todo para esotra mora- testimonio elogioso te contentarás
da definitiva; para esos penates a y no desearás ninguna otra cosa.
los que tienes que venir. En esa Si todo esto hicieres, según espero
fugacísima momentaneidad de tus confiadamente que lo harás, no su-
días no embarguen tu pensamiento frirás como los malos en la tierra
ni placeres, ni vicios, ni regalos, tormentos y aflicción, encenagado
ni riquezas, ni maldades que desca- en la hez y suciedad de los vicios.
minan de la senda cierta que condu- Libre y puro, todo a una, yacerá en
ce a esta mansión y a estos asientos el suelo exánime tu cuerpo, y tu
inmortales. Ocúpate, en cambio, to- espíritu se restituirá a su origen y
do tú, en todos aquellos nobles me- entrará en la vida inmortal y bien-
nesteres que hacen expedito y fácil aventurada.
tu retorno a estas sedes; a saber:
en ayudar a tu en hacer
patria, Habiendo dicho todo esto Esci-:
bien a los preferentemente
tuyos, pión, y luego de haberme ambos
a tus conciudadanos y luego a los exhortado que jamás dejara caer en
mortales todos en el respeto a la olvido todo cuanto me habían di-
justicia, en la práctica de la piedad cho, desaparecieron. Yo, espantado
y de la fe, en armarte y en hermo- de todo cuanto había visto y oído,
searte con esas mismas virtudes, sentí cómo se quebraba el hilo de
sí;
pero también con aquellas otras |
|
mi sueño.

FIN DEL «SUEÑO


AL MARGEN DEL SUEÑO DE ESCIPIÓN»
TEMPLO DE LAS LEYES
(^DES LEGUM)

A Micer Martín Ponce.


jurisconsulto.

Llegado a la convivencia con los mis ojos con


tiera la entrada recrear
hombres, enviado por Dios, que la contemplación del panorama y de
es nuestro soberano Señor (pues sus defensas, y si alguna novedad
los hombres fueron creados para los contenía que fuese transferible, in-
hombres y no nacimos para nos- tentar su reproducción en esa Va-
otros solos, como decía Platón), pa- lencia de nuestros amores.
so a paso, pie ante pie me encami- Así que me hube allegado más de'
né a un paraje extraordinariamen- cerca, advierto que la torre, desde
te defendido y tan defendido como sus cimientos hasta su cima, edifi-
ameno, del cual decían no haber cada muy a nivel y a plomo, era
otro ni más deleitoso ni más grato toda de un mismo color y de una
a Dios en toda la faz del espacioso perfecta trabazón, que unas veces
mundo. parecíame de muy dócil piedra are-
Dábanle el nombre de ciudad, re- nisca, otras de mármol durísimo. Allí
sidencia de los consejos y asociacio- descubrí casi todas las clases de
nes humanas, que él derecho agru- mármol, labrado por ingenio más
pa; sede de la justicia y de la paz, divino que humano: mármol parió,
de la Humanidad, de la lealtad, de carrariense, lucúleo; mármol verde,
la hospitalidad y de aquellas otras que llaman de Laconia, el pórtico,
virtudes que los hombres practican que es blanco veteado; el ofito, que
en interés de los hombres. es de varios colores; el basalto, el
En el centro preciso de esta ciu- ónice, el alabastro; y, a pesar de ser
dad inabordable de suyo y muy fuer- tantas las formas del mármol, en
te que fácilmente podía dar seguri- cada una se veían las especies de
dad a la ciudad toda, descollaba una las otras, hasta tal punto, que dirías
torre muy gallarda y linda de ver y que cada uno de los mármoles re-
a ella enderezo mis pasos. Deseaba producía las de todos los
facetas
contemplar de cerca aquella fábri- otros, y si con cualquier otro de los
ca grandiosa labrada con sumo pri- mármoles comparases un mármol
mor, y en caso de que se me permi- dijeras ser de su mismo color. Y
>>2 JUAN LUIS VIVES. OBR..AS COMPLETAS. TOMO I

siendo aquella mansión tan aseada, exquisita cortesía, y al par que re-
tan vistosa, era sólida, además, no conozco haber tomado pasatiempos,
regalada en demasía ni risueña en no recuerdo haberlos, tomado nunca
exceso, sino áspera y hosca en de- contigo. Lo que quisiera saber de ti,
terminados lugares, y en otros, ha- si eres tan amable, es quién mora
lagüeña % acogedora. No daba vis- en esa mansión.
tas a bosques, a desiertos, a mon- — ;Cómo me refocilo, hijo mío, con
tañas, a soledades; por todos sus la gran abundancia de manjares ex-
lados miraba a la ciudad, miraba a quisitos, desde el momento en que
los hombres. Su punta más alta, tomé la determinación de tratar la
que verticalmente miraba hacia el sabiduría en la lengua de los des-
suelo, era aquella eterna Ley divi- cendientes de Quirino y, juntamen-
na, rectora del universo mundo, la te con ella, las restantes artes que
sabiduría del mandar y el prohibir, tengo por costumbre comparar con
que no es otra cosa que la mente aquellos fresnos tan finos y tan al-
de Dios, que, según razón, obliga o tos que cimbrean gentilmente sus
veda; y no solamente tiene una cogollos. Quiera el cielo antes de
más augusta antigüedad que cuales- morir que consiga restituir a su
quiera pueblos y ciudades, sino que dignidad y esplendor prístinos
es coetánea de Dios, que tutela y aquellas leyes verdaderas, buenas,
gobierna el Cielo. castizas, excelentes, que por nues-
Pasmado yo de aquella tan linda tros mayores fueron grabadas en
y tan apacible novedad, en mis de- tablas de bronce. Recelo no poco
seos de entrar y escudriñarlo todo, que ello no sea como también que
tropecé con un portero, abrumado las restantes artes no sean restaura-
de años, que porfiando con muchos das; al contrario, temo que las me-
hombres les impedía la entrada. Ese jores leyes no sufran siempre tor-
anciano, antiguo de días, transpira- zones, languidezcan de día en día
ba majestad; pero algo había en más y más y sucumban a mortal
él de rancioso y que olía a muy re- colapso. ¿Y qué cosa hubo en la an-
mota vetustez. tigüedad más pura que estas le-
Me dirijo a él yes?
— ¿Quién mora aquí, dime, abue- Pero me temo, por la gran seme-
lo venerable? janza que tienen con Manlio, que
El, despejando su frente y des- aquellos que las tienen sujetas a su
arrugando el entrecejo, mirándome acerba tiranía, gente silvestre, mon-
con mayor fijeza, como si quisiera tesina, de hablar aldeano, agitada
reconocerme e identificarme, me por las furias, loca, en fin, y deten-
respondió, en una jerga arcaica tadora de su dignidad, que a nin-
contemporánea del rey Numa: guna cosa atiende más que a lides
— Oiráslo tú, hijo mío, si lo de- y por perfectas nonadas, pero que
seas, pues parécesme ser uno de le sirve a manera de escoba, para
aquellos que muchas veces suelen arramblar con todo cuanto hay en
tomar pasatiempo conmigo y me el mundo, no las quite y las desju-
muestran afición y cree que esto gue.
;

que te voy a decir te lo digo con Uno de éstos es Acursio, que


sinceridad y no por adularte; no fomenta cariñosamente la oscuridad
soy nacido aquí. y se sumerge, por decirlo así, en
— — —
Dices esto repliquéle por ru las tinieblas cimerianas. Otro de
OBRAS FILOLÓGICAS. TEMPLO DF LEYES 683

éstos es Bártulo, nacido en Sasso- nestidad ni la razón. Y, en cambio,


ferrato, ciudad de Italia, más duro los hombres buenos y tasados en
y más estúpido que la peña y el sus ambiciones, mohínos, obligados
hierro, de donde es nacido. Este en- por el hambre y la pobreza, de una
gendró a otro que tal: Baldo, dis- ruin carnicería, acuden a mendigar
cípulo de Bártulo, mal huevo de intestinos de gallina; pero ¿qué di-
un mal cuervo. Y, después de éstos, go de gallina? Correosos intestinos
no he de callar a aquel mensaje- de buey, desperdicios de verduras,
ro que nos vino de Arezzo (Angel legumbres tiradas creen estar en
suena mensajero; esto es, Angel gran aprecio, cuando la realidad es
Aretino y el Imolano (Juan de Imo- que viven en un desdén absoluto
la). A todos ellos yo quisiera que y visten andrajos. ¡Ojalá pudiera
Dios me hiciese la gracia de verlos rogarte a ti y a tus compañeros,
inmolados y con la espina dorsal que son como tú, que puesto que
rota y colgados de un palo alto, co- os agrada la investigación de la
mo un mástil, antes de que sus puer- ciencia antigua y verdadera y aun
cas letras inficionen las leyes con consignarla en monumentos litera-
su roña y su gangrena. rios, que os desposaseis con ella co-
Existen otros (pues de semejan- mo con otra esposa y que defendie-
tes a éstos hay una verdadera pla- seis esa casa y os decidieseis a ce-
ga) que con una ferocidad mons- rrar contra esas huestes devorado-
truosa, salvajina, montés, ensucian ras, atroces, insoportables, desalo-
y afean todo derecho, y toda cuan- jándolas muy lejos de. la enjundio-
ta cosa bella hay, la remueven y la sa posesión de estos confines, echán-
oscurecen. Sus respectivas denomi- doles fuera del recinto a coces y a
naciones para mí y para todos son empellones. Lucida hazaña fuera és-
tan enojosas e insufribles, que de ta y no dificultosa, sino muy fac-
sólo oírlas pierden el juicio. No me tible. Tutano y Tutilina (el dios y
cabe duda que estos hombres fue- la diosa) os asistirán en esta empre-
ron aquellos que Deucalión y su mu- sa, que, llevada a buen' término,
jer introdujeron en este mundo pa- acabaría con el imperio de las tinie-
ra que turbasen la paz y el ocio blas. Desde ese momento, ya no
de todos los otros. Pero lo que me había vacilación ni demora alguna
despedaza y me pone en trance de para lo verdadero y
lo justo. Los
morir es el hecho de que estos prín- mismos enemigos se os entregarían
cipes de las riñas y estos fautores espontáneamente, por poco que fue-
de las discordias con tal preponde- se el empeño que pusiese en exhor-
rancia se imponen en los juicios, társelo Fugia, soberana diosa de la
que con olvido total de los viejos alegría.
y útiles legisladores, guardianes y — —
¡Huy! le respondí yo ¿Qué — .

consultores de las leyes, no queda lenguaje es este que me hiciste es-


más remedio que aprender y tragar- cuchar tanto rato? Abuelo, por fa-
se a viva fuerza a esos borrachos y vor, ¿piensas acaso hablar con la
hueros soñadores. En manos de es- madre de Evandro o con alguno de
tos sepultureros están las rique- los adivinos, faunos o aborígenes?
zas, la opulencia; esos gordiflones Si quieres que te entienda, usa un
arréanse con vestidos curiosos, ce- habla más moderna, pues yo no na-
lebran banquetes opíparos, en los cí en la sazón en que Eneas funda-
cuales no tienen asiento ni la ho- ba la ciudad de Lavinio, ni fui de
684 JUAN LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. —TOMO I

la cofradía de los sabios, ni camara- desean y para los malos y malva-


da de Ticio para entender un idio- dos, elterror, los castigos, las ca-
ma tan anticuado y fuera de uso. denas, las ignominias, los azotes, el
— —
Qué di jome él— ,
¿tan tenebro- destierro, la muerte al acecho; la
samente he hablado? ¿No reconoces inocencia que no sufre mengua de
aquella castrense algarabía con que los ímprobos y para éstos, retarda-
nos solemos chancear y decir bur- da y cohibida la audacia, la inco-
lerías y donaires que los otros, en lumidad de la ciudad, la vida de los
corro, escuchan con la boca abierta, hombres, quieta y feliz. Aquí habita
con admiración y aun con respeto? también la religión, la santidad, la
¿Quieres que hable a tu manera, alabanza, el honor a los buenos, la
cuando a mí no me entendiste y di- gloria, la castidad y el pudor segu-
jiste ser mi habla oscura, y en oyén- ros, la consolada orfandad y sole-
dome hacías muecas y visajes, sien- dad de los huérfanos y las viudas,
do así que nadie puede escudriñar puesto que la pobreza desvalida es
esta morada de las leyes que no cubierta de escarnios. Aquí están
conozca a fondo la tersa y casta las bellas artes; aquí, las ciencias;
latinidad y, al menos, no esté un aquí, las tres Gracias de los anti-
tanto empapado en ese arcaico tec- guos; aquí, las nueve Musas; aquí,
nicismo? ¿No ves cómo son muchos la virtud; siempre que desee algo
los que andan rondando de puertas fuera de sí misma, tiene su premio
afuera y no llegan a entrar, porque infalible, aparejado. Mira, mira ha-
desdeñan ser instruidos por mí, que cia arriba y ve en su umbral aque-
estoy aquí con este objeto exclusivo llos versos que están escritos: «Cre-
de hacerlos idóneos para que en- ced, virtudes; florezca ]a edad fe-
tren en esta casa? Pues son tantos, cunda; abierto tienen el campo los
como dice Cicerón, los aspectos de ingenios el favor cierto espera a
;

la antigüedad y la primitiva vetus- quien lo merece y, adornándose, la


tez de los vocablos y los géneros de industria con sus propias preseas.
acciones que ilustran las usanzas y Arriba, arriba, artes dormidas que
la vida de nuestros mayores, en el sofocó la ambición. No se reconoce
vestíbulo, en el atrio, en los pórti- fuero alguno a la envidia, mientras
cos anchurosos, en las estancias, en ese templo presida el mundo.»
los comedores, en las salas de es- Con la vigencia de las leyes, te-
tar, en los solares, en las cámaras, das estas cosas están en vigor de- ;

en las recámaras, en los corredo- bilitadas y echadas por los suelos,


res, que quien intente ir allá sin no pueden sostenerse un instante
conocimiento de las antigüedades, más. Por eso aquel grande y sapien-
como un asno a la lira, es fuer- tísimo varón que fué Aristóteles,
za que vea su deseo malogrado. llama a la ciencia civil arquitectó-
Pero pongamos punto final. Voy a nica y dominadora. Esta ciencia
responder brevemente a tus pre- — —
dice- dispone las disciplinas que
guntas. debe haber en las ciudades y cuá-
Habitan aquí, por callar a los mo- les cada uno debe aprender y hasta
radores humanos, la justicia, la tem- qué punto debe aprenderlas; ella
planza, la fortaleza, la salud, el determina —
continúa diciendo lo —
amor, la paz, la concordia, la victo- que cada cual debe hacer y de qué
ria, la lealtad; para los buenos, el debe abstenerse Cicerón afirma que
;

consuelo y toda la tranquilidad que él dice eso mismo, pero más audaz-
OBRAS FILOLÓGICAS. TEMPLO DE LAS LEYES 685

mente. Pujante y gloriosa la filoso- que acostumbraba decir Solón, uno


fía, reconoce por fuente de todas de los siete sabios de Grecia y muy
sus disquisiciones todo cuanto con- prudente legislador él de leyes in-
tienen las leyes y el derecho civil. mortales; dicho que pareció cobrar
Ello nos da a entender al mismo mayor autoridad con la de Catón el
tiempo que la dignidad es cosa ape- Viejo, tan imponente en su grave-
tecible, también el trabajo justo y dad romana. Decían ambos: Los
honesto es objeto de honores de más pequeños insectos, como las
premios, de lucimiento. Encarnando moscas, mosquitos, hormigas y otros
este sentir en la persona de J. Cra- animalillos por el estilo quedan pre-
so, conjugó su opinión con su au- sos en sus redes; pero los animales
toridad. mayores, como perros, gatos, ove-
Debo advertir, porque no nos en- jas, caballos y semejantes, rota la
gañen los vocablos, que cuando digo tenue estructura, se escapan indem-
ley, con la autoridad de Cicerón, nes.
príncipe de la romana elocuencia, El portero, nada encogido por es-
no quiero que se entienda otra cosa tas palabras, respondió en tono apa-
que aquella fuerza sin la cual nin- cible :

guna casa ni ciudad, ni nación, ni —Las leyes, cuya hermana le-


aun el mismo linaje humano pue- gítima es la justicia, son rectas co-
de subsistir; ni tampoco la Natura- mo ves en este edificio, y son equi-
leza, ni tampoco el mundo, pues tativas en todas sus partes; pero
también el mundo obedece a Dios adolecen de suyo de mudez y de
y a Dios obedecen mares y tierras, sordera congénitas: no tienen ha-
y la vida del hombre está subordi- bla propia, no oyen, no ven. Pero a
nada a los mandatos de la ley su- su servicio están unos hombres que
prema. con su habla las hacen hablar y con
En este punto atajé yo el mo- su vista ven y con sus oídos oyen.
nólogo para decirle: Acostumbramos llamarlos jueces
— ¡Oh el más complaciente de que, con otro nombre, denomínanse
los abuelos: pues aguzaste mis de- leyes parlantes; como también hu-
seos de entrar y hablas en lenguaje bo quien con razón a las leyes las
mucho más comprensible, dime: llamó jueces mudos. Estos persona-
¿Podré yo echar una mirada en los jes, si quisieran acomodarse a la
más escondidos reductos de ese tem- justicia que preside, cuya imagen
plo y en sus sagrarios venerandos y pintó muy bien Crisipo, el filósofo
en todos sus misterios y ver todas estoico, se mostrarían graves, inta-
sus intimidades? chables, incorruptos, severos, no
— —
¿Qué obstáculo hay? dijo él — impresionables por la lisonja, aus-
Sí, sí, con más rectitud y más ver- teros, templados, prudentes, que ni
dad y más claridad que toda aque- el favor doblará ni intimidará nin-
lla taifa de analfabetos. gún temor humano. No dejarán in-
Entonces soy yo quien le digo fluirse del odio ni de la amistad, ni
— Antes de ser introducido, con del enojo, ni de la sensiblería; no
sumo interés querría hacerte una padecerán de dineritis ni consenti-
pregunta: ¿Cómo es que tan noble, rán que se les ataque con lanzas de
tan vistoso y, al parecer, tan robus- plata. Ya ves cómo a ese cerro en
to edificio, no sea más consistente que nuestro templo se asienta no
que una telaraña? Pues esto es lo puede subir, como Filipo el mace-
686 JUAN LUIS VIVES. — OBÍL-\S COMPLETAS. —TOMO I

dónico decía, un asno cargado de —


Xo sabes, abuelo, cuánto con-
oro, que dondequiera acostumbra tentamiento me ha dado este des-
tener paso franco. ahogo tuyo; dime, por favor: Si al-
Y si se da el caso de algunos jue- guna vez llegare a penetrar en ese
ces, y yo no dudo que son numero- templo, aun cuando ahora no ten-
sísimos (si es que en buen derecho go tal intención, ¿con qué guía he
pueden ser llamados jueces), sensi- de regirme para explorar tantas y
bles a los proyectiles acuñados, que tan profundas estancias como veo
cierren los ojos o se dejen impresio- desde el umbral?
nar por las amenazas de los pode- — —
Xo creo me contestó que el —
rosos, éstos son los que se mues- inmortal Estagirita desconociese es-
tran violentos y severos para con ta morada, puesto que todo cuanto
los infelices y los desvalidos; mas está aquí consta admirablemente ex-
se ponen a temblar al menor gesto presado en sus libros Morales y De
de los grandes y abandonan juicios, la República.
derechos, leyes, justicia. Esos son —
¿De qué manera? le pregunté. —
las telarañas en que se enredan los Respondió
animales chiquitos, y no tan sólo —
Más allá de estas construcciones
éstos, sino otros poco fuertes, desde que ves, hay una plaza rumorosa
luego, si así se les antoja a los del gran ruido y barahunda de los
grandes. Xo que ni los derechos ni sicofantes, enronquecidos de tanta
las leyes sean telarañas, sino que grita. Allí están en barullo indes-
las telarañas son los jueces bellacos criptible jueces con demandantes,
y venales. Estos no son verdaderos demandantes con acusados, acusa-
jueces; es decir, intérpretes y dic- dos con defensores y abogados; és-
tadores del derecho, ni son sus cus- tos con aquéllos otros, y cada uno
todios y sacerdotes, ni son leyes par- con todos, sin otra razón que la del
lantes. Xo residen las leyes en la dinero; allá van a reunirse todos
voz de esos hombres perdidos, sino los que, no admitidos por esa puer-
en la norma de la Xaturaleza. Quien ta grande, rodean el glacis de ese
a. ellas acomodare sus juicios, será castillo y se cuelan por una puerte-
como aquel juez de Egipto; éste cita falsa esperando que por allá lle-
será otro Boquiris, que fué la equi- garán a penetrar en ese auténtico
dad personificada; éste será autén- templo de las leyes, del derecho, de
tico juez; éste será reverenciado la equidad. Y aún he de decirte que
como pontífice de la justicia. De los hay algunos que, admitidos a visi-
demás no se ha de hacer más cau- tar esta santa casa y aun a fijar en
dal que de los que desempeñan el ella su residencia, subidos arriba
papel o la figura de jueces en una algún tanto, dan con ciertos pasa-
representación escénica o pictórica. dizos y escaleras hurtadas, que aun
De jueces no tienen más que el cuando al principio les parecen con-
nombre; pero no la Realidad. Ex- formes con los otros, acaban por
pliquen ahora la razón de aquel di- torcerse y conducen a aquella plaza
cho, el famoso Solón de Salamina que dije, como a una cloaca mal-
o Anacarsis, el errante escita, o el oliente, y no fácilmente les retor-
Catón de las Tusculanas. Yo en ellos nan a ese palacio, pues para ellos
no veo jueces ni telas de araña. el dinero podrido y fétido les hue-
Así que hubo dicho esto, se detu- le tan deleitosamente como la me:
vo un rato. Yo le dije; jorana y el bálsamo y piensan ser
OBRAS FILOLÓGICAS. TEMPLO DE LAS LEYES 687

suavísimo el olor del lucro, venga hombres y que así, escamados, les
de donde viniere, aun cuando sea envían a sus casas más lisos y sin
de la orina, como se cuenta del em- pelos que cualesquiera anguilas o
perador Vespasiano, que le puso una murenas; de tal manera quebrados
contribución al mear. Toman esta de espinazo, que no es más congrio
dirección engañados por la ambi- que esturión. Con todo, lo que más
güedad de los caminos, y allá van a merece lástima, a ellos hartas ve-
parar. Yo me avine a que se llama- ces no se la merece bastante. Ver-
se del Supremo Derecho esta aveni- daderos antropófagos, se tragan los
da, en ocasión en que estábamos hombres enteros, con sus bienes y
festejando, con un banquete y en con sus vestidos. En consecuencia,
sabrosa conversación de sobremesa, decían a la primera consulta que se
las fiestas de la diosa Vacuna. Sub- les hacía que debía cerrarse a cal
rayaron algunos muy pronto esa y canto aquella puerta falsa que
denominación con varios motes: de franquea el paso a la plaza de los
la suma malicia, de la suma injus- pleitos o, si fuere preciso, demoler
ticia, y otros, por fin, de la gran la plaza misma y desarraigarla de
cruz. Alegaban que esta avenida es- cuajo, y que para ello pedían de-
taba harto distante de lo equitati- liberación. Todavía no se ha te-
vo y de lo bueno, y que por ello no nido este consejo. Lo espero con
conducía, el que por ella ingresó, la mayor de las expectaciones.
a la auténtica morada de las leyes, ¡Cuánto me temo que no se reúna
sino que llevaba a la plaza del ba- nunca!
rullo y de los pleitos. Llegado a este punto, hablé yo, y
Entonces algunos, levantando el le dije:
espíritu, pedíanme mi opinión acer- —Más cuerdo será, abuelo, que
ca de esta morada y de aquella pla- esperemos, pues se me antoja a mí
za y, cortésmente, me instaban a que los humanos ingenios, de día
que dijese algo. Yo les respondí que en día más y más, parecen sacudir-
esa nuestra camaradería era la san- se las tinieblas que les dejaron sus
ta amistad y que aquellos gritos padres y volver a aquella serena
eran el lugar de tormento (carnifi- claridad de los abuelos. Pero ¿qué
cina) del litigio. Aquí alguno, con fué aquello que acabas de decir de
una sonrisita; «Mejor hubieras di- lo equitativo y de lo bueno? Pues
cho, Abuelo portero, argentificina, en Aristóteles creo recordar haber
oficina del dinero.» Recuerdo que los leído algo semejante, aunque con

más se indignaban porque ninguno una voz griega. «Es dijo él la re-—
podía entrar allá, aun cuando, ves- gla y el camino del derecho y las
tido y acicalado, que como si hubie- leyes.» ¿Y cuál es ésta dime— — en
,

ra caído en manos de ladrones no fin de cuentas?


se saliese de aquel recinto, desnudo A su vez, me dijo él:
y que rezaba mucha verdad aquel —Oye a Celso, aquel anciano que
proverbio tan vulgar; a saber: que desde el mismo atrio grita a voz en
no había mejor medicina para los cuello a sus compañeros de casa y
ojos que nunca ver abogado ni cau- mesa y a los jueces todos con gran
sídico ; que ya todo el mundo les fuerza: «Vean, provean, miren ha-
llamaba pescadores, porque con mil cia arriba, miren hacia abajo, mi-
engaños y astucias, con una sutileza ren adentro, estén siempre en guar-
sin fin, pescaban todo género de dia, no deliren, no se descaminen de
655 JUAN LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. TOMO I

la senda del derecho y, por tanto, que requiere la naturaleza de la co-


de la ley de la misma ley, lo que sa sometida a su juicio, así como
es bueno y es equitativo.» los canteros de Lesbos usan aquella
— —
¿Qué es lo que oigo? dije yo — su escuadra de plomo, la cual, como
¿No era cierta mi sospecha de es una lámina de metal flexible, se
que tú hablabas de la epiicia de adapta con facilidad a cualquier es-
Aristóteles? ¡Cómo me contentaría tructura. No quiera seguir siempre
hablar contigo largamente, según el sumo derecho, que hartas veces
el sentir de aquel anciano peripaté- es la suma injusticia, sino acomóde-
tico, de esa equidad y ese bien, y se a la naturaleza de la norma en
tratar asimismo copiosamente de conformidad con la cual, como di-
eso mismo a tenor de las obras jiste muy bien, todas las leyes se
en que monumentalizaron su doc- crearon y formaron. Vea lo que di-
trina los que más duchos fueron en ría el mismo legislador si estuviera
derecho divino y humano, si no re- presente, y no crea, de buenas a pri-
celaron que yo, que como ves no meras, que la ley es poco recta o
hice más que saludar las leyes desde inicua, porque la falta, si falta hu-
la puerta, no me hiciera notar por biere, no estará en ella ni en el que
las galas ajenas, y si venía por azar la formuló, sino en la variedad de
el bando de las aves a reclamar ca- la cosa que es tan varia, tan multi-
da una sus plumas propias a guisa forme, tan amplia, que no puede en-
de la corneja despojada de los co- cerrarse ni ceñirse toda en determi-
lores hurtados, dé motivo de escar- nados límites. Por eso, con muy
nio y risa. Así que me aguantaré buen acuerdo, se dijo ser la norma
dentro de mi piel y diré en pocas del derecho lo equitativo y lo- bue-
palabras lo que acerca de eso bueno no, pues esto, en el establecimiento
y eso equitativo siente Aristóteles de cualesquiera leyes, fué el propó-
en el libro V de sus Morales, aun sito capital y la primera intención
cuando lo haré desgarbadamente y que tuvieron los legisladores pru-
sin traer lechuzas a Atenas; pero dentes. Crea un semillero y un hor-
lo diré con todo si tú no tienes co- miguero de pleitos aquella meticu-
sa más urgente que hacer. losidad con que algunos la estudian
— — —
Yo dijo él ,así que me zafé no solamente oración por oración,
de aquellos rábulas y enfadosos gri- sino palabra por palabra y sílaba
tadores, no tengo nada que hacer, por sílaba y aun letra por letra, em-
pues hoy no es día de hacienda y peñados en mantener las leyes con
no sé si aun teniendo que hacer, los dientes y no en acomodarlas a
haría otra cosa con más gusto. lo que constituye la misma vida de
Entonces, yo: la ley; a saber; la norma, la razón,
— Con el solo vocablo Epiicia de- la mente, el sentido, el espíritu, el
nomina Aristóteles lo equitativo y alma, la vida, que es, en suma, lo
lo bueno. La define diciendo que no equitativo y lo bueno.
es el derecho o la ley escrita y ex- Por esto paréceme que Cicerón
presa, sino la enmienda de la ley y recomendó con los más subidos elo-
su interpretación. Son muchas las gios, luego de muerto en el desem-
cosas que el legislador no puede peño de sus funciones de legado, a
mandar. Véalas el juez que encarna Servio Sulpicio: -Yo será silenciada
y mantiene la personalidad de las — dijo aquella maravillosa e in-
leyes y dé a la ley la flexibilidad creíble y casi divina ciencia en la
OBRAS FILOLÓGICAS. TEMPLO DE LAS LEYES 689

interpretación de las leyes, en la tiempos, las personas y las cosas no


equidad de su aplicación. Todos los sólo una vez, como los legisladores
hombres de nuestro tiempo que en hicieron, sino hallarlas y darles ca-
esa nuestra ciudad tuvieron conoci- da día nuevas interpretaciones con
miento del derecho, reunidos en un aquella equilibradísima equidad. Es-
solo lugar, no pueden compararse to es lo que siente Aristóteles en
con Servio Sulpicio. No fué más en- sus libros De la República, cuando
tendido en el derecho que en la jus- dice que está más bien gobernada
ticia. Así que todo lo que provenía una ciudad por el mejor político
de las leyes y del derecho civil, que por la ley mejor.
siempre referíalo a la facilidad y a
la equidad, y no tanto quería aco- Habiendo dicho esto, preguntóme
meter acciones litigiosas como qui- el portero si gustaba de entrar. De-
tar controversias. Esto dice Cicerón cliné la invitación por entonces,
en su acción novena contra Marco pero con todo, le dejé promesa que
Antonio. En este pasaje, a mi enten- en breve, mejorado de la enferme-
der, muy densamente es alabado dad, volvería con más tiempo y hol-
Sulpicio, como sea que sólo es pro- gura para visitar a placer aquel
pio de los ingenios grandes y desco- templo con el permiso de sus pontí-
llados muy por encima de los otros fices y para conocer a todos los que
hallar aquella equidad jurídica, y en él habitaban, que no es cosa de
yo no sé si es de menor importancia una o de dos muy cortas horas. El,
que promulgar una ley. Yo, perso- despidiéndose de mí, se acogió den-
nalmente, pensaría que requiere tro, y cerró las puertas con ambos
prudencia mayor, ponderarlo y me- cerrojos, porque no entrase nadie
surarlo todo, según los lugares, los sin que él lo supiese.

FIN DEL «TEMPLO DE LAS LEYES»


PRELECCION
AL LIBRO DE LAS LEYES
DE CICERON
(PR^LECTIO IN LEGES CICERONIS)

(1519)

Persuádome yo que todos vosotros Aristóteles, en su primer libro De la


auna no acabéis de maravillaros República, define el derecho natu-
de que un filósofo como yo soy, ral diciendo que es el que tiene la
en presencia de tantos jurisconsultos misma fuerza dondequiera y tiénenle
me atreva a comentar las Leyes de todos impresos en sus corazones y
Cicerón, pues no hay nadie que no salió con ellos del vientre de su ma-
juzgue que esa materia y aun cual- dre; profésanle inmutable todas las
quiera otra que se refiera a las le- naciones y sienten acerca de él de
yes es propia no del filósofo, sino del una idéntica manera y no hay nadie
jurisconsulto y que es cosa muy dis- de aquella gente que por espontá-
tinta un filósofo de un jurisperito y nea convicción no asienta a ese dere-
de un leguleyo. Con las pocas pala- cho. Y no me espanto de ello, porque
bras que diré, si las oyereis con el es idéntica e invariable en todos los
oído atento y el ánimo recogido, en- hombres la Naturaleza, a cuyo dic-
tenderéis, según espero, lo que tie- tado cada cual se señaló en su cora-
ne que hacer el filósofo en ese te- zón aquellas leyes que no admiten
rreno acotado: si le está prohibido variedad. Y es de saber que estas le-
comentarlas o admitir discusión yes no son ratificadas y aceptadas
acerca de ellas o si ni siquiera le es porque así plugo individualmente a
lícito, como piensan muchos, lla- un hombre, ni porque así pareció
marlas por su nombre. En este pun- bien a una asamblea, a una repú-
to, es fuerza que comience por la di- blica, ni porque así lo quiso un rei-
visión del derecho. no, ni porque así lo quiso el univer-
Estáis perfectamente informados so mundo, sino porque nacieron con
de que, originariamente, los dere- nosotros y con nosotros crecieron,
chos y leyes unos son naturales, sin desmedro ni asomo alguno de
otros divinos; algunos públicos y vejez. Metió en nuestros adentros la
civiles y algunos otros militares. mismísima Naturaleza que dispone
692 JUAN LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. TOMO I

de fuerzas sutilísimas y que se es- particulares, pues aun cuando cada


capan de todo escrutinio y se hur- cual, sin otra luz ni guía que la de
tan a todo examen, ya en el instan- la Naturaleza, sepa que hay un Dios
te mismo del nacer, la veneración y que se le debe reverencia y afec-
y el culto de Dios y de los santos; to, con todo no acierta a discernir
inculcónos la afición y el saber de si ese Dios es algún hombre o algún
la humana convivencia, a' la cual animal, o una planta, o una piedra
no puede sustraerse por completo u otra cosa cualquiera que ni tenga
el más cerril enamorado de la so- sentido ni sea ella sentida. Ignora
ledad, ni aun el mismo Timón, que qué linaje de religión es menester
mereció el apodo de misántropo o que profese, y con qué observancias,
aborrecedor de los hombres. y con qué ritos, y con qué ceremo-
Sembró también en lo más hondo nias. En el establecimiento de una
de nuestro ser la vergüenza del pe- ciudad, aun cuando la Naturaleza,
cado, la conciencia de la mala vida, la sociabilidad y la convivencia con
que, como los poetas fingieron, hos- los demás ciudadanos les imponen
tiga con sus aguijones a las Furias, que guarden para con ellos la justi-
que a los malvados y a los impíos cia y la paz, ignora, a pesar de todo,
les maltratan y les acosan. Inspiró con qué normas y por qué camino
la reverencia de los superiores, de conseguirá este fin con la más fá-
los sabios, de los ancianos, de los cil comodidad. No es cosa demasia-
príncipes, reverencia que el hombre do absurda que siendo cierto el fin
no puede por completo deponer los medios sean inciertos. Así es
sino con su propia existencia. Ca- como vemos que por lo que hace a
llaré, por ahora, la sociedad conyu- la ley natural, a saber: respecto de
gal del varón y de la mujer, la la reverencia que a Dios se debe y
crianza de la prole que engendraren de la defensa de la sociedad, nadie,
y todas las otras situaciones seme- por lo general, ha de hacer consul-
jantes, encuadradas todas ellas en tas ni tener opción sino de los me-
el derecho natural. dios más fáciles y prácticos para
Y siendo todo esto así, pienso llegar a aquel fin. Acerca del fin,
que no duda ninguno de vosotros como dice Aristóteles, y de las co-
que las leyes divinas, públicas, ci- sas ciertas no cabe elección, ni deli-
viles y militares tuvieron su ori- beración, ni consejo.
gen en la misma ley de la Natu- Propuesto ya este derecho natu-
raleza. Aun cuando yo, personal- ral (uso indistintamente las voces
mente, creo que no hay derecho al- ley y derecho) a manera de blanco
guno natural que a la vez no lo sea de los tiradores, aquel que atinare
de gentes, puesto que todo derecho a señalar mejor aquella senda, aque-
lla norma y aquella razón, este tal,
y toda equidad se establece no más
que entre hombres. En la sociedad a boca llena será llamado legislador;
animal, más que derecho propia- a ése habrá que oírle, a ése se le
mente existe una cierta sombra y habrá de obedecer, a ése se le ha
resabios, así del derecho como de de asignar la misión de determinar
las restantes virtudes. lo que en este punto es lo más con-
Con todo, según había comenzado veniente para el género humano. Y,
a decir, de aquel congénito e ins- en efecto, ¿qué misión puede haber
tintivo y universal culto de Dios, de mayor rendimiento y utilidad
origináronse a la callada religiones que guiar al hombre camino del fin
OBRAS FILOLÓGICAS. PRELECCIÓN AL LIBRO DE LAS LEYES, DE CICERÓN 693

para el cual es nacido? Si previa- leza crear algún hombre privándole


mente conociéramos qué cosa sea de la facultad de bien vivir.
este fin, entonces, con suma facili- En la investigación de este prin-
dad averiguaremos a quién incum- cipio, que es el mejor y el más cier-
be su conocimiento y su saber, lo to, muchos desviaron mientras
se
cual, a mi juicio, esclarece cuál de buscaban el camino para vivir con-
los hombres dictará leyes más ati- forme a la Naturaleza, y como no
nadas a los pueblos, a las ciudades, dieron con él, puesto que a unos les
a las naciones. Todos los que trata- pareció que era uno y que era otro
ron filosofía, o cuyo ingenio se ele- a los otros, diferenciáronse también
vó un poco por encima del vulgo y en la manera de vivir. Epicuro,
disertaron de la bienaventuranza puesto a inquirir la fuerza de la
en esa vida mortal, a pesar de sus Naturaleza en las mismas bestias,
increíbles discrepancias en los de- las cuales ve buscar nada más que
más puntos, en éste convinieron el placer, coloca en el placer la fe-
con una impresionante unanimidad, licidad de la vida. El primero que
a saber: que sin más luz y guía sostuvo esta opinión fué Aristipo de
que la de la Naturaleza, se puede lle- Cirene, degenerado de la noble ín-
gar a la virtud y a la felicidad, se- dole y de la moralidad socrática;
gún puede contenerla nuestra pe- afianzóla luego en gran manera Eu-
quenez mortal. Predicando aquellos doxio de Cnido, autorizándola con
filósofos que el vivir conforme a la su frugalidad y su desamor del de-
Naturaleza era el bien último, abso- leite. Jerónimo de Rodas, viendo que
luto y perfecto que llamaron telos el dolor era a todos sobre manera
con una voz griega, y no diferen- molesto, sostuvo que su carencia
ciándose ésta en su conjunto, no po- constituía la felicidad del hombre.
drían en punto tan claro dejar de Casó estas dos opiniones Lucrecio
reconocer y proclamar que el hu- Caro, poeta epicúreo en este pasaje
mano linaje a nadie comprendía de su poema De la Naturaleza:
inepto e incapaz de la bienaventu-
ranza, pues de otra manera Dios le pOh míseros humanos pensamientos!
hubiera creado en vano y parecería ¡iO'hpechos ciegos! Entre qué tinieblas
haberse inferido una muy grande y a qué petligros exponéis la vida
injuria a sí propio. Hay más; nin- tan rápida, tan tenue! ¿Por ventura
guna cosa puede convenir a un in- no oís grito die la Naturaleza,
ieil

que, alejando del cuenpo los dolores,


dividuo de alguna especie que no dé grata 'sensación el alma cerca,
pueda convenir también a los otros. librándola de miedo y de cuidado?
Por todo esto, se vieron obligados a
confesar que aquello que está su- Mas Califón, Polemón
y Diodoro se
jeto a la fortuna, a la osadía o al negaron noblemente a buscar en las
poder vesánico de los malos no per- bestias la Naturaleza y fueron a
tenecía a la esencia de la biena- buscarla en los hombres, persuadi-
venturanza. Muchos fueron los que dos de que no obraba en unos y
opinaron que la decoraba; porque otros de la misma manera, porque
estando todo esto fuera de nuestra en las bestias estaba fuertemente
voluntad, sujeto a un poder ajeno, degenerada. Y así fué que vieron
pudiera acontecer que no estuviese que la naturaleza del hombre en-
en nuestra mano obrar nuestra pro- tera, bien condicionada, no afectada
pia felicidad. Repugna a la Natura- ni corrompida por la maldad ni por
694 JUAN LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. TOMO I

las dañadas opiniones, era en grado ra original en los hombres, porque


sumo propensa a la virtud y que la arreo varían los pareceres huma-
^Naturaleza, en su rectitud e integri-
j

j
nos, puesto que cada día trae su pro-
dad nativas, con horror se apartaba pia variedad, al mismo tiempo que
del vicio como de una peste de las por ciertas vetas y filtraciones del
j

almas y de las mentes (pues la Na- mal y por la abominable influencia


turaleza nos engendró para el me- de las opiniones del vulgo, esa mis-
jor entendimiento, como muy bien ma naturaleza está en los hombres
dejé escrito Marco Fabio). Hasta tal depravada y descaminada y ocasio-
ponto es verdad ser cosa fácil i

nada a muchos errores y extravíos,


aprender lo mejor para quienes I
entendió que había que ir a buscar-
quieran, que, bien mirado, es cosa la más arriba, donde estuviese libre
que causa maravilla que los ma- de toda mancha y de todo contagio,
los sean tantos. Así como el agua en su entereza, en su sinceridad, en
conviene a los peces y a nosotros su claridad, en su limpieza, en su
la atmósfera nos conviene, así era puridad intacta. Y así fué que con-
ciertamente más fácil también vi- cluyó por afirmar categóricamente
vir según la Naturaleza que con- que aquello mismo que en los dioses
tra Por eso aquellos filósofos
ella. es lo principal y lo que hace que su
quisieron que la virtud, en pri- vida fuese bienaventurada, éste es
mer lugar, fuese necesaria a la per- el fin que en los hombres buscamos,
fección humana, y en el orden de y quiso que los padres, la patria in-
los bienes le declararon la última, cólume, los amigos, los parientes,
combinando cauta y prudentemente las riquezas fuesen un simple acom-
la carencia de dolor con el placer pañamiento y adorno de la felicidad
de los sentidos. Mas Zenón y los que, según dice Terencio, son bienes
para quien sabe usarlos y para quien
j

émulos de las doctrinas descubiertas


por Zenón, que del nombre de su no los usa rectamente son males.
escuela toman el nombre de estol- Explicada quedó anteriormente la
eos, dogmatizaron que en la virtud sentencia de Aristón, de Pirrón y
honrada y desnuda, sin ningún otro de Herilo, que no ponían en las
aditamento, contenta exclusivamente cosas selección alguna. ¿Veis cómo
de sí misma, consistía la felicidad. la especulación y el conocimiento
Por lo que atañe a las riquezas y del fin natural de los hombres in-
los otros que se llaman bienes ma- cumbe a la filosofía? Lo mismo ocu-
teriales, en caso de opción deben rrirácon todo lo otro que señala
ser elegidos y ser admitidos si lle- normas para ese fin, porque en últi-
garen; pero si no se tienen no de- mo término las halla quien las in-
ben ser apetecidos. vestiga y las inquiere. Y ese investi-
Con todo, Aristóteles, estudiando gador afortunado, como el mejor
la Naturaleza con vista más larga y ciudadano que es de esa ciudad ecu-
¡

más aguda que todos los otros fi- ménica que contiene todo el linaje
lósofos restantes, viendo que no ha- humano, pone en medio sus descu-
bía que buscarla en los brutos que brimientos para el provecho común.
viven para la sensualidad y el vien- Por esto, siendo halladas y pro-
tre, que no tienen entendimiento ni mulgadas todas las leyes para vivir
preocupación alguna por lo santo y bien y felizmente, ¿por qué no ha
lo honesto, ni podía encontrarse de ser él quien dé esas mismas le-
tampoco pura y clara y en su pure- yes, como medios y caminos expe-
OBRAS FILOLÓGICAS. PRELECCIÓN AL LIBRO DE LAS LEYES, DE CICERÓN 695

ditos para conseguir el fin humano? grande la aplicación del derecho


¿Ni cómo conducirá a ese fin aquel civil en Escévola y en otros mu-
legislador para quien la virtud y el chos, pero su arte y su pericia en
fin de la virtud, que es la felicidad, éste fué singular. Ese resultado no
son pura incógnita? Acomodará con lo consiguiera jamás con la ciencia
toda seguridad a ese fin los medios del mismo derecho, si, además de
más convenientes y más cómodos esto, no hubiera aprendido aquel ar-
aquel que tenga conocido y explo- te que enseñaba a dividir en partes
rado <ese fin mismo en toda su com- la totalidad del tratado, a explicar
plejidad, no ya superficialmente, sino lo abstruso con una cabal definición,
en su más íntima sustancia. a explanar lo oscuro con una inter-
Demás de esto, tres son las par- pretación feliz; ver antes que todo
tes de la filosofía que se distribu- lo ambiguo, y luego discernirlo y
yen para su investigación las cuali- por fin dar la regla apropiada para
dades de la ley buena y su razón aquilatar lo verdadero y lo falso,
de ser. El conocedor de las cosas y las consecuencias y las inconse-
naturales indaga si la ley es con- cuencias de lo uno y lo otro. Este
forma a la Naturaleza; si conviene fué quien introdujo esa arte que es
a las circunstancias de lugar, de la más excelente de las artes, a ma-
tiempo, de las personas para quie- nera de luz, y la aplicó a los casos
nes se da: ¿es buena solamente para en que los otros respondían o ac-
una parte y para la otra parte es tuaban de una manera confusa. Pa-
inicua? ¿Es factible lo que manda? réceme que das a entender la dia-
¿Es hacedero lo que prohibe? léctica, dijo. Así es verdad que la
¿Cuán útil es, cuán necesaria, cuán di a entender.» Todo esto es de Ci-
apta y conveniente a la actualidad cerón. Transcribí todo este pasaje
y al porvenir? Eso no podrá averi- para que los que creen que aquella
guarlo sino aquel que haya estu- filosofía racional que llaman lógica
diado con ahinco los caracteres y no tiene que ver con el conocimien-
natural de los hombres y las par- to de las leyes, se den por entera-
ticularidades de los tiempos y de dos de la grandísima utilidad que
los lugares. El dirá si es justa y es le reporta y hasta qué punto tiene
honesta, cuán congruente con la de ella necesidad:
virtud, cuán antagónica de los vi- «Tú eres, pues, ¡oh filosofía!, guía
cios. Dirá, asimismo, si contiene y luz de la vida, tú eres de las vir-
algo que, en su expresión, dará tudes indagadora, tú expulsádora
ocasión y asidero para cavilaciones, de los vicios. ¿Qué hubiéramos po-
controversias, pleitos, es decir, para dido ser sin ti, no solamente nos-
esa polilla y destrucción del bien- otros, sino la misma vida humana?
estar y de la quietud ciudadana. El Tú alumbraste las ciudades; tú
escruta la dialéctica. Los que pien- reuniste a los hombres desparcidos
san que desdice de esa tranquila en comunidad de vida; tú unísteles
manera de tratar las cuestiones de en viviendas, primero; luego, en
derecho oigan lo que de Servio Sul- casamientos; luego, en comunión de
picio, el jurisconsulto más compe- letras y de habla tú fuiste la inven-
;

tente de todos los tiempos, dice Ci- tora de las leyes tú fuiste maestra
;

cerón en el libro sobre los oradores de las costumbres y la disciplina.»


ilustres que escribió para Bruto: Con toda la fuerza de mi derecho
«Así que diréte, Bruto, que fué osaré, pues, a pesar de mi profesión
696 JUAN LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. TOMO I

de filósofo, disertar acerca de las dice que los tebanos y los árcades
leyes, mayormente habiendo Cice- le rogaron que diese leyes a sus ciu-
rón publicado, no sólo como juris- dades. Aristóteles organizó política-
perito, sino como filósofo, aque- mente a sus estagiritas. como escri-
llos libros de las Leyes, emulando ben que lo hizo Meledino con los
al filósofo Platón en aquellos famo- píreos.
sísimos doce libros, como hizo en Vuelvo ahora a Cicerón, cuya
los libros de la República y con disputa en esta obra está distribui-
harta frecuencia en otras obras. da en tres partes. La primera ense-
La diferencia que hay, según Ma- ña qué sea el derecho congénito, a
crobio, entre los libros de ése y los saber, con el que cada uno nace y
de aquél, consiste en que Platón que se llama natural; la segunda
organizó la República y Cicerón la enseña cuál sea la religión de los
refirió. Aquél disertó acerca de có- dioses inmortales, y la última, cuá-
mo debía ser; éste contó cómo los les conviene que sean el gobierno y
mayores la fundaron, aun cuando la magistratura en una República
Cicerón, por boca de su hermano modelo y en una ciudad ideal. El
Quinto, dice que puso en sus leyes derecho principal es el derecho de
muy escasas novedades. la Naturaleza; el segundo es el de-
Y, con efecto, aquella República recho divino, y de ambos a dos, co-
romana que se prolongó hasta las mo de sus fuentes, nacen el derecho
guerras civiles, o era la República de gentes y el derecho civil, cuya
ideal o se acostaba ella muy de utilidad explicaré en pocas palabras.
cerca y con harto pocas mudanzas Muchos fueron los filósofos que,
hubiera sido el dechado de la Repú- dando de mano al cuidado de los
blica modelo. Pero, volviendo a los intereses privados y públicos, con
filósofos, los que fundaban las ciu- tal ardor se consagraron a la es-
dades y las repúblicas primitivas, peculación y a la contemplación,
eran filósofos y como tales se les que, retirados a la soledad y apar-
tenía. Filósofo, sin duda, fué Mer- tados de todo comercio con los hom-
curio Trimegisto, que a Egipto dió bres, arrastrando noches sin sueño
sus leyes, y aquel Quinto Mercurio y días enteros sin alimento, en total
que mató a Argos y por esta causa olvido de sí mismos, como puros es-
gobernó el Egipto y dió a sus mo- píritus albergados en un cuerpo,
radores sus leyes y sus letras. Los pero sin relaciones con el cuerpo,
egipcios, en justo reconocimiento, existiendo acá abajo, pero viviendo
como escribe Cicerón en su tercer una vida superior, con un afán que
libro De la naturaleza de los dioses, no conocía la fatiga, pusieron todo
llámale Thoth, y con ese nombre su esfuerzo en investigar la natu-
distingue el mes primero del año. raleza de las cosas. Esa noble direc-
Filósofo fué también Licurgo de La- ción dada a la vida, no tan sólo es,
cedemonia; filósofos Dracón y So- en mi concepto, la más excelente y
lón, ateniense; Zalenco, locrense; bien digna de nuestra alma inmor-
Carondas, de Turia; Eudoxio, de tal, sino que siendo muy útil a los
Cnido, formado en la disciplina pi- otros lo es aún mucho más al mis-
tagórica. Y aun el mismo Pitágoras mo que se la impuso. De Sócrates
dió leyes a muchas ciudades de la hacen los hombres tan alto aprecio
magna Grecia, luego de expulsado porque a la sabiduría moradora del
Dionisio de Siracusa. De Platón se cielo la hizo descender y la intro-
OBRAS FILOLÓGICAS. PRELECCION AL LIBRO DE LAS LEYES, DE CICERÓN 697

dujo en la sociedad humana y la de Júpiter y Juno y otros mitológi-


aplicó a los menesteres de la vida. cos, trocándolos por los adorables
Percatóse muy bien ese varón cla- de Cristo y de María y otros de
rividente, el más sabio de los hom- nuestra santa religión, parecerá to-
bres, como le declaró el oráculo de do dicho por el más cristiano de los
Apolo, de que él no había nacido hombres, a la par que el tercero
egoístamente para sí solo (cosa enseña las leyes por que se gobier-
que tiempo después su discípulo nan los magistrados, la gente de
Platón escribió a Arquitas), sino guerra y los restantes ciudadanos;
que reclamaba una parte de su na- no tiene, en opinión mía, la gentili-
cimiento la patria, otra parte los dad otros más dignos de que se
amigos y otra parte el restante gé- lean, se relean y anden asiduamen-
nero humano; miró por sí y por su te en manos de todos. Plinio Ceci-
ingenio divino en la averiguación lio, en su prefación a la Historia

de las cosas miró por el género hu-


;
natural del mundo, aconseja que se
mano, del cual mereció tanto bien manejen de día y de noche los seis
con los preceptos que le dió para libros De la República, de Cicerón;
la vida buena y feliz. Yo no veo que los tres libros de Los deberes, la
exista cosa más útil que ésta ni más consolación por la muerte de su
indicada, ni que reporte más fruto, hija, y encarece aún más el aviso
ni otra en que el hombre pueda diciendo que no solamente deben
merecer más de los otros hombres. traerse en las manos cada día, sino
Aquel que indica el camino más cer- aprenderse de coro. Yo me referiré
tero y más expedito al caminante a los libros de Los deberes, llegados
que de París se dirige a Lovaina, hasta nosotros; quien los vió y es
¿no dispensa a ese caminante el ma- de otro parecer, convéngase en que
yor beneficio que puede? Y, por es un malvado, y siendo perdición
ventura, ¿no es como el que de su para los otros, lo es aún mucho más
propia lumbre enciende lumbre aje- para sí.
na, quien muestra su ruta al pasa- Yo no voy a negar que hay mu-
jero para que con toda comodidad chas cosas escritas en esos libros de
llegue al fin aque se encamina? ¿Y Los deberes (puesto que son mayo-
qué es razón que pensemos nosotros res) que en los libros De las leyes
de quien muestra, no una senda pero, con todo, las enseñanzas que
para llegar a una ciudad, no un ca- estos libros contienen no ceden un
mino para arribar a un país deter- ápice a lo que aquellos otros dicen.
minado, sino la carretera real, la Unos y otros comprenden precep-
vía regia para alcanzar el fin de tos respetabilísimos y en ambos hay
toda la vida humana, en vistas al doctrina muy provechosa para toda
cual plugo a Dios que el hombre la vida. Contaré lo que hartas veces
fuese creado? ha pasado conmigo. Es de saber
Por todo esto que dije, siendo así que leyendo yo con mucha frecuen-
que de estos tres libros de Cicerón cia, y ahinco, y aplicación grande
el primero enseña a cada uno la todos los libros de Cicerón y repa-
fuerza y la razón de lo equitativo rando con mucho cuidado en esos
y de lo honesto, de donde dimanan tres libros De las leyes y en aque-
todos los otros derechos, y el segun- llos otros tresDe los deberes, aque-
do enseña el culto de los dioses, y lla doctrina que los Santos Padres
en él, con sólo mudar los nombres dejaron a la posteridad consignada
698 JUAN LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. TOMO I

en más venerables monumentos


los dicos que elegantes, de Silio Itálico:
de nuestra religión sacrosanta, Resonará su nombre sobre el Gan-
aquello que habló el Espíritu Pará- ges y rodará sobre los Indos: hen-
clito por boca de los profetas y, chirá las tierras con el tronido de
finalmente aquello mismo que Nues- oro de su voz y con el rayo de su
tro Señor Jesucristo hizo y enseñó, lengua cohibirá las furias de la gue-
muchas veces estuve dudando si rra; y cuando hubiere enmudecido,
aquellos documentos habían salido no dejará en los venideros siglos a
en realidad de la oficina ciceroniana ninguno de sus nietos la esperanza
o fueron redactados por un sabio de igualarle en facundia rica.
cualquiera cristiano y puestos bajo Mas como quiera que parece que
la firma de Cicerón, como aquellos se hace injuria a los grandes hom-
cuatro libros de Retórica, atribuidos bre si quien se acerca a ellos no
a Herennio. De esa recia y angus- refiere sus claros hechos, así para
tiosa duda me sacaron y me libra- dar relieve y decoro a su valía co-
ron la manera y el estilo que es mo para excitar en la posteridad
todo ciceroniano y sin equívoco po- una emulación generosa, diré- yo de
sible los numerosos pasajes citados ese mismo Cicerón unas pocas co-
de sus mismas obras por los más sas de las muchas que se pueden
antiguos escritores de nuestra reli- decir, y serán tales que no anden
gión sacrosanta. Estoy firmemente en todos los escritos ni sean trilla-
persuadido que ninguna sabiduría das por todas las plumas, y lo con-
humana, sin un beneficio e ilustra- taré en estilo algo más lozano y más
ción de Dios muy particular, ha po- vivo que no hasta ahora, pues es
dido conseguir y conocer las cosas razón que también mi estilo -corra
que en los libros De las leyes y De más alegre y gozoso en loor de
los deberes están escritas. quien es padre y maestro del estilo,
Ya estoy viendo que a esa intro- tilo.
ducción mía le falta aquella parte Este es, sin duda posible, aquel
que impuso el ejemplo de los anti- Marco Tulio, nacido en Arpiñas, tres
guos comentaristas, quiero decir la días antes de las nonas de enero,
noticia biográfica del autor. Yo voy bajo el consulado de Quinto Servilio
a ponerla más por ser costumbre Cepión y Marco Atilio Serrano. Na-
que por ser necesidad. ¿Qué nueva ció, no en la línea de los reyes de
luz y qué gloria inédita puede apor- los Volscos, como con mayor poesía
tar al nombre de Cicerón un dis- que verdad dice nuestro Silio, sino
curso mío o de cualquier otro? ¿Es, de una familia arpínata, de linaje
por ventura, Cicerón un quienquie- oscuro y pobre. Con una gran reso-
ra, un desconocido a quien sea po- lución y reciedumbre de su volun-
sible que esclarezcan más el elogio tad propuso a su imitación a Porcio
de los hombres y la fama pregone- Catón y a Emilio Escauro, nacidos
ra? ¿Quién ignora la existencia de en igual fortuna. Cúpole un ingenio
ese varón, así more en el postrer como el que Platón finge como tipo
linde de la Escitia, en la barbarie del ingenio ideal: con la máxima
última, en la más esquiva de las capacidad para todas las artes libe-
soledades? ¿Quién no sabe qué hom- rales, no inepto para ningún género
bre fué y cuán gran hombre fué? de cultura. Entregóse por completo
Referidos a él como en profecía es- q la poesía, a la filosofía, a la orato-
tán aquellos versos, no menos verí- ria, que entonces en Roma estaba
OBRAS FILOLÓGICAS. PRELECCIÓN AL LIBRO DE LAS LEYES, DE CICERÓN 699 1

en el mayor predicamento y consi- de Virgilio, quedan por debajo de


deración. De cuanto progresó en ello él en la elegancia y la blandura del
este su ingenio feliz, será franca verso.
demostración el hecho de que a Con todo, puesta al servicio de la
aquellos dos colosos que se llama- República aquella gran lumbrera, es-
ron Platón y Aristóteles se les aña- clareció sus días negros. A
los vein-
de un igual: Cicerón. Si Cicerón no titrés años de edad defendió a Ros-
hubiera escrito de filosofía, yo no cio Amerino, acusado de parricidio,
sé si todavía y por cuánto tiempo osando, en lo verde de su juventud,
perseveraría enterrada en las letras provocar el poder de Sila, con la
griegas. Compite con Demóstenes libertad de su bisoñez y la novedad
en el arte y en la gloria del orar y de sus primeras armas. Y él mismo
le estrecha tanto en esta contienda, declaró en consejo de familia reuni-
que si no le arrebata la palma, tam- do para disuadirle de seguir aquella
poco se la cede. Yo creo que tuvie- carrera por no desdorar el antiguo
ron el mejor acierto aquellos auto- y honrado nombre de Cicerón, que
res que dicen que Cicerón fué en- le abrillantaría y le dignificaría y
gendrado por la Providencia para haría más célebre que no lo era el
que la elocuencia desplegase en él de los Escauros y de los Catulos,
todas sus virtudes y recursos. Es- que tenían su mismo origen. A ese
pántome de que haya algunos que empeño consagró su heroica tenaci-
afirman que en la poesía cuenta po- dad, su más avivada diligencia, su
co, movidos acaso, según creo, por ambición siempre despierta y siem-
aquel versículo: Cedan las armas a pre activa, en contraste con la de
la toga. No le zahiere tanto Juvenal los nobles linajudos que confían no
que se aventure a decir que todos más que en su linaje esclarecido;
sus poemas son ridículos. ¿Cómo sana ambición la suya, acompañada
podría decir tal enormidad? Plu- por la industria y la sagacidad. En-
guiese al cielo que se hubiesen con- camínase resueltamente a la con-
servado todas aquellas composicio- quista de los honores más altos y
nes métricas, de las cuales él mismo penetra o mejor irrumpe en ellos
hace mención en las cartas y en con tal arrojo, que diríase que su
varios pasajes de sus obras, como, denuedo corrió parejas con su for-
también, en el propio introito de tuna. Fué elegido edil un villano
ese mismo tratado de Las Leyes. En- pobre, contra todas las violencias en
tonces le podríamos valorar con ma- la contienda más reñida en lucha
yor conocimiento de causa. contra el despilfarro y la corrup-
Mas si al rufián, como se dice, ción manifiesta de la conciencia
se le puede juzgar por los mejun- electoral, a pesar de la brava opo-
jes y por los adobos, no cabe duda sición encarnada en C. Verres, en
que por aquel fragmento de Arato aquellos días acusado por Cicerón
que se sabe vertido por él y de de cohecho en los hermanos Quinto
muchos otros versos originales que y Marco Mételo, de los cuales este
inserta en las Cuestiones tusculanas último era designado pretor y aquél
y en los libros De la adivinación, se designado cónsul, ayudados todos és-
colige muy a la clara que Ennio, tos por su colega Q. Hortensio, de-
Lucilio, Lucrecio y los otros poetas fensor de Verres, personajes impor-
mayores, y en bloque todos los poe- tantísimos de la República. Irrum-
tas menores, con la sola excepción pió en el consulado un simple
700 JUAN LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. TOMO I

hijo de caballero romano, hombre que él fué el primero que en una


nuevo, subido en hombros de sí mis- ciudad libre, por un Senado libre
mo, malquisto de toda la nobleza, fué aclamado Padre de la patria. En
siendo sus competidores P. Sulpicio este mismo Senado no faltaron quie-
Galba, L. Sergio Catilina, patricios; nes mantuviesen la opinión que se
C. Antonio. Casio Longino, de ilus- le debía condecorar con las coronas
tres familias senatoriales; Q. Corni- cívica y obsidional. El mismo Cneo
ficioy C. Licinio, sacerdote, perso- Pompeyo, en saliendo de Siria, le dió
nalidades de gran popularidad, y las gracias porque, por dignación su-
combatiéndole obstinadísimamente ya, iba a volver a ver su patria. Du-
y con todo su enorme poder C. Cé- rante su mismo proceloso consulado
sar y M. Craso y sus respectivas con solos sus discursos y el sobera-
facciones. En esa brava campaña no poder de su palabra atajó y apa-
para su elección, porque fuese me- ciguó definitivamente la tormenta le-
nor el afán con que lo trabajaba, vantada en derredor de la Ley Agra-
fué afectado Cicerón por un gran ria por Servilio Rulo, tribuno de la
duelo doméstico, a saber la muerte
;
plebe, y que no se podía tocar sin
de su padre, a quien perdió en aque- que provocase las más borrascosas
lla coyuntura. Y a pesar de estar alteraciones ya desde veinte años
rodeado y asaltado de tantas difi- después de la expulsión de los reyes,
cultades y estorbos, no solamente consiguiendo que las mismas tribus
fué proclamado cónsul, sino que ob- en cuyo interés había sido aquella
tuvo el primer lugar. Hasta tal pun- ley dictada, la abrogasen. Partido
to eran conocidas su entereza, su luego al Asia, gobernó aquella pro-
ejemplaridad, su lealtad. A boca vincia con admirable espíritu de jus-
j

llena puede decirse que aquel año. I

ticia y con irreprochable pulcritud,


como en muchos otros anteriores, y no fué menos feliz en la conduc-
no se dió el consulado al mayor ción de la guerra que en la adminis-
comprador de votos ni al más in- tración de la toga. Reconozco que Ci-
fluyente, ni al más popular, ni al cerón no había nacido para la gue-
más ambicioso y astuto, sino que en rra, quiero decir que era más apto
medio de aquella desatada tempes- para la tranquilidad de la paz que
tad que aquejaba a la República fué para el ruido y polvareda de las ar-
elegido él, que no era el más noble mas; pero niego que fuera medroso
ni el más rico, pero que, por lo de- y cobarde, pues obtuvo distinciones
más, era el más prudente y el hom- en la guerra social, a las órdenes de
bre de gobierno mejor y el piloto L. Sila.
más certero para empuñar el gober- En
su provincia tuvo que luchar
nalle, y en cuya responsabilidad se no con un enemigo cualquiera, sino
había refugiado toda la República. con los partos; vencedor; har-
salió
Pareció no que fué el consulado lo tas veces se enemigo con
impuso al
que se dió a Cicerón, sino que fué Ci- su rapidez y otras buenas dotes de
cerón quien se dió al consulado. En mando; cercó muchas villas y casti-
el ejercicio de la suprema magistra- llos y los al asalto; comenzó
tomó
tura, su tino y su sagacidad pusie- por domeñar a los eleuquencílicos y
ron al descubierto y sofocaron in- a los tebaranos, ariscas y fieras gen-
mediatamente la conjuración de Ca- tes, agotadas de tanto guerrear. Los
tilina. Tanta alabanza y gloria con- que llaman a Cicerón miedoso y hui-
siguió con esta enérgica actuación. dizo no consideran las condiciones
OBRAS FILOLÓGICAS. PRELECCIÓN AL LIBRO DE LAS LEYES, DE CICERÓN 701

» de los tiempos en que vivió y los Marco Antonio, ensoberbecido y pu-


;
i

que interpretan mal todas las cosas jante con la amistad de César y que
I

desdoran con el vejatorio calificati- maduraba calladamente planes de


¡

vo de ligereza su prudencia, la sabia dominación, hacer que le declarasen


cautela con que se producía en el enemigo público y que le proscri-
foro y su flexibilidad para acomo- biesen y echasen de la ciudad, ar-
darse a -las circunstancias. Son los mar contra él dos ejércitos consula-
mismos que llamaran ciega y obsti- res y con éstos las legiones de Cé-
nada pertinacia a la rígida gravedad sar, curtidas en su veteranía.
de Catón y a su perseverancia in- Esta es la síntesis de la vida de
cansable en el propósito concebido. aquel varón sapientísimo y casi di-
A pesar de ello, por esas brillantes vino. Llegado a su ancianidad huér-
actuaciones de Cicerón en su provin- fano de todos sus amigos con quie-
cia, verificóse en la ciudad de Roma nes había vivido siempre en dulce y
una solemne función de acción de sabrosa familiaridad, perfectos caba-
gracias a los dioses en su nombre y lleros todos ellos, Pompeyo Magno,
en honor suyo y se le proclamó cau- M. Catón, Servio Sulpicio, M. Mar-
dillo; dejó de solicitar el triunfo celo, Q. Hortensio, P. Servilio, L. Ca-
porque la malignidad de los tiempos tulo, P. Léntulo, L. Afranio, M. Bí-
parecía no consentirlo. A su regre- bulo, L. Domicio, Apio Claudio,
so de Asia encontróse con la ciu- P. Escipión, cuando ya su vida no
dad profundamente rasgada por la era más que una privación de muer-
discordia civil, llena de alborotos y te, dieron cuenta de él las nefandas
del bullicio de los partidos que se espadas de Antonio (a las que su-
aprestaban a lanzarse los unos con- cumbieron asimismo los mejores ciu-
tra los otros. En medio de esa di- dadanos de Roma) en su granja de
sensión y polvareda, acertó a com- Formi. Sus últimas palabras fueron:
portarse con tan delicado tacto y Moriré en mi patria, que salvé tan-
prudencia, que, siendo pompeyano tas veces. Este asesinato, como el
como era, no perdió la estima y el mismo Cicerón había dicho de la
favor de César. Después de esto, muerte de L. Craso, fué luctuoso a
cuando la República prestó acata- los suyos, acerbo a la patria, incon-
miento al mando y a la voluntad de solable para todos los buenos. Tales
uno solo, volvió a los estudios de fueron los azares en que, después de
sus años mozos que por tan largo su desaparición, la República tuvo
discurso de tiempo había interrum- que debatirse, que se puede decir
pido. En esa etapa de su vida, escri- que no le fué arrebatada la vida,
bió aquellos tratados que pueden sino que la muerte le fué dada co-
ilustrar y llenar de dignidad y de mo galardón. No tuvo que soportar
decoro toda una vida humana. Y son el dolor de ver vencidos y muertos
más esos tratados que los que escri- a sus Brutos muy amados, ni a
bieron muchos otros autores que vi- C. Casio, ni a Sexto Pompeyo, ni
vieron toda su vida en ocio inaltera- República reducida a servidum-
la
ble y fecundo. Vuelto luego a sus cuya libertad y de cuya paz
bre, de
actividades políticas, se impusieronfué tan fanático amante, que prefi-
tanto su autoridad y digamos diplo- rió desterrarse a desenvainar el hie-
macia, que pudo, con sus atinadas rro contra ella. Cuando después de
invectivas inspiradas en el más ro- la muerte de César le era sumamen-
busto patriotismo contra el cónsul te fácil alzarse con el gobierno, con
702 JUAN LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. TOMO I

la dictadura, con la monarquía, no Cicerón; se le pudo obligar a la


i

quiso ser más de lo que fué antes muerte, pero no a las súplicas.
|

de César, y en ninguna otra cosa Mientras así obraba y tales planes


puso tanto empeño como en que su meditaba, ese gran hombre nacido
patria perseverase en el antiguo ca- para la salud de la República, para
mino de su libertad, pues ello le librarla de la peste y las calamida-
había acarreado acérrimas enemis- des que Antonio la acarreaba, ha-
tades con políticos furiosos:
prime- biéndosele escapado de las manos la
ramente con Catilina, después con República por él durante tanto tiem-
Clodio, últimamente con Antonio, po defendida y gobernada, se lo
enemistades en que se mantuvo im- llevó el año sexagésimo tercero de su
placablemente y con grandeza de vida. Recogiendo la posteridad esa
alma. Y ese mismo Cicerón, encerra- fecha necrológica, entrególa a los
do en esa sañuda y patriótica hosti- años que se sucedieron, más amplia
lidad, creyó que debía deponer las y más esclarecida. Y seguirán entre-
rencillas privadas, pero las públi- gándola de cada año más, y no
cas nunca. De tal manera se con- la borrará ningún día sino aquel
dujo con Antonio, que la República que pondrá fin a todo el linaje hu
pudo servirle a él, pero no pudo mano.

FIN DE LA
«PRELECCIÓN AL LIBRO DE LAS LEYES
DE CICERÓN»
DECLAMACIONES SILANAS
( DECLAM ATIONES SYLLANME)

(i5 2 o)

ERASMO ROTERODAMO vez deseas saber lo que aquí pasa,


AL ILUSTRÍSIMO DON HERMÁN, CONDE DE diréte que de cada día arrecia más
la batalla de las Musas. Esa gente
NUEVA ÁGUILA, CANÓNIGO DE COLONIA:
SALUD jamás acaba de ladrar contra los
mejores estudios y letras de huma-
Fuera en puridad un verdadero —
nidad. «Y tú me preguntas — ¿qué
milagro, todo el amor del cie-
si haces en el ínterin?» Yo, aquel viejo
lo no se volcara en ti, el hecho abogado que tú conoces, heraldo y
de que a todos tus timbre^ y a todas pregonero de la paz y la tranquili-
tus opulencias vaya añadido ese áni- dad, ando envuelto en esa bélica
mo tuyo tan generoso, gracias al polvareda. Esto mismo te significa-
cual alientas el empeño de decorar rá el libro más indocto y virulento
y realzar tu linaje y tu fortuna con que haya salido de muchos siglos a
los auténticos y eternos atavíos de esa parte.
la virtud y del saber. Pero una y Martín Dorp, el más apasionado
muchas veces eres feliz porque de de tus admiradores y devoto de tu
tantas y tantas maneras el cielo be- nombre, se conduce como todo un
nigno favorece todas tus egregias teólogo; escabullido de esos alboro-
empresas. ¡Oh cumbre, sede y mo- tos de las facciones, saboréase sua-
rada de Apolo! ¡Oh bosques, consa- vísimamente con el estudio de las
grados a las Musas, donde, a imita- buenas letras. Luis Vives, mientras
ción de Plinio Cecilio, estás conti- los demás gritan, él declama sabia
nuamente de caza, pero no sin com- y serenamente, imitador nuevo de
pañía de libros, porque si Delia te un género antiguo. Bien sabes tú
favoreciere poco, no obstante con el que esa zona de la erudición hasta
favor de la Filología puedas regre- ahora entre los mismos italianos era
sar a casa, no sin buenas piezas co- echada de menos. Esta gloria resu-
bradas. Envidiaríate yo esa vida real- cítala nuestro Vives para su España.
mente digna de los dioses si no me Tuvo ella en este género, amén de
fueras tan entrañablemente querido, muchos otros, representantes insig-
que cualquiera sea la ventura que nes, especialmente los Sénecas y
pueda tocarte, no la considere yo Quintilianos pero los tuvo en Ro-
;

igualmente mía. Y puesto que a tu ma. Mas ahora Vives los reivindica
704 JUAN LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. TOMO I

para su Valencia en tan alto grado, sagrado a disciplinas no tan penden-


que fuera de la analogía de los nom- cieras; y con tal devoción está a
bres respectivos puede Valencia pa- ellas consagrado, que apenas conoz-
recer émula de la vieja Roma. co yo en este nuestro siglo a quien
Pienso yo que tan fácil como es me atreva a comparar con él. Y
clamar, es muchísimo más difícil aun cuando concedamos que haya
declamar, y declamar como declama quienes igualen a Vives en el brío
Vives. Si crees que debes atribuir de 1? elocuencia, con todo, no hallo
alguna autoridad a mi opinión, te en niüguno tanto raudal de elocuen-
diré que procede con tanta destre- cia unido con tanto conocimiento de
za, que si borras el título pensarás la Filosofía. Es un ingenio feliz, en
ser negocio, no de esa región ni de plena salud y lozanía. Su memoria
ese siglo nuestro, sino venido de no puede ser más rica; su pasión
aquellos venturosos tiempos de Mar- por el estudio, infatigable; sus años,
co Tulio y de Séneca. Trátase de un verdes todavía.
argumento imaginario, pero con tal De todas estas cualidades nos pro-
verosimilitud que creerás ser un metemos cosas grandes, muy por en-
asunto real. Estudia entrambas par- cima de toda vulgaridad. Yo espero
tes, pero con tal equilibrio de pro- que en adelante
serán muchos los
banzas, que parece que antes que que imiten este ejemplo hermosísi-
aconsejara, se persuadió a sí mismo. mo; si van a conseguirlo, eso es lo
Es muy escrupuloso observante de que no sé. Si quieres bien al reve-
las normas del arte; pero como sa-
rendísimo señor cardenal Croy, cosa
bes tú que ello es una buena parte que sé que es así en hecho de ver-
dad, y si quieres bien a todos los
del arte, con recato tal disimula el
artificio, que negarás en redondo favorecedores sinceros de las bue-
que aquella materia sea ficticia. nas letras, dale el parabién por go-
En ningún momento se detiene zar de tal director de sus estudios.
en lugares comunes; en ningún pa- Saluda de mi parte al obispo Gerar-
do, a quien deseo llegue el día de
so se aparta de la causa; creerás
ver realizado lo que se le dice a to-
que es un hombre que habla en fa-
das horas. Ten salud.
vor de un amigo cuya cabeza está
en peligro, sin quitar los ojos de Amberes, año 1520.
la clepsidra o reloj de agua que mi-
de el tiempo que para hablar se
concede al orador. Yo admiro menos JUAN LUIS VIVES
su agudeza en hallar y desarrollar AL MUY ILUSTRE PRÍNCIPE FERNANDO,
las pruebas, porque por espacio de ARCHIDUQUE DE AUSTRIA
muchísimo tiempo y con harta feli-
cidad se ocupó en casi todas las Muy fácilmente entendió la pru-
partes de la filosofía. Tanto le vale,
¡ dencia de los antiguos que el ejerci-
sea cual fuere el lado adonde mira- cio de la declamación no solamente
re, su ingenio maravillosamente dúc- era muy útil para todo linaje de
til! Cuando se entretenía en aque- estudios, sino también para el go-
llas disciplinas sutiles, donde la elo- bierno de la cosa pública, ora tu-
cuencia es imposible, nadie dispu- viese que actuar en causa forense,
taba con más aguda delgadez, nadie ora en la deliberación de los nego-
hacía mejor que él el sofista. En la cios en la curia, ora en cualesquiera
actualidad está completamente con- ocurrencias de la vida, para bien
,

OBRAS FILOLÓGICAS. DECLAMACIONES SILANAS. DEDICATORIAS 705

sentir y para bien decir. Esta dili- te una tercera, en la cual introdu-
I

gencia aviva el ingenio y agúzale jimos al mismo Sila renunciando la


mediante el contraste docto y come- dictadura en una asamblea y dando
dido y le arma y provee de grandes cuenta de todos sus actos después
razones para todos los actos de la de las guerras civiles. Y, por fin, por
vida. Así, de sentencias y muy auto- boca de Marco Lépido, añadimos dos
rizados ejemplos para el cotidiano declamaciones contra Sila. Se cuen-
vivir, se destraba la lengua para po- ta que Marco Emilio Lépido, que
der con facilidad explicar a los otros con el favor y el apoyo de Cneo
todo cuanto alcanzó a comprender Pompeyo, no solamente fué creado
tu mente y tu pensamiento; pues cónsul y en primer lugar, y cónsul
con todo esto veían que se hacía con Q. Catulo contra la voluntad de
gran acopio de ciencia y de elocuen- Sila, que arremetió ferozmente con-
cia y, gracias a ellas, de influencia, tra la actuación de Sila, después de
poder y aun riquezas. Por esto nada muerto, sino también cuando aún
fue entre ellos tan usual y socorrido vivía. De este bravo antisilano que-
como el declamar. Y siendo esto así, da todavía una breve oración en las
yo no me acabo de maravillar de Historias de Salustio, con aquella
que sean tan raras, por no decir nin- concisión y estilo ceñido peculiares
gunas, las declamaciones que de del gran historiador. Yo había for-
aquellos tiempos han llegado hasta mado el propósito de añadir algunas
nosotros. ¿Será acaso que, por incu- otras de todo lo que se siguió des-
ria de los tiempos, perdiéronse a par pués, pero tuve miedo del aburri-
de aquella misma afición, por mane- miento del lector, casi en materia
¡
¡

ra que los que no declamaban pen- idéntica, puesto que son muy pocos
sasen no necesitar declamaciones? los lectores que puedan tragar las
Pues yo, para mi particular prove- Veninas de Cicerón, a pesar de que
cho, he resucitado esta parte de los atraen e invitan con tan apetitoso
estudios que tanto tiempo ha estu- aliño de elocuencia. No obstante, co-
vo interrumpida, por no decir que mo fuese que esas Declamaciones
cataléptica. Apelando al recurso de mereciesen la aprobación de Eras-
las prosopopeyas, escribí yo no po- mo Roterodamo y de otros amigos
cas cosas de éstas, y ahora recentí- con superlativas alabanzas, resuelto
simamente acerca de la Dictadura a sacarlas en público bajo su respon-
de L. Sila, argumento ése muy fre- sabilidad, no tenía cara para dedi-
cuente entre los declamadores de carlas a alguno nominalmente, no
aquella edad, como Fabio Quintilia- fuese que de la hermosísima y pre-
no lo da a entender, y de una ma- ciosísima mercancía, por la baratura
nera más categórica y convincente de su oferta, hiciesen ascos aquellos
aquel verso de Juvenal Y nosotros que desdeñan y escarnecen unas le-
;

dimos un consejo a Sila, a saber: tras que desconocen y piensan que


que vuelto a la vida privada, se en- los libros no son sino volúmenes de
tregase a un sueño profundo. mucho peso.
Nosotros, pues, primeramente en Pero como en presencia mía se
persona de Quinto Fundano des- me hubiesen ponderado con sobera-
aconsejamos a Sila que no dimitiese nos enaltecimientos tu ingenio, tu
la dictadura, y luego le aconsejamos aplicación, tu índole, mudé de pare-
que la dimitiese por boca de Marco cer y formé el propósito de enviar-
Fonteyo. Y añadimos posteriormen- te a ti, príncipe, una obra que trata
LUIS VIVES. 1 23
706 JUAN LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. TOMO I

de príncipes, a ti, que está*- llamado chos dignísimos de encomios y de


a gobernar pueblos y ciudades; una gloria y a nosotros nos proporcio-
obra que se ocupa de gobernantes y nará holgura más fecunda y más
de gobierno de pueblos y de nacio- sabrosa. Entre tanto, príncipe de la
nes de toda la redondez de la tierra mejor esperanza, pon en práctica los
que entonces el pueblo romano se- ejemplos de aquellos reyes y prín-
ñoreaba. Aquí leerás primeramente cipes que por amor de su patria y
las ventajas y las desventajas del de sus súbditos, por la religión san-
principado y del Gobierno; cuán go- ta y verdadera, se granjearon una
bernables, cuán felices, cuán dura- gloria maciza e imperecedera. Estas
deros son los imperios moderados, enseñanzas seguirás, no las voces
placenteros, no sólo a los que obede- necias ni los juicios insanos de los
cen, sino más placenteros todavía a pueblos. Piensa siempre tú contigo
los que mandan; y, finalmente, cuán mismo que es menester que quien
desabrido y calamitoso es gobernar gobierna a muy muchos esté arma-
a quienes no quieren y rezongan, do y adornado de grande prudencia
hasta el punto que es más gustosa v de intachable moralidad. Ten sa-
la vida privada rodeada de simpatía lud.
y aprecio que estarse encaramado y
Lovaina, 1520
malquisto en el poder. No hay cosa
que haga más llevadera y sabrosa la
pesadumbre del poder como la bue- JUAN LUIS VIVES
na disposición de los vasallos, la SALUDA AL MUY ILUSTRE PRÍNCIPE DON
cual comunica firmeza, estabilidad FERNANDO, ARCHIDUQUE
DE AUSTRIA,
y aun perpetuidad al mando. El HERMANO DE CARLOS AUGUSTO
miedo cierra temporalmente las bo-
cas de los hombres y pone cautela Xo tenía yo, príncipe muy ilus-
en las conversaciones. Mas si el tre, el propósito de dedicar estas
miedo se relajare algún tanto o ce- Declamaciones silanas a ningún
sare, estallan las voces libres y las príncipe en particular, cuando la
críticas crudas y sinceras. mayor parte, si no ya todos a quie-
Finalmente, nada debe hacer el nes se dedica una obra, reciben con
príncipe que no se encamine más rostro amigo el nuevo ofrecimiento
al bien público que a sus provechos y le encarecen con palabras y dicen
privados. El debe de haberse per- serles agradabilísimo el don. Y al
suadido a sí mismo que el día que momento, sin haberle leído ni si-
inauguró su mandato, que se incor- quiera mirado, le rechazan y no hay
poró los deseos y las voluntades pú- cosa de que menos se acuerden; ni
blicas, por este mismo hecho se veo yo sitio donde con mayor con-
despojó de las privadas. Todo esto veniencia y oportunidad pueda po-
está indicado veladamente en estas nerse aquel dicho del poeta satíri-
Declamaciones. Este doctrinal, que co: Es alabada la honradez, pero
en otras partes se formula con pre- muere de soledad y frío. Este rece-
ceptos, aquí lo está con ejemplos. lo me había aguado las ganas de
Los signos y buenos augurios de dedicarle. Y hubiera mantenido este
que tú en ese punto ya das mues- propósito y determinación primera
tra, para esperanza de todos, los re- si no hubiere
averiguado que tú
servaremos para otros tiempos, en manejas con grandísima afición mu-
especial-
que ya habrás ejecutado claros he- chos y buenos libros, y
OBRAS FILOLÓGICAS. —DECLAMACIONES SILANAS. DEDICATORIAS 707

mente aquellos que enseñan el arte dechado tan maravilloso que eres
de gobernar ciudades y reinos y la tú, y hasta tal punto se ha identifi-
ciencia de la vida buena y feliz. cado con él, que de ninguna cosa
Pruébalo el hecho de que cada día habla ni oye hablar con mayor gus-
mandas a tu médico, varón discreto to que de ti.
y grave, que te exponga algún pun- A pesar de todo, yo pienso que
to de la formación del Príncipe la materia de esta obra no te será
Cristiano de nuestro Erasmo y no inútil. En esas Declamaciones lee-
quitas mano de ese libro que ins- rás doctrina política copiosísima,
truye al príncipe en la virtud. Esta estudiada en hojosos volúmenes con
circunstancia, conocida por mí, mo- gran sabiduría por los antiguos filó-
dificó mi opinión e hice el propósito sofos, ingenios verdaderamente so-
firme de dedicarte tal cual es esta beranos. No me parece ajena del
obrecilla mía. papel preponderante que sostienes
Aquí va a saltar alguno, y me di- y que, con el proceso del tiempo,
rá: «¿Tienes tú bien conocida la in- será más amplio todavía. Harto ves
significancia de tu obra y no tienes que la materia conviene a tu augus-
medida la grandeza de aquel a quien ta profesión.
escribes?» Sí, tengo harto conocida Ahora mucho debiera yo encare-
la una y medida la otra. Por eso cer tus alabanzas. Reservada queda
entre todos te elegí a ti, príncipe esa apología para cuando serán rea-
tan grande, porque de tu grandeza lidades esas magníficas y ciertas es-
alcanzará alguna porción la obra a peranzas que nos haces concebir.
ti dedicada. Con ello no hice más Con perseverancia porfiada insiste
que seguir la usanza de los escrito- en ellas, yo te lo ruego. Acaso tam-
res antiguos, cuya imitación me he bién quedará para mí reservado
propuesto en todo linaje de estu- aquel ocio sabroso y fecundo que
dios. Estos pensaron que en la dedi- se necesita para escribir estas cosas
cación de sus libros no tanto se ha- que no pueden ser tratadas sino por
bía de atender a lo que se dedica- espíritus libres, en horas libres.
ba, sino a quien se dedicaba. Con Mientras llega ese tiempo feliz,
sólo el argumento de su obra con- príncipe muy ilustre, aprovecha los
fiaban que habían de satisfacer a la ejemplos, domésticos como has he-
persona a la cual la dedicaban. Yo cho hasta ahora. Tienes muy fresco
te admiro y te venero desde aquel todavía el recuerdo de tu abuelo y
día en que me contó cosas casi in- de tu padre, que ya murieron; .tie-
creíbles de tu índole, que es ni más nes a tu augusto hermano Carlos,
ni menos que lo que todos cuentan, propuestos a tu imitación. Si insis-
verdaderas todas ellas, el cardenal tieres en sus pisadas, no faltarás al
Guillermo de Croy, a cuyos estudios honor e igualarás la grandeza con
coadyuvo con toda cuanta industria el esplendor de los claros hechos.
puedo él ha reproducido en sí ese Ten salud.
: En Lovaina.
708 JUAN LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. TOMO I

INTRODUCCION

Antes de decir palabra de estas lo que dicen, pues en hecho de ver-


mis Declamaciones, debo anticipar dad aquello es gramática de la bue-
unas cuantas cosas acerca de los na; mas la que ellos pregonan y
torcidos juicios y de las bobas opi- practican, de todo tiene menos de
niones de algunos hombres, si es gramática. Esos tales para quienes
que en verdad sienten lo que dicen Plinio, Séneca y todas las obras
y con su malicia ocultan y disimu- filosóficas de Cicerón son gramati-
lan su parecer, quienes recluyen a cales, creen que los discursos o de-
viva fuerza todo ese estudio de la clamaciones a duras penas son dig-
declamación en el recinto de la nos de gramáticos.
gramática y juzgan que no son sino Yo pienso que nadie debe admi-
entretenimientos de muchachos. Ob- rarse de ello porque sus espíritus
jetan que si alguno, en otra edad, ruines y estrechísimos no tienen ca-
se ejercita en ello, se divierte no pacidad para cobijar aquellos sobe-
menos puerilmente que si hace bai- ranos pensamientos de Cicerón ni
lar un trompo o si juega a nueces. para encauzar la excelsa y anchu-
Este parecer quizá sería atendible rosa sabiduría que contienen sus dis-
si aquellos que tal piensan o tal cípulos. Y así veo que los más sa-
dicen estuvieren algo versados en bios varones que leyeron a Cicerón
la práctica de ese estudio o tuvie- mucho y por largo tiempo, convie-
ren una ligera idea de cómo debe nen en aquello que yo mismo sentí
comenzar una declamación. y muchas veces lo dije a mis ami-
Mas ellos, puesto que profesan gos; a saber: que Cicerón se iguala
odio a todo lo que no tienen, simu- con Aristóteles y con Platón, ambos
lan desdeñarlo como cosa que en a una, como dijo Lactancio que en
;

su edad varonil ya no sienta bien, los restantes monumentos de su in-


y dado que piensan ser un habla genio hay erudición y doctrina, pe-
villanesca el idioma vernáculo de ro que en sus oraciones hizo gala y
los aldeanos, parlan un latín sórdi- desplegó fuerza y sutileza de inge-
do y jactancioso, diciendo que ello nio y de consejo; experiencia de go-
es propio de gente instruida, no con bierno, prudencia y tacto allegados
otra mira sino porque se les tenga con tantos años de vida pública y
por perfectos y acabados en punto recogida en el asiento y la morada
a erudición. Ello hace que no pue- de un imperio que señoreaba la re-
das hablar de ninguna materia con dondez del orbe. Esto mismo escri-
un poco de policía y elegancia, ora bió Quintiliano; esto mismo todos
sea del cielo, de los elementos, de cuantos escribieron oraciones pro-
Dios, del mundo
físico, de la polí- nunciadas en el foro o declamacio-
tica, de moral, del derecho, sin
la nes dichas en las escuelas. Esos pa-
que luego digan invariablemente ra quienes el declamar es cosa tan
que aquello es pura gramática, que vil y abyecta, escriban esos hom-
son líneas blancas tiradas sobre una bres ya maduros alguna buena de-
superficie blanca. Aun cuando lo di- clamación. ¿Se figuran acaso que
gan neciamente, no es falso del todo son ocupaciones de gramáticos o de
OBRAS FILOLÓGICAS. DECLAMACIONES SILANAS. INTRODUCCIÓN 709

los mismos niños eso de dar con fueron muchos los que se desenten-
argumentos y razones para tratar dieron de todo cuidado de la cosa
asuntos civiles, que deben extraerse pública y privada. Pero de todo el
de en medio de la vida y a fuerza de mundo es sabido que si hubieran
mucha experiencia y conocimiento querido, con soberano lucimiento po-
profundo de toda la antigüedad? ¿Y dían vivir en las ciudades delante de
cómo colocar los pensamientos que los ojos de los hombres y actuar en
ocurrieren en orden tal que no se el tráfago y brillantez de la vida pú-
estorben y dañen los unos a los blica. En muchos de ellos, demués-
otros y que no haya ninguno que no tralo la vida que llevaron antes, pri-
aproveche más a la causa en el lu- mero que se entregasen completa-
gar en que se le puso, que no tras- mente a la contemplación de la Na-
ladado a cualquier otro lugar? ¿Có- turaleza y a la investigación de la
mo lie de admitir yo que la elocu- verdad. Y en otros, la prueba está
ción sea cosa de gramáticos, siendo en que, sacados de aquella apacible
así que es todo lo contrario, dejan- sombra propicia a los estudios y
do a un lado la memoria y la pro- echados en pleno sol o en la polva-
nunciación? ¿Creerán esos sabios reda de los cargos públicos, verifi-
que aquella invención y aquella dis- caron aquel dicho; Que serían feli-
posición es ejercicio ^propio de ni- ces las repúblicas que se goberna-
ños? ¿Y por qué, con mayor ra- sen por filósofos. Como no es esto
zón, no ha de ser cosa de viejos y precisamente lo que acontece en los
no de cualesquiera viejos, sino de escolásticos de nuestros días, debe-
los más duchos y ricos de seso y de mos concluir que en los viejos hay
prudencia? algo que falta a los modernos.
Mas esos que tales cosas dicen, no Pero todo eso, ¿qué interés iba a
tan solamente son sapientísimos, si- tener para mí, que investigo el co-
no divinos, divinos más que huma- nocimiento de la antigüedad, las re-
nos, quienes, por desdén o por de- glas del bien decir, el arte del buen
sesperación de alcanzar la ciencia gobierno? Nadie ignora que los an-
de las cosas humanas y la experien- tiguos fueron instruidísimos en esas
cia de la vida, se hacen la ilusión artes, cuando los de ahora están a
de que andan y campean y se es- la misma distancia que los antípo-
pacían por el cielo, por los astros, das. No hubo ninguno, estoico, ce-
por todo lo que está oculto y arca- ñudo y montés o muelle y lánguido
no en el seno de la Majestad divina, epicúreo, que no estuviese imbuido
por manera que nadie conoce tan en esas disciplinas que acabo de
bien su casa como ellos creen cono- nombrar, por no mentar a los pla-
cer todas las cosas. Mas cuando des- tónicos y a los aristotélicos, de quie-
cienden a la política, al gobierno, nes consta que casi exclusivamente
a la moral, allí, miserablemente, aquellas artes y aquellas reglas han
abaten el vuelo y con su desorien- manado. Y, en cambio, esos filóso-
tación y con sus torcidos juicios ha- fos nuevos que se profesan aristo-
cen reír a los mismos niños. Yo, télicos o, mejor dicho, peripatéticos,
ahora, no me fijo en si son dignos dicen despreciarlas por aquello sólo
de reprensión, porque no se acercan de que las ignoran y quieren que
a la cosa pública; repruebo sola- sean indignas de personas serias y
mente que si se acercan parecen ser maduras. Pasaré por alto el Derecho
hombres. De los filósofos antiguos civil y la Historia, y me ocuparé de
710 JUAN LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. TOMO I

las Declamaciones y del Arte de cuatro palabras acerca de nuestras


bien hablar. Conceptúan que Aris- Declamaciones. Yo, puesto que unos
tóteles deshonró sus canas porque hombres que adolecen de afasia y
ya de avanzada edad abrió por las son más que nada unos aduladores
tardes una escuela de Retórica. Es serviles, que no tienen reparo en
que son más sabios que Aristóteles; hacer y remendar las leyes según
son más serios y están más ocupa- el dinero que les den, han cercado
dos que Cicerón, que a los sesenta y aislado el foro y aquellos otros lu-
y dos años de edad, sosteniendo en gares donde los oradores antiguos
sus anchas espaldas todo el peso de acostumbraban perorar, quisiera
la guerra con Antonio, declamaba que al menos, y sobre todo, nos de-
con muchísima frecuencia, a cuya jasen a npsotros las escuelas. No
práctica asistía A. Hircio, cónsul de- llevaríamos con demasiado desabri-
signado, y uno y otro salían de aque- miento que no nos dejaran pose-
lla escuela para trasladarse al Se- sionarnos de todas, si nos concedie-
nado en acto de servicio a la Re- sen de buen talante una parte de
pública. Son más íntegros que Sé- ellas. Pero también en las escuelas
neca, que en su cansada edad, lue- no menos que en el foro una taifa
go de haber estado al frente de todo de ignorantes ha introducido la pes-
el Imperio, asistía a las Declamacio- tilencia, y parece que la fatalidad
nes ajenas y emitía su juicio acerca ha querido perturbar el dominio de
de ellas. Y basta ya, para no men- las letras y arrancarle de raíz y ci-
tar a Augusto y a los restantes prín- miento. Ahora, pues, no nos queda
cipes romanos. ninguna herencia civil y no nos ad-
Y si esos hombres se avergonza- miten en las escuelas aquellos que
ron de confesarse más doctos que para su ignorancia temen nuestra
Aristóteles, más autorizados que Ci- erudición y para su tiranía temen
cerón, más austeros que Séneca, más nuestra libertad; nos gozamos a so-
engolfados y probados en el gobier- las con los relieves de nuestras vie-
no de la República que aquellos ro- jas opulencias, privadamente en
manos primitivos, pues serían ins- nuestras recámaras, a puerta cerra-
tantáneos y unánimes el escándalo da. Y yo mismo, entre otros, si es
y la protesta, quedaría al descu- que merezca que se me ponga en su
bierto su malicia. Manifiesten ya su número para rescatar y devolver
sentir y no confíen en que podrán de la oscuridad y ruindad de los
recatarlo por más tiempo, y con- tiempos presentes, de los cuales cua-
fiesen de una vez que tildan de pue- si ninguna cosa me agrada, sino una
riles los nobles ejercicios de la de- vaga esperanza de una edad mejor
clamación, sin más motivo que su y como un anuncio del paladín ve-
empeño en querer que los hombres nidero; para devolver, digo, el es-
no estimen necesaria alvarón gra- píritu y la atención a las prácticas
ve, erudito, prudente, excelso y aca- de la elocuencia primitiva; como
bado cosa alguna de que ellos ca- fuese que, aun cuando con otro ob-
rezcan. jeto, recorriera las guerras de Anto-
Ahora, puesto que hemos respon- nio y de Bruto y con lágrimas y
dido suficientemente cuál convenía llanto hubiese regado el camino de
al tiempo que ahora corremos, a su la fuga de Pompeyo, mi ánimo se
torcido y depravado juicio o a su gozaba en meditar sobre los tiempos
artera y falaz simulación, debo decir de Sila, tomando como puntos aque-
OBRAS FILOLÓGICAS. DECLAMACIONES SILANAS. INTRODUCCIÓN 711

líos de la dictadura silana, que con bien abastados de aquellos asuntos


frecuencia estuvieron en boca de los que tratan los declamadores de nues-
declamadores antiguos. Aquellos ver- tro tiempo.
sos de Juvenal: También nosotros Con todo, no puedo dejar de avi-
dimos a Sila el consejo de acogerse sar a mis lectores que en ese tiempo
a la vida privada y de dormir a en que algunos yerran tan pueril y
pierna suelta, demuestran con sufi- miserablemente que los argumentos
ciente claridad que aquella materia que ponemos en las Declamaciones
era muy trillada y socorrida en el no los ponemos porque los juzgue-
género deliberativo. Nosotros, pues, mos muy firmes, ni porque estemos
en la primera Declamación, disuadi- conformes con todos ellos, pues
mos y luego persuadimos, porque nuestra obligación es servir a la cau-
parecía que de esta manera podía sa, y hemos de decir no tu opinión,
abarcarse y tratarse mejor el asun- sino lo que sea pertinente y tenga
to. Hecho esto, introdujimos a Sila, eficacia persuasiva. Esta es la ley
dimitiendo en plena asamblea la dic- de la Declamación; y si alguno la
tadura y dando cuenta de todos sus ignora, cállese la boca, y antes de
actos después de las guerras civiles. levantar neciamente tragedias y bo-
Este argumento, fuera de que está rrascas, moléstese en aprender y no
tomado de la Historia, Quintiliano quiera que su ignorancia lleve a en-
indica que fué con frecuencia explo- gaño al declamador bienintencio-
tado por los viejos declamadores. A nado.
continuación añadí dos oraciones Sabido esto, nadie extrañará ni
puestas en boca de Lépido. Se sabe, tomará a mal si de cuando en cuan-
y queda constancia de ello, que Mar- do echare mano de argumentos en-
co Emilio Lépido, con el apoyo de debles y de flacas conjeturas y de
Cneo Pompeyo, fué elegido no sólo otros recursos que a alguno le pa-
cónsul, sino cónsul primero, con rezcan muy fáciles de desvirtuar.
Q. Catulo, contra la voluntad de Sila, Cansado estoy de saber que siempre
y que se revolvió airada y valiente- se puede decir algo en contrario.
mente contra la gestión de Sila no Nadie, atento a esto, piense haber
sólo después de muerto, sino que con menos arte y menos fuerza en la de-
heroica impavidez le atacó aún en clamación, pues de otra manera no
vida. En los libros de las Historias, habría discurso no digo ya de Cice-
de Salustio, quedó consignada una rón, sino de ningún otro, en ab-
invectiva corta y ceñida, con aquel soluto, que fuere asaz bueno y res-
estilo peculiar de Salustio. Tenía paldado por asaz robustos argu-
asimismo formado el propósito de mentos.
ampliar la obrilla con los sucesos Con todo, como escribimos esto
que posteriormente tuvieron lugar; no para analfabetos ni palurdos, sino
pero temí que no pareciese que me para los que saben medianamente
excedía en un mismo argumento. qué cosa sea el arte oratoria, he de
Por lo que toca al método de la De- prescindir de todas estas menuden-
clamación, tiene su lugar propio en cias, inepcias y boberías. Todo lo
los libros de Retórica, y puede tra- otro lo dije para responder a aque-
tarse con la comodidad y extensión llos que nos agobian no tanto con
que se quiera. Al menos así yo lo su docta pesadez, sino con una cier-
hice en los míos, que en breve es- ta autoridad hueca de su nombre,
pero sacar a luz, ricos de materia y aumentada y confirmada por la ne-
I
712 JUAN" LUIS VIVES. .
OBR.AS COMPLETAS. TOMO I

cedad ambiente. Mas aquello que cribimos son Declamaciones, en las


dije; a saber: que vo escribo para cuales son, ciertamente, necesarias
los doctos a medias, quiero que se aquella brillantez y aquellas lum-
entienda en el sentido de que yo de- bres y galas de dicción de que yo
seo que si no puedo conseguir lecto- creo no estar del todo desposeído.
res muy duchos, me conformaft-é con Mas el' arte mismo, de manera prin-
lectores de cultura mediana. Yo pre- cipal en una oración forense que se
feriría los muy cultos a cualesquiera encamina a la victoria, granjea ala-
otros. banza y aplauso, dignidad y distin-
Como que yo deseare para
sea ción. Pero aquel que pudiere cono-
casi todas mis restantes obras que cer y juzgar del mismo arte, ignore
se me diera como lector y crítico a el artificio donde está o cuál debe
D. Lelio Luciliano, varón docto, ser, especialmente cuando yo, cosa
ciertamente, pero que no puede com- que es la principal del arte, le voy
pararse con Cayo Persio, no obs- a ocultar con tal cuidado que me
tante, yo, que rehusaría a Persio en apartaré en cuanto pueda de la de-
alguna otra obra, ahora, en ésa, pre- clamación escolástica y me acostaré
feriría que no fuese Lelio, sino Ca- a las oraciones forenses de los anti-
yo Persio mi lector y mi juez. Yo guos, de las que se hubiera dicho
pienso que en este caso mío serían que nada se sacaba del arte, nada
más ponderados unos jueces de mu- de la escuela, sino todo del foro, de
cho seso y doctrina, conocedores en medio del foro, de las mismas
perspicaces de todas las virtudes de entrañas del discurso (1).
la oración, que unos peritos medio-
cres, quiero decir, que saben latín,
(1) Xo verán con pesadumbre los de-
pero no son igualmente entendidos votos de Luis Vives que hagamos pre-
y diestros en aquilatar el artificio ceder la sus Declamacions silanas la
retórico. oración del cónsul M. Emilio Lépido, sa-
Y, si según una vieja práctica fo- cada de los libros de las Historias de
rense, se me permite, antes de ha- Cayo Saiu'stio, de las cuales sólo quedan
blar, que yo rechace algunos jueces, fragmentos, uno de los cuales es esta
digo que a los indoctos, ni por asis- pieza entera. Su inserción no puede ser
tentes los quiero; a los semidoctos
más oportuna, y contribuye extraordi-
nariamenite a -la inteligencia de '.as
los relego al lugar interior para que Declamaciones de nuestro autor. Xo e-s
no sean más que oyentes, y, en cam- la primera vez que sale la una a la par
bio, retengo como jueces a los muy de las otras; publicáronse ya en las
doctos, previo juramento de que Declamaciones editadas en Basilea el
van a juzgar honradamente, según año 1538. en la oficina de Roberto Wien-
su leal saber y entender. Se indigna- ter, en vida y con beneplácito de nues-

rán y bramarán los semidoctos de tro autor. Tiene, en efecto, para el asun-
to urna importancia capital, y se colige
que no sean ellos quienes pronun- a las claras que Luis Vives la tuvo bien
cien el veredicto; a éstos yo más presente, de las precedientes epístolas
quiero tenerlos por espectadores nuncupatorias a Fernando, archiduque
enojados que por jueces. Lo que es- de Austria.
OBRAS FILOLÓGICAS. DECLAMACIONES SILANAS. ARENGA DE LÉPIDO 713

ARENGA
DEL CONSUL M. EMILIO LEPIDO
AL PUEBLO ROMANO
SACADA DE LAS
«HISTORIAS- DECAYO CRISPO SALUSTIO

Vuestra clemencia y vuestra pro- tiénelo detentado, cual si fuera


bidad, quirites, que ante las restan- presa de enemigo exterior, todavía
tes naciones os engrandecen y os no ahito con el sacrificio de tantos
ilustran sobre manera, pónenme mu- ejércitos, del cónsul y de tantos
cho temor, contra la tiranía de personajes de calidad como la for-
L. Sila, que no os induzca a engaño tuna de la guerra había consumido.
el dar poco crédito en los otros a Ello le ha hecho más cruel, al re-
lo que en vosotros creéis ser cosa vés de lo que sucede ordinariamen-
nefanda, especialmente porque su te, dado que a los más, los sucesos
esperanza toda está puesta en el cri- prósperos múdanles el enojo en mi-
men y la mala fe y que él no se sericordia. El ha sido el único, des-
considere seguro sino siendo peor de que existe memoria de hombres,
y más inestable que vuestro miedo, que excogitó y dictó vejámenes para
con el fin de que la miseria les quite los que habían de nacer con poste-
a los cautivos la preocupación de rioridad, para quienes la injuria
la libertad; o si tuvierais la previ- era más cierta que la vida. La mons-
sión debida, más afán pusierais en truosidad de su fiereza estragó la
aseguraros de los peligros que en seguridad de los venideros. ¡Y vos-
vengarlos. Yo no acabo de maravi- otros, por miedo de una más pesada
llarme que sus satélites, personajes servidumbre, desistís aterrorizados
de gran nombradla y de no menor de la reconquista de la libertad!
ascendiente por los claros hechos de Hay que actuar, quirites, y salirle
sus mayores, ofrezcan su servilismo al paso con decisión, no sea que
a trueque de su dominio sobre vos- vuestros despojos caigan en sus ma-
otros. Ambas cosas prefiere hacerlas nos. No más demoras ya; la acción
injuriosamente más que con liber- no debe quedarse en deseos, si ya
tad y según las normas más correc- no fuere que esperáis que él, de
tas del derecho, la preclara descen- puro aburrimiento o empacho de la
dencia de los Brutos, de los Emilios tiranía, va a dimitir con peligro ma-
y de los Lutacios nacidos para la yor el poder con que re alzó con
subversión de la conquista preciosa maldad. Pero él pasó tan adelante
que sus mayores granjearon con su que nada tiene por glorioso sino lo
virtud. ¿Qué otra cosa defendieron seguro, y todo le parece honesto
de Pirro, de Aníbal, de Filipo y de mientras le mantenga en el poder.
Antíoco sino la libertad, su hogar Así que aquel sosiego y aquella
respectivo y que a nadie prestáse- bienandanza aliada con la libertad
mos obediencia sino a las leyes? que muchos hombres honrados pre-
Todo esto, ahora, ese Rómulo cruel ferían al trabajo premiado con ho-
714 JUAN LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. TOMO I

ñores, ya no cuentan para nada en nes de los míseros ciudadanos, como


estos tiempos. Hay que estar debajo si fuera el botín de la guerra cím-
o estar encima; hay que servir o brica, malvendidos o simplemente
hay que mandar, quirites; hay que regalados. Y, en cambio, a mí me
tener miedo o hay que hacerle. echa en rostro haber adquirido bie-
Pues, ¿qué hay más? ¿Qué cosa hu- nes de los proscritos, que es el más
mana va en auge o qué cosa divina imperdonable de sus desafueros. Ni
no está manchada? El pueblo ro- yo ni ninguno de los otros estuviera
mano, que hasta poco ha tenía el lo bastante seguro si hubiéramos
gobierno de las naciones, despojado procedido honradamente. Todo cuan-
del mando, de la gloria, del derecho, to yo compré por miedo, pagando
impotente para pensar, en vilipen- su justo precio, restituyólo desde
dio y desdén, ni siquiera tiene el ahora a sus dueños. Yo no tengo el
racionamiento de los esclavos. Un propósito de tolerar que se haga
hombre solo tiene en su puño la presa alguna en los bienes de los
gran fuerza del Lacio y de sus alia- ciudadanos. Basten ya las que tuvi-
dos, y unos pocos de sus satélites mos que sufrir con los puños cerra-
invadieron y ocuparon el suelo pa- dos de rabia.
trio de un pueblo inocente, retribu- Háyanse acabado para siempre los
ción de sus crímenes. ¡Leyes, justi- ejércitos romanos trabados en lucha
cia, tesoro, provincias, todo en ma- y las armas de los enemigos exterio-
nos de uno! res vueltas contra nosotros; háyan-
En conclusión, matanza de ciuda- se acabado ya de una vez los des-
danos y poder sobre la vida. A un manes y los atropellos, de los cuales
mismo tiempo habéis visto heca- Sila hasta un punto tal no se arre-
tombes humanas y sepulcros profa- piente, que los cuenta como hazañas
nados con sangre civil. ¿Queda ya gloriosas. Y si tuviera coyuntura,
más recurso que sacudiros la tira- se conduciría aún con mayor avi-
nía o morir con valor? La Naturale- dez.
za no señaló otro fin aun a los Yo ya no recelo tanto lo que vos-
mismos que están cercados de hie- otros penséis de él, como la osadía
rro, y no hay nadie que no esté do- que tengáis; no sea que, el uno por
tado de flaqueza mujeril que aguar- el otro, esperando un nuevo amo,
de con resignación el postrer trance seáis sobornados, no por sus rique-
sin alguna osadía desesperada. zas, que son fútiles y estragadas,
Pero yo, como dice Sila, soy un sino por vuestra inactividad. Fuera
sedicioso que busco el premio de las de sus satélites, tan manchados co-
masas, y soy provocador de guerra mo ¿quién hay que no quiera lo
él,
porque reclamo los derechos de la mismo que nosotros? ¿Quién no qui-
paz. No os salvaréis de otra manera siera verlo cambiado todo fuera de
ni estaréis asaz asegurados en el la victoria? ¿Serán los soldados, con
Imperio, si Vecio Pícente y el es- cuya sangre se amasaron las rique-
cribano Cornelio no declararen que zas de Tárula y de Escirro, los más
lo ajeno está bien adquirido; si no ruines de los esclavos? ¿Serán aque-
aprobareis todas las prescripciones llos otros a quienes, en el desempe-
de los inocentes, por causa de sus ño de funciones administrativas, fué
riquezas; las torturas de tantos va- preferido Fusidio, la rameruela vil,
rones ilustres; la soledad de la urbe afrenta de todos los buenos? Así es
por la huida y la matanza los bie-
; que a mí infúndeme confianza gran-
OBRAS FILOLOGICAS. DECLAMACIONES SILANAS. ARGUMENTOS 715

de el ejército vencedor, que con tan- plebe agraria, indignante presa civil,
tas heridas y penalidades tantas no y tener en sus manos el derecho y
fué a buscar sino a un tirano, si ya el juicio de todas las cosas que fue-
no es que marchó a derribar la au- ron del pueblo romano. Si vosotros
toridad tribunicia, con las armas creéis ver la paz y la concordia en
forjadas por sus mayores, para esas medidas que son los mayores
arrancar de sus propias manos los trastornos y la más cierta perdición
derechos y la justicia, con una es- de la República, aprobad y acatad
pléndida recompensa la de que lue- las leyes impuestas. Recibid el ocio
:

go de metido en pantanos y en bos- con la servidumbre y dad a la pos-


cajes, hubo de ver para su ultraje teridad ejemplo para engañar al
que el premio iba a parar en manos pueblo romano al precio de su pro-
de unos pocos. pia sangre. Por lo que a mí toca,
¿Por qué será que el tirano proce- aun cuando por esta suprema ma-
de con tanta tropa y con tanto alien- gistratura harto miré por el nom-
to? Porque la prosperidad sirve a bre y la dignidad y defensa de nues-
maravilla para encubrir los vicios; tros mayores, con todo no abrigué
mas, cuando las tornas se vuelven, el propósito de granjear riquezas
el que antes fué temido, es en el privadas y parecióme preferible la
mismo punto menospreciado. Si ya peligrosa libertad a la resignada ser-
no fuere por la esperanza de la con- vidumbre. Si aprobáis lo que os dije,
cordia y de la paz, nombres con que quirites, no me neguéis vuestra
doró su maldad y su parricidio. asistencia, y con la ayuda de los dio-
No de otra manera prevé y anun- ses corred en seguimiento del cón-
cia el término de la guerra sino lue- sul M. Emilio para recobrar la li-
go de haber expulsado del campo la bertad.

ARGUMENTOS
DE LAS DOS PRIMERAS DECLAMACIONES

Lucio Cornelio Sila, de linaje pa- mutua malquerencia. Después de la


tricio, siendo cuestor de Cayo Mario, guerra social, habiendo Sila sido
durante la guerra yugurtina recibió creado cónsul con Q. Pompeyo y to-
traicioneramente de Boco, rey de la cádole en suerte la provincia de
Mauritania, que era su suegro, a Yu- Asia y la conducción de la guerra
gurta, que era rey de Numidia. Ma- contra Mitrídates, rey del Ponto,
niatado lo llevó a su jefe, Mario, y P. Sulpicio, tribuno de la plebe, por
atribuyéndose todo el mérito de la presión de Mario y por sus mu-
aquella victoria, usó en lo sucesivo chas promesas, suplicó al pueblo
el anillo de sellar, en cuya piedra una ley para que la dirección de la
estaba grabado Boco en el acto de guerra contra Mitrídates se confiase
la entrega de Yugurta. Este inciden- a Mario, que en aquella sazón era
te originó ri calidades entre Mario y ya viejo y había desempeñado seis
Sila, que ellos agravaron y aumen- consulados. En virtud de esa ley,
taron con las guerras címbrica y promulgada por el partido y la in-
social, con hartas demostraciones de fluencia de Mario, éste envió emisa-
716 JUAN LUIS VIVES. .
OBR.AS COMPLETAS. TOMO I

rios al ejército de Sila, que inver- Aquel mismo año, por el mes de
naba en Ñola, para que pusiera a enero, Mario murió. Sila, arregladas
su disposición el mando de aquellas las cuentas con Mitrídates, traspasó
fuerzas. Sila, clandestinamente, fué- a Italia sus legiones. En los aparejos
se al ejército y consiguió que los de esta guerra, Ciña, por su cruel-
enviados de Mario fuesen asesina- dad, fué asesinado por sus soldados
dos. con motivo de que contra su volun-
Condujo a Roma a los soldados, tad les obligaba a embarcarse para
animados por aquella hazaña, encen- ir a guerrear a Sila en Asia. En su
didos y aparejados a cualquier mal- lugar, asumieron la dirección de la
dad y trabó combate, dentro de sus guerra Norbano, Carbón, Escipión.
muros, cerca de las Esquilias, con Bruto, Sertorio y C. Mario, el mozo,
Mario y los que estaban en favor de hijo de Mario el viejo y otros cau-
Mario. Esta fué la primera refriega dillos de su partido, en número de
civil que tuvo lugar en las calles de quince.
Roma. Con Sila se encontraban Cneo
Quedó muerto Sulpicio, el tribu- Pompeyo, Marco Craso, los Lúculos,
no; Mario, con un hijo mozo y con los Mételos, los Servilios, los Catulos,
muchos de sus partidarios, huyó al los Marcios, los Lépidos, toda la aris-
destierro. Por manejos de Sila los tocracia, en y numerosas ciuda-
fin,
declaró enemigos el Senado. Sila, al des de Después de muchas ba-
Italia.
partir de nuevo para la guerra mi- tallas con grandes matanzas de ciu-
tridática, dejó por cónsules en la dadanos y aliados de una parte y
ciudad a C. Cornelio Ciña y C. Octa- otra, Sila salió vencedor, y aplasta-
vio y les obligó a jurar que en au- da la facción contraria, entró en la
sencia suya nada innovarían. Juró ciudad con sus legiones y se le in-
Ciña, en efecto; pero como Sila es- vistió la dictadura hasta ciento y
tuviese fuera de Italia, luego al pun- veinte años por el temblante y em-
to comenzó en el Senado y entre el pavorecido pueblo romano.
pueblo a tratar de la vuelta de los Era la dictadura la más alta ma-
desterrados, y como no lo hubiese gistratura de Roma, que no solía
conseguido y por aquel motivo se crearse sino en las más críticas cir-
suscitasen alborotos, fué echado de cunstancias de la República, y, según
la ciudad por Octavio, su colega, y la ley de las Doce Tablas, no duraba
destituido del consulado, en el cual más que seis meses. Entonces fué
le sustituyó Lucio Cornelio Merula, promulgada una ley por L. Valerio
sacerdote de Júpiter. Ciña, exaspe- Flaco, según la cual todo lo que se
rado por esa vejación, mustio y ha- le antojase al dictador crease dere-
rapiento y con muchas lágrimas, fué cho y debiera cumplirse. En el des-
a implorar protección en su ejército, empeño de esta magistratura, Sila,
y llamando de su destierro a Mario, para vengarse a sí contra sus ene-
a toda prisa, empujó cruelmente sus migos y por henchir y colmar la in-
legiones a la ciudad, y luego de ha- solencia y la avaricia de sus solda-
ber armado a los esclavos, devastó dos, expuso al pueblo la tabla de la
algunas colonias, arrasó algunos proscripción, desconocida del pueblo
municipios, asoló y afligió la ciudad romano. El que aparecía en esa ta-
y toda Italia, y sin sufragio alguno bla de la proscripción estaba con-
del pueblo se creó a sí cónsul por denado a muerte, sus bienes debían
segunda vez y a Mario por séptima. aplicarse al fisco del vencedor;
OBRAS FILOLÓGICAS. DECLAMACIONES SILANAS. DECLAMACIÓN I 717

quien diese muerte al proscrito re- capaz para la administración de tan


cibía como premio una parte de sus grandes negocios, comenzó a pensar
bienes. Sin número fueron los pros- en dimitir la dictadura, con el fin de
critos; los unos porque tenían ca- refugiarse en la vida privada y vivir
sas suntuosas; los otros, porque po- con regalo y sin cuidados lo que de
seían amenos cortijos; otros, por- vida le restase. Demás de esto, fué
que disfrutaban de un rico y esplén- advertido por un sueño, en. el cual
dido ajuar; hombres inofensivos parecióle ver a un hijo que hubo
que no se habían inclinado a ningu- en su esposa Métela, quién, como
na bandería. En su consecuencia, también su madre, había ya muerto,
cada cual mataba a quien quería. que con muchas lágrimas le supli-
Luego cuidaba de que Sila le inclu- caba que exonerado de tan agobia-
yese en la lista de los proscritos. dora pesadumbre de negocios, le si-
Aquello fué una increíble orgía de guiese a él y a su madre. Esta es la
desmandamiento y de crimen. Al historia. Fundado en ella yo he in-
año segundo de la dictadura, cuando troducido a dos de los amigos de
Sila ya era viejo, viejo sin años, con Sila, Q. Fundano y M. Fonteyo, el
una ancianidad precoz, hija de una primero de los cuales desaconseja
mocedad intemperante, pepitoso, po- dimitir la dictadura y el otro le per-
drido de achaques, y no sintiéndose suade que la deponga.

DECLAMACION PRIMERA
PUESTA EN BOCA DE QUINTO FUNDANO, ENDEREZADA
A LUCIO CORNELIO SILA:

QUE NO DIMITA LA DICTADURA

Es esta materia acerca de la cual ni por ignorancia, ni por error, sino


deliberamos, ¡oh Lucio Sila! tan cla-
, por el hado indeclinable que seño-
ra de suyo y tan transparente, que rea las cosas humanas, de quien se
no puedo menos de maravillarme sabe que nació y se crió con los mis-
que se te haya pasado por las mien- mos hombres, no hay persona que
tes ponerla a consulta o sujetarla a esté contenta con su estado pre-
duda, y ello hasta tal punto que yo, sente.
a mi vez, estoy a punto de dudar si Vas a permitirme, ¡oh dictador!,
la has sacado a deliberación por jue- que con toda libertad te aconseje lo
go y burlería y por tenernos entre- que siento yo, que en los mayores
tenidos. ¿Quién hay, pues, como no peligros fui tu compañero fiel, de
esté ayuno en absoluto de tus cosas, cuya cooperación espero que no te
que ignore que en manera alguna te pesó jamás, como tampoco de mis
conviene renunciar a la dictadúra? consejos, y ahora, en la paz, sin el
Y si tú dices en serio que todavía anremio de ninguna necesidad, con
no sabes a punto fijo lo que debes el mando firmemente puesto en
hacer, no hay duda de que asaz se nuestras manos, con oído compla-
puede entender de la consulta del ciente oirás unos momentos lo que
día de hoy, que no por imprudencia, estoy seguro que debes hacer, si ya
718 JUAN LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. TOMO I

no es que con tantos años de cama- sino, también, a estos conciudada-


radería, en paz y en guerra, en pú- nos y compatriotas, de cuyas ma-
blico y en privado, no tuve tiempo nos, enérgicamente, recuperamos la
ni luces suficientes para conocer República, para restituirla a su li-
tu carácter. Conocí yo tu mansedum- bertad y a la cumbre de su dignidad
bre y lenidad y la llaneza de tus primitiva, y para que en ella, tú
costumbres; conocí yo que nada como eres príncipe en virtud, lo
que te digan te enoja y cuán com- fueses en opulencia, en fuerzas, en
prensivo y dócil te muestras para poderío. Y habiéndose conseguido
con los que te dan avisos cuerdos. esto con tantos desvelos, sudores,
Y aun cuando estoy persuadido que penalidades, con tanta ciencia mili-
no puede darse cosa más prudente tar, con tanta industria, con tanto
que tu espíritu, cosa que evidencian esfuerzo físico y moral, con tanto
tus claros hechos, no solamente para favor de los dioses y de la Fortuna,
nosotros que te conocemos en la in- tú ahora, de golpe y voleo, trocada
timidad, sino para el mundo todo, la voluntad, quieres en una resolu-
a pesar de ello no tendré empacho ción momentánea dar a entender
de aconsejarte en tus propias cosas. que te arrepientes de todo ello y
Primeramente porque tú me lo man- que quisieras que no estuviese he-
daste, y, luego, porque no hay hom- cho.
bre a quien sus asuntos particulares, Por favor, Sila, te lo ruego:
por efecto de alguna mira interesa- piensa mucho lo que haces, dónde
da, no le den una visión torcida. Este te precipitas. Mira que luego no te
es vicio inherente a su propia con- desazone más el abandono de la ma-
dición de hombre, pues no hay hom- gistratura que la hartura de poseer-
bre que nazca sin él; como también la; que lo que dices ahora no que-
me guardaré muy mucho de decir rerlo, luego, cantando la palinodia,
que es vicio aquel de que hablaba vengas a decir ser la cosa que más
ahora mismo, a saber: que a ningún querías, porque el mando que te
mortal le parecen sus cosas asaz fe- cansa y que está en tu mano aban-
lices; siempre hay en ellas algún donar, no estará en tu mano el re-
motivo de queja. Por no citar ejem- cobrarlo cuando con vehemencia lo
plos infinitos, abundantemente lo desees. Créeme, dictador: retenien-
demuestra el tuyo, tú que, por otra do esta situación única que te dió
parte, has sido el más feliz de los el pueblo o el Senado, es tuya; pero
hombres. si se la devuelves, como las aves a
No quien su pluma remonta al aire o
eras dictador antes de las gue-
rras nada más ajeno de las fieras a quien la celeridad de sus
civiles;
nuestros deseos que el que lo fue- pies lleva en carrera rápida a las
ses; llegaste a la dictadura; eres selvas, sueltas y vueltas a sus cobi-
dictador; la dictadura te pesa y te jos, no son dueñas de sí. En vano re-
causa hastío. Nadie hay que no quie- clamarás después; serán baldías tus
ra que a sus cosas se añada algo, o corridas e inútiles tus lazos. Soltada
se quite algo, o les sobrevenga al- la dictadura, si la deseares de nue-
guna mudanza. Hicimos una dura vo, tendrás que pedirla de rodillas.
campaña en Asia y en Grecia; ven- ¿Esperas, por ventura, que una
cimos, por tu heroísmo, por tus aus- vez dimitido y retornado a ui con-
picios felices, por tu caudillaje, no dición primera, te van a soportar
solamente los enemigos exteriores, Lépido, Pompeyo, Craso, los Lúcu-
OBRAS FILOLÓGICAS. DECLAMACIONES SILANAS. DECLAMACIÓN I 719

los, Servilio, losMételos, y luego de quieres dimitir la dictadura, ten


haberte visto su igual, se avendrán cuenta que no le causes un daño
a verte de nuevo dictador, es decir, mortal, mientras con no bastante
amo suyo? Y si ellos se niegan a reflexión piensas hacerle un servi-
reconocerte por segunda vez, ¿dón- cio. ¿Ignoras, por ventura, que tú
de estarán los ejércitos para domi- solo, situado en esa magistratura,
nar la rebeldía de estos mozos, en contienes las mortíferas guerras ci-
la verdura de su edad, de su vigor, viles, que, desaparecido tú o vuelto
con el prestigio que les han dado a la vida privada, estallarían inme-
sus hazañas, con su arrojo, con sus diatamente con explosión violentí-
amigos, con sus recursos, cuyo po- sima? Asaz viviste; asaz honores
der apenas tú pudiste acrecentar conseguiste; asaz todo esto para ti;
con el tuyo? ¿Por qué pronuncio es- pero no para la patria. Si hasta aho-
tos nombres? No tendrías más re- ra viviste para ti; si desempeñaste
medio que negociar tu retorno con las más altas funciones para ti, vive
el Senado en pleno, pues todos ellos, desde hoy más para la patria, y toda
una vez libres de tu dictadura, pen- cuanta edad te restare, conságrala
sarán recaer en la servidumbre si a la dictadura por amor a la patria.
de nuevo te erigieses en dictador, Apelo, Sila, en este momento a tu
hombre como eres, aparte del Sena- memoria, que es poderosa y tenaz.
do, no muy grato a los plebeyos y ¿Qué nos contaste tú? ¿Te acuerdas?
a los caballeros, a quienes tú les co- Cuando terminada la campaña de
rrespondes con la misma antipatía. Grecia descansábamos a orillas del
Por todas estas razones tienes que Aliso, recreando nuestros cuerpos,
pensar, recapacitar y ponderar mu- cansados y maltrechos por tantos
cho lo que resuelves, lo que haces en trabajos, curando tú y nosotros nues-
cosas en las que no se puede pecar tra salud afectada, ¿qué nos con-
dos veces, y cuando se peca no es sin taste tú entre otras cosas haberte
daño gravísimo, no sea que la reso- acontecido en el templo de Laverna,
lución precipitada de una hora cor- la diosa romana de los ladrones y
ta te acarree después arrenpenti- de los malsines? ¿Sabes a qué me re-
miento perpetuo. No es la dictadura fiero? Que por muy sabios adivinos
un vestido que a capricho te pon- te fué vaticinado que, desempeñando
gas y te quites. Quitártelo podrás tú la más alta magistratura, se apa-
hacerlo cuando gustes, pero tomarlo ciguarían los calamitosos tumultos
cuando se te antoje una vez quita- de la patria. Y a fe mía, en todas las
do, eso ya no será facultad tuya ni situaciones del pueblo romano sabe-
estará en tu arbitrio, sino de aquella mos que una dictadura aportó soco-
muchedumbre enloquecida cuyas re- rro y salud a la aflicción y a la rui-
pulsas y afrentas tantas veces has na de la patria. En el principio de
experimentado. ¿Por qué te apresu- la bien ganada libertad, maquinando
ras tanto a abdicar al segundo año guerra contra esa ciudad, los sabi-
de una magistratura que se te con- nos, acaudillados por Octavio Mani-
firió para ciento veinte años? Espe- lio y su suegro el rey Tarquinio,
remos a ver qué traerán esos tiem- con sus hijos, mozos garridos, y
pos, en que ves que a voleo han aguerridos con pánico tan grande
sembrado tanta semilla de noveda- estremecióse la ciudad, que creó a
des M. Lépido, M. Bruto, Q. Serto- su primer dictador T. Largio, y al
rio. Si tú, por amor a la patria, año siguiente creó dictador a A. Pos-
720 JUAN LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. TOMO I

turnio, bajo cuya dirección y auspi- que acaudillará su fanatismo, o si


cios fueron vencidos en memorable de otra manera no puede, con su
choque junto al lago Regilo los lati- adhesión y empuje le alentará. A tal
nos, que se vieron obligados a obe- grandeza llegó esa nuestra Repúbli-
decer a aquel caudillo y la ciudad ca, que adolece de su propia mole
quedó libre del miedo real. Tomada y no puede apoyarse y sostenerse en
Roma por los galos y pillada y aso- sus propias fuerzas, y nuestras cos-
lada, no fué por Furio Camilo libe- tumbres, sumidas en la mayor co-
rada antes que fuese creado dicta- rrupción y la descomedida y crimi-
dor. Apoyada la República en ese nal pasión de mando y los dos vicios
magistrado, surgió de las ruinas más antagónicos, como Catón decía, la
poderosa y floreciente de lo que an- avaricia y el lujo, han conseguido
tes lo había sido. En la segunda gue- que esta ciudad no sepa obedecer al
rra púnica creóse la dictadura de poder público si quiere, y no quiera
Fabio Máximo, dictadura que salvó si sabe. ¿A quién, como de una ma-
a ese Imperio, por callar la de Emi- no en otra, pasarías la dictadura?
lio Mamerco, en la guerra de Veyes ¿A alguno de estos jóvenes? ¿Al
y la de Papirio Cursor en la de los más ambicioso y temerario y faci-
samnitas y muchas otras que des- neroso que, reuniendo un ejército,
pués le siguieron. Nadie ignora que ose desencadenar sobre la patria una
la dictadura es una invención de esa cruenta y luctuosa guerra civil? ¿Y
República para conjurar las situacio- que a través de ríos de sangre lle-
nes críticas y acudir a los casos de gue al lugar donde estás tú, pensan-
gravedad extrema, como son los pre- do que le está permitido entrar por
sentes, en que tú recibiste la dicta- su gusto en la misma vereda en que
dura. Y como no han terminado to- entraste tú obligado, empujado, re-
davía, tú, como si nada debieras a pugnando, rezongando, protestando
la patria y hubieras nacido para ti con una enorme inapetencia; y que
solo, tienes prisa en apearte de ella él haga, no más que por servir a su
en unas circunstancias caóticas en sed de sangre, aquello mismo que tú
que, si no fueses dictador, la dicta- hiciste para salvar a la patria, que
dura tendría que ser vivamente de- iba a perecer inexorablemente bajo
seada. los Marios y los Carbones? Cuando
Hay más: esa deserción sería más eso llegare, tú, en medio de tamaños
o menos tolerable si al dejar tú la males, no podrás, aun cuando quie-
suprema magistratura en medio del ras y por más que hagas, llevar a
arroyo, nadie se había de abajar a la patria el socorro y la ayuda efi-
recogerla, como una presa abando- caces, como en otras ocasiones, pon
nada y tirada. Pero tú ves dema- que a ti, debilitado por los años y
siado bien cuántos jóvenes hay en los achaques, aquellos jóvenes, en-
la República de tu poder, fuertes, carnizados y ciegos en sus insanas
brillantes, ambiciosos, hombres de y funestas guerras, no te harán caso
partido que apenas huelan que estás ninguno. ¿Así. por los dioses inmor-
dispuesto a resignar el poder ceba- tales, amas a la patria? ¿Este es el
rán en él sus ojos codiciosos y su cuidado que tienes de ella, pues la
alma toda. Una turbamulta necia a abandonas en borrascas tan bravas
quien ni la guerra aprovecha ni la y en tan temerosos peligros?
paz satisface, apasionada de noveda- |
Mandásteme que expresase lo que
des revolucionarias, irá en pos del sentía; no te adularé ;hablaré se-
OBRAS FILOLÓGICAS. DECLAMACIONES SILANAS. DECLAMACIÓN I 721

gún mi costumbre; costumbre que creado cónsul), y de todos aquellos


ya tienes conocida y experimentada, cuyos parientes, propincuos, afines
y te hablaré con tanta mayor liber- proscribiste? ¿Tú, que eres un hom-
tad cuanto que es tu salud para mí bre que envejeciste en victorias, en
la cosa del mundo que más quiero. altas magistraturas, en honores, en
Por ella, sin que tu majestad me gloria? ¿Podrás soportar tú, el prin-
imponga e impresione lo mínimo, cipal personaje de esta ciudad, va-
pareceríame cometer un crimen im- rón de altivez increíble, lo que no
perdonable si dejare de decir cosa sufriría el más raez de los plebeyos?
que entendiere que de uno u otro Díganme enhorabuena que soy un
modo te atañe a ti. ¿Quién es, dime, tonto de capirote, y que ni de nom-
ese desertor de la patria que, estan- bre he conocido jamás a L. Sila, si
do ella sitiada, se escapa contra el esta grandeza tuya de espíritu (ma-
juramento que prestó? Si no eres tú yor que el Imperio romano todo), tal
desertor, despojándote de tu digni- cual es, puede aguantar el más pe-
dad, ¿por qué entregas la patria queño de estos ultrajes sin que lue-
para que la cerque inmediatamente go al punto muera de despecho. En-
el enemigo y la saquee y pille? Y si tonces, por fin, erguiríaste de esa
el caso fuere tal que tú (cosa que el bajeza, vindicaríaste de tanto des-
decirla sólo ya es un delito) sientes dén, requirirías el alto asiento pri-
más viva acucia de tus intereses pri- mero y ese grado de esplendor y de
vados que del provecho público, mi- dignidad. Entonces repetirías, no una
ra que no puedas vivir como par- dictadura, sino dos, si pudieres, a
ticular ni una hora sola, pues tan una, obtenerlas ambas. Así como es
pronto como el pueblo colegirá que fácil alabar los ayunos al harto y
dimitiste la magistratura, cada cual hacer melindres de unos manjares
se las compondrá de manera que se que reclamará cuando estuviere ham-
creerá igual a ti y ni te cederá la briento, así también a ti, ahora
preferencia ni el paso, y de toda que eres dictador y estás encarama-
cuanta demostración pueda hacer do en esa gloria y claridad de vida,
de desdén y de hastío no dejará pa- parécete más sabrosa y grata la vi-
sar la oportunidad; no se dignará da oculta y oscura. Muy otra cosa
dirigirte la palabra ni querrá tu con- se te antojaría si catares el amargor
vivencia ni tu compañía ni tu salu- y la acedía del oscurecimiento cuyo
do; sólo a ti te menospreciará y es- sentido abolieron en ti tan conti-
carnecerá. En medio de la multitud, nuos y tan prósperos sucesos. Los
no te tratará como a dictador dimi- que estamos sanos y robustos no
tido ni como a varón consular, ni si- atribuímos valor ninguno a la sa-
quiera como a senador, sino que te lud su importancia nos la hace me-
;

tratará con la misma desconsidera- dir la sola enfermedad. Por eso es


ción que a un quienquiera, conven- que mientras los príncipes no tie-
cido de que de este modo desahoga nen conciencia de su bienandanza,
la ojeriza que contra ti concibió. anteponen las riquezas privadas a su
¿Podrás soportar la cara, el gesto, poder, que les aproxima a los dioses.
los ultrajes, los ascos de Lépido, de No se hacen cargo de cuán gustosa,
César, de Bruto y de Sertorio, si cuán sabrosa, cuán verdadera es su
vuelven de su destierro (cosa que vida hasta que han hecho experien-
infaliblemente ocurrirá si tú te reti- cia de cuán aceda y acerba es la mi-
ras a la vida privada y Lépido es seria ajena. Empero a mí paréceme
722 JUAN LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. TOMO I

ser el sabio y, por ende, el más pientísimos nos han dicho que esas
más
feliz, que se allega lo más cerca imágenes que vemos en los templos
el
que puede a la vida y a las virtudes son semejanzas de los dioses, Dero
de los dioses. Y buena parte de su mudas y muertas más que los re- ;

felicidad radica en su poder, del yes y los príncipes también lo son,


cual hasta ahora ninguno se arre- pero verdaderas, vivas, expresivas.
pintió; hasta tal punto les parece ¡Oh mortal ceguera nuestra! ¿Pue-
que no se compadecen mal el poder de cosa alguna ser más bella, más
con la suprema tranquilidad y apaci- excelente, más vienaventurada, más
bilidad de vida. divina que allegarse a los dioses con
Los hombrecillos, que no saben la mayor proximidad que está con-
nada, como ignoran qué cantidad de cedida a los hombres? ¿Acaso tú
bien o de mal hay en sus cosas, tien- buscas otra vida, otra felicidad, otra
den a experimentar las ajenas pen- quietud, otro bien, en suma, que el
sando que son mejores. Pero los dio- que más se asemeja al de los dioses?
ses, que todo lo saben, piensan hasta Júpiter es el árbitro de nuestra vida
tal punto que la mejor de todas las y de nuestra muerte. Tú tienes ese
cosas es el poder, que hasta ahora mismo derecho. Júpiter recibe culto
no hemos visto a ninguno que vo- y adoraciones; adoraciones y culto
luntariamente se despojase del que recibes también tú. El imperio de
tiene. Muy al revés. Se nos ha dicho Júpiter es sobre los restantes dio-
que Júpiter, el rey de los dioses, ses; el tuyo es sobre los otros prín-
hizo armas contra Saturno, su pa- cipes y reyes. No hay más diferen-
dre, por el solo apetito del poder. cia que ésta, a saber: que los dio-
Si él, el príncipe de este mundo, no ses, conocedores sapientísimos de
creyera que el poder era en grado todas las cosas, saben a ciencia cier-
sumo codiciadero y como el más ta que no hay cosa más bella que
congruente con los dioses, jamás ar- el poder, y por eso ninguno de ellos
mara su brazo contra su padre. Y lo dimite espontáneamente; en cam-
aún vemos más: vemos que él en bio, nuestra mente, sumida en tinie-
ninguno de sus numerosos hijos de- blas espesísimas, en noche profunda,
legó el gobierno del mundo; al con- ciega y errante, no ve ni estima el
trario, por conservarle emprendió poder en todo lo que vale.
aquella guerra tan cruenta contra Pídote, Lucio Sila, por tu salud y
los titanes y evitó el lecho y los por la de tus hijos, que imites lo
abrazos de su muy amada Tetis. más encumbrado que nuestra huma-
Si fueres inmortal, yo desearía que nidad puede imitar; encarna en tu
llegases al imperio del mundo; pero vida y hazte representación viva de
naciste mortal. ¿Qué desearían para los dioses para llegar también tú a
ti tu padre o tu madre, que te ama- compartir con ellos la soberana feli-
ron con amor tan encarecido; qué cidad. ¿Quién hay tan ciego y tan
píira desearíamos todos nosotros, sin seso ni cordura a quien todo ese
ti
que te tanto como tú pue- orden y economía de la Naturaleza
amamos
das amarte a ti mismo, sino aquello no adviertan que no hay, no ya so-
mismo que desea el que es de sí lamente en las cosas humanas, sino
mismo más amante, a saber: que en el mundo todo, cosa más hermosa
seas príncipe de Roma, que es serlo que el poder? Dominan a las otras
del linaje humano? Y para mí, no fieras los leones porque son los que
sin profunda sabiduría, hombres sa- tienen más nobleza y prestancia. Por
OBRAS FILOLÓGICAS. DECLAMACIONES SILANAS. DECLAMACIÓN I 723

la misma razón, reina de las aves santa, héroes sin tacha, que tocaron
es el águila.Los hombres, a su vez, los astros con su frente, luego de
son los príncipes de todas las cosas haber renunciado con menosprecio
que nacen y mueren, porque entre las riquezas, hicieron pública profe-
todas las cosas son los mejores. V sión de su voluntad de mandar so-
los dioses nos gobiernan a nosotros bre los ricos.
porque son mejores; y entre los dio- ¿Qué extranjero hay que vaya de
ses, el óptimo y el máximo es Júpi- paso por esta ciudad que no sepa
tes, a quien los cielos obedecen y por qué aquellos romanos viejos, va-
también el universo mundo. Por eso rones celebrados y dignos de toda
entre los mismos hombres, el pri- alabanza, según aquella pura e inte-
mero, el máximo, el sumo, el pró- gérrima disciplina romana, valien-
ximo a la divina virtud es aquel a temente emprendieron y llevaron a
quien los restantes mortales rinden término venturoso tantas guerras
acatamiento. ¿Y qué más, si los mis- con todos los pueblos autóctonos de
mos dioses, como los más poderosos Italia, con Pirro, con los cartagine-
que son de toda esta universalidad, ses, con Antíoco, con los macedones
a aquellos a quienes profesan amor y ahora, últimamente, bajo tu man-
especial los elevan a grandes hono- do, con Mitrídates, sino para que,
res y a un gran poder para demos- establecido y consolidado este Im-
trar que no pueden dar cosa mejor perio, ellos mismos y nosotros, que
y más augusta? A Rómulo, padre y somos su descendencia, viviésemos
fundador de esta ciudad; a Numa en quietud y en ocio sabroso y fe-
Pompilio, que fué su rey; a Junio cundo?
Bruto, que fué su primer cónsul, y Ello te dará a entender que no es
a tantos Valerios, Emilios, Manlios, tan difícil como tú crees disfrutar
Fabios, a tus ascendientes los Cor- de tranquilidad en la cima del po-
nelios, los agrupó en familias, pues der, pues oigo que me dicen que tú
sería enojosa prolijidad enumerar- esa idea tuviste con la dimisión de
los uno por uno; y, finalmente, a la la dictadura. Así que la antigüedad
romana gente, a quien por su vir- en masa tendrá que ser condenada
tud amaron más que ninguna otra, por impericia e imprudencia, pues
exaltáronla al señorío del mundo. en su afán de procurar la quietud a
Eso no lo ignora el unánime sentir esa ciudad, y pensando dejársela,
del linaje humano que son engen-
: entrególe la muy enojosa misión de
drados y nacidos de dioses aquellos mandar. Víctimas de esa misma re-
que, por una serie de sucesos feli- criminación debieran ser todos los
ces, se alzaron con el poder, como contemporáneos que desde el primer
Alejandro en Grecia, y en ese nues- instante que una ciudad les confió
tro pueblo, P. Cornelio Africano, el la gestión de sus intereses repudian
más viejo. Por ventura, aquellos va- y rechazan el cuidado del mando y
rones ejemplares, que fueron nues- le dicen un adiós definitivo. Te atri-
tros mayores, con absoluto desdén buyo, Sila, tanta prudencia como
de las riquezas, del lujo, de los re- pueda conseguirla y tenerla cual-
galos, ¿no trabaron pelea con las quier hombre; pero jamás te con-
naciones todas por el mando y la cederé que seas más cuerdo que toda
hegemonía como lo más codiciable esa ciudad, la actual y la que suce-
y generoso? Curio y Fabricio, cuya dió inmediatamente a su fundación,
memoria en esta ciudad es sacro- y mucho menos que lo seas más que
724 JUAN LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. TOMO I

todo el linaje humano. Si se lo pi- ra el gobierno de la República tú,


des en conjunto, a una voz, todo él que venciste a millares de hombres
te responderá que no hay cosa más y todo el ejército y toda la pujanza
bella ni más feliz que el mando y de Mitrídates, rey poderosísimo?
el gobierno. Y si quieres gozar de Reintegrado a Italia, tuviste que ver
ocio, de reposo, de placeres, ¿todo con quince generales de las fuerzas
esto no se te está permitido tanto de Mario y con otros tantos ejérci-
siendo dictador como persona priva- tos y, lo que es más aún, con esa
da, cimentada y consolidada la Re- misma ciudad. Ejemplarmente acau-
pública en el exterior, entregando dillaste tantas legiones y con tantas
las magistraturas responsables a victorias conseguidas restituíste la
aquellos funcionarios cuya pruden- República a su primitiva empina-
cia te sea reconocida y cuya lealtad ción y cumbre. Y ahora, después de
probada y acrisolada? Yo no sé ver tan larga práctica y de tantos éxitos,
por qué dentro de las paredes de tu ¿hemos de oírte a toda hora esta
casa, aliviado de los negocios públi- cantilena triste: Yo no soy hombre
cos, no has de poder ser contigo para esto? ¿Hasta ese extremo la
mismo complaciente y regalarte a buena vida debilitó y quebrantó los
tu sabor; pues ¿quién mejor que nervios de tu espíritu? ¿Hasta un
un dictador puede abundar si quiere grado tal de derrotismo la paz y el
o usar simplemente de todas aque- ocio te han hecho degenerar? ¿Que
llas cosas que constituyen el supre- tú, expertísimo piloto y viejo lobo
mo aliciente de la vida? Y esto tan- de mar, que llevaste al puerto, sana
to por lo que atañe a las riquezas, y salva, la alegórica nave del Estado,
que son el único medio con que se ahora, en la inalterada bonanza del
procuran, como porque aquello mis- puerto, sin dificultad ni molestia, no
mo que en un ciudadano particular la puedas gobernar? Aho-
la sepas ni
se reprende como lujo y demasía, en por fin, toco con las manos la
ra,
el príncipe se cohonesta y decora verdad de aquel dicho lleno de sabi-
con los nombres de esplendor y mag- duría política de Apio Claudio que
nificencia. oí contar muchas veces a mi abuelo,
Oigote todos estos días quejarte que tenía costumbre de repetirlo Es-
continuamente de que no tienes cipión Nasica, igualmente aplicable
fuerzas para carga tan pesada, y lo a la colectividad romana que a cual-
oigo no sin gran dolor de mi alma. quiera individualidad romana, a sa-
¿No eres hombre para ese cargo, tú, ber: Que más sabe administrar el
que confiando tu cabeza a un rey negocio que el ocio; más conducir
feroz y felón, con tu consejo que- la guerra que la paz. Si en los co-
brantaste a Yugurta? ¿Tú, que lle- mienzos de esa magistratura o antes
vaste refuerzos y ayuda al veterano del total aplastamiento de las fac-
ejército de Cayo Mario, puesto en ciones, o no avezado suficientemente
apurada situación contra una multi- a esa administración, hubieras dicho
tud infinita de hombres semifieras? que resultaba agobiador ese haz de
¿Tú no eres hombre para ello des- la dictadura, todos nosotros, compa-
pués de dos consulados, de una dic- decidos de tu suerte, acaso te dié-
tadura de dos años, luego de haber ramos otro consejo; pero en estas
aplastado las facciones y estando la circunstancias, créeme, Lucio Sila,
redondez del orbe sumida en paz en tanta bienandanza de la ciudad,
profundísima? ¿No eres hombre pa- en paz tan profunda y tan risueña,
OBRAS FILOLÓGICAS. DECLAMACIONES SILANAS. DECLAMACIÓN I 725

a los dos años de dictadura, tiempo magistratura suprema, contemplar


sobrado para encallecer las manos el curso de toda la República, que
puestas al gobernalle de la Repúbli- como un río sesgo y tranquilo sale
ca, nadie podrá escuchar con ecua- de sí mismo y se espacia y campea
nimidad esta confesión de impo- y tuerce su camino con admirable
tencia. orden, con una marcha hermosísima
Ruégote yo, Sila, por la salud de y muy alegre de ver. De los conse-
estos mellizos, que ninguno de los jos públicos cuidan los cónsules con
senadores oiga esta queja. ¡Quién el Senado; en las cuestiones y jui-
habrá que al punto, con motivada cios entienden los cuestores, los pre-
indignación, no te pregunte: «¿Qué tores, los jueces particulares; en las
es lo que, en estas circunstancias, causas menores, los centrunviros
parece que te hace intolerable la en la vida religiosa, los pontífices y
dictadura?»! Todos a una miran con los augures; en la guerra, aquellos
malos ojos el ánimo quebrantado a quienes pusiste al frente de las
del viejo inerte, atento sólo a sus legiones. Para ti solo trabajan todos
placeres, rehusando sistemáticamen- éstos, y sírvente a ti solo, que pue-
te las funciones propias de los vie- des gozar, si quieres, en olímpica
jos, las magistraturas, los consejos, serenidad, del afán y de la solicitud
el gobierno de la ciudad. Y si cada de todos. No querría yo que fueses
uno de los ancianos, porque se les ni centunviro ni pretor ni cónsul
consiente o porque a ellos se les an- perpetuo, cuyos trabajos son igual-
toja, dan por buena esta excusa tu- mente perpetuos, puesto que todos
ya, dimita cada uno sus cargos pú- los días, con el mismo sol amanecen
blicos y entreguemos ese Imperio a sus preocupaciones y sus acucias. Y,
los mozos, o mejor a los mucha- en cambio, yo desearía la dictadura
chos, porque lo gobiernen, y nos- a aquel a quien yo quisiera dar un
otros mismos, viejos ya, y por eso ocio eximio y gratísimo con una
mismo vueltos a ser niños, multitud eximia dignidad.
haragana y perezosa, dejémonos Y si es cosa cierta que desde los
gobernar por otros niños. Pero tú días de la fundación de Roma no
dirás: «De tal manera desempeño hubo dictadura fácil, esta tuya lo
la dictadura, que me es una pesa- es, a la cual no pone estorbo ningún
dumbre insoportable.» Bien; pero obstáculo de parte de los tribunos ni
esto no es culpa de la dictadura, si- ninguna intervención en tus órde-
no tuya, que te complicas esa au- nes y mandatos. ¡Qué luchas las de
gusta función con cuidados inútiles ios dictadores! ¡Qué peleas tan con-
y a la República no necesarios. En tinuas y tan enconadas con los tri-
una palabra: dado que antes no lo bunos del pueblo, cuyas atribucio-
hayas hecho, aprende a hacerte lige- nes no eran mermadas por la auto-
ras estas funciones públicas, dele- ridad y la majestad del dictador! A
gando una parte de su peso en mu- ti todo te está abierto, llano, fácil,
chos que sean honrados, que te sean hacedero, aun cuando quisieres, cosa
fieles, de quienes no es menester que yo no te aconsejo, subir al tro-
que hagas probanza, porque harto no. Y eso cuando quedó suprimida
experimentada tienes su lealtad. Yo aquella magistratura, cuya fuerza
no veo qué cosa haya más fácil que era la única que se oponía a la om-
la dictadura, pudiendo, en tu tran- nipotencia dictatorial. Pero tú per-
quilo retiro, desde la cumbre de la sistes en tu queja, por cuanto en la
726 JUAN LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. .
TOMO I

vida pública tienes que pechar con hombres a obedecerte por costum-
algunas molestias; pero ¿no pien- bre continua y arraigada. ¿Dónde
sas tú que son mayores y más duras están ahora los Marios, los Carbones,
en la vida privada? Yo quisiera que los Norbanos, los Domicios, de cu-
recordases los tiempos de tu vida yos ejércitos la ojeriza del pueblo
privada: ¿No hubo en ella desalien- pudiera valerse para su venganza y
tos? ¿No hubo enojos? ¿No fueron por cuyo brazo pudiera tomar en ti
ellos mucho más frecuentes que los la represalia de sus proscritos: Pom-
de ahora? ¿Ni más duraderos? ¿Ni peyo, Craso, Catulo, Mételo, Lúculo.
más amargos? Así lo decretaron los Mario? Los que están en la verdu-
dioses inmortales que ninguna eta-
:
ra de su edad, ¿qué han de ser sino
pa de la vida de los hombres puede silanos, siendo Sila el dictador? A
estar exenta de trabajos, de fatigas, lo que ahora te voy a decir, por tu
de ansiedades. Por eso, a fe mía, salud te lo pido, Sila, aplica todo tu
paréceme que es mucho más honro- espíritu y toda la fuerza de tu en-
so y excelente, dado que esta vida tendimiento lo que has de temer
:

no puede, en manera alguna, pasar- con mayor razón es que, dimitida la


se en una absoluta tranquilidad, no dictadura, no estalle, por fin, el odio
ocuparse en regalos ni en pasatiem- acumulado y extendido y no puedas
pos ni en cosas baladíes, propias de contrastarlo con los recursos de me-
mujercillas y de bestias, sino en ne- ro ciudadano y con ello te infieras
gocios de aquellos que son prez y daño no liviano, cuando tus partida-
presea de los grandes hombres y de rios ya no harán más caudal de ti
los espíritus elevados. No formó la que de cualquier otro senador y no
Naturaleza a las mujeres para cosas sé si aun menos. Y puesto que ha-
graves, como no formó a los varo- blamos aquí donde no nos oyen más
nes para las burlerías y juegos y que las paredes, no hay que hacer
bagatelas. Con vergüenza grande ha- impertinentes disimulos. En el con-
blo, Sila, de estas pequeñeces, pues sejo, quien adula es un parásito;
no puedo menos de pensar delante quien se calla lo que conviene que
de quién hablo y a quién aconsejo, se diga, si lo hace por ignorancia,
porque no pienses que quiero abrir es un bobo; si por malicia, es un
para ti una de aquellas escuelas grie- enemigo. Dime, Sila: ¿Ya se te ca-
gas de las que funcionan ahora en yó de la memoria cuántos millares
Atenas, por beneficiosa iniciativa tu- de hombres mandaste proscribir dos
ya y que tú tienes perfectamente co- años ha? ¿Entiendes que a ninguno
nocidas. ¿Pero es que, por ventura, de ellos ya no le quedan o padres,
temes que la dictadura no te con- o hijos, o hermanos, o deudos, o pa-
cite una grande e intolerable odiosi- rientes, o afines, o amigos? El res-
dad, aunque yo soy de parecer que peto que les impone tu dictadura es
es ello difícil, porque si te conozco la única coacción que les detiene de
bien eres del todo inaccesible al poner violentamente sus manos en
miedo vano? Pero si de todos modos ti, en tus hijos, en toda tu casa, en
tu recelo es éste, debías recelarlo todos nosotros, que somos tus adic-
al comienzo de tu magistratura, tos y fatalmente lo harán el día que
;

cuando las facciones estaban en su no te eleves más de una pulgada so-


auge y las guerras civiles en todo su bre cualquier otro ciudadano? Que-
hervor, y no ahora, después de dos dan muchos, muy muchos que alber-
años y hechos y avezados ya los gan en su pecho el alma cruda de
OBRAS FILOLÓGICAS. DECLAMACIONES SILANAS. DECLAMACIÓN I 727

Mario; y tú no lo disimulaste ni te bes a la tentación de experimentar-


lo tuviste callado ;
hay quienes, aten-
¿Qué piensas que van a hacer
la.
tísimos a cualquiera ocasión, están los otros cuando el mismo Pompe-
con el anzuelo al aire. Todos éstos, yo, aunque sin ambición, aunque
no digo ya si dimitieres la suprema silano, puede servirte de ejemplo de
magistratura, sino si sacares un pie cuánta importancia sea la dictadu-
de la ciudad o con toda seguridad si ra? Después de la derrota de Domi-
lo sacares de Italia, volverían a en- cio en Africa, teniendo que enviar-
cender pavorosas y vastas guerras le un sucesor, con la protesta del
civiles. ¿Es increíble lo que digo? ejército en masa, que le decía que
¿Por ventura no lo experimentaste desacatase el edicto por el cual le
tú, que, proclamado caudillo, tras el llamabas a la ciudad, y que le pro-
vencimiento de las facciones ene- metía, en un caso extremo, su leal
migas, en plena felicidad y gloria, ayuda y a ti te decía tirano, él en
apenas con tu potente e invicto una asamblea, dijo en voz bien re-
ejército dejaste la Italia sosegada, cia y alta que antes se suicidaría
cuando de súbito Ciña, el traidor y que desobedecería, no a Sila, sino al
fementido, y el desterrado Mario, sa- dictador del pueblo romano. Hasta
lido de las lagunas, ocupan la ciu- ese punto para oídos romanos es
dad, entréganse a un pillaje feroz y sacrosanto el nombre de dictador y
te promueven una tan ruda guerra sus edictos fueron siempre acatados
que para domeñarla y acabar con como oráculos de la divinidad. Val-
ella no pudiste prescindir de recur- ga por muchos otros este ejemplo
so alguno, del que te proporciona- recentísimo, dejando a un lado los
ban tus propias fuerzas, del auxilio antiguos de L. Quincio, que a la últi-
de tus amigos, de tu prudencia y de ma edad, para abatir el ímpetu de
tu consejo, pues estuviste más cerca Sempronio Melio, fué creado dicta-
del peligro que los mismos vencidos? dor; Cornelio Cosso, contra los ma-
Y esto te aconteció cuando con tan nejos de Manlio, poco después de la
copioso ejército como tenías no bus- toma de Roma; Papirio Cursor y mu-
cabas sino guerra. Más nefasta que chos otros, de quienes yo sé que tú
la guerra iba a ser para ti la misma has leído y has oído. Aunque fueras
paz, cuando la Fortuna, complicada- Sila tres veces, no siendo dictador,
mente, te lo concedía todo y con ma- Pompeyo te declarara aquella gue-
no larga prosperaba tus esfuerzos. rra dificilísima, que tú temiste, fu-
Y ahora, viejo ya, flaco de cuerpo tura, cuando eras mozo y decidido,
y de alma, ¿inconsideradamente te valiente, prudente y cosa que más
lanzarás al peligro, a ti y a todos que ninguna otra vale en la guerra
los tuyos e irás a hostigar a tu For- afortunado. Puras bagatelas te pa-
tuna ya inactiva, y quién sabe si en- recieron entonces todos los Marios
vidiosa de tus sucesos, intentando y los Carbones, y los Norbanos. y
por ese camino ( el Cielo engañe mis los Telesiños; y añade a esa lista,
¡

temores!) hacerte mucho más mise- si te place, la misma Grecia con el


rable que no fuiste afortunado? Asia y todo el poder de Mitrídates.
Es buena madre la Fortuna si sa- ¿Y qué más? ¿Piensas poder vivir
bes tratarla hábilmente cuando te seguro, como un particular en una
favorece, y es implacable madrastra ciudad en que fueron ejecutados
si demasiadas veces, con temerario por orden tuya más de cien mil ciu-
arrojo, te lanzas al peligro y sucum- dadanos? Ya no digo yo si te retiras
728 JUAN LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. TOMO I

a la vida privada, sino que si ba- ñas de tus hijos, levantarían


a ti
'

rruntan que piensas dimitir la dic- sus ojos y con pueriles lamentos
y
tadura, no podrás sostenerte. Y así lágrimas copiosas y amargo duelo
como Quinto Fabio Cunctator, refu- implorarían tu auxilio. ¿Qué dios te
gio y salvación de este afligido Im- guardaría de furor y de rabia? Es-
perio cuya persona encarnaba tanta forzaríaste desesperadamente por
autoridad y prudencia como no las romper las cadenas y quisieras que-
había en todo el Senado y el pueblo brarlas con los dientes para socorrer
romano, por cuya vigilancia y celo a tus hijos, ¡oh Pitio Apolo, y tú,
eran regidos, en ocasión en que se capitolino Júpiter, y tú, Juno, reina,
llevaba al Senado algún asunto que y tú, Belona, y todos los restantes
requiriese discreción, no les dió otro dioses y diosas, conservad perpe-
j

consejo sino que fuese oscurecido tuamente fausta y feliz esta familia
por el silencio. Así, yo también tan y esta casa! Pero no; sea vana esta
j

lejos estoy de aconsejarte que dimi- imprecación. Si tú pudieses sobrevi-


:

tas la dictadura, que ya hasta que- vir a tantos males y el furor y la


!

rría que ese proyecto tuyo fuese ig- rabia no acabasen contigo, con mi-
norado de todos los otros y yo pon- nuciosa sevicia desmenuzado, mori-
!

dré todos los medios posibles porque rías mil muertes antes que exhala-
no salga de esas paredes y llegue a ses el alma y la vida. Y luego, tira-
!

conocimiento de los enemigos, de los dos los pedazos de tu cuerpo y de


extraños o de aquellos que sepan los cuerpos de tus hijos, parte a la
,

callar y ocultar lo que se les cometió salvajina y a la altanería carnicera


y confió. Si hay secreto alguno que y parte echada al Tíber, serían de-
|

deba permanecer velado en el más rribadas tus estatuas y los monu-


santo y recatado de los sigilos, éste mentos eternizadores de tu fama,
¡

lo es en sumo grado. ;
derrocados tus penates, extinguidos
¿Hasta tal punto, dime, Sila, te tu linaje, tu familia, tu mismo nom-
cegó la impetuosa irreflexión de bre. Por el cielo te lo suplico, dic-
abandonar la magistratura? ¿A tal Itador: ten compasión de ti, mil ve-
grado te desmemoriaste que ya no ces más infeliz en tu retiro, de lo
recuerdas, que ya no ves que son que ahora eres feliz en la magistra-
tantos los hombres agraviados por tura suprema. Pues eres padre,
ti, que no es a ti sólo para quien se apiádate de tus hijos, afortunados
pide castigo ejemplar, sino para tus ahora, infortunadísimos luego que
hijos y para todos los tuyos? Horro- tú te acogieres a la vida privada.
riza decirlo. Apartad, ¡oh dioses in- Compadécete de nosotros, soldados
mortales!, todo lo que tenga de omi- tuyos, caudillo idolatrado, que a to-
noso este agüero: si por guerra dos nos conservas con la autoridad
franca o por artera celada y arma- de tu función augusta y a todos nos
dijo vinieras a caer con toda tu casa arrastras contigo a muerte cruel y
en manos de cualquiera de tus ene- desastrada con la abdicación de la
migos, no con tanta ferocidad Cati- dictadura. Todas las veces que te
lina laceró y despedazó a M. Mario vieren los hombres vivo, otras tan-
como ellos te mataran a ti y a todos tas veces volverán a su memoria
los tuyos a través de mil fieros tor- las calamidades de los suyos, y si
mentos y mil muertes; tú, su padre, no encontraran obstáculo, sin duda
cargado de recias cadenas, verías alguna las vengarían atrozmente.
destrozadas ante tus ojos las entra- En cambio, muriendo tú, morirá
OBRAS FILOLÓGICAS. DECLAMACIONES SILANAS. DECLAMACIÓN II 729

también la odiosidad de aquella tuyos y de la República. Sin ella yo


proscripción así
; que estaremos no sé cómo esta ciudad puede man-
más tranquilos y seguros muerto tenerse; pero lo que sí sé es que
tú que vivo tú, ciudadano privado. en esta ciudad, sin tu dictadura, no
Por todas estas razones, muchas, co- nos podemos mantener ni tú, ni tus
mo ves, y grandes y, sobre todo, hijos, ni nosotros, que también so-
graves, soy de parecer, L. Sila, que mos tuyos. Por lo demás, sea la que
debes retener la dictadura, que es fuere la determinación que tomares,
la garantía de tu salud, de la de los quieran todos los dioses prosperarla.

DECLAMACION SEGUNDA
HABLA MARCO FONTEYO
DIRIGIENDOSE A LUCIO CORNELIO SILA
QUE DIMITA LA DICTADURA

Cuando ayer se me notificó, L. Si- suelto para granjearte la gratitud


la, poco antes que nos reuniéramos y elfavor del pueblo romano y la
aquí, que Q. Fundano iba a exponer gloria imperecedera de tu nombre,
su opinión, pensaba yo que ese an- y usó una tal vehemencia de lengua-
ciano de tanta sabiduría y tanto co- je que no solamente a nosotros nos
nocimiento de la realidad demos- impresionó increíblemente, sino, se-
traría su inclinación por la paz, la gún pienso, también a ti. ¿Quién de
quietud, la democracia, el patriotis- nosotros puede oír hablar impasible-
mo, el amor de la República y de la mente de tus peligros personales?
libertad de ese Imperio, y que, elo- Mas él exageró tanto tus peligros
cuente y convincente como es, por que a ratos parecíame estar no en
todo esto abogaría en largo, copioso esta tu casa, sino entre las peredes
y grave discurso. Así esperaba yo ominosas de la mansión de Mario.
que sería; de manera que él, en la Esta fué la causa por la cual, con la
deliberación de ayer, con sus pala- idea de recogerme pedí un día, por
bras y, sobre todo, con la autoridad si luego de meditarlo conveniente-
que le distingue y que a mí me pa- mente en mis adentros hallase que
rece muy bien que le distinga, aca- su sentir era mejor, no tuviese re-
baría con el asunto definitivamente. paro en cambiar el mío, allegándo-
Estaba yo tan convencido de ello, me al de una personalidad tan pru-
que vine resuelto a deslizarme sin dente y tan avisada; y en caso con-
abrir boca hacia su sentir o, a lo trario, no dudase tampoco traer
más, añadir unas pocas palabras aquí lo que mi razón, mi discurso y
para declarar mi conformidad con mi larga experiencia política me hu-
lo que hubiera dicho. Pero to-
él biesen enseñado, sin recelo de que
das esas esperanzas y presunciones un senador, según costumbre de
mías me engañaron, puesto que fué nuestros mayores, disintiera en el
de parecer disuadirte, L. Sila, que discurso y en el consejo de otro se-
no hicieras aquello que habías re- nador, sin mella y sin mengua de
730 JUAN LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. TOMO I

las buenas relaciones mutuas y de |


¡para quejarte de los hados, de nues-
la más
estrecha amistad personal. tra naturaleza, del veleidoso carác-
Por todo esto ruégote, Fundano, ter de los hombres? Deseó Lucio
que no pienses que voy a disentir Sila la dictadura para poner reme-
de ti por algún resquemor o rivali- dio a tantos males, para arrancar
dad o porque no considere que re- de la República aquellas calamidades
unes aquellas prendas de autoridad, de los Marios, de los Carbones, de
gravedad, sabiduría, moralidad, a los Norbanos. Todo eso por la gra-
las que no sin gran causa se deba cia y la bondad de los dioses se
el mayor crédito, sino porque aque- llevó a término feliz; nada queda
llas razones que ayer dijiste, fueron ya que parezca necesitar de la dic-
estudiadas con gran ingenio y pru- tadura.
dencia; para también estas que yo Llegados a este punto, querría
he de expresar hoy han sido estu- yo, Fundano, preguntarte: ¿Qué
diadas no con mayor ingenio ni con buscábamos nosotros con aquella
mayor prudencia (apenas puede ha guerra; qué buscábamos con esta
berla mayor), pero espero que con magistratura? Tú mismo, y con mu-
no menos diligencia ni experiencia. cho acierto como en tantas otras
Y al mismo tiempo, ;oh Sila!, yo te cosas, te has contestado: la paz de
ruego, mientras respondo a la ora- la ciudad. La ciudad tiene paz. Que
ción de Fundano, que me prestes tuviese una constitución. Ya tiene
atención y oigas con recogimiento la constitución. Que tuviese el primi-
mi discurso. Conseguiré, sin duda, tivo grado y esplendor de dignidad
que no te arrepientas de ese pensa- y de imperio. Ya tiene, en su gra-
miento que el Cielo te inspiró y por do y esplendor antiguos, el imperio
el cual nos vemos reunidos aquí, y la dignidad. Los tiene y los retie-
pensamiento divino, digo, que Fun- ne gracias al Cielo y a Sila. Imagína-
dano, aunque echando la culpa al te que nosotros, ahora, venimos a
hado, tildó de voltario e inconse- ese estado, desde Asia, ¿pensarás
cuente, como si merecieran el califi- ser razonable que admitiésemos la
cativo de inconstantes todos los que dictadura? No había razón alguna
abandonan un instrumento del cual de hacerlo así. Pues bien: aquello
no necesitan. Tú mismo, Fundano, mismo que tú piensas fuera una ini-
tú mismo llevarías a mal que al- quidad pedirlo o tomarlo, ¿piensas
guien te sospechara de inconstante que es justo, una vez tomado, rete-
si, teniendo que ir al Senado, te vis- nerlo? Y si esta dictadura fué acep-
tieras la laticlavia y vuelto a casa tada para detener en su ruina la
te la quitaras, con toda razón, a mi patria que se desmoronaba, mira
ver, porque usar diversos trajes se- que no suceda que no lo reconozca
gún fuere la diversidad de las situa- nadie, si esa dictadura no se depo-
ciones no arguye en un hombre li- ne cuando la patria no necesita ya
gereza ni versatilidad, sino que to- de dictador. Atiende, Sila, yo te
dos sabemos ser cosa de discreción y lo ruego; atiende, que no vayan a
conveniencia social. ¿Está enfermo creer todos que fuiste dictador para
uno de mis amigos? Tome medici- ti, no para la patria, en la cual in-
nas enhorabuena. ¿Convaleció ya° troduces un pésimo ejemplo de tira-
No tome medicinas. ¿A eso llámasle nía, pues todas las calamidades de
tú inconstancia? ¿Hay aquí motivo las ciudades y los pueblos nacieron
OBRAS FILOLÓGICAS. DECLAMACIONES SILANAS. —DECLAMACIÓN II 731

de buenos principios. Concédese a de su poder exclusivo. Yo aliento la


un hombre bueno algo excepcional, esperanza de que si algún día re-
porque la realidad lo exige; pues tornase a su condición de ciudada-
bien: piensan todos, sin tener cuen- no particular (que Júpiter haga muy
ta ninguna con las circunstancias duradera) acaecerá todo lo contra-
de tiempo y de situaciones, que muy rio: Roma se desacostumbrará de
bien se le hubiera podido conceder soportar a un dictador y que cuan-
a ellos. Fué una muy dura necesidad do éste hubiere muerto, no habrá
de la República el haber sido tú, nadie tan malvado ni tan osado, ni
dictador, como impuestos por la habrá bellaco tan ambicioso, que
misma necesidad dura lo fueron quiera ser dictador sin gravísima
muchos antes de ti. Si tú no sigues causa, ni ciudadanos tan indolentes
el ejemplo de aquellos dictadores, y torpes, ni tan sin prudencia ni
que liquidada la situación por la seso que consientan que alguno lo
cual fueron creados dictadores sea, si no fuere necesario. Muchos
creían también llegada la liquidación fueron los obstáculos que Fundano
de la dictadura, y te eternizas en la mentó que hacen que la dictadura
magistratura, como lo quiere Fun- no sea fácil de recoger una vez di-
dano, van a ser muchos los que en mitida. ¿Piensas, Quinto, por ven-
circunstancias dispares imitarán una tura, que de tal manera debe ser
conducta pareja. No hay que temer, la dictadura dimitida que tienes que
no, ¡oh Quinto!, que si Sila dimite conservar el camino para volver a
la dictadura, en vida, sean a mon- ella? No ha de ser con esta mezquin-
tones los que se echen encima de dad como se debe hacer un benefi-
ella y que tomándola como botín, cio, ya no digo a la patria, pero ni si-
riñan por ella como perros por un quiera a un amigo. Con simplicidad
hueso, con grave daño de la Repú- y con toda el alma se ama a la pa-
blica. Mas aína es de temer que si tria, y así que se le ha de servir sin
Sila llega a la muerte, investido simulación y sin afeite. Si quieres
con la dictadura, unos mozos exal- ahora que esto sea una ventaja pa-
tados, ambiciosos, poderosos, llenos ra ella, ¿por qué quieres que yo la-
de espíritu de partido, piensen que bre el bien de mi patria con reti-
Sila instituyó en esa ciudad el régi- cencias, con reserva mental, con as-
men de dictadura perpetua; es de- tucia, con celada y no caballerosa y
cir, de Monarquía, y lo pretenderán generosamente? Es una ruin mane-
no como beneficio recibido del pue- ra de dar, si en el momento mismo
blo o del Senado, sino que a mano que das ya piensas cómo y cuándo
armada se alzarán con ella, como recuperarás el don, una vez dado,
premio de la guerra civil y como si resultare un ingrato aquel a quien
triunfo sobre el dictador vencido. diste. No apruebo yo aquellas pala-
Ya ves cómo yo no abrigo los bras del moribundo Escipión, varón
mismos temores que tú y no recelo por otra parte casi igual a los dio-
que en vida suya nadie le arrebató ses: Ingrata patria. Yo oso decir
la magistratura ni pienso que con que jamás la patria puede ser in-
su prestigio y autoridad, vuelto a grata; pero si pudiera serlo, yo
su privada ciudadanía, va a ser más prefiriera experimentarla tal, antes
pequeño obstáculo para las guerras que demostrarme yo receloso de que
civiles que si estuviese en el auge ella lo fuese algún día. Todo cuanto
732 JUAN LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. TOMO I

haré yo por ella, pensaré que lo ha- movimiento motinesco y a todo gol-
go por la más agradecida. pe de mano propicio. Siempre abri-
Pero dirás que nuestras costum- garon mejores esperanzas de esta
bres ya no consienten un consejo República, que es lo que debemos ha-
público. Aquí yo apelo a tu pruden- cer todos, ni hemos de desesperar en
cia, Q. Fundano, a fuer de hombre tal grado de
la salud del cuerpo de
tan prolijamente versado en el foro, nuestra ciudad, que no puede curar-
en la curia, en los negocios, en los se una llaga purulenta sin que al
honores. ¿Qué otra cosa quieren de- momento le salga otra o también
cir estas palabras (dígolo con gran muchas.
miedo y gran sonrojo), sino que esta Pero tú me
dirás que puede su-
ciudad está necesitada de rey? Co- ceder que digo; no obstante
eso
mo si, no queriendo obedecer a un hay que prevenir que no suceda. No
consejo público, estuviese dispuesta condiciones tan miserablemente la
a obedecer a un dictador, lo que sa- previsión de los dirigentes de las
be que está por encima del dictador repúblicas, que crean que nada han
y no, como tantas otras veces, que hecho, si no han obviado todos los
no quiera conseguir lo que desea, peligros, que no solamente acostum-
con un golpe de mano sedicioso. bran presentarse, sino que acaso
¿Qué es eso de que tú por una sola pueden, si así la Fortuna lo quisie-
guerra civil sentencias que por los re. ¿Quién podrá jamás conseguir
siglos de los siglos se acabaron las esto? ¿Qué genio, qué ciencia, que
guerras civiles? ¿Parécete que ya experiencia? Piérdese en el infinito
jamás habrá Marios, porque los Ma- esa perspectiva, y si uno le quiere
rios ya han sido? Ruégote, Quinto, ir a los alcances, no tan solamente
que no saques tan malos augurios, curará enfermedades que no son o
de esa República. Si le das un Mario, no serán. ¡Con qué afán tan vacío y
no le quites un Sila. Quiero decir, con qué tan estéril ansiedad deja-
si piensas que siempre habrá un rá sin tocar esos males urgentes y
hombre mal nacido que encienda otros que se presentan cada día,
una guerra civil, cree también que corriendo de uno en otro, enloque-
saldrá un héroe, nacido en buen cido por su innumerable muchedum-
hora, que con recio temple compon- bre!
ga y sosiegue lo que se alborotó. Pero parece que quieres, Funda-
Cuán diferente fué el juicio de no, que no te tengamos por un buen
aquellos antiguos varones, decha- adivino; esto es, por un buen pro-
dos de que no porque
prudencia feta (el mejor profeta es el adivino
Sempronio Sempronio Ca-
Melio, mejor). Llevas a mal que no crea-
sio, M. Manlio ambicionaron el rei- mos que has tenido buena vista. Ad-
no, pensaron al punto que iban mitamos (cosa que alejen los dioses)
a ser muchísimos los que lo am- que el día de mañana van a ocurrir
bicionarían, ni tampoco si por a ]
graves alborotos, que crearán la ne-
descomedida pujanza de ellos lla- cesidad de un dictador que los ata-
máronse dictadores, por eso mismo, je. ¿A quién piensas tú que el
pue-
no mandaron alguno de aquellos dic- blo romano, con más gusto o más
tadores o a todos que estuviesen firme garantía, va a confiar aquella
encaramados en la magistratura co- magistratura como a aquel de quien
mo en un castillo, dispuestos a todo sepa que la devolverá como un de-
OBRAS FILOLÓGICAS. DECLAMACIONES SILANAS. DECLAMACIÓN II 733

pósito confiado a su honor, cuando que consumiese en ella los seis me-
fuere necesario; que hará uso de ses de la ley y seguramente ningu-
él todo el tiempo preciso y que lo no los excedió. Por eso, aquellos ro-
restituirá cuando la República no manos viejos a nadie con más gusto
tendrá de él necesidad, en una pa- entregaban la dictadura que a los
labra, a aquel de quien sepa que varones dictatoriales, a saber: a los,
administrará la dictadura para la ex dictadores, que sabían recibirla
ciudad, no para sí? Si ahora el dic- cuando se les entregaba, y recibida
tador actual la resigna y al tiempo sabían administrarla, y administra-
de nuestros hijos atraviese la Repú- da deponerla a su debido tiempo, y
blica una borrasca tan recia que se el pueblo, adoctrinado por anterio-
tenga que recurrir a ella de nuevo, res ejemplos, no ignoraba que ellos
¿piensas que habrá alguno que no lo sabían.
la vuelva a depositar en ese Fausto, De ahí que cuando se entró en
digo, en ese vástago de la misma fa- sospecha de los manejos monárqui-
milia que pudiendo retenerla la de- cos de Sempronio Melio, en una tan
volvió a la patria y a la libertad del grave alarma de la ciudad (por no
pueblo? Pensarán encomendarla no nombrar más que aquellos de los que
a ese Fausto, sino a la familia de ahora me acuerdo), Cincinato, por
Sila, que estima más la patria que la segunda vez fué creado dictador,
suprema magistratura, insistiendo en porque a los dieciséis días había re-
aquella vieja y ejemplar virtud roma- signado la dictadura anterior. En
na. Cuando conmemoraste, Funda- su segunda dictadura, Mamerco, ha-
mo, a esos romanos viejos, yo hubie- biendo acordado más la duración del
ra querido que añadieras también supremo poder censorio por pare-
que todos esos mismos romanos vie- cerle excesivo para que sobre sí,
jos se preciaron más de haber dimi- como sobre cualquier otro particu-
tido la dictadura que de haberla asu- lar, pudieran los censores ejercer
mido, de haberla desempeñado que su juicio y su autoridad, apeó la dic-
de desempeñarla, de manera que se tadura inmediatamente, de forma
combatía con no menos ardor por que por los enojados censores que lo
conseguir la victoria como por re- eran en aquella sazón fué degrada-
signar la dictadura una vez que hu- do y hecho villano y pechero con
bieren cesado las causas que la hi- gran indignación del pueblo roma-
cieron necesaria. No pensaban ellos no. Y este villano, marcado con nota
que la dictadura tuviese su caduci- censorial de infamia porque espon-
dad prevista en un plazo cierto y fi- táneamente se desarmó de una ma-
jado por la ley, sino en la desapa- gistratura que era escudo y era dar-
rición del motivo por el cual era do con que podía abrigarse contra
creada. Así es que vemos a muchos la fuerza de los censores, sus ene-
que a los veinte días, a los dieciséis, migos, no solamente volvió al go-
a los diez de haber recibido la dic- bierno, sino que por tercera vez fué
tadura la renunciaron; verbigracia: creado dictador y luego de tomadas
Quincio Cincinato, Emilio Mamerco heroicas resoluciones, a los dieci-
y la casi totalidad de los otros, pues séis días contados, se restituyó a la
en tan largo espacio y discurso de vida privad.i. Aquí, Fundano, di en
siglos y en tanta variedad de situa- aliñado parlamento cuanto te plu-
ciones apenas hubo uno que otro guiere acerca de los dioses mismos,
734 JUAN LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. TOMO I

del poder, de los romanos viejos; lia masa, lo mismo que la multitud.
todo te concederé, mientras tú
lo Añade a esto que este consentimien
'

no me negares aquello único en que to unánime y universal, a lo que yo


todos convienen, a saber: que para entiendo, no ha nacido de la nada.
ese pueblo en que vivimos, siempre Engáñanse todos por ciertas apa-
fué el poder más grato, más hermo- riencias de bien, y nadie jamás se
so, más glorioso después de haberlo ha dejado seducir por un error ma-
desdeñado o abandonado, que des- nifiesto. Los vestigios que la anti-
pués de buscado y retenido. Por to- güedad dejó a la posteridad, enten-
do eso, no pienso, Fundano, que a didos malamente trabucaron a los
mí me faltan razones para responder hombres el juicio. En el principio,
a las tuyas, aunque tan agudas. Y cuando comenzaban a organizarse el
lo voy a hacer no sea que tú, L. Si- poder, los honores, las magistratu-
la, movido por tu piedad para con ras no solían entregarse sino a los
los dioses y la patria o tocado por más sabios, a los mejores, y los pue-
algún escrúpulo o por lo que tú blos obedecían sus órdenes. De esta
creas que fué costumbre de nues- manera, con la obediencia de la mul-
tros mayores, trueques tu parecer titud, la administración era fácil, y
y abandones la determinación to- pueblos tan dóciles volvían sabro-
mada. sos los mandatos y henchidos de una
Apeló Fundano al consentimiento suerte de felicidad que alcanzaba a
del género humano convencido de los mismos que estaban en el Poder.
que no hay cosa más bella ni más No podían delinquir a sabiendas
bienhadada que el poder. Aquí yo porque eran buenos, ni pecar por ig-
te preguntaré, Fundano, si no ex- norancia porque eran cultos. El con-
ceptúas a nadie, absolutamente a sentimiento de toda la naturaleza
nadie de esta unanimidad universal. bajo el gobierno de los dioses ópti-
Si a ninguno exceptúas, mira que no mos y sapientísimos, hace la fun-
vayamos a creer que tú, hombre ción del mando felicísima y facilí-
prudentísimo, colocas a nuestros ma- sima, pues los cielos y los elemen-
yores no entre los hombres, sino tos, ganosos y gozosos, obedecen la
que los encaramas por encima de la voluntad y los mandatos de Júpiter,
condición mortal porque tantas ve- Optimo, Máximo y nosotros mismos
ces abandonaron prematuramente nos inclinamos ante aquellas leyes
los honores aceptados y espontánea- sempiternas; los buenos, los piado-
mente los repudiaron, ofrecidos. De sos, los malos, los malvados, los im-
eso hablaré un poco más adelante. píos, son juguetes del hado que a su
Y si de ese montón gigantesco re- vez es la voluntad de Júpiter Omni-
tiras alguno, ¿cuáles dejas, por fin? potente, y no se mueve ni se menea
¿Las masas turbias, la plebe indoc- cosa alguna en todo el mundo que
ta, los pueblos sumidos en errores, no sea conforme a las leyes y pres-
en tinieblas? De todos éstos, Funda- cripciones de ese reino mundanal
no, yo no hago más aprecio que el que señaló aquel dios, padre y ha-
que merecen. No hallarás cosa más cedor de todo, cuando creaba la na-
liviana, más tornadiza, más necia, turaleza.
por manera que al más ruin de to- Esto nos enseñan los pontífices;
dos ellos le harás ultraje si dijeres costumbres y las institucio-
esto, las
que él opina y siente lo mismo que nes de nuestros mayores; esto, las
OBRAS FILOLÓGICAS. —DECLAMACIONES SILANAS. DECLAMACIÓN II 735

ceremonias; esto, la religión; blema del gobierno en toda su di-


esto,
la liturgia que de una tan venerable mensión exacta aquellos que, perso-
profundidad de siglos hemos recibi- nalmente, experimentan cuán moles-
do de nuestros padres más remotos. to y oneroso sea mandar a gentes
Este es, pues, el deleite; ésta la fe- reacias y cerriles, y sienten cómo no
licidad del mando cuando hombres puede hallarse cruz igual a la que
buenos mandan a quienes quieren ellos llevan con el poder y el go-
ser mandados. Cuando esto aconte- bierno.
cía con los gobernantes de aquellas Y si esa gobernación en algún pue-
patriarcalidades primitivas, pensa- blo rebosa de aburrimiento y de
ron, y con razón, no haber cosa al- molestias insufribles, sin la buena
guna ni más gloriosa ni más feliz disposición de los subordinados, en
que el poder, porque venía a ser co- ese nuestro pueblo romano, no sola-
mo un trasunto o imagen del reino mente es pesado y espinoso, sino eri-
divino donde no gobiernan sino los zadísimo de peligros. Otros pueblos
mejores y los más prudentes y obe- pueden estar bien hallados con la
decen los subditos con alegre y gus- servidumbre y soportar tiranos; pe-
tosa alacridad. ro ese pueblo nuestro es el único
Mas, poco a poco, fueron corrom- que no se aviene a ella y rezonga
piéndose las costumbres de los hom- contra la esclavitud. Y piensa ser es-
bres y comenzó a envalentonarse y clavo si el rey es soberbio y desapo-
a gallardear la ambición y muchos, derado, y el cónsul es insolente y
completamente indignos, escalaron violento, y el dictador es cruel y
la cumbre del poder, y los hombres, atroz, o, llámese como se llame y sea
en un impulso de su nativa indepen- lo que fuere la magistratura esta-
dencia, negaron el acatamiento a blecida contra las leyes y las cos-
quien era peor que ellos. Por esta tumbres de nuestros mayores.
razón, el principado, de sabrosísimo Entendiéndolo así aquellos nues-
y dulcísimo que era, se trocó en gra- tros viejos políticos sapientísimos,
ve y amargo para los malos carac- nacidos y formados en la auténtica
teres, y para los buenos, en intole- disciplina y libertad romanas, como
rable pesadumbre. Y así fué que viesen que en ese pueblo nuestro
aquella idea primitiva de la felici- conducía a la popularidad y a la
dad del poder, incrustada como un gloria imperecedera no tanto desem-
fósil en el espíritu y la mente de peñar honrosas funciones como el
los hombres, se quedó así como es- que la opinión les considerase dig-
taba, cuando la realidad que la ins- nos de desempeñarlas, sabemos que
pirara había fenecido desde luengos pidieron las magistraturas con gran
siglos. El desconocimiento de este reserva y parsimonia y una vez que
hecho es causa de que los particu- las pidieron y las alcanzaron, a la
lares, en afanosa persecución de pro- primera coyuntura propicia las re-
vechos particulares por una parte, signaron y que cuando el pueblo se
no paran mientes en cuán pesado es las ofrecía por el prestigio de sus
el poder para quien manda, y, por virtudes y sus claros hechos las re-
otra parte, conservan con afición husaron y rehuyeron con gran
tenaz aquella idea heredada de los aplauso e increíbles alabanzas de
regímenes patriarcales de las socie- toda la ciudad.
dades primitivas. Abarcan este pro- ¿No será, acaso, por esto que los
736 JUAN LUIS VIVES. OBRjAS COMPLETAS. TOMO I

hombres se acuerdan y con subidos lo que determinaba la ley Emilia.


encomios enaltecen los tres prime- Los hombres de aquel tiempo creye-
ros consulados de Quinto Fabio Má- ron que fué una de las causas por
ximo, aquel anciano venerando, y que se volvió ciego.
aun el cuarto, que no queriendo él, Aquí oigo yo no sé qué ejemplo
y repugnándolo, le fué impuesto de Mario Curio Dentato, varón de
contra la ley Anal? ¿No será, acaso, toda probidad, que fué cónsul cuan-
también, porque alejó de sí la con- do la guerra que se hizo contra Pi-
tinuación del cuarto, al cual se in- rro, que nuestros ancianos suelen
clinaba el apasionado entusiasmo de aducir, no para la recomendación
los ciudadanos, con la amenaza de del poder, sino de aquella antigua
dos cónsules patricios? ¿Y qué diré austeridad y parsimonia romana. ¿Y
de aquella súplica de vacación en la cuál es el otro que por aquel mismo
suprema magistratura que gestionó tiempo y en cosa igual publicó Fa-
con toda su enorme autoridad y gra- bricio Licinio? ¿Y quién hay que
vedad porque su hijo no fuese crea- niegue que es más excelente reinar
do cónsul, porque el poder sumo no en la pobreza, que en medio de ri-
se estacionase durante tantos años quezas cuantiosas estar esclavizados
en una sola familia? ¡Cuánto respe- y sumidos en la desidia y en la apa-
to no mereció aquella oración de tía? Y todos ellos, ciertamente, y
Me. Rutilio, y cuán llena de majestad aun otros, anteriores y posteriores,
estuvo! ¡Qué sincera repulsa censo- con tantas guerras que debían lle-
ria, porque el pueblo le encargaba varse a término con tanto heroísmo
la segunda censura, de cuyo cargo, y tanta suerte, no pedían para sí el
como desaforado que era y más abu- poder y el mando, que vemos que
sivo de lo que convenía a las fuer- tantas veces rehuyeron y rehusaron,
zas de la libertad, sino para esta ciudad, patria suya,
aquellos nuestros
mayores pensaron que se debía acor- cuya máxima pujanza, inmediata-
tar la vigencia. ¿Por ventura le pro- mente inferior a la de los dioses, de-
porcionaron a Mario, en su ham- seaban, y en ello andaban empeña-
brienta e insaciable ambición, ma- dos con porfía tesonera. También
yor gloria sus siete consulados, que yo, Sila, si ello fuese posible por la
el consulado último de Emilio Pau- edad, exhortaríate con todo encare-
lo, que se vió obligado a aceptar, no cimiento que insistieras y continua-
para sí, sino para la victoria del ses en los mismos procedimientos
pueblo romano? ¿Acaso hiciera más que empleaste en tu vida anterior
ilustre al mayor Africano la acepta- con las gentes y los pueblos que ha-
ción de la dictadura perpetua con el bías de sojuzgar a este Imperio y
perpetuo consulado que se le ofrecía a esta República, cuyo destino es
después de la debelación de Cartago dominar las otras repúblicas, pero
y sus proezas hazañosas, y hubiera no que ella esté sujeta a ninguno
dejado en esta ciudad una tan res- de los ciudadanos; lo primero con-
petada memoria como fué la que le viene a la fuerza de ese pueblo, y
procuró la dictadura ofrecida y re- lo segundo se requiere por la liber-
chazada? Como con un odio gran- tad. Mas cuando ya no es propio de
dioso de todos los órdenes, Apio tus años guerrear, ni en este tiem-
Claudio administró durante algún po, reducidos a la impotencia los
tiempo la censura, él solo, contra enemigos, es necesario, concédete a
OBRAS FILOLÓGICAS. DECLAMACIONES SILANAS. DECLAMACIÓN II 737

ti y concede a la patria, en medio masa y cada uno de sus ciudadanos


de esa tan grande paz, aquello que y la cual tú, Lucio Sila, tú amaste
los antiguos buscaban mediante fe- y buscaste: veamos, por favor, si
roces guerras, a saber: el ocio y la serán más ciertos, más dulces, más
quietud apacible en la libertad. Yo copiosos en la magistratura que en
no creeré nunca que ellos estuvie- la vida privada. Yo siempre pensé
ran poseídos de tantas destemplan- que el ocio verdadero y puro es el
zas y aguijados por tantas furias que no está interferido por moles-
guerreras, ni fueran tan pugnaces tias enojosas; que anda unido con
de suyo que si hubiesen podido lle- la seguridad, que es duradero. ¿Qué
gar a la paz de la ciudad, dando paz ocio puede haber con el espíritu an-
a la mano y dando sueño a sus ojos, sioso, si cuando te fueres a sentar
emprendieran tan graves y peligro- irrumpe el litigante que viene a
sas aventuras bélicas, arrojando al querellarse de una injuria, o el se-
azar de la hoguera campos, casas, nador, o el funcionario que viene a
fortunas, penates, hijos, esposas, la consultarte un asunto difícil y odio-
patria toda, sino que veían que con so, o el mensajero que viene a darte
armas, con sangre y con sudores les razón del mal gobierno de una pro-
era forzoso buscar lo que a las bue- vincia, que el ejército está descon-
nas y por otro camino no podían tento, que se incuban rebeliones,
conseguir. que a manera de partos van hin-
Quietud, paz, ocio fecundo era lo chándose a la callada guerras civi-
que todos aquellos granjeaban para les? ¿Cuál, Fundano, es el dictador
sí y la posteridad, y por conseguirlo que pueda oírcon calma estas con-
no hubo más remedio que afligir y fidencias alarmantes? ¿Quieres tú
majar por la fuerza de las armas o que, puesto en aquel horror, pueda
arruinar y aun arrancar de raíz fruir de regalo alguno, condescender
ciudades que eran emporios de opu- con sus gustos, divertirse, holgar?
lencia. Por nuestra seguridad y Mucho me maravillo que seas tú
nuestro reposo no tiene ya Capua quien diga eso, tú que alguna vez
forma de ciudad; Corinto ardió; fuiste cuestor, fuiste pretor y eres
Numancia está igualada con el sue- senador. Si no hubieras desempeña-
lo; Cartago, trabucada de raíz y ci- do cargos públicos, no me sorpren-
miento, y todo esto no hecho por dería tu engaño en cosa que nunca
unos mozos enloquecidos ni por un experimentaste.
insano arrojo militar, ni por espíri- No puedes menos tú, estando en
tu de rapiña, sino por aquel Senado la de preocuparte por el es-
curia,
que arrebató de las manos de Aní- tado de la República; no puedes,
bal a esta ciudad y aun a toda la siendo pretor, oír y ver impasible-
Italia, más con su consejo que con mente al litigador, ar actor, al pa-
sus armas; por Q. Pulvio, Q. Fabio, trono, al testigo ¿y quieres que el
por M. Catón, por Cornelio Africa- dueño del pueblo romano esté sordo
no, por L. Mummio, varones los más como un risco marino, sin oídos, sin
sesudos y más probos de que guar- ojos, y que no se le dé un bledo de
da recuerdo la memoria de los hom- tan inmenso cúmulo de negocios co-
bres. mo los que trae consigo la goberna-
Ese ocio seguro y quieto, aquella ción de un Imperio tan dilatado? Y
placidísima tranquilidad a la cual más aún siendo dictador que se
siempre propendió esta ciudad en mantiene en la suprema magistratu-
LUIS VIVES. 1 24
738 JUAN LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. TOMO I

ra y no por la adhesión del pueblo; a su cuidado veinte ovejas, digo yo


al contrario, polarizando y concer- que puede vivir con esa desapren-
tando en sí la insoportable odiosi- sión, y si vive con ella, harto pronto
dad que has confesado tú mismo? los lobos darán razón de sus veinte
¿Podrá ése, dime, oír sin temblor ovejas. Retira, Fundano, por favor,
que este o aquel otro ejército, con de persona de Sila todo el odio
la
su caudillo a la cabeza, ha cometido de sus ciudadanos. ¿Y te parece
defección y anda comprometido en bien que el dictador de los romanos,
una conjura; que esta o aquella na- aun contando con la entusiasta ad-
ción arma su escuadra y reúne sol- hesión del pueblo, se conduzca de
dados; que este o aquel ciudadano tal manera que dé a entender que
(no pronunciaré el nombre de na- su República no le da más cuidado
die) sea cónsul, pretor o senador, que si fuera un particular? Es que
maquina novedades revolucionarias, dices: «Normalizada la República,
trae manejos clandestinos, madura no tendrá de qué preocuparse.» ¿Pue-
con otros a láteres la guerra civil? des tú, Fundano, por ventura, dar
Nosotros no oímos estas noticias normalidad a la República sin que,
tranquilamente por mor de Sila. ¿Y existiendo en ella un dictador, todo
oirá tranquilo él las que afectan y el peso del Imperio no gire sobre él,
comprometen su propia cabeza y la como sobre el quicio se vuelve la
de sus hijos, y la salud, y la vida puerta? ¿Para qué quieres que Sila
de toda su familia? Yo no entiendo permanezca en la dictadura? Por te-
lo que quiere decir aquello de que ner a los enemigos dentro del puño
en la magistratura podrás dedicarte para que no se infiera ultraje a su
a ti y a tus gustos no menos que en familia. Quiéralo el Cielo; yo espero
la vida privada. que así será. Y en este momento,
¡Qué dictador ideal serías tú, Fundano. yo apelo a tu prudencia
Fundano! Piensa que ya has dicho reconocida. ¿Quieres que Sila esté
todo lo que tenías que decir en ese en la suprema magistratura, pero
punto y en esa hora. ¿Quieres tú ciego, sordo, que ni vea ni oiga lo
que un dictador duerma de un tirón que se hace y le agobie el peso de
toda la noche? ¿Y que pase los días su ignorancia total? Los funciona-
en pasatiempos y sabrosas conversa- rios le informarán. Pues mándame a
ciones con sus amigos? ¿Que a me- mí que esté ocioso, cuando no ya a
diodía duerma una siestecita? ¿Y todas horas, sino a cada momento
que. a la tarde, salga a dar un ame- he de oír al senador, al cónsul, al
no paseíto y que alargue hasta al- pretor, al cuestor, al legado, aquél
tas horas la cena, las charlas y los de España, el otro de Africa, de Si-
juegos y las restantes diversiones cilia, de Grecia, portadores de tales
que recrean y rejuvenecen esta can- informes que ni el zapatero, que na-
sada senilidad? ¿Cuándo el dictador da tiene que ver con ello, dejaría
tratará los negocios públicos? ¿Cuán- de oír sin grave cuidado. En los pe-
do ése, contra quien hay centrada queños burgos, los que los rigen no
tanta ojeriza, atajará la revolución conocen el descanso. ¿Y crees tú
posible, no sea que esa odiosidad, que lo va a tener aquel que ha de
por apatía y descuido suyo, ocasione oír y ha de gobernar un Imperio
grandes males? No ya un dictador que comprende a todos los pueblos
de esa República, no ya el dictador y abarca casi toda la redondez del
actual, pero ni un pastor que tenga globo? Hay que acogerse a la vid^a
OBRAS FILOLÓGICAS. DECLAMACIONES SILANAS. —DECLAMACIÓN II 739

privada si queremos esa quietud, en digo nuestros mayores, pero ni tam-


cuya busca andamos, pues en cual- poco los griegos ya desde la guerra
quier magistratura, por pequeña troyana fueron de parecer que del
que sea, no la hay. Recuerda, L. Sila, sueño de un gobernante no se debía
por favor, aquel tiempo en que en hacer ningún caudal; jamás le cre-
Alisia vivías vida privada y descan- yeron venido de la nada; pensaron
sada, libre de cuidados bélicos, que le enviaba Júpiter, que preside
¿piensas que la dulcedumbre de los príncipes y que siempre era
aquel tiempo pueda compararse con mensajero de alguna realidad y cer-
la desabrida aspereza actual? ¿O el tidumbre.
descanso de entonces con las inquie- Pero yo no quiero que, sin más
tudes de ahora? ¿O con la molestia apoyo ni confianza que en el sueño,
y los nudos de hoy la liberjtad y introduzcas novedad alguna. Tú mis-
soltura de antaño? Tú, con harto mo ves qué realidades y sueño se
gusto, te pasas la vida con mímicos ajustan. ¿Buscas el descanso? Ese
y gente de teatro, en toda suerte de es el camino. ¿Quieres vivir tran-
juegos y de regalos. Y estos pasa- quilo en adelante? No puedes de
tiempos, dime: ¿parecen mejor y otra manera. ¿Quieren librarte de la
más decentes en la vida privada que odiosidad? Sólo lo conseguirás con
en la vida pública? ese procedimiento.
Por ventura tú, Fundano (perdo- Ahora únicamente me queda por
na que mi discurso vaya con tanta demostrar,. Lucio Sila, cómo, dimiti-
insistencia dirigido a ti personal- da la dictadura, tendrás odiosidad
mente), ¿crees que está bien que el menor, casa más segura; afirmacio-
dictador romano, que no se permite nes que tendré que discutir con
un donaire o una chanza, pase su Fundano, que dice no haber nada
vida entre burlas y juegos, convites, que coarte las manos de tus enemi-
histriones y cómicos? ¿Tú piensas gos y las aleje de ti, sino el miedo
que esa vida concuerda y se com- que impone tu magistratura. Yerra,
padece con las leyes severísimas de Lucio Sila, todo aquel que piensa
Cornelio, leyes que tienden al resta- que sobre el pueblo romano tienen
blecimiento de las viejas costum- mayor fuerza los poderes de excep-
bres, a la seriedad de formación de ción o la violencia que el favor, la
ese pueblo, a perpetuar el recuerdo benevolencia, la amabilidad.
de la austeridad y parsimonia anti- ¿Acaso ignora el pueblo que él
guas? Y eso que yo ahora discuto no solamente está por encima de los
la decencia de esa conducta, pues cónsules y los dictadores, sino sobre
harto demostré ya que ella no era los reyes mismos, y que ante él se
en la dictadura ni lícita ni posible, inclinó Tulio Hostilio, que fué el
por más empeño que pusiera el hi- más poderoso y fuerte de todos
potético dictador. Temporalmente el pueblo
ellos?
Y aguanta y sufre aquellos a quienes
ahora a ti, Lucio Sila, te lo digo,
no pienses que aquel sueño en que odia; pero acabada la paciencia,
viste a tu hijo suplicándote que te truécase en revuelta y furor. ¿Pien-
aliviases de esos cuidados y acogién- sas que no terminará pór sacudirse
dote a la vida privada, vivieses en (¡engañen los dioses este agüero!)
quietud el tiempo que te puede que- a Lucio Sila, tan odiado y tanto tiem-
dar, pertenece a la vana categoría po soportado, esta ciudad que, ave-
de los otros sueños. Jamás, yo no zada a la mansedumbre y domesti-
740 JUAN LUIS VIVES. — OBRAS COMPLETAS. TOMO I

cidad de la monarquía, echó, por fin, Africa, fué quemado vivo en el mis-
al más
ilustre de los reyes, hijo de mo pretorio por mandar a quienes
rey y con tanta prole, cuando en no le querían. Y, por ventura, ¿tu
Roma este régimen era legítimo y ejército abstuvo sus manos de los
tradicional? ¿Esa Roma, digo, que legados que, porque entregases las
no soportó la violenta soberanía de legiones a Mario, enviaran el Sena-
los cónsules y de toda la nobleza? do y el pueblo romano? ¿Defendió
¿Que tantas veces tomó las armas acaso la majestad del mando y del
contra el poder público y tantas ve- consulado de la violencia de su ejér-
ces se separó de él? Y ni aun toleró cito a L. Ciña, generalísimo y cón-
impunemente a los proveedores de sul poderoso? Obedeciste tú a los
las subsistencias porque a los tres cónsules Carbón y Mario, y aun
años, sin previas elecciones, se crea- cuando ambos a dos fuesen dicta-
ron a sí mismos decenviros. ¿Cuán- dores, ¿tú los obedecieras? ¿Qué di-
tas veces toda la fuerza de protesta ferencia había entre aquellos cónsu-
de ese pueblo estuvo en el Janícu- les, y no diré ya entre los dictadores,
lo, cuántas enel Aventino, por una sino de los mismos reyes?
sola libertad? Ese pueblo altivo pien- No tiene ojos la ira ni los tiene
sa que en sumo grado perjudica su el furor para mirar haces ni dicta-
libertad la demasiada duración de dores ni magistrados; ni todo el
los altos mandos o la idea de que pueblo tendrá mira alguna por tu
la República está destituida y pri- dictadura unipersonal, puesto que
vada de sus defensores, es decir, los tú no tuviste miramiento alguno pa-
tribunos. Y estas dos cosas, lo diré ra él. De cada día enciende más y
con toda libertad aquí, donde nadie más los ánimos de los ciudadanos y
nos oye, se dan en este tiempo. Por despierta contra ti una fiera irrita-
ello, es de temer, Lucio Sila. que no ción esta odiosísima magistratura;
se desencadene una revolución re- y esos haces duplicados por cuya
pentina, que no solamente no perdo- orden cayeron tantos ciudadanos,
nará tu cabeza, sino que. como una memorial constante de aquella fero-
tempestad, arrancará en su fiera aco- císima conscripción, no tanto son
metida de raíz y cimiento tu linaje, las insignias de tu magistratura co-
tu familia, tu casa, tu nombre mis- mo fomento y cebo de ese fuego
mo. Yo creo que nadie ignora cuán sombrío que cunde poco a poco y
flaco sostén tiene la majestad sin la que sólo puede apagarse con la ab-
fuerza. Y esto lo demuestra quizá dicación de la dictadura, como con
con demasiada frecuencia este pue- una infusión de agua fría. Ello será
blo excitado, que en la paz viste to- tan grato a los espíritus, que ese
ga y en guerra viste hierro. No reciente beneficio, esa piedad ^ara
la
quiero tantas veces ejem- con la patria, ese nuevo e insólito
exhumar
plos viejísimos; me contentaré con rasgo de popularidad, borrara el
los de recuerdo nuestro. Tu colega ominoso recuerdo de aquella mons-
al me-
Q. Pompeyo fué asesinado por el truosidad, si no por completo,
ejército de Cneo Pompeyo Estrabón, nos en una gran parte. Grabadas
al cual, contra la voluntad del ejér- quedarán esa modestia tuya, esa mo-
cito, quería quitar el mando; por deración de tu espíritu, para siem-
motivo semejante lo fué el cónsul pre jamás y para tu gloria en el
L. Valerio Flaco por las tropas de recuerdo de todos, y tan lejos esta-
C. Fimbria; C. Fabio, pretor en rá el pueblo de pedirte cuenta de
OBRAS FILOLÓGICAS. DECLAMACIONES SI LA XAS. DECLAMACIÓN II 741

los ultrajes hechos, que nunca po- ánimo, soportaste el desdén, pudien-
drás estar más seguro, convencido do hasta el fin de tus días ser ado-
de que nunca te podrá pagar un fa- rado por tus ciudadanos. Añade a
vor tan heroico. esto un reducto y una seguridad ma-
En esto, Sila, créeme, en esto con- yor y más cierta, pues la envidia no
siste el último acto de la tragedia puede nada contra aquel que es des-
que suscitará una increíble ovación preciado y la abyección le libra de
y te acarreará una gloria suprema e toda huella y resabio de odiosidad,
imperecedera. ¿Cuál piensas que va hasta tal punto que Dionisio, aquel
a ser esta ovación estentórea cuando potentísimo tirano de Siracusa, víc-
ese hazañoso rasgo tuyo se leerá en tima de los odios de sus ciudadanos,
los monumentos que se te levanten expulsado del reino, apagó la brava
y en los relatos de ese pueblo, y la y ardiente enemistad que le granjeó
fama pregonera publicará por todo su tiranía con su humillación y con
el mundo que hubo un hombre a sus desdenes, y así aconteció que
quien el pueblo romano encomendó fué llamado de nuevo a su tiranía,
la dictadura por ciento veinte años yéndole a buscar en la escuela de
y la resignó a los dos años espontá- niños que abriera en Corinto para
neamente? ¿Con qué vítores y con sustentarse.
qué encomios será esta proeza cele- Pero yo no quiero que se te me-
brada? ¿Con qué avidez de oídos y nosprecie, aun cuando lo temamos,
con qué espíritu será recibida esa aun cuando lo esperemos, aun cuan-
magnánima generosidad cuando, tan- do lo deseemos. Con todo, quiero que
to por darte a ti la prez debida co- te comportes igual a cualquiera de
mo por estimular a los otros con los senadores, pues así te venerarán
ese ejemplo, los viejos dirán a los por la función augusta que des-
mozos que hubo en ti una tan ex- empeñaste, y porque la resignaste
quisita ciudadanía, tanta y tan hu- te estimarán. Naturalmente, somos
mana benignidad, tanta templanza, propensos a amar a aquellos que no
tanto patriotismo y amor a la liber- quieren ser superiores a nosotros,
tad, que, habiendo sido tantos años aunque puedan. Si tú, con tus actos,
el primer magistrado de Roma, por no pones en ello la última mano, re-
propia y espontánea decisión te ave- celo en gran manera que dentro de
niste a ser igual al más insignifican- poco no experimentes que todo lo
te de los ciudadanos? que te esforzaste en construir en
Aun cuando no es de recelar que tanto tiempo y con tanto trabajo se
te menosprecien los otros, recela- desmorone y hunda. ¿Qué provecho
mos que no te acarree más ventajas acarrearán, ¡por los dioses inmorta-
que el ser temido de los ciudadanos, les!, tantas hazañas cuantas no más
pues tus riquezas, aun como de per- que uno que otro realizó en esta
sona privada, por su magnitud esta- ciudad, si todas las oscureciere el
rán al abrigo del desprecio, aun odio que se te tiene? ¿Y si tu pue-
cuando no puedan ser envidiadas. blo, por la concentrada ojeriza y
Y si por acaso fueres despreciado, por causa de aquella proscripción y
entonces, por fin, esa inmortalidad de esa inacabable dictadura, no qui-
en la cual piensas tanto tiempo ha. siera oírlas ni contarlas a la poste-
fuera más amplia, más sincera, más ridad?
duradera y robusta, puesto que la Y si te empeñares en mantener-
fama dirá que tú, con igualdad de te en la dictadura, con tan pésimo
742 JUAN LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. TOMO I

ejemplo, harás más daño a nues- que tú hiciste contra Mario; pon-
tro Imperio y a nuestra libertad tú drán mancilla en tu gloria, tinieblas
solo que cien Marios a la vez y otras y silencio en tu nombre; derribarán
tantos Ciñas y Carbones. Nunca ja- tus estatuas, atacarán tus bienes, tus
más ya esta ciudad se verá libre de hijos y tu familia, no sin estrago
las rivalidades sañudas de los que grandioso, pues hay peligro que no
pidan el reino perpetuo de la dicta- sea abolido tu nombre y los que son
dura perpetua que habrá sido fun- de tu linaje no tengan que salir al
dado por ti. En adelante ya no ha- destierro, como se hizo con todos los
brá guerra ni dictador que en la tarquinios por odio al rey. Yo sé
violencia se exceda sin que el pue- que nadie va a dudar, si continúas
blo al punto no acose con blasfemias de dictador, que en lo sucesivo, na-
y maldiciones a tus manes, a toda tu die que lleve el nombre de Sila, lle-
familia y a ti, que fuiste el autor de gará a ningún honor ni a ninguna
una institución tan malvada y tan magistratura de esa República. Mas
impía. si depusieres la dictadura, ese nom-
Pero ahora conmemoro aconteci- bre tuyo sonará a los oídos de la
mientos futuros, alejados. Vengamos posteridad tan popular y agradáble
a la actualidad agobiante, la que como el de los Emilios, Escipiones,
nos está encima, la que todos ven, Valerios, Fabios, Catones, por la
aun aquellos a quienes las certeras moderación que tuvieron esos roma-
y firmes conjeturas nacidas de la nos viejos, por su amor a la liber-
práctica y la experiencia no les die- tad y a sus ciudadanos.
ron ninguna perspectiva. Si debido ¿Quieres tú, Sila, por unos breves
a la paciencia de este pueblo te fue- meses de dictadura, echar un borrón
re permitido llegar al fin de la vida tan grande en tu sangre y en tu
investido con la dictadura, dejo de nombre; dejar a tus hijos, a tus nie-
decirte con cuánta miseria espiritual tos, toda tu descendencia, como
a
llevarás lo que te quede de desastra- desterrados y peregrinos en esta ciu-
da ancianidad, sin reposo alguno dad donde desempeñaste la más hon-
abrumado de males y cuidados. Dejo rosa de las magistraturas? Imagína-
de decir que absorbido a la conti- te que tus hijos y tus nietos te su-
nua por negocios públicos, no po- plican que por gozar un poco de
drás dedicarte a ninguno privado ni tiempo más de tu magistratura no
poner arreglo en la hacienda par- les cierres el paso alos honores y
ticular ni preocuparte de tus hijos. al alto asiento adonde tú llegaste,
Callo lo que ya tiene actualidad. que no les hagas de inferior condi-
¿Cuán grande piensas que será el ción a los nacidos de la plebe ínfi-

estallido de los odios populares una ma, pues ellos pueden recomendarse
vez que estuvieres muerto? Cuanto por alguna virtud suya personal,
más enérgica fué la represión que mientras que los tuyos, con ningún
les cohibió y les puso freno, con tan- esfuerzo, no podrán sacudirse la ago-
ta mayor soltura y licencia se des- biante odiosidad de tu dictadura,
atarán e irrumpirán con mayor ve- que, clavada y grabada al fuego en
hemencia; se encarnizarán en tu el indeleble recuerdo de los hom-
cadáver, que temo no le dejen sepul- bres, tantas veces.se renovará cuan-
tar o que, una vez sepultado, le des- tas oyeren el nombre de Sila. Apre-
entierren y no te apliquen la ley del súrate a abdicar de la magistratura
Talión y hagan en ti aquello mismo ominosa, no sea que te sorprenda en
OBRAS FILOLÓGICAS. DECLAMACIONES SILANAS. DECLAMACIÓN III 743

tu irresolución la muerte, que a so y alabanza de toda la ciudad; yo


todos nosotros, los viejos, no menos te garantizo que
recordación de
la
afectados de achaques que de la ese gran día traerá el olvido de to-
edad, nos amaga en todo momento. das tus ultrajantes violencias, dejará
Vuelto a la vida privada, dejas esta- no más que la memoria de tus bene-
tuas, nobleza, riquezas, amigos, fran- ficios, la gratitud de todas las cla-
co acceso a los honores; mas, dicta- ses sociales y aun de todos los ciu-
dor, no dejas sino odio eterno, que dadanos, uno por uno, y de la Repú-
no podrán borrar los claros hechos, blica en masa, que se habrá recobra-
ni aun cuando pudieren lo conse- do a sí misma, y tú, hijo de la Fortu-
guirían, porque no serán admitidos na, anciano felicísimo, vivirás feli-
a ninguna gestión pública. císimamente los días que te resten
Por todas estas consideraciones, yo y dejarás a tus hijos opulentísima
soy de parecer que a la primera co- la gloria de tu nombre y el grandio-
yuntura, consultada con los amigos so beneficio de aquella jornada y de
tu determinación, organizada lo me- muchas otras, como una prenda de
jor que se pueda la República, des al la República obligada por ellos. Esto
pueblo romano esta alegría nueva es loque yo pienso. Por lo que a ti
e inesperada. Personándote tú en la toca,yo quisiera que los dioses apro-
asamblea y resignando allí la dicta- baran tu determinación, que, sin
dura, no sin gran admiración, aplau- duda, será la más cuerda.

DECLAMACION TERCERA
PUESTA EN BOCA DE SILA
EN EL ACTO DE RESIGNAR LA DICTADURA

ARGUMENTO no quiere entablar con él querella,


pueda hacerlo con absoluto pie de
Convencido Lucio Sila por los ra- igualdad, y a continuación dimite la
zonamientos de M. Fonteyo, ante el dictadura, en medio de un asombro
pueblo romano, convocado en asam- general.
blea, da cuenta y razón de todos sus
actos, no ya solamente de los de su DECLAMACION
gestión dictatorial, sino también de
su conducta política anterior; dis- Cuán razonablemente se hubiera
culpa la proscripción que dice que portado Naturaleza con el género
la
le fué impuesta por la áspera nece- humano, quirites, si a todos nos-
sidad, y echa la culpa de la guerra otros nos hiciera tan memoriosos
civil exclusivamente sobre la insa- del beneficio como de la injuria, si
ciable ambición y crueldad de los quedara tan asida y fija en nuestro
enemigos; y finalmente, para dar °spíritu y nuestra mente el recuerdo
la impresión de que en todo obró de la salud recibida como es tenaz
con arreglo a la ley, declara su pro- y duradero el odio que sentimos con
pósito de vivir en lo sucesivo como el que nos infligió la ofensa o de
un simple particular, y que si algu- quien sospechamos que nos la infli-
744 JUAN LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. TOMO I

gió. Vemos todos los días que lo hicieran en aras de la patria el sa-
más corriente es no haber cosa más crificio de su existencia.
grata en caso de enfermedad que el Ahora, empero, tiénese por nona-
médico cirujano a quien damos po- da el restablecimiento de la Repú-
testad absoluta sobre todos los órga- blica y su reposición en el primitivo
nos del cuerpo cuando nos sentimos asiento de su poderío y de su digni-
mal, por ver de recobrar la salud dad. Y, en cambio, muy viva es la
perdida: aplica el hierro, el fuego soledad y muy amargo el duelo de
a todo su sabor y con la más mansa los que cayeron. Tan cierto resulta,
de las resignaciones por parte nues- que es efímero lo que agrada y es in-
tra pero, una vez salidos del trance
;
mortal lo que desplace; aun cuando
peligroso, para él es nuestra mayor yo pienso que ello es así en los hom-
ojeriza, porque no nos acordamos bres ignorantes y estúpidos, pues-
del bienestar presente, sino de la au- to que privilegio es del varón bueno
sencia de nuestra mano o de nuestro y prudente no dejarse influir por la
pie, cuya carencia nos escuece. 'Del pasión inmediata y no ceder al mo-
mismo modo los dioses inmortales, mento a las sugestiones de la ira,
que miras tan bondadosas y cariño- del odio, del placer, que son malos
sas tuvieron para con muchos otros consejeros, sino que, llamando a con-
que fueron bienhechores y filántro- sulta a la razón y la prudencia, de
pos, tuviéronlas especialmente con- la comparación del estado anterior a
migo, si ya no es que se hace un la situación presente, dar a cada
excesivo caudal de algún daño, in- cosa su valor aquilatado por el exa-
evitable a veces, en el mismo bene- men y no afectar olvido de todo be-
ficio, y si es que deba ser llamado neficio por algún rencor personal,
daño y no expresión y reconocimien- como es costumbre propia de los
to de mérito y de beneficio. En acia- hombres desagradecidos. Así espero
ga coyuntura, cuando esa República y confío que lo haréis vosotros, de
nuestra andaba aquejada de tama- quienes muchas veces oí decir que
ñas calamidades y pestes, cuando condenabais y detestabais aquellas
faltaba muy poquísimo para que ca- célebres ingratitudes del pueblo de
yesen desesperadas estas paredes en Atenas, más ligero que un vilano,
ruinas y los muros de la ciudad y que unas veces por ciertas sospechas
los templos de los dioses que se man- de culpa o por yerros harto venia-
tienen y perduran enhiestos todavía les, condenaron al ostracismo o a la
por el favor del Cielo y por el es- muerte a Teseo, Solón, Milcíades,
fuerzo de mi brazo (permítaseme, Arístides, Temístocles, Foción, Ci-
quirites, este sano orgullo), ninguno món, Conón, los personajes más ca-
había de vosotros ni de aquellos que lificadosde aquella ciudad y los más
entonces vivieron, ni aun todo el Se- fuertes adalides, borrada de sus men-
nado en masa, ni el orden ecuestre, tes la memoria de tantos mereci-
ni la plebe toda, que no hubieran mientos contraídos para con la Re-
colaborado conmigo en su libera- pública. Pero en vosotros parecerá
ción, empeñando, no digo ya la vida bien una muy diferente conducta,
de los malos ciudadanos, que ya no dado caso que con vuestro consejo,
existen, sino aun la de algunos bue- vuestro temple y vuestras armas su-
nos, y fueran sinnúmero los ciuda- jetasteis a vuestro señorío, toda la
danos ejemplares que con gozosa re- redondez del orbe, y no incurriréis
solución, como los Decios famosos. en la equivocación de opinar ser un
OBRAS FILOLÓGICAS. DECLAMACIONES SILANAS. DECLAMACIÓN III 745

delito execrable comprometer por la jamás en la segunda guerra púnica,


salvación de toda la República y de cuando, después de Trebbia, de Tra-
todo el Imperio la cabeza de unos po- simeno y Cannas, cuando se espera-
cos, y no de los buenos ciudadanos, ba que Aníbal haría su entrada en la
sino de los malos y los forajidos, de ciudad, en falla los aliados, agotado
los que conspiraron y se conjuraron el tesoro, atrozmente menoscabado
para la destrucción y el asolamiento el ejército por las radicales ejecucio-
de esa ciudad, resueltos a no perdo- nes, la ciudad casi vacía de los que
nar la vida de nadie, con el propó- la moraban; y con todo eso, aquel
sito de que en toda Italia no queda- Senado, inflexible en tan trágica pe-
sen sino aquellos con vocación y con nuria de hombres, que se tuvo que
voluntad de ladrones y con las ma- armar a los esclavos, juzgó que no
nos libres para el latrocinio. debían ser rescatados con dinero
Y no solamente fué útil la perdi- público aquellos ocho millares de
ción de las vidas de esos ciudadanos soldados que se habían dado a Aní-
indignos para atajar el hundimiento bal después del desastre de Cannas,
de la República, que, subsistiendo y más tarde envió a Sicilia, al des-
ellos, no hubiera podido subsistir por tierro, a los que habían sido rescata-
mucho tiempo, sino que se impuso dos con dinero particular, hasta que
el sacrificio más penoso de las de no quedase enemigo alguno en toda
ciudadanos honestos y buenos, pa- Italia. Como se ve, aquellos mayores
triotas fervorosos e íntegros, y ya nuestros no se ciñeron a los tiem-
no de uno que otro, sino de muchos, pos presentes, sino que tenían pues-
puesto que ese Imperio nuestro de- tos sus ojos en la eternidad de su
be ser eterno y nuestras vidas han memoria y de este Imperio, cuya
de revertir a la Naturaleza en pla- existencia garantizaba su conserva-
zos fijados inexorablemente. Harto ción, y la de su posteridad, que tie-
vemos que así lo entendieron con ne aquí su sede, sus penates, sus ca-
aquella su divina previsión y que sas, sus templos fundados y esta-
así lo enseñaron nuestros mayores, bles.
que no sólo individualmente por no En nuestros días, quirites, cuan-
sé qué asomos de sospecha, en pú- do, por el estado de pasión creado,
blica audiencia, dictaron sentencias por las Leyes Agrarias, Tiberio y
de muerte contra Sempronio Me- los C. Gracos con M. Fulvio Flaco,
lio, Sempronio Casio y M. Man- alteraban más o menos la quietud
lio, ex cónsules, sino que justicie- de esta ciudad, Tiberio fué muerto
ramente las dictaron colectivas con- en el Capitolio por Escipión Nasica,
tra cuerpos de ejército, que eran Pontífice máximo, con la decidida co-
la garantía de la salud de esta ciu- operación del Senado, y C. y Fulvio,
dad, si por ventura habían delin- con muchos de su facción, fueron
quido contra la santa y severa dis- asesinados por el cónsul y por el
ciplina militar. De ahí aquel fiero Senado en armas. Y en esta ciudad
diezmar las legiones con que mu- no hubo lugar para la sepultura de
chos preferían que se castigase a Fulvio Flaco, varón consular, ni
una masa enorme de soldados antes para los hijos de Sempronio Graco,
que atentar contra el estilo y la dis- nietos del Africano; sus cadáveres
ciplina militar, gracias a la cual se fueron arrojados al Tíber, y senten-
había mantenido esta República y cióse haber sido muertos según de-
había de mantenerse para siempre recho hombres intachables y nobles,
746 JUAN LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. TOMO I

que, profundamente preocupados contraídos para con la República,


por bien público, no habían come- que, de no oscurecerlos y anularlos
el
tido más transgresión que la de in- con los crímenes de sus días postre-
tentar protestas que creíanse no po- ros, con ningún otro ciudadano esa
dían tener efectividad sino con albo- ciudad estuviera más obligada ni
rotos y perturbaciones. Y yo, ¡oh ningún otro en ella, con mejores
dioses inmortales!, ¿qué ralea de timbres, fuera ni más ilustre ni más
hombres fué la que suprimí? ¿A influyente. ¿Veis cómo, hablando de
quiénes hice guerra por la patria? un enemigo, no callo mi honrado e
Ajados están ya los méritos, la ala- íntimo sentir? ¿Y cómo no amenguo
banza, la brillantez de estas campa- en un ápice su gloria y cómo no
ñas, y del total hundimiento no so- enaltezco sus grandes hechos, enve-
brenada más que la impopularidad nenándolos con maliciosas interpre-
rabiosa. ¿He ido yo al encuentro de taciones? Pues tal me mostraré en
unos hombres que, trabajando y sa- todo el discurso de esta oración mía
crificándose por el bien del pueblo, de ninguno apocaré la virtud, de
sin armas ni guerra, excitaban las ninguno amplificaré los vicios. Ese
diversas capas sociales que se man- solo intento sería ridículo, sobre ser
tenían en quietud, como hacían los estúpido, porque estando presentes
Gracos? ¿He combatido yo a quienes en esta asamblea quienes podrían re-
querían que una parte de la ciudad futarme y desmentirme, ya que no
fuese más honrada y potente y la con gritos y mentises clamorosos, al
otra no tuviese tanta riqueza y tan- menos, cosa que no fuera menos ver-
tos bríos como los Gracos, muertos gonzosa para mí y harto más peli-
según derecho? ¡Oh tiempos distin- grosa, en el secreto de vuestras ca-
tos, oh costumbres trocadas! ¿A lladas conciencias.
quién, de hoy en adelante, se le po- Digo, pues, que Mario, en sus cua-
drá persuadir que sirva a la cosa pú- tro consulados, fué el magistrado
blica, si en esto parare mientes? ideal de esa República; el quinto
¿No fué un servicio a la República consulado, no tanto lo recibió, cuan-
la supresión de los Marios, de los to lo extorsionó. Con todo, en ese
Carbones, de los Norbanos, de los varón ejemplar, por sus recientes
Ciñas, de los Damasipos, de los Fiirf- merecimientos y por sus hechos pre-
brias? Yo os ruego, quirites, que claros anteriores, ninguna cosa pare-
continuéis oyéndome con la misma cía digna de tacha. Pluguiera al cie-
¡

bondad con que hasta ahora me oís- lo que ese hombre nuevo, de Arpi-
teis todo el tiempo que consumiere ñas, pobre, se contentara con tantos
hablando de la gestión mía, y ello y tan subidos honores como en este
no sin muy grande y muy justo do- pueblo los tuvieron poquísimos, con
lor, y deplorando a la vez no me- ser de ilustrísimas cunas y con ha-
nos mi suerte que la suerte común berse esclarecido con hazañas singu-
de todos los mortales, y que lo ha- lares. Al sexto consulado, con ambi-
gáis según es vuestra probidad y ción increíble, esparciendo por las
vuestra dignación y por la eternidad tribus dineros infinitos, hablando
y la gloria de ese Imperio. en puridad, lo compró para que todo
Mario fué aquel anciano, tan nece- le fuese lícito en el desempeño de
sario al principio a esa República, aquella magistratura venal. Y en
como al fin le fué nefasto y pesti- esa su gestión, no teniendo ya espal-
lencial. Muchos eran sus méritos das asaz anchas para fortuna tan
OBRAS FILOLÓGICAS. DECLAMACIONES SILANAS. DECLAMACIÓN III 747

desaforada, tomó nuevos humos y ocasión el pueblo romano, que ha-


se recreció con nuevos bríos. Empe- bía visto tantas tristezas y acerbi-
zó a pensar en poderíos fantásticos dades, con todo no vió cosa más in-
e intolerables y a soñar en una suer- dignante e intolerable que aquélla.
te de tiranía personal. Ciego era Siguióse la guerra social. A su li-
quien no entendía que todos sus ac- quidación, fuimos declarados cónsu-
tos se encaminaban a ese fin. Esta les yo y Quinto Pompeyo; trata-
fué la causa por que con tan ham- mos entre nosotros de dividirnos las
brienta voracidad, con una ambi- provincias, según costumbre de
ción tan fea, un hombre viejo, que nuestros mayores; yo le cedo el go-
j

desempeñó tantas funciones, que fué bierno de la ciudad y de Italia; él


¡

mimado por tantos honores, com- me cede a mí la dirección de la gue-


¡

prase un consulado que solía ofre- rra que vosotros y el Senado de-
cerse, siendo así que él antes había cretasteis llevar contra Mitrídates.
sido comprado por el consulado. Aquélla es la provincia que me toca
Recordad, por favor, aquellos días a mí por mandato vuestro y por au-
misérrimos y dificilísimos, los movi- toridad del Senado. Y ese Mario, no
mientos sediciosos de Apuleyo, Sa- harto todavía con aquellos honores
turnino y de Glaucia. En ese tiempo sin fin ni contentándose con tantas
la ciudad fué juzgada más infeliz guerras como había conducido, al-
que en cualquier otro tiempo; que canzado ya de días y en una edad
al tiempo que los galos la tuvieron no apta para la guerra y las fun-
cautiva, cuando Saturnino, por inci- ciones políticas, apenas indicada pa-
tación de Mario, tras el asesinato de ra la paz y la quietud, pide que a
A. Numio, su competidor, creado sí, persona privada contra todo de-
violentamente tribuno del pueblo, recho y toda equidad, pide que a
amenazaba a todo el Senado con des- sí se le discierna mi provincia.
tierro, con cárcel y con muerte, y ¿Con qué compasión, decidme, se
el más raez y vil de todos los mor- vió a aquel hombre septuagenario
tales, C. Glaucia, sentado en su tri- ejercitándose en el campo con los
bunal, conminaba al pueblo con fie- mozos? ¿Y con cuánto dolor y cuán-
ros males, con penurias y con san- ta pena lo vió el Senado que enten-
gre, si no juraba leyes perniciosísi- día adonde iba con aquello? ¿Y con
mas, luego de haber enviado al des- cuánta risa la multitud, ignoran-
tierro, a Mételo Numídico, cuya lau- te de los ocultos designios que abri-
dable memoria no tuvo jamás par gaba, vió luchar y correr a un viejo
en el Senado, y a quien Mario, por decrépito, que apenas podía cami-
cuanto él le había sacado de la esco- nar y tenerse en pie? ¿Cuál podía
ria y de la hez y promovido de las ser el maldito objeto de aquella su
tinieblas a la luz, al esplendor y a tan extemporánea y
codiciosa pug-
los honores más encumbrados, para nacidad? ¿Acaso el oscuro propósi-
agradecérselo, le privó del agua y to de ahitarse a sí y a sus solda-
del fuego. Muerto cayó, contemplán- dos con el opíparo botín asiático?
dolo medio foro y entre el estupor ¿Por ventura, el de echarme a mí
del pueblo todo, C. Memmio, candi- de mi provincia? ¿Quizá el de salir
dato al consulado, porque pensábase de aquella guerra con aquella fuer-
que con su libertad y con su arrojo za y aquel poderío arrollador que
saldría a hacer frente a aquellas pro- hacía tiempo que maquinaba? Con
posiciones o proyectos de ley. En esa la repugnancia de todo el pueblo
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748 JUAX LUIS VIVES. OBR AS COMPLETAS. TOMO I

fortalecido por el Senado, reclaman- el hijo de Q. Pompeyo, yerno mío;


do en contra las leyes, las costum- se coacciona al Senado; viólase la
bres, la República toda, fué hallado pureza del sufragio aquellas elec-
;

un tribuno de la plebe, Sulpicio, re- ciones sienten la violencia y las


ducido a la indigencia por su vida armas; deferí, quirites, a las cir-
rota, y rapaz en el poder vendido cunstancias, por no provocar una
a Mario, en absoluto, y con grandes guerra civil, por la que siempre
esperanzas de aquella presa veni- sintió horror mi temperamento, y
dera. De este hombre yo no quiero a la cual no me decidí sino con har-
decir una palabra más. Todos vos- to desplacer y por el acoso de la
era un más apremiante de las necesidades,
otros, quirites, le conocíais;
hombre armado de perjurios y de y consentí que la ley se promulga-
falacias, empringado de maldad y de se; permití que se enviasen emisa-
deleites pegadizos, ardiendo en ava- rios de Mario, que era un simple
ricia por sus infinitas prodigalida- particular, al ejército acaudillado
des, ahogado en dinero ajeno, teme- por mí, que entonces era cónsul
rario, sedicioso, más apto para el no toleraron aquellos aguerridos
trono y la tiranía que para esa Re- soldados en campaña ese vejamen,
pública, tal como
está organizada, que nosotros aquí, en la paz, no te-
irreverente con los dioses, irrespe- níamos más remedio que aguantar;
tuoso con los hombres, que tuvo la no tuvieron miramiento alguno por
avilantez aquí mismo, en el centro los enviados de un simple ciudada-
del foro, colocadas unas mesas, de no y de un tribuno vendido y es-
sacar a subasta la República, a vis- clavizado. A mí. su jefe y su gene-
ta de todo el mundo, con inquili- ralísimo, el ejército y las mismas
nos, con hijos de libertos, con es- legiones romanas y las romanas
clavos; y córrome de decirlo, vién- águilas y la disciplina y el juramen-
dolo vosotros y permaneciendo que- to militar me habían impuesto el re-
dos esos varoniles brazos vuestros; cio deber de tutelar la dignidad de
luego de haberse rodeado para su la función de cónsul y de devolver
custodia personal de tres mil ladro- su autoridad al Senado y la salud
nes, oprimida y tomada por ellos y la libertad a todos los buenos ciu-
la A esa taifa de forajidos
ciudad. dadanos y salvar esta ciudad y pa-
él los llamaba el Anti-Senado; y co- tria común, y no dejar que quedase
mo hubiese una ley que ninguno despedazada en manos de una sacri-
del orden senatorial contrajera deu- lega minoría de malvados y que la
das por un número determinado de pisoteasen pies irreverentes y que
millares, ése, al fin de sus días, de- la destrozasen armas osadas, y que
jó, a título de deuda, muchos millo- para ese menester tan delicado como
nes, cosa que parece increíble. Con múltiple echase mano del ejército
esa cantidad fabulosa intentó com- bueno y fiel. Armado así, acerquéme
prar la República. a esa ciudad para liberarla, y mi
Con su furor este tribuno reunió llegada célebre fué incruenta, feliz
una pandilla de hombres venales, y saludable, puesto que. derrotados
quienes, encendidos por aquel fuego y huidos los adversarios con el fa-
de su elocuencia, mientras que vos- vor del Cielo, tras una ligera escara-
otros erais echados de los comicios muza, recuperé y conservé la Repú-
y el foro, a nosotros, los cónsules, blica. la libertad, el mando, la dig-
¡

nos hacían violencia. Cae asesinado nidad, la patria, la vida y la salva-


I
OBRAS FILOLÓGICAS. DECLAMACIONES S1I.A.NAS. DECLAMACIÓN III 749

ción de todos vosotros, ¡oh quin- tir. Irrumpe en esta ciudad con ím-

tes!-Fueron creados cónsules Cneo petu riguroso y todo es truculencia,


Octavio y C. Ciña, con el manda- aflicción, destrucción, incendio. Al
miento expreso de prometer y jurar año siguiente, sin sufragio alguno
al Senado que, en ausencia mía, no del pueblo, sin ninguna autorización
maquinarían novedad alguna ni pro- del Senado, con evidente atropello
moverían movimiento alguno con- de leyes, costumbres e institucio-
tra la patria y la libertad, contra nes de la patria, Mario y Ciña se
la quietud y el sosiego de esta ciu- crean cónsules a sí mismos.
dad y de Italia. Concluido este com- De ello hablaré en otro lugar; de
promiso, cuya ejecución se enco- momento, mi discurso corre apre-
mendó y confió a los cónsules y al suradamente a otras cosas que no
Senado primeramente, garantizán- tendrían explicación si no fuera a
dolo con su fidelidad y con la vues- ellas paso a paso. Cuando, después
tra, marché a vengar las injurias de los días del viejo Mario, en el
que Mitrídates nos infiriera y raer único lugar suyo levantábanse tan-
la deshonra caída sobre nuestro Im- tos Carbones, Norbanos, Sertorios y
perio. De esta guerra ninguno de aquel Mario joven, cachorro cruelí-
vosotros todavía siente pesar. Y yo simo del lobo cruel, y en sustitución
abrigo la tímida creencia que con mi de un puñal sólo se requerían tan-
gestión no me aparté un punto de la tos puñales contra la República y
gloria de ese Imperio. no tenía fin el asesinato de los me-
Si Ciña se mantuviera en su fe jores y la trituración y la extirpa-
jurada, si Ciña no preciara más su ción de toda la libertad y de la dig-
poder personal que su patria, in- nidad de esta República, corrían to-
dudablemente diera yo feliz remate dos los buenos a buscar refugio en
y cima a toda aquella guerra, toma- mí, que en aquella sazón tenía el
ra a Atenas sin pérdida de soldado ejército que podía afirmar y repo-
alguno, vierais al mismo Mitrídates ner a la patria en la claridad y en
vencido y maniatado delante de mi el esplendor primitivos, y con voz
carroza y hubiera puesto en vues- clara y alta llamábame la patria
tro poder a aquel que por algún misma, implorando mi socorro con
tiempo lo tuvo encima de tantos llantos y gemidos grandes. No pude
ciudadanos vuestros. La culpa de yo ser insensible a tales y a tan
que yo no haya llevado esta empre- apremiantes llamamientos. Mi con-
sa a término total débese cargar so- ciencia me acusara de impiedad im-
bre la honradez y el patriotismo de perdonable para con mi patria, pues
Ciña y de los Marios. Ciña alza en habiendo yo recibido de ella la vida,
guerra a toda Italia, llama del Africa ^o-i el ejército y el mando,
honores,
a los Marios, introduce en esta ciu- no auxiliara yo en aquel supremo
la
dad y patria común las enseñas hos- agobio suyo, en aquella su crisis ex-
, tiles, mata en pleno foro al cónsul tremada, si no le correspondía con
del pueblo romano, colega suyo; ini agradecimiento y no le devolvía
sustitúyele en la vacante por Cor- sus huestes y sus soldados.
nelio Merula, sacerdote de Júpiter, ¿No fuera, por ventura, el colmo
varón de suma integridad, y redú- de la demencia y de la insensatez,
cele a la muerte voluntaria que él por no decir de la más inhumana
mismo poco tiempo después, mal de monstruosidad y del pecho más de
su grado, había también de compar- hierro, luchar con gentes apartadas
750 JUAN LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. TOMO I

en lindes más remotos por el


los dioses, los sacrificios, nuestras for-
honor, gloria y el imperio de una
la tunas, nuestras personas, nuestros
patria, y dejar que esta misma pa- hijos, nuestras esposas, de todo lo
tria, en su propio asiento y en su cual ellos ya habían hecho partijas
propio suelo, gimiese en grave ser- para la presa, para el placer, para
vidumbre, y fuese cruelmente des- la avaricia, para el pillaje, para to-
pedazada y atrozmente subvertida, do linaje de sacrilegio, de crueldad
y que apurase los mayores sufri- y de maldad. Y a pesar de todo,
mientos para que fuesen honrados nadie habla hoy de cosas de tamaña
y poderosos unos ciudadanos que trascendencia. Y, en cambio, hablan
luego, al punto, no habían de sub- todos de no sé cuántos aborrecibles
sistir? Y así fué que, concertadas enemigos que, a manera de víctimas
con Mitrídates unas condiciones no expiatorias, fueron inmolados a los
deshonrosas ciertamente por parte dioses inmortales por la salud de ese
nuestra, pero de ninguna manera Imperio. La incolumidad de ellos
tales como las impusiera no apre- era de todo punto incompatible con
miado por ninguna urgencia, a sa- la incolumidad de esa República.
ber: que, contentándose con el rei- Pero alguno dirá: «Eran ciuda-
no heredado de su padre, desalojase danos.» No, quirites; no eran ciu-
aquellos territorios que había ocu- dadanos. «Sí que lo eran, puesto
pado, y mediante la entrega de se- que habían nacido aquí.» Como si
tenta naves debidamente apareja- importara mucho el lugar del naci-
das y una indemnización de dos mil miento y no la opinión y la conduc-
talentos al pueblo romano, reem- ta de cada uno. Yo, quirites, cree-
barcando el ejército a toda prisa, ré más pronto que son ciudada-
mostré a Italia y a esa ciudad un nos aquellos que, nacidos en lo pos-
vago lustre de esperanza en la aflic- trero de la Escitia, piensan bien
ción y en la derrota. Al primer de esa nuestra patria común, que
anuncio de mi llegada se atajó la no aquel que, engendrado y crecido
matanza civil. El miedo detuvo y en las Carinas o en las Pilas Hora-
dejó en alto por el momento el bra- cias, o en este mismo foro, o en el
zo de aquellos en quienes ninguna propio Capitolio, quiere y pone en
valía tuvieron el amor de los ciu- ejecución su voluntad, con el más
dadanos y el amor de la patria. Con criminal de los propósitos y pierde
sola mi llegada puse corazón y bríos la libertad, la gloria y el lugar don-
en aquellos que, presa de un incu- de nació. ¿Piensas tú que son ciuda-
rable derrotismo, habíanse ya des- danos aquellos que no piensan ser
pedido de toda esperanza ulterior esta ciudad la suya? Si son ciuda-
de República y de libertad. Ayudá- danos ésos, ¿por qué es enemigo
banme en este empeño mío Mételo, Aníbal, por qué Pirro es enemigo?
Pompeyo, Craso, Hortensio, Filipo, ¿Es que con Aníbal y Pirro pelea-
Catulo, los Lúculos, los Servilios; mos por nuestra existencia y no por
en una palabra: la flor y nata del el Imperio? Pero con esotros el cho-
civismo, amén de muy muchas ciu- que no fué por el Imperio, del cual
dades de Italia. Recuperamos la pa- no se hacía la más liviana mención,
tria, quirites, y el Imperio, y la li- sino que su ataque directo iba a la
bertad, y la dignidad; arrancamos fortuna y a la vida de todos nos-
de sus manos las vidas de los mejo- otros :el robo de los bienes, la hui-
res, los penates, los templos de los da, el destierro, la sangre, la ma-
OBRAS FILOLÓGICAS. DECLAMACIONES SILANAS. DECLAMACIÓN III 751

tanza civil, el derrocamiento y el caída y en salvo ellos, los malos no


asolamiento de la ciudad toda eran pudieran sucumbir. Amén de esto,
el premio previsto y el objetivo de para la extirpación de mal tan en-
su victoria. Y a ese premio no le conado, fué dolorosamente necesa-
consiguieron ni alcanzaron ese ob- ria la supresión de unos pocos bue-
jetivo por un amor singular que el nos. Comparad ahora, quirites, las
Cielo os tuvo, quirites, y también lumbres de esa ciudad que apaga-
por la fuerza de mi brazo. Pero son ron bárbaramente los Marios, y Car-
muchos los que quedaron desabridos bón, y Ciña, y Norbano, y Dama-
porque sucumbieron los hermanos, sipo, y Fimbria, que podrían buena-
los hijos, los parientes, los amigos mente quedar en esa República sal-
de algunos. Pero ¿es que queréis vos y aun honrados; comparadlos,
vosotros que vuestros hijos y vues- por favor, quirites, con los que yo,
tros hermanos sean robados sin obligado por la más ruda de las .

daño de nadie? ¿Y que sin daño de asperezas, hube de sacrificar para


nadie echen violentamente las ma- que no todos pereciéramos de un
nos sobre la patria? ¿Por qué con golpe.
mayor cordura no os enojáis con Y porque nadie crea que yo voy
las leyes que prevén castigos para a disimular las pestes que dicen mis
los ciudadanos de esa laya? ¿Y por enemigos (harto sé que los varones
qué no también con los tribunales prudentes persuadidos que
están
que entienden en tales cuestiones? ello se hizopor amor a la Repúbli-
¿Y con los jueces que condenan? ca), primeramente hablaré de mí
¿Y con los alguaciles que ponen las mismo, a fin de que luego de ha-
condenas en ejecución? Aun cuan- ber oído a las dos partes, y cuando
do no faltan quienes les tienen oje- todo estuviere expuesto suficien-
riza. En estos tales, pesan más las temente y quede claro y perspi-
pasiones personales que las leyes cuo, entonces podáis formar juicio
públicas; están enfadados con el firme de todos y cada uno de sus
derecho, con la equidad, con los jue- extremos, ilustrados conveniente-
ces, y desearían que no los hubie- mente, para vuestra mejor informa-
ra, mientras quedasen vivo el pa- ción. Yo no os propondré más que
dre, o el hermano, o el pariente, o realidades crudas y desnudas.
el amigo de aquel ciudadano malo Aquella victoria inicial mía fué
y pudiesen defender y conservar lo tan sin sangre, que fueron harto
suyo, no permitiendo que el crimi- contados los que cayeron en la al-
nal padezca lo que las leyes pre- gazara y todos ellos con las armas
ceptúan. Insistirás aún: «Fueron en la mano. En la refriega segunda,
buenos algunos cuya ausencia llo- sucumbieron algunos más, y no por
ramos.» No seré yo quien lo niegue, culpa mía, quirites, sino por el per-
y duéleme muy amargamente su tinaz encono de los enemigos, que,
pérdida. ¡Ojalá hubiera sido posible con su ciega obstinación, iban a
discriminarles de los malos! De pro- arrancar y descuajar de raíz y ci-
vecho muy grande me fuera su con- miento esta ciudad y preferían mo-
servación y un título de gloria muy rir luchando contra la patria, que,
legítimo. Pero andaban tan inextri- salva y entera la patria, continuar
cablemente confundidos con los ellos viviendo. Y nadie debe escan-
malos, que era fuerza que la caída dalizarse ni nadie debe dolerse que
de los malos arrastrase su propia mientras ellos se esforzaban por
752 JUAN LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. TOMO I

perder a todos los buenos, yo haya ejército,en poder del Senado, si se


perdido a unos pocos, y pésimos to- restituía su ciudad, de la cual ha-
dos ellos, para salvar un número de bían sido con vergonzosa violencia
buenos infinito. expulsados ciudadanos que en tan
¿Es que queríais, por ventura, peligrosos trances se habían acogi-
que mientras ellos habían irrumpido do a mí como a un puerto, escapa-
en el Senado y eran degollados cada dos de tan recia y azarosa tempes-
día a manera de reses todos los ciu- tad; vinieron a mí como a una ara
dadanos, tras de haberme declara- de salvación, huidos de tan bravos
do a mí, contra todo derecho y con- males. Pero Mario, Carbón. Norba-
tra todo bien, enemigo de mi patria, no, contra todo derecho de gentes,
por la cual guerreaba y de la cual vejaron y atropellaron como si fue-
tanto bien había merecido, y cuando ran ladrones y traidores peligrosos
mis hijos y mi esposa Métela, hija los emisarios que yo les envié, que
del grande hombre homónimo, ape- le traían amor, la paz, la reconci-
nas tenían paso franco desde esta liación de los ciudadanos, siendo así
ciudad a mis reales; contra mí, que que en esta ciudad los embajadores
regresaba a Italia con victoria y de los galos y los cartagineses, por-
con gloria y con gran número de tadores de la declaración de guerra,
buenos patriotas, armábanse tantas fueron tenidos por cosa sagrada e
legiones, tantas fieras huestes, bár- intangible.
baras en su mayor parte? ¿Que- Predispuesto estaba a echar en
ríaisque en medio de tantos y ta- olvido todo esto, y considerando la
maños males, empezando por mí y guerra virtualmente acabada, di
pasando luego a los otros que se ha- suelta a Escipión, a quien había co-
bían confiado a mi lealtad y a mi gido prisionero, y le rogué que se
honor, callados y resignados ofrecié- dirigiera a Norbano, su colega, y le
semos nuestro cuello a Mario, a exhortase a combatir con negocia-
Carbón, a Escipión, a Norbano y ciones más que con armas; que mi-
entregásemos esta patria nuestra a diera cosas razonables y se conven-
aquellos gladiadores que, ocultando ciese de que entre nosotros cual-
bien sus designios, no tenían más quiera paz era preferible a cualquie-
propósito que asolada esta urbe y ra guerra. Todas estas proposicio-
borrado este Imperio repartirse esta nes, quirites, fueron por ellos des-
ciudad entre sí, estableciendo cada oídas y rechazadas, mas los dioses
cual la sede de su reino donde se le inmortales favorecieron
la causa jus-
antojase: Mario, en Arpiñas y en ta y y con visible osten-
patriótica,
Italia; Escipión, en la Galia; Serto- tación de sus soberanas preferen-
rio, en España; Carbón, en Sicilia; cias dieron a entender inequívoca-
Bruto, en Africa; Norbano, en Ro- mente cuál era el partido que les
das y en la Grecia inmortal? ¿Y qué complacía; los dioses inmortales,
más si yo no había rehusado con- digo, a quienes no complace sino lo
vivir dentro de unas mismas mura- que es más razonable y más justo.
llas con hombres tan malvados y A esta brillantísima victoria mía
tan ambiciosos, mientras ello se hi- respondió una impopularidad vasta
ciere con harta mengua de mi dig- y encarnizada. Yo la siento y la res-
nidad, pero sin pérdida alguna de piro y duéleme, quirites, como yo
la patria? Yo prometí y di fianza no acertaría a expresarlo; pero
de que me pondría, a mí y a mi también he de deciros que jamás
OBRAS FILOLÓGICAS. DECLAMACIONES SILANAS. DECLAMACIÓN III 753

consintiera que mi conciencia me sólo de sus enemigos manifiestos,


reprochase tamaña impiedad como sino de los encapotados y ocultos.
hubiera sido no salir a atajar sus Pero la conscripción me crea una
impíos y abominables propósitos, enorme odiosidad y una gran ani-
aun a sabiendas de que tendría que mosidad de mis ciudadanos. Misera-
afrontar la envidiosa hostilidad de ble condición, quirites, y servidum-
mis ingratos ciudadanos. Por esto, bre muy amarga la de gobernar y
despedácenme si quieren con sus conservar la República, cuando son
maldiciones, acósenme con su odio, todos los que ven lo que se hace y
azucen contra mí las jaurías de la son pocos los que consideran y po-
odiosidad; a mí nunca me pesará cos los que entienden los motivos,
de haber hecho lo que hice. Yo di- la razón, el fin, el resultado que
ré con toda cuanta voz podré, le aguarda al propósito. ¡Cuán fácil
mismo que la redondez del orbe co- es, quirites, tratar del gobierno de
noció por el oído y por la fama, y la República desde su casa, al amol-
que lo oigan de mí ciegos y sordos de la lumbre, con los hijos, con la
como están mis ingratos ciudadanos. mujer, con los .contertulios! ¡Qué
Yo os salvé a todos vosotros, desti- apacible administración aquélla!
nados a la muerte; yo salvé esta ¡Qué bien, con el timón de la len-
ciudad, votada al incendio y a la gua, regimos la nave del Estado,
ruina; yo conservé la patria; yo, aun en medio de los vientos más
el Imperio; yo, todo lo que queda enojados y de las ondas más sañu-
hoy día. Vayan ahora mis enemigos, das! Pero ¡cuán otra cosa es aquí,
que son los enemigos de este Impe- en público, poner las manos en el
rio; vayan enhorabuena ahora con gobernalle! Aquellos tan diestros y
su envidia y con sus lenguas vene- tan maestros en el arte de marear,
nosas a roer esta afirmación rotun- en la calma, a la sombra, si salie-
da mía, afianzada con mis hechos. ran de ahí al temporal y a los vien-
Ese grande beneficio mío está de- tos, de cuánta cerrazón se verían ro-
masiado alto para que le pueda al- deados! ¡Cómo todo les parecería
canzar envidia alguna humana y le nuevo e insólito! ¡Cómo se senti-
pueda oscurecer o enflaquecer male- rían presos del descorazonamiento!
dicencia alguna. Seguiré, pues, qui- Yo quisiera, quirites, que los hom-
ntes, por el camino que me tracé. bres considerasen y ponderasen has-
Así, pues, como tuviera yo que ta qué punto aquella proscripción
pelear contra tantos capitanes y fué necesaria. En primer lugar, por-
tantos ejércitos, me fué necesario que ella no alcanzaba más que a
hacer aquello, sin lo cual no se áa pestes y a monstruos, de los cuales
ninguna batalla: tornadizo fué esta ciudad quedó expiada y purga-
Marte; los resultados, inciertos y da. Después, porque aun contra mi
como hijos de la Fortuna; por am- voluntad y con mi enérgica repug-
bos lados hubo espadas desnudas; nancia, se me hubo de arrancar
héroes hubo en uno y otro campo con la más violenta de las extorsio-
murieron aquellos que a ello fueron nes, para asegurar y consolidar la
empujados por su suerte o por la lealtad de los soldados que era el
fuerza del hado indeclinable; mu- único apoyo de la salud de este Im-
chos de los míos, y del partido con- perio y de todos nosotros. ¿Quisie-
trario, muchos. Después de mi en- rais que yo, negándoselo todo, les
trada en la ciudad, la depuré no hubiera exasperado hasta el frenesí
754 JUAN LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. TOMO I

y que llamasen a Italia a alguno de yores, recia y ceñuda, quirites, es


aquellos infames caudillos (palabras más un deseo y un ideal que una
son éstas que manchan mi boca), esperanza asequible, aquí en esta
proclamánd jle jefe; quien meditan- ciudad y aun en toda Aquella
Italia.
do contra todos vosotros pillaje, es- inolvidable antigua esta-
disciplina
trago y muerte os amenazase con su ba respaldada por la unanimidad de
audacia y con impía mano blandie- la ciudad toda. Mas ahora, con tan-
se contra vosotros sus armas y hu- tas discordias civiles, ¿qué soldado
bierais tenido que hacer la guerra pensáis que iba a ser tan dócil que
no ya con los ciudadanos, sino con si por ti es tratado con excesiva
los galos, y aquellos otros que hu- dureza obedezca tus consignas y
bieran creído que esta ciudad era no que luego, al punto, vaya a bus-
ya no asiento y morada de hombres, carse otro jefe, quien, por corres-
sino cueva de fieras? Los que me ponder al regalo del caudillo, le
objetan por qué yo, con mi autori- consienta robar y cometer impune-
dad de caudillo, no ponía freno en mente cualquier desafuero? Cuan-
mi ejército, son donosos capitanes do todavía las guerras civiles se co-
que de la milicia tienen un concepto nocían y el santo amor de la patria
harto festivo. era más antiguo y entrañable que el
Jamás oí, quirites, a quien mejor santo amor de los hijos, en aquella
mandara que a aquellos que aquí, dichosa edad, el jefe capitaneaba
en discuten todo y os acu-
el foro, lo un soldado tal como él se lo hubiera
cian sediciosamente contra vuestros fabricado. Si, por azar, este soldado
capitanes, como si en nuestro tiem- abandonaba a su general y deser-
po hubiera habido quien haya man- taba de sus banderas y de su patria,
dado a sus soldados con mayor se- no hallaba ese desertor ciudadano
veridad y con rigidez más inflexi- en quien refugiarse ni en cuyas ma-
ble que yo. ¿Venciera yo en Grecia? nos dejase de expiar el castigo de
¿Volviera de aquella campaña ni su maldad no tenía más remedio
;

siquiera uno de aquellos soldados que ir con gran peligro y hartas


que saqué de aquí si les tratara en quiebras. Ahora, empero, cuando
filas con mayor blandura de la de- contra su propia patria los mismos
bida? ¿Qué fué lo que venció allí esclavos son concitados por los ciu-
sino la severidad de la disciplina dadanos, es servicio que merece re-
militar? Porque no se pudriesen en compensa de servir a su jefe. Y
la indolencia y porque el ocio no habiendo aquí muchos más capita-
entorpeciera y enmoheciese sus ma- nes que necesitan soldados, que sol-
nos, les ejercité en aquellos afanes dados que necesitan capitán, ¿qué
que entrenaban a la campaña y
les recompensa no estará dispuesto a
la y luego de haber endure-
pelea, dar alguno de estos caudillos a
cido al soldado con aquella prolija aquel ejército que se pase a él con
paciencia, le saqué al campo dis- armas y bagaje?
puesto y pronto a cumplir las órde- En este punto, quirites, acaso ha-
nes, y le enseñé primeramente a no ya alguno que me oponga una ca-
temer la superioridad numérica del llada objeción mental y me pre-
enemigo y luego a vencerle, a des- gunte qué es lo que yo hice de los
baratarle, a ponerle en fuga. soldados de Escipión y de los otros
Mas en estos tiempos nuestros, que se acogieron a mí. ¿Qué es, pre-
aquella disciplina de nuestros ma- |
gunto yo, lo que les hubiera aconse-
OBRAS FILOLÓGICAS. DECLAMACIONES SILANAS. DECLAMACIÓN III 755

jado aquel venerable fundador de Allégase a esto que todos aquellos


la
disciplina militar? ¿Que yo, a los que mandé matar eran viciosos e
que a mí venían, les hubiera dado inhumanos, ladrones y parricidas,
esa respuesta: «Volved, soldados, a hombres enfangados en crímenes y
vuestros jefes; no desertéis de su maldades. Todos ellos, si no sucum-
lado ni abandonéis vuestras bande- bieran a mis armas, hubieran teni-
ras ni vuestros reales; requerid las do que sucumbir en el tribunal y
armas contra mí, contra vuestros en el foro (si es que el derecho y
conciudadanos, contra la patria; las leyes pueden algo), condenados
adelante en vuestra maldad y en por su propia vida rota y por uná-
la terca y fiel consigna de degollar nime veredicto público: los unos,
a vuestros ciudadanos y asolar a por sus deudas cuantiosas de que no
vuestra patria?» ¿Era eso lo que se podían desembarazarse; los otros,
les había de decir y con esas pala- por bandidajes con que se habían
bras blandas reexpedirlos, maniata- ahitado en aquella perturbación de
dos, a sus jefes? Por ventura, ¿no la República los otros, por sus estu-
;

veis que aquellos soldados, arrepen- pros y por sus incestos; los otros,
tidos del nefando crimen, volvieron por sus latrocinios y matanzas y
a mejor seso, y aquellas armas que por la monstruosidad y el número
habían recibido contra la patria las de sus delitos, merecedores todos de
emplearon en servicio suyo? Y así pena capital. De buen grado, quin-
fué, que tras de aquella locura mo- tes, yo esperara que fuesen juzga-
mentánea con sus jefes y de aquel dos según ley, si aquella avenida de
su furor efímero, ya, con más sano sangre y de cieno, en tiempos tan
juicio y razón y con mayor cordu- turbios y en tanta conmoción y apa-
ra, con cuyo trueque los dioses mos- sionamiento, no tuviera tantos en-
tráronse ya más benignos para con sanches y ramificaciones como las
nuestra ciudad, vinieron a mí, que cárceles no las podían encerrar ni
por la patria desenvainé el hierro, el foro recogerlos, ni presentarse an-
y convirtiéronse a la unidad de Ita- te los tribunales, ni había jueces en
lia y al más recio y saludable pa- número bastante para dictar las sen-
triotismo. ¡Oh, si pluguiera al Cie- tencias pertinentes. Y por eso fué
lo que hubiera podido yo así re- que, para atajar ese mal tan exten-
agrupar los ejércitos todos en la dido y que de día en día aumentaba
concordia y en la paz sin la pérdi- en virulencia y se propagaba más
da de ningún ciudadano! De reali- y más, se impuso perentoriamente
zarse ese anhelo mío, no tuviera yo que unos hombres ya condenados
el menor recelo, fuese la que fuese por la opinión unánime de toda la
la nota de ignominia con que mis ciudad, no se escapasen de alguna
enemigos quisieran cauterizarme, suerte de juicio, fuese el que fuese,
por esa espléndida obra buena mía, y para que aquella peste y corrup-
de que me llamaran traidor, capta- ción de la ciudadanía no fuese cun-
dor y corruptor de un ejército aje- diendo por las venas y las entrañas
no, puesto que con mi infamia sola por más tiempo y nos gangrenase a
hubiera salvado y conservado a tan- todos, ¡oh quirites! Y para que el
tos ciudadanos. Ya veis, pues, quin- miedo cortase a quienes no podía
tes, cómo era forzoso conceder algo doblar el amor de la patria, por con-
a aquellos en quienes radicaba y se sejo de las más nobles y principales
afianzada la salud de esa República. personalidades de esta ciudad, a los
756 JUAN LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. TOMO I

doce haces de costumbre añadí doce haces? Con esta medida, háce-
otros doce. Bien así como para re- se el mando más duro, más pesado?
frenar la licencia desmandada, a Como si el dictador, con veinticua-
los viejos suplicios se añaden otros tro lictores, pudiera castigar a quie-
nuevos, de modo que las leyes se nes con doce no podría, o como si
vayan mostrando más severas a me- todos los ciudadanos no hiciesen pa-
dida que aumentan y cunden la in- ra el magistrado las veces de algua-
solencia y libertinaje; de mane-
el ciles y lictores, cuando para la re-
ra, quirites, que a aquellos primiti- presión y castigo del desmandamien-
vos y honrados funcionarios les bas- to no bastasen aquellos doce o los
taron no ya doce, sino dos haces, seis primitivos que la costumbre de
puesto que no tenían necesidad de nuestros mayores señaló. El mes en
ninguno, cuando todo se mantenía que el cónsul no tiene haces, no
en honradez, en reserva, en su se- más el alguacil le sigue. ¿Queda con
vera corrección, en su generosa ín- ello disminuido su poder? O en el
dole, en su pura y moderada ciuda- caso en que ciudadanos malos y fa-
danía. Y ni siquiera en estos caó- cinerosos tengan que ser ejecutados,
ticos tiempos nuestros, esas medidas ¿van a faltarle lictores? ¿No ocurri-
terroríficas se toman contra los bue- rá al revés, que asumirán la tarea
nos, que acatan las leyes no por del lictor todos los ciudadanos, sin
miedo ni por ninguna suerte de distinción, y todos aquellos cuyo au-
coacción, sino por su instintiva mo- xilio solicitare? Por todo esto que
deración, por su cinismo, por su pro- digo, las insignias no aumentan un
pio natural, por su conducta. Estos adarme el poder ni agravan la suer-
ciudadanos ejemplares se comporta- te de los buenos, ni aterrorizan a los
rían con la misma corrección, vivi- cuerdos. El poder no prende más
rían con la misma reserva, aun que en los malos; él solo cohibe la
cuando tales leyes no estuvieren audacia y acorta las riendas a la
promulgadas. Las sanciones de te- osadía licenciosa. Y en cambio, esta
rror van exclusivamente para los medida prevista por la ley es suma-
malos, a quienes, según son esos mente eficaz para la defensa de la
tiempos nuestros y la corrupción de ciudad, pues aquel ilustrísimo per-
las costumbres, no les intimidaran sonaje a quien vosotros colmasteis
con eficacia suficiente ni cien haces de distinciones, y que era muy dig-
Mal de mi grado hablaré y reve- no de su ascendencia venerable, Lu-
laré el gran secreto del Imperio, que cio Valerio Flaco, siendo regente,
no conviene que sea por todos co- dió una ley a tenor de la cual al
nocido. No dudo que en esta asam- dictador le era lícito, sin instrucción
blea los hay, a quienes, por su pro- de causa, dar muerte al ciudadano
pio interés, convenga que esa ex- que le pluguiera y que todo cuan-
pansión mía confidencial no se di- to hiciese quedaba rato y firme.
vulgue. Pero a ello me obligan la ¿Hemos de decir que esa ley fué
injusta opinión creada en derredor promulgada contra aquellos que de
de mis actos, y esa también injusta antemano estaban ya condenados
y enojosa odiosidad, corolario inevi- firmemente por sentencia unánime
table de todo suceso feliz y de toda del pueblo, y que ninguna necesidad
preeminencia política. Decidme, qui- lenían de que se les instruyese una
rites, con la mano puesta en el pe- causa, de la cual todo el mundo ha-
cho: ¿Qué significa eso de añadir bía formado juicio, una causa que
OBRAS FILOLÓGICAS. DECLAMACIONES SILANAS. DECLAMACIÓN III 757

nadie ignoraba, puesto que sus crí- nio Melio la orden de presentársele,
menes eran claros y manifiestos, como viese que Melio no hacía caso
aun para aquellos que sólo de nom- de la orden del dictador, le traspasó
bre los conocían? Contra éstos fué con una lanza que por azar tenía en
dada la ley; pero para que la tergi- sus manos y acabó con la vida de
versación no les valiese, con haces un ciudadano romano muy que-
que tomó en esta ciudad aquella rido del pueblo, contra el cual no
sentina de crímenes y maldades, con existía otra acusación que la de
la más insolente de las procacida- su popularidad exagerada. Habien-
des, sin orden ni sin freno, enva- do Servilio informado al dictador
lentonada por su crónica impunidad, de aquel suceso, fué felicitado por
se puso esa expresión tan vaga: al él en una asamblea pública. Y el
ciudadano que le pluguiera. Híaose pueblo se dió por satisfecho con
así, porque donde la ley no ponía que aquella muerte mereciese la
traba alguna, nadie la pusiese. De aprobación del dictador y que fue-
otro modo, pareciera que ninguno se ejecutada en interés de la Repú-
estaba incluido y que por su exce- blica y no sin su mandato expreso.
siva y cautelosa moderación, la dura Mas yo, ¡por Hércules!, tan de
ley se quedaba en agua de borrajas. mala gana ordené la muerte de
Con todo, débese decir que esta aquellos perdidos de ciudadanos que
ley no es nueva, sino que se remon- la sufrieron, que no hubiera muer-
ta a la más alta antigüedad. Y así to ni a uno siquiera si la República,
es que vemos recibido y admitido con una relativa incolumidad, pu-
en esa República, por costumbre plu- diera soportar sus crímenes, sus fe-
risecular, confirmado y aprobado chorías, sus torpezas, su vida. Que
por el uso, que el dictador viene a yo, de mi propio natural, soy pro-
ser una especie de regente, creado penso a salvar no ya a mis ciudada-
en las más difíciles circunstancias nos, sino a los extranjeros; demos-
de la República, de quien, sin pro- trarlo puede el caso de la misma
vocación ni ofensa, cualquier man- Atenas. Cercada muy estrechamen-
dato emanare tiene fuerza de ley ra- te y atacada con mucha energía
tificada. Con aquella medida, no se por mí, blanco no solamente de sus
introdujo, no, una ley nueva, sino tiros, sino también de sus veneno-
que se remozó una añeja consuetud sos insultos y ultrajes insoporta-
o, mejor dicho aún, la tradición de bles, y expugnaba, al fin, por mi es-
nuestros mayores consagrada por la fuerzo y el de mis soldados, muy
costumbre, y la constitución quedó bien, y por derecho de conquista,
comprendida y sancionada en una pudiera entregar aquella ciudad a
ley justa y escrita. ¿Adonde iba mis huestes para que la pillasen y
aquello de sin provocación, si lo que la incendiasen y vender como es-
había determinado no había de ser clavos a todos los que la moraban.
sancionado? ¿Podría por otra ma- Con todo, la perdoné. Y si yo di ór-
nera existir provocación alguna? La denes de que no se infiriese veja-
autoridad del dictador, fuera la men alguno a los habitantes de
misma que la del cónsul, con sólo el aquella ciudad, en cuyo asedio yo
cambio de nombre. Habiendo Cinci- y el ejército mío habíamos sopor-
nato, dictador, mandado a ServTlio tado tantos sufrimientos, que su
Hala, jefe de la caballería, que en relación sería muy prolija y muy
nombre suyo trasladase a Sempro- penosa, por no sé qué cultura lite-
758 JUAN LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. TOMO I

raria suya y por el antiguo renom- con que me


obsequien mis enemi-
bre de sabiduría de que gozaba, gos, me preocupa harto poco, y
¿cuánto más no hubiera salvado si puesto que no estuvo en mi mano
buenamente fuera posible, a mis proceder de otra manera, oíd la rea-
conciudadanos, aunque criminales y lidad en toda su cruda desnudez,
facinerosos y con muy grande con- desafeitada de todo color que la her-
tentamiento mereciera una segunda mosee.
corona, bien obsidional, bien cívica, En voz alta declaro, quirites, que
con el cariñoso recuerdo de aquella Lucio Asela murió por orden mía
prez y gloria que alcancé cuando, expresa y que fué dada no sin moti-
siendo yo legado en la guerra már- vo. Si no fuera alborotador de la
sica, el ejército, salvado y liberado quietud, soñador de revolucionarias
por mí, me distinguió junto a Xola novedades, jamás diera yo la orden
con la corona obsidional? de su muerte. Hora es ya de que,
Pero, desgraciadamente, yo no por los dioses inmortales, cesen los
pude, sin aquel remedio heroico, li- enemigos de insultar mi dolor y mi
bertar y conservar mi patria. De- quebranto. ¿Qué mortal, quirites,
muéstreme quien quiera que yo entre los mortales todos, sufrió con
pude obrar mejor y conducirme con su pérdida mayor quiebra que yo,
mayor mansedumbre. Inflíjaseme el que le utilicé como soldado valien-
suplicio que bien le pareciese; no te y aguerrido y en muchos peligros
rehuso ninguno. Harto sé que los fiel, y con quien contaba en mis
enemigos me culpan de la muerte previsiones como solaz y ayuda pa-
de Lucio Asela, que yo declaré ra los pasos graves y difíciles que
haber sido muerto por L. Belieno, pudieran presentárseme? Pésima-
que fué suprimido por orden mía mente juzgan a L. Sila todos aque-
aquel hombre, ídolo del pueblo, y llos que piensan haber llegado a
que tenía el favor de sus conciu- tanta vesania y .a tan furiosa locu-
dadanos. ra que vaya a eliminar, sin muy
Yo os ruego, quirites, por la ma- graves e indeclinables razones, ta-
jestad de este Imperio, que no que- les personas, que eran garantía de
ráis formar juicio en negocio de su propia salud.
tanta complejidad por el solo hecho Fué Asela, quirites, un hombre
que veis: ponderad causas, so-
las dinámico, emprendedor y valeroso,
pesad las razones, aquilatad los con- pero que ya no podía con su in-
sejos. No podrá ser tan recia la solente fortuna. Dado que yo, en
borrasca de la impopularidad que muchas y diferentes circunstancias,
me haga cambiar de parecer hasta le había utilizado como bueno y
el punto que me pese de haber sal- fiel amigo, llegó a imaginarse no es-
vado la patria. No buscaré atenuan- tar sujeto a ninguna ley ni a ningún
tes para satisfacer a todos, aun a los derecho, sino campear por encima
enemigos y a los soldados. Pienso de todos los derechos y todas las
que abastanza están satisfechos los leyes. Yo, como tenéis sabido, ha-
buenos y esta sola satisfacción pue- bía dado una ley o, mejor, resuci-
de y debe bastarme. No recurriré a tado una muy vieja de las Doce Ta-
un discurso largo para desvirtuar blas: Que nadie pudiese ser pro-
mi acusación, para calmar la ani- movido al consulado sin pasar por
mosidad. En mi gestión no hay cri- el escalafón de los honores y que.
men sea cuanta quiera la ojeriza
; nadie reasumiese esa magistratura
OBRAS FILOLÓGICAS. DECLAMACIONES SILANAS. DECLAMACIÓN III 759

sin que hubieren pasado diez años. en las horas heroicas del peligro, a
¿Quién de vosotros no elogió esa privar a la ciudad de un sosiego
ley antigua promulgada por los de- que se asienta precisamente en la
cenviros? Y no menos aceptasteis observancia de las leyes.
esta ley como con vuestros sufragios Espántome de que mis enemigos
y consentimiento aprobasteis la sa- anden tan obcecados por la inquina
bia política de vuestros mayores. A y el furor, que me echen en cara,
esta ley ahora mismo yo estoy dis- como un crimen, un acto que, entre
puesto a. derogarla y a esperar tran- los otros míos, redunda en alabanza
quilamente vuestra opinión, mani- mía y gloria no común, a saber:
festada mediante votación libre, que la libertad y vuestra dignidad
contrayendo yo el compromiso pre- tuviera en mí más ascendiente y
vio, ante cualquier hombre, si al- vigor que la más notoria y acendra-
guna de las treinta y cinco tribus la da de las amistades.
rechazare, y no a ella sola, sino cual- Esta fué mi gestión personal, qui-
quiera otra de las leyes Cornelias, rites. Oíd ahora los egregios hechos
así las suntuarias como las que se de aquellos con quienes me obligó a
refieren a los sicarios, a las hechi- guerrear mi patriotismo. De ellos ya
cerías, a la religión, a los juicios, di un rápido avance, necesario pa-
a las provincias. ra llegar a los míos. Ahora, voy a
Pedía, pues, Asela, simple caba- tratarlos específicamente y más de
llero romano, consulado antes de
el asiento, con el propósito de que po-
la pretura, antes de la cuestura. Lla- dáis comparar los que vais a oír
mé la atención de ese buen amigo con estotros que me ocasionan tan
mío acerca de tal incongruencia, y grave impopularidad. No voy a re-
le exhorté que no fuese él precisa- velaros novedad alguna; todo lo
mente el primero que contraviniese que diré vosotros lo habéis visto y
las leyes y los decretos del pueblo, lo habéis oído, y mientras yo los
porque no pareciese ser, tanto él iré narrando, vosotros los iréis con-
como yo, quien despreciaba y que- migo repasando. Dejaré de lado mu-
brantaba las leyes dadas por mí mis- chos, pues ni entra en mis propósi-
mo, pues todos creerían que cuanto tos pormenorizarlos ni siquiera po-
hiciera él lo hacía respaldado y sal- dría, a pesar de toda mi voluntad,
vaguardado por mi autoridad. El, bien por su número infinito, bien
insolentándose más y más con la porque no en todos tuve yo inter-
familiaridad que yo le dispensaba, vención directa ni cada uno de ellos
no hizo caso alguno ni de mí ni de pudo referirse a mi persona. Cada
vosotros, quirites, ni de vuestras le- uno de vosotros, mientras dure mi
yes y de la costumbre de vuestros breve y salteada enumeración, po-
mayores. A ese hombre, que se ha- drá recordar y restablecer aquellos
bía avilantado a un tal crimen, yo, que yo omitiere y en los que él
luego de tratar el asunto privada- tuvo, por ventura, intervención per-
mente con amigos de ambos, le cas- sonal.
tigué por no tolerar en esa ciudad Y de buenas a primeras comienzo
ciudadanos de excepción, que pu- con pasar por alto aquella luctuosa
diesen más que las leyes y que vues- y calamitosa tempestad de Saturni-
tros decretos y mandamientos. Pre no y Glaucia, suscitada por Mario.
ferí sufrir la orfandad y la carencia Hablé ya de aquella inoportuna y
de un amigo y de un compañero desatinada petición del poder, cuan-
7Ü0 JUAN LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. TOMO I

do un simple particular despojaba catadura. Aun en sus momentos de


al tribuno de la plebe y a los cónsu- regocijo, expresaba ferocidad, y en
les del pueblo romano de la digni- sus horas de expansión, atrocidades
dad del mando, de la provincia y amenazas tremebundas. Sumido
contra toda legitimidad y toda ley en silencio siniestro y mirando fie-
divina y humana. En aquella sazón, ramente, meditando para esta ciu-
harto tuvimos que hacer mi colega dad perdición y matanza, estaba
y yo por sacudirnos la injusticia, sentado en el tribunal de Ciña. Ro-
dándole licencia para que se fuese gado por los padres conscriptos que
a un destierro voluntario. Al partir suscribiese las condiciones pactadas
yo para la guerra mitridática, nin- y entrase en la ciudad, con sarcásti-
guna cosa pedí ni concerté con Ci- ca risa, con absoluto desdén del am-
ña más compromiso sino que no plísimo orden senatorial y de la
alterase la quietud y la paz de esa patria toda, respondió, irónico y
ciudad, que no azuzase a una parte maligno, que a los desterrados no
de Italia contra la otra y no sus- les estaba permitida ni una cosa ni
citase una gravísima guerra civil. otra. ¡Oh anciano nefasto para esta
Y él, olvidándose de su dignidad, ciudad! Mientras revolvía en su
olvidándose de sus ciudadanos, ol- mente y en su pensamiento tamaña
vidándose de los dioses protectores, crueldad para con sus conciudada-
de la fidelidad y de las alianzas, en- nos, recordaba leyes y derechos, y
vidiando a su patria la tranquilidad la costumbre de la ciudad, y la in-
y el sosiego que yo había creado, nata templanza de su carácter y su
comenzó por vejar a esta ciudad, de nativa cortesanía, y fingíase bueno
donde le expulsó la resolución de y abstinente y ciudadano ejemplar,
su colega. Va entonces a alterar y observador meticuloso de las leyes,
sembrar discordia en toda Italia, no porque se creyera que fuese tal,
luego de llamar de Africa a Mario, sino para escarnecer los derechos y
quien, enloquecido y exasperado por las leyes de los mayores y sus usa-
el destierro, concitando feísima y cru- jes, y sus instituciones, y la libertad,
delísimamente y azuzando en gue- y el consejo público, y las jerar-
rra las masas serviles contra los ciu- quías sociales y la patria toda, y
dadanos, ofrendó los cuerpos libres a pesar de que no era sino uno, ame-
al bárbaro furor de los esclavos, a nazaba a todos con la destrucción
su libídine feroz, a la deshonra y y la muerte. A toda prisa, el pueblo
al estupro. Pasó primeramente a fué convocado por el tribuno de la
sangre y fuego a Ostia; luego des- plebe para que, mediante elecciones
trozó y asoló Ancio, Aricia, Lavi- por centurias, se diese una ley so-
nio, colonias nuestras y, a la postre, bre la vuelta de Mario. Dichosa Re-
tomó a mano armada esta ciudad y pública esta República nuestra si no
entró triunfalmente en ella, en la se acuerda de sus calamidades. ¡ Im-
cual no dejó de perpetrar linaje al- pía República, si las recuerda y no
guno de crueldad, como si fuera la reconoce el beneficio de su libera-
patria de los cimbros y de Yugurta. ción! Mario y Ciña, hermanos me-
Yo os pido que recordéis, si po- llizos en la crueldad, mandan que
déis hacerlo sin el insufrible dolor y la soldadesca se precipite sobre la
sin la más viva tortura de vuestra muchedumbre desarmada y que sa-
alma, cuál era el espíritu de Mario, crifique y despedace al pueblo no
cuál era su intención, cuál era su de otra manera que si una manada
OBRAS FILOLÓGICAS. DECLAMACIONES SILANAS. DECLAMACIÓN III 7(>1

de lobos arremetiera contra un pa- Pero ¿por qué habló Octavio


cífico rebaño. contra quien pudiera parecer moti-
Decidme, os ruego: ¿Valióles a vado el odio de Ciña, aun cuando
las mujeres el respeto debido a su fuera injusto de todo punto, pues
sexo, valióles a los niños la conside- en todo lo que hiciera obedeció
ración de su debilidad, a los ancia- siempre al Senado y vuestras órde-
nos la reverencia debida a sus días, nes? Lo que yo pregunto es: ¿qué
a los sacerdotes el prestigio de su había hecho Cornelio Merula, hom-
ministerio? ¿Defendió, por ventura, bre absolutamente innocuo y cónsul
al pueblo su libertad, a los caballe- sin tacha a aquel malvado pirata?
ros su virtud o su autoridad al Se- ¿En qué le había ofendido aquel
nado? ¿Acaso para con la patria elegido por libre consentimiento de
se tuvo ninguna reserva poderosa la ciudad, sacerdote de Júpiter, en
o algún recuerdo para las leyes de quien una ofensa verbal es un pe-
nuestros mayores? En el propio co- cado pavoroso? Y con todo, vióse
razón de la ciudad es degollado el obligado a abrirse las venas este
cónsul del pueblo romano, colega pacífico y óptimo varón, cuya sabi-
de Ciña, por el mismo Ciña, inves- duría y piedad fué tanta, que no
tido con aquellas mismas insignias consintiendo la religión y la cos-
que nuestros antepasados quisieron tumbre de los mayores que un fla-
que no solamente fuesen venera- men dial, que un sacerdote de Júpi-
bles, sino sacrosantas; con aquellas ter muriese cubierto con aquel su
insignias que reverenciaron los pue- capelo rojo, y cuando ya su con-
blos más remotos y las más bárba- ciencia casi del todo había naufra-
ras naciones y que los mismos re- gado en las tinieblas de la muerte
yes adoraron. próxima y casi ya era toda ida con
Hizo guerra contra mí el cónsul la sangre derramada, conservó has-
Escipión, a quien, habiéndole yo ta el último destello el más delicado
vencido y teniéndole en mi poder, sentimiento de religión, y, de la ma-
porque me pareció que llevaba con- nera que pudo, con sus propias ma-
sigo alguna lumbre y majestad del nos descubrió su cabeza. ¡Ni aun a
consulado, no me atreví a matarle, vuestros sacerdotes, ni aun a vues-
ni encarcelarle, ni conservarle bajo tras aras se perdonó, oh dioses in-
mi potestad para su aflicción y mortales! A Júpiter, a Júpiter digo,
afrenta, ni le envié al destierro, el sostén de esta ciudad y de este
sino que le permití que con su hijo Imperio llegaron las salpicaduras de
fuese libre a donde le pluguiere. De sangre en la morada de tu flamen
toda esta generosidad mía no queda moribundo. Mísero de mí, que por
ya en los espíritus el más liviano calumnias importunas de determi-
recuerdo, y soy un facineroso por- nados ciudadanos me veo forzado
que no fui yo auien de buen grado a referir aquellos duelos de la ciu-
le ofrecí mi cuello. Es un hecho in- dad, con harto dolor vuestro y mío
negable que Ciña, en esa misma y a renovar aquellas heridas amar-
ciudad, mató a su colega, que no gas.
se metía con él, despreciando y ho- Asesinados fueron los dos herma-
llando la majestad del supremo man- nos C. y L. Julio Césares, asesina-
do. Y yo, en cambio, salvé en nlem do fué Atilio Sei*rano. P. Léntulo,
campaña a un cónsul que hacía ar- L. Craso, Marco Antonio, todos ellos
mas contra mí. ex cónsules. ¡Qué lumbres de la
762 JUAN LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. TOMO I

ciudad! ¡Qué columnas y qué de- guiese la vida toda de esa ciudad!
fensas del Senado! De un Senado Por esta consigna fueron sinnúme-
compuesto de personajes como és- ro los que perecieron, entre los cua-
tos, con toda razón hubiera podido les el también senador del pueblo
decir Cineas, aquel famoso embaja- romano C. Arcario, amigo de Mario.
dor de Pirro, que lo era de reyes. ¡Oh tiempos funestos aquéllos! ¡Oh
Y aquello de L. Catulo ¿qué fué, oh madres que parieron para
infelices
dioses inmortales? ¡Cuán doloroso a aquella época! ¡Míseros ancianos
la patria, cuán sentido por todos los que fueron reservados para ese día
buenos, cuán funesto para la auto- fatal!
ridad del Senado! Cuando todo el Toda la ciudad, quirites, era un ir
Senado en masa con el mayor de y venir de matadores y de manda-
los encarecimientos suplicaba a Ma- dos matar. Penosísima y luctuosísi-
rio la salvación de aquel hombre ma era la vista de los que huían,
que tiempo atrás había sido colega de los que se escondían, andando
suyo, con quien había realizado las en busca de cualquier covacha, de
más brillantes gestiones y sin el cualquier escondrijo y de los que
cual «o hubiera querido la apoteo- andaban a su búsqueda y a su ca-
sis del triunfo y a quien, dado za, de los que les llevaban deteni-
que estuviese muerto, debía, si pu- dos, de los que los asesinaban, de
diera, restituí/ a la vida y 1evol- los que los degollaban. La sangre
verlo a la patria, él con su perti- civil corría por todas las calles;
nacia ingénita y su obstinación ha- echados estaban dondequiera y ho-
bitual, desairó al Senado en pleno, llados los cadáveres de los sacrifi-
con menosprecio y desdén de la dig- cados, y los que hubieran podido
nidad del personaje insigne y res- mover a compasión a las mismas
pondió que tenía que morir irrevo- peñas, lanzados luego al Tíber des-
cablemente. Para una respuesta así viaron su curso y atenuaron el ím-
no pueden excogitarse suplicios petu de su corriente. Visteis a los
asaz dignos con los cuales hubiera senadores Bebió y Numitorio arras-
é! debido de exhalar aquel su es- trados por el foro, con un garfio
píritu hediondo y aquella su alma de los que usan los sayones. Y a
desalmada. Entonces aquel varón, Bebió, que sin hierro, a la manera
el mejor que ha visto esa ciudad, de las fieras, quedó a pedazos en las
hurtándose a la ignominia, cortó su manos de los verdugos; hasta el
propio aliento tragando carbones punto que la ferocidad salvajina, en-
encendidos. ¿Quién tendrá holgura carnizada en la persona de un se-
para hacer la puntual enumeración nador, obligó a algunos ciudadanos
de todos los senadores, de todos los a dar las gracias a los secuaces de
caballeros, de todos los plebeyos Mario por lo hecho en su caro
que fueron inmolados por Mario al Bebió.
ordenar a sus soldados que cosie- Sigúese un nuevo año, y Ciña y
ran a lanzazos, sin más ni más, a Mario, sin el sufragio del pueblo,
quienquiera no le saludase o no sin la autoridad del Senado, con in-
contestase a su saLudo? ¡Oh consig- descriptible gemido y llanto de to-
na digna de ese hombre a quien no dos los órdenes, apesadumbrada y
importaba qué ciúdadanos eran los en duelo toda la ciudad, se crean
que morían, siempre y cuando que cónsules a sí mismos, atropelladas
en su sangre se abrevase y extin- y hechas trizas las leyes, el Senado,
OBRAS FILOLÓGICAS. DECLAMACIONES SILANAS. DECLAMACIÓN III 763

el pueblo, la libertad.Mario, el pro- Fimbria y Mario el mozo, cachorro


pio día en que inició su magistra- crudelísimo de león cruel, hombres
tura, para comenzar su gestión con todos ellos jóvenes, fieros, audaces,
el mismo agüero con que se había sediciosos, temerarios, crueles, ene-
arrogado el cargo, mandó que fuese migos encarnizados de esta ciudad
despeñado de un risco, para ofrecer y de toda Italia. Tan impuros e im-
un sacrificio a aquel numen sangui- píos fueron sus crímenes, que Ma-
nario, que, hecho propicio con víc- rio el viejo fué tenido por la pro-
timas humanas y con sangre roma- pia imagen y traslado de la manse-
na, le deparara el séptimo consula- dumbre, y como tal fué deseado.
do, porque había matado tantos mi- Esto mismo se cuenta de los tiranos
llares de hombres. Aquella magis- de Sicilia, en quienes la exacerbada
tratura que nuestros mayores crea- e intolerable crueldad de los suce-
ron para la conservación de los ciu- sores hacía que los antecesores les
dadanos, él la inauguró con carnice- pareciesen todos buenos y que fue-
ría de ciudadanos, y en aquel mismo sen deseados. Mario el viejo des-
día en que la costumbre había im- truía la patria que él había salvado
puesto no hacer ultraje a un esclavo y degollaba él mismo a quienes ha-
fugitivo, Mario le quiso significar con bían impedido que fuesen degolla-
la afrenta y muerte de un honrado dos por los cimbros. Mas estos
senador romano. Abrumado y con- otros iniciaban su actuación con la
taminado Mario con tan grandes y ruina de la patria, y no habiendo
tan nefandas maldades, muere a los reportado la salud a nadie, ocasio-
pocos días, vivamente dolido, según naban a todos matanza, destierro,
dicen, porque no había conseguido sangre y peste; hacían burla del
aniquilar a los que se habían pasa- pueblo, tenían a los caballeros en
do a mis banderas. Todos los ciuda- ludibrio, oprimían y ahuyentaban
danos sintieron un inmenso alivio. el Senado. Acuden en masa a mí,
Y la ciudad misma, como salida y que peleaba en tierras apartadas
convaleciente de una enfermedad, por esa República, los principales y
parecía respirar a todo su placer y los mejores. Parecía que en mis rea-
que volvía a contemplar la luz fe- les había ya una buena parte de
cunda y risueña. Senado. A los que habían quedado
Yo, que ya aparejaba mi regreso en Italia los alentaba la esperanza
para libertar a mi patria, concebí de mi llegada y esa anhelante ex-
la ingenua esperanza de que, elimi- pectación única les mantenía y con-
nada aquella fuente del mal, los res- fortaba; mientras ella restase, pen-
tantes ciudadanos cobrarían con- saban no ser llegado todavía la de
ciencia y libertad de ciudadanos. renunciar a la vida.
Pero he aquí que por un solo Mario ¡Ay mísero de mí; ay infeliceí
(cuyas maldades, dado que fueran Forzado por la Fortuna, sin opción,
grandes, con todo, andado ya en a cometer, dando de lado a todo
días el tenaz recuerdo de sus favo- otro interés, el enorme crimen de
res y beneficios, de tal manera traía llevar a mi patria socorro inmedia-
ciegos a los hombres que creían no to y salud rápida. ¿Qué provecho
había desmerecido cuanto había podía acarrear seguir luchando en
merecido) surgen, inesperada y re- tierras lejas por una República que
pentinamente, Norbano, Carbón, Es- en breve tiempo había de perecer
cipión, Bruto. Sertorio. Perpena, y anularse? Pero eso yo, quirites,
764 JUAN LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. TOMO I

no pude hacerlo en toda su integri- muros y los techos sagrados, contra


dad. Si yo hubiera dejado en segui- los templos y con el mismo impío
da la empresa que traía entre ma- furor de los gigantes mitológicos,
nos, ni hubiera socorrido a la pa- contra las mismas divinidades in-
tria, ni Mitrídates me hubiera deja- mortales.
do partir libremente. Vine, pues, Con quince capitanes, enemigos
tan pronto como pude, tan pronto mortales de esta patria común, y
como convino, esperado ciertamen- con sus huestes numerosas y ague-
te y con retraso, pero no tardío del rridas, yo luché. Yo no creo que
todo, pues todo eso que veis y que ellos pudieran ser vencidos por au-
ya no existiría yo lo salvé con mi xilio alguno o por fuerza simple-
llegada. Aquellos rebeldes no sola- mente humana. Vencidos fueron y
mente se habían conjurado para la sacrificados por la virtud y el auxi-
perdición y matanza de sus ciuda- lio de los dioses a quienes ellos ha-
danos, porque no hubiese nadie que bían declarado guerra. Yo jamás me
contraviniese y obstaculizase el arrogaría un suceso tan completo y
mando que ya se habían repartido, tan feliz ni me halagaré, quirites,
sino que también tenían guerra de- con la presunción de pensar que
clarada a esos muros, a esas pare- con mi esfuerzo, mis consejos y mi
des, templos, santuarios, aras, y las virtud resultaron vencidos tantos
amagaban con el incendio y la rui- enemigos tan encarnizados. Fueron
na, puesto que con una clarividen- los dioses omnipotentes quienes con
cia negativa preveían que mientras la majestad de su poder incontrasta-
quedase en pie el más leve vestigio ble los abatieron y los aniquilaron.
de esta ciudad, no les sería posible Júpiter Optimo Máximo puso en
dividirse el mundo y reinar en don- fuga y anduvo a los alcances de
dequiera que fuese. aquellos adalides sacrilegos e im-
Carbón empezó su obra destruc- píos, incendiarios de su templo, que
tora con el incendio del Capitolio, por tamañas execrables culpas su-
la más hermosa fábrica de todo el frieron penas continuas mientras
Imperio romano: templo construido vivieron y ahora en el infierno las
por los reyes, dedicado por aquellos sufrirán por toda la eternidad. Yo
cónsules primeros; templo que por no tomo, quirites. tantos humos
espacio de cuatrocientos años fué que llegue a afirmar que por el es-
objeto de la más exquisita devoción fuerzo de mi brazo y las luces de
y religioso culto; que ni aun cuan- mi mente fueron acabadas feliz-
do los galos temaron la ciudad fué mente tantas y tan variadas, y tan
violado; que tuteló fielmente las re- difíciles campañas.
liquias de este Imperio y nos las ha Yo no dudo, quirites, que muchos
conservado; en aquella ocasión ar- de vosotros oj^eron decir, pues fue-
dió en llamas sacrilegas. Y fué el ron muchos los testigos presencia-
cónsul precisamente quien le pren- les que. cuando la primera guerra
dió fuego: fuego que debiera ser contra Mario Postunio, el arúspice
apagado con su sangre, si con otra que todos conocimos, me exhortó a
cosa no pudiera. Digo esto, quirites, perseguir a los enemigos con las ar-
para que entendáis que aquellos mas en la mano; que esto declaraba
impíos, no solamente contra vos- y mandaba Júpiter mediante las en-
otros promovieron su guerra y to- trañas de los animales. Habéis to-
maron las armas, sino contra los dos igualmente conocido a Lucio
OBRAS FILOLÓGICAS. DECLAMACIONES SILANAS. DECLAMACIÓN III 765

Ticio. Este, estando yo en Asia har- cio, varón de heroico temple, que
to ansioso y preocupado por el éxi- ella seríaen lo futuro ayuda y guía
to final de la guerra mitridática, me de mis caminos, y dió orden porque
anunció y me prometió, de parte de me apresurase a venir a la ciudad
Júpiter, la victoria, que está en su para librar de las llamas y del in-
mano y en su poder. Esto mismo cendio el más hermoso templo del
me comunicó un soldado veterano, mundo, que debía arder la víspera
hombre bueno e impecable, de la de nonas de agosto. Y esa pre-
las
sexta legión, y añadió que yo recu- dicción, como visteis, tuvo una tris-
peraría de manos de los enemigos, te realidad. Mías eran las huestes,
a costa de mucha sangre suya, la fuertes, ciertamente, y aguerridas,
patria y que restablecería la Repú- pero si se las compara con tantos
blica. La misma imagen de un dios ejércitos como eran los que estaban
nos apareció a entrambos en Táren- conjurados contra la patria, eran
lo en ocasión en que yo ofrecía sa- flacas y descrecidas. Vencimos, pues,
crificios, interesado en la conduc- porque luchaban mano a mano a
ción de la guerra. Júpiter, por el nuestro lado y a nuestro favor la
hígado de un becerro, según inter- patria, los votos de los buenos ciu-
pretación del mismo Postumio, me dadanos, la piedad, la religión, la
mandó tener ánimo ganoso y alen- libertad, la inocencia, el pudor, la
tado. Bajo su dirección y sus aus- fe, la equidad, la buena conciencia,
picios, no bajo los míos, quirites, la honestidad y toda cuanta virtud
recuperamos la libertad y la Repú- hay, y, en una palabra, los dioses
blica. Yo no hice más que prestar inmortales. En las filas de aquellos
mis manos a los dioses y a Júpiter, parricidas combatían la petulancia,
;

en primer lugar, corresponden esa la lujuria, el furor, el fraude, la in-


alabanza y esa gloria, puesto que él humanidad, el degüello de ciudada-
fué quien apuntaló y detuvo el de- nos, la caída y ruina de esta ciudad,
rrumbamiento de ese Imperio, y por la impiedad y todo cuanto vicio, y
eso, con la sabiduría más grande y toda cuanta maldad hay, por mane-
con no menor presagio, Rómulo le ra que todos aquellos bienes, sin
dió el nombre de Stator, que suena ejército y sin armas derrotaron com-
Estabilizador. Si algo se me debe a pletamente todos estos males y todo
mí es el exiguo reconocimiento que el ejército de locos y de impíos, y
suele testimoniarse a un simple le- los dioses inmortales no permitie-
gado o a quien hace una obra por ron que quedase inulta la ofensa
mandado ajeno. hecha a su majestad.
Fué, asimismo, luz y guía de mis No abusaré, quirites, de esa vues-
actos la misma Belona, a la cual pu- tra paciente amabilidad con que me
sieron nuestros mayores merecida- oís hablar tan prolijamente de las
mente un trono en la acrópolis, calamidades de esta República. No
porque ella y el dios Marte, padre voy a enumerar los males casi infi-
del fundador de esta ciudad, que nitos que a esa ciudad y a esa pa-
presiden las empresas bélicas, en tria suya infligieron los Carbones, y
todo tiempo prosperaron este pue- los Norbanos, y los Marios el do- :

blo y este Imperio. Esta misma lor os impediría a vosotros oírlos y


diosa Belona, y fueron muchos los a mí me vedaría relatarlos. No atri-
que lo oyeron, anunció por boca de bularé vuestro espíritu con el re-
un miembro de la familia de L. Pon- cuerdo de aquellos tiempos. Quede,
766 JUAN LL'IS VIVES. OBRAS COMPLETAS. TOMO I

pues, sin decir que Mario el viejo abrir y cerrar de ojos, y pase a hie-
y Ciña, sin sufragio del pueblo y rro a toda la nobleza. Ejecutó pun-
sin autoridad del benado, se procla- tualmente el buen soldado las órde-
maron cónsules para un año, y Ciña nes de su jefe y no quedó noble en
y Carbón para un bienio. Y si Ciña la ciudad que en aquella hora no
tuviera más
vida vosotros,
larga, sucumbiese a los execrables puña-
quirites,perdierais el derecho de les asesinos. ¡Oh Valerios; oh Cor-
crear cónsules con vuestros sufra- nelios, Horacios, Emilios, Muelos,
gios,pues él hubiera introducido la Claudios, Catulos, Fabios, Mandos
costumbre de crearse cónsules los que nos entregasteis en depósito
que tuvieran más osadía y arrestos. esa República tan floreciente, esa
Después de los días de Ciña, Nor- República que vosotros, con vuestro
bano y Carbón impusieron a la sudor, con vuestra sangre, con vues-
fuerza, contra todas las leyes viejas tra vida engrandecisteis y robuste-
y nuevas, por cónsul a Mario el jo- cisteis para que fuese santuario de
ven, mozo ignorante y exaltado, que vuestro recuerdo y morada de
apenas contaba veinte años, desa- vuestra posteridad, para que vues-
fiando la más agria impopularidad tros beneficios deparasen a las ge-
y con la más viva tristeza y llanto neraciones que os sucederían rique-
de los que recordaban de qué pa- zas, honor, gloria y dignidad; ved
dre era hijo y veían cuán siniestras aquí cómo en aquella misma ciudad
intenciones abrigaba contra la Repú- a quien tantas veces con vuestros
blica y cuánta maldad respiraba y consejos y con vuestras armas ha-
cuánta peste prometía. Y a todos béis librado y conservado; ved
los engañó aquel joven furioso, aquí cómo un solo muchacho de
pues aun cuando no había nadie Arpiñas, enloquecido de furor, res-
que no temiese que iba a acarrear pirando y anhelando carnicería e
a esa República toda suerte de ca- incendio, a todos vuestros nietos,
lamidades, superó la general expec- no ya como esclavos vilísimos, de
tación, y en un lapso de tiempo, re- cuya matanza la Humanidad no
lativamente breve, resultó mucho acostumbra abstenerse, sino como
más feroz e intolerable de lo que una manada de víctimas, con una
todos recelaban que fuese. Es de sola palabra suya los inmola en pú-
saber que. poco antes de que tra- blica y solemnísima hecatombe, y
bara conmigo combate en Sacripor- rae del haz de la tierra vuestra des-
to, quiso ofrecer sacrificios a los cendencia y vuestros nombres!
mismos dioses, en cuyo honor sa- Degollado fué aquel consular sin
crificaba su padre, es decir, aquellas tacha, Quinto Escévola, pontífice
divinidades crueles, de quienes dije máximo en tu propio vestíbulo, ¡oh
que se gozaban y se aplacaban con Madre Vesta!, y tu inviolable y sa-
sangre y hostias humanas y con crosanto fuego a punto estuvo de
cadáveres de ciudadanos romanos. apagarlo la sangre de tu Sumo Sa-
Entonces, para que no se transpa- cerdote, y se hubiera apagado a
rentase ninguno de los malvados buen seguro si su exhausto corpe-
designios que ya de largo tiempo su zuelo senil pudiera dar sangre su-
ánimo maduraba, ordena al pretor ficiente. Nuestros mayores impusie-
L. Damasipo, satélite suyo y brazo ron una multa a Cneo Tremelio,
de su furor, que, so pretexto de con- tribuno de la plebe, porque de la
sulta, convoque al ""enado. en un boca le cayó no sé qué expresión
OBRAS FILOLÓGICAS. DECLAMACIONES SILANAS. DECLAMACIÓN III 767

poco honorífica contra M. Emilio, estado y empinación primitiva? ¿No


que también era pontífice máximo. era mi deber arrancarla de las ma-
Empero, a Escévola, quirites, no le nos y de las fauces de los ladrones?
valió la reverencia debida a su au- ¿No tenía yo la obligación de apa-
gusto pontificado, ni su provecta an- gar el incendio que prendía en la
cianidad, ni el consulado, ni los al- ciudad y en toda la Italia? Yo no
tos cargos desempeñados, ni su sa- digo que con tal ejército iba a hacer
biduría acarreada por tan prolija todo aquello, sino que yo solo, con
experiencia, ni los muchos y gran- la ayuda de los dioses inmortales a
des beneficios hechos a esta ciudad, todo lo que es santo, es justo y es
ni el respeto que traen consigo los piadoso, derrotara aquellas huestes
sacrificios y la religión, ni el lugar hacinadas por la conspiración en la
mismo adonde se había acogido co- maldad, o al menos las resistiera e
mo a puerto de salud, ni el recuer- intentara oponerles no más que mi
do de sus merecimientos para con pecho, como dicen que hizo aquel
ambos Marios, el viejo y el mozo. Cocles famoso en la aurora de la
Habéis de saber, quirites, que de libertad. Pero lo hicieron mejor los
Escévola nunca pudo conseguir el dioses inmortales, que en mí y en
Senado que desautorizase con su mi ejército infundieron tal arrojo
opinión expresa al viejo Mario, ene- y tales bríos e inspiraron en los
migo suyo irreconciliable; y por lo Mételos, en Pompeyo, Craso, en los
que se refiere a Mario el mozo y a Lúculos, en Filipo Servilio, Catulo
Carbón, quería y esforzábase por y en todos los pueblos de Italia la
que yo y nosotros todos y aquellos idea feliz de aunarse y conspirar
que murieron se salvasen todos me- conmigo para la dignidad de este
diante una transacción. ¿Esta es Imperio, para la salvación de esta
la gratitud del padre? ¿Éste es el ciudad y esta República y para, a
reconocimiento del hijo? ¿Esta fué todas aquellas pandillas sacrilegas
la obligación que demostraron a los de sicarios y de ladrones, con el
Mételos, a los Catulos, a los Mucios, vencimiento y con la fuga, expul-
que tan meritorios servicios les sarlas de la vida o, lo que era más
prestaron, y éste es el agradeci- inmediato y hacedero, expulsarlas
miento debido al Senado y el que de Italia.
al pueblo romano debían por tan- Al entrar en la ciudad, sáleme al
tos consulados conferidos a un hom- encuentro un mal mucho mayor y
bre nuevo y oscuro? ¿Y en mí fué fué que delante de la puerta Colina,
maldad tamaña, crimen tan sin po- en presencia de todos vosotros que
sible expiación, el hecho de que, me ayudabais y os interesabais por
mientras tenía en mis manos unas mi causa y estabais ansiosos por la
armas que la patria me había dado, salud pública, me vi obligado a tra-
no las emplease para perseguir y bar pelea con Telesino y los sam-
vengar tantos agravios infligidos a nitas. En este combate, el choque
la patria, cohibido por el recelo de. no era con los ciudadanos ni se pe-
una impopularidad muy probable leaba por la hegemonía de los ma-
entre ciudadanos ingratos? ¿No de- los o de los buenos en esta Repú-
bía yo redimirla de aquel inmundo blica, sino de los samnitas. ¿Debía
pillaje? ¿No había yo de apunta- ser esta ciudad cabeza de la tierra
larla en la inminencia de su de- y de la redondez del orbe? ¿Debía
rrumbamiento y reponerla en su asentarse aquí el Imperio del mun-
768 JUAN LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. TOMO I

do, o si, derribados o asolados estos graciadamente, borrada queda ya la


techos, estas aras, estos hogares, es- memoria de estos grandes servicios
tos penates, estos templos, estos hasta tal punto somos todos bené-
santuarios, esta ciudad arrancada de volos en el temor y pasado el temor,
cuajo, borrado el nombre de Roma, ingratos. Y. en cambio, se recuerda
el Imperio mundial se trasladaría a con memoria tenaz la orden que di
Samnio? Y aquello que en las Horcas de matar a aquellos que, metidos en
Caudinas, donde las legiones roma- las entrañas y en las venas de la
nas se sometieron al yugo, no se ciudad, chupaban nuestra sangre,
consumó gracias a la unión de esta enemigos parásitos, a fin de que
ciudad, ahora, con motivo de la dis- con una actuación misma, se paga-
cordia civil, se consumaría a las se el premio a legiones tan benemé-
puertas de la misma ciudad. Tenía ritas y la República quedase pur-
Telesino una más firme confianza gada de aquellos ciudadanos perdi-
en ese resultado que aquel históri- dísimos, de aquella sentina de mal-
co Herenio Poncio, andado ya en dades, y de este modo, sin miedo y
días, que en un carro fué llevado a sin ansia, pudiera, desde luego, vi-
los reales del hijo caudillo, no por- vir en sabrosa libertad la Pepúbli-
que Telesino tuviera tanta ciencia ca ganada de nuevo para sí misma.
o tanta experiencia como Herenio, ¡Oh muerte, precioso don que
o fuerzas iguales que las de Claudio otorgó el Cielo a los hombres no
Poncio, hijo de Herencio, sino por- para su mal, como muchos creen,
que en aquella coyuntura hubo sino para el mayor de sus prove-
cónsules que, por la salud de la pa- chos: cuántos y cuántos bienes, en
tria, por la religiosa observancia de verdad, codiciaderos traes contigo!
los pactos espontáneamente, quisie- Los Marios, Ciña, Carbón, Xorbano.
ron entregarse y exhortaron al pue- Telesino, empeñados en borrar el
blo porque los entregase. Y ahora, nombre romano, y que ya habían
en cambio, esos mismos cónsules, conseguido echar los cimientos efi-
para no ver su poder menoscabado caces de esta hazaña execrable, por
en una tilde, estaban dispuestos a el hecho de que murieron, están
despojar a su patria de la hegemo- limpios de odio y piénsase que na-
nía, a un degüello general de ciuda- da hicieron. Y yo que los dominé y
danos, a entregar esa ciudad y la rechacé, que asenté y conservé todo
patria toda a las naciones fieras y esto que veis que se sostiene y que
bárbaras, para que la asolasen y eliminé a aquellos facinerosos que
devastasen, y así lo tenían resuelto. sacrificaban a los buenos; yo, que
Yo ahuyenté de vosotros, quirites. suprimí a unos pocos malvados por
de vuestras esposas y de vuestros salvar a todos los buenos, por el
hijos y de vuestros bienes estos si- hecho de que vivo y discurro ante
niestros designios de Telesino y de los ojos de mis ciudadanos, polari-
los samnitas; volví contra ellos, zo un odio abrumador y me asfixia
contra sus casas y contra sus cabe- una impopularidad, que es la mayor
zas aquella antorcha que ellos en- de las iniquidades. También yo pu-
cendieron para prender fuego a la diera vivir con honra bajo el domi-
ciudad; recobré la República; di li- nio de Mario, porque mi consenti-
bertad a mis ciudadanos; conservé miento y mi callada aprobación da-
este Imperio : arrebaté a la patria rían robustez a su mando. ¿Qui-
de las uñas de la fatalidad. Mas, des- I
sierais que viéndolo yo y callando,
i

OBRAS FILOLÓGICAS. DECLAMACIONES SILANAS. DECLAMACIÓN III 769

ellos en breve tiempo hubieran de- amenaza permanente de Italia y de


solado la ciudad y toda la Italia, ma- vuestros dominios. Cómo en Asia
tando a los unos, suicidándose los vencí a Gordio, y en qué batallas,
otros, otros yéndose al destierro, hu- y cómo, cumpliendo órdenes vues-
yendo de tantos males? En vano tras, repuse en el trono a vuestro
yo, quirites, en la urgencia de tan- amigo Ariobarzanes, y con qué em-
tos peligros y de tantas penalidades, puje y con cuánta fuerza y destreza
sin tener cuenta con mi salud per- diríalo más largamente, quirites, si
sonal, realizara tantas y tamañas pudiera hacerlo sin sospecha de jac-
proezas, que en la recta conciencia tancia en acción de tanta gloria mía
de las personas desapasionadas, edad o no me constase que ninguno de
ninguna oscurecerá y por las cuales vosotros lo ignora. Recordaría tam-
a la envidia actual sucederán fama bién que antes que a nadie vino a
y gloria sempiterna, si en la mayor mí, general vuestro, una embajada
de sus crisis y en el más agudo de de los partos y, por obra mía, ado-
sus peligros no estuviera atento a raron vuestras banderas y vuestras
los deberes que el patriotismo me legiones. En la guerra social, ha-
imponía. ¿Es que las atenciones biendo los samnitas derrotado y
vuestras para conmigo requerían puesto en fuga al ejército consular
que yo, que entonces tenía algún y sojuzgado a Ñola, colonia nuestra,
poder, dejase desamparada la causa después de dar muerte al pretor
pública? ¿Y quién le hubiera asumi- L. Postumio y expugnado y ocupado
do? ¿Algún infeliz de la ínfima ca- a Esernia, que era también colonia
pa social? ¿Por ventura la conside- nuestra, luego de matar a M. Marce-
ración de mis hechos, que yo con- lo, yo reclamé para mí aquella na-
sagré a la patria en prenda de la ción para batirme con ella y, al
piedad que le debía? Yo fui quien paso que vengaba las injurias he-
traje a Roma, maniatado, a Yugurta, chas a la República, dar gallarda
que después de tan varias batallas muestra de mi valor, adquirir glo-
no estaba del todo quebrantado y ria verdadera y duradera y que mi
aparejaba feroces contraofensivas, patria aprobara mis servicios de
no sin haber expuesto mi cabeza a buen patriota. Así que en el primer
copiosos peligros en la guerra cím- encuentro vencí a los samnitas tan
brica. rotundamente que expugné dos cam-
Todos sabéis quién liberó a Mario pamentos suyos y luego, en muchos
cuando estaba cercado; quién fué choques sucesivos, apremié y aplas-
el que con una honrada y previsora té aquel pueblo, y en premio de ello,
política de abastecimientos impidió mi ejército, librado por mí, me dis-
que nuestros ejércitos muriesen de tinguió y me decoró con la corona
hambre y cuánta fué la importan- obsidional; domé a los hirpinos y a
cia de aquella victoria. Como digo, estos dos pueblos y a muchos otros
todos lo sabéis, no sólo los que to- los restituí, quirites, a vuestro po-
masteis parte en aquellas campañas, der. Y a seguida de estos tan claros
sino los que desde la patria captas- y hazañosos hechos, con una muy
teis los verídicos rumores de la par- nutrida votación en los comicios,
lera fama. Yo domeñé y sujeté a fui nombrado cónsul, y nadie nun-
vuestro Imperio gran parte de aque- ca hubiera podido convencerme de
llas gentes que pueblan las salvajes que debía tolerar que Mario el vie-
asperezas de los Alpes, que eran una jo se desmandase contra esta Repú-

LUIS VIVES. — 25
770 JUAN LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. TOMO I

blica con una furia tan insana y feos, que traerán su recuerdo a los
tan orgiástica. venideros siglos, monumento glorio-
Siguiéronse a continuación las so en loor de Marte, de la Victoria,
victorias sobre toda Grecia y aque- de Venus. Estos triunfos encendían
llas pugnas con Arquelao y con mi ánimo en ardores increíbles, dis-
Dorilao, prefectos de Mitrídates: puesto a no consentir que aquella
con aquél, junto a Queronea; con és- ciudad, por la cual yo había consu-
te, cabe Orcómenes. En la primera mado esas gestas nobilísimas y que
de estas batallas yo contendí con debía ser el archivo imperecedero
cien mil infantes bárbaros y con de tan grande gloria mía, de mi
diez mil jinetes. De todo ese número nombre, de mi linaje, de mi poste-
monstruoso, sólo diez mil hallaron ridad, fuese despedazada, fuese
salvación en la fuga, siendo así que arrancada y descuajada de su suelo
de los nuestros (cosa, quirites, in- por manos de ladrones y de gladia-
creíble de decir) solamente echamos dores, como Ciña, Mario, Carbón,
de menos a catorce, y aun de éstos, Norbano, Telesino.
a boca de noche, regresaron a los No soy, quirites, tan descuidado
reales dos rezagados imprudentes, de mí mismo, ni tan menospieciador
que en el ardor de la batalla se ha- de los honores, ni tan encogido que
bían alejado más de la cuenta persi- vaya yo mismo a borrar, por indo-
guiendo al enemigo. En el segundo lencia y apatía, la memoria de tan
choque con Dorilas, luché contra altos hechos, y que habiendo yo rea-
ochenta mil soldados, los más esco- lizado proezas que la posteridad iba
gidos de todo el reino de Mitrídates, a celebrar con gloria mía muy
en batalla áspera y difícil, quirites, grande, o por miedo de la vida, o
en la cual, dislocadas y rechazadas de la envidia, o por no ofender a
nuestras formaciones, comenzaban unos ciudadanos míos que arruina-
a perder su cohesión y a desban- ban a su patria, sea yo precisamen-
darse, hasta que, llamadas enér- te quien las envuelva en tinieblas
gicamente por mí, que luchaba en y en olvido. No era, no, dañar a la
primera línea, reprendiendo acre- patria, depurarla de enemigos in-
mente a los soldados porque aban- teriores. Al contrario, perder la pa-
donaban a su general, pues yo, tria hubiera sido dejar impasible-
quirites, tenía el propósito firme y mente que aquella infección, que de
bien asentado, en caso de no vencer, día en día iba cundiendo más, ad-
de sucumbir como bueno en el quiriese tantas fuerzas como quisie-
campo. Los soldados, cohibidos por se, cuantas ciertamente bastaran pa-
su propia vergüenza y su ingenuo ra desquiciarlo y arruinarlo todo.
pudor de romanos, hicieron alto en Empero, quirites, mi vida y la
su fuga, y con multiplicado brío vida de cada uno de vosotros está
volvieron a la batalla e hicieron a por la Naturaleza encerrada y defi-
su vez retroceder al enemigo y le nida dentro de unos límites preci-
pusieron en fuga, y lo único que sos; y aun cuando en ella no irrum-
puso fin a la carnicería fué el can- pa fuerza alguna hostil, con todo, la
sancio. Entonces erigí yo en ambos misma Naturaleza, que en tan es-
propios lugares de vuestras (y si se trecho campo la delimitó, a su de-
me permite también a mí lo que a bido tiempo la reclamará, como un
los restantes caudillos se concedió) acreedor puntual reclama una deu-
victorias mías, asimismo, dos tro- da. ¿Qué puede fantasearse más
OBRAS FILOLÓGICAS. —DECLAMACIONES SILANAS. DECLAMACIÓN III 771

bello? ¿Qué puede soñarse más di- profesan a esa República, dirán que
choso, que, teniendo forzosamente yo fui quien a esa misma Repúbli-
que morir todos, así el héroe como el ca le devolví su dignidad y la repu-
cobarde, interesar la vida perecede- se en su libertad. También los ma-
ra, una gloria perdurable? ¿Y aque- nes de aquellos hombres piadosos, a
llo mismo que constituye una deuda quienes yo vengué de una muerte
a la Naturaleza, devolverlo a la Na- ultrajante en sus verdugos execra-
turaleza con sumo provecho de la bles, y aun el mismo Quirino, y aun
patria, con suma alabanza y gloria nuestros ascendientes, cuya ciudad
nuestra? Y ese punto que en todo y ciudadanos y linajes y monumen-
tiempo debe ser considerado y me- tos yo salvé del incendio, de la ma-
ditado tan tensamente como sea po- tanza, de la ruina, del pillaje, me
sible, quirites, entonces parecióme darán las gracias por tamaños be-
que para mí era deseable; cuando, neficios.
luego de haber dejado tales obras, Y por si acaso, quirites, me espe-
cuales mayores ya no las podía es- ra un hado indigno de mis precla-
perar en vida, me convencí que ya ros consejos y obras, yo no lo rehu-
no me quedaba felicidad más gran- so; con ánimo igual lo acepto, sea
de que la de hacer a la patria, a la el que fuere. La conciencia de mis
cual se lo había dado todo, entrega buenas obras será mi monumento
generosa de la propia vida, que era en vida y mi solaz en la muerte.
lo único que me quedaba. Con todo, Esta conciencia, que es el testigo de
era de temer la envidia ocasionada la buena vida, jamás permite que
precisamente por mi tan grande el hombre sea infeliz; como la con-
virtud y tan acendrado patriotismo. no deja que sea
ciencia acusadora
Yo sé, quirites, hombre feliz. Y, especialmente,
con absoluta cer- el
tidumbre, que aun cuando vosotros porque mi virtud se adelantó tanto
no me signifiquéis ningún agrade- como su memoria. No encerrada ni
cimiento, me lo significarán, para comprendida en límite alguno, no
siempre jamás, estas paredes y es- es posible que muera con el cuerpo.
tos muros, estos templos de los dio- Así es que los enemigos pueden
ses, todos estos lugares de donde yo arrebatar la vida, pero no la fama
aparté el fuego y la ruina y esta ni el nombre eterno, ni la gloria
ciudad que, por beneficio mío, se inmortal; ni pueden arrancarme el
mantiene por su propio pie en su íntimo e indestructible gozo de ha-
propio estado y asiento. Y también ber salvado la patria, ni pueden
la muerte misma que extinguirá la arrebatarme esa misma patria que,
envidia, traerá a los hombres más levantada y confiada por mí, mien-
ecuánimes Para aquel día,
juicios. tras subsistiere (y yo espero que
la posteridad comprenderá los méri- será eterna), sentirá y recordará el
tos que desconocen algunos hom- gran servicio que le hice. Ni tampo-
bres actuales y a mí me proclama- co, en cuanto estuviere en mi poder,
rán salvador de la patria y a ellos daré ocasión al odio justo ni abriré
reos del más negro desagradecimien- portillo alguno a los maldicientes,
to. Y aun los mismos dioses inmor- ni nadie me acusará luego de haber
tales, cuyos santuarios y altares, en- hecho todo esto y de haber librado
tonces quemados, yo restituí y re- a mi patria de la más enojosa de
paré y por cuya inspiración y vo- las tiranías, de no dejar a la patria
luntad y por el singular amor que en su cierta y clara libertad y que
772 JUAN LUIS VIVES, .
OBR.AS COMPLETAS. TOMO I

yo no expulsé a los tiranos para tria común; aquí, en Roma nacido,


colocarme en su lugar. educado, formado, de nobilísimo
La dictadura, quirites, si fuese un abolengo, a saber: de la gente Cor-
obstáculo para nuestra libertad, ya nelia, que por vuestra libertad hizo
no sería la magistratura creada por cosas grandes. Yo amo con amor de
nuestros mayores para los trances excepción la libertad, la dignidad,
más críticos de la República, para la salud, el poder, la gloria de esa
las situaciones más vidriosas y ex- República que no morirá. Quiero
tremas. Ese tiempo, si alguno hubo vivir sujeto a las leyes de nuestros
después de la fundación de la ciu- mayores, a sus juicios, a sus costum-
dad, fué aquel tiempo astroso en bres, a sus instituciones. Declaro
que vosotros me conferisteis esa ma- que a ellas acomodé toda mi vida.
gistratura que yo desempeñé, por- Quien las quiera conservar conmi-
que no pereciese esa ciudad, que la go, a ése yo le ayudaré con mis re-
halló para las crisis desesperadas. cursos, con mis amigos, con mi per-
Por lo que a mí toca, todos mis ac- sona misma. Quien quisiere poder
tos indican que yo disfruto de más más que las leyes y los derechos;
amplia libertad que cualquier otro quien quisiere imponerse al Senado,
de los mortales. Cite alguno, si lo esclavizar al pueblo; quien promo-
supiere, algún dicho o algún hecho viere una guerra civil, tened buen
arbitrario o fraudulento en mi dic- ánimo, quirites, que yo tengo pre-
tadura, y estoy dispuesto a sufrir vistas y tomadas todas las medidas
la sanción que fijareis, cualquiera para aplastar esta locura. Por todo
que ella fuese. Reciente mi victoria, esto, por entrar yo mismo en el ca-
Nonio, mi primo, y Servio, mi pa- mino que yo fortalecí para que se
riente, candidatos a la pretura, co- demuestre que en esta ciudad de nin-
secharon de vosotros una derrota. guna cosa se hace tanta estima co-
Y respondedme, por favor: ¿Qué mo de la libertad, de las leyes, de lo
opinión manifesté en público acer- bueno y de lo justo, desde este lugar
ca de esta repulsa vuestra, sino que y este momento, le doy autorización
me alegraba de que tras dueños tan para que reclame de mí todo cau-
violentos vieseis el rostro de la li- dal robado, todo campo requisado,
bertad no ficticia, sino verdadera y todo asesinato de familiar o amigo
sólida y recogieseis su fruto? o cualquier otro hecho que él crea
¡Cuántos y cuántos son los que ser injusto. Dispuesto estoy a res-
sienten mal de mí, los que me quie- ponder de todo, en derecho. Y para
ren mal, los que me dañarían si que pueda hacerse con más libertad
pudiesen! Harto lo tengo conocido y sin riesgo, y porque no se descu-
y averiguado; pero esos tales viven bra que yo dejé resquicio a la en-
y por mí vivan cuanto quieran. vidia y a la maledicencia, y para
¡
Qué contrasentido, qué locura fue- que no sea un obstáculo la dictadu-
ra la mía si habiendo peleado por la ra, quirites, yo renuncio a la dicta-
libertad de mi patria ella no fuese dura. Desatad, lictores, esos haces;
libre por exclusiva culpa mía! Yo, quebrad esas segures. Soy un sim-
quirites, soy ciudadano de esa pa- ple ciudadano.
OBRAS FILOLÓGICAS. DECLAMACIONES SILANAS. DECLAMACIÓN IV

DECLAMACION CUARTA
PUESTA EN BOCA
DEL CONSUL MARCO EMILIO LEP1DO
CONTRA SILA
VUELTO A LA VIDA PRIVADA

ARGUMENTO Catulo, Craso y otros nobles, y con


el prestigio que le quedó de su ma-
Pocos días antes que Sila dimi- gistratura irresponsable, fácilmen-
tiese su dictadura, se celebraron te se defendió de la enemistad y de
elecciones consulares, y uno de los los ataques del cónsul. Y no sola-
candidatos al consulado, entre otros, mente no le pasó nada por la co-
era Marco Emilio Lépido, personaje misión de tantas fechorías, sino
patricio, de la nobilísima gente que llegó, poderoso y temido, a la
emilia, hombre de admirable liber- muerte, y murió feliz, como siempre
tad y audacia, a quien, por serle él había anunciado, si es que se
aborrecible y odiosa la tiranía de puede ser feliz con tantos crímenes
Sila, éste no se avenía a que se le y maldades, con el sacrificio de tan-
crease cónsul. Pero Pompeyo, que tos ciudadanos y aliados en la gue-
contaba con la entusiasta adhesión rra y en la paz. Mas él consideraba
de todo el Senado y el pueblo, y ya que iba a ser feliz si quedaban en
había alcanzado los honores del la impunidad tantos delitos, siendo
triunfo por haber sojuzgado el Afri- así que fuera menos miserable si
ca antes que fuese senador, trabajó hubiera expiado una parte de sus
con tanto entusiasmo la candidatu- desafueros.
ra de Emilio, que consiguió hacerle
cónsul con fuerte mayoría de votos DECLAMACION
sobre su colega Q. Luctacio Catulo,
con muy vivo despecho de Sila. Con razón,quirites, los dioses y
Emilio, pensando que era justo, y las diosas todas y el mismo Rómu-
conforme con la dignidad y la ma- lo, padre de esta ciudad, me ocasio-
jestad del pueblo romano, que Sila naran la muerte y afligirían mi fa-
pagase las penas de tantas maldades, milia de infortunio, si, siendo yo
acúsale en presencia del pueblo ro- miembro de la gente emilia, y que
mano de todos los crímenes que co todos los días veo en mi casa las
metió antes de la dictadura y en la efigies de los héroes más fuertes y
dictadura, con la esperanza de que, esclarecidos, de mi padre, de mi
una vez Sila castigado, los deste- abuelo, de mi bisabuelo y de mis
rrados que habían huido de las ar- restantes ascendientes, que son co-
mas de Sila iban a volver a recupe- mo una prenda que me liga con vos-
rar los bienes y las posesiones que otros y a vosotros os recomienda a
habían perdido, pues éste era su mí perpetuamente, no dijese en voz
deseo más agudo. Mas Sila, aunque muy alta lo que siento de la Repú-
retirado a la vida privada, con sus blica y no defendiese, dado que no
propios recursos y los de Pompeyo, pudiera con mi palabra y con la
774 JUAN LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. TOMO I

fuerza del derecho, con mi brazo y los honores ni con la sangre ni con
con mis armas, vuestra dignidad, la vida, con tal de afirmar y afian-
vuestra gloria y vuestra libertad. zar vuestra libertad que veis opri-
De tal manera fui adoctrinado y mida por la arbitrariedad y la vio-
formado desde mi niñez hasta esos lencia de Sila.
mis años, quirites, que pensé que to- Harto veía yo que empresa de
da la fuerza de mi poder estribaba tal empuje no era cosa de cualquie-
en la libertad de ese pueblo, en la ra, sino arriscado empeño de cónsul
grandeza de ese Imperio, en la glo- y aun de un cónsul a quien le in-
ria y el honor de mi patria y que vitaran al propósito generoso los
los merecimientos de mis mayores ejemplos domésticos, y aun de un
redundarían en mi lustre y honra cónsul, del más noble abolengo, que
personal, si entrara yo en ese mis- con el poder supremo conjugase una
mo camino de beneficiar a la Repú- egregia voluntad, denodado pecho,
blica que ellos siguieron. Degenera- consejo previsor y riquezas no fla-
do de aquella virtud, no sólo no cas.
fuera ni Emilio ni Lépido, sino ni Por todo esto, quirites, me pre-
ciudadano siquiera, puesto que, na- senté en ese lugar para exhortaros,
cido de tan ilustres mayores, no da- cuando hubiereis entendido a quien
ba mayor rendimiento que cualquie- servísteis antes y cuánto atropello
ra otro de la plebe, siendo así que y violencia habéis padecido, aun
aun los hombres de la plebe se es- cuando creo que ninguno de vos-
fuerzan por superar y ennoblecer a otros lo ignora, a que conmigo asu-
sus oscuros progenitores con la luz máis el cuidado de vuestra libertad
de sus claros hechos. Por todo esto y de la República. Tenéis a un cón-
que dije, quirites, como sea que mi sul que está ciegamente dispuesto a
linaje a todas horas me advierte y serlo y en el desempeño de esta
casi me apremia a ocuparme en recia voluntad a poner no tenue em-
vuestros provechos, ahora que a peño y pulcritud y a salir a des-
todos mis otros antecedentes se aña- baratar resueltamente los esfuerzos
dió el consulado, y habiendo recibi- de esa pandilla y esa hez de ciuda-
do de vosotros tan señalada distin- danos apátridas y perdidos y a mo-
ción, fácilmente juzgará cada uno rir si importare, por la patria y
de vosotros cuál sea la disposición por nuestra libertad. Tened buen
de mi espíritu para con la Repú- ánimo, quirites, y haced ostensión
blica. de vuestra virilidad, pues vais a
Aquel día mismo, quirites, en que ver, con el favor de los dioses, a
me acerqué al servicio activo de la esa República, mientras yo fuere
,

República y comencé a valorar lo cónsul, tan libre como en ningún


que representaba mi familia y a lo otro tiempo la vieron nuestros ma-
que esa representación me obliga- yores. Tomé ya todas mis previsio-
ba, me hice cargo de cuán vergon- nes; estoy en la suprema magistra-
zoso sería para mí no responder a tura, son gigantes mis arrestos pa-
sus méritos y a su nobleza. Y des- ra con la República, y mi patriotis-
de aquella hora en que, mediante mo es fogoso e incontenible, que no
elecciones por centurias, fui elegido consentirá que por un día más con-
cónsul, formé el ahincado e incon- tinúe esa ruin y vergonzosa servi-
movible propósito de no tener nin- dumbre a la tiranía de Sila, ni que
guna cuenta con las riquezas, con permanezcan sin vengar sus injus-
OBRAS FILOLÓGICAS. DECLAMACIONES SILANAS. DECLAMACIÓN IV 775

ticias y ultrajes indignantes infligi- complacería en jugar con la vida y


dos por él a esa República, para con la sangre. Pero nosotros esta-
que conozcan todas las gentes y to- mos desvirilizados, y todo lo sufri-
dos los pueblos que a nuestro Impe- mos con paciencia. Hasta tal grado
rio obedecen que no son súbditos de en esa ciudad nuestra cayeron en
un pueblo servil y que ya no es ro- desuso las costumbres de nuestros
mano, sino que es virilmente y en- mayores y aquella nuestra añeja y
teramente romano; es decir, libérri- no domada libertad. Decidme, por
mo, como conviene en el que con el favor: ¿Qué acarreó L. Sila a esa
esfuerzo de su brazo y de su mente República? ¿Que no se creyó facul-
impuso su victoria sobre toda la re- tado, no digo ya para hacer, sino
dondez del orbe. para pensar? A nadie puede serle
Yo no acabo de comprender, qui- lícito, aun actuando sobre esclavos
rites, cómo puedan resignadamente comprados, por más que no nos ten-
las restantes naciones estarnos su- ga en mucha mayor estima. No te-
jetas y obedecernos, como sea ver- nía mucha más licencia que la que
dad que no somos señores y dueños tiene cualquier ciudadano, pues en
de nuestros destinos. Yo no entien- esta democracia la libertad es patri-
do cómo siendo ellas libres se pue- monio común. Si aquel famoso Ca-
den avenir a estar a las órdenes de milo o los Escipiones, el primero o
esclavos, y lo que constituye la más el segundo, hubieran tenido en esa
vil de las indignaciones: de esclavos ciudad más atribuciones que otros
de un autócrata violentísimo, de un muchos, acaso fueran muy pocos
ladrón repugnantísimo, del más in- los que admiraran cuánto de haza-
humano y perverso de los parrici- ñoso y de glorioso hicieron por
das. la República aquellos varones pre-
¡Oh Júpiter santo, que tantas claros. Y es de saber que Camilo re-
veces tutelaste esa ciudad y tantas cuperó esta ciudad del incendio y
veces la salvaste! Mientras amonto- las ruinas de los galos, y que
naba los cadáveres de los asesinados los Escipiones rechazaron, vencie-
en el propio foro; mientras ejecutó ron, sojuzgaron a los cartagineses,
contra el pueblo libre un nuevo e enemigos los más encarnizados y
inaudito linaje de crueldad, no hubo peligrosos de nuestro Imperio. Pero
nadie en ese pueblo que osara emi- L. Sila no hizo aquí más que gallar-
tir la voz del hombre libre, siendo dear y señorear y promulgar una
así que ni aun en la propia manada ley (con perdón de los dioses) en
de esclavos no faltan nunca quienes que erige su capricho en norma de
hablen con entera libertad a su amo gobierno. ¿No es ésa una monstruo-
enojado. Pero ése nos trata no como sidad horrenda y un pecado sin po-
siervos, pero ni siquiera como hom- sible expiación? ¿No equivale esto
bres. ¿Quién hubo jamás que a sus a la expugnación y toma a mano
esclavos les tuviera en tan sarcásti- armada de esta República? Esto, a
co ludibrio y que luego de haber ma- mi ver, no es más que un tributo a
tado a sus padres, a sus hijos, a su linaje y a sus mayores. Si algu-
sus hermanos tuviese la hipócrita no hay entre ellos de algún renom-
jactancia de decir que lo hizo por bre, es aquel tristemente célebre
su bien? Si pensara que eran hom- Rufino, ennoblecido más por su ig-
bres, no se regodearía con el fiero nominia que por su virtud. ¿Quién
gozo de ver cabezas y troncos, ni se conoce a aquel Sila que fué flamen
776 JUAN LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. TOMO I

quirinal; y a la restante taifa de Si- mas y esos frutos. Comprado des-


las, quién los conoce? Pero acaso pués por su bella apostura y por
quiera Sila que se silencien sus as- dinero copioso, el favor de determi-
cendientes y se hable de él. Recorra- nados hombres subió rastreando a
mos, si os place, el discurso de esta la cuestura. Demasiado sabéis cuán
vida suya y los sucesivos escalones desabridamente llevó Mario que a
por donde se encaramó a ese tiráni- él, varón severo y educado en aque-
co autoritarismo tan calamitoso y lla tétrica escuela castrense de Es-
funesto para el pueblo romano. cipión y mientras conducía una
Inquilino en su primera edad, más guerra sumamente peligrosa y difí-
querido de su madrastra de lo que cil, que se le diese un cuestor, amo-
era debido cuando era muchacho, llentado por la lujuria y estragado
aprovechando bien sus noches con- por su vida rota. Con todo, marchó
siguió las heredades de ella y la de a Africa y capturó con felonía a su
Nicópolis, la famosa ramera. Y a rey. Y todo lo de Sila es así. No sin
continuación, ahitado de comilonas, gracejo y agudeza, Norbano decía
revolcándose en todos los lupanares, que más que al león temía a la ra-
enfangado en placeres y en estupros posa de Sila. Nuestros mayores ad-
y empringado con aquellos ungüen- virtieron caballerosamente a Pirro,
tos que él primero soportó y luego rey pujante, que guerreaba en el
hizo soportar, regoldando manjares suelo de Italia y que se perecía por
y vino, fué trotero de toda la ciu- el gobierno de esa ciudad, que se
dad. Sabéis que esto no son inven- guardase del veneno, y a Servilio
ciones mías. Muchos de vosotros le Cepión porque fraudulentamente
visteis vomitando bocados indiges- mató a Viriato, que era un bellaco
tos y vino maloliente, al mediodía, perfecto, le infligieron una multa.
en pleno foro. Doctísimo demuy Y ése, en cambio, tiene por una
temprano en amar y ser amado, con- hazaña hermosa y gloriosa haber re-
ducíase de tal manera que indicio cibido maniatado a un rey inerme,
certero de costumbres estragadas traicionado por otro rey, su suegro
era el que uno fuese amigo y fami- como si de esta proeza no fuera ca-
liar de Sila. No había tahúr en esta paz cualquier ladrón o el más co-
ciudad, ni rufián, corruptor de mo- barde de los esclavos. ¿Qué alaban-
zos él o corrompido, no había come- za hay en conducir a donde se te
diante, ni bufón, ni adúltero, ni antojare a un hombre que se te en-
hombre malo y vicioso que no le tregó atado de manos? Y, con todo,
fuesen a Sila íntimos y carísimos. esto es lo que representa la piedra
Con esa laya de hombres practicaba de aquel funesto anillo que levantó
sus convites diurnos y sus torpezas guerra tan grande, que causó tanta
nocturnas. Sáqueme alguien a un mortandad, que pilló tantos bienes
ciudadano bueno y honrado que le de ciudadanos. Y ahora se nos obli-
fuese amigo, o a un ciudadano malo ga a mirar en el Capitolio, en una
y perdido que le sea ajeno. Mentiré estatua de oro, el recuerdo monu-
si su vejez no atestigua ser como mental de esta fea acción. No quie-
fué su juventud. Mirad su cuerpo ro decir el vergonzoso descrédito
triturado por la artritis en todas sus que nos ocasionó, entre muchas na-
articulaciones y arruinado por mil ciones, cuando os echan en rostro
dolencias. No os será difícil com- que ya no vencéis en pelea franca
prender de qué raíces nacen esas ra- y con bélico valor, como vuestros
OBRAS FILOLÓGICAS. DECLAMACIONES SILANAS. DECLAMACIÓN IV 777

mayores, sino con artimañas traicio- dían nuestra sangre ni nuestras vi-
neras. Esta es la magnífica victoria das, ni luchaban para arrebatarnos
de Sila, de la cual volvió a nosotros nuestra ciudad, sino con la única
tan rico, que no sin razón dijo Man- pretensión de ser recibidos en ella.
lio que no es posible que sea hom- Vengamos ahora al glorioso con-
bre honrado el que, habiéndole de- sulado, bajo el cual Roma hubo de
jado pobre su padre, súbitamente ver, espectáculo luctuoso, chocar en
allegó riquezas tan insolentes. pugna civil sus huestes y sus ban-
Con esas riquezas compró la edili- deras. Esa mancha y esa peste esta-
dad, tras la derrota de la pretura, llada aquel año de ominosa recorda-
después compró la misma pretura, ción durarán grabadas al fuego por
con cohechos y larguezas odiosas e siglos imperecederos y serán referi-
intolerables. Y como fuese que él das por la posteridad con gran ge-
con demasiada frecuencia hiciese mido y pesar, y serán objeto de exe-
alusión a su pretura, C. César L. F. cración aquellos tiempos en que
replicó que con razón le llamaba siendo cónsules L. Sila y Q. Pompe-
suya, pues la había comprado y pa- yo, dieron comienzo las guerras in-
gado con dinero contante y sonante. testinas, dándose a las generaciones
Partido a Capadocia, vivió en juerga venideras el abominable ejemplo de
perpetua, y no viene a cuento men- hacer chocar huestes armadas por
tar de qué manera. Vosotros mismos la misma patria. La odiosidad de
oísteis a los legados de aquellas gen- esta guerra la echa Sila sobre Mario,
tes. Y si P. Censorino hubiera lle- como si no fuese él que con su furor
vado adelante su acusación por co- y demencia arrebatada, con sus in-
hecho con el mismo arrojo con que justas y acerbas mordeduras a la
la había comenzado, Sila hubiera gloria de Mario, quien le irritó y
sucumbido a la merecida condena y azuzó, no a la guerra civil, sino a
nosotros, ahora, tendríamos a nues- despojarle de la gloria de aquella
tra República libre y floreciente. provincia y de la guerra. Y como se
Pero no habiendo Censorino acudi- hubiese dado una ley ¿por ventura
do al emplazamiento, él se quedó no se imponía, Sila (pues tengo co-
exento, con gravísimo daño de toda mezón de apostrofarte y hablar un
Italia, en franquía para el consu- poco contigo), obedecer las órdenes
lado, para las guerras civiles, para del pueblo antes que con tu impío
la perdición de esta ciudad. En la ejemplo introdujeses la primera dis-
guerra social, y vosotros lo oísteis, cordia civil? Pero dícesme que era
se jactó de haber vertido mucha un bellaco el tribuno de la plebe
sangre de aliados. En esa guerra en y que aquella ley era inicua. Que
que la calamidad recaía exclusiva- fuese bueno o malo el que la daba,
mente sobre Italia, sólo merecen ninguna importancia tenía: era el
alabanza aquellos jefes que condu- tribuno de la plebe. Y por lo que
jeron la guerra con clemencia y toca a la ley, no veo por qué la
prudencia suma y usaron de la vic- llamas inicua, pues fué impuesta
toria con tal templanza, que se de- por el pueblo, si ya no es que
mostró que ellos no hicieron más aquello que no te conviene tú lo
que mitigar el encono de los com- reputas inicuo. ¿Crees, acaso, que
batientes y aplacarlos y reconciliar- el pueblo no tiene autoridad para
los en el amor de la República, pues poner al frente de los ejércitos al
los aliados en aquella guerra no pe- general que le pluguiere y enviarle
|
778 JUAN LUIS VIVES. OBR.AS COMPLETAS. TOMO I

a sus campañas? Recelo que tú no i


montar los setenta años; joven,
lo piensas así, pues de otra ma- Q. Fabio Máximo, cuando asumió la
nera con tu ley no le hubieses dictadura, en frente de Aníbal, para
quitado ese derecho. Pero, dime: salvar a la patria del despeñamien-
¿a quién designaba? ¿Acaso a un to? Mas a ti, Mario, a quien envidia-
hombre que no supiese qué era el bas, a quien profesabas odio entra-
pelear? Era nada menos que a Ma- ñable, ya te parecía viejo y caduco,
rio, que en las acciones de Escipión no sólo en su sexto consulado, sino
sobre Numancia, luego de haber da- en el segundo varón grande en to-
:

do inequívocas muestras de su va- do linaje de guerra, pues dirigió casi


lor, quedó de tal manera acreditado todas las de su tiempo, y por el pue-
que, preguntado el mismo Escipión, blo que se lo rogaba, creado tribuno
en el caso de que le ocurriese a él al- de la plebe. No es posible dudar de
guna contingencia desagradable, qué que tú, con depravada mente y tor-
caudillo había de escoger la Repú- cida intención, le declaraste a él, o,
blica, señaló a Mario. Y más tarde, mejor, a la patria, le declaraste la
en las expediciones militares de los guerra. De esta bellaca intención tú
otros y en su gran mayoría en las diste pruebas inequívocas, cuando
suyas propias, venciendo siempre, ordenaste y mandaste que fuesen
se había hecho viejo. ¿Que fué un molidos a pedradas los legados en-
hombre desafortunado en las gue- viados por el pueblo romano. Como
rras? Pero si Mario no sólo no fué el cartaginés y como el galo empu-
vencido en ninguna guerra, sino en jaste hacia la ciudad, para ocasionar
ningún combate, habiendo interve- la perdición de la patria, unas legio-
nido en muchos hechos de armas y nes alistadas para defensa y tutela
desempeñado muchos caudillajes, y de la patria. Y, por cierto, que vi-
siendo el hombre en cuyos brazos, nisteis por aquel mismo camino por
en cuya lealtad, en cuya buena suer- donde vino Aníbal. Como si fuera
te,en cuya lucida fortuna la Repú- poco haber dado muerte a los lega-
blica se había echado en sus más dos, maltrataste a los pretores que
graves crisis. Si en la guerra cím- se te fueron enviados, y para que
brica no tuviera él la capitanía, to- la ignominia llegase a su colmo, no
do eso que ahora es nuestro fuera faltó sino que no fueran degollados
de los cimbros y de los teutones, por hiciste menosprecio y burla de una
más que aun ahora no quiere Sila legación que llegaba en son de paz
que sea nuestro. Lo indudable es v tomaste la ciudad con una cruel-
que nosotros no estaríamos aquí; dad más brutal que la de los galos.
quienes estarían aquí serían los cim- No tuviste otro rayo, no tuviste en
bros y los teutones. aquel tiempo otra tea que aquella
Pero era viejo, dices. Como si en antorcha encendida que blandías y
el caudillo, como en el militar se de- con la cual amenazabas que ibas a
searan la edad y las fuerzas físicas, prenderle fuego, si los ciudadanos,
y no con mejor acuerdo el consejo y que de todo su poder y con todos los
el arte de mandar. ¿Es que eran jó- recursos que tuvieron a mano de-
venes aquellos antiguos: L. Quinti- fendieron su libertad y su vida de
liano Cincinato, creado dictador con- tus ladrones y de tu temeridad vio-
tra Sempronio Melio; joven, M. Va- lenta y desapoderada, hubieran de-
lerio Corvino, que obtuvo su sexto y jado que pillases la ciudad y la ha-
séptimo consulado, a punto de re- cinases de cadáveres. Que a ti, Sila,
OBRAS FILOLÓGICAS. DECLAMACIONES SILANAS. DECLAMACIÓN IV 779

esta idea pudiera ocurrírsete y que tariamente, porque de la urbe la


así hubieras podido manifestarlo y libertad no se desterrase un punto.
que a pesar de todo todavía vivas, ¿Y tú hubieras prendido fuego a la
es un pecado tan grande nuestro y ciudad, en donde radicaba la casa
un índice tan elocuente de nuestra solariega, no diré tuya (pues tú ja-
cobardía, que no somos dignos de más tuviste domicilio que pudieras
vivir, porque lo toleramos, y más llamar tuyo en buen derecho), pero
indignos todavía de continuar vi- sí, ciertamente, de la familia de los

viendo si seguimos tolerándolo en Cornelios, de la cual quieres que pa-


adelante. Esta monstruosa declara- rezca que eres engendrado, y en
ción tuya ni aquellos legendarios una ciudad en donde estaban tus
Brutos, ni los Fabios, ni los Cami- penates, tus sacrificios públicos y
los, ni los Escipiones que amaron a tus sacrificios privados? ¿Tú pren-
la patria con un amor fanático con- dieras fuego a la ciudad cuyo ciu-
sintieran que la hiciera impunemen- dadano eras y que era patria tuya?
te ningún Tarquinio, ningún jefe Si la quemaras, antes fueras quema-
galo, ni ningún caudillo cartagi- do tú; dime: ¿de qué ciudad serías
nés. ciudadano? ¿Acaso de sus cenizas?
¡Qué empachosa vergüenza la ¿Tú ibas a incendiar aquella ciudad,
mía, quirites, y qué atroz remordi- que fundada y asentada por Dios,
miento el nuestro, que L. Sila, hom- hijo de Dios, con eternos auspicios,
bre flagicioso y bravo ladrón osara con tanta fuerza suya y con tan
decir que él iba a incendiar la ciu- señalado amor de los dioses para
dad y que luego se le permitiera con nosotros, se remontó a la mayor
que viviese en Roma con toda cam- empinación de poderío humano?
pechanía y frescura. ¿Frescura, dije? ¿Tú, a incendiar esa pa-
Sila, ibas
Con la más desapudorada insolen- tria tuya que no quiso asolar ni el
cia y en situación de realizar lo que propio Aníbal enemigo el más en-
.

entonces amagó. ¿Tú, parricida; tú, carnizado del nombre romano? Pero
corruptor y hollador de todo dere- es que tú solo fuiste para nosotros
cho humano y divino, luego de ha- más pernicioso y atroz que muchos
ber dicho aquellas palabras, osas Aníbales. ¡Oh expresión, recia para
pronunciar el nombre de Cornelio? quienes la oyeron; afrentosa para
¿En qué linaje están aquellos dos nosotros si quedara inulta, calami-
Escipiones, Publio y Cneo, que por- tosa, según espero, para ti, pues aun
que Asdrúbal no pasase a Italia a cuando murieses, feliz, como te ima-
reunirse con su hermano, embara- ginas, y propales jactanciosamente,
zándole el camino con sus cuerpos, con todo, en el infierno pagarás las
cayeron en sus puestos por la pa- penas de maldades tan nefandas, de-
tria? Y tú, con arrestos para pren- bidas a los dioses inmortales, y a
der fuego a la ciudad, Cornelio, en- la patria, y a tus víctimas. Pero oíd
gendro ruin de aquella gens Corne- lo que resta por decir.
lia, que produjo a los dos africanos, Como viese Mario que Sila ataca-
aquellas dos cumbres, aquellas dos ba a la patria con ánimo tan sañoso
lumbres del Imperio romano, uno y con tan frenética locura,, por no
de los cuales, porque la libertad de abandonarla, dado que tantas veces
la patria no quedase sacrificada por la había salvado, arma él a su vez,
él, él se sacrificó a la libertad de la con apremios de tiempo, a sus ami-
patria y marchó al destierro volun- gos y opone un dique a ese furor.
780 JUAN LUIS VIVES. — OBRAS COMPLETAS. TOMO I

Habéis visto a los ejércitos de Roma o, por mejor decir, te echó entre
trabados en lucha en el propio foro. nosotros.
Y una vez que el viejo luchador, sin Expulsado fué, pues, Mario, expa-
suficiente preparación, hubo sucum- triado e indigente de aquella tierra
bido a la desgracia, ese cobarde que de donde él había expulsado muy
vino al cabo con una victoria que fierísimos enemigos y que si no hu-
no merecía obliga al Senado prisio- biera sido por él, ni el mismo Sila,
nero y aterrorizado a que declarase ni esta propia ciudad subsistiría en
enemigos a ambos Marios, al pa- este momento. Echado fué con él su
dre y al hijo, y también a Cetego hijo, inofensivo en absoluto; nin-
y a otros clarísimos personajes, gún mal había hecho aquel ser bue-
luego de haber matado previamente no fundamentalmente a quien tú,
a vuestro tribuno de la plebe. Y no con tu rabiosa crueldad, exaspe-
es cosa que espante demasiado eso raste.
de asesinar a un funcionario invio- Por fin, marchaste hacia aquellas
lable a quien destruye y descuaja minas donde madura el oro, y hacia
toda esa dignidad, rodeada de tanto las presas asiáticas, por las que tan
prestigio y creada por nuestros ma- ansiosamente y tan prolijamente ha-
yores para patrocinio y amparo del bías suspirado y boqueado, para
pueblo. Hablaré un poco más ade- henchir tu propia voracidad y la de
lante de esta herida que se infligió tu ejército. Allí, haciendo uso de tus
a la República. Así es que para ése manejos y trazas habituales, luego
nada valió, ni la santidad del poder de haber solicitado a Arquelao para
tribunicio, ni Italia, por Mario sal- que invadiese el reino y convencí-
vada dos veces, y ni aun a Mario dole con un soborno espléndido y
le valió ese gladiador que por él fué más espléndidas esperanzas que en-
salvado. Y es él, precisamente, quien tregase el ejército, acabaste con las
intenta presentar a Mario como reo huestes de Mitrídates, traicionadas
de ingratitud para con Mételo. ¡Oh y abandonadas por su jefe.
tú, espejo de gratitudes! ¿Qué es lo Vuelve Mario, entre tanto, llama-
que haces? ¿Qué otro ser abortó la do por Ciña. No es preciso rememo-
Naturaleza más ingrato que tú? rar la grandeza de los daños que
Cuestor habías sido de C. Mario, se- aquél ocasionó. La culpa de tanto
gún costumbre de los mayores, y él desafuero, quien rectamente lo qui-
te estaba en lugar de padre. Mario siere reflexionar la echará, no tanto
te había acogido y dado reparo en sobre Mario como sobre Sila. Este
su casa, mientras ibas huyendo de fué el primero que enseñó a luchar
las armas de Sulpicio. Si Mario hu- a ciudadanos con ciudadanos y a
biera querido entregarte a Sulpicio, acosar a los ciudadanos enemigos
que era su amigo, a ti, que eras su con el hierro fratricida él había ;

enemigo, no viéramos en la Repú- exacerbado hasta la ira y el furor


blica males tamaños. Con tu sola el genio acre del anciano con aquel
inmolación aplacárase todo el enojo destierro injustísimo y tan soporta-
del Cielo contra nosotros. Si Mario ble de llevar, puesto que le despojó
pecó en algo por lo cual los dioses y privó de todo socorro y auxilio
enojados le hicieron padecer destie- humano, por manera que para con-
rro, cárcel, cadenas,- miseria y sor- servar su vida y su salud necesitó
didez, fué en el hecho de salvarte una asistencia especial de los dioses.
a ti, peste y calamidad de la patria, Con esta singular benevolencia no
OBRAS FILOLÓGICAS. DECLAMACIONES SILANAS. —DECLAMACIÓN IV 781

hacían los dioses más que mostrarle sana austeridad, la frugalidad roma-
su gratitud por haberla merecido, nas, en contraste violentísimo con
cuando ése, cuando Sila, vencedor lo que allí, por sus propios ojos,
por sus armas y por su inhumani- veían hacer a nuestros hombres. Ja-
dad de tal manera se ajenó las men- más ellos se atrevieran a imaginár-
tes y la opinión de Italia, que una selo, ni jamás lo habían oído o leído
parte de ellas no reconocían el be- de los siracusanos, de los sibaritas,
neficio y la otra parte lo disimulaba. de los tarentinos, cuya disolución y
Esto era lo que nosotros padecía- licencia eran proverbiales. Y habien-
mos aquí. Y él, entre tanto, con do, al fin, salido con su propósito en
nuestro ejército, en Alizia y en los lo referente a Mitrí dates y pagado
restantes lugares de Grecia, señala- a Arquelao el salario indigno de la
dos por la belleza y amenidad de su traición, y permitido que el rey se
sitio, dando cita allí a esos infames marchase a Asia, libre, suelto y ale-
y repugnantes grieguecillos y selec- gre, henchido e hinchado con la ri-
cionando de todo su ejército lo más queza mitridática, vuelve al suelo
perdido y raez, compañeros y parti- patrio a renovar las guerras civiles
cioneros de sus anormales livianda- y a abrir de nuevo las cicatrices de
des, por el mismo estilo en que ha- esta ciudad.
bía entretenido, marchitándolas, su ¿Qué haces, Sila? —
decían los
adolescencia y su juventud, atolló mejores —
¿Por qué vuelves contra
.

en comeres y en placeres de día y de las entrañas de tus ciudadanos las


noche. A la manera griega bebíase armas empuñadas contra Mitrída-
a caño suelto con mucho griterío y tes? ¿Porqué dejas que se vaya inul-
altercados; todo eran baños y jue- to e impune un rey que con la ma-
gos de azar; asistían rameras, có- yor de las injusticias y la más ha-
micos y cómicas. No faltaban algu- zañosa de las felonías en una jor-
nas matronas nobles, buscadas con nada sola degolló más de ochenta
sagacidad por los servidores y pro- mil ciudadanos romanos, luego de
veedores de la lujuria de Sila. No haber dado muerte a nuestro legado,
había linaje de torpeza y de maldad varón consular? ¿Por qué no vengas
que pasasen por alto ni él ni su tan monstruoso ultraje hecho a la
pandilla de disolutos. Era aquélla patria, como
lo requerían la digni-
una monstruosa soltura de todas las dad y conveniencias de este Im-
las
impurezas imaginables, hasta el pun- perio y la seguridad y guarda de
to que aquellos infames griegos con- los ciudadanos que andan por sus
fesaban que ellos mismos, así como negocios por las provincias? ¿Por-
en las armas, habían sido también qué, a vista de tu ejército estreme-
copiosamente superados y vencidos cido de indignación y coraje, con-
en disolución y en liviandades que templan todos con la boca abierta
no debieran tener nombre. Jamás, cómo se va tranquilamente y sin
en ningún bodegón o taberna clan- daño aquel en quien debieran ejecu-
destina, jamás se vieron juergas co- tarse y ensañarse suplicios de nueva
mo en el propio pretorio de nuestro invención, pues los conocidos no
austero e intachable jefe militar. No eran suficientes: ahito de sangre
tenía fin el asombro de los griegos romana, burlándose de esta Repúbli-
oyendo que las restantes naciones y ca y de los ciudadanos romanos?
pueblos ponderaban con vivas reco- ¿Por qué no consumas su derrota,
mendaciones la reserva púdica, la luego de haberle vencido en dos ba-
782 JUAN LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. — TOMO I

tallas grandiosas y no le conduces, vueltas contra sí propias, invenci-


en triunfo,delante de tu carroza? bles, en pugna con los otros pue-
Acudí, corrí, volé, dice, para traer blos, y consumiéndose y extinguién-
socorro a la patria, y concerté con dose en lucha consigo mismo? Callo
él una paz cualquiera. Tú, cuando la devastación y la ruina de esta
Mario y Ciña zarandean esta ciudad, tierra: se ha luchado en Canusio,
te das la gran vida en Grecia y te en Sacriporto, en Fidenas, a las
manchas y te cubres de crimen y puertas de la ciudad, en muchos
de suciedad, y ahora, cuando Mario otros lugares. En estas peleas caye-
murió y está muerto Ciña, apacigua- ron más ciudadanos de los que hay
das las guerras, establecida la Re- ahora en Roma, más de los que mu-
pública, renuevas la memoria de las rieron cuando la prisión de Roma
guerras, despiertas a las que ya dor- por los galos, más de los que sucum-
mían, en el mismo proceso de cica- bieron en las guerras púnicas, que
trización, reabres las heridas de la fueron las mayores que vió esta ciu-
doliente República, y por si quedaba dad. No abrevado a placer ni sacia-
alguna sangre en el afligido orga do con tanta sangre civil, tomas la
nismo de la ciudad, tú te apresuras ciudad, más que antes sediento de
a extraerle la última gota. Despega- sangre, como cuéntase de los que
do del enemigo al cual habías sido padecen hidropesía, cuya sed se re-
enviado, vienes a nosotros y no de- crece tanto más encendida y cruel
jas que la República tenga un mo- cuanto con mayor largueza bebie-
mento de alivio y de convalecencia. ron.
Si allí de donde vienes no había ene- Estas son, quirites, las ilustrísi-
migo, tenías que buscarlo; todo mas hazañas de Sila antes de la dic-
antes que varear y sacudir a tu tadura. Con estos merecimientos se
patria y a toda la Italia con una alzó con la suprema magistratura y
nueva y muy grave convulsión bé- el poder de Roma y se promulgó la
lica y verla ardiendo, asolada, devas- ley por nuestro cónsul de cónsules:
tada. Por esta misma causa cuánto Que podía matar impunemente al
mejor no fuera que tú en aquella ciudadano que se le antojase. Y ello
tierra esperases la guerra que de- a pesar de que nuestros mayores no
cías que se te infería, que no que, quisieron que nadie entendiese en
a volapié, te trasladases a Italia. causa capital de un ciudadano roma-
¿Es que no creías que era más ven- no, sino todo el pueblo, y ello en
tajoso para ti acaudillar un ejército grandes comicios de los que llaman
en aquellas regiones que tú conocías Centuriados. Y aun cuando veis que
más que tus ciudadanos enemigos; en esta enumeración que hice exis-
dejando luego allí en aquellos pue- ten crímenes qtíe no podrían borrar-
blos, y no aquí en tu patria, los da- se ni expiarse con mil muertes, con
ños y las destrucciones que, nece- todo quiero que le perdonemos y le
sariamente, son la obligada secuela condonemos todas estas deudas atro-
de la guerra? ces, puesto que los que resultaron
Tres años mortales se ha guerrea- vencidos tuvieron alguna responsa-
do aquí en Italia; tiempo suficiente bilidad en esas guerras. A algunos
para conquistar toda el Asia. ¿Qué no les pareció injusta del todo esa
otra cosa pueden desear nuestros victoria; mas, lo que se siguió, de
enemigos y ver con mayor fruición todo lo cual Sila es exclusivamente
como contemplar a nuestras fuerzas responsable, pues que procedió todo
OBRAS FILOLÓGICAS. DECLAMACIONES SILANAS. —DECLAMACIÓN IV 783

de su iniciativa, es tan horrendo, dano tambiénque están en el san-


;

tan atroz, tan monstruoso, que todo to solar de Roma


en presencia de
lo anterior, comparado con ello, pa-sus penates, de sus esposas, de sus
• recen bagatelas y niñerías. hijos; les avisa y les exhorta a que
¿Qué será, quirites, lo primero salven su vida, si no para la patria,
que voy a decir? ¿Dónde tomaré co- al menos para sus hijos. ¿Por qué
mienzo? ¿O qué es lo que debo de- decir más? A aquellos infelices se
cir en puridad, cuando se me ocu- les ocurre que ellos se enfrentan
rren tantas cosas que no sé a las contra ciudadanos, en disposición de
que debo dar la primacía y recelo recibir o de causar estrago ante los
que con la obligada precipitación muros y los templos de la patria;
sean más y mayores las atrocidades determinan que más vale llegar a
que callaré que las que diré? una avenencia del modo que sea
¿Esperáis, acaso, que yo vaya a que trabar pelea civil; pactan la
puntualizar aquí aquello que ni mis vida con Sila, se la concede e in-
padres ni los restantes mayores mediatamente les hace deponer las
vuestros pudieron decir sin terror armas. Pensando aquellas legiones
ni oírlo sin la indignación más viva? que aquella orden era señal de paz
¿Esperáis que me queje y que de- y de perdón, conforme observaron
plore que algún ciudadano romano siempre nuestros mayores, no ya
fué azotado contra nuestra liber- con los ciudadanos (pues fué por
tad, a pesar de las leyes Horacia ellosdesconocido ese sacrilego fu-
y las Valerias, y Porcia y las Sem- ror que no les espoleó jamás), sino
pronias? ¿Esperáis que os diga el con los enemigos vencidos y las ciu-
que fué conceptuado más grave atro- dades o campamentos tomados, bajo
pello suyo, a saber: que fué muerto la fe de Sila, echan las armas de las
un ciudadano? Harto sabéis vos- manos y esperan y desean con gozo
otros, quirites, que cuatro legiones no disimulado el abrazo de parien-
de ciudadanos inermes, que pedían tes, deudos, afines, amigos y compa-
y volvían a pedir paz y el cumpli- triotas. Sila manda a los jefes de
miento del pacto hecho, que implo- sección que mientras él discurseará
raban e invocaban el testimonio de en el Senado, cuiden de que todos
Júpiter y de los otros dioses, y la sean muertos. Con diligencia cum-
fe de los ciudadanos y de la libertadplen los jefes el mandato. No con
romana, fueron empujadas al dego- tan inmisericorde ensañamiento ma-
lladero. ¡Triste de mí, que me falle-taron a fieras salvajes que hubieran
cen palabras y el dolor me traba la hecho gran daño a la ciudad, como
lengua y me causa miedo vuestra a aquellos ciudadanos innocuos, y
paciencia excesiva: cuatro legiones mientras unos intentan defenderse,
de ciudadanos nuestros están forma- otros pugnan por escaparse y otros
das en armas, dispuestas en orden son heridos y dan vueltas dentro de
de batalla, apercibidas para la pelea,
aquel cerco de muerte, el llanto y la
esperando el son del clarín, y he gritería llegan a los oídos de la mí-
aquí que con su artimaña habitual sera ciudad aterrorizada.
las arenga L. Sila para prenderlas ¿Quién, en aquella ocasión, no se
en las redes de su astucia capciosa encendió en despecho irrefrenable?
díceles que entre ciudadanos cual- ¿A quién, entonces, no le pesó la
quier paz es preferible a cualquier vida? El Senado, azorado, creyén-
guerra; adviérteles que él es ciuda- dose encerrado en la curia para el
784 JUAN LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. — TOMO I

mismo suplicio, distraía su espíritu aquellos ciudadanos y del temor de


y sus pensamientos de la oración de aquellos senadores, buscando expre-
Sila y cada uno los volvía a sí, a su siones con que demostrases que te
casa, a su fortuna, a sus esposas, a importaba un bledo ese Imperio y»
sus hijos. Espántome yo que en la vida de todos nosotros, y la leal-
aquel trance no salieran todos enlo- tad, y los pactos, y los dioses todos.
quecidos del gran miedo y que no Si hubieras quebrantado así la fe
dejaran a aquel parricida con la pa- dada a cuatro legiones enemigas,
labra en los labios, y que cada uno ¿con qué suplicios podrías expiar
no corriese, como en casos de in- maldad tamaña? Pero, mediando un
cendio o de peligro común, a su pro- degüello general de ciudadanos, que
pio socorro. Y no me extraña pizca era deber tuyo conservar sin haber-
que aquel ladrón fiero y férreo pu- los dado fe alguna, con que quede
diera mantenerse en el tono de su sobre el haz de la tierra un solo
oración comenzada, puesto que co- monstruo que se llame Sila, merece-
mo veo que fué engendrado por la dores somos todos de morir.
Naturaleza para perdición de los Negáronse al fuego y a la sepul-
ciudadanos, ya estaba en aquel en- tura los cadáveres de los sacrifica-
tonces curtido en la siniestra expe- dos; los verdugos mismos, con gar-
riencia. Oíd, quirites, la explicación fios, los arrastraron y los echaron
de ese hombre y atreveos a negar al Tíber ignominiosamente. Ya sa-
que por vuestra inmensa cobardía le béis cuánta fué en aquellos días la
correspondió por tan largo tiempo redundante crecida del río, no por-
el disfrute de la vida: Teneos que- que hubiera experimentado aumen-
— —
dos, "senador es dijo ; son unos po- to de caudal, sino porque la mole
cos malhechores que mandé casti- de cadáveres, a manera de catarata,
gar. ¡Oh Júpiter! ¿Y tú oíste impa- embarazaba la corriente. Y cuando,
sible estas palabras? ¿Qué es, pues, llegados rodando al mar tan gran
lo que te mueve? Monstruo de Sila: número de cadáveres, chocaron con
¿y tú dices pocos a cuatro legiones? el agua ensangrentada, aquellos
Al despedazar, al degollar, ¿tú le cuerpos se desparramaron por ori-
llamas castigar? ¿Fuiste tú el in- llas diversas. Por esos mismos días
ventor de tales denominaciones pa- Sicilia y la Galia y Africa, como por
ra tales realidades? ¿A quiénes lla- los rasgos físicos y el indumento
mas muchos? ¿A qué degollar y des- conociesen que eran ítalos, creyeron
pedazar atrozmente? ¿Y tú, prodigio que la Italia toda, por algún enojo
de maldad, cuando nuestros mayo- del Cielo, había caído a pedazos.
res quisieron que toda la ciudad es- Y habiendo hablado de estos ciu-
tuviese atribulada por la ejecución dadanos nacidos aquí, y de ese cri-
de una sola cabeza, mandas al Se- men gigantesco cometido ante los
nado que se tranquilice, mientras se ojos de la ciudad y de los penates
perpetra el degüello de tantos ciu- de esa urbe, ¿qué oportunidad va a
dadanos? No; tú, ladrón procacísi- tener el hablar de los prenestinos,
mo, no respetaste aquel lugar don- de cuya ciudad, luego de sacar cin-
de te sentabas ni reverenciaste los co mil hombres inermes y luego de
templos de los dioses inmortales ni haberles dado Cetego garantía, man-
la majestad del orden senatorial ni dó despedazar y desparramar por
aquella tu fe perfidísima que diste, los campos? Y a seguida, entrando
haciendo escarnio de la vida de en la ciudad, en un acceso de rabia,
OBRAS FILOLÓGICAS. DECLAMACIONES SILANAS. DECLAMACIÓN IV 785

los extermina a todos. ¿De qué cri- una fe cuya no observancia entera
men eran reos tantos millares de y total para con un enemigo es una
ciudadanos romanos? De uno que cosa destestable y no luego, al pun-
;

ya era suficiente para esa hecatom- to, aguijados de ira y de furor, me


be colosal, y es que pudieron morir. dejáis a media arenga y no corréis
Y ése ahora, con la mayor inve- a su caza, y no derribáis sus esta-
recundia, para remate de las fero- tuas y monumentos, y no derrocáis
ces burlas de que os hace objeto, su morada y sus penates, y no aca-
jáctase de su hemofobia y encarece báis con su familia infame, y ño to-
su templanza, y cita el caso de Ate- máis en su persona el castigo, ya
nas, tomada por él. ¡Ah, de nuestro que no el condigno (¿qué castigo
gran misericordioso! ¡Ah, del filán- puede serle condigno?), el posible
tropo tierno! ¿Por qué una sola y practicable?
partecica de la mansa blandura de ¿Qué cosa habrá, pues, que os ex-
tu temperamento no la experimen- cite? ¿Vuestra misma muerte (¡que
taron tus ciudadanos? ¿Y qué más no permita el Cielo!) o la espada fie-
querías haber hecho en Atenas? ra hundida en vuestro cuello o en
Omito aquellos otros lugares, ane- vuestro costado? Pero esperáis, creo
gados en sangre y henchidos de ca- yo, ¡tanta es vuestra moderación!,
dáveres; entre Dífilo y Ceramio, y queréis que yo, caudillo y cónsul,
digo, sitios separados entre sí, y no arrebate el primero el fruto de aque-
por una distancia exigua, y que apa- lla gloria. Mi parabién, quirites; no
recieron sembrados de cadáveres. faltaré a mi linaje ni a mi magis-
¿Por qué te dueles de no haberlo tratura; no faltaré ni decepcionaré
hecho? ¿Por qué te jactas de ha- vuestros bríos, siempre que vos-
berlo hecho? ¿Acaso porque dejaste otros os impongáis de quiénes sois
allá a alguno para semilla, como di- y traigáis a la memoria de qué ma-
cen, y porque no descuajaste de yores sois nacidos. Con todo, quiero
raíz aquella gente, como descuajaste terminar ese discurso que emprendí
radicalmente a los antedonenses, la- para que entendáis que, desde que
rienses, alcenses, de tal modo que existen hombres, no abortó el lina-
apenas sus nombres sobreviven? je humano monstruo más nefasto,
Pero ¿por qué refiero los extermi- más ambicioso, más malvado, que
nios llevados a cabo en Grecia? ése; y que son pocos los que pudie-
Pregunto qué es lo que hiciste aquí, ron imaginarse los males cuantio-
aquí, en Italia. En Preneste no te- sos y fieros que éste sólo nos aca-
nías ni ciudad ni fortaleza ante los rreó. Todo eso que dije parecía he-
ojos; nadie azuzaba el instinto de cho por él con las armas en la ma-
tu crueldad impetuosa. Aquí, en Ro- no, si bien contra todo derecho,
ma, la vista misma de la patria no contra las leyes, contra lo justo y lo
te pudo amansar ni mitigar ni apla- bueno, contra la religión, contra la
carte para tus ciudadanos. Estáis fe y los dioses todos, pues ése no
oyendo, quirites, que tal y tal otra teme a los dioses ni les estima más
ciudad, con sus ciudadanos y los que a los hombres a quienes burla
nuestros, fueron arrasadas; estáis y escarnece. ¿Cuántos hay en esta
oyendo cómo cuatro legiones de ciu- ciudad que sepan que el Capitolio,
dadanos fueron aniquiladas ante que él, mintiendo, dijo que había
vuestros propios ojos, y eso que ha- sido incendiado por acción directa
bía mediado de una parte y otra de Carbón, ardió por orden y dili-
786 JUAN LUIS VIVES..
OBRAS COMPLETAS..
TOMO I

gencia del mismo Sila?' ¿A qué vie- Apaciguada la ciudad, no sobre-


ne hablar del pillaje sacrilego de los viniéndole ningún enemigo, con ex-
suyos, de los templos y de los san- cepción del mismo Sila, quien, nue-
tuarios en Asia y Grecia? Ese la- vo Aníbal para esta ciudad e Impe-
drón sacrilego despejó el oráculo rio, le tuvo guerra declarada, sube
de Delfos, nobilísimo en todo el or- estos mismos rostros que nuestros
be, y luego de haberse oído la voz mayores decoraron con su gloria y
de la cítara de Apolo en el fondo con sus hazañas y que él deshonró
del sagrario, no de otra manera que con la sangre de la flor de la ciu-
Dionisio, el tirano siniestro de Sici- dadanía. Y luego de haber hablado
lia, Sila hizo objeto de irreverentes con una prolija ferocidad de sus co-
donaires a la religión, y con malig- sas particulares, como si hablase a
no gracejo ridiculizó el numen del esclavos comprados en subasta y no
mismo dios. El templo de Epidauro, al pueblo vencedor y señor de las
a quien en días sombríos de pesti- naciones, manda que el pregonero
lencia virulenta, esta ciudad, alec- cite el nombre de cuarenta senado-
cionada por los oráculos sibilinos, res y de mil seiscientos caballeros,
acudía a demandar salud, socorro y a continuación da orden de que
y auxilio del Cielo, ése le despojó de se les mate, con la consternación de
todas sus donaciones y ornamentos. tan augusta asamblea, que lloraba
Y no reverenció al mismo Júpiter, el duelo de la ciudad. Y para secar
padre de todos los dioses y los hom- las lágrimas de la República y con-
bres, cuyo templo en Olimpia es ve- solar el dolor del pueblo romano,
nerado con la máxima devoción en dijo aquellas palabras: Que él Ha-
toda la Grecia y frecuentado en la bía proscrito a aquellos cuyos nom-
ocurrencia de aquellos famosos jue- bres recordaba de momento, pero
gos quinquenales, lleno de opulen- que muy en breve iba a recordar
cias fabulosas, ése lo saqueó y lo otros a quienes deseaba afligir con
redujo a sus propias paredes. Y no la misma punición. Al día tercero
solamente con mano rapacísima, añade a la trágica lista cincuenta se-
osada y sacrilegamente robó los te- nadores más (pues los cuarenta pri-
soros que los griegos y los restantes meros pareciéronle un número har-
pueblos ofrecieran con exquisita re- to reducido), entre los cuales que-
ligión, sino también todo aquello daron incluidos muchos ex pretores
que nosotros, desde aquí, enviamos y ex cónsules; luego, del orden
con frecuencia, y aquello que die- ecuestre y de la plebe, señaló hasta
ron nuestros caudillos, varones aus- cuatro mil. Muchos de éstos, por
teros y ejemplares, como Flaminio, no sufrir de vivos la ignominia, que
Atilio, L. Paulo y otros. Yo espero muertos de ninguna manera podían
que los dioses inmortales vengarán evitar, dentro de las paredes de su
estos impíos desafueros. Pero nos- propia casa, ante los mismos pena-
otros persigamos nuestras injurias, tes, se quitaron la vida. ¿Y qué ha-
y entonces haremos nuestro negocio cían, quirites, vuestras diestras in-
y el de los dioses, cuando no dejá- victas, cuando aquella bestia salva-
remos a ese impío y sangriento y sa- jina ordenó aquella feroz carnicería,
crilego parricida que se marche sin cuando organizó esta sepultura de
castigo. Pero todo eso son asuntos la República, ese exterminio de la
exteriores. Ahora, a las cosas de la ciudad? Diréis que tenía un ejérci-
to. Tenéis razón; pero ahora no
ciudad. lo
OBRAS FILOLÓGICAS. —DECLAMACIONES SILANAS. DECLAMACIÓN IV 787

tiene. ¿Y por qué las legiones mis- otra cosa buscó el ejército todo, con
-mas no vengaban las injurias de la excepción de unos pocos, sino un
patria: hombres recios, armados, tirano? ¿Por ventura unas pocas
aguerridos, ejército vencedor? Por- montañas, unas cuantas lagunas,
que los soldados solos, sin sus jefes, unas escasas yugadas de arenal y
pueden poco. Y los jefes estaban desierto son suficiente compensa-
corrompidos por él. Harto se cuida- ción de la libertad perdida? El pre-
ba él de poner al frente de las sec- mio de la gigantesca proscripción
ciones a los ministros de sus crí- queda en unas pocas manos impu-
menes y maldades, iniciados en las ras y manchadas. No cabía duda
mismas fechorías, sujetos hechos a que las legiones seguirían el empu-
las rapiñas, a los latrocinios, a los je unánime de su pueblo, y la espe-
perjurios, a los fraudes, a las tor- ranza indefectible de la libertad, y
pezas, a los estupros, a la crueldad, hubieran acatado el caudillaje de su
a la sangre civil. Si no anduviera ciudad como ahora lo acatan. Ver-
Sila rodeado de esa escolta infame, ginio e Icilio y otros algunos pocos
en cuya fidelidad podía descansar centuriones conspiraron con la gran
con toda confianza, jamás hubiera masa de ciudadanos para recobrar
esperado, contra sus propios ciuda- la libertad contra los decenviros,
danos, poder entregarse a aquella personajes de la nobleza, asentados
báquica orgía de crueldades que ja- firmemente en el poder y conduc-
más hubiera osado imaginar contra tores de grandes ejércitos. Tan
el ejército de los cimbros vencido y pronto como llegó a los campamen-
cautivado. tos este rumor, abandonando a aque-
Mas vosotros, quirites, tened la llos sus caudillos, el ejército pasó
bondad de contestarme: ¿por qué inmediatamente a la causa del pue-
no armabais vosotros un ejército? blo y la ciudad. Si vosotros, desde
Diréis que quizá el suyo era más el principio, hicierais ostensión de
potente. ¿Y no se os ocurría que virilidad moral, la República no su-
vosotros erais romanos, vencedores friera tanto estrago, no vierais la
de las naciones, pueblo el más fuer- profanación indistinta de lo huma-
te que en el mundo ha sido desde no y de lo divino ni el exterminio
que en el mundo hay pueblo? ¿Por mutuo y sistemático de los herma-
qué no preferíais morir valerosa- nos ni el descuartizamiento de los
mente a conservar la vida en indig- hijos en los brazos de los padres ni
na servidumbre? ¿Y recordar que el asesinato de los padres a manos
vosotros vivíais en una ciudad don- de los hijos. Por todo eso, sabed,
de, cuando era aquí lícito ser rey, quirites, que L. Sila tiene aquel
los hubo de vuestros mayores que mismo instinto que se dice que po-
soportaron con no demasiada resig- seen las fieras crueles y cobardes,
nación, no diré a un rey, pero ni que se encarnizan ferozmente a den-
siquiera la institución real? Y es un telladasen humildes y caídos y
los
hecho que esa ciudad inerme ex- huyen con rabo entre piernas de
el
pulsó a un rey armado, con un ejér- los que lesresisten y plantan cara.
cito poderoso, si bien el ejército si- Mientras estuviereis poseídos de te-
guió muy luego a sus libertadores. rror veréis y soportaréis vejacio-
Y esto es lo que hubiera hecho ése nes cada vez mayores; mas así que
si hubieseis tenido la hombría que os acordareis que sois hombres e
tuvieron vuestros mayores. ¿Qué hijos de aquellos vuestros antece-
788 JUAN LUIS VIVES.-«-OBRAS COMPLETAS. TOMO I

sores que depararon a esta ciudad torpezas, de sus maldades, que no


la libertad y el supremo mando, que- tienen nombre. Pero, supongamos
brantaráse el brío de Sila y él os que hubiéremos sido vencidos; de
será dócil, como es de razón y co- todas maneras teníamos que morir,
mo debió de haber sido, y no vos- pero una sola vez, luego de haber
otros a él con ese servilismo que vengado varonilmente nuestra san-
ahora os avergüenza. gre, sobre las armas, en campaña,
En la primera guerra civil, luego con decoro y con gloria. Aquí he-
que él, tras su victoria, hubo toma- mos muerto cien veces, dentro de
do la ciudad, no obstante fresca la los muros de la patria, en vilipen-
memoria de la libertad, en la indig- dio, en deshDnra no vengados, he-
nación contra un poder tan insolen- ridos y rematados vergonzosamente,
te y malvado, algunos de sus pa- transidos de miedo, inermes, como
rientes recomendados a vosotros por una cobarde manada. ¿Acaso no me-
él, con vuestros sufragios, sufrieron dís la distancia que hay entre la paz
repulsa. Se amansó él con vosotros, y la servidumbre? No es paz aque-
quirites, porque veía entonces en lla que no se afianza en la fe dada
vosotros a romanos auténticos, y ni observa las alianzas y se ceba y
también por disimulación, en la encarniza con sevicia mayor que en
cual, cuando le conviene, es maes- varones armados en individuos li-
tro consumado, y no tuvo reparo en bres aun después que la paz se hizo
manifestar que le parecía bien y y pusieron sus armas en el suelo.
que se complacía en que reconocie- Esto de ahora es peor que la escla-
seis que existía libertad en su Re- vitud, puesto que los amos, con la
pública. Si se hubiere percatado que compra de su- siervos, no hacen
temíais, ¡oh trágicas elecciones!, sino colocar ventajosamente su di-
con cuánta sangre os hubiera hecho nero, mientras que nosotros nos de-
pagar aquella derrota. Ya conocéis jamos degollar por causa de nuestro
cómo vengó, en vuestro miedo, in- dinero y de los bienes que nuestros
jurias mucho menores. mayores nos dejaron. Esto de ahora
No faltan quienes digan que so- es más que la esclavitud, siendo así
portaron todo aquello por la paz de que los enemigos exteriores, una
la República, Sea así. Pero ¿en qué vez vencidos por derecho de gue-
guerra ibais a padecer vejámenes rra, son del vencedor, y, en cambio,
mayores? Aquellos ciudadanos que nosotros, vencedores, por nuestra
en Cannas y el Trasimeno cayeron cobardía, somos de quien se arrogó
prisioneros de Aníbal, ¿padecieron para sí sobre nosotros la licitud de
acaso atrocidades más intolerables todo cuanto se le antojare a su
que las que nosotros hemos pade- crueldad y a su pasión.
cido aquí de conciudadanos nues- No soy yo, quirites, de los que
tros? Si hubiéramos salido armados piensan que en determinadas oca-
para luchar con él, la patria hubie- siones haya habido en vosotros tan-
ra vencido a sus enemigos, los dio- ta indiferencia y tanta cobardía que
ses inmortales hubiesen ejecutado hayáis sufrido resignadamente lo
su venganza en los sacrilegos expo- que jamás hubieran soportado los
liadores de sus templos y las virtu- más viles esclavos, si no hubieseis
des todas: la santidad, la fe, la ino- tenido enfrente un caudillo formi-
cencia, hubieran triunfado de sus dable y si a los plebeyos y los ca-
fechorías, de sus crímenes, de sus balleros el terror no les tuviera pas-
OBRAS FILOLÓGICAS..
DECLAMACIONES SILANAS. DECLAMACIÓN IV 789

mados y paralizados. Buena parte dadamente de ti. ¡Cuán bien hubie-


de la nobleza le favorecía, seducida ra parecido en el conjunto de tus
por el señuelo de salir, gracias a él, hazañas consumadas en tan verde
por su dignidad. Sea ello enhora- juventud y en aquel tu triunfo in-
buena. Era válida aquella opinión, signe, el primero que un caballero
mientras se luchaba, cuando ambas romano reportó desde que Roma
huestes antagonistas estaban en fué fundada, el que no te hubieses
campaña y sobre las armas, y cuan- avenido a soportar ese tirano y a
do en Italia, con sus ejércitos, esta- no permitir que esa acerba pesti-
ban los Marios, los Norbanos, los lencia de la República se encone de
Carbones, bien que entonces fuesen cada día más vigorosamente en las
secuaces y satélites de Sila. Pero en entrañas y en los órganos vitales
la ciudad misma, desaparecidos los de la República! Uno de tus mayo-
partidos, ¿por qué le sirven como res merecimientos, créeme, y uno
criadas y depositan en sus manos de tus hechos más ilustres era este
la libertad común, y en premio de de luchar bravamente y con tu
sus armas victoriosas y de los bie- acreditada valentía en tantos lan-
nes ajenos de que violentamente se ces, hasta conseguir la redención
apoderó, le constituyen en un poder de la República, que te debería por
dictatorial que los siervos no tole- este servicio único imperecedera
rarían? ¡Cuánto más cuerdo fuera gloria y reconocimiento. Hablaré
que vosotros, raza de los Luctacios, contigo francamente, como debe ha-
Licinios, Claudios, Cecilios, defen- blarse entre amigos; nos hemos en-
dierais la libertad y la dignidad de gañado; nos has decepcionado a to-
este Imperio, ganada por vuestros dos en la opinión que de ti había-
mayores, que poner toda diligencia mos concebido.
y toda prisa en arruinar y perder ¿Y qué ocasión más oportuna se
esta República, colaborando con te pudo ofrecer de redimir la Re-
aquel ladrón contaminado de crí- pública con armas justicieras y de
menes, con aquella borrasca andan- extinguir aquella tea encendida
te, con aquella tempestad arrollado- contra la patria, como cuando él,
ra de la patria? ¡Cuánto más her- terminada una guerra gravísima, te
moso no sería para vosotros, para mandó regresar a Italia? Harto sa-
vosotros, vástagos de Valerio, Ser- bíamos que tu corazón estaba he-
vilio, Marcio, defender vuestra li- cho, compuesto, nacido para las em-
bertad y la del pueblo romano, que presas más hermosa»; tenías un
servir a su antojo con la más fea de ejército victorioso que, no sólo te
las abyecciones! De ti tengo lásti- seguía, sino que te apremiaba para
ma, Pompeyo, y tengo empacho por que asegurases tu propia libertad y
ti, porque eres amigo mío el más la de la República, agobiada por el
estrecho, de quien me reconozco por más siniestro y ladrón de los deten-
muy deudor, y no tengo reparo en tadores; tenías de sobra fuerza, in-
confesarlo. Duéleme que tú, en los genio, arrestos, suerte. ¿Qué no es-
comienzos de una brillante carrera perábamos que ibas a emprender en
de hechos esclarecidos, te detengas tu magnífica y acerada juventud, y
y no te esfuerces en vencerte cada qué generoso acometimiento que no
día, y de jornada en jornada aña- pudieses y quisieses llevar a cabo?
das a las proezas que iniciaste las Todo el Senado, todo el pueblo, Ita-
gestas ínclitas que se esperan fun- lia toda, estaba en pie, soliviantada
790 JUAN LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. TOMO I

por la esperanza de tu regreso. Ele- to y que ya puede infundirle algu-


vábamos votos al Cielo; no sé qué na aprensión, los eliminará la en-
lumbre parecía haber amanecido vidia.
sobre nuestras tinieblas de la banda Y que esto ha de ser así lo en-
de Africa, como cuando en otros tendió y no lo disimuló aquel man-
días, para la guerra címbrica, C. Ma- cebo valeroso, digno en todo de sus
rio llegó de ella, llamado y desea- mayores, C. Mételo. El ha sido el
do. Pero tú, al contrario, para dar único, quirites, en ese aluvión de
a entender hasta qué punto estabais tamaños males como aquejan a la
todos entregados a él y mediatiza- República, que alzó la voz clara y
dos por su capricho, amenazaste con libre. Viendo que no se ponía tasa
que te matarías antes que hacer ar- ni fin a la matanza, a la rapiña, a
mas contra Sila, es decir, antes que la violación de todo derecho divino
suprimir a un tirano que cebaba y humano, osó enfrentarse con Sila
su instinto cruel en la República, y apostrofarle así en el Senado:
antes que consolarla en su tribula- «¿Cuándo se acabará, Sila, esa ca-
ción y llanto, antes que salvar a dena de males? ¿En qué punto y
los ciudadanos, votados al tormento hora se detendrá esa cortadora es-
y a la muerte; antes que calmar la pada vagabunda? ¿Cuándo envaina-
amotinada tempestad en que ame- rás el hierro desnudo, porque sepa-
nazaba naufragar la República agi- mos a ciencia cierta que somos sal-
tada y descalabrada; antes que res- vos los que quisiste que se salva-
catar a la patria de la esclavitud. sen?» ¿Qué pensáis, decidme, qui-
Allá vosotros; ved cómo habéis de rites, que respondió el hombre viejo
vivir con él y hasta qué grado, en increpado por el mozo para que se
lo sucesivo,podéis vivir salvos y se- compadeciese de la patria afligida,
guros. Yo,por mi parte, créeme, oyéndolo todo el Senado, que con
Cneo Pompeyo, con ansia y congo- rostro y con gesto de súplica pedía
ja, por ti y por tu vida, por la re- la no total destrucción de los míse-
ciprocidad de nuestro afecto y por ros restos de la ciudad atribulada?
la singular afición que me tienes, ¿Dobló su rigidez, amansó el áni-
por la gran esperanza que la Repú- mo duro? ¿Acábese, dijo? Esta pa-
blica puso en tus prendas, yo no labra no hay que esperarla de Sila,
veo cómo podáis escaparos de la quirites. Sila es en todo momento
rabia desmandada y desenfrenada igual a sí mismo. Este incendio du-
de aquella bestia furiosa, si no ve- rará mientras hubiere leña. Toda-
láis por vuestra libertad y la liber- —
vía no tengo determinado dijo
tad común más de lo que ahora lo quiénes han de quedar y quiénes
hacéis. Las dos víboras pésimas, la han de sucumbir. Con tu venia, or-
crueldad y la envidia que su áni- den ilustrísimo, consejo supremo,
mo alberga, no os dejarán incólu- padres no ya conscritos, sino cir-
mes por mucho tiempo; a todos cunscritos y proscritos, todos a una
aquellos a quienes no temerá, con somos una piara de cobardes, dig-
su desdén y con su ingénita sevicia, nos de la esclavitud, dignos de la
los matará, aun cuando no exista ergástula. ¿Aquella respuesta dió él
motivo, un hombre que desde su in- y se evadió impunemente de las ma-
fancia y cuna siempre tuvo su goce nos de aquellos a quienes iba a per-
en la crueldad, y a aquellos otros der? Y en tan grande muchedum-
que verá que descuellan algún tan- bre ¿no hubo uno siquiera que le
OBRAS FILOLÓGICAS. DECLAMACIONES SILANAS. —DECLAMACIÓN IV 791

pusiese las manos encima, que ma- Júpiter Optimo Máximo, ni el sa-
tase a aquel que había matado a grario de la diosa Buena, ni el pe-
casi toda Italia? ¿Fué acaso porque netral de Vesta, ni el asilo construí-
no muriese, al menos, el que hubie- do y consagrado desde los días de
re matado al tirano o porque él solo Rómulo; todo fué violado y man-
muriese, única víctima expiatoria cillado; en los propios brazos de los
por todos? ¿Y esto ocurrió en aquel padres fueron degollados los hijos;
Senado, donde se hallaron quienes, las madres, con sus cuerpos, prote-
armados cada uno con una sola es- gieron los cuerpos de los hijos, y
pada, intentaron acuchillar a Porse- unas y otros fueron muertos por la
na armado en su propio campamen- prisa criminal de los verdugos; por
to? Pero Sila salió indemne, para los costados de los hijos fueron los
nuestro mal, pues no solamente le padres taladrados; muchos que no
dejamos ir, sino que le soltamos habían sido proscritos por hurtarse
contra nuestras propias cabezas y a los males presentes, o se suicida-
contra toda esa ciudad, pues inmedia- ron dentro de las paredes de sus
tamente proscribió a no más pocos propias casas o con la cabeza tapa-
que antes y con preferencia a aque- da se precipitaron en el Tíber;
llos que no dudaban estar libres y otros se refugiaron en los propios
exentos ya de todo peligro e ins- sepulcros porque no pudiera averi-
cribe el número de todos ellos en guarse si eran vivos o muertos, o,
las tablas públicas para que aquella según creo yo, porque después de
mancha de nuestro Imperio, aquel muertos no se les echase insepultos.
monumento de nuestra ignominia, Hasta allí fué a buscarlos la furia
permaneciese siempre conocido y de ese gladiador, violador de sepul-
claro para nuestra posteridad y pa- cros; todos los rincones registró;
ra todas las naciones del globo. Y dondequiera penetró, todo lo hur-
esas tablas yo, si por algo vale el gó, y los manes santos de nuestros
consulado, si algún poder tiene lo mayores fueron inquietados en su
que es justo y lo que es santo, yo paz y salpicados de sangre civil.
no he de permitir que puedan leer- Quieres que parezca ingrata la ciu-
se por más tiempo con llanto y ge- dad, si no considera que fué el ma-
mido general; yo no consentiré que yor de los beneficios la expulsión de
continúe clavado en la pared ese los Marios y de los Norbanos, con
trofeo de Sila sobre la República tanta calamidad y tanta matanza de
vencida y sojuzgada. ciudadanos y casi con la pérdida y
¿Qué otra cosa es aquella tabla? ocaso total de la República. Haci-
Ofrecíase al asesino un premio gran- miento de gracias te debemos por-
de. Si alguno ocultaba al proscrito, que con trabajos hartos, a conse-
era reo de un fraude sancionado con cuencia de las colisiones lamenta-
pena aun cuando quien in-
capital, bles de las fuerzas civiles, murieron
tentaba ampararle y ocultarle fuese aquellos varones, que ciertamente
el hermano a su hermano, el padre eran más humanos y mejores que
al hijo, la esposa al marido por cierta tú. Pero en la paz, ¿a qué viene tan
caridad y natural afecto. No había gran multitud de ciudadanos sin
lugar alguno respetado ni respeta- proceso alguno, asesinada tan mi-
ble; ni la casa, ni los santos, ni los serablemente y con tanto llanto y
templos de los dioses inmortales, ni alaridos? Habíanse alzado en armas
las aras, ni el santuario del mismo contra ti. Pero ya las habían de-
792 JUAN LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. TOMO I

puesto. ¿Los proscritos son los que golpeó a un ciudadano o propinó


hicieron armas? ¿Qué son esos an- azotes a un hombre libre; si algu-
cianos muertos, esos niños muertos no dió muerte a un ciudadano, pro-
que no podían hacer guerra? Por moved un motín y castigadle seve-
ventura, las mujeres que proscri- ramente en comicios por centurias.
biste, ¿lucharon contra ti en campo Viva, viva Sila, o, mejor, reine Sila,
abierto? ¿Y qué decir si fueron ma- que mató muchos miles de ciudada-
tados por ti unos hombres que ni nos romanos, sin oírlos, sin conde-
te conocían ni sabías tú qué cara te- na jurídica, en una paz más sinies-
nían? Armas harto grandes pare- tra y feroz que cualquier guerra;
cíate a ti y a los servidores de tu que mató a muchos más que los que
pasión y de tu maldad que llevaban quedan, sin ningún miramiento por
los proscritos si tenían casas, cam- el lugar ni por el tiempo ni por la
pos, cortijos y dineros que robar- dignidad si ya no es que la ley se
;

les. Aquéllas eran sus armas, aqué- dió por quien cometió un solo pa-
llos eran los crímenes que habían rricidio, y de aquel que los come-
cometido: que tenían bienes en los tió innumerables nada reza, cuando
cuales tú y los tuyos cebabais los su número, que ni en toda esta ciu-
ojos codiciosos y saciabais las ma- dad, ni en Preneste, ni en el campo,
nos avarientas; por manera que en ni en el río, ni en la Italia toda, te-
ninguna otra ocasión es más verda- nían cabida, no puede tenerla tam-
dero y justo aquel proverbio, a sa- poco en los límites angostos de la
ber:* que las riquezas son el pre- ley. Y para que el ludibrio con que
mio de la injuria. nos salpica a todos sea mayor, oís-
Todos oísteis hablar del asesina- teisle decir en público: Cúlpeme
to de Roscio Amerino, pues asistis- quienquiera del crimen que se le
teis en gran número a la defensa antojare; como sea verdad que no
de su hijo Sexto, a quien de mo- hay linaje de crimen que ése no ha-
mento nadie osó defender por te- ya cometido e iterado copiosísima-
mor a Erucio. Al fin, habló en su mente. Pero de eso hablaré dentro
defensa un mozo innominado del de unos instantes. Empero por pa-
municipio de Arpiñas. Ninguno de sar a otras cosas (por no estancar-
vosotros ignora en qué circunstan- me en un solo linaje de hazañas fa-
cias fué muerto Q. Aurelio. Habien- cinerosas, aun cuando a su gran in-
do descendido al foro este hombre, dignidad no habría discurso propor-
todo templanza y todo calma, al po- cionado, por más que un momento
nerse a leer tranquilamente aquella u otro me será preciso poner punto
tabla funesta de la proscripción, en- final), me veo en la necesidad de pa-
tre los de otros vió su propio nom- sar por alto las proscripciones en
bre. Mísero de mí —
exclame) ; mi — todas las poblaciones de Italia, los
finca de Albano me ha proscrito. municipios íntegros condenados a
Apenas se había vuelto, cuando de muerte, como Sulmona, municipio
repente, herido por una clava, cayó antiguo y en todo tiempo fiel a esta
muerto redondo y sus bienes fueron ciudad; otros fueron vendidos y es-
saqueados; hasta los niños saben y clavizados a aquellos para quienes
cantan a cuántos pusieron en las fué presa nuestra sangre, como Flo-
listas de proscripción las ricas va- rencia y Terni. Callo, además, lo que
jillas de plata. Id ahora y estable- pasaba aquí en la ciudad: en pleno
ced en una ley el castigo para quien foro, a la luz del día, ante los ojos
OBRAS FILOLÓGICAS. DECLAMACIONES SILANAS. DECLAMACIÓN IV 793

del pueblo, todo el que quería ma- no y piensan que la principal de


taba, según se lo inspiraba el odio, ellases el miedo, pues, como dije,
la enemistad, la perspectiva de una con miedo solo no se mejora nadie,
herencia, la esperanza de una rapi- antes es un ruin maestro de bon-
ña provechosa, aun no proscribien- dad, pero ciertamente contribuye a
do Sila; multitud ésta mayor que poner en la inhumanidad y sevicia
la que veis registrada en las tablas. una cierta templanza y cauteloso
De una vez Sila concedió a todos comedimiento. Quizá aquellos que
soltura y libertad para cualquiera se ponen decididamente a mi lado,
fechoría; y si a alguno le molesta- bien porque soy de la gens Emilia,
ba haber degollado a un ciudada-
el tan ilustre por sus beneficios a esta
no sin previa condena, ese tal muy República, bien porque soy cónsul
pronto cuidaba que el muerto fuese o porque estoy animado de tan ge-
incluido entre los proscritos por Si- neroso espíritu que dentro de poco
la; con la acusación nada se conse- sacudiré de vuestros cuellos la ser-
guía; las leyes y los juicios estaban vidumbre y la tiranía, dicen que él.
en manos de uno solo. Yo, entre así que oyó que yo había sido desig-
otros, puedo dar el nombre de cier- nado cónsul, entendió que no sólo
to individuo de la nobleza, harto co- no podía, en el año de mi mandato
nocido, que luego que hubo muerto consular, hacer impunemente lo
a su hermano, pidió a Sila que le que hizo antes, sino que ni aun lo
proscribiese, y muy luego lo consi- hecho, siendo yo cónsul, no iba a
guió, pues nada podía negar el tier- quedar sin castigo. Así que deter-
no y bondadoso pecho del vencedor. minó acomodarse a la nueva reali-
Y esto es sólo lo que, contra los que dad y a la mudanza de los tiempos
vivían, ejecutó Sila con nefanda y y a cebarse con menos saña en esa
más que montesina ferocidad, dicho ciudad y ejecutar con un poco más
de una manera general y en sínte- de disimulo sus pillajes y sus res-
sis, pues delito por delito nadie ja- tantes delitos. Por manera que a
más podría individualizarlos. Mas esa bestia suelta mi consulado se le
antes de ir a los crímenes que co- atragantó y fué como una especie
metió contra los que ya habían de freno de su furor. Ojalá, quiri-
muerto, ya los que excogitó para los tes, con el favor de los dioses in-
venideros, responderé a las calladas mortales y con el vuestro, sea yo
preguntas de muchos: ¿Por qué digno de esta gloria, a la cual pro-
causa no ha cejado radical y total- meto que me consagraré con cuan-
mente su crueldad, sino que parece to ahinco pudiere, pero hasta ahora
haberse apaciguado y sufrir inter- no me arrogo ningún mérito. Mas
mitencias, puesto que es indudable todo cuanto averigüé que se hizo en-
que de cada día Sila se torna más tre las paredes domésticas de Sila,
fiero y más implacable, convencido donde se cuecen los proyectos de la
de que sus crímenes no van a re- vida, de la fortuna pública y de la
sultar impunes, sino agravándolos y fortuna privada, voy a exponéroslo
acrecentándolos con nuevos críme- ahora.
nes más tétricos y repugnantes, has- Ese vuestro dictador, quirites, que
ta tal punto su esperanza está pues- invadió aquella magistratura, no pa-
ta en la crueldad y la perfidia? ra la salud de la República, sino pa-
Hay quienes aducen muchas cau- ra poder, con la autoridad que los
sas y explicaciones de este fenóme- mayores le atribuyeron, ensañarse
794 JUAN LUIS VIVES. OBR.-'AS COMPLETAS. TOMO I

impunemente contra los ciudadanos, y de aliados? Cuando, pues, en el


despedazar y perder esta ciudad, horror de aquellos banquetes, aque-
cuando ya había determinado y ex- llas cabezas recién cortadas, con ja
puesto en el foro a los que quería lengua y los labios temblantes to-
que matasen y atribuido sus bienes davía, goteando aún sangre cálida
a quienes se le antojara, entonces y líquida, ensuciaban los manteles
él, severo y diligente amo del pue- y los pañizuelos, y los platos, y las
blo, iba a sumirse en el más infec- copas, y los manjares, y los vinos,
to y tenebroso retiramiento de su entonces él se jactaba de banque-
tear a todo su sabor. Y con todo, la
casa, y allí, con cómicos, con rufia-
nes, con rameras y con toda la hez restante manada, obscena y poluí-
del vicio y de la prostitución, comoda, aun cuando todos eran facine-
ahora continúa haciendo, bebía a rosos y harto semejantes a su cabe-
caño suelto y disipaba a manos lle- cilla, no podían sobreponerse al ho-
nas. Allí todo se lleva con griterío e
rror y a la aversión de monstruosi-
insultos mutuos. En aquella fran- dad tan inhumana.
cachela no se admite sino a quien Hubo uno de sus aduladores que
está doctoralmente ejercitado en to-no pudiendo más tomar alimento
do linaje de torpeza. Y cuanto más entre tanta cabeza muerta, ideó la
desvergonzado es uno y cuanto más manera de apartarle de tanta ma-
ducho en disoluciones, más honra setanza, y como no todos tenían de-
le dispensa y mayores premios se lemasiado buen humor, tras las mu-
dan. Toda palabra honesta que se chas lisonjas de costumbre, al pre-
oiga, toda obra recatada y púdica sentarles más cabezas de muertos:
que se vea, conceptúanse como una Buen ánimo, dictador di jóle —
que — ,

profanación de aquella orgía deli- sigues en tu tarea de eliminar a esos


rante. Pues bien : bellacos; pero, dime : ¿no vas a de-
en esa oficina de
la lujuria, de la intemperencia, dejar ninguno sobre quienes mandar?
los crímenes, de la maldad, de la ¿Nada le quedará por hacer a
crueldad, introducíanse las cabezasFáustulo? Y tú, Fánstulo. ¿qué haces
de los muertos a fin de que, ya queen la escuela, hijo? Responde el
vergonzoso y tímido muchacho: Yo
el natural horror de la antropofagia
también proscribo a mis condiscípu-
les retraía de comer nuestras entra-
ñas y beber nuestra sangre, al me- los, pero no se me obedece. Calla
nos, contemplándolas, se saciara su —
díjole el otro —
pues cuando fue-
,

instinto canibalesco de res mayor tampoco tus proscritos


alimaña
montés. Sila, que sepamos, no tragavivirán demasiado tiempo. Fausto
por su boca ni carne humana ni be- es, quirites, el hijo pequeño de Sila,
be sangre nuestra; pero por su ol- que será tan fausto para esta ciu-
dad como Sila es feliz para todos
fato, por sus ojos, por sus orejas y
por todos los conductos y desagua- nosotros. Este hijo bueno y bien
deros de su cuerpo, cierto es que educado y formado no degenera de
los devora y que se ceba con ello. la virtud del padre, pues todo lo que
Recordad su abominable catadura. ve que el padre hace en público, él
¿Qué otra cosa espira sino sangra- lo remeda en privado y traslada
za? ¿Qué otra cosa es todo él sino el ejemplo de su casa a la escuela.
un amasijo de fango heñido con Tened, quirites, buena esperanza,
sangre? ¿Qué sino un pellejo ahito pues Sila os dejará un hijo, herma-
de la sangre de míseros ciudadanos no mellizo suyo, que consumará
OBRAS FILOLÓGICAS. DECLAMACIONES SILANAS. DECLAMACIÓN IV 795

faustamente lo que su padre comen- tos y su posteridad. Dejó a un lado


zó felizmente. las burlerías sacrilegas que se per-
Poco antes de ser designado cón- mitió contra los manes y las cabe-
sul, yo estaba sentado en el vestí- zas de los muertos; pasó por alto
bulo de mi casa y veo a ese nefasto los ultrajes con que laceró como
Fáustulo, que pasaba con su ayo. con dentelladas fieras los cadáveres
Lloraba el niño de pura rabia, y no de los proscritos; derribó el sepul
sé qué amenazas hacía de matar, de ero de Mario, siete veces cónsul*
incendiar, de proscribir, y el ayo echó al Anio los huesos del salvador
procuraba aquietarle y consolarle. de Italia; fué a hostigar a los ma-
Yo les llamo a los dos: ¿Qué le pa- nes en su paz y en su descanso, y
sa a este niño? ¿Dónde cogió esta obligó al mismo infierno a experi-
perra? Cuéntame el ayo que el niño, mentar su crueldad. ¿Qué daño po-
en la escuela, defendió con calor las drían ocasionar a esa República los
proscripciones de su padre y pro- huesos de Mario? O ¿acaso su exhu-
metió amenazadoramente que cuan- mación y dispersión le acarrearán
do tuviera edad para ello haría lo provecho? Y, con todo, es el colmo
mismo, punto por punto, ni más ni de las ingratitudes querer arrasar
menos; y que C. Casio, hijo de la memoria de la salvación y con-
Quinto, le dió un pescozón, y que servación de Italia y el monumento
Fausto, dolido por la afrenta del de una guerra afortunada y de una
golpe tan oportuno y bien situado, victoria gloriosísima.
amenazó a Casio con la muerte, con Sila, el manso y el benigno, dió
el incendio y la ruina de su casa orden de que Bebió, partidario de
y con la conscripción de toda su fa- Mario, quedase, sin hierro, despeda-
milia y sus bienes. Y yo dije para zado entre las manos de los solda-
mí: ¡Mísero pueblo romano, qué dos. Ni IoTdos ni leones hubieran así
leoncete se te cría, tan cruel como destrozado a una suave ovejuela;
aquel otro león que, metafórico, el arrancados y desperdiciados fueron
cartaginés Amílcar decía criar, re- los miembros de aquel honesto se-
firiéndose a su hijo Aníbal. nador, quirites. Oíd el motivo por-
Pero vuelvo a aquellos banquetes que Bebió, partidario de Sila, por
truculentos, a aquellas inmundas bo- cierto azar, así finó su vida. ¿Os
rracheras que, con desaforada vo- dais, al fin, perfecta cuenta de que
racidad, se encarnizan en las en- habéis servido a quien se gozaba
trañas del pueblo romano. Sila, pues, ferozmente con nuestra sangre, con
viendo ya que la ciudad e Italia nuestras cabezas y tenía por cosa
eran llegadas tan al cabo, por ma- de juego nuestras torturas más ex-
nera que si seguía proscribiendo se quisitas? Si te agravió un Marco o
iba a quedar solo él con' su jauría un Publio, ¿por este hecho has de
de satélites que con él comían y se implicar en un mismo odio a todos
divertían, mandó cesar la carnicería los Marcos, a todos los Publios? O,
por algún tiempo, hasta que el bar- lo que es más: ¿Decretarás su per-
becho de esta ciudad echase una dición? Y lo que aún es más mons-
nueva mies destinada al filo de las truoso: Si en algo se faltó contra
hoces; y aun cuando quedaban po- solo Marco, amigo tuyo, ¿extende-
cos vivos en quienes ejercitar .íu rás a todos la venganza? ¿Y qué si
rabia, imaginó su crueldad invencio- los que ofendieron a Marco no son
nes y escarmientos contra los muer- Marcos, como no eran Bebios los
796 JUAN LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. TOMO I

que habían matado a Bebió? ¡Oh luntad y la obstinación de los ha-


monstruosidad jamás oída! ¡Oh iné- dos que todavía no le habían asig-
dito escarmiento que el nombre de
: nado el fin de la vida, fué descabe-
un ofendido dañe a su cognombre! zado y su misma cabeza, todavía
Menos extraño sería en el ofensor, llena de alma y de espíritu, desde el
como espero que pasará con los Si- Janículo, atravesando la ciudad has-
las. Pero ¿que porque recibí yo da- ta más allá de la puerta Carmental,
ño lo reciba también quien lleva fué llevada al templo de Apolo y
mi mismo nombre? ¿Qué otra cosa presentada a Sila.
es esto sino una inmensa inhumani- ¿Qué ánimo fué el vuestro, quiri-
dad, que con el ciego furor del rayo tes, decídmelo, por favor, en ese
todo lo derriba y lo destruye? Pero caso tan atroz y en tan indigna
la inaudita y singular crueldad, el muerte de un ciudadano ilustre y
increíble desalmamiento y rabia que no hiciera mal a nadie? ¿Quién
contra M. Mario Gratidiano, ¿se ce- no bramó de indignación e ira?
baron ostensiblemente sobre el vivo ¿Qué recurso garantizaba suficiente-
o sobre el muerto, o en toda esta mente la salud y la vida, cuando a
ciudad, como ejemplo imperecedero él ni la ciudad, ni su jerarquía po-
de atrocidad? ¿Cuál de vosotros, lítica, ni la libertad de este pueblo,
quirites, no lloró y no gimió? ni las altas magistraturas desempe-
¿Quién pudo sufrir aquel espectácu- ñadas con alabanza suma, ni su po-
lo acerbísimo y afrentosísimo, del der intangible, ni su doble pretura,
cual nunca jamás se había oído ha- ni las saludables leyes que promul-
blar? ¿Quién no apartó los ojos? gó, ni toda su vida dechado de lim-
¿Qué espíritu no se horrorizó de pieza y de honestidad no le libra-
aquella crueldad tan prodigiosa y ron de una muerte tan poco mere-
tan sin freno? Primeramente, por cida y tan cruelmente refinada? ¡Oh
toda la ciudad fué azotado con va- llanto de aquel día libre; llanto del
ras, quirites, un hombre que había pueblo romano que confesaba su
sido pretor y tribuno, que en el des- servidumbre! ¡Oh ánimo de Sila,
empeño de este último cargo había ajeno y desviado de toda humanidad
dado la ley de pecuriiis, tan acerta- que mandó que aquello se hiciera!
da y ventajosa, tan grata al pueblo ¡Oh exclamación del tirano que te-
y con toda razón tan aplaudida; un nía bien tomada la resolución de
hombre sin tacha, bueno como el perdernos a todos! Sois muchos los
pan y de todos nosotros, por su que visteis lo que Sila respondió
honradez y por su patriotismo, tan cuando le fué presentada la cabeza
querido, que dos veces fué elegido de M. Mario: «¿Quién es? ¡No le
pretor por sufragio, no sólo de to- conozco!» ¿Qué pensáis, quirites,
das las centurias, sino de todos los qué voy yo a decir, qué voy yo a
hombres. Luego fué llevado a em- hacer? Faltáronme lágrimas, faltá-
pellones al sepulcro de Catulo, y ronme palabras: gasté todo el voca-
allí, al sinventura, sacáronle los bulario corriente, y esas fechorías
ojos, se le cortó la lengua, se le am- inauditas no pueden ser expresadas
putaron las narices y los labios, se con las voces usuales porque los crí-
le arrancaron las manos, se le des- menes superan todas las que oye-
coyuntaron las piernas y, deforma- ron nuestros mayores. ¡Oh expre-
do así y muerto ya en todas las sión amarga para todos los buenos
partes de su cuerpo, contra la vo- ciudadanos y calamitosa, oh Sila,
OBRAS FILOLÓGICAS. DECLAMACIONES SILANAS. DECLAMACIÓN IV 797

para ti, tea y furia de la República, y fiera inhumanidad. ¡Ay de nos-


si ese pueblo recordare que es ro- otros, quirites, a quien los hados
mano y quisiera seguir al vindica- malignos reservaron para tiempos
dor de su libertad, al vengador de los más sombríos, en que la compa-
sus afrentas. Vió el pretor Marco sión tiene pena de muerte y está la
Petorio, quirites, este despedaza- guerra declarada no a los ciudada-
miento de un senador, que no hu- nos simplemente, sino también a la
biera sufrido aun cuando cayera en- Naturaleza y a la Humanidad! ¡Oh
tre leones y tigres y otras bestias hijos y descendientes nuestros, más
fieras enojadas. Viole aquel hombre infelices que nosotros todavía, si a
bondadoso y apacible cosido a pu- estos ejemplos de crueldad inaudi-
ñaladas y chorreando sangre, y ante tos que superaron cualquiera capa-
la atrocidad del suplicio de su ami- cidad de crédito, instituidos por ese
go y el horror de todo su cuerpo sepulcro tragador de ciudadanos, les
desfigurado y el derramamiento de dejáramos nosotros sin venganza!
tanta sangre, detúvose algún tanto Pero basta ya, quirites, de matan-
de pura consternación. Este gesto, zas y descuartizamientos, pues por
quirites, le atrajo pena capital, por- ia grandeza y vehemencia del do-
que sin una conmoción de sus en- lor o, por mejor decir, del duelo, ni
trañas no pudo contemplar aquella yo puedo decir más cosas ni vos-
abominable ferocidad y despedaza- otros oírlas. Desde ahora, comenzad
miento tan ajena de su carácter hu- a escuchar lo que ese nuevo Tarqui-
manísimo. Mandó Sila que se le nio maquinó contra la posteridad
ajusticiase cruelmente, porque había y contra la imperecedera libertad
sido humano; es decir, opuesto dia- de ese Imperio. Luego que a nues-
metralmente a él. tros propios ojos, en medio del foro,
¿Para qué, como ejemplo de cruel- vendió los bienes de los ciudadanos
dad, aducimos casos remotos de la míseros e inocentes coma un botín
mitología? Todos los Lieos, y los Li- hostil para que no faltase una til-
curgos, y los Orfeos, y los Atreos, de a su afrenta suprema, despojó de
y las Medeas, y los Téreos, y los su patrimonio con la más irritante
Ayaces y todas esas relaciones es- de las injurias a sus hijos y a sus
peluznantes que oís en las trage- nietos, y les privó de desempeñar
dias, son fábulas, son ficciones y cargos honrosos. ¿Con qué derecho?
sombras; pero estas otras son rea- ¿Por ventura habían empuñado ar-
les, elocuentes, innegables. De aquí mas civiles estos a quienes antes
para sus tragedias, deben
los poetas que cometiesen el crimen les infli-
tomar argumentos de atrocidades in- giste el castigo, de manera que con
frahumanas. Aquí la tragedia se re- toda certidumbre el suplicio es pa-
presenta al vivo. En las tablas la se- ra ellos más seguro que la vida? Y
crueldad se recatan de los
vicia, la no contento con este desafuero, que-
ojos de los espectadores; ahórrase brantó y echó por los suelos la po-
el suplicio de la vista; es un heral- testad tribunicia, amparo del pueblo,
do quien lo notifica. Mas vosotros
y firmeza de la libertad, de
pilar
fuisteis obligados a contemplar filo modo que quedó definitivamente ce-
de mediodía, en medio del propio rrada para el pueblo la razón y el
foro o, mejor, en el circo, en el procedimiento para recobrar la li-
teatro, en las encrucijadas, en las bertad si algún día le cautivasen el
calles, a cada momento una bárbara deseo y el recuerdo de su apacible
798 JUAN LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. TOMO I

dulzura. Resérvome otro tiempo pa- no hayas pecado mil veces. Y aún
ra hablar de estas cosas. diré que deberían de presentarse y
Y con todo esto, quirites, ese des- promulgarse muchísimas otras de
almado miserable, todos vosotros le novísimas para vengar tus delitos.
oísteis, tuvo la avilantez de decir: La ley Porcia y las leyes Sempro-
Acúseme quien quiera del crimen nias consideras tú que tienen poca
que le pareciere. ¡Ah, quirites, fuerza, pues ellas precavían que no
cuán avergonzado estoy de que Sila fuese azotado con varas el cuerpo
haya abusado hasta ese punto de libre de un hombre romano.
nuestra mansedumbre y lenidad, ha- Dime: Aquella ley tuya de los
ya insultado nuestra, paciencia, ha- parricidas y de los sicarios, ¿a quién
ya experimentado cuánta servidum- condena si a ti te deja libre? Tu ley
bre somos capaces de sobrellevar y empieza diciendo: El que matare a
padecer. ¿Qué nos falta ya para un hombre. Este es el primer capí-
hundirnos en el último grado de la tulo. Por la fe de los dioses y por
¡

ignominia y de la esclavitud? ¡Oh vuestra propia fe, quirites! Sila, en


Sila, Sila; cuánto agradecimiento su propia ley osa decir: Quien ma-
debes a los dioses inmortales! tare a un hombre; cuando éi acabó
¡Cuán merecidamente eres feliz por crudelísimamente con cien mil ciu-
haber nacido aquí y en esos tiem- dadanos romanos. Dice el segundo
pos! De^ haber nacido en otro lugar capítulo: Aquel que con mala inten-
o, si quieres, aquí, pero en tiempos ción provocare un incendio. Tú pren-
de nuestros mayores y hubieses co- diste fuego al Capitolio. Y Sulmona,
.

metido el más pequeño de estos crí- municipio antiquísimo y fidelísimo,


menes (que carecen de número y no ¿por qué ardió por orden tuya? El
hay razón que pueda calcularlos) tercer capítulo reza Quien andu-
:

perdieras la vida a través de tor- viere con armas para un homicidio


mentos infinitos; pero ahora no so- o para un robo. Leyendo esto cree-
lamente vives y vives para nuestro rías que debe de ser algún Fabricio,
mayor vilipendio, sino que en pre- o un Curio, o un Máximo el que le-
mio de tan impías fechorías, fuiste gisla, y no aquél que con sus pilla-
proclamado dictador, y osas salir en jes, ya no hurtos, asoló y agotó to-
público y mostrar al pueblo romano da Italia, cuyas armas tienen cer-
ese rostro desapudorado y procaz. cado el Senado y la asamblea del
¿No tienes comedimiento de insul- pueblo romano con un terror enor-
tar los oídos y los sentimientos de me, porque tú escojas para la muer-
esa ciudad? Acúseme quien quisiere te y la presa el más inocente, con
— dices de algún presunto crimen. tal que sea el más rico. Tu ley, pues,
Mas aína sé tú mismo, torbellino y agradecida y clemente para quien la
borrasca de la patria, tú, virus e in- dicta, no te castiga. Pero por ter-
fección de la República, sé tu mismo minar, ¿qué penalidad es la de esta
quien des el linaje de crimen, de ley? Para los libres, el destierro.
fechoría, de maldad, de crueldad, de Pero más a placer campa Sila fuera
impiedad que hubieres cometido, en de Roma, que en Roma, a quien
el cual, durante tu vida toda, no te odia. Dad orden de destierro
contra
hayas ejercitado y encenagado; ci- ese hombre que estaba contento de
ta alguna de las leyes, bien de las ir por sus propios pies al destierro
antiguas, bien de las nuevas y exce- cuando amenazaba con prender a
lentes forjadas por ti, contra la cual su patria. Pero aquella lex de vi
OBRAS FILOLÓGICAS. DECLAMACIONES SILANAS. DECLAMACIÓN IV 799

(ley de la violencia) no te alcanza ter la cabeza de aquel que pegare y


a ti porque no la hiciste a uno que en algún modo maltratare al tribu-
otro ciudadano, sino a la República no del pueblo y envía la familia al
y a la patria común. De lesa majes- templo de Ceres y manda que se
tad tú no cometiste delito alguno: vendan los hijos y las hijas. Esta
violaste la santidad del Senado con ley, si hubiera tenido alguna vigen-
el degüello de tan ilustrísimos ciu- cia, tú no vivirías y la República
dadanos, y acabaste casi por com- no quedara huérfana de tantos y tan
pleto con el orden ecuestre. Y de buenos ciudadanos como perdió. Tú,
la plebe, ¿qué proporción quedó? por implacable hostilidad contra esa
¿Esto no es crimen de lesa majes- clase social, no contento con dar
tad? Mataste legados contra el de- muerte a sus tribunos, pusiste todo
recho de gentes; despojaste preto- tu empeño en arrancar, de funda-
res y les multaste, asesinaste cónsu- mento y raíz y extirpar aquel poder,
les y otros magistrados. ¿En dónde única salvaguardia de la libertad y
está la majestad si ahí no está? de la salud del pueblo. ¡Oh abúlica
¿Qué crimen existe, en fin, de que plebe romana, digna de la esclavi-
tú no temes ser acusado? ¿Qué es tud, si no vengare este odio que Sila
esa tu amodorrada e insensible con- le profesa, de que hace alarde con-
ciencia, que no se siente hostigada tinuo y que no disimula ni en pala-
y acuciada por los aguijones de tan- bras ni en hechos.
tas maldades, y que no esté decaída ¿Por qué hablar del reino? Exis-
y pasmada, como herida por un ra- ten viejas leyes que sancionan seve-
yo? Pasmada y decaída sí lo está; ramente a aquellos que, no digo
pero Sila tiene experimentado que ya se alzaren con el reino de Ro-
en estos tiempos la audacia y la ma, pues para los que lo desearen
ferocidad pueden más que la ino- y ambicionaren (en este crimen in-
cencia. currieron algunos personajes ilus-
Paso de largo aquellas leyes me- tres, consulares, incluso), sino los
nores en que tus disoluciones y car- que tuvieren sus proyectos referen-
nalidades tendrían su sanción; la tes a ello. Pero si aquí no hay rey
suntuaria, que tú dictaste; la de ni tirano inhumano, no veo por qué
jurtis (de los hurtos), que es mucho los célebres Dionisios y Fálaris fue-
más antigua; la Calpurniana, de los ron tiranos. Cierto es que ellos ex-
cohechos; la Escatinia, cuyas trans- cogitaron muchas medidas despó-
gresiones perpetradas por ti conoce ticas contra sus pueblos, que eje-
Fusidio y muchas otras nuevas de cutaron muchos desafueros cruel y
los sacrilegios, de los juegos de azar, desapoderadamente; pero jamás les
de los adulterios, para ti debieran vino a las mientes la idea de vejar,
darse, pues de aquellas antiguas, an- atormentar, perder a sus enemigos
teriores a las Doce Tablas, o que vi- como éste vejó, atormentó y perdió
nieron después, tú no puedes citar a los suyos, y esto en aquella ciu-
una contra la cual no existan infini- dad a la cual, si nos restara un adar-
tas fechorías tuyas, si ya no fuere me de vergüenza, quirites, o una
contra aquella ley venerable, que fué centella de seso y de valor, o no la
promulgada en los comienzos de la llamaríamos libre o demostraríamos
libertad, bajo el consulado de Vetu- que lo es y preferiríamos morir con
sio y Virginio, que trata de la potes- honra que con deshonor y con una
tad tribunicia, que consagra a Júpi- muerte fea perder la libertad que
800 JUAN LUIS /IVES OBRAS COMPLETAS. TOMO I

nuestros mayores nos legaron. Pero gravedad y atrocidad, ¡cuánta co-


decidme: ¿Con qué objeto fué pro- bardía! Un embajador modesto es
mulgada aquella ley? Por aversión reclamado con cierta desconsidera-
a una monarquía enojosa, a un rey ción; recibió alguna ciudad a algu-
soberbio. Pensad, por favor, y traed nos míseros y atribulados, aliados
a la memoria si fué peor aquel rey, suyos, enemigos vuestros que huían
hijo de rey, en aquel tiempo en que de vosotros; todo es suspicacia y
reinar en Roma era lícito, que este alarma; algún pueblo hace levas,
nuevo Tarquinio que padecemos pero no se sabe contra quién. Esto,
después que la libertad, desde ha- esto es lo que se vindica con la gue-
ce tantos años, está confirmada. rra, con las armas, con la sangre,
Jamás aquel Tarquinio vendió las con la vida. Por eso arruínanse ciu-
ciudades o los bienes de los aliados dades antiguas y se trabucan muy
o de los ciudadanos; y, en cambio, pujantes naciones. Esta fué la ruina
la subasta de ése la visteis todos es- de Numancia, de Cartago, de Corin-
tablecida en el foro; aquél aumen- to. Fué objeto de malos tratos un
tó la riqueza y el ornato de la ciu- aliado, o un campichuelo fué de-
dad; éste la despojó y la afeó. Sa- vastado por alguna incursión, o un
bemos que fueron muy contados mercader o un marinero cualquiera
los suplicios y las matanzas de ha recibido algún quebranto en sus
Tarquinio contra los ciudadanos ro- intereses. Para esto se dan armas,
manos. Cuántos mató ése, es cosa por esto se declaran guerras, por
de vergüenza y de asco recordarlo esto esa ciudad y toda Italia abo-
tantas veces. can a una crisis de gravedad extre-
No quisiera yo que aquí estuviera ma. Por estos motivos desdeñables,
presente algún advenedizo para hiciéronse dos guerras púnicas, y las
que, si fuese posible,, esta ignominia sostenidas con los samnitas, con los
nuestra, tan grande, no pasase a las tarentinos, con Pirro, con Antíoco,
naciones extranjeras y a vuestras con los etolios, con Filipo y con mu-
provincias; pero no es posible; no chos otros. Estos agravios son mere-
hay en la redondez del orbe quien cedores de vindicta y de guerra. Y,
no sepa lo que hemos padecido es- en cambio, ¡viva Sila! ¡Viva y de-
tos años. Y con el fin de demostrar- córesele con premios, con honores,
se y confesarse ese nuevo Tarqui- con magistraturas! O, mejor, reine
nio, más áspero que no lo fué aquel Sila, quien ha sido el único que co-
antiguo, el primer día de la dicta- metió tantas maldades y tantas ha-
dura, salió en público con veinticua- zañas tan facinerosas contra esta
tro haces, siendo así que aquél sólo República y todos los aliados, cuales
tuvo doce, como los tuvieron los todos los enemigos juntos de ese
dictadores, como los tuvieron los Imperio jamás las desearon, ni si-
cónsules habidos desde la fundación quiera las pensaron jamás.
de esta ciudad. Este alarde de in- Los hay que piensan que él ha sa-
solencia lo hizo él para dar a en- lido incólume por la reverencia y
tender sin posible engaño que él iba la majestad que trae consigo la dic-
a mandar sobre este pueblo como tadura. ¡Oh preclaro e inmortal
sobre una grey de esclavos vencidos maestro del pueblo, que enseñó a
y cautivos. nuestras juventudes aquellos tres vi-
En cosas baladíes, ¡cuántas trage- cios pestíferos: la lujuria, la avari-
dias promovéis! En cosas de suma cia, la crueldad. Digo en primer lu-
i

OBRAS FILOLÓGICAS. DECLAMACIONES SILANAS. DECLAMACIÓN IV 801

gar que ni las leyes ni la equidad otros prestabais acatamiento y re-


consentían no que fuese dictador, verencia a aquel dictador, que era el
pero ni siquiera ciudadano. Era un único que os despreciaba y se mofa-
desterrado, aun cuando habitase ba de vosotros y de la patria toda y
aquí, bajo la pesadumbre y el ago- de los dioses inmortales; pero, al
bio de tan inauditas maldades. Lue- menos, cáigasenos la cara de ver-
go, con qué buen derecho fué nom- güenza de que haya podido llegar a
brado dictador por el vicecónsul, yo su casa y acogerse a la vida privada
no lo disputo, siendo así que, se- impunemente y que no haya sido
gún costumbre de nuestros mayores, despedazado por las manos de algún
suele ser el cónsul quien le nombra. osado patriota que deseara para sí
La vieja ley lo es de las Doce Ta- la gloria del tiranicidio y una esta-
blas: Que el dictador no prorrogue tua, como la que tiene aquel famoso
su mandato más de seis meses. ¿Qué L. Bruto. Pero ahora, aun cuando to-
otra cosa era sino dar un reinado dos los otros se muestran irresolu-
perpetuo, eso de crear para ciento tos, no pienso yo, quirites, faltar a
veinte años un dictador que podía mi deber patriótico en la presente
hacer lo que se le antojase? ¿Quién magistratura.
había en aquel tiempo tan estúpido No espero yo juicios que él des-
a quien se le escondiesen el engaño precia, no requiero leyes por todas
y el ludibrio en que se tenía a toda las cuales está convicto y condena-
esta República? ¿Qué diferencia hay do, ni la conducta ejemplar de nues-
entre un rey y un dictador, cuyo tros mayores que a los malos ciu-
antojo debe considerarse como una dadanos, sin formación de causa por
ley justa y equitativa. ¡Oh vicecón- simples sospechas los ajusticiaron,
sul santo y amantísimo de la liber- no sólo cuando desempeñaban fun-
tad, de la patria, digno de los anti- ciones de gobierno, como en otro
guos Valerios, que expulsaron a los tiempo Servilio Hala, jefe de caba-
reyes! ¿Qué piensas tú, Flaco, que llería, y más recientemente L. Opi-
será el ser esclavo si esto es ser mio, siendo sino, también,
cónsul,
libre? ¿Cuánta diferencia va entre cuando eran
simples particulares,
esta ley tuya y aquellas leyes de como Nasica, todos los cuales reci-
tus mayores? Aquéllas arrumbaban bieron alabanzas de los mejores, y
a los reyes, a los tiranos, a los ma- aquellos que fueron muertos, sen-
gistrados que se excedían en sus tencióse que lo habían sido según
atribuciones y robustecían la liber- derecho. Ejemplaridades de ésas
tad del pueblo. La ley tuya quita abundan, y a mí me basta con ser
la libertad, introduce y confirma a cónsul que tengo el deber de mirar
un rey y a un tirano. ¿Y no te ve- por el bien de mi patria y de mis
nían a la memoria aquellas leyes, las ciudadanos. Esto me pide la supre-
Valerias, las Duilias, promulgadas ma magistratura, esto la seriedad
el mismo año, al tiempo mismo que de este Imperio, esto la República
fueron escritas las Doce Tablas? me pide, me exige, me requiere, me
Quien creare a un dictador sin pro- suplica. No consentiré que la vista
vocación, sufra azotes y pena capi- de las estatuas y los monumentos
tal. ¡Y tú ves cada día en tu propia de ese enemigo público de la patria
casa el busto del que promulgó la provoquen un día más suspiros, ge-
ley Valeria! midos y tristeza, no menos que si
Finalmente, quirites, si todos vos- estuviesen dedicados a Pirro o a
LUIS VIVES. —
802 JUAN LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. TOMO I

Aníbal. Xo toleraré que de hoy más gar, donde todos me pueden oír y
se llame feliz quien bebió tanta san- entender, que los desprecio, por
gre nuestra, quien hozó en tantas amor a la República. Xo faltará a
entrañas; quien pilló y dilapidó los la República un ejército que, acau-
bienes de los ciudadanos, vejó y dillado por mí y cooperando y ayu-
asoló a trituró y pisoteó
Italia; dándome vosotros, defienda la liber-
nuestra libertad ni que permanezca
; tad, la vida, la fortuna, la religión,
incólume una familia que se hizo po- los intereses públicos y privados,
derosa con los males de todos nos- que no consentirá que seáis escla-
otros; ni que haya quien lleve el vos de nadie, que os restituirá la
nombre de porque ese nombre
Sila, dignidad con el imperio, la libertad
tan nefasto para esta ciudad nos con las riquezas y la gloria. Asis-
debe ser más aborrecible que el de tidme, quirites, con el favor del
los Tarquinios, si ya no es, quirites, Cielo, los que queréis vuestra liber-
que alimentéis la ingenua esperanza tad, intacta, y la conservación de
de que un buen día se va a con- vuestras vidas, fortunas y salud co-
vertir P. Sila, calumniador de ciu- mún y vengadas las injusticias pri-
dadanos, comprador del botín civil vadas y públicas; los que creéis que
en que nació y creció, autor de hur- es más honroso mandar con hones-
tos, o que Fáustulo Sila degenera- tidad que servir con desdoro. Pres-
rá de las proscripciones y de la se- tad vuestra colaboración contra la
vicia paterna, pues que ya en la es- violencia y el latrocinio, a vuestro
cuela aprende, no a escribir, sino a cónsul que os exhorta a ello, por
proscribir. Ya sé, quirites, que de el honor, por la paz, por la quie-
este momento he contraído inmensa tud. Seguid no a un simple particu-
y capital enemistad con L. Sila, mas lar, que en ese empeño glorioso no
puesto que la contraje por la Repú- fuera mengua alguna, sino a vues-
blica, felicitóme de que ello haya tro cónsul M. Emilio Lépido, pues
sido así y con no menor ánimo y de- con vuestro veredicto tomaréis el
liberación la llevaré por la salud de merecido castigo de aquel malvado
todos a las postreras consecuen- y abominable parricida, de aquel
cias. sacrilego expoliador de templos, que
Xo sé a punto fijo lo que él oprimió nuestra libertad, que bebió
amenazaba en su discurso, si algu- vuestra sangre, que os robó vuestra
no, acordándose de la libertad en fortuna, que afligió y casi borró de
que nació y de la esclavitud que la faz de la tierra la República toda,
soportáis, os advertía del vilipendio y vosotros, cosa que vuestros mayo-
escocedor. Pero yo, quirites, a todos res hicieron hartas veces, en enérgi-
sus arrestos, que son muy frágiles ca reacción, os afirmaréis a vosotros
y muy flacos, creados por vuestra mismos, no solamente para la liber-
cobardía, que les dió apariencia de tad, sino también para la vida en
algún valor, declaro desde este lu- este mundo, que es de todos.
OBRAS FILOLÓGICAS. —DECLAMACIONES SILANAS. DECLAMACIÓN V 803

DECLAMACION QUINTA
CONTRA LA ACTUACION DE SILA
YA MUERTO
PUESTA EN BOCA
DEL CONSUL MARCO EMILIO LEPIDO

ARGUMENTO no tuviesen potestad de dar leyes


y que el que hubiese sido tribuno
Sila, consumido por una repug- no pudiera pedir otros honores.
nante pediculosis, que llaman pti- Esto, en puridad, no era súio adel-
ríasis los griegos, no bastándole ba- gazar y romper el poder tribunicio,
ños ni paños, ni hombres que de que se introdujo para amparo de la
día y de noche se sucedían en el plebe, de quien era Sila enemigo
servicio, y le limpiaban la podre capital. Y contra aquellos mismos a
de piojos, puesto que aquellos pará- quienes él proscribiera que sus hi-
sitos inmundos le inficionaban los jos fuesen privados de los bienes
manjares y la bebida, afectado por paternos y que en Roma no pudie-
un increíble asco de la vida, ha- sen pedir ni ejercer cargos honro-
biéndose enojado más de la cuenta sos. Esta disposición pareció indig-
contra un puteolano, y desgañitado nísima al pueblo romano, puesto
de tanto gritar, roto el flaco arma- que aquellos mozos y niños eran de
zón de su cuerpo, por fin, en Puzzo- todo punto inocentes. Lelio porfiaba
li (que es una ciudad de la Cam- en que los juicios fuesen comunes
pania) dió suelta a su alma escele- al pueblo, al orden ecuestre y al
rada. Así que lo supo el cónsul Senado que el poder tribunicio vol-
;

M. Lépido, trató de impedir que se viera a su estado primitivo; que


le enterrase en público con alguna volviesen los desterrados y les fue-
pompa. No lo consiguió, pues el sen devueltos los bienes, y que les
otro cónsul Catulo y Cneo Pompe- pagasen su precio los que los ha-
yo, empeñados en lo contrario, lo- bían comprado -de Sila que los hi-
;

graron que en una litera de oro y jos de los proscritos fuesen repues-
con gran aparato y solemnidad fue- tos en sus patrimonios. En conse-
ra sepultado en el campo Marcio, guir esto ponía Lépido mucho afán
lugar en donde fué costumbre in- y, sin duda, esto que pedía era lo
humar a los reyes. Aquí yo intro- justo; pero esto, en aquellas cir-
duzco a Lépido perorando contra la cunstancias, parecióle al Senado una
actuación de Sila, especialmente medida imprudentísima, porque les
aquella que constituía un ultraje pareció que sería refrescar las heri-
para los ciudadanos y los órdenes das de la República, y por ello pen-
senatorial y ecuestre. Había Sila saron que aun siendo injusta aque-
promulgado muchas leyes en odio lla situación, era preferible no to-
del pueblo y de los proscritos. En carla mientras la doliente República
odio del pueblo y de los caballeros, se restablecía en difícil convale-
a saber: que no más que del Senado cencia. Lépido, por este desaire, en-
pudieran elegirse los jueces, y es- fadado con su colega Catulo y la
totra: que los tribunos de la plebe mayoría del Senado, al expirar su
804 JUAN LUIS VIVES. OBR.AS COMPLETAS. TOMO I

consulado fuése de procónsul a la tud, para escarmiento de la poste-


Galia Ulterior, provincia que le to- ridad, porque en lo sucesivo los ma-
có en suerte, y empezó allí a hacer los ciudadanos no tuviesen un maes-
sus aparejos para mover guerra a tro que les enseñase a pillar impu-
ios silanos y condujo el ejército a nemente esa ciudad, a asolar, devas-
la ciudad, contra el cual, salidos tar, despedazar, destruir, aniquilar
Catulo y Pompeyo, con soldados re- con monstruosa crueldad a ese pue-
cogidos a barrisco, trabaron comba- blo y a toda la Italia; a arrebatar
te. Lépido fué vencido junto al y a retener como botín los bienes
puente Milvio y se refugió en Cer- de míseros e inocentes ciudadanos,
deña. Los vencedores, templada- de aliados, de naciones extranjeras
mente, volvieron a la ciudad. En- y gentes peregrinas con la más fea
tonces, Roma e Italia descansaron y más ávida de las avaricias. Ahora
algún tanto de guerras y asolamien- es de temer que no sean muchos
tos. Este movimiento no se pone más los que prefieran contemplar e
entre las guerras, pues no pasó de imitar lo que Sila hizo contra vos-
modesto alboroto. otros que lo que vosotros hicisteis
contra Sila.
Empero, puesto que de hoy más
DECLAMACION no tenemos autoridad alguna sobre
la vida de Sila, entreguémosle a la
El día de ayer, quirites, se nos justicia y al juicio de los dioses in-
hizo noticiosos de que L. Sila había mortales, cuya majestad ofendida
muerto en Puteólo. De la muerte de violó tantas y tantas veces impía y
ese hombre, no tanto me alegré co- sacrilegamente. Nosotros, en cam-
mo me dolí. Alégrome de que el tra- bio, mostremos nuestra prudencia,
bucador de nuestra libertad, el pa- nuestro consejo, nuestra virtud para
rricida de sus ciudadanos, el ladrón con aquello que podamos, a fin
de nuestras posesiones y de nues- de que esa República nuestra, lasti-
tros bienes, el menospreciador y mada y tambaleante, con algún
enemigo de los dioses y de esta Re- oportuno remedio nuestro mejore y
pública, haya sido raído de la faz se robustezca, y a los míseros y afli-
de la tierra, con el beneficio más gidos ciudadanos les aportemos al-
grande que nos pudiera dispensar gún socorro y auxilio, algún rayo
el cielo. Pero me duele que él haya de esperanza en su tenebroso abati-
salido de la vida antes por su lado miento, y enjuguemos las lágrimas
natural que por el merecido suplicio a esa patria llorosa y postrada y le
que recibiera de vosotros. Una devolvamos toda la luz que pudié-
muerte cualquiera, ocasionada por ramos y su antigua dignidad y su
la decadencia física, no es ningún perdida alegría. Ya no hay enemigo,
castigo de la maldad, sino el desen- ya no hay tirano que nos embarace
lace final de la flaqueza. Y, a pesar de hacer esto, si ya no fuere que
de todo, convenía que aquel que surjan de nuevo, por repentina ge-
puso toda su voluntad en afligir, ve- neración de los restos de Sila, quie-
jar, destruir a todo ese pueblo y en nes poniendo los pies en sus propias
gran parte se había salido con su pisadas, tengan los mismos apetitos
propósito perdiera cabeza y bienes que él sació y se entreguen a idén-
en manos de ese mismo pueblo, me- ticas maquinaciones. Si hubiere de
morioso de su libertad y de su vir- |
esos tales, yo, con toda viveza, les
OBRAS FILOLÓGICAS. DECLAMACIONES SILANAS. —DECLAMACIÓN V 805

aconsejo y les advierto solemne- acabarán por ser pretores, cónsules,


mente que no lo intenten, niesperen generales, que querrán más tutelar
llevar al cabo sus depravados desig- la libertad común que el mando ar-
nios. El pueblo romano ya es muy bitrario y la tiranía, sea de quien
otro: tiene otras ideas, otra volun- fuere. En cambio, a todos aquellos
tad, otro espíritu; todos los buenos que se mantuvieren en un propó-
han hecho un haz y como una liga sito tan desvariado e impío, yo les
santa, para más pronto perder la pronostico, sin equivocación posible,
vida ellos y sus hijos y sus esposas, que van a sentir y experimentar la
que soportar aquellos desemejables libertad, la fortaleza, el poder, la
desafueros cuya relación y cuya magnanimidad, la constancia del
existencia ocasional constituirán el pueblo romano, la prudencia, la au-
más grande oprobio de este Impe- toridad, la gravedad del Senado, la
rio. Y ya no digo que no serán los serenidad incorruptible de los jue-
hombres, y menos los hombres li- ces, el rigor indeclinable de la sen-
bres, y más si son romanos, quienes tencia. Amén de todo esto, compren-
padecerán lo que ni las fieras ni derán que este pueblo ya no es
estas paredes ni estos muros habrán aquel que se acomodó a ser esclavo
de tolerar. de Sila y de unos pocos tan crimi-
Por eso alabo grandemente a los nales como él, y de los satélites y
buenos, porque ellos, al fin, dejáron- ministros de sus maldades y capri-
se impresionar por el recuerdo de chos monstruosos, sino aquel otro
la interrumpida dulcedumbre y, por que por salvar su libertad expulsó
ende, de la perdida libertad. Mas a los reyes, que con las armas en la
por lo que se refiere a los malos mano recabó los tribunos del pue-
(puesto que me propongo traerles a blo, que con su fortaleza sojuzgó la
mejor entendimiento y a una cor- redondez del orbe. Esténse, pues,
dura mayor), yo, el cónsul, desde quedos los malos y los que quieren
;

este mismo lugar, en nombre del ya ser libres, oigan lo que parece
pueblo romano, exhortóles una y que se debe hacer a los varones más
otra vez y les ruego con todo enca- sabios y fuertes, que de día y de
recimiento que desistan de fraguar noche se preocupan del bienestar y
males para esta ciudad y la Repú- libertad de esta ciudad, para esta-
blica y que no esperen para lo fu- blecer o, mejor dicho, para restable-
turo premios de sus maldades, tales cer la República.
como los que, con tristeza infinita y Opinamos, quirites, que los actos
con muy amargo duelo, vimos estos de Sila deben ser anulados, no to-
años. Decídanse a colaborar con dos! sino aquellos que aquel porten-
nosotros y súmense al afán común to de maldad llevó a cabo en daño
y a la voluntad del pueblo y subor- de la República, en mengua de vues-
dínense a la autoridad del Se- tra libertad y quietud, en menosca-
nado. bo de nuestras fortunas, en perdi-
De ahí recogerán honores verda- ción de ciudadanos. Muchas son las
deros y ciertos; de ahí cosecharán leyes Cornelias, quirites; muchas
copioso fruto de sus trabajos, de ahí son las disposiciones de Sila de los
les provendrán ingentes abundan- sicarios, de los gastos, de los abas-
cias y riquezas sólidas y duraderas. tecirrüentos, de las provincias ; tam-
Yo les prometo y les garantizo en bién, de la potestad tribunicia, de
nombre del pueblo romano que ellos los juicios, de los proscritos. Unas
806 JUAN LUIS VIVES. —OBRAS COMPLETAS. TOMO I

pocas palabras diré aún de las pri- de vuestro bienestar, de vuestra li-
meras; luego descenderé a las últi- bertad, de vuestra honra, de vuestra
mas, acerca de las cuales en el día gloria, de la tranquilidad, de to-
de hoy he de pronunciar en favor dos vosotros, y si aquello que yo os
de la República un discurso digno dijere os pareciere inspirado por el
de un cónsul, con toda libertad y patriotismo, por la dignidad de ese
sumo miramiento de vuestras con- Imperio, por la salud, la paz, el
veniencias y aun de toda Italia. Y amor y la concordia de los ciudada-
esa oración he de pronunciarla yo nos, con entereza decidida, sin dejo
con la responsabilidad de mi magis- alguno de miedo, declaréis vuestro
tratura, con el recuerdo de aquel de libre sentir y vuestro recio querer,
quien recibí este beneficio, con el otorgándome vuestros sufragios.
orgullo de pertenecer a la gens Emi- Aquellas leyes Cornelias, quirites,
lia, que me une a vosotros con una de los gastos y de los sicarios, no
obligación indisoluble y que a tra- merecen mi total reprobación, afec-
vés de mi persona os hizo entrega de tan de alguna manera a la morali-
sus méritos como prueba entre ella dad pública y al regimiento de la
y vosotros de un afecto recíproco, ciudad, y ojalá todas sus otras leyes
por manera que ni un emilio puede fuesen como éstas. Lo que me su-
dejar de amar a la patria ni la pa- bleva es que para el autor de esas
tria puede odiar a un emilio. Por leyes fuera su pueblo cosa tan vil
todo esto, quirites, en este momen- y tan desdeñable y objeto de tanto
to, yo pido a Júpiter Optimo Máxi- ludibrio que tuviese por pura nona-
mo, fundador y conservador de esta da faltar no solamente a unas leyes
ciudad y de este Imperio; pido a la autorizadas por la vejez con una
particionera de su tálamo y a la suerte de santidad, sino a las suyas
copartícipe de su reino, la reina propias, infringiéndolas con críme-
Juno, a las armipotentes divinida- nes sin cuento; que a todos vos-
des de Palas, Marte, Quirino, padre otros os tuviera por esclavos, siendo
sagrado de esta ciudad y los restan- así que sus propios amos guardan
tes dioses y diosas inmortales, gra- para con sus esclavos honrados al-
cias a cuyo auxilio y singular amor guna suerte de respeto. Nuestros
para con nosotros esta República, antepasados, quirites, reservaron sus
afligida y herida de muerte, pero más acres y severas sanciones para
que de todas maneras todavía que- aquellos que quebrantaban más sus
da en pie, sin que consiguiera hun- propias leyes que las ajenas. Nos
dirla ni la violencia de Sila, ni la han contado que Licinio Estolón, en
brava tempestad, ni la saña de to- virtud de su propia ley referente a
do aquel océano amotinado contra cosas agrarias, fué condenado a
ella; yo les pido, digo, paz y ve- muerte por el tribunal del pueblo.
nia y les suplico que tengan a bien Pienso que todos nosotros vimos el
que el día de hoy haya amaneci- juicio de Quinto Varo, tribuno del
do precisamente para detener a pueblo. Pero Sila, ese santo y grave
la República en su caída, para soco- moralizador de nuestras costum-
rrer a los míseros y acabados ciu- bres, observó con una templanza y
dadanos. Y a vosotros, quirites, yo moderación ejemplares su propia
os ruego que con vuestra benevo- ley suntuaria. El texto de aquella
lencia habitual me oigáis a mí, que ley creyéranlo dictado por algún
soy vuestro cónsul y voy a hablaros Fabricio, algún Coruncanio o por un
OBRAS FILOLÓGICAS. DECLAMACIONES SILANAS. DECLAMACIÓN V 807

Curio, o por un Pisón. ¿Con cuánta de la sangre, de las entrañas, de la


risa pensáis que fué festejado en la vida de los cuitados ciudadanos.
intimidad de aquel garito que tenía Como si fuera cosa baladí dilapidar
en su casa Sila por aquella inmun- el patrimonio de los ciudadanos y
da laya de tragones y de bebedores repartirlo con largueza insensata a
la apología que hizo de la templanza poseedores injustos, quiso Sila que
y de la frugalidad ese doctor y au- el río y el mar tuviesen su partija
tor de toda lujuria y de toda dema- en aquel botín. ¿Pensáis, quirites,
sía; ese intachable legislador, luego por ventura, que se haya podido
de haber engullido y devorado todos hacer un voto religioso, como es
los bienes del pueblo romano, una debido, y prometer a Hercúles el
parte en comeres y en beberes, y sacrificio de una cena, con daño
disipado y desperdiciado la otra par- nuestro, siendo así que Hércules
te en larguezas de manirroto? ¿A consiguió inmortalidad con su
la
qué viene ahora mentar aquello que ayuda a mortales? Ese dios,
los
hizo en secreto, si tuvo la escanda- mientras anduvo peregrino por el
losa publicidad de que todos vos- mundo, en ninguno de sus trabajos
otros fuisteis testigos? Dejo a un puso tanto esfuerzo y tanto corazón
lado, quirites,aquel banquete en como en asegurar para cada uno el
honor de Hércules, el cual, aun disfrute tranquilo de su propiedad.
cuando constituyó una infracción Y ése, en cambio, de sus latrocinios
flagrante de la ley suntuaria, con to- y sus rapiñas sacrilegas, separó una
do, porque era opinión común ser parte para Hércules cuando para
aquello un acto religioso en loor de ese dios no hubo gente más aborre-
un dios inmortal, podía hallar fácil cible que los ladrones, que los usur-
excusa aquel tan insolente despilfa- padores de las fortunas ajenas.
rro. ¿Recordáis todavía cuánta pro- Pero yo quiero que, en realidad,
fusión de manjares y de platos, y fuera litúrgico aquel convite. De los
cuántas pipas de vino fueron echa- gastos fúnebres existe un artículo
das al Tíber? en la misma ley Cornelia. Decidme,
Yo no criticaría que Sila hubiera por favor, quirites: ¿qué modera-
hecho todo esto, si por culpa de ción hubo en el funeral de Métela,
aquella orgía en el gastar no hubie- aun siendo repudiada? También
ra perecido una multitud incalcula- hay un artículo sobre las cenas pri-
ble de ciudadanos y sus hijos no vadas.
hubiesen muerto de hambre, de po- Yo no tengo reparo en afirmar
breza y menester. Yo jamás creeré, que ni a Sardanápalo, ni a Jerjes,
quirites, que exista un dios tan im- ni a ninguno de aquellos reyes asía-
placable enemigo del género huma- nos o de los sibaritas o de los sícu-
no que quiere ser propiciado y los, enfangados en el inmundo su-
aplacado con tamaña calamidad y midero de la gula, que les costase
pérdida de hombres. En mi creen- tan caro un banquete público, como
cia, todos los dioses son benéficos y a ése le cuesta todas las noches una
filántropos. Me importaría un ardite cena privada; todo ello pagado con
que Sila en persona y toda su los pillajes y despojos de los buenos
casa y su familia se hubieran echa- ciudadanos, como si fuese un botín
do en el río de cabeza, antes de ello de los cimbros o de Mitrídates.
me alegraría, puesto que no hubiera Con todo, la ley es buena, dicen.
sido tan pródigo de las haciendas, Séalo en buena hora; pero ello la
808 JUAN LUIS VIVES. OBR..AS COMPLETAS. — TOMO I

hace tanto más indignante cuanto tamente, la ley Cornelia al reprodu-


que él, con tal desvergüenza y ci- cir puntos que tomó de
aquellos
nismo, menospreció y escarneció nuestros mayores en lo referente a
una ley buena y, encima, suya. los gastos; mas todo lo pertinente al
¿Aun cuando qué necesidad o con- precio de las viandas, no sé yo ver
veniencia había en dictar una nueva qué bondad ni qué provecho tienen.
ley suntuaria, cuando las había tan- ¿O por qué no más aína la corrup-
tas y tan buenas, las unas, tradi- ción de las costumbres? Con la mi-
cionales y las otras harto recientes? nuciosa enumeración que hace de
Por lo que toca al número de los los manjares, de los aliños, de los
convidados, ahí está la ley Orquia, adobos, de los companages, de los
promulgada en el consulado de Pu- pescados, de las carnes exquisitísi-
blio Cornelio Léntulo y Marco Be- mas, con todos aquellos requisitos
bió Pánfilo. Por lo que atañe al nú- que anteriormente esta ciudad des-
mero de comensales y a los gastos conocía de todo punto, con todo
del convite, ahí está la ley Fania, aquel cieno de Grecia y de la muelle
dada veinte años después de la ley Asia que él introdujo en esa ciudad,
Orquia. Algo más reciente es la ley no tanto parece comedir la gula co-
Didia, que comprende, no solamente mo excitarla con aquellas picantes
a los ciudadanos, sino, también, a y variadas irritaciones del paladar,
los aliados. Esta ley irroga penali- por manera que se la debe denomi-
dad y multa a los que asistieren a nar no ley de frugalidad y tasa, sino
cenas y a comidas costosas más de de incentivo del ingluvies y de cur-
lo razonable. so completo de guisos culinarios.
A mayor abundamiento, ahí está Yo, quirites, dentro de poco, voy a
la ley Licinia, harto fresca dictada dar una ley cibaria, que a todos será
por Licinio Craso, personaje muy no menos grata que útil, aun cuan-
rico, acerca de las calendas nonas, do vosotros la juzguéis práctica y
ferias y otros disantos y festivida- aun necesaria para asentar las bue-
des, y también acerca del linaje de nas costumbres y deleitosa y fácil
los manjares, la cual, por su gran de observar.
utilidad y la meticulosa descripción Y eso de que Sila. quirites, haya
de la frugalidad, muestra orden, sin promulgado una ley de los sicarios,
esperar los veintisiete días regla- ¿para esta ciudad paréceos que es
mentarios, aprobó por senadocon- cosa más de risa que de indigna-
sulto. ción? Dió una ley que nadie matase
Y siendo referentes a los man- a otro; aquel cuya funesta tabla de
tenimientos todas estas leyes, ¿qué proscripción todavía veis, aquel que
quería con su ley nueva ese Numa mató a tantos miles de ciudadanos
anacrónico sino demostrar de que romanos, sin citarlos, sin acusarlos,
todas las leyes, los ritos, las costum- sin oírlos, sin condenarlos. Prevé la
bres ancestrales, los ejemplos, las ley que nadie lleve hierro para ma-
instituciones hacía burla; que es- tar a otro. Pienso que esta precau-
quivaba por sistema su cumplimien- ción fué porque nadie pudiese to-
to, que lo menospreciaba, que se lo mar de él venganza. Oh Sila, maes-
;

ponía debajo de los pies, que irrita- tro y espejo nuestro, hombre de
ba las buenas leyes viejas para vio- paz, a quien desplacen no mediana-
larlas y mancharlas con la insolen- mente el hierro y la agresión! Cuan-
cia más ultrajante? Y es buena, cier- do tú dabas la orden de armar el
OBRAS FILOLÓGICAS. DECLAMACIONES SILANAS. DECLAMACIÓN V 809

brazo de tus satélites y de tus ver- gua considerable de vuestra liber-


dugos contra ese pueblo, ¿hacíaslo tad, y quede ratificado en buena
cumplimentando tu propia ley? Si hora todo lo que en cualquier otro
de algo hubiera servido, quintes, sentido se determinare con la con-
como era razón, aquel discurso que formidad de los órdenes, pues yo
pronuncié en vida de Sila, y el pue- no quiero de manera ninguna en la
blo romano, con harta honra suya, actualidad promover en la ciudad
hubiera recobrado su dignidad, no ninguna alteración, sino socorrer,
quedaran impunes maldades tan in- según el consentimiento y sentir de
creíbles para aquel monstruo de los mejores, a los míseros y cons-
ferocidad, para aquel gladiador do- ternados ciudadanos y restablecer
blado de sepulturero. vuestra libertad y fortalecer la Re-
Y la ley de provincias, ¿de qué pública. Por eso yo, cónsul del pue-
sirve sino para que no estén en blo romano, no consentiré que per-
vuestra mano- vuestras provincias, sistan un día más adheridas parasi-
vuestro Imperio? Fué costumbre tariamente a la República aquellas
vuestra, quirites, encomendar al re- otras leyes de la potestad tribuna
sultado de unas elecciones por cen- cia, de los juicios, de los proscritos,
turias la provisión del gobierno de ni jamás tampoco las consentiréis
las provincias. Entre tanto, las ad- vosotros, quirites, que constituís la
judicó el Senado. Esta concesión se unanimidad y el consentimiento de
hizo a los padres conscriptos por el la mejor y la más vigorosa ciuda-
respeto que inspiraban, y porque danía.
como la mayoría de los que se en- Tengo el más ardiente deseo de
vían a provincias son de nuestro oír de boca de nuestros enemigos
cuerpo, mejor podíamos nosotros la contestación a estas preguntas:
conocerlos que no la masa de vo- ¿Con qué derecho se disminuyen las
tantes. atribuciones de los tribunos del pue-
Pero el derecho de dar el mando blo? ¿Por qué se derrueca de su
y el caudillaje del ejército pertenece propio alcázar la única garantía de
totalmente al pueblo, porque no pa- la libertad de este pueblo y se quie-
rece bien que nadie sea general sino bra y escinde su exclusiva salva-
aquel a quien el pueblo eligiere y guardia? ¿Es que existe alguno que
mereciere la aprobación de quien ha piense que este pueblo es libre en
de militar a sus órdenes, fuera de verdad si se le quita la tutela más
que del supremo poder que reside segura de la libertad y su pilar más
en el pueblo, descienden todos los firme? Si este pueblo es libre, no
poderes de la administración priva- verbalmente tan sólo, sino también
da. Y finalmente, porque el caudillo en realidad, ¿por qué se le retira
debe ser elegido, en comicios auspi- ese magistrado antes del cual la li-
cíales, con el solemne ceremonial bertad no pudo tener existencia? A
practicado por nuestros mayores. los dieciséis años después de la ex-
Mas Sila quiere que un decreto del pulsión de los reyes, introdújose el
Senado sea suficiente para obtener poder tribunicio, siendo cónsules
una provincia o un caudillaje militar A. Verginio Tricosto y T. Vetusio
sin previas elecciones por centurias Cesorino. Entonces el pueblo comen-
o por curias. zó verdaderamente a ser libre, pues
Pero esto, en determinadas cir- anteriormente, bajo los cónsules, no
cunstancias, puede subsistir sin men- tanto se le había dado la libertad
810 JUAN LUIS VIVES. OBR.AS COMPLETAS. TOMO I

como se le había escamoteado. ¿Cuál den volver ya a desempeñar en lo


fué, pues, el motivo por el que L. Si- sucesivo función política alguna.
la, contrariando todas las leyes, echó ¿Qué tribuno bueno y fuerte vais a
al suelo esa columna en la cual se hallar? ¿Quién querrá asumir una
apoyaba toda la fábrica de la liber- autoridad que, siendo sagrada, in-
tad común? Veíaese hombre, que habilita y mancha para las otras
para todo lo que es malicia y per- funciones también sagradas a los
versidad tiene unos N ojos de lince, que vistieron sus atributos? Tenéis
veía ese engendro de la Naturaleza tribunos del pueblo, sí, quirites; te-
nacido expresamente para oprimir néis tribunos del pueblo a quienes
a ese pueblo, para alzarse con sus se despojó del derecho de dar leyes.
bienes, para pillar el patrimonio pú- Y este artilugio, ¿qué otra cosa es
blico y privado de la República, que que haberos dejado tribunos para
así como no podía proporcionarse a vuestra tortura, para que todas las
ose pueblo libertad sin tribunos, veces que los viereis os hiriese el
tampoco se le podía quitar y arran- recuerdo de la libertad perdida? Si
cársele de las manos, con tribunos. no puede legislar el tribuno del pue-
Y habiendo concebido el monstruoso blo, ¿qué será lo que podrá? Si no
propósito de vejar, pillar, despeda- se atreve, si no le es lícito dar aviso
zar y arrancar de raíz y cimiento a al pueblo de sus conveniencias, ¿qué
esa ciudad y a toda Italia, y que no voz de hombre libre y digna de
era posible esta faena mientras que- aquella magistratura podrá u osará
dase libre la voz de un tribuno, ata- emitir? ¿Qué poder será ese poder?
có a la cabeza de puente, a la ciuda- Un nombre huero y ridículo, sin
dela de la libertad, y se esforzó por sustancia ni contenido. ¿Barruntáis
expugnarla para ahogar nuestra li- ya, quirites, el escarnio cínico de
bertad, desprovista de defensas y que Sila os hizo objeto? ¿Entendéis
tutelas, para echarse luego encima cómo aquel lodazal hediondo, aque-
de nosotros, desamparados e iner- lla cloaca impurísima de maldad, os
mes, sin muro y sin antemuro, y odió, os menospreció, os burló?
tras de habernos vejado a capri- Mas yo, quirites, que soy vuestro
cho, perdernos a su antojo. cónsul, yo, hoy mismo, conseguiré
Pero es el caso, diréis, que segui- que no duren más tantas maldades,
mos viendo tribunos del pueblo. Es- fraudes tan impíos, engaños tan abo-
to precisamente, quirites, es lo más minables como estos en que estáis
de lamentar y más de doler, pues cogidos como moscas. Si queremos
si no vierais tribuno alguno vues- que nos sea devuelta aquella luz jo-
tro, echáraislo de menos; pero en cunda de vuestros mayores, aquella
balde otras tantas veces os desazo- libertad alegre y radiante, no ficti-
naríais ni vuestros espíritus senti- cia, sino real y duradera, apóyese
rían la punzada del recuerdo de los esta libertad en los mismos cimien-
buenos tiempos pasados. Pero ahora tos de entonces, alúmbrese y dirí-
todas las veces que dais con ellos, jase por el mismo lucero; devuél-
todas las veces que entra por vues- vansenos tribunos tales como ellos
tros ojos aquel poder deformado, ge- los tuvieron, depositarios y custo-
mís vuestra libertad alampada, pos- dios de la libertad no enmascarada
trada, borrada. Tenéis, sin duda, ni fingida, sino auténtica e insobor-
quirites, tribunos del pueblo; pero nable. Y si no pudiéremos conse-
que, según la ley Cornelia, no pue- guirla por las buenas, vayamos a
OBRAS FILOLÓGICAS. DECLAMACIONES SILANAS. DECLAMACIÓN V 811

rescatarla por el mismo procedi- templada, no una parte de la ciudad


miento que ellosautorizaron y utili- de la totalidad de ella. ¿Y a qué vie-
zaron, a saber: por las armas. Con ne ahora ese nuevo reinado de jue-
todo, yo espero que los dioses in- ces que Sila, vuestro enemigo, confi-
mortales otorgarán a todos los ciu- rió alSenado? Yo, quirites, pertenez-
dadanos la conveniente cordura pa- co a esa categoría, y todos mis ante-
ra querer que la patria no solamente pasados pertenecieron a ella; pero
sea libre en hecho de verdad, sino vuestra libertad me es más entraña-
confirmar y consolidar esta libertad ble y es más antigua para mí. Ella
con las debidas garantías y tutelas. puja por encima de todas las clases,
Y por lo que toca, quirites, a la porque ella encarna la salud misma
ley de los juicios, oíd cómo Sila im- de la patria. No se admitió que juz-
puso que, mediante ella, sólo unos gase sólo el orden ecuestre, siendo
contados senadores dominen en esta así que es un orden honorable en
República y ejerzan el reinado y la grado sumo, intermedio entre el Se-
tiranía. Tiberio Graco, quirites, que nado y el pueblo, y en el cual mu-
se preocupó tanto y tanto de nues- chos son de familias senatoriales y
tras ventajas y de nuestra dignidad, muchos de familias plebeyas, y tie-
dió una ley por la cual quienes de- nen deudos en el Senado y muchos
bían juzgar eran los caballeros. Juz- en la plebe, muchos más que la ple-
garon veinte años con aplauso e be en el más encumbrado de los ór-
irreprochable integridad, con inco- denes o que este orden en la plebe.
rrupta admiración de todos los ciu- Así que todos fueron jueces de
dadanos y aliados, sin envidia y sin todos.
querella de nadie. Pareció excesivo ¿Cuál de vosotros está pesaroso
en la República este poder de una de aquellos juicios? ¿Oímos, por ven-
sola clase y se proyectó otra ley, y tura, queja alguna de los ciudada-
ciertamente fueron los tribunos del nos, queja alguna de los aliados?
pueblo quienes la proyectaron, con ¿Quién se quejó de nuestros juicios
el apoyo y el favor entusiasta del en las provincias? Y, en cambio, en
Senado, de la nobleza y del pueblo estos postreros años, ¡con cuánta
todo, que por sufragio popular, to- torpeza e infamia se juzgó, con
dos los años, se creasen quince jue- cuánta ignominia, con cuánio sobor-
ces de cada tribu para que juzgasen no! ¿Cuál fué el sentir de todos vos-
aquel año. De esta manera repar- otros y de las restantes naciones?
tiéronse las judicaturas entre el Se- ¿Cuál vuestro ánimo? ¿Cuál vuestra
nado, los caballeros y el pueblo por opinión de nuestro orden senato-
una ley justísima; de arte que de rial? ¿Cuál vuestro callado pensa-
lo que era común el pueblo todo, no miento? Cuáles vuestras libres y pa-
una parte de la ciudad, daba senten- ladinas manifestaciones y pláticas
cia y juicio. Esta ley fué promul- acerca de la audacia y cinismo into-
gada por el tribuno del pueblo, lerable de los jueces, corroborados
Marco Plancio Silano, siendo cónsu- y garantizados en una crónica im-
les Cneo Pompeyo, hijo de Sexto, y punidad?
Lucio Porcio Catón, al año segundo «¿Qué es, pues, lo que se ha de
de la guerra itálica. Hasta esa infa- hacer?», preguntará alguno. A mí,
me victoria de Sila, hecha de lágri- quirites, y es opinión mía personal,
mas y sangre, la ciudad toda juzgó paréceme que lo que enseña y pres-
de toda la ciudad, con severidad cribe la misma Naturaleza. Si solos
812 JUAN LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. TOMO I

los caballeros fuesen llamados a juz- en último término, de los hijos de


gar, acaso pensara que lo equitativo los proscritos.
sería que solos los caballeros enten- Poned, por favor, delante de vues-
diesen en las cosas de los caballeros, tros ojos, quirites, aquel espectáculo
si solos los senadores, de los senado- tan lloroso y tan luctuoso de Sila
res solos, y lo mismo pienso de la arengando tras el vencimiento de la
plebe, porque no pareciese ser poco ciudadanía, cuando, rodeados de sus
congruente con nuestra libertad que armas y temblantes y consternados,
el orden ecuestre juzgase del orden esperabais suspensos y ansiosos lo
senatorial o la plebe de los caballe- que iba a decir, lo que iba a hacer
ros o el Senado de la plebe. Mas y cuál sería la jactancia final de sus
cuando los senadores, los caballeros gestas truculentas. En la última par-
y los plebeyos entienden en acusa- te de su discurso anunció la pros-
ciones criminales y son llamados al cripción de tantos y tantos miles de
foro, ¿por ventura no es razonable ciudadanos, parte del orden senato-
y conveniente en grado superlativo rial, parte del ecuestre, parte del
a la libertad común que, no los se- plebeyo. ¡Oh férreos hados del ro-
nadores solos, ni los caballeros so- mano pueblo! ¡Cuán lleno del enojo
los, presidan en el foro y en los jui- de los dioses todos amaneció aquel
cios, y que en ellos, como en un día execrable para esta República y
reino, establezcan su poderío des- para toda Italia! Amaneció, dije,
apoderado y cruel? Pero del Senado y debí decir que trajo consigo tinie-
y del orden ecuestre y de la plebe blas duraderas y una noche casi sin
se eligen los jueces más escrupulo- fin. ¡Oh jornada nefasta con mayor

sos e íntegros, como ya se hizo an- motivo que la cremérica, que la de


tes, con el sumo y unánime consen- Cannas! ¡Ay mísero de mí! ¿Qué
timiento, no sólo de los órdenes res- significa esteverbo? ¿Qué quiere de-
pectivos, sino de todos los hom- cir proscribir? Ninguno había en la
bres. asamblea enorme que entendiera
Voy ahora la proscripción de
a aquel vocablo, acarreador de tantos
L. Sila, encual ya no lloraré y
la duelos; pero el suceso inmediato
lamentaré, quirites, la cruel y mons- harto expresivamente enseñó lo que
truosa carnicería de nuestros ciuda- esta voz significaba. Equivalía, quiri-
danos, el amargo y misérrimo es- tes, como entendisteis muy luego y
pectáculo de tantas matanzas, de lo entendisteis con tanta desolación,
tanto derramamiento de sangre ro- con tanto gemido, con tanto daño de
mana, pues vuestra indecisión, que todos nosotros; equivalía este verbo,
os ocasionó tantos estragos estos proscribir, a decir que quedaba ad-
años próximos pasados, tuvo la cul- judicado a una muerte atroz el cuer-
pa de que Sila no expiase las mere- po de un ciudadano romano, que sus
cidas penas antes de su muerte. Pe- bienes se atribuían a algún satélite y
ro acaso ya sea demasiado tarde pa- ejecutor de las maldades y las pasio-
ra estos reproches y lloriqueos. nes de Sila. A muchos ciudadanos
Ahora tratamos de aplicar algún re- mataron los Marios, los Ciñas, los
medio a la República lisiada y lasti- Carbones; pero con todo, la muerte
mada con una herida enorme. Ha- imponía fin a la crueldad; los bie-
blaré primero, por tanto, de la presa nes intactos, íntegros, dejábanse pa-
y robo de los bienes y las fortunas ra los hijos y los herederos. Estos
civiles, luego de los desterrados y, Marios, estos Ciñas, estos Carbones
OBRAS FILOLÓGICAS. —DECLAMACIONES SILANAS. —DECLAMACIÓN V 813

mataban en el primer ímpetu y co- nos no condenados, inocentes, con la


raje de la batalla no más que a los ciudad intacta? Ninguno, a fe mía,
que pertenecían a otra facción, a los si nosotros hubiéramos recordado
que querían resucitar la guerra y que esta ciudad se llamaba Roma y
podían abrigar siniestras maquina- que nuestros mayores fueron los
ciones. Mas ese nuestro ínclito ven- Brutos, los Valerios, los Escipiones,
cedor, no contento con degollar a los Emilios, los Luctacios, Claudios,
tantos millares de ciudadanos que Cecilios, Calfurnios, Licinios, Servi-
habían hecho armas y las habían lios, los Catones. A cualquiera de
depuesto bajo la fe de la no repre- éstos, si un adivino les hubiera anun-
sión que se les había dado solemne- ciado que iba a suceder eso que ve-
mente, aun en la paz, mandó matar mos, ¿cuál pensáis que hubiera sido
gente infinita no militante en parti- su respuesta? Aquella del dicho vie-
do alguno e irrumpió con mano ra- jo: Esto no puede ser, salvos los
paz en sus bienes y en sus posesio- buenos y el Capitolio. Pero buenos
nes. Ninguna otra cosa pedían los no los había casi, y el Capitolio ha-
Marios y los Ciñas que restituirse bía ardido. En una palabra: fué tan
a su patria; ése, en cambio, busca- nutrido el número de los proscritos
ba todo cuanto podía cebar su luju- llevado a las tablas públicas, porque
ria y todo cuanto podía tragar de otra manera no podía saber la
aquella vorágine, aquella sima de posteridad que reinó en estos tiem-
avaricia, no ya de sólo su adalid y pos en esta República una indigní-
capitán, sino de su cohorte preto- sima esclavitud, tanta cuanto los es-
riana, que era un asco de hombres, clavos fugitivos pudieran jamás so-
ensuciados en toda suerte de man- portarla pacientemente en las ergás-
cillas, y los mataba, no porque le tulas. ¿Qué hacen en las tablas
hubiesen hecho guerra (asesinában- públicas los nombres de los proscri-
se muchos hombres amigos de la paz tos? ¿No entendéis que aquella man-
y del sosiego), sino porque tenían cha queda para eterna infamia, no
bienes que podía robar y que podía sólo de nuestra libertad, sino de esta
devorar su avaricia hambrienta, que ciudad nuestra, para monumento y
no conocía saciedad. recordación perenne de nuestro vili-
Visteis en medio del foro, en ple- pendio? Pero añádese el elogio jus-
no día, la señal de la subasta puesta to porque se alzaron en armas con-
:

a ojos de todos y cómo se hacía al- tra la patria.


moneda de los bienes de los ciuda- Primeramente yo pregunto a esa
danos inocentes. ¿Con qué ley? bestia carnicera: ¿qué es alzarse en
¿Con qué derecho? ¿Con qué equi- armas contra la patria? Si esto es
dad? ¿Qué se pretendía con la al- pelear contra sus conciudadanos, los
moneda? ¡Vendo mi presa!, dice. silanos, ¿qué hicieron? Si no lo es,
¡Oh Júpiter! ¡Oh antepasados nues- hacer guerra contra el consentimien-
tros! De los presentes no digo nada, to del Senado y del pueblo; pregun-
pues todos somos esclavos. Pero ¿se- to: ¿de qué Senado? ¿De qué pue-
rá verdad, ¡oh mayores nuestros!, blo? ¿Del pueblo que está en la ciu-
y tú, Júpiter, fundador y custodio dad? ¿Cúyos eran los legados, cúyos
de esta ciudad, será verdad que esto eran los pretores que tú atropellas-
se intentó y se llevó a efecto impu- te? ¿Cúyas las haces que tú rompis-
nemente delante de vuestros ojos? te? Dos veces tú, furia impía, dos
¿Qué botín puede haber de ciudada- veces hiciste contra la patria guerra
814 JUAN LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. TOMO I

sangrienta y asoladora: antes que cual a sus respectivos enemigos, o


partieses a Asia, y después que de ni tan sólo enemigos políticos ni
Asia volviste. personales, sino poseedores de ex-
Pero alguno dirá: «Hacer guerra tensas posesiones, o de mansiones
a la patria es combatir en campo suntuosas, o de vajilla de plata la-
abierto contra los buenos ciudada- brada, que habían despertado su co-
nos.» Como si el mismo Sila en per- dicia y deseaban tenerlas ellos, pe-
sona, hombre el peor y el más mal- dían a Sila que les incluyese en las
vado, no ya de los bípedos, sino de listas fatídicas de los proscritos, y
los cuadrúpedos, fuera mejor que lo conseguían? A todos estaba per-
los Marios, o que Norbano o Esci- mitido perpetrar cuanto delito y
pión, o que los soldados y aliados de cuanta fechoría le viniera en gana,
estos capitanes fuesen más fieros y y, en cambio, a nadie estaban con-
perversos que aquella pandilla de sentidas la moderación y la inocui-
bellacos, de rameras, de esclavos, de dad. ¿También estos muertos habían
farsantes, de truhanes de Sila. ¿Qué hecho armas contra la patria? ¿Y
es, en fin de cuentas, hacer guerra qué diré de las mujeres, de los an-
a la patria? ¿Es hacerla a Sila, ene- cianos, de los niños, que bien por su
migo común de los dioses, de la pa- sexo o por su edad no podían empu-
tria, de todo el humano linaje, de ñar armas, a quienes diste muerte?
la misma Humanidad? Como si en- ¿También éstos habían hecho ar-
tre una facción y otra hubiese más mas contra la patria? En hecho de
diferencia que el hecho de que a' verdad, lo único que combatía en
los secuaces de Mario les falló el favor de tu avaricia y de tu rapa-
éxito. Aunque si de las consecuen- cidad eran los bienes que todos
cias queremos razonablemente y con ellos poseían.
infalible conjetura colegir quién se Pero adelante. Mienta en buen
alzó en armas contra la patria, que- hora con aquella su cara dura y con
da más claro que ese sol que quien su cinismo insolentísimo, que todos
declaró guerra a esa ciudad fué Sila, ellos hicieron armas contra la pa-
no los Marios. Estos querían que la tria. ¿Por qué razón y costumbre
patria se salvase y en ella ser ellos de nuestros mayores, y contra lo es-
los príncipes. Sila, en cambio, hizo tatuido en las leyes romanas acerca
todo cuanto pudo por arrasar y hun- de los juicios de los ciudadanos, los
dir la patria y la Italia toda, y en condenas tú? Tres veces tienen que
lo que de ella quedase, como en una ser acusados los ciudadanos por el
sentina, derivar toda la hez y toda magistrado antes que se les imponga
la infección de hombres perdidos, re- castigo. Y aun cuando alguno no se
cogidos de todo el orbe. persone en el foro y en el juicio,
Por lo que toca al motivo, no diré no obstante, delante de su propia
una palabra más, constando que fue- casa el nomenclador, en voz alta y
ron muy contados entre los proscri- clara, le llama a juicio. Tú ni citas,
tos los que hubiesen empuñado ar- ni acusas, ni conoces sus nombres,
mas o siquiera hubiesen visto en to- ni sabes si son blancos o negros.
da aquella guerra luctuosa, sino las ¿Con qué razón, pues, tú, a un ciu-
que tú introdujiste para la perdición dadano, de quien ignoras la con-
de la República. ¿Y qué más si cons- ducta, el linaje, la vida y aun ti
tituyen un cuento sin cuento aque- rostro, y no estás enterado de nin-
llos que luego de haber matado cada guna otra cosa más sino de su for-
OBRAS FILOLÓGICAS. —DECLAMACIONES SILANAS. —DECLAMACIÓN V 815

tuna y de sus haberes, le condenas Vaco, Manlio, y en estos últimos


a muerte e inmediatamente ordenas tiempos, la de Fulvio Flaco, colega
la ejecución? La cuarta acusación de mi suegro, que traía manejos con
debe ser a los veintisiete días. Tu Cayo Graco; pero sus bienes, si no
proscripción es mucho más expe- todos, ciertamente en su mayor par-
dita, apenas de tres horas, en el te, conserváronse para sus hijos si
término de las cuales un ciudadano los tenían; si no los tenían, conce-
es condenado, es ejecutado y sus diéronse a sus hermanos y a los
bienes pillados. Síguense luego los restantes herederos a quienes co-
comicios y el libre sufragio del pue- rrespondían en derecho. Y si a al-
blo y el mismo pueblo, que cuando gunos otros se les quitaron los bie-
se trata de salvar a un ciudadano nes como a los decenviros y a unos
es sensible y fácil y muchas otras cuantos más, no se adjudicaron a
concesiones en gracia de la genero- nadie, sino que fueron dedicados a
sidad y para aplacar al pueblo. Mas los dioses inmortales o se aplicaron
todos estos recursos y dilaciones en- al Erario, que es el patrimonio co-
derezadas a la compasión o atañen- mún del pueblo. ¿Qué cónsul hubo
tes al derecho del pueblo piensa jamás, qué dictador, qué tribuno de
Sila que son puras y ridiculas cho- la plebe, qué caudillo que dijese
cherías seniles. La misericordia es ser suyos los bienes de los conde-
de quien no tiene nada que se le nados? ¿Y qué más? Los más anti-
pueda robar. Si llevas vacía la bol- guos municipios Terni, Espoleto,
sa y no tienes más que lo puesto, Florencia, Preneste, Sulmona, ¿no
tranquilo y cantando puedes espe- fueron acaso de ese carnicero? ¿Cu-
rar a Sila, como al salteador en el yos pueden ser los municipios, sino
camino. Pero si tienes algo, ese algo del pueblo romano? ¿Quién los pue-
lucha acérrimamente contra ti y no de enajenar sino el pueblo, y eso
tienes escape posible. De arte que por razones muy especiales? Y el
si no tienes nada, vives en la mise- dinero que por ellos se cobra, ¿de
ria; si tienes algo, vives en el peli- quién puede ser sino de los dioses
gro. En el procedimiento judicial o público, quirites, que equivale a
hay un artículo, el primero precisa- decir vuestro? Pero ese bellaco, a
mente, que dice que la pena capi- unos municipios les prende fuego,
tal no debe unirse con la pena pecu- a otros los vende y se cobra él el
niaria. ¿Qué hacemos? Todo, quin- capital y lo malbarata en demasías
tes, queda muy preciso. Muy al re- porque a él le había dejado aquellos
vés legisló ese tirano, que a nadie municipios su padre, sicario menes-
condenó a pena capital sino a aquel teroso, a su madrastra, bruja amiga
de quien esperaba haber dinero y de hacer favores?
de cuyos bienes, despojados sus hijos, Pero en este punto, quirites, no
habían de parar en sus manos. voy a hablar de los municipios, pues
¿Cuándo se hizo cosa semejante? los míseros ciudadanos me apre-
¿Cuándo se oyó? ¿Dónde se vió? mian y me llaman la atención sobre
¿Dónde se ha leído? sí; y mi patriotismo no me permite
Muchos han sido condenados en detenerme en otras cosas y entrete-
esa ciudad por execrables e indig- nerme hablándoos de otros nego-
nantes crímenes; sufrieron la últi- cios. Cáusame un tormento indeci-
ma pena y fueron asoladas sus vi- *ble ver a tan grande multitud de
viendas, como la de Melio, Casio, ciudadanos que de opulenta y feliz
816 JUAN LUIS VIVES. OBR.AS COMPLETAS. TOMO I

que era, de repente, sin ninguna los héroes y negados a los militares?
culpa suya, por la sola crueldad de rameruela inmunda, ver-
Fusidio,
un solo hombre fatal, se güenza de los buenos. Y al valiente
haya tro-
cado en necesitada e infelicísima. y sufrido ejército, ¿qué se le dió en
Pero estos bienes, ¿a quién se die- premio de la victoria? Arenas esté-
ron? A unos pocos bravos ladrones, riles, breñales durísimos, charcas y
satélites suyos, empringados en to- gándaras pestilentes, cuya rotura y
do linaje de parricidios y de sacri- cultivo requería trabajo más agrio
legios, a los ciudadanos más perdi- que la misma áspera milicia. Esos
dos, a la hez de la esclavitud. A és- no quieren que esto se toque, por-
tos, quirites, Sila, con mano larga, que no se alboroten los soldados;
regaló casas, fortunas, granjas, cam- pero ¿qué soldado hay que no qui-
pos, cortijos, bienes de ciudadanos siera verlo todo mudado, fuera de
míseros e inocentes. El decretó que la victoria? Xo temo yo, quirites,
el premio de las armas civiles sería ninguna algarada soldadesca si a
la expulsión del pueblo de sus bie- los viejos propietarios se les de-
nes rústicos. Decía a todo el que le vuelve lo suyo y a los mismos sol-
quería oír que no era posible el es- dados se les coloca en tierras mejo-
tablecimiento de la República si to- res y más fructíferas. Yo, antes, te-
dos vosotros, echados de los pater- mo que las aguerridas milicias no
nos fundos heredados, propiedad toleren por más tiempo esa injus-
vuestra tradicional, no rompieseis ticia tan vil. Y aún diré más: diré
el suelo con la reja; y que esos bie- que de la actitud de ese ejército
nes como paga de la guerra se die- nace en mí la más grande confianza
sen, ¿a quién?, a Tarula y a Escirro, de que conspirará a nuestro lado
hez y lía de la esclavonía, pues es con la República, con la patria, con
vergonzoso y asqueroso que a un la libertad. Por la fe de los dioses
ejército se le tiente con el señuelo inmortales, ¿qué otra cosa ha ga-
de un botín para acabar con burlar- nado ese bravo ejército a través de
le como a todos nosotros nos burló. tantas penalidades y tantas heridas,
¿Quién de aquella inmensa almone- sino un tirano, un destruidor de su
da compró cuanto quiso y al precio libertad? ¿Cuál de ellos no pensáis
que quiso? O más claramente: que se arrepiente de haber puesto
¿quién no metió mano en ella, sin tanto esfuerzo en un tan triste y '

pagar nada, bajo los ojos de Sila tan infeliz resultado como el de que
complacientes? L. Sila, luego de haber ocupado y
Yo os voy a citar los nombres de oprimido con su cooperación la pa-
algunos ilustres personajes a buen tria, haya deshonrado la ciudad con
seguro: Veccio Pícente, adeudado tanta carnicería, haya mermado y
hasta la coronilla, de avarienta e roto el poder tribunicio, que aque-
insaciable rapacidad, de irrestaña- llos nuestros heroicos mayores con-
ble prodigalidad en el lujo. Otro quistaron y recuperaron con las ar-
que tal: P. Cornelio, secretario de mas? ¿Cuál de aquellos soldados,
su pariente, que en la almoneda es- quirites, rápido en la acción, hones-
cribió a su nombre todo cuanto se to e intachable en su vida, veis
le antojó, calumniador de los ciu- prosperado y enriquecido? Todo se
dadanos inofensivos, comprador de dió a los cómplices en la furia in-
los bienes de los proscritos. ¿Xo fué sana, a los satélites, a los sicarios,
él quien detentó honores debidos a a los verdugos, a los servidores de
OBRAS FILOLÓGICAS. DECLAMACIONES SILANAS. —DECLAMACIÓN V 817

su maldad, a los secundadores de pública, a saber: que la ciudad no


sus antojos libidinosos, a los tahú- iba a permanecer por más tiempo
res, a sus compañeros de franca- incólume y en pie, si no se le arran-
chelas, a los amadores* de escondri- caba de cuajo de su propio suelo y
jos, a los farsantes, a los histriones, no se la echaba, postrada y agotada,
a los bufones, a todos aquellos, por a otro mundo. Estos templos de los
fin, que no estimaban en una paja, dioses, estas casas, esta curia, este
si se les pagaba por ello, padecer y foro, estos muros habitaríanlos
obrar todo cuanto le venía en gana unos esclavos fugitivos, extraídos
a su amo. de Asia y de Grecia, y un exiguo
¿Sacó, por ventura, Roscio tanto puñado de ciudadanos, hombres
dinero de la representación de co- manchados y contaminados, seme-
medias? ¿O de sus mimos, Solex, el jantes en todo al mismo Sila, al
bailarín, que danzaba tan primoro- punto que llamarles ciudadanos es
samente como una mujer? ¿O de una gran vergüenza de la ciudad.
sus cantos en las bacanales, Macro- Paréceme, quirites, que todos estos
bio, menos que hombre y el peor edificios gimen y lloran la soledad
de loshombres? ¿No se sacó más de aquellos de sus habitadores, por
dinero de aquel tragadero, de aquel cuyos mayores fueron fundados y
remolino sorbedor de Lucio Sila, construidos. ¿Y no os parece tam-
quien él solo pudo devorar todos bién a vosotros que estas mansiones
los bienes de todo ese pueblo, que gritan y plañen, cuando ven que
son infinitos, y él solo regoldarlos y sus propietarios legítimos andan
vomitarlos, para quien no existían acosados por luengas tierras y que
demasías en el robar ni suficiencias los inmorales compradores de sus
en el despilfarro, a quien no pudie- bienes, los desalmados parricidas,
ron saciar ni llenar las posesiones y los siniestros sicarios y gladiadores,
las fortunas de toda Italia ni el gavilla de hombres perdidos, están
patrimonio público y privado de to- todos aquí? ¿No pensáis que las
do el pueblo romano, ni aplacar mismas piedras, insensibles, se la-
ni mitigar la carnicería de tantos mentan y plañen cuando en vez de
ciudadanos. Y no es ello cosa que aquella tan antigua y tan santa nor-
asombre cuando aquella Caribdis in- ma de vida romana, en vez de aque-
saciable tenía a su vera otros océa- lla frugalidad, de aquella inocente
nos con capacidad para absorber en simplicidad, de aquella ejemplari-
un instante todo ese Imperio en to- dad religiosa que acostumbraron
da su anchura, y todavía deseosos ver antes, ahora en su recinto ven
y famélicos, anhelantes de otro cómo se cometen latrocinios, parri-
mundo, si otro mundo hubiera en cidios de ciudadanos, negocios infa-
alguna parte, todo lo confundieran mes en que andan comprometidas
en el pillaje, todo lo alteraran, todo las vidas y las fortunas de cada
lo afligieran con asonadas y moti- uno de nosotros ven cómo allí den-
;

nes. Por éstos, está en el destierro tro se practica todo género de luju-
tanta multitud de ciudadanos roma- ria y de desorden, cómo se revuelve
nos. De ella decía Sila que si no sacrilegamente todo lo sagrado y lo
anduviera, mísera, pobre, meneste- profano, que»:ninguna cosa hay asaz
rosa, expatriada, echada de sus vie- limpia, asaz respetable para sus
jos solares y de sus tierras hereda- monstruosas suciedades? ¿Adonde
das, no era posible organizar la Re- mandó Sila que fuese a habitar el
818 JUAN LUIS VIVES. — OBRAS COMPLETAS. —TOMO I

pueblo romano? ¿En qué colonia |


capaces de llegar, pero, pase lo que
confinó a la casi totalidad de ese pase, yo ofreceré, yo entregaré mi
Imperio? ¡Al destierro!, ordenó. vida por la patria, por mi pueblo,
¡Pobres de nosotros! ¿Quieres que como en otro tiempo los Decios, el
Roma esté en otra parte que en padre y el hijo. Mario y Ciña, si
Italia y en el Lacio? ¿Cuál será a ]
accidentalmente vencieron, ensañá-
tierra que podrá recoger y susten- ronse con un júbilo feroz contra
tar la estirpe de aquellos que con aquellos que les habían arrostrado
el esfuerzo de su brazo domaron con las armas en la mano y en una
a todas las gentes y a todas las na- ocasión en que sus soldados, ciegos
ciones? del enojo, desnudas las espadas, no
¿Esta es la recompensa que ese pudieron comedirse ni poner tem-
torbellino, esa procela de la Repúbli- planza en su ira, fueron muertos al-
ca da a aquellos nuestros mayores gunos inocentes; pero ¿qué bienes
por su prudencia increíble, por su y cúyos se vendieron en aquella vic-
esfuerzo imponderable; dos cosas toria? ¿Quién fué puesto en almo-
por las cuales esto que ahora ve- neda? ¿Quién fué proscrito? No
mos de tan chicos principios lo hi- eran tan cínicos aquellos ladrones,
cieron tan grande; ésta es la re- no habían aprendido tanta maldad
compensa: que su descendencia como Sila, industriado de los maes-
despojada de su dignidad, de su li- tros griegos, de los asiáticos, de los
bertad, de su honrado patrimonio, más bárbaros y alejados de toda hu-
yerre dispersa y desperdiciada por manidad, para que él ejecutase en
todo el orbe, sin misericordia de na- sus ciudadanos ( vergüenza da de-
¡

die, pobre, irremediablemente tris- cirlo!), en el pueblo romano, lo que


te, necesitada del socorro ajeno, en las fieras no se haría, y fuese él,
oprimida su patria, detentadas sus el santo y el severo, el maestro
posesiones por los enemigos del cruel del pueblo y doctrinase a los
nombre romano? ¿Y yo, cónsul ro- contemporáneos y a la posteridad.
mano, he de soportar que pese ta- Tres son, quirites, los principales
maña injusticia sobre el pueblo ro- y pestíferos vicios, las maldades ca-
mano? ¿Que yo haya nacido bajo pitales, que amenazan a esta urbe
tan gran enojo de los dioses todos, con la ruina y la perdición ( aparte ¡

que siendo, quirites, cónsul por Júpiter el ominoso agüero!) y pue-


vuestra bondad no pueda arranca- den acarreárselas: el lujo, la avari-
ros de la servidumbre y restituiros cia, la crueldad. Esta trilogía fatal,
a la libertad? ¿Que a vosotros que antes desacostumbrada entre nos-
con una iniquidad que pide la ven- otros, casi desconocida y no oída,
ganza del Cielo habéis sido lanza- importóla Sila consigo desde Asia
dos a unas gentes las más fieras y en esta ciudad, y como en escuelas
las más bárbaras, a las cuales Sila, abiertas, instruyó públicamente en
con insensata largueza, entregó ella a todos los jóvenes, ancianos,
vuestros bienes, no pueda devolve- varones, hembras. Y no es de extra-
ros a vuestros pueblos, a vuestros ñar que para alimentar este mons-
hogares, donde todos vuestros ma- truo tricéfalo fuese menester que
yores nacieron y se formaron? Pue- tantos ciudadanos romanos fuesen
do quedarme solo y, cónsul y todo, muertos, tantos expatriados y tan-
ser abandonado de mis ciudadanos tos bienes robados y dilapidados.
si a ese extremo de cobardía fuesen Hablemos ya de los hijos de los
OBRAS FILOLÓGICAS. —DECLAMACIONES SILANAS. DECLAMACIÓN V 819

proscritos. Decidme, quirites, por ca acostumbran los capitanes encen-


favor, si alguno de vosotros oyó de- der nuestro entusiasmo y espolear
cir o sabesi hubo tiempos en que nuestra marcialidad hasta un límite
se pensó que los hijos, ya no digo increíble, sino diciéndonos: ¡Acor-
de los buenos padres, condenados daos, soldados, de vuestros hijos!
con la más indignante de las injus- ¡Pero ese Sila, esa furia sorda e im-
ticias, sino de padres malvados, su- placable, cuán al revés nos arengó!
friesen castigo, dado que los pobre- Olvidad, quifites, a vuestros hijos,
cilios ninguna culpa personal te- dijo. No quiere que de ellos se haga
nían. Pero ¿por qué hablo de pa- más mención que si no hubiesen na-
dres buenos? Demos que también cido o no hubieran de nacer. ¡Oh
los padres cometieron algún cri- bramido más pavoroso que toda
men: ¿por qué razón el crimen de proscripción! Los padres pueden so-
uno no queda liquidado con la vida portar con virilidad los casos adver-
y la pena de uno? ¿Por qué son tan- sos; pero no se pueden resignar a
tos los inocentes que expían la que sus hijos los soporten.
transgresión cometida por uno? Los ¿Es que, Sila, cuando ejecutabas
hijos son de muy baja edad o sim- tanta inhumanidad contra los hijos
plemente muchachos, quirites, los ajenos, no te acordabas de los pro-
cuales, al tiempo del menester, de- pios? Y ese pensamiento, ¿no te mo-
bieran ser socorridos con los fondos vió a la compasión, puesto que la
públicos. ¿Por qué esos infelices, en- fortuna y la desgracia y todos los
gendrados en mal hora, mediante azares humanos son comunes y que
un latrocinio tan cobarde como alguno se encontrase para tus hijos
cruel, son privados y despojados de tal como eras para con los ajenos?
sus bienes? ¿De dónde recibirán ali- A aquellos mismos, cuya edad mere-
mento; de dónde educación? ¿Por ce el perdón del enemigo victorioso,
dónde llegarán a una edad y a un tú, Sila, siendo ciudadanos suyos los
estado en que puedan ser útiles a castigas, y no ya solamente a aque-
la República? ¿Qué remedio les que- llos que por su tierna muchachez
da, sino que en aquella edad tierna no podían mal hacer ni contraer
y desvalida, sin ningún socorro ni culpa alguna, sino, también, a aque-
alimento, se consuman y mueran de llos que todavía no han nacido.
desnutrición? ¿O si por algún be- ¿Qué es este nuevo e inaudito lina-
neficio de los dioses, llegaren a la je de crueldad? ¿No están engendra-
edad adulta, alteren esa ciudad con dos aún y ya les está señalado un
conjuras, sediciones, hurtos, parrici- castigo, y siendo incierta la vida, es
dos, alborotos, y fuera de la ciudad, demasiado cierto el castigo? Esto
por mar y tierra, se entreguen a pi- no puede ser efecto sino de la desa-
raterías? Estos desafueros son para forada rabia de Sila, superior a to-
los padres mucho más sensibles que da templanza y a toda credulidad
mil muertes. Traed, os pido, por los y de un odio inexorable contra ese
dioses inmortales, ¡oh quirftes!, a pueblo. No quedó saciado y harto
vuestras mientes, por un instante, a con la muerte, que es el término
vuestros hijos: ¿No querríais mil obligado de la existencia y de los
veces más morir que dejar a vues- males, ni con los tormentos que
tros hijos destituidos de toda protec- aconseja la ira, sino que, también,
ción y amparo? ¿Por qué hacemos para con los que habían de nacer,
las guerras? ¿Con qué palabra mági- imaginó males y miserias, con todos
820 JUAN LUIS VIVES. OBR.AS COMPLETAS. TOMO I

los cuales no quedó amansada ni teridad podría sentir el peso de la


apaciguada su salvajina y rabiosa victoria. Que no pidan honores, dijo,
crueldad, sino que más se irritó y los inocentes, los más moderados, los
se recrudeció. Carezcan de su patri- mejores ciudadanos romanos; pí-
monio. Recio es; pero todavía no danlos los tracios, los misios, los fri-
hay bastante. Xo soliciten honores gios, los cares; enriquézcanse cuan-
los ciudadanos romanos nobles na- to les plazca, dominen despótica-
cidos de padres^ abuelos, bisabuelos, mente esa ciudad de que se apode-
trisabuelos, de antepasados ciudada- raron; pídanlos aquellos a quienes,
nos romanos nobles también que los por odio a ese pueblo, Sila reclutó
tuvieron. ¿Quiénes, en fin de cuen- entre las naciones más cordialmente
tas, serán los que los han de solici- enemigas de ese Imperio y que echó,
tar? Ladrones y parricidas, Fusidio, armados y enfurecidos contra unos
Tarula, Escirro, sacados de la últi- ciudadanos inermes, y les dió dere-
ma barbarie, para que fuesen magis- cho de ciudadanía y que con su cau-
trados los que jamás habían sido dillo a la cabeza, se cebaron en la
ciudadanos, para que poseyesen re- sangre y en las entrañas de esa Re-
gias opulencias quienes tenían cár- pública.
denas aún y molidas las espaldas En este punto, alguno me pregun-
por los azotes. Si ya no fuere que tará: «¿Qué te parece que se ha de
esto no es otra cosa que un trueque hacer para remedio de tamaños ma-
de honores para que un pretor ad- les?» A mí, quirites, y a cualquier
venedizo obtenga la jurisdicción ur- persona honrada y decidida, paréce-
bana. ¿Y qué? ¿No solicitaron hono- me que lo que se ha de hacer es
res, y no los desempeñaron los hi- esto. En primer lugar, y con toda
jos de Apio Claudio, decenviro, y urgencia, restablecer la potestad tri-
M. Cornelio Maluginense, y Q. Fa- bunicia, que es el refugio y el sos-
bio Vibulano y los restantes decen- tén de la libertad común, derribada,
viros? ¿Xo los solicitaron también y de vuestros hijos, de vuestras es-
los hijos de otros que fueron conde- posas, por todos vosotros, yo os rue-
nados, no porque hubiesen tomado go, quirites, y pongo por testigo el
las armas, sino porque habían ape- Cielo, que con diligencia muy atenta
tecido el reino y la tiranía en una consideréis en la intimidad de vues-
ciudad libre? tra conciencia lo que él dice y lo
En nuestros días, cuando los se- que digo yo y qué es lo que más
cuaces de Mario, vencedores, toma- conviene a ese Imperio, qué reme-
ron la determinación de ensañarse dio se nos ofrece para mitigar los
en sus enemigos con una venganza males de esa ciudad doliente; sope-
atroz, ¿quién mentó para nada que sadlo, ponderadlo y luego decidid.
los hijos fuesen desposeídos de sus Ea, ¿qué es lo que ésos dicen? Que
patrimonios y echados de sus hoga- va a sufrir sacudidas esta República,
res, y que no pudiesen solicitar fun- es indudable; pero, con todo, si ello
ciones honoríficas ni desempeñar las es conveniente en todo tiempo, lo es
que el pueblo, con sus sufragios, singularmente en el que corremos,
había otorgado a sus hijos? Y eso en el cual la ciudad, si se estabiliza
que eran villanos y cerriles aquellos en una calma podrida, existe el pe-
revolucionarios y no sabían griego. ligro que no se desplome por su mis-
¡Cuánta mayor doctrina y más lar- ma flaqueza. Vale la pena de consi-
ga vista la de quien vió cómo la pos- derar si surgirán esos previstos mo-
OBRAS FILOLÓGICAS. —DECLAMACIONES SILANAS. —DECLAMACIÓN V 821

vimientos haciendo lo que yo acon- vuestra venia, que se les deben de-
sejo o lo que quieren éstos. volver las fortunas y las propieda-
Vamos por partes y por pasos des y que esa restitución debe ser
atentados. Por lo que toca al deseo íntegra, pues todo ello van a recla-
del poder tribunicio, ¿quién pien- marlo en son de guerra, y con las
sa que o las tribus urbanas ahí armas, en breve tiempo, las tomarán
en la ciudad, o las rurales en el a viva fuerza.
campo, o los soldados en aquel su Mas aquí veo que vacila el curso
cuartel, o, mejor, cárcel miserable, de mi oración y aun el de mi volun-
podrán aguantarlo por más tiempo y tad y de mi celeridad avivada, cur-
olvidarse de su libertad, que toda so con que me apresuro a traer au-
estriba y se contiene en el vigor de xilio a la patria y socorro a los ciu-
aquella magistratura, la cual, si que- dadanos inocentes. Piénsase que se-
da enflaquecida y triturada, inevi- rán muchos los que van a censurar
tablemente dejará de existir la li- y a combatir este proyecto. Sí, los
bertad pública? ¿Estamos aquí to- habrá más o menos, pero serán
dos seguros? ¿No hay nadie que aquellos que, contra las leyes todas,
recele que si tardamos en devol- no las antiguas solamente, sino tam-
ver al pueblo la despierta garantía bién las Cornelias, dictadas por el
de esa magistratura, el pueblo no propio Sila, no tanto cultivan como
se adelante a tomar sus precaucio- ocupan y detentan espacios rústicos
nes y vaya por ella por el mismo infinitos, luego de haber echado de
camino de la violencia que sus ma- ellos a sus legítimos dueños; ¿con
yores? qué derecho? Los compraron. Yo
Pasemos a los juicios. ¿Qué ciuda- también, quirites, es muy cierto que
dano existe ya en la ciudad, sea del compré, porque de otra manera no
orden que fuere, que pueda sufrir- podía estar seguro y salvo en aque-
los, fuera de aquellos que sin mira- lla tiranía crudelísima ni reservarme
miento ninguno de la religión y del para mejores tiempos. Yo también
juramento, con el impudor más pro- compré, porque si no hubiera com-
eaz y el más descarado cinismo, con prado, fuera sospechoso a Sila de
las más torpes corruptelas, no enri- que con harta reserva mental conde-
quezcan sus propias casas? ¿Son naba sus inmensos latrocinios, y si
sordos hasta tal punto que no oigan no hubiera comprado, automática-
¡ios gritos y las quejas de los ciuda- mente, mis bienes fueran vendidos
danos y de los aliados? y yo asesinado. Pero ahora, al pre-
Y de los expatriados, ¿qué dire- cio que pagué, lo restituiré todo a
mos? Siendo tantos y tantos, perso- sus auténticos propietarios. ¡Ojalá,
najes de absoluta honestidad, ciuda- siguiendo mi ejemplo, hagan lo mis-
danos romanos, ellos mismos, de por mo todos los que compraron! Pero
sí o reuniendo fuerzas de otros la- es demasiado cierto que esta deter-
dos, o bien solos, pues con ellos pue- minación duele enormemente y vi-
de formarse un ejército razonable, vamente les escuece a aquellos que
¿no es de temer que van a recuperar compraron los campos con engaño
la patria y los bienes por el mismo o se los apropiaron con violencia, o
procedimiento de violencias, con la los recibieron en pago de servicios
ventaja de que volverán con armas y oficiosidades inconfesables. Luego
más justas que aquellas con que fue- al punto voy a declarar, porque no
ron expulsados? Por eso opino, con lo ignoréis, quiénes y cuáles son és-
822 JUAN LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. TOMO I

tos. Quese provea y premie al ejér- mulgadas, y que las ratifique y or-
cito con tantas propiedades del Esta- dene su ejecución?
do, esparcidas por rota por los sue- Por todo esto, quirites, yo no os
los; luego, ampliar los juicios de to- pido más
sino que se cumplan todas
da la ciudad a toda la ciudad; la estas cosas que dije, que a la vez
repatriación de los desterrados y de que satisfacen cumplidamente los
los expulsados injustamente y repo- deseos de mejores ciudadanos,
los
sición en sus hogares; devolución, provocan oposición de algunos;
la
hasta donde sea factible, de los pro- pero son exclusivamente aquellos
pietarios legítimos en sus campos y que en aquella cerrazón de la dicta-
heredades, y que a los soldados se dura silana y en aquella casi perpe-
les provea por otras vías que aque-
; tua noche de la República ocuparon
lla mancha indeleble de la República, tanta cantidad de campo y de bie-
la infame tabla de la proscripción, nes cuanta su sola codicia constitu-
monumento de deshonra, trofeo de ye más cínico impudor, cuya injus-
Sila sobre ese pueblo vencido, sea ticiapermanente amenaza con origi-
lanzada al fuego y al olvido, .si el nar graves alborotos.
olvido, ¡ay dolor!, fuera posible; Por todos los dioses inmortales,
que los hijos de los condenados por por la salud y vida de ese Imperio,
Sila, luego de recobrar como es jus- todo el orbe, o que pueden adquirir-
to los que les pertenecen,
bienes se con fondos públicos, es lo más
puedan solicitar y desempeñar fun- hacedero, lo más práctico, lo más
ciones públicas honoríficas. Y no agradable a ellos y a nosotros, qui-
voy, quirites, a cometer la incon- rites. No será expulsado de los cam-
gruencia de pedir que esto sea lícito, pos que se le dieron el ejército ven-
pues nunca dejó de serlo, pues las cedor; pero habiéndosele lanzado
leyes de Sila, dadas contra la Repú- como a empellones, brutalmente, co-
blica por el camino de la crueldad mo a una cárcel, a páramos estériles
(dadas, digo, pues ni fueron presen- y malignos, a hórridos pedregales,
tadas ni él consultó al pueblo), no a gándaras donde el paludismo tiene
pueden ni deben tener fuerza ni vi- su asiento, nosotros "les sacaremos y
gencia ninguna. Cuando él las pu- rescataremos de allí y les enviare-
blicaba, ¿a quién daba cuenta? ¿A mos a campos dignos de manos re-
quiénes llamó a consejo? A aquellos cias y curtidas, amenos, de-
fértiles,
buitres que, luego de haber sorbido leitosos, benignos,donde pasen una
toda nuestra sangre, hombreaban de vejez honorable, cual la merece tan
hartarse de nuestras entrañas, de laboriosa mocedad, tranquilamente
nuestra vida, de nuestros bienes. ¿Y y con cumplida satisfacción. Estos
esto es dar leyes que contienen la soldados, si no quedan exentos y li-
salud y la vida de los ciudadanos y bres de aquellas ergástulas por nues-
de todos los aliados? ¿Permitiréis tra resolución y nuestra obra, ellos
que se introduzca y se consolide en las quebrantarán, y lo que nosotros
una ciudad libre ese irritante abuso no quisiéremos darles, ellos se lo to-
de que el vencedor solo, con uno marán con mano fuerte y percibirán
que otro de sus esclavos, en su casa, la paga de tantas y tan duras mili-
cuide de que se labren en bronce las cias. No pienso yo, quirites, que el
leyes que se le antojaren, de la vida ejército sea de temer con estos mis
y la fortuna de los ciudadanos, y por planes, sino por la esforzada tena-
este hecho diga que han sido pro- cidad de aquellos que se empeñan
OBRAS FILOLÓGICAS. DECLAMACIONES SILANAS. DECLAMACIÓN V 823

en que dure y permanezca aquella da a nadie, mientras no fuese cosa


tan inicua y monstruosa gratifica- honesta y respetable. Aun cuando
ción general hecha por Sila, y en también entonces alguna concesión
ello ponen todo su afán y todas sus debía hacerse al digno caudillo de
trazas y manejos. Quiénes son éstos, los sayones galos, por más que éste
ya los conocéis, quirites. no tenga tanto que dejar, como bus-
Combatiente de primera fila es ca lo que ha de robar, pues a su
P. Sila, pariente propincuo de L. Sila lujo desaforado no le basta, según
y hermano e igual, quien gallardea dicen, toda esta ciudad con todo su
de haber reunido asaz dinero para mantenimiento y su vestido.
comprar la dictadura y de haberse Todos conocéis a Veccio Pícente,
alzado con propiedades rústicas su- que os pidió, quirites, la pretura, y
ficientes para alimentar la conjura- no habiéndola alcanzado, fué nom-
ción, quien cada día, antes de salir brado por Sila medidor en el foro de
al foro, en su casa, con su mujer- Cornelio. En este cargo, como por
zuela y sus compinches, echaba sus su escasa pulcritud y su rapacidad
cuentas acerca de lo que le rendiría excesiva los veteranos hubiesen
la almoneda de aquel día, y L. Cor- puesto las manos en él y viese la
nelio, escribano de L. Sila, quien de cosa mal aparejada, echando la me-
tal manera escribió, que de escribi- dida de diez pies, a una hora intem-
dor bien pudiera ascender a proscri- pestiva de la noche, acudió al garito
bidor. Añádase, a tantos monstruos de Sila. Decíale con gran insistencia
como hemos visto durante estos que no podía soportar por más tiem-
años, ese otro monstruo, P. Antro- po vivir' apartado de él y allí lo mi-
nio, originario, pienso, de Antrona, dió a su medida todo, y si vosotros
ciudad de Magnesia, que dio lugar a quisierais medirlo con vuestra me-
aquel refrán griego que alude indis- dida corriente de diez pies, os dolerá
tintamente a los burros grandes y que tan excelente medidor no fuera
a los hombres necios, que, ambas co- nombrado edil. Quinto Fusidio, Fe
sas a la vez, es ese pregonero de bue- de apodo, harto conocido cabe el
nos costados, a quien Sila sacó de Jano medio, asegura con juramento
aquel antro que es la escuela de gla- que no dejará un solo pie de aquel
diadores, porque es fama que con campo tan extenso que dice haber
un solo golpe ataca a un hombre en recibido, cuando era pretor, en paga
sus partes vitales, y sabe acabar con de sus trabajos. En esta magistratu-
él muy diestramente. Está L. Cati- ra hizo una buena y cauta obra co-
lina loco, el más furioso que nació rrompiendo las tablas de los jueces,
jamás, que no contento con haber y no demasiado contra la voluntad
matado cruelmente a Q. Celio, de los jueces, pues nada se había de
M. Volumnio, L. Tantasio, y de ha- hacer de balde, si ya no es que él
ber despedazado a M. Mario, ciuda- se atreve a negar lo que a todos es
dano inofensivo, benemérito del pue- manifiesto, a saber: que en retribu-
blo romano, ante nuestros ojos, dió ción de un estupro, como si fuese
muerte también a Catulo, marido de una dote, se le fueran asignados
una hermana suya, exquisito hom- aquellos campos. Y siendo así que
bre de paz, y luego pidió que le pu- un hombre económico y fiel a su pa-
siera en la lista de los proscritos a labra se pudiera sacudir las deudas
Sila, que no le podía negar nada, que le agobiaban, optó antes por per-
porque Sila nunca había negado na- der su crédito que su dinero; empe-
824 JUAN LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. —TOMO I

ñó su palabra, pero retuvo el dinero. ber: que no les dejase y les traicio-
No puedo pasar en silencio a Ta- nase como Turpilio, su tío. Este se
rula por no parecer que envidio a hizo cargo de la guarnición de nues-
Sila este honor. Habiéndole puesto tros soldados en Be ja y se compro-
en la presidencia en aquellas franca- metió a cuidar de ella y conservarla,
chelas de Grecia, luego de haber ga- de buena fe, como dice, mientras no
nado el campeonato de la bebida a se le ofrezca tanto dinero como
los más bravos bebedores griegos, T. Turpilio recibió en Numidia, de
quiso Sila nombrarle jefe de caba- Yugurta. Ocupa un campo extensísi-
llería, porque los jinetes no tuvie- mo, recompensa de su capitanía y
ran mejor capitán que el pueblo, y prefectura. No contento el buen pas-
así lo hubiera hecho si pudiera exi- tor con la explotación de su ganado,
mir de las leyes a quien ley ninguna en común con Sila, obtuvo también
había obligado jamás, éste, por esa el premio de su intolerable temeri-
jefatura ecuestre, dijo contentarse dad y audacia, puesto que el propio
con cinco mil yugadas de tierra en foro, a la luz del sol y a ojos de to-
el Venafro y la Campania. dos, para dar muerte a los proscritos
Y no he de pasar por alto a de Sila, no dudó en echarse sobre
Q. Fundano, consejero de L. Sila, un grupo de ciudadanos, y tras de
quien, consciente de tantas maldades haber malherido a algunos ciudada-
como había cometido, el mismo día nos inocentes, no incluidos en la
que Sila dimitió su dictadura se qui- proscripción, a aquellos otros heri-
so ahorcar, y como sus amigos se lo dos de muerte, pero que alentaban
impidieran, se abstuvo de hacerlo, todavía, arrastrándolos por los pies,
con la condición de que al primer los precipitó en el Tíber. Su pariente
estallido de la reacción estuviese cercano M. Fonteyo, ciudadano no
preparado en Ostia un bajel en que malo en el fondo, suele darle este
fugarse. No abrigaba la menor duda, aviso: Mi caro Luscio, con perdón
como era razonable y justo, que, re- sea dicho, tú posees esas grandes
integrado Sila a la vida privada del extensiones de tierra, contra todas
pueblo romano, por su mano se to- las leyes, incluso contra la ley de tu
maría el castigo del mismo Sila y de amo. Si dijo contra la ley Cornelia,
todos los a láteres de aquella fatali- no seguramente contra la ley Luscia.
dad y aquella furia suelta. Pero Ruégoos, quirites, que salga aquí ese
ahora, recrecido en su altivez y fie- Luscio, si es que es capaz de abrir
reza, amenaza con defender los cam- los ojos, y, salido de aquel amasijo
pos que detenta, dado que el pueblo de tinieblas, quiero decir, el garito
romano es tan manso, o, mejor di- de Sila, puede aguantar la luz del
cho, tan miedoso. sol e ilústrenos acerca de lo que es
En este número está también un esa ley Luscia, tan liberal, de los
cierto L. Luscio, farolero de Sila, campos y de los bienes de los ciu-
sicario pobre y menesteroso antes dadanos.
de la victoria y después de la vic- Yo no conozco personalmente a
toria, opulento centurión, pues po- Escirro, gladiador de muchas pal-
see más de cien millones esa sangui- mas, según dicen, y que es fama que
juela de la sangre y de los bienes en Tesalia fué ventero y posterior-
civiles. A ése, Sila le puso al frente mente en Efeso y Trales sostuvo
de las piaras de invertidos y de ru- muchos combates como retiario, pe-
fianes, pero con esta condición, a sa- ro conozco y conocemos todos cuan-
OBRAS FILOLÓGICAS. DECLAMACIONES SILANAS. —DECLAMACIÓN V 825

tos campos tiene de bravos caballe- no demasiado ofendido. Acaso re-


ros romanos. cuerda lo de su hermano y de M. Ma-
Sigúese la manada histriónica: rio y toda aquella tragedia. Si pue-
Roscio, el cómico, a quien Sila hizo do, le reconciliaré con la República
caballero romano porque bailó con si no puedo, despreciaré su enojo, y
mucho primor en un banquete. Es- hostil como se muestra a la libertad
te farsante, luego de haber repre- y al bien público, le pondré en si-
sentado comedias, muy de gana aco- tuación que no pueda hacer mal si
modaba su persona a las tragedias. no quisiere hacer bien. La voluntad
Sorex, divertido actor de mimos, a de Cneo Pompeyo, quirites, la tengo
quien Sila, en estado de beodez, con- muy conocida y comprendida; ani-
cedía cabezas y propiedades de ciu- mada y excitada siempre para vues-
dadanos. También anda con ellos no tra utilidad y para mi dignidad, y
sé qué Macrobio, no menos devoto, con una ejemplar lealtad y benevo-
según se dice, de Afrodita que de lencia para con todo ese Imperio.
Baco. Pienso haber cometido algu- Nacido y educado como está, cuando
na omisión. Pero éstos son los prin- diere él esa muestra de su entereza
cipales poseedores. y virtud, ni podéis ni debéis dudar
¡He aquí con qué pandilla, con cómo se conducirá para con el cui-
qué linaje de hombres tendremos dado y la libertad de la República.
que habérnoslas nosotros y el pue- Y eso máxime en esas circunstan-
blo romano! Negocio áspero y difí- cias, puesto que si tenía alguna
cil; choque tremebundo, si es que amistad con Sila, no sólo quedó di-
llega a haberlo, que tendrá que suelta con la muerte de Sila, sino
afrontar el cónsul y todos los bue- que quedó rota y descuajada por su
nos romanos, con los pérfidos, con los injustísimo y feísimo testamento.
estólidos, con los hueros, con los pró- Fué el testamento de Sila, quirites,
digos, con los esclavos borrachos, con semejante a su vida toda y de to-
los malos histriones y con toda aque- dos sus actos blando y lisonjero pa-
:

lla docena, o catorce a lo sumo. Yo ra los enemigos, y para los amigos,


digo que a esos tales, si les mostrare severo, agrio, desabrido, cruel. Cuan-
no ya las tropas y las banderas del tioso fué el legado que dejó a aque-
pueblo romano, sino un solo edicto llos que le profesaban odio vene-
enérgico de un pretor bueno y re- noso.
suelto, todos, a fe mía, van a caer A Pompeyo, mozo esclarecido, sen-
de rodillas. No creo yo que de la e integérrimo y en quien su
cillo
nobleza haya alguno tan loco ni de propia salud no menos que la de la
mente tan insana que ni quiera ni República se sostuvo siempre, le
siquiera intente contrariar y opo- preterió con la mayor desvergüenza
nerse al justo despecho del pueblo y la más negra ingratitud. Y no es
romano, o combatir el bien de la de maravillar. Si a aquella execrable
patria. Y .mucho menos cuando ven y maldita furia le hubiera tocado
que yo, nacido de familia nobilísi- vivir más largo tiempo, a ese joven
ma, he asumido y defiendo la causa de tantos merecimientos contraídos
del pueblo y, por ende, de toda la con la República, le despojara, ya
República; además de que con esta que no de la gloria militar (puesto
actitud nuestra mantiene la digni- que de ella no podía), peno con toda
dad y recobra la libertad. Dicen que certidumbre de su dignidad y de to-
mi colega está poco impresionado y das sus riquezas y, al fin y al cabo.
826 JUAN LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. TOMO I

le privara de la misma vida. Nadie siempre íntegra la fuerza y la vi-


desconocía las perversas intenciones gencia de la ley Cecilia y Didia.
que abrigaba aquella tea incendia- No hay nadie que busque y procu-
ria, aquella peste de la patria, para re tanto vuestra libertad como yo.
la perdición y el exterminio de los Dígoos todo esto con espíritu de
mejores; una gran parte de ellas cónsul, con fe de cónsul, con afecto
las vemos ya lamentablemente cum- de cónsul.
plidas. Por lo que toca a Pompeyo, ¿No se restablece el poder tribu-
tened buen ánimo, quirites; yo me nicio? Esta sola causa, ya mucho
atrevo a prometeros por él, para vos- tiempo atrás, en gente sosegada y
otros y para la República toda suer- recta como eran nuestros mayores,
te de bienes. Y digo esto por los motivó dos guerras civiles. Oyense
desterrados, y por los que fueron excitaciones a las armas, a la sedi-
campos suyos. Y pensad, quirites, ción, a guerra; muchos amena-
la
que he dicho eso mismo por los hi- zan, si no se
les hace justicia, con
jos de los proscritos. ¿Cuántas pen- que van a barrer la iniquidad y que
sáis que serían cada día las altera- en lugar del poder tribunicio van
ciones que se producirían en la ciu- a crear algo más grande y más re-
dad en favor de aquellos niños y de cio que no pueda quebrantarlo ni
aquellos mozos? ¿Cuántos motines derrocarlo cualquier tirano vence-
no se irían a suscitar si no les eran dor. Yo les restituyo lo que ellos
devueltas las heredades que les de- piden una y otra vez con toda la
jaron sus mayores, sus patrimonios razón. Y decidme: ¿con sólo este
y sus bienes con que puedan sus- hecho yo no sosiego aquellos aún
tentarse, y a la vez que con los bie- tan excitados y soliviantados? ¿Yo
nes la esperanza de las funciones no cierro todas las bocas? ¿No apa-
honorables y el favor posible de los ciguo a los malavenidos con la Re-
comicios que Sila les arrebató con pública y no devuelvo al pueblo ro-
la mayor iniquidad y con una inju- mano aquella apariencia y aquella
ria que no tiene nombre? realidad de la libertad antigua? ¿No
Y yo les pregunto, quirites: ¿de se hacen extensivos los juicios? ¿Vi-
dónde son de temer los peligros? brará la ciudad de indignación? Es
¿De dónde los movimientos amoti- una cosa inicua, indignante. Porque
nados? ¿De aquella parte en donde durante todos estos años se juzgó
están cinco o seis sembradores de con tan fea injusticia, piensan los
perdiciones vastas y de armas civi- ciudadanos en motines y alientan
les, o de aquella otra donde están en una atmósfera cálida de revolu-
la justicia, la equidad, la mansedum- ción. Los hago extensivos. ¿Con
bre, la benignidad, la plenitud del esta medida no descuajo la sedi-
amor y de la concordia, donde se ción? ¡Que no vuelven los expatria-
apaga el tizón de toda guerra y se dos! Esto es como la trompa bélica
apacigua toda la animosidad y se que convoca a la guerra civil pues- ;

acalla la tempestad y se serena la to que los desterrados fraguarán


borrasca bélica? Atended, por favor, planes e intentarán volver a la pa-
quirites, y considerad una por una tria con las armas dado que con las
todas las cosas que os he dicho, por- armas fueron expulsados. Yo les
que no quiero obligaros a que ad- traigo. ¿Por ventura no acallo yo el
mitáis la totalidad por uno o dos sonido y el estruendo de esta trom-
detalles que os plazcan. Persevere pa militar? ¿No debilito su fuerza y
OBRAS FILOLÓGICAS. —DECLAMACIONES SILANAS. —DECLAMACIÓN V 827

les arranco las armas de las manos? otros, quirites, y para toda la Repú-
¿No vale más dar espontáneamente blica ese decreto: Senatus populi-
lo que por la fuerza se ha de tomar que romani quiritium, velitis, quiri-
y hacer que el que lo recibió cuente tes, jubeatis. Reponed en primer lu-
en el número de los beneficios lo que gar en su antigua jerarquía de dig-
contra tu voluntad te había de nidad y de derecho el poder tribu-
arrancar por extorsión? ¡No se de- nicio y que tenga la misma facultad,
vuelven las propiedades rústicas! poder, derecho, potestad y libertad
Es inevitable que del pleito de las que tuvo antes del consulado de
fincas rústicas se pase a las manos. Sila y Q. Pompeyo. Ordenad, a con-
Devuelvo sin quebranto de nadie. tinuación, que los juicios sean co-
¿Acaso no mitigo este problema tan munes a todos los órdenes y que los
agrio y quito toda ocasión de gue- jueces sean designados por vuestros
rra? ¡No se permite a los hijos de sufragios libres, en comicios por
los proscritos solicitar funciones ho- centurias, de todo el pueblo, quince
noríficas; ¡No se les devuelven los de cada tribu, que durante el año de
bienes! Los niños, en parte, ya no su mandato conozcan y juzguen de
son tan niños; muchos ya son mo- los asuntos, lides, controversias, crí-
zuelos, crecerán y, cosa que tiemblo menes, cuestiones entre ciudadanos,
de decir, atizarán en la ciudad un aliados, estipendiarios, de gentes y
incendio gigantesco. Todo les es lí- naciones extranjeras, como prevé la
cito a los armados cuando se les ley Plancia judicial. A seguida, lla-
niega lo justo. Yo consiento que so- mad a los que Sila mandó al destie-
liciten honores; yo les devuelvo los rro y que se les devuelvan las pro-
bienes. Y lo que dije de las fincas piedades, pagando el precio mismo
rústicas, ¿por ventura no apago esta que por ellas pagaron sus compra-
brava llama con agua de justicia y dores. Colocad, finalmente, a los hi-
de templanza? jos de los proscritos en sus bienes,
¿Son esta opinión y voluntad mía, fortunas y patrimonios y que en los
quirites, o son la voluntad y comicios se tenga cuenta con ellos.
el sen-
tir de ellos lo que acarreará poca Y todo esto se ejecute, contra toda
quietud, ocio sabroso, libertad y sa- fuerza, dolo o fraude, toda vez que
lud a la República? Ya veis cuán sea sabido, ratificado, aceptado y
justas, cuán equitativas, cuán razo- mandado por el pueblo. Y que la
nables, cuán saludables, cuán nece- cabeza de aquel hombre, cualquiera
sarias son estas medidas que os sea su sexo, su edad, su condición,
aconsejo. Ya veis cómo ése es el libre, esclavo, magistrado, persona
único remedio para la República privada sea consagrada a Júpiter y
exasperada y casi desahuciada; que sus bienes, y su familia, y sus
fuera de éste, no hay otro. Plegué al hijos y sus hijas pasen al arbitrio y
cielo que sea feliz y fausto y prós- poder del pueblo romano y de los
pero para mí, y mi .colega, para vos- quirites.

FIN DE LAS
f DECLAMACIONES SILANAS»
LA PARED Y LA MANO
ENSANGRENTADA
(PARIES PALMATUS)

(1521)

DECLAMACION DE MARCO FABIO


QUINTILIANO
ARGUMENTO diera alegaros en descargo suyo que
juntamente con la vista perdió toda
un
Un hombre que
go, a
tenía hijo cie-
quien instituyera herede-
la temeridad de sus pensamientos r
pero como sea verdad que prefiere
ro universal, introdújole en la demostrar su inocencia, más por su
casa una madrastra y relegó al hijo conducta que por su desgracia,
al más apartado aposento de la no quiere hacer ni a su piedad ni
mansión. Ese hombre, una noche, a su conciencia el grave ultraje de
mientras dormía en su alcoba con que se piense que si no perpetró el
su mujer, fué asesinado y hallado al parricidio debe agradecérselo a su
día siguiente con la espada de su ceguera. Por donde no pide que le
hijo clavada en la herida que le oca- conceptuéis desgraciado, si no re-
sionó la muerte, y la pared desde la sultare también inocente; no pide
alcoba marital hasta el apartamiento que aliviéis a un afligido, sino des-
del hijo, señalada con las huellas de pués que hubiere probado ser más
una mano ensangrentada. Acúsanse infeliz por la pérdida del padre que
mutuamente el ciego y la madrastra. por la pérdida de los ojos. Estimad a
mozo por aquellas mismas pren-
ese
das morales por las que le estima-
DECLAMACION ríais si gozara de vista, por su con-
EN FAVOR DEL CIEGO CONTRA ducta, por su recato, por su piedad.
LA MADRASTRA Todo esto si se pusiere en claro, co-
mo se prometerá, no habrá acusación
Si el más inocente de los mance- que le amedrente. Ni nos causa temor
bos, ¡oh jueces!, quisiera valerse de alguno el hecho de que la más mal-
la espectacularidad aparatosa de la vada de las mujeres remedó nuestra
más triste de las calamidades, pu- calamidad dejando la pared ensan-
830 JUAN LUIS VIVES. —OBRAS COMPLETAS. TOMO *

grentada. Cuanto más diligente fué, nocido en la casa, en vida del in-
cuanto más solícita anduvo en que fortunadísimo anciano, harto sabéis
no se la cogiese, tanto más dió a quién debió tomarlo a mala parTe.
entender que no le faltaron ojos. Eso que ella dice que el hijo era
Le quedamos reconocidos, porque aborrecible al padre, hemos de acep-
con demasiada precipitación echó tarlo como acusación arbitraria de
las sospechas a nuestra parte. Más la madrastra y se figura probarlo
difícilmente se probara que el cri- con decir que no fué el hijo quien
men no fué del ciego, si todo no se benefició del testamento secreto
hubiera sido hecho para que pare- de su padre, sino la ceguera. En
ciese que nadie lo pudo hacer sino este lugar, con harta astucia, se es-
el ciego. Por donde, jueces, creo no fuerza por disimular su despecho.
hacer mal con esperar que desper- El padre, que confinó al hijo ciego
tará nuestras sospechas lo que con en el rincón más escondido de la
tan poco tino se fingió contra la des- casa, retiró de los ojos de la madras-
graciada ceguedad. tra el placer, pues pareciendo que
Primeramente; el largo y espa- ésta había entrado en una casa va-
cioso pasillo de la casa, desde la cía, imaginándose que un hijo cie-
alcoba nupcial, que estaba en el cen- go equivale a una orfandad, ideó el
tro, hasta el aposento del mozo des- cariñosísimo anciano la traza por la
graciadísimo, con tal profusión que- cual ese infeliz morase para el pa-
dó señalada con huellas de sangre, dre en la misma casa y para la ma-
como si el parricida recelara no ser drastra fuera de ella. Recibió el se-
sorprendido. Además, fué con pre- creto que había de pedir. Para ave-
ferencia escogida para el crimen la riguar con qué ánimo el anciano lo
noche, porque es el tiempo en que hizo, podéis interrogar el testamen-
el marido no puede hallarse sin su to. Yo no creeré que el más grave de
mujer. También; en un crimen en los padres hiciera alarde de sus úl-
que nadie utiliza sino arma ajena, timas voluntades para declarar he-
adrede se dejó la espada del mozo, redero a su hijo; no es cosa que se
para que a la madrastra no le falta- le haya de imputar. Más de creer es
ra prueba. Y, finalmente, consumóse que esa hembra, bien por algún in-
con un solo golpe el delito para dicio, bien por suspicacia femenil,
achacarlo a las manos de quien no sorprendió los arcanos del marido e
las podía tener seguras. instantáneamente renunció a todas
Y con todo, a pesar de tantas cir- las ventajas del matrimonio, pues
cunstancias increíbles, la madrastra como ames por el dinero, el dinero
sólo invoca el testamento del padre es el fin y el sepulcro del amor y
y dice que aquél fué el precio apa- de la esperanza.
rente del parricidio, a fin de que, en- Había tenido siempre el mozo en
tendidas las cosas al revés, quede su aposento una espada al alcance
probado que el padre fué muerto de la mano, ora fuese antes de que ca-
por aquella razón misma, por la que yera en tal desgracia, ora fuese por-
no mereció serlo. que constituye un consuelo y conor-
Yo no tengo inconveniente en re- te de la mísera ceguedad poseer un
conocer la acusación si pensáis qué objeto propio de los que ven. Es un
es una verdadera acusación. Este jo- hecho cierto que jamás el padre le
ven es el heredero único de su pa- había temido ni jamás la madrastra
dre. Ese testamento, si pudo ser co le había reconvenido por ello. Arri-
OBRAS FILOLÓGICAS. LA PARED Y LA MANO... DECL. DE QUINTILIANO 831

mada estaba allí a vista de todos; nes guían su mano por los ojos.
la casa toda conocía el arma perfec- Ninguna fué, por tanto, la virtud
tamente. Demasiado sabéis con cuán- de la vista; un hombre que debía
to mayor descuido guarda el hierro dar el golpe, al azar, harto afortu-
que la buena conciencia, y también nado si daba en alguna parte del
hasta qué punto, fuera de todo rece- cuerpo, acierta en un órgano vital
lo, es la espada una herramienta y entiende que ha ocasionado la
sin uso. La inocencia hace que el muerte.
hierro pueda quitarse aun a quien El oficio de los ojos, jueces, es
va con los ojos abiertos. Sea, pues, comunicar lo que han hecho las ma-
que alguno de sus esclavos fuera co- nos. La única seguridad de un agre-
rrompido; sea que a la madrastra sor ciego es herir muchas veces.
no le faltase atrevimiento para qui- Declara la madrastra no haber sen-
társela, cosa que podía hacer aun tido ruido alguno de golpes, y eso
en presencia del entenado, sin po- que dormía al lado del marido, y no
sible duda, y ello señala certeramen- se explica cómo pudo ser ello, in-
te quién sea el autor del crimen, dicio éste de muy gran turbación.
que todo aquel que lo ha de aban- Si el padre había muerto de un solo
donar prefiere en el asesinato usar golpe y su mujer no estaba despier-
de hierro ajeno que de hierro pro- ta, ¿para qué había de dejar la es-
pio. pada en la herida el parricida, que
Examinad, jueces, si los restantes se consideraba seguro? Todo lo res-
hechos pudieron tener efectividad. tante es, jueces, sospechoso en de-
Se dice que el ciego, sin rector, sin masía y de maligno y burdo fingi-
guía, de aquel rincón secreto de la miento: la espaciosa pared y el tan
casa y, como quien dice de otra ca- largo trayecto de la casa mostraron
sa, por un camino vacío, a través huellas de sangre que parecía haber
de tantos portales, que debieran ser- dejado allí la mano asesina al regre-
le otros tantos tropiezos, a través sar de su feroz proeza. ¡Oh, qué
de servidumbre que montaba la
la bien imitan los ojos lo que quieren!
guardia, anduvo a tientas con el hie- Espántome, si se me quiere creer,
rro; que entró luego en el dormito- desque el entenado pudiera haberlo
rio de su padre, que no se ladeó a hecho todo en aquella noche. Dícese
una parte ni a otra, sino que todo que, según el deseo de la madrastra,
derecho, como suelen guiar los ojos, dejó en la herida la espada, que no
se acercó al lecho poco a poco, con podía negar que fuera suya. Y, lue-
pies de fieltro; que no topó con la go, por toda la superficie de la pa-
cama ni llegó a ella antes de lo que red, ¿qué otra cosa hizo sino escri-
creía. Vosotros, jueces, deducid de bir que el parricida era él y que
la realidad el ruido en que suelen llevó consigo hasta su habitación la
perpetrarse los crímenes: el ancia- sangre del padre y dejó la pista
no dormido a quien buscaba el ase- para que se le descubriese? ¿Hizo
sino ciego, despertárase antes de todo esto uno que debía encerrarse
que se diera con Añaden a esto
él. en la más rotunda negativa? ¡Mis
circunstancias mucho más increí- parabienes, joven! Si no pudiste ad-
bles: que mató al padre, que per- mitir aquel parricidio sino para
donó a la madrastra, que consumó dejar una demostración de tu ce-
el parricidio con un golpe solo, cosa guera, tuviste imprescindible nece-
que apenas suele acontecer a quie- sidad de la inocencia.
832 JUAN LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. TOMO I

Yo me propuse desarrollar la de- es servido por la idoneidad de los


fensa de ese mancebo desventurado, miembros; los destituidos de posibi-
defendiéndole, en primer lugar, co- lidad encuentran refugio en la sola
mo si en realidad fuera culpable; a tristeza. Aquel semblante sumido en
seguido, cuando comenzaré a estar noche perpetua y forzosamente mie-
seguro de su inocencia, entonces ini- doso no concibe una maldad, a la que
ciaré la acusación de la madrastra. se llega no más que por la guía de
Veréis al uno y a la otra con sus los ojos. Piensa en sus titubeos y
conductas y sus razones respecti- tropiezos; pondera la dificultad de
vas y será más fácil el camino que la ida y de la vuelta. Es fuerza que
debe recorrer nuestra conciencia se mantenga inocente aquel cuya
escrupulosa, y aunque vayan invo- detención es la más fácil. Guárdanse
lucrados dos juicios, con todo, vos- siempre los miserables por no dejar
otros entenderéis como si no fueran de inspirar compasión, y quien ha
más que uno. Procederé, en primer perdido los ojos esfuérzase por no
lugar, como si el mozo gozare de haberlos perdido con motivo. ¿Qué
vista; como si su impetuosidad ins- otra cosa aprende la ceguera sino es
tintiva no estuviera frenada por de- pedir con humildad y blandura? Los
bilidad física alguna, y os pregun- ojos son los fomentadores de todo
taré por sus antecedentes: ¿qué fué odio; sus chispas encienden en los
lo que con anterioridad hizo de per- pechos humanos ese furor y no es
dido, qué lo que hizo de malo, qué liviano el enojo que prende en los
lo que hizo de impío; qué maldades ánimos la vista de aquel a quien
perpetró que dieren el presagio del aborrece. El ciego es desgraciado en
parricida? demasía para ser aborrecible, y es
La inocencia va por grados apar- tímido en extremo para que pueda
tándose del hombre, y la audacia, odiar. Demás de esto, a los hijos
por no titubear en los empeños má- desnaturalizados frecuentísimamen-
ximos, va despacio y por largo tiem- te les sugirió la idea del parricidio,
po ensayándose y cobrando fuerzas lo que veían, pues los vicios entran
en los menores. No hubo nunca na- en nuestra alma por el camino de
die que comenzara por allí donde es los ojos. A los unos púsoles en las
increíble que haya llegado. No ten- manos el hierro contra la sangre de
drás más remedio, mujer, que mani- los padres la lujuria o el lujo; el lu-
festar los grandes odios que media- jo, que es el crimen de los que ven;
ban entre ese mozo y su padre y a los otros, el amor de una rame-
cuán violenta fué la disensión entre ruela pedigüeña sin saciedad; el
las infinitas prendas de amor de esos amor del que los ojos son heraldos.
dos nombres sagrados: padre e hijo. Un ciego infeliz ha dado muerte a
Créeme, mujer, aun en interés tuyo. su padre. Decidme: ¿a quién alar-
Si es fácil para un hijo matar a su gará su mano con más seguridad?
padre, más fácil es a la esposa ma- ¿En qué hombros se apoyará con
tar a su marido. menos peso? ¿Quién castigará con
Hablaré ahora del achaque de la más severidad los ultrajes del servi-
ceguera, de la lastimosa ceguera. cio? ¿Quién amparará con respeto
Toda la temeraria agresividad del mayor una desgracia tan expuesta?
espíritu queda quebrantada en la Entre felices, otro es el orden de los
desgracia corporal y debilítase y se deseos; el hijo ciego desea que el
enfría el ímpetu pasional que no padre le sobreviva.
;

OBRAS FILOLÓGICAS. LA PARED Y LA MANO... DECL. DE QUINTILIANO 833

Quiero ahora saber cómo explica que la había de dejar, pues si hu-
la mujer el desarrollo de hazaña tan biera dejado otra, desconocida, pu-
difícil. El ciego maquinó el parrici- diera dudarse quién fué el homici-
dio. ¿Con quién? ¿A qué ojos se da; pero el ciego ingenuo utilizó la
confió para que le guiasen por toda suya a fin de que, aun escapado, que-
la casa? ¿Qué lazarillo eligió quien dase cogido y convicto por su pro-
vivía sepultado en la soledad de su pia espada. ¿Por qué, preguntas, te-
aposento? Consigo, consigo me figu- nías la espada en tu cuarto? Porque
ro yo que delibera; se basta a sí siempre la había tenido allá, porque
mismo; habla con un hombre expe- jamás había de usar de ella. ¿Por
ditísimo. ¿Para qué iba a buscar un ventura tuve yo la espada a punto
cómplice de su conciencia? Todo lo para el parricidio durante tantos
puede averiguar por sí mismo, pri- años y por espacio de todo ese tiem-
meramente, cuando es de noche; po fui inocente?
después, enterarse con solicitud si Yo, que estaba armado de espada
toda la familia está dormida; andar y de resolución, ¿dejaba que pasaran
a tientas con firmeza y seguridad y tantas noches? Yo, con anterioridad,
volver el rostro ansioso del lado ¿hice la espada de marras tan fami-
donde apunta su temor. ¡Ah, de liar a tus ojos? Yo, antes, ¿la di
cuán poco sirve en situaciones de a conocer a todos los esclavos? ¿No
miedo tener los mismos ojos! ¿No estuvo colgada en mi habitación co-
se dijo el mozo para sí: «Tengo el mo testigo de mi limpia conciencia,
decidido propósito de matar a mi allá en medio, a vista de todos, con
padre; pero, a quién seguirán esas descuido tal que pudiera ser sus-
manos? Salaré solo de noche, pero traída con suma facilidad? No, no la
¿cuándo llegaré? ¿Piensas que vivi- ocultó la conciencia turbada; tan
mos puerta por puerta? Entre padre conocida era en la habitación, como
e hijo media toda la casa. ¿Cuánto la propia ceguera de su amo. Quien
va a durar el merodeo? Un tiempo se previene de un arma para un
que no puedo calcular.» crimen, la hurta a la vista de ma-
Ceguedad incauta, ¿qué es lo que nera que a sus tiempos pueda" ne-
haces? Acaso habrá terminado la no- gar que es suya. Poned ante nues-
che. ¿Y qué, si ambos están despier- tros ojos el acto del parricidio y
tos? ¿Y qué, si sólo lo está la ma- comprenderéis la dificultad. Concedo
drastra? ¡Ea, adelante! Encontraré gustosamente que salido de su ha-
el portal, moveré la puerta sin rui- bitación consiguiera engañar a los es-
do entraré en la habitación del dor- clavos que le había dado su padre
;

mido, heriré a mi padre descansan- llega a atinar con la cámara del an-
do; un solo tajo bastará; no estará ciano la pared faltó de súbito y se
;

en vela la madrastra; saldré tran- quedó sin apoyo la mano del ase-
quilamente, y regresaré, sin que na- sino; cedieron las puertas con un
die se entere. Estos son los deseos, silencio cómplice. Entra, ¿y qué ha-
pero de quien tiene ojos. Un ciego ce entrado? ¿Rodea todo el espacio
desesperaría, aun cuando la noche de la cámara pegado a la pared, o se
le prometiera tantas hazañas. coloca en medio y blande su mano
Llegado aquí me es forzoso pre- armada en medio de las tinieblas?
guntar por qué razón el joven usó He aquí que toca el lecho del pa-
preferentemente de su propia espa- dre, y puesto en pie, siente la res-
da. Sin duda se le vino a las mientes piración de los cónyuges dormidos.

LUIS VIVES. 1 27
834 JUAN LUIS VIVES . OBRAS COMPLETAS .
TOMO I

¿Como sabía adonde va a dirigir el a quien podíase culpar de haber da-


hierro? ¿A cuál de los dos herirá do muerte al padre.
con preferencia? Palpa con tiento la ¿Qué dices, joven? ¿Y tú no des-
cabeza y el pecho que se le ofrecen; falleciste en derredor de aquella san-
busca el camino más breve para gre? ¿Dirigióte más blandos ruegos
acabar con una vida que apura sus aquella alma? Perdiste, pues, la
últimos minutos. ¡Cuán pesado el oportunidad: no había sentido nada,
sueño de quien de nada de esto se era de noche, reinaba silencio, so-
da cuenta! braba tiempo para la carnicería del
Pero dirás tú, mujer: «Tampoco lo otro. Tú, si fueres capaz de perpe-
sentí yo.» Con eso entiendes cuán trar un parricidio, ¿matarás al hom-
mala es tu causa, cuya defensa es bre no más que porque te fuera líci-
única e increíble: ¿así se hiere a tu to matar a la madrastra? Yo no veo
•marido en tus brazos y tú no te das por qué se quiera dar a entender
cuenta de nada? ¿A tu lado consú- que se dejó a la mujer por la sola
mase el hado de un hombre y tú razón de que pareciese haber sido
te callas como si tu hijo entenado te ella la autora de tamaña atrocidad.
hubiera primero matado a ti? Así Astuta habilidad es ésta, pero que
que ¿no fué herido aquel hombre inmediatamente quedará desautori-
que murió degollado? Al menos a zada por estotro argumento. ¿No
ti, cuando no otra cosa, hubiérante obedece a un mismo designio perdo-
despertado aquellos borbotones de nar a la madrastra para que sustituya
sangre caliente. Pero ¡cuán en evi- a la rea, y abandonar la espada que
dencia queda la conciencia de tu le descubrirá a él? Muy muchas ve-
crimen, que, queriendo dar a enten- ces me veo en la precisión de valer-
der que el padre fué muerto por el me del argumento de la ceguera, y
entenado, te fuerza a declarar que también en este lugar en que se ha
nada sentiste! Basta ya; he venci- de tratar del famoso golpe. A fe
do; soy inocente. De veras, _ sí, mía, si hubiera entrado un agresor
cuando tendida en el mismo lecho" dotado de vista, llevando en la mano
cuando por ventura abrazaste a la un candil no tan certeramente des-
víctima, ¿manifiestas un sopor tan cargara el tajo mortal, que aun
increíble? ¿Por qué, pues, estás tú cuando no le desviara la oscuridad,
salva? ¿Qué suerte fué la que sus- con todo el miedo y las voces de la
trajo tu sangre de manos tan aira- conciencia le retardaran y le hicie-
das? Sin duda alguna dormías; cier- ran inseguro. Raras veces acontece
to será que no sentiste nada. ¿De i
que el verdugo despache a su vícti-
esta guisa te dejó el entenado que ¡
ma de un solo golpe, aunque él mis-
no temía ser descubierto? ¿Hubo mo le componga la cerviz y su mano
alguien que matara a su padre y ejercitada ejecute una vez más el
perdonara a su madrastra? ¿Tuvo homicidio como una práctica de su
arrestos para cometer la más faci- triste función. Si, pues, el ciego des-
nerosa de las hazañas y no fué ca- cargó su mano con tal seguridad que
paz de una maldad menor? ¿Violó dió en el órgano de la propia vita-
los más sagrados deberes de la Hu- lidad, yo no acabo de maravillarme
manidad y no osó nada contra un que habiéndolo querido con el pa-
pecho, nido de víboras y de odios? dre, no matara también a la madras-
Es increíble; está por encima de to- tra. El parricida, fuera de su som-
do crédito no matar a la madrastra bría resolución, ninguna otra fuerza
!
OBRAS FILOLÓGICAS. LA PARED Y LA MANO... DECL. DE QUINTILIANO 835

tiene; el primer golpe es indeciso; la siguiente forma: abrió toda la


reacciona él; avergüénzase él; toda- mano; alargó cuidadosamente todos
vía no está demasiado lejos de la los dedos; gastara, pues, toda la san-
inocencia no hay más sino que el
; gre en las manchas primeras. Ima-
segundo golpe sea más recio. gínate una mano ensangrentada; o
Ahora quiero preguntar. ¿Cuál si quieres, para complacerles, empa-
fué el motivo por que el joven aban- pada y húmeda de sangre; imagína-
donase la espada? Sin posible duda te la extensión del camino a reco-
fué porque no quiso que su madras- rrer; mide el espacio de la pared
tra quedase infamada; despojóse de (muchas veces tendremos que vol-
toda defensa y tácitamente se con- ver a esa secreta interioridad de la
fesó reo. Dejó el hierro en la heri- casa). Es lógico que la parte más
da; si no había matado aún, heriría vecina del dormitorio del padre ten-
de nuevo; si entendía ya que el cri- ga más sangre; la que sigue, más
men estaba consumado, llevárase poca; la última, nada, porque cada
consigo el cuerpo del delito. contacto con la pared la disminuye o
Pero ¿por qué conjeturo yo una acaba por secarse del todo en la ma-
cosa que queda tan clara? Si queréis no del que camina con pasos atenta-
saber, jueces, quién fué que dejó la dos. ¿Y cómo se explica que cerca de
espada, pensad a quién favorecía el una y otra estancia parece que co-
hallazgo de la espada. Pero es que mienza allí el vestigio ensangrenta-
cambién la pared quedó señalada do? Por ambos extremos muestra la
con las huellas de una mano sucia pared los garabatos de la mano enro-
de sangre. Ponderad, jueces, antes jecida.¿Cómo pudo llevar la mano
que todo, que no es inhábil, precisa- lo que iba dejando? Fué la madras-
mente, ni lerdo total, que siendo cie- tra que hizo esto; fué la madrastra
go se esfuerce por explicar una fe- que con seguros ojos aderezó esta
choría que para los ojos es difícil. trágica decoración; ella llevó la las-
¿No se le ocurre, pues, que al apo- timosa sangre en su mano, que a
yar en la pared la mano ensangren- cada paso iba mojando y renovando.
tada, no deja detrás de sí las huellas Toda la pared está con esas marcas
del parricidio? Cuando podía lim- de la mano; hay distancia; queda
piar con su vestido la mano de que algún espacio vacío; la huella es
se hacía guiar y así deslizarse sin entera siempre; el ciego hubiera
dejar vestigio, iba ensangrentando arrastrado las manos.
toda la pared, y en dondequiera de- Decidme ahora: ¿de dónde tanta
jaba rastro de su desgraciado padre. sangre en la mano? De toda herida
¿Qué iba a pasar al día siguiente? borbotea y se derrama la sangre,
¡Qué odiosidad hubiera despertado! cuando sigue el camino reciente que
No pensaba en el amanecer, sino el hierro abrió, y cuántas veces su-
que disponía el indicio cierto, indu- cede que estorba su salida el arma
bitable, sin error, que la madrastra misma que la ocasionó y queda disi-
seguiría hasta su aposento, hasta su mulado el horror de la muerte. Por
puerta misma. lo demás, cuando la mano por que se
¡Oh extraño caso! ¿Y la sangre abre parte de la palma, se pliega
no se acabó antes? En esta ocasión sobre la empuñadura del arma;
me valdré de la naturaleza del mis- mientras la retiene, permanece ce-
mo hecho. Hallóse la pared toda ru- rrada, y por la fuerza la cara que que-
bricada con palmadas de sangre, de da manchada es la exterior. Y el
836 JUAN LUIS VIVES. OBR..AS COMPLETAS. TOMO I

caso es que esa pared tuya muestra propia


cámara. ¿Tan poco fué el
la huella de la palma adonde la san- miedo que el asesino tuvo de la es-
gre no pudo llegar. A vosotros toca, posa? ¿Atrévome a entrar con la
jueces, comparar y ponderar todos idea de matar en el secreto santua-
estos datos. ¿Por qué no ha de ser rio del matrimonio y en la intimidad
más sagaz el juez en el descubrir del tálamo nupcial? ¿A quién bus-
que reo en el proyectar? Yo creo
el caré? ¿Dónde se deja al marido ino-
que ello se explica porque el uno so- cente de su esposa? ¿Quién eligió la
lamente piensa por sí y el otro pien- nocturnidad para el crimen? La no-
sa por ambas partes. che es el tiempo tuyo, ¿y qué si a
Defendí la causa de ese joven sin esto se allega la ocasión pecamino-
ventura; ahora quiero examinar có- sa? No debes venir de la parte más
mo está cogida la madrastra con apartada y secreta de la casa, ni
pruebas harto más ciertas. Prescindo debes recorrer todo el sagrado re-
de aquel tópico, de todos tan vulgar cinto del hogar; no tienes qué pen-
y trillado, que consiste en la compa- sar cómo con mano sigilosa vas a
ración de las personas. Otro diría hacer girar silenciosamente el goz-
que el marido y la mujer no consa- ne de la puerta, que con su chirrido
grados por la bendición de los hijos puede despertar la alarma; estás
no andan unidos con vínculos físi- tendida a par de la víctima, y tienes
cos excesivamente fuertes. Yo, con expedita la horrenda hazaña, aquí
preferencia, diré: Quedó defrauda- mismo, con sólo que alargues la ma-
da, mujer, tu expectación; habías no; no tienes por qué temer ser
entrado en una casa que se te anto- descubierta; la servidumbre duer-
jaba vacía y sin heredero; te ha- me muy lejos y está rodeado de re-
bías hecho la ilusión de que ese ligioso secreto el genio del lugar;
mancebo infeliz sería echado de la tienes oportunidad de dar el golpe
casa desde el momento mismo que cuando quieras, y puedes saber
quedaran cumplidos los ritos nup- cuándo está dormido. Noche, espa-
ciales; que su padre, alcahuetado da, marido descuidado ¿qué cosa
por tus blandos abrazos, le aparta- más delicada que este crimen? Sa-
ría de su lado, desterrado y pobre, bemos que el anciano fué muerto
y vedaría a los delicados ojos de su cuando tú quisiste.
esposa la vista de aquella suprema Dice: ¿Cómo llegó a mi poder la
desventura. Y ocurrió al revés; te espada de mi entenado? Vacilo en
hallaste con un anciano amante y contestar. Difícil es de rebatir ese ar-
devotísimo de su único vástago, y gumento. ¿Quién me va a creer si
por ello desesperaste ya de todos yo dijere es que el ciego perdió
los afectos que pudiera abrigar para la espada f Sus cuencas hundidas
contigo. Infeliz en grado sumo es en perpetua noche no la supieron
todo marido que da a su hijo una guardar. Parecerá que finjo a tiem-
madrastra, porque a su nueva mu- pos y que lamento un suceso evi-
jer le parecerá que no puede amar dente en demasía. En hecho de ver-
a ambos. dad, siempre la mano estuvo asida
Ante todo, pregunto: ¿dónde fué a esa empuñadura, y de día y de
asesinado el marido? En su cámara. noche constituyó su preocupación.
Esta cámara, poco antes, ¿no debie- Xo quiero que te precies de astucia
ra haber sido prohibida al entena- genial; no engañaste al truculento
do? El anciano fué muerto en su y horrible ladrón nuestras costum-
;
OBRAS FILOLÓGICAS. LA PARED Y LA MANO... DECL. DE QUINTILIANO 837

bres te ofrecieron la oportunidad, que lo anotaba en la cuenta del otro.


pues el hecho de que con un solo Pero la mujer insiste: «Tuvo ése
golpe se acabó con el anciano hace motivos para el parricidio, porque
que la sospecha se oriente hacia ti. enojado su padre le relegó al pos-
Tú puedes acomodar el cuerpo para trer rincón de la casa.» Mujer,
la herida mortal mientras finges ¿quién sabe si esa pretendida afren-
que le abrazas; tú, con cariciosa ta era lo más deseable para el ente-
mano tentar el pecho, dónde "el pul- nado? Es un favor que se le hace
so asiduo denuncia la actividad de a la ceguera cuando se la abriga
la vida; dónde se cobija la muerte en el secreto.
instantánea, sola tú, mujer, puedes ¡Oh singular y preclara piedad
matar de un solo golpe. del mejor de los ancianos! ¡Con qué
Voy ahora a las huellas de la pa- cariño retiró aquel vástago suyo des-
red ensangrentada, con las cuales, venturado, y con cuánta diligencia
asaz y abundosamente te vamos apartó de los ojos de su gozosa es-
apretando en nuestra defensa del posa y con cuánta delicadeza miró
joven. Estas son las postreras reser- por la vergüenza del hijo huérfano
vas que tengo contra ti. Cuando tu de luz. «Si fueras más venturoso le —
marido era asesinado en la propia dijo el padre —
sería yo quien te ce-
,

cámara, demasiado sabías que no te dería la casa toda; empero ahora,


quedaba ninguna otra defensa y dado que eres infortunado, ocupa
evasiva sino hacer algo que se pa- aqueJla parte donde nadie te vea,
reciese a la ceguera y por esto es- donde me
acercaré yo solo; te ro-
parciste la sangre por aquella parte dearé de siervos fieles no habrá na-
;

donde querías que se le buscase, die que oiga tus gemidos, que con
porque al día siguiente toda la in- insano gozo se saboree con tu tris-
dignación producida por el crimen teza lastimosa; no importa que te
horrendo siguiera las manchas y acucie nuestra conminación; el se-
huellas de sangre que tú habías pre- creto que se otorga a la ceguera, se
parado. Infamas al ciego; tomaste le otorga para menos sentir la au-
consejo de su desgracia; muy bien sencia de los ojos. ¿Habrá nadie que
sabías que a falta de guía de nin- no pueda ver a su hijo ciego y se
guna manera podía entrar sino di- contente con la leve venganza de
rigiendo sus pasos por las paredes, asignarle la más quieta, la más re-
que son siempre las mismas. Y así puesta, la mejor parte de su casa?
te hiciste la ciega, y porque no fal- Yo entendía que ese apartamiento
tara detalle a esa obra maestra de equivalía a una renuncia, a una ex-
impiedad, jugaste con la sangre de pulsión?» ¡Y resulta que el anciano,
tu marido. Toda esta compostura y enojado, mantiene a su joven hijo
simulación fué cosa de tiempo y de en el ruedo apasionado de sus bra-
seguridad, como si la maldad se zos y le prohibe la salida del hogar!
trasladara al ingenio. ¿Será ahora Dime, por favor: El dueño que por
delincuente el muchacho porque su una casa intermedia tiene separa-
espada quedó en la herida, porque dos a dos de sus moradores, a ti,
la pared amaneció ensangrentada? entera, sana, y a él, ciego infeliz,
Cuán fácilmente y en cuán breve expuesto al ultraje, fácil a la inju-
espacio se truecan los destinos de ria,¿con quién está enfadado: con
la causa, cuanto se descubrió que su hijo o con su mujer? «No quiero
el autor del crimen era el mismo —
joven dice —
que disfrutes de la
.
838 JUAN LUIS VIVES, .
OBR..AS COMPLETAS. TOMO I

parte más amena de la casa ni que envejeció y cambiarás ese lúgubre


los bien labrados y relucientes ar- vestido de circunstancias con nue-
tesones alegren y recreen tus ojos. vas galas nupciales. Y a su vez ese
¿Quién se enoja con un ciego con joven que, si compara su actual ma-
tan ciega estupidez, que vaya a pen- la suerte con la pasada, empezó aho-
sar que es cosa que le importa la ra a ser de veras ciego, ¿qué no
parte de la vivienda que se le señala perdió con la muerte de su padre el
por habitación? Mas aína es a ti a cuitada? Alentaba en él un amor
quien te aparta, son tus ojos los filial grande; los ojos de su padre
que aborrece; es a ti a quien dice: eran sus ojos; los esclavos bellacos
«Basta ya; posee tú la mayor parte no podían hacer burla de sus tinie-
de la casa; piensa que está ausen- blas infelices. Y desde ahora, ¡dioses
te; deja para el desgraciado algún buenos!, cuántos ultrajes tendrá que
rincón de la casa paterna.» El padre apurar. Se fundieron en uno la ce-
que a su hijo, que está bajo una ma- guera y la soledad. ¿De qué te apro-
drastra, le señala una parte secreta vecha ahora, mancebo sin ventura,
de la casa, confiesa tácitamente a su esa herencia tan cacareada? ¿Qué
mujer que no puede abdicar de su valor tiene el dinero en tu mano?
paternidad. ¿Qué los goces de la vida? ¿Qué
Mi acusada pasa ahora a otro li- otra ventaja te acarrean, si ya no
naje de defensa, a saber: que ella es la fácil ocasión del despojo? ¡Con
no tuvo motivo para matarle. ^Una cuánto celo guardaban todo esto los
vez descubierto que el hijo es here- ojos de tu padre! ¡Con qué facili-
dero de todos sus bienes, ¿qué otro dad puedes ser engañado, con aué
puede ser el que tenga prisa para facilidad puedes ser despojado, cuán
entrar en su posesión? El hijo be- pronto puedes quedar reducido a la
neficiado no tiene temor alguno de miseria! La muerte del padre te des-
que su padre se arrepienta del tes- heredó. ¿Qué te aguarda de hoy más
tamento; se le dejaba heredero de sino tristeza inacabable y maldición
todos los bienes; luego no estaba de la vida? El mísero, después de
el padre enfadado con él cuando le haberlo perdido todo, perdió las lá-
señalaba una parte secreta de la grimas también, y en su dolor no
casa. No pueden valerte los extre- le ayudan los ojos. Empieza ya la
mos contradictorios; lo mismo po- espada a tener algo que hacer con-
drías objetar si el presunto reo es- tigo. Yedle cómo busca, vedle cómo
tuviera desheredado. Elige el que busca el hierro, y dice: «Devolvéd-
quieras de los dos. Si supo que el mele ya; limpio y virgen fué mien-
heredero era él, debió amar más al tras solas mis manos le tuvieron. Si
padre; si lo ignoraba, de la muerte es necesario morir, me arrojaré so-
del padre no iba a esperar nada. bre él.» De esto quejábase hace
Falta no más examinar cuál de tiempo ya esa vida infeliz que me
vosotros dos siente más aguda la pesaba tanto. Mis fuerzas, ¿dónde
soledad del muerto. Pienso yo que están? ¿Dónde están mis bríos?
a ti te aflige ese duelo más grave- ¿Dónde mi diestra tan recia en otros
mente y más insufriblemente te ago- tiempos? Yo no pienso tener la suer-
bia ese luto; a ti, que muy luego te de que una sola herida pueda aca-
trocarás ese velo que tan pronto bar conmigo también.
OBRAS FILOLÓGICAS. LA PARED Y LA MANO... —DECL. DE VIVES 83'^

DECLAMACION DE LUIS VIVES


CON QUE CONTESTA
A LA DECLAMACION DE QUINTILIANO
LA PARED Y LA MANO
ENSANGRENTADA

PROLOGO cuando los amigos


desvelos, ayudas,
loshan menester. En punto a los
La primera pregunta y la más consejos, no es posible que los halles
justificada que asaltará la mente ni más prudentes ni más eficaces;
de quien esto leyere será la siguien- en los desvelos no los hay más fie-
te: ¿Qué presunción es esta de atre- les ni más diligentes; en el favor,
verse a responder a la Declamación no puede haberle más benigno. Y
de Quintiliano y a contender yo, estas cualidades las tiene tan acce-
que soy un hombre de flaco ingenio, sibles y tan obvias, que no sólo de-
de erudición mínima, de facundia fiere a los justos ruegos, sino que
embarazada o, mejor, de afasia to- les sale al camino, y en cierto modo
tal, nada menos que con un varón se les anticipa. Tratándose de un
cuyo talento y cuyo saber y cuya amigo mío tan grande, de cuya be-
elegancia o majestad en el decir, nevolencia recabé tantos provechos,
muy merecidamente admiraron to- mucho me temo que alguno vaya a
dos los siglos desde que escribió; creer que mi amistad es correspon-
con una desventaja inicial tan gran- dencia interesada y servil. Empero
de como jamás la tuvo un mirmilón me tranquiliza la convicción que
miedoso y enteco en pugna con un tengo que el mayor lustre de esa
hercúleo luchador de Tracia? Cier- amistad es el que Tomás Moro me
tamente, tanto como es grande y conceptúe no indigno de esa par-
arrolladora la fuerza de la volun- ticularísima benevolencia traducida
tad, es razonable que se excuse este en generosa efectividad. Ese, pues,
atrevimiento mío. Con emprender ejemplar amigo mío, habiendo con-
este trabajo no hice más que doble- tado a su pequeño hijo Juan Moro
garme a la amistad, y no de cual- y a sus hijas Margarita, Isabel y Ce-
quier amigo, sino de Tomás Moro, cilia, sobóle digna de tal padre, la
que yo pienso que fué hecho y do- primera Declamación de Quintiliano,
tado por la Naturaleza para el culto para aficionarles con mayor placer
ardiente y santo de la amistad. No y sabor al estudio de la elocuen-
se .contenta él con amar sólo, que cia, me invitó amablemente a que,
muchos creen que es requisito sufi- por medio de unas pocas de cartas,
ciente para la amistad (y en hecho respondiese yo a aquella Declama-
de verdad es lo sustancial en las ción, con el fin de que con la con-
relaciones humanas, y del verbo tradicción, o digamos polémica, co-
amar se forjó la voz de amistad), brase el arte de aquel discurso real-
sino que al más entrañable y since- ce más señalado.
ro de los afectos añade consejos, Muchas causas de extrañeza ha-
840 JUAN LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. —TOMO I

liéen este honroso mandato. La pri- de una manera esquemática, los ar-
mera, la elección con que me distin- gumentos con que creía que podría
guió con hacerme aquel encargo. contestarse a Quintiliano, para que
Luego, que precisamente fuese con- aquellos muchachos agudísimos, vi-
tra Quintiliano, que con su arte y vos retratos de su padre, ellos, por
su facundia, en una causa de menor sí mismos, los sacasen y de los lu-
cuantía, como decían ellos, había gares indicados los desarrollasen con
puesto superior elevación, y tam- sus propias luces. Este es el progra-
bién que a mí se me señalase la ma de este opúsculo, que no tiene
parte más flaca de la controversia, más valor que el de la indicación.
pues la preferente y más sólida la Ahora voy a decir unas pocas pa-
había tomado Quintiliano para sí, labras acerca de la dicción.
con asumir la defensa del ciego. Y Reducida la República romana al
finalmente, y ésta es la principal, poder y señorío de un autócrata, la
que no fuese el mismo Moro en per- elocuencia se resintió, al perder, a
sona que le contradijese, con aquel par del pueblo, la añeja libertad.
ingenio, con aquel seso, con aquella Así es que empezó a cohibirse en
práctica y aquel' elocuencia suya círculos cada vez más estrechos y
proverbiales. Con cuánta mayor des- a cargarse, como quien dice, de ca-
treza y éxito más feliz lo hubiera denas. Una parte no pequeña fué a
podido hacer él, creo yo que no hay refugiarse en las escuelas, de modo
nadie que lo ignore, sobre todo si que ya no se declamaban causas
ha leído mis modestos libros. (Las reales que tendrían su expresión en
obras de él, ¿quién hay que merezca el foro, como en los días de Cicerón,
y se precie del nombre de docto y sino causas imaginarias, que se sa-
estudioso que no las haya leído? De bía que nunca iban a tener reali-
ello puede ser una probanza irrefu- dad.
table aquella Declamación, con la Allí buscábase, no el triunfo, sino
cual el mismo Moro responde al Ti- el aplauso, y no la persuasión, sino
ranicida de Luciano, por callar sus el alarde de la doctrina y el inge-
restantes obras; así que, de momen- nio. Para conseguir esto, inventá-
to, decliné la sugerencia.) ronse breves sentencias de algún
Bastante más tarde, con motivo contenido y de mucha agudeza y
de haberle enviado su rey a Brujas, gran número de lugares comunes,
porfiando en su ruego y encarecién- tomados de la filosofía y de los rin-
dole más, excusándose en sus ocupa- cones de la literatura, tratados unas
ciones absorbentes, por haber aña- veces con alguna extensión, en puro
dido el rey el cargo de tesorero al alarde de saber. El cuerpo de la
primitivo de consejero real (pues oración acostumbraba ser pomposo
quiere aquel monarca, espejo de y desenfadado, compuesto para apa-
ciencia política, que la de un varón cible entretenimiento. Muchas ora-
tan benemérito se consagre más a ciones de éstas hay llenas de lum-
los negocios del gobierno que al bres, primores y aliños poéticos, co-
ocioso estudio de las letras, aun mo la que se lee en el mismo Quinti-
cuando habrían de rendir provechos liano, bajo el título de El matemá-
riquísimos a los contemporáneos, y tico, de la providencia y vida de los
especialmente a la posteridad), car- hombres, y en Las abejas del pobre,
gué con el compromiso. acerca de su industria ingeniosa, y
Me he limitado, pues, a apuntar, en otros declamadores de aquel tiem-
OBRAS FILOLÓGICAS. LA PARED Y LA MANO... DECL. DE VIVES S41

po De la naturaleza del océano, co- mi impericia no se agravase con la


mo refiere Séneca. Allende de esto, verbosidad demasiada, desfogándo-
parecíales que la brevedad contri- me contra tal autor y su declama-
buía a la gracia, y por no hallar co- ción breve, y que por eso sería mu-
sa baldía, anotaban una por una to- cho más molesto, en pocas páginas
das las particularidades, como tam- condensé lo que quería, por manera
bién todo cuanto se decía entre los que en muchos pasajes no anduvie-
que todavía habían de declamar. Y se muy lejos del altercado, y como
como estas declamaciones tenían lu- ya dije del comentario largo un po-
gar en reuniones de eruditos, todo co más de lo debido, como sabemos
era erudito y no les provenía peli- que acostumbró hacerlo Casio Seve-
gro alguno de la oscuridad, en la ro, pues no tendría fin la declama-
cual algunos iban a buscar loa y ción si me propusiera dar extensión
renombre de ingeniosos. No sola- a los argumentos. Acomodé el esti-
mente no disimulaban el artificio, lo a aquella fórmula escolástica de
sino que hacían de él ostentación, declamación, no fuese que el adver-
porque de ahí sacaban la recomen- sario, que me aventaja en muchas y
dación primera de su oratoria pecu- grandes dotes, gracias a aquella su
liarísima. i florida y jocunda manera, compara-
Tales son estas Declamaciones de da con la mía, hiciera más fría y
Quintiliano. Método es éste de pen- más desgarbada mi oración, si man-
sar que, puesto caso que el mismo tuviera yo aquel género forense de
Quintiliano lo reprueba en sus Ins- decir, según mis fuerzas y posibili-
tituciones oratorias, no faltaron dades. Preferí, pues, insistir en aque-
quienes sostuvieron no ser auténti- llo por lo cual satisfacía a aquella
ca esta obra suya. Con todo, abo- escuela, delante de escolares y jue-
gan por su autenticidad, así el títu- ces y tratando de un tema escolar.
lo antiguo de estos libros y un gran Y así como no quiero que no se me
número de críticos doctos, amén del compute mérito alguno si lo consigo,
diligente lector de Quintiliano lo- así tampoco quiero cargar con la
renzo Valla y Rodolfo Agrícola, va- culpa, si fracaso. Mérito y culpa co-
rones de grave y exacto juicio. Yo, rresponden enteramente a Tomás
por mi parte, no sé ver qué cosa Moro, que a ello me obligó.
haya en estas declamaciones indigna
del talento y de la elocuencia de
Quintiliano. Pero sobre este punto, DECLAMACION
de momento, no tengo humor para
disputar. Sean de quien fueren, no EN FAVOR DE LA MADRASTRA
cabe duda que son de algún ingenio CONTRA EL CIEGO
de aquel siglo de Quintiliano, pues
esto acúsalo la dicción. Y en hecho Siente, joh jueces!, la más desven-
de verdad, el autor de esas decla- turada de las mujeres, la gran mul-
maciones debió de ser un hombre titud de dificultades que de todas
agudísimo y elocuentísimo. Si a partes la agobian: ve en su tálamo
esas declamaciones se refiere Filel- nupcial y casi en su regazo, y casi
fo, cuando dice que saben a barba- en sus propios brazos, que fueron
rie, cúlpese a su paladar, atacado su nudo más dulce, a su marido
de desabrimiento e inepcia. asesinado, y no osa quejarse ante
Mas por lo que toca a mí, porque vosotros, sin que el más criminal y
842 JUAN LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. TOMO I

más cruel de todos los reos la salpi- así también se piensa que,
vilegio,
que con la más impía de las sospe- aun recibiendo injuria, es él el que
chas, porque le parece que es poco la hace. Alléguese a esto que la de-
todavía el luto, las lágrimas, la no- solada viuda no se oye decir otro
che oscura, el lamento, la soledad, nombre que el de madrastra, nom-
el duelo perpetuo en que la ha su- bre odioso, según oísteis que el ad-
mido. Rendida a tanta pesadumbre, versario a cada momento lo repetía.
destrozada por males tamaños, ni Aun cuando para las personas cuer-
aun osara abrir su boca en público das y de sano juicio no es menor la
si la fuerza de ese dolor insufrible antipatía que los entenados sienten
no hubiera triunfado de todos los para con la madrastra, sino que las
estorbos y el parricida se hubiese más veces les es menos fácil exterio-
granjeado, con el pretexto de cegue- rizarla, bien porque temen a los
ra,no ya la compasión, sino un de- padres, bien porque así se lo han és-
recho mejor que el nuestro. ¡Cuán tos prevenido. Mas la persona de la
hacedero es convencer de una mise- madrastra bien poca importancia
riaque se ve, y aun callando, ser- tiene en esta causa en uno u otro
virde aviso a los otros, que piensan sentido, pues movida y acuciada por
que también ellos pueden padecer la acerbidad del dolor, hubiera acu-
idéntica suerte triste! Cuán mise- i

¡
sado a sus hermanos y a sus padres
rabies sean las viudas, eso los hom- si creyera que habían tenido parte
bres no podemos experimentarlo y en este crimen. Y ni los males suyos
siempre hemos de aprenderlo por lo ni los ajenos la harán torcer de esta
que nos cuentan los otros o nosotros conducta que se impuso, hasta que
lo podemos colegir. Sólo juzgan con vea vengada la indigna muerte de
toda verdad y conocimiento y mi- su carísimo esposo. Confiada, pues,
den la magnitud de la pena que se viene aquí, primeramente en su pro-
cierne sobre las viudas aquellos que :
pia conciencia, luego en la verdad
pensando que todos los amores de la del hecho, que se demostrará aun
esposa gravitan sobre su marido, contra la conspiración del silencio,
comparan la muerte del marido a y, finalmente, en vuestra sabiduría
la muerte de un hijo único y dulcí- e integridad, que no se dejarán im-
simo; y como este dolor el vulgo presionar más por la desgracia de
no puede sopesarlo, créese ligera- ninguno ni por los nombres que pa-
mente que no merece compasión la ra el vulgo traen consigo favor u
viuda, desposeída de ayuda y am- odio, que por la fuerza de los he-
paro, desfigurada por la orfandad, chos.
por el duelo y por el luto. Esa viuda quiere vindicar a su
Créese ser ciego el que carece de marido y pide que en esta causa no
vista. En esa comparación, jueces, la abonen ni el sexo ni la viudez ni
donde se ve que el dotado de vista el luto mientras el malvado parri-
actúa contra uno que no ve, es fuer- cida no se aproveche de una cegué
za que el ánimo atraiga los ojos a ra que no le estorbó para perpetrar
su propia miseria y a sospechar ma- el parricidio. Y por lo que a ella
liciosamente que están engañados, toca, jueces, con sólo que yo hable
porque es fácil que el que ve enga- en favor suyo y contra el hijastro,
ñe al ciego. Y así, como para los que ya quedará satisfecha, con el con-
ven las cosas desde fuera parece que vencimiento de que ha cumplido con
el que ve está en situación de pri- su deber imperativo de vengar al
OBRAS FILOLÓGICAS. LA PARED Y LA MANO... DECL. DE VIVES 843

muerto. Lo otro correrá a cargo de Por esto, esa esposa atropella y vio-
vuestra conciencia incorruptible, la todos los derechos divinos y hu-
jueces, que habéis de dictar sen- manos; implícase en un crimen que
tencia jurada. El veredicto que die- no tiene nombre; se acarrea luto,
reis quedará como ejemplo para la tinieblas, sospecha ante los jueces
ciudad y la memoria de los veni- de delito tamaño y peligro de pena
deros. capital. Y todo esto, ¿de balde?
Pero yo, antes de recalcar la mal- ¿Quién lo va a creer, especialmente
dad del hecho criminoso, diré unas de una mujer a quien vosotros atri-
pocas palabras de la sospecha que buís sutileza de ingenio que llega a
el entenado se esforzó en sacudirse la hipocresía? ¿Dónde se vió eso ja-
de sí, echándola sobre la viuda, por más? ¿Dónde se realizó? ¿Qué mor-
manera que yo no sé si es más in- tal fué acosado jamás por tantas
dignante el hecho de que un hijo ha- destemplanzas, por tantas furias,
ya matado a su padre, o que el pa- que no sólo gratuitamente, sin con
rricida culpe a una inocente, a la quebranto certísimo de fortuna y
cual, de aquel crimen no le vinie- reputación, con riesgo evidente de
ron más que lágrimas, duelo y sole- su salud y de su vida, quisiera ser
dad. Tarea fácil será exculpar a la malo? Este proceder no se persua-
inculpada viuda. Ojalá lo fuese tan- diría a aquellos cómplices y compa-
to convencer al reo. Yo, jueces, os ñeros de Catilina, los cuales, aun
suplico que ante vuestra conciencia cuando no tuviesen ocasión alguna
tenga todo su valor aquella pregun- de obrar mal, lo obraban, aun cuando
ta sentenciosa del pretor Casio: ¿A ellos, por Hércules, no gratuitamen-
quién reportó ventaja? Examinemos te, sino con el resultado de que sus
la posible causa que impeliese a ¡a manos no se anquilosasen en el ocio
esposa a dar muerte a su marido, y perfeccionasen su arte. A tus ma-
y cuál pudo mover al mozo a la ne- nos viene toda la herencia. ¿Y pensa-
fanda comisión del crimen. Pero de bas tú, que tan cordialmente me
ese extremo hablaré poco después. odiabas, ser amado por mí con tal
Del primero voy a hablar de se- ternura que iba a matar a mi mari-
guida. do para que tú más pronto pudieras
Entró la mujer en la casa del ma- gozar de los bienes de tu padre y
rido, hombre (según no niegan ellos que a mí no se me dejase nada, si-
mismos) complacientísimo, con no extremados males? Veamos, jue-
su
esposa, joven (como veis) fresca y ces, ¡por los dioses!, cómo una in-
delicada. Su marido había instituí- feliz mujer es acusada por un hom-
do heredero a su hijo ciego, y fué bre elocuentísimo. Te defraudó la
muerto por su mujer, según calum- expectación, mujer, que esperabas,
nia de sus enemigos: ¿con qúé mi- que inmediatamente después de tu
ras interesadas? No le toca ninguna entrada, el mozo sería expulsado.
parte de sus bienes viuda, desola- Harto comprendéis, jueces, hasta
;

da, triste, sale de la casa en la cual qué punto es difícil en una causa
poco antes entrara novia ufana, ena- mala hallar buenos argumentos, aun
morada, alegre. Si la muerte del ma- los más socorridos de los defenso-
rido había de hacerla más rica, si- res.
quiera de un sestercio, pudiera pa- Imaginaos que mi defendida le
recer aquella miseria premio sufi- responde con esas palabras. En pri-
ciente para una tan grande maldad. mer lugar: «¿Por qué hubiera espe-
844 JUAN LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. —TOMO I

rado yo que el amor de un hijo úni- muerto por el ciego, aquí, en el Tri-
co podía pasársele al padre repen- bunal y a la luz del día.
tinamente? No soy tan ignorante de Difícil resulta para el que va a
los sentimientos paternos que espe- matar recorrer tan gran espacio en
re yo que de una vez pueda arran- una mansión grandiosa. Otro tanto
cársele a un padre todo el amor pa- más difícil es para el que ya mató,
ra con su hijo.» Pero era ciego. '"Al con la acucia del remordimiento de
revés. La ceguera del hijo no amen- la maldad perpetrada, ir al aposen-
gua el amor de los padres, como to del ciego y volver, como si la
ninguna otra enfermedad, sino que viuda no tuviera que recorrer el
lo acrecientá, pues crece más pu- mismo espacio que el ciego, si de su
jante el amor cuando lo nutre a sus habitación fué al cuarto del entena-
pechos la misericordia. Pero bien es- do y luego se volvió a la cama, con-
tá; yo quiero que sí que hubiese sumado parricidio. Los mismos
el
esperado; yo quiero que sí que hu- ruidos que tú quieres que iban a
biese pensado siento que mi expec-
;
delatar el ciego, hubieran delatado
tación quedó defraudada; al menos, a la mujer. El crimen se perpetró a
gozaré de mi marido; si por el tes- hierro. No necesita la mujer que
tamento no me está permitido, goza- quiere matar al marido de hierro al-
ré de sus bienes con él, no pudiendo guno, ni ajeno ni suyo. Estas son
sin él, y preferiré vivir casada en armas de hombres, no de mujeres;
la opulencia, a cubierto de los ultra- no conocen su uso, y más las estor-
jes y calumnias del entenado que ban que no las arman. No sabe ma-
viuda en la pobreza y expuesta al nejar un espadón tan grande una
odio del hijastro. Al menos hubiera muchacha delicada, y menos de no-
procurado que, preñada de él, todo che; y aun cuando intente clavar el
el amor del padre se encauzase ha- hierro mortal, no tiene ni fuerzas
cia el fruto de mis entrañas, y con ni destreza. Otras son las armas más
mis carantoñas consiguiera desviar indicadas para las mujeres. Si el
el testamento otorgado a favor crimen se cometiera por hierbas,
del entenado, a favor de nuestro por asfixia, por un cuchillo de coci-
hijo. na, mucho temiera yo por mi defen-
Y si acaso este procedimiento re- dida. De espada de mucho peso sólo
sultara largo en demasía, con toda se valen los que pueden blandiría y
seguridad, a fuerza de halagos y a ello se avezaron. ¡Por Hércules!
blanduras, hubiera conseguido que Ya no digo yo que ella pudo tras-
no fueses tú el heredero universal pasar a hierro el pecho de un hom
y yo quedara admitida a una partici- bre, sino que, tierna y medrosa
pación de tus bienes y fuera un muchacha como es, sufriría verle he-
consuelo de la viudez la ganancia rido por otro. En la pared se descu-
dejada por la fortuna. Y no menos brió la huella de una mano ensan-
endebles son aquellas preguntas im- grentada. ¿Tú dices que eso no pue-
pertinentes. ¿Dónde fué muerto el de pertenecer al ciego? ¿Y por qué
marido? ¿Cuándo? ¿Cómo? Y todo a la mujer? ¿Puede el que ve hacer
aquello que se siguió: En el dormi- en la oscuridad cosa que el ciego nr
torio fué muerto el marido, y por pueda? Sin luz, de nada sirven lot
la noche. ¿Esto parécete extraño en ojos. La sangre se seca pronto y su
otro que no en su esposa? Lo admi- rastro queda entero. Yo digo: Está
rable es que no fuese preciso ser averiguado que el ciego volvió con
OBRAS FILOLÓGICAS. LA PARED Y LA MANO... DECL. DE VIVES 845

las manos ensangrentadas. Tú dices solo y que, por ende, en ti sólo re-
a gritos: ¿Cómo se averiguó? ¿Quién caería el indicio o, a lo más, en tu
lo atestiguó? Y eso tuyo: El rastro criado, y más fácilmente se corre-
queda entero, ¿qué testigo lo dijo? ría hasta ti por la pesquisa que en
Da lectura a las declaraciones de él se hiciere.
los testigos. No encogió la mano —dices— , sino
que marcó toda ancha. ¿Cómo
la

ARGUMENTO dais a entender que os faltan mejo-


DE LA DECLAMACION res y mayores conjeturas cuando os
refugiáis en menudencias tan suti-
Oís, jueces, que esto él loañadió les? Si lahubiera encogido el ciego,
de su propia cosecha: pero ved al hubiérala encogido también la que
mismo tiempo cuán que el
fácil es está dotada de buenos ojos, pues
abogado confíe en bondad de la
la ambos, en la oscuridad, tienen por
causa. Concedemos también esto que guía a la pared en que se apoyan.
podríamos negar para que conozcáis Mas el ciego, por no hacer ruido, an-
cuán flacas son las deliberadas aña- da con la mano abierta, y por eso
diduras con que decora su causa, pa- aprieta blandamente y deja la hue-
ra mejorar su derecho a fin de que, lla impresa toda, recelando que será
por este detalle, os sea fácil la con- el indicio si encoge la mano,
mayor
jetura de todos los otros. ¿Qué es pues al no apoyarla firmemente, sos-
lo que tú dices? ¿Existen doquiera pecha que no va a dejar rastro san-
huellas intactas? ¿Acaso por hume- griento alguno; así que al asentar
decer su mano en sangre volvió la las manos con detenimiento, hubo
mujer a la habitación del crimen? harta sangre hasta la puerta. Y si
¿Es que la sangre puede llevarse en la esposa tuvo tanta holgura que
la mano, por ejemplo, como un pan pudo imprimir- su mano en la pa-
sin que corra o se seque? Ni menos red, con toda comodidad y con cuan-
sangre había en la mano del ciego ta insistencia quiso, ¿qué locura no
que la que hubiera habido en la de fué la suya, no tratando de cargar
la mujer, pues quien por el tacto la sospecha contra alguno de sus
buscaba el testimonio que suele esclavos en vez de hacerlo sobre su
exigirse de la vista, metió toda la hijastro? ¿Es que iba a resultar más
mano en la herida donde solemos creíble que el padre fué asesinado
poner la mirada. ¿Y qué más, si la por su hijo ciego que por un esclavo
sangre es un humor flúido, y para de buena vista? ¿Acaso fuera más
salir le basta un resquicio muy del- fácil de convencer del crimen a un
gado, como los que suele haber en- hombre libre sin tormentos o se le
tre dedo y dedo? Pero con el vesti- condenaría luego de defendido, que

do dices se hubiera enjugado la a un siervo sujeto a tortura y sin pa-
mano. Ahora te defenderé yo, mozo, trono? Y dando por descontado que
en vez de tu defensor. No eras tan ella no cometió la fechoría, jamás
lerdo, no eras tan mentecato, que en había de acusar a su entenado si in-
tu propio vestido escribieras con la dicios muy poderosos no le delata-
propia firma de tu mano que tú ha- sen a él y exclusivamente a él. Del
bías muerto a tu padre. Harto sabías posible daño de su hijastro no iba
que la pared es de todos, aun de a percibir ni más gozo ni mayor
los extraños entrados en la casa, y provecho que del que a sus esclavos
en cambio, que el vestido era de ti se infiriese, pues no le ocasionó ven-
846 JUAN* LUIS VIVES. OBR.AS COMPLETAS..
TOMO I

taja mayor el que su marido fuese


guna diferencia existe entre el cie-
muerto por el entenado o por el sier-
go y el que ve? Dígolo porque en-
vo. En ambos casos, iba a quedar tiendo que si el ciego no pudo ha-
sumida en la desgracia y la Aáh cer todo aquello, la mujer tampoco
nunca más después de tamaño in- pudo hacerlo. Esto, aparte de que
fortunio iba a reservarle alegría el ciego, avezado como está a una
ninguna. Y aun cuando pienso que oscuridad perpetua, por cuanto goza
la más desventurada de las viudas de un oído más sensible, se rige en
I

ya está, ;oh jueces!, bien exculpa- la noche más fácil y certeramente


da a vuestros ojos, con todo me que el que, por tener buena vista,
esforzaré para que aparezca pura está acostumbrado a la luz. Por don-
como el lucero del alba, cuando hu- de vemos que ios ciegos recorren
biere demostrado que el padre fué largos y laberínticos espacios sin
asesinado per su hijo: cesa ésta que tropiezo alguno, mientras que los
Marco Fabio sostiene que no pudo que ven, si cierran los ojos o se les
perpetrarla ese mozo, y yo voy a quita la luz, se desorientan en el
demostrar que no solamente pudo, gran embrollo. Así es que el ciego,
sino que quiso muy deliberada- no ya solamente el que alguna vez
mente. como el ciego de marras, sino
vió,
¿Cómo pudo, dices, un ciego que lo es de nacimiento, andará
sin el
lazarillo, sin guía, de aquel tan es- mejor de noche por la casa en don-
condido retrete, que casi era otra de nació y creció que la propia ser-
casa, de un caserón grandioso, por vidumbre que en ella moró mucho
pasillos largos y vacíos, a través de tiempo, y ¡cuánto mejor que la espo-
tantos embarazosos portales, pasar sa que acababa de entrar en ella!
con el hierro en el puño entre tan- Pues allí mismo donde el que tiene
tos esclavos en alerta? ¿Y que lue- vista, sin luz, hubiera tropezado y
go de haber entrado en la cámara caído, el ciego no halló ni óbice ni
de su padre no topase con un lado demora. Tiene sus pasos contados
ni otro, sino que, caminando a de- el ciego cuando se detiene en algún
rechas, como suelen hacerlo los que punto; sabe lo que anduvo, sabe lo
ven, se acercase a tientas a la cama que le queda por andar; siendo así
y no tropezase con ella y llegase an- que quien ve no sabe, en una estan-
tes que no creía? Ese es el montón cia oscura, adonde se ha de dirigir
ele raas tus pruebas: consumada la e ignora el camino que lleva an-
hazaña con un solo golpe, dejada la dado.
mujer tranquilamente dormida al Examinemos ahora, uno por uno.
lado de su marido, parécete que tu todos los extremos:
victoriay triunfo son rotundos y Un ciego sin lazarillo, sin guía:
totales.¿Me permites que entre en menos necesita el ciego de lazarillo
cada una de tus conjeturas? ¿O pre- y guía en un punto por donde ca-
fieresque en todas a la vez? ¿Quie minó una vez, que el que tiene ojos
res que con una palabra sola desmo- alertos. Por una estancia vacía, di-
rone el castillo de naipes de tus ar- ces. En una casa que tantas y tan-
gucias? tas veces rodeó, donde tantas y tan-
Pudo la mujer hacer esto a oscu- tas veces anduvo tanteando, ¿qué
ras; púdolo hacer el ciego tam- motivo de extrañeza tiene esto
para
bién. ¿Cuántas veces quieres que te el que ve cómo los ciegos
andan mi-
ciea que en dance no hay luz nin- les y miles de pasos? ¿Quién hay
OBRAS FILOLÓGICAS. LA PARED Y LA MANO... DECL. DE VIVES 847

que, yendo de viaje, no topó con cie- ciego que iba a cometer el parrici-
gos sin lazarillos, ni guía, ni con- dio, antes probaba en sí mismo dói-
ductor alguno, los unos yentes a la de, con un solo golpe, causaría la
ciudad, vinientes de la ciudad los muerte instantánea, y así fué que
otros? Añades: sin tropezar en los apoyó la mano en el mismo sitio
umbrales, en que suelen tropezar, donde la tenía acostumbrada y la
más que los propios ciegos, los mis- dejó marcada más reciamente que si
mos que ven, porque, confiados en tuviera vista, pues el tacto de la ma-
sus ojos, no acostumbran mirar dón- no izquierda le servía de ojos. E
de ponen los pies. Espánteme de hincó el hierro muy profundamente,
que hayas sido tú quien de tu cose- como no bastaran las fuerzas de mu-
cha hayas añadido aquello de escla- jer o mejor de doncella, flacas fuer-
vos en vela. ¿Los esclavos en vela zas, desde luego, ni tampoco suelen
hubieran detenido al ciego noctám- hacerlo los que tienen vista, sino
bulo y no hubieran detenido a la exclusivamente los ciegos, los cua-
mujer noctámbula? ¿De qué les hu- les, como no ven la herida que cau-
bieran servido los ojos? san, piensan que no la van a causar
Lo admirable de verdad es esto: si no cargan mucho la mano y es-
que entrado el mozo, privado de peran que la herida dudosa la ha-
vista, en el aposento de su padre, no rán mortal con la fuerza y la acome-
se ladeó a una parte ni a otra, sino tividad. De ahí la expresión prover-
que derechamente, como cuando bial que a los golpes fuertes les lla-
guían los ojos, se acercó a la cama ma golpes de ciego.
con sigilo. ¿A qué viene ahora ese Ni pienso yo que deba indagarse:
acordarte de los ojos? Como si en ¿Cómo pudo saber si era de noche?
la oscuridad se adelantare camino ¿Si la servidumbre dormía? Lo pri-
abriendo mucho los ojos o mirando mero, conócenlo por los ojos los que
de hito en hito y más ahincadamen- ven, y los ciegos adivínanlo por el
te. No es extraño que todo esto lo silencio, por su propio discurso, por
hiciera así el ciego, perfecto cono- la cuenta que tienen de los tiempos
cedor del lugar tanto tiempo por él y, en último término, si no se fían
habitado, pues cada día lo hacen los de sí mismos, pueden preguntarlo.
ladrones que jamás entraron en el Mas, por lo que hace al descanso y
lugar de su fechoría. Así, los que sueño de la servidumbre, percíben-
tienen vista como los que de ella los más aguda y sagazmente los cie-
carecen, en la oscuridad se guían gos que los que ven, porque la Na-
por las manos, que los ciegos saben turaleza, todo cuanto les quitó pri-
mover con más tiento y destreza, vándoles de ojos, se lo compensó co-
porque tienen mayor familiaridad municando a los demás sentidos otro
con el lugar y la costumbre les hizo tanto de acumen y sensibilidad agu-
más prácticos. dizada, hasta el punto que ellos
Que el parricidio se perpetrara de oyen a los que entran, mientras que
un solo golpe, si increíble es en un no sienten su entrada los que ven y
ciego, igualmente increíble será en les tienen vueltas sus espaldas y re-
uno que ve, aun al filo de mediodía. conocen a los que se acercan que-
No es oficio de los ojos cortar el damente. ¿Qué hombre dotado de
cuello por su nudo y articulaciones, vista hay que haga eso en la oscu-
sino obra de ingenio, de práctica, ridad? Y así es que más finamente
de atrevimiento o de casualidad. El percibe el ritmo y el susurro de la
848 JUAN LUIS VIVES. OBR.AS COMPLETAS. TOMO I

respiración de quien está dormido la misma herida toda voz,


gar en
el que no tiene ojos que el que los todo grito, todo estertor. Al otro
tiene. lado dormía la mujer, a quien su
Que la esposa quede desamparada conciencia inocente había sumergi-
no sé si lo aduces más como argu- do en sueño profundo. ¿Y por qué
mento en favor tuyo que como mo- no había de roncar recio? ¿Por qué
tivo de dolor. ¡Pluguiera al Cielo tenía que estar pendiente de lo que
— —
exclama que me llevara conmigo oiría, de lo que sentiría, si no la
mi marido, pues ahora no me agobia- inquietaba ni la hostigaba la con-
ra la aflicción de tantas y tantas cala- ciencia con ninguno de sus aguijo-
midades como se me echan encima nes? ¿Es que estaba de guardia en
de todas partes! ¡Y cuánto mejor algún campamento? No en todo mo-
ello hubiera sido, mozo, para ti! mento los cónyuges están abrazados;
Ahora no tendrías quién te hiciera no siempre se tocan; acaso dormían
reo ;
aquella misma, acaso, que tú vueltos de espaldas, como es fre-
reservaste para descargar en ella tu cuente, y la herida de la garganta
culpabilidad. ¿La conservaste, qui- echó la sangre a la parte contraria
zá, para esa odiosidad? ¿O descon- y el cuerpo mismo del mísero an-
fiaste por ventura de poder matar a ciano impidió que su propia sangre
la chita callando a la que dormía al llegara a su esposa amantísima, har-
otro lado de la cama, por la dificul- to descuidada de tanto duelo y de
tad de llegarte a ella y consumar la tristeza tanta.
fechoría en silencio? O ¿quién sabe ¿Os habéis convencido, jueces, de
(y es esto lo que yo más creo), te que el crimen pudo ser cometido in-
faltó brío y resolución, quebrantado distintamente así por un ciego como
ya y debilitado por el remordimien- por persona dotada de buenos ojos?
to de crimen tan enorme que te '

j
Fáltame sólo demostrar que el cie-
obligó a dejar en la pared la huella go quiso. Si me oyereis con la mis-
de tu palma ensangrentada y a de- ma atención bondadosa como tan
jar olvidado el hierro y a descuidar- largo rato ha ya que lo estáis ha-
te de ti mismo? Harto estoy ya de ciendo, os daré motivo para que
refutar pruebas tan livianas. Hora dejando a salvo vuestra conciencia
es de que pase a la acusación; pero escrupulosa y la santidad de vuestro
antes de hacerlo, debo 'decir unas juramento, podáis cumplir con las
pocas palabras del sueño de ambos leyes y desempeñar con religiosa di-
cónyuges, ninguno de los cuales, al ligencia la función que tenéis enco-
perpetrarse el nefando y monstruo- mendada.
so crimen, se despertó. El anciano Traed a vuestra memoria, jueces,
quedó muerto antes que se sintiese lo que pienso yo que no ignora nin-
atacado. Dormía en la parte ante- guno de nosotros: que todas las en-
rior del lecho y el acceso a él era fermedades y achaques físicos afec-
fácil sin que la esposa lo sintiese. tan y debilitan el espíritu y la men-
Conocida era del hijo toda la dispo- te en mucho mayor grado si son
sición de aquel lugar, y por la mis- afecciones de los órganos sensorios,
ma postura de la cama, que el ciego porque éstos son como las puertas
podía explorar con sus manos, en- del alma o, mejor, como sus heral-
tendió dónde estaba la cabeza, dón- dos; y más que ninguno de ellos lo
de el cuello, dónde el sitio en que es el órgano de la vista, cuya rela-
debía descargar el golpe para aho- ción con el alma es estrechísima e
OBRAS FILOLÓGICAS. LA PARED Y LA MANO... DECL. DE VIVES 849

increíble la simpatíaque entre ellos cosas mismas juzgan de ellas con


concertó Naturaleza. Aquel que
la mayor entereza y certidumbre. Fe-
no ve lo que se hace, es fuerza que liz ceguera si limpia de odio el espí-
se sienta privado de una porción no ritu humano. ¿No hay nadie, pues,
pequeña del ánimo, de la mente, del que odie a quienes conoce sólo de
juicio. Ypor esto son de ver tan- oído? ¿Y aquel Apio, que con sus
tos ciegos tan amargados de espíritu ojos perdió a todos sus enemigos?
como afligidos de cuerpo. De ahí La ceguera sería un mal deseable
aquel desabrimiento suyo, aquel ca- si los vicios no tuvieran otro acceso
racterístico mal humor, el hastío de al alma que por la aduana de los
todo y las quejas inacabables. Los ojos. ¿Quieres saber cuál pasión qui-
míseros, si no lo son por encima de tan los ojos? La vergüenza, cuyas
su miseria, imaginan sufrir una in- puertas para el alma son los ojos,
juria insoportable, y con más acri- y por esto los cierran o se los ta-
tud se encandilan de enfado los cie- pan aquellos que sienten corrimien-
gos, que los demás hacen burla de to, como los niños que no tuvieron
su ceguera y se dejan llevar de las más maestro que la Naturaleza.
impresiones perturbadoras con ma- ¿No habéis oído jamás aquel pro-
yor vehemencia que los que ven, verbio tan sabido: El pudor está
porque gradúan los aspectos y pasio* en los Menos vergüenza hay
ojos?
nos no según la realidad, sino según en y en la noche, como
las tinieblas
la opinión de la cual, como de su ciega que es. Espántome de que fue-
fuente más rápida y copiosamente se un hombre de ingenio quien for-
que de la realidad, manan las pasio- jó aquel pequeño apotegma: El cie-
nes y se acrecen tanto y tanto, que go es desgraciado en demasía para
hartas veces no las tomamos de las que se le aborrezca y es tímido en
cosas, sino que nosotros mismos nos exceso para que aborrezca él. No
las creamos. Por este motivo vemos pongo reparo en el primer miembro
que los ciegos reaccionan tanto más del refrán; mas, por lo que afecta
velozmente y más sin freno cuanto a la segunda parte, cuánto pagarían
menor es el conocimiento y la per- los tiranos para que resultase ver-
cepción de las cosas. Los niños se dadera, a fin de que, a una, causa-
impresionan por causas ligerísimas sen terror y se concillasen amor.
o, mejor, sin causa alguna, créanse ¿Quienes, ¡gran Dios!, sintieron
ficticia e instantáneamente alegría, más
odio que los que temen? No
miedo, capricho, tristeza, angustia, hay padre más legítimo ni más
gozo. Los más entrados en años, prolífico del odio que el miedo.
cuando más imprudentes son y más Quien no sabe esto, ¿qué sabe de la
ignorantes de la verdad, tanto más vida?
se dejan arrebatar por sus pasiones Con este complejo de odio, jueces,
incontroladas. Empero sólo aquellos pensaba ser el hijo único de un pa-
se llaman sabios, y lo son en reali- dre célibe y que en sus manos po-
dad, que tienen a las pasiones bajo dían venir a parar y a reunirse des-
su personal vigilancia y a sí mismos pués de los días del padre toda la
bajo su propio señorío. No son los casa y todos sus bienes; que mien-
ojos, pues, los que engendran las tras fuera él hijo único, todas las
pasiones, sino que nacen dentro y ilusiones, todas las complacencias de
aún me atreveré a decir que las su padre en él se posarían. Con esa
neutralizan, porque los que ven las creencia bien metida en su espíri-
850 JUAN LUIS VIVES. OBRAS COxMPLETAS. TOMO 1

tu impotente y enteco, así que se sional llegó a la cumbre de la mal-


percató que en la casa había entra- dad? Sólo el ánimo es la sede de
do una madre nueva, pensando que las virtudes y los vicios, y la prácti-
el padre había ajenado su afecto de ca del bien y del mal no ha menes-
él, comenzó a implicar en un odio ter manos: es incorpórea; la ma-
común al padre y la madrastra, y quinación de las fechorías mons-
en su ánimo, ya de suyo débil, po- truosas se asienta en el ánimo ca-
seído de pasiones fieras y tiránicas, llada y oscuramente; concebidas
maquinaba trazas para saciar su allí, allí crecidas y sazonadas, cuan-
odio entrañable. En el ínterin no se do están en su punto se exteriori-
le oculta que su padre, marido no- zan. Señalaremos en gracia tuya el
vel con su esposa reciente, se goza primero y el segundo escalón que
con ella, como es costumbre, que condujo al hecho consumado. Averi-
se da todo a ella y se le ordena el guó directamente por su padre o
apartamiento en el más retirado re- por algún esclavo de la servidum-
trete de su casa; que no se le ad- bre, pues eso no fué difícil de inqui-
mite a la mesa, que de día en día rir, que él había sido nombrado he-
son más raros sus tratos con el pa- redero único, y al odio ardiente
riré y más breves los coloquios y prendido en sus entrañas añadiéron-
menos asidua y obsequiosa para con se sin freno alguno de pudor dos
él la servidumbre. Ponderad, jueces, consejeros pésimos, a saber: la es-
hasta qué punto estas chispas y peranza y el miedo, que se lo lle-
centellas inflamaban su espíritu dé- varon al redopelo y por la melena,
bil para osar cualquiera fechoría. como quien dice, fuera de todo linde
Por todas estas circunstancias con- de derecho, de religión, de piedad.
centró una tan grande cantidad de Receló que si su padre vivía largo
odio, como no le pudiera aguantar tiempo y la nueva esposa tuviera
un espíritu sano y equilibrado. Des- hijos de él, podría ocurrir que, mu-
pués de esto, ya no pensó cosa ri- dado el testamento, fuese nombrado
sueña y apacible, sino revolver en heredero el hijo de ambos, bien por
su mente y pensamiento atrocida- carantoñas de la madre, bien (lo que
des, inhumanidad, matanza, estra- es harto creíble) porque el padre se
gos. sintiera a ello más inclinado. El va-
¿Pregúntasme, Quintiliano, por rón que se decide a dar una ma-
qué gradación pasional llegó ese drastra a un hijo desgraciado, pro-
vuestro ciego al odio y al parrici- i cura, si es posible, engendrar hi-
dio? Yo te pregunto, a mi vez, por jos más derechos, y, caso que tenga
qué ascensión siniestra llegó al cri- a un heredero ciego, preferiría te-
men la viuda, como si no hubiera nerlo con buena vista. Y, al contra-
tenido prioridad la osadía horrenda rio: si la madrastra no pariera, al
de ninguno de los dos. No voy a es- menos, por sus obsequiosas y finas
carbar en la vida y milagros de ese amabilidades, alguna parte de la he-
ciego; yo tengo ya bastante con ese rencia iría a parar en manos de ella.
crimen; si consigo ponerlo en evi- De este prejuicio no podía el mozo
dencia, le hago gracia de todos los librarse con la muerte de la ma-
restantes. Pero ¿parécente pocos y drastra, y por eso no aparejaba nin-
pequeños estos escalones? ¿Qué le gún atentado contraella, pues muer-
falta ya a quien se encaramó por padre se casara con otra,
ta ella, el
esa cuesta, si en su empuje ascen- y muerta ésta, con una tercera, es-
OBRAS FILOLÓGICAS. LA PARED Y LA MANO... DECL. DE VIVES 851

poleado continuamente después del la casa una madre nueva, le comu-


entierro de cada una por la misma nica su nombramiento de heredero.
idea que le había llevado al primer ¿Qué otro aparejo queréis para la
casamiento. inmediata comisión del crimen? Casi
Allegábase a estos temores cavi- ya le tenéis cogido por la mano.
losos una gran esperanza que empu- Así que la primera noche que al
jaba al precipicio a aquel espíritu ciego le pareció oportuna, cuando
endeble, nada señor de sí. Si su pa- creyó que todo estaba en su pun-
dre moría luego, ocurriría indefec- to para la fechoría, requiere una
tiblemente que él solo tendría toda espada y sale, dispuesto a simular
la fortuna; la viuda retornaría a que iba a otra cosa, si se le sorpren-
los suyos; retornaría él a su casa, día; como no se le sorprendió, con-
sería dueño de todo, toda la servi- sumó lahazaña. La espada de que
dumbre estaría a su disposición, to- echó mano era su propia espada.
dos le atenderían, todos observa- No le era posible utilizar la ajena.
rían sus gestos para complacerle y Todos pueden cometer un crimen
cumplirían sus órdenes con toda di- con ajeno hierro, con excepción del
ligencia y puntualidad. Yo no sé si que no ve, pues no puede tomarlo
esta consideración le empujó a la él por sí ni se atreve a pedirlo pres-
comisión del crimen con más fuer- tado sin suscitar muy peligrosas sos-
za que el mismo odio o el propio pechas de que quiere hacer de él
temor. Cuando más desmedrado es algún mal uso. Cualquier otro que
uno, tanto más necesitado está del tuviera que servirse de una espada
auxilio ajeno y se procura las más para asesinar a un anciano, utiliza-
poderosas ayudas, que espera alcan- ría la de quienquiera antes que la del
zar con el número y asiduidad de hijo, que la de un ciego, en quien
servidores. Si, pues, se reconoció más difícilmente que en cualquier
por heredero o averiguó que no ha- otro puede recaer la sospecha de
bía ninguno todavía, le movió la es- haber dado muerte a su padre.
peranza, y si se percató que había La madrastra no repara esa es-
otro, dejóse arrebatar de la deses- pada en poder de su entenado, y si
peranza y en lugar de lo mejor está reparó en la espada, ¿quién iba a
escaparse de lo peor. Se marchará sospechar que un hijo, y ciego por
la madrastra, a quien odia; morirá añadidura, iba a asesinar a su pa-
su padre, a quien por su boda con- dre? De esto, jueces, bien podéis
ceptúa de injusto y por su testa- colegir la inocencia de esa mujer y
mento culpa de cruel. Muchos pien- la perfecta tranquilidad de su con-
san ser preferible carecer de padre ciencia, pues jamás ante el padre
en absoluto que tenerlo poco afec- mentó esa espada a su hijo, porque
tuoso y paternal. con anterioridad al hecho no espar-
Pero quizá oyó de boca de su pa- ció simiente alguna de sospecha de
dre que el heredero era él, con el lo que proyectaba; y esa buena
intento de consolar la ceguera dé su mujer, midiendo a los demás por su
hijo en los comienzos del nuevo ma- propia conciencia, pensaba que todo
trimonio, exhortándole a sobrelle- estaba en paz, aun entre los dotados
var con ánimo fuerte su desgracia de buena vista. ¿Ni como ella hu-
y prometiéndole esta escasa y rela- biera podido empuñarla estando de
tiva compensación, y porque no se contino presente los criados del cie-
descorazone por haberle metido en go? Jamás se le dejaba solo. Y si
852 JUAN LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. TOMO I

alguno de esos sirvientes fué sobor- que va a ser heredero universal y


nado, harto más fácil era al siervo amo y señor de todo; en la esposa,
vendido comprar una espada nueva. no más que una fundada esperan-
Pero ni tampoco ningún otro usa- za, si llega a concebir, de que el ser
ra la espada del hijo para matar al que alumbrare será el heredero, o
padre y el hijo no podía valerse de que, con el discurso de los años, el
espada ajena. Maravillaste tú de que anciano mudará el testamento; en el
el hierro quedase hincado en la he- ciego,miedo avasallador de que to-
rida, y yo, en cambio, me espanto do esto no se realice. Si la ceguera
de que el ciego y todo se quedase sola exime de la pena del crimen
en aquel lugar. Las Furias, que con truculentísimo a quien no fué par-
negras antorchas ardientes acosan a te para retraerle del parricidio, ad-
los parricidas, despójanles de sen- vertid que no introduzcáis en la ciu-
tido, de juicio, de razón, de consejo; dad tandesmoralizador ejemplo,
les aguijan siempre; les trabucan de que loscriminales no titubean en
seso y arruinan su firmeza mental. lanzarse a la delincuencia más fe-
Y con todo, no dudaba de que iba a roz si les halaga la esperanza de que
regresar con el hierro cuando iba; podrán mostrar su miseria a los jue-
pero consumada la proeza abomina- ces. De este modo, no será condena-
ble, perturbado y desorientado ni se do nadie más que aquel que con el
acordó de la espada ni de sí mismo. dedo no pudiere mostrar por qué ra-
Ora le faltasen fuerzas para extraer zones se le debe considerar como
el hierro de la herida, o la resolu- un infeliz y nada más que como un
ción, o el acierto o todo esto a la vez simple infeliz.
por obra de las Furias vengadoras Por lo que toca a
la mujer, jue-
de su padre muerto, atolondrado y ces, ni la absolución del asesino de
temblante dejó la espada y volvió a su marido la hará más desventura-
su estancia, apoyándose en la pared da ni le va a proporcionar ningún
que acaso no tocó cuando iba. Quien alivio la condena del hijo de su ma-
tuvo tiempo para marcar la pared logrado consorte. Tan cierto es que
con el rastro de su palma ensan- la afectó y traspasó más la herida
grentada, hubiera más pronto pues- a que sucumbió su marido que a su
to sospecha donde más autoridad y propio marido. «Pluguiere al Cielo
crédito había que tener. — —
exclama que hubiese perecido yo
Comparad ya, jueces, entre sí a en persona, la más desgraciada de
uno y a otra y poned delante de todas las viudas, con la muerte del
vuestros ojos quién tuvo mayor mo- más tierno de los maridos. Encima
tivo para matar al anciano: la mu- de mí se volcó un alud inmenso de
jer,con toda libertad en la casa, o luto y de lágrimas amargas, hasta
el ciego,apartado en un rincón la un punto tal, que mis males no tie-
;

esposa gozando de su marido y de nen ni remedio ni fin. Y lo que más


todos sus bienes y el ciego que des- me duele es el agobio de la acusa-
de ese momento es dueño de todo; ción, como si no hubiera asaz de
que fué poco accesible al trato y sordidez en el delito ni asaz de an-
raro en asistir a la mesa, acompaña- gustia en la viudedad temprana. Más
do de uno que otro criado ruin; la miserable que todas las que perdie-
esposa, que no ha de aumentar sus ron a sus maridos, pues el mío fué-
haberes en un adarme si luego, al me arrebatado de entre los brazos.
punto, su marido muere, y el ciego, ¿Quién me consolará? ¿Quién se
OBRAS FILOLÓGICAS. LA PARED Y LA MANO... —DECL. DE VIVES 853

pondrá a mi lado? ¿A quién no ale- tu padre impunemente; te alzaste


jará la sospecha o el agüero tan as- con la herencia, hiciste a tu ma-
troso? No sé si acusarte más a ti, drastra digna de compasión. ¡Oh
el ciego más criminal, porque me crudelísimo mancebo, no tanto por-
vas matando a cada momento, que que matando a tu padre le libraste
porque de un golpe y de una vez de las muchas miserias de la vida,
mataste a mi marido.» Reproduzca- sino porque me reservaste a mí pa-
mos aquella noche funeraria: yo, ra las tinieblas, para la soledad, pa-
para matarme, me ayudaré de tus ra un duelo inextinguible, para una
manos. ¡Oh tú, mancebo felicísimo, vida más desabrida y aborrecible
si te sales de ese juicio! Mataste a que cualquiera muerte.

FIN DE «LA PARED Y LA MANO


ENSANGRENTADA»
i'
PRELECCION
A LOS «CONVITES»
DE FRANCISCO FILELFO
(PRvtLECTIO IN CONVIVIO
FRANCISCI PHILELPHI)

(1521)

Harto sabéis, varones óptimos, peste más exquisita y el más blan-


cuán fácil es que cada uno se do enemigo de los cuerpos y de las
mismo, y cuán
satisfaga a sí almas. Brotaron tantas y tan varia-
difícilque complazca a todos. El mo- das y contradictorias opiniones en-
tivo primero y principal es el natu- tre los filósofos, que los unos se
ral amor propio de cada uno; ello dejan convencer por la demostra-
hace que tiene su previa aproba- ción, y muy al revés los otros. Só-
ción todo cuanto haga o todo cuanto crates dice en el Fedro que para los
diga ; galán será siempre muy
para el espíritus contenciosos no hay de-
bello todo cuanto haga su dama. Y lo mostración eficaz.
segundo, es tanto más difícil cuanto ¿A cuento de qué viene ese largo
que son diversas las costumbres de preámbulo acerca del vario sentir
los hombres y muy diferentes sus de los humanos? Pues para que en-
temperamentos, que casi nunca tendáis desde el primer momento
coinciden en una misma opinión. que como pensaba que la retribu-
Por esta causa las mismas cosas no ción que me prometían mis oyentes
merecen la simultánea aprobación no correspondía a mi trabajo y a la
de la generalidad. Para los unos es disciplina que profesaba, creí que
cosa bellísima la guerra, que para más valía romper bruscamente el
los otros es cosa la más detestable, hilo de la lección que, descorazona-
y profesión de forajidos. Los hay que do por la mezquindad de la paga,
opinan que aventajarse en las le- no sacar a colación cosa que les con-
tras es algo envidiable y divino. tentara, cosa que les proporcionara
Otros, a su vez, como los epicúreos, solaz. Con ello, quizá, no satisfice a
dicen que no hay bien sumo fuera muchos, pero me di gusto a mí y
del placer, que Sócrates y todo el aún espero que a las personas cuer-
estoicismo y Platón afirman ser la das. ¿Quién hay que no vea que es
856 JUAN LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. TOMO I

preferible no explicar sencillamente, hablar de la simposia o, digamos,


que no que las explicaciones que dé banquete de Platón, que como narra
el profesor, sin aliciente alguno, Marsilio Ficino, instauró Lorenzo
salgan tan frías que a nadie mue- de Médicis, padre de León X, bajo
van al estudio, ni siquiera a sí mis- cuyo pontificado vivimos, porque
mo, que es lo que más importa? todo él discurre de una manera uni-
Una vez que os he expuesto, varo- forme y es siempre semejante a sí
nes óptimos, las causas de la otra mismo, puesto que todo él no se ocu-
lección y de ésa, antes que comien- pa más que de un tema, que es el
ce a disertar de los Convites, de Fi- del amor. En el Timeo, del mismo
lelfo, os anticiparé qué autor pre- Platón, aun cuando tiene el preludio
tendió él emular y de qué manera. de los Convites, nada dice haberse
Y para que la empresa me sea mu- puesto a la mesa; no hay convi-
cho más fácil, abusaré un rato de dados imaginarios. Introdúcese a
vuestra benevolencia, que hará más Timeo, maestro de Platón, contes-
dócil vuestra gentil atención. tando a las preguntas de Sócrates
Aulo Gelio, que para sí tenía to- sobre la naturaleza del mundo su-
das las aprobaciones, mirando por perior e inferior y del principio de
su inmortalidad y por su propio de- todas las cosas. Con prolijidad de
leite, a la vez que por procurar pro- palabras explica Timeo el origen
vecho a sus hijos, como dice él, y de las cosas que Moisés, en el li-
a los otros, según la medida de sus bro del Génesis, ciñó en brevísimo
posibilidades, reunió en una obra compendio. En aquel libro acumuló
sola las primicias, digámoslo así, o Platón la mayor parte de la filosofía
fugaces libaciones de los saberes de los antiguos; pero puso mucho
todos; a veces desató algunos nu- más de la teología hebrea y egipcia.
dos de las disciplinas más abstru- ¡Dichoso Platón, que gozaste del
sas, cuyo estilo y cuyas palabras conocimiento de ambas filosofías!
casi textuales siguió en estos tiem- Vuelvo ahora a Francisco Filelfo,
pos Pedro Crinito, varón docto a que, como dije, tomó por modelo a
todas luces, y a ese libro le dió por Macrobio en sus Saturnales. Expon-
título: De la honesta discipUna. dré cuál sea la materia que trata
También Angel Poliziano, que por en ese libro.
esto llamó a su libro: Miscelánea. Las abejas, esos insectos tan cele-
No mucho más tarde imitó a 'Ge- brados por los vates, llevando su
lio Aurelio Macrobio; expuso las vuelo por encima de florestas va-
cuestiones de las mejores discipli- riadas, del linaje de flores infinito,
nas, y así como Gelio no quiso po- elaboran un fruto muy dulce que
ner en ellas clasificación, Aurelio buenamente los hombres pueden
Macrobio las clasificó en siete li- imitar, como Fabio Quintiliano dice.
bros de Convites saturnales, fin- Y en hecho de verdad, son numero-
giendo que fueron unas fiestas ce- sos los buenos autores, como todos
lebradas entre varios amigos y que saben, que las proponen a nuestra
la materia se trató entre plato y imitación para que también nos-
plato. Yo pienso que fué a ese au- otros labremos un panal dulcísimo.
tor a cuya zaga anduvo Filelfo prin- Vuelan (y de ello no hay duda) por
cipalmente por alardear de su eru- muchos huertos y selvas de varia
dición ante la posteridad. Omití lección aquellos que, acuciados por
OBRAS FILOLÓGICAS. PRELECCIÓN A LOS «CONVITES», DE FILELFO 857

el afán de saber, libaron flores de miento uniforme, del movimiento


plantas variadas y, por ende, las uniformemente deforme y diforme
obras que producen son tanto más diformemente y que todo el asunto
dulces que la miel de las abejas es diformemente diforme como tú?»
cuanto el dulzor espiritual aventaja No niego que la cosa ha sido trata-
a la dulcedumbre física. Habiendo da por soberanos ingenios y que no
querido, ese Filelfo que va
pues, vale la pena que en ella se pierda
mos a comentar parecerse a una demasiado tiempo; mientras él ase-
abeja melifica, deleitado por una guraba ser la otra filosofía muy me-
gran variedad de lecturas, con toda jor. Yo me avine a que él opinase
elocuencia dió a luz ese libro. En de esa manera, porque la materia
él quedan resueltos muchos proble- que en esa obra va comprendida
mas de la más abstrusa filosofía na- está escrita con elocuencia y cohe-
tural y moral y un gran conoci- rencia oratorias, pero que en ese
miento de la astrología. ¡Qué gran punto andaba harto lej-os del buen
caudal de ciencia de la antigüedad, camino. ¿Quién no sabe que con so-
¡dioses buenos!, y cuánta historia berana elocuencia escribió su filoso-
conservada de los inventos y de las fía Platón, cuyo lenguaje quisiera
disciplinas! Por donde algunos pen- para sí Júpiter, si hablara idioma de
saron que no indebida ni inepta- hombres? ¿Quién ignora que Aris-
mente ese libro tomó el título: Del tóteles fué orador aventajadísimo y
origen y del incremento de deter- que, como atestigua Cicerón, compu-
minadas ciencias. so todas sus obras bañándolas en un
Esto es lo que tenía que decir de copioso río de palabras de oro?
nuestros Convites antes de acabar, ¿Quién no tuvo noticia de Teofras-
porque no me ocurriera que se me to, que quiere decir: habla de dio-
echase en rostro lo que ayer, estan- ses? ¿Quién no la tuvo de Jenofon-
do con uno de mis familiares. Como te, musa o abeja ática? ¿Y qué diré
hubiese éste leído las cédulas donde de los autores latinos? Con delgadez
nuestra lección estaba apuntada, em- suma discurre Cicerón en la natural
pezó a reírse muy mucho. Y yo de filosofía tocada en sus Cuestiones
esta su risa empecé a molestarme académicas. Inmensamente trata de
y le pregunté de qué reía. El, mode- moral en las Leyes, en
la filosofía
rándola un poco, di jome: «Todos los Deberes, en los Fines de los bie-
los
que leyeren estos apuntamientos nes, en las Cuestiones tusculanas.
van a pensar que profesas filosofía Los tres libros llamados de la Na-
natural y astrología, siendo así que turaleza de los dioses contienen la
en aquel libro no comentas sino gra- divina filosofía, a saber: la religión.
mática.» A esos tres libros hay que añadir
A tales palabras yo comencé' a mi- uno de la Adivinación y otro del
rarle más de fijo y a ponerme a tono Hado. Escipión el menor habla de
con su cara de risa: «¿Tanto bue- la ciencia de los astros en el libro

no? le dije —
¿Piensas, por ventu- sexto de la República, y todo ello
.

ra, que toda la filosofía natural con- con tanta elocuencia, que dirás ser
siste en quisquillosidades sueséticas, obras auténticamente ciceronianas.
en cavilaciones quebradizas de puro Y en ese libro último, con tanta efi-
sutiles acerca de la intensidad y re- cacia discursiva y con tanta majes-
misión de las cualidades, del movi- tad de dicción, que creerás que su
858 JUAN LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. —TOMO I

oración se iguala con los astros de San Jerónimo, y a Ambrosio, y a


quienes habla. ¡Cuántas cosas no es- Aurelio Agustín, que se propusie-
cribió Boecio en toda suerte de dis- ron ataviar la divina filosofía con
ciplina donde no aparece rastro al- elocuencia avasalladora. Pero estoy
guno de barbarie ni aspereza alguna viendo que esa nuestra prelección
de estilo, todo en lenguaje aliñado se alarga más de lo justo. Veamos
y sabroso! Omito ahora al barbado ya lo que dice el filósofo.

FIN DE LA
«PRELECCIÓN A LOS «CONVITES»
DE FRANCISCO FILELFO»
PRELECCION
AL CUARTO LIBRO
DE LA

RETORICA A HERENIO
(IN QUATUOR
RHETORICORUM AD HERENNÍUM)

(1522)

Que las bestias a quien los hom- tre cuando el uno comunica al

bres llamaron irracionales con- otro lo que tiene en su ánimo. Por
ciben en su mente muchas esto, nosotros también nos esforza-
ideas, ni más ni menos que los hom- mos por comunicar a los otros, me-
bres, no hay hombre cuerdo que lo diante el lenguaje, nuestros afectos
haya dudado jamás; pero que no y deseamos, recíprocamente, mover
pueden exteriorizarlas con palabras los suyos. La acumulación verbal,
y que algunas de ellas, muy pocas, descompuesta y desmañada, no sola-
ciertamente, sólo alcanzan a signifi- mente no conseguirá su propósito,
carlas con determinados signos, vé- sino que, al revés, será un tormento
rnoslo también, pero con harta difi- para quien la oyere.
cultad. Por eso, los griegos las lla- Con todo, ese hablista ideal que
man áfonas (sin voz), porque sólo a queremos formar, que con adecua-
los hombres que tienen uso de razón das galas y atavíos tratará uno por
fué dada el habla. Los animales res- uno todos los asuntos, como si los
tantes carecen de vocalidad. Por ello, paseara por unas huertas geniales,
grande es la prestancia y la perfec- asiento de la amenidad, llevándolas
ción del hombre, porque mediante de la mano, traerá las mentes hu-
voces, con suma expedición puede co- manas por todos los afectos y ejer-
municar a los otros hombres todo cerá la soberanía de cualesquiera
cuanto quiere: a esa acción la llama- ánimos y voluntades, dóciles a sus
mos hablar. De ahí viene que tam- palabras y a sus razonamientos, sin
bién a los teólogos no les cuesta nada ninguna suerte de resistencia ni de
conceder que aquellos espíritus pu- repugnancia. Marco Tulio Cicerón,
ros denominados ángeles hablan en- porque, al perorar, volvía el ánimo
860 JUAN LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. —TOMO I

del Senado del lado que quería, fué llasde dicción y hacen que su pala-
por muchos aclamado rey, como si bra corra con sonido. A esos tales
su discurso lo gobernase todo, impe- yo acostumbro llamarles retoricas-
riosamente. En manos de Demóste- tros y simiescos aprendices de ora-
nes, por su elocuencia, muchas ve- dor, siendo así que el lenguaje en
ces estuvieron la guerra y la paz el orador debe ser el corriente que
de los atenienses y de Filipo. Aga- entienden todos; debe ser ciudada-
menón, aquel glorioso caudillo de no romano auténtico, no con presta-
los griegos, no desea diez Aquiles, da ciudadanía. Según una anécdota
ni diez Ayaces, sino diez Néstores, que cuenta Quintiliano, tratando de
abrumados de años, que vivían la ese punto, una mujer vieja llamó a
tercera edad de los hombres y de Teofrasto forastero, porque hablaba
cuya boca, según el testimonio de con marcado acento ateniense. Por
Homero, manaba una oración más esa consideración, el orador que yo
dulce que la miel. En todas las eda- formare descollará sobre los otros,
des, losvarones elocuentes fueron si distingue con qué tono y con qué
tenidos a fuer de hombres comple- arte debe hablar en un asunto gra-
tos en la máxima estimación. Se ha ve, y cómo en un asunto mediano,
dicho para la emulación de los hom- y cómo en un negocio baladí, y aun
bres venideros que entre los roma- con qué palabras y con qué procedi-
nos muchos se encaramaron a los miento el ánimo debe ser solivian-
honores más altos en hombros de tado o abajado, y así en todo lo
la sola elocuencia. A ver a Tito Li- demás.
vio, aquel manantial de láctea elo- Por lo cual, en esta hacienda que
cuencia, según refiere San Jeróni- nos hemos impuesto, porque no sea
mo, llegaron algunos personajes no- que discurriendo por tan grandes
bles de lo postrero de las tierras de mares librescos, no encontremos ja-
España y de las Galias. Entre los más dónde reposarnos, surjamos en
hebreos, grande es el aprecio del el puerto, desde luego, e intentemos
libro de Isaías por cuanto entraña codificar los preceptos de ese arte
una elocuencia maravillosa. ¡Gran- hasta donde nos sea posible. Arduo
de es. ¡oh elocuencia!, tu prestigio, empeño, ciertamente, y hasta ahora
pues siempre pudiste mucho y aún no intentado, cuyo camino más an-
ahora es mucho lo que puedes. cho nos lo abrirán las declamaciones
¿Quien hay tan rudo y tan aldea- que intercalamos. A nuestra volun-
no que no se deje prender en el he- tad no le faltará el laborioso esfuer-
chizo de un atildado razonamiento? zo, según espero, y una copiosa lec-
¿Quién no reverencia a los hombres tura de buenos autores, cosa de pri-
que tienen el don de la palabra be- merísima importancia, y dará el to-
lla? ¿Quién no se deja convencer que definitivo a esa obra e inven-
por una tal oración, cuya principal ción nuestra el soberano Perfeccio-
eficacia estriba en concitar los so- nador de toda empresa. A El ya des-
segados afectos y en sosegar o re- de ese momento, y a la Santísima
primir las pasiones exaltadas? La Virgen, su Madre, les suplicamos
mayor parte, o, mejor, casi todos que no permitan que esa obra nues-
los literatos de nuestro tiempo que tra ni esa tarea en que ahora pone-
quieren parecerse a oradores se en- mos nuestras manos redunde y se
galanan afectadamente con floreci- tuerza jamás para la perdición de
OBRAS FILOLÓGICAS. PRELECCIÓN A LA «RETÓRICA A HERENIO» 861

ninguna alma, y si consiguiéremos ciada de la elocuencia, la elocuencia


en la elocuencia algún adelanta- no hace cosa de provecho. Y porque
miento, Ellos hagan que se consagre no parezca que nuestra oración ca-
a embellecer la verdad, a persua- rece de aquellas tintas y afeites de
dir el bien, a desaconsejar el peca- buen gusto (que yo no sé por qué
do. Y a vosotros, buena gente, os rue- algunos, con un vocablo arrinconado
go con mucho ahinco que si alcan- de pura decrepitud, llamaron colo-
zareis alguna elocuencia, no abuséis res de los retóricos), que diríase que
de esa preciosa dádiva de Dios: pre- comunican intensidad y eficacia a lo
dicad la virtud, apartad a los hom- que se dice, explicaremos en comen-
bres de la matanza y de la ferocidad tario fugaz el cuarto libro de la Re-
salvajina, que es lo que ahora ne- tórica a Herenio, y así que le hu-
cesitamos con una urgencia increí- biéremos terminado, enseñaremos el
ble. Ponga en todo su regimiento y arte, importantísimo a juicio de to-
su templanza la sabiduría, que, co- dos, de las pasiones con que inicia-
mo dice Cicerón, cuando anda divor- mos nuestra profesión.

FIN DE LA
«PRELECCIÓN AL CUARTO LIBRO DE LA
«RETÓRICA A HERENIO»
PRELECCION
AL OPUSCULO
A LA REBUSCA DEL SABIO
(PRifcLECTIO IN SAPIENTEM)

(l522)

los que escriben de lo co- resistencia es nula. Si alguno busca


Todos la sabiduría o la inteligencia, hallará
rrompidas que están las cos-
tumbres y hacen su puntual en su lugar la torpeza del sentido
pintura, obedecen al propósito de y partos del entendimiento abortivos
que se enmienden de ellas los vicia- y monstruosos. Con todo, y a pe-
dos y que los jóvenes las eviten. Es sar de los pesares, había que erguir-
éste el celo santo de la virtud con- se enérgicamente contra esa corrup-
cedido en primer lugar a los hom- ción porque no cundiera con mayo-
bres serios. Por eso, en la antigüe- res bríos, y para que una vez que los
dad, la lengua de los filósofos andaba mortales habíanse apartado de la
suelta, y ellos eran tenidos por más vida salvaje y bestial y su natura-
graves y severos, por cuanto hacían leza les inclinaba al estudio, estu-
profesión de la verdad. Paréceme a vieran en franquía para acercarse
mí que más beneméritos son de la a la sabiduría, más hermosa de la
vida humana los satíricos que los pa- cual ninguna cosa hay en Dios, y
negiristas, aun cuando aquéllos, en el comparada con el sol, le lleva venta
Catón ciceroniano, parecen enemi- ja.El primer peldaño de la sabidu-
gos, y éstos, porque son lisonjeros, ría —
dice Horacio es carecer de ig-
parecen amigos. Los satíricos, por norancia.
lo común, dicen la verdad; los pa- ¿Cuál pensamos que es la causa
negiristas, a fuer de lagoteros, no la de que habiendo tenido Atenas tan-
dicen nunca. Agréguese a esto que tos sabios y tenido tantos Roma y
los que ante los vicios de los hom- tantos nuestra religión cristiana,
bres guardan un silencio receloso, ahora, en nuestros tiempos, haya
dan a entender" que del linaje huma- tan pocos o ninguno? Pues porque
no no se les da un ardite, y acaso no en aquellas ciudades libres era per-
van del todo descaminados, puesto mitido que fuesen libres las lenguas
que ven que valor ninguno tiene la I
que arremetían contra la maldad y
verdad, que el placer avasalla y la 'la hacían pedazos; porque estaba
864 JUAN LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. TOMO I

permitido a la Iglesia naciente en ello hizo que creyesen que los cuer-
los comienzos de su crecimiento re- pos reales eran sombras, por ma-
prender con celo a los pecadores, nera que si alguno afirmara haber
de manera que aquellos a quienes visto un cuerpo sólido, se hubiera
el temor de Dios no les mejoraba, hecho escarnio de él. Ahora, pues,
al menos les retrajese del peca- acerquémonos a ellos, como por jue-
do la vergüenza del mundo, por go, y veamos hacia de qué lado se
baladí que fuese este motivo. Es de inclinan. Si se ladearen de la parte
saber que esa época nuestra pulula del bien y limpiaren, aclarándola
de insignes lagoteros y aduladores más, de demencias su vida, no ha-
que, con sus pringosas lisonjas, fo- brán menester avisos míos ni yo,
mentan la bellaquería. ¿Quién no la en ningún caso, me constituiré en
increpa? Pero ¿quién no la practica? monitor suyo, aunque vengan a bus-
Hasta el punto que ellos debieran carme y a pedírmelo. Si me doy
ser los primeros en experimentar el cuenta de que estas cosillas que les
látigo de Lucilio. Añádase a esto voy a decir no les aprovecharon, en-
que los maestros de la verdad y de tonces descubriré toda su vida y a
la sabiduría eran para los otros es- todo el mundo daré a conocer, en un
pejo, dechado y guía y luz de su más largo discurso, sus vanidades,
camino, y, corriendo en pos de men- sibien he de decir que he resuelto
tiras, de bagatelas, de puros delirios, no cejar en este empeño mío hasta
acarrearon tinieblas inmensas. Y vencer o perecer en la demanda.

A LA REBUSCA DEL SABIO


DIÁLOGO FESTIVO Y GRAVE A LA VEZ, INTITULADO «EL SABIO», EN EL CUAL, BUS-
CANDO AL SABIO POR CADA UNA DE LAS VARIAS DISCIPLINAS, CENSURA LAS COS-
TUMBRES DE AQUELLOS QUE LAS PROFESAN, Y POR FIN, EN BREVES TRAZOS,
HACE EL BOSQUEJO DE LA VERDADERA SABIDURÍA

Interlocutores:Nicolás Beraldo, Gas- —


Vives. Muy buenos días, mi caro
par Lax y Juan Luis Vives. Beraldo.

Beraldo. Dijéronme que ya diste

Beraldo. Muchas veces oí al es- con tu sabio, y, por cierto, consu-
pañol Luis Vives discurrir con el madísimo.
rigor y la competencia a que nos Vives. —
¡Cómo quieres tú chan-
tiene acostumbrados, como admira- cearte conmigo, o cómo quiso bur-
dor que es, y de los buenos, de la larse de mí el que tal te dijo! Tanto
filosofía, acerca del sabio, y le oí de- monta asegurar que el fuego hiela
cir que prefería él ser un sabio me- o que las fieras se han trocado en
diano a ser el más rico de todos los hombres. Los sabios, mi querido Be-
mortales. Dichoso él si persevera en raldo, son raros, o no los hay en
ese mismo deseo. Pero helo que vie- absoluto, que es lo que ya voy cre-
ne hacia nosotros. Voy a preguntar- yendo.
le si halló ya al sabio que busca: —
Beraldo. Pues parece que había
¡Hola, mi querido Luis; muy bue- de resultar fácil en este emporio de
nos días! las buenas letras hallarlos en gran
i

OBRAS FILOLÓGICAS. PRELECCIÓN DE «A LA REBUSCA DEL SABIO» 865

número si los hubieras buscado. Los —


Vives. Ni a mí me pidas nada de
hay que han terminado ya sus cur- eso; antes bien: examina a quien
sos cíclicos y en ellos parece que de- te plazca.
be de estar oculto un tesoro de sabi- —
Lax. Bendígate Dios, varón bue-
duría. no, grave, omnisciente y digno de

Vives. Si tú me señalaras con el respeto universal.

dedo a quien hubiera rodeado toda Gramático. Kaire, o antrope!
la Enciclopedia, no desconfiara yo Vives. —
¿Qué ha dicho, mi caro
de hallar al hombre en cuya bús- Beraldo? Con grandes y ambiciosos
queda ando. títulos, nuestro Gaspar le acometió,

Beraldo. ¿Quieres, puesto que te- pues harto tiene conocido el fértil in-
nemos asueto, que, recorriendo todas genio de esos hombres que se despa-
esas aulas, busquemos a tu hom- chan con prefacios sublimes.
bre? Se nos agregará Gaspar Lax, —
Beraldo. Pues dijo, sencillamen-
de quien me atrevo a afirmar (si no te: Ave, homo!
crees que es el cariño que me hace Vives. —
¿Reparaste con qué estoi-
decir esto) que se aproxima muy de ca parsimonia?
cerca a esa categoría. Y en hecho —
Gaspar. Querríamos, noble maes-
de verdad (y por callar otras cuali tro, que delante de nosotros trataras
dades), ¿quién afronta con mayor un rato de las cosas literarias que
igualdad de ánimo los azares huma- traes entre manos, si tienes holgura
nos que él, cuyo rostro se mantiene y buena voluntad.
el mismo en las prosperidades y en Gramático. Holgura, — sí, tengo.
las adversidades? Saludémosle, que Por lo demás, ardua cosa es la que
ya llega. me pedís, pero no me negaré a ello,
— —
Beraldo y Vives. (A una). Bue- porque de mi propio natural soy ac-
nos días, querido Gaspar. cesible. No
soy yo, como vuestros
Gaspar. — ¡Muy buenos días! ¿De filósofos,inexorable. Dime, mucha-
qué hablabais? ¿Adonde ibais? cho, ¿en qué mes del año murió Vir-

Beraldo. Ya sabes tú hasta qué gilio?
extremo ese nuestro Vives corre a —
Muchacho. En el mes de septiem-
los alcances del sabio, y está persua- bre, mi caro maestro.
dido que le hallará si da con el hom- —
Gramático. ¿En dónde?
bre que esté perfectamente impues- Muchacho. —En Brindis.
to en el círculo de las disciplinas to- Gramático. — ¿Y en qué día del
das. Ahora vamos a buscarle, y es- mes de septiembre?
pero que nos harás el mayor de los Muchacho. —El día veintiuno.
placeres aceptando ser guía nues- Gramático. — ¡Bellaco, que meha-
tro, como hombre que eres digno ces avergonzar delante de esos se-
de toda consideración y respeto. ñores! Tráeme la férula, arremán-

Lax. De ningún modo os guiaré, gate, abre tu mano. ¿Cómo pudiste
sino que me limitaré a acompañaros. decir, y delante de mí, que fué el
Mas dejándonos de cumplimientos, día veintiuno en lugar del veinte?
vamos ya, si os place. Interrogue- Contéstame inmediatamente. Parad
mos antes que a nadie a ese gramá- mientes, varones graves, en ese sa-
tico, porque muchos varones doctos, bidillo muchachuelo: Salustio, en
no sin motivo, contentáronse harto el proemio de su Guerra de la
con este nombre. conjuración de Catilina, escribió

LUIS vives. — 28
866 JUAN LUIS VIVES. OBR.AS COMPLETAS. TOMO I

Omnies homines u omnes homines. nus Proserpina otro medio año. Li-

Muchacho. Todos convienen en caón, mientras quiere hacer prueba
que escribió omneis; pero yo pienso del poderío de Júpiter, es convertido
que acaso debió de escribir omnes, y en lobo; luego, Arcade fué traslada-
que se ha de escribir omneis, con- do entre los luceros con el nombre
tra la costumbre de los calcógrafos, de Arctofilacte. Esa es la sagrada
por ei, y no con sola una i. teología de los poetas; por ello, En-

Gramático. ¿Cómo se llamaba el nio nos llamó santos, como se lee en
hermano de Remo y cuál tenía la Cicerón.
barba? • Gaspar. —
¿Qué vanidad mayor que

Muchacho. Unos dicen, mi caro la de ese poeta? ¿No veis con qué
nerviosa rapidez menea los párpa-
maestro, que se llamó Rómulo, otros
Romo, y de ahí Roma; pero, por li- dos? Pienso si adolece de movilidad
sonja, luego le llamaron con el di- mental. Llamémosle poeto, no poe-
minutivo Rómulo, que fué la deno- ta. Pluguiera al Cielo que disminu-

minación que se impuso. Estando yera ese interés por las fábulas, por-
en guerra, no llevaba ninguna bar- que una tan recia peste no cundiese
ba; pero en tiempo de paz, la lleva- ya más. Aquí no encontraremos un
ba prolija, pues así se le representa adarme de verdad; todo son profa-
en los Titos Livios impresos en Ve- nidades y lo humano con lo divino
necia. mezclado en confusión caótica. ¿Có-

Gramático. ¿Y cómo se levantó mo vas a hallar aquí al hombre que
Alejandro Magno la primera vez que buscas si se reduce a eso la poesía,
cayó en Asia? que fué dada a los hombres para
Muchacho. —
Apoyándose con las dirigirse a Dios y celebrar sus obras
manos en el suelo y levantando la con la mayor dulzura que pudiera
cabeza. atraer y engolosinar a los hombres?

Gaspar. ¿Qué cosa más necia que Quédese adiós ese consanguíneo del
ese literato? Aquí, Vives, no esperes demonio que no sabe abrir boca sin
dar con la ciencia. Anda, noramala, que mienta. Oigamos ya a nuestros
majadero, que así desenseñas a los dialécticos, en quienes, puesto caso
chicuelos.Mas abordemos a ese poe- que su oficio es discernir lo verdade-
ta,puesto que, como dicen Horacio ro de lo falso, sospecho que encon-
trarás al hombre sabio.
y Estrabón, allá en la antigüedad la
poesía fué el primer balbuceo de —
Dialéctico. Supongamos que hay
la sabiduría. dos asnos, dos hombres y tres ánge-

Poeta. Venus y Marte, en la gue- les. De la mitad de un asno con la
mitad de otro asno hágase un ter-
rra de Troya, fueron heridos grave-
mente por Diomedes con el auxilio cer asno; dos ángeles con un hom-
de Palas; sorprendidos más tarde bre posean un binario de aquellos
en adulterio por el cojo Vulcano, asnos, puesto que el primero está
quedaron presos en unas mallas que unido con el tercero y copulativa-
hizo ei divino y sufrido herrero. Ve- mente los otros dos ángeles con el
nus y Proserpina acudieron al arbi- otro hombre, según el binario de
traje de Júpiter, por ver cuál de las los asnos: en este caso te demos-
dos se quedaría con Adonis. Nom- traré la copulativa ser posible y ser
brada Calíope juez en ese litigio, dic- imposible de forma y de forma de
taminó que medio año lo gozase Ve- la acepción de los términos.
OBRAS FILOLÓGICAS. PRELECCIÓN DE «A LA REBUSCA DEL SABIO» 867

Gaspar. — ¡
Huy, huy! ¿Quién va a plicado acerca del calor o de la blan-
descifrar ese logogrifo si ya no fue- cura, entender en qué consiste la
re un matemático o un caldeo? ¿Por sabiduría será coser y cantar. To-
qué se me antojó que escribían ló- memos una materia cualquiera de
gica pura, si escribían adivinación? un pie de longitud; yo la divido en
¡Oh cabezas hueras, tanto más cuan- partes proporcionales en proporción
to que, despreciando verbalmente múltiple sesquitercia. La primera
todos en absoluto esa cosa fútil, to- parte proporcional sea algún tanto
dos acaban por abrazarse con ella. caliente o blanca; la segunda, en
Vi yo en mis buenos tiempos que óctuplo o un poco más blanca o un
todos, por lo regular, trataban de la poco más caliente; la tercera, en
verdadera dialéctica, valiéndose de milécuplo; la cuarta, en sesquiálte-
enunciaciones muy breves, en vir- ro y todas las otras en proporción
tud de las cuales con harta facili- de la primera sobre el cuadripar-
dad entendían todos al que respon- ciente. Esto supuesto, ya puedes co-
día si no era docto intensivamente; legir lo caliente que está toda aque-
ahora, oscurecida la buena lógica, lla materia.
veo que no echan a volar enuncia- Vives. —
Monstruosidades son eso,
dos inteligibles, sino que buscan el que no disciplinas ni ciencia. ¿A tan
arte de adivinar. Por eso a los bachi- gran demencia llegó la filosofía, ma-
lleres de aquel tiempo yo los llamo dre de la sabiduría? Esperaba yo
maestros en artes, y a los de este que de ese filosofastro aprendería
tiempo los llamo maestros inútiles. alguna ciencia pero, por lo que veo,
;

Pero vayamos ya a los físicos, si te- nada voy a sino un calor


sacar
néis gana de ello. ¡Dios os guarde, grandioso, abochornador, si no salgo
escudriñadores de los misterios de la de aquí, y si vuelvo todo eso al re-
Naturaleza!, quisiéramos, si no os vés, voy a arrecirme y helarme de
fuere enojo y pesadumbre, saber de frío. ¿Quién irá a buscar ahí sabidu-
vosotros por qué vías se alcanza y ría y ciencia de tanto calor, de tan-
se aumenta la sabiduría. to albor, de tantas partes proporcio-
Físico. —
Hay quien dice que la sa- nales? Pero, ya que tengo un herma-
biduría se adquiere por aditamentos no, moreno muy anochecido, voy al
de unos grados a otros, subsistiendo menos a preguntarle acerca de la
siempre los precedentes; hay quien blancura, por no irme con las ma-
dice que en cualquier punto de la nos vacías. Hola tú, filósofo, ¿cómo
adquisición se adquiere una nueva se contrae la blancura?
y se destruyen todas las anteriores; —
Filósofo. Del agente por adición
hay quien dice que por la mezcla de grado a grado.
con un contrario; y hay, por fin, Vives. —
¿De qué agente?
quien afirma que es por la radica- Filósofo. —
Del agente natural,
ción en el sujeto. ¿qué sé yo? Del a o b; dale el nom-
Vives. —Alégrome
mucho, y creo bre que quieras.
que hemos dado con el hom-
al fin —
Vives. A, a, a: me enseña el abe-
bre omnisciente, con el hombre sa- cedario, como si yo no lo supiera.
bio ; pero ruégote, filósofo doctísimo, En vez de blancura me da letras.
que me esclarezcas esa doctrina con ¡Oxe, afuera! De esas majaderías
ejemplos congruentes. haga participantes a sus majaderos,
Filósofo. —Cuando me haya ex- no a mí. Ahora toco con las manos
868 JUAN LUIS VIVES. OBR.AS COMPLETAS. TOMO I

ser verdad lo que acostumbraba yo mos buenos dineros? De los hom-


decir a mis amigos: los filósofos pa- bres ricos y opulentos que abundan
risienses tienen toda la filosofía en- ciertamente, a duras penas cobra
tre los dientes, los labios y la len- uno, y aun algunas veces hay que
gua; en la mollera no tienen ni enviarles el alguacil. ¿Y extorsiona-
pizca. rá a esos pobres menesterosos? A
Gaspar. —
Ahí está un cierto reto- los mozos ricos y adinerados, ¡mi-
rista que enseña el cuarto libro de rad qué requetebién enseña!, no pu-
la Retórica a Herennio y el arte de do detenerlos en su aula. Aprenda
la patética. Acostémonos a aquel antes a mover los afectos y enseñe
orador. después. Por eso calculo yo que en

Vives. No es ese orador como lo ese que se desconoce a sí mismo es
quieren Cicerón y Quintiliano. Si lo por demás buscar la sabiduría. Pero
fuera, adornaríase con una ciencia por allí pasa un astrólogo y pode-
maravillosa. Yo, como sabéis, me in- mos interrogarle. ¡Buenos días, in-
troduje de cuando en cuando en su falible pronosticador!
propio terreno y les garantizaba Astrólogo. —Más veraz,
desde lue-
que, en breve plazo, les impondría go, que las y los oráculos,
Sibilas
en el arte de mover todos los efectos que son creaciones de los poetas.
que creía yo poseer a la perfección. ¡Buenos días! Y que Capricornio,
Pero, ¡santo Dios!, ¡cómo me enga- con Júpiter en ascenso, presida vues-
ñaba! Decía yo que iba a enseñar- tros caminos. ¿Qué me queréis?
les cómo se granjearían el favor y —
Gaspar. En tu cielo, varón en-
la benevolencia, que yo nunca pude tendidísimo, ¿hallaste la sabiduría?
recabar de ellos, pues al pedir la Traemos ahí a un tal Vives, quien
retribución de mis trabajos, como si es cosa dé maravilla lo poco que de
les hubiera amagado con un puñal, ella cató, siendo así que está engo-
todos se escabulleron. Pero no hay losinado con sus mieles, y no puede
inconveniente en que yo oiga a ese saciarse de ellas por manera alguna.
retórico. —
Astrólogo. Muchos antiguos di-

Retórico. Enseñaba yo en cierta jeron que sabio era Mercurio; dije-
universidad a muchos mancebos, en ron otros que también el Sol, y por
un aula pública, ese arte de la pala- eso le llamaron alma y mente del
bra. Había conmigo un hablistán mundo; pero yo leo los astros; no
idiota, necio total. Persuadióles que haré cábalas; voy a daros un signo
él era un retórico extremado, y en bajo el cual podáis con suma facili-
cambio, yo jamás pude convencer- dad alcanzar la sabiduría.
les de que sabía algo, así que no ga- Vives. —
¡Dichoso tú, que tal sa-
né blanca. Mas vosotros, puesto que bes! No sin razón Virgilio y Ovidio
veis mi saber, gratificadme con bue- os llamaron felices.
nos estipendios. —
Astrólogo. Cuando la Luna y la
Gaspar. —
¡Ay, ay! No pudo él Cabeza del Dragón hacen conjun-
convencer a los mancebos a quien ción con Júpiter, cualquiera cosa pi-
llama locos, él, que es más loco que dieres a Dios la conseguirás, así pi-
ellos, de que era instruido, siendo das riquezas, así pidas sabiduría, así
así que para ello bastan las más pe- pidas casamiento ventajoso.
queñas apariencias, y ¿nos persuadi- —
Gaspar. Si no me estuviera mal,
rá que nosotros, pobretones, le de- cómo te azotaría ahora de buen gra-
OBRAS FILOLÓGICAS. PRELECCIÓN DE «A LA REBUSCA DEL SABIO» 869

do en tu propio domicilio. ¿Osas matar impunemente, y luego de ha-


vender al pueblo esas mentiras para ber matado, cobrar su salario, legal
cobrar una moneda ruin? ¿Por qué y obligado. Pero no esperes poder
tú, en aquella hora generosa de la hablar con ellos, pues andan enre-
conjunción, no le pides al Cielo que dados en tantos negocios, que no se
te haga rico y la roña no te obliga- bastan a sí mismos. No tenemos más
rá a mentir tan descaradamente? remedio que ir a cierto grave teó-

Vives. Vayamos a los matemáti- logo que lleva vida ermitaña o soli-
cos (si tienes corazón para^ello, ca- taria en aquel cerro. ¡Guárdete el
ro Gaspar, maestro mío), que son Todopoderoso, Padre grave, y si te
duchos en Geometría, Aritmética, salteare tentación alguna, esté El
Música, Astronomía y Perspectiva. contigo porque no caigas en ella!
Gaspar. —Los matemáticos, hijo —
Teólogo. Y el ángel bueno de
mío, en París no cuentan para nada. Dios conduzca vuestros pasos, hijos

Vives. En tan famosa Universi- míos, por los caminos que placen al
dad, ¿no son conocidas ciencias tan Altísimo. Paréceme que el Señor vie-
prácticas en las que debieran estar ne con vosotros, pues sois tres los
sumamente versados? que os congregasteis en su nombre,

Gaspar. Debieran, sin duda; pe- como espero.
ro no todos hacen lo que deben. Se- Gaspar. —Y en nombre de Dios su-
gún el reglamento de aquella Uni- plicárnoste, padre bueno, que nos
versidad, están obligados a asistir a reveles lo que piensas de la sabi-
sus respectivas lecciones; pero un duría, porque te llene el Paráclito
abuso nuevo desterró la usanza vie- con su gracia.
ja. Si no se retorna al uso antiguo Teólogo. —
¿Por ventura no os dije
no veo yo cómo los profesores pari- yo con gran acierto que os habíais
sienses pueden llamarse doctos, en congregado en nombre del Señor,
realidad de verdad. Creen ya cum- puesto caso que buscáis a la Sabidu-
plir con la ley discurriendo cavilo- ría, es decir, al Hijo de Dios? De
samente de puntos, de líneas, de su- ella, ya que
noche se nos viene
la
perficies. ¿Son éstos divisibles o in- encima, os diré en pocas palabras
divisibles? Y de los jurisconsultos, lo que siento. La sabiduría, si es
¿qué? que hay hombre alguno que se pue-
Beraldo. — En pasados tiempos da acercar a ella, es más preciada
fueron tenidos y a boca llena llama- que cualquier tesoro y que cuales-
dos sabios; pero en la actualidad quiera otros bienes mundanales. No
son la bellaquería, la astucia y el la compra ninguna bolsa henchida
fraude personificados; no hay ley de dineros ni la vende la blanda y
que no haya sido corrompida por muelle elocuencia, sino el temor de
su sutileza y mala fe. ¿De qué ley, Dios y la conciencia recta. El prin-
gran Dios, de qué ley subsiste el
sentido en su pureza original?
cipio de la sabiduría —
dicen el Padre
y el Hijo sapientísimos es el temor

Vives. Oí decir que allá, en los de Dios. Por lo demás, Dios le comu-
primitivos tiempos, los médicos fue- nica grandes acrecentamientos, y
ron tenidos por sabios. también la auténtica caridad de los

Gaspar. Pero ahora dícese que hombres, que la fomenta y la lleva
en nada se diferencian del sayón o a la perfección. Y con toda certi-
verdugo, pues unos y otros pueden dumbre la alcanzamos cuando con-
870 JUAN LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS.—=-TOMO I

templamos al Hijo de Dios, que es i


Dios, aun viviendo en ese aparta-
la verdadera Sabiduría y le conoce- miento, sin gloria, lejos del tropel y
mos como somos conocidos. No ra- estruendo de las gentes. Quien a
dica, pues, encuidado y el incre-
el Dios teme, ¿cómo puedes imaginar
mento de la hacienda, como muchos que cometa mal alguno? Con nadie
creen, sino en la primorosa compos- me enojo; a nadie envidio; no bus-
tura de las almas. Por eso cuando ca riqueza quien se contenta con
el oráculo de Apolo fué consultado hortaliza y agua; y como mi man-
acerca de quién era el sabio: No jar es parco en extremo, no siento
el rico — respondió —
sino Sócrates,
, los ardores de la lujuria; y no es
que tenía un ruin ajuar, pero un al- vano mi contentamjento, porque el
ma grande y aderezadísima. Y aún temor de Dios me penetra todo; go-
diré más cuando caemos en los ape-
:
zóme en el verdadero temor de
titos del lucro y de las otras cosas Dios; a nadie odio porque amo a
temporales, acuciados por las cuitas Dios y a todos los hombres, y este
que nos roen el corazón, que son co- amor aumenta mi sabiduría. Hacien-
mo las Furias antiguas, nos volve- do esta vida paréceme que sumerjo
mos locos y furiosos. El alma en mi entendimiento en la sabiduría y

reposo dice Aristóteles —
es decir,, que de ella tomo como un baño,
el alma limpia y exenta de la vorá- pues locura es desearla consumada
gine de las pasiones, y no el cuerpo y perfecta, que no creo yo que haya
sentado y atento al estudio, hócese sido dada a ningún mortal. Esto es
más sabia y más prudente. Y eso lo que os tenía que decir en pocas
hasta el punto de creer que no exis- palabras acerca de la sabiduría, pro-
te la sabiduría en las cosas del mun- metiéndoos discurrir más copiosa-
do, a aquella sabiduría mundana me mente y más a placer acerca de ella
refiero que se corrompe, que perde- si me visitareis con alguna frecuen-
rá Dios con los sabios que la po- cia. Entre tanto, yo os amonesto,
seen, y que es ignorancia pura a que dando de mano a todas esas co-
los ojos de Dios. Y a las almas en sas baladíes y efímeras del mundo
las cuales mora y acerca de las cua- y desoyendo cualesquiera voces de
les versa la sabiduría, yo, con Só- esa plebecilla voltaria, os esforcéis
crates, las llamo ultramundanas y por alcanzarla con toda vuestra al-
ultraterrenales. ma. Si os afanareis en hacerlo, se-
Vives. — ¡Qué pasiones tan mode- réis muy queridos de todos los hom-
radas y tan bien gobernadas tienes, bres y de Dios, que es la Suma Bon-
padre mío! dad y el Poder Sumo. Quedaos adiós,

Teólogo. Antes que todo, temo a mancebos generosos.

FIN DE LA
«PRELECCIÓN DE «A LA REBUSCA
DEL SABIO»
AÑADIDURAS A SUETONIO
(IN SUETONIUM QUIDAM)

(1522)

A JERONIMO RUFFALD de la juventud estudiosa, hemos su-


plido y colmado la laguna, con cuan-
Que Suetonio es acéfalo, como ta industria y sagacidad pudimos,
Quinto Curcio lo es, como lo por la lectura de los escritores anti-
son algunos discursos cicero- guos. Si el día de mañana una feliz
nianos, como lo es Cornelio Tácito, casualidad restituyere lo que falta
recién hallado, colígese por dos ra- de Suetonio, no será demasiado sen-
zones principales. En primer lugar, sible la pérdida de este trabajillo
porque no acostumbra el biógrafo mío. Remedé la frase de Suetonio
de los doce Césares omitir los orí- y su puntualidad y dotes de obser-
genes de la gente y familia del Cé- vación. Si a alguno no le satisficiere,
sar, cuya vida comienza a contar. harto poco será el daño que le hará
Pues bien: guarda silencio absolu- este corto papel mío y brevísimo el
to acerca de la gens Julia,, aun cuan- tiempo que habrá gastado en la lec-
do sea ilustrísima y merecedora de tura de este juguetito nuestro. Y si
honorífica mención. .Colígese tam- a alguno le contentare, yo soy con-
bién de ese brusco comienzo que tento de su contentamiento; mas si
traen los códices antiguos: A la le desplaciere, pídole perdón de mi
edad de dieciséis años, callando el osadía. Te lo dedico a ti, Jerónimo
nombre de César, lo cual da a en- Ruffald, el mejor de mis discípulos
tender que habló de él antes. Por y por ello el más querido. Quédate
esto dado que no existe
nosotros, adiós.
esperanza de que algún día salga a
luz el deseado principio, en gracia Lo vaina, año 1522.
_
- 2 JUAN LUIS VIVES .
OBRAS COMPLETAS.- . TOMO I

DE LA VIDA
DE CAYO JULIO CESAR
LA «GEXS» JULIA hubo otros Julios Césares, como
aquel que en la segunda guerra
Tiénese por indudable realidad púnica fué enviado por el Senado
que la gens Julia provino de Julo, al cónsul Crispino para la procla-
hijo de Eneas, el cual, abandonado mación de un dictador. La lengua
Lavinio, puso los cimientos de Al- romana acostumbró dar el nombre
balonga, en la cual asimismo reinó. de Césares a los nacidos de madre
A raíz de su muerte, como el reino a quien se le hubiese abierto el
latino hubiera pasado a Ascanio, hi- útero o con cabellera crecida, o que
jo de Lavinia y de Eneas, el cuida- tuvieran ojos garzos. Algunos cuen-
do de las sagradas ceremonias de la tan de un elefante muerto en Afri-
gente latina y troyana, perpetuóse ca a quien llaman César los indíge-
en la raza de Julo, de la cual los nas, y que con este motivo el cog-
Julios han salido. A éstos, con al- nombre de César aplicóse al abuelo
gunas otras nobilísimas familias del del Dictador; empero los que dicen
Lacio Tulo Hostilio, rey de Roma, esto son de muy escasa autoridad,
después de haber destruido a Alba, a saber: Esparciano y Servio, pues
los trasladó a Roma y los adoptó no una rama sola de estos Julios tu-
entre los padres. Más tarde pre- vo ese cognombre, sino también
tendieron magistraturas y honores; otros y muchos de aquella misma
conviene a saber: entre los patri- gente antes que él. Con anterioridad
cios, a los cuatrocientos y dos años al Dictador, fueron cónsules Sexto
de la fundación de la ciudad, sien- Julio César con Lucio Marco Filipo
de Cneo Julio decenviro, uno de al año siguiente, L. César con Ruti-
los diez encargados de redactar un lio Lupo. Antes de éstos no se co-
código de leyes para la República en noce César ninguno ilustre ni que
la primera elección de esa magistra- hubiera desempeñado en Roma la
tura. Luego de haber alcanzado ho- suprema magistratura. Muchos años
nores y dignidades de todo género, después, de esta familia alcanzó el
se detuvo en el patriciado y en el consulado L. César, hijo de Sexto,
orden senatorial, con posibilidades hermano del primo hermano de
económicas mediocres, sin ninguna L. Julio César, padre del Dictador.
gran personalidad que la señalase o Este no llegó más que a la pretu-
ilustrase con hechos preclaros. ra, muerto en Pisa, una mañana,
mientras se le calzaba, sin ninguna
FAMILIA DE LOS CESARES enfermedad conocida.

En gens Julia, hubo la familia


la
XACIMIEXTC Y CRIANZA
de La razón de ese cog-
los Césares. DE CESAR
nombre no está clara ni consta
quién fué el primero que así se de- César nació en Roma, en el con
nominó, pues antes de César el Dic- sulado de C. Mario y Lucio Valerio
tador y de su padre y de su abuelo Flaco, cuatro días antes de los idu-:
OBRAS FILOLÓGICAS. AÑADIDURAS A SUETONIO .
—JULIO CÉSAR 873

del mes quintil, que después de su pio domicilio de L. César, padre, y


muerte, y por esta causa, fué llama- que por ello consiguió muchas ven-
do julio, por la ley Antonia. Educa- tajas para los suyos por la libera-
do al lado de su madre, hija de lidad de sus discípulos, pues jamás
C. Cota, y de su tía Julia, esposa de concertó con ellos la paga. Fué Cé-
Mario, de donde le vino a ese patri- sar de una docilidad maravillosa y
cio el entusiasmo por el partido del hecho aposta para la elocuencia. Su
pueblo y el odio a Sila. Enseñóle lenguaje latino pulióse en su propia
letras latinas y griegas y los pre casa con el trato con su madre, Au-
ceptos del bien decir M. Antonio relia, que hablaba el romano cas-
Guifón, de nación galo, que siendo tiza y elegantemente, como las Mu-
de gran ingenio y de memoria pro- das, las Lelias, las Cornelias y otras
digiosa, y encima de esto, de cos- matronas de la alta sociedad, cuyas
tumbres apacibles y de simpatía na- familias produjeron oradores in-
tural, enseñó gramática griega y signes.
latina, amén de retórica, en el pro-

FIN DE LAS
«AÑADIDURAS A SUETONIO»
QUIENES FUERON
LOS GODOS
Y
COMO GANARON A ROMA
(1522)

Puesto caso que San Agustín to- mados getas por la antigua erudi-
mó de la cautividad de Roma la ción. Los getas son unos pueblos
ocasión de escribir la Ciudad de que habitan las orillas del Danubio
Dios para responder a los que cul- inferior, como testimonian Estrabón,
paban de aquel desastre a la religión Pomponio Mela, Plinio Segundo y
cristiana, no será fuera de propósi- otros autores, y poseen en su mayor
to tomar el agua de más arriba y ex- parte aquella anchurosa región in-
plicar qué suerte de hombres fuesen culta y rigurosa, y llegan por un la-
los godos, cómo llegaron a Italia y do hasta la Escitia, y por otro, hasta
ganaron a Roma. la Tracia, donde está Tomos, aldea
Lo primero que hallo asentado fir- ilustrísima por el destierro del poeta
memente es que a los que la edad Ovidio, quien dice que mora entre
anterior había llamado getas, los lla- getas, y no una sola vez, en sus Tris-
mó godos la edad que la siguió, co- tes y en el Ponto se asoman al Me-
;

rrompedora de éste, como también diterráneo y se corren hacia la Ger-


de no pocos vocablos primitivos. Así, mania y las fuentes del Danubio. Es-
los poetas Rutilio y Claudiano, cuan- trabón, en su libro VII, dice que se
do hablan de los godos, los llaman llaman dacos, y antiguamente, da-
getas, invariablemente. Lo mismo vos, mientras que los griegos, a los
hace Orosio en su Historia: Los ge- que estaban más cercanos al Ponto,

tas dice que ahora se llaman tam- llamáronlos getas y dicen que uno y
bién godos, de quienes dijo Alejan- otro pueblo hablan una misma len-
dro que debían evitarse, y Pirro sin- gua. Si bien Plinio parece insinuar
tió horror y César los dejó de lado, que entre estos pueblos no hay más
luego de haber abandonado y asola- diferencia sino el distinto nombre
do sus propios y nativos solares, con que recibieron; los que los griegos
todas sus fuerzas reunidas, invadie- llamaban getas no eran otros que los
ron las provincias romanas. San Je- que los romanos llamaron dacos. Yo,
rónimo, en sus Comentarios al Gé- por lo que a mí toca, en este caso
nesis, dice que los godos fueron lla- concreto seguiré a Estrabón.
876 JUAN LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. TOMO I

Los getas son una nación bárbara sados algunos años, traspadas las
y fiera, de corpulencia y ánimo des- fronteras romanas, derrotaron a
comunal, despreciadores de la muer- Opio Sabino, varón consular, luego
te, porque están persuadidos que las de haber ániquilado su ejército; y
almas vuelven, según escribe Pom- ellos, a su vez, no fueron derrota-
ponio Mela o que, puesto caso que dos decisivamente, después de va-
no vuelvan, no mueren, sino que rias batallas de suerte alterna, sino
emigran a moradas mejores. Cual- por Cornelio Fusco, reinando Do-
quiera de esos extremos sea verdad, miciano. El emperador Trajano
hay que reconocer que la muerte es guerreó contra ellos con mucho
más apetecible que la vida. Es fa- brío y gloria grande. Ocasionalmen-
ma que en tiempos posteriores, los te, Antonio Caracalla, cogiéndolos
getas tomaron el nombre de ostro- de sorpresa, les causó brava derro-
godos, y los dacos, visigodos, habida ta. En tiempos de Gordiano, con
cuenta de su posición geográfica, muchísima frecuencia, desbordaron
puesto que los unos se ladean más sobre territorios de Roma; Gordia-
hacia Occidente y los otros más ha- no el menor, con no demasiado es-
cia Oriente. Con todo, autores,
los fuerzo, los expulsó de la provincia.
así los modernos como los antiguos, Gente fiera e inquieta, mal con-
con harta frecuencia confunden esas tenta de su solar nativo, buscaba
denominaciones. Se suena que esa a la continua ocasión para invadir
nación ya en época remota, cuando los ajenos. Y así fué que siendo
Roma estaba en su máximo floreci- emperador Filipo Vostrense, que
miento, en tiempo de la guerra mitri- fué el primero de los príncipes ro-
dática, irrumpió en la provincia manos que abrazó públicamente la
romana y que L. Lúculo, que en religión cristiana, después de mu-
Asia era general en jefe y acaudilla- chas matanzas y asolamientos, con
ba un poderoso ejército, la echó de un ejército de más de trescientos
la Misia tras haberle infligido una mil hombres hizo irrupción en las
seria derrota. Y añaden que más vecinas Tracia y Misia. Para expul-
tarde estos godos, gobernados por sarlos de allá, fué enviado Decio,
Baerebisto, luego de haberles ave- que la llevó al cabo con flojedad y
zado a los trabajos y a la disciplina con suceso no muy próspero, de-
militar, salidos de sus fronteras na- jando la empresa inacabada. Disi-
cionales, sojuzgaron muchas otras muló Decio este fracaso al suceder
naciones, y luego de haber pasado a Filipo en el principado. Más tar-
el Danubio con un ejército grandio- de, Galo el padre y el hijo Yolu-
so, devastaron la Tracia, la Macedo- siano, con determinadas condicio-
nia y la Iliria, metieron gran terror nes desventajosas, hicieron con ellos
en los romanos pechos. Mientras Ro- paz, que los godos no observaron
ma organizaba contra ellos una po- duradera, envalentonados por la
derosa expedición armada, Baerebis- apatía y estupidez de Galieno; no
to murió. Augusto envió contra ellos contentándose con la Tracia y la
aproximadamente diez legiones, y Misia, intentaron el ataque contra
quebrantó su poderío tan radical- la misma Asia Menor, vejaron y
mente, que redujo sus doscientos mi- pillaron la Bitinia y vueltos a Eu-
llares de soldados a solos cuarenta ropa asolaron la Tracia y la Mace-
mil, y poco faltó para sojuzgar toda donia. Macrinio se opuso al reflujo
aquella nación ai poder romano. Pa- hostil de los que se retiraban por la
OBRAS FILOLÓGICAS. QUI ENES FUERON LOS GODOS. 877

Acaya, y los venció y los puso en huérfanos de patria, de vivienda, d2


fuga y, tras una persecución encar- lares, de penates, ellos que estaban
nizada, los acorraló de nuevo y los hechos a invadir las fronteras aje-
recluyó en sus bases de partida. nas, fueron obligados bien a afron-
No se mantuvieron en ellas dema- tar con valor la muerte, bien a lan-
siado tiempo, si bien en el ímpetu zarse a la posesión de un suelo
de su nueva arremetida vinieron a ajeno y a pegarse a él, quienes no
dar en manos de un adalid valentí- tenían ninguno propio. Determina-
simo, héroe cuya suerte no fuera dos historiadores dan a entender que
menor que su virtud, si la vida en no fueron los getas, a quien llama-
un caudillaje pudiera ser más dura- mos ostrogodos, los que se lanzaron
dera. Claudio era su nombre, quien sobre la campiña romana, sino que
en parte aniquiló y en parte cauti- los visigodos, alarmados por el de-
vó trescientos mil de ellos. Por sastre de sus aliados y afines, pen-
fuerza tenían que ser inagotables saron cambiar de sitio, recelando
los recursos humanos de esa na- tener que pasar lo mismo que los
ción, pues no muchos años después, ostrogodos, mientras iban hinchán-
en el reinado de Aureliano, volvie- dose como una marea las huestes de
ron a las armas y en el primer cho- los hunos, que asolaban las regio-
que fueron desbaratados a orillas nes vecinas.
del Danubio. Tan rotunda y defini- Esta circunstancia aconsejó a los
tiva fué la derrota que les infligió visigodos la determinación de en-
Flavio Constantino, que, por mu- viar legados al emperador Valente,
chos años, viéronse forzados a una que en nombre de su pueblo pidie-
obligada quietud, pues tal era su es- ran para habitarla la Misia, al otro
tilo de hacer guerra, que vencían lado del Danubio, prometiendo, en
con gran daño de los enemigos y nombre de todos/ abrazar la reli-
eran vencidos con no menor daño gión cristiana y ser buenos y fieles
propio. Estas fueron las hazañas de tributarios de los romanos y defen-
los getas mientras tuvieron mora- der con todas sus fuerzas y con las
das fijas. armas en la mano aquellos confines
En tiempos del emperador Valen- del pueblo romano de las incursio-
te, los hunos, que son también esci- nes de los restantes escitas. A vista
tas, pero más zahareños y más es- de estas condiciones, el emperador
quivos al comercio humano, situa- Valente envió a Lupicino y a Má-
dos más a la parte de los montes ximo en calidad de duumviros para
Rífeos, cerrados entre el Tañáis (el el reparto de las tierras entre los
Don actual) y los masagetas, a viva visigodos. Mas como estos duumvi-
fuerza expulsaron a los godos de la ros tratasen aquella gente con ava-
región donde tenían su asiento, la ricia y crueldad, los godos comen-
cual, aun cuando, por la rigurosa zaron por sufrir y disimular la in-
destemplanza de su cielo, no era juria, por no producir en el mo-
asaz cómoda para habitación y so- mento de su entrada en una región
ciedad de hombres, con todo, la peregrina ninguna innovación, pen-
tenían por la más deleitosa y salu- sando que una vez se hubiesen hen-
bre los hunos, raza de hombres na- chido de riquezas ambos emisarios»
cidos y criados fuera de las vías y pondrían fin a sus crueldades y ra-
de la carrera del sol. Reducidos los piñas. Ellos, empero, mientras con
godos a esa violenta expatriación, calculada malicia administran y re-
878 JUAN LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. —TOMO I

parten los abastecimientos, provo- bajo sus órdenes y no reconocieron


can un hambre espantosa, que oca- otro rey ni caudillo sino el que les
sionó la muerte de los duumviros señalaba el emperador de Roma. En-
y del propio emperador. Los godos, tre tanto, Teodosio, príncipe, sin
viéndose como bestias salvajes alan- disputa el mejor en
guerra y en
la
ceados por las- fieras embestidas del la paz, muere en Milán, siendo cón-
hambre, tomando las armas amoti- sules Baso y Filipo; deja dos hijos:
nadamente, dan muerte despiadada Arcadio y Honorio, y una hija, Ga-
a los duumviros y a sus escoltas y la Placidia; pone a Arcadio al fren-
con las armas en el puño andan te de Bizancio y del Imperio orien-
sueltos por toda la Misia y saltan tal y a Honorio al frente del Im-
a la Tracia próxima, a la cual hicie- perio occidental y de la ciudad de
ron pechera suya. Aquí les salió al Roma. Puesto caso que eran muy
encuentro Valente; trábanse en bra- mozos, les señaló en testamento tu-
va lucha, en la que fueron derrota- tores y. preceptores, Rufino a Arca-
dos los romanos y puestos en fuga, dio; y a Honorio, Estilicón, hombre
no sin grande estrago y carnicería. malvado y de torcidas intenciones,
Herido el emperador, cayó vivo en de la índole de aquellos cortesanos
poder de los enemigos, y por la fe- que con grande sutileza se suelen
rocidad que había puesto en ellos deslizar en las más íntimas estan-
tanta sangre derramada, lo quema- cias palaciegas.
ron vivo y, en flecha, dirígense a Estos dos tutores, siendo los prín-
Bizancio, y no hallando en el cami- cipes de una edad harto expuesta a
no ninguna resistencia, ponen sitio la injuria, abusando de su situación
a la ciudad, la cual, por espacio de para aumentar sus riquezas y acre-
algún tiempo, por obra y consejo de cer su desmesurado poderío, comen-
Dominica, esposa de Valente, sostu- zaron a sacar no ya grandezas pri-
vo el asedio con sus propios recur- vadas, sino en encaramarse al man-
sos, luego de haber confirmado en do supremo, concibiendo dañados
la lealtad al emperador los ánimos planes. Rufino ambicionaba el rei-
de los ciudadanos, con sus grandes no para sí, y Estilicón, para su hijo.
larguezas. Mas tarde, roto el asedio Mientras uno y otro, cada cual
por el esfuerzo de Valentiniano, her- por su lado, maduraban estos conse-
mano de Valente, los visigodos se jos, era menester, para traducirlos
volvieron atrás. a la realidad, crear un estado de
Valentiniano adoptó al español guerra, a fin de que con el consi-
Teodosio, llamado de España expre- guiente trastorno, disimuladas sus
samente, y le dió participación en arteras intenciones, pudieran apode-
el gobierno del Imperio. Teodosio rarse más fácilmente, impresionados
infligió a los godos graves derrotas por el terror bélico, del ánimo mozo
y aplastó su poder y les obligó a pe- de los príncipes, concediendo plenos
dirle de rodillas la paz. Diósela Teo- poueres a sus próximos consejeros,
dosio con agrado. Habiendo Atala- y en cuyas manos habían puesto
larico, rey de ellos, ido a Bizancio todos los resortes de la administra-
a visitar a Teodosio, postrado en ción, porque no ignoraban que en
cama, él, a su vez, cae enfermo y la paz, como en cielo sereno y tran-
muere algunos meses después. quilo, podían ser descubiertas y cas-
Los godos, todo el tiempo que tigadas sus sombrías intenciones.
Teodosio fué emperador, militaron Atentos a estas miras, uno y otro
OBRAS FILOLÓGICAS. QUIÉNES FUERON LOS GODOS. 879

hostigan a los godos, nación propen- pocos de los suyos intenta fugarse,
sa en grado sumo a toda suerte de fué interceptado y muerto por los
novedades y movimientos revolucio- soldados romanos y el alud godo,
narios y a provocar conflictos béli- soldado por soldado, fué vendido a
cos con el señuelo de un copioso precios vilísimos.
botín para que hagan la guerra al Tras esta sensacional derrota de
príncipe respectivo. Los godos, pen- los godos, Alarico llegó a Italia,
sando llegada la ocasión de llevar arrollándolo todo en una marcha
a buen fin aquel empeño, o con más terrorista aún que la de Rada-
aquella guerra meditada, abrigando gaso. A este anuncio Estilicón, que
la esperanza de volver a sus casas se hallaba en Bizancio, echó por de-
con una presa no desdeñable, toman lante una parte de sus ejércitos con
las armas, y luego de haber creado la misión de alcanzar la retaguardia
un rey de su nacionalidad, de nom- de los godos, para impedir que rea-
bre Alarico, de la ilustre familia de lizase algún estrago mayor y con-
los Baltos, salen de sus confines, no tinuara devastando los campos, y él,
sin grande terror de los pueblos co- bordeando el mar superior, con
lindantes. Con éstos, poco después, fuerzas de infantería y caballería,
se une Radagaso con doscientos mil estableció contacto con el enemigo.
godos más. Como no hubiese tierra Ambos ejércitos acamparon en las
alguna con suficientes recursos pa- cercanías de Rávena. Los godos, a
ra el mantenimiento de hueste tan caballo de la vía Polentina, tenían
infinita, los jefes dividieron la gi- superioridad numérica, pero en pe-
gantesca expedición en diferentes ricia y disciplina militar no podían
ejércitos, y marchando en distintas en manera alguna compararse con
direcciones, por la Panonia, por la el ejército romano. Estilicón, con
Iliria y por el Nórico, asolando y militar astucia, venció en muchos
quemando todo cuanto se les pre- combates a los godos y, a la postre,
sentaba al azar del camino, pene- los empujó y los metió en un calle-
tran en Italia. Rufino, poniendo en jón estrecho, donde tranquilamente
ejecución prematura e imprudente pudiera acabar la guerra, si quisie-
sus designios, fué por sus soldados re; pero tenía resuelto estarse con
asesinado en Tesalónica. Estilicón, su ejército hasta que sus paisanos
con más astucia, recatada sus inten- los vándalos hubiesen llegado a la
tos. Radagaso, con su hueste, iba Galia, pues tenía la certidumbre de
avanzando por la Etruria, hacia la que aquélla sería la ocasión de pro-
ciudad, y a lo largo y a lo ancho porcionar el Imperio a Euquerio, su
de su camino por dondequiera pa- hijo.
sase ponía fuga y terror. Azorada y Así fué que hostigando al ene-
alocada la ciudad de Roma, opone a migo con ligeras escaramuzas, iba
la avenida torrencial unos capitanes dando tiempo al tiempo. Alarico,
mercenarios. Radagaso, con impru- que por ciertos ocultos resquicios
dencia visible, dispuso sus reales y olió sus intenciones, fué a contarlo
su ejército, comprometiéndose en a Honorio, y con aquel a manera de
lugares desventajosos; cortados los presente, con el cual creía que Ho-
abastecimientos, su inmenso ejército norio usaría consigo de mayor be-
moría de hambre, y él, reconocien- nignidad, y por los mismos a quie-
do desesperada su situación, mien- nes enviara a descubrir a Honorio
tras por caminos aviesos con unos el plan maligno de Estilicón, pidió
880 JUAN LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. TOMO I

para su multitud una parte de la mientras los godos devotamente


Galia, comprometiéndose a vivir se- oían la santa misa, arremete de sú-
gún las leyes romanas y que no se- bito contra ellos, y en el primer cho-
ría poca la ventaja para el Imperio que da muerte a algunos. Los godos,
y sus guerras y que no cederían a sorprendidos, apresuradamente, co-
cualesquiera otros provinciales ni mo podía hacerse en aquella alar-
en obediencia para con los mismos ma inesperada, consultan entre sí
romanos. si había que apelar a las armas,
El emperador, amenazado con pues por reverencia del día del Se-
aquella espada de dos filos, prefirió ñor sentían escrúpulo de empuñar-
admitir a los godos en una porción las, de derramar sangre humana,
de su Imperio a procurarse para sí de hacer carnicería de hombres.
y para los suyos la catástrofe por Mas, puesto caso que los judíos no
la felonía de Estilicón, pues no fué cejaban en la atroz matanza, cada
Alarico el primero quien trajo a uno resolvió el caso por sí, sin aguar-
noticia de Honorio la maldad que dar la resolución general, tomando
Estilicón iba madurando. Y con to- las armas para su defensa, y habién-
do no consideraba del todo seguro dose ya reunido un número consi-
eliminar en cualquier tiempo a un derable de gente armada, Alarico,
hombre que le era suegro por sus formando su hueste a toda prisa,
dos esposas, poderoso y rico por en- contiene con harta facilidad aquella
cima de lo que consentía su condi- ralea de cobardes; luego, con un pe-
ción de hombre privado. Envía, queño esfuerzo más, los godos de-
pues, con los emisarios de los godos rrotan a los judíos y los ponen en
letras a Estilicón para que cuanto fuga, y quejándose de haberse vis-
antes haga que los godos lleguen a to obligados a quebrantar el dere-
la Galia. Este mensaje fué para Es- cho divino por los violadores de to-
tilicón inoportuno y desabrido, pues do derecho, invocando al mismo
veía que se le iba frustrando tan Cristo, por cuya jurada divinidad
magnífica esperanza y sospechaba aquel pacto por una y otra parte
que sus proyectos quedaban desen- había sido sancionado y cuyo día
mascarados. Quedóse indeciso por santo, contra su voluntad, habían
unos momentos su ánimo acerado y afeado y profanado con sangre, con
fiero, y, por fin, decidiéndose por lo muertes y con estrago, rojos de ira,
que más seguro le parecía, respon- se encaminan a través de Italia, ban-
dió que estaba resuelto a obedecer deras al viento, a la propia ciudad
las órdenes de su príncipe. Mas, de Roma. Había licenciado Estilicón
porque no todo el negocio se le es- algunos soldados, que, no habiendo
capase de las manos, soborna con guerra, de nada le servían, y que
judaicas riquezas a un tal Saulo, ahora, ante el terror presente, fuéle
quien, siguiendo muy de cerca las forzoso reclamar del emperador, a
pisadas de los godos, arteramente la vez que un suplemento de tro-
dió muerte a unos cuantos miles de pas para salir al encuentro de los
ellos, con el fin de llevar al rompi- godos y neutralizar su poderoso
miento de la alianza a un pueblo empuje.
como el godo, fácil a la irritación. Honorio, puestos al descubierto
Saulo, un día de domingo que los los designios de Estilicón, envíale
cristianos santificamos, según un una gran cantidad de soldados, dan-
viejo precepto de nuestra Religión, do a sus capitanes la orden secreta
OBRAS FILOLÓGICAS. QUIÉNES FUERON LOS GODOS. 881

de que, provocando la debida opor- Bautista Egnazio declara tomar del


tunidad, den muerte a Estilicón y griego Procopio cómo ello fué, y di-
a su hijo. Los capitanes, comunicán- ce que le causa extrañeza que él, a
dose el propósito entre sí, y señala- sabiendas, pasase de largo aquel pa-
do el día para dar valeroso cumpli- saje interesante, o si dió con un có-
miento a la orden del príncipe, ata- dice mutilado, poca advertencia pu-
cando por diversos puntos a Estili- so en aquella laguna del texto. Yo
cón y a su hijo, les dan muerte jun- no he tenido aún la suerte de ver a
tamente con algunos de sus partida- Procopio; tendré que fiarme de Eg-
rios y amigos, que preparaban 'un nazio, escritor diligente y bien ente-
golpe de fuerza, en Roma, en el foro rado, según puedo colegir de sus es-
de la paz. Con todo esto, el prínci- critos. Escribe, pues:
pe, imprudente e irresoluto, una «Iba ya para dos años que Ala-
vez eliminado el caudillo, no cuidó Roma, y Hono-
rico tenía sitiada a
de poner un sustituto en su lugar, que estaba en Rávena, o no po-
rio,
yo creo que con el intento de que día socorrerla o no se atrevía. No
ningún otro, por haber conseguido preocupándose un punto de la salva-
igual poder, maquinase iguales pro- ción de la ciudad, asesinado Estili-
yectos. Y así fué que su ejército, sin cón, no había puesto general alguno
jefe alguno principal, lamentable- al frente del ejército que contrasta-
mente derrotado por los godos, a se el empuje de los godos. De ahí
fuerza de desastres, penetróse de un les vino a los godos la idea de poner
profundo terror del nombre gótico. sitio a la ciudad, ya que el soldado
Los godos, en la superioridad e in- romano o no existía o llevaba la
solencia de su victoria, llevan a Ro- guerra con desgana. Como el asedio
ma sus banderas sañudas, y tras un resultaba infructuoso, y no pudien-
largo y estrecho asedio, la toman, la do tomarla a la fuerza, el enemigo
saquean más con alboroto y pillaje bárbaro recurre a una estratagema:
que con matanzas y estupros y otras simula una ida a su patria, y elige
feas hazañas que en las ciudades trescientos mozos muy apersonados,
expugnadas suele cometer la licen- de gran prestancia física y moral
ciosa y desenfrenada soldadesca. para obsequiar con ellos a los prín-
Alarico, a punto de entrar en la ciu- cipes romanos, luego de haberles da-
dad, había dado dos severos y tajan- do instrucciones porque con sus
tes edictos: uno, que se abstuviesen buenos oficios se capten el aprecio
de toda matanza humana y viola- de sus dueños, y que un día fijo,
ción, cosas ambas que
a él profun- allá por el mediodía, cuando sus
damente ledesazonarían; otro, se- amos holgaren en sueño, en ocio, co-
ñalando para sus infractores pena rran a toda prisa a la puerta Asma-
capital, que nadie causase daño a ría, y luego de haber dado muerte
quienquiera se hubiese refugiado en con imprevisto asalto a sus guar-
los templos de los dos principales dias, abran la puerta, que luego al
Apóstoles o profanase aquellos mis- punto ellos estarán allí. En el ín-
mos templos. Fué Roma tomada por terin, los godos, como difiriesen la
los godos el año de su fundación, vuelta, dando a entender que les
1164, el díaprimero de abril, sien- faltaban tales y cuales cosas, aque-
do cónsules Flavio y Varrón. Bien llos trescientos mozos, asiendo gen-
poco detallan los historiadores la tilmente la ocasión, el día que se
manera como Roma fué tomada. fijó abren la puerta a los suyos. En-
882 JUAN LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. —TOMO I

trado el godo, con más


afrenta que yores y entregado a la posteridad,
daño devasta toda ciudad.
la como si por la misma causa, a sa-
»Hay quienes piensan que la puer- ber: por violación del derecho hu-
ta se abrió a los godos por obra de mano, siglos atrás, cuando todas
Proba, dama ilustre y opulentísima, aquellas locuras impías estaban en
de pura compasión por la plebe ro- plena vigencia, los galos no hubie-
mana, que a manera de bestias, por ran tomado la ciudad y reducídola
y plazas, se caía muerta de
calles a escombros; como si muchos em-
hambre y de enfermedades. Dos cir- peradores cristianos no la hubieran
cunstancias son) harto notables : una, administrado ejemplarmente y como
que Alarico dió un edicto que a si esta declinación del Imperio y su
cualquiera que se hubiere acogido evidente decadencia hacia su ruina,
al asilo de los templos de los santos, no hubiese comenzado ya en tiempo
singularmente de San Pedro y San de los emperadores gentiles. Y como
Pablo, no se le hiciese ninguna vio- si Honorio no hubiese perdido a Ro-
lencia, lo cual fué observado con de- ma por la misma desidia y apatía
licada puntualidad; y la otra, que por la que Galieno perdió el Egipto,
cuando se notificó a Honorio, estan- el Asia y la Galia, al anuncio de cu-
te a la sazón en Rávena, que Roma yas pérdidas él hizo muy tristes do-
se había perdido, entendiólo él del naires y chanzas. Pues contra esos
atleta galo, apodado Roma, y se ma- hombres que, aun en el caso de no
ravilló en grado sumo que tan pron- ocurrir calamidad alguna, fueran en-
to pereciese aquel con quien poco conados enemigos de nuestra santa
antes se había copiosamente diver- Religión, escribió San Agustín, en
tido.» Todo esto es de Egnazio. veintidós libros, la Ciudad de Dios,
De todas estas calamidades, los en defensa de la Religión cristiana,
maldicientes e impíos paganos echa- contra sus murmuraciones y quejas
ban la culpa a la Religión cristiana, que rezuman furia impotente y sa-
diciendo que jamás Roma fuera to- crilega impiedad.
mada si hubiera conservado el cul-
to de los dioses recibido de los ma- Lovaina, 1521.

FIN DE
«QUIÉNES FUERON LOS GODOS
Y CÓMO
CAN ARO.\" A ROMA»
LA VERDAD EMBADURNADA
(VERITAS FUCATA)

(15 22)

Interlocutores: Luis Vives, Juan laVerdad. Hago caso omiso de los


Vergara. más modernos, que, con bagatelas,
que se quiebran de puro sutiles, se
ives. —
¿Sabes tú por qué moti-
andan preguntando: ¿La Verdad de
vo se discutía entre ellos con
la enunciación es otra cosa que la
tan brava porfía?
misma enunciación? Unos lo afirman

Vergara. Muy de otra manera te
y otros lo niegan. Si ello es así, hizo
admiraras si lo supieras. muy bien Pilato, que, habiendo pre-

Vives. Cuéntame, punto por pun-
guntado a Cristo Nuestro Señor
to, toda esa discusión a fin de que
¿qué era la Verdad?, sin aguardar
yo participe de esta pasión tuya, y la respuesta se fué al punto, pues
ya que somos homónimos, sintamos
de quedarse hubiera tenido que so-
las mismas simpatías.
portar una ingrata disputa acerca

Vergara. Voy a contártela, pues-
de los complejos significados de la
to que me lo pides. ¿Conoces acaso
Verdad. Con todo, de los filósofos
la Verdad?
Vives. —
Mandaréte callar si el
antiguos, los unos pensaban que eso
de la Verdad era un nombre huero
cuento no consiste sino en averi-
y vacío de realidad en ese mundo
guar si yo conozco la Verdad. subluar y otros la relegaban como

Vergara. ¿Por qué así? a un mal esclavo huido en el fondo

Vives. Porque ni los mismos filó- de un pozo o en la ciega incomodi-
sofos se han puesto de acuerdo hasta
dad de una cárcel. Los había quie-
ahora en qué consiste o dónde reside nes opinaban ser una a manera de

Tardíamente, ese lindo y agudo


moza casquivana que, según era su
(1)
opúsculo ge incorporó en la obra total humor, ora salía y se mostraba, ora
de Vivéis. Se le echa de menos len la se hacía la huidiza y se escondía y
edición de la Opera fere omnia, de Ba- nos hacía varias y donosas juga-
silea. Mayáns lo .reintegró a ila suya, das. No faltaron los pródigos de la
gracias a la fina obsequiosidad de don Verdad, para quienes todo rebosaba
Manuel de Roda, ministro de Gracia y
Justicia del rey don Carlos III, que pu-
verdad, que se metía en los ojos
so a su dispostición un ejemplar, quizá y en los demás sentidos y que así
único, impreso en Lovaina el año 1522, como para el rey Midas todo cuanto
en la oficina de Teodorico Martí. tocaba se le volvía oro, así todo
884 JUAN LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. TOMO I

cuanto caía debajo del dominio de guisa que hubieras asegurado que
los sentidos trocábase en verdad pu- acababa de dar a luz al Odio, pues
ra y simple. Ojalá Pilato hubiese hartas veces riela su tétrico sem-
querido detenerse un poco más, o blante y pone en sus ojos y en su
se hubiese dignado Cristo Señor frente suavidad y blandura. Anda-
Nuestro responuer a la pregunta y ba en seguimiento de ella una gran
sabríamos, por fin, qué es la Ver- turba de filósofos, por caminos dere-
dad. ¿Quién lo hubiese explicado cheros los unos, por senderos des-
mejor que la misma Verdad perso- viados los otros, pero todos decían
nificada? a voz en cuello que la seguían, por
Vergara. — ¿Luego Cristo es la manera que muchos que contempla-
Verdad? ban el espectáculo echábanse a reír,
Vives. —Sin duda alguna. puesto que, proclamándose seguido-

Vergara. ¿Por qué decías, pues, res, tomaban direcciones diversas y
que no conocías la Verdad? aun contrarias. Ninguno protegía su
Vives. —
¡Como si conociéramos a flanco, pues su marido caminaba un
Cristo, en cuanto es Verdad! poco delante de ella y su hijo se-

Vergara. Ahora tú te remontas guíala unos pasos detrás; a ése le
a soberanas regiones; yo te hablo rodeaban viejos judíos y cristianos.
con sencillez y según el lenguaje La misma Verdad caminaba a ratos
común. ¿Jamás oíste el nombre de por sus propios pies y a ratos por
Verdad? pies ajenos. Llevábala en una silla

Vives. El nombre lo oí muchas gestatoria un añoso anciano, pero era
veces, puesto que es el más soco- verde y cruda su senectud, era pro-
rrido y el que más suena en el foro, funda su gargantez y hambrienta,
siendo así que es extremada la pe- férrea su dentadura, no desemejan-
nuria de su realidad. tes de Saturno ni su faz ni su nom-

Vergara. Esa misma Verdad fué bre; llamábase Cronos, como el dios
a la casa general y pública del li- se llama también Cronos.
naje humano, acompañado de su En el pórtico de enfrente paseá-
marido, el Miedo, y su hijo, el Odio. base lo Falso: un hombre, como el


Vives. ¡Huy! para tan buena
;
mismo nombre suena, falso del to-
madre, tan bellaco de hijo! do para con los otros, desde- luego,

Vergara. ¿Y por qué no dices: pero principalmente contra sí mis-
para mujer tan decidida, marido tan mo; ente absurdo, ora hembra, ora
apático? varón (yo le creí hermafrodita), con

Vives. Diríalo si tú no te hubie- atuendo asaz elegante, cortesano sin
ses adelantado. duda, y aun diré que palatino. La
Vergara. — Bueno estaba que un estola de oro bajada hasta los pies,
dialéctico de París no se anticipase de seda el capillejo o chapeo, el velo
y no diese lugar a réplica. de Malta, de color de llama; la mi-

Vives. Ea, pues, continúa, hom- tra, cuajada de perlas; las guedejas,
bre de monólogos, pues voy a inte- ajenas y compradas; pesadas sus
rumpirte rarísimas veces. arracadas de tanta pedrería; de oro

Vergara. Andaba la Verdad con vario el collar, vistoso por un lindo
arreo sencillo, asequible, aldeano; camafeo. Llevaba en sus brazos
con una expresión de tristeza en el grandes brazaletes y manijas labra-
rostro transpirando severidad, de das con sumo primor. Su cara, feí-
OBRAS FILOLÓGICAS. LA VERDAD EMBADURNADA 885

sima por otra parte, embadurnada ciudadanos, con agrado no menor


de afeites y mejunjes; sus labios que se les llamase caballeros; por
brillantes de alconcilla; negras sus Jo que toca a los palaciegos, aun
cejas de antimonio, y todo cuanto cuando sean hijos de boyeros, es
podía verse de su cuerpo revocado peligroso no llamarlos muy nobles.
de albayalde. Cubiertas iban sus ne- Son harto fáciles en requerir la es-
gras y tartáreas manos por guan pada.
tes de Andalucía; desnudos sus Todo lo contrario ocurría en el
hombros, absurdamente distintos del pórtico de la Verdad; allí todo esta-
semblante; flacas sus piernas, pol- ba a la vista, todo abierto, todo sim-
lo cual era cosa más fácil alcanzar- ple, todo cierto, sólido, y porque
le en su huida que a los mismos co- más se pareciese a lo verosímil, to-
jos. Ejercitaba su memoria, aun do era de verdad. Lo verdadero era
cuando infeliz y con fallos frecuen- verdadero: la rusticidad, rusticidad;
tes. las hoces, hoces; los higos, higos.
Acompañaban ese absurdo engen- A veces, sobre la excesiva diafani-
dro mentira, el perjurio, la astu-
la dad que los dejaba al desnudo, pro-
cia, el fraude, el aleve dolo, la adu-
movíanse disputas entre los cínicos
lación, no pocos villanos, muchísi- y otros filósofos de otras escuelas.
mos ciudadanos, hombres criados Así que la Verdad se paró, mandó
exquisitamente, nobles lucios, ricos que alguno de su corte dirigiese la
en gran número, casi todos los áu- palabra a la concurrencia. Adelan-
licos, pues incluirlos a todos sin
tóse a hablar Demóstenes. Esquines
le interrumpe "con alboroto grande.
excepción, no sería justo, puesto
que es odioso decir que a todos, si Murmullos en la multitud. Compó-
bien cada uno de esos hombres, nese Cicerón; comienza a palidecer
tanta es su modestia que se consi- y a temblar; maravíllanse todos y
derarán excluidos por el casi Lle- lo interpretan como una acusación
vaba con gran desabrimiento y eno- de su conciencia. No sé quién sacó
jo que se le llamase por su nombre un documento donde afirmó, y no
Falso; quería hermoseada esta ape- una sola vez, que él no perseguía
lación con algún disfraz. Ese corte- más que lo verosímil; fueron llama-

jo puesto que el vulgo, con un mi- dos los filósofos, pero ninguno pudo
metismo servil, se acomoda y se hablar por el ruido ensordecedor de
acicala en el espejo y al gusto del los contrarios, pues no bien alguno
gobernante
nombres propios,
— , todos rechazando los comenzaba a hablar, cuando, luego
se decoraban y al punto, contradecíanle clamorosa-
cohonestaban con nombres ajenos. mente los de las otras escuelas, sin
Así que la mentira llamábase descui- ningún respeto por la señora Ver-
do, el perjurio llamábase asevera- dad con tal de satisfacer sus pasio-
ción de la verdad, la astucia, pru- nes, y preferían que no fuese loada
dencia; a la lagotería oí llamarla la verdad, que no que lo fuese por
urbanidad y buena educación, y un hombre de otra facción.
unas veces quería parecer amor y Por voz de pregonero da orden la
otras admiración; profesábase con- Verdad que se retiren todos los gen-
sanguínea de la verdad. Los villa- tiles y que tome la palabra algún
nos oían con sumo gusto si alguna cristiano. Este, consultado el caso
vez se les llamaba hidalgos; y los con los judíos primitivos, de uno y
886 JUAN* LUIS VIVES.
.
OBRAS COMPLETAS. .
TOMO I

otro Testamento, a saber: las Actas Que de pies a cabeza, toda es igual
auténticas de la misma Verdad, em- y proporcionada.
pezó a perorar un gran panegírico Que sus manos inmaculadas parti-
y tocó puntos innumerables. Proli- ciparon en la fabricación de esa má-
jidad sería explicar en pocas horas quina del mundo: brillantes sus
lo que él dijo en muchas que no lo uñas, que dirás que son sardónicas
parecieron. Reunió bastante más loo- de mucho precio, que es admirable
res que no Plinio en el panegírico la firmeza de sus dedos obradores
de Trajano. Mostróseme poco des- de prodigios.
pués el esquema del discurso. Los Que esto Moisés lo demostró y
puntos que desarrolló aproximada- obligó a que así lo confesasen los
mente son éstos: magos de Faraón.
Referente a
lo anterior a la Ver- ¿So ves cuán abundoso caudal
dad, dijo que el Padre era su Señor pueden proporcionar a la elocuen-
y su Hacedor, nacido antes que el cia estos loores, singularmente si es
mundo naciese. Así estaba relatado un artista de la palabra quien los
en las Actas de la Sabiduría. canta?
Que había salido de la boca del La Verdad, satisfecha con esas
Altísimo, hija primogénita de Dios, alabanzas, soberanas sin duda, pero
mayor que todas las restantes cria- que no dejan de ser verdaderísimas,
turas. empezó a hablar de aquellos que
Que Ella es la palabra de Dios. deambulaban en el pórtico de en-
Que no sólo la palabra, sino el frente y con el afecto maternal
principio de las palabras de Dios; que siente para con todos, puesto
que sus ojos todo lo ven y que no que sus delicias son conversar con
hay cosa que le engañe. los hijos de los hombres; a ciertos
Que su semblante, salvo una seve- grandes varones, y especialmente a
ridad generosa, irradia afabilidad; Platón, dióles el encargo de que les
que con su dulzura enamora; que exhortase a que, abandonando lo
con su humanidad invita. Falso, con su impurísimo y feísimo
Que no hay cosa más facunda, cortejo, se pasasen a la Verdad. Hí-
más atractiva, más eficaz, más cierta. zose entonces escarnio a la Verdad,
Que es péñola de escribano, que que, a pesar de proclamarse reina,
escribe velozmente. no poseía siquiera una chapa de
Que es una voz pura, blanda, sua- oro y en su vestir no se distinguía
ve, recia, matizada, sonora; que ja- de las sirvientas.
más suena cosa horrible, áspera, En este punto, como fuese que
triste. Al órgano de esa voz suya Homero comenzase a echar versos
sonorosa muévese la tierra, respon- a voleo y a ciegas, agudos los unos
den los cielos y los elementos; las y los otros, según más tarde lo oí
más bravas bestias quedan a su can- contar a Platón, que ni tocaban el
to desarmadas y se detienen a su cielo ni la tierra, Platón empezó con
embeleso. él a discutir la cosa con versos, pues
Que en sus brazos tiene tanta ro- en su juventud se había señalado mu-
bustez, que fácilmente derriba al ti- cho en aquel arte. Enojado Homero,
rano, a la mujer y al vino. intímale que se retire cuanto antes.
Que causa maravilla que sea es- Platón declaró terminantemente a
posa del Miedo. Homero y a los poetas restantes que
OBRAS FILOLÓGICAS. LA VERDAD EMBADURNADA 887

no había para ellos lugar alguno en tiempo fueron tenidos por poetas.
la República que fundaba; Repú- En cuanto a los que debían enviar-
blica ideal, en que sólo los sabios se, había disidencia.
tendrían cabida. Acudió a la pela- Homero, a quien el unánime con-
mesa Heráclito de Efeso, y, entre sentimiento designaba para esta mi-
otras muchas, dijo cosas que ni el sión, empezó a poner muchas excu-
mismo Homero entendió, y luego, sas: en primer lugar, la de su ce-
un poco más claramente, afirmó guera; luego la de su pobreza, a
que, si mandaba él, no permitiría continuación la de su provecta edad,
que ningún poeta acudiese a los sa- a seguida la de sus absorbentes ocu-
grados certámenes. Platón volvió paciones en componer poemas y ce-
con las manos vacías. lebrar a los príncipes y por su pe-
A la noche siguiente hubo bullicio lea del día anterior, en la que poco
grande y gran excitación en el al- faltó para que viniesen a las manos
bergue de lo Falso, pues decían que que Platón tenía valimiento muy
habían obrado impía y sacrilega- grande en las filas de los partida-
mente, echando con tanta afrenta rios de la Verdad; que si Marco
al embajador de la Verdad, que Tulio, con tan larga práctica en el
ella es auténtica reina y. señora de gobierno de la República, y con
las mentes humanas, que para ella aquel su proverbial patriotismo, re-
nacieron, no para lo Falso. Que husó una embajada de paz tan hon-
lo Verdadero es el mejor y más sa- rosa, tan provechosa y necesaria a
broso pasto de las almas y que la la República, que con tanto enca-
Verdad profesa a la Humanidad to- recimiento el Senado le ofrecía, por-
da un amor único. Al día siguiente que en el campamento de Antonio
acuden todos a una reunión tumul- tenía a Ventidio y a Saxa, que esta-
tuosa; piden que se envíe una co- ban enojados con él, ¿qué pensaban
misión que trate de poner recon- que iba a hacer un hombre de su
ciliación y paz entre los príncipes condición y de su nula experiencia
Verdadero y Falso. Los entendidos política? A duras penas ese razona-
dicen que no puede haber amistad miento, que en su mayor parte se
ni inteligencia entre ánimos tan dis- recitaba en verso, pudo ser captado
cordes. Con todo, para apaciguar la por las orejas, y mucho menos por
exaltada concurrencia, acuérdase en- los ánimos de aquel gallinero alboro-
viar un emisario con estas propo- tado. Entonces, impuesto silencio
siciones: Que los Falsianos están por un heraldo, el prefecto de la ciu-
resueltos a recibirla en su reino y dad habló así:
posesiones si, por alianza primera- — Suficientemente la honra de es-
mente y luego por afinidad, quiere ta embajada y el bien público debie-
unirse con Falso, su rey; no siendo ron de persuadirte a la aceptación
así, no hay avenencia posible; que gustosa de esta embajada que la pa-
los hombres de orejas y educación tria te impone si se quitan estos
tan delicadas no pueden sufrir las estorbos que te apartan de ella. Así
asperezas y rudezas de la Verdad que aplica tu espíritu y tu mente
sin ofensa de insolencia, especial- sublime y divina a fin de que, aque-
mente llevando una sobóle tan inso- llo que tú hubieses hallado por ti
portable. Aprueba estas proposicio- mismo, si en ello pararas mientes,
nes la adulación y los que en su ahora lo oigas de un hombre que
<SS8 JUAN LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. TOMO 1

en ingenio y en doctrina te es in- influencia en el reino de la Verdad.


comparablemente inferior, si bien Yo te diré, para que lo sepas, que
admirador tuyo apasionadísimo co- pocos días ha, según referencias de
mo los tienes, y no pocos ciertamen- unos fugitivos, fué acusado por unos
te, por toda la redondez del orbe, y judíos de hurto y de sustracción de
ello por razones muy justas. Te con- fondos públicos. Así que sus rique-
testaré, pues, por el mismo orden zas han sido reciamente cercenadas y
con que has hablado, y ello con mu- sufrió su crédito gran merma y fué
cha brevedad, pues harto se te al- declarado prevaricador por aquellos
canza que ni el lugar ni el tiempo hombres que, en el reino de la Ver-
sufren discursos más largos. Te ex- dad, después de los cristianos, son
cusas con la ceguera. Está bien. Ella los que tienen más poder y valía;
jamás te retrajo o te fué estorbo hallarásle más preocupado por ese
para ninguna empresa, por más percance su3 o personal que por sus
T

grande que fuese; tienes un laza- sentimientos de hostilidad para con-


rillo que te guía y se te dará por tigo. ¿Y qué me dices si de buena
compañero a Hesíodo, el de Ascra, gana se agrega a ti a ver si la co-
hombre de Beocia, que por su as- yuntura de esa embajada depara
pecto y su lenguaje aldeano no es algún remedio a su apurada situa-
muy desemejante de la Verdad. Tu ción? Finalmente, tú no debiste pro-
pobreza no hay cosa más grata que nunciar el nombre de Marco Tulio,
:

la pobreza en aquel reino adonde te hombre que empezó siendo meticu-


enviamos; no hallarás allí muchos loso y luego se encarnizó en las ene-
que sean más opulentos que tú; mistades privadas con más pertina-
traerás contigo por cartera el escri- cia de lo que a la República conve-

ño o cofre del rey Darío, mueble el nía citó como testigos a Salustio
más precioso que se halló en toda Crispo y a Asinio Polión, quienes,
el Asia, a saber: la ancianidad que con juramento, afirmaron que así
todos los seguidores de la Verdad era —Por esas causas y razones, yo
.

tienen en sumo aprecio. En ella di- opino que tienes que encargarte de
cen que se complace su príncipe. El esa embajada. En el desempeño de
canto de tus versos, ¿de qué andan- esta misión yo ruego a Calíope que
zas tuyas te ha estorbado? Tam- todo redunde en bien de esa nues-
bién quizá en esa legación tuya, en tra ciudad.
medio de aquellos maestros que ha- Por aclamación tomó la asamblea
cen profesión y alarde de saberlo el acuerdo de que Homero fuese allá
todo, aprenderás algo que pueda y trasladase a la Verdad el encargo
comunicar a tus poemas un lustre que le había hecho la patria, hacien-
nuevo. Y aún diré más: es menes- do votos porque el resultado de la
ter que vayas allá, tú, que por ansia embajada fuese fausto y feliz. Ho-
de saberes navegaste tantos mares, mero, pues, acompañado de Hesíodo
visitaste tantas ínsulas y abordaste y de dos lazarillos, Luciano y Apu-
tan remotísimas naciones. Platón el leyo, emprendió el viaje. Luciano
Ateniense, cuya enemistad recelas, dijo a Apuleyo que él, en cierta oca-
es un hombre, a lo que cuenta la sión, se había convertido en asno.
fama, facilísimo de aplacar y recon- Apuleyo oyó con regocijo esta do-
ciliable en grado superlativo. Te en- nosa invención y rióse y contó a
gañas tú, que piensas ser tanta su quien quiso oírle que él también se
OBRAS FILOLÓGICAS. LA VERDAD EMBADURNADA 889

había convertido en asno; en pri- cierto,pero que yo repetiré en pro-


mer lugar, a Marciano Capella y a sa suelta y en latín, como me pro-
Sulpicio Apolinar y a Bautista Pío puse.
y a Felipe Beroaldo. Homero, en me- Comenzó diciendo que con aque-
dio de una grande y ansiosa expec- llas envolturas la Verdad será para
tación de uno y otro pueblo, llegó muchos más admirable cuanto más
al domicilio de la Verdad. Entrado rara pues de la rareza acostum-
;

allá, invocadas las Musas, según ri- bra nacer la admiración. Demostró
to, cuando pensó que tras muchos esto con el ejemplo de muchos ilus-
cantos su misión estaba asaz prelu- tres varones cuya vida, para que
diada, abordó el tema y lo expuso gozase de mayor autoridad y vene-
todo según las órdenes recibidas. ración, discurrió lejos del comercio
Dión de Prusia, confundido en la humano, como Pericles en Atenas y
concurrencia, dijo a voz en cuello Tiberio César en Roma. Dijo luego
que con un tal embajador no había que si alguno, alzado el velo, llegase
acuerdo posible; que todo él era un al cuerpo mismo de la Verdad, le
amasijo aliñado y compuesto de fal- sería más grata, como conseguida
sedad y mentira y que era muy ex- a fuerza de trabajo, y más querida,
traño que no trajese consigo a Uli- como comprada por precio no ruin.
ses, que no hizo más que mentir. La El mundo es ansí. Muy pronto hie-
Verdad dió orden de que a coces se den las mercancías regaladas, y a
echase del local de la asamblea a muchos objetos lo que les da esti-
aquel perturbador, pues ella, con mación es cabalmente su precio ele-
tal de insinuarse e infiltrarse en tan vado. La Verdad dijo que de mejor
grande multitud como la que mora- gana se mostraría desnuda; que sin
ba en el reino de lo Falso, no rehu- máf atavío que el de su casta des-
saba condición alguna mientras fue- nudez valdría mucho más en el apre-
se honrosa y tolerable; así que que- cio de los hombres y que en su pro-
ría de todas maneras que hubiese pio ser natural, percibido rectamen-
convenio. Interrogado Homero por te por el ingenio humano, sería a
la Verdad cómo podía cuajar la afi- todos infinitamente más grata y des-
nidad, puesto que lo Falso había pertaría amores increíbles. Homero
sido infecundo siempre, respondió replicó que él no dudaba que la cosa
que ello únicamente podría ser sí era así como la Verdad decía; pero
admitiese el atavío y el afeite de lo que, por lo demás, él conocía las cos-
Falso, que ése era el pacto con su tumbres y el carácter de su pueblo,
augusto príncipe; que aquélla era que él era portador de aquellas pro-
no ya afinidad, sino propincuidad posiciones, cuyo repudio haría casi
y deudo muy estrecho; que él tenía imposible la transacción. En el con-
en su poder todo aquel embadurna- sejo de la Verdad resolvióse que se
miento y afeite y que él era dies- imponía una más amplia delibera-
tro como el que más en el afeite y ción y el negocio se remitió al día
en el retoque engañoso. Así que en- siguiente.
tendió que la Verdad desdeñaba y A la caída de la tarde fué envia-
hacía ascos de aquel adobo tan aje- da a Homero una cena opípara y se
no y tan reñido con su sinceridad, dispensaron soberanas honras al ta-
empezó a disertar sobre las venta- lento maravilloso, y fué conducido
jas del afeite en versos, griegos por por todas las estancias del palacio
890 JUAN LUIS VIVES.
.
OBRAS COMPLETAS .
TOMO I

de la Verdad, y una por una, en lar- viniesen a la vida, como creyeron


ga conversación, le fueron explica- Pitágoras y Platón. ¿Osarás tú con-
das por los guías todas las singula- tradecir la opinión de tan grandes
ridades. Homero rogó a los que le filósofos, cuya autoridad te coaccio-
guiaban que le llevasen a la Repú- nará, ya que no sus razones? Pitá-
blica de Platón, donde Platón le goras no aducirá más que su Conó-
amenazó con que no le permitiría cete a ti mismo, y te objetará Pla-
la entrada. Xo distaba mucho; era tón que él es el dios de los filósofos.
un campo de soledad y aburrimien- —
Vives. Ya veo adonde la fábula
to, puesto que no tenía más vecinos camina.
que Sócrates y Platón; y esto que —
Vergara. ¿Dónde estaba cuando
era muy ambiciosa su fábrica, idea- me interrumpiste?
da por Sócrates, asentada por él en Vives.— Cerca de la República de
sólidos cimientos de mármol. El di- Platón, casi al final del día.
seño de ese edificio grandioso era —
Vergara. Así era; la noche esta-
obra exclusiva de Platón, quien, a ba cercana. Se advirtió a Homero
la entrada, había puesto una mesa que la noche se echaba encima, y
petitorici en vista a los transeúntes conducido a un albergue público,
para los gastos de la obra. Dicen agregáronse a su cena Empédocles,
que para las calendas griegas in- Lucrecio, Varrón, Lucano, Silio Itá-
minentes se van a levantar los mu- lico, Juvenco, Sedulio, Ausonio, Pru-
ros y las casas. Así que Homero vió dencio, Arator, Próspero. Varrón es-
el estado de las obras, rióse de las taba gruñón y no cesaba de murmu-
amenazas de Platón y a su vez ame- rar que los convidados excedían del
nazóle con que él jamás se estable- número de las Musas. Entendiéndo-
cería en ciudad tan desolada. Pero Ausonio y sospechando que se
lo
en voz baja se advirtió a Homero quejaba de él, propuso algunos enig-
que desalojase de allí a toda prisa mas o adivinanzas acerca del núme-
antes de que Sócrates saliese de sus ro de las Musas, que nadie pudo
redes, erizado de espinas porque no descifrar; así, de momento, quedó
se le cogiese o se le pinchase, espe- excluida la queja de Varrón. Para
cialmente cuando aun los más lin- regocijar el banquete, Apuleyo dijo
ces, a duras penas, pueden escabu- unas cosas acerca del Asno. Luciano
llirse de estos peligros. contó algunas de sus andanzas que

Vives. Xo puedo menos de inte ni él mismo ni ningún otro vió, oyó
rumpirte y dirigirte una pregunta. o creerá. En el espacio de aquella
Dime: ¿Cómo pudo Homero tratar- noche, la Verdad resolvió consigo
se con Luciano y Apuleyo y hablar misma muchos pensamientos y tra-
a Platón y tener noticia de Cicerón, tó mucho con sus más íntimos con-
de Pericles y Tiberio César, siendo sejeros acerca de ese afeite o dis-
así que vivieron a tantos siglos de fraz: que para la Verdad era una
distancia? Mira que no nos vayas a cosa aborrecible, pero que ella te-
contar una novela poco creíble. mía la obstinada afición de los áni-
Vergara. —¡Xecio! ¿No leíste aná- mos de los otros, que no sin gran
logos anacronismos en Homero y pesar dejaría a un lado a tan gran
Virgilio? Todos estos personajes se número de hombres. Y así fué como
conocieron después de muertos o se resolvió aceptar la propuesta de
muchos miles de años antes de que la embajada con determinadas con-
OBRAS FILOLÓGICAS. LA VERDAD EMBADURNADA 891

diciones: no admitir ni rechazar el que creían que Eneas coincidió en


disfraz o afeite en absoluto. Se lla- Africa con Dido, y que después de
mó a Homero y se le comunicaron su aparatoso suicidio, su hermana
las condiciones que había de traer Ana fué a Italia, la cual, luego de
al reino de lo Falso. ahogada en el río Numicio, trocó

Primera condición. La fama pú- su nombre de Ana en Perenna, a la
blica, que es un monstruo de mu- cual, por los idus de marzo se le
chas cabezas, libre, licenciosa, des- ofrecen sacrificios todos los años y
bocada, sin freno, descomedida, para siempre.
gran maestra de errores, inventará, —
Tercera condición. Los sucesos
fingirá, compondrá, arreglará, re- que tuvieron lugar después de las
tocará en la Verdad todo cuanto se Olimpíadas se quedarán íntegros pa-
le antojare y hasta donde se le an- ra la Verdad, si ya no es que se les
tojare. Los creadores, los invento- quisiere añadir algún toque ligero
res y los soñadores, que en griego para darles hormosura o gentileza,
se llaman poetas, si lo pusieren por placer o utilidad, con fines morales.
escrito, no quedarán incursos en Por esta discreción es alabado Virgi-
responsabilidad ni fraude. El que al- lio, quien, habiéndose tomado mu-
guno de ellos finja e invente todo cha licencia y soltura en las cosas
cuanto contare, parecerá pura inep- de Eneas, así que llegó a los roma-
cia y se dirá que más que poeta es nos fué observante puntual y escru-
un mentiroso o un impostor. puloso de la verdad, como es de ver
Segunda condición. Como — sea en los libros sexto y octavo de la
verdad que antes de la celebración Eneida. Y con razón. Con más reli-
de las Olimpíadas, cuyo origen se giosa fidelidad escribieron Lucano
remonta a los cuatrocientos años an- y Silio que Valerio Flaco. A pesar
tes de la destrucción de Troya, y a de ello, introdujeron aparecidos y
los treinta antes de la fundación de les dieron habla y vaticinaron nove-
Roma, siendo Esquilo arconte de dades advenideras y fueron profe-
Atenas, los historiadores lo daban tas de lo pasado; mezclaron episo-
todo confuso, mezclado, revuelto, y dios inventados con hechos históri-
estaba permitido disfrazar y encu- cos que comunican al poema gracia
brir los sucesos con libertad excesi- y hechizo y fundamentalmente no
va, siempre que el fondo y como el restan verdad a la narración.
núcleo quedase reservado a la Ver- —
Cuarta condición. Estará consen-
dad; aquello que dejaron consigna- tido mezclar verdad con invención,
do los grandes autores y quedaba siempre que fuere en cosas ocurri-
admitido por la opinión y consenti- das antes de las Olimpíadas y que
miento público, no sin alguna profa- ya se saben y se dicen falsas y se
nación y desdoro, iba a ser modifi- podrá fantasear sobre ellas.
cado y alterado por los poetas que —
Quinta condición. Puesto que es
los sucedieron; y por esto no es sil- razón que se hagan amplias conce-
bada ni pateada la fábula virgiliana siones a la mejoría de las costum-
de Dido; primeramente, porque pa- bres, todo cuanto se refiere a la
só antes de las Olimpíadas; luego, moralidad o a algún provecho de la
porque ya Ennio la había divulga- vida quedará libre a los escritores,
do; además, porque ya estaba acep- hasta el punto que se podrá dar
tada por la opinión común y por la rienda suelta a la fantasía y a la
fama. Muchos eran, con efecto, los I
invención de apólogos se podrán
;
892 JUAN LUIS VIVES. OBR AS COMPLETAS. TOMO I

escribir comedias nuevas, donde se En este punto, por presión de un


pinten las pasiones humanas, y com- grupo de cristianos y de filósofos, al-
poner diálogos que tienen gran se- borotados por el nombre de Arísti-
mejanza con las comedias. des, añadióse, no una condición,

Sexta condición. En todo tiempo, sino una exhortación, a saber: que
en toda edad y a todo linaje de es- en la próxima sesión del Senado se
critores estará permitido envolver derogase la ley de Catulo, formu-
la Verdad en enigmas, en parábolas, lada en cuatro artículos, semejantes
en traslaciones que tienen un campo a aquellos con que en la antigüedad
anchísimo. Faleuco cantó a Ceres

Séptima cordición. Quienquiera Es razón que sea casto el poeta
que escribiere de cosas tocantes a piadoso en su persona; pero no es
las artes y a la erudición, ora fuere menester que lo sea en sus versos;
en metro, ora en lenguaje desatado, sólo entonces tienen sal y gracejo
respetará en toda su entereza la si son de amoríos y un poquillo des-
Verdad de las artes, según su crite- cocados.
rio, si ya. no es que se vista de me- Alléguese a esto que no se can-
táforas; si agregare corolarios o adi-een los que sean vanos y sin utili-
tamentos, téngase obligado por las dad práctica, sino que conjuguen el
anteriores condiciones. provecho y el placer.

Octava condición. Si en la com- —
Décima condición. Si por ventu-
postura y afeite de la Verdad no ra alguno afeitare, dijere, hiciere
existe verosimilitud ni congruencia contra lo que prescriben esas condi-
ni decoro, la obra disonante, absur ciones, ni en el reino de lo Verdade-
da, ridicula, que de ahí naciere, de- ro ni de lo Falso se le tenga consi-
be ser pateada, debe ser silbada, deración alguna, sino que se le
debe ser rechazada inexorablemente. eche de todos los liceos, palestras,

Xovena condición. Si alguno, pa- colegios, escuelas, universidades sin
ra su propio esparcimiento, tuviere autoridad, sin honor, sin nombre,
el propósito de ir a zaga de lo Falso, sin renta, sin centuria, sin vecin-
sin tener cuenta con la moralidad dad ni ciudadanía y que esto que
;

ni la utilidad práctica, porque no le queda convenido sea aprobado con


falte cortejo a ese príncipe, se le to-la fórmula que acostumbraron nues-
leraría la compañía siempre que se tros mayores: Quien hiciere fraude,
distinga por alguna insignia visible; sea víctima del fraude.
déseles ciudadanía en alguna villa Dióse orden de que estas cláusulas
milesia, amena y regalada; vayan fuesen transcritas por escribanos
con ellos risas y donaires; vayan públicos, en parte por Terencio Va-
con ellos las dos esposas de Vulcano rrón, en parte por Quinto Horacio
y vivan con Luciano, Apuleyo y Clo- Flaco, en parte por Celio Lactancio
dio Albino. No permitimos que ac- Firmiano. Se mandó además que tú
túe Arístides, poeta procaz, libidino- también trascribieses algunas.
so, impuro, si persiste en su empe- Vives. —
¿Yo? ¡Guarte que no ten-
ño, y ello con todo derecho, siendo ga asaz de gravedad y peso lo que
así que con harta frecuencia sea reo escriba yo, hombre de ingenio me-
del mismo crimen Apuleyo, hombre, nos que mediano, de erudición nula,
por otra parte, respetable y magis- filósofo casi académico!
trado de la ciudad. —
Vergara. Podrán no tener peso
OBRAS FILOLÓGICAS. LA VERDAD EMBADURNADA 893

por escritas por ti, sino por manda- que se hacen comadronas, ya que
so,
das de la Verdad. no pueden ser parteras, y, como
Vives. —¿Imaginas tú que de buen dijo Horacio: Haré el oficio de la
grado van a mantenerse en esos lí- amoladora, que no corta ella, más
mites los poetas, linaje de hombres hace que el hierro corte ; no escri-
vagabundos y licenciosos? biendo yo nada, enseñaré los debe-

Vergara. ¿Qué mayor anchura y res y el oficio del escritor; de dón-
libertad que la contenida en estos de toma la materia; de qué modo
límites? Dentro de ellos pueden cam- se forman y se nutren los poetas;
pear a sus anchas, correr, divagar, qué es lo conveniente y qué no lo
peregrinar como les viniere en ga- es; adonde el acierto, adonde con-
na. No es más espaciosa la pradera duce el error.
de San Jaime donde te hallé pasean- —
Vergara. Pero eso ya mira a otra
do con aquellos dos gentiles y apues- cosa y tú empiezas a devanear. Así
tos mozos. que me voy.

Vives. Te refieres a Nicolás Vo- Vives. —
¡Qué cuerdo y qué cauto!
conio y Jerónimo Rufaldo. ¡Qué in- Porque no te mate a pesadumbre,
genios, mi querido Vergara! Cómo pues no estoy dispuesto, como la
van a ser la gloria y el orgullo de sanguijuela horaciana, a soltar la
su siglo si, cosa que Dios no quiera, piel hasta que
esté ahito de sangre.
la fortuna no es con ellos injusta Pero no deberías tomar esta precau-
o ellos no lo son consigo mismos. ción si supieras cuán pronto dejará

Vergara. Soy contento de que in- de soplar para mí el viento del Par-
genios tan prometedores sean for- naso.
mados por ti. —
Vergara. Déjate de Parnasos, de
Vives. — Si
yo no puedo alumbrar Helicones y Pierios y otras pedan-
algún parto grande y glorioso, terías. ¿No ves que es ya hora de
exhortaré al menos a que otros le cenar y tú te vas a tomar de más
alumbren y haré lo que hacen aque- arriba tus boberías, de forma que,
llas mujeres, agotadas de los copio- atiborrados de bagatelas, tenemos
sos alumbramientos o estériles aca- vacío y hambriento el estómago?

FIN DE
«LA VERDAD EMBADURNADA»
ORACION AREOPAGITICA
NICOCLES
(DISCURSOS DE ISOCRATES)

JUAN LUIS VIVES


INTERPRETE

JUAN LUIS VIVES disputa más que tú? En primer lu-


gar, por ese feliz talento tuyo y esa
A TOMÁS, CARDENAL WOLSEY, ILUSTRE
rica memoria y esa copiosísima eru-
CANCILLER DE INGLATERRA: SALUD
dición, dotes todas ellas de las que
cuestión es la que, por di- no pocas veces, en nuestras pláticas
Añeja
versas maneras, ejercitó con y disertaciones, tuve yo buena
muy varias conclusiones mu- muestra, ni oscura ni baladí; y lue-
chos ingenios y trocó el gobierno y go, por esa tu tan prolija experien-
administración de muchas Repúbli- cia y ejercicio de la gobernación de
cas, si resulta preferible y más acon- la cosa pública y administración del
sejable que el pueblo sea árbitro y reino. Eres todo un canciller de In-
dueño de sus destinos o que el regi- glaterra, que es una función públi-
miento de la colectividad resida en ca y como una magistratura popu-
el cuidado y providencia de un solo lar. Afuera de esto, te confió y en-
gobernante. Muchas fueron las resul- comendó los negocios de la monar-
tancias que se apuntaron en uno y quía el mejor de los príncipes. Por
otro sentido, ingeniosas y acertadas, esta razón yo te envío a ti, el más
según el que las profería, siendo autorizado censor de estas materias,
muy dignas de señalar las que, en dos famosas oraciones, no porque
dos célebres discursos, formuló el desconozca yo tu opinión de que es
ateniense Isócrates, uno de los cua- saludable todo gobierno en el cual
les trata del Gobierno por el pue- el bien público se antepone al pri-
blo y el otro del gobierno de un vado y que es pernicioso todo aquel
hombre solo, o sea de la Monar- que procede al revés, y que si no
quía. ¿Quién con superior criterio y falta prudencia y le asisten toda
con mayores luces podría con su suerte de virtud y miramiento del
sentir definitivo zanjar la crónica pro común, es preferible el mando
S96 JUAN LUIS VIVES.
.
OBRAS COMPLETAS.- .
TOMO I

y administración de uno solo, a tensión. Sólo me limité a traducir


ejemplo del gobierno de la fábrica estas dos oraciones de Isócrates,
de este mundo, en el cual la uni- obra que, si en rigor no puede de-
versalidad de sus elementos es go- cirse que sea mía, tampoco es aje-
bernada por uno solo, pero el más na en absoluto, pues le enseñé a
justo, el más sabio, el mejor y que hablar latín; y los preceptores, pa-
refiere todas las cosas creadas, no ra con sus discípulos, ocupan el lu-
a su propio interés, sino a la salud gar de los padres; le enseñé a ha-
de todos aquellos seres que gobier- blar latín, como digo, no con la
na. Sé que ése es tu sentir; pero brillantez que permite la facundia
así como en los antiguos tiempos del idioma del Lacio, sino hasta
era una suerte de desacato acercar- donde mis escasas facultades de ex-
se a la divinidad con las manos va- presión pudieron alcanzar la elo-
cías, asimismo pensé yo no serme cuencia del retórico ateniense. Ya
permitido allegarme a ti sin algún que no otras veces y en otras cosas,
presentillo, significativo de mi agra- al menos en esta ocasión emulé su
decimiento. En primer término, por- aticismo, porque no devolví con
que los grandes príncipes están en redundancias lo que él dijo en
lugar de los dioses, que son favore- oración breve y ceñida, ni repetí
cedores y benéficos ; después, por- con asiática pompa lo que él expre-
que me lo enseñaste tú. de cuya só con ática concisión, aun cuando
proximidad nunca me alejé sin al- no conté las palabras, que es pro-
guna dádiva. Con agudeza y discre- pio de un servilismo ruin y estú-
ción dijo Publio Siró: Frecuentar pido, sino que con honradez Dro-
el beneficio es enseñar a devolverlo. porcioné al lector el sentido fiel. No
Xo pude corresponder con el mis- es obra indigna de tu grandeza si,
mo género de don. Cuán insigni-
¡
quitándolos de mí, pones los ojos
ficante soy yo para competir conti- en todo lo demás; digo en el propio
go en oro y en plata! Pero lo triste Isócrates, en su elocuencia o en el
del caso es que tampoco corro pare- asunto que es Atenas, el Areópago,
jas contigo en erudición; con todo, y el rey Xicocles.
no me dejo vencer en ánimo y en Fué Isócrates un retórico atenien-
voluntad. se, contemporáneo de Platón, de cu-
Interpretarás, pues, esos pobres ya escuela, como del vientre del ca-
papeles míos como un signo certísi- ballo troyano, salió la nutrida y bri-
mo de que no se borró en mi pecho llante cohorte de ingenios que en
la memoria de tantos y tan grandes Grecia conquistaron tan gran nom-
beneficios, y los aceptarás como un bre por su elocuencia y desempeño
anticipo de que el día de mañana de los cargos públicos. Abonan su
te enviaré una obra proporcionada elocuencia los discípulos y los mo-
y de mi propia minerva porque en
;
numentos literarios que su ingenio
la actualidad, agobiado de trabajos nos legó. Hay en ellos una excep-
y de preocupaciones, y especialmen- cional blandura y suavidad de estilo
te por el cargo público de profesor y una magistral habilidad de com-
de Oxford con que me obligaste y posición, ligada a cadencias y a nú-
me decoraste, ni tuve espacio ni lu- mero, para su ornato. Cicerón no se
gar para dar a luz parto mío ni de recata de confesar que de aquellas
aderezar parto ajeno de alguna ex- opulencias salió más ataviado y
i

OBRAS FILOLÓGICAS. DISCURSOS DE ISÓCRATES. DEDICATORIA 897

más rico. Y así es como


Isócrates con sangre, como dice el adagio.
fué tenido en el máximo
aprecio y Pero, en este tiempo, Solón, uno de
honor por los pueblos todos y al- aquellos siete sabios a quien tanto
canzó sin foro, dentro de las pare- venera Grecia, dictó nuevas leyes,
des domésticas, una gloria cual la corregidas y aliviadas aquellas tru-
consiguieron muy pocos de los que culencias de Dracón, y estableció el
salieron al sol y saltaron a la are- Areópago o Consejo Supremo, si-
na. Consta que las oraciones, harto tuando su domicilio en aquel lugar
breves por lo común, que dejó es- de la curia donde se dictó senten-
critas fueron pagadas con una fuer- cia capital contra Marte, acusado
te cantidad de oro por grandes prín- ante aquellos atenienses antiguos
cipes, como por Artemisa, reina de de haber descabezado a Halirrotio,
Caria, y por Nicocles, rey de Sala- hijo de Neptuno; por esto, precisa-
mina. Fué tan fervoroso patriota, mente, fué llamado Areópago, que
que derrotada la pujanza de los ate- monta tanto como decir Colina de
nienses junto a Queronea por el rey Marte, pues existe en Atenas un
Filipo de Macedonia, al primer avi- conato de cerro. El Senado era per-
so del desastre llegado a Atenas mu- petuo y no constituido para un
rió de pena, siendo ya de una ex- tiempo determinado, como aquel
trema ancianidad. Consejo que se llamaba de los qui-
Ya sé que no ignoras que el pue- nientos ancianos o de nueve Tesmo-
blo ateniense, así en Grecia como tetas: entendían en -asesinatos, in-
en todo el universo mundo, fué ce- cendios, brujerías. Por esta razón
lebérrimo por su saber y por sus los hay que afirman que fué llama-
hazañas, y tanta la antigüedad y no- do Areópago, porque era creencia
bleza de su origen, que no refieren común que Marte presidía los deli-
su linaje sino a sí mismos. Por eso, tos de sangre.
con una voz griega, llamáronse au- En esta oración, Isócrates expone
tóctonos, que suena lo mismo que cuáles fueron las costumbres de los
aborígenes, como lo fueron los más aréopagitas y danlo a entender
antiguos habitadores del Lacio y aquellas expresiones antiguas: Más
como César testifica que hubo algu- santo que un areopagita; más serio
nas tribus en Bretaña. que un areopagita ; más íntegro que
En un principio, los atenienses vi- un areopagita. El mismo nombre
vieron en régimen monárquico, has- sólo de areopagita es sinónimo de
ta Codro; a éste, suprimido por sus juez sin tacha, pues nadie fué
enemigos del Peloponeso, luego de admitido en aquel Consejo cuyas
haberse ofrecido espontáneamente costumbres no fueren ejemplares y
por la salud de la patria, sucedie- que hubiere dado hartas pruebas y
ron, escogidos de su posteridad, los señales de su honradez inmaculada.
arcontes, a saber: príncipes que Y no hay memoria de hombres (co-
mantuvieron su dignidad por diez sa que merece la más grande admi-
años. Este linaje de principado duró ración) que haya sido hallado nin-
doscientos veinte años, a salber. guno que, si tenía un vicio congéni-
hasta Erixia, detrás del cual todo to, así que era elegido para el Areó-
el derecho y el mando de la colecti- pago no lo lanzase fuera de sí. Tan-
vidad pasó a poder del pueblo. Ha- ta era la virtud de los otros que nin-
bíales ya dado Dracón leyes escritas guno perteneciente a aquel cuerpo
LUIS vives. — 29
898 JUAN LUIS VIVES. .
OBR AS COMPLETAS. TOMO I

que contrajese un vicio irremedia- el ateniense Temístocles aplastó el


blemente, que no experimentara poderío naval de Jerjes, rey de los
el intolerable bochorno de verse persas. El propio Isócrates escribió
manchado él solo, entre tan püra para ese mismo Nicocles un segundo
limpieza. Entre ellos había la cos- discurso acerca de la administración
tumbre de que un heraldo, todas las del reino.
veces que un orador se aparejaba A tus manos van, pues, areopagita
para actuar en causa, advertíale que como eres, una Oración areopagí-
no se pusiera patético. Por eso los tica y un rey Nicocles; al canciller
juicios celebrábanse por la noche, del reino y al orador elocuentísimo
porque orador como
la vista, así del va Isócrates, y al protector, el pro-
del reo, no excitara algún movi- tegido Vives. Haga Cristo que todos
miento pasional que pudiera desviar tus pensamientos y tus actos todos
alguno de los jueces de la rectitud redunden siempre en la prosperidad
de la justicia. y en la salud de tu patria y del orbe
Xicocles es de saber que fué rey cristiano.
de Salamina, isla del mar de Grecia,
célebre por aquel combate en que Oxford, 15 diciembre 1523.

ORACION AREOPAG1TICA
O SEA, DE LA ANTIGUA REPUBLICA
DE LOS ATENIENSES

Pienso que los más de vosotros mer y mirar muy seriamente por su
vais a preguntaros con asombro con lado. Por todo eso, yo no dudo que,
qué intención haya venido yo a bien ponderados y sopesados todos
este sitio para hablar de la salud estos factores, no vais a hacer mu-
pública, como si la ciudad estu- cho caudal de este mi acercamiento
viera abocada a un grave peligro a vosotros y que es grande vuestra
o sus cosas estuvieran al borde de esperanza de que con todos esos re-
un despeñadero, y como si no po- cursos vais a ocupar toda la Grecia.
seyera más de doscientas trirremes, Yo, por mi parte, y disintiendo de
y tranquila en su casa no tuvie- temo muy mucho, y preci-
vosotros,
ra el dominio del mar afuera de samente por esto, puesto caso que
que tiene aliados en grande número veo que aquellas ciudades que se
que nos asistirían luego al punto creen en la más feliz de las situa-
que las circunstancias lo demanda- ciones acostumbran administrarse
sen, amén de muchísimas más fuer- pésimamente y cuanta mayor es la
zas a sueldo que ejecutarían con ra- confianza en sí mismas en que se
pidez las órdenes que les diéramos. asientan, más graves son los ries-
Asegurados con todos estos elemen- gos en que incurren. La razón de
tos, puede quienquiera con toda ra- todo esto consiste en que jamás to-
zón persuadirnos un firme optimis- can a los hombres solas prosperida-
mo, alejados de todo peligro visible des o adversidades solas, sino que
y que, en cambio, son nuestros ene- siempre traen detrás de sí un apén-
migos quienes tienen mucho que te- dice perpetuo. Pisando el calcañar
OBRAS FILOLÓGICAS. ISÓCRATES ¡ ORACIÓN ARFJOPAGÍTICA 899

de la opulencia y el poderío van la en parte por la renovación de la


necedad y el lujo; en pro de la in- enemistad que los reyes de Persia
digencia, de la modestia, de suerte nos profesan, causas ambas que en
que no es definible fácilmente, que tiempos pasados afligieron a esta
es más conveniente para los hijos ciudad, y que por ende ignoráis
dejarles abundancia y escasez, por- vosotros qué borrasca tan grande os
que a la vista está que de la escasez, amenaza. Yo no sé a cuál de estos
que parece la herencia peor, nace, factores debe atribuirse la culpa, si
por lo regular, una mejor norma de la República no os da cuidado algu-
vida, al par que por culpa de aque- no o si os lo da, el hecho de que
lla que aparentemente es preferible, oerdisteis el sentido de la realidad.
la moral empeora; abona esta afir- ¿No sabéis que fuisteis vosotros
mación mía la conducta de muchísi- los que asolasteis las ciudades de
mas personas privadas, a saber: de Tracia? ¿Y que derrochasteis en
aquellas en quienes son más de ver balde más de mil talentos en reunir
estos contrastes y con claridad ma- un ejército extranjero en trances
yor en nuestros sucesos y en los de provocados por el odio griego y la
los lacedemonios. guerra de Persia? A esto se agrega
Por lo que a nosotros nos es ata- que os visteis obligados a mantener
ñedero, después que los bárbaros a los tebanos, que os eran enemigos,
hubieron derruido esta nuestra ciu- eliminando a vuestros mismos alia-
dad, como el miedo acuciase nues- dos. Y por estos hechos, con perdón
tra diligencia y nuestro cuidado, es- del Cielo, como si hubierais recibido
calamos la hegemonía y el princi- mensajes de la buena administra-
pado de toda la Grecia. Y, al revés, ción de la República, ya por dos ve-
tan pronto como nos persuadimos ces hicisteis procesiones y rogativas
que era incontrastable nuestra pu- en derredor de los templos. ¿Por
janza, ;cuán poco nos faltó para ser qué con tanta pereza y parquedad
presa del enemigo! Allá en la anti- consultamos a quienes merecen bien
güedad, los lacedemonios, osando sa- de la República? Por eso, muy me-
lir de míseros aldeorros con su es- recidamente hacemos y padecemos
píritu de sacrificio y su sobriedad y todo esto. ¿Qué pueden hacer a de-
disciplina militar, proverbiales, pu- rechas todos aquellos que tomaron
sieron bajo sus pies todo el Pelopo- disposiciones desatinadas en asun-
neso; empero sus sucesores, andan- tos de tanta trascendencia patrióti-
do el tiempo, insolentándose con su ca? Si en algún punto se erró, ello
dominio del país y de su mar, vié- se enmienda, o por el desarrollo mis-
ronse abocados a los mismos peli- mo de los negocios, o por favor de
gros que nosotros. la fortuna, o por la virtud de algún
¿Quién habrá, pues, si ya no fue- hombre, y, no obstante, vuelven de
ra loco de remate, que luego de co- nuevo a caer en las mismas dificul-
nocer estas mudanzas y consideran- tades. Fácil será ello de entender a
do que en un instante sucumbió la quien quiera por la experiencia que
máxima potencia confiara en la pre- tenemos de lo que nos aconteció. So-
sente fortuna? Y, con todo, es de sa- juzgada a nosotros la totalidad de
ber que nuestra República, en la ac- Grecia, así después de la batalla na-
tualidad, es mucho más pobre que val de Conón, como después de la
en aquellos tiempos, en parte por el guerra conducida por Timoteo, no
odio de los griegos contra nosotros, pudimos, ni momentáneamente si-
900 JUAN LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. TOMO I

quiera, conservar aquellas ventajas ne otra con más entusiasta adhesión


que luego al punto se nos fueron de del pueblo y que reporte a la ciudad
las manos y se nos diluyeron por mayores provechos.
culpa de nuestra imprudencia. Sea de ello la única y máxima
¿Cómo puede ser de otra manera, prueba el hecho de que los que vi-
si no tenemos método alguno de ad- vieron bajo su régimen realizaron
ministración de nuestra ciudad que hechos hazañosos y se cubrieron de
nos dé el uso expedito de las cosas, gloria en el concepto de todos los
ni nos preocupamos un punto por pueblos, y que por esto, toda Grecia,
tenerlo? ¿Quién hay que no sepa que con imponente unanimidad, les en-
no se procura ni se crea la felicidad tregó el mando. Empero aquellos
del pueblo por la fábrica maravillosa que aman entrañablemente el esta-
de las murallas ni por su densidad do de cosas actual, con antipatía ge-
demográfica, sino por sabios y come- neral y tras de haber sufrido fre-
didos gobernantes? El alma de la cuentes y grandiosos descalabros,
ciudad no es otra cosa que su admi- ¡qué poco no faltó para verse empu-
nistración, que no tiene en ella me- jados y reducidos al último extremo!
nos valencia y bríos que la pruden- ¿Quién será el que loe o quiera un
cia en el cuerpo. En hecho de ver- sistema de gobierno que con ante-
dad, ella es la que atiende a todo rioridad nos acarreó tamaños ma-
alentando a una lo que ha de ser les y ahora, de año en año, nos. trae
de provecho y evitando lo que ha de tan a mal traer? ¿No es de temer
ocasionar daño. A ella le conviene que la cosa vaya tan lejos que, me-
que leyes, oradores y simples ciuda- tidos en un trance difícil, nos vea-
danos sean semejantes y que cada mos despojados a la vez de la Repú-
cual obre en la proporción que le al- blica y de la ciudad? Mas para que
canza. Perdida ella y torcida, ni se podáis, no ya oyendo en general, si-
nos ocurre nada, ni nos preocupa lo no asimismo en particular, juzgar y
mínimo su reintegración. elegir lo que os pareciere útil, deber
Acusamos a los jueces y nos que- nuestro será prestar atención a lo
jamos de que nunca bajo un régi- que dijere y será deber mío ceñir-
men popular la República anduvo me a la brevedad tanto como pudiere.
más alcanzada; empero en los ne- Los que allá en la antigüedad go-
gocios, y cada uno de nosotros en bernaron vuestra República introdu-
sus planes personales, anteponemos jeron un cierto linaje de adminis-
nuestra prudencia a la prudencia de tración que no sólo nominalmente,
nuestros mayores, para hablar de la sino en realidad era popular y mo-
cual aquí estoy. Yo tengo por ver- deradísimo; pero en hecho de ver-
dad averiguada y por cosa cierta dad pareció muy otro a los que en
que puedan conjurarse y ojearse los él vivían. No era tal la educación
males que nos amenazan y los ma- política que daban a sus ciudadanos
les que nos agobian si ponemos que fuesen a creer que la destem-
nuestro empeño en restaurar la planza fuese la popularidad ni que
constitución democrática de la ciu- fuese libertad la desobediencia a la
dad dictada por Solón, el político de ley, ni que procacidad de la len-
la
mayor popularidad, y restablecida gua sin freno fuese la ecuanimidad
por Clístenes, el que echó a los tira- de las leyes, ni que considerasen
nos, puesto que no es de creer que que constituyera la felicidad el li-
exista nadie nunca jamás que imagi- bertinaje desaforado e impune; em-
OBRAS FILOLÓGICAS. ISÓCRATES : ORACIÓN AREOPAGÍTICA

pero moderación y la ordenación


la del pueblo para que ponga
a su
de República templaban su go-
la frente a aquellos de quienes sabe
bierno de tal manera, que ese li- por información y conocimiento di-
naje de delitos el Poder público rectos que son partidarios del po-
los castigaba con penas aflictivas y der compartido.
los recargaba con todo el peso de El motivo de esa gran conniven-
la odiosidad y por este procedimien- cia de la ciudad y de la ausencia de
to fácilmente hacía a los ciudada- pretensiones alrededor de los hono-
nos buenos y comedidos. res, era que cada cual estaba atento
Entre otras cosas, para el gobier- a su tarea y practicaba la sobrie-
no ejemplar de la ciudad contaban dad. No había uno que, con descui-
con una ayuda de la mayor impor- do de lo suyo, acechase lo ajeno ni
tancia y consistía en que como ha- que derivase un adarme del tesoro
ya dos especies de igualdades, una público al bolsillo privado. Todo al
que iguala con el mismo rasero a revés: cada cual distraía de sus bie-
todos los ciudadanos, sin reconocer nes lo que a la cosa pública convenía
diferencia alguna, y otra que pon- cuando se presentaba el caso ni na-
dera ladignidad de cada uno, como die tenía indagado con mayor in-
ellos no ignorasen ser ésta la más terés cuánto le debía revertir de
útil,repudiaron por inicua aquella su cargo público que de sus bienes
primera que, aplicando a buenos y privados. Por ello abstenían sus ma-
a malos igual medida y considerán- nos del dinero público, hasta un
dolos dignos de las mismas consi- punto que resultaba en aquella sa-
deraciones, retuvieron esta otra, se- zón más difícil dar con quienes
gún la cual los premios se otorgan ambicionaran magistraturas que en
según los merecimientos, y los casti- estos menguados tiempos nuestros,
gos según las delincuencias, y la in- con quienes no las pretendan con
trodujeron y la impusieron en esta ruines pordioseos. Tenían bien asen-
ciudad. Así fué que no distribuyeron tado en su conciencia que un cargo
las magistraturas a tontas y a locas, público no era un negocio, sino que
sin selección, sino que al frente de era un servicio, ni en los propios
cada una de las funciones públicas comienzos de su función adminis-
pusieron a los mejores y, singular- trativa iban a rastrear y a oler
mente, a los más capacitados. No si sus antecesores habían dejado va-
tenían la menor duda de que los ca alguna ocasión de logro, sino
ciudadanos serían tales como fue- si con la presura de dejar la digni-
ran los mismos gobernantes. Afue- dad habían dejado algún asunto
ra de esto, creyeron que la elec- pendiente de resolución.
ción de los magistrados era de la Finalmente, para decirio de una
incumbencia del Poder público, sin vez, estaban íntimamente persuadi-
confiarla al azar, pues a menudo se dos que el pueblo era quien debía
da la picara casualidad de que la presidir como dueño y señor a los
administración de la ciudad va a mismos magistrados y castigar a los
parar en manos de los partidarios que delinquieran, y decir la última
de novedades y desean que los bie- y definitiva palabra en los asuntos
nes del pueblo pasen al dominio sujetos a controversia. Pensaban,
de una oligarquía. Por eso es ra- además, que aquellos ciudadanos
zón que la potestad de elección de que por sus posibilidades económi-
los más templados esté en manos cas podían vivir en la ociosidad,
902 JUAN LUÍS VIVES. OBR,AS COMPLETAS. TOMO I

debíanse a los intereses públicos tos, sino en no introducir mudanza


tanto o más que a sus intereses alguna en lo que como de mano en
privados ; que a los que así lo hicie- mano sus padres les habían trans-
ran se les tenían que dispensar ala- mitido. Así que en todo lo cumpli-
banzas honoríficas y ellos habían dero a la religión y a los días festi-
de contentarse con esa paga. Y, en vos no lo trasladaban a otra fecha te-
cambio, a los culpables de mala ad- meraria y desatinadamente, sino a la
ministración, no se les debía perdo- comodidad más oportuna, según la
nar crimen tan grande, sino acri- conveniencia de la región y a la re-
billarlos de multas y penas aflicti- colección de los frutos.
vas. ¿Qué podía hallarse de más Muy semejante a lo que ya se ha
estable y equitativo que una Repú- dicho era la manera como vivían,
blica así que les encomendaba el pues esa su envidiable conformidad
gobierno fortísimo de los ciudada- y consentimiento no solamente afec-
nos al paso que a los gobernantes taban a los negocios públicos, sino
les imponía el predominio del pue- que también, en la vida privada,
blo amo y señor? Y siendo tal la los unos mostraban para con los
constitución de la ciudad, muy fácil otros tanta prudencia como es ra-
es de colegir que la vida de cada zón entre quienes tienen el mismo
día iba para ellos discurriendo se- sentido de la rectitud y gozan de
gún la rectitud y la ley, porque es una patria común. Y los humildes
fuerza que aquellos que de tal mo- estaban tan lejos de envidiar a los
do habían organizado y establecido poderosos, que no tenían menos cui-
su gobierno coadyuvasen a él, cuyas dado de las casas de los magnates
partes eran, de esa manera misma. que de las suyas propias, convenci-
Comenzaré por decir que por lo dos de que la bienandanza de aqué-
que toca y atañe a los dioses inmor- llas era asimismo bien suyo. Ni los
tales, porque es religioso y justo ricos, a su vez, desdeñaban a los po-
que empecemos por aquí que no a bres, sino que pensando que para
ciegas y al voleo, ni atropelladamen- ellos era motivo de empacho su in-
te, ni por celo fanático, ni por tena- digencia, subvenían a sus necesida-
cidad, ni cuando les daba tal anto- des entregándoles a los unos cam-
jo para un solo sacrificio, se inmola- pos a cultivar con muy corta renta,
ban trescientos bueyes, ni se apar- enviando a los otros a agenciar sus
taban jamás de los sacrificios es- negocios y a todos, en fin, dándoles
tablecidos por la liturgia antigua, ni ocasión y oportunidad de ganancias.
celebraban las fiestas en que se de- Y no tenían el menor recelo de tro-
bía banquetear con aparejos dema- pezar en ninguno de los dos esco-
siados, sino que en el sacro recinto llos, ni de verse desposeídos de to-
de los templos ofrecíanse sacrificios dos o de alguna parte de sus bienes;
con los dineros de la colecta verifi- diré más aún : no confiaban menos
cada entre los particulares y con en la posesión de lo que con mano
cuidado sumo guardaban esta ritua- larga dieron que en lo que tenían
lidad, no aflojando un punto en lo en sus arcas a muy buen recaudo.
que tocaba a la liturgia tradicional Harto bien sabían que quienes
recibida de los padres, ni añadiendo presidían los juicios no acostumbra-
una tilde a la usanza de los mayo- ban hacer uso abusivo de la equi-
res. No creían ellos que la religiosi- dad ni del bien, sino acatar y obe-
dad consistiera en los grandes gas- decer las leyes ni buscar ocasión en
OBRAS FILOLÓGICAS. ISÓCRATES : ORACIÓN AREOPAGÍTICA 903

las porfías ajenas de irrogar daño sen; pero, esosí, sus mocedades eran
alguno, antes acostumbraron demos- cuidadas con mayores desvelos que
trar mayor enojo contra aquellos sus niñeces. Hasta tal punto nues-
que habían perdido los bienes por tros abuelos preocupábanse de su
las injusticias que habían hecho, no regimiento, que lo habían encomen-
desconocedores que los contratos de dado al consejo del Areópago, con-
mala fe solían perjudicar más a los sejo en el cual no podía entrar sino
pobres que a los ricos. Y, efectiva- quien, nacido en la nobleza, hu-
mente, si éstos cesan de adquirir el biera dado pruebas señaladas de vir-
daño se limitará a una pequeña mer- tud y de modestia, razón ésta por
ma en las rentas; en cambio, aqué- la cual este consejo nuestro, sin
llos, es decir, los pobres, reducidos a controversia posible, va a la cabeza
dificultades de subsistencias, es de cualesquiera otros consejos de
fuerza que se vean empujados a una Grecia.
extrema necesidad. Y siendo éste el Cualquiera podrá valerse de indi-
parecer y sentir de todos, no había cios por lo que atañe a los tiempos
nadie que ocultase la riqueza ni na- anteriores y aun a los nuestros,
die que rehusara pedir prestado, puesto que todavía se vive en el
puesto que no era más displicente mismo loable tenor de vida. Verás a
y ceñudo el aspecto del acreedor algunos indeseables en todo lo de-
que el del deudor. Por manera que más, que tan pronto como fueron
aquellas dos cosas que más desean admitidos en el Areópago, y co-
conciliar las personas más cuerdas, mo si hubieran echado en olvido su
las habían ellos conseguido a una; naturaleza, más se desvelan por
conviene, a saber: ser útiles a los avenirse a obedecer las leyes de
ciudadanos y consolidar sus propias aquel lugar que las usanzas confir-
fortunas. Ello hacía que los ciudada- madas por las costumbres; no hi-
nos entre sí alternaban con la ma- cieron más que meter miedo en los
yor de las holguras, pues estaban malos o dejar un recuerdo de su mo-
en seguridad los bienes en posesión destia. Y ese orden areopagítico,
de aquellos a quienes habían tocado como decía, lo establecieron expre-
en derecho y éstos eran comunes y samente para la formación moral.
a disposición de quienes los necesi- Empero, quienquiera que sea el que
tasen. juzgue que por esto sólo aquí se for-
Acaso no faltará quien reprenda man los hombres mejores, porque
este discurso mío porque levanto están promulgadas leyes cuidadosí-
hasta el cielo los hechos de aquellos simas para salvaguardia de la vir-
tiempos y no señalo las causas por tud, muy grande es, a mi parecer,
que se conducían con tal honradez su yerro, porque de ser así, ¿qué
y con tales miramientos se trataban obstáculo habría para que luego al
y gobernaban con tal pulcritud su punto no fueran semejantes a ellos
República. Yo ya creo haberlo dicho, todos los de Grecia, no habiendo co-
pero me esforzaré por dar una ex- sa más fácil que comunicar entre
plicación más copiosa y más clara. ellos mismos las tablas de las le-
Nuestros mayores no tuvieron mu- yes? Pero no por ello automática-
chos ayos que cuidaran de su crianza mente con este don se transmitiría
pueril, y así que habían comenzado una sola virtud, puesto que es hija
a contarse entre los varones les es- de cotidiana práctica y experiencias
taba consentido hacer lo que quisie- constantes. Así que necesariamente,
804 JUAN LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. . TOMO I

en fin de cuentas, son semejantes mo tenían imperiosa necesidad de


en costumbres los que han tenido una recta formación, hasta el punto
una misma crianza y habituación de creer que sus deleites todos con-
de vida. Y ¿qué decir, si del hecho sisten en ambicionar trabajos ho-
de que en una gran ciudad, por la nestos y honrosos. Este es el ideal
abundancia de leyes con cuidadosa de la edad que sigue de aquellos que
diligencia sancionadas, se toma de- hidalgamente educados avezáronse
mostración de que los ciudadanos a altos y soberanos pensamientos;
son de mala índole y de formación pero no todos pueden reducirse a
perversa? Y en hecho de verdad prácticas idénticas, siendo tanta la
vense obligados los magistrados a diferencia que existe en lo que toca
acumular leyes sobre leyes cuando y atañe a la vida. Por esto fué por
a los vicios que irrumpen por to- lo que, según las facultades de cada
dos lados opónense las leyes como cual, establecieron la razón y el mé-
estorbos. Lo que importa es que los todo de vivir de cada uno; a los más
que miran, según se debe, por el pobres relegáronlos a la agricultura
bien de la República no llenen los y al comercio, porque no ignoraban
pórticos con las tablas de las leyes, que de la haraganería es hija la in-
sino inculquen y aun claven la equi- digencia, y de la indigencia, la ma-
dad en las conciencias, puesto que yor parte de los vicios. Eliminado,
la ciudad es gobernada idealmente, pues, lo que de los vicios es origen,
no con decretos, sino con buenas entendían descuajar también lo que
costumbres, porque los mal educa- de ellos provenía. Por lo que se re-
dos 3- mal adoctrinados ningún aca- fiere a aquellos a quienes sobraban
tamiento ni respeto guardan a las posibilidades económicas, obligában-
leyes por más rígidos que sean sus los a practicar la jineta, las luchas
preceptos, al paso que a los que gímnicas, a la caza, la filosofía, pues
tienen la debida formación política ya estaban amaestrados por la expe-
bástales lo admitido y recibido por riencia; con estas ocupaciones los
las buenas usanzas. Entendiéndolo unos señalábanse y se hacían per-
ellos así, no fué ciertamente su pri- sonajes, y los otros apartábanse de
mer cuidado el castigo que aplica- un sinnúmero de vicios.
rían a quienes vivieran mal, sino Y no por eso conducían su polí-
preferentemente con qué medios po- tica de tal manera que poco tiempo
drían conseguir que los ciudadanos después descuidaran las leyes que
no concibieran voluntad de ejecu- acerca de ella habían dado, pues di-
tar cosa merecedora de castigo. Esta vidida la ciudad en tribus y el cam-
creyeron que era su función, la que po en poblados, les era fácil vigilar
mejor parece en los gobernadores la vida de cada uno. A los que vi-
de ciudades, pues pensar en puni- vían vergonzosamente citábanles a
ción es crear un enemigo, no edu- un consejo público, y este consejo,
car un ciudadano. a los unos los amonestaba ya los
Así que todos los ciudadanos otros los amenazaba y a los terceros
eran su desvelo, los mozos especial- los castigaba, según veía era me-
mente, en quienes veían embrave nester. Xo les pasaba por alto que
cerse y predominar las tempesta- dos son las razones que nos incitan
des de las pasiones y que sus áni- a la maldad o de la maldad no-
mos andaban envueltos en muchas apartan. En quienes no paran mien-
concupiscencias, y que por esto mis- tes en los delitos ni se les infligen
OBRAS FILOLÓGICAS. ISÓCRATES : ORACIÓN AREOPAGÍTICA 905

penas ni sufren juicios severos, irre- persona cuerda los reprenderá?


misiblemente los caracteres buenos Aquellos, aquellos tienen que ser
de suyo se depravan; pero donde reprendidos que, poco antes de nos-
no es fácil a los delincuentes el en- otros, han tenido el gobierno de la
gaño, ni una vez cogidos tienen es- ciudad. Estos iniciaron la inobser-
peranza de perdón, allí raramente vancia de las costumbres tradiciona-
las malas costumbres toman valen- les; éstos minarán la autoridad del
cia y bríos. Considerándolo ellos, consejo público, que, mientras estu-
con estos dos resortes obligaban a vo en su vigor, no había en la ciu-
sus subordinados con su estímulo dad tanta abundancia de castigo, de
y con su castigo. Y tan lejos esta- crímenes, de tributos, de escasez ni
ban de que se les escapase un mal- de guerra; sino que vivían en quie-
hechor, que aún parecían presentir tud en su propio suelo, y fuera de
a los que maquinaban delincuencia. él todo era paz jocunda, porque se
Ello quiere decir que la juventud hacían a sí mismos amables a los
no se iba embruteciendo en la ocio- griegos y temibles a los bárbaros,
sidad de los juegos de azar, ni oyen- pues a los unos los habían conserva-
do muchachas flautistas ni en las do, y de los otros habían hecho es-
tertulias esas donde se pasa el día, carmientos con tal parsimonia, que
sino en los ejercicios prescritos, ad- fácilmente podrían volver a congra-
mirando y alternando con aquellos ciarse, siempre que no hubiesen de
que en el respectivo género de dis- sufrir ninguna suerte de perjuicio.
ciplina eran conspicuos de veras. Por estas razones vivían con una
Evitaban con tal cuidado la plaza seguridad tal, que los campos, con
pública, que cuando había necesi- sus aperos de labranza, estaban más
dad de pasar por ella andaban co- aliñados y aderezados que las pro-
rridos y llenos de sonrojo, haciendo pias casas urbanas, y eran muchos
demostración de su íntima modes- los ciudadanos que ni aun en los
tia. Contradecir y ultrajar a un an- días festivo 0 concurrían a la ciudad,
ciano teníase por desacato más gra- prefiriendo pasarlos en sus privadas
ve que en la actualidad golpear a heredades a gozar en la ciudad de
los padres. Poner los pies en la ta- los bienes comunes Y por lo que
berna, beber en ella, no hubiera osa- cumple a los deportes, a cuyos es-
do hacerlo el esclavo menos frugal. pectáculos algunos acudían, no era
Ajustábanse todos a la seriedad, al con ligereza ni con insolencia como
decoro, al comedimiento nadie se los contemplaban, sino con seriedad
;

abajaba a bufonear a los festivos, a y compostura. Ni tampoco se les pa-


los mordaces, a quienes en estos saba por las mientes que la felici-
tiempos nuestros llamamos ingenio- dad consistiera en las pompas ni en
sos, ellos los vejaban con los califi- la pretensión de conducir un coro
cativos de ruines y de bellacos. ni en cualquier linaje de ostentacio-
Y que nadie vaya a pensar que nes, sino en una conducta grave y
yo siento radicalmente mal de los moderada, ni en defraudar a nadie
hombres de este siglo, pues no creo de ninguno de sus derechos.
yo que tengan ellos la culpa de lo De todo lo cual cumple colegir
que está pasando. Yo conozco a mu- que en los tiempos aquellos se vivió
chos que lamentan que aun a ellos bien de todas veras y la República
mismos la moda les haya dado li- gozó de una administración tran-
cencia y soltura tan excesivas. ¿Qué quila. Mas en esos fementidos tiem-
906 JUAN LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. TOMO I

pos nuestros, ¿qué hombre cuerdo cómoda postura, que no desear una
hay que no se desazone, viendo que República más rígida en que pudié-
algunos de los ciudadanos, ora ten- ramos obrar mejor. Y aún los hay
gan lo necesario para su manteni- que me asegurarán que, aconsejando
miento, ora no lo tengan, intervie- yo lo mejor, se me recele por enemi-
nen en los sorteos de los juicios, go del pueblo y que busco los medios
que piden que se les permita soste- por reducir la ciudad a la riqueza de
ner las tripulaciones de los navios unos pocos. Si yo platicara de cosas
griegos, dando bailes durante el ve- nuevas o desconocidas y al tenor de
rano, con palios de oro e invernan- ellas os hubiera impuesto el manda-
do en lugares que causa vergüenza miento de elegir el Senado o para
y asco nombrar y que de ese modo crear jueces, como soléis hacer con
en esa República se den casos ab- pulcritud suma, con la misión de
surdos y repugnantes que ocasio- anular los poderes del pueblo, con
nan a la ciudad recios empachos? harta razón fuera sospechoso yo de
Nada de esto ocurría en el viejo ese crimen.
Areópago, puesto que alejaba de los Pero, hasta el momento, no dije
pobres la escasez, mediante varios tal; me que
limité a parlar de cosas
socorros y ventajas que les propor- ninguno de vosotros desconoce y
cionaban los ricos, y de los mozos que ya con anterioridad conocíais de
apartaba la molicie mediante ejer- sobra, porque son antiguas y por-
cicios físicos y el desvelo sumo que que son de nuestra patria, que a
por ellos se tomaba, y de los gober- menudo acarrearon prosperidad y
nantes de la República ojeaban la salud a nuestra ciudad y a toda la
avaricia mediante castigos, y de los Grecia. Agréguese a esto que fueron
malos alejaban los vicios, por la po- excogitadas y establecidas por varo-
ca esperanza que tenían de que pu- nes tales, que el consentimiento
dieran permanecer ocultos, y de los unánime espontáneamente declarará
ancianos la desidia, encargándoles haber sido los más populares de
funciones públicas y la vigilancia de cuantos existieron. Por todo lo cual
la juventud. ¿Qué República podía acaeceríame a mí solo, desde que
hallarse más excelente que ésta, que hay memoria de hombres, la más
con prudencia tanta había organiza- injusta de las desgracias si por ha-
do todos sus negocios? Pienso que ber evocado aquella ejemplarísima
ya he hecho en su mayor parte la administración de nuestros mayores
pintura de aquella República primi- se me tomase por un revolucionario
tiva. Lo que dejé de decir, es fácil- deseoso de subversiones. ¿Y qué
mente conjeturable con pensar que más si, porque en todo cuanto has-
fué semejante a lo que dije. ta ahora dije, arremetí contra el po-
Llegados a este punto, oído lo que der y la ambición de unos pocos y
yo expuse, no dudo que algunos me con todo no aprobé cualesquiera
alabarán con grandes encarecimien- igualdades o mandatos del pueblo,
tos y comprenderán que fueron feli- sino sólo lo rectamente establecido
císimos nuestros mayores que vivie- y no a ciegas ni sin elección, sino
ron en una ciudad como ésta, aun con prudencia y cautela?
cuando no os digan que vosotros de- Harto presente tenía yo en mi
béis observar la misma conducta y memoria que nuestros mayores die-
que resulta más cuerdo que vosotros ron a ese estado de cosas la prefe-
en la situación actual viváis en in- rencia sobre cualesquiera otros es-
OBRAS FILOLÓGICAS. ISÓCRATES : ORACIÓN AREOPAGÍTICA 907

tados, y que, por este motivo, con que de modo alguno podía sufrirse
discreción suma se condujeron en el que nadie viera sometida a escla-
su ciudad los lacedemonios, porque vitud la ciudad que poco antes era
eran intensamente populares, pues la cabeza de Grecia. A esos los vi-
en la elección de magistrados y en mos excluidos de toda suerte de pac-
sus actos de cada día, y, en una pa- tos, y, en cambio, vimos a los que
labra, en su vida toda, la igualdad eran partidarios del dominio de
y la paridad tuvieron entre ellos unos pocos apresurándose a derri-
más aprecio y valía que en cuales- bar los muros y avenidas con la ser-
quiera otros mortales; cosas ambas vidumbre. Cuando el pueblo era
que así como las repele el mando de amo del gobierno, nos sobraban
unos pocos, del mismo modo las arrestos para defender las fortale-
abrazan estrechamente y les dan co- zas ajenas; empero así que acepta-
bijo los que son auténticamente po- ron el régimen de los Treinta, inme-
pulares. Para las otras ciudades, si diatamente todo lo nuestro pasó a
uno reparase en ello, hallará que el manos de los enemigos y los lacede-
gobierno del pueblo resulta más monios nos tuvieron sojuzgados, y,
ventajoso y útil que un gobierno en cambio, cuando de vuelta los des-
de oligarcas. En nuestra ciudad, si terrados tuvieron la gallardía de
alguno se tomara el trabajo de com- empuñar las armas por la libertad
parar esa administración que mere- y Zenón venció en naval batalla, se
ce general repulsa, ya no digo con le enviaron legados que devolvieron
aquella que voy exponiendo, sino a nuestra ciudad la hegemonía del
con aquella que hubo bajo el gobier- mar. ¿Quién no se acuerda de esa
no de los Treinta, no podrá menos hazaña de nuestros contemporá-
de juzgar que es bajada del cielo. neos? Fué, pues, el gobierno del
Y aun cuando algunos hayan dicho pueblo por el pueblo quien engalanó
que estaba fuera de ese instituto, yo a esa ciudad nuestra con el presti-
no puedo dispensarme de señalar la gio de los sacrificios y de las sacras
distancia que entre ambas media, ceremonias, de guisa que aún hoy
porque no haya nadie que piense día los extranjeros que acá llegan
que puntualizo con excesivo rigor conceptúanla digna, no ya del prin-
los desaciertos del pueblo, y que pa- cipado de Grecia, sino de todas las
so por alto lo que acaso obraron naciones. Empero, los Treinta, te-
con prudencia y honestidad. Habla- niendo todos esas glorias por nona-
ré, pues, de este punto y no larga- da, despojaron a muchísimos ciuda-
mente, y aun así no será inútil a danos, y por tres ruines talentos en-
los que me oyen. tregaron las bases navales, en cuya
Después que perdimos en el He- construcción la ciudad había inver-
lesponto nuestras naves y la ciudad tido no menos de mil talentos. ¿Y,
conmovióse de aquel descalabro, pues, qué? ¿Se les loará por su cle-
¿quién dejó de ver que los ancia- mencia? ¿Puede darse absurdo ma-
nos, así como eran partidarios a yor? Digno de loa fué el pueblo
cuál más del gobierno del pueblo, cuando la concedía. Ellos, empero,
así también estaban fanáticamente por decreto público, cuando toma-
dispuestos a soportar la fortuna que ron a su cargo el cuidado de la ciu-
fuere, antes que aceptar las condi- dad, degollaron sin formación de
ciones de paz que nos brindaban los causa mil y quinientos ciudadanos
lacedemonios? Pensaban ser cosa y obligaron a refugiarse en el Pireo
908 JUAN LUIS VIVES. OBÍLAS COMPLETAS. TOMO I

a más de cinco mil. Mas, al regreso democrático, aun cuando esté cons-
de populares, luego de recupe-
los tituido mal e imprudentemente, con
rar la patria por las armas, elimina- todo no acarrea calamidades dema-
ron radicalmente las principales ca- siado grandes, y en lo que se admi-
bezas del mal, y a los demás los re- nistra bien, aventaja a las restantes
cibieron con tal templanza y corte- colectividades, así en la justicia co-
sía, que no fueron de peor condición mo en hacer placiente la vida de los
los que los echaron que los echados. ciudadanos. Acaso alguno se pre-
Otra señal, la mayor de la equi- guntará con extrañeza qué interés
dad y moderación del gobierno del tengo yo en aconsejaros otro régi-
pueblo. En ocasión de que los que men para esa ciudad nuestra, reali-
se habían quedado en la ciudad hu- zadora de tan claras hazañas, y por
biesen pedido a los lacedemonios un qué motivos encarezco yo ahora el
préstamo de cien talentos para si- gobierno del pueblo con alabanzas
tiar los que habían ocupado el Pí- tan crecidas, cuando en otras cir-
reo, demandado consejo en una cunstancias, trocado mi parecer, le
asamblea del pueblo, para su pago, acuso y reprendo a sus titulares.
como opinasen algunos que lo equi- Lo que yo condeno con toda cuan-
tativo era que fuesen aquellos que ta vehemencia puedo son las perso-
habían pedido el préstamo a los la- nas privadas, cuyas fechorías son
cedemonios quienes les devolviesen muchísimas y cuyos beneficios son
la cantidad prestada, y no los sitia- bien pocos, y pienso que son infini-
dos, el pueblo mandó que fuese pa- tamente peores de lo que io sufre
gado por todos en común. Este ras- la ciudad. Cercanos a éstas pongo pa-
go del pueblo de tal manera aglu- ra su reprobación a aquellos a quie-
tinó la mutua concordia de los ciu- nes sus padres llevan tan escanda-
dadanos y levantó la moral pública, losa ventaja en hechos gloriosos,
que los lacedemonios, que unos po- y no andan muy lejos aquellos que
cos días antes nos imponían un go- fuera de una vida rota y perdidísima
bierno de oligarcas, vinieron acá a ninguna otra cosa notable llevaron
implorar de nuestro pueblo que no a efecto. A esos tales yo les quisiera
los desdeñásemos, a raíz del desca- persuadir y aconsejar que sean de-
labro que los tebanos les infligieron. semejantes consigo mismos y rom-
El resultado de ese paralelo es, en pan toda concomitancia con el pa-
definitiva: Treinta sujetos y otros sado. Este es' mi parecer; es mi con-
que por aquel tiempo gozaban de vicción, que no debemos nosotros
gran poder, tenían bien asentada la cobrar humos y que no nos hemos
voluntad de mandar a los ciudada- de contentar con ser más que otros
nos y obedecer a los enemigos, y los hombres míseros o desatinados, sino
otros partidarios del gobierno del más aún, enojarnos con nosotros
pueblo por el pueblo, el dominio de mismos y llevar con pesadumbre
los enemigos y la convivencia con que nuestros mayores nos dejen tan
el pueblo en igualdad de derechos. atrás en loores y en gloria.
Por dos razones he mentado yo Proponernos debemos a nuestra
todo esto; la una, por no demos- imitación su moralidad y su espíritu
trarme partidario de la oligarquía de disciplina, especialmente porque
y de la avaricia, sino de una Re- es menester que seamos los mejores
pública honesta y justa; la otra, de los mortales. Esto que digo no
por dar a entender que el régimen es la primera vez que lo digo en
OBRAS FILOLÓGICAS. ISÓCRATES : ORACIÓN AREOPAGÍTICA 909

este lugar; muchas veces lo dije y no vaya a salirme mucho de la ma-


a presencia de muchos; porque de- teria que me propuse. Por lo demás,
téngome a pensar que la Naturaleza de todas estas cosas ya hablé en
así lo ha querido, a saber: que unos otras ocasiones, ytodavía hablaré
lugares sean mejores que otros para más en sucesivo si se da el caso
lo
determinadas cosas; los hay que de que no haya tenido la fortuna de
son más indicados para las mieses, meteros en el pecho la resolución
otros para el arbolado, otros para de poner un día u otro corrección
la ganadería. Empero esa nuestra y mejoría en las costumbres.
región produce y cría hombres, no Por lo demás, si añadiere algunas
solamente hábiles e industriosos pa- pocas cosas a lo que me había pro-
ra las artes y los negocios, sino, puesto decir al principio, daré mi
también, señaladísimos por su he- discurso por terminado y cederé la
roico temple y sus restantes virtu- palabra a los que deseen expresar
des, como lo demuestran las añejas su opinión en este mismo asunto.
guerras con las amazonas, con los Nosotros, ciertamente, si seguimos
tracios, con todos los del Pelopone- gobernando la ciudad como empeza-
so; las peligrosas borrascas de la mos, no veo a qué vienen las con-
Persia, en las cuales, en parte solos sultas; tendremos guerra y seremos
y en parte con los peloponenses, de- vencidos y sufriremos toda suerte
rrotados los bárbaros por mar y tie- de penalidades e iremos tirando y
rra, cosecharon copiosa alabanza de pasará lo que ya pasa y lo que en
reciedumbre, y es cierto que nada años anteriores pasó. Mas si introdu-
de esto hicieran, si no les tocara en cimos un cambio en la República,
suerte un temple excepcional. allegándola al sistema que tuvo vi-
Pero no vaya nadie a pensar que gencia en tiempo de nuestros mayo-
tienen su participación en esta glo- res, las cosas rodarán para nosotros
ria aquellos en cuyas manos anda como rodaron para ellos, pues no
ahora la República. La realidad es puede ser de otra manera, sino que,
muy otra. Este mi discurso tiende con la misma política, los negocios
todo a la recomendación de aquellos anden por el mismo estilo o muy
que no son infieles a la gloria de sus semejante.
mayores, y a la repulsa de quienes Valdría muy bien la pena que, de
por su pereza y sus vicios desdoran la comparación de los preclaros he-
y envilecen la nobleza de su abolen- chos suyos con los nuestros, delibe-
go, en lo que nosotros tenemos nues- rásemos y resolviésemos por cuáles
tra parte de responsabilidad si que- nos convendría más optar. Haced por
remos confesar la verdad sincera- recordar primeramente en qué dis-
.

mente. Teniendo como tenemos para posición estuvieron los griegos y, en


suerte nuestra el genio de este lu- su consecuencia, los bárbaros, para
gar, con todo no hacemos de ello con nuestra ciudad primitiva, y có-
ningún caudal ni sacamos provecho mo en la actualidad lo están para
alguno, sino que nos enredamos en con la nuestra. Los griegos, todos
la ignorancia de lo que es recto, en habían concebido de nuestros anti-
el confusionismo, en las torcidas pa- guos una opinión tan entrañable y
siones. Si yo me lanzare para el real- tan firmemente asentada en sus pe-
ce de las glorias de nuestros mayo- chos, que los más de ellos, por es-
res a la severa crítica de los vicios pontáneo impulso, se habían confia-
de este siglo, harto me temo que do a su lealtad. Y los bárbaros, por
910 JUAN LUIS VIVES. OBR AS COMPLETAS. TOMO I

la cuenta que les tenía, se metían hemos abandonado hasta tal punto
tan poco en los asuntos de Grecia, nuestra organización militar, que no
que no hacían caudal de que con tenemos ánimo ni para salir de ex-
sus gandes navios navegasen a Fa- ploración si no media la paga. Y lo
sélide de Panfilia, ni con sus solda- que está por encima de todo es que
dos de a pie vadeasen el río Alis: en aquellos tiempos no había ningún
tal era la quietud que guardaban ciudadano a quien faltase lo necesa-
respecto de nosotros. Mas ahora, rio ni para la ciudad era desdoro
las cosas para nosotros han llegado tender la mano de mendigo a los
a tal situación, que los griegos nos transeúntes. Empero ahora son más
odian y los bárbaros nos despre- los pobres que los que tienen ha-
cian. Por lo que se refiere al odio cienda; a los cuales es de toda jus-
de los griegos, habéis oído a los ticia absorberlos si convencidos de
mismos capitanes, y con qué áni- que la República les era ajena ni
mo está contra nosotros el rey de nada tenía que ver con ellos, no
los persas, harto lo dió a enten- tienen otra preocupación sino ver
der con las cartas que nos ha en- cómo mantendrán día a día su mise-
viado. rable vida.
Añádase a todo esto que antigua- Y ésta es la razón por la cual os
mente por su buena constitución po- hice este discurso, porque pienso
lítica, conformábanse los ciudadanos que nosotros vamos a reportar la sa-
a la virtud de tal guisa, que consigo lud, no solamente a esa ciudad, sino
mismos guardaban paz y quietud y a toda la Grecia, siempre que imite-
en caso de invasión enemiga, fuerte- mos los hechos de nuestros mayo-
mente unidos, la vencían fácilmente. res. Ahora, vosotros, luego de haber
¡Y cuán al revés lo hacemos nos- ponderado maduramente lo que os
otros! No amanece día sin que los expuse, resolved lo que creáis "que
unos a los otros, recíprocamente, no va a ser más provechoso a la ciu-
nos ocasionemos injuria y daño. Y dad.

NICOCLES O EL AUXILIAR

HABLA EL REY NICOCLES el bien obrar. Si les ofende eso del


mercantilismo y del lucro, compro-
Xo faltan quienes critiquen el ar- bamos que mayores ganancias se
te de hablar y acosen de dicterios siguen de los actos que de las pala-
a los seguidores de la sabiduría, bras y de las letras; afuera de que
pretextando que ellos se entregaron es absurdo, caso que no lo sepan,
a esos estudios no por amor de la que nosotros no damos culto a los
virtud, sino por codicia de la ga- dioses, o practicamos la justicia, o
nancia. De buena gana a esos tales nos ocupamos afanosamente en
que sienten así yo les preguntaría granjear otras virtudes para vivir
por qué sin razón dicen mal de los más pobremente que los demás, sino
que se preocupan por el bien decir, por todo lo contrario, para vivir con
cuando tan encarecidamente los re- mayor abastanza y desahogo. Por
comiendan quienes se esfuerzan por este motivo, no son de culpar aque-
OBRAS FILOLÓGICAS. —ISÓCRATES : NICOCLES O EL AUXILIAR 911

lias actividades por las que alguno, de explicación de lo que queremos


en alianza con la virtud, resulta ga- que nos infundió la Naturaleza, nos
nancioso. Los merecedores de repro- despojamos de la vida salvajina y,
che son aquellos otros cuya actua- agrupándonos en colectividad, he-
ción es delictiva, como también son mos fundado las ciudades, hemos
de reprender los que con su palabra hallado las leyes, hemos inventado
defraudan y no hacen de ella un las artes. Para acabar de una vez,
uso honesto. diré que en casi todas las cosas ex-
Yo, por mi parte, no tengo reparo cogitadas por el hombre, nos hemos
en confesar mi asombro porque valido de la palabra como de un au-
aquellos. que abundan en este mis- xiliar preeminente. El lenguaje ha
mo sentir no calumnian por un sido el que dictó las leyes de lo jus-
igual las riquezas, el vigor, la for- to y de lo injusto, de lo torpe y de
taleza, pues si están desabridos con lo honesto, sin cuya delimitación no
la elocuencia por culpa de los ora- pudiera cuajar ni subsistir la comu-
dores falsos y mendaces, por igual nidad humana. Con la palabra re-
motivo debieran condenar todos los prendemos a los malos, y loamos a
bienes restantes, porque existen los buenos con la palabra. Por el
pruebas sobradas que por su medio ministerio de la palabra adoctrina-
delinquieron muchos y ocasionaron mos a los rudos y tomamos expe-
a otros daños muy graves; pero no riencia de los cuerdos, porque el ha-
es equitativo que se condene la blar como cumple 'nos da la mejor
fuerza porque el que la poseía abo- prueba de la solidez del juicio. Hay
feteó a un transeúnte, o a la valen- más: la palabra verdadera, sincera,
tía, porque le mató. Hay más: los equilibrada, retrata la buena mente
delitos de los hombres no se han de y la lealtad del pecho. Gracias a la
imputar a las cosas mismas; los re- palabra, disputamos en las contro-
prensibles son los hombres, que ha- versias, consultamos lo que descono-
cen de los bienes un empleo abusivo cemos, puesto que de las mismas
y perjudican a sus conciudadanos pruebas con que testimoniamos
con aquello mismo con que pudie- nuestro .crédito cuando los otros ha-
ran beneficiarles en alto grado. Em- blan, nos valemos cuando responde-
pero, no se hace así, pues éstos, mos a lo que se nos pregunta. Y no
quitada de las cosas esa distinción, deja de ser cierto que damos el
tienen el pecho sañudo y roído de nombre de oradores a los que tienen
rencores contra todo linaje de dis- aptitud para hablar a las masas y
ciplina y de elocuencia y es su pe- tenemos por enterados y prudentes
cado tan grande cuanto su propia a quienes entre sí mejor tratan sus
ignorancia les hace declarar su oje- negocios.
riza contra aquel don que de todos Si hemos de dar un juicio sintéti-
los de la vida humana es causador co acerca del poder de la palabra,
del mayor número de bienes, pues solamente diremos que ninguna de
por ninguna otra dote natural nos las adquisiciones de la ciencia hu-
diferenciamos de los brutos anima- mana existió sin el soporte de la pa-
les. ¿Y qué más, si les somos infe- labra. La palabra es la guía de to-
riores en fuerza, en celeridad y en dos los actos y de todos los pensa-
otras cualidades? mientos, y cuando más cuerdo fue-
Así que, simultáneamente, con re uno, con tanta mayor cordura y
esa facultad de mutua persuasión y más a propósito se vale de la pala-
912 JUAN LUIS VIVES.
.
OBRAS COMPLETAS. .
TOMO I

bra. Por eso, los que no tienen re- en práctica también, si no solamen-
paro en lanzar su anatema contra te os trajere el convencimiento, e
los eruditos y seguidores de la sa- inmediatamente después de haberos
biduría, contraen la misma respon- dado la lista de los preceptos, os
sabilidad y hácense reos de la mis- dejaré con la boca abierta, como se
ma culpa que los que tiran piedras dice, sino que os expusiere al mismo
a las imágenes de los dioses. Yo es tiempo cuán razonable sea que os
toy tan lejos de su manera de pen- intereséis por el régimen actual de
sar, que aún manifestaré mis simpa- la ciudad, no ya por necesidad y por-
tías por aquellos lenguajes que nos que hemos de vivir en ella conti-
proporcionan una utilidad la más nuamente, sino también por otras
insignificante; y conceptúo hermo- causas. La primera de todas, porque
sísimos y dignísimos de un rey, y hace ventaja a cualesquiera otros
en especial de mí mismo, los que regímenes; luego, porque yo obtuve
se refieren a las funciones publi- el principado no ilegítimo, no quita-
cas y privadas. Y así es que yo do a otro, sino por conductos irre-
guardo la mayor admiración para prochables, así de mis mayores co-
con aquellos que adoctrinan a los mo de mi padre y de mí mismo. Si
príncipes sobre la manera de ser- alguien ponderare todas estas razo-
virse de sus vasallos y a los vasa- nes, no es dudoso que él mismo se
llos acerca del modo como deben haría reo de un grave delito no
conducirse para con los príncipes, atendiendo mis avisos y no cum-
porque veo que son los príncipes los pliendo mis mandatos.
que hacen a las ciudades prósperas Por lo que toca y atañe a la for-
y gloriosas. ma de gobierno republicana, en la
Por lo demás, ya oísteis de labios que el poder reside en el pueblo,
de Isócrates las disposiciones que pienso que debo comenzar por decir
atañen a la administración del reino que a todos en general va a pare-
y aquellas otras que determinan lo cerles cosa recia que no se establez-
que precisa que hagan los que vi- ca distinción alguna de dignidades
ven bajo el poder real; voy a hacer entre los buenos y los malos, sino
un esfuerzo ahora por explicarlas que es lo más justo y lo más natu-
no con la vana confianza de ven- ral que se marque una separación
cer a Isócrates en elocuencia, sino entre unos y otros y que los que son
porque lo que mejor parece en mí desemejantes reciban premios seme-
es que yo os hable de ello, pues si, jantes, sino que se dé a cada uno
no habiéndoos yo declarado mi pen- lo que se merece. Pues bien el go-:

samiento y mi voluntad, cometie- bierno, sea oligárquico o popular,


rais vosotros algo contra mi íntimo busca la igualdad de todos aquellos
sentir, no sería justo que yo me eno-que constituyen la República; esto
jase con vosotros. Mas luego que os merecería la aprobación general si
hubiere advertido de lo que os con- las cosas estuvieran de tal manera
viene hacer, entonces, con razón so- establecidas que el uno no pueda
brada, podría yo ejecutar mi enojo aventajarse al otro en honor o en
en quien no me prestara obediencia. dignidad. Esta ecuación a nadie fa-
Yo pienso que éste es el camino vorece más que a los malos. En
más expedito para mi exhortación, a cambio la monarquía y el gobierno
saber: que no sólo recordareis lo que de uno solo, de tal manera hace la
yo os dijese, sino que lo pondréis distribución, que el mejor es el que
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OBRAS FILOLÓGICAS. ISÓCRATES : NICOCLES O EL AUXILIAR 913

se lleva más rica parte, y el que se menudo, con sus pretensiones de


le avecina más en el mérito es el honores, causan estrago y riza en
que más se le aproxima en el galar- el bien público. Los reyes, en cam-
dón; el tercero le sigue en tercer bio, como no tienen ninguna preten-
lugar, y así sucesivamente, según ca- sión del principado, puesto que ya
da cual ha merecido. Acaso no en to- lo poseen, administran cada uno de
da República pasa la cosa así; pero los asuntos de la mejor manera que
ésa es la intención y el fin de la Re- saben.
pública. Por todo lo cual, no existe Además de esto, los magistrados
ningún agudo justipreciador que, populares dejan de lado muchos ne-
ponderados debidamente la conduc- gocios de la República. La primera
ta y el genio de los hombres, no an- razón de ello es que consagran la
teponga a la forma republicana el mejor parte del tiempo a los asun-
gobierno monárquico. tos privados luego que así que se
;

Y en hecho de verdad, ¿qué va- entra en consejo, más frecuente es


rón prudente querrá participar en verlos en discordia que deliberando
el gobierno de una República en la en concierto. Los reyes, en cambio,
que su propia honradez no le ensal- ni tienen consejos a plazo fijo ni
ce más que a cualquier otro del vul- tiempos señalados, sino que así de
go, pues por más bueno que sea noche como de día pueden estudiar
resulta desconocido? Tanto más ex- y tomar la resolución pertinente,
celente y justo es el gobierno de por lo que toca a los asuntos públi-
uno solo, cuanto es más hacedero cos, y no es fácil que pueda escapar-
complacer la opinión de un solo se ocasioncilla de proceder en per-
hombre, que dar satisfacción a tan- juicio de los vasallos. A estos incon-
ta variedad de temperamentos y de venientes se allega que los magis-
juicios. Pienso que con esto queda trados populares se profesan mu-
claro cuánto más ventajoso es por tua animosidad y quisiera cada uno
la justicia, por la celeridad, por la de ellos el desgobierno de la ciudad
facilidad el mando de uno solo. perpetrado por los magistrados que
En ciudad gobernada por el pue- precedieron y los que sucederán con
blo, donde los cargos no son más el dañado fin de que les resulte de
que anuales, pónense al servicio de la gestión desastrosa de aquéllos
la República los que ignoran total- un prestigio mayor. Mas los reyes,
mente el arte de gobernar. Empero que son amos y señores vitalicios,
los reyes, dado que su dignidad es mantienen siempre invariablemente
permanente, aun cuando sean algo el mismo interés cariñoso, y lo que
tardos de ingenio, con la experien- tiene capital y máxima importancia
cia se tornan muy cautos y pruden- es que de los funcionarios popula-
tes. A esto se agrega que los ma- res, los unos aplícanse al servicio
gistrados en la República no tienen de la República como a cosa que no
gran cuidado de los hombres, de les va ni les viene; los otros, por-
aquellos concretamente que piensan que esperan que de su gestión pú-
no tener la misma dignidad ni po- blica saldrá con aumentos y creces
der que ellos mismos. El monarca, su hacienda privada, y en el caso
en cambio, no omite nada, porque que de toda la masa se destaque el
sabe que a él le incumbe el cuidado más audaz, a éste es a quien llaman
de todo. Hay más los que viven en a consejo, mientras que los reyes se
:

régimen de República, demasiado a valen como consejeros de los que


914 JUAN LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. TOMO I

más descuellan porel buen sentido quía. Pues bien: todas las veces que
y lescolman de honores grandes, Atenas envía al frente de batalla a
así a los que por su elocuencia se muchos capitanes, la campaña anda
señala como a los que se distin- mal; mas con la unidad de mando
guen por su actividad y destreza enmiéndanse los errores iniciales.
en el desempeño de la gestión enco- ¿Cómo podrá demostrarse con evi-
mendada. dencia mayor que por estos ejem-
Y ya no es sólo en la administra- plos hasta qué punto la monarquía
ción de los negocios de la paz que es preferible a la República? Vos-
la monarquía aventaja a los gobier- otros mismos veis por vuestros ojos
nos populares, sino que en trance de cómo bajo un régimen estable se
guerra, todo resulta más hacedero y mantiene el máximo poderío, y aun
llano al rey que a la República, co- entre aquellos que son regidos con-
mo, por ejemplo, hacer levas y uti- venientemente por unos pocos en
lizarlas; en ocultar lo que en un tiempos normales; pero cuando se
momento dado conviene que quede emprende una campaña, todos obe-
oculto o en manifestarlo cuando decen a uno solo, llámese generalí-
cumpla hacerlo así, a fin de que simo, llámese rey y que aun aque-
unos por las buenas cumplan lo llos que profesan a la monarquía
mandado, y otros lo cumplan por las un odio atroz, cuando envían a mu-
malas cuando el patriotismo lo im- chos al campo con igualdad de po-
pusiere. deres les deparan desastres enormes.
Si alguno no diere crédito a las Y si es permitido sacar a relucir
palabras, délo enhorabuena a los ejemplos de la antigüedad, es fama
hechos. ¿Quién ignora cuán grande que los dioses inmortales reconocen
es Imperio de los persas? Pues
el la soberanía de Júpiter. Si ello es
bien: este Imperio fué promovido verdad, aparece claramente que los
a su actual grandeza no por la cien- dioses inmortales mismos juzgan
cia de los sabios, sino por la unani- preferible el gobierno monárquico
midad de la obediencia de los sub- al gobierno popular. Esto, si antes
ditos a un rey único. pudo ser dudoso, ya no lo es desde
Allende de esto, Dionisio Siracusa- el momento que por el testimonio
no, habiendo recibido lo restante de implícito de los dioses que obede-
Sicilia, vejada y asolada, y aun su cen al mandato de Júpiter es prefe-
patria sujeta a estrecho cerco, él no rente el gobierno de uno solo al go-
sólo liberó a Siracusa de los peligros bierno de muchos. No es cosa fácil
presentes, sino que la enalteció por de averiguar ni de explicar cuántos
encima de todas las ciudades grie- y cuán varios sean los sistemas de
gas. A esto se añade que los cartagi- gobierno republicano; baste ya lo
neses y lacedemonios, de quienes es que dijimos hasta el presente.
fama que tienen las Repúblicas me- Por lo que a nosotros toca, debe-
jor organizadas entre todos los mos decir con mayor brevedad de lo
griegos, en tiempos de paz viven ba- que hasta ahora hemos empleado
jo el gobierno de unos pocos y en cuán convenientemente obtuvimos
tiempo de guerra manda sólo el rey. la soberanía y con mayor verdad
También cumple tomar ejemplo de lo que está a la vista de todos.
la ciudad de Atenas, que, muy por ¿Quién no oyó decir alguna vez que
encima de todas las otras, es irre- Teucro, fundador de nuestra noble-
conciliablemente hostil a la monar- za, luego de haberse adjuntado los
OBRAS FILOLÓGICAS. ISÓCRATES \ NICOCLES O EL AUXILIAR 915

ciudadanos de mayor calidad, ende- mer lugar, agotadas del todo las po-
rezó acá su rumbo y que para ellos sibilidades del Tesoro y luego per-
puso los cimientos de esa ciudad y turbados todos los negocios, por ma-
entre ellos distribuyó la región? ¿Y nera que debían ser objeto de la
que mi padre Evágoras, desapareci- máxima vigilancia y cuidado, y ha-
dos por azares diversos los otros biendo yo entendido que algunos
príncipes, luego de superar los ries- en esas circunstancias, por los me-
gos inevitables, tomó las riendas del dios que fueren, estaban atentos en
poder? Y al poder dejólo tan firme- exceso a sus intereses y utilidades
mente establecido para la posteri- privados y obligados a admitir co-
dad, que en adelante ya no sufri- sas que contrariaban la personal
mos más la hegemonía de los feni- honradez, yo no me dejé sobornar
ces, sino que el reino volvió a aque- por ninguna de esas cosas, cum-
lla familia que de mucho tiempo pliendo con religioso escrúpulo to-
atrás acostumbró tener el gobierno dos y cada uno de mis deberes de
de esa isla. rey, sin omitir nada de lo que cum-
Réstame ahora decir cuatro pala- plía al incremento y al bien de la
bras de mí mismo, como lo prometí, ciudad. Y para con los ciudadanos
con pudorosa reserva, sí, pero con usé de clemencia tal, que, bajo mi
absoluta verdad, apelando a vues- gobierno, nadie vió destierros ni
tra conciencia para que entendáis muertes ni secuestro de bienes ni
que tenéis un monarca tal, que no ninguna otra calamidad. Y como
ya por sus progenitores, sino por por culpa de la guerra que enton-
sus méritos, de ninguna manera es ces se había declarado nos estaba
indigno de esa jerarquía y aun acaso cerrada la Grecia y por todos lados
de otra mayor, si ello es posible. Es- se nos despojaba, con todo, yo re-
toy persuadido de que la justicia y medié muchos de esos daños, entre-
la templanza ocupan, en sentir de gando a los unos otro tanto de lo
todos, el primer lugar entre todas que habían perdido y a los otros
las virtudes, dado caso que esas vir- una buena parte recuperé a fuerza
;

tudes no solamente nos son útiles de pedirlo lo que a otros había si-
por sí mismas, sino que, consideran- do robado, y con otros, por fin, vi-
do la naturaleza de las cosas y la ne a reconciliación hasta donde pu-
fuerza y práctica de los negocios, ha- de buenamente.
llaréis que lo que está lejos de esas Allende de todo esto, como fuese
virtudes infiere a los hombres da- que los moradores de esa isla estu-
ños gravísimos, mas lo que por ellos vieran conmigo agriamente desabri-
está influido y templado es indeci- dos y el rey de los persas, so color
ble cuánto ayudan a la vida hu- de amistad, abrigara algún plan ma-
mana. ligno contra nosotros, suprimí am-
Y si precisamente por esas virtu bas molestias, mostrándome amiga-
des admiramos a algunos de nues- ble para con el rey y dando a mis
tros mayores, yo creo que a mí no vasallos lo que era justo. Tan lejos
se me debe excluir de ese callado estoy de codiciar el señorío ajeno,
homenaje. Yo querría que en este cuanto otros hay que, como tengan
momento, especialmente, pondera- vecinos algún tanto débiles, andan
seis mi sentimiento de la justicia, al acecho de ocasiones para poner-
pues habiendo venido el reino a mis les el pie encima. Yo, al revés, re-
manos exhausto de dinero, en pri- chacé una región que se me ofrecía,
916 JUAN LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. TOMO I

pensando que valía más poseer en espejo y modelo a mis vasallos, por
justicia mi propio suelo que deten- haberme enseñado la experiencia
tar injustamente otro mucho más que la masa corre desaladamente, a
dilatado. todo aquello porque ve que los re-
Pero ya estoy viendo que no hay yes tienen pasión. Además, pensé
necesidad alguna de hacer hinca- que convenía que los reyes fuesen
pié en cada una de esas particulari- deudores a las personas privadas de
dades, especialmente porque, en ge- ser tanto mejores cuanta mayor
neral, puedo decir, luego de procla- ventaja les hacen en dignidad, y
mar en voz alta que a ningún mor- que cometen la mayor y más abo-
tal inferí injuria, que muchos de rrecible de las incongruencias aque-
mis ciudadanos y aun de los restan- llos que, mientras obligan a sus va-
tes griegos fueron colmados de be- sallos a vivir honestamente, a pesar
neficios, de donativos y regalos ma- de todo no se les muestran ellos ni
yores que bajo el reinado de los res- más correctos ni más comedidos.
tantes reyes que me antecedieron. Finalmente, como viera yo que los
Parece bien en quienes blasonan de más de los hombres sufren con ra-
justos y desean que se les tenga por zonable conformidad cualesquiera
desinteresados que puedan publicar asperezas y lances duros y que la
de sí estas magníficas alabanzas pasión que se siente por los hijos y
cuando la ocasión se presentare. la mujer es poderosísima e indome-
Por lo demás, por lo que afecta a ñable, aun en los temperamentos
mi templanza, referiré algo más que mejores y más templados, hasta el
lo que visteis. Teniendo entendido punto que no pueden a ella sobrepo-
que todos los hombres aprecian en nerse, puse en este punto ahinco es-
grado sumo a sus hijos y a sus es- pecial en mostrarme moderado y en
posas y que es muy recio su enojo ello me esforcé no sólo por aventa-
si se les infiere ultraje o violencia, jarme al vulgo, sino también a las
y que hartas veces ello origina personas de virtud más reconocida
grandes males, y que han sido mu- e ilustre. Demás de todo esto, con-
chas las personas, así privadas co- dené la execrable maldad de aque-
mo públicas, y de la más alta cate- llos que habiendo tomado esposas
goría, que por ese motivo se per- para toda la vida, no satisfechos
dieron; yo, en todo tiempo, con tan aún con sus calaveradas de solte-
delicada cautela evité este avispero ros, aun con sus mismos devaneos
de tamañas desgracias, que, desde les daban un trato pésimo, y si reci-
que asumí el reinado, no me acer- bían de ellas alguna sinrazón era
qué a mujer alguna, excepto mi es- muy grave su enojo. Y al paso que
posa, porque sabía muy bien que en todo el complejo de relaciones so-
merecían la aprobación y aplauso de ciales mostrábanse sumamente ama-
todos aquellos que, sin menoscabo bles, eran ásperos con sus esposas,
de los bienes ajenos, de sus bienes para con las cuales conviene que los
privados se procuran satisfacciones maridos sean los más mansos y tra-
legítimas. Así que en todo tiempo tables posible, dado que ellas se
puse el más tenaz empeño en con- mueven en lo más secreto de nues-
seguir una doble finalidad: la de tra vida y son copartícipes de la
ponerme muy fuera del alcance de mayor y mejor parte de nuestras co-
toda sospecha, y la otra más princi- sas. De este modo acontece que, sin
pal de proponer mi conducta por darse cuenta, en la propia intimi-
OBRAS FILOLÓGICAS. ISÓCRATES : N1COCLES O EL AUXILIAR 917

dad de las alcobas alimentan sedicio- grandes que ser pueden y dignas en
nes y en pos de sí dejan disensio- grado superlativo, de singulares y
nes. soberanos encomios.
Parece bien en quienes adminis- Por todas estas consideraciones
tran el reino con rectitud y constitu- ejercité la continencia y la justicia
ye una honra suya singular mante- con mayor celo que las otras res-
ner en la concordia las ciudades que tantes virtudes, y las antepuse a los
gobiernan, sino también cada una placeres y regalos, no solamente
de las casas y todos los lugares ha- aquellos que provienen de las obras
bitados, porque todo esto son medi- que no tienen aprecio alguno, sino
das de justicia y de buena política. también a aquellos deleites más su-
Por lo que se refiere a los hijos, no bidos, que provienen de la gloria
soy del mismo parecer que casi to- granjeada por el valor.
dos los demás reyes, y pienso no El examen de las virtudes no debe
ser cosa conveniente tener a los inspirarse sólo de su naturaleza res-
unos de mujeres de condición mo- pectiva, sino calibrarse por estotro
desta" y a los otros de damas de procedimiento preferente: en las es-
más alta categoría, para dejar a és- trecheces económicas estudiamos la
tos como bastardos y a aquéllos co- justicia,en el poder estudiamos la
mo legítimos. Yo pondré el mayor moderación, en la juventud estudia-
empeño en que todos sean para mí mos la fuerza. En todas estas oca-
de igual nobleza por línea paterna siones yo di pruebas brillantes de
y materna, refiriendo el linaje, por estas tres virtudes. Mi padre me
el lado de los mortales, a mi padre dejó necesitado de dinero y yo prac-
Evágoras, por el lado de los hé- tiqué la justicia de no ocasionar
roes; a los Eácidas, por el lado dé quebranto a ninguno de mis subdi-
los dioses inmortales, a Júpiter, y tos; a los comienzos de mi reinado,
a ninguno de los que yo engendra- gozando de una libertad sin límites,
re, en cuanto yo se lo podré comuni- me experimentasteis más austero
car, faltará la gloria de esta sangre. que cualquier otra persona privada.
Y aun cuando sean muchísimos los Ambas cosas las hice en una edad
acicates que me acucian a insistir que en la mayoría de los hombres
en esas pisadas, ninguno más pode- acostumbra ser poco instruida en
roso y eficaz que el ver que la for- las cosas de la vida y hacer escaso
taleza, la fortuna y otras cualida- empleo de la prudencia y del con-
des que merecen la aprobación del sejo.
vulgo residen en muchos malos su- Desistiera yo de decir todas esas
jetos, al paso que solamente los va- cosas si hablara a otro auditorio, no
rones buenos y excelentes se precian porque la alabanza me sea indife-
de poseer la justicia, la sabiduría, la rente y la rehuya, sino porque acaso
templanza y el gobierno de sí mis- mis palabras no hallaren crédito en
mos. Por todo ello, llegué al con- él. Empero en vosotros tengo el
vencimiento de que la hermosura testimonio y la confirmación de lo
suma consiste en que a trueque del que digo. Por esto, puesto que es ra-
menosprecio total de cualesquiera zón que se alaben y admiren aque
otras cosas, consiga aquellas virtu- líos a quienes la Nautraleza acondi-
des que no pueden serle comunes cionó para la virtud, más lo mere-
con los malos, puesto que son ex- cen aquellos otros que con la vir-
celentísimas, solidísimas, lo más tud se abrazaron por resolución y
918 JUAN" LUIS VIVES, .
OBR AS COMPLETAS. TOMO I

propósito, pues quienes obran bien Xo creáis jamás que los emolu-
por azar y no deliberadamente, tam- mentos que se buscan con procedi-
bién por azar, se apartan de la vir- mientos injustos constituyen rique-
tud. En cambio, los que ya, adultos zas; pensad que crean peligros.
y llegados a mayor edad, arraigan Xo se debe pensar que el recibir
en su pecho el invariable convenci- sea lucro y el dar sea daño, pues
miento que la virtud es el mayor de cada uno de estos resultados debe
los bienes, no hay duda que toda la estimarse por la virtud, no por sí
vida perseveran en aquel propósito. mismo.
Os hablé tan difusamente de mí Xo ds sea enojoso ninguno de mis
mismo y de otros muchos, conforme mandatos; todos los que se me
visteis, con el fin de que en adelan- muestran los más útiles, recaban de
te no quede pretexto alguno que os mí provechos más abundantes.
sea estorbo para poner en ejecución Xinguno de vosotros juzgue que
con gozosa prontitud todo cuanto yo su conciencia me está oculta, pues
os mandare u os aconsejare. aunque físicamente no presencio
Os mando, pues, que cada cual vuestros actos, pensad que en espíri-
desempeñe la función que tuviere tu estoy presente siempre. Si este
asignada con diligencia y con fideli- pensamiento tiene alguna valía en
dad; faltando cualquiera de estos vuestros ánimos, os comportaréis
dos extremos, es inevitable que la más cuerda y comedidamente.
administración de los negocios mar- Xo ocultéis cosa que poseáis, que
che mal. Xo omitáis, pues, un pun- hagáis, que meditéis, sabedores de
to de lo que os dijere, pues cada que el miedo es compañero insepa-
uno de ellos viene a ser como una rable de todas cosas que
aquellas
parte de un organismo que sin él no deseáis ocultar.
puede subsistir. Así es que en cada Xo alternéis artera o solapada-
uno debéis poner tanto cuidado co- mente con los ciudadanos, sino con
mo conviene que lo consagréis al tal simplicidad y franqueza que a
conjunto nadie le sea fácil calumniaros por
Todo cuanto sea mío tenedlo en más que se lo proponga.
la misma consideración que si fuere Sopesad cada una de vuestras ac-
vuestro y no creáis que sea exiguo ciones y persuadios que son malas
bien la honra que se granjean aque- aquellas que me queráis ocultar y
llos que con buena fe administran que son buenas todas aquellas que
nuestras cosas. si llegaren a mis oídos, por esas
Abstened vuestras manos de lo mismas os conceptuaré mejores a
ajeno para poseer con mayor segu- vosotros.
ridad vuestra fortuna propia. Xo calléis si entendiereis que al-
Importa que a los otros os demos- gunos sienten mal de mi gobierno,
tréis tales cual deseáis que yo sea sino reprendedles agriamente, y
para con vosotros. pensad que son reos del mismo cri-
Xo os apresuréis a enriqueceros men los delincuentes y aquellos que
con mayor afán que el que pongáis los encubren.
en ganaros buena reputación, no Tened por afortunados no a aque-
ignorando que entre los griegos y llos que si delinquieren no son de-
entre los bárbaros a aquellos que tenidos, sino a aquellos otros que no
son loados por sus virtudes se les cometen delito alguno, y que éstos
confían los mayores bienes. son acreedores a un galardón por el
OBRAS FILOLÓGICAS. — ISÓCRATES : NICOCLES O EL AUXILIAR 919

merecimiento y los otros a un su- Enseñad a vuestros hijos a vivir


plicio por la transgresión. en paz y sosiego bajo mi régimen, y
No celebréis juntas ni reuniones acostumbradles a ello, pues si antes
sin aprobación mía, pues tales asam- hubieren aprendido a obedecer al
bleas, caso que en las Repúblicas no mando, con mayor competencia po-
sean inútiles, no deja de ser cierto drán ejercerlo después; y si resul-
que en las Monarquías son peligro- taren ponderados y fieles, tendrían
sas. participación en nuestra fortuna;
No sólo debéis absteneros de toda empero si salieren malos, acarrea-
falta, sino también de aquellos ejer- rán peligro a la suya.
cicios que, inevitablemente, traen Pensad que entregaréis a vues-
adherida alguna sospecha. tros hijos la más rica y estable de
Convenceos de que mi amistad es las heredades si les dejareis mi be-
segurísima y sólida en extremo; nevolencia.
respetad el actual estado de cosas y Tened por los más desventurados
no os apasionéis por novedades y y miserables de los hombres a los
mudanzas, pues no debéis ignorar que no guardan fe a los que la tie-
que esos cambios acarrean la muerte nen en ellos. Es irremediable que
de las ciudades y el descuaje y la hombres de esa calaña vivan en
ruina de las casas privadas. un perpetuo derrotismo, no más
Ninguno de vosotros vaya a pen- confiados en sus amigos que en sus
sar que los reyes se tornan cómodos enemigos, temerosos siempre de
o incómodos más de su propio ser todo.
que de las costumbres de los subdi- Envidiad no a los ricos, sino a
tos, pues han sido muchos los mo- quienes la conciencia de ninguna
narcas a quienes los vicios de sus mala acción les remuerde; y aquella,
vasallos les obligaron a gobernar y no otra, es la más sabrosa de las
con mano más dura de lo que lo su- vidas que se pasa toda en afectos
fría su propio temperamento. tranquilos.
Confiad no tanto en mi manse- No creáis que la malicia pueda
dumbre como en vuestra virtud, y ayudaros más que la bondad; pen-
meteos en la mollera que mi segu- sad que no en balde fueron im-
ridad, en fin de cuentas, es vuestra
puestos los nombres y que toda co-
defensa, pues tales como fueren missa es tal cual ha sido el nombre que
cosas, serán las vuestras. se le impuso.
Mostraos dóciles y obedientes a No tengáis envidia de aquellos a
mi mando y llevad con ánimo igual quienes yo promoví a los más altos
las costumbres del rey y observad puestos, sino esforzaos con vuestro
las leyes que yo os hubiere dado. trabajo y diligencia por situaros a la
Contribuid al esplendor y a la misma altura. Es conveniente que
magnificencia de las funciones pú- améis a quienes yo amo, que es la
manera de conseguir vosotros de mí
blicas de la ciudad y de todas aque-
llas que yo ordenare. lo que alcanzaron ellos.
Exhortad a los mozos a la virtud Pensad en mi ausencia lo mismo
no solamente con avisos, sino de- que decís en mi presencia. Decla-
mostrándoles prácticamente, con la rad vuestra buena voluntad para
ejemplaridad de vuestra conducta, conmigo más con obras que con pa-
cómo conviene que sean los buenos labras.
ciudadanos. No hagáis a los otros aquello que,
JUAN LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. TOMO I

si los otros os lo hicieran, llevaríais- |


Si así lo hiciereis, huelga ponde-
lo con desabrimiento. rar con mayor abundancia de pala-
Aquello que en vuestras conversa- bras la grandeza de los frutos que se
ciones reprendéis, no lo pongáis ja- seguirán. Pues si yo continuare
más en ejecución y obra. siendo como hasta aquí habéis ex-
Esperad, que a vosotros va a suce- perimentado y vosotros seguís sien-
deros aquello mismo que de nos- do en lo sucesivo obedientes como
otros pensáis. hasta el momento a mis mandatos,
Xo os contentéis con alabar a los en breve tiempo vais a ver a fe mía
uuenos: imitadles también. vuestras fortunas con aumento y
Pensad que mis palabras son ley, con decoro y honra mi rei-
creces,
en cuya observancia debéis empe- nado y próspera y feliz la ciudad
ñaros, y sabed que los que hicieren toda.
lo que yo quisiere, tendrán la fa- Y como a la vista de tales bienes
cultad de vivir como quisieren ellos no debiera rehusarse fatiga alguna y
La suma y compendio de todo lo ningún peligro debiera parecer te-
dicho sea esto: del mismo modo meroso, con todo, sin ninguna suerte
que pensareis que deben ser vues- de molestia, con sola la justicia y la
tros súbditos para con vosotros, ta- fidelidad, podéis vosotros dar rea-
les es razón que seáis vosotros pa- lidad fácil a todo ese bello progra-
ra con mi gobierno. ma que os expuse

FIN DE LA
«ORACIÓN AREOPAGÍT I CA »
Y
«XICOCLES»
INTERPRETACION ALEGORICA
DE LAS

BUCOLICAS
DE VIRGILIO
(1NTERPR ET ATIO ALLEGORICA IN
BUCOLICA VIRGILII)

(i537)

PROLOGO
Antiguamente los poetas griegos vitanda su culto, como si ellos hu-
fueron tenidos en mayor apre- biesen de caer rodando de aquella
cio y honra entre los naturales enriscada cumbre de la sabiduría, si
de su nación dados al estudio de las en estos otros estudios más dulces y
letras, que los poetas latinos entre sabrosos pusieren corazón y ojos
los latinos; de suerte que los más una vez sola. Lastimosamente de-
preclaros ingenios griegos compusie- fraudáronse a sí mismos de un no
ron comentarios a las obras de Ho- pequeño deleite estético y de un
mero, como, verbigracia, la más p#f- gran regalo intelectual, por el hecho
te de los filósofos, entre los cuales, de tener cerradas sus orejas a aquel
Aristóteles, en mi sentir, es el prín- concento dulcísimo de la poesía. La
cipe de todos Los nuestros,
ellos. culpa de esa triste abstinencia anda
en cambio (no hago mención de repártida entre aquellos ingenios
aquellos que existieron en aquella sordos y absurdos, los tiempos en
edad en que del estudio de la poesía que vinieron y las ideas y preiui-
no se hacía estima alguna, hombres cios dominantes. Mas yo, creyendo
rudos que jamás dejaban de sus ma- con fe ciega en la autoridad de
nos el arado o la lanza, sino de aque- Aristóteles, autor de ta'l afirmación,
llos que, en siglos más cercanos de no tendré reparo ninguno en tem-
nosotros, consagraron sus vigilias a plar la severidad de mis estudios
la filosofía y estudios más graves), con esos asuetos agradables y en
estuvieron tan ajenos de las apaci- comentar las musas festivas, como
bles Musas, que tenían por afición lo acabo de hacer con Virgilio, en
922 JUAN' LUIS VIVES. OBR AS COMPLETAS. TO.Mü I

cuyas Bucólicas sorprendí sentidos dican con harta transparencia que


mucho más elevados de lo que sos- su sentido no es el directo, sino el
pecha la generalidad de los gramá- figurado. Yo no me acabo de admi-
ticos. rar que Servio Honorato no admita
Porque si debajo de ellas no se más alegoría que la de la pérdida de
esconde algún sentido más recón- sus tierras, puesto que el sentido ale-
dito que el que las palabras ofrecen górico es indudable en muchos otros
a primera vista, Virgilio no necesi- pasajes. Pues bien: yo resolví to-
tara tres años para su último puli- marme el trabajo de hacerlo notar,
mento, especialmente porque casi para poner estas alegorías al alcance
todo lo pidió prestado a Teócrito de y uso de aquellos que en la lectura
Sicilia. de Virgilio hallan contentamiento y
Agrego a esto que su autor las solaz (¿y quién no los hallará?) y
componía para los mayores ingenios porque los ingenios más aventajados
romanos, Cornelio Galo, Asinio Po- tengan un pasto conveniente y se
lión, Varo, Tuca, el mismo empera- encaramen más arriba del simple
dor Augusto, los cuales, con tan li- sentido de las palabras. Allende de
viana materia pastoril, si no entra- esto declararemos la intención que
ñaran sentencias más altas, difícil- tuvo el poeta y demostraremos que
mente se aficionaran a esas obras en cosas tan baladíes no iba a malo-
rústicas con la familiaridad que grar tantos y tan hermosos versos, y
mantenían con los escritores griegos que aquellos temas que Teócrito, en
y latinos que trataron tan graves un siglo más rudo, cantó en sentido
sujetos. Y como fuese que Virgilio pastoril, Virgilio los trasladó a los
intentase un favorable acceso a los romanos y casi se los hizo suyos, in-
grandes talentos romanos y quisiese fundiéndoles un sentido más digno
granjeárselo con ese opúsculo, es de orejas eruditas. No dudo que en
de creer que con el pretexto de esos determinados versos yo adaptaré
juguetes pastoriles cantó veladamen- una alegoría en que el poeta nunca
te muchas de sus alabanzas y de sus pensó, fuera de las otras muchas en
cosas dignas que se conociesen, las que indiscutiblemente pensó al es-
cuales, adivinadas, deleitarían muy cribirlas; ello no será ingrato ni in-
mucho al lector, como las imágenes útil al lector. Hicieron esto mismo
elegantes y primorosas, disimula- antes de nosotros en la explanación
das bajo la grotesca apariencia de de Homero escritores griegos, y en
Silenos. latín Donato, que esclareció las sen-
Allégase a todo esto que los asun- tencias de Terencio y de ese poeta
tos mismos en muchos lugares in- nuestro.

EGLOGA PRIMERA

Melibeo. Tú aquí, Títiro, so el nos; nosotros de la patria hemos
en
abrigo de una tendida haya con te- huido; tú, Títiro, indolente la
nue avena ensayas pastorales can- ociosa sombra, enseñas a las selvas
tos. Nosotros abandonamos los lin- a resonar el nombre de la hermosa
des de la patria y los campos ame- Amarilis.
OBRAS FILOLÓGICAS. INTERPRET. DE LAS «BUCÓLICAS». ÉGLOGA I 923

Títiro. — ¡Oh Melibeo! Fué un ojos y vino a mí tras largo tiempo.


dios quien me dió esta holgura, pues Desde que nos tiene Amarilis, me ha
como dios él será siempre para mí; abandonado Galatea; pues, lo confe-
muy muchas veces con sangre ba- saré,mientras me tenía GalaTea, ni
ñará su ara un tierno recental de veía esperanza de libertad ni había
mis apriscos. El, como ves, ha permi- cuidado de mi dinero. Y ni por más
tido que mis vacas vagabundearan y que de mis apriscos saliese mucha
que yo mismo, con zampoña agres- víctima gorda y para la ciudad in-
te, cantara lo que me viniera en grata hiñera copioso queso, jamás
gusto. traía a mi casa la mano llena de

Melibeo. Cierto; no te envidio moneda.
este bien; antes me maravillo; tan —
Melibeo. Admirábame yo por qué
grande es la turbación que arreo se acongojada invocabas a los dioses,
muestra en nuestros campos. Vesme Amarilis, y para quién dejabas col-
a mí mismo ahora con qué aflicción gados los frutos en el árbol. Títiro
guío mi hato de cabrillas; apenas estaba ausente, y a ti, Títiro, hasta
puedo llevar ésta, Títiro. Pues que los pinos te llamaban y hasta las
aquí mismo, en una espesura de fuentes, y hasta estos mismos arbo-
avellanos, malparió y dejó, ¡ay!, lilios.
abandonados encima de una desnuda Títiro. —
¿Qué había de hacer? Ni
peña a dos gemelos, esperanza de mi me era hacedero salir de servidum-
rebaño. Acuérdome que muchas ve- bre ni conocer en otra parte a dio-
ces, si no fuera mi mente obcecada, ses tan propicios. Allá vi, ¡oh Meli-
me predecían este siniestro las enci- beo!, a aquel joven en cuyo loor to-
nas tocadas del fuego del cielo. dos los años nuestros altares hu-
Mas, dime ya, Títiro, este dios cuál mean doce días. Allí él, primero que
sea. ninguno, a mi ruego dió esta res-

Títiro. Yo, necio de mí, había puesta Paced, como solíais, mozos,
:

pensado, Melibeo, que la ciudad que vuestras vacas; poned los toros bajo
llaman Roma era semejante a esta el yugo.
nuestra, adonde con frecuencia te- Melibeo. —
¡Dichoso viejo! Queda-
nemos costumbre de llevar los pri- rán, pues, tus prados asaz espacio-
males los pastores ovejeros. Así sos para ti, aunque el desnudo pe-
también yo pensaba que los cacho- dregal los cubre todos y el pantano
rros se asemejaban a los mastines y con sus juncos cenagosos. El pasto
los cabritos a sus madres, y así yo extraño no causará dolencia a las
acostumbraba a lo pequeño empare- ovejas grávidas ni les hará daño el
jar lo grande. Pero esta ciudad, de pegadizo mal de la grey vecina. ¡Di-
tal manera pujó su cabeza sobre las choso viejo! Aquí, entre los cono-
otras ciudades, cuanto suelen levan- cidos ríos y las sacras fuentes, go-
tarla los cipreses en medio de los zarás del frescor opaco. Aquí, el seto
endebles viburnos. de la linde vecina, do siempre las

Melibeo. ¿Y cuál fué la causa tan abejas, cual del Hibla, pastan la flor
grande de que vieses a Roma? del sauce, muchas veces te adormirá
Títiro. —
Fué la libertad que, tar- sonando blandamente. Aquí, al pie
día y todo, volvió sus ojos a quien del alto risco, el leñador dará su
nada hizo por ella; después que al canto al viento. Ni, mientras tanto,
rasurarme me caía la barba como las torcaces roncas, que son tu cui-
nieve; no obstante, me volvió sus dado, cesarán sus arrullos, ni desde
924 JUAN LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. TOMO I

el elevado olmo cesará la tórtola en pío estos tan cultivados novales?


su llanto. ¿Tendrá un bárbaro estas mieses?

Títiro. Antes será que los lige- ¡He aquí adonde llevó la discordia
ros ciervos pacerán por el cielo y a a los míseros ciudadanos! ¡Para
las orillas echarán los mares los des- esos sembramos nuestros campos!
nudos peces; antes será que, troca- Injerta ahora perales, Melibeo;
dos sus lugares naturales, el deste- y pon cepas en orden. Idos, idos,
rrado parto beberá en el Araris o cabritillas mías, hato feliz un tiem-
la Germania en el Tigris que del po; ya no, cual antes solía tendido
pecho mío, borrado, desaparezca su en la verde gruta, de lejos os veré
rostro. colgadas del risco cubierto de male-

Melibeo. Nosotros, pero de aquí za. Canción ninguna cantaré, ni ba-
iremos, unos, a los sedientos áfrica jo mi cayado, cabritillas, cogeréis
nos; a la Escitia, otros, y al raudo amargo sauce ni cantueso en flor.
Oaxes o a los britanos, profunda- —
Títiro. Aquí, no obstante, po-
mente separados de todo el orbe. drías descansar conmigo en esta no-
¿Y qué? ¿Cierto ha de ser que tras che en cama de hojas verdes; tene-
largo tiempo no veré los patrios mos frutas en sazón, castañas tier-
confines, ni la punta pajiza de mi nas y abastanza de queso. Y ya las
pobre tugurio, que es todo mi rei- cimas de las caserías humean le-
no, después que hayan pasado más jos y de los montes altos caen las
cosechas? ¿Tendrá un soldado im- sombras cada vez más largas.

INTERPRETACION, POR LO COMUN, ALEGORICA


DE LA EGLOGA PRIMERA

Tú aquí, Títiro, so el abrigo de lo, seguro en el peligro, cosa que da



una tendida haya... Con esta églo- a entender eso de estar tendido. El
ga poeta expresa su gratitud a Cé-
el sitio mismo indica no solamente la
sar Octaviano. Comienza haciendo paz del espíritu, sino también el
mención de su bienandanza; puesto contentamiento, al abrigo, a la som-
que es un linaje de agradecimiento bra de un árbol ancho y coposo, pro-
reconocer el bien recibido; luego, ducidor de bellotas que fueron el pri-
gratitud completa de quién lo reci- mer pan del hombre. Y a la vez, to-
bió. Todo esto dícelo Virgilio por bo- ca incidentalmente el hecho haza-
ca de una tercera persona y con este ñoso del cual se dice en Meris Cier- :

recurso evita una cierta especie de to que la oí cantar allí donde co-
jactancia, pues añadiendo él mismo mienzan los cerros a abajarse. Es
luego otros, hácelo por provocación, señal evidentísima de placer cantar
so pena de aparecer malévolo o in- canciones, no henchidas de gemidos
grato, si del todo' lo hubiese callado y de quejas, sino de amores, mien-
o lo hubiera dicho con no harta con- tras que los otros, a fuer de deste-
vicción. La felicidad y bienandanza rrados, buscan otra patria luego de
a que se muestra agradecido consis- abandonar la antigua y natural. Y
te en que, mientras todos son presa Títiro, sumido en ocio sabroso, des-
de pánico, él está quieto y tranqui- cansa a la sombra.
OBRAS FILOLÓGICAS. INTERPRET. DE LAS «BUCÓLICAS».
] — ÉGLOGA I 925

Los amenos campos... Dícelo por — muchos de nuestra religión que, a


contraste por acentuar la miseria, míseros y a flacos mortales, atribu-
como aquello otro virgiliano: yen el incomunicable nombre de
Dios y casi también su culto.
Y muriendo recuerda los dulces cam- El ha permitido que mis vacas
[pos nativos. vagabundearan... —
Vuelve a la enu-
meración de los beneficios. ¿Qué no
Amarilis... —
Amarilis es Roma o, me devolvió él cuando lo arrasaba
acaso, Octaviano, a quien cantaba todo el torbellino de la guerra? Me
con avena feble, es decir, en verso devolvió mi fortuna, quiero decir-
bucólico. mis campos y mis vacadas y tam-

¡Oh Melibeo! Fué un dios... To-. bién la libertad, pues permitió que
davía Octaviano no era tenido ni pastasen por donde les pluguiere;
adorado como dios, cuando Virgilio devolvióme el cultivo del espíritu,
cantaba esto por esto dice, para mí, devolvióme las musas y el canto no
;

pues si ya entonces lo fuera, esta- de aquellas hazañas gloriosas que él


ría de más aquel pronombre enfá- consumó, sino, según era mi placer,
tico que, por otra causa, púsose no el canto pastoral
y agreste. Tú mis-
sin gran motivo. Dios es el hombre mo lo ves, y esto me excusa de más
que ayuda y asiste a otro hombre, amplia relación.
dice Plinio, y la antigüedad hizo dio- No te envidio este bien... Ade-
ses de los seres bienhechores, aun lántase a la sospecha de que no pa-

cuando fuesen brutos animales, co- rezca que envidia tanta bienandan-
mo los egipcios; de los gatos, pe- za Melibeo, que está sumido en ta-
rros, bueyes y del ave ibis, y los maña miseria; pero hácele constar
griegos a los inventores de las cosas su extrañeza de que pudiese escapar
útiles: a Minerva, halladora de la de la común calamidad.
oliva; Baco, producidor del vino; Vesme a mí mismo con qué aflic-
Esculapio, inventor de la Medicina. ción guío mi hato de cabrillas... Yo
Fué un dios quien me dió esta no solamente estoy en consterna-

holgura... —
Demuestra el poeta su ción, sino que soy expulsado de mi
reconocimiento, y con ello quita to- patria con mi ruin hacienda y fa-
do motivo de envidia a su propia fe- milia, y, para despertar mayor con-
licidad y holganza. Si fué un dios miseración, dice que va a desterrar-
quien se la otorgó, a ese dios hase se con la carga de una hija y de su
de mostrar la gratitud, y no en- espoca recién parida de dos melli-
vidiar a Virgilio, sino, más bien, zos, esperanza de la propagación de
congratularse con él. ¿Quién va a su linaje. Si alguien ha menester
condenar una dádiva de Dios o en- tranquilidad y reposo, son las mu-
vidiarla? ¿Ni por qué se ha de abo- jeres parteras y los niños recién na-
rrecer a quienes el Cielo favorece? cidos. Demuestra el paternal afecto
Muy muchas veces, con sangre, que les tiene aquello de que son la
bañará su ara un cordero tierno de esperanza de su linaje, lo cual agra-
mis apriscos... —
No solamente en mi va más su pérdida, y por eso el
espíritu, y por gratitud, Octaviano trance de la expatriación es más
será dios para mí, sino también por laborioso y violento. Esta amplifi-
culto y ceremonias. Cosa de gentiles cación de la miseria encarece aún
es esto, y no deben imitarlos los más la felicidad de Virgilio, y, por
cristianos, impiedad que cometen ende, las alabanzas de Octavio, y
926 JUAN LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. TOMO I

vuelve a afirmar más explícitamen- conocidas, pues no sienten curiosi-


te que es muy mucho lo que debe a dad ni deseo de ver cosas extrañas.
Augusto e intensifica la expresión —
Semejante a esta nuestra... Como
de su gratitud, porque él se alegre son ignorantes e inexpertos, todas
de la gran estima en que se tienen las cosas mídenlas con su propio
sus beneficios y piense que en bue- rasero.
nas manos los colocó y se mueva a A donde con frecuencia tenemos
beneficiar más aún a hombre tan costumbre... —
Pensaba el villano in-
reconocido. Invita a que le den más culto que la ciudad, por antonoma-
el que confiesa haber recibido. sia llena de nobleza, de capitanes,
Muchas veces me predecían este de héroes, sede y cabeza del Impe-
siniestro... —
Intenta apartar la odio- rio, era semejante a la ciudad pasto-
sidad que con su sevicia pudo haber- rily algo así como un aprisco gran-
se concitado el César, descargándo- de, y que el ingenio, la elocuencia,
la en los hados y la voluntad de los la urbanidad, la educación del pue-
dioses, que dice que le fué signi- blo de Roma eran parecidos a los
ficada por un prodigio. del pueblo de Mantua.
Si no estuviese mi mente obceca- ¿Y cuál fué la causa tan grande
da... —Mía es la culpa, que pude ob- —
de que vieses a Roma?... Locución
viar este mal si hubiera querido aldeana y villanesca, y pregunta
obedecer a los avisos celestiales pe- ;
congruente a la extrañeza del pas-
ro estaba sordo a las voces inequí- tor. Los pastores y los labriegos son
vocas de los dioses. fáciles a la maravilla porque igno-
Las encinas tocadas del Cielo... — ran las causas de las cosas.
Fuera posible esquivar tamaña ca- —
La libertad... Palabra mágica,
lamidad si tan pronto como vieron que llega a las majadas y penetra y
las encinas alampadas, esto es, a los se adueña aun de los pechos simples
Brutos, a Casio y a los otros asesi- de los villanos. Para Octaviano no
nos de César proscritos y vencidos, había halago mayor que decirle que
en cuyo partido militaban los mo- íe era deudor de la libertad, por sa-
radores de Cremona, se hubieran cudirse la callada sospecha de que
alejado del contacto de la vecindad, la había quitado a todos. Declara el
como de cosa apestada, o se hubie- poeta haber recibido la libertad y
ran reconciliado con el vencedor la hacienda multiplicada de la bon-
con alguna embajada o con alguna dad de Augusto; pero, como era ra-
súplica. zón, antepone la libertad.
La ciudad que llaman Roma... —
Volvió los ojos (la libertad) a
Respuesta de pastor. Preguntado quien nada hacía por ella... Y era —
acerca de César, responde de Roma así, efectivamente, pues por sí mis-
con largos rodeos, pero con águde- mo jamás la consiguiera; la consi-
za y habilidad. Pondera la grandeza guió por obra de Augusto.
de Octaviano, enalteciendo a Roma, Después que al rasurarme me caía
gobernada por él. Expresión rústica la barba como nieve... Era joven —
es ésta, como si Roma no fuera Virgilio cuando escribió las Bucóli-
por ellos conocida, sino de oídas y cas; no había cumplido los tres die-
de una manera vaga, como para los ces. Xació en el primer consulado
labriegos, las ciudades que están de Pompeyo y Craso y de esta fecha
algún tanto alejadas, por más gran- hasta el triunvirato van veinticua-
des y famosas que sean, les son des- tro años. El triunvirato duró diez
OBRAS FILOLÓGICAS. INTERPRET. DE LAS «BUCÓLICAS». — ÉGLOGA I 927

Esto de la barba de nieve es una banse adolescentes los que tenían


hipérbole poética; tan largo le pa- aquella edad.
reció ese período en que vivió sin A mí él, primero que ninguno, a
libertad y sin dinero, que se le an- mi ruego dió esta respuesta... El, —
tojó haber llegado a viejo. También espontáneamente, no rogado por
la palabra Candidior (blanca a par ninguno de los magnates romanos.
de nieve), puede referirse a la liber- Paced como solíais... Seguid en —
tad, hermosa, vistosa, buena. Esta los estudios iniciados y perfeccio-
versión es aceptada por muchos. nadlos bajo mi impulso y patro-

Pues lo confesaré... En Mantua nazgo.
ni podía ser libre ni rico, aun cuan- —
¡Dichoso viejo!... Con tal impul-
do diese no pocas muestras de talen- sor y protector, durarán siempre los
más pocas que en
to y erudición, no monumentos de tu ingenio. O sim-
Roma; pero ningún aprecio se ha- plemente debe entenderse de los
cía de la virtud y de las bellas artescampos en alabanza de César. Llá-
entre quienes, como no las enten- mase anciano, para mayor honra de
dían, las desestimaban. la persona, porque viejos son los
Admirábame yo porque, acongo- pastores que se introducen y a eso

;

jada... Sentido difícil, pero demos- se puede referir aquello de me caía


trativo del favor de los romanos pa- la barba como nieve. O quizá tam-
ra con Virgilio. Maravillábame que bién eso de viejo sea nombre de dig-
tan importante fuese que toda Ro- nidad en los reinos de los pastores,
ma invocase por ti los dioses para equivalente a rabadán, o mayoral, o
que te fuesen propicios, a saber: dueño, o padre.
Augusto y los proceres, y que los Aunque el desnudo pedregal. .

frutos quedasen en el árbol, a sa- En sentido directo y sin velo alguno
ber: que nadie pusiese mano en los de alegoría, hase de entender que
bienes del poeta. los campos de Virgilio tienen res-

¿Qué había de hacer?... Esto pa- guardo por todas partes: por un la-
rece dar a entender que Virgilio, do, el monte; por el otro, el pan-
siendo en Mantua muy querido de tano; pero bastantes para sí y su
todos, ninguna necesidad tenía de ganado, y que no va a tener necesi-
marchar a Roma; por eso responde: dad de ir a buscar ninguna cosa fue-
¿Qué había de hacer, sino ir a Ro- ra para su sustento y el de su grey.
ma? ¿Qué cosa más conveniente o Añade luego que de ese reparo le
más hacedera? De otro modo yo no proviene una gran ventaja, porque
consiguiera jamás la libertad ni hu- los daños de la vecindad no llegarán
biese conocido a los dioses, a saber: a aquellos animales que suelen vagar
los proceres romanos, tan asequi- errantes, como las reses y las abejas.
bles y tan favorecedores de los in- El pasto extraño no causará do-
genios. lencia a las ovejas... —
Protegido por
Allá vi, ¡oh Melibeo!, a aquel jo- tales patronos, aun cuando a los ve-
ven... —
Tanta trascendencia tuvo cinos se les despoje de sus campos,
aquel viaje a Roma. Allí vi al glorio- tú no sufrirás perjuicio ni tendrás
so joven Octaviano, por cuya salud que recelar merma alguna en la re-
todos los años doce veces las aras putación de tu talento, puesto que
echan humo. Joven era entonces Oc- te favorecen los apoyos de toda eru-
taviano, a saber: de veinticinco dición.
años o unos pocos menos. Llamá- Dichoso viejo... —Descripción de
928 JUAN LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. TOMO I

los goces campestres que proporcio-


cosechas... —
Rústica manera de decir
nan sueño tran- de los villanos que no cuentan por
los ojos, los oídos, el
quilo y sabroso; como también el Olimpíadas, como los griegos, ni por
producto de las crías. cónsules, como los romanos, sino por
Aquí, entre los conocidos ríos... —
la rotación de las estaciones. Clau-
Contribuye a la felicidad aquello de diano dice: Lleva cuenta del año
envejecer en la patria o en los lu- por cosechas alternas, no por consu-
gares donde estuvieres avezado, se- lados.
gún aquel lindo idilio de Claudiano: ¿Tendrá un soldado impío estos
Feliz aquel que pasó su vida en los tan cultivados novales? ¿Tendrá un
paternos campos, etc. bárbaro estas mieses?... Motivo de —
Antes será que los ligeros ciervos... brava indignación es el que un sol-
Es un nuevo encarecimiento de su dado, bárbaro e impío, se adueñe
gratitud para con Octaviano. violentamente del fruto del trabajo
Que del pecho mío, borrado, des- de un labrador pacífico.

aparezca su rostro... Aquel rostro He aquí adonde llevó la discordia...
amigable con que me restituyó la Las guerras civiles públicas no sólo
hacienda, me dió la libertad y me en Roma, la cabeza del Imperio, si-
infundió el optimismo. no también las guerras domésticas

Nosotros, pero de aquí... Después en cada uno de los municipios. Esa
de la expresión de su gratitud sigue sentencia corresponde e interpreta
la lástima que le inspiran los otros muy bien la indignación.
por si puede de alguna manera do- ¿Para ésos sembramos nuestros
blegar el ánimo de César y volverle campos?. . —
Eso traen con frecuen-
piopicio para con los otros muní- cia los azares humanos, a saber: que
cipes suyos. disfruten de nuestros sudores los
Los britanos. separados de todo el que no lo merecen por ningún con-
orbe... —
Antiguamente llamábase or- cepto y que nosotros quisiéramos
be continente europeo que el Océa-
el menos.
no baña. Separadas del orbe dícese —
Injerta ahora perales... Todo este
que están las islas del Océano, no las pasaje alienta pasión y lástima.
islas del mar Mediterráneo, como las Mueven a compasión los males que
Raleares, Sicilia, Cerdeña, las Cicla- nos agobian y los bienes que perde-
das y todas las otras. Gran calami- mos. Demuestra el vaivén de las
dad era la que no se podía reparar cosas humanas y la ignorancia en
con trasladarse a una tierra cerca- que estamos de lo por venir. ¡Para
na, sino que ciudadanos romanos te- ésos sembramos nuestros campos!
nían que buscar asiento fuera del Esto, que es común a todos y a cada
mundo romano. cual según su estado y condición,
¿Tras largo tiempo no veré los pa- es un activo despertador de la mi-
trios confines?... —
Afecto natural de sericordia. Fácilmente nos impresio-
los desterrados y de los prófugos el nan aquellos males que pensamos
de agarrarse a la esperanza de tor- pueden llegar a nosotros.
nar a ver algún día la patria dulce Idos, idos, cabritillas mías... Es —
que dejan; y en volviéndola a ver, emotiva despedida de los seres
la
se admiran y se alegran. Lo mismo queridos, aun para los que la oyen
acontece a la vuelta de viajes de tie o la ven.
rras luengas. Ya no, cual antes solía..., os ve-
Después que hayan pasado unas ré... —Tan penoso era para el pastor
OBRAS FILOLÓGICAS. INTERPRET. DE LAS «BUCÓLICAS». ÉGLOGA II 929

abandonar aquel bienestar y aquella deana e invitación a un banquete,


vida a la cual estaba acostumbrado de lo que cortés y generoso el cam-
desde la niñez, como a César aban- po da. Manifiesta su buen corazón
donar su imperio. Todo esto cántalo para con el desgraciado e invita a
Virgilio, por el motivo que más Octaviano a sentir misericordia co-
arriba insinuamos, para interesar a mo él. Dijo que la noche se venía
Augusto en la malandanza de sus encima, y el descanso con ella. Con
munícipes mantuanos. lo cual insinúa que no está lejos el
Aquí, no obstante, podrías des- término de aquellas desventuras y
cansar... —
Bondad y hospitalidad al- de aquellos males.

EGLOGA II
ALEXIS

El pastor Coridón ardía en fuego quién sea yo inquieres: cuán copio-


por el hermoso Alexis, delicia de so en ganado, cuán abastado de le-
su señor, y no le quedaba ya espe- che como nieve; mil corderas mías
ranza. Sólo que entraba asiduamen- pacen errantes por los montes de
te en la enramada de unas hayas de Sicilia; no me fallece en verano le
sombrosa copa, y allí, en mal for- che nueva ni me fallece leche nue-
mado verso y en vano afán, a mon- va en el tiempo frío. Canto lo que
tes y a bosques enviaba estas que- solía Anfión Dicteo si alguna vez
rellas llamaba sus ganados en el Acteo

:

¡Oh cruel Alexis! ¿Ningún cui- Aracinto. Ni tampoco soy tan feo
dado tienes de mis cantos? ¿Nada de como dicen que poco ha me he vis-
;

mí te condolece? Al fin, forzado me to en la ribera, cuando sesgo y sin


ha de ser el morir. Busca ahora el vientos estaba el mar; no temeré yo
ganado la sombra y la frescura; a Dafnis ni el juicio tuyo, si nunca
ocultan los lagartos verdes ahora las es la imagen engañosa. ¡Oh, si sola-
cambroneras, y Testilis, en la vio- mente me fuera permitido morar
lencia del calor, para los cansados contigo en los incultos campos y ha-
segadores, maja cebolla y serpol y bitar las cabanas humildes y flechar
fragantes hierbas. Y, en cambio, los ciervos, y al verde malvavisco
para mí, cuando voy a zaga de tus empujar la manada de cabritos! Jun-
huellas, bajo el sol quemante, resue- tamente conmigo en los boscajes,
na en los arbustos la ronca canción con tus cantos, remedarías a Pan.
de las cigarras. ¿No me hubiera sido Pan fué el primero que sabiamente
mejor sufrir las iras molestas de enseñó a juntar con cera muchas
Amarilis y sus desdenes altaneros? flautas; Pan guarda ovejas y guar-
¿No sufrir a Menalcas, aunque él da rabadanes. Ni te pese tampoco
sea denegrido, por más que tú seas de ajar con la zampoña el labio tier-
blanco? ¡Oh lindo garzón, no fíes no. Para aprender a tañerla, Amin-
del color demasiado! Cae a la tierra tas, ¿qué no hacía? Tengo una flauta
la blanca flor de la alheña y se reco- de siete voces diferentes que tiem-
gen los cárdenos jacintos. Soy para po atrás me la donó Dametas y me
ti, en menosprecio, ¡oh Alexis!; ni dijo al morir: «Eres ahora el segun-

LUIS VIVES. 1 30
930 JUAN LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. TOMO I

do que la tienes», dijo Dametas, y ni, si a dones contendierais, Jolas


el bobo de Amintas me la envidia. no te cedería. ¡Ay, ay! ¿Qué quise,
Tengo también dos corzos que en- ruin de mí? Perdido de amor, metí
contré en un vallejo y, no sin peli- el Austro en la floresta y en las
gro, salpicada su piel de manchas fuentes claras metí barrosos jaba-
blancas, que enjugan cada día dos líes. ¿De quién huyes, oh desatina-
ubres de oveja; y los tengo guarda- do? También dioses habitaron sel-
dos para ti. Ya hace tiempo que vas; también las habitó el dardanio
Testilis porfía en llevármelos, y, al
Paris. More Palas en los castillos
fin, los llevará
; porque a ti mis dá- que ella construyó; pléguennos a
divas te hieden. ¡Vente acá, hermo-
nosotros las selvas ante todo. La tor-
so niño! Ven, que las ninfas te ofre-
va leona persigue al lobo; el lobo
cen lirios en canastos llenos; para
persigue la cabrilla y la ligera ca-
ti, lablanca náyade, cogiendo violas
brilla persigue el cantueso en flor,
pálidas y adormideras en capullo,
narciso y flor de eneldo bienoliente, y Coridón va en pos de ti, Alexis.
te hace una guirnalda, y luego aña- A cada cual le arrastra su afición.
de casia a otras blandas hierbas y Mira cómo los bueyes llevan colga-
realza el suave carándano con el dos del yugo los arados y, apartán-
color de la caléndula pajiza. Y yo dose, el sol dobla las sombras cre-
mismo cogeré membrillos pálidos cientes.Y a mí el amor me quema.
vestidos de su flor y bozo, y cogeré ¿Qué límite hay para el amor? ¡Ah
castañas de injerto, que eran del Coridón, Coridón! ¿Qué locura te
gusto de mi Amarilis; ciruelas de ha tomado? A medio podar dejas la
cera añadiré: también este fruto vid en brazos del olmo frondoso.
tendrá su honor. Y a vosotros tam- ¿Por qué, con mejor acuerdo, no te
bién os cogeré, ¡oh lauros!, y aun a resuelves a tejer con mimbres y tor-
ti, ¡oh mirto próximo!, porque sem- cible junco alguna cosa que el uso
brados en vecindad, mezcláis fra- ha menester? Puesto que éste te
gancias suaves. Coridón, rústico desdeña, no dejarás de encontrar
eres; ni Alexis estima tus dones, otro Alexis.

EXPOSICION ALEGORICA
DE LA EGLOGA II

Cornelio Galo fué un famoso poe- Pero traíanle embarazado los ne-
ta de aquel tiempo que Augusto gocios que Augusto le confiaba y
César trajo a la administración de aun la familiaridad del mismo prín-
la cosa pública y al ministerio de cipe, que se lo llevaba consigo adon-
la guerra. Ambicionaba Virgilio, co- dequiera que fuese. Y acaso, acaso,
mo el que más, una estrecha fami- sentiría una puntita de desdén para
liaridad con él. Y de él dice en la con Virgilio, cosa que el poeta pa-
égloga décima: Galo, cuyo amor rece insinuar en algunos pasajes,
por horas se acrecienta en mí tanto porque Galo era todo un gobernador
cuanto el álamo verde se empina en de provincias y todo un ministro
primavera. del Ejército, mientras que Virgilio
OBRAS FILOLÓGICAS. — INTERPRET. DE LAS «BUCÓLICAS». —ÉGLOGA II 931

era aldeano, aunque poeta. Ningún En la enramada de unas hayas... —


aprecio hacían aquellos romanos de Con frecuencia le requería con lar-
la profesión de poeta, que empezó gos viajes, en idas aRoma y a otras
a merecer algún honor en tiempos ciudades.
de Augusto, porque este príncipe to- —
¡Oh cruel Alexis!... Traían dis-
maba en ella harto contacto, como traído a Galo los negocios de su
en España la poesía vernácula al- príncipe y no hacía gran caso de las
canzó consideración y prez en el llamadas del poeta.
reinado de Juan II, rey de Castilla. Busca ahora el ganado la sombra
Acerca de estos amores y de estos —
y la frescura... En la paz profunda
deseos, de que no podía gozar, com- que goza Italia, en esa quietud y
puso esta égloga querellosa. Signi- seguridad general, yo solo vivo in-
fica el comienzo y la invitación a la quieto, deseoso de gozar de tu pre-
amistad, pues aun cuando Galo con sencia y tú haces guerra a los otros,
el tiempo se hizo muy familiar ami- entre los cuales paréceme que mi-
go de Virgilio, es de creer que de lito yo y me la haces a mí, no co-
buenas a* primeras, y cuando toda- rrespondiendo a mi afecto.
vía nuestro poeta no había revelado ¿No me hubiera sido mejor?... —
su gran genio, ese personaje, tan Para el goce de la familiaridad, más
principal y tan instruido, sintiera me conviniera amar a algún amigo
un cierto menosprecio de clase para no tan encumbrado, con quien al-
un villano oscuro recomendado no ternar y trabar pláticas y estarme
más que por una tenue aureola de a placer con él. No hay cosa de más
poeta. gusto que la paridad entre ami-
Hermoso... — ¿Qué cosa hay más gos.
hermosa que el perfil delalma, como Sufrir las iras molestas de Ama-
dicen los estoicos, y un amigo para
su amigo, y un docto para un docto,
rilis... —Indignación se llama esta
figura, producida por amor apasio-
candoroso y sincero? ¿De otro mo- nado e impaciente. «Más me valie-
do un alfarero tendría envidia de
otro alfarero, según el viejo dicho
ra —dice—tener amigos
remolones,
irascibles y ariscos, exentos del agui-
de Hesíodo? jón del deseo, y disfrutar de su vista
Delicia de su señor... —
Entre pas- y conversación; yo me hubiera sa-
tores, el señor es aquel cuyo es el bido acomodar a sus costumbres y
ganado, como en el convite el señor ellos no hubieran menospreciado m.
es el que lo da. Así que, a estilo le humildad.»
pastores, llamó señor al príncipe Aunque él sea denegrido... Aun-
Octaviano, no ciertamente por vo- que él sea zafio, rústico y pobre, y

luntad suya, pues prohibió que le tú, por el contrario, instruido, urba-
llamasen señor en serio y en broma, no, rico, influyente.
sino por costumbre rústica. Galo fué ¡Oh hermoso garzón!... No pon-
muy privado y amigo de Augusto, gas demasiada confianza en las dotes

pero luego le retiró la amistad, co- de la Fortuna, de las cuales las que
mo se dirá en la égloga X. son grandes, hartas veces se derrue-
Y no le quedaba ya esperanza...— can y sólo las medianas y las pe-
Porque los negocios que le enco- queñas permanecen. Así también las
mendara Octavio le traían ausente amistades de los grandes con fre-
de sí mismo, ocupado en guerras y cuencia se rompen y disuelven y, en
en la administración de la República. cambio, es duradero el afecto entre
932 JUAN LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. TOMO I

gentes medianas. ¿Quién desea una cosa que no acontece en el motín y


amistad de la cual nunca pueda go- la barahunda. Lindamente llamó a
zar por su grandeza? Necesaria es la Italia, mar, y vientos a los remoli-
igualdad en la amistad porque un nos de las guerras.
amigo goce a placer de su amigo.
— —
No temeré yo a Dafnis... Sería al-
Soy para ti en menosprecio... gún poeta acicalado y atusado por
Acaso mi ingenio no te contenta. Pe- su contacto con la ciudad.
ro pregunta a quienes acerca de este —
Ni el juicio tuyo... Si es que tie-
punto puedan ilustrarte cuál sea mi nes humor y holgura de conocer los
erudición y mi cultura en todas las poemas de cada uno de nosotros.
disciplinas del espíritu, y explica Si nunca es la imagen engaño-
esas dotes y esa bienandanza con sa...— Si no me seducen sus juicios.
metáforas de riquezas pastoriles co- ¡Oh, si solamente me fuera per-
mo lo requiere el tema que se ha mitido!... — Nada falta ya sino que
propuesto. no rechace a un ingenio nacido y

Canto lo que solía... No sólo pro- criado en un escenario rural y un
feso las letras de humanidad, sino poema en que cantan pastores. Esta
que compongo también poemas al materia y este género de vida tie-
estilo antiguo y que con ellos pue- nen sus hechizos y es tema sabroso
den parangonarse, como es fácil de celebrar la caza y el pastoreo. La ex-
ver. Gran gloria es para los poetas periencia le enseñará cuánta dulce-
vivos poderse igualar con los pasa- dumbre contiene.
dos, a quienes superan no pocas Con tus cantos remedarías a Pan...
veces. No son dioses los que nos faltan,
Ni tampoco soy tan feo... —Aunque porque el hombre no se corra de lo
hijo de padres rústicos, pero no de que Dios juzgó no indigno de sí y
costumbres villanescas que merez- tengámosle nosotros por autor e ins-
can desdén; ni tampoco he de aver- tituidor de esta vida, defensor y
gonzarme de mis partes físicas, por compañero nuestro.
manera que te haya de ocasio- —
Ni te pese tampoco... Inequívoca-
nar empacho si tengo que alternar mente da a entender que ése es Cor-
con más o menos familiaridad con nelio Galo, que compuso un poema
la flor y nata de la sociedad de pastoril. También Galo hizo expe-
Roma. riencia de la musa campestre, pero
Poco ha me he visto en la ribera... no de la vida campestre.
Tuve tratos con Octaviano, Mecenas, Para aprender a tañerla... Acaso —
Folión, Tuca, Varo, y su juicio me algún poeta de no pequeña fama e
enseñó experiencia. ingenio, aficionado a los temas bu-
Cuando sesgo y sin vientos estaba cólicos, pero fracasado en el in-
el mar...— En la proximidad de la tento.
paz, cuando en silencio las armas Tengo una flauta de siete voces...
todas se habían recogido a sus casas, Gran ventaja en ese género poético
depuesto el hierro insano, sosegados es tener no una sola caña o zampo-
los alborotos, porque se muestre que ña, sino siete unidas y compactas
ellos, con toda calma, pudieron for- desiguales entre sí. Resulta de suma
mar criterio de mí. Pues así como habilidad tañerlas melodiosamente
el semblante del agua quieta recibe todas a una. Si en una sola ya la
y devuelve la imagen, así también pericia es laudable, ¿qué no será en
el juicio reposado juzga rectamenie, siete a la vez y desiguales?
OBRAS FILOLÓGICAS. INTERPRET. DE LAS «BUCÓLICAS». — ÉGLOGA 933
II

Medonó Dametas... Ese Dame-


la — Coridón, rústicoeres... —Cornelio
que en este géne-
tas es Teócrito o el Galo es melindroso. El hombre de la
ro fué su sabio maestro e inicia- ciudad hace ascos al hombre del
dor. campo; el poderoso, al modesto; el
«Eres ahora el segundo que la tie- rico, a los obsequios aldeanos y hu-
nes-», dijo —
Dametas... No por el jui- mildes. El dirigirse la reconvención
cio de quienquiera fué Virgilio con- a sí, como a una tercera persona,
siderado el segundo, sino por el de encarece y acentúa el apasiona-
quien sin disputa fué el primero. miento.
El bobo de Amintas me la envi- Si a dones contendierais, Jolas no
dia... —
La sucesión de este principa- te cedería... —
¿Qué vas a traer, en
do se lo envidia Amintas, necio de suma, tú para conquistar a Alexis,
veras, que ambicionaba lo que le ne- que él no lo halle más abundante y
gó Naturaleza o su propio descui-
la mejor en Roma, y aun en el mismo
do, envidioso de aquellos a quienes César, por más que tengan que ser
el Cielo lo concedió o se lo granjea- cantadas las guerras y las gestas de
ron ellos mismos con su personal in- los grandes héroes? Es de saber que
dustria. Augusto escribió poemas y uno de
Tengo también dos corzos... y no ellos fué la tragedia Ayax, de quien
sin peligro... —
Dos poemas, las Bu- Suetonio cita un verso.
cólicas y las Geórgicas, compuestos jAy, ay! ¿Qué quise, ruin de mí?...
con gran cuidado y con harta difi- Tomóme un trabajo vano; derramo
cultad, que tenía el propósito de de- versos donde no hay orejas; echo
dicar a Cornelio Galo. Ese presente, flores al paso del viento, porque se
que no hacía a Galo excesiva ilusión, las lleve; inútilmente pierdo el tiem-
dice que lo va a dedicar a Polión o po y dejo pasar muy bellas ocasio-
a Mecenas, qüe se lo piden. nes de otras amistades, mientras
Enjugan cada día dos ubres... — persigo ésta con un exclusivismo
Significa la laboriosa composición de ciego.
la obra, como si quisiera dar a en- ¿De quién huyes, ah desatinado?...
tender que agotan el doble afán del Al demente, en estilo rústico le lla-
padre, el diurno y el nocturno. ma desvariado; quizá porque, en
¡Ven acá, hermoso niño!... Enca- — realidad, está loco quien se cree su-
rece en sumo grado los placeres del perior a los dioses huyes del hom-
:

campo para que se le comunique el bre rústico y del verso rústico. Pues
deseo de vivir en él; significa la dul- en esas dos cosas hallaron a veces
cedumbre de la poesía rural y de la deleite los grandes príncipes y los
vida agreste, la cual, puesto que es héroes.
natural, es mayor y más duradera El dardanio París... —Héroe casi
que la de la ciudad, donde se vive igual a los dioses; hijo de tan gran
artificialmente, o, mejor, a la vida rey como era Dárdano, de muy lindo
urbana se le pide lo que de suyo parecer, a cuyo arbitraje se some-
nace en el campo. tieron tres diosas; si no puedes imi-

Violas pálidas... Deleite hay en tar el ejemplo de los dioses, muévate
el color y el perfume de las flores; el ejemplo de un hombre.
sabor hay en las manzanas, casta- More Palas -en los castillos que
ñas, ciruelas y otras frutas. Las flo- ella construyó... —
Canten otros las
res son cosa de la poesía bucólica; bélicas hazañas en odas entonadas o
los frutos, de la poesía geórgica. jáctense de las proezas que hicieron
JUAN LUIS VIVES. OBR AS COMPLETAS. TOMO I

ellos o sus ascendientes. A nosotros último en la ejecución, pues en la


ni el origen ni la vida rústica nos ejecución se detiene.
parecen cosas de que nos tengamos Mira cómo los bueyes llevan col-
que avergonzar ni nos pesa de nues- —
gados del yugo los arados... Todas
tra resolución de cantar temas pas- las cosas, animadas, inanimadas, el
toriles y agrestes. Y desea que ese cielo mismo, toman descanso. Sólo
propósito persevere en él, como dirá el deseo de amor no conoce sosiego
Virgilio en las Geórgicas ; Agráden- mientras no goce de la cosa deseada.
me los campos y la fluvial dulzura Tal es la vida de los hombres, hasta
con que rueda el agua en el fondo que vaya a unirse y a hacerse una
de los valles; ame sin gloria los ríos sola cosa con Dios.
y las selvas. ;Ah Coridón, Coridón! ¿Qué locu-

La torva leona... Sentencia ge- ra?... —
A la grandeza del amor lla-
neral tomada de ejemplos por el móla Virgilio demencia, porque ol-
procedimiento que los dialécticos vidóse de sí mismo y está fuera de
llaman inducción, la cuaí, con la es- sí los filósofos le dan el nombre de
;

tudiada gradación, resulta más ele- furor. Conjetura que es demencia,


gante. El sentido es: Haz conmigo. porque deja las cosas a medio ha-
Cornelio Galo, como te pluguiere: cer y deja pasar la ocasión de ter-
puedes huir, puedes desdeñarme; minarlas, persigue inutilidades al
yo, a pesar de todo, no sé por qué tiempo preciso en que pudiera apa-
impulso misterioso, me siento arras- rejar cosas que podrían un día ser-
trado a quererte y no cejaré en este le de provecho.
afecto, sea la que fuere la conducta ¿Por qué con mejor acuerdo? ... —
tuya para conmigo. Es una fuerza O toma asunto para una obra más
instintiva la que me empuja a ti co- ligera o resuélvete por aquellos te-
mo leona al lobo, el lobo a la ca-
la mas que en la actualidad están en
britilla, la cabritilla al cantueso; ca- favor y boga.
da cual a lo que siente que conviene Xo dejarás de encontrar otro Ale-
a su naturaleza. xis... —
Tú amarás a Galo, puesto que
A cada cual le arrastra su afición... a ello te lleva la inclinación de tu
El propio contento o, digamos, el ánimo; pero al fin y al cabo, si no
placer, propuesto como fin, arrastra fueres correspondido por él, encon-
el alma, pues el fin es el motor de trarás a otro en quien hallarás co-
la acción, primero en el propósito y rrespondencia.

EGLOGA III

PALEMON

Interlocutores: Menalcas. Dametas. —


Dametas. No es sino de Egón; el
Palemón. propio Egón, poco ha, me lo ha en-
comendado.
Mexalcas. —Dime, Dametas: ¿cúyo Menalcas. —
¡Ay ovejas, rebaño
es este ganado? ¿Es, por ventura, siempre infeliz! Mientras él sirve a
di. de Melibeo? Xeera, recelando que yo no le sea
OBRAS FILOLÓGICAS. INTERPRET. DE LAS «BUCÓLICAS». ÉGLOGA III 935

preferido, este guardián de la ma- crías con sus ubres). Tú, dime:
nada ajena, dos veces por hora, or- ¿cuál es la apuesta de la porfía?
deña a las ovejas, y deja las madres —
Menalcas. No osaré del rebaño
secas y los corderos descrecidos. apostar nada contigo. Allá, en mi

Dametas. Advierte que estas co- casa, tengo a mi padre; tengo a mi
sas no se han de dar en rostro i injusta madrastra; y ambos, dos ve-
ningún hombre. Nos conocemos, y ces al día, cuentan el ganado, y uno
sabemos quién te... Los chivos te u otro cuenta los cabritos. Mas yo,
miraban de reojo y las ligeras nin- pues que puedes permitirte una lo-
fas se rieron cuando estabas en cura, y tú mismo confesarás que es
aquella gruta. mucho mejor mi apuesta, pondré

Menalcas. Entonces debió de ser, dos vasos de haya, obra extremada
si no me engaño, cuando me vieron del divino Alcimedonte; en ellos
cortar la arboleda de Micón y con torneaba con primor; hay una vid
hoz dañina cercenar sus tiernos ma- flexible y vístelos una pálida hiedra
juelos. con sus .corimbos extendidos. En
Dametas. —O aquí, junto a aque- medio hay dos figura»: Conón y...
llas viejas hayas, cuando quebraste ¿quién fué el otro que describió a
el arco y la zampoña de Dafnis, que compás el orbe todo y a los segado-
tú, perverso Menalcas, sentías que res dijo su tiempo y lo dijo a los la-
se las hubiera dado en don; y si no bradores encorvados? Aún no acer-
le dañaras, te murieras. qué mis labios a ellos, sino que los
Menalcas. —
Los dueños, ¿qué no guardo en mi vasera.
harán si osan tanto los ladrones? —
Dametas. Y a mí también me hi-
¿No te vi yo, ruin, sustraer con in- zo Alcimedonte otros dos vasos, y
sidias el chivo de Damón, a pesar de blando acanto cercó las asas y
de los muchos ladridos de Licisca? puso en medio a Orfeo y a las enci-
Y mientras yo gritaba: «¿Dónde va nas que le seguían; tampoco a ellos
ahora aquél? Títiro, recoge el ha- acerqué mis labios y guardados los
to», tú te escondías entre los ca- tengo en la vasera si los comparas
;

rrizos. a la vaca, no hay por qué encarecer


Dametas. — ¿Es que, vencido por los vasos.
mí en el canto, no había de entre- Menalcas. —Hoy ya no te me esca-
garme el cabrón que con los sones pas; saldré a cualquier partido me
de mi flauta yo había ganado? Si no llamares. Oiga nuestra porfía sola-
lo sabes, el cabrón era mío. Damón mente aquel ( veslo ) Palemón que
¡
!

mismo lo reconocía, pero decía que viene. Yo haré que luego a ningún
no podía dármelo. otro desafíes.
Menalcas. — ¿Tú le ganaste a can- —
Dametas. Empieza, pues, si algo
tar? ¿Es que has tenido jamás flau- tienes; en mí no habrá tardanza
ta unida con cera? ¿No solías tú, ni de nadie huyo. Vecino Palemón,
ignorante, esparcir con estridente danos oído, que no es cosa baladí
caramillo un son ingrato por las nuestra contienda.
encrucijadas? —
Palemón. Cantad, pues, que en

Dametas. ¿Quieres, pues, que en- blanda hierba nos sentamos. Y aho-
tre ambos compitamos, vez a vez, ra todo campo es frutecido, y es
lo que puede cada uno? Yo apuesto frutecido ahora todo árbol. Ahora
esta becerra (no rehuses; dos ve- las selvas son frondosas y es más
ces viene al tarro y alimenta dos placiente la sazón del año. Comienza
93ü JUAN LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. TOMO I

tú, Dametas, y tú sigue detrás, Me- sementera; madroño, a los cabri-


el
nelcas. Cantos alternos cantaréis; tos destetados;
a la preñada oveja,
aman las musas los alternos can- el lento sauce, y a mí, Amintas, y
tos. nadie más que Amintas.
Dametas. —
De Jove es el princi- Dametas. — Aunque rústica, Polión,
pio, musas; todo está lleno de Jove: ama mi musa; apacentad, Piérides,
él tiene providencia de las tierras, para quien os lee, apacentad una be-
él pone atención a mi canto. cerra.

Menalcas. Y a mí Febo me ama —
Menalcas. También Polión com-
y de continuo en mí tiene sus do- pone versos nuevos; criadle, Piéri-
nes: lauro y jacintos de arrebol des, un toro que a cuerno hiera ya
suave. y con los pies levante arena..

Dametas. Una manzana me ha ti- —
Dametas. Quien bien te quiera,
rado Galatea, la traviesa moza; co- Polión, llegue allá donde se huelga
rre a los sauces y desea que la vea. que llegases; mieles le manen y la

Menalcas. Y a mí de buena gana áspera zarza le produzca amomo.
se me ofrece Amintas, dulce fuego —
Menalcas. Quien no aborrece a
mío; y ya de mis mastines no es Bavio, guste, Mevio, de tus cancio-
más conocida la misma Delia. nes; este mismo atraille zorras y or-

Dametas. Ya tengo los presentes deñe chivos.
que a mis amores he de hacer, pues —
Dametas. Los que flores cogéis y
descubrí el lugar adonde dos torca- cogéis frenas nacidas al ras del sue-
ces hacen nido. lo, huid, ¡oh mozos!, huid de aquí;

Menalcas. Diez cidras escogidas, la aterida sierpe escóndese en la
del color del oro, todas las que pu- hierba.
de, envié a mi niño silvestre; maña- —
Menalcas. Xo dejéis las ovejas
na le enviaré otras diez cidras. apartar demasiado, que no es nada
Dametas. —
¡Oh, cuántas veces y segura la ribera. El carnero mismo
cuántas cosas platicó conmigo Gala- seca ahora sus vellones.
tea! Llevad alguna parte, vientos, a —
Dametas. Xo pazcas par del río
los oídos de los dioses. las cabrillas, Títiro ; seré yo. mismo,

Menalcas. ¿Qué importa, Amin- cuando sea el tiempo, quien las la-

tas, que me desdeñes, si mientras ve a todas en la fuente.


tú acosas jabalíes yo me quedo guar- —
Menalcas. Recoged, zagales, las
dando las redes? ovejas; si el calor seca la leche, co-
Dametas. —Envíame a Filis, Jola, mo fué poco ha, en balde apretare-
que hoy es la fiesta de mi nacimien- mos las tetas con la mano.
to; cuando por las mieses sacrifi- Dametas. — ¡Ay, ay, en prado grue-
que una ternera, entonces vente tú so qué magro está mi toro! Amor es
mismo. peste a ganado y ganadero.

Menalcas. A Filis amo más que —
Menalcas. Xo es mal de amor
a ninguna, pues que lloró en mi par- el mal de estos corderos, y están en
tida y díjome un largo «¡Adiós, huesos apenas. Xo sé yo qué mal
adiós; gentil zagal! ¡Oh Jola!» de ojo es el que mira mis recen-

Dametas. Funesto es el lobo al tales.
ganado; a la madura mies lo es la —
Dametas. Dime en qué tierras (y
lluvia; sonlo al árbol los vientos, te tendré por el gran Apolo) no se
y a- mí lo son las iras de Amarilis. ven más de tres brazadas de cielo.

Menalcas. Dulce es el agua a la —
Menalcas. Dime en qué tierras
OBRAS FILOLÓGICAS. INTERPRET. DE LAS «BUCÓLICAS». ÉGLOGA III 937

nacen las flores con los nombres digno eres tú y digno es éste de la
inscritos de los reyes y tendrás sólo becerra y todo aquel que teme los
a Filis. amores dulces o los cata amargos.
Palemón. —
No es mío, entre vos- Cegad ya, mozos, los regatos, que
otros, sentenciar tales contiendas; asaz los prados han bebido.

INTERPRETACION ALEGORICA
DE LA EGLOGA III

Virgilio consiguió el favor de Au- larse en él y tañe la zampoña pasto-


gusto, de Polión, de Mecenas, de ril sin sal y sin gracia, y a fuer de
Galo y de otros magnates, y tuvo la ladrón despoja a ese arte de su ve-
desgracia de que muchos doctos le nusta gentileza, y a tontas y a locas
envidieran aquel favor. Esta égloga echa al ruedo versos baladíes.
es la expresión de la callada rivali- Estas cosas no se han de dar en
dad entre Virgilio, disimulado bajo rostro a ningún varón... — Eso de va-
el nombre de Dametas y de cierto rón es título y ejecutoria de dig-
poeta envidioso, solapado bajo el nidad, puesto que se refiere a la
seudónimo de Menalcas, quien, an- fuerza y reciedumbre del alma o
te aquellos proceres romanos, enal- del cuerpo, como lo demuestra Cice-
tecía la autoridad y el prestigio de rón en su Filípica IT: Aquella cau-
Virgilio, pero anteponiendo sus mé- sa necesitaba de todo un varón. Así
ritos. que a sí mismo se llama varón, co-

Dime, Dametas... Es imitación mo si el otro no fuese todo un va-
de Teócrito hasta el punto de imitar rón. Recuerda lo que de ti se puede
sus mismas palabras. Comienza por decir, porque en el decir mal no
hostil insinuación y casi desdén. Me- seas tan intemperante.
nalcas quiere dar a entender que Entonces debió de ser, si no me en-
Dametas no es el dueño del ganado,
sino un simple pastor mercenario.
gaño...— Este pasaje parece ser iró-
nico, con aquel género de ironía que
¿Cúyo pregunta, ese poema pas-
es, se halla también en Cicerón. Lo que
toral? ¿De Melibeo, por ventura? aquí dice Menalcas refiriéndose a
¿De un poeta oscuro, verbigracia: sí, quiere que lo entiendan no de sí,
de Mevio o de Darío? No, dice, sino sino de Dametas, su rival. Repró-
de Egón, nombre con el cual signi- chasme, le viene a decir, mi poema
fica a algún poeta insigne, a saber: desaliñado y descompuesto, ¿que ha-
Galo o Ciña. rías si cantara yo un tema bueno
¡Ayovejas, rebaño siempre infe- y nuevo en verso rudo y desdichado
liz!... — Infeliz
es toda bucólica, por- como tú? Micón. había escrito acer-
que viene a parar en ingenios in- ca de los árboles; por eso Virgilio
dignos, pues mientras Ciña, y Po- seguía tratando temas agrestes, se-
lión, y Galo, y otros que en ese gé- gún creían sus enemigos, en verso
nero poético son de mucha autori- malo e indocto ;cantaba también
dad y son sus árbitros indiscutibles, los majuelos tiernos; es a saber: las
se disputan la gracia y el favor del actualidadades de Augusto y del
príncipe y del pueblo, ese advene- pueblo romano.
dizo y arribista halló medio de co- O aquí, junto a aquellas viejas ha-
938 JUAN LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. TOMO I

yas... — ReprendeDametas a Menal- bida del vulgo, pues el pueblo no


cas como hubiera calumniado a hace demasiado caudal de los nue-
si
algún buen poeta, enviándcle el fa- vos escritores; juzga del mérito por
vor que se granjeó y los obsequios los años, como dice Horacio.
que se le hicieron, con rabia grande ¿Tú le ganaste a cantar?... Reti- —
y con odio envidioso. cencia inopinada por la indignación.
¿Los dueños qué no harán, si Nunca has tenido tú aquella copia

osan tanto los ladrones?... El due- de erudición ni te avezaste a flautas
ño se refiere al siervo, y entre más entonadas, sino que dotado de
los pastores, al ajeno y al merce- una pericia vulgar y trivial en eso
nario. Aquí, para encarecer la atro- de cantar, sin más auditorio que el
cidad de la pendencia, a los dueños villanesco de Mantua, echabas men-
opone los ladrones, que están más guadas cancioncillas. Son muy para
bajos aún que los mercenarios. ¿Que notar, en este pasaje, cada una de
no se atreverán a hacer y a decir las palabras que tienen sabor muy
los dueños, cuando los ladrones y be- acentuado de denuesto: solías tú,
llacos perdidos osan esto? hombre indocto, no cantar, sino be-

¿No te vi yo, ruin?... Dícele que rrear la cantinela ruin y lastimosa
es ladrón y plagiario de griegos y que te había venido a las manos,
latinos, con la protesta de los otros no entre aquellos que estaban capa-
poetas que le reprueban el hurto. citados para juzgar, sino en los

¿Dónde va ahora aquél?... Se ex- corros de mujeres, de niños, de la-
presó bien a la manera villanesca y briegos, y esto no con zampoña en
tiene gran energía despectiva el que se necesita cierta habilidad, si-
pronombre aquél no con caramillo, que suena no con
Tú te escondías entre los carri- suavidad y blandura, sino con chi-
zos... —De tal manera te ocultabas, rrido tal que no hay oreja que lo
que no engañabas del todo, pues los sufra.
carrizos ni son altos ni tan espesos, ¿Quieres, pues, que entre am-
que puedan ocultar a nadie. bos?... — No
acabaría nunca el tor-
Es que vencido por mí en el can- neo de baldones y denuestos; he-
to... — Deja
poeta de cargar la cul-
el mos de contender en erudición y
pa en el adversario y contesta al empeñar una apuesta.
odioso reproche de hurto y esto a la —
Yo apuesto esta becerra... Yo, a
manera mediante interro-
pastoril, quien tú motejaste de pastor merce-
gación, afirmando no ser él inferior nario, empeño esa becerra, porque
a los poetas antiguos, muchos de los sepas que tengo peculio. Di, tú:
cuales fueron por él vencidos en el ¿qué apuesta es la tuya?
canto, sustrayéndoles la prez y glo- No osaré del rebaño apostar na-
ria del arte con la elegancia de sus da contigo... —
Virgilio dice que va a
metros. contender con la apuesta de una
Si no lo sabes, el cabrón era mío... res, en nobleza de argumento y ele-
La gloria de ese poema, que tú di- vación de canto. Menalcas le dice
ces haber yo hurtado, mía es; si lo que él no puede apostar gaje de tan-
ignoras, ganada en buena lid por to valor; pero que de buena gana
mi ingenio. Y no niegan esto los contenderá apostando copas labra-
otros poetas, pero les impide darme das primorosamente; es decir, en
esa franca atribución el prejuicio brillantez, artificio y graciosa nove-
de la antigüedad o la opinión reci- dad; todavía, dice, no acerqué a
OBRAS FILOLÓGICAS. INTERPRET. DE LAS «BUCÓLICAS». ÉGLOGA III 939

ellos mis labios, sino que las guardo autor y su padre? ¿Y de quién los
escondidas. humanos ingenios? De Dios, que es
Describió el orbe a compás... —Muy su Creador y su Defensor.
bien, dijo, a compás, pues los mate- Todo está lleno de Jove... Verso —
máticos con compás trazaban sus de Arato: Júpiter lo hinche todo
figuras en el polvo. con su providencia constante; de
Y a mi también me hizo Alcime- otro modo, el mundo no subsistiría.
donte... —
Dice, con esta perífrasis, Y puesto que El lo llena todo, ¿por
que no elegancia ni donaire,
le falta dónde se puede comenzar mejor?
ni primor, ni venusta gentileza y El tiene providencia de las tie-
que acerca de este punto, no rehuye rras... —
Por voluntad y por digna-
la competencia con Menalcas; pero ción suya el campo se barbecha y se
todo esto no es nada si se lo compa- cultiva.
ra con cosas de sustancia, pues el El pone atención a mi canto... —
brillo y el acicalamiento de las pala- Yo sé que él tomó un especial inte-
bras son las flores, como quien di- rés por mis poemas, pues él fué
ce; pero la sustancia es el fruto. quien inspiró ciertos sublimes arre-
Oiga nuestra porfia solamente... — batos y dió vuelo a águilas más al-
Que nuestra contienda no sea sin tas. Por eso yo experimento que él
juez, porque luego que te haya ven- presta oídos a mis cantares.
cido, no niegues o tergiverses tu Y a mí Febo me —
ama... Según es
derrota; que haya un juez: ese obligado en los poemas amebeos,
mismo rudo Palemón, si no hay con réplicas alternas. Menalcas opo-
otro; tan grande es mi confianza. ne Febo a Júpiter, el hijo al padre,
Cantad, pues, que en blanda hier- al dios máximo un dios menor; pe-
,


ba nos sentamos... Muy lindamente ro que de una manera especial pre-
está descrito el tiempo y el escenario side a los pastores (como pastor que
del poético certamen: reina abril fué) y a los cantores, porque es
florido y el espíritu no solamente guía y caudillo de las musas. Alu-
tiene toda su tranquilidad, sino tam- sión clara a Augusto, a quien sien-
bién toda su agilidad y rapidez. do mozo, por las proezas que reali-
De Jove es el principio, musas... — zó, creyósele hijo de Apolo; y la
Comjenzo consagrado, autorizado por generación posterior ya le llamó
añeja liturgia. Por Júpiter comen- Apolo, sin ambages. Eso lo dice Sue-
zaban todos los discursos, como lee- tonio.
mos en muchos viejos autores, y en Febo, de continuo en mí tiene sus
el libro décimo de la Eneida. Este dones... —
Colige Menalcas ser amado
comienzo da solemnidad al poema. de Febo, porque le obsequia con do-
Esta fórmula solía anteponerse a nes aplacibles, a saber: laurel y ja-
todo parlamento, según leemos en cinto, que sabe que le agradan.
memorias antiguas. ¡Cuánto más Agradables son a Dios los que le
cuerdamente obraban los paganos honran con sacrificios aceptables, es
comenzando con la invocación de su a saber: hechos con pureza de espí-
mentida deidad, que los que entre ritu.
nosotros, los cristianos, ni siquiera Una manzana me ha tirado Gala-
se acuerdan de nombrar al Dios ver- tea... —
Con velada y gentil delicade-
dadero! ¿De dónde van a tomar las za, Virgilio quiere dar a entender
musas más justo y adecuado co- sus juegos y sus pasatiempos delicio-
mienzo que de Júpiter, que es su sos con Augusto; tírale una manza-
940 JUAN LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. TOMO I

na, indicio de muy cariñosa familia- des y gloriosos empeños, sino que
ridad corre a ocultarse en el sauce-
; permite que te vayas volviendo vie-
dal, pero no con tal disimulo que no jo en el retiro y en la oscuridad?
quiera que vea dónde se esconde, Envíame a la Filis, Jola... —Per-
porque entre con él en la enramada. míteme, Augusto, que yo convide a
Todas estas circunstancias son ex- ese banquete natalicio, es a saber: a
presión de jocoso buen humor entre un rústico festín, a Poiión, para
amigos. Muchas y grandes demos- dedicarle esa obra pastoral. Por lo
traciones de bienquerencia tuvo con que toca a ti, serás invitado cuando
Virgilio César Octaviano, pero de sacrificaré una ternera por la reco-
momento las recató. Con todo, ahora lección, esto es, cuando serás canta-
demuestra cómo puedo continuarlas do con un poema de arte mayor.
y volver a él. A Filis amo más que a ni?iguna...
Y a mí de buena gana se me ofre- Da a entender que también ama a
ce... —A estos amores opone otros Poiión, y que llevó la separación con
amores de alguno de los nobles ro- desabrimiento y que la tristeza le
manos, dando a entender que le es arrancó lágrimas y que la despedida
familiarísimo; de manera que es fué larga, como acontece entre ami-
más conocido de sus perros que la gos: el llanto, la despedida inacaba-
propio luna, diosa de la montería. ble y el adiós, adiós repetido y el
Yo tengo aparejados los presentes epíteto de gentil, son indicios muy

que a mis amores he de hacer,.. No ciertos de querencia.
sólo manifiesta ser amado, sino que Funesto el lobo es al ganado... Xo —
con dones cultiva la amistad y que sólo ama a Mecenas y a Poiión, sino
tiene escogida la materia poética que los venera, y para él no había
para merecer de día en día más y aflicci5n mayor que saber que su
más el favor de Augusto. ánimo estaba ajenado de él.
Diez cidras escogidas, las que pu- Dulce es el agua a la sementera...
de, envié a mi niño silvestre...— Es, Para él no hay gusto más sabroso
a saber : dones agrestes, cantares que gozar de su conversación y su
rústicos y que en breve le va a en- presencia.
viar otros. Por esas diez cidras del Aunque rústica. Poiión ama mi

color del oro, hay quien entiende las musa... Abiertamente y sin alego-
diez Eglogas. Averigüelo quien sepa, ría nombra a Poiión y dice que le
que yo no me decido por esta inter- agradan sus poemas bucólicos. Criad,
pretación. ;oh musas!, para Poiión que con
¡Oh, cuántas veces y cuántas co- tanto placer lee poemas que vos-
sas platicó conmigo Galatea!... — Sig- otras inspirasteis, y con ellos se sa-
nifica sus coloquios secretos con borea, criad una becerra, proveedle
Augusto, llenos de benévola confian- de gracias y donaires, bien en verso
za, que él querría fueran conocidos atado bien en lenguaje suelto.
de los proceres romanos, porque hi- También Poiión compone versos

ciesen más caudal de quien merecía nuevos... No sólo se regala con los
de César tanto aprecio. poemas bucólicos, sino que compo-

¿Qué importa?... Búrlase Menal- ne versos en dulce estilo nuevo y
cas de ese jactancioso alarde de fa- con argumento nuevo, con los cua-
vor de César. ¿Qué importancia tie- les derrotará a sus enemigos y a
ne que Augusto te profese una dis- sus émulos les corneará con la fuer-
creta simpatía si no te aplica a gran-' za y la agudeza de su inspiración, v
OBRAS FILOLÓGICAS. INTERPRET. DE LAS «BUCÓLICAS». ÉGLOGA III 941

esparcirá arena con sus pies, y le- buenas letras, huid de ese poeta ve-
vantará polvo para miedo de sus nenoso.
rivales, a fin de que los indoctos te- No dejéis las ovejas... Arrio, el—
man tanta braveza y gallardía y nu- centurión, se había alzado con los
ble sus ojos la polvareda. Asinio campos quitados a Virgilio. Cuando
Polión fué hombre muy docto y de Virgilio regresó de la ciudad con el
juicio penetrante, pero de carácter decreto de César, que mandaba a
displicente y zahareño, émulo de Ci- Arrio salir de aquellas tierras, el
cerón, gran enamorado de los arcaís- centurión, montado en cólera solda-
mos. Escribió muchos discursos y desca, tiró la espada y arremetió
tragedias; fué el que dijo que Tito contra Virgilio, quien, en su huida
Livio tenía resabios de patavinidad desalada, como el militar no cejase
y que Porcio Latrón, en su latín his- en la persecución, se arrojó de cabe-
pánico, era elocuente. De él prefiere za en el Mincio y, a nado, ganó la
muchas más cosas Séneca en sus otra orilla.
Declamaciones. No pazcas par del río' las cabrillas,
Quien bien te quiera, Polión... — Títiro... — Avisa que su jornalero y
Para demostrar a Polión sus buenos todos los mantuanos se conduzcan
deseos, anhela para sus amigos la con cautela y se soslayen al peligro;
bienandanza de la edad dorada, que con el tiempo él hallará oportu-
cuando todo era bien en la tierra. nidad para gestionar con César efi-
Quien no aborrece a Bavio... Me-— cazmente la restitución de todas
nalcas, ya montado en cólera porque sus fincas que no será menester la
;

Virgilio tantas veces había alardea- influencia de tribunos ni de lega-


do de la amistad de Polión, varón dos, sino que él lo pedirá a quien
de muy rico ingenio, hace mención puede ordenarla.
de Bavio y de Mevio, dos poetas Recoged, zagales, las ovejas... —
infelices, como si Virgilio
se les pa- Dejad de prometeros grandezas y de
reciese. De soslayo, roza
a Polión, esperar vanidades. Lo más seguro
porque es natural que nos sean an- será que recojáis el hato y conser-
tipáticos los amigos de nuestros ene- véis con diligencia lo que os quedó,
migos, sólo por ese motivo, aun porque si se desencadena otra bo-
cuando personalmente fueren bue- rrasca guerrera, como la que ya tu-
nos y amables, y le azota con sus vo fin, no se pierdan todos vuestros
menguados laureles para irritarle ahorros.
más. Y así como Dametas había pe- ¡Ay, ay, en prado pingüe!... No —
dido para él abundancia de cosas creo que el poeta quiera significar
suaves, Menalcas le desea cosas ha- que siendo tanta la protección de
ladles y ridiculas, como quien gusta Augusto, fuera difícil su situación,
de los versos de poetas sin gracia al contrario, que ya está contento y
y sin sal y le dice que ponga bajo satisfecho con lo que tiene. Así que
la coyunda raposas atrailladas y que no es más que un ataque al adver-
ordeñe machos cabríos: esto va sario :Espántome que siendo tan
para Virgilio y Polión, cuyo talento bienquisto de los potentados, con
poético encarecían mutuamente, co- tanta erudición y con tan general
mo tronco de mulos que se rascan aplauso pazcas un ganado tan flaco
el uno al otro. y tengas una hacienda tan corta. El
Los que flores cogéis y cogéis amor, es decir, la confianza excesi-
fresas...—Los que os dedicáis a las va en sí mismo y la complacencia
942 JUAN LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. TOMO I

de su propia persona, perjudican al común vulgo insoluble para .des-


poeta y a sus intereses. También el orientar al adversario, porque ven-
sentido alegórico puede ser estotro. cido se retire. Es un enigma to-
Maravillóme de que con un ingenio mado de las fábulas, como que se
tan fértil compongas poemas tan in- dirige a un antagonista ignoran-
significantes
; sin duda, el inmode- te, cosa que hacen los pastores si de
rado 'amor de ti mismo te quitó el personas instruidas oyeron algo que
juicio, o deliras, cautivo de otro produjo novedad.
les
amor, por manera que el amor pro- Y
te tendré por el gran Apolo... —
duce el doble y lamentable resulta- Los dos contrincantes se encarnizan
do de perturbar tu ingenio y estra- el uno contra el otro. Menalcas nada
gar tu obra. ambicionaba más que la gloria del
Xo es mal de amor el mal de es- talento; por eso Dametas le dice:
tos corderos... —Muestra Menalcas el Consigue de una vez lo que tanto

hato de Virgilio, pues a estos di- deseas, y serás para mí Apolo en
ce— que no están gordos ni demasia- persona. Virgilio, en cambio, capta-
do bien cuidados, el amor no les ha- ba el favor y la benevolencia de los
ce daño; no es de creer que tú fal- romanos. Por eso le dice Menalcas:
tes en aquello mismo que me re- Y tú gózate con tu Filis (en otro lu-
prendes, ¿pues qué será? Dice, por gar la llama Amarilis), sin contra-
burla, ser cosa de encantamiento, de dicción, pues yo te la cedo.
modo que el motivo que Virgilio Teme los amores dulces o los cata

adujo también puede aplicarse al amargos... Premio grande merece
otro. todo el que cuerdamente temió los

Dime en qué tierras... Basta de favores de los príncipes y el aura
riña, que lleva trazas de nunca aca- popular, o soportó con entera dig-
bar; propone una cuestión para el nidad sus desdenes o sus odios.

EGLOGA IV
POLION

Elevemos un poco nuestro canto, gente de oro surgirá por todo el


;

musas sicilianas! Xo todos se con- mundo: ya el Apolo tuyo señorea.


tentan de florestas ni de humildes Iniciarse ha bajo tu consulado, ho-
tamariscos. Si cantamos las selvas, nor del siglo nuestro; bajo el go-
sean dignas de ser oídas por un cón- bierno tuyo comenzarán los gran-
sul. des meses su carrera. Si quedan al-
Llegada es ya la postrera edad del gunos vestigios de la maldad nues-
cumeo vaticinio. Nace el gran or- tra, deshechos ya, librarán las tie-
den de unos siglos nuevos. Ya re- rras del eterno miedo. Recibirá la
torna la Virgen y retorna el reino vida de los dioses y con ios dioses
de Saturno; ya del alto cielo nos es verá mezclados a los héroes, y él, a
enviada una nueva progenie. Fa- su vez, por ellos será visto y regirá
vorece tú, casta Lucina, al Niño que con las virtudes patrias la sose-
ahora nace, por quien primeramen- gada redondez del orbe. Para ti.
te cesará una gente de hierro y una Niño, sin cultivo la tierra derra-
OBRAS FILOLÓGICAS. INTERPRET. DE LAS «BUCÓLICAS». — ÉGLOGA IV 943

mará a haldadas sus primeros do- en los prados el carnero mismo te-
nes: hiedras tortuosas con bácar, ñirá sus vellones, ora del suave ru-
por doquiera, y colocasia con ri- bor de la púrpura, ora del color
sueño acanto. Y las cabritas mismas, gualdo del reseda; la escarlata de
de su grado, llevarán a casa disten- suyo vestirá el cordero en el propio
didas sus ubres, y de los grandes pasto. Concordes, en la majestad in-
leones no serán medrosos los reba- amovible de los hados, las Parcas:
ños. La misma cuna brotará por ti «¡Tales siglos corred!», dijeron a
suaves flores. Morirá la serpiente y sus husos. Emprende, que el tiem-
la engañosa hierba ponzoñosa mo- po es ya llegado, los grandes hono-
rirá; doquiera nacerá el amomo asi- res, caro vástago de los dioses, au-
rio. Pues cuando ya podrás leer las mento grande de Júpiter. Mira la
loas de los héroes y los hechos de máquina del mundo cómo tiembla
tu padre y conocer qué cosa séa la en su convexa pesadumbre; mira
virtud, de blanda arista doraráse el las tierras, mira el mar tendido y
campo, suavemente, y la rubia uva la profundidad del cielo. Mira cómo
estará colgada de las zarzas incul- todo se alegra por el siglo que ha
tas y las recias encinas sudarán ro- de venir. ¡Oh, si me fuese reserva-
cío de miel. Mas todavía habrá ras- do el linde extremo de una luenga
tros del daño antiguo que manden vida; oh si me quedase tanto alien-
dar naos a Tetis y cercar con mu- to como será menester para celebrar
ros las ciudades y hendir los surcos tus hechos! Que no me vencerá a
en la tierra. Un nuevo Tifis habrá cantar el tracio Orfeo, ni "Lino me
entonces, y habrá otro Argos que vencerá, aunque a éste lo asista su
transporte la flor y espiga de los madre y a aquél su padre le sus-
héroes; habrá también otras gue- tente, Calíope a Orfeo y a Lino el
rras, y por vez segunda irá a Troya hermoso Apolo. Y el mismo Pan, si
el gran Aquiles. Desde este momen- compitiera conmigo, y la Arcadia
to, cuando te habrá hecho varón fuese juez, la misma Arcadia a Pan
la edad ya firme, abandonará el mar proclamaría por vencido. Comienza
el marinero, ni mercancías trocará a conocer, niño pequeño, con tu risa
el pino velero: toda la tierra dará a tu madre, que diez meses causa-
de todo. No sufrirá rastros el cam- ron molestias luengas a tu madre.
po ni la viña la hoz, y ya el robus- Comienza a sonreír, niño pequeño,
to labrador soltará el yugo del cue- que al niño que a su madre no son-
llo de los toros. No aprenderá la la- ríe ni el dios le admitió a su mesa
na a mentir colores varios, sino que ni la diosa le acogió en su tálamo.

INTERPRETACION ALEGORICA
DE LA EGLOGA IV

Pollón, o comienzo de una


el Salonino. Habiendo Virgilio leído
nueva era... —
Asinio Polión gue- en los oráculos de las Sibilas que
rreó con los ilirios. Al tiempo que por aquella época nacería un niño
tomó a Salona, su capital, nació- milagroso que iba a renovar el mun-
le el hijo a quien, por esto, llamó do, acomodó el vaticinio al hijo de
944 JUAN LUIS VIVES..
OBRAS COMPLETAS. .
TOMO I

Polión, pues no pensaba que nace- los consejos divinos. Conjeturaba


ría en otras gentes, por causa de la Virgilio que estaba al llegar ese
grandeza del Imperio romano; mas tiempo, porque muchos de los me-
el vástago murió en agraz y en la tros sibilinos estaban compuestos
mayor terneza de su pámpano. Otro con tal artificio, que en las prime-
hijo tuvo el mismo Asinio Polión, ras letras o en las postreras desig-
heredero de su familia, que se llamó naban la persona o el tiempo como
Asinio Galo. Así que todo esto se re- Cicerón enseña en sus libros De di-
fiere a Cristo, y ésta será la inter- vinatione y en el historiador ecle-
pretación que le daré, y vindicaré siástico Eusebio se lee el vaticinio
para el Señor lo que es suyo. Callen de la Sibila acerca del Juicio Final,
los impíos, pues el sentido directo de la misma manera. San Agustín
del texto virgiliano, sin alegorías de lo cita en el libro XVIII de la Ciu-
ninguna clase, no consiente que lo dad de Dios.
que aquí se dice pueda entenderse —
Ya retorna la Virgen... Acaso al-
de nadie más que de Cristo. guna de las Sibilas vaticinó algo de

Musas sicilianas... Por causa de la Virgen María. Con todo, aquí Vir-
Teócrito de Sicilia, a quien imita es- gilio refiérelo a la Virgen Justicia, o
pecialmente en el género bucólico, quizá a la gran justicia de Cristo y
para ese poema invoca las musas si- al siglo de oro, que también descri-
cilianas. be el profeta Isaías, capítulo IX:
Elevemos un poco nuestro canto... Y será en los postreros días, y lo de
No a todos place la materia más que se sigue.
pastoril,
que es humilde de suyo. El reino de Saturno... bajo cuyo
Si cantamos las selvas... —
No es cetro vivíase con suma quietud y
de extrañar que en tono agreste can- paz, en la igualdad de todos, sin so-
temos materia elevada, pues las mis- berbia, sin envidia,' sin querella, co-
mas regiones forestales hartas veces mo debía vivir el pueblo que obede-
son provincia romana, dignas de cía los mandatos de Dios.
que las gobierne un cónsul. Escri- Ya del alto cielo nos es enviada
be Suetonio que a Cayo Julio Cé- una nueva progenie... Un cristiano —
sar, en su consulado, le fueron asig- no explicaría con palabras más gran-
nados como provincia selvas y co- des y eficaces el descendimiento del
llados. Hijo de Dios a nosotros vestido de
La postrera edad del cumeo vati- nuestra mortalidad y de nuestro
cinio... —
De las Sibilas traté con ex- barro.
tensión en el comentario de la Ciu- Ya el Apolo tuyo señorea... —
dad de Dios, de San Agustín. La ve- Diana le vino el nombre de Lucina
nida de Nuestro Señor Jesucristo porque protege los alumbramientos;
fué un suceso de volumen, que
tal Apolo es hermano suyo. Ruega a
en los consejos deDios convino que Diana que prodigue su asistencia al
fuese profetizada a los judíos y a infante que nace, en el reino de su
los gentiles para que los anteceso- hermano Apolo. Augusto fué tenido
res la esperasen, los contemporá- por hijo de Apolo, y más tarde fué
neos la admitiesen y la posteridad llamado Apolo simplemente.
la creyese. Así es que tal como en- Bajo tu consulado, ¡oh Polión!... —
tre los judíos hubo profetas, así en- Asinio Polión fué cónsul con Cneo
tre los gentiles hubo Sibilas, llama- Domicio Calvino, al tiempo del triun-
das así porque eran sabedoras de virato, que fué el año de la funda-
OBRAS FILOLÓGICAS. INTERPRET. DE LAS «BUCÓLICAS». ÉGLOGA IV 945

ción de Roma, 714 y 37 antes del na- mártires, buen olor del Señor en to-
cimiento de Cristo. do lugar.

Bajo el gobierno tuyo... El peca- Y las cabritas mismas de su gra-
do original será borrado por la vir- do... —Fructuosísima
fué esa tem-
tud de Cristo, como en el bautismo prana floración de tantos santos que
por la confianza en EL Muy bien ex- nunca salían sin regresar con mu-
presó los vestigios de nuestra mal- chas ganancias para el Señor.
dad, pues el pecado de origen es un De los grandes leones no serán
vestigio o rastro que nuestros pri- medrosos los rebaños... —
Ni tampo-
meros padres transmiten a la pos- co la grey de Cristo temerá a los
teridad. príncipes y a los reyes, por más que

Librarán de miedo... La confian- rujan y amenacen. Entre ellos rei-
za en aquel que es Dios excluiré to- naba una concordia ejemplar: rei-
do temor de castigo por la culpa, naba la paz, sin ningún veneno de
propia y personal y la otra heredi- envidia o de sabiduría.
taria. Cuando ya podrás leer las loas de
Del eterno miedo... — —
¡Cuánto con- los héroes... En la edad subsi-
suelo en esta expresión! Ese temor guiente, formada en la doctrina de
inacabable no dejaba un punto de Dios, en los ejemplos de Cristo, en
reposo ni un momento de respiro a la de los Apóstoles, ex-
disciplina
la mísera humanidad. En este mis- piedad muy a sus an-
tenderáse la
mo sentido lo interpreta San Agus- chas, no para producir donecillos y
tín en la Ciudad de Dios. cosas menudas, sino para recoger la
Recibirá la vida de los dioses... —
mies, la vendimia, la miel; entrarán
Ese Niño vivirá la vida divina y ve- en la Iglesia los judíos y una gran
rá a sus héroes y a sus semidioses, a muchedumbre de gentiles irán ama- ;

quien 'El hará tales; y El, a su vez, rilleando poco a poco las tiernas es-
será visto por ellos, no sólo con sus pigas de la gentilidad y en la cam-
ojos corporales, sino también (vi- bronera de la humana contumacia
sión mejor y más bienaventurada) se recogerá la uva suave y de la ig-
con los ojos del alma. De ellos se norancia berroqueña manará la lí-
dijo: Bienaventurados los ojos que quida dulzura de la miel.
ven lo que vosotros veis. Todavía habrá rastros del engaño
La sosegada redondez del orbe... —
antiguo... —
No podrá penetrar el
Expresión frecuente en los libros cristianismo tan radicalmente en el
poéticos de la Biblia y en otros sa- pecho de los hombres que no rema-
grados es ésta: Todo lo puso el Pa- nezcan todavía resabios de los erro-
dre en manos de su Hijo, y el Pa- res añejos de difidencia, avaricia,
dre lo sujetó ^.todo al Hijo. enemistad, guerra, crueldad, ambi-

Para Ti, Niño... Describe el trans- ción, arrogancia. De ahí nacerá la
curso de la Iglesia de Cristo, esto afición de navegar y de trocar mer-
es, del reino de Cristo en la tierra. caderías con espíritu de lucro; de
El reino de Dios en el Evangelio, ahí se cercarán de muros las ciuda-
entre otras significaciones, significa des por rivalidades y recíproco re-
también a Cristo. En la Iglesia na- celo; de ahí los afanes de la agri-
ciente, sin cultivo previo, sino por cultura. Todas estas cosas no son
obra del Espíritu de Dios, nacieron malas en sí; lo que las hace malas
dones de muy dulce y suave fra- es la pasión que ponemos en ellas.
gancia, tantos Apóstoles, discípulos, Un nuevo Tifis habrá entonces... —
946 JUAN LUIS VIVES. OBR.AS COMPLETAS. TOMO I

Volverán las viejas calamidades de apremia a ello, ora este tiempo sea
la navegación y de la guerra, ori- el que la Sibila anunció, ora la oca-
gen de tantos males en el linaje hu- sión u oportunidad de llevar a tér-
mano. mino las gestas esperadas.
Cuando te habrá hecho varón la Caro vástago de los dioses... Xa- —

edad ya firme... La Sibila dice esto dada más claro puede referirse a
bien de la bienaventuranza eterna, Cristo, prole amada de Dios y au-
bien de los perfectos cristianos, en mento del Padre. ¿De qué mortal se
cuyo espíritu reina una calma in- puede decir que sea incremento de
creíble y una auténtica edad de Júpiter? ¿Quién puede dar incre-
oro; las cosas naturales no sé* pon- mento a Dios? Pero Cristo, Dios,
drán al servicio de las pasiones, si- hijo de Dios, gloria es del Padre,
no de las necesidades inevitables, porque es su sabiduría y su virtud.
como San Pablo tejía lana de ca- Mira... —Tiempo es del remedio,
bras y los padres del yermo rotu- cuando todo se hunde y amaga la
raban la tierra; ni tomarán dema- crisis final al género humano pos-
siada solicitud por esas cosas viles, trado y afligido; éste es el tiempo
sino que su conversación estará en de que hablaba ahora mismo.
los cielos, contentándose para su Mira cómo todo se alegra por el
mantenimiento y vestido con lo que siglo que ha de vertir... Por mane-
a mano tengan. Esto hará que haya ra que no sólo los hombres, sino

abundancia de todo, pues cada uno también los ángeles y las mismas co-
tomará lo que le baste simplemente sas insensibles se alegran del adve-
para su uso, no para sus descome- nimiento de Cristo, pues, como dice
didas avideces. San Pablo, toda la universidad de

¡Tales siglos corred!... Esto di- este mundo libraráse de la esclavi-
jeron los hados satisfaciendo los de- tud de la corrupción.
seos de los hombres, o bien lo man- ;Oh, si me fuese reservado!... In- —
daron inexorablemente, pues el rei- finitas e inefables son las obras de
no de Cristo es el reino de todos los Cristo; fuera menester una vida
siglos y no tendrá nunca fin, pues harto larga para explicarlas. ¡Ojalá
el hado no es más que la voluntad y viviera tanto tiempo como prego-
el mandato de Dios. nare tus obras! O quizá desea para
Concordes en la majestad inamo- sí la longevidad para poner por es-

vible de los hados, las Parcas... Aca- crito esta materia. Pero ¿tanta con-
so parecerá sutileza excesiva si digo fianza tienes en tu ingenio? Res-
yo que, por estas Parcas concordes ponde.
en la majestad y voluntad de los No me vencerá a cantar... En can- —
hados, la Sibila quiso insinuar el tar esta materia no mé van a ven-
misterio de las tres Personas en la cer ni Orfeo, ni Lino, ni Pan. ¿Qué
Divinidad. Pero no; no toquemos valen por sí mismas las cosas que
esto ni nos aventuremos en esa di- cantan? La confianza está puesta en
rección, no sea que nos abolle el la materia, no en el ingenio.
vocerío del escándalo y las llama- Aunque a éste le asista su madre...
das de socorro de los impíos y de Aun cuando fueren ayudados Orfeo
los querellosos. por su madre Calíope, que es una
Emprende, que el tiempo es ya lle- musa, y Lino por Febo, que es el

gado... Anhela que dé comienzo su Dios de los cantos.
gran obra, y dice que el tiempo —
Y el mismo Pan... Xo se olvidó
OBRAS FILOLÓGICAS. INTERPRET. DE LAS «BUCÓLICAS». ÉGLOGA V 947

de lasconveniencias y el decoro poé- gamente acerca de estos versos.


tico. Para un pastor tiene más ca- También yo los comenté prolijamen-
tegoría Pan que Calíope y Pebo. Así te en la Ciudad de Dios, de San
que ya llegó a lo sumo; parece que Agustín. Aquí, en dos palabras, diré
ya no cabe añadidura después de mi parecer. Yo creo que por el dios
haber nombrado al dios de los pas- de la égloga debe entenderse el dios
tores. Genio para quien la mesa se adere-
Arcadia..., en donde nació, en don- zaba, y por la mencionada diosa
de se crió, donde recibe culto de tal debe entenderse a Juno, para quien
modo que hasta con un juez apasio- se preparaba un lecho cuando el lac-
nado contra él y favorecedor del tante era destetado. Significa que
otro, confía vencer. Gran cosa es, hay peligro para la vida en la tris-
dice Plinio, ser aprobado por un teza pueril porque no les protegen
juez hostil. los dioses tutelares de la infancia.
Comienza a sonreír, Niño peque- Y en nuestro caso, el suceso respon-
ño... —
Todo lo por venir es cierto e dió a la creencia. El niño en cues-
indubitable; pero desde ese momen- tión, tema ocasional de la égloga,
to comienza a alegrar a tu madre murió de muerte temprana. Dios no
con tu risa y con tu tristeza no quiso que viviese el infante a quien
le des enojo. Hartos achaques su- un poeta de tanta autoridad aplicó
frió en sus diez meses de preñado. lo que la profetisa había dicho del
Estos meses son meses lunares, no Hijo de Dios. Yo sospecho que estos
civiles. dos versos últimos los añadió Vir-
Al niño que no sonrió a su ma- gilio después de la muerte del hijo
dre... —
Los gramáticos disputan lar- de Polión.

EGLOGA V
D AFNIS

Menalcas, Mopso. Menalcas. —


En nuestros montes
sólo Amintas compite contigo.
Menalcas. —
¿Por qué no, Mopso, —
Mopso. ¿Qué mucho, si él mismo
pues nos hallamos juntos, maestros disputaría a Febo la palma en el
ambos, tú en tañer la leve flauta, yo canto?
en cantar versos, no nos sentamos Menalcas. — Comienza, Mopso, tú
a la sombra de estos olmos y estos el primero, celebrando bien los amo-
avellanos? res de Filis, bien los loores de Alcón
Mopso. —Tú
eres el mayor, Menal- o las riñas de Codro. Comienza;
cas ; que yo te obedezca, ora
es justo guardará Títiro los cabritos mien-
nos acojamos a las sombras incier- tras pazcan.
tas que los céfiros menean, ora, con —
Mopso. Mas diré estos versos que
mejor acuerdo, entremos en esta no ha mucho escribía en la verde
gruta. Mira cómo hermosea la boca corteza de una haya y anoté sus al-
de la gruta, con sus claros racimos; ternancias con la música. Tú manda
una vid silvestre. luego que contienda Amintas.
948 JUAN LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. TOMO I


Menalcas. Cuanto el blando sau- sed con agua fresca. E igualas no
ce cede al pálido olivo, cuanto la sólo a tu maestro en el tañido, más
humilde valeriana al rosal de fuego, en la voz también. Mancebo ven-
¡

otro tanto, a mi ver, te cede Amin- turoso! Detrás de él, ahora serás tú
tas. Pero déjate de unas cosas, pues- el otro. Pero nosotros, de cualquier
to que entramos en la cueva. manera, vez a vez, y cual fuere

Mopso. Las ninfas lloraban muer- nuestro canto, al cielo encumbraré
to a Dafnis de cruel muerte (vos- a tu Dafnis. Dafnis al cielo encum-
otros, avellanos, y vosotros, ríos, braré, que a mí también me ha que-
sois testigos de las ninfas), mien- rido Dafnis.
tras la madre, abrazada al lastimoso —
Mopso. ¿Hay don que, a mi jui-
cuerpo de su hijo, llama a los dio- cio, valga tanto? Mereció el mance-
ses crueles y crueles a los astros. bo ser cantado y ha tiempo ya que
No hubo por quien fuesen conduci- Estimicón me encareció los versos.
dos los bueyes, tras el pasto, a be- —
Menalcas. El blanco Dafnis, ad-
ber en los ríos fríos; y bestia nin- mirado, mira el umbral desusado del
guna probó agua corriente ni vicio- Olimpo y ve bajo sus pies nubes y
sa grama. Y aún los montes fieros y estrellas. Y así, corre por selvas y
las selvas proclaman, Dafnis, que por campos una ágil alegría; la sien-
gimieron por tu muerte los leones ten Pan y los pastores, y las vírge-
africanos. Enseñó Dafnis a uncir al nes Dríades la sienten. Y ni el lobo
carro los armenios tigres; Dafnis, a medita celadas al rebaño ni la tendi-
conducir las danzas báquicas y a en- da red las pone al ciervo. Ama el
ramar, con blanda hoja, los livianos reposo el bienhadado Dafnis. Los
tirsos. Cual la vid honra al árbol, montes no tocados y leñosos, clamor
como las uvas a la vid, como los jocundo envían a los astros, y ya las
toros a la torada, como las mieses mismas peñas y los árboles mismos
a los campos fértiles, así tú eres de concierto cantan «Es dios, es
:

decoro de los tuyos. Después que los dios aquél, Menalcas.» ¡Sé a los tu-
hados se te arrebataron, la misma yos bondadoso y venturoso! He aquí
Palas abandonó los campos y el pro- cuatro aras; he aquí dos para ti,
pio Apolo los abandonó. Donde mu- ¡oh Dafnis!; los otros dos altares,
chas veces confiamos a los surcos para Febo. Cada un año, en cada al-
lucio trigo, nace el joyo estéril y la tar, te pondré una copa espumosa de
infelice avena. Por viola blanda y reciente leche y una crátera de olio
por narciso rojo, el cardo nace y pingüe; y, sobre todo, regocijando
surge agudo y espinoso el ojiacanto. con mucho vino los convites, a la
¡Esparcid hojas por el suelo; po- candela, si íaere en tiempo frío, y
ned sombra en las fuentes, oh pas- a la sombra, si fuere en el estío, es-
tores! Que Dafnis quiere que se ha- canciaré vinos ariusios, nuevo néc-
ga esto. Y hacedle un túmulo y gra- tar. Cantarán para mí Dametas y
bad estos versos en el túmulo: Daf- Egón Liccio, y Alfesibeo remedará
nis fué en las selvas; ahora, a las la danza de los sátiros. Esto tendrás
estrellas encumbrado; de hermosa perpetuo siempre, y cuando culto
grey pastor muy hermoso. solemne daremos a las ninfas y los

Menalcas. Tal es tu canto para campos purificaremos. Mientras ama-
el gusto mío, ¡oh divino poeta!, cual re el jabalí los sotos y el pez los
al cansado el sueño sobre hierba; ríos, y mientras pacerán tomillo las
cual apagar en el corriente río la abejas y rocío las cigarras, siempre
OBRAS FILOLÓGICAS. INTERPRET. DE LAS «BUCÓLICAS». — ÉGLOGA V 949

subsistirán tu honor, tu nombre y Menalcas. —Anteste haré don de


tus loores. Como a Baco y a Ceres, esta flauta Esta fué la que
frágil.
asimismo a ti, todos los años, diri- cantaba: «En fuego ardía Coridón
girán sus votos los labriegos, y tú por el hermoso Alexis.» Esta me en-
también les obligarás a sus votos. enseñó: ¿Cuyo es este ganado? ¿De

Mopso. ¿Qué dones te daré por Melibeo, por ventura?
un tal canto? Pues no tanto el silbo —
Mopso. Y toma tú mi cayado, que
del Austro que se avecina ni la cos- por más que me lo pidiera con
ta batida por la onda musical ni ahinco Antígenes (y merecía enton-
el sonoroso río que tuerce su curso ces ser amado), jamás se lo llevó:
por los valles pedregosos me delei- es muy vistoso, Menalcas, con sus
tan. lindos nudos y su regatón de bronce.

EXPLANACION ALEGORICA
DE LA EGLOGA V

Así como Virgilio, en la égloga él, excepto Amintas. Amintas era un


anterior, cantó el nacimiento del Sal- mozo de la misma edad que Mopso,
vador con los versos de las Sibilas y su competidor.
que aplicó con no mucha conve- ¿Qué mucho, si él mismo dispu-
niencia al hijo de Polión, nacido en taría a Febo la palma en el canto?...
Salona; ahora, en esta égloga V, Impresionó muy desagradablemente
canta la muerte y la ascensión del a Mopso el recuerdo tan inoportuno
Señor con otros versos sibilinos, que de su antagonista; pero responde
él aplica a Julio César, so el nom- con mesura, como era de razón con-
bre pastoral de Dafnis. No faltan testando a un anciano. No merece
quienes dicen que el poeta llora 1? mucha loa la competencia, sino la
muerte de un hermano suyo; pero victoria; quien quiera puede conten-
este verso es auténticamente sibi- der con Hércules, pero no derro-
lino: Las ninfas lloraban muerto. tarle.
Y lo es aquel otro: El blanco Daf- Comienza, Mopso, tú el primero...
nis, admirado, mira el umbral del Aquí el pastor viejo habla ya seria-
desusado Olimpo. El poeta mezcla mente y le indica materias dignas
algo suyo, por ignorar su verdade- de ser cantadas: las impaciencias
ro alcance, para que el vaticinio vi-
del amor, la excelencia del arte, el
niera bien a aquel a quien iba ende-amor de la patria.
rezado. Tú manda luego... Dícelo con —
En nuestros montes compite con- desabrimiento cuando yo haya can- :

tigo sólo Amintas... —


Puesto que tado esto, verás que mi canto es
Mopso había dicho que era lo mejor tal, que te avergonzarás de haber
cantar en la sombra verde de la mentado a Amintas. El adverbio
gruta, el viejo Menalcas se chancea luego (deinde) indica enojo.
con el joven Mopso y le dice que él Cuanto el blando sauce... Menal- —
no se atreverá a tal cosa; que a cas advierte que Mopso está desa-
Mopso nadie en la tierra le gana a brido; por eso le significa que lo
cantar, ni entre los pastores de dijo por donaire y broma y que le
aquella comarca quien compita con estima mucho más que a Amintas.
950 JUAN LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. TOMO I

A mi —Con
ese inciso reti-
ver... quien quisiera oír, porque el páni-
cente : judíelo meo
(a mi ver) de- co puso desvarío en su razón.
muestra que no hay en ello adula- Dafrtis, gimieron por tu muerte
ción, sino que éste es realmente su los leones africanos... —Aun los mis-
criterio, expresado de buena fe. Es mos leones, fieras las más fieras
razón que Mopso se conforme con y más ajenas a todo sentimiento de
este juicio, puesto que se conside- humanidad, condoliéronse de la
raba molestado. muerte de Cristo, a saber: una gran
Las ninfas lloraban muerto a Daf- multitud de judíos y de gentiles,
nis... —Introduce el nombre de Daf- como el Centurión, como Pilatos y
nis, ora fuese Dafnis un cierto hijo los asistentes a la crucifixión, que
de Mercurio, mancebo lindísimo, ora de vuelta a Jerusalén herían sus pe-
fuese un labrador de Sicilia, rico chos.
de tierras y ganados, a quien algu- —
Y aun los montes fieros... Con los
nos atribuyen la invención del poe- bramidos de los leones, los montes
ma bucólico. Dice, pues, alegórica- y las selvas resonaban tanto, que de
mente, que la Naturaleza toda se lejos los hombres podían oírlos. Los
condolió de la muerte de Cristo, y avellanos y los ríos atestiguaron el
en primer término las ninfas, es de- duelo de las ninfas, cosa que de
cir, los espíritus celestiales. otra manera no podríamos saber,
Vosotros, avellanos... El Cielo y — pues no vivimos en su compañía, y
las criaturas inferiores, con sus los montes y las selvas atestigua-
temblores y su desquiciamiento, de ron el de los leones, puesto que és-
mostraron hasta qué punto los se- tos huyen de nuestro comercio y so-
res superiores afectáronse por la ciedad. Acaso sea ello una alusión
muerte del Criador. al quebrantamiento de las peñas, a
Mientras la madre, abrazada al la apertura de los sepulcros y a los
lastimoso cuerpo de su hijo... — In- temblores del suelo.
mediatamente después de los dioses, Enseñó Dafnis a uncir al carro los
pone a Roma, madre muy próxima armenios tigres... —
Cristo, el funda-
a la divinidad. dor de una religión nueva y eter-
Llama a los dioses crueles y crue- na, sujetó a la coyunda los cuellos
les a los astros... —
Esto dice, a la indómitos y cerreros de los tigres y
manera de los gentiles, abominable los acostumbró a llevar el yugo.
para vosotros. Los paganos, cuando A conducir las danzas báquicas... —
una cosa no les sucedía a la medida Servio dice que esto pertenece a la
de su deseo, llamaban a su Júpiter historia, puesto que César fué el
zahareño y cruel; en cambio, nues- primero que introdujo en Roma el
tro Dios, que es el verdadero, toca culto del padre Liber. No recuerdo
de un confín a otro confín fuerte- yo haber leído en ningún otro au-
mente y todo lo dispone con suavi- tor cosa que a esto se parezca ni es
dad. verosímil, pues antes de Augusto se
No hubo por quien fuesen condu- celebraban ya en Roma fiestas en
cidos los bueyes, tras el pastor... — loor de Baco. Yo seguiré en el sis-
Consternación de rabadanes; esto tema de interpretación que me pro-
es, de los Apóstoles de Cristo, y ce- puse. Recuerda Virgilio de una ma-
sación temporal de la predicación nera especial el culto de Baco, por-
evangélica en la muerte de Cristo. que los antiguos creyeron que per-
No hubo quienes enseñasen ni tenecía a la purgación de las almas
OBRAS FILOLÓGICAS. INTERPRET. DE LAS «BUCÓLICAS». ÉGLOGA V 951

y que le llamaron Líber porque ali- puesta en la Cruz, que es su gran


viaba el espíritu de cuidados y de elogio.
molestias. —
Dafnis fué en las selvas... No es-
Cual la vid honra al árbol... —Cris- cribáis como para todos los otros
to es la Cabeza del mundo y la glo- muertos: Aquí está enterrado. Vi-
ria de las almas. ve El no solamente en la tierra,
Después que los hados se te arre- sino que también se le conoce en
bataron... —
Eso no se ha de entender el coro de los astros, amado de los
en el sentido de que después de la hombres y de los ángeles.
muerte de Cristo el mundo se que- Ahora a las estrellas encumbrado...
dó en puro campo de soledad, pues El Hijo de Dios descendió del Cie-
a seguida añade: «Esparcid hojas lo para hacerse hombre; y una vez
por el suelo», sino en el sentido de hecho hombre de la tierra subió al
que a raíz del suplicio de Cristo ce- Cielo. Cristo-Hombre comenzó por
só la doctrina celestial y la forma- la tierra a ser conocido y luego se
ción de la piedad, y momentánea- remontó al cielo.
mente el espíritu de los Apóstoles De hermosa grey, pastor muy
se quedó como pasmado, y en lugar —
más hermoso... Este pastor, el más
de la confianza cundió el miedo y hermoso de todos los pastores, el
la deserción, y la huida de la vida, más puro, el más bueno, no admite
y de la salvación. A esto hace re- en sus pastos y en su reino sino a
ferencia lo que sigue: los hermosos, a los puros, a los bue-
Donde muchas veces confiamos a nos. Y es precisamente El quien les
los surcos lucio trigo... —
A los Após- hace tales si a El se confían para
toles,que fueron los primeros que que los reforme y los refunda. A
se formaron en la doctrina de Cris- esto se refiere aquel versículo del
to, se les confió la semilla de la Salmo XV, en donde el Señor mis-
eterna bienaventuranza, para que mo habla así: «La suerte de mi he-
ellos la percibieran y la transmitie- redad cayó en lugares excelentes,
ran a los otros. Ellos echaron las pues mi heredad se hermoseó sobre
primeras flores y espigas, que dege- mí.» Tocáronle en suerte a Cristo
neraron harto pronto de la semilla los ángeles y los santos; éstos son
y de la mies de las primeras reco- el rebaño del pastor más hermoso
lecciones. de los hijos de los hombres, en cu-
Esparcid hojas por el suelo... — yos labios la gracia puso su miel y
Después de la resurrección de Cristo su dulzura.
sigúese una universal renovación y Tal es tu canto para el gusto mío..
reflorecimiento, y mostróse una Si el poema del asesinato de César,
nueva alegría a los pastores, a sa- por otra parte tan amargo para los
ber: a los Apóstoles a quien hizo el amigos de Octaviano y que hizo a
Señor pastores de su grey. muchos tanto daño, a nadie aprove-
Y hacedle un túmulo... —Es decir, chó, tan agradable fué al pastor,
el recuerdo perenne de la muerte de [
¿qué no será para nosotros el re-
Cristo que la Iglesia tiene siempre cuerdo de la pasión de Cristo, de
delante de sus ojos. ¿Qué otra cosa la que redundó en el linaje humano
es un túmulo sino un memorial de salud imperecedera?
la muerte? Iguales no sólo a tu maestro en
Y poned estos versos en el tú- el tañido, mas en la voz también...
mulo... —A saber: la inscripción Porque Mopso, en un acceso de eno-
'J.52 « JUAN LUIS VIVES. OBR AS COMPLETAS. TOMO I

jo por la desafortunada mención de ponde a lo que le había dicho: «Pe-


su rival, había dicho: «Tú manda ro nosotros de cualquier manera.»
luego que contienda Amintas» aho- ; Xo dudo, le viene a decir, que tu
ra Menalcas, con desdén del ému- canto será muy bueno por ser la
lo, le declara igual a su maestro, materia tan excelente y porque pre-
Esta alabanza desarruga el ceño a viamente me la alabó Estimicón, que
Mopso, pues aquella primera: es muy buen juez en este punto.
«Cuanto el blando sauce...», podría Para mí será un gran regalo y un
parecer inspirada y dicha para apa- gran premio el oírla.
ciguar su enojo; ahora, hecha la —
El blanco Dafnis... Antes cantó
prueba de tu canto, es más veraz y la Sibila la muerte de Cristo; aquí
justificada. canta su gloriosa ascensión a los
¡Mancebo venturoso!.. —Exclama- cielos y la eterna permanencia de
ción, hija, no ya de la aprobación su reino. La humanidad de Cristo
del canto, sino de la admiración. sublimada en el cielo se goza de
Pero nosotros de cualquier mane- ver cómo todas las cosas le están
ra... —
Hasta tal punto aprueba el sometidas, lo que sabemos ya por las
canto de Mopso, que dice que él no Sagradas Letras.
es capaz de cosa igual; pero que, de Bajo sus pies, nubes y estrellas...
todos modos, va a tomar su vez y Es decir, todo lo celeste y todo lo
cantará. terrestre.
Encumbraré a tu Dafnis... —Tuyo, Por selvas y por campos una ágil
porque primero fué mencionado y alegría... —
De la ascensión de Cristo
alabado por ti, o porque tú eres a los cielos provino un júbilo inde-
más amigo de Octaviano, su here- cible; en primer término a los após-
dero. toles, por haber recibido directa-
A mí también me ha querido Daf- mente el Espíritu Santo, y después
nis... —No creo que ese pasaje pueda a los hombres todos. Dice: En su-
referirse a Virgilio, que creo que no biendo a lo Alto condujo cautiva a
llegó a conocer a Julio César ni a nuestra cautividad, distribuyó dones
verlo siquiera. Era niño Virgilio to- a los hombres.
davía cuando fué asesinado, ni vió Y ni el lobo medita celadas al re-
ni oyó nada de Virgilio Cicerón, que baño ni la tendida red las pone al
sólo dos años sobrevivió a César. ciervo... —La paz de Cristo, que so-
Es, por tanto, una invención gratui- brepuja todo entendimiento de los
ta aquello que escribió no sé quién superiores con los inferiores, de los
en una Vida de Virgilio, como otras fieros con los mansos, de los astu-
tantas invenciones irresponsables tos con los sencillos, igualándolo
recogidas en los mentideros públi- todo la caridad y poniendo en todo
cos, de que Cicerón exclamase: seguridad y defensa.
«Esta es la otra grande esperanza Ama el reposo el bienhadado
de Roma.» Así que bajo la persona Dafnis... —La caridad es un peculiar
del anciano Menalcas se aplican a precepto de Cristo, y su herencia es
Virgilio; pero es dudoso cuál de los la paz.
dos sea Virgilio. —
Clamor jocundo... El Espíritu
¿Hay don que a mi juicio valga Santo está difundido en nuestros co-
tanto?... — —
La respuesta mansa dice razones por Jesucristo, dice San Pa-
el
ya

sabio quebranta
más aplacado
la Mopso,
ira.
más blando,
blo. Henchidos de ese júbilo, cono-
cemos quién sea Cristo Jesús y con-
y res-
OBRAS FILOLÓGICAS. INTERPRET. DE LAS «BUCÓLICAS». ÉGLOGA V 953

fesamos que es Dios. Pues nadie di- con relación a Apolo dijo altares,
ce: «Señor Jesús, sino en el Espíri- pues dícese que éstos son propios
tu Santo.» Y en el Evangelio se lee: de los dioses nativos, mientras las
Bienaventurado eres, Simón, hijo de aras lo son de aquellos que de mor-
Jonás, porque la carne y la sangre tales que eran se elevaron a la ca-
no te lo reveló sino mi Padre que es- tegoría de dioses ;fuera de que
tá en los cielos. Mas los montes (es Cristo es el mismo Eebo, esto es, el
a saber: los príncipes de la Iglesia y sol de justicia y de verdad.
sus doctores), las peñas (esto es: Y, sobre todo, regocijando con
la medianía de los fieles) y los ár- —
mucho vino los convites... El sacri-
boles (es decir, la multitud del pue- ficio de Cristo celébrase no como el
blo) todos, de concierto, reconocen y de un muerto: con tristeza, con si-
adoran claramente la divinidad de lencio y duelo, sino con alegría y
Cristo. júbilo, como de quien vive y reina,
Menalcas... —Esto va para aquel eterno medianero de nuestra paz y
que se afligey llora la muerte de de nuestra gracia ante el acatamien-
Cristo. Y, en cambio, ¿tú qué llo- to del Padre.
ras?, o, mejor, ¿por qué estás tan Esto tendrás perpetuo siempre... —
contento? Dios es El. ¿Qué buscas? El sacrificio de Cristo y su culto en
¿Al Dios viviente búscasle entre la Iglesia no tendrá fin sino cuando
los muertos? Dios es y eternamente lo tuviera el linaje humano y el
vive. Por ello vuelve al corazón la mundo físico. Este es dijo —el Cá-
alegría y la inquebrantable esperan- liz del nuevo y eterno testamento.
za de la gloria sin fin, como lo pi- Y San Pablo dice: Todas las veces
de el verso inmediato para confir- que comiereis aquel Pan y bebiereis
mar el vaticinio y ratificar lo que del Cáliz, enunciaréis la muerte del
nosotros nos prometemos de El a Señor, hasta que viniere.
tenor de sus órdenes y de sus man- Como a Baco y a Ceres... Cual a —
datos. los dioses más necesarios en la vi-
¡Sé a los tuyos bondadoso y ven- da y sin los cuales los hombres no
turoso!... — Muy bien dice a los tu- pueden hacer vida larga, así tam-
yos, a los que tienen puesta su con- bién a Ti se enderezarán votos. Tú
fianza en Ti, a los que a Ti se agre no puedes menos que ellos, pues así
gan hasta el límite posible y acuden como ellos condescienden con estos
a tu patrocinio como a un asilo; anhelos, así también lo harás Tú.
haz que sean francamente tuyos to- Esta flauta fué la que cantaba:
dos aquellos que te imploran. En fuego ardía Coridón por el her-

He aquí cuatro aras... Acaso Vir- moso Alexis .. .—De este pasaje po-
gilio, a fuer de gentil, añade esto de drían algunos colegir que Menalcas
su propia cosecha, y se extiende a era Virgilio pero no parece que sea
;

su placer en la mención de Apolo, así, pues no acostumbra Virgilio an-


bien por su poema pastoral, bien teponer a otro el personaje que asu-
porque es el dios de todos los poe- me: Tú eres el mayor Menalcas.
tas o por César Augusto. En el caso Y aquella alabanza: Iguales no sólo
de que este inciso sea de la Sibila, a tu maestro en el tañido, mas en la
simboliza la adoración de la Huma- voz también, apropiase a Virgilio
nidad de Cristo en Dafnis y de la mejor. Acaso son dos los otros
Divinidad en Apolo; por esto, con pastores, prescindiendo de la perso-
referencia a Dafnis, dijo aras, y na de Virgilio.
954 JUAN LUIS VIVES. .
OBRAS COMPLETAS. ;
— TOMO 1

EGLOGA VI
S I LEN O

Fué mi Musala primera que acer- faré con otra cosa.» Y comienza
tó a cantar en verso siracusano, y luego al punto.
no se corrió de morar en las selvas. Vieras entonces conmoverse en
Mientras cantaba reyes y batallas. ritmo los faunos y las fieras, y las
Cintio tiró de mi oreja y me hizo encinas duras menear las copas a
este advertimiento: «Conviénele al compás; ni tanto el rupestre Par-
pastor pacer ovejas gordas, Títiro, naso con Febo se recrea, ni tanto
y decir versos campestres.» Ahora el Ródope y el Ismaro admíranse
yo (pues siempre sobrarán quienes, de Orfeo.
¡oh Varo!, deseen decir tus loores Pues que cantaba en qué manera
en levantado verso y cantar las habíanse juntado en el gran vacío
tristes guerras) ensayaré tonos las simientes de la tierra, del aire
agrestes en feble caramillo. Manda- y del piélago y del fuego puro; có-
do soy. Pero si alguno ya, si alguno mo de estos primeros elementos to-
hubiere que lo leyere, de mi amor do tomó principio, y cómo la tierna
prendado a ti, ¡oh Varo!, nuestros redondez del orbe poco a poco se
tamariscos te cantarán, a ti te can- iba cuajando; cómo empezó el sue-
tará el bosque todo. Xi a Febo cae lo a endurecerse y a retirarse a su
más en grado cosa alguna que la pá- lecho el mar y cómo las cosas iban
gina que al frente lleva el nombre tomando su propia figura, y cómo
de Varo. Dad comienzo, Piérides. la tierra se pasmaba de ver lucir
Cromis y Mnasilos, dos mozos, un nuevo sol, y cómo del vuelo de
vieron en una cueva a Sileno, que las nubes altaneras caía el agua en
yacía en sueño, y, como siempre, largos hilos, y cómo empezaban a
hinchadas las venas del vino que be- crecer las selvas, y cómo por los
bió el día pasado; caídas de la ca- montes ignorados los raros anima-
beza, por el suelo, tiradas lejos, es- les vagabundeaban. Canta luego có-
taban las guirnaldas y colgado del mo Pirra tiró los pedernales, canta
asa ya gastada, un cántaro pesado. el remado de Saturno, los buitres del
Dan sobre él los mozos (pues har- Cáucaso y el hurto de Prometeo;
tas veces el anciano les burlara con y a esto añade en cuál fuente fué
la esperanza de su canto), y le apri- abandonado Hilas al paso que los
sionan con su guirnalda misma. marineros le llamaban por manera
Eglé llega y se asocia y presta ayu- que resonaba: «¡Hilas! ¡Hilas!», to-
da a los medrosos; Eglé, la más da la ribera. Y consuela a Pasifae,
hermosa de náyades, y al ya des-
las venturosa, si vacadas no hubiera,
pierto pinta la frente y sienes de con el amor del toro blanco. ¡Ay!,
moras como sangre. El, riendo del ¿qué demencia te tomó, doncella
engaño: «¿Para qué fin me atáis, desdichada? Las hijas de Preto hin-
zagales? — dice—soltadme ya. Asaz
; cheron los ejidos con prestados mu-
teníais con haberme podido ver. Oíd gidos, pero ninguna siguió tan
los versos que queréis; los versos afrentosos ayuntamientos, aunque
a vosotros, que a ésa yo la satis- para su cuello hubiera temido el ara-
OBRAS FILOLÓGICAS. INTERPRET. DE LAS «BUCÓLICAS». ÉGLOGA VI 955

do y muchas veces en la frente ter- ce: «Acepta, ea, que te las dan las
sa hubiera buscado cuernos. ¡Ay musas, estas flautas que fueron del
virgen infeliz, ahora tú andas por la anciano Ascreo, con que él solía, a
montaña errante! Y él, recostado su tañido, hacer bajar del monte
el nevado lado en el blando jacinto, los inflexibles fresnos. Canta con
bajo una negra encina, rumia amor- ellos el origen de la Grinea selva,
tecidas hierbas o, por ventura, si- que no haya otro bosque de que se
gue alguna vaca en la grande vaca- precie más Apolo. ¿Qué diré aún
da. ¡Cerrad, ¡oh ninfas, ninfas de la Escila de Niso, a quien prego-
Dicteas!, cerrad ya las salidas de nó que blanca y ceñidas las ingles
los bosques; si acaso encontraré, de monstruos aulladores, vejó las
obvias a mis ojos, las vagas pisadas naves duliquias, y en la hondura
de mi toro; tal vez algunas vacas del ponto, ¡ay!, destrozó con sus
lo devuelvan a los fortinios establos, marinos canes a los aterrorizados
tras haberse prendado de hierba navegantes? O ¿en qué manera na-
verde o haber ido en pos de los re- rró los miembros de Tereo trans-
baños. formados, los manjares que le ade-
Entonces canta a la doncella que rezaba Filomela, y los dones que le
admiró la fruta de las Hespérides. preparó; por qué caminos emigró
Y luego, cómo las hijas de Faeton- al desierto y, antes, con qué alas
te se vistieron de musgosa corteza voló sobre su casa la infelice? To-
amarga y álzanse del suelo, súbitos, das las cosas que tiempo atrás,
los álamos. Canta entonces a Galo, cuando cantaba Febo, oyó el Euro-
errante en la ribera del Permeso, y tas bienaventurado, y quiso que los
cómo una de las nueve hermanas le lauros las aprendiesen, canta Sileno
guió a las montañas de la Aonia y asimismo (Los valles heridos las
:

cómo todo el coro de poetas se pu- cantan a los astros), hasta que el
so en pie ante el varón de Febo, y Véspero obligó a contar y a reco-
cómo el pastor Lino, de cantar di- ger las ovejas en los apriscos y fué
vino, ornados sus cabellos de flores avanzando por el embelesado Olim-
y de apio amargo, estas cosas le di- po.»

EXPLICACION ALEGORICA
DE LA EGLOGA VI

Esta égloga trata de misterios ciencia de todas las cosas. Ridicula


abstrusos, a saber de los comienzos
: es la opinión de los indoctos, que
de las cosas y de la teología gentí- creen que la misión de las musas
lica. Encarece la virtud de las mu- se limita a versos y cancioncillas.
sas, que lo saben todo; celebran a Es de la esfera de la influencia de
los dioses, a los héroes, a los gran- la musa el conocimiento de las co-
des hombres Galo y Varo; pene- sas divinas y humanas, lo cual de-
tran en las intimidades de la Natu- clara Virgilio en su libro II de las
raleza. Geórgicas :

Su nombre indica su afán por ex- «Ténganme a mí las Musas sobre


plorar y conocer por qué tienen la cualquiera otra cosa dulces, cuyos
956 JUAN LUIS VIVES. OBRLAS COMPLETAS. TOMO I

ritos celebro y en cuyo gran amor él se suicidó, no sufriendo ya vivir


estoy prendido; muéstrenme ellas después de tamaña ignominia. Cuan-
los caminos del cielo y muéstrenme do ello sucedió, Virgilio ya había
los astros, los varios fallecimientos muerto.
del sol y los desfallecimientos de la Si alguno hubiere que lo leyere,
luna; de dónde el temblor viene a de mi amor prendado... —
;Con cuán-
las tierras; con qué fuerza, rotas ta modestia habla Virgilio de sí mis-
sus vallas, los profundos mares se mo, como si viniere a decir que no
entumecen y después se recogen merecen lector sus cosas, si no inter-
en sí mismos; por qué los soles in- viniere una benévola simpatía para
vernales se apresuran tanto a mo- conmigo!
jarse en el Océano o qué retardo de- A ti, ¡oh Varo!, nuestros tamaris-
tiene las perezosas noches del es-
tío.»
cos... —Serás celebrado mientras este
poema bucólico mío tuviere un lec-
Sabemos que los Silenos fueron tor.
dos: uno muy viejo, pegajoso e
Ni a Febo cae más en grado cosa
instructor de Baco; el otro muy alguna... —
En ninguna suerte de poe-
posterior a él, sabio, contemporá- ma infunde Febo su favor, su gra-
neo de Ciro, cuya es aquella senten cia y su venusta gentileza como en
cia a Creso, rey de los lidios: Lo aquel que se le dedica, cantando, a
meioi es no nacer; y cercano a esto, Varo.
morir muy pronto. Baco es dios de
los poetas como Apolo. El Parnaso,
Cromis y Mnasilos... Dos mozos —
que despiertan de su modorra a las
monte en dos cumbres dividido: la Musas de su tiempo dormidas, entu-
una estaba consagrada a Febo; la mecidas de letargo.
otra, a Baco. Demás de éstos, los va-
tes se coronaban bien con hojas de
Hinchadas las venas del vino... —
Así era de razón que se mostrase el
laurel, que era el árbol de Febo,
bien con hojas de hiedra, que esta-
compañero y pedagogo de Baco, co-
ba consagrada a Baco. Por Sileno, mo también aquel gran poeta de
maestro de Baco, es razón que se quien se dice en la sátira de Hora-
cio:
entienda la misma Musa por quien
fué enseñado el dios de los poetas, Por las alabanzas que hizo del vi-
Baco. Por todo esto se ha dicho que no, Homero es acusado de vinoso...,
esta égloga rebasa la materia pas- como también Ennio y otros. De
toral. ahí añejo proverbio
el Si fueres
:

Fué mi Musa la primera que acer- aguado, -no harás poema que valga
tó a cantar verso siracusano... Yo, — maldita la cosa.
a este verso, lo entiendo así: Nues- Que bebió el día antes... De Mar- —
tra Musa, que que preside el
es la cial es la frase: Heder a vino de
campo, fué la primera que se dignó ayer.
cantar en verso teocriteo y consa- Tiradas lejos había las guirnal-
grarse a temas agrestes. das... —
Siglo descuidado del lustre
;Oh Varo!, deseen decir tus loo- que se debe a la poesía y a las letras
res... —
Quintilio Varo, capitán del de humanidad. Ninguno había que
ejército que infligió graves derrotas anhelara ser coronado. El sentido
a los germanos, a lo último sufrió de ese verso es que nada había jun-
de Arminio, germano, un desastre de to a él sino las guirnaldas que ha-
gigantescas proporciones, en el cual bían resbalado de su cabeza. A eso
OBRAS FILOLÓGICAS. INTERPRET. DE LAS «BUCÓLICAS». ÉGLOGA VI 957

pertenece lo que dice luego: le atan generados la malbaratan y traducen


con sus mismas guirnaldas; porque a los placeres y al dinero.
no tenían otra cosa con qué mani- El, riendo del engaño... —
Quéjanse
atar al anciano. muchos de que la doctrina es fugaz
Hartas veces el anciano los burla- y no puede retenerse fácilmente. La
ra con la esperanza del canto... No — culpa está en nosotros, que no que-
hay que cejar en el empeño de ate- remos ejercitarla; no en las cosas,
sorar erudición; si fracasa el pri- que siempre están disponibles y a
mer conato, hanse de inventar nuestro alcance.
otros. Todo lo vence el ímprobo y Asaz teníais con haberme podido
porfiado trabajo. ver... —
Bastante es que hayáis una
Y le aprisionan con su guirnalda vez topado con las Musas; no huirán

misma... La misma consideración en lo sucesivo, sino que se os ofre-
cerán fáciles y gustosas.
de que la erudición goza avivó en los
ingenios el deseo- de detener las Mu- Oíd los versos que queréis... Vos- —
sas en su poder y despertarlas de su otros, varones, recibiréis la instruc-
amodorramiento, los unos, por codi- ción que eligiereis; ése será el ga-
cia de gloria; los mejores, por codi- lardón de vuestro trabajo; mas pa-
cia de saber. Las guirnaldas son el ra el ánimo afeminado, el dinero
hermoso distintivo de la doctrina, será el precio de su desvelo.
ora sea la hermosura del conoci- Vieras entonces conmoverse en
miento, ora el deseo de sobresalir. ritmo... —
A todos contenta y alegra la
Egle llega y se asocia. A aquellos
. — erudición servida por la elocuencia.
espíritus varoniles recios se unen El mito de Orfeo no es más que esa
otros femeninos y muelles, quienes, conjugación feliz, y a ella asigna
en sus investigaciones científicas, Cicerón la invención de las ciuda-
buscan lucros o cosa parecida. des.
Y presta ayuda a los medrosos... Los faunos y las fieras... —La eru-
Es decir, a los que no estaban se- dición domestica y amansa los inge-
guros y tranquilos de que Sileno nios cerriles y salvajes.
no se desembarazase de sus atadu- Y las encinas duras menear las
ras. —
copas a compás... Alusión a lo que
Pinta lafrente y sienes con mo- dice de Orfeo Cicerón en su discur-

ras como sangre... Los mozos ligan so Pro Archia poeta: Las selvas y
y detienen a Sileno; pero la des- las soledumbres responden a la voz
envuelta moza se burla de él y le y con frecuencia las bestias feroces
ofrece a la burla de los otros. Los se impresionan por el canto y se
ingenios bien nacidos, con su traba- detienen con una pata en alto.
jo y con su esmero, aliñan las Mu- Ni ta,nto se recrea con Febo...—
sas, y las detienen en su compañía Cierto es que Febo y Orfeo cantan
mas los hombres viles y las ruines con mucha mayor suavidad; pero
almas las deforman y deshonran y hay más ciencia y conocimiento de
las tratan de tal modo, que las ex- la Naturaleza en el canto de Sileno,
ponen a las irrisiones del vulgo. y por esto, deleite más subido y

Ya despierto... Los mozos le esti- sutil.
mulan a que cante; la picara don- Pues que cantaba en qué mane-
cella, cuando está despierto, le bur- ra... —
Cantaba el misterioso y pu-
la. La erudición que los caracteres jante comienzo de todas las cosas y
excelentes acicalan, los espíritus de- sus orígenes más abstrusos, sacados
958 JUAN LUIS VIVES. OBR.AS COMPLETAS. TOMO I

del más recóndito sagrario de la placer, por los santos lugares de las
filosofía. Huelga aquí toda explana- Musas.
ción alegórica. La misma materia es Cómo guió a las montañas de
le
harto grande de suyo y digna del la Aonia... —El
estudio de una disci-
más noble de los tonos. plina conduce poco a poco al cono-
Canta luego cómo Pirra tiró los cimiento de las otras.
pedernales... —
Tras la formación del Y cómo todo el coro de poetas
mundo, Virgilio sigue, punto por se puso en pie ante el varón de Fe-
punto, el curso de la vida de los bo...—Las mismas Musas maravillá-
dioses, de los héroes, de los Tiom- ronse de su ingenio, y así que lo
bres; no disuena esto del principio, vieron y lo conocieron comenzaron
sino que todo es coherente y tra- a amarle y se le demostraron fáci-
bado. les, benignas, corteses y amigables
Pasifae venturosa si vacadas no en grado sumo.
hubiera... —Quizá este sentido se que- Como el pastor Lino de cantar di-

de algún tanto oscuro. El poeta in- vino... Llámale divino al cantar,
troduce a Pasifae, consolándose con bien porque sea su música extremada,
el amor del toro joven, de modo que bien porque ese mismo héroe es hijo
las palabras que siguen son de la de Calíope, o porque tuviese intui-
misma Pasifae: ; Ay desdichada ción profética, como quiere Servio.
doncella!, con las cuales se consue- Canta el origen de la Grinea sel-
la de la ausencia del toro y maldice va... —
La selva Grinea está en la Jo
su furiosa pasión. Ese apostrofe a nia, consagrada a Febo. De este bos-
sí misma, en segunda persona, es que y de lo que en él ocurrió, a sa-
altamente patético, como aquel que ber: del vaticinio de Mopso y de
ya vimos en la égloga segunda: Calcante, como también del mismo
¡Ah Coridón, Coridón!, ¿qué locu- dios Apolo, escribió un poema Eu-
ra te ha tomado? Luego vuelve a forión de Calcis. Galo, con harta fe-
la primera persona: Si acaso en- licidad, trasladólo del griego al la-
contraré obvias a mis ojos; esto es, tín, más fiel al argumentó y al mo-
si intenta venir acá, si endereza a vimiento y color del poema que a

mí sus pasos, cerrad dice cerrad la servidumbre de la letra, por ma-
ya las salidas de los bosques porque nera que se lo hizo tan suyo como
no venga. Por ventura vendrá, bien Virgilio su Eneida o sus Bucólicas,
en busca de verde pasto, bien en se- donde imitó a Teócrito y a Homero.
guimiento de alguna vaca. Si vinie- Retengamos esto, que nos servirá
re, empujadle bosque adentro para mucho en la égloga décima. «Por eso
que el furor de ese amor tan feo se — —
dice con estas flautas que te dan
mitigue con su ausencia, en vez de las Musas celebra el origen y las glo-
irritarse con su vista. rias de la floresta Grinea, como si tú

Canta entonces a Galo... Nada hay fueras su autor y su inventor, con
en todo este poema ni más venusto mayor propiedad que el propio Eu-
ni más dictado por el aliento de las forión; con lo cual sucederá, si tú
Musas. Gran alabanza esta de Cor- cantas y celebras aquel bosque, que
nelio Galo, que también fué poeta, teniendo Febo otros templos y otras
de quien ya habló anteriormente en selvas, de ninguno reportará más
Alexis y más tarde cantará en Galo. gloria ni más placer que de éste, así
Errante... —
Ocupado en estudios de celebrado y prestigiado por ti.»
sabiduría, con su ingenio vagando a Todas las cosas que tiempo atrás
OBRAS FILOLÓGICAS. INTERPRET. DE LAS «BUCÓLICAS». ÉGLOGA VII 959

cantaba Febo... —Queda en duda si mo que cantó Febo, cuando, siendo


aquello mismo que cantó sean de pastor, apacentaba el rebaño de Ad-
aquellas cantilenas de Febo, de for- meto. Esto es la interpretación que
ma que la conclusión sea que Sileno a mí más me sonríe.
cantó estas y las restantes cosas que El Eurotas bienaventurado... —
acostumbró Febo modular o si, apar- Bienaventurado porque gozaba de
te de lo ya dicho, cantó todo lo mis- aquella voz divina.

EGLOGA VII
MELIBEO

CORIDÓN, TlRSIS. —
Coridón. Libétridas ninfas, amor
mío o concededme como a Codro el
;


Melibeo. Acaso, debajo de una canto (pues sus versos son próxi-
encina que sonaba con un manso mos a Febo) o, si no, todos los pode-
ruido, habíase sentado Dafnis, y de mos hacer cual él, de este sagrado
consuno, allá habían empujado sus pino colgará mi zampoña sonora.
hatos Tirsis y Coridón: las ovejas, Tirsis. —
¡Oh pastores de Arcadia,
Tirsis, y Coridón, las cabras no or- ornad con hiedra al poeta que ahora
deñadas: ambos de edad florida, de se levanta y que se rompan de en-
Arcadia ambos y en canto iguales vidia los ijares de Codro; o, si se
y en respuesta prestos. Allí, en tan- excediere en la loanza, ceñid su
to que yo me empleo en amparar frente de bácar, que al vate futuro
del frío los brótanos noveles, des- no le empezca la lengua maldiciente.
mandado se me fué el cabrón, padre —
Coridón. El pequeño Micón te
del rebaño, y yéndole a buscar, veo ofrece, Delia, esta cabeza de jabalí
a Dafnis. Mas él como me vió: «De cerdoso y estos cuernos ramosos de
prisa ven aquí —me dice —
¡oh Me- un ciervo vivaz; si le es hacedero,
libeo! Tu chivo está en salvo y tus en pulido mármol te pondrá una es-
cabritos, y si te vaga, descansa aquí, tatua y meterá tus piernas en un
a la sombra. Vendrán aquí a beber coturno de grana.
por ellos mismos los novillos del Tirsis. —
Asaz tendrás con esperar,
prado; el Mincio, aquí vistió los ¡oh Príapo!, cada un año, un gran
verdes márgenes con espadaña, tier- cuenco de leche y estas tortas:
na y suenan los enjambres en la guardián eres de un pobre huerto.
sagrada encina.» ¿Qué había de ha- Ahora de mármol te hice, según el
cer, si no tenía a Alcipes ni a Filis tiempo; pero si la cría aumentare
que encerrara en el aprisco los cor- mi rebaño, tú serás de oro.
deros destetados, y Coridón y Tir- Coridón. —
¡Oh hija de Nereo, Ga-
sis tenían gran contienda? Tuve en latea, para mí más sabrosa que el
menos mis veras que la competen- tomillo hibleo, Cándida más que los
cia de su juego. Comenzaron, pues, cisnes y más hermosa que la hie-
a contender, vez a vez, ambos: que dra blanca!, tan pronto como tornen
el canto alterno contenta a las mu- del pasto las vacadas, ven también
sas. Coridón cantaba así, y así can- tú, si de Coridón eres cuidadosa.
tando replicaba Tirsis. —
Tirsis. Antes yo te parezca más
960 JUAN LUIS VIVES. OBR..AS COMPLETAS. TOMO I

amargo que la hierba de Cerdeña de estos montes se ausentara, vería-


más áspero que zarza; más vil que mos los ríos agostarse.
el alga que la mar echó, si este día Tirsis. —
El campo seco está; por
de hoy no se me hace más largo que malicia del aire muere la hierba de
todo el año... Si vergüenza tenéis, sed; Liber niega a los collados las
idos, pacidos, idos a casa ya, los mis pampanosas sombras; mas si vuel-
novillos. ve mi Filis reverdecerá el bosque
Coridón. —
Fuentes musgosas y en hoja nueva y en leda lluvia el co-
hierba más que el sueño blanda, ver- pioso Júpiter descenderá del cielo.
de madroño que os abriga con su —
Coridón. El álamo es gratísimo a
sombra clara, defended el ganado Alcides; la vid a Baco; el mirto a
del solsticio, ya vino el tostado es- la hermosa Venus, y su laurel a Fe-
tío; ya en el sarmiento lento hín- bo. Filis ama el avellano; mientras
chanse las yemas. el avellano ame Filis, ni el mirto la

Tirsis. Aquí hay hogar y teoso vencerá ni el laurel de Febo.
pino; aquí siempre grueso fuego y Tirsis. —
En las selvas, el fresno es
del asiduo hollín negras son las hermosísimo y el pino lo es en los
puertas, y así nos da pesadumbre el huertos; el álamo, en los ríos, y el
Bóreas frío como al lobo el hato nu- abeto, en los montes altos. Mas si
meroso o la ribera a los hinchados contino, Lícidas hermoso, vienes a
ríos. verme, se te rendirá en las selvas el

Coridón. Está yerto el enebro; fresno y en los huertos el pino.
enerizados los castaños están; por —
Melibeo. De esto me acuerdo y
todo el suelo los frutos desgajados de que, aun vencido Tirsis. compe-
de su árbol están aquí y allí; todo tía en vano. Desde aquel día, Cori-
ríe ahora; mas si el hermoso Alexis dón para mí es Coridón.

EXPLANACION ALEGORICA
DE LA EGLOGA VII

Estante en Roma, Virgilio finge Veo a Dafnis... —


Quiere Virgilio
asistir a una contienda de dos poe- que aquí se entienda por Dafnis a
tas,uno de los cuales es de creer alguno de los amigos de César, hom-
que fuese favorito suyo; verbigra- bre de letras que le dió buenas espe-
cia, Galo, o Varo, o Asinio Polión, a ranzas de las tierras que perdiera;
quien encumbra con su exaltado por eso le invita a oír el certamen
elogio, para deprimir al otro que musical y a arbitrarlo segura y des-
acaso fuera uno de sus contrincan- cansadamente.
tes. Tu chivo está en salvo... Xo ya lo —
Aquí en tanto que yo me empleo que perdiste, sino lo que aún posees,
en defender del frío los brótanos todo está a buen recaudo; todo esto
noveles... —
Mientras estaba entrega- y mucho más.
do al culto y al estudio de las mu- Y si te vaga, descansa aquí a la
sas apacibles, perdí la mayor parte sombra... — Si puedes permanecer al-

de mi patrimonio; por esa causa gún tiempo fuera de casa y no tie-


vine a Roma. nes allí negocio que requiera tu pre-
I

OBRAS FILOLÓGICAS. —INTERPRET. DE LAS «BUCÓLICAS». ÉGLOGA VII 961

sencia personal, huelga un poco Silio Itálico: En el canto igualó a


aquí, a la sombra (alegoría de Ro- las Musas y en el honor a Febo. "V
ma), haciendo vida descansada, le- de Virgilio, Propercio dice: Tal bro-
jos de pleitos y porfías. ta el canto de tu docta lira, cual la
Vendrán aquí a beber... Todos los — templa el Cintio con su sabio pó-
negocios afluirán aquí donde ten- lice.
drán solución. Aquí estará el prínci- Y si no todos los podemos hacer
pe en persona y todos los capitanes cual-él... —Si el Cielo no nos lo conce-
del ejército, y también el mismo dió, pues según el dicho resabido,
Ario, centurión, que te expulsó de los poetas nacen, no se hacen. Para
tus dominios; todo lo hallarás de la poesía es menester una cierta dis-
nuevo y la tramitación irá como una posición de ingenio, de manera que
seda y se terminará a tu gusto. hartas veces los poetas más grandes

El Mincio... Por disimular la ale- son los más ineptos para la vida
goría, nombró al río de Mantua, lo- práctica. En consecuencia, poco va-
calizando la escena allí. len la diligencia y el estudio, si la
¿Qué había de hacer?... Indeci- — naturaleza no te ha hecho para eso.
sión y perplejidad; no tenía en casa Pastores, ornad con hiedra... Co- —
quien vigilara mi hacienda. ridón invoca el auxilio divino. Tirsis
Coridón y Tirsis tenían gran con- comienza por un denuesto y por un
tienda... —
Y, por cierto, contienda en- ataque directo al contrincante de
tre verdaderos poetas, digna de ser quien tiene envidia.
oída y vista, que bien valía la pena Esta cabeza de jabalí cerdoso... —
de aflojar algún tanto en el cuidado ¡Con cuánta mayor cordura y sen-
doméstico, pues más podía interesar cillez Coridón, con el sentido religio-
a Virgilio prestar atención a aque- so de los campesinos, continúa hon-
llos certámenes o, digámoslo así, rando a los dioses! Mucho mejor y
juegos florales literarios entre los más convenientemente se conduce
poderosos de Roma, que vigilar su Coridón que Tirsis.
censo rústico. Meterá tus piernas en un coturno
Libétridas ninfas... —
La inspira- —
de púrpura... Porque, cazadora co-
ción lírica baja del cielo, por eso mo era, tenía que andar por bos-
siempre invocan los poetas a los dio- ques y selvas, entre malezas y tre-
ses y a las musas. medales.
Amor mío... —En otro lugar dice: ¡Oh hija de Nereo, Galatea!
Herido por un amor grande. De ahí Después de los dioses, torna a sus
nace la divina locura que arrebata amores de Augusto, que desea que
el alma sobre las fuerzas de su na- vuelva a Roma cuanto antes así que
turaleza, acerca de la cual Platón hubiere puesto fin a la guerra y dis-
discurre en su Ion, diálogo que ver- tribuido su ejército por el campo.
sa sobre el furor poético. Si de tu Coridón eres cuidadosa...
Concededme como a Codro el can- Si nos amas a los que somos los
to... —
Ajústase en la composición al principales amigos tuyos.
ejemplo de algún poeta muy grande Antes yo te parezca más amargo
y aplaudido. que las hierbas de Cerdeña... Dice —
Sus versos son próximos a los de que no solamente desea la vuelta de
Febo... —
Febo es el dios de las Mu- Augusto, como Coridón, sino que no
sas. El pastor dice con mesura lo que puede sufrir más tiempo su ausen-
hiperbólicamente dijo de Homero cia.

LUIS VIVES. — 31
962 JUAN LUIS VIVES. OBR AS COMPLETAS. TOMO I

Este día de hoy se me hace más el enebro, dice. Paz a los árboles.

largo que todo el año... Este día de Xo se halla quien ose coger los fru-
tu ausencia anhela la noche del re- tos que espontáneamente caen al
poso de tráfagos y de guerra, a fin suelo. Si se marchare Polión, luego
de que pueda gozar del trato y del al punto se seguirán ruina y tris-
favor del César. teza.

Idos, pacidos, id a casa ya... Los —
El campo seco está... Coridón va
villanos no distinguen el tiempo por de la presencia a la ausencia de la
;

las horas, sino por señales que les alegría a la tristeza. Tirsis, al revés,
son familiares, por el estío, por la trata de la llegada de César Augus-
siega; el mediodía, por la siesta del to, como si por la presencia de Po-
ganado; el véspero, por la vuelta lión los campos no lozaneasen y to-
del hato a casa. Quisiera, pues, que do estuviese apaciguado, sino con
su rebaño estuviese ya de retorno la de Octavio, a quien da a enten-
del pasto, porque supiese apetecer der bajo el nombre de Filis.
la noche, todo a la manera rústica,
.
El álamo es gratísimo a Alcides...
como si los signos fuesen las causas Unos dioses se contentan con deter-
de las cosas. minadas cosas y las favorecen, lo
Si vergüenza tenéis... —Costumbre cual les comunica honra y valor;
aldeana también: hablan con sus pero en tanto, mientras Octavio
caballos, con sus buej^es, con sus tome gusto en la poesía, más prez
mastines, como si estuviesen dota- tendrá ella que las restantes artes.
dos de habla humana, y los amo- O también puede decirse de Polión:
nestan y los alaban y los reprenden Unos se deleitan más en un género
y los envían y los vuelven a llamar. de poesía y otros en otra, pero

Fuentes musgosas... De los amo- mientras Polión amase el género bu-
res vuelve a su manada, que desea cólico, ningún otro se le antepon-
ver defendida de los amigos de Octa- dría, aun cuando mereciere la apro-
vio, en el fervor de la distribución bación de los dioses mayores.
de tierras y de represalias milita- En las selvas, el fresno es hermo-
res. sísimo... —No recata su desprecio de
Aquí hay hogar y teoso pino... — los árboles, porque su contrincante
Pide que se le ampare del calor, le había alabado los árboles y da
puesto que aquí dice estar seguro a entender que él prefiere el honor
del frío; que tiene holgada posición de los poderosos que le acaten y le
y cuenta con la amistad de los pode- visiten.
rosos y no teme ninguna calamidad De esto me acuerdo y que aun
ni azar adverso alguno; que está vencido Tirsis... —
Coridón venera a
despreocupado de ello y que a todo los dioses; Tirsis hostiga al enemigo.
lo tiene por nonada. Coridón inspírase en la piedad; Tir-

Está yerto el enebro... Con la pre- sis, en la rabia. Coridón invoca a
sencia de Asinio Polión todo está una diosa casta; Tirsis, a un dios
seguro, quieto, floreciente; todo ale- obsceno. Coridón canta alegrías;
gre en la Insubria y en la región Tirsis, pesares. Tirsis desea egoísta-
de Padua, cuyo gobierno desempe- mente; Coridón se ofrece con desin-
ñó; pero que si él se alejare, se van terés. Merecida es, pues, la victoria
a secar los mismos ríos. Está yerto de Coridón.
OBRAS FILOLÓGICAS. —INTLRPRET. DE LAS «BUCÓLICAS». — ÉGLOGA VIII 963

EGLOGA VIII
EL HECHIZO

Damóx, Elfesibeo. res siempre, y oye siempre amores


de pastores, y oye a Pan, que fué
La musa de Damón y Alfesibeo, el primero que no dejó que fuesen
pastores, que, contendiendo en el mudas las zampoñas.
canto, oyó, admirada, la novilla, de
la hierba olvidada, de cuyo verso se Versos menalios conmigo entona, ¡ oh
quedaron las linces espantadas y los [flauta mía!
mudados ríos reposaron sus cursos
con sosiego, diré la musa de Da- A Mopso se da Nisa en casamien-
món y Alfesibeo. to. ¿Qué no esperamos ya los aman-
Tú, ora ya sobrepujes los peñas- tes? Unirse han ya los grifos con
cos del gran Timaro, ora cortes la los caballos, y en la siguiente edad
ribera del mar Ilírico, ¿cuándo será vendrán al agua los medrosos ga-
llegado aquel día en que yo pueda mos con los perros.
celebrar tus hechos? ¿Cuándo será
que pueda llevar por todo el orbe Versos menalios conmigo entona, ¡ oh
tus versos solos, dignos del coturno [flauta míaf
de Sófocles? De ti tomó principio
y en ti fenece. Acepta estos versos Astilla, Mopso, nuevas teas, que
comenzados por mandamiento tuyo a ti esposa es conducida; echa
la
y permite que en torno de las sienes nueces, marido; Véspero deja para
trepe esta errante hiedra en medio ti el Eta. ¡Oh tú, casada con un va-
de los lauros vencedores. rón digno, que a todos los. demás
La fría sombra de la noche no ha- tienes en nada, mientras mi flauta
bía aún huido del cielo cuando es gra- te es aborrecible y te lo son mis ca-
tísimo al ganado el rocío en tierna bras y te lo es mi sobrecejo montesi-
hierba; recostado al tronco rollizo no y mi barba en cierne, y crees
de un olivo, así empezó Damón: que ningún dios tiene cuidado de
Nace, ya
y previene el
lucero, los mortales!
almo en tanto yo me quejo de
día,
mi prometida Nisa, que trocó por Versos menalios conmigo entona, j oh
otro mi amor, inmerecido amor, y [flauta mía!
en la hora postrimera de mi vida
invoco a los dioses bien que en Pequeña, y con tu madre (y yo
su testimonio no halle provecho por guía), te vi en nuestro huerto
nunca. coger frutas cubiertas de aljófar ma-
tutino; ya entonces yo tenía doce
Versos menalios conmigo entona, ¡ oh años; ya, desde el suelo alcanzaba
[flauta mía! las ramas quebradizas. Cuando te
vide, ¡cómo me perdí! ¡Cómo, en
Ménalo tiene un bosque sonoro- pos de sí, me llevó preso un falso
so; en Ménalo, los pinos son canto- engaño
964 JUAN LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. TOMO I

Versos menalios conmigo entona, ¡ oh altares; enciende pingües verbenas


[flauta mía! e incienso macho; experimentaré si
por arte de magia podré trastornar
Ahora sé qué es amor. En breñas los sentidos al amante. No falte aqui
duras, o el Timaro, o el Ródope, o sino el canto.
losextremos Garamantes le dan el
ser; rapaz, no de linaje nuestro ni Traed' conjuros míos, de la ciudad a
de sangre nuestra. [casa, traed a Dafnis

Versos menalios conmigo entona, ¡oh Los conjuros pueden hacer bajar
[flauta mía! la luna del cielo, y Circe, con con-
juros, transformó los compañeros
El cruel amor enseñó a la madre de Ulises; con conjuros, en el prado
a mancillar sus manos con sangre revienta la aterida sierpe.
de sus hijos. Cruel tú también, ma-
dre. ¿Fué la madre más cruel, o Traed, conjuros míos, de la ciudad a
fué el rapaz malvado? Fué malvado [casa, traed a Dafnis.
el rapaz, y también tú fuiste cruel,
¡oh madre! Lo primero, te cerco estos tres
lizos de tres en tres y de color di-
Versos menalios conmigo entona, ¡
oh verso; y tres veces traigo en efigie
[flauta mía! alrededor de estos altares, que el nú-
mero de. tres al dios agrada.
Ahora, ya el lobo de las ovejas
huya; lleven naranjas las encinas Traed, conjuros míos, de la ciudad a
duras; el olmo florezca de narcisos; [casa, traed a Dafnis.
la corteza del tamarisco sude ám-
bares; compitan con los cisnes las Amarilis anuda con tres nudos,
lechuzas; Títiro sea Orfeo; Orfeo, de tres en tres, los lizos de colores;
en los bosques; Arión, entre del- anúdalos ahora, Amarilis, y di: Son
fines. vínculos de Venus los que anudo.

Versos menalios conmigo entona, ¡oh Traed, conjuros míos, de la ciudad a


[flauta mía! [casa, traed a Dafnis.

Abísmese en el mar el mundo to- Así como este barro se endurece;


do. Vivid, ¡oh selvas!, que yo del así como esta cera se torna blanda
alto risco despeñado iré rodando con uno y mismo fuego, es de este
hasta las ondas; ten este postrer modo el amor de Dafnis. Esparce
don del que se muere. salsamola e, impregnado de betún,
enciende el laurel frágil. El crudo
Cesa, zampona, cesa ya en los menalios Dafnis me abrasa y yo, en este lau-
[versos rel, prendo fuego a Dafnis.

Esto, Damón; vosotras, Piérides, Traed, conjuros míos, de la ciudad a


referid lo que Alfesibeo ha respon- [casa, traed a Dafnis.
dido, porque no todos lo podemos
todo. Tal sea a Dafnis amor, cual el
el

Alfesibeo. Trae agua, Amarilis, que tiene cuando, cansa-
la novilla
y con una venda blanca cerca estos da de buscar a su toro por los bos-
OBRAS FILOLÓGICAS. INTERPRET. DE LAS «BUCÓLICAS». — ÉGLOGA VIII 965

ques, sobre las verdes ovas, junto del hondo del sepulcro y vi pasar
al río, reclina su costado, extraviada las mieses alcampo ajeno.
y olvidada de retornar en la tardía
noche; tal amor tengas tú y yo Traed, conjuros míos, de da ciudad a
no tenga cuidado de que cures. [casa, traed a Dafnis.

Saca, Amarilis, las cenizas fuera


Traed, conjuros míos, de la ciudad a
[casa, traed a Dafnis. y échalas luego en el corriente río,
por la espalda, y no las mires. Con
Dejóme, tiempo atrás, estos despo- ellas yo acosaré a Dafnis; no cura
jos, caras prendas entonces, aquel él de dioses ni de conjuros cura.
pérfido, que yo ahora, en el umbral
mismo, te doy, ¡oh tierra!, que a Traed, conjuros míos» de la aciudad a
Dafnis.
[casa, traed
Dafnis me deben estas prendas.
¡Mira, en el altar prendió llamas
Traed, conjuros míos, de la ciudad a temblantes de grado suyo la ceniza
[casa, traed a Dafnis.
misma, mientras yo me detuve!
Cierto, no sé qué parabién es éste,
Meris me dió estas hierbas, estas
e Hilax ladra en el umbral. ¿Lo
ponzoñas recogidas en el Ponto (na- creeré? ¿Acaso los que aman no se
cen muy muchas en el Ponto); con
fingen sueños ellos mismos?
ellas hartas veces yo vi a Meris tro-
carse en lobo y esconderse en las Cesad ya, mis conjuros, cesad, que vtenie
selvas; vi hartas veces salir ánimas [de la ciudad m¿ Dafnis.

EXPLANACION ALEGORICA)
DE LA EGLOGA VIII

Dos pastores cantan; enójase el les, como se verá en la égloga in-


uno porque la alabanza, y la honra, mediata, sino amistosamente, para
y los premios de las Musas se con- exhalar sus respectivos suspiros
fieren a los indignos y no merecedo- amorosos.
res; el otro, porque repara que hon- —
Tú, ora ya sobrepujes... Esto va
radamente y con buenas artes no para Polión, que gobernó la Iliria,
puede conseguir el favor y la glo- cuyo camino atraviesa la región vé-
ria: búscalos con manejos, habili- neta desde la Galia paduana, y por
dad y astucia. En uno y en otro, allí fué enviado a conducir la gue-
Virgilio hace lo suyo, pues hostiga rra. Los versos están llenos de gra-
a los poetas malos y reprende mu- cia y de donaire, muy superior a las
chas veces el craso juicio de no- campestres galas y atavíos.
bleza. Solos dignos del coturno de Sófo-

De la hierba olvidada... Ese poe- cles... —No sólo pueda celebrar tus
ma, a par del poema órfico, impre- bélicas proezas, sino tu ingenio y
siona y sojuzga a los brutos irracio- tus Musas. Es de saber que Polión
nales con todo, es querelloso y no
; escribió tragedias.
consigue sus deseos. De ti tomó principio y en ti fene-
Contendiendo..., no a fuer de riva- ce... —Ese poema pastoral mío que
966 JUAN LUIS VIVES. OBR AS COMPLETAS. TO.MO I

se comenzó por tu mandato, termi- verbigracia: caso del pueblo ro-


el
nará en el acto cuando te pluguiere. mano, que de Catón pasó a Vatinio

Acepta estos versos... Consiente en las elecciones para la pretura.
que esta gloria de las musas se enu- Y te lo son mis cabras... —Mientras
mere entre tus triunfos y ser cele- te causan odio simples,
las cosas
brado como caudillo invicto y poeta verdaderas, sólidas, provechosas
excelente. mas tú sólo vas en pos de las falsas
Xace, lucero, ya y previene el al- y especiosas.

mo día... Invoca la luz contra tan- Y crees que ningún dios tiene cui-
tas tinieblas de prejuicios; por el dado de los mortales... De tal ma- —
nacimiento de la aurora quiere sig- nera juzgas, procedes de tal manera
nificar que se inició ya el comienzo que parece no reverencias ninguna
del cambio de opiniones. divinidad celestial, de guisa que mu-
Y a los dioses..., es decir, los pro- chos coligen de tu conducta que no
ceres, los purpurados de minerva existe providencia divina porque tú
crasa. transfieres a los malos los premios
En la hora postrimera de mi vi- de los buenos y vejas a la inocen-
da... — Desesperación por indignidad cia con calumnias, con penalidades,
y luego por impaciencia. con suplicios. Pues bien demuéstra- :

Versos menalios conmigo entona, se la providencia en que te casas



;oh flauta mía!... El Ménalo es un con un marido tal como mereces; en
monte de la Arcadia, sitio de mu- que, por tu majadería, vas a dar en
chos y buenos poetas y manida de daños innumerables y en tu impru-
Pan, dios de los pastores y creador dencia eres de los dioses castigado.
del poema bucólico. En nuestro huerto... El primer —
¿Qué no esperaremos ya los aman- amor de los estudios y de la gloria.
tes?... —¿Quién hay que no espere Yo entonces tenía doce años; ya,
conseguir cualquier cosa? Cuando a desde el suelo, alcanzaba las ramas
Mopso, pastor salido de la nada, se quebradizas ... es decir, ya podía
;

le da una ninfa elegantísima; es fantasear algo en literatura.


decir, cuando la honra aneja a la Ahora sé qué es amor...— Llama-
erudición y el favor se otorga a un mos amor a todo deseo del alma, ora
ingenio espeso y desaliñado, ¿qué sea de dinero, ora de honra, de glo-
será lo que no conseguirá cualquie- ria, de función pública, de deleite
ra sin valor, sin méritos, mientras carnal. Cuando esa tiranía se apode-
lo pretenda? ró del alma, se causa y se padece
;Oh tú, casada con un varón dig- mucha fealdad, mucha crueldad, mu-
no!... —
¡Oh fama, y gloria, y temera- cho servilismo para conseguir lo que
ria aura popular! Con razón caes en deseas. La pasión, como un déspo-
los más indignos, porque desdeñas a ta cruel, veja y atormenta el espí-
los dignos y eres para con todos ca- ritu.
prichosa. Nada hay más tornadizo No
de linaje nuestro... — Xo es de
que la pública alabanza; ni nada humanidad de hombres, sino de
más absurdo ni nada más necio. monstruosidad de bestias.
Mientras mi flauta te es aborreci- Abísmese en el mar... Arrebato —
ble... —El pueblo se pasa de grado a de desesperación y odio contra todo
los peores; es decir, a los que más lo humano, como aquel de Timón,
se le asemejan, mientras odia a los que fué apodado misántropo, que
buenos que en nada se le parecen; suena: aborrecedor de los hombres.
OBRAS FILOLÓGICAS. INTERPRET. DE LAS «BUCÓLICAS». ÉGLOGA IX 967

EGLOGA IX
MERIS

LÍCIDAS, Meris. vez pastadas, llévalas al agua; al


llevarlas, ten cuenta no enojes al ca-
Lícidas. —
¿Adonde, Meris, te lle- brón que arremete con su cuerno.»
van los pies? ¿Vas, quizá, a donde —
Meris. O estos otros, mejor, que,
va camino? ¿A la ciudad, acaso?
el no acabados aquí, cantaba para Va-
Meris. —
¡Ay Lícidas! Hemos vi- ro: «Los cisnes, Varo, con sublime
vido para llegar a ver cómo el ve- canto, tu nombre encumbrarán a las
nedizo poseedor de nuestro pobre estrellas, si sobrevive mi Mantua, mi
campo, cosa que nunca recolábamos, Mantua, ¡ay!, sobrado vecina de
nos dijera: «Esto es mío, colonos Cremona, la ruin.»
antiguos. ¡Oxe, afuera!» Vencidos, Lícidas. —Así los enjambres tuyos
tristes ahora, pues la Fortuna lo huyan la Córcega; así,
los tejos de
trastorna todo, le enviamos estos ca- pastadas de cantuesos, tus vacas en-
britos (¡mala pro le hagan!). sanchen sus ubres. Comienza, si al-

Lícidas. No obstante, yo había go tienes por cantar. También a mí
oído decir que desde allá do comien- las Piérides hiciéronme poeta; tam-
zan los oteros a abajarse y formar bién sé versos yo y vate me dicen
blandas laderas hasta el río y hasta los pastores.Pero yo no les doy fe,
las viejas destronchadas hayas, a pues parece que no canto cosas to-
favor de sus cantos todo lo habría davía dignas de Vario ni de Cinna,
guardado para sí vuestro Menalcas. sino que grazno como el ánsar en

Meris. Oiríaslo que así se decía; medio de los cisnes melodiosos.
mas nuestro canto, entre las armas —
Meris. Esto mismo, Lícidas, ha-
fieras, vale, Lícidas, tan poco como go yo y callado conmigo mismo me
;

es fama que valen las palomas cao- embebezco por si podría acordar-
nias en la presencia súbita del águi- me; no del todo malos son los ver-
la, y si ya desde la encina hueca la sos: Ven aquí, Galatea. ¿Qué pasa-
agorera corneja no me advirtiere tiempo hallas en las ondas? Aquí,
que no reincidiese en nuevos plei- las rosas de la primavera; aquí, ca-
tos, ni este tu Meris fuera vivo, ni be los ríos, produce el suelo flores
el mismo Menalcas viviría. varias; aquí, el álamo blanco hace
Lícidas. —Ay! ¿Cae maldad tal en sombra a la cueva y la vid trepado-
¡

hombre alguno? ¡Ay! ¿De consuno ra teje pámpanos umbrosos. Ven


contigo, Menalcas, todo solaz se nos aquí; deja que la mar insana gol-
arrebataría? ¿Quién cantara las nin- pee las orillas.
fas? ¿Quién de hierbas con flor Lícidas.
|

¿Y aquello que yo te oí
sembrara el suelo? ¿Quién daría a cuando cantabas so la noche serena?
las fuentes verde sombra? ¿Quién Recuerdo el son, si olvidé los versos.
haría estos versos que, sin que lo —
Meris. Dafnis, ¿por qué contem-
supieras, yo de ti retuve, mientras plas el nacimiento de los viejos sig-
ibas a Amarilis, mis. amores? «Títi- nos? Mira cuál sale y sube el astro
ro, en cuanto vuelvo (el camino es de César Dioneo, astro con que las
breve), mis cabras apacienta, y, una mieses gozarán de fruto, astro con
968 JUAN LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. —TOMO I

que en los oteros soleados se cubrirá a medio camino estamos justamente,


de su rubor uva. Injerta, Dafnis,
la pues que comienza a mostrarse el
los perales, pues que tus nietos co- sepulcro de Bianor. Aquí donde las
gerán laspomas. La edad se lo lleva ramas más espesas podan los leña-
todo, hasta el ánimo; siendo mozo dores, Meris, aquí mismo cantemos.
me acuerdo que solía, cantando, en-
Aquí descarga los cabritos; ya lle-
terrar días Ahora tantos garemos a la ciudad. Pero si temes
enteros.
cantos se me olvidaron y hasta la que el venir de la noche os acarree
voz misma abandona a Meris; vie- lluvia, vayamos cantando nuestra
ron a Meris los primeros lobos, mas vía, que el canto alivia el camino.
estos mismos versos muchas veces Porque cantemos yendo caminando,
te ha de cantar Menalcas. yo te aligeraré de esta carga.

Con achaques alargas mi
Lícidas. —
Meris. No digas más, zagal, y ha-
deseo; tendido y mudo, en honor gamos ahora lo que urge. Entonces
tuyo está el mar, y ¡mira! El será el canto más sabroso, cuando
viento acalló todos sus soplos. Y aquél habrá tornado.

EXPLANACION ALEGORICA
DE LA EGLOGA IX

Esta égloga es de la época en que fué muy del gusto de aquel siglo,
Virgilio andaba gestionando la res- pues muchos e ilustres gramáticos
titución de sus tierras. Toda, de pun- escribieron comentarios sobre él, a
ta a cabo, es alegórica, y la alegoría todos los cuales venció Catón el Gra-
es asaz transparente. mático, como dice Suetonio en sus
No obstante, yo había oído decir... libros gramaticales. De obra tan ex-
Es una descripción de los campos tensa no quedan más que dos ver-
del poeta, análoga a la de la égloga sos, que Servio cita en el primer li-
primera. bro de las Geórgicas.
Si sobrevive mi Mantua... —Sálve- ¡Ven —
Estos ver-
aquí, Galatea!...
se Mantua. sos son del Cíclope a Galatea, toma-
También a mí las Piérides hicié- dos de Teócrito. Por alegoría pide

ronme poeta... Siento en mí poéti- Virgilio a Augusto que torne a Italia
cos alientos, no tanto por emergen- de la guerra marítima, pues muchas
cia natural como por inspiración di- veces, bajo el nombre de Galatea, fi-
vina. guró a Augusto, como en la égloga
No canto todavía cosas dignas de tercera: ¡Oh, cuántas veces y cuán-
Varo... —
Yo no me considero poeta tas cosas me habló Galatea!
aun cuando el vulgo así lo diga, por- Dafnis, ¿por qué contemplas el
que se me antoja que mis cantos no nacimiento de los viejos signos?... —
merecerían la aprobación de Varo y Ninguna necesidad hay para arar,
Cinna. Cinna fué un poeta que escri- sembrar, segar, observar desde aho-
bió un poema, Esmima, que tuvo en ra las antiguas y acostumbradas sa-
prensa durante treinta años, como lidas y puestas de los astros como
refiere Quintiliano. Pero parece que del Carnero, de las Cabrillas, de la
OBRAS FILOLÓGICAS. —INTERPRET. DE LAS «BUCÓLICAS». ÉGLOGA X 969

Corona, del Can; basta por todas ciaca, que Octaviano llevó contra
ellas la estrella de Julio César, ni Antonio, aun cuando era civil, Ita-
es menester que imploremos otros lia gozaba de quietud en la zona
númenes fuera del numen fausto y donde gobernaba César. No eran
propicio de Augusto, bajo el cual estorbo las guerras a nuestro poeta
todo nos saldrá prósperamente. Y para que cantase, sino el despojo de
puesto a hablar del nacimiento y sus campos.
óbito de los astros, muy atinada- Estamos a medio camino... —Creo
mente advirtió que él cantó de no- que este inciso es de carácter local
che y en noche serena, pues es cuan- y que, en efecto, el sepulcro de Bia-
do mejor se observa el curso de los nor estaba a mitad del camino, en-
astros, como hicieron los asirios y tre la finca de Virgilio y Mantua.
los egipcios. —
No digas más, zagal... En la ur-
Mira cuál sale —
y sube... El astro gencia de los negocios familiares, de-
de César salió yavanza en su curso. jémonos de cantilenas. Cantaremos
Tendido y mudo, en honor tuyo más a placer cuando Virgilio regre-
está el mar... —
Exhórtale al canto y se a su casa con las tierras recupe-
a que se dedique al culto estudioso radas o cuando Augusto volviere a
de las Musas, puesto que Italia está Italia, cuya presencia personal nos
en paz, porque durante la guerra ac- devolverá el culto de la poesía.

EGLOGA X
Seeunda, ¡oh Aretusa!, este traba- Liceo frío. Las ovejas están a la re-
jo mío, que ya será el postrero: di- donda (no me pese a mí de ellas, ni
ré breves cantares a mi Galo y que tampoco a ti, divino poeta, te pese
la misma Lícori los lea. ¿Quién ne- del ganado, que el bello Adonis cabe
gará jamás versos a Galo? Así, cuan- corrientes aguas apacentó ovejas). Y
do discurres bajo las ondas de Sici- vino el ovejero; vinieron tardos los
lia, la amarga Doris no inficione tus porquerizos de varear bellotas hiber-
aguas. Comienza ya; digamos los nizas; Menalcas vino calado de llu-
amores solícitos de Galo, mientras via,
desbrozan los pimpollos tiernos las Y todos preguntaron: «De dón-
chatas cabritillas. No cantamos a de este amor?» Y vino Apolo, y Ga-
sordos: las selvas responden a toda lo dice: «¿Qué es este frenesí? Lí-
voz de canto. ¿En qué estabais, nin- coris, tu gran cuita por nieves y ar-
fas náyades, o en qué nemoroso mas hórridas va a zaga del amor de
apartamiento, cuando de no mereci- otro.» Y vino el dios Silvano, con
do amor Galo moría? Pues no fue- silvestre corona en su cabeza, sacu-
ron los yugos del Parnaso, ni fue- diendo cañas en flor y grandes li-
ron los del Pindó los que os dete- rios.Y vino Pan, el dios de Arcadia,
nían, ni fué la Aganipe Aonia. Le a quien nosotros vimos todo rojo de
lloraron los lauros y hasta los tama- bermellón y de sangrientas bayas de
riscos le lloraron; y yacente al pie yezgo «Y cuándo darás fin a tu tor-
:

de la desierta peña, le lloraron el —


mento? De estas cosas dice amor —
Ménalo pinoso y hasta los riscos del no cura. El cruel amor no se harta
970 JL'AX LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. TOMO I

de lágrimas; ni la grama, de riego; tiernos y vosotros creceréis, amores


ni de cantueso, las abejas; ni las míos! Y. en tanto, mezclado con las
cabras, de rama de acebuche.» Y res- ninfas, exploraré el Ménalo o cazaré
pondió él, mohino: «No obstante, impetuosos jabalíes, y no habrá ri-
cantaréis, ¡oh Arcades!, a las mon- gor de fríos que me vede que rodee
tañas vuestras este caso; Arcades, los valles con ventores. Ya se me re-
maestros primos en cantar. Oh re- presenta andar por breñas y por
¡

poso sabroso el de mis huesos, si bosques rumorosos; y puedo en cuer-


un día vuestra flauta canta mis amo- no de Partía lanzar cidonios dardos,
res! ¡Y ojalá fuera yo uno de vos- como si ésta fuera medicina de mi
¡

otros, o guarda de ganado, o viñade- amor o supiese aquel dios condoler-


ro de la uva madura! Si, por lo se de los males de los hombres! Ya
menos, yo tuviera a Filis o a Amin- ni las Hamadríades ni los mismos
tas, o cualquier otro amor, ¿y qué, versos me placen; ¡idos de mí, las
si Amintas es fosco? Foscas son las selvas! Trocarlo no pueden mis tra-
violetas (y el arándano es fosco), bajos; no pueden, ni si en el rigor
conmigo entre los sauces, bajo la del frío me abrevara en el Hebro.
lenta vid, se recostaría; Filis coge- ni si pisara las sitonias nieves en
ría para mí guirnaldas, y Amintas el invierno acuoso, ni si cuando en
cantaría. Fuentes frías aquí; aquí, el alto olmo se muere la árida cor-
Lícoris, prados blandos; aquí, un teza, bajo el fuego de Cáncer, yo
bosque; aquí, contigo la vida tras- guiara ovejas de Etiopía. Todo lo
pasara... Ahora el insano amor del vence Amor, y nosotros rindámonos
crudo Marte me tiene bajo armas y a Amor. Bastante será que el poeta
entre hierros y enfrente de enemi- vuestro, Piérides divinas, haya can-
gos enconados. Tú, lejos de la patria, tado esto; mientras, sentado, con
(¿quién me hiciera creer tal?), ves malvavisco dócil teje una canastilla
las nieves alpinas y el Rin gélido, mayores cantos haréis vosotros a
sola, ¡ay!, y sin mí. ¡Ah, que los Galo; a Galo cuyo amor por horas
fríos no te dañen! ¡Ah.el áspero hie- sé" acrecienta en mí tanto cuanto el
lo no agriete la terneza de tus plan- álamo verde se empina en prima-
tas! Iré allá y con la avena del pas- vera. Levantémonos; suele dañar la
tor siciliano cantaré ios cantares que sombra a los que cantan. Es dañina
en verso calcidico compuse. Es fijo la sombra del enebro; las sombras
mi propósito; prefiero padecer en son dañosas a las mieses.
las selvas, entre manidas de alima-
ñas y entallar en los árboles tiernos Id hartas, que anochece; idos hartas
mis amores. ¡ Crecerán los árboles [a casa, cabras mías

EXPLANACION ALEGORICA
DE LA EGLOGA X

Cornelio Galo fué de grande y ha- peño de esta función de gobierno se


bilísimo ingenio y poeta insigne. le acusó de determinados manejos a
Amigo de Augusto, fué elevado a la espaldas de Augusto, y se suicidó.
prefectura de Egipto. En el desem- Esta trágica muerte suya es la que
OBRAS FILOLÓGICAS. INTERPRET. DE LAS «BUCÓLICAS». ÉGLOGA X 971

llora Virgilio bajo el velo de unos -


lidad y tanta prudencia y tanta pri-
amores desgraciados. vanza con Augusto o que Augusto
Y que la misma Lícoris los lea... — quisiera perjudicar a tan fino amigo.
Augusto, tan querido de Galo. —
Galo, ¿qué es este frenesí?... El
¿Quién negará jamás versos a oráculo de Apolo había prevenido a

Galo?... A tan gran personaje, a tan Galo a esperar con grandeza de áni-
gran amigo, a tan gran poeta. mo cualquier evento y que Augusto
¿En qué nemoroso apartamiento?... César estaba ajenado de él por ma-
¿En dónde se dedicaba Galo al cul- nejos de los que le querían mal. Y
to estudioso de la poesía? Si persis- esto es lo que le dice; que oyó las
tiera en él y no se dedicara tanto a malignas insinuaciones de los enemi-
granjearse la amistad de los pode- gos de Galo que le querían perder.
rosos y no se hubiera encaramado al ¿Y cuándo darás fin a tu tormen-
alto cargo que le acarreó la muerte. —
to?... ¿Cuál será el término de esa
¿En qué estabais, ninfas náya- ansiedad y esa tristeza? El amor de
des..., que no acudisteis a socorrer la supremacía en el príncipe es ciego
al poeta moribundo? y si se le persuade que alguno inten-
Pues no fueron los yugos del Par- tó mellarla, es implacable su enojo

naso... Galo se había apropiado to y no hay satisfacción que baste.
da la cultura griega. No le fué es- Ni la grama de riego, ni de can-
torbo, por tanto, el conocimiento de —
tueso las abejas... El sentido es:
las letras y poesía de Grecia para así como la hierba no se harta de
perseverar en unos estudios comen- agua; así tampoco el amor se sacia
zados bajo agüeros tan felices. de llanto.
Le lloraron los lauros y hasta los Y respondió él, mollino... Mohino —

tamariscos le lloraron... A todos y cariacontecido por haber perdido el
dolió la muerte de Galo. Le lloraron amigo y la vida y ya decidido a mo-
los laureles, esto es, los poetas y las rir recomienda a los que le quieren
personas cultas; los tamariscos, es que guarden su recuerdo, único res-
decir, la plebe; las peñas, es, a sa- to de tan envidiable fortuna.
ber, la ínfima clase social, los más ¡Y ojalá yo fuera uno de vosotros!...
lerdos y los más ignorantes. ¡Oh, si yo hubiera permanecido fiel
Las ovejas están a la redonda...— al estudio y en la penumbra de la
El género bucólico a que consagróse. vida privada! Quedárame sabio, o si

No me pesa a mí de ellas... Ese no hubiera podido esto conseguir,
género no fué tratado tan despectiva- seguidor e imitador de los sabios.
mente por mí que me arrepienta de Si por lo menos yo tuviera a Filis...
que viniera a parar en mis manos. Fueran dos las coronas que tendría:
Ni tampoco a ti te pese... ni te la honra del talento y el placer del
avergüences de ello, aun cuando sea canto.
tan grande tu autoridad en esta ma- —
Fuentes frías, aquí... Y las can-
teria y seas en ella tan admirado que taría y celebraría las glorias de Au-
con razón se te pueda llamar divino. gusto: Ven, Augusto, para el júbilo

Y vino el ovejero... Describe el de toda Italia; ven al triunfo y al
pasmo general del pueblo y de la fruto de tus victorias.
aristocracia ante el caso de la muer- Ahora el insano amor... De este —
te de Galo. A todos parecía increíble modo hubiera yo vivido en sabrosa
que Galo maquinara algo contra la paz y quietud. Ahora, caído en des-
voluntad de Augusto: tal persona- gracia de Augusto, vivo entre enemi-
972 JUAN LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. TOMO I


gos capitales, que son los que me amor... Es ironía: como si con eso
fabricaron esta calamidad y en me- pudiera yo remediar el caso mío o
dio de armas que amagan mi cabeza mi amor para con Augusto.
y mi vida. —
Ya ni las Hamadríades... La in-

Tú, lejos de la patria... Tú que constancia y la voltaria veleidad de
cambiaste de afectos para conmigo, las pasiones amotinadas, que desde-
separándote de tu acostumbrada hu- ñan lo que desearon y luego al punto
manidad y benignidad, de la tem- desean lo que condenaron poco antes.
planza y moderación romana. Trocarlo no pueden mis trabajos...
¿Quién me hiciera creer tal?... —
No pueden trocar su pasión de do-
No puedo yo creer maldad tamaña; minio y su recelo sombrío de que
pero así lo cuentan. nadie se alce con el mando o lesione

Ves las nieves alpinas... Trocá- o mengue su dignidad y autoridad.
dote has en bárbaro implacable, no A esa sed insaciable no hay cosa al-
contra los otros para con los cuales guna que la pueda sosegar.
eres muy clemente, sino sólo contra —
Mientras sentado... Mientras está
mí. Acerca de la clemencia de Au- engolfado en el sabroso cultivo de las
gusto, consulta el libro de Séneca letras. Es lo mismo que dirá en los
De la clemencia. versos finales de las Geórgicas : flo-
¡Ah, que los fríos no te dañen!... reciente en estudios de ocio ameno.
Ya no me preocupo de mí, sino de Con malvavisco dócil teje una
ti, no sea que trocado y maleado ese canastilla... —
Ejercita el estilo senci-
carácter tuyo tan clemente y tan llo y no entonado en exceso, como
apacible, que de amado como eres, que trata de cosas pastoriles.
te hagas aborrecible.
Mayores cantos haréis vosotros a

Cantaré los cantares que en verso Galo... Humildes y pequeños de su-

calcidico compuse... Escribiré a Au-
yo son éstos. Pero si aspiráis a una
gusto mi resolución de volver a la gran obra y le añadís el genio de
vida privada, de morar lejos de las
que no ha de carecer el libro que
quiera vivir, se compondrán cantos
ciudades y del tráfago mundanal, en
los estudios y en las soledades.
más nobles en loor de Galo. O estos
cantos humildes con vuestro favor,
Prefiero padecer en las selvas en-
le parecerán muy grandes a Galo,
tre manidas de alimañas... —
Mitigar
deseoso de que sus amores sean
la soledad muy aguda del César, que
cantados por la flauta de los poetas
no me abandona jamás, sea cual sea
pastorales.
el lugar donde me acogiere.
Entallar en los árboles tiernos mis

Galo, cuyo amor... Virgilio, ami-
go sincero y constante, no disimula

amores... Confiar a la poesía mis
que después de muerto ama a Galo, a
amores, que crecerán a par de mis quien en vida había tenido tan tier-
poemas. no afecto. Y lo que todavía es más:
No habrá rigor de fríos que me que la soledad que siente de él se
vede...— El veneno de la envidia y
le va aumentando, no ya por días,
de la mentira no inficionará mis de- sino por horas.
leites puros.
Como sfi ésta fuese medicina de mi En Breda, del Brabante, año 1537.

FIN DE LA
«INTERPRETACIÓN ALEGÓRICA
DE LAS «BUCÓLICAS DE VIRGILIO»
CENSURA
DE LAS

OBRAS DE ARISTOTELES
(CENSURA DE ARISTOTELIS OPER1BUS)

(1538)

ARISTOTELES ción de las artes, con cuánta avari-


cia de palabras. No hay cosa en él,
linio Segundo, en su libro sépti- ni vaga ni baldía; todo es lleno y

P mo de Historia Natural, pre-


la
gunta cuál se considera haber
es macizo. Jamás deja que bostece
el lector ni que se distraiga en otra
sido el ingenio mayor de todos aque- cosa. De Aristóteles se puede decir
llos de quienes quede memoria, o por con entera razón aquello que funda-
sus propias obras o los ajenos testi- damente se atribuye al ateniense Li-
monios. Y esa palma tan ambiciosa sias, el menor, a saber: que se des-
parece conferirla al poeta Homero, moronaría la fábrica toda, quitando,
dócil en este punto al juicio de como si fuera una piedra, una sola
Grecia, que le llama manantial de palabrilla, por insignificante que
los ingenios. En cambio, a mí, mi- fuere. ¿Y quién no admirará aque-
rando la cosa más de hito en hito llos axiomas universales que él ex-
y examinándola más de asiento y cogitó y formuló en todo argumento
con más aguzada atención, paréce- y materia, tan numerosos, tan ver-
me no haber existido ingenio más daderos, tan de siempre, en los que
sobresaliente que el de Aristóteles. siglos que vinieron después apenas
Quien leyere sus obras con atención pudieron introducir alguna pequeña
y diligencia concebirá una gran ad- creación? Los filósofos antiguos, an-
miración de ver cómo de los últi- tes de Aristóteles, escribieron poco
mos principios saca las más escon- y confuso. El primero de todos que
didas y profundas conclusiones de escribió mucho y con elegancia,
todas las cosas y con qué agudeza doctrina y tersura fué Platón, pero
refuta las conclusiones ajenas y con con poco acomodo para la docencia
cuánta fortaleza robustece y corro- y para la discencia.
bora las suyas, con qué orden las va En cambio, todas las obras de
exponiendo una por una y, parsimo- Aristóteles tienen orden y forma de
nia muy recomendable en la exposi- exposición didáctica. Jamás existió
974 JUAN LUIS VIVES. OBIUAS COMPLETAS. TOMO I

destreza igual para la enseñanza de guadas. Allegábase a esto el tempe-


las artes. Todo en redactado
él está ramento del autor, recatado, cauto,
en forma de preceptos y fórmulas temeroso de reprensión, lo cual le
concretas, con aquella brevedad y inhibía a trechos de manifestar cla-
con aquella gra\edad de palabras ramente lo que sentía, y de ahí, las
que la memoria muy fácilmente ias frecuentes ambigüedades y oscuri-
asimila y las retiene y cómodamen- dades de sus obras.
te las aplica al aso requerido. No
hay escritor griego alguno que uti-
lice palabras tan adecuadas que pa- DE SUS LIBROS
recen nacidas por espontánea ge-
neración de las materias que trata. Los libros aristotélicos durante
Xo anda a caza de frágiles primo- mucho tiempo permanecieron igno-
res ni de melindres de dicción con rados, en la biblioteca de su discí-
que entretener al lector y engañar- pulo Teofrasto, que, habiendo ido a
le con vano deleite para que luego parar en manos de unos herederos
se vaya con el oído halagado y las sin instrucción, quedaron luengos
manos vacías. Su oración rebosa de años sumidos en las tinieblas y el
fruto ubérrimo y de conocimiento abandono, hasta los tiempos de Sila,
de cosas que harto merecen ser sa- el dictacoi que compró aquella bi
bidas. Xo capta la gracia momentá- blioteca y encomendó a Tiranión el
nea y leve, sino que acarrea el pro- gramático la redacción del catálogo
vecho duradero. Y de ahí que un au- y la buena ordenación de los libros,
tor tan grande no se acomode a como afirman Plutarco de Queronea
cualquier gusto ni reclame a un y Estrabón. Desde aquella fecha an-
lector quienquiera. Las obras de duvieron en manos de todo el mun-
Aristóteles quieren no sólo a un do, pero no convenientemente apre-
lector de ingenio agudo, sino pro- ciados, por la dificultad de su con-
fundo, sólido, sano, circunspecto; tenido, que pocos penetraban, hasta
quiérenle atento, diligente, imbuido que Alejandro Afrodiense, diligente
en varia lección y en extensos co- lector de Aristóteles, en la época de
nocimentos. Si faltaren estas condi- los Antoninos, comentó muchas de
ciones, nada parecerá más áspero, sus obras. Entonces Aristóteles co-
más desabrido, más árido que los menzó verdaderamente a ser leído
libros aristotélicos, como algunos y comprendido y a andar en las ma-
juzgan de él, bien por ignorancia, nos de los hombres, capacitados del
O por la flaqueza de sus ingenios, provecho copioso que se seguía de
que no pueden soportar el peso de su atenta lectura. Mas no todos los
tanta doctrina, bien así como a los monumentos de su saber, aun los
ojos cegajosos son molestos la luz que Sila descubrió, llegaron a nues-
del sol y el esplendor del día, que tros días, como se deduce de los que
para los ojos sanos y resistentes son son citados por los escritores de la
la cosa más gozosa y jocunda. Con antiguüedad. Marco Tulio, en el se-
todo, así como Aristóteles lo hallaba gundo libro De la naturaleza de los
casi todo, tampoco podía acicalar dioses, aduce el argumento de Aris-
y pulir él solo todas las nuevas in- tóteles, del cual él colegía la provi-
venciones. Habíalas algunas que por dencia de Dios, de la consideración
su misma novedad él no las tenía de la hermosura y del orden del
suficientemente exploradas y averí- universo mundo. Pues bien; este
OBRAS FILOLÓGICAS. CENSURA DE LAS OBRAS DE ARISTÓTELES 975

argumento no se encuentra ni se el libro De la interpretación, no dos.


lee en Aristóteles que tenemos.
el Mas aquella disputa de los futuros
El mismo Cicerón atestigua haber- indefinidos que se llaman contingen-
visto unos libros de Aristóteles De tes es perpleja y difícil, y tanto más
la naturaleza de los dioses. El gra- cuanto que Aristóteles disputa con-
mático Servio cita a Aristóteles sigo mismo, se pone a sí mismo ob-
cuando dice que algunas divinida- jeciones y las resuelve, como un
des mueren. Isidoro, no el arzobispo diálogo sin interlocutores, confun-
hispalense, sino otro más antiguo, y diendo todos los signos de diferen-
Clemente, en los Estrómatas, afir- ciación. Con todo, si se pone en
man que Aristóteles hizo mención las distinciones atención diligente,
de unos dioses locales, patronos de más claro resultará todo el tratado.
ciudades y de reinos. Paso por alto ¡

lo que Laercio cuenta de la biblio-


grafía de Aristóteles, que hace lle- CATEGORIAS
gar a la fabulosa suma de cuatro-
cientas obras de indudable autenti- Esta obra está tomada de la filo-
cidad, y separa los libros muy dife- sofía primera que se llama meta-
rentemente de nosotros. Pero así co- física. Pero éstas se tratan allí como
mo no tenemos todo lo de Aristóte- realidades, más en las categorías,
les, así también algunas obras apó- como voces que las significan; por
crifas andan autorizadas con su eso se llaman categorías, que equi-
nombre, desgracia que con Aristóte- valen a decir afirmaciones, como
les comparten casi todos los autores vulgarmente se interpreta esa pala-
de gran fama. Vamos a hablar ya bra, que es sumamente difícil de de-
de cada uno de sus libros. cir en latín. Son determinados mo-
dos o razones mediante los cuales
denominamos, consignamos, configu-
PERI HERM.ENIAS ramos, revestimos las primeras esen-
Este título equivale a De la inter- cias, a saber: las singularidades de
pretación, porque en él el filósofo las cosas, o cualquiera otra palabra
interpreta lo que es el nombre, lo que más guste o que sea más ceñida
que es el verbo, lo que es la oración. y justa. Decimos que Sócrates es un
Esta es misión pura y simple del ser animado, que es blanco, que es
alto, que es casado, que vive en
gramático. Con todo, Aristóteles lo I
¡

explana en una obra dialéctica, por- Atenas, y cosas de este jaez; pero
que la gramática todavía en aquel
estas denominaciones dependen de
tiempo no se había inventado. Esta las realidades, y como es tarea ar-
gramática, que ahora usamos, pues dua separar y segregar las cosas,
en la antigüedad los hombres primi- también lo es separar estas catego-
rías. Con todo, mucho se aprovechó
tivos, al conocimiento de las letras,
Aristóteles y mucho camino
de las sílabas, a la escritura correc- desde
se anduvo con una sola jornada.
ta y legítima y a la pronunciación
genuina y propia de cada lengua
comprendíanlo todo bajo el nombre PRIORIDADES
de gramática ya desde el siglo de ANALITICAS
Homero. Así que Aristóteles desem-
peña la función del gramático en la Después de explicar las definicio-
primera parte de esa obra. Uno es nes y las maneras ajenas de definir
976 JUAN LUIS VIVES, .
— OBRAS COMPLETAS. —TOMO I

y de juzgar, Aristóteles señala las TOPICOS


reglas para que se unan y formen
el raciocinio. Llámalas analíticas, es, Es decir, el lugar de donde se sa-
a saber, resolutivas, porque distri- can los argumentos. La obra está re-
buyen en sus partes los raciocinios partida en ocho volúmenes, de varia
y demuestran de qué elementos cons- y copiosa erudición y de observa-
tan. El todo fácil es de conocer por ción de cosas diversas. Pero como
cualquiera por más que sea rudo; era él el primero que los producía
mas, conocer de qué elementos se todos, no pudo publicarlos ni limar-
compone y en cierto modo se fabri- los todos a la vez. Así es que amon-
ca, y enseñarlo, es propio del hom- tonó y puso a pie de obra un abun-
bre docto y del técnico. Xada pudo dante y rico material para labrar un
excogitarse más cómodo y práctico magnífico edificio. No a todo el mun-
para todo género de ciencia y de do será labor fácil sacar de la lectu-
arte que las fórmulas del silogismo, ra de esos libros, por más atenta y
y, a su vez, nada más enojoso que cuidadosa que sea, la manera de ha-
las que allega y relaciona entre sí llar los argumentos. Los dialécticos
acerca de lo necesario, posible, im- quedan en deuda con los retóricos
posible y contingente; con acumen que esclarecieron esta oscuridad y
muy grande, sin duda, ¿quién lo ne- enseñaron cuál debía ser el uso que
gará? Pero inútilmente. había de hacerse de esta materia,
cosa que Cicerón hizo en sus Tópi-
cos a Trebacio. Avidamente los retó-
POSTERIORIDADES ricos madrugaron por ocupar esta
ANALITICAS parte de la invención dialéctica, co-
mo coto ajeno. Pero esta transgre-
Dos elementos hay en el silogis- sión no es reciente, como muchas
mo, como en el hombre el cuerpo otras, sino cometida frecuentemente
y el ánimo. En el cuerpo está la por los estoicos, que tienen fama de
materia y la disposición y el orden ser los dialécticos más acerados.
de las partes; en el ánimo está la
fuerza y la vida y la acción. En los
analíticos anteriores, Aristóteles le- ELENCOS
gisló sobre el cuerpo del silogismo,
a saber: sus partes y su nexo y com-' La voz elenco tiene muchas signi-
posición, y por eso se llaman priori- ficaciones,pero en este lugar tómase
dades; mas en los posteriores ana- por refutación. Son dos libros, para
líticos, a saber: de sus interiorida- precaverse de las capciones sofísti-
des y reconditeces, trata del alma cas y porque en el discurso por ig-
del silogismo, de la demostración, de norancia recojamos y admitamos co-
la fuerza, de la eficacia de la razón. sas falsas por verdaderas. Esa obra
Antiguamente, muchos libros analí- comenzóla Platón en el Eutidemo.
ticos andaban bajo el nombre de En ella se ponen al descubierto al-
Aristóteles; pero todos los otros gunas tretas del disputador cap-
fueron rechazados, y sólo se admi- cioso.
tieron estos cuatro como auténticos Mas Aristóteles, tomando, como
por la lógica de su discurso y por suele, la materia de su primer prin-
la manera y fisonomía de su precep- cipio, púsola en orden y la redactó
tiva peculiar en fórmulas. Con todo, los latinos
OBRAS FILOLÓGICAS. — CENSURA DE LAS OBRAS DE ARISTÓTELES 977

han de guardarse de un posible en- DEL CIELO


gaño, con adaptar con poca con- Y DEL MUNDO 1

gruencia los ejemplos de la lengua


griega a la latina. Toda la dialéctica A seguida del movimiento y la ge-
queda agotada en estos libros, en el neración, trata de la esencia y de las
hallazgo del argumento y en el cri- cualidades de los cuerpos naturales,
terio del hallazgo. y ello en ocho volúmenes, cuatro
que se ocupan Del cielo y del mun-
do y cuatro De los meteoros. En los
FISICA cuatro primeros trata de la compo-
sición del universo y de los cuerpos
Estos libros, en griego, están inti- superiores, que son los celestes, o
tulados con un rótulo que quiere que están clavados en el cielo.
decir De la audición física, de modo
que parece que Aristóteles no com-
puso estos libros, sino que los dictó DEL MUNDO
a sus oyentes o que, con toda certi-
dumbre, ellos tomaron notas de lo el nombre de Aristóteles lée-
Bajo
que él iba explicando. El tratado un pequeño libro, con el título
se
principal es del movimiento, porque Del mundo, de cuya autenticidad
habiendo de tratar de los cuerpos deson muy muchos los que dudan. Cí-
la naturaleza, cuya esencia conócesetanle como aristotélico la más parte
por su acción, muy congruentemen- de los escritores griegos, como Te-
te se empieza por el movimiento, mistio y como San Justinio, mártir,
que por las acciones corpóreas es filósofo también y más antiguo que
el que está más expuesto al cono- él; el cardenal Besarión, y entre los
cimiento de los sentidos y por ende nuestros, Juan Pico de la Mirándola.
partiendo primeramente de la pri- No hay duda que es una obra peri-
mera y más simple, y por los movi- patética; pero ni el tratado ni el es-
mientos subiendo a los que mueven tilo parecen ser de Aristóteles. El
y son movidos, hasta que llega al primero lleva una dedicatoria y un
principal motor que persevera in- prólogo que no se hallan entre las
móvil. obras genuinas de Aristóteles, pues
Aristóteles, o no dedica la obra o,
si la dedica, no pone prefación algu-
DiE LA GENERACION na para aquel a quien la dedica.
Hay que decir que el prefacio consa-
A lageneración y a la corrupción bido no tiene la característica grave-
Aristóteles las llama movimientos, dad Allende de esto,
aristotélica.
como si fueran aumentos y disminu- inscríbese A
Alejandro, de quien
ciones. A continuación del tratado aun cuando fué discípulo suyo y mo-
del movimiento local, era lógica la narca tan grande, ninguna mención
inquisición de las causas que pro- hace en sus obras. Si alguna obra
creaban o destruían los cuerpos na- debiera dedicarle, parece que debie-
turales. ra ser el tratado De los animales,
Estos libros son dos, ciertamente para cuya composición Alejandro
menos enrevesados que los físicos y dió ochenta talentos. Su dicción en
escritos con mayor aliño. Indudable- hartos pasajes es más cuidada y re-
mente, son auténticos. toricada que de costumbre, y estoy
978 JUAN LUIS VIVES.
.
OBRAS COMPLETAS, .
TOMO I

por decir que más amenizada, que ble, de la memoria y del recuerdo
no las propiamente aristotélicas, de la mocedad y de la vejez, de la
puesto que se desmanda a determi- respiración, de la vida larga y bre-
nados primores poéticos. Con todo, ve, del sueño y de la vigilia, de la
es obra digna de que se lea y atri- interpretación de los sueños vienen
buida con razón a la escuela peri- a ser apéndices de los libros Del al-
patética. Lucio Apuleyo la vertió al ma, materias éstas de que se había
latín, y púsola como obra original propuesto tratar bajo aquel título.
entre las suyas, con el título De Cos-
mografía.
METAFISICA
DE LOS METEOROS
Este título viene a significar: De
Este título equivale a decir: De aquello que viene después de lo na-
los fenómenos que se verifican allá tural, pues en los libros anteriores,
arriba, como sonrayos, lluvias, nie- cuya materia se limita a la Natura-
ves y accidentes análogos. Son cua- leza, estudia íntegramente sus pro-
tro libros, en los cuales trátase asi cesos y simulacros, como si fueran
mismo de las aguas, de la tierra y estatuas o materia plástica fundidas
de los metales; pero la obra tomó por algún fundidor. Pero en ese tra-
nombre de primera materia de
la tado se muestran más detalladamen-
que se ocupa. Es un tratado com- te cada singularidad que hay en la
pleto de filosofía natural, sobre la cosa o alrededor de la cosa, princi-
cual parece que no queda cosa por pios, partes, causas, cualidades, ac-
decir. ciones. libros son doce. Si con
Los
ellos agotó Aristóteles el tema que
DEL ALMA se propuso, es cosa que no se sabe.
Citan estos libros el verso de Home-
De cuerpos y de los seres in-
los ro, que se lee en el primero de la
animados harto se habló en los li- Ilíada, a saber: que no es buena la
bros anteriores; mas en estos tres multiplicidad de príncipes, que el
libros de efectividad vital, que se príncipe no debe ser más que uno.
llama alma, Aristóteles inquiere sus Este verso parece indicar que po-
causas y sus razones. En el primer ne un límite a la inquisición de la
volumen rechaza casi en su totali- naturaleza divina. Estos libros, en
dad las opiniones de los antiguos hartos pasajes, son oscuros y difí-
acerca del alma. No es de extrañar ciles no tanto por la manera de tra-
que en materia tan importante y tarlos como por la ignorancia de las
abstrusa, en aquellos siglos rudos, cosas de que tratan, a las que, pues-
se tuvieran ideas absurdas. En el se- to que están puestas en lo más es-
gundo libro, habla de la vida vege- condido y abstruso de la Naturaleza,
tativa y de los sentidos, doctamente, son pocos los ingenios que las pue-
como es su costumbre, y con mayor den penetrar. Hay quienes piensan
amplitud que en otras muchas cosas, que a esos libros se refiere la que-
y aun diré que con mayor difusión, ja, y como la reprensión de Alejan-
si es no es viciosa. El tercer libro, dro a Aristóteles, porque publicó y
que trata de la mente agente y pa- vulgarizó unos libros que le habían
sible, es algo pobre de sustancia. Los sido leídos a él particularmente en
trataditos del sentido y de lo sensi- la escuela.Aristóteles se exculpó con
OBRAS FILOLÓGICAS. CENSURA DE LAS OBRAS DE ARISTÓTELES 979

el rey diciéndole que aquellos libros estilo, puesto que se trata de histo-
publicados estaban como no publica- más holgado y adornado, y no
ria, es
dos, que nadie los iba a entender si- solamente es más extenso el conoci-
no quien oyera su explicación di- miento de muchas cosas, sino que es
recta de labios del mismo Aristóte- más afluente la copia verbal y que
les. Refiriéndose a esa anécdota, no a todo el mundo es demasiado
léense unas cartas griegas de Ale- inteligible.
jandro a Aristóteles y correlativa-
mente de Aristóteles a Alejandro, PROBLEMAS
que yo creo que son puras ficciones,
aun cuando no ignoro lo que dice A las disputas que van bajo el
Temistio, a saber: que las obras pu- título de este libro, Aristóteles llá-
blicadas de Aristóteles resultan más malas Enciclias, que suena lo mismo
oscuras que las explicadas por él que Circulares, bien porque tuvieron
en su casa a sus discípulos. Y no es lugar en círculos y escuelas de oyen-
ello nada extraño. ¿Quién hay que tes, que interrogaban al maestro y
escriba con más claridad y diafani- anotaban lo que él respondía, como
dad que no enseña? Esta es la me- Horacio llama escritor cíclico al
ta de toda la filosofía natural; de circunforáneo que recitaba sus
ahí, el afán de la mente humana. Di- obras en los círculos, o porque trá-
vídese en dos partes como en una tase de aquellas cosas que los grie-
bifurcación de dos caminos: el uno gos llaman Encíclicas, circulares, que
trata del estudio de las fuerzas y de son los temas cotidianos acerca de
la eficacia de los cuerpos naturales,
la vida práctica, de los cuales los
-en el cual está incluido el arte de la
ancianos y padres de familia acos-
Medicina; el otro trata del estudio tumbraron tratar en sus tertulias o
del espíritu para formarlo, en el reuniones. De ahí, se llamaron enci-
cual está incluida la filosofía. De
clopédicas, que no son precisamente
ambas materias existen libros y en- aquella conexión de disciplinas de
señanzas aristotélicas. que hablan Platón y Quintiliano, si-
no aquellas otras de que trata Plinio
en su prólogo a la Historia natural.
DE DOS ANIMALES Es evidente que esa obra no fué es-
crita por Aristóteles, sino que son
Veintidós son los volúmenes so- los apuntes de sus explicaciones to-
bre la Historia de los animales, que mados y reunidos por sus discípulos.
estudian la generación, las partes, el Hay allí muchas repeticiones que el
ingenio, las fuerzas y sus acciones,
autor mismo no hubiera dejado nun-
materia ésta la más sabrosa y prác- ca, si hubiera ordenado sus expli-
tica. A estos libros llámanles los
•caciones y les hubiera dado redac-
griegos de los ochenta talentos, que ción literaria, pero que las dejó al
fué la crecida cantidad que Alejan- diligente colector, que puso más
dro gastó para las observaciones cuidado en recoger que juicio en el
pertinentes, a saber: en la compra disponer. Muchas son las razones
de bestias y salario de aquellos que frías, frivolas, diluidas, ajenas de la
debían traer a Aristóteles cada una gravedad y agudeza del talento aris-
de las acciones de las bestias, ob- totélico. Otras, hay oscuras y eno-
servadas y comprobadas con la más josas, pues todo son dudas, sin nin-
exacta diligencia. En esta obra, el guna afirmación. Aquello que ocu-
980 JUAN LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. TOMO I

rría en el curso de la conversación, mas de quienes estudiaron la vida


como es costumbre, flaco, inane, am- con toda diligencia y las anotaron y
biguo, consignábase con no menor acuñaron, como son los poetas y los
afán por los oyentes ávidos que lo oradores. En muchos pasajes, los li-
claro, grave, sólido. Así resultó una bros morales de Aristóteles resultan
obra, excelente desde luego, pero oscuros y son muy difíciles de en-
desigual, desordenada y contradicto- tender por la rápida alusión y como
ria indicación fugacísima de tantas anéc-
dotas, y dichos de poetas y orado-
LIBROS MORALES res antiguos y aun de proverbios y
sentencias vulgares. Pero ello no es
En ei otro camino de la disciplina, imputable al filósofo, como si adrede
que trata De las costumbres, mucho hubiera querido enlobreguecer sus
es lo que Aristóteles escribió con enseñanzas. ¿Qué otra cosa hubiera
criterio equilibrado y con admirable querido él expresar con mayor cla-
sabiduría. En lo que hay que poner ridad que sus preceptos morales pa-
compostura es en las costumbres pú- ra bien de todos? La culpa la tiene
blicas, de toda ciudad o en las
la la injuria del tiempo, que nos envi
privadas. En
privadas están las
las dió y hurtó una gran parte de aque
costumbres domésticas, a saber: de líos escritos, de donde Aristóteles los
la familia, y luego las personales de tomara, y en aquellos que nos dejó,
cada cual. Ocho son los libros que por desidia nuestra, introdujo tinie-
tratan de las costumbres públicas blas grandes. Todos aquellos casos
bajo el título de Política; de las do- que Aristóteles nota y nos indica
mésticas, trata el libro Económico; como con el dedo, eran archiconoci-,
de moralidad personal, la Etica,
la dos de los eruditos de aquel siglo y,
las Grandes morales y las Morales en su mayor parte, también por el
a Eudemo. Así como en los libros vulgo, sabidos y trillados. El estudio
de Física y Dialécticos usó de mu- de las matemáticas era tan cultivado
chos ejemplos matemáticos sacados y corriente en la escuela de Platón,
de la geometría y aritmética, en es- que nada que se refiriese a esa disci-
tos libros morales toma ejemplos en plina podía serles desconocido. Así es
los poetas e historiadores una cosa que de allí se sacaban las semejan-
:

y otra hízolas con sumo acierto. Al zas y las comparaciones para toda
tratar de aquellas disciplinas conte- disertación y disputa como de un ar-
nidas en fórmulas fijas, concretas y senal conocidísimo y familiarísimo.
permanentes, como son los preceptos
dialécticos y físicos, lo más cómodo
y eficaz es tomar ejemplos de aque- ETICA
llas cosas que son fijas e inmutables,
y en este aspecto, las de superior ca- La voz griega Etor significa la dis-
tegoría son las matemáticas. Mas, en posición, o compostura, o conforma-
las cosas de moralidad que se refie- ción del ánimo donde tienen su
origen
ren exclusivamente a la conducta de las costumbres. Significa igualmen-
los hombres, lo más congruente es te las costumbres, pues al
decir cos-
proponer ejemplos tomados de la tumbres, damos a entender los actos
vida, de los cuales la Historia los su- exteriores y simultáneamente aque-
giere sin cuento, como también uti- lla disposición del ánimo de que aca-
lizar aquellas sentencias y apoteg- bo de hablar. Aristóteles, en esos
OBRAS FILOLÓGICAS. — CENSURA DE LAS OBRAS DE ARISTÓTELES 981

diez Ubrps, enseña cómo ese hábito ECONOMIA


debe ser recto, total, decente, con-
gruente con la naturaleza humana, Este vocablo equivale a Adminis-
en fórmulas asequibles y como con tración de la hacienda doméstica.
una especie de diseño y esquema de Más extensamente trató esta mate-
las virtudes. Van dirigidos estos li- ria el ateniense Jenofonte; pero
bros a su hijo Nicómaco, que le Aristóteles más agudamente
y con
nació de Herpilis, y no faltan quie- más nervio de estilo, porque no pu-
nes sospechen si son del mismo Ni- so tanto cuidado como aquél en la
cómaco. El más conspicuo de todos ganancia, y mucho más en el deber
ellos es Cicerón, que apunta sus sos- de
toda la familia y en la tranquili-
pechas en el libro quinto De los dad doméstica.
fines. Auténticos del mismo Aristó-
teles y del mismo argumento tene-
mos otros libros que se intitulan POLITICA
Grandes morales, y, además, el trata-
do moral enderezado a Eudemo, por Este libro, dividido en ocho volú-
manera que parece pura superflui- menes, rebosa de conocimientos úti-
dad que tantos tratados sobre el mis- lísimos, tan sabrosos como provecho-
mo asunto hayan sido escritos por sos de saber de la ciudad, de su ré-
:

el mismo autor. A mí, por mi parte, gimen, lo que cada cual debe hacer,
paréceme que no hay cosa más aris- cómo se debe mandar, cómo se debe
totélica que esta obra, por su léxico, obedecer. Hácenlo difícil tantas for-
por lo bien tejido y coherente de mas de leyes y de Repúblicas cuyas
su dicción, por la brevedad de sus historias en gran parte se han per-
sentencias, por el peso y agudeza de dido.
sus argumentos, por el orden en los
preceptos que preside la obra de ar- RETORICA
te, que, si son en realidad de Nicó-
maco y no de Aristóteles, el hijo es En los días en que Isócrates, con
una tan fiel y viva expresión del pa- gloria muy grande, enseñaba Retó-
dre, que es lo más semejante que rica en Atenas, Aristóteles, movido
puede haber a él mismo. por un sano espíritu de emulación,
él también, en las primeras horas de
GRANDES MORALES la tarde, daba preceptos retóricos a
sus discípulos, repitiendo aquel famo-
Estos libros y los enderezados a so dicho: No parece bien que Aristó-
Eudemo tocan el mismo asunto que teles calle, mientras Isócrates habla.
la Etica. Con todo, a Eudemo se le Algunos hay que dicen que esto no
dicen determinadas cosas con mayor se refiere a Isócrates, sino a Jenó-
detenimiento y más específicamente, crates, a quien Platón había puesto
puesto que, en Grandes morales, se al frente de la Academia. No tiene
dicen mas er general, que por eso Aristóteles los donaires y primores
se llaman Grandes morales. Con una ni los aliños y copetes de la oración
parte del libro segundo de los Gran- isocrática; pero por lo que toca al
des morales y el séptimo a Eudemo arte de decir, parece que nada pue-
se compuso el librito titulado De la de decirse fuera de lo que dijeron los
Fortuna, como notó J'ian Francisco antiguos, si se le compara con los
Pico de la Mirándola. preceptos aristotélicos. El primero,
982 JUAN LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. TOMO I

o uno de los primeros, que hizo esta así como de la Retórica. La dificul-
observación fué Georgias Leontino, tad de esta obra es la misma de sus
y aumentaron este linaje de ejerci- obras morales y consiste en la fre-
cios Platón e Isócrates. Mas Aristó- cuente alusión a dichos de poetas y
teles, tomando esta disciplina de su de historiadores, en los ejemplos y
primer origen, de tal manera la as- proverbios, en las sentencias, vulga-
cendió a lo sumo, que parece no fal- res y trilladas en su tiempo y que
tar una tilde, explicada como queda hace ya tiempo cayeron en desuso y
la invención, la disposición, la elo- en olvido. Estas obras retóricas es-
cución, la gran muchedumbre de tán dedicadas a Teodectes, discípulo
sentencias que se mezclan con el ra- de Aristóteles y uno de aquellos que
zonamiento y la exquisita prudencia fué loado por el verdor y la robus-
provista de gravísimas advertencias tez de su memoria. Los tratados re-
para la práctica forense y civil tóricos acerca de los preceptos civi-
Aristóteles debe ser considerado co- les, dirigidos a Alejandro, no me pa-
mo el inventor de la Dialéctica, bien rece que sean de Aristóteles.

FIN DE LA
«CENSURA DE LAS OBRAS
DE ARISTÓTELES»
OBRAS MORALES
FORMACION
DE LA

MUJER CRISTIANA
(INSTITUTIO
FCEMINA2E CHRISTIAN^)

(1523)

PROLOGO
DE LOS LIBROS DE JUAN LUIS VIVES SOBRE LA FORMACIÓN DE LA
MUJER CRISTIANA, ENDEREZADOS A LA SERENÍSIMA SEÑORA DOÑA
CATALINA DE ESPAÑA, REINA DE INGLATERRA, ETC.

Muéveme la santidad de tus cos- dad. Y, en efecto, no hay cosa de


tumbres y tu enardecida afi- tanto enojo como tener comunidad
ción a los estudios sagrados de vida con el malo. Y eso que, con
a escribirte unas cosillas acerca de toda razón, se dice de la conviven-
la formación de la mujer cristiana, cia civil, con acierto mayor puede
punto éste necesario como el que decirse de la sociedad doméstica. Así
más, y en que hasta ahora nadie que Jenofonte y Aristóteles, dando
puso mano con el debido deteni- preceptos acerca del gobierno de la
miento, a pesar de ser tanta y tan casa, y Platón acerca del gobierno
variada la muchedumbre de inge- de la República, algunos dieron per-
nios y de escritores. ¿Qué otra cosa tinentes a los deberes de la mujer.
hay en tal grado necesaria para afi- Tertuliano, San Cipriano, San Jeró-
cionar a la virtud la voluntad de nimo, San Ambrosio, San Agustín,
todas aquellas que han de ser inse- San Fulgencio discurrieron acerca
parables compañeras nuestras en de las vírgenes y de las viudas, más
cualquiera condición de vida? Firme atentos a persuadir un determinado
es entre buenos La amistad y entre género de vida que a formarlo;
malos no duradera. Y no sin razón todo es extremarse en los loores de
dice Aristóteles que aquellas ciuda- la castidad, empeño magnífico por
des en donde la formación de las cierto, digno de sus encomiadores y
mujeres es desatinada, andan pri- de su gran santidad; pero fueron
vadas de una gran parte de felici- harto escasos en el dar preceptos y
98ü JUAN LUIS VIVES. OBR AS COMPLETAS. TOMO I

normas de vida, pensando ser tarea ignorar las leyes por las cuales de-
preferente exhortar a lo mejor y bemos regular nuestra vida. Esto
alargar la mano a lo más alto, que mismo han declarado Cristo y los
humillarse a puntualizar lo más ras- Apóstoles que siguieron sus normas,
trero. Empero nosotros, dando de a saber: Pedro, Pablo, Santiago,
lado a esas exhortaciones, a fin de Juan, Judas, quienes nos enseñaron
que cada cual haga la conveniente los preceptos de la religión como de
elección de estado, más por la auto- origen divino, y pocos y breves los
ridad de ellos que por opinión nues- entregaron al mundo. Y con efecto,
tra, nos proponemos formarlas prác- ¿quién podrá observar aquellas le-
ticamente para la vida. Así que en yes que ni siquiera tienen los que
el primer libro, tomándola desde su en ellas encanecieron? En atención
primera edad, la llevamos hasta el a esto, ni quise alargarme en los
matrimonio; en el segundo, desde ejemplos que en gran número adu-
el estado de casada hasta el de viu- je, ni me permití digresiones por los
da, enseñándole lo que nos parece lugares comunes de las virtudes o
más oportuno para llevarse bien y los vicios, anchuroso campo donde
felizmente con el marido por todo espaciarse, que en todo el tratado se
el tiempo de su matrimonio. En el me ofrecía y casi me invitaba por-
postrer libro se instruye a la mujer que el libro tuviese una extensión
viuda. razonable y no solamente pudiese
Y puesto que no se pudo proceder leerse sin fatiga, sino que aún pu-
de otra manera, en el primer libro diera releerse con provecho. Para
quedan dichas muchas cosas que a esto, así como son muchas las ins-
casadas y a viudas atañen. Y mu- trucciones para la formación de los
chas cosas en el segundo atinentes varones, es cierto que la formación
a las solteras. Y en el tercero, algu- moral de las mujeres puede lograrse
nas que son de aplicación general. con poquísimos preceptos, porque
Digo esto porque no piense la don- los varones actúan en casa y fuera
cella que debe leer no más que el de ella, en los negocios privados y
libro primero, y el libro segundo en los públicos: las normas para
la casada, o la viuda el tercero. Yo tantas y tan diversas actividades re-
pienso que los tres deben ser leí- quieren prolijos volúmenes. En cam-
dos. bio, el cuidado exclusivo de la mu-
Acaso en ellos fuimos más breves jer es la pudicicia. Toda vez que se
de lo que algunos hubieran queri- hizo de ella adecuada exposición, pa-
do; pero si alguno considerase aten- rece que ya queda instruida sufi-
tamente el motivo de nuestra deter- cientemente. Por esta consideración
minación, entenderá que no fué to- es tanto más execrable el crimen
mada de balde. Y, efectivamente, en de aquellos que tienden a corrom-
la preceptiva no debe ser la breve- per esta única virtud de las mu-
da la última de las consideraciones, jeres, como si te propusieses apa-
no sea que la verbosidad demasiada gar la menguada luz que le queda
agobie la atención de los lectores al tuerto.
más que no les instruya. Allende Los hay quienes escriben feos y
de esto, los preceptos deben ser ta- sucios poemas. Con qué propósito
les, que pueda uno aprendérselos de confesable pueden cohonestar ese su
coro y retenerlas fácilmente en la triste empeño, yo no lo sé ver, si
memoria, puesto que no conviene ya no es que, corrompida su alma
OBRAS MORALES. DE LA MUJER CRISTIANA. PRÓLOGO 987

por la maldad y el venenoso pus toda la restante jornada se abre muy


que exhala, no puede segregar sino ancho y muy fácil. Platón, abundan-
veneno con que causen la muerte a do en el sentir de Pitágoras, nos per-
todo lo que está en vecindad. Dicen suade que escojamos la mejor ma-
que están enamorados; yo lo creo; nera de vivir; la costumbre nos la
pero también son ciegos y locos, co- tornará la más agradable. Nuestro
mo si tú no pudieses gozar tu dama Señor Jesucristo, en su Evangelio,
sin que, al mismo tiempo que a ella, calificó de angosta la senda del rei-
corrompas y contamines a todas las no de Dios, no porque así fuese en
restantes. A mí se me antoja que realidad, sino porque son pocos los
nadie jamás con mayor motivo fué que entran en ella: no sea que al-
desterrado que Ovidio Nasón. si es guno piense que es vano aquel dicho
verdad que lo fué por su Arte de suyo: Mi yugo es suave y mi carga
amar. ligera. Y que es huera igualmente
Los otros poetas eróticos canta- aquella promesa suya, a saber: que
ron lujurias criminales; mas este no hay nadie que por amor suyo
artífice primoroso (¡con perdón del deje alguna cosa, que no reciba mu-
Cielo sea dicho!) redujo a fórmulas cho más aún en esta vida. ¿Y qué
y preceptos a la liviandad misma, sentido tiene esta promesa si no se
mereciendo el título execrable de refiere al placer y a las delicias de
doctor de La impureza, de corruptor la virtud?
público de las costumbres de la ciu- Yo ya sé a quiénes estas instruc-
dad. ciones mías van a parecer demasia-
Yo no dudo que a algunos les pa- do severas y rígidas: a los mozos,
recerá que doy preceptos más áspe- a los ignorantes, a los lujuriosos, a
ros y severos que razonables. Si los perdidos, que no pueden sufrir
esos descontentadizos leyesen en ni siquiera la vista de una mujer
qué minuciosidades hacen hincapié honrada; a los que, como los caba-
los Santos Padres, cuán celosos fis- llos ociosos y bien cebados, relin-
cales son de todas y de cada una de chan al olor de todas las yeguas.
ellas, y con qué energía, y con qué Desabrirán también estas instruccio-
ceño, y con qué severidad, me con- nes mías a las doncellas necias, va-
ceptuaran a mí demasiado blando e nas, insulsas, que gustan de ser mi-
indulgente. Pero la cosa es así : la radas, de ser galanteadas, y que que-
senda de la virtud paréceles a los rrían que sus vicios fuesen aproba-
buenos muy holgada y muy amena; dos por el número sin número de
y al revés, la de los vicios, paréceles los pecadores, como si la conspira-
estrecha y barrancosa. Para los ma- ción de la canalla tü pudiese cam-
los no es agradable la .senda por do biar la naturaleza de las cosas. No
caminan; ni asaz ancha, ni asaz có- constituye novedad que los malos
moda la de la probidad. Y siendo ello odien a los que les amonestan bien.
así, hay que acercarse al parecer de En el mismo tema que el de mi li-

los buenos y creer que más aína se bro, Teofrasto, luego de haber escri-
engañan los malos en su juicio que to muy duras verdades acerca del
los buenos en su unánime sentir. Pi- matrimonio, azuzó contra sí la jau-
tágoras y los que le siguieron en la ría de las meretrices, y salió una tal
descripción de la letra Y, una vez Leoncia, concubina de Metrodoro, la
¡superadas las asperezas primeras del cual vomitó contra un varón tan se-
camino de la virtud, dicen que en ñalado en ciencia y en elocuencia un
988 JUAN LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. TOMO I

libro sin seso, sin vergüenza. Esta Por ello les hablé con alguna clari-
procacidad pareció tan indignante, dad para que, viendo representada
que, como si ya no quedase esperan- como en una pintura la fealdad de
za alguna de enmienda, dió origen a sus costumbres, se avergonzasen y
aquel proverbio: Elegir un árbol dejasen de hacer cosas que dan em-
para ahorcarse. San Jerónimo, en pacho, y al mismo tiempo para que
una carta a Demetríade, consigna un las mujeres se felicitasen de estar
caso que le sucedió a él, y escribe lo tan lejos de aquellos vicios e hicie-
que sigue: Hace cosa de unos trein- sen un esfuerzo nuevo por apartarse
ta años que escribí yo un libro acer- más y más, y se acogiesen en las
ca de la observancia de la virgini- recámaras más íntimas de la virtud.
dad, en el cual me vi obligado a ir En contadas ocasiones, conformán-
contra los vicios, y para instrucción dome con el consejo de San Jeró-
de la virgen a quien iban dirigidas nimo, preferí poner a prueba la ver-
aquellas amonestaciones, manifestar güenza con la verdad, siempre con
las asechanzas del diablo. Aquel len- la reserva de no decir cosa de que
guaje mío ofendió a muchísimos, debiera sonrojarme, que es lo más
porque, pensando cada cual que iba feo que puede ocurrir a un predi-
contra él lo que yo decía, no me oyó cador de la castidad. Con esta caute-
con agrado, como amonestador, sind la en algunos puntos, abunda mucho
con repulsión, como recrimiinador de más lo que se ha de sobrentender
su conducta. Esto dice San Jeró- que lo que se explana. Aquello que
nimo. no se compadecía con las costum-
Y en este aprieto me veo. ¿Qué li- bres generaliz*adas yo lo sustenté y
naje de hombres voy a ofender con lo corroboré con grandes autorida-
mis santas instrucciones? Agradar a des, porque no pudiera derribarlo el
los malos no carece, por decirlo así, empuje del sentimiento general.
de reprensión y de culpa. Ofrézcote esta obra, reina ilustre,
Estarán por mí los varones graves como un pintor te haría ofrenda de
y cuerdos, las doncellas castas, las un retrato donde, con sumo y arti-
matronas honestas, las viudas pru- ficioso primor, estuviese figurado tu
dentes y todos aquellos que verdade- semblante. Así como en aquél verías
ramente y con toda el alma son cris- pintada tu figura muy al vivo, así
tianos y no de solo nombre. Todos también en estos libros verás la ima-
ellos sienten y saben no haber cosa gen de tu almá, a saber: lo que has
más llevadera y suave que los man- sido de doncella, de casada, de viu-
damientos de nuestra santa religión, da y ahora de casada nuevamente
de los cuales nunca jamás permita (ventura que pido a Dios dure infi-
Cristo que apartemos nuestro pensa- nitos años), y cómo te condujiste en
miento ni nuestra conducta el grue- todos esos estados, a fin de que seas
so de un cabello. A las mujeres bue- dechado y espejo de vida ejemplar
nas les advertí muy blandamente en cada uno de ellos. Pero tú más
cuál era su deber; a las restantes, quieres que sean alabadas las vir-
a trechos las reprendí con alguna tudes que no tú, aun cuando nadie
viveza, porque he visto que las so- puede recomendar ni elogiar las vir-
las enseñanzas aprovechan poco a tudes propiamente femeninas sin
las que se oponen a quien las guía, que te involucre a ti en aquel enco-
y al redopelo y como por la melena mio.
se las ha de traer a donde es razón. Con todo, se te habrá de obe-
OBRAS MORALES. DE LA MUJER CRISTIANA. LIBRO I. CAP. I 989

decer, siempre que sepas que bajo y si ella, sola, no engaña todas las
aquellas descolladas y heroicas vir- conjeturas humanas, es fuerza jue
tudes, las más semejantes a las tu- sea muy buena y muy santa, como
yas, se predican con su propio nom- nacida de ti y de Enrique VIII, no-
bre; pero siempre, calladamente, ble y celebrado par de esposos cris-
eres tú la predicada. No es posible tianos. Así, las mujeres todas, a la
celebrar virtudes en abstracto
las vez que por tu vida y tus obras ten-
sin que a la vez se celebren aquellos drán ejemplo, asimismo tendrán,
sus cultivadores anónimos que en por esa obra que yo te dediqué, pre-
las mismas virtudes mucho se aven- ceptos y normas de vida. Y de una
tajaron. cosa y otra serán deudoras de tu
Leerá estas advertencias mías tu bondad, porque tan ejemplarmente
hija María y las reproducirá en sí, viviste tú, que yo me sentí movido
y se arreglará según el ejemplar do- a tomar la pluma en mi mano. Ten
méstico que le ofrecen tu bondad y salud.
tu sabiduría. La copia será exacta; Brujas, nonas de abril de 1523

LIBRO PRIMERO
DE LA FORMACION DE LA MUJER CRISTIANA
QUE TRATA DE LAS DONCELLAS

yor aquel ingénito afecto entre la


CAPITULO PRIMERO madre y la hija, si ninguna porción
,

DE LA CRIANZA DE LA DONCELLA del nombre de madre se le sustra-


EN SU NIÑEZ jere para traspasarla a otra, pues
también las amas de cría acostum-
Fabio Quintiliano, en su Institu- braron ser denominadas madres.
ción del orador, piensa que hay que Con mayor razón piensa la madre
empezarla en la misma cuna, per- ser suya la hija, si no solamente la
suadido que no debe perderse tiem- llevó en su vientre y la parió, sino
po alguno enderezado a la consecu- que también en su infancia prime-
ción de aquel fin y a la práctica de rísima la tuvo de continuo en sus
aquella tarea que asumió. ¡Con brazos, le dió el pecho, la crió de su
cuánto mayor y más temprano cui- sangre, la arrulló en su regazo y
dado debe emprenderse la institu- recibió con íntimo halago sus pri-
ción de la doncella cristiana, de meras sonrisas y fué la primera que
manera que no solamente formemos se alegró de oír, ¿n su esfuerzo por
y pongamos compostura en sus cre- hablar, los primeros gorjeos y la
cimientos, sino que iniciemos su apretó en su seno y rogó al Cielo
crianza, desde la leche misma, que por ella los mejores bienes. Todas
yo querría, si fuere ello posible, que estas cosas infundirán en la hija
fuese la materna! Y eso mismo acon- una piedad tan grande para con su
sejaron Plutarco, Favorino y los madre, que le será mucho más cara
más grandes moralistas de la anti- aquella madre en cuyo amor se em-
güedad. De esta suerte, se hará ma- papó prolijamente cuando su cora-
990 JUAN LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. TOMO I

zótj era todavía informe y tierno. en otra parte que en su propia ca-
¿Quién es capaz de ponderar hasta sa; y con todo, adujo el aviso de
qué punto en los hombres engen- Crisipo, referente a las amas, como
dran y aumentan la querencia, sien- si él abundase en el mismo sentir.
do así que aun las mismas bestias, Por lo que toca a la doncella, puesto
casi por completo desprovistas de que no la queremos tan docta como
toda suerte de amor para cualquiera honesta y buena, todo el cuidado de
otra especie animal, aman a quie- los padres debe tender a que no se
nes las alimentaron y criaron y con le pegue cosa alguna de deshones-
qué correspondencia las protegen y tidad ni vicio; que ni por los senti-
las defienden y no rehuyen exponer- dos corporales ni a través de quien
se por ellos a la muerte? Demás de la nutre penetre en ella asomo nin-
esto, yo no sé de qué manera acon- guno de fealdad. La primera per-
tece que juntamente con la leche sona que oirá, la primera persona
sorbemos no ya el amor, sino tam- que verá, será el ama, y todo aque-
bién una cierta inclinación a cos- llo que en ella aprendiere de niña,
tumbres determinadas. Y esto mis- aquello mismo persistirá en repro-
mo hace, como dice Favorino, cita- ducir cuando ya fuese enseñada y
do por Aulo Gelio, que hartas veces cautelosa. Y por esta razón, San
no acabamos de maravillarnos cómo Jerónimo, que asumió la formación
los hijos de unas mujeres que son espiritual de la hija de Leta, no
espejo de toda honestidad no salen quiere que su ama sea aficionada al
a sus progenitores ni en su pare- vino, ni amiga del regalo, ni dada
cido físico ni en su fisonomía moral. a la garrulería.
Xo sin una profunda razón nació
aquel apólogo sabido de todos los
niños: a saber: de aquel otro niño CAPITULO II
que criado con leche de puerca se
zambulló en el cieno. Por eso Crisi- DE LA RESTANTE NIÑEZ
po, varón de agudísimo ingenio,
preceptuó que las amas de leche de- Luego que la niña fuere desteta-
bían elegirse entre las más cuerdas da y comenzare a hablar y a andar,
y más morigeradas. Precepto es éste todos sus pasatiempos sean con mu-
que también nosotros seguiremos e chachuelas de su edad, y esto en
impondremos a aquellas madres que presencia de su madre o de su ama
no tuvieren posibilidad de criar a o de alguna buena mujer madura de
sus hijos a sus propios pechos. Ni años que ponga templanza en aque-
quiero tampoco que se ponga un es- llos juegos y modere aquellos es-
mero mayor en buscar nodriza para parcimientos del ánimo pueril y los
un varón que para una hembra. encamine a la honestidad y virtud.
Quintiliano ya tuvo harto con de- Lejos esté de ellos todo varón y no
cir: Hay que mirar que no sea vi- se avece la mozuela a participar en
ciosa el habla de las nodrizas, por los divertimientos de los mucha-
que el acento que en la lengua del chos, pues quiere la Xaturaleza que
infante se asentó, con suma difi- el afecto nuestro se aferré con ma-
cultad se quita. Xo tuvo el precep- yor tenacidad en aquellos con quie-
tista antiguo igual solicitud por lo nes compartimos las horas y los pue-
que toca a las costumbres, que más riles pasatiempos. Este afecto es
frecuentemente toma el muchacho más tenaz en la mujer, la cual de
OBRAS MORALES. DE LA MUJER CRISTIANA. LIBRO I. CAP. II 991

suyo es más propensa al placer que padres de aprobar en ellas ningún


no el varón. En aquella edad que hecho indecoroso ni con risas, ni
todavía no discierne el bien ni el con palabras expresas, ni aun con
mal, no se le ha de enseñar ni aun el gesto, ni, cosa feísima, lo acojan
la existencia del mal, y en sanas y autoricen con besos ni con abra-
opiniones tiene que ser imbuida el zos, pues la niña pondrá un ahinco
alma inexperta y virgen. Pestilen- singular en repetir aquello mismo
cial es la opinión de aquellos que que piensa que fué muy grato a sus
quieren que sus hijos no ignoren, ni padres. Todo, en la primera moce-
el bien ni el mal, pues así (acaban dad, sea casto y puro, al menos por
por decir) con mayor conocimiento la gracia de las costumbres que de
practicarán la virtud y escaparán de aquella iniciación infantil toman,
los vicios. ¡Cuánta mayor cordura por decirlo así, el bosquejo primero.
no es y cuánto mayor provecho no Pláceme aquí transcribir un bello
reporta no solamente no obrar el pasaje de Cornelio Tácito acerca de
mal, sino ignorarlo, y cuánta mayoi la índole de los romanos viejos:
ventura no acarrea! ¿Quién, al me- Tiempos hubo en que cada cual
nos hablando, no oyó decir que to criaba a su hijo nacido de mujer
dos nosotros fuimos condenados a casta, no en el aposento de una no-
miseria y servidumbre en aquel ins- driza comprada, sino en la falda y
tante preciso en que aquellos pri- regazo de su propia madre, cuyo
meros autores del linaje humano loor principal era mirar por la casa
conocieron lo que era bien y lo que y estar al servicio de los hijos. Es-
era mal? En hecho de verdad, me- cogíase alguna mujer allegada, ma-
recedores son, aquellos padres que yor de edad, a cuya conspicua y pro-
no quieren que sus hijos carezcan bada moralidad confiábase la prole
del conocimiento y de la experien- de toda la familia, en cuya presen-
cia del mal, de que los tengan real- cia no era lícito ni decir lo que era
mente, y cuando les pesare porque feo de decir ni obrar lo que no pa-
lo obraron, recuerden que de sus recía honesto de obrar. Así que esta
propios padres lo aprendieron. Pala- dueña, digna de todo respeto, tem-
bras deshonestas ni lascivas, ni ges- plaba con una suerte de santidad y
tos poco decorosos ni de mala crian- de verecundia no solamente las afi-
za, guárdese de aprenderlos ni aun ciones y las costumbres de los ni-
cuando ignora su malicia, porque ños, sino también sus propios espar-
los repetirá y ejecutará cuando fue- cimientos y juegos. Con este proce-
re ya crecida y sabe lo que hace y dimiento sabemos que presidieron
lo que dice. Y con harta frecuencia la crianza de sus hijos, y sacaron de
acontece que aquellas expresiones y ellos varones egregios, Cornelia, ma-
movimientos a que se habituaron dre de los Gracos ; así Aurelia, ma-
suéltanlos por descuido y sin parar dre de César; así Accia, madre de
mientes en ello; y aun a veces, re- Augusto. Su disciplina y su severi-
pugnando y con empeño de retener- dad encaminábanse a que el carác-
los, se les escapan sin querer; y ter de cada cual, sincero e íntegro,
ello ocurre con tanta mayor fre- no torcido aún por malicia ninguna,
cuencia cuanto peores son, puesto instantáneamente con toda la gene-
,

caso que por esta misma razón con rosidad de su pecho, abrazase las
mayor tenacidad los retiene el áni- artes que son honra y decoro de la
mo de los hombres. Guárdense los vida.
992 JUAN LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. TOMO I

Así habla Tácito. Por donde se bía principiarse a los siete años, co-
evidencia con qué método y con qué mo Aristóteles, como Eratóstenes;
trazas aquellos romanos viejos lle- pensaron los otros que a los cuatro
garon a conseguir aquella gloria y o a los cinco, como Crisipo y Quin-
claridad de virtudes que ahora no tiliano. Por lo que a mí toca, yo de-
pueden mirar de hito en hito nues- jo totalmente esta determinación al
tros ojos. Y eso lo dice Tácito de los criterio de los padres, los cuales se
varones. ¿Cuánta pensamos que fué aconsejarán en y porte de
la calidad
la diligencia que se puso en la crian- la siempre que no le
doncelluela,
za de las hembras? Apártense, pues, perjudique la sobrada indulgencia
de los juegos y pasatiempos que que les hace tratar a los hijos con
aquella edad necesita, todo cuanto tan mimosa blandura, y tan exage-
pueda dañar la sana y recta crian- rados temores abrigan para con
za; ninguna obscenidad se cuele en ellos, que los apartan de todo traba-
su espíritu ni se inficione con el jo por miedo de que contraigan al-
amor de la parlería demasiado. An- guna dolencia. Estos tales, mientras
tes bien, ya desde entonces y como piensan aumentar y afirmar su for-
por juego, medite lo que más tarde taleza física, los debilitan y que-
habrá de serle de gran provecho. brantan. Mucho daña a los hijos va-
Edúqueselas en la afición de las rones el regalo de sus padres, que
consejas y castas fabulillas, arrebá- les brinda una licencia sin freno pa-
tenseles de las manos las muñecas, ra un sinnúmero de vicios y los me-
que son como una imagen de idola- te en ellos suavemente; pero daña
tría y que les inculcan y agrandan mucho más a las hembras. La hem-
el natural amor de los afeites y de bra, especialmente, no se siente
los atavíos. Merecerán mejor mi cohibida más que por el miedo. Si
aprobación aquellos trebejuelos fun- este miedo no existe, toda coerción
didos en plomo o en estaño que re- natural queda relajada, y si tiene
producen en miniatura el ajuar do- propensión al mal, en él se precipi-
méstico que abundan tanto en esa ta y no sale buena si ya por su
Bélgica. Es éste para la niña un de- propio carácter y temperamento no
leitoso entretenimiento que, burla fuere tal. como contadas son las
burlando, le enseña los nombres y que pueden hallarse. Aprenderá,
la aplicación que tienen cada uno pues, la muchacha, al mismo tiem-
de esos imprescindibles utensilios. po que las letras, a traer en sus ma-
nos la lana y el lino, dos artes que
aquella famosa edad dorada y aquel
CAPITULO III siglo innocuo enseñaron a la poste-
ridad, convenientísimas a la econo-
DE LOS PRIMEROS EJERCICIOS mía doméstica, conservadoras de la
frugalidad, de la cual conviene so-
En la edad en que la muchacha bre manera que sean las mujeres
pareciere apta para las letras y el curiosas guardadoras. Xo descende-
conocimiento de las cosas, comience ré a otras menuderías porque no pa-
por aprender aquellas que al culti- rezca que ando a la persecución de
vo del alma pertenecen y las que pequeñeces indignas de mi propó-
conciernen al régimen y gobierno sito. Pero a mí no me agrada que la
de la casa. Xo señalo edad concreta mujer ignore aquellas artes en que
alguna. Pensaron los unos que de- se ocupan las manos, aun cuando
I

OBRAS MORALES. DE LA MUJER CRISTIANA. LIBRO I. CAP. III 993

fuera princesa o reina. ¿Qué otra cosa que aconseje tanto el descanso
cosa preferente o mejor hará cuan- como la tensión de un pensamiento
do hubiere dado recaudo a los que- y no quisiéramos cambiarla aun
fijo,
haceres de su casa? ¿Estarse ha- cuando estuviese en nuestra mano.
blando con varones o con otras San Jerónimo quiere que Paula, ma-
mujeres? ¿De qué cosas hablará? trona nobilísima del solar de los Es-
¿Hablará siempre? ¿No se callará cipiones y los Grecos, y que aún
nunca? O tal vez pensará; pero mostraba en su abolorio y genealo-
¿qué cosas pensará? Veloz es el gía a aquel famoso Agamenón, rey
pensamiento de la mujer y tornadi- de reyes, tome la rueca, se ponga el
zo por lo común, y vagaroso y an- cestillo en el regazo, ruede el huso
dariego, y no sé bien adonde le y con sus dedos saque el hilo. Y el
trae su propia lubricada ligereza. mismo santo manda a Demetríades,
La lectura es lo mejor, y yo, antes de alcurnia y de riquezas iguales,
que todo, lo aconsejo; pero aun can- traer la lana entre manos, torcer el
sada de leer, yo no tolero verla ocio- estambre con su dedo; le manda
sa. Ni por ello remedará a aquellas que cosa; le manda que labre. En
mujeres de Persia, zambullidas en todos los tiempos fué el lanificio la
medio de los escuadrones de sus eu- ocupación y el arte de la mujer ho-
nucos, en conciertos y en banquetes nesta. Todas las mujeres romanas,
y en deleites constantes y perpetuos en casándose, traían a casa del ma-
que, por evitar el empalago, troca- rido huso y rueca con su lana co-
ban por otros, y el fin del uno era rrespondiente y la prendían y coro-
el comienzo del siguiente, y con to- naban con ella el dintel de su nueva
do no llegaban a conseguir que ni morada, y ello era un rito observa-
aun esta renovada variedad colma- do con suma religión; y luego se
se de satisfacción y regocijo a su ordenaba a la recién casada sentar-
alma; siempre en cada una de ellas se encima de una piel lanuda por-
quedaba por satisfacer algún deseo que aprendiese lo que había de ha-
y dejaba el cansancio en todas, y cer en casa. Hecho esto, decía a su
aquel su gusto primero ocasionába- marido estas palabras: Donde estu-
les un rápido hastío; entonces re- vieres tú, Cayo, allí estaré yo, Caya.
producían los placeres que condena- Esta Caya Tanaquil fué etrusca, na-
ron, y luego esquivábanse con sumo cida en lugar encumbradísimo, mu-
ahinco de aquellos que juzgaron que jer tan aliñada y económica como
más les habían de gustar, así que no no la hubo jamás, esposa del rey
satisfaciéndoles uno por completo, Tarquino Prisco, que al lanificio
desdeñábanlos a todos. Y con efecto, aplicó su máximo afán y cuidado y
no es éste el verdadero pasto del por ello obtuvo culto como diosa y
alma. Por eso siempre su alma an- a su estatua se le añadió el huso,
daba desalada en pos de variacio- en señal y memoria de su honesti-
nes, como quien recorre una propie- dad y de su industria laboriosa. So-
dad ajena. Mas cuando es honesta líase asimismo, con muchísima fre-
la obra y la conciencia es recta, la cuencia, lanzar a manera de vítor y
actividad más bien restaura que no aclamación el grito: ¡Talasio! ¡Ta-
fatiga, y el cansancio que de ella lasio!, como quien dice: ¡C estica!
resulta es placentero y no sentimos ¡Cestica!, donde
la lana se coloca
el paso de las horas que en tan porque la novia fuese avisada de
sabrosa tarea consumimos, y no hay cuál iba a ser su tarea ulterior. De-

LUIS VIVES. — 32
994 JUAN LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. TOMO I

dicarse a ella era dar demostración sus hermanas a las reinas de Persia.
de mujer hacendosa y recatada. Ha- Los que escribieron las cosas de Es-
biendo los mozos regios, hijos y paña dicen que entre las españolas
deudos de Tarquino, ídose a Roma antiguas se solía proponer en públi-
con toda prisa en ocasión de que co certamen un premio a la que
sobre cena, cual suele acontecer, ha- más hubiese hilado o tejido, el cual
bían promovido plática y porfía se adjudicaba un día determinado
acerca de las mujeres casadas, ha- y hacíase exposición de las obras,
llaron a todas las nueras del rey, en y era gran honra de la mujer haber
compañía de sus honradas dueñas, mostrado en ellas mucha diligencia.
en banquetes y danzas y regocijo; Y aun el día de hoy dura esta com-
mas a Lucrecia, a gran hora de la petencia de la laboriosidad en mu-
noche, sorprendiéronla entre sus chas honradas mujeres y hácese os-
criadas, desveladas, sentada en el tensión de este afán en el trabajo, y
gineceo, laborando lana, y por uná- aun entre las damas del más encum-
nime consentimiento otorgáronle el brado abolengo la ociosidad es infa-
loor y la palma *de la perfecta casa- mante. La reina doña Isabel, esposa
da. Reducido todo el imperio del del rey don Fernando, quiso que sus
pueblo romano y sojuzgado al po- cuatro hijas fuesen diestras en hilar,
der de Augusto, él mismo quiso que coser, bordar; dos de las cuales fue-
su hija y sus nietas avezasen sus ron reinas de Portugal; la tercera
manos al lanificio. Lo mismo hizo el vemos que lo es de España y es ma-
emperador Carlomagno. Terencio, dre del emperador Carlos, y la cuar-
pintor de la vida humana, descri- ta es mujer honestísima de Enri-
biendo qué tai ha de ser la doncella que VIII de Inglaterra. Allende de
pudorosa y parca: Sostiene dice— esto, aprenderá nuestra doncella el
su vida hilando lana y tejiendo. Sa- arte de la cocina, no de la cocina
lomón, en el encomio de la mujer tabernaria, sórdida, de manjares in-
santa, dice de ella que buscó lana y moderados para el consumo de mu-
lino y los labró con la industriosa chos, como hacen los cocineros pú-
destreza de sus manos. No creo yo blicos, ni para el placer refinado, ni
que haga mucho al caso que sea para la gula, sino aquel arte de co-
más lana que lino; lino y lana son cina sobria, limpia, templada y fru-
necesarios para los usos de la vida, gal con que aderece la comida a
y ambos constituyen una muy ho- sus padres y hermanos mientras
nesta ocupación de mujeres. De permanece en su doncellez, y, una
Ana, esposa de Helcana, dícese que vez que estuviere casada, a su ma-
hizo con sus propias manos unas tu- rido y a sus hijos, porque así gran-
niquillas cada año a su hijo Samuel. jeará no poca estima de los unos y
Penélope, la castísima reina de Ita- de los otros, si no lo dejare todo a
ca, tejiendo y destejiendo, engañó manos de mozas, sino que ella mis-
aquellos veinte años eternos que du- ma, con las suyas propias, la sazo-
ró la ausencia de su marido. Las nare y la aliñare, la cual será más
reinas de los macedones y del Epiro agradable a sus padres, a su marido,
tejían y cosían de sus manos las a sus hijos, servida por ella que por
ropas de sus maridos, de sus her- sus criados, y tanto más si estuvie-
manos, de sus hijos, de sus padres; ren enfermos. Nadie haga ascos del
de las cuales Alejandro Magno mos- nombre de cocina, que es una ofici-
tró algunas, hechas por su madre y na imprescindible sin la cual no
OBRAS MORALES. DE LA MUJER CRISTIANA. —LIBRO L — CAP. IV 995

convalecemos, estando enfermos, ni a quien después de sanos tuvieron


vivimos estando sanos. Ni desdeñó en un aprecio infinitamente mayor
la cocina el rey Aquiles, hijo de rey que antes. Y al revés, he visto tam-
y el más aventajado de los héroes, bién mujeres aborrecidas de sus ma-
pues habiendo venido a él Ulises y ridos, y nueras de sus suegros, e hi-
Ayax y Fénix a contratar la amis- jas de sus padres por decir que no
tad entre él y el rey Agamenón, él conocían el arte de guisar. Y yo me
en persona, rodeado del aparejo del he llegado a persuadir que el mo-
convite, entró en la cocina y adere- tivo principal porque en esta Bélgi-
zó los manjares, acogiendo a aque- ca los hombres frecuenten tanto y
llos príncipes óptimos y amigos su- se estén tanto tiempo en tabernas y
yos muy estrechos con un sabroso mesones es el descuido y la pereza
y sobrio convite. Importa también de las mujeres en cocinar los man-
mucho esto a la frugalidad y al jares, que les obliga a tener horror
aseo, pues estando presente la se- de su propia casa y a buscar en otro
ñora o la hija de familia todo se ha- sitio el bienestar que no encuentran
ce con más aliño y limpieza y con en ella.

mayor cuidado y con dispendio me-


nor. ¿Qué es este amor tan extremo- CAPITULO IV
so de las manos o ese asco tan gran-
de de la cocina que ni pueden po- DOCTRINAL DE DONCELLAS
ner los pies en ella ni sostener si-
quiera la vista de aquellos alimen- Veo que la instrucción de la don-
tos que ha de tomar el ser que más cella requiere mucho más cuidado
quieren en el mundo, el padre, el de lo que el vulgo cree. El cuerpo
esposo o el hijo? Sepan los que ta- humano, de suyo ya desde su ori-
les ascos hacen que más se ensucia mal y a él va por su
gen, tiende al
la mano con darla a ajeno varón propio instinto, como declaran las
que con tiznarla de hollín, y que Sagradas Letras. Y a ello le impelen
está más feo que la vean en el baile todavía los malos, que dondequiera
que no en la cocina, y que es cosa le salen al camino, y que son o
más soez y vil manejar con destre- maestros o autores de maldad. A
za los dados o los naipes que no las cualquiera parte te volvieres, malas
viandas, y que menos bien parece palabras y malas obras se te me-
en una mujer honesta catar en la ten por los ojos. Perecemos a manos
mesa el vino escanciado, por varón de nuestro propio carácter, inclina-
ajeno, que componer una tisana y do al mal; perecemos a manos de
ofrecerla al propio. Yo querré que tantos malos ejemplos, de tamaña
mi mujer sea ducha en este arte, conspiración contra el bien, y, por
con el cual obligue a cualquiera encima de todas las demás, nos in-
edad las voluntades de todos los su- flige la más acerba de las heridas la
yos; con el cual, no ya con mayor hostilidad irreducible del demonio.
"

limpieza y aliño, sino con más pe- Y si el bien no tiene valedor ningu-
queña costa, vayan a la mesa las no, ni avisos ni preceptos de sabidu-
viandas. Yo he visto aquí, en Flan- ría y de recto vivir, ¿qué le queda-
des, y en España, y en Francia, rá al hombre mísero que le detenga
muchos haber convalecido de gra- en el despeñadero de la maldad?
ves dolencias por los guisados de Medrados estaríamos si el conoci-
mano de sus esposas, hijas o nueras, miento de lo recto no tuviera defen-
996 JUAN LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. TOMO I

sa posible contra tantos males que todo en todo desconoce? Y si te con-


le acometen, y menos aún si, priva- tenta este parecer, ¿por qué las lle-
dos y desposeídos de buenos conse- vamos a los sermones? ¿Por qué
jos pudiéramos ser salvos. Necia- personalmente las amonestamos?
mente dije que obraban aquellos ¿Por qué las castigamos y las avi-
padres que quieren que sus hijos co- samos de lo que es mejor? Más val-
nozcan el bien y el mal; y no pecan drá, yo creo, relegarlas al campo y
menos otros que no les
aquellos debilitar y oprimir su talento, si al-
consienten conocer ni el bien ni el guno tienen, y trocarlas, de seres
mal. Pluguiera al Cielo que en me- humanos, en bestias: así, a distan-
dio de tantos hombres malos pudié- cia mayor estarán de toda doctrina.
ramos pasar la vida ignorantes de Pregúntase el filósofo Aristóteles
toda maldad. Pero el bien, si no lo por qué los flautistas y juglares, que
enseñares, puede ignorarse; mas el por afán de un jornal andan can-
mal, por más que lo ocultes, no tando por ferias y romerías, a quien
puede disimularse; en dondequiera el vulgo de los griegos llamaba
está y se manifiesta y no se aviene dionisíacos, entregados siempre a los
a mantenerse en su escondrijo. Son placeres, nunca llegaron a hacer
muchos los que recelan de las mu- obra buena, sino que pasaron toda
jeres letradas, como si su malicia su vida en completa rotura de cos-
natural fuese incrementada con el tumbres. Y responde que ello obe-
aditamento de una erudición astu- dece al hecho de que sumidos cons-
ta; como si también por ese hecho tantemente en regalos y en comeres
mismo no debieran ser sospechosos y en beberes, jamás oyeron los pre-
los varones si una erudición artera ceptos de la filosofía que enseñan
se conjuga con un temperamento el bien vivir, y como en su vida no
depravado. Mas la doctrina que yo vieron jamás hacer otra cosa, no
querría que fuese propuesta a todo saben vivir de otra manera de como
el linaje humano es la sobria y la siempre lo han oído, visto y practi-
casta, la que instruye y hace mejo- cado. Nada oyeron, en efecto; nada
res; no aquella otra que arma y vieron, a nada se habituaron sino al
que acucia a las malas pasiones del placer muelle, bestial, entre músicas
alma. ¿Cuáles son. concretándome desgarradas, entre gentes que bai-
ya a la mujer, aquellos preceptos de lan, que besan, que ríen, que comen,
la vida y aquellos dechados de pro- que beben, que vomitan, que se en-
bidad cuyo conocimiento, si es daño- tregan a inmoderados regocijos.
so, no veo cómo no pueda no resul- Echada toda preocupación de cordu-
tar provechosa su ignorancia? Y ra y de costumbres, forzado es que
pues qué: ¿quieres que tu hija se- expresen esto mismo en sus cos-
pa al dedillo el mal y esté ayuna del tumbres y en su vida toda. No es fá-
bien? ¿Sabrá lo que encamina al cri- cil que halles mujer mala si no es
men e ignorará lo que aparta del la necia, la que ignora o no conside-
crimen? ¿Tan inicuo concepto tie- ra qué bien tan grande sea la ho-
nes de la ciencia del bien que ima- nestidad y cuán grande maldad co-
ginas que va a serle nociva, si no mete si la pierde y por cuán torpe
le es nociva la ciencia del mal? y liviana y momentánea ficción de
Cuando hiciere invasión en ella el placer trueca esta riqueza inaprecia-
vicio al cual se avezó, ¿qué defensa ble y a cuán grande escuadrón de
le procurará la honestidad que de males da entrada, echando fuera de
OBRAS MORALES. DE LA MUJER CRISTIANA. LIBRO I. CAP. IV 997

sí la castidad; examina cuán va-


ni ran cohibido en sus expansiones.
na,^ cuán cuán bestial cosa es
loca, Objetará alguno, por ventura, espi-
el placer del cuerpo, por el cual no gando en una que otra mujer de la
se debería mover un dedo de la ma- más remota gentilidad, que Safo,
no, cuanto más arrojar lejos de sí el suma poetisa, no amó a Faón con la
tesoro más avaricioso y bello que castidad suficiente, y que Leoncia,
en la mujer puede hallarse; cuán-, aquella que escribió contra Teofras-
ta vanidad y liviandad sea el proli- to, fué amiga de Metrodoro, y que

jo afeite, la pulidez, el acicalamien- de Sempronia, docta en las lenguas


to, el atavío costoso; y cuánto pe- griega y latina, dice Salustio que no
ligro hay en atraer a sí los ojos y amó su pureza con demasiada inte-
los deseos. La doncella que por su gridad. Pero es que yo, a trueque de
natural virtud, o por efecto de su estas tres mujeres, puedo contar un
buena índole o, simplemente por sus sinnúmero de ellas, a quienes la ins-
letras, hubiere aprendido a poner trucción elevó a las virtudes más
ojo en estas y otras consideraciones ejemplares; mujeres no
ya sola-
semejantes, imbuido y fortalecido mente de las nuestras, sinoaun de
su pecho con estos santos avisos, las naciones bárbaras. Pero antes
nunca doblegará su alma a la admi- que esto haga, diré algo de estas
sión de torpeza ninguna; y si a tres que cité. Autores tengo del ma-
pesar de tantos preceptos de hones- yor renombre que sostienen que Sa-
tidad como la retraían de ella, a aquella Safo de Lesbos, doctísi-
fo,

pesar de tan santos consejos y de ma


en metros líricos, no es la mis-
tantas exhortaciones inclinare su ma
que se perecía por los amores
ánimo a ella, puede colegirse cuán de Faón, sino otra Safo, tan grande
perdida iría si nunca hubiera oído en erudición como en continencia de
palabra alguna de recomendación de vida. Además, Leoncia no fué a Me-
la honestidad. Y si nos holgara echar trodoro ya culta, sino que fué en su
a andar de nuevo por las pisadas casa donde se instruyó, si bien esta
de las edades antiguas, apenas ha- cultura no era la que conviene para
llaremos mujer docta que haya sido cimentar la moral, pues era funda-
impura. Y al revés: la mayor parte mentalmente epicúrea, que todo lo
de los vicios de las mujeres de este gradúa por el placer; y de ahí le vi-
siglo nuestro y de los siglos anterio- no su ojeriza contra Teofrasto, acé-
res, que es doloroso reconocer que rrimo enemigo del placer. La cultu-
son más entre cristianas que no en ra de Sempronia no fué aquella cul-
la gentilidad y barbarie, hijos son tura que nosotros de buena gana
de la ignorancia, porque jamás le- concedemos a la mujer buena, de
yeron ni oyeron aquellos egregios doctrina moral que eitseña a bien
loores y avisos de los Santos Padres conducir la vida. No había en ella
acerca de la castidad, del aparta- más que un cierto cuidado en el
miento, del silencio, de los adornos aliño y primor del lenguaje, en el
y arrequives de la mujer. Si de ellos cual no apruebo que se ponga un
hubieren tenido noticia o barrun- trabajo excesivo. La misma respues-
tos, no fuera posible que el desmán ta puede darse por lo que atañe a
llegase a tanto extremo e insolencia Safo. Ahora que si sacamos al cam-
como vemos. Sus razones y su au- po nuestras escuadras saldrá Corne-
toridad hubieran ahogado los vicios lia, madre de los Gracos, la cual,
en su propio manantial o los hubie- siendo dechado de honestidad, ense-
I
998 JUAN LUIS VIVES.
.
OBR AS COMPLETAS. TOMO I

ñó a sus hijos por sí misma; sal- dre en el arte de bien decir, que,
drán las Lelias, las Mucias; saldrá mujer venerable y honestísima, por
Porcia, la de Bruto, que bebió copio- constitución de la República hizo un
samente en el raudal de la sabidu- discurso ante los triunviros en de-
ría de su padre Catón; saldrá Cleo- fensa del sexo femenino; oración
bulina, hija de Cleóbulo, uno de los que leyó la edad siguiente no sola-
Siete Sabios, que vivió tan entrega- mente con admiración y loa de su
da a las letras y a la sabiduría que, facundia femenil, sino como decha-
desdeñando todo deleite carnal, se do a imitar, como los propios dis-
mantuvo virgen. Siguió su ejemplo cursos que nos dejaron escritos Ci-
la hija de Pitágoras, que después de cerón y Demóstenes. Corina de Ta-
la muerte de su padre resucitó su nagra, doncella prudentísima, en la
doctrina y rigió su escuela y tuvo a flor de su mocedad, venció cinco
su cargo todo un coro de doncellas. veces en certamen poético al propio
De esta misma secta y doctrina fué poeta Píndaro. De Erina de Teos,
Teano, nacida en Metoponto, que contemporánea de Platón, que su-
tuvo aliento profético y resplande- cumbió al hado antes de' los veinte
ció de singular castidad. San Jeró- años, es fama que en la majestad de
nimo dice que fueron diez las Si- la epopeya se igualó con Homero,
bilas, y todas ellas vírgenes. Lee nos siendo así que Homero es a Apolo
que fueron vírgenes asimismo Ca- equiparado. Edesia, de Alejandría,
sandra y Criseida, sacerdotisas de parienta del filósofo Siriano, fué te-
Apolo y de Juno. Esta prerrogativa nida por un milagro de su tiempo
fué, por lo general, común a todas en saber y pureza de costumbres.
las mujeres proféticas. Pitia, la que Eunomia, virgen cristiana, como se
daba las respuestas en la isla de Dé- lee en San Jerónimo, hija de Nacia-
los a quienes iban a consultar el rio el Retórico, es igualada a su pa-
oráculo, no fué sino virgen. Y vir- dre en elocuencia. Paulina, mujer
gen fué Fenionoe, la cual se dice de Séneca, formada en la doctrina
que inventó el metro heroico. Vale- de su marido, emuló asimismo sus
rio Marcial da a entender que Sul- costumbres. El mismo Séneca se
picia, esposa de Caleño, consignó duele que su madre, Helva, por una
por escrito los preceptos de la vida rigidez excesiva de su marido, fuese
conyugal de que previamente ella imbuida ligeramente en los precep-
había dado ejemplo en su vida: tos de la sabiduría y no formada en

Lean dice a Sulpicia todas las ellos sólidamente. Pola Argentaría,
doncellas que desean agradar a sólo esposa de Lucano, que, muerto su
su marido; lean a Sulpicia todos los marido, enmendó la obra de la Far-
maridos que desean agradar no más salia, dícese que ayudó a su marido
que a su esposa. Amores castos y al componerla y colaboró con él.
píos enseña ella ; burlas y gracias, Fué mujer esclarecida en linaje, ri-
y delicadezas, y a cuyos versos, quezas, hermosura, talento y hones-
quien les diere su valor justo, dirá tidad. De ella, la musa Calíope, en
que no fué más santa ninguna otra Estacio, habla a Lucano en estos
mujer casada. Consta que en aquella términos:
edad no hubo marido más feliz que Xo sólo te daré las glorias de los
Caleño con Sulpicia, su mujer. Hor- versos, diño que con las teas nupcia-
tensia, hija del orador Hortensio, les te entregaré una esposa culta,
en tanto grado se igualó con su pa- en quien se refleje la hermosa lum-
OBRAS MORALES. DE LA MUJER CRISTIANA. LIBRO I. CAP. IV 999

bre de tu genio, cual te la diera Ju- dosia, del emperador Teodo-


mujer
no benigna o la halagüeña Venus, sio, segundo, dicen los cronistas
el
ornada de hermosura, de pureza, de que no fué menos esclarecida por el
blandura, de riquezas, de linaje, de saber y bondad que por el Imperio.
donaire, de decoro. A ella se le atribuye el Homerocen-
Cinco hijas tuvo Diodoro el Dia- tón, que anda en todas las manos. Y
léctico, señaladas en letras y casti- en las manos de todos andan asimis-
dad, cuya puntual historia compuso mo las epístolas y libros de erudi-
Filón, maestro de Carnéades. Zeno- ción de Hildegarda, virgen germáni-
bia, reina de los palmirenos, supo a ca. La edad nuestra vió aquellas
la perfección letras griegas y lati- cuatro hijas de la reina Isabel, que
nas, y escribió una historia, cuya in- arriba nombré, tener muy buenas
creíble continencia, así de ella como letras. De todas partes me cuentan
de algunas otras mujeres, tocaremos en esta tierra, no sin grandes loores
en el libro siguiente. ¿Por qué ha- y admiración, que la reina doña
blar de las cristianas? ¿Hablaré, Juana, mujer del rey don Felipe y
por ventura, de Tecla, discípula de madre de ese nuestro emperador y
San Pablo, discípula digna de tan rey don Carlos, haber improvisado
gran maestro? ¿O de Bárbara, ense- la respuesta en latín a los que por
ñada por Orígenes Adamancio? ¿O las ciudades y pueblos adonde iba
de Catalina de Alejandría, hija de en latín le hablaban, según es cos-
Costo, que venció disputando a los tumbre hacer a los nuevos prínci-
filósofos más grandes y más ejer- pes. Esto mismo predican los ingle-
citados? De ella tomó su nombre Ca- ses de su reina doña Catalina de Es-
talina de Siena, virgen doctísima, paña, hermana de la reina susodi-
que nos dejó insignes monumentos cha. Y esto mismo predican todos
de su ingenio, en los cuales resplan- a coro de las otras dos hermanas
dece como perla oriental la limpie- que en Portugal sucumbieron a un
za de su alma santísima. No envi- hado precoz. No hay recuerdo en
diamos nosotros a la gentilidad sus memoria de hombres de que aventa-
profetisas, puesto que tenemos en jasen a estas cuatro hermanas mu-
una misma casa cuatro doncellas jeres ningunas en pudor sincero, en
poetisas, hijas de Felipe. En los días pureza e integridad de buen nom-
de San Jerónimo, todas las santas bre, y jamás han existido reinas
mujeres fueron muy sabias. Ojalá pu- que atesorasen mayor favor y ma-
dieran medirse con ellas en erudi- yor afecto de sus pueblos, ni ningu-
ción algunos viejos teólogos de estos nas que fuesen más amantes de sus
tiempos. Escribe San Jerónimo a esposos, ni ningunas que les presta-
Paula, a Leta, a Eustoquio, a Fa- sen más rendidos obsequios de obe-
biola, a Marcela, a Furia, a Deme- diencia; ningunas que con esmero
tríades, a Salvina, a Heroncio. A mayor conservasen su propia repu-
otras mujeres escribe San Ambro- tación y la de los suyos sin lejos de
sio; a otras, San Agustín; a otras, sombra ni mancilla a ningunas des-
;

San Fulgencio, admirables todas por plació tanto la fealdad o la ligereza,


su ingenio, por sus letras, por su vi- y, en fin, ningunas hubo que re-
da. Valeria Proba, que no tuvo más uniesen con exactitud mayor todas
amor que el de su marido, compuso cuantas cualidades convienen a la
los Virgiliocentones en loor y gloria mujer honesta. En mi Valencia yo
dé Nuestro Señor Jesucristo. De Eu- veo cómo va creciendo en discre-
1000 JUAN LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. TO.MO I

ción y años doña Mencía de Mendo- manchas el aseo, sino que también
za, hija del marqués de Zenete, que i se despegará de las bagatelas y pasa-
si no me engaña la esperanza, será tiempos livianos, a los cuales se
j

loada en su día. Si las reinas, por |


arriman los frivolos ánimos de las
ser reinas, sufriesen que después de doncellas, como son los bailes, los
ellas se hiciese mención de otras cantarcicos y otros juegos de esta
mujeres particulares, a este número calidad, peligrosos e insulsos. Jamás
añadiera yo a doña Angela Merca- — dice Plutarco se deleitará de bai-
der Zapata, conciudadana mía, de lar la mujer inclinada a las letras.
una increíble rapidez y destreza de Pero ¿cuáles son esas letras, me
ingenio para todo género de letras preguntará alguno, en qué habrá de
y, a la vez, de una singular honesti- formarse la mujer y en cuyo influjo
dad y buen sentido. Y luego haría se habrá de empapar? Ya toqué ese
mención de las tres hijas de Tomás punto al principio de esta disputa-
Moro: Margarita, Isabel, Cecilia, y ción sus estudios deberán ser
: n *

de su parienta Margarita Gigia, aquellas letras que forman las cos-


quienes, no contentándose su padre tumbres a la virtud; los estudios de
con que fuesen honestísimas, procu- la sabiduría que enseñan la mejor
ró juntamente que fuesen doctísi- y más santa manera de vivir. Del
mas, porque pensó que de esta ma- bien hablar no tengo ningún cuida-
nera serían castas con mayor ver- do; no lo necesita la mujer; lo que
dad y firmeza. Y en este punto no la mujer necesita es probidad y cor-
se engañaba aquel varón sapientísi- dura; ni parece mal en la mujer el
mo ni los que están en lo mismo silencio; lo que es feo y abominable
que él, pues el estudio de las letras es no ser cuerda y vivir mal. Pero,
tiene esta condición: primeramente, desde luego, yo no reprobaré en es-
ocupa el alma toda del hombre, y te sexo la elocuencia que Quintilia-
luego eleva el entendimiento a la no y San Jerónimo, que siguió sus
contemplación de la soberana her- pasos, demuestran que fué alabada
mosura tan eficazmente, que aparta en Cornelia, madre de los Gracos,
del espíritu todo pensamiento de y en Hortensia, hija de Hortensio, y
torpezas; y si por si acaso se des- en Eunomia, hija de Xazario. Si es
lizare en él algún pensamiento de posible hallar alguna mujer que sea,
este linaje, o instantáneamente lo a la vez, buena y docta y que ense-
rechaza la conciencia, bien pertre- ñe, a ésa yo la preferiré pero si;

chada con los preceptos y consejos ello no es posible, escojamos a un


de bien vivir, o no presta oídos a varón o de mucha edad o de virtud
una cosa de tanta abyección y su- muy probada; que no sea soltero,
ciedad, puesto que tiene ella misma sino que tenga mujer, y no fea, y
otros deleites purísimos sólidos y so- a quien ame; así sentirá menos afi-
bre manera decorosos que le tienen ción por las ajenas. No debí omitir
enhechizada la voluntad. Por eso es estas particularidades, puesto caso
que yo pienso que a Palas, diosa que en la educación de la mujer el
de los ingenios y de las artes, y a pudor reclama para sí el principal,
todas las musas, las imaginó vírge- y estoy por decir el único cuidado.
nes la antigüedad. Y no del deleite Cuando se le enseñare de leer, tome
sólo huirá con horror el pecho con- en sus manos aquellos libros que po-
sagrado a la sabiduría, como la nie- nen compostura en las costumbres,
ve huye del carbón y huye de las y cuando se >e mostrare a escribir,
OBRAS MORALES. DE LA MUJER CRISTIANA. LIBRO I. CAP. V 1001

no le den versos ociosos, propuestos teo:Aprenda callando la mujer con


a la meditación, ni cancioncillas li- toda sujeción; enseñar ella yo no lo
geras o vanas, sino algún dicho permito, ni que tenga autoridad so-
grave o alguna pequeña sentencia bre el varón, sino que esté en silen-
sabia y santa, tomada de las Sagra- cio. Adán fué formado primero des-
;

das Letras o de los escritos de los pués, Eva; y no fué Adán el sedu-
filósofos, la cual, escrita muchas ve- cido: fué la mujer la seducida y
ces, se ahinque con más apego en la traspasó el mandamiento de Dios.
memoria. Así que, puesto que la mujer es un
El tiempo que ha de estudiar yo ser flaco y no es seguro su juicio,
no lo determino ni en el varón ni y muy expuesto al engaño (según
en la hembra, con la salvedad de mostró Eva, madre de los hombres,
que es más razonable que el varón que por muy poco se dejó embobe-
se pertreche con mayores y más va- cer del demonio), no conviene que
riados conocimientos, que luego ha- ella enseñe, no sea que una vez que
brán de ser de harto provecho a sí se hubiere a sí misma persuadido
y a la República, utilizándolos en de una opinión falsa, con su autori-
su propio bien y difundiendo y pro-
dad de maestra influya en sus oyen-
pagando esta su erudición en mu- tes y arrastre fácilmente a los otros
a su propio error, puesto que los
chos otros. Yo quiero que la mujer
discípulos de grado van .en pos de
se limite exclusivamente a aquella
quien les enseña. No se me escapa
parte de la filosofía que se concretó
que algunas mujeres, como aconte-
a la formación y al mejoramiento de
ce también con los varones, están
las costumbres. Y esto apréndalo pa-
ra sí sola o, a lo más, para los hijos
mal dotadas para aprender las le-
pequeños todavía o para sus herma- tras. No hay que abandonar el cui-
nas en el Señor. Pues no parece
dado de estas mujeres. Les has de
decir de palabra lo que no puedes
bien que la mujer regente escuelas,
por escrito y aprendan de otras mu-
ni alterne con varones, ni hable en
jeres doctas, sus iguales, ora en el
público, y mientras enseña a los
acto de leer, ora al dar referencia
otros vaya, total o parcialmente,
de lo que hubieren leído.
ajando la verdura de su pudor, aca-
bando por sacudírsela del todo. Si
es ella buena, le está mejor quedar-
se sentada en casa y de los otros CAPITULO V
desconocida. En las reuniones esté
con los ojos bajos, vergonzosa y ca- QUÉ AUTORES DEBEN LEERSE Y QUÉ
llada, de forma que la vean, sí, al- AUTORES NO
gunos, pero no la oiga nadie. El
apóstol San Pablo, vaso de elección, San Jerónimo, escribiendo a Leta
formando con preceptos santos la sobre la crianza de su hija Paula,
Iglesia de los corintios: Callen —
di- le da este precepto: Nada aprenda
ce en la iglesia vuestras mujeres, a oír, nada aprenda a hablar, sino
pues no les está consentido hablar, lo que conduce al temor de Dios.
sino estar sujetas, conforme al man- Está fuera de toda contradicción
damiento de la ley divina. Si alguna que lo mismo diría si debiera dar
cosa quisieren aprender, pregúnten- consejo acerca de las lecturas. Pre-
lo en su casa a sus propios maridos. valeció la costumbre, peor que cual-
Y escribe así a su discípulo Timo- quiera otra gentílica, de que no lean
1002 JUAN LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. TOMO I

más que libros en romance que en puesto que no las blanda en las ma-
romance son compuestos, así los va- nos, las acoja en su pecho y en su
rones ociosos como las mujeres alma, que es cosa infinitamente
desocupadas; libros que no tratan peor? Además, ¿qué haces leyendo
de otro sujeto que de armas y de amores ajenos? Poquito a poco, in-
amores. De estos libros pienso que sensiblemente, vas bebiendo ponzo-
no hay más que decir, si hablo en- ñas sutiles y venenosos alicientes, y
tre cristianos. ¿Cómo encareceré de- aun a veces, a sabiendas y delibe-
bidamente cuán gran perdición ello radamente. Y no faltan algunas, a
sea, puesto que es ponerle al fuego quienes ya no les queda seso por
pajas y leña seca? Pero estos libros perder, que se entregan a esa suer-
se escriben para los ociosos. Como te de lecturas para cebarse a sí
si el ocio no fuera ya por sí mismo mismas placenteramente con aque-
suficiente cebo de todos los vicios llos pensamientos y razonamientos
y fuera menester añadirle astillas amorosos. A esas tales no solamen-
con que este fuego poderosamente te les valiera más no haber apren-
se apodere del hombre todo y le en- dido letras nunca, sino haber perdi-
vuelva todo en sus llamas. ¿Qué do los ojos por no leerlas y los oí-
tienen que ver las doncellas con dos por no oírlas. ¡Cuánto mejor
los lances de la guerra, si ya es no les sería, sordas y ciegas, como
mancilla nombrar la guerra en su dice el Señor en el Evangelio, en-
presencia? Oigo decir que en deter- trar en la vida eterna, que, con
minados lugares es costumbre que ambos ojos y con ambas orejas, ser
las doncellas nobles vayan a con- condenadas al fuego eterno! Una
templar con suma avidez justas y mujer así no sólo entre los cristia-
torneos, y que ellas son las que dis- nos es torpe, sino que aun entre
ciernen quién es más valeroso y gentiles fuera sucia y abominable.
esforzado. Y que, a su vez, los jus- Por donde no me acabo de maravi-
tadores tienen más temor y más llar de los predicadores y pregone-
aprecio del veredicto de ellas que ros de la palabra de Dios cuando
de los varones. Xo es fácil que sea en cada uno de sus sermones se
recatado el ánimo que ocupó sus encarnizan, con acento y gesto trá-
pensamientos en lanzas y músculos gicos, contra insignificantes peque-
y reciedumbre varonil. ¿Qué lugar ñeces. Xo me acabo de maravillar
seguro puede tener entre las armas cómo no increpan a los padres
la medrosa e inerme castidad? La cuerdos que permiten tal cosa a
mujer que en ellas piensa empapa sus hijas, a los maridos que las de-
poco a poco su pecho de ponzoña, jan hacer, y cómo todos se callan
de la cual son indicio clarísimo mientras que las mujeres con tales
esta afición y estas palabras. Mortal lecturas se van avezando a la mal-
es esta infección, y no sólo he de dad. Deberían las leyes humanas y
denunciarla, sino destruirla y ente- los funcionarios del Estado no sólo
rrarla porque no ofenda a otras mirar en los pleitos y causas par-
con su olor o las manche con su ticulares, sino también en las cos-
contagio. Y no siendo lícito que un tumbres públicas y privadas. Así
cristiano empuñe armas sino en que convendría que una prohibi-
una angustiosa e inevitable necesi- ción legal arrancase de boca del
dad, ¿será lícito que una mujer vulgo los cantares libidinosos y su-
contemple juegos de armas, y que, cios. ¿Es que en la ciudad no puede
OBRAS MORALES. DE LA MUJER CRISTIANA. LIBRO I. CAP. V 1003

cantarse cosa que no sea fea y que heridas y ya dejado por muerto, el
ningún hombre honrado pueda oír día siguiente se incorpora de súbito
sin que se ruborice y ningún hom- y, restituido a su salud y a sus
bre cuerdo sin que se indigne? Se fuerzas, en combate singular derri-
ha llegado a tal extremo, que pare- ba a dos gigantes, y del peligroso
ce que los que componen tales can- trance sale cargado de oro, de pla-
cioncillas no tienen más afán que ta, de sedas y de joyas que apenas
corromper las costumbres públicas las llevaría un galeón. ¿Qué locura
de la juventud no de otra suerte no es tomar placer con estas nece-
que los que emponzoñan las fuentes dades? Allende de esto, su argu-
públicas. ¿Qué uso es éste, que ya mento es nulo, fuera de algunas pa-
no se tiene en aprecio ninguna can- labras sacadas de los más abstrusos
ción que esté limpia de torpeza? escondrijos del sagrario de Venus,
Todo esto estaría bien que cuidasen que guardan para decirlas a tiem-
las leyes y los alguaciles. También pos, para impresionar y debelar el
debieran preocuparse de los libros pecho de la dama a quien sirven,
pestíferos, como son, en España, si por ventura resiste con cierta
Amadís f
Esplandián, Florisandro, constancia. Si para esto se leen ta-
Tirante, Tristán, cuyas insulseces les engendros, mejor fuera escribir
no tienen fin y diariamente salen libros de alcahuetería, con perdón
de nuevas; Celestina, alcahueta, de los oídos piadosos, porque en
madre de maldades, y Cárcel de otros asuntos, ¿qué agudezas pue-
amor. En Francia, Lanzarote del den proceder de un escritor ayuno
Lago, París y Viana, Ponto y Sido- de toda arte buena? Yo no he oído
nia, Pedro de Provenza y Magalona nunca afirmar a nadie que le con-
y Melusina, por fin, hada inexora- tentasen tales libros, sino a quien
ble. Y en esta Flandes, Florio y jamás hubiese tocado libro bueno.
Blancaflor, Leonela y Canamoro, Yo mismo los he leído alguna vez;
Curial y Floreta, Píramo y Tisbe. ahora que nunca hallé en ellos ras-
Otras hay romanzadas del latín, tro ninguno de buen sentido ni de
como las infacetísimas Facecias del buen ingenio. Pues a los que los
Poggio, Eurialo y Lucrecia, el De- alaban (yo conozco algunos) enton-
camerón, de Boccaccio, libros todos ces los creeré cuando los loaren
ellos compuestos por escritores después de haber gustado a Séneca,
ociosos, desocupados, sin humani- o a Cicerón, o a San Jerónimo, o
dades, dados a los vicios y a las be- las Sagradas Escrituras, y cuyas
llaquerías, en los cuales maravílla- costumbres, a su vez, no sean estra-
me que se halle cosa de deleite si gadas completamente. Porque las
las maldades no nos contentasen más de las veces la causa de alabar
tanto. Doctrina no hay que esperar- tales libros es que en ellos contem-
la de unos hombres que jamás la plan como en un espejo sus propias
vieron de sus ojos. Y ya que se pu- costumbres y huélganse de que les
sieron a contar, ¿qué placer puede sean aprobadas. FinalmeiTte, aun
hallarse en la narración de unas cuando fuesen cosas agudísimas,
aventuras que tan neciamente fin- aun cuando fuesen cosas placente-
gen y donde mienten tan descara- ras, con todo, yo no quisiera este
damente? El uno mató él solo vein- placer endulzado de veneno ni que
te hombres; el otro mató treinta; mi mujer fuese por ellas hostigada
el otro, traspasado con seiscientas a mal obrar.
1004 JUAN LUIS VIVES.-
.
OBRAS COMPLETAS.
.
TOMO I

Por cierto que es de reír la lo- de aquel siglo o de aquel príncipe.


cura de los maridos que permiten Vivimos en una ciudad cristiana.
a sus mujeres que con la lectura de Y en ella, ¿quién hoy en día iba a
tales libros sean malas con mayor enojarse ni siquiera ligeramente
astucia. ¿Y qué decir de los escri- contra un autor de versos semejan-
tores ineptos e ignorantes, cuando tes? ¿Quién no le profesara amis-
Ovidio prohibe a quien huye de las tad? ¿Quién no le diera favor? Ex-
costumbres viciadas tener tratos pulsa Platón de la República de
con los más discretos y doctos poe- hombres buenos que él soñó a los
tas eróticos griegos y latinos? ¿Qué poetas Homero y Hesíodo. Y éstos,
puede decirse de más jocundo, de ¿qué deshonestidad tienen en com-
más dulce, de más suave, de más paración con el Arte de amar, de
agudo, de más aliñado y pulido en Ovidio, que por nosotros es leída,
todo género de elocución, que lo frecuentada, trillada y aprendida de
dicho por los poetas Calimaco, File- coro?
tas, Anacreonte, Safo, Tíbulo, Pro- Maestros hallarás que la leen a
percio, Cornelio Galo, de cuyo inge- sus discípulos; otros, que la glo-
nio y de cuya inspiración se admiró san, ilustrando el nefasto camino
toda Grecia, toda Italia, la redon- del mal. Augusto, que desterró a
dez toda del orbe? Y, con todo, Ovi- Ovidio, ¿hubiera retenido en la ciu-
dio manda a todo hombre que los dad a esos exegetas de Ovidio? A
eche de sí con palabras, en el li- menos que creamos ser cosa peor
bro II Del remedio del amor: escribir torpezas que explanarlas
Dirélo de mala gana: no toques a y depositar en los corazones vír-
los poetas amorosos. Impío conmigo genes de la juventud tales semi-
mismo, ataco mi propia hacienda: llas de deshonestidad. Al destierro
huye de Calimaco, que no es ene- va quien falsifica pesos, quien co-
migo del amor, y con Calimaco, tú, rrompe medidas; es quemado vi-
poeta de Coos, eres nocivo también. vo quien adulteró la moneda, quien
Cierto que Safo me hizo a mí más falseó un testamento. En cosas mí-
tierno para con mi amiga; ni la mu- nimas, ¡cuánto alboroto! Y, en
sa anacreóntica sugirió asperezas. cambio, el corruptor de la juventud
¿Quién pudo leer impunemente los es acatado en la ciudad y proclama-
poemas de Tíbulo, o los tuyos, Pro- do maestro de sabiduría. La mujer
percio, cuya pasión única fué Cin- ha de arrojar de sí todos estos li-
tia? ¿Quién pudo, sKno mal ferido de bros con la misma enérgica repul-
punta de amores, salir de la lectura sión que si fuesen víboras o escor-
de Galo? piones. Y si alguna hubiere a quien
Y a la postre, manda también de tal manera traiga entontecida la
que a él mismo se le evite. lección de estos libros que no los
Y mis versos también tienen no quiera soltar de las manos, no sólo
sé qué que les da parecido con el se le han de quitar bruscamente y
de todos éstos. a viva fuerza, sino que si con de-
Sí que tienen ciertamente este sabrimiento y mala gana hojea los
son los versos ovidianos, y por esta libros mejores con que los libros
causa fué enviado por un buen vanos fueron sustituidos, miren sus
príncipe a un destierro merecidísi- padres o miren sus amigos que no
mo entre los getas. En este caso, leyendo ni los unos ni los otros se
harto se hace admirar la severidad vaya desavezando de las letras, y
OBRAS MORALES. DE LA MUJER CRISTIANA. LIBRO I. CAP. V 1005

si ello es hacedero, las desaprenda A mano tendrá a Prudencio, Ara-


radicalmente, pues mejor es carecer tor, Próspero, Juveneo, Paulino, que
de una cosa buena que hacer de no ceden en mucho a los anti-
ella mal uso. La mujer honesta ni guos. Hallará, sin duda, en estos
tomará jamás en sus manos tales autores cosas dignas de ser leídas,
libros ni manchará sus labios con verdades sutiles y altas y llenas,
canciones sucias, y en cuanto esté causadoras de mayor y más seguro
en su mano trabajará por conseguir placer, caricioso cebo del alma. To-
que sean semejantes a ella,
las otras das estas cosas, a la vez que son
empeñando en esta empresa su provechosas a la vida, empapan el
ejemplo personal y sus buenas ad- alma y la mente en el deleite más
vertencias, añadiendo, si para ello exquisito. Así que en los días festi-
tuviere autoridad, mandatos expre- vos, asiduamente, y en los días de
sos e imperativos. hacienda, de tanto en tanto, hanse
Acaso pregunte alguno cuáles li- de leer o de oír aquellas verdades
bros deben ser leídos. Por lo que que elevan el alma a Dios, que po-
hace a unos cuantos, son conocidos nen sosiego en el pecho cristiano,
de todos, a saber: los Evangelios, que comunican mejoría a las cos-
los Hechos de los Apóstoles, así tumbres. Lo mejor será, antes que
como sus Epístolas; los libros his- salgas para el oficio divino, leer en
tóricos y morales del Testamento tu casa el Evangelio y la Epístola
Viejo, San Cipriano, San Jerónimo, de aquel día, con una ligera exposi-
San Agustín, San Ambrosio, San ción del texto sagrado, si la tuvie-
Juan Crisóstomo, San Hilario, San res.
Gregorio, Boecio, San Fulgencio, De vuelta en tu casa y reinte-
Tertuliano, Platón, Cicerón, Séneca grada al cuidado de la cosa fami-
y otros semejantes. Sobre algunos liar, con ánimo apacible y tranqui-
autores, tendrán que ser consulta- lo, tómate un rato de solaz en las
dos varones doctos y sensatos. La lecturas que te recomendamos más
mujer no seguirá a ciegas su pro- arriba, si supieres leer, y si no,
pio juicio; ni con un tinte ligero óyelas. Haz de esto mismo en los
de cultura admitirá lo falso por días feriados, sobre todo si no te lo
verdadero, lo pernicioso por lo salu- impiden otras obligaciones domésti-
dable, lo insulso y lo necio por lo cas y, especialmente, si tuvieres li-
grave y aprobado, y si deseare sa- bros a mano, y mayormente si en-
ber más, será para vivir más recta- tre fiesta y fiesta media un interva-
mente. En el juzgar será meticulo- lo mayor del acostumbrado. Sobre
sa. En las dudas, no será tajante todo, guárdate de creer que la Igle-
ni resolutiva: antes mantendrá sia tiene ordenadas las fiestas para
aquel sentir, que verá aprobado por jugar y bailar o para mantener con-
la autoridad de la Iglesia o por versaciones ociosas con tus vecinas
aquiescencia de los mejores. Y re- o iguales, sino para que en tales
cordará siempre que no fué sin mo- días, más intensamente y con áni-
tivo que San Pablo prohibió a las mo más reposado, pienses en Dios,
mujeres el ministerio de enseñar y medites la suma brevedad de esta
de hablar. Y no carecerá de poetas nuestra vida y la eternidad de la
la mujer a quien contentaren los vida celestial.
metros.
1006 JUAN LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. TOMO I

CAPITULO VI no conserva su sabor nativo? Acaso,


acaso será virgen para los hombres,
DE LA VIRGINIDAD que con sus ojos de carne no ven
más que la carne; pero no lo será
Virtud tan grande es la virgini- para Dios, que con el espíritu ve el
dad y tan admirable, que de ella no espíritu. ¿Y qué si ni aun para los
pueden ni deben ser escasos los hombres es virgen? Aquel profano
loores. Con todo, nosotros seremos declamador anónimo dictamina que
fieles a la brevedad que nos propu- sin estupro no es virgen la que de-
simos, puesto caso que no olvidare- sea el estupro. Si una mujer admite
mos que somos preceptores de ella, en su persona el contagio del varón,
no pregoneros. Llamo virginidad a pierde a una el loor y el nombre
la integridad de la mente que se ex- de la virginidad. La que prostitu-
tiende hasta el cuerpo; entereza to- yóse a los demonios, ¿cómo podrá
tal, exenta de toda corrupción y llamarse virgen de Cristo? ¿Qué re-
contagio. No hay género de vida lación hay entre Cristo y Eelial?
más semejante a la vida que se lle- ¿Qué relación entre un Dios purísi-
va en el cielo que esta vida de la mo y un alma impura? Xo sin razón
virginidad. Allí, abrogada toda ley las Sagradas Letras llaman a la for-
de la carne, seremos como los án- nicación apartamiento de Dios, por-
geles de Dios, sin estímulo carnal que nuestra alma prostituye y en-
alguno; allí ya no habrá bodas ni trega al adulterio la castidad, que
de varones ni de mujeres. ¿Qué co- sólo a Dios es debida.Muy bien dice
sa hay en toda la creación más pu- San Fulgencio: Esfuérzase el dia-
ra que las mentes angélicas, más blo por arrancar la virginidad de
libre de la tiranía del sexo y del vi- la carne con el concurso del hom-
cio carnal y de la servidumbre del bre; mas la iñrginidad del corazón
cuerpo? ¿Qué otra cosa alcanza una afánase por quitarla por sí mismo.
expresión mayor de todo esto que Por hay que aplicar más po-
ello
decimos que la virginidad? Por lo derosos donde aprieta un
auxilios
demás, la parte más principal de peligro mayor. Con toda diligencia
esta purísima entereza radica casi ha de ser fortificada el alma por-
totalmente en el alma, manantial de que no quede violada en el cuerpo
todas las virtudes. Pues nuestro virginal, porque allí queden todas
cuerpo terreno y sucio no es más las riquezas, porque allí se manten-
que un esclavo de nuestra voluntad ga firme e inexpugnable toda la
y no le mira Dios ni cura de él por- hermosura de la integridad. La Hi-
que le es ajenísimo, sino que mira ja del Rey, en el salmo 44, aunque
sólo al alma, que, por su naturale- ataviada con franjas de oro y vesti-
za, le es igual y en cierta manera da de variedades, vuelve toda su
tiene deudo con El. Así que los que, gloria a sus adentros. Esta es la
con el alma contaminada, conser- Iglesia universal, de la cual dice
van el cuerpo intacto, se arrogan San Agustín que está desposada con
neciamente o el título o la gloria de un solo varón, Cristo, como San
la virginidad. Por ello es que el Se- Pablo escribe a los corintios. ¡De
ñor llama fatuas a las vírgenes que cuánto honor, pues, no son dignos
no de otra manera son vírgenes que los miembros de aquélla que, aun
si estuvieran muertas o pintadas. en su misma carne, guarda este te-
¿Qué es lo fatuo sino aquello que soro, y lo guarda con absoluta fide-
OBRAS MORALES. DE LA MUJER CRISTIANA. LIBRO I. — CAP. VI 1007

lidad, y que imita a la madre de verencia, de tal manera que no in-


su Esposo y de su Señor, pues tam- justamente fantasearon los poetas,
bién la Iglesia es madre y es vir- a saber: que la Majestad descendi-
gen. da a la tierra asiste a las vírgenes
Así se expresa San Agustín. Y no de otra guisa que a los reyes y
San Fulgencio escribe que, mereci- a los magistrados. Y entre los mis-
damente, el nombre de virgen viene mos dioses de los gentiles, por otra
de virtud. Esposo es de las vírge- parte sucísimos, quieren que Cibe-
nes el Hijo Unigénito de Dios. Hijo les, a quien ellos llaman madre de
también Unigénito de la Virgen, y los dioses, hubiese sido también vir-
fué fruto, gala y premio de la san- gen. Diana fué tan cariñosamente
ta virginidad, y corporalmente le querida de los dioses porque se vo-
parió la santa virginidad, y la san- tó a perpetua virginidad. Tres cua-
ta virginidad espiritualmente se lidades eximias elevaban tanto a
desposa con El, por quien la santa Minerva a los ojos de los hombres:
virginidad es fecunda, a fin de que la virginidad, la fortaleza, la sabidu-
persevere intacta; por quien es con- ría, y fingíase haber nacido del ce-
cebida, a fin de que permanezca rebro de Júpiter, que ellos juzgaban
hermosa; por quien es coronada, a ser el máximo y principal y padre
fin de que reine eternamente glorio- de los dioses y de los hombres, de
sa. Tanto es lo que dice San Ful- donde nada podía nacer que no fue-
gencio. ¡Oh feliz condición de vida, se puro, casto, sabio, grande y ma-
que ya desde ahora, en este mismo ravilloso. Y de tal manera creían
cuerpo mortal, imita y promete lo andar conjugadas la sabiduría y la
que hemos de ser en la eternidad; virginidad, que a la virginidad y a
que en Cristo tiene a su padre, a su la sabiduría consagraron el mismo
esposo, a su hijo, a fin de que no número septenario. Pregonaron en-
haya cosa en él cuyo derecho no tonces también ser vírgenes todas
pertenezca a la Virgen. Pero tú, que las Musas que presiden las manifes-
esposa eres de Cristo por la entere- taciones todas de la sabiduría. En
za del alma, veas cómo con vigilan- el templo de Apolo Délfico, la mujer
cia más despierta debes mirar por su sapientísima que, llena de divino
conservación más que por la de la soplo, anunciaba a quienes la con-
entereza del cuerpo. Para conservar sultaban lo advenidero, en todo
esta entereza tienes que poner mu- tiempo fué virgen, y llamábanla Pi-
cho afán; pero para conservar la tia, vulgarmente. San Jerónimo afir-
otra, mucho más, o, por hablar me- ma que las Sibilas, que Varrón
jor, todo. Con todo el hermetismo cuenta hasta el número de diez, fue-
que puedas, cierra ojos y oídos, por ron vírgenes todas. En Roma hubo
donde entran las máquinas con que un templo dedicado a Vesta, servi-
le combate el demonio; gobierna do por vírgenes, a quien llamaban
tus pensamientos y consérvalos ba- Vestales. A su presencia poníase en
jo tu poder, porque no expugnen el pie todo el Senado y cedíanles el
castillo de tu alma, engolosinados y paso los magistrados todos, y todo
traicionados por alguna perversa el pueblo romano las tuvo en el ma-
dulcedumbre. Y no es cosa baladí yor de los honores. Siempre la cas-
la virginidad física, en quien todos tidad fué sagrada y venerada, y con
ponen los ojos y que aun de los mayor razón la virginidad aun en-
hombres impuros merece toda re-¡ tre ladrones, sacrilegos y facinerc-
1008 JUAN LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. TOMO I

sos, y aun entre las mismas fieras que valgan muchísimo, sobre todo
anduvo segura y reverenciada. Te- los honrados y justos, a cualquier

cla dice San Ambrosio —
por el ve- lado que se volviere la doncella que
,

nerando prestigio de su virginidad, perdió su pudor, todo lo hallará por


trocó naturaleza de las bestias.
la su culpa entristecido, mustio, la-
Hay en virginidad tanto poder
la mentoso, lloroso y contra ella mis-
de admiración, que hasta los mis- ma enojado y hostil. ¿Cuál no es el
mos leones la admiran. ¿Cuánto dolor de sus parientes, que todos
crees que será la cuantía y el pre- se sienten deshonrados no más que
cio de una cosa que muchísimas ve- por la torpeza de la doncella? ¿Cuál
ces libró a las mujeres y las defen- no es su tristura; cuáles las lágri-
dió de caudillos, de tiranos, de te- mas de sus padres y de los que la
merosos ejércitos? Leemos que con criaron? ¿Estos son los gozos que
harta frecuencia unas pobres muie- les devuelven por tantos sudores,
res raptadas fueron soltadas y pues- por tantos trabajos? ¿Este es el
tas en libertad por una soldadesca premio de la crianza que dieron?
insolentísima no más que por el res- ¿Cuál no es la abominación de los
peto del nombre virginal, a saber: familiares? ¿Y las hablillas de los
porque habían afirmado ser vírge- vecinos, de los amigos, de los cono-
nes. Consideraron ser cosa nefanda, cidos, que execran a coro la donce-
por una brevísima y momentánea lla malhadada? ¡Cuánta irrisión!
sombra de deleite, disminuir tan ¡ Cuánta fábula de sus compañeras
grande bien, y prefería cada uno que vírgenes! ¡Cuánta la aversión de
otro fuera el autor de la execrable las amigas! ¡Cuánta fuga de su la-
hazaña, más que él mismo. ¡Oh cri- do y cuánta soledad, cuando no hay
minal doncella, indigna de la vida, madre que, no ya a sus hijas, sinc
que de grado se despoja de un bien también a sus hijos, no los aparte
que temen arrebatar unos soldados del contagio de una tan mala y tan
avezados a todo linaje de desmanes impura cabeza! ¡Y qué, si hasta los
y ante el cual se detienen sobreco- propios galanes, en el caso que los
gidos los mismos galanes, ciegos de tenga, se alejan también, y los que
ardor, locos de la amorosa furia! antes le simulaban amor, ahora no
No hay amador tan perdido que si recatan su odio! Y aun a veces, con
acontece ser virgen aquella por cu- motes inequívocos, califican su des-
yo amor perece, no avive su seso, no liz de forma que no acabo de mara-
despierte, no abra los ojos, no con- villarme cómo a una doncella que
sidere lo que va a hacer 3^ piense si ve todo esto pueda serle grata la
no será mejor mudar el intento. vida, o cómo puede simplemente
Hasta tal punto temen todos quitar vivir sin que sucumba a su propia
un tesoro de tan gran precio, que vergüenza. ¿Y para qué mentar los
luego ni ellos pueden retener ni odios y la irritación de todos, sa-
pueden devolver cuando ellos, a su biendo que muchas hijas fueron de-
vez, no pierdan nada. La mala don- golladas por sus padres, y herma-
cella no tiembla de perder aquello nas por sus hermanos, y pupilas
que, una vez perdido, no puede re- por sus tutores, y consanguíneas
cuperar en manera alguna, siendo por los de su misma sangre? Hipó-
así que este sumo bien se pierde menes, príncipe de Atenas, como su-
para ella sola. Y si valen por algu- piese que su hija había sido co-
na cosa los afectos, como es propio rrompida por un seductor, la ence-
OBRAS MORALES. DE LA MUJER CRISTIANA. LIBRO í¡ — CAP. VI 1009

rró en un establo con un caballo casadas también y las viudas, y, en


muy bravo, sin darles de comer, suma, cualesquiera otros estados de
hasta que el caballo, rabiando de mujeres. Entre ya en sí misma la
hambre y por su natural ferocidad, mujer y pondere toda su maldad.
la hizo pedazos por alimentarse. En Ella misma temerá de sí y se tendrá
Roma, Poncio Aufediano, habiendo en horror, y no descansará ni de
averiguado que el maestro de sus día ni de noche, acosada siempre
hijos proporcionó en tercería su hi- con el azote de su conciencia y per-
ja a Fanio Saturnino, mató al peda- seguida con las antorchas de las
gogo y a la hija. Publio Atilio Fi- Furias, que arden en llamas negras.
lisco sacrificó a su hija, contami- De nadie será mirada con atención
nada de feísimo estupro. Hallóse en que no recele ella que tiene algunos
la misma ciudad de Roma un L. Ver- barruntos de su crimen, y que su
ginio, centurión que prefirió perder vista le avivó el ominoso recuerdo;
a su hija, entera, que conservarla nadie hablará en voz baja que no
corrompida, por donde, porque no piense ella que hable de su caída.
se viese forzada a satisfacer la luju- No se hablará delante de ella de
ria de un decenviro, puesto que de malas mujeres que no sospeche que
otra manera no podía, con el puñal va por ella misma. No oirá el nom-
y con la muerte hizo libre a Virgi- bre de quien la corrompió, por más
nia, su única hija muy amada. De que se aplique a otro, que no tema
memoria de nuestros padres, hubo que tiran a ella de través. No se
en Cataluña dos hermanos que, ha- hará en casa ruido oculto que no
biéndose percatado que una herma- se espante de que su crimen va
na suya, a quien creían virgen, esta- a ser descubierto y ella va a ser
ba preñada, disimulando y ahogan- castigada. Tendrá que ser esclava
do su acerbo enojo hasta que hu- de todos aquellos de quienes sos-
biese parido, así que hubo dado a pechare que sospechan; tendrá que
luz, ante los ojos de la partera, la andar cohibida y humillada, no sea
mataron a cuchilladas en el vientre. que si dijere algo con alguna li-
En la misma parte de España, sien- bertad o se portare con alguna
do yo muchacho, tres doncellas aho- arrogancia, inmediatamente se le
garon con una toca de lienzo a otra eche en cara su baldón. Vivirá
su compañera porque la sorprendie- consternada siempre, vivirá muerta
ron en flagrante obscenidad. Llenas siempre, o, mejor, no vivirá, sino
están las historias de ejemplos, llena que se la privará de la muerte físi-
está la vida, y no es de maravillar ca, mientras a cada momento mori-
que padres y hermanos hagan esto, rá de muerte moral. ¿Qué reinos
y que el amor entrañable repenti- querrías haber comprado con este
namente se vuelva en aborrecimien- tormento perpetuo? El mismo tor-
to, cuando ellas mismas, arrebata- mento pasan los hombres de mala
das de amor abominable y cruel, vida; pero las mujeres lo pasan mu-
desechando de su pecho toda pie- cho más agudo, por cuanto a los
dad, aborrecen a los padres, quieren ojos de todos son más feas las faltas
mal a los hermanos, desaman a sus de las mujeres y su natural es ser
hijos, cuanto más a sus amigos y más vergonzosas. Y en hecho de
familiares. Y quisiera yo que pensa- verdad, si alguien lo mira con aten-
sen que todo lo dicho no va contra ción, merecedoras son de todos estos
las doncellas solas, sino contra las males, y aun de males peores, las
1010 JUAN LUIS VIVES. OBR¿AS COMPLETAS. —TOMO I

mujeres que con poca diligencia a la mujer, perdida la pureza. Quita


guardan el recato. Al hombre mu- a la mujer la hermosura, el linaje,
chas cosas le son necesarias; verbi- la riqueza, la gracia, la elocuencia,
gracia la prudencia, el bien hablar,
: la agudeza del ingenio, la destreza
la ciencia política, la memoria, el en las artes que le competen, y añá-
talento, el arte de vivir, la justi- dele la castidad; todo se lo diste
cia, la liberalidad, la magnanimidad por acumulación. Y al revés: dale
y otras cosas que sería prolijo enu- con la mano
llena todas aquellas do-
merar. tes y llámala impura; con este solo
Si le falta alguna de éstas pare- adjetivo la despojaste de todo: que-
ce menos de culpar, con que tenga dó desnuda y aborrecible. Hay otras
algunas. Empero en la mujer nadie dotes, así físicas como morales, que
busca la elocuencia, ni el talento, ni ayudan a la mujer al cuidado del
la prudencia, ni el arte de vivir, ni pudor, de las cuales hablaré segui-
la administración de la República, damente.
ni la justicia, ni la benignidad; en
suma: nadie reclama de ella sino CAPITULO VII
la castidad, la cual, si fuere echada
de menos, es igual que si al hombre DEL TRATO QUE LA DONCELLA HABRÁ
le faltaren todas. La castidad en la DE DAR A SU CUERPO
mujer hace las veces de todas las
virtudes. Guardián perezoso y apá- Aunque hablar del cuerpo no pa-
tico es aquel que no basta a custo- recía conveniente a nuestro propó-
diar una sola cosa que tiene con- sito; mas, puesto que los afectos del
fiada y depositada en su fidelidad, ánimo no los imponga la inclina-
recomendada con toda suerte de ción del cuerpo, con todo, si no se
ansiosos encarecimientos, singular- les gobierna, con toda seguridad se
mente si nadie se la ha de quitar vician, tendré que decir algunas co-
contra su voluntad ni poner mano sas acerca del cuidado que la don-
en ella si no se lo consintiere. Si la cella debe tener de su cuerpo. Pri-
mujer reparare en ello, soy cierto meramente yo tengo por bien avisar
que prestará mayor atención y será a los padres lo que Aristóteles pres-
más cauta guardadora de su casti- cribe en la historia de los animales,
dad, la cual sola, si estuviere en sal- y es que guarden con el máximo
vo, seguras están todas las otras, y cuidado a sus hijas en los comienzos
perdida ella, el perdimiento es total. de la pubertad y las aparten de to-
¿Qué puede, ¡hay dolor!, haber sal- da ocasión y comercio con varones,
vo en la mujer perdida su castidad?, que en aquella edad tienen más que
exclamó Lucrecia, a pesar de que nunca acentuada propensión al de-
su alma era limpia en un cuerpo leite. Y por su parte, las mismas
maculado. Por lo cual, sepultando el doncellas, si en cualquier otro tiem-
hierro en sus entrañas, como dice po, señaladamente en éste, deben
Quintiliano, tomó venganza de la sustraerse a toda ocasión o de ver,
fuerza que padeció, para que lo más o de oír, o de pensar en cosas que
presto posible su alma pura se de- contengan torpeza. Y a ello tendrán
partiese del cuerpo corrupto. Yo no que dedicarse por toda la restante
propongo a la imitación este hecho, edad, y antes que se casen practica-
sino la robusta firmeza del propósi- rán con alguna frecuencia los ayu-
to y porque creas que nada queda nos, pero no tales que debiliten el
OBRAS MORALES. DE LA MUJER CRISTIANA. LIBRO I. CAP. VII 1011

cuerpo, sino que le refrenen y cohi- viejos llenos de flema y frialdad los
ban y apaguen los encendimientos manjares calientes y los vinos añe-
de la mocedad, pues que éstos son jos. Y por esto nuestro Salvador:
los verdaderos y santos ayunos. La Mirad por vosotros dice — —
no car- ,

comida sea ligera y no buscada ni guéis por ventura vuestros corazo-


cálida en demasía. Piénsese que nes con comer y beber demasiado y
aquella nuestra primera madre, por con los cuidados de esta vida. Y dice
un bocado fué echada del Paraíso, el Apóstol: El vino en quien está la
y que muchas doncellas, acostum- lujuria. Y no es maravilla que el
bradas a manjares delicados, porque que fabricó el vaso de nuestro cuer-
no los tenían en casa, fueron a bus- po, Cristo, sintiese esto deél, pues
carlos afuera, con naufragio de la aun Poeta cómico, cuyo fin es
el
castidad. Su bebida será común y conocer las costumbres humanas y
aquello que la Naturaleza da a todos pintarlas, dijo: Sin Ceres y sin Ba-
indistintamente, que es el agua cla- co se enfría Venus.
ra y pura. Dice Valerio Máximo que Lo primero, pues, que debes ha-
el uso del vino fué antiguamente cer, si lo sufre la flaqueza del estó-
desconocido de las mujeres roma- mago, es que bebas agua hasta haber
nas, porque no cayesen en algún ca- pasado los años de la mocedad, por-
so de deshonra, porque siempre que de su naturaleza es frígidísima,
acostumbró andar cercano de Liber, y si tu debilidad no lo puede llevar,
padre de la intemperancia, el pri- oye con Timoteo el consejo de San

mer acceso a la Venus prohibida. Si Pablo Bebe dice un poco de vino
:

su estómago no tolerare el agua, por la flaqueza de tu estómago y


tendrá que dársele un poco de cer- frecuentes enfermedades. Y luego
veza o de vino, el suficiente para guárdate en los manjares de todo
digerir el alimento, no para incen- lo caliente. Y no hablo de solas las
diar el cuerpo. Esta sobriedad no carnes, sobre las cuales el vaso de
sólo será provechosa para refrenar elección profiere su parecer. Bien es
el retozo y la lozanía de la juven- no beber vino úi comer carne. Más
tud, sino que le aprovechará para aún digo: que en las mismas legum-
su salud y su robustez. Leemos en bres nos hemos de guardar de todas
San Jerónimo, escribiendo a Furia: las cosas que hinchan y son pesadas.
Todos los médicos y los demás que Y un poco más arriba había di-
trataron de la naturaleza de los cho :

cuerpos, y especialmente Galeno, en ¿Qué necesidad hay de jactarnos


los libros que intuló: De las cosas de nuestra castidad, que no puede
que ayudan a la salud, dicen que subsistir ni dar crédito de sí sin
los cuerpos de los niños, y los de sus compañeras y allegadas que son
los mancebos, y los de los varones la abstinencia y la templanza? El
de edad perfecta, y los de las muje- Apóstol quebranta su cuerpo y le
res, están hirviendo con el calor na- sujeta al imperio de su alma por
tural que dentro de sí tienen, y que miedo de no observar él lo que
son dañosos para estas edades los manda a los otros. Y siendo ello así,
manjares que lo acrecientan, y que ¿piensa la mujer moza estar segura
aprovecha mucho a la salud tomar de la castidad, estando hirviendo su
cualesquiera cosas frías, así en la cuerpo con los muchos manjares?
comida como en la bebida; como, Mas no piense ninguno que porque
por el contrario, aprovechan a los digo esto condeno los manjares que
1012 JUAN LUIS VIVES.
.
OBRAS COMPLETAS. TOMO I

Dios crió para que usásemos de ellos car. Y manda él mismo que sean
con nacimiento de gracias, sino que agasajados con un banquete de pan
lo que pretendo es quitar a los man- y agua aquellos soldados que él ha-
cebos y a las doncellas los incenti- bía cegado en Samaría. San Juan
vos del vicio carnal. No hierven con Bautista, destinado a precursor de
tantos ardores los fuegos del Etna, Jesucristo y pregonero del inminen-
ni la tierra de Vulcano, ni el Vesu- te amanecer, mantiénese en el yer-
bio, ni el Olimpo como las medulas
f
mo con langostas y miel agreste. Ha-
y tuétanos de los mancebos y don- bacuc, por mandamiento del Angel,
cellas llenos de vino e inflamados de lleva a Daniel, que estaba en Babi-
manjares. lonia, la flaca pitanza de unos sega-
Todo esto es de San Jerónimo, y dores. Del cielo se envió a Elias, pa-
yo locopié porque se supiera cuál ra su refacción, un pan cocho entre
era el sentir de- aquel gran maestro cenizas y un vaso de agua. Como si
y educador de la conciencia, el cual, del cielo no pudiera enviarse pan
escribiendo asimismo a Salvina, le candeal y perdices y capones o fran-
dice preferir el peligro de la salud colines o codornices, como en pasa-
del cuerpo al de la salud del alma, dos tiempos fueron enviados a los
y añade: Mucho mejor es que due- hijos de Israel con tanta facilidad
la el estómago que no la concien- como este ruin alimento. Pero este
cia; mucho mejor es mandar al cuer- mantenimiento es el que los San-
po que servirle; que vacile el paso, tos han menester, que retenga el
que no titubee el pudor. alma en el cuerpo, mas que no la
San Gregorio Nacianceno, varón ahogue. ¿Y qué diremos de los filó-
santísimo y maestro de San Jeró- sofos, qué de los maestros en la sa-
nimo, quiere que la virgen formada biduría del mundo? Todos precep-
por él mate la hambre con pan y la túan a una voz que se tomen vian-
sed con agua. San Hilario, como es- das llanas y simples, no adobadas
tuviese en el desierto apenas soste- con exquisitez, porque la mente sea
niendo su vida con un pasto tenuí- sobria y el cuerpo continente. Só-
simo, y sintiéndose, con todo, acu- crates, padre de la filosofía, con su
ciado por la carnalidad, afligía su templanza en el comer y beber, al-
cuerpo con ayunos y decía: Yo te canzó que ni él ni su familia fuesen
domaré, carne mía; yo te domaré atacados de ninguna dolencia peli-
porque pienses antes en comer que grosa ni grave. Escribe Tácito que
en retozar. Esto es lo que dicen los Séneca, el filósofo estoico, en medio
discípulos de Jesucristo, los amigos de la mayor opulencia, satisfizo a la
de San Pablo, todos ellos puestos en Naturaleza con frutos salvajes y
templanza y casta religión, puesto agua clara, por donde llegó a tal
caso que saben muy bien que los extenuación y delgadez del cuerpo,
manjares de los santos que Dios en- que cuando le abrieron las venas
viaba desde el cielo eran delgados y por mandamiento de Nerón apenas
simples, que satisfaciesen a la Na- destilaron sangre. ¿Qué tal pensa-
turaleza y no contentasen los apeti- mos que fué la mesa de Jenócrates,
tos. El profeta Elíseo se sostenía a el cual, siéndole por sus discípulos
sí mismo y a los hijos de los profe- puesta escondidarnente en su yacija
tas con hierbas agrestes, y manda Friné, dama cortesana de la mayor
que con harina se endulce el man- hermosura, sobado por ella prolija-
jar acedo, no con miel ni con azú- mente y de muy varias maneras es-
OBRAS MORALES. —DE LA MUJER CRISTIANA. — LIBRO —CAP.
I. VII 1013

timulado al ayuntamiento carnal, ho áspero, por duro, por insufrible. San


tuvo más conmoción que si fuera Gregorio Nacianceno veda a sus vír-
una estatua? Platón, en sus leyes, genes el oro, la seda, las joyas:
quita el vino a los mancebos. Cice- ¡Cuán locos somos si creemos que
rón, en su libro De los oficios, ense- aquellas palabras de Cristo Salvador
ña que todo el comer y cuidado del Nuestro, a saber: «He aquí que los
cuerpo debe referirse a la salud y que visten con molicie en los pala-
fuerzas corporales y no al deleite. cios de los reyes están... », querían

Y aún más dice — : si queremos pa- significar que los que viven en la
rar mientes en cuán grande sea la corte de los reyes visten con blan-
excelencia y la dignidad del hom- dura. No conoce la religión de Cris-
bre, entenderemos cuán fea cosa es to palacios ni reyes de esta suerte,
desmandarse en los placeres del de quienes El mismo dice: Los re-
cuerpo y vivir con delicadeza y re- yes de los gentiles tienen señorío so-
galos, y cuán honesta cosa sea vivir bre los vasallos, y los que sobre
con templanza, con parquedad, con ellos tienen tal poder son llamados
austeridad, con moderación. Esto di- bienhechores; pero entre vosotros
ce Cicerón. Ovidio Nasón, dando re- no es así, sino que el mayor de vos-
medios contra el amor, enseña que otros hágase como el menor, y el que
todo hombre que quiere vivir cas- acaudilla sea como el que sirve. Si
tamente debe templarse también y Nuestro Señor condena la soberbia
abstenerse de aquellos manjares que en los mismos reyes y en los mis-
preparan nuestros cuerpos a la car- mos reinos, ¿cómo iba a aprobar los
nalidad, y lo que primero se ha de instrumentos de la soberbia? Abso-
desechar es el vino y poner en la lutamente quiere Cristo que los su-
mesa aquellos otros que en nuestros yos recuerden que son cristianos, y
cuerpos la extinguen. Y esto mismo no mundanos aquellos a quienes fué
que digo de los manjares que de sí dicho: Vosotros no sois de este
propios son calientes, quiero que se mundo. Santa y severa es la religión
entienda de todo ejercicio corporal cristiana, cuyo yugo, así como es lle-
y de todo deporte que calienta y al- vadero, dulce y suave a las almas
tera las entrañas, como son cremas, que en él hallan reposo, así es pesa-
olores, conversaciones y vista de do y molesto para los regalos del
hombres; todas estas cosas dañosas cuerpo, con los cuales está en lucha
son a la castidad y nos inflaman con continua. Mundo es aquello que
criminales encendimientos. La cama odia a los cristianos porque no son
de la doncella no será blanda ni de- del mundo.
licada en demasía, si bien limpia,
'
Sea en la virgen no largo el sue-
para que descanse con placidez, no ño, mas no tan corto que dañe a su
con regalo. Y este mismo precepto salud, por la cual yo miro tanto, que
debe extenderse al vestido, que no quiero que la tenga mejor la donce-
sea exquisito ni precioso en exceso, lla que practica esa nuestra austeri-
sino limpio y sin mancha alguna. Yo dad, que las que van bebiendo los
rio sé hasta qué punto la limpieza aires en pos de los placeres, cuyas
del ánimo gózase con la limpieza del esclavas vemos cómo andan ajadas
cuerpo, y al contrario, el ánimo re- y mustias y quebrada la color. A
galón y desmedrado y enteco huelga todo esto débese añadir alguna la-
con vestidos de seda y de holanda, bor y ocupación honesta, convenién
y si su vestido no es tal, tiénelo por te a la doncella, de las cuales enu-
1014 JUAN LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. TOMO I

meraré algunas, porque nunca ja- Señor, y cierra todo este pasaje con
más entra tan fácilmente el engaño estas palabras:
del demonio en el pensamiento de la Una cosa te quiero decir con toda
mujer como cuando la halla ociosa, llaneza y sinceridad, y es que, aun
ni en ninguna otra ocasión ejercita cuando dieres toda tu hacienda a
con más rapidez sus artes la tenta- los pobres, ninguna cosa habrá de
ción carnal, no ya en la mujer, sino más estima en los ojos de Cristo que
en el hombre, que tiene más firmeza lo que tú hicieres con tus propias
y constancia que no ella. Nacida es manos o para tus menesteres o ne-
nuestra alma y está dispuesta para cesidades, o para dar ejemplo a las
alguna actividad, así que el trabajo demás vírgenes y ofrecerlo a vues-
la alimenta, la fortalece, la deleita, tra abuela y madre.
al par que la ociosidad la disuelve, Así habla San Jerónimo. Y en ver-
y la pereza la derrota, y ya no pue- dad que es así. La mujer que es o
den hacer nada, y es fuerza que va- está ociosa o (si a los dioses place)
yan rodando por el deslizadero del está ocupada en juegos y en fiestas,
placer pecaminoso, y aun den en no merece el pan que come en la
maldades más graves, cuando les iglesia de Dios, en la cual San Pa-
falta faena mejor en que se ocupen. blo, máximo pregonero de Cristo,
Aquel Ovidio, famoso en tercerías pregona a grandes voces, como si
de amores, dice que Egisto, no más fuera una ley: Quien no trabaja, no
que porque era perezoso, se aplicó coma. Común es al género humano
a corromper a Clitemnestra, mujer esta pena, infligida por Dios a nues-
de Agamenón, y aun a matar al pi o tros primeros padres por aquella su
pió Agamenón. Así que uno de los primera culpa: Con el sudor de tu
principales remedios del amor es rostro comerás tu pan. Y está fuera
que la flecha de Cupido no nos coja de contradicción que esos ricos que
ociosos y desocupados. Si apartares no están sujetos a esta universal
el ocio —dice— ,
frústrase el arco de penalidad, siendo así que no peca-
Venus y caen extintas y sin luz sus ron menos que los otros, les está
fogosas hachas. aparejada otra, si no más grave, pe-
Crece el amor y echa raíces muy ro no menos pesada. Y dado caso
profundas si en el sujeto de tu amor que hasta aquí he amonestado a la
piensas mucho y con frecuencia. San mujer que debe ocupar sus manos y
Jerónimo persuade a Demetríades su mente en algún ejercicio honesto
que evite la ociosidad radicalmente. y en santos pensamientos y conver-
Y para ello le manda que así que saciones, porque con el ocio no ven-
hubiere cumplido con el oficio divi- ga a resbalar en alguna acción des-
no, tome la lana y se disponga a honesta, ¿adonde pensaremos que
tejer, a fin de que, alternando en irán a parar aquellas que por pasa-
estas tareas, nunca los días le parez- tiempo juegan a los dados o a los
can largos. Y quiere que ella no dé naipes? Esta ocupación, que en el
paz a su mano, no porque tuviera hombre es fea, en la mujer no podrá
necesidad de ello, porque era una de menos de ser detestable. ¿Qué podrá
las más principales y más ricas se- aprender, qué podrá pensar la mu-
ñoras de Roma, sino que, con la jer jugando a los naipes? Fuerza se-
ocasión de aquel trabajo mental o rá que relaje su espíritu y sea arras-,
manual, no pensase en otra cosa trada a la avaricia, a la cual de suyo
que en lo que toca al servicio del está propensa, y luego al perjurio
OBRAS MORALES. —DE LA MUJER CRISTIANA. —LIBRO — CAP.
I. VIII 1015

por culpa del dinero, y si en el juego las trenzas compuestas ni con los
intervinieren varones, a oír expre- cabellos cargados de oro y de per-
siones ofensivas de los oídos de la las, ni con vestiduras preciosas, sino
mujer honesta. ¡Cuán fea cosa es como conviene a las mujeres que
ver a una mujer que, en vez de ees- profesan cristiandad con buenas
tilla, maneja el tablero, y en vez del obras. Esto dicen los Apóstoles, que
huso, hace rodar el dado, y en vez por cierto no han menester de más
de la espátula o el Libro de Horas, palabras. Con todo, es preciso ex-
revuelva la baraja. No hay hombre planar estos preceptos con mayor
que tenga alguna centella de enten- extensión, singularmente para quie-
dimiento que no huélguese más de nes se han de gastar muchas pala-
verla ociosa que tan mal ocupada. bras antes de que se dignen oír. Yo
Ni hay quien no reniegue de ella, las desmenuzar^ por separado y
que aprendió oficio tan ruin, y del atacaré uno por uno sus desatinos.
truhán que se lo enseñó y de los Primeramente, hablaré de los afei-
que se lo consintieron con la más tes. Acerca de ello yo querría que
viva indignación y el más infaman- me dijesen qué pretende la donce-
te de los calificativos. lla con embadurnarse la cara con
albayalde y arrebol. Si es por agra-
darse a sí, es loca (¿qué cosa más
cara o más grata a cada cual que
CAPITULO VIII
ser ella misma?); si por agradar a
DE LOS ATAVÍOS Los hombres, es mala. Tú tienes un
solo esposo, que es Jesucristo; por
Decirse no puede cuán grande es- agradarle a El adorna tu alma de
pacio media entre el atavío que ve- virtudes, y El, que es el más her-
mos en las mujeres de hoy y aquel moso de los hijos de los hombres,
que los Santos, todos a una voz, pondrá un beso en tu frente. Pero
prescriben a la mujer bautizada, en si por ventura buscares a otro ma-

lo cual no hacen más que seguir a rido que sea humano y quieres con-
los príncipes de los Apóstoles, pila- quistarle con el afeite, primeramen-
res de la Iglesia, cuyos son estos bre- te te haré ver cuánta sea tu fatui-
ves mandamientos
acerca de los dad, y más tarde, cuánta tu impie-
adornos de las mujeres, los cuales dad. Paréceme que al desear con
inspiraron a los Santos Padres lar- afeitarte conquistar un marido, te
guísimas homilías. San Pedro habla haces una especie de máscara ; cuan-
así El adorno de las mujeres no
:
to le atrajiste tapada le alejarás des-
ha de ser por de fuera, con los rizos cubierta. Ruin vida te auguro si el
del cabello ni con dijes de oro ni marido viene a ti por el solo afeite;
gala de vestidos, sino en el hombre cuando te lo hubieres quitado, ¿có-
interior escondido en el corazón, le- mo podrás serle grata? A menos que
jos de las miradas de los hombres, no te laves nunca aqilella costra. Si
porque si tuvieren el alma incorrup- así, emplastada, te acostares, así, em-
ta y pura, en sosiego y paz, serán plastada, te levantarás; así en pri-
magníficamente hermosas y atavia- vado andarás emplastada, así en pú-
das ante el acatamiento del Señor. blico. Demás de esto, ¿para quién
Y Pablo, a su vez, dice estotro: Las no resultará molestísimo el cuidado
mujeres vestirán hábito honesto, del afeite si ha de permanecer in-
con mesura y templanza, y no con tacto siempre, y cuán expuesto está
1016 JUAN LUIS VIVES.-
.
OBRAS COMPLETAS.
.
TOMO I

a ser motivo de irrisión si por ro- mal


olor así del albayalde, como del
ciarse de agua o por el sudor o por azogue, como de las aguas destila-
el calor se escurre el albayalde o eldas y jaboncillos y unturillas con
arrebol y muestra algo de la tez que se preparan la cara como un re-
nativa? Ninguna cosa en la mujer tablo para la pintura del día si-
bella puede haber más deforme. Ce guiente? ¡Cómo con toda razón Ovi-
lebrábase en Grecia un convite con dio las llamó ponzoñas! Y jocosa-
harta concurrencia de mujeres. Una mente pregúntase Juvenal: Aquella
de las diversiones de los banque- cara que se unta con tantos mejun-
teantes, entre otros juegos que se jes y con tantas mudas, y se aplica
habían introducido, consistía en tantas sopas de centeno cocido, ¿di-
que cada uno de los convidados, remos que es una cara o es un di-
cuando le llegaba el turno, mandase vieso? Cada una de estas cosas pu-
a todos los demás lo que le viniere diera yo singularizarlas habiendo
en talante. Llegó la vez a una don- nacido yo en uña ciudad cuyas mu-
cella de insigne beldad y de muy do- jeres, en este punto, tienen en las
noso ingenio, y como hubiese repa- otras gentes mala fama; y en mi
rado en que la más parte de mujeres sentir, muy merecidamente. No ten-
asistentes andaban embadurnadas go más remedio que reprender a la
con albayalde y arrebol y con otros tierra de mis amores, porque aver-
adobos, por avergonzarlas: Yo man- gonzada evite lo que es motivo de

daré dijo una cosa muy sencilla, reprensión. A esto se allega que si
que seré yo la primera en hacer, y no has de casarte sino albayaldada
es que cada una de nosotras pase las y arrebolada, mejor será que no te
manos mojadas por su rostro y a se- cases nunca que casarte con ofensa
guida lo seque con un lienzo. Ella de Cristo y con un marido loco, a
fué la primera de ejecutar su propio quien más le agrada la pintura que
mandamiento. Mas como no traía tú misma. ¿Qué puedes esperar de
ningún afeite, de aquella fricción sa- un marido de esta calaña, a quien
lió más hermosa; pero todas las contenta más la costra blanca que la
otras, que iban estucadas, sacaron esposa buena? ¿Quién llegó jamás
unas caras absurdas y ridiculas. Por a tal grado de mentecatez que, te-
la chacota que entonces se les hizo, niendo que comprar un esclavo o un
en lo sucesivo se abstuvieron de to- caballo, prefiere que se le muestre
dos estos cosméticos, y contentán- engualdrapado que desnudo y con la
dose de su cara natural, desdeñaron apariencia misma que le dió la Na-
la cara comprada. ¿Quién tendrá por turaleza? Y eso que hacemos en los
hermosas a acuellas mujeres que sa- siervos y en las acémilas, ¿no lo ha-
ben estar embadurnadas de pintura? remos en las esposas? Dióte Dios
Aun las mujeres hermosas de ver- cara humana, a semejanza de su
dad pierden el mérito y loor de su Hijo, y no te la dió desnuda, pues
hermosura si se las ve pintadas. To- inspiró en ella el espíritu de la vida
do el donaire, toda la gracia atribú- para que relumbre en ella como un
yense al artificio, no a la Naturaleza. rayo de Aquel que es la verdadera
¿Y qué mas. si la tez tierna se es- vida de todas las cosas criadas. ¿Por
traga y se arruga precozmente y se qué me le cargas de sordideces y
envejece todo el rostro, y el aliento cieno? Si el Apóstol San Pablo prohi-
hiede, y se carian los dientes, y de be que el varón cubra su cabeza
todo su cuerpo sale una agrura de porque es imagen de Dios, ¿qué
I
OBRAS MORALES. DE LA MUJER CRISTIANA. LIBRO I. CAP. VIII 1017

piensas que diría de la imagen de zumos de hierbas o con sangre de


Dios en el rostro de la mujer afeada mariscos, ni menos nos enseñó a ha-
con aquel lodo? San Jerónimo, con- cer collares de piedras preciosas
tra Helvidio, porque nadie piense y perlas con que se cubriese el cue-
que lo dice por burla o por donaire, llo que El hizo con sus manos y se
escribe: Esta se pinta al espejo, y tapase lo que El formó para mos-
a despecho de quien la ha formado, trar aquello que fué invención del
esfuérzase por ser más hermosa que diablo. ¿Por ventura en ningún
no nació. Y dice en una carta a Fu- tiempo quiso Dios que se infiriesen
ria: ¿Qué hace el albayalde y el heridas en las orejas con que se
arrebol en el rostro de la mujer cris- atormentase la pobre niñez inocente,
tiana? De los cuales el uno miente no sabedora de los males que le
el carmín de las mejillas y los la- quieres hacer con colgarles de las
bios, y falsifica el otro la blancura cicatrices y agujeros granos precio-
del rostro y del cuello, y ambos a sos, ya que no por su peso, siquiera
dos son fuego de la juventud, incen- por su cuantía; invenciones todas
tivo de la carnalidad, señas inequí- ellas de los ángeles prevaricadores
vocas de alma impura. ¿Cómo puede y apóstatas, cuando, de tumbo en
llorar por sus pecados la mujer a tumbo, rodaron a la Tierra precipi-
quien las lágrimas alteran el rostro tados del Cielo? Ellos enseñaron a
y aran su faz? Ese afeite no es de alcoholar los ojos con un círculo ne-
Cristo; velo del Anticristo es. ¿Con gro, y a inficionar las mejillas de
qué avilantez levanta al cielo un mentirosa rojez, y a trocar el cabe-
semblante que el Creador no reco- llo con tintes adulterinos, y a deste-
noce? Todo esto lo dice San Jeróni- rrar toda verdad del rostro y de la
mo. Oye ahora al santísimo mártir cabeza con toda suerte de corrup-
San Cipriano: Los arreos y galas de ciones. Y por cierto que en este lu-
los vestidos y engaños de los afeites gar, el temor que me sugiere la fe
no convienen sino a las prostitutas e y la caridad que me junta con todos,
impúdicas mujeres, en quienes no me obliga a que avise no sólo a las
hay atavío precioso más que en vírgenes y a las viudas, sino a las
aquellas en que el pudor es vil. En casadas también y, universalmente,
las Sagradas Escrituras, con que a todas las mujeres, que de ninguna
el Señor quiso que fuésemos adoc- manera conviene ni es lícito adulte-
trinados y avisados, aparece descri- rar la obra de Dios y su hechura
ta la ciudad ramera arreada y or- añadiéndole o color rojo o alcohol
nada con más curiosidad y lindeza negro o arrebol colorado o cualquie-
que no conviene, condenada a pere- ra otra compostura que mude o co-
cer con sus acicalamientos y por cul- rrompa las figuras naturales. Dice
pa de sus acicalamientos. Ahora, Dios: Hagamos al hombre a ima-
cuánta es la ignorancia de la verdad gen y semejanza nuestra. ¿Y osa al-
y cuánto el desvarío del alma, que- guna mudar en otra figura lo que
rer aquello que en todo tiempo dañó Dios hizo? Las manos ponen en el
y daña aún y pensar que tú no vas mismo Dios cuando lo que El for-
a perderte por aquello mismo por- mó lo procuran ellas reformar y
que conoces que los otros se perdie- desfigurar, como si no supiesen que
ron. No hizo Dios a las ovejas del es obra de Dios todo lo que nace y
color de la púrpura o de la grana, obra del demonio todo lo que se
ni nos enseñó a teñir sus lanas con muda, de su natural. Si algún gran
101S JUAN LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. TOMO I

pintor retratase con colores que ñor, por boca del profeta Oseas, nos
emulasen la realidad, las facciones muestra a la mujer que se apartó
y rostro de algunos con toda la demás de él por ir en pos de sus enamora-
disposición de su cuerpo, y acabado dos y no en seguimiento de su Se-
ya y perfeccionado el retrato, otro ñor, haberse aliñado y puesto arra-
quisiese poner las manos en él para cadas, collares, zarcillos. Malditos
reformarlo con más pericia, grave son todos estos atavíos, como Tertu-
fuera la injuria inferida al primer liano dice, sin los cuales no pudo
artista y muy justa su indignación. describirse la mujer maldita y pros-
¿Y piensas tú no ser castigada por tituta. Si te arreas y acicalas para
una osadía de tan malvada locura, Dios y para los hombres buenos,
por la ofensa aue haces al divino asaz eres hermosa cuanto eres bue-
Artífice? Porque, dado caso que por na y, por el contrario, no agrada-
;

la alcahuetería de los afeites no ven- rás al demonio y a los hombres ma-


gas a ser con los hombres desho- los si no quitares mucho de tu nati-
nesta y adúltera, habiendo corrom- va lindeza y, por ende, de tu virtud.
pido y violado lo que hizo en ti ¿Para qué sirven las orejas horada-
Dios, convencida quedas de peor das que enteras con su ternilla creó
adulterio. Eso que pretendes hermo- la Naturaleza? ¿Y por qué la moda
searte, eso que procuras adornarte, no ha de agujerear las narices tam-
impugnación es que haces contra la bién? Pues esto precisamente se
obra de Dios y prevaricación que hace entre gentes bárbaras. ¿Y por
haces contra la verdad. Tu Señor di- qué ni aun los dedos o los labios,
ce: Xo tienes poder para tornar puesto que una gema radiante ciñe
blanco o prieto ano de tus cabellos: cada una de las articulaciones? ¿De
¿y tú pretendes ser más poderosa qué te aprovecha traer a cuestas
por sobrepujar lo que el Señor tie- tan gran carga de oro que parece
ne dicho con pretensión osada y con haber sido reunido para hacer alar-
sacrilego menosprecio? Enrojas tus de de fuerza? ¿Por ventura créeste
cabellos y en mal agüero de lo que más hermosa o más sabia bajo el pe-
está por venir les comienzas a dar so de tanto metal? Nada de eso. ¿A
color de fuego y pecas, ¡oh nefanda qué viene hablar de bondad? ¿Aca-
maldad!, en tu cabeza, esto es, en so puede ser buena la mujer simu-
la más noble parte de tu cuerpo. Es- ladora que quiere que se la crea
to diceSan Cipriano. otra de la que es? ¿Y qué, si a mí
Causa vergüenza, tras tantas au- me parecen, por mi gusto, más her-
toridades de los doctores cristianos, mosas aquellas mujeres en las cua-
traer aquí testimonios de los genti- les la belleza de la cara resplandece
les. Uno solo añadiré de Licurgo, en un rostro mediocre? El brillo
varón sapientísimo, legislador de los de la compostura oscurece el bien
lacedemonios, quien, habiendo orde- parecer del rostro. Ninguna cosa
nado que las mujeres fuesen acata- hay tan grande que por compara-
das y estimadas por sus virtudes y ción con otra mayor no disminuya
no por sus atavíos, prohibió en la y, en cierto modo, no decrezca. Si
ciudad todo linaje de afeites y des- tanta es la brillantez del ornato,
terró de Esparta a todos los fabri- fuerza es que lo sea con mengua de
cantes de cosméticos y atavíos, a la nativa beldad. Lo que con el afei-
fuer de corruptores de la virtud y te agrade la mujer, atribúyase al
ele toda honrada artesanía. El Se- afeite, no a la hermosura. Muy dis-
OBRAS MORALES. DE LA MUJER CRISTIANA. LIBRO I. CAP. VIII 1019

cretamente habló aquel romano que manera renunciabas al demonio y


era el primero de su ciudad y ha- a sus pompas? ¿Es que, por ventu-
bitaba en una vivienda modestísi- ra, no retienes tú las pompas de
ma: Prefiero ser yo el adorno de Satanás más pegajosamente, más
mi casa que no que mi casa sea prolijamente que los mismos genti-
adorno mío, y no quiero que en mi les? Mírate toda, de pies a cabeza,
casa haya cosa digna de ser vista y te reconocerás seguidora de Sata-
que no sea yo. Asimismo, parecen nás. Tú, comiendo en tu casa hasta
más hermosas aquellas mujeres en la hartura manjares exquisitos, re-
quien un discreto y honesto afeite güeldas capones, perdices, faisanes,
recomienda un ingenio bueno y una pasteles delicados, guisos, adobos,
belleza amable que no quedan abru- tenues hojaldres, todo adquirido a
mados por otro más fastuoso y cu- muy artero precio, todo allegado en
rioso en demasía. Parece bien en medio de tanto muerto de hambre.
el varón el ornato de la gravedad,
Tú andas en ocio, en juegos, en mú-
sicas y en fiestas entre tantos sudo-
y en la mujer, la gala de la hones-
tidad. Pues qué, ¿pensáis que ni
res y tantas penalidades de tus veci-
hubo mujeres hermosas en realidad nos; tú paseas y rúas calles, arras-
trando sedas y brocados; en medio
y que por hermosas fueron tenidas
y amadas de sus maridos en aquella de tantos haraposos y entre tantos
dichosa edad y siglo rudo y primiti- mendigos andas relumbrando de
vo en que todavía la malicia no ha- oro, de plata, de pedrería. ¿Acaso
bía tomado tanta insolencia y brío? eres así discípula de Cristo pobre,
Yo pienso que las hubo en mayor y no con mayor motivo esclava del
número y cuyo agrado fué más du- rico Plutón? Yo no te quiero ver
radero cuando la belleza no era tem- sucia y andrajosa, pero tampoco con
porera, sino definitiva, esto es, na- vestidos inventados para ostenta-
tural, y no deponía la mujer con
la ción y soberbia. Imita a Aquel con
su vestido. Y siendo así que aquel cuyo nombre merecidamente te glo-
afeitarse tan prolijo no contribuye rías de ser nombrada esto es, imi-
;

a la lindeza ni a la virtud, ¿a qué ta a Cristo. Imita a su madre, frugal


viene? Dilo tú misma: Pareceré más y sencilla, a la cual, por su humil-
rica y por esto seré más respetada. dad, adoran ahora los hombres co-
¿Este pensamiento, esta respuesta, mo a Señora, y los infiernos la
son de un pecho cristiano? Con un temen, y los cielos la acatan, cuyas
oro inútil agobias tu pescuezo, mien vestiduras por de fuera eran de pa-
tras niegas una monedilla a tantos ño burdo y vulgar, pero por dentro
pobres como en tu proximidad ham- eran hermosísimas, de oro y de pie-
brean. Despojas a los vecinos y qui- dras preciosas, bordadas y esmalta-
zá también a tu familia, a tus hijos das. No puedes a la vez andar dora-
y quién sabe si a tu mismo marido, da exterior e interiormente. Escoge
porque el brillo de tanto oro y tan- lo que prefieras: el cuerpo de oro
ta pedrería deslumbre y embauque o el alma de oro. No puedo tocar
a tanto necio como te mira boba- una por una todas las particulari-
mente. ¿Tantos son los que van des- dades de esta materia, que son infi-
nudos porque xú sola andes vesti- nitas y todas ellas vicios. Con todo,
da? ¿Esta es caridad cristiana? ¿Es- diré de los olores. Así como el áni-
to juraste en el baustismo con las mo recto, formado en la Humani-
palabras de la liturgia? ¿De esta dad, no aprueba la inmundicia y el
1020 JUAN LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. TOMO I

mal olor y no rechaza los perfumes que la mujer arreada y compuesta.


discretos que recrean los espíritus No son esos arreos y composturas
cansados o les excitan en sus lan- adornos del cuerpo o de la Natura-
guideces y aun les curan si acaso leza, sino que son incentivos y com-
adolecieren (pues aquella María de bustible de tu insolencia. Ninguna
Betania derramó sobre la cabeza del — —
cosa dice Tertuliano puede hacer
Señor una unción de nardo fiel y caducar la verdad; ningún espacio
precioso, con cuya fragancia llenóse de tiempo, ninguna influencia de
toda la casa, y ello no desagradó al personas, ningún privilegio de nin-
Señor), así también reprueba estos guna región, porque Nuestro Señor
olores tan demasiados, cebo y rega- Jesucristo, que persevera eterna-
lo de este cuerpo que cuanto con mente, llamóse a Sí mismo la ver-
mayor mimo se le trata, con tanta dad, no la moda. Y tú dices que hay
mayor insolencia se rebela contra el que hacer alguna concesión a los
alma y no se contenta con menos usos introducidos, a la costumbre
que con tiranizar a todo el hombre imperante y avasalladora. Pídote:
y le arrastra a las más bajas pasio- ¿a la costubre de quiénes? Si es a
nes, donde tienen su sede los rega- la costumbre de los hombres sabios
los. Eso que voy a decir es un di- y buenos, me conformo; pero si es
cho de San Jerónimo a la virgen a la costumbre de los necios, ¿quién
v Demetríades: Estos mancebitos pei- les ha de conceder algo sino los mis-
nados con sus coletas que traen los mos necios? ¿Y qué, si como Quin-
cabellos a ondas y perfumados, y tiliano dice doctamente, sólo el con-
esas pieles que echan olor de excre- sentimiento de los buenos debe lla-
mento de rata exótica, de quien dijo marse costumbre de vida? ¿Intro-
el Arbitro: «No huele bien quien dújose por azar alguna mala cos-
siempre huele bien; evítelos la vir- tumbre? Seas tú la primera en su
gen como si fueran pestes y ponzo- abolición y siempre será tuya esta
ña de la castidad.)> En Marcial hay gloria: otras habrá que sigan tu
un versito análogo: Más que por ejemplo; y así como acontece que
bien oler, quiero nunca oler. Plau- los malos confirman la mala cos-
to dice, en su Moxtelaria : Bien la tumbre, también los buenos la ex-
mujer huele cuando nada huele. tirparán y en su lugar introducirán
Responderá acaso alguna de esas una buena. Porque si siempre tu-
fastidiosillas que a las argucias y viéramos que obedecer y condescen-
sutilezas del ingenio les da nombre der con la costumbre, nunca jamás
de sabiduría: Hay que hacer algu- los siglos mejorarían y siempre
na concesión al linaje, a la nobleza, irían de mal en peor, porque siendo
a las riquezas, al público. Dime factible introducir una costumbre
pronto cúya eres tú que esto dices: pésima, no lo sería desterrarla. ¿Cú-
¿cristiana o gentil? Si eres gentil, yo ya es, dime, esta costumbre de que
no disputo contigo; si cristiana, sá- te jactas? ¿O de dónde es tomada?
bete, engreidísima mujer, que Cris- De las mujeres gentílicas. ¿Por qué,
to no conoce esas distinciones, hi- pues, con esta costumbre no retie-
jas de una arrogancia diabólica y nes la gentilidad? O si el nombre de
no de la modestia de un alma sin- cristiana te contenta, ¿por qué no
ceramente cristiana. Porque contie- te contentan también las costum-
ne verdad se volvió viejo aquel bres congruentes con este nombre?
dicho: No hay más soberbio animal Aquella mujer es gentil y hace
OBRAS MORALES. DE LA MUJER CRISTIANA. LIBRO I. CAP. VIII 1021

aquellas cosas porque no conoció a asiáticas. Entonces las mujeres, co-


Dios ni la templanza de Tú,
la vida. mo furiosas y desatentadas, lanzá-
que conociste a Dios y en su bau- ronse a una manifestación pública
tismo fuiste lavada, ¿qué haces más pidiendo licencia para traer libre-
que ella? ¿En qué paró aquello de mente lo que se les antojase. Porque
protestar que renunciabas a Satanás tal no se hiciera, el cónsul, Marco
y a todas sus pompas, si en contien- Catón, varón gravísimo, disuadiólo
da de vanidades con una mujer pa- en una oración llena de elocuencia
gana no sólo la igualas en el amor y de saber. Aconsejaron lo contrario
de la pompa, sino que la superas? dos tribunos de la plebe en otra ora-
¿Y qué si yo dijere que en tu emu- ción, que Sivio transcribe huera,
lación con las mujeres gentílicas lo ciertamente, y más del agrado de las
haces, no con aquellas matronas de orejas de la necia muchedumbre
la antigüedad, tan religiosas y seve- que de los hombres cuerdos. Pero al
ras, sino con estas otras más mo- fin las mujeres, con su importuni-
dernas, más cristianas, disueltas en dad y tesón, triunfaron en aquella
el lujo, encenagadas en torpezas y enconoda porfía, de suerte que se
maldades? ¿Pluguiese ya a Dios que les soltó las riendas de su locura y
te parecieses a una de aquellas pri- que cada cual obrase al dictado de
mitivas y honestísimas matronas de su propio antojo. Por donde pronos-
Laconia, de las que siendo una de ticó Catón cuántos males se segui-
ellas reina y esposa de Licandro, rían, y en ello, como en otros dichos
habiéndole Dionisio de Siracusa, pa- suyos, fué muy certero adivino.
ra ella y para sus hijas, regalado ¿Quién podrá explicar cuánta sea
unas muy riquísimas estolas, las la mengua del pudor en esta compe-
desdeñaron con estas palabras: Más tición del lujo, cuando se visten
aína nos serán desdoro que gala. unas en competencia de las otras y
¡Ojalá fueses como una de aquellas que a la una se le salta el ojo y le
romanas viejas, a quien aunque Pi- viene el alma a los dientes que se
rro, rey de los epirotas, les envió le quiere salir por no sufrir la ver-
por Cinea, su embajador, muchos güenza de ser aventajada por su
presentes de oro, plata y vestidos rival?
de holanda y seda, ninguna se halló Así que las mujeres se ven com-
tan cuidadosa, o tan codiciada del puestas y ataviadas, entonces no ca-
lujo, o tan perdida de seso y de tai ben en sí, y quieren salir y quieren
desfachatez de cara que quisiera re- mostrarse y huelgan de alternar
cibirlos! Quinta Claudia, virgen ves- con varones; y éste es el escollo y
tal, padeció sospecha en su pudor el naufragio de su pudor. Dice Plu-
porque se remiraba en el aliño de tarco que fué costumbre patria en
su persona algo más de lo conve- Egipto que las mujeres no usasen
niente. Hubo en Roma una ley, lla- calzado porque se quedasen en ca-
mada Opia, promulgada en la se- sa. De la misma manera, si quitas
gunda guerra púnica, en la cual es- a la mujer la seda, el brocado, el
taba ordenado que ninguna mujer oro, la plata, las joyas, las piedras
romana pudiese traer en su persona preciosas, con gran facilidad la ten-
más de media onza de oro ni vestir drás recluida en su casa. En el mis-
más de un solo color. La cual ley mo autor hay dos sentencias sobre
o estatuto duró hasta que la ciudad los atavíos: una, es de Sófocles, el
fué invadida del boato y demasías trágico, y otra, de Crates, el filósofo.
1022 JUAN LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. TOMO 1

El primero, del atavío rico, dice: Dirélo en cristiano: por embaucar


Mezquina de ti, no parecerá este más fácilmente y prender en lazos
adorno, sino deshonra y clara acu- más estrechos las almas de los varo-
sación de tu locura. Y Crates dice nes. No procede de una conciencia
que adorno es aquello que adorna, —
pura dice Tertuliano el insano
y adorna aquello por lo cual la mu- afán de agradar por el embeleco de
jer es más honesta. Y tal no la tor- la hermosura, que sabemos que es
na esmeralda, ni la púr-
el oro, ni la el natural aliciente del placer.
pura, sino todo lo que le da ser de Crisóstomo no cuenta en el nú-
gravedad, de comedimiento, de pu- mero de las vírgenes a las doncellas
dor. Demócares define el atavío de absorbidas por el afán de acicalarse
la mujer diciendo que es la parsimo- y repulirse. ¡Cuánto menos las ten-
nia en el hablar y la templanza en drá por tales si lo hicieren con la
el ornato, y éste es también el sen- aviesa intención de inflamar a los
tir de Sófocles. Entre los griegos co- que las miran con insanos encendi-
rría este dicho usado, acuñado en mientos! Tú, pues, a una, serás es-
forma de aforismo: El atavío de la clava de tu soberbia y extenderás
mujer no es el oro sino las costum- en tu cuerpo las redes de Satanás
f

bres. Aristóteles, el más talentudo por pescar las almas de los incau-
de los filósofos, prescribe a las mu- tos que en ti pusieren sus ojos. ¡Oh
jeres que hagan de las galas un uso mujer no cristiana, sino sierva y se-
más parco que lo que les permiten guidora del diablo!, dirá de ti con
las leyes suntuarias. Y las exhorta atroz conminación la sentencia del
a considerar que ni la jactancia del Señor, enojado. Dios habla así por
vestido, ni la prestancia de la her- Isaías: Por cuanto las hijas de
mosura, ni la abundancia del oro va- Sión se ensoberbecieron y anduvie-
len tanto para la honra de la mujer ron estiradas de cuello y anduvie-
como la modestia en su atuendo y ron guiñando con los ojos y pom-
el cuidado que ponga en vivir con peando en su pasear, el Señor les
honestidad y decencia. En este sen- quitará los cabellos a cercén y des-
tir coincide toda muchedumbre de nudará su torpeza y tendrán des-
los sabios del siglo. Ninguno hay honra en lugar de ornamento. En
entre ellos que no condene esta ele- aquel día quitará el Señor el atavío
gante exquisitez del lujo, nacida de de los calzados, y las lunetas, y los
la más hueca de las necedades, por- collares, y las ajorcas, y los zarcillos
que la mujer cristiana se avergüen- y manillas, las crespinas, y las co-
ce de seguir a los gentiles, no a fias, y los partidores del pelo, y el
aquellos graves varones sapientes, atavío de las piernas, y las gargan-
no a aquellas irreprochables y ho- tillas, y los pomitos de olor y los t

nestísimas matronas, sino el error anillos, y las piedras preciosas que


de los necios y el ejemplo de las lo- cuelgan de y
la frente, las ropas de
cas. Confieso que a mí no se me remuda, y las manteletas, y las gasas,
ocurre con qué pretexto han de co- y los alfileres, y los espejos, y los
honestar las mujeres sus destempla- lienzos delicados, y las cintas, y los
dos atavíos si no es con el exclusivo sombreros ; en lugar de cazoletas y
de parecer más hermosas por atraer buen olor tendrán hedentina, y por
más poderosamente a los machos. cinto tendrán sogas, y tendrán calvez
Pues esto mismo, a las mujeres pa- por cabello encrespado, y por fajas ci-
ganas daría vergüenza el confesarlo. licias. Todo esto dice el Señor de las
OBRAS MORALES. DE LA MUJER CRISTIANA. — LIBRO —CAP.
I. VIII 1023

mujeres. Y dice de los varones que rica y piensas que tienes que gozar
por culpa de ellas se dieron a cosas de lo que Dios quiso que poseyeres.
viles e indignas, como esclavos iner- Gózalo muy en hora buena, mas sea
tes: Tus más gallardos varones cae- en bien de tu alma; gózalo, pero en
rán también a cuchillo, y tus valien- cosas de virtud gózalo, mas en las
;

tes, en batalla; y se entristecerán y cosas que Dios te manda, que Dios


llorarán las puertas de tu ciudad, y te enseña. Experiméntente rica los
la misma ciudad desolada se senta- pobres; siéntante abastada los me-
rá en el suelo. Esto dice el Señor nesterosos; da al Señor tus bienes
Dios, terrible en sus enojos. Y su a logro, da de comer a Cristo. Esto
santo mártir Cipriano habla de esta dice aquel santo mártir. Y más ex-
manera: Hay algunas ricas y col- tensamente dice San Fulgencio:
madas con abundancia de bienes Tal sea el vestido de la sagrada vir-
que hacen alarde de su opulencia y gen que dé testimonio de la íntima
porfían que deben gozar de sus ri- castidad. No se busque ningún pu-
quezas, puesto que las tienen. Se- limento en el vestido del hombre ex-
pan primeramente que es rica aque- terior, no sea que el hombre inte-
lla que es rica en el Señor, y que es rior ande manchado en su hábito.
abundante aquella que en Cristo La virgen que afecta el adorno del
abunda. Sepan que son bienes autén- vestido corporal, despoja su alma
ticos aquellos bienes que son espiri- del esplendor de sus virtudes, y no
tuales, celestiales, divinos, que per- posee la verdadera castidad la que
manecen con nosotros en Dios con prepara cebo y armadijas a los que
posesión perpetua. Por lo demás, si la miran, y no guarda a Cristo la
tú te arreas con más gasto del que debida fe la que se afana más por
conviene y andas en público hacién- agradar al pueblo que a su esposo.
dote notar, y atraes a ti los ojos de Fuerza es que, indeclinablemente,
la juventud, y arrastras detrás de ti la que a los ojos de los hombres
los suspiros de los mancebos, y ce- siembre apetitos, siegue indignación
bas el deseo libidinoso, y andas sem- a los ojos de Dios. No diga, pues,
brando centellas por las calles, de la virgen cuando se acicala: Ningún
manera que aunque no perezcas tú mal harán el vestido y la joya. Así
eches los otros a perdición, y te pre- es, pero por ellas entrará el malhe-
sentas como cuchillo y ponzoña de chor y el sugeridor de la voluntad
los que te contemplan, no tienes dis- perversa. Hasta aquí, San Fulgencio.
culpa, como si en espíritu fueses En materia que tan poco me com-
pudorosa y casta. Acúsate el desco- pete, y confirmada con tan prolija
cado afeite, el arreo impúdico, y no experiencia, de grado apelo a la au-
puedes ser contada entre las donce- toridad de los Santos Padres, por-
llas y vírgenes de Cristo, puesto que esas damas remilgadas y rela-
que vives mal y puedes ser reque- midas que tienen por aldeana y bo-
brada de amores. Llámaste rica y balicona a la que vista cristianamen-
virgen; pero no parece bien en la te, les den un crédito mayor. Y no
virgen sacar a plaza sus riquezas, hay bastante con lo que dicen algu-
siendo así que dice la Escritura di- nas : Bástame mi conciencia, que
vina: ¿Qué pro nos hizo la sober- merecerá mi aprobación ante Dios.
bie? ¿O qué bien nos produjo el des- Basta si no dañas al prójimo, si
pilfarro? Pasó todo aquello como para él no fueres piedra de escán-
una sombra. Llámaste abundante y dalo y de tropiezo. Quiere el Após-
1024 JUAN LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. —TOMO I

tol que nuestra modestia sea noto- consejo de Nuestro Salvador, puesto
j

ria a todos los hombres, no cierta- que son ciegas y guías de ciegas,
mente para gloria nuestra, sino, co- prefieran ser ofendidas que no pro-
mo dice el Señor, porque los hom- vocadas. Si ellas se escandalizan de
bres vean vuestras buenas obras y vuestros bienes, ¿por qué no vos-
glorifiquen a vuestro Padre, que otras, con mejor acuerdo, os escan-
está en los cielos. Y el mismo Após- dalizáis de sus males? Ellas se ofen-
tol, por no ofender al hermano, pro- den porque vosotras os adornáis se-
mete que jamás catará carnes; y gún el precepto de los Apóstoles;
tú, por no prender a tu hermano en vosotras os ofendéis más porque
el lazo, ¿no te avendrás a abreviar ellas se atavían según el querer y
tu escote y a no poner una cara los preceptos del demonio. ¡Exce-
ajena encima de la propia? ¿En lente fuera este celo por el prójimo
dónde está tu caridad para con el si porque él no se ofendiese, tú te
prójimo, a quien presentas no ya tu perdieras a ti y a él! Dirá por ven-
vestido, sino la ostentación de tu tura alguna: Pues ¿qué mandas?
vestido? Con harta religión dice Ter- ¿Quieres que las mujeres sean des-
tuliano A la pudicicia cristiana no
: aseadas y desapuestas y sucias? No,
le basta con ser t sino también con yo no quiero tal, ni mi doctrina es
parecer. Tanta debe ser su plenitud tan torpe, ni a rní jamás me agradó
que desborde del corazón al vestido. la suciedad. Yo quisiera la observan-
¿Acaso no recuerdas que tu madre cia á la ley apostólica que puse
1--

Eva ocasionó la perdición de su es- al principio de este tratado. Los


poso? ¿Y quieres tú rivalizar con apóstoles no mandan que las muje-
ella en esa hazaña? ¡Cuánta
triste res anden sucias, ni desmelenadas,
mayor cordura no sería que vos- ni andrajosas, sino que en odas des-
otras, con perpetuo vestido de luto, aprueban la desmesura en el ador-
llorareis el pecado de vuestro sexo, no y aconsejan que se contenten
que no que irritaseis la pasión de de un vestir llano y simple. Tam-
los mozos con la esplendidez del ata- bién la simplicidad tiene su aseo,
vío! Cuando tú con tus lazos hu- mucho más puro que la demasía,
bieres hecho algunos esclavos del bien así como es más fácil mantener
diablo, ¿cómo podrás sacarlos de limpio un vaso pequeño que no un
ellos si quisieres? ¿Cómo de la es- ajuar numeroso y grande. No vestirá
clavonía de Satanás podrás volver- seda, sino paño; no vestirá holanda,
los a la libertad de Cristo? ¿Con sino lienzo corriente; no resplande-
qué expiaciones expiarás maldad cerá su ropa, pero no asqueará; no
tan nefanda? Y en medio de tan causará maravilla, pero tampoco re-
gran peligro juegas descuidada, no pulsión. Ajuar mujeril llámase el
i

tanto del látigo ajeno como del tu- conjunto de todos aquellos utensi-
yo. No faltan quienes objeten: Pre- lios y productos de tocador que sig-
cisamente con este nuestro acica- nifican aseo, no artificio ni opulen-
larnos evitamos el escándalo, no sea cia. Yo no sé ver para qué sirve el
que otras que andan más atusadas uso de oro, plata, joyas y perlas y
y con más aliño vayan a pensar que otros costosos atavíos, si por ventu-
son reprendidas por nuestra medio- ra no se mira más a la virtud de al-
cridad, puesto que no nacimos en gunas piedrecillas que a la ostenta-
más bajo lugar ni poseemos menos ción, como los corales y esmeraldas,
bienes. Dejad que ellas, según el puesto que sea cosa averiguada que
I
I ;

OBRAS MORALES. DE LA MUJER CRISTIANA. LIBRO I. CAP. VIII 1025

en aquellos minerales pequeñitos la. jó a tristes V abominables apetitos


Naturaleza entrañó aquellas propie- que fueron perdición común de
dades que dicen poseer. Pero, no unos y de otras. Y de ahí vino que
obstante, ¿será verdad que cada una muchas mujeres dechados de hones-
de las mujeres, por causa de sus vir- tidad pusieran todo el cuidado posi-
tudes secretas, busca estas chinitas ble en cuidar esta belleza, a fin de
preciosas y no por pura vanidad, parecer menos hermosas de lo que
porque se la tenga por más rica? aran en realidad, por no ser traga-
Mucho menor es el uso de las sedas, das por aquellas vorágines que más
en las cuales, porque el uso las es- arriba he indicado. Esto que dije
traga en poco tiempo, se pierde su de los arreos y atavíos a tenor de
valor y la economía doméstica no la moral cristiana, conviene a todas
puede soportar el gasto. Así que la las mujeres, y de un modo especial
doncella que yo eduque no se ado- a las doncellas, que yo no sé por
bará la cara, sino que se la limpia- qué razón ha prevalecido la cos-
rá; no se embadurnará de jabón, tumbre de que se ataviaran y com-
sino que se lavará con agua clara pusieran con un esmero mayor que
no se enrubiará los cabellos ni se las mujeres casadas. Yo, en cambio,
los teñirá porque cambien de color, pienso ser más honesto que una que
pero no los tendrá sin peinar, des- otra vez la mujer casada, si así plu-
greñados y llenos de caspa, y guar- guiere al marido, se muestre con
dará la cabeza de sudor y de sucie- mayor pulimiento que la doncella,
dad; no se deleitará con olores deli- sea cual fuere su linaje o su posibi-
cados, y mucho menos con el hedor. lidad. La mujer casada aféitase pa-
Mirarse ha en el espejo no por es- ra su marido. La virgen, en cambio,
tarse allí todo el día atusándose y es toda de Cristo, para quien debe
pintándose meticulosamente, sino engalanarse, pues no es propio de
porque no haya en el rostro y en el ella pedir ni desear marido, como
tocado ningún detalle ridículo e in- diré en su lugar. Por esto dice el
decente que no pueda verse sino Apóstol: La mujer no casada y la
por medio del espejo; entonces allí virgen, piensan en las cosas del Se-
se compondrá de manera que nada ñor para ser santas, así en cuerpo
haya en su cara que pueda afear su como en espíritu; mas la que está
castidad y modestia. Y por terminar, casada, piensa en las del mundo y
pensará la mujer cristiana que fué en cómo agradará a su marido. Y
dado para ella aquel consejo que Só- aun pienso que es amonestación su-
crates acostumbraba dar a sus discí- perflua la de advertir que la mujer
pulos, a saber: que se mirasen en no se ha de vestir de hombre ni se
el espejo: si eran lindos, porque se ha de poner ropa alguna de varón,
preocupasen de no tener el alma porque la conducta contraria fuera
fea, y si eran feos, porque compen- inequívoco indicio de que en pecho
sasen la fealdad corporal con la her- femenino se alberga osadía de va-
mosura del alma. Entre todas estas rón e insigne y descarada desver-
cosas, considere siempre la mujer güenza. La diferencia del vestido
honesta que la belleza física a la ma- conserva el pudor, padre nutricio de
yoría de las que la poseían arras- la pureza. Tenemos que oír al Se-
trólas a una arrogancia intolerable y ñor, que con estas palabras veda en
que a la mayoría de los hombres el Deuteronomio: No se vestirá la
que en ella se embobaban los empu- mujer vestidos de varón ni el varón
LUIS VIVES. — 33
1026 JUAN LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. TOMO I

usará vestidos de mujer. Abomina- que ejercer una vigilancia continua


ble es a los ojos del Señor el que ha- en la custodia del alma y pensar
ce este trueque. Quiso la Naturaleza que es milicia la vida del hombre
que fuese muy notoria la diversidad sobre la Tierra, en expresión de
de los sexos en los cuerpos de los Job, a fin de que aquel profeta, lu-
animales. Y si es cierto que cubri- chador acérrimo, estemos en pie so-
mos con recato nuestro cuerpo y bre nuestra atalaya e hinquemos
apartamos aquella diferenciación nuestra planta encima de la forta-
con velos pudorosos, como es razón leza.
que así sea, de la vista de aquellos No muchas veces, pues, abra la
con quienes topamos, pero que tam- doncella esas tan peligrosas puertas
bién los vestidos lleven consigo las de los sentidos, y cuando acontecie-
características de aquella diferencia, re que las tiene que abrir, hay que
menester es que nosotros no con- poner guardias de vista y mucha
fundamos aquella en que la Natura- cautela, no sea que el enemigo se
leza puso distinción. Y por todo es- lance por ellas impetuosamente, si
to, quien torna el vestido promis- le falleciere fuerza, o astutamente
cuo, con toda razón es llamado por se infiltre por ellas, si le faltare pru-
el Señor abominable, pues que in- dencia. Rara debe ser la salida de
tenta una cosa contraria a la ley na- la doncella en público, puesto que
tural, que introduciría en la convi- poco es lo que tiene que hacer fuera
vencia social un sinnúmero de peli- de casa y corra peligro su hones-
gros. Mas eso no lo intenta ninguna tidad, riqueza de muy subido pre-
mujer, sino aquella que, juntamente cio. Y no solamente cuando saliere
con el pudor, echó de sí la honesti- vaya en compañía de su madre, sino
dad, y a ésa, nuestros avisos no la aun cuando se estuviere quieta en
aprovecharán ni para ésa los escri- casa, y esta obligación debe impo-
bimos. nerse también a las madres. San Je-
rónimo aconseja a Leta que cuando
CAPITULO IX tenga que ir a su granja suburbana,
no deje a su hija en su casa urbana.
DEL RETRAIMIENTO DE LA DONCELLA Y le dice: No sepa ni pueda vivir
la niña sin ti, y cuando estuviere

Tan firmemente está asentado en sola, tenga miedo. Quiero que se en-
este bajo mundo el reinado de Sata- tienda este consejo en este sentido,
nás, y a causa de esto existe una a saber: que si la madre hubiere
tan vasta conspiración en favor del de estar algún tanto ausente, lléve-
mal y el pueblo es tan obstinado de- sela consigo. No siendo así, no es
fensor de sus propios vicios, que na- menester que la hija constantemen-
die puede asomar su cabeza en pú- te acompañe a la madre, singular-
blico sin que, instantáneamente, a mente si ella va a convites, o a bo-
través de los sentidos, asalte el alma das, o reuniones de varones, o a
todo lo que desquicia la virtud y la algún lugar análogo, ora fuere por
piedad. Como dijeron sapientísi- un cumplimiento inexcusable, ora
mamente los maestros del humano por complacer a su marido, que acu-
vivir, por los sentidos todos, como diere a un sitio donde no convenga
por boquetes y ventanas, irrumpe llevar a su hija doncella. Haya en
la muerte en el alma, brutal o cau- casa alguna honrada dueña, guar-
telosamente. Por esta causa, hay diana y garante de la honestidad,
OBRAS MORALES. DE LA MUJER CRISTIANA. LIBRO I. CAP. IX 1027

puesto que no hay peste mayor ni pecto, que basiliscos son o como los
más perniciosa que la que en la pro- catoblepos de Plinio, que, con sus
pia casa se cría y se fomenta. ¿Y agudísimos ojos, infiltran ponzoña
cómo te librarás de ella si no la ex- y matan no más que con la vista.
pulsares radicalmente? ¿Qué apro- Y no crea nadie que haya en ello en-
vecha preservar el leño de toda in- carecimiento alguno mío. Y aún hay
juria exterior si por dentro le roe alguna de esas celestinas de tan sa-
la carcoma? Yo conocí a una mujer tánica habilidad, que muchas veces
de toda probidad que, teniendo en- conquistan con sólo mirar, sin auxi-
comendada la custodia de las donce- lio de razonamiento. Y aún hay
llas, por amarlas con ternura, de- otras que se valen de hechizos y
jaba que sus hijos jugasen con encantamientos, de cuyas maneras
ellas peligrosamente, y no osaba re- de proceder ojalá fuesen más raros
prenderlos y apartarlos de la ofensa los ejemplos. Y qué decir si las hay
de la castidad. Mírese mucho que la que con el solo saludo, o la sonrisa,
tal dueña a quien la doncella se con- o el guiño, a guisa de serpiente,
fía no tenga en casa varones, hijos mancha a la doncella a quien miró,
o hermanos, amigos de bullicios y especialmente entre aquellos que
juegos o a quienes ella no ose con- conocen el arte diabólico de la mu-
trariar ni defender con energía el jer, por no decir cuánta infección y
depósito que se le confió. Sea la tal cuán inextirpable contrae la casa en
dueña no ya casta solamente, sino la que alguna vez pusiere los pies.
que su mismo continente y grave- Corra, pues, la doncella a su madre
dad de su prudencia, de sus costum- como a un sagrado refugio y cuén-
bres, de su conversación, la haga tele los manejos de la celestina; o
respetable y ejemplar; cuya mirada de tal manera se le ha de esquivar
y cuyo ceño, y no tan sólo su voz, y rechazar, que entienden los que
todos recelen y obedezcan, aun los lo vieren, que en ella temes una
hermanos de mayor edad. Y ella peste. Haciéndolo así, por la obra
misma, en la guarda del puesto que te aprovecharás a ti y por el ejem-
tiene confiado, pórtese con resolu- plo a las otras doncellas, a quienes
ción, de tal manera, que con su sola enseñarás hasta qué punto deben
presencia todo se considere seguro temerla. Al poder público tocaría
en la casa honrada; y se ha de arro- ejercer vigilancia sobre las viejas
jar de ella tan lejos como se pueda pobres, porque al censor de la pú-
toda persona que con su ejemplo blica moralidad le constasen sus me-
provocare a la lascivia y al deseo. dios de vida, pues en faltándoles,
Aquella mujer que, pagada por el con toda seguridad se hacen alca-
galán, con palabras blandas solicita huetas, y luego, al punto, hechice-
y empuja a la maldad, carece de ras. Acerca de las compañeras, tal
nombre en el diccionario humano, es el precepto de San Jerónimo:
puesto que es una cosa diabólica, No quiero que la doncella quiera
que la doncella evitará como si fue- más a una que a otra de las mozas
se víbora o áspid, y que debería ex- de servicio, con quien ande en se-
pulsarse de la ciudad como una ge cretos a la oreja; todo lo que dijere
neral perdición. No hay palabras pa- a una, sépanlo todas. Conténtese
ra poder decir de cuántos males con una amiga no afeitada, ni her-
esas mujeres son causa. No sufra, mosa, ni bulliciosa, ni requebrada,
pues, la doncella ni siquiera su as- ni que con líquida garganta module
1028 JUAN" LUIS VIVES. OBR.AS COMPLETAS. TOMO I

dulces cancioncillas, sino que sea estarse ociosa y principalmente


grave, descolorida, desafeitada y con cuando se esté sola. De una doncella
un dejo de tristeza. El mismo san- así, desocupada, dice Ovidio que
to expresa idéntico sentir en su car- más segura puede estar en medio
ta a Demetríades. En las doncellas de una multitud. Y tampoco es del
de compañía conviene precaver que todo seguro engolfarse en pensa-
ninguna de ellas te cause daño, ni mientos, aun cuando, al principio,
por su porte, ni por sus palabras, fueren honrados y santos. Inquieto
ni por la ligereza de sus juegos y y alado es el pensamiento de la mu-
meneos. Xo tengas ninguna suerte jer y no es fácil fijarse en un sitio.
de relación con las mozas que gus- Con un paso muy corto se desliza
tan de ser miradas, que huelgan de de la bondad a la maldad. Y ha pa-
ser cortejadas, que se alaban de te- recido a algunos que Publio Siró, el
ner un lindo galán, o rico, o apues- mimógrafo, dijo con toda razón
to, o noble y traen los billetes de La mujer, cuando piensa sola, pien-
amores que les escribieron y los sa mal.
muestran a sus amiguitas, y les La Magdalena, que, sentada cali?
cuentan sus hechos, y les repiten los pies del Señor, oía su divina pa-
sus dichos: Hizo eso, me dijo eso, labra, no sólo gozaba de la contem-
se me acercó así, me alabó así. plación de las cosas celestiales, toda
Oxe, afuera esas amigas, aun cuan- transpuesta y arrobada, sino que
do fueren vecinas, aun cuando continuaba en esta misma ocupa-
fueren ricas o tuvieren contigo pa- ción dulce, ahora leyese, ahora oye-
rentesco o afinidad o consaguini- se, ahora orase. Haga esto mismo no
dad; y aun cuando fueren herma- ya sólo la doncella que yo instruyo,
nas tuyas, niega tú que lo sean: sino cualquiera otra mujer, pues
mordidas están por el diablo, perro que en muchos lugares de este libro
rabioso, y rabiaron ellas también; hablamos a todas las mujeres en ge-
no hay título tan estrecho que obli- neral. Lea, pues, en su aposento sola
gue a su trato y conversación. Y o sola rece en los días de fiesta, y
más cuando la hermana es ahogada en los días de hacienda haga lo mis-
por lahermana, y el hermano por mo o trabaje en algo de sus manos.
el hermano, y el hijo por la madre. Xo hay duda sino que el Angel ha-
Holgará, pues, nuestra doncella lló a la sacratísima Virgen María
con la escogida compañía de otras haciendo algo de esto cuando le tra-
doncellas de su igual, entregándose jo la divina embajada, la cual se
ora a juegos honestos y de buena turbó toda, porque una voz augusta
crianza, ora a buenas lecturas, o a ciertamente, pero con recio sonido
santas conversaciones que la lectura de varón, rompió aquel adorable y
les sugiera; nada cuente de bailes perpetuo silencio, donde jamás ha-
ni de convites y otra suerte de pla- bía oído interpelación de nadie, y
ceres livianos, no sea que las donce- por esto llámanla alma los hebreos,
llas que lo oyeren se impresionen que quiere decir virgen escondida.
de aquellas mentidas apariencias de Esta es aquella de la cual dice
deleites. Y, sobre todo, absoluta au- Isaías: He aquí que la virgen es-
sencia de varón. Y cuando las com- condida concebirá y parirá a Dios
pañeras la dejaren sola en su apo- y hombre. Luego en su casa a na-
sento y recámara, no esté sin hacer die dará entrada ni cabida la don-
algo, pues es cosa de harto peligro cella sino a quien su padre mandara
OBRAS MORALES. DE LA MUJER CRISTIANA. LIBRO U CAP. IX 1029

con expreso mandamiento. Luego, mos, enriquecida con los dones de


poco a poco, comenzará a aliviar en los Magos, hermosísima, discretísi-
las faenas domésticas a su madre, a ma, doctísima y sapientísima. Y, no
la cual, juntamente con el padre, obstante, en medio de todas estas
debe querer, después de Dios, sobre singulares excelencias, cómo man-
i

todas las cosas de este mundo. Los tenía el equilibrio de su alma y te-
cuales, si mandaren a su hija labo- nía de sí una muy modesta opinión!
res de lana o de lino, o cualquier Ya sabedora del celeste parto y ma-
otro trabajo manual, no solamente dre inminente de un Hijo tan glo-
lo hará sin pesadumbre, sino tam- rioso, no se desdeñó de servir a su
bién con mucha diligencia y agrado. marido artesano ni de visitar a una
Y ello lo hará con tanta mayor prisa parienta y prestarle asistencia y
y esmero si aquel trabajo ha de dar servicio en su avanzada gravidez.
a sus padres alguna parte de su ¿A qué persona se antepuso? ¿A
mantenimiento. Entonces se tendrá quién jamás tuvo en menos, a pesar
por la mujer más dichosa y pensará de su linaje, de su lindeza, de. su
que, en parte, paga lo que debe a ingenio, de su dignidad? ¿A quién
quienes tanto hicieron por ella y les no se pospuso ella, virgen más que
devuelve el beneficio de los alimen- los ángeles cuya Reina estaba desti-
tos que de ellos recibió. Cuando la nada a ser? Por eso yo no apruebo
doncella hubiere dado cobro a todos que se pinte a esta Virgen divina
los quehaceres domésticos y tuviere con vestiduras de seda y de brocado,
espacio de retraerse sola y de orar, ataviada de joyas y de pedrería, co-
empléese toda en Dios, y conságrese mo si con estas cosas se hubiera
a El, y venere a Cristo y a su ma- complacido mientras vivía entre los
dre, y pídales perdón y paz. Y con- mortales. Y aun en determinados lu-
sidere entonces que ella es virgen gares la imagen de la Virgen tiene
cristiana y esposa de Cristo, imita- su ajuar y ropas de temporada, sien-
dora de la Virgen, y piense que no do así que muchos mortales carecen
es nada la virginidad del cuerpo sin de las cotidianas. No hay cosa que
la limpieza del alma; que si ésta más desdiga de ella. Yo prefiriera
tiene, ninguna cosa hay tan limpia, verla con aquel vestido llano que
ninguna a Dios más acepta. Recuer- acostumbraba usar, para que con
de, pues, que sigue las pisadas de mayor viveza se ofreciese a los ojos
la Madre Santísima del Señor, y que de nuestra soberbia aquella su ejem-
lo primero que debe hacer es tras- plar templanza y buen gusto, a ma-
ladar en sí aquella virtud suya, en- nera de callado reproche y materia
tre todas la más excelente, aquella de reprensión, y las ricas aprendan
su modestia y templanza de ánimo en ella, y en ella las pobres se con-
que vulgarmente llamamos humil- suelen, y éstas cobren ánimo y
dad, la cual se halló tan grande en aquéllas pierdan tufos, y unas y
ella, que, habiendo Dios puesto en otras se reduzcan a una norma jus-
más ricos y soberbios bienes,
ella los ta y moderada, por manera que ni
nunca jamás hubo en su alma pun- las opulentas desesperen ni confíen
to de soberbia ni cosa que le diese en exceso las menesterosas, sino que
engreimiento. Virgen nobilísima, entre ellas quede establecida una
que contaba catorce reyes y otros especie de igualdad. La doncella que
tantos caudillos de Israel en su as- yo educare seguirá, pues, el ejemplo
cendencia, nacida de padres riquísi- de tan gloriosa Virgen, no con áni-
1030 JUAN LUIS VIVES. OBR.AS COMPLETAS. TOMO I

mo fingido y simulado, sino sincero ción consiste en el murmullo y mo-


y resoluto; no sea que, bajo una vimiento de los labios, sino en el
máscara de virtud, se críe un vicio alma y el pensamiento que de estas
más tétrico y pernicioso, y el vene- cosas viles levanta su vuelo a las
no se solape debajo de una aparien- celestiales y divinas. Esto se nos
cia de remedio y la dolencia se disi- exhorta a hacer en la misa, cuando
mule debajo una piel entera y sana, se dice: ¡Arriba los corazones!, y
y que, por lo mismo, así forrado y nosotros respondemos : Tenérnos-
paliado, mejor se defiende contra la los en el Señor. Y en diciendo esto,
salud. No haya, pues, en la mujer son muchísimos Los que mienten,
ningún disfraz o fingimiento por el puesto que tienen el suyo apegado
prurito de parecer buenas, y no es- y clavado en cualquiera cosilla sór-
peren poder engañar o cambiar la dida, ínfima, de este mundo, y no
naturaleza. No tiene igual valor lo deja que se levante aquel cuidado
simulado que lo sincero. Las cosas mismo que le derribó. Cristo dice
fingidas o envueltas en tapujos son ser adoradores verdaderos aquellos
desmedradas y flacas, y o bien aca- que en espíritu adoran al Padre y
ban por destaparse ellas mismas, o que ésa es la adoración que más le
una mano brusca las descubre. Sea, agrada y las oraciones que le son
pues, la doncella de hecho lo que más aceptas. Mire, pues, que su
muestra en apariencia: humilde, mente, que su alma no hagan diso-
bien criada, vergonzosa, honesta; nancia con las palabras. Diga inte-
tal le conviene ser y tal le conviene riormente lo mismo que exterior-
parecer. Y con esta postura y con- mente. Y aún diré más: exterior-
cierto entrará ya más adentro en la mente calle cuanto quiera o exprese
gracia de la Divina Madre, a quien otras cosas mientras en sus adentros
representará con mayor ejemplari- clame al Señor y pueda decir con la
dad en su vida y entrará también Esposa: Yo duermo, pero mi cora-
más adentro en la gracia de Cristo, zón está despierto.
que reconocerá en ella una digna
esposa suya. Y comenzará a rogar
primeramente para sí porque se le CAPÍTULO X
aumente en la piedad y en el pro-
pósito de la santa pureza y en las DÉ LAS VIRTUDES DE LA MUJER Y DE LOS
restantes virtudes. Y después roga- EJEMPLOS QUE DEBERÁ IMITAR
rá por sus padres, por sus herma-
nos, por sus hermanas, por sus deu- En los libros que la mujer leyere
dos y por todos los demás por los u oyere aprenderá las virtudes de
cuales será conveniente que ruegue. su sexo en general. Y con efecto,
Sus plegarias serán en extremo apa- parece muy concertado que la mu-
cibles a Dios y eficaces para impe- jer esté dotada de toda manera de
trar lo que se pide, como proceden- virtudes; pero algunas virtudes par-
tes de un corazón purísimo e inte- ticulares le son más necesarias que
gérrimo y genuinamente cristiano. otras. Esto mismo ocurre con los
Yo querría que ella entendiese lo vicios, que, siendo feos todos, no
que reza, ora se expresare en len- obstante, hay algunos que son en
gua que conoce, o lo que dijere en ella abominables y dignos de toda
latín le sea previamente declarado execración. Virtudes ha}' que son
por otro. Y no piense que la adora- más particulares de las casadas,
OBRAS MORALES. DE LA MUJER CRISTIANA. LIBRO I. CAP. X 1031

otras de las viudas; pero yo voy a Avergonzóse —


exclamó en el teatro
hablar de todas las que pertenecen un padre refiriéndose a su hijo —
a todo género y condición de muje- avergonzóse ; salvo está. Y aquel
res. Lo primero de todo sabrá la varón sabio dijo a un mancebo ru-
mujer cristiana que la principal vir- borizado: Enhorabuena, hijo; éste
tud de la mujer es la castidad, la es el color de la virtud. Y si esto
cual, única y todo, suple todas las se dice de los varones, ¿qué es ra-
restantes virtudes. Si la tuviere ella, zón que pensemos de las mujeres,
nadie busca las otras, y si faltare qué de las tiernas doncellicas? Abo-
ella, ninguno se satisface de las mina el Señor de la mujer impúdica
otras. Y así como los filósofos estoi- con estas palabras de execración:
cos opinaban que la totalidad de los Se te ha hecho una frente de ra-
bienes conteníase en sólo saber y mera; descarádote has. Hasta un
todos los males en sólo no saber, punto tal pensaron que la vergüen-
por manera que al sólo sabio pro- za no sólo embellecía nuestro sem-
clamaban rico, libre, rey, ciudadano, blante, sino que le era necesario;
bello, animoso,bienaventurado, y, que lasvoces rostro, cara, frente, vi-
al contrario, al necio, sólo por ser nieron a ser sinónimas de verecun-
necio, llamábanle pobre, esclavo, dia y de pudor. De ahí nacieron ya
desterrado, peregrino, feo, desecha- en los siglos primitivos aquellas ex-
do, cobarde, miserable. Eso mismo presiones: cara dura, rostro tierno,
hemos de pensar de la castidad en que significan el descaro o el sonro-
la mujer, a saber: que la sola casta jo. De la verecundia nacen el come-
es hermosa, donairosa, dotada, no- dimiento y la templanza, en el pen-
ble, fecunda y toda cuanta calidad sar, en el decir, en el hacer, de for-
exista mejor y valiosa; y al revés, ma que nada hay ni en los afectos,
que la mujer impúdica es piélago y ni en las palabras, ni en los hechos
abismo de los males todos. Compañe- descomedido, arrogante, insolente,
ros inseparables de la pudicicia son liviano, melindroso, petulante; nada
el pudor y la templanza. Parece que que sea jactancioso, nada que sea
del pudor tomó nómbrela pudicicia, descomunal. Crea que no merece ho-
por manera que no es púdica la que nores y no los solicite; esquívelos
no es sensible al pudor. El pudor es más aína, y si se le echaren encima,
una suerte de velo que se pone so- ruborícese de ellos como de una dis-
bre nuestra cara, pues cuando la Na- tinción inmerecida. Ninguna cuali-
turaleza y la razón hubieron vestido dad le haga insolente, ni la hermo-
el cuerpo y la carne del pecado por sura, ni la gracia, ni la alcurnia, ni
la vergüenza de la primera culpa y las riquezas, sabiendo que son bre-
dejaron la cara al descubierto y des- ves y perecederas, y que a la sober-
nuda de estas envolturas nuestras, bia le está reservado un castigo per-
no le negaron su velillo, quiero de- durable. La sobriedad fomenta la
cir, el pudor que le cubriese con continencia, así como la embriaguez
agrado y ejemplaridad de los hom- la arruina. Nadie ignora la acostum-
bres, que entienden que se recata brada secuela de la crápula. La so-
una gran probidad debajo de aque- briedad va acompañada de la eco-
lla delgada cobertura. No hay hom- nomía y de la frugalidad, que en el
bre alguno a quien no contente ver- gobierno doméstico son de la incum-
la vestida así y que no aborrezca a bencia de la mujer, según, y no sin
quien se la quita y se descara. razón, declararon Platón y Aristóte-
1032 JUAN LUIS VIVES- OBR AS COMPLETAS. TOMO I

les. El varón allega y la mujer cus- mente necesitado de auxilio ajeno,


todia y guarda. Por eso al varón se ¿quién sufrirá en la mujer el des-
le dió la animosa iniciativa que fué mandado enojo y la crueldad? ¿Y
quitada a la mujer, porque lo que que desee perder aquello que, si me-
el varón acarrease valerosamente, nester fuese, no pueda conservar?
la mujer lo retuviese meticulosa- ¿Y que retenga en el rencoroso pe-
mente. cho la memoria de la injuria en es-
Esta templanza del cuerpo se de- pera de la ocasión de la venganza?
rivará también sobre el alma, y ello Merecería esta tal verse en tan
hará que las pasiones no anden re- mala ventura que, agobiada y que-
vueltas y como borrachas ni se des- brantada con la multitud y grande-
manden a desbaratar el sosiego de za de sus males, confesase derribada
la virtud, sino que sea practicable al suelo su vencimiento, y que se
y fácil el bien obrar y el bien saber. dejase de pensar en enojos y ven-
Conságrese la mujer a cosas de pie- ganzas y demás locuras, preocupada
dad, y contentándose de lo poco, no más que de su salvación lo que ;

bástele lo que tuviere a mano. Har- hartas veces, por justo juicio de
ta granjeria es, según el Apóstol, la Dios, vemos que acontece a muchos,
piedad con la bastada suficiencia, y no sin la aprobación de aquellos a
no andar buscando lo peregrino y quienes era conocida su fiereza y su
lo ajeno donde tiene su origen la encono. Establécese como una por-
envidia, y la emulación, y la curio- fía entre las bestias feroces y la
sidad en las cosas que no le tocan. incauta mujer poseída de la sober-
Parece bien sobre manera la devo- bia, de la ira, de la envidia. La cau-
ción en el sexo femenino. Qué ;
sa es porque a su espíritu liviano
monstruo de fealdad es la mujer y flaco toda ofensa se le hace muy
ajena de religión, merecedora de grave e insufrible, merecedora de
aversión y de aborrecimiento, y de una venganza atroz. Cosas baladíes
la cual se debe huir como de una y pequeñísimas ofrécense como
aparición ominosa! Muy recia y montañas gigantescas y pétreas a
muy frecuente pelea tiene la mujer los ojos necios y viciosos, ofuscados
que sostener con la envidia, la cual de niebla y de humo. Así que si ella
encajando mal con las mujeres has- no se desvela por evitar tan fieros
ta el ridículo, yo no sé cómo se ape- enemigos con arte o por vencerlos
ga a ese sexo con tantísima perti- con acometimiento, peligro muy
nacia. Empero la que fuere templa- grande pasa de ser por ellos devo-
da y se contentare con lo que basta rada y de padecer tormento inaca-
a satisfacer las necesidades de la bable en esta vida y en la otra. Creo
naturaleza, no tendrá por qué envi- que quedó asaz claro que la castidad
diar a otra ni le dará pena el cui- es la reina entre las virtudesde la
dado de la casa de otro. Mas la mu- mujer; que van en seguimiento su-
jer que fuere pudorosa y templada, yo dos compañeras inseparables;
y la que fuere sobria, jamás se de- que la sobriedad nace del pudor, y
jará vencer de la ira, ni se entrega- que de aquellas dos se origina el
rá al mal decir, ni será arrastrada restante coro de virtudes femeni-
a ninguna sevicia ni inhumanidad. nas, y se fabrica y compone la ar-
Pues como sea que conviene que el monía y concierto de todas ellas, a
linaje de las mujeres sea manso de saber: la humildad, la mesura, la
suyo, por cuanto es débil y fuerte frugalidad, la moderación en el gas-
OBRAS MORALES. DE LA MUJER CRISTIANA. LIBRO L CAP. X 1083

to, diligencia en los quehaceres


la gélica, habiendo tomado en su com-
domésticos, el culto de la religión, pañía no un marido, sino un cus-
la mansedumbre, las cuales virtudes todio de su virginidad. Las cuales
todas que yo mismo explicaré en cosas, puesto que eran milagrosas,
otros lugares con alguna mayor ex- con milagro mayor, con pasmo de
tensión, arreo las hallará tratadas la Naturaleza toda, parió su Hijo al
muy de asiento por santos sabios mundo. Y después que fué viuda,
varones. Dibujada contempláis la porque toda su vida estaba colgada
imagen de la honestidad, la cual es del espíritu, y viviendo en el cuerpo
de tanta hermosura y de prestancia se había encumbrado sobre la con-
tanta, que si pudiera verse con los dición natural del cuerpo, halló en
ojos corporales, como escribió Pla- un solo Dios un Hijo obedientísimo,
tón en su Fedro, admirable fuera el y un Esposo castísimo, y un Padre
amor de sí, que incitaría, y no hay indulgentísimo; con lo cual, pues
hermosura de cosa alguna criada de por Dios lo había menospreciado to-
las que prendan y enamoran nues- do, en Dios lo encontró todo.
tros ojos, como los cautivaría y se Pero ¿qué hago, Virgen divina?
los llevaría tras sí la honestidad si ¿Qué empresa es la que acometo?
se nos descubriese y mostrase clara- ¿La de celebrar tus infinitas alaban-
mente. zas? Pero llevar adelante este em-
Luego al punto escogerá nuestra peño ni es de mi cortedad, ni de mi
virgen de lo que oyere o de lo que escasez de palabra, ni de la estre-
leyere algunos santos ejemplos de chez de este libro. Menester es una
vírgenes cuya imitación se proponga, holgura espaciosísima, una facundia
y a las cuales desee asemejarse, y ejercitadísima y eruditísimo y sobe-
ponga un no entibiado afán por con- rano ingenio. Imitad a esta Virgen
seguirlo. Y el primer ejemplo que ha todas vosotras que queréis conser-
de tener siempre delante de los ojos var la castidad entera. Seguidla vos-
es el de aquella Reina de la virgini- otras, mujeres casadas que tenéis
dad, María, Madre de Cristo, Dios y voluntad de agradar a vuestros ma-
hombre, cuya vida no sólo las vírge- ridos y cumplir el juramento que
nes han de tener por espejo para prestasteis. Miradla bien vosotras,
componer su vida, sino también las viudas, pues en ella encontraréis
casadas y las viudas, puesto que se consuelo del marido muerto, conse-
hizo toda para todas para provocar jo por criar la prole y ejemplo efi-
y atraer a todas al ejemplo de su cacísimo para ordenar lo restante
castidad y de las otras soberanas de vuestra vida. Siguieron infinito
virtudes. Para las vírgenes se hizo número de vírgenes cristianas el
virgen humildísima; para las casa- ejemplo que esta Virgen nos dejó,
das, casada castísima, y para las viu- según lo había profetizado el Sal-
das, viuda llena de religión. Ella mista diciendo: En seguimiento de
fué la primera que hizo senda por ella serán traídas las vírgenes al
este camino de la santa virginidad, rey, cuyas obras no sólo aprovecha-
no acostumbrado en ninguno de los rán a las presentes, sino que tam-
siglos anteriores, con gran ánimo y bién sus ejemplos harán mucho
propósito de piedad muy firme. Ella bien, a las venideras.
fué la primera qúe en el matrimo- Ni callan tampoco las historias a
nio, fuera de toda costumbre huma- las vírgenes gentílicas, ennoblecidas
na, sin uso de carne, llevó vida an- por la sola castidad, cuyo catálogo,
1034 JUAN LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. TOMO I

sacado de las historias griegas, no po recíprocas amistades, tanto, que


tuvo ningún reparo San Jerónimo para determinados sacrificios y fies-
de traerlo en su disputa contra Jo- tas establecieron un canje de donce-
viniano, persuadido de que en este llas. En uno de estos periódicos in-
punto no poco suelen moverse los tercambios aconteció que, habien-
hombres con la eficacia del ejemplo, do intentado los mesenios escarne-
pues no parece demasiado difícil cer a cincuenta vírgenes de los la-
de hacer aquello que una vez fué cedemonios, ninguna, en un número
hecho. Adujo San Jerónimo ejem- tan grande, consintió en el estupro,
plos de muchas mujeres que antes sino que todas, de buen grado, mu-
quisieron perder su vida que su cas- rieron en aras de su castidad. Por
tidad. No seré yo quien haga al doc- este desafuero se encendió una ás-
tor gravísimo y santísimo el agra- pera y muy prolongada guerra, que,
vio de pasar en silencio, por super- al cabo, ocasionó el asolamiento de
fluos, los casos que él citó ni mucho Mamertia, ciudad capital de los me-
menos lo haré con palabras que no senios. Aristóclides, tirano de Orco-
sean las suyas, como si yo fuera a meno, amó de corazón a la virgen
decirlas mejor, sino que las trans- Estinfálida, la cual, como muerto su
cribiré como él las puso. Escribe, padre se hubiese refugiado en el
pues, así templo de Diana y estuviese abraza-
Como los treinta tiranos de Grecia da con su estatua tan reciamente
hubiesen muerto a Fedón, en un que no se la pudo arrancar, quedó
convite, mandaron venir a ellos a allí mismo cosida a puñaladas. Cu-
las hijas del muerto, doncellas, y las ya muerte causó tan grande con-
hicieron desnudar en carnes, a mo- moción en toda la Arcadia, que ai-
do de rameras, y revolcarse en el radamente le declaró la guerra por
pavimento ensangrentado con la vengar el asesinato de la doncella
sangre de su padre, y agitarse en virgen. Aristómenes Mesenio, hom-
meneos impúdicos, las cuales, disi- bre muy justo, vencidos los lacede-
mulando algún tanto la realidad de monios y celebrando de noche unos
su dolor, viendo borrachos a los sacrificios, llamados entre ellos fies-
convidados, como si salieran a obe- tas hiacintinas, les robó quince don-
decer a la necesidad de la natura- cellas del corro de las bailadoras,
leza, se abrazaron estrechamente y, huyendo con ellas toda la noche,
entre sí y se precipitaron en un po- salió de los confines de los esparta-
zo por conservar su virginidad a nos, y como algunos de su compa-
trueque de la muerte. La hija donce- ñía quisiesen hacer de ellas escar-
lla de Democión, uno de los princi- nio, pidióles con todo cuanto enca-
pales areopagitas, oída la muerte recimiento pudo que no hiciesen tal
de Leóstenes, su prometido, que ha- cosa, y, al fin, dió muerte a algunos
bía movido la guerra lamíaca, se que no le obedecían, quedando los
mató, asegurando que, aunque su restantes cohibidos por el miedo.
cuerpo no hubiera sufrido contacto Rescatadas más tarde por los suyos,
de varón, no obstante, si se le obli- las doncellas, viendo que se hacía
gaba a tomar otro marido parece- recaer sobre Aristómenes la respon-
ríale ser un segundo, adulterino, sabilidad de la matanza y era con-
puesto que mentalmente estaba ca- denado a muerte, nunca quisieron
sada con Leóstenes. Los esparciatas volver a su tierra hasta tanto que,
y los mesenios tuvieron gran tiem- postradas a los pies de los jueces,
OBRAS MORALES. DE LA MUJER CRISTIANA. LIBRO I. CAP. X 1035

vieron absuelto a aquel defensor ejemplos trae San Jerónimo, porque


de su pureza. ¿Con qué palabras se si hay algún hilo de vergüenza en el

deben loar las hijas de Escedaso, en mundo, tengan empacho las mujeres
Leuctras, de la Beoda? De ellas es cristianas, las cuales, debajo de Cris-
fama que, en ausencia de su padre, to castísimo, Hijo de castísima ma-
acogieron a posar en su casa a dos dre y en la Iglesia, vaso insigne de
mancebos caminantes, quienes, to- castidad, no la guardan con el reca-
mados de vino, forzaron de noche to debido, siendo así que unas mu-
las doncellas. Ellas, no queriendo so- jeres gentílicas, que rendían culto
brevivir a la pérdida de su honor, al espurcísimo Júpiter y a Venus
se mataron la una a la otra. Justo impudicísima, prefirieron la casti-
es no callar las doncellas Lócridas, dad a las cosas más queridas del
las cuales, durante un milenio, co- mundo. ¿Para qué traer aquí ejem-
mo cada año, según costumbre, fue- plos de santas vírgenes para mover
sen enviadas a Ilión, jamás ningu- a las que no se esconden de ver-
na de ellas trajo de allá ni mala güenza de oír el renombre de cas-
reputación ni fama de doncellez vio- tas ganado por mujeres de la genti-
lada. ¿Quién podrá dejar de decir lidad? ¿A cuál de ellas propondré
de las siete vírgenes de Mileto, las como dechado, ofreciéndosenos tan-
cuales, devastándolo todo el ímpetu tos millares de ellas? ¿A Tecla, por
de los galos por no sufrir deshonra ventura, o acaso a Inés, o quizá a
alguna de los enemigos .escaparon
f
Catalina, o quién sabe si a Lucía, o
del vilipendio con la muerte, dejan- preferentemente a Cecilia, a Ague-
do ejemplo a las doncellas todas de da, a Bárbara, o a Margarita, o a
que para las conciencias honradas Dorotea, o, por fin, al ejército de las
más vale la honestidad que la vida? once mil vírgenes, todas las cuales,
Nicanor, que venció a Tebas y la todas, cosa admirable, antes quisie-
igualó con el suelo, fué vencido a ron morir que ofrendar sus cuerpos
su vez por el amor de una sola vir- a la brutalidad de los enemigos de
gen cautiva. Deseando el matrimo- su virginidad? Apenas hallarás en
nio con ella y sus abrazos volunta- dos varones esta unanimidad en el
rios, cosa por la que parece que una propósito santo que se mantuvo tan
esclava debería optar, experimentó firme y tan fijo en once mil vírge-
que para las almas castas tiene más nes tiernas. ¿Qué cifra contendrá el
valor la virginidad que el reino. número de aquellas que, con heroi-
Muerta con su mano propia, su ama- ca resolución y de su propio grado,
dor la recogió en sus brazos, lleván- consintieron en ser degolladas,
dola y plañéndola. Cuentan los es- muertas, mutiladas, ahogadas, lanza-
critores griegos de otra virgen, teba- das al mar en defensa de su casti-
na también, la cual, corrupta por un dad? Las cuales, no queriendo poner
soldado de Macedonia, disimuló al- manos en sus vidas, con maña la
gún tiempo su despecho, y más tar- buscaron, hallándose su castidad en
de degolló, encontrándole dormido, peligroso trance. Como Drusila, vir-
al violador de su virginidad, y con gen de la primera nobleza de Dirra-
el mismo cuchillo se mató después a quio, la cual, viendo que su vence-
sí misma, demostrando que, perdida dor cruel amenazaba su castidad,
su castidad, no quiso vivir ni tam- pactó con él que si dejaba su entere-
poco quiso morir antes de haberse za a salvo le daría a conocer una
vengado a sí misma. Todos estos hierba con cuyo zumo, si se untaba
1036 JUAN LUIS VIVES. OBR.AS COMPLETAS. TOMO I

con él, sería inviolable a todo hie- aquella cuyo nombre luces presta-
rro. Aceptó la condición el soldado. do? Y cuando consideras que ella
Ella, de una huerta próxima, arran- fué purísima, castísima, bonísima, y
có una piedra, primera que le vi-
la tú, por el contrario, impura, desho-
no a mano, y a probar su
le invita nesta, malvada, ¿las noches y los
virtud en su misma persona, y fre- días no te van las Furias acosando?
gándose con ella la garganta, Hiere ¿No te aterrorizan? ¿No te persi-

aquí le dijo para hacer experien- guen con sus teas encendidas? ¡Oh
cia, pues es cosa probada. El solda- tú, la más temeraria de las muje-
do la hirió y mató a la doncella. ¿Y res!, ¿y osas celebrar la natividad
qué diré yo, si el mismo San Jeróni- de la Santísima Virgen, tú, que me-
mo parece no condenar el suicidio reciste no nacer, y te atreves a mos-
en la mujer si es salvaguardia de su trar tu rostro desvergonzado a sus
castidad? Y San Ambrosio, en el li- ojos vergonzosos? ¿Y quieres que
bro tercero De las vírgenes, a este ella te mire y te oiga, abrumada co-
caso de conciencia opone el ejemplo mo estás de maldades? Ella, que
de Pelagia, diciendo que no hay más mientras vivió en su cuerpo mortal
que afirmarlo, ante el hecho del ni vió ni oyó a varones, aun cuando
martirio de una virgen de quince fuesen buenos? ¡Cuánto m°jor te
años que con su madre y sus herma- seríanunca venir delante de ellas
nas se precipitó en un río. Eusebio. porque no vengaran en ti la injuria
en su Historia eclesiástica, cuenta de su sexo ni llamarte como ellas
que Sofronia, dama muy noble, vien- porque no tomasen en ti el castigo
do que su marido, prefecto de la de su nombre profano! De veras ha-
ciudad, no tenía suficiente resolu- blo, que no es ahora tiempo de ha-
ción en defender su castidad de la cer donaires; por pública ley debie-
pasión de Maximino, se recluyó en ra prohibirse que ninguna mujer
su cámara, y con una espada se que públicamente no fuese honesta
abrió el pecho, y con todo, la Iglesia,de su persona se llamase María.
con general asentimiento, adscribió- ¿Por qué nosotros, a este nombre
la entre el número de los mártires. por el cual nos ponemos en pie, por
Todos estos ejemplos de castidad el cual doblamos la rodilla, no le ren-
léense en la Iglesia; ¿y osa la mu- dimos tanto honor como a algunos
jer impura ir a la iglesia? ¿No se de los suyos los gentiles? En Ate-
horroriza de introducir el burdel en nas, porque Harmodio y Aristogitón
la asamblea sagrada de las vírgenes y libraron a la ciudad de tiranos, fué
con su descarada faz*ensuciar los ojos ordenado, mediante decreto, que no
santísimos y profanar con su voz los fuesen impuestos esos nombres ni
oídos purísimos? ¿Te atreves tú, mu- a ningún esclavo ni a quien ejercie-
jer nefanda, a nombrar a Cctalina, se una profesión poco liberal.
o a Inés, o a Bárbara, y a manchar
sus sagrados nombres con tu boca
de albañal?¿ Acaso tú haces gala de CAPITULO XI
alguno de estos nombres, y quieres
siquiera por el nombre asemejarte a CÓMO SE HABLA FUERA DE CASA
aquella de quien por tus costumbres
eres enemiga cordial? ¿Y cuando Menester será que salga de casa
con ese nombre se te llama no se te la doncella alguna vez pero ello se-
;

viene a las mientes pensar cuál fué rá tan de tarde en tarde como fue-
OBRAS MORALES. DE LA MUJER CRISTIANA. LIBRO I. CAP. XI 1037

re posible, por muchas razones. Pri- lia en la vida de sociedad! Salió


meramente, porque cada vez que la Dina, hija de Jacob, por ver a las
doncella sale en público sufre un mujeres de la ciudad, y allí, luego
juicio,estoy por decir que capital, al punto, topó con quien la colmó de
de su hermosura, de su modestia, de oprobio y deshonor, y una vez des-
su discreción, de su pudor; porque honrada, fué causa de que todos los
ninguna cosa hay tan frágil como la varones de Salem, con su rey y su
honra y buen nombre de la mujer hijo, fueron degollados por Simeón
ni más expuesta a la injuria, que, y Leví; de manera que bien parece
no sin razón, puede parecer que que no con injuria dijo el poeta trá-
está colgando de un hilo de araña. gico ser gran maldad que las donce-
Ello procede de que todas las cua- llas sedejen ver en público. ¡Cuán-
lidades que acabo de decir échanse to mejor sería quedarse la doncella
de menos en la mujer, y nuestros en su casa que afrontar esas tan
juicios son maliciosos y suspicaces, varias y tan inicuas censuras y peli-
y como dice Ovidio: Todos nosotros gros tan ciertos! Para ninguna otra
somos una turba crédula para el ocasión tiene toda su vigencia aquel
mal. refrán griego: Vive desconocido.
Muchísima verdad es, como dice Por eso, Tucídides pensó que, en fin
Cicerón, que ninguna cosa hay más de cuentas, aquélla era la mujer
volátil que un mal dicho; ninguna más buena en cuya alabanza o vitu-
se suelta con mayor facilidad, nin- perio están las lenguas menos ocu-
guna se acepta más rápidamente, padas. Retraída debe estar la mujer
ninguna se derrama en más partes. y ser conocida de pocos. Indicio es
Y si una vez, por opinión de los de castidad no entera y de reputa-
hombres o por malas lenguas, se pe- ción menoscabada ser conocida de
gó una tilde en la fama de una los más. ¿Y qué si su nombre es
doncella, ordinariamente dura para cantado por la ciudad y es ella co-
siempre, y no hay agua que la lave nocida por alguna nota que la carac-
si hace grandes extremos de
no terice, blanca, o prieta, o chata, o
muy esmerada bondad y cordura. patituerta, o corta de vista, o chica,
Hablas poco en sociedad, se te tiene o grande, o gorda, o manca, o bal-
por grosera hablas mucho, se te
; buciente? Convino ser estas circuns-
reputa casquivana; hablas indocta- tancias desconocidas en la mujer
mente, eres obtusa; hablas docta- honrada. ¿Jamás la mujer buena ha
mente, eres maliciosa; te cuesta el de sacar el pie del recinto de su ca-
responder, eres soberbia y mal cria- sa? Gran daño, a fe mía. ¿Siempre,
da, respondes fácilmente, vas a caer pues, hay que estar metida en casa?
con pocos vaivenes; guardas sosie- Esto es, como interpretan algunas
go y compostura, eres disimulada; mujeres vanas y deseosas de ver y
haces ademanes, eres boba; miras, de ser vistas, ¿en la cárcel, en la
allá va el alma, donde van los ojos; mazmorra? Es menester salir algu-
ríeste con otro, aunque muy otra na vez, si lo impusiese la necesidad
sea la intención con que te reiste, o el padre lo mandare. Mas, con to-
hecho está: te embobaste con aquel do esto, antes que saque el pie de
hombre; te complace lo que te dice, casa, aperciba su alma como si salie-
no serás conquista difícil. ¿Qué más se a un combate. Recapacite lo que
diré? ¡Cuántas ocasiones de malda- tendrá que ver, lo que tendrá que
des y crímenes acechan a la donce- oír, lo que tendrá que decir. Consi-
1038 JUAN LUIS VIVES .
OBRAS COMPLETAS. .
TOMO I

dere que a cada paso le van a salir nencia y de templanza que de den-
como de tras cantón cosas que com- tro le irradiaba amortiguase los per-
prometerán y turbarán su honesti- versos deseos de quienes la miraban
dad y el sosiego de su conciencia. y los convirtiese a su propia natura-
Contra todos estos dardos del de- leza. Con estas y otras semejantes
monio que de todos lados se le dis- reflexiones apercibida, salga de casa
pararán, ponga delante de su pecho con su madre, si la tuviere o pudie-
el escudo y fortalézcale de santos re, y si no, con alguna mujer hones-
amonestamientos y ejemplos; a sa- ta, viuda o casada o doncella de vida
ber: con el propósito firme de cas- probada, de pocas y castas pala-
tidad y la voluntad intensísima y bras, de recato santo. Canta Home-
fija en Cristo. Y no ignore que va ro que la casta Penélope asistió a
derechamente a la vanidad y a los la reunión de sus pretendientes, pe-
engaños e ilusiones del diablo y que ro no sola, sino acompañada de dos
tiene que poner cuidado sumo por dueñas muy graves, aun cuando es-
no ser por ellos embaucado. Y debe taba en su propia casa, y se hallaba
pensar que todo lo que por de fuera entre los pretendientes su hijo Telé-
viere no es más que algo así como maco, ya mancebo en aquella sazón.
un paso cómico de la vida humana, San Pablo no quiere en manera al-
del contagio de cuyos vicios, pues- guna que la mujer ande con la ca-
tos delante de sus ojos, ella no sólo beza desnuda. Por lo que toca a lo
se ha de conservar inmune, sino que restante del cuerpo, ordena San Je-
se ha de esforzar por enmendar los rónimo que la doncella, en saliendo
propios, y que desde aquel instante afuera, no traiga los pechos ni la
mismo en que de Dios volverá sus garganta al aire, ni revolviendo el
ojos a los hombres, bien por loar- manto se descubra el pescuezo, sino
los o ser por ellos loada, apártase de que recate su rostro y ande descu-
Cristo y adultera. Si viere cosas bue- bierto apenas uno de sus ojos, nece-
nas, ámelas por Dios; si viere cosas sario para ver el camino; no desee
malas, huyalas por Dios. Guárdese mirar ni ser mirada, ni vuelva ni
de componerse de tal forma, de an- revuelva las miradas acá y acullá,
dar de tal forma, de hablar de tal ni cuide de averiguar quién habita
forma, que sea para con los hom- en esta casa, quién en la otra, la
bres algún armadijo del diablo. Xo doncella que apenas debe conocer
solamente ella debe no pecar, sino a sus vecinos. El mismo San Jeró-
que debe esforzarse lo más que pue- nimo quiere que en la doncella todo
da por no ser a los otros ocasión o esté recatado, excepto los ojos,
aliciente de pecado, pues si no lo guías de su camino. Yo no veo qué
hiciere así, será miembro del diablo, honestidad ni qué pudor puede ha-
cuyo instrumento es, y no miembro ber en el mostrar de la garganta
de Cristo. Dicen los escritores sagra- (aunque esto sea tolerable); pero
dos que la Santísima Virgen fué de descubrir el pecho y los senos y
tal modestia y compostura en su mostrar las espaldas hasta el punto
rostro y en toda su persona, que si que muchas desnudan los hombros,
unos ojos menos honestos la mira- cuán feo sea esto, lo ven, como se
ban, quedaba extinguido aquel fue- dice, hasta los ciegos, siendo así que
go instantáneamente, como si echa- de los que lo miran los hay quienes
ran en el agua un tizón ardiendo, o tienen el ver tal cosa por abomi-
como si una emanación de conti- nación, al paso que otros más mo-
OBRAS MORALES. DE LA MUJER CRISTIANA. LIBRO I. CAP. XI 1039

vidos que viendo aquella insólita mar van la boca arriba, y los cuer-
parte del cuerpo descubierta en- pos de las mujeres van la boca
ciéndense como si se les prendiera abajo. ¿Será que la Naturaleza mira
fuego. ¿Por qué pensamos que se por el pudor de las mujeres y ellas
inventaron las mangas largas y los; descuidan el suyo? En su andar, no
guantes? ¿Porque las manos se vaya la mujer muy presurosa ni
guareciesen en forros blandos y per- tampoco muy espaciosa. Y cuando
fumados? No era tan ingeniosa para se encontrare en reuniones de hom-
el lujo la austera antigüedad. Cier- bres, vista y atavíe su rostro todo
to, introdújose esta invención mi- y todo su cuerpo con toda la modes-
rando a la necesidad y porque las tia que pudiere, no nacida de insa-
;

manos, cuando no estuvieren acti- na ostentación, sino de un pecho


vas, permanecieran tapas con el humilde y sinceramente cristiano,
fin de que nada se viese del cuerpo, puesto que ésta es, en fin de cuen-
esclavo vilísimo y maliciosísimo, y tas, la modestia sólida y duradera
que el rostro ninguna otra cosa os- y la que, con su buena fe, las gran-
tentase sino probidad y verecundia. jea la simpatía de los que las miran.
Leemos que las doncellas de Mileto, Añádase el pudor a la honestidad,
antiguamente, llegaron a tales ex- cifra y gala de todas las restantes
tremos de locura, que a cada paso virtudes. Conserve los ojos bajos y
se ahorcaban, y que para este mal no los levante sino raras veces y
no se hallaba remedio alguno; de- con comedimiento y con recato, sin
cretábanse penas horribles porque mirar a nadie intensamente y de
tal no se hiciese, y no se hacía nin- hito en hito. Si los varones estuvie-
gún caso de esas penas. ¿Qué pena ren separados y miran del lado de
más atroz que la muerte que ellas las mozas y cuchichean entre sí,
mismas de grado se tomaban? Po- no vaya a creer que es a ella a
níanles guardas: entre las manos quien miran, ni es ella de quien ha-
de las guardas hallaba el espíritu blan. Pues acontece con harta fre-
la salida. Al cabo se decretó por cuencia que determinadas doncellas
pregón público que la mujer que se que fabricaron de sí mismas una
matase a sí misma fuere arrastrada muy lisonjera opinión de hermosu-
desnuda en medio del día por las ra o de lindeza, piensan que en ellas
calles. Esta pena sola las detuvo: se posan todos los ojos y que a ellas
que no se las viese desnudas, por se dirigen todas las conversaciones.
más que muertas. ¡Oh vergüenza Así que si algún varón las mira,
increíble, merecedora de ser perpe- aunque en hecho de verdad no pien-
tuamente pregonada! Quienes no se en lo que hace, pensando que se
hacían caudal de la muerte, que emboba en la contemplación de su
es el postrero de los males, eran hermosura, se sonríen, y porque no
cuidadosas del pudor, aun en el parezca que es esto lo que las hace
cuerpo muerto. Así, aquella furia sonreír, salen con alguna trivialidad
suicida se contuvo y se apaciguó. que ellas creen ser apropiada para
¿Y qué más diré sino que la Natu- hacerlas reír. Cosa es de ver algu-
raleza universal, madre providente, na vez que en un corro de mujeres
miró por el pudor de la mujer? Co- donde se reunieron unas veinte o
sasa admirable de decir. Dice Pli- treinta, si alguno pone los ojos en
nio, en su Historia natural, que los ellas, todas se echan a reír, dando a
cuerpos de los varones echados al entender que ríen de algún hecho
1040 JUAN LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS .
TOMO I

o algún dicho, que maldita la gra- cia alguna de aquellos incógnitos y,


cia que tiene; y cada una de ellas por otra parte, admirables y adora-
está convencida que ella sola, por bles consejos de la divina Mente,
su extraordinaria y maravillosa be- que en la brevedad de esta vida te-
lleza, atrae las miradas y la admira- rrena a los unos los hace desgra-
ción, en lo cual demuestran a las ciados y a los otros felices, según
claras cuánta sea su ligereza y su le pareció a aquella justísima sabi-
desvarío. Mi doncella ideal descui- duría del Dios eterno que lo gobier-
dará su gentileza, ni pensará que na todo. Y no hay por qué amones-
sea linda, ni se reirá por dichos in- tarla que no corresponda con su
sulsos o frivolos, ni se holgará de sonrisa al mozo que la sonríe, co-
ser mirada con intensidad, como si mo quiera que esto no lo hace sino
fuere escollo y fábula de la juven- la mujer desvergonzada o loca. Ni
tud, siendo así que debiera haceria consienta ser pellizcada ni tocada
llorar que el más excelente y valio- menos honestamente; múdese disi-
so de todos sus bienes sea atacado muladamente o váyase simplemente
y combatido por tantos enemigos y si de otra manera no puede evitar-
por tantas máquinas guerreras, y lo. Xo dé cosa alguna a hombre ni

no sabe si podrá resistir tan obsti- tome del hombre cosa alguna. Acep-
nados asaltos, y deplora que su ros- tar una dádiva, dice un sabio, es
tro sea a modo de tea incendiaria vender la libertad. Y parece que no
que inflama los corazones mozos a sin razón dicen en España y Fran-
feos y prohibidos pensamientos. Y cia La mujer que toma, a sí mis-
:

puesto que tratamos de la risa, in- ma se vende; la mujer que da, a sí


dicio el más seguro de ánimo livia- misma se da. Por tanto, la mujer
no y suelto, guárdese de reír des- Xo quie-
honesta ni dará ni recibirá.
atadamente, que parezca que el ca- ro que sea parlera mi doncella, ni
careo sacude su cuerpo todo y que aun entre doncellas sus iguales,
no puede volver a recobrarse del pues entre varones admiróme que
ahogo y de no hacerlo por motivos
; haya algunos tan desatinados que
irracionales o insulsos, como, ver- lo aprueben. Aquella usanza o cos-
bigracia, porque uno sea calvo, o tumbre ya me parece que está har-
patizambo, o tartamudo, o que pro- to autenticada y recibida por bue-
nunciare invertida una palabra; ni na; a saber: que en los sufragios
por causas livianas, verbigracia: por de los muertos (que se hacen allá
llevar el sombrero al revés o el a Todos Santos, y en Valencia el
calzado cambiado o desatado, o roto Jueves Santo), que redunde en su
el cinturón, o porque en su nariz se loor que las mujeres hablen erudi-
puso una mosca, o porque un gato ta y elocuentemente con los varo-
pasó por el escaño. Y lo que debe nes, y esto, durante muchas horas.
evitar sobre manera es que su risa, Decidme, por favor: ¿qué hablará
o mejor el escarnio, sea motivado la niña boba con el mancebo tan ig-
de desgracia ajena, puesto que los norante de las buenas artes como
azares humanos son comunes a to- doctorado en las malas? ¿Qué ha-
dos y se ignoran las causas de don- ce el fuego arrimado a la estopa?
de provienen. Señal es de ánimo Yo pienso que no van a hablar de
atroz e inhumano retozar o insolen- Cristo o de la Santísima Virgen, o
tarse en las humanas calamidades, de poner arreglo a su alma. ¿Cuál
sin considerar ni mostrar reveren- puede ser el tema de tan largo razo-
OBRAS MORALES. DE LA MUJER CRISTIANA. LIBRO 11 CAP. XI 1041

namiento? ¿Por ventura uno y otra, cuerpo para hallar de seguida en


ardiendo en el mismo fuego, no se quién hendir su infinita bellaque-
sentirán forzados a hablar, quieras ría, los cuales, encenagados hasta
que no, del incendio que les abra- las orejas en maldades y en críme-
sa? A estas tales, llámanlas mujeres nes, ya no tienen ojos para ver
de palacio o áulicas. Que son áuli- sus propios vicios ni conocen los
cas, harto se ve: áulicas, de muchas ajenos? Desnúdense primero de to-
aulas o palacios de hogaño, morada das las tinieblas de su torpeza que
de todos los vicios y cortes de Sa- les ciegan, y entonces les creere-
tanás. De ellas se apartará no sólo mos cuando juzguen de cosas de vir-
el cristiano, sino también el gentil tud. En las severas mujeres de la
que tenga un adarme de buen seso. antigüedad romana, formadas en
Pero no todas ellas son impuras, aquella austera escuela de la casti-
dicen ésos. Lo primero, no lo sé; dad, dice Cornelio Tácito que la
y luego, aun cuando son puras de cortés afabilidad no merecía todas
su cuerpo, de su alma no lo son; las aprobaciones. Refiere Plutarco
prostitutas, ya que no de su cuer- que Postumia, sacerdotisa de Vesta,
po, al menos prostitutas de su al- fué acusada de incesto no más que
ma. A esas tales nada les falta para por su reír demasiado suelto y por
la impureza sino la ocasión del lu- sus coloquios con varones libres en
gar, porque siempre están a la vis- demasía. Absuelta de tal acusación,
ta de muchos y tienen trato con Espurio Minucio, pontífice máximo,
muchos. amonestóla reciamente que se abs-
Aquella que no dió porque no tu- tuviera de conversaciones no conve-
vo oportunidad, aquélla dió, dijo nientes a una vida irreprochable.
Ovidio. Sabiamente dijo Aurelio Que una muchacha y un hombre
Agustín: Nosotros, por medio del hablen largamente a solas y sin
oído, penetramos en la conciencia; testigo, cualquiera fuere este lugar,
pero no formamos juicio de las co- ni aun cuando fueran hermanos, es
sas que nos están ocultas. Si tú una libertad que no debe sufrirse.
no usas más vocabulario que el de Muchos ejemplos se pueden traer,
la ramera, ¿con qué cara me pides viejos y nuevos, de muy feas haza-
que yo te crea vergonzosa? No me ñas a que los mismos hermanos se
viste, dices, echada con hombre. atrevieron, por ocasión de la sole-
Tampoco te vi ejercer el oficio de dad. Así Amón, hijo del rey David,
meretriz. Mas, criterio que aplica- corrompió a su hermana Tamar;
mos a todas las cosas de este mun- así Cauno, a su hermana Biblis. Ja-
do, ¿no quieres que tenga vigencia más quiso San Agustín morar con
en ti el de juzgar de lo interno porsu hermana. Decía que era mortal
lo externo? Pídesme que crea que ver a la mujer, peor hablarle y pé-
contiene agua la tinaja de la cual simo tocarla. Una hermana del abad
veo manar vino. Pero ¿por qué dis- Pión estaba enferma rogado de ir
;

putamos con esa gente? ¿Qué hom- a verla antes que muriese, resolvió-
bre de bien y de seso aprueba es- se a deferir con el deseo de su her-
tos descarríos? ¿Quiénes les alaban mana, pero con los ojos vendados
sino los que de la castidad no co- y guiado por un lazarillo habladas;

nocen ni la sombra, los que quisie- unas pocas palabras, luego a la hora
ran que, de ser ello posible, todas se volvió de la misma manera que
las mujeres hiciesen feria de su había ido. Ni seré yo quien consien-
1042 JUAN LUIS VIVES,
.
OBRAS COMPLETAS. .
TOMO I

ta que jueguen y retocen hermanos medir talento por las trazas y las
el
con hermanas ni primos con pri- falacias, siya no es que en el inge-
mas, aun cuando fueren castos y de nio damos la preferencia a los dia-
probada continencia ni que las be-
; blos sobre los santos ángeles, siendo
sen, ni las manoseen, ni las pelliz- así que uno solo de estos espíritus
quen. ¿Qué otra cosa es esto sino bienaventurados es más agudo y sa-
caldear a la doncella y arriscarla, bio que todos los espíritus inferna-
por manera que si los mozos se des- les juntos. En resumen: importa
vergonzaren y se descomidieren en siempre mantener el menor comer-
alguna petición, ellas, calentadas, cio posible con los hombres; han-
vengan a pensar algo irreconcilia- se de cambiar con ellos poquísimas
ble con el pudor? Y ni aun en una palabras, y aun éstas, llenas de mo-
sala concurrida querré yo que se destia, de pudor, de discreción. Xo
aparten por los rincones. ¿Qué tie- por ello serás juzgada niña menos
nen que decirse solos que los otros hablada, sino más discreta. Y si se
no puedan oír, puesto que vayan a hubiere de dar sentencia de tu con-
hablar de cosas honestas y limpias? ducta, prefiero que parezcas a los
Los diálogos sobre cosas buenas no malos poco instruida que a los bue-
requieren ningún sigilo. Deséase el nos poco honesta. Dime, por Dios:
secreto donde se teme el testigo, y ¿cuántas palabras lees de María en
es causa de corrimiento la plática toda la historia de los Evangelios?
a otros comunicada. Ni conviene Entra a ella el ángel y cumple la
tampoco que se traben demasiadas embajada de tan gran misterio en
conversaciones entre varón y don- pocas palabras, y aun éstas llenas
cella mozos, aunque otros intervie- de sabiduría y santidad. Visita a
nieren, si ya toda la conversación Isabel y abre su boca para magni-
no fuese tan honesta y tan pura que ficar a Dios. Pare su Hijo, que es
no pueda causar ninguna sospecha Dios; es celebrada de los ángeles;
de obscenidad. Los hay que en la adorada de los pastores, calla, escu-
maldad son tan ingeniosos y sutiles chando y confiriendo en su corazón
que envuelven lo que dicen en pala- todo lo que decían los otros. Es
bras ambiguas y oblicuas, de tal adorada de los Magos, que de tan
forma que no es difícil de que coja lueñe allá habían ido, y ¿qué lees
la intención y el doble sentido aque- haber ella dicho? Otra, por ventu-
lla a quien tales dobleces se diri- ra, les preguntara de aquella tierra,
gen. Su ambigüedad hace que pue- de sus riquezas, de su astrología, de
dan negar lo que quisieron decir, y la estrella. Ella, como conviene ha-
que se pasan de listos y malinten- cer a la doncella, se queda siempre
cionados los que refieren a la tor- tan callando. Ofrece su Hijo al tem-
peza lo que ellos dijeron con ánimo plo; otra preguntara a Simeón que
sincero y simpie; y tiénense estos de El mismo vaticinaba, que le pun-
tales por muy agudos, si ayunos de tualizase más algún extremo o le
todas las artes buenas, con aquellos diese razón de aquello que le de-
artilugios consiguen ser eficaces y cía. Vuelve sus razones el buen an-
diestros en el mal obrar. Este pro- ciano del Hijo a ella, y dice: He
ceder no arguye talento, sino torci- aquí que Este es venido para ruina
da artimaña, la cual, como dice Sé- y resurrección de muchos en Is-
neca, es más pegadiza que la enfer- rael y para signo de contradicción;
medad y el sueño. Y no se ha de y un cuchillo de dolor traspasará- tu
OBRAS MORALES. DE LA MUJER CR1STIANA. LIBRO I. CAP. XI 1043

alma porque se descubran los secre- dor, con los ojos puestos en la tie-
tos de muchos corazones. Otra mu- rra y con el más pertinaz de sus
jer hubiera preguntado cuándo, có- silencios, recomendó con muchísi-
mo, dónde; de ella, nada leemos ma mayor fuerza su pureza a los
que dijese. Pierde a su muy amado ojos del pueblo romano, que no lo
Hijo en Jerusalén; y habiéndole hubieran hecho los oradores más
buscado tres días y encontrádole al elocuentes con prolijas y aliñadas
fin, con cuántas palabras le inter- oraciones. Pero tornando a las mu-
pela: Hijo, ¿por qué hiciste eso con jeres: Santa Susana se libró de la
nosotros? Tu padre y yo, acongoja- acusación de adulterio mejor con
dos, te andábamos buscando. Siendo su silencio tenaz que con un razo-
ya crecido, én las bodas, no le dice namiento meditado. Oigamos a San
otra cosa sino: Hijo, no tienen vi- Ambrosio: Susana calló y venció a
no. Junto a la Cruz está del todo sus enemigos, pues en presencia de
muda, como si no tuviera lengua; Daniel, su juez, no se defendió con
no pregunta nada a su Hijo: a razones ni se patrocinó con la elo-
quién la deja, qué le manda en tran- cuencia; pero callando la lengua en
ce de morir, porque no había la santa mujer, hablaba por ella la
aprendido de hablar entre los hom- castidad. Y el mismo, en el libro III
bres. Imitad vosotras, vírgenes; De las vírgenes, así se expresa: Yo
imitad, mujeres todas, a esa Virgen prefiero que falte el habla a la mu-
parca de palabras y maravillosa de jer que no que le sobre. Si a las
saber. Teano de Metaponto, profe- mujeres, aun en las cosas de Dios, se
tisa y doctísima virgen, decía que las manda callar en la iglesia y que
el callar era el más gracioso ata- si alguna cosa quieren saber se lo
vío femenino. Y esto mismo plugo pregunten en casa a sus maridos,
a Sófocles, puesto que el silencio ¿qué pensaremos está mandado a
sazona muy sabrosamente la casti- las vírgenes, en las cuales el pudor
dad y la prudencia. Y, por acabar, es atavío muy rico de su edad y el
aquella será para mí la más elo- callar es ornamento muy preciado
cuente de las mujeres, que, cuando de su pudor? Esto dice San Ambro-
tenga que hablar a varones, bañare sio. Así, no solamente la doncella se
con espontáneo carmín todo su ros- conducirá entre hombres, sino que
tro, su ánimo se turbare y las pa- también entre mujeres será modesta
labras no le vinieren a la boca. ¡Oh su conversación y muy parca, no
singular y eficacísima elocuencia! sonante, no arrogante con dejos de
Cata, hija, que tú no eres abogada, ánimo varonil, sin mezcla alguna de
ni actúas en el foro, de modo que juramento, el cual, si en los hom-
con tu no hablar dañes tu propia bres es cosa fea, no podrá en la
causa o la de tu cliente. Calla, pues, mujer dejar de ser culpa muy gra-
tú con tanta audacia como otros ha- ve. Tan ajeno me parece de la na-
blan. Así defenderás mejor la causa turaleza que la mujer jure como
de tu honestidad, la cual, ante jue- que vista traje de armas. Tampoco
ces ecuánimes, mejor se muestra no haga la voz quebrada ni reque-
servida con tu callar que con tu ha- brada; ni ponga atrocidad, ni cruel-
blar. Refieren los escritores antiguos dad, ni severidad, ni tristeza, ni has-
que un mancebo, en Roma, traído tío, en su semblante, ni le muestre
ante los jueces, sobre cierto caso variable, ni expresivo de melindre
que le imputaban no ajeno al pu- y de desdén; no derramado ni suel-
1044 JUAN LUIS VIVES. OBR.AS COMPLETAS. TOMO I

to, pues todo ello es indicio infalible dre, o esposa. Pero que este vicio
de que su alma es espejo de ese es privativo de algunas mujeres y
rostro. Hay algunas mujeres tan lo- no del sexo en general, demostrá-
cas y de tan poco seso que, hallán- ronlo algunas mujeres, dechado de
dose con otras mujeres, no se dejan constancia, que ni aun atormenta-
cosa en el buche, ni suya ni ajena, das descubrieron lo que sabían; co-
que todo no lo publiquen y echan mo fué aquella discípula de Pitágo-
sin pizca de reflexión todo lo que ras, que porque necesidad alguna la
les viene a la boca. De ahí," el pru- obligase a hablar se cortó la lengua
rito de mentir. Cuando les faltan con los dientes y la escupió en la
verdades y las exageraciones crea- cara del tirano Cayo; las mujeres
das por ellas, que de un cuervo ha- milesias, las cuales, por muchos
cen ciento, y de un hombre muer- días, todo el tiempo que fué nece-
to, mil. y de un perro mediano otro sario, con toda firmeza y prudencia,
mayor que un elefante de las In- tuvieron escondido el acuerdo de
dias, de tal manera que ninguno sus maridos acerca de Marsella. Es-
sabrá reprender a la tal que todo cribe Cornelio Tácito que Epícaris,
lo dice al revés ni calificar ese su sabedora de conspiración de Pisón,
frenesí ridículo. Con chiflas y bur- fué sometida a los tormentos más
las la reciben todos; a mí me basta crueles y al propio descuartizamien-
haberlo señalado para su más grave to porque la descubriese. El primer
reprensión. Otras obran de otra ma- día, ni con azotes, ni con fuego, ni
nera; por cuanto se les antoja que con la rabia sobreexcitada por no
van a parecer ineducadas si calla- ser tenidos en poco por una mujer,
ren, o poco amigas si no derramaren jamás pudieron sacar de ella pala-
en el seno de otras los más delica- bra de lo que sabía. El segundo día.
dos secretos que debieran callarse llevándola a los mismos tormentos
siempre, aunque les vaya la vida. sentada en una silla, porque no po-
Las hay que piensan no faltar en día tenerse en sus pies por estar
ello; las hay también en quienes toda descoyuntada y hecha pedazos
la charla se anticipa al pensamien- de los tormentos pasados, se quitó
to, y mucho antes de pensar lo que por el camino una faja que traía a
habrán de decir o de calcular la los pechos, y poniéndosela a la gar-
conveniencia de decirlo, soltaron ganta, se colgó de un cabo de la
ya lo que debiera callarse, y antes silla, y con el peso del cuerpo dió
que se diesen cuenta de que habla- salida a su extenuado espíritu. Los
ban, ya se habían desmandado en atenienses mandaron que cada año
el hablar. Muchas* adolecen de la se hiciese memoria de Lena, amiga
vanidad de revelar los secretos más de Aristogitón, el que expulsó de
abstrusos sólo por darse el tono de Atenas a los hijos de Pisístrato, la
que se les juzgue merecedoras de cual, atormentada bárbaramente
confiárseles negocios de tanta mon- por los tiranos para que dijese dón-
ta. ¿Quién va a confiarte, cuitada, de estaba su amigo, tenazmente ca-
sus propias intimidades si experi- llada y con ánimo denodado y va-
mentó tu ligereza en las intimida- liente pasó por todos los tormentos.
des ajenas? De ahí muchos tomaron Si esto hicieron las mujeres ma-
la ocasión de decir que jamás el las, ¿qué deben hacer las buenas?
secreto ha de fiarse a la mujer, ni Allende de esto, debe la doncella
aun cuando fuere hermana, o ma- evitar toda curiosidad de lo que
OBRAS MORALES. DE LA MUJER CRISTIANA. LIBRO L — CAP. XI 1045

acaece en casa ajena y cohibir todo lar, losdonaires blandos, las mira-
deseo de indagarlo y escudriñarlo das procaces, los tocamientos, los
todo y no querer averiguar ni sa- pellizcos, a todo lo cual da Baco de-
ber más de lo que buenamente le saforada licencia. En medio de todo
interese. No hay que porfiar ni re- esto, ¿qué alma quedará pura, en-
ñir en público, no digo ya por tri- tera, no manchada por ningún pen-
quiñuelas, pero ni aun en cosas de samiento libidinoso? El vulgo em-
mucha monta. Más vale sufrir me- belesado piensa que las doncellas
noscabo en la fortuna que en el no pecan de ninguna otra manera
nombre y en la vergüenza, cosas que acostándose con varón. Empero
ambas de soberano aprecio. De las tú, que eres bautizado por el Evan-
..fiestas, de Tas romerías y convites gelio de Cristo, ¿cómo lees u oyes
no sé qué tengo que decir a las aquellas palabras de Cristo en el
mujeres cristianas, siendo estas cos- Evangelio, donde dice que de cual-
tumbres tan recibidas como lo pa- quiera palabra ociosa se ha de dar
recen en la gentilidad, por manera cuenta el día del Juicio? Pues en-
que sería tenido por loco el que tre mozos y doncellas, en estas re-
no se dejare llevar allá de buen uniones y francachelas, cuán gran-
grado, con el asentimiento de todo de revuelo hay no ya de palabras
el mundo, como si él solo con el ociosas, sino de flechas mortíferas
acompañamiento de unos pocos in- que hacen loables la suma corrup-
tentase contrastar la corriente to- ción de nuestras costumbres. Re-
rrencial y arrebatada de tantos pue- cuerda también aquel otro dicho del
blos. Oigan, pues, a los gentiles las mismo Dios Quien viere la mujer
:

que no quieren escuchar a un cris- de su prójimo y la codiciare, ya ha


tiano. Ovidio, en su criminal Arte comeñdo adulterio en su corazón.
de amar, dice de los espectáculos ¿Piensas, por ventura, que ello no
públicos: A mirar vienen para ser fué dicho también de la mujer que
miradas. Allí el casto pudor halla puso en el varón los ojos deseosos?
su quiebra. Juvenal, en su famosa En el siglo hubo quien dijese: No
sátira, dice que ni en los teatros, es casta, aun sin estupro, la mujer
ni en los bailes, ni en las fiestas que desea el estupro. Y Menandro
concurridas se encuentran aquellas dice que los malos coloquios co-
mujeres que puedan agradar al va- rrompen las buenas costumbres,
rón honesto y sesudo y cumplir versículo que consagró San Pablo
con sus deberes matrimoniales. Y insertándolo en una de sus epísto-
atestigua el mismo Ovidio que los las. En fin de cuentas, debes per-
convites son las armas de Venus y suadirte no ser cristiano espiritual,
Cupido. Y en hecho de verdad, ¿qué sino pagano carnal, y estoy por de-
salvaguardia puede haber del pudor cir que bestia, si no entendieres
allí donde la doncella es flechada que la fuente y minero de las vir-
por tantos ojos, y tantos rostros es-, tudes y los vicios están dentro en
tán vueltos hacia ella, y ella a su el alma, y que no importa lo que
vez mira a tantos? Fuerza es que cada uno fuere en el cuerpo, sino
arda, y si ya no fuere de piedra, en la conciencia. Atrévome a decir
que ella se caldee de su propio fue- que después de los años de la pu-
go. Al fuego ardiente añádese en bertad son harto pocas las donce-
los convites el más poderoso atiza- llas que de estos convites y concu-
dero : el comer, el beber, el char- rrencias con varones vuelvan con
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TOMO 1

el alma virgen, como fueron. Las y templado. Muchas torpezas con-


unas préndanse de la apostura que templa allí el mancebo; muchas
en cierta manera las ata y esclavi- maldades aprende aun entre los
za; las otras, se embelesan del ta- graves ancianos. Y qué diré lo que
lento; las otras, cautívanse de las aprende entre varones y mujeres,
riquezas; las otras, de la elocuen- donde encendido por de dentro y
cia; las otras, de la agilidad. En por de fuera el espíritu de la luju-
las tertulias de varones la doncella ria, aunque medie la coacción del
halla tendidas como por un paran- pudor, salta toda barrera y se
cero todas estas armadijas; y pa- muestra insolente y torpe, como es;
rece harto difícil cosa no dejarse y no valen las riendas, y se lleva
prender al menos por aquellas a las consigo al conductor. ¿Y qué pasa-
que tiene más acusada propensión. rá si, encima, se le aguija con es-
¡Cuánto mejor es no amar el peli- puelas? Entonces, no hay ni mesu-
gro por no perecer en él, según el ra, ni recato, ni respeto ninguno
consejo del sabio! Mi sentir es, o del pudor.
como creo, el de Cristo, que las don-
cellas deben quedarse en casa y abs-
tenerse de salir en público, si no CAPITULO XII
fuere por asistir a los divinos ofi-
cios, y eso tapadas con mucho re- DE LAS DANZAS Y BAILES
cato, fuera de la vista de los hom-
bres, costumbre que San Juan Cri- Digamos también algo de aquella
sóstomo escribe que solía observar- diversión a que conmayor gusto se
se en su tiempo, porque ni ofrez- entregan las más de las mujeres y
can lazo ni vayan a dar en él. Con que con suma diligencia cuidan los
bodas, con tertulias de varones, con padres que se les enseñe porque
banquetes, debe ser nulo o rarísi- bailen primorosamente. No quiero
mo sobre manera el comercio que ponerme aquí a tratar de la quiro-
con ellos tenga la doncella cristia- nomía o arte de accionar, y del
na. Asista enhorabuena la mujer a juego de la palestra antigua, que
mil reuniones y convites; en nin- Platón y la mayoría de los estoicos
guno de ellos ni oirá ni verá cosa dijeron ser útil a los muchachos de
por la cual torne a su casa mejor; condición libre, y Cicerón y Quin-
y en todos ellos verá muchísimas tiliano de todo punto necesaria al
por las cuales vuelva peor. Son no 1

orador, la cual no era otra cosa que


pocos ciertamente los que se dan una cierta educación del gesto y
esta traza de acudir a esos concur- del meneo de todo el cuerpo para
sos y allí decir o hacer algo que que todo se moviese con decoro y
trae daño a la probidad. Mi sentir proporción, arte que, como muchas
respecto de las doncellas podrás co- otras bellas artes, cayó en desuso.
legirlo del hecho de que yo tampo- Al arte de la danza voy. Yo la lla-
co quiero que asistan a convites los mo no ya sólo baile, sino también
mancebos, ya porque ello es empe- palestra moderna en que se camina
cible a la salud de los adolescentes, con blandura, pues en una y otra
ya porque todo banquete, tal es la cosa hay parecida maldad o, por
soltura y desenvoltura de las cos- mejor decir, idéntica, puesto caso
tumbres actuales, es semillero de que ni la palestra ni la quironomía
muchos vicios, siquiera sea sobrio no son practicables sino con cier-
OBRAS MORALES. DE LA MUJER CRISTIANA. LIBRO [, CAP. XII 1047

tos saltitos cortos y quebrados y llena de impúdicos tocamientos y


que no mucho se levantan. Vemos, besos. ¿Para qué tantos besos? Pien-
pues, que la danza fué repudiada so que por remedar a las palomas,
por la gravedad romana y tam- aves de Venus, como creían los an-
bién por los griegos, que no fueron tiguos. Tiempos atrás, sólo a los pró-
de tanta austeridad y abstinencia ximos parientes era el beso permi-
como los romanos viejos. El orador tido, y ahora, mal pecado, se da a
Demóstenes, atacando ante todo el cualquiera en Francia y en Ingla-
pueblo de Atenas el cortejo de Fili- terra. Será que eso lo hace el bau-
po, rey de los macedones, ningún tismo a fin de que todos, si a Dios
agravio más escocedor pudo echar- place, parezcan ser hermanos. Har-
les en cara sino decir que ellos eran to querría yo saber a qué viene el
quienes no dudaban estando borra- besarse tantas veces. Como si por
chos de ponerse a bailar, y que otra señal no pudiera darse a cono-
los varones buenos y prudentes que cer la amistad o el afecto profesa-
no toleraban los bailes, los habían do a las mujeres. Con el beso se
desechado de sí. No se lee que hu- inicia la torpeza que no quiero ex-
biese bailado nunca ninguna de plicar. A mí se me antoja una cos-
aquellas matronas romanas anti- tumbre fea e importada. Pero vuel-
guas que fueron espejo de castidad. vo a mis bailes. ¿Para qué esos
Escribe Salustio que Sempronia saltos de las doncellas, ayudándoles
cantaba y bailaba con más primor los hombres con la mano debajo del
del que parece bien en una mujer brazo para que se levanten más
honrada. Cicerón, en su defensa de arriba? ¿A qué propósito estar dan-
Murena, cuenta que le zahirió Ca- zando toda la santa noche sin ja-
tón porque en Asia había danzado. más cansarse ni hartarse? Y si se
Tan grave era esta acusación que les dice que vayan diez pasos a pie
no se atrevió a defenderle directa- hasta la iglesia próxima, dirán que
mente de ella como de cosa bien no pueden ir sino cabalgando o
hecha, sino que la negó en redondo bien en coche. Recuerdo haber oído

y con toda firmeza. Casi nadie di- contar que habiendo llegado a esas
ce— si ya no se volviere loco, se
, nuestras partes de Europa algunos
entrega al baile cuando no está be- indígenas traídos de lo más remoto
bido, ni a sus solas, ni en un ban- y abstruso del Asia, luego de haber
quete moderado y honesto. El bai- visto bailar a unas mujeres, huye-
le acostumbra ser el final obligado ron aterrorizados, diciendo que eran
de todo convite a deshora, en ame- víctimas de un nuevo e inusitado
no lugar, con afluencia de deleites. linaje de alferecía. Y, en efecto,
Necesidad es que el baile sea como ¿quién no creerá atacadas de locura
el colmo de todos los vicios. Y nos- a las mujeres que bailen si antes
otros, en cambio, tenemos acade- no vió jamás bailar? ¿Quién no las
mias de baile en nuestras ciudades creerá mentecatas viéndolas mover,
cristianas; en las mismas ciudades al son de una membrana o una
donde existen públicas mancebías. cuerda, las manos, la cabeza, el
Hasta tal punto nos vencen los gen- cuerpo todo con un gran despliegue
tiles en gravedad de costumbres. Y de mímica? Verlas a ellas en el
es de saber que ellos no conocieron baile es otra gracia. ¡Cuán grande
esta modernidad de bailes inmode- es la continencia que llevan, con
rada, jactanciosa, tea de lujuria, qué mesura andan! Las unas, es-
104S JUAN LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. TOMO I

tán sentadas y miran a las bailado- compañera de la molicie. De ella de-


ras, y éstas, con qué gesto, con qué seo yo que anden alejadas las vír-
denuedo y compás tan medido an- genes de Dios. Pues nadie, dijo uno
dan danzando. En lo cual harto po- de los doctores seculares, baila es-
demos ver su poco seso, porque se lando en su seso; sólo baila el que
empeñan en ejecutar con todo pri- desatina. Y sí, según la sabiduría
mor una cosa que no puede ser más del siglo, son promotoras del baile
necia; toda su atención va desde la o la borrachera o la locura, ¿qué
cabeza a la punta de los dedos de pensamos que proveen sobre este
los pies, donde a buen seguro, mien- punto, con ejemplos, las Sagradas
tras se danza, es más necesaria que Escrituras, cuando Juan, heraldo
en el cerebro o en el corazón. ¿De pregonero de Cristo, degollado por
cuál de las santas mujeres se lee antojo de una bailarina, demuestra
haber nunca danzado en su vida? que más daño hizo el atractivo de
¿Qué matrona hay de esas mujeres un baile que la demencia de un sa-
graves a quien la experiencia en- crilego furor? Con regio fausto ade-
señó la cordura, que o no disimule rézase el convite funeral, y enviando
saber ella ese arte, o que, invitada a ver cuándo mayor era la concu-
a salir al ruedo, no lo excuse, o, rrencia en la sala, instigada por
mejor, lo tome a desaire y ofensa? aguijones secretos, sale la hija del
Sea como sea, de todos modos no tirano a danzar delante de los hom-
ignora ser aquello pura locura, por bres. ¿Qué pudo aprender la hija de
más que la haga con gusto. Fuera una madre adúltera sino la ruina
de que esas mujeres ejemplares no del pudor? ¿Hay, por ventura, en el
acostumbran frecuentar esos corros mundo cosa que tanto incline a la
donde se danza, si ya no fuere por carnalidad como descubrir con des-
obligado cumplimiento, y allí de tal atentados movimientos aquellas par-
manera se compasan que bien de- tes del cuerpo que o la Naturaleza
jan ver que se detienen allí de mala escondió o las veló la vergüenza;
gana y su gesto y su rostro expre- halconear con los ojos, rodar la
san el desdén que les inspira y su cerviz, esparcir los cabellos por los
no aprobación. En tales reuniones hombros? Con razón, de estes de-
y corros, ¿qué guardas puede tener nuestos se va a parar en la injuria
su pureza, con la vista de tantos de la Divinidad. Y bien considera-
varones, y atacados sus ánimos por do, ¿qué honestidad puede haber
las puertas de los ojos, con las ar- donde se danza, donde se mueve
tes del más sutil y astuto enemigo bullicio y ruido? Entonces el rey
nuestro? Acerca de la danza, un (refiere la Escritura), sumamente
santo varón pronunció sentencia complacido, dijo a la muchacha que
definitiva; dijo que prefería en los le pidiera lo que quisiese.» Hasta
días de fiesta arar y cavar que bai- aquí son palabras de San Ambrosio.
lar. San Ambrosio, escribiendo a su Introdujese no ha mucho una in-
hermana sobre esta materia, dice: vención que consiste en que hom-
«Debe la alegría de la buena con- bres y mujeres disfrazados reco-
ciencia procurarse no con comeres rren toda la ciudad y se detienen a
desordenados ni excitarse con nup- bailar delante de las casas más dis-
ciales conciertos; donde la hones- tinguidas, como son las de los pro-
tidad está insegura, es de temer la ceres, o de los ricos, o en las que
tentación ; la danza es la postrer se come, o, mejor, se bebe. Y a esta
OBRAS MORALES. DE LA MUJER CRISTIANA. LIBRO I. CAP. XIII 1049

diversión están algunos tan entre- mania, en Inglaterra, donde los pue-
gados, que dicen no haber pasatiem- blos viven con llaneza mayor y el
po más picante que andar al asalto trato social es menos astuto, ori-
de las casas así con el rostro tapa-
. gínanse esos males de no poca con-
do. Ellos ven y conocen a todos, y sideración. En España, en Italia y
ellos, a su vez, no son conocidos de en otras regiones en las cuales por
nadie, haciendo el mismo juego de la mayor agudeza de los ingenios
los niños pequeños, que toman gran abunda la sutileza y la socarrone-
placer cuando con las manos pues- ría, hay que recelar que tal linaje
tas sobre la cara piensan no ser vis- de pasatiempos no dé ocasión a
tos por los otros y oyen cómo se les grandes maldades, que si hasta aho-
llama. Mas debajo de aquella más- ra fueron pocas en realidad, aunque
cara se filtran muchas maldades. las hubo, hase de tener en cuenta
La primera es la descomedida cu- que es nueva la invención y no de-
riosidad de las mujeres, que se pe- masiado introducida. Preferible es
recen por averiguar lo que ocurre dejar a cada cual que imagine qué
donde sea : quiénes banquetean, males pueden ser éstos, a explicár-
con qué orden, con qué aderezo, selos, no sea que más parezca ha-
con qué esplendidez y aparato. De berlos enseñado que reprendido.
ahí nace la envidia, la habladuría,
la detracción, la difamación. Imagi-
na uno recibir a un amigo con la CAPITULO XIII
cara tapada, y recibe a un enemigo,
y enemigo capital que entra para DE LOS AMORES
espiar por dónde hará más dañó; y
si es cosa fácil echar fuera al ene- De reuniones y vistas y plá-
las
migo descubierto, no lo es tanto ticas con los hombres nacen los
excluirle con el rostro velado. En- amores. En medio de placeres, de
tonces suéltanse las bridas a la pro- convites, de bailes, de risas, de re-
cacidad femenil, pues a donde si gocijos, tienen asentado su reino
fuese conocida correríase de acudir Venus y Cupido, el garzón de Ve-
y bailar, no tiene ningún reparo en nus. En éstos se prenden y se en-
hacerlo enmascarada y, por ende, riscan los ánimos humanos, y seña-
no se tiene respeto ninguno de la ladamente los de las mujeres, w\
edad, de la dignidad, de la fortuna, las cuales el placer señorea con des-
del buen nombre. Y no se limitan apoderada tiranía. Mísera doncella
solamente a oír obscenidades y tru- si de aquel corro sales lastimada:
hanerías indignas de sí, sino que se cuánto mejor te fuera haberte que-
lanzan a decir intrépidamente lo dado en casa o haberte quebrado
que ni siquiera osarían pensar si una pierna del cuerpo que una pier-
fuesen conocidas. Todo lo arrasa la na del alma. Esforzaréme, con to-
máscara, que viene a ser una espe- do, por ayudarte, si todavía no es-
cie de tiniebla echada delante de los tás presa, porque no lo seas; y si
ojos de los espectadores. Así, poco ya lo estás, te socorreré, por librar-
a poco, avézanse al impudor de tal te de la atadura. En primer lugar,
forma, que el menoscabo que la dejo de aducir todo cuanto fué di-
vergüenza sufrió so la máscara, cho por los filósofos, por los santos,
échalo fuera y demuéstralo fuera de por los sabios todos contra el amor
la máscara. Aun en Francia, en Ale- \ cupidíneo. Callo asimismo todo
1050 JUAN LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. TOMO 1

cuanto escriben aquellos otros que ja de su padre? El rey don Rodiigo,


expresamente parece quisieron ha- por el acceso que tuvo con la Cava,
cer la apología del amor. ¡Cuán- hija del conde don Julián, fué cau-
tos baldones no le echan! Lláman- sa de la perdición de las Españas,
le tirano, duro, áspero, tétrico, que estaban en auge y flor, y las
cruel, feo, malvado, execrable, au- abandonó a los moros que las des-
tor e inductor de los mayores ma- pedazasen y las pisoteasen. Adán
les. Con pensamientos tomados de aterró y afligió al linaje humano
Aristóteles, de Séneca y de Plutar- por el amor de Eva. Clama el poe-
co, dice San Jerónimo: El amor de ta y dice: ¿A qué no obliga el oro?
la belleza es un olvido de la razón, Con mayor razón debería gritar:
muy cercano de la locura, vicio feo ¿A qué no obliga el amor tirano?
y poco conveniente al alma sana: Obligó a David, dechado de manse-
turba el consejo, quebranta el alto dumbre, a exponer al inocente
y generoso espíritu y de los gran- Urías a muy recios peligros por go-
des pensamientos le derriba a los zar más sin recelo de los vedados
más rastreros y ruines; hócelos que- abrazos de Betsabé. Enloqueció a
jumbrosos, irascibles, temerarios, Salomón, el más sabio de los reyes,
imperiosos con dureza, serviles con hasta la idolatría. Debilitó a San-
blandura, inútiles para todo y al f
són. A Medea hízole despedazar a
fin, hasta para el mismo amor. Pues su hermano y matar a sus hijos.
como sea que arda en insaciable Forzó a Catalina a matar a su pro-
deseo de gozar, gasta mucho tiem- pio hijo por entronizar a Orestiia
po en sospechas, en lágrimas, en en su hogar vacío. Aborrecen a sus
quejas; concítase el odio de todo padres y a sus parientes las donce-
el mundo y él mismo acaba por llas, si ponen obstáculos a su amor.
odiarse a sí mismo. Esto dice San Las hubo quienes con hierbas supri-
Jerónimo. ¿Quién podrá acabar de mieron a sus madres, que les die-
decir cuántos perjurios, cuántos en- ron el ser y la crianza, por huir
gaños, cuántas muertes, cuántos es- con sus enamorados. Mesalina, es-
tragos, cuántas destrucciones de posa del emperador Claudio, vivo
ciudades, de gentes, de regiones ha él y partido para Ostia, a dieciséis
ocasionado este amor? ¿Por qué me millas de Roma, sin hacer mención
pondré a contar yo aquí cómo por alguna de divorcio, públicamente,
culpa de Helena fué asolada Troya en pleno día, tuvo la avilantez de
y tantos ejércitos como allí fueron casarse en Roma con Cayo Silio. Me
sacrificados? ¿Y guerra tan gran- callo todo cuanto la Augusta hacía
de como la que se encendió entre en privado: lo que hacía era ama-
los lacedemonios y los mesenios por sar la tormenta bajo la cual ella y
las doncellas que se robaron? ¿Y có Silio y todos los cómplices del ne-
mo, al fin, el mismo Imperio de los fando enlace era forzoso que des-
lacedemonios fué tan seriamente aparecieran. ¿Fueran capaces de ha-
averiado junto a Leuctras, lugar de cer tal ni los Orestes, ni los Aya-
Beocia, por el tebano Epaminon- ees, ni ninguno de aquellos héroes
das, en venganza, como dice Plu- míticos de quien sabemos que eran
tarco, de la injuria y fuerza que fué acosados por las Furias? Ni en ti-
hecha a las hijas de Eccedaso, y por gres, ni en leones, ni en lobos, ni
la poca cuenta que hicieron los en osos pudo jamás notarse tal fre-
magistrados lacedemonios de la que- nesí. Fué la conciencia de la mal-
OBRAS MORALES. DE LA MUJER CRISTIANA.— LIBRO I. CAP. XIII 1051

dad, aguijada por el estro, la que de cometer si con ello hemos de


les empujó a aquellos extremos, que obedecer o de complacer al amor
no puede pensar la más aguda de déspota: engañar a los amigos, ma-
las vesanias. En suma:
si esa pa- tar a los parientes, degollar a los
sión tan monstruosa y atroz, pu- padres, desmembrar a los hijos, to-
diera verla alguno con sus ojos cor- das esas fechorías son ligeras si
porales, no de otra manera se ate- las inspira el amor; ni para él se
rrorizaría y horrorizaría que si re- hace grave asolar el suelo patrio,
pentinamente se le atravesara en el destruir el linaje humano.
camino la más embravecida de las En medio de tanta barahunda,
fieras, de cual se alejaría con te-
la ¿qué memoria se puede tener de lo
rror. Si tú no estuvieres picada to- santo, de lo pío, de lo justo? Dios,
davía del veneno de ese alacrán, la religión, la buena conciencia, to-
debes meditar contigo misma aquel do ello bagatelas son para quien de
verso del Mímico: El amor tómase sí mismo está olvidado. Quien estu-

de grado y déjase de desgrado. Que viere en su sano juicio, al pensar


en tu mano está admitir el amor; esto, y no esforzarse por no caer
pero cuando le hubieres dado entra- jamás en ese frenesí y en esa total
da, ya no eres dueña de ti, sino que ceguera, merecería incurrir en ella
eres esclava suya; que no te es ha- para siempre y no hallar ni fin ni
cedero echarle fuera cuando se te medida en sus males, sino que de
antojare; él sí que podrá y podrá día y de noche fuera acosado por
lanzarte de su propio domicilio; aquella antorcha de Cupido, y que
así que si no apartares de ti a ese no comiese, ni durmiese, ni viese,
huésped cuando se personase en tu ni descansase, y que, a pesar de ser
casa, será él quien te apartará. Tie- hombre, no desempeñase ninguna
nes que resolverte a hacer lo que función humana. Esta pasión, cuan-
luego tendrás que padecer si no lo do desenfrenadamente se lleva arre-
hicieres. Pues es de saber que el batados los ánimos de los mortales
amor, por dominar y ampliar más y todos, con desenfreno mayor se lle-
más su señorío en nuestra alma, y va los de las mujeres, por cuanto
perturbarlo todo, y revolverlo, y son mucho más impresionables que
mezclarlo por arriba y por abajo, lo los de los hombres, y, por ende,
primero que hace es cegar el enten- conviéneles precaverse con mayor
dimiento o desalojarle, a fin de circunspección, que, sin saberlo, no
que cuando no vea nada o esté muy injiera la ponzoña. Pues hartas ve-
lejos, no pueda conocer lo que pasa ces, improvisadamente, se apodera
en su misma casa y se le permita li- de aquellas que, conducidas al peli-
bremente al capricho del amor, gro y puestas en ocasión, están bien
trastornarla y revolucionarla. Atroz seguras de no ser invadidas por nin-
veneno éste, que nos priva de la vis- gún nocivo movimiento del alma.
ta y cuando nos tiene ciegos nos Al amor, así que se deslizó en ellas
arrastra por mil barrancos y por sigilosamente, tan suave, tan hala-
otros tantos precipicios, y las más güeño como es, le abrazan y le fo-
de las veces nos hace rodar a un mentan, ignorando qué mortal y pa-
sumidero, donde hallamos la muer- vorosa pestilencia se les entró sola-
te. No hay maldad tan inhumana ni pada debajo de aquella risueña
traición tan fiera, tan no usada, blandura de rostro. Así que, en la
tan no oída, que no seamos capaces primera ocasión en que se insinúe,
1052 JUAN LUIS VIVES. OBR.AS COMPLETAS. TOMO I

se le ha de oponer aquella enérgica Dice que va a morir si no alcanza


resistencia que aconseja el mismo gozar de ellas. De ahí aquellas lá-
Ovidio, doctor en amores. No de- grimas. Mira ya tú de no ser presa
jes crecer los niños de Babilonia, si- de estas palabras y ambos a dos pe-
no, según te avisa el Salmista, da rezcáis juntos. Jura que morirá y
con en la piedra y desmenúza-
ellos que ya (si a los dioses place) se está
los en firmeza de la religión de
la muriendo. ¿Y tú te lo crees? Dile.
Cristo Jesús, quien, en el Sagrado boba, que te muestre las sepulturas
Cántico, dirige a las vírgenes esta de los enamorados muertos de amor
amonestación: Cazadnos las rapo- entre tantos millares de ellos. Ator-
sas pequeñitas que talan los viñe- menta el amor a veces, pero no ma-
dos. Y con tanto mayor interés ta. Y si él muere, cuánto mejor es
persuade su captura si la viña que muera él que no que mueras
muestra ya en la flor la esperanza tú o que perezca él solo que vos-
del fruto cierto. El amor, como mu- otros dos juntos. ¿A qué viene aho-
chas otras cosas, con el tiempo cre- ra el explicar aquí que ésta es la
ce y cobra fuerzas. Yo vi dice — cantilena socorrida y común de to-
Ovidio una herida que en sus co- dos los galanes, de arte que todos
mienzos fué sanable, que, por haber se la saben de coro, cuando muchas
sido diferida largo tiempo su cura- veces el amor no les roció con una
ción, ocasionó la muerte con su de- sola gota? Cacarean esto por sedu-
inora. No se ha de dar más oído al cir. Una muchacha francesa de las
amador que el que darías a un en- que acompañaron a España a Mar-
cantador o hechicero. El se acerca garita de Yalois, por visitar a su
muy mansico, muy halagüeño y co- hermano Francisco, rey de Francia,
mienza por lisonjear y alabar a la prisionero de Carlos I, o} endo con- 7

doncella; dícese prendado de su tinuamente que los mozos españoles


hermosura y acaba por confesar decían De amores muero, con re-
:

que muere del amor demasiado. Sa- pentina viveza respondió a uno de
be el artero galán que la vanidad ellos: Muérete ya de una vez para
de muchas huélgase extraordinaria- ver, finalmente, morir a uno de tan-
mente de las lisonjas. Así el paran- tos como se están muriendo. Si el
cero engaña al ave con la liga y galán goza de ti hasta la hartura,
con el reclamo. Llámate hermosa, te demostrará cuánto te quiso. Si te
agraciada, discreta, bien hablada, amara él a ti, esto es. tu alma, ja-
noble, y, a veces, maldita la cosa más te aborreciera ni se empalaga-
que hay en ti de todo ello; pero tú ra. Pero puesto que sólo se moría
oyes con mucho agrado esas blan- por el cuerpo y por tomar de ti un
das y dulcísimas mentiras. ¡Necia, efímero deleite, por ello fué que.
que piensas parecer tal siendo así marchito el cuerpo, se enfrió aquel
que no lo eres! Pero demos que lo hervor, y harto del goce, tomó has-
eres. ¿Añadió que también eres tío de la fácil abundancia.
buena? ¿Añadió que eres honesta? No son raros los ejemplos ni es
Si se calló esas cualidades no te menester alegar los antiguos. No
dijo nada, y si no se las calló, ¿qué hay hombre que tan poco alcance
espera de ti? Y si espera, claro está de las cosas del mundo que no haya
que mintió. Mas dime: ¿cómo te visto u oído decir de seiscientos mil
habló? Dice que estas prendas tu- hombres que, luego de haber abusa-
yas le tienen cautivo. ¿Y aue más? do de muchachas, las echaron las
OBRAS MORALES. DE LA MUJER CRISTIANA. LIBRO I. CAP. XIII L053

más de las veces en una mancebía, do por qué, puesto que acribillaba a
porque jamás las tuvieron verdade dardos a Júpiter, a Neptuno, a Apo-
ro amor, y que otros que las qui- lo, a Juno y aun a ella misma, y,
sieron bien, trocado el amor grandí- en suma, a los dioses todos, no asae-
simo en odio capital, apuñalaron o teaba también a Minerva, y a las
degollaron a sus amigas. No hay Musas, y a Diana. Minerva contes- —
ciudad alguna donde no se oigan ta el rapaz alado —al verme venir
,

todos los días sucesos de éstos, por me ojea, ataja las ocasiones y me
manera que mayor maravilla me resiste. Las Musas son venerables
causa la furiosa locura de las don- y dignas de acatamiento, ocupadas
cellas que, no mal de su grado, se de continuo en ejercicios honestos;
precipitan en un tan grande mar de ellas, con su respetabilidad y con
males. Dime: ¿de dónde en las ciu- su atención puesta en la tarea, se
dades tantas mancebías nombre con escabullen del amor. Diana anda
que me manché la boca? Pero no por selvas y por soledades, y co-
debía yo callarlo cuando San Jeró- mo no tiene tratos con persona hu-
nimo no titubeó en pronunciar pa- mana, se e&ime del amor. Una gran
labras semejantes. ¿De dónde tan- parte del amor insinúase por los
tas cantoneras y de ellas algunas sentidos, aliméntase luego con pen-
de linaje honrado? ¿De dónde tan- samientos tiernos y toma bríos y
tas sifilíticas y bubosas, mozuelas volumen.
tiernas y hermosísimas, en hospita- Mas cautiva está la doncella. Hay
les y en sanatorios? ¿De dónde tan- que buscar remedio a la llaga antes
tas mujeres que andan por las ca- que la obligue a perpetrar lo que
lles pordioseando, amarillas, enfer- para siempre tendría que llorar. Lo
mas, mancilladas de feísimos conta- primero que has de lamentar es
gios, sino de esos ejemplos? Si nin- haberte precipitado en aquella sima
gún respeto de la virtud, ni de la a sabiendas y con los ojos abiertos.
probidad, ni de la honra, ni de la Ni hay que dar oídos a los que di-
religión basta a moverte; si ningún cen que no estuvo en su mano no
ejemplo de las santas vírgenes bas- admitir el amor. Esto dicen unos
ta a reducirte ni a retraerte del mal hombres que buscan en la necesi-
camino, dóblente al menos los casos dad excusa para su yerro, como si
de esas infelices que, sin duda al- hubieran caído en él mal de su gra-
guna, te aguardan si persistes en la do; unos hombres que ignoran la
senda por donde ellas entraron. Te Naturaleza y la fuerza del amor.
engañará tu enamorado o porque Has de meditar aquel otro versillo
solió siempre engañar, o porque és- del Mímico, Publio Siró El amor:

te es el galardón del amor ilícito, o se puede escapar, pero no se puede


porque eso le aconseja su hartura arrancar. Este pequeño verso indi-
de deleite. Aprovecharánte muchas ca claramente que el amor no en-
de las cosas que dijimos al tratar de tra a viva fuerza, sino que del mis-
la guarda de la pudicicia, a saber: mo modo que, poco a poco, fué
que no sean en ti origen y cebo cundiendo se ha de apartar tam-
del amor ni el régimen alimenticio, bién su poco a poco. No consentirás,
ni la ociosidad, ni el trato y comer- pues, los devaneos de tu pensa-
cio con varones. miento ni que ande distraído a su
En los diálogos de Luciano, sofis- placer, porque si le dejares suelto,
ta, Venus pregunta a su hijo Cupi- se tornaría a revolver en aquel
1054 JUAN LUIS VIVES, .
OBR AS COMPLETAS. TOMO I

punto mismo. Existen mujeres de amas tuviere alguna tacha o alguna


gran cordura que echan de sí las deformidad, ponías con obstinación
cuitas de amor con otras cuitas, co- delante de tus ojos y no lo que pu-
mo se saca un clavo con otro cla- diere tener de bueno o de hermoso.
vo. Así que éstas, con un afán ar- Xo existe mortal tan acabado que
diente, entréganse en cuerpo y al- no tenga en sí algo que puedas re-
mo a alguna hacienda, la cual, ab- prender; esto sea lo que te ocurra
sorbiendo toda su atención, exclu- cuando pensares en tu amado. Con-
ye toda otra suerte de cuidados y sidera cuántos 55 cuán grandes ma-
de cavilaciones, y o bien urden una les se encubren debajo de la apa-
tela con mucha esperanza de ga- riencia de la virtud, y muchas co-
nancia, o con avidez suma apren- sas perniciosas hallamos paliadas
den a bordar, o a leer, o a escribir, bajo la cara de honesta. La belleza
o, tal vez, letras latinas, todo lo física hace a los hombres soberbios
cual, bien por el actual aliciente o y desdeñosos; la nobleza, insolen-
por el provecho ulterior, les ocupa tes; la riqueza, temerarios; la fuer-
el espíritu y las entretiene. Y. con za, fieros y crueles. Repasa en tu
toda seguridad, cuando estuvieren memoria no lo que te dijo que te
un poco más quedos aguijones
los contentó, sino lo que acaso pudo
y aliviada el alma de su peso y vio- disgustarte. No es posible que tú no
lencia podrá ver con alguna mayor recuerdes haber él hecho o haber
claridad, revolverás y pensarás en dicho algo tonto, frivolo, necio, feo,
tus adentros cuántas cosas por ruin, abominable, perverso, crimi-
amor hiciste con bobería, con ce- nal, malvado. De esto que descubrió
guera, sin seso, sin sentido; cómo colige lo que debe ser aquello otro
en cuitas inútiles y necias gastaste que oculta con el mayor de los disi-
un tiempo tan precioso, durante el mulos. No hay hombre que no es-
cual perdiste las mejores ocasio- conda todo cuanto puede sus vicios
nes; con qué fuego ardiste, qué y no haga ostentación de sus cuali-
muchedumbre de cosas pensaste, di- dades y virtudes. De aquí procede
jiste, hiciste, en parte con tontería, que las virtudes siempre son me-
en parte con locura, en parte tam- lo que asemejan y los vi-
nores de
bién con impiedad; en qué gran se- mayores de lo que aparentan.
cios
millero de maldades te precipitaban Añade a esto que también nos enga-
con obcecación y cuán gran bene- ñan las afinidades de los vicios y de
ficio fué habérsete restituido) los las virtudes, como sea verdad que
ojos y la voluntad de la enmienda. cada uno afecta parecer mejor que
No es ello pequeña merced de Dios no es, y nosotros, neciamente, pe-
y no es poca la gratitud que le de- samos las virtudes al peso falso de
bes. Entonces vuelve a tu tarea. la común opinión. Y así es que al
Guárdate de ver a quien bien qui- manirroto le llamamos liberal, y
siste y de querer saber de él; si al temerario, valiente, y elocuente
asaltare tu pensamiento, retuércelo al palabrero; ingenioso al vano de
a otra cosa, ora con la lectura, ora cascos. Con todo esto son embauca-
con la oración, o con alguna plática, das las doncellas que no tienen asaz
o también con alguna cancioncilla discernimiento para juzgar y juzgan
honesta, o con algún otro pensa- del hombre por lo que ven con los
miento alegre, siendo puro y casto. ojos corporales embarnizado y pin-
Allende de esto, si aquel a quien tado por fuera, y que es obvio a
OBRAS MORALES. DE LA MUJER CRISTIANA. LIBRO I. CAP. XIII 1055

todo el mundo, principalmente no robarles. Lo que dice el hijo de Si-


habiendo ninguno que, en acercán- rach: Quien hacia arriba lanzare
dose a la amiga, no tome la investi- una piedra, sobre su cabeza caerá;
dura de hombre el mejor de todos, el que cava una hoya, caerá en ella.
de hijo de la fortuna, porque no se Quien pone un tropiezo a su próji-
crea que le falta a él cosa que en mo, topará con él; quien pone lazo
cualquier mortal parezca deseable a otro, en el lazo quedará cogido.
para granjearse el afecto. De esta ¿No ves, bellaca, que con tus enga-
manera se imponen a las doncellas ños le metes en la celada del diablo
incautas, y so una delgadísima ex- y que en la celada del diablo cae-
terioridad de bien, envuelven abo- rás tú con él y recibirás la paga de
minables sumideros de males, bien tu abominable servicio? Arderá él
así como el pajarero disimula la liga por vencido del diablo; arderás tú
con el alpiste y el pescador el an- por vencedora para el diablo. Uno
zuelo con el cebo. Todas estas cosas y otro merecéis, por el pecado co-
debe mirar la doncella antes que mún, salario espléndido. El salario
llore con tardía penitencia y empie- del pecado, como atestiguó el após-
ce a tener cordura cuando ya de tol, es la muerte. La ley de Cristo,
nada le aprovecha. Si te despojares que es la fórmula del amor mutuo,
del amor de una manera radical, pospone al alma de nuestro próji-
entonces, como restituida a la salud mo no ya el vestido y todos los bie-
y recobradas todas tus luces, cono- nes eventuales, sino también el mis-
cerás que, como otros beneficios sin mo cuerpo, y la sangre, y la vida de
cuento, también habrás de agrade- cada uno de nosotros. Todos los via-
cer éste a Dios, que te sacó del nú- dores de este destierro nos encami-
mero de las vírgenes locas y te re- namos a la prometida felicidad del
puso en la compañía de las vírge- inmortal seguro. Tanto como con-
nes cuerdas. ¿Qué santa mujer cris- viene holgamos cuando con nuestro
tiana o qué mujer gentílica que ha- ejemplo, con nuestros avisos, con
ya sido tenida por medianamente nuestros estímulos fuimos de pro-
honesta y buena amó jamás a otro vecho a nuestro prójimo, tanto nos
hombre que a su marido? Ni desees debe pesar de que por nuestra cul-
tampoco tú ser amada con este li- pa se vuelva peor. Si abomina el
naje de amor ni con tus malas ma- Señor de aquel por quien el escán-
ñas atizarás en los hombres un fue- dalo viene, ¿qué será de aquel que,
go que, siendo tan próximo, se pro- a sabiendas y concienzudamente,
pagaría también a ti. Gloríanse al- pone estorbo en los pies del prójimo
gunas de tener algunos amadores a caminante en el cual tropiece con
cuyo enardecimiento consagran to- caída grave? No menos lamentará
do su afán. Empero éstas, que ca- la mujer buena haber dado a alguno
zan a cuenta del diablo, con el se- sazón y ocasión de pecado, que si
ñuelo de su belleza, de sus arreos, por ella hubiese sido muerto. Cuán- ¡

de sus palabras, a sí mismas no to más ligera culpa es cortar el cue-


menos que a sus amadores, tienden llo que cortar el alma; separar la
sus redes y se hacen más difícil la cabeza del tronco que el alma de
custodia de su pudor, siendo tantos Dios. Morirá el cuerpo sin el alma
los que le asaltan y le impugnan. pero, no obstante, seguirá viviendo
Con harta dificultad retienen aque- el alma; pero sin Dios, ni vive el
llo en que tantos ponen empeño de cuerpo ni el alma. Por ende, con di-
1056 JUAN LUIS VIVES. OBR.:AS COMPLETAS.
.
TOMO I

ligencia suma cuidará la mujer de CAPITULO XIV


devolver a la cordura a aquel a
quien sacó de juicio; primeramente, DEL AMOR DE LA DONCELLA
tan ahincadamente como pueda, con Ahora, puesto que las almas hu-
palabras y buenos consejos; si re- manas tienen
aptitud y propensión
sultaren poco eficaces, con el apar- para amar, voy a enseñarte
unos
tamiento propio y con el desahucio santos
y puros amores, que destie-
del amante; hablará con él muy rren
de tu pecho el amor perverso
raramente, y muy raramente se de-
y adulterino. Ya tienes a quien pri-
jará ver de él. Amortiguará en sí meramente
estás obligada a amar, a
propia aquellos encantos en que Dios, que es tu Padre; a Cristo, que
quedó prendido : la hermosura, el
es tu esposo. Tienes a su Madre, que
donaire, el arreo, el lenguaje lison- .es hermana tuya,
la Virgen Santísi-
jero; tomará la resolución de no ma; tienes a tu semejante, la Iglesia
adornarse con aquellas galas que de Dios; tienes los nutridos coros de
causen la ruina del hermano; de no las muy santas vírgenes, cuyas al-
ser instrumento del diablo para la mas en el cielo son bienaventura-
ofensa de Dios. Xo puede razona- das, y cuyos nombres en la Tierra
blemente ser llamado cristiano el son sagrados. Tienes a tus padres,
que, comprometiendo en la empresa que te engendraron, los cuales están
su propio cuerpo, no procura la sal- en lugar y cuenta de Dios, que con
vación del alma de su hermano. tantas fatigas te criaron, que te
Leemos en historias paganas que educaron con tanto amor y cuida-
un mancebo de belleza eximia, vien- do, a los cuales has de amar, y aca-
do cómo unas doncellas ardían en tar, y ayudarles cuanto en ti fuere.
amor suyo, con un cuchillo afeó su Ten siempre sus mandamientos por
cara. ¡Oh ejemplo para las mujeres sagrados y obedéceles con humildad
todas; oh joven digno de memoria y mansedumbre, sin demostrar ni
ilustre! Eso lo hizo un hombre; en tu alma, ni en tu rostro, ni en
eso lo hizo un gentil. Y la doncella tu gesto el desabrimiento más lige-
y la mujer cristiana no se quitará ro, pensando ver reproducida en
ni un pelo de su tocado, ni de sus ellos la verdadera y cierta imagen
palabras, ni de sus galanteos, con de Dios, Padre y Hacedor de todas
los cuales mata a su hermano y las cosas. Tienes a tu alma, enco-
viola la majestad de Cristo. Y ni mendada a ti por la voz de la mis-
aun entre las mujeres faltan ejem- ma Xaturaleza; tienes en los otros
plos de su propio sexo, si tienen la las virtudes y las almas entregadas
gallardía de imitar lo mejor. Hubo a Cristo. Tienes a los que te quie-
en Barcelona una doncella, la cual, ren salva e incorrupta; tienes, final-
por desamorar a su galán, perdida- mente, la alegría eterna, la felicidad
mente enamorado, llevó por algún soberana y jamás fallecedera. Estos
tiempo debajo de sus sobacos coles son los verdaderos y no torcidos
podridas. Comió, además, berzas amores. El amor corporal es ficti-
crudas, y, allegándose al galán de cio, remedo hipócrita del amor puro,
muy cerca, como si quisiera decirle que debiera llamarse pasión con
al oído algún secreto, con aquella mejor acuerdo. Si todas estas cosas
nauseabunda fetidez se lo quitó pa- amares de buena fe, no tendrás en
ra siempre de su lado y le puso en menos a Dios que al hombre, ni a
fuga. Cristo, tu esposo, al enamorado ga-
I

OBRAS MORALES. DE LA MUJER CRISTIANA. —LIBRO — CAP.


I. XV 1057

lán; ni a la Virgen Santísima' la quien te quiere echar a perder, sino


celestina inmunda, ni a la Iglesia a quien te quiere salvar, y escoge-
de Dios el lupanar, ni a la compa- rás antes gozar de cumplida y per-
ñía de las santas vírgenes la taifa fecta alegría en el cielo que libar un
de las damas cortesanas, ni a tus sorbo de mentido goce acá en el
padres a los extraños o, mejor, ene- suelo, fugacísimo él y tan mezclado
migos, ni a tu alma tu cuerpo, ni de acedía, que con mayor razón
a las ajenas virtudes los vicios pro- debiera llamarse ajenjo y acíbar.
pios, ni a las almas siervas de Dios Entonces sentirás más el horror de
las almas esclavas del demonio, ni aquella miseria que no tendrá fin,
a aquellos que desean tu salvación que no captarás el deleite de este
y tu entereza los que quieren tu mundo, si con este nombre de de-
perdición y mengua, ni al deleite leite ha de significarse, y revolverás
efímero la alegría perdurable, ni la en tu mente aquella sentencia del
miseria de los infiernos a la cabal varón sabio: Momentáneo es lo que
bienaventuranza del Paraíso. Así deleita; eterno lo que atormenta.
que mayor valía tendrán delante de ¿Qué entrada puede hallar el amor
ti mandamientos de Dios que
los profano en ti, defendida y confiada
las persuasiones del hombre enga- en tantos y tan grandes amores:
ñoso, y antes preferirás creer en la de Dios, de Jesucristo, de María, de
doctrina de Cristo que en las pala- la Iglesia, de las vírgenes, de tus
bras del embaucador artero, y se-
.
padres, de ti misma, de la eterna
guirás antes a donde te guiare la bienaventuranza? No será tan osado
Santísima Virgen que la sucia ten- y temerario que no recele atacar
tación, y tendrás en más a quien una morada, rodeada y fortalecida
ella te hiciere amigo que
al que te con tantas centinelas, Cupido, el
proporcione alcahueta, y no in-
la diosecillo procaz que a las Musas ca-
fringirás las leyes de la Iglesia por ta cortesía y les tiene acatamiento. Y
observar las del burdel, y querrás si se atreviese a disparar su flecha

antes ser admitida en la grey de contra ti, resurtirá contra él su pro-


las Catalinas, Ineses, Claras, Marga- pio dardo, pues no encontrará en
ritas, Bárbaras, Teclas, Aguedas que mi doncella lugar ninguno vulne-
entre las deshonestas y malas muje- rable.
res, cuyos nombres están tan lejos
de la noticia de los hombres como CAPITULO XV
su vida de la de Dios y unos y otra
;

harto conocidos del diablo, que las DE CÓMO SE HA DE BUSCAR


asienta en su registro. Ni dejarás EL ESPOSO
a tus padres por seguir a los ena-
morados, ni les causarás desabri- El humano linaje mortal en cada
miento indeleble por dar al fraudu- uno de sus miembros hácese perpe-
lento galán un gustillo efímero, ni tuo con sustitución de la prole.
la
preferirás el bienestar de tu cuerpo Y porque sobóle fuese santa y
la
al de tu alma, ni el goce corporal pura, instituyó Dios el matrimonio,
al remordimiento, ni holgarás de y siendo obra de El, podemos obe-
escuchar antes cosas de maldad que decer a la Naturaleza sin pecado.
obras de virtud, ni creerás más pres- Por eso dice San Pablo que el que
to al satélite del diablo que al mi- entrega a un varón su hija doncella
nistro de Cristo, ni te confiarás a no hace mal ninguno en el Señor. Y
LUIS VIVES. — 34
105S JUAN LUIS VIVES. OBR.AS COMPLETAS. TOMO I

ciertamente, cuando para la mujer casamiento de su hija Lavinia, a


se busca un hombre, consorte de quien solamente atribuye lágrimas y
todas sus fortunas en público y en rubor, no palabras, dando a enten-
privado, y compañero indivisible e der con ello que no parece bien en
inseparable, de manera que sólo la la doncella hacer uso de la palabra
muerte de uno u otro puede sepa- cuando el padre y la madre delibe-
rarlos, el tiento que ha de ponerse ran acerca de su matrimonio. Fué
en ese negocio es mucho mayor del una añeja costumbre romana, entre
que los hombres piensan, puesto aquellas matronas, dechados de pu-
que es uno de aquellos en los cua- dicicia, que el día que llevaban la no-
les, como decirse suele, no se puede via a la casa de su marido no entra-
segundar el yerro; quieras que no, ba ella de sí misma ni pisaba con
hay que arrostrar las consecuen- sus pies el lindar, sino que las que
cias; por todo lo cual, tiene que la acompañaban la alzaban en peso,
ponerse el cuidado más meticuloso como si forcejease por no entrar y
en que no se yerre. La verdadera a la fuerza penetrase en aquella mo-
virginidad no conoce ni apetece el rada, donde iba a perder el decoro
ayuntamiento sexual, ni siquiera de su virginidad. ¿Cómo puede si-
piensa en ello, exenta y libre de mular ese recato pudoroso la donce-
toda influencia suya por beneficio lla que se perece por casarse y pide
del Cielo. Por eso mismo, la donce- que la casen cuanto antes? De Re-
lla, mientras sus padres proveen beca, San Ambrosio hablaba así:
acerca de su condición, remita todo No es propio del pudor virginal ele-
este negocio en ellos, los cuales no gir al marido, sino que, ya desposa-
le desean un menor bien del que da con el marido, delibérase acerca
ella se desea a sí misma, en virtud del día de la marcha. Y no sin razón
de aquel caluroso afecto natural en- dejó de poner dilaciones, pues era
cendido en sus pechos, y a quienes justo que se apresurase en ir al ma-
la edad y la experiencia comunican rido. Por ende, queda en claro de
mayor alcance de visión. ¿Cómo po- dónde se tomó aquello de Eurípides,
drá la doncella, recluida entre las que muchos tanto te admiran. Dice
paredes de su casa, conocer el ca- el poeta en la persona de una mujer
rácter y las costumbres de los mari- que, a pesar de todo, quería aban-
dos posibles porque haga elección donar el marido y era pedida para
o, radicalmente inexperta, conocer nuevas bodas: «De mis esponsales
lo que le convenga? Léese en el poe- cuidará mi padre, porque esto no es
ta Homero que Nausicaa, advertida cosa mía.» Observad, pues, doncellas
en sueños por Minerva que fuese a cristianas, ese pudor que causó ma-
lavar unas ropas en la inminencia ravilla en los filósofos gentiles. To-
de su casamiento, ella pidió a su do esto es de San Ambrosio, que ni
padre, Alcinoo, la carroza por ir a aun a las viudas las consiente re-
lavar al río, pretextando, no obs- solver por sí mismas su situación.
tante, otro motivo, puesto que tuvo En la oración de Sara, hija de Ra-
vergüenza de mentar el matrimonio. quel, hállanse estas palabras: Harto
Esta púdica reserva fué imitada por sabéis, Señor, que jamás deseé va-
Virgilio en el libro duodécimo de rón y conservé limpia mi alma de
su Eneida, donde introdujo al rey toda concupiscencia ; nunca me mez-
Latino y a su mujer, la reina Ama- clé con los que se entregaban a jue-
ta, hablando con Turno sobre el gos, ni con los que andan con li-
OBRAS MORALES. DE LA MUJER CRISTIANA. LIBRO I. — CAP. XV 1059

viandad fui particionera. Oigamos admites en tu casa a un dependien-


ahora cómo dice que recibió a los te o a un criado, te informarás
maridos que sus padres le entrega- quién sea, de dónde, qué deudos tie-

ron: Consentí dijo en recibir al ne, qué costumbres, qué cualidades.
varón con temor vuestro, no con de- ¡Con cuánta diligencia te informas
seo mío. La doncella, pues, mientras de todas estas particularidades, sien-
sus padres andan ocupados en aquel do así que no son más que efímeras
negocio, ayúdelos con ruegos y ora- aproximaciones temporales, y, en
ciones. Pida a Cristo, con purísimo cambio, a tu tierna hija, virgen, igno-
afecto, que le dé un esposo que no rante e inexperta en todo, que con-
la aparte, ni la estorbe
aleje, ni le fía exclusivamente en ti, que en tus
en el ejercicio piedad, sino que
de la manos deposita todas sus esperan-
más aína, la invite, la exhorte, la zas y sus deseos todos, que no ten-
ayude y, según el oráculo del após- drá más compañero de por vida
tol, santificada sea la mujer infiel que el que tú le dieres, ni otra for-
por el marido fiel. Los padres mis- tuna, ni otra suerte que la que tú
mos, en este negocio delicado, no so-, le depares, no dudas en agregarle a
lamente han de dejarse guiar del quien no querrías por criado, tan
natural afecto que sienten para con desacostumbrado con su compañía
sus hijos, sino inspírense también como un oso, un lobo o un puerco
en la inclinación de su hija, de ma- montés. No sin razón los franceses
nera que hagan para ella la misma tienen aquel proverbio, a saber:
elección que harían para sí, si fue- que no nació en buen hora quien
sen ellos los que iban a casarse. no es casado en buen hora. Y si ello
Pues muchos padres, o imprudentes se dice del varón, ¿con cuánta ma-
o malos, pecan en ese punto, per- yor razón debe decirse de la mu-
suadiéndose de que el que piensan jer, para la cual con tanta diligencia
será para ellos un yerno cómodo, se- y esmero se debe proveer que le
rá un excelente marido de su hija. toque un buen marido, mucho más
Así que, con demasiada frecuencia que al varón una mujer buena?
miran las solas riquezas, o la san- ¡Cuánto más fácil es mandar al ma-
gre,o la condición social, o la in- lo que obedecerle! Dos son las cosas
fluencia política del yerno, que pien- a las que, en el matrimonio, se de-
san van a serles útiles, y ni ponen be atender: la convivencia y la des-
ninguna atención en las convenien- cendencia. El primer capítulo invo-
cias de la hija, que tiene que con- lucra la vida y el trato familiar, la
vivir con él dentro de las paredes costumbre cotidiana. La primera
de una misma casa. Estos tales, ene- preocupación ha de ser la economía
migos son, que no padres o, por de- y régimen de la casa, si bien sea la
cirlo más gráficamente, mercaderes más ligera; la segunda, del cuerpo
de sus hijas, a quienes venden del marido; la tercera, de la sobó-
donde mejor salen pagados. No es le; la cuarta y más principal, de las
el matrimonio un nudo que pueda costumbres y del carácter. De todas
desatarse. Si tienes que enviar a hablaremos en particular. Pero, en-
tu hijo a cenar a uno o a otro sitio, tre todas estas cosas, con preferen-
averiguarás primero quiénes son cia hase de procurar que exista en-
los otros convidados; si tiene que tre el presunto marido y la doncella
emprender algún viaje, quiénes se- una cierta igualdad o, mejor aún,
rán sus compañeros de camino; si una cierta semejanza, que es el la-
1060 JUAN LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. TOMO I

zo más sabroso que traba las almas quien incumbe sostenimiento de


el
y las conserva unidas dulcemente. la casa. De de adquisición
las artes
Parece ser esto lo que recomienda algunas deben ser radicalmente evi-
Pitaco de Mitilene, que fué uno de tadas, a saber: todas las malas ar-
los más celebrados sabios de Grecia. tes, como las que fabrican el au-
Preguntándole un mancebo, a quien mento con dineros dados a logro.
dos mujeres pretendían, una que le Debe huirse también de los oficios
superaba en linaje y en riquezas, y crueles e inhumanos, como son los
la otra le era en todo igual, a cuál de verdugos, corsarios, soldados
uniría su suerte, aquel sabio le mercenarios que, por una paga ruin,
mandó acercarse a un corro de mu- prestan sus manos al degüello de
chachos que estaba jugando y de- hombres, al asolamiento de los cam-
cían a gritos: Toma tu igual. Con pos, a la quema de edificios; desa-
esto le dejó avisado que esto mismo fueros todos ésos que son el colmo
tenía que hacer. Muy pequeña y ras- de la ferocidad. Otras profesiones
trera es, si se estima en su justo hay que son deshonrosas, como en
precio, la preocupación del sosteni- dondequiera son consideradas las
miento del cuerpo pero la inevita-
;
'de venteros o mesoneros, terceros,
ble necesidad hizo que, si no era la rufianes, o cuya bajeza no descen-
principal, tenía que ser al menos la deremos si no queremos incurrir en
primera. Si solamente has de reunir la misma tacha. Las riquezas inmo-
para la dote de tu hija todo cuanto deradas, muy superiores a las nues-
hace falta para el mantenimiento tras, hacen a los maridos insolentes
de la familia, traspasa todo este y desdeñosos con sus mujeres, de
cuidado en la búsqueda y elección quienes abusan no como esposas le-
de tu yerno, cómo es física y moral- gítimas, sino como criadas, y esta
mente. Si ha de contribuir él con insolencia se exacerba aún más si a
alguna aportación, tienes que mirar la opulencia se agrega el poder o lo
no cuántas sean sus riquezas, sino ilustre del linaje. En lo físico, ve-
cuáles fueren sus trazas e ingenio, mos la belleza, la edad, la salud.
bien por allegar lo que no posee, Exiguo y momentáneo bien es la
bien por conservar lo que ya tiene. hermosura. La fealdad no debe im-
Nunca son tantas las riquezas que pedir el matrimonio, si no faltare
si no las sabes defender o retener, todo lo demás, a menos que sea
no se agoten en muy breve tiempo. pronunciadísima y monstruosa. Más
Temístocles, príncipe de Grecia, a atendible es la edad, que ni sea
uno que le pidió consejo acerca de menor de lo que exige la autoridad
este punto, respondió preferir él de padre de familia, que debe go-
hombre sin dinero que dinero sin bernar a esposa, hijos, servidum-
hombre. Quien no tiene oficio o pro- bre; ni debe ser tan avanzada que
fesión lucrativa ni posee dinero, no le proporcione fuerzas para des-
créole yo más indicado para la es- empeñar sus obligaciones domésti-
clavitud que para el matrimonio.! cas, y, sobre todo, tal que en los pri-
El matrimonio no debe carecer de meros años de la vida conyugal, pe-
patrimonio, por manera que parez- queños los hijos todavía, pague el
ca que una es la contribución de la tributo a la Naturaleza, dejando a
mujer, a saber: sus virtudes matro- su esposa sumida en viudedad y
nales y la facultad de dar hijos, y privados ella y sus hijos huérfanos
otra es la aportación del marido, a de la paterna ayuda. Y mayor es
OBRAS MORALES. DE LA MUJER CRISTIANA. — LIBRO — CAP.
I. XV 1061

todavía la cuenta que debe tenerse por Dios al hombre, a trueque de


con la salud, ya porque los deberes sus obras buenas. ¿Y qué no es pa-
domésticos y familiares reclaman ra la mujar el marido bueno? Si
hartas veces un director sano, ya en ya no es que juzgamos más gusto-
atención a la esposa y a los hijos, so y más feliz tener un buen cria-
a quienes comunica su enfermedad, do que un buen dueño. ¡Oh locos
si es contagiosa. Y esto, con mayor padres, oh doncellas locas y desati-
diligencia debe cautelarse si la do- nadas, que buscáis antes maridos
lencia es secreta y deshonrosa, y hermosos, o ricos, o nobles que
de aquellas que los médicos llaman buenos y cuerdos! Con ello no ha-
hereditarias. ¿Y qué diré si se tra- céis más que aumentar los cuidados,
ta de algún linaje de insania men- las zozobras, las molestias que in-
tal o de locura, que, como prolija evitablemente el matrimonio trae
experiencia, nos demuestra se trans- consigo. Desastrosos son los matri-
mite a la posteridad? Con todo, y a monios que concilio sólo el dinero
pesar de todo lo dicho, ya más arri- o que añudó el placer, como el de
ba insinué que el más vigilante Helena y. Paris. Helena codició las
cuidado y la diligencia más sagaz asiáticas opulencias y Paris el delei-
deben consagrarse a la índole, ca- te de la hermosura sin par. Y, al
rácter y costumbres del marido que revés, concertado, apacible y feliz
se busca. Este es el único criterio fué el matrimonio de Ulises y Pe-
con que debe el hombre estudiarse; nélope, puesto que el marido era so-
ésta es su única medida de estima- brio y sabio, y la mujer, aliñosa y
ción. Ni en la parte física ni en la casta. Si alguno de un número de-
fortuna hay elemento alguno del terminado de hombres tuviera que
cual pueda formarse juicio seguro escoger a un compañero de viaje,
de un hombre: ni las riquezas, ni ¿no le tendrán todos por loco de
las posesiones, ni el abolengo, ni atar si escogiera de mejor grado al
el poder, ni la influencia, ni la dig- rico, o al bien vestido, o al vistoso
nidad, ni las clientelas, ni belleza, y bello, prefiriéndole a uno animoso
ni salud, ni edad, ni entereza, ni y alegre, parlero y donairoso, que,
prestancia, ni las contrarias cuali- yendo de camino, hace las veces de
dades; nada sin excepción, fuera vehículo, como reza el añejo ada-
del ingenio, en quien tienen su gio; o, prefiriéndole a otro, pruden-
asiento la agudeza, la ambición, las te y previsor, que pueda aliviar la
virtudes o, en su defecto, el embo- pesadumbre del camino y en sus po-
tamiento, la rustiquez, los vicios. En sibles peligros serle eficaz ayuda?
el curso de la vida conyugal, mu- Y si la vida no es otra cosa sino un
chas molestias se interponen y hay viaje, brava locura es a ese viaje,
que tragar hartos desabrimientos. colmado de todas partes de tantas
Lo pregonaba San Pablo, diciendo y tamañas incomodidades, agravarle
de los casados que sufrirían tribula- aún más con conyugales discordias.
ciones de la carne. Muchas ocurren- Cásate con un hombre hermoso; a
cias pueden agriar esta condición ése, la hermosura le hará fastuoso;
de vida; pero una sola cosa puede cásate con uno rico; a ése, la rique-
sazonarla y endulzarla: la suerte za le hará desdeñoso; cásate con
de tener un marido bueno y pruden- un noble, la nobleza le hace inso-
te. La mujer buena, como dijo el lente, y, por fin, la soberbia, nacida
sabio, es una merced singular hecha de dones fortuitos, no consentirá
1062 JUAN LUIS VIVES. OBR.AS COMPLETAS. TOMO I

que cuaje entre vosotros la concor- de lobas. Los hombres no tan fácil-
dia fundada en la buena fe. Si por mente se dejan cazar por la hembra
amor de la hermosura te casas con en quien no descuelle alguna cuali-
un hombre hermoso que no tiene dad, bien de fortuna, o de belleza, o
cordura, ni probidad, ni pizca de sal, de talento. Con frecuencia veréis
como dice el viejo dicho (bien así mujeres que quieren a algunos no
como suele acontecer que en las mo- por más, sino porque no hay en
radas elegantes vivan los huéspedes ellos cosa que sea digna de ser ama-,
más ruines), con este prejuicio de- da, con lo cual demuestran que no
bieras desear casarte con un retablo hacen ningún caudal del seso, de la
primorosamente pintado o con una razón, del consejo, de la cordura;
estatua de mármol bien labrada. Si que nunca se guían por ellos, que
quieres, por sus riquezas, a un ne- siempre van empujadas por su al-
cio opulento, ¿por qué, mejor acon- ma enferma, carente de razón o.
sejada, no te casas con una estatua mejor, de la razón enemiga. Es inde-
de oro? Si, por la nobleza de su cible qué porción tan grande de
sangre, prefieres al aristócrata su- nuestra juventud nos echan a per-
cio, intemperante, ¿por qué. con der estas que no sé si llamar muje-
ese criterio, no te casas con la es- res o carroñas pestilenciales, pues
tatua de Escipión o de César? ¿Y no puedo acordarme de tan lasti-
cuánto mejor no les sería convivir mosa pérdida sin una sensación de
con las imágenes, pinturas y esta- asco. Andan los mancebos incautos
tuas que con un hombre bellaco e y ayunos de mejor consejo muy
intolerable? Muy impropiamente puestos en servir y agradar a las
equiparé a objetos materiales a los doncellas a quienes aman y a quie-
hombres malos, que mejor compara- nes desean, y ven que no por otra
dos están con asnos, puercos, osos y vía pueden alcanzar lo que quieren
lobos. Yo pensé un tiempo que era sino apartándose de toda profesión
conseja la coyunda carnal de Pasi- de honestidad, posponiéndolo todo a
fae con el toro; mas ahora se me la tiranía del amor. Así que los amo-
ha hecho verosímil, después que he res de esas mujerzuelas son muy
visto algunas mujeres que no se parecidos a las drogas de Circe,
despegaban de unos hombres cuyo aquella bruja de quien dícese que
carácter era peor que el de las bes- trocaba los hombres en inmundos
tias, a saber: sucios, borrachos, animales. De la manera que los mu-
atronados, estúpidos, imprudentísi- chachos entregados a juegos y ni-
mos, fatuos, bestiales, sanguinarios, ñerías, a quienes su edad no les con-
que tienen menos de hombre que siente ocupación más alta ni mejor,
cualquiera fiera; que huían con ho- sólo profesan admiración a los que
rror de los hombres cuerdos y tem- tienen mucha destreza en aquellos
plados. Xo sin propósito, uno de los juegos, y ningún aprecio hacen de
nuestros, en una sátira en lengua los estudios de los sabios, porque,
vulgar, atacó a esa ralea de mujeres ni aun por conjetura, pueden for-
diciéndoles que en el escoger tienen marse idea de ellos, asimismo las
el instinto de las lobas, las cuales, mujeres entregadas a las delicias, a
de los muchos lobos machos que los placeres, a los amores, a las
las siguen, escogen al más vil y mal- locuras, piensan que son los más
oliente, y de ahí tomóse el refrán sabios de todos los que están sumi-
que a las mujeres les da el nombre dos en las mismas vanidades que
OBRAS MORALES. DE LA MUJER CRISTIANA. LIBRO I. CAP. XV 1063

ellas y saben más que ellas de lo ca grandes desastres. Muchos de


que alcanzan a saber. Empero
ellas ellos, de día y de noche, consul-
todo cuanto indica discreción y se- taban entre sí acerca de los me-
so lo tienen por bagatela y por locu- dios con que atajar el desenfreno
ra y lo rechazan con asco y con vi- de aquellos mozos, puesto que pre-
sajes. Aman, respetan, admiran a veían que, muertos ellos, el gobier-
Jos necios y a los locos; les estiman no de la ciudad iría a parar a manos
sabios y les publican tales a cada de los más perdidos de los hombres.
cantón en cambio, de los sabios au-
; Uno de ellos atinó a darles el más
ténticos hacen mofa y huyen de saludable y eficaz de los consejos.
ellos y proclaman mentecatos e
los Habiendo advertido que aquellos
insulsos, no de otra manera que los mozos estaban enamoraduchos y
que arden de calentura rechazan lo que en gran parte dependían del
que sabe a miel como inficionado capricho y de los juicios de aquellas
de hiél, y a los puercos les hiede mujeres, insinuó en los restantes
más la mejorana que el cieno. Mas viejos la idea de que cada uno, sin
si supieran el bien que pueden ha- rodeos ni atenuaciones, declarase
cer a muchos, si mejorasen su crite- a sus hijas, a sus nueras y a todas
rio depravado, yo no les tengo en aquellas mujeres cuyo cuidado te-
tan mal concepto que no crea que nían, en qué aprieto se hallaban las
en sus resoluciones y en toda su vi- cosas de la ciudad, la cual, de flore-
da no pudieran ser mucho más cuer- ciente y feliz, caería en la mayor
das. Y aun me atrevo a decir que miseria y perdición tan pronto co-
en los mancebos y jóvenes no tie- mo aquellos hombres desatinadísi-
nen tanta eficacia para la virtud los mos tomasen su gobierno, y que las
buenos avisos y amonestaciones de mujeres que entonces, por causa de
todos los predicadores, de sus pa- la opulencia, tenían una vida des-
dres, de los magistrados, como la cansada y regalona, con la ruina de
cordura y los consejos cuerdos de los negocios, hundidas en la escasez
las mujeres a quienes aman. Tiene la y en la penuria, serían forzadas a
máxima autoridad todo lo que dijere llevar una vida aperreada y durísi-
o hiciere aquel a quien amas, a quien ma. Sólo un remedio había para es-
te afanas por agradar, y dice Plutar te mal, y era el que ellas, cuyas cen-
co en su Vida de Licurgo que es- suras escuchaba tanto aquella ju-
to mismo sintió el legislador de los ventud, les estimulasen a la prácti-
lacedemonios. Recuerdo que mu- ca de la prudencia y al interés de
chos años atrás, cuando yo era muy la cosa pública. Ello sería negocio
mozo, se me contó que hubo una llano si a todos aquellos bailador-
ciudad de España en la cual la mo- zuelos, parleruelos, bufonzuelos, ban-
cedad aristocrática, por culpa de su queteadores, jugadorzuelos, con in-
ociosidad y de su opulencia, se lan- equívoca demostración de asco, les
zó a una tal competencia y porfía rehuían y les rechazaban, y que,
de lujo, que de nada se ocupaban en cambio, admitieran con cortesía
sino de convites, de bailes, de amo- y benevolencia a los serios, a los
res, de juegos y otros regocijos, templados, a los sobrios que demos-
que no les añadían ninguna cor- trasen tener su corazoncito; que a
dura, ni prudencia, con harta aflic- ésos les alabasen como futuro am-
ción de los ancianos, que de tales paro y tutela de la patria y vitupe-
comienzos auguraban a la Repúbli- rasen a los otros, por malos y por
1064 JUAN LUIS VIVES,
. OBR.AS COMPLETAS. TOMO I

perdidos, de ningún valor y futura chas. A la noche, la propia noche


deshonra y perdición de su patria. nupcial, viéndola inclinada para des-
Plugo a los ancianos aquel consejo, calzarse, viéndole el cuello tan blan-
que se comunicó y se recomendó co, arrebatado por la furia de los
con encarecimiento sumo a las mu- celos, degolló a la tierna muchacha
jeres, las cuales, en tan grande cri- y esposa reciente. A
esta hazaña fe-
sis, lo aprobaron, y con toda discre- roz refiérese el conocido epitafio (1):
ción lo llevaron a la práctica. En
poco tiempo la mocedad fué otra, Aquel que la suerte me dio por marido,
con hierro tajante y diestra rabiosa,
radicalmente cambiada; de lo más
con duro semblante y cara dañosa,
derrotado y perdido, hiciéronse va- tranza mi cuello de goipe, herido.
rones sesudos y duchos en la admi-
nistración pública y privada. Y Derrueca mi cuerpo por tierra, tendido,
aquella misma ciudad cobró nuevo a tiempo que el Cándido pie descalzaba,
a do el dulce lecho de entrambos estaba,
auge y florecimiento mayor bajo el
do el oombre de virgen hubiera perdido.
gobierno de aquellos mozos del que
había alcanzado bajo la dirección de Ser muerta sin culpa ni justa razón
los y brillaron más que a Dios de los Cielos doy yo por testigo;
ancianos,
sus mayores los jóvenes, así por su pa desee por suerte del hado enemigo,
talento como por su hábil adminis- con
mano no fiel, mi fiel corazón.
tración. ¡Mezquinas!, ¿qué tenéis ¡Oh padres qué a hijas tenéis afección,
que hacer con esos maridos carga- a quien e; casar de aquéstas se inclina
dos de oro y vacíos de seso? ¿Es tened por ejemplo la triste Justina,
que tú prefieres vivir sumida en guardad vuestras hijas de loco varón.
perpetuo aburrimiento, envuelta
siempre en sedas y brocados, a vi- Si es recto el precepto de Platón
vir alegre, vestida de lana o de cá- según el cual los maridos, como agri-
ñamo? ¿Prefieres ser odiada, ser cultores diligentes industriosos,
e
azotada en vestido de púrpura, a deben mirar a qué suelo confían la
ser amada, a ofrecerte a los dulcísi- semilla generosa porque no degene-
mos abrazos del marido bajo un pa- re por vicio del suelo, con cuánto
ño de color prieto? Si prefieres mayor miramiento debe atenderse
aquello, ten lo que deseaste y no te a la mujer, es decir, al campo mis-
quejes de que te sucedan aquellos mo, pues si se comunicara sentido
azares que tú te tomaste con tu ma- a la semilla y al suelo, no cabe duda
no, a sabiendas y deliberadamente, que una y otro lo pedirían bueno,
si bien con imprudencia y con ce- pues de la mezcla de la facultad de
guera. ¿Y qué decir de aquellos ambos se engendra la mies: pero,
muchos maridos de quienes sabe- no obstante, con mayor esmero y
mos que por sola instigación de su ansiedad mayor que la misma tie-
locura llegaron hasta el asesinato de rra, por cuanto la mies recibe la

sus mujeres inocentes? Justina, no- más grande parte de su vigor, de la


bilísima virgen romana, siendo la semilla más que del suelo; ni la
más hermosa y acabada doncella yegua generosa admite sino al bri-
que hubo en la Roma de su tiempo,
(1) Transcribo la versión del famoso
habíanla sus padres entregado en
epigrama según la trae Juan Justinia-
matrimonio a un marido rico, sí, no: De cómo se ha de buscar el espojo
pero necio y furioso, quien sólo de (cap. XV). Introducción de la mujer
verla tan hermosa entró en sospe- cristiana. Zaragoza, 1535.
OBRAS MORALES. DE LA MUJER CRISTIANA. — LIBRO — CAP.
I. XV 1065

dón lozano. Es deseo común que la ees, te haces mal vista. ¡Qué pela-
descendencia saque el parecido de mesas, qué odio eterno! Por evitar-
los padres. ¿Desearás tú, esposa, hi- lo, te allanas a la semejanza o a la
jos semejantes a un padre de esa aprobación de las maldades. La Igle-
suerte? ¿O tú, suegro, nietos igua- sia, al prohibir que una mujer cris-
les? ¿Qué dislate no es procurarse tiana tome un marido pagano o
por yerno a quien, si alguno le de- hereje, o, al contrario, que un mari-
seare nietos parecidos, los abomina- do fiel conjugue su suerte con una
ra como una execración? ¡Cuánto mujer infiel, hácelo con la mira de
más gallardamente se condujo Arís- que el uno no se inficione del conta-
tides Locrense, familiar de Platón, gio del otro. Y considera, por otra
a quien, pidiéndole Dionisio segun- parte, qué sabroso platicar con un
v
do una de sus hijas para esposa, marido ilustrado y prudente, pues-
respondióle que con mayor gusto to que no es posible hallar concierto
la vería muerta que casada con más suave que la comunicación
un tirano! La convivencia consis- con un hombre así, y tanto más si
te en el tráto asiduo y en la co- está dotado de facundia. ¡Qué crian-
municación de cualesquiera fortu- za la de los hijos, qué gobierno el
nas. ¿Qué tratará, qué le dirá el de la familia del varón prudente,
marido estúpido, ignorante radical cuán ajustada a la realidad, cuán
de toda cosa? ¿Qué cruz no será oír asentada en la estabilidad, cuán
el rebuzno perpetuo de un asno? Y ejemplar en la honestidad! Si algu-
tanto más acerba será esta cruz na cosa deseares aprender, tienes
cuanto mayor sea tu discreción, el maestro a mano; si necesitares
bien así como suele decir que no de consejo, bien sea para conducir-
hay tormento mayor para un hom- te con cordura en la prosperidad o
bre cuerdo que andar atraillado con en la adversidad con reciedumbre,
un hombre fatuo. El Apóstol San Pa- a tu alcance está el manantial de
blo no tolera que las mujeres hablen donde sacar agua copiosamente, y
en la iglesia, ora sea por enseñar, ora no solamente esto, sino también,
sea por aprender, sino que, si alguna por añadidura, mandatos, avisos,
cosa desearen saber, que lo pidan exhortaciones y consuelos; todos
en casa a sus maridos. ¿A quién vas aquellos recursos, en fin, cuya nece-
a exponer las dudas, mísera de ti, sidad se presenta en cada momento
que tuvieres acerca de la piedad o en medio de las tempestades de esta
acerca de la vida? ¿A la gentileza, vida. Con un hombre bueno, ¡cuán-
al abolorio, a la riqueza que deseas- ta mansedumbre! ¡Cuánta paz y
te en un marido loco? ¿Quién se en- tranquilidad! ¡Cuántos crecimien-
cargará de la formación de la fami- tos en la piedad, ayudándote a ello
lia, quién de la crianza de los hijos? el marido, no tan solamente con sus
En la prosperidad se impone la mo- mandatos y con una cierta sana filo-
deración; en la adversidad, el con- sofía y persuasión verbal, sino con
suelo,y en una y otra, el consejo se- la vivaz eficacia de su propio ejem-
sudo y eficaz. ¿Quién te dará estas plo, por manera que experimenta-
cosas tienes a un marido despro-
si rás que no fué un marido lo que te
visto totalmente o siquiera pobre cupo en suerte, sino un ángel envia-
de todo juicio, de toda razón? Si co- do del Cielo, luz y guía de tu vida
bras las costumbres del marido ma- toda! Esta es la verdadera, la au-
lo, te tornas mala; si las contradi- téntica e indestructible tranquili-
1066 JUAN LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. TOMO I

dad; un anticipo, un sorbo de la es- afín; pero el bueno, no tanto es


perada felicidad eterna. Por causa yerno como hijo. La suegra de Pe-
de ese marido anegará el Señor en dro fué librada por el Señor de una
sus bendiciones a la esposa, a los recia calentura porque su yerno in-
hijos, a la familia toda, a los afines, tercedió por ella. Tanto le valió te-
a los deudos. Por Abrahán dió el ner tal yerno, que Cristo no desde-
Señor un hijo a Sara; por Isaac, ñó allegársele por compañero y dis-
dos mellizos a Rebeca. De la gene- cípulo. De Rut leemos en el libro
ración de los justos tiene Dios el que lleva su nombre que habiendo
cuidado, como testifica El mismo vuelto su suegra Noemi desde la tie-
en sus oráculos, y no ciertamente rra de Moab a su Judea natal, an-
en un solo lugar; El mismo, que ciana ya, sin marido y sin hijos,
tantas veces perdonó maldades muy fueron en seguimiento suyo sus dos
graves a la gente israelita, en aten- nueras, moabitas; una de ellas, Or-
ción a Abrahán, a Isaac y a Jacob. ia de nombre, volvió a su tierra y
La generación de los justos dice— a su gente; mas Rut anduvo cons-
el Salmista será bendecida. Y dice tante en pos de su suegra, a quien
el mismo Salmista en otro lugar: consoló con sus palabras y alimentó
Fui mozo y envejecí, y no vi nun- con su trabajo y alentó con su ca-
ca al justo desamparado ni a su li- riño. Así que Noemi halló en Rut la
naje pordioseando el pan: todo el piedad de la hija y la solícita dili-
santo día ejercita la misericordia, y gencia del hijo. Verdaderamente
su descendencia será en bendición. viuda y sin amparo quedara la an-
Demás de esto, dice en los Prover- ciana si no le hubiera tocado en
bios, Salomón: Quien camina en la suerte una nuera mejor para con
justicia sin reprensión dejará a sus ella que Orfa lo fué; mas porque
hijos bienaventurados. En la convi- tuvo a Rut no pudo por completo
vencia de la sociedad humana, ¿qué parecer privada de hijos ni ser lla-
recomendación puede con ésta com- mada con el nombre que ella quiso,
pararse? ¿Esposa de un marido óp- a saber: Mará, que quiere decir
timo? ¿Hijo del mejor de los pa- amargada. Más aún: habiendo Rut,
dres? Evandro, rey de los arcades, de su matrimonio con Booz, parido
la primera vez que vió a Eneas, a Obed, se congratularon las muje-
abrazóle en memoria de su padre, res vecinas con Noemi, no como si
Anquises le hubiera nacido un nieto de su hi-
¡Con qué gozo te reconozco y te ja o de su hijo, sino como si los hijos
recibo, oh tú, el más esforzado de nacidos hubieran sido siete, pues así
los teneros ! ¡Cómo recuerdo las pa- se expresaban las que iban a darle
labras de tu padre, y la voz del gran el parabién: Bendito sea Dios, que
Anquises, y aun su mismo rostro! no permitió que faltase sucesor en
¿Y qué diré de los suegros? tu familia y quiso que subsistiese
¡Cuánta ayuda y defensa se aca- su nombre en Israel. He aquí que
rrean si son buenos los yernos y ya tienes quien consuele tu alma y
observantes de los deberes filiales nutra tu senectud. De tu nuera ha
que les impone la piedad! Mas si nacido quien te amará y más te vale
fueren malos, perdidos, necios, frau- que si tuvieras siete hijos.
dulentos, arrogantes, malvados, ¡a Hasta aquí hemos tratado de la
cuántos enemigos dan entrada! Por- persona del esposo. Ahora, breve-
que enemigo es el yerno malo, y no mente, diré cómo se le ha de bus-
OBRAS MORALES. —DE LA MUJER CRISTIANA. LIBRO I. — CAP. XV 1067

car y cómo se le ha de condicionar. riño el segundo, con quien te unis-


No obstante, comenzaré por decir te posteriormente, quiero decir, el
que el matrimonio, con extremada hombre. Expliqué antes cuáles eran
frecuencia, cambia a los hombres los peligros y cuáles los males que
tan radicalmente, que aquel mismo había en todo ello. Así que confío
que, siendo soltero, merecía el des- que mi parecer merecerá la aproba-
dén general, una vez marido se de- ción de todos aquellos para quienes
mostró tal, que todos lo desearan pa- ocupa el lugar principal y prime-
ra su hija; bien así como otros, una ro el amor de Cristo y de la pie-
vez casados, empeoraron. Mientras dad.
se prevé la colocación de la hija Hablemos ahora con aquellos otros
doncella, hay algunos que piensan que, malvada e impíamente, tienen
ser conveniente que a las mucha- las cosas del mundo por más anti-
chas nubiles se las vea con frecuen- guas que las de Cristo. Advierto
cia, que se muestren en público ves- que dos son las dotes de mayor va-
tidas y arregladas con elegancia y lía que la mujer puede aportar a
esplendidez, que alternen y plati- su marido: la entereza de su cuer-
quen con varones, que sean parle- po y la integridad de su fama. Nadie
ras, diestras en la danza y en el can- hay que delire hasta tal punto, na-
to, y aun a veces mantener amoríos die hay tan esclavo de la hermosu-
con aquel que se destinan para es- ra, de las riquezas, del linaje; na-
poso, pues así ocurre que más fácil- die tan impuro y tan roto de cos-
mente hallen sus conveniencias. A tumbres, que no soporte a una espo-
esta creencia desatinada pudiera sa que reúna estas dos cualidades
contestársele en general con las co- preciosas, como no hay, nadie que la
sas que hasta aquí he venido di- soporte si estas cualidades le faltan.
ciendo; pero yo contestaré a cada Pues bien: ¿qué doncella guarda
uno de sus extremos, con el fin de más íntegramente su castidad y su
satisfacer cumplidamente no sólo a buen nombre: la que se mantiene
las personas discretas, sino también encerrada en su casa o la que fre-
a las ignorantes e inexpertas. cuenta sus salidas en público? En
¿Cuándo y dónde hubo jamás un casa, ninguna ocasión de maldad;
varón prudente que pensara desati- fuera de casa, innumerables ocasio-
no tal, sabiendo que nunca debe nes, nacidas unas de las otras y mul-
obrarse el mal para que de ahí ven- tiplicadas fabulosamente, como las
ga el bien? Principalmente, cuando cabezas de la Hidra. De la doncella
el mal presente es cierto y el bien casera y retraída nadie habla; de
hipotético que puede seguirse ni es la que en público es vista, todos, y
cierto ni es acostumbrado. Si por en estas conversaciones con suma
otra vía no debieras casarte, ¡oh facilidad queda salpicada de cieno,
doncella!, más que por ésta, aviesa, según quienes son los que de ella
y por estas corruptelas del alma y se ocupan. Y el cieno para ninguna
por esos peligrosos trances de la ho- persona es tan pegadizo como para
nestidad, más te vale no casarte, o una doncella, y para nadie tampoco
contentarte con tener por esposo es tan difícil de lavar. ¿Cuál de las
único a Jesucristo, antes que casar- dos es más admirada de los hom-
te primero con el diablo para casar- bres? ¿En cuál ponen con más res-
te luego con un varón, o, mejor aún, peto los ojos y cuál conceptúan más
tener dos maridos a la vez, adulte- .honesta: aquella a quien ven raras
1005 JUAN LUIS VIVES. OBR.AS COMPLETAS. TOMO I

veces o nunca, o aquella otra con una saya o en un collar. Este atavío
la cual tropiezan a cada esquina, es gravoso al marido, en la casada,
hasta causarles enojo? Y no creen y al padre, en la doncella. Por eso
cosa fácil que guarde como es de- entra en la casa aquella contrarie-
bido su entereza la que tan a menu- dad característica al nacimiento de
do sale a la plaza. A buen seguro, una hija, porque los padres ya des-
para resolver la situación de la don- de entonces ecnan sus cuentas de
cella, más conducente y práctico re- lo que les va a costar. Añade a esto
sulta oír de ella que no verla, dada que las demasiado apuestas y arrea-
la diversidad de caracteres y jui- das quedan sospechosas de ligereza
cios de los hombres. La doncella y de vanidad, y, en cambio, de la
que viene a vistas no puede menos que viste llanamente piensan ser
de decir o hacer algo que desagrade, económica, discreta y grave, y cual
o bien al que la ha de tomar, o bien todo casado querría que fuese su
a alguno de los que le aconsejan, mujer. Por lo que toca a aquellas
o a alguno a quien se otorga mu- que huelgan de conversar con varo-
cho crédito. Esto sólo basta para nes, ¿quién no las envuelve en al-
dirimir muchos matrimonios pro- guna sospecha siniestra? Narran las
yectados que estaban a punto de historias que Atalanta, hija del rey
cuajar, realizándose aquello que, y Jasis, la cual, desdeñando las deli-
no sin razón, el pueblo dice: Los cadezas y regalos de la ciudad, se
matrimonios que mucho tiempo se dió a la vida silvestre y a la caza
conciertan, raras veces se ajustan. y fué la primera que asaeteó aquel
Hablemos ahora de los vestidos jabalí de Calidonia tan nombrado,
y afeites. Si por todo eso te casas, conservó la virginidad en el áspero
¿no prevés que va a tomarte en deporte; pero no han faltado decla-
aborrecimiento cuando te viere sin madores que pusieron su integridad
eso? Más aún: es fuerza que depon- en balanza y disputa, arguyendo
gas alguna vez esa máscara en tu que con frecuencia en aquel salva-
casa y que trates llana y simple- je apartamiento andaba vagando
mente con tu marido. ¿Dejamos, con varones mozos. De la castidad
por ventura, de saber que, así como de la doncella no hay rumor adver-
nos contenta mucho más aquello en so, por delgado que sea, que, como
que hallamos algún bien no espera- mancha de aceite, no se esparza lue-
do, nos causa mayor desazón lo que go y cunda más y más, pues aumén-
nos defrauda de bienes esperados? tase con las habladurías del vulgo,
Si pareces hermosa a tu marido por siempre incrédulo del mal. Final-
ir bien ataviada y pintada, y con mente, ¿cuál es el marido de tan
todo no lo eres en realidad, tenien- buen estómago que tolere con pa-
do formado él un alto concepto de ciencia a su mujer avezada a conver-
tu hermosura, es fuerza que te co- sar y trabar pláticas con los hom-
bre odio cuando se vea engañado. bres? ¿Quién no prefiere aquella
Cuanto más que puedo yo nombrar que con sólo su esposo se siente a
en esa región de Brujas, y aun en gasto y se explaya y no con un es-
la mía de Valencia, a muchas don- cuadrón de hombres, en donde el
cellas ya avanzadillas de edad, que uno la solicita por su apostura; el
se quedaron solteras por ir pompo- otro, por sus riquezas; el otro, por
sas y atildadas en demasía. Toda la su esplendidez; el otro, por su ta-

dote dicen se ha de hundir en lento; el otro, por su elocuencia;
OBRAS MORALES. —DE LA MtJJER CRISTIANA. —LIBRO —CAP.
I. XV 1069

quién, por su nobleza; quién, por su de seducir con recursos de lenocinio


robustez física? Que sean parleras a los maridos, los cuales, en sin-
las doncellas, esto es, gárrulas (¿qué tiéndose cogidos, matan a sus mu-
es la parlería en la doncella sino pu- jeres malos tratos y ruin vida.
a
ra garrulidad?), arguye liviandad Nunca conseguirás un marido ob-
de alma y malicia de ingenio, de sequioso y bueno a quien hayas em-
suerte que quien la hubiere de to- baucado con artimiñas y embelecos.
mar pensará que se casa con una ví- En suma, si alguno es o tan loco de
bora, no con una mujer. Los galanes, remate, o tan sucio y depravado,
en cara, alaban a la doncella de de- que prefiera una mujer de éstas a
cidora, danzadora, graciosa, burlo- otra, amiga de la sociedad, de la
na; llámanla franca, alegre, bien gravedad, llana en el vestir, callada,
criada; todos por engañarla y co- déle enhorabuena su hija, el veci-
rromperla, ninguno por tomarla; to- no; yo no le daría la mía, pues es
dos creen que de una tal van a ha- fuerza que ame la ligereza y los
cer rápida conquista. Ninguno hol- vicios quien los antepone a la gra-
gara de tomar por mujer a quien vedad, a la honestidad y a las res-
ve que se presta tan asequible a los tantes virtudes.
otros. Aprueban en su presencia lo Algunas cosas me quedan por de-
que ellas hacen, porque esa alaban- cir del amor, el cual engaña mise-
za las complace. ¡Pobres de ellas si, rablemente a la mayoría de las don-
quitado el velo, oyeran poco más cellas y las precipita en mil azares.
tarde lo que ellos dicen entre sí! Debe, pues, guardarse la doncella
Entonces se percatarían de la sin- no dar a entender, ni por señas ni
ceridad con que las alabaron y có- por palabras, que ella tenga ningu-
mo las sonrieron, y cómo con pala- na voluntad al mancebo a fin de ca-
bras y con gestos las incitaron, y sarse con él. Porque si le demostra-
comprenderían que al llamarla fes- res amor antes de que sea tu mari-
tiva, entendían lasciva; al llamarla do, ¿qué va a sospechar él, sino que
parlera, entendían gárrula; al lla- con la misma facilidad vas a amar
marla graciosa, entendían ligera a otro más que a él, a quien amó an-
más de alma que de cuerpo; al lla- tes de tiempo? No creerá que va
marla bien criada, entendían decir a ser amado él solo, porque no es
desvergonzada, y al llamarla corte- menor el motivo por que ames a
sana, entendían petulante y procaz; los otros, y cuando con él estuvieres
dijeron que era sencilla y sin enga- unida con legítimos lazos, vas a
ño, y. entendieron llamarla boba, ig- amar también a otros, tanta es tu
norante del decoro femenino. Pero propensión a los amores. Disfracen
¿es que estas tales mujeres hallan otros esto que voy a decir con los
con quien acondicionarse? Reconoz- colores que quieran: la que ama al
co que sí, que algunas se acondicio que no es su marido, si tiene algo
nan por el cuidado y la providencia con él, en su cuerpo es loba, y si
de sus padres o de sus parientes, o no tiene nada con él, lo es en su
por la imprudencia y fatuidad de alma. Y no hace nada al caso que
los maridos. Pero ¡cuántas más son sea uno u otro el que ama, cuando
las que no encuentran con quien no es su marido a quien ama. ¡Loca
acondicionarse! ¡Cuántas más se. de ti!, ¿nunca oíste decir que mu-
casan, y con maridos mejores y con chas mujeres seducidas por estos
auspicios más felices, sin necesidad amores prematuros rindieron su vo-
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luntad a quienes esperaban serían así acontece, como por punición di-
sus maridos? ¿Y que éstos, una vez vina, con esas doncellas: que toda
que hubieron hartado sus deseos, la llama del amor que convenía ar-
las dejaron burladas y desdeñadas? diera en el matrimonio, arda antes
Y esto con mucha razón, pues no del casamiento, y que en los prime-
merecen que las tomen por esposas ros abrazos de las bodas pierda
aquellos hombres a quienes decla- bríos y se apague. De ahí vino aquel
raron ellas mismas poder ayuntarse refrán Los que se casan por amo-
:

con quien no era su marido legíti- res, siempre viven con penas y do-
mo, pues no habrán de faltarles lores, puesto que suele acaecer en
arrestos para hacer una cosa seme- muchos que, extinguido aquel ardi-
jante con otros galanes antes del miento amoroso, sucede el odio más
casamiento, y después del casamien- enconado, cosa que da a todo el
to con otros adúlteros. No amanece pueblo materia de fábulas y grandes
día sin que en cada lugar ocurran habladurías cuando se entera que
sucesos de éstos. Y no hay mujer aquellos enamorados furibundos, a
tan apartada y ayuna de lo que los tres o cuatro días de luna de
pasa en el pueblo a quien no lle- miel han reñido violentamente y
guen noticias de éstas. Oigo decir venido a las puñadas y a los palos,
en esta tierra donde vivo haber y que cuando aún el pan de boda
sido desechados por determinadas estaba sobre la mesa aderezada, hi-
doncellas ciertos pretendientes por cieron divorcio. Y no es de maravi-
el único motivo de que no había llar; no puede durar el fuego que
mediado entre ellos ningún galan- carece de pabilo ni el amor que no
teo, pues decían no ser posible con se alimenta de buenas costumbres,
maridos de esta suerte una gustosa puesto caso que, como dice Cicerón,
y apacible convivencia, no habién- entre malos no hay amistad firme.
dolos antes del matrimonio ni cono- Si con amoríos no pueden concer-
cido ni amado. Ello dicen ser fre- tarse casamientos ni con tan frági-
cuentísimo en Creta, como si el les nudos atar aquel gran afecto
amor no pudiera concertarse en el santo, pensar debe cada uno cuánto
matrimonio. ¿Qué necesidad hay de menos cumple hacerse la tal alianza
zaherir con palabras tales ánimos? por vía de contiendas, riña, pleitos,
La que no viere que ello es desho- odios mutuos, como cuando la mu-
nestidad es porque ella es deshones- jer, por vía de justicia, pretende a
tísima. ¿Tú no puedes, pues, que- un hombre por marido, o, al revés,
rer a tu marido porque se unió con- un hombre pretende por esposa a
tigo, por las leyes de Dios, por el una mujer. En toda mi vida leí, vi
mandamiento de Dios, y siendo, co- ni oí cosa más desvariada ni absur-
mo quien dice, el mismo Dios el pa- da que querer traer por la fuerza a
drino de tu boda, sino porque te quien ha de tenerte compañía toda
avezaste a su amor antes de las nup- su vida y vivir contigo indisoluble-
cias santas y legítimas, y caldeada mente, el cual, si no te tuviere bue-
con su conversación y trato, llevas na voluntad, habrá de darte ruin vi-
el deseo al hecho matrimonial? Otro da. Como si el amor pudiera impo-
¡

tal hacen las rameras, que por esta nerse obligatoriamente! El amor no
causa aman a sus hombres, y, cier- se saca por fuerza, sino que brota
tamente, tú no eres muy deseme- por sí mismo, ni será amigo jamás
jante de esas damas cortesanas. Y quien con íntima repugnancia fué
OBRAS MORALES. —DE LA MUJER CRISTIANA. — LIBRO — CAP.
IX. I 1071

llevado a una- situación en donde bo del placer, y para todo lo restan-


se le tenga cohibido. te, eluno al otro aborrecible y odio-
¡Oh, cuán gran locura es inau- so. Los que se unen por las rique-
gurar con odio el sacramento del zas habitan juntos, pero no viven
amor sagrado! Por cierto que no juntos; los que por el deleite y la
querría yo retener a un esclavo mío hermosura, experimentan cómo con
contra su voluntad, cuanto menos a su desaparición el amor conyugal se
mi mujer. Y no solamente digo que desvanece. Mas aquellos a quienes
no se ha de secuestrar al varón que aunó un amor auténtico y sincero,
muestra repugnancia y mala gana, estas dos personas hácense una so-
sino que tampoco la mujer debe to- la alma, que es la natural eficacia
mar marido que no vaya de buen del verdadero amor. Los que quie-
grado y deseoso al casamiento. Ni ren conservar las cosas de la Natu-
conviene que el padre o los curado- raleza enteras y puras y no corrom-
res de la doncella rueguen ni tra- perlas con sus podridos juicios, di-
faguen, ni parece bien que la don- cen ser el casamiento una unión o
cella se ofrezca espontáneamente, nudo de amor, de bienquerencia, de
sino que debe ser el varón quien la amistad, de caridad, de piedad, de
pida en matrimonio. Así se haría si todas las suavidades, de todas las
el dinero no lo midiese y gobernase dulzuras, de los más caros nombres
todo. Ahora la mujer cásase con el que le rodean y sustentan. Por eso
dinero, y con el dinero se casa el no engañan a quien va a ser su com-
hombre, como con no menos donai- pañía inseparable con falaces embe-
re que verdad dijo Séneca: Con los lecos ni le arrebatan ni arrastran a
dedos tomamos las mujeres. Por eso viva fuerza, sino que le toman y le
es que tan a menudo vemos tan conducen, y ello abierta y simple-
tristes e infelices casamientos, cuan- mente, con pureza, con llaneza y li-
do una y otra de las partes se tiene bertad, porque ni uno ni otro, o en-
por casado con la hacienda, no con trambos juntos, no se quejen de ha-
la persona, y cada uno se abraza es- ber sido capturados, engañados o
trechamente con el arca, el marido forzados con daño mutuo. Y nácese
teniendo a la mujer como por man- entre ellos aquella santa y feliz con-
ceba, y la mujer al marido como cordia, que es la más dulce sazón
amante, sin más aliciente que el ce- del matrimonio.

LIBRO SEGUNDO
DE LAS CASADAS

CAPITULO PRIMERO añejas cuestiones; verbigracia: si


el sabio debe tomar mujer, ni aque-
DEL MATRIMONIO llas otras que nuestros autores cris-
tianos suscitaron sobre el matrimo-
No hay lugar aquí de tratar de los nio, el celibato, la virginidad, ni
loores o vituperios del matrimonio aquellos puntos de que disputó San
ni hay que tocar acerca de él las Agustín y los restantes escritores de
1072 JUAN LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. TOMO I

nuestra santa religión, Sé que no I hay más feliz que el que consiguió
han faltado quienes arreciaron con- una buena.
tra la institución matrimonial, y ya Aquel famoso rey Salomón, a
no sólo los herejes, como fueron los quien las mujeres enloquecieron, y
maniqueos, los cuales totalmente de sapientísimo que era hízose insi-
imponían su abstención, cuyo error pientísimo, como abominando sus
fué desechado y anatematizado; mas propias fechorías, muchas veces se
aún los gentiles, quienes de ciertos deja arrebatar impetuosamente a la
males particulares sacaron una con- reprensión de las mujeres; pero lo
denación general de todo el sexo, si- hace de tal manera, que con fre-
guiendo la costumbre, demasiado cuencia parece harto claramente
vulgar, según la cual, por deter- de qué mujeres habla. En los Pro-
minadas particularidades conocidas, verbios escribe que la mujer necia
pronunciamos un veredicto absoluto y audaz se verá necesitada de pan,
de toda una nación, y así quedaron y que la mala esposa así consume
difamados: los cartagineses, de per- a su marido, como al leño la carco-
fidia; los cílices, de latrocinio; los ma. Y en el mismo libro de los Pro-
romanos, de avaricia; los griegos, verbios, qué espléndido y glorioso
de liviandad. Debieran las matronas pregón y elogio hace de la mujer
honestas odiar y perseguir a las ma- buena, de la cual dice: Señalado se-
las mujeres como a pública mácula rá en las puertas su marido cuando
de la estimación y honra de todas se sentare con los ancianos del pue-
ellas. blo ; fortaleza y buena gracia es su
Y no hubo nadie que osara vi- vestido y reirá hasta el día postrero.
tuperar agriamente el sexo femeni- Su boca abrió a la sabiduría y la
no, que no dejase de reconocer que ley de piedad estuvo en su lengua.
la mujer buena es una cosa óptima, Levantáronse sus hijos y la procla-
de muy buen agüero y de suma maron muy bienaventurada y su
prosperidad, y, como dice Jenofon- marido la alabó. Muchas hijas allega-
te en sus Económicas, a saber: que ron riquezas; pero tú subiste sobre
la mujer es gran parte de la felici- todas. Estas y otras cosas dijo el
dad del varón. El sabio Teógenes muy sabio rey, las cuales veo ser
dice que no hay cosa más dulce que aprobadas con unánime consenti-
la buena mujer; Sixto, en sus Sen- miento por todos los hombres de
tencias, la llama gloria del varón; mayor cordura. Por lo demás, yo no
Eurípides, el trágico, quien, exacer- me meto en lo que algunos hombres
bado por dos esposas poco honestas, ingeniosos han disputado, o, mejor,
hinchó sus tragedias de denuestos y por vía de ejercicio declamado, acer-
maldiciones contra las mujeres y ca del matrimonio; no obstante, to-
con un vocablo griego fué llamado dos los otros hombres letrados y sa-
ginófobo, o sea aborrecedor de las bios enseñaron que el hombre se
mujeres, con todo, no titubea en debía casar, cosa que practicaron
afirmar que no hay contentamiento ellos mismos. Primeramente, aque-
en el mundo que igualar se pueda llos siete sabios de Grecia fueron ca-
con el de los bien casados. Y el poe- sados todos, y después lo fueron Pi-
ta Hesíodo, enemigo capital de las tágoras, Sócrates, Aristóteles, Teo-
mujeres, dice que así como no hay frasto, los Catones, Cicerón, Séneca,
cosa más infeliz que el hombre a porque vieron que ninguna otra co-
quien tocó una mujer mala, no lo sa es tan conforme a la Naturaleza
OBRAS MORALES. —DE LA MUJER CRISTIANA. —LIBRO — CAP.
II. II 1073

como la unión de marido y mujer, integridad y no se había mancillado


por la cual el género humano, que aún con culpa alguna; lo escogió en
individualmente es mortal, en su to- su madre, lo santificó con su presen-
talidad se hace eterno, y con ello cia, y en la ceremonia y celebridad
restituyes a la posteridad lo que re- de unas bodas quiso hacer' el prime-
cibiste de tus mayores, como agrade- ro de sus milagros y mostrar un ba-
cimiento a la Naturaleza. Aristóte- rrunto y señal de su divinidad, por
les, en sus Libros morales, aconse- dar a entender que El había venido
ja al ciudadano que tome mujer no por salvar a aquellos que habían
sólo por respecto de los hijos, sino sido perdidos, por los que de aquel
también de la vida en común, que modo estaban unidos y de quienes
es la primera y más estrecha de las nacían por estar unidos de aquel
uniones. Y así es, en hecho de ver- modo? Pero aquí no escribimos loo-
dad. que varones de
res del matrimonio,
De aquella comunicación y amis- la mayor facundia lo han tratado en
tad universal que nos contiene a to- discursos grandilocuentes. Aquí sólo
dos como hermanos, hijos del Padre tratamos de formar a la mujer cris-
de todas las cosas, Dios, y con la tiana.
cual la misma Naturaleza, que en
casi todos los hombres es idéntica, CAPITULO II
y que nos liga con un mutuo afecto,
son harto más estrechas las que es- QUÉ ES LO QUE DEBE PENSAR LA MUJER
tablecen entre los que participan de QUE SE CASA
unos mismos sacramentos, se rigen
por las mismas instituciones huma- La mujer, al contraer matrimonio,
nas y un mismo Derecho civil. Sen- debe pensar en su origen y comien-
timos mayor propensión para con zo y revolver en su pensamiento
nuestros connaturales que para con una y muchas veces las leyes que lo
los extranjeros, y de los connatura- regulan, y así debe ella prepararse
les amamos más a los deudos, y de para, una vez que se haya penetrado
éstos, los que más nos están ligados bien de tan gran misterio, cumplir
por los vínculos de la sangre, y de con lo que es obligado. El Príncipe
los que con vínculos de sangre nos y Hacedor de esta inmensa obra,
están ligados, ninguno más cercano que es Dios, cuando hubo introdu-
que la mujer, la cual, así que la cido al hombre en la tierra, creyó
vió el primer padre del linaje hu- no ser conveniente dejarle solo, y
mano, proclamóla hueso de sus hue- le dió una compañera semejante a
sos y carne de su carne, y cuando to- él y animada con el mismo soplo,
davía no había padres ni madres en muy parecida a él en alma y cuer-
el mundo, con todo, puso ley como po, con la cual pudiese conversar y
por palabras de la misma Naturale- vivir a su placer, y, a la postre, vi-
za, Por amor de ésta deja- niera la procreación de los hijos, si
diciendo :

rá el hombre a su padre y a su ma- les viniere voluntad de ello, puesto


dre y estará unido con su mujer y que el matrimonio no tanto fué or-
serán dos en una sola carne. ¿Quién denado con vistas a la prole como
dirá que el matrimonio no es cosa para una cierta comunidad de vida
sacratísima, pues Dios lo instituyó y sociedad indisoluble; ni el nom-
en el Paraíso, cuando el linaje hu- bre de marido es nombre de carna-
mano conservaba toda su pureza e lidad, sino de unión para todos los
1074 JUAN LUIS VIVES. OBR..AS COMPLETAS. TOMO I

menesteres de Dios presen-


la vida. yas propias, ni ningún otro debe
tó la mujer varón, lo cual no es
al intentar abrir lo que cerrado está
otra cosa sino que Dios mismo fué con la llave de David, que tiene sólo
autor, hacedor y padrino de las bo- el Divino Cordero inmaculado.
das, y por eso Cristo, en el Evange- Ya desde
el principio prepárate,
lio, llama a los casados unidos por pues, ¡oh mujer cristiana!, a unir
Dios. El varón, luego que vió a la a ti con el amor a aquel a quien
mujer hecha a su forma y semejan- Dios unió con el sacramento, para
za, comenzó a amarla con exclusión que esa coyunda te sea llevadera y
y le dijo: Este hueso es de mis hue- fácil. Ni tampoco quieras que el
sos y esta carne es de mi carne; ésa vínculo se desate o se afloje y no te
será llamada virago, porque está to- envuelva a ti y a tu consorte en
mada del varón; por ella el hombre una molestia de que no os podríais
dejará padre y madre y venirse ha desasir y en una miseria que no ten-
con su mujer y serán dos en una dría término. Una gran parte de
sola carne. Cuando se dice en una este negocio está en tu mano. Tú
sola carne hase de entender que se puedes con tu recato, con tu modes-
harán una misma cosa. Por carne tia, con tu obediencia y mansedum-
se entiende hombre según la propie- bre, ganar a tu marido y vivir feli-
dad de la lengua hebraica. De mane- ces y contentos. Y al revés, con tus
ra que los que antes fueron dos, fun- vicios del alma y del cuerpo, hacer
didos en el matrimonio, se hacen que sea duro y áspero para ti, y a
uno. Este es el admirable misterio ti y a él fabricarle una molestia y
del matrimonio: que de tal manera un tormento que ni la misma muer-
se unan los cónyuges, se amen y te acabará. Serás perpetuamente
se mezclen, que de los dos se hace una esclava en la tahona, trabajarás,
uno, lo cual se verificó en Cristo y rodarás la muela, llorarás, te afli-
en su Iglesia, como enseña el Após- girás maldecirás el día que te ca-
tol San Pablo. Fuerza ninguna po- saste, renegarás del día en que na-
dría lograr esta unificación, sino una ciste y abominarás de tus padres,
fuerza divina. Menester es, pues, de tus consanguíneos, de todos los
que sea una cosa muy santa esa en que entendieron en ese matrimonio
que Dios interviene tan particular- infernal, si hicieres con tu mala con-
mente. Por todo lo cual piense la dición que tu marido te tome odio.
mujer que al acercarse a ese sacra- Y, por el contrario, en tu casa, lle-
mento no va a saraos o a juegos o na de regocijos, serás dueña, goza-
a convites. Más arriba tiene que po- rás, saltarás de júbilo, bendecirás el
ner los ojos. Dios es el áuspice, la día en que te casaste, y a los que te
Iglesia es la madrina. Por esta cau- juntaron con tal marido, si con tus
sa, la unión que con tales padrinaz- virtudes y con tu humildad, y con
gos se concertó y se fijó, no permi- tu cordura ganares su voluntad y le
te Cristo que por ningún mortal sea hicieres todo tuyo. Como dice el sa-
deshecha y de uno haga dos, que bio poeta Mímico: La mujer buena,
de dos fueron hechos uno, diciendo obedeciendo al marido, le manda.
en su Evangelio: Lo que Dios ayun- Plinio el Joven, teniendo a la mujer
tó, no lo separe el hombre. Y si esa tal como él la quería, hacíase a su
separación es un crimen, por manos vez para con ella toda afabilidad y
humanas no puede ser desatado el dulzura, y en una carta suya da gra-
nudo que Dios estrechó con las su- cias a Híspula, tía de su mujer, en
OBRAS MORALES. —DE LA MUJER CRISTIANA. LIBRO II. CAP. II 1075

nombre de ella y en el suyo propio mismo y considera que todo lo de



Yo dice — porque me la diste ; ella, él es suyo y que, a su vez, todo lo
,

porque me recibió de tu mano, como suyo es de él que él es su alter ego


;

si me escogieras a mí para ella y a y que su alter ego es él. ¡Oh fuer-


ella para mí. Sobre todo, la cabeza y za de la palabra divina, digna de
parte principal, y aun no sé si diré toda adoración! Muy abreviadamen-
sola de las leyes connubiales, es te habló el Señor; solas tres pala-
aquella palabra divina: Serán dos bras dijo, y con ellas expresó todo
en una carne. Este es el quicio del cuanto los mortales con larguísimos
matrimonio, el vínculo de esta santí- proemios no tanto explican como
sima conjunción. Es preciso que la trabajan y se esfuerzan por expli-
mujer enderece todos sus pensa- car con su balbuceo y con su afa-
mientos, palabras y obras a ese blan- sia. Yo no doy ninguna otra ley al
co para guardar con suma pureza y matrimonio; ésta sola es bastante;
rectitud las santas leyes del matri- ésta sola comprende todo cuanto
monio y vivir con todo contento y puede excogitar el humano ingenio
bienandanza. Esto debe revolver o puede explicar la lengua mortal
siempre en su ánimo la mujer casta más elocuente. Crea la mujer, no a
y honrada. Para cumplir con esta mí, sino al primer padre del linaje
ley y para exteriorizarla y hacerla humano, Adán o antes obedezca al
;

patente en todas sus obras meditará mismo Cristo, el cual manda en su


de día y de noche, teniendo por co- Evangelio que sean los dos una sola
sa cierta que ninguna virtud le persona humana, y dice: Lo que
faltará si sólo esta ley observare; Dios unió. La mujer que de tal ma-
a saber: que considere ser una mis- nera vive, que piensa ella y su mari-
ma cosa con su marido y viva de tal do ser una sola cosa, ésa cumple per-
manera, que a demues-
las claras se fectamente todos sus deberes de es-
tre que lo es y en realidad. Y,
lo sea posa santa. Relevados quedábamos
por el contrario, que no tendrá vir- del trabajo y del afán de escribir
tud ninguna si tal no fuere. con este único mandamiento de
Muy semejante es este precepto al Dios si tan profundamente se hu-
otro, que Cristo hartas veces dijo biere impreso en el entendimiento
ser el único que dejaba a los suyos: de las mujeres, que pudieran y qui-
Que se amasen los unos a los sieran entenderlo fácilmente y re-
otros. El sapientísimo inspirador tenerlo y ponerlo en ejecución; pe-
de los afectos humanos no ignoraba ro porque se ahinque con más
que cualquiera que fuese la alianza fijeza y arraigue más firmemente,
que se concertara con ese aglutinan- habrá que repasarlo y revolverlo de
te no había menester de ningunas muchas maneras y ponerlo ante los
otras leyes, edictos, estatutos, conve- ojos bajo varias formas, e insistir
nios ni pactos; que todo discurriría en él pacientemente para que con
en sabrosísima paz y concordia; mayor facilidad pueda ser compren-
que no se originarían riñas, pleitos dido y retenido. No obstante, tenga
ni querellas, pues no hay persona al- presente en todo momento la mujer
guna que envidie, o se enoje, o in- cristiana que todo lo que dijéremos
jurie, o promueva contiendas, o de- será aquello mismo, como el hom-
see anteponerse al ser a quien ama bre es siempre el mismo, aunque
piensa de él lo que de sí mismo y no muchas veces cambie de vestido.
le desea menos ventura que a sí El día de la boda (puesto que es
'
1076 JUAN LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. TOMO I

el comienzo de una vida nueva, cu- en medio de tan deshecha tempes-


yo suceso es incierto) ninguna nece- tad y bullicio de pasiones pudiéra-
sidad hay de bailes ni de danzas, ni mos empuñar con firmeza el timón
de aquel estrépito de banquetes y de nuestra conciencia, pox'nu^, al
de descomedidos regocijos, no sea menos, entre vientos tan bravos
que acontezca lo que dice el Sabio: surgiéramos salvos en el puerto.
La risa se mezclará con el dolor y
el llanto moja el calcañar del gozo.
Con mejor acuerdo debiera inaugu- CAPITULO III
rarse el nuevo estado con súplicas
y con oraciones para que le dé faus- DE DOS COSAS PRINCIPALES QUE HA DE
tos sucesos Aquel en cuya mano es- TENER LA MUJER CASADA
tá el poder darlos. Cuando se ha de
emprender algún viaje largo, azaro- Entre las virtudes de la mujer
so, incierto, nadie llama al flautis- casada es menester que tenga dos
ta ni invita a sus amigos a un baile, de suma importancia y que descue-
sino que implora el favor divino llan por encima de las otras. Si no
porque acabe bien y felizmente le faltaren, estas dos virtudes pue-
aquella empresa. ¡Con cuánta ma- den hacer el matrimonio firme, es-
yor solicitud y con cuánta mayor table, perpetuo, fácil, ligero, dulce,
devoción debería esto hacerse el preñado de ventura buena. La falta
día de la boda, que para uno y otro de una de ellas lo hará fiaco, enejo-
de los cónyuges es como su día na- so, desabrido, insoportable, misérri-
talicio, bien para su felicidad, bien mo. Estas son: castidad y amor en-
para su desventura! ¡Admirable trañable al marido. La primera se
cosa es hasta qué punto pervierte el debe traer de la casa paterna; la
seso de los hombres el diablo, con- segunda, tomarla al pisar el umbral
sejero e instigador de todo ejemplo de su marido, por manera que, de-
pésimo, que en los antídotos todos jados sus padres, sus parientes, sus
que nos dió la bondad de Dios con- deudos, esté persuadida que todo eso
tra la ponzoña mezclamos nosotros que dejó va a encontrarlo todo jun-
una tan grande dosis de veneno, que to en su marido. En una y otra vir-
se nos vuelvan mortíferos, y que de tud refleja la imagen de la Iglesia,
allí mismo, donde cabía esperar la que es castísima y guarda tenacísi-
salud, nazca la perdición! Hicimos mamente a Cristo, su Esposo, una fi-
en el bautismo profesión solemne delidad sincera, a pesar de que la
de renunciar a las pompas de Sata- solicitan dentro de sus puertas tan-
nás, y precisamente vamos al bau- tos adúlteros, como son los herejes
tismo con una pompa imponente. bautizados, fuera de ellas la comba-
Permitido está el matrimonio para ten tantos gentiles, como son los tur-'
remedio de la concupiscencia, y nos- eos y judíos. Y con todo, jamás la in-
otros hacemos del matrimonio la ce- ficionó la mancilla más leve, pensan-
remonia más provocativa. Muy gra- do y sintiendo que en Cristo, su Es-
vemente duélese San Juan Crisós- poso, tiene puestos todos sus bienes.
tomo de que en el mismo día nup- La castidad en la mujer casada de-
cial el alma de la tierna doncella be ser aún mayor que no en la mu-
sea por todos lados atacada por jer soltera, porque si de casada la
tantas máquinas infernales. Con manchas y corrompes (¡lo que no
harta cordura nos conduciríamos si quiera el Cielo!), mira a cuántos
OBRAS MORALES. DE LA MUJER CRISTIANA. LIBRO M. CAP. III 1077

ofendes con un mismo pecado y gítimos a los extraños; pones en


cuántos ensañas contra ti.
jueces peligro a los hermanos de que se
Primeramente ofendes a dos, cuyo mezclen incestuosamente con sus
valer en tu estimación conviene hermanas. ¿Cómo más gravemente
que exceda todo precio: el uno es pecan o con más tétrica fechoría se
Dios, autor del matrimonio, que os contaminan los que asuelan su pa-
unió, y en cuya divinidad y nombre tria, los que quitan las leyes y la
santísimo juraste la pureza del tá- justicia, los que degüellan a sus pa-
lamo; el otro es tu marido, próxi- dres, los que barajan y revuelven
mo a Dios, a quien te consagraste lo sagrado con lo profano?
por entero, en quien violas todos los ¿Qué dioses, qué hombres piensas
amores y todas las piedades, pues que te pueden ser propicios? A ti,
tú eres para él lo que fué Eva para los ciudadanos; a ti, las leyes; a ti,

con Adán: hija, hermana, compa- el Derecho humano; a ti, la patria,


ñera, esposa. Añade a esto que eres los padres, los parientes, los hijos;
otro él y tu infidelidad equivale a a ti, el marido te condenan y te cas-
poner las manos en ti misma. Di- tigan. En ti vengará Dios atrocísi-
suelves la unión más estrecha de mamente su majestad ofendida y
todas las uniones, desatas el más sa- conculcada. Y porque no lo ignores,
grado vínculo que existe entre los sábete, ¡oh buena mujer!, que si tie-
hombres y quiebras aquella fe que nes la castidad y la pudicicia, la tie-
muchos que la dieron a sus enemi- nes entregada y depositada bajo fe,
gos armados guardaron con la pér- encargada por tu marido, que te la
dida cierta de su vida. Y tú la confió; por todo lo cual es el colmo
quebrantas con tu marido y con de la iniquidad dar contra la volun-
aquel pecho que debiera serte más tad de su dueño lo que te es ajeno,
caro que no el tuyo propio. Ensu- de suerte que a todos los otros ma-
cias a la Iglesia limpísima, que pres- les añades el hurto. Una cierta mu-
tó sus manos para enlazar las vues- jer casada de Lacedemonia contestó
tras; dirimes una sociedad civil; a un mancebo que le pedía una cosa
violas las leyes y ofendes a la pa- fea: De grado te la diera si me pi-
tria; hieres a tu padre con azote dieses cosa mía; mas lo que pides
amarguísimo; golpeas a tu madre, fué de mi padre mientras fui donce-
a tus hermanas, a tus hermanos, a lla, y ahora, después que me casé,
tus próximos parientes, a tus afines, es de mi marido. Donosa y aguda
a tus deudos; eres para tus iguales respuesta, a fe, y aviso prudente pa-
dechado y ejemplo de maldad; mar- ra las mujeres casadas. Y no es me-
cas con hierro de vergüenza a to- nos donoso el caso ocurrido con una
do tu linaje y, madre dementísima mujer de la Insubría, la cual como
y fierísima, pones a tus hijos en amase ternísimamente a Marfidio,
tanto aprieto, que ni pueden oír el su marido, y un galán pretendiese
nombre de su madre sin sonrojo, ni de ella favor torpe y encareciese el
el de su padre sin recelo. Ataste a feo ruego invocando la vida y la sa-
ti misma con perjurio y sacrilegio, lud de Marfidio: Pero es el caso
pues por el sacramento y por el vo- —
que Marfidio dijo ella prefiriera
to vuestros cuerpos están consagra- morir cien veces a que yo cometiese
dos a Dios. Además, fuera de la una sola vez lo que me pides por su
mancha puesta en tu sangre, tras- salud; pídeselo a él mismo.
pasas la herencia de sus dueños le- El Apóstol San Pablo dice, adoc-
1078 JUAN LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS, .
TOMO I

trinando a la Iglesia de Dios: La dos los escritores sagrados. Y si San


mujer no tiene potestad sobre su Agustín reprende tan acremente a
cuerpo, sino el marido. Esta tajante una matrona honestísima por una
sentencia, que aparta de la mujer santa resolución que no estaba en
toda suerte de siniestra torpeza, es su sola mano el tomar, ¿cuáles fue-
de tanta importancia y tanto de ran sus palabras si las aplicara a
guardar, que San Agustín no aprue- una mujer mala en una cosa feísi-
ba en la mujer casada el voto o el ma?
propósito de continencia si el mari- Y porqueentiendas por cuán gra-
do no lo aprueba. San Jerónimo o ve crimen tiene Dios y tienen los
quien sea el que le escribió la carta, hombres al adulterio, sábete que
varón ciertamente docto y santo, re- Cristo, como mandase en el Evan-
prende a Celancia, ejemplar madre gelio a todos que retuviesen a sus
de familia, porque, sin consultar a esposas, no los deja ninguna vía pa-
su marido, hizo voto de perpetua ra que las pudiesen dar de mano y
continencia. Ni aun para el bien de desechar, con la sola excepción del
la continencia tiene la mujer facul- adulterio. De manera que ha de su-
tad sobre su cuerpo; colija ahora frirse la borracha, la iracunda, la
cada uno la que tiene para el mal. gastadora, la haragana, la golosa, la
Repruébase la continencia sin co- mentirosa, la vagabunda, la de flaca
nocimiento del marido. ¿Qué será salud, la rencillosa, la maldiciente,
el adulterio contra la voluntad del la fatua, la loca; sólo la adúltera
marido? Oye qué palabras usa Sin puede ser desechada. Graves son
Agustín: También me enteré de estos vicios, pero pueden sufrirse;
otra cosa que me desazona e intran- pero no guardar la fidelidad del tá-
quiliza no poco; conviene a saber: lamo, es intolerable. Homeio, en-
que tú comenzaste a practicar el tre las más fieras abominaciones
bien de lacontinencia sin consenti- que pueden infligirse a los hombres,
miento y avenencia con el marido, pone como la principal que sus mu-
siendo así que lo prohibe en abso- jeres den parte de sí a los maridos
luto la autoridad del Apóstol, que ajenos. El santo Job pide a Dios
en ese punto concreto no solamente que si hubiere acechado a la puerta
subordina la mujer al marido, sino de su amigo, eche sobre su cabeza
también al marido a la potestad de esta imprecación: Enamorada de
la mujer. La esposa — dice no tiene otro sea mi mujer y encima de ella
poder sobre su cuerpo, sin el mari- se encorven otros. Es decir, aquella
do. Y, por el contrario, el marido maldición que está en pugna con la
no tiene poder sobre su cuerpo, sino naturaleza y razón del matrimonio,
la mujer. Pero tú, como olvidada que se afianza en el amor mutuo.
de la alianza nupcial y sin parar Desde el momento en que una mu-
mientes en ese pacto y en ese dere- jer da entrada en su pecho a otro
cho, temerariamente votaste casti- hombre que no sea su marido, co-
dad a Dios. Xo carece de riesgo bra a su marido un tal miedo que le
prometer lo que está bajo la potes- odia con el más capital de los odios;
tad de otro, y no sé cómo pueda ser jamás se le pone delante que no se
agradable a Dios el que uno solo empavorezca y no se horrorice, co-
ofrezca lo que a dos pertenece. Así mo si con sus negras teas las Furias
habla el santo doctor, y en este pa- la acosasen, como las fábulas re-
recer es común el acuerdo de to- latan.
OBRAS MORALES. DE LA MUJER CRISTIANA. —LIBRO — CAP.
ti. III 1079

Existen, además, otros dos bienes Ningún sentimiento noble se re-


con que la Naturaleza galardonó al serva la mujer que echó la honesti-
matrimonio, a saber: la prole y la dad lejos de sí. Y esto entendiéron-
hacienda familiar. También estos lo no sólo las santas muieres cris-
dos bienes vicia y corrompe el adul- tianas, sino también las profanas y
terio, pues, como decía poco ha, tor- gentiles, entre las cuales hubo algu-
na la prole dudosa y daña la econo- nas que habiendo sido corrompidas
mía doméstica, puesto que la mujer, se tuvieron por indignas de vivir,
enajenada por el adulterio, descui- como Lucrecia, esposa de Colatino,
da su casa y, olvidada de sí misma, cuya hazaña con toda razón es fa-
no puede querer la fortuna de aquel mosísima por el admirable amor de
cuya vida tiene en aborrecimiento; la castidad. Y hubo otras que por-
ni aun a sus mismos hijos ama. Y que su castidad no naufragase, a sí
con efecto, ¿qué no dará la mujer mismas se dieron muerte. Tomada
a aquel a quien prostituyó su perso- Atenas por Lisandro, rey de los la-
na y sacrificó su honestidad; es de- cedemonios, quien impuso a la ciu-
cir, su más avariento tesoro? ¿Nega- dad un gobierno de trigintiviros,
rá dinero, negará un reino, si le tu- quienes se comportaron con tanta
viere, o la muerte de sus hijos, a soberbia e insolencia, que merecie-
quien no se negó a sí misma, a ron el nombre de tiranos; como
quien entregó su conciencia? Livia, fuese que escarnecieran la honesti-
hermana de Germánico, una vez dad de muchas mujeres, la esposa
que hubo hecho entrega de su pu- de Nicerato, por no verse obligada
dor a Seyano, hombre de más de a soportar aquel ultraje, se supri-
mediana edad, ruin, impuro, no pu- mió a sí misma con muerte volun-
do negarle la muerte de Druso, su taria.
marido, hijo de Tiberio César, here- ¿Por qué he de nombrar una
dero de tamaño imperio, mozo de por una a las que tal hicieron? Las
gran prestancia y gentileza, genero- mujeres de los teutones, tras la ba-
sísimo, muy valiente; ni tampoco talla junto a las Aguas Sextias, en
la muerte de los hijos que había que Mario derrotó y mató a una
tenido de él, menospreciando la es- infinita muchedumbre de ellos, ro-
peranza del reino muy cierta, des- garon a Mario que por
las enviase
pojándose del amor de sus hijos, sirvientas a las sagradas vírgenes de
sin pizca de reverencia por su ma- Vesta, que ellas, no menos que las
dre, Antonia, y por su abuela, Au- vestales, vivirían en adelante sin
gusta, matronas las más respetables ninguna suerte de trato con varo-
de su tiempo, olvidada de su san- nes. No habiendo conseguido esta
gre nobilísima, olvidada de su padre merced del férreo corazón de Ma-
y de su hermano, a quienes, por su rio, a la noche siguiente todas se
gran probidad, el linaje humano ve- ahorcaron.
neraba como a dioses; con todo lo En la guerra que hubo entre los
cual, bajo el más suspicaz y más focenses y los tésalos, habiendo los
cruel de suegros, se aparejó
los tésalos con un poderoso ejército en-
unos tormentos, a los cuales debían trado en la tierra de los focenses,
sucumbir, como aconteció en hecho Daifanto, personaje entre ellos el
de verdad, la misma Livia y Seyano más principal y su primer magistra-
y la taifa de todos sus amigos, por do, persuadió al pueblo que, apre-
mil géneros de muertes atrocísimas. tados todos en estrecho y poderoso
1080 JUAN LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. TOMO I

haz, saliesen al encuentro del ene- CAPITULO IV


migo pero que a los niños, y los
;

ancianos, y las mujeres, y toda la CÓMO SE HA DE HABER CON SU MARIDO


restante población que no estaba
en condición de tomar las armas, se Materia varia en grado sumo y
les encerrase en algún lugar apar- muy difícil de particularizar es la
tado y desconocido, rodeado con obligación de la mujer para con su
grandes montones de leña y paja marido, y que en una sola palabra,
para que, si fuesen vencidos, se le como dije un poco más arriba, resu-
prendiese fuego y se quemasen. Pa- me Nuestro Señor. Acuérdese la
reciéndole bien este acuerdo al pue- mujer de lo que hemos dicho con
blo reunido, levantóse un anciano, tanta insistencia, a saber que cons- :

que sugirió la idea de que fuesen tituye con su marido una sola indi-
consultadas las mujeres; si ellas vidualidad, y por esta razón debe
consentían, enhorabuena que así se amarle no de otra manera que a sí
hiciese pero que si no se avenían a
; misma. Ya lo dije antes, pero hay
ello, le parecía inicua tal resolución, que repetirlo de nuevo, puesto que
tomada sin consultar su voluntad. es la cifra y el compendio de todas
Fueron preguntadas las mujeres re- las virtudes de la mujer casada. Es-
unidas en consejo y asamblea, las ta significación tiene, esta obliga-
cuales respondieron a una voz que ción impone el matrimonio. La mu-
aprobaban el acuerdo de Daifanto y jer tiene que pensar que su marido
que le daban las gracias más efusi- lo es todo para ella y que este título
vas por haber mirado tan bien por sustituye a cualesquiera otros títu-
la ciudad y por su honra. Así que los, aun los más apreciados de pa-
fueron encerradas con aquel desig- dre, madre, hermanos, hermanas;
nio en un lugar secreto; mas los que es lo que Adán fué para Eva,
focenses, como harto lo merecía lo que fué Héctor para la honestí-
aquel amor heroico de las mujeres sima Andrómaca, como se lee en
a su honestidad, vencedores en la Homero: Tú para mí, tú solo eres
colisión, se reintegraron, sin más, mi padre y mi madre revenciada;
a su patria. Damo, hija de Pitágo- tú, mi dulce hermano; tú, mi espo-
ras, preguntada cuándo la mujer
so en toda cosa grata. Si la amistad
era pura de contacto con varón, res- de dos almas hace una, con cuánta
pondió: Con el suyo, siempre; con mayor verdad y más activa efica-
el ajeno, nunca. ¡Y esto lo hacían cia conviene que esta unificación
unas mujeres paganas, sumidas en resulte del matrimonio, que es, con
tinieblas, en que todo era oscuro e mucho, la más fina y más firme de
incierto, desconocedoras de cuán todas las amistades. Por eso se dice
gran sacramento es el matrimonio! que se hace, no una sola alma o un
Harta materia dé rubor para las mu- cuerpo solo, sino una sola persona,
jeres cristianas, redimidas por la un hombre solo. Aquello mismo que
sangre del Redentor, purificadas por el varón dijo de la mujer: Por ella
el bautismo, adoctrinadas por el dejará el hombre a su padre y a su
Evangelio, ilustradas con lumbre madre y se unirá con su esposa, con
de lo Alto. mayor motivo y con mejor razón
conviene que la mujer lo diga y lo
sienta, porque, aun cuando de en-
trambos se haya hecho uno solo,
OBRAS MORALES. DE LA MUJER CRISTIANA. LIBRO II. CAP. IV 1081

con todo, la mujer para dejar constancia de su fideli-


es hija del mari-
do y es más flaca, y por lo mismo dad para con
el esposo proscrito.
ha menester de su defensa; desam- Muchas otras mujeres ha habido
parada de su marido, queda sola, que prefirieron ellas sufrir los peli-
desvalida, expuesta a todos los vai- gros más que sus maridos. La mu-
venes y a todas las injurias; pero jer de Fernán González, conde de
con la compañía de su marido, don- Castilla, como fuese que el rey de
dequiera se halle, tiene patria, tiene León, ciudad de España, en las As-
casa, tiene hogar, tiene padres, tie- turias, tenía a su marido en pri-
ne parientes, tiene riquezas. De esto sión, ella, haciendo como que venía
abundan los ejemplos. Hipsicratea, a visitarle, se llegó a la cárcel y
esposa de Mitrídates, rey del Ponto, convenció a su esposo que, trocando
que vestida de hombre siguió los con ella su vestido, se saliese y la
pasos de su marido derrotado, fugi- dejase a ella en aquel lugar de peli-
tivo, y buscando por doquiera es- gro, cosa que hizo él. Maravillado
condrijos en las soledades, pensó y el rey de la ejemplar abnegación de
dijo que en cualquier lugar estu- aquella mujer heroica, y deseando
viese su marido, allí encontraría su para sus hijos esposas tales, la envió
reino, allí sus riquezas, allí su pa- a su mari'do. De la misma nación y
tria. Y está fuera de contradicción del mismo temple fué la esposa de
que esta actitud de su mujer fué Roberto, rey de Inglaterra, la cual,
para Mitrídates más grande alivio habiendo su marido en una expedi-
de sus dolores y el conhorte de ta- ción contra los sirios recibido una
maños infortunios. Flacila siguió a amplia herida en un brazo con una
Nonio Prisco, y Copracia Maximila espada enherbolada, de regreso en
a Glición Galo, sus maridos respec- su patria, y no hallando otro reme-
tivos, con pérdida de grandes rique- dio para su salud sino chupándole
zas, en su destierro fuera de Roma, alguno con la boca aquella mezcla
y aun de Italia, persuadidas de que de ponzoña y de podre, y entendien-
en sus maridos tenían, y con mu- do el rey que quienquiera se pres-
chas creces, todos aquellos bienes tase a aquel servicio iba a pagarlo
que dejaran en su patria. Por eso con su muerte cierta, y negándose
alcanzaron a los ojos de todo el a que nadie se expusiese a aquella
mundo la más grande gloria. Y no prueba, ella, su esposa, por la no-
menor la consiguió Turia, que pros- che, desatadas las vendas, al prin-
crito su marido por los triunviros, cipio no sabiéndolo su marido y más
le tuvo escondido en un desván, con tarde con su connivencia, succionan-
la complicidad de una criada, sal- do y escupiendo, poco a poco le
vándole de una muerte inminente, sacó todo el veneno y ofreció a los
con grave riesgo de su propia vida. médicos la herida mortal curable
Sulpicia, esposa de Léntulo, la cual, muy fácilmente. ¡Oh cuánto me
siendo muy mucho guardada de su duele (si esta historia es de creer)
madre porque no se fuese en pos de no conocer el nombre de este de-
su marido, que estaba proscrito por chado de mujeres casadas, dignas de
los triunviros, vestida como un es- ser celebradas con los encomios más
clavo, con dos mozas y otros tantos entusiastas! Con todo, su heroico
criados, llegó huida clandestinamen- gesto no fué silenciado, porque, si
te a donde estaba su marido, sin no me engaño, quedó registrado en
dudar en proscribirse a sí misma, las crónicas de España que escri-
10S2 JUAN LUIS VIVES. OBR.AS COMPLETAS. TOMO I

bió don Rodrigo, arzobispo de To- y atados sus brazos y restañada la


ledo, de donde yo lo sacaré algún sangre, bien contra su voluntad,
día y lo pondré en mis libros con bien no dándose cuenta de ello, so-
la honorífica mención que se mere- brevivióle unos pocos años, conser-
ce. Asimismo, como los isleños de vando en su semblante y en su
Tiro pasasen en gran número a la cuerpo toda la palidez de la muerte
tierra de los lacedemonios, y sospe- para ejemplo y demostración clarí-
chando éstos que fraguaban alguna sima de su piedad conyugal. La hija
innovación política y un golpe de de Democión, príncipe de los areo-
mano, metiéronlos a todos en la cár- pagitas, siendo doncella todavía, co-
cel pública y los condenaron a muer- nocedora de la muerte de Leostenes,
te; sus esposas, habiendo consegui- su prometido, se dió muerte a sí
do de los carceleros licencia no más misma, protestando que, aunque in-
que para entrar a verlos y a conso- tacta y virgen, puesto que ya se ha-
larlos en aquel trance desesperado, bía casado con él en la voluntad e
cambiaron los vestidos con sus es- intención, se tendría por adúltera si
posos. Estos, con la cabeza cubierta tomaba cualquier otro marido. Los
como era en ellas costumbre, se eva- escritores más antiguos refieren que
dieron de la cárcel, dejaron en aquel no consintiendo Halción en sobrevi-
lugar a sus mujeres, que luego recu- vir a Ceice, su marido, sin más mo-
peraron con sus hijos, después de tivo que éste se echó de cabeza al
haber puesto pánico en los lacede- mar. Añaden a esto las fábulas (que
monios, tras la ocupación del monte hartas veces nos enseñan a vivir)
Taigeto y de su ciudadela. De esa que entrambos, marido y mujer, se
gesta singular hacen mención Vale- convirtieron en las aves llamadas
rio Máximo y Plutarco. Deseando alciones, caras a Tetis hasta el pun-
Acasto dar muerte a sus hermanas to que cuando acontece que hacen
porque ellas la habían dado a su sus nidos, reina en el mar y en el
padre, siquiera fuese por impruden- cielo una gran tranquilidad, y que
cia, porque habían querido volverle ello ocurre anualmente en días se-
al vigor y brío de la juventud, una ñalados, que por esa razón llámanse
de ellas, Alcestes, estaba con Adme- días alcióneos, y que ello es una
to, su marido. Acasto le capturó, y merced otorgada por el Cielo a la
amenazóle con darle muerte si no piedad de la esposa para con su ma-
entregaba a su esposa; él se negó rido. Y cuentan estos mismos auto-
a ello con toda firmeza, y cuando res, de tan remota y venerable anti-
ya estaba a punto de ser ejecutado, güedad, que Andrómeda, hija de
Alcestes se ofreció a la muerte de Cefeo, fué colocada y endiosada por
buena gana por salvar a su marido. Palas entre los luceros porque amó
Mujeres hubo que no pudieron más a Perseo, su marido, que a su
sobrevivir a sus difuntos maridos, patria y a sus padres. Evadne, cele-
Laodamia, noticiosa de que Protesi- brando las exequias de "Capaneo, su
lao, su marido, había sido muerto marido, se arrojó a la pira porque
en Troya por mano de Héctor, se ni aun la muerte misma la separase
causó la muerte. Paulina, la mujer de su amantísimo consorte. Cecina
de Séneca, quiso morir con su ma- Peto tuvo a Arria por esposa. Este
rido, y juntamente con él se hizo Cecina, caído en poder de los solda-
abrir las venas; pero fué indultada dos, a quien Escriboniano amotinó
por Nerón, que la retuvo en la vida. en la Iliria contra Claudio César,
OBRAS MORALES. DE LA MUJER CRISTIANA. LIBRO II. CAP. IV 1083

fué llevado a Roma por mar. Arria pues mejor que él no podría yo ha-
suplicó a los soldados que la deja- cerlo :

sen ir con su marido como sirvien- «Vivían — —


dice en la Galacia Sina-
ta, en lugar de los criados que le to y Sinorix, tetrarcas los más po-
correspondían, pues era varón con- derosos de aquella nación, unidos
sular. No habiendo conseguido esta por vínculo de sangre. Sinato tenía
merced tan insignificante, ella, con una mujer, Gama de nombre, de se-
una barquilla de pesca que fletó ñalada hermosura y gentileza y de
previamente, fué en seguimiento de ejemplarísima virtud, pues no sola-
la nave de alto bordo, y, llegada a mente era comedida y amante de
Roma, pocos días después de la eje- su esposo, sino también prudente y
cución de su marido, se dió la muer- magnánima, y por su cortés afabi-
te, a pesar de que le quedaba una lidad y bienquerencia, muy aprecia-
hija casada con Trasea, el más au- da de sus vasallos. A todas estas
torizado y sabio varón de aquellos prendas uníase la más insigne de
tiempos. Porcia, hija de Catón, espo- sersacerdotisa de Diana, diosa a
sa de Marco Bruto, vencido y muer- quien los gálatas tienen en gran ve-
to su marido, tomó la determina- neración y culto, en cuyas fiestas y
ción de morir; quitáronle toda suer- solemnidades se comportaba Gama
te de hierro, y ella se ahogó metien- con la mayor esplendidez. Cautivóse
do en su boca carbones vivos. Pan- Sinorix en el amor de ella, y como
tia, esposa del príncipe Susio, guar- no pudiese doblegarla a su querer
dó fidelidad a su marido prisionero, ni con la persuasión ni con la vio-
y empeñando en su liberación todos lencia, con fea y muy indigna fecho-
sus bienes cuantiosos, muerte en ac- ría dió a Sinato aleve muerte. Y no
ción de guerra, le siguió con muer- mucho tiempo después habló de ca-
te voluntaria. Julia, hija de César, sarse con ella a Gama, mientras an-
el dictador, al presentarle desde el daba en el tiempo consagrada a su
campo de batalla ensangrentada la devoto ministerio, la cual llevaba la
ropa de su esposo, Pompeyo Magno, muerte de su marido ni con depre-
sospechando que estaría herido, se sión de ánimo ni con femeniles ala-
alteró tanto, que cayó amortecida, y ridos, ahogando en su pecho el eno-
con la gran consternación echó un jo, al acecho de la ocasión de ven-
parto prematuro, y a los pocos días gar la alevosía de Sinorix. Este, con
murió. Cornelia, la postrera mujer rendimiento de súplicas y con tenaz
que tuvo Pompeyo, dijo ser cosa ahinco, suplicábale usando para con
fea, una vez muerto el marido, el no ella de no inconveniente proposi-
morir del sentimiento. Artemisa, ción, pues que sobre aventajar a
reina de los lidios, como narran añe- Sinato en toda cosa, le había dado
jas letras, fué bebiendo, poco a po- muerte no por otro motivo ni ins-
co, las cenizas de Mausolo, su mari- pirado por otra maldad que la del
do difunto, diluidas en una poción, gran amor de Gama, al cual no po-
por el inmoderado amor que le pro- día sobreponerse. La mujer empezó
fesaba, deseosa de ser su sepulcro por no mostrarse demasiado irrita-
vivo. da con él, y luego, poco a poco,
No se debe omitir la proeza egre- pareció reblandecerse y doblarse,
gia de Gama. Yo voy a reproducirla pues sus familiares y sus parientes,
en latín con las mismas palabras por ganar el favor de Sinorix, hom-
con que en griego la narra Plutarco, bre de toda influencia, coadyuvaban
1084 JUAN LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. TOMO I

a su intento con reflexiones, con in ponemos los ojos en aquellas otras


sistencias y hasta con coacciones. mujeres que desdeñan u olvidan los
Cedió ella, por fin, y citó a Sinorix deberes de la mujer buena. Pro-
al templo para formalizar el consen- puse estos ejemplos heroicos por
timiento, y la aceptación mutua, y excusar el sonrojo de no imitar los
el matrimonio convenido, siendo la medianos. ¡Cuánto más intolerable
diosa testigo y juez. Entrado Sino- es la desalmada impiedad de aque-
rix en el templo, recibiólo con muy llas mujeres que pueden buenamen-
deferente cortesía, le condujo al al- te soportar que sobrevengan a sus
tar, donde le ofreció, porque la ca- maridos ignominia, o daño, o cual-
tase, una copa, de la que ella pri- quier otro linaje de adversidad por
mero bebió una parte, y brindóle causa del dinero, teniendo en el
la otra parte porque él la bebiera; arca moneda suficiente para eximir
la copa contenía una infusión de a sus maridos de esos apuros; aun
miel con una determinada dosis de cuando no hubiera cosa, no debe-
ponzoña. Así que Gama comprobó rían soportarlo. ¡Oh alma más bra-
que Sinorix había apurado el bebe- va que cualquiera fiera! ¡Y puedes
dizo, levantó una grita grande y, tú afligir tu propia sangre, tu pro-
echada de hinojos ante la diosa, di- pio cuerpo; afligirte a ti misma en
jo: Pangóte por testigo, divinidad tu constante marido! Todo ello ocu-
santa y venerable, que en la espera rre porque las costumbres públicas
exclusiva de este día y de esta co- y las leyes que toleran el desafuero
yuntura soporté el ¿obrevivir a Si- tuvieron más cuenta con el dinero
nato, mi marido; hasta este momen- que con la piedad y la fe conyu-
to me mantuvo solamente la espe- gales. Pero estos abusos, como mu-
rada venganza, conseguida la cual, chísimos otros que entre nosotros
desciendo a reunirme con mi ma- pe? duré. -i restos y resabios del gen-
rido; empero a ti, el más malvado tilismo, se aferraron a los cristianos
e impío de los mortales, aderécente con tesonía mayor de lo que la ley
tus servidores el sepulcro en vez del de Cristo permitía. Según ella, ya
tálamo nupcial. Así que Sinorix hu- no digo la mujer por el marido, sino
bo oído esto, y sintiendo ya que el simplemente el cristiano por el
veneno discurría, y cundía por los cristiano, aunque desconocido, de-
órganos vitales, y agitaba su cuerpo biera volcar todo cuanto contienen
todo, suoió a una carroza por agi- los cofres avarientos de vestidos y
tarse v conmoverse poderosamente, de metales acuñados, y todas cuan-
pero ya sin ningún dominio de sí tas opulencias ocultan. Sepa, por
mismo, trasladado a una litera, don- tanto, la mujer que por evitar la
de expiró en anocheciendo. Y Gama, más pequeña incomodidad al marido
que durante toda la noche prolongó no empeña de una vez todo su patri-
la vida, así que conoció su muerte, monio, que ni es cristiana, ni es hon-
alegremente exhaló el alma.» Esto rada, ni merece el dictado de espo-
cuenta Plutarco. sa. La señal más cierta de hones-
Por causa de las mujeres de este tidad es, como se dice, amar al ma-
temple, el sexo femenino oye bien rido de todo corazón. De tanta opi-
decu- de sí, y es tarea grata la de nión y renombre de castidad gozó
tomar esposas, y criar hijas, y edu- Agripina, esposa de Germánico, que
carlas para las mejores esperanzas. Tiberio César, incriminándola a ella
Y pasa todo lo contrario cuando y a sus hijos por perderlos con al-
OBRAS MORALES. DE LA MUJER CRISTIANA. —LIBRO II. CAP. IV 1085

gún pretexto, echó en rostro su des- lo la práctica y costumbres de nues-


carada impudicicia a Nerón, hijo de tros antepasados, mas aún todas las
Agripina; pero contra aquella mu- instituciones, y todas las leyes divi-
jer, contra la cual soltó toda suerte nas y humanas, y la misma Natu-
de atrocidades, no osó, ni aun in- raleza, da voces y manda expresa-
ventándolos, proferir denuesto se- mente que la mujer debe estar sub-
mejante. ordinada al marido y obedecerle.
Corresponden los maridos con la En todo linaje de animales, las hem-
misma gratitud y con igual amor a bras están sujetas a los machos, los
aquellas mujeres por quienes se sa- siguen, y les halagan, y llevan con
ben amados ardientemente. Por es- paciencia ser castigadas y golpeadas
to, es fama que Ulises desdeñó a por ellos. La Naturaleza nos enseñó
Circe y a Calipso, que eran diosas, que así debía y parecía bien que se
por Penélope, simple mortal, y a hiciese. La cual Naturaleza, como
ella se encaminó y llegó a través de Aristóteles demuestra en sus libros
una azarosa navegación de diez De los animales, dió a las hembras
años, por penalidades sin fin, por pe- de los animales todos menos ner-
ligros sin cuento. Sabedor Héctor de vios y robustez que a los machos, y
que Andrómaca tenía puestos en él las carnes más blandas y el pelo
todos sus cariños, correspondióle más delicado. Allende de esto, la
con una fineza tan grande, que llegó propia Naturaleza negó a la mayo-
a decir que la destrucción de Troya ría de las hembras aquellas partes
le dolía no tanto por sus padres o que sirven a la defensa, como son
sus hermanos como por su esposa. dientes, cuernos, uñas y otros apén-
No voy ahora a entrar en discusión dices de ese estilo que atribuye a
si éstas son fábulas o no. Es seguro los machos, como a los ciervos y a
que fueron fantaseadas por el más los jabalíes, y si alguno de ellos
ingenioso de los vates para adoctri- otorgó también a las hembras, las
namiento y espejo de la vida huma- concedió más recias en los animales
na; pero ya en pleno período histó- machos, como las astas, que en los
rico, refieren Cicerón, Valerio Máxi- toros son más poderosas que en las
mo, Plinio y aun otros, que pro- vacas. Con todo lo cual, la Natura-
puesta a Tiberio Graco esta disyun- leza, maestra sapientísima, nos dió
tiva: cuál de las dos vidas quisiera a entender que al macho incumbía
salvar, la suya o la de su mujer, la defensa y a la hembra la docili-
Cornelia, de quien era amado entra- dad en seguirle, y buscar cobijo en
ñablemente, sabiendo que de todas su tutela, y mostrársele complacien-
maneras uno y otro debían sucum- te y mansa por vivir con más como-
bir al hado, prefirió morir él a que didad y seguridad.
Cornelia muriese. ¡Feliz, que tuvo Hora es ya de pasar de las propie-
tal marido! ¡Infeliz, que le sobre- dades de las bestias, que debieran
vivió ! enrojecernos si no las aventajamos
Ni ha de ser amado el marido co- en virtud, a lo que toca a los hom-
mo amamos al amigo o al hermano bres. ¿Qué mujer llegó a tal desme-
gemelo, donde no hay más ingre- sura de insolencia y de arrogancia
diente que el amor nolo. En el amor que no quiera obedecer los dictados
conyugal debe haber una fuerte de su marido, si piensa que en él
mezcla de culto, de reverencia, de tiene a su padre, a su madre, a to-
obediencia y de acatamiento. No só- dos sus deudos, y que a él sólo le
1086 JUAN LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. TOMO I

debe todo el amor, toda la piedad alguna impresión, y, por ende, es


debida a todos ellos? No piensa esto menos consecuente consigo misma,
aquella mujer desatinada que no agitado por borrascas de afectos
obedece a su cónyuge, si ya no es contradictorios y, por lo mismo, casi
que negare asimismo la obediencia siempre inválido e ineficaz. Muy
a su padre, a su madre y a todos sabiamente, como en todas las otras
sus consanguíneos. Pero si a ellos enseñanzas, dice San Pablo: La ca-
obedeciere, es fuerza que obedezca beza del varón es Cristo; la cabeza
también al marido, en quien, por de la mujer es el varón. Tronco y
toda razón, por cualquiera costum- tronco muerto es el varón cuya ca-
bre o estatuto, precepto natural, hu- beza no es Cristo; loca y temera-
mano, divino, están todos los títulos ria es la mujer a quien no manda
de la mujer puestos y colocados. Xo el marido.
se honra más entre los hombres la Aquí ya entro en los mandamien-
mujer que se encarama sobre los tos de Dios, que, delante de toda
honores de su marido, sino que re- conciencia sana, es justo y santo
sulta más necia y más ridicula, y, que prevalgan y puedan más que
por añadidura, más aborrecible y todas las leyes, más que todos los
merecedora de execración, puesto mandamientos humanos, más que la
que intenta trabucar las leyes que voz de la misma Naturaleza, porque
la Naturaleza sancionó; no de otra la Naturaleza hartas veces se tuerce
manera que si el simple soldado pre- y se descamina, y Dios está siempre
tendiera imponerse a su capitán, o en su misma entereza; es el mismo
la Luna ser más noble que el Sol, o consigo y es siempre su semejante;
el brazo valer más que la cabeza. es el Hacedor de la Naturaleza, por
En el matrimonio, como en el ser lo cual debe tener nuestras prefe-
humano, el varón representa al al- rencias, y por El nuestra alma debe
ma; la mujer, al cuerpo; a aquélla sentir todas las veneraciones, y en
le compete mandar; a éste le toca él debemos depositar una fe incon-
servir, si ha de poder vivir el hom- movible. El Autor, pues, de esta fá-
bre. brica universal del mundo, cuando
Declaró esta misma subordina- el mundo era aún fresco y reciente,
ción esencial la Naturaleza, que hizo al establecer Jeyes para el género
al varón más apto para el gobier- humar-o, dió a la mujer este manda-
no que la mujer. En los grandes em- to: ¡Estarás debajo del poder de tu
peños, y a la hora del peligro, el marido, y él te dominará!
miedo, de tal manera quebranta y En estas palabras es muy para no-
desmoraliza a la mujer, que la saca Lar que no solamente entregan al
de seso y de juicio, puesto que es varón el derecho y el dominio sobre
invencible la pasión aquella y la la mujer, sino también su posesión
desposee de todo uso de razón. Y y uso. El apóstol San Pablo, maes-
al revés, el varón es animoso y no tro de la cristiana, es a saber: de
siente tan recias las sacudidas del la divina sabiduría, no permite que
miedo, que no barrunte con facili- la mujer mande al marido, sino que
dad lo que se ha de hacer en tales le esté sujeta, y ello no precisamen-
emergencias. Allega a esto que, co- te en un pasaje único. De San Pe-
mo en la mujer surgen más a me- dro, príncipe de los apóstoles, es es-
nudo los trastornos fisiológicos, su te otro mandato Estén las mujeres
:

juicio está afectado casi siempre por sometidas a sus maridos, como lo
OBRAS MORALES. DE LA MUJER CRISTIANA. LIBRO II. — CAP. IV 1087

están las santas mujeres que espe- al marido y ejecutarlo todo a su


ran en el Señor. De esta manera, que conocer sus
placer, tienes antes
Sara obedecía a Abrahán, llamán- costumbres y tener estudiada, su
dole dueño suyo. San Jerónimo da condición natural o la que en él
a Celandia estas instrucciones: hubiere modificado la fortuna.
Guárdese, sobre todo, su autoridad Hay diversidad entre los maridos.
al varón y aprenda de ti toda la ca- Todos se deben amar, acatar, reve-
sa cuanto sea el acatamiento que le renciar; a todos se les ha.de obede-
debe, y tú demuéstrale, con tu obse- cer; pero no se les ha de tratar de
quiosidad que es tu dueño; tú, con
,
manera uniforme, como una línea
tu sumisión, demuéstrale que es jianca sobre una piedra blanca, se-
grande, y serás tú misma tanto más gún dice el refrán. Por mi parte, yo
honrada cuanto más le honrares a pienso que, respecto a los maridos,
él, pues la cabeza de la mujer, co- debe ponerse en práctica aquella
mo dice el apóstol, es el varón, y de norma que, tomada de Platón, for-
cosa ninguna recibe más prestigio mula Terencio: La vida dice es —
el restante cuerpo que de la digni- como juego de dados; si el juego te
dad de la cabeza. Esto dice San Je- sale mal, enmiéndalo con tu arte.
rónimo. Esto mismo cabe hacer con los ma-
Las mujeres, en su desvarío, no ridos; si te resultare tal como lo
consideran que, puesto caso que su querías, sobrado motivo de gozo tie-
honra es un reflejo de la honra de nes: has de honrarle, amarle, se-
sus maridos, se quedan ellas deshon- guirle; si te saliere tal como no lo
radas si tienen maridos tales que deseabas, a fuerza de habilidad, si
ellas los puedan gobernar; así que puedes, has de enmendarle o vol-
cuando corren en pos del honor, el verle menos incómodo. Tu marido
honor se les escapa, pues piérdenlo será o afortunado o infortunado.
instantáneamente. El máximo honor Llamo ahora afortunados a aquellos
de las mujeres es estar unidas a a quienes aconteció tener algunos
maridos honorables. De ningún pro- bienes de fortuna, del alma o del
vecho le serán el linaje, las rique- cuerpo; e infortunados, a los que
zas, la fortuna. Carecerás de honra carecen de alguna de estas tres co-
si de ella careciese tu marido. Ni sas. Los primeros, fácilmente satis-
¿qué honra puede tener el marido facen a sus mujeres. De los segun-
que se vea mandado por la mujer? dos tenemos que hablar un rato lar-
Y, por el contrario, en nada te da- go. Aunque a los comienzos hase de
ñará tu humilde cuna, en nada tu advertir a las mujeres todas que si-
pobreza, en nada la gracia nula de túen su amor más que en la fortu-
tu rostro. Serás honrada si fuere na del marido en la misma persona
honorable tu marido. En nada impi- del marido. Si así no lo hicieren,
dieron que Orestila, mujer del mal- amarán marido con poca firmeza
al
vado Catilina, fuese objeto de me- y con escaso brío, y si la fortuna,
nosprecio y odio general, ni su her- floja como es y tornadiza, se apar-
mosura, ni su alcurnia, ni sus ri- tare de él, consigo se llevaría tam-
quezas. Y, al revés, en nada perjudi- bién amor. No amen a los hermo-
el
có la pobreza de Salonia, esposa de sos por la belleza, ni a los ricos por
Catón, el censor, para que la estima- el dinero, ni a los personajes encum-
se y la venerase el pueblo romano. brados por la dignidad, pues no
Pero porque mejor puedas obedecer siendo así, si enfermaren, o se em-
1088 JUAN LUIS VIVES.-.
OBRAS COMPLETAS.
.
TOMO I

pobrecieren, o cayeren de la pri- cimiento como fundamento de tu


vanza, les odiarían. Si hubieres al-fama y ejercicio de tu virtud, por-
canzado un marido sabio, tienes que que si tú, siendo yo vivo, me lloras
sacar de él buenos consejos; si un y me añoras, muy claramente das
marido bueno, tienes que proponér- a entender que lo que te fué caro
telo como dechado a quien imites. Y fué mi fortuna derrumbada, no mi
sifuere infortunado, lo primero que persona sobreviviente.» Estas y se-
se te debe ocurrir es aquel parla- mejantes palabras y razones usaba
mento de Cneo Pompeyo, varón aquel varón egregio, levantando a
grande y prudente si los hay, a su la esposa de su moral abatimiento;
mujer, Cornelia, que el poeta Lu- palabras y razones como de oráculo,
cano puso en versos elocuentes: que la buena casada meditará muy
«Vencido Pompeyo por Cayo Cé- a menudo por no afligirse en dema-
sar, como se encaminase a Lesbos sía por los infortunios de su marido,
por recobrar a su mujer y llevársela por no tenerle en aborrecimiento
consigo en la huida, ella, en viendo por esta causa, por no mostrarle
de lejos a su marido derrotado, de desdén. Muy al contrario, si fuere
alterada se amorteció, doliéndose pobre, le consolará con decirle que
más de no ser ella la caída y no su sola la virtud es la riqueza auténti-
esposo. Pompeyo la levantó del sue- le ayudará en lo que pudiere
ca ;

lo, y. devuelta a los sentidos, la con- honestamente, y por los medios que
soló con estas palabras : « Oh ¡mi ella sabe ser de su agrado, y de la
esposa, Cornelia, más amada por mí aprobación de sus conocidos y sus
que cualquiera otra cosa de este deudos, y que parecen bien en la
mundo, maravíllame harto de verte ejemplaridad de la matrona hones-
a ti, de tal linaje nacida, derrocada ta. Guárdate de no precipitarte en
al^primer golpe de la Fortuna. Aho- tal desatino y pérdida de juicio,
ra tienes abierto el camino de la que quieras hacer que tu marido,
gloria imperecedera, pues sujeto de por amor del dinero, ejercite profe-
alabanza en la mujer no es la elo- siones indecorosas o que cometa al-
cuencia, ni el responder a consultas guna mala acción por vivir tú con
jurídicas, ni el conducir guerras, sino mayor delicadeza y regalo, y adere-
uno solo, a saber: la piedad en la zarte con mayor vanidad y pompa,
desgracia del marido, a quien si le y habitar en mansión de mayor dis-
amares, si le venerares, si no ofen- pendio y lujo. En resumen, porque
dida por su desventura le tratares tu convivencia con él sea la más
como es bien que lo sea el marido, apacible y sabrosa, comparte con
todos los venideros siglos te celebra- él, por muy grandes que sean, traba-
rán con loores soberanos. Mayor glo- jos, sudores y peligros; mejor y más
ria te será haber amado a Pompeyo deseable te será comer pan de cen-
vencido que no a Pompeyo vence- teno y beber agua barrosa y turbia
dor, príncipe del pueblo romano, que forzar a tu marido a que tome
presidente del Senado, emperador oficio, no digo ya ilícito o torpe y
de reyes. Amar estas prosperidades que le reporte trabajo inmoderado,
y grandezas fácil cosa es a toda mu- sino cualquier otro ejercicio por
jer, aun la más necia y la más ma- bueno y lícito que sea si él no lo
la; pero abrazar con amor al míse- tiene a gana, pero se allana a él no
ro y caído sólo lo hace la mujer per más que por complacerte a ti y por
fecta. Así que debes amar mi ven- evitar las pelamesas domésticas, y
i ;

OBRAS MORALES. DE LA MUJER CRISTIANA. —LIBRO — CAP.


II. IV 1089

porque reine en tu casa una preca- dejada sola su mujer para ensom-
ria paz. brecer más y más la tristeza de su
El marido es dueño de sí y señor marido y para mayor prueba de su
de la mujer, no la mujer del mari- paciencia con el maligno azote de
do, y no debe pretender conseguir su lengua rabiosa. ¡Oh mujer la
de su marido sino aquello que ella más impía, acreedora a la mayor
vea que le otorgará buenamente y execración! ¿A tu marido echas en
con agrado. En este punto son mu- rostro, cual si fuera un crimen, la
chas las que pecan, rogando, tun- santidad de su vida? Eso ni aun
diendo a sus maridos con toda suer- los diablos lo osaran hacer. Aventó
te de importunidades y empujándo- el diablo toda la prosperidad de Job,
los con su aversión a la práctica de matóle toda la familia, le consumió
artes ilícitas o a la comisión de mal- su hacienda y sus hijos, le cubrió de
dades y delitos por acarrear ganan- úlceras y de podre; pero jamás le
cias puestas al servicio de su gula, denostó por perseverar en su primi-
de su vanidad, de su soberbia y no tiva pureza de vida; pero su mujer
de sus maridos. ¿Y qué diré de al- sí que le denostó por demostrar al
gunas otras mujeres que llevan con diablo que ella era más confianzuda.
molestia y desazón las virtudes de Insúltele hasta que quiera la mujer
sus cónyuges, si ven que éstas re- de ello el esposo no ha de holgarse
sultan dañosas a la economía fa- menos que lós apóstoles se alegra-
miliar? Y ello es tanto más feo ron de haber merecido padecer ul-
cuanto que, siendo en el sexo feme- traje por el nombre del Señor. Mas
nino preferente virtud la de la pie- tú, hija mía, no solamente andarás
dad, y por su propia naturaleza más muy lejos de apartar a tu marido de
inclinado a la devoción que el sexo su probidad, sino que aun a trueque
masculino, olvídase de sí y pospone de la pérdida más cierta de todo
la piedad al dinero. Estas tales mu- vuestro patrimonio familiar, a imi-
jeres son reprendidas por las Sagra- tación de tantas mujeres santas, has
das Letras en las esposas de Job y de exhortarle a la inocencia, a la
de Tobías, las cuales, en su desvarío, piedad, al recuerdo de la bondad y
reprochaban las virtudes recias en del poder de Dios, porque te acon-
sus maridos, sumidos en la desgra- tezca lo que dice San Pablo: Santi-
cia. Esta conducta para con ellos no fíquese el marido infiel por la esposa
era impía solamente y cosa de locu- fiel. Por este camino se allegan am-
ra por no considerar, o que son har- plias posibilidades y se acarrean ri-
to mayores las riquezas que con las quezas cuantiosas. Acuérdate de la
virtudes se granjean, o que en la palabra del Señor: Nadie por amor
mano del Señor está hacer, en un de El despreciará cosa en este siglo
punto, muy rico y muy feliz a quien que no alcance mucho más en el
quisiere. ¿Qué necesidad hay de otro y aun muchas veces en éste.
f

otros tiranos para el martirio? Esas En primer lugar, son ciertas y se-
mujeres sin religión persiguen a sus guras aquellas riquezas que se guar-
maridos por motivo de religión con dan sin estar expuestas a ningún
la misma saña con que Nerón per- azar, ni interno como el de la he-
siguió a los apóstoles o a los cristia- rrumbre en los metales, ni -externo
nos restantes: Domiciano, o Maxi- como el de los ladrones, o los pira-
mino, o Decio, o Diocleciano. Y aún tas, o de algún príncipe inicuo o
yo me persuado que a Job le fué violento, o de algún juez rapaz. En
LUIS VIVES. — 35
1090 JUAN LUIS VIVES. OBR..AS COMPLETAS. TOMO I

segundo lugar, declara el Salmista sus maridos viven "tan tranquilas


que la experiencia de una vida lar- con la asistencia que les prestan
ga le enseñó jamás haber visto sin las criadas, sin interés personal su-
amparo al justo ni a sus hijos men- yo? Cuanto a lo que veo que algu-
digando el pan. Y a mayor abunda- nas ni dejan misa, ni convites, ni
miento, en el tenemos
Evangelio visitas y tratos con iguales ni de-
mandamiento auténtico de Nuestro más pensamientos que acostumbran,
Señor Jesucristo, que justifica nues- mientras que a sus maridos la en-
tras mejores esperanzas en su larga fermedad tiene recluidos en su
los
bondad. Sabe el Padre celestial qué casa, estoy por decir que ésta no
cosas necesitamos para vivir; que es profesión de casadas, sino de con-
El nos las proporcionará luego que cubinas o, por hablar más desgarra-
hubiéramos buscado el reino de Dios damente, de rameras, que venden la
y su justicia. mitad de su lecho a sus hombres.
Si tu marido fuere feo, ama su ¿Ni por qué me ha de causar empa-
ánimo, pues con él estás casada; si cho con toda razón infligirles aquel
tu marido estuviere enfermo, enton- nombre, puesto que elias no se co-
ces has de portarte con él como ver- rren de merecerlo? ¿Y qué más, si
dadera y abnegada esposa: debes tú piensas que no hay otra diferen-
consolarle, regalarle, cuidarle, pro- cia en que enferme tu marido o tu
digarle caricias y cariño como si es- vecino, sino porque el uno está en
tuviere sano y robusto, y atraer ha- casa y el otro fuera? Has perdido
cia una gran parte de su enferme-
ti del todo la vergüenza si me pides
.

dad.De esta manera él se dolerá que te dé el nombre de esposa, no


menos viendo que tomas tu parte cumpliendo tú los deberes de espo-
en su dolor. No es esposa buena la sa. ¿Quisieras acaso que se te tuvie-
que, teniendo a su marido acongoja- se por tejedora si jamás aprendiste
do, está ella regocijada, y teniéndole a urdir, ni tramar, ni echar lanza-
enfermo está buena. Debemos
ella dera, ni batir con el peine? Y aun
estar de continuo a su cabecera, y cuando la virtud no ilustrada por
ora con palabras dulces has de con- manifestación alguna exterior con-
solarle el dolor, ora se lo has de ali- sigue todo su esplendor en las mis-
viar con apositos. Tú misma, tú, con mas tinieblas y es ilustre y celebra-
tus propias manos, toca sus heridas da, no obstante yo, en cuanto en mí
y sus llagas; tú arrópale, tú destá- estuviere, no consentiré que ni ios
pale, tú límpiale, tú dale la medici- presentes ni los que están por venir
na, tú ofrécele el bacín, si menester ignoren lo que yo mismo vi y lo
fuere no huyas con horror este ser-
; que muchísimos otros saben con-
vicio ni cosa alguna te asquee más migo.
en él que en ti; no eches este cui- Clara Cervent, mujer de Bernardo
dado en las sirvientas, que lo des- Valldaura, siendo doncella muy de-
empeñarán con descuido y mala ga- licada y muy hermosa, traída a Bru-
na, puesto que no le aman, y cuan- jas a reunirse con su esposo, de más
do el enfermo no se siente amado, de cuarenta años de edad, la prime-
con la pesadumbre moral agrávase ra noche de bodas vio vendadas sus
la dolencia física. ¿Cómo voy yo a piernas y conoció haberle tocado
llamar esposas, matronas, y santas, marido enfermo y pepitoso. Pero no
si a los dioses place, a aquellas mu- por ello le volvió el rostro ni mos-
jeres que en las enfermedades de tró señal alguna de alteración o de
OBRAS MORALES. DE LA MUJER CRISTIANA. LIBRO II. CAP. IV 1091

desamor, cuando todavía no podía su mujer. Y no faltó quien dijese,


sentirse amada. No mucho después con más donaire que cristiandad,
cayó Valldaura en una dolencia gra- que Dios tenía decretada la muerte
vísima, tal que ya para todos los de Valldaura, pero que su mujer se
médicos era un caso desesperado. Y empeñó en no soltarle de sus ma-
ella, con su madre, asistieron al le- nos. Comenzó de allí a poco, a cau-
cho del paciente con tanto cariño y sa de un muy ardiente humor que
asiduidad, que por espacio de seis le manaba de la cabeza, a roérsele
semanas ninguna de ellas se desnu- aquella carnecilla que está dentro
dó, sino por mudarse la camisa, y no de las narices; los médicos le dieron
hubo noche en que descansasen más unos polvos soplándolos con un ca-
de una hora, o a lo más dos, y esto nutito, y como no se hallase perso-
vestidas, y muchas noches hubo que na que no rehusase aquel trabajo
las pasaron de claro en claro. Era tan hediondo, sólo su mujer se lo
la raíz de la dolencia el mal índico, prestó. Habiéndosele después hin-
que aquí llaman mal francés, cruel chado de bulbas el asiento de la bar-
y pegadizo. Aconsejábanle los mé- ba, y como barbero ninguno pudie-
dicos que no le tocase ni se le apro- ra ni quisiera rasurarle, su mujer,
ximase tanto; lo mismo le decían con unas tijeritas, se la cortaba ca-
sus deudos; a esto se alegaba el que da ocho días con suma destreza.
las mujeres de su condición le po- Caído después en una enfermedad
nían en conciencia y escrúpulo aque- muy que le duró casi siete
larga,
lla tan grande abnegación consagra- años, con infatigable diligencia,
ella,
da a un hombre (así decían ellas) le guisó la comida, y eso que él te-
fatalmente condenado a morir, y nía dos criadas y una hija ya gran-
ya muerto más que a medias, que decilla; ella misma, de su propia
había de mirar por su alma, que no mano, le untaba las llagas, le ven-
había de pensarse en el cuerpo más daba las piernas, que manaban de
que para darle tierra sagrada. Éstas materia muy asquerosa y hedionda;
palabras y consejos no sólo no la ella las tocaba, las ataba y desataba
apartaron del cuidado dél .cuerpo con tal afición, que hubieras dicho
por atender exclusivamente al de su que manipulaba ámbar o almizcle y
alma, sino que ella, en persona, in- no cosa de intolerable olor, y aun
tensificó sus servicios, entrando en de su mismo aliento, que no había
la cocina por preparar las presas de persona que pudiera resistirle a diez
sustancia que le remediasen; ella, pasos; juraba ella que era muy sua-
en persona, le mudaba los paños de ve, y una vez me reprendió muy re-
rato en rato (pues sufría intensísi- ciamente porque le dije que hedía.
ma diarrea y el pus corría de otras Decía ella que aquella hedentina era
partes de su cuerpo) ; correteaba para ella fragancia de camuesas en
todo el día de arriba abajo, soste- sazón.
niendo su endeble cuerpo con su al- Y en todo el tiempo que duró
ma recia, incapaz de soportar traba- aquella dolencia, como se debían ha-
jos tan grandes si la gran fuerza de cer grandes gastos para mantener
su amor no le pusiera corazón y y curar a un hombre deshecho por
tantos males, en una casa donde de
bríos. Gracias a estos cuidados, Vall-
daura superó la crisis. Juraban losmuchos años atrás no había entrado
médicos que le había arrebatado de ganancia alguna, y menos ninguna
las uñas del Orco la violencia de renta, ella se desprendió con sumo
I
1092 JUAN LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. TOMO I

gusto de sus sortijas, collares de oro, santidad de sus costumbres. De la


de sus joyas y de sus ropas; ella piedad conyugal hablamos aquí, que
despojó su aparador de la vajilla de jamás viene sola, sino con el honra-
plata porque nada faltase a su mari- do cortejo de las demás virtudes.
do, contentándose con cualquiera me- ¿Quién no ve que Clara Cervent no
sa, sólo porque a su marido nada le estuvo casada con el cuerpo de Ber-
faltase en sus necesidades ni males. nardo Valldaura, sino con su alma?
De esta manera fué Valldaura alar- ¿Y quién no tendrá por cierto que
gando su vida por la abnegación el cuerpo de él fué su propio cuer-
de su mujer en un cuerpo cadavéri- po? ¿Y qué diré más, sino que aun
co, o, por mejor decir, en un sepul- en el día de hoy guarda las órdenes
cro, por espacio de diez años, desde y mandamientos de su marido con
su enfermedad primera. Durante es- tanta reverencia como si viviese to-
te tiempo Clara tuvo dos hijas en davía y muchas cosas hace al tenor
él, habiendo antes tenido seis, casa- de sus indicaciones, diciendo que así
da a los veinte años, y nunca jamás él lo ordenó y mandó? ¡Si tal mujer
se le pegó ni a ella ni a sus hijos tuvieras tú, oh Eurípides, cómo ala-
el mal contagioso de su marido ni baras las mujeres, tanto como las
ninguna otra suerte de infección, vituperaste! ¡Si tal mujer tuvieras
quedando todos ellos muy limpios y tú, oh Agamenón, cómo tu patria te
muy sanos. En esto se ve claro cuán- contemplara triunfador y alegre del
ta sea la virtud, cuánta la santidad vencimiento de Troya!
de aquellas mujeres que aman sin- Estas cosas no eran de callar
ceramente y con todo corazón a sus cuando tan frecuentemente se enco-
maridos, como es su deber, y hasta miendan a la memoria de la posteri-
qué j)unto Dios, aun en este mundo, dad otras mucho menores, para re-
se lo agradece y premia. Murió, por novar y avivar en las casadas el re-
fin, anciano y enfermo, o, mejor, no cuerdo de sus deberes. Pero eso es
murió, sino que se liberó del tor- de mujeres plebeyas, dirá la dama
mento continuo, con tan amargo linajuda. Primeramente, Clara Vall-
duelo de Clara, que los que la cono- daura no' era del todo de la hez de
cen confiesan no haber visto en su la plebe; era joven, de hermosura
vida marido joven, con integridad extremada, de delicadeza suma, y
física, hermoso, rico, haber dejado acompañada de criadas, en quienes
tanta soledad, tanta pesadumbre y podía descargar gran parte de su
tanto luto. Muchos pensaban que cuidado si su responsabilidad se lo
más bien se la había de felicitar que consintiera. Pero también las hay
consolar; abominaba de ellos la viu- de la más empinada alcurnia que ha-
da ejemplar, diciendo que tal cual cen esto mismo, y de todas las cua-
era, quisiera ella que le fuese de- les no puedo hacer mención indivi-
vuelto su marido, aun a trueque de dual, no contemporáneas solamente,
la pérdida de sus hijos, de los cuales sino que vivieron en los pasados
tiene cinco. Y siendo aún hermosa tiempos, pues, en gran parte, los
y fresca y de edad conveniente, no tiempos subsiguientes sólo acostum-
quiere tornarse a casar, porque dice bran guardar el recuerdo de los vi-
que no va a encontrar a otro Ber- cios de las edades anteriores. ¿Eres
nardo Valldaura. Dejo de hablar tú, por ventura, más noble que la
aquí de su honestidad, de la cual es esposa de Temístocles, príncipe de
vivo dechado; dejo de hablar de la [
Atenas, o, mejor, de toda la Grecia,
OBRAS MORALES. DE LA MUJER CRISTIANA. LIBRO II. — CAP. IV 1093

la cual casi sola asistió a su marido pañera de su consorte, si en los mo-


en sús enfermedades? ¿Eres quizá mentos en que era preciso estar con
más ilustre que Estratónica, esposa él más unida que nunca te apartas
del rey Deyótaro, que para su mari- de su lado? ¿No prestarías, pues,
do, viejo, enfermo y descontentadi- tampoco estos servicios a un herma-
zo, fué cocinera, médica y cirujana, no carnal, ni a tu padre, ni a tu ma-
y tal que ninguna cosa la fatigaba dre, que te engendraron? Y si tie-
tanto como su genio agrio y difícil, nes vergüenza de otorgar que esto
que nunca se acababa de contentar es así, ¿por qué no la tienes de ti
con lo que ella le hacía? ¿Eres tú al no pensarlo de tu marido, el cual
más gran señora que aquella reina de en tu estima debe ser antepuésto a
Inglaterra que chupó la llaga de su todos los otros, aun cuando hay al-
marido? Las principales de las ma- gunas de éstas que desamparan a
tronas romanas no dejaban que sus madres enfermas y a nadie
otras manos tratasen a sus maridos aman más que a sí mismas, dignas,
enfermos que las suyas propias. ¿Es a su vez, de que nadie las ame, co-
que tú crees, por ventura, aventajar mo nadie las ama en realidad?
en nobleza a aquellos romanos, a los ¡Cuántas veces hemos visto entre
cuales si alguno puede referir su li- los animales brutos, que no tienen
naje tiénese por el más noble de razón alguna, lamer la hembra la
todos? ¿Pero qué necesidad hay de sanie y las úlceras de su compañero
circunscribir la nobleza a la sangre macho! Esto hacen los toros; esto,
y a la opulencia? Nobles son todos los perros, los leones, los osos y, en
aquellos que se ilustran con obras fin, todas las bestias, así domestica-
de virtud y con claros hechos. Tú, das como fieras. ¡Y la mujer no
con toda tu nobleza, quedarás sumi- quiere tocar ni aun mirar las de su
da en la oscuridad y el olvido, y a marido! ¿Queréis que hable más a
estotras, en cambio, las conocerá y las claras? No pocas mujeres que no
las celebrará toda edad y todo sexo. tocan las de su marido, tocan las de
Anda, pues, y jáctate de tu nobleza, su amante, pues no faltan quienes
que nadie te conocerá ni viva ni en esta tarea fueron sorprendidas,
muerta. Aporté dinero dices— —
con porque sepáis que lo que las retrae
,

el cual alquilaré a quien esto haga. no es la naturaleza, sino la pura be-


¡Así, pues, tu marido se casó con tu llaquería, por manera que no inju-
dinero, no contigo, y piensas ser ca- riosamente dijo de ellas Juvenal:
sada no más que porque duerme a La que va en pos del adúltero, tiene
tu lado un hombre! ¿Piensas que buen estómago. Y ésta misma, para
sólo en esto consiste el matrimonio? ir en pos de su marido, es delicadu-
Quebrantas las leyes de Dios y de cha y no puede soportar las moles-
la Naturaleza, pues si enfermase tu tias más leves. Sigo en mi propósito
cuerpo, no tendrías asco de poner de señalar otro linaje de maridos in-
tus ojos y tus manos en tus pústu- fortunados, si bien todos ni puedo ni
las y en tus úlceras; ¿por qué tie- quiero. Si el marido fuere de costum-
nes hastío del marido afectado de bres incómodas, se le ha de sufrir y
estas dolencias, siendo así que sois no se ha de porfiar con él en desabri-
dos en una carne o, por hablar con miento porque nunca tengan fin los
mejor latinidad, sois una sola indi- males y las miserias. No quieras con
vidualidad humana? ¿En dónde es- tu maldad neutralizar su maldad,
tá aquella esposa, indisoluble com- con tu ira cohibir su ira, porque
1094 JUAN LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. TOMO I

esto sería hostigar e irritar su dolen- gan a la calle ni cundan por la villa.
cia, no sanarla. Ni esperes lavar el Así, con tu comedimiento, harás más
cieno con el cieno ni apagar la ho- comedido a tu esposo, a quien, por
guera con aceite. Pon tu atención otra parte, con tus quejas y futili-
en aquellas mujeres que tienen ma- dad ofensiva de tu lengua agravias
ridos ahitos de vicios de toda suerte más y más.
y más grandes, a buen seguro, áspe- Hay también algunos maridos fa-
ros e insoportables, y en su desgra- tuos y mentecatos; a éstos la mujer
cia toma tú consuelo. No puedes buena y discreta los tratará mañosa-
amar los vicios en él; pero ámale mente y no les exasperará ni qui-
y agradécele el que carezca de otros tará la honra de su marido, sino que
muchos y no menos difíciles, y no le dará a entender que lo hará todo
pares mientes en las que parecen según su conveniencia, y de este
unidas con suerte más feliz. Esta modo, fácilmente, con su discreción,
comparación amargaría toda tu vi- le gobernará como una fiera aman-
da, si bien tú ignoras lo que ocurre sada. Con tales maridos se habrá la
en la intimidad de su hogar. Com- mujer de conducir como se condu-
párate mejor con aquellas otras cu- cen para con los hijos de carácter
ya condición de vida es más dura parecido las madres, a quien la des-
aún que la tuya. Por lo demás, cuan- gracia de sus hijos inspira la mayor
do tu marido se mostrare más trata- y más vehemente conmiseración, y
ble, has de exhortarle con suma dul- de la conmiseración crece el amor,
zura, que se resuelva a vivir me- por manera que hartas veces aman
jor; si te escuchare, ello será del más a los débiles, lisiados, necios,
mayor provecho para ti y para él; deformes, enfermizos, que a los re-
pero si comenzare a desabrirse y cios, enterizos, cuerdos, hermosos y
enojarse, no insistas ni porfíes, de valientes. No quiero ahora recorrer
un loco haciendo dos: él y tú; tú una por una todas las categorías de
ya cumpliste con tu obligación; ca- infortunados, sino que de una vez
lla y sufre; ello te reportará gran se ha de hablar en general a todos:
gloria entre los hombres y mérito con ése, quienquiera que sea, te ca-
muy subido ante Dios. Y si, por vi- saste; a ése te lo dió Dios; a ése,
cio suyo o en un arrebato de locu- la Iglesia a ése, los padres te lo
;

ra, pusiere sus manos en ti, piensa han dado por compañero, por mari-
que es Dios quien te castiga, y que do, por señor. De tantos miles de
esto sucede por tus pecados, de los hombres como hay, ése es tu suerte
que por aquella vía haces peniten- y la parte que te correspondió; de-
cia. Dichosa eres si, por una poca bes sufrir, pues, lo que no puedes
pena en esta vida, redimes los gran- huir. Debes amarle, acatarle y esti-
des tormentos de la otra. Aunque mularle, si no por él mismo, al me-
son muy pocas las mujeres buenas nos, por aquellos que te lo señalaron
y prudentes que sean golpeadas por y encomendaron, y por la fe que
sus maridos, por malos y locos que diste de hacerlo así, como es corrien-
fueren. Devora tu dolor en tu casa te que muchos favorecen y benefi-
y no lo cacarees fuera ni con otras cian a quienes no se lo merecen por
te quejes de tu marido, que no pa- el solo motivo que personas muy
rezca que pones un juez entre él y queridas se los recomendaron. Mu-
tú: encierra los sinsabores domésti- chos hacen cosas solamente porque
cos en las paredes de tu casa ni sal- lo prometieron, que otramente no
;
OBRAS MORALES. DE LA MUJER CRISTIANA. LIBRO II. CAP. IV 1095

las harían. Y que poner mu- luntad de su marido, sino a espaldas


tienes
cho cuidado en que todo lo que de de él. Por tanto, si tu marido nece-
todas maneras tendrías que hacerlo sitare de tus servicios, tú le respon-
a la fuerza, parezca que lo haces, y des que quieres, ya no digo ir a un
en realidad lo haces, de muy buen baile, o a algún otro regocijo públi-
grado. Haciéndolo así, todo se te vol- co, o a un banquete, o a cualquier
verá ligero y agradable, lo cual, he- otro linaje de pasatiempo, pues esas
cho a desgana, te resulta desabrido diversiones son propias de damas
y molesto. La necesidad te enseñará cortesanas, sino a orar en la iglesia
a soportar con fortaleza y con facili- o a recorrer estaciones, sábete que
dad la costumbre, la cual, en las tus oraciones no serán aceptadas a
calamidades más duras halla su ali- Dios ni le hallarás en el templo si
vio, pues pronto familiariza con los allá fueres. Dios quiere que reces,
trances graves, como Séneca dice. mas cuando estuvieres libre y des-
Tú piensa que a tu marido le debes embargada de tus obligaciones con-
todo esto, y que de esta manera yugales. Dios quiere que visites sus
granjeas grandes merecimientos an- templos, pero siempre que tu mari-
te Dios y grande y muy hermosa fa- do no te haya menester en casa. Por-
ma entre los hombres. que éstos son los deberes conyuga-
Aquí veo que algunas pueden du- les que puso Dios en la condición de
dar hasta qué punto ha de obedecer- esposa. Dios manda que te acerques
se al marido. Puesto que a esa cues- a sus altares, pero luego de haber
tión la mala índole y la contumacia aplacado a tu amigo: ¿cuánto más
de algunas mujeres la ha vuelto di- luego de haber aplacado al más ami-
fícil, explicaré con alguna mayor ex- go de todos los mortales, que es tu
tensión cuál sea la autoridad y el marido? ¿Por qué andas de misa en
mando que sobre la mujer tiene el misa, por qué ruedas de templo en
marido. En las cosas honestas, evi- templo, cuando tu marido expresa-
dentemente, y en las que de suyo ni mente te manda otra cosa o tácita-
son buenas ni malas, no hay duda mente te la significa? ¿Tú buscas
que los mandatos del marido deben a Dios en la iglesia, mientras dejas
ser obedecidos como si lo fueran de a tu consorte, al que Dios te asoció,
Dios, pues el marido tiene el lugar enfermo o hambriento en tu casa?
de Dios en la Tierra, e inmediata- Muy cerca de su cama están todas
mente después de aquella su Divina las misas y todas las devociones:
Majestad, él solo es el único a quien allí están los altares, allí está Dios
la mujer debe todos sus amores, to- donde están la paz, la concordia y la
dos sus acatamientos, todas sus obe- caridad, principalmente entre aque-
diencias. llos que, enlazados con estos víncu-
Por esto, si la mujer quisiere dar los, deben permanecer inseparables.
algo a Dios, que no sea obligada de Con suma facilidad, de Dios te ha-
Dios a dárselo, ni debe ni puede dár- rás un amigo, si te hicieres un ami-
selo contra la permisión de su mari- go de tu esposo. No tiene Dios nece-
do. ¿Qué es más de la mujer que su sidad de nuestros servicios; reser-
cuerpo y que su alma? Pues sobre vóse para Sí la piedad y el supremo
su mismo cuerpo no tiene facultad acatamiento pide obediencia, no sa-
;

la mujer casada, como San Pablo crificio; casi todo lodemás mánda-
testifica, ni puede ofrecer a Dios su lo a los hombres por causa de los
continencia, ya no digo contra la vo- hombres, porque vivan entre sí en
1096 JUAN LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. TOMO I

amigable concordia. Esto nos ense- por mediación del marido, porque su
ña; por esto nos predica tantas ve- afán es complacer al marido que
ces la caridad mutua, por esto admi- Dios le dió por cabeza. Agradable
te a los hombres en su reino, por es- le es la virgen y la viuda sin marido
to promete dar su bienaventuranza y sin medianero. Diferentes son sus
a quienes tuvieran amor a su próji- pensamientos, como diferentes eran
mo. Y echa de sí y abomina de las obras de Marta y de María, no
quienes no fueron para con los hom- por oposición, sino por grado, como
bres benéficos ni benévolos. Poco más excelentes son las de la virgen
cuesta reconciliarte con Dios si an- que las de la casada. Por ende, la
tes te reconcilias con el hombre, y parte mayor de la piedad en la mu-
no hay camino más expedito y bre- jer casada es el cuidado y el servi-
ve para la gracia de Dios que la gra- cio del marido.
cia y el buen amor de los hombres. Y ninguno piense que el Apóstol,
Por esto, la mujer piense que asiste cuando dice: La mujer casada pien-
a los Divinos Oficios cuando asiste sa en lo que toca al marido, sugiere
a su marido, que recorre estaciones la idea de lo que suele hacer, sino
cuando anda alrededor de su lecho. de lo que debe hacer, pues San Pa-
Aunque hay algunas, las cuales, aun blo no autoriza ninguna costumbre
cuando sus maridos estuvieren ma- mala ni le abre ninguna puerta por
los, por nada del mundo dejarían de donde entre. ¿Y qué, si ni todas las
andar sus iglesias y sermones, y es- vírgenes piensan en lo que es del
• to no ya por devoción, sino, como Señor, ni todas las esposas en lo que
pienso, por rutina o por el gusto es de los maridos? Enséñanos, pues,
que toman en ello. ¿Qué necesidad lo que es menester y él quiere que
hay de hablar de ellas aquí? Mas a hagan unas y otras, por manera que,
aquellas otras a quienes guía la de- aquella que constituida en celibato,
voción, San Pablo las adoctrina -.le era razón que su pensamiento todo
esta manera: La doncella virgen estuviese en Dios, esa misma, ahora
piensa lo que es del Señor, có- que está casada, quite de aquella
mo agradará a Dios; la mujer casa- contemplación asidua una parte, la
da piensa lo que es del marido, có- que debe consagrar a sus obligacio-
mo agradará al marido. No quita nes conyugales, pues otramente ni
San Pablo el cuidado de la devoción complacerá a San Pablo, su Maestro,
en la mujer casada, sino que la en- ni a Cristo, su Señor, y perderá la
seña menos, porque la virgen es to- devoción buscada en la misma de-
da del Señor y para El solo tiene voción. El mismo Apóstol, escribien-
sus pensamientos; en cambio, la do a Timoteo sobre los deberes de
mujer casada, dividida entre Dios y la mujer, estatuyó: La mujer apren-
su marido, por manera que la que da en silencio con toda sujeción;
antes estuvo ocupada en la contem- yo no permito que la mujer enseñe
plación de la vida del Cielo, ésta ni que gobierne al varón, sino que
misma ha descendido a la Tierra y se esté callada. Y a los de Corinto:
a los cuidados de esta vida por cau- Vuestras mujeres no hablen en la
sa de su marido. No es ese estado iglesia; si alguna duda tuvieren, ca-
ajeno del Señor, puesto que fué El da una pregúntelo en su casa a su
quien lo instituyó; pero más alto marido. La cual ley del Apóstol me
era el otro y más convecino a El. parece que no mira a otra cosa sino
Agradable a Dios es la esposa, pero a que la mujer aprenda del marido,
OBRAS MORALES. DE LA MUJER CRISTIANA. LIBRO II. CAP. IV 1097

y en caso de incertidumbre, siga su suadida que las costumbres de su


parecer y crea lo qjue él creyere; si marido son la ley de su vida, im-
por azar errare, la culpa es exclusi- puesta a ella por Dios, por aquella
va del marido, y la mujer quedará unión del matrimonio y comunidad
inocente, si ya los errores no fue- de vida. Si las sufriere con buen
sen tan manifiestos que no pudieran ánimo, muy fácilmente gobernará la
dejar de ignorarse sin malicia o sean casa, y si hiciere lo contrario, con
otras las enseñanzas de aquellos a suma dificultad. Por lo cual convie-
quienes conviene que el marido dé ne que no solamente en la prosperi-
fe. Lo que va contra la ley de Dios dad y apacible fortuna, sino tam-
y sus mandamientos no se ha de ha- bién en la adversidad se muestre es-
cer, por más que el marido lo man- piritualmente identificada con el
de y. lo exija, si supieres que es tal, marido y dispuesta a su servicio. Si
pues sólo has de reconocer un supe- hubiere falta en su hacienda, o en-
rior al marido, más amado que el fermedad corporal, o enajenamiento
marido, que es Cristo Jesús. Cabeza mental, súfralo con igualdad de áni-
de la mujer es el varón; cabeza del mo y obedézcale, si ya no fuere en
varón es Cristo. Muchas mujeres cosa fea o mal hecha. Si en algo se
santas de nuestra religión sufrieron propasó su marido contra ella, lleva-
muerte de sus maridos porque, con- do de la pasión, bórrelo de su me-
tra su voluntad, seguían los manda- moria y atribúyalo a la alteración
mientos de Cristo. Con todo, debes o a la ignorancia, pues con cuanta
guardarte de juzgar temerariamen- mayor diligencia se le someterá, tan-
te y por el parecer de cualquiera to mayor será su agradecimiento
acerca de la piedad del marido. De- cuando su furor estuviese aplacado,
masiada trascendencia tiene este y si no obedeció a algún mandato
punto porque deba creerse al juicio suyo feo, mejor lo reconocerá, una
de cualquiera, pues ello constituiría vez devuelto a su cordura. Guárdese,
en todo el linaje humano muy co- por ende, en este punto la mujer;
pioso semillero de discordia. En la pero en todo lo otro debe obedecer
antigüedad cristiana prohibía el con más rendimiento, como si por
Apóstol a la mujer separarse del ma- compra hubiera entrado en la casa,
rido impío si él no la dejaba. Tan pues comprada fué, y por gran pre-
estrecho y sagrado es este vínculo, cio, a saber: la comunidad de vida
que, según San Pablo, la piedad no y la procreación de los hijos, que es
lo desata si la impiedad no se lo per- lo más grande y lo más santo que
mite. ¿Y qué diremos si entrambos hallarse puede. Además, si viviera
cónyuges son cristianos, entrambos con un marido prosperado, su vir-
piadosos? ¿Cuál debe ser el afecto tud no resplandeciera con tanto lus-
de la mujer para con el marido tre, pues poco cuesta vivir bien en
bueno? la prosperidad; pero sufrir con mo-
'

Yo, en este punto, ni quiero ni de- deración las adversidades es de mé-


bo pasar de largo aquellos gravísi- rito muy subido. No incurrir en ba-
mos amonestamientos acerca de los jeza alguna en medio de grandes
deberes de la mujer casada que se calamidades e injusticias es propio
leen en el último volumen de las de un espíritu elevado. Con todo,
Económicas, obra inscrita bajo el hay que pedir al Cielo que nada de
nombre de Aristóteles: «Parece bien ello acontezca al marido; mas, si le
— —
dice en la mujer buena estar per- cayere encima alguna adversidad,
1098 JUAN LUIS VIVES.
.

jBR..AS COMPLETAS. TOMO I

debe considerar que de ahí, si se das las cosas. Ulises, en Homero, de-
portare como debe, le sobrevendrá sea a Nausicaa, hija de Alcinoo,
la mejor de las alabanzas. Piense marido, casa y concordia, que es el
consigo misma que ni Alcestes hu- mayor bien de la vida y el más co-
biera granjeado tanta gloria, ni Pe- diciadero, pues cuando marido y
nélope merecido tan grandes loores, mujer viven en concordia son causa
si vivieran siempre con maridos de muchas envidias en sus enemi-
venturosos. Al contrario, los infor- gos y de muchos gozos en sus ami-
tunios de Admeto y de Ulises les gos y, antes que todo, en sí mismos.
proporcionaron renombre imperece- Esto dice Ulises. ¡Cuán venturoso
dero, guardando en las adversidades pensamos que fué el matrimonio de
de sus maridos fidelidad y justicia Albricio, que vivió veinticinco años
para con ellos, y no sin razón alcan- con su mujer, Terencia, sin la más
zaron gloria. Cosa fácil es hallar leve desazón! ¡Y cuánto más ven-
compañeros en la prosperidad, mas turoso el de Publio Rubrio Céler,
ser particioneras de la adversidad es que, sin querella alguna, vivió con
cosa que rehusan las mujeres que su Ennia cuarenta y cuatro años!
no son muy buenas. Por todos estos De la discordia nacen el desasosie-
respectos, está mucho mejor acatar go, la riña, la rencilla, la batalla.
a su marido que no menospreciar- La mayoría de las mujeres son gru-
le.» Hasta aquí son palabras de ñonas y difíciles, y por causas livia-
Aristóteles. nísimas reprenden a sus maridos,
y la cosa pasa a las ofensas mayo-
res. No hay cosa que más ajene al
CAPÍTULO V marido de la mujer que la riña con-
tinua y la lengua amarga de la mu-
DE LA CONCORDIA DE LOS CÓNYUGES jer, que Salomón compara a la casa
llovediza, porque a una, ambas a
Particularizar los bienes de la dos, expulsan al hombre de ella. Y
concordia y decir cómo todas las co- dice el mismo es muy mejor habi-
sas que en el universo son, y aun el tar un yermo que con una mujer
mismo mundo, se rigen y concier- querellosa e irascible. Esta buen¿
tan con la concordia y con la paz, fama extienden a todas algunas mu-
fuera cosa de no tener fin y no pro- jeres intolerables, por manera que
pia de este lugar. Nos propusimos parece que todas lo han de ser por
tratar del matrimonio. Y digo que un igual. De ahí la donosa interpre-
su mayor tranquilidad y, por ende, tación y equivalencia de Cayo: Cé-
parte de su felicidad es la concor- libes, es decir, celites (celestiales).
dia, y que la discordia es su más Y de ahí el refrán: Quien no riñe
recia tempestad y parte de su mise- no es casado. Como si se peleasen
ria. Los discípulos de Pitágoras, en- todos los casados.
tre los preceptos y doctrina de su Este recelo apartó del matrimo-
maestro, tenían éstos y hacían de nio a la mayor parte de los ca-
ellos largo uso: Débese huir y to- racteres apacibles, enemigos de que-
-

talmente sacudir del cuerpo la pe- rellas, y dió ocasión a copiosas y


reza; del alma, la ignoranc'a; del mordaces invectivas contra el sexo
vientre, la lujuria; de la ciudad, la femenino, sin demasiada razón, a fe
sedición; de la casa, la discordia, y, mía, y dió pie para que en pasados
en general, la destemplanza de to- tiempos afanosamente se buscasen
OBRAS MORALES. DE LA MUJER CRISTIANA. LIBRO II. — CAP, V 1099

divorcios y se ejecutasen. Aún hoy ban. Llamábase esta diosa Viriplaca


son muchos los que en el pueblo (aplacadora de maridos), y con este
cristiano los desean, pues dicen que nombre suyo advertía que no debía
tendrían a las mujeres más domes- la mujer ser aplacada por el mari-
ticadas si ellas supiesen que no sien- do, sino el marido por la mujer.
do dóciles y tratables se las podía Aun cuando tu marido estuviere en
desechar. En lo cual, á mi ver, o se culpa y tú no tuvieras ninguna,
engañan losmaridos o las mujeres eres tú, que estás bajo su mano y
pecan de muy gran simpleza, no potestad, quien debe tomar la ini-
considerando cuánto más obedientes ciativa de la reconciliación. ¡Cuán-
deberían ser a sus maridos para vi- to más, si en ti hubiera algún aso-
vir en más sabrosa paz con aque- mo de ella, tienes que amansar al
llos de los cuales no pueden sepa- marido con sumisión, con halagos,
rarse por ningún medio, y no con- con arrepentimiento! Aun cuando
vertir en miseria inacabable la ne- las más de las cosas que dijimos se
cesidad ineluctable de que jamás se refieran a la concordia, aduciremos
pueden despojar. Mucho está en ma- algunas más de propósito.
no de la mujer el que en la casa El principal y más eficaz elemen-
exista concordia, porque el genio del to para la concordia es que la es-
varón es menos irritable y no ya posa ame a su marido, pues tal es
sólo en el linaje humano, sino en to- la naturaleza del amor, que provoca
dos los animales, como dice Aristó- el amor. Y no se maravillen algunas
teles. Los machos, así como son más si sus maridos no las aman, aun
corajudos y más fieros, así también cuando ellas afirmen amarlos; vean
son más simples y menos engaño- si los aman en realidad tanto como
sos, a fuer de dotados, de ánimo ellas manifiestan ámenlos de ver-
;

más generoso. Y las hembras, al dad y serán amadas, pues todo lo


contrario, son más maliciosas y más ficticio, todo lo simulado, todo lo
propensas a sospechas e insidias, lo forrado y enmascarado, o bien aca-
cual hace que se dejen arrebatar ba por manifestarse o no toma aque-
por conjeturas baladíes y piensen lla consistencia que tiene lo since-
que la más leve fricción lastima la ro y expresivo. Si marido y mujer
terneza de su piel, y por eso se que- se aman mutuamente, querrán lo
jan a menudo y encienden el coraje mismo, no querrán lo mismo, que, a
de sus maridos con sus querellas fin de cuentas, es, como dijo aquél,
insufribles. Más fácil es a la recon- la amistad entera y firme. No po-
ciliación el marido que la mujer, drá haber discordia ni disentimien-
cosa que sucede también entre va- to entre aquellos que tienen un
rones, entre los cuales cuanto más mismo corazón, no deseoso de diver-
uno es de pecho mujeril y menos sidades, y un mismo parecer, que no
generoso, es tanto más memorioso piensa diferencias.
de la injuria y desea la venganza a Blanca, mi madre, a los quince
toda costa, y no se contenta con años de matrimonio, nunca la vi que
una mediana satisfacción. Había en riñese con mi padre o que contra-
Roma un santuario de una cierta riase en un punto su querer: una
diosa, en el cual si entre marido y era su mente e idénticas sus aficio-
mujer había habido alguna penden- nes. Tenía dos a manera de refra-
cia, hablándose lo que querían los nes, que con ñecuencia se ¿e caían
esposos desavenidos, se reconcilia- de la boca. Cuando quería dar a en-
1100 JUAN LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. TOMO I

tender que daba mucho crédito a y falso de lo verdadero y genuino.


alguna cosa, decía: ¡Vaya si lo Añade a esto que, aun cuando enga-
creo! ¡Como si Luis Vives me lo ñaran a los espectadores, no enga-
afirmase! Y cuando pretendía dar a ñarán a la Xaturaleza, que no puso
entender que quería una cosa, solía la misma energía y eficacia en las
añadir: Como $[ la quisiera Luis cosas falsas y enmascaradas que en
Vives. Y yo mismo, a Luis Vives, las nativas y sólidas. Experimenten
mi padre, le oí decir en muchas esto en sí mismas y piensen en sus
ocasiones, y señaladamente al refe- adentros si tienen por modestas a
rir aquella anécdota de Escipión las que remedan la modestia, no te-
Africano, el menor, o de Pomponio niéndola, y si corresponden con su
Atico, yo creo que de entrambos, amor a aquellas que falsamente ase-
que nunca tuvo que reconciliarse guran amarlas.
con su madre; que tampoco él, cosa Aprovechará también aquí dar a
harto más difícil, con su esposa. la mujer casada aquel consejo que
Admirándose todos de estas pala- Horacio, el poeta de la cordura, dio
bras suyas, siendo así que era pro- a Lolio acerca del amigo, por aco-
verbial la concordia de Vives y modarse en todo a las costumbres y
Blanca, respondió: Como Escipión a las aficiones del amigo: Si tu
con su madre no se disgustó nunca, amigo quisiere ir a caza, no vayas
no tuvo que reconciliarse con ella. tú a componer poemas, sino que.
De mi madre será otro lugar más
el despachando las musas, vayas en
oportuno para hablar más extensa- pos Ce los- jumentos cargados de re-
mente. Pero como quiera que algu- des, y sigas a los perros. Hermanos
nas mujeres aman indiscretamente eran Anfión y Zeto, hijos de Antío-
y su impulso les lleva a quebrantar pe, y aun mellizos. El primero era
la concordia conyugal, con algunos muy gentil tañedor de la vihuela, y
pequeños avisos habrá que reavivar el otro era en ella rudo completa-
su cordura y moderar su vehemen- mente. Como este son no agradase
cia. El principal de todos consiste a Zeto y le pareciese que por este
en contener su natural, quiero de- motivo quedaba rota la fraternal
cir, la pasión y la alteración, que se unanimidad, Anfión dejó de tañer.
lleva envueltos en torbellino mayor De la misma manera la mujer debe
los ánimos flacos de las mujeres, atemperarse a las costumbres y afi-
puesto que menor es su robustez pa- ciones del marido, y ni las aborrez-
ra resistirlos. Habrá, p\ies, en el áni- ca ni las desdeñe. Se ha escrito oí -

mo mujeril una gran humildad, que ra recordación que Andrómaca, es-


se demostrará y patentizará con las posa dé Héctor, ella misma, por sus
obras. Además, se le ha de advertir, manos, daba el heno y la cebada a
y no una sola vez, que no haga co- los caballos de su marido, porque
sa por parecer que hace, porque el marido se complacía en ellos, y
éste es un recurso ineficaz y flaco; con suma diligencia los alimentaba
sea ella cual quiere parecer y así y los curaba para la guerra. Cecilio
parecerá más fácilmente, más cier- Plinio declara que amó con un amor
tamente, más verdaderamente. Xi único a su esposa, en muchas de
piense que con la simulación pueda sus cartas. Entre ellas hay una a
imponerse a los ojos de todos. Xo Hípsula, tía de su mujer, que la ha-
son los hombres troncos ni piedras bía educado. En esta carta le da las
que no sepan diferenciar lo afeitado gracias de haber formado a tal don-
OBRAS MORALES. —DE LA MUJER CRISTIANA. — LIBRO — CAP.
II. V 1101

celia, y luego expresa el motivo por ra para sí y para sus maridos se


que ama tanto a su mujer, y escribe comportan estas mujeres que no
ella: Tiéneme entrañable amor, que aquellas otras que los apartan del
es indicio de fidelidad; allégase a estudio de las buenas letras y los
esto la afición al estudio de las le- encaminan y los empujan a la torpe
tras que su afecto por mí le inspiró. ganancia, al juego, a los placeres,
Tiene en sus manos mis obrecillas y para que ellas puedan también par-
las lee a menudo, y aun se las apren- ticipar del lucro, de los pasatiempos,
de de coro. ¡Cuánta no es su ansie- de los deleites, puesto que desespe-
dad cuando tengo que hablar en el ran de comulgar con ellos en el es-
Senado; cuánta no es su satisfac- tudio! Necias que ignoran cuánto
ción cuando ya hablé! Tiene colo- más sólido y auténtico es el placer
cados de trecho en trecho correos y que les viene de la gloria de gozar
noticieros que le digan qué asenti- de maridos sabios, que no de mari-
miento, qué ovaciones ha levantado dos ricos y viciosos, y cuánto más
mi discurso, cuál fué el resultado sabrosa y apacible es la conviven-
de la sesión. Ella misma, cuando de- cia con maridos cuerdos que con
clamo mis versos en un sitio cerca- maridos necios o con maridos que
no, cubierta discretamente con un con la sabiduría no supieron poner
velo, está sentada y recoge mis loo- freno a sus pasiones, siendo verdad
res con sus oídos avidísimos. Y aún que a estos tales a cada paso las al-
he de decir que canta mis versos teraciones y mudanzas les turban
y pénelos en la vihuela, no porque el entendimiento y les llevan a mal
se los enseñe un afamado músico, traer y muy lejos de la justicia y
sino el amor, que es el mejor maes- de la rectitud. No solamente la mu-
tro. Yo mismo, ha poco tiempo, ha- jer no he de inquietar los estudios
llándome en París en compañía de de su marido, pero ni asquearlos un
Guillermo Budeo, y en su casa, y punto, ni con motes, ni con guiños,
pasando por el impluvio, por donde ni con gestos, ni con demostración
paseábamos, su mujer, hermosísima alguna de ceño o desabrimiento.
y, cuanto por las señas de su cara Amará todos los estudios que cul-
y de todo su cuerpo y de su genti- tive su marido, los admirará; para
leza, verdaderamente como de heroí- todos tendrá respetos y asentimien-
na antigua, podía yo conjeturar ho- tos; dará fe a todo lo que él dije-
nesta como la que más y muy pru- re, aun cuando contare cosas inve-
dente madre de familia; luego de rosímiles e increíbles; reflejará to-
haber saludado con aquella reveren- das las expresiones de su rostro; si
cia debida a su marido, y aun a mí se riere, ella reirá; si se entriste-
con toda honra y cortesía, pedíle si ciere, se le manifestará triste, con-

era aquélla su mujer: Esta dijo servando siempre la autoridad de
es mi mujer, que hace hasta tal su virtud y gravedad de matrona
punto mi voluntad, que no trata con cristiana, porque el marido entienda
mayor mimo a mis hijos que a mis que ello proviene más de ánimo ami-
libros, pues me ve estudiando siem- gable que de rastrera adulación. En
pre. Por lo cual, a mí ver, merece ninguna cosa se prefiera a su mari-
más grande alabanza que la mujer do; téngale por padre, por dueño,
de Plinio, porque no sabe letras, por mayor y mejor que no ella, y
que aquélla conocía. así lo crea y así lo diga. ¿Cómo po-
¡Con cuánto mayor acierto y hon- drá quedar en pie la amistad y el
1102 JUAN LUIS VIVES, .
OBR..AS COMPLETAS. TOMO I

amor, si porque tú eres rica menos- ¿Por ventura no posee todo cuan-
precias al marido pobre; si hermo- to es de la mujer el que posee a la
sa, al marido feo; si noble, al mari- misma mujer y es señor de ella?
do de baja suerte? Dijo el Satírico: Oye cómo te dice Dios, Señor y ha-
No hay cosa más intolerable que cedor de todas las cosas: Estarás
una casada rica. Lo mismo dice San debajo de la potestad del marido y
Jerónimo contra Joviniano. Y por él te dominará. Por esto, ni aun por
su parte dice Teofrasto Yo no creo
:
su desventaja física, debe el marido
que sea un tormento soportar a la ser tenido en menos; tú, mujer,
esposa rica, si no se añade mala o tienes la hermosura física, pero el
loca. ¿Qué locura no es no conside- marido tiene la hermosura tuya y
rar cuán liviana cosa es el dinero, te tiene a ti bajo su posesión. Yo
lo ínfimo y vil de todo, lo que no me pongo a discutir cuán ruin y
suele engreír a los hombres? Aun- endeble es este don de la hermosu-
que, según hoy son los espíritus de ra y hasta qué punto consiste no
ligeros y vacíos, se hinchan con un más que en la opinión. La misma
poco de viento. Idiota, ¿no sabes mujer parecerá a los unos el extre-
que el matrimonio hace comunes to- mo de la belleza y a los oíros el
das las cosas? Y si la pura amistad colmo de la fealdad. ¡Cuán floja es
también las hace comunes, ¿cuánto y cuán deleznable, cuán expuesta a
más comunes no las hará el matri- toda suerte de azares, cuán incon-
monio? Y no solamente el dinero, sistente y fugitiva! Una calenturi-
sino los amigos, los parientes y to- lla, una verruga, un solo pelillo, de
do lo de este mundo; participación y muy hermosa te pueden hacer muy
comunidad que los romanos declara- fea. Y yo no acabo de comprender
ron en sus leyes, en las cuales esta- cómo eso tan leve, tan evanescen-
ba vedado que entre marido y mujer te, hinche y levante, que es cosa de
no se diese ni recibiese cosa, porque maravilla, los corazones necios y
no pareciese que entre ellos había hueros, como el viento al odre. Por
algo que estuviese partido. En la esta causa dijo aquel poeta: La so-
república ideal, como Platón enseña, berbia va en pos de la belleza. Na-
debieran desterrarse los pronombres die en los hombres requiere aquella
posesivos tuyo y mío. ¡Y cuánto gracia de la hermosura que parece
más debieran desterrarse en el ho- estar bien en las mujeres. Y con to-
gar ideal, que lo será, y de una ma- do eso, lees que fué dicho por el
nera muy cumplida y felicísima, Rey más sabio de los reyes: Enga-
cuando debajo de una sola cabeza ñoso es el donaire y la hermosura
no hay más que un cuerpo! Si un es vana; la mujer temerosa de Dios,
ser animado tiene muchas cabezas o ésta será alabada. Además, si sois
cuerpos, es un monstruo. ¿Qué te una misma carne, o, mejor, una
diré más? ¿Que nada es de la mujer sola persona humana tú y tu mari-
y del marido todo? Así como confor- do, no puede ser feo aquel que tiene
me a la comparación de Plutarco, mujer hermosa. ¿Pero a qué viene
por más que el vino aguado, aun ese continuo jactarse de la hermo-
cuando tuviere más agua que vino, sura, como si no supiéramos que el
continúa llamándose vino, así tam- más lindo cuerpo de mujer no es
bién, aun cuando la mujer trajese otra cosa sino un estercolero en-
más hacienda que marido, todo
el vuelto en un velo de blanco y de
se convierte en hacienda del marido. carmín? No sé qué filósofo dijo que
OBRAS MORALES. DE LA MUJER CRISTIANA. LIBRO II. CAP. V 1103

si pudiera verse en su interior aquel ella, de la gente Cornelia, sin duda


bellísimo cuerpo de Alcibíades, cuán- alguna la más principal de Roma y
tas cosas se vieran en él nausea- de la familia primerísima de los Es-
bundas y abominables. cipiones, hija de aquel glorioso Es-
La verdadera nobleza, como dice cipión que ganó el Africa, presi-
el Satírico, es única y exclusivamen- dente del Senado del pueblo roma-
te la virtud. Callo ahora cuán ave- no y de los pueblos todos; hija de
riada cosa sea esa que llamamos Tercia Emilia, de la línea de los
nobleza, ganada y conservada con Emilios, famosísima en Roma y en
guerras, crueldades, fraudes, expo- todo el orbe; con tanto fausto, y
liaciones, y cuya opinión es mante- tanta gloria, y tantos blasones, siem-
nida por pueblo, ese gran maes-
el pre quiso más que la llamasen Cor-
tro del error. Pero por más noble nelia de Graco que Cornelia de Es-
que fueres, si te casares con marido cipión. Y aún se enojó con algunos,
de baja suerte, te quedarás más ba- quienes, pensando honrarla y hala-
ja que él. No es la mujer más no- garla más, le daban por sobrenom-
ble que el marido ni sucederá nun- bre el de Escipión. Como refieren
ca en el linaje humano lo que no los escritores griegos, Marsipa pre-
sucede en toda la especie animal. firió a Ida, su marido, hombre mor-
Los hijos, en cualquiera nación, to tal, a Apolo, dios inmortal, según
man el linaje de su padre como creían. Tesia, hermana de Dionisio
superior y más excelente. Si tú fue- primero, tirano de Siracusa, casada
res de la nobleza más empinada, con Filoxeno; como fuese que Filo-
una de dos o tu marido se hace tan xeno, que había realizado no sé qué
:

noble como tú, o tú, por él, te haces manejos contra Dionisio, hubiese
plebeya. En Derecho civil, el mari- huido de Sicilia, llamada por Dioni-
do da la dignidad a la mujer, no sus sio, su hermano, y agriamente re-
padres, por manera que no se lla- prendida por no haberle descubier-
man esclarecidas las que, nacidas to la huida de su marido ¿ Cómo :

de padres muy ilustres, casáronse —


le respondió me tienes por espo-
con plebeyos. Declararon esto aque- sa tan indigna, tan degenerada y
llas mujeres romanas pertenecientes ruin, que si conociera la fuga de mi
al patriciado, las cuales expulsaron marido no iría en seguimiento suyo,
del santuario de la castidad patri- y que dondequiera yo me hallase,
cia a Virginia, hija de padres patri- no quisiera antes ser llamada mujer
cios, porque se había casado con de Filoxeno el desterrado que aquí,
marido plebeyo, diciendo ser ella en mi patria, hermana del rey Dio-
plebeya, no patricia. Y ella no lo nisio? Admirados los siracusanos de
negó ni tuvo vergüenza de ser ple- este ánimo suyo tan generoso y tan
beya, ni por el patriciado de ellas fiel, después de haber lanzado a los
menospreció su plebeísmo ni tuvo a tiranos, de viva le rindieron culto,
menos de que la llamaran Virginia y de muerta le tributaron los hono-
de Lucio Volumnio. res máximos. A la reina doña María,
Cornelia, hija de Escipión, ha- mujer del emperador Maximiliano,
biendo por su matrimonio entrado habíale tocado en herencia de su pa-
en una casa rica ciertamente e ilus- dre Carlos esta tierra y condado de
trada con hechos hazañosos, pero Flandes. Como tuviesen los flamen-
plebeya, con todo, y que no admitía cos en menguada opinión la llaneza
comparación con la suya paterna, y apacibilidad de Maximiliano y acu-
1104 JUAN LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. .
TOMO I

dieran a doña María para todos los res si no dominan la lengua es que
negocios de aquel dominio, jamás no dominan el ánimo. Poséelas la
quiso ella determinar cosa alguna ira por completo y las lleva consigo
de poder absoluto sin consultarlo arrebatadas y no las deja ningún
primero con su marido, cuya volun- dominio de sí mismas. No tienen
tad tuvo siempre por ley. Y eso moderación en el reñir ni acab2n
que, sin malquerencia alguna del nunca con los denuestos, pues no
marido, podía buenamente adminis- hay en ellas ni hilo de razón ni piz-
trar todo, permitiéndoselo todo Ma- ca de juicio sano; todo lo abrasa el
ximiliano, por su natural bondad, a fuego y todo lo devora, puesto que
su amadísima y prudentísima espo- halla cebo fácil en materia combusti-
sa. Y así fué que doña María, en ble y oleosa, y, por ende, propicia a
muy breve tiempo, puso a su mari- la combustión. De ahí aquella rabia
do en la mayor autoridad, dándole y aquel deslenguamiento que mu-
las máximas atribuciones. Así, aquel chas veces me maravillé de verlo en
Estado fué el más obediente a sus mujeres cuerdas, y no echando de
príncipes, y a uno y otra prestaba menos en ellas ni bondad, ni hones-
reverencia igual, como si cada uno tidad, ni recato, ni muchas otras
de los dos consortes sostuviese y grandes e ilustres virtudes, sentí en
sustentase la indivisa majestad de ellas la falta de templanza y mode-
entrambos. No debe la mujer pru- ración de su ira y de su lengua, no
dente estimar la cuantía de su dote, sin empacho mío, aun cuando nada
ni cuánto dinero introduce en la me tocaba a mí de aquella brava
casa de su marido, ni qué hermosu- pendencia entre personas que me
ra, ni qué prosapia esclarecida, sino eran ajenas en absoluto, si es que
el recato, la castidad, la probidad, la entre cristianos puede haber algo
obediencia al imperio del marido, que sea ajeno a un cristiano. Por
el diligente cuidado de los hijos y Lodo lo cual, cuanto más difícil fue-
de la casa; dotada abastanza viene re, tanto más será loable y meritoria
la mujer que con estas virtudes esté virtud de la mujer tener la lengua
dotada. comedida. Ello no será sobrado car-
De otra manera, afrenta trae y goso de hacer si se mantuviese en
no connubio la mujer que tiene posesión de sí misma, si se fortale-
hermosura de la cual se insolente y ciere y se confirmare en el propio
no virtud que la regule. Estas son dominio y no se dejare llevar por
las palabras que Alcmena, en la co- la tempestad de la pasión embrave-
media de Plauto, dice a Anfitrión: cida. Antes que todo, cuando está
No pienso ser dote, la que común- con el ánimo reposado, cuando está
mente se llama dote, sino la casti- en todo su seso y toda su cordura,
dad, el pudor, el sosegado deseo, el piense a menudo y con gran ahinco
temor de los dioses, el amor de los que si acaso tuviere con el marido
padres, la concordia de los parien- alguna desazón, no ha de zaherirle
tes ; ser complaciente y dócil conti- con algún insulto grave o de su cu-
go; munificiente para con los bue- na, o de su parte física, o de su
nos, servicial para con los probos. parte moral, o de su vida, que sepa
Esto mismo pienso yo. Hora es ya que le irrita de mala manera, y eso
de poner frenos a la lengua, muy en ninguna circunstancia ni en lu-
fáciles de poner por el ánimo enfre- gar alguno ;
pero nunca, sobre todo
nado, pues la mayoría de las muje- en presencia de personas que él ten-
OBRAS MORALES. DE LA MUJER CRISTIANA. LIBRO II. CAP. V 1105

ga el más grande interés que lo ig- periódicas, las dolencias de la ma-


noren. triz, los peligros del parto; sois de
Encolerizado con este agravio, tal condición, que merecéis que os
más tarde será la reconciliación muy compadezcan vuestros maridos. Mi-
difícil, y aun una vez reconciliado, rad que con vuestras importunida-
siempre que se acordare de aquel des no sacudáis del ánimo de vues-
baldón no podrá mirar a su mujer tros maridos las delicadezas que os
con buenos ojos. Y en el acatamien- son debidas, por manera que siendo
to de Dios, ¡qué gran ofensa! Dice míseras perdáis su conmiseración.
el Señor en el Evangelio de San Ma- No des nunca en la cara a tu mari-
teo: Todo aquel que, enojado con do con el beneficio que le hubieres
su hermano, le dijere raca por insul- hecho. Esta conducta aun entre ex-
to, reo es de concilio; todo aquel traños es odiosísima, pues quien lo
que le dijere fatuo, reo es de la reprocha pierde la debida gratitud,
gehena del fuego. Piensa ahora con- echándola del ánimo del benefi-
tigo misma: ¿qué no se hará con- ciado.
tr? aue echaste una injuria enor- Añade a esto que, si bien lo
me," ..o ya contra tu hermano, sino piensas, no es posible la existencia
contra tu padre, contra el vicario de del beneficio hecho al marido, para
Dios (por lo que a ti toca), contra quien eres tan deudora como para
todos tus consanguíneos? Pero si tu padre, como para contigo misma.
fuere el marido quien te lanzare el Tampoco la mujer discreta no recor-
denuesto, mira que no se te clave dará a cada paso su linaje, o su ta-
en la memoria; súfrelo con pacien- lento, o sus dotes. Eso resulta moles-
cia, y cuando él ya estuviere sose- to y suele producir enojo aun al
gado, esta mansedumbre tuya me- más amante de los maridos. Juve-
recerá de su parte profundo agrade- nal dice querer antes a una mujer
cimiento, y trocarás en bien su áni- oscura, nacida en pobres pañales,
mo indomeñado, y le hallarás luego que a la propia Cornelia, hija del
más aplacado y afable. Terencio, Africano, de cuyas virtudes habla-
que en sus comedias reflejó las cos- mos largamente, si su sangre ilustre
tumbres humanas, dice de una don- se le subió a la cabeza. Estas son
cella honesta: Esta, siendo modesta las palabras de Juvenal (1):
y vergonzosa, como conviene que lo
sean las mujeres de su condición li- Por muy mejor tengo -a ila Venusina
que no a ti, Cornelia, de los Gracos,
beral, sufre todos los enojos e inju-
[madre
rias de su marido y le encubre todas
si porque virtud en ti mucho cuadre
las faltas. Con esta conducta reco- con tales virtudes soberbia confina.
bró la esposa el afecto de su mari-
do, le tenía ajenado. Y éste mis-
que Pues tal sobrecejo a virtud contamina,
mo es en Séneca el sabio consejo de llévate, ruego, tu fuerte Aníbal;
la nodriza que daba a Octavia, mu- su victo Sefax, también ai real
jer de Nerón: Tú, con tu manse- con toda Cartago muy presto camina
dumbre obsequiosa dobla t
la fiera ri-
Amonesta Plutarco, autor gravísi-
gidez de tu marido.
mo, que en los primeros tiempos del
Tenéis vosotras, las mujeres, el
matrimonio se ha de evitar todo pre-
cuerpo endeble y delicado súmanse ;

a ello las casi cotidianas penalida- Traducción métrica de fray Juan


(1)
des de vuestro sexo, las molestias justiniano.
1106 JUAN LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. TOMO I

texto y ocasión de ¿Xo es todavía más pequeño partir


discordia. El
amor no cuajado suficientemente, una ciruela con el cuchillo, amolar
con toda su terneza y fragilidad, se una sierra, que gruña un puerco y
quebraría al menor choque, no de un sinfín de nonadas como éstas?
otra manera que los vasos de barro Pues ¡cuántos hay que con estas co-
antes de cocidos, que se rompen al sas se ponen frenéticos y se les po-
golpe más ligero. Ni hay que reñir ne piel de gallina, hasta el punto
tampoco en el lecho conyugal, pues que quisieran antes sufrir una he-
¿en dónde van a deponer los enojos rida que soportar el horror que
y desabrimientos, si con sus riñas aquellas cosas les producen por una
hicieron aborrecible y odioso aquel secreta peculiaridad del tempera-
lugar, el más indicado para la re- mento de cada uno! ¡Cuánto apreció
conciliación, corrompiendo y agrian- Isaac el potaje de su hijo, que con
do la medicina que debía curar las él se ganó la bendición, que era la
desazones de sus almas? Hay deter- máxima de aquellos tiem-
herencia
minadas insignificancias ¿Quién no sabe, al menos de
que robus- pos!
tecen o relajan el amor entre los oídas, desconciertos conyugales mo-
esposos, que la mujer con toda di- tivados por la hora del yantar, por
ligencia deberá estudiar en su ma- el caldo más o menos frío, por la
rido y adaptarse a su genio y vo- sordidez del mantel, los cuales de-
luntad. generaron en ruidosas desavenen-
Voy a citar algunas, a manera cias y acabaron en divorcio escan-
de ejemplos, que den a entender to- daloso? Esta es la cifra de todos los
das las otras, a saber: qué manjares preceptos, a saber: que la mujer,
le agradan, y con qué aderezo, y con estudiadas con toda diligencia y dis-
qué adobos, y cuáles le desagradan, creción las costumbres del marido,
si lo salado o lo soso, si lo caliente se comporte con él como querría
o lo frío; qué clase de carnes, de que una criada suya se comportase
pescados, de bebida; a qué hora; con con ella, si ella tuviera las mismas
qué manteles, con qué servilletas, costumbres que él. No está por de-
con qué platos, con qué escudillas, más añadir que las pequeñas ofen-
con qué calderos, con qué salero, sas frecuentes empiezan por debili-
con qué copas cómo le gusta que se tar el amor, aunque enraizado y fijo,
;

ponga la mesa; qué convidados y más tarde, cuando se bambolea,


huelga de tener; qué temas de con- acaban por derribarlo. Vieja costum-
versación; cómo quiere que se le bre y medida de gobierno de los re-
haga la cama, con qué colchas, con yes antiguos fué desempeñar ellos
qué alfombras, con qué cobertores, personalmente aquellas funciones
con qué sábanas, con qué almoha- gratas propias para ganarse el afec-
das; y esto mismo digo de las si- to de los vasallos, como la munifi-
llas, de los bancos, de todo el ajuar cencia, la largueza, el perdón: mas
doméstico que es de la incumbencia las ingratas, odiosas y ásperas, por
y cuidado de la mujer. medio de los ministros, como las de-
Son, sin duda, como decía, peque- portaciones y destierros, las priva-
neces todas estas particularidades, ciones de bienes, las penas de muer-
pero de la mayor importancia para te. Así dicen que, de recuerdo de
el hombre, que se deja impresionar nuestros padres, hubo en Sicilia una
no de la grandeza de las cosas, sino señora muy principal que con suma
de la estimación que hace de ellas. atención observaba qué hacían los
OBRAS MORALES. DE LA MUJER CRISTIANA. LIBRO II. CAP. VI 1107

criados del agrado del señor,y que CAPITULO VI


luego ella lo hacía personalmente y
cometía a los otros los mandatos in- CÓMO SE DEBE HABER LA ESPOSA CON
gratos y molestos. Por todo ello yo SU MARIDO EN LA INTIMIDAD
debo reprender con alguna aspereza
a las mujeres casadas de Flandes, No será aquí fuera de propósito
las cuales, a sus maridos, cuando decir cómo la esposa se habrá con
quieren levantar el ánimo decaído y su marido en la intimidad de la vida
entregarse al buen humor, sirvién- conyugal, cuando estén a solas, sin
doles con indolencia y mala gana lo testigo. Sepa sobre todo que aque-
que han menester, los alejan de su llos antiguos que ofrecían sacrifi-
casa, que es como su destierro, y cios a la diosa Juno, patrona y de-
ellos se acogen a la cervecería o a la fensora de los matrimonios, que
taberna, y hallando allí compañeros nunca en la víctima inmolada deja-
bien avenidos y abundancia de todo, ban la hiél, sino que se la quitaban,
muy fácilmente atollan en todo li- teniendo por costumbre echarla de-
naje de vicios: gula, embriaguez, trás, del altar, significando que ni
juego, trato con meretrices,' desidia, ira ni amargura alguna debía haber
pereza. Dejando en casa a su mujer entre los casados. Y estos mismos
y a sus hijos pequeños muertos de antiguos, a la diosa Venus añadíanle
hambre, ellos desperdician todas sus el dios Mercurio, maridaje de la dul-
rentas, huidos de su hogar como de zura con el donaire que debe haber
un antro donde mora una bestia en el matrimonio, puesto que la mu-
fiera; es decir, su implacable mujer. jer, con la suavidad de sus costum-
Y no faltan esposas que sufren todo bres y el encanto de su conversa-
esto, no con demasiada desgana, ción y con la blandura de sus hala-
mientras ellas no tengan que poner gos, debe cautivar a su marido y
mano en los muebles o en los puche- unírsele a sí de día en día más es-
ros, i
Tanta es albergada en tales trechamente, pues no hay cosa que
pechos la indolencia y la pereza, y con más fuerte poderío atraiga y
a veces la protervia y la contuma- conquiste la voluntad de una perso-
cia, que prefieren antes morirse que na como la dulzura del trato y la
remitir algo de su proceder en gra- conversación. ¿Qué aprovecha a la
cia de sus maridos! Así que ellas son mujer tener talento y discreción si
la causa de la perdición de las cos- le faltan blandura y mansedumbre
tumbres de los maridos con todos para con su marido? No hay nadie
sus bienes, y verás a muchos de és- que no prefiera conversar con su
tos que cuando eran solteros vivían perro que con su mujer importuna
con frugalidad y orden, y una vez y feroz: Tendrá la mujer discreta
casados llevaron vida rota y estraga- hecho acopio de agudezas y sales de
da. Y es cosa que causa maravilla ingenio, de cuentecillos, de historie-
que estas mujeres, tan tardías y de- tas, de anécdotas, jocundas desde
sidiosas para los quehaceres nece- luego, pero limpias y honestas tam-
sarios, son lo más prontas y diligen- bién, con que distraer y recrear a su
tes para vagabundear, corretear y marido cansado o malhumorado;
charlar; y en el afeitarse y ataviar- tendrá a mano asimismo máximas
se son de una diligencia y habilidad de sabiduría con que le exhorte a la
incomparables. virtud o le retraiga de los vicios;
tendrá también algunas sentencias
1108 JUAN* LUIS VIVES. OBR..AS COMPLETAS. TOMO I

graves contra los embates y bruscos sino contentándote de lo preciso,


asaltos de una y otra fortuna, las porque si sólo filosofares de pala-
cuales inculquen en el ánimo de su bra, pero fueres vacía de obras, al
marido, soliviantado por la prosperi- punto tu marido no hará caso de tus
dad, un sano recelo, o cuando la ad- bagatelas, y tus palabras quedarán
versidad le tuviere postrado y abati- desautorizadas por tus obras. Allá
do, un optimismo robusto, y por un va un ejemplo: cuando no busques
lado y por otro le llevará a la segu- oro ni piedras preciosas, ni traje cos-
ra y equilibrada medianía. Si fuere toso, sino que en lugar de estas va-
presa y juguete de recias pasiones, nidades te presentas vestida de mo-
ella con femeninas, castas y discre- destia y de caridad, ganarás mucho
tas blanduras y halagos mitigue y en su consideración y oirá de buena
calme aquella braveza procelosa. Así gana tus consejos. En tu afán de
Placidia, hija de Teodosio, con la agradar al marido, tienes que ata-
dulzura de sus razones y de su tra- viar el alma, no corromper el cuer-
to, luego de haberle amansado y co- po. No es el oro lo que hace a la
mo domesticado, hizo que su mari- mujer amable ni deseable, sino la
do Teodulfo. decidido a raer de la modestia, la piedad, el cariño con
faz de la tierra el nombre romano, que darías tu vida por el marido si
desistiese de tan fiera determina- fuere menester ; el aderezo del cuer-
ción, restituyéndole a la sensatez y po es al marido cargoso y de mucho
a la humanidad. Muchas son las co- coste ; lo que le agrada a él es el al-
sas que acerca de este punto, en sus ma, que no lleva gasto alguno. Has-
sermones sobre el Evangelio de San ta aquí San Juan Crisóstomo.
Juan, escribió San Juan Crisóstomo. También es cosa que debe obser-
Doy aquí su resumen varse la oportunidad de la amones-
Grande importancia tiene en ¡a tación, pues no son buenos todos los
mujer aconsejar rectamente a su momentos. Un aviso fuera de tiem-
marido, y si una tempestad arrecia- po es una vejación. Imprimirás el
re en su alma, sosegarle. No escu- sello en la cera blanda y el aviso en
chará tanto el marido a su padre o el ánimo dócil; quiero decir: cuan-
a su maestro como a su mujer si do ninguna agitación pondrá en su
fuere buena. Trae consigo no sé qué pecho desasosiego, y eso apartada-
placer, y no pequeño ciertamente, la mente y a solas; usa de habilidad y
admiración de la esposa, siempre de blandura de razones, y en tus avi-
que parezca inspirada en su gran sos no seas exagerada cesa de ha-
:

benevolencia; ama la mujer a su blar antes de hartar; exprésale el


marido, y mira por su bien, y no motivo por que le das aquel consejo;
deseará para él más prosperidad que esta explicación previa, no de otra
la que a sí misma se desea. Muchos manera que las primeras saetas que
ejemplos, en confirmación de esto, se hincan, hará que tus avisos pene-
podría yo aducir de maridos bravos tren en su pecho más profundamen-
a quien amansaron el tacto y la dul- te; desviarás luego la conversación
zura de sus esposas. Amonestado de- a otro tema más agradable que miti-
be ser el marido con el ejemplo, no gue y borre toda desazón anterior
con estrépito de palabras hueras. Lo si en la amonestación la hubo; dale
harás así si te viere no viciosa, ni cuenta de todas tus cuitas y preocu-
vestida con demasiada curiosidad ni paciones, si no fueren de frivolida-
gasto, ni buscando superfluidades, \
des indignas de un oído varonil ten
;
OBRAS MORALES. DE LA MUJER CRISTIANA. LIBRO IXt CAP. VI 1109

en él al compañero único, a tu con- con mano dulce y dará con ello


fidente, a tu consejero, a tu maestro, satisfacción al marido; más presto
a tu dueño; deposita en su pecho toman bríos y aun causan la muerte
todos tus pensamientos y, si alguna las dolencias incógnitas y paliadas
cosa te acucia, descansa en él. Todo que las que se exteriorizan franca-
esto contribuye al amor mutuo, con- mente; no las extorsione, ni las tra-
tribuye al buen concierto porque te con dureza, ni las ahonde más
amamos naturalmente a aquellos en en su conato de arrancarlas; mejor
cuyo pecho descargamos nuestros será que las extirpe radicalmente
afectos y cuidados como una parte sin dolor y sin quejas, y no piense
de nuestras pesadumbres y en los jamás que ni los hombres ni los dio-
cuales tenemos la máxima confian- ses le van a ser propicios si no tiene
za; y a su vez nos aman ellos, pues a su marido aplacado. Dice el Señor
se sienten amados y agradecidos -del en su Evangelio: Si fueres a ofre-
crédito que en ellos depositamos, tan cer tu sacrificio y cuando estuvieres
grande, que se les da entrada en la en el altar allí te acordares que te
intimidad de nuestra alma y nada queda algún escrúpulo de ofensa con
queda en nuestro corazón para ellos tu hermano prójimo, deja al punto
secreto ni encubierto. Mas no pien- la ofrenda y vuelve corriendo a pe-
sen las mujeres tener con sus ma- dir perdón y reconciliarte con tu
ridos la paridad en esa ley no quie-
; hermano, y acabado eso, toma y
ran ellas escudriñar todos los secre- ofrece a Dios lo que te propusiste.
tos de sus maridos: Enojosa resulta En vano imploras la paz de Dios
las más de las veces esa curiosidad, sino tienes amansado a tu amigo.
y es sospechosa de garrulería, y tie- ¡Cuánto más teniendo enojado a tu
ne a veces la propiedad de exaspe- consorte! Mire una vez y otra vez
rar su paciencia. También los mari- que todo cuanto se dijere o se hi-
dos tienen sus asuntos reservados, ciere en el aposento y recámara y
que no quieren que conozcan sus es- en el sacrosanto lecho matrimonial,
posas, y se los guardan para ellos se guarde bajo el secreto más invio-
solos. En Homero, Juno dice a Jú- lable, y sepúltese en un silencio ma-
piter: No te enojes conmigo si, no yor que los antiguos misterios de
sabiéndolo tú, yo descendiere a las Ceres Eleusina o, por decirlo mejor
profundas moradas del Océano. Jú- y con una comparación más adecua-
piter dice a Juno: No quieras ave- da, que los secretos que deposita e7
riguar todos mis consejos, ni esperes penitente en los oídos del confesor.
que vas a conocerlos. Hay que decir ¡Qué locura no es sacar a ruedo co-
que la mujer discreta, con su aguda sas tan íntimas, tan merecedoras
vigilancia e instintiva sagacidad, ras- de silencio religioso!
treará si el ánimo del marido abri- El pueblo de Atenas, generoso y
ga alguna sombría sospecha contra de una cabal educación política, es-
ella. ¿Semilla de ira y de odio? tando en guerra con Filipo, rey de
¿Dejos o reliquias? ¿Quién sabe? Si Macedonia, habiendo cogido unas
algo rastreare, ponga su empeño cartas suyas a Olimpíada, su mujer,
más activo en que no prendan ni se abstuvo de abrirlas y de leerlas,
crezcan sus raíces. Hartas veces, por porque pensaba (y así era en reali-
motivos baladíes, se cuelan estos in- dad) ser cosa sagrada los secretos
convenientes con cautela y se vuel- conyugales, y que no era lícito di-
ven perniciosos; los desarraigará vulgarlos ni que los extraños los co-
1110 JUAN LUIS VIVES. obr;AS COMPLFTAS. TOMO I

nocieran; así que hicieron llegar se- Habrá en la cámara conyugal y


lladas intactas aquellas letras a
e en el lecho marital no solamente
Macedonia, a las manos de la reina. castidad, sino pudor, por manera
¡Nación verdaderamente merecedo- que la mujer nunca olvide ser espo-
ra de que las mujeres todas le guar- sa legítima. En su persona quiere
dasen fidelidad y secreto! Y si los Plutarco que estén unidos y abraza-
atenienses hicieron esto con el ene- dos el sumo amor y el pudor sumo.
migo armado, ¿con cuánta mayor Cuéntase que las mujeres legítimas
conveniencia debes tú hacer esto de los reyes de Persia comían con
misrn.o con tu marido? Porcia, mujer ellos y tenían con ellos tratos y jo-
de Marco Bruto, causóse una herida vialidades; pero no las admitían en
voluntariamente por explorar la las cenas algo más libres, sino que
constancia con que podría guardar hacían venir exclusivamente a bai-
secretos importantes, y cuando estu- larinas y a concubinas. Este honor
vo convencida de que podría callar hacían al matrimonio, porque, según
y mantenerlos ocultos, entonces osó aquel príncipe solía decir, el nom-
preguntar a su marido qué proyec- bre de esposa es título de dignidad,
tos revolvía en su ánimo ansioso. no de placer. De la misma suerte el
Habiéndole confiado Bruto el plan título de marido es nombre de deu-
de dar muerte a César, lo calló con do, de unión, no de carnalidad, como
tanta tenacidad y fidelidad como más arriba declaramos. En los mari-
cualquiera de los otros conjura- dos parece bien no atollar en place-
dos. res descomedidos, ni holgar con
Y no solamente trabajará la esposa otras mujeres que las propias. Pero
por serle amiga siempre, sino por no no es este libro doctrinal de mari-
crearle enemigos en los otros po- dos que les enseñe (cosa que en esté
niéndole en peligro con la admisión lugar les afectaría) que no deben ser
de rencillas y porfías, pues no debe ellos maestros de liviandad de sus
servirse de su marido como de ru- esposas, sino que deben acordarse
fián para vengar las hipotéticas in- de aquella breve y enjundiosa máxi-
jurias que cree habérsele inferido, ma de Xisto, el moralista pitagóri-
si ya no fuere por algún riesgo de co: Adúltero es con su mujer todo
su castidad, que es el tesoro más amador deshonesto y ardiente en de-
avaricioso de toda mujer; y aun masía, y obedecer al Apóstol San Pa-
en ello no habrá riesgo, si ella no blo, que prescribe a los maridos que
quiere y se guarda. Si algún atrevi- posean en santificación a sus muje-
do le dijere palabras, no de galante- res como a vasos de generación, no
ría precisamente, o le hiciere algo con codicias inmoderadas e ilícitas,
que a ella se le antojare haber lasti- como hacen los gentiles, que no co-
mado su delgada piel, no ha de irse nocen a Dios. El Esposo, en el Can-
corriendo a contárselo a su marido tar de los Cantares, a su Esposa da-
y con palabras fogosas (como el des- ba el nombre de hermana suya, con
pecho las suele administrar) atizarle lo cual da a entender ser el amor
el coraje y armarle las manos. Des- matrimonial de los más puros quila-
viará en secreto esos tragos la mu- tes. Pero volvamos a las mujeres.
jer discreta, y se juzgará por todos Xo profanen ellas el púdico y
lados segura y fuerte, mientras que- santo lecho matrimonial con ac-
dare salva e intacta su castidad, sin tos sucios y libidinosos: Honorable
la cual no hay pureza posible. sea el matrimonio entre todos vos-
OBRAS MORALES. DE LA MUJER CRISTIANA. LIBRO II. CAP. VI 1111


otros dice el mismo San Pablo — co, elmonje, con su mujer, que con
sea vuestro lecho inmaculado. Aque- élcompartió la vida penitente y cu-
lla casta mujer espartana, siendo pre- ya vida escribió San Jerónimo.
guntada si se había acercado algu- Con ello entendieron aquellos
na vez a su marido Yo, jamás res-
: — hombres superiores aquello mismo
pondió — ;él a mí, sí. Quería con ello que enseñaron los más grandes sa-
bios que en el mundo han sido, a
decir aquella casada honesta que Ja-
más había irritado el deseo de su saber: que el deleite corporal es in-
marido ni se había ayuntado con él digno de esa excelencia nuestra que
sino para satisfacerle. Escribe Tre- poseemos por la naturaleza del alma,
belio Polión que Zenobia, reina de y que, por ende, es tanto más me-
los palmirenos, mujer letrada y muy nospreciada y desechada cuanto con
prudente en la gobernación del rei- mayor largueza participa de la pres-
no, observó una castidad tal, que tancia del alma, y está más allegada
no admitía a su propio marido sino a Dios, y que, por el contrario, más
después de reconocer si había conce- a menudo da cabida al vicio en su
bido, pues una vez que se había uni- alma cuanto más baja la tiene, y
do con él, absteníase de toda cópula puesta en la tierra, teniendo en sí
hasta el tiempo del achaque periódi- mucha parte de vil naturaleza y po-
co; si había concebido, se apartaba co o ninguna de aquella soberana ex-
de su cama hasta pasado el parto; celencia. Mujeres, al desnudaros de
si no, cedía otra vez a su marido la la camisa, vestios del pudor y rete-
mitad de su lecho. ¿Quién creerá ned siempre éste, que es el más ho-
que esta mujer sufrió conjunción nesto velo de la Naturaleza; entre
con su marido no ya por deseo, sino día, a la noche, con el marido, con
por mediano placer? Admirable ma- los extraños, a la luz, en la oscuri-
trona, digna, por su esmerada cas- dad; nunca Dios, nunca los ángeles,
tidad, de ser condecorada, a quien nunca vuestra conciencia os contem-
el sexo no le incitó más al placer plen desnudas de este atavío del pu-
que su pie o que su mano. Mujer dor. Nada puede imaginarse de más
merecedora de parir, y sin unión, feo, de más torpe que esas desnude-
pues nunca la consintió sino por pa- ces. Hesíodo, grave poeta, no quiere
rir, o de parir sin dolor, puesto que que la mujer deponga la camisa ni
no sentía placer. Aún más que esto aun de noche, porque las noches son
hizo nuestra cristiana Ecelfrida, rei- de los dioses inmortales. Rebeca, hi-
na de Inglaterra, la cual, después de ja de Batuel, al ser conducida a
su primer parto, ya no se unió con Isaac, con quien había de casarse,
su marido jamás. Y mucho más aún y habiendo topado con él paseándo-
hizo Edeltrudis, reina de la misma se en el campo, preguntó quién era.
nación, la cual, habiendo sido casada Así que conoció ser Isaac, su espo-
con dos maridos, a entrambos les in- so, cubrióse muy de presto con el
dujo a perpetua castidad. Existieron, palio.
además, otros pares de casados que Esta doncella, prudente y bien
vivieron ayunos de toda unión, co- criada, enseñó a todas las otras que
mo Enrique de Baviera, príncipe de la más exquisita y primera flor del
romanos, con Sinegunda ;
Julián, pudor es debida al propio marido.
mártir, y Basilisa. Y en la ciudad de ¿A quién debe mostrarse mayor ver-
Alejandría, Crisanto y Daría, y güenza sino a quien tiene derecho a
Amos con su esposa, y también Mal- la revelación máxima?
1112 JUAN LUIS VIVES. OBR.-\S COMPLETAS. TOMO I

único, a saber que no diga ni haga


CAPITULO VII :

cosa que pueda inducir en sospecha


DE LOS CELOS a su marido, y ello con mayor cuida-
do si el marido fuere suspicaz de
Cicerón, según el sentir de los es- suyo. Muy bien han dicho San Pa-
toicos, define que los celos son una blo, San Jerónimo, Aristóteles y
pasión y pesadumbre del alma que otros grandes y sabios varones: No
procede de que otro goza de aquello se ha de obrar el mal ni cosa que
que alguno deseó para sí. Defínese tenga visos y apariencia de mal. Pe
también ser cierto temor o recelo sada tarea es ésa, me dices; ¿quién
que otro no posea contigo en común puede poner freno a las sospechas?
lo que querrías que fuese de ti solo. Tú, de muchas maneras. Primera-
Cualesquiera sean los términos que mente, llevando vida casta, y estoy
expliquen la esencia de la celotipia, por decir que éste es el único y más
siempre resultará ser una perturba- desembarazado camino. El tiempo es
ción truculentísima, una tiranía el padre de la verdad; el tiempo de-
arrebatada y cruel que mientras rei- bilita y borra todo lo falso y confir-
nare y se encrueleciere en el ánimo ma y corrobora lo verdadero. Si fue-
del marido, hay que desesperar que res casta y tuvieres marido celoso,
la mujer pueda vivir con él en con- espera confiadamente, que, con faci-
cordia, y mejor seria para entram- lidad y en breve tiempo, dejará aque-
bos morir que no el que uno de ellos lla perturbación si fueres deshones-
;

caiga en los celos, el marido en es- ta, ten por cosa de fe que no sólo
pecial. ¿Qué martirios, qué tormen- no se borrará, sino que arreciará de
tos pueden compararse ya con el es- día en día. En conclusión: si, ino-
píritu agitado por aquella intempe- cente, sufres los celos de tu marido,
rie ya con aquel por quien se tiene venturosa eres; si culpable, misera-
ose escocedor recelo? De aquí las ble eres. Amarás a tu marido y ha-
querellas, las reclamaciones, los gri- rás cuanto esté en tu mano porque
tos, el odio recíproco, la perpetua él se sienta amado pero mira no lo
;

sospecha, las riñas, los altercados, hagas simuladamente, pues tanto


las pugnas, las muertes, en fin, pues- más y con mayor encono te odiará
to que hemos leído y hemos oído cuanto más viere ser estudiado tu
que muchas mujeres fueron muertas fingimiento, pues todo lo fingido no
por sus maridos, hostigados no más solamente no alcanza el fin a que se
que por esta pasión insana. Esta dirige, sino que marra el tiro y re-
misma pasión ataca también grave- sulta contraproducente.
mente a determinadas fieras. Aristó- Muchas más veces amonesto a las
* teles escribe que la leona es despe- mujeres, y tendré que amonestarlas
dazada por el león si la siente adúl- muchísimas veces más que a los
tera. Muchos han visto al cisne hem- hombres, que no se engañen con
bra muerta de su macho porque ha- pensar que no tiene importancia el
bía seguido a otro cisne. Por tanto, hacer o parecer que hacen una cosa
la mujer ha de trabajar con todas u otra ciegas \ necias, que esperan
;

las fuerzas porque estas furias no se con sus untos y con sus colores mu-
apoderen de su marido, y si se hu- dar la esencia de las cosas. Demues-
bieren apoderado, por sacarle de su tre la mujer que a ningún otro hom-
poder. Y ese resultado sólo la mujer i
j
bre ama, no ya de igual manera que
lo alcanzará con un procedimiento iI
a su marido, sino exclusivamente a
OBRAS MORALES. DE LA MUJER CRISTIANA. LIBRO II. CAP. VII 1113

su marido. Si ama a algunos otros que me propuse persuadir que no


hombres, ámelos por consideración solamente debía evitarse el mal, sino
al marido o no los ame simplemente, su apariencia o barrunto. Por lo de-
aunque los ame su marido. A la ma- más, jamás deben dar entrada las
yoría de los maridos nada les cuesta mujeres a la torcida idea de pensar
o, mejor, les complace que teniendo que es celotipia el afecto que sus
todo lo otro en común con su mujer, maridos les tienen y la vigilancia y
no tener comunes los amigos, lo que cuidado que deben tener de su ho-
asimismo acontece con las mujeres nestidad, puesto que tanto importa
tratándose de las criadas y otras mu- que sean honradas las mujeres. Y
jeres amigas suyas. Pórtese en pú- aún las hay que si no se les da una
blico con el mayor recato y no se total soltura para todo lo que se les
aficione de buen grado a alternar o antoja, acusan al marido de celoso,
a platicar con hombres extraños o y con ciega temeridad y descaro
con mujeres que han dado que decir grande ponen esa nota en el marido,
por descuidar su honestidad más de y dan su nombre a la fama parlera,
la cuenta. De la celestina, ni la pre- que en las ciudades triunfa de todo,
sencia ha de sufrir. Ni dé billetes ni por donde él se oye decir de todo sin
los reciba a espaldas de su marido; motivo, y merece el desdén y la
hable con suma parquedad de los odiosidad de muchos. ¿Esas son mu-
otros hombres y no celebre ni su be- jeres o víboras? ¿Esposas o enemi-
lleza ni ninguna de sus otras cuali- gas? No es ésa disciplina cristiana,
dades físicas, ni los mire con inten- sino estolidez intemperante y bru-
ción, ni en presencia suya haga na- tal. Y yo no sé si hacer objeto de ri-
da que pueda el más malicioso to- sa o de indignación a aquellas mu-
mar por indicio de liviandad; evita jeres, de que hay ejemplares conoci-
el encuentro y el coloquio de aquel dos, que entran, salen, vuelven, char-
hombre, de aquella mujer con quien lan, comen donde, cuando y con
no quiere que hables tu marido, aun quien se les antoja; todo, con la to-
de tu misma madre, si ello complace lerancia de sus maridos, lo hacen
a tu marido. Si conocieres ser él como en talante les viene y luego
sombrío y suspicaz, ni ante él ni an- dicen que su marido es un celoso
te el hermano, o el hijo, o el padre, feroz.
o el pariente intercederás por hom- Ahora tócame hablar de la celoti-
bre alguno, si ya no fuere deudo pia femenina. A la mujer que de
muy cercano o tan afín que no pue- ella esté contagiada, yo no voy a
da recaer en ello ninguna siniestra aplicarle para su curación muchos
interpretación. Otramente sospecha- remedios, mientras no se mostrare
rá él que te indujo a tal iniciativa excesiva y violenta, que turbe la
cualquier otro motivo que el afán quietud doméstica y resulte cargosa
de beneficiarle o de socorrerle, pues- y verdaderamente insoportable pa-
to que las sospechas siempre son cré- ra su marido, pues si a tal extremo
dulas de lo peor. Con menor peligro llegare, pienso que será bien acudir
podrás hacerlo por muchos hombres a la medicina. Lo primero que debe
a la vez, como por una ciudad, o por considerar la mujer es que el mari-
un pueblo, o por una provincia, don- do es superior y que a ella no le es-
de la interpretación maligna tendrá tá permitido lo que a él; que las
menos valimiento. leyes humanas no exigen en el ma-
Todo esto hube de decirlo, puesto rido la honestidad que imponen a la
1114 JUAN LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. TOMO I

mujer; que en todos los órdenes de I ban en brazos de otras mujeres, les
la vida los hombres tienen más an- I siguieron al coto y que allí, en la
chura y libertad; que los maridos |
oscuridad, fueron acribilladas de fle-
deben atender a muchos negocios; chazos por los propios maridos, que
la mujer no más que a uno: a su las creyeron fieras, y hechas peda-
castidad; las casadas han de cerrar zos por las jaurías; castigo dema-
los oídos a todos aquellos que van siado grande de unos celos indiscre-
a contarles de sus maridos no sé tos, inquisidores en demasía. Con
qué cosas novelescas o trágicas, y cuánta mayor moderación y pruden-
darles el despacho y convencerles cia se condujo Tercia Emilia, mujer
de que muy poco es el agradeci- del primer Africano, la cual, habién-
miento que se granjean con sus de- dose percatado que una de sus sir-
laciones. Hermione, esposa de Cad- vientas era del gusto de su marido,
mo, rey de Tebas, habiéndose por disimuló él descubrimiento porque
celos separado de su marido, en Eu- no pareciese condenar de inconti-
rípides se lamenta y duele de que la nencia al domador del orbe y prín-
perdió el acceso de ciertas malas cipe de su pueblo y a sí misma de
mujeres por haber prestado a sus in- impaciencia, no pudiendo tolerar el
sinuaciones oreja y crédito. La mu- ultraje de su marido, el hombre más
jer que se hubiere decidido, por mo- grande de su tiempo. Y" porque no
tivo de concubinato, a denunciar a se creyera que alimentaba en su pe-
su marido o a reñir ruidosamente cho ningún resquemor de aquella
con él, revuelva en su pensamiento herida íntima, a la muerte de su ma-
aquel dicho que se le escapó a uno rido distinguió a aquella criada ca-
que corría en persecución de un fu- sándola honradamente con un liber-
gitivo, y habiéndose éste echado en to suyo, persuadida de que si en los
una tahona, dicen que dijo: ¿En difuntos renace algún sentimiento
dónde querría yo verte más que en de nuestras cosas, aquel hecho se-
este lugar, donde yo te echara si te ría gratísimo a los manes de su ma-
cogiera? Hágase esta reflexión: ¿En rido.
dónde o cómo holgara más de ver- No ignoraba aquella mujer, to-
me la coima de mi marido que da cordura, que ella era la esposa,
echada de casa, expulsada del lecho ella era la dueña, a cualquiera parte
marital, en grave disensión con él, se desviare su marido; envidiando
para luego, con el menor esfuerzo, a otra mujer las noches de su ma-
atraer a sí la preferencia total de rido, acusaba la propia liviandad, no
mi marido, que yo me aparté y ena- su honesto afecto
jené con mis importunidades? Ta- ¿Y qué diré si, importunando a tu
pien sus oídos a las habladurías, que marido, le irritarás más, y si le lle-
hacen de ella y de su marido fábula vas con paciencia le retraerás más
del pueblo, y de las cuales toda mu- pronto, sobre todo si comparare tu
jer seria debe preservar a su mari- sabrosa afabilidad con la desgarra-
do y a sí misma, cualesquiera que da insolencia de su concubina? Así
fueren las molestias y ultrajes reci- es que Terencio, gran pintor de las
bidos. Escriben ciertos autores que pasiones humanas, escribió en su
algunas mujeres recién casadas, en- Hecira que Pánfilo, de la mucha vo-
trando en sospecha oe que sus ma- luntad que tenía a Baquis, su amiga,
ridos, que, so pretexto de cazar, per- se convirtió todo a su mujer, a
noctaban fuera de su casa, holga- quien odiara, luego que Pánfilo se
OBRAS MORALES. DE LA MUJER CRISTIANA.— LIBRO II. CAP. VII 1115

conoció a sí mismo, conoció a Ba- licadeza que a ella misma, sin de-
quis y a la mujer que tenía en su mostrarle ni de palabra ni de hecho
casa, pensando que bastaba aquel la más leve mala voluntad. Ahora
cotejo para la respectiva estima- — dijo — marido mío, la amarás sin
,

ción: Esta, como convenía a una peligro y la gozarás con mayor se-
mujer de ahidalgada condición, era guridad. El marido, obra de un año,
vergonzosa comedida en el compor-
t
no se acercó a su tierna esposa, no-
tar todos los daños y agravios de su ble, casta y, a ojos vistas, más her-
marido y disimularle sus afrentas. mosa que la concubina. Sólo Dios sa-
Entonces su voluntad, parte vencida be qué intenciones traía aquella
de la lástima de la mujer y parte mujer. Por lo que los hombres po-
derribada con los agravios de ésta, dían juzgar, parecía no llevar a mal
poco a poco se desapegó de Baquis, aquella suplantación, en especial
y pasó en esta otra su amor, des- después de haber sustraído a su ma-
pués que halló otra que fuese de su rido del peligro, pero frecuentaba
misma condición. Esto dice Teren- la iglesia, estaba en oración conti-
cio. nua, todos entendían su aflicción;
Aquí no debo callar el hecho de pero nadie oyó su despecho ni sus
aquella matrona que, teniendo a su quejas. Pasado el año, el marido con-
marido enredado en el amor de otra virtióse totalmente a su esposa, em-
mujer casada y viéndole todas las pezó a cobrar odio capital a su man-
noches ir a casa de ella, pasando en- ceba expulsada ésta, traspasó tan-
y,
tre su marido y sus hermanos, que to amor a su mujer, que dice a
estaban al acecho, con gravísimo e quien quiere oírle que todo su cora-
inminente peligro de muerte, habló zón, toda su alma, toda su vida es-
a su marido en esta forma :Tú, ma- tán puestos en ella, y no podrá so-
rido mío, no puedes arrancarte a portar el sobreviviría. Me abstengo
este amor ilícito ni yo lo pretendo de decir nombres porque todas las
de ti; sólo te pido que no la ames personas de este drama viven.
con tan grave peligro de tu vida; Todo lo que queda dicho hasta
dice ella que te quiere seguir; con- aquí va para aquellas que tienen un
dúcela a ese castillo tuyo, yo le ce- motivo cierto y racional de celos,
deré esta parte de la mansión, tan pues las que lo tienen endeble o fan-
aderezada como está, y yo me reco- tástico proceden importuna e into-
geré en la otra, y te doy fe que le lerablemente, y ocasiónanse a sí
guardaré iguales consideraciones mismas y a sus maridos una cruz
que si fuese hermana mía; si notares cierta por un hecho incierto. Y eso
que obro de otra manera, expúlsa- lo hacen algunas mujeres enamora-
me a mí y consérvala a ella. Persua- das en exceso o complacientes con
dió al marido de tal forma, que una sus pasiones, o las que se fabrican
noche introdujo en el castillo a la castillos en el aire y toman flacas
amiga, que venía temblando de mie- conjeturas por hechos averiguados.
do de la mujer de su marido, la ¿Se chancea tu marido con alguna
cual la recibió muy dulce y afable- mujer? No vayas a creerle inmedia-
mente; la colocó en sus apartamien- tamente enamorado. No te dejes, lle-
tos y no le dió más nombre que el var por cualesquiera sospechas,
de hermana; visitábala dos veces al cuando no hay que impresionarse
día; dió orden a la servidumbre que por cosas vistas y tocadas con las
la sirviesen con más esmero y de- manos.
1116 JUAN LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. TOMO I

su ojos y a su voluntad, y dirás con


CAPITULO VIII
la santa Ester, arreada y compuesta
DE LOS ATAVÍOS con toda aquella pompa del diablo:
Vos sabéis, Señor, la necesidad que
También este punto de los atavíos, a esto me mueve y cuánto abomino
como los restantes, ha de referirse el estandarte de esta soberbia y glo-
a la voluntad y costumbres del ma- ria mía que llevo sobre mi cabeza
rido si quiere que el vestir sea sim-
;
en los días en que he de mostrarme,
ple y llano, acomódate a él, porque y cómo lo detesto como a paño de
si buscas más aderezado y costo-
le mujer menstruada, y que no llevo en
so,ya no te compones para los ojos los días de mi retraimiento. Y si la
de tu marido, sino para los ajenos, mujer, una vez casada, tuviere li-
cosa que no es propia de la mujer bertad de vestirse y ataviarse corno
buena. ¿Qué ha de hacer con el oro quiera, piense que ya no tiene moti-
y con la plata la mujer que antes vo de buscar aquella curiosidad y
que todo es cristiana, y con ellos no fastuosidad en el arreo, puesto que
da ningún gusto a su marido? Tú, ella ya encontró lo que las otras ca-
por mandato de tu marido, ¿no te zan con aquellas redes. Amonesta el
avienes a un atavío cristiano, cuan- mártir San Cipriano a las mujeres
do, si él quisiere, debieras arrearte casadas que se guarden de compla-
con uno diabólico? Agriamente ha- cerse en exceso a sí mismas con el
bla de los afeites San Ambrosio: afán de agradar a sus maridos, y al
De aquí nace aquello que es vía e excusarse con ellos no les envuel-
incentivo de los vicios, que las mu- van en la complicidad de un pecami-
jeres, temiendo desagradar a los noso consentimiento.
hombres, se pintan las caras con co- Ya saben las mujeres mi anterior
lores ajenos, y en el adulterio que opinión acerca de los atavíos. Aho-
hacen de su cara se ensayan en el ra les será mejor escuchar a San
adulterio de su persona. ¿Qué locura Pedro y a San Pablo, que quieren
ésta tan grande desechar el rostro que el arreo de la mujer cristiana
natural y buscar el pintado? ¿Y sea llano y simple, y más resplande-
mientras temen ser condenadas de ciente de santidad de vida que de
sus maridos por feas, condenarse oro ,y piedras preciosas. La mujer
por tales ellas a sí mismas? Porque honrada ya granjeó otros atavíos
la que procura mudar el rostro con más verdaderos, así en su castidad,
que nació, por el mismo caso da como dijo Xisto, como en la honesta
sentencia ella contra sí y lo condena crianza de sus hijos, como decía Cor-
por feo, y mientras procura agradar nelia de sus Gracos, y, por fin, en
a los otros, ella misma a sí se des- la gloria de su marido. La mujer de
agrada la primera. Todo esto dice Filón, el filósofo, habiendo en cierta
San Ambrosio. Esto mismo que sien- ocasión salido en público sin corona
te el santo doctor, aun cuando el de oro a la cabeza, mientras las
marido no dé mandamiento expreso otras la traían, preguntada del por-
a su mujer en este punto, no se lo qué ella no la traía, respondió que
mandará el marido prudente, y si lo para la mujer casada harta corona
hiciere o barruntares que así lo de- eran, la virtud y la gloria de su ma-
sea, disuádeselo tú a su tiempo y sa- rido. ¿Quién no estimaba más a la
zón y formalmente; si nada consi- mujer de Catón, aunque no era muy
guieres con ello, darás este placer a rico, que no las de muchos hombres
OBRAS MORALES. DE LA MUJER CRISTIANA. LIBRO II. CAP. VIII 1117

públicos hinchados de dinero? ¿Por Así él conocerá que no se le ama


ventura, no valió más a Jantipa ser porque se le necesita, sino por el
mujer de Sócrates, pobre, que no afecto que Dios impone a la esposa.
serlo de Escopa o de cualquier otro Y, en efecto, cuando la mayor parte
nacido contemporáneo? El atavío de los ingresos se malgasta en el
de la mujer, dice Demóstenes, es la atavío de la mujer y se pone en
templanza en el hablar y el vestir. aprieto la economía doméstica, ¿qué
La mejor ataviada es la que tiene el sabroso aliciente puede tener el ma-
marido mejor. trimonio? Acaso, este aparato de la
En hartos lugares San Juan Cri- mujer pudo agradar a los comienzos
sóstomo persigue a hierro y a fuego del matrimonio por causa de la no-
a esa hidra del afeite femenino, y vedad; pero, poco a poco, con la no-
para esa peste que renace siempre vedad irá perdiendo el agrado ini-
y es tan variada propone y señala cial, no de otro modo que el espec-
muchos remedios. Su parecer, pues- táculo asiduo del cielo pintado de
to que es difuso, voy a darlo en com- astros, que es la más linda vista del
pendio, como lo hago ordinariamen- mundo, acabó con toda nuestra ma-
te, sacándolo no de una sola obra ravilla. Y si tu marido ya no hace
suya Es un linaje de idolatría este
: caso de ello, ¿para quién te afeitas?
culto del vestido, de las joyas, de ¿Y qué más si la mujer que viste
todo el ajuar doméstico, tan acicala- con modestia simplicidad halla
y
do, tan ansiosamente buscado, que más loadores y se casa con mejores
para ti está en lugar de ídolos, el hombres que la mujer fastuosa y os-
oro, las pedrerías, el traje, y no los tentadora de su arreo? Los varones
tratas y los reverencias menos de cuerdos y sabios alabarán a la mu-
lo que en otro tiempo adoraba a los jer templada, y alabarán a la mujer
mentidos simulacros aquella antigua lujosa los mozos casquivanos e in-
ceguera. ¿Y qué pensarás tú si yo continentes, aunque ésos no tanto la
te dijere que ese mismo vicio, a los alabarán como la desearán, pues por
ojos de su marido, hace a su mujer más que les acucie el deseo, repro-
de poco precio, desdeñable y aborre- barán, con todo, el lujo y la incon-
cible, puesto que damos menor es- tinencia de la mujer. Dirá alguna,
timación a aquellos que a menudo por ventura: «¿Y qué culpa tengo yo
tienen necesidad de nosotros? Y si si alguno sospecha mal de mí?» Tú
muy a menudo la mujer, por cosas le das ocasión e incentivos para esa
de vestirse y ataviarse, importunare sospecha con tu andar, con tu as-
a su marido, acabará él por no esti- pecto, con todos los meneos de tu
marla y entrará en sospecha de que cuerpo, pues si el apóstol, con tanta
ella no le ama porque es el marido energía, corta todas las demostracio-
con quien Dios la unió, sino porque nes de riqueza, como son el oro, las
es su complaciente proveedor de re- piedras, los vestidos suntuosos,
cursos y el que le proporciona el ce- ¿cuánto más no condenará aquellos
bo de su vanidad y soberbia. El ma- objetos que se buscan con tal afán
rido entenderá que se le ama verda- y con tales mañas? A saber: man-
deramente cuando, dando de lado a char el rostro de carmín, pintar con
toda consideración utilitaria y obe- antimonio las ojeras, caminar con
deciéndole como a mayor y represen- indolencia, hacer más blanda la voz,
tante de Dios, le pide lo menos po- flechar miradas lascivas, propagado-
sible, y aun esto de muy poco coste. ras de incendios ; el superfino y jac-
1118 JUAN LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. TOMO I

tancioso alarde del palio y de la tú- cuando no haya otro remedio; pero
nica, el cinturón labrado primorosa- no hay que exagerarla, y hay que
mente, tus zuecos crepitantes y to- reducirla a lo indispensable, que
dos los otros excitantes de la lubri- siempre será menos de lo que pidan.
cidad. Todas estas cosas son muy Aristóteles, en sus libros Económi-
ajenas del pudor y se las conceptúa cas, a tenor de la vieja sabiduría,
llenas de fealdad y de torpeza. Y si piensa que la mujer en su traer de-
el apóstol veda todo esto a las que be gastar menos de lo que prescri-
están bajo la potestad de varón, las ben las leyes suntuarias y las cos-
que viven en el regalo y sobreabun- tumbres de la ciudad, puesto que
dan de riquezas, ¿qué pensamos, di- conviene considerar, dice, que ni el
ría, de las vírgenes? Bien está; con aliño y lustre de los vestidos, ni la
una mujer gentílica no quiero entrar excelencia de la hermosura, ni la
en discusión acerca del atavío; pero abundancia de oro contribuyen tan-
¿qué me responderá la mujer cris- to a la alabanza de la mujer como la
tiana que entre con aquella pompa compostura en el porte y el empeño
en la iglesia, donde oirá que desde de vivir con honestidad y gracia. Así
el lugar más elevado los apóstoles que hay que hacer más caudal de la
predican una doctrina radicalmente razón y del recato y de la piedad
contraria? ¿Acaso va a la iglesia pa- que de los vanos juicios y perversas
ra desmentir con sus obras aquella costumbres introducidas primera-
predicación y para proclamar a gri- mente por hombres viciosos y reci-
tos que, por más que se repitan y se bidos y aprobados después por la va-
inculquen aquellas enseñanzas, ella nidad y sentir corrompido del vulgo.
no las oye o no les hace ningún ca- Deberían algunas honradas matro-
so? Si un pagano asistiera a nues- nas concertarse entre ellas y, recia-
tras asambleas oyendo lo que dicen mente aliadas, arremeter contra ese
aquellos apóstoles de Cristo y vien- linaje de costumbres, de manera
do lo que hace aquella discípula de que, vistiéndose ellas medianamente,
Cristo, ¿podría contener la risa o, dieran a las otras el ejemplo conve-
mejor, no saldría de allí enojado por niente y les enseñasen el camino
asistir a aquella farsa? Todo esto por donde debían insistir. ¿Cuánto
es de San Juan Crisóstomo. mayor mérito no tendrían haber qui-
Por lo demás, así como no aproba- tado una mala usanza que haberla
mos el fausto, ni la pompa, ni la ex- seguido? Y no hay que desesperar
quisitez del demasiado atavío, tam- que unas pocas mujeres consigan
poco nos parece bien la sordidez y la abolir lo que otras pocas mujeres
inmundicia, ni el que en un vestido introdujeron. Ni está tan irremedia-
llano y simple se acuse una excesi- blemente pervertido el ingenio hu-
va preocupación del aliño. Hay mu- mano que pueda verse influido del
jeres en quien, por su belleza singu- mal, pero no pueda influirse del
lar, luce la jerga más grosera y bas- bien, principalmente cuando el rec-
ta, y las hay que con su buen gusto to hábito del alma propenda a él.
hacen que luzca. Hay que hacer, Lo que pudo para el mal la conjura-
dicen, alguna concesión al lugar, al ción de las malas, otro tanto podría
tiempo, a las circunstancias de la vi- para el bien el concierto de las bue-
da y a las usanzas admitidas de la nas, siempre que comenzaran su
localidad. Sí, hay que hacerles de campaña con recato, con modestia,
cuando en cuando alguna concesión, con pudor, y considerasen ser gran
OBRAS MORALES. DE LA MUJER CRISTIANA. LIBRO II. CAP. VIII 1119

honra vencer con esas armas y no res. Y aun estaría bien que los pre-
con el alarde jactancioso de una ri dicadores cristianos imitasen, no ya
queza que aguija a los espíritus li- a los santos varones que formaron
vianos a emulaciones y rivalidades la piedad cristiana, sino a Pitágoras,
enconadas. Los maridos, todos a una, filósofo gentil, y vencerle en esta lid
aprueban la bondad, la paciencia, el honrosísima, de quien San Justino
amor y la docilidad y las alaban so- escribe estas palabras: Enseñaba
bre manera. Son contadas las muje- Pitágoras a las mujeres castidad y
res que envidian a las casadas ejem- obediencia a sus maridos, y a .vuel-
plares para imitarlas; mas, todas a tas de esas virtudes inculcábales
una, envidian y codician los adere- templanza, que es la madre de todas
zos, los vestidos, los collares, los ellas, y con la asiduidad de sus per-
zarcillos, los broches, los pendientes, suasiones y consejos había consegui-
las sortijas, los vasos labrados. ¡Oh do que las mujeres depusiesen sus
soberbios y necios animales nacidos vestidos dorados y los otros aderezos
para la vanidad y la ostentación! propios de su estado, como instru-
De ahí surgen las competencias que mentos de lujo, diciendo que el ver-
se encrespan y se encienden tanto, dadero atavío de la matrona era la
y llegan a tales extremos que, como honestidad, no el vestido. ¿Por ven-
dice sapientísimamente Catón en Ti- tura este mismo sentir no se en-
to Livio, las ricas quieren tener lo cuentra más claro y copiosamente
que ninguna otra mujer pueda, y las en autores nuestros? Henchidos es-
pobres, porque no se las desdeñe por tán de consejos de esa suerte San
ello, se alargan a más de lo que pue- Cipriano, San Jerónimo, San Crisós-
den, y de esto se origina que tenien- tomo, San Ambrosio, San Agustín,
do vergüenza de lo que no conviene, San Fulgencio. Tertuliano exhorta
dejan de tenerla en lo que más im- así a las mujeres: Salid ya y mos-
porta. Despojan a los maridos e hi- traos aderezadas con los afeites y
jos por vestirse a sí; en la intimidad arreos de las enseñanzas apostólicas,
de su hogar tienen hambre y laceria, tomando el blanco de la inocencia,
y fuera de su casa andan en público tomando el carmín del pudor, pinta-
cargadas de oro y sedas; empujan a dos los ojos con la reverencia y el
sus maridos con sus reproches y ri- espíritu con el silencio, metiendo en
ñas a feas ganancias, a hechos puni- los oídos la palabra de Dios, ponien-
bles, porque su vecina, o su parien- do en las cervices la coyunda de
ta, o su afín se muestre más rica y Cristo; doblad la cabeza ante vues-
ataviada que ella. Y todo eso, tan tros maridos, y harto ataviadas an-
grave y tan descomedido, fuera tole- daréis; ocupad vuestras manos en la
rable si con ello no vendieran su lana, clavad en vuestra casa vues-
castidad para sacar de ahí lo que el tros pies y agradarán así más que
marido no quiere o no puede darle. calzados de oro; vestios de la seda
Tamaños males debieran atajarse de la probidad, del brocado de la
o por concierto y pacto que hiciesen santidad, de la púrpura de la pudi-
las matronas ricas, quienes con su cicia. Así pintadas, tendréis a Dios
ejemplo llevarían a las otras a mayor por amador. Esto es lo que dice Ter-
cordura, o por alguna ley suntuaria tuliano; a ello yo añadiré algunas
que frenase esos desafueros, como reflexiones de mi cosecha que me
aquella vieja ley Opia que ponía mo- parecen pertinentes a esa misma
deración en los gastos de las muje- exhortación. Todas las cosas corpó-
1120 JUAN LUIS VIVES. .
OBRAS COMPLETAS. .
TOMO I

reas son signos de las incorpóreas; de virtudes con que se adorna la es-
en el espíritu radican la eficacia y posa, hija del rey, en el salmo XLIV,
la verdad ;en el cuerpo, la sombra y la cual asiste a la derecha de su
la imagen. La cabeza del varón es esposo con franjas de oro vesti-
Dios; la cabeza de la mujer es el da de variedades, cuya gloria es
marido. ¿Por ventura buscas tú un toda recogida e interior y en ella
adorno mayor o que te embellezca pone sus ojos aquel esposo que es
más que la excelencia y la honra de el más hermoso de los hijos, de los
tu marido? Si te tocares la cabeza hombres, en cuyos labios la gracia
con la sumisa obediencia que le de- se derramó? ¿Por qué, mezquinas,
bes a él, lucirás el más gracioso de corréis en persecución de sombras
los tocados. vanas? Los auténticos y sólidos ata-
No parece bien en varón cubrir víos son aquellos que en vida y en
su cabeza, puesto que es en el mun- muerte os harán resplandecer, los
do la imagen de Dios; en la mujer que os granjearán honra y hermo-
sí que parece bien, porque al varón sura grande ante los hombres y una
está sujeta; descúbrese, pues, cual- gracia copiosísima e imperecedera
quiera mujer que sacude de sí la ante el acatamiento de Dios.
ley de su marido. Si tu cabeza res-
plandece de oro y de piedras pre-
ciosas, usurpas la preeminencia de CAPITULO IX
tu marido; si, vuelta de la autori-
dad de tu marido, te vistes de ho CÓMO SE HA DE HABER EN PÚBLICO
landas y de sedas, ¿de qué te apro- LA MUJER CASADA
vecha un signo que carece de con-
sistencia ni realidad? Andas desto- Parece bien en las casadas que se
cada y menosprecias el mandamien- las vea en público aún menos que a
to del Apóstol; el carbúnculo es el las doncellas, pues lo que éstas pa-
ardiente amor conyugal, el diamante recen buscar ellas ya lo tienen; así
es la firmeza del propósito santo, te- que todo su cuidado debe consistir
naz, indestructible, pues tal dicen en conservar a su marido y en agra-
que es su naturaleza la esmeralda
;
darle a él Licurgo, que dió
solo.
es el gozo en el Señor, de quien dice leyes a lacedemonios, mandó
los
el Apóstol: Gózaos en el Señor que casadas, cuando salían de
las
siempre; las sortijas que adornan la casa, fuesen con la cara cubierta,
mano son las buenas obras, de quie- porque ya no era conveniente que
nes dice Salomón: Obró con la sa- ni ellasmirasen a otros ni otros las
bia destreza de sus manos; el yugo mirasen a ellas, puesto que tenían
del Señor, suave y llevadero, es el en casa al único a quien debían mi-
collar de oro guarnecido de piedras rar y de quien debían desear ser
preciosas; el cinturón es aquel ir miradas. Costumbre es ésa que los
con los lomos ceñidos como nos persas y casi todos los pueblos
manda el Señor que vayamos cons- orientales, y aun muchos de los
tantemente mientras estamos en es- griegos, observaron en gran mane-
pera de su venida la camisa es el
; ra; pero no con la cabeza tapada,
recato y vergüenza que cubre todo como ahora se estila en ciertas ciu-
el cuerpo de la mujer. ¿Existe, por dades de Europa, que no hay quien
ventura, vestido más resplandecien- las conozca ni vea la cara, y ellas,
te que aquella riquísima variedad en cambio, ven y conocen a los
OBRAS MORALES. —DE LA MUJER CRISTIANA. LIBRO H- CAP. IX 1121

otros. En lo cual no puede uno me- ¡así me amen los dioses!, porque
nos de maravillarse no tanto de las en toda la cena no aparté mis ojos
delicadezas de las mujeres (¿delica- de ti por mirar a otro varón. La
dezas, dije?; desvergüenza de la matrona honesta no oirá con agra-
más fina, debiera decir, con su ca- do a los varones ajenos, ni discuti-
ra tapada, con su velo sutilísimo) rá de ellos, ni de su hermosura.
como de la ceguera de los maridos, ¿Qué importan la belleza de los
que no consideran cuánta ocasión otros a aquella para quien conviene
de maldades disimula aquel recato que todos los hombres le parezcan
aparente. No las cometerán, dices. igualmente bellos, y feos igualmen-

¡Ojalá digo yo no las hubieran te, excepto su marido? Este solo
cometido* Por otra parte, no hay sea el más hermoso, el más gracio-
que abrir la puerta a la ocasión de so que todo lo restante del mundo;
pecar. Vayan, pues, las mujeres sin como para una madre su hi-
lo es
velos delante de la cara, veladas y juelo único. Al Esposo, en el Cantar
abrigadas por el pudor; porque de los Cantares, parécele su Esposa
aquel velo que antiguamente usa- la más hermosa de las mujeres, y
ban las mujeres no tanto servía por para ella, a su vez, el Esposo suoe-
no ser ellas miradas de los hombres ra a todos los otros en hermosura
como por mirarlos ellas. Fauna, mu- y en gracia. Y no fué menos grata
jer de Fauno, rey de los pueblos a Duelio la simpática simplicidad de
aborígenes de Italia, mientras vivió su esposa. La referiré con las mis-
no vió jamás a varón alguno, ex- mas palabras de San Jerónimo:
cepto a Fauno, por lo cual, después «Duelio, que fué el primero que
de muerta, la tuvieron por diosa y triunfó en Roma en combate naval,
la veneraron bajo el nombre de casóse con Bilia, doncella de tan ra-
Diosa buena, y en los sacrificios ra honestidad que aun en aquel
con que la honraban no solamente tiempo, en que la deshonestidad era
eran excluidos los varones todos, tenida no ya por vicio, sino por
sino incluso la figura de animal ma- monstruo, fué mirada por espejo y
cho. Esto no lo digo porque yo les dechado de virtud. Llegado Duelio
mande estar siempre emparedadas a viejo, caduco y temblándole todo
y tapadas, sino porque se las vea en el cuerpo, en una recia discusión
público raras veces, y menos aún oyó echársele en cara que le he-
que anden metidas entre hombres, día la boca y, desazonado al retraer-
cosa la más grata que puede haber se a su casa, quejóse con su mujer
para los maridos, como fácilmente por qué nunca se lo había adverti-
imaginamos que la recatada reser- do para poner remedio a ese vicio.
va de su mujer lo fué a Tigranes. «A femía que lo hiciera ella res- —
Este, habiendo tenido convidado a pondió —
si no pensara que a todos
su mesa a Ciro, rey de Persia, y ha- los hombres la boca les hedía igual.»
biéndose hablado largamente en ca- Merecedora de alabanza es esa ma-
sa de Tigranes después del banque- trona honesta y noble, si ignoró la
te de la apostura y prestancia fí- tacha de su marido, y si la sufrió
sica de Ciro, pues era hermoso so- pacientemente, y si su marido co-
bre todo encarecimiento, Tigranes noció su defecto, no por asco de la
preguntó a su mujer qué le había mujer, sino por reproche de su ene-
parecido el rostro de Ciro. No pue- migo. Esto mismo cuentan que

do darte razón respondió ella — aconteció a Hierón, rey de Siracu-

luis vives — 33
1122 JUAN LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. TOMO I

&a. A la pudieran decir


verdad, Tampoco la mujer hablará sino
esto aquellasque besaron a muchos aquello cuyo silencio pueda ser per-
hombres antes del matrimonio y a judicial, ni oirá, o al menos no pres-
muchos durante el matrimonio. tará atención, aquellas palabras que
Cuánta sea la modestia que la nada tienen que ver con la probi-
mujer ha de observar en público, dad de las costumbres. Peligroso
puede fácilmente colegirlo de todo es el apetito de la carne que en to-
cuanto dijimos acerca de la que de- do momento traemos alrededor y
bía guardar en su casa, en su cá- que no obedece ni a la razón ni al
mara, cuando esté sola con su mari- juicio. Hizo notar San Agustín que
do y de día y de noche. Aparte de el Apóstol San Pablo, hablando de
esto, qué necesidad hay de repren- los otros vicios, dijo: Resistid. Del
i

der aquí aquella usanza barbárica deseo carnal dijo: Huid. Pues a los
de algunas naciones, por la cual otros vicios, con la ayuda de Dios,
promiscuamente se bañan el mari- debemos resistir en el ataque; mas
do y la mujer! No hay que mentar- a la concupiscencia debemos ven-
la aquí siquiera, pues es más cos- cerla huyendo. Contra el ímpetu de
tumbre de bestias que de hombres. la tentación carnal, date a la fuga
Pocas conversaciones de hombres si quieres obtener la victoria. Y no
oirá la mujer, y más pocas palabras te cause sonrojo esta huida si de-
dirá, y si presintiere que va a oír o seas obtener la palma de la casti-
ver alguna liviandad, quítese luego dad. Sí, tienes que huir, porque a
de allí. Un declamador del siglo dice ta castidad tocóle un enemigo pe-
muy discretamente de las mujeres: gadizo a quien se resiste cada día
.Ande la matrona con los ojos derri- y cada día se teme. Verdaderamen-
bados al suelo y con el saludador te digna de compadecer y aun de
oficioso muéstrese más bien inhu- llorar es la condición en que muy
mana que ruborosa; anticípese a de presto pasa lo que deleita y se
desmentir su liviandad antes con la queda implacablemente lo que ator-
expresión de su rostro que con la menta ; efímero es el ímpetu del
negativa tajante. Hierón, aquel ti- placer, y permanente y sin fin es el
rano de Sicilia de quien antes hice oprobio del alma infeliz. Esto es de
mención, impuso una recia multa San Agustín. ¿En dónde están aque-
de dinero al poeta Epicarmo por- llas señoras cortesanas para quienes
que en presencia de la reina refirió es muerte la soledad, que las aflige
una anécdota inconveniente. César tanto, sin aquel cortejo de mozos, con
Augusto vedó con público pregón la quienes departen noche y día? ¿Qué
asistencia a los juegos de los at- responderán a Agustín o, mejor, al
letas, porque acostumbraban luchar Apóstol de Cristo? Dicen que lo ha-
desnudos. Y no es de maravillar, cen con toda pureza de intención y
porque éste es aquel César que dic- sin sospecha alguna de mal. A mí
tó leyes sobre los adulterios y la me resulta ello increíble, y no sólo
castidad. Por la misma causa, mien- a mí, sino también al Sabio, que se
tras duraban los juegos olímpicos, hace esta pregunta: ¿Como es posi-
todas las mujeres salían de Olim- ble que nadie traiga fuego en su
pia y Pisa, y también porque con seno y no se queme? Pero admítase
tan gran afluencia de gentío no tu- que a ellas no se les viene ni por
vieran ocasión de andar barajadas asomo el más leve pensamiento de
con varones. obscenidad. Siempre será cierta
OBRAS MORALES. DE LA MUJER CRISTIANA. LIBRO II. CAP. IX 1123

aquella otra sentencia del Apóstol: fuq que por espacio de dieciséis
El que ama el peligro, en el peligro años la aplaudiera aquella provin-
perecerá. Y aun en el caso, harto cia, pero mucho más que no la co-
difícil por cierto, de que a ellas no nociera. Hasta aquí son palabras
les ocurra ningún pensamiento ma- de Séneca. Entendió, sin duda, aque-
lo, ¿podrás garantizar a los varones lla sabia mujer que el trato y con-
esta misma inmunidad de que tú versación con los varones empecería
gozas? Delinques, pues, o de obra, el candor y la limpieza de su nom-
o de peligro, o de incentivo. bre, y que la seda muy fina no gana
Juvenal reprende con aspereza a nada en que la traten muchas ma-
aquellas mujeres letreras que saben nos. Numa, rey de Roma, según
lo que pasa entre los seres y los Plutarco escribió, acostumbró a las
tracios y todo cuanto se hace en el mujeres a que se abstuvieran de
universo mundo. Catón, en un razo- hablar y de beber vino y a que, en
namiento que desarrolló en el Sena- ausencia del marido, abriesen la
no sobre las mujeres, quiere que las boca aun en cosas necesarias. Y a
mujeres ignoren en absoluto qué le- propósito de esto, se cuenta que,
yes se promulgan o se derogan en habiendo una mujer defendido en
su ciudad, y de qué se trata en el el foro su propia causa, el Senado
foro, y de qué en la curia. De aquí consultó a los dioses acerca de qué
aquel refrán de los griegos: La ta- calamidad era agüero y amago aque-
rea de la mujer es la tela y no los lla cosa jamás vista.
discursos. Aristóteles tiene por más Es conveniente que las recién ca-
perdonable en el varón conocer lo sadas permanezcan en casa recogi-
que se hace en la cocina que en la das durante algunos meses. Así, Eli-
mujer estar enterada de lo que suce- sabet, esposa de Zacarías, después
de fuera de casa, y por eso le prohi- de la concepción, durante algún
be enérgicamente hablar de política tiempo se mantuvo oculta; ésta,
y aun de oírla. Séneca escribe que porque siendo anciana tuvo ayun-
a una tía suya materna, en dieci- tamiento con su marido; aquélla,
séis años que su marido tuvo el go- porque perdieron la virginidad; en
bierno de Egipto, nunca se la vió en unas y otras parece bien un cierto
público ni admitió en su casa a pudor del hecho, aunque no ilegíti-
ningún natural de aquella provin- mo. Mujeres hay que cobran mucha
'cia, que ninguna cosa pMió a su ma- fantasía por dignidades ajenas, co-
rido ni consintió que se la pidieran mo son, verbigracia, del marido, del
a ella. Y así fué que aquella provin- hermano, del deudo, del afín o, si
cia, charladera e ingeniosa en bur- place al Cielo, del amigo y aun del
lerías y afrentas de los preceptos vecino conocido ligeramente. ¡Qué
en la que ni aun los que evitaron locura tan grande es obrar de modo
la culpa no se escaparon de la infa- que a los otros sus propias virtudes
mia, la contempló como único espe- les hagan buenos y merecedores de
jo de virtud y, cosa que es la más honra y a ti las virtudes ajenas te
difícil para aquellos a quienes gus- hagan mala e indigna de todo ho-
tan las chanzas, aun las más esca- nor! Y no faltan quienes abusen de
brosas, contuvo toda licencia de la la influencia de sus allegados, que
lengua y ahora está deseando siem- no ya a sí mismas, sino también a
pre, aunque no lo espere, otra go- aquellos personajes influyentes los
bernadora semejante a ella. Mucho tornan odiosos, como la hermana del
1124 JUAN LUIS VIVES, .
OBRAS COMPLETAS. .
TOMO I

emperador Vitelio, la cual de la pre- zosas sin desvío, y quieran antes su-
eminente situación de su cuñado to- frir menoscabo en la mercadería que
maba más tufos que la emperatriz en honestidad. Esto digo por al-
la
misma. La desapoderada altivez de gunas que con halagos y lisonjas in-
las hermanas de Hierón, rey de sinuantes atraen a los compradores.
Siracusa, empujó al pueblo a un mo- —
No es de matronas dice Plauto —
vimiento sedicioso que acabó con sino de meretrices, halagar a los
él y con todo su linaje. Un noble se- hombres extraños. Pronto los com-
ñor de nuestro tiempo tuvo a una pradores descubren y evitan esas
mujer orgullosísima, el cual fué artimañas, cual si fueran cantos de
derrocado de su gran posición, y sirenas. Mayor ganancia granjeará
justamente a juicio de todo el mun- la mujer reservada, porque de su
do, porque con aquel poderío de su aspecto y costumbres juzgarán los
marido ensoberbecíase la mujer has- compradores, que ni les mentirá ni
ta un grado feroz. Tucídides ni si- engañará. No digo yo que el
les
quiera permite que la mujer buena comprador rico no tome placer en
sea alabada en las conversaciones donaires y en desenvolturas; pero
del vulgo; no quiere decir con ello raro es el que los pague con dinero,
que no condene que se la vitupere, y cuando se trata de cerrar el pre-
sino que quiere sea desconocida de cio, ningún crédito dan a la vende-
las personas ajenas a su familia y dora picara y desenvuelta. Y si a
que la fama pregonera no publique veces a los compradores mozos la
su nombre. pasión les engaña, ello no acontece
No es precisamente buena señal y a los compradores viejos, escarmen-
demostración de su castidad el que tados y ricos, en quienes el interés
la mujer sea demasiado conocida, y vence a todo otro linaje de conside-
celebrada, y cantada, y señalada por raciones. En conclusión: como quie-
algún sobrenombre que vuele de ra que ello sea, debe la mujer acor-
boca en boca y que se la diga her- darse siempre y tener de continuo
mosa, o turnia, o bizca, o pelirroja, delante de los ojos que el más cier-
o coja, u obesa, o pálida, o flaca; to y sólido tesoro de la mujer es la
pues es menester que estas circuns- honestidad y vergüenza.
tancias sean ignoradas en la mujer Ahora, habiendo ya encerrado en
buena, como demostramos en el li- su casa a la mujer del modo sabido
bro anterior. Con todo, las hay cuya en tiempo de paz, harto puede cole^
manera de vivir requiere que estén girse la participación que toca a la
en público y traten con las gentes, mujer en la conducción de la gue-
como son las que compran y ven- rra y en el trato de las armas; co-
den. Yo, por mi parte, no querría sas, ambas a dos, que yo querría
que las mujeres se aplicasen a ta- que ni aun nombre tuviesen para
les tráfagos, si bien en ello hay que ella; y que pluguiera al Cielo que
mirar la comarca y las condiciones se quitaran aun a los varones cris-
de su vida. Así que si de otra ma- tianos. Pasó ya de moda Judit,
nera no puede ser, mézclense en aquella gloriosa viuda que fué som-
esos tratos mujeres ancianas y de bra y promesa de tantas cosas ve-
más de media edad, casadas; y si nideras, la cual, con su continencia
por necesidad indeclinable tienen y castidad, cortó la cabeza de Holo-
que ser mujeres mozas, procuren ser fernes; a saber: del diablo. Ya Dé-
comedidas sin melindre y vergon- bora, la que juzgó el pueblo de Is-
OBRAS MORALES. DE LA MUJER CRISTIANA. LIBRO II. CAP. IX 1125

rael, cedió su lugar Evangelio de


al hablar lo que se le antoje. Cuando
Cristo, aun cuando ésta no tanto doncella, podía culpar a su ignoran-
ayudó al pueblo de Dios, beligeran- cia si, sin ruborizarse, oía o decía al-
te, con consejos y ardides de gue- guna obscenidad; pero ahora, casa-
rra, como con ayunos, oraciones y da y con experiencia de varón, no
vaticinios. San Ambrosio, hablando se queda sin tacha de destemplanza
de estas dos heroicas hembras, en y torpeza si algo semejante le acon-
su libro De las viudas, apostrofando tece. Y puesto que los espíritus li-
a las mujeres cristianas, les dice: vianos se dejan levantar en alto fá-
La Iglesia vence el poderío hostil, cilmente por un poquillo de aire de
no con las armas del siglo, sino con honra hueca, debe amonestárselas
las armas espirituales, en las cua- que sean aplomadas y graves, que
les Dios deposita su fortaleza para no las lleve de un punto para otro
destruir los baluartes y los fosos un tan delgado soplo de viento,
profundos de la maldad del espíri- y tan discretas, que no ignoren
tu. El arma de la Iglesia es la fe; cuán risible y contentible cosilla es
el arma de la Iglesia es la oración, esa que nosotros, mal sabidos, lla-
que derrota al enemigo. mamos honra. ¿Qué hace más al ca-
Demás de esto, ni la voz, ni las so que te llamen Cornelia, pelada,
palabras, ni los meneos, ni la anda- o la señora Cornelia? ¿Señora, dije?
dura de la mujer en público no en- ¿No fuera mejor señorita o señora
trañarán ninguna significación de a medias, pues todas estas diferen-
altanería, ni de hastío, ni de melin- cias de tratamiento se estilan en
dre; todo será en ella simple y lla- Francia? ¡Oh ánimo liviano a quien
no, templado y sazonado por la mo- impresiona un tan tenue sonido de
destia y el pudor. En dondequiera voz! ¿No reparas, necia, que no por-
estuvieren, sentarán bien en las ma- que te llamen señora ya lo eres en
tronas la gravedad y la seriedad en realidad? ¿Piensas, por ventura, que
la palabra, en el semblante y en el aquellos que a determinadas muje-
gesto todo; para con los varones res llaman reinas y augustas ya las
mozos y ligeros de cabeza, aun ia constituyen tales porque les dan tal
fiereza y el ceño; y, más que con tratamiento? El arcángel Gabriel da
nadie, con aquellas mujeres que no no más que el simple nombre de
gozan de fama intachable, porque María a su Reina y Señora. ¿Y tú
no parezca que por lisonja o por tomas a mal que te llame con tu
cortesía aprueban sus costumbres; nombre propio tu propio marido,
antes bien: con su misma cara den que es superior a ti? Nadie puede
a entender lo que de ellas piensan. llamar señora sino a aquella a quien
Escribe Tito Livio que Híspula, fa- ama con amor pecaminoso, pues
mosa meretriz romana, llamada por ella es, efectivamente, su dueña y
Sulpicia, sufrió casi un desmayo su tirana, a quien sirve torpe y mi-
porque había de reunirse con una serablemente. Y si no es honorable
dama de tan gran respeto. Así de- mujer alguna cuyo nombre no vaya
ben las matronas cautelar su digni- precedido del título de señora, vi-
dad hasta el punto que las malas vieron deshonradas, por tanto, mi-
mujeres se avergüencen de poner serables, todas las mujeres, en el
en ellas sus ojos. Y no imagine la pueblo romano y aun en toda Italia,
mujer que por el simple hecho de Grecia, Africa, pues ninguna mujer
estar casada ya le es cosa lícita oír en todos aquellos siglos llamóse se-
1120 JUAN LUIS VIVES. OBR.AS COMPLETAS. TOMO I

ñora, como el marido no se llamó se- hablan con dulzura. ¿A cuánto cues-
ñor. Dime también: ¿Qué diferencia tan las palabras? Os ceden el cami-
piensas tú que hay en que te sien- no: liviana es la molestia de cede-
tes o vayas la primera o la postre- ros un poco de la vía, y respiran
ra? En algunas naciones tienen la mientras tanto; os ponen en cabe-
precedencia los primeros y en otras cera de mesa, y están sentados a su
los últimos, y en otras, por fin, los placer cabe vosotras; os dan el apo-
que se sitúan en el centro. Si quie- sento mejor y más bien aderezado
res satisfacer a la opinión, cuando de toda la casa; los vestidos más
fueres la primera, imagínate estar muelles, oro, plata, joyas. Lo mismo
en aquellos pueblos que dan la pre- hacen con los niños porque no llo-
ferencia a los primeros; cuando es- ren, y no os tienen por más sabias
tuvieres en medio, piensa que estás que a los niños, y no lo sois mien-
en los que atribuyen este honor a tras os contentáis con tales nade-
los que están en medio, y si a la rías; y, por fin, os dejan aquello
cola, en los que acatan preferente- que, si se os quita, os causa tanta
mente a los que están en la cola. quemazón y desabrimiento; para
Así, dondequiera estuvieres, serás en ellos es motivo de honra menospre-
tu estimación la más distinguida. Y ciarlas, y porque os dediquéis a
al revés, por no engreírte en dema- aquellas cosas para las que los hom-
sía cuando estuvieres en el más alto bres no tienen tiempo. Y puesto que
lugar, piensa que estás entre aque- os conocen tales, nadie os conside-
llos pueblos para los cuales este si- rará más honradas porque los hom-
tio es el ínfimo de todos. bres os den honra, sino que más
Ya te cedí el paso en la calle. bien tomarán por bien criados y
¿Qué otra cosa es ésta sino que el corteses a aquellos que os conceden
más fuerte hace lugar al más flaco, un honor, porque saben que lleva-
el entero al lisiado, el firme al invá- ríais muy desabridamente su caren-
lido, el suelto al embarazado o el cia.
ligero al tardo? ¿Piensas ser otra Hombre soy; mas por cuanto co-
causa por que los hombres traten a mo con amor de padre he tomado
las mujeres con tal blandura o les cargo de enseñaros, ni ocultaré ni
hablen tan halagüeño y se precien disimularé nada de lo que crea que
hasta tal punto de profesarles esti- hace a vuestra formación; y aun
ma y veneración, sino porque el haré más, y será descubriros vues-
sexo más robusto trata con exqui- tros secretos. No sé cómo los otros
sita delicadeza, como a cristal del- hombres me agradecerán esta reve-
gado y frágil, al sexo débil, de tan lación. Así es que quiero que no ig-
viva sensibilidad que el frote más noréis que nos reímos y burlamos
ligero le afecta extraordinariamente de vosotras con aquella falsa apa-
y deja en él una impresión profun- riencia de honra y trampantojos que
da? No es, pues, la propia virtud la os hacemos, y cuanto más codicio-
que os granjea el honor, sino la aje- sas sois de honores, tanto más os
na cortesía, y no se os rinde acata- escarnecemos y chiflamos; abrimos
miento porque lo merezcáis, sino las manos con largueza y os distin-
porque andáis tan pesadas persi- guimos con aquellas sandeces que
guiéndolo, dándoos de balde lo que vosotras decoráis con el nombre de
nada les cuesta. Os clan tratamiento honores, pero no sin alguna com-
de señora, os regalan sonrisas, os pensación, porque vosotras, en cam-
OBRAS MORALES. DE LA MUJER CRISTIANA. LIBRO II. CAP. IX 1127

bio, con la necedad de aquellas pa- varonil tiene la preeminencia a éste,


siones y juicios vuestros, nos procu- y no al revés, el sexo femenino es
ráis no pequeños divertimientos. Dí- deudor de acatamiento.
goos, en verdad, que no sabéis dónde El mismo Dios, hacedor y orde-
radica el honor verdadero y macizo. nador de todo, al dar la preferencia
Bien está el merecerlo, pero no el al varón sobre la mujer, declara al
buscarlo. Seguir debe vuestras obras varón más merecedor de honra, y
y no por ellas ser captado. Señal que, por tanto, a él debiera deferír-
cierta será que lo merecéis cuando sela, si, por ventura, no es el caso
no os pese de no tenerlo, pues es de que ya hayamos llegado a un gra-
tan aviesa índole y condición, que, do de perversión tan absurdo que
como del cocodrilo escriben los au- los reyes y príncipes deben la honra
tores de Historia Natural, persigue a sus vasallos, y no al revés, el va-
a los que huyen y huye de los que sallo al príncipe. Si un rey se descu-
le persiguen; arisco y zahareño con briera ante un labrador o un cria-
los que le halagan, y blando y servil do y le cediera el paso, ese ademán
con los que le tratan con dureza. El no sería honor, sino inepcia, fatui-
camino más expedito para la gloria dad, cosa de broma. Así que tam-
— dice Sócrates es el de la virtud, poco es honor el que el varón de-
que es loúnico que no busca la glo- muestra a la mujer, sino burlería
ria, pero la encuentra. Salustio escri- y lance de risa. ¡Cuánto más sensa-
be que Catón de Utica prefirió ser ta no es la máxima de que las mu-
bueno a parecerlo, y por ello, cuan- jeres no deben ser honradas así!
to menos buscaba la gloria, tanto Pero es el caso que ellas andan en-
más la alcanzaba. Así que el camino greídas con ello; hay que doblegar-
más cierto y más derecho para los se ante la flaqueza femenil, hay que
verdaderos honores es la virtud, la sufrir y tolerar a las mujeres, como
cual, así como no puede dejar de ser sexo más débil por el más robusto,
honrada, así no se enoja de ser des- como el ciego por el que tiene bue-
preciada. Mas porque entendáis qué na vista, como el enfermo por el
cosa sea el honor, diréos que es la que goza de cabal salud. La mujer
veneración y, en cierta manera, el que se persuadió que las lisonjas,
testimonio de la excelencia de la los halagos, las alabanzas, los peli-
virtud. La virtud conténtase de sí llos, son honras, merecería que no
misma; no anda desalada detrás del se le otorgaran otros honores ni
honor, y cuanto más excelente es, otras loas en su vida. Y con todo,
tanto menos le rendimos pleitesía hay algunas tan locas de remate
cuando queremos cumplir nuestro que, sabiéndose aduladas, se creen
deber recta y debidamente. Es un alabadas. ¿Cómo no sabéis, mezqui-
axioma corriente que a las mujeres nas, cuánta diferencia hay de la
se les debe acatamiento; cosa que adulación al elogio? ¿Pensáis, acaso,
a las mujeres que no son para consi- que son alabanzas aquellas que el
go jueces injustos no les cuesta nin- hombre os da sin pizca de convic-
gún trabajo reconocer, y a esa pre- ción y vosotras sabéis que son falsas
rrogativa se acogen de grado, pero o no salidas del corazón, sino fabri-
no con demasiada lógica, como en cadas por la ficción, cosa de risa y
otras muchas cosas acostumbra pro- de engaño? A nadie deis más cré-
ceder el vulgo, pues constando que dito acerca de vuestros bienes que
en todo linaje de virtudes el sexo a vosotras mismas.
1128 JUAN LUIS VIVES. OBR.AS COMPLETAS. TOMO I

La mujer que se exploró bien a agrava y atierra al alma, nacida pa-


sí misma, harto claro ve que no hay ra subir al cielo? Si no hubiere envi-
en ella cosa que merezca ser loada dia, con suma facilidad evitará aquel
sino el alma, que se juzga indigna vicio que de la envidia suele nacer;
de todo loor. Si algún bien tiene, a saber; riñas, iras, rencores, bal-
don es de Dios; a El debe referírse- dones y villanías; pesquisas en la
le una vez que se haya recibido a ; casa del vecino; exploraciones de
El se le debe la alabanza; a El el vidas ajenas: ¿Qué hace Fulano, qué
hacimiento de gracias. Y si tiene al- dice, cómo y de qué vive? Eso no
gún mal, es cosa de nuestra mal- hará jamás la mujer virtuosa, si-
lo
dad; el denuesto y la reprensión no
la desvergonzada, digna de deso-
nos tocan de derecho a nosotros, y a lladora reprensión, si ya no fuere
otro la alabanza. Aunque yo vaya que tus investigaciones tengan por
predicando el menosprecio de la móvil el socorro del indigente.. A tu
honra, no quiero, con todo, que se cuidado dejó Dios al pobre; tú se-
sienta indiferencia ante el menos- rás ayuda del huérfano. Dichosa tú
cabo del pudor. La que puede no si tu intención fuere aquella de
temer la sospecha del adulterio, quien dice el Salmista: Bienaven-
puede no temer el mismo adulterio, turado el que mira por el pobre y
dice Porcio Latrón. Siendo tanta la menesteroso ; en el día malo le li-
vileza que hay en las honras huma- brará el Señor. El Señor le conser-
nas, en la consideración social, en ve y le dé vida y no le entregue al
las alabanzas, harto vil es quien se deseo de sus enemigos. El Señor le
abaja tanto que envidia a otro nin- socorra en el lecho de su dolor, y
guna cosa humana. Y si es cosa fea en su enfermedad mulla su cama.
envidiar las honras y las alabanzas,
mucho más lo es envidiar el dinero,
los vestidos, las posesiones, pues a CAPITULO X
todas estas cosas, con la envidia, se
les atribuye valor. Ni tampoco con- CÓMO HA DE GOBERNARSE EN SU CASA
viene envidiar la hermosura, ni la
salud, ni la fecundidad; mercedes Si a aquellas dos virtudes cardi-
son de Dios, como todos los otros nales de toda mujer casada, a saber:
bienes que tocan a los mortales, por castidad y amor entrañable a su ma-
usar nuestro lenguaje. Con ello da- rido, se añade el arte de regir la
mos a entender que nosotros no ya casa, resultan sabrosos y prósperos
envidiamos solamente a quien tales todos los matrimonios. Sin esta vir-
dones recibió, sino que culpamos y tud tercera no hay hacienda; y no
reprendemos a Dios, distribuidor de hay matrimonio sin las otras dos
sus propios bienes como quiere. De- primeras. Su ausencia convierte el
jo aquí de decir que no más se matrimonio en dura y perdurable
han de envidiar estas cosas a quien cruz. San Pablo delega en la pru-
las tuviere, como no se envidia la dencia y castidad el cuidado
de la
cargosa impedimenta a los que em- hacienda; e ilustrando este pasaje
prenden una prolija peregrinación. paulino, dice San Juan Crisóstomo:
¿Qué otra cosa son, bien mirado, es- Advertid, por favor, la indecible di-
tos bienes de la fortuna sino cargas ligencia de San Pablo. Este
Apóstol,
todo
fatigosas de la vida? ¿Ni qué cosa que nada dejó sin tocar de
peor hay que la que con su peso cuanto nos sustrae a las tempesta-
OBRAS MORALES. —DE LA MUJER CRIST1ANA. LIBRO II. CAP. X 1129

des de los negocios mundanos, pone rinto de Creta o se encerrara en la


muy grande atención en la economía torre de metal de Dánae, no dé ja-
doméstica, por cuanto, toda vez que más con la salida; cosa ésta que
ella quede estabilizada, quede un hacen algunas mujeres ignorantes
ancho campo donde se asiente la de la moderación que a la economía
gracia del Cielo; si no es así, todo se debe imponerse. Por esta causa, los
desmorona de un golpe. La mujer eseos no admitían a las mujeres en
que tiene de su casa un cuidado vi- aquel su sagrado régimen de vida,
gilante, por fuerza, con esmero idén- porque decían no prestarse a la co-
tico, salvaguarda su castidad, puesto munidad de bienes, porque lo que
que, consagrada a este servicio y una vez se detuvo en sus manos no
administración, no es fácil que se pueden sufrir que pase a manos
ocupe de regalos, de convites, de ajenas. Así que la mujer acostum-
pasatiempos vanos e intempestivos. brará a su familia a la templanza y
Esto dice San Juan de Constantino- a la frugalidad, porque esto toca an-
pla. Preguntada por el vencedor una tes a las mujeres que a los mari-
mujer de Lacedemonia, prisionera dos; pero de tal manera, que sepa
de guerra, que qué sabía hacer, res- distinguir entre economía y avari-
pondió: Sé regir una casa. Dice cia, y que una cosa es la frugalidad
Aristóteles que, en el régimen do- y otra la sordidez, y que no es lo
méstico, los hombres deben ganar y mismo vivir con sobriedad que vi-
las mujeres deben ser guardosas de vir con hambre. Cuidará de que na-
lo ganado. Parece que la Naturaleza da falte a su familia ni en la co-
hizo a las mujeres meticulosas y re- mida ni en el vestido. En este pun-
celosas de no malgastar lo adquirido, to es mucho de tenerse en cuenta
infundiéndoles el ansioso y sano te- la sentencia de Aristóteles Como :

mor de que pueda faltaralgún día. sean necesarias tres cosas: el tra-
Si fuere manirrota la mujer, jamás bajo, la comida y el castigo; y la
el marido podrá allegar tanto como comida sin el trabajo y el castigo
ella desperdiciará en breve tiempo. origine petulancia, y el trabajo y
De esta manera, la hacienda fami- el castigo sin comida sean cosa vio-
liar, derrumbada, no podría subsis- lenta que debilita al esclavo, sigúe-
tir. No está bien que la honrada ma- se que la madre de familia señale la
dre de familia sea desperdiciadora, tarea a los trabajadores y les dé la
y no cautelan suficientemente su comida conveniente que constituye
honestidad las que no cautelan su su salario.
dinero, como Salustio refiere de Adminístrelo todo la mujer a vo-
Sempronia, para quien todas las luntad o mandato de su marido, o,
otras cosas fueron más apreciadas si no, de tal manera que sepa anti-
que su decoro o su dinero, por ma- cipadamente que su marido no se
nera que difícilmente discernirías si lo ha de desaprobar. No sea desabri-
hacía más barato de su dinero o de da con la servidumbre ni dura, sino
su buen nombre. No es que yo ten- benévola y afable, de suerte que an-
ga por bien que ella retenga a dien- tes conozcan tener en ella madre
tes cerrados, a puños, lo allegado, que señora, según dice San Jeró-
o prohiba al marido invertir el di- nimo; más con su dulzura que con
nero en obras buenas, y que la mo- su aspereza, gánese el respeto, cuyo
neda que una vez entró en el cofre, atajo más breve es el camino de la
como si se extraviara en el labe- virtud; nada añaden a su autori-
1130 JUAN LUIS VIVES. OBR AS COMPLETAS. TOMO I

dad y respeto, antes bien los mer- y ante los hombres;


guarden sus
man, las riñas, las villanías, los de- manos puras de toda y rapaci-
sisa
nuestos, las voces ni los golpes. Con dad. En este punto, las bestias mues-
discreción, con seso, con reposo y tran un ánimo más agradecido que
gravedad de costumbres, de pala- muchos hombres. ¿Qué fiera tan
bras, de avisos, cualquiera cosa se brava hay que de tal manera pague
hace más de prisa y muy mejor que los beneficios de alimentación y
no con ímpetu y violencia; más crianza que quite una parte de los
respeto nos merecen los prudentes bienes de aquel de quien ella ha
que no los airados: más obliga el percibido tanto bien? Aunque es-
mando quieto que no el arrebata- to no suelen hacerlo sino los es-
do; la calma impone más que el píritus ruines merecedores de cual-
atropello. Con esto no digo que las quiera esclavitud, para los cuales
matronas sean negligentes ni des- las criadas a su servicio son golo-
cuidadas, sino respetables: ni de sas, tragonas, urracas, quejándose a
tal manera reposen, que duerman; todas horas de que no les esté abier-
ni manden de tal manera, que no to todo; de una garrulería fútil y
se les haga caso; vigilen, estén peligrosa, y que llevan a mal que
atentas, sean severas sin crueldad, no se les admita en toda suerte de
activas sin acritud, aliñosas sin vio- interioridades; pedigüeñas insufri-
lencia; no sientan inquina por nin- bles, sin posible saciedad atentas
;

guno de la servidumbre, especial- en todo momento no al volumen


mente si no fuere malo. Si mucho del montón de donde reciben, sino
tiempo hubiéramos estado a su ser- a las exigencias de su hambrienta
vicio, no ocupe en nuestro reconoci- codicia; traspasan a familias hon-
miento otro lugar que el de hermano radas y pudientes la mala e inso-
o de hijo. Queremos a los gatos y lente educación recibida de padres
a los perros que se criaron en nues- villanos y sórdidos, y luego acusan
tra casa. ¡Cuánto más hemos de a sus señoras de ser insufribles; in-
concebir afecto semejante para con teresadas en sus provechos, profe-
el hombre! En criadas y sirvientas san odio a sus señoras y les exigen
y mujeres de compañía y, en ge- correspondencia de amor; persuá-
neral, en todas aquellas que, obliga- dense de ser víctimas de la injusti-
das por la necesidad o estimuladas cia si no se les da lo que no mere-
por el salario, prestan servicios do- cieron. Amén de todos estos vicios,
mésticos, la ignorancia engendra si todo no cunde a su satisfacción,
graves daños. Por ende, deben ser reaccionan violentamente, diciendo
enseñadas y amonestadas porque se pestes contra aquella casa donde se
acuerden del mandato, no de un las trató con toda delicadeza y con-
mortal cualquiera, sino nada menos sideración y no se concedió ninguna
N
que del Apóstol San Pablo, porque licencia a sus travesuras.
con toda diligencia y mansedumbre Sepan, pues, las que de tal mane-
y bondad, y aun con alegría y con ra se comportan, que son seres hu-
sabor, desempeñan su cometido, no manos, que se bañaron en el agua
gruñendo, no devolviendo respues- bautismal y que algún día se pre-
tas, no murmurando entre dientes, sentarán ante el tribunal de Cris-
no mustias, ni desabridas, ni enco- to, quien les pedirá cuenta tan es-
petadas, porque no pierdan el agra- trecha de su humilde ministerio
decimiento de su trabajo ante Dios como de su gobierno la pedirá a los
OBRAS MORALES. ÜE LA MUJER CRLSTI ANA. LIBRO IL CAP. X 1131

más poderosos príncipes. Cristo, en lito? Un arquitecto aseguraba a


cada uno de los hombres, atiende al M. Livio Druso que le construiría
alma y a la intención, no a la gran- una casa en la cual ninguna otra
deza o la posición social o la for- casa tendría mirada. Al revés dijo —
tuna, pues no mira la cara de los —
él ;
construyeme, si puedes, una
hombres Dios, que tiene mandado a casa en donde todo el pueblo roma-
sus jueces que no admitan en juicio no pueda ver lo que yo haga allí
La persona del pobre ni pronuncien dentro. Grande era la confianza de
sentencia por cuanto es pobre; y Druso; y, en verdad, así es. Todos
así como es agradable a Dios el po- los buenos deben vivir en privado
bre, manso, justo, semejante a Cris- con tal diafanidad como quisieran
to, es odioso y abominable aquel vivir en público, y de tal manera
que añadió a su pobreza los vicios nos hemos de conducir dentro de
susodichos. las paredes domésticas, que si, sin
Cohiban, por tanto, sus concupis- saberlo nosotros, nos viesen los
cencias y traten los intereses aje- transeúntes, no tengamos motivo
nos con no menor cuidado y fideli- alguno de corrimiento. Con todo, es
dad que los propios, convencidas tal la imbecilidad del género hu-
de que no son ajenos aquellos inte- mano, que muchas cosas se ocultan
reses de que viven ellas. Amen y no más que por costumbre muchas ;

acaten a sus señoras y a sus seño- cosas se toleran en casa que, lleva-
res como si fueran sus padres y sus das afuera, son tenidas por necias
madres, puesto que el que alimenta y ridiculas; singularmente cuando
y educa hace las veces de padre. Y cada uno de nosotros pide para sí
esto nos lo enseña el mismo nombre una tolerancia que él no quiere con-
de padres y madres de familia que ceder a los otros; tanta es nuestra
los amos toman. Según costumbre falta de equidad, y lo que él hace
romana, los esclavos, al cobrar la li- seriamente todos los días, si lo sor-
bertad, adoptan el nombre de sus prende en otro una sola vez, hace
patronos, como si fueran sus nue- burla de él y aun le calumnia.
vos padres. Piensen que son secre- Todo el mundo sabe por reitera-
tos todo cuanto vieron y todo cuan- da experiencia cuántas rencillas y
to oyeron en la casa de sus señores enemistades nacen en toda la ciu-
y que sin grave culpa no puede di- dad de esas delaciones, mientras to-
vulgarse no solamente mientras vi- dos nosotros, por una parte, adole-
vieren en la casa, sino después que cemos de muy aguda curiosidad por
hubieren salido de ella. ¿De qué conocer lo ajeno, y por otra, toma-
servirían paredes y puertas si las mos con sumo desabrimiento que
criadas lo publicaren todo? ¿No se- nuestras cosas sean sabidas o si-
ría preferible criar una víbora en niestramente interpretadas con ;

la casa que estas criadas boquimue- eso, la quietud de la ciudad queda


lles, cuya locuacidad y hartas veces perturbada; la malevolencia se
siniestras interpretaciones, nacidas trueca en rabia, y de ahí riñas y
de su estupidez, o de sus mentiras, pugnas en facciones poderosas, y
o de su odio, o de su ira, acarrean en las pequeñas, delaciones y ca-
grandes calamidades a personas lumnias acerca de la fortuna, del
honradas e inocentes? ¿Cómo ellas buen nombre, de la vida. Es un re-
ni cuándo podrán resarcir de tan- frán viejo: El culpable teme la pe-
tas pérdidas o expiar tan gran de- na; el inocente, el azar. No acaba
1132 JUAN LUIS VIVES.
.
OBR AS COMPLETAS. TOMO I

de gustarme este aforismo. Más ver- así no lo hicieren, se consumirán


dadero sería estotro: El culpable en miseria de aquella servidum-
la
teme la pena; el inocente, la calum- bre, odiosas y por todo el mundo
nia. Causa de tamaños males es la desdeñadas. Esto es lo que con pre-
garrulería intemperante de la cria- ferencia las criadas deben saber y
da, que, por despecho, echa de la deben observar. Lean en sus ratos
boca no todo cuanto vio, sino cuan- de holgura lo que pueda cultivar su
to le sugiere su espíritu, escandeci- entendimiento y pulir sus costum-
do por la pasión de la venganza. bres. Si no supieren leer, escuchen
Las señoras, si les quitan más del las lecturas de los otros con suma
salario estipulado, serán el colmo de atención; asistan a los sermones
la injusticia y no tienen perdón de- cuando tuvieren descanso, y cuando
lante de Dios. Cuántos gritos des-
; estuvieren ocupadas, en sus momen-
esperados de socorro! ¡Qué clamo- tos de respiro, la señora o las hijas
res! ¡Qué maldiciones! Para las ta- de la señora cuéntenles historias
les es cosa de juego introducir alte- ejemplares que hubieren oído o leí-
ración en la quietud y trastornar do, que las hagan más cuerdas y me-
y afligir las familias bien acor-
a jores. Harto dije de las dueñas de
dadas; culpa de que vivan así
la Volvamos a las señoras.
servicio.
es la torpeza y la ignorancia, que Es más fiel y más gustoso el ob-
jamás a nadie pudo acarrear nin- sequio que se consigue del amor que
gún bien. Nunca, ni por pienso, se el que se extorsiona del miedo. Yo
les ocurre que todas nuestras accio- quiero que el miedo esté lejos; pe-
nes y nuestras palabras todas y aun ro que el acatamiento no lo esté.
nuestros pensamientos son conoci- No sea con los sirvientes varones
dos por aquel Juez eterno que re- conversable en exceso ni cortés en
tribuye a cada cual según sus pro- demasía, ni fácil ni festiva; ni
pias obras. Las amas de casa no huelgue de alternar con ellas mucho.
confíen lo que conviene mantener Que ninguno de ellos ose bromear
en secreto a cualesquiera criadas, ni chancearse con ella profésense ;

sino a las de bien aquilatada leal- cariño, pero no tanto cariño como
tad; y las sirvientas, por su parte, respeto. ¿No quieres ser temida co-
con su callada reserva y circuns- mo señora? Exige acatamiento co-
pecta fidelidad, muéstrense tales mo madre. El gremio criaderil anda
que puedan ser depositarías de cual- ganoso de licencia; una vez que se
quier secreto, tanto o más que las les muestre, la toman toda y aún
propias hijas. Ninguna cosa hagan, más, y como dice el refrán: Al vi-
ninguna cosa digan que ni por la llano, dasle el dedo y toma la mano.
señora ni por los hijos pueda ser to- Yo no mandaré al señor que se
mado como ejemplo y ocasión e in- guarde de familiarizarse con la ser-
centivo de pecar. Con frecuencia se vidumbre con la misma rigidez que
peca más gravemente con el ejem- a la señora, que no quiero que ten-
plo que con la obra. Si vivieren de ga demasiada comunicación con los
esta manera, no solamente harán mozos de servicio ni trate negocios
más llevadera y cómoda su condi- con ellos, ni los reprenda ella en
ción para sí mismas, sino también persona ni en persona los castigue.
más respetable, agradable a Dios, Deje ese cargo a su marido. Estése
grata a los hombres y escalón el más ella con sus mozas y criadas cuyas
seguro para una fortuna mejor. Si ¡
costumbres sean íntegras y su ho-
OBRAS MORALES. DE LA MUJER CRISTIANA. LIBRO II. CAP. X 1133

nestidad harto probada. Ella, a su trabajando en la rueca y repartién-


vez, las edificará con su ejemplo doles el vellón. Desempeñará esta
siempre y cuando fuere menester, tarea con mayor diligencia y esme-
con sus avisos, mandatos, exhorta- ro si con ella ha de ser mantenida
ciones, con su cuidado vigilante, por 'una parte de la familia. Salomón
manera que no se le oculte detalle enumera como uno de los loores de
alguno de su vida y ponga remedio la perfecta casada el haber buscado
a sus defectos y antídoto a sus en- lana y lino y haberla trabajado con
fermedades. la industria y diligencia de sus ma-
Si sorprendiere a alguna que nos. Teano de Metaponto, siendo
guardare su honestidad con poco es- preguntada cuál era la matrona me-
crúpulo o lo supiere por informes jor, respondió con un verso de Ho-
fidedignos y que ya no aprovechan mero :

ni amonestaciones ni castigos, sea


expulsada de la casa; la proximi- La quie con buen celo del marido vela,
dad facilita el contagio, y el vulgo cooi sus propias manos haciendo la tela,
mal pensado cree que las criadas diel dulce manido curando la cama (1)
son semejantes a sus señoras.
¡Cuán frecuente es aquel dicho de Con aquella diligencia e industria
San Jerónimo, a saber: que las se- —
de sus manos continúa diciendo el
ñoras son conocidas y estimadas rey sabio —
la perfecta casada hí-
,

por las mozas. Y no es ello de ex- zose como nave de mercader que de
trañar cuando, según el proverbio luengas tierras trae su pan. Y por
griego, Tal es la señora cual es la mostrar que no se daba demasiado
perrilla; y aquellos jóvenes de la al sueño, añade: Y se levantó de
comedia de Terencio, de la suciedad noche y dió la porción de carne a
y descuido en el vestir de la criada sus domésticos. Y luego, recogién-
coligen el aseo dedueña. Escribe
la dose con las criadas les señaló a
Homero que el prudente Ulises, cada una su tarea. Cargo es de la
vuelto a su casa, dió muerte a aque- mujer diligente y aliñosa dar de co-
llas de sus mozas que se habían mer a toda la familia y señalar su
echado con sus galanes, porque no trabajo a solas las mujeres. Como
solamente habían puesto desdoro en veremos, a los mozos se lo señala el
su casa, sino ocasionado peligro a la marido. Acerca de las vigilias de la
honestidad de Penélope. El rey Da- mujer, encuéntranse en Virgilio
vid, después del vencimiento de su unos versos tan castos como ele-
hijo Absalón, a aquellas de sus con- gantes Medianoche era en filo y
:

el primer sueño ya estaba roto. Era


cubinas con quienes Absalón se ha-
la hora en que la dueña próvida,
bía unido en incesto, por consejo de
Aquitofel, las apartó de sí, en per- a quien fué impuesto granjear la
petuo encerramiento, de donde no vida con su rueca o con su telar su-
til, aparta la ceniza y despabila el
salieron jamás.
La señora, personalmente, se ocu- fuego mortecino, y al afán del día
pará en aquellas cosas que dijimos añade la tarea de la noche, y a la
luz de la candela ejercita a sus cria-
en el primer libro y hará ejercitar
das, hilando los largos vellones pa-
a las criadas, cada una en su ofi-
ra guardar puro su lecho y alimen-
cio, como la casta Lucrecia, a la
cual el hijo del rey y sus compañe-
ros hallaron en vela con sus mozas, (1) Versión a'e fray Juan Justiniano.
1134 JUAN LUIS VIVES. OBR.AS COMPLETAS. TOMO I

tar a sus hijos, dulces manojuelos más encarnizadas y mortales del pu-
de sus entrañas. dor y de la honestidad, mancha y
Y después que ha satisfecho lar- polilla de todo nombre cristiano! No
gamente a toda su familia, los re- nay persona que no tenga por mal
lieves que le quedan repártelos de encuentro, como con ave infausta y

limosna: Abrió dice su mano al mal agorera, topar con una mujer
menesteroso y al pobre le extendió bebedora y tragona. Sabe todo el
las palmas. mundo que en el comer descomedi-
No debe la mujer cristiana estar do corre gran riesgo la pureza,
tanto sobre el dinero y amontonar puesto que no es excesiva la distan-
riquezas, que deje de distribuirlas cia que va de la boca a la ingle.
entre los pobres y socorrer a los Y añade Salomón: Xo hay rincón
necesitados, y no escasamente, sino en su casa que ella no conozca, que
a manos llenas, pensando que en a menudo no lo registre, y todo lo
cierta manera las da a logro en este tiene sabido y a mano, a fin de que,
mundo para recibir en el otro mu- cuando la necesidad lo pidiere, no
cho más y más excelente de lo que ignore determinado utensilio dónde
entregó. Y añade: .Yo temerá para está o tenga que perder demasiado
su casa los fríos de nieve. Y no te- tiempo en buscarlo. Sabe también
merá no solamente si alargare a los con toda puntualidad qué hacienda
pobres una blanca entre los dedos, tiene, cómo y adonde la tiene, cuán-
sino si abriere su mano generosa- to conviene gastar, cuánto econo-
mente y extendiere su palma con mizar, cómo conviene comer, cómo
largueza; y no temerá porque, con vestir, puesto que dice el sabio:
su diligencia y con sus labores y la- «Consideró las veredas de su casa.»
nificio, están atendidas todas las ne- Esto quiere decir que en cualquier
cesidades de la casa: Y todos sus ángulo de su casa, ora hilando, ora
domésticos visten dobladas vestidu- cosiendo, ora tejiendo u ocupada en
ras. Xo hay cosa más conveniente cualquiera otra labor análoga, en la
en una casa que bien comer, bien cual el pensamiento pueda con toda
vestir no por regalo, sino por nece- libertad desplegar sus alas, paseará
sidad; no delicadamente, sino pro- su atención por los aposentos, por
vechosamente. De difícil observan- las arcas, por ios armarios, por el
cia resulta la virtud hostigada de ajuar de toda la casa, pensando lo
cerca por ejemplos desedificantes. que falta, lo que sobra, lo que hay
Por esto, la señora de casa, con su que comprar, lo que hay que ven-
ejemplo personal, comience por en- der, lo que hay que remendar. Ese
señar la templanza, y así, con suma vivo interés defiende y sustenta los
facilidad, la inculcará a la servi- bienes familiares. Estará cerca de
dumbre. No siendo así. creerán los las mozas cuando estén consagradas
criados y criadas que es una iniqui- a su quehacer, ora guisen, ora hi-
dad exigir de ellos lo que tú no ha- len, ora tejan, ora cesan, ora barran
ces, y los hallarás en todo momento y frieguen los suelos, pues más
mal dispuestos y gruñendo por cum- exactamente y mejor se hacen estos
plir tus órdenes. Estáte, pues, tú servicios cuando la señora está pre-
severa siempre, sobria siempre, y sente. La frente —dice Catón está
no tanto por tu servidumbre como delante del occipucio. Aquel dicho
por ti misma. ¡Cuán fea cosa es la tan cuerdo de los sabios antiguos
beodez y glotonería, enemigas las Xinguna cosa engorda tanto el ca-
OBRAS MORALES. DE LA MUJER CRISTIANA. LIBRO II. CAP. X 1135

bailo o fertiliza la heredad como el confianza sobrada en ese punto. Yo


ojo de su dueño, es perfectamente le aconsejo que conozca los reme-
transferible a la madre de familia dios corrientes para los males de
y a la hacienda doméstica, y no hay cada día, como son: tos, romadizo,
cosa en el mundo que la conserve cólico, mal de ijada, jaqueca, lom-
más tiempo y con menos merma ni brices, diarrea, cefalalgias u oftal-
con mayor limpieza y aseo que el mías, fiebres ligeras, luxaciones,
ojo de la señora diligente, aliñada rasguños y otros accidentes análo-
y aseada. Haciendo esto y consagra- gos que por livianas causas ocu-
da en todo momento a sus deberes, rren de cotío. Añado a todo esto
no comerá el pan de balde y obede- que debe tener cuenta de las vian-
cerá a Dios, que no quiere que co- das que se consumen en el yan-
mamos nuestro pan sin el sudor de tar cotidiano, detalle éste de gran
nuestro rostro. Y seguirá, además, importancia para la preservación
el ejemplo de San Pablo, el cual, de la salud: cuáles se han de to-
en medio de aquellos a quienes mar; cuáles, evitar; cuándo y en
anunciaba el misterio del Señor, no. qué circunstancias. Esta pericia la
comía el pan en ociosidad, sino que conseguirá más de la experiencia de
en trabajo y en fatiga, días y noches, otras prudentes amas de casa o de
cuanto le vagaba de su divino mi- los consejos de algún pariente mé-
nisterio, empleaba sus manos en su dico, de algún recetario o libro de
faena por nd ser gravoso a nadie, cocina fácil que de los grandes vo-
diciendo con frecuencia que no me- lúmenes que traten técnicamente
rece comer quien rehuye el trabajo. del régimen dietético.
En ninguna manera la mujer da- La buena y santa madre de fami-
rá entrada a hombre alguno en su lia, una vez que esté libre de los de-
casa sin mandato o sabida de su beres domésticos, tenga señalado
marido, según lo tiene enseñado para todos los días, y si no, al me-
Aristóteles. Y mucho más debe que- nos, los días festivos, algún aposen-
dar cerrada su casa cuando el mari- to retirado, lejos del tráfago y del
do marchare a algún viaje largo, holgorio, donde, dando de lado por
pues en este tiempo, como dice algún tiempo a las preocupaciones
Plauto, las buenas mujeres, estando de la casa y con el pensamiento re-
sus maridos ausentes, deben hacer cogido, considere cuán poco valen
cuenta que los tienen presentes. Y estas cosas mundanales, cuán hui-
por cuanto el cuidado interior de dizas e inestables son, cuán frági-
la casa toda incumbe a la mujer, les y en breve tiempo perecederas
tendrá sus medicinas y remedios y que la brevedad de nuestra vida
para las dolencias más corrientes y pasa con tanta presura, que parece
casi cotidianas, y las tendrá apare- no que discurre, sino que corre im-
jadas en alguna alacena para con petuosa no que anda, sino que vue-
;

ellos, cuando necesidad lo urgie-


la la. Con la ayuda de alguna devota
re, acudir a su marido, a sus hijos, lectura levántese al pensamiento y
a la servidumbre y no le sea nece- contemplación de las cosas celes-
sario recurrir inmediatamente al tiales. Luego, confesando a Dios to-
médico y no tenerlo que comprar dos sus pecados, pídale de rodillas
todo de la botica. Con todo, yo no perdón y paz, y ya reconciliada con
querría que la mujer se dedicase a Dios, ruegue primeramente por sí
la Medicina y tuviese en sí misma y después por su marido, por sus
1136 JUAN LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. TOMO I

hijos y, finalmente, por su restante cierto punto, gózate de ello, porque


familia para que Jesús, Señor y quedas inmune de increíble moles-
Salvador nuestro, les conceda bue- tia y pesadumbre. No es éste el lu-
nas inspiraciones. San Pablo, prego- gar de explicar cuántas miserias tie-
nero de los divinos mandamientos, ne que apurar la mujer preñada en
adoctrinando a la naciente Iglesia su gestación; cuántos dolores y
de Dios, de Corinto, dice: Si algún cuántos peligros corre en el alum-
cristiano es casado con mujer in- bramiento. Pues ya en criar los hi-
fiel y ésta consiente en morar con jos y educarlos, ¡cuántos enojos,
él, no la deje partir. Y si alguna cuánta ansiedad que no salgan los
mujer fiel tiene al marido infiel y hijos malos, que no les acaezca al-
éste consiente en habitar con ella, gún desastre, qué continua zozo-
no se aparte de su marido. Porque bra: adonde van, qué hacen, que
el marido infiel es santificado por no hagan daño, que no lo reciban!
la mujer fiel y la mujer infiel por el Yo no me explico la razón de esa
marido fiel. ¿Qué sabes tú, mujer, gran codicia de hijos. ¿Quieres ser
si salvarás a tu marido? Lo cual madre? ¿Para qué? ¿Para poblar
parte se consigue a fuerza de rezos, el mundo? ¡Como si el mundo fuera
pues mucho vale a oración del jus- a despoblarse si tú, precisamente
7

to asidua, como dice Santiago, y tú, no parieres un animalico o dos y


parte con el ejemplo de la buena vi- añadieres una espiga, o a lo sumo
da, que San Pedro explica dicien- dos, a las cosechas dé" Sicilia y de
do: Las mujeres estén sumisas a Egipto, o como si Dios no supiera,
sus maridos, porque si algunas no si fuere su divina voluntad, hacer
creen en la palabra revelada, por de estas piedras hijos de Abrahán!
la santa conversación de la mujer, Xo te mates por saber de dónde se
sin predicación, ganen a su marido, henchirá la casa de Dios. Ya mirará
considerando con santc temor el El mismo por su casa y no la deja-
ejemplo de nuestra vida. De mu- rá deshabitada ni yerma. ¿Es que
chas mujeres cristianas leemos que el oprobio de la esterilidad te ho-
con sus obras trajeron a sus mari- rroriza? Caducó ya este oprobio con
dos a la santa religión, cerno Flavio la ley mosaica al resplandor de la
Clemente, deudo propincuo del em- gracia de Cristo. Ahora vives en
perador Domiciano César, y por una ley en la cual tú misma ves có-
Clotilde, Clodoveo, rey de Francia, mo merecidamente la virginidad es
y por Ingulda, Hermógilo, rey de preferida al matrimonio. ¿Y qué, si
los godos, y muchos otros por mu- el Señor, por boca del profeta Isaías,
chas otras. promete a las santas mujeres esté-
riles un lugar más holgado y glorio-
so que si hubieran dejado una nu-
CAPITULO XI merosa descendencia? Así que es
digna de todo vituperio aquella mu-
BE LOS HIJOS Y DEL CUIDADO QUE DE jer de Flandes, la cual, después que,
ELLOS DEBE TENER una vez casada, vivió estéril cerca
de cincuenta años sin pari^, al fa-
Comenzaré por decirte que si no llecimiento de su marido se casó
parieres, no solamente has de llevar con otro sólo con el pensamiento
tu esterilidad con resignación e de experimentar si la culpa de no
igualdad de espíritu, sino, hasta tener hijos estaba en su primer ma-
OBRAS MORALES. DE LA MUJER CRISTIANA. LIBRO II. CAP. XI 1137

rido o en sí misma; ridicula curio- percance, que no se vayan, que no


sidad, propia de mujer menopáusi- se muden. ¿Para qué traeré aquí el
ca y loca. Con todo, yo no sé si, recuerdo de Octavia, la hermana de
siendo otra la causa inconfesable de Augusto? Pluguiera al Cielo que no
segundar las bodas, ella manifesta- fuesen tan frecuentes los ejemplos
ba lo que a los ojos del vulgo necio de aquellas madres que, de felices
le parecía la más honesta. No le que eran, cayeron de golpe en tri-
resultó alegre aquella boda repeti- bulación acerba y se consumieron
da, pues dio a luz a un hijo tal en llanto perpetuo. Demás de esto,
como no lo quisiera tener mujer si tiene» muchos hijos, ansiedad
ninguna. Pero es que quieres ver mayor, porque los vicios de uno so-
hijos nacidos de ti. ¿Imaginaste que lo no solamente atenúan, sino que
serán diferentes de los otros? Tie- destruyen del todo el gozo que te
nes a los niños de la ciudad, todos den acaso los restantes. Me referí
ellos bautizados ya, a quien abrazar sólo a los varones. Y en guardar las
con entrañas de madre y creerlos hijas, ¡qué montaña de ansiedades!
nacidos de ti. Esto te persuade la En colocarlas, ¡qué montaña de an-
humanidad, esto te manda la reli- gustias! Allégase a esto que muy
gión. Además de que, si tu marido raras veces los padres ven a sus
fuere bueno, te está en lugar de hijos buenos, porque la verdadera
muchos hijos, como Helcana dijo a bondad, acompañada de la cordura,
su mujer Ana: ¿Andas deseosa de no se da sino en edad bien madura
hijos y no te reposas en el tranqui- y casi ya al fin de la vida. Cuando
lo amor de tu marido, que él sólo comenzamos a ser cuerdos entonces
te ama más que no te amarían morimos, ha dicho, alguno. Y Pla-
diez hijos nacidos de tus entrañas? tón dice que es bienaventurado
En verdad, señoras mías, que todas aquel a quien es permitido, aun en
vosotras, no ya preñadas, pero aun la vejez, saber buenamente lo que le
sin que lo estéis, siempre sois vícti- cumple y poner regimiento en su
mas de aquellos absurdos e inmo- vida. Pues a esa edad de los hijos
derados apetitos, que tienen nombre ya los padres se resolvieron en pol-
de antojos. ¿Qué cruel y carnicero vo. ¿Y qué, si son muy contados los
deseo de tener hijos es, mezquinas, hijos que agradecen a sus padres
ese que os acucia, como dijo el tantas fatigas como por ellos apura-
poeta? Si os pintasen en un retablo ron? Y aún osaré decir que olvidan
los cuidados y las fatigas que oca- a quienes con tanto esmero los cria-
sionan los hijos a sus madres no ron y corresponden con aborreci-
habría mujer en el mundo tan se- miento a los que les amaron con un
dienta de hijos que no los temiera amor más tierno que a sí mismos.
como a la muerte misma, y que la Tuvieron los padres para con ellos
que los tuviera no los aborreciese toda la blandura e indulgencia, y
como bestias fieras o serpientes ve- ellos, en trueque, los tratan con to-
nenosas. ¿Qué alegría, qué placer da aspereza y desabrimiento. ¡Oh
halláis en los hijos? Cuando niños, desagradecida mujer, que no cono-
puro enojo; ya mayorcillos, temor ces cuánto es y cuán grande el be-
continuo hacia qué lado derivarán; neficio recibido de Dios porque no
si malos, aflicción eterna; si bue- pariste o porque perdiste a los hi-
nos, solicitud inacabable que no jos antes que te causasen tristeza!
mueran, que no les suceda algún Muy sabiamente dijo Eurípides que
1138 JUAN LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. TOMO I

el que carece de hijos es afortunado mo la otra Ana, esposa de Joaquín,


en su infortunio. Todo esto que digo la cual, toda confiada en Dios, para
pudiera desarrollarlo con palabras la humana salvación alumbró a Ma-
más copiosas; pero en este lugar ría, Reina del mundo. Así como Isa-
son de todo punto innecesarias. bel, esposa de Zacarías, la cual, es-
Guárdate tú. puesto caso que eres téril y todo, parió a Juan, glorioso
horra, de echar la culpa de tu este- heraldo y pregonero del Señor, que
rilidad en tu marido. ¡Quién sabe si engendró muchos hijos para Cristo,
el vicio está en ti y si fué la Natu- le proclamó el mayor de los morta-
raleza o fué la voluntad de Dios la les nacidos de mujer. El Señor dió
que te condenó a la infecundidad! a Sara, que sufría resignadamente
Lo que yo veo es que los más gran- su esterilidad, en aquel tiempo er-
des filósofos convienen en afirmar que el no parir era tenido a muy
que las mujeres no conciben las más gran mengua, dióle en su última
de las veces por achaque suyo, que edad un hijo: dióle a Isaac, figura
por el de sus maridos; que harto po- de Cristo Nuestro Señor. Este mis-
cos son los varones a quien la Natu- mo Isaac intercedió en el acata-
raleza hizo estériles, y las mujeres miento del Señor por su esposa Re-
en número muy grande, y eso con beca, que era estéril, e impetró dos
soberano acuerdo de la divina sa- mellizos, patriarcas y fundadores
biduría, porque en la infecundidad de dos grandes pueblos. El ángel
del varón es mayor el daño que en del Señor anunció a la esposa de
la de la hembra, pues mayor es en Manne, modesta y hcnesta mujer- ;

el engendrar la participación del estéril, que nacería de ella Sansón,


varón que la de la hembra. Así que, juez y libertador de Israel. Las pa-
puesto caso que la esterilidad resi- labras del ángel a la madre de San-
da en ti, mujer, te enfureces en són son éstas: Horra eres y sin hi-
balde. Y si otra cosa quieres en jos, mas concebirás y parirás un hi-
contrario, primero concebirás mil jo. Mira, pues, que no bebas vino ni
maldades en tu ánimo que un hijo sidra ni comas cosa alguna inmun-
en tu vientre. ¿Y qué si, por priva- da, porque concebirás y parirás un
dos consejos de Dios, justísimos, co- hijo, a cuya cabeza no tocará nava-
mo no pueden menos de ser, aun- ja, porque será Nazareno de Dios
que de nosotros ignorados, hartas desde su infancia y desde el vien-
veces del matrimonio no proviene tre de su madre, y él comenzará a
descendencia? Merced es de Dios así librar a Israel de mano de los fi-
que nazcan buenos hijos, como que listeos.Estas palabras me advier en
nazcan hijos simplemente. De mo- que yo advierta a mi vez a las mu-
do que recurrir a otros remedios jeres encinta que mientras dure el
que a Dios, es tiempo perdido. A preñado no se den a la bebida ni
Dios debe pedirse la prole, la bue- se embriaguen. Muchos han sido
na prole, porque si mal hijo parie- los hijos cuyas costumbres por todo
res más te valía parir una víbora o el espacio de su vida reprodujeron
un lobo. cuanto hicieron sus madres durante
Así que tú pide un hijo, como la gestación. Y puesto caso que es
Ana, esposa de Helcana, que con
la poderosa y grande la fuerza de la
súplicas y lágrimas y santidad de imaginación en el organismo huma-
vida impetró no ya un hijo, sino no, guárdense las madres al tiem-
un profeta y juez de Israel. Así co- po de su gravidez de dar entrada
OBRAS MORALES. DE LA iMUJER CRISTIANA. LIBRO lh CAP. XI 1139

a ningún pensamiento vehemente más que cuatro hijos, dechado de


de cosa alguna fea, obscena, torpe. toda virtud, y ellos son mis broca-
Eviten asimismo el riesgo de topar dos, mi riqueza, mi tesoro.
con algún temeroso espectáculo que En la conservación y cuidado de
la sobresalte. Y si de ello fueran este tesoro no ha de perdonarse des-
frecuentes las ocasiones, piensen velo alguno, el amor todo lo hará
por anticipado en lo que puede ofre- fácil y llevadero. Amamantará a sus
cerse a sus ojos, no sea que la in- hijos, si pudiera, con el jugo de su
opinada novedad de lo que vieren propio pecho, y obedecerá a la voz
cause daño en el fruto que madu- imperativa de la Naturaleza, la cual
ran en su seno. no dió de balde tetas a las mujeres
Ya una vez nacidos los hijos, tra- y una copiosa afluencia de leche a
tar de los cuidados que deben po- las paridas, y parece que dice y or-
nerse en su crianza es un tema que dena a gritos: Críe la que parió,
no cabe en los límites de la obra como hacen los restantes animales.
que me propuse, si todos sus pun- La Naturaleza, madre de todas las
tos debieran estudiarse uno por cosas, providente y benigna, aquella
uno. Mucho hay escrito acerca de misma sangre que vertía en el útero
esta materia, así por antiguos como materno y con la cual formaba aquel
modernos autores, en obras dedica- primer conato de ser humano, des-
das a ese estudio específico. Yo me víala, después del parto, con una
limitaré a tocar unas cuantas de las muy destreza hacia los pezo-
sutil
que me parecen ser obligaciones de nes, que son a manera de ojos de
la matrona prudente. una fuente salubre y copiosa, mu-
Antes que todo, fórmese la madre dada en leche Cándida, con la cual
el convencimiento de que todo su alimenta el hijo y no deja el tierno
tesoro son sus hijos. Habiendo ido fruto del vientre sin sustentarle con
a Roma una gran señora de Cam- el mismo mantenimiento con que le
pania, y hospedándose en la man- formó. Y resulta merced no peque-
sión de Cornelia de Graco, desplegó ña, por cierto, que la Naturaleza
ante los ojos de Cornelia un gran misma otorga al meritorio esfuerzo
cofre con todos sus arreos femeni- de la madre, y a manera de agrade-
les, harto rico en metales preciosos, cimiento y compensación por ali-
vestidos, joyas. Habiendo Cornelia mentar al lactante, que goza de me-
encarecido su riqueza, rogóle la se- jor salud la que cumple con este de-
ñora de Campania que le abriese ber; al paso que las que rehuyen
ella a su vez su joyero, aunque ello la molestia de la lactancia corren
le causase algún cansancio. Habían graves peligros en el intento de ce-
ios pequeños Gracos salido para su gar el humor lácteo en su propio
escuela, y respondióle que, a boca manantial. Allégase a esto que apro-
de noche, se lo mostraría de muy vecha más al niño la leche materna
buena gana. Vueltos los niños: Es- que la leche de la nodriza. Y la ra-

tos dijo son mis únicos joyeles, zón es porque más convenientemen-
y yo no tengo otros. Una mujer jó- te nos alimentamos con los mismos
nica, delante de una mujer de Lace- elementos de que constamos, y que
demonia, ufanábase de los muchos ninguna otra cosa es más nutritiva
brocados que tenía, suntuosos y pro- para el lactante como aquella mis-
lijos. La mujer de Lncedemonia le ma sustancia de que fué heñido, o
contestó Yo, en cambio, no tengo
: ya también porque el ama no pocas
1140 JUAN LUIS VIVES.
. OBRJAS COMPLETAS. TOMO I

veces da el pecho a la criatura de enseñarlos, para hacerlos mejores.


mala gana o con enojo, y, al con- Eurídice, ya muy entrada en días,
trario, la madre siempre lo hace dis- se dió a las letras y al estudio de
puesta y alegre, y si algo hay en su la filosofía moral no más que por
espíritu de encapotado y sombrío, comunicarlas a sus hijos, como lo
queda desvanecido por la sola vista hizo en hecho de verdad. El niño,
del hijo, y se goza y ríe más cuanto primero que a nadie, oye a su ma-
con mayor avidez ve mamar al ma- dre y esfuérzase por conformar su
nojuelo de sus entrañas. Y si el niño primer balbuceo al habla de ella.
comenzó ya a reír y a balbucir muy Como la edad infantil no hace otra
graciosamente, en raudales de ale- cosa sino remedar, y en este punto
gría queda la madre anegada. Es in- es increíblemente hábil, su primer
creíble cuánto de salubridad toma ejercicio y la primera formación de
la leche de esta disposición. Y no su pensamiento tómalos de lo que
solamente para el género humano, en su madre oye o ve. Por manera
sino también para toda especie de que las madres tienen mucha más
animales es general este beneficio influencia de lo que se puede pen-
de la Naturaleza. De los perros, por sar en la formación inicial de las
citar un ejemplo que valga para to- costumbres de los niños. Ella puede
dos, dice Columela Xo consentire-
:
hacer a su hijo el mejor y el peor.
mos jamás que sean criados por aje- Porque le haga el mejor muy en
nas ubres aquellos cachorros cuya breve señalaré unos pocos precep-
generosa índole queramos conser- tos. Ha de mirar mucho, al menos
var, porque, indefectiblemente, la por causa de sus hijos, que no hable
leche y el materno espíritu aumen- rústico o grosero, no sea que esta
tan el brío del cuerpo y del inge- manera de hablar, introducida y co-
nio. Con todo, hay madres a quienes mo sembrada en el ánimo tierno de
excusan causas justas. Así lo hago los niños, vaya creciendo a par de
constar, porque no quiero que pa- su edad, y cuando se hubiere robus-
rezca que dicto reglas sin excepción, tecido con el andar de los años, cues-
y de esto ya hablé en el libro pri- te muy mucho desaprenderla. Nin-
mero. guna habla aprenden los muchachos
Si la madre sabe letras, enséñelas mejor ni con más tenacidad, ningu-
ella misma a sus hijos pequeñuelos, na se les adentra y graba más en las
porque en ella tengan, a la vez, ma- entrañas que el habla materna, y re-
dre, ama, maestra y la amen más prodúcenla con todos sus vicios o
y aprendan más rápidamente, ayu- sus virtudes, si las tuviere, con pun-
dándoles el amor que profesan a la tual fidelidad.
que les enseña. A sus hijas, amén En mi Valencia, a quien don Jai-
de las letras, las impondrá en las me, rey de Aragón, sacó de la im-
tareas propias de su sexo; a saber: pureza y servidumbre agarena (por
labrar lana y lino, hilar, tejer, coser, cuya gesta nos será siempre fausta
tener el cuidado y la administración la memoria de aquel gran hombre),
de la casa. Jamás significará moles- una vez los moros expulsados, man-
tia para la madre piadosa y amante dó venir muchos hombres aragone-
consagrar unos momentos de holgu- ses y muchas mujeres de Lérida
ra a las letras o a la lectura de li- porque la repoblasen; de estas unio-
bros sabios y santos, si ya no por nes nacieron hijos, quienes tomaron
ella, al menos por sus hijos, para el habla de las madres, que es la
OBRAS MORALES. DE LA MUJER CRISTIANA. LIBRO II. CAP. XI 1141

misma que usamos ya ha más de peguen a la memoria, aun cuando


doscientos cincuenta años. Tiberio y estuvieren distraídos en otra cosa.
Cayo Graco fueron tenidos por los Acorren los niños a su madre, de
más elocuentes de su tiempo; pero todo la consultan, se lo preguntan
quien formó su lengua fué Cornelia, todo, creen lo que ella les responde;
su madre, de quien los pasados si- lo admiran y tiénenlo por cosa de
glos leyeron unas cartas rebosantes fe. ¡Oh madres, cuánta ocasión de
de elocuencia. Istrina, reina de los hacer a vuestros hijos o los mejores
escitas, mujer de Arifite, en persona o los peores! Entonces, en esa edad,
formó en la literatura griega a su se les han de infundir las ideas rec-
hijo Sile. Platón prohibe a las amas tas, puras, cristianas: que la rique-
de cría que se pongan a cada paso za, el poder, la honra, la gloria, la
a contar a los niños consejas de vie- nobleza, la hermosura, son cosas va-
ja, vanas y sin propósito. Lo mismo nas, necias, menospreciables. Y que
se ha de avisar a las madres, por- la justicia, la piedad, la fortaleza, la
que de ahí viene de esa primera continencia, la ciencia, la clemencia,
educación que los niños, después de la misericordia, el amor del género
crecidos, todavía muestren ánimos humano, esto es, a fin de cuentas, lo
tiernos, inconstantes y pueriles y auténticamente hermoso, esto lo dig-
nada puedan oír ni sufrir que tenga no de admiración, esto lo que mere-
alguna gravedad y prudencia de ce que se le vaya a los alcances, esto
hombre, sino que andan embebeci- es el solo bien fiel y duradero. No
dos tras aquellos libros de ineptísi- hay que encarecer aquello en que
mas ficciones, que ninguna verdad consisten aquellos bienes aparentes
cuentan, ni siquiera cosa que tenga y mentidos, sino aquello en que se
visos de verosimilitud. Tendrán, asientan estotros. Todo lo que se
pues, los padres siempre a mano al- contare como hecho por otro con
gunas historietas apacibles y fábu- cordura, con ingenio, con honradez,
las honestas y entretenidas, encami- acompáñese de alabanzas. Y, al con-
nadas a la recomendación de la vir- trario, toda acción mala, aviesa, des-
tud y al aborrecimiento del vicio. vergonzada, vaya acompañada de
Estas serán las primeras que oirá el reproches. Cuando abrazare al niño,
niño, y cuando aún no sabrá qué cuando le besare, cuando quisiere
cosa es vicio, ya tendrá barruntos mostrarle bienquerencia, no eleve al
de lo que es virtud, y empezará a Cielo una súplica como ésta: ¡Ojalá
amar a ésta y a aborrecer a aquél. vengan en poder tuyo riquezas más
Con estos afectos irá creciendo y se cuantiosas que las de Creso, o las de
esforzará por asemejarse a aquellos Craso, o las de Cosme de Médicis;
de quien su madre les dirá que obra- honores más encumbrados que los
ron bien, y a no parecerse a aque- de Pompeyo o de César! ¡Ojalá seas
llos otros que, según su madre, obra- más afortunado que Augusto o Ale-
ron mal. Encarecerá la madre los jandro! Sino más bien esta otra:
loores de las virtudes y la abomina- ¡Ojalá Cristo te conceda ser justo,
ción de los vicios y hará hincapié ser continente, ser menospreciador
en ello y los inculcará en las almas de la fortuna, ser piadoso, seguidor
tiernas. Tenga con frecuencia en su suyo, imitador de San Pablo, más ín-
boca algunas sentencias edificantes y tegro que Catón, más bueno que Só-
fórmulas de vida cristiana, las cua- crates o Séneca, más justo que Arís-
les, por la ahincada repetición, se tides, más sabio que Platón o Aris-
1142 JUAN LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. TOMO I

tóteles, más elocuente que Demóste- la nobleza, buscan el poderío, loan


nes o que Marco Tulio! la hermosura, admiran la gloria, si-
Aquello tendrá por lo mejor, aque- guen el placer, huellan la pobreza,
llo deseará, aquello buscará, aquello piensan no haber maldición más
codiciará que oyere que piden para grave que la indigencia, ríense de la
él los que más tiernamente le ama- simplicidad del ánimo, tienen la re-
ren. Jamás por jamás la madre cris- ligión por sospechosa, la doctrina
tiana que yo hubiere formado cele- por aborrecible, a la bondad lláman-
brará en el niño con un golpe de la locura o hipocresía; aquello de-
risa o una mirada de aprobación di- sean cuando elevan al Cielo sus sú-
cho o hecho atrevido, malo, procaz, plicas, y, en cambio, si alguno pro-
petulante. De lo contrario, avezarán- nuncia el nombre de virtud, rehú-
se a lo que vieren que sus padres yenla como cosa nefasta y ominosa.
aprueban y les divierte, y cuando De esto se sigue que las virtudes es-
fueren mozos y aun hombres no de- tán aterradas y menospreciadas;
jarán fácilmente la costumbre enrai- nadie se da a ellas; y aquellas mun-
zada. Castigúelo la madre y mués- danidades, en cambio, tienen precio,
trele que aquello no se ha de hacer reciben honores, todos a porfía co-
y que le desplace. Y al revés, cólme- rren a ellas. De ahí resulta tanta
le de besos y de abrazos cuando die- falta de buenos y tanta sobra de ma-
re muestras de índole mejor. Como los, siendo así que la naturaleza del
hicieron observar los filósofos estoi- hombre, de suyo, es más propensa
cos, existen en nosotros unas como a las virtudes que a los vicios. A es-
chispas o semillas de virtud que in- tas diabólicas opiniones la madre
fundió en nosotros la Naturaleza. discreta y buena saldrá luego al ca-
Con una voz griega llámanles sindé- mino y las atacará y las atajará con
resis los nuestros, que es como una otras más sanas y dignas de su con-
supervivencia o centella de aquella dición de cristiana, y en el hijo que
justicia original de que Dios, sobe ella formare fomentará, y con bue-
rano autor del género humano, hizo nos avisos y consejos avivará aque-
merced al hombre. Esta chispilla ini- lla pequeña chispa y regará las se-
cial, si pudiera crecer, al sentir de millas que en él depositare porque
los estoicos, nos conduciría a una la chica centella crezca y se haga
gran virtud; pero, desgraciadamen- grande luz y la hierba tierna se con-
te, es apagada y enterrada por de- vierta en mies abundante y opima.
pravados juicios y opiniones, y cuan- Ni quebrantará el brío inicial del
do comienza a lucir y a levantar lla- cuerpo, del ingenio, ele la virtud del
mas, sin cebo que la alimente, com- niño con una crianza muelle y blan-
batida por vientos y por lluvias, ex- dengue, ni le atiborre de manjares
tínguese miserablemente. Padres, ni consienta que se hunda en dema-
nodrizas, ayos, maestros, parientes, sía de sueño o de regalos, pues ello
deudos, familiares, el pueblo, gran retarda la viveza intelectual. Hay
maestro del error, todos éstos, de madres para quienes sus hijos nun-
consuno, porfían y trabajan por ex- ca comen, ni beben, ni duermen bas-
tirpar de raíz aquella simiente y ma- tante, ni andan asaz abrigados, ni
tar aquella medrosa lucecilla con la se les tienen cuidados suficientes.
necedad de sus erradas opiniones. Traduzcan esta diligencia recelosa a
Todos a una mano se inclinan an- su formación mental porque a una
te las riquezas, tienen en mucho a cuerpo y alma se hagan sanos y ro-
OBRAS MORALES. DE LA MUJER CRISTIANA. LIBRO II. CAP. XI 1143

bustos. Recuerdo haber visto muy bien que los padres cuerdos imiten
pocas veces a varones grandes y la indulgente dignación divina, pues-
señalados en doctrina, en talento o to que no ama a su hijo el que se
en virtud que hubiesen sido por sus abstiene de su enmienda y castigo.
padres educados con indulgencia vi- Como dice el mismo Sabio: El que
ciosa. excusa la vara quiere mal a su hijo,
¿Y qué diré, si ni los cuerpos co- y el que le ama, con muchas veras
bran su justa robustez, si con el re- le corrige.
galo se les debilita? Así que mien- Yo no ¡oh madres!, que
quiero,
tras las madres creen conservar a ignoréis que la responsabilidad de
sus hijos, los echan a perder, y que haya malos hombres recae en
mientras se esfuerzan porque vivan su mayor parte sobre vosotras, y
con salud más entera, estúpidamen- que entendáis a qué gratitud de
te debilitan su salud y acortan su vuestros hijos os habéis hecho acree-
vida. Amen a sus hijos enhorabuena doras. Vosotras, con vuestra nece-
como es justo que los amen; ámen- dad, les inculcáis torcidas opinio-
los ternísimamente. ¿Quién osará nes; vosotras las favorecéis; vos-
derogar o reprobar la ley de la Na- otras sonreís a sus pecados, a sus
turaleza? ¿Y qué linaje de inhuma- maldades, a sus crímenes; vosotras,
nidad no es dejar de amar a quien cuando se encaminan a las virtudes
diste el ser? Pero disimulen este más encumbradas, cuando huyen
amor porque no tomen licencia de con horror de las riquezas munda-
obrar como les dé la gana, ni su nales y de las pompas diabólicas,
amor les impida apartar del vicio a con vuestras lágrimas, con vuestros
los muchachos mediante castigos, amargos reproches, los devolvéis a
llantos y lágrimas, y que con la sus lazos, porque preferís verlos ri-
austeridad del mantenimiento y cos y colmados de honores, que col-
crianza el cuerpo y el alma se for- mados de virtudes. Agripina, madre
talezcan más y más. Acerca de la de Nerón, habiendo consultado a
vara y del castigo, hállanse en el unos adivinos acerca del destino de
Sabio estos consejos, cuya puesta en su hijo, le contestaron: Será empe-
práctica conviene a cada uno de rador, pero matará a su madre. Má-

nosotros: La necedad está ligada al tela respondió mientras sea empe-
corazón del muchacho, y la vara de rador. Cumpliéronse ambos extre-
la corrección la ahuyentará. No sus- mos del pronóstico: fué emperador
traigas del muchacho la disciplina, y mató, pero cuando ni Agripina
pues si le golpeares con la vara, no quería que la matase y cuando ya
por ello morirá; tú con vara le he- le pesaba de haber preparado el im-
rirás y librarás su alma del infierno. perio a su hijo. Vosotras queréis
La vara y la corrección otorgan 'la que con la blandura vuestra y no
sabiduría; mas el niño que es aban- con su esforzado trabajo aprendan
donado a su voluntad acarrea con- ellos la virtud, y con los regalos con
fusión a su madre. Y, en efecto, la que los abrumáis gozáis de verlos
carne de pecado, inclinada al mal hundirse en los vicios. Por eso, las
desde su origen, se ha convertido más de vosotras (no hablo de todas,
en esclavo ruin, que no tiene en- en general) os lamentáis y lloráis
mienda sino con azotes. Por esto, el y mesáis vuestros cabellos, y aun en
Señor dice que ama a quien repren- esta vida sufrís la expiación mere-
de y castiga. En este punto está cida, deplorando que vuestros hijos
1144 JUAN LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. TOMO I

sean cuales vosotras los hicisteis y la bondad nativa de los hijos es ser
no sois correspondidas en vuestro muy queridos de la madre. Los ca-
amor por quienes se sienten des- zadores adivinan que va a ser exce-
amados por todos por culpa del lente aquel perro de quien la madre
amor vuestro. Conocida es la anéc- tiene más cuidado a quien prodiga
dota de aquel mancebo que, siendo mayor solicitud, a quien antes colo-
conducido al suplicio, pidió hablar ca en el cubil. Y, por contraste, en-
a su madre, y acercando su boca a tenderás que en la raza humana
los oídos de ella, como si fuera a es más ruin y despreciable aquel a
decirle algún secreto, de un bocado quien la madre ama con mayor ter-
le cortó la oreja. Increpándole los nura.
presentes porque, sobre ser ladrón, ¿Queréis ser amadas de veras, so-
era inhumano con su madre, respon- bre todo en aquella edad en que ya
dió que ése era el premio de su saben qué cosa es el amor puro y

crianza, pues si ella añadió me santo? Haced que no os amen cuan-
hubiera castigado cuando, de niño, do ignoran todavía qué es amor, y
hurté el cartapacio a un compañero más que a sus padres prefieren pas-
de escuela, pues éste fué mi primer teles, miel o azúcar. Madre ninguna
hurto, no me hubiera avilantado a amó con mayor ternura a su hijo
mayores excesos; pero ella fué blan- que mía me amó a mí. Y ningún
la
da y con un beso acogió al ladron- hijomás que yo se sintió menos
zuelo madrugador. amado de su madre. Casi nunca me
Hubo en Brujas, cuando yo escri- sonrió; nunca se me mostró indul-
bía este libro, una mujer que, con- gente. Y con todo, en una ausencia
trariando la voluntad del padre, con mía de la casa por tres o cuatro
blandura suma y, por tanto, viciosí- días, ignorante ella de mi paradero,
sima, había educado a sus dos hijos. cayó en un gravísimo accidente, y
Ella, a escondidas, les proporciona- vuelto a casa no conocí que hubiese
ba dineros con que jugar, con que sentido mi soledad. Así que de nin-
beber, con que tener tratos con cor- guna otra persona huía más, de na-
tesanas. Y a uno de ellos le vió ahor- die sentía más aversión que de mi
cado y al otro descabezado. Por lo madre cuando yo era niño. Y ahora
cual el refrán nos avisa muy sabia- su memoria es para mí la más sa-
mente que más vale que se llore de grada, y todas las veces que me
niño que de anciano. ¿Y qué diré asalta su recuerdo, puesto que no
de aquel furor de las madres que puedo corporalmente, la abrazo y
quieren más a los hijos feos, necios, beso en espíritu con la más dulce de
groseros, mal inclinados, tontos, des- las gratitudes. Un compañero tuve
aprovechados, ebrios, que a los her- en París, hombre muy señalado
mosos, discretos, bien criados, talen- en letras, que entre las mayores
tudos, reposados, diligentes, cuer- mercedes que recibiera del Cielo be-
dos? ¿Qué signiñca esta anomalía? nigno, contaba el haber perdido a su
¿Es embaimiento o error del enten- madre, bondadosísima, porque si vi-

dimiento humano, o es el castigo viera díjome yo no viniera a Pa-
merecido de nuestros pecados ese rís a estudiar, sino que me estuviera
amor de lo que no es amable? Los en casa de mi madre, envejeciendo
animales irracionales halagan más a en juegos, mujeres ruines, regalos y
los hijos más hermosos, cachorros deleites, según había yo comenzado.
o polluelos, y la más cierta señal de ¿Quién amaría a su madre viva, si
OBRAS MORALES. DE LA MUJER CRISTIANA. LIBRO II. CAP. XI 1145

tenerla muerta lo agradecía como los padres, que se las aconsejaron,


un favor del Cielo? La madre discre- se las sugirieron, a ellas les empu-
ta no deseará a su hijo más placeres jaron, y en justísimo castigo de
que virtud, más riquezas que doctri- todo ello, a falta de cualquier otro
na, que buen nombre, no una vida procedimiento para enriquecerse, co-
sin honor antes que una muerte con mienzan los hijos por sisar a sus
honra. Las mujeres de Lacedemonia padres, y si ven que está cerrado
preferían que sus hijos cayeran con todo camino para hacer dinero, co-
gloria por la patria que no que sal- mienzan a odiar a sus padres, y en-
varan su vida con una fuga torpe. conándose este odio, a desearles la
Por donde se lee que muchísimas de muerte, a buscar la manera de eli-
ellas, con sus propias manos, dieron minarlos, y muchísimos, en efecto,
muerte a sus hijos cobardes, con lo fueron por sus propios hijos, que
aquel dicho tan celebrado: Ese no les propinaron hierbas, porque se
era mío; ni siquiera lacedemonio. les hacía larga la espera de la muer-
Santa Sofía, teniendo tres hijas muy te de los padres ancianos. Así que
hermosas, señaladas con los nom- los padres que enseñaron a los hijos
bres de las tres virtudes teologales: que a cualquiera otra cosa debía
Fe, Esperanza y Caridad, con gran anteponerse el dinero, experimen-
alegría de su alma las vió degolla- tan en sí mismos el efecto de aque-
das por la gloria de Cristo, y ella llas enseñanzas: los hijos aman más
misma les dió sepultura de su mano, al dinero que a sus mismos padres;
no lejos de Roma, reinando el em- hartas veces los hijos reprochan sus
perador Adriano. No tanto los pa- vicios a los padres, como si la causa
dres enseñarán a sus hijos las artes de su corrupción fuese su ejemplo
gananciosas como las santas y no o su negligencia. Un mancebo mani-
les propondrán a la imitación a rroto nacido de un padre manirroto
aquellos que en poco tiempo amasa- así se expresa en un tema de decla-
ron grandes fortunas, sino aquellos mación De mi prodigalidad echaré
:

otros que se encaramaron a las vir- la culpa en mi padre; no me man-


tudes más heroicas. Con toda razón tuvo bajo una severa disciplina ni
se reprocha a los megarenses por bajo la ley de una casa bien regida
enseñar una sórdida frugalidad y que pudiera formar el carácter de
avaricia a sus hijos, que tendrían un joven y arrancarle de los vicios
en lugar de esclavos. Este añejo re- propios de su edad.
proche de los de Megara cómo po- Mas así como hay que frenar la
dría hacerse extensivo hoy día me- edad primera de los hijos y cohibir-
recidamente a muchos pueblos de la con la severidad de una estrecha
Europa: Florencia y Genova, de disciplina, no sea que por sobrada
Italia; Burgos, de España, Londres, libertad resbale hacia unos vicios
de Inglaterra; Ruán, de Francia. de los cuales luego será harto costo-
De ahí se sigue aquel abuso que ve- so retirarlos, y no se ha de apartar
mos dondequiera; a saber: que la vara de las espaldas del mucha-
oyendo los hijos cada hora y cada cho, así también, y más principal-
rato que ganen, que alleguen, que mente las niñas, han de ser tratadas
guarden, que tengan, sea por el ca- sin ninguna indulgencia. La indul-
mino que fuere, se decidan a malda- gencia excesiva corrompe a los hi-
des merecedoras de pena capital, cu- jos, pero pierde radicalmente a las
ya no pequeña parte de culpa tienen hijas; con el libertinaje, los varones
1146 JUAN LUIS VIVES. 03R AS COMPLETAS. — TOMO 1

nos volvemos peores, pero las hem- Aleja del umbral donde crece tu
bras se vuelven perdidas, porque hijo todo aquello que pudiere man-
dando ensanches y soltura a la pa- cillar sus oídos o sus ojos. Lejos,
sión del placer, si no se las sofrena, lejos de aquí la mujerzuela que po-
precipítanse en mil maldades. A esto ne precio a su virtud; lejos de aquí
se endereza el sabio aviso de Jesús, el canto trémulo del parásito no-
hijo de Sirach: ¿Tienes hijas? Guar- cherniego. Al niño se le debe la
da su cuerpo y no les muestres ale- máxima reverencia. Si alguna tor-
gre la cara. peza maquinares, no te atrevas a
Ya dije en el libro anterior cómo hollar el verdor inmarchito de sus
deben ser educadas las hijas. En él años; si te avilantares a pecar, de-
la madre escogerá las advertencias téngate la inocencia de tu hijo in-
pertinentes, pues las hay muchas fante.
que atañen a la formación de las
. Cecilio Plinio reprende a Xumidia
mujeres casadas, y a la vigilancia Cuadratila porque favorecía más de
de las madres incumbe que sus hi- la cuenta y con mayor largueza de
jas practiquen lo que allí decimos. lo que convenía a una dama princi-
Después que los padres hayan pal a los pantomimos o truhanes;
provisto hasta el límite de la posibi- pero con todo, alaba la prudencia
lidad que ninguna palabra fea, tor- de la señora anciana porque no per-
pe, obscena, perniciosa, malvada, mitió que Cuadrato, su joven nieto,
se asiente en el ánimo del niño, ni en su casa ni en el teatro, y cuan-
procurarán con sus actos y con sus do ella había de oírlos o iba a to-
ejemplos que nada vea el niño que mar algún esparcimiento con el jue-
no pueda reproducir sin torpeza. go de los dados, acostumbraba man-
Tiene algo de simiesco la edad pue- dar a su nieto que se fuese a es-
ril, que no manifiesta cosa propia, tudiar. Y ese mismo autor epistoló-
ni siquiera la tiene, pues lo reme- grafo agradece en una carta con su-
da todo. Allégase a esto que acaso mo encarecimiento a Híspula, tía
con su autoridad y con su amor materna de su mujer, porque a su
consigan los padres borrar de los esposa, que se educó a su lado, con
ánimos pueriles lo que los ejemplos sus consejos y con sus ejemplos la
ajenos imprimieron y, por ventura, formó para toda cosa recta y hones-
también con sus admoniciones; mas ta y nada vió en aquella casa que
io que ellos hicieron no podrán no "fuese ejemplar y digno de imita-
desautorizarlo, y en caso que lo des- ción. Y, en efecto, mayor debe ser
autorizaren, no hará tanta mella en la vigilancia que se ejerza sobre
el niño lo que oyere como lo que las hijas, porque no haya nada que
viere. mancille ni su pudor, ni su honesti-
Con muy buen acuerdo dice Ju- dad, ni su modestia, puesto que es-
venal que tienen mayor autoridad tas virtudes más estrictamente se
y peso en los hijos los ejemplos de requieren en la mujer que en el va-
los padres que las advertencias y rón, y las hembras de todos los ani-
amonestaciones de muchos doctores. males reproducen, cosa común en
Con una sola cosa mal hecha cau- uno y otro sexo, con mayor exacti-
sarán más daño que no provecho tud, prontitud y perfección los vi-
acarrearon los buenos consejos de cios, y no hay barrera que las con-
muchos. En la sátira décimocuarta tenga, si la autoridad se conjuga
da estos sabios consejos: con el ejemplo, si han de imitar a
OBRAS MORALES. DE LA MUJER CRISTIANA. — LIBRO — CAP.
IX. XI 1147

la madre o a cualquiera otra que plicios de los hombres, con todo, ni


vean aprobada por el vulgo. vivo ni muerto me escaparía de la
Así que en la ciudad donde las mano de Dios omnipotente. Por to-
damas principales son malas, muy do lo cual, saliendo con esfuerzo
raras son las mujeres del pueblo de esta vida, pareceré digno de esta
buenas, y las que son educadas por mi ancianidad, y por ventura deja-
malas, no es frecuente que salgan ré a los mancebos ejemplo de for-
de distinta condición, y no deja de taleza si con ánimo pronto y esfor-
ser muy cierto el refrán: Cual la zado sufriere gloriosa muerte por
madre, tal la hija. Mas, con todo, nuestras leyes santísimas y gravísi-.
no siempre la hija es trasunto fiel mas. Dichas estas palabras luego
de la madre o de la aya, pues exis- era arrastrado al suplicio. Mas los
ten muchas y muy celebradas mu- que le conducían y poco antes se
jeres que, apartadas de sus progeni- habían mostrado algo más blandos,
tores, crecieron al lado de sus abue- trocaron su mansedumbre en saña
las, y, mejorando a sus madres, re- por las palabras que había dicho,
produjeron la bondad y las virtudes que creían inspiradas por la arro-
de las abuelas que las educaron. Ca- gancia. Mas, en hiriéndole mortal-
tón Censorino echó del Senado a mente, gimió y dijo: Vos, Señor,
Cayo Manlio porque había besado que sois soberana sabiduría, muy
a su mujer delante de su hija. No bien sabéis cómo yo podría haber-
¿abe la tierna edad por qué se hace me librado de esta muerte; crudos
cada cosa, y reproduce aquellas ac- dolores sufro en mi cuerpo, mas en
ciones como el espejo devuelve las mi alma, por vuestro santo temor,
formas que recibió, aunque no por los padezco con agrado. De esta ma-
los mismos términos. Entendiéndo- nera Eleázaro salió de esta vida, de-
lo así, el sabio y santo anciano Eleá- jando no sólo a los mozos, sino a to-
zaro, como por edicto de Antíoco se da su gente, memoria de su muerte,
le obligase a comer carnes porcinas, para ejemplo de virtud y reciedum-
y, negándose él, le aconsejan sus bre. A ejemplo de los padres deben
amigos gentiles que, al menos, si- formarse los hijos, y no debe mos-
mulase comerlas, porque gracias a trárseles lo que fácilmente puede
aquel fingimiento se le soltase. Co- pasar a vicio, para que ellos no lo
mo si hubiera obedecido a la volun- pasen aun con mayor facilidad, bien
tad del rey, respondió querer antes por impericia de los mejores, bien
morir que hacer algo que pudiera por natural flaqueza del ser huma-
quedar en los mancebos como ejem- no, propenso siempre a lo peor. Pu-
plo de cosa pésima. Dijo estas pa- nió el Señor a -Eli, juez y pontífice
labras: No es cosa conveniente a de Israel, no porque diese él en per-
nuestra edad fingir tal cosa, para sona mal ejemplo a sus hijos, Ofni
que los mozos, pensando que Elea- y Finees, sino porque, malos como
zar a sus noventa años se pasó a la eran, no los castigó, por lo cual mu-
vida y ritos de los alienígenas, los rió cayendo de una silla, y el sacer-
cuales, engañados por mi simulación docio fué traspasado a otra familia.
y por un poco de tiempo de vida flaca ¡Cuánto más gravemente castigará
y corruptible que me pueda quedar, a aquellos padres que, o con sus
eche mancilla y execración sobre avisos o con su ejemplo, enseñaron
mi ancianidad, pues por más que al a sus hijos a vivir vida bellaca!
presente yo fuese librado de los su- Y si el castigo de los pecados de
1148 JUAN LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. TOMO I

los hijos adultos se transfirió al tancias. ¡Dichosos aquellos a quie-


padre porque no hizo cuanto pudo nes sorprende la muerte en la amis-
para impedirlos, ¿qué será de aque- tad de Cristo! ¡Desgraciados si al
llos que de palabra o de obra empu- revés! Los primeros pasan a una
jan a sus tiernos hijos a las pasio- inconcebible bienaventuranza ; los
nes, a los deleites, a las codicias, a últimos, a unos tormentos extrema-
las maldades? Por el contrario, de dos y a una miseria suma. Por ende,
la mujer que acostumbró a sus hi- debes esforzarte en educar y for-
jos a la virtud, dice el Doctor de mar de tal manera a tus hijos, que
las gentes : La mujer engañada fué cuando el Rey de reyes les ordenare
en 'prevaricación, pero se salvará
la salir de la vida como de un puesto
por la generación de sus hijos si de vigilancia, salgan de ella felici-
perseverare en la fe, en la caridad, tados por El y condecorados.
en la santificación y en la castidad. Y siendo ello así, ¿con cuánto go-
Si los hijos murieren, débese con- zo no debe recibirse la muerte de
siderar que ese percance no es más los párvulos, que sin haber sentido
que la devolución de un depósito. los trabajos y cuitas de esta vida,
Acerca del consuelo de la muerte, de la ambición, de la envidia, del
¡cuán copiosamente escribieron Pla- orgullo, de la necesidad, antes de
tón, Cicerón, Jenócrates, Séneca! que les asalte el inevitable escua-
¡Qué celebrada y justa aquella má- drón de males. íntegro el cuerpo, ca-
xima de los que, ponderando que tando muy levemente el gusto de la
como para una tan corta vida el pe- muerte, trocaron la mazmorra ho-
nar sea tan largo, el mayor de los rrenda por el vuelo libre y la lumi-
bienes es no haber nacido, y el bien nosa bienaventuranza? ¿Qué felici-
que le sucede más de cerca es la dad mayor puede deseárseles que,
abolición, tanto mejor cuanto más puestos en una vereda barrancosa,
rápida; sentencia aquilatada por llena de enojos y de peligros, repen-
los seguidores de la sabiduría, for- tinamente, como en un ala rápida,
mulada, según se cree, por cierto Sí- lleguen a la posada cuanto antes, y
ten® que vivió en tiempos de Creso que mientras a los otros les espera
y de Ciro con los siete sabios de una milicia laboriosa y prolongada,
Grecia, pero, en hecho de verdad, ellos alcancen ei mismo galardón
proferida por Salomón, mucho más con esfuerzo tan liviano? Ni con de-
antiguo que todos ellos, y repetida seos más vivos debe deseárseles
por Job, el Husita que, antes de otra suerte, que por los méritos y
Moisés, fué reyezuelo en la Arabia. la misericordia de Aquel que nos
Por donde determinado linaje de limpió de mancha y nos redimió de
gentes, como los tracios o los drui- la servidumbre del diablo, purgados
das de la Galia, bien por hastío de de delitos, puros y alegres salgan de
esta presente vida, bien por espe- las tinieblas de esta vida antes de
ranza de otra venidera mejor, acom- que la malicia inficione su corazón
pañaban con júbilo y cantos a los y vuelen a aquella patria, sede de
que sucumbían al Destino. Pero el eterna bienaventuranza. ¿A qué rei-
consuelo más cierto y más fiel es no quisieran los padres que se re-
aquel que se toma de la realidad, a montase el fruto de sus entrañas
saber de la consideración de la vi-
: que pueda compararse con este rei-
da futura; la muerte en sí no es un no? Ciertamente que a ningún otro,
mal, sino su manera y sus circuns- si no se dejaran llevar más por sus
OBRAS MORALES. DE LA MUJER CRISTIANA. — LIBRO — CAP.
U, XII 1149

preferencias que por el bien de sus con la tornadiza condición humana


hijos. No, no está bien que los pa- suele acontecer que cualquiera tiem-
dres envidien a sus hijos aquella fe- po pasado se nos figura haber sido
licidad no fallecedera a cambio de mejor que el presente. La causa de
sus vanos goces, o, mejor, sueños de esto es porque no hay felicidad tari
goces, ni dar a entender que lamen- grande so la capa del cielo que no
tan la suerte de ellos, cuando, en vaya a vueltas mezclada con alguna
realidad, lamentan la suya. Mejor molestia y desabrimiento. Cuando lo
les estaría mostrarse alegres y con- padecemos, vivamente nos acucia;
tentos por haber engendrado ciuda- cuando ya pasó, no deja grande hue-
danos para aquella ciudad, cuyo lla. Así es que nos parece estar me-
príncipe es Dios, y los ángeles son nos afectados por los males preté-
moradores, y por haber merecido ritos que por los presentes. Anda
tan soberana distinción, gracias a declinando la edad, que, acumulan-
los hijos a quienes dieron el ser y do molestias, empeora de día en día
la crianza. De esta manera y en es- y se hace más flaca para soportar-
te sentido creo yo que dice San Pa- las. Entonces el recuerdo de la edad
blo que lamujer será salva. Más más fresca que se nos fué establece
cuerdo será, y desde luego más pia- una comparación inevitable con la
doso, gozarse con esta esperanza que que se va tornando cargosa y trae
dejarse consumir de dolor, porque el hastío de lo actual y la añoran-
se les pidió lo que no les había si- za de lo pasado. Pero Salomón no
do dado, sino prestado precariamen- quiere que ese criterio sombrío y
te, ni con nuestras quejas y nues- pesimista entre en el alma del va-
tro duelo condenar el juicio de Dios, rón discreto, persuadiéndose de que
que reclama su depósito. Al revés, los años idos son mejores que los
se le debe agradecer el tiempo, sea que vivimos. Y esto mismo pensará
el que fuere, que dejó que lo disfru- la mujer discreta. Ni tampoco creerá
tásemos, y no hacer como aquellos que el marido que tuvo fué mejor y
ingratos, quienes, olvidando el pro- de convivencia más cómoda que el
vecho que percibieron, toman por que ahora tiene, porque hartas veces
injusticia si no poseen para siempre se engañan, pues si algo les enoja
y a total capricho suyo el beneficio en el marido presente, también en
que se les da de balde. el pasado les enojó. Recuerdan no
más que lo agradable, y esto con
mayor odiosidad si aquello en que
CAPITULO XII el marido viviente les satisface po-
co, a su parecer, el marido difunto
DE LAS CASADAS DOS VECES Y DE LAS les satisfacíacumplidamente. Sin te-
MADRASTRAS ner en cuenta muchas otras cosas,
todo lo reducen a la comparación
Las que habiendo enterrado a sus entre uno y otro marido. De ahí,
primeros maridos se han casado con desabrimiento; de ahí, quejas que
otros de nuevo, además de lo que no tienen fin y gritos que al marido
les tenemos escrito, deben ser amo- le dan grima, y mientras imploran
nestadas en esto: y es que se guar- el muerto y demuestran la querello-
den de que, con el exagerado recuer- sa soledad que sienten, se quedan
do de los maridos anteriores, ofen- sin uno y sin otro marido.
dan a los maridos actuales, porque El nombre de madrastra no suena
1150 JUAN LUIS VIVES .
OBRAS COMPLETAS. TOMO I

bien por lo común, porque casi to- ¿Cuánto más lo van a ser los hijos?
das son malignas para sus alnados, Se compadecerá la mujer de su
de lo cual se cuentan no pocos ejem- edad tierna y endeble, y con el re-
plos. Toda esa ralea es atacada en cuerdo de sus propios hijos, si los
un epigrama griego, según el cual tiene, amará los ajenos, pensando
un alnado, mientras honraba el se- en la suerte común del linaje huma-
pulcro de su madrastra, fué muerto no: pensando que los suyos la ha-
por una pequeña columna que se llarán tal cual ella se mostrará con
desprendió de él. Una y mil veces los ajenos, así muriere como vivie-
ha de exhortarse a tales mujeres re. En fin: la buena madrastra se-
que se esfuercen por dominar sus rá para los alnados lo que tantas
pasiones y alteraciones del cora- veces se oye decir: madre. ¿Qué
zón. mujer hay tan ajena de todo senti-
Este es el origen y la fuente de to- miento de humanidad y mansedum-
dos los males y de todos los bienes. bre que no se sienta mitigar y ven-
Si dejas que las pasiones ejerciten cer por el vocativo «madre», pro-
su señorío sobre ti traerán consigo nunciado por cualesquiera labios
una larga cola de calamidades y mi- que lo pronunciaren, singularmente
serias, que te costará muy mucho si fueren niños, que no conocen la
alejar luego de ti; mas si tú las se- adulación, y en la simplicidad de su
ñoreares, vivirás santa y venturosa- alma, limpia de toda malicia, la in-
mente. Esto alcanzaríamos si con vocan con el mismo afecto con que
ánimo reposado y tranquilo refle- invocarían a la verdadera madre de
xionáramos maduramente cómo nos quien nacieron? ¡Cuánta dulzura
tenemos que haber cuando se nos contiene el nombre de la amistad!
echen encima las causas de estas ¡Cuántas iras no apacigua! ¡Cuán-
agitaciones y tempestades. No son tos odios no disipa! ¿Qué nombre
injustas ni ásperas más que aque- puede hallarse más eficaz que el
llas madrastras cuyas pasiones las nombre de madre? ¿No es cierto
tiranizan; que no tienen el dominio que está lleno y rodeado de increí-
de sus acritudes, de su temperamen- ble caridad? ¿Por ventura, por más
to, sino que las sirven. La mujer airada que estés, no te amansas, en
que se deja llevar por la razón y oyéndote llamar madre? Desalmada
recto juicio, pensará que ella es una eres más que ninguna fiera si aquel
cosa con su marido, y, por tanto, nombre de madre no te ablanda. No
que los hijos de él deben serles co- hay bestia alguna tan carnicera y
munes. Si la amistad todo lo vuelve montés a la cual si se le acerca, li-
común, por manera que muchos sonjero, otro animalico de su espe-
amigos aman tanto como si fueran cie no se amanse instantáneamente.
propios los hijos de sus amigos y Y a ti los hijos de tu marido, hala-
les honran y les ayudan, ¿con cuán- gándote, no te pueden ablandar. Tú,
ta mayor exactitud y plenitud debe llamada madre, muéstrate enemiga.
conseguir esto el matrimonio, que Tú, sin causa las más de las veces
es la corona no ya de todas las ejecutas contra una edad flaca e ino-
amistades, sino de todos los paren- cente unos enconados odios instin-
tescos y todas las afinidades? Los tivos. Tú, para quien los cristianos
tíos delmarido, los primos, los her- todos, por bienquerencia y caridad,
manos, padres, como tales son
los debieran serte hermanos, alientas
tenidos y llamados por la esposa. ¡I
odio entrañable contra unos pobres
OBRAS MORALES. DE LA MUJER CRISTIANA. LIBRO II. CAP. XIII 1151

seres que viven bajo tu mismo te- Y vosotras, madrastras, ¿besáis a


cho y son hermanos de tus hijos. todas horas a vuestros alnados?
¿La sombra de su madre no te ate- ¿Los peináis? ¿Los limpiáis y ata-
rroriza, no te persigue, no te acosa? viáis como si fueran vuestros? Tan- ;

Sabed, madrastras que de verdad tas y tan densas tinieblas pone la


sois madrastras, que estas iras vues- pasión en vuestras almas! Lo que
tras que no podéis dominar nacie- vosotras amáis juzgáislo dignísimo
ron exclusivamente de los sueños y de que lo amen todos pareceos que
;

trampantojos de vuestra desatenta- nadie lo ama suficientemente. Lo


da vesania. ¿Por qué los padrastros que vosotras aborrecéis tenéislo por
no aborrecen a los alnados en tanta merecedor del general aborrecimien-
manera? Raro es el padrastro que to y receláis que los demás lo amen
no ame a su alnado como a hijo pro- en demasía. Y no faltan madrastras
pio. Mentiré si no dijere que no fal- que, profesando a sus alnados odio
taron padrastros que a sus alnados, capital, juran y publican que los
como si hubieren nacido de sus en- quieren y aman. Cuán locas son,
trañas, les dejaron a su muerte tanto si ellas se lo creen como si
grandes reinos y señoríos. El empe- confían que los demás van a creer-
rador Augusto dejó el Imperio roma- las, y más locas aún si se imaginan
no a Tiberio, Claudio lo dejó a Ne- que van a engañar a Dios. ¿Y pides
rón, teniendo aquél nieto y bisnie- que Cristo te oiga llamándole Padre,
tos, y éste un hijo; no porque igno- tú, que vuelves la cara a tus alna-
rasen que no les engendraron, sino dos, que te llaman madre? No cree
porque su razón y sano juicio les el Apóstol San Juan que Dios, que
dió a entender que no hay ningún es invisible, sea amado por quien
motivo racional de odio entre pa- odia a su hermano, a quien ve todos
drastros y alnados si éstos con su los días.
conducta no lo crearon. ¿Qué culpa
contrajeron los alnados contra los CAPITULO XIII
padrastros con no haber sido engen-
drados por los mismos padres? Es- CÓMO LA MUJER CRISTIANA SE PORTARÁ
to no está en poder de los hombres, CON SUS PARIENTES Y CON LOS DE SU
sino de Dios. Pero no siempre les MARIDO
regalan ni siempre juegan los pa-
drastros con los alnados como las Figulo dice que la voz
Nigidio
madres querrían. De esa manera, po- hermana (sóror) viene de seorsum,
dría decirse que los mismos padres porque va a vivir apartada, al pasar
naturales no aman a sus hijos. Pero a otra casa y familia. Pues que esto
¿qué dije que no los aman? Algunas es en casándose la mujer, co-
así,
mujeres son tan necias, que difícil- menzará a poner mayor afición a los
mente creen que sus maridos amen parientes de su marido que a los
a los hijos comunes porque no jue- suyos propios. Y así conviene por
gan y burlan con ellos todos los muchas razones: ya porque está ca-
días y todas las noches. No pueden si trasplantada en aquel terruño
los hombres hacer inepcias y niñe- nuevo de la familia de su marido,
rías, como las mujeres. La grandeza para la cual engendrará hijos y con
y generosidad del ánimo varonil su fecundidad aumentará y multi-
fácilmente contiene y encubre el plicará; ya porque, asegurada ya de
amor: le domina; no es su esclavo. I
la bienquerencia de sus deudos y
1152 JUAN LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. TOMO I

consanguíneos, habrá de ganarse el pereza. Mas yo, reflexionando acerca


afecto de sus afines. Además de esto, de la causa de esa enemistad, paré-
los hijos, en el caso que los tuviere, cerne necio y absurdo el celo de la
son más queridos para los de su una y de la otra.
misma sangre y deudo, ayudados El marido está puesto como en
por su mutuo amor, no ya para con un lugar intermedio entre su madre
el padre, sino también para con la y su esposa, y la una persigue a la
madre. Y, en fin, muchas son las otra, y la otra persigue a la una,
ventajas que acarrea, así en el ma- como si ambas a dos fuesen concu-
trimonio como en la posible viudez, binas. La madre sufre con desabri-
el ser amada de los afines, y muchos miento que el amor de su hijo vaya
los inconvenientes si les resultares a parar en su totalidad sobre su nue-
enojosa. Esa mira tuvieron los que ra, y la esposa no tolera que el ma-
de primero trasladaron los matri- rido ame a ninguna otra mujer que
monios entre parientes a cónyuges no sea ella. De esto origínanse dife-
extraños, a saber: la de difundir y rencias, enojos y riñas, como suele
como propagar más extensamente el acontecer entre dos perros cuando
amor y la amistad en la colectivi- el uno ve que halagan al otro de-
dad humana. Es por tanto, de con- lante de él. Antiguamente creyeron
;

veniencia suma granjearse con aten- los pitagóricos que la amistad no


tada diligencia el amor de los afines, sufría mengua con la multiplicación
o ya, teniendo ganada la voluntad, de los amigos, sino que, al contra-
conservarla y fomentarla. Dicen que rio, crecía y se fortalecía. Asimismo,
las suegras alientan para con sus con este criterio, no debe pensar la
nueras odios de madrastra, y que madre que es menos madre si su
éstas, a su vez, arden y se consumen hijo se fe casa, ni la esposa meno>
en análogas llamaradas, que no son esposa si tiene suegra antes al con-
;

precisamente de amor y piedad. Te- trario, el ideal sería que una y otra
rencio, intérprete en este punto del trabajaran en reconciliar al varón
sentir general, dice: Todas las sue- con una u otra de las mujeres, si
gras odian a sus nueras. Graciosa surgiere alguna pequeña desavenen-
fué una buena mujer al decir que cia. Suegra estulta, ¿por ventura no
su suegra, aun hecha de azúcar, era quieres que tu hijo ame a su espo-
amarga. Plutarco de Queronea, y, to- sa, a su amiga, a ru compañera, a
mándolo de este autor, San Jeróni- la mujer que con él forma una sola
mo, en su polémica contra Jovinia- individualidad? ¿Hubieras soportado
no, cuenta que en Leptis, ciudad de tú que tu marido no te amase? ¿Qué
Africa, hubo una costumbre no me- miseria más grande puedes desear a
nos usada que antigua, y era que la tu hijo que habitar con una mujer
recién casada, el otro día después a quien no ama, a quien aborrece?
de las bodas, pidiese a su suegra Nuera estulta, ¿no quieres que el hi-
que le prestase una olla para el ser- jo ame a su madre? ¿Es que tú tam-
vicio de su casa, y que la suegra se poco la amas? Serás amada tú por
la negase excusándose con que no el marido como compañera, como
la tenía, para que luego, en sus mis- dulce esposa ;amada será la madre
mas bodas, experimentando en la por tu marido como a quien tu ma-
suegra las costumbres de la madras- rido le es deudor de la vida, del
tra, fuera menor el choque ulterior mantenimiento, de la crianza, con lo
si entre ellas se producía alguna as- cual se hizo acreedora a un amor
i

OBRAS MORALES. — DE LA MUJER CRISTIANA. — LIBRO IL CAP. XIII 1153

eterno. La nuera, puesto que no ig- templada reprensión y censura, eri-


nora que ella es una misma cosa con giéndose en maestras de costum-
el marido, pensará ser suya también bres, y éstas, a su vez, lo son a las
la madre del marido, y no la amará suegras por lo del régimen y gobier-
menos ni respetará menos que a
la no de la casa, y en ambos casos ni
su madre propia, sino que la rodea- unas ni otras proceden con discreta
rá con toda clase de amabilidades templanza. Ni las advertencias ni
para ganársela más y estrechársela las reprensiones deben ser desabri-
más consigo. das e inoportunas, pues hay que ob-
No, no tomará a mal la esposa dis servar la oportunidad y sazón y
creta y buena que su marido ame abstenerse de palabras agrias y mor-
a su madre; antes si ella advirtiere daces, ni conviene absolutamente
que no es para con ella asaz defe- que la madre de familia no haga
rente y cariñoso, le amonestará y le nada en la casa, ni que se esté ma-
rogará que se muestre tal como to- no sobre mano, como una huéspeda,
do buen hijo debe. Agripina, nieta ociosa y tranquila. Muy al contra-
de Augusto, que había casado con rio. A los jóvenes no solamente les
Germánico, nieto de Livia e hijo de son provechosos los avisos de los
Druso, era de Livia aborrecida como viejos, sino necesarios. El que rehu-
nuera y como alnada, pues era ella yere este deber no da con esta de-
áspera y recia de condición, pero de fección señal de buena índole. Sepas
tanta honestidad y de amor tan que hartas cosas tiene merecedoras
grande a su marido, que con estas de reprensión el que se rebela con-
dos virtudes trocó en bienquerencia tra quien le avisa. En el rey Sabio
aquel su indómito desabrimiento. leemos esta sentencia: Al hombre
Las nueras mantengan a sus suegras que con dura cerviz desprecia al que
y las socorran en su necesidad con le corrige, repentina destrucción le
el mismo afecto que si fuesen hijas sobrevendrá y no le seguirá sanidad.
suyas propias. Rut, la moabita, por Nunca deja de aprovechar la repren-
amor de su suegra, renunció a su sión, aun venida del enemigo, aun-
patria y su parentela por no aban- que inmotivada, que tiende a hacer-
donar a la pobre anciana, mísera y nos más avisados y cautos en no co-
afligida, sumida en un mar de pe- meter aquella acción sobre la cual
nas: consolábala con sus palabras merecidamente caería la reprimen-
dulces, manteníala con su trabajo y da. Para el mejor gobierno domés-
cumplía en todo con los deberes de tico, es conducente en grado sumo
buena hija. Y no careció de galar- que una mujer joven, sin práctica,
dón aquella piedad ejemplarísima: sin experiencia, y aun cuando la tu-
rigiéndose Rut por los consejos de viere muy ejercitada, preste oí-
su suegra, Noemi, halló un buen ma- dos a una persona mayor. El perro
rido en Booz, hombre rico y hacen- viejo no ladra en balde. Te volverás
dado, y parió a Obet, y fué abuela más prudente si a tu prudencia su-
del rey David, y de su estirpe nació mares la prudencia senil. En bien
Cristo Señor Nuestro. de la armonía, ceda cada cual una
Yo veo otra causa de esa antipa- parte de sus derechos en gracia de
tía cordial entre suegra y nuera. la otra. Amoneste la suegra a su de-
Hartas veces hácense las suegras pe- bido tiempo, aconseje, desaconseje
sadas y aborrecibles a sus nueras y, si fuere menester, reprenda, pero
por su espíritu de sistemática y des- con verdadero amor, con palabras
mis vives- — 37
1154 JUAN LUIS VIVES. OBR AS COMPLETAS. TOMO I

bañadas en la dulzura del afecto, y j


gestaba en su vientre no era con-
no pn la acritud del odio: y la :
cebido por contacto de varón, sino
nuera, a su vez, con ánimo atento, por obra y virtud del Espíritu San-
pronto, desenvuelto, oiga las amo- to: Parirá María le dice —
un Hijo
nestaciones que la harán mejor y y llamárosle por nombre Jesús. Xo
aprenda las leyes de la probidad dic- le dice: Te parirá ?/>? Hijo, como
tadas por la prudencia de la vejez. sue'e decirse a los verdaderos pa-
La suegra instruya a la nuera en el dres, pues las mujeres paren los hi-
gobierno doméstico, pero lo haga jos para sus maridos: y con todo,
con el mismo espíritu que una con- añade: Le llamarás, para dar a en-
sejera honrada, que una buena di- tender el derecho y la autoridad de
rectora lo haría con la futura due- quien es tenido por padre, siendo
ña. Y obedézcale la nuera como a así que a la Virgen le dijo: Será
la madre de su marido y señor o. llamado su nombre Jesús.
mejor, como a su propia madre, En el casar la hija yo querría qu
puesto que todos los parentescos se se aguardase, cuando menos, hasta
funden en el crisol del matrimonio,

que hubiere cumplido diecisiete
y en tanto mayor grado los prefe- años. Así lo persuaden Platón. Aris-
rentes de padres y de hermanos. tóteles, Hesíodo: así el instinto mis-
mo, que en la primera pubertad en-
ciende sus fuegos más activos. Hay
CAPITULO XiV que dejar que se vayan apagando
espontáneamente, a fin de que en lo
CÓMO SE HA DE HABER CON ÉL HIJO O LA sucesivo no sea tan agudo e impe-
HIJA C\S\DOS. CON SU VER NO rativo el estímulo carnal. Añádese a
O SU NUERA esto que para aquella edad ya son
las muchachas suficientemente ro-
Como en todas las otras cosas la bustas para la gestación, para ali-
mujer debe someterse al criterio y mentar el feto y proporcionarle cre-
voluntad del marido, así también cimientos. matrimonio es tíh
Si el
cuando llegare la ocasión de casar sacramento, una unión casta y
si es
a sus hijos. Esto, además de que lo pura, a la cual sabemos que asiste
enseña Aristóteles en el libro se- Dios como áuspice y padrino, y ve-
gundo, donde trata del buen gobier- mos que la Iglesia lleva en alto su
no de la hacienda, la misma razón antorcha como casamentera, ¿a qué
prescribe que la suprema autoridad bueno tantas ocasiones de pecado y
sobre los hijos reside en el padre. maldades? Banquetes promiscuos de
Así, en las leyes romanas estaba hombres y mujeres; vino, borrache-
ordenado que los hijos estuviesen, ras, bailes,pellizcos, tocamientos,
no bajo el poder de la madre, sino burlerías, todo condimentado para
del padre, mientras viviesen, y esto sazonar la lujuria con todo adere-
aun después de casados y mayores zo, con toda pompa, y sin que falte
de edad, si ya no estuviesen eman- el diligente concertador y alcahuete
cipados. ¡Cuánta conviene que sea sagaz de matrimonio tan bellaca-
la potestad del padre sotare sus hi- mente contraído: quiero decir, el
jos propios, si Dios quiso que San j
diablo.
José tuviese alguna sobre Cristo! El día de tan veneranda celebra -

Cuando el ángel del Señor anuncia ción, cuando nada debiera decirse
en sueños a José que io que María
.
ni hacerse que no fuese limpio >
OJJRAS MORALES. DE LA MUJER CRISTIANA. LIBRO II. CAP. XIV ll.JO

santo, las viandas aguijan el deseo, y gracias a la cual goza de una mu-
y a ello conspira la belleza alcahue- jer más honesta y más aliñosa y
tada y guisada por el arte; el vino más conforme en todo con su vo-
enciende, la ocasión invita, el ata- luntad; por manera que se sentirá
vío acentúa la procacidad, la edad no solamente más obligado con su
estimula el rijo; las designaciones madre por haberle dado el ser, sino
y ciertos necios honores provocan por haber sido el aya de su esposa
insolencia en unos, rabia en otros, y autora de una no pequeña parte
y en unos terceros, envidia. Y no de su felicidad.
basta un día a los festejos nupcia- La nuera, por su lado, será con
les: hay que celebrar boda y torna- su suegra como sería con su ma-
boda, comprometiendo una buena dre propia, puesto que por sus en-
parte del patrimonio en convites, señanzas es más instruida, y por
gratificaciones, propinas, repartidas sus consejos se hizo mejor y goza
a quienes ninguna pro les ha de de un marido más apacible y ena-
hacer ni han de agradecérselas, sino morado. Muy a pospelo ocurre todo
que se lo han de reclamar. Por ha- con la suegra desabrida.
lagar la vanidad de las mujeres se Una vez que la madre tuviere ca-
entregan a la gula, a la soberbia, al sada a su hija, no pretenderá que
regalo, a su propia finchada vani- sea tan suya, como cuando era sol-
dad, gozándose en divertirse con tera. Piense que la envió ya a casa
alegrías desaforadas y en hacer alar- ajena, como a tierra por colonizar,
de de unas riquezas que no siem- para preparar allí la especie; le da-
pre son reales. rá mejores avisos b le recordará, de
Una vez concluida la boda de los casada, las cosas que, siendo solte-
hijos, la suegra prudente no se en- ra, le aconsejó; no tratará con ella
carnizará en su nuera ni pensará de negocios que presumiere disgus-
que su odio va a granjearse el amor tan a su yerno; no la llevará por
de ella, pero ni siquiera el afecto de las iglesias; no la sacará de su casa,
su hijo, si amare a su mujer. Al y ni siquiera le. hablará si creyere
contrario, si le avisare bondadosa- que va contra la voluntad de su
ello
mente, si la instruyere, si en su marido. Y
no vengas a decirme con
presencia no hiciere ni dijere cosa extremos de indignación: ¿Cómo?
que la misma nuera no pueda to- ¿No podré yo hablar con mi hijaf
mar sino como dechado de honesti- Cierto que es hija tuya, pero no es
dad y de templanza; si entre los mujer tuya todo el derecho que te-
;

cónyuges no sembrare rencillas, si- nías sobre ella lo transferiste a tu


no que, caso que las hubiere en- yerno. Más cuerdo será, puesto que
tre ellos, nacidas por otro lado, amas a la que salió de ti y quieres
se afanare por disiparlas y con verla dichosa, esto es, viviendo- en
todo^ ahinco y tacto trabajare por concordia con su marido, que le
aconsejes siempre que le obedezca
reconciliarlos, y, por fin, si demos-
trare abrigar para con su nue- en todo y puntualmente y que se
ra un pecho materno, fácilmente resigne a no hablar contigo si a su
conseguirá ganarse más el afecto de marido ie ha de pesar. Adúltero es
su hijo y granjearse gran amor y quien quiere tener en mujer ajena
consideración grande de su nuera. más autoridad que la permitida por
V su hijo, con cuánto mayor ardor el marido. Ladrón es quien toca co-
amará a su madre, que le engendró, sa de otro contra la voluntad de su
1156 JUAN LUIS VIVES..
OBR.AS COMPLETAS. TOMO I

dueño. Amará a su yerno


no de otra cuando su cara será desconocida.
manera que a un pero le res-
hijo, Entonces comenzará a salir a luz la
petará más, y no presumirá la sue- santidad de su vida pasada. Enton-
gra tener más ascendiente sobre su ces la buena mujer, obedeciendo a
yerno que sobre su hijo, sino que su marido, le mandará y alcanzará
no menos le deseará toda suerte de ser tenida en gran autoridad del
bienes, ni de otro modo le aconse- marido, porque vivió siempre bajo
jará ni le exhortará, pero más con la autoridad del marido.
tono de persuasión y de súplica que Arquipa, esposa de Temístocles,
con acento de mandato imperativo. obedeciéndole con puntualísima di-
Y puesto que ya con indisoluble nu- ligencia, granjeóse tan grande amor
do está unido con su hija, sea el suyo y se le obligó tan estrecha-
que fuere, no sólo ha de tolerarle, mente, que, a su vez, este marido
sino aprobarle. Debe alabarle en prudentísimo y caudillo insigne
presencia de su nija, porque no se complacía casi en todo a su espo-
origine entre ellos ocasión alguna sa; de donde entre los griegos vino
de discordia, semillero de extremada aquella gradación, que muchos to-
miseria. Más feliz vivirá la mujer si maron como donaire: Todo lo que
ignora radicalmente las faltas del este niño quiere (el niño era Cleo-
marido, que si lucha por su enmien- fanto, entrañablemente amado por
da. ¿Y qué, si las suegras que acu- Temístocles) lo quieren los griegos,
san a sus yernos ante sus hijas con- pues lo que este niño quiere, lo
dénanse a sí mismas, pues tales los quiere su madre; lo que quiere la
escogieron? madre, Temístocles también lo quie-
re, y lo que quiere Temístocles, lo
quieren los atenienses, y lo que
CAPITULO XV quieren los atenienses, lo quieren
los griegos todos.
DE LA MADRE DE FAMILIA DE AVANZADA El Señor manda a Abrahán que
EDAD atienda lo que le dice Sara, porque
ella era vieja, con la pasión de la
A la matrona de avanzada edad le carne amortiguada, y, por lo mismo,
acontecerá aquello que cuentan los no le aconsejaría ninguna cosa pre-
que se consagraron al estudio de la cipitada o de la cual, por haber sido
Naturaleza que acontece a Ibis, ave inspirada por la lujuria, debiera
de Egipto, la cual, sintiéndose ya más tarde avergonzarse.
llegada a la vejez, purga su cuerpo Ni, cualquiera fuere su edad, se
de todo humor vicioso con los aro- crea desligada de las leyes, arrogán-
mas de la cercana Arabia y espira dose licencia para hacer todo lo que
de la boca un aliento suavísimo. A le viniere en gana. Por toda su vida
su ejemplo, jubilada y libre la mu- debe estar sujeta a su marido y vi-
jer cristiana de todo incentivo car- vir bajo su patrocinio y tutela y
nal y de los deberes del parto y de andar arreada con el atavío de su
la crianza, olerá,más al Cielo que a pudor. Y cuando fuere llegada al
la Tierra. Todas sus palabras y to- tiempo de esa edad, colocados los
das sus acciones serán muy santas hijos, desocupada de cuidados terre-
y dechado que las jóvenes puedan ¡ nales, mirando con los ojos corpo-
imitar. Entonces comenzará—decía I
rales a la tierra donde ha de vol-
Gorgias -a ser conocido su nombre, ¡
ver y con los del espíritu al Cielo,
OBRAS MORALES. DE LA MUJER CRISTIANA. LIBRO III. CAP. I 1157

adonde ha de volar, alzará sus por beneficio y merced de Cristo. Y


sentidos, su alma, su mente toda al puesto que el alma tenga más vigor
Señor, y dispuesta toda ella, con lasque el cuerpo, quítele trabajos al
haldas en cinta, como dicen, se aper-cuerpo y délos al alma; rece más y
cibirá para la partida y en nada pen-con más atención; piense más a
sará que no sea indicado para el via-menudo en Dios y con fervor más
je que va a emprender. Guárdese encendido; ayune muy raras veces
que por ignorancia no resbale de la y- fatigúese menos visitando altares.
religión en la superstición, vicio Ninguna necesidad hay de defrau-
que suele prender en personas de dar su propia inclinación ni de exte-
avanzada edad. Esté muy entregada nuar el cuerpo envejecido. Aprove-
a santas obras; pero, con todo, esté che a los otros con buenas amones-
más confiada en la clemencia y bon- taciones; aprovéchelos con el ejem-
dad de Dios. Y no confíe tanto en plo de su vida, pues en ella misma
sí como si. con sus obras, debiera ha de redundar una buena parte de
llegar al fin qúe se propuso más que su provecho.

LIBRO TERCERO
DE LAS VIUDAS

CAPITULO PRIMERO tó, como si se hubiera muerto al-


guien ligeramente conocido; señal
DEL LUTO DE LAS VIUDAS inequívoca de muy frío afecto con-
yugal, cosa ésta la peor y más de-
La mujer cristiana, después de testable del mundo. Responden las
muerto su marido, sepa que ha sufri- tales, cuando son por ello repren-
do la mayor pérdida posible. Perdió didas, que así lo causa la condición
aquel pecho lleno de caridad y de del terruño, con que suelen excusar-
amor. Pereció para ella no sólo la se aquellos que atribuyen sus vicios
mitad de su alma (porque así lla- a la fuerza de los astros, o del cielo,
maron algunos sabios varones a o a particularidades del clima. No,
quienes quisieron muchísimo), sino no es la naturaleza de la región la
que su alma toda le ha sido quitada que origina los pecados, pues, de
y muerta. Motivo suficiente de lágri- otra manera, los delincuentes mere-
mas honestas, de justo dolor, de cedores de castigo no serían ellos,
llanto decoroso. Indicio es de ánimo sino la región. Ni del aire ni del
desvergonzado y cruel no llorar al cielo tomarnos las bellaquerías, sino
marido muerto. Dos son los linajes de las costumbres. Dondequiera, ba-
de mujeres que en llorar a sus mari- jo la capa del cielo, se vive bien y
dos, por contrarios modos, pecan se vive mal, y no hay partida en el
igualmente, a saber: las que lloran universo mundo tan mala que no
demasiado y las que lloran poco. produzca hombres buenos ni tierra
Yo he visto en Flandes y en Ingla- afortunada que no críe algunos ma-
terra a ciertas mujeres a quienes la los. Y yo mismo también vi a mu-
muerte de sus maridos no les afec- chísimas mujeres, por cierto, que
115S JUAN LUIS VIVES. OKR AS COMPLETAS. TOMO I

con sumo agrado quisieran recobrar tilismo el cristianismo, y a Dios el


la vida de sus maridos con ]a pérdi- demonio, Cristo, que no quiere tales
da de la suya propia. No se han de contubernios, nos retiró sus dones y
imputar los vicios a la condición del nos dejó los del diablo. Pero acaso
lugar. Extremadamente frío y hura- tengan mujeres tanta fir-
las tales
ño es el cielo de la Tracia superior, meza de que muy de pres-
carácter,
y. con todo, de. sus moradores escri-to se consuelan con sus propios re-
be Pomponio Mela: Xo es poco re- cursos, y heridas y derribadas, lue-
suelto el ánimo de sus mujeres; su go al punto se levantan. Alabaría
más entrañable voto consiste en mo- yo estas cualidades en el hombre
rir sobre los cadáveres de sus mari- que hiciera profesión de filosofía
dos y ser con ellos sepultadas, y pero en el sexo débil es sospechoso
porque como muchas de ellas están un tan inoportuno estoicismo. De
casadas a la vez con un solo marido, grandes y sapientísimos varones sa-
porfían con gran calor ante unos bemos que se dolieron y amarga-
jueces sobre a cuál de ellas corres- mente y con abundancia de lágri-
ponde este privilegio. Sus costum- mas lloraron la muerte de amigos
bres son las que deciden el pleito, ysuyos no muy estrechos. Solón, que
el vencer en esta lid es gran mo- dió leyes a los atenienses y fué uno
tivo de alegría. de los siete sabios, manda que sus
De esta misma manera y con el exequias se celebren con duelos y
mismo ardor acostumbraron por- luto público porque sus amigos ex-
fiar las mujeres de la India, según teriorizasen la gran soledad que ie.-
autores muy graves escribieron. En- embargaba. En Roma, después de la
tre los viejos germanos, de quienes muerte de Lucrecia, cuando Junio
desciende la casi totalidad de los Bruto, vengador de su muerte y de
belgas, sólo se casan las doncellas, su pudor atropellado por el hijo del
y nada más que una sola vez son rey, hubo echado los reyes de Roma,
esposas. Tienen un solo marido, co- y por esta causa los reyes hubiesen
mo tienen un solo cuerpo y una promovido guerra, en el primero de
sola vida, y no tienen pensamiento sus choques sucumbió Bruto; llorá-
ulterior ni más largo deseo, de for- ronle las matronas un año conti-
ma que le aman, no como marido, nuo, como vengador y mártir de la
<ino como matrimonio. Dígote esto castidad violada. Si ellas concibie-
porque entiendas que con las deli- ron dolor tan grande de la muerte
cadezas y riquezas se trastrocaron de un hombre ajeno solamente por-
las costumbres, y que el encendido que había muerto c:i defensa de \í
amor del dinero apagó el piadoso honestidad de una de ellas, ¡ron
encendimiento de la caridad conyu- cuánta mayor razón no debieras tú
gal. Toda la ley de Cristo no pre- plañir, no ya al vindicador de tu cas-
dica otra cosa sino caridad y llama tidad, sino a tu tutor, al defensor
de amor viva: Vine a la Tierra a de tu cuerpo, al padre de tus hijos,

poner fuego dice el Señor — y
, dueño, pilar y amparo de tu fami-
¿qué más quiero sino que ardaf lia, de tu casa, de todos tus biene>:
Mas nosotros, cuando juntamos el ¿Quieres que te lo diga claro? Llo-
diablo rico a Cristo pobre, y a la raríasle si de allí no salieras más
sobria piedad la lujuria y la borra- rica que no entraste; ahora, la ale-
chera, y a la templada abstinencia gría del dinero apoca y adormece
la desenfrenada glotonería, y al gen- en ti todo doloroso sentimiento.
OBRAS MORALES. DE LA MUJER CRISTÍANA. LIBRO 111. CAP. I 1*159

Lloraríasle muerto si le amaras vi- pientísimo de todos los buenos! \o ¡

vo; ahora, no te pesa de su pérdida, hay virtud en el mundo de la cual


porque no le tenías ningún cariño. este soberano Hacedor no haya he-
Y aun las hay que se alegran de la cho a alguno de los animales obser-
muerte de sus maridos, como si con vador tan puntual, que con razón
su muerte se sacudieran un triste no puedo reprender a los que no
yugo, y como si se hubiesen liber- practican aquella misma virtud de
tado de una servidumbre y cautive- que son dechado lós brutos que ca-
rio, poco falta porque ^e regocijen recen de razón! ¡Cómo hacen aver-
de la libertad que han reconquis- gonzar, cómo aguijan las abejuelas
tado. ¡Oh ceguera, oh cerrazón de a los hombres no aliñosos! Y las
los entendimientos! No es libre la hormiguitas, cómo estimulan a ios
¡

nave que carece de piloto navega perezosos! La lealtad de los perro-


:

a la deriva. Ni es libre el mucha- arguye que son peores que ellos los
cho sin maestro: es vagabundo y hombres alevosos. Las palomas, las
desmandado, es como pájaro sin ovejas, ¡cómo condenan las astucias
dueño, sin razón y sin ley. Así tam- y los engaños! La fidelidad y él
bién la mujer huérfana de marido amor del matrimonio predícanlos a
es urta auténtica verificación de su los casados los palomos y las tórto-
propio nombre: viuda; a saber: las. Estas aves, como observó Aris-
desamparada, desolada, indecisa y tóteles, viven contentas con una so-
flotante comó navio sin gobernador, la compañía y ya no admiten otra.
y es llevada de acá para allá des- La tórtola, perdido sti consorte, ni
orientada y sin consejo, como niño bebe más agua clara, ni se pone en
a quien el ayo fué quitado. Dirá ramo verde, ni se mezcla én los jue-
alguna Tal era mi marido, que más gos y regocijos de las otras aves sus
:

ralla vivir sin él que con él. Jamás congéneres. Estos castos y piadosos
mujer honrada dijo tal cosa ni nun- amores señala Salomón cuando, in-
ca se lo calló ninguna mujer mala. vitando a sí la Esposa, le dice: Voz
Sí amaras a tu marido Como man- de tórtola fué oída en nuestra tie-
dan ías leyes del matrimonio, orde- rra. Y a la misma Esposa unas ve-
nadas por Dios, por manera que ces la compara a la paloma y otras
pensases ser otra tú misma, no me- veces a la tórtola. Oigan las espo-
nos te dolería su muerte que la tuya. sas remolonas y quejumbrosas lo
A la mala mujer, si el marido no que refiere Plinio de estas aves: Su
le afloja la rienda para todos sus primera y principal virtud es la
caprichos, el marido se le antoja in- castidad; desconocen el adulterio,
soportable. Para la perfecta casada no violan la fidelidad de la unión y
no hay marido tan enojoso a quien guardan el mismo domicilio; si ya
no prefiera vivo que muerto. ¿Para no fuere soltera o viuda, no abando-
qué es menester aquí disputar de na la casa soportan el gobierno,
;

estas c*sas? Harto largamente de- aun abusivo, de sus machos; cuan-
claramos en el libro primero que no do tienen sospecha de adulterio, aun
merece el dictado de buena, ni aun cuando no fuere efectivo, su gar-
de esposa la que con todo su cora- ganta se hincha de ronquidos y son
zón no ama a su marido como a sí fieros los golpes de sus picos. Esto
misma. dice Plinio. Por eso quiere el Señor
¡Oh próvida Naturaleza, o, por que en la ceremonia de ta purifica-
mejor decir, oh Dios, maestro sa- ción de las mujeres paridas se ¡e
1160 JUAN LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. TOMO I

ofrezcan tórtolas y palomas, porque que si creemos que Jesucristo mu-


se entienda que el niño que se pre- rió y revivió, asi también Dios a
senta al Señor es nacido de matri- los que se durmieren en Jesús les
monio casto y amante, de quien son llevará con El. Llore en buen hora
símbolo aquellas avecillas, y aun la viuda a su marido muerto con
ejemplo para aquellos hombres que verdadero dolor, pero no vocifere;
hasta tal punto degeneraron de la no se dé golpes con los puños ni se
condición humana, que las pequeñas lastime en parte alguna de su cuer-
bestias les tienen que enseñar rec- po; duélase de manera que parezca
titud y santidad. Y no me causará haber olvidado toda templanza y
pesadumbre añadir aquello otro de cordura; que no haga tanta demos-
: —
Eliano Las cornejas dice úñense tración de su sentimiento como fá-
entre sí como por cierto amor y fi- cilmente los otros lo colijan. Así que
delidad; amanse por manera mara- tan pronto como se hubiere calma-
villosa así que se agruparon en co- do algún tanto aquella primera em-
munidad de vida, y no se mezclan bestida recia de su dolor, comience
$in discreción, y cuentan los que sa- a pensar en su consuelo. Xo quiero
ben historia natural que muerta yo ahora traer aquí los motivos de
una de las aves del par, ya no se consolación en luengos volúmenes
les agrega ninguna nueva, sino que desarrollados por los filósofos. Ins-
vive en tristeza y soledad. Y aun truyo a la mujer cristiana, y creo
se sabe que en las bodas de los anti- yo que el remedio debe sacarse de
guos, después de cantado el himno la filosofía cristiana, en cuya com-
a Himeneo, acostumbróse invocar a paración toda otra sabiduría es pu-
la corneja, símbolo de la concordia ra necedad. Acordémonos de aquello
entre los dos casados. Esto dice del Apóstol que acabo de citar, que
Eliano. aquellos que se durmieren en Jesús
Pero pecan no menos aquellas serán llevados por Dios con el mis-
mujeres que no saben poner fin a mo Cristo a la bienaventuranza sin
sus duelos y quebrantos, quienes, fin. Y no debe abandonar jamás es-
fresca la herida, todo lo llenan y ta buena esperanza.
confunden con sus alaridos extre- Pensará, pues, la discreta casada
mados; mesan sus cabellos, golpean que todos los mortales nacieron con
sus pechos, rasguñan sus mejillas, esta ley y viven con esta ley, a sa-
dan de cabezadas en las paredes, ber: que han de pagar la deuda a
desplómanse al suelo, hacen mil ex- la Naturaleza, como a un acreedor,
tremos' y por un tiempo larguísimo cuando la pedirá; los unos, un poco
prolongan el luto, como en Sicilia, más pronto; los otros, un poco más
Grecia, Asia, Roma, hasta el punto tarde; pero todos en general viven
que el Senado, en las leyes de las sujetos a la misma suerte del nacer,
Doce Tablas y en sus decretos, tuvo del vivir, del morir; que nuestras
que poner en los duelos moderación almas son inmortales; que e.sa vi-
y tasa. Y fué por eso que el Apóstol, da mortal es el punto de partida y
escribiendo a estas gentes, tuvo que carrera a la eterna, firme y feli-
consolarlos, diciéndoles: No quiero, císima para aquellos que piadosa y
hermanos míos, que dejéis de saber santamente hubieren pasado esta vi-
de los que murieron, porqué no ós da transitoria, cosa que hace suma-
entristezcáis como hacen los infie- mente fácil la religión cristiana no
les que no tienen esperanza. Por- por méritos nuestros, sino por la
OBRAS MORALES. DE LA MUJER CRISTIANA. LIBRO III. — CAP. II 1161

bondad y justicia de Aquel que con otra cosa más que esas irreverencias
su muerte mató nuestra muerte y pueden regoldar, entre platos y co-
desató los lazos de nuestra cautivi- pas, los hartos y los contentos?
dad luego de haber borrado por su
sangre aquel edicto del Padre que
envolvía en capital condenación a CAPITULO II
todo el linaje humano si El no hu-
biera acorrido a tiempo; que la DE LOS FUNERALES DEL MARIDO
muerte es la entrada de la navega-
ción azarosa a la seguridad del puer- Así como otras muchas costum-
to; que los que mueren nos van de- bres y ritos pasaron de la gentilidad
lante y que nosotros les seguiremos en la Iglesia de Dios, así también
un poco después y, apartados de la remaneció la ceremonia de celebrar
pesadumbre de estos cuerpos, tendre- con gran pompa los entierros. Te-
mos nuestra morada en el cielo has- nían creído los gentiles supersticio-
ta tanto que recobrando estos mis- samente que las ánimas de los cuer-
mos cuerpos, cada uno el suyo, pero pos insepultos sufrían en el infier-
no agobiados ni gravosos, como aho- na graves penas, y que con la pom-
ra, más ligeramente vestidos y cu- pa de las exequias se les granjeaba
biertos, trocada la mortalidad en in- gloria. Mas no faltaron entre los
mortalidad, gozaremos de la vida mismos gentiles quienes no disimu-
bienaventurada y sempiterna. Con laron que todo ello era puro desva-
estas palabras nos manda San Pa- río. Virgilio, en persona de Anqui-
blo que nos consolemos mutuamen- ses, varón (como él le hace) sa-
te; éste es el auténtico y sólido con- pientísimo, dice ser pequeña pérdi-
suelo cristiano: que los amigos so- da carecer de sepulcro; y Lucano
brevivientes piensen que los ami- dice
gos que murieron no les fueron
arrebatados, sino enviados como La madre agradable que es naturaleza
precursores a aquella divina región a todas abraza en ®u plácido seno
también oubre a aquellos ed cielo sereno
luciente donde luego de pasados
que de sepultura privó la pobreza.
unos pocos días habrán de reunirse
con el más puro de los gozos También seguidores de
los viejos
siempre que se esforzaren por lle- la filosofía, asaber: Diógenes, Teo-
gar con la práctica asidua de las doro, Séneca, Cicerón y, sobre todo,
virtudes a aquel lugar donde creen Sócrates, sostuvieron con razones
y esperan que moran aquellos que poderosas no tener ninguna impor-
fueron sus delanteros. Este lengua- tancia el sitio donde el cadáver se
je deberían hablar los sacerdotes pudría. Marco Emilio Lépido, que
cristianos a las recién viudas y con fué seis veces elegido presidente del
semejantes consolaciones, aliviar el Senado, poco antes que expirase
ánimo enfermo y dolorido. Y no lo mandó a sus hijos que le enterrasen
que hacen algunos clérigos goliar- en una simple litera, sin lienzos,
descos, que en el convite del muerto sin púrpura ni ninguna otra suerte
apuestan a beber con la viuda, di- de aparato, y que no gastasen en
ciéndole que tenga buen ánimo, que su entierro más allá de seis mone-
no ha de faltar otro marido que la das de cobre, porque los funerales
tome, que ellos ya le tienen uno de los grandes hombres debía mag-
aparejado. Y si bien se mira, ¿qué nificarlos la gloria de sus hechos,
nu2 JUAN LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. TOMO I

no el gasto de sus dineros. Valerio la vida, mientras que Lázaro es con-


Publicóla y Agripa Menenio, de los solado en el seno de Abrahán y go-
cuales el uno echó de Roma a los za del galardón de su vida inocente
reyes y defendió y tuteló la libertad, y piadosa. Todo esto que digo no se
mientras que el otro fué intérprete endereza a abolir la costumbre de
y arbitro de la paz pública, y otros las sepulturas, como quiera que
muchos varones sobresalientes, has- aquellos santos patriarcas antiguos.
ta talpunto menospreciaron la pom- Abrahán, Isaac, Jacob, José, al mo-
pa de la sepultura, que habiendo rir dictaron algunas ordenaciones
vivido en mucha riqueza y grandes acerca de sus enterramientos, y To-
cargos y dignidades en la Repúbli- bías es loado del ángel del Señor
ca, no tuvieron para después de su por haber enterrado muertos. Lo di-
muerte la previsión de dejar con go porque todo este fúnebre aparato
qué los suyos los enterrasen se más debe encaminarse al provecho
gún ellos eran, cosa que sin duda del muerto que a la vanidad de los
hicieran si creyeran que residiera vivos. El muerto ya no tiene con
en el enterramiento tamaño bien quien entender sino con solo Dios,
como pensaba el vulgo. Voy ahora el cual, en los difuntos, huelga con
a los nuestros. los méritos de la vida pasada, como
Los mártires de la religión cris- se complace con la conciencia purj
tiana nunca tuvieron cuidado del lu- y casta de los que viven. No le es
gar donde yacerían sus cuerpos sin grato el fausto, ni el alarde de las
alma, si el alma estuviese acogida opulencias, sino la fe firme y la con-
en la mejor de las moradas, con- fianza sólida en El y el amor al gé-
fiando en que Cristo, que tiene har- nero humano. 83 dieres limosna, re-
to conocidos todos los rincones y cibirla has, y alcanzarás misericor-
apartamientos de su casa, cuando dia si fueres misericordioso; hazte
viniere a devolver las almas a sus amigos para ti y para tus muertos
cuerpos respectivos fácilmente ha- con el dinero de la iniquidad, por-
bía de hallar el menor átomo de que en la otra vida encontréis quien

polvo y ceniza de sus cuerpos. San os acoja en los aposentos eternales.


Agustín, en el primer libro de la Ei Señor, en el Evangelio, promete
Ciudad de Dios, dice: Todas esas el paraíso a los que obraren obras
tétricas frivolidades, a saber: cui- de caridad, y lo niega a los que no
dado del entierro, condición de la las practicaren. El mismo te enseña
sepultura, pompa de las exequias de qué manera has de hacer limos-
son antes solaces de los vivos que na, no distribuyendo tu fortuna en-
sufragio de los muertos. Pues si de tre tus vecinos y los ricos que te 1,
algún provecho fuese al impío la se- devuelvan si fuere menester, por-
pultura suntuosa, la sepultura mo- que esto es prestar a logro, y, como
desta o nula simplemente perjudica- dijo un varón seglar, son anzuelos
ría al piadoso. Y vemos precisamen- con cebo: sino dala a los pobres y
te que pasa todo lo contrario, por- mendigos imposibilitados de corres-
que ni el alarde del enterramiento ponder a tu largueza con otra lar-
mitigó los tormentos de Azoto en el gueza equivalente, y así, a la postre,
infierno, según el Evangelio, ni a recibirás de Dios un galardón muy
Lázaro le menguó la gloria la vile- cuantioso.
za de su entierro. Azoto paga en el ¡Cuánto más vale vestir a los des-
infierno las penas debidas a su ma- nudos extraños que a los parientes
OBRAS MORALES. DE LA MUJER CRISTIANA. LIBRO IH.-^CAP. III 1H),\

ricos; apacentar a los hambrientos dinéro ajeno que el marido percibió,


seglares que ahitar a los sacerdotes así por ley natural como divina, tan-
hartos! Lo que se gasta en cera y to lo debe la esposa como el marido.
en grandes y suntuosas moles se- El que está obligado a pagar y no
pulcrales, empléalo en socorrer a paga, ladrón es y hace injuria a la
las viudas y a los huérfanos y a voluntad del marido, al amor y a la
todo linaje de pobres menesterosos. alianza conyugal y a las leyes de
¡Cuánto mayor y más seguro rédi- Dios, y no está fuera del alcance de
to sacarás si dieres esta colocación las leyes humanas.
a tu dinero! En el día de tu llanto,
acuéi'date de los que, sumidos en la
necesidad, lloran de continuo; sus CAPITULO III
lágrimas serán conhorte de las tu-
yas, y su alegría te regocijará. A DE LA MEMORIA DEL MARIDO
todos ellos los encontrará tu queri-
do muerto abogados y patronos su- Acuérdese la viuda, y tráigalo con-
mamente gratos al Juez eterno, qu3 tinuamente delante de los ojos, que
defenderá su causa, que le asistirán nuestras almas no mueren junta-
en la tremenda crisis con más calor mente con los cuerpos, sino que se
que en un peligro propio. Harto cla- despojan de la envoltura cargosa de
ro se muestra de lo que llevo dicho la carne y salen de los hierros de
cuál sea mi sentir acerca de aque- esta cárcel corporal; que la muerte
llas viudas que por enterrar a sus es una separación y disociación de
maridos con mucha suntuosidad en- cuerpo y alma, y que las almas no
gañan a sus acreedores o no satis- emigran de tal manera a otra vida
facen las mandas pías, cuando éste que hagan renunciación absoluta de
debiera ser su primer cuidado. No todas nuestras cosas; que algunas
es menester decir aquí cuán estre- veces se dejaron oír de los vivien-
cha obligación crean las deudas en- tes y que se les alcanza mucho de
tre los hombres y hasta qué grado nuestras obras y de nuestros aconte-
debe respetarse la santidad de las cimientos, bien por privilegio de su
últimas y finales voluntades. La bienaventuranza o por revelación
honra más sólida y durable del en- de los ángeles, que establecen entre
tierro reside en la memoria de las ellas y nosotros frecuente comuni-
personas, no en la pompa de los en- cación. Así que la buena viuda no
tierros ni en los sepulcros de már- debe pensar que su marido es del
mol o de bronce o cualquier otro todo muerto, sino que vive con la
metal precioso. Todos los hombres vida del alma, que es la verdadera
ruegan a Dios ante la sepultura, si- vida, y que mientras le tuviere en
quiera humilde, del varón bueno, su memoria será vivo para ella,
al paso que detestan los magníficos pues en nosotros viven los amigos
mausoleos de los malos, y ello con aun estando ausentes y despojados
tanta mayor acritud y saña si sa- del cuerpo si su imagen viva, dibu-
ben que fueron costeados con dine- jada en nuestros pechos, renuévase
ros allegados con injusticia. Enton- cada día con el recuerdo asiduo, y
ces, las maldiciones no tienen fin, en todo momento se conserve en
ni acaban los merecidos vituperios. nosotros su vida fresca y vivaz y ;

Las deudas del muerto pasan a en cambio, murieron de veras si se


quien su herencia hizo engordar. El les entregare al olvido. A Valeria
1164 'JUAN LUIS VIVES. OBR AS COMPLETAS. TOMO 1

Mesalina, esposa de Sulpicio, habien- sino como ausentes temporalmente.


do enviudado en edad verde y con Si la memoria del marido ha de
entereza de cuerpo y de hermosura ser para la viuda cosa tan santa y
muy señalada, preguntábanle sus venerable, ¿de qué castigo no juz-
hermanos si quería tornar a casar- gamos serán merecedoras aquellas
se; respondió: De ninguna manera, que persiguen y acosan los manes
pues Sulpicio será siempre vivo pa- de sus maridos con denuestos y
ra mí. Esto dijo una mujer gentílica, maldiciones acerbas, que dicen a las
sin ninguna certidumbre de la in- claras que mientras vivieron no les
mortalidad del alma; ¿qué no debe quisieron nunca, como tampoco no
decir una esposa cristiana? Así que querrán a aquellos otros con quie-
la mujer venerará la memoria de su nes se casen por ventura? Nadie es-
marido no como muerto, sino como tá exento de vicios, ¿y quién no tie-
ausente, con mayor acatamiento y ne alguna cosa que desplace? Quien
piedad que con lágrimas; su gran las oyere, si ya no fuere necio total,
juramento será por los manes y pol- ¿qué puede pensar de ellas sino que
los fueros del cónyuge difunto, y serán para con sus segundos mari-
obre de la manera y de la manera dos lo mismo que han sido para
viva que ella sepa que va a agradar con los primeros? De la primera
a su marido, no ya como hombre, amistad tómese experiencia de la
sino como un espíritu simple y pu- amistad inmediata. Mujeres locas
ro y casi divino; propóngasele an- que no ven que con aquellos baldo-
te los ojos de su imaginación como nes y maledicencias hallarán más
un observador y custodio no ya de difícil acomodo para nuevas nup-
sus acciones exteriores, como cuan- cias, y si otra vez vuelven a casar-
do arrastrada la cadena del cuer- se, concebirán sus maridos la sospe
po, sino que ahora que está exo- cha de que ellos no les serán menos
nerado de él y es espíritu suelto y aborrecibles que los primeros. Con
libre también custodio y observador sólo que les hubiesen amado un po-
de su misma conciencia. De tal ma- quito, jamás pudieran llegar a sen-
nera trate a su familia, de tal ma- tir y hablar con tan desaforado des-
nera administre su casa, de tal acato de aquellos para con los cua-
manera eduque a sus hijos que él les la añoranza y soledad en que las
allá donde esté huelgue de haber de- dejaron sumidas debieron aumentar
jado tal mujer detrás de sí y no se su afecto y su piedad.
comporte de modo que el alma aira-
da de su marido tome venganza de
la esposa deshonesta y malvada. CAPITULO IV
Ciro el Mayor, en el momento de
morir, mandó a sus hijos, según re- DE LA CONTINENCIA Y HONESTIDAD
fiere Jenofonte, que por la inmor-
DE LA VIUDA
talidad de su alma y por reverencia
y culto de los dioses inmortales Teniendo que señalar las normas
guardasen piadosa e inviolada su de la vida y conducta viduales, ¿de
memoria. En conclusión: ponga- dónde podré comenzar mejor que de
mos alguna tasa y fin a lágrimas y las palabras de San Pablo? Escri-
a que no demos a enten-
llantos, biendo a los corintios, dice Las:

der que lloramos a nuestros muer- mujeres no casadas curan de las co-
tos, no como fenecidos del todo \

j
sas del Señor cómo serán de su
OBRAS MORALES. DE LA MUJER CRISTIANA. — LIBRO III. — CAP. IV 1165

agrado; mas las que tomaron mari- su viudez en su compostura corpo-


do, emplean sus cuidados en las co- ral y en la compostura de sus cos-
sas del mundo, mirando cómo pue- tumbres! Aun los hombres malos
dan satisfacer a su marido: Así que y deshonestos sienten el .hechizo de
a la mujer casada conviene estar la honestidad y la virtud es grata
colgada de las costumbres y volun- a la misma, malicia. Así que, de lo
tad del marido; mas la que está mismo que ven, coligen lo que sería
libre de las obligaciones para con el matrimonio con ellas, y si les to-
el marido, vuélvese al Esposo de to- cara morir primero, qué tales viu-
das las santas mujeres, que es Cris- das dejarían. No hay marido que no
to Jesús. Deje, pues, ya luego al quiera que su esposa tome pesar de
punto todo aquel atavío y compos- su muerte y que él mismo deje en
tura del cuerpo que, en vida de su pos de sí soledad y añoranza.
marido, pudo parecer un obsequio Pero como sea que acerca de las
ofrecido a sus ojos; empero ahora mujeres casadas tengamos las sen-
que el marido murió, todo su arreo, tencias de los viejos filósofos mora-
su vida toda, debe comedirse y atem- listas y los preceptos de los Após-
perarse a la voluntad de Aquel que toles, ¿qué debemos sentir de las
al marido sucedió, a saber: el in- viudas, de quienes escribe San Pa-
mortal, al mortal; al hombre, Dios. blo, escribiendo a Timoteo: La viu-
Para Este solo ha de afeitar y ali- da verdadera y soledosa espera en
ñar su alma, porque con ella sola se Dios e insiste en oraciones de día
desposa Cristo y en ella establece su y de noche; la viuda que vive en
morada y se regala.no más que con deleites, muerta es: mándales estas
ella. Pero dirá alguna: Es que se cosas, porque sean irreprensibles
aderezan para segundar las bodas. Estas tales creen que están vivas
Lo que dijimos de las doncellas tie- no más que aquellos que las ven pa-
ne aquí su cabal aplicación. Y mu- sear, comer, y beber, y nablar, y
cho más indecente parece el arreo hacer todas las otras funciones de
en la viuda, la cual no solamente no la vida exterior; pero si alguno pu-
debe buscar por sí misma nueva co- diere calar allá dentro, en sus vis-
locación, pero ni tomarla al vuelo ceras más abstrusas o, mejor, en el
sise le ofrece. De mala gana y re- arcano de su conciencia, viera a su
pugnando y como obligada por in- alma pecadora apartada de Dios,
evitable necesidad pasa a nuevas echada por el suelo, privada de toda
bodas la buena viuda. Añade a esto vida. Esto dice San Pablo, esto mis-
que en la doncella el acicalamiento mo San Ambrosio, y San Jerónimo,
es tolerable; mas en la viuda oca- y San Agustín 'y todos los santos,
siona asco. ¿Quién no siente repul- que pregonaron a una voz que las
sión por aquella mujer que, tras del lágrimas, el luto, la soledad, los ayu-
primer marido, siente los aguijones nos son galas de la viudad santa-
del prurito nuevo y hace paladina Cuáles sean los convites, cuáles loo
profesión de desear a otro segundo, pasatiempos y juegos, cuáles los sa-
y repudiando a Jesucristo, su Es- raos que la viuda debe frecuentar
poso, se casa con el diablo y luego harto lo explicó el mismo San Pa-
con un hombre, siendo a la vez viu- blo, diciendo que de día y de noche
da, casada y adúltera? ¡Con cuán- debía ser insistente en la oración.
ta mayor facilidad y ventaja hallan Así que conviene que, desaparecido
acomodo aquellas que demuestran ya el marido mortal, converse con
1166 JUAN LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. TOMO I

el inmortal, más de asiento y con que pretende enunciar, sino que ins-
I

mayor libertad y holgura, y plati- truya con su doctrina y con su


que con él muy más a menudo y ejemplo enmiende a quien la oyere,
con más sabrosa intimidad. Lo di- porque hay una cierta manera
de
ré más claro: es menester que la hablar específica del
hombre que
viuda ore con más atención y fre- con una gran prudencia conjugó
cuencia; que prolongue más sus una grande probidad, la cual, pare-
ayunos; que sea más asidua en oír ciendo que tira sólo a exteriorizar
misa y sermones y que lea con ma- los conceptos del ánimo, ocasional-
yor afán; que se levante a la con- mente inculca la erudición
y pule
templación de aquellas verdades que las costumbres. Y no crea la mujer
mejoran la vida y las costumbres que por verse viuda y suelta de las
Ana, hija de Fanuel, de la tribu de leyes del matrimonio humano le
Aser, que desde su virginidad había está permitida toda licencia. Muchas
vivido siete años con su esposo, des- veces las viudas descubren cuáles
pués de ochenta y cuatro años de fueron de casadas; con la libertad
viudez, fué hallada por Nuestro Se de la viudez demuestran lo que es-
ñor Jesucristo en el templo, del cual condieron por miedo del marido, co-
no se apartaba, diligente y consa- mo pájaros que, escapados de la
grada por entero a ayunos y a rezos jaula, vuelven luego a su natural.
todos los días y todas las noches. El Apóstol San Pablo manda que se
Más y mayores virtudes exigimos evite ese linaje de viudas que alar-
en la viuda que en la casada, pues dean de su condenación por cuanto
ésta, mientras viviere en matrimo- desautorizan su fidelidad primera;
nio, debe plegarse y ajustarse en to- porque muchos vicios disimulados
do a la voluntad del marido mortal en el matrimonio de la manera que
y anda dividida entre su esposo y fuese salen con ímpetu a la superfi-
Dios; la otra 3'a recibió un cónyuge cie, removido el óbice del marido
inmortal, que es Cristo. De esta su que las cohibía, Sólo entonces, y
nueva situación resulta que todo nada más que entonces, demuéstra-
tiene que ser más perfecto, como se la condición o las costumbres de
conviene a tan gran marido. Y no la mujer, cuando pueden hacer lo
anda ya repartida, sino que toda en- que les viniere en gana, pues como
tera puede y debe emplearse en su dice San Jerónimo: Aquella con to-
más exacto servicio; sean sus pala- da verdad puede llamarse honesta
bras más honestas y más modestas, que pudo pecar, pero no quiso, pues
puesto que el habla suele ser el es- la que sólo estuvo pendiente de la
pejo del alma y de las costumbres ocasión, a ésa no le falta nada para
de cada cual. Es un común y muy ser impura. A la viuda se le impo-
antiguo decir: Cual es la vida, tal ne mayor circunspección, puesto
es la palabra. Dañan mucho a los que es responsable así de sus vicios
pensamientos las sucias conversa- como de sus virtudes. Mientras vi-
ciones. Estragan las buenas costum- vió el marido, la mayor parte de la
bres los coloquios malos, como dice responsabilidad de ambos el marido
San Pablo con aforismo tomado de la asumía: mas ahora que está su-
Menandro. mida en soledad y viudez. Cristo,
Yo no solamente quiero que el su Esposo, la asistirá si quisiere vi-
lenguaje de la buena viuda sea ex- vir santamente, y a El debemos atri-
presión incorrupta y castiza de lo buir el mérito del bien que hiciera-
OBRAS MORALES. DE LA MUJER CRISTIAN \. LIBRO 111. CAP. V 11(17

mos y a nosotros laculpabilidad del nietos,aprenda primeramente a go-


mal. Y así como todas las delicias bernar su casa con toda piedad y
del marido están puestas en la mu- pagar algo de lo mucho que debe a
jer buena, apenas se puede creer los padres. Enséñeles la viuda y
cuán cara y cuán agradable es a aprendan hijos y nietos a portarse
Cristo la que se muestra viuda ver- con docilidad y obedecer a sus pa-
dadera, a saber: viuda quien, soli- dres con toda reverencia. Cada día
taria en esta vida, tiene puestas to- vemos que los hijos criados de viu-
da su esperanza y confianza, todas da son más desobedientes y desman-
sus delicias, sus placeres todos, en dados de lo que conviene, estraga-
Cristo. De estas viudas manda San dos por su blandura excesiva. Es
Pablo que hagan mucho aprecio los refrán común en algunas naciones,
obispos, pues son muchas las mer- y aclimatado perfectamente en la
cedes que por sus oraciones alcan- nuestra: Hijo de viuda. Esta deno-
za la Iglesia de Cristo. Una de estas minación peyorativa aplícase a los
viudas ejemplares fué la primera mozos mal educados, a los mance-
que mereció ver en el templo a Cris- bos corrompidos, insolentes y de
to y vaticinar de £11 a los que esta- vida estragada y rota. Yo aconse-
ban presentes. Una viuda de éstas jaría a la mujer que encomendase
fué loada por testimonio explícito la educación de sus hijos a algún
de Dios y recomendada expresamen- varón grave y probo, pues ella, ob-
te por su orden, pues dice por Isaías: cecada por apasionado amor, piensa
Haced justicia al huérfano y de- tratarlos con sobrada severidad,
fended a la viuda. Y otra vez en el precisamente cuando lo hace con la
salmo, refiriéndose a Cristo, Señor más punible de las indulgencias.
Xuestro: Acoged al huérfano y a Verdad es que hubo algunas viudas
a viuda, y en el Exodo: No haréis discretísimasvy sabias que dieron a
daño a la viuda ni al huérfano, y si sus hijos la más esmerada de las
les ofendiereis, darán voces a mí y crianzas, como Cornelia, que educó
yo oiré su clamor, y mi furor se in- a los Gracos, y Veturia, a Marcio
dignará contra vosotros y heriros Coriolano, por manera que todo
he con el cuchillo y vuestras mu- cuanto hacía éste de lustre para la
jeres serán viudas y serán huérfa- República, así en su patria como
nos vuestros hijos. fuera de ella, sentía el noble estímu-
lo de complacer con ello a su madre
y educadora. Cómo ha de educarse a
CAPITULO Y los hijos ya queda dicho en el libro
primero; vaya allá la viuda a bus-
DE QUÉ MANERA SE HA DE CONDUCIR car lo que le hace el
caso. Acerca de
EN CASA que toca a
lo la familia, dice el mis-
mo Apóstol: Si alguno (y,por con-
Aunque muchos santos quisieron siguiente, la A'iüda) no mira por los
que la viuda visitase la iglesia muy de su casa, renegó de su fe y es peor
a menudo, que fuera constante en que el infiel.
la oración, con todo no la eximieron Por lo demás, no ande la viuda
del cuidado de las cosas humanas. barajada con los mozos y criados de
Hablando de las viudas, en su carta casa, principalmente si es de buena
a Timoteo dice el doctor de las igle- edad o moza, y oiga lo que sobre
sias: Si alguna viuda tiene hijos o ello aconseja San Jerónimo a Sabi-
1168 JUAN LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. TOMO I

na: Mirad que la fama de la hones- se confíe,y ríjase siempre por el


tidad en las mujeres es cosa muy consejo de ese varón, cuya gran
delicada, la cual como una flor her-
f
prudencia conoce y el interés que se
mosísima, con cualquier airecito se toma por su casa y hacienda y cuya
marchita y con un soplo ligero se escrupulosidad y lealtad tiene harto
corrompe, especialmente cuando la probadas. Los romanos viejos qui-
edad es sospechosa y aparejada pa- sieron que las mujeres estuviesen
ra el vicio y falta la autoridad del siempre bajo el gobierno de algún
marido, cuyo amparo y sombra es varón: padre, marido, hermano,
asilo y protección de la mujer. pariente. Habitará de mejor grado
¿Qué hace la viuda entre la muche- con su suegra u otras parientas de
dumbre de su familia y entre las su marido, que con su madre o con
manadas de sus criados? Con todo, sus consanguíneas, así por respetar
yo no quiero que los menosprecie la memoria del marido, para quien
por criados, sino que tenga empacho es una suerte de tributo postumo
de ellos como de hombres. Si el tono ese amor más entrañable a la gente
de su casa requiere esos oficios, en y sangre suya que a la propia, así
tal caso ponga un viejo honrado y porque fué trasplantada a aquella
de buenas costumbres que tenga familia para la cüíal parió hijos o
cuidado de ella, y sea tal que su fué con ánimo de parirlos. Demás
honra redunde en dignidad de la se- de esto, añádese la consideración de
ñora. Yo sé de muchas que, aunque que la disciplina de la honestidad
cerraron su casa porque no entrase parece ser más rígida que entre los
ninguna persona sospechosa no t
ca- consanguíneos, entre los afines, don-
recieron de alguna infamia ocasio- de el afecto se reputa menor, y de
nada de sus criados, y la ocasión ahí la indulgencia es casi nula, y
que existía de sospechar mal de la libertad, sujeta a freno más du-
ellos o verlos muy pulidos, o muy ro. Con todo, la perfecta viuda no
gordos y lucios, o ser de edad apta tanto se moverá por estas razones
para torpezas, o porque del amor como por estas otras, a saber: el
cculto que pensaban que no lo sabía
>
recuerdo y la piedad conyugal debi-
nadie, les nacía algún entonamiento dos a su marido. De esta manera en-
con que lo daban a entender a todo vejeció con Livia, su suegra, Anto-
el mundo, el cual, aun disimulado, nia, la hija menor de Octavia y del
bien hartas veces trasciende al pú- triunviro Marco Antonio, esposa
blico y desprecia a sus consiervos que fué de Druso. De esta manera
como si fuesen criados suyos. Estas Rut postergó por su suegra, Xoemi,
son las palabras de San Jerónimo. su patria y su casa. A todo lo dicho
A estas instrucciones yo añado pongo una condición, y es: si en
que la viuda apoque y disminuya el casa de la suegra o de los parientes
tráfago y la servidumbre de la casa de su marido no viviere gente moza
y tome en su compañía alguna mu- y desenvuelta que puedan acarrear
jer honrada, buena, prudente, bajo mácula en la honra o peligro en la
cuyo regimiento viva y a quien con- castidad, o si allí habitare mujer
sulte todos los negocios referentes que padezca algún eclipse en su
al gobierno doméstico, y si ella es- buen nombre,- porque si ello fuere
tuviere ya pesada por la mucha así, lo más cuerdo es volverse a la
edad, agregúese a algún pariente o casa de sus parientes propios
allegado, anciano también, en quien
OBRAS MORALES. DE LA MUJER CRISTIANA. LIBRO III. CAP. VI 1169

CAPITULO VI que desea, y toda vez que se apo-


dera de la ocasión no pierde punto,
DE QUÉ MANERA SE COMPORTARÁ FUERA pues no tiene otra cosa en qué em-
DE CASA plearse. Si quisiere la viuda aconse-
jarse en alguna cosa de piedad, es-
Alguna que otra vez las viudas coja a algún anciano en quien esté
tendrán necesidad de salir de casa. ya muerta toda actividad carnal y
Salgan tapadas, mostrando en su no hayan remanecido otros vicios
traje y hábito lo que son en reali- que son su derivativo, no demasiado
dad y su nombre indica. Viuda, así afanoso de la hacienda, incapaz de
en griego como en latín, entraña el lisonja y halago por esperanza de
concepto de soledad y desamparo. dinero, de erudición sólida y sobria,
Mucha diferencia va, pues, entre la y que, así por su propio natural co-
mujer sola y la que está acompaña- mo por experiencia, haya granjeado
da del marido. Y si en la mujer ca- prudencia, porque ni apremie más
sada exigimos tanta severidad en la de lo que es necesario el ánimo mu-
conducta y en el atuendo, ¿cuál no jeril ni afloje las riendas de la li-
será la que exijamos de las viudas? cencia, y que ninguna cosa de este
Es menester que sean ellas dechado mundo aprecie más que la verdad y
de esmerada continencia, de sobrie- la piedad. A un eclesiástico así su-
dad, de honestidad. Y si deben ser jete la viuda sus dudas, y no quiera
ejemplo, ¿qué desafuero tan grande conocer a ningún otro más. San Je-
no será que salgan ellas atusadas y rónimo aconseja esto a Eustoquio:
compuestas, armadas con las armas Si ignoras algo, si dudas en alguna
del diablo, de forma que, al mismo cosa de la Sagrada Escritura, pregún-
tiempo que hacen alarde de la va- talo a quien su vida le aprueba, a
nidad huera de su alma, en vez de quien su edad le excusa, su fama le
la imitación de Cristo, tiendan el alaba, y que pueda decir; «Yo os
lazo de Satanás? Muy bien dice San desposé con un varón virgen cas-
Ambrosio: El hábito lúgubre y la ta, digna de presentaros a Cris-
frente severa y triste derriban los to.» Y si no hubiere quien te pue-
ojos petulantes y apagan los incen- da aclarar tus dudas, lo más cuerdo
dios de la carne. Lo más seguro se- es ignorar algo, estando segura, que
rá salir muy pocas veces, y esto aprenderlo poniéndote en peligro.
acompañada de alguna mujer seria Nada tiene que hacer la viuda en
y honrada, y por el camino más bre- la plaza, en corros de varones, en
ve, derechamente, a donde haya de medio de la multitud, pues en aque-
ir. No vayas en busca de iglesias llos lugares corren mucho riesgo las
donde haya muchedumbre de gente virtudes más encarecidamente reco-
y frecuencia de varones, sino don- mendadas a la viuda: pudor, hones-
de haya soledad, donde no haya oca- tidad, santidad y buen nombre.
sión de pecar, sino oportunidad co- Debe la viuda portarse de tal ma-
modísima de orar. Tampoco ningu- nera, que no solamente mire por sí,
na necesidad hay de tener demasia- sino también por los otros. En pú-
do trato con sacerdotes y frailes. blico, a vista de los hombres, con
El demonio es astuto y sagaz y su el contacto de las gentes, poco a
larga experiencia le enseñó muchos poco el empacho se pierde, vacilan
procedimientos con que tomar a el pudor y la honestidad y son pues-
cada uno. Con facilidad consigue lo tos en peligro, y si no son expugna-
1170 JUAN LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. TOMO I

dos, son atacados, y del ataque ha- en favor tuyo y dice: «Hactd justi-
bla cada cual no según la realidad, cia al huérfano y defended a la viu-
sino como se le antoja. Los cuida- da. » Pero es que quieres salvaguar-
dos de este mundo enfrían aquel dar tu patrimonio. Está bien; pero
bendito ardor de las cosas del Cielo, tu- más valioso patrimonio .es tu ho-

y como dice el Señor en el Evange- nestidad, que mejor gobierna la viu-


lio, cayó la semilla entre las espinas da que no la casada. Tu siervo pecó;
y ahóganla las preocupaciones y perdónale, porque es muy mejor que
cuitas de la presente vida y no la sufras la culpa ajena que no que
dejan crecer ni llevar óptimo fruto. manifiestes la tuya.
Y como el mar sobre el cual caye- ¿Y qué, si por nuestra propia ge-
ron vientos bravos, aun cuando és- nerosidad natural y humana vemos
tos se amansaron y pasó la tempes- cómo ante los jueces tiene mayor
tad, se queda ondeando y persiste recomendación la causa de aquel
la mareta sorda, así también el es- que tiene flacas defensas o no tiene
píritu humano, aun después de ha- ninguna? En estos casos, en el lu-
berse sacudido los negocios del si- gar de los abogados pónense los jue-
glo, todavía los revuelve en su pen- ces, quienes hartas veces contrarían
samiento, y finalizado el trabajo, a los más poderosos patronazgos y
continúa con el resuello y no torna las más elocuentes abogacías. Y ello
a su sosiego habitual así como así honra nuestra inclinación natural.
tan presto como él quisiera. Harto Así como odiamos las fortunas ex-
puedes adivinar en un espíritu tur- cesivas, ayudamos a las tasadas y
bado hasta ese punto qué tales pue- débiles, y así como nos esforzamos
sen ser las oraciones confusas, tur- por derrocar y abatir a los engreí-
bias, oliendo a cieno, como de la dos, con idéntico afán trabajamos
fuente turbia o del río revuelto por levantar a los vejados. Y aún
no es posible tomar agua que no sea diré más: en toda contienda, como
sucia y cenagosa. La quietud de- dijo un sabio, dejamos como esta-
alma es la que nos remonta sobera blecido que aquel que es más po-
ñámente al coloquio con Dios, como deroso, aun cuando reciba injuria,
a la Magdalena, la cual, dejando siempre parece que la hace. Haz ex-
atrás los cuidados del mundo, esta- tensivo a los abogados lo que he di-
ba sentada a los pies del Señor, se- cho de los jueces. También ante los
dienta y embebecida toda en sus pa- abogados y patronos gozará de ma-
labras. Y por ello mereció que Cris- yor recomendación la causa de
to la loase con aquel sumo elogio, aquella viuda a quien vieren cohi-
diciéndole haber escogido la parte bida por el empacho y cortada hasta
mejor que jamás por jamás le será tal punto, que no pueda exponer
quitada. Pero alguna dirá: En ello sus razones y probanzas, y será tan-
está empeñado mi patrimonio: se to más recomendada cuanto menos
me ha movido pleito. Sobre esto, oye se la recomendó, y verosímilmente
a San Ambrosio: .Yo digas: estoy más justa la causa de quien, por e-
sola; la castidad busca soledad, y lo tar toda empleada en obras de san-
mujer honesta busca ret^ram 'ento tidad, no se creerá ligeramente, ni
la mujer liviana busca tráfagos y que va a retener ni siquiera a recla-
bullicio. Si tienes pleito y temes la mar ninguna cosa que no sea suya.
influencia de tu adversario. sáb r t^- De manera que la buena viuda no
que el Señor interviene con el. juez traerá por Audiencia^ ni curias ar-
OBRAS MORALES. DE LA MUJER CRISTIANA. LIBRO III. CAP. VII 1171

gumentos de procuradores, sino la CAPITULO VII


autoridad de su mismo testimonio y
la gravedad de su perjuicio. Por el DE LAS SEGUNDAS BODAS
contrario, la viuda parlera, revolve-
dora e importuna necesariamente Desechar en absoluto las segun-
tiene que cansar y hacerse enojosa das bodas o anatematizarlas es una
y sustraerse aquellas ayudas que di- posición herética. Ser mucho mejor
jimos. Todo eso que dije refiérese a contenerse que segunda vez casar-
los jueces y abogados buenos o que no solamente es consejo de la pu-
ella ignora que sean malos. Porque reza cristiana, esto es. de la divina
hay algunos tan bellacos y de con- sabiduría, sino también de la sabi-
ciencia tan torcida, que regulan sus duría gentílica humana, por tanto.
sentencias, no por equidad, sino por Cornelio Tácito, como ya dije, es-
pasión torpe. Contra éstos, sin duda, cribe que de las mujeres de la Ger-
la severidad de la justicia pública mania se casaban sólo las vírgenes.
,

se ensañaría si no fuese desgracia- Mujeres hubo que, habiendo enviu-


damente verdad demasiado averi- dado en su primera juventud, no
guada, como dijo un sabio famoso, quisieron casarse de nuevo, algunas
que las leyes son muy semejantes de ellas muy significadas e ilustres,
a las telarañas: que enredan a los como Valeria, hermana de los Mé-
pequeños insectos y son rotas por salas, y Porcia, la hija menor de
los mayores. Por lo demás, si la bue- Catón, en cuya presencia, como fue-
na viuda conuciése estos tales (pues se alabada de muy honesta y morí
luego al punto la fama los descu- gerada una matrona que tenía se-
bre), no solamente los esquivará, gundo marido, Porcia respondió
arrostrando daño muy cierto de sus que la matrona honrada no se casa-
bienes, sino aun con riesgo inmi- ba dos veces. Cornelia, madre de los
nente de la propia vida. Y piense Gracos, rechazó el tálamo de Pto-
que yo he dicho también eso mismo lomeo, rey de Egipto, a la que. tras
de todos los hombres malos y escla- la muerte de Graco, invitábale con
vos del vicio carnal. Por lo que hace promesas realmente tentadoras, y
al ruar calles y andar ociosas de prefirió ser simplemente la viuda de
casa en casa, es mandamiento del Graco que reina del rico Egipto. En
Apóstol que esas tales deben ser tablados y en teatros las segundas
desechadas como deshonestas. Y no nupcias son objeto de satíricas mor-
solamente son ociosas, gárrulas, cu- dacidades. Mujer que muchas veces
riosas y entremetidas en lo que no —
se casa dice con malicioso donaire
les importa, pues, por desgracia, las el mimógrafo Publio Siró no sé — ,

hay que estando convencidas que no yo que busca. Mujer que con mu-
lo
teniendo ya que ocuparse en los ne- chos se casa, a muchos no agrada.
gocios domésticos que, a su enten- Valerio Máximo, encareciendo las
der, han resuelto a maravilla, sin antiguas instituciones matrimonia-
pizca de vergüenza se meten en los les, así se expresa: A las que se ha-
ajenos, y a fuer de muy enteradas, bían contentado con un solo matri-
aconsejan, exhortan, mandan, re- monio se las honraba con la carona
prenden, porfían, con mil ojos fuera de la castidad, porque estaban per-
de casa y totalmente ciegas en la suadidos que no había sufrido me-
suya. lla ni mengua en su sincera fideli-
dad el ánimo de la matrona que,
1172 JUAN LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. TOMO I

luego de haber dejado su virginidad y eterna? Si tienes hijos, ¿a qué


en la cámara nupcial, ya no sabía buscar otras bodas? Si no los tienes,
mostrarse en público. Creían ade- ¿cómo no escarmientas en tu este-
más que la experiencia de muchos rilidad ya probada, prefiriendo al
maridos era una suerte de intempe- pudor cierto un resultado incierto?
rancia legal. Ahora te escriben la carta de arras
Dan algunas razones las viudas y dote, para de ahí a poco obligarte
con que pretextan cohonestar su a hacer testamento. Simulará tu ma-
voluntad de segundo casamiento. rido una enfermedad, y él, que ha
De ellas, San Jerónimo escribe a de vivir, hará aquello mismo que tú
Furia de esta manera: hagas cuando vayas a morir. Y si
«Suelen las viudas mozas, de las aconteciere tener hijos de tu segun-
cuales algunas han vuelto arredro en do marido, origínase una guerra do-
pos de Satanás, después que se han méstica, una pelea intestina; no se-
holgado con título de servir a Cris- rás señora de amar a tus hijos ni
to, volverse a casar, diciendo: «Mi de mirar con ojos bañados en igual
pequeño patrimonio de cada día se afecto a los dulces frutos de tus en-
me pierde; la herencia que los míos trañas. Tendrás que darles de co-
me dejaron se me destruye; el es- mer a hurto; envidiarás al difunto;
clavo se me desvergüenza ;la cria- y si no les mostrares desafecto, pa-
da ya no hace caso de lo que le recerás amar a su padre. Y si te in-
mando. ¿Quién saldrá en público? trodujere en su casa, teniendo hijos
¿Quién cobrará las rentas de mis de la primera mujer, por más bon-
heredades? A mis pequeñuelos hi- dadosa que fueres para con ellos,
jos, ¿quién les enseñará? ¿Y quién todos los cómicos, todos los mimó-
educará a los esclavillos nacidos en grafos y los lugares comunes de la
mi casa?» ¡Mirad la maldad! Pues retórica dirán con énfasis que eras
esta que alegan como causa bastan- la más desalmada de las madrastras.
te para casarse, sola ella había de Si tu alnado enfermare o le doliere
bastar para no casarse. Introduce ia un poco la cabeza, te infamarán de
madre en su casa para sus hijos, no bruja y que le has dado hechizo. Si
un ayo, sino un enemigo; no un pa- no le dieres de comer, dirán que
dre, sino un tirano, y ella, inflama- eres cruel; si le dieres, dirán que le
da de lujuria, olvídase del fruto de diste ponzoña. Dime ahora, te rue-
sus entrañas, y entre los niños, que go, por reverencia de Dios: ¿qué
ignoran su desgracia, se compone y bienes hay en las segundas nupcias
atusa la nueva novia que poco an- que puedan compensar males tama-
tes se estaba mesando. ¿Por qué te ños?» Esto dice San Jerónimo.
excusas con tu patrimonio? ¿Por Pero ¿qué voy a añadir yo, por
qué con los desafueros de la servi- mi cuenta, a los loores de la conti-
dumbre? Confiesa tu torpeza; en fin .nencia y a la disuasión de las se-
de cuentas, ninguna toma marido gundas nupcias, después de la elo-
por no acostarse con el marido. Y cuencia torrencial de San Jerónimo
si no te aguija el deseo carnal, ¿qué o la nectárea dulcedumbre de San
locura es ésa, qué nuevo estilo de Ambrosio? Vaya a tomarlo de ellos
meretrices ese de prostituir la cas- quien quisiere mayor abundamien-
tidad por acrecentar la hacienda, y to. No he de traer yo aquí los pa-
por una cosa vil y perecedera ensu- sajes pertinentes, puesto que no es-
ciar la honestidad, que es preciosa cribo exhortaciones para una deter-
OBRAS MORALES. DE LA MUJER CRISTIANA. — LIBRO III. — CAP. VII 1173

minada manera de vivir, sino que dar, esa libertad lo es de la carne,


me limito a transcribir sus normas, y ocasión, no de liberación, sino de
sean ellas las que fueren. Por lo que muerte. Y no es indicio de cordura
a mí toca, yo aconsejaría a la mujer y probidad en la mujer ir pidiendo
honesta la perseverancia en la san- la no sujeción a potestad y autori-
ta viudez, y con mayor encareci- dad alguna del sexo frágil y flaco, a
miento aún si tuviese hijos, que quien en todos los tiempos some-
parecen ser fin y fruto del matri- tieron al poder y al gobierno del
monio. varón las leyes divinas y las hu-
Y si en ese estado no confiare manas.
la mujer en triunfar de los estímu- Y aún hay otras que rechazan
los de la carne o neutralizar la lo- las segundas nupcias, no por amor
cuacidad de la fama, siempre suspi- de la pureza ni de la castidad, sino
caz en mala parte, deberá oír lo que de la gloria hueca. A las tales les
dice el Apóstol San Pablo a los co- dirá Cristo lo mismo que dijo a las
rintios: Digo a los solteros y a las vírgenes fatuas No os conozco, y lo
:

viudas que bueno les es sí se que- mismo que a los hipócritas: Ya re-
daren como yo, y si no tienen don cibisteis vuestro galardón. Estas ta-
de continencia, cásense, que mejor les mujeres viudas de maridos hu-
es casarse que quemarse. Y deberá manos, no tanto se casaron con una
asimismo la buena viuda oír lo que vana y estéril necedad como se su-
dice el mismo San Pablo a Timo- jetaron a una servidumbre misera-
teo: Desecha las viudas mozas, que ble y laboriosa. Con todo, guárden-
después que han vivido disoluta- se las que se casan de hacerlo
mente contra Cristo, quieren casar- luego, en muriendo el marido o po-
se, condenadas ya por haber que- co tiempo después. Esta precipita-
brado la fe primera. Y eiMa tam- ción fuera señal de que no amaron
bién las viudas ociosas, enseñadas a su esposo, de cuya muerte en tan
a andar de casa en casa, y no sola- breve tiempo deponen el natural
mente ociosas, mas aún parleras y dolor, luto y soledad. Y si hubieren
curiosas, parlando lo que no con- de proveer algo acerca de los hijos
viene. o de la casa, cuiden de hacerlo an-
Yo quiero, con todo, que las viu- tes del tráfago de las nuevas bodas
das jóvenes se casen, y paran, y ri- y de someterse al dominio del dueño
jan sus casas, y no den ocasión al- nuevo. Ni quiten a sus padres, si
guna al adversario de murmurar y los tuvieren, el derecho sobre su
de maldecir, como quiera que hay determinación, dándoles una inter-
algunas que, ya convertidas, fueron vención muy, amplia o total en su
en pos de Satanás. Algunas hay que nuevo acomodo, pues no por haber
no quieren casarse por ansia de perdido al marido perdieron tam-
libertad. Si esa libertad es la liber- bién al padre, y no por haber que-
tad del espíritu, para más completa- dado exentas de la autoridad del
mente darse a Dios, sin la preocupa- marido lo quedaron también de la
ción del marido, ¿quién no aproba- de los padres, a quienes deben tan-
rá su resolución? Pero si esa liber- to ahora que son viudas como les
tad fuera para que, suelta de toda debieron siendo doncellas.
importunidad de reprensor o de mo- Nos queda constancia de cómo
nitor, pueda hacer todo lo que se le pensó acerca de este punto San Am-
antojare y vivir a gusto de su pala- brosio, quien, en el libro primero
1174 JUAN" LUIS VIVES OBR'AS COMPLETAS. TOMO I

Del patriarca Abra han, escribe es- deferencia harto lo merecen aque-
to: Si alguna mujer, viuda y moza, llos a quien el mandato celestial
recela caer en el lazo de su flaque- impone obediencia, por manera que
za, cásese, si quiere, pero sólo en el el deseo de casarse sea de la mujer,
Señor, y delegue en sus padres la y la elección sea del padre; signi-
elección del marido, no sea que se fique la mujer su voluntad de casar-
la considere víctima de feos apetitos se y declare al padre con quién. El
si recabare para sí la opción en sus espíritu ocupado por la pasión no
segundas bodas, pues más aína debe barrunta muy claramente lo que ha
parecer que el marido la deseó, que de venir, pues es propio de toda pa-
eüa deseó al .marido. Así se expresa sión conmover, concitar, enturbiar-
el Santo Doctor. Sustituyen a los pa- lo todo, ofuscar el brillo de la ver-
dres, si faltaren, sus consanguíneos dad y de la honestidad, de modo
y afines de mayor edad. Es repren- que no puedan discernirse. Existen
sible la desenvoltura de aquellas determinadas viudas con una relati-
viudas que ya no sólo sin consultar va libertad a quienes está consen-
a quienes se les debe la reverencia tida la elección personal del ma-
de los padres, sino contra su volun- rido.
tad, y a veces contra sus mismas Estas tales viudas busquen tales#
protestas, se buscaron y se hallaron maridos que parezcan bien casarse
maridos por sí mismas. Muy a las con ellos; no mancebos lozanos, ar-
claras dan a entender que no hacen dientes, bulliciosos, imprudentes, in-
aquello para obviar sin pecado las dulgentes, egoístas, que no saben go-
imposiciones de la carne, sino sim- bernarse a sí mismos, ni su espo-
plemente que quieren a aquel hom- sa ni su casa, sino un varón que
bre para saciar con él sus concu- haya pasado la media edad, reposa-
piscencias, y que estarían dispuestas do, grave, cuerdo, que con su tacto
a dar este paso sin matrimonio pre- y prudencia mantenga en su deber
vio si pudieran hacerlo sin desdo- a toda la casa; que con su sabidu-
ro público. ría todo lo gobierne con tal templan-
De manera que pretenden la za y equilibrio, que reine siempre en
unión legal no por respeto a Dios, la casa una apacible alegría y mo-
sino por respeto a los hombres, que derado contentamiento, y se le obe-
no haya nadie que se atreva a re- dezca sin pesadumbre, y el trabajo
probar un vicio que se cohonestó en la familia ande con concierto
con un sacramento. Pero Dios, sí, grande, sin asomo de desabrimiento,
que lo reprobará y lo castigará Dios, con toda sinceridad y entereza, por-
;

he dicho, para cuyos ojos no hay ve que todos sabrán que complacen a
lo posible, sino que ve el vicio, don- Aquel cuya sola aprobación para
de le hubiere, en toda su desnudez ellos vale más que la de la ciudad
y crudeza, pues así están todas sus toda.
cosas en su divino acatamiento. Si Y aún diré que si la viuda pasa
es la razón de la piedad la que pre- como arrastrada y desazonada a una
valece en su ánimo y quieren real- segunda situación, hará bien en
mente evadirse de toda culpa, y és- ocultar la reincidencia en una unión
te es el móvil único del proyectado cuyo deseo torpe concibió, y no ha-
casamiento, nada debe importarles ga ante el pueblo alarde de aquello
quién sea el marido, a quien el ma- en que receló culpa. Por esta consi-
trimonio salva de toda culpa. Esta deración, las segundas nupcias se
OBRAS MORALES. DE LA MUJKR CRISTIANA. LIBRO III. CAP. Vil 1175

celebrarán en silencio, en la más re- casados que no que se van a casar.


catada intimidad, sin bullicio, sin No hay nadie que para una enfer-
jolgorio ni bailes. Los cónyuges, con- medad secreta pida una cura públi-
tentos con la asistencia de los pa- ca. No hay nadie, si es que no ha
rientes más próximos que a ello se perdido el juicio, que pregone haber
avinieren, evitarán a los extraños, a conseguido aquello que se le ha de
fin de que antes sepan que son ya criticar haber deseado.

FIN DE LA «FORMACIÓN
DE LA
MUJER CRISTIANA»
ESCOLTA DEL ALMA
(SATELLITIUM ANIMI)

(1524)

DEDICATORIA

A LA PRINCESA por el uso de tantos años, no puede


DOÑA MARIA TUDOR quitarse en un momento, ya cuida-
HIJA DE ENRIQUE VIII, REY DE INGLATE- rán tus padres que no te falten esos
RRA : SALUD guardas de tu persona. Por lo que
a mí toca, yo, rogado por tu madre,
añeja costumbre la de dar a los mujer ilustre y ejemplarísima, pon-
Es príncipes una escolta que esté dré una escolta a tu alma; ella ase-
en continua vigilancia para la sal- gurará tu tranquilidad mejor que
vaguardia de su persona y de su cualesquiera alabarderos. Pues esta
vida; costumbre ésa más generali- escolta material, sobornada a veces
zada que sabia ni buena. Con ello los por el dinero, por el miedo o por
príncipes no hacen más que descu- el placer, o abandona a su empera-
brir su miedo, el cual, por lo regu- dor, como a Nerón, o le traiciona,
lar, tiene su raíz en la propia con- como a Galba, o, también, le ase-
ciencia. No hay guardia más segura sina, como a Pertinax. Estos sóida
ni más fiel que la inocencia propia dos que yo te doy, una vez que los
y el amor de los pueblos, que no se llamares de buena fe, por salvarte
gana con las armas ni con el terror; a ti opondrán sus pechos contra
consigúese con el amor, con la leal- cualesquiera embestidas, asaltos y
tad, con el desvelo, con la preocu- asechanzas. Mayor peligro tienen
pación constante del bien público. para el alma los bríos y la astucia
No sin razón fué alabado aquel di- de los vicios, que para el cuerpo los
cho sapientísimo de Agasicles, rey embates y las violencias que le vie-
de Lacedemonia; a saber: que podía nen del exterior; habida cuenta que
cualquiera reinar sin escolta, si mayor apreció merece el alma que
mandase a sus vasallos como el pa- el cuerpo, y que las celadas de los
dre manda a sus hijos, Pero pues- vicios son más astutas y solapadas
to que una costumbre, corroborada y apremia más su tiranía, y la muer-
1178 JUAN LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. TOMO I

te del alma es más amarga y más ¡


o empresas, encerrar una gran den-
de temer. sidad de sentido en muy contada^
Recibirás, pues, doscientos guar- palabras, cinco a lo sumo, y cuanto
das, o, acaso,unos cuantos más, con más breves son. más venustez y
quienes te familiarizarás de tal rna- elegancia tienen; como es aquel
j

ñera, que ni de noche ni de día, ni mote de Augusto: Matura: Date


en tu casa ni fuera de ella, dejes prisa con pausa. El símbolo o em-
que se aparten un momento de tu presa encierra algo de oscuridad y
lado, como carne y uña. no sea que alegría, sin desviarse mucho de',
destituida de su auxilio inmediato, sentido directo. Ese hermetismo rio
seas presa del diablo, el cual, como debe ser tan ciego como el que usó
dice San Pedro, a guisa de león ru- para apartar de la inteligencia de
giente da rodeos, buscando a quién sus dichos a los imperitos Pitágoras.
devorar. Lo di el nombre de símbo- quien, en fórmulas tan abstrusas y
los a manera de aquellas insignias tan alejadas del sentido corriente,
o señales con que a usanza vieja so- metió el significado de sus símbolos,
lían divisarse los reyes, costumbre que persuadió a los tirrenos que los
que dura aún hoy día. Esa costum- pusiesen en práctica, prescindiendo
bre se generalizó, propagándose has- de toda alegoría, cuando no alcan-
ta el vulgo, de donde, como de un zaban a comprenderla. Para obviar
manantial de necedades, deriváron- este inconveniente, añadí unas ex-
se aquellas estólidas arrogancias de posicioncillas. breves ciertamente,
que hacen gala los príncipes de e-te según lorequería el argumento, con
tiempo, indignas no sólo de los cris- el exclusivo fin de que en muchos
tianos, sino de los gentiles, a quie- de ellos su ambigüedad no te man-
nes ellos amenazan, a quienes ate- tuviese indecisa ni engañada.
rrorizan, atribuyéndose a sí más de A cambio de esa escolta que te
lo que fué concedido a hombre al- doy yo no quiero otra recompensa
umno y ponen más confianza en su sino que la ley de Cristo, de donde
poderío que en Dios. Puede enten- yo la tomé y la envolví en velo-
derse por quiénes hablo y no o< ne- transparentes, informe toda tu vid
cesario decir una palabra más Se- y tus acciones, poderoso ejemplo de
ñales de esta fiereza son las repre- las privadas, si fueres tú esa prin-
sentaciones de leones, osos, leopar- cesa, cosa que fácilmente consegui-
dos, lobos, serpientes, dragones, mo- rás por la imitación de tu madre.
losos. águilas, buitres, espadas, lla- Para un cristiano, ¿qué galardón
mas y otras cosas como ésas, tre- puede haber más rico y excelente
mebundas; como si pareciese her- en esta vida, o más valedero pai-
moso y magnífico en un príncipe la futura, que el ver que sus bien-
tener el mismo instinto que esas fie- intencionados avisos no resultaron
ras: truculento, rapaz, bravo, san- baldíos y que, gracias a él. se acre-
guinario. Cuánto más valiera os-
¡ centó la piedad de algunos? Infun-
tentar como insignia algo que fuese da en ti Nuestro dulcísimo Jesú-
atrayente y simpático, por su huma- una porción de su espíritu, porque
nidad, por su blandura, por su leni- vivas en la mayor felicidad año*
dad, por su dulcedumbre, o que im- sin cuento, y antepongas siempre la
pusiera por la majestad y grandeza virtud a cualquier fortuna.
de su gravedad y de su prestancia. Brujas, hoy que -omos a primero de
Es de ley en esos símbolos, motes
OBRAS MORALES. ESCOLTA DEL ALMA 1179

ESCOLTA DEL ALMA


1. Scopus vita?, Christus. Si sufre conmoción, nuestra vida
(El blanco de 4a vida es Cristo. discurre con alboroto; como si la
fuente se enturbia, barrosa es el
Sea este primer símbolo o empre- agua; si está en reposo, es delgada
sa como un feliz augurio de los que y linda y sabrosa al gusto.
vendrán después. Enséñanos que to-
do lo hemos de referir a Cristo y
5. Bonis omnia in bonum.
todo a El se ha de enderezar, como
(A vos buenos todo les redunda en
en el blanco las saetas del flechador- bien.)
certero.
El hombre bueno y cuerdo, sucé-
2. Pax Christi. dale lo que le suceda en la vida de
(La paz de Cristo.) bueno o de malo, todo ib trueca en
provecho suyo gracias a su cordura.
Esta es la que derramará en el También Dios, todo cuanto envía a
hombre todo una muy apacible con- sus bien amados conviértelo en ins-
cordia y sosiego, porque ninguna trumento de salud, como dice San
cosa haya en él que se amotine o Pablo: A los que aman a Dios, to-
que interior o exteriormente esté do se les vuelve bien,
con otra en pugna, ni siquiera en
disentimiento.
6. Suspicionibus, securis.
(A las sospechas, segur )
?,. Murus ccneus sana con-
scientia. Xo se ha de prestar oído fácil a las
(Muro cve bronce es la bu-cina con-
sospechas ni se las ha de ojear dé-
ciencia.)
bilmente, sino que se las ha de cor-
tar a cercén.
Impenetrable es, en efecto, y la
más fuerte defensa del hombre. To-
mado de Horacio: Sé fuerte cual un 7. V irtus, instar omnium.

muro de bronce, si la conciencia no (La virtud vale por todo )


te acusa de nada y si ninguna culpa
te hace palidecer. Ninguna cosa ha de menester el
que tiene la virtud. Así lo sintieron
los estoicos. Mejor es que así lo sien-
4. Felicitas única, intus ni-
tan los cristianos.
hit strepere.
(Felicidad única es que en nuestro
interior no haya cosa que promue- 8. Virtus, citra jortxinam
va ruido.) valida.
(Más poderosa es la virtud que la
En fuente y el ori-
el atona está la fortuna.)
gen de la felicidad o de la desven-
tura. Si ella está tranquila, nuestra Esta sentencia es estoica, pero con
vida discurre suave como una seda. mejor razón cristiana.
uso JUAN LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. TOMO I

9. Tibicen fortuno?, virtus. 15. Multi nimium, nema


(La virtud es el poste o sostén de la satis.
fortuna.) (Muchos, demasiado; nadie, bastante.)
Flacos son sin la virtud todos los Has de sobrentender tienen. El
accidentes exteriores que sobrevie- aforismo es de Séneca; La fortuna
nen al cuerpo; por eso el susten- a muchos les dió demasiado; pero
táculo de la fortuna es la virtud, a nadie lo bastante. A muchos, te-
pues ésta es el poste en los edificios. niendo más de lo que les basta o de
lo que les conviene, se les antoja
10. Sanus intus exterius. et que no tienen lo suficiente, porque
(Saio por de dentro y por de fuera ) viven para la codicia, que es insacia-
ble comedora.
Sentencia de Juvenal, tomada de
Sócrates Hase de pedir al cielo un
:

alma sana en un cuerpo sano. 16. Satis, hcc contento.


(Asaz tiene quiera se contenta con lo
que tiene.)
11. Antidotum vito?, patien-
tia. Nada hay tan pequeño que no bas-
(Antídoto de la via'a es la paciencia.) te a quien no demanda más.

Horacio A cuyo dolor es remedio


:

17. Satis relicturo.


la paciencia éste es el activo con-
:

(Harto posee quien todo lo ha de


traveneno contra todos los tósigos G'ejar.)
de esta vida que de todos lados, in-
terior y exteriormente, nos invaden ¿Por qué afanarnos por acarrear
y nos agobian. más y más; por qué guardar con
cuando, queramos o no
tales ansias
12. Sal vitce, amicitia. queramos, hemos de dejarlo todo?
(La sal de la vida es la amistad.)
18. Intus quam
exterius for-
Sinsabor es la vida sin la amistad
mosior.
y desabridos son los aliños más de- (Más lindo por de dentro que por de
licados, como declara Cicerón en su fuera.)
Lelio.
La auténtica hermosura mora en
13. Oculus vitce, sapientia. el alma; por eso los estoicos sólo al
(La sabiduría es el ojo de .la vida )
sabio llamábanle- hermoso. (Cicerón,
en el tercer libro, De finibus; y Só-
Sabiduría es el conocimiento de crates, según Platón, en su Alcibía-
las cosas divinas y humanas ;
quita- des, le deseaba que se hermoseara
da nuestra vida anduviera a
ella, interiormente.)
ciegas, desamparada y sin guía en la
más espesa de las cerrazones. 19. Intus quam exterius or-
natior.
14. In virtute oculi et manus, (Más aderezado interior que exterior-
(En la virtud, los ojos y ;as manos.) mente.)

La virtud tiene que ser vigilante Los atavíos interiores son las vir-
y hacendosa. tudes, la erudición, el talento, que
OBRAS MORALES. ESCOLTA ÜEL ALMA 1 1X1

son harto más excelentes que los 24. Nec malum, nec fron-
vestidos o la prestancia física. tera.
(Ni maiL ni descaro.)

20. Harmonía interna. No hagas mal alguno, por reve-


(Armonía 'linterna.)
rencia a Dios ni cosa que por mal
;

Por manera que un sonido no des- sea tenida, por respeto a los hom-
bres, así por no ofender a los otros
entone del otro y reine en el alma
ni ser ejemplo para el mal.
un concierto dulcísimo. Esa es la
música verdadera, decía Sócrates.
25. Sapiens solus, longcevus.
(Sólo el sabio vive mueiho.)
21. Velle, insta* omnium.
(El querer vade por todo )
La vida de los necios no es vida;
vida es la que se vive por medio de
Ante Dios, basta con querer. De
la sabiduría. Así que ha de prefe-
los gentiles tenemos este celebrado
rirse un día del sabio a la eternidad
aforismo Si las fuerzas no alcan-
de los necios. Sentencia tomada de
:

zan, con todo ya es de loar la vo-


Cicerón, en el libro V de las Cues-
luntad. Y quien dice voluntad, dice
tiones tusculanas,
facultad.

26. Nocere promptum, ut


22. Natura, ¿quis pauper?
pessimum.
(¿Quién es pobre ipor naturaleza?)
(Es fácil el dañar, corno pésimo que es.)

A nadie puede faltar lo necesario


con que sustentarse. Proveyó la Na- 27. Prodesse abstrussum, ut
turaleza que todos tuviesen a mano optimum.
el mantenimiento mientras no haya (Es arduo éJ aprovechar, como que es
lo mejor.)
quien piense que no puede vivir sin
pan candeal y sin pescadillos traí- No hay cosa tan flaca ni ruin que
dos del mar Egeo o sin avecillas de una u otra manera no pueda da-
peregrinas y costosas. Pan y agua ñar; pero aprovechar es cosa difi-
bastan para la vida y, aun a veces, cilísima; ello no está en manos de
una simple hortaliza. cualquiera. Dañar es cosa pésima, o,
mejor, diabólica ; mas aprovechar,
23. Opinione quis dives? como cosa divina que es, es cosa
(¿Quién es rico para la opinión?) muy excelente. Por tanto, nadie de-
be desplegar su poder haciendo mal
Nadie es rico para la opinión hu-
cuando la picadura de una araña
mana, que multiplicó hasta el infi-
puede matar a un hombre, sino ha-
nito la aplicación de las riquezas,
ciendo bien. Lo cual es cosa muy
por manera que no hay nadie que
rara y hermosísima y próxima a la
tenga tanto que no le parezca que
naturaleza de Dios.
alguna cosa le falta. Con ello con-
sigue no ser rico desde el momento
28. Pauper egens ; non carens.
que reclama más. Así que si acepta-
(Pobre es ¡el necesitado, mo el carente.)
mos este generalizado error, nadie
será rico ni en opinión suya ni en No es pobre el que carece, sino, el
opinión ajena. que necesita,, el que desea. Sócrates,
1182 JUAN LUIS VIVES. OBK AS COMPLETA S. TOMO I

entrando en una plaza copiosamente cilios como las palomas. Abrigue


abastada de toda suerte de produc- nuestro pecho un recelo sano, y no
ios: ¡De cuántas cosas dijo no — haya en nuestro ojo, en el juzgar,
tengo necesidad! ni malignidad ni astucia.

29. Alienis lacrim s cautior. 34. Oculus in sceptro.


(Más cauto con las lágrima? ajenan ) (Ojo en e'. cetro )

La virtud que mejor parece en el


00. Alieno rísu lactior. príncipe es la prudencia. ¿Qué otra
(Más adegre con la ajena risa )
cosa es el poder en el necio sino
No hay que gozarse de los males una espada en la mano de un logo
de otro, sino que hay que procurar furioso? Este aforismo está tomado
que ellos nos hagan más precavidos de los jeroglíficos egipcios.
por no ir a dar en la causa que los
ocasionó; ni hay que envidiar la 35. In uirtute delphinus.
risa ajena, sino regocijarse con ella, (De fin en !a virtud.)
1
.

como si fuese tuya.


Dícese que el delfín es el más ve-
loz de los animales. Ello nos avisa
31. Cor canum
in juvenili que nosotros no debemos diferir el
corpore. bien obrar, sino que, en empren-
(Corazón de viejo en pecho de mozo.) diendo esa noble tarea, debemos lle-
A fin de que en la mocedad se varla adelante con la ma3*or cele-
tenga prudencia senil. En el cora- ridad.
zón tienen su morada el talento y el
seso; de donde el adjetivo cuerdo 36*. In ultione Callipedes.
{cordatus). (O.ilípeJes, en la venganza )

Refiere Suetonio, en la vida de T -

:V2. Ped:ca, nimia fiducia. berio, que ese Calípedes de quien


(Pihuela o ilazo es la excesiva con-
no se sabe a punto fijo si es un hom-
fianza )
bre u otro cualquiera animal, luego
Engáñase fácilmente quien depo- de haberse meneado todo el día, no
sita en los otros sobrada confianza; adelantó ni siquiera un paso; e.~
pero más se engaña todavía quien proverbial esa tardanza suya. Esta
confía en sí mismo, y aun en su empresa significa que debemos ser
misma virtud, de donde con gran extraordinariamente lentos en 1:;

facilidad nacen la arrogancia y la venganza.


vanidad, que hartas veces hallan su
mentido cebo en las virtudes. 07. Trmporis 7ninister.
(Ministro del tiempo.;
33. Columbi
oculus in ser-
Alusión al viejo aforismo: Obede-
pentino corde.
ce al tiempo. De él se ocupan 1\
(Ojo de paloma BU corazón de ser-
piente.) tón, Cicerón y Séneca. Cada uno de-
be acomodarse al tiempo. No espere
Esta máxima es evangélica: Sed obligar tiempo a que sirva sus
al
prudentes como las serpientes y sen- \
intereses. Sea él, con mejor acuer-
OBRAS MORALF.S. ESCOLTA DEL ALMA 1 1 83

do, quien acuda a la presente sitúa- i


42/ Discc vivere. s

ción de co.sas. (Aprentie a viv'ir.)

i
43. Diste mor i.
38. Tempori, parcus dispen- (Aprende a morir.;
sator.
(Casta el tiempo con economía.) Ambas cosas han de decirse indis
tintamente de la buena vida y de la
Es aquello que decían los anti- buena muerte. Xadie muere bien s ;

no vivió bien. Este es el ejercicio de


guos: Ahorca el tiempo. Ninguna
toda nuestra vida: vivir bien y mo-
otra cosa deberíamos vender más
rir con resignación.
cara, puesto que el tiempo no es
sino la vida que cada uno dice que
J

la ama tanto, siendo así que de nin- 44. Vive ut post vivas.
guna otra cosa es tan pródigo y ma- (\ive-para sobrevivir )

nirroto como del tiempo. Lo que


dice Séneca en su tratado De la bre- De tal manera vivamos, que lle-
vedad de la vida es, en resumen, es- guemos a aquella otra vida mejor y,
to mismo. por lo mismo, verdadera vida; p ;••

que nuestra vida actual, ¿qué otra


cosa es sino un viaje pasajero?
2Q. Mafjno vendendum tempus.
(El tvempo hase de vender caro )
4ó. Virtus exercetur f
non
perit. .

-10. Gloria Crocodilos.


(La vi-rtud se ejátreita, pero no perece.)
(La gloria es como el cocodrilo.)

46. Generosa virtus flatu


Existe en el río Xilo un animal accenditur.
cuya particularidad es, según dicen, (La virtud generosa enciéndese con
huir de los que* le persiguen y per- un soplo )

seguir a los que le huyen. Así tam-


bién la gloria se esquiva de los que 47. Virtus inimicitiis
fortu-
la buscan y corre en pos de los que nas crescít.
de ella no harén caudal. Dice Salus- (La virtud se crece can Cas ofensiva
de la fortuna.)
tio, con referencia a Catón Cuan- :

to menos apetecía la gloria, tanto .


Estos tres adagios vienen a signi-
más la conseguía por esr camino in- ficar lo mismo: la virtud se agigan-
directo. ta con las adversidades. El segundo
-*\1>5 «OiteVl^tq j'V.iÜ .0: .HVJftUti'* ¡ aforismo puede referirse al soplo de
i

-31. Hemcrobia vanagloria. la fortuna airada o al céfiro blando


(Vive un día 'la gloria huera .) de la lisonja.

Aristóteles escribe que en el H i pa-


48. Extorquet guies.
ñis, río de nacen unos pe-
la Escitia, (La calma se impone.)
queños insectos que no llegan al día
siguiente; por esa razón se llaman No hay gobierno más arraigado y
efemérides, que vale tanto como eficaz que gobierno tranquilo, que
el
diarios. Así, la vanagloria se apaga tiene más autoridad y majestad que
pronto y no puede ser duradera. el arrebatado y turbulento. Tal es
1184 JUAN LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. TOMO I

el que describe Virgilio en el primer 52. Nobilitatem non dat unus


libro de laEneida Bien como cuan-
: dies.
do en un gran pueblo ha estallado (Un día solo no comunica nobleza-)
una sedición y la plebeya chusma
se embravece, ya vuelan teas y vue- Nadie es noble sólo por haber na-
lan piedras y el furor hace de todo cido de determinados padres. Ni el
armas; entonces, si acaso ven un azar del nacimiento, que ocurre en
varón grave, respetable y pío, ca- un día, hace al noble, sino los actos
llan de súbito y páranse y atienden ilustres de virtud. Dice Juvenal:
con las orejas levantadas. Y Clau- Por más que en bustos de cera lle-
diano dice en su poema Del consula- nen el atrio tus progenitores remo-
do de Malio Teodoro: El gobierno tos, la sola nobleza y la única es la
desatentado, por lo mismo que lleva virtud.
mucho ímpetu, tiene menos fuerzas;
más pronto se ledesdeña; con más
facilidad se le quebranta. 53. Generositas virtus, non
sanguis.
(La virtud da la alcurnia, no la
49. Terret imperium. sangre.)
(El mando aterroriza )

Refiérese al gobierno de mano du-


Tiende a lo mismo. Por inducción
ra, que ciertamente impone miedo, se va a la misma conclusión: ¿cuál
pero debilita las fuerzas de los va- es el caballo generoso? ¿Cuál el pe-
sallos. rro? ¿Acaso no el mejor? Y esto
mismo ocurre en los restantes ani-
males y razas. Luego el hombre no-
50. Blandum imperium, im- ble no es otro sino el que es el
periosum. mejor.
(B. gobierno blando es el que man-
da más.)
54. Fortuna nimis blanda,
Pues tiene mayores fuerzas y obli- hamata.
ga más reciamente. Dice Ansonio (La fortuna demasiado risueña trae
Supone y oculta una gran fuerza el anzuelo.)
mando suave.
Dice Publio Siró en sus composi-
51. Domitrix omnium ciones mímicas: La fortuna, cuando
patientia. halaga lo hace con propósitos cap-
f

(Domadora universal es la paciencia ciosos. La fortuna es la Divina Pro-


)
videncia. Con todo, esta empresa nos
Dice Virgilio: Sobrellevándola ha advierte que no nos dejemos soli-
de ser vencida la fortuna. La fortu- viantar ni confiar en el bienestar
na y las contingencias humanas y físico ni en la acumulación de las
las arremetidas de los hombres son riquezas. Estas cosas suelen enten-
rechazadas si se les opone el muro derse con el nombre de fortuna.
de la paciencia. Eso demostráronlo Dios no nos engaña. Nosotros nos
les mártires de nuestra santa reli- engañamos a nosotros mismos con

gión. el uso necio de las cosas.


i

OBRAS MORALES. ESCOLTA DEL ALMA 1185

55. Fortuna fallacior quo bre. Y de paso en paso, léese en Ci-


blandior. cerón que de nada sirve la fuerza
(Tanto más falaz es la fortuna cuan- sin consejo.
to más lisomgera.)

Esta empresa yo la había dado pa- 58. Cor vel incorporeum,


ra el gobierno de su espíritu al car- firmum.
denal Croy; pero más que empresa (El corazón, aun en cuerpo ruin, es
heráldica fué vaticinio, pues habién- siempre firme.)
dose la fortuna volcado con inaudita
generosidad en su halda y en la de Gran fuerza tiene de suyo el con-
sejo, aun cuando falten las fuerzas
su tíOf el señor de Chiévres, inespe-
físicas. Demuéstralo la Naturaleza
rada y repentinamente los hundió a
los dos, pero al cardenal, muy verde
en las hormigas y en las abejas. Di-
aún, a los veintidós años. ce Salustio: No con
la fuerza mate-
rial ni con corporal velocidad há-
la

Stabilissima fortuna
cense las cosas grandes, sino con el
56.
consejo, con la autoridad. En este
stultissima.
(La fortuna más estable es la más mismo sentir abunda Cicerón en su
necia.) Catón el Mayor.

Dice el mismo Publio Siró: A


59. Fideli, nullce serce.
aquel a quien la fortuna mima de-
(Para el fiado no existen puertas.)
masiado, le hace necio. En efecto, le
retira el seso, y con tantos éxitos y
Todo se le confía; ninguna cosa
resultados felices se insolenta el es-
está cerrada para él. Dice Teogni-
píritu humano, por manera que ya ni
des: ¡Oh Cirno, el fiel vale más que
puede soportar a los otros ni a sí
el oro y la plata! Y al revés: para
mismo. Recuerdo que tu madre, esta
el infiel ninguna cosa está cerrada
santa mujer, me dijo un día que vol-
víamos en barca de Syon a Riche- suficientemente.
mond, que ella prefería una fortuna
mediana, comedida, que otra que fue- 60. Auctoritas rerum geren-
se o muy áspera o muy blanda y que ; darum, telum.
si se viera en el caso de elegir una u (La autoridad es el arma de los
otra de estas dos, escogería primero negocios.)
la más sañuda que la más risueña,
porque a los más desventurados no Más consigue la autoridad que no
les falta consuelo, mientras* que a las fuerzas y aun el mismo consejo.
los más afortunados les falta seso. La verdad de este aforismo puede
Estas manifestaciones de un pecho demostrarse en los príncipes que
sabio y recatado yo las divulgué y llevan de frente empeños grandes,
las hice conocer de muchos en esta no tanto con sus riquezas y sabidu-
ciudad y comarca de Brujas. ría como con su autoridad y majes-
tad. Las guerras, decía César, háce-
. 57. Corpus excors fragüe. las en su mayor parte la fama o la
(Cuerpo sin tino es frágil.) propaganda. También importa mu-
cho que uno sea honrado o deshon-
Dice Horacio: La fuerza sin con- rado, como en Eurípides dice Hé-
sejo se rinde a su propia pesadum- cuba.
LUIS VIVüS. — 38
1186 JUAN LUIS VIVES. — OBR.
:.AS COMPLETAS. — TOMO I

61. Yeraci crediLur, et men- quien ama. Análogo es el aforismo


tienti. siguiente.
(Ai hombre veraz se le oree aun cuan-
do mienta.)
66. Firmissimce opes, amor
Por su autoridad y por su crédito (Eli amor es ¿a riqueza más garan-
tizada.)
probado.
No tan sólo impía, sino necia tam-
62. Mendaci non crcditur. bién, es la afirmación de aquellos que
etiam jurato. dicen que todo consiste en el dine-
(Al mentiroso no se le cree, aun bajo ro: que poca es la valía del amor,
juramento.) siendo así que vemos que las 'mayo-
res riquezas, por odio, padecieron
Preguntado Aristóteles qué iban a
ganar los mendaces, respondió: quiebra; y que las más pequeñas y
adelgazadas tuvieron en la amistad
Que cuando dicen verdad, nadie les
cree.
su cimiento más firme. De ahí el
añejo proverbio: Donde hay amigos,
allí hay riquezas. Los germanos y
63. Magues amoris, amor. los escitas no conocieron otro géne-
(Imán del amor es el amor.) ro de riquezas.
Ninguna cosa hay que así atraiga
el amor como el amor. Dice Mar- 67. Ubi terror, ibi timor.
cial: Eso, Marco, no se alcanza con (Ekwide hay terror, hay m¿edo
palabras; si quieres ser amado, ama.
Es fuerza que tema aquel que ate-
Existe en la relación de unas cosas
rroriza. Es una vieja sentencia muy
con otras una cierta concordancia y
aceptada y celebrada.
simpatía, de modo que nadie odia a
quien le ama. De eso tratan Platón,
Séneca y otros. 68. Ubi uber, ibi tuber.
(La tierra fértil cría turmas.)

64. Philtra, amor. Dice Apuleyo en las Floridas: En


( El amor es un filtro mágico.) ningún tiempo dio la Divinidad pros-
peridad tal a ningún hombre que
Así que no es menester otro be- no llevase consigo alguna dificultad;
bedizo para ganarse el amor que el bien como así la más completa de
mismo amor. las alegrías siempre va mezclada
con una pequeña vena de desabri-
6o. Magnum satellitium, miento por una cierta dosificación
amor. de miel y de hiél: Ubi uber, ibi
(E¿ amor es una gran escolta.) tuber.

Dice Claudiano: No defienden tan- 69. Omnia proposuit labori Deus.


to las ^escuchasnocturnas ni las ar- (Dcos lo propuso toó.o al trabajo.)
mas de que uno se rodea como am-
para el amor. Y Salustio encarece: Dice Horacio: Ninguna cosa sin
No las armas ni las riquezas son los gran trabajo dio la vida a los mor-
puntales del reino, sino los amigos, tales. Y Virgilio: Todo lo arrolla el
pues nadie quiere causar daño a ímprobo trabajo. Dicen las fábulas
OBRAS MORALES. -ESCttLTA
1 DEL ALMA 1187

que Júpiter todas las cosas expuso 74. Stravit fortunam virtus.
venales a los hombres; que su pre- (La virtud derribó ail suelo a la for-
cio era el trabajo. Es indecible cuán- tuna.)
to puede la diligencia, cualquiera
Con muchos ejemplos se ha de
sea ella, en toda cosa, como de las
mostrado que la virtud es más po-
hormigas escribe Plinio. derosa que las riquezas, que las
contingencias fortuitas, por manera
70. Inmódica, imbecilla. que hubo varones grandes y descolla-
(Lo inmoderado es flaco.)
dos en virtud, que con sublime intre-
pidez, pusieron bajo sus pies todos
71. Módica, firma.
(Lo comedido es firme)
los azares humanos y su virtud los
superó, como Sócrates superó la cár-
Como fuese que los éforos de Es- cel, Rutilio el destierro, la enemis-
parta se hubiesen enfrentado con- tad de los poderosos Catón y tor-
tra el poder real de Teopompo, rey mentos los más atroces nuestros
de los lacedemonios, quejándosele mártires.
su esposa de que iba a dejar a sus
hijos un poder más disminuido que 75. Fortitudo in fortunam,
el que había recibido de su pa-
él non homines.
dre, respondió: Y por ende, más (Reciedumbre contra la fortuna, no
firme. Lo módico, puesto que es me- contra los hombres )

diocre, es moderado. Ambos aforis-


mos vienen a decir la misma cosa.
No es fortaleza herir, derribar,
En todos los órdenes de la vida, la
causar mortandad a hierro en los
medianía es más deleitosa y esta- hombres; esto es cosa de fieras, no
ble que el poderío vasto y descomu-
de hombres. La fortaleza auténtica
nal. De ahí aquello de Hesíodo: La
consiste en cohibir los vicios, des-
mitad es más que el todo; porque la deñar lo fortuito, no temer la pér-
medianía es preferible a la demasía. dida de ninguna cosa, sino de la
Y dice Claudiano: Con peco se vive virtud.
mejor.
70. Optima, cibus invidice.
72. Magnus ope minorum. (Lo mejor, cebo de [la envidia.)

(Gtrainde, gracias a los chicos.)


La envidia no roe sino lo encum-
Nadie llega a la grandeza sino con brado y lo mejor; menosprecia lo
el auxilio de los pequeños. Y por humilde, lo abyecto, lo vil. No son
esto, es tanto más grave despreciar comestibles para ella. Molesto es ser
a los humildes en cuyos hombros envidiado; pero más molesto es no
se encaramó al alto asiento desde tener nada envidiable.
donde puede hacer lo que le viene
en gana. 77. Invidia sibi et aliis
venenum.
73. Vicit vim virtus. (La envidia es veneno para sí y para
(La virtud triunfó de la fuerza.) los otros.)

La virtud, como próxima a Dios, Mata a los otros, pero antes se ma-
quebranta todas las fuerzas de los ta a sí misma. La envidia, que para
hombres. los otros es el colmo de la iniqui-
/

1188 JUAN LUIS VIVES. OBRA S COMPLETAS. TOMO I

dad, es para, sí la equidad misma, nunca miran hacia atrás, y la ter-


porque a guisa de veneno consume cera siempre mira a las primeras.
a aquel que la alberga en su pecho
y venga a aquel contra quien dirige 82. Bonus, bonis et malis.
sus ataques.
83. Malus, nec malis nec
bonis.
78. Invidia, vípera. (El bueno, lo es para los buenos y
(La envidia es uoa víbora ) los malos; el malo, ni para los maCos
ni para los buenos,)
Dícese que la víbora nace luego
de roer los flancos de su madre. Así, El bueno es admirado y amado de
antes de nacer, mata a su madre. los buenos y de los malos; pero el
Exacta personificación de la envidia malo, ni de los unos ni de los otros.
que mata, primero que todos, a
quien en su seno la engendra, y sa- 84. Prcesidium, in innocentia.
le luego la más ponzoñosa de las (La defensa, en la inocencia.)
sabandijas.
Entre todos los peligros de esta
vida, cuando todas las otras cosas
79. Quod Deo, et homini. están expuestas a la injusticia, la
(Lo que a Ddos, también al hombre.) inocencia no puede recibir daño. Y
cuando todas las restantes cosas son
Razón es que nosotros nos demos- flojas, hueras y flacas, la sola ino-
tremos para con Dios complacientes cencia consigue que ninguna de ellas
y obedientes y que nos agrade aque- pueda afectarnos ni nadie pueda
llo mismo que a Dios agrada, por- confiar más en ningún otro socorro
que ninguno se irrite o critique que ni tiene por qué prevenirse con
las cosas hayan ocurrido de una o otras garantías de su salvación,
de otra manera, porque Dios es pues con las que la inocencia da no
quien lo dispon^ todo y nosotros ig- sólo puede vivir seguro entre los
noramos sus intenciones. peligros, sino tranquilo en medio
de los terrores más agudos. La ino-
80. Da ccecus. cencia es el más preciado don de los
(Da con los ojos carracos.) hombres, dijo Plinio en la prefación
de su obra.
81. Accipe oculatus.
(Recibe con los ojos abiertos.) 85. Matura.
(Date prisa con pausa ) ,
Parece bien que el dador no se
acuerde del beneficio ni repare mu- Esta empresa tiene otra fórmula:
cho en aquel a quien da, y lo mejor Apresúrate despacio. Es el mote de
es apartar la vista porque no parez- Augusto que se lee en Suetonio.
ca que reprueba o culpa o busca la Por él debemos entender que en la
alabanza de su acción. Mas el que gestión de los negocios la rapidez
recibe no tanto ha de mirar el don ha de andar templada con la calma
como al que lo da y acordarse siem- y que ninguna cosa debe hacerse
pre de la gracia recibida. Por eso ni con sobrada priesa ni con exce-
fingieron los poetas y los pintores siva lentitud. Estos dos sentidos
que las gracias son tres: dos que piensan que incluye el imperativo
OBRAS MORALES. —ESCOLTA DEL ALMA 1189

Matura, como se ve en Salustio, 88. Ne vita, tragcedia.


pues antes que comiences una cosa (No sea trágica la vida.) ;

toma consejo, y cuando lo hubieres


tomado, acucia su realización. Con A saber: que la vida no degene-
re en tragedia, donde toda la acción
todo, yo quisiera que en el consejo
te tomares algún espacio y en el
es turbulenta y truculenta.
llevar a la práctica el proyecto, si
89. Confide recte agens.
se estudió maduramente, pusieras
(Obra bien y confía )
un ritmo más acelerado.
A nadie teme quien no hizo mal a
nadie, pues nadie puede dañar ai
86. Ciconice beneficium. alma buena, y si daña al cuerpo, le
(P'e la cigüeña, a: beneficio.) daña hasta el punto de soltar el al-
ma como de una cárcel y licen-
Es costumbre de la cigüeña dejar ciarla para la libertad y la vida ver-
uno de sus polluelos en la casa en dadera.
donde fabricó su nido. Ese polluelo
rezagado alimenta y lleva en sus 90. Veritas, temporis filia.
espaldas a sus padres, agobiados (La vialidad es bija del tiempo )
por la edad, tanto tiempo como él
fué criado por sus padres mientras La verdad, que por mucho tiempo
fué pequeño y flaco. Muy discreta- estuvo oculta, con el andar del mis-
mente, pues, en la cigüeña personi- mo tiempo sale a luz, porque nadie
fícase el beneficio y viene a ser el confíe en la mentira o piense que
símbolo de la gratitud. Con todo, la verdad queda siempre encubier-
ese beneficio debes extenderlo a to- ta. Dice Cicerón: El tiempo destru-
dos cuantos puedas, cosa que vul- ye y borra las ficciones de la opi-
garmente se dice en nuestra Espa- nión y confirma los juicios de la
ña, con ese adagio: Haz bien y no Naturaleza.
mires a quién. Pero gratuitamente,
y más que por nada, por dar buen 91. Lupus mendacio, tempus.
ejemplo. (iEl tiempo es un lobo apara la mem-
Iftfia.)

Puesto que la deypra y la con-


87. Comcedia, vita humana. sume.
(Comedia es la vida 'del hombre.)
92. Veritas premitur non
Y, efectivamente, la vida del hom-
occiditur.
bre viene a ser una representación (La verdad es véffada; pero no opri-
escénica, en la cual cada uno desem- mida.)
peña personaje que se le señaló.
el
Hay que procurar que en esa co- Tiene sus ^eclipses la verdad ;
pe-
media anden las pasiones modera- ro, al fin, sale triunfante.
das, porque no sea catastrófico ni
manchado de sangre desenlace,
el 93. Mendacio, comités tene-
como suele ser en las tragedias, si- brce.
no apacible y risueño, como acos- (La mentira se forra y arrebuja en
¿as tinieblas.)
tumbra ser en comedias.
las Y de
ahí el otro aforismo. La mentira, a la postre, queda os-
1190 JUAN LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. TOMO I

curecida; entonces cobra amor a 99. Fama pluris quam opes.


las tinieblas en que se abriga. (Más vale fama que riqueza.)

Es más deleitosa y más útil; ve-


94. Veritatis splendor comes. mos a muchos despojados de gran-
(La claridad, compañera de la verdad.) des riquezas porque la fama les fué
adversa; y a otros que se enrique-
95. Exilium ínter malos. cieron porque les fué propicio y fa-
(Destierro entre ios malos.)
vorable el rumor.
No consiste el destierro en estar
100. Virtus pluris quam fama.
ausente de la patria, sino de los bue-
(La virtud vale más que el (renombre.)
nos y vivir entre los malos. Los de
Sínope habían desterrado a Dióge- Una realidad sólida, firme y du-
nes el Cínico. Quien los desterró radera hase de valorar en más que
fui yo, dijo Diógenes, puesto que él una ficción o un trampantojo. Y el
vivía en Atenas y los otros en la cuerpo, ¿no vale incomparablemen-
barbarie del Ponto. te más que una sombra?
101. Virtutis umbra, gloria.
96. Ne hilarem insaniam (La gloria acompaña la virtud como
insanias. su sombra.)
(No enloquezcas alegremente )

Esta sentencia es de Sócrates; la


Es de Séneca la sentencia, aplica- virtud conduce a la gloria por el
ble a quien con el espíritu abyecto atajo más breve.
se entregó a los deleites y a los re-
galos. 102. Oculos in pectus.
(Mete tus ojos en tu pecho.)

97. Inter spinas, calceatus. .En el pecho está el corazón, sede


(Calzado, entre espinas.) de los pensamientos. Monta tanto
como decir: Conócete ti mismo.
o.

Nos previene esta empresa que


no debemos conducirnos incauta- 103. Non extorquebis amari.
mente entre enemigos. Y puesto que (Po;- las malas no conseguirás que
estamos rodeados de enemigos, son se te ame.)
necesarias gran circunspección y
cautela para pasar por en medio de Así lo dice Claudiano en el Pane-
ellos. gírico del IV Consulado de Honorio.
Las restantes cosas se sacan a la
f-ierza; pero al amor no se le puede
98. Deum sequere. hacer violencia.
(Signe a Dios.)
104. Tempus edax rerum.
Es un viejo griego, que
dicho (El tiiempo, devorador de las cosas )

equivale a Dios es el guía, a fin de


que te confíes enteramente a su Este aforismo es de Ovidio, en el

caudillaje y capitanía en la milicia libro XV


de las Metamorfosis y an-
de esta vida y obedezcas su voz de tes lo fué de Aristóteles. Todas las
mando e imites su ejemplo. cosas con el tiempo se pudren y des-
OBRAS MORALES. —ESCOLTA DEL ALMA 1191

caecen, excepto Dios y el espíritu a Eran las fasces (haces) las insignias
quien El comunicó la inmortalidad. de los magistrados romanos, y fas-
ces (haces) son también las sarcias

Subjecta Dei manu con-


y fardajes.
105.
sistimus.
(Nos sostenemos porque Dios puso su 109. Virtutis radices altee.
mano debajo de nosotros.) (Profundas son las raíces óe> la virtud.)

Ni los ángeles ni nuestras almas


Ello pertenece a su estabilidad,
son inmortales de suyo, sino por la
voluntad de Dios. Ni habría cosa
cuando todo lo otro apenas está pe-
gado al suelo.
que durase un minuto si no la sos-
tuviese el cariñoso cuidado de Dios,
que nos rige. Por ello, es tanto más 110. Mortalibus inmortalia
intolerable la soberbia en tamaña
prceferenda.
ruindad, o la ingratitud si no reco- (A lo mortal hase de preferir lo in-
noces cúyo don es la vida y todas mortal.)
aquellas cosas por las cuales te en-
gríes. Así, la virtud y su premio eterno
han de preferirse a las riquezas o
106. Gloria vento discutitur. a los honores o a cualesquiera otros
fLa gloria, el viento la desvanece.) afectos humanos.

Sí, porque no es más que un so-


plo delgado. 111. Alata cetas.
(El tiempo tiene alas.)

107. Propter invidiam, vela Puesto que vuela velocísimamen-


opulentiam.
(Por amor de la envidia recata opu-
te. Huyen los días dice Ovidio— —
la
y no hay freno que los detenga. Y
lencia)
esto, con tanta mayor presteza, si la
La envidia, dice Salustio, la opu- edad es la feliz; porque los males
lencia la originó. Por eso las rique- con frecuencia se emperezan y nos
zas deben ser ocultadas, porque no producen agobio.
nos granjeen envidia, pues enojo
grande es sufrirla, aun cuando no
112. Fidens, non confidens.
haga daño.
(Fiadamente, no confiadamente.)

108. Honores, onera. Hay que esperar razonablemente,


(Cargas son ¡os honores.) no necia ni temerariamente. Y pues-
to que todo lo venidero es incierto,
Muchos cuidados y ansiedades tie- ni en la prosperidad se ha de en-
nen que soportar y muchos traba- greír el espíritu ni en la adversidad
jos que afrontar las personas cons- ha de deprimirse. Con todo, no
se
tituidas en dignidad y honor, má- ha de esperar ni acometer lo
que
xime cuando se empeñan en conser- está por encima de nuestras fuer-
varlos. No será el dicho menos ele- zas o sobrepasa el límite de la ver-
gante expresado así: Fasces, fasces. güenza.
1192 JUAN LUIS VIVES. .
OBR.AS COMPLETAS. TOMO I

113. Cujus pudebit, pigeat. Unas y otras cosas no han de estar


(Duélate hacer aquello de que te has de en nuestro poder más tiempo dé!
avengonzar.) que consintieren el acreedor o el
prestamista. Mas las gloriosas haza-
114. Ne feceris quod jactum
ñas de la virtud, como dice Salustio,
nolis.
(Xo hagas lo que no quieras haber
son imperecederas, como lo es el al-
hecho) ma misma.

En toda cosa debe mirarse el fin.


120. Princeps, privatis subli-
Necedad es hacer lo que luego te
mior, sentiendo.
ha de costar mucho el deshacer. Xo (El príncipe está ,por encima de los par-
hagas aquello para lo cual será bal- ticulares, por su elevado criterio.)
dío el arrepentimiento.
No parece bien que el príncipe
115. Stulta de alienis superbia. descuelle sobre las personas priva-
(Estúpida es la soberbia de lo ajeno.) das por sus solas riquezas o poder,
sino por su criterio y por sus sa-
Parece incongruencia envanecerte bios conceptos, muy levantados so-
de lo que no es tuyo. Lo que no es bre el pensar del vulgo; no han de
tuyo dícelo la empresa que se si- conmoverle las cosillas y nonadas,
gue. como conmueven al bajo pueblo.
Así como en él reside la dignidad,
116. Alienum, quicquid adi- relumbre también en él una singu-
mitur. lar sabiduría. Es indigno que aquel
(Todo ¡lo que se quita es ajano.) a quien los otros obedecen, no juz^
Aquello que se nos puede quitar gue mejor de las cosas que el vulgo
ignorante.
no es nuestro: verbigracia: todo lo
fortuito y lo corporal. Sola el alma
es nuestra. 121. Princeps, multis consu-
lendo.
117. Quod ccmmodavit for- (El príncipe debe mirár por el bien de
muchos.)
tuna tollet.
(Lo que te dio la fortuna, te Có quitará )
A
esto se reduce el ser buen prín-
118. Quod mutuavit Natura, cipe: a anteponer el bien público a
repetet. sus provechos particulares y pensar
(Lo que te prestó la Naturaleza, te lo que no hay nadie entre sus vasa-
reclamará.) llos cuyo personal cuidado no le in-
cumba a él. Así que el príncipe cum-
119. Quod paraverit virtus,
ple con su deber despojándose de
retinebis.
sus propias comodidades y de sus
(Lo que la virtud te granjeare, eso lo
retendrás.) afectos propios y asumiendo los
comunes. Por eso fueron elegidos
Dadas en préstamo por la fortuna príncipes, para que, sueltos y libres
son aquellas cosas que a la fortuna suficientemente de sus cuidados pri-
se devuelven en su mismo estado. vados, vigilasen los públicos. En-
Prestadas por la Naturaleza son tendiéndolo así, está bien definir su
aquellas cosas que se le devuelven, misión de esta manera: servicio es
semejantes, sí, pero no las mismas. el mando, y no reinado.
OBRAS MORA«LES. ESCOLTA DEL ALMA 1193

122; Tu, Ubi venerabais. 127. Ingratitudo, multis im-


(Hazte tú respetatolie a tus propios ojos.) merentibus noxia.
(La ingratitud hace daño a muchos que
Respétate a ti mismo no haciendo no la merecen.)
ni pensando cosa torpe.
Cesan los hombres de hacer bien
123. Malum occultum, perni- si dan en ingratos, de manera que
ciosissimum. dejan de hacer experiencia de agra-
(<E;1 mal oculto es el más pernicioso.) decidos, lastimados por los ingratos.
Por esto en Grecia existía una ley

Pues ni el arrepentimiento lo pue- contra los ingratos, porque ese vicio
de borrar, ni puede quitarle la re- parecería eminentemente dañoso a
prensión, ni puede aligerarle la con- la comunidad y a la convivencia hu-
fidencia, ni puede aliviarle el con- mana.
suelo, ora sea delito, ora sea pasión.
128. Injuriaoblivione ulcis-
124. Non quam diu, sed quam cenda. •

bene. (Da injuria débese vengar con el olvido.)


(Xo cuánto 'tiempo, sino cuán bien.)
No hay más verdadera venganza
Es aplicable esta empresa a la vi- de la injuria que su olvido; así, ni
da y a todos sus actos. A muchos pondrá resquemor en tu espíritu ni
les toca breve tiempo, bien para vi- te dañará más que si no se te hu-
vir, bien para llevar adelante algún biera sido inferida.
proyecto. A nadie se le ha privado
de la facultad de hacer una cosa u
otra en que se empeñó, por corto 129. PrcBcipitis consilii asse-
que haya sido el tiempo que tuvo cla poenitentia.
para hacerlo. Por eso no tiene im- (El arrepentimiento acompaña muy de
cerca a lia resolución precipitaa'a.)
portancia la diuturnidad, sino la
gestión. Ni es menester que sea lar- Mucho se ha de pensar y ponde-
ga, la vida para que sea buena. En rar antes de determinar. Es senten-
un minuto se puede vivir la más cia tomada de Platón.
santa de las vidas.

125. Nomen prce opibus. 130. Quod uni, et ómnibus.


(Buen nombre, que no (riquezas.) (Lo que a' uno, también a todos.)
.

Más se ha.de preciar el buen nom- Todos hemos sido creados y medi-
bre que las muchas riquezas, según dos por un rasero igual. Lo que
la sentencia de Salomón. aconteció a uno puede acontecer a
todos. Nadie, en viendo el mal aje-
no, se crea seguro.
126. Odiosus, modo immerito.
(Odioso, sí, siempre que fue:>e inmere-
cido.) 131. Ne ferrum igni.
(Al fuego no ile des h ierro.)
No demasiado porque te
te aflijas
aborrezcan, mientras no sea por cul- La ira no debe armarse de espa-
pa tuya, ni por haber hecho algo da. Es uno de los símbolos, de Pi-
odioso. tágoras.
1194 JUAN LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. TOMO I

132. Lacrimis ignis extinguen- das y mentidas que las verdaderas


dus. y sólidas. Estas tienen gran fuerza,
(El fuego ha de apagarse con 'lágrimas) y hay en aquéllas mucha flaqueza.
Apacigua los hervores de tu ira
con lágrimas, con arrepentimiento, 138. Oculum in metam.
con pedir perdón no sólo a Dios, (¡Atención a la meta!)
sino también a los hombres. No es
mengua pedir perdón; pero sí lo es En todos los negocios hay que mi-
rar el fin y el suceso, no sea que lo
tener a tu prójimo por enemigo.
presente nos lleve a un engaño pe-
ligroso.
133. Fastigio caput summitte.
(Inclina tu cabeza ante la cumbre.)
139. Nocens metuit pcenam.
(El culpado teme la pena.?
Cede ante el poder y no compitas
con el que es más rico, ni con el 140. Innocens nec casum.
que es mayor, ni con el que es me- (El inocente, ni el azar.)
jor que tú.
El culpado, con el apremio de su
conciencia, teme el castigo señala-
134. Falso nomine non gau- do por las leyes. El inocente, bien
dendum. afianzado por su conciencia, no re-
(No te goces con la falsa reputación.)
cela los azares humanos porque sa-
Porque es efímera, es pasajera; be que todo lo lleva ,consigo es de- ;
y
no satisface, porque la conciencia cir, en su alma y en su virtud, y va

protesta. en pos de Aquel y pone toda su con-


fianza en Aquel en cuya mano es-
I
tán los azares todos.
135. Amicus, ut non alius.
(Amigo, como si no tuvieras otro )

141. Excusanda servitus sub


136. Inimicus, ut non idem. necessitate.
(Enemigo, como si no fuera el mismo )
(Hase de excusar la servidumbre bajo
necesidad.)
El amigo de tal manera ha de ser
amado, de tal manera ha de ser con- No digo yo que sea honrosa, co-
siderado, de tal manera hase de al- mo llega a decir Publio, sino que es
ternar con él, que no te venga a las excusable. Puede aducir un motivo
mientes que puede hacérsete enemi- admisible de su servidumbre, por-
go. Y al enemigo de tal manera le que la necesidad le obligó; pero
has de odiar como si algún día de- mucho importa que cada cual se fa-
bieras serle amigo. Con este aforis- brique su propia necesidad.
mo condena Cicerón la sentencia de ,

Biantes Prieneo, a quien siguió Pu-


blio Siró en sus aforismos mímicos.
142. .Ve a pudendo vincaris
|

hoste.
(¡Guarte que no te venza e». enemigo
137. Quod videri vis, esto. vergoaiízoso !

(Sé lo que quieres parecer.)


Vergonzosos son los deleites, la
No hay camino más fácil. No tie- |
lujuria, la codicia, la ira y los vi-
nen el mismo valor las cosas forra- cios restantes.
OBRAS MORALES. ESCOLTA DEL ALMA 1195

143. Turpibus ne servito. cia sólo por arrebatarles las rique-


(No seas esclavo de ninguna torpeza.) zas; son desvalijadps por los ladro-
nes furtivos, son despojados por los
Lo son los vicios, los hombres salteadores de camino real, son ase-
malos con cuyo trato te empeoras y sinados. Contra ellos se atreven los
pareces ser servidor y cómplice de calumniadores; contra ellos se en-
sus maldades. sañan los jueces y les condenan es-
pecialmente en aquellas causas que
144. Amicum inimicum fugito. traen consigo confiscación de bienes,
(Huye del amigo hostil.) en las cuales los que están más se-
A saber: del amigo lisonjero, del guros son los que no tienen dónde
amigo disfrazado y de todo aquel caer muertos, y que a ningún peli-
que so capa y nombre de amistad gro están más cercanos que los ricos.
odia, menosprecia o envidia. Los
hay que aman a sus amigos infeli- 148. Bona, ad benefaciendum.
ces y les tienen envidia en su feli- (Los bienes, para hacer bien.)
cidad. Y huye con un cuidado espe-
Los bienes así del alma como del
cial de los que fingen amor y ace-
cuerpo o exteriores no fueron dados
chan- tu probidad y tu virtud; y
al hombre para perjudicar ni ha-
de los que, dándote pruebas de fa- cer mal. Como su mismo nombre de
miliaridad, te acarrean infamia y
bienes da a entender, son para ha-
mancilla y de los que te exhortan
cer bien a sí y a los otros.
maldades o a ellas te incitan con el
estímulo de su ejemplo.
149. Maximce opes, prodesse.
(La mayor riqueza es beneficiar.)
145. Ne lingua mente celerior.
(Tu ¡lengua no se adelante a tu juicio.) Nada más placentero para el que
así lohace; nada más seguro, pues
Piensa antes lo que has de ha- quien a muchos benefició está de-
blar; velocísimo es el espíritu que fendido por muchos.
se nos dió porque nada le pueda
pasar delante, si él quiere ése debe
:
150. Thesaurus gratia boni.
ser el timón de la lengua.
(Tesoro es la graciosidad del bueno.)

146. Bellum cum vitiis. Tesoro rico es graciosidad que


la
(Guerra a los vicios.) el hombre bueno debe por el bene-
ficio.
No es a los hombres que
se ha de
hacer guerra ni contra ellos se ha
151. Quod vides, non din.
de hacer alarde de fuerzas y recie-
(Lo que ves, no lo verás mucho tiempo.)
dumbre, sino contra los vicios que
son nuestro jurados y mortales ene- Todo lo que ves con tus ojos mor-
migos. tales no lo verás mucho tiempo,
pues la muerte o te lo quitará o te
147. Divitice, injuries pignora. quitará a ti.
(Las riquezas son prendas de la injus-
ticia.) 152. Ut verax, ne suspicax.
(Por ser veraz no se ha de ser suspicaz.)
Esta sentencia es de Euquerio de
Lión. Con muchos se comete injusti- Este aforismo es de Euquerio. Y.
1196 JUAN LUIS VIVES. OBR.LAS COMPLETAS. TOMO I

en efecto, el que es suspicaz fácil- 156. Frenum in lingua.


mente afirmará Jo que no tiene ave- (Freno en ta lengua )

riguado; mentirá a impulsos de la


pasión.
A fin de que, suelta, no diga cosa
que dañe; por eso se la llama sin
freno.
153. Non dives, ni contemnas.
(Xo eres rico si no las menosprecias.) 157. Xe bos in lingua.
(Xo lleves buey en la lengua.)
La sentencia es de Séneca. Nadie
usa de sus riquezas como importa, Alusión a un proverbio viejo.
ni percibe de ellas utilidad alguna Buey era el cuño de una moneda
si de día y de noche anda bebien- del Atica, y a la moneda misma co
do los vientos por acarrear más. rrientemente se le llamaba buey.
Quien las posee como ajenas, éste De los que callaban con silencio
las goza como propias. Ningún bien comprado decíase que no podían ha-
alivia el espíritu sino aquel a cuya blar porque tenían un buey en la
pérdida está preparado. De ahí lengua. Esto tiene cierta analogía
aquel aforismo de Publio Siró: Mi- con el caso ocurrido a Demóstenes,
ra con desprecio lo que puedes per- que contra su costumbre se estaba
der. muy callado, pues alguien había
comprado su mudez; excusándose
él que era por causa de una angina,
154. Expende. un tercero respondió donosamente:
(Pondera.)
No es angina, es argentangina. Quie-
re decir: Angina de plata.
Hase de estimar el peso y el pre-
cio de cada una de las cosas, así las
que has de decir como las que has 158. Accurate cogita immuta-
bilia.
de hacer, su comienzo, su progre-
(Piensa despacio lo que no tendrá
so, su suceso final.
enmienda.)

Mucho tienes que reflexionar an-


155. Sine querela. tes de hacer lo que una vez hecho
(Sin querella.) ya no puede rectificarse; verbigra-
cia: tomar esposa, tomar órdenes
Has de vivir de tal manera que sagradas, admitir cargos públicos,
no haya nadie que se queje de ti, o declarar una guerra, dar una bata-
tú no te quejes de nadie, o de la lla. Puede dársele otra interpreta-
fortuna, ni tú hagas injusticia a ción, a saber: que debemos pensar
otro ni creas que se te la ha hecho espaciosamente en los novísimos, a
a ti. Esto es de Séneca en su ti ata- fin de llevar vida más santa.
do de la Brevedad de la vida. Hay
que acostumbrarse a su propia con- 159. Longius. modo tutius.
dición y quejarse de ella lo menos (Más largo mientras sea más áeguro
)
posible y encariñarse con sus venta-
jas posibles. Ninguna situación hay Refiérese este adagio a la vida.
tan amarga en la cual el alma bien También es aplicable al tiempo, por-
templada no halle algún solaz. Esta que no sigamos penosos atajos en
es mi empresa. granjear erudición o riquezas... u
OBRAS MORALES. •ESCOLTA DEL ALMA
1 llí>7

otras cosas de ese fuste.Augusto que llena un gran huésped. Ni se


acostumbraba decir: Harto pronto, ha de despreciar este cuerpo, en el
si harto bien. cual mora un alma sublime.

160. Populo cede, non pare.


(Cede al pueblo, pero no le obedezcas 165. Tota vita, dies unus.
(La vida toda no es más que un día
No hay que
porfiar con la multi-
)

tud, que es un monstruo multicéfa- Es de Quintiliano, en su Matemá-


lo; pero ni tampoco asentir a sus tico, este aforismo. Si se examinan
opiniones. con diligencia todas las cosas de la
vida, ¿qué otra cosa es la vida toda
161. Et pilo sua umbra. sino un día único? ¿O qué cosa hay
(Hasta uri pelo hace sombra.) en todo el discurso de la vida que
no esté comprendida en cualquiera
Ninguno es tan despreciable que
en su tiempo y lugar no pueda ha- de sus días? Maravilla es que no se
acaben de hartar los hombres de
cer bien, y, desde luego, que no' pue-
cosas que tantas veces se repiten.
da dañar. Por eso no se ha de des-
preciar a nadie.
166. - Diarii omnes.
162. Hospes, ne curiosus. (Todos tenemos la duración de un día.)
( ¡
Huésped, fuera curiosidades ! ) .

En casa ajena, en peregrina ciu- Depende del aforismo anterior y


se refiere a la brevedad de la vida
dad debe cada uno portarse con co-
humana. ,
medimiento, sin inmiscuirse impru-
dentemente en sus negocios. Y mu-
cho más nos conviene todavía no
conducirnos en este mundo con cu-
167. Ex usu, non collatione,
fortuna.
riosa impertinencia, pues en él so-
(La uti.Mdad, no la comparación, es la
mos huéspedes o, por decirlo mejor, medida de ,1a fortuna.)
somos desterrados.
Si quieres ser rico, no mires cuán-
163. Ccede, modo doce. to poseen los otros, sino cuáles son
(Pega y enseña 'luego ) tus necesidades.

Estas palabras, inspiradas en su


gran afición a aprender, díjolas Dió- 168. Majores superbus, mino-
genes a Antístenes, con motivo de res maestus.
haber éste levantado con gesto ame- (Mire a ¿os mayores el soberbio; mire
nazante el bastón para pegar a su a los menores el triste.)
alumno, que era un preguntador im-
pertinente. Para quebrantar la soberbia, mi-
re cada cual a los que son más que
él precisamente en el punto qüe
104. Magnum hospitium ma-
gni hospitis. ocasiona su hinchazón; para aliviar
(A gran huésped, hospedaje grande.) la tristeza, ponga el triste los ojos
en los más infelices precisamente en
No puede ser chico el hospedaje la cosa que le pone mohíno a él.
1198 JUAN LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. TOMO I

169. Foris Argus, domi talpa. se retiran, demuestran su torpeza


(Argos, fuera ce casa y en ; casa, y su fealdad. Esta verdad pudiera
topo.) también expresarse así: En el pla-
Este dicho va contra aquellos que
cer, la espalda, no la cara. O así:
para todo lo ajeno tienen muchos El colodrillo, no la frente. De esta
ojos y son ciegos sistemáticos para
manera verás su deformidad y el

lo suyo. El Argos de la mitología tu-


remordimiento que dejan. Y así, los

vo cien ojos y el topo los tiene ojearás y los detestarás.


atrofiados. En Esopo y en Persio
léese la fábula de las alforjas, de 173. Voluptas, malorum esca.
las cuales, la una cuelga delante del (Eli placer es el cebo de los males.)
pecho, donde van los vicios ajenos,
Sentencia es ésta de Platón: El
y la otra, a la espalda o, donde van
los propios. Puede decirse también:
malo envíscase en el placer; el
bueno, en el consejo. Para el bueno,
Tiresias, en casa: fuera de casa,
Dios es la ley; para el malo, el de-
lince, '

leite.

170. Ne nimium scrutare. Falle vivens sed non te.


174.
(No indagues demasiado.)
(Engaña mientras vives, pero no a ti.)

Corrobora el dicho anterior. Pue-


Aforismo viejo. Créese que lo for-
de también expresarse de estotra
muló Epicuro, de quien dicen Plu-
manera: No seas enojoso averi-
tarco y Horacio: No infelizmente
guador.
vivió quien nació en la oscuridad y
en la oscuridad murió. Con todo, ha-
171. Certum in incerto. se de añadir: Que nadie se ignore a
(Lo oiierto en lo incierto.) sí mismo, aunque le ignoren los
otros.
No hay más
incierta que la
cosa
vida; mientras ella dure, hemos de
acarrear la virtud, que es la pose- 175. Non referí qua, sed quo.
sión más segura. Debemos poner (No importa el por donde, sino el

los ojos en aquella otra que no tie- adonde.)


ne fin. Hemos de pensar en la muer- No tiene importancia alguna el
te,que es la cosa más cierta, y aban-
lugar por donde pases en la peregri-
donar las huecas e inciertas espe-
nación de esta vida, sino el sitio
ranzas y ansiedades, no sea que por
a donde llegas. En todo lugar, en
culpa de ellas, como dice Manilio,
toda fortuna se puede obrar con
mientras buscamos la vida nunca
rectitud y llegar al término que pre-
demos con ella.
tendemos.

172. Voluptates, specta abeun-


tes. 176. Scopulus in undis.
(A los deleites, míralos cuando vuelven (Escollo en las ondas )

grupa.)
A de que tenga nuestro espí-
fin
Cuando los placeres llegan, delei- ritu tanta firmeza que no la pue-
tan, y por ello se los considera her- dan sacudir las olas ni el oleaje pro-
mosos y placenteros; mas cuando celoso de los vaivenes humanos, de-
0BFAS MORALES. ESCOLTA DEL ALMA 1199

be siempre mantenerse inmóvil y des nada al pródigo y al manirroto;


por encima de la fortuna. que no confíes secreto alguno a nin-
guna oreja rajada y parlera; no te
177. Miserrimum penderé. hagas siervo de las pasiones; no
(La mayor miseria, estar coCgado.) obedezcas a los deleites; no te acos-
tumbres a ser liberal con los que no
Miseria muy grande es oscilar en- están hartos nunca.
tre el miedo y la esperanza.
182. Turpe, gigantem in nano.
178. Ne bis jmer. (Es cosa fea que haya un gigante en un
(Niño, pero no dos veces.) enano)

Es proverbio viejo: Los ancianos En cuerpo tan chico como es el


son dos veces niños. Sí, son niños que Naturaleza dió a los hombres
la
dos veces los ancianos que sufren y tan frágil y tan flaco, es cosa su-
desvarío o demencia. Avísanos que mamente fea que se albergue un
en edad avanzada no vivamos como tan fiero y soberbio espíritu, que
niños o tengamos entendimiento de con su necedad y con su altanería
niños. se engríe hasta el cielo.

179. Ne laborera citra prce- 183. Difficilis glorias custodia.


mium. (La difícil conservación de la gloria.)
(El itrabau'o no vaya más allá de i premio.)
¡Cuántas penalidades ha de so-
180. Ne laborem, laboris prce- portar el ambicioso de gloria para
mium. acarrear y para conservar lo aca-
(Eü. 'trabajo no sea premio del trabajo )
rreado! Mayor es esta servidumbre
Del trabajo en cosas del mundo, que la de los que ejecutan en las
o bien es nulo el premio, o bien es
minas trabajos forzados, puesto
vanidad u otro trabajo, más honesto que la gloria, si no está fundada en
si quieres, pero más molesto, como
los cimientos de la virtud, es fu-

los que truecan unas dignidades por


gacísima.
otras dignidades. Así exclama Hér-
cules en la tragedia famosa: El fin 184. Malus potentice custos,

de un mal es un escalón del otro.


metus.
(Mal guardián del poder es el miedo.)
Mientras el primero de estos traba-
jos es el tormento perdurable, como Quebradiza es la opulencia. Mu-
dice San Pablo La paga del pecado
:
chos la temen y, por ende, la odian.
es la muerte Es sentencia de casi todos los sa-
bios que explana Cicerón en su tra-
181. Pertuso de lio nfhu in- tado De los deberes.
fundas.
OEm tinaja horadada no derrames nin- 185. Nescis quid vesper serus
gún líquido.) vehat.
(No sabes lo que te trae el véspero
Alusión a la tinaja de las Danai- tardío.)
des en las infiernos, como cuenta la
mitología. Tiene hartas aplicaciones Lo futuro es de lo más incierto.
a la vida práctica, a saber: que no Nadie debe confiar demasiado ni
1200 JUAN LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. TOMO I

tampoco desesperar. Es dicho de bres sean las lenguas libres. Pero


Varrón, que lo puso por inscripción has de vivir de tal manera, que los
en alguna de sus sátiras. Viene a hombres no han de sentir la tenta-
decir esto mismo este modismo grá- ción de ejercer contra ti su libertad.
fico: Entre la boca y el bocado.
190. Ora virtute obtura non
186. Faciem ne aperias. metu,
(So descubras tu rostro) (Cierra las bocas con la virtua', no con
el miedo.)
Velado está el rostro humano de
vergüenza; este solo velo le dejó Tiene la misma aplicación prácti-
la Naturaleza no se le ha de despo-
; ca. Xo ha de cerrar las bocas el mie-
jar, pues, de- tan recatada cobertu- do, que es un cerrojo harto» endeble
ra, porque no hay cosa más detesta- y frágil. Obrando bien conseguirás
ble que la cara dura. que nadie sienta mal de ti y, por
tanto, que no lo diga.
187. Manum per frontem ne
ducito. 191. Cogitatus líber.
(Xo pases (la mano por la frente.) (El pensamiento es libre.)
Aludí a aquello: Fregaos la fren- Xadie puede impedir que uno
te, o la cara, o el semblante. Dícese piense lo que quiera.
de aquellos que expulsan lejos de
sí el pudor.
192. Cogitatus quis coget?
188. Splendor summus non Vis veritatis.
(¿Quién coaccionará el pensamiento? La
intuendus.
fuerza de la verdad.)
(Xo se ha de mirar de hito en hito la
soberana Lumbre.) Es ella tal que quita todas las sos-

El sol, si lo miras de fijo, daña pechas y es tanta que espontánea-


los ojos y aun ciega a veces. Así, si
mente se insinúa en el entendimien-
presumes contemplar el fulgor de to de los hombres y consigue que
la divinidad, perderás los ojos del nadie ya sea libre de pensar de otra
alma: Quien escudriña la majestad manera, ni muchas veces tampoco
—dice el Sabio será agobiado por lo puede. Por esto hay que proceder
con rectitud, pues no de otra mane
la gloria. Xo cabe en la estrechez de
la mente humana una cosa tan su- ra lograremos que todos sientan
blime y anchurosa: Xo me verá el bien de nosotros.
hombre y vivirá, dice Dios. Miste-
rio adorable es ése, no investigable. 193. Homo homini par.
(El hombre es igual ail hombre.)
189. Linguas ne prcecide sed
Que ningún hombre se encarame
cañe.
encima de ningún otro hombre, ni
(Xo cortes lenguas, ;pero guárdate de
le menosprecie, ni le mire con al-
ellas.
tanería, ni se prefiera a otro, pues-
Xo seha de quitar la libertad a to que todos fuimos enviados a esta
los hombres, pues como dice Augus- vida por Dios, nuestro Padre co-
to: Está bien que en las ciudades li- mún, y creados por el mismo dere-
OBF AS MORALES. ESCOLTA DEL ALMA 1201

cho. También con palabras de Séne- 197. Ebrietas nec madida nec
ca se puede decir: El gobierno a sicca.
Dios, el consorcio al hombre. (Da embriaguez, ni' húmeda ni
seca.)

194. Suavissimus post labo- Es húmeda la embriaguez ocasio-


rem fructus. nada por el vino o la cerveza; es
(Suavísimo es eil fruto del trabajo.) seca, cuando la produce alguna pa-
sión inmoderada, cuando ésta consi-
Así, por fin, es deleitoso gozar de guió adormecer toda la fuerza de la
ese fruto cuando esa satisfacción mente y del juicio, como la ira, la
fué por trabajo conseguida, por
el alegría, el miedo, la insolencia por
manera que el gozo presente alivia los buenos sucesos de la fortuna,
la molestia pasada. Vulgar es aquel la arrogancia, los placeres y todo li-
proverbio: Sabe a mieles lo que con naje de deleites, embriaguez que los
el trabajo se ganó. griegos llaman aoinon, avínica. De
entrambas hay que guardarse; en-
trambas sacan al hombre de sí mis-
195. Animo corpus fulcien- mo y le quitan el dominio de sí.
dum.
(E.1 cuerpo ha de ser sostenido por el
alma.) 198. Potentiorem, in te ne
admittito.
No hay que rendirse a la pesa- (No admitas contra ti a quien puede
dumbre de las obras honestas, y más que tú.)
cuando las fuerzas físicas desfalle-
cieren, el refuerzo del alma sea tan El que llaman los filósofos hábi-
grande que* sostenga el cuerpo en to vicioso es un tirano violentísimo
su desmayo y su caída. Es de Séne- que ha ocupado el alma. Por eso
ca, en su libro De la vida bienaven- hay que trabajar con vivo empeño
turada. para que ese intruso no tome bríos
dentro de nosotros. Ya no seremos
nuestros si le admitimos a él. Esto
196. Nocens, se judice, num- mismo ha de decirse de muchas per-
quam absolvitur. turbaciones anímicas, como la ira,
(Al malo, su 'propio juicio no Le ab-
como la avaricia pero de una ma-
;
suelve (nunca.)
nera especial, de la pasión del juego,
Pues siempre le acusa y le conde- el amor y la sensualidad.
na su conciencia. Dice Juvenal: To-
do mal que se comete desagrada a
199. Precibus emptum, carum.
su propio autor; ésta es la primera
(Lo compradlo con 'súplicas es caro.)
venganza, a saber: que ningún malo
se absuelve a sí mismo, siendo de sí Es un dicho corriente. Cicerón
mismo juez. De esta materia habla Prefiero comprar que pedir. Lo mis-
Cicerón Contra Pisón y En favor de mo dice Apuleyo en sus Floridas :

Roscio Amerino, y Séneca, en mu- Precio costoso son los ruegos, pues
chos lugares de sus obras. En Quin- a ellos únese el empacho. Así, pues,
tiliano figura como proverbio esta arréglate de modo que necesites de
expresión: La conciencia vale por poco para que tengas que pedir po-
mil testigos. co. Y si el rogado fueras tú, persuá-
1202 JUAN LUIS VIVES.
.
— OBRAS COMPLETAS. —TOMO I

déte haber recibido gran precio por sas, que no trazase con su pincel al-
el hecho de ser rogado y no te guna línea. Antiguamente, el sumo
muestres difícil a la petición. primor del arte consistía en tirar lí-
neas delgadísimas. Este símbolo nos
200. Quiesce, nihil acturus. avisa que no debe pasar día ningu-
(Descansa por no hacer nada.) no sin que hagamos algo digno de
nuestra condición humana, alguna
Es aforismo de Atilio, citado por obra de ingenio tocante o a la eru-
Plinio Nocovomiense Más vale es-
: dición, o a la prudencia, o a la pro-
tar ocioso que no hacer nada. No bidad, o a la piedad. Tal dicen que
hacer nada es ocuparse en cosa in- fué la costumbre de Catón el Censor.
útil o sin resultado; más vale dar Mas aquellos que se ganan la vida
paz a la mano que trabajar en esa con otras artes, también pueden
hacienda. todos los días, en su respectiva ocu-
pación, ejercitarse en alguna labor
201. Ingenium inexcercita- útil.

tum, torpidum.
(Ingenrio sin ejercitar es pura torpeza
Calumnia?, morsum reme-
)
204.
Decía Catón que el ingenio del dium nullum.
hombre era semejante al hierro, que (No hay remedio para la mordedura de
la calumnia.)
con el uso cobra lustre y en la in-
acción el orín le ataca y le corroe. Puede afirmarse que no existe
Hay que ejercitar el ingenio a la mal tan grande para el cual la Na-
continua (pues el ocio es el más fér- turaleza no haya deparado algún re-
til semillero de vicios), pero en al- medio, cuando menos con la fuga.
guna obra honesta y bella; verbi- Empero, la calumnia muerde a hur-
gracia: el estudio o la virtud, pues to, y antes que se sienta ha mata-
no es ejercitarlo, sino corromperlo, do ya.
ejercitarlo en cosas malas o torpes,
Esto viene a decir el símbolo si-
guiente :
205. Benevoli muiti, consilarü
pauci.
(Bien queridos, muchos; consejeros,
202. Ingenium situ pereat, •pocos)
non sentibus.
(Perezca el ingenio por inacción, no por De Salomón: Quieras y haz bien
'espinosa ve ge tac 1 ón
.
a muchos, pero no confíes tus se-
cretos a quienquiera ni a quienquie-
Más vale vivir en ocio que ocu- ra consultes; elige en quien pueda?
parse en depravados ejercicios. depositarlos con seguridad y valerte
de su consejo con fruto.
203. Nullus sine linea dies.
(Ningún día sin trazar línea)
206. Justitia, gratuita.
De un aforismo viejo y la costum- (La justicia, de balde.)
bre del pintor Apeles de Coos, quien
desplegó tal inteligencia en su arte De Cicerón, en su primer libro
que no pasaba día alguno, por más De las leyes: No hay cosa más in-
ocupado que estuviese en otras co- justa que buscar el premio de la
OBRAS MORALES. ESCOLTA DEL ALMA 1203

justicia, y quien por la paga es Y, con efecto, así es. Con mayor-
bueno, también será malo por la verdad sabe el varón bueno e indoc-
paga. to qué cosa es la virtud, que el hom-
bre malo y docto. Y en la vida inte-
rior, el espíritu de Cristo se mani-
207. Misericordia venalis, fiesta copiosísimamente a las almas
crudelis. piadosas. ¿De qué le aprovecha al
(Oroed es la misericordia que se veaicbe.) malo su ciencia? Es que en realidad

Es crueldad obligar a quien de no tiene ciencia, aunque discurra


tal manera sufrió quebranto que ne-
agudamente, pues en el pecado
cesitó misericordia, a pagar algo
siempre hay ceguera. ¿Acaso no sa-
para su alivio. Es acerba y sin en- be mejor lo que es pintura el que
trañas el alma a quien no impre- trata de
pintura con impericia, pe-
siona y vence la calamidad de un ro pinta con
primor, que quien tra-
hrmbr 0 sino su propio interés. ta de ella con mucha doctrina teóri-
,

ca, pero no sabe tirar una línea ni


combinar los colores?
208. Bonorum rector, malo-
rum victor.
(Qufen gobierna a buenos es vencedor
211. Persona publica, priva-
oe maílos.) tam depone.
(Si eres hombre público, abandona el
De
Séneca, en su carta octogési- privado.)
ma quinta: En la prosperidad se
ha de gobernar, en la adversidad se Aquel en quien se delega una ma-
ha de luchar. La próspera fortuna gistratura, un mando o un princi-
debe gobernarse con habilidad, con pado, ese tal sepa que ya no ha de
consejo, con prudencia, con ingenio. buscar sus particulares provechos,
La fortuna airada hásela de recha- sino los del pueblo que preside. De
zar con grandes bríos y superarla y esta manera, su gestión política se-
hollarla con espíritu invencible. rá ejemplar; y lo hiciere al revés,
será un tirano. En las puertas de las
curias debiera ponerse en trazos
209. Quod invenisse pigeat, bien legibles esta sentencia que es
ne queeras. un aviso a los magistrados y conse-
(No busques loque te pesará de hatber jeros: Entrando acá, deja a la puer-
encontrado.) ta al hombre privado y asume el

Mejor ignorarlo; verbigracia:


es
hombre público.
una infamia doméstica, triste reve-
lación del oráculo, la cual, si se pro- Parvo james
212. constat,
pala, no hace más que atormentar magno fastidium.
el corazón a la continua. (El hambre es barata; ¿o que resulta
caro es el hastío.)

210. Tantum seis, quantum


operaris. La naturaleza se contenta con po-
(Tanto sabes cuanto obras.) co; el hambre se aplaca y se quite
con poca comida; las mesas opípa-
Dicen que esta expresión era fre- ras ocasionan hastío y enfermeda-
cuente en labios de San Francisco. des.
1204 JUAN LUIS VIVES.' OBRAS COMPLETAS.— TOMO I

213. Unum est necessarium. principio; El es el fin. De El parten


(Una sola cosa es necesaria.) todas las cosas; todas las cosas tien-
den a El. En El es menester que
Palabras son éstas de Jesucristo, nos ahinquemos si queremos ser fe-
Salvador nuestro, para avivar el lices, no con otro clavo que el de
fervor de la piedad y disminuir la nuestra mente. Muchos otros símbo-
solicitud de las cosas perecederas: los y empresas pueden sacarse de
la procuración de la comida y de la
Platón, de Cicerón, de Séneca, de
bebida y del gobierno doméstico, en Horacio, pero, singularmente, de las
la cual Marta andaba metida, es cosa
Sagradas Letras, manantial tan co-
ciertamente útil al hombre, a su pioso como puro. En los autores
debido tiempo; pero sentarse a los cristianos hállanse tantos prover-
pies de Jesús y beber su palabra bios, metáforas, alegorías, apólogos
con pureza de alma, que era el ofi- también y anécdotas, que pueden
cio de Magdalena, es lo necesario, en proporcionárnoslos en número muy
definitiva, y que no le será quitado grande. Y aun a los que yo puse aquí
jamás por jamás. Cuando hubieres se les puede cambiar y dables otro
apurado todos los recursos del inge- giro, y de los escolios sacar otros y
nio, todo lo que lo adorna y lo deco- otros. Por ello no puse los que an-
ra, todo lo que compone y adereza dan en boca de todos: Conócete a
el cuerpo, todas las comodidades ex- ti mismo; De nada, demasiado ; Pro.
teriores, entenderás que sola esta mete, La suerte está echada, que
cosa es necesaria. dícense ser los tres oráculos de Apo-
lo, y La mitad es más que el todo,

214. Mente Deo dejixus. que es de Hesíodo, y el Sostente y


(Con tu mente clavada en Dios) abstente, que es de Epicteto. Los
que puse bastarán, bien para la
Este será el último de los símbo- abundancia de las sentencias, que
los, puesto aquí con agüero tan fe- casi todas están en ellos incluidas,
liz, como aquel primero que pusi- sino como demostración de que pue-
mos: Scopus vito? Christus. El es el den formularse una infinidad.

FIN DE LA
«ESCOLTA DEL ALMA»
BU üa;;

INTRODUCCION
A LA SABIDURIA
(INTRODUCTIO AD SAPIENTIAM)

(1524)

1 un i •' ' '


• •
IV

verdadera sabiduría consiste en Verdaderamente el pueblo es


Lajuzgar de las cosas con criterio gran maestro del error.
ei

no estragado, estimando a cada una


de ellas por su valor real; no yendo
en pos de lo vil como si fuera pre- v
cioso, ni desechando lo precioso co-
mo si fuera vil, ni vituperando lo En ninguna otra cosa debiéramos
que fuere loable, ni loando lo que poner mayor empeño que en apar-
tar y rescatar al amigo de la sabi-
fuere merecedor de vituperio.
duría del sentir de la masa.
•Cb \Á »>bt» ; ... II; J •„.::-..;;

VI
No hay error en el entendimiento
humano ni vicio en el pecho huma- Lo primero, comience por serle
no que no nazca de aquí, ni hay co- sospechoso todo aquello que con
sa en toda la vida que acarree ma- consentimiento grande aprueba el
yor destrucción que aquel torci- vulgo multitudinario si no lo redu-
miento del juicio que no da a cada jere al. fiel contraste de aquellos que
uno de los objetos su precio verda- todo lo miden por el rasero de la
dero y justo. virtud.

111 VII

Por causa de
esto, perniciosas son Acostúmbrese cada uno desde ni-
las Opiniones del vulgo que juzga ño a formarse de las cosas opinio-
.

de las cosas con desvarío muy nes verdaderas, las cuales irán cre-
grande. ciendo al paso de la edad.
1206 JUAN LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. TOMO I

VID XIV

Aficiónese a todo lo que fuere rec- En el cuerpo hay hermosura, sa-


to y huya de lo que fuere torcido. lud, fuerza, entereza, robustez, agi-
Esta costumbre en el bien hacer se lidad, deleite, y están también sus
le trocará casi en naturaleza, por contrarios, fealdad, enfermedad,
manera que no podrá hacer mal si manquedad, morosidad, dolor y
ya no fuere forzado" y como traído otros daños y otros provechos cor-
al redopelo. porales.

ix [ J4 <
j \j J XV

Hase de tomar la más excelente En el alma hay doctrina y virtud,


manera de vivir; la habituación la y asimismo coexisten en ella sus
tornará sabrosa en grado sumo. contrarios: ignorancia y vicio,

x XVI

El discurso de la vida toda de- Fuera del hombre están las rique-
pende de la crianza que se recibió zas, el poder, la nobleza, la honra,
en la mocedad. la dignidad, el favor, y fuera del
hombre están también sus contra-
XI rios: la pobreza, la necesidad, el
menguado linaje, el bajo estado, la
Enesta carrera de la sabiduría deshonra, la vida oscura, la odio-
el primer paso es aquel dicho tan sidad.
trillado y tan celebrado de los an-
tiguos: «Conocerse cada uno a sí NATURALEZA Y PRECIO
mismo.» DE LAS COSAS
XVII

DIVISION DE LAS COSAS La reina y señora principal de to-


HUMANAS das las cosas es la virtud, a cuyo
servicio tiene que estar todo lo de-
XII más, si quisiere cumplir con su obli-
gación.
El hombre está compuesto de
cuerpo y alma. El cuerpo tenérnoslo XVIII
de la tierra y de estos elementos que
vemos y tocamos, semejante a los Doy el nombre de virtud a la pie-
cuerpos de las bestias. dad para con Dios y con los hom-
bres; al acatamiento de Dios, al
amor de los hombres, que anda
XIII
identificado con la voluntad de ha-
El alma, dádiva del Cielo, seme- cer bien.
jante a los ángeles y a Dios mismo; XIX
por ella se juzga al hombre; ella sola
debiera llamarse hombre, como plu- Todas las cosas restantes, si las
go a los más grandes varones de refiriere el hombre a la virtud, ja-
la antigüedad. más parecerán malas.
OBRAS MORALES. — INTROD. A LA SABIDURÍA. PRECIO DE LAS COSAS 1207

XX XXVII

Loe que primero introdujeron el Nobleza es ser conocido por he-


nombre de bienes, no sintieron de chos honoríficos, y para el hijo de
ellos lo que ahora siente el vulgo, buenos, es mostrarse semejante y
el cual, corrompiendo los verdade- digno de sus padres.
ros y naturales significados, ha vuel-
to al revés la estimación de las XXVIII
cosas.
XXI Generoso es el que de suyo está
ejemplarmente dispuesto para la
Conforme a estodebemos enten- virtud.
der estos bienes en el sentido que
se conceptúan bienes. No son rique- XXIX
zas las piedras preciosas, ni los va-
liosos metales, ni los magníficos edi-
Salud es una disposición del cuer-
ficios, ni el ajuar costoso. Riqueza
po tal que el alma esté sana.
será no carecer de lo que es preciso
para amparo y defensa de la vida. XXX
Hermosura es tener tales líneas
XXII
del cuerpo que sean expresión de
Gloria no es otra cosa sino el re- la belleza del alma.
nombre de mucha virtud.
i XXXI
XXIII
Fuerzas y valentía son estar su-
Honor es el acatamiento prestado ficientemente dotado para los ejerci-
a la virtud excepcional. cios de virtud por no ser presa fá-
cil de la fatiga.
xxrv
xxxii •
Influencia es el favor conquistado
por la amabilidad de la virtud.
Deleite es el goce puro, firme, du-
radero, cual es el que se toma de
XXV sólo aquellas cosas que tocan y ata-
ñen al alma. •

Dignidad es, o bien la buena opi-


nión que tienen los hombres, gran- xxxiii
jeada en justicia por la virtud, o
cierto decoro que asoma al exterior Si alguno considerare y examina-
de la virtud, que vive recatada en re, todo esto de diferente manera, a
la más entrañable intimidad., saber, como lo entiende la plebe,
hallará que es vano y dañoso. Pri-
XXVI meramente, todas las cosas exterio-
res se refieren, ora al cuerpo, ora al
Poder y reinar es tener a muchos, alma, como las riquezas para defen-
por cuyo bien mires recta y desinte- der la vida y la honra para juzgar
resadamente. de la virtud.
1203 JUAN" LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. TOMO I

XXXIV xxx IX
El cuerpo no es otra cosa sino un Fuera de esto, la naturaleza y
velo del alma, o, mejor dicho, es un constitución de nuestro cuerpo es
esclavo suyo al cual la naturaleza, tal, que se satisface y contenta de
la razón y el mismo bien parecer tan pocas cosas, que si alguno más
imponen la sujeción con respeto a de asiento y más de cerca lo consi-
ella,bien así como lo inanimado se derare, tendría, sin duda, por locos
subordina a lo animado y lo mortal a los que con tanto afán y agonía
se subordina a lo inmortal, y lo te- allegan tantas cosas, siendo así que
rreno se subordina a lo divino. son menester tan pocas.

xxxv XL
Para eso se acarrea el saber en el Agudamente, quienquiera que él
alma, para que más fácilmente hu- que
fuese, definió las riquezas aquel
yamos del vicio, luego de haberlo una
dijo que eran largo viático para
conocido, y con mayor facilidad lue- jornada breve.
go de haberla conocido vayamos a
los alcances y consigamos y practi- XLI
quemos la virtud. -Si así no fuere,
todo saber huelga.
Porque riquezas, posesiones,
las
vestidos, solamente se han de adqui-
rir para su uso, y no ayudan, preci-
xxxvi samente, a su uso, sino que lo estor-
ban todas las demasías como a la
¿Qué otra cosa
es la vida sino una
chica nave la gran carga.
cierta peregrinación, por todos la-
dos cercada de desastres y comba-
tida de mil fortunas, a la cual, en XLII
cada momento, está aparejado el fin
Xi el mismo oro, como no se haga
y éste puede sobrevenir a cualquier uso de él, difiere del cieno, sino en
hora por causas muy livianas?
cuanto su custodia ocasiona más an-
gustias, y hace que mientras estás
xxxvn exclusivamente atento a él descui-
das aquello otro a que has de pro-
Y siendo esto así, es la mayor de veer principalmente.
las locuras que por codicia de vida
tan incierta hagamos cosa fea o ma-
la como si por ti fuera verdad ave- XLIII
;

riguada, que luego de haberla hecho


Es el dinero servidumbre de ído-
tuvieras que vivir más largamente.
los, a él se le pospone lo que
porque
por su naturaleza es lo primero y
xxxvni más grande, a saber: la piedad y la
santidad.
En esta vida, como en una jorna-
da, cuanto más ahorrado y desemba- XLIV
razado de hato anduviere cada uno,
tanto más expeditamente y con ma- Dejo aparte cuántos lazos y cela-
yor placer irá haciendo su vía. das están al acecho de las riquezas.
OKKAS MORALES. INTROD A LA SABIDURÍA. PRECIO DE LAS COSAS 1209.

por cuántos y cuán diferentes casos LI


se pierden y a cuán diferentes vi-
cios nos empujan. Y
locura es gloriarte de haber te-
nido un padre bueno, siendo tú ma-
lo y con tus ruines obras poner des-
XLV
doro y mancilla en la nobleza de tu
linaje.
Los lucidos atavíos, ¿qué otra cosa
son sino instrumentos y aparejos de LII
soberbia?
Es indudable que todos estamos
XLVI compuestos de unos mismos elemen-
tos y Dios es el padre de todos.
La necesidad, excogitó el vestido
útil; el lujo, imaginó
vestido pre-
el LUI
cioso; la vanidad, inventó el vestido
galano. Tener en poco aprecio la cuna
donde se ha nacido es un callado
XLV II reproche de Dios, única causa y .ver-
dadero autor de nuestro nacimiento.
Originóse una porfía en el vestir,
que nos enseñó muchas cosas sobra-
LIV
das y dañosas, por querer los hom-
bres ganar honra de aquello mismo El poder, ¿qué otra cosa es sino
que arguye su flaqueza. una galana pesadumbre? Si supie-
ran todos y cada uno cuantas mo-
XLVIII lestias y cuántas congojás trae con-
sigo el poder qué mar de amargura
;

Y, así, una parte de las riquezas, es tan grande y tan vasto, no hu-
como son los suntuosos edificios, el biera hombre tan ambicioso que no
ajuar numeroso y curioso, las per- huyese de él como de una pesada
plata y todo género de
las, el oro, la desventura, y, según dijo aquel rey
galas y arreos se allegan y se expo- de la antigüedad, aunque hallase en
nen más para contentar la vista de el suelo la corona no la alzaría.
losque los miran, que para el uso y
comodidad de los que los poseen.

¡ Cuánta- odiosidad acarrea gober-


XLIX nar a gente ruin! ¡Y cuánta mayor
si el ruin eres tú!
Y nobleza, ¿qué otra cosa es
la
sino un albur del nacimiento y una
LVI
opinión inspirada en la necedad del
pueblo? Vemos hartas veces que es- si no nace de la virtud,
El honor,
ta nobleza se adquiere con robos. es depravado y perverso, y no pue-
de contentar, en realidad, a aquel
L a quien acusa su propia conciencia;
y si nace de la virtud, la misma vir-
La firme y auténtica nobleza nace tud que le granjeó le menosprecia.
de la virtud. '
Otramente, no será virtud si hace <
1210 JUAN LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. TOMO I

algo por codicia del honor. El honoi LXII


debe ir en pos de ella, no anticiparse
y ganarla por la mano. ¿Qué diré sino que estas honras
y favores que los hombres tanto
LVIT I procuran y estiman nacen de cosas
de burlas, en parte necias, en parte
¿Quién podrá a boca llena dar a malvadas, como de jugar a la pelo-
las llamadas dignidades ese nombre ta, de malgastar el patrimonio en
si van a parar en sujetos indignísi- comeres y en beberes, en truhanes,
mos, que las buscaron con astucia, en farsantes y, principalmente, na-
con engaño, con soborno, con cohe- cen de la guerra, es decir, de un
cho y otros pésimos procedimien- impune latrocinio, porque conozcas
tos? mejor la locura del vulgo?

LVTII
LXIII

Y con mayor razónsi se las con- Recoja cada uno su pensamiento


fiereaquella Bestia de mil cabezas dentro de sí y considere a solas to-
que ninguna cosa hace con juicio. do esto y hallará cuán poco le toca
; de la fama, de los rumores, del aca-
LIX tamiento, de la honra del pueblo de
la cual se precia.
Y ¿qué otra cosa es sino,
la gloria,
como dijo un sabio, un vano ruido
lxiv
e hinchazón de las orejas?
A hora del sueño o estando en
la
! la soledad, ¿qué diferencia va entre
el más empinado rey y el esclavo
De la gloria, como asimismo de más abatido?
la honra y de la dignidad, ninguna
parte toca a aquel que las posee: LXV
son inciertas, vagas, injustas, que de
presto ligeramente vuelan y se pa-
Enconclusión, convénzase cada
san, semejantes al padre que las en-
uno que la nobleza, los honores, el
gendró; quiero decir al vulgo mul- poder, nacieron y son una supervi-
titudinario, el cual, en un mismo
vencia de una primitiva y torcida
día, a un hombro le ensalza hasta
persuasión que Cristo borra de los
las nubes y antes que anochezca ánimos de aquellos hombres que son
le
derriba y le himde en el abismo.
verdaderamente suyos, sembrada
entre los cristianos a manera de ne-
guilla por nuestro mortal enemigo
LXI
el diablo, en los buenos panes de

Y
así vemos por experiencia que Dios.
ia honra huye con pies veloces del LXVT
que la sigue con ardor y se abando-
na en brazos del que la desprecia. En nuestro mismo cuerpo, ¿qué
Esta también es la condición del es lahermosura sino un buen lustre
vulgo. en un cuero superficial? Si nuestra
OBRAS MORAÍES. —INTROD. A LA SABIDURÍA. — PRECIO DE LAS COSAS 12] 1

vista calase más adentro, ¿cuánta aquellas ventajas se debiliten y des-


suciedad no se vería aun en ei cuer- truyan con la edad, que no puede
po más hermoso? ser duradera.

LXVII LXXIII

No es otra cosa el más lindo No


hay, pues, nadie que con justo
cuerpo, sino un sucio muladar cu- títulopueda decir que es suyo nada
bierto con un velo blanco y ro- de lo que está fuera de él, pues tan
sado. fácilmente muda de dueño; ni me-
nos podrá llamar suyas las gracias
LXVIII del cuerpo que con tan rápidas alas
se alejan de nosotros.
La buena traza y la hermosa figu-
ra del cuerpo, ¿de qué sirven si el
LXXIV
ánimo está estragado, y es, como
dijo el filósofo griego: En vistosa ¿Qué diré sino que estas cosas,
posada huésped feo? detrás de las cuales tanta gente an-
da embebecida, son conocidamente
LXIX causa de vicios muy grandes, a sa-
ber; presunción, soberbia, flojedad,
Y muchas y crecidas, braveza, malquerencia, envidia, ene-
las fuerzas
¿qué aprovechan en el hombre si mistades, riñas, guerras, matanzas,
las cosas grandes y dignas del hom- estragos y toda suerte de fieros ma-
bre no se hacen con las fuerzas físi- les?
cas, sino con las del entendimiento?
LXXV

LXX El deleite del cuerpo como el mis-


mo cuerpo es vil y bestial, y de él
Ni sus fuerzas por aumentadas más veces y con mayor intensidad
que fueren no serán mayores que y duración mayor gozan los irracio-
las del toro o del elefante; es por la nales que los mismos hombres.
razón, por el ingenio, por la virtud
por lo que les llevamos ventaja. lxxvi •

LXXI De este mismo deleite sensual,


origínanse muchas enfermedades en
Dejo de decir que la hermosura, el cuerpo y sobrevienen a la hacien-
la fuerza, la ligereza y otras gracias da graves daños, fuera de que trae
y dotes del cuerpo, como flores, muy hastío al alma y torpedad al enten-
presto se marchitan y por pequeños dimiento, que con los regalos de la
desmanes se pasan; una insignifi- carne se casca y extenúa. Y, en fin
cante calenturilla casca al más re- de cuentas, acarrea el desgobierno
cio de los hombres y por más apues- de sí mismo y la inquina de todas
to que sea le deshace. las virtudes.

LXXII lxxvii

Y dado que ninguna de estas co- Ni es lícito gozar de él sino a


sas sucediere, fuerza es que todas hurto, porque, como desdice de la
1212 JUAN LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. TOMO I

nobleza de nuestra alma, no hay en lxxxii .

el mundo hombre tan perdido que


no tenga vergüenza de tomarle de- Xo hay en el mundo mayor ga-
lante de testigos trae consigo afren-
; nancia para el alma que la que sig-
ta y así busca oscuridad y escondri- nifica atesorar bondad, ni para el
jos. cuerpo mayor lucro que saber aco-
modarse a cualesquiera circunstan-
LXXVIII cias, i

¿Y qué más, sino que también es LXXXIIl


fugacísimo y momentáneo y no hay
fuerza que baste a detenerlo y que La buena fama, aun cuando nada
jamás viene puro ni sin alguna hayas de hacer porque aparezca y
mezcla de desabrimiento? se demuestre, con todo debe conser-
varse en toda su entereza; hartas
LXXIX veces este cuidado nos refrena de
muchas cosas feas; pero su fruto
Desechando, pues, las apreciacio- principal e inmediato es la edifica-
nes del vulgo, ten por mayor de
el ción ajena.
los males no lapobreza o el ruin
linaje, ni la cárcel, ni la desnudez, LXXXIV
ni la ignominia, ni la deformidad
física, ni la enfermedad, ni la flaque-
De ahí aquel aforismo de sabios
za, sino los vicios y sus anejos, la y santos varones: .Yo se ha de ha-

ignorancia, la tontez y la locura.


cer mal ni cesa que lo par zea.

LXXX LXXXV

Persuádete que el mayor de los Y si no pudiéremos alcanzar esto,


bienes son sus contrarios, a saber: contentémonos con nuestra concien-
las virtudes y lo que linda con las cia; y cuando estuviere tan estra-
virtudes; verbigracia: la ilustra- gado el sentido moral de los ham-
ción, la agudeza del ingenio, la sa- bres que juzguen por muy malo
nidad del entendimiento. precisamente aquello que es lo me-
jor, entonces todo nuestro afán de-
be consistir en que así nuestras
LXXXI r
obras como nuestros más secretos
Todo lo demás que hay en el pensamientos merezcan la aproba-
ción de Dios. Y esto nos basta y nos
cuerpo o fuera de él, caso que lo !:
sobra. '

tengas te aprovechará si lo refirie-


res a la virtud, y te hará gran da- LXXXV i
ño si lo refirieres a los vicios; em-
pero, no teniéndolo por amor de Aun los mismos males que llaman
Dios, guárdate de procurarlo, aun- del cuerpo o de la fortuna podrás
que sea con la más pequeña pérdi- trocarlos en bienes si los llevares
da de la virtud. Ello equivaldría a con paciencia y estuvieres tanto
comprar con mucho oro un pellizco más dispuesto para la virtud y, por
de barro o, por mejor decir, sería ende, más ágil cuanto menores fue-
trocar salud por enfermedad. ren sus resultados.
OBRAS MORALES. INTROD. A LA SABIDURÍA. —-DEL CUERPO 1213

LXXXVII demasiado ni decaiga por falta de


fuerzas.
Hartas veces de los daños corpo-
xcn
rales o exteriores recibieron las vir-
tudes pingües acrecentamientos. No hay cosa que igualmente debi-
lite vigor del entendimiento y
el
DiEiL CUERPO casque la robustez y la reciedumbre
del cuerpo como el placer; porque
LXXXVIII
todas las fuerzas así del alma como
Y porque en esta nuestra pere- del cuerpo, con el ejercicio y tra-
grinación traemos el alma encerra- bajo se sustentan y languidecen con
da en el cuerpo y tesoros cuantio- el ocio y la molicie del placer.

sos en vasos de barro, no hemos de


repudiar y desdeñar ei cuerpo sis- xcin
temáticamente.
La limpieza del cuerpo y del
LXXXIX mantenimiento sin regalos ni exqui-
siteces contribuye mucho a la sa-
Con todo, el cuidado que de él he- lud y al ingenio.
mos de tener debe ser tal que no
se alce a mayores y se tenga por xciv
señor, ni aun hemos de permitir
que se considere consocio, sino que Luego punto lavarás manos y
al
se ha de sentir esclavo y que si co- cara con agua fresca y las secarás
me y bebe y vive no es para sí, sino con un paño limpio.
para otro.
:; xcv
xc •
''

Limpiarás con frecuencia aquellas


Cuanto más cuidado se tiene del
partes- por las cuales las superflui-
cuerpo, tanto mayor es el descuido
dades del cuerpo hallan camino y
del alma. Cuanto con mayor blan-
desagüe.
dura se trata al cuerpo, con tanta
mayor insolencia se rebela contra xcvi
el alma, como el caballo a quien se
trata regaladamente echa de sí al Estas son la cabeza, las orejas, los
que le cabalga. ojos, la nariz, las manos, los soba-
cos y las partes vergonzosas.
xci

La excesiva pesadumbre del cuer-


po agobia el alma. La agudeza del
Los pies estén limpios y calientes,
ingenio se embota con la grosura
corporal. El comer, el dormir, e
ejercicio físico, todo el tratamiento xcvm
que al cuerpo se diere debe endere-
zarse a la salud, no al placer ni al Guárdense del frío todas las par-
regalo, para que sirva al alma con tes del cuerpo y, principalmente, la
presteza y ni se insolente por culto cerviz.
1214 JUAN LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. TOMO I

XCIX cv

No comas luego de haberte levan- Demás de esto, la templanza hace


tado de la cama
ni antes del almuer- no sólo que nos baste lo que tene-
zo si no fuere muy ligeramente. mos a mano, sino que de ello poda-
mos dar alguna parte a los pobres.
c
cvi

El almuerzo se da al cuerpo para Esto nos enseña con su ejemplo


sosegar y tonificar el estómago, pe- Nuestro Señor, cuando, después de
ro no para ahitarlo haber hartado a aquella muchedum-
bre de gente, no consintió que se
ci perdiesen los relieves de los panes
y los peces multiplicados.
Para esto bastan tres o cuatro
bocados sin beber nada o muy poco cvn
y muy templado, lo cual no es me-
nos provechoso al cuerpo que al in- La Naturaleza nos mostró las co-
genio. sas que nos son necesarias, las cua-
les son
harto pocas y asequibles.
cu Fué necia presunción quien in-
la
ventó las superfluas, que son infini-
En la comida y en la cena acos- tas y de difícil consecución.
túmbrate a no comer sino una sola
vianda y ella simplicísima y la más cvin
saludable que permitan tus posibili-
dades, y esto aun cuando se presen- La naturaleza, si le das lo que ha
ten muchos manjares a la mesa; si menester, se huelga y como cosa
fuere la tuya, no lo consientas. propia se fortifica. Si, al revés, le
das lo sobrado, se enflaquece y afli-
ge como con cosa ajena.
cin
cix
La variedad de los manjares es
pestilencial al hombre y más pesti- La necia presunción no se harta
lencial la de los guisados. con lo necesario; lo superfluo ago-
bia, pero no sacia.
civ
ex
La limpia y pura medianía con-
viene a los ánimos templados y cas- La bebida será o aquella natural
tos, conserva la hacienda y ella sola y común a todos los
animales dada
basta a darnos a entender que no por Dios, a saber: el agua pura y
tenemos necesidad de muchas cosas clara, o una flaca cerveza o un vino
y que no nos metemos en pésimos muy
aguado.
negocios por afán de un lucro para cxi
complacer con lujos y exquisiteces
a la gula irritada o con manjares No hay cosa que más daño haga
delicados y finos. al organismo joven en la comida y
OBRAS MORALES. — INTROD. A LA SABIDURÍA. —DEL ALMA 1215

bebida que lo que de suyo es calien- cxvin


te, y les enciende y abrasa las en-
trañas; de ahí se tornan demasiado Los físicos no serán
ejercicios
bullangueros y descarados, de una exagerados, sino tasados y medidos
ciega temeridad; pierden el seso y por las exigencias de la salud; en
caen en mil locuras. ello se han de seguir los consejos
de los médicos.
CXII cxix

No bebas después de cenar; si la Sean también de manera que no


sed te hostigare, toma alguna cosa resulten torpes, deshonestos, sucios
húmeda y fría o una bebida ligerí- y malos y aun en los pasatiempos
;

sima. y recreaciones del alma haya algu-


CXIII na memoria de virtud.
Entre esta "bebida y el descanso,
cxx
interpón al menos el espacio de
media hora. Lejos estén de ti las arrogancias,
las porfías, las riñas, la envidia, la
cxiv codicia; que esto sería atormentar
el alma, mientras se la quiere re-
Cuando te levantes, trae a la me- crear; equivaldría a verter hiél en
moria cuan exiguo plazo de tiempo aquella miel que se quiere sea en
se concedió a la vida del hombre, y
extremo dulce.
que de tan chica porción no es cuer-
do gastar mucho ni perderlo en jue- cxxi
gos, en comilonas y banquetes, en
liviandades; en muchacheces y en
El sueño se ha de dosificar como
boberías. una medicina, cuanto bastare para
aliviar el cuerpo y en proporción
cxv suficiente. El sueño demasiado ha-
ce, a los cuerpos sobrados de humo-
Breve, a pesar de todo, es el espa-
res dañinos y los hace flojos, pere-
cio de nuestra vida, aun cuando lo
zosos, lentos y quita la rapidez del
empleáramos en vivir bien.
todo ingenio.
CXXII
cxvi
No se ha de pensar que lo es de
No nos crió Dios para juegos ni vida aquel tiempo que se gasta en
bagatelas, sino para cosas de impor- dormir; porque la vida es vigilia.
tancia, para la moderación, para
la molestia, para la templanza, para
para todo género de vir-
la religión,
tud y de merecimiento. DEL ALMA
CXXIII
cxvn
En el alma hay dos partes: la
No cures las enfermedades del una que entiende, recuerda, sabe,
cuerpo con las dolencias del alma. usa de razón, de juicio, de ingenio.
1216 JUAN LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. TOMO I

Esta parte llámase superior y por mine todas las cosas y discierna lo
nombre propio, alma por ella so- ;
que es bueno y ha de obrar y, al re-
mos hombres, por ella somos seme- vés, lo que es malo y debe evitar,
jantes a Dios; ella es la ventaja que y también de una fuerza de volun-
llevamos sobre los otros animales. tad soberana y eficacísima, y tal
que a su mandato no quede nada
cxxiv en el ánimo que no le esté sometido
si estuviere en ello empeñada y no
La otra, por su unión con el cuer- renunciare un punto ninguna de
po, carece de razón es brutal, es; sus atribuciones.
bestial, es cruel; más semejante a
bestia que a hombre, y en ella tie- cxxvni
nen su asiento aquellos movimien-
tos que se llaman pasiones o pertur- El ingenio o talento con muchas
baciones, páthe en griego, como son artes humanas y divinas se pule, se
arrogancia, malquerencia,
envidia, labra, se afina y se provee de gran-
ira, miedo, gozos
tristeza, codicia, des y admirables conocimientos, gra-
vanos. Llámase esta parte más ab- cias a los cuales conoce con exacti-
yecta, parte inferior, y por ello casi tud mayor las calidades y valores
en nada nos diferenciamos de las de cada cosa y puede dictar a la vo-
bestias y muchísimo nos alejamos luntad qué bien debe seguir y qué
de Dios, colocado infinitamente más mal debe soslayar.
allá de toda enfermedad y pertur-
bación. I cxxix
cxxv Así que deben ser esquivadas to-
Este es orden de la Naturale-
el das aquellas artes incompatibles con
za : que
sabiduría gobierne todas
la la virtud, como lo son todas las adi
las cosas y que todo cuanto vemos vinatorias ; verbigracia quiroman-
:

criado obedezca al hombre; y en el cía, piromancía, nigromancía, hidro-


hombre, el cuerpo al alma y el alma mancía; también la astrología, que
a Dios. Si alguno se sale de este or- encubren la mayor proporción de
den o lo pervierte, peca. la vanidad pestífera inventada por
el mayor delos impostores el de-:

monio.
cxxvi
cxxx
Así que el pecado consiste en que
estas pasiones o afectos se rebelen Estas artes tratan y profesan
y amotinen, se ensañen y se alcen aquellas materias que Dios se reser-
con el gobierno y mando de todo el vó para El solo, a saber; el conoci-
hombre, con menosprecio y desdén miento de las cosas venideras y
del alma, forzándola a que, abando- abstrusas.
nando la ley de Dios, sirva a las pa-
siones y al cuerpo. cxxxi

cxxvn Xo hemos de inquirir los secretos


de Dios, pues estamos muy lejos de
Por eso el alma fué dotada de entenderlos y de ellos Dios apartó
fuerza intelectual, con la que exa- al hombre.
OBRAS MORALES. INTROO. A LA SABIDURÍA. DEL ALMA 1217

CXXXII cxxxvin

Quien escudriñare la divina Ma- Asimismo, ni siquiera han de


se
jestad, será deslumhrado y aplasta- tocar los autores sucios, porque no
se nos pegue el contagio de ninguna
do por su gloria.
suciedad. Corrompen las buenas cos-
tumbres los malos tratos.
cxxxni
cxxxix
Y San Pablo nos manda que no
sepamos más de lo que nos convie- '
Toda la restante erudición es sa-
ne saber, sino saber lo que cumple, ludable y fructuosa siempre que se
pero con moderación. refiera a su fin, que es la virtud,
la cual es la práctica del bien.

cxxxiv CXL

Y dice que no está permitido al Existe una erudición divina ense-


hombre revelar aquellos arcanos ñada por Dios, en quien están con-
que él vió. tenidos todos los tesoros de la cien-
cia y de la sabiduría. Esta es la ver-
cxxxv dadera luz de las almas; cotejada
con ésta, toda otra sabiduría es un
También Salomón, el predicador amasijo de tinieblas, y como cosa
hebreo, dice: No busques las cosas de hombres, es burlería y puro in-
que se te van de vuelo ni escudri- fantilismo.
ñes las que son más fuertes que tú;
antes piensa siempre en lo que Dios CXLI
te mandó, y no seas curioso en mu-
chas de sus obras. Contodo, podemos leer en ella
con elfin de que, como por con-
traste, nuestra luz aparezca más
cxxxvi resplandeciente.

Hase de evitar toda arte introdu- CXLIT


cida por el demonio, con quien co-
mo enemigo de Dios no hemos de Y también por usar del testimonio
querer ninguna suerte de tratos. de los hombres contra aquellos a
quienes les resulta costosa la aquies-
cencia a las verdades divinas, bien
cxxxvii así como los ojos cegajosos tienen
aversión a los fulgores del sol.-
Ni aun es bueno conocer los pos-
tulados de los filósofos o de los he- CXLIII
rejes contrarios a nuestra Religión;
porque el demonio, espíritu muy su- Y también para nuestro aviso y
til, no meta arteramente en nues- edificación, siendo así que en mu-
tras almas algún escrúpulo que nos chos gentiles hubo tanta excelencia
ocasione viva molestia y acaso nos de virtud cuanta fuera bueno que
empuje a la perdición. hubiera en el hombre cristiano, dis-
LUIS VIVES. 1 39
1218 JUAN LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. TOMO I

cípulo del Divino Maestro, a quien otra hora todo pensamiento ajeno al
por la luz de la religión que profesa estudio principal.
se le impuso una más imperiosa ne-
cesidad de vivir bien. CLI

Sábete que pierdes tu tiempo y tu


CXLIV
trabajo si no pones atención en lo

Demás de esto nos enseñan la elo- que lees u oyes.


cuencia y el uso del bien hablar y
la disciplina de la vida, de todo lo CLII
cual algunas veces necesitamos.
No
tengas corrimiento de pregun-
tar lo que no sabes; no te sonrojes
CXLV de aprender, sea quien fuere el que
te enseñare^ porque los hombres
Con estos tres a manera de ins-
trumentos nos hacemos una cultura
más señalados no tuvieron de ello
empacho alguno; avergüénzate en
con el ingenio, la memoria y la apli-
buen hora de ignorar o de no que-
cación, que también se llama estu-
rer ser enseñado.
dio.

CXLVI CLIII

La memoria se intensifica y au- No de saber lo que no


te precies
menta con el ejercicio. sabes; demándalo más bien a aque-
llos que piensas que lo saben.
CXLVII
CLIV
El ingenio se afina y sutiliza con
la práctica. Si quieres parecer docto, esfuér-
zate por serlo en realidad; no hay
CXLVIII
más breve atajo; como por ningún
otro camino conseguirás más fácil-
Ingenio y memoria se estragan
con el regalo ; la buena salud los
mente que te tengan por bueno, que
siéndolo en hecho de verdad.
fortalece, la ociosidad y el prolonga-
do descuido los destruyen y el ejer-
cicio asiduo los ponen a nuestra to- CLV
tal y rápida disposición.
En conclusión, trabaja por ser
realmente lo que quieres parecer:
CXLIX
si así no lo haces, son vanos todos
Si leesu oyes, hazlo con la mayor tus deseos.
atención; no permitas que ella se CLVI
derrame; oblígala a estar en lo que
hace y no en otra cosa. El tiempo debilita lo falso y co-
rrobora lo verdadero.
CL
CLVII
Si comenzare a descarriarse, llá-
mala con voz queda y difiere para Ninguna ficción es duradera.
O 'RAS MORALES. —-INTROD. A LA SABIDURÍA. — DEL ALMA .1219

CLVIII CLXVI

Anda siempre a zaga del maes- Unas y otras se aprenden con tra-
tro; no quieras pasarle delante; bajo pero con
igual, aprovecha-
créele y, sin rezongar, deja que te miento harto desigual.
lleve.

CLIX CLXVII

Amale y tenle en lugar de- padre No te fatigues en responder mu-


y piensa que es la misma verdad y cho, sino bien, a tiempo y sazón.
la misma certidumbre todo lo que
te dice.
CLXVIII
CLX

Mira que después de haber erra- A tu comida y a tu cena trae a


aquellos que te pueden ilustrar y
do y haber sido corregido dos o
tres veces, no caigas en el mismo
que con su conversación docta y sa-
error; esfuérzate porque la enmien- brosa a una te recreen y te hagan
da te aproveche. más sabio.

CLXIX
CLXI
A chocarreros, truhanes, charla-
No hay cosa de que más te ha- tanes sin pizca de sal, desvergonza-
yas de acordar que de aquellas en dos, bobos, mentirosos, bebedores y
que fuiste engañado, porque no cualesquiera individuos de este jaez
vuelvan a engañarte de nuevo. que con hechos o palabras son ap-
para mover a risa, no les hagas
tos
CLXII honor de sentarles a tu mesa,
el
ni mientras comas te diviertan;
Del hombre es el errar; pero per- antes recréate con alguna apacible
severar en el error es exclusivo del y sabrosa conversación aderezada
necio. con sales de ingenio.
CLXIII
CLXX .O'ffBfTÍ
Sábete que no hay sentido más
rápido para aprender, que el sen- No solamente refrenarás tu boca .

tido del oído. de decir cosas torpes, sino también


de que las oigan tus orejas, que son
CLXIV ventanas del alma, acordándote del
Como no hay viejo refrán citado por San Pablo:
cosa más fácil que
oír muchas cosas, Las malas pláticas corrompen las
así tampoco la
hay más útil. buenas costumbres.

CLXV CLXXI
Huélgate más. de oír cosas serias En la mesa o en cualquier otro
graves y sabias que cosas livianas lugar escucha con atención lo que
y necias. dijere cada uno.
1220 JUAN LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. TOMO I

CLXXII leíste: así ejercitarás a una, el in-


genio y ei idioma.
De los sabios aprenderás la ma-
nera de hacerte mejor. clxxix

CLXXIII También hay que ejercitar con


ahinco y con frecuencia el estilo,
Y de los locos el medio de vol- que es el mejor maestro del bien
vertemás avisado. hablar.

CLXX1V
clxxx

Escribe, traduce, contesta por es-


Seguirás Lo que los sabios apro-
baren; y lo que los necios alabaren,
crito muy a menudo
y no te canses
de tomar notas; envía en días alter-
le evitarás.
nos o, al menos, cada tres días una
CLXXV carta a alguno que
te responda y
muestraque tú escribieres a tu
la
Si vieres que los varones cuerdos maestro, que te la enmiende:
haz
celebran un dicho por agudo, grave por recordar las faltas que te hubie-
o juicioso, o ingenioso, o lindo, o re corregido por no caer de nuevo
urbano reténlo en la memoria para en ellas.
servirte de él cuando la oportuni-
dad se presentare. CLXXXI

Después del yantar, así de la co-


CLXXVI
mida como de la cena, ceja unos
Tendrás un cuaderno en blanco momentos en el estudio. Luego de
en el cual notarás lo que leyeres u haber comido, siéntate, habla y oye
oyeres que sea agudo, o sabio, o no algo de gustosa recreación, o toma
vulgar, o algún vocablo raro o ex- tal pasatiempo que no muevas ni
quisito, bueno para la conversación
bazuques el cuerpo.
corriente, porque cuando la ocasión
lo requiriere, esté al alcance de tu CLXXXII
mano.
Después de cenado, paséate con
clxxvii algún compañero docto y de apaci-
Trabaja por entender no solamen- ble trato que te deleite con su
charla amena y cuyas palabras y
te las palabras, sino, principalmen-
te, el significado que entrañan.
sentencias puedas reproducir con
decoro.

clxxviii CLXXXIII

Lo que leyeres u oyeres toma la Entre la cena y el dormir, evita


costumbre de referirlo a tus con- en absoluto la bebida; ninguna cosa
discípulos en latín, y a los otros, hay que a la vez sea más perjudi-
en tu lengua vernácula, y esfuérza- cial al cuerpo, a la memoria y al in-
te por contarlo con tanta elegancia, genio. Cuando te apremiare la sed,
y tan buena gracia como lo oíste o puesto que bebieres, pon entre el
OBRAS MORALKS — INTROI). A LA SABIDURÍA. — DKI. ALMA 1221

beber y acostarte un espacio al me- cxci


nos de media hora.
Guárdate del demasiado beber, de
la crudeza del estómago y del frío,
CLXXXIV
señaladamente del de la cerviz.
No descuidarás la memoria ni con-
sentirás que por no cultivarla se cxcn
entorpezca.
El vino, así como es el veneno de
CLXXXV ios nervios, es la muerte de la me-
moria.
Ninguna otra hay en que
cosa
más se goce con el ejercicio y en CXCIII
breve tiempo tome tan grandes au-
mentos. Sería muy bueno que cada noche,
un poco antes que te fueres a acos-
CLXXXVI tar, sentado en una silla, a solas, sin
testigo, volvieses a la memoria todo
Encomiéndale alguna cosa todos lo que aquel día viste, leíste, oíste,
los días. hiciste.

CLXXXVII cxciv

Con cuanta mayor frecuencia le Si hubieres obrado en algo con


encomendares algo, con tanta ma- honradez, con comedimiento, con
yor fidelidad te lo guardará todo. prudencia, con cordura, con decoro
y con alabanza, debieras gozarte,
CLXXXVIII persuadido de que aquello es una
merced de Dios y luego debieras se-
Y cuanto más raras veces, con guir el mismo camino, insistiendo
tanta mayor infidelidad. en obras semejantes.

cxcv
CLXXXIX
Si hubieres hecho alguna cosa fea,
Cuando le confiares alguna enco-
mienda, déjala que repose un ins- inmodesta, mala, pueril, inepta, dig-
tante y, momentos después, torna a na de vituperio, sepas que fué hija
reclamársela como si te la guardara de tu
malicia duélete de ella y la ;

en depósito. evitarás en 10 sucesivo.

-,
T; ,cxc , , , . cxcvi

Si quieres aprender algo de coro, Si leíste u oíste aquel día alguna


léelo de noche tres o cuatro veces cosa elegante, docta, grave o santa,
con grandísima atención y acuéstate guárdala en la memoria; si viste
luego; a la mañana siguiente, pide alguna obra buena, imítala; si algu-
a la memoria que te dé razón cte lo na obra mala, toma aviso y huye de
que a la víspera le confiaste. ella.
1222 JUAN LUIS VIVES. OBR AS COMPLETAS. TOMO I

CXCVII ccn
No se te pase día en que no leas, Débese evitar toda porfía, toda
oigas o escribas algo que aumente competencia, toda detractación, todo
tu erudición, tu juicio o tu virtud. deseo de gloria hueca, cuando preci-
samente nos damos al estudio para
cxcvni librarnos de su cruda tiranía.

Cuando te fueres a acostar lee u cení


oye leer alguna cosa que merezca
ser encomendada a la memoria y Ninguna cosa puede imaginarse
de la cual puedas soñar saludable y que cause mayor deleite que el co-
sabrosamente durante el descanso y, nocimiento de muchas cosas, ni que
durmiendo con ella, aprendas aún y reporte mayor fruto que la inteli-
te hagas mejor. gencia de la virtud.

cxcix cciv

Enel estudio de la sabiduría no Los estudios dan sazón y gusto a


se ha de poner término en la vida; la alegría, mitigan la tristeza, re-
con la vida se ha de acabar. Siem- frenan el loco empuje de la moce-
pre serán tres los puntos que debe dad, alivian la molesta pesadumbre
meditar el hombre mientras viva de la vejez; en casa, fuera de
cómo sabrá bien; cómo hablará casa, en público, en privado, en la
bien; cómo obrará bien. soledad, en el tráfago, en el ocio, en
el negocio nos acompañan, nos es-
ce tán presentes o, por mejor decir,
nos son luz y guía, nos son ayuda y
Aparta de tus estudios toda arro- socorro.
gancia, pues todo cuanto supo el
ccv
más docto de los mortales no es
más que una porción infinitesimal El saber es el verdadero pasto del
de lo que ignora. Exiguo, oscuro e
alma, tanto que es enorme sinrazón
incierto es todo cuanto los hombres
cebar el cuerpo, hambreando el al-
alcanzan; y nuestros entendimien-
ma. Es un venero de goces y una
tos aherrojados en esta cárcel y es-
mina de deleites y de pasatiempos,
tos hierros corporales sucumben al
sólidos y pertinaces, que naciendo
agobio de una muy grande ignoran-
los unos de los otros y renovándose
cia y de unas tinieblas profundísi-
a la continua nunca nos cansan ni
mas, y tan obtusa es nuestra pene- abandonan.
tración, que no llega a la más some-
ra superficie de las cosas.
DE LA VTRTUE
CCI Y DE LAS PASIONES
Allende de esto, mucho daña la CCVL
presunción al aprovechamiento de
los estudios. Muchos pudieron llegar La virtud, que es la cosa más ex-
a la sabiduría si no pensaran que celente de la universalidad de las
habían llegado ya. cosas, no la dan ni la reciben de gra-
OBRAS MORALES. INTROD. A LA SABIDURÍA. DE LAS PASIONES 1223

cia los hombres; de arriba viene y variado caudal de conocimientos no


es Dios el que la da. nos sirva para la necia admiración
y alarde vano, sino que se traduzca
ccvn a la vida práctica, y quien antes que
todos saque el provecho sea su po-
Por eso es menester pedírsela a seedor; y no se quede encerrada en
Dios con mucha devoción e insis- el entendimiento como en bujeta,
tencia. donde todos van a sacar lo que les
cumple, pero es inútil para el vaso
ccvin
o recipiente.
La cumbre de todo saber y eru-
ccxm
dición es aquella filosofía que reme-
dia aun las más recias enfermedades A ningún otro fin tiende más di-
morales. rectamente la religión cristiana co-

ccix
mo a que una mansa y apacible se-
renidad (aquietada la borrasca de
Harta diligencia se pone en la cu- las pasiones) regocije y ensanche el
ración del cuerpo y tanto mayor es alma humana, y por un inalterable
la que debe ponerse en la del alma, sosiego y una constancia quieta sea-
cuanto que sus dolencias son más mos lo más semejantes posible a
secretas, más graves, más peligro- Dios y a los ángeles.
sas.
ccxiv
ccx
Los remedios de estas enfermeda-
Estas dolencias no sin razón llá- des sácanse o de las cosas o de nos-
manse tempestades, cruces, tormen- otros mismos, o de Dios, o de la vida
tos, azotes, cauterios, furias; aca- y la ley de Cristo.
rrean las mayores calamidades y do-
lores que no pueden creerse, si se ccxv
les deja que señoreen, o si se las
hostiga y bazuca; y si se las sojuz- La naturaleza de todas las cosas,
ga y se amansa, producen una
las así como es incierta y deleznable,
tranquilísima placidez y un sosiego es también momentánea y expuesta
beatífico. a mil trances azarosos. Todas las co-
sas de este mundo son viles, con ex-
ccxi cepción del alma, que es cada uno
de nosotros o, con toda certidumbre,
A este fin se endereza todo cuan- su parte principal y potísima, y las
to excogitaron y escribieron acerca restantes cosas se pasan de unos a
de vida y las costumbres con su
la otros, de suerteque fuera de su al-
talento penetrante los mayores sa- ma nadie puede decir que una cosa
bios que en el mundo han sido. determinada sea suya.

ccxn ccxvi

Este es el gran premio del esfuer- Las cosas que tuviere no piense
zo por la cultura, cuyo más auténti- que se las dieron en propiedad, sino
co fruto es que todo aquel grande y que las tiene de prestado.
1224 JUAN LUIS VIVES. OKRAS COMPLETAS. .
TOMO I

C CX VII ccxxn
Por eso es grandiosa locura, por j
Xi ha de desesperar el ánimo ni
cosas que son tan viles, cometer ha de desmayar porque la Fortuna
cualquier crimen que había de ser cambiase de soplo, que a las veces
expiado con gran pena. a las mañanas sombrías suceden ios
ledos atardeceres.
ccxvm
ccxxm
Y no tome humos nadie porque le Pues de nuestros cuerpos, ¿cuál es
haya tocado alguno de los bienes su estado y cuál la condición de
externos o corporales, porque, en nuestra vida, siendo hechos de ma-
fin de cuentas, todo lo de acá abajo sa tan vil y de tan deleznable prin-
tiene que ser efímero y no seguro, cipio? Azarosa, rodeada por todos
y no propio, sino ajeno, el cual, así lados de peligros y que no por ser
•orno fué concedido, será reclamado incierta deja de ser poco duradera.
lo más tarde a la hora de la muerte
y, con preferencia, en la misma vida.
ccxxiv

ccxix Y siendo tanta sm flaqueza, ¿qué


tenemos para que tanto nos embra-
Y no le ha de pesar que lo que vezcamos?
te fué prestado y entregado en de- ccxxv
pósito, te lo vuelvan a pedir; al re
vés. da las gracias, porque pudiste Xo siendo otra cosa nuestra vida
gozar de ello algún tiempo. sino una peregrinación por la cual
nos encaminamos a la otra perdura-
ble,son harto pocas las cosas que ,

ccxx
necesitamos para esa jornada.
Será ingratitud insufrible si. ha- j

biéndosete concedido un beneficio ccxxvi


j

temporal, piensas que se te hace in-


¿Y qué razón hay porque nos
juria porque no es perpetuo. Xo
acucien o nos muevan estas cosas
consideres lo que tuviste ni por
cuánto tiempo lo tuviste, sino lo que que vemos que pasan de mano en
no tienes y cuánto tiempo hace que mano y de un lado para otro lado?
¡

no lo tienes.
ce xxvn

ccxxi ¿A qué ser esclavos de la codicia


siendo incierto lo venidero y lo pre-
Xi te has de regocijar porque a ti sente contentándose de tan poco?
y a tus amigos tocaron unos bienes
de fortuna de que se privó a tus ene- ccxxvm
migos, puesto caso que en todos ,

ellos hay tal celeridad y ambigüe- Libre es aquel que desea no más
dad, que las más de las veces el que lo que tiene a mano; esclavo,
acerbo lloro ronda las puertas de la i
quien desea lo que no tiene a su al-
alegría vana. cance.
MORALES.— INTROD. A LA SABIDURÍA. DE LAS PASIONES 1225

más derecha, nos vayamos a la que


CCXXIX
de todos los bienes está colmada.
Llenarse de estos dones de la
ccxxxv
Fortuna, ¿qué otra cosa es sino em- „

barazar y abrumar al soldado de a En conclusión; con mayor fre-


pie con excesiva impedimenta? cuencia sucumbimos bajo nuestros
propios errores que bajo la realidad
ccxxx de las cosas, por tomar por grandes
bienes o por males grandes los que
Ninguno hay tan estúpidamente realmente no lo son.
loco,que no se aderece y componga
más para la ciudad a la cual se en- ccxxxvi
camina.
La naturaleza y la condición y los
ccxxxi precios reales de las cosas son las
que puse al principio, de donde pue-
Y donde piensa fijar su domicilio, de colegirse que fuera de la virtud
que no para el viaje. nada es hermoso, ni grande, ni si-
quiera nuestro.
ccxxxn
CCXXXVII
Esta vida nuestra, siendo de suyo
tan breve y tan fugitiva, en su ma- Masnosotros, en el consejo y de-
yor parte o casi en su totalidad se liberación de lo que debemos hacer,
nos malogra en pasiones; ni aun admitimos el amor de nuestro cuer-
vivimos efectivamente todo el tiem- po y la codicia de los bienes de esta
po que las pasiones nos zarandean vida, que muchos llaman amor de
y, sobre todo, el miedo de Vk muerte. nosotros mismos. Este amor egoísti-
co enerva los viriles arrestos del al-
ccxxxin ma, de tal modo, que no hay cosa
tan baladí que no nos traspase, ni
La cual, como
sea que por infini- tan flaca y ruin que no nos veje.
tas causas sobrevenga y se acerque,
no sé la ha de temer particularmen- CCXXXVIII
te por la una o la otra, y puesto que
forzosamente tiene que llegar, no se De ahí nacen las cataratas y nie-
ha de hacer maldad por huir de ella blas que ofuscan la vista do nues-
ni hemos de entristecernos porque tro entendimiento, y una vez que
se nos viene encima. las pasiones se han alzado con el
reino, ya como a dueñas y señoras
ccxxxiv las lisonjeamos y nos avenimos a
sus dictados y a sus caprichos.
Y, pues esta vida está henchida de
innumerables desazones y miserias, ccxxxix
¿por qué asirnos a ella con abrazo
tan estrecho? Y, puesto que hace- Así es que con los dientes toma-
mos camino hacia la otra que es mos lo ajeno como si fuera nuestro,
eterna, aparejémonos de tal suerte y, si se nos quita, damos gritos y nos
que, como en vuelo y por la senda afligimos a nosotros miamos.
1226 JUAN LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. TOMO I

CCXL gojosos, cuán suspirantes, cuán fie


ros y horribles. Así, igualmente, es-
Y descuidamos lo nuestro como tán afectadas sus almas.
si fuera ajeno. »

CCXLVII
CCXLI
La ira, que es la más brava de
Y
nos apartamos con aversión de todas las pasiones, parece peor en
lo que nos había de aprovechar, co- el hombre que otra cualquiera.
mo si nos fuera gravemente dañoso,
y nos abrazamos con lo que nos ha CCXLVIII
de ser nocivo, como si tuviera que
sernos útil.
Truécale de hombre en bestia fe-
roz.
CCXLII
CCXLIX
Los malesajenos nos parecen
Y siendo así que toda perturba-
muy livianos; y los nuestros, no ma- ción oscurece la lucidez del entendi-
yores que ellos, intolerables de todo
miento y embota el juicio, con todo,
punto; siempre gruñones, no sufri-
la ira los envuelve en tan espesa ce-
mos los ajenos deseos ni siquiera los rrazón, que no pueden atinar ni lo
antojos nuestros.
que es verdadero, ni lo que es útil,
ni lo que es hermoso.
CCXLIII
CCL
Y
ni nos contentamos de nosotros
mismos ni este mundo, con su ley, Roe corazón y daña la salud.
el
nos satisface. Querríamos que fuese Obliga a hacer cosas cuya conse-
inmutable la naturaleza de las co- cuencia es el arrepentimiento.
sas; tan poca es la capacidad de su-
frir que nos contaminó la vida re- CCLI
galada.
En semblante, ¡qué fea mudan-
el
CCXLIV za, qué qué fuego en los ojos,
furia,

¿Qué cruces pueden compararse' qué crujido de dientes, qué echar de


espumarajos, qué amarillez en el
con estas cruces? No las padecen en la lengua, ¡qué feo
rostro todo!
mayores los difuntos. ;

tartamudeo, qué manera de rugir!

CCXLV
CCLII
Ni los mismos demonios son misé-
Tanto, que no sin causa dicen que
rrimos por otros tormentos que por
uno que estando enojado se miró a
la soberbia, envidia, odio, ira.
un espejo no se reconoció a sí mis-
mo.
CCXLVI
CCLIII
Es mancilla de ver los rostros de
aquellos que están poseídos de estas Esa esquivez de rostro, esa atroci-
pasiones, cuán mudados, cuán con- dad de dichos, esa crueldad de he-
OBRAS MORALES. — 1NTROD. A LA SABIDURÍA. DE LA RELIGIÓN 1227

chos quitan al hombre toda- autori- DE LA RELIGION


dad y le ajenan toda bienquerencia;
los amigos huyen; los que le topan CCLVIII
se apartan; rodéale la soledad; to-
dos le odian ; le maldicen todos. El bien más alto y mejor que pu-
do darse al humano linaje es la reli-
gión, que es conocimiento, amor y
CCLIV reverencia a Dios, Señor y Padre del
universo mundo.
Por esto, los varones cuerdos en
ninguna cosa procuraron serlo más CCLIX
que en huir de la ira y de las obras
del airado, hasta un punto que pe- A ningún otro hombre hace Dios
learon con su propio temperamento mayor merced que a aquel a quien
y le hicieron violencia. enseña cuál sea su verdadero culto.

CCLV CCLX

Por esto el Salmista, entre las sin-


¿Qué cosa hay más de reír que un. gulares mercedes que Dios hizo al
animalejo tan flaco y tamañico se
pueblo de Israel, pone ésta: El que
embravezca y enloquezca tanto, y declara su palabra a Jacob y sus
que levante tantas y tan espantosas justicias y sus juicios a Israel. No
barrumbadas por cosas tan ruines, lo hizo así con todas las otras nacio-
como las que tocan al cuerpo o son nes y no les hizo conocer sus jui-
de la incumbencia de la Fortuna o, cios.
si a mano viene, por una insignifi-
cante palabrilla? CCLXI

Por la religión se conoce a Dios;


CCLVI
conocido, no puede ser que no se le
ame y se le adore.
Amansarás muy fácilmente la ira
situvieres fija y clavada en ti mis-
mo esta idea No hay injuria donde
:
CCLXII
no hay lesión del alma; y el alma
Sólo Dios es el principal Hacedor
por nadie puede ser dañada, sino
y Señor de todas las cosas, y el que
por el que la posee, dando en ella
sólo lo puede todo y lo sabe todo.
entrada al vicio.

CCLXIII
CCLVll
Este mundo es como una morada
Toda esta doctrina es de hombre suya o, por mejor decir, su templo;
a hombre; desde este momento, la El lo sacó de la nada con este ser y
tomaremos de más arriba: la toma- este hermoso parecer que tiene. Por
remos de Dios, aunque también es eso entre nosotros fué llamado mun-
de Dios esta doctrina ; pero ahora, do y entre los griegos fué llamado
más particularmente y con mayor cosmos, que monta tanto como decir
propiedad. ataviado. El mismo es quien lo rige
122S JUAN LUIS VIVES. OBR AS COMPLETAS. TOMO I

y lo gobierna, con no menor milagro lloramos porque no se nos da como


de su conservación que fué el de su mu3 útil lo que nos es sumamente
r

creación. dañoso, y con horror huimos de lo


CCLXIV que nos es muy útil, tomándolo por
dañoso en grado sumo.
Esa es la ley de la Naturaleza, a
saber: que no existe casualidad, ni
CCLXX
fortuna, ni suerte.

De manera que hartas veces la


CCLXV peste mayor que nos pudiera tócal-
Dios es el que lo hace todo con su-
es la realización y cumplimiento de
ma equidad y sabiduría, si bien por nuestros deseos.
caminos de nosotros ignorados.
CCLXXI
CCLXVI
Y puesto que andamos a ciegas, en
Todas las cosas que a cada uno medio de tantas tinieblas de igno-
acaecen, son para provecho suyo si rancias, parecióle bien a Dios, de-
es bueno, no para este dineruelo o jándonos la culpa a nosotros solos,
para ese efímero mundo, sino para que todo lo demás le confiemos a
su eterna bienaventuranza. su providencia.

CCLXX II
CCLXVII

De manera que todos los casos Queramos o no queramos habe-


que en esta vida nos acontecieren, rnos nosotros de ejecutar todo lo que
sean los que /ueren. debemos acep- respecto de nosotros tiene estableci-
tarlos como venidos de Dios y te- do y ordenado el Gobernador de es-
nerlos por muy
buenos con absoluta ta grandiosa fábrica del mundo. ¿A
conformidad, con la voluntad divi- qué viene eso de que prefiramos que
na, porque no parezca que por nues- nos lleven llorando y arrastrando de
tra pasión, haciendo las veces de los cabellos, que dejarnos llevar con
juicio, condenamos y desechamos la alegría y caminando por nuestros
voluntad del soberano y sapientísi- propios pies?
mo Gobernador de todas las cosas,
por el hecho de no alcanzarla. CCLXXIIl

Ciertamente, quien es amigo de


CCLXVIIT
Dios, alegre y contento obedecería
Y es justicia y es razón que le las leyes y la voluntad de su Amigo.
obedezcamos, loemos y aprobemos
todo lo que hace. CCLXXIV

CCLXIX La principal manera de amar a


Dios y serle amigo es la que dice
Pero nosotros, niños perpetuos y Cristo: Vosotros seréis mis am'qo<
desconocedores de lo que es mejor. s¡ hiciereis lo que yo os mando.
OBRAS MORALES. INTROD. A LA SABIDURÍA. DE CRISTO 1229

DE CRISTO CCLXXX

CCLXXV Todo que de grave, de pruden-


lo
te, de sabio, de puro, de santo, de re-

El pacificador del humano linaje ligioso todo lo que con aplauso, con
;

con Dios y Autor de nuestra salud admiración, con pasmo se lee en los
sabios gentiles; todo cuanto en ello
es Jesucristo, Hombre, Dios, Hijo
se recomienda, se aprende, se le-
unigénito de Dios Todopoderoso, a
quien, para este efecto, envió Dios
vanta hasta el cielo, todo ello, pero
Padre cuando a El le plugo tener más puro, más recto, más claro y
misericordia del humano linaje, que más expedito se halla en nuestra
santa religión.
con incomparable daño propio ha-
bíase hecho enemigo de Dios, su
Padre y su Creador. CCLXXXI

Conocerla es la perfecta sabidu-


CCLXXVl ría; vivir según ella es la perfecta
virtud; pero nadie la conoce perfec-
No se puede imaginar mal más tamente si no vive perfectamente.
pestilente y calamitoso que por el
pecado separarnos de Dios, que es
CCLXXXII
fuente manantial de todo bien, su-
miéndonos en la más perniciosa de La vida de Cristo atestigua su
las miserias y trocando la más dul- bondad humana; sus milagros afir-
ce de las vidas por la más amarga man la omnipotencia de su divini-
de las muertes. dad; su ley demuestra la celestial
sabiduría.
CCLXXVII
CCLXXXIII
Para esto, entre muchas otras co- Porque de su bondad brote el
sas, vino Cristo al mundo para ense-
ejemplo para imitarle; de su autori-
ñarnos la vía más derechera, en la dad, la fuerza para obedecerle; de
cual nos mantuviéramos en nuestra
su sabiduría la fe para creer en El.
jornada hacia Dios, sin desviarnos
de ella ni él grueso de un cabello.
CCLXXXIV
CCLXXVIII La bondad provoca amor; la ma-
jestadpromueve culto; la sabiduría
Este camino El lo mostró y lo engendra fe.
descubrió con su doctrina y con el
ejemplo de su vida lo desembarazó
CCLXXXV
y !o hizo seguro.
Si alguno examinare lo que Cristo
CCLXXIX nos mandó, hallará que todo se re-
fiere a nuestro provecho, por mane-
Toda la humana sabiduría, puesta ra que no hay nadie que firmemente
en parangón con la religión cristia- crea, que no sienta que cree para
na, es cieno y locura total. su propio bien.
1230 JUAN LUIS VIVES.
.
OBR.AS COMPLETAS. TOMO I

CCLXXXV1 ccxci

Como no hay cosa más agradable Es santo, dice San Pablo, el tem-
al hombre como que se confíe en él, plo de Dios, que sois vosotros.
así tampoco ninguna es tan agrada-
ble a Dios; y nadie hay que piense ccxcn
bien de aquel a quien se confía con
timidez y recelo. A huésped tan grandé se le ha de
retener y no se le ha de echar con
el sucio hedor de los pecados.
cclxxxvii

El fundamento de nuestra salud ccxcni


es creer que Dios es nuestro Padre
Todas las obras corporales van sin
y que su Hijo único. Jesucristo, es gusto delante de Dios si la buena
nuestro legislador; y de uno y de
voluntad no las sazona.
otro es espirado el Espíritu Santo,
sin el cual nada hacemos, ni pensa-
ccxciv
mos cosa que se levante del suelo,
ni que nos tenga que ser de prove- Sábete que aun en ios más abs-
cho. trusos escondrijos y en apartamien-
to total de los ojos de todos y por
CCLXXXVIII lo mismo en la intimidad de tu co-
razón y en lo más secreto de tu al-
El verdadero culto de Dios es lim- ma, allí está Dios por árbitro, testi-
piar el alma de las enfermedades y go
y juez de todo cuanto haces y
pasiones malas y transformarnos en piensas, porque, reverenciando su
su semejanza lo más fielmente que presencia, no sólo no cometas nada
pudiéremos, a fin de que seamos torpe ni malo, pero ni aun admitas
puros y santos como El lo es; no en tu alma su simple sugestión.
tengamos odio con nadie y afanémo-
nos por ser útiles a todos.
ccxcv

CCLXXXIX La caridad para con Dios ha de


ser que le tengamos en más que to-
Cuanto más te apartares de las co- das las otras cosas del universo y
sas corporales y te remontares a las que ames más su honra y gloria que
espirituales, vivirás una vida más todos los honores y gajes de este
divina. mundo.
ccxc ccxcvi

De esta manera vendrá a ser que Y así como al amigo, cuando a su


conozca Dios en ti como un paren- memoria se le representa el amigo,
tesco o semejanza de su divina na- se le baña el corazón de una tierna
turaleza y en ella se complazca y en alegría que le sale del afecto que le
ella habite como en un verdadero y profesa, así tú debes procurar que
propio templo suyo, mucho más todas las cosas de Dios te sean muy
acepto que no lo son estos otros de amigables y placientes y estar muy
piedras o de metales. de buena gana en todas ellas.
OBRAS MORALES. INTROD. A LA SABIDURÍA. DE CRISTO 1231

CCXCVII do cuanto allí ves u oyes, son miste-


rios purísimos y sacrosantos que se
Todas las veces que oyes el santo refieren a aquella inmensa majestad
nombre de Dios, represéntate en tu de Dios, a la cual adorar es fácil y
alma un Ser mayor y más admirable comprender es imposible.
de lo que puede concebir el humano
entendimiento.
ccciv
ccxcvin
Por manera que siempre has de
Todo cuanto se dijere de El y de pensar que en aquella sabiduría di-
los santos, óyelo no como cosa hu- vina se esconden misterios más altos
mana, sino con la más grande admi- que no puede alcanzar ninguna fuer-
ración y reverencia. za ni penetración de ingenio.

CCXCIX
cccv
De Dios no pienses temerariamen-
te,ni de sus obras hables sino pe- Veneramos, aun cuando no los en-
netrado de reverencia y temor tendamos bien, los dichos de los sa-
santo. bios. ¿Cuánto más razonable no es
trasladar esta reverencia a los di-
ccc vinos?

Impiedad es hacer donaire y burla cccvi


de las cosas santas y torcer los di-
chos de la Sagrada Escritura a re- Todas las veces que oyeres el nom-
truécanos y juegos de palabras, a bre de Jesucristo, véngate a las
cuentos de viejas, a dichos maldi- mientes la inestimable caridad suya
cientes u otra suerte de facecias para con nosotros, y que este recuer-
irrespetuosas. Ello equivaldría a sal- do esté para ti lleno de dulzura y
picar de cieno una medicina prepa- de veneración.
rada para dar salud.
cccvn
ccci
Cuando oyeres algún título o epí-
Pero aplicarlos a obscenidades es
teto aplicado a Jesucristo levanta tu
cosa nefaria y abominable.
espíritu en su contemplación y pí-
dele que se muestre tal para conti-
cccn go; como cuando le oyes nombrar
clemente, manso, benigno, suplíca-
Todo loque se contiene allí es
le que tú le experimentes tal; cuan-
digno de admiración, y con grandísi-
ma docilidad debe recibirse en el do oyeres llamarle omnipotente, rué-
gale que demuestre en ti su omni-
alma.
potencia volviéndote de malo en
cccin bueno, de enemigo en hijo, de nada
en algo; cuando le oyeres llamar te-
Está atento y con devoción a los rrible que lo sea para aquellos que
oficios divinos, consciente de que to- te aterrorizan.
1232 JUAN LUIS VIVES. OBRIAS COMPLETAS. TOMO I

CCCVIII en armonía y responda a la obra con


la más estricta conformidad.
Cuando le llamas Señor, mira que
le sirvas: cuando Padre, mira que le
ce ex IV
ames y muéstrate hijo digno de Pa-
dre tan grande. Los oráculos divinos abominan de
aquel que hace la obra de Dios des-
cccix cuidadamente.

Ninguna cosa hay en todo lo cria- ceexv


do que si atiendes a su origen o a
su naturaleza o a sus fuerzas no te Si en el tañedor es cosa fea que 3U
ponga en camino de considerar las boca cante una tonada y su vihuela
maravillas de Dios, Hacedor de todo. taña otra, cosa es mucho más fea,
cuando cantamos salmos a Dios, que
la lengua diga una cosa y el alma
cccx
piense otra.
Xo pongas mano en comenzar co-
cccxvi
sa ninguna sin antes invocar su ayu-
da, porque Dios, en cuya mano es- Templados sean nuestros votos y
tán los adelantos y los fines, los dignos de que los pidamos a Dios y
concede a la medida de nuestros de- Dios los conceda, no sea que, siendo
seos, si los empezamos en su nom- ellos necios o fútiles, le causen enojo
bre. y ofensa.
cccxi

Cualquier empresa que acometie- DEL COMER


res, considera el fin que con ella te
propones, y una vez que la hubie- CCCXVII
res comenzado con recta intención
no te preocupe el resultado. Cuando hubieres de comer, acuér-
date de la omnipotencia de Dios, que
de la nada hizo todas las cosas;
cccxn acuérdate asimismo de su sabiduría
y de su bondad, que las sustenta:
Ten tu confianza puesta en Aquel de su mansedumbre y de su clemen-
en cuyo poder está el éxito de todas cia, que entretiene y provee a sus
las cosas.
mismos enemigos. .

CCCXIIT
ceexvm
Y. pues toda religión reside
y
arraiga en lo más íntimo de nuestro Considera también cuán maravillo-
pecho, esfuérzate por entender lo sa obra es que para tan gran núme-
que rezas, mira que tu rezar no sea ro de vidas haya cada día manteni-
un simple susurro de los labios, sino mientos suficientes; que todos los
que, cuando ores, mira de estar en seres se conserven y se escapen de
ello todo entero con caima, pensa- la muerte a la cual tienden por su
miento y gesto, para que todo esté propio impulso.
OBRAS MORALES. INTROI). A LA SABIDURÍA. DEL COMER 1233

CCCXIX cccxxv

Ninguna ciencia, ni de hombre ni Y pues Dios,que es omnipotente,


de ángel, no solamente no puede ha- sapientísimo y liberalísimo, tiene de
cer otro tanto, pero ni siquiera en- ti tan particular cuidado, deja ya la

tenderlo. demasiada fatiga que te tomas para


procurarte el sustento, como descon-
cccxx fiando de su bondad; toma el cuida-
do sólo de contentarle y de servirle.
Así que, pues sabes que vives de
los bienes que Dios te da, mira qué
maldita ingratitud y qué temeridad cccxxvi
tan alocada sería avilantarse a to- Es necedad soberana, por causa
mar enemistad con Aquel por cuyo del comer, perpetrar alguna obra
favor y voluntad subsistes; que si mala y ofender a Aquel de quien
El no quisiera, no vivirías una hora sólo vienen los mantenimientos e in-
más. currir en el enojo de Aquel de quien
pretendes alcanzar algo.
cccxxi

Todo lo que en la mesa se dijere cccxxvn


sea casto, puro, cuerdo, santo, cual
es Aquel entre cuyos dones estás. Y ello muy especialmente, porque
no es con manjares como se conser-
cccxxii
va la vida, sino por la voluntad de
Dios, conforme declara el divino
Toda detraetación, virulencia, atro- Oráculo, a saber que no de sólo pan
:

cidad, crueldad anden lejos de la me- vive el hombre, sino de la palabra


sa en la cual experimentas la increí- de Dios.
ble suavidad y clemencia de Dios
cccxxvin
para contigo.
Hanos firmado una cédula con su
cccxxm nombre Jesús, Señor de todas las co-
sas en el cielo y en la. tierra, por la
Por locual es cosa la más insu-
cual nos garantiza que no va a fal-
frible que con tus desabrimientos y
tar cosa alguna necesaria al hombre
desamores para con tu hermano que buscare el reino de Dios y su
profanes aquel lugar en donde Dios, justicia.
con mano abierta y benigna, te dis-
pensa un regalado contentamiento. cccxxix

rccxxiv De estos bienes que Dios nos da


y quita, según su santa voluntad,
Lo cual no ignoraron los mismos pues El contigo es tan benigno, no
gentiles, que por ese respeto llama- vayas a ser maligno tú contra tu
ban a la Mesa sagrada, alegre y fes- hermano, que es hijo suyo, conside-
tiva, en la cual se tenía por gran rando que ambos a dos sois hijos de
maldad hacer o decir cosa triste o Dios por un igual y que no te debe
causadora de espanto. más a ti que al otro; mas sólo quiso
1234 JUAN LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. TOMO I

que fueses el despensero y adminis-


cccxxxv
trador a quien, después de Dios,
quiso que tu hermano los pidiese. Y con ningún pecado nuestro he-
mos de enojar a quien es nuestro
cccxxx amparo y nuestra guarda.
No hay cosa que más verdadera-
cccxxxvi
mente se dé a Cristo que aquello
que se da a los necesitados en su Por de fuera has de fortificar tu
nombre. frente y tu pecho con la señal de la
cccxxxi santa cruz, y por de dentro con pre-
ces piadosas y santas meditaciones.
Habiendo comido, pondera cuánta
sabiduría supone y cuánto saber sus- cccxxxvu
tentar nuestra vida con aquellos
manjares y confortarla en su des- Cuando ya hubieres entrado en la
caecimiento. cama piensa que cada día es una
imagen de la vida humana, al cual
cccxxxn sucede la noche.
Da, pues, gracias a Dios, no como
las darías a quien con dinero suyo cccxxxvin
hubiera comprado alimentos para ti,
sino como deben dar a Aquel que
se Y
piensa asimismo que el sueño
te crió a y a tu mantenimiento
ti es más eficaz expresión de la
la

y con él te sustenta, no con la fuer- muerte.


za que tiene de suyo, sino con la
cccxxxix
que El le da.
Así que has de rogar a Cristo que
en vida y en muerte, a la continua,
DEL DORMIR nos sea presente y favorable y que
a aquella misma noche nos la dé
CCCXXXIII
apacible y sosegada.
Cuando vas a acostar y cuando
te
te levantas acuérdate de los benefi- CCCXL
cios que te hace Dios, no a ti sólo,
sino a todo el linaje humano y a Y que no nos espanten los ensue-
todo el universo mundo. ños y que aun dormidos El esté pre
senté a nuestro entendimiento y re-
cccxxxiv creados con sus consuelos dulces,
lleguemos a la mañana buenos y
Pondera cuántas son las asechan-
alegres.
zas del enemigo del género humano
durante la licencia que el sueño le CCCXLI
da, cuando el hombre, como un ca-
dáver, no tiene dominio de sí, por Con la piadosa memoria de su
lo cual,con insistencia mayor se ha muerte santísima, precio inestimable
de pedir a Cristo que nos defienda con que fué redimido el linaje hu-
en nuestra flaqueza. mano.
OBRAS MORALES. INTROD. A LA SABIDURÍA. DE LA CARIDAD 1235

CCCXLII CCCXLVIl

Guardarás tu cama casta y limpia, Honrarás y acatarás a María San-


porque no tenga derecho alguno en tísima, Madre de Dios, y a los otros
ella el demonio, inventor y cabeza santos y santas, como amigos muy
de toda suciedad. estrechos de Cristo Dios, que vive
por los siglos de los siglos.
CCCXLIII

Con la señal de la cruz, con agua CCCXLVIII


bendita y con la invocación del nom-
bre de Dios, y primeramente con Lee muchas veces sus vidas y he-
pensamientos sanos y con firme de- chos u óyelos con toda atención, con
terminación de vivir en piedad, ale- sumo gusto y con ánimo piadoso y
jarás de tu lecho toda jurisdicción espíritu de veneración, porque su
y acercamiento del diablo. imitación te aproveche.

CCCXLIV
CCCXLIX
Levantándote a la mañana, enco-
Siente de ellos, habla de ellos, no
miéndate a Cristo con hacimiento de
ya como si fueran hombres ordina-
gracias, porque con su ayuda y so-
rios, sino como que se salen de los
corro no has sido vencido y oprimi-
naturaleza y de la cul-
do aquella noche por los engaños y límites, de la
envidia del enemigo bestial.
minación humana, allegados y uni-
dos a la Divinidad.
CCCXLV

Y como la noche dormiste y des- DE LA CARIDAD


pertaste luego, acuérdate que de la
misma manera nuestros cuerpos han CCCL
de dormir en la muerte, de la cual
Cristo los devolverá a la vida, cuan- Como haya entre los hombres tan-
do se mostrare Juez de los vivos y tísimo parentesco por la semejanza
de los muertos. que todos tenemos, así en el alma
como en el cuerpo, y habiendo todos
CCCXLVI entrado en este mundo con igual de-
recho, hechos para la convivencia y
Al cual rogarás con muy humilde
comunicación de vida y porque toda
ahinco que quiera y haga que in- esta conformidad se conservase, fué
viertas todo entero el día siguiente
proclamada por la Naturaleza una
en obsequio suyo; que a nadie cau-
ley, a saber: que ninguno haga a
ses daño y que de nadie lo recibas,
otro lo que no quiere que le hagan
sino que, fortalecido de todas partes
a él.
y rodeado de piedad cristiana, pue-
das escapar libre y salvo de tantas CCCLI
redes, de tantos lazos como nos po-
ne por todos los caminos y pasos de El Reparador de la naturaleza caí-
la vida humana aquel astuto paran- da declaró que era también dogma
cero que es el demonio. suyo, pero explicado e ilustrado.
1236 JUAN LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. TOMO í

cccLir CCCLVHI

Porque para levantar a la natura- El verdadero amor lo iguala todo.


leza humana a la semejanza de Donde vive y reina él, ninguno bus-
Dios hasta el límite posible, y una ca anteponerse a otro ni quitarle
vez levantada, subirla en el último nada al Amado, porque piensa que
punto de la perfección, nos prescri- en poder suyo está todo lo que está
bió, no sólo que nos amásemos unos |
en manos de él
a los otros, sino que quisiésemos
bien aun a los que nos aborrecían.

cccliii
Xo busca mover pleito a su caro
hermano ni piensa que le pueda in-
Porque fuésemos semejantes al ferir injuria jamás; ninguno tiene
Padre Celestial, que ama a los que envidia de su amigo ni toma rego-
son sus enemigos, como lo declara cijo de sus males ni pesar de sus
con las infinitas mercedes que les bienes; antes, como dice el Após-
hace: a nadie tiene aborrecimiento. tol, gózase con los que se gozan y
con los que lloran llora, y esto no
cccliv con fingimiento, sino muy de cora-
zón, porque el amor hace comunes
T

¿Y qué. si la condición de los todas las cosas y tiene por suyo o


hombres es tal que quieren que les que es del que ama.
tengan buena voluntad aun aque-
llos para quien ellos la tienen mala? ccci.x

La más firme y auténtica realiza-


CCCLV
ción de este mandamiento que tene-
El Maestro sapientísimo que nos mos puesto delante de los ojos para
enseñó cuál había de ser nuestra imitarla son las obras y la vida de
vida, como Autor que era de ella. Cristo.
¡

nos dió para ello un precepto solo: CCCLXI


que amemos, sabiendo que si ama-
mos nuestra vida será muy feliz y Vino el Hijo de Dios a enseñarnos
que no son menester otras leyes. el derecho camino de bien vivir, no
solamente con palabras, sino con el
ccclvi
ejemplo de su vida, para que. alum-
bradas nuestras mentes por el sol
Xo hay cosa más bienaventurada de su doctrina, conociésemos a la
que amar; por eso Dios y los ánge- clara lo que era cada cosa.
lesson sumamente bienaventurados,
porque aman todas las cosas.

CCCLVII
Primeramente, ejercitado en todo
género de paciencia, ¡cuánta tem-
Ni hay cosa más infeliz que planza no mostró en poderío tanto!
odiar; por esta pasión son los de- Acosado por tantos y tan recios de-
monios malaventurados. nuestos y baldones, nunca volvió
OBRA& M0RALKS. INTROU. A LA SABIDURÍA. DE LA PARIDAD 1237

mala palabra; se limitó a enseñar cccLxvm


el camino de Dios, detestando el ca-
mino opuesto. Consintióse atar el Ni aun de las cualidades internas
que con una mirada pudiera des- ni de la misma virtud podemos
truir el mundo. enorgullecemos, puesto que es Dios
quien nos las da y es El quien se
CCCLXIII las retira cuando alguno se altivece
con aquellos dones y no reconoce su
¡Con cuánta paciencia sufrió la fuente y su origen, menospreciando
calumnia! Finalmente, de tal ma- a aquellos para cuya utilidad los re-
nera se condujo que ninguno cono- cibió de Dios.
ció su poder sino en el socorro y
ayuda dispensados. ccclxix
CCCLXIV Y para quebrantamiento de la so-
berbia, porque no se precie nadie
Siendo Rey y Señor de todo lo
de estar sometido a la religión y se
d iado, por quien el Padre hizo este
lisonjee, a sí mismo por observante
mundo, con qué conformidad sufrió
de la ley evangélica, hemos oído ae
ser igualado con lo más soez de los
su boca: Cuando hubiereis hecho
mortales y que le faltase casa a El,
todo lo que yo os mandé decid:
y que a sus caros discípulos les
Siervos inútiles somos.
f

falleciesen los alimentos.

CCCLXV CCCLXX

Y siendo Hacedor y Goberna-


el ¡Cuan grande es el desatino de
dor de la Naturaleza, no estuvo aquellos que se alaban de ser cris-
exento de los males de nuestra na- tianos consumados y se anteponen
turaleza tuvo hambre, tuvo sed, a los otros en la observancia de la
:

sufrió cansancio, paladeó tristeza: ley!


¿para qué todo esto, sino para ejem-
plo nuestro CCCLXXI

CCCLXVI Puesto caso que ninguno sabe si


tiene virtud o no, ni si es digno de
Fué tan amigo de la paz, de la la gracia de Dios o de su aborreci-
concordia, de la caridad, que ningún miento; ni si es más rico que él
vicio persiguió más que la soberbia en virtud aquel a quien se prefiere;
y los vicios que nacen de la sober- ni si está llamado ni predestinado
bia, a saber: arrogancia, ambición, al consorcio de los santos mientras
porfías, desacuerdos, enemistades. que él está condenado a miserias
sempiternas. .

CCCLXVII
cecLxxii
Y enseñónos no haber cosa acá
abajo por la cual debamos engreír- ...Por eso Dios privó de todo jui-
nos, ni de las exteriores ni de as ]
cio acerca de otro hombre al hom-
anejas a nuestro cuerpo, pues todas bre, porque es ciego y desconocedor
son advenedizas y ajenas. de los secretos y retraimientos del
1238 JUAN LUIS VIVES. OBR.AS COMPLETAS. TOMO I

corazón y se los reservó para Sí, que cccLxxvni


es infalible escudriñador del pecho
humano. Esta es, por decirlo así, la moneda
con que quiere Xuestro Señor quo
CCCLXXIII le paguemos, a saber: que así como
El nos amó siendo siervos y malos,
Las señales de afuera, que es lo indignos de ello, amemos nosotros
único que ojo del hombre ve, son
el a nuestra vez a los que son siervos
muy flacos e inciertos indicios de como nosotros mismos.
lo que se esconde dentro.

ccclxxix
CCCLXXIV
En este mundo comenzó Dios a
Xo, pues, por una sola conversa- fundar el amor mutuo entre los
ción, cosa que hacen algunos teme-
hombres y para con Dios; aquí
rarios; ni aun por ciento, ni aun
echó muy a nivel y plomo los ci-
mientos de la felicidad humana que
por una prolongada convivencia des
una sentencia rotunda y tajante so- tuvo su consumación en el cielo.
bre el ingenio, vicios o virtudes de
alguno. CCCLXXX

CCCLXXV Esta es la vida y la gracia de Cris-


to, que en sabiduría excede a todo
Muy profundos y secretos son los alcance del ingenio humano y en
rodeos y los escondrijos del corazón justicia y razón satisface a los que
humano; ¿qué vista humana pene- algo entienden, y con su bondad
trará en tamaño laberinto y nebu- 'cautiva a todos.
losidad?
CCCLXXXI
CCCLXXVI
Xinguno piense que es cristiano;
Habiendo Cristo con su muerte ninguno confíe estar bien con Dios,
ganado para sí todo el linaje huma- si odiare a uno solo de los hombres,
no y redimídole por tan gran precio puesto que Cristo nos los encomen-
de la servidumbre del demonio, nin- dó a todos.
guno ose menospreciar, ninguno
alabar su alma, a quien el Señor ccclxxxii
amó en tan alto grado que no dudó
derramar su sangre y poner su vida Al hombre que Dios encomendó
por ella. Por todos generalmente si lo merece, ámale porque lo mere-
fué crucificado el Señor y por cada ce; y si no lo merece, ámale tam-
bién, porque harto merece Dios que
uno singularmente.
le obedezcas.

ccclxxvii ccclxxxiii

Xo pienses que va a ser a Cristo Xi los ayunos ni las largas limos-


cosa grata que tú aborrezcas a nas distribuidas entre los pobres ha-
quien El ama. cen al hombre más agradable a
OBRAS MORALES. 1NTROD. A LA SABIDURÍA.
' DE LA CARIDAD 1239

Dios solamente lo consigue el amor


;
CCCLXXXIX
para con los hombres. Esto nos en-
señó también su Apóstol. Con la concordia, aun lo más pe-
queño se aúna; con la discordia,
aun lo más grande se dispersa.
CCCLXXXIV

No veas a hombre alguno en el cccxc


mundo a quien no pienses que has
Los que trabajan por establecer
de tenerle en lugar de propio her-
no paz entre los hombres y conservar-
mano, con cuya prosperidad te
la bien trabada y firme, éstos serán
goces, de cuya adversidad no te
conduelas socorriéndole en todo lo llamados hijos de Dios,
según el tes-
que pudieres. timonio de Cristo. Estos son los ver-
daderos pacíficos de quien habla.
Los que andan introduciendo dis-
CCCLXXXV cordias y despegando el amor de los
hombres entre sí, son hijos del dia-
No entibie en ti este afecto ni el blo.
paisanaje, ni el parentesco, ni su
profesión, ni su condición. Dios es cccxci
el Padre de todos, a quien tú, ense-
ñado por Cristo, cada día llamas Pa- El colmo de la enemistad, en la
dre, quien te reconocerá por hijo si cual el hombre supera la ferocidad
tú reconocieres en sus hijos a tus de todas las fieras, es la guerra; sá-
hermanos. No te sea enojo tener por bete que no es cosa de hombres,
hermano a quien Dios no desdeña sino de bestias como lo indica su
por hijo. propio nombre: bellum de bellua.
,

CCCLXXXVI cccxcn

Dios trajo la paz, la concordia De la guerra abomina la Naturale-


y
u

el amor. za, que crió alhombre sin armas,


para la mansedumbre y la sociabi-
lidad,y aborrécela Dios, que quiere
CCCLXXXVII absolutamente e impone imperativa-
mente el amor entre los hombres
Los bandos, las facciones, los pro- todos.
vechos personales con daños ajenos,
los desacuerdos, las riñas, las con- cccxcni
tiendas, las guerras, todo eso lo in-
trodujo el demonio, que es su más Ni hay hombre que pueda dañar
habilidoso urdidor. a otro ni hacerle guerra sino con
malicia.

CCCLXXXVIII
cccxciv
Dios, que quiere que nos salve- Si piensas que hay alguno que te
mos, siembra bienquerencias; el tiene mala voluntad, no perdones
diablo, que nos quiere perder, siem- trabajo ni medio por aplacarle y
bra enemistades. congraciarle contigo.
1240 JUAN LUIS VIVES.
.
OBRAS COMPLETAS. .
TOMO 1

cccxcv CDI

En un caso como éste, no ahorres Xo hay cosa más disconforme con


súplicas ni atenciones ni aun gastos este amor ni obra más de enemigo
para recobrar su estima, que es el que hacernos malos con la persua-
más breve atajo para lograr la esti sión, con el ejemplo o con otra
ma de Dios. cualquier arte.

CDII
cccxcvi
Lo primero y mejor de todo que
No
escarnezcas a nadie sabiendo
puedes hacer es amar, aunque fue-
que que acontece a uno puede
lo
res aborrecido; pero lo más excelen-
acontecer a cualquiera antes da
te y que contenta más es amar y
;

gracias a Dios, que no te cupo a ti


ser amado.
tal infortunio, y pídele ya para ti
que no acontezca tal. ya para aquel CDIII
que en su aflicción no le falte reme-
dio o. al menos, resignación; y so- Xo hay riquezas más ciertas que
córrele tú si pudieres. las amistades ciertas.

cccxcvn CDIV

De cruel ánimo es gozarse con los Xo hay más poderosa escolta que
males ajenos y no tener lástima de los amigos fieles.

la común naturaleza.
OüV

cccxcvni El sol quita del mundo el que de


la vida quita la amistad.
Sé misericordioso para con los
hombres y alcanzarás misericordia
de Dios. CDVI

cccxcix Pero la verdadera, maciza y dura-


dera amistad sólo se da entre los
La fortuna y acaecimientos huma- buenos, entre los cuales el amor cua-
nos son comunes a todos; a cada
ja fácilmente.
uno amenazan; colgados están co-
bre cada cual. cdvii

CD Los malos ni son amigos entre sí


ni con los buenos.
Para cumplir con ese amor debido
a los hombres, piensa que no puede cdvii i
hacerse cosa mejor ni más con-
gruente que procurarles el máximo El más trillado y derecho camino
bien, que es ia virtud, que dedicarte para ser amado es que tú ames, pues
:

iíhacerlos a todos buenos si pudie- nada hay que engendre tanto amor
]

res y si no, mejorar a los más. como el amor.


OBRAS MOKAÍ.ES.— INTROP A LA SABIDURÍA. CÓMO SE HA DE VIVIR \24\

CDIX CDXVI

Granjéase también el amor con la No inquieras vidas ajenas ni, co


virtud, que de suyo es amable, que mo dice el Sabio, busques maldad
convida y casi obliga a que la amen en la casa del justo, ni escudriñes
los que más la desconocen. con morbosa curiosidad lo que hace
cada uno; guárdate sobre todo de
CDX descubrir la torpeza de nadie ni
quieras averiguarla esto es propio
;

Y también con las señales de la


de inhumano pecho y de alma amar-
virtud,mansedumbre, modestia, re-
ga, y nacen de ahí copiosas enemis-
serva, humanidad, cortesía, afabili- tades.
dad; si nada dijeres o hicieres que
delate arrogancia o insolencia o pe- CDX VII
tulancia u obscenidad, todo sea en
ti dulce, suave, amable y puro. Los que tal hacen acostumbran
ser descuidados de sus cosas y cu-
CDXI riosos de las ajenas. Cuán torpe y
fea cosa es conocer a los otros tan
Ponzoña es de la amistad si amas bien y de sí no saber nada.
como hubieras de aborrecer y
si
consideras a tu amigo tal como si
hubiera de ser tu enemigo. COMO SE HA DE VIVIR CON DOS
HOMBRES
CDXII
CDXVIII
Saludable es aquel aviso : Odia
como si hubieses de amar.
No solamente has de amar a los
hombres, sino, como es razón, debes
CDXIII
reverenciarlos y vivir con ellos con
En la amistad no des entrada a toda honestidad y miramiento, pues
pensamiento alguno de enemistad; en ello consiste el deber de la con-
no creas que el que tienes por ami- vivencia.
go vaya a ser nunca tu enemigo de ;
CDX IX
otra manera la amistad será flaca
y quebradiza. No pienses que importa poco dón-
de, con quién, a par de quién vives
CDX1V o hablas.

En laamistad conviene que haya CDXX


fe, constancia y llaneza, por manera
Estando delante de las gentes ha-
que del amigo no tengas ningún re-
ya templanza, moderación y com-
celo ni prestes oído fácil a los suspi-
postura en todo tu cuerpo y, parti-
caces y a los delatores.
cularmente, en los ojos y toda la
cara, sin muestra de arrogancia o
CDXV
desdén no haya visajes ni livian-
;

La vida no es vida para los sus- dad; hermoséenla la serenidad y e'.


picaces o los desconfiados, sino una sosiego, que son señales de alma
. muerte continua. tranquila y reposada.
1242 JUAN LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. TOMO I

CDXXI CDXXVIII

El atavío del rostro humano que Los ojos estén reposados y queda*
más embellece y nos concilia bien- lasmanos: ni nerviosas ni gesticu-
querencias es la modestia y la ver- ladoras.
güenza, de la cual, si está desnudo,
parece el más feo y abominable del CDXXIX
mundo. No acostumbres a juegos de
te
CDXXII manos; del papirote se llega a los
puños, y de ahí, al palo y a la es-
Desesperarse debe de la salud de pada.
aquel que perdió el empacho de
CDXXX
obrar mal.

CDXXIII
A solos los buenos haz honra y
acatamiento, que nace de la venera-
No muestre el rostro braveza ni ción sincera y sentida.
severidad demasiada, que son sínto-
mas de ánimo cruel y desapoderado. CDXXXI

CDXXIV A los que tuvieren mando o cargo


demuéstrales honra exterior; obe-
La risa no sea frecuente ni desco- déceles aunque te manden cosas re-
medida, ruidosa y convulsa, que sa- cias y enojosas, pues esto quiere
cuda todo el cuerpo, ni pase a car- Dios por el sosiego público.
cajada o a sarcasmo.
CDXXXII
CDXXV
Cede tu lugar a los ricos porque,
Piensa que no hay cosa alguna enojados, no hagan daño ni a ti ni
que te pueda alegrar tanto que te a los otros buenos.
fuerce a levantar gran risotada.
CDXXXIII
CDXXVI
Levántate en presencia del an-
De puede haber algún moti- ciano, en reverencia de sus canas y
risa
vo; de carcajada, no. de la experiencia y de la prudencia"
que suelen tener sus años.
CDXXVII
CDXXXIV
Reírse de lo bueno es maldad de ;

lo malo es crueldad; de lo indife- A la honra que te hicieren otros,


rente es locura; escarnecer a los no te sea enojo corresponder tú con
buenos es impiedad; a los malos, honra igual. No saludar al que sa-
crueldad; a los conocidos, mons- luda, no desear bien a quien te lo
truosidad; a los desconocidos, des- desea, si lo miras bien, o es extre-
varío, y burlarse del -hombre es in- mada descortesía o descuidada floje-
humano. dad.
OBRAS MORALES. INTROD A LA SABIDURÍA. CÓMO SE HA DE VIVIR 1243

CDXXXV cdxl

i
Qué fáciles son y de cuán poco Es un viejo dicho: Para ser ver-
estorbo saludo, la afabilidad, la
el dadero no seas mal pensado. Este
cortesía, la deferencia! Y cuán gran- otro,aunque nuevo en palabras, es
des amistades granjean con mostrar- viejo en sentido: Para vivir en
se, y cuántas desbaratan, si se las quietud no seas sospechoso.
omite.

cdxxxvi CDXLI

Cuán grande es la ignorancia de Mira que ni en el semblante ni


lo que nos conviene no querer ga-
:
en dichos ni en hechos no parezca
nar la buena voluntad de muchos que menosprecias a nadie.
con una cosilla que tan poco cuesta.

CDXLII
CDXXXVII
Si eres menos que otro, ¿quién
Cuanto más generoso y más cor- de los que te están por encima su-
tés es cada uno, tanto más humano frirá que le mofes? Y si eres más
y más afable se muestra a todos. El que él, le azoras y le apartas de ti
hastío de hablar o el hablar con con tu desprecio. Intolerable es el
desabrimiento nace de grosería o de menosprecio, porque nadie se con-
necedad. Y así el formarse en las sidera a sí mismo tan vil que lo me-
buenas artes se llamó humanidad. rezca.

CDXLIII
CDXXXVIII
Ninguno llegó a ser tanto, que la
Si no eres saludado tú o no eres fortuna algunas veces no le obligue
correspondido en el saludo, atribu- a tener que recurrir a los más pe-
yelo a descuido o distracción más queños.
que a desdén premeditado; si te ha-
CDXLIV
blaren con poca blandura o no te
dan la honra suficiente, culpa a la
Allende de esto, ninguno hay que
costumbre o la condición de quien sea despreciable de todos aquellos
tal hiciere, no a su malicia ni su
de los que Dios no desdeña de tener
odio. No seas tan vano que te lleve
por hijos, si en esto también no
un soplo de la boca.
desprecias el juicio de Dios.

CDXXXIX CDXLV

Con estas y otras interpretaciones Y hartas veces aquel a quien los


similares te crearás una vida santa hombres tienen por digno de me-
y apacible, puesto que a todos ama- nosprecio, observado más de cerca
rás y no pensarás ser ofendido de hallaríanle dignísimo de respeto y
nadie. veneración.
1244 JUAN LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. TOMO 1

DEL LENGUAJE Y DE LA CDLII

COXVfiERS ACION
Amenazar a menudo es cosa de
mujeruelas, y no de las buenas.
CDXLVi

Dios dió la lengua a los hombres CDL1II


para que fuese instrumento de co-
municación y convivencia a la cual No seas tari tiernecito que una
palabrilla te lastime.
la Naturaleza atrae al hombre y le
mantiene en sociedad.
CDLIV
CDXLV1I No practiques
la elocuencia cani-
na, mordedora, si quieres parecer de-
La lengua causa de grandes
es
cidor en afrenta ajena, que en tal
bienes y de grandes males, según
caso mejor sería que padecieras afa-
usares de ella. Muy sabiamente la
comparó el apóstol Santiago al go- sia o mudez.
bernalle de la nao; hay que ponerle CULV
frenos y cohibirla porque no se ha-
ga daño a sí ni a los otros. No tengas cuidado en reprender
a otros; tenlo. sí, y muy vivo, en
CDXLVIII que los otros no hallen con razón co-
sa que en ti puedan tacnar
No hay instrumento más fácilque
la lengua para el pecado ni tampo-
CDLVI
co más frecuente.
Con tuvieres que repren-
todo, si
CDXLIX der a alguno, no uses de palabras
recias ni ásperas; en el acíbar de
A ninguno hagas afrenta, de nin- la reprensión mezcla algo de dul-
guno digas mal; a ninguno dañes, zura que temple el desabrimiento y
no solamente en la hacienda, pero mitigue la herida si hicieres alguna.
ni en la fama y consideración per-
sonal.
CDLVII

CDL Mas esa mitigación no sea tanta


que eche a perder el fruto de la co-
A
ninguno maltrates de palabra
rrección, ni tampoco que degenere
soltando tu lengua en baldones y
en lisonja.
procacidades, aun perjudicado y pro-
vocado a ello, pues más te dañarás CDLVIII
a ti ante Dios y los hombres sensa-
tos que a aquel mismo a quien cu- Vicio feo, la lisonja; torpe en
bres de dicterios y maldiciones. quien la dice; dañosa a quien la
oye.

CDLI CDLIX

Responder a un denuesto con otro Ninguna cosa tengas en tanto


denuesto es limpiar lodo con lodo. aprecio que sea bastante a desviar-
OBRAS MORALES. «NTROD. K LA SABIDURÍA. DE LA CONVERSACIÓN 1245

tede lo justo y de lo verdadero; no se te pregunta, y qué es lo que dijo


han de alcanzarlo de ti ni riquezas, y lo que sintió aquel a quien res-
ni parentesco, ni amistad, ni ruegos, pondes.
ni amenazas, ni peligro cierto, ni el
CDLX VI
miedo mismo de la muerte.
Muy raro debe ser en ti aquello
CDLX de Cicerón: Dime todo lo que te vi-
niere a la boca cosa que sólo pidió ;

De esta manera cobrarás autori- a Tito Atico. Y aún no sé si debe


dad y crédito, tanto que cuanto di- admitirse en ningún caso, puesto
jeres será tenido por oráculo; de que aun entre amigos debemos pre-
otra manera, serás menospreciado y cavernos de no decir a la ligera co-
aun juzgarán que no mereces que sa alguna que disuelva u ofenda la
te oigan.
amistad.
CDLXI
CDLXVII
Tu hablar sea modesto, cortés y
¡Cuán feo y peligroso es aquello!
bien criado; no áspero, ni rústico,
Lengua, ¿adonde vas?
ni de hombre pero tampoco
villano ;

repulido ni relamido en demasía, y


cuando tengamos que hablar, por- CDLXVIII
que nos entiendan, no sea menester Cristo, nuestro Señor, sabiendo
intérprete. multiloquio nacían mu-
que del
CDLXII chísimos males, y principalmente
aquellos que derechamente van con-
No tomes un tono de mofa o de tra el principal capítulo de su Ley,
reprensión o de amenaza pero tam- ;
como son riñas, discordias, enemis-
poco tu habla sea muelle o melicosa tades.
o adulatoria.
CDLXIX
CDLXIII
Porque fuésemos en nuestro ha-
Hay una cierta medianía que ni blar muy comedidos, nos amenazó
abdica de la propia dignidad ni des- con que de toda palabra ociosa que
poja de la ajena. los hombres hablaren entre sí ten-
dríamos que dar estrecha cuenta en
el día del final examen del mundo.
CDLXIV

La lascivia
la suciedad deben
y CDLXX
extirparse de conversación como
la
de los manjares la ponzoña. Por esto dice el Salmista: Pon
guarda a mi boca y una puerta de
circunspección a mis labios.
CDLXV
No vayas
tan de prisa en el ha- CDLXXI
blar, que las palabras se
anticipen
al pensamiento; ni respondas antes Guárdate de ser boquirroto ni de-
de entender bien la materia de que rramado en el hablar, ni quieras que
1246 JUAN LUIS VIVES,
.
OBRAS COMPLETAS. TOMO 1

te oigan a ti solo. Tiene sus alterna- no toleran ni la arrogancia ni la jac-


tivas el diálogo, aun cuando habla- tancia ni la superioridad soberbia y
res con gente necia o baja. Ni seas fastidiosa, ni aun en los más gran-
tampoco tan pausado ni tardío que des hombres, merecedores de toda
entiendan que te escuchas a ti mis- loa.
mo o que te parezca que hablas pla- CDLXXIX
ta y perlas.
Lo que sabes no lo pregonen tus
CDLXXII palabras, sino tus obras.
Entre hombres sabios, mejor es
oír que hablar pero hay lugar en
;
CDLXXX
que el callar es tan vicio como el
hablar cuando no es menester.
\ No pienses que todos huelgan de
oír lo que tú huelgas de decir.

CDLXXIII
CDLXXXI
Ningún deleite hay tan suave que
se pueda comparar con la plática del Guárdate de hacer cosa que si no
varón, sabio y bien hablado. se encubre no podrás estar seguro
ni sin peligro, y ya que la hubieres
CDLXXIV hecho, no la descubras a nadie. Lo
que quieres que se calle, cállalo tú
No seas muy preguntador, que es primero, y si te es forzoso descu-
cosa molesta y enojosa. brirlo, mira bien a quién.

CDLXXV CDLXXXII
Ten presente aquello de Horacio: Cuando confías algún secreta muy
Huye del preguntador, porque siem- celoso a un amigo, mira no mezcles
pre es parlero. con ello alguna gracia, no sea que
él, repitiendo la gracia, revele el
CDLXXVI secreto.

En dar tu parecer no seas porfiado CDLXXXIII


ni terco; si oyes la verdad, reveren-
cíala luego con tu silencio y acátala El secreto que te confiaren guár-
como cosa divina.- dalo más cuidadosa y fielmente que
dinero depositado.
CDLXXVII
CDLXXXIV
Si oyeres alguna sinrazón, disimú-
lalo en honor de la amistad o de tu No habrá cosa segura en la vida
propia modestia, especialmente cuan- humana si falta la fe de los secretos.
do ni las buenas costumbres ni la
piedad sufren daño alguno. CDLXXXV

r _ TVVTTTTT Lo que hubieres prometido, cúm-


píelo, por duro y difícil que te sea,
Superflua es la porfía si no hay j
para que, a lo menos, cumplas la
esperanza de provecho. Los hombres |
palabra que dieres.
OBRAS MORALES. 'NTROD. A LA SABIDURÍA. DE LA CONVERSACIÓN 1247

CDLXXXVI CDXCIII

Si te tuvieren prometido algo, no Huye de la mentira como de cosa


lo demandes sé ; siempre más áspero que estraga todo. No hay cosa en
lo
juez para ti que para los otros. la condición humana más abyecta
que la mentira, que así como la
CDLXXXVII aparta muy lejos de Dios, la hace
semejante y esclava del diablo.
Te conviene pensar que los hom-
bres tienen sentido, razón, entendi- CDXCIV
miento y juicio para no persuadirles
que lo malo que hicieres está bien Finalmente, más tarde o más tem-
hecho, o al revés, y que no es posi- prano, se descubre la mentira y se
ble embaucar con disimulaciones, vuelve en afrenta del que la pro-
con tapujos, con afeites, con colores firió.
que acaban siempre por descubrirse
CDXCV
y se tornan tanto más feos y abo-
rrecibles cuanto más solapados estu-
¿Qué cosa más despreciada o más
vieron.
vil que el mentiroso? Si te conocie-
ren por tal, nunca te creerán aun
CDLXXXVIII
cuando dijeres la mayor vercTad del
Hostilmente recibimos todo aque- mundo.
llo con que fuimos engañados.
CDXCVI

CDLXXXIX Y, al contrario, si te tuvieren por


veraz, tendrá más crédito un guiño
Por esto, lo más cuerdo es que to- tuyo que el más sagrado juramento
das nuestras cosas vayan claras, des- de otros.
nudas, sin dobleces.
CDXCVII
CDXC Sino quieres hablar cosas que se
Pues aun cuando la verdad algu- contradigan, si quieres que en tus
na vez al principio es odiosa, a la palabras haya constancia, huelga la
postre no hay cosa más amable ni buena memoria y cualquier otra
más grata que ella. habilidad, basta con que digas siem-
pre lo que crees ser verdadero.

CDXCI
CDXCVIII
Sufre tormenta algunas veces la
verdád, pero no naufraga.
Lo verdadero consuena con lo ver-
dadero; lo falso, ni con lo verda
dero ni con lo falso consuena.
CDXCII
CDXCIX
Las ventajas de mentira ni son
la
sólidas ni durables, ni el daño de la Pero si quieres, en cuanto dijeres
verdad empece mucho tiempo. tener crédito, no creas fácilmente
1248 JUAN LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. TOMO I

sino lo averiguado o que traiga con- DVI


sigo una visible verosimilitud.
Los que
te han de creer, igual-
D mente creerán jurado que no ju-
te
rado; los que no te han de creer,
Xo seas suspicaz. Muy sabio es tu juramento les repelerá más.
aquel dicho: Si quieres ser veraz,
no serás suspicaz.

DI
COMO XOS H ABEMOS DE COMPOR-
TAR CON LOS HOMBRES
Desventurado de aquel que se me-
te en cosas de las cuales no se pue- DVII
de escabullir sino mintiendo.
Entre los hombres se ha de hacer
alguna diferencia: unos son como
DEL JURAMENTO de nuestra casa otros, no más que
:

conocidos; otros, por fin. ni conoci-


DII dos siquiera.

Xo te acostumbres a jurar, que dviii

el sabio dice: El hombre que mu-


cho jura será lleno de maldad y de De nuestra casa llamo a todos Ios-
parientes, deudos y allegados y to-
su casa no se apartará el azote.
dos aquellos con quienes vives en el
mismo domicilio.
DIII

Y el Señor, en su Evangelio, no- DÍX


veda todo juramento. Afirmando no
debemos decir sino: Así es. y ne- Atodos les has de amar; aun pj
fando Xo es así.
:
ra con los desconocidos te mostrarás
tal, que sientan que, en general,
D1V
eres amigo de todo el género huma-
no y que a todos los hombres deseas
bien.
Grande es la reverencia debida a
Dios, y así, no fácilmente ni a cada DX
paso le hemos de traer por testigo:
no hemos de hacerlo sino por fuer- Pero no con todos te has de ha-
za o constreñidos a ello.
ber de una misma manera como ra-
ya blanca en pared blanca. Con
DV unos tomarás consejo; a otros obe-
decerás obsequiosamente; a otros
El que fácilmente jura en las co- acatarás y reverenciarás; a otros ha-
sas de veras, jurará en las de bur- rás gracias, si hubieres de ellos re-
las, y quien jura en cosas de burlas, cibido algún beneficio, y principal-
no está en dos dedos de jurar en la mente a aquellos cuyo auxilio te fué
mentira. útil, o diligente, o fiel.
OBRAS MORALES. INTROD. A LA SABIDURÍA. CÓMO NOS COMPORTAREMOS 1249

DXI dxvii

En punto a la gratitud, la volun-


En el segundo lugar después de
tad se ha de valorar tanto como la
éstos, están los maestros, mayordo-
buena obra; que en poco menor
grado está el que intentó, el que mos, ayos, tutores finalmente, los
;

que tienen cuidado de tus costum-


quiso hacer bien, que el que lo hizo
bres, que son la cosa más preciosa
efectivamente.
y excelente que hay en el hombre.
DXII
DXVIll
Si hubieres recibido algún bene-
ficio, no andes menos solícito en de-
volverlo y recompensarlo que si fue-
A éstos, como a otros padres, áma-
los y reveréncialos obedécelos hu-
;

sen dineros prestados.


mildemente y aun con presteza y
alegría, pensando que todo lo que te
dxiii
mandan no es para su provecho, si-
No pienses que es menos de bue- no para el tuyo. Y pues esto es así,
na voluntad haber puesto diligencia muy malas gracias les darás tú, si
que haber dado dineros; antes es mientras ellos están intensísimamen-
más, en cuanto es justo que el cuer- te aplicados a tu bien, tú les devol-
po sea más amado que otra cual- vieres odio o contumacia por tama-
quiera cosa exterior. ño beneficio.

DXIX
dxiv

No aguardes a que tu amigo te Cree que te quiere bien el que ami-


descubra sus necesidades; adivína- gablemente te reprende.
las tú mismo y socórrelas espontá-
neamente; anticípate a los ruegos
honestos, y antes que te niegue, haz DXX
lo que te ruega.
Y que nunca daña la reprensión,
dxv aun enemigo; pues si se nos
la del
da con verdad, muestra lo que debe-
A tus padres no solamente les has mos enmendar; si con falsedad, lo
de amar, sino que les reverenciarás que debemos evitar; así que siem-
después de Dios y obedecerás sus pre nos hace mejores o, por lo me-
mandamientos como mandamientos nos, nos vuelve más avisados.
divinos.

DXXI
DXVI

Persuádete, como así es en hecho Con los que hubieres de hacerte


de verdad, que ellos, en la tierra, amigo, averigua antes cuáles son sus
desempeñan las veces de Dios, y que costumbres y cómo se condujeron
nadie te quiere más ni tiene mayor con sus otros amigos, no sea que
cuidado de ti. luego te pese de aquella amistad.
1250 JUAN" LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. TOMO I

bxxn DXXV II

No te hagas familiar de aquel cu- Sé muy tardío en admitir amigos;


ya familiaridad veas que rehuyen pero una vez admitidos, sé más cons-
los buenos. tante en retenerlos.

DXXI1I dxxviii

Evita también aquellos que no te Escoge familiares que no solamen-


amarán a sino a lo tuyo, como te te darán placer, sino que te aca-
ti,

son los truhanes, chocarreros, pará- rrearán provecho, no aquellos que


sitos, en fin, aquellos con cuyo tra- todo lo dirán para tu agrado, sino
to y, por decirlo así, con cuyo fro- para tu bien; no los que te adula-
te o te tornarás peor o se te pegará rán lisonjera y astutamente, sino los
mancilla o peligro. que te avisarán con sinceridad y lla-
neza.
DXXIV
dxxix
Evita también a los que tienen en-
Si te acostumbras a oír a los que
vidia- del bien de sus amigos.
te adulen, nunca oirás la verdad.

DXXV
dxxx
Y también a los picoteros y dica-
que ningún miramiento tienen De las pasiones bestiales, dos son
ces
las causadoras de mayor estrago:
y burlan y publican los secretos y entre
las bravas, la envidia; entre
por innata locuacidad garlan lo que
las mansas, la adulación.
debieran callar con cuidado muy ex-
quisito.
dxxxi
DXXVI
Tanto como deben ser amadas la
Y. sobre todo, huye de aquellos sabiduría y la virtud, tanto debe ser
que por una rencilla baladí toman 'execrada la adulación que nos es-
gravísimas enemistades con sus ami- torba que lleguemos a donde nos
gos más estrechos, vengándose de persuade que hemos llegado ya, y
ellos con más saña que de aquellos otro tanto debe ser agradecida la
a quienes odiaron siempre, en la recta amonestación que hasta allá
bárbara convicción que se ha de su- nos conduce, mientras nos enseña
frir menos la injuria del amigo que cuánto nos falta para llegar y cómo
del enemigo; en lo cual demuestran hemos de cubrir esta etapa defini-
claramente no haber amado nunca, tiva.
que de otra manera no se creerían
ofendidos tan pronto; a estos tales, dxxxi i
mejor es tenerles por enemigos o
ciertamente por desconocidos que Si llevas mal la reprensión, no ha-
por amigos. gas cosa que la merezca.
OBRAS MORALES. INTROD. A LA SABIDURÍA. CÓMO NOS COMPORTAREMOS 1251

DXXXIII te; con los iguales, asequible y fá-


cil, y para con el vicio, sé siempre
Desventurado de aquel que no tie- duro, rígido, vertical, inexorable.
ne quien le amoneste cuando lo ne-
cesita. dxl

DXXXIV No hagas gran sentimiento porque


los más poderosos que tú te menos-
precien; antes atribuye la culpa de
Evita el trato con los malos hom-
bres como si fueran atacados de pes- ello a la Fortuna, no al hombre.
te, pues en uno y otro caso es de te-
mer la contaminación. DXLI

Si de quien es menos que tú par-


DXXXV
tiere algo que te agrade poco, piensa
que no es ultraje, sino libertad.
Si ya no fueses tal que confíes en
volverlos mejores.
DXLII

DXXXV i Piensa también que eres tan deli-


cado que cosquillas leves te parecen
Pero no te entregues demasiado a golpes recios.
a esta confianza, principalmente por-
que nuestra naturaleza está incli- DXLIII
nada al mal; agria es y barrancosa
la vereda de la virtud.
Ni conviene que pienses que tú so-
lo eres hombre y todos los otros bes-
DXXXVII tias que no han de atreverse ni a
chistar. Eres hombre; vive con los
Escudriña tú mismo implacable- otros hombres en pie de igualdad.
mente quién eres y de qué lugar y
de qué condición, porque no haya
DXLIV
cosa alguna que te dé tantos fueros
que pienses que más es lo que se te
debe a ti que lo que a los otros es
Antes, si fueres más sabio, sifue-

permitido.
res mejor, tanto más has de cerce-
nar de tu derecho en favor de los
otros como a más ignorantes y más
dxxxviii
flacos; perdónate mucho menos a ti,
a quien la sabiduría y la virtud te
Cuanto mayor fuere lo que por
concesión de la costumbre te está
han dado tanta fuerza.
permitido, otro tanto retráigate de
ponerlo en práctica la moderación. DXLV

Si no
aventajas en virtud, ¿por
les
dxxxix qué quieres ser tenido por mejor
que los otros? Si les aventajas, ¿por
Con los inferiores muéstrate co qué no haces más que el vulgo por
medido; con los superiores, reveren- comedir tus pasiones?
1252 JUAN LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. .
TOMO I

DXLVI DLI

Mejor y más feliz cosa es ser in- Xo hay oración más grata ni más
juriado que injuriar; ser engañado encaz ante el acatamiento de Dios
que engañar; verdad es ésta que la que aquella que nos enseñó su Hijo.
sabiduría humana no desconoció, co- Cristo señor nuestro; la cual, por
mo lo demuestran Sócrates, Platón. esto, se llama Oración del Señor o
Jenofonte, Aristóteles. Séneca. Dominical.

DLII
DXLVII
Pero tú no la puedes rezar con
Acuérdate que es propio de la fra- ánimo verdadero y puro si de todo
gilidad humana engañarse y errar corazón no perdonas al hombre to-
para que los delitos ajenos no te do cuanto pides a Dios que te per-
ofendan gravemente, en especial los done a ti.
que fueren contra ti.
DLIII

DXLVII I
Con esta condición se nos perdona
una deuda grande por la chica que
Perdonar es de ánimo generoso; nosotros perdonamos.
retener de hombres du-
la ojeriza es
ros y crueles, degenerados, abyec-
tos y ruines: verdad que la Natura- DLIV
leza muestra aun en los animales
irracionales. Todo lo que el hombre pecó contra
otro hombre es una pequeñísima
DXLIX parte de lo que cualquier hombre,
a cada momento, peca contra Dios
Y pues Dios ninguna cosa hace a saber: tanto cuanto mayor es y
más veces y de mejor gana que per- más excelente Dios que el hombre.
donar, ¿quién será tan loco que lie-,
gue a negar que aquélla es la más DLV
hermosa y excelente obra, que tan
de cerca nos aproxima a la natura-
Si con alguno estuvieres enojado,
leza de Dios sumo y todopoderoso?
haz según te aconseja el Apóstol:
El sol no se ponga antes que tu
DL enojo.

Serás para con los hombres tal co- DLVI


mo deseas que Cristo sea para con-
tigo. Y es por cierto cosa justa que Antes que te vayas a acostar, arro-
tú concedas a los hombres aquella ja de tu pecho todas las rencillas
misma indulgencia de que tú, en los enojos, ofensas, codicias y cuidado.-;
mismos delitos o en otros no poco para que con ánimo sosegado y tran-
más leves, andas en extremo nece- quila te entregues a placidísimo re-
sitado. DOSO.
OBRAS MORALES. INTROD. -\ LA SABIDURÍA. — CONDUCTA CONSIGO MISMO. 1253

DLVII demasiado influidos de nuestras pa-


siones y nos dejan examinar lúci-
Ai que una vez hubieres perdona- damente lo que hay en cada cosa y
do haz que conozca que lo hiciste nos llevan desatinadamente por des-
con la mejor buena fe y la más ab- carríos y despeñaderos.
soluta lealtad y tan radicalmente
que tú no te acuerdes del ultraje y
él reconozca en ti un buen amigo si COMO CADA CUAL SIE HABRA
en alguna cosa puedes ayudarle o CONSIGO MISMO
aprovecharle.
DLxin
DLV1II
Conviene que no solamente te
Afectado por una injuria, guárda- ames a ti mismo, sino que te tengas
te de tomarte la venganza por tu reverencia para que te avergüences
mano ni la encomiendes a ningún de ti mismo si vas a hacer alguna
otro mortal; no tienes jurisdicción cosa o necia o imprudente o des-
sobre el siervo ajeno, ni aun sobre vergonzada, fea, malvada, impía.
tu mismo consiervo; injuria haces
a tu dueño si ro le dejas que en-
DLXIV
tienda en la causa de quien es sier
vo suyo como tú. Ten en estima mayor el veredicto
callado de tu conciencia que toda la
.
_
DLIX grita de la loca y necia muchedum-
bre, la cual aprueba y condena lo
Dios es el Señor de todos y todos
que no conoce con idéntica ligere-
somos siervos suyos;' bástete haber-
reza temeraria.
te quejado una vez; no insistas en
el lamento; el ojo del Señor lo mira
todo, y según bu palabra infalible, DLXV
El conoce quién hace la injuria y
quién la padece.
La conciencia es la que, si está
alborotada, acarrea al alma grandí-
DLX simos tormentos, y si está tranquila,
el más placiente bienestar, con ei
Por eso dice Dios a todos: Dejad cual no hay riquezas ni reinos que
a mi cargo el castigo; yo pagaré a puedan comparársele.
cada cual según merece.
DLXVI
DLXI
Esto es lo que el Señor promete
Pues residiendo la injuria en la en el Evangelio a los suyos a sa- ;
intención,no en el hecho, sólo Dios ber: que van a recibir aún en esta
conoce la intención y el castigo de vida mucho más de lo que por El
que es merecedor. abandonaron.
DLXÍI DLXVII

Las más veces pensamos ser in- La fama ni ha de aprovechar al


juria lo que no lo es porque estamos malo ni ha de dañar al bueno.
1254 JUAN LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. TOMO I

DLXVIII dlxxiii

Muerto, ¿qué más vas a llevar de Con todo, los que ningún caudal
la fama que una pintura de Apeles, hacen de su buen nombre para pe-
alabada, o el caballo vencedor en
car más osada y bellacamente, estos
la Olimpíada? Ni aun al vivo apro-
tales son malos dos veces, no respe-
vecha, si la ignora, y si la conoce, tando a los hombres ni reverencian-
no le proporciona otro placer sino do a Dios.
que el sabio la menosprecia y el ne-
cio más se complace de sí mismo. i

dlxxiv
DLXIX
Estos tales hacen injuria a su con-
La conciencia da de sí un autén- ciencia, la cual burlan y escarne-
tico y sólido y duradero testimonio, cen, como si se les diera tan poco
que valdrá mucho en el juicio de de la fama, por pecar más licencio-
Dios. Es también una gran maestra samente, puesto que no sienten la
de la vida si no se entregó a las traba de ningún miedo.
pasiones que la corrompieron.

DLXX DLXXV

Más aún: es, como gráficamente En esto consiste el amarse a sí


dijo aquel poeta sentencioso, muro mismo: en esforzarse, en trabajar,
de bronce, detrás del cual, fortale- en pedir a Dios con súplicas muy
cidos, vivimos seguros en medio de ahincadas que la porción más ex-
los peligros de la vida; y no hay celente de nosotros mismos se ador-
terror tan grande que pueda intimi- ne y atavíe con el más genuino y
dar a quien tras este muro se abri- rico de los aderezos, que es la re-
ga: porque siempre está puesto y ligión.
clavado en Dios y en El sólo se con-
fía y reconoce que de sí tiene espe-
DLXXVT
cial cuidado Aquel a quien sabe que
obedece todo el universo.
Xo se ama aquel que ama las ri-
quezas, los honores, los placeres y,
DIXXI en una palabra, todo cuanto esté en
nuestro cuerpo o fuera de él, puesto
Cosa fea es que te conozcan los
que la porción más excelente es el
otros y que tú te desconozcas a ti.
alma.

dlxxii
dlxxvii
¿Por ventura no te basta ser co-
nocido de ti mismo y. lo que es mu- Xi se ama tampoco aquel que, por
cho más. de Dios? ¿Para qué buscas, ignorarse a sí mismo, a sí mismo se
mentecato, un teatro más lleno? ¿O engaña o se aviene a ser engañado
un nombre que durará en el recuer- de otros; gózase a veces cuando se
do de algunos unos pocos instan- persuade que hay en él unos bienes
tes más? de que carece en realidad.
OBRAS MORALES. — INTROD. A LA SABIDURÍA. — CONDUCTA CONSIGO MISMO 1255

DLXXVIII un poco de trabajo por un premio


eterno y celestial, pues aun las co-
Este amor en el hombre no es sas perecederas y frágiles no se al-
amor de sí mismo, pues que él mis- canzan sin trabajo?
mo no es otra cosa que su alma;
mas el amor corporal es desatinado, DLXXXIV
ciego, fiero, pernicioso a sí y a los
otros. Esta es la ley de todos, cuyo padre
es Adán: que trabajen. Y ésta es la
DCXXIX maldición de los hijos de Eva: que
se aflijan.
De este amor no
sin razón decía
Sócrates con profunda queja ser ma- DLXXXV
nantialy origen de todos los males,
puesto que destruye el amor mutuo, Y puesto que hemos de trabajar
de donde nacen todos los males en el de todas maneras, doquiera que va-
género humano. yamos, ¡cuánto mejor es trabajar y
procurar con nuestro trabajo el ma-
DLXXX yor de los premios que no aquel
otro escaso, vil, sin consistencia! Y
Quien de esta manera se ama, no de ahí tormento sempiterno y triste-

ama a otro ni es amado de otro. za sin fin.

DLXXXVI
DLXXXI
¿Y qué decir, si es empeño más
Ei soberbio no se aviene con los fácil y más seguro y más tranquilo
mansos, pero mucho menos con los y, por ende, más sabroso y apacible
soberbios. obrar el bien; como sea que el pe-
cado está lleno de peligros y por es-
DLXXXII ta causa, de ansiedades y de angus-
tias?
Nuestro Salvador Jesucristo, en un
breve documento imbuido de celes- DLXXXVI i
tial sabiduría, nos declara lo que es
la muerte del hom-
El pecado es
amarse a sí mismo y lo que es abo-
rrecerse. El que odia, dice, a su al-
que parece que a sí mis-
bre, tanto
ma, no regalándola en ninguna de mo se degüella aquel que peca pues ;

estas cosas de fortuna y perecede- se arranca de Dios, que es nuestra


ras, éste le amá verdaderamente y vida, y
del sosiego de su conciencia,
quiere salvarla; mas el que la ama, que es el más intenso y callado de
los deleites.
regalándola, este tal la odia y quie-
re su perdición.
DLXXXVI II
DLXXXIII Lavarás las suciedades del pecado
con lágrimas, con penitencia e invo-
¿Quién hay si no está del todo cación de la clemencia divina, con-
fuera de entendimiento, que rehuse fiando en ella ilimitadamente.
1256 JUAN LUÍS VIVES. OBRAS COMPLETAS. TOMO i

DLXXXJX No nos traigas en tentación, ma& Lí-


branos del demonio, acechador mal-
Hase de evitar con gran atención vado.
y con vigilancia muy particular to-
da ocasión y causa de pecado. Dice DXCV
el Sabio Quien arria el peligro, pe-
:

Obremos, pues, siempre como ar-


recerá en él.
mados en batalla, vigilantes, las hal-
DXC das en cinta, atentos, no dormidos
en nuestras ocasiones. Y siendo tan-
Y el diablo siempre está en ace- ta la fugacidad de esta vida y tanta
cho de la ocasión, por lo cual no po- su incertidumbre, que nadie puede
demos vivir seguros. prometerse el día de mañana, locu-
ra grande es y peligro pavoroso di-
DXCI latar nuestras esperanzas a plazo
largo, difiriendo hacer nuestros
Siempre hay que pelear con él, aprestos para la jornada irrevoca-
como verdaderamente dijo Job: La ble, a la cual se nos llama a cads
vida del hombre sobre la tierra es momento ignorantes de cuándo, que-
una guerra continuada. ramos no queramos, tendremos que
emprenderla.
DXC II
DXCVI
Y como el demonio sea enemigo
tan poderoso, tan robusto, tan in-
que hemos dicho, pre-
Por todo lo

sidioso, tan astuto, tan veterano y


parémonos un tesoro para la vid fe

venidera, al cual cada día añadamos


aguerrido, con tantas fuerzas y tan-
algo, con ei cual, provistos y con-
tas estratagemas y tantos engaños,
fiados, jamás por nuestra flojedad
por ningún arte ni manera podemos
serle iguales ni salir victoriosos del y
descuido nos tome la muerte des-
apercibidos, sino aparejados y no
conflicto. Por esto, desconfiando de
tristes para la partida, y saciados
nuestros recursos, hemos de acorrer
a Dios implorando socorro
ya de esta vida, llevemos siempre
delante de nosotros la óptima e in-
sobornable esperanza de una vida
dxcíii pasada en inocencia y santidad, por
la fe en el Hijo de Dios y la piedad
Por esta causa el Señor y Maes- en que por El fuimos amamantados.
tro manda a los suyos, y no una so-
Ningún don pudo Dios dar al hom-
la vez, que oren y con grande afec-
bre, ni mayor ni más apetecible, por
to y rendida voluntad pidan al Pa- el cual conocemos a Dios y cuanto
dre de todos que no les deje caer en
puede conseguirlo un mortal nG so-
tentación es decir, entrar en bata-
;
lamente le imitamos y seguimos, si-
lla en que tengan que luchar a bra-
no que también a veces le alcan-
zo partido con el diablo. zamos.
nxcvii
DXCIV
Sin este conocimiento, ¿qué otra
Y en la oración que El mismo nos |
cosa es e] hombre sino una bestia
enseñó, el remate y corona es éste ! inmortal?
OBRAS MORALES. INTRCD. A LA SABIDURÍA. CONDUCTA CONSIGO MISMO 1257

DXCVIII mos al Padre y a Jesucristo que El


envió.
De la manera que un día de la vi-
DC
da del hombre se ha de preferir a
la longevidad de un cuervo o de un Este es el- curso de la Sabiduría
ciervo, un día vivido en religión, es- absoluta, cuyo primer grado es: Co-
to es, de vida divina, ha de antepo- nocerse a sí mismo;
y cuyo último
nerse a la eternidad toda sin reli- peldaño es: Conocer a Dios.
gión. Al Rey de los siglos inmortal e
invisible; al Dios de toda sabiduría
DXCIX sea honor y gloria por siglos de si-
glos. Amén.
Esta es vida eterna, dice Nues-
la
tro Señor Jesucristo, que conozca- Brujas, año 1524.

FIN DE LA
«INTRODUCCIÓN A LA SABIDURÍA»
DEBERES DEL MARIDO
(DE OFFICIO MARITI)

(1528)

DEDICATORIA
CARTA muy pocos aquellos a quienes des-
AL ÍLUSTRÍSIMO DON JUAN DE BORJA, contentó, avivó el deseo de muchos,
DUQUE DE GANDÍA quienes porfiaron porque yo escri-
biese con relación al marido lo mis-
Cuando, años atrás, iba escribien- mo que había escrito en el segundo
do el tratado acerca de la for- libro de mi obra anterior sobre la
mación de la mujer cristiana, instrucción de la mujer. Engolfado
poco podía yo pensar que en lo suce- yo en aquella sazón en un verdade-
sivo no habían de faltar quienes, me ro agobio de ocupaciones absorben-
exhortasen a escribir un tratadillo tes, hubiera dejado de doblarme a
análogo acerca de los deberes del ma- sus deseos, si los que me lo rogaban
rido, y aun he de confesar que tal no fuesen tales que yo no les podía
idea no me vino jamás a las mien- negar nada, y en especial, puesto
tes. Y así fué que por esta no pre- que tan honesta cosa me pedían, ca-
visión mía mezclé en aquellos li- si fuera un pecado desairarles. En-
bros enseñanzas que indistintamen- tre todos ellos, el más principal y
te podían tener aplicación así a la porfiado peticionario fué Alvaro de
mujer como al marido, pues no es- Castro, hijo de Juan, el de Burgos,
peraba yo que con posterioridad cuando, allá en Londres, no sola-
tuviera lugar más a propósito para mente morábamos en la misma ca-
decir aquellas cosas, aun cuando sa, sino como en contubernio, o,
aquel en que las puse no era del mejor, en un aposento común, el
todo ajeno del asunto. Mas, puesto cual, con su afecto y bienquerencia,
que la obrecilla tuvo un éxito mu- que eran por mí correspondidos,
cho más feliz que no me lo prome- hacíame las veces de hermano. A
tían mi esperanza ni mi expectación ése, pues, que me lo rogaba con
y se ganó lectores numerosísimos, y muy ahincada insistencia, no sufrí
(por hablar parcamente) siendo negárselo en redondo. Y así fué que,
1260 JUAN LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. TOMO 1

conforme me iban ocurriendo, ano- las más elevadas cumbres, y si vive


taba yo, a manera de minuta o pro- e insiste en el camino comenzado, va
grama del libro a escribir, los pen- a ser algún día lumbrera de nuestra
samientos que me parecían perti- ciudad. Este no hizo más que aumen
nentes a complacer su deseo tan vi- tar con la frecuente evocación y re-
vo, y ello hacíalo yo en lengua es- cuerdo la estima que había conceb:
pañola, pues en lengua latina no lo do de ti por las cartas de Estrany.
entendiera. Y como todo esto des- Y, ambos a dos, allende de haber en-
pués mereciera de mi parte una to- carecido sobre manera tus talentos
tal reprobación, parecióme bien au- y tus virtudes, expresaron el favor
mentarlo y limarlo y enviártelo a ti entusiasta que prestabas a los doctos
en su redacción latina. No jorque y estudiosos todos y hasta qué pun-
tú necesites en manera alguna de to deseabas merecer bien del culti-
estos preceptos míos ni de ningunos vo de las buenas letras. La prueba
otros, pues tratándose de una esposa mayor de ello es la fundación del
como la tuya, dama ilustrísima y de Colegio de Gandía, donde se ense-
tanta gravedad, para quien no dudo ñan con toda su pureza y elegancia.
que es una ley grande y santa la Y hasta dónde llega tu buena volun-
piedad para con Dios, y para conti- tad para con los doctos todos, pode-
go, singular y subida en su más mos demostrarlo gráficamente, pues
alto grado, por manera que no ha en una carta que me envió Estrany
menester de ningunas otras admo- a mí, tú escribiste de tu mano y
niciones o normas de vivir. Pero es pluma: «El duque de Gandía, devo-
el caso que yo tenía bien asentado tísimo tuyo y de todos los que son
el propósito de escribir algo para ti semejantes a ti», a saber: de todo.-
que fuese entre nosotros prenda de aquellos que tú crees que me son
nuestra cariñosa simpatía, y para parecidos. De ese generoso error tu-
ios otros, manifiesta declaración de yo no es éste el lugar de desenga-
nuestra mutua benevolencia, que a ñarte. Aunque en éstos y en mu-
mí no solamente me halaga (pues chos otros, ¿juega en ellos la suer-
todo amor es de suyo muy sabroso), te, por ventura? ¿O es que los inge
sino que me produce un sano y lim- nios de los hombres están ciegos la-
pio orgullo. mentablemente? ¿Por qué los hom
Así es que yo me considero muy bres hacen gran caudal y aprecio de
obligado deudor de los que granjea- cosas viles y contentibles y desde-
ron esa honrosa y dulce amistad y ñan cosas muy dignas del aplauso y
con gusto confieso esta obligación admiración de todas las edades 0
mía para con Juan Andrés Estrany, Con la más escrupulosa minuciosi-
ausente en la actualidad, quien te dad se ha escrito acerca del asno,
me representó y pintó no cual soy, del buey y del modo de conocer, do-
desgraciadamente, sino cual su afec- mar y curar e] caballo, materia.-
to me fingía o su buen juicio que- harto viles y de poquísima monta, y
ría que yo fuese. Y, a su vez, por nada o casi nada se ha preceptuado
cartas me hizo una clara y patente aún tocante a la manera de elegir
apología de tus virtudes. Y con ese esposa, de dirigirla, de amarla, co-
retrato tuyo se avenía con admira- mo tampoco respecto a la de elegir
ble congruencia lo que aquí me con- y tratar al marido. Y cuando se ha
tó de ti Honorato Juan, nuestro pai- hecho, se ha hecho muy a la ligera
sano, mancebo nacido para escalar y de manera harto rápida, como a
OBRAS MORALES. DEBERES DEL MARIDO. INTRODUCCIÓN 12()J

volapié y como quien dice de gato amor es su ley; mas aquella mujer
que pasa por ascuas. Y aun siendo a quien el amor no ocupó toda y la
así, ¿cómo estos preceptos, sean los redujo a su dominio, ofrece mu-
que fueren, se quedan desairados y chos pasos o, digamos, minas o
no merecen estimación ni aprecio caminos abrigados por las cuales
alguno de los hombres? ¿Será que se infiltran los torcidos afectos del
los hombres, por ventura, han de alma para llegar al punto donde
leer de mejor gana aquellas cosas tiene intención de llegar, al cual,
que producen un placer huero que si llegaren, no menos el marido
un provecho sólido? Si ya no es que que la mujer tienen que servir a su
creamos más ventajoso regir a un pasión; es decir, a un tirano impor-
caballo que a una mujer, que será tunísimo. A esas minas nosotros
indivisible compañera nuestra en to- respondemos con contraminas, visi-
do y en todo tiempo. ¿Será, por ven- bles unas veces, cubiertas otras ve-
tura, otra la causa de que veamos ces y heraclíticas, que interesa gran-
tantos hogares desgraciados, llenos demente al marido, para bien de
de lágrimas y de gritos, sino que se ambos, conocer y practicar. En otro
pecó en la elección y se sigue pe- lugar y en otra ocasión, yo, por lo
cando en la convivencia, cuando ca- que toca a la esposa, señalé por es-
da uno dé los cónyuges pide las crito algunas de estas contraminas
riendas para sí e ignora en absoluto que al marido conveníale grande-
el arte de la jineta? mente conocer y practicar, y que
¿Pensamos, quizá, que se necesita confiaba yo que no sería el bien
maestría mayor para gobernar a público que acarrearían para la de-
una mujer que a un caballo cocea- bida armonía entre ambos si a ello
dor y arisco? El caballo, si no quiere se aplicaban. Ahora traigo un pro-
sufrir jinete, hace uso de su fuerza: pósito igual, y plegué al Cielo que
pero es domado y señoreado por con no desigual resultado. Cierta-
otra fuerza y por otra destreza, por mente, trátase de una obra útilísi-
manera que el caballo más robusto ma y hermosísima, en la cual el
y batallador queda reducido a tal conato solo ya es loable, aun priva-
impotencia como si fuera un pollino do y destituido de todo buen suce-
recién nacido y envuelto en sus pa- so. Colmaría todos mis deseos que
res. Y es que el hombre usa de la te satisficiera esta obra mía acerca
fuerza, del arte, de la astucia y del del marido, como la Formación de
engaño. No se ha establecido ley al- la mujer cristiana, según me dicen,
guna a la buena mujer casada, contentó a la dama muy ilustre que
amante de Dios y do su marido. El es tu esposa.

INTRODUCCION
Pareció al soberano Hacedor de fermedades y de lamuerte y en nú-
la Naturaleza cuando tan a nivel mero muy escaso,que mediante la
y plomo echó el cimiento de las eda- generación, alumbrasen otros seres,
des futuras, puesto que creó a los con lo cual, aumentado el género de
seres animados esclavos de las en- cada uno de ellos, se propagasen
1262 JUAN LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. TOMO I

hasta los tiempos más remotos, a las mujeres en maridajes legítimos,


fin de que, de principios pequeños cesan las porfías de sus pretendien-
en extremo, uno y otro creciesen tes, las cuales forzosamente ten-
hasta una muchedumbre casi infini- drían que existir si las hembras
ta, y mortales como eran, alcanzasen fuesen inciertas y anduviesen de le-
una suerte de sucesiva inmortalidad. cho en lecho, pues el uno desearía
Mas los restantes animales, promis- la belleza y el deleite que va anejo a
cuamente, sin orden, sin ley a]guna. la belleza, puesta como en almoneda
obedecen a la Naturaleza y engen- y al alcance de cualquier mano, y
dran hijos, y para ellos rige una creería que todo debía pasar al do-
cierta ley universal, a la cual todos minio y señorío del más fuerte, co-
obedecen por instinto, aun cuando mo premio de su fortaleza. El otro
entre ellos existen algunos que pa- provecho es que el que antes hubie-
san la vida pareados indisoluble- ra catado la mujer disputada, como
mente y observan con' tal delicade- si aquella libación primera equiva-
za la santidad del maridaje, que son liese a una toma de posesión, se
muchos los miles de hombres a opondría enérgicamente a sus pre-
quienes podrían enseñar castidad, tensiones de otro cualquiera y lucha-
amor recíproco, fidelidad puntual y ría por ella como por cosa de su
finalidad del matrimonio. En este propia pertenencia. De ahí rivalida-
número hay que contar a los cisnes, des, odios, pendencias, y puesto caso
las tórtolas, las cornejas, las palo- que el hombre tiene su porción de
mas. Empero, el linaje humano, na- animalidad, si se suelta la brida a sus
cido para la sociedad y comunidad pasiones, es soberbio, fiero, desen-
de vida, quedó obligado por Dios frenado, ávido de venganza y exco-
por unas más estrechas leyes conyu- gita ardides y trazas, así para saciar
gales, y no quiso el soberano Hace- su lujuria como para perseguir y
dor que con lujuria suelta y desen- vengar aquello que a él se le- antoja
frenada, ni el varón mariposease una injuria; asociaría muchos otros
de hembra en hembra, ni que la a su encono, ora coaccionados por
mujer entregase su cuerpo a mu- el miedo, ora atraídos y engolosina-
chos machos; con lazos legítimos dos por el aliciente de alguna espe-
unió a uno con una e hizo entrega ranza o beneficio, y de ahí bande-
al varón de la mujer no sólo para rías, facciones inmediatas; mas lue-
perpetuar la prole, sino para que go, al punto, guerra y campañas,
consigo asociase su vida. Y esto es crueles peleas domésticas y exte-
lo que Moisés, allá en los orígenes riores, cuales fueron aquellas que la
del mundo, declaró haber dicho la antigüedad conoció, y cuyas relacio-
Sabiduría, de cuyas manos es obra: nes traen los viejos libros, ocasio-
No es bueno que el hombre esté so- nadas por mujeres; verbigracia:
Jo; hagámosle una ayuda semejante Helena de Lacedemonia, hija de
a él. ¡Cuántos y cuán necesarios Tíndaro y de Leda las romanas Lu-
:

provechos vienen de aquí! El prime- crecia y Virginia. Entre nosotros, la


ro de todos, que así como con la Cava, hija del conde don Julián,
ocupación de los campos y delimita- fué la perdición de España. Enri-
ción de sus linderos, reconocidos que II de Inglaterra fué expulsado
por la ley y el Derecho, elimínanse de su reino porque, habiendo ama-
los pleitos y se apaciguan las con- do con prolijos y vehementes amo-
troversias, así también, entregadas res de mozo a una hermana de! rey
OBRAS MOR.tLES. —DEBERES UEL MARIDO. INTRODUCCIÓN 1263

de Francia, llegada ya a Bretaña volencia y amor al prójimo y tanto


para la boda inmediata, su padre, pudor y reverencia tanta, que, a im-
cautivado de su hermosura y no so- pulsos de ese amor infuso, ni uno ni
breponiéndose a su repentina y otro de los cónyuges quiere abando-
desapoderada pasión, violentó a su nar ni trocar a su consorte. Y donde
nuera inminente mientras su hijo el amor faltó, acudió en lugar suyo
andaba por Escocia engolfado en la vergüenza, por manera que no
gestiones políticas. La muchacha, en hay persona alguna tan privada de
la primera entrevista que tuvo con sensatez y juicio que ignore que es
el enamorado mozo, declaróle lo ocu- cosa ilícita, vedada por la religión,
rrido. Este, impresionado por tan mientras permaneciere la unión pri-
fea injuria, se alzó con el reino y mera, buscar otras uniones, y sabe
desterró de él a su padre. Omito que esa transgresión merece pública
todas las anécdotas parecidas refe- odiosidad y ejemplar castigo.
ridas por Plutarco en un donoso y Allende de esto, para el fin de es-
ejemplar librito que consagró a na- tablecer hogares y fundar casas y
rraciones de lances de amor y de tutelar haciendas, cosas todas éstas
pasión. ¡Ojalá la vida no abundase que son las células primeras de las
de tantos y tantos ejemplos como agrupaciones humanas, que se de-
los que cada uno podría referir así nominan ciudades, cuántas ventajas
de personas públicas como privadas, trae y acarrea a la casa del marido
que a tantos y tamaños males em- la mujer, que, en expresión de Dios»
pujó a porfía la carnalidad sin es su auxilio y su semejanza, su
freno. compañera estable hasta el cabo de
Esta ocasionó la subversión de la vida, particionera de todos sus
muchos reinos; ésta destruyó fami-gozos y de todos sus pesares y ma-
lias,consumió patrimonios y sem- dre futura de la prole de ambos.
bró dondequiera grandes y acerbísi- Ella defiende y guarda el patrimonio
mos peligros y negras calamidades. familiar con vigilancia y cuidado
A esta pasión tan sin freno y tan mayor que si fuera cosa exclusiva-
arrolladoramente expansiva, Dios mente suya. O, mejor aún, ningún
Nuestro Señor, Padre nuestro pro- otro bien cree ser más suyo que
videntísimo y Autor y Fundador de aquél, y lo conserva y acrecienta, si
los casamientos, condolido del hu- puede, pensando que va a dejarlo
manal linaje, puso medida y tasa a sus hijos, a los cuales ella no tiene
mediante la ley del matrimonio, en menor aprecio y cariño que a sí
escrita y consignada no tanto en misma.
papeles y albaranes como sembrada No puede encarecerse de cuánta
e impresa en el pecho de cada uno pesadumbre, de cuánta molestia y
dé los hombres. Y en la institución enojo queda aliviado el espíritu del
de este linaje de uniones conyuga- marido, atento de suyo a más altos
les, extensiva indistintamente a to- menesteres que a esos cuidados me-
das las gentes y naciones, no ya só- nudos y a esas preocupaciones case-
lo en aquellas a quien la Humani- ras. Mas yo no sé si admiten esas
dad y la civilización dieron costum- cosas comparación con la crianza y
bres y prácticas religiosas, sino tam- cuidado de los hijos. Las uniones
bién en las bárbaras y fieras nacio- ciertas hacen a los hijos ciertos y,
nes, vírgenes de toda cultura y de por ende, más queridos. El amor
toda' humanidad inculcó tanta bene- que se les tiene hace que se los críe;
1264 JUAN LUIS VIVES. — OBK.-*S COMPLETAS. TOMO 1

que se los eduque, que se los forme y quiera escucharlo con docilidad.
a todo linaje de humanidad y de vir- A veces habrá que diferir el re-
tud, no solamente con desvelos y medio y disimular el vicio y reser-
con trabajos, sino también con con- var la enmienda para coyuntura me-
gojas y ansiedades. Es de saber que jor, cuando sin peligro pueda la
los restantes animales, luego que su pústula ser sajada. Y no ha de avi-
madre los amamantó y adquirieron sársele una sola vez, sino varias, y
su crecimiento justo y proporciona- aun muchas, y se le ha de repren-
do, instruidos y enseñados suficien- der y se le ha de castigar. De cuan-
temente por su propio instinto, do en cuando será conveniente la
abandonan a su madre, y despedi- blandura y azucarar la acedía con
dos de ella para siempre, bástanse un poco de miel. ¿Cuándo se podrá
a sí mismos, procuran su mante- dar por terminada la reformación y
nimiento y las defensas de su orga- enmienda de ese animal tan depra-
nismo y de su vida, y ni unos ni vado y deforme, tan querencioso y
otros, por preferencias de la Na- reincidente por su propio y repenti-
turaleza, son mejores ni peores: ni no impulso en la torpeza? ¿Quién
el padre reconoce ya más a su hijo, habría que tomara sobre sí trabajos
ni el hijo a su padre. Muy al revés tan sin fin. que renacen y se re-
pasa con el hombre. El divino Hace- nuevan cada día que amanece, por
dor, por una merced singularísima, una prole dudosa e incierta? Tóma-
atribuyóle razón soberana y una los aquel que, empujado a ello por
gran fuerza y penetración de enten- connatural afecto hacia aque-
el
dimiento. Mas él, con su pecado, co- que son el fruto de un matri-
llos
rrompió en sí la simiente de las vir-monio fiel, no tiene la menor som-
tudes y ofuscó aquella lumbre de su bra de recelo de que por él fueron
ingenio. Y si pone sus pies en el engendrados. Allende de esto, el
camino de las pasiones, con arreba- amor de los padres redunda en los
to tal es llevado al precipicio, que hijos y multiplica la recíproca bene-
pasa a señorío ajeno, a saber: del volencia, así como el odio lo enti-
dueño tirano a quien dió entrada bia y llega a apagarlo totalmente,
en su alma hácese, por su propio como refiere la mitología: que Me-
querer, esclavo suyo, y, cosa horri- dea, la hija del rey de Coicos, noti-
ble de decir, ¡cómo de hombre que- ciosa de que había sido abandonada
da trocado en muy grande bestia! por Jasón, el de Tesalia, quien en lu-
¡Qué noche espesa albérgase en su gar de con ella contrajo nuevas nup-
pecho! ¡Cómo degenera de su ori- cias con otra mujer, exasperada por
gen primero esclarecido! Esta oscu- aquel ultraje y aguijada como una
ridad y ceguera la disipa y la ilus- furia por un odio fogoso y siniestro
tra el saber, y las torcidas tenden- contra su marido, despedazó los hi-
cias del alma son enmendadas y jos de ambos. Y la historia narra
rectificadas por las costumbres y el que Domicio Barba de Bronce tomó
hábito del bien obrar. Con todo, tan en aborrecimiento a su hijo Nerón,
dañada y tan viciada está esa natu- que fué emperador más tarde, por
raleza nuestra, que ha menester cui- haberle nacido de Agripina, mujer
dado, y tiempo, y trabajo, y asidui- fiera y de altivez desaforada.
dad, y hay que esperar las ocasiones Y, a su vez, el amor de la sobóle
en que la dolencia se demuestre, en corrobora el afecto mutuo de las
que entienda mejor el buen aviso cónyuges, mientras cada uno de
OBRAS MORALES. DEBERES DEL MARIDO. INTRODUCCIÓN 1265

ellos al otro como a su igual y


ama la vanidad, hace que la familia de
como a padre de aquellos seres a esta condición no sea más que un
quienes cada cual ama con cariño semillero de crímenes y maldades,
extremado, no menor que el que hasta el punto que mientras perma-
cada uno le profesa. Para que el neciere nunca faltará en ella algún
amor sea gemelo debe ser entre ellos bellaco, algún malvado, algún alta-
recto y mostrarse en los hijos refle- nero y desasosegado, opresor violen-
jado, puesto que naturalmente ama- to de la libertad ajena, que, engreí-
mos a los que aman a los amados do de su solo nombre, pretenda
nuestros. aventajarse a los otros, aunque do-
Por todo esto es por lo que los tados de mejores partes. Y, al con-
padres, penetrados de afecto para trario, ¡qué cosa tan hermosa es
con una prole salida de sí y respecto esta alcurnia cuando no se endere-
de la cual no sienten el recelo más za a más que a que los descendien-
leve, con buen ánimo la reciben, la tes hallen en aquella casa una nor-
mantienen según sus posibilidades, ma cierta y un arte de vivir honra-
la instruyen, la apartan de los vi- do, que les granjeará auténtica ala-
cios, cohiben y comprimen sus pa- banza, norma y arte que los padres
siones, aguzan la fuerza de su razón cuidan de traspasar a sus hijos, o,
y de.su juicio para que se deje guiar por mejor decir, que ellos mismos,
por ella, y todas las otras facultades por sus propias manos, depositan
le rindan pleito homenaje como a en ellos, juntamente con su sangre
su reina. Y una vez que instruyeron y con su nombre, que es, a la vez,
a sus hijos, no los abandonan, no recuerdo de las más bellas accio-
los echan de sí ni de ellos se apar- nes, de las cuales dieron ellos el
tan, como hacen los otros animales, ejemplo en su propia casa, como es-
sino que los defienden, los miman, tímulo para la imitación. Gracias a
losengalanan con todas cuantas jo- todas esas aportaciones, ¿quién se-
yas pueden, les prestan su calor y rá capaz de explicar cuántas venta-
no les niegan su ayuda. Y no ter- jas adquirimos por favor del Cielo
mina con ellos esa benevolencia, si- para vivir la vida y cuánto nos he-
no que pasa a las nueras, a los yer- mos apartado de la condición y ma-
nos, a los afines, a los propincuos. Y nera de conducirse de los brutos?
de ahí retoñan muy sabrosas y since- La Humanidad revelóse a sí misma
ras amistades, y hasta llegó a fundar y se mostró en su hermosura sobe-
ciudades esta fecunda bienqueren- rana, con su orden, con sus leyes,
cia. Y se propaga aún más, y des- con su disciplina, y nos arrancó de
ciende a los nietos, y a los bisnie- los vicios, y nos situó en el umbral
tos, y se interesa por la posteridad, de toda la virtud. Una sola Eva fué
puesto que es su naturaleza capaz dada a un Adán único, bien así como
y partícipe de la inmortalidad y una sola Iglesia fué dada a un solo
avizora la eternidad que habrá de Cristo, como el Apóstol santo inter-
seguírsele. Y este sentimiento funda preta qué fué aquel grande sacra-
casas y patrimonios y familias, y el mento, que simboliza la unión de
nombre de un linaje no fallecedero Cristo y de su Iglesia.
viene a ser como el hierro que mar- Y que uno debe ser de uno exclu-
ca el flanco de los nobles brutos. sivamente, fuera de que lo dice a
Este encumbrado abolorio, si no sir- gritos la misma Naturaleza, la ley
ve más que a la holgazanería y a divina, que está por encima de la
1266 JUAN LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. .
TOMO I

Naturaleza, puesto que nos la inter- ciones, que equivalen a otras tantas
preta y nos la explica, y es verdade- tempestades? A buen seguro que pre-
rísima y es certísima, nos lo ense- ferirá andar engolfado en aquellas
ña y corrobora, primeramente, por lides forenses, en medio de aquel
".a misma disposición y fábrica de oleaje proceloso de discursos, de
los cuerpos y por la razón de la ge- andanzas, que recogerse en sus pe-
neración, que sólo es posible con nates y encerrarse en las paredes de
el ayuntamiento de dos cuerpos. Y su casa para saborear una vida tan
no sin algún oculto misterio, porque desabrida y tan de infierno.
es más sabroso y dulce el amor de Pues es de saber que en la amis-
dos, sin envidia y sin querella, sien- tad, aun cuando fuere de muchos a
fio así que el amor de dos o más la vez, cada uno de los amigos mira
para con uno solo no carece de celo a cada uno, y no todos a uno, como
y de emulación, porque es suma- miran al dueño los esclavos, sino
mente difícil que uno ame a dos por como en una república bien orde-
un igual y les demuestre la misma nada por una cierta comunidad de
atención y cariño. Y es obvio que derecho; mas que dos o tres miren
suceda que el que se juzgare pre- a uno, ello no es amistad, sino riva-
ferido por aquel tercero, objeto del lidad o dominio de alguno sobre mu-
doble amor, se insolente como de chos. Y en estos casos suelen existir
una victoria ganada en reñida lid, envidias y rivalidades y odios cuan-
mientras que el que se sintiere pos- do se inclina de preferencia a una
puesto quemaráse en su propio dolo- parte el favor que muchos desearon.
roso despecho como un vencido, y Por eso. en el mismo nacimiento del
envidiará a su rival aquel bien que mundo, el Señor dió a solo Adán
querría poseer él solo o. al menos, una Eva cuando tuvo re-
sola, y
disfrutar de su goce preferente. De suelto perder mundo, a todos los
el
ahí se ocasionarán odios y contien- varones que mandó que se encerra-
das y enojos en la vida familiar, sen en el arca para la restauración
que, o bien la braveza varonil tra- del género humano les asignó sen-
tará de resolver con algún escán- das mujeres. Los mandamientos di-
dalo y perturbación estrepitosa, o vinos declaran con mayor eficacia
la mujeril debilidad aumentará y
' que ninguna otra cosa cuál sea la
agriará con sus chillidos e importu- fuerza de la Naturaleza. Corrompi-
nidades, que son las armas que pue- da en nosotros esta fuerza a causa
de blandir y que harán la vida into- de la variedad de pasiones que nos
lerable. Y no se avienen estas pela- llevan arrebatados a partes diversas!
mesas conyugales con el sosiego y restitúyenla a la integridad los ce-
con la sabrosa tranquilidad que de- lestes oráculos. Adán, como en pro-
ben reinar en la vida de familia, a fecía, dice en el Génesis: Que dos
la cual el marido se acoge como a harán un hombre solo. A estas pala-
un puerto, cansado, triturado por los bras añade nuestro Señor Dios:
negocios públicos o privados, pero Verificado ya el matrimonio, én
exteriores. Y si la quietud anda por adelante ya no son dos sino un, f

casa tan acosada y desquiciada y el hombre solo, porque quede demos-


odio lo trae todo revuelto, ¿en dón- trado que no cuaja el matrimonio de
de hallará descanso y recreación el tres o cuatro, sino, que tiene que
espíritu del marido ajetreado por ser de dos. Y ese mismo Dios nues-
tantos negocios, por tantas preocupa- tro, todas las veces que habla del
OBRAS MORALES. DEBERES DEL MARIDO. — INTRODUCCIÓN 12U7

casamiento, no enumera nunca ma- hijos, el amor de los padres pasó a


ridos o mujeres, sino esposa y es- las nueras y a los yernos, y de ellos,
poso. Y el Apóstol San Pablo, para a los nietos, y todos ellos, aunados
remedio de la lujuria, aconseja que en la amorosa comunión de la pro-
cada uno tenga la suya, y no dice pia sangre, quedáronse a vivir en
nunca las suyas. Y lo hace con abso- el recinto de las mismas paredes,
luta claridad cuando el Señor prohi- partícipes del mismo fuego y del
be que la esposa sea repudiada por mismo lar, abrazándolo todo el amor
otra causa que no fuere el adulterio.y haciéndolo todo común, o, mejor
Y si alguno osare contravenir esta dicho, todo uno esparcióse y retoñó
;

prohibición y tomar otra mujer, llá- más lejos el parentesco y la afini-


male a ese tal adúltero, con todas dad. Y ni aun cuando su número fué
sus letras, y veda la pluralidad de en gran manera acrecentado, con
mujeres. ¿Por qué, pues, si el casa- todo, no se avinieron a separarse
do, viviendo su primera mujer, to- de aquella comunidad familiar, tan-
mare otra sería adúltero, en el caso to porque desde su edad tierna y
de ser cosa permitida y lícita tener ruda se habían avezado a ella, y
muchas? ninguna cosa hay más sabrosa que
Estas son las leyes de la Natura- una costumbre contraída en la ni-
leza, las cuales bastaran con toda ñez, como porque dentro de allí
seguridad si nuestra malicia hubiera mismo tenían a quienes amar como
dejado en su entereza y puridad a a sí mismos, y no podían separarse
nuestra naturaleza semejante a sin que les pareciera que sufrían
aquella que salió de las manos de en sus propias carnes todo el do-
su divino Hacedor; pero la maldad lor de un desgarro. A pesar de todo,
la vició y la torció a la malicia. Ex- algunos se separaron y se fueron a
cogitó remedios para esa dolencia la poblar otras como colpnias. Y ello
edad subsiguiente, y a la propaga- no embargante, añoraban y volvían
ción del vicio opusiéronsele barre- pronto a aquella primera matriz y
ras, y frenos a la licencia, que de solar de su linaje como a una me-
día en día se tomaba mayores ensan- trópoli y a una patria antigua, y
ches. Pues es de saber que en la ado- allí vivían en jocunda familiaridad.
lescencia del mundo, cuando el li- Y entonces fué cuando unos hom-
naje humano tuvo sus primeros cre- bres de ingenio agudo y enrique-
cimientos, cuando todavía, en su ru- cidos de experiencia vieron cómo
deza original, los hombres primiti- entre los errores de la mocedad pe-
vos habitaban en parte las cabañas ligraba el tesoro de la pudicicia, y
y las cuevas de sus abuelos, y en creyeron que era conveniente repri-
parte en casas que habían construí- mir en aquella edad fogosa los es-
do y en ciudades que habían levan- tímulos carnales con religiosos pre-
tado; desde un principio el marido ceptos y leyes. Es un hecho que la
y la mujer vivían en su hogar; na- naturaleza sintió horror de los casa-
ciéronles hijos, para con los cuales mientos con las madres, con las hi-
arde increíblemente el amor pater- jas, con los progenitores, con la
no, que la Naturaleza estimula con prole. Ello bastantemente lo decla-
> sus fuegos; estos hijos, una vez cre- ró aquel que, incorrupta aún la na-
cidos, procuráronse esposas para la turaleza, puestos los ojos en su mu-
propagación del linaje, y les crecie- jer, exclamó He aquí que ésta es
:

ron nuevo? hijos; a través de los hueso de mis huesos y carne de mi


126S JUAN LUIS: VIVES. OBRAS COMPLETAS. TOMO 1

carne; por ella dejará el hombre a ber que a los antepasados de estos
su padre y a su madre. No iba a romanos era bastante decirles:
dejarlos, si pudiera casarse con «Nadie ose, quirites.» Y nosotros,
ellos; la necesidad unió en un prin- que para tantas cosas somos invá-
cipio a hermanos con hermanas, lidos y flacos, sólo somos fuertes e
cuando el linaje humano era recien- invencibles contra la modestia y el
te todavía y poco numeroso: pero pudor y nada hacemos tan animo-
harto pronto comenzó la Humani- samente como despreciar la virtud.
dad a rechazar tales bodas, cuando Y al tiempo que no hay animal a
el mundo ya estuvo asaz poblado, y quien, en su género, reporten más
en muchas naciones las leyes huma- ventajas la concordia y la benevo-
nas las vedaron, y prohibió la reli- lencia que al hombre y sean estas
gión que se unieran en casamiento virtudes predisposiciones necesarias
los que tan estrechamente enlazados para granjear amistades y difundir
estaban por la sangre. De esta ma- entre los hombres la bienquerencia
nera parecióles a aquellos hombres hasta el límite de lo posible, con
ser cosa hacedera que los hermanos, muy buen acuerdo se previno, como
los hermanos de padre, los primos y elocuentemente lo dijeron en sus
todos cuantos estuviesen ligados por escritos Marco Tulio y San Agustín,
vínculos de parentesco muy estre- que los varones se buscasen mujeres
cho, deseasen bodas mutuas; tu- fuera de la propia casa, y las hijas
viéronlas por uniones nefandas e in- se pasasen a la ajena, pues este in-
cestuosas, prohibidas por mandato tercambio iba a ser prenda segura
y voluntad soberanas, pues si se re- de nuevos conciertos y amistades,
paraba en sólo lo humano, vedában- siendo muchos los que desearían
las las leyes o, lo que es lo mismo, verse unidos por aquellos lazos dul-
i

el consentimiento social y la auto- ees, y de estas alianzas verían na-


i

ridad de la patria, y si se atendía cer consanguinidades, parentescos,


a lo divino, vedábalas la majestad afinidades y toda suerte de dere-
de la Divinidad. De esta manera in- chos humanos y divinos, nudos sa-
defectiblemente iba a suceder que brosos y enlaces de piedad. Y así
al abrigo de un mismo techo y en el aconteció que aquel amor instinti-
cerco de unas mismas paredes esta- vo que la Naturaleza había, me-
ría segura la castidad de los parien- diante su semejanza, esparcido
tes mozos, porque, según era la sim- arreo por todo el humano linaje,
plicidad y la inocencia de las eda- contraído a unos pocos, por culpa
des primitivas, para que de alguna de las malas pasiones, remaneció y
cosa se abstuvieran bastaba con de- remozóse mediante las uniones con-
cirles que aquello no se acostumbra- yugales, y se extendió y difundió
ba hacer. no ya de una individualidad en otra,
Con el progreso del tiempo, no sino de casas en casas, de ciudades
bastaron al pueblo romano tantas en ciudades y de naciones en na-
leyes, las unas encima de las otras, ciones. ¡Cuántas hubo de ellas que.
sancionadas con penas progresiva- despedazadas por disensiones enco-
mente más atroces, ni tantas amena- nadísimas, muchas veces con un so-
zas, ni cárceles, ni verdugos, ni lo matrimonio concertaron una con-
mazmorras, ni segures, ni cruces, cordia dulcísima! Pero hasta donde
ni sacos, ni muertes acerbísimas, sea lícito o no lo sea avanzar en es-
miembro por miembro. Y es de sa- ta materia, delimitada ya por las le-
OBRAS MORALES. DEBERES DEL MARIDO. INTRODUCCIÓN 1269

yes.de los romanos y por los aleare- impreso, y llegar a donde había lle-
tos de no es cosa? que gado El cuando todavía hervía su
los Pontífices,
nos interese de momento. Lo diré sangre e incendiaba todos los pe-
en su día, cuando, con el favor de chos que tocaba. El pasmo inmovi-
Cristo, trate de la cosa pública. lizó a todos aquellos en cuyas ma-
Mas cuando, tras tantas tinieblas nos estaba el gobierno de los pue-
en el alma de los hombres y tantas blos y de las naciones: reyes, empe-
maldades en su voluntad y tanta radores, conductores de grandes
corrupción en la Naturaleza, aumen- ejércitos, hombres experimentados
tada por la continuidad del mal, pa- y astutos, a cuyo consejo y parecer
recióle' al Divino Consejo ser lle- se acudía en las cosas mayores y
gada la hora de restaurar su pro- en las más menudas; profesores de
pia obra, envió a aquel mismo Hijo sabiduría, quienes, colocados como
suyo, por quien había creado el en la cumbre de la Humanidad y
mundo, para que le tuviéremos ante en la vecindad de los dioses, mira-
el acatamiento del Padre como re- ban con desdén a todos cuantos
conciliador de tamaño desacuerdo, creían tener debajo de sus pies; to-
y para nosotros como esclarecedor dos esos hombres vieron con gran-
de tan densas tinieblas, y como de- dísimo estupor cómo los seguidores
chado y ejemplar de nuestra vida. de Cristo habían superado todas es-
El, con su mano tendida, levantó al tas mentidas grandezas con el ím-
género humano, derribado a tierra, petu desalado con que iban en se-
atollado en el lodo, para que mira- guimiento de su Caudillo divino.
se al Cielo, para que se gozase con Nadie había que no se preguntase
la luz, para que entreviera algu- con maravilla de dónde podía venir-
nas lumbres y matices de la Divi- les aquella fuerza tan arrolladora
nidad. gracias a la cual tantos millares de
Y como a son de trompeta, todos corazones, en grandiosa conspira-
aquellos que, sin repugnancia de ción, tendían a lo mismo, profesa-
sus almas, oyeron la voz celeste, ban lo mismo, proclamaban lo mis-
abandonando cualesquiera otros cui- mo, conseguían lo mismo. Ningún
dados y teniéndolos por bobería y cuidado tenían del dinero, ningún
nonada, aprestáronse a conquistar cuidado de la vida; no ambiciona-
para sí y para los restantes aquella ban magistraturas ni ninguna suer-
tan grande bienaventuranza. Veían te de poderío; habían renunciado a
cómo todo cuanto hermoso y codi- sus casas, a sus familias, a sus pa-
ciadero ambicionaba conquistar el dres, a sus deudos, a sus hijos, a
mundo con sus armas y todo cuan- sus mismas esposas, porque nada les
to hablaban y prometían los precep- embarrzase en su carrera acelerada,
tos y las escuelas filosóficas, todo porque nada impidiese el combate y
aquello se les brindaba, y mucho retardase la victoria sobre los vi-
más puro y enterizo, en increíble cios, y éste era el premio inaudito
compendio y cifra que casi estaba de su virtud. No se preocupaban de
ya al alcance de sus manos. Desper- fardaje ni de impedimenta los que
tóse en ellos un inenarrable ardi- estaban persuadidos con absoluta
miento de ir a la zaga de sus huellas certidumbre que de su victoria iban
y de poner los propios pies en las a reportar botín tan glorioso. No les
mismas pisadas en donde Cristo, su holgaba, siendo tanta la celeridad
Caudillo y su Abanderado, los había del tiempo, prestar atención a otros
1270 JUAN LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. TOMO I

pensamientos, arrebatados por com- en aquellas redes que Satanás tien-


pleto y absortos en la contempla- de, disimuladas y en gran número,
ción y esperanza de eternidad in- en derredor de los pies de aquellos
mensa y bienaventurada. Con todo, que con gallardo paso caminan a la
el ardimiento de esa piedad nues- perfección de obras hermosísimas,
tra tenía su origen en Cristo, como San Pablo les avisa y les exhorta
en augusto manatinal; ese ardi- que anden y obren con toda caute-
miento, digo, que es tan solícito de la, y donde ven que se esconde ma-
los otros como descuidado de sí y yor peligro, allí aplican los más rá-
está dotado de meticulosa pruden- pidos remedios y fortifican con pre-
cia, y cuanto más se encandila este ferencia aquel reducto que entien-
ardor tanto más lo saca afuera la den que el enemigo ataca con má-
prudencia, que, olvidada de sí, se quinas más potentes. Y ese mismo
preocupa del bien ajeno, si es que Apóstol Pablo, conductor de hues-
puede haber algo ajeno en tan di- tes aguerridas, que con su propio
fusiva y hervorosa caridad. Coló- ejemplo las anima más a fin de que,
case en lugar seguro y exclama, re- teniendo todas las cosas del mundo
bosando confianza: «¿Quién nos se- por quisquillas y bagatelas puras, si-
parará de la caridad de Dios?» Por gamos desnudos a Cristo desnudo,
los otros trabaja, no por sí; vive él, y crucificados, al Crucificado, nos
pero no él, sino que en él vive Cris- advierte con todo que es mejor con-
to. Por eso ejecuta los mandatos de traer matrimonio que caer en un
Cristo, que vive en él, y obedece a incendio. O dicho más claramente:
su voluntad para hacer bien hasta a fin de que nadie, con injuria y
donde le sea posible a aquellos por riesgo, perturbe la paz y el sosiego
cuyo bien quiere Cristo que se mi- ajenos, o porque no se contamine
re; a saber: su propia familia, por con sucias imaginaciones y actos,
la cual no titubeó un momento en más vale que se case que no que se
ofrecer su vida. abrase. Y del mismo modo que una
Por todo lo cual, recordaron los hierba, o una raíz, o una legumbre
maestros de tan piadosa congrega- cualquiera para unos es comida y
ción y cooperadores de la obra de manjar cotidiano y a otros se les
Cristo que el mismo Señor, rogado aplica a manera de medicina, así
acerca de las esposas, dijo: Los hay también el matrimonio, que origi-
quienes por el reino de los cielos se nariamente fué instituido por Dios
castraren a sí mismos; pero no to- para la procreación de la prole, a
dos pueden hacer esto, sino aque- los incontinentes y a los que no
llos a quienes fué concedido como pueden dominar sus instintos sír-
un don por el Padre celestial. Por- veles de medicina de tan recio mal.
que no hubiese alguno que por in- Definámosle ya diciendo que el ma-
discreta fogosidad de seguirle, mien- trimonio es el legítimo ayuntamien-
tras anda en busca de la dádiva que to de un varón y de una mujer para
por favor divino no le fué conce- convivencia y comunidad de toda
dida a él, cayese imprudentemente la vida.
OBRAS MORALES. DEBERES DEL MARIDO. CAP. I 1271

DEBERES DEL MARIDO

CAPITULO PRIMERO y naturaleza a fin de que ya antes


de la unión conyugal pudieran pa-
DE LA ELECCIÓN DE ESPOSA recer una sola cosa, no dos. Ende-
rezador y conductor de la vida hu-
Antes de empezar a tratar de la mana es el juicio, el cual, si no in-
elección de esposa me considero en forma y guía todas nuestras accio-
la obligación de raer de la mente de nes, nos hace caer en grandes ries-
aquellos a quienes va dirigido ese gos, como los que cada día ocurren
tratado el, frenesí de quienes no eli- a los tristes mortales. Quienes ha-
gen esposa, sino que la asaltan; no cen previa experiencia y degusta-
la conducen al altar, sino que la ro- ción de lo que han de comer y han
ban la captan, la engañan y la lle-
; de beber, no se toman precaución
van arrastrada al redopelo y como alguna para con aquellos que han
por la melena contra su voluntad. de admitir a su amistad y a la co-
Si fuera una mercancía la mujer, o munidad de vida, que son harto más
fuera siquiera un vestido, por ven- útiles o dañosas muchas veces que
tura no parecería tan desatinado la comida y la bebida, sino que an-
procurársela con cualquiera traza y ticipan el amor al juicio. No pue-
armadijo, pues adquirida como fue- den encarecerse suficientemente los
se tendría la misma utilidad. Mas daños que acarrea esta precipita-
puesto que tiene que ser compañera ción. Ella hace que muchas amista-
indisoluble, y caso que no esté ena- des quiebren y se conviertan en en-
morada, aunque cargada de riquezas conadas diferencias, y rompe y des-
y de linda disposición y cuerpo, más pedaza muchos afectos, hijos de una
ha de acarrear enojos que otra cosa, cálida afición precipitada, tales que
¿qué locura no es pedir al odio lo no había vínculo que pudiera rete-
que debe ser fruto del más grande nerlos durante largo tiempo. Lo que
amor? Amor con amor se gana, y primeramente se impone es la refle-
con honradez y con fidelidad; no xión madura.
se extorsiona con la violencia. Aca- Y si esto se ha de hacer en la
so gozarás tú por algún tiempo de elección de las amistades, ¿con cuán-
las riquezas, de la belleza, del linaje ta mayor razón y cuidado más vivo
de la esposa; pero jamás de la es- debe hacerse en la elección de es-
posa. Las cosas mejores y más rec- posa, que es la más sublime forma
tas son las que más concuerdan con de la amistad y el primero entre los
su propia naturaleza. No robó Adán títulos más queridos? Dice Epicte-
a Eva, sino que la tomó en manos to, filósofo adscrito a la escuela es-
amorosamente, como una dádiva toica: Todo objeto tiene su aside-
graciosa de Dios Padre; no la im- ro; si tuvieres la suerte de cogerlo,
puso Dios a la fuerza a su marido, podrás utilizarlo con toda comodi-
sino que para conciliar entre sí la dad y destreza. Prudencia verdadera
oienquerencia sacó a la una del cuer- y total es saber para qué sirve cada
po del otro; dióles semejante forma cosa y cuál sea el uso que la Natu-
1272 JUAN LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. —TOMO I

raleza le atribuyó. Si en la elección dejo a tu propia reflexión cuánto


de tu mujer piensas en la prole y en más importante será tratándose de
la obligada convivencia, difícilmente la esposa que ha de vivir siempre
te desviarás del cámino derecho, co- contigo y has de encontrarla en la
sa que es de importancia capital casa, en la mesa, en el lecho, en la
para la felicidad o la desventura del intimidad, en lo más hondo y secre-
marido, como sabiamente lo escribió to de tu pecho. Si sales de casa, a
Jenofonte en su Económico, pues ella le confías la casa. A ella la fa-
así como lo que más estrechamente milia, la hacienda, los hijos, que son
está relacionado con el hombre es tus prendas más dulces y queridas.
lo que más poder tiene para ayu- Ella es la última que te da el adiós
darle si es bueno, o para dañarle si a tu ida; ella es la primera que te
es malo, más duelen los males inter- da la bienvenida a tu regreso; sus
nos que los externos, y más los mo- brazos y sus besos te despiden; y
rales que los físicos. Y eso mismo te reciben sus brazos y sus besos;
pasa en la utilización de aquellos a ella le haces confidente de tus go-
que llamamos bienes. Parecerá a al- zos; a ella le das su parte en tus
gunos, por ventura, que esa afirma- pesares. Estar en el cielo es convivir
ción no pueda hacerse así en gene- con aquellos en quienes pusiste tu
ral, porque son muchos a quienes agrado y tu amor. El más feroz tor-
desazona más la pérdida de dinero mento del infierno es el odio recí-
que la pérdida de salud. Y ello no proco que los precitos se profesan y
es por el dinero precisamente, sino el sentirse forzados a verse y habi
porque en su conciencia está per- tar con aquellos con quienes no que-
suadido el perdidoso que el perder rrían en manera alguna, y con todo
el dinero es una brava e insoporta- no les está concedido salir de allí
ble contrariedad. De arte que no es ni separarse de su horrenda compa-
el dinero que vence a la salud, sino ñía. Por eso vemos en algunos ma-
la viciosa afición que se le tiene. trimonios tan graves ocurrencias,
Y porque es así acontece que los crímenes, mutilaciones, muertes,
hay que juzgan más llevadero el causadas por seres exasperados has-
destronamiento que muchos una pe- ta el paroxismo, a quienes escuece
queña merma en su patrimonio; intolerablemente retener lo que no
ios hay quienes toman de una pa- se pueden sacudir. Crucial y dudoso
labreja o mote con que se les za- es, pues, el camino del matrimonio,
hiera una venganza atroz, y otros una de cuyas bifurcaciones conduce
no hacen caudal de un bofetón o de a la miseria y la otra a la felicidad.
una azotaina. Y esa diferencia pro- Llegado a esa encrucijada, tienes
viene del ánimo, que en el hombre que deliberar con mayor ansia y
tiene más poderío y vigencia que el solicitud que no lo hizo el famoso
cuerpo, puesto que le es íntimo y Hércules en el cruce de caminos
está muy estrechamente pegado al del Placer y de la Virtud, según
hombre, o que es el hombre mismo, finge el sofista Pródico en el primer
al parecer de Platón. volumen de los Comentarios, de Je-
Si, pues, importa tanto para vivir nofonte. Y puesto que el negocio es
bien o con desasosiego que tal sea de tanta monta, no tome a enojo
tu amigo quien, a pesar de todo, no leerme el lector, pues yo no tomaré
ha de habitar bajo tu propio techo a molestia escribirlo de asiento y
ni compartir tu cámara y tu cama, con alguna extensión.
OBRAS MORALES. DEBERES DEL MARIDO. CAP. I 1273

Puesto que la elección no es otra trueque un deleite efímero con un


cosa que echar mano de aquellos imperecedero arrepentimiento. Una
elementos que parecen convenir a larga y jamás desmentida experien-
una finalidad determinada, todo cia ha enseñado que son muy raros
aquel que se halle en el trance de los casamientos afortunados que a
elegir conviene que, en primer lu- hurto se concertaron entre el mozo
gar, atienda al fin propuesto y que y la doncella; y al contrario, que
piense luego todo cuanto puede ser son harto pocos los matrimonios
conducente a ese fin. Es necesario desafortunados de quienes los pa-
de toda necesidad que el hombre en dres fueron los inspiradores y casa-
ese punto extreme la prudencia, menteros.
pues nadie podrá mejor que él per- Así se convinieron aquellas vie-
catarse" de cuál es ese fin, y sólo el jas y ejemplares alianzas de los gen-
hombre prudente adivinará lo que tiles y de los judíos. Los padres de
a ese fin mejor se acomodare. Ningu- uno y otro contrayentes concertaban
no es prudente sino aquel qúe, alec- el pacto nupcial. Y no estaba permi-
cionado por la experiencia, consi- tido a los hijos apartarse de la tran-
guió el conocimiento de las cosas y sacción y convenio que á los padres
menos sufre la influencia de los mo- respectivos les hubiere parecido
vimientos pasionales que nos quitan bien. Pero también ha de advertirse
agudeza y firmeza de juicio. Y esas a los viejos que procuren con sumo
dos cosas, la ignorancia y la pertur- cuidado, en el matrimonio de sus
bación espiritual, son la causa por hijos, no tener otras miras que su
la cual los mozos no juzgan de las tranquilidad y la dulzura de una
cosas con el mismo acierto que los sabrosa convivencia hasta donde sea
ancianos desconocen la vida y, nue-
; ello posible; pónganse an^e los ojos
vos ante todas las ocurrencias, son no los vanos y necios honores, no
presa fácil de la sugestión ; de ahí el envidiado y mal seguro poderío,
que en sus apasionamientos y en la no las banderías inquietas, no aque-
ofuscación de su anochecido enten- llo que precisamente en aquella edad
dimiento no vean, como fuera de de- (que para todas las otras cosas es
sear, lo que haya de rectitud en el asaz cauta y clarividente) suele des-
consejo. Por esto sería conveniente lumhrarles y señorearle, la codicia
que los mozos encomendasen el cui- de las riquezas. Esto sería imponer
dado de elegir esposa a sus padres, a sus hijos una vida miserable y
los cuales, puesto caso que ven más una carga no llevadera, por condes-
claro que los jóvenes y están libres cender ellos con sus torcidas aficio-
de sus tempestades morales además
; nes. Y si tú buscas nombradía, ri-
de que, cosa que es de suma impor- quezas, poder o dignidad para tu
tancia en el dar consejo, no aman hijo con la callada esperanza de que
menos a sus hijos que a sí mismos algo de ello se llegue a ti, ¿qué otra
y querrían para ellos el mejor de los cosa es esto sino abusar de tu hijo y
aciertos, puesto que para el padre ponerle al servicio de tu codicia, de
es más cara su prole que su perso- tal forma que mientras tú consigas
na misma, como está demostrado lo que deseaste, no tengas reparo
con insignes ejemplos. Hay que pre- alguno en hundir a tu hijo en un in-
servar al mozo de que mientras él, fierno tal como tú no lo soportarías
siguiendo el dictamen de su ánimo sin que te vejases a ti mismo con
perturbado, elige a su esposa, no una maldición callada y acaso tam-
1274 JUAN LUÍS VIVES. OBRAS COMPLETAS. TOMO I

bién manifiesta y escandalosa? Si dimiento selectivo, y puesto ca«o


alguno, sea viejo, sea mozo, no aca- que él naufragó, señale a los otros
ba de ver por sus propias luces to- los escollos y los peligros que se
do cuanto haya en negocio de tanta deben evitar. Y si a fuerza de ora-
monta, solicite el consejo de terce- ciones y promesas se pide a Dios
ras personas que crea prudentes y cualquiera suerte de bien, de pro-
de cuya benevolencia para con él vecho material para la vida, con
esté persuadido. Y bien así como en más ahinco aún y con mayor enca-
todo el restante discurso de la vida, recimiento debe serle pedida una
también en este trance delicado en buena esposa que hará más jocun-
que todo cuidado y deliberación es das las prosperidades y las adversi-
poca, puesto que es el quicio sobre dades más llevaderas. Y al revés, la
que gira la vida toda, jamás se ha mala esposa con los prósperos suce-
de asentir a las opiniones del vulgo. sos se ensoberbecerá y se abatirá
¿Puede haber cosa más absurda, con los tristes, y en una y otra for-
más desatinada, más desvariada que tuna será insoportable. Los france-
la masa, bestia de muchas cabezas, ses, no sin razón, en su lengua natu-
como dijo muy bien aquel sabio? Si ral dicen que no puede llamarse
alguno fuere en pos de ella, no po- bien nacido quien no está bien casa-
drá evitar verse envuelto en los do. Sócrates, según refiere Jenofon-
mismos males en que ella anda arre- te, acostumbraba decir que los que
bujada; y llevar la misma vida que pedían a los dioses o mujer, o rique-
ella lleva, es, a saber: la más mi- zas, o puestos de mando hacían
serable de las vidas. igual que los que le pedían si les
¿Qué- prudencia puede haber en era consentido jugar a los naipes o
una edad en que están en todo su trabar batalla, cuyo éxito es dudoso
crepitante hervor las pasiones, dó- siempre. En cambio, pidiéndole al
ciles siempre a los dictados de la Cielo mujer buena, el buen suceso
ignorancia? ¿Y qué es eso de que es seguro y se otorga por un muy fi-
éste o estotro, infelicísimo en su ho- no y especial favor de Dios, como en
gar, por una desafortunada elección el libro de los Proverbios testifica
de esposa, exija de mí porfiadamente Salomón: En herencia dejan los pa-
que yo elija la misma manera con
de dres a sus hijos casa y riquezas:
que él ¿Qué se pretende con
eligió? mas una esposa prudente es un dov
ello? ¿Se quiere, por ventura, que privativo de Dios. Y dice Jesús, hijo
yo me vea enredado en miserias se- de Sirach: Parte buena es la mujer
mejantes y que él, ante mis quejas, buena, y será dada al varón por sus
excuse su mala suerte por la solida- obras buenas. Por lo demás, para
ridad en el fracaso o experimente al- que cada uno sepa, antes de hacer
gún consuelo en una desventura que su elección, todo cuanto puede es-
él ve compartida con otros? Escoja perar de la mujer, he resuelto ex-
él elprimero y demuestre que lleva plicar en pocas palabras cuál sea
una vida feliz y que no se arrepien- la natural condición de la mujer,
te de su acertada iniciativa, y luego porque no ocurra que mientras
invíteme con su ejemplo a llevar anda a caza de cosas que no
una vida semejante y a seguir sus distan mucho de ser imposibles, a',
propias pisadas. Pues si él está ex- no conseguirlas, lo tome a eno-
piando el desacierto de una mala jo y se llame a engaño, sintiéndo-
elección, aconseje un nuevo proce- se "defraudado de un bien que
OBRAS MORALES. DEBERES DEL MARIDO. CAP. I 1275

él pudo pensar que le era debido. turaleza, se sabe inválida y débil y


El hombre consta de cuerpo y al- necesitada de muchas cosas; ocúpa-
ma. En el alma hay como dos par- la el cuidado de quisicosas menudí-
tes: una, superior, donde tienen su simas, y, como un edificio caedizo,
asiento el juicio, el consejo, la ra- hay que fortalecerlo con muchos
zón, que también se llama mente, y apoyos; hácela recelosa el apoca-
una segunda parte inferior, donde miento, es gruñona, es envidiosa, ju-
tienen su manida aquellos movi- guete de sus propias imaginaciones,
mientos y errores que los griegos y de ahí su radical incapacidad en
llaman pate, que vale tanto como de- todo negocio largo y complicado;
cir pasiones. Las pasiones nacen de sabiéndose débil, sospecha que se la
las opiniones, y las opiniones son tiene en menos. Por ello, en materia
unas u otras y tienen más o menos tan delgada y combustible, como en
pujanza en los individuos, según sea la estopa, la ira prende con suma fa-
su constitución corporal, su tempe- cilidad y se enardece en el deseo de
ramento físico, sus hábitos o sus cos- la venganza; ama los atavíos por
tumbres. La edad, la salud, el régi- eximirse del desdén, y como débil
men de vida, los tiempos, los lugares que es y expuesta a las caídas, bus-
tienen en ello influencia muy gran- ca en dondequiera sustentáculos que
de, porque afectan al cuerpo e intro- la apoyen. Verás algunas que se ha-
ducen cambios; de ello resiéntese, cen punto de honor y se ponen tu-
en consecuencia, aquella porción del fos y copetes de pequeñeces insigni-
alma que está aneja al cuerpo, a ficantes, como, verbigracia, de la
quien hemos llamado inferior. Las vecindad de un poderoso, del saludo
pasiones son comunes a todo sexo, a cortés o del llamamiento de un
toda edad; pero las unas son más príncipe, para pasar por alto aque-
recias o más frecuentes en el macho llas circunstancias que a las que pa-
que en la hembra, y viceversa. La recen más fuertes se les antojan ser
Naturaleza, cuando introdujo el se- de la máxima importancia: abolen-
men humano en el asiento de la ma- go, riquezas, hermosura y relacio-
ternidad, en el caso que fructifique, nes sociales. De ese mismo apoca-
si encontró suficiente grado de ca- miento ingénito suyo nace la supers-
lor produce un varón, y si no, una tición, pues, así como la sabiduría
hembra. Por esto es que, puesto que persuade la religión, el terror vano
le falta una cualidad principalísima, engendra las supersticiones. Su na-
sobre manera activa y vivificante, la tural locuacidad proviene en parte
hembra es un animal flaco, no ya de la movilidad de pensamientos y
en la especie humana, sino en cual- de afectos, que como se suceden en
quiera otra especie animal, y es de ellas con una vertiginosa rapidez,
salud más quebradiza y precaria, asáltanles la mente y chorréanles
por el aumento de secreciones, para por la boca y, en parte, les viene del
cuyo cocimiento no le basta el calor recelo, del miedo de que, si se están
nativo, y de ahí los períodos mens- calladas en una reprensión o riña,
truales mientras no exista preñez. no parezca que tienen culpa, y en
Es, además, miedosa la hembra, un coloquio sosegado, que no se va-
puesto que es el calor el que pone ya a pensar que están mudas, por-
corazón y bríos; es guardosa de su- que nada tienen que decir.
yo, por temor de que no le falte, Todos estos achaques que dije son
pues, por un callado aviso de la Na- propios de su condición, no de su se-
1276 JUAN LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. TOMO I

xo. Por ello es que no son exclusi- píritu, hayan soportado la pesadum-
vos de las hembras, sino que tam- bre y los acosos de la Fortuna encar-
bién se hallan en muchos varones, nizada con tanta constancia y con
I

que o son de condición mujeril, bien una honradez tan inflexible y la ha-
i

por su prr pió natural y su primera yan gobernado con tan gran domi-
¡

constitución física, que no puede ser nio cuando se le mostró blanda y ha-
radicalmente enmendada, o les hizo lagüeña. Si una virtud tan increíble
tales la edad, como los ancianos y hubiera coincidido con aquellos si-
los niños, o por cualquiera otra con- glos, cuando el honor era el gaje
y
tingencia, como los que padecen do- el premio de la ejemplaridad, tiem-
lencias crónicas, corporales o psíqui- po haría que esa mujer hubiera os-
cas. Ni todas las mujeres tienen to- curecido el esplendor de las antiguas
dos los achaques aquéllos, ni las heroínas y se la adorara en los tem-
que los tienen los poseen en un mis- plos como una divinidad descendida
mo grado. Las ha habido, y todavía del cielo. Si bien, en hecho de ver-
las hay, y ciertamente no pocas, que dad, no le faltan templos, pues no
tienen pecho más esforzado y varo- se le puede erigir templo mayor y
nil que muchos hombres. El gentilis- más magnífico que aquel que en
mo presenta una copiosa lista: Cleo- cualesquiera naciones le ha consti-
bulina. Hiparquia, Diótima, Lucre- tuido cada uno en el sagrario de su
cia, Cornelia, la madre de los Gra- pecho por la admiración de sus vir-
cos, Porcia (la mujer de Bruto), tudes. Pero estas cosas, ahora ya co-
Clelia, Sulpicia. Mas. en nuestra nocidas por todos, algún día serán
cristiandad, son sinnúmero las már- muchos los que las pregonarán cor
tires, con las cuales no admiten com- la merecida puntualidad y loanza
paración la elocuente Atenas ni Ro- Todo lo que queda dicho hasta
ma la aguerrida. Y no quiso Cristo aquí díjelo con la finalidad que, así
que en esa nuestra edad faltase el como no puede mudarse el varón ni
ejemplo, que pasaría a la más luen- desnudarse de sus pasiones en abso-
ga posteridad, que nos da Catalina, luto, así tampoco nadie espere que
española, reina de Inglaterra, espo- la mujer vaya a cambiar en otra la
sa de Enrique VIII, de la cual se condición que sacó consigo del vien-
puede decir con mayor verdad que tre de su madre. Podrá volverse me-
de Lucrecia lo dijo Valerio Máximo, jor y llegar al dominio de sus pasio-
a saber: que por un error de la Na- nes con la educación y !a costum-
turaleza, a un cuerpo de mujer cú- bre; pero no podrá echarlas de sí
pole en suerte un ánimo varonil. radicalmente, como no podrá dejar
Avergüénzeme yo, por mí mismo y de ser mujer o. mejor, de ser indi-
por aquellos varones que tantas co- viduo humano. .Todo se reduce a es
sas leyeron, cuando contemplo a to: que el hombre será siempre
aquella heroica hembra que, en me- hombre, a saber animal flaco, in-
:

dio de tantos sucesos adverso-- y tris- válido, tornadizo, ocasionado a en


tísimos, mantiene tan robusta virili- fermedades, esclavo de sus pasiones,
dad de pecho, hasta el punto que en malo por inclinación, al cual, si la
ningún tiempo ninguno de aquellos disciplina le enmienda, la costumbre
personajes a quien la antigüedad fa- y la asiduidad le hacen pésimo. No
mosa y memoriosa dejó recomenda- hay más remedio que tolerar en U
dos al recuerdo de la posteridad por mujer estos defectos, como los tole-
la fortaleza v reciedumbre de «u es- ramos en los varanes amigos que los
OBRAS MORALES. DEBERES DEL MARIDO. CAP. I 1277

tienen, ya no es que, rehuyendo


si se las afecciones , del alma y susti-
toda humana convivencia, nos deci- tuir las de la mujer por las del hom-
damos a llevar vida salvaje en la es- bre, no obstante, debiera el varón
quividad y el apartamiento de las rehusar este trueque.
selvas. Y con mayor razón han de Y
a buena hora. Primeramente, si
ser tolerados estos defectos en la la mujer fuese robusta de cuerpo y
mujer, porque los defectos correlati- de espíritu, ¿cómo podría resignar-
vos en los hombres tienen cierta se a estar sujeta al varón que no
braveza arisca, y no fácilmente se fuera más fuerte que ella? Por ven-
domeñan ni se dejan gobernar, y tura, confiada en sus fuerzas y en
so pretexto de una mentida libertad su audacia, ¿no se insolentaría y re-
que la soberbia enseñó al género hu- clamaría el gobierno de la casa y de
mano, rechazan y echan de sí con la familia, aun cuando hubiera de
indignación cualquiera suerte de fre- disputárselo con la fuerza bruta?
nos. Mas esos achaques femeninos, ¿Quién mantendría en el recinto de
como son más flacos, no reaccionan su hogar a esa mujer brava y audaz
tan vigorosamente. Tú, pues, los su- o la apartaría de la multitud y de
jetarás a tu poderío y los señorea- su trato? Manirrota, jamás conser-
rás, bien con varonil autoridad, bien varía lo que el marido allegó, cosa
con agudeza de ingenio, bien con la más necesaria en la economía.
prudencia y con experiencia. Es mu- Descuidada de los pequeños menes-
cho más enojoso sufrir un dueño teres, ¿cómo podría conservar el
malo que un esclavo malo. ajuar doméstico, que es fuerza que
No se ha de dudar que estaba muy se componga de tantas y de tan me-
puesto en razón que la mujer fuese nudas insignificancias? ¿Quién cum-
tal cual convenía que viviese bajo pliría con los deberes domésticos y
la autoridad y el poder del marido, quién haría la cocina? ¿Quién cria-
y que aquella divina Sabiduría, al ría y cuidaría lós hijos? ¡Qué tor-
ordenarlo así, tocó de un confín a mento no fuera para todo un hom-
otro confín con fortaleza y que to- bre apechugar con todas esas menu-
do lo dispuso con suavidad. Admira- dencias! Muy pronto lo echaría todo
bles y adorables son todas las obras a rodar y renunciaría a su casa, y
de Dios nadie sea osado criticarlas
; preferiría morar en las selvas que
y reprenderlas, pues ello es abomi- en tal desconcierto y tal caos. La
nable maldad nadie las lleve a exa-
: conversación de la mujer discreta es
men hasta el punto de emitir vere- hartas veces alivio y recreo del es-
dicto acerca de ellas, pues no puede píritu del hombre, fatigado, hecho
consumarse esa avilantez ni sin te- polvo por tantas preocupaciones pú-
meraria inconsideración, ni sin im- blicas y privadas, mientras haya en
piedad maliciosa. A nosotros no se ella moderación. Al mismo tiempo
nos alcanza aquella inescrutable e enseña a hablar a los niños, habién-
inmensa razón del consejo divino. doles de aquellas cosas que para ellos
Con todo, desde lejos, y como sumi- tienen interés y a las cuales con
rlo en tinieblas, en expresión de San dificultad se bajaría la altivez del
Pablo, a través de un espejo y en varón. El aliño constituye la limpie-
enigma, rastreamos cuanto nos es za de la casa, cosa en extremo útil,
necesario para el paso de esta vi- no tanto para la comodidad de la
da, y de ello podemos sacar esta con- vida y la restauración del espíritu
jetura: aun cuando pudieran trocar- como para la salud, la cual no puede
1278 JUAN LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. TOMO I

decirse cuán gran daño recibe de la sementeras. Y es eso precisamente


.sordidez y de la inmundicia. Aun el lo que vemos que proveen antes que
talento no me parece asaz limpio nada los labradores inteligentes e in-
metido en suciedades y en basuras. dustriosos, a saber: elegir un campo
La envidia y el espíritu de emula- apropiado a la semilla porque no se
ción entre las mujeres, cuando no se pierdan gasto y trabajo, si el campo,
encona y se transforma en rabia, aquejado de algún vicio, product
atiza muchas de sus virtudes y ha- una mies ruin y degenerada, y tan-
bilidades. Diligencia en el cuidado to más se duelen de verse decepcio-
doméstico, guarda del pudor, porque nados y frustrados cuanta mayor
no hagan ni digan cosas en que pue- ilusión y esperanza del fruto cierto
da prender la más leve sospecha de habían puesto en la bondad del gra-
deshonra o de vituperio. La misma no. Allégase a esto que cuanto más
superstición no es en la mujer into- tiernamente ama el padre a su hijo
lerable, mientras esa ansiedad de su tanto más se desazona si de la crian-
espíritu no apague o no dañe la sin- za de su madre se le pegaron vicios
ceridad del auténtico sentimiento casi incurables, y del desdoro de la
religioso. Y ni aun apruebo yo del prole, por culpa de la madre, redun-
todo a aquella mujer que no se ladea dan en el padre no poca tribulación
ligeramente a la superstición, mien- y deshonra.
tras ello le nazca de una fuerte pre- Y la vida en común cuánta impor-
ocupación religiosa, si ya no es que tancia tiene para la vida. No hay en
ella pertenece a aquel linaje de ma- ella cosa de mayor pesadumbre que
tronas acabadas y perfectas. Estas tener por compañero de un largo
son las inclinaciones y tendencias viaje o por camarada a un hombre
innatas de la mujer, las cuales son malo, o necio, o idiota. Preferible es
susceptibles de rectificación, como vivir en soledad total que con com-
también las de los" hombres, según pañero malo, y más divertido es ju-
quedará declarado en lo que vamos gar con una perrilla que trabar con-
a decir. Y mientras tanto, ninguna versación con un hombre soso. ¿Qué
mujer debe ser rechazada por tener desatino es ese de pensar que no ha-
esta condición, si ya es que no quie- ce al caso inquirir de qué costum-
res mujer en absoluto y prefieras vi- bres es la mujer con la cual has de
vir solo sin ningún contacto con la convivir siempre, de día, de noche,
sociedad. o, mejor dicho, con la cual has de

La finalidad del matrimonio es la morir, si te saliere molesta y en pug-


prole y la vida en común en ambos na con tu manera de pensar?
;

extremos muchos son los que pecan Por lo que hace a la prole, dos cir-
gravemente. Pues a algunos no les cunstancias han de atenderse, a sa-
importa un bledo la mujer en quien ber: el cuerpo y el alma de la espo-
han de tener los hijos, siendo así sa. El cuerpo, porque no sea defor-
que está muy puesto en razón que me en demasía. Los éforos. en Lace-
cuanto más aventajados fueren en demonia, multaron al rey Arquida-
dádivas de la Fortuna o en dotes de mo por haberse casado con una mu-
la Naturaleza, tanta mayor diligen- jer chica, cuyos hijos no
podrían
cia y esmero deben poner en que mantener abastanza el
prestigio del
tan generosa semilla no caiga en cargo y la dignidad real, por lo ra-
campo maligno o que alguna mala quítico y menguado de su cuerpo.
calidad no corrompa la mejor de las Este defecto, si todas las otras
cuali-
OBRAS MORALES. DEBERES DEL MARIDO. CAP. I 1279

dades acompañan y abundan, no sentimientos! Piensen los padres


ha de ser motivo para que la mujer asimismo que este consejo les es da-
sea rechazada, pues hemos visto do a ellos, al concertar sus matrimo-
mancebos de singular hermosura y nios, porque no tengan que apurar
gallardía nacidos de madres de muy la amargura de ver tarados a sus
breve estatura y de físico desdicha- nietos y dañada su descendencia,
do. Más cuenta debe tenerse con que puesto que los jóvenes sin tino y
no adolezcan de alguna enfermedad sin seso lo oyen como quien oye llo-
de las que los médicos llaman here- ver, y cuanto más desvariados an-
ditarias, que se comunican de pa- dan, más se creen aventajar a todos
dres a hijos, entre las cuales las hay en ingenio y experiencia, pues muy
algunas muy feas y que impiden las pronunciado síntoma de desvarío es
obligaciones que impone la vida. De creer que se alcanzó el colmo de la
éstas hase de guardar con toda di- cordura. Y añade a todo esto que el
ligencia y no de otras, o bien ligeras, alma no sea mala y depravada por
o no tan repugnantes y abominables. la crianza y el ejemplo, lo cual, si
Y si fueres tú mismo quien sufrie- para los varones es harto peligroso,
ras alguna de esas dolencias horri- para las hembras es pestilencial,
bles y vitandas, yo te aconsejaría puesto que se educan al lado de sus
que organizases tu vida de manera madres y se amoldan a sus consejos
que pudieses vivir soltero, pero sin y se afanan por reproducir sus he-
gravamen de tu conciencia. chos y sus dichos, a los cuales se
Y así como es sobre manera dul- acomodan como el mejor de los mo-
ce haber tenido hijos, es desabrido delos. Esto por lo que hace a la
sobre manera ver a los hijos adole- prole.
cer de enfermedad grave, siendo así Vengamos ahora a la convivencia.
que muchas veces deseamos, si ello Por lo que a ella se refiere, hanse de
fuera hacedero, que se cebe en nos- ponderar los bienes y los males, las
otros un mal que vemos en ellos, ventajas y los inconvenientes. El
con tanto pesar nuestro. Por eso se amor, de donde la amistad toma su
ha de poner una gran atención al al- nombre, nace de la creencia en la
ma porque naturalmente esté sana, hermosura y el bien. Y esto mismo
no sea que la insalubridad o insania constituye el vínculo de la amistad,
de sus padres se peguen a la prole, quitado el cual también la amistad
bien por contagio corporal, bien por queda disuelta. Por eso es que so-
la crianza y el ejemplo. Y esto mis- lamente entre los buenos puede ha-
mo que digo quiero que valga para ber amistad auténtica y duradera,
el varón, pues propio es del hombre porque sólo ellos mantienen constan-
bueno y sabio el que no quiera que te y perpetuo el mismo temple de
su desgracia se comunique a mu- vida y de espíritu. Mas los malos,
chos, sino que se termine en él solo. cuya amistad enzarzó alguna pa-
Y si para con nuestros amigos esta- sión torcida, no son amigos más
mos dotados de tan fina deferencia, tiempo del que aconseja e impele
que con sumo esmero procuramos aquella pasión, la cual, o bien ahita
que nuestros males no se deslicen por su satisfacción o desjugada por
hasta ellos como por una callada el tiempo, se torna floja y languide-
contaminación, ¡cuánto más razona- ce; diluyese la fuerza de la amistad
ble no es que para con nuestros hi- quitado el meollo que la aglutinaba.
jos estemos animados de los mismos Por todo ello, débense considerar los
1280 JUAN LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. TOMO I

bienes y Los males de que, bien in- manera de andar, el modo de sentar-
teriormente, en su alma, o bien ex- se, el descanso, semblante, y en él,
el
teriormente, en su cuerpo, está do- los ojos, los meneos de todo el cuer-
tado, llámense bienes y males, como po, el sonido de la voz, que, aunque
plugo a los peripatéticos y al len- de lejos, dan alguna demostración
guaje común, o llámense solamente del alma, señas más ciertas e inequí-
ventajas y desventajas, como plugo vocas son las costumbres, en las cua-
a los estoicos, que en ese punto yo les obtiene la primacía la palabra,
no entro ni salgo. Estos bienes y que no solamente demuestra el inge-
males en el alma son agudeza, em-
: nio, sino también los afectos, puesto
botamiento, agilidad, tardanza, astu- que del uno y de los otros nace: Tal
cia, simplicidad, malignidad, candor, es el hombre —
dice un añejo prover-
cordura, insania, inclinación a los bio cual es el habla. Y Sócrates,
vicios o a las virtudes, que varía se- como le hubiese sido presentado por
gún los individuos, y aquellas otras su padre un mancebo porque le ins-
que se adquieren con la práctica o el truyese: Habla, —
mozo le dijo — p<< r- ,

hábito: destreza, pericia, inercia, ig- que te vea. Con mayor seguridad de
norancia, prudencia, imprudencia; penetración aquel varón sabio había
las virtudes y todos los vicios que de intuir en el ánimo del joven por
les son contrarios. En el cuerpo: la palabra que por el gesto y conti-
edad, sexo, salud, buena o mala; es- nente de todo su cuerpo. En la pala-
tatura, disposición, fuerza, forma; a bra apréciase la agudeza de las sen-
esas exterioridades se suman linaje, tencias que de la medida del ingenio
fama, riquezas, dignidad, crédito, et- y la formación moral, si es casta,
cétera. Todo esto dije yo a manera vergonzosa, grave, sobria, comedi-
de ejemplo, pues no es éste el lugar da, afable, o, al revés, obscena, pro-
de puntualizar más estas cosas, li- caz, liviana, insolente, arrogante, in-
mitándome a mencionar lo que pare- tratable, pues tal es la fuente de
ce bastar a mi actual propósito. To- donde mana ese arroyo.
das esas cualidades que tienen en En los restantes actos de la vida,
el cuerpo su asiento y constitución los hay que inmediatamente echan
>on fácilmente visibles a cualquiera. el alma afuera y la exponen a la vis
Lo que sí ya es más remoto y oscuro ta de los hombres, aun los más botos
es lo que se esconde en el pecho de y más romos; verbigracia: la fre-
cada cual, envuelto y oculto en tan- cuente indignación muéstrala irasci-
tos pliegues y forros, y que no pue- ble; la porfía muéstrala pendencie-
den conjeturarse más que por sínto- ra y dispuesta siempre a contrade-
mas e indicios externos, débiles y os- cir; muéstrala reacia a cejar en sus
curos los unos, y un poco más cla- opiniones la pertinacia acompañada
ros los otros, expresivos y un tanto de una risa maligna o sardónica, co-
evidentes los unos, mientras los mo dicen, y de un silencio sombrío
otros son enigmáticos y confusos. y receloso; el no poder dominar sus
Dejo a un lado todo cuanto acerca impulsos ante gente extraña la ar-
de la fisonomía especularon los es- guye desapoderada e ingobernable,
tudiosos de la Naturaleza. Lo que yo o que su espíritu es flojo y disoluto,
digo aquí es lo que creo más conve- que no quiere comedirse y que no
niente para la vida y más congruente observa ajeno respeto. No menos cier-
para la doctrina común. Signos son ta, si bien un poco más disimulada,
que imprimen huella muy leve la es la conjetura que se deriva del
i

OBRAS MORALES. DEBERES DEL MARIDO. CAP. I 1281

amor y del odio; es a saber: por las Primeramente digo que a algunos
cosas que a uno le cautivan, le delei- les hace amigos y les une entre sí
tan, le retienen o, al revés, por aque- una especie de callada y oculta se-
llas otras que repele, que evita, que mejanza y consentimiento de la na-
odia. Gózase cada uno con todas turaleza, o una exclusiva finalidad
aquellas cosas que hace con harto práctica, o una simple casualidad,
contento y que quiere que le sean como a los niños que acuden a una
familiarísimas, y que estén consi- misma escuela, o los pasajeros que
go en la más estrecha de las unio- van en una misma nave o cualquie-
nes. Odia aquellas otras que querría ra otra suerte de vehículos; a unos
ver enajenadas y alejadas a la ma- les une una excursión, a otros, una
yor distancia posible. Muy discreta- campaña militar, o la identidad de
mente, muy sabiamente pen'saba profesión, o la vecindad en un ban-
Platón que los legisladores debían quete, o, por fin, la urgencia y el
poner la máxima diligencia y el cui- uso de alguna cosa. Los primeros de
dado más meticuloso en que los ciu- éstos, por lo regular, se quedan ami-
dadanos se avezasen a tomar gusto gos para siempre; los segundos,
en los bienes y rechazar y aborrecer mientras la conveniencia se lo impo-
los males. Logrado ese objetivo, no ne los terceros, o bien se unen más
;

tendría la ciudad precisión de mu- de día en día, si profesan comuni-


chas leyes, porque cada uno llevaría dad de aficiones y el uno encuentra
como en su seno la ley más ajustada en el otro cebo con que alimentar
y cómoda y el alma bien gobernada su afecto, o se van desviando poco a
y bien constituida. poco si, profesando aficiones diver-
Otras aficiones delátanlas los sen- gentes o dispares, nada ven en el
tidos corporales, y otras aún la cos- otro que les atraiga y deleite. Por
tumbre y la familiaridad para algu- todas esas rendijas es posible ace-
na utilidad práctica de la vida o pa- char hasta cierto punto los ciegos
ra un fin que se haya propuesto el rodeos y entresijos de nuestro co-
ánimo. Hase de observar qué es lo razón, pues cada cual procura ga-
que cada uno quiere oír, ver, tocar, narse y retiene avariciosamente a
oler, gustar; qué palabras le entu- su semejante, o bien él, por una
siasman, qué pláticas, qué conver- suerte de contagio y por trato asi-
saciones, qué tertulias, qué juegos, duo y por la continua fricción, si
qué manjares, qué traje, qué ata- vale la palabra, se torna semejante
víos. La naturaleza de cada uno na- a él. De ese tal dicen las sagradas
da apetece tanto como lo que le es se- letras Con el santo serás santo, y
:

mejante, ni nada evita y aborrece tan- con el inocente serás inocente, y


to como lo que lees desemejante. Se con el electo serás electo, y con el
pamos, pues, y demos por descontado perverso te pervertirás.
que cualesquiera fueren las cosas en Así es que tienes que reparar qué
que se complace cada cual, alberga compañías ama la mujer que vas a
en sí un alma parecida. De ahí na- tomar por esposa; con quiénes ha
cen el amor y el odio; de ahí, todas tenido largo trato si fué ella quien,
;

las amistades, los hábitos y costum- por una atracción e impulso natural
bres, y de ahí, todo lo que les es con- se agregó a ellos, por ser ella así o
trario: las enemistades, las antipa- con su conversación se volvió así.
tías, los desvíos, nacen, o si ya hubie- Las sirvientas descubren y decla-
ren- nacido, cuajan y se corroboran. ran con frecuencia el carácter de su
LUIS vives. — 41
12S2 JUAN LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. TOMO I

ama, según reza el viejo proverbio: ciones pondrán en fácil evidencia


Cuales son las criadas, tal es la due- qué persigue la dama, qué miras tie-
ña, y aun como dijo Platón, cuales ne, qué quiere, en qué tiene sus
son las perrillas. Pues es de creer gustos. La mujer que alterna de
que aquella en cuya mano está esco- buen grado con varones de escasa
ger la servidumbre elige la que le cultura y de porte acicalado, ayunos
tira más por una cierta conformi- de toda suerte de aquellos escrúpu-
dad del respectivo natural, y la que los propios de su sexo, y con ellos
tiene con ella comercio frecuente, mezcla pláticas sabrosas y los llama
con el contacto diario contrae, bien a su mesa y a sus convites, ¿qué po-
los vicios y virtudes del servicio, o drá decir que busca en ellos y qu¿
sus costumbres pasan al servicio, es lo que en ellos le divierte, sino la
que es lo más fácil y frecuente, liviandad? Por la vida pasada se
puesto que cada cual se acomoda al juzgará de la venidera, pues muy
carácter de aquel a quien tiene inte- grande es la fuerza de la costum-
rés grande de agradar. Así que, de bre: cómo se condujo con sus com-
las criadas, no deben ser objeto de pañeros de placeres, con las donce-
observación aquellas que mudan llas sus amigas, con las criadas, con
mucho y dejan la casa antes que se los sirvientes. Cómo soportó ambas
pueda conocer su condición o que fortunas: si llevó la prosperidad
puedan comunicar a los que con con comedimiento, con ecuanimidad
ellas convivieron algún influjo de la o con altanería y con insolencia in-
suya, ni tampoco aquellas otras que, soportable. ¿Llevó la adversidad con
apartadas de la señora, prestan los fortaleza, con templanza o con des-
más remotos servicios de la casa, si- caecimiento, con abyección y con
no aquellas solamente que por largo desespero?
espacio de tiempo estuvieron al ser- La piedad es un sentimiento muy
vicio personal y directo de sus rlecatado, solamente manifiesto y
amas. Por lo que toca a los hom- claro a los ojos de Dios, soberano
bres cuyo trato y servicios se re- Juez y Ai'bitro del premio y del cas-
quieren, los hay, unos, que no tie- tigo. Muy difícil es con sólo el sen-
nen vicio alguno que pueda empa- tido humano formar de ella un ca-
ñar la delicada blancura de la casti- bal juicio. Xi aun permite Cristo
dad, y otros sí que lo tienen ;
pero
¡
que sea objeto de ajena censura,
en este punto no se ha de proceder j
pues en ella entiende exclusivamen-
con demasiada ligereza. Bien puede te aquel Supremo Tribunal. Con to-
creerse que ella ignora este vicio o do, de la piedad puede sernos un in-
que lo sabe; entonces debe averi- dicio no leve tener gusto en hablar
guarse si puede saberlo. Si lo sabe, y oír de Dios y de las cosas sagra-
¿para qué servicios los utiliza? ¿Son das, no para ninguna huera y so-
servicios de que no puede prescin- berbia ostentación de religiosidad o
dir o puede prescindir sin demasia- de talento, sino con reverencia y
da molestia? ¿O los hay otros que humildad, por ajustar ella y los
pueden prestárselos, y ella, con to- otros su vida a aquellos santos pre-
do, prefiere a aquel que sabe vicia- ceptos.
do? ¿Trata con él de forma que dé Y no solamente arguye sentimien-
a entender que a ello le obliga la ¡
tos religiosos frecuente platicar
el
necesidad o si se familiariza con él i de sus manifestaciones externas, de
en exceso? Todas estas comproba- aquellas cuya práctica es más pro-
OBRAS MORALES. —DEBERES DEL MARIDO. — CAP. I 1283

pia del cuerpo que del espíritu, co- La principal virtud de la mujer es
mo de otras más íntimas que levan- la piedad. La mujer verdaderamente
tan a Dios la' mente. A lo primero piadosa nunca obra mal ni cometerá
pertenece elhablar de los ayunos, cosa de la que, con razón, pueda
del número y de la manera de las ser reprendida. Esta es la auténti-
oraciones vocales, de los jubileos y ca y genuina justicia, para la cual
peregrinaciones. Los ayunos y las reza el antiguo elogio, _a saber
oraciones vocales, aun cuando son que abarca toda virtud. ~La mujer
buenos, y que yo querría que la bue- que no estuviere informada de la
na mujer los hiciese a menudo, no piedad nada obrará a derechas, y
obstante, como también los malos cuando pensara que ello le conviene,
pueden practicar estos mismos ejer- lo hará con simulación e hipocresía.
cicios, no demuestran inequívoca- Por ello, mis avisos serán para aque-
mente una piedad auténtica y sin- lla que no esté en absoluto ayuna
cera. Más elocuente y evidente tes- de piedad, pero que todavía no llegó
timonio de ella es platicar del Juez a la piedad perfecta. Es de saber
de vivos y muertos, espectador in- que ninguno es perfectamente pia-
falible de los actos y de los pensa- doso, pues hasta el mismo San Pa-
mientos del corazón humano; de la blo dice que corre él y se afana por
fugacidad de la vida, de la vanidad conseguirlo como sea. Lo que ocurre
de las esperanzas de este mundo, del es que la piedad grande y crecida
menosprecio de las honras, de las suele tomarse por piedad cabal y ab-
riquezas, de las dignidades; del cui- soluta. Intolerables de todo punto
dado amoroso que tiene Dios de son las mujeres que diré: Primera-
nuestra defensa, de nuestro mante- mente la mujer impura. ¿Qué varón
nimiento, de nuestra conservación; cuerdo la tomará, si no se ha vuelto
del amor de Cristo para con. nos- loco? Quien empuja fuera a la mu-
otros; de nuestro amor mutuo; del jer buena —
dice Salomón —
empuja,

socorro de los pobres; del amor y fuera bien; quien conserva a la


el
respeto al marido; del gobierno de mujer adúltera, necio es el insensa-
la casa y de la crianza de los hijos; to. ¿Qué amor puede profesar a su
de la muerte; de los suplicios que marido la mujer adúltera, de quien
aguardan a los malos; de la felici- se dijo solemnemente que con su
dad eterna de los buenos. Vaya todo maldad mancilló el sacramento del
dicho así, en enumeración sumaria. matrimonio y quebró el vínculo de
Una ficción o una disimulación en aquella unión estrechísima y del
oste punto es muy fácil de sorpren- amor más acendrado? Con todo, mu-
der por un espectador avisado, ni jeres hay que, habiendo llevado an-
dura tampoco mucho, sino que har- teriormente una vida torpe y des-
tas veces demuéstrase de repente, honrada, luego volvieron a la buena
así que afloja un poco el cuidado de senda y a mejor fruto. A esas tales
mantener el fraude, y por sí mismo mujeres no se las ha de poner en el
vuelve a su estado natural. Pero número de las malas, pues se arre-
tornemos a nuestro propósito y tra- pintieron y avergonzaron de los pa-
temos de cada una de aquellas cosas sados desvarios y rectificaron su
que pusimos en el alma, en el cuer- torcido proceder. En segundo lugar,
po y en las exterioridades, que nos no anda muy lejos de la mujer im-
han hecho desviar un momento ha- pura la que tiene inclinación al mal,
cia lo que acabamos de exponer. y cuyo temperamento la empuja al
JUAN LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. .
tomo :

desorden, que ella no solamente no ¿De qué vive? ¿Del producto


hijos?
cuida de contrarrestar, sino que le campos o de otra suerte de
de sus
ayuda y espolea, y en su trato y ingresos? ¿Tiene oficio o no lo tie-
costumbres es sobrado complacien- ne? ¿Es instruido, ignorante, ejerce
te con su temperamento, con lo cual función pública o se dedica a nego-
no hace más que engordarlo, tratán- cios privados? ¿Cuál es su edad,
dolo con mimo y con blandura. De cuál su salud, su robustez corporal,
ello resulta que de cada día se amo- su estatura? Todas estas ventajas e
llenta más y más, cuando precisa- inconvenientes debe, a su vez, con-
mente lo que convendría fuera re- siderar la esposa.
primirlo con avisos y con la prácti- No hacen buena liga la esposa ro-
ca de las virtudes y enderezarlo en ma y el marido boto, ni un menteca-
sentido mejor. De una mujer así, y to con otro mentecato. ¿Quién cui-
no sin razón, dice Ovidio: ha que dará de la hacienda? ¿Quién educa-
no ha dado su cuerpo porque le fal- rá a los hijos? ¿Quién los instruirá?
tó ocasión, ésa ha dado su cuerpo. O mejor: de una pareja tal, ¿qué
Esa mujer ha de ser considerada va a nacer? Puros asnos. Y si los
peor que la misma cantonera. En chicos fueren vivarachos y avispa-
esa clase de mujeres no faltan quie- dos, la crianza y el desconcierto do-
nes tengan una cierta probidad na- méstico harán que se vuelvan torpes.
tural y algún amor a la vida hones- Con todo, más fácilmente cuajará el
ta. ¿Y quién sabe si las empuja matrimonio entre un par de mente-
a la vida airada, no ya la necesi- catos que entre un marido cuerdo y
dad (puesto que no puede existir una mujer torpe y floja. Si te casas
necesidad alguna para el mal), sino con una mujer estúpida sólo por su
alguna apariencia de necesidad, de belleza, cosa que hacen algunos,
la cual, si carecieran, no pocas de ¿qué diferencia va entre poseer una
ellas ordenarían su vida con mayor linda estatua de Fidias o tina tal
recato? Nadie hay que pueda vivir mujer? ¡Infeliz! ¿De qué utilidad
tranquilamente a gusto con una mu te será para la vida? Cuando estu-
jer cuyo nombre anda en todas las vieres harto de deleite sucio, ¿quién
lenguas, ni puede haber amistad y gobernará la casa? ¿Con quién tra-
concordia con una mujer de cabeza barás conversación sabrosa? ¿Quién
menguada. ¿Qué cosa más insufri- te asistirá en tus enfermedades?
ble para un marido que no sea ni ¿Quién con el regalo y la firmeza
bobo ni necio que aguantar la com- de sus palabras te aliviará en tus
pañía de un mentecato? Allende de cansancios o te confortará en tus de-
todo esto, puesto que la convivencia presiones? ¿Qué compañera tendrás
no se limita a la sola conversación, en la adversidad; y en las alegrías,
sino que se extiende a todas las con- de quién recibirás los parabienes?
tingencias de la vida, hay que con- ¿Y qué más, si por esa su grosería
siderar y ponderar quién es el que de corazón concibe preocupaciones
ha de tomar mujer: ¿Cuáles son sus y pensamientos abyectos, degenera-
costumbres? ¿Qué genio es el suyo? dos, indignos de todo ser que esté
¿Vivo o apagado? ¿Apacible, eno- dotado de razón? Y lo peor es que
jadizo, vehemente, remiso, impetuo- mujeres así atraen a sus propias cos-
so, flemático, vinoso, abstemio, eco- tumbres al pobre de su marido, el
nómico o manos horadadas? ¿Viudo cual a par de ellas se embrutece. En
o no casado antes? ¿Con hijos o sin la más remota antigüedad, antes del
OBRAS MORALES. —DEBERES DEL MARIDO. CAP. I 128.-,

Diluvio, como sabemos por la Histo- destruye el amor, la benevolencia, la


ria Sagrada: Viendo los hijos de concordia y toda clase de unión, y
Dios que eran hermosas las hijas de que diluye en su acíbar aquella sua-
los hombres, tomaron de ellos espo- vidad y sabor que es razón que exis-
sas, a la medida de su antojo. Esta tan en el matrimonio en su punto
avilantez exasperó la venganza del más dulce.
Señor y se decidió a raer por una Los vicios que de la soberbia na-
avenida de aguas el linaje humano cen, a saber: la arrogancia, la ira,
de la faz de la Tierra. Y lo que Dios el énfasis, el asco, el desdén, todas
vengaba con ese diluvio era que los estas pasiones son tiránicas y pesa-
hombres cuerdos, y por sus virtudes dísimas de soportar. Con todo, en el
hijos de Dios; es decir, imitadores complejo de ese vicio fácilmente se
suyos, hubiesen escogido esposas no engañaría uno si no penetrase más
conformes a su virtud, sino a las hi- allá de la corteza, puesto que las hay
jas de los hombres, carnales, quie- que son ariscas para la gente de fue-
nes a aquellos espíritus celestes, ra y para los suyos son la misma
quebrantados, debilitados, los derri- mansedumbre. Tan lejos estoy de
barían a pensamientos terrenos y querer que se las rechace, que hasta
sórdidos, trocando la espiritualidad pienso que son las más deseables y
en carnalidad y el sosiego de la ra- más avariciosamente deben ser re-
zón en el bullicio de las pasiones, tenidas. Tales me imagino que fue-
haciendo seres terrenos de seres ce- ron aquellas insignes y heroicas
lestiales. Y por eso dice Dios por hembras Penélope, Lucrecia, Corne-
ellos: No permanecerá jamás por lia,Porcia, las cuales, siendo las sir-
jamás mi espíritu en ellos, porque vientas de sus maridos, ante los
son carne. otros conservaban su dignidad y su
Añade a esto que la esposa a majestad con una altivez sana, guar-
quien se toma por sus riquezas o dando el prestigio de su pudor en
por su abolengo será tanto más in- sus generosos pechos leoninos, dis-
solente e intolerable cuanto menos puestas a lavar con toda su sangre
cordura tendrá. La astucia es un fue- la mancilla más ligera.
go que quema a quien lo trata con Empero si una mujer así para con
imprudencia y da mucho que hacer su marido demuestra esa misma fie-
al varón prudente. A marido pobre reza, sigúese una profunda pertur-
conviénele la mujer que acarree un bación en el sosiego del hogar. Por
modesto bienestar o un oficio con estos indicios se la conocerá cuando
que defender la vida. Al marido ri- por un amor celoso de su pudor o de
co, o de mediano pasar, o, finalmen- su- buen nombre se muestra a los"
te, que no carezca de medios para otros arisca y zahareña, sin que se
su sostenimiento o el de su familia, acuerde ni de su linaje, ni de su
bástale que su mujer no sea zahare- hermosura, ni de sus riquezas, ésta
ña e indócil, pues él la modelará a será la esposa ideal que buscamos,
su antojo y la acomodará a su pro- la mejor de todas, la guardadora ma-
pia manera de ser. Entre aquellos ternal de su decoro. Mas si tomó
vicios que vienen a ser como enfer- aquella altivez suya, o de su linaje
medades del alma, hase con todo o de su hermosura, o de su atavío,
cuidado de evitar la soberbia, mons- o de sus riquezas, será pesada e in-
truo enemigo de la quietud del ho- tolerable. Aquella otra que sólo por
gar, que con su desapoderamiento respeto de su virtud evita el trato
1286 JUAN LUIS VIVES. OBR.AS COMPLETAS. — TOMO I

con los hombres y no traba conver- hurtos que cometieron, no ellos, sino
sación con ellos de buena gana, y sus esposas. Por ello decretó el Se-
así teme las manchas de su pureza, nado, en el reinado de Tiberio, que
como dicen que lo hacen los armi- aquellos que fuesen enviados a pro-
ños en los pasos cenagosos, y evita vincias con ejercicio de mando no
así los nobles como los plebeyos, los llevasen allá a sus esposas.
bellos como los feos, los pobres co- La mujer negligente no sirve a
mo los ricos, y siente desvío para aquel que no puede dedicarse al cui-
con todos los varones, excepto su dado de su hacienda; la mujer eco-
marido, ésa es. como se dice, una nómica y modesta no solamente está
raya blanca en una piedra blanca. indicada para marido pobre, sino
Si la vanidad de las cosas advenedi- también para aquel con quien la
zas y fortuitas la soliviantare con Fortuna acostumbró mostrar sus ve-
sus humos vanos, acabará por desde- leidades desconcertadoras, no por-
ñar a los que no tienen con que ella que ella tenga derecho sobre aque-
se engría ;mas a los que lo tuvie- llas cosas que de su mismo nombre
ren, a ésos reverenciará y para ellos llámanse fortuitas o aventureras, si-
será cortés y afable. La que es cruel no que hablo de aquellas que la For-
y áspera será una madrastra carni- tuna acostumbró asenderear con ma-
cera y atroz; la querellosa, la pen- yor variedad de trueques. Los pa-
denciera, la porfiada, de ninguna trimonios de los mercaderes resién-
manera debe unirse a marido irasci- tense más de la inestabilidad de la
ble; ello sería casar la estopa con el fortuna que los de los terratenien-
fuego. ¿Qué hará en la casa esa pa- tes y de los príncipes, que tienen
reja, sino arder el marido y echarle rentas anuales fijas con que susten-
la esposa aceite? La mujer genero- tarse. Así, pues, aquel que está co-
sa, munífica, aun la pródiga, no locado bajo el filo de la Fortuna de-
debe ser repudiada por el príncipe, be elegir una esposa acostumbrada
porque no hay virtud que mejor pa- a la escasez y que haya aprendido a
rezca en el príncipe que la benigni- administrarla y que no se deje aba-
dad, ni ninguna otra le gana más tir por ella. Esta cualidad suelen
adhesión de los ciudadanos, y, por poseer aquellas que, nacidas de bue-
tanto, hace que sean firmes y esta- na ama, son sobrias y modestas, edu-
bles los puestos encumbrados, y más cadas por padres o por parientes
si no anda ella mezclada con la ra- honrados, que tuvieron gran cuida-
pacidad ni (cosa que los viejos. auto- do de su honestidad, enseñadas a te-
res escriben de Sila) se afana por mer la deshonra y a encerrar, por-
enriquecerse empobreciendo a los que no se manifiesten afuera, todas
otros. Tiene que evitar la rapacidad las necesidades, dispuestas a comer
de la mujer aquel que con hijas lle- pan duro y negro y a beber agua
ga al matrimonio, singularmente el clara por disimular su honrada in-
príncipe y quien tiene el gobierno digencia. La mujer nacida en un me-
de la ciudad, pues hasta ellos suelen dio social sórdido, criada viciosa y
deslizarse los aventureros audaces torcidamente, pospone y sacrifica a
para expugnar la entereza de los go- su vientre y a las delicadezas, una
bernantes. Y leemos que, en la anti- vez que las cató, todo decoro, todo
güedad, muchos prefectos de provin- buen nombre, toda buena reputa-
cias fueron condenados por cohecho ción.
en el ejerciciode sus funciones, por La mujer de expresión fácil, du-
OBRAS MORALES. —DEBERES DEL MARIDO. CAP. I 1287

cha en hablar, está indicada para que toca abolengo, dice Juvenal:
al
marido cejijunto, a quien aliviará de Más quiero a una aldeana de Venusa
preocupaciones y cuitas, especial- que a ti, Cornelia, madre de los Gra-
mente si tiene gracejo sin acerbidad cos, si con tus virtudes traes la so-
y sal y donaire, mientras no quiera berbia y entono de tu linaje y cuen-
parecer en exceso aguda, donosa e tas en el dote los triunfos.
instruida a los varones ajenos, cosa Con todo, las hay pobres, feas,
que para un marido suspicaz y ce- oscuras, que son diez veces más en-
loso es puro tormento y cruz no lle- tonadas que las mujeres más insig-
vadera. La mujer parlera y casqui- nes por sus cualidades contrarias.'
vana es perjudicial a quien trata ne- Marco Catón, el censor, viejo ya, y
gocios secretos y que no pueden di- la primera personalidad de la Re-
vulgarse sin peligro inmediato, co- pública, siendo viudo, pidió la mano
mo los secretarios de los príncipes, de una hija de un tal Salonio, clien-
o como los que, bajo los emperado- te suyo. Sospechó Salonio ser aque-
res griegos, llamábanse primicerios. llo una broma, extrañando que tan
¿Son los actuales cancilleres? La grande personaje quisiera contraer
causa de la muerte de Fabio Máxi- afinidad con él. ¿Qué más? Casó el
mo fué que éste contó a su mujer anciano con la mozuela, el rico con
que Postumo Agripa había sido ci- la pobre, el ilustre con la oscura, el
tado ante el juez por su abuelo Au- primer magistrado con la ruin y des-
gusto. Ocasiona molestia ciertamen- preciada. Y a pesar de todo, elia
te en la conversación familiar, y en (como se lee en San Jerónimo) se
la mesa, y en la cama andar siempre portó con el marido con insolente
circunspecto y constituirse en guar- contumacia y de cada día se le mos-
dián de sí propio, como si viviera tró menos obediente. De esta mane-
en continuas asechanzas; neutrali- ra aquel gran hombre, que, dijese lo
zar el gesto y el semblante, apartar que dijese en el Senado, en el Foro,
todos los papeles y todas las cédulas en arengas al pueblo, era tenido por
y notas porque ninguna de estas co- oráculo, el más sabio, sin duda, de
sas llegue al conocimiento o a la toda la ciudad, y cuyo igual no lo
conjetura de quien con tanto peligro tenía aquella ciudad, ni en la patria
las revelaría. La belleza, las rique- ni fuera de ella, ni en la guerra ni
zas, la alcurnia, hacen a las muje- en la paz, en el ocio, en el negocio,
res insolentes y arrogantes. La so- carecía de autoridad en su hogar,
berbia —dice Ovidio anda en pos de •
ante una muchacha ignorante y pro-
la belleza. Y Juvenal: ¿Hay
algo caz, pobre, humilde, honrada, no
más intolerable que una mujer rica? obstante, y en cierto modo la pri-
Y Marcial, festivamente, como sue- I
mera de las matronas, por causa del
le ¿Me preguntáis por qué no quie-
: marido.
ro tomar una esposa rica? Porque Yo oí contar muchas veces en Lo-
no quiero ser su mujer. Y Plauto, en vaina a un huésped mío, originario
la Asinaria: Recibí el dinero; pero, de Frisia, que hubo en su ciudad na-
con la dote, vendí la autoridad. El tal un personaje de los más princi-
marido pobre que tiene una mujer pales en sangre y riquezas, quien,
rica no vive tantas veces molesto habiendo pensado que iba a llevar
porque sea pesada la esposa, sino una vida fácil y jocunda si tomara
porque es continua su sospecha de esposa de mucha más baja condición
que le menosprecia su mujer. Por lo social que él, la tomó pobre, de hu-
1288 JUAN LUIS VIVES. — OBR.AS COMPLETAS. TOMO I

milde origen y de hermosura menos acostumbraban los antiguos hacer


que mediana para lo que suele aque- unos juegos de palabras, a manera
lla gente, pues existe en aquella tie- de dilema Si te casares con hermo-
:

rra un vistoso tipo de belleza feme- sa, la tendrás común; si con una fea,
nina. Y a pesar de todo, esa mujer, la tendrás molesta. Y resolvía el di-
educada sórdidamente por unos pa- lema diciendo: con mu-
Si te casas
dres sórdidos, tenía en aborrecimien- jer fea, la tendrás propia; si con
to todas las faenas caseras y hacía mujer hermosa, gozarás. Y añadían:
melindres por no tocar las camisas Soportar mujer fea es pesadumbre
de su marido, y aun desdeñaba mi- guardar mujer hermosa es continuo
rarlas. Muerta ella, hastiado de las cuidado. Y terminaban por senten-
costumbres de una crianza sucia y ciar que había que tomarla de una
torpe, unióse el flamante viudo con belleza corriente y convenida, a la
una mujer igual, joven, bien nacida, que, por ese motivo, llamaban belle-
rica y con una muy gentil lindeza za matrimonial. No cabe duda que
de rostro. Y esta su nueva esposa torna insolente la hermosura dema-
sirvió al marido no de otro modo siada cuando no fuere por otra cosa
que si hubiera entrado en la casa más que porque ve cómo los ojos de
como una esclava comprada, no por todos se vuelven a ella, y eso de ser
fuerza, no con hipocresía, sino muy objeto de la común admiración hace
ganosa, muy lista, con toda su bue- creer que tiene alguna propiedad ra-
na voluntad. Ella vestía al marido, ra e insólita y sobrehumana, mien-
ella le desnudaba, le calzaba, le des- tras que ella solamente ve cuál sea
calzaba, le lavaba, le acicalaba. Y el bien aquel de la hermosura, con
siendo mucha la servidumbre de los ojos corporales reflejada en el
aquella casa, no consentía que nadie espejo, y al instante se olvida, y con
tuviese cuenta de todo lo que se re- los ojos del alma no considera cuán
fería a la persona del marido más liviano y efímero sea aquel bien.
que ella misma. Ella zurcía sus ro- Añádase a esto que es harto difícil
pas, las lavaba, las planchaba, las la guarda de aquello que son mu-
plegaba y hacía pronta y alegremen- chos a codiciar. Por esto dijo el poe-
te todos aquellos servicios que cau- ta Ovidio: A menudo la hermosura
saran enojos a las fregonas más hu- tiene pleito con la castidad. Hartas
mildes. Todas éstas no son más que veces, bajo estas hermosísimas apa-
manifestaciones exteriores de la edu- riencias, como en los bellos hospita-
cación recibida y de los hábitos que les, se alberga un huésped desfigu-
se adquirieron. No hay, por tanto, rado. La mujer extraordinariamente
que casarse sino con una mujer de fea, por más que se la ame con la
igual condición y dar oídos al con- mayor de las ternuras, no por ello
sejo de Pitaco, uno de los siete sa- cree que se la ame por su persona,
bios de Grecia, el cual, rogándole un creyéndose indigna de amor, y se
mancebo cuál de dos mujeres toma- torna celosa contra todas aquellas a
ría por esposa: una que le aventaja- quienes ve que su marido llama o
ba mucho en riquezas y abolengo, o mira sin aspereza. Y no faltan en el
una de su misma mano, respondió: gremio de las feas ejemplares de
Toma la igual. Acerca de esto la an- aquellos de quienes el Declamador
tigüedad nos legó un célebre epigra- dice: Las que tienen mala cara, con
ma de Calimaco, citado por Laercio. frecuencia son castas, no porque les
Por lo que toca a la hermosura, falte voluntad, sino porque les fal-
OBRAS MORALES. DEBERES DEL MARIDO. CAP. I 1289

ta corruptor. Con todo, tiene ello sus las molestias de la preñez, ni para
ventajas según eltemperamento «del los peligros del parto, ni conviene
marido: el melindroso y amigo del tampoco que en tan tierna edad se
deleite tiene con que cebar su hartu- acostumbren al ayuntamiento car-
ra; mas el receloso y suspicaz tiene nal: excítanse los sentidos y el or-
aparejada la segur para sus conjetu- ganismo detiene su crecimiento; ni
ras. No es eso lo excepcional, pero es para el regimiento de la casa está
lo más corriente. Todo ello es según, suficientemente instruida la moza
sea la propensión del ánimo de cada en aquella edad, que no impone res-
cual, pero especialísimamente según peto en su cabal ignorancia de casi
la formación que tuvo desde la ni- todo. Mas la mujer de edad más
ñez, corroborada por el hábito. Ne- adelantada no es demasiado maneja-
cesarias son las fuerzas si tiene que ble para el marido, por la cronicidad
ser esposa de quien con la industria de unas costumbres que ya no se
de sus manos y el trabajo físico ha pueden cambiar. Finalmente, las res-
de procurarse el mantenimiento, pa- pectivas edades fijadas tienen entre
ra que comparta las fatigas del ma- sí acentuada congruencia para el
rido, como, por ejemplo, en la la- trato y la vida en común y la pro-
branza. Enojosa es la mujer de tem- creación de la prole, a fin de que esa
peramento enfermizo, especialmente facultad abandone simultáneamente
si su quebrada salud es tal que im- a entrambos y no sea poco agrada-
pida los preñados y las tareas case- ble la vida conyugal si uno de los
ras. Hesíodo, Platón, Aristóteles fi- dos tiene todavía potencia para en-
jan la edad matrimonial en el varón gendrar y al otro ya la vejez le ha-
hacia los veinticuatro años, y en la ya debilitado y cascado. Este es el
mujer hacia los dieciocho, porque el sentir de aquellos sabios citados y,
varón de más edad no tiene para la sobre todo, el de Aristóteles en los
procreación las fuerzas que se re- libros de la República. Pero en ese
quieren y los hijos nacen raquíticos, punto más hemos de atender a los
y él mismo, teniendo que* consagrar- motivos que los indujeron a señalar
se a los hijos, carece de la pondera- aquellas edades que a su señalamien-
ción y equilibrio de fuerzas que son to. Y cuando se presentaren causas
menester. Además, su inexperiencia análogas o estas mismas (pues no
le incapacita para llevar adelante su cabe duda que son muy prudentes)
hacienda, en cuyo gobierno harta lo aconsejaren, juzguemos que con
poca autoridad le darían sus cortos mejor acuerdo la fijó la Naturaleza,
años, ni los hijos llegados a mozos la cual, obrera de recursos inagota-
tienen respeto al padre que es un bles, introduce variedades en los
poco mayor que ellos, y más se les cuerpos humanos, según lugares y
antoja hermano que padre. Y el ca- tiempos y posibles cualidades ocul-
sado ya en días ni puede él ayudar tas. Pero antes que a nada se ha de
a sus hijos pequeños, ni puede ser tener cuenta con el juicio y con la
por ellos ayudado, siendo a^í que piedad, que es el más rico bien del
uno y otros necesitan de auxilio y alma.
axistencia ajena, y sale de la vida Hemos de tener cuenta, mientras
antes que pueda proveer para ellos nos mantengamos solteros, de con-
una manera de vivir. servar tal norma y rigidez de vida
Las mujeres, antes de los dieci- que el ariete de la carne dé en nos-
ocho años, no tienen capacidad para otros tan rara y ligeramente como
1290 JUAN LUIS VIVES. OBR.AS COMPLETAS. TOMO I

sea posible. Laudable sobre manera influencia han tenido quienes las
fué aquella usanza de los germanos educaron, pues vemos no raras ve-
antiguos que César nos refiere: ces que muchas nacidas de padres

Aquellos dice que por más largo malos, pero que han sido formadas
tiempo no han tenido contacto con por institutrices buenas y con ellas
mujer, llévanse entre los suyos la han convivido, salieron más pareci-
más excelsa alabanza. Creen que esa das a ellas que a sus propios padres.
abstención fomenta su estatura, sv.s Y al revés, muchas que nacieron
fuerzas y templa y fortifica sus ner- buenas, por contagio se volvieron
vios. Haber a los veinte años ca- pésimas. La tierna edad remeda los
tado mujer, creen que es la mayor males mejor y más expresivamente
de las torpezas. Si nosotros no po- y los traduce en su propia conducta.
demos observar esta continencia, También en este punto hay que pa-
todo hemos de posponerlo a la reli- rar mientes en los afines si son so-
gión y obedecer el consejo de San brado poderosos y que te agobian
Pablo: Mejor es casarse que abra- con su superioridad. Yo no sé si po-
sarse. Escasa es, o, mejor, nula la drás sujetar a una esposa tan confia-
cuenta que hemos de tener con la da en el gran poder de los suyos.
posada; nuestro cuidado máximo, Tiberio César contrajo matrimonio
nuestro cuidado total debe ser pa- con Julia, hija de Augusto, cargada
ra la morada definitiva esta vida
; de vilipendio e infame por adulte-
es una peregrinación; la otra es rios inequívocos. Tiberio, no osando
nuestra patria, es nuestra mansión castigar ni cohibir con marital seve-
imperecedera. Nuestro Señor, esto ridad ni echar de casa a la hija de
es, la voz de la Divina Sabiduría, un padre tan grande remitiéndola a
avisa al género humano que de nin- su padre convicta de adulterio, por-
gún provecho es para el hombre la que no atinaba cómo él tomaría
ganancia del universo mundo si aquel deshonor en su sangre, y pen-
trae consigo el dispendio del alma. sando que conservarla y vivir con
La mujer que se casa en edad ma- ella dentro de las mismas paredes
dura, menester es que esté exenta sería un insufrible bochorno, deter-
no sólo de los vicios de la Naturale- minóse, so pretexto de tomarse unas
za, sino también de los defectos de vacaciones, retirarse a Rodas y abri-
la educación. Pues si no, ¿cuándo se gar allí su vida, expuesta a ignomi-
formaría estando ya dura y con há- nia y aun a peligro, puesto que se
bitos arraigados? Más blanda es la le llamaba desterrado y no faltaban
doncella y dócil como la cera, sus- quienes por congratularse con su en-
ceptible de tomar cualquiera forma. tenado Cayo César le amenazaban
Hablando en general, acordémonos con la muerte. Yo conocí un hombre
del viejo proverbio: De madre bue- que habiendo conseguido un muy
na, nace hija buena. Entre nosotros, ilustre casamiento, para el cual era
eso mismo se dice en dos muy grá- muy desproporcionado, pasados los
ficas sentencias: De buena vid corta primeros días y la luna de miel, mal-
el sarmiento que has de plantar. De decía aquel día fatal en que se le
buena madre toma la hija con quien dió tal esposa y que de haberse ca-
;

has de casar. Y, además, esta otra sado con una su igual, sería infini-
sentencia En tus paseos por la ciu-
: tamente más feliz, pues que tenía un
dad, infórmate primero de la ma- buen pasar y no había de correrse
dre; luego de la hija. Pero mayor
¡ de su linaje; y que ahora, en cam-
OBRAS MORALES. DEBERES DEL MARIDO, CAP. I 1291

bio, por culpa suya, habíase dejado lo poco que trajo ella a casa, y com-
invadir de un alud de enojos y de padeceráse no de sí, que entró pobre
un bravo escuadrón de males, de los en tu casa, sino de ti, a quien ha
cuales no podría librarse sino con despojado la Fortuna,
su muerte o con la de su consorte. i Mas con todo encarecimiento una
Pondérese también cuáles son las y otra vez he de advertir que hablo
costumbres de sus afines y cuál su yo de las mujeres bien criadas, pues
tenor de vida: si son antipáticos, las hijas de los pordioseros, educa-
agrios, intratables, litigiosos, pen- das sórdida y aviesamente, con las
dencieros, altivos, el trato con ellos cuales, sin embargo, hase de tener
fuera un conflicto inacabable. Y indulgencia a fuer de nacidas en
también si son revolvedores, parti- aquella situación, son insoportables
distas, especialmente en aquellas re- en la adversidad y en la prosperi-
giones donde todos, quieran o no dad. Si tus posibilidades no alcanzan
quieran, suelen enredarse en bande- a abastecer tu medianía, debes ele-
rías; la inquietud es un contagio ac- gir una esposa que traiga alguna
tivo, y vuelve turbulento el carác- ayuda. Tomarla muy rica, como con
ter, el trato familiar y el roce con un golpe de mano, para disfrutar tú
los revoltosos y bullangueros. Lue- tranquilamente de sus riquezas, fue-
go averigüese si son pobres, pedi- ra de que es. un atentado contra la
güeños, sinvergüenzas, descomedi- ley de Dios, que sujetó el hombre ai
dos. Los hay que no pueden con ese trabajo, es una polilla de la con-
infierno, aun a trueque de expa- cordia. ¿Con qué ánimo piensas que
triarse. ella soportará por mucho tiempo que
Por lo que toca a las riquezas, tú, hecho un zángano, te cebes en
existe aquel dicho: Tan pesado es sus bienes, sin ocupación ni fruto
soportar al rico como mantener al de ninguna suerte? Con todo, a ese
pobre. Mídase cada cual a sí mismo fresco alcánzale su castigo, aun en
y examine su manera de vivir, si esta vida, que él se había prometido
tiene de dónde mantenerse a sí y a fácil y feliz: pelamesas caseras, de-
su mujer. ¿Qué cosa puede haber nuestos recíprocos, odio correspondi-
más agradable a Dios, o más hermo- do. Aquel pan que él come fuera de
sa a los ojos de los hombres, o más trabajo y no humedecido con sudor,
dulce en la intimidad del hogar co- trae consigo un muy desabrido- com-
mo tomar una esposa pobre y recta- panage. Harto mejor fuera que el
mente formada e instruida? Suerte pan fuese negro y de baja calidad,
de limosna es socorrer a la pobre- acompañado de un manjar pobre y
za, y tienes no solamente una espo- ruin, comido en concordia y quietud,
sa, sino una criada. Casado te has que en aquella mesa desabrida y
con una mujer que no te podrá nun- amarga perdices con pan candeal,
ca echar en cara que trajo esto o practicando el consejo del sabio, que
aquello; que en la prosperidad com- dice: Mejor es un bocado de pan
partirá contigo el goce de tus bienes con gozo que la casa llena de vícti-
y sabrá que tú eres su dueño y a ti mas, con rencilla. Esta apacibilísima
te agradecerá el bienestar honesto vida de trabajo canta Virgilio que
que recibió de ti; que en la adversé llevó aquel labrador anciano de Ta-
dad aguantará con ánimo igual o rento, quien con unas pocas hazas
mejor, con ánimo fuerte, los recios de tierra en pensamiento y ánimo
soplos de la Fortuna, acordándose de igualaba las riquezas de los reyes,
1292 JUAN LUIS VIVES, .
OBRAS COMPLETAS, .
TOMO I

y al retornar a casa cada noche, ya pues pensará que no debe vivir


ella
muy anochecido, abastecía su mesa contigo de manera diferente. Si su
de manjares no comprados. primer marido hubiese sido malo y
Marco Aurelio, el filósofo, habien- difícil y ella le sufrió con manse-
do casado con Faustina, hija de An- dumbre, espera tú de ella eso mis-
tonino Pío, y pareciendo por ese mo- mo, y si aquel marido malo le co-
tivo adoptado con derecho de suce- municó su manera de ser, mira si
sión al Imperio, no se atrevió, aun su comportamiento merece tu apro-
convicta de adulterio, a repudiarla bación, y compara contigo aquel pri-
para que esta sucesión no viniera en mer marido suyo; si él te aventaja
litigio. Yo mucho más pronto acon- mucho en virtud, tu mujer estará
sejaría a la mujer que se casase con siempre en tu casa quejosa y triste,
un hombre que le aventaje en todo, comparando lo pasado con lo pre-
que al hombre que se case con una sente, tanto más cuanto que el ayer
mujer que le sea superior. Es más es mejor que el hoy, especialmente
generoso el espíritu del hombre para cuando ya declina la edad. Si ese
descender a comparación de sí
la marido te hubiese sido superior en
mismo y de su esposa y, en cambio,
; talento o riquezas, concebirá desdén
la mayoría de las mujeres en las para contigo, puesto que en otro
disputas conyugales con esas armas tiempo gozó de un marido con el
se defienden, pues no hay manera cual no puedes compararte. Y por
de evitar esta enojosa comparación ello o te menospreciará con tanto
del abolengo y de la fortuna respec- mayor asco o con odio tanto más
tivas. activo cuanto fué tratada por el otro
Después de todo esto, hay que con- con tanta mayor indulgencia o tanta
siderar las otras circunstancias, si es mayor afabilidad. La mujer que vi-
viuda, si nunca se casó; en el caso niere a cargada de hijos, hará
ti
de que sea doncella, si es virgen si ; sisas en tus bienes para dárselo a
tuvo o no otros amores. En la viu- ellos, y no amará con ternura igual
da, debe mirarse la edad. En la sol- a los tuyos, ni aun a los que lo fue-
tera, no se ha de resolver muy dife- ren de ambos, pues aumentará su
rentemente que si conservase su en- afecto para con ellos la compasión
tereza, aun cuando tenga no poca de su orfandad, privados como están
importancia que otro se haya lleva- de la protección paterna. En la sol-
do la flor de la mocedad, quitándole tera que perdió su doncellez, hay
las primicias, como dícese en Virgi- que tener cuenta con su vida ante-
lio; y acerca de lo cual reza nuestro rior. Dos son los géneros de esta cla-
vulgar adagio En sopas- y en amo-
: se de mujeres, y ambos a dos tienen
res, los primeros son los buenos. sus peligros. A las que entregaron
En la mujer de edad avanzada que su cuerpo a muchos, muy difícil es
estuvo mucho tiempo al lado del ma- que se les persuada la continencia.
rido, hay que considerar lo que pre- Por lo que toca a las que tuvieron
ceptúan los sabios por lo que toca a trato con personajes influyentes y
los amigos: cómo se portó con el por ellos fueron amadas, muy pesa-
primer marido; hay que averiguar do se le hace a la que tuvo domina-
también cómo fué este marido pri- do a un poderoso eso de servir a
mero. Si hubiere sido bueno y ella quien es tan inferior a su amante.
le llevaba con displicencia y desabri- Enfadosa es e insolente aquella que
miento, colige tú lo que te espera, fué de muchos solicitada. Cualquiera
OBRAS MORALES. DEBERES DEL MARIDO. CAP. I 1293

sea la ofensa que halle en ti, piensa la llama de amor viva que arde an-
que los otros no serían tales y deplo- tes del matrimonio y que cuando se
ra el haber sido destinada a ti en llega al enlace conyugal perdió gran
un momento de irritación del hado. parte de su fuerza, en el cambio se
Yo no querría que te casases con encendiese más aún, pertinaz, pura,
aquella con quien te humillaste de- avivada.
masiado al tiempo del galanteo, a Ya ves cuánta sea la prudencia
quien halagaste en exceso, a quien que se necesita para juzgar de todas
adulaste, a quien llamaste señora, estas cosas y hasta qué punto es me-
vida, ojos, luz y otras sandeces aná- nester acudir al consejo de una per-
logas que sugiere el amor necio é in- sona cuyas pasiones estén en calma
sulso, aun a veces cuando se enva- para atinar el acierto. No tienes que
lentona la impiedad contra Dios, so- ilusionarte con esposa que no tenga
berano y último fin de ios deseos y defecto ni vicio alguno; los males
los bienes de todos. Este rebajamien- menores o más raros bien valdrán
to tuyo ocasiona que te envilezcas a por los mayores y más frecuentes.
sus ojos y quiera más tarde domi- El varón cuerdo se inspirará en la
narte y que tenga a enojo servir a realidad, pues siendo casi infinitos
aquel de quien se persuadió ser due- los medios, no pueden darse acerca
ña, a aquel a quien cualquiera cosa de ello fórmulas indistintas y gene-
le mandase, era inmediatamente rales. Para estos casos sirve mucho
complacida con peligro efectivo de la prudencia, a quien ayudan los
su vida y de su fortuna, y en quien preceptos, pero no la dan. Y para sU
hallaba cumplimiento más diligente debido aviso quiero poner éstos a
y dócil que en un esclavo etíope manera de ejemplos: El pensamien-
comprado por un puñado de sal. De to dominante, la obsesión, por decir-
aquí provienen desconsideraciones, lo así, en esto de deliberar sobre
enfados, como si fuera supeditación todo matrimonio, debe consistir en
indigna de sufrir eso de que el cria- que en la elección de esposa no de-
do mande a la señora; de aquí, re- mos ninguna suerte de audiencia a
beldías y expresiones que correspon- los sentidos; no a los ojos, que son
den a la rebeldía, rencillas y discu- cazados y cautivados de la gracia y
siones enconadas, puesto que el de la hermosura; no a los oídos, que
amor, el odio, el respeto, el despre- se dejan prender de las buenas pa-
cio, el temor son actos que dejan en labras; no a los ímpetus vehemen-
aquellos espíritus a quien ocuparon tes del alma, que nos hacen atender
algún tiempo vestigios muy durade- a la nobleza o al dinero. Todos esos
ros que los filósofos en griego lla- atractivos, bien con su inestabilidad
man exeis y los latinos traducen li- o con su propia abundancia y hartu-
teralmente por hábitos. Los grandes ra, traen consigo un rápido arrepen-
reyes, en todo tiempo, guardan para timiento. Todas estas cosas han de
sus ayos y educadores, desde aquella llevarse al supremo y exacto tribu-
su crianza pueril, respeto y temor nal y juicio de la mente. Procurarás
después que les son subordinados y que, por tu parte, la doncella no va-
sobre los cuales no ignoran tener ya al matrimonio engañada ni en tu
potestad de vida y de muerte. Eso es fortuna ni en tu persona. Nunca ha-
lo que inspiró aquel viejo y sabio llarás dócil ni dominarás a tu sabor
aforismo: A quienes une el amor, a la mujer que hubieras atraído a ti
ejercítalos en dolor. Yo desearía que con engaños. Naturalmente, odiamos
1294 JUAN LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. TOMO I

como enemigo a aquel por quien fui- creas que haya connubio ni concor-
mos engañados, y ninguna cosa hay dia donde reina un cisma moral. Es-
tan aborrecible para la condición hu- ta es la fuente, éste el origen, éste el
mana como que se la frustre de una asiento de la amistad. Y aquellos que
esperanza, de una expectación, como baladronean o se figuran que van a
de una deuda. Más vale que a la mu- gobernar a sus mujeres, puestos en
jer que va a ser tu esposa le decla- el empeño, comprenden que su pare-
res francamente de qué enfermedad cer les engañó profundamente, pues
o vicio adoleces y que le declares la se encuentran con que es duro e in-
medianía de tu nacimiento o de tu tratable lo que ellos pensaron ser
fortuna, corriendo el riesgo consi- dócil y blando. Otros, con la aspe-
guiente de no conseguirla, que si has reza y la dureza de su trato, consi-
de conseguirla con engaño cierto y guen tener criadas, no esposas. Esos
con discordia inevitable. Cuerdamen- hombres necios que piensan que el
te, a fuer de hombre bueno que era, matrimonio es dominio y que quisie-
se cuenta que obró Sergio Galba, ran hacerse temer, luego se duelen y
padre de aquel Galba que fué empe- se quejan de no hallar amor ningu-
rador. Este, apetecido por Livia Oce- no en aquellas de quienes ellos, con
lina, mujer muy rica y hermosa, qui- sus importunidades y con su odio,
tándose el vestido mostróle secre- sacudieron y expulsaron todo amor.
tamente un defecto corporal (era Y así es que mientras a los comien-
contrahecho de un brazo). Esta sim- zos se regodean y se ufanan con
pática franqueza agradó muy mucho aquel poder tiránico y jáctanse de
a la mujer, la cual, no ofendida en ser los señores de sus esposas, fabrí-
manera alguna por aquella fealdad canse para más tarde una vida infe-
física, se enamoró de él más y más y liz y merecedora de lástima por ha-
le tuvo siempre el respeto debido. ber expulsado de su hogar todo
Suelen muchos decir que ellos van afecto, toda suavidad, toda sabrosa
a gobernar a sus esposas, sean como convivencia, todo alivio de cuidados,
fueren las que alcancen, que en ma- cosas todas éstas que en el verdade-
nos del marido está torcer a la mu- ro matrimonio andan rodeadas de
jer a su. antojo. recelo, de sospechas, de odio, de mal-
Y en hecho de verdad mucho po- querencia, de cuitas, de preocupacio-
der reside en el marido, siempre que nes. A no dudarlo, si como demues-
esté penetrado, como conviene que tran la Naturaleza y la razón y los
lo esté, de que el matrimonio es la oráculos divinos, el marido es el al-
suprema forma de la amistad, que ma de la mujer, y la cabeza y el pa-
aventaja en densidad de cariño a dre es Cristo, esta asociación será
cualesquiera otros afectos; que la entre ellos como entre el padre y el
amistad dista enormemente del des- hijo, no como el criado y el amo.
potismo, cuya coacción sienten los
que obedecen. Se coacciona el cuer-
po, pero el alma en quien la amistad CAPITULO II
tiene su asiento no es coaccionada.
Si te empeñas en arrastrar a algún EN VÍSPERAS DE LA BODA
'sitio a alguno contra su voluntad, re-
zonga y repugna y se vuelve a otro Cuando ya estés determinado a
lado, como de la palmera lo dicen tomar esposa, luego que hubiere-
los estudiosos de la Naturaleza. No cumplido todo cuanto te aconsejare
OBRAS MORALES. DEBERES DEL MARIDO. CAP. II 1295

ia prudencia humana, dada la im- nudo indisoluble. Por todas estas


portancia de la resolución, tienes de consideraciones, cuanto tus fuerzas
nuevo que impetrar con oraciones en- te lo permitan, te levantarás a un
carecidas el buen suceso de este ne- plano superior y pensarás de qué
gocio de Aquel en cuya mano está el misterio tan soberano y adorable re-
acierto. Y, sin duda, El te lo dará presentas la imagen: que tu esposa
con mano larga y sin tasa, según es para la Iglesia, y que tú para
acostumbra, si tú no has tenido más ella eres el propio Cristo, a fin de
mira que la de hacer su santa volun- que tú te portes con ella como Cris-
tad. Si tú, después de haber condes- to con su Iglesia. Increíble es el
cendido en demasía con tu pasión y amor que a su Iglesia profesa Cris-
con tus inclinaciones, acudes a El to; el que tú profeses a tu esposa
en súplica de que te sea concedido debe ser el mayor posible. En el
gozar del objeto de tus deseos a la ser humano, y aun en los animales
medida de tu antojo, ¿qué otra cosa todos, la sociedad y la comunión de
pretendes sino que Dios venga a ser vida son fórmula más eficaz para
la
una especie de rufián y servidor de Y ¿qué sociedad
conciliar- el amor.
tus deleites? Hasta el punto que en puede haber más estrecha que la
tales votos y plegarias ocúltase una que se forma entre consortes? Tie-
suerte de blasfemia, pues ¿qué di- nen la casa común, la mesa común,
ferencia hay en que llames rufián el lecho común; tienen común la
a Dios o desees que lo sea? Ni hay fortuna, alegre o triste; comunes
que acercarse al matrimonio como a tienen los hijos. ¿Qué sociedad o
una institución profana, con ánimo qué trato será suficiente para ganar
suelto y despreocupado, sino con el afecto de quien no ama a su es-
ánimo recogido y purificado, como a posa? ¿Ni quién creerá ser amado
una de las más sagradas institucio- por aquel que vea aborrecer a su
nes. No es el casamiento la sola esposa? Los hay quienes en la amis-
unión de los cuerpos, ni aquel es- tad no hacen cuenta sino de los pro-
trépito descompasado de bailadores vechos, como los epicúreos, hombres
y de bebedores, costumbres éstas ruines y despreciables, indignos de
que con muchas otras llegaron has- amor,- pues no aman a los amigos,
ta nosotros, supervivencia tenaz del sino que se aman a sí mismos. Pero
paganismo, porque el vulgo de suyo si hay que hacer algún caudal de
retiene siempre lo peor; cuando las ventajas prácticas, de ninguna
precisamente en esta ocasión de ma- otra cosa pueden acarrearse tantos
yor conveniencia fueran oraciones provechos como de la esposa; no
y súplicas a todos los santos, porque del caballo, ni del buey, ni del co-
un negocio de tal importancia ce- lono, ni del mayordomo.
diera en bien de uno y otro de los La esposa es el alivio y la parti-
cónyuges. cionera de los enojos y de los cui-
Por lo demás, esta institución es- dados, y es una sirvienta más dili-
tá santificada por Dios, que es el pa- gente que cualquier criada o servi-
drino de boda, quien hace que sean dor, todos los cuales prestan sus
castos los abrazos y el tálamo sin servicios bien por miedo, bien por
mancha y limpia la progenie; y se- esperanza del galardón o salario.
gún el testimonio de San Pablo, es Sólo la esposa inspírase y es llevada
símbolo de aquel gran misterio por por el amor, y por eso mismo lo
el cual Cristo se une a la Iglesia con hará todo con mayor rectitud que
129G JUAN LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. TOMO I

los otros.Declaró Dios esta verdad ¡


teza o la placidez de la. vida. Los
cuando dice: «Hagamos a Adán una hay que odian a los ángeles y, cor,
ayuda semejante a él.» En la ayuda todo, su amor propio les hace felice-
significó la utilidad del ministerio; de todo punto. No faltan quienes
en la semejanza expresó el amor. aman a los demonios y, con todo, ei
El siervo o el jornalero son dese- odio de sí mismos les hace de todo
mejantes del señor, y para éste casi punto infelices. Y ¿cómo puede ser
ni siquiera son hombres; el siervo de otra manera, si no es posible que
es para el amo como otro caballo no seas amado si tú amas? Activísi
o como otro buey a quien con lati- ma droga es el amor para ser ama-
gazos advierte de su faena; el jor- do. Vivirás vida angélica si reins.
nalero es como acémila alquilada entre vosotros aquel amor que exis
para un trabajo determinado; dale te entre los ángeles y aquellas al-
la soldada e inmediatamente, sea el mas santas, despojadas de este cuer-
que fuere el lazo de unión, queda po de tierra y vestidas de la divi-
disuelto. Los hijos son parte del pa- nidad.
dre, y por eso la piedad natural les La misma ley y naturaleza del
amista a ambos. La esposa está aún matrimonio declaran cuán grande
más estrechamente unida a su ma- es menester que sea el amor que lo
rido. El padre sufre trabajos por aglutine. Definiólo Adán, o, mejor.
sus hijos; los hijos, raramente por Dios por boca de Adán, cuando sién-
sus padres, y envíaseles a nuevas presentada Eva, después de
dole
casas a guisa de colonias, por mane- aquel sopor dulcísimo, como futura
ra que parece quedar rota aquella esposa suya y compañera de toda
apretada unión. La esposa agradece su vida, dijo: «Esta es hueso de mis
al marido su trabajo, y aun al tiem- huesos y carne de mi carne. Por
eljo, dejará el hombre a su padre y
po mismo del trabajo, y no le es líci-
to cambiar de casa, ni aun de lecho. a su madre y se allegará a su mujer,
Si se presta atención a las ventajas y ellos dos serán un hombre solo.»
y provechos, ¿qué provecho y ven- Lo sumo de la amistad, el extremo
taja mayor puede haber que, sólo de la amistad, es unirse tan estre-
con amar a la esposa, vivirás una chamente con el ser amado que te
vida gustosísima, y una vida misé- identifiques con él. Cuenta la mitolo-
rrima, no amándola? Ninguna cosa gía que Vulcano, aquel herrero de
hay más tétrica ni amarga que los dioses, habiendo visto a dos que
odiar, aun cuando fueres amado, ni se hacían muchas demostraciones
ninguna más feliz que amar aun a de amor, complacido por aquella
lo aborrecible. ¿De qué me sirve la bienquerencia recíproca, pues nin-
benevolencia ajena para conmigo si guna otra cosa más que el amor es
yo en mis adentros me siento roído grata al Cielo, preguntóles en qué
por mi propio odio? ¿Y qué daño querían que él, dios, les favoreciese
me hace la animosidad ajena contra « Oh Vulcano replicáronle
¡
— que- — ,

mí si el placentero, si el dulcísimo remos que con estas tus divinas he-


afecto, si el amor reina cumplida- rramientas nos fabriques de nueve
mente en mi alma? Dentro de mí y nos refundas y que de nosotros
mismo está la fuente de la felici- dos hagas uno solo.» Y ésta es jus-
dad dentro de mí mismo, la de mi tamente la cifra de todos los deseos
;

miseria. Nada o bien poco contribu- de los enamorados; esta tabla de


yen los agentes exteriores a la tris bronce quiere limar el amor, que si
OBRAS MORALES. DEBERES DEL MARIDO. CAP. II 1297

lo consiguiere verá colmadas sus siendo prisionero de Ciro él y su es-


más entrañables aspiraciones. Y ello posa, declaró que él a costa de su
tendrá realidad allá en aquel amor vida la rescataría, porque su esposa
celeste, cuando, despojados de la no viviera en cautiverio. Ella poco
carne del pecado, todos los que se- después, oyendo las alabanzas de
remos renovados en Cristo seremos Ciro y preguntada qué tal le había
uno con Dios y entre nosotros mis- parecido Ciro, respondió que no ha-
mos, según el mismo Cristo nos en- bía mirado nunca a Ciro. Y repli-
señó. cándole su marido: «¿Qué has mi-
¿Y qué significa esto que el hom- rado, pues, si a él no le miraste?»
bre abandone a su padre y a su ma- «¿A cuál otro podía mirar yo res-—
dre y se allegue a su esposa sinc —
pondió ella sino a quien afirmó que
que el amor conyugal debe superar me rescataría a costa de su vida por-
todas las restantes virtudes, aun que yo no fuese esclava?» Hasta ese
aquellas con que la Naturaleza unió punto el ardiente amor del esposo
,

a los padres con los hijos, que es encendió el de la esposa. Pero, con
fuerza que sean las mayores? Héc- todo, ¿cuál ha de ser la razón del
tor, en Homero, es decir, un hombre amor en el matrimonio, y con qué
\

instruido no más que por el magis- mandamientos y con qué autoridad


terio de esta nuestra naturaleza tan debemos encarecerlo sino con la au-
j

desvalida y tan flaca, dice saber que toridad y los preceptos de aquel a
;

vendrá un tiempo en que Troya c e- quien Dios constituyó maestro de


\

rá destruida por el poderío de los las gentes en la fe y en la verdad?


griegos, y con todo, no le angustia Este, en la epístola que escribió a
j

con ansiedad tan viva la congojosa los efesios, dice


: «La Tibeza de la
:

preocupación de sí, de sus padres mujer es el hombre, como Cristo es


ni de sus hermanos como de su sola la cabeza de la Iglesia y Dios es la
mujer, pues le hace hablar así: cabeza de Cristo.» Ninguna cosa ba-
«Yo no dudo que caerá Ilion la ja propone a los hombres, o sugeri-
grande, y que se derrumbarán Pría- da por la sabiduría terrena, es decir,
mo y el pueblo aguerrido de Pría- tomada de las heces, que es corrup-
mo; pero a mí no tanto me acon- tible, que es necedad en el acata-
goja el cuidado de mi cara madre, miento de Dios, que con harta fre-
1

ni del rey Príamo, ni de mis herma- cuencia, desleída aun en esta vida
nos, aun cuando serán muchos y presente, pierde toda su fuerza y su
1

buenos los que dejarán sus vidas en gracia. Ella nos levanta al dechado
el suelo, bajo el cuchillo hostil, co- y al trasunto de aquella sabiduría
mo me atormenta el cuidado tuyo, eterna por la cual creó el mundo
¡oh mi esposa carísima!» el Padre todopoderoso. Añade que
Este amor del marido, siempre aquella cabeza de la Iglesia es la sa-
fiel^ a sí mismo, tiene su premio, da- lud de su cuerpo con tal decisión y
do ^que esa llama viva penetra tam- con tal fidelidad, que no titubeó un
bién en el pecho de la esposa, por- momento en entregarse a Sí mismo
que ella también, a su vez, ama en- por ella.
cendidamente a su esposo. Y así fué A la imitación de ese amor llama
que Héctor fué el más acendrado, el a sus fieles el Apóstol para que así
único de todos los amores de su An- corno Cristo derramó toda su sangre
drómaca. Según refiere Jenofonte, por salvar su Iglesia, así también tú
Tigranes, hijo del rey de Armenia, no tengas minuto de reparo, no por
1298 JUAN LUIS VIVES. OBR.AS COMPLETAS. TOMO 1

tus pasiones o por las de tu mujer, admiran estos delgados arroyuelos.


sino por la salvación suya en afron- Por eso se nos manda que seamos
tar la muerte con indomable y ge- buen olor en todo lugar, pero para
neroso pecho. ¿Qué afecto será el el Señor. Y nuestro mismo Divino
que te ponga corazón 3^ bríos si no Maestro quiere que los hombres co-
te los pone el amor, que proporcio- nozcan nuestras buenas obras, mas
na fuerzas y osadía aun a los cier- para que glorifiquen a nuestro Pa-
vos y a las liebres, y a los más im- dre Celestial, de quien recibimos
beles e inermes de los animales? aquellas mercedes. Estuvo en pie la
Bajo el nombre de salud, andan Esposa a la derecha del Esposo, con
comprendidos la vida, la salud, la vestido de oro, circundada de varie-
castidad, el pudor. Lo restante está dad; pero ni aun con todo este ata-
incluido no en el nombre de la sa- vío precioso toda su gloria no le vie-
lud, sino de la bobería, verbigracia, ne del aderezo, sino de sus aden-
las riquezas, la curiosidad en el ves- tros; no de aquellas galas que los
tir, la vanagloria, los placeres. Cris- hombres ven con sus ojos corpora-
to no murió por dejar rica y abas- les, sino de aquellas otras que en
tada a su Iglesia y cubrirla de oro espíritu ve 3 r
aprueba el esposo,
y pedrería no porque los suyos se
; para quien se afeita, para quien ex-
anegasen en deleites 3' regalos, pues clusivamente se engalana. ¿Quién
todas esas cosas menospreció 3- en- puede imaginar nada bajo, nada sór-
señó a los suyos que por este mis- dido, en el matrimonio, a la compa-
mo menosprecio vendrían a El. Cla- ración de cosas tan soberanas 3" di-
vado fué en la cruz para santificar vinas? Por tanto, la vida, la virtud,
a su Iglesia, purificada por el agua el buen nombre de la esposa, serán
del bautismo, mediante la palabra, para cada uno más entrañablemente
para hacerla gloriosa ante su divino queridas que su existencia rr.i.-ma,
acatamiento, sin arruga ni mancha así como Cristo, por increíbles tor-
o algo así, sino porque sea santa e mentos, dió su vida para salvar, san-
inculpada. Así. conviene que los ma- tificar, ennoblecer a su Iglesia. Y no
ridos amen a sus esposas, como a se ha de atender a la hermosura, al
sus propios cuerpos. Nuestro Señor abolengo, a la renta, a la salud de
Jesucristo, por su muerte, todos los la esposa ni cómo corresponde a tu
días santifica a su Iglesia, a fin de amor. Hásela de amar toda, 3- sea
que purificada por la sangre de su cual fuere la que en suerte te haya
Esposo se atavíe con todo el aderezo cabido, tendrás para con ella el mis-
de las virtudes, despojándose de mo afecto qué Cristo tuvo para con
aquel viejo Adán con todos sus ac- su Iglesia, que no rehusó sufrir de
tos y vistiéndose de su Esposo Cris- sus hijos las más graves ofensas y
to, que fué hecho por Dios a seme- de sus enemigos el suplicio, para
janza de aquel primer Adán, pero con ellos instituir su Iglesia, es de-
celestial, bajo las apariencias de te- cir, para incorporárselos a sí, como
rreno. Con tanta excelencia de vir- la cabeza sus miembros. El, todos
tudes brilla por de fuera que atrae los días enseña al ignorante, sostie-
a su admiración a cuantos la miran. ne al caedizo, ilustra al que tiene
La gloria de la Iglesia nace de aquí, pocas luces, limpia, enmienda, corri-
nace de que mediante ella leván- ge con admirable paciencia 3 man-
r

tanse hasta el manantial de tan in- sedumbre y, en una palabra, en el


menso bien los que contemplan 3 T
amor más entrañable y fino envuel-
OBRAS MORALES. —DEBERES ÜEL MARIDO. — CAP. II 129Í)

ve a cualquiera que sea y regala aun vación ni rebajamiento. Condúzcan-


a la ingrata que corresponde con se de tal manera los esposos entre
frialdad a tan ardiente amor del Es- sí que cada uno entienda y sienta
poso para consigo. ser una porción del cuerpo y del
La esposa es ya, en virtud de este alma del otro. Por esta identifica-
solo nombre, una sola cosa contigo, ción absoluta que entre ellos debe
por manera que tienes obligación de reinar, ya ni la fealdad, ni la belle-
amarla en mismo grado con que
el za, ni la penuria, ni la riqueza, ni
te amas mismo. Refieren los cro-
a ti el abolorio, ni la cuna humilde, ni
nistas de sus hechos que al tebano la salud, ni la enfermedad, ni la
Epaminondas, varón excepcional en cordura, ni la imprudencia, son de
la paz y en la guerra, por manejos uno de ellos dos, sino que es de am-
de los enemigos se le confirió un bos, pues todas las cosas hizo comu-
cargo humilde y vergonzoso. El dijo nes quien a ambos les hizo uno.
aceptarlo con buen ánimo y que lo Nunca será verdadero ni permanen-
administraría de tal manera que te el amor que no se ubicúe en
ulteriormente iba a ser la más hon- aquellas cosas que sobreviven al se-
rosa de las magistraturas del pue- pulcro. La hermosura, la opulencia,
blo; y con efecto, así lo hizo y lo el linaje y otras cosas de ese jaez
logró. Y si él pudo conseguir en tienen sus tiempos, señalados y fija-
una ciudad tan grande, y tan diver- dos los unos por la Naturaleza, los
sa, y tan escindida en banderías, en otros por la fortuna y los azares hu-
medio de tantos envidiosos que le manos. El amor se adelgaza con el
armaban zancadillas, en medio de tiempo, y aquello que anteriormente
tantos enemigos que le dificultaban se deseó con avidez devoradora, con
su honrada y animosa gestión, re- su goce y su fácil abundancia, deja
dimir del menosprecio un cargo vil, la hartura, y en el lugar del deseo
hasta el punto de hacerle honorífico llega a depositar el hastío. Todos es-
y deseable, tú, en tu misma persona, tos accidentes disminuyen el amor,
¿no podrás lograr redimir tu carne y de ellos los hay que lo raen com-
de la ignominia y del menosprecio pletamente. Si este amor está arrai-
de tu espíritu? ¿Qué digo la carne; gado en el espíritu y se funda en la
redimirte a todo ti mismo? El que virtud, será duradero, o, por mejor

ama a su esposa dice San Pablo —
decir, será inmortal. La virtud en
a sí mismo se ama. Pues no hubo todo lugar y en todo- tiempo es pre-
jamás ninguno que aborreciese su sente y eficaz nunca está ociosa ni
;

carne, sino que la nutre y la regala, perezosa, nunca es inútil ni excesi-


como el Señor a su Iglesia. Aristó- va, siempre está activa, nunca da
teles, abundando en el sentir de los paz a la mano. Al espíritu humano
pitagóricos, definió que el amigo era no le extingue la muerte; por ello
para el amigo otro él. Dios definió es creíble que después de la muerte
que el cónyuge es otro él para el aman aun a aquellos que les fueron
cónyuge. Marco Tulio, para conciliar caros en vida, y quienes amaron
y conservar las amistades entre aquellos espíritus, aun fuera de la
iguales, da el siguiente consejo: pesadumbre de los cuerpos, siguen
Que el menor se levante y que se profesándoles el mismo amor como
abaje el mayor, pues así la diferen- a amigos que se han ausentado, no
cia puede reducirse a igualdad. En que se han muerto.
el matrimonio no es menester ni ele- Y así vemos que muchos obser-
1300 JUAN LUIS VIVES. — OBR.AS
J
COMPLETAS. —TOMO I

varón, aun después de la muerte rón que es el disloque y el descua-


del cónyuge respectivo, la fidelidad je de toda amistad el que uno ame
y el amor conyugal como aquella hi- como si tuviera que odiar. ¿Quién
ja del areopagita Democión, acerca se fiará de él o le creerá? ¿Cómo se
de la cual escribe San Jerónimo descubrirá todo al amigo? ¿Cómo
contra Joviniano, que, fallecido su le amará con todo su corazón cuan-
esposo, Leostenes, dijo que no se do le asaltare el pensamiento que
casaría con otro, pues le tendría por algún día será o podrá ser su ene-
adúltero, no por marido, porque el migo? Lo que hará será retraer-
que felleció era para ella todavía se pensando en las contingencias
su marido vivo. Y aquella romana que pueden sobrevenir. De arte, que
que unos amigos que la requerían para la práctica de la vida aquella
de nuevas bodas respondió que pa- sentencia debería trocarse con ma-
ra ella era aún vivo su marido. yor verdad y congruencia con la
¡Cuán agudamente, como todo lo Naturaleza y la Humanidad: Ama
demás, Lucano introduce en su poe- como si nunca hubieres de odiar;
ma a Cornelia, hija de Mételo Esci- odia como si debierasamar algún
pión, la postrera esposa de Pompe- día. Y si el amigo debe ser amado
yo, llamándose a sí misma combleza con simplicidad, con mayor razón
de Julia! Como si todavía entre el debe serlo la esposa. Y cuando el
vivo y la difunta durase el nudo de amor, como las otras afecciones del
un afecto tan estrecho. ¿Y qué di- alma, pertenece a aquella categoría
ré si naturalmente cada cual desea de afectos que llaman hábitos los
ser amado y capta el fervor y la filósofos, y los hábitos toman su pu-
gracia ajenos? Por eso es por lo que janza de la repetición de los actos
desea conservar y aumentar aque- conjugada con el tiempo, hay que
llas cualidades merced a las cuales procurar que en los comienzos se
entiende ser agraciado y favorecido. evite toda ofensa de un lado y otro,
La esposa, si te ve enamorado de puesto que, como dice Plutarco, el
su belleza y quiere ser amada por amor tierno y la unión blanda quié-
ti, acicalará aún más esa belleza; branse a la más leve fricción. Hase
si te ve prendado de su parlar, no de alimentar y acrecentar aquel
callará nunca; si te ve cautivado ayuntamiento de almas con mutuas
de su virtud, se esforzará por supe- amabilidades y suavidad de convi-
rarse en virtud de día en día. Dicen vencia, hasta que hubiere cuajado
que Biantes, uno de aquellos siete tan reciamente que no puedan rom-
varones a quien la Grecia condecoró perla cualesquiera graves sacudi-
con el nombre de sabios, dió esta mientos.
norma de la amistad, a saber: que Por esto hanse de alejar todas las
cada cual amase como si hubiese de si en todo tiempo, con
sospechas,
odiar y que odiase como si algún cuidado más vigilante y exquisito
día debiese amar. Yo no sé si en en los comienzos del matrimonio,
este punto ese varón de ingenio se no sea que antes principies a^ odiar
dejó seducir más por la figura de que a amar. Mira que tú mismo por
las palabras que por la verdad de la causas fútiles no te las fabriques a
sentencia. ¿Qué finalidad se propu- esas sospechas, que ni aun deben
so con ese consejo desatinado, sino acogerse con oído fácil cuando lle-
que nadie de buena fe fuese amigo garen a ti por causas más graves y
o enemigo? Atinadamente dice Cice- por conductos que parecen autoriza-
OBRAS MORALES. DEBERES DEL MARIDO. CAP. II 130]

dos. No es posible que las costum- En primer lugar, fué creado Adán a
bres de los hombres sean tan aca- imagen y semejanza de su Creador.
badas y perfectas que satisfagan a A ese hombre, como pareciese que
todos cumplidamente. Y quien pudo no convenía que viviese solo, se le
evitar la culpa no pudo, con todo, dió una ayuda semejante a él, ex-
evitar las sospechas, porque los jui-traída de su mismo costado, porque
cios de los hombres son libres, y, Adán sea para Eva lo que es padre
por lo mismo, licenciosos, y aquello para el hijo, y fué dicho a Eva:
que ven y aquello que oyen inter- Estarás bajo el poder del marido y
prétanlo, no según la verdad, sino él te señoreará. Y eso mismo pasa,
según la pasión o según la conjetu- no en la especie humana sólo, sino
ra que cada uno se holgó de forjar, en todo género de animales. La
y a esas conjeturas se les da más hembra está bajo el poder de su ma-
o menos autoridad. Pausanias, en el cho, y por eso atribuyóse al macho
Banquete platónico, pone dos Venus mayor fuerza y vigor de alma y del
y dos Amores: el terreno y el celes- cuerpo que a la hembra. Por lo que
te. El amor terreno es ciego, abyec- toca a los instrumentos de gobierno
to, obsceno, merodeador de lo vil y y mando, mejores y más eficaces los
de lo sucio, porque no contempla tiene el macho en cualquier espe-
nunca las cosas soberanas. El amor cie: agudeza de ingenio, diligencia,
celeste está lleno de ojos, apasiona- sagacidad, fuerza, audacia, genero-
do de la virtud y de las cosas verda- sidad, elevación de ánimo. Por esta
deramente hermosas y afines de las causa fué que los romanos, siguien-
celestiales. Los maridos que de su do la voz de la Naturaleza, jamás
esposa aman la belleza o el dinero, eximieron por completo a las muje-
son esclavos del amor terreno, y, res de la autoridad del varón:
como él, obcecados, y en el amor no —
Nuestros mayores dice Livio por
conocen razón ni tasa. Los que son boca de Catón no quisieron que las
maridos de veras aman las almas y hembras hiciesen nada sin una au-
las virtudes; no carecen de juicio en toridad que las tutelase; están en
el amor, e inspirados por la fuerza y manos de los padres, de los herma-
el espíritu de aquel amor celestial, nos, de los maridos. Llámase unión
aman con suma cordura, y este conyugal la que los une, y dícense
amor puro y santo no los empuja equiparados; pero no son iguales,
ni los precipita con su violencia, co- si ya hembra no fuere impar del
la
mo hace el amor terreno, sino que, marido, como dice Marcial con gra-
sabiamente persuadido?, los condu- cejo en un muy picante epigrama:
ce con blandura donde conviene. Inferior sea, Sixto, a su marido la
Ama a su esposa el marido cuerda matrona; sólo así se igualan marido
y muy poderosamente, pero como el y mujer. Al marido, pues, para con
padre ama al hijo, como la cabeza al su mujer el amor sólo le basta, pero
cuerpo, como el alma a la carne, co- el amor con ojos; la mujer para con
mo Cristo a la Iglesia, pues como to- su marido necesita dos cosas, amor
das estas cosas están relacionadas, y respeto.
deben relacionarse el marido y la No se extorsionan los afectos co-
mujer. Esto nos enseña la misma mo las túrdigas, sino que brotan es-
Naturaleza; esto escribieron varo- pontáneamente de la dulce persua-
nes sumos conocedores de la econo- sión. La violencia no te granjeará el
mía divina y del Hacedor de todo. respeto; lo conquistarás más fácil-
1302 JUAN LUÍS VIVES. OBRAS COMPLETAS. TOMO I

mente con aquellas amabilidades convencimiento de la bondad. Nin-


que se ganan el afecto, que es el guna cosa hay, según se halla en Ci-
padre del respeto. Estos son los cerón, más amable que la virtud ni
imanes del amor y de la reverencia. nada que impela tanto la inclinación
El amor es atraído por el amor, y al amor de sí misma. El amor es
no hay filtro erótico más poderoso tendencia a lo hermoso, y nada es
que éste. Dice Marcial: Esto no se más hermoso que la virtud, la cual,
consigue con palabras; si quieres, si pudiera ser vista con los ojos
Marco, ser amado, ama. Los duchos corporales, despertara maravillosas
en la ciencia de la Naturaleza di- bienquerencias de sí misma. La vir-
cen que ello sucede no por artimaña tud sólo es visible a los ojos del al-
alguna ni por azar, sino por un re- ma y atrae a los que la ven a su be-
sorte moral secreto. El filósofo Pla- nevolencia.
tón dice que el universo mundo fué El respeto nace de la opinión de
ayuntado y trabado como con cier- la grande excelencia que se cree
to linaje de nexos por Dios, su so- existir en la potencia del cuerpo y
berano artífice, por manera que del alma. Al cuerpo pertenecen la
unos elementos están adheridos a fuerza, la riqueza, los amigos, la
otros con tal correspondencia entre clientela, la servidumbre, los cria-
sí, por manera que si uno coge uno dos, los súbditos, el favor, la in-
de ellos, atrae por una oculta simpa- fluencia, la dignidad, el honor. En
tía al otro también, como los anillos el alma residen el juicio, la pruden-
en un collar de oro; pero que, prin- cia, la agudeza del ingenio, la saga-
cipalmente, están unidos los seme- cidad, la vigilancia, la fortaleza y la
jantes y que tienen entre sí confor- audacia, con los cuales se acometen
¡

midad, de donde los contagios en |


y se ponen, en efecto, los altos em-
las enfermedades y la bienquerencia peños. De estas cualidades nace la
en la analogía del natural y del in- autoridad que tiene entre los hom-
genio, y el que los amantes corres- bres el gobierno de todas las cosas.
pondan al amor con el amor. Por Con la autoridad, los reyes y los
otra parte, es menester que ese magistrados tutelan a los grandes
amor sea verdadero y genuino, por- pueblos y provincias, y por la auto-
que de otra manera no tendría piz- ridad muchos miles de hombres obe-
ca- de fuerza ni de eficacia. El fuego decen a voluntad de un hombre
la
pintado en la pared no quema. El solo. Por y los em-
ella los caudillos
falso imán no atrae el hierro. Ma- peradores llevan a donde quieren
ravíllanse algunos de que no son poderosos ejércitos armados. De ella
amados, siendo así que ellos dan necesita el amo para sus esclavos;
tantas demostraciones de amor. Las de ella, el padre para sus hijos; de
señas del amor no son el amor. Por ella, el marido para su mujer, a fin
eso no surten el efecto del amor de que al buen marido le ame y al
mismo. Estas demostraciones de un varón prudente le obedezca. La pru-
amor falso y simulado, si se las des- dencia sin la probidad, astucia es y
cubre, producen el efecto contrapro- cosa de que debe recelarse. La bon-
ducente de hacer odioso al que se i
dad no sazonada por la prudencia es
forró y abrigó con ellas, pues, no amable ciertamente; pero, como por
amando, dió señales de amor tan ex- derecho propio, no consigue home-
presivas. naje alguno. En la autoridad misma
Granjéase también el amor por el reside una muy gran fuerza de jus-
OBRAS MORALES. DEBERES DEL MARIDO. CAP. II 1303

ticia para remunerar y para castigar der que nunca perderá el color. To-
con bríos,con equidad, con volun- da la razón y el método de vida de-
tad. ben enderezarse a que sea más fácil
De estas cosas ya tiene suficiente- de llevar y con la cotidianidad se
mente el marido si le bastaren para torne dulce, según pienses ser la
gobernar la casa y mantener en sus máxima conveniencia, atendido tu
deberes a la esposa y a la familia. genio y el de tu esposa, vuestros bie-
Mayor fuerza y majestad necesitan nes, vuestras posibilidades, no ya
otros para gobernar una ciudad tan las actuales, sino las futuras previ-
varia, formada por tantas familias, sibles, no sin dejar de pensar pru-
que para regir una casa. La princi- dentemente en los azares humanos,
pal de todas éstas es la lealtad, la porque el cambio no sea enojoso e
cual se consigue fácil e infalible- intolerable casi para el delicado áni-
mente mediante la ciencia, respal- mo de tu esposa, que, a pesar de to-
dada por cualquiera persuasión. Mar- do, es mujer, por más que sean prác-

co Catón escribe Salustio prefería ticamente infinitos y no pueda darse
ser bueno a parecerlo, y por eso, de ellos razón ninguna, y la mayor
cuanto menos andaba a los alcances parte de ellos deben descargarse en
de la gloria tanto más la conseguía. Aquel que tiene providencia de nos-
Quien tiene un anillo sobredorado otros, como la tiene del universo
menester es que, o con toda diligen- mundo, y nos tiene mandado que de-
cia conserve también la chapa, o pongamos toda suerte de preocupa-
que cuide de repararla porque todo ción y ansiedad por las cosas incier-
parezca oro de ley, o retirar el ani- tas y por venir; .que ello es negocio
llo de la vista porque no pueda acer- suyo, y ni la humana diligencia pue-
carse más a los ojcs, y lo que no de obviarlos ni puede adivinarlos el
conviene en manera alguna es raer- ingenio.
lo o desdorarlo hasta el punto que el Pero, volviendo a mi propósito,
anillo se muestre en su nativa feal- debes guardarte, mientras todavía
dad. Y eso debe examinarse no su- estás cortejando con tu esposa inmi-
perficialmente, sino como el ingenio nente, convencido ya y pactado el
de cada cual justiprecia en más o en casamiento, que no te entregues a
menos los objetos: por la mina de aquellas insulsas galanterías que al-
origen, por el precio, por el peso, cahuetean el placer, en las que los
por la materia o por el primor con hombres créense obligados a decir
que está trabajado. Oro puro es pre- y a hacer muchas puerilidades y co-
ciso que crea haber conseguido el sas feas. De esta laya de galanteo di-
que lo tiene. ce aquel poeta cómico: Amar
y
Las opiniones que se forman en guardar cordura apenas se concede
los primeros contactos y que se apo- a un dios. En poder tuyo están el
deran del espíritu desprevenido acos-amor y el vino antes que lo bebas;
tumbran ser muy firmes en lo suce- después de haberlo bebido eres tú
sivo. Como lo comprobamos en los quien estás bajo su servidumbre y
niños, cuyas impresiones se incrus- tiranía. En este caso, tu próxima
tan en su memoria con tenacidad in- esposa imbuiráse en la impresión, la
desarraigable, como aquellos colores primera y la más tenaz, por cierto,
primitivos de 'las lanas, que jamás de que eres hombre vano, soso, fútil,
se diluyen, y dícese inficionado el necio, y siendo ello así, con esos
paño de lana cuando se da a enten- galanteos no podrás conservar la au-
1304 JUAN LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. TOMO I

toridad debida. ¿Yo se compadecen por provecho material o por deleite.



bien dice Ovidio — ni bajo un mis-
, El que entiende ser amado, pero no
mo techo moran en paz, la autoridad por sí mismo, suele pagar con la
y el amor. misma moneda. Amor con amor se
Harto deja entender el contexto de paga. Cuando se ama al dinero o al
ese pasaje que el poeta se refiere al linaje, estas cosas materiales, si tu-
amor carnal y ciego, pues aquel otro vieren algún sentido, corresponde-
amor celeste, lleno de vigilancia y rían al amor. El espíritu, cuando es
cordura, no mengua en un punto la amado, puesto caso que es capaz de
autoridad. Ni puede sufrir la mujer amor, revierte el amor recibido y
que a aquel a quien le vió a sus pies responde por el mismo lado. Como
algún día tenga que ponerle sobre la mujer se sentirá amada, conocerá
su cabeza, y al que vió esclavo so- ser cuerdo el amor de su marido. El
portarle dueño. Y cuanto más débil caballista que amaestra el paso de
y flaco es el ánimo de la mujer, tan- ios caballos bisoños, harto tiene que
to es más ganoso de poderío, y una detenerse en el pollino duro y con-
vez que haya conseguido el dominio tumaz, y tiene que apelar a las es-
cree recibir ultraje si no continúa puelas cuando es menester avivar
dominando^ siempre. No hay mando su marcha mas con el caballo dócil
;

más insufrible y despótico que el afloja mucho en su diligencia y cui-


de aquellos a quien así el buen or- dado. La mujer zahareña ha de ser
den como la naturaleza de consuno domada con amor y regida con au-
les impusieron ser subordinados, co- toridad. La que es mansa y buena
mo el de los siervos, el de los obre- de suyo, con cuanta mayor blandura
ros, el de los niños, el de las muje- la tratares más mansa la experimen-
res. Y así como quiero que el varón, tarás. La generosa y de ánimo levan-
cuando ama. se acuerde de su auto- tado, tanto más reverenciará al ma-
ridad, quiero también que cuando rido cuanto él con más aparente
gobierna no se olvide del cariño, descuido le impondrá la reverencia.
que de esta manera conviene que an- Nunca el marido cuerdo se entre-
den templados y equilibrados el gará a tales transportes de amor que
amor y la autoridad. Cuando consi- olvide que es el marido y el jefe de
dera que él es la cabeza y el alma la casa y de la esposa, y que ha sido
y ella como el cuerpo y la carne, de- colocado en aquella especie de ata-
be, a la vez, parar mientes que ella laya porque vigile, porque ponga
es su hija y compañera de sus tra- atención a lo que pasa en su casa,
bajos y de sus venturas, que la pro- qué entra, qué sale. El conductor de
le les es común, hueso de sus huesos ganados ha menester industria, arte,
y carne de la carne del marido. De diligencia; ¿cuánto más el conduc-
este modo habrá en el matrimonio tor de hombres, animal tan vario e
aquella dulcedumbre y suavidad de intratable? Si el marido consiguió
convivencia, en cuyo defecto ya no ser amado de su mujer sinceramen-
es matrimonio, sino cárcel, y odio y te y con toda su alma, ninguna nece-
lugar de tortura y potro de dos al- sidad tiene de preceptos ni de leyes.
mas. El amor será su maestro y le ense-
Experimente la mujer que es ama- ñará más y mejor que ningún aviso
da con sinceridad y con buena fe y de los filósofos. Y puesto que la ley
que el motivo sea el subido y delica- se hizo para las pasiones, no para la
do concepto que de ella tienes, no razón, que es la ley misma, con ma-
OBRAS MORALES.—DEBERES DEL MARIDO.— CAP. II 1305

yor rectitud mantendrá a las pasio- Ca>len o, has vivido


nes todas en el límite de sus debe- tan sólo quince años,
res el amor, poderosísimo tirano de ésta fué tu vida,
porque no has contado
las pasiones todas, que cualesquiera
más que los momentos
otras leyes, aun cuando fueren esta- en que gocéis tantos
blecidas sabia y prudentemente o te dio con Sulpicia
con coacción y amenazas. Al que e¿ estar caisado.
ama no se ha puesto ley. ¿Qué pue- Si Atropos te hubiera
de poner el hombre allí donde la Na- un día donado,
turaleza engendró la ley? Nadie es- un día tan sólo
que has ¡pedido tanto,
tableció una ley al padre para con el
tú lo prefirieras
hijo, pero sí al hijo para con el pa- a gozar del cuádruple
dre, por cuanto en el padre arde a tiempo que ha vivido
la continua el amor del padre hacia Néstor, el anoiaino.
el hijo, y, en cambio, éste, a veces,
cesa en el amor a su padre. Si la Entonces entre los casados reina
esposa ama al marido, éste es padre, la misma concordancia y la misma
madre, hermanos, bienes y toda otra armonía que reina entre el cielo y la
cosa codiciadera. ¡Dichoso aquel ho- tierra, eje de la fábrica del mundo,
gar que está unido por el mismo la- y por la cual es producida tanta di-
zo que une al mundo, que une al cie- versidad y hermosura de animales y
lo, que une a los espíritus celestia- de plantas. Así que hay que averi-
les, a saber: el amor recíproco! ¿Y guar si ama sincera y verdadera-
qué felicidad hay en todo el discur- mente y hay que explorar su carác-
so de la vida que pueda compararse ter. Y así como el fuego por el fuego
con un solo día de esta bienaventu- prende y crece, así el amor con el
rada convivencia? Había Caleño te- amor.
nido en matrimonio durante quince Correspondido en el amor por
años a Sulpicia, una de las mujeres su esposa, ámela no solamente con
más doctas del patriciado romano, y más ardor, sino que, por ese mismo
tan casta como docta. De este ejem- motivo, recomiéndese más a ella. Así
plar connubio escribe Marcial: también una llama acrecienta la otra
llama y, a su vez, es por ella acre-
Oh, qué deliciosos centada. «Lleva consigo esta corres-
— —
i

fueron las quince años pondencia dice Séneca no poco


de; feliz lemlace goce y galardón. ¿Qué cosa rxiste
que, por un regíalo más sabrosa que ser tan grato a tu
de ios santos dioses.
Caleño, has pasado
mujer que por ello te hagas amar
c on suilpícia bel la
más?»
¡ Oh momentos gratos Si hay alguna de esas cosas even-
de nocheis dulcísimas tuales y fortuitas en que la mujer
¡
Oh días notados confíe o se engría, o que ame o ad-
con peritas valiosas mire, por lo cual menosprecie al
del país indiano! marido, porque no la tiene, o se
Lámpara rociada equipare al marido, y aun se ante-
¡

con perfumes blandos


diel hábil Naceros
ponga porque la tiene ella, hásele
lecho afortunado, de demostrar el desdén que merece
a qué tiernas luchas y deprimir su valor, puesto que no
fuiste de espectáculo! hay ninguna cosa de éstas que ten-
1306 JUAN LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. TOMO I

ga verdad ni solidez ni el precio fijo . por qué avergonzarte o arrepentirte


y determinado por la Naturaleza |
de él, y que en cualquiera de los
como por un perito tasador. Púsole casos siempre es más noble el mari-
precio la necedad de las opiniones do que la mujer; que no acostum-
humanas. ¡La belleza! ¡Qué don bra mirarse cuál fué el padre, sino
tan frágil, tan inconsistente, más cuál es el marido; que éste es quien
agradable a los otros que al propio confiere la nobleza o el desdoro a
poseedor, porque quien goza de su la esposa y a los hijos; que, por
aspecto es el que la ve, mientras lo demás, nadie debe gloriarse de
que el ser hermoso ni puede gozar- ios méritos ajenos, aunque todos
se sino en el espejo, muy fugazmen- constemos de los mismos elementos,
te, y al instante olvida lo que vió, y que Dios es el padre de todos; que
para uno y otro es un incentivo del es pura impiedad el que los cristia-
mal! El que la tiene se insolenta y nos que se despojaron del viejo
ensoberbece; el que la mira se ena- Adán y fueron bautizados por la
mora de la belleza y se hace esclavo sangre de Cristo, después que con
de aquel amor feo y sucio. En el su muerte fué renovada toda cria-
alma, que es lo pjae da el peso y la j
tura, hagan cuenta del linaje de los
dimensión del hombre, está el ver- cuerpos, puesto que lo que les im-
j

dadero perfil de la hermosura, que •

porta es vivir conforme al espíritu


gana el amor soberano y celeste, si quieren merecer el nombre de
que nada tiene de desapacible, nada cristianos; que uno es el padre de
que dé vergüenza de hacer o de todos nosotros, cabeza y coautor del
decir. humano linaje, Cristo; que ésta es
Por esto no hay nadie que esté nuestra nobleza, en la cual no debe
en su sano juicio que no prefiera haber ni griego que se ufane de su
con mucho a una mujer buena, fea, literatura y de su ingenio, ni debe
que a una mujer mala, por más her- haber judío que se envanezca de la
mosa que sea. ¡Las riquezas! Tú repromisión del Canaán terrestre ni
le darás a entender que no las tie- de la circuncisión de Abrahán, ni
nes en demasiada estima; que te romano que se gloríe de sus triun-
basta lo que tienes; que no te fal- fos ni de su dominio sobre todo el
ta profesión con qué ganarlas y que orbe sojuzgado, sino cristiano a se-
no te sería sobrado enojo vivir en cas; es, a saber: hombre espiritual
la escasez, puesto que no puedas vi- y todo celeste.
vir en la esplendidez; que la fina- ¿Y qué? Si para los mismos varo-
lidad del dinero es dar satisfacción nes es cosa fea extraer de su linaje
a la Naturaleza, que se contenta con motivo de alabanza personal, ¿cuán-
harto poco, mientras que la opinión to más no lo será para las mujeres?
tiene vastas e infinitas pretensiones. Harto sabido es que la gloria del
¡La charla! Dirás que no la aprue- linaje ya no se granjea con virtud
bas en la mujer, y aún más dirás: alguna excepcional, sino con el aca-
que te es sospechosa, porque en la paramiento y acumulación de rique-
mujer mejor parecen el silencio y zas, que cualquier avaro o injusto
la reserva, aun hasta la exagera- reúne en mucha mayor cuantía, si-
ción, y que jamás serán excesivos no con guerras, matanzas, rapiñas,
los progresos de la mujer en el arte crueldades, como hizo en toda la es-
de callar. ¡El linaje! Dirásle que, paciosa y triste España er famoso
por lo que hace al tuyo, no tienes linaje de los godos. Recursos son
OBRAS MORALES. DEBERES DEL MARIDO. CAP. III 1307

todos éstos de los que todo varón CAPITULO III


debe abominar y avergonzarse. ¿Y
cuánto más siniestros son en la mu- FORMACIÓN DE LA MUJER
jer, a quien las armas y las guerras
fuéronle negadas por la Naturale- La mira primera que debieran te-
za? De la belleza física, de las rique- ner las leyes, a mi entender, fuera
zas, de la parlería, del linaje, pudie- formar en la rectitud la moral de
ran decirse muchas más cosas de las los ciudadanos y educarlos el buen
que yo dijeen breve resumen co- ; sentido incorrupto. Si tuvieren a la
sas, -por otra parte, harto obvias y ciudad bien formada y bien acos-
al alcance de todo el mundo. Con tumbrada, muy poco trabajo les
los afines te portarás de tal manera, quedara en el mandar y en el prohi-
que tu mujer comprenda que es tan bir, y no fueran menester ni la co-
honrosa vuestra unión para ellos acción del castigo ni el aliciente del
como lo son para ti, y que para am- premio. Nuestra carne, inficionada
bos este parentesco fué una venta- con el cieno del pecado, puesto que
ja mutua. Algunos de esos afines es indisoluble compañera del alma,
suelen ser enojosos y piensan que de antuvión le ofrece las más dis-
con su afín les está permitido todo. paratadas opiniones acerca de todas
Si ellos son tales que te den a en- las cosas, y ahincando luego en ellas
tender que tú, sin su ayuda, no po- hasta donde puede, las inculca y las
drías sustentar la casa ni la familia, clava. Esta desgracia es común a
aun cuando de ellos tengas una muy uno y a otro sexo. Para extirpar es-
aguda necesidad, devuélveles la ayu- te linaje de torcidos juicios necesi-
da y el beneficio, pues mejor es, se- tamos de la- disciplina, que propor-
gún el consejo del Sabio, comer en ciona, como en cifra y resumen, el
tu casa pan negro y ensaladas en conocimiento de las letras.
paz, que manjares opíparos y deli- Veo que se ha planteado el pro-
cadísimos con riña y con rencillas. blema: ¿Es conveniente que sea le-
En todo caso, si ellos tienen una trada la mujer? Son muchos los que
migaja de cordura, no demostrarán lo dudan, mientras que otros profe-
a tu mujer que te tengan en tan po- san como verdad averiguada ya,
co aprecio. Las parientas antepon- que no es conveniente. Acerca de
drán la concordia contigo a su hue- este punto algo dije, brevemente, en
ra jactancia. Y aún harán más: en el libro primero de la Mujer cris-
cualquiera desavenencia con tu mu- tiana, según lo requería la oportu-
jer se pondrán de tu parte, como es nidad del lugar. Pero tampoco aquí
debido. detendré mucho al lector sobre el
De no hacerlo así, demostrarán asunto. Me concretaré a decir lo que
estar locos o ser necios. De afines me pareciere suficiente para compu-
así ninguna necesidad tienes. Si tar aquella opinión, que yo no aprue-
acaso te hubieran sido útiles, busca bo. Yo creo que cayeron en ese erró-
ayudas por algún otro lado. Y pa- neo sentir por una lamentable con-
ra terminar: de cualquiera manera en eso de letras. Puntuali-
fusión
puedas, aguántate con entereza an- zando la clase de letras y precisan-
tes que utilizar el emponzoñado be- do bien ese su conocimiento, que
neficio que te pudieren hacer estos yo creo ha de ser provechoso a la
afines. mujer, pienso que no van a ser mu-
chos los que sigan una opinión muy
130S JUAN LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. .
TOMO I

distinta de la mía. Existe una lite- cia el mismo las exhortaciones de


ratura que tiene por fin el pulimen- muchos que parecen quererle bien;
to y la riqueza del lenguaje. Existe los poetas, en primer lugar, y estoy
otra literatura que atiende al de- por decir la misma voz pública,
leite sensual, a la astucia, a la hipo- pues las obras que aquéllos compo-
cresía, y otra que va al conocimien- nen se insinúan en las almas con
to de la Naturaleza, y otra a la com- blandura, se las admite con gusto,
postura del alma. El deseo de pla- se las canturria, y, sin que se sien-
ceres carnales estremece en su ma- ta, se enseñorean de ellas, y antes
yor parte las obras de los poetas, que te apercibas ya se te han pe-
como son las Fábulas, Milesia, el gado. Los maestros y formadores
Asno, de Apuleyo; casi todos los de aquella edad primera, que no
Diálogos, de Luciano, y como las distan mucho del sentir del pueblo
hay escritas copiosamente en las y de sus opiniones, admiran aque-
lenguas vernáculas : los Tristanes, llas mismas cosas que el vulgo igno-
Lancelotes, Ogeres, Amadises, Ar- rante admira, a saber: la alcurnia,
turos, y otras análogas obras de ca- las riquezas, el poder, los honores,
ballería. Todas estas obras fueron la venganza, y a eso les exhortan
escritas por hombres ociosos que, y para ello hiñen los corazones in-
para su mal 3- el nuestro, tuvieron fantiles.
excesivo papel, por ignorancia de Los padres y los parientes pien-
los mejores. Estos libros dañan no san ser vano el nombre de la vir-
sólo a las mujeres, sino también a tud, y forman a su niño para todo
los hombres, como todos aquellos aquello que es blando a los senti-
otros, indistintamente, que empujan dos, no a lo honesto, que es duro y
a lo peor esta insana inclinación rígido, mientras que ellos, o bien no
nuestra, cuales son los que arman se encaraman más arriba porque
la astucia, encienden la sedienta co- son de la turba del vulgo, o viven
dicia, exasperan la ira o el ilícito de tal manera, que reclaman que se
apetito de cualquiera cosa torpe. los tenga por dechados de las accio-
El moderado conocimiento de la nes de todos los otros. Y, cosa más
Naturaleza, cuanto es menester pa- de maravillar, no faltan padres,
ra la defensa de la vida, es prove- hombres graves e instruidos, que se
choso a la mujer. El conocimiento horrorizan de que se una a sus hi-
más ceñido y profundo de ella, a la jos, a fuer de constante compañera,
vez que la elocuencia y los primo- la virtud severa y varonil. También
res del lenguaje y del estilo, está el amor desmesurado e imprudente
más indicado para los varones. La tiene para con los deleites una de-
instrucción que mejora las almas es pravada indulgencia persuasiva, por
de todo punto necesaria a los dos manera que siendo la bondad tan
sexos. El hombre, de suyo, no nace congruente con la naturaleza, con
ni bueno ni malo; con todo, está razón admírase Quintiliano que los
más inclinado al vicio por culpa del buenos sean tan contados. Lo que
pecado original. Incítanle a él el más debía admirar Quintiliano era
mal ejemplo de muchos, la conspi- que, siendo tan mala la formación,
ración de los pecadores. No vuelve hubiera uno solo bueno. Si siendo
los ojos a ningún sitio donde no vea impelidos al mal por una especie de
hechos que no podría imitar sin natural proclividad, aumentada por
maldad y sin culpa. Estimúlanle ha- el ejemplo, por las exhortaciones,
¡
OBRAS MORALES. DEBERES DEL MARIDO. CAP. III 1309

por consejos de las personas


los ra, de modo que el vicio de cada
más autorizadas, no se nos retrae cual daña a los otros. Si no convie-
con una recia disciplina e instruc- ne leer cosas buenas, tampoco será
ción, ¿qué esperanza puede ya que- conveniente oírlas ni verlas. No ha-
darnos de bondad? Todos nuestros blamos ahora de los signos de las
resortes ruinosamente se despeña- letras, sino del sentido que entra-
rán en el mal, y, por la costumbre ñan y sellan. De manera que tu es-
*de pecar, se llegará a sentir hastío posa o tu hija aprenderá a afeitar-
de honesto y. desprecio de la bue-
lo se, a peinarse, a enrojecer sus ca-
na conciencia y aborrecimiento de bellos, a sahumar sus guantes, a
la virtud. Hay que avivar la fuerza bordar sus camisas, y con qué pom-
de la razón para que tenga algún pa caminará, y con qué palabras se-
poder en el alma. Hase de infiltrar rá estimulada a la lascivia y a la
gota a gota el amor de la virtud. soberbia; ¿y no oirá, en cambio, có-
Las corruptelas de las opiniones mo ha de despreciar todas esas ba-
han de contrastarse con los precep- gatelas? ¿Cómo ataviará su alma?
tos de la sabiduría; el ejercicio y ¿Cómo complacerá a Cristo? ¿Eres
la práctica asidua han de neutra- tú, hombre cristiano, de ese pare-
lizar la nativa inclinación y estar cer, que no compartiría el más ne-
en pugna continua con ella por el cio de los gentiles? ¿Será, por tan-
dominio de la mente y del alma to, excluida la mujer de todo cono-
toda. cimiento del bien, y cuanto más ig-
La mujer es un animal dotado de norante, tanto más buena se la
razón, como el hombre; pero tiene creerá?
el natural ambiguo, doblegadizo en No
faltan quienes han llegado a
un sentido u ó"tro por la costumbre tal grado de mentecatez, que creen
y los consejos. Si las hay algunas mejores a los ignorantes, aun cuan-
malas, esto no arguye malicia de do sean varones. A esos tales yo
su natural, ni más ni menos que en les aconsejo que harán mejor en
los varones. Salpicáronse copiosa- engendrar asnos que hombres o que
mente de ridículo aquellos morali- se dediquen a apagar con todo es-
zadores que, por algunas mujeres mero la centella más leve de incli-
cuyas costumbres no se pueden nación a lo bello y a lo grande y
aprobar, atacaron con ciego arreba- les hagan más parecidos a las bes-
to al sexo todo; pero no se desata- tias que a los hombres, y así los
ron en idéntico furor contra todo el tendrán mejores y tales como los
sexo masculino, con sus ladrones y desean. Si la instrucción empece a
sus hechiceros. ¿Qué desvarío es la bondad, empecerá también la edu-
ese de pensar que con la ignorancia cación en medios doctos; mejor se-
de lo que es el bien se hace uno rá, pues, y más provechosa, la edu-
mejor? Como si en los espíritus hu- cación en medios sin cultura. Por
manos no hubiere de suyo grandes esa razón, será preferible educarse
y espesísimas tinieblas que ofuscan en el campo que en la ciudad, y
la visibilidad del bien, y los males mucho más seguro en alguna selva
no se injirieran de por sí, sin nece- o en algún desierto que en el cam-
sidad de maestro alguno, y nunca po, alternando con hombres. Ahora
se detienen en el mismo estado que que, retrocediendo en contrario sen-
tenían cuando entraron; deslízanse tido, se hallará que cuanto fueren
insensiblemente y derrámanse afue- los hombres de más pulido saber y
1310 JUAN LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. TOMO I

de mayor practica y experiencia de muy muchas otras cosas di- —


tanto más conviene que entre ellos ce— como por las que veis que ha-
,

sea educada la niñez. ce esta doncella, puede a las claras


Voy ya a hablar de las mujeres, colegirse que el ingenio de la mu-
que fué mi propósito inicial. Yo, jer para ninguna cosa es más inep-
por mi experiencia personal, he to que el del hombre; necesita no
hallado que todas las mujeres ma- más que de consejo y fuerzas. Por
las eran ignorantes y ayunas de le- esto os exhorto a vosotros, todos los
tras en absoluto, y que las instrui- que sois maridos, que enseñéis a
das eran honradas y amantes muy vuestras mujeres sin temer todo
celosas de su decoro y de su buen cuanto queráis que ellas sepan o
nombre. No recuerdo haber visto ejecuten.» Esto dice Sócrates. Y Sé-
ninguna mujer docta que fuese im- neca dice a su vez: «A la mujer no
pura. ¿Por ventura, el astuto y ar- le importa cuán rica y cuán carga-
tero galán no persuadirá más fácil- da de honores esté; es un animal
mente a una mujer boba y sin ins- impúdico, y si no se le allegó cien-
trucción que a una mujer amuralla- cia o mucha erudición, no tiene se-
da y defendida de erudición y ta- ñorío sobre sus pasiones.» ¿Y qué
lento? Me atreveré a decir que ésta dice el mismo Séneca a Hervía, su
sola es la causa por la cual las mu- madre?: «Ojalá mi padre, el mejor
jeres casi todas son difíciles, moro- de los hombres, esclavo en dema-
sas, esclavas del aderezo, admira- sía de los usos de sus mayores, té
doras de las bagatelas, insolentes en hubiera consentido una completa
la prosperidad, y en la adversidad saturación de los preceptos de los
abatidas, insoportables siempre, por- sabios, y no solamepte una inicia-
que no estando imbuidas en el co- ción somera, y ahora no debiera
nocimiento de cosas mejores, no proporcionarte yo un remedio con-
pueden amar otra ni pueden odiar tra la fortuna, sino sacarlo tú sola
más que aquello que aprendieron de tu propia alacena. Por culpa de
de una madre zafia o por los ejem- aquellas mujeres que buscan, más
plos de los malos, hacia donde gra- que un recurso de sabiduría, un ins-
vita el peso inválido del cuerpo, no trumento de corrupción, mi padre
fortalecido por ningún aviso de sa- no quiso darte más ensanches ni
biduría. Ni aun los mismos hom- soltura.» Pero ninguna autoridad
bres, es decir, el conjunto del huma- necesitamos en un punto en donde
no linaje, se apartarían mucho del puede oírse la voz de la Naturaleza
ser y de la manera de vivir de las recia y clara, que impone eso mis-
bestias si se les abandonara en ma- mo, contra la cual, aun cuando los
nos de esa naturaleza suya, inficio- fiilósofos todos la contradijeran a
nada ya y corrompida por las sordi- una voz, no conseguirían más que
deces del delito. ¿Existiría, por ven- si con candiles quisieran eclipsar el
tura, fiera alguna tan fiera y tan sol. Y encima tenemos, unísono con
ajena del natural y de la condición la voz de la Naturaleza, el testimo-
de los hombres que el hombre mis- nio del Cielo.
mo, privado de instrucción? Sócra- ¿Qué cosa hay en el ámbito de la
tes, es decir, con palabras de Vale- sabiduría mayor y más sublime que
rio Máximo, «el oráculo terrestre la religión? Pues, bien: Nuestro Se-
de la humana sabiduría», habla así ñor Dios, a la participación de los
en el Banquete de Jenofonte «Así Sacramentos de su religión, en com-
;
OBRAS MORALES. —DEBERES DEL MARIDO. — CAP. III 1311

pa ración de los cuales toda sabiduría tomamos porque en casa no les fal-
es pura necedad, admitió también a te cosa alguna en galas, en golosi-
las mujeres, significando que ese se- nas, en bagatelas; porque a las hi-
xo es capaz de los misterios más jas no les falte la dote congruente
elevados y que fué creado para la para un casamiento ventajoso, y,
misma bienaventuranza eterna que en cambio, inexplicablemente, rehu-
los varones; que se las ha de ins- samos una tarea baladí que las ha-
truir con preceptos, que se las ha ría mejores! Y si mejores fueren,
de adiestrar con el uso, como a nos- en hecho de verdad, ni sus infideli-
otros; si no son mejores, nuestra dades conyugales armarían nuestras
es la culpa, que les sustraemos la manos ni nada les faltaría a las que
enseñanza; ése es nuestro deber, tuvieran tan modestas pretensiones,
ése es el coto en que debemos tra- y con el hermoso atractivo de las
bajar: el fomento de su instruc- virtudes atraerían a los jóvenes pa-
ción. Si el marido es la cabeza de ra un enlace decoroso.
la mujer y su alma; si le es padre, Estas son, poco más o menos, las
si le es Cristo, en virtud de todas cosas cuyo conocimiento importa a
estas prerrogativas, deber suyo es la mujer: en primer lugar, el cono-
enseñarla. Cristo no solamente es cimiento de sí misma; cuáles han
el Salvador y el Fundador de su sido sus comienzos y cuál es su fin;
Iglesia, sino también su Maestro. In- el orden de las cosas y el uso que
cumbencia del padre es educar e debe hacer de ellas, y luego cono-
instruir según rectitud a su hijo. cer, en compendio, la suma de la
De los oficios del alma y de la ca- religión cristiana, sin la cual nada
beza, ¿para qué hablar aquí? En el se hace rectamente, y con la cual
alma tiene su asiento el ingenio, el todo se hace con rectitud; de la re-
consejo, la razón; en la cabeza, to- ligión, dije, no de la superstición,
dos los sentidos de que en esta vida porque aprenda y mida la distancia
nos valemos a manera de guías. Por que hsy de la una a la otra. La re-
todo esto falta simplemente a sus ligión hácelas muy simples y muy
deberes el que no adoctrina a su buenas; la superstición las. hace
esposa. El mismo Sócrates, más arri- taimadas y enfadosas. Así que ten-
ba citado, decía que los varones drá que saber en qué cimientos se
debían ser regidos por las leyes pú- asienta la religión verdadera, cómo
blicas de la ciudad; empero que las se ha de honrar a Dios, cómo el pró-
mujeres debían serlo por la autori- jimo ha de ser amado. Después
dad de los maridos con quienes co- aprenderá el amor y el respeto que
habitaban. Y San Pablo, cuando pre- debe al marido, que ha de ser pa-
ceptúa: «No deben las mujeres te- ra ella un como Dios y su voluntad
ner voz en la Iglesia; solamente si ha de ser acatada a par de las le-
alguna duda tuvieren, pregúntense- yes divinas. Su casa hará para ella
lo a los maridos en su casa», impu- las veces de toda la República. Sa-
so a los maridos el deber inequívo- brá qué parte de la hacienda es la
co de enseñarlas. ¿Dónde podría suya y cuál la de su marido. Se per-
la mujer preguntárselo a un mari- suadirá que son dos las virtudes de
do que no quiera enseñar o que no la mujer, casi exclusivas: por su
pueda? ¡Tantas guerras como se ser, la religión; por su sexo, la cas-
han suscitado por causa de las mu- tidad, aun cuando, como dije más
jeres! ¡Tantas molestias como nos arriba, la religión abarque todas las
1312 JUAN LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. TOMO 1

otras virtudes. Por separado y con Deben ponérsela en las manos li-
detenimiento daré las instrucciones bros piadosos, que enseñen cordura
pertinentes y diré cómo querría yo y promuevan deseos encendidos de
que fuese esa castidad, a saber: la llevar una vida santa. Y aun en este
castidad de las vírgenes discretas, punto es menester un gran tino,
no la de las vírgenes bobas. A con- pues no se la concederán obras pue-
tinuación diré cómo deben andar riles, o supersticiosas, o vanas, o in-
apareados con la pudicicia el pudor v sulsas, de las cuales existen muchas
el más exquisito cuidado del buen escritas en las respectivas lenguas
nombre, porque sea el buen olor del vernáculas, sino también en la len-
Señor en dondequiera, y también gua góticolatina (¿Valenciana, cas-
para la ajena edificación y la tran- tellana?). Débesela apartar también
quilidad del marido. Y cuánta sea la de las que tengan excesiva curiosi-
podredumbre de las opiniones del dad: verbigracia: que estudien
vulgo, y cuál el cuidado, el método cuestiones de la más recóndita teo-
y el modo de educar e instruir a logía. No parece bien en una mujer
los hijos.Aprenda simultáneamente ser averiguadora o curiosa de mate-
el menosprecio de la azarosa casua- rias tan soberanas. Por lo que toca
lidad, porque su pecho tenga algo a la filosofía moral, bastan ya aque-
de la reciedumbre varonil, por la llos libros devotos, pues no hay for-
cual sobrelleve con moderación en- madora mejor de las costumbres
trambas fortunas, no sea que, des- que la piedad. Con todo, si el mari-
igual ante la adversidad, véase obli- do se aviene a dárselos también, que
gada a cometer algún acto culpable toquen ese punto éstos, como diji-
y flagicioso o a pensarlo, al menos. mos, de los libros de piedad, ense-
Otrosí, si la mujer no sabe leer ñen el bien y la persuadan y la ex-
porque es algo durilla y poco naci- citen. Nada de polémicas de escue-
da para las letras, cosa que también las filosóficas. En demasía ese sexo
ocurre entre los varones, será en- es aficionado a las disputas y a los
señada por el marido con todo por- altercados.Las lecturas que tengan
menor y familiaridad, y no una sola sean de las que pongan compostu-
vez, porque no solamente las en- ra en las pasiones y sosiego en la
tienda, sino que se le ahinquen en tempestad de los espíritus. De esta
la mollera y tenga ese conocimiento parte de la filosofía sí que tiene la
a mano cuando las circunstancias mujer muy viva necesidad. Son sus
lo requieran. Oirá de cuando en más descollados maestros Platón, Ci-
cuando leer a otras mujeres o ex- cerón, Séneca, Plutarco. Pertenecen
plicar o hablar de estas cosas. Si, también a ese género de escritores
por el contrario, supiere leer, quí- los que refieren puntualmente los
tensele inmediatamente todos los ejemplos de quienes algún hecho
libros caballerescos y amatorios que hicieron o algún dicho dijeron pro-
dije más arriba, bien porque mal vechoso para la vida humana y dig-
inclinada en demasía es de suyo no de imitación, como Valerio Máxi-
nuestra naturaleza y no ha menes- mo y Sabélico. que sigue muy de
ter aguijones, ni estopas, ni que en cerca sus pisadas. Súmanse a ellos
el fuego se vierta aceite, bien por- los Acta Sanctorum de nuestra reli-
que muy sabiamente dice Séneca gión, e inmediatamente después los
Breve es la vida, aun cuando por seguidores de la sabiduría humana.
en+ero se consagrase toda al bien. De la economía doméstica tratan
OBRAS MORALES.— DEBERES DEL MARIDO. CAP. III 1313

Aristóteles y Jenofonte. Muchos da sin trabajo, sin la más remota


más son que escribieron especí-
los pretensión de aprenderla, recibida <

ficamente de la crianza de los hi- de sus padres como una herencia


jos: Plutarco, en la antigüedad, y natural.
en nuestros días, Pablo Vergerio y Ahora, con perdón de los dioses,
Francisco Filelfo. A esas lecturas llaman instruida a la mujer que
añadiránseles algunas pocas ins- charla por los codos imprudente-
trucciones acerca del tenor de la mente, porque garlando mucho y no
vida diaria, de medicina casera, acabando nunca, puede entretener
práctica y sencilla, conveniente en muchas horas a su confabulador,
las ligeras indisposiciones de los ni- por evitar que, una vez hecho el
ños o de la servidumbre, que no silencio, tengan que separarse. ¿De
tienen suficiente importancia para qué pensamos que va a hablar una
que sea preciso recurrir a la inter- doncella inculta con un mancebo no
vención del facultativo. Recuerdo mucho más culto que ella, sino de
que ya en otro lugar he dicho eso; tonterías o de obscenidades? Y a
pero no está de más que lo repita eso le llaman disciplina cortesana,
ahora, pues el que así se haga es a saber: disciplina de aquella es-
cosa de los maridos. Pienso que con cuela, en la que, además, se apren-
estos conocimientos quedará asaz den otras artes, desemejantes de
cultivado el ingenio de la mujer y ella, pero del mismo maestro, que
ella harto capacitada para vivir su es el diablo. Ved ahí hasta dónde
vida y cumplir su función arreglada degeneraron las costumbres de los
y religiosamente. hombres y cómo todo está trocado
Mas si de todos modos le conten- e invertido: tiénese el callar de la
tan los versos, maneje las obras de mujer por cosa fea, siendo así que
los poetas cristianos que cantan co- el silencio es su virtud más hermo-
sas de piedad: Prudencio, Arator, sa. ¡ Cuánto empeño y cuán decidi-
Sedulio, Juvenco y otros poetas sa- do debió de poner el diablo en per-
nos como éstos, que han escrito en suadir a los hombres esta monstruo-
latín o en su respectiva lengua o ro- sa subversión!
mance. Deje para los hombres el Tú, entre las virtudes que ense-
estudio de la Naturaleza, de la gra- ñes a tu mujer, coloca el silencio,
mática, de la dialéctica, de la his- que es el más gracioso atavío de su
toria y sus hazañas, de la ciencia sexo. Y cuando hable, sea sencilla
política, de las matemáticas. Tam- y nada afectada ni afeitada su pala-
poco el arte de hablar parece bien bra. El lenguaje artificioso y retor-
en la mujer, aun cuando la anti- cido arguye una gran vacuidad de
güedad escuchó maravillada las len- alma. Aquellas mujeres que fueron
guas elocuentes de Cornelia, madre loadas en la antigüedad por su elo-
de los Gracos; de Mucia, Lelia, Hor- cuencia, el elogio de que más se
tensia, no tanto porque hablasen mu- preciaron fué el de que conserva-
cho y con primor, sino poco pero con ron terso y castizo el idioma patrio,
gran aticismo y castidad de lengua- como lo atestigua Cicerón en sus
je. En. una palabra: no tanto ha- libros Del orador. Y Juvenal, no
bían aprendido el arte de hablar co- sin bilis, pero con razón y no sin
mo por tradición de sus grandes fa- gracejo, dice: No tenga la matrona
milias y casas se les había pegado que se acuesta contigo a tu lado es-
esa espontánea elocuencia, aprendi- tilo en el hablar, ni te arroje el

LUIS VIVES. ] 42
1314 JUAN LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. .
TOMO I

dardo breve del entimern.fi, ni hable ! la muerte contagia automáticamen-


rodando el período, ni sepa todas las ! te a todo el ejército, de forma que
historias; sepa, sí t algunas cosas de i
no hay soldado tan cobarde que no
los libros, pero no las entienda de tenga muy en poco la vida que tan
raíz. Yo
odio a aquella que repite poco vale para el general. Así Chis-
lo leído y vuelve y revuelve el arte to, así sus Apóstoles y mártires fá-
de Palemón guardando siempre la
t
cilmente ganaron el mundo a su
ley y la razón y frase del habla, y, sentir, porque vivían como habla-
aficionada a los arcaísmos, retiene ban y hablaban como vivían. ¿Có-
versos que yo no conozco y enmien- mo te obedecerá tu esposa si le im-
da a la amiga bárbara vocablos de pusieres sobriedad, tú que eres bo-
los que no se les da un bledo a los rracho, }' regoldando crápula se la
maridos respectivos. aconsejas? ¿Cómo te obedecerá si
Añadirá gran peso de autoridad a le predicas continencia, tú que eres
esa pura y santa instrucción el adúltero y ejecutas en hembras aje-
ejemplo del marido, tan eficaz para nas tu lujuria vagabunda? Si man-
formar la vida de la esposa y de to- das algo para el público y crees
da la familia, como el del príncipe que tu mandato se ha de mantener,
para la moralidad pública. Cada sé tú el primero que practiques lo
uno en su casa es rey, y, por lo mandado; hócese el pueblo más ob-
mismo, así como honra al príncipe servante de lo que es razonable que
aventajar al pueblo en cordura y se observe cuando v ere que el le-
:

autorizar sus mandatos con el ejem- gislador se obedece a sí mismo,


plo de su vida, así también aquel A mano tendrá el marido ejem-
que toma esposa debe despojarse de plos ajenos, pues parece más hace-
su ánimo moceril y recapacitar dero lo que ya fué hecho por otros.
aquello que dice Terencio en Una Y si la mujer fuere de generoso y
comedia: Esa edad pide otra con- levantado espíritu es increíble cuán-
ducta y reclama otras costumbres. to le mueve la alabanza ajena. Te-
Debe tomar consejo y cordura senil, místocles decía que los trofeos de
que defenderán fácilmente el dere- Milcíades le enardecían a él. Y no
cho y la autoridad del marido y del solamente le recordará aquellos
padre de familia, mostrando lo que nombres antiguos que tienen la con-
es mejor, no sólo con sus órdenes y sagración de los siglos: Sara. Re-
avisos, sino con su vida y con sus beca, Penélope. Andrómaca, Lucre-
actos, pues estas dos cosas singular- cia. Cleobulina. Hipatia, Porcia, Sul-
mente ha menester para gobernar picia, Cornelia y nuestras Santas
el hombre, prudencia y ejemplo, de Inés, Catalina, Agueda, Margarita,
modo que él traduzca en obras los Godolina. Bárbara, Mónica, Apolo-
mandatos de su palabra. La vida nia, sino de otras mujeres contem-
—como dice Fabio Quintiliano no poráneas: Catalina, reina de Ingla-
solamente persuade, sino que tam- terra; Clara Cervent, esposa de
bién obliga. Yalldaura; Blanca March. aun cuan-
Eso vemos que ocurre en la gue- do recelo que a algunos se les anto-
rra, porque tenga la mayor eficacia jará pretensión exorbitante poner
posible sobre la moral de los solda- aquí el nombre de mi madre y que
dos, la arenga del caudillo Haced, :
j
es una concesión excesiva al amor
soldados, lo que me viereis hacer a filial. Muy deudor me reconozco de
j

mí. De esta manera el desprecio de pero más deudor, más


j

i
I la piedad ;
OBRAS MORALES. DEBERES DEL MARIDO. CAP. III 1315

obligado aún a la verdad. Y nunca brote el respeto, pero no


puede ex-
faltarán en ninguna nación o ciu- torsionarse. Tú llama a tu
mujer con
dad damas ejemplares a cuya imi- el nombre que entrañe una grande
tación tu mujer deberá ser animada. significación de amor: llámala hija
Pero más eficaz será el estímulo Si o hermana; llámete ella a ti señor,
tiene ejemplos domésticos los cuales si bien quisiere, con nombre de
pueda remedar con loa, como de la amor y respeto, como Sara a Abra-
madre, de la abuela, de la tía pater- hán, como consta en la carta de
na, de la tía materna, de la herma- San Pedro y en el Génesis.
na, de la prima o de otra parienta o Han de hablar los cónyuges entre
amiga cualquiera. Mucho nos mue- sí con frecuencia y mucho de la re-
ven los ejemplos que contemplamos ligión de las costumbres, de cuán
tan de cerca y mucho mejor repro- errado anda el vulgo, de la expe-
ducimos el dechado que copiamos riencia y práctica de la vida, del
del natural. Aun el torcido proceder sobrellevar los azares de la Fortuna,
de las mujeres malas, desautorizado de la conservación y administración
y execrado, servirále de ejemplo de los bienes familiares, del arte de
de lo que debe evitar, cuando sepa vivir, de la formación cristiana de
que sus liviandades no pueden per- los hijos, si los tienen; de la manera
manecer ocultas y que es tan cierto de hacerlos no ricos precisamente
como inminente el castigo o, a lo o descollados por algún empleo ci-
menos, la deshonra y el vilipendio vil, sino buenos y piadosos. Pero no
público de toda la ciudad, de arte olvidemos que el sexo femenino es
que más vale morir que vivir de flaco de suyo, y que no sólo física-
aquella manera. mente, sino tampoco moralmente
Valiéndose de la conversación fa- puede siempre soportar cargas pe-
miliar, ha de completar y refinar el sadas. Así que con alguna frecuen-
marido la instrucción de su mujer cia se le han de proporcionar ali-
y confirmarla en sus buenas cos- vios de las preocupaciones y cuitas
tumbres. Sea esta conversación sen- con juegos y bromas apacibles, con
cilla, como con la persona más ama- la relación de cosas sucedidas a los
da y más estrechamente unida con- vecinos, a los amigos, mientras no
tigo. No uses con ella fórmulas haya peligro de curiosidad insana ni
pringosas de respeto ni consientas afán de conocer los secretos ajenos.
que ella las use contigo exageradas, Y en ese punto se da la reciproci-
las cuales, aun cuando en determi- dad. Si tú inquieres acerca de la vi-
nadas ocasiones parecen aumentar da del vecino o de cualquier otro
la debida reverencia, a la larga dis- conciudadano, él u otro cualquiera
minuyen aquel amor, que en el ma- hará sus averiguaciones en torno
trimonio conviene que sea el mayor de la tuya. No hay en la conviven-
y más sincero posible. Y ni aún cia civil cosa más perniciosa que
acrecientan el respeto, sino que fo- ese interés inquisitorial, que arrui-
rran y disfrazan aquellos sentimien- na la amistad y la recíproca bien-
tos, que conviene, antes que todo, querencia y la quietud y descanso
que sean simples y manifiestos. Na- de la vida. Huélgase la mente hu-
die hay que de buena fe respete al mana con el conocimiento de cua-
arrogante y al vano ni a quien exi- lesquiera cosas, pues el conocimien-
ge esa veneración como un derecho to es para ella el más sabroso de los
que se le debe. Puede hacerse que pastos. Y las mujeres recoletas en
JUAN LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. .
TOMO I

sus casas gózanse de oír las cosas Y no solamente hay que abstener-
que afuera ocurren mientras sean se de francamente impu-
los juegos
tales que no perviertan las buenas ros, sino también de los juegos y to-
costumbres. Así menos las tientan camientos, por los cuales des a en-
las ganas de salir. Hase de bromear tender que, más que marido, eres
algunas veces, no con bufonerías ni amante. Adúltero es dice Xisto el—
con obscenidades, y hablar, no con que ama a su mujer con ardor de-
frecuencia, de futilidades y ligere- masiado. El nombre de esposa nom-
zas, porque ello las enerva y desmo- bre es de dignidad —como dijo el
raliza, y en adelante no pueden ya más grande de los romanos y no— .

con ningún asunto grave y serio, ni nombre de libertinaje. Tú, pues, que
en la conversación, ni en los conse- deseas tener una esposa ruborosa y
jos, ni en la vida práctica y buen casia (pues no hay marido que no
uso de la veleidosa Fortuna, puesto la desee, aun cuando haya perdido
caso que el continuo ocuparse en ba- el juicio», no seas el primero en so-
gatelas las hace semejantes a las flamar su pasión haciéndola conce-
bagatelas, a saber: flacas y livia- bir pensamientos criminales. ¿Qué
nas. La esclavitud de Egipto balo locura no es que eches a perder tú
Faraón consistía eri amasar paja mismo aquello que, si no lo gozas
y lodo, eliminar los machos, conser- en su pureza e integridad, vas a su-
rar las hembras. La significación frir enojo muy grave? No provo-
de esa servidumbre inexplicable pa- ques un incendio que luego no pue-
réeeme a mí que la da cabal e in- das sofocar. Todos somos de estopa
equívoca Eusebio con estas pala- y no nos encendemos por una parte
bras en una homilía sobre la Pas- sola, sino que nos quemamos por
cua: Aquella durísima y despótica cualquiera parte adonde el fuego
esclavitud de Egipto, ¿qué otra co- se aplicó. La sensualidad se excita
sa quería significar sino que el de- por los ojos, por los oídos, por el
monio ejerce la soberanía sobre to- tacto, por cada uno de los miembros
do el linaje de los pecadores? De- corporales. Los médicos duchos cau-
cidme: ¿qué eran equellos viles y terizan el miembro doliente que el
horrendos trabajos en paja y en lo- arte no puede ya curar. Lo primero
do impuestos por Faraón sino bis es tener buena salud: lo segundo,
feas tareas terrenales del placer dia- y muy cercano a lo primero, es que
bólico y el detestable contagio de nada duela. Siempre vi que los mé-
los vicios? Pues no deja de ser pura dicos sabios pusieron gran cuidado
realidad que las infructuosas y va- en no abrir ventana alguna a los
nas obras de esta vida no son sino pensamientos deshonestos. Hubo en
péjtts, digo, fácil cebo de las llamas. tiempos pasados asociaciones reli-
Y aquello otro, a saber: que de los giosas tan celosas de la castidad y
niños hebreos matasen a los varo- la guardaban con observancia tan
nes y respetasen la vida de las hem- meticulosa, que con cuidado muy
bras, por ord'n de Faraón, símbolo despierto evitaban aun toda palabra
del diablo, enemigo del espíritu y que en cualquier sentido pudiera
amigo de la carne, envidioso de la inducir a la carnalidad. Y ello no
virtud, indulgente con el placer: sólo en nuestra santa religión, co-
ahogaba la fortaleza y cebaba la mo entre aquellos monjes que mo-
concupiscencia. Todo esto dice En- raban en una de las islas Cicladas,
ebio Emiseno. que tenían en otra isla las bestias
OBRAS MORALES. DEBERES DEL MARIDO. CAP. III 1317

necesarias para sus labores, por no con precipitada familiaridad, no se


ponerse en ocasión fortuita de ver echase en brazos de aquel con quien
sus cubriciones. En Roma, en la ce- acaso anteriormente no había ha-
lebridad de las fiestas de la Buena blado nunca, lo cual no era posible
Diosa, constituía un sacrilegio mi- que se hiciese sin harta mengua de
rar animal macho, aun cuando fue- la pudicicia y del pudor, en los cuales
se pintado. En Lacedemonia y en radica una no pequeña parte de las
Délos no estaba permitida la entra- buenas costumbres en la ciudad y
da en ningún templo al perro, por del sosiego público en todas las na-
la pronta y callejera lascivia de ese ciones.
animal. Y por esa misma razón el Existen novios impacientes de
sacerdote de Délos tenía prohibido cualquiera demora que no tienen
nombrar al perro. Augusto privó, suficiente miramiento ni para con
mediante edicto, que las mujeres sus prometidas ni para consigo mis-
viesen las luchas atléticas. En los mos. Pero Jacob, que por espacio
días de las competiciones olímpicas de tantos años convivió con su muy
todas las mujeres salían de Pisa. Y amada Raquel, novia cierta y con-
con motivo; si, como dice el sen- venida ya, en el común pastoreo y
tencioso Menandro, por los oídos en la soledad de los campos, se hu-
llega la corrupción al alma, hemos bo siempre con ella con el mayor
de pensar que no llega menos por de los respetos y la más santa de
los ojos, pues tan puerta abierta es las amistades. Por esto la bigamia
un sentido como el otro. Traslada de este patriarca debe, con razón,
tú ese mismo cuidado a tu casa por- anteponerse a la castidad de mu-
que toda suciedad y obscenidad se chos, como San Agustín lo define
hallen con las puertas obstruidas. de su abuelo Abrahán. Y amó con
La pudicicia es guardada por el pu- un amor constante y único a su Ra-
dor, del cual tomó el nombre, y la quel hasta lo postrero de su vida y
una no puede subsistir sin el otro. gozó de una esposa de bien proba-
Por esta razón, con sumo esmero se da honestidad y de singular afecto
ha de fomentar el pudor en la mu- para con su consorte. Por ende, si
jer, porque de ninguna manera y tu mujer, bien por su natural, bien
por ningún camino se lo sacuda de por su educación y costumbres, tie-
sí. Por eso querría yo que la nueva ne una pudorosa y púdica reserva,
esposa, inmediatamente después de procura acrecentarla tú correspon-
la boda, perdida su doncellez, se diendo a ella con exquisito tacto y
mantenga oculta un tiempo pruden- con sabios avisos. Mas si tuviere al-
cial, como leemos que lo estuvo Isa- gunos dejos y resabios de ligereza
bel, la esposa de Zacarías ésta, por- y de petulancia, corrígelos con la
:

que, siendo ya vieja, tuvo comercio severidad de tus costumbres y ráe-


con su marido; aquélla, porque, los con tu enseñanza, no olvidan-
siendo doncella, tuvo trato con él. do en ningún caso que no es con-
Aquellos legisladores que ordenaron veniente que carezca el matrimonio
los esponsales con tal reserva que de la casta y pura dulcedumbre de
inmediatamente después de la cere- la convivencia. San Pablo manda
monia del enlace no tuvieran los que en todos sea venerable el ma-
esposos ayuntamiento carnal, pienso trimonio y sin mancilla el lecho con-
yo que miraron por la pudicicia con yugal. Y añade, escribiendo a los Co-
suma delicadeza, porque la mujer, rintios: Porque sepa cada uno de
1318 JUAN" LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. TOMO I

nosotros poseer su vaso en santifi- dijo a Tobías el arcángel Rafael.


cación. Lo cual ora lo entienda cada Si te casaste por el amor de la
uno de su propia carne, ora del prole, conságrate a ello y no al pla-
cuerpo de su mujer, hace referen- cer, imitando a aquellos santos pa-
cia al freno que se ha de poner al triarcas, que por ese fin exclusivo
deleite y a las licenciosas solturas parecían unirse a sus esposas. Por
de la pasión. Sacramento es el ma- eso absteníanse de ellas así que es-
trimonio y símbolo' augusto de las taban grávidas. En esa abstinencia
cosas más grandes y encumbradas, somos, y con mucho, vencidos ñor
como dice San Pablo, y no debe en- los animales irracionales, quienes
suciarse con sucios regodeos. El en determinados tiempos y estacio-
demonio, jurado enemigo nuestro, nes del año se unen para tener hi-
dió muerte a los siete maridos de jos; pero, una vez satisfecho ese
Sara, porque cautivados del aspec- instinto imperativo, renuncian a la
to de su hermosura, inauguraban el unión por todo el restante tiempo,
matrimonio con la pasión desafora- cuando ya los hijos son nacidos.
da. Salvóse Tobías, quien, por avi- Mas si usares de la licencia que da
so del ángel, inició el matrimonio el matrimonio a guisa de remedio
con oraciones. Vale la pena de oír para sosegar los movimientos y re-
las palabras, no de un hombre, sino beliones de la carne, según el con-
de aquel ángel: Oyeme dice y te — sejo del Apóstol, ni has de irritar la
mostraré quiénes son aquellos so- enfermedad por aplicar la medicina,
bre los cuales puede el demonio pre- ni la medicina es sabrosa sino cuan-
valecer. Aquellos, pues, que toman do la necesidad obliga a usarla.
el casamiento para sacudir de sí y ¿Quién hay que esté en posesión
de su pensamiento a Dios y entre- de su buen sentido que tome por re-
garse a su antojo libidinoso, como galo la medicina, que con el hábi-
el caballo y el mulo, que carecen de to y el abuso pierde su eficacia cu-
entendimiento; sobre éstos el de- rativa?
monio tiene potestad. Pero tú, así Tienes que ejercitar y avezar al
que hubieres recibido a Sara, tu es- cuerpo por manera que no le sea
posa, entrando en su cámara, por sacrificio sobrado carecer de la me-
espacio de tres días guarda conti- dicina, sino cuando lo reclama la
nencia t absteniéndote de ella, y no urgencia. Y si de tanto en tanto fal-
harás más que entregarte a la ora- tare, no sucumbamos a la enferme-
ción con ella; aquella primera no- dad cuando ya la costumbre nos dió
che quema el hígado del pez, que alguna robustez, de modo que tiene
pondrá en fuga al demonio; a la se- menos fuerza la enfermedad en un
gunda noche serás admitido en la organismo tieso. ¿Qué dijo el satí-
sociedad de los patriarcas santos, y rico romano, sino que el uso es-
a la tercera noche alcanzarás la ben- paciado aliña y sazona el placer con
dición porque nazcan de vosotros un goce mayor? Una oportuna toma
hijos enteros y sanos. Y pasada es- medicinal curará más la enferme-
ta tercera noche recibirás a la don- dad que mil tomas indiscretas. Más
cella virgen con temor del Señor, fácil es contenerse en el uso de una
llevado más del amor de los hijos sola pócima, que, una vez que se pa-
que de la lujuria, a fin de que en só de este número, detenerse entre
la descendencia de Abrahán alean- mil. No existe medio: o una sola o
res la bendición en tus hijos. Esto infinitas, y como Plutarco dice en
OBRAS MORALES. DEBERES DEL MARIDO. CAP. III 1319

el libro acerca de la curiosidad: bido imponerse. Demás de esto,


Porque más de veras acostum-
te piense que él es la cabeza que go-
bres a la justicia es conveniente que bierna la familia y que le está im-
de cuando en cuando prescindas de puesta la obligación de mandar bien
lo justo y de lo permitido por las le- y que está forzado a vivir según los
yes todas. Asimismo, porque fácil- avisos que diere, porque, de otra
mente te abstengas de las mujeres manera, pecaría gravemente por el
ajenas, aprende a abstenerte de la mal ejemplo y no conservaría aque-
tuya. Y no te conviene ignorar lo lla autoridad que le es precisa para
que nos fué enseñado por San Pa- el gobierno doméstico. Y, en último
blo, a saber: Que tú, siendo marido, término, piense que es cristiano,
ya no tienes potestad sobre tu cuer- que renunció al mundo y a sus pla-
po, sino que la tiene tu esposa; ni ceres, y que por todas estas consi-
la esposa la tiene tampoco sobre el deraciones debe tomar del matrimo-
suyo, sino tú. En ajeno poder está nio placeres muy raros, y aun esqs
el cuerpo del uno y del otro, de mo- con suma moderación, por manera
do que, sin injuria, ni el uno ni el que parezca que con ellos busca un
otro puede disponer libremente de rehacimiento de sus trabajos y de
él. Si tu esposa entrega su cuerpo a sus agobios, y no una concesión y
otro, te infiere un ultraje gravísi- halago de sus pasiones. Y a estos
mo; y si fueres tú, le infieres un placeres se asociará la esposa, a fin
gravísimo ultraje, y ambos lo infe- de que, ya que con él comparte fa-
rís a Dios, que fué vuestro padrino tigas y preocupaciones, no sea ex-
de boda y como el fiador de uno y cluida en las recreaciones y alivios.
de otro. Con la ayuda de todos estos leniti-
Yo no voy ahora a averiguar lo vos nos bastamos para no sucumbir
que consienten las leyes humanas o debajo de la carga. ¿Cuál pensamos
lo que se arrogó el consentimiento que es la disposición de espíritu de
y como la confabulación de los la esposa, siendo blanda y débil de
hombres en la ciudad. Sea quien suyo, cuando ve que para su marido
fuere el que infligiere al otro aque- es compañera y particionera de los
lla injuria será muy severamente cuidados y molestias y que le es
castigado por Dios, cuya majestad ajena en los alivios? La duplicidad
fué violada por tamaño desafuero" de esa conducta quebrantaría la re-
en cuyo acatamiento no hay distin- ciedumbre varonil cuánto más he-
; ¡

ción de personas, ni de sexo, ni de mos de pensar que estruja y entris-


linaje, ni de gente. Deben ser so- tece a la mujer y llena su alma de
brios y raros los placeres de los ma- pesimismo! Y digo esto, cuando se
ridos, a quienes conviene tener siem- la aparta de aquellos regalos que la
pre presente que son varones, que Naturaleza y la razón de consuno
recibieron de la Naturaleza una han querido que fuesen comunes.
gran fuerza de voluntad, a fin de ¿Y qué diré cuando los maridos las
que, despreciando los regalos, ganen irritan y las ponen furiosas con los
con su trabajo alabanza y honra, placeres ilícitos que se toman? Acer-
especialmente cuando ya pasaron de ca de lo cual hay un pasaje autori-
aquella edad en que, por su delica- zadísimo en Isócrates, que me pla-
deza y flaqueza física, pudiera pa- ce transcribir conforme lo traduje
recer estarles concedidas algunas en otro lugar, sin faltar un punto.
mitigaciones del rigor que han de- Habla Nicocles, rey de Salamina:
1320 JUAN LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. .
TOMO

Yo siempre condené la criminal be- das Letras, por las cuales Dios se
llaquería de quienes, habiendo to- digna hablar al linaje humano, y
mado a sus esposas para compartir aquello que contiene la carta prime-
con ellas toda la vida, no contentán- ra de San Pablo a los Corintios, don-
dose con aquellas que de solteros de aquel maestro de las gentes y
habían escogido, aun con los place- doctor de las iglesias preceptúa es-
res que se tomaban cada uno por to que se sigue: No queráis defrau-
su mano, ocasionábanlas grandes daros mutuamente por dedicaros al
tristezas, y cuando con todas las ayuno o a la oración; volved luego
otras relaciones sociales mostrában- a lo mismo que antes, no sea que
se afables en extremo, sin embargo, Satanás os tiente por vuestra incon-
eran enojosos en grado sumo para tinencia. Debe con frecuencia el
con sus mujeres, con las cuales tan- cristiano levantarse en espíritu,
to les conviene ser amables y trata- porque no venga a pensar que ha
bles, porque ellas actúan en lo más de pasar toda o la mayor parte de
íntimo y secreto de nuestra vida y la vida consumido en pensamientos.
participan en lo más y mejor de Porque haciéndolo al revés, ni sa-
nuestras cosas. Y con ese procedi-
. tisface su propio nombre ni a su
miento, sin darse ellos cuenta, ali- profesión, si el hombre espiritual
mentan alborotos en su propio ho- no vive la vida del espíritu, ni al-
gar y en pos de sí dejan disensio- canzará la prometida bienaventu-
nes. Todo esto es de Isócrates. ranza sino por la vida espiritual,
Si prudentemente aconsejan
ellos puesto que en ella se ha de mirar a
a aquellos aquienes encaramó el ca- Dios, que es espíritu purísimo, y a
prichoso favor de la Fortuna que, El no puede llegar por ningún ca-
apeándose de aquella cumbre, se mino ni por atajo ninguno, sino por
bajen a la llanura cuanto buena- la pureza del espíritu, que la acen-
mente puedan para dejar el menor dra y acrisola con tanta mayor ni-
blanco posible a los dardos de la tidez y perfección cuanto con cui-
envidia, cuánto más provechoso
; dado mayor se sustrae al contagio
fuera para los maridos el consejo de esa carne. Todo el tiempo que
de que no dieran a sus mujeres la anda encerrada en ese cuerpo mor-
menor ocasión para los celos, que tal por voluntad y mandato del So-
son una parte de la envidia, y una berano Señor Celestial, de tal ma-
atrocísima y muy cruel causa de nera le importa actuar, que debe
males! La mujer picada de ese tá- mirar a la vez por el cuerpo y por
bano maligno no tiene ningún repa- el espíritu: por éste, porque viva
ro en ir a su propia perdición mien- y esté en vigor, y por aquél, porque
tras fuere a través de la ruina de no desfallezca a la pesadumbre de
aquel a quien la desea. Muchos los trabajos de esta vida y no pue-
creen solamente jugar; pero har- da sino muy poco obedecer y servir
tas veces ese juego se convierte en al espíritu. El decaimiento físico que
furia rabiosa. Cuando no existen los vemos en el caballo proviene de dos
avisos y faltan las prescripciones de causas: o porque recibió malos tra-
la filosofía acerca de lo que nos- tos, o porque fué prolija y excesi-
otros con la mayor exactitud debe- vamente mimado. Rehusan la silla
mos entender y practicar, cómo con- por un igual el caballo consumido
vendría muy mucho averiguar los de magrez y el caballo a quien la
que están contenidos en las Sagra- gordura le hace arisco y refractario.
OBRAS MORALES. DEBERES DEL MARIDO. CAP. III 1321

Pero así como de cuando en cuan- que meditemos mucho y largo tiem-
do hay que verter aceite en el can- po. Por eso nos advierte que «hay
dil para que arda, también llegan que orar siempre». De esa atención
momentos en que en el uno y en intensiva y como vuelo de la mente,
el otro, en el cuerpo y en el espíri- no sea que el cuerpo nos estorbe
tu, vertemos aceite. El cuerpo tiene con su peso, quiere San Pablo que,
sus horas en que hase de cuidar de mientras estemos en ello, nos abs-
él exclusivamente, y las suyas el es- tengamos del ayuntamiento carnal.
píritu, también con exclusión de to- Es cosa de brutos animales todo
do cuidado corporal. Digo esto, no coito que derriba la mente de su
porque exista un trance en que con- cima, como con una máquina bé-
venga que o el uno o el otro se ex- lica. De aquí que aquel sabio anti-
tinga o muera mientras rodamos guo, preguntado que cuándo el
por este mundo, sino porque en es- hombre debía tener ayuntamiento,
tas ocasiones a uno de los dos se respondió: «Cuando querrá envile-
les da el cuidado porque no se aca- cerse y hacerse igual a una bestia.»
be, con esa antagónica particulari- Todo el discurso de la vida cristia-
dad, a saber: que cuando es aten- na debiera ser un ayuno perpetuo
dido el cuerpo brilla más opacamen- y que no pasase ningún día sin ora-
te la luz del espíritu; y cuando se ción. Con todo, los casados cristia-
atiende al espíritu, languidece la nos deben escoger determinados
lumbre del cuerpo y se debilita su días del año en los que se consa-
vigor. El tiempo, pues, en que, me- gren a una estrecha continencia y
diante el ayuno y la oración, rega- a una más fervorosa oración. En
mos con aceite el espíritu, quiere este tiempo no sólo duerman sepa-
San Pablo que nos abstengamos de radamente o, al menos, se priven
todo punto de aquel acto que trae de maritales abrazos, sino que tam-
impedimento al aceite que lubrica bién se comidan en los placeres que
el espíritu, diluyéndole como cuan- obstruyen la claridad del alma. En
do con él se mezcla agua. El ayuno esa ocasión meditarán qué son
viene a ser una especie de atenua- ellos, qué es la vida, qué uso deben
ción que le adelgaza y clarifica para hacer de las cosas de este mundo,
que no cree obstáculo ninguno a la adonde van, de dónde partieron, có-
lucidez y transparencia espiritual. mo fueron esclavos del pecado, có-
Así es como el espíritu, vigorizado mo fueron redimidos por Cristo, y
y ardiente, remóntase en alas de la otros puntos que ningún cristiano
oración, que es una meditación pro- debe ignorar. No obstante, aquella
fundísima de las cosas. Ello no de- "separación de lecho enseña el Após-
be ser cosa de una u otra hora, sino tol que debe ser hecha por consen-
de mucho tiempo, para que el en- timiento de ambos. La gracia de
tendimiento se acostumbre a aquel Cristo es de amor y de concordia,
ascenso a que se debe levantar, libe- no de disensión, no de contristación
rado y aligerado de la pesadumbre fraterna. Lo principal en este pun-
corporal. Quiere Jesucristo Señor to es complacer al prójimo sin ofen-
Nuestro que sean pocas nuestras sa de Dios. Por lo demás, Dios hará
palabras cuando levantamos al Pa- que todo redunde en bien. No to-
dre nuestros pensamientos. Por es- maré a enojo transcribir aquí el
to dice: «Cuando oráis no queráis sentir de San Fulgencio tocante a
hablar mucho.» En cambio, quiere ese tema: No obstante, para que
1322 JUAN LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. TOMO I

todos vuestros actos se hagan con la vida y, por ende, más sabrosa.
honestidad, en el pago de la deuda ¿Y qué más, si tendrás, por añadi-
conyugal, de tal modo el uso de este dura, una auxiliar en tus trabajos
derecho se acomode a la flaqueza de y una compañera en los azares, una
la carne, que la carne no sea escla- confidenta fidelísima de tus cuida-
va del placer, sino que la fuerza del dos y de tus proyectos, y en los
alma, ayudada de la gracia de Dios, trances dudosos una discreta conse-
ponga frenos a la carnal concupis- jera? Aquélla es la verdadera socie-
cencia. La obligación de engendrar dad humana, cuando no sólo es fá-
hijos debe de tal manera ser obser- cil derivar hacia el compañero una
vada por los cónyuges, que, gracias parte de tus trabajos, sino también
a la verecundia que debe acompa- el peso de las pasiones y cuidados
ñar este acto, mientras el alma fiel del alma, que no menos debe lla-
se inclina a esa tarea de la fecundi- marse peso y no menos agobia el
dad, guarde al mismo tiempo con cuerpo, sino también el espíritu,
el favor de Dios la modestia de la que el arar y el cavar o transportar
natural honestidad. Y dice el mis- alguna carga pesada. Y si su cora-
mo San Fulgencio en otra parte: zón lleno y hervoroso no se abriera
Acuérdense, sobre todo, los consor- por algún lado, estallaría no menos
tes cristianos que hay que insistir que una vasija puesta al fuego sin
en las oraciones y limosnas. Ni ningún respiradero, pues son fue-
quieran sumirse en la flaqueza de go los cuidados y arden y queman
la carne, sino apresúrense a subir el Y así, vemos que mu-
corazón.
a un escalón más alto de la vida es- chos, abrumados de cuidados y
piritual. Y para que el espíritu lle- agitados como por un oleaje de
gue a la virtud de la continencia, los movimientos del alma, buscan
cohíbanse más y más los excesos a alguno en quien descargar el pe-
del deseo carnal, para que cuando, so: «¿Hay alguno aquí? No hay. na-
con el auxilio divino, hubieren su- die. ¿Viéneme alguno detrás? No
perado la escala en la que la con- parece nadie. ¿Puedo yo hacer que
yugal fragilidad pide indulgencia, reviente este contento? ;Oh Júpi-
puedan laudablemente subir al que ter! Esta es realmente la hora en
está más arriba, en el cual la virtud que podría tomar con paciencia que
de continencia espera la palma
la me matasen porque no me agüe la
de una vida mejor. Dicho quede vida con alguna pasión este mi go-
esto por lo que toca al espíritu. Pe- zo. Pero no me toparía yo ahora
ro también debe interrumpirse el con algún amigo curioso que me si-
uso del derecho de consorte en los guiese por doquiera que fuese, me
achaques periódicos de la esposa y moliese y me matase a poder de
cuando uno de los dos está enfer- preguntarme: ¿Qué regocijo es és-
mo. Una cosa y otra influyen noci- te? ¿O qué alegría? ¿Adonde voy o
vamente en el nuevo ser. de dónde me escapo? ¿De dónde
El principal fruto de la forma- hubiste este vestido? ¿En qué an-
ción de la mujer revierte al mari- do? ¿Si estoy en mi seso o si estoy
do: la casa se gobierna con mayor loco?» Y otras cosas aún que con
prudencia, se educan los hijos más un gran transporte habla aquel
religiosamente, poca es la licencia mancebo de Terencio, rebosante de
que se da a las pasiones, con lo cual gozo desmedido, que no es parte
se consigue que sea más descansada para contener. Refieren los autores
OBRAS MORALES. DEBERES DEL MARIDO. CAP. III 1323

que son muchos los que murieron ligencia de la verdad. Y no dejará


como fulminados o alampados por de mirar menos por tu bien que
una inopinada alegría repentina, o por de ella misma, y no te amará
de miedo súbito, o de aflicción de- menos que a sí misma, pues ello es
masiada. ¿Qué riquezas son compa- uno de los principales capítulos, no
rables con aquel amigo a quien pue- ya de la filosofía cristiana, sino de
das comunicar no sólo bagatelas y la filosofíamatronal.
festivos donaires y otras ocurren- En elrevelar y confiar secretos,
cias que se muestran por de fuera, dos son las cosas a las cuales suele
sino también admitirle, entrañarle atenderse: amor y prudencia. El
en el sagrario de tu pecho, en aque- amor hace que se quiera mantener
lla intimidad pavorosa, a la cual tú oculto aquello. que fuere peligro ha-
mismo no osas asomarte sin miedo? blar, y la prudencia consigue que lo
¿Un amigo a quien contar las gran- quiera y que lo pueda, pues la re-
des gestas de la audacia, y los su- serva y taciturnidad rígense por la
cesos menudos, y los juegos, y de- prudencia como por un timón. Na-
positar en él los bienes y los males da confíes a mujer imprudente y
ocurridos, y colocar en lugar más parlera, si ya no es que quieras que
seguro los deseos, y con el cual se divulgue, y ten la seguridad que
compartas placeres y gozos, oculta serás por ella servido hasta el abu-
y paladinamente f so. La necia inmediatamente se de-
Así dice el viejo Ennio. A un ami- lata por sus palabras, o por sus pa-
go así acudimos en busca de un labras será muy fácil colegirlo. La
consejo cuando tenemos, de él ne- mujer locuaz y liviana es pregunta-
cesidad, a saber: cuando, por tener dora, nos dijo Horacio como por
el espíritu perturbado, como con aviso. Las mujeres deesa calaña son
polvo echado delante de los ojos, no siempre indagadoras, curiosas, has-
v-emos con suficiente claridad ni la ta ansiosas, si piensan que alguna
realidad ni la conveniencia de las cosa es muy secreta y apartada, con
cosas. No tiene la vida aliño ni sa- razón, del conocimiento de todos;
zón comparable con esto, ni sabo- no tienen reposo hasta que han pe-
rean tal dulzura los amantes que se netrado en él y lo conocen a fondo:
pasan en amoríos la brevedad fugaz conocidas de muchos, conocen tam-
de esta vida. Y si tamaño bien pro- bién a muchos, lo que no pueden
porcionan los amigos, quienes no conseguir si no poseen los secretos
solamente no comparten la cama ni de muchos y no lo han contado a
la cámara, sino que viven en casa muchos; traban conversaciones con
aparte y a veces separados por ciu- muchos, calladitas y habladas al oí-
dades y comarcas, ¿cuánto mayor do, y estando ociosas o, mejor, mal
no será en aquellos que viven en ocupadas, con todo, parecen estar
compañía indisoluble y se encuen- ocupadísimas. Otras hay que adole-
tran en la misma casa, en la misma cen del vicio de la fruslería, porque
mesa, en el mismo lecho? La espo- están vacías de todo lo que no es
sa, pues, si estuviere bien enseñada, sustancia. Son como la campanilla,
guardará el secreto, porque es ca- que tañe más nerviosa y agudamen-
llada y es fiel, y dará el consejo si te cuando está vacía de cualquiera
se le pide, porque es prudente, y cosa, menos el badajo; mas si se
su ingenio, gracias a la instrucción, llena de alguna cosa entonces per-
tiene suficientes luces para la inte- manece muda. Otras hay que a sí
1324 JUAN LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. TOMO 1

mismas se conceptuarían descorte- i un ladrón llamado Policedes para


ses y poco amigas si en las tertulias I
quien no bastaba que las arcas es-
no derramasen en el seno de sus tuvieran cerradas, sino que era me-
amigas los secretos de sus maridos, nester que se fingiese que las arcas
de sus padres, de su propia casa, estaban vacías y que todo cuanto
que debieran guardarse en lá más había en la casa se le mostraba no
absoluta reserva y apartarse de la" guardado. Y cuentan de tiempos
vista ajena, creyendo que con esta más remotos aún que una raposa
confianza, como con una alianza, co- tuvo una familia espléndida y rica,
rroboran y santifican sus amistades. y que tuvo algunos hijos, quienes
Las hay que gozan que se las diga advertían a la madre de lo que
y se las tenga por propaladoras de creían seguidamente debía hacerse
rumores sensacionales, o muy re- en la casa y en la hacienda. Mas
cónditos, o muy atroces; y de este ella, que era vieja y le había hecho
género de forjadores de bulos los avisada la experiencia, a su oreja
hay también, y no pocos, entre los derecha llamábala la prudencia y a
varones, que se creen admirables si su oreja izquierda llamábala la me-
cuentan mentiras maravillosas. Con moria. Cuando veía que sus cacho-
esta conducta se creen demostrar la rros se pegaban a su oreja izquier-
mucha autoridad y crédito de que da, después de ponderar lo que le
gozan ante la pública opinión, pues- decían, con frecuencia los compla-
to que han entrado en posesión de cía, dando gusto a sus hijos con al-
arcanos tan abstrusos. De éstas son gún gasto pequeño. Mas cuando ha-
las más, por ignorancia de cosas cían corro en torno de su oreja de-
mejores. recha, casi nunca defería a su pe-
Tuvo antigüedad graves varo-
la tición, aun cuando, no dándose na-
nes que prohibieron comunicar se- da de las voces de sus hijos, debiera
creto alguno a ninguna mujer, fue- volver a su casa con una presa me-
se madre, fuese hermana, fuese es- nor, siempre que el daño no fuese
posa. De este mismo parecer fué demasiado considerable. Y como

Porcio Latrón: La mujer dice no ellosacusasen a su madre que. re-
más puede callar lo que no sabe. chazando su consejo, había sido su
Por cierto que yo vi grandes ejem- caza menos fructuosa: Pero, hijos
plos que confirman estas añejas míos — respondía —
yo traje a casa
,

sentencias. A las mujeres que fue- algo mejor que una buena presa, a
ren así, o corrígelas, o evítalas; saber: la tranquilidad, que, gracias
pero más valdrá que te esfuerces a mi autoridad, conservo. Si sus
por mejorarlas, pues con una breve |
hijos habíanla aconsejado torcida-
molestia vas a cosechar frutos co- mente, ella, suave y apacible, les
piosos. La primera providencia que hacía ver el yerro. Y así aconte-
debes tomar es que no des a nadie cía que. repelidos en sus excesi-
una soga de la cual pueda hacerte un vas injerencias y enseñados en sus
lazo. ¿Qué cosa puede haber más sa- equivocaciones, crecían en el respe-
ñudamente hostil? De ello habla el to y veneración de su madre. Mas
Sabio en las Sagradas Letras: No cuando sus consejos eran realmente
pongas en mano de la mujer la po- vulpinos y como parecían bien en
testad de tu alma, no sea que entre unos hijos para con su madre, de
en tu fortaleza y quedes confundido. tal modo ésta los hacía suyos, sin
Cuentan que antiguamente hubo mostrar admiración por ellos, como
OBRAS MORALES. DEBERES DEL MARIDO. CAP. IV 1325

si fueran cosa nueva e inaudita, cuentes, hasta el punto de no decli-


sino como si en ellos viese la inve- nar una miseria prevista y cierta
terada condición de raposa que le por no separarte de aquel dictado:!
era tan familiar, y acababa por ala- En toda deliberación nuestra acerca
barla, reconociendo la legitimidad de la vida grandes son las tinieblas
de su prole, que aprendía el autén- que ofuscan nuestros ojos, y nos es
tico arte raposeril y se mostraban desconocido el sendero en que debe-
aventajados discípulos e hijos ejem- mos poner nuestros pies. Así que
plares. Y entonces, porque mejor hemos de menester luz y f. iía. La
conociesen que trataban con una ra- más clara lumbre de toda vida
'
.

posa veterana, enseñábales lo que, en cualquiera de sus estados es


en el consejo, podían haber pensa- Dios, que es el Sabio único, que es
do, o más cuerdo o más eficaz. el Solo que tiene ojos y clarividen-
cia y conoce por qué camino debe
and'ar cada uno, no ya de los hom-
CAPITULO IV bres, sino de los ángeles y todo
cuanto contiene el universo mundo.
DE LA CASA Jenofonte, en el libro primero de
los Comentarios de Sócrates, dice:
Tales como dije hasta ahora se Si alguno, con olvido de los man-
conducirán los esposos entre sí en damientos de Dios, va en pos de lo$
sus relaciones morales e íntimas. humanos, obra de la misma manera
Ahora voy a hablar de la parte ex- como si, en lugar de un guía cono-
terna, respecto de la cual el marido, cedor del camino, tomase un laza-
si es que no se ha propuesto llevar rillo ciego e ignorante. Y a segui-
una vida infeliz, no seguirá las des- da el mismo autor reprende agria-
variadas y necias voces del vulgo, mente a aquellos que, atentos a los
que le llama por otros caminos, ni juicios humanos, abandonan los di-
los trampantojos que se oponen a la vinos. Ninguna cosa hay tan prác-
razón y al bien. No es fácilmente go- tica, no solamente para la eterni-
bernable la ciudad que remeda a la dad, sino para ordenar la vida de ca-
ciudad vecina, ni la casa que se da uno, como la ley divina, cuyo gra-
acomoda al ejemplo de la casa con- do más bajo anda muy por encim*
tigua, ni cada uno de nosotros, que de la más empinada cumbre de la
vive exactamente igual que los sabiduría humana. Medita tú coe
otros viven. Es un error fatal en la todo ahinco y reverencia esta ley
vida que los hechos ajenos nos lle- y promúlgala en tu casa como la
ven detrás de sí como un dechado, más recta norma de todas las accio-
hasta el punto que no hacemos cosa nes. Amuy larga distancia, y con
alguna porque así deba hacerse, todo, relativamente próximos están
sino porque así acostumbró hacer- los que, por su talento, por su sa-
se. ¡Qué locura no es querer que a biduría, por su virtud, siguen a
ti te vaya mal porque le va al ve- Dios hasta donde les es posible y
cino, y mientras que los otros pa- en esta carne mortal reproducen co-
decen las consecuencias de su error mo una sombra de la vida divina.
por obrar así, obrar tú de la misma De este número son los Santos y
manera, sin considerar el resultado, los amadores de la sabiduría, come
y que sólo tenga fuerza y crédito no faltaron entre los mismos genti-
en ti la unanimidad de los delin- les a quienes la Naturaleza dotó d*
1326 JUAN LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. TOMO I

un fuerte vigor mental. Dirá algu- que los hombres buenos? ¿Y se-
no, por ventura Es cosa dura rá más segura la libertad que
:
se
para un hombre solo oponerse al proporciona al mal que la que se
consentimiento multitudinario como concede al bien y a la utilidad pú-
a un bravio torrente despeñado. blica? ¡Reírse han de él si tal hace!
Sí; pero la virtud, cuando es recia, El mundo es un reírse recíproco. El
huelga de actuar en circunstancias necio se ríe del cuerdo-; el cuerdo
duras y difíciles. Mas tampoco se- se ríe del necio. ¿Quién prefiere que
rás solo, porque así como fueron se ría de ti? Platón —
dijo un anti-
muchos los que siguieron el mal ca- guo vale más para mí que todo el
mino, no han de faltar, a fe, los que pueblo ateniense. Y para mí un
no desdeñarán el bueno que tú pi- hombre sabio pesa más y tiene más
sas. No se ha de desesperar del gé- precio que la infinita turba de bár-
nero, especialmente cuando no hay baros y de idiotas. ¿De qué parte
virtud alguna que no esté aneja al prefieres estar? ¿De
parte de Dios
la
provecho, así como el vicio siempre y de su sabiduría contra la necedad
mora en los arrabales del daño. de los hombres, o de la parte de la
Vamos a entrar en el régimen do- necedad, contra Dios? A pesar de
méstico, donde el trabajo, la econo- todo, yo no te aconsejo que debas
mía, la frugalidad, ¡cuántas venta- de tal manera evitar la costumbre
jas acarrean para la vida y para general, que vayas a dar en el ex-
una gran multitud de virtudes sobe- tremo opuesto. Como, verbigracia,
ranas, como son la templanza, la si un hombre dado al lujo se viste
continencia, la pudicicia, la fideli- de seda y de brocado, tú te vistas
dad! Los vicios que a esas virtudes de cáñamo; si luce una sortija de
se contraponen nacen de la desidia, oro con una piedra que le costó mil
del lujo, de la prodigalidad. ¿Y qué ducados, uses tú un anillo de hierro
más, si tenemos los ejemplos de o de estaño con una guija incrusta-
aquellos que, no sintiendo para el da; si se alimenta de capones y de
vulgo necio más que desprecio y perdices, tú mezcles con tu pan de
desdén, pusieron todo su empeño y salvado un companage repugnante
todas sus miras en el juicio, en la y nocivo. Todos los actos de la vida
razón, en la honestidad, y consiguie- tienen ciertos límites, en medio de
ron la alabanza y la admiración de los cuales consiste la virtud. En el
aquellos a quienes despreciaban, y conocer estos límites y en mante-
que luego fueron en seguimiento su- nerse en ellos ejerce la prudencia
yo? Así galardona la virtud, o, con su oficio y su jurisdicción, pues, co-
mayor verdad, Dios, cabeza y padre mo Horacio dijo: Mientras los ne-
de toda virtud, a aquellos que hacen cios evitan unos vicios, van a parar-
más estima de sí que no la hacen en los contrarios. No tienen mis
los hombres. ¿Por qué un hombre avisos la intención de abolir en las
cualquiera, que será estúpido, o ne- ciudades la urbanidad ni de la socie-
cio, o depravado, o corrompido, osa- dad humana la mutua cortesía, sino
rá introducir una moda procaz, y que estas cualidades, que han em-
el varón sabio no osará introdu- peorado evidentemente, se erijan en
cir una costumbre honesta? ¿Será normas usuales de convivencia. Así
menester en el linaje humano, por como en la ciudad no habría cosa
ventura, que tengan más ensanches más desigual que la igualdad abso-
y libertad los malos e insensatos luta, así tampoco conviene en ma-
OBRAS MORALES. DEBERES DEL MARIDO. CAP. IV 1327

ñera alguna que en la casa sean consejo y de buena gana la dejaría


iguales.No hay igualdad en aquella disponer a su arbitrio y según su
república donde el simple ciudada- buen juicio las cosas de la mayor
no es igual al que ejerce cargo o importancia, por su probada honra-
magistratura, y el hombre plebeyo dez y su capacidad y sentido prácti-
al senador, sino una confusión y co. Y la hay a quien no confiaría la
subversión de todos los oficios. Los cosa más baladí, bien por su falta
reyes de la casa son el marido y la de probidad o por su bobería.
mujer, que recibieron de Dios este Demás de esto, las costumbres va-
precepto: Tened dominio sobre los rían según las regiones y se diferen-
peces del mar y los volátiles del cie- cian enormemente. Pomponio Mela,
lo y todos los seres que se mueven que describió el mundo, nos cuenta
sobre la tierra; llenadla y sojuz- que las mujeres en Egipto acostum-
yadla. De la mujer dijo el mismo braron ejercer sus profesiones fuera
Creador de todas las cosas que debe de casa, a saber: van al mercado y
ser ayuda del marido. Por tanto, el a los negocios, y los varones, en
señor de toda la casa es el marido, cambio, hacen en casa sus faenas
sin provocación, sin querella, pero y. cuidan del régimen doméstico. Di-
con mayor autoridad y derecho en ce además que las mujeres ponen
todo cuanto atañe al régimen do- las cargas en sus hombros y los va-
méstico y familiar, análogamente a rones encima de sus cabezas. En Ho-
los que tiene el rey sobre su reino. landa, las mujeres practican el co-
La esposa es como la gobernadora mercio y los varones beben cerveza.
de todos los demás, pero bajo la au- Estas costumbres no merecen mi
toridad del marido. Existen en la aprobación ni son atinentes a la Na-
casa determinadas cosas que caen turaleza, que a todos los varones
específicamente bajo el derecho y atribuyó espíritu generoso, elevado,
la autoridad del varón, sobre las diligente, trabajador, para desple-
cuales sería torpeza, y aun delito, gar sus actividades fuera del recin-
que la mujer resolviese nada sin co- to doméstico y acarrear convenien-
nocimiento del marido, como, por cias a la mujer y la familia, para
ejemplo, sobre la admisión de un gobernar a las mujeres, a los hijos
huésped, la colocación de una hija. y a los criados. Y a las hembras, al
Pero las hay otras acerca de las contrario, les dió espíritu medroso,
cuales el marido delega todo su de- guardoso, apocado, para que estén
recho a su honrada mujer, como so- sometidas a sus maridos y conser-
bre la servidumbre femenina, sobre ven lo por ellos buscado y granjea-
la cocina y casi la totalidad de su do. Acuérdense los maridos de que
ajuar. son varones. Por eso, en los varones
Y aún hay otras cosas en cierto parece bien el pecho varonil, esto es,
modo intermedias, como cuando tie- recio, alto, no solamente proporcio-
nen que venderse determinados nado a su misión, sino aun superior
efectos sobrantes de los enseres do- a ella. Y la Naturaleza no solamente
mésticos o se han de comprar otros atribuyó a los varones facultad e
necesarios, los cuales, conforme es instrumento adecuado a esa facul-
la ingeniosidad de la mujer y su tad, para trabajos mayores, sino que,
probada fidelidad administrativa, para llevar adelante estos empeños,
conviene que sean dejadas en su ma- los invitó y los condicionó con '

no. Hay mujer de quien yo tomaría los medios conducentes, y porque


132S JUAN LUIS VIVES.
.
OBRAS COMPLETAS. .
TOMO I

pusiesen cumplimentarlos con ma- llamada Partenón, donde estaban las


yor holgura, librólos de los trabajos doncellas.Todas las demás estancias
y molestias del otro sexo: del acha- eran comunes. Nosotros no tenemos
que menstrual, del embarazo, del tales departamentos, aun cuando la
parto y de la lactancia; oficios todos cocina es lugar más indicado para la
éstos trabajosos, que la mujer so- mujer que para el marido, en la cual
porta sentada en casa, ciertamente, la mujer es reina absoluta, señera
pero con tanta depresión física y y sola. Pero de tal manera, que ella
moral, que no puede menearse. ¡Va- ponga mano en los guisos cuando se
liente faena que el varón, con toda aderezan, no contentándose con dar
su fuerza y su soltura expeditiva, órdenes y salir luego de ella. Revise
busque fuera de casa lo que necesi- y reconozca con frecuencia la casa y
tan la casa y la mujer! Por ende, el ajuar, para remendar lo gastado
aviva el seso y ejercita todos tus re- y lo roto, y si alguna cosa hace fal-
cursos físicos y morales porque no ta, signifíquelo al marido oportuna-
falte nada a tu esposa y a tu familia. mente; alterne con sus hijos y con
De este modo te será fácil contener las criadas; con los criados no ten-
a cada cual en su deber. ¿Qué ma- ga mucha comunicación, ni tú tam-
rido tan fiero hay y tan pecho de poco la tendrás con sus criadas. No
diamante que. pudiendo con aquel permitirás que esté ociosa sentada
trabajo subvenir a su esposa, podrá —
en casa. La mujer dice Publio Si-
sufrir verla carecer de las cosas ne- ró— cuando piensa a solas, piensa
.

cesarias para la vida? Es más: fal- mal. Se ejercitará en alguna ocupa-


taría a su recto y honrado deber si, ción, no tan delicada y primorosa
aun a costa de su sangre, no se des- como útil, aun cuando fueres rico,
velase por el bienestar de su esposa. porque no hay cosa más voluble y
De ahí puédese colegir cuán mise- tornadiza que la fortuna, aun siendo
rables y abyectos son aquellos mari- brillante y firmemente asentada.
dos que quitan a sus esposas unos Añádese a esto que aquello que tie-
dineros que se juegan a los naipes o ne alguna utilidad práctica interesa
se tragan en glotonerías. Este caso y ocupa más el pensamiento de
es de todo punto imposible verlo en quien lo hace y no permite fácil-
ninguna especie de animales, a sa- mente desvíos y distracciones y aca-
ber: que el macho no solamente fal- para más y más la atención. Mas, al
te a su hembra, sino que sustraiga exigir a la mujer algún trabajo, ha-
de su alimento y comodidades todo se de tener cuenta con su salud y
cuanto pueda. Los hombres que tal disposición física, pues ni has de
hacen, por su malicia, por su dege- permitir que dé paz a su mano, ni
nerada pequeñez de alma, son infe- la apremiarás con tal urgencia que
riores a las bestias. ¿Qué diferencia aflijas su salud, especialmente cuan-
existe entre las bestias y ellos, que do Naturaleza la tiene ocupada en
la
nada tienen de humano, sino el ros- sus achaques de mujer, que sufre
tro? Hubo antiguamente en la Gre- con harta frecuencia: en las moles-
cia una estancia en las casas que se tias de la menstruación, en el preña-
llamaba Andronitis, donde se re- do, en el parto, cuando es reciente.
unían hombres solos, con exclusión Ni permitirás que sea retozona.
de toda mujer, y otra, llamada Gine- ¿Qué cosa buena puede pensar cuan-
conit's, donde estaban las mujeres, do retoza? La mujer de por sí es un
con exclusión de todo varón, y otra, animal inclinado al placer en dema-
OBRAS MORALES. DEBERES DEL MARIDO. CAP. V 1329

sía.La casa sea para ella tan ancha CAPITULO V


y holgada como la mayor de las ciu-
dades, de modo que salga raras ve- DE PUERTAS AFUERA
ces y que le parezca que va a em-
prender una peregrinación a Tierra No deja de ser cierto que en la so-
Santa, Roma o Santiago todas las ciedad y en la humana convivencia
veces que tuviese que sacar el pie los unos contaminamos a los otros,
afuera. Irá exclusivamente a aque- como ocurre con las frutas o con el
llos sitios donde no puede excusar- ganado, deslizándose primeramente
se de ir; ni se busque afines, parien- el contagio poco a poco de los unos
tes, amigos, quiero decir ocasiones a los otros y cundiendo luego a sus
de andar de acá para allá. San Pa- anchas y calando todos los senti-
blo señala para su deshonra a su dis- dos lleva la corrupción al alma: por
cípulo Timoteo a aquellas viudas los oídos, con las palabras; por los
que vagan ociosamente de casa aje- ojos, con las acciones y con el mal
na en casa ajena, de donde nace la ejemplo de las acciones. Por esto
ociosidad y el garlar insulso y mu- el sacro y real Profeta nos avisa que
chos otros géneros de vicio. San Pa- andemos con el santo y el inocente
blo nos avisa que estas viudas de- y evitemos Id nociva camaradería
ben esquivarse. En los templos lo del impío. De ahí que si es cosa que
que cuenta es la piedad, no la fre- esté en tu mano, tienes que escoger
cuencia ni las funciones concurridas. para vivir una ciudad seria y mo-
Ocasión grande de pecado hay don- rigerada en donde estén reducidos
de se ora piadosamente. Ojalá cun- al mínimo los corruptores y los co-
diese por doquiera la costumbre que rrompidos; y si no pudieres esco-
hay en esta Bélgica, a saber: que to- ger una ciudad así, procura que sea
das las mujeres saliesen de casa con así tu vecindad, y en último térmi-
la cabeza cubierta, pero no envuelta no los que se llegan a tu casa. Har-
toda en el velo, por manera que no tas veces son introducidos como
puedan ser reconocidas por los que amigos y se conducen como enemi-
las miran con el mayor interés, gos, y por eso mismo dañan más
mientras que ellas no dejan de ver cruelmente cuanto mayor es la bon-
a ninguno y pueden contemplarlo dad con que se los distingue. Abu-
a placer; pero sí con tal modestia, san de la pureza de la amistad para
que no estén expuestas a las mira- la bellaquería. Es menester una pre-
das de todos ni ellas puedan mirar a via exploración de la conducta de los
los otros sino de frente y a alguna amigos y de los conocidos porque no
distancia, sin volver francamente la introduzcan la maldad en tu casa;
cabeza. Ni conviene que salga sola luego el concepto en que son teni-
ni demasiado acompañada. Esto últi- dos porque no dejen mancilla ni
mo es perjudicial, por el gasto que oprobio en la casa donde entraron;
supone y por el fausto que ella de- cual fué Sergio Catilina, según tes-
sea ostentar con aquel cortejo de timonio de Marco y de Quinto Cice-
honor. Acompáñenla aquellos que rón el cual, con sólo entrar en cual-
;

honren su dignidad matronal, pero quiera casa, dejaba en ella un rastro


que no pongan mancilla o sospecha de deshonra y de ignominia, aun
alguna en sus costumbres, que son cuando no hubiera habido culpa.
la gala y el decoro del matrimonio. Para esa amistad que constituye
el matrimonio no vale aquel aforis-
1330 JUAN LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. TOMO I

mo pitagórico que son comunes to- multitud escenas que inflaman más
das las cosas de los amigos y aun to- aún el deseo carnal, que de suyo ar-
dos los mismos amigos. Hablamos de de ya demasiado. Qué eclipse de
¡

la amistad corriente, pues la otra, buen seso padecen los maridos que
perfecta y absoluta, raras veces se compran esas tablas y esos lienzos
cultivó entre los hombres; la cual, y los cuelgan, encima del lecho ma-
si existiese, no habría nadie que trimonial, en las propias cámaras
guardase con mayor respeto la ma- nupciales!
dre de cuyas entrañas nació, como Reproche igual merecen aquellos
la esposa de su amigo; ni el recí- maridos que en presencia de sus hi-
proco amor de los amigos serviría jas y de sus esposas no tienen re-
para la contaminación y deshonra, paro en vomitar expresiones sucísi-
sino para la guarda de la castidad mas. En ello no hacen más que de-
conyugal y de todas las restantes mostrar su liviandad y su mente-
virtudes. ¿Qué amistad es esa que catez, y que dentro de su pecho, en
empeora la condición de aquel a lugar de corazón, tienen una úlce-
quien amas? ra maloliente, de la cual mana tanto
Y también hay que parar mientes pus hediondo. Xi admitas en tu ca-
en quiénes son los parientes y deu- sa tertulias de jóvenes, donde se or-
dos de tu esposa: de qué carácter, ganizan bailes, juegos, meriendas y
de qué costumbres. Los oídos deben otras disipaciones que perjudican la
conservarse puros. Hierón de Sira- oolsa y no contribuyen al buen
cusa impuso una fuerte multa de nombre, enemigas de la doméstica
dinero a un poeta porque recitó un quietud, polilla de la castidad, y
poema erótico a oídos de su mujer. finalmente, y es esto lo principal,
Los hay que están creídos que las aborrecibles a Dios. Esto ni lo su-
conversaciones escabrosas son la fras en tu casa, ni lo apruebes en
flor de la urbanidad y que quien la ajena, ni conduzcas allá a tu mu-
no se huelga con ellas es un hombre jer ni a tus hijas; no lleves la es-
absurdo de una aldeana severidad. topa al fuego. Y puesto que, como
Y, en su disculpa, citan aquel ada- dijimos, ninguna otra cosa se ha
gio sacado de la hez: Todo es sano de fomentar ni aumentar en la mu-
para los sanos. Pues es de saber jer tanto como el pudor, de. donde
que San Pablo, escribiendo a los le viene el nombre a la pudicicia, allí
Corintios, teniendo que aducir un debe guardarse principalmente don-
verso de Menandro, como saliendo de haya quienes le merezcan respe-
el encuentro de la perezosa opinión to y de quienes tema que tengan
de esos tales, empieza por decir: mala fama. Tales son, en primer lu-
.Yo os queráis engañar; apolillan gar, aquellas que él tiene por la?
las buenas costumbres las pláticas más honradas del mundo luego, los ;

malas. Nos contagiamos con sucias amigos, los parientes, los conocidos
y torpes palabras que, por el oído y aquellas a quienes trató desde la
se adentran hasta el alma nos con-
; niñez, siempre que sean buenas,
tagiamos con hechos y pinturas obs- puesto que no hay cosa más perni-
cenas, por medio de los ojos que im- ciosa que las malas. Aprenda a te-
presionaron el alma, de manera que ner en mucha estima a la fama, y
no sin razón señala Aristóteles una temer la mala y gozarse con la bue-
sanción pública para aquellos pinto- na : Xo es asaz casta dice aquel —
res que proponen a los ojos de la Declamador aquella mujer de quien
OBRAS MORALES.— DEBERES DEL MARIDO. CAP. V 1331

se piden noticias. Y dice otro de la; nes el maestro del gimnasio, por
misma escuela: Aquella mujer que desviar al mancebo de la tentación
puede no temer la opinión de adul- de imitarlos y porque supiese que
terio, no puede temer el adulterio. asistía a una escuela donde ni se
Gran fuerzatiene en el espíritu podía recomendar una cosa mal he-
generoso la estimación que se tiene cha ni podía quedar oculta siendo
de él así como al ruin, al abyecto, tantos los espectadores; y que la
;

no se le da cosa en su buen nom- descalificación era lo que le espera-


bre y del concepto en que se le tie- ba a quienquiera faltase a las re-
ne, porque no sufre aspirar allá don- glas del juego pulcro. A los demás
de desespera de llegar. Así que la que acostumbraban acudir a su es-
alabanza no le enciende ni mueve a cuela, Eubulo los alababa con gran-
hechos egregios, de forma que si por des encarecimientos para aguzar su
alguna eventualidad la consiguió, destreza y acuciar la diligencia de
contento y orondo con ella, como su joven discípulo, porque de aque-
con un premio de lotería, retrocede lla manera se aficionase a oír su elo-
inmediatamente. En cambio, el es- gio y se avergonzase de su pereza
píritu elevado y magnánimo, a gui- y cobardía, siendo mirado por los
sa de la llama, toma bríos con ojos de tantos luchadores fuertes.
aquel viento, y cuanto más se cree Muy bien, y según el sentir de la
ser tenido por mejor tanto más se Naturaleza, dice aquel famoso Héc-
esfuerza por ser en realidad lo que tor en el poema de Nevio: Alégro-
parece: en un espíritu combativo, me padre mío, de ser alabado por
>

por el amor de la gloria; en un es- ti, héroe alabado. Al ateniense Te-


píritu perfecto, por el amor del místocles no le dejaban dormir los
ejemplo y de la virtud. Por eso hay trofeos de Milcíades. Ni Aquiles hi-
que soplar en este fuego con el so- ciera tan grande caudal de la gloria
plo tuyo y con el ajeno, con el sil- militar si no hubiese tenido más
bido, porque arda así como es me- testigo y árbitro de su valentía que
nester. Tersites. Pero le aguijaban como
Provechoso será al marido cono- espuelas Ayax, Diómedes, Ulises.
cer la costumbre de Eubulo, el fa- Néstor y los hijos de Atreo y Héc-
moso gimnasta: Habiendo entrado tor, su enemigo, quien no había de
en su gimnasio un mancebo lla- desaprovechar la ocasión de hacer-
mado Acetes, Eubulo le componía le daño si él hubiera aflojado un
inmediatamente al estilo del atleta punto en sus fuerzas y en su pug-
Asbilo Crotoniata, que había gana- nacidad ardiente. Y no era aquello
do el campeonato; mas a aquellos ciertamente un liviano aguijón
que, bien en la carrera, bien en la ¡Ay compañeros! ¡Qué grande due-
lucha, o en cualquiera otra manera lo sentirá la Grecia! ¡Y gozará la
de combate, o habían caído cobar- casa de Príamo y la juventud de
demente, o criminalmente habían Troya
hecho a otro zancadilla, o se habían Con los otros has de tratar con
agarrado con él, o habían hecho uso suma circunspección de tu esposa.
de cualquiera otra añagaza antirre-' Más que nada, debe el marido reca-
glámentaria y que ten había visto el tar en el más secreto de los miste-
mismo Acetes o lo -había oído, de rios las intimidades del matrimonio,
forma que era imposible el disimu- a las cuales nadie sino tú puede
lo, llenábales de denuestos y baldo-
f
acercarse sin que te ganes nóta de
1332 JUAN LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. TOMO I

mentecatez y te crees enemistades CAPITULO V I


en tu casa. Ejemplo vivo de ello es
Candaules, rey de Lidia. En las Sa- DE LOS ATAVÍOS
gradas Letras léese el encomio de
la perfecta casada, y en él, demás Dios cubrió a los primeros mor-
de otras cosas, se dice: Y su mari- tales,Adán y Eva, para apartar de
do la alabó. Esto recomendólo con los ojos todo lo que pudiera ser cau-
sus elogios el marido. ¿Qué alaban- sa de vergüenza. Más tarde, la nece-
za puede haber más abundante y sidad veló lo restante del cuerpo, se-
magnífica para la buena casada? Es gún el temple del cielo: en unas re-
la mayor que se le puede tributar y giones, para resguardo del frío, en
que debe valer para ella tanto como otras, para reparo del calor. De ahí
una nutrida ovación en el teatro que en todas las ciudades y en to-
más abarrotado. Peligrosa es siem- das las agrupaciones humanas aña-
pre la alabanza de la mujer hecha dióse algo para solaz de los ojos de
por su propio marido, pues o ha de los espectadores, de modo que an-
cargar con la sospecha de bobería y duvieran aliados el buen parecer
de ligereza y que los mal pensados y la necesidad. Mas el natural tor-
digan que saca a la venta a su mu- cido de los hombres en toda cosa
jer, puesto que la encomia, o que buscó honra y belleza: en lo bue-
aquellas dotes, sobre las cuales los no, en lo malo, en el luto, en la
celos no tienen jurisdicción y que propia ignominia, convirtiendo aque-
más debieran reprimir que excitar llo que inicialmente fué concesión a
los malos deseos ajenos, hartas ve- la vergüenza y a la necesidad en
ces animan a los caracteres depra- motivo de honra y de gloria. Por
vados e intentar su corrupción, bien eso no reconoce límites el lujo, es-
así como las virtudes de Lucrecia a pecialmente en aquellos que se
Sexto Tarquinio. Xo faltan quienes afanan por hacer su atuendo más
son de tan torcidas y perversas in- honrado que su propia persona, co-
tenciones que desean con el máximo mo son la más parte de las mujeres
encendimiento aquello mismo de y no pocos hombres. Con mucha ra-
que debieran abstenerse en grado zón el filósofo, fuere quien fuere,
sumo y de lo cual les alejan todo dijo a aquel fulano que andaba en-
derecho y equidad, que parece que greído con las galas de su indumen-
se enardecen por lo mismo que les to: ¿No acabarás nunca de apro-
es menos lícito. Con grandísima piarte el mérito de la oveja? Aris-
penetración se percataron de ello tóteles, en sus obras políticas, in-
aquellos sabios que dijeron que lo troduce a un magistrado, ginecono-
más seguro era que no fuese co- mon, cuyo cometido consiste en cer-
nocida la mujer. Hanse de remover ciorarse que el aderezo mujeril no
todas las ocasiones de pecado, to- excede la medida del buen gusto o
dos los asideros del delito. Nuestro es poco congruente con su edad y
Señor Jesucristo exhorta a los su- su condición social. Tenían los ro-
yos, a hombres y a mujeres, indis- manos sus leyes suntuarias, con las
tintamente, que con muchas y en cuales se acudía al remedio de ese
carecidas súplicas pidan al Celestial mal. Ahora no existen tales leyes
Padre común que no seari induci- ni tales funcionarios. A cada cual
dos a tentación. le es lícito todo cuanto está a su
alcance; o, mejor dicho, todo cuan-
OBRAS MORALES. DEBERES DEL MARIDO. CAP. VI 1333

to está a su alcance le es lícito, no tu mujer sea la inventora e intro-


por las leyes o por equidad y bon- ductora de moda alguna nueva ni
dad, sino según sus posibilidades. en su vivir ni en su vestir, por la
Por todo esto, parece bien que cada cual sea conocida en la ciudad.
cual se erija en su casa en ley y Menos se advierte lo acostumbrado.
en funcionario para ese menester, Pero ya en su casa, no ponen la
para la conveniencia privada y para mano en lo que les importa; evitan
el buen ejemplo público. Lo prime- con todo melindre la cocina y aun
ro que tiene el marido que reflexio- todo otro lugar donde haya la más
nar es que su mujer no tiene otros pequeña suciedad; y casi nunca se
ojos para los cuales se adorne, sino mueven del mismo lugar, especial-
los de su marido: La mujer del mente si está terso y lucido, por no
ciego, ¿para quién se afeita?, dice mancharse el vestido o porque no
el proverbio vulgar. Con razón man- se descomponga nada de aquel ar-
daba el legislador de los lacedemo- tificio que montaron con tanta afi-
nios: Que las doncellas saliesen de ción y cuidado, de donde nace aque-
casa con el rostro descubierto, por- llavanísima ocupación: que no ha-
que buscaban marido; empero las ya el más leve desarreglo. Así que
casadas con el rostro cubierto, por- son las esclavas de su tocado, con-
que ya lo tenían. Enloquecido está sagradas todo el santo día a con-
aquel marido a quien puede agradar- servarlo intacto, olvidadas o ajenas
le su mujer sino compuesta y enga- de cualquiera otra ocupación. ¿Y
lanada. Las virtudes son lo que le qué diré? ¿Cuánta soberbia se ori-
cteben tener prendado, no el corpiño gina de aquí? Cuanto más adereza-
ni el collar, ni aun su cutis nativo. da sale, tanto más desprecia a las
¡Cuánto menos la sórdida pintura y otras, creyéndose superior; y des-
los cosméticos nauseabundos! Si és- lizándose y gateando el despecho de
tos te complacieren, cuando mirarás las más humildes, enciende la ciu-
su rostro natural, te dará ascos. Es- dad toda en envidia y en odios mu-
ta afirmación está bien para tu ami- tuos. Lo cual, hartas veces, envolvió
gada, pero no para tu esposa, pues a los pueblos en rivalidades encona-
con ello demuestras querer que se das, como en tiempo de nuestros pa-
te excite la sensualidad y que no es dres aconteció en Barcelona, ciudad
la interioridad lo que te enamora. de Cataluña, en España, cuando las
Y de cualquiera manera vaya ves- esposas de los mercaderes, en sazón
tida tu esposa, te agrada, puesto de estar en su mayor auge y floreci-
que tal es el alma, tal es el cuerpo, miento el comercio con Alejandría,
¿a qué viene un tocado tan prolijo, eclipsaban en lujo y suntuosidad de
tan molesto, tan peligroso, tan per- aderezos a las damas de la más em-
judicial? Las mujeres bien adere- pinada nobleza. Y no hay tasa ni
zadas y compuestas huelgan de sa- medida en ese desenfreno, pues de
lir y de ser miradas; ése y no otro día en día se irrita más y más a sí
es el fruto de aquel gasto y de aquel mismo este lujo furioso, bien por su
cuidado tan grande. Y el hombre propio natural, bien por emulación
que la ve siéntese solicitado a de- insana. A esto se añade que una co
sear aquella hermosura realzada, ali- sa nace de la otra, como lo cuenta
ñada, alcahueteada por el atavío. la mitología del dragón de Lerna;
Tú vigila con la más despierta de el vestido precioso pide haldas de-
las diligencias y no consientas que centes y cintas que no desdigan;
1334 JUAN LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. TOMO I

el halda y las cintas exigen un co- que no tienen reparo en satisfacer


llar congruente y una bufanda de a costa de la honestidad la pasión
pieles peregrinas; y el collar y la de su ornato personal. Pero las
bufanda quieren ricas manillas y más ricas, cuando ven que las de
manguitos finos ; los brazos vesti- posición más modesta aspiran a su
dos así no permiten que las manos grandeza, para librarse de aquella
estén desnudas, ni que se cubran insoportable igualdad se empinan y
con unos guantes cualesquiera, sino se engallan más; y de esa manera,
perfumados de ungüentos preciosos en ese certamen de ostentación
con aplicaciones de oro. Alléganse de fuerzas, revientan las unas y las
los pendientes y sartales de perlas, otras, y toda aquella fuerza, como
y puesto que otras muchas mujeres se dice en la comedia, se resuelve
los tendrán de la misma materia, en viento.
iráse en busca de un arte primo- Hállanse en Tito Livio, en la de-
roso que supere el valor material, fensa de la ley Apia, unas palabras
y todo ello es ocasión de gasto, pues tocantes a este punto, atribuidas a
creen que no de otra manera pue- le persona y a la autoridad de Ca-
den dar fe de sus muchas riquezas. tón, siendo cónsul, las cuales, pol-
En eso del lujo ocurre lo mismo la grave doctrina que encierran, va-
que en la redacción de los instru- le la pena que se conozcan. Dice:
mentos de contratos y de pactos, los Yo por mi parte, no puedo tocar
f

cuales, cuando se hacían con sen- la causa m el motivo de algunas


cillez y se atendía preferentemente concupiscencias, pues aquello de que
a la equidad y buena fe, bastaban lo que es lícito a otro no te lo s¿a
dos palabras; mas así que tuvo que a ti, traiga consigo, por ventura,
salirse al paso a mil astucias, abrié- algo de natural vergüenza o indig-
ronse millares de rendijas, a tapo- nación. Así, igualado el p^rte y ade-
nar las cuales ya no hay ingenio ni rezo de todas, ¿qué recela cada una
palabras que valgan. De la misma de vosotras que no sea visto en ella?
manera, el atavío simple conténtase Pésima es la vergüenza de la econo-
consigo mismo; .en cambio, el ex- mía o de la pobreza; pero la ley os
cesivo y curioso, no tiene fin ni me- quita la una y la otra, cuando no
dida. Gravemente pecan los ciudada- tenéis aquello que no os es lícito
nos opulentos que permiten a sus tener. Yo no me avengo a esa igual-
mujeres toda cuanta extralimitación dad, dice aquella dama rica. ¿Por
se les antoja, pues introducen una qué no se me mira a mí, cargada
moda que muchas otras mujeres que de oro y púrpura? ¿Por qué la po-
tienen muchas menos posibilidades, breza de las otras está escondida
o simplemente no tienen ninguna, bajo esta apariencia de ley, de modo
no dudan un punto en adoptar y re- que parezca que lo que no pueden
tener. Hasta tal punto piensan ser tener lo tendrían si les estuviese
cosa torpe que se las venza en el permitido? ¿Queréis, qui rites, arro-
lujo; serlo en la fidelidad, en la jar a vuestras esposas a esa compe-
diligencia, en la pudicicia, piensan tencia? ¿Que las ricas quieran tener
que no lo es. Ni hay ninguna que aquello que ninguna otra mujer
mire lo que puede ella, sino lo que puede; y que las pobres porque t

hacen las otras. Así que en determi- por eso mismo no se las menospre-
nadas ciudades, donde todo está cie, se extiendan más allá de sus
permitido a todos, son muchas las posibilidades? ¿A fin de que, cuando
OBRAS MORALES. DEBERES DEL MARIDO. CAP. VI 1335

comenzare a dar vergüenza lo que muy de otra manera. Recordarás


no conviene, lo que conviene no la que tú no naciste por causa de la
cause f Aquella que de lo suyo po- mujer, sino la mujer por causa tuya.
drá, lo granjeará; aquella que no Así que la acostumbrarás a servir
podrá, lo pedirá a su marido. Marido y a servirte y a ponerse en un plan
infeliz aquel que será rogado y aquel que sepa que es auxiliar tuyo en
que no será rogado, cuando verá tus trabajos y copartícipe tuya, pero
que lo que él no dio lo ha dado no señora tuya ociosa; recabarás
otro. Esto dice Catón en Tito Livio. para ti el gobierno total, no para
Añade, a todo esto que dije, cuán- ella. Su decoro, su honestidad, su
ta sea, en medio de tantas exigen- gloria verdadera y sólida serán ob-
cias, la agobiante y miserable nece- jeto de tu más vivo cuidado, como
sidad de los maridos que no por tener los tuyos loserán de ella, en lo
de donde proveer a tanto dispendio cual, sin excepción alguna, sois
no dudan en apelar a muchas y muy unos. En cambio, harás escarnio y
variadas artes de hacer dinero, muy mofa y repudio de los deleites, de
molestas, tediosas y trabajosas las los regalos, del decoro huero y men-
unas; las otras, llenas de odiosidad, tido, y pensarás que no has de ha-
y las otras, en fin, no sin peligro, cer más caso de esas cosas que de
francamente torcidas y malas. Esos los antojos ridículos de los niños
maridos son los que no usan de sus que comporta consigo aquella edad.
esposas, sino que como lo tiene pro- De este modo obedecerás el conse-
hibido San Pablo, abusan de ellas. jo del santo Apóstol, que manda
F)sas mujeres no sienten para con su que, en medio de ese correr tan
marido otro afecto que el que el di- arrebatado y rapaz del tiempo, ten-
ligente padre de familia, afanoso de gamos esposas como si no las tuvié-
allegar caudal, siente para con su remos, y de tal manera usemos de
procurador o mayordomo diligente ellas,que no abusemos.
y honrado, viendo cómo su fortuna Por todo esto, vestirás a tu mujer
y sus fincas son administradas con y a ti de tal modo, que, a la vez,
una pulcritud ejemplar que les pro- satisfagas las necesidades de la Na-
cura mejoras y acrecentamientos. turaleza y los ojos de los que os
Al marido de lamujer gastadora y miren, conservando siempre tu dig-
lujosa no le ama ésta por él mismo, nidad. Y ésa será la diferencia: tú
sino por sus provechos y comodida- vestirás como parece bien en un
des, de tal modo, que piensan no varón, con simplicidad y con des-
tener en sus maridos más que unos afectada elegancia, y tu mujer con
recaudadores activos, en cuya dili- algo más de cuidado y aliño. Así
gencia y laboriosidad confiadas, co- como el lujo desdice de uno y otro
mo también en las riquezas adqui- sexo, así el aseo y la limpieza con-
ridas, ellas vivan en el ocio, y en el vienen a las mujeres. Al natural se
regalo, y en el lujo, insolentes en le ha de hacer fuerza no más hasta
medio de esa provocadora abundan- el punto que tú esperes cambiarlo.
cia. Mas si la fortuna cambia de Aficionado a cosméticos, a mejun-
cuadrante, suprimido el provecho, jes y adobos es el sexo femenino:;
es decir, el nudo de amor, aquel hay que cercenar su inmoderada
afecto, ora se disuelve, o se enfría propensión al lujo. No pueden des-
y disminuye harto notablemente. cuajarse radicalmente las pasiones
Tú, si fueres cuerdo, procederás naturales ni has de entablar con ella
1330 JUAN LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. TOMO I

una lucha deslucida y condenada al sa y otra? Nadie me objete: hay


fracaso. Harto será que ella esté que hacer alguna concesión a los
bien formada, de manera que en ojos de los que nos miran. Repara
su atavío personal no mire tanto al que así se les concede mucho más.
precio o la novedad o siga las mi- El ornato simple, de aparejo fácil,
nuciosas elegancias, como evite modesto, serio, habla muy alto de
el
desaseo. Y condúzcase de tal mane- la disciplina pura e incorrupta que
ra, que ni pueda ser asqueada, ni reina en la casa. A los de poca posi-
pueda ser reprochada. Más se reco- ción recomiéndoles la parsimonia
mienda a la vista y al juicio de to- en el vestir y aquel como aviso de
dos un traje moderado y agradable, su pobreza y moderación de que no
decorado de seriedad y aseo, que el se ignoran a sí mismos, lo cual, en
vestido suntuoso y llamativo. El que todo caso, es muy fea cosa. Todos
viste con sobrada suntuosidad y ele- sienten aversión por el pobre vesti-
gancia acaso algunos le tomen por do pretenciosamente, pues en la
rico; pero con mayor seguridad le ciudad se conocen todos y todos sa-
tendrán por pretencioso y vano. ben con relativa exactitud lo que
'
)uien viste sencillamente, aun cuan- tiene cada cual y a qué puede alar-
do se viere que pagó su tributo a la garse. Y así es que tienen por orgu-
necesidad, tendránle por varón llosa e insolente a la mujer pobre
cuerdo y bueno. En la mujer, aquel y tienen por loco e infeliz a su ma-
pensar y cuidar exquisitamente de rido, que se presta a servir la nece-
su compostura arguye vanidad es- dad de su esposa. En cambio, alá-
piritual y quita toda autoridad a base a los ricos de su moderación y
las virtudes matronales que acaso del uso templado que hacen de sus
pueda tener y no aumenta la consi- riquezas, que no les han comunica-
deración de su hermosura. Pero de do fueros ni bríos ni hacen arro-
la hermosura para los ojos ajenos gante ostentación de sus riquezas o
no debe ya tener cuidado ninguno del buen ejemplo que dan. Las vir-
la mujer casada. ¡Cuánto es indicio tudes son el más lindo aderezo del
más cierto de la pudicicia y limpieza vestido. El hombre es honrado por
de corazón el atavío honesto y sim- lo que es él, no por los tufos y co-
ple! Y más evidentemente aún lo petes que se pone.
es si no ignoran los que la ven que ¿Y qué más diré sino que el pres-
ella prefiere engalanarse más con la cindir de todo fausto corrobora el
prudencia que con el oro y con la crédito a los mercaderes y a todos
plata; con la seriedad, con la fide- aquellos cuya fortuna cuelga de la
lidad, con la diligencia en la casa, ninguna seriedad de la fortuna tor-
con la educación de los hijos, que nadiza, y granjea el afecto y la
con perlas, con holanda y con broca adhesión ciudadana a los nobles y
dos. Y no hay ninguno que no respe- a los primates de la ciudad? No hay
te más a una madre de familia así, obra más cristiana que aliviar las
que estotras damas rutilantes, com- necesidades de los pobres con aque-
puestas y cargadas de perifollos. ¿A llas superfluidades que habían de
quién no imponía más la majestad despilfarrarse en curiosidades y ex-
de Cornelia, la madre de los Gra- quisiteces del vestido, y no mante-
cos, pobre de oro y pedrería, que ner cerrado en los arcones aquello
aquella dama de la Campania, hués- que sería suficiente ajuar para don-
peda suya, que abundaba de una co- cellas casaderas menesterosas. De
OBRAS MORALES. DEBERES DEL MARIDO. CAP. VII 1337

boca del Maestro de la Sabiduría y viejo que ninguna cosa engorda


Autor de nuestra salud hemos oído tanto al caballo y fecunda el campo
estas palabras: El que tuviere dos como el ojo del dueño. A.sí tam-
túnicas, dé una a quien no tiene bién, con la presencia del señor, to-
ninguna. Y si alguno es de espíritu do en casa va como una seda. Y se-
tan apocado y enteco que todo aque- gún la expresión gráfica de Catón
llo que diere, por baladí que fuere, La frente esté delante del colodri-
no tanto lo sea a los ojos de los llo. Pero puesto que todo lo que
espectadores, sino a los suyos pro- tiene que suceder no discurre a te-
pios, es decir, a los de la opinión nor de los consejos y de los deseos
de la necedad suya, ése, al menos, de los hombres, en ausentándote,
no malgaste sus dineros en la ad- procura que parezca que es por el
quisición de aquellos objetos que se menor tiempo posible. No será del
gastan fácilmente, como sedas, ho- todo inútil que dejes en casa a una
landas o en lanas caras y finísimas, persona fiada, a quien des órdenes
o de aquellos artículos que tan pron- para la buena marcha de tu casa, la
to como pasaron a poder del com- cual, si falta, que no falte, invirtien-
prador pierden la mayor parte de do el dicho del Cómico: Lo que no
su precio, como son joyas, oro o sabes, sábelo. Jamás por jamás, y
plata labrada con sumo primor, por especialmente mientras anduvieres
manera que la mano de obra iguale de viaje, dejes en tu casa a quien
a la materia, por subido que sea su la manche y la deshonre con algún
valor, y aun a veces lo supere. Sea hecho ignominioso. No toleres en
ello preferentemente oro o plata la- ella a nadie que no esté penetrado
brados discretamente. Y persuádase del temor de Dios. No hay maldad
la mujer que tuviere esa orfebrería a la cual no se atreva, o por el
que no tanto la posee como que la aliciente de un galardón inmedia-
tiene en custodia, reserva eventual to, o por alguna esperanza más o
para futuras y posibles necesidades menos lejana, quien no reverencia
si el caso se presentase. Estas alha- a Dios como es debido. Cuando te
jas, a la vez que decoran, no des- ausentares deja en tu casa hombres,
piertan envidia ninguna; acusan no muchos, de muy acendrada fide-
riqueza y aumentan y conservan el lidad, ocupados en alguna profesión
crédito fiduciario, si fuere menester. honesta; no ociosos, no vagabun-
De puertas adentro vista la mujer dos, no alfeñicados, no sospechosa-
sencillamente y por andar por casa, mente filarmónicos. En la ausencia
romo se dice, para estar más expe- del magistrado las leyes tienen me.
dita para todos los quehaceres do- nos fuerza. Aquel ocio e inercia en-
mésticos. gendran los peores pensamientos, y
esos desocupados y desidiosos son
carcoma cierta de todo nombre hon-
CAPITULO VII rado. Ni haya doncellas en tu casa,
sino de castidad y vergüenza proba-
EN AUSENCIA DEL MARIDO das, que mantengan escasísimas re-
laciones y familiaridad con el vecin-
Debiera cada cual, así que resol- dario. El mismo vigilante celo debe
vió tomar estado, organizar su vida desplegarse para con todas aquellas
de tal modo que tuviera que viajar personas que frecuenten la casa;
lo menos posible. Dice un proverbio sean bien conocidas y exploradas
133S JUAN LUIS VIVES, .
OBRAS COMPLETAS, .
TOMO I

del cabeza de familia. Encomienda ;

No las hay más acerbas que las que


y confía tu casa a un pariente o a ;
tú mismo te procuraste con tu pro-
un amigo muy íntimo, hombre o pia mano y que hacen que, fuera de
mujer, cuya lealtad tengas probada, casa, seas fábula del pueblo, y con
y que sea de tal autoridad, que me- ;
risas y con mofas expíes tu ligereza
rezca el respeto espontáneo de tu y aun, a veces, tu crueldad. Es bue-
mujer y de la casa toda. no por parte del marido alejar a ia
esposa de toda ocasión de pecar. Yo
no condeno que te muestres despier-
CAPITULO VIII to y receloso para con ella si todavía
no la tienes perfectamente conocida.
DE LA REPRENSIÓN Y EL CASTIGO Por lo que toca a la pasión de ios
celos, no veo yo para qué sirven

El vicio de la esposa dice Marco si no es para que te atormentes y te
Varrón hay que soportarlo o elimi- metas por tu propia voluntad en
narlo. Y puesto que no es posible ese infierno, que a ninguna otra co-
eliminarlo, es fuerza que se le so- sa es comparable en esta vida. ¿Y
porte. Pero esto es difícil. Lo pre- qué? ¿No guardas, por ventura, con
ferible es no cejar y esforzarnos con toda diligencia la copa o el búcaro
todo tacto y energía por enmendar- de cristal y no educas a tu hijo con
lo y corregirlo, porque no se realice desvelo y con ansia y le apartas de
aquello que dice Publio Siró, el Mi- los vicios sin el más leve asomo de
mo: Soportando los vicios del ami- pasión celosa? ¿Por qué no haces
go, los haces tuyos. Sepa el cabeza esto mismo en la tutela de la casti-
de familia que está colocado en una dad y de la honradez de tu mujer?
atalaya desde donde ve todo cuanto Y no des crédito en negocio de tan-
se acerca a la casa, para salirle al ta monta a las insinuaciones de
encuentro y alejar todo lo que pue- quienes interpretan con maligna e
da perjudicar al buen gobierno y inicua suspicacia la conducta más
administración de la casa, al buen limpia y transparente, ni aun cuan-
nombre de su mujer o al suyo pro- do fueren amigos tuyos, pero curio-
pio. Pero no ha de ser tan suspicaz sos y crédulos en demasía.
esta continua alarma, que se forje Hubo antiguamente en Valencia
quimeras acerca de la honradez de un noble, Carros de apellido, si no
su esposa, y por vanas aprensiones me equivoco, que estaba casado con
promueva tragedias truculentas, co- una mujer fiel de verdad, pero no
mo acontece con los perros molosos muy favorecida por la fama. Sus pa-
que muchos mantienen para guar- rientes y amigos recriminábanla
dar las casas, los cuales, sufriendo con mucha frecuencia ante su mari-
pesadillas de terror, se ponen a la- do. Este, de buenas a primeras, no
drar sobresaltados, despiertan a to- echó aquellos avisos en saco roto;
da la familia y les hacen recorrer pero habiendo averiguado sin lugar
tumultuosamente todas las habita- a duda ser todo aquello cavilaciones
ciones, hasta que, por fin, el perro vanas, no cesando ellos en la cam-
que dió la falsa alarma es bastonea- paña calumniosa y hostigándole a
do por la indignada servidumbre. que, usando de su derecho, la cas-
Con tales suspicacias no consigues tigase gravemente, él, saliendo en
más que atormentarte interiormen- defensa de la honradez de su mu-
te con esos cuidados y ansiedades. jer, les expuso todo cuanto había
OBRAS MORALES. DEBERES DEL MARIDO. CAP. VIII L339

descubierto y averiguado ;viendo tres linajes de castigos congruentes.


que las orejas de ellos estaban ce- La primera, la más grande, la que
rradas a toda exculpación y excusa, supera toda otra clase de maldad, el
comprado que hubo un caballo de adulterio, con el que la mujer se se-
pura sangre, les rogó que salieran para del marido y rompe violenta-
con él fuera de la ciudad para ha- mente y de una vez el vínculo de
cer prueba de él en el hipódromo amor y de concordia conyugales,
que hay entre el palacio y la igle- hasta tal punto, que Jesucristo de-
sia de la Santísima Trinidad. Allí claró que había derecho para repu-
recorrió tres o cuatro veces el es- diar a la adúltera, mientras quiere
pacio señalado para las carreras hí- que el marido retenga a su mujer
picas. Mirábanle los otros atenta- aunque manchada por cualquier
mente, y él les preguntó qué tal les otro vicio ignominioso. A la adúlte-
parecía aquel caballo. Y mientras ra, con permiso de la ley, se le apli-
los unos le aprobaron sin ponerle ca la pena máxima. El cirujano ex-
tilde y los otros formulaban peque- perto no se resuelve a amputar o a
ños y tímidos reparos, requirió la cauterizar si a ello no le obliga una
espada que llevaba al lado izquier- apremiante y última necesidad, y
do, y dijo con toda energía: Yo os eso después de haber ensayado sin
juro por Cristo y por todos los san- resultado positivo todos los otros re-
tos que la hundiré en el pecho de medios. Y ni aun así procede a la
quien hablare mal de mi caballo o operación sin antes haber hecho en
de mi mujer. De esta manera cortó sí prueba de los instrumentos y ha-
instantáneamente aquella campaña ber examinado si el enfermo está
de insidias. Más tarde, puesto en en las debidas condiciones, y sin es-
claro todo el equívoco y convenci- tar tranquilo respecto de eso no da
dos todos de la inocencia de su es- a entender que la enfermedad re-
posa, aquel caballero valenciano fué quiera aquella cura radical. Existen
tenido por hombre cuerdo y deci- otras faltas harto leves, y hay entre
dido. el adulterio y estos pecadillos unas
El castigo y la reprensión han de culpas intermedias. De éstas curan
enderezarse bien a la enmienda de la reprensión y el castigo.
aquel a quien se aplican o al escar- Lo primero de todo, una vez que
miento de los demás; no siendo así escogiste y aceptaste la esposa, de-
es venganza pura y una suerte de bes reflexionar muy concienzuda-
crueldad. Esto es lo que hacen quie- mente que jamás en ningún mor-
nes se embravecen y encarnizan y tal se delata en las primeras entre-
ceban en aquel con quien están ai- vistas aquello que se irá manifes-
rados, y aun lo llegan a matar, di- tando poco a poco, tras muchas ex-
ciendo que le castigan. ¡Lindo casti- periencias y trato. No vayas tú a
go ese de perder a uno! Muy razo- formarte de ello un gran concepto,
nablemente dice Séneca que no hay de todo punto inmejorable, y como
hombre cuerdo que castigue porque si en ella nada tuvieres ya que de-
se pecó, sino porque no se peque sear. Con esto conseguirías conside-
en adelante; lo pasado es irrevoca- rarte frustrado en tus apreciaciones
ble; lo que se puede' prevenir es lo y deseos, y doleríaste de ello como
venidero. de una estafa y te afligirías a ti mis-
En el matrimonio hay tres géne- mo. Piensa, pues, de tu mujer lo
ros de faltas, y, por consiguiente, mismo que de cualquier hombre:
1340 JUAN LUIS VIVES. —-OBRAS COMPLETAS. TOMO i

que, con el proceso del tiempo, vas ¡con cuánta mayor razón ha de pen-
a hallar menos de lo que el princi- sarse esto de la mujer! La Natura-
pio prometía, por manera que si leza y la cortesía, de consuno, en-
hallas algo mayor y mejor, téngaslo señan que los mozos han de dar la
por pura ganancia, como dijo aquel preferencia a los ancianos, los fuer-
sabio. Demás de esto, será razón tes a los débiles, los derechos a los
que consideres que el sexo femeni- cojos. Si el sabio no soporta al ne-
no es de suyo débil y flaco, con un cio, poco enaltecerá su propio nom-
semillero de males en su parte fí- bre y excelencia y sus luces y su
sica y con alborotos y tempestades robustez mental. Esto mismo, allen-
frecuentes en su parte moraL ¡Qué de de que lo predica la Naturaleza
molestia la de todos los meses cuan- a voz en cuello, lo prescriben la
do se purga aquella especie de sen- costumbre, y la urbanidad, y la ra-
tina que es el útero! ¡Qué ascos le zón, y los avisos de la divina Sabi-
ocasiona el preñado! ¡Qué peligros duría; aconséjanlo la paz y la quie-
los del parto y los del puerperio, de tud domésticas, a las cuales ni las
'.os cuales salen quebrantadas! ¡A más opulentas riquezas pueden com-
cuántos azares y riesgos están ex- pararse. ¡Cuántos trabajos y moles-
puestas, hasta el punto de parecer tias arrostras, por tierra y por mar,
milagro puro el que haya alguna para granjear algún dinero! Y di-
que viva y esté sana! Y todo el res- me: ¿para qué fin y para qué uso?
tante discurso de su vida, ¿qué es Pues para pasar en tu casa, sabrosa
sino un continuo servicio del hom- y placentera, la vida con la bienan-
bre? De doncellas sirven a sus pa- danza que allegaste. ¿Y no eres tú
dres: de casadas sirven al marido; mismo quien en tu casa disimulas
de madres sirven a sus hijos. Y faltillas leves y te las tragas en si-
puesto que tienen menos reciedum- lencio para conservar la paz, sin la
•re y fuerza en su alma, su juicio cual ni tienen objeto las riquezas ni
es más débil y su instrucción más la vida misma tiene sabor? ¿Y qué
|

limitada y están menos enseñadas amistad o unión podrás hallar en la


por la práctica y por la experiencia. que no tengas que soportar y disi-
¿Quién tendrá el pecho tan de pe- mular muchas faltas? En cuanto a
dernal que no se compadezca de ese las cosas que no te agradaren, mira
su ser y condición? Así que se ha de y piensa si aquellos dichos y aque-
condescender con ellas en muchas llos hechos proceden de flaqueza o
cosas, y el más fuerte, que es el de malicia. Así te será fácil determi-
hombre, ha de soportar generosa- nar con toda exactitud qué manera
mente una criatura que es de sí tan de castigo será aplicable para el
flaca. Parece bien—dice San Pa- caso.
blo que vosotros, que sois los más Mas, puesto que la reprensión es
robustos, sufráis con igualdad de un género de medicina confecciona-
alma la flaqueza de los más débiles. da con sustancias amargas y drás-
Y si aquel sabio de Grecia, por no ticas, que dan salud y purgan al
enfadarse demasiado con las faltas cuerpo, no sin una cierta aversión
de sus amigos, acostumbraba pen- y horror, no se ha de propinar sino
sar en sus adentros y decirse a sí cuando la necesidad lo aconseja.
mismo Ese amigo mío es hombre Ninguna otra cosa da tanta eficacia
: i

también, es decir\ animal mudable A a la reprensión como la autoridad


ocasionado a errores y a caídas, de quien la inflige. Y esta autoridad
I
OBRAS MORALES. DEBERES DEL MARIDO. CAP. VIII 1341

se gana con el concepto de pruden- da brote a impulsos de tu misma


cia y de benevolencia de que goza mujer, acuciada por el honor, o por-
el reprensor y consérvase con estas que ciertos vicios asoman, si creen
mismas cualidades. Pero lo que más que están al descubierto. Hay per-
vale en estos casos es el ejemplo, sonas que espontáneamente vuelven
que hace que uno haga aquello mis- al bien si no se las cree malas. Du-
mo que manda. No existe reproche rante la guerra con Sertorio, Gneo
más claro y enérgico con que pueda Pompeyo quemó, sin haberlas leído,
reprenderse a los malos que la vi- las cartas de los ciudadanos que ha-
da de los buenos, como dije más lló en los cajones de Sertorio des-
arriba. Si tú mismo, con la callada pués de su vencimiento, a presencia
doctrina de tu ejemplo enseñas el de todo el ejército, porque los ene-
camino de los vicios, ¿por qué te migos encubiertos y disimulados no
quejas de tener discípulos dóciles se delatasen así que vieren que su
para aquellas enseñanzas que reci- secreto quedaba revelado. Esto mis-
bieron de ti? Aquel a quien repren- mo hizo C. César, derrotado Pom-
des te responderá aquello mismo peyo en la batalla de Farsalia, y se-
que Asoto, el hijo, respondió en una gunda vez, en Tapso de Africa, ven-
declamación, según se lee en Cestio cido Mételo Escipión.
Pío: Que él daba la culpa de sus Existen pequeños vicios, casi con-
maldades al bellaco de su padre, naturales en uno y otro sexo, los
que de él aprendió aquello mismo cuales, si en la esposa no son con-
de que se le culpaba. Importa muy trarios al bien principal de las es-
mucho saber que la autoridad se posas, que es la pudicicia, deben to-
gasta y se disminuye con el uso fre- lerarse y disimularse. Y tanto más
cuente de la reprensión y que la se ha de proceder con este prudente
reiteración de los reproches les qui- disimulo si con los avisos y repren-
ta eficacia, no por sí precisamente, siones no has de conseguir más que
sino porque puso callos aquel a irritar a tu esposa. Soportando estos
quien reprendes, y hecho al castigo, vicios chicos, de tu paciencia cose-
ya ha perdido sensibilidad. Lo más charás gran fruto, pues luego la ha-
cuerdo será hacer como que no ves llarás más asequible y blanda. ¿Y
los pecadillos menudos y reservar qué más te diré si, como es de ra-
todo el peso de la reprensión para zón, con la costumbre, aquellas co-
los más graves, cuando sea necesa- sas viciosillas no solamente son to-
rio. Eso mismo vemos que hacen los lerables, sino que hasta llegan a ha-
mercaderes cautos y los cortesanos cer gracia? ¿Qué cosa no ablanda
astutos: aquéllos, para conservar la y sazona la familiaridad?
integridad de su crédito, y éstos, la En el caso que se tenga que re-
privanza y los favores del príncipe, prender, hay que hacerlo no ex
que no se ponen a riesgo sino en abrupta ni impetuosamente, sino
las grandes operaciones comerciales con juicio y calma; no corajuda-
y en los trances más dificultosos, y mente, sino con calculada frialdad.
en los demás consérvanse como Esa reprensión es la más eficaz; há-
apartados por no comprometer ne- cela más merecedora de atención y
gocios de tal importancia. Hay vi- respeto aquella apariencia de grave-
cios de los cuales conviene que se dad y de comedimiento, cuando se
haga caso omiso totalmente, cuando transparenta que tú no procediste
existe esperanza de que la enmien- a ella por enojo contra la persona,
1342 JUAN LUIS VIVES. OBR AS COMPLETAS. TOMO I

sino por desaprobación del delito, y trato mutuo. A la reprensión debes


que en el castigar no condesciendes añadir el motivo porque no se de-
con tu pasión, sino con el aprecio de muestre que reprendes por vicio, y
quien querrías ver que fuese mejor. debe ser tal, que persuada de mo-
Convendrá observar el lugar y el mento, y para más adelante, cuando
tiempo, no sea que, acuciado por el sea necesario, su recuerdo evoque
ardor de la reprensión, maltrates a su eficacia. Grande es en el enten-
tu esposa fieramente y se te escape dimiento humano la fuerza de la
imprudentemente algo delante de persuasión. Ni hay cosa que se le
los extraños, y aun de los familiares, pegue menos y penetre menos pro-
que lastime para siempre a tu espo- fundamente que aquello de: Así lo
sa. De ahí nacen y crecen calladas quiero, así lo mando. Reprenderás
enemistades y odios irreconciliables. de tal manera a tu esposa, que la
Ni sea duradero tu enojo ni lleve a admonición sea hija de su amor so-
tu mujer a extremos de desespera- lícito y deseoso de que sea mejor
ción. Maridos —
dice el santo Após- y que desaparezca de ella todo vi-

tol amad a vuestras esposas y no
,

queráis ser con ellas desabridos. Y


cio, para que la llama de amor sea
más pura y más ardiente. Y en ella
si Nuestro Señor Jesucristo prohibe no ande mezclada ninguna queja.
la irritación contra el hermano pró- Por tanto, una vez que hubieres ter-
jimo, cuánto más con la esposa, que minado la reprensión y ella te hu-
supera la unión y el cariño que pue- biere prometido que será más fiel
da haber entre los hermanos, como cumplidora de tus órdenes, o te lo
ya he dicho, y no en un solo lugar. hubiere dado a entender con silen-
Con todo, hay que decir muchas ve- cioso y respetuoso asentimiento,
ces y clavarlo en la memoria que vuelva la pasada serenidad de pala-
si el marido es la cabeza de la mujer bras y de rostro y las acostumbra-
y la cabeza del marido es Cristo, das demostraciones de cariño.
conviene a todas luces que el mari- Alientan en el espíritu de las mu-
do se comporte con su mujer como jeres superiores no menos que en el
Cristo con nosotros; es decir, con de los hombres ciertos excelsos y
clemencia y amistad. El mismo generosos movimientos, que para los
Apóstol llama a la esposa cuerpo del no avisados y botos de entendimien-
marido, como la Iglesia lo es . de to tienen su raíz y origen en la arro-
Cristo. Y cuán frecuentes in-
bien : ¡ gancia y en la tesonería de su ca-
comodidades nos proporciona el rácter. En ningún caso deben aho-
cuerpo! Y con todo, no lo odiamos garse y cohibirse estos movimientos,
ni lo echamos lejos de nosotros, sino sin los cuales casi ninguna mujer se
que lo llevamos a cuestas, lo alimen- remontó a aquella eximia y memo-
tamos y curamos. rable gloria que excitase la alabanza
Importa que la reprensión del ma- y la admiración de los hombres. Es-
rido sea breve, muy semejante a un tas nobles pasiones del alma contri-
golpe rápido. La reprensión larga y buyen poderosamente a mantener
obstinada no está muy distante de su tono y su dignidad y, por ende,
una disidencia hostil, que enfría a conservar el pudor con muy solí-
aquel amor conyugal y exaspera pa- cita diligencia. A estas hembras he-
ra largo tiempo las pasiones y aciba- roicas no tanto se las ha de depri-
ra con riñas y <"on desabrimientos mir, cuando faltaren, con una enfa-
la dulzura de la convivencia y de: dosa reprensión, como se las ha de
OBRAS MORALES. — DEBER ES DEL MARIDO. CAP. IX 1343

levantar del suelo y del cieno, ora je, que la patria, que el cuerpo, que
con los aguijones de la emulación o el alma, que el talento, y que está
con el recuerdo de su acostumbrada obligado a conformarse sin queja
virtud, ora con un ejemplo domésti- con esa desgracia, considerando que
co, en quien se miren como en un aquel eterno y omnipotente Distri-
espejo. De ellas las habrá a quienes buidor de dones todos los reparte
baste un guiño o un gesto signifi- con suma sabiduría y con estricta
cativo porque conozcan que mere- justicia. El postrer recurso, en ese
cen tu desaprobación, especialmente caso, es que Aquel cuya divina auto-
si fueren vergonzosas o de crianza ridad concilio entre sí a los cónyu-
esmerada, y tanto más cuanto ma- ges, reconcilie con su respeto y con
yor sea el respeto que te tuvieren. su memoria a los disidentes. Entre
Las buenas dueñas no necesitan bas- los hombres, ¿quién sería tan osado
tón más recio que una palabra, si que rompiese una paz concertada
no es aceda, de su marido o una por el rey? ¿O quién se atrevería a
simple contracción y perturbación rechazar y a repudiar a una perso-
de su rostro. Cuando todos estos re- na recomendada por un amigo que-
cursos no dan resultado apreciable ridísimo? Y si en estos casos que
y se ha de recurrir a los puños o al digo pesa tanto o el respeto del po-
palo, ¡pobre hogar! Yo no tengo der o el estímulo del amor, ¿cuánto
aviso alguno que darles a aquellas más debe pesar en el acatamiento
en quienes es desechada la cordura, de Dios, que es el ser más poderoso
como dice el poeta arcaico. La cosa y más amigo nuestro, puesto que
ha de tratarse por las malas. Con to- nos importa más que nada reve-
do, yo nunca aconsejaré al buen ma- renciarle y amarle? Conviene asi-
rido que descienda a esos extremos, mismo traer a la memoria aquello
puesto que si la esposa advertida que dice San Pablo: Que la mujer
reiteradamente, reprendida, regaña- es carne del marido. Muy rica es la
da, baldonada, se demuestra tan du- cuenta de los pobres males que ca-
ra que no puede doblegarse, siempre da uno de nosotros en todo momen-
que conserve entera su honesti- to padece de su cuerpo. Y, no em-
dad, sopórtesela. Jamás se ha de bargante, nadie odia a su cuerpo, ni
romper el arco, manteniéndolo de- deja de amarle, ni de regalarle, ni
masiado tenso. Con semejante re- de ser condescendiente con él hasta
signación soportó a Jantipa, su mu- donde puede. Y si alguna vez se eno-
jer, Sócrates, que debiera ser imita- ja contra él, con él se reconcilia in-
do como quien escudó su pecho con mediatamente. Esta misma reconci-
tanta reciedumbre y firmeza filosó- liación debe obrar el amor para con
fica, o bien tratando de persuadirse el consorte. Es doctrina de San Pa-
el marido que su mujer es un simple blo.
instrumento en manos del Señor por
ejercitar su paciencia, como Job, co- CAPITULO IX
mo Tobías, no sin gran bien suyo y
culpa de la esposa, como un día de- CONFORME SE AVANZA EN LA VIDA
mostrará el Señor con su veredicto CONYUGAL
inapelable. En estas circunstancias,
piense marido que fué su suerte
el Cuanta mayor experiencia tuvie-
negra quien le proporcionó tal mu- res de la mujer, con tanta mayor
jer, no de otra manera que el lina- ternura debes amarla. A ello nos in-
1344 JUAN" LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. TOMO I

duce Naturaleza, que sazonó las


la nombre del cielo que no les abando-
cosas familiares y acostumbradas ne en el trance desesperado. Nada
con una cierta dulzura, aun cuando le mueve. Persiste en su propósito
de suyo tuvieren alguna aspereza y el alma fiera, negando a todos la sal-
acidez. La asiduidad del trato, la du- vación que ahincadamente le pedían
radera compañía originan amor y con exhortaciones, con avisos, con
bienquerencia firmísima. Por ese halagos, con promesas, con rogati-
sentimiento es por el que amamos vas, con suplicaciones. Mientras, los
a los perros, a los gatos, a los caba- enemigos, irrumpiendo en la ciu-
llos, a los animales irracionales, cu- dad con violencia avasalladora, co-
ya muerte o cuya separación nos en- mienzan la matanza, ei saco, la des-
tristece. ¿Qué cosa hay menos pro- trucción, el incendio. Temblante, en-
pia, no digo ya del hombre cuerdo y tra su mujer en el aposento: ¡So-
bien nacido, sino del hombre simple- corro, por el Cielo, marido mío! ¡Mo-
mente, que el que no ame a su es- rimos todos si no nos socorres; todo
posa, a cuya compañía se acostum- ya lo tiene el enemigo! Sólo con es-
bró por algún tiempo? Estaba sen- tas voces de sobresalto, sólo con la
tado en su cámara Meleagro, hijo inminencia del peligro que le grita
de Eneo, enfadado consigo y con los su mujer, conmovido y ablandado
suyos. aquel hombre de hierro, inexorable,
Y no sin razón. Los curetes. que toma las armas y, rechazando a los
tenían guerra con los calidones, enemigos, libró a la ciudad y a los
habían atacado la ciudad y la com- ciudadanos de la destrucción inevi-
batían denodadamente, y ya no les table. Esto quiere decir que aquel
quedaba ninguna esperanza, ni en héroe magnánimo, que jamás había
'os varones ni en las mujeres. Acu- leído ni oído el mandato y la ley
den a Meleagro. que era el pilar y de la Naturaleza, teníala impresa en
el áncora postrera de la patria, los su pecho y ahincada en sus entra-
ancianos y principales personajes de ñas, y por ella sabía que su esposa
la ciudad, en imploración de sus era él mismo, y que todos los otros,
fuerzas y sus manos porque embra- aun cuando hacíanle gran fuerza
ce sus armas y socorra a su patria por el amor que les tenía, estaban
tambaleante. Acuden a él los sacer- fuera de él, y que su esposa estaba
dotes con los atributos de la religión tan profundamente enlazada con su
y del culto de los dioses y con sus esposo, que unidos ambos e identifi-
ceremonias; prométenle un riquísi- cados por aquel nexo, no rehuía ni
mo galardón por su ayuda. Despí- recusaba, por atención a su mujer,
delos a todos Meleagro con menos- muchas cosas que aun a sí mismo
precio y desdén. Acude, venerable no se concedería. ¿Por ventura, en-
por su canicie y más venerable por tre todos los mortales —
exclama el
su piedad, el anciano Eneo. Apresú- más principal de todos los héroes
rase, para doblegar la inflexible du- homéricos — sólo Agamenón y Me-
,

reza de su hijo, a abrazarse con sus nelao aman a sus esposas? ¿No hace
rodillas, en gesto suplicante. Acér- eso mismo cualquier hombre bueno
case su madre, que trueca su indig- que tenga una centella de entendi-
nación por ruegos y plegarias. Sus miento o una migaja de corazón, co-
hermanos y sus amigos de infancia, mo por mí era amada mi Briseida
con quienes compartiera la más sa- verdaderamente y con toda mi al-
brosa parte de su vida, pídenle en ma f
I

OBRAS MORALES. DEBERES DEL MARIDO. CAP. IX 1345

En Salustio, aquel rey en trance malicia, la cual, si.se mezclare con


de morir, exhorta así a sus hijos a la amistad, no puede unir las cosas
la concordia:. ¿Quién más amigo que más semejantes, aun cuando ,a ello
el hermano para con el hermano? les incline, benignísima, la Natura-
¿O a qué extraño encontrarás leal,

leza. Hasta ese grado la malicia es
si jueres enemigó de los tuyos? Yo, el eficaz y más activo disolvente de
cambiando sus términos, diré: ¿Qué la concordia. Ni la hierba llamada
persona ajena hallarás leal si fueres mastranzo, según referencias de los
enemigo de tu esposa?^ ¿Quién podrá botánicos, impide tan eficazmente
creer ser amado por. ti si viere que que la leche, cuaje en queso, como
no amas a tu esposa, aunque sea la malicia estorba que cuaje la be-
honrada y buena? nevolencia del corazón humano. ¿Y
Pues el que de cuando en cuando, qué, si en la discordia de los casados
ofendido y airado por sus defectos, mayor- vituperio aguanta el marido
pareces odiada, ahuyentará de tu la- que la mujer, porque aquél, como
do a tus amigos, cuando todos sa- más fuerte y más cuerdo, o no corri-
ben- que nadie vive sin defectos; pe- gió el defecto de la esposa que oca-
ro confía en que la convivencia y sionó el desamor y la desavenencia
la costumbre los harán más llevade- —como dice Varr.ón— , o lo toleró
ro.. Y al. ver que tú, con un trato ciertamente? En toda discordia, la
i

tan largo y tan continuo, no has po- mayor parte de culpa recae sobre ei
dido sufrirlos en tu mujer, .¿qué más principal, porque éste o no qui-
otra cosa puede esperar sino que tú, so o no pudo agenciar la cosa por-
de cada día, cuando más le conocie- que no llegase a la ruptura, 3' en
res y más estrechamente estuvieres uno de esos extremos hay malicia
unido con él, le serás menos amigo? manifiesta, y en el otro, inhabilidad
¿Puede algún vicio humano (no ha- o impotencia, y. tanto -uno como
blo de aquellos vicios monstruosos otro caso convenía que estuvieran
capitales, sino de los vicios corrien- muy lejos de aquel que la opinión
tes, comunes a casi todo el mundo), corriente anteponía al otro como su-
puede, pregunto yo, ser aquel vicio perior, y por eso se le aborrece, por-
tan ajeno del natural y del tempera- que nos defraudó y porque faltó a
mento de cada uno, como lo son en- su obligación y oficio cuando menos
tre sí las costumbres y los instin- •debía; áb : .

tos de los hombres y de los brutos? Por lo que se refiere a aquel otro
Y, a pesar de todo, la costumbre y el punto más delicado, a saber: que
contacto vivan sin molestia recípro- cuando gozaste tu esposa hasta la
ca; antes bien, con gusto mutuo, hartura, se enfría el amor, que, pol-
bajo el mismo techo, y que jueguen lo visto, había encendido.la lujuria,
el hombre y el león, y uno y otro es propio de hombres sucios y ab-
están tan lejos de ofenderse con el yectísimos o, mejor, no de hombres,
sentido, con la naturaleza, con las sino de bestias, que, como mo tienen
t

obras del otro, que hasta llegan a entendimiento ni juicio, incítales y


'ornarse gusto y el ausente añore empújales a aquellas acciones el ins-
aquella costumbre y privanza. Has- tinto. Una vez harta la. lujuria, el
ta ese punto la familiaridad en seres afecto cambia también.
tan diversos une y aglutina, estoy Allende dé la familiaridad, existen
por decir que repugnándolo la Natu- otras causas de amor que deben ser
raleza. ¿Por qué? Porque falta la ponderadas por todo marido que no
LVIS VIVES. — 43
1346 JL'AX LUIS VIVES. OBR.AS COMPLETAS. TOMO I

sea una peña o un tronco. Debe ser ser ella tan intensamente amada
materia de meditación el hecho de por ti, que esa tu benevolencia des-
que la esposa soportó tantas penali- borda sobre los suyos, y no serán
dades y está dispuesta a soportar cortos ciertamente los provechos
más aún para servir al marido, pa- que vendrán a tu casa. Y si yo quie-
ra parirle hijos, herederos de su ro que, por amor de ella, sean ama-
nombre y de su fortuna, continuado- dos sus consanguíneos, ¿qué pen-
res de su linaje; que ella renunció samos que ha de hacerse con sus hi-
a todas las ventajas de sus padres y jos propios, que no podrán meno.-.
de sus deudos y siguió la tuya ex- de serte muy queridos si quieres j
clusivamente, para tener por suya su madre? Ella también correspon-
cualquiera contingencia que a ti te derá con su amor a los tuyos, si los
acaeciere y alegrarse por tus pros- tuvieres, y a los tuyos, y a los suyos,
peridades y entristecerse por tus y a los de ambos, vuestro amor mu-
contrariedades no menos que tú mis- tuo les unirá como aglutinante t
mo; que ya no reconoce ni padre, nacísimo.
ni parientes, ni amigos en absoluto; Muchas contingencias ocurren e:i
que tiene puestas y fijas en ti solo el matrimonio: pobreza, deshonra,
todas sus esperanzas y sus pensa- cárcel, destierro, enfermedades, co-
mientos. ¿Y qué cosa habrá que así sas todas éstas que, ocasionadas por
unifique como esto? ¿Qué específico Fortuna tornadiza y por los aza-
la
asaz activo habrá para el amor, si humanos, son comunes a ambos;
res
esta tan total identificación no bas-con todo, pueden herir a uno de
ta? Cualquiera, pues, que quiera los consortes, quedando el otro in-
prestar oídos a la Naturaleza, pres- cólume, verbigracia: que el suegro,
tar oídos a la humanidad y a Ja de quien, se esperaba una pin-
cordura, ése amará a su esposa rr.ás güe herencia, pierda sus bienes; ser
y más de día en día y mayor con- objeto de deshonra y desdoro por-
fianza tendrá en ella y mayores que se ha puesto tacha en la con-
muestras de buena voluntad le dará, ducta de una hija; pasar por convic-
con que testimoniará para con ella to de algún crimen, aunque sea fal-
un cariño que nació espontáneamen- samente, o, sin culpa ninguna, ser
te, pero que creció y aumentó con metido en la cárcel, o ser expulsado
la experiencia de sus virtudes y se de la ciudad, o caer en el lecho del
conserva con la esperanza de que dolor. En todos estos casos solamen-
ella, en lo sucesivo, será semejante te d^ré lo que la Naturaleza prescri-
a sí, y que, por lo mismo, alcanzará be y lo que Dios prescribe, no sola-
el más hermoso linaje de victoria, mente en el matrimonio, que es un;;
como se lee en Platón. Y no sólo te tan estrecha unión de cuerpos y de
limitarás a darle tan significativas almas, sino generalmente para tod-
muestras de bienquerencia, sino que el linaje humano, a saber: que é&úa
de ella, como de un manantial co- uno tenga para con el otro aquella
pioso, redundará, y no delgada ni disposición de alma que él querría
avaramente, sobré los afines parien- que se tuviese para consigo mismo.
tes suyos que te procuró tu enlace Así como conviene que tu espos.-
con ella, porque experimenten ellos acepte y soporte tus desgracias, tam-
También cuánto provecho Ies viene bién tú las de ella, singularmente
del deudo que con ella tienen,- y tu cuando' aquel amor sublime, que es
misma esposa entienda claramente la raíz del matrimonio, debe de tal
OBRAS MORALES. DEBERES DEL MARIDO. CAP. X 1847

manera mezclar los albures del uno to, por el lugar donde se sienten o
y del otro y unificarlos, que ya no donde se paseen. No aumentará el
pueda decirse que éste es de aquél marido el volumen de estas peque-
y aquél de éste, sino que sean de ñeces, ni se prestará a servirlas, ni
ambos, indivisiblemente, las venta- se erigirá en vengador del despecho
ja?, las desventajas, los bienes, los o de la queja femenina porque, a
males. Y si ambos a dos no hacéis su parecer, no se le haya hecho el
más que uno, no puede enfermar honor debido. Reiráse más bien y
ella sin que enfermes tú, ni ser po- no hará cuenta ni caudal de ello y
bre ella y rico tú. Y eso que no pue- levantará a su mujer a preocupacio-
de ocurrir entre amigos, ¿cómo ocu nes más altas, hasta donde pudiere.
reirá en tan estrecha unidad de Los que se inmiscúen y toman su
amor y de almas? EL amigo cierto parte en esas naderías son más dig-
— dice Ennio—demuéstrase en el nos de saya y de rueca que de barba
trance incierto. Las enfermedades y de consideración social. ¡Entrega
y las tribulaciones darán a conocer un empleo político y el gobierno de
cuánto la amaste cuando estaba bue la ciudad a los que en su casa se de-
na y entera. Si, siguiendo el instinto dican a tales boberías! ¿Qué cosa
de la Naturaleza y los mandamien hay más indecorosa para todo un
tos de Dios, conceptúas que tu mu hombre que el que esas cosas le
jer forma una unidad contigo, te afecten como a una mujer?
persuadirás que ese cuerpo arrui-
nado de dolencias no es menos tuyo
que suyo. Y no le tratarás de difc CAPITULO X
?ente manera que, cuando era lindo
y en la flor y verdura de su edad,
VENTAJAS DEL AMOR MUTUO ENTR K
era a los ojos del cuerpo mucho más LOS CASADOS
agradable que en la actualidad. Ni
le servirás con menos diligencia y Apenas se puede decir cuántas
cuidado que te sirves a ti. Y, como sean las ventajas que la concordia
para contigo y para con tus hijos, acarrea entre los cónyuges para los
la compasión acrecentaría el cariño, menesteres más importantes de la
así también el amor te enseñará lo vida en casa y fuera de ella, y cuán-
que has de hacer para con tu esposa, tos inconvenientes y daños introdu-
si la quieres tan verdaderamente co cen en el domicilio conyugal la des-
mo a ti o a tus hijos, por manera avenencia y la discordia. La servi-
que te sea más cara estando enfer- dumbre, con la disidencia de los
ma o herida y derribada por un gol dueñqfs, como la ciudad con los
pe de fortuna, como cuando estaba príncipes en discordia, no puede go-
en pie y florecía. zar de quietud; mas con increíble
Tienen las mujeres sus pequeñas alegría descansa en su buen acuer-
riñas y sus menudas envidias y süs do, esperando que va a experimen-
chicas rivalidades, frecuentes, efí- tarlos para consigo tales como los
:

meras, nacidas de causas insignifi- ve en sus mutuas relaciones. Y, cier-


cantes, por la terneza de su temple tamente, no quedan defraudados en
y por lo flaco de su juicio. No con- este juicio y en esta esperanza, por-
viene mezclar en esas triquiñuelas que ellos, conllevándose con mutua
la gravedad varonil. Tienen también y apacible comodidad, aprenden a
sus ambicioncillas por el tratamien- no enojarse con los. yerros de la
1348 JUAN LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. TOMO I

servidumbre, ni, con ira no refre- las cosas de tu casa, aun las arduas
nada, a no alterarlo todo con albo- y y por digno de regir la
difíciles,
roto y grita. De esta manera andan cosa pública, ya que con tanto tac-
lejos de la casa aquellos odiosísi- to y tanto seso gobiernas la tuya pri-
mos y muy inoportunos camaradas, vada, y que fácilmente mantendrás
a saber: los azotes y' los imprope- en concordia y tranquilidad a tus
rios y todo aquello que el ánimo conciudadanos, puesto que tanta
irritado y en ebullición aconseja que tranquilidad y concordia tienes en
.se haga. No solamente están conten- tu casa estabilizadas y corroboradas.
tos los servidores, sino que cumplen Y, al revés, ¿quién piensas que iba
más gozosa y diligentemente con su a creerte indicado para un cargo de
deber y más obsequiosamente sirven gobierno y que ibas a conservar en
a sus amos, respetuosos de su auto- la ciudad la paz y el sosiego, si ve
ridad, que nace de su avenencia y que tú no puedes recabar vivir con
con su avenencia crece. El marido, apacibilidad y concordia en tu casa,
con su amor y bienquerencia, tutela donde tú eres, no ya funcionario,
la autoridad de la esposa, y la espo- sino rey y señor de todo? De Gor-
sa la de su marido con su deferen- gias Leontino, que fué el primero
cia y con su docilidad. ¿Y qué más qué alcanzó entre los pueblos de Gre-
diré sino que la concordia trae con- cia la palma del bien decir, exhortan-
sigo el concepto de bondad y de do en unas fiestas olímpicas con gran
cordura? ahinco a la concordia entre los grie-
Forzosamente tienen que ser bue- gos, cuéntase que algunos exclama-
nos aquellos que se quieren con un ron : Póngala él entre sí y su mu-
amor tan duradero, pues no hay jer y su criada y entonces harto
amistad permanente sino entre bue- provecho nos hará este consejo. X:
nos y los cuerdos, que sufren con tampoco hay ninguno que no espere
resignada mansedumbre aquellas serle muy fácil hacerse amigo de un
inevitables molestias por las cuales hombre tan bueno y tan accesible.
otros, irritándose, abandonan y rom- No hay riqueza imaginable que
pen la amistad y el afecto cariñoso. valga más que ese don de gentes y
Y por ningún otro concepto se ori- esa simpatía avasalladora. Crédito
gina mayor respeto y autoridad que en casas ajenas, ¡qué hermosa y
de la opinión en que se les tiene de magnífica cosa es! Como se cuenta
bondad y de prudencia, por manera de Cratetes de Tebas, a quien, por
que esa suerte de veneración no só- su no empañada opinión de probi-
lo queda recluida entre las paredes dad y por el ejemplar afecto que
de la casa y en el pecho de los ser- profesaba a su esposa Hiparquia,
vidores, que te respetan y adoran conocido y admirado de todos,
como a una divinidad bajada del abríanle no solamente las puertas
cielo, sino que trasciende afuera y todas de la ciudad y las cámaras,
derrama su lumbre por toda la ciú> sino también los más recatados se-
dad, donde todos te tienen por un cretos de familia, como a un genio
hombre bueno, nacido y heñido :por doméstico. No habrá nadie que sos-
la Naturaleza para el amor y la sim- peche que ponga el ojo y la afición
patía, puesto que amas con tanta en las mujeres ajenas aquel que está
constancia, y tiénente por un hom- prendado de la propia, estando uni-
bre cuerdo y prudente, puesto que dos los dos por un muy sabroso y
tan ejemplarmente gobiernas todas muy firme afecto. Pero volvamos a la
OBRAS MORALES.-1- DEBERES DEL MARIDO.— CAP. X 1349

casa; volvamos al lar y a los penates. y a las almas de' los vástagos. ¿Y
Toda la servidumbre está en su si- qué más diré, si en el ejemplo do-
tio espontáneamente, con gozosa méstico aprenden la mansedumbre
diligencia: el marido con la ayuda y la apacibilidad y la sacan de ahí,
de la mujer, y la mujer con la ayu- como quien dice, por el roce conti-
da del marido, bajo el signo y el nuo? ¡Cómo esa convivencia domés-
impulso de la concordia, de manera tica, que discurre eh medio de tan-
que uno y otro, cuando la disiden- ta serenidad, y tantr. tranquilidad,
cia no raja esta fecunda ünidad, y tanta concordia, se parece a la
contienen a la servidumbre toda en vida del Cielo! Por donde, así como
su lealtad y en su obligación, cuan- aquél sabio varón dice en Homero
do ninguno de los cónyuges deser- que muchos y grandes mozos redun-
ta de las suyas! De ahí que la ha- dan de un amigo en otro y en aque-
cienda familiar sea' atendida con llos de quiénes somos amados, y, al
más diligencia cuando el ánimo del revés, en los malévolos y a
los ene-
uno ni del otro no se ajenan de migos/muchas molestias y enfados,
aquel cuidado por disgustos o ren- y, en cambio, éstos retozan y aqué-
cillas mutuas, y todo, en la casa y en llos lloran cuando nos ven o nos
la servidumbre, está regido y atem- oyen disentir, odiarnos, reñir y por-
perado por el afecto. Árida muy equi- fiar, pues a los malos les apetece el
vocado aquel que piensa que no exis- Odio, como que es su pasto más sa-
te otro móvil, si no es la coerción broso, y evita y huye del bien como
o la esperanza del premio, que más su tósigo más nocivo. Todo cuan-
estimule y acucie a los hombres al to expuse hasta aquí, aun siendo
ganoso cumplimiento de su deber, grande y deseable como' véis, todo
como el amor y la benevolencia. ello junto no tiene compáración con
A nadie causará maravilla que los esto solo que ahora voy a decir: en
hijos comunes de ambos les sean nuestra propia casa aprendemos el
mucho más gratos y queridos, los ámoi* y meditamos el que hemos de
cuales, aun siendo de uno de los concebir para con los otros. Ade-
dos, haría el amor mutuo que al más, sosegados y tranquilos y como
1

otro le fuesen agradabilísimos' .sobre ablandados por aquella suerte de un-


manera. ¿Cuánto más viva ahora es ción suavísima que es el' amor mu-
fuerza que arda la llama-, a la cuál tuo, los esposos más fácilmente se
de una y otra parte se le añade ce- refugian en la religióh y se eleván
:
r

bo? Y lo que acaso parecerá más a la contemplación, al amor, al cul-


maravilloso, cosa que los conocedo- to, a la veneración del Todopode-
res de los secretos de la Naturaleza roso Hacedor de la Naturaleza.
dan por Verdad averiguada, es que Allende de esto, nuestros pechos,
los hijos de los consortes bien ave- penetrados de ese amor conyugal,
nidos y que se profesan amor bien que es como una centella de aquel
correspondido nacen mansos, corte- fuego santo del Cielo, poco a poco
ses,comedidos, amables y admira- se enardecen con él y levantan
' '

blemente dispuestos para tocio gé- grandes llamas. ¿Y qué cosa puede
nero de suavidad y de humanidad. desearse o qué cosa puede Dios con-
Y ello sé' explica: aquellos afectos ceder a la naturaleza humana más
y costumbres de los padres, que alta y excelenté como que seamos
ocupan la parte animal del hombre, verdaderos y fieles amadores de
pasan, por lo regular, a los cuerpos aquella sil hermosura divina?
1350 JUAN luis vives .
OBR.'AS COMPLETAS. TOMO I

CAPITULO XI —
¿Por ventura dice no valgo yo
para ti más que diez hijos? De un
DE LOS CASADOS SIN ;
HU0S marido así convenía que naciese el
príncipe de Israel y profeta, Samuel.
Los hijos, algunas veces, Dios no Si Dios enviare hijos, recíbanlos
los da o. una vez que los dió, los con ánimo alegre y agradecido, ce-
quita por soberano consejo suyo in- rno dones del Cielo, y denles la me-
escrutable, o, por hablar mejor, por jor crianza porque su bondad les
una paternal indulgencia para con aproveche a ellos y redunde en ti,
nosotros, porque así ve que nos con- no ya por tu satisfacción tan gran-
viene. Dije esto porque nadie lo de, y por la opinión de los hombres
atribuya, al azar o a causas natura- acerca de ti, sino también para los
les,porque no es de hombre pruden- merecimientos de las buenas obras
te, pero ni siquiera cristiano. Con de esta vida, que granjean un pre-
todo, no debe tenerse por exiguo mio inmortal en la otra.
beneficio no catar aquel dulce ací-
bar, porque los que lo tragaron di-
cen estar mezclado y templado en CAPITULO XII
tal proporción, que a una gota de
miel corresponden seiscientas de DE LA ESPOSA DE EDAD AVANZADA
acíbar. No sin razón un epigrama
griego pone en el número de las fe- Cuando tu esposa, morigerada y
licidades el vivir sin hijos. Augusto, buena, hubiere llegado a la anciani-
por mor .de su hija y de su nieta, dad, haz con ella lo que acostumbra-
vióse muchas veces obligado a ex- mos hacer con todo servicio fiel y
clamar: Ojr.lá. no casándome, no diligente. Al caballo y al buey los
hubiera tenido hijos. Doy de mano soltamos,como jubilados; los deja-
las consabidas quejas de Cicerón a mos que vaguen y pasten más a su
Atico.. Pero no es éste el lugar de
;
placer y los llamamos menos al tra-
tratar de la carencia de hijos. He bajo. Emancipamos al esclavo; al
dicho esto, incidentalmente. para soldado veterano se le regalan tie-
advertir a los maridos que, siendo
. rras poique viva de ellas; al servi-
problemático el provecho de los hi- dor fiel, por los buenos y fieles ser-
jos y que con frecuencia ocasionan prestados, casi le igualamos
vicios
más desabrimientos y sinsabores con nosotros y le hacemos como de
que provechos y gustos, no busquen familia con cuánta más honra es
; ;

hijos por ninguna suerte de cri- razón que tratemos a la esposa .

men esto es un mal incierto por


; : cuando ya avanzó en años y llegó
uno cierto. Y no se muestren desa- a los arrabales de la vejez! Xo es
bridos con su esposa por ser estéril, un animal irracional, como el caba-
puesto que ese defecto muy muchas llo; no es tampoco una criada ni, en
veces no es por culpa de uno de los el derecho de gentes, de peor condi-
dos ni por culpa de ambos, como ción que tú; no es una jornalera
dije. Sepan que las mujeres desean con un salario convenido, sino igual
«ucesión con más ardor que los ma- a ti, compañera dada por Dios, uni-
ridos, como la pared caediza desea da a ti por el amor y en una comu-
puntales en que apoyarse. Estéril nidad de vida taL que aventaja a
era Ana. mujer de Elcana, de Ef ra- cualquier otro linaje de sociedad hu-
ta: cómo la consuela su marido? mana. Fuera de que también es ra-
OBRAS MORALES. —DEBERES DEL MARIDO. — CAP. XII 1351

zón que ella, que subordinó por tan más señora insolente e intolerable
largo tiempo sus afectos al marido, que con tan prolijo aprendizaje hu-
ya no sea subordinada suya, sino biere aprendido a obedecer al ma-
Igual, puesto que aquellos movi- rido. Id haciendo poco a poco que
mientos y aquellas perturbaciones desaparezca la distinción del sexo y
propias del ánimo excitado, que empezad ya desde acá abajo a inicia-
en cierto modo debían ser cohibidos ros en aquella vida del Cielo, en que
por la autoridad marital, que tanto no hay sexo, según nos enseñó el
se parece a la real, y por los cuales Hijo de Dios No toman esposa, no
:

era menester que el marido ejercie- toman marido, sino que se condu-
se el dominio sobre su esposa, están cen como los ángeles de Dios, espí-
ya apaciguados por los años y por ritus puros e incorruptibles, entre
la costumbre. Ya no hay motivo pa- los cuales nadie nace, nadie fenece,
ra que el marido ejerza mando sobre por manera que sea necesario el con-
su esposa y se empeñe celosamente nubio para reparación del linaje hu-
en conservar su autoridad, que ya mano. Este amor no se funda en
no puede mermarse, por la desapa- ninguna cosa caduca y sujeta a la
.

rición de aquello que le hacía áspe- muerte, sino que está fijo y plantado
ra y necesitada de un gobierno co- en el alma, e irá aún en pos del que
medido y justo. Por esto el Señor muriere. De esta manera, aunque re-
manda a Abrahán que obedezca a tirado de los ojos, recatado, sepul-
Sara, ya anciana, que ya rio es es- tado y llorado, sobrevivirá este
posa, quiero decir, que ya no es amor y tendrá vigencia y bríos y
carne, sino que está corno ascendida será dulcísimo el recuerdo de tal
a la condición del varón y a lá con- esposa, y toda su memoria será gra-
:

dición de espíritu. tísima. Por ello, los hijos comunes


Tampoco es razón que en lo suce- serán más amados; por ello rnismo,
sivo se la trate como a joven. En porque son hijos tuyos y porque
friada la ebullición de la edad y de- fueron engendrados por tal mujer,
bilitadas las fuerzas, se le ha de re- y les compadecerás por haber que-
tirar el trabajo, hanla de ayudar los dado huérfanos de la dulzura de tal
servidores. Y toda vez que está cu- madre, y a los hijos de ella, si los
rada de aquellos trastornos morales hubiere de otro marido, tú los -ten-
que perjudicaban su razón y su jui- drás por tuyos, porque nacieron de
cio y no la dejaban ver la realidad aquella que fué una cosa contigo
y dañaban su voluntad porque de- por el sacramento del matrimonio y
sease menos el bien, vuelta más por ley del amor.
cuerda y mejor con la remoción de Te esforzarás también para que
obstáculos, admítela de cada día rrfás el respeto de aquella que. aprovechó
en tus consejos comienza a equipa-
; harto a sus consanguíneos, y deudos
rarla contigo y consúltala en los ne- les aproveche también la memoria
gocios pequeños y también en los de la muerta. Mucho tenías que
grandes; invístela de consideración acordar a tus afines, siendo viva tu
y de autoridad porque tus hijos, si consorte, tan bien avenida contigo,
los tienes, y la restante familia si- y muerta, no menos has de. acordar-
gan tu propio ejemplo. Así percibirá les, porque, aun cuando ella se ex-
ella el fruto de tu obsequiosidad, tinguiera, no se extinguió el amor
siendo señora la que tanto tiempo que unía contigo a sus parientes, no
fué sirvienta. No habrá nunca ja- de otra manera que a los tuyos la
1352 JUAN LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. TOMO I

comunidad de sangre 3* el azar del ra con sus propios hijos. No convie-


nacimiento, que es un lazo más dé- ne que la mujer .casada sea má¿ co-
bil para la unión que aquel prime- nocida de nadie que de su marido,
ro de afecto y bienquerencia. Si fue- con el cual convivió en los lugares
ras tú quien en esta jornada, de la más recónditos -y secretos en horas
mortalidad la antecedieres, dejarás festivas, en horas serias; ese. mari-
bien testimoniado y profundamente do, si no es un tronco, ha de tener
impreso, así en la memoria de los bien explorado el carácter de su mu-
otros como en la de ella, no tan sólo jer y debe y puede haber conocido
el amor que la profesas, sino tam- todas sus inclinaciones. El marido,
bién tu juicio acerca de ella, dándo- pues, aplicando el juicio que hubiere
le las gracias por la abnegación, por formado de los actos y. de la vida de
la fidelidad, por la piedad con que su mujer, hará lo que sea menester
se portó contigo, porque todos en- que se haga. Mas ello de tal forma,
tiendan cuán buena esposa fué para que el amor diluya y temple la se-
ti y ella sienta .que fué por ti apro- veridad del. juicio y el juicio frene
bada su buena voluntad y agradeci- la desbordante demasía del amor.
dos sus servicios, y ya desde aquel Sea la mujer como sea, de ninguna
momento, en vida aún, saboree el manera conviene dejarla pobre y
fruto de su bondad, que tendrá su menesterosa, conforme lo consintie-
complemento mayor y 'más verda- ren tus posibilidades. Yo preferiría,
dero al término de esta vida, en la en el caso que se hubiere de pecar
bienaventuranza que no tendrá fin. en un sentido u otro, dejarla en la
Demuéstrale también tu amor y tu mayor -opulencia que en la indigen-
humanidad para con ella, puesto cia de lo más necesario para la vida.
que vas a faltarle tú. el pilar de la Mayor peligro corre su fragilidad
casa, y queda una mujer medrosa e del lado de la pobreza que de' la ri-
inválida destituida de ti, -que eras queza. Mas, puesto que el moribun-
su sostén único, dejándole a manera do sé despide para otros parajes
de consuelo de su viudez algunos más risueños que los de' este bajo
bienes con que pueda sustentarse mundo, no tome para sí, que ya es-
honestamente, porque no parezca tá muerto, el cuidado de lo que deja-
que aquel amargo y funesto día que re; encomiéndelo a aquellos que lo
te arrebató de sus brazos introdujo tendrán bajo su vigilancia. Y no
en su casa vacía todos les males. quiera tampoco' que su viuda tenga
Pero esto ha de determinarlo la na- de tai manera clavado- en su memo-
turaleza y las costumbres de cada ria el' recuerdo de su marido, que
cual. Habrá mujer a quien todo se la mande perseverar en la viudez
le podrá confiar con perfecta tran- bajo su nombre con muy grande in-
quilidad; habrá mujer de probada comodidad de ella, -a veces, y con
fidelidad, económica y prudente. muy agudo peligro de su virtud; dé-
Las habrá a quienes el dejarlas ricas jela a su propia determinación, a fin
será poco conducente, y de la futura de que ella misma elija de su propio
herencia harán instrumento de sus consejo y del' de sus deudos, según
placeres y vanidad. Las hay ava- las circunstancias lo requiriesen, lo
rientas y rapaces, a quienes la codi- más conveniente a su honradez y a
cia las hará ser desnaturalizadas pa- •la tranquilidad de su conciencia.

80i £ FIN DE LOS «DLBERES DEL MARIDO»


OBRAS DE
CARACTER SOCIAL
¿AMO
DEL SOCORRO
DE LOS POBRES
(DE SUBVENTIONE PAUPERUM)

(1525)

DEDICATORIA
JUAN LUIS VIVES y civilidad de este pueblo y la in-
creíble quietud y justicia que rei-
A LOS BURGOMAESTRES Y AL SENADO nan aquí
y son por todas las nacio-
DE brujas: SALUD nes celebradas.
Deber es del peregrino y del ex- Y así es que aquí tomé esposa, y
tranjero— dice Cicerón — no ser no menos deseo su bien que como a
curioso en república extraña. la ciudad en que tengo determinado
Y en realidad es así, pues dondequie- pasar el resto de vida que la benig-
ra es odiosa la injerencia en asuntos nidad de Cristo me concediere, y me
ajenos. Con todo, el buen celo y la tengo por uno de sus ciudadanos y
amonestación amistosa no son intro- para con todos ellos abrigo el mis-
misiones reprobables, porque la ley mo afecto que para con hermanos
natural no consiente que sea ajeno míos. La necesidad en que muchos
del hombre lo que es de los hom- de ellos se debaten me obligó a
bres, y la gracia de Cristo los unió poner por escrito los medios que yo
a todos entre sí con el aglutinante juzgo conducentes al socorro de su
tenacísimo de la caridad. Mas dado indigencia. Que yo hiciera esto mis-
que alguna cosa me sea ajena, he de mo, hace ya mucho tiempo que en
confesar que yo tengo tanta afición Inglaterra me rogó el señor Praet,
a esta ciudad como a mi nativa Va- prefecto vuestro, que con frecuencia
lencia, y no la nombro con otro y con. muy visto celo piensa en el
nombre que el de Patria porque ca- bien público de esta ciudad, como
torce años ha que habito en ella, y es su deber. A vosotros dedico esta
si bien no con una no rompida con- obra; ya porque es muy fuerte vues-
tinuidad, no obstante, siempre acos- tra propensión a hacer bien y ali-
tumbré volver a ella como a mis viar a los miserables (cosa de qUe
lares propios. Me agradó vuestro da testimonio tanta muchedumbre
sistema administrativo, la educación de pobres como de todas partes
1356 JUAN LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS. TOMO 1

afluye aquí, cual a un refugio siem- ya alguno que padezca hambre o


pre prevenido para los necesitados), sufra desnudez o la vergüenza de
ya también porque el origen de to- andar andrajoso, en medio de la
das las ciudades ha sido el que opulencia de su estado, así tampoco
cada una de ellas fuese un lugar parece bien que en una ciudad, no
donde, con el intercambio de los pobre ciertamente, toleren sus ma-
beneficios y la reciprocidad de los gistrados
que haya ciudadanos, si-
auxilios, cuajase la caridad y se afir-
quiera se4u pocos, que sientan las
mase la sociedad humana. Particu- embestidas v del hambre
y el oprobio
lar desvelo de los administradores
de la miseria. No os toméis pesa-
de la ciudad debe ser cuidar y po-
ner todo su esfuerzo en que los unos
dumbre de leer esto, y si no os huel-
sean socorro de los otros; y nadie ga, poned al menos suma atención
sufra agobio ni reciba daño injus- en un asunto de tamaña importan-
cia, vosotros que ponéis tanto inte-
to, y que al que es más débil, el
que es más poderoso le asista a fin rés en el pleito de una persona par-
de que con la concordia del común ticular en que se ventila la perte-
y la solidaridad ciudadana se au- nencia de mil florines.
mente el mutuo amor de día en día Deseo a vosotros y a vuestra ciu-
y permanezca para siempre. Y así dad toda suerte de prosperidades y
I

como es cosa fea para un padre de dichas.


familia consentir que en su casa ha- Brujas, 6 de enero de 1526.

DEL SOCORRO DE LOS POBRES


O DE LAS NECESIDADES DE LA HUMANIDAD

LIBRO PRIMERO
CAPITULO PRIMERO das, partes;entendimiento agudísi-
mo, y un alma toda rectitud y pro-
ORIGEN' DE LA NECESIDAD Y MISERIA bidad, muy a propósito para el co-
DEL HOMBRE mercio y comunicación de la vida.
Y, puesto caso que el hombre era
El Hacedor de todas las cosas, creado para reparación de aquella
Dios Nuestro Señor, usó de una ruina inicial de los ángeles rebeldes
maravillosa generosidad en la crea- que se consumó en el cielo, conve-
ción y formación del hombre, de nía que ya, en este cuerpo mortal,
suerte que ninguna cosa hubiese ni comenzase a meditar en la compa-
más excelente que El debajo del cie- ñía de los ángeles buenos; pero ins-
lo ni más grande que El en la re- tigado por la soberbia y buscando
dondez de este mundo sublunar que una dignidad que sobrepujaba su
está sometido a su poderío; dióle nativa condición, no contentándose
cuerpo sano y robusto; muy saluda- con la gran excelencia de su huma-
bles alimentos, que se hallan en to- nidad, pretendió 'la divinidad acu-
OBRAS DE CARÁCTER SOCIAL. SOCORRO DE LOS POBRES. LIBRO I. CAP. II 1357

ciado por las promesas de aquel que resfrió el amor; todos los vicios em-
precisamente por análogo camino bistieron como en escuadrón; afli-
había perdido sus bienes propios: gióse el cuerpo, y tuvieron espanta-
Seréis como dioses, sabedores del ble realidad aquellas" maldiciones
bien y del mal. tremebundas: Maldita sea la tierra
Efecto fué de una soberbia inso- en tu trabajo, extensivas a todas las
lente el afán de encaramarse a la actividades de la diligencia huma-
cumbre de la Divinidad, más arriba na. No hay principio interior ni
de la cual ya no hay cosa alguna. exterior que no parezca haber en-
Y tan lejos estuvo de alcanzar el trado en conspiración para el daño
objeto de sus ambiciones, que per- del cuerpo: en el aire, hálitos pes-
dió copiosamente una buena parte tíferos y nauseabundos; aguas insa-
de. lo que había recibido, como está lubres; navegación azarosa, arreci-
escrito en los cánticos del rey Da- do el invierno; bochornoso el vera-
vid: El hombre, cuando estaba en na; tantas fieras dañinas, tantas
honor, no lo entendió; fué compa- dolencias causadas de los manjares.
rado a las bestias insensatas y se ¿Quién será capaz de contar los li-
hizo semejante a ellas. Es, a saber: najes de venenos y los ardides de
apartóse hasta tal punto de la seme- hacer mal, el daño mutuo que se
janza de Dios, que se despeñó en la hacen los hombres, tantos ingenios
semejanza de las bestias, y mientras bélicos contra una fortaleza tan dé-
pone todos sus conatos en ser más bil, que basta a estrangularla un
que ángel, vino a ser menos que grano de uva detenido en la gargan-
hombre; bien así como aquellos ta o un cabello que se trague? ¡Y
que, subiendo apresuradamente por los muchos que mueren de repente
una escalera sin poner atención en por causas no averiguadas!
los escalones, en vez de conseguir
la altura a que sé remontaban, caen
rodando a lo más hondo de la sima. CAPITULO II
Este percance lamentable invirtió
el orden de la constitución humana, NECESIDADES DE LOS HOMBRES
puesto que el hombre disolvió el
que regulaba sus relaciones con Como* no sin razón, muchos de los
Dios, y ni las pasiones obedecieron antiguos dijeron ser nuestra vida no
a la razón, ni el cuerpo al alma, ni vida, sino muerte, los griegos lla-
lo exterior a lo interior, y se produ- maron a nuestro cuerpo soma, que
jo un estado de guerra civil e intes- monta tanto como decir sema, que
tina, con la eliminación de la reve- para ellos significa el sepulcro. Ha-
rencia debida al Príncipe y a sus bía el Señor amenazado a Adán que
leyes. Desnudo de su inocencia el en cualquier día comiese del fruto
hombre mismo, todo lo arrebañó vedado- había de morir. Comió, y la
consigo para su perdición; se em- muerte rondera anduvo a su alrede-
botó el entendimiento y se ofuscó dor. Y, en efecto, ¿qué cosa es esta
su razón; la soberbia, la envidia, el vida sino una muerte continua que
odio, la crueldad, la diversidad de sé" consuma cuando queda el alma
los apetitos y las demás perturba- del todo libre de este cuerpo? «En
ciones, como tempestades levanta- naciendo —
dijo un poeta ya morí- —
das por el austro embravecido con mos, y el fin comienza en el mismo
las ondas; quebró la fidelidad; se principio.» Desde el primer instante
1358 JUAN LUIS VIVES. OBR:AS COMPLETAS. TOMO I

que sale el hombre a esa luz, lucha j


to de gratitud y una cierta memo-
el alma con el cuerpo, y al momento ria del beneficio, nada aborrece más
le abandonaría si no fortaleciera que el ánimo ingrato. Y ya, desde
oportunamente esta su flaqueza cor- luego, se percataron cuan útil y apa-
poral con el mantenimiento como cible resultaría si, quienes abriga-
con una medicina. Para eso creó ban los mejores deseos de común:
Dios los manjares, para que con carse los beneficios entre sí, par.,
ellos, a modo de pilares y de apo- su ayuda mutua, edificasen, vecinas
yos, sostuviesen esta fábrica caedi- unas de otras, cabañas y habitacio-
za, propensa en todo momento a su nes para proveer de ese modo de
ruina y a su muerte. De estos ali- las cosas a su alcance, a quienes te-
mentos, unos hay que los produce nían voluntad de socorrer. Ocupa-
la tierra en sus árboles, arbustos, ron el campo contiguo y cada cual,
hierbas y raíces; otros, los apacien- de muy buena gana por aprovechar
ta para nuestro uso. como los gana- a los otros, tomó para sí el oficio
dos, y los hay que pescamos en el para el que parecía más proporcio-
agua y que cazamos en el aire. Fue- nado y dispuesto: la pesca, unos;
ra de esto, contra la violencia del otros, la caza, agricultura, el
la
frío nos defendemos con pieles, pa- pastoreo, el hilar u otras
tejer, el
ños y fuego, y con la templanza y ocupaciones análogas, provechosas
el refrigerio de la sombra, nos gua- y favorables a la humana convi-
recemos del sol demasiado. vencia.
Nadie hay, o de cuerpo tan robus- Hasta ese momento se conducían
to o de tan penetrante ingenio, que los hombres entre sí con la más her-
se baste a sí solo si ha de vivir se- mosa de las concordias; pero el
gún costumbre y usanza de hombre. añejo mal se apoderó de no pocos:
Y por eso se agrega la compañía de de los unos, con el deseo de sobre-
una esposa, por tener sucesión y pujar o. mejor, de oprimir a' Hoá
por conservar lo adquirido, pues es- otros, por disfrutar ellos, ociosos y
te sexo, medroso como es de suyo, temidos, de los trabajos ajenos;
es asimismo aliñoso y conservador porque los otros ejecutasen sus
tenaz. Después se procura compa- mandatos mientras que ellas, alzán-
ñeros de sus fatigas, a quienes quie- dose y señalándose con el reino y
re bien, y, según fueren sus posi- el poder, rodeáronse del cortejo de
bilidades, se afana por beneficiar- aquellos a quienes, por la astucia
les, insinúase el amor y, poco a po- o por el terror, habían hecho doble-
co, se forma un núcleo de sociedad, gar a su tiranía. Este desafuero na-
que se propaga afuera. Y a seguida, ció de aquella ambición original de
estrechándose y obligándose unos nuestros primeros padres, con la
con otros a fuerza de servicios y de cual temerariamente esperaron y
beneficios, el amor ya no se limita presumieron para sí la divinidad. Y,
ni cabe en el breve coto de unos en efecto, nuestra pasión de domi-
lares y de un mismo hogar, pues nio no se señala más límite que la
movido por el beneficio, concibe divinidad. Harto lo manifestó aquel
gratitud y si se le ofrece ocasión, joven y loco rey de Macedonia, a
no descuida la correspondencia. La quien se le antojó haber hecho po-
Naturaleza, que inspiró aun en las co con la conquista de todo el or-
bestias fieras, como elefantes, leo- be, aun cuando le faltaba la part?
nes, dragones, un cierto sentimien- mejor por expugnar. De ahí. V?.
OBRAS DE CARÁCTER SOCIAL. SOCORRO DE LOS POBRES.-— LIBRO I. CAP. I]

aceptación de leyes equitativas pa- dio conservase con un honesto ejer-


ra todos y su violación por la fuer- cicio facultades de la vida, y
las
za de los dominadores; de ahí, los equilibrándose por la comunicación
muros añadidos a las ciudades y la mutua los oficios de la ciudad, ca-
guerra, así civil como exterior, pes- da cual tuviese lo suyo. Pero inter-
te que supera cualquier otro géne- vienen muchas eventualidades. Los
po de peste. unos, por enfermedad de sus cuer-
.Ya en este punto hubo que salir pos, cesando en sus trabajos, gastan-
al paso de la pereza, de la arrogan- do dineros y no recibiendo otros en
cia, de la indigencia humana, cuan compensación, vienen a parar en la
do, por haberse multiplicado el hu- pobreza. Esto mismo acaece a los
mano linaje, los unos no tenían Cíe que perdieron sus bienes en la gue-
qué sustentarse y los otros, holgaza rra o en otra cualquiera grande ca-
rie<andp,_ ¿pedían el propio sustento lamidad, como es fuerza ocurran
a lasgft.ó gas ajenas. En resumen: muy muchas a los que estamos con-
comerá .n on por distribuirse entre finados en este mundo, turbulento:
sí los ciudadanos, como era razón, como incendios, inundaciones, rui-
ios campos contiguos a las ciudades, nas, naufragios. Fuera de esto, los
acotando sus linderos, cuya intan- hay cuyo oficio deja de ser ganan-
gibilidad fué consagrada por las le- cioso y, además, los que se tragaron
ves; u?'pdiqg<±to que el trueque de torpemente su patrimonio o necias
unos -yo^ductos por otros que estu- mente lo derrocharon. En conclu-
vieran en uso en tiempos preceden- sión: muchos son los caminos para
tes pareció cosa poco practicable, buscar y allegar, .hacienda, pero qui-
por público acuerdo se inventó el zá no sean más pocos los caminos
dinero como un distintivo que, ga- para liquidarla. Esto, por lo que
rantizado por el crédito de la ciu- toca a los agentes exteriores que,
dad, sirviese a una para que cada puesto que se gobiernan por una ley
ual recibiese del zapatero el calza- incierta, a saber: desconocida por
do, y del panadero el pan, y del te- la mente humana, llamaron fortui-
jedor el lienzo. Esta suerte de em- tos los antiguos.
blema se esculpió en' una mate- .También se miró y se proveyó
ria sólida y firme, que fácilmente por elcuerpo ruin y enfermizo, pa-
retuviese lo que en él se grabó y no ra que se le ayudase con los reme
_

se consumiese entre los dedos de los dios buscados a costa de la expe-


que la manejaban, y que ni la abun- riencia y para que el ánimo se ali-
dancia la envileciera ni fuese dema- viase con la conversación y las aten-
siado peregrina de encontrar. Al ciones obsequiosas de aquellos que
principio fué cobre; luego, plata, y, les bien querían. Luego, aplicáronse
por fin, oro, añadiendo también va- maestros a la edad ruda, que for-
lor a estos metales la nobleza de su masen la vida y mostrasen el ca ¿
calidad en que dicen aventajarse. mino de la virtud y dirigiesen la
Acuñáronse estos dineros al princi- razón. Primeramente lo fué para
pio en gran abundancia, y repartié- cada uno su padre; luego, su ma-
ronse entre los ciudadanos, porque dre; luego, sus madrinas; luego,
cada cual negociase con ellos y los sus padrinos, sus tíos, sus abuelos
entregase a cambio de trabajos y y los más alejados de su parentesco
cosas ajenas y los recibiese en true- y los menos obligados por el deu-
que de las propias y por este me- do de la sangre. Después vinieron
1360 JUAN LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS- TOMO 1

las escuelas y los maestros de la do sabiduría e indulgencia. En con-


sabiduría y el gran número de fun- clusión todo el que es menesteroso
:

daciones que a este fin dejaron los de ayuda ajena es pobre y ha me-
hombres más beneméritos. Pero es- nester misericordia, que en griego
íos remedios se han de ir a buscar equivale a limosna, la cuái no con-
lejos o- son desconocidos o asequi- siste exclusivamente en la sola dis-
bles a gran precio o se ignora el tribución de dinero, como piensa el
modo de usarlos; y en todos estos vulgo, sino en toda obra con que se
casos, necesitamos la cooperación alivia la insuficiencia humana.
ajena. Y por lo que toca al cultivo
del ingenio, los hay que no tienen
la suerte de dar con su maestro, y CAPITULO III
otros, a quienes corrompió el mis-
mo maestro corrompido, verbigra- CUÁL SEA LA RAZÓN DE H.^ER TttEIt

cia: el pueblo, grande doctor de -2 ei» O»


errores; y un vecino a otro vecino Mas, porque todos sep'an cuál sea

y el padre al hijo, son maestros de el orden qué debe regular los bene-
opiniones torcidas, y aun muchos ficios y cómo el beneficio se ha de
preceptores de juicios estólidos y recibir o hacer y cuánto deba ser el
depravados, a quienes no fiarías agradecimiento de cada uno, decla-
una manada de gansos, que rigen
'
1
raré cuáles son los beneí * 1
prin- '-"

las escuelas de los niños nobles. cipales y de primera lítlék y tam-


Otros hay que con desdén de todo bién los que a éstos están más ve-
maestro, en la ceguera total de su cinos, y luego los que están en ter-
consejo, ruedan de despeñadero en cer lugar. Piensan algunos que nada
despeñadero, no admitiendo ningún se da o se recibe o que, en redondo,
guía o escogiendo al más ciego. no hay más beneficio que el dinero.
De esta manera fué hecho el hom- De aquí, aquel dicho vulgar: ¿Qué
bre un miserable absoluto, interior aprovechó qué ayudó si no dió na-
y

y exteriormente, en justísimo casti- da? O al revés: Mucho le valió, por-


go de la empresa que asumió de que dió; o todo lo que concierne a
usurpar la divinidad. Aplastada que- los medios de granjear dinero, como
dó la soberbia de ese animal en- si, verbigracia, le enseñó un oficio
greidísimo, por manera que no hay lucrativo o le dió un consejo con el
otro más flaco y que menos valga que salió ganancioso. Y en este pun-
por sí mismo. Su vida toda, su sa- to pecan muchos, que cuando dan un
lud está colgada del auxilio ajeno, consejo tienen toda su alma y aten-
ya para cortar en su misma raíz la ción embebecidas en el dinero y se
soberbia, propagada a su posteridad olvidan de la recta razón y de la vir-
por los autores de nuestro linaje, tud. Empero nosotros, que consta-
va excepcionalmente por ocultos mos de alma y cuerpo, en ambos
iuicios de Dios, faltando a los unos tenemos las cosas siguientes, ora
el dinero, a los otros la salud o el seamos gustosos de llamarlas bie-
talento, de todo lo cual habrían de nes, ora las demos el nombre de
hacer mal uso. Para otros,- esta mis- ventajas; primeramente, en' el al-
ma pobreza es instrumento de gran- ma se aposenta la virtud, bien úni-
des virtudes, pues todo lo refiere a co y verdadero; luego, están el in-
nuestro bien aquel Príncipe y Go- genio, la agudeza, la erudición, el
bernador de este mundo, Padre, to- consejo y la prudencia; demás de
OBRAS DE CARÁCTER SOCIAL. SOCORRO DE LOS POBRES. LIBRO I. CAP. III 1361

esto, ,en el cuerpo reside la salud ;sin que la participación la—amino-


-

robusta para servicio del alma, y es- sino que la- acrecienta. ¡Cuán be-
re,
tán las fuerzas que bastan a sopor- lla -.y gloriosa tarea es adoctrinar,
tar los. trabajos, y, en último tér- pulir, instruir, adornar a la más al-
¡ta de' las potencias del alma, que es
-

mino, entre los bienes exteriores, es-


tá el dinero, las posesiones, la ha- el entendimiento! Dice Sócrates que
cienda, los alimentos. El principal ninguna gratitud tendría a quien le
y más encumbrado beneficio es que diese dinero, y que, en cambio, la
coadyuve uno a la virtud de otro; tendría muy grande a aquel por
así que los más obligados deudores quien fuese librado de ignorancia.
de Dios son no aquellos a quienes Y el santo Job, hundido en la mise-
les cupo nobleza de sangre, belleza ¿ria y sentado en el estiércol, requie-
física, abastanza de :bienes, talento, bre- de sus amigos poderosos no- mer-
gloria, sino aquellos otros a quienes cedes, sino que sólo les pide ense-
se dignó concederles una participa- ñanzas: ¿Por ventura os dije:
ción y lumbre de su espíritu para Traed/me regalos y dadme de vues-
conocer y practicar lo santo y salu-. tra hacienda? ¿O libradme de la ma-
dable; es a saber: todo lo que es de no del enemigo y sacadme del puño
su divino agrado. De este don, lee- de los poderosos? Enseñadme y yo
mos en el salmo 147: El que anun- callaré, y si de alguna cosa tuve ig-
cia su palabra a Jacob, sus justicias norancia, instruidme. ¡Cuán sórdi-
y juicios a Israel. Con ninguna na- dos bienhechores son los que a cada
'

ción hizo tal cosa y no les manifes- paso sacan a relucir el dinero que
:

tó sus juicios. -Este es aquel grande han dado y blasonan de haber man-
beneficio que Cristo comunica a tenido los estudios ajenos! Enseñen
aquellos que fueron bautizados en ellos personalmente, y entonces po-
su nombre y tienen puesta su con- drán gloriarse con razonable moti-
fianza en sólo El. Los ministros y vo. Aristóteles equipara el benefi-
como dispensadores de este benefi- cio de los maestros con el de Dios
cio fueron sus discípulos, que con- y con el de los padres, á los cua-
trajeron el mayor de los mereci- les, dice, no se puede corresponder
mientos para 'con el género humano, con gratitud condigna. Es indecible
y después de ellos los que suce- cuánto aprovecharían a la repúbli-
dieron a los Apóstoles, no tanto en ca unos cuantos grandes y eruditos
la dignidad como en la función y varones, si no fuera demasiado pe-
en las obras. No puede con palabras so tomar ellos en persona a su car-
expresarse cuán grande sea el re- go la instrucción de la niñez, edad
conocimiento que debemos por este flexible a todo, y en la cual es ta-
don increíble, pues éste es aquel rea mucho más fácil inculcar opi-
bien que cada uno debe- -desear a niones rectas. O, al menos, no esca- :

cualquier otro mortal, y en la medi- timar a los maestros avisos, pre-


da de su posibilidad, procurárselo ceptos y otra suerte de ayudas, mos-
con el consejo, con la diligencia trándoles el camino a seguir como
1

.
,

eon la obra. sofó-au?


• > ?.ouq n i y r
¡ •
con el dedo. No es decente que los
»

Después de la: virtud se sigue la que gobiernan las ciudades sean pe-
1

enseñanza encaminada al conoci- rezosos en proveer a sus niños de


miento de la virtud/ enseñanza que los" maestros mejores, dotados no
el hombre enciende en otro hom- solamente de talento y erudición,
bre, como una luz de su propia luz, sino también de juicio sencillo y
1362 JUAN- LUIS VIVES. OBRAS COMPLETA:-. TOMO I

sano. En la crianza inicial de la ni- mos gentiles, cosa de que Cicerón da


ñez escóndese una fuerza de gran testimonio en sus libros De los ofi-
virtud para el resto de toda la vida, cios. E inspirándose en estos mis-
no de otra manera que en las semi- mos sentimientos, por aumentar el
llas existe la promesa de las futuras amor del pueblo para con su prínci-
recolecciones. No cabe duda que pe, considerándosele como el más
convendría más poner atención en bienhechor, introdújose la práctica
este punto que no en el ornato o el de inaugurar el reinado con una am-
enriquecimiento de la ciudad, si ya nistía, devolviendo la libertad a
no es que pensamos que más vale quienes estuvieran detenidos en cár-
dejar una mala posteridad, con la celes y prisiones.
condición de que sea rica. .Adrede dejé el postrer lugar para
jCuán grande y cuán gloriosa mi- el dinero. Prestar ayuda con él es
sión no juzgamos ser la de poner en generoso y- bien visto, y lleva consi-
las almas compostura y sosiego, co- go una como miel, secreta, pues se-
|

sa que se hace en parte con los pre- gún enseñan Aristóteles y Cicerón
ceptos de la virtud y en parte con y los demás filósofos, es cosa más-
la afable comunicación, con consue- dulce y más sabrosa dar que reci-
los, con deferencias, con visitas, conbir. Y ese sentir de los filósofos
obsequios; y, además de esto, pro- gentiles, ratificólo el Señor con su
curar la defensa de los cuerpos y el sentencia, que se halla en la carta
bienestar material! Para quienes de San Pablo a los Corintios: Se-
asumieron este empeño generoso, gún la palabra divina dice — —
con- ,

inventáronse los títulos de Liberta- tiene mayor felicidad dar que re-
dores, de Salvadores y tantas coro- cibir. Una vez que hubiéremos ca-
nas como excogitó la Antigüedad, tado la íntima y profunda dulce-
símbolos de la virtud y de la gloria; dtimbre de la liberalidad, no podre-
a saber: la corona de grama para mos .abstenernos de ella, mientra?
aquel que en campaña salvase la vi- tuviéremos cosa que. dar. Y si no se
da de un ciudadano, la corona de tiene legítimamente, se procura aun
encina para quien hiciera levantar hurtando, como lo declararon mu- •

un cerco. También la medicina fué chos que quitaban a unos para dar
tenida en gran aprecio y atribuida a otros,: cuales Alejandro. Sila, Cé-
a invención de los dioses: El hom- sar. Por esto reza el adagio antiguo:

bre médico dice Homero vale por El dar no tiene suelo. Aun el dar a
muchos hombres. Y Dios manda quienes conocemos por ingratos, en-
prestar al médico honra y acata- traña, su deleite .por el solo hecho
miento. ¡Y cuán gran beneficio no de dar. El .beneficio establece una
.

es librar de la cárcel y del cautive- cierta semejanza entre la condición


rio! El senador Terencio Culeo, li- y naturaleza de Dios y nosotros; a
bertado de la prisión de Cartago por saber: que unos parezcan necesitar
Escipión el Africano, por todo el de nuestro socorro y no nosotros
tiempo que le duró la vida, le miró del suyo, y que en cierta manera
y le reverenció como a su señor, y tengan puestos sus ojos en nuestras
;

asistió a su triunfo con la cabeza manos, de quien esperan auxilio. De


descubierta. En los tiempos anti- Dios se dice en el salmo: Dije al
¡

guos, era muy honroso rescatar a Señor; Tú eres mi Dios porque no


los cautivos empleando en ello la t enes necesidad de mis bienes. Y
t

hacienda propia, aun entre los mis- en. otro lugar: Todos los seres tie-
OBRAS DE CARÁCTER. SOCIAL. SOCORRO DE LOS POBRES. LIBRO I. CAP. IV 1363

nen sus ojos puestos en Ti. Señor, perturbación del ánimo el que tiene
porque les das su mantenimiento en el deber de juzgarlo.
tiempo oportuno; abres tu mano y
llenas de bendición a todo ser ani
mado. Y aquí radica el grosero erro? CAPITULO IV
de quienes despojan á los unos de
lo que dan a los otros. ¿Qué suerte CUAN NATURAL ES EL HACER BIEN
íle hacer bien es esa de hacerlo por
medio de la injusticia? No. logran Apiadóse del hombre el Señor en
ciertamente el agradecimiento que su clemencia infinita, ya porque és-
pretenden, pues a quien agrada el te se avergonzó de su obra, ya por-
don, olvida; a quien escuece, re- que a ella había sido movido por
cuerda, y queriendo parecer podero- las persuasiones del enemigo arte-
sos, vense obligados a implorar el ro y siguió reservándole el mismo
auxilio de los más pequeños, de mo- lugar que ya le había señalado en
do que ya se dice vulgarmente: gran sus primeros consejos, pero que des-
príncipe, gran mendigo. Pero yo di- de aquel instante debía conseguir
je todo eso para declarar cuánta dul- en lucha más recia y en condicio-
zura oculta entraña el dar por ma- nes más duras. Y aun en esta vida
nera que sólo su deseo y golosina quiso que los unos socorriesen a los
pudiera ser su motivo, prescindien- otros mediante la reciprocidad del
do de toda otra posible utilidad. afecto. *En primer lugar, para que
Así como no debe el socorro limi- con, aquel amor inicial de caridad,
tarse al solo mantenimiento; puesto empezasen ya a prepararse para la
que todo el hombre necesita el auxi- Ciudad celestial, en donde no hay
lio adecuado, así también no en el otro sentimiento sino un amor per-
dinero sólo debe el beneficio con- petuo y una concordia indisoluble.
cretarse. También hay que hacer Y allende de esto, dispuso Dios que
bien con lo que es patrimonio del el hombre que debía actuar en so-
ajj»áí deseos, consejo, prudencia, ciedad y comunicación de vida, tor-
preceptos para la vida; y con- lo cido en su espíritu y arrogante en
que es primitivo del cuerpo, a sa- la mancilla de su origen, necesitase
ber: presencia corporal, palabras, del auxilio ajeno, porque de otra
fuerzas, trabajo y asistencia, y, por manera no cuajaría entre ellos so-
fin, con las cosas externas, a sa- ciedad alguna ni duradera ni firme,
ber: dignidad, autoridad, influencia, puesto que cada uno en su original
amistades, dinero, y bajo esta deno- engreimiento y en su inclinación
minación comprendo todo lo que se nativa al mal, menospreciaría y
granjea con el dinero. En todo lo abandonaría al compañero si no le
que cada uno pueda, ayude y apro- contuviera la recelosa previsión de
veche a los que lo necesitan; a nin- que acaso un día u otro podía nece-
guno dañe, cuanto en su mano es- sitar de él. A nadie levantó tan
tuviere, si ya no es que ese camino arriba el favor de la Fortuna, que
favorezca a aquel bien principal, no le humille, aunque no quiera, a
que es la virtud. Pero ello: no se po- implorar el socorro de un inferior.
drá llamar daño, pues no se ha de Y aún diré más: diré que sin el au-
dar a cada uno lo que apetece, sino xilio de los menores aquel favor de
lo que le conviene. En lo cual es la Fortuna ni se produce ni se con-
menester que esté limpio de toda serva. Demostración visible de ello
1364 JUAN LUIS VIVES. OBR AS COMPLETAS. TOMO I

son los grandes reyes, cuya fuerza, mente infiltrada en los humanos pe-
que se asienta en los vasallos, se de- chos la entrañable pasión con que
rrumbaría en el punto mismo que los ánimos generosos quieren favo-
éstos le sustrajeran su apoyo. recer y ayudar al mayor número po-
¿Qué niño o qué vejezuela ignora sible, creyendo ser la cosa más hon-
que en el consentimiento de los rosa y excelente, y ello sin nin-
subditos se afirman ios Imperios gún provecho propio; antes con
más pujantes, los cuales no existi- grave daño de la hacienda o de la
rían en absoluto, si todos a una de- vida. Todas estas cosas, muchos va-
jasen de obedecer? No es posible la rones de grande y elevado espíritu
subsistencia prolongada de una Re- tuviéronlas por bajas y viles con tal
pública, en la cual cada uno de sus que aliviaran a los agobiados, soco-
componentes humanos no atiende rrieran a los menesterosos, confir-
más que a sus intereses personales maren a los flacos y procuraren
y a los de sus amigos y descuida los ayuda y consuelo a los afligidos; y
generales, ora el todo se gobierne por ese medio consiguieron el glo-
por la voluntad de uno solo, forma rioso galardón de ser considerados
de gobierno que se llama Monar- merecedores de la inmortalidad. No
quía, ora sea administrado por un ignoró a buen seguro aquella dora-
pequeño grupo, que se llama Oli- da Antigüedad que el más divino
garquía, ora resida en el pueblo de los oficios es el hacer bien. Pero
toda la soberanía, que se llama De- ¿para qué- hablo sólo de los hom-
mocracia. Aquella es república justa bres buenos, cuando los piratas y
y gobierno saludable en que todos ladrones, quienes, con el ansia de
los desvelos y los consejos de los robar, infestar mares y tierras,
que mandan se encaminan al bien quieren aparentar haber favorecido
público. Pero si cada cual arrima a a algunos, pues pudiendo degollar-
su provecho propio todo cuanto pue- los les perdonaron la vida? Este es
de con su astucia, habilidad o poder, el más grande servicio que puede
aun en régimen de democracia, el prestar el ladrón. Los militares, jac-
pueblo constituyese en tirano de sí tanciosos de suyo, no alaban su
mismo y retiene precariamente y fuerza sino por cuanto aprovecha al
por breve tiempo la libertad y el común, a manera de ciudadela o al-
poder, y pasa esclavizado al domi- cázar. Por todo esto que llevamos
nio y arbitrariedad ajena. Harto de- dicho, ninguna otra consideración
mostraron este axioma político debe avivar y excitar más los pen-
aquellas dos poderosísimas Repúbli- samientos de los hombres que el
cas, romana y ateniense, y lo segui- afán de hacer bien a otros, ora por-
rán demostrando todas
-
aquellas que así lo mandó Aquel que premia
otras que tengan tales ciudadanos, con munificencia larguísima la ob-
que quieran más ser ellos grandes y servancia de sus mandamientos,
-

poderosos, que no que su patria sea ora sea porque de otra manera no
poderosa y grande. tienen consistencia posible las socie-
Diríase que es una forma de agra- dades humanas o, por fin. porque
decimiento nuestro a la Naturaleza debe reputarse ser una posición in-
si, necesitando nosotros que sean humana y antinatural la de no so-
muchos los que nos ayuden, nos- correr a cuantos pudieres, o tam-
otros, a la vez, somos ayuda de mu- bién porque por este camino los
chos. Y así es que está maravillosa- unos ponen el beneficio hecho a los
OBRAS DE CARÁCTER SOCIAL. SOCORRO DE LOS POBRES.—rLIBRO I. — CAP. V 1365

otros como en depósito común pa- zones :la una, porque el beneficio
.

ra cuando lo faltare al más desvali- no fué de ningún provecho a aquel


do la ayuda del más pudiente. En a quien lo hicimos y nos duele ha-
conclusión: conviene que cada uno ber perdido el gasto y el trabajo; la
sea movido a hacer beneficios por- otra, cuando hacemos experiencia
que nos lo avisa la suerte que a de un ingrato. Esta .felonía no sola-
cada cual está deparada. mente ofende a aquel contra quien
t>ft-9Kp ,obwsi; íjbV «'i btfbun ¡A loq se endereza la ingratitud, ni redun-
da en perjuicio exclusivo del ingra-
CAPITULO V to, sino que daña a todos en gene-
ra], pues coarta la benignidad ge-
POR QUÉ CAUSAS ALGUNOS SE APARTAN nerosa y amortigua el vivo deseo de
DE HACER BIEN beneficiar. Cuentan de un cierto Ti-
món, hombre muy rico, de Atenas,
Dos son las causas principales que que fué, de temprano benéfico y lar-
restringen nuestra beneficencia; es go en extremo pero habiendo ex-
.
;

a saber: o porque nos persuadimos perimentado la ingratitud de mu-


que .no vamos a ser de provecho a chos para consigo, cayó en un lina-
losdemás, o porque pensamos que je de aborrecimiento del género
hemos de perjudicarnos a nosotros humano que le valió el mote de
mismos o a aquellos a quienes ama- Misántropo. Vemos cada día a los
mos como a los hijos, a los parien- discípulos de los declamadores qué
tes o a nuestros amigos muy estre- volvieron su oratoria y aquel estilo
chos. Juzgamos ser de provecho nu- que sus maestros les pulieron y les
lo el beneficio hecho a un hombre aliñaron, en daño de sus precepto-
malo y nos ofende muy vivamente res. ¿Quién con estos antecedentes
la ingratitud. Tan melindroso y tan a la vista querrá enseñar? Vemos a
tiernecito -es nuestro egoísmo, que unos padres deshonrados, robados,
no nos atrevemos a beneficiar por
• expulsados, heridos, asesinados por
no exponernos a aquel desaire. sus propios hijos* ¿A quién seducirá
Hablaré primero de los pobres y el deseo de darles el ser y darles la
luego de aquellos que manipulan crianza? Vemos; ,que
r
muchos favori-
riquezas. Ninguna cosa existe más tos, criados,creadas, admitidos en
amable que la virtud, ni nada que la casa y en la familia, ayudados
granjee mayores simpatías que la materialmente, .elevados a dignida-
hermosura de la bondad. E inversa- des, tomados ,,y considerados como
mente, nada hay más feo que el vi- hijos- propios, que forzaron a las
cio, ni que más instantáneamente esposas de sus señores, a sus hijas,
ni con mayor abominación repela a a sus parientes, corrompieron la
quienes lo vieren. Aquí tienen su índole de sus hijos, robaron la casa,
raíz aquellos antiguos aforismos: traicionaron a sus amos, de modo
Quien dió un beneficio a un hombre que más les valiera haber introdu-
digno, por el hecho de darlo lo reci- cido en su domicilio a una serpien-
bió. Y aquel de Ennio: Los benefi- te que hombres que tal peste les
cios mal colocados, para mí son ma- acarrearon. ¿Quién no preferirá ha-
leficios. bitar en las selvas y en los desier-
Ninguna cosa nos aparta más de tos? A un gobernador de una ciudad
beneficiar que el recelo de situar que vela día y noche para la utili-
mal el beneficio. Y esto, por dos ra- dad pública con incomodidad y tra-
1366 JUAN LUIS VIVES. OBR.AS COMPLETAS. TOMO I

bajo suyo llámanle ligero, ambicio- rar, atenta y piadosamente, el San-


so, inepto para gobernar. El pue- tísimo Sacramento; se abren paso
blo desacata al príncipe bueno y a través de las más apiñadas multi-
obedece al malo. Esta actitud del tudes con sus llagas repugnantes,
pueblo empuja a muchos a ser ma- con el hedor nauseabundo que exha-
los, pagando los agradecidos lo que la todo su cuerpo. Tan grande es su
pecaron ingratos. Por esto es
los egoísmo y el desprecio que sienten
odiosa ingratitud aun para con
la por la ciudad es tan agudo, que no
los otros, y ha sido tenido por un se les da nada de comunicar a los
crimen de tanta gravedad que no otros la virulencia de su enferme-
obstante ser frecuente en la repú- dad, no habiendo casi ningún géne-
blica, no se le encuentra sanción ro de mal que no tenga su contagio.
establecida por las leyes, porque su- Y no es esto sólo: de muchos se ha
pera toda tasación humana y ser averiguado que con ciertos medica-
uno de aquellos cuyo castigo, como mentos se abren y ensanchan las
dice Séneca, se remite a la vengan- úlceras para producir más lástima
za de Dios. en los que los ven. Y no solamente
Hay quienes- a algunos hijos de por la avidez de la ganancia afean
mendigos, para enseñarles e ins- ellos mismos sus propios cuerpos,
truirles en el modo de ganar la vi- sino .los de sus hijos y otros niños
da, los adoptaron por hijos y los que a veces piden prestados o alqui-
nombraron herederos en
'"
el testa- lados para llevarlos por todas par-
mento; los cuales, pocos días des- tes. Yo sé de una gente que los lle-
pués, huyeron de sus amos con lo va hurtados y raquíticos por conmo-
que les hurtaron, o si permanecie- ver más los sentimientos de aque-
ron en sus casas algún tiempo se llos a quienes piden limosna. Otros
avilantaron a toda insolencia y des- hay con salud entera e integridad fí-
comedimiento, se volvieron murmu- sica que simulan enfermedades va-
radores, replicones, desvergonzados, rias, quienes si están solos o las so-
rateros y. en una palabra, intolera- breviene de repente una necesidad,
bles. muestran hasta qué punto no están
Y puesto que el mismo asunto nos enfermos. Los hay que huyendo se
ha llevado a tratar -de los mendigos, ponen a salvo si alguno quiere cu-
si alguno considera su vida, y vi- rar sus llagas y accidentes. Otros,
cios, y los desmanes, y delitos que engolosinados con la dulzura del lu-
cometen cada día. se maravillará cro ocioso, hacen oficio de la nece-
más aún de que haya quien se dig- sidad. Y no querrán por nada del
ne mirarles: hasta tal punto queda mundo trocar esta manera de ganar
perdido todo cuanto se les da. Pri- dinero ni pelean con menor viveza
meramente, piden con suma proca- por su mendiguez si alguno se pro-
cidad e importunidad, más por al- pone sacarles de ella, que por sus
canzar a viva fuerza que por rue- riquezas, otros. Y siendo ricos conti-
gos. Algunos no les dan sólo por núan pidiendo limosna, y recibién-
este motivo, y otros les dan no más dola de aquellos a quienes con ma-
que por zafarse de tamaño enojo. yor razón debieran ellos dársela.
Pordioseando sin ningún miramien- Averiguada esta circunstancia en
to del dónde ni del cuándo, en la algunos, hace sospechosos a todos
misma celebración del sacrificio de los restantes. Los hay que siempre
la Misa, no dejan a los fieles vene- tienen en la boca a Dios y a todos
OBRAS DE CARÁCTER SOCIAL. SOCORRO de LOS POBRES. LIBRO I. CAP. V 1367

]os santos del cielo, v nada tienen te hábito de vida háceles inciviles,
en el pecho menos que a . ellos, y descarados, ladrones, sin entrañas;
profieren contra Dios denuestos que y a las mozuelas, hácelas impuras,
no se pueden tolerar. Son de ver libidinosas. Si alguno les aconseja
sus riñas tan rabiosas, sus maldicio- cop buena intención y con alguna
nes, sus execraciones, y por un di- libertad, reaccionan con ferocidad
nero cien perjurios, golpes, muer- y al momento le echan en cara;
tes; todo con la mayor ferocidad y Somos pobres de Jesucristo. Como
la crueldad más fea. Desdeñan al- si reconociese por suyos a unos po-
gunas veces lo que se les da de li- bres tan ajenos de sus costumbres
mosna si la largueza no correspon- y de la santidad de vida que nos en-
de a su codicia, y lo rechazan con señó Nuestro Señor Jesucristo, que
grande enfado y fastidio del sem- declaró bienaventurados no a los
blanfó y con palabras injuriosas. pobres de dinero, sino a los pobres
Alcanzada la limosna, hacen burla :
de espíritu.
de aquellos de quienes la recibie- Y, paradójicamente, es de saber
.

ron :tan lejos están de rogar por que martas veces esa ralea de. po-
ellos a sus solas. Los unos esconden bres precisamente por ser pobres
con avaricia increíble todo cuanto levantan sus espíritus con soberbia
recaudan, y ni aun al morir lo ma- mayor que no los ricos por sus ri-
que no se pueda ha-
nifiestan, para, quezas y opulencias. Odian a todos
cer algún uso de ello, a su favor. Los los que, o no les dan o les repren-
otros, con un derroche detestable, den. Del hurto no les aparta nada,
dilapidan cuanto allegaron en ce- sino el miedo de la pena o la falta
nas opíparas, como no las hacen en de ocasión. Pero si se les presenta
su casa los ciudadanos opulentos la oportunidad, ningún respeto tie-
más animosamente invierten ellos nen ni a las leyes ni a los magistra-
un florín en un capón o en un pes- dos, pensando que, so pretexto de la
cado delicado o en un vino genero- pobreza, todo les está permitido.
so, que un sueldo los ricos; por ma- Quisieran vengar sus enojos, no. -con
nera que no sin donaire dicen algu- palabras o con los puños, sino con
nos que para el figonero mendigan el hierro y la muerte. Prueba de ello
ellos no para sí, porque confían que son los muchos homicidios cometi-
con la misma facilidad con que re- dos por ellos a escondidas. Y si al-
cogieron, aquel dinero aquel día, guna vez estalla algún motín, nin-
volverán mañana a recoger otro gunos hacen mayores desastres que
tanto* ^.: ¿>aos€>i9q v <x¡ia olí
i . i ellos, ora denunciando, ora instigan-
Yo, a punto fijo, no sé por qué do o ellos mismos, por su propia
es tan rara la parsimonia en los cau- mano, por manera que no sin muy ;

dales .cortos y mucho más rara aún grave consejo parece que los roma-
si se adquirieron sin industria ni nos apartaron a los necesitados de
trabajo. Y con qué estrépito no
¡ todo cargo político o administrativo
banquetean! ;Y con qué tan des- de la República, porque los consi-
templada vocería! Dirías, oyéndo- deraban como enemigos de los ciu-
los, que es un altercado entre ra- dadanos. Todo esto que yo dije, no
meras y rufianes. Están al acecho lo digo de todos sin excepción, sino
de los placeres con más despierta en términos generales, pues, en unos
diligencia que k>s ricos, y en ellos hombres o naciones reinan unos vi-
pe hunden más profundamente. Es- cios y en otras, otros, y en algunas,
1368 JUAN LUIS VIVES. OBRAS COMPLETAS- TOMO I

ningunos. Y luego lo dije para ex- rezca -que usan de la impostura co-
hortar a los magistrados públicos y mo una traza y medio de vivir, con-
a' las personas particulares a que fiando más en su engaño que en la
socorran la mendiguez' a tiempo y :

bondad de Cristo, que a todos no-


no permitan que se pegue y endu- alimenta; porque no es el dinero
rezca en las entrañas de su ciudad quien nos. mantiene ni es -el' pan,
tamaña infección y uan feísima que de ningún modo ha de faltar a
apostema. quienes se mostraren como El ros
quiere: sencillos, puros, vergonzo-
sos, amables. Pidan y traten las gen-
CAPITULO VI -
con modestia y con bondad, pues
tes
nada hay más hermoso que la reser-
DE QUÉ. MODO DEBEN PORTARSE LOS ;va y el comedimiento, ni nada más
POBRES : eficaz para granjearse el amor.
¿Qué cosa más intolerable que uh
Ahora me toca enseñar y amones- ,
pobre ensoberbecido? De él dijo el
tar a los mismos pobres cómo deben sabio hebreo: Tres linajes de hom-
conducirse en ias adversidades. Pri- bres aborreció mi alma y me apeno
¡

meramente han de considerar que mucho del alma de ellos: el pobre


la pobreza se la envía un Dios jus- soberbio, el rico mendaz, el, viejo fa-
tísimo por un oculto juicio, que tuo e insensato. A nadie aborrez-
aun a ellos es soberanamente prove- can; a ninguno envidien las cosas
choso, quitándoles el cebo de los mortales, quienes haldas en cinta,
vicios y dándoles ocasión para prac- como se dice,- caminan con presura
ticar más fácilmente la virtud. De hacia las inmortales, amen, y serán
modo que no solamente debe ser amados en correspondencia; seme-
sobrellevada con resignación, sino jantes a Cristo son en la pobreza, y
abrazada con alegría, como un don sus imitadores, en la caridad.
de Dios. Vuélvanse al Señor, que les Los que puedan trabajar no estén
ha tocado con una clara prueba de ociosos, que eso lo prohibe San Pa-
su amor, pues a quien ama, casti- blo, discípulo de Cristo; y la lev-
ga; porque no pierdan el fruto de de Dios sometió el hombre al traba-
la corrección y calamidad, que es el jo, y el Salmista llama bienaventu-
de conocerse a sí mismos y conocer rado a quien come el pan adquirido
a su Hacedor, que les avisa y llama, con el trabajo de sus manos. Así co-
que se acerquen a El, desechados mo ahora nada les sabe mejor que
del**mundo, elegidos de Dios, y, 'des- el ocio torpe y perezoso, así tampo-

nudos y desembarazados, acompa- co, avezados a hacer algo, nada les


ñen alegremente a Cristo, desemba- sería más enojoso y aborrecible que
rado y desnudo; obren santamente la ociosidad, nada más sabroso que

y confíen en sólo Dios y no en so- el trabajo. Y si no me creen a mí,


corro alguno humano. Supuesto que pregunten a aquellos que desde la
reciben males en esta vida, traba- huelga y ¡a holgazanería se han pa-
jen y se esfuercen que no los ten- sado a la ocupación y a los queha-
gan en la otra mayores y peores, no ceres, pues para el hombre acostum-
sea que por mínimas y vilísimas ga- brado aí trabajo, ya por la fuerza
nancias en una vida de amarguras, del hábito, ya por la naturaleza de
sufran la pérdida de los gozos ce- i

j
la condición humana, le son una es-
lestiales. Nada finjan, que no pa- j
pecie de muerte el ocio y la desidia.
OBRAS DE CARÁCTER SOCIAL. SOCORRO DE LOS .POBRES.— LIBRQ I. CAP. Vil 1360

Rueguen mucho y con gran ahinco tan grande pena o premio» que no
,

y piedad por el bien de su alma y


. vocean otra cosa sino que desees y
por la de aquellos que les ayudan hagas bien al prójimo hasta donde .

en las necesidades de la vida, para alcancen tus posibilidades.


que Nuestro Señor Jesucristo, se dig- Pero vuelvo a los pobres. Edu-
ne, galardonarles con aquel cien por quen y enseñen a sus hijos piadosa
uno de los bienes eternos. y santamente, a fin de que, puesto
No se contenten con un simple que no les van a dejar riquezas,, les
:

hacimiento de gracias verbal por }o dejen virtud y sabiduría, herencia


que recibieron; conserven un ánj que debe anteponerse a todos los

.

mo agradecido; esto, es,, que .se; reinos,- Si así lo hicieren si así vi- ;

acuerden del beneficio. No malgas J vieren, sé, y me. atrevo a salir fiador
ten torpe ni pródigamente lo que se: con peligro de mi cabeza y de mi
Ies dio, ni lo guarden con sórdida vida, que cuando, de los hombres,
ruindad; puesto que no se lo han de les faltare la comida, nunca? les .fal-
llevar consigo a la otra vida; gás- lará; del Dios del cielo.. iQuien esto
tenlo con prudencia para

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