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I
DIOS Y EL HOMBRE
-'i - i
DIOS Y EL HOMBRE.

ron

DON EUGENIO GARCIA RU1Z.

MADR1D:-1863. .
IMPRENTA DE J. ANTONIO ORTIGOSA,
Corredera baja, 22', bajo.
PRoLoco.

Si se me preguntase cómo es que me he decidido en


medio de mis inmensísimas ocupaciones á escribir este li
bro, creo que no podria responder satisfactoriamente.
Yo he concebido un plan vastísimo; me he dedicado á
hacer una obra colosal, no por su volúmen, sino por su
pensamiento: no sé si tendré fuerzas para darla feliz cima,
aunque de cualquier modo estoy convencido de que me
faltan facultades para construirla perfecta.
He debido para definir al hombre en todas sus relacio
nes, y despues abrazar á la sociedad entera y asentarla
sobre la base de la justicia, que asegura la de la libertad,
fijarme en Dios y no romper la misteriosa cadena que une
á su predilecta criatura con él. Sin tal fundamento, desco
nocido ó despreciado por algunos filósofos y polítícos mo
dernos, que se llaman liberales, aun cuando no lo sean
realmente, yo noveo ni encuentro justicia en la tierra, ni
tampoco por consiguiente libertad.
–6–

Orgullo se necesita tener para lanzarse á tan colosal


empresa: lo conozco; pero cuando de buena fé, y con el
convencimiento de encontrarla, se busca la verdad, ese
orgullo es legítimo, al menos disimulable.
Yo no diré con el Correggio, impropiamente copiado por
Montesquieu; ed io anche son pittore (y yo tambien soy pin
tor); pero si consignaré que, al escribir este libro, voy bus
cando para la humanidad con tanta fé como entusiasmo la
regla que dure hasta la consumacion de los siglos, como
decia de Santo Tomás de Aquino, respecto de teología, su
amigo el gran Alberto de Bolhestaed.
Y cuidado que para ello tengo que decir poco nuevo,
tal vez nada. Sostengo teorías, que me parecen conformes
con la Naturaleza,y desentraño cosas en que acaso nadie
haya pensado, eso que muchos tuvieron estrecha obliga
cion de hacerlo: ¿pero tengo yo la culpa de que estosno
hayan sabido defenderse y aquellos hayan estudiado la filo
sofía y la historia, á Dios y al hombre, con ligereza, sin

melitacion, y por lo tanto sin el conveniente provecho?


Allá va mi libro. La sociedad dará sobre él su falio.

Júzguele el lector sin pasion, con entera imparcialidad.


No exijo mas de él.
Por mi parte siento anticipadamente con plena concien
cia estas dos proposiciones:
Sociedad donde no preside LA sobERANIA DE LA USTICIA,
emanacion de Dios, es presa de tiranos.
Sociedad donde no brille LA LIBERTAD PARA Todos, es de
cír,la idea democrática, es sociedad imperfecta, y como tal
mas ó menos injusta.»
CAPÍTULO I.

Dios : so existencia.

¡Dios! palabra magnifica, palabra sublime á la par que


sencilla, palabra la mas consoladora de todas las lenguas,
que está en la boca de todo hombre, del virtuoso y del per
verso, del pobre y del rico, del fuerte y del débil, del sá-
bio y del ignorante, del ateo y del creyente, del religioso y
del despreocupado. ¡Cuán grande debe ser , cuando no
solo está en la boca , sino en el -corazon de todos los
hombres!
En el principio crió Dios el cielo y la tierra... mages-
tuoso comienzo del Génesis, fin racional de toda investiga
cion humana sobre el asunto, porque creación del cielo y
la tierra supone que hay Creador, y habiendo Creador,
este no puede tener principio, que quien le tiene es su
obra. • '
«¿Pero cuándo tuvo lugar ese principio? Prescindamos
ahora del Génesis ¿O es que se pretende encerrarme
en el círculo de la revelacion?»
Que creas ó no en ella, no es de este lugar. El sin prin
cipio ni fin, ese es Dios: sus obras tienen necesariamente
uno y otro. Con que les tienen las del mas miserable artí
fice, ¿y se les quereis negar á las de Dios? ¡Qué insensa»
tez!.... Pero adelantemos.
¿Existe Dios? ¿Quién es Dios?
«El hombre ha creado á Dios,» dice el orgullo huma
no. Tanto equivaldría decir, que yo he creado á mi padre,
contesta la razon natural.
–8–

«Pues yo pregunto que quién crió á Dios, » replica el


orgullo. ¡Estúpido argumento! Si existiera quien hubiere
creado á Dios, ese seria Dios.
«Pues muéstrame como puedas á ese Dios; haz que yo
le vea, porque por no verle no acierto á creer en él.....»
¿Y esto es discurrir?Tanto equivaldria á decir un ciego de
nacimiento: «porque no he visto el Escorial no creo en su
existencia.». «Es que hay quien le ha visto y se lo dice.»
¡Y el ciego ha de creer al que le asegura la existencia de
una cosa, y nosotros no hemos de creer lo que nos dicen
tan elocuentemente esa armonía sublime que preside al
universo, esa marcha contínua y regular de los astros, esos
periodos inalterables de tiempo, que conocemos bajo los
nombres de primavera, verano,otoño éinvierno, ese flujo y
reflujo maravillosos y á la vez constantes del mar, esa pro
porcion simétrica, en fin, que se advierte en el giro de los
mundos, y que por lo mismo que es tan seguray armónica
presupone una inteligencia superior, un ser creador, Dios
en una palabra, porque el acaso nada armónico ni regular
produce, porque el hombre no brota del arenal, porque al
cuadrúpedo no le arroja el espacio sobre la tierra, porque
la cantera no vomita Vénus como la de Praxelites ni Moisés
como el de Miguel Angel, porque el mar no despide de su
seno ciudades mala, mediana ni magníficamente construi
das! ¿Qué concepto os merecería el insensato que dijese:
«no creo en las pirámides de Egipto, porque no conozco los
arquitectos que las levantaron?.... «Es que esas las ve.»
Pues yo veo á Dios en todas partes, en esa armonía divina
arriba descrita, en las imponentes tempestades de los
mares, en las tormentas pavorosas de la tierra, en los
cráteres horrendos de los volcanes, en el lento des
arrollo del árbol y hasta en la vida brillante y fugaz de
la delicada y hermosísima flor; y creo firmemente que
–9-

quien no le ve, ó es un estúpido ú otra cosa peor.


El hombre inventa la brújula, la pólvora y el para
rayos; descubre la aplicacion del vapor, trasmite instantá
neamente lospensamientos de un punto á otro del globo,
pero no produce un átomo siquiera de materia. ¡y este
hombre se atreve ánegar al productor de la materia toda,
al autor de cuanto ve arriba y abajo, al creador de cuantas
maravillas le rodean por todas partes! ¡Oh insensatez! ¡Oh
soberbia! ¡Oh desenfrenado y maldito orgullo!
Yo concibo que existan materialistas; que haya hom
bres que nieguen la inmortalidad del alma: lo que no con
cibo es que haya hombres que nieguen la existencia de
Dios, porque por todaspartes se nos presenta patente, á la
vista, casipodriamos decir tangible;y porque por todas
partes se nos manifiesta majestuoso y admirable, ese Dios
tiene que ser y es soberanamente grande y soberanamente
justo, ese Dios tiene que ser y es la misma grandeza, la
misma bondad y la misma justicia, de la cual la que se
practica en la tierra no es mas que un destello imperfecto.
Sin la creencia en Dios no seais políticos, porque os
falta la base para vuestro sistema, sea este el que quiera:
podreis ser cuanto os de la gana decir;pero de seguro que
nunca sereis buenos ciudadanos.

2
CAPÍTUL0 II.

Unidad de Dios,

Tenemos necesidad de advertir ante todo, que nosotros


no hablamos ni podemos hablar aquí en concepto de teó
logos, sino en el de que, de creer en varios dioses, se em
pieza ipso facto por desconocer á Dios, su justicia, su bon
dad y su omnipotencia.
En verdad que no sabemos por qué entre nosotros se
da tanta importancia á Platon y mas á su maestro Sócrates
(este embustero, creador del ridículo genio particular que
le inspiraba para luego guiar sus pasos) á causa de que en
confuso anunciaron la existencia de un solo Dios, cuando
ya quinientos, mil, dos mil y mas años antes que ellos habia
un pueblo entero que creia de lleno, que proclamaba cla
ra, distinta y elocuentemente la existencia del Dios único,
del Señor excelso, del Criador de cielos y tierra, Platon,
como casi todos los filósofos contemporáneos, anteriores y
aun posteriores á él, visitó el Egipto, y es para nosotros
mas que probable que en sus viajes adquirieron todos las
luminosas ideas que estendieron por la Grecia y Asia me
nor,para ser mas tarde difundidas por Roma, y entre ellas
la por escelencia magnífica de la unidad de Dios. Hasta en
algunas definiciones de esos filósofos sobre los asuntos mas
importantes, vemos claramente nosotros que, ó visitaron
la Judea en su ida á Egipto, ó en su vuelta á la Grecia, y se
enteraron de la religion de los hijos de Israel en la misma
ciudad de Salomon, ó la estudiaron en Egipto, pais tan cer
— 1l —

cano á la Judea, y que hacia algun comercio con esta, asi


por el mar Rojo como por el istmo de Suez.
En efecto: Táles, que visitó el Egipto y fué contempo
ráneo de Solon y de Creso, dijo «que Dios era el mas an
tiguo de las cosas, por ser INGENITo,» y le definió con las si
guientes palabras: lo que no tiene principio ni fin (1). ¿No
define así á Dios en varias partes la Sagrada Escritura?
Quilón, que tambien visitó el Egipto, fué interrogado como
en son de burla por el fabulista Esopo sobre lo que hacia
Júpiter, el Deus deorum de los gentiles: humilla los sober
bios y eleva los humildes, le contestó el filósofo lacede
monio (2). ¿Es esto otra cosa que el exaltabil humiles de la
Sagrada Escritura?¿Es mas que una copia de lo que seis
cientos años antes que él habia dicho David en sus psalmos?
Porque Dios es el juez:
A este humilla y á aquel ensalza (3).
Pitágoras, que asimismo viajó por Egipto, pronunció la
siguiente sentencia: solo Dios es sábio. Ya la Sagrada Es
critura tenia consignadas hacia siglos estas palabras mas
significativas que las de Pitágoras: Porque el Señor es el
Dios de las ciencias, y á él están patentes los pensamien
tos (4).
En todos los sagrados libros desde el Génesis al Ecle
siastes, desde el Deuteronomio á la profecía de Malachias,
en todos, : en todos se halla proclamada de
la manera mas solemne la unidad de Dios. ¿No quereis fia
ros ciegamente de lossagrados libros? Leed á Tácito, este
gran enemigo de los cristianos y de los judíos, en sus céle—
bres historias: «Los egipcios, dice el príncipe de los his

(1) Diógenes Laertio: vida de Táles.


(2) Id: vida de Quilon.
Psmo 74, v. 8.
4) Libro I de los Reyes, cap. 2, v. 3.
— 12 —

toriadores, adoran muchos animales y estátuas inventadas;


pero los judíos un solo Dios con el espíritu, y tienen por
profanos á los que representan los dioses enimágenes hu
manas, hechas de materias, mortales, habiendo un solo
Dios soberano, invariable é inmortal (1).»
Es por lo tanto la idea de la unidad de Dios anterior á
todas las opiniones de los filósofos, y nada debe á estos
cuando un pueblo entero creia en ella con toda fé, muchí
simo antes que los Licurgos y los Minos, los Pitágoras y los
Táles, losArquelaos y Platones vinieran al mundo.
Y esa idea no puede ser mas conforme á la recta razon,
porque la contraria representa la idolatría, y la idolatría es
la desfiguracion de Dios por la mísera humanidad, y el
desconocimiento de su omnipotencia, de su perfectibilidad
absoluta, sin la cual no puede haber perfectibilidad relati
va, dignificacion, justicia, libertad, en fin,para el hombr
en la tierra.

(1) Tácito: Historias. Lib.V.


CAPÍTUL0 III.

Dios, orígen de toda justicia. libertad.


Negadme á Dios, y me habeis negado la justicia.
Negadme á Dios,y me habeis negado mi libertad.
Negadme á Dios, y me habeis convertido en un ser an
ti-social y perpétuamente desdichado.
Sin Dios no hay justicia, porque no hay efecto sin causa.
Sin Dios no hay sociedad posible, porque esta no pue
de existir sin la justicia. -

Y sin Dios no hay libertad, porque esta en resúmen no


es mas que la misma justicia llevada al vastísimo campo de
la política.
Sin Dios,volvemos á decir, no seais políticos; sed egois
tas, sed misántropos, sed unos miserables escépticos.
¿A dónde vamos por la justicia? ¿En dónde la encontra
remos si no la fijais en Dios?
¿En el interés recíproco de los asociados? ¡Escelente
base para el mas fuerte!
¿En las convenciones humanas? Son estas distintas, de
leznables y tan frágiles como la caña á merced del viento
impetuoso.
¿En un contrato social acordado á priori? Si le falta
la justicia, ese contrato puede ser la tirania, y Dios no
quiere la tiranía, que quiere la libertad.
¿A dónde, pues, acudiremos? A Dios, que hizo al hom
bre grabando en su corazon el sentimiento de la justicia; á
Dios, que le hizo sociable y para la libertad, porque siendo
él soberanamente justo, no podia tener complacencia en
— 14 –

hacer á su criatura soberanamente desgraciada, como lo


seria sin el sentimiento de la justicia en su corazon, sin el
sentimiento de su dignidad en su alma. ¿Suponeis al Crea
dor complaciéndose en hacer mal á la criatura? ¿Qué pa
dre se complace en hacer mal á su hijo? ¿Qué artífice en
mutilar su obra? ¿Qué autor en maltratar su libro?
Sin Dios no tiene base la sociedad, sin justicia no hay
libertad y sin libertad no hay sociedad bien organizada.
Sin Dios ni tengo justicia, ni tengo libertad: me promete
reis una y otra; pero lo cierto es que me uncireis al carro
del mas duro despotismo,
Yo creo en Dios, porque creo en su justicia, porque amo
esa justicia, sin la cual no puedo aspirar á la libertad, ese
bien el mas dulce de todos los bienes de la tierra, segun la
espresion del orador romano.
¡Ah! sin Dios nada quiero.....¿qué digo?Sin Dios nada
podeis darme mas que miseria, envilecimiento, esclavitud,
porque sin Dios no hay justicia, porque sin Dios no hay ni
haber puede base eterna, imperible, segura para la so
ciedad.
Producid el milagro, por no decirle imposible, de que
desaparezca de la sociedad la idea de Dios,y nos comeria
mos unos á otros, y yo no quiero que nos comamos, sino
que vivamos por la libertad, cada uno con sus derechos
iguales á los de los otros (porque sino, desaparece la justi
cia, cuya fuente es el mismo Dios) y dignos así entre nos
otros, y dignos tambien ante el que EN EL PRINCIPIo creó
los mundos, la tierra y los cielos y todo lo existente.
(APITUL0) IV.

El hombre: su alma ysu cuerp0: inmortalidad de aquella,


Me habeis concedido á Dios, me habeis concedido ya
la justicia. ¿Puedo pediros menos? Veamos si me conce
deis, para luego pasará otras cosas importantes, que ese
Dios me dotó en su infinita bondad de alma y cuerpo; de
alma, que discurre,que medita y que espera un mas allá de
esta mísera existencia humana, y de cuerpo que está ape
gado á todos los defectos, á todos los vicios, á todas las
debilidades consiguientes á lo que es terreno, deleznable
y perecedero.
¡Alma! «¿Y qué es el alma? dicen algunos: el hombre
cuando muere,vá al lugar donde estaba antes de nacer...
¡á la nada!» ¡Frase desconsoladora, frase horrible y tris
tísima, á la par que destituida de todo fundamento ra
cional.
Yo discurro, raciocino, invento, me perfecciono; lue
go debo tener dentro de mí una facultad superior, eleva
dísima, que nada tiene que ver con mi cuerpo, masa
bruta, masa ininteligente, masa detodo puntoimproductora;
y esa facultad es la que se llama alma. Yo, aunque débil,
inerme por la naturaleza, soy el rey de la creacion y su
jeto al leon, al elefante, al tigre, á la ballena; luego po
séo una facultad divina, que es la que conozco bajo el
nombre de alma,porque sin ella, en vez del rey, seria por
mi miserable constitucion el mas abyecto esclavo de esa
creacion.
Yo pienso de contínuo en un mas allá de esta existen
– 16 -

cia mísera y trabajosa; luego esa facultad, que se deno


mina alma, no debe ser vil ni perecedora.
Yo sientoun instinto irresistible, que no puedo arrojar
de mí, de adoracion hácia el SerSupremo; y no sirve que
yo le sienta, sino que le sienten, han sentido y sentirán to
dos los pueblos del globo; luego poséo esa facultad, que ti
tulamos alma, la cual me hace así tributar al Criador las
debidas graciaspor haberme creado y esperar al propio
tiempo que en su dia lleve aquella al seno de la inmortali
dad, de donde la sacó, porque de no suceder esto, Dios me
habria dotado de un atributo inútil, y en la sabiduría y
bondad de Dios no caben cosas inútiles.
¡Ah! si; el alma es, como si dijéramos la cadena que
une al hombre con Dios. Aislad al hombre de Dios: ¿qué
habreis llevado á su corazon? el mas hondo desconsuelo, la
duda, la injusticia y todas las malas pasiones. Unidle áél,.
y están salvadasla justicia y la libertad.
«Es que no le negamos la recta razon, á fin de que sea
en la vida bueno para sí, y para sus semejantes, » ¿Y la
recta razon deja de ser el atributo principal del alma con
que nos dotó el Supremo Hacedor? ¿acaso la recta razones
un atributo del cuerpo?
Sabemos que ha habido filósofos qne han dicho, que
Dios no se cuidaba del hombre.
Sabemos que ha habido filósofos que han negado, ya la
existencia, ya la inmortalidad del alma.
Lo que no ha habido ni hay son hombres que, al dis
currir así, lo hayan hecho con sentido comun.
Táles, que segun dejamos dicho, definió á Dios como le
definen los sagrados libros, el que no tiene principio ni
fin, (1)fue el primer filósofo que sostuvo la inmertalidad

(1) Diógenes Laercio. Vida de Táles.


— 17 —
del alma, que con leves escepciones defendieron todos sus
discípulos, los filósofos de la secta jónica.
Platon reconoce en el hombre alma inmortal, pero la
divide en tres partes, como si fuera corpórea y se inclina
á veces al sistema pitagórico, opinando porque pasa de unos
á otros cuerpos; Epicuro se declara materialista sentando
el absurdo de que hasta las operaciones del entendimiento
dimanan todas de los sentidos; César no cree en una alma
inmortal, declarándolo así ante el Senado cuando la conju
racion de Catilina, y otros escritores siguen la misma opi
nion, que era tambien la de los saducéos, segun la Sagrada
Escritura.
Plinio el antiguo, el mas acérrimo materialista, que
nosotros sepamos, entre los romanos se supone, dice sin
tomarse la molestia de darnos una razon siquiera en apoyo
de su proposicion: «No hay despues de la muerte mas sen
tido alguno en el cuerpo ni en el alma, que le habia antes
del nacer ¿Pero qué cuerpos sigue la materia del al
ma? ¿Dónde tiene su imaginacion? ¿cómo vé? ¿cómo oye?
¿ó cómo obra? ¿en qué entiende? ¿ó qué hay bueno sin
estas cosas? ¿cuáles son despues de esto sus sillas? ¿ó
cuánto es en tantos siglos el número de las almas? ¿cómo
ha sido. el de los cuerpos, ó qué? Todas estas cosas son lo
curas de muchachos y ficciones de nuestra mortalidad, co
diciosa de ser inmortal... ¡Cuánto mas fácil y cierto es
creerse cada uno á sí mismo y tomar seguridad con la
creencia de lo que éramos antes de nacer!» (1). >. .
¿Pues no discurres de esa manera? tenemos que decir á
Plinio y al que como él pueda opinar. Pues lo que te hace
discurrir así, es esa alma que niegas en medio de ese cúmu
lo de preguntas inconducentes y vulgarísimas. Tu niegas

(1) Hist. Nat. libro 7, cap. 55.


3
– 18 –

aunque sin razones; despues preguntas, dudas y de cual


quier modo discurres.... ¿Discurre acaso el bruto? ¿Qué es
sino el alma, que niegas, lo que te hace discurrir así? «Es
la sangre»... Pues entonces al perder algo de esa sangre,
tiene que perderse algo del discurso. «Es úna materia sutil,
es el alma universal, el panteismo.» ¡Locuras de hombres,
no de muchachos, locuras y nada mas de locuras!
Lo que le lleva á Plinio á perecer al pié del Vesubio en
su primera erupcion es su alma, esta facultad que distingue
al hombre del bruto y de todas las demas creaciones, como
mejor que nadie en el mundo lo demostró el naturalista
sueco Linnéo en las siguientes palabras:
Mineralia crescunt;
Vegetalia crescunt et vivunt;
Animalia crescunt, vivunt et sentiunt;
Homines autem crescunt, vivunt, sentiunt et cojitantur,
(Los minerales crecen;
Los vegetales crecen y viven;
Los animales crecen, viven y sienten;
Pero los hombres crecen, viven, sienten y piensan.)
Pues bien: esa facultad de pensar, esclusiva en el hom
bre; esa facultad que de contínuo pone ante nuestra vista
un mas allá que esta vida del cuerpo, esa facultad que nos
impulsa á reconocer las maravillas de Dios y admirarlas
por medio de la serie de observadores, de grandes pensado
res, que empieza en Táles y siguiendo por Copérnico, Gali
leo, Nevoton etc., concluye en Arágo; esa facultad que,
bueno ó perverso, incrédulo ó impio, tal cual yo sea, me
hace acudir á Dios, invocando instintivamente su nombre
en mis contrariedadesy tribulaciones; esa facultad que me
hace adorarle esperando en el porvenir una recompensa,
no es, no puede ser mas que el alma inmortal, que se eleva
á Dios y anhela confundirse con él, que forma digámoslo
– 19 –

así la misteriosa y dulce cadena que une á la criatura con


el Criador, cadena por la cual este nos comunica y grava
en nuestros corazones un rayo de su eterna justicia, apoya
do en el que es como yo reclamo (y si no le tuviera, no
veo en verdad fundamento para mi reclamacion) todos mis
derechos en sociedad, considerándolos inherentes, insepa
rables, adscritos á mi naturaleza.
Estoy por Dios y por la justicia, porque amo con delirio
la libertad, representada en esos derechos inenagenables,
y porque amo la libertad no puedo menos de creer en la
inmortalidad del alma. Si esta fuese perecedera, ¿para qué
queriamos á Dios? ¿para qué la justicia? ¿para qué la liber
tad? ¿No nos bastaba ser como el bruto, que solo se cuida
de sus necesidades físicas?
Sin inmortalidad del alma, está negada lajusticia de
Dios y por consiguiente la humana, porque, ¿á qué aquella,
si el perverso se burla impunemente de esta?
Así como sin Dios no hayfundamento para la justicia,
sin inmortalidad del alma, esa justicia seria enteramente
innecesaria.
Creo pues en la inmortalidad del alma, como creo en la
Justicia de Dios, y en que nada de lo que de él emane es
innecesario, porque él es un ser completamente perfecto.
CAPÍTULOv.
Deberes del hombre para con Dios.

Probado ya concluyentemente que existe Dios, que es


el autor de todo lo creado, que es y no puede menos de
ser fuente de toda justicia, y que ha dotado al hombre de
una alma inmortal, con la cual se ha de gobernar libre
mente en la tierra, sin perder de vista el cielo, entremos
poco á poco en el vastísimo campo de los deberes de ese
hombre, así dignificado y enaltecido, para pasar luego al
no menos estenso de sus derechos. ,
Como criatura dotada de alma inmortal no conocemos
(porque no le hay) otro deber mas sagrado é imprescindible
en el hombre que el de tributar gracias á su Criador, el de
adorarle, para lo cual este, en su infinita sabiduría, le dotó
de un instinto que irresistiblemente le lleva á desempeñar
62S3 que, aun siendo deuda, podemos llamar dulcísima tarea
¿Y qué tarea puede haber mas dulce que la de manifestar
nuestro agradecimiento? Pues si hacemos esto con gusto
respecto del que nos dispensa cualquier favor insignifican
te,¿cómo no lo hemos de hacer para con Dios, que no solo
nos crió, sino que nos elevó sobre todo lo criado?
Tenemos que repetir aquí que no hablamos como teólo
gos; lo hacemos en el terreno de la filosofía, y en este en
contramos ese deber del hombre para con Dios como el
primero de sus deberes, siendo al propio tiempo tambien,
por una singularísima coincidencia, el mas dulce, el mas
consolador y satisfactorio.
— 21 –

Bien sabemos que hay Voltaires que dicen con toda pe


tulancia: ¡caiga la infame! y la infame del escritor francés
era la religion cristiana..... ¿Caiga la infame, me dices?...:
¡Muy bien! ¡Magnífico!.... ¿Pero qué me das tú en cambio,
miserable? tengo que contestarte. Ya séyo que tú tienes
los regalos del gran déspota de Prusia, las consideraciones
y caricias de lainmunda Mesalina del Norte, y los halagos
y algo mas del emperador José de Austria. ¿Y á mí que
me das tú? Yo te doy con Dios la idea de la eterna justicia
y de la hermosa libertad; con la inmortalidad del alma una
esperanza magnífica, y con la adoracion al Señor un con
suelo inapreciable. Te doy, con el amor á lojusto, la digni
dad y libertad para este mundo, la esperanza de una dicha
imperecedera en el otro, esperanza que lleva á tu ser un
consuelo inefable, un dulcísimo calmante para todas las
penalidades de esta vida, de cualquier modo fugaz y de to
dos insegura y triste. Lo que tú me das con tu filosofía so
berbia y petulante, con tu racionalísimo frio y escéptico,
no es mas que miseria, desconsuelo, asquerosa y repug
nante podredumbre. -

Arrancad, racionalistas puros; arrancad, materialístas


á lo Proudhom; arrancad, filósofos á lo Voltaire; arrancad,
discípulos de Fichté, de este mentecato creador de Dios,
del corazon humano las mas lisonjeras ilusiones, las mas
brillantes esperanzas; decid al malvado, al asesino, al pro
tervo, al tirano, al que se goza en los infortunios de sus
semejantes, que no hay un mas allá, que nada deben a Dios,
que les crió al acaso de la Naturaleza, y los vereis á todos
mas empedernidos, mas crueles, mas infames, mas corrom
pidos. ¡Pobre del débil con semejantes teorías, ó mejor es–
túpidas aberraciones! Para los Voltaires y compañía siem
pre habrá mesas opíparas, carruajes magníficos y elegantes
salones donde lucir las prendas y condecoraciones debidas
- 22 —
á la munificencia de los déspotas de la tierra, viva imágen
de la injusticia y de la negacion de la libertad: para el po
bre y el débil hambre, miseria y desconsuelo; oscuridad y
horror; dudas y tinieblas, desgracias y sinsabores sin
cuento. Quitad allá, miserables. ¿Qué importa, qué significa
para mí vuestra soberbia satánica? Quiero mas un solo ver
sículo de Salomon que todas vuestras obras juntas.
¿Y qué vale, en resumen, esa docena de descreidos en
contra de la humanidad entera de todos los siglos que pa
saron? ¿Qué pesan en un platillo de la balanza los Hobbes
y Espinosas, los Voltaires y Fichtés. los Quinet y Proud-
homes, si los pueblos todos, antiguos y modernos, del viejo
y nuevo continente están en el otro?
¿La humanidad entera se equivoca, se ha equivocado y
se equivocará, menos unos cuantos orgullosos y presumi
dos, que no por el hecho de ser taíes, dejan de ser al pro
pio tiempo unos solemnes mentecatos?
Yo, al fijarme en esa creencia universal de todos los si
glos, en esa creencia tan significativa como elocuente, no
puedo menos de decir:
Si sois panteistas, debeis dejar de serlo y conformaros
con esa opinion. fija, invariable, imperecedera de todos los
pueblos y de todos los siglos, de adorar al Ser Supremo.
Si sois racionalistas puros, debeis someter vuestra po
bre razon ante el grandioso y magnífico espectáculo que
ofrece la poderosa razon de todas las naciones del globo,
prestando á Dios el debido homenage.
Si sois escépticos, debeis confundiros ante la creencia
universal, y doblar vuestras orgullosas al par que estúpi
das frentes.
¿No os fijais en lo que fué y en lo que estais viendo?
Reyes, príncipes, potentados, ciudadanos, pecheros, li
bres, esclavos, sábios,. ignorantes, mónstruos, tiranos, bue-
— 23 — -

nos gobernantes, tríbus, rancherías de salvajes, naciones,


pueblos, todos han creido, todos han prestado homenaje,
todos le prestan,todos le prestarán al Criador hasta la con
sumacion de los siglos. ¿Qué son Protágoras diciendo que
no sabe si hay Dioses ó no los hay; Espinosa pretendiendo
vanamente encerrarnos en el estrecho círculo de esta vida,
que no es mas que una cárcel pobremente decorada para
unos, pero para todos triste, y Plinio, el antiguo, analizando
el alma como si se tratase de un bruto, de una flor ó de
un arbusto?Una gota de agua en el Océano, un granito im
perceptible en los abrasados arenales de la Arabia ó en el
inmenso Sahara. -

Por mas que digan algunos aficionados Á DisTINGUIRse,


el nulla gens est, etc. (de Ciceron), quae non etiam si ignoret
cualem Deum habere deceat, tamem habendum sciat, será
una verdad eterna hasta la consumacion de los siglos.
«Pero la razon, los adelantos, los descubrimientos, etc...»
¿Y se os figura que Galileo al descubrir las estrellas de los
Médicis (los satélites de Júpiter) y ver con ayuda de su te
lescopio la superficie de la luna con sus montañas elevadas
y sus valles profundos como los de la tierra; que Franklin
al inventar el para-rayos y Fulton al aplicar el vapor, no
dieron gracias al Criador por sus respectivos descubrimien
sos, como se las dió Colon al descubrir con sus amotinados
marineros la anhelada tierra, y como se las dió el intrépi
do Elcano al anclar en Sevilla con su navío Victoria en 1522,
despues de haber dado el primero lavuelta al mundo, co
nociendo su pequeñez y diciendo todos con el rey-profeta:
tú solo eres, Señor, el grande, el poderoso, el sábio, porque
cuanto atañe al hombre no es mas que vANIDAD DE vANIDA
nEs Y Todo vANIDAn?
Vendrán otros descubrimientos portentosos en los fu
turos siglos; no hay que ponerlo en duda; pero el hombre
– 24 –

será sieMPRE pequeño y Dios solamente el grande, el ad


mirable, el inteligente y el poderoso por escelencia, acree
dor á que la criatura le adore como Criador, le tema como
Justo para huir de lo malo y le ame como Padre que vela
por su bien.
Veamos, aunque ligeramente, como le han tributado
homenaje los principales pueblos.
CAPÍTULO VI.

Siempre Dios, siempre reconocido y adorado. Hebreos, egip


cios, griegos, romanos y otros pueblos.

En el terreno abstracto de la filosofía no nos podemos


proponer aquí, ni esa es hoy nuestra incumbencia (por mas
que tengamos que sentar hechos ciertos y elocuentes), el
demostrar cual es la mejor de las religiones. Solamente
estamos llamados á probar que la humanidad siempre ha
pensado en Dios, siempre ha creido en él, siempre le ha
prestado homenaje. Habrá esie sido grosero y ridículo en
unos pueblos, cruel y vergonzoso en otros; pero aun así, tal
homenaje nos prueba concluyentcmente que en todas las
naciones es y ha sido innata la idea de Dios, como es 6jo
en el hombre el instinto de adorarle.
El primer pueblo, el solo que adoró á Diosen el mundo
antiguo como debe adorársele fué el hebreo, porque le pro
clamó único, porque le consideró sábio, justo, grande y
criador de todas las cosas. Aun cuando no había llegado el
tiempo, como dice San Juan (1), de adorar á Diosen espíri
tu y verdad, ¡que majestuosos, qué sublimes se presentan
al menor observador los libros todos del Antiguo Testa
mento! Prescindamos de cierta parte legislativa sobre las
costumbres del pueblo, de ciertos puntos que podemos lla
mar reglamentarios para animar á este en la guerra y re
girle en la paz: ¡cuánta grandeza, cuántas bellezas, se en
cuentran en casi todas sus páginas!

(1) Evangelio, cap. 4.° v. 23.


4
– 26 –

«¡Cantemos al Señor, Dios de cielos y tierra! El es el


solo grande, el solo sabio, el solo justo, el solo poderoso y
omnipotente (1).
» Cree en Dios, adórale y confia solo en él.
». No creas en adivinos ni cosas supersticiosas (2),
» No adorarás (pena de muerte) cosas inanimadas é inin
teligentes, como el sol y la luna (3).
»Hombre ó mujer en quienes hubiere espíritu pitónico, (de
adivinacion), etc., mueran de muerte (4).»
¿Por que el pueblo hebreo, que tan sublimes ideas tenia
de Dios y de su justicia, no estendió tales ideas, y con ellas
la civilizacion, su compañera inseparable, por el mundo an
tiguo? ¿Seria por su ódio ó al menos por su aversion á todo
lo estranjero? Del pueblo hebreo como del pueblo egipcio,
que tambien tenia idéntica ó mayor aversion hácia todo lo
que fuese estranjero, podia sacarse algo, á la manera que
se saca del fondo del mar ó de las entrañas de la tierra;
pero así como esta y aquel no dan nada voluntariamente,
así el pueblo hebreo y el egipcio no dieron nada por medio
de los viajes, del comercio ó de la conquista á los demas
pueblos de la tierra.
¿Tuvo el pueblo egipcio en alguna época idea de la
unidad de Dios? Nosotros creemos firmemente que sí, por
que, aun cuando le vemos, como Juvenal creando Dioses
hasta en sus huertos, esos dioses eran generalmente emble
máticos, símbolos de algunas aspiraciones, de algunos ac
tos bienhechores ó de algunos acontecimientos de la Natu
raleza, que para nosotros no es Dios, sino su creacion. No
eran los egipcios, por mas supersticiosos que debamos

(1) Casi todos los sagrados libros.


(2) Idem.
(3) Deuteron, cap. 17;v.3 y 5.
(4) Deuteron, cap. 20,v.27.
– 27 -

considerarlos, tanto como les suponen algunos escritores.


Si tributaban á la Divinidad un homenaje grosero, este
reconocia generalmente por causa un beneficio tangible.
Si adoraban la luna, era porque por el curso de este plane
ta arreglaban su año; si adoraban al gato, era por consi
derarle símbolo de la luna, á causa del creciente y men
guante de sus ojos, de sus diversos colores y de sus partos
desiguales de veinte y ocho hijos en la vida, número de
dias del mes lunar; si adoraban al mono cinocéfalo, guar
dándole y regalándole espléndidamente en sus templos,
era porque él les anunciaba con su enormísima tristeza los
eclipses de la luna: si adoraban al cocodrilo, era por apla
car con deprecaciones la ferocidad de este animal, de que
se veia poblado el Nilo; si adoraban al icneumon, era por
los beneficios que les proporcionaba matando con intrepi
dez y astucia al cocodrilo, al aspid y á toda clase de ser
pientes: si adoraban al buey Apis, era como símbolo de la
continencia y por creer que los libraba de las furias del
cocodrilo, al menos en los siete dias consagrados á sus fes
tividades; si adoraban, en fin, al ajo y á la cebolla de sus
huertos, era en el solo concepto de ser su juramento en
derecho, segun nos dice Plinio (4). Los egipciosbesaban la
mano de la criatura en vez de besar la del Criador, aunque
sin negará este: eran unos ciegos que no veian la luz es
plendorosa y brillante; pero que, teniendo corriente el sen
tido del tacto, ponian su mano sobre el cuerpo que se les
acercaba.

Por lo demás, teniendo nosotros al pueblo egipcio por


el pueblo (con condiciones de tal, agricultor en primer tér
mino é industrial en segundo) mas antiguo del globo, aun
que no le damos la antigüedad que le conceden Plinio y
(1) Historia natural, lib, 19, cap. 6.
– 28 –

otros escritores, pues que las pirámides, estos monumen


tos que podemos llamar vivos, porque hablan acaso mas
que los libros, son el testimonio fehaciente de su anti
güedad, la fecha aproximada de su existencia como pue
blo, y las pirámides no cuentan mas de cuarenta siglos,
segun las opiniones de los mejores críticos,le tenemos tam
bien por el creador de la idolatría, que partió de él, tra
bajando muy poco ó nada para llevarla por todos los pun
tos del globo: él fué el padre de la idolatría caldea, del
culto de los persas, del de los gimnosofiastas de la India,
de los dioses de Orfeo, de los de Homero, de la ridícula
tlogonía de Hesiodo, culto y dioses aumentados ó disminui
dos, y sobre todo desfigurados al implantarse en el Norte
y en el Sud, en el Oriente y Occidente, á la manera que se
desfigura un rio que en su curso hácia el mar se divide en
varios ramales, á la manera que se desfiguraba y se desfi
gura aun su fecundante Nilo al entrar en el Mediterráneo,
dividido en las siete bocas bolbítica, pelusiaca, canópica, se
benítica, busirítica, tatínica y fatmica.
Olvidado así lastimosamente este pueblo de la idea
fundamental de Dios, desconociendo su justicia, ya no hubo
para él justicia en la tierra, viéndose dividido en castas;
ya no conoció él la libertad, viéndose sometido al duro
despotismo de sus reyes y sacerdotes, ya no alcanzó ni al
canzar pudo la verdadera civilizacion, viéndose entregado
áindecentes prácticas supersticiosas, á la adivinacion ejer
cida hasta por medio de los irracionales, á las prescripcio
nes tiránicas de seguir los hijos los oficios de lospadres, á
la estúpida medicina de los adivinos, al socialismo por el
Estado mas ridículo, y estravagante que acaso hayan
conocido lossiglos. Menfis era la ciudad de los agüeros; los
sacerdotes todos eran adivinos, descendientes de los dioses
y por ende omnipotentes; el buey Apis un oráculo; el mar
– 29 -

la panacéa que lo curaba casi todo, como nos dice Platon,


por haber sido curado, zambulléndose en él de órden de
los adivinos cuando visitó el Egipto para consultarlos, y el
hombre un autómata quesolo podia moverse, así física como
moral é intelectualmente, á impulso de la gran rueda sa
cerdotal. Un pueblo en tal situacion estaba condenado al
quietismo, al estancamiento, á la muerte. Asíno hay que
estrañar que, á pesar de su antigüedad, de sus monumen
tos asombrosos, aunque hijos del orgullo, de sus"muchas y
populosas ciudades,imágen aproximada de lo que hoy por
idénticas causas es la China, Cambises echase por el suelo
de un puntapié la monarquia de los soberbios Faraones;
que Alejandro entrára en el país sin ninguna resistencia, y
que el trono levantado por su general y hermano Ptolomeo
Soter cayera tres siglos mas tarde sin ninguna gloria,sin el
mas pequeño obstáculo á la aproximacion de las legiones
de César, primero, despues de las de Antonio, y por último
de las de Octavio.
Y aquí se ocurrirá acaso á algun lector una pregunta
al parecer natural. ¿Y por qué, ya que el pueblo hebréo
no fué conquistador, ni por su decidido desprecio hácia
todo lo estranjero, de otro modo propagador, no se estendió
por el mundo antiguo la idea de la unidad de Dios, estra
yéndola, digámoslo así, del seno de dicho pueblo, como se
estrajo la idolatría del seno del pueblo egipcio? Diremos en
cuanto á lo primero, que las multitudes de todos los pueblos
se entregan casi siempre á lo maravilloso, risueñoy tangi
ble, mas que sea absurdo, y en cuanto á lo segundo, que
de cualquier modo partió del pueblo hebréo semejante idea,
la cual segun todas las probabilidades profesaban los mis
mos sacerdotes del Egipto; que estos la predicaban en sus
misterios; que mastarde se enseñó en Grecia á los inicia
dos en los de Eleusis y otros puntos, y que tiempo andan
– 30 –

do la tuvieron y proclamaron, entre varios romanos,Cice


ron mas inclinado á la secta académica que á otra algu
na (1), el materialista Plinio, partidario decidido de la epi
curea, ó si no de la opinion de los saduceos (2), llevada á
Roma por los soldados de su Vespasiano, si es que no la
llevaron en su tiempo los de Pompeyo y César.
Los griegos, que tomaron las principales de sus divini
dades de los egipcios, aumentaron el número de los dioses;
dieron á estos las mismas pasiones que á los hombres; con
fundieron hasta en repugnante ayuntamiento á dioses con
mujeres, á hombres con diosas, haciendo á los inmortales
adúlteros con los mortales, adúlteros entre sí, pendencie
ros, beodos y envidiosos; dividiéndolos en bandos y en
horribles enemistades, y comunicándolos, en fin, todas las
pasiones, todos los afectos, todos los sentimientos de la po
bre humanidad. Y no solo hicieron esto,sino que tambien
divinizaron los bosques, los montes, las fuentes y las lagu
nas,para que en estas se bañaran y en aquellos se solaza
sen los llamados inmortales. Y las fuentes Castalia, Hipo
crene y otras fueron sagradas, y los montes Olimpo, Pin
do, etc., fueron divinizados. Y los dioses tuvieron orácu
los, y el espíritu pitónico, tan reprobado por el Deuterono
mio, lució en Delfos, en la caverna de Trofonio y en otros
mil puntos. ¡Mísera humanidad, olvidada de la idea de
Dios! -

Es para nosotros axiomático que Homero, llevado


de su inspiracion, hizo mas daño á la humanidad, pro
pagando sus dioses con las vergonzosas cualidades de que
les revistió en su Iliada y en su Ulisea, que los mas abo
minables tiranos. Aquí se nos ocurre decir, que si Só

(1) De repub. lib. 1.° pár.36.


(2) Historia natural, lib. 1.° cap. 7°
– 31 –

crates, al hablar de los poetas, pensó que por esto debia


haber sido lanzado hasta un nuevo Homero del seno de su
república, en verdad que su opinion era la de un verda
dero sábio. Lo peor es que, su república, tal cual nos la
pinta Platon, era mas mala que los mas detestablespoetas.
La verdad es que, si la Grecia, despues de populariza
dos los poemas de Homero, no cayó en el marasmo, en la
estupidez, en el vergonzoso despotismo que el Egipto, de
biólo en gran parte á la esterilidad de su suelo, que obli
gándola á ser industriosa y comerciante, tuvo precision
de ser tambien marítima,y una nacion marítima tiene mu
cho adelantado, en el solo hecho de serlo, para entrar en
las anchas vias de la libertad. En los pueblos marítimos,
que suponen industria y comercio, no puede ser omnipo
tente ni formar casta aparte el cuerpo sacerdotal, por la
sencilla razon de que nopuede vincular en sí, como hizo el
de Egipto, las ideas. Y por que en Grecia no pudo el
cuerpo sacerdotal ser, no solo omnipotente, pero nisiquiera
poderoso, de aquí el que sus filósofos, que fueron sus pri
meros legisladores, llevasen ásus instituciones una regular
idea de la justicia, tomada de la idea casi perfecta que los
mas habian adquirido acerca de Dios en sus viajes y con
sus meditaciones; de aquí el que las obras de esos filóso
fos no fuesen como en Egipto fruto prohibido para el pne
blo, y de aquí el que este se ilustrase y entrára en la senda
de la libertad y del progreso para la mayor parte de las
COS3 S. -

Y decimos que para la mayor parte de las cosas, por


que por no haberse estendido entre el pueblo griego la
idea verdadera de Dios y con ella la de lajusticia para to
dos, ni alcanzó jamás la libertad completa, ni pensó en
arrojar de sí la plaga de la servidumbre, ni dejó de pade
y

cer tanto ó mas que otro cualquier país del globo, por
– 32 –

causa del fanatismo y las preocupaciones, en eternas y


sanguinarias guerras. -

Sócrates, que creyó en la unidad de Dios, tuvo que


beber la cicuta: que no hubiera fanatizado al pueblo con
su genio particular, y tal vez no la habria bebido; que hu
biera propalado con valor la idea del Dics único, en vez
de recomendar los indecentes oráculos, y su querido
Alcibiades no habria sido tan funesto á la pátria, por su
ponerle el autor, segun nos cuenta Tucídides del aten
tado de derribar y destrozar las estátuas de Hermes ó
Mercurio al salir para la insensata espedicion de Si
cilia (1); que hubiera proclamado la grandeza de la justi
cia, y sus conciudadanos no habrian acaso acometido se
mejante empresa, en la cual resalta la brutalidad de ester
minará todos los habitantes de la isla de Malta (2), por el
salvaje derecho de conquista, para que tiempo andando
vinieran los Silas, los Mummios y los Scauros á asolar á
Atenas, Corinto y otras ciudades, llevándose á Roma todas
las preciosidades debidas al pincel de Poliñoto, de Zeuxis y
de Apeles y al cincel de Fidias, de Lisipo y de Praxélites.
Los romanos, discípulos de los griegos en este y en
otrospuntos, tuvieron, como sus maestros, adivinos y ago
reros, genio inspirador como el socrático, en la persona de
su rey Numa, conocido bajo el nombre de ninfa Egeria,
pitónisas en Cumas llamadas Sybilas, y libros de ella, ape
llidados sybilinos, cuidadosamente guardados en el Capi
tolio para ser consultados en las grandes calamidades,
como se consultaron, segun Tito Livio, cuando la invasion
de los galos y despues de la muerte del cónsul Flaminio en
la gran rota del lago Trasimeno (3). -

1) Guerra del Polononeso, lib. 6° cap. 10.


2) Id. lib. 5.º * 12.
3) Década 3°, lib.2, cap. 4.
– 33 -

La idolatría romana llegó á ser mas absurda y ridícu


la que la griega, porque aparte del ñúmero prodigioso de
dioses de que poblaron los señores del mundo antiguo sus
mentidos cielos, divinizaron durante el imperio los móns
.truos mas horrendos y abominables. Es cierto que la mo
narquía habia divinizado á Rómulo, pero lo hizo en su ca
lidad de fundador del püeblo romano, al revés que los se-
nadores del imperio, que decretaron por estúpido y bo
chornoso servilisimo la apoetosis de Octavio y de otros mas
indecentes tiranos. En cambio la república, que no divini-.
zóámónstruos, mandó alzar un templo á la piedad, cuan
do la hija recien parida dió de mamar á su madre, conde
nada á morir de hambre en la cárcel.
Si tambien Roma se libró de caer en el embrutecimien
to y marasmo que el Egipto, debiólo á una razon poderosa,
que fué la que principalmenté impidió que la Grecia, fuese
estúpida y esclava. Su cuerpo sacerdotal no formó casta
aparte, nifué el único depositario de las luces, ni llegó
por esta causa á ser omnipotente. Con todo, impidiéndoles
la idolatría llegar al verdadero conocimiento de Dios y al
de la justicia, tenian con precision que ofrecernos los ro
manos el doloroso espectáculo de combatir con sus tribunos
y sus Publícolas y Cincinatos á la cabeza la levantada, ge
nerosa y nunca bastante bien ponderada empresa de Her
donio para abolir la esclavitud;tenian que abandonar á los
Gracospara que, al verse Cayo ingratamente vendido, pi
diera al cielo que les negase la libertad, que el mismo hijo
de Cornelia no conocia á fondo; tenian que invocar por boca
de Ciceron,áJúpiter Stator cuando la conjuracion de Cati
lina, para barrenar las leyes mas venerandas de la repúbli
ca, y abrir en esto la puerta por donde al poco tiempo en
traron los infames triunviros; tenian, en fin, que caer como
cayeron en el mas abominable y nauseabundo despotismo
—34 —
que jamás conocieron ni probablemeute conocerán los si
glos. . • · "" - . … ".
¿Tenemos necesidad de consignar aquí, despues de ha
ber tratado del culto de los principales pueblos del mundo
antiguo, que los persas adoraban al sol, viva imágen para .
ellos del ser benéfico por escelencia; que tuvieron el pro
pio culto y el de la luna otros pueblos contemporaneos de
los persas; que los escandinavos tuvieron su Alfader, prin
cipio increado y universal, que crióá Odin y demás Ases,
.ó dioses subalternos; que nuestros abuelos encontraron
idéntica ó muy parecida religion que la de los persas en el
Perú y á orillas del Missisipi; que èsos mismos antepasados
nuestros, que tropezaron en sus viajes á América, Asia y
Oceanía con multitud de pueblos salvajes , observaron
en ellos cultos ya ridiculos, ya terribles, ya apacibles; que
todos los viajeros, en fin, que han penetrado en el interior
de Africa, Asia y América se han encontrado con religiones
mas ó menos elevadas, mas ó menos groseras, mas ó me
nos horripilantes?
Basta lo dicho para nuestro propósito: es mas, conoce
mos que estamos casifuera de nuestro terreno, que nos he
mos en un tanto separado de nuestra principal idea, y que
es ya tiempo de volver a ella y de reasumirla en cuatro pa
labras, llenando de una manera completa nuestro objeto,
que no es, que no puede ser otro sino el consignar termi-
nantemente que, bien ó mal, de un modo mas ó menos ab
surdo, mas ó menos ridículo, mas ó menos grosero, mas ó
menos cruel, mas ó menos puro, todos los pueblos del glo
bo han prestado adoracion al Ser Supremo, al Criador in
creado, y que es y será, mientras el mundo exista , una
verdad incontrovertible la asentada por Ciceron, y por nos
otros ya antes citada, de que no hay nacion, pueblo ni ran
chería de salvajes que, aun cuando ignoren qué Dios les con
- 35 —
venga tener, no sepan con todo que existe alguno á quien tri
butar adoracion. .
Ante esta creencia de la humanidad entera, desprecian
do la opinion de cuatro, de diez, de veinte filósofos, amigos
de distinguirse, nosotros inclinamos la cabeza y esclamamos
de lo íntimo 'del corazon:
¡Señor, tú existes! ¡Te tributamos gracias porque nos
has dado luz para creer en tí tal cual eres, para conooer tu
justicia y para pedir por ella sin temor ni vacilaciones la
justicia y la libertad en la tierra.
CAPÍTULO VII. •

El hombre en S0iedad,

¿Es el hombre sociable por naturaleza?


Aun los que esta estudian superficialmente, no niegan
la anterior proposicion.
Os hablarán del estado primitivo del hombre; os can
tarán acaso lás dulzuras de la vida salvaje; os enderezarán
un seductoridilio ó una elegante égloga en loor del hombre
libre por escelencia, dichoso habitador de los bosques y
valles encantadores y de las deliciosas márgenes de cris
talinos rios, que caza y pesca, que pasea y se tumba á la
bartola, que corre y se detiene á su antojo, sin que nadie
ponga tiento en sus pasos; pero al fin y al cabo os conce
derán como por un favor especial, que el hombre se arri
ma ó asocia al hombre, que á ello le impulsan sus necesi
dades y afectos, y que en este caso se ve precisado á per
der algo de la gran libertad que disfruta por asegurar lo
restante, es decir, que os conceden con toda gracia que el
hombre, ser libre é independiente, entra en sociedad, pré
vio un contrato social, con el cual pierde y gana, porqué lo
que se le marcha en libertad, le viene en seguridad.
Ahí teneis la sociedad, nacida á virtud del contrato del
Sr. Rousseau, de este gran fabricante de sociedades en el
último siglo, que, sin duda por no haber podido fabricar
una de su gusto, se escapó de la en que vivia, aplicándose
un pistoletazo á las sienes con arreglo á su moderno es
toicismo."
Dios no entra para nada en esto. Así no ha hecho Dios
– 37–
al hombre sociable, que quien le hace es un contrato á
posteriori; y no habiendo hecho Dios al hombre sociable,
tampoco ha puesto en su corazon el sentimiento de la jus
ticia,y no habiendo puesto el Criador el sentimiento de la
justicia en la criatura, menos le habrá puesto el de la li
bertad, y mucho menos, por último, le habrá dado dere
chos inenagenables, los derechos de la humanidad puestos en
todos por Dios, que hizo los emperadores y los aldeanos, se
gun la magnífica espresion de los tres suizos en su magní
fico juramento de Grutli en 1307. El hombre aparece así
completamente desligado de Dios y de su justicia; nada une
á entrambos; ningun vínculo les junta, y aquel es de este
modo, como el pájaro que nace del casual encuentro de dos
vientos, como el hongo que brota en nuestras salas de estrado,
como la cosa con sentidos que debe su existencia al acaso,
armónico, inteligente y sapientísimo Creador. Las leyes hu
manas tienen que ser así buenas, aunque no estén basadas
en la justicia, porque el hombre se las da á virtud de un
contrato legítimo ó por la voluntad soberana de los mas,
ósea la tan cacareada soberanía nacional, que lo mismo
puede estatuir el despotismo mas inícuo, que la libertad
mas pura. - ·
Si Rousseau con su contrato social, Hobbes con su afir
macion de que el estado natural del hombre es la guerra, es
decir, lo antisocial, la negacion de la justicia y la afirma
cion de la fuerza, y otros escritores de su escuela, hubie
ran vivido en el siglo XIII, pudieran ser un tanto disimula
bles sus teorías; pero venirse con ellas, echándoselas de
filósofos profundos, cuando ya hacía siglos que se habia
descubierto la América y recorrido la Oceanía, dando á
conocer perfectamente todas sus tribus y pueblos, mas ó
menos atrasados en la carrera de la civilizacion, pero to
dos constituidos en sociedad, eso no admite disculpa, eso no
– 38 –

es disimulable, eso es de todo punto absurdo, anti-histórico,


irracional y contra la naturaleza.
Y aquí se nos ecurre presentar un problema á la con
sideracion del lector. Los salvajes de la Oceanía, tales
cuales los han encontrado nuestros navegantes y luego los
navegantes ingleses, franceses y holandeses ¿son como ta
les salvajes sus primeros pobladores ó descendientes de
otrostan salvajes ó mas que ellos, ó son hijos degenerados,
restos dispersos de pueblos cultos que habitaron un in
menso continente, ógrandes islas, que desaparecieron casi
del todo á virtud del mas formidable de los cataclismos?
¿No podemos, no debemos inclinarnos á creer el último
estremo, contemplando hoy esa Asia Menor, embrutecida
por los turcos, donde antes florecieron veinte óveinticinco
pueblos cultos y poderosos; fijándonos en esa Africa, patria
de San Cipriano y San Agustin, madre de los filósofos de
Cirene y Alejandría, antes tan rica, populosa y civilizada,
y hoy recorrida en su mayor parte por beduinos estúpidos
y feroces, y meditando por último sobre esa misma Grecia
de hoy, despoblada y sin la mayor parte de las condiciones
de verdadero pueblo civilizado, cuando hace casi 2.500 años
sabia poner sobre las armas mas de 300.000 hombres entre
ejército y armada, vencer al gran rey y dictar leyes al
mundo? • " -

Sea de esto lo que quiera, convengamos en que no hay


ni ha habido tal estado primitivo mas que en las cabezas
huecas de algunos torpes fabricantes de sociedades, ó de
algunos inspirados vates; y que lo que ha habido y hay es el
estado atrasado, ó lo que es lo mismo, el atraso retroce
diendo ó paralizándose en la carrera de la civilizacion.
El hombre nace sociable, porque tal le hizo Dios, y tan
sociable es en las islas de Vanikoro, Nueva Zelandia ó
Tonga, como en Madrid, Lóndres ó París. ¿Por ventura no
– 39 –

viven en sociedad los salvajes de aquellas islas? ¿no tienen


todos sus matrimonios, sus familias, sus armas, sus chozas,
sus capitanes, sus tribus, sus guerras, etc.? Que están atra
sados..... ya lo sabemos; pero esto no significa que no sean
sociables, puesto que viven en sociedad, aun cuando im
perfecta. Que son antropófagos..... ¿Pues no aconsejó Cri
sipo la comida de carne humana en el pleno de la civiliza
cion griega? (1) Que hacen mil atrocidades con los euro
peos, con los blancos, con todos los que se acercan á las
costas de sus islas... ¡ah! Preguntad sobre esto á muchí
simos salvajes de la Oceanía, que ya admiten comunicacion
con los estranjeros; leed á no pocos viajeros imparciales,
entre ellos á Mr. Dumond Urbille, y vereis que si aquellos
desgraciados han cometido atrocidades con los navegantes,
ha sido porque la codicia de algunos marinos mercantes
les ha arrebatado algun hijo, algun hermano, algun com
pañero para obligarle á trabajar en las maniobras de su
buque, matándole en fuerza de duras faenas ó lanzándole
al fondo del mar, así que ya no necesitaban de sus servi
cios. Al cabo de algunos años, cuando les ha sido posible,
los salvajes se han vengado de los primeros hombres civi
lizados que se han presentado entre ellos. Y aquí se nos
. ocurre un argumento incontestable. Esa venganza precisa
mente prueba la sociabilidad del salvaje. ¿Se vengaria si
no viviera en sociedad?
¿Que es esta imperfecta? Nadie lo duda. ¿Que tiene
con precision que mejorar?Tampoco es cuestionable. Pero
esto, lo propio en el salvaje que en el hombre civilizado,
es relativo: tambien nosotros mejoraremos, porque es ley

(1) Diógenes Laertio:vida de Crisipo.


— 40 -
eterna el que el mundo en general vaya mejorando hasta la
consumacion de los siglos.
El hombre, pues, no se hace, sino que nace sociable. Lo
dice la historia. esto es, la observacion práctica, que no
puede ofrecer dudas, y lo dice la misma naturaleza huma
na; y ante estas dos aseveraciones, los discursos de algu
nos pretendidos filósofos no pueden presentar al mediano
observador mas que la ridiculez y el absurdo.
Nace el hombre desnudo y completamente inerme en
su parte física; pasa por una larga infancia en que necesita
de propios y estraños, y despues de una virilidad mas ó
menos fuerte, arrastra una vejez achacosa, débil como la
misma infancia y de cualquier modo mas miserable; ni tie
ne la musculatura del leon, ni la garra del tigre, ni la
fuerza colosal del elefante, y sin embargo, el leon, el tigre
y el elefante son esclavos suyos, como es esclava suya toda
la creacion, porque él por su inteligencia, por su alma, es
el rey de aquella, y es tal rey precisamente porque vive en
sociedad, que sino, seria el último eslabon de la cadena, la
parte mas flaca, abyecta y despreciable de la grande obra
de Dios.
Hizo este al hombre físicamente débil; pero dotándole
del atributo de la sociabilidad, le convirtió en fuerte, y
tanto, que sujeta á su voluntad todas las fuerzas vivas de la
creacion.
CAPÍTULO VIII.

Sociedad. ¿Qué debe presidir en ella?¿Cuál debe ser su in?


En la sociedad debe presidir por todas partes la justi
cia: su fin no puede ser otro que la libertad, derivacion
natural, consecuencia inmediata y lógica de la justicia.
¿Pero qué es justicia?
Si preguntais á un jurisconsulto os contestará con su
jus suum cuique tribuendi.
Yel militar y el clérigo juzgan que es su mas natural
derecho el fuero privilegiado, que niega la justicia de los
demás, y el antiguo hidalgo cree que son derechos suyos el
ser un año síy otro no alcalde de su lugar, el estar exento
de ciertos tributos y de quintas, y tratar á todo el mundo de
tú, mientras él exige que ese todo el mundo le trate de
usía, ó de don Pedro, don Pascasio, ó don Pantaleon.
Para el tirano la justicia no es otra cosa que la aplica
cion de sus leyes crueles y bárbaras.
Para el verdadero filósofo, la justicia es la nocion intui
tiva, el sentimiento poderoso, la facultad ineludible que el
Supremo Hacedor puso en el corazon del hombre para dis
tinguir el bien del mal, amar aquel y aborrecer este, deci
dirse por lo que es intrínsecamente bueno y condenar lo
que es intrínsecamente malo, no dando á otro lo que no se
quiera para sí: por ella no mata, porque le dice que no
puede matar; no roba, porque le dice que no puede robar;
no hace daño, porque le dice que no puede hacerle. Es la
mas magnífica emanacion de Dios,Suma Justicia, puesta
en el corazon de toda criatura racional, para que instinti
- 6
- 42 –

vamente se aficione á lo bueno, é instintivamente repruebe


lo malo, viniendo á ser así la soberana de la sociedad, la
cual no será perfecta ni bien regida sin la supremacia de
esa justicia, que nadie en el mundo nospuede dar á no ser
Dios. Si se nos dice que hemos definido la recta razon, no
lo contradeciremos; haremos solo la observacion de que la
recta razon, aun conociéndolo, puede elegir el mal, mientras
que es atributo de la justicia el adoptar siempre el bien.
Pero continuemos.
Para Arquelao, maestro y querido de Sócrates, puesto
que este fué su bardaja (1) lo justo y lo injusto no lo son
por naturaleza, sino porley.
¡Escelente base para una sociedad regular!
Segun el filósofo ateniense, la ley llamada de estranje
ría, que convertia en esclavo al que, avecindado en Atenas,
no pagaba cierto tributo, era justa; era justa tambien la ley
de los samios que mandaba hermar la frente de los ate
nienses prisioneros con un hierro candente, representando
una lechuza; y era justa, por último la ley de Sparta, que
autorizaba el infanticidio si la criatura nacia un tanto defec
tuosa, como sucede hoy en China. "
Por los discípulos de Arquelao, que lo son en esta par
te todos los qme no buscan la justicia en la fuente inagotable
que la produce, en Dios, tienen que ser consideradas como
justas las leyes que autorizaban el tormento, la de las Doce
Tablas que facultaba al padre para matar al hijo cuando le
diera Ia gana (2); otra del mismo Código que facultaba á
los acreedores, siendo varios, para dividir en trozos al deu
dor, como lo higieran sin fraude, y si es que no querian

(1) Diógenes Laercio, Vida de Arquelao,


(2) ¡Qué diferente la Sagrada Escritura! Enseña á tu hijo, dice Salo
mon eu susproverbios (cap. 19, v. 18); no desesperes, mas nointentes lle
gar hasla matarlo.
– 43 —

venderlo al otro lado del Tiber (1); la de Cayo César obli


gando á lasinfelices prostitutas á que le dieran el precio de
su union con un hombre una vez al dia, y la de los Vis
conti milaneses, registrada por Pedro Azario, escribano de
Novara (y condenada para consuelo de la humanidad por
una escomunion del Papa), para que el suplicio de los lla
mados reos de estado durara precisamente cuarenta y un
dias, señalando en cada uno los tormentos que debian su
frir las víctimas hasta entregar en el último de aquellos á
la rueda el tronco de su cuerpo despues de atenaceado.
No; no estriba la justicia en la voluntad humana, sino
que es de por sí invariable é imperecible; las leyes son las
que se han de arreglar á ella, y sino serán malas, tiránicas
ó abominables. Si así no fuera, ¡á Dios sociedad! ¡á Dios jus
ticia! ¡á Dios libertad!. -

Las leyes podrán borrar la nocion de lo justo en la


materia en que están escritas: podrán tambien borrarla de
una parte pequeña, de una parte grande, de todo un pue
blo, sise quiere; pero no de la conciencia de la humanidad,
porque es emanacion de Dios,y las obras de Dios pueden
oscurecerse, pueden despreciarse por aquí y por allá, pero
jamásproscribirse de todo punto,
Y así es que contra Arquelao protesta elocuentemente
la virtud republicana de Arístides, de Epaminondas y de
Focion; contra la ley de las Doce Tablas protesta el pueblo
tumultuosamente arrancando á la aristocracia una á una sus
mas insolentes prerogativas; contra Cayo protesta terrible
mente el puñal vengador de Queréa, y contra los Visconti
contesta cristianamente el pontífice Inocencio VI.
Mejor idea de las leyes y de la justícia que Arquelao,

(1) At si plures erunt, dice esta ley bárbara, rei terliis mundinis par
tes secanto. Si plus minusve secuerint, sine fraude esto. Si volent, ultra Ti
verim peregrévenundanto.
– 44 —

Carneades, Teodoro cirenaico y sus secuaces, tenia el poeta


Ovidio, quien hablando de que aquellas deben estar arre
gladas á esta, porque sino los mismos autores suelen espe
rimentar su atrocidad, viene á recordar la suerte de aquel
Perilo, que inventó el toro de Falaris para despuesser tos
tado dentro de su vientre, y concluye ccn estajuiciosa ob
servacion: -

Neque enim lexo justiorulla est quam necis artifices arte pe


rire sua (1). -

Platon, que fué quien mas perfectas uociones tuvo en la


antigüedad acerca de la justicia, creia con todo que esta
nacia de la sociedad, como esta nacia á su vez de la nece
sidad en que cada uno se halla de abastecerse á sí mismo
de todas las cosas precisas (2).
"Ciceron, que en su obra de República copió bastante á
Platon, ya conoció mejor que este y que Sócrates la natura
leza de lajusticia, y tanto que apoyados en el filósofo ro
mano, la defendieron en su tiempo brillantemente San
Agustin en su Ciudad de Dios y Lactancio en sus Institucio
nes. San Agustin comentóá Ciceron; Lactancio le copió al
pié de la letra eu su paralelo sobre el justo y el injusto y en
su magnífica descripcion de la ley arreglada á la recta ra
zon, esto es, á la justicia. Oigamos al orador romano:
«Existe una leyverdadera, la recta razon, conforme á
»la naturaleza universal, inmutable, eterna, cuyos manda
»tos estimulan al deber, y cuyas prohibiciones alejan del
»mal.Sea que ordene, sea que prohiba, sus palabras no son
»vanas para el bueno, ni poderosas para el malo. Esta ley
»no puede contradecirse con otra, ni derogarse en alguna
»de sus partes, ni abolirse toda entera. Ni el Senado ni el

(2) Ovid. Arte amandi,lib. I.


(1) Rep. de Platon. Lib, ó coloquio 2°
–45—
» pueblo pueden libertarnos de la obediencia á esta ley. No
»necesita un nuevo intérprete, ó un nuevo órgano; no es
» diferente en Roma que en Atenas, ni mañana distinta de
» hoy, sino que en todas las naciones y en todos los tiempos
»esta ley reinará siempre única, eterna, imperecible, y será
»la guía comun, el rey de todas las criaturas, Dios mismo
»dá el orígen, la sancion yla publicidad á esta ley, que el
»hombre no puede desconocer sin huir de sí mismo, sin
» desconocer su naturaleza, y sin sufrir por esta sola
»causa la mas cruel espiacion, aunque haya evitado en otro
» tiempo lo que se llama suplicio.» (1)
Defensa mas acabada y brillante de la soberanía de la
justicia es imposible encontrarla, á no ser que la busque
mos en la inmortal obra del Aguila de la Iglesia. Dice así
San Agustin: ·
«La cosa pública es realmente la cosa del pueblo todas
»las veces que es dirigida con sabiduría y con justicia ó
» por un rey, ó por un número pequeño de grandes, ó por
» el universo pueblo. Mas cuando el rey es injusto, es decir,
» tirano; ó los grandes injustos, lo cual trasforma su alian
»za en faccion; ó el pueblo injusto, mereciendoigualmente
»el nombre de tirano; entonces no solo se corrompe la re
» pública, sino que deja de existir; porque no es realmente
» la cosa del pueblo cuando yace bajo el yugo de un tirano
»ó de una faccion, y el pueblo mismo no es ya pueblo si se
»convierte en injusto, porque entonces deja de ser ya una
» agregacion formada bajo la sancion del derecho y con el
»lazo de la comun utilidad.» (2)
No nos fijemos en que San Agustin cree que la justicia
puede existir en las tres clases de gobierno que él mencio

(1) Cic. de Rep. lib. 3°, pár. 17.


(2) San Agustin: Ciudad de Dios, lib. 15.
– 46 –

na; el monárquico, el aristocrático y el democrático: fijé


monos solamente en que ha defendido la soberanía de la
justicia y probado que esta debe presidir ante todo en la
sociedad, echando á un lado el principio de la soberanía
nacional y todo otro principio, que tiene que ser peor que
el de la soberanía nacional.
¡Cómo! dicen los partidarios de esta: nuestro principio
es el único salvador de las sociedades, y de sabido se calla
que si la soberanía nacional no va acompañada de la justi
cia, no es tal soberanía. Es decir, que aquí la cualidad es
superior al sujeto, la parte mas significativa y magnífica
que el todo. Si la soberanía nacional es buena, será tal so
beranía, y si no, no. ¡Lógica soberbia! Doy este principio
á la sociedad; si sale bien, es bueno; si sale mal, me reser
vo el derecho de dar tras de él. Este y no otro es el modo
de discurrir de los partidarios de la soberanía nacional.
La soberanía de la justicia, que ampara la libertad, es
la única soberanía que puede y debe presidir en la socie
dad. Todos los gobiernos que no tengan por base la sobe
ranía de la justicia, llámense como quieran, serán intrínse
camente mas ó menos tiránicos, mas ó menos abominables,
así como todos los gobiernos que no tengan por fin la li
-bertad , serán tambien intrínsecamente mas ó menos
despóticos, mas ó menos mutiladores de los derechos in
enagenables del hombre ¡Infeliz del pueblo que se acoja á
otra soberanía que á la de la justicia!
Diremos muy poco sobre el principio utilitario, que un
jurisconsulto inglés del siglo último (Bentham), pretendió
hacer pasar por el regulador de las acciones humanas y
el presidente mato de la sociedad. Semejante principio,
hijo natural y legítimo de la secta epicúrea, no solo es
evidentemente falso, sino tambien repugnante y para todo
recto corazon despreciable. Cierto que el hombre busca su
– 47 –

utilidad en todas sus acciones; pero la justicia sale siempre


á advertirle que no ejecute las que no pueden estar con
formes con ella, despreciando la utilidad, que no es mas
que el vil interés cuando se obtiene de una manera injusta.
Nadie mejor que Arístides condenó, hace ya cerca de
veinticinco siglos, y con una sola frase por cierto, el prin
cípio de utilidad, resucitado por aquel jurisconsulto de mer
caderes. Pretendia Temístocles hacer á Atenas árbitra de
toda la Grecia, y para lograrlo propuso á sus compatriotas
que pegasen fuego á la flota de los lacedemonios y de todos
sus aliados. «El proyecto que se os propone, dijo entonces
Arístides á los atenienses, no puede ser mas útil, pero tam
poco mas INJUSTo; desechadle, pues.» No en valde los con
temporáneosy la posteridad dieron á Arístides el glorioso
título de el justo.
Hemos dicho que el fin de la sociedad no debe ser otro
que el de la libertad, y vamos á demostrarlo; pero antes
se hace preciso esplicar perfectamente lo que es libertad,
definir de una manera exacta este bien, el mas dulce de
todos los bienes de la tierra, como le llamó en su República
el orador romano.
¿Qué es libertad?
De la libertad han hablado casi todos los hombres y
sin disputa todos los pueblos. Libertad pedia el pueblo he
bréo cautivo en Babilonia; libertad murmuraban los hilo
tas, víctimas de la haraganería guerrera de los espartanos;
libertad demandaba la plebe romana en sus retiradas al
Sacro y al Aventino; libertad proclamaba Herdonio para
los esclavos de Roma desde lo alto del Capitolio; libertad
invocaban los Gracos para el ingrato y cobarde pueblo que
habia de abandonarlos al furor de la aristocracia; libertad
y trabajo (libertas cum labore) queria Spartaco para sus es
clavos; libertad pedian nuestros comuneros en principios
– 48 –

del siglo XVI como un poco mas tarde los aragoneses, ca


pitaneados por Lanuza; libertad los ingleses del tiempo de
Cárlos I; libertad los franceses de la época de Luis XVI, y
libertad piden hoy todos los pueblos cultos, alentados por
el soplo vivificador de la idea democrática, no la primera,
sino la única conforme á la naturaleza del hombre..
¿Será que la libertad no pueda definirse bien, cuando
tantos pueblos y hombres la han reclamado y defendido
bajo distintos puntos de vista, y cuando hoy mismo unos la
entienden de un modo y otros de otro, porque amigos y
partidarios de ella se llaman desde los mas acérrimos doc
trinarios hasta los mas ardientes demócratas?
¡Ah! no: la libertad está definida..de por sí, sin fijarse
mas que en la misma palabra. Los que no la comprenden,
son unos necios; los que no quieren comprenderla y la in
vocan, son unos hipócritas y mistificadores de ella.
¿Tendremos distinta idea de la piedad que la que la
palabra misma nos da, porque haya uno,veinte, ciento,que
sean crueles y traten mal á sus semejantes puestos á su
cuidado ó bajo su direccion?
La libertad es la facultad concedida á todo hombre por
Dios para hacer en todas las cosas cuanto le dé la gana, sin
perjudicar empero á otro ni á sí mismo. " -

Ciceron la definió como arriba hemos dicho, llamándola


el mas dulce de todos los bienes y añadiendo que ha de ser
IGUAL PARA Todos, porque si no, no es libertad. (1)
La definicion es hermosa,pero no todo lo completa que
debe ser. No hay que estrañar esto, porque Ciceron no fué
verdadero partidario de la libertad. -

En la declaracion de los derechos del hombre, que pre

*) Et quae si aequa non est, me libertas quidem est. Rep. lib. 1.º, pár
rafo 37.
—49 —
sentóá la Convencion Maximiliano Robespierre, se define
así á la libertad (art. 4"): "

«La libertad es el poder que tiene el hombre de hacer


libremente (lo gracioso seria que tratándose de libertad fuera
esclavamente) uso de todas sus facultades: su regla es la
justicía, sus límites los derechos de los demás, su princi
pio la naturaleza y su salvaguardia la ley.»
Definicion, no mala en verdad; pero sí imperfecta y os
cura, pues aun cuando concedamos que la libertad es un
poder, en vez de una facultad, el hombre no puede hacer
libremente uso de todas sus facultades ópotencias, porque
asi se le dice que puede suicidarse, como le decia la filoso
fía estóica, ó cortarse un miembro; porque la justicia no es
regla, sino principio generador (que es superior á la regla,
mas elevado que ella) de la libertad; porque la salvaguar
dia de esta no es la ley, pudiendo nosotros conceder cuan
do mas que debe serlo, y porque la libertad, en fin, no pue
de ni debe tener por límite los derechos de los demás,
como estos derechosno estén conformes con lajusticia.
La libertad en la acepcion sencilla, y por eso no menos
filosófica de la palabra, no admite otra definicion mas exac
ta que la que nosotros dejamos sentada, Y para que sea tal
libertad la hemos de tener en sociedad para todo y ha de
ser igual para todos. . . . . .
Si no me dais libertad para todo, vais á parar en que
Dios ó la sociedad serán responsables de todas ó parte de
mis acciones, lo cual no solo es absurdo, sino antísocial y
ultrajante á la misma Divinidad. Si no es igual la libertad
para todos, ya no es libertad; desigual, ha dejado supues
to al privilegio; ya no está conforme con la justicia, ya es
tiranía, mas ó menos embozada, mas ó menos enorme.
La libertad dentro y fuera de mi conciencia, que debe
encaminarla, por las sendas de la justicia esa es la que
– 50 –

quiero, esa es la que me pertenece en el hecho de ser


hombre, esa la que me concede la verdadera filosofía, esa
la que no me niega en sus manifestaciones abstractas el
mismo Santo Tomás de Aquino, el gran buey mudo de Sici
lia, como le llamaban por su taciturnidad sus condiscípu
los, porque sin ella soy incapaz de verdadera obediencia en
todas partes, soy un bruto,un autómata, y no puedo res
ponder de mis acciones, y esa, la que en el terreno teoló
gico comprendió, cual Santo Tomás, nuestro Raimundo Lu
lio cuando dijo en su Gran Arte,separándose en este punto
como el amigo de San Luis, de la opinion de San Agustin:
porque el libre albedrío del hombre (es decir, la libertad)
dá á la justicia divina el derecho de remunerar ó castigar.
Lo propio sucede con la justicia humana, y por eso es tan
lógica la libertad y tan conforme con nuestra naturaleza.
¿No me dais libertad? Pues no me hagais responsable
de mis acciones: vos sois los responsables de ellas, puesto
que me teneis en tutela, y con mis derechos mutilados ó
desconocidos, me sujetais ávil y vergonzosa servidumbre.
Si no soy libre, no puedo ser responsable de mis acciones,
ni soy acreedor á premio ni á castigo. "
Al contrario la libertad, me eleva, me hace digno del
Criador, me deja con mis derechos inenagenables, usando
de ellos en bien mio y de la sociedad, de que soy miembro,
y responsable de todas mis acciones, si abuso de aquel bien
inapreciable.
. . Y aquí llegamos ya naturalmente á tratar del fin de la
sociedad. -

«Es la felicidad de los asociados,» dicen casi todos los


filósofos. ¿Y en qué grados? preguntamos nosotros. La fe
licidad es relativa, y por lo tanto admite gradacion, y ad
mitiendo gradacion, nunca podráverse satisfecha, nunca
podrá llenar de todo punto su objeto. La felicidad no es
absoluta como la libertad ; no resuelve por consiguiente
como esta la cuestion.
La libertad, y solamente la libertad debe ser el fin de
toda sociedad, porque la libertad, que es de por sí un
principio absoluto, no puede menos de proporcionar la feli
cidad menguada de que es susceptible el hombre en la
tierra, puesto que ella trae consigo la armonía, el Orden y
la prosperidad. . . . .
Para ser con razon responsable de mis acciones en so
ciedad, he de poder hacer cuanto me de la gana; ya sé
que debo hacerlo todo sin perjuicio de mí y de tercero, esto
es, sin perjuicio de la justicia. Por esto hemos dicho que la
libertad es una derivacion de la justicia.'
¡Hermosa libertad! Tú eres el fin á que deben enca
minarse todas las sociedades, porque solamente tú puedes
proporcionarlas, haciéndolas ordenadas y armónicas, la fe
licidad; porque esta sin tí nunca será mas que una palabra
vacía de sentido, un vano fantasma.
La felicidad ha de traerla la libertad y solo la li
bertad.;,
Por esto las sociedades deben mirar la libertad como su
magnifico desideratum.
-

" , 1,
, , , , ,

CAPÍTUL0 IX.

Principal mision del hombre en la tierra.

Bien podiamos llevar la materia de este capítulo al de


los deberes del hombre, pero queremos tratar aparte lo
que es mas que un deber. El deber suele ser generalmente
molesto y algunas veces doloroso: el hacer bien (que esta
es la mision principal del hombre en la tierra) siempre es
grato, siempre es consolador, siempre es eminentemente
satisfactorio.
Dadme un hombre constantemente contrariado por la
suerte, acosado por la injusticia, calumniado por la vil en
vidia, empobrecido por las mas infames persecuciones:
como haya hecho bien le vereis tranquilo, lleno de gozo y
satisfaccion; será mil veces mas feliz que sus injustos per
seguidores. ¡Oh! sí. ¡Dichoso el hombre de quien se puede
decir con justicia et preteribat benefaciendo (y pasaba su
vida haciendo beneficios).
Por el contrario: ¡qué desgraciado el que no hace bien
durante su existencia! ¿Qué puede animarle, qué puede
consolarle, qué puede fortalecerle, aun cuando la fortuna
le sonria grandemente, si echa una mirada retrospectiva y
no vé en derredor suyo mas que el vacío en su conciencia,
la frialdad en su corazon egoista, la nada en su pecho em
pedernido?
Si ese hombre dice que es feliz, que está satisfecho,
—53 —

contestadle que miente, porque ninguno es feliz contrarian


do á la náturaleza. -

¿Para qué viene el hombre al mundo, si en su esfera


no hace todo el bien que puede? ¿Qué habrá sido su vida?
Mas infecunda que la del árbol, que al menos da sombra y
purifica el aire con sus hojas, y mas estéril que la piedra,
que al menos puede servir para el genio del estatuario,
mas inútil que el abrojo ú otra mala yerba, condenada á
desarrollarse á costa de una planta bienhechora.
¿Viene acaso el hombre á la sociedad para encerrarse
en un frio egoismo y decir estúpidamente: el universo soy
yo, la humanidad soy yo, la sociedad soy yo, la patria y la
familia soy yo? No por cierto.
¿Por qué es fuerte, produce, goza y vive seguro? Mas
que por nada, por la ayuda que le prestan los demás. ¿Por
qué sujeta las fuerzas vivas de la creacion á su gusto y aun
á sus caprichos? Por la ayuda de los demás. ¿Y por qué se
aprovecha de la ayuda de los demás? ¿Con qué titulo? Con
el de que vive en sociedad.
Pues en cambio tiene la obligacion, impuesta por la
naturaleza, de corresponder buena y voluntariamente á esa
ayuda, que los contemporáneos le prestan y los antepasa
dos le legaron. No decimos que á la fuerza le imponga esa
obligacion la sociedad, porque si tal hiciera, emprenderia
esta el camino de acabar con las mas sublimes virtudes y
con las nas levantadas acciones.La sociedad puede y debe
escitará las acciones benéficas, mas nunca valerse de la
violencia para que se ejecuten.
" El egoista, el misántropo, el netalizado, encuentran su
merecido en el vacío doloroso de su corazon. El bueno, el
simpático, el comunicativo, encuentran en hacer bien la
mas grande y dulcísima recompensa.
Oid lo que dice Salomon: ¡Qué grande es el rey profe
– 54 –

ta aconsejando con su sencillez encantadora hacer el bien!


«Y conocí, dice, que no habia mejor cosa que alegrarse
y HACER BIEN EN su viDA (1).»
Ved ahíuna cosa que vale mas que todos los poemas
de Homero, las obras poéticas de Píndaro y las filosóficas
de Platon y de Aristóteles.
¿Habeis visto en esas obras algo parecido á lo que dice
Salomon? Nosotros lo hemos buscado y no lo hemos ha
llado. . -

Bien sabemos que algunos de los filósofos estóicos prac


ticaron la beneficencia; pero la generalidad no se distin
guió por la práctica de esta virtud, sino por la grandeza de
ánimo en sufrir con toda impasibilidad el dolor y las con
trariedades de esta vida. Marco Aurelio y Juliano, que per
tenecieron á esa secta, la honraron en verdad, haciendo
todo el bien que pudieron; por eso sus nombres son ben
decidos por la posteridad, como lo es el de Tito, que antes
que ellos se inmortalizó con aquella frase sublime, contes
tando á los cortesanos que le preguntaban una noche por
la causa de su tristeza y de sus lágrimas: ¡he perdido este
dia, amigos mios! ¡nohe hecho durante él un solo beneficio/
¡Qué palabras! Pocas habrán salido tan sublimes, nin
gunas mas hermosas de la boca del hombre. ¿Estudiaría,
para venir á pronunciarlas justamente con el tiempo, el
destructor de Jerusalen, los libros del rey mas sábio y
magnífico que tuvo Jerusalen? ¿Le haria notar su prisione
ro el historiador judio Josefo el versículo del hijo de David
arriba estampado? " "

Sea de esto lo que quiera, lo cierto es que Tito, por


comprender su mision principal en el mundo, mereció
" " , "
.

1) Eclesiastes,
«. 2.cap. 3,8.v. 12.
cap. . Lo propio
p p viene á decir en sus pro
p
– 55 –

con justicia "ser llamado las delicias del género humano.


Y qué titulo mas glorioso que este?¿Y quién con ma
yor razon para ser apellidado grande, que el hombre por
escelencia bienhechor.
¡Fuera la mayor parte de los llamados héroes y hom
brés célebres! ¡Atrás los conquistadores y guerreros, que
han cubierto de luto los pueblos, nada mas que por su
ambicion y demás criminales pasiones! El mundo progresa,
sabe lo que le tiene cuenta, y se prepara para calificará
cada uno segun sus merecimientos y servicios. Se acerca el
reinado de la libertad para todos, y este tendrá coronas de
laurel solamente para los hombres que hagan bien, que
pasen su vida dispensando beneficios con sus obras útiles,
con sus invenciones provechosas, con sus descubrimientos
ventajosos, con sus vigilias encaminadas á mejorar la con
dicion humana, con su talento empleado en pró de la socie
dad: no escluimos de este número á los guerreros que no
blemente se consagran á la defensa de la libertad y de la
independencia de los pueblos; esos guerreros son tambien
bienhechores, que sellan sus acciones con supreciosa san
gre. Pero conste ahora ysiempre que vale mucho mas que
el guerrero de nota, que tiene por principal norte de sus
acciones eso que se llama gloria militar, el labrador labo
rioso y honrado que fecundiza los campos con el sudor de
su frente;vale inmensamente mas que el general ambicio
so y opresor de sus semejantes,el mecáuico que encerrado
en su despacho inventa una máquina para mejorar la agri
cultnra ó la industria; vale Hipócrates viniendo de lejanas
tierras á curar los apestados de Atenas,despues de despre
ciar las lisonjeras ofertas del gran rey, inmensísimamente
mas que Agesilao, llevando por el Egipto y Asia sus tercios
lacedemonios en busca del botin y de la fama; vale Fran
klin inventando en su modesto gabinete el para-rayos, mil
– 56 –

veces mas que el titulado gran Condé y todos los generales


de Luis XIV; vale Fulton, aplicando el vapor á la navega
cion y luego á la industria, cien mil veces mas que Napo
leon, que inundó de sangre toda la Europa por su ambicion
estraordinaria yvituperable, y vale el filósofo que se con
sagra con fé ardiente y pura á mejorar la condicion del
hombre moral, política y materialmente, mas que cien mil
generales con susfajas, bandas, cruces y entorchados.
¡HACER BEN! Hé aquí la mision mas magnífica, mas
sublime y mas consoladora del hombre en la tierra, ¡Di
choso el que la comprende y la lleva á cabo! ¡Infeliz del
que, encerrado en un frio egoismo, nada hace por sus se
mejantes! ¿Qué ha sido su vida? Una carrera por el mundo
tan estéril como triste, tan infecunda como desgraciada.
¿Que quedó de él en la tierra? ¡La triste esterilidad! ¡el
vacío! ¡la nada! Mas le valiera no haber nacido.
Los hombres por escelencia bienhechores son única
mente los héroes.
¡Gloría á los que hacen bien! ¡Gloria á los que com
prenden su mision en la sociedad, pasando su vida hacien
do beneficios!
CAPÍTUL0 X. .

Elhombre: su organismo. El mí y el sujeto: el objetiv0 y el


sujetivo. Derechos inenagenables de la humanidad.
Tenemos al hombre en sociedad, no por virtud de un
contrato á priori, sino porque Dios le hizo sociable. .
Pues bien: ya le consideremos como miembro de esa
sociedad, ya le queramos suponer en aislamiento absoluto,
de cualquier modo le vemos dotado de alma y cuerpo, ma
teria frágil y perecedera esta, emanacion sublime, divina é
inmortal aquella con su atributo dominante, si así nos es
permitido llamarle, que es la recta razon, en virtud de la
cual distingue el bien del mal, lo lícito de lo ilícito por I3
turaleza, lo que es intrínsecamente justo de lo que es in
trínsecamente injusto. . - -

La recta razon es la que guia el sentimiento ó la nocion,


si así es mas propio llamarla, de la justicia, grabada por
Dios en el corazon de la criatura racional, para que se
manifieste en todos los actos necesarios de la vida. Si así
no sucede, si el hombre se separa de la justicia, es porque
su corazon está pervertido; pero entonces se encuentra
frente áfrente con la conciencia, terrible torcedor, que
para el malvado colocótambien el Criador en el fondo del
alma inmortal. . -

Con la recta razon el hombre piensa, discurre, abarca,


digámoslo así, cuanto al Criador le plugo que abarcase;
pero si intenta penetrar en regiones para él vedadas por la
mano del Altísimo, entonces la razon se estravía, se pierde
en un Océano de dudas ó de conjeturas, y tiene que decir
— 58 –
con el filósofo racionalista puro de Koenisberg; «cuanto nos
es permitido conocer se halla como encerrado en una isla
risueña: lo que no, son escollos insuperables y un mar al
borota lo, que rolean á esa isla fecunda: des le que la razon
pura ó el pensamiento puro quieren penetrar en esos esco
llos y en ese mar, tiene que caer abrumado sobre aquella
tierra en que el Criador le ha encerrado (1).
Pero es preciso sentar aquí que la recta razon, facultad
del alma inmortal, deriva del Criador, del Dios de las cien
cias, que dice el libro primero de los reyes, capítulo 2°,
no del cRITERIo (mal ú oscuramente definido en sus medi
taciones metafísicas) del filósofo de Koenisberg, y mucho
menos del Mi orgulloso y materialista, al que Fichté hizo
suJETo de la conciencia, que se convirtió en actividad ab
soluta produciendo el objeto mismo, porque con ese mí y
ese sujetg, convertido en actividad absoluta hasta producir
el objeto mismo, y con la música de los objetivos y subjeti
vos ritosóFicos, que, sin comprenderlos tal vez, nos rega
lan á menudo nuestros políticos (no queremos llamarlos
filósofos) alemanescos, el Criador y lo creado quedan total
mente destruidos. No en vano trató de crear á Dios el pro
fundo filósofo Fichté: destruido por él á virtud de sus elu
cubraciones metafísicas, ¿qué cosa mas natural y legítima .
que crearle en su calidad de arquitecto inmortal, ó de di
vino y miraculoso estatuario? •

Si nos hemos separado un tanto del asunto, disimúle


nos el lector. -

Nuestro objeto es dejar consignado aquí, que todo hom


bre, criatura predilecta de Dios,tiene por él idéntico or
ganismo, su alma y su cuerpo,iguales miembros y semejan
-
-

(1) Kant.Crítica de la razon pura.


– 59 – -

tes sentidos, aun cuando unos por la educacion, opor otras


causas lleguen á ser injustos, mientras que otros son justos;
" estos sábios y aquellos necios, los de mas acá probos y be
néficos, y los de mas allá impios, crueles y perversos.
Y puesto que el Criador, en su infinita misericordia
dotó al hombre de un organismo igual, haciéndole igual
mente sociable, es claro que tambien le hizo igual ante otro
hombre, con los mismos derechos y los mismos deberes,
con idénticas necesidades é idénticos medios de satisfacer
las, con semejantesprerogativas y semejantes obligaciones,
le hizo, en fin, como sábia, justa y elocuentemente le des
cribió el poeta Terencio en el siguiente hermosísimo verso
… de su Adriana: -

Homo sum et humani nihil á me alienum puto.

(«Soy hombre,y en el hecho de ser tal hombre, nada


ede lo que corresponda á otro hombre creo ageno de mí.»)
Hénos aquí ya en el terreno de los derechos inenage
nables del hombre, inherentes á su naturaleza, adscriptos
á ella, inseparables de ella. - · –

Son derechos inenagenables del hombre é inseparables


de su naturaleza los que le concedió Dios al criarle, y la
justicia no permite que se le arrebaten, disminuyan ni
conculquen, porque la sociedad no necesita de ello para
marchar armónicamente; antes al contrario, negándoselos al
individuo, óperturbándoselos cuando los ejercita, desapa
rece el órden; la igualdad queda proscrita,el buen gobier
no deja su lugar al malo, la libertad, en fin, el suyo á la ti
ranía.

La justicia es el áncora, la defensa, el palladium de los


derechos inenagenables del hombre. Por eso la soberanía
nacional está por debajo de la soberanía de la justicia, por
que esta respeta y ampara siempre mis derechos inenage
— 60 –

nables, mientras que aquella puede conculcármelos ópros


cribírmelos. .
Dios me les dió; ninguno puede quitármelos. Ya sabe
mos que todos losgobiernos á escepcion de uno solo acaso
(el de los Estados-Unidos, que desgraciadamente nos ha
estado ofreciendo el horrible contrasentido de la esclavitud
de los negros, la cual presto desaparecerá) no han respe
tado en toda su estension los derechos inenagenables del
hombre; pero no por eso son estos menos sagrados é im
prescriptibles. Por qué se hayan cometido crímenes, decre
tado leyes inícuas, visto gobiernos infames y tiránicos,
¿hemos de negar la justicia que condena y condenará siem
pre las malas acciones, la tiranía y las legislaciones abomi
nables? Por que se haya abusado cruelmente de la mísera
humanidad, ¿hemos de decir que es bueno el abuso y no
protestar eontra él? ¿sostener que es malo ó inútil el dere
cho, y no defenderle? ¿que es una mentira la dignidad
humana, y no trabajar porque se traduzca prácticamente en
lo que es en sí, en una verdad? ¿que es legítimo, en fin, el
despotismo, por la misma razon que tan incesantemente
ha pesado, como losa de plomo, sobre casi todos los pue
blos? ¿Tuvo jamás un hombre constituido en autoridad, .ó
ejerciendo poder, la facultad de matar? No, pues Tiberio se
la tomó en el estado de espantosa degradacion á que llega
ron en su tiempo el pueblo y el patriciado romanos; pues el
poderoso padischach se la tomó cuando el pueblo turco lle
góá considerarle mas como una divinidad que como sultan;
pues el inmundo hipócrita Luis el onceno se la tomó cuan
do el pueblo francés se envileció hasta el estremo de tener
á aquel mónstruo por rey de derecho divino y considerarle
como señor de vidas y haciendas. Y sin embargo, al pri
mero le niega esa facultad la misma legislacion romana; al
segundo se la niega el Alcorán, al tercero se la niega el
— 61 –

Antiguo y Nuevo Testamento, y á todos tres la filosofía, y


la recta razon, la justicia, en fin, en la acepcion mas mag
nifica de esta palabra. - ·
Si hasta el dia no se ha cqpocido un gobierno, al que
con toda conciencia se puede llamar verdaderamente libe
ral, no por eso debemos desesperar y menos dar tras de la
causa de la libertad, como no damos tras de la causa de la
justicia ni de la piedad, porque no se haya conocido un
gobierno de todo punto justo y piadoso. Precisamente por
esto viene hoy la democracia formando el mas natural y
potente de los partidos, no demoledora, no atéa ni mate
rialista, no destructora de las eternas bases sobre que la
sociedad descansa y descansará hasta la consumacion de los
siglos, no degolladora cual la suponen sus pérfidos enemi
gos, como si todos los poderes no hubieran inundado la
tierra de sangre, casi siempre inocente, sino filosófica,
creyente y civilizadora, para revindicar los fueros de la dig- ·
nidad humana, sostener la causa de la justicia, proclamar
la libertad igual para todos, pedir, en fin, que se respeten
por la sociedad, en atencion á que ella" no necesita menos
cabarlos en nada, los derechos individuales, los derechos
inalienables, imprescriptibles é ilegislables del hombre.
Pero especifiquemos estos derechos, á los cuales abra
· za, para significarlos todos, una sola y hermosa palabra:
libertad. -

El principal, puesto que puede decirse tiene una rela


cion directa con Dios, es el del libre uso de la conciencia.
Siguen: -

El de la seguridad individual,que envuelve el de la in


violabilidad del domicilio y de la correspondencia.
El del libre uso de la industria, de las profesiones y del
tráfico, que envuelve en sí el de propiedad y el de libertad
de enseñanza. -
– 62 — -

El de asociacion pacífica para los usos naturales de la


vida. " , ,

El de reunion, igualmente pacífica.


El de peticion á todos los poderes y autoridades.
El de escribir y publicar las ideas con absoluta libertad,
respondiendo solamente de la calumnia y de la injuria.
. El del sufragio, para intervenir en el gobierno de la so
ciedad. ·
Y el de igualdad ante la ley, que confirma casi todos los
anteriores derechos, y declara apto al ciudadano para des
empeñar todo destino y cargo público, incluso el de ser jura
do ójuez de sus conciudadanos en los asuntos criminales.
Esos son los derechos individuales, que el hombre no
puede enagenar, porque son la parte mas noble de su ser,
que la sociedad no le puede menoscabar, porque no necesi
ta de ello para funcionar armónicamente y que no pueden
• prescribir, por mas que los arrebate ó conculque un tirano,
llámese este rey ópueblo, porque la injusticia no alcanza
jamás la prescripcion. - - -

Semejantes derechos fueron reconocidos en gran parte,


como tenemos dicho en otra obra (1), por la sábia legisla
cion de Solon; proclamados sin método en su casi genera
lidad por varios filósofos antiguos y modernos y por algu
nos escritores de derecho natural; consignados aquí y allá,
sin órden y sin concierto y entre disposiciones propias de
la edad nuelia, en nuestros famoses fueros municipales de
Cuenca, Salamanca, Nájera, Búrgos, Escalona, Colmenar de
Oreja, Palencia, etc.; invocados en el famoso juramento de
la pradera Grutli, de los Tres suizos, al pié de las imponen
tes montañas de los Alpes y junto al lago de los Cuatro

(1) La Democracia, el Socialismo y el Comunismo.


– 63 "—

Cantones, bajo la siguiente esclamacion: juramos en nombre


de Dios, que hizo los EMPERADoREs Y Los ALDEANos y dë
quien todos han recibido LOS DERECHOSINENAGENABLES
DE LA HUMANIDAD, defender valerosamente y en comun
nuestra libertad, amenazada; reclamados tímida y oscura
mente por nuestros ilustres comuneros; presentados en
confusion, con no pocas contradicciones e impurezas, á la
Convencion nacional por Maximiliano Robespierreá nombre
de la sociedadó club titulado de los Derechos del hombre, y
antes establecidos en su totalidad y de una manera magní
fica en la Constitucion de la república del Norte-América y
en el Acta de 1789, que forma parte integrante de aque
lla, con la cláusula esplícita de no poderse, ni de presente
ni en lovenidero, legislar sobre ellos (1).
Con estos derechos el hombre es libre y digno, igual á.
otro hombre, tal cual le hizo Dios; sin ellos, no. Con seme
jantes derechos, la justicia preside en la sociedad y la liber
tad da sus ópimos frutos; sin ellos, el órden es una menti
ra, la armonía una ilusion, la justicia un nombre vano y la
libertad una decepcion insigne. * .

Examinémoslos uno por uno, y veamos con toda clari


dad (porque esta es la gran cuestion), cómo la sociedad no
necesita proscribirlos ni menoscabarlos para funcionar ar
mónica y perfectamente. -

Libre uso de la conciencia. Ni tratamos, ni tal vez nos


seria permitido tratar aquí, por efecto de nuestra legisla
cion, de la libertad de cultos. Lo que necesitamos demos
trar, en el terreno filosófico, y lo haremos aunque tímida

(1) Hé aquí lo que se estableció por primera vez en el mundo en di


cha. Acta: «El Congreso ro podrá hacer una ley para establecer una re
ligion ó para prohibir su libre ejercicio, para restringir la libertad de
pensar ó de la prnsa, el derecho de reunirse pacíficamente y de dirigir
peticiones al gobiernopara obtener lajusticia de algun agravio.»
–“64 –

mente, es que el hombre no debe ser compelido por la so


ciedad á que crea en Dios de esta ó de la otra manera, y
mucho menos castigado ó perseguido con ocasion de ello.
Ni todo el imperio del mundo, segun la feliz espresion del
reygodo Alarico, puede alcanzar jamás sobre la conciencia,
ni Dios puede querer que se le preste adoracion á la fuer
za, porque esto seria tanto como hacerle directamente res
ponsable de las acciones humanas en todo lo referente á la
religion.
Como esta materia sea hoy tan delicada de suyo, nos
limitaremos á consignar las palabras del príncipe de los
apóstoles, que confirman de una manera elocuente nuestras
doctrinas contra todas las opiniones de los hombres into
lerantesy perseguidores. Hé aquí las hermosísimas pala
bras de San Pedro: •

Ruego, pues, á los presbíteros que hay entre vosotros; yo


presbítero como ellos y testigo de la pasion de Cristo, y par
ticipante de la gloria que se ha de manifestar en lo venidero:
Apacentad la grey de Dios, que está entre vosotros, te
niendo cuidado de ella, no por FUERzA sino DEVOLUNTAD
SEGUNDIOS, ni por amor de vergonzosa ganancia, sino
DEGRADO (1).
Vese, pues, que no solo, segun la ley natural,no tiene
necesidad el cuerpo social, lo que se llama el Estado, de
coartar de ningun modo el libre uso de la conciencia del
hombre, sino que, segun San Pedro, se lo prohibe termi
nantemente la ley cristiana, la religion de Jesucristo, el
mismo Dios. -

Seguridad individual. Sin ella, mas cuenta le tendria al


hombre vivir entre salvajes que enun pueblo llamado cul

(1) Epist. 1.º, cap. 5, v. 1 y 2.


- 65 -
to, porque allí podría defenderse contra los ataques de sus
semejantes y repeler la fuerza con la fuerza. Sin seguri
dad individual, no hay sociedad verdadera, porque des
aparece de ella la justicia, el capricho ocupa el lugar de la
ley y la tiranía el de la libertad. Tan precioso y estimado es
el derecho de la seguridad individual, que muchos hombres
llegan á olvidar la pérdida de otros como este sobrenade
en las tormentas sociales, y por esto se han erigido mas de
cuatro despotismos. Semejante derecho ha sido consignado
en todas las Constituciones modernas, y defendido por to
dos los partidos y por todos los hombres. Si algunos le con
culcan en el poder, es porque este les vicia el corazon, y
prefieren ser tiranos á pasar por buenos y virtuosos ciuda
danos.
El hombre no debe ser molestado en la seguridad per
sonal, el mas precioso de los bienes sociales, á no cometer
un delito, que entonces la sociedad no ataca, sino que se
defiende; no perturba, sino que sostiene el orden; no arre
bata garantías, sino que ampara las de todos los asociados
contra los ataques del malvado.
La inviolavidad del domicilio y el secreto de la cor
respondencia son consecuencias precisas del derecho de
seguridad individual. La casa del ciudadano es como un
templo, abierto solo á los iniciados en los misterios del
culto á que está dedicado , y en ella es sagrado para la
sociedad, como sagrado es el secreto de la corresponden
cia, que el hombre dirige al amigo, al hermano, al sócio,
al corresponsal, etc., sin que la supuesta razon de Estado,
ni otra de ningun género puedan autorizar el crimen de
violacion. ¡Triste de la sociedad , cuyo porvenir depen
diera de lo que pudiese tratar una familia ó una re
union de amigos dentro del hogar doméstico , ó de
lo que pueda decir un individuo á otro en el seno de
- 66 –

la confianza ó del cariño en una ó varias cartas!


Libre uso de la industria, de las profesiones y del tráfico.
En el hecho de sostener este derecho sostenemos el de la
enseñanza libre y el de propiedad, porque si esta desapare
ciese, ¿para qué queriamos entonces la libertad de dedicar
nos á la industria, profesion ó tráfico que mas nos acomo
dasen? Bueno es hacer constar aquí esto para confusion de
los calumniadores de la democracia, aunque separada
mente trataremos del derecho de propiedad.
Si al hombre no se le deja elegir y ejercer libremente
el género de vida que mas cuadre á su aptitud, á sus cua
lidades y á sus instintos, ya está proclamada la tiranía, y
en tal caso, para ser lógica la sociedad, deberia proclamar
tambien de lleno el comunismo, que seria la mayor y mas
asquerosa de lastiranías, si pudiese ser duradero. ¿No me
dejas ganar la vida como á mis miras cuadre, sin salirme
de la justicia? tiene derecho á decir el ciudadano: pues
mantenme y vísteme tú, que me impides adquirir lo que para
ello necesito. Este argumento es incontestable, no admite
réplica.
La sociedad no puede impedir legítimamente que todo
el mundo sea lo que le de la gana ser. abogado, médico,
pintor, zapatero, sastre, ebanista, etc.: si no sabe su pro
fesion ó industria, él será únicamente quien pierda; si no se
acredita en su arte, nadie se valdrá de él.
Ningun mal puede resultar del libre ejercicio de este
derecho á la sociedad, porque siempre conserva en bien
de la colectividad otro derecho, que podemos llamar de
alta inspeccion respecto de las industrias en que sea nece
sario ejercerle. La sociedad nopuede, por ejemplo,impedir
que Pedro sea droguero,Juan carnicero, Diego cafetero, ni
Anton panadero; pero puede y debe impedir que el dro
guero venda drogas nocivas, que el carnicero venda car
- 67 -
nes corrompidas, que el cafetero venda bebidas envenena
das y que el panadero venda un pan adulterado con cal ú
otras sustancias perjudiciales.
La libertad es para elegir y ejercer el género de vida,
no para desempeñarle en perjuicio de la sociedad; la indus
tria no debe tener trabas de ninguna clase, pero es preciso
que no sea dañosa á la sociedad. No en vano hemos sentado
en el lugar oportuno, que la libertad «es la facultad que
tiene cada uno de hacer lo que le de Id gana, sin perjuicio
de tercero.»
Libre uso del derecho de asociacion. Es tan claro este de
recho, que ningun gobierno, por injusto y tiránico que haya
sido, se atrevió jamás á proscribirle, y los que le mutilan
hoy, lo hacen porque en sus instintos despóticos suponen
planes de trastornos y de conspiraciones á loque solo pue
de ser aglomeracion de fuerzas individuales, reunion de ca
pitales, industria y talento para producir mas y con mayor
economía, y para ayudarse, socorrerse y consolarse los
hombres en las vicisitudes naturales de esta vida misera
ble. Del aislamiento nada que sea notable sale general
mente; de la asociacion surgen milagros para la industria,
la agricultura y el comercio, y á aquella, y solamente á
aquella debemos las mejoras materiales y aun morales que
hacen apetecibles las modernas sociedades, los ferro-car
riles, los canales de navegacion y de riego, y mil obras pú
blicas que alejan, proporcionando trabajo, la miseria de to
das partes.
Derecho de reunion pacifica. Donde el despotismo im
pera, este derecho se halla conculcado ó proscrito; donde la
libertad no es un nombre vano, este derecho está recono
cido y respetado como uno de los mas preciosos de la hu
manidad. Ved lo que sucede en Inglaterra, en Bélgica, Sui
za y los Estados-Unidos. Sus meetings ó reuniones pacíficas
- 68 -
se suceden unas á otras con envidiable frecuencia para
todos los asuntos públicos, y de ellas sale siempre incólu
me y triunfante el principio de libertad.
«Eo los pueblos meridionales, dicen los concutcadores
de este derecho, no es posible ejercerle libremente, porque
acarrearía hondos trastornos y convulsiones dolorosas,
¡Lenguaje de la tiranía! Obren bien los gobiernos, logren
el apoyo de la opinion pública, y no tendrán porque temer
del libre ejercicio de este derecho.
Seriamos, sin embargo, injustos, si no consignamos
aquí una cosa. Si defendemos derechos, tambien procla
mamos deberes: así como un policemen inglés ó un agente
de la autoridad de Suiza, Bélgica y Estados-Unidos, esten- -
diendo en cualquier parte su varita mágica, es obedecido
por individualidades ó multitudes, así queremos que un
dependiente de la autoridad sea obedecido pronto y ciega
mente entre nosotros.
¿Que el agente ha abusado? no importa. Obedézcasele
y luego que la ley le castigue. Pueblo que cumple con sus
deberes, tiene muchísimo adelantado para gozar de sus
derechos; pueblo que da ejemplo de obediencia á la auto
ridad, no puede menos de hacer que esta obedezca las le
yes y respete religiosamente los derechos de todos los ciu
dadanos.
Tal vez algun botarate me moteje por esto de servil.
¿Pero qué me importa, si yo amo con delirio la libertad, y
él, en el hecho de motejarme, es, con toda intencion ó por
ignorancia, partidario del despotismo?
Derecho de peticion. No nos detenemos á esplicar este
derecho, ya por su sencillez, ya porque siempre ha estado
en práctica, aun en los tiempos de mayor absolutismo, como
lo que los mismos déspotas nada pueden temer de que les
pidan: se halla consignado en todas las constituciones mo
dernas, sin duda por temor á un exabrupto del poder, y su
objeto principal es contribuir á formar la opinion sobre un
punto que pueda interesar al país ó á una clase dada de la
sociedad, acudiendo á todas las autoridades.
Derecho de escribir y publicar las ideas con absoluta li -
bertad. «Respetad este derecho, dicen los enemigos de la
prensa, y jamás vereis armonía ni verdadero progreso en
la sociedad.» Testigos de que lo primero es falso, la Ingla
terra, la Bélgica, Suiza, Noruega y Estados-Unidos; testi
gos de que lo segundo es cierto, Francia y España, donde
el orden es generalmente una mentira, y el progreso tro
pieza con miles y miles de obstáculos, algunos de ellos in
superables.
Consignemos que la imprenta no es mas que un instru
mento como otro cualquiera de los que llenan un objeto
magnífico y grandioso en la sociedad, y que el legislar so
bre ella es el colmo de la insensatez y de la locura. ¿Se
legisla acaso sobie el uso de las máquinas de harinas, de
tejidos, etc., etc.? Pues lo propio debe suceder con la im
prenta, la cual en todas sus operaciones no puede mas que
injuriar ó calumniar, en cuyo caso la ley comun debe penar
al injuriador ó calumniador. No averigua el juez si el pre
sunto reo difamó en papel blanco, verde ó encarnado; lo
que averigua es si cometió el delito de difamacion, y pro
bado, le castiga. Si hay injuria ó calumnia por medio de la
imprenta, castiguense como cuando se causan verbalmente
ó por medio de un papel manuscrito. Cuando no habia
imprenta se escribia y publicaba con libertad, y solamen
te se castigaba el libelo infamatorio: no hablamos de los
tiempos de Tiberio y de Neron, en que se castigaba de
muerte, ó con destierro, equivalente á ella, por escribir im-
parcialmente la historia.
Las ideas, cualesquiera que ellas sean, no ofenden á
1

– 70 –

nadie, ni pueden producir verdadero daño á la sociedad; si


son absurdas, la misma prensa se encarga de combatirlas,
y el buen sentido del pueblo jamás ha sido ni será arras
trado por donde quiera llevarle un insensato.ó un traidor:
los estravíos de la prensa se corrigen por la prensa misma.
este es un axioma incontrovertible y solamente negado por
los tiranos y sus satélites. - -

Estoy meditando ahora sobre que dentro de cien años


y acaso antes, nuestros descendientes mirarán á los actua
les perseguidores de la prensa en Europa casi con el mis
mo horror que nosotros miramos hoy áTiberio y su inmun
do Senado por condenar ámuerte á Lutorio Prisco, á cau
sa de haber escrito unos versos en que lloró la muerte de
Germanico, áCremucio Cordo, por haber hablado bien en
su historia de Bruto y Casio, y áSextio Paconiano por haber
escrito en la cárcel una composicion poética contra aquel
príncipe abominable y asqueroso.
Derecho del sufragio para intervenir en el gobierno de la
sociedad. Comprendemos que haya absolutistas que nie
guen á todos el sufragio, haciendo al monarca dueño de la
soberanía y árbitro de la justicia, suponiendo es tal monar
ca de derecho divino y concediéndole,sigustan, todos los
atributosy prerogativas que señala el gran profeta Samuel
al rey que contra su modo de pensar le pidió el pueblo ju
dío (1); lo que no comprendemos es el que sé de el sufragio
áunos y á otros no, que se divida así á los ciudadanos en
castas, que sea tal ciudadano el necio que posea estos ó los
otros bienes de fortuna, y no lo sea el sábio que esté en la
triste condicion de pobreza.
En la república de Atenas votaban todos, en la roma

(1) Puede verse mi citada obra «La Democracia, el Socialismo y el


Comunismo, o ó el lib. I de los Reyes, cap. 8º
– 71 -

na sucedia lo mismo, y en las democracias de la edad media,


y en las villas y ciudades que entre nosotros gozaban de
fueros municipales, todos los ciudadanos eran enteramente
iguales para votar; solo en los sistemas constitucionales
modernos se ha inventado el censo que, sea el que quiera,
no puede menos de estar basado en la injusticia y negar la
libertad.
«Yo soy un sábio naturalista. un profundo químico;
hehecho descubrimientos utilísimos para la sociedad, y he
arrancado á la naturaleza importantesy ventajosísimos se
cretos; sin embargo, no tengo voto, no puedo intervenir en
la cosa pública, soy en esta parte un moderno hilota, un
desdichado pária, un verdadero esclavo político, porque
nopago contribucion.»
» Pues en cambio, yo soy un honrado carbonero, pero
tan ignorante que apenassé leer; tengo voto y gozo de in
tervencion en la cosa pública, porque pago 20, 100 ó
200 rs. de contribucion.»
¡Qué injusticia mas enorme! ¡qué privilegio mas irri
tante! ¡qué absurdo mas craso! ¡y qué contraste mas atroz
y doloroso!
Ni en Inglaterra, ni en España, ni en Francia, ni donde
quiera que se halle establecido el censo, hayjusticia, y no
habiendo justicia, hay despotismo, hay desigualdad, hay,
en fin, tiranía.
O todos, ó ninguno; los absolutistas no son justos, pero
son lógicos en sus doctrinas; quieren á todos esclavos, y re
claman por consiguiente el órden de la esclavitud; los
hombres de los otros partidos, que niegan el sufragio uni
versal para toda clase de elecciones, si no son tan injustos
como los partidarios del derecho divino de los reyes, son
en cambio mas ilógicos, é inconsecuentes hasta el mayor
eStremO.
– 72–

El basar los derechos de los ciudadanos en los bienes


de fortuna y con menosprecio manifiesto del talento, es ul
trajante no solo á la dignidad humana, sino tambien á Dios,
para quien no hay mas que hombres, criaturas suyas, do
tadas igualmente en su infinita bondad y sabiduría de alma
y cuerpo, de idénticos sentidos, de una organizacion se
mejante,
La sociedad, al negar el derecho del sufragio para toda
clase de elecciones á pocos ó muchos ciudadanos, comete
un enorme atentado; hace que el vil mercantilismo ocupe
el lugar augusto de la justicia, convierte á la libertad en
una decepcion, en una mentira insigne.
Igualdad ante la ley. Una misma ley debe regir á to
dos los asociados; unos mismos tribunales deben fallar sus
diferencias, y los empleos y cargos públicos, entre los que
contamos el de ser jurados para toda clase de delitos, deben
ser asimismo asequibles á todos. Si no hay para todo esto
perfecta igualdad, el cuerpo social se divide en clases pri
vilegiadas y clases no privilegiadas,y la dignidad humana
queda ipso facto desconocida, mejor dicho, vilipendiada. La
desigualdad es la negacion de la libertad, que sino es igual
para todos, No Es TAL LIBERTAD, segun la bella frase del ora
dor romano.
Este derecho, practicado en Inglaterra, Bélgica, Suiza,
Estados-Unidos y Noruega, se halla desconocido en España,
por mas que esté consignado en la Constitucion, merced al
militarismo preponderante y avasallador, y á la influencia
poderosa del clero, que tienen en pié sus respectivos fue
ros, no solo inconstitucionalmente, sino tambien contra toda
justicia.
Parece mentira que en este punto estemos mas atra
sados aun que el pueblojudío en tiempo de la publicacion
del Levítico. «SEA IGUAL, dice este sagrado libro, la justicia
- 73 -
entre vosotros, ya fuere eStranjero, ya fuere ciudadano el que
pecare, porque yo soy el Señor Dios vuestro (1).»
Hemos ligeramente esplicado lo que son los derechos
individuales, los derechos inénagenables de la humanidad,
que constituyen lo que se llama (no sé si con propiedad) la
autonomía del individuo, que no necesita menoscabar la so
ciedad para funcionar armónicamente. Son ilegislables,
porque, si se legisla sobre ellos, se menoscaba la libertad,
se ataca la justicia y se perturba el órden. La mision de la
sociedad es ampararlos, garantizarlos, nunca reglamentar
los ni proscribirlos. ¿De qué me sirve el derecho de escri
bir, si no me le ampara la sociedad y da lugar con esto á
que entre en mi casa un agente de un tirano, ó una turba,
que es peor que el agente, y me impidan ejercerle? Pues lo
mismo que decimos del derecho de escribir, es aplicable á
todos los demás derechos inenagenables, que la sociedad
tiene una estrecha obligacion de garantizar, ea bien de ella
misma y de cada asociado en particular.
Ahora bien: á la vista de estos derechos imp resuripti-
bles del hombre, inseparables de su naturaleza, nosotros
nos creemos con el de citar á todos los partidos ante el que
podemos llamar tribunal de la libertad, . de esa libertad,
que si no es igual para todos, no es tal libertad, y decirles
respectivamente:
¡Neocatólicos! me decis dignificado por Dios, y me en
tregais, cual si fuese un ser inconsciente y envilecido, al
degradante é infame despotismo... Sois unos miserables hi
pócritas.
¡Moderados! me decis que soy liberal, que estoy com
prendido dentro de la Constitucion, que soy igual á otro

i
(1) Levit. cap. 24, v. 22.
- 74 -
anta la ley, y sin embargo, me negais el voto por mi esca
sa fortuna, la facultad de escribir porque no tengo dinero,
la facultad de asociarme siendo pobie, me poneis por do
quier trabas para que no gane la vida, y para colmo de ig
nominia me llevais á diferentes tribunales que á otros aso
ciados... Sois unos déspotas odiosos.
¡Progresistas! Vosotros, que sois los mas afines á los
demócratas, me decis tambien que soy liberal, igual ante
la ley, apto para todos los cargos y empleos públicos, y no
me dais absoluta libertad de imprenta, ni unidad de fuero,
ni juicio por jurados, ni sufragio universal, porque conser
vais el censo, mas bajo, sí, que el de los doctrinarios, pero
que al fin. es censo, esto es, el privilegio de la riqueza , la
desigualdad, la injusticia, la tiranía... Teneis muchos re
sabios de los moderados .
¡Socialistas por el Estado! ¡Ah! Vosotros me halagais
con una libertad mentira, me prometeis hacerme rico por
la mutilacion de mis derechos inenagenables, es decir, por
medio de la esclavitud; casi sábio por ta omnipotencia del
Estado, que no es mas que el estúpido despotismo, y feliz
por la reglamentacion absurda de la industria, del comercio
y de las artes, que concluiría con la riqueza pública y hasta
con la moralidad social... Sois unos verdaderos tira
nuelos.
¡Comunistas! ¡oh! Vosotros no mereceis que discurra
mos, que raciocinemos un solo instante sobre vuestro siste
ma... Sois, queriéndole aplicar á la sociedad, unos ladro
nes filosóficos.
¡Soy demócrata! y con esto está dicho todo; soy libre
y digno; soy igual á otro hombre, y estoy asi en el pleno
ejercicio de mis derechos inalienables é imprescriptibles,
de esos derechos, que me dió Dios al criarme, que podrá
menoscabarme, asi un tirano, como la soberanía nacional,
– 75 ...—

pero que no consiente se me menoscaben la soberanía de la


justicia, que es el amparo de la libertad.
«Lo que tu dices es un absurdo en la práctica, dirán
acaso nuestros adversarios; acabas de pintarnos todo un
sistema utópico; en teoria bueno, escelente, magnífico; en
la práctica malo, perverso, irrealizable.» Pues el vuestro,
tenemos que contestar á todos, es malo, puesto que es in
justo, asi en la práctica como en la teoria: en teoría de se
guro lo es,puesto que decís que el mio es bueno y no pue
de haber dos buenos; en cuanto á práctica, por lo que al
mio toca, solo tengo que decir que lo que es bueno en teo
ría no puede menos de ser realizable, y por lo que al vues
tro respecta, ya me dicen que es malo vuestros cambios re
pentinos y dolorosos, vuestras reacciones y pronunciamien
tos, que son como su fruto natural, y este fruto le constitu
yen patíbulos, presidios, cárceles, un mar de sangre y
montones enormes de ruinas, que manchan el cuadro de
la moderna civilizacion.
Los derechos inalienables me los dió Dios: la sociedad
no puede quitármelos, y si lo hace es injusta, es tiránica;
se declara enemiga de la libertad.
CAPÍTULO XI.

Propiedad.
Requiere esta materia capítulo aparte, porque es hoy,
digámoslo así, la llave que puede abrir ó cerrar la puerta
de la sociedad, ó de su gobierno,á la idea democrática, á
la idea de libertad igual para todos.
Condenad la propiedad, y habreis hecho el mas solem
ne llamamiento á la barbarie; abolid la propiedad, y habreis
abolido la civilizacion; proscribid la propiedad, y habreis
proscrito la sociedad.
El derecho de propiedad puede, ha podido y debido
modificarse, nunca proscribirse; y porque ni puede, ni ha
podido ni debido proscribirse, por eso no se ha proscrito
jamás en ningun país del mundo antiguo ni moderno, ni
aun en la mas atrasada ranchería de salvajes.
Hemos dicho que el derecho de propiedad puede mo
dificarse; pero cuidado que al hacerlo no se olviden los
principios de libertad y de eterna justicia, porque entonces,
así como con la abolicion se proclamaria el comunismo,
para dar lugar al siguiente dia á la horrenda tiranía, con
la modificacion podria irse en derechura al socialismo mas
ó menos opresor y funesto del Estado. Aquí es donde han
claudicado superiores inteligencias; aquí es donde vemos
á Ciceron, que copió algunas veces á Platon, ó conservó en
su alma reminiscencias de la república estúpidamente co
munista del discípulo de Sócrates sentar con toda senci
llez, como si se tratase de la cosa mas natural del mundo,
las siguientes contradictorias frases: sino se QUIERE NIVELAR
– 77 –

LAs ForTUNAs, sino se pueden igualar los talentos, al menos la


igualdad debe existir en los derechos de los que son ciudada
nos de una república (1); aquí es donde vemos al gran Lactan
cio, á este aventajado maestro del hijo de Constantino, queá
su vez copióáCiceron,sentartambien el siguiente absurdo:
Platon se ha estraviado frecuentemente, y mas que nadie en
el mundo cuando pretende en sus libros políticos establecer la
comunidad de todas las cosas entre los ciudadanos; por lo
que hace á las fortunas es aun Tol.ERABLE, aunque injus
to, elc. (2), y aquí donde contemplamos con asombro
á San Geronimo, que á su vez asimismo copió áCiceron y
á Lactancio en varios pasajes, consignar la sentencia si
guiente,hasta no mas antisocial, por el ataque que envuel
ve contra la propiedad: todo rico ó Es INícUo ó HEREDERo de
un inícuo (3).
Nada diremos aquí de las dulcemente acomodaticias
frases de Ciceron y Lactancio, apoyados en las cuales han
conmovido para el mal á algunas sociedades ciertos nivela
dores insensatos; pero sí sentaremos con toda concien
cia. que por el boquete abierto en el derecho de propiedad
por San Gerónimo con su falsísima sentencia, vemos que
entró Proudhom para proclamar á la faz del siglo XIX,
preparando así el cesarismo y envilecimiento de la Fran
cia, su absurda y atrocísima máxima de que la propiedad es
el robo. ¿Encuentran nuestros lectores alguna diferen
cia importante entre el dicho de San Gerónimo y el de
Proudhom? Nosotros no vemos absolutamente ninguna.
Pero no; no es que si no se quiere, segun Ciceron; es

(1) Su enim pecunias aequari non placet, etc. Cic. de Rep. lib. I pár
rafo ó cap.32.
(2) De patrimoniis tolerabile est, licetinjustus. Lact. Instituciones.
(3) Omnis dives aut iniquus aut liers iniqui. San Gerónimo en Jere
mias, 5,26
— 78 –

qne no se puede nivelar las fortunas: no es que sea to


lerable establecer la comunidad de todas las cosas, se
gun Lactancio; es que seria intolerable, si, como no lo
es, fuera hacedero el estatuirla, y no es que el rico sea
inícuo ó heredero de un inicuo, segun San Gerónimo;
es que un rico puede ser honrado ó hijo de un honrado,
laborioso, afortunado y bienechor,y por lo tanto no es ni
puede ser, generalmente hablando, la propiedad el robo,
sino el producto legítimo, necesario ysanto del trabajo ó de
la herencia, hija á su vez de otro trabajo anterior. ¿Qué
hayfortunas que representan el robo? Ya lo sabemos; pero
no por que un hombre sea tuerto, hemos de decir que to
dos los hombres son tuertos, niporque un individuo sea
cruel, podemos deducir que la humanidad entera sea cruel
y perversa.
Hemos sentado que el derecho de propiedad puede y
debe modificarse, y necesitamos esplicarnos sin pasar ade
lante, empezando por consignar,que la modificacion sola
mente puede aplicarse á la propiedad inmueble.
La sociedad puede y debe modificar el derecho de
propiedad inmueble;pero es sacando á esta del estanca
miento ó vinculacion y llevándola hácia la libertad. Pues
tas en libre circulacion todas las propiedades inmuebles de
un pueblo, la sociedad no puede atacar, perturbar ni entor
pecer en lo mas mínimo el derecho de propiedad, tan sa
grado como el que mas, tan natural y legitimo como los
del padre para con su hijo menor, á no mediar la espropia
cion por causa de utilidad social, en cuyo caso no se ataca,
no se perturba, no se menoscaba ese derecho, sino que se
cambia por medio de la indemnizacion prévia en beneficio
del público.
Pero cuando la propiedad está entregada en un pueblo
al estancamiento, ó amortizacion feudal, señorial, clerical ó
– 79 –

de cualquiera otra clase, entonces la sociedad, no solo tie


ne el índisputable derecho, sino la imperiosísima obliga
cion de hacer que salga al mercado en beneficio de todos
los asociados. La vinculacion es la injusticia en el seno de
las mismas familias, y la injusticia, sea en la escala que
quiera, no debe tolerarla ninguna sociedad bien organiza
da; la vinculacion en sí es un perenne ataque á la propie
dad, porque la retira de la circulacion y disminuye asi su
valor, y la sociedad no puede consentir ningun ataque á la
propiedad,parta del dueño de ella ó de un tercero; la vincu
lacion engendra indeclinablemente en un tiempo mas ómenos
largo el deterioro de los predios urbanos y la desmejora y
hasta la infecundidad de los rústicos, y la sociedad no pue
de ni debe tolerar por medio de absurdas é injustísimas
leyes ese deterioro ni esa infecundidad de la madre tierra,
destinada por Dios á sostener nuestros cuerpos con el su
dor de nuestros rostros, no á que produzca abrojos ó malas
yerbas, por no podersalir de manos ineptas ó desgraciadas.
Es la sociedad en el presente caso como un mercado,
en que todo debe correr libremente, y la vinculacion ó
amortizacion es la puerta que cierra herméticamente ese
mercado para producir la miseria, el envilecimiento, el
retroceso en todas sus acepciones.
El derecho de propiedad es la libertad, no la esclavi
tud de esa misma propiedad.
Por eso están en su lugar, basadas sobre los eternos
principios de libertad y de justicia las leyes desamortiza
doras de todos los pueblos en los úitimos tiempos, que
concluyeron con los grandes y pequeños mayorazgos, con
el estancamiento perjudicial de las inmensas propiedades
del clero y de toda clase de manos muertas.
«Que se debió hacer así entre nosotros la desamorti
zacion, que se debió llevar á cabo de este modo, que se
— 80 –

pudo realizar del otro, etc., etc. De cada cabeza susenten


cia, de cada espíritu su plan, de cada hombre su ley. No
estamos en el caso de defender la desamortizacion, tal
cual se ha realizado en nuestra España; pero ¿quién ha di
cho que todos aquellos pensamientos y otros que presen
tarse puedan no son peores que los que dieron en tierra
con la esclavitud de la propiedad, los diezmos y la causa
del despotismo?
No diremos que no fuese noble y generosa la idea de
un repartimiento entre el pueblo, bajo ciertasy determi
nadas condiciones, de varias propiedades amortizadas; no
negaremos tampoco que se pudo premiar con otras á
nuestros valientes de la guerra civil; pero menos se nos
negará á nosotros que la sociedad necesitaba ante todo del
producto de la desamortizacion para sacar á salvo el prin–
cipio liberal; que en mil puntos, caso de negar la necesi
dad del Estado, se hubiera rechazado semejante reparti
miento por elpueblo, á causa de su fanatismo y preocupa
ciones, ni que la venta por parte del Estado en pública li
citacion es la cosa mas legítima, justa y equitativa, así como
el repartimiento, sea de la clase que quiera, es un asunto
preñado de tempestades y tan difícil de realizar comofácil
hablar de él. Cierto que no puede ir el pobre á esa licita
cion; doloroso es, pero irremediable, como irremediable
es tambien que no vaya á la plaza por salmon cuando este
artículo tiene un precio subido. En cambio las ventajas de
la desamortizacion, imperfecta y todo como ha sido, han
alcanzado al pobre como á todos los asociados, porque el
trabajo se ha CENTUPLICADo, y la riqueza se ha desarrollado
de una manera asombrosa, proporcionando comodidades á
todo el mundo. El que esto niegue, ó es un topo ú hombre
de mala fé.
Pasemos ya á la defensa del derecho de propiedad, así
– 81 –

contra los que intentanproscribirle como contra los que pre


tenden ponerle limitaciones, que en el hecho de ser tales, no
pueden menos de ser absurdas y perjudiciales á la sociedad.
Hay entre ellos unos que usan el estilo dogmático y
otros el declamatorio, altisonante y culti-elevado. A los pri
meros se les figura que son una especie de nuevos Moisés,
que tienen todo un pueblo á su devocion para dictarle sus
órdenes soberanas, y alguno de ellos (San Simon) fué tan
mentecato que ordenó en su suprema sabiduría nada menos
que el gobierno del mundo entero, inclusas lastribus pata
gonas, las de la Cafrería y las de la Nueva Zelanda, ponien
do al frente de aquel, para dar á cada unó, segun su capaci
dad y á cada capacidad segun obras,veintiun ilustres varo
nes entre matemáticos, químicos, pintores, músicos, etc., esto
es, veintiun músicos y danzantes, elegidospor sufragio uni
versal en lóndres sobre la tumba de Newton. A los se
gundos solo se les antoja creerse hombres grandes. Los
primeros suelen hacer reir á menudo, pero alguna vez llo
rar; los segundos escitan de continuo la hilaridad de todo
hombre de sentido comun. Los primeros, aun cuando para
el mediano observador no sean mas que unos copiantes, con
ligeras variaciones, de Pitágoras con sus conventículos y su
armoníauniversal (1); de Platon con su comunidad de bie
nes y de mujeres, y de San Gerónimo, que habló sin medi
tacion, aunque llevado de su celo apostólico por la salva
cion de las almas, haciéndolas aborrecibles las riquezas,
dan lugar á que se medite sobre lo que escriben y se les
contradiga; los segundos se escapan al análisis, á la crítica
racional, á la discusion sensata y por toda alma ilustrada
apetecida, Los primeros casi todos son hijos de esa Fran
cia, sobrado inconstante por desgracia: pero de los segun

(1) Ya esplicaremos esto mas adelante con todo detenimiento.


— 82 –

dos ya tenemos nosotros unos cuantos, que siendo copiantes


defranceses, quienes á su vez copiaron, son en resúmen
unos segundos copiantes, como sidijéramosmalos, detesta
bles y ridículos traductores de un Píndaro, traducido al
francés y vertido de este idioma al castellano.
De los primeros salen las siguientes absolutas proposi
ciones: la propiedad es el robo (Proudhom); la propiedad
territorial es de la nacion; debe pártirse entre los ciudada
nos (C. Teste); la propiedad en general, tal cual está, re
presenta la injusticia; debe darse á cada uno segun su capa
cidad y a cada capacidad segun sus obras (San Simon), etc.
Los segundos no sientan proposicion alguna; hablan ó
escriben palabras y nada mas que palabras. El uno, sin sa
ber lo que quiere, ni entender él misno lo que dice, truena
contra la sociedad, y en su entusiasmo por mejorarla y hasta
convertirla en una Jauja, esclama con frenesí: «¡Se hará así,
ciudadanos, infelices que teneis tostado el rostro por las
faenas del campo, desheredados de la fortuna que remais
y sudais para otro; así se hará!.... ,Dios loquiere! Dios lo
quiere!» El otro sube al trípode y como él está mal, por
causas que no queremos decir, prorrumpe en imprecacio
nes contra los ricos y aspira á la facilísima empresa de que
todos se vean bien acomodados por medio de un procédi
miento que guarda (y hace bien) cuidadosamente en la
cabeza. Yeste, y aquel y el de mas allá, sin abandonar el
estilo declamatorio, hablan de pavorosos problemas que hay
que resolver; de catástrofes próximas para la sociedad, sino
se adoptan sus ideas, eso que no tienen idea alguna, de
desigualdad, de pobreza, de horrible miseria, que se per
cibe, qme se estiende en tremendas proporciones, que inva
de la choza, la casa y el palacio, y que hay que cortar, sino
se quiere que venga sobre la patria un cataclismo, una es
pecie de juicio final con todos sus horrores y consecuen
- 83 -
cias. Se parecen estos declamadores á los antiguos trági
cos, al anunciará un pueblo en nombre de los Dioses des
gracias y calamidades sin cuento; diríase al oírlos que eran
los nuevos Edipos y adivinos de Sófocles puestos en escena;
pero meditando un poco sobre lo que dicen, no puede me
nos de tenérselos por la parodia de esos Edipos y adivinos»
no en Colonna, sino en cafés ó en cualquier papelucho
consagrado á propagar errores, despropósitos y perjudicia-
lísimas necedades.
El derecho de propiedad es tan conforme con la natu
raleza del hombre, que sin él no puede existir la sociedad.
Sociabilidad y abolicion de propiedad son términos antité
ticos, que se repelen, que se escluyen reciprocamente; y
como el hombre es sociable por naturaleza, de aquí el que
el derecho de propiedad sea, digámoslo así, inseparable de
su ser, de su organizacion, ademas de necesario y justo.
Recorramos toda la escala social desde el salvaje de las
islas Tonga, Viti ó Nuevas Hebridas hasta el hombre civili
zado de Berna, Paris ó Madrid. ¿Creeis que no existe lo
mismo aquí que allí el derecho de propiedad? No estará
tan bien garantizada en unos puntos como en otros, pero
su existencia es en todos segura. ¿O creeis que no hay pro
piedad entre los salvajes? Id á quitar sus mujeres, sus pi
raguas, sus chozas, sus macanas y sus otras armas; id á
borrar los términos de sus campos á cualquiera de las tri
bus de aquellos paises ó de otras de la América del Norte
ó del Sud, y vereis si hay entre ellas derecho de propie
dad. Pues si este existe hasta eutre los salvajes, ¿tras de
qué caminan entonces los enemigos de la propiedad en los
paises civilizados? ¿Caminan tras de los conventículos pita
góricos, sociedades diminutas, imperceptibles, que vivian
dentro de la gran sociedad y á su costa, como vivieron por
lo tocante á lo terreno casi todos los conventos de frailes
– 84 -

desde la edad media hasta nuestros dias?¿Caminan tras de


la risible utopia, trasladada al papel de su república por
Platon, este gran adulador de tiranos, que no tuvouna sola
palabra contra la odiosa esclavitud? ¿0 caminan tras del
comunismo fugaz de los primeros cristianos de Asia, que
sin duda proporcionó al juicioso Tácito la ocasion de apli
carles los epitetos mas injuriosos y que de seguro no mere
cian por su conducta moral y religiosa? Por miparte siento
con toda conciencia que ni aun van tras de eso: van tras del
deseo de singularizarse, ó tras de otra cosa peor.
Por esto ni aun me digno llamar á los enemigos de la
propiedad ante el tribunal de la opinion pública; no mere
cen ni siquiera este honor; me dirijo solamente á los hom
bres sensatos y que, ya ricos, ya medianos, ya pobres,
tengan dentro de su corazon el santo sentimiento del tra
bajo, ese sentimiento nobilísimo que eleva al hombre, que
le llena de legítimo orgullo y le hace despreciar sobera
namente eso que podemos llamar inmundicia comunista ó
socialista por el Estado.
Suponed la sociedad en comunismo; al siguiente dia
veriais la haraganería triunfante, el trabajo proscrito, el
genio anonadado, el talento completamente muerto;, no
tendriais que presenciar ya ni industria, ni agricultura,
ni comercio, ni artes, ni ciencias; no tendriais que esperar
ya ni Apeles, ni Praxélites, ni Fidias, ni Poliñotos,ni Arís
tides, ni Epaminondas, ni Murillos, niVelazquez, ni Herre
ras, ni Toledos, ni Colones, ni Magallanes, ni Pereiras, ni
Juanes de Castro, ni Blasco de Garay, ni Galileos, ni Fran
klines ni Fultones, ni ningun hombre verdaderamente
bienhechor; pero en cambio veriais los campos yermos,
los talleres desiertos, los puertos abandonados, el genio
arrinconado, muerto hasta el noble sentimieuto de la glo
ria, y á vosotros mismosmarchando por entre rios de san
– 85 –

gre y montones de ruinas hácia la barbarie, y no hácia la


barbarie de los salvajes, porque estos se hallan en lasvias
del progreso y vosotros iriais por las del retroceso, sino
hácia la barbarie atea y materialista, hácia el caos, hácia lo
indefinido,hácia lo mas horrendo y abominable que conce
bir pueda la imaginacion.
Esto no lo tienen ó no quieren tenerlo presente los co
munistas. En cambio discurren de la magnífica manera si
guiente: «¿Pnes no es una infamia, que así como el aire es
libre para todos, no lo sea la tierra?». Sí, será; pero es el
caso que el aire lo toma todo viviente, sin trabajo alguno
y sin perjuicio de otro, como el sol, el relente de la noche,
la frescura del alba, etc., y la tierra supone con anteriori
dad y requiere de presente trabajo y sudores, capital y afa
nes de todas clases. Que invente un comunista una máqui
na, cuyo principal motor sea el aire, y sobre no querer que
otro se aproveche de su invento, nadie le impedirá que se
haga rico con él; pues la tierra es tan sagrada como esa
máquina, pertenece á su dueño, que lo es por compra ó
herencia, sirve en propiedad particular (lo que no servi
ria en comun), para sustentar al rico y al pobre, y no pue
de darse al que venga al mundo por el hecho de venir,
porque esto seria tanto como quitársela al que ya está en
él, mas acreedor de cualquier modo en este solo concepto
á poseerla.
¡Qué manía, Señor, la de los comunistas respecto de la
propiedad territorial! Bien mirado, son talesgentes es
tremadamente cándidas. ¡Querer las tierras de otros bien
cultívadas, tal vez sembradas ó plantadas de olivos ó de
vides, acaso estando ya para segarse sus trigos ó para re
colectarse sus vinos ó aceitunas! ¿Pues no podian irse esas
gentes, que no quieren avenirse á estarsin propiedad ter
ritorial, á la Nueva Holanda,isla casi desierta y tan gran
– 86 –

de como la Europa entera, ó á la Nueva Zelandia, ó á la


tierra de los Papús (Nueva Guinea), coger allí el terreno
que les diera la gana, en mayor cantidad que la queposeer
pueda el mas opulento magyar,y ejercitar susfuerzas físi
cas, plantando, sembrando, cabando y haciendo una vida
deliciosísima, y tanto que ni parecida pudo pintarla nun
ca el poeta mas amigo de los campos? Y cuidado que si tal
hicieran, no se levantaría entre ellos otro Proudhom á de
cirles que la propiedad era el robo, porque la del trabajo se
la dió Dios, y de la territorial serian los primeros ocu
pantes.
Pero hablemos en sério. La sola palabra repartimiento
lleva la alarma átodas las clases, y no se ha intentadouno
siquiera, aun sobre terrenos que no eran de propiedad
particular, que no haya fracasado, produciendo las masve
ces horrendas catástrofes.
¿Nada dice á los enemigos de la propiedad la suerte
desastrada de los Gracos, eso que no querian el reparti
miento de las propiedades particulares, sino el de las tier
ras conquistadas á los enemigos? ¿No abandonó en su em
presa á aquellosgenerosos tribunos la plebe inconstante,
ingrata y embrutecida, dejando que la avarienta aristocra
cia les asesinara de la manera mas infame y cruel?
Algo mejor que los Gracos conocia á la humanidady la
naturaleza de la propiedad inmueble el filosofo Demetrio
de Falera, quien, habiéndole sido reclamado, mientras go
bernó la república ateniense, un repartimiento de ciertos
terrenos, poseidos por varios ciudadanos hacia mas de trein
ta años, contestó que el repartimiento poduciria de seguro
mas ínjusticias que las que con él sequerian enmendar.
No tratamos de defender aquí la injusticia; sentamos
un hecho para probar que la sola palabra de repartimiento
es hasta no mas fatídica y alarmante.
— 87 —
Digamos ya algo, sin perjuicio de encontrarnos mas
adelante con unos y con otros , sobre los limitadores del
derecho de propiedad, sobre los reglamentadores de ese
derecho, en beneficio, segun dicen, de la sociedad y particu
larmente de los pobres.
Así como los Fichté y compañía crean á Dios, los li
mitadores sérios del derecho de propiedad, los reglamen
tadores famosos de lo luyo y de lo mio crean sociedades á su
gusto; y para hacerlas inmejorables, empiezan por matar la
libertad, esta gran creadora de todo lo útil y sublime,
agarrándose al despotismo, á la centralizacion escesiva de
parte del Estado, esta gran asesina de la riqueza pública y
de la civilizacion. Estos no quieren la barbarie de repente;
tratan de endosársela á la sociedad poquito á poco, como
si dijéramos, por pildoras, hoy perturbando el comercio,
mañana la industria, y al otro dia el libre uso de toda clase
de contratacion.
«El pobre no debe ser pobre, dicen algunos limitado
res; hasta la palabra pobreza debe desaparecer del Diccio
nario de la lengua; nosotros nos encargamos al menos de
poner á continuacion de ella: Término antiguo.*
¡Muy bien! ¿Vais á hacer ese milagro por medio de la
libertad?
«No,- señor; nosotros queremos la tasa en los granos,
primer alimento del pueblo; nosotros no queremos la com
petencia en la industria, porque esa competencia es asesi
no de las pequeñas fortunas; nosotros no transigimos con la
libertad completa, porque esta no dá de comer á las clases
menesterosas, que desprecian soberanamente los derechos
políticos sino tienen pan, y nosotros se le proporcionamos
con talleres nacionales, con asociacion forzosa del capital y
el trabajo, con buenos jornales, con hacer leyes para que
los alquileres de las casas sean módicos y las habitaciones
- 88 –

cómodas y saludables, ademas de impedir que trabajen los


hombres mas de diez horas al dia, etc., etc.
¡Magnificentísimo!... Pero considerad que la tasa en los
granos haria necesaria, como sucedió en España en tiempo
del rey D. Alonso el Sábio, la tasa en las cebolletas y en la
verdolaga, en las patatas y el anís, en el hilo y la seda, en
el jamon y el bacalao, en el bramante y los cangrejos, en
las achicorias y los nabos, en los rábanos y los pimientos,
en los berros y la coliflor (y cuántos y cuán utilísimos em
pleados crearíamos para todas esas tasaciones!), y meditad
que esa tasa que quereis, cuando la tuvimos en España, en
careció los granos, porque sus dueños los escondieron, no
pudiéndolos dar á diez, siv.g, les habia costado veinte el
producirles, por lo que trajo consigo hambres espantosas y
pestes horribles, como las que pesaron sobre Cataluña en los
siglos XV, XVI y XVII, y la que asoló á Castilla durante el
reinado de D. Juan I, segun el economista Zabala, la cual
desapareció como el hambre con la abolicion de la tasa;
considerad que la intervencion de la sociedad en el alqui
ler de las casas, sobre suponer lógicamente que cuando
una casa produce poco, debe el Estado hacerla producir
mucho, haria que no se construyesen otras nuevas, y las
rentas subirian de precio ó las familias tendrian que vivir
á la inclemencia del cielo; considerad que la asociacion
forzosa seria la tiranía y concluiria muy luego hasta con los
asociados; considerad que el pretender tasar losjornales es
pretender en vano que se pongan puertas al campo y pro
curar de veras que se cierren lasfábricas y se quede yer
ma la tierra; considerad que los talleres nacionales no
pueden menos de ser escuelas de haraganesy viciosos, y
considerad por último que la competencia es la que, centu
plicando el trabajo, perfecciona la obra y hace que esta se
dé con mas economía para que sea mayor el consumo, te
- 89 -

niendo el remedio de la asociacion libre, para que muchos


débileslogren contrarestará un fuerte, y así no sea aque
lla la asesina que vosotros decís.
Proponed á un propietario y á un pobre labrador de
Castilla ó Galicia que vais á intervenir en los arrendamien
tos de tierras, y asi el que da como el recibe estas, osten
drán por unos mentecatos; proponed al mismo bracero que
gane de jornal tanto ó cuanto fijo, y como no sea un holga
zan, os despedirá mal pareciendo, porque lo que quiere
es ganar libremente lo que pueda, trabajando por su
cuenta 40, 12 ó mas horas que á su cuerpo le sea dado
soportar.
¡Ni aun los que pretendeis hacer felices quieren oir
vuestras originalísimas concepciones!
¿Y cómo han de oirlas, si les quereis tasar, esto es,
convertirles en esclavos de nueva especie? El antiguo señor
daba por un esclavo 2, 4, 10, 20, v, g.; pues vosotros
quereis, cambiando las palabras, hacer lo mismo, declarar
los esclavos, quitarles la libertad para impedir que ganen
lo que puedan, y hacer que el capitalista les dé tanto ó
cuanto por su trabajo.
Es decir, que no solo atacais la propiedad en el capita
lista, sino en el simple bracero, que no tiene otro patrimo
nio que su trabajo. "

¿Y es así como quereis que desaparezca la pobreza, y


lo que mas importa, queriendo lo que quereis, ¿os atreveis
á llamaros demócratas y liberales?
Quitad allá, miserables mutiladores de los derechos del
hombre; quitad allá, detestablestraductores de copiantes
estraños; quitad allá, creadores in fieri de Césares, procón
sules y propretores, si no lo estorbáramos los amigos de la
libertad; no os llameis demócratas, porque los que lo somos,
los que amamos con delirio la libertad, os rechazamos (yo,
12
- 90 –

por lo que á mitoca, lo digo muy alto), con la mas grande


indignacion.
Ocupad vuestro campo, no querais estar en el de la de
mocracia, que en este no caben mas que los partidarios de
la libertad para todos y en toda su magnífica estension;
libertad para la industria, libertad para las artes, libertad
para el comercio, libertad para Ia propiedad, libertad para
la enseñanza, libertad para toda clase de contratacion, li
bertad, en fin, para el trabajo, única y sacratísima propie
dad del pobre, que le serviria bien poco sino la ejerciera
á su alvedrío.
¡Libertad!... ¡Bendita seas! ¡Cuánto trabajamos en tu
obsequio los queya estamos cerca de la edad madura, du
rante la sangrienta guerra civil, para que ahora vengan
aquí unos cuantos declamadores, verdaderos aventureros
de la política, con ánimo de destruir (y precisamente en
tu nombre), lo poco que nos queda de lo que allí ganamos,
á proclamar el despotismo de muchos en vez del despotis
mo menos malo de uno solo, que enterramos en Vergara,
despues de gastar enormes tesoros y verter rios de sangre
nobilísima!
¡Cuantos héroes exhalaron, invocandote, el último alien
to, para que ahora traten de escarnecerte unos cuantos co
piantes de delirios y ridículas estravagancias estrañas!
Concluyamos. Es preciso hacer comprender á todo el
mundo que del derecho de propiedad y de su libre uso de
penden la prosperidad de los Estados y la subsistencia y
comodidad de todos los ciudadanos; que el que lo tiene le
gítimamente, es muy justo que lo coma; que el que lo gane,
lo comerá, y que siempre habrá, mientras el mundo exista,
pobres y ricos, por la sencilla razon de que siempre habrá
laboriosos, económicos y afortunados por un lado, y por
otro haraganes, derrochadores y desgraciados: sino tuviera
– 91 –

otros fundamentos, este seria mas que suficiente para soste


ner la justicia de la propiedad, cuyo uso debe ser libre,
desde la venta de la tierra hasta la del mas infimo produc
to de esta, y desde el talento del médico y del escritor has
ta los brazos del noblejornalero del taller ó del campo.
CAPÍTULO XIL :

Deberes del hombre para con la sociedad.

Como hemos anteriormente demostrado, el hombre tie


ne derechos imprescriptibles é inenagenables, á los cuales
la sociedad no necesita tocar para funcionar armónicamente
es decir, con justicia. Vamos á demostrar ahora que por lo
mismo tiene el hombre deberes imprescindibles para con
esa sociedad en que vive: estos son consecuencia natural
de aquellos: la existencia de unos snpone necesariamente
la de otros: el goce de aquellos exige el cumplimimiento
de estos. ¿Con que tiene derechos, y no ha de tener debe
res? ¿Quiere, como es justo, que la sociedad le respete
aquellos, y él se ha de desentender de estos?
Con alma noble y corazon altivo, yo no adulo ni adu
laré jamás al pueblo; y no le adulo, porque le amo de veras,
y porque le amo de veras, le digo la verdad desnuda. Vues
tros torpes aduladores, ¡oh atenienses! os han ocasionado des
gracias sin cuento: mi severo entrecejo no os ha hecho derra
mar todavía una sola lágrima. ¡Qué bien pintó en esas pocas
palabras á los aduladores del pueblo el gran Focion, el ilus
tre vencedor de Filipo antes de la famosa jornada de Que-
ronéa!
El miserable, que llama al pueblo mi señor, me parece
mil veces mas repugnante que el lacayo ó palaciego que se
arrastra como la culebra ante su amo ó principal, y se pre
senta insolente hasta la demencia con los que considera,
sin serlo, inferiores á él. De adular, yo adularía al rico y a
– 93 –

poderoso. Viene ahora á mi imaginacion una sentencia de


Sócrates contra los aduladores del pueblo: se parece, decia
el maestro de Jenofonte y Platon, el que adula al pueblo
bajo, á uno que reprobase su tetradracma y recibiese por le
gítimos muchos de ellos (1).
Estatuid la democracia mas completa; hablad al pueblo
de derechos y no de deberes; predicarle que es soberano,
que no debe respetar el talento, las virtudes, los méritos,
los servicios; que debe obedecer las leyes con ciertas condi
ciones; aduladle, corrompedle así, en fin... ¿Creeis encon
trar de este modo la hermosa libertad? Lo que encontra
reis será un soldado oscuro y envidioso que diga al gran
Miliciades, á luego de salvar la patria en la batalla de Ma
raton; tan acreedorsoy yo como tú á la corona de laurel; lo
que encontrareis seráun miserable, á quien ofenda la vir
tud acrisolada de Arístides, y que se dirija á este sin cono
cerle, para que le escriba su nombre en la palma de la
mano, por irritarle la sola circunstancia de que le llamen
el justo; y de la negativa de la corona de laurel ála muerte
en la cárcel, á causa de sus honrosas heridas, del vencedor
de los persas no hay mas que un paso, como no hay mas
que otro paso de las grandes injusticias con esos dos gran
des hombres á la grande iniquidad de dar muerte á Focion,
y como no hay mas que otro paso de la muerte de Focion á
la pérdida de la libertad y de la patria á manos de Filipo
y de su hijoAlejandro.
Por el contrario: estatuid la democracia, y aconsejad,
predicad por todaspartes, practicándolo ante todo vos
otros, el respetó á las leyes, la obediencia á los magistra

(1). El tetradracma era una moneda que representaba la cuarta par


te del dracma,y valdria próximamente cuatro cuartos ó 50 céntimos
muestros.
– 94 –

dos, la consideracion á los méritos y servicios, la venera


cion al patriotismo y á la sabia y esperimentada anciani
dad, y vereis brillar la libertad sin miedo áusurpadores ni
á tiranos, y vereis como el pueblo, cuyo instinto es noble y
maravilloso, y cuyos sentimientos son elevados y justos, le
vanta estátuas aun en vida á los Guillermo Tell y Reding
de Biberegky á los Washingthones y Franklines, fundado
res de las dos repúblicas masperfectas que se han conocido
y se conocen en el mundo.
El pueblo, cuando no está viciado por corruptores de
su conciencia,por estraviadores de sus nobles inclinaciones,
no solo no echa á perderla causa de la libertad, sino que
da el ejemplo de quererla y se hace digno de ella, demos
trando una abnegacion admirable. El pueblo romano, se
gun observó Montesquieu en su Espíritu de leyes, jamás ó
rarísima vez entorpeció, durante los buenos tiempos de la
república, la marcha progresiva y regular de esta, y lejos
de ofrecer con su conducta la imágen de la envidia, de la
perturbacion desastrosa, del caos moral y político, dió las
mayores pruebas de abnegacion, patriotismo y sabiduría,
no solo en el cumplimiento de las leyes, sino en la eleccion
de sus magistrados. Veia que uno era buen militar; pues á
este nombraba por su general en la guerra; veia que uno
era un buen jurisconsnlto; pues á este, y no á un quidam
inepto, elegia por pretor; veia que uno era rico y honrado,
pues á este le designaba por su edil,por su vial, por su
Cuestor, etc.
Solo cuando le corrompen indignos aduladores, que en
el hecho de serlo, son tambien aspirantes á tiranos, es
cuando el pueblo pierde el sentimiento de la justicia, me
nosprecia las leyes, se burla de los magistrados, elige para
los cargos públicos á los mas audaces y despreciables, y
trae así la anarquía para que se aproveche de ellairremisi
- 95 -
blemente un déspota, que le anula políticamente, privándo
le de la libertad á nombre de todos los intereses conserva-
i
dores alarmados, y reduciéndole al mas grande y bochor
noso envilecimiento. ,
Tenemos ahora á la vista los 38 artículos de que consta
el programa de la sociedad de los derechos del hombre, leido
á la Convencion por llobespierre: el programa abraza todo
un sistema de gobierno, no diremos aquí bueno ni malo:
pues bien; casi ¡todos esos artículos hablan de derechos del
pueblo, uno solo trata de deberes. ¡Pero de qué manera,
Dios Eterno! diciendo que todo ciudadano debe obedecer á
los magistrrdos cuando estos son los ejecutores de la lexj, y
consignando á continuacion el derecho individual de repeler
la fuerza con la fuerza en todo acto que sea contrario á la
libertad ó á la seguridad de un hombre (1). ¿Hay sociedad
posible con la atrocísima doctrina consignada en los dos
artículos abajo estampados? ¿Quién define, quien califica el
acto contrario á la libertad? ¿quien el ataque á la seguri
dad del ciudadano? ¿Este, convertido en juez de lo que
vayan á hacer con él? ¿No es esto poner en perenne y le
gal rebelion al individuo contra la sociedad? ¿No tiene esta
leyes para castigar al funcionario agresor, en vez de con
vertir á todo ciudadano en un verdadero salvaje para ven
gar las ofensas que le hagan, ó las que tales le parezcan sin

(1) Hé aquí dos artículos de esos 38 que servían de alimento al pue


blo parisien en la época del terror:
Art. 24. Todo ciudadano debe obedecer ciegamente á los magistra
dos y agentes del gobierno, cuando estos son los órganos ó ejecutores de
la ley.
Art. 25. Todo acto contrario á la libertad, á la seguridad ó libertad
de un hombre, ejecutado por quien quiera, aunque sea en nembre de
la ley, fuera de ios casos determinados por ella y en otras formas de las
que ella prescribe, es arbitrario y nulo; el respeto mismo que á la ley se
debe prohibe someterse a él y permite repelerlo con la fuerza, si por
consumarlo hay quien recurre á ella. x .
– 96 –

serlo? ¿Qué habia, que podia resultar de la república del 93,


sino que injusticia y horrores, sangre y anarquía, en medio
de un heroismo, á veces admirable, á veces fanático, (si así
podemos llamarle) por salvar la patria, para venir á parar
al final en el despotismo silencioso y duro de Napoleon Bo
naparte? -

Sin tanto ruido como los fránceses y sin horrores de


ninguna especie, lograron los norte-americanos establecer
la forma democrática, antes que nuestros vecinos empeza
ran la revolucion del 89, yla fijaron de una manera sólida,
permanente y beneficiosa. En su Constitucion y en sus ac
tas adicionales reconocen todos los derechos del hombre;
pero no le declaran en perenne rebelion contra la sociedad:
lejos de poner en tela dejuicio el derecho de propiedad,
diciendo como muchos convencionales franceses, que la
propiedad es el derecho que tiene cada ciudadano de disfrutar
y de disponer á su gusto de la porcion de bienes QUE LE ESTÁ
GARANTIDA Por LA LEY (1), y la porcion esa puede ser el
todo, la mitad ó la parte que se quiera de la fortuna del
ciudadano, dicen lisa y llanamente, como quien no duda ni
dudar puede de lo sagrado que es el derecho de propiedad:
todo aquel, cuya propiedad fuese tomada por la necesidad
del Estado, deberá ser indemnizado (2), y lejos de halagar
al pueblo enseñándole en medio de una gritería inmensa la
tabla de sus derechos y ocultándole con cuidado la de sus
deberes, le dicen sencillamente: «esos son tus derechos,
esos tus tribunales y esas las leyes para castigar al que de
linca, sea particular ófuncionario público.»
En América los derechos inenagenables se elevaron á

(1) Artículo 6° de la declaracion de los derechos del hombre.


(2) Acta de 1787, que forma parte de la Constitucion de 16 de se-
tiembre de dicho año con susposteriores adiciones.
– 97 –

la práctica; en Francia quedaron consignados en el papel;


allí la libertad se asentó de una manera magnífica para
producir verdaderos milagros en la industria, el comercio,
las artes y las ciencias; aquí cayó esa libertad, Dios sabe
para cuando levantarse, entre desgracias y calamidades sin
CuentO.

Bien sé que se me dirá á esto que, cuando hay grandes


é inveterados abusos que destruir, se procede de distinto
modo que cuando no los hay. Cierto; pero no lo es menos
que en unoy en otro caso hay que acogerse á los eternos
principios de justicia, porque saliéndose de ellos, ni se
hace, ni se ha hecho ni se hará jamás nada estable
en pueblo alguno del globo. No rechazo la justicia; lo
que rechazo es la violencia con sus consiguientes hor
I'OreS.

Tambien estoy cansado de oir que la revolucion del 92


y 93 inició y salvó la libertad del mundo. Yo admiro esa
gran revolucion, pero espor que salvó laintegridad é in
dependencia de la Francia, no la libertad. No parece sino
que antes que ella estallase no existia la república suiza,
ni tuvo lugar la guerra de nuestros heróicos comuneros, ni
ocurrieron las dos revoluciones inglesas, ni se habia ya
publicado la constitucion de Norte-América, cuyos buenos
principios trajeron á Europa los Lafayettes y otros, ni que
por último hubiéramos tenido en España los Arandas y
Campomanes, los Floridablancas y Jovellanos, y otros hom
bres liberales como un Zavala y sobre todo un Gándara,
quien en 1759 al mismo tiempo que Quesney publicaba sus
escritos de economía, y antes que Smith pensara en dar á
luz su obra Riqueza de las naciones, ya pedia libertad
política y libertad económica, aquella como podia pedirse
bajo un sistema absoluto, esta de la manera mas atrevida
y esplícita, hasta el estremo de decir, que no podia ser
M3
— 98 —
feliz nuestra España ínterin existiesen las aduanas (1).
Para los admiradores ciegos de la revolucion francesa
del 89 y años subsiguientes, nada vale la idea, ó si algo
vale es purificándola en un rio de sangre: empiezan por
negar ó desconocer su inmenso, su incontrastable valor
hasta en esa misma revolucion, precipitada por los escri
tores del último siglo, y concluyen por sentar tácitamente
que el siglo XV fué igual al XIV, el XVI al XV, el XVII al
XVI y el XVIII al XVII. ¡A tal estremo conduce el racioci-
cio, cuando no le sirve de guia la lógica inflexible!
Yo creo que las revoluciones que hacen derramar san
gre en los patíbulos, no producen nada fecundo en buenos
resultados, porque, como decia el poeta, de mis huesos sal
drá un vengador, y tras de un Mario veo yo siempre un
Syla, tras de Syla un Cinna , tras de Ginna un César, tras
de César asesinado, un infame triunvirato, y tras del triun
virato asesino, comunista y violador de todo lo mas santo y
respetable, la horrenda tiranía de los Tiberios, Calígulas y
Nerones y el mas grande envilecimiento del pueblo. ¿No
hemos visto del mismo modo en esa Francia, tras del lla
mamiento al estranjero, el 1 0 de agosto y el 21 de enero,
tras de los delirios sanguinarios de Marat, el puñal de Car
lota Corday; tras de los girondinos, los montañeses, heber-
tistas que sucumben ante robespierristas, ropespierristas

(1) Véase cómo se esplicaba el escrilor Gándara: «Los fundamentos


mismos de la monarquía se trastornaron (durante los Felipes y Carlos II);
una autoridad arbitraria desquició la Constitucion del Estado; hasta la
justicia padeció algunos eclipses, etc.» (El bien y el mal de España, obra
inédita de D. Miguel Antonio Gándara/cap. 45.)
«España no será feliz, ni poderoso el real erario, hasta que las adua
nas lleguen á no producir ni aun lo suficiente para la satisfaccion de sus
ministros. Creedlo así. Y sin embargo ícosa increíble! ponemos todo el
conato en aumentar sus productos sobre nuestros naturales.» (La mis
ma obra, cap. 14.)
– 99 –

que dejan su lugar á Tallien y sus termidorianos; tras de


los terroristas del 93, los terroristas del 95, patrocinados
por Pichegrú; tras de estos á Bonaparte, y tras de Bona
parte á Luis XVIII y el furor realista de 1815 y 1816, con
todas las funestas consecuencias que se dejan sentir aun en
nuestros dias?
El que ame al pueblo, el que quiera verle libre y dig
nificado debe decirle la verdad desnuda, no corromperle
con baja8 adulaciones: debe enseñarle la tabla de sus de
rechos, pero tambien la de sus deberes; debe decirle que
él puede aspirar á todo, pero es por medio de la libertad,
sin separarse de la justicia, obedeciendo las leyes, respe
tando los magistrados y mostrándose agradecido á los que
trabajan desinteresadamente en su obsequio, pertenezcan á
esta ó la otra clase de la sociedad.
De sabido se calla que nosotros no queremos mas aris
tocracia que la del talento, los méritos y las virtudes; pero
no por eso negaremos la verdad histórica, que debe tenerse
muy presente. El pueblo no improvisa héroes: el que sale
de su seno, se hace tal héroe por suspasos contados, y tie
ne para nosotros mas mérito que otro alguno; pero no se
eche en olvido que los mas grandes reformadores, que los
mas entusiastas amigos de la humanidad han salido de las
clases acomodadas: Solon de familia régia, Herdonio de la
mas rica familia oriunda de Sabinia, y los Gracos de fami
lia patricia y tan altiva que su madre Cornelia despreció la
mano del rey de Egipto. Solamente decimos esto á propó
sito de las estravagancias de algunos, que creen encontrar
héroes tras de una puerta, y proclaman con toda insensa
tez, que el pueblo desacomodado se basta á sí mismo para
todo, enseñándole de este modo á ser atolondrado éin
grato.
No, al pueblo en general y al hombre en particular hay
– 100 –

que enseñarle á ser agradecido hácia el que, sea la que


quiera su posicion, se consagra noblemente á defenderle;
al pueblo hay que enseñarle á ser altivo, ya que por natu
raleza es noble, en defensa de las leyes y de las buenas
costumbres, no en contra de unas y de otras, y al pueblo
hay que enseñarle á respetar lo que sea digno de respeto,
á venerar lo que sea digno de veneracion, á inclinarse ante
todo lo grande, sublime y bienechor.
¿Quién no se inclina ante la virtud? ¿Quién no se incli
na ante el talento consagrado al bien? ¿Quién no se inclina
ante méritos relevantes y distinguidos? El que no lo hace,
es un miserable envidioso ó un ente corrompido.
¿No respetas las piadosas creencias de tus semejantes?
¿No acatas las leyes? ¿No obedeces á los magistrados? ¿No
te inspiran veneracion los ancianos? ¿No te merece ningu
na consideracion el hombre de génio, de méritos y servi
cios?
Pues no tendrás libertad, porque no eres digno
de ella.
Huirá de tí como de un irreconciliable enemigo, como
de un perseguidorimplacable.
Derechos de un lado, deberes de otro.
Pueblo que se olvida de los segundos, no disfrutará de
los primeros.
La justicia impone obligaciones. La libertad tambien
las impone. -

Pueblo que se olvida de cumplirlas, no tendrá libertad


y mucho menosjusticia.
Nunca nos cansaremos de hacer comprender al pueblo
que tiene derechos, pero tambien deberes, que estos son
consecuencia legítima y natural de aquellos, y que si no
los cumple, en vano es que busque su bienestar, porque no
le hallará.
– 101 —

Que tome en una mano la tabla de sus derechos y en


otra la de sus deberes, y así, y solo así no habrá tiranía po
sible para él, y asi, y solo asi verá brillar para él la justi
cia y la libertad de una manera magnífica.

* ,, ,

,
CAPÍTULOxIII.
•-----

Gobierno,

De poco serviria que el hombre tuviese derechos ina


lienables para vivir en sociedad, si al frente de esta no
habia un gobierno que se los garantizase, amparando á
todo el mundo en el libre uso de ellos y castigando al
que atacase los de otro, sin estralimitarse empero de los
eternos principios de justicia, que ordenan que se dé á
cada uno lo que es suyo.
Hé ahí la necesidadimprescindible del gobierno, que
es aquí para nosotros el ente moral, que se halla al frente
de todo el cuerpo social, para velar por él y hacer que en
todas sus partes reinen el órden y la libertad, la armonía
y la justicia, que no pueden estar separadas.
Aquí sí que se halla en su verdadero punto, para bri
llar sobre todos los otros principios, el de la soberanía na
cional. El gobierno debe ser la espresion libre y solemne de
este gran principio, y lo es de seguro allí donde se elige
de presente por la espontánea voluntad de los ciudadanos,
o donde representa en su anterior ó actual constitucion la
aquiescencia de la mayoría de estos.
Hay (porque de todo ha de haber en el mundo) parti
darios de la no existencia del gobierno, quienes verán rea
lizada su idea cuando vean á todos los hombres converti
dos en ángeles.Siunos arquitectos se propusieran edificar
materialmente una ciudad en el aire, como la que el poeta
Aristófanes fabricó en su célebre comedia las Nubes, claro
es que los tendriais desde luego por unos insensatos.
– 103 –

Pues mucho mas insensatos son los que hablan siquiera


con formalidad, de que debemos pensar en la época de no
tener gobierno alguno. Seria mas hacedero que esto, inven
tar un procedimiento parapasarnos sin comer ni beber, lo
propio que sin vestir.
Mientras haya hombres, habrá sociedad, y mientras ha
ya sociedad habrá gobierno, porquesiempre existirán bue
nos y perversos, virtuosos y depravados, pacíficos y pen
dencieros, laboriosos y haraganes: habrá tambien viudas y
huérfanos, que necesiten del amparo de la sociedad, contra
cobardes,inícuos y malvados, que segocen en atropellar la
debilidad y la desgracia. Habrá asimismo perturbadores
del órden, á quienes haya necesidad de hacer entrar en ra
zon; habrá mientras el mundo exista, traidores á la patria
y enemigos esteriores de ella, á quienes sea preciso dar su
merecido; hombres verdaderamente grandes y heróicos, á
los cuales sea necesario premiar por sus sacrificios, y ha
brá, en fin,inventos que amparar, derechos que garantir,
delitos de todas clases que castigar, justicia, en una pala
bra, que administrar, porque las pasiones mal dirigidas ó
estraviadas, desde la de la envidia, que produjo el asesi
nato de Abel hasta la de vil codicia, que ocasionó el de la
infeliz Carlota Pereira á impulsos del aleve puñal de un
miserable y proterbo, no desaparecerán, por desgracia, del
corazon humano. -

Un buen gobierno, un régimen de libertad desarrolla


rá la civilizacion y hará á los hombres mas justos y tole
rantes, masilustrados y buenos, mas benéficos y morigera-
dos, pero desgraciadamente no serán jamás una mentira
losversos del poeta Plauto:

Oderunt pecare boni, virtutis amore:


Oderunt pecare mali formidine paene.
– 104 –

(Los buenos odian el delinquir por amor á la virtud,


los malos por miedo á la pena).
Sociedad supone gobierno, como familia supone cabe
za, como esta supone cuerpo y demás miembros. ".

Habrá gobierno, ínterin haya sociedad; y como esta la


estatuyó Dios, haciendo al hombre sociable, de aquí el que
el perme reges regnant de la Sagrada Escritura, esto es, el
gobierno de esta misma sociedad está en su lugar: reinan
en verdad los reyes por Dios mediatamente, como reinan
los presidentes de las repúblicas y como funcionan los ma
gistrados; pero cuidado que si reinan, y gobiernan y funcio
nan por Dios, es no separándose al hacerlo de los eternos
principios de justicia, porque si se separan de estos, ya no
solamente no reinan, ni gobiernan ni funcionan por Dios,
sino que no deben reinar, gobernarni funcionar de ninguna
manera. Por esto sin duda se establecieron en el Fuero
Juzgo y luego en los Fueros de Aragon aquellas dos céle
bres disposiciones, casi copiadas de dos célebrespoetas de
la antigüedad. Dice el Fuero-Juzgo (ley 2° del tít. 1.°):
Rey serás si fecieres derecho, et sinon fecieres derecho non
serás rey. El justicia mayor, este magistrado popular, tan
semejante á los tribunos romanos, del noble y valiente pue
blo aragonés, decia al rey al tomar la investidura de tal rey:
Nos, que individualmente valemos tánto como vos, y todos
juntos mucho mas que vos, os elegimos por rey y señor si lo
hicieres bien; y si no, no (4).

(1) Para que se vea que no son originales, aunque no menos precio
sas por esto, las dos enunciadas disposicion s, observe el lector lo que
dijeron Horacio y Ausonio.At pueri ludentes Rex eris aiun, si recta fa
cies. (Y los muchachosjugandô dicen: «Serás rey si obras rectamente.
Horacio, libro 1. epist. áMécenas). Qui recta faciel,monqui dominatur, rex
erit. (Será rey,No EL QUE MANDA, sino el que obre rectamente. Ausonio,
libro de los Monosilabos.
– 105 –

¡Ojalá llegase el dia en que no fuese necesaria la exis


tencia del gobierno! Pero esto es desear imposibles, esto
es desear indirectamente la no existencia de la sociedad,
porque, para que no existiese aquel, seria preciso que des
apareciera esta. No pensemos siquiera en utopias; fijémo
nos en lo hacedero y fácil, quetal es el logro y disfrute de
un gobierno que, respetando los derechos individuales, se
apoye en la eterna base de la justicia, para que él á su vez
sea, como debe serlo, respetado y querido de todos los aso
ciados.
Tenemos, pues, que el gobierno es absolutamente ne
cesario al frente de la sociedad, como que sin él no podria
existir esta; que el gobierno debe ser el producto legítimo,
la representacion verdadera de la soberania nacional, y que
ese gobierno debe funcionar por do quiera, teniendo por
norte de todas sus operaciones la soberanía de la justicia,
que es la base santa,imperecible, eterna y natural de la so
ciedad.
Si así no sucede, si se desprecia la soberanía nacional
y se arrincona la soberanía de la justicia, en tal caso ven
dremos á pararirremisiblemente, aun cuando se diga que
existe un gobierno popular, en lo que dice San Agustin,
«de que el mismopueblo ya no es tal pueblo si se convierte en
injusto, porque entonces deja de ser una agregacion formada
bajo la sancion del derecho y de la utilidad comun,pasando
á ser un tirano como cualquier otro, sino peor; porque un
pueblo convertido en tirano, siempre aparece mas pertur
bador de seguro, y tan sediento ó mas de sangre que los
Tiberios y Domicianos, los Calígulas y Nerones, los Viscon
tisyJuanes Terribles.
Por lo que á mí toca, lo digo muy alto. Quiero mejor,
como el romano, la libertad turbulenta, que el despotismo si
lencioso; pero cuando la libertad desaparece de veras, aun
44
– 106 –

que se la invoque en calles y plazas, entonces prefiero la


tiranía de arriba á la de abajo; es mas fácil deshacerse de
aquella que de esta, mas fácil escapar de aquella que de
esta, mas inmunda é insoportable esta que aquella. De la
tiranía de uno puede irse hácia la libertad; de la tiranía de
muchos siempre se va al despotismo, es decir, á otra tira
nía menos repugnante y asquerosa que la de las turbas.
¿Quereisun modelo de la tiranía del populacho, que
nosotros nunca confundimos ni confundiremos con el pue
blotrabajador, rarísima vez estraviado, casi siempre ani
mado de los mas nobles sentimientos? (1) Vedle en el ora
dor filosofo romano, que casi le copió de la República de
Platon, para ponerle en boca del gran Scipion:
«Cuando una sed insaciable de independencia inflama
»el ardor del pueblo, y cuando obedecido por aduladores
» perversos ha bebido ávidamente la copa de libertad sin
» mezcla (es decir, desfigurada), entonces persigue, acrimi
»na, acusa, llama dominadores, reyezuelos y tiranos á los
»magistrados y jefes, si no son al propio tiempo mudos y
»obedientes y no le vierten á torrentes la libertad que pi
»de... Entonces los que quieren obedecerá losjefes del Es
»tado se ven atormentadas por ese mismo pueblo, que los
»llama esclavos voluntarios: maslos que en las magistraturas
»afectan la igualdad popular, ó los que en la vida privada
» trabajan por borrar la menor distincion entre el magis

(1) Aun entre los romanos, eso que sufrian la plaga de la esclavitud
tenia diferente significacion la palabra pueblo de la depopulacho. Esto lo
vemos clara y terminantemente en Ciceron, cuando nos dice en su Re
pública, lib. I, párrafo 45. Errege dominus, ex optimatibus (*: po
pulo turba el confusio (del rey al déspota, de los grandes á la oligarquia
facciosa, y del pueblo al populacho ó turbas y á lá anarquía).
Con mas razon, pues, que los romanos, podemos nosotros diferenciar
al PUEBLo del PoPULACHo.
Pertenece al pueblo el que trabaja;forma parte delpopulacho el ha
ragan y vicioso.
— 107 —

trado y el simple ciudadano, lo exaltan con alabanzas ó


» lo recargan de honores, y se hace inevitable que en una
»república así gobernada, la libertad sobreabunde de to
adas partes, que la familia misma se vea en su interior des
» provista de su autoridad, que este contagio casi se estien
ºda á los animales; que el padre tema al hijo, que el hijo
»menosprecie al padre, que se destruya el pudor para que
»la independencia sea mas completa, que nada importe ser
» ciudadano ó estranjero, que el maestro recele de sus dis
»cípulos y los adule, que los discípulos miren con despre
»cio al maestro, que los jóvenes se abroguen la autoridad
»en los ancianos, y que los ancianos desciendan á los jue
»gos traviesos de lajuventud para no serle odiosos é inso
» portables. De aquí nace que los esclavos no tardan de
» permitirse toda clase de licencias, que la mujer se apode
»re de los mismos derechos que el marido, y finalmente
»que los caballos, los perros y los asnos, son libres, con
»una libertad tal que corren impetuosamentey es necesa
»rio retirarse de su paso. De esta licencia demesurada re
»sulta que las almas de los ciudadanos se vuelven tan som
»brías y tan delicadas, que al menor ensayo de autorídad
» que se hace, se indignan y no pueden sufrirlo, y que lle
»gan gradualmente á despreciar tambien las leyes, para
»estar completamente libres de todo dueño (1).»
¿Quién no ve en esa pintura, aparte de la mancha que
le afea en cuanto á la esclavitud, la tiranía práctica por
que han pasado algunos paises, y la teórica, que observan
con asco en algunos supuestos directores de pueblos las
personas medianamente sensatas?

(1) De república, lib.1º pár. 43.


– 108 –

¡Dios libre á mi país de la tiranía de arriba y de la ti


ranía de abajo!
¡Qué brille la libertad por todas partes, y el gobierno
que se halle al frente de la sociedad no podrá menos de
funcionar con órden y conjusticia!
CAPÍTULO XIV.

Sistemas varios.

Hemos tratado en el capítulo anterior del gobierno en


general, del ente moral que debe hallarse al frente de la
sociedad, para hacer que en todas partes se respeten los
derechos de todos los ciudadanos, dando él el ejemplo de
ese respeto, si ha de ser voluntariamente obedecido y aun
con puro amor reverenciado. Ahora nos toca tratar, aun
que sea ligeramente, de los diferentes sistemas, ó diversas
formas de gobierno generalmente conocidas, y ayer ú hoy,
aquí ó allá, puestas en práctica.
De Solon acá, todos los filósofos que se han ocupado de
política, han reconocido tres, cuatro ó cinco sistemas de go
bierno; el real, el de los llamados grandes y el del pueblo;
el monárquico, el aristocrático, el democrático y el misto,
los mismos y el tiranico, que no merece el nombre de siste
ma de gobierno, porque es la usurpacion del gobierno, sos
tenida por la injusticia, y esa usurpacion lo propio puede ha
cerla un monarca, que una aristocracia, que un pueblo. Si
esa usurpacion es llevada á cabo por un monarca ó que
de tal se titule, este adquiere el dictado de tirano; si la
hace la aristocracia, esta es justamente apellidada oligar
quía facciosa, esto es, tiranía de unos pocos ricos, y si por
último la hace la democracia, esta deja su puesto á la de
magogia, esto es, á la tiranía de las turbas. Tan tiranos,
pues, como Tiberio fueron los orgullosos oligarcas de Vene-
cia, condenando al noble Francisco de Garrara y su desgra-
– 110 –

ciada familia, y el pueblo ateniense llevando al suplicio al


ilustre Focion.
El gran Solon, que conocia sin disputa á fondo las cua
tro clases de gobierno de que dejamos hecha mencion,
puesto que de todas habia ejemplares en la Grecia, estable
ció en Atenas y en el Atica la democracia. No se nos diga
que á esa democracia la manchaba la esclavitud, porque
sobre ser esta una plaga de la antigüedad, como lo es hoy
todavía para afrenta de la moderna civilizacion en mil pun
tos de las Américas y del Africa, Solon trabajó noble y des
interesadamente, sino por proscribirla, al menos por ami
norarla por medio de su célebre ley sisactia, como lleno de
dolor, á causa de la usurpacion de Pisístrato, se lo escribia
á su amigo Epimenides(1).
Platon, que fué partidario de la estúpida comunidad de
bienes y hasta de la en el nombre solamente inmunda co
munidad de mujeres, y que pidió al tirano de Siracusa Dio
nisio, tierras para plantear, segun decia, su sistema, divide
losgobiernos en cinco clases: el democratico, donde el pue
blo impera, eligiendo los magistrades y haciendo las leyes,
lo cual, así dicho, puede ser lo mismo la tiranía que la li
bertad; el aristocrático, que es cuando los mas buenos go
biernan la república, lo cual en verdad es muy vago, porque
los mas buenos, si las leyes son malas, no tienen otro reme
dio que aplicarlas; el oligárquico, que es cuando los magistra
dos son elegidos por las clases óestados, lo cual es mas vago

(1) La ley sisactia, que significa remision ó condonacion de deudas, la


dió Solon para librar de la esclavitud á muchísimos ciudadanos que se
hallaban en ella por deudas. Aludiendoá dicha ley decia el gran filósofo á
Epimenides: En bano, pues, me desvelaba en libertar los pobres de la
servidumbre, puesto que en el dia todos son esclavos de Pisistrato. Diog.
Laert, vida de Solon,
- 111 -
aun; el monárquico, que puede ser electivo ó hereditario, y el
tiránico, que representa la usurpacion con violencia y sorpre
sa. Le faltó á Platón un sesto sistema de gobierno, el suyo,
que nosotros podemos titular el de la asquerosidad, que ideó
su imaginacion delirante.
Aristóteles se separó ostensiblemente en cuanto á la
descripcion de las diferentes especies de gobierno de su
maestro Platon, y á sabiendas y acaso con mala fé, puesto
que debia conocer prácticamente la democracia , dijo que
esta era sinónima de demagogia, corrupcion del gobierno
popular, que él titulaba simplemente republicano.. Es en
resumen cuestion de palabras en lo que, dicho sea de paso-
el maestro de Alejandro Magno no podia salir bien librado,
por cuanto democracia significa gobierno del pueblo, y si no
es bueno, ya no hay tal democracia, como dice San Agus
tín, y una república puede ser democrática como la de los
Estados-Unidos, oligárquica como la de Venecia, socialista
como la de Esparta, etc., y de cualquier modo tiránica y
abominable, lo que no sucede con la democrácia, que en
resumen no es mas que la libertad para todos.
Casi en el mismo sentido que Aristóteles hablaron de la
democracia Santo Tomás de Aquino y Raimundo Lulio, am
bos admiradores de las obras de aquel, ambos imbuidos en
sus máximas, sobre todo en las de la dialéctica del filósofo
de Stajira, que era el oráculo de la edad media para todas
las universidades, empezando por la de París y concluyendo
por la de Salamanca. En cuanto á nuestro Lulio, basta de
cir que copió en su Gran arte á Aristóteles al pié de la le
tra: Las tres formas regulares de gobierno, dice, son la mo
narquía, la aristocracia y la república, los cuales degene
rando se convierten respectivamente en la tiranía, la oli
garquía y la democracia. No habia dicho mas ni menos el
estajirita, enemigo de la democracia, pero en cambio ami-
– 112 –

go del tirano de los atarnenses, el eunuco Hermias, que


fué tambien, segun algunos, su bardaja (1). -

Polibio, uno de los escritores mas juiciosos de la anti


güedad, despues de citar las tres clases de gobierno, real,
aristocrático y democrático, pregunta si son las solas que
se conocen, ó si los que hablan de ellas lo hacen en el con
cepto de ser las mejores, concluyendo él por sentar, que
la mejor forma de gobierno es la que se compone de los tres
sobredichos, como la que estableció Licurgo en Lacedemo
nio (2). Al contrario que Aristóteles, Polibio sabia lo que
era la democracia,puesto que dice que si esta clase de go
bierno degenera en términos que el pueblo insolente lle
gue á menospreciar las leyes, entonces ya no es democra
cia sino lo que él llama oclocracia, ósea mando del popu
lacho ó turbas. En cuanto á su sistema misto, poniendo
por modelo de él ála república socialista de Lacedemonia,
claro es que Polibio se dejó llevar de la forma, no del fon
do, de las tiránicas instituciones de Licurgo.
Ciceron, siguiendo las opiniones de Hipodamio, Polibio
y Architas, se declara partidario del sistema misto, de la
amalgama igual de los tres mejores modos de gobierno, re
unidos y moderados, el uno por el otro (3). No es el siste
ma de Ciceron el constitucional at pedem litere de nuestros
dias, porque este es representativo y el del orador romano,
aunque misto, era directo; pero uno y otro son los que po
demos llamar de equilibrios. Segun suspartidarios, los po
deres se entrelazan, se moderan, se equilibran el uno con
el otro para marchar así armónicamente y sin miedo al
despotismo ni á los supuestos escesos de la libertad. •

(1) Diógenes, Laertio. Vida de Aristóteles.


(2) Polibio. Historia. Estractos del lib.6° cap. 1.º
(3) Qu0d erit aecuatum el temperatum ex tribus optimis rerum publica
rum modis. De Rep. lib. 1.° pár.55.
– 113 –

Ya hemos visto como San Agustin admitia las tres cla


sesprincipales de gobierno, y como todas degeneran en la
tiranía, si se salen de la justicia, si esta no preside á la so
ciedad. Ninguno, pues, comprendió en la antigüedad como
San Agustin la mision del gobierno.
Si leemos átodos los escritores políticos del último y
del presente siglo, encontraremos en ellos las mismas cla
ses de gobierno que en los antiguos arriba citados, y la
misma vaguedad al esplicarlas.
Ahora bien: en el lenguaje de los políticos habrá todas
las clases de gobierno, todos los sistemas que se quieran
decir é inventar; para la ciencia no hay ni puede haber
mas que dos; el que roconoce en toda su magnífica esten
sion la libertad, y el que mutila con estos ó los otros pre
testos, todos frívolos, todos inadmisibles, todos injustos,
esa libertad.
¿Me dais un gobierno republicano? Me podeis dar con él
la tiranía, como la daba la república veneciana con sus
Diez y sus Tres, á cual mas inícuos, como le daba la repú
blica polaca con sus millones de campesinos sin derechos,
con su nobleza apoderada completamente de las asambleas
y de todos los cargos y destinos públicos.
¿Me dais un gobierno absoluto? Al monarca le recono
ceis tal de derecho divino; recibe así su poder, que es el
de la sociedad entera, inmediatamente de Dios; hace no lo
justo, sino lo que le place, y á mí me declarais un misera
ble esclavo, degradado y envilecido, mas que el ser irra
cional, á quien Dios no dotó de la facultad de pensar, ni
por consiguiente de la de mejorar su condicion desdi
chada.
¿Me dais lo que titulaisuu gobierno misto? Mirad que
desde el constitucionalismo casi democrático de la Noruega
y de la Bélgica hasta el constitucionalismo casi feudal de la
45
– 114 -

Prusia y aun de la Inglaterra hay un verdadero abismo: en


los dos primeros paises la libertad triunfante ópoco menos,
los derechos del hombre reconocidos y respetados, lajusti
cia brillando igual para todos y por todaspartes; en Pru
sia un monarca que dice haber recibido de Dios la corona,
que no hace dos siglosfabricó para sí un antepasado suyo,
una Cámara de aristócratas, que representa con sus grandes
propiedades amortizadas y una infinidad de derechos se
ñoriales el feudalismo de la edad media, y otra Cámara ele
gida solamente por ricos propietarios, banqueros, fabri
cantes y conerciantes, y en Inglaterra una Cámara de Co
munes elegida de la manera mas desigual é irritante, otra
de lores ó aristócratas, que son miembros de ella por na
cer hijos de tal ó cual padre, inmensos mayorazgos y diez
mos crecidos para su cleroprotestante, que tienen en ham
bre casi perpétua á muchos millones de habitantes, é into
lerancia religiosa en cuanto á que el Estado sostiene al
clero llamado anglicano con un lujo insolente y escandaloso,
mientras qne no da un céntimo ni al clero, católico ni á
los pastores de otras iglesias, que no sea la proclamada
como única justa, única buena y única verdadera,por elin
consecuente, cruel é impúdico Enrique VIII.
Llámese el gobierno monárquico, llámese republicano,
llámese misto ó constitucional, ó titúlese como quiera,
puede noser liberal, y no siendo liberal, no es justo, y no
siendojusto, tiene que ser tiránico en mas ó menosgra
dos. Por esto hemos dicho y repetimos aquí, que en resú
men no bay mas que dos clases de gobierno; el que respe
ta los derechos inalienables del hombre y el que los mutila
mas ó menos, proscribe ó conculca, es decir, el que reco
noce y proclama en todasu magnífica estension la libertad
para todos, y el que la desconoce, la mutila ó la proscribe.
¿Y qué clase de gobierno respeta esos derechos, pro
– 115 –

clama y hace brillar esa libertad? La democrática , en in


teligencia que si no lo hiciese, seria todo lo que se quiera
llamar el gobierno menos democrático.
¿Y qué clase de gobierno ampara esos derechos y pue
de mejor garantizarlos, que esta es, puede decirse, la prin
cipal cuestion?Sin ningun género de dudala democrática,
porque esta lleva sobre las demás formas de gobierno dos
ventajas de inmenso, de inapreciable valor: primera, que
ella no da derechos á los ciudadanos, como las otras formas,
que dicen, v. g., doy el sufragio al que paga tanto ó cuanto,
sino que reconoce que no son suyos y sí de los asociados,
y lejos de intentar siquiera quitarlos, lo que hace es verlos
en todo hombre en el solo hecho de ser tal hombre y am
parárselos; y segunda, que ella no reconoce ni proclama
como base fundamental de la sociedad ni el derecho divino,
que es un ultraje á Dios y á la humanidad, ni la soberanía
nacional, que puede establecer leyes conformes con lajus
ticia y leyes contrarias á ella, que puede decretar institu
ciones arregladas á la naturaleza ó que contrarien esta de
una manera la mas dolorosa, que puede, en fin, proclamar
la libertad, ó estatuir la tiranía masinícua é infame.
¿Me dais una forma de gobierno que tenga las dos an
teriores ventajas? No me la dareis, porque todos sois mas
ó menos conculcadores de los derechos naturales del hom
bre, porque todos sois en mas ó en menos partidarios de
Juan Jacobo Rousseau, que creis que la sociedad se crea á
virtud de un contrato á priori, y en este supuesto teneisfa
cultad de dar ó negar, conceder ó no conceder derechos
en vuestra calidad de administradores de esa sociedad;
porque en este concepto todos sois mas ó menos socialistas
por el Estado, porque sois, en una palabra, mas ó menos
enemigos de la libertad,puesto que no la quereis igual
para todos.
– 116 –

Ya sabemos que lo que hoy se llama radicalismo asusta.


ó parece que asusta á muchos que dicen; «la sociedad no se
" se halla en el caso de recibir hoy la democracia.». Tambien
asustaba la Constitucion á la mayor parte de los españoles
en 1823, y hoy todo el mundo sabe que una Constitucion
no es para asustar á nadie. La luz ofende al que tiene en
fermos los ojos, y sin embargo, ella es luz. Pues luz y gran
de es la democracia, que solamente puede ofender al que
tiene enfermos los ojos de la inteligencia, sea por la causa
que quiera. Lo peor es que ofenda á los que no quieren
examinarla, nisiquiera verla.
Dia llegará, y por cierto que no debe estar muy lejano,
en que, no ofendiendo los ojos de los mas, brille en la so
ciedad como debe brillar, de la única manera que es y
puede ser llamada democracia, proclamando la libertad
para todos y administrando la justicia igual tambien para
todos.
No nos digais que la democracia no puede conseguir
esto,porque os contestaremos con la doctrina de San Agus
tin; cuando el pueblo es injusto, mereciendo igualmente
el nombre de tirano, etc.: luego el pueblo puede ser
justo, porque sino, no se daria el cuando es injusto; lue
go el gobierno democrático, ó lo que es lo mismo el go
bierno popular, puede ser justo, pues que si no es tal, se
convierte en tirano; luego elgobierno democrático, en fin,
único que reconoce la justicia para todos y la libertad para
todos, es decir, los derechos inenagenables del hombre, es
el gobierno mas practicable como mas justo, mas libre, mas
armónico y mas conforme con la naturaleza del hombre.
CAPÍTULO XV.
Principio de autoridad en contraposicion con el principio de
legalidad,
No conocemos una palabra mas vaga, mas sujeta á si
niestras interpretaciones, ni que mas daño haya hecho á
los pueblos que la palabra autoridad. Hemos predicado
y practicado, y predicaremos y practicaremos, mientras
Dios nos tenga en el mundo, el respeto á las leyes y á los
magistrados; pero no confundiremos esto con el respeto á
lo que se llama principio de autoridad: de ningun modo nos
haremos cómplices directa ni indirectamente en la larga
série de iniquidades, que se han cometido en todos tiempos
y por desgracia se están cometiendo á la sombra y con
pretesto del principio de autoridad, ensalzando y reco
mendando este á los ciudadanos.
¿Qué es, en resúmen, el principio de autoridad? Pode
mos definirle así con toda exactitud y con toda concien
cia: la omnipotenciá del que domina sobre la omnipotencia de
la ley.
¿Qué quiere, qué exige ese principio de los asociados?
El respeto ciego y servil al que manda, sea bien ó mal
mandado, sea justo ó injusto, lícito ó ilícito, honesto ó des
honesto lo que mande. De esto á la degradacion del hom
bre no hay mas que un paso, y de la degradacion de la
humanidad surge inmediatamente la tiranía como su con
secuencia natural é indeclinable. Los Cayos y los Nerones
no tienen cabida mas que en los pueblos degradados, y la
degradacion empieza allí donde los hombres, esto es, lo
– 118 –

que se llama autoridádpuede y es tenido en mas que las


leyes, esto es, que la justicia, porque ellas deben represen
tarla fielmente.
Con el principio de autoridad por delante se han co
metido los mas horrendos crímenes y llevado á "cabo las
mayores infamías. En nombre de ese principio queria el ti
ranuelo Gessler que el noble Guillermo Tell se prosternase
ante un vil sombrero, símbolo de la dignidad imperial; no
invocaba otro el malvado Cayo César cuando condenaba á
la pena capitalá los ciudadanos que no llevaban luto por la
muerte de su hermana,y al propio tiempo querida Drusila,
que habia sido una mujer, y cuando imponia el mismo cas
tigo á los que llevaban ese luto, ultrajante á la que ya era
una diosa, á causa de la indecente apoteosis que la habia
decretado, ni tampoco obraba á nombre de otro principio
el poderoso Padichah de Turquía en los siglos XVI y XVII,
cuando al salir de su palacio mandaba decapitar, si así le
placia, al primer transeunte que divisase en la calle, para
gozarse en el efecto que producia el acto de separar la
cabeza de un cuerpo vivo, ó cuando dirigia un saetazo
al primero que encontraba en su camino, ya por echar de
sí el mal humor, ó ya por recrearse en las horribles con
torsiones que tenia con precision que hacer el que le su
fria (1). - • ,

No, nosotros, que queremos de parte de todos el respeto


á las leyes y la obediencia á los magistrados, no alabaremos
el principio de autoridad, porque todo cuanto á este se en
salce se deprime y rebaja el de las leyes; porque todo lo

(1) Casos de estoshubo varios en Turquía durante los siglos XVI y


VII, pero especialmente mientras duró elimperio del bárbaro Murad
: apellidado el Ghazi, que mandó en el primer tercio del si
glo XVII.
Poco menos, si se le antoja, puede hacer hoy nuestro ilustre aliado
el emperador de Marruecos. - - -
- 119 -
que sea semi-divinizar al hombre, que está gobernando, es
quitar la fuerza y veneracion á las instituciones, en virtud
de las cuales gobierna, para que el gobierno se convierta
en mando, el mando en despotismo y el despotismo en ti
ranía.
Ensalcemos el principio de las leyes, que con esto re
comendamos el ciego respeto á ellas y la obediencia á los
magistrados encargados de aplicarlas. Los hombres pueden
ser, y de seguro son, unos altaneros, otros soberbios, estos
atrabiliarios, aquellos injustos. ¡No los divinicemos, aunque
se hallen constituidos en autoridad! Las leyes basadas en la
justicia son serenas, imparciales, suaves y dignas de todo
respeto. ¡Divinicemos, pues, á estas, para que todo el mun
do las mire con religiosa veneracion.
Un magistrado en el ejercicio de sus funciones debe ser
obedecido, y cuando se dice que en el ejercicio de sus
funciones, claro es que no se dice que el ciudadano sucum
ba á ponerse de rodillas, á maltratar al prógimo, á que
darse en cueros, á ejercitar una accion indecente, á ir con
tra la justicia, etc., y á esto puede conducir el principio de
autoridad, á esto puede llegar la canonizacion, la elevacion
á dogma de ese principio que no representa, que no sig
nifica, que no puede en resumen significar otra cosa que
mando, y el mando no es regir, no es gobernar, no es ad
ministrar justicia, que es ir contra esta, que es conculcar
las leyes, que es, en una palabra arbitrariedad, despotismo
ó tiranía. '- . .
Hemos recomendado la obediencia á los magistrados,
hasta á un triste dependiente de ellos al ejercer el derecho
de reunion pacífica, pero esa obediencia no ha de ir con
tra los eternos é inmutables principios de la justicia. ¿Hay
cosa mas santa, mas digna de respeto qne la autoridad de
un padre para con su hijo? Pues sin embargo, el hijo pue-
– 120 –

de y debe decir al padre, si este le manda que ejecute co


sas injustas, lo que el filósofo de la antigüedad: Oh padre
mio!. Lo que me mandas no es conforme ála justicia: lo res
petoporque viene de ti, pero no lo cumplo.
¿Qué mas? En nuestros antiguos tribunales estaba en
práctica la fórmula veneranda, que echaba por tierra el
principio de autoridad, dejando por encima el de las le
yes: se acata, decian nuestras chancillerías, á una órden
del rey absoluto ó de sus ministros, que creian injusta, se
obedece; PERO. No se cUMPLE. • V.

Por ensalzar tanto entre nosotros el llamado principio


de autoridad, casi nos comprende la sentencia siguiente,
que se atribuye á Platon: veo muy próximo á su ruina aquel
Estado donde las leyes no dominan al magistrádo, antes bien
estos quieren ser superiores á ellas.
Acaso me diga alguno al leer esto, que habiendo yo re
comendado la obediencia á las leyes y magistrados, pro
muevo aquí una cuestion, que no es en resúmen mas que
de nombre. Pero yo contesto anticipadamente que no es
así; que el respeto á las leyes y á los magistrados no es el
principio de autoridad, porque este puede ser lo contrario;
que el principio de autoridad puede conducirnos, y de he
cho nos conduce por la senda de la degradacion y del des
potismo, mientras que el de respeto á las leyesy á los ma
gistrados es el camino seguro de la libertad, porque el
principio de autoridad, en fin, envileciendo al gobernado,
rodea al gobernante de una inviolabilidad real, mas que se
hable de responsabilidades que siempre serán nominales,
mientras que el principio de respeto á las leyes y magis
trados deja en pié la verdad eterna que respecto de todos
los poderes encierra el verso de Ausonio, de que llevamos
hecha mencion: no el que MANDA, sino el que obrÁ REcrA
MENTE, es quien merece el nombre de rey.
- 121 -
«¿Pero á qué conduce tu principio? ¿á qué fin está tu
argumentacion? tienen que decirnos los ciegos partidarios
del principio de autoridad: ¿no has sentado en otras par
tes, no sientas aqui que hay que obedecer á los magistra
dos y á sus agentes?» Cierto, pero cada uno de los dos
principios dá consecuencias contrarias, que se están pal
pando en los paises donde hay libertad y en los sometidos
al despotismo: el principio de autoridad conduce á que se
obedezca ciega y servilmente al que manda, mas que sea
contra la justicia, contra la honestidad y contra las buenas
costumbres, y el respeto á las leyes y magistrados no pue
de llegar hasta escarnecer lo honesto y lo justo. Ensalzán
dome el principio de autoridad, me poneis tácitamente, pe
ro de seguro, por mas que digais lo contrario, al magistra
do y funcionario público sobre la ley, y yo quiero que esta
sea superior moralmente y en todos conceptos al encargado
de aplicarla. El magistrado ha de hablar en nombre de la
ley; el agente ha de hablar en nombre de la ley, y es mas,
en esta deben espresarse clara, sencilla y terminantemente
los deberes del magistrado y los deberes del ciudadano:
en este caso el magistrado ordena, en este otro el ciudada
no acata, en el de mas alia obedece, etc.; esto deben espre
sar las leyes: ¿no lo hacen asi para una simple cita de de
claracion ante un tribunal? ¿pues por qué no han de preve
nir lo mismo tratando de otros asuntos muchísimo mas
importantes?
Que un magistrado intima á una reunion pacífica que
se disuelva, por que asi se le antoja; que allana la casa de
un ciudadano (eso que debe ser inviolable), que lleva á otro
á la prision contra todo derecho... ¿Hay que obedecerle?
sí, resueltamente sí. «Pues esees nuestro principio de auto
ridad; estás cojido en fragante contradiccion.» No por cier
to; vosotros sois los cojidos en evidente delito de tiranía,
– 122 —

porque con el ensalzamiento de vuestro principio de auto


ridad pretendeis borrar ó proscribir el santo sentimiento
de legalidad del corazon del que manda y del que obedece,
dando lugar á que este sea un verdadero esclavo de aquel,
á que el funcionario, magistrado y agente se crean supe
riores á la ley y se conviertan en déspotas, seguros de po
der hacerlo impunemente. Yo aconsejo al ciudadano que
obedezca, porque de lo contrario le declararía en rebelion
constante contra la sociedad;pero le armo de todas armas,
haciendo que la ley venga inmediatamente á castigar al que
le ha atropellado, y entregando este al único tribunal que
puede hacerlo, al jurado. Sin el jurado, el funcionario, el
magistrado, en una palabra, la autoridad atropelladora se
escapa sanay salva por entre las mil callejuelas que ofrecen
una legislacion inmensa y un procedimiento largo y em
brollado: con el jurado y una legislacion sencilla, basada en
la justicia y clara y esplícita respecto á los deberes de go
bernantes y gobernados,difícilmente habria atropellos, des
saparecerian casi por completo las arbitrariedades de los
magistrados, y serian rarísimos los desacatos y desobede
cimientos de parte de los ciudadanos.
Y si esto es así, ¿para qué quereis, para que ensalzais,
para que haceis la apoteosis del principio de autoridad? na
da mas que para ensalzar al funcionario, para subliminarle,
para semi-divinizarle, deprimiendo las leyes y rebajandoá
los ciudadanos, porque lo segundo es consecuencia precisa,
ineludible de lo primero. Fijaos en Rusia; una sola palabra
de mando del déspota Nicolás, hizo que un pueblo inmen
so, aglomerado en la plaza pública, se prosternase ante él,
cual si fuera la misma Divinidad (1). Fijaos en Suiza, Béjica
(1j Esto sucedió en San Petersburgo cuando apareció el cólera por
primera vez.
El pueblointentó sublevarse guiado por gefes liberales, que vieron la
— 123 —
y Estados-Unidos: en estos países no se inclinan los ciuda
danos mas que ante Dios y las leyes. ¡Es que en ellos brilla
la libertad y en Rusia domina el despotismo! ¡es que en
ellos el principio de legalidad tiene oscurecido, completa
mente proscrito, lo que aqui sé llama el principio de auto
ridad!
¡Principio de autoridad, predicado, enaltecido y semi-
divinizado por los enemigos y mistificadores de la libertad!
¡Principio de autoridad, engendrador funesto de eso que se
ha dado en llamar desacato á la autoridad*. ¡Ah¡ ¡cuántos
males has ocasionado á la sociedad! ¡cuánto daño le has
hecho! ¡la has sido mas funesta que una peste asoladora!
Contrayéndonos á nuestra España y á los últimos tiem
pos, ¡cuántos infelices no han ido á un afrentoso presidio
desde que se publicó y enmendó el código penal, so pre-
testo de faltar al principio de autoridad! ¡cuántas iniqui
dades no se han cometido contra probos é inofensivos
ciudadanos con la sola palabra de autoridad, estúpida ó in
famemente interpretada por un miserable alcalde de mon-
terilla , digno como hombre , ya que no como funcionario
público, del mas soberano desprecio!
Al meditar un poco sobre esto quisiera ver hasta pros
critas del lenguaje ordinario las palabras de principio de
autoridad.
Quisiera verlas enterradas en la profunda fosa del ol
vido, y que todo el mundo pudiera decir.
«Alli descansa el principio de autoridad, que no era
otra -cosa que el principio del despotismo, y sobre sus rui-

ocasion propicia de conquistar una Constitucion, ya que no pudieron lo


grarla al advenimiento al imperio de Nicolás. Se presenta este en medio
de los descontentos: \de rodillas, miserables*. les grita con estentórea voz.
Y la multitud obedece ciegamente en el instante, como si se lo hubiera
ordenado Dios.
– 124 –

nas se ha levantado grave y magestuoso el principio de le


galidad, el principio de obediencia, de respeto religioso y
profundo á las leyes,practicado por gobernantes y gober
nados.»
¿Qué mas pueden desear los que hoy ensalzan el prin
cipio de autoridad?
Si otra cosa quieren es porque son partidarios del des
potismo, del envilecimiento del hombre,
CAPÍTULO XVI.
------

Problemas y novedades. Innovadores,


Esplicadasy defendidas las principales bases sobre que
la sociedad descansa y descansará hasta la consumacion de
los siglos, y puesta de manifiesto la tabla de los derechos
inalienables del hombre, al propio tiempo que la de sus
deberesimprescindibles, creemos que antes de engolfar
nos en el imensopiélago de lo que podemos calificar de
mecanismo gubernamental, debemos decir aquí algo sobre
eso que se ha dado en llamar problemas y novedades, así
como sobre los que, hablando de unosy otros, han tomado
y toman modestamente el título de innovadores, que por
cierto no les han negado en su ignorancia ó en su deseo de
seguir esplotando á los pueblos,los que se han hallado y se
hallan al frente de estos.
Sentemos ante todo que la palabra innovacion es de por
sí alarmante, y que si satisface la vanidad del que se la apli
ca, aprovecha grandemente al que se encuentra en el poder
aunque le ejerza mal. El hombre dice casí siempre: mas
vale lo malo conocido que lo bueno por conocer, y lo dice por
que esa es su condicion, mirar con justa desconfianza lo
desconocido. Bajo este supuesto, los que queremos re
mediar los abusos existentes y trabajamos con fé por el
triunfo de la libertad, tenemos que hacerlo acudiendo á la
justicia y á la práctica, á la filosofía y á la historia, no en
el concepto de innovadores, ya porque no lo somos, yya
tambien porque, hablando de cosas que se han practicado
– 126 –

y se practican, tenemos con precision que encontrar los


ánimos mas propicios para admitirlas. Asíy todo, no lla
mándonos innovadores, adelantaremos bastante, atendido
el estado en que la sociedad se encuentra y visto el siste
ma permanente de calumnia contra la idea democrática de
parte de los sectarios del régimen absoluto, con hacer es
tudiar primeramente nuestras doctrinas para que despues»
al verlas buenas y justas, se las tome aficion y por último
se las abrace. Quien no tenga esto presente, sobre todo
en política, no dejará de ser un insensato.
Pero lo gracioso es que los tales innovadores con sus
problemas y sus teorías, no son en generalmas que resu
citadores de cosas viejísimas que, ó solamente cruzaron por
la mente de cabezas enfermizas ó acaloradas, ó si estuvie
ron en práctica en alguna parte, fué con menoscabo de los
eternos principios de justicia y de las mas sanas máximas
de moral y de polítíca. - -

Nosotros nos reimos generalmente cuando leemos ó lle


ga á nuestros oidos este ó parecido lenguaje:
«El porvenir, y por cierto no lejano, está llamado áre
solver los mas árduos, los mas tremendos, los mas pavoro
sos y horripilantes problemas: ¡ay de la sociedad, sino pone
luego en planta nuestro sistema!» " .

¿Pero qué problemas son esos? decimos al instante nos


otros? ¿Se va á hundir la sociedad? ¿Se halla en vísperas
de que se coloque sobre su tumba el terrible finis est? ¿Qué
sucede? ¿Qué pasa? ¿Esta Catilina á nuestras puertas, des
pues de haberle dejado salir de la ciudad un nuevo Cice
ron, para que pudiera venir sobre ella (1)? ¿O se halla otro

(1) Sabido es que Ciceron, enterado perfectamente de la conjuracion


de Catilina, lejos de prenderle para desbaratar así sus planes é impedir
la guerra civil, se dirigió á él ānte el Senado en su calidad de cónsul y
— 127 --
Spartaco en el corazon de la patria con sus 40,000 escla
vos, que no quieren ser gladiadores á la fuerza, por no ser
vir de ludibrio con su muerte desastrada á los bárbaros
dominadores del mundo?
Todo menos que eso.
¿Pues qué hay?
¿Qué tenemos? . . '
¡Problemas! ¡novedades!
¡Novedades! ¡problemas!
Veamos, pues, qué son esos problemas y esas noveda
des. Examinemos unos y otras, así á la ligera, porque oca
sion vendrá de realizarlo mas despacio. Por ahora no nos
proponemos mas que quitar algunos sustos, confundir al
gunos miedos que se albergan en pusilánimes pechos. Ma
nos á la obra.
Tiene la palabra el Sr. Víctor Hugo (I).
«El niño tiene tambien sus derechos en esta áociedad
mal organizada, y entre ellos el de ser educado: hay que-
resolver, señores, ante todo el problema de la enseñanza
obligatoria, para que el niño reciba el pasto del alma, que
por naturaleza le pertenece: si no realizamos esta gran
reforma, si el hombre ha de ser perpetuamente ignorante,
la sociedad seguirá siendo presa de los mas audaces y de
los mas depravados. Desde que la revolucion francesa:..»

le dirigió las siguientes palabras, tan arrogantes como insensatas, por


mas que hayan sido y sean aplaudidas por los, antes que de la razon, par
tidarios de la oratoria. «Sal de Roma, Catilina: las puertas te se abren;
marcha; el campo de Manlio reclama su general. Lleva contigo todos
tus cómplices; purga la ciudad de tu presencia; yo temeré mientras las
murallas de Roma no estén entre los dos. No puedes ya vivir entre nos
otros: no to sufriré, no lo PEnMiTiRK, NO LO CONSENTIRE.» íQué
lenguaje, Dios eterno, en boca de un cónsul!
(1) Os apreciamos mucho, Sr. Victor Hugo: aun cuando no sea mas
que por vuestra noble dignidad en el destierro, os apreciamos cual si
fuerais un antiguo y buen amigo, pero tenemos en mas estima á dos
amigos de inmenso valor; esos amigos se llaman verdad y libertad.
«.

– 128 –

¡Hombre! Si eso de la enseñanza obligatoria estuvo en


práctica , segun Jenofonte y otros historiadores, entre los
persas, lo estuvo tambien entre los espartanos por las leyes
de Licurgo y lo queria Platon para los ciudadanos y ciuda
danas de su famosísima república. Nosotros queremos con
tanto ardor y tanta fé como vos que el niño reciba educa
cion; pero fijaos en que la libertad tiene que producir me
jores y mas seguros efectos que la obligacion; que de esta no
surje nada grande y si de la libertad; que la Persia y la
Laconia dieron pocos hombres sabios y muchos Atenas,
donde la enseñanza era libre; que la lógica es inflexible, y
que si queremos la libertad en la enseñanza superior, no hay
mas remedio que quererla en la inferior, y despues de
todo fijaos en que eso que pedís con tanto ardor no ofrece
por lo visto ninguna novedad, nada absolutamente de ori
jinal.
Tiene la palabra el Sr. Eugenio Sué: -

«La sociedad dejenera en vez de progresar ¿Por qué,


si hay cuidado de la raza caballar y aun de la asnal, si los
gobiernos trabajan y hacen enormes gastos por mejorarlas,
no ha de haber cuidado, y los gobiernos no han de traba
jar y hacer gastos en el mejoramiento de la raza humana,
la mas importante, la mas útil, la mas privilejiada de la
creacion? Ya estiempo de abordar esta gran cuestion, ya es
hora de resolver este interesantísimo problema. Desde que
la revolucion francesa...» -

¡Hombre! si eso que V. pide, sobre que, caso de po


nerse en práctica entre nosotros, concluiría con el pudor
y convertiría la sociedad en un inmenso acaballadero, lo
practicaron los haraganes de los espartanos, entre los cua
les la dignidad humana estaba desconocida, la justicia era
un comodin y la libertad una burla sangrienta. Es sabido
de todo el mundo que los espartanos arrojaban al Eurotas ó
"
– 129 –

precipitaban de la cumbre del Taygeto al niño que nacia


contrahecho ó con cualquier defecto físico, que castigaban
al que se ponia muy gordo etc., etc. ¿No hay orijinalidad
en la orijinalísima idea de Eugenio Sué?
Tiene la palabra el Sr. San Simon.
«¿Qué se vé en la actual sociedad? La justicia arrincona
da, la igualdad proscrita, la haraganería recompensada y el
trabajo infamemente retribuido. Yo resuelvo el problema
con el nombramiento por sufragio universal, ejercido por
blancos y negros, por cobrizos y amarillos, por civilizados
y por salvajes, de un gobierno para todo el globo terraqueo;
y ese gobierno, compuesto de vFINTE y UN ciudaDANos EMI
NENTEs, dará a cada uno segun su capacidad y á cada capa
cidad segun sus obras. Es preciso, es indispensable que lle
guemos á este desideratum, por que desde que la revolucion
francesa...» -

¡Hombre!. Lo que V. quiere es un original delirio, que


perturbó su mente á causa de haber estudiado el sistema
de conventiculos pitagóricos y de hermanas pitagóricas
con los estatutos de otros conventos de monjes y frailes de
la edad media; y ese delirio si fuera (que no lo es), reali
zable, aunentaría prodigiosamente la haraganería, retri
buiría á esta revistiéndose de un audaz charlatanismo con
perjuicio del trabajo; proscribiría la justicia; la igualdad
sería con él la mas insigne decepcion, y la libertad se iria
al cielo, huyendo horrorizada de la tierra. -

Tiene la palabra el Sr. Lamenais.


«¿Qué es el moderno proletariado? la antigua esclavi
tud, todavia peor, porque el moderno esclavo carece de
amo que le mantenga, y su dueño casi perpétuo es una
cosa que se llama hambre y desnudez etc. El problema
la esclavitud moderna es preciso resolverle, porque des
de que de la revolucion francesa...»
47
—130 –

¡Hombre! Antes de la revolucion francesa y despues ha


habido pobres y ricos, y los habrá siempre; pero el pobre
de hoy no puede ser comparado con el esclavo antiguo.
Nuestro obrero es libre, tiene dignidad y asi se lo hace
comprender justamente al miserable que intenta rebajárse
la, mas que se llame su amo ó principal. ¿Hace alguien
hoy la infame comparacion uue se vió obligado á hacer Plí
nio el antiguo sobre el precio de un cocinero y un caba
llo? (1)
¿Hay algun hombre en el mundo, ni aun entre los es
clavistas del Sur, que pida la muerte de 400 esclavos jun
tos como murieron en tiempo de Neron por haber asesina
do uno de ellos, á causa de celos por un muchacho, á Pedanio
Secundo,prefecto de la ciudad? (2) Si el proletario es tra
bajador encuentra donde ganar su subsistencia, mejorar
su condicion y aun hacerse rico. A manera que la civiliza
cion cunde, las comodidades se estienden por todas partes,
y si el proletariado no es todo lo feliz, que nosotros quera
mos verle, lo será por medio de la libertad, nunca con
medidas que ataquen esa libertad en este ó en el otro ter
IGIOO.

Tienen la palabra los del enaltecimiento de la mujer.


(Una porcion de soñadores de todos los paises).
«¿Por qué la mujer no ha de tener voto? Por qué no ha
de subir á la tribuna? ¿Por qué no ha de formar parte de
un jurado? Estos problemas hay que resolverlos. En la pri

(1) Plinio,Historia natural, lib. 9, cap. 17 dice: Asínio Celer, uno


de los consulares, siendo príncipe Cayo César, fué tan pródigo con este
pez (el llamado mullo) que compró uño por8,000 dineros, lö cual hace
que yo revuelva mi ánimo á la contemplacion de aquellos que en la
queja de gastos superfluos decian á voces, que se compraban en mas pre
cio los cocineros qüe los caballos, pero ahora se compran los cocinèros
con precio de triunfos,y lospeces con precio de cocineros.»
idea de los hombres!
(2) Tácito. Anales, lib. 14.
– 131 –

mera revolucion francesa la mujer subia á la guillotina,


justo es que suba tambien al mando, y precisamente desde
esa revolucion es cuando...»
¡Hombres! Antes de esa revolucion se trató en mil par-
tes de enaltecer á la mujer, en Lacedemonia por ejemplo, y
de sabido se calla, que, Platon, que tuvo el asqueroso gus
to de contar cuatro ó cinco hombres por queridos, en vez de
mujeres, enalteció tanto á estas en su República que las
equiparó en todo á los hombres (1); pero es el caso que la
naturaleza puede mas que todos los enaltecedores de la mu
jer, y que si se la enalteciese á esta como vosotros decis, nos
sucederia irremisiblemente lo que, con tanto juicio como elo
cuencia decia Lactancio, juzgando la utopia del fundador
de la Academia: ¡cuán desventurada deberia ser esta ciudad,
donde las mujeres desempeñáran, las funciones de los hom
bres! (2)
Oid unas cuantas consecuencias de vuestro enalteci
miento. -

Ya está armada la mujer del derecho del sufrajio: acér


case al colegio. ¡Paso á la señora que va á votar! Y pre
sidente y ajentes, y votantes y no votantes tienen que de
jarporgalantería á la señora que haga lo que mejor la
plazca, aunque sea introducir cien papeletas en la urna ú
otra cosa por el estilo. ¿Qué no? Quisiera ver de presiden
te de un colegio al que es tome niegue,y que se acercase á
votar á su mesa una soberana hermosura. Por mi salud ju
ro, que metia él otras cien papeletas en la arquilla mila
grosa, iguales, hasta del mismo color que las que introdu
jese la ciudadana votante.

(1) Fueron bardajas de Platon, el jóven Estrella, Fedro,Alexis, Aga


ton y algunos dicen que tambien Dion.
contraste!
(2) * Lactancio, Instituciones.
- 132 -
Pues ya posee tambienJa. mujer il derecho de form.a.r
parte de ua jurado. Se tra>ta de un r,eo de muerte. ¡Que
venga la señora T ! No puede asistir, se bajía de . par
to. ¡Venga otra en s« lugar!—-Se epcuentra en :un ¡estado
interesante, y el espectáculo conmovedor del reo, las emOr
ciones terribles que po podría menos de sufrir... Que venga
la señorita cual.—Se ha ido de baile, etc., etc, etp.
Ya pued'e subir á la tribuna... ¡Tiene la palabra la se
ñorita B.! ¡Atencion! ¡qué bonita es'. ¡Qué fea! —Por verla
tan fea, voy á votar en contfa de lo que pide. — Y yo en
pro, nada mas que por verla tan bonita. , :. ..
¡Oh! cuánto podríamos decir semejante á esto: nos con
tentaremos con hacer notar, que los salvajes no lleyap sus
mujeres á la guerra, ni los demócratas de Suiza conducen
las suyas á la urna, lo que nos prueba evidentemente que
empezando por la mas grande barbarie y concluyendo por
la mas refinada civilizacion, la mujer tiene en topeas, partes
el puesto que debe tener, el que Dios la señaló al criar{a
mas débil y mas delicada que al hombre, elja papa las fae
nas caseras y él para el rudo trabajo del campo, de los ta
lleres y de la guerra. Hasta entre lo^espartanos,, en donde
las mujeres tenían una educacjpn casi cpmun con los hom
bres, aquellas jamas tomaron el escudo y espada, ni ejer
cieron derechos, que les niega su misma constitucion- fí
sica. ...i-)-| .'>.;; -.'>-. V-'i . \ ''.) '. nii rb -f
«¿Pero no tiene la mujer derechos inenajenables? Silos
tiene, justo es que no se los quitemos.» La sociedad no la
quita lo que Dios no la ha dado, haciéndola débil y propia
esclusivamente para la vida doméstica. Es mas, aunque la
sociedad la diera esos derechos, ella en general los recha
zaría, y la que no lo hiciese, llevaría el ridículo á todas las
instituciones, y una cosa ridicula se cae á pedazos con tan
ta ó mas facilidad que si estuviera podrida. Y no es que no
— 133 —
e^jstan mujeres valerosas, inteligentes y heróicas en alto
grado: seríamos injustos si lo contrario dijéramos; pero esas
mujeres son la escepcion de la regla, y por lo mismo las
estimamos, admiramos y aplaudimos tanto. ¿Es igual. el
organismo de la mujer al del hombre? ¡No ha llegado ni
¿son mucho, el caso de que se den al hombre los derechos
.que le pertenecen, y hemos de pedir hoy esos derechos
para la mujer! Esto equivale á quedarnos sin unos y sin
otros.
Tienen la palabra los que aquí en España piden á
nombre de la revolucion francesa, cosas que no entienden, ó
no quieren estudiar en nuestra historia:
«La sociedad está enferma; esa grande acumulacion de
propiedades territoriales; e.«a miseria á ella consiguiente;
esa falta de armonía entre el capital y el trabajo, esa des
igualdad de ciudadanos, los unos con un fuero y los otros
con otro, y esa carencia de la preciosa garantía del habeas
eorpus, todas, absolutamente todas estas cuestiones entra
ñan tremendos problemas que hay que resolver pronto y
bien, porque desde que la revolucion francesa...»
¡Señores! ¿Acaso necesitan VV. acudir á la revolucion
francesa para hablar de esas y otras cuestiones? Prescin
diendo de esa armonía entre el capital y el trabajo, que
nosotros queremos y esperamos ver realizada por la única
manera que puede verse, por la asociacion voluntaria, libér
rima de capitalista y trabajador, prescindiendo de esto,
decimos; si VV. hubieran leido la historia patria, la de
nuestras antiguas cortes y nuestras comunidades, además de
los principales de nuestros fueros municipales, sabrían que
nuestros antepasados gozaron del beneficio del habeas cor-
pus algunos■ siglos antes que los ingleses (1); que en España

(1) Consignado en los fueros de Nájera del año de 1076, que dice; si
– 134 –

no hubo diversidad de fuero hasta que nos la introdujeron


los monjes franceses de Cluny; que mil y mil veces se cla
mó contra la amortizacion, dictándose medidas para des
truir sus funestos efectos, y que por lo tanto para poner
sana á la sociedad, no necesitamos ni alarmar intereses le
gítimos, ni dar tras de la libertad, que es la armonía
por escelencia, ni acudir, por último á la revolucion
francesa, desentendiéndose de la justicia, de la sana
filosofía y hasta de la historia patria, sino, apoyándonos
en las tres últimas firmísimas bases, procurar con en
tera confianza que la civilizacion progrese, que el cuerpo
social mejore en bien de pobres, medianos y ricos.
Los creadores de problemas no saben, óse olvidan, que
los mas tremendos problemas están ya resueltos, algunos
por desgracia entre mares de sangre.
¿Se nos habla de comunismo? Ya trató de plantearle
Platon, ya le tuvieron aunque por poco tiempo en pró de
los holgazanes losprimeros cristianos; ya le predicaron en
nombre de la confraternidad del degüello los feroces ana
baptistas de Tomás Munzer en el siglo XVI. -

-,
non potuerit (el habitante de Nájera) fideijusorem dare, non debet comiti
in carcere, set tuntum in palatio regis; el de Cuenca que dice: mando
quod quicunque hominem cum prohibitis armis incluserit pectet tre
centos solidos; et quod homines incluserit,tot trecentos pectel: el de Búr
que dice: neñgun (todo)home que prisiere á otro sin la justicia peche
00 florines; el de Escalona, que dice: homo qui fideijusores dederit, non
sit suspensus nec lrusus in carcere: el de Palencia, que dice: ommishomo de
Palentia, qui fideijusores dedit pro sua pede et sua bona, non sit prcso
corpus suum: el de Aurelia *: de Oreja) que dice: si alguno de los
pobladores de Aurelia oviere con su señor ó vecino, quel haya fecho algun
tuerto, no sea echado en la cárcel, si puede dar algun fiador de sus veci
nos; el deZamora, que dice: aquesté es elfuero é establecimiento que po
ne el concejo de Zamora, que valga por siemprejamas; que los yuices que
fueren, que non pasen mais de como mande el fuero: mengun yuiz men jura
do non sea osado porprender ne por encepará home que hobier valia de C.
maraveaís, como el fuero manda.
Idénticas disposiciones contenian los fueros de Toledo, Córdoba y
otra infinidad de poblaciones.
– 135 –

¿Es de socialismo? Ahí están Esparta y los conventículos


pitagóricos, que tenian de todo, de comunismo y de socia
lismo.
¿Es de repartimiento de tierras? Ahí están Demetrio
falereo, los Gracos y hasta el mismo Catilina.
¿Es de deudas? Ahí están por un lado la legislacion de
Solon y por otro las retiradas del pueblo romano al Sacro
y el Aventino. -

¿Es de la esclavitud? Afortunadamente no conocemos


esta plaga en la Europa culta. -

«Aquí está la cuestion, dicen algunos. ¿Qué tienen que


ver las sociedades antiguas con las modernas? Por esto de
bemos mirar con prevencion hasta la historia. Aquellas
puede decirse que no tenian pueblo, carecian de industria
y su comercio era limitadísimo: estas tienen un inmenso
proletariado, cuya suerte no puede ser mas precaria; viven
principalmente de la industria, que ejercen brazos libres
en el nombre, esclavos en la realidad, porque es un axio
ma incontrovertible el de que hay mucho y mal repartido,
siendo los dueños del mucho treinta ó cuarenta mil capita
listas, y las vítimas del mal repartido cuatro millones de
braceros.»
¿Lo que es la falta de estudio! ¡Pues no parece sino
que Atenas no tenia pueblo, lo mismo que industria ejerci
da por hombres libres! ¡Pues no parece sino que Roma no
tenia pueblo, lo mismo queindustria ejercida por ese mismo
pueblo que no era esclavo! El padre de Sócrates era cante
ro y su madre obstetriz ó partera; Esquines el filósofo tuvo
porpadre a un longanicero, Simon fué un correero, Teo
frasto hijo de un lavandero de paños, y el gran Ificrates,
que casó con la hija de Cotis, rey de Tracia, era hijo
de un zapatero. Decimos esto á propósito de los que
creen que en la antigua Grecia eran ejercidas las ar
– 136 —

es mecánicas por esclavos, y que todos sus restantes


habitadores no ganaban el pan con el sudor de sus ros
tros, no formaban verdadero pueblo. La misma idea tie
nen algunos de Roma, y para convencerse de lo equivoca
da que es, no hay mas que leer áTito Livio, y en él se ve .
que cuando el levantamiento de Herdonio siguieron á este
hombre generoso de 5 á 6.000 esclavos, únicos segura
mente que contendria entonces Roma, siendo así que dos
años antes se hizo lustro de órden de los cónsules T. Emilio
y Q. Fabioy dió por resultado que habia en la ciudad
124,214 ciudadanos cabezas de casa (1). En diferentes au
tores y sobre todo enPlinio el antiguo vemos que no los es
clavos, sino los hombres libres del pueblo trabajador, ejer
cian los oficios de comerciantes,tenderos, herreros, carpin
teros, ebanistas, barberos, peluqueros, etc. Elpueblo siem
pre fuéinmensamente mas numeroso en Roma que los es
clavos, y solo cuando el inmundo despotismo de los Césa
res dominó sobre la ciudad eterna de una manera absolu
ta, fué cuando,como dice Tácito, se temió por el gran acre
centamiento de esclavos (2). .

No hay que darlo vueltas. Los mas terribles problemas


se presentaron ya; las cuestiones mas preñadas de tempes
tades se han ventilado hasta en el terreno de la fuerza y
de una manera que no es fácil llegue áreproducirse.
Ahí esta la guerra de los anabaptistas alemanes del si
glo XVI. ¿Se dará ya una sublevacion tan terrible como la
del insensato y cruel nivelador Tomás Munzer en contra
-

(1) Dice asíTito Livio: «Ytornados los cónsules á Roma hicie-"


ron lustro; quiero decir, que mandaron contar el pueblo y hallá
Tonse CIENTo VEINTICUATRO MIL DOSCIENTos Y CATORCE CIUDADANos cabezas
de casas.» Década primera, lib.3, cap. I. - -

(2) Estando algo temerosa la ciudad por el gran número de esclavos


ue cada dia se aumentaba, menguándosé al contrario el pueblo libre.
ácito, Anales, lib. 4° , ,
– 137 —

del derecho de propiedad? ¿Qué vale la revolucion france


sa del 93 al lado de la revolucion de los aldeanos de la
Suavia fanatizados por Munzer? ¡Degollad!, ¡Degollad! es
clamaba el jefe anabaptista. ¡QUE LA cucm LA CALIENTE DE
sANGRE No TENGA TIEMPo DE ENFRIARSE! Forjad, á Nembrod
sobre el yunque. ¡PINk, PANk! ¡MATADLOTOD0! Mientras
que estos vivan, jamás quedareis libres del furor de los hom
bres; no se os puede hablar de Dios, en tanto que reinen so
bre vosotros (1). -
--

Si contemplamos con mas horror ciertas escenas de la


revolucion francesa que otras de la revolucion anabaptista,
es porque á esta la vemos mas lejos: de la propia manera
nos inspira menos repugnancia que las escenas devastado-,
ras de Munzer, el horrible degüello en el circo de los 8.000
partidarios de Mario de orden de Syla, porque á este ti
rano le contemplamos á mayor distancia que al jefe co-.
munista de Mulhausen sobre el Ill. ,,
Nada nuevo debajo del sol. Nilhil novum sub sole: pre
séntense problemas, aparezcan cuestiones: unos y otras no
pasarán de ser una reproduccion, por fortuna pálida, de
cosas sucedidas. Lo que debemos procurar los hombres de
buena fé es ventilarlo todo en el terreno de la razon, to
mandopor criterio la libertad, por norte la justicia.
No diremos aquí nosotros que el pueblo esté bien: está
mejor que ha estado, y todos debemos trabajarporque me
jore mas y mas cada dia, por medio de la libertad; pero
cuidado con exasperarle y llevarle hácia la desesperacion,
porqueesto podría traerle una libertad fugaz, pasajera como
una nube, para caer, en fin, en el despotismo y la miseria
á él consiguiente. ·

(1) Manifiesto deTomás Munzer á los aldeanos de la Suavia, dado


en Mulhausen en 1525, titulándose siervo de Dios contra losimpíos.
18
- 138 –

¿Decís que hay mucho y mal repartido? Os concedere


mos, si se puede usar de la palabra repartimiento, que no
está bien; pero vosotros lo quereis poner peor, aun los que
de tal asunto hablais con la mejor buena fé y sana volun
tad, como no os acojais á la libertad y á los eternosprin
cipios de justicia. - -

Bemos hablado en términos generales, casi podriamos


decir vagos, de problemas y novedades, de cuestiones tre
mendas y pavorosas, y de originalidades que salen de al
gunos cerebros, cuyos dueños toman con toda modestia el
título de innovadores.
Concluimos aquí sentando, que de los predicadores de
esos problemas y de los propagadores de esas novedades
salen las sectas, que no son mas que una reproduccion de
otras, que yacen olvidadas en ese, para el presente caso
gran cementerio, llamado historia.
Veámoslo. -
CAPÍTULO XVII.

Comunistas.
¿Qué puedes decir aquí de los comunistas? nos dirá tal
vez algun amigo de ellos ¿No les has calificado ya de la
drones filosóficos? ¡Pobre de tí si llegara el triunfo del co
munismo! ¡Pobre de tí!
Me resigno anticipadamente, cual si fuera el mas fiel
creyente en las virtudes miraculosas del zancarron de Ma
homa, con mifutura suerte, mas que ella sea la de perder
el pescuezo en la guillotina óá manos de un robusto y fe
rocísimo comunista; pero esto no obsta para que, amigo
como soy ante todo de la justicia, dé á cada uno lo que es
suyo. Esa calificacion de ladrones filosóficos no se la doy
mas que á los que quieren imponer el sistema comunista á
la sociedad. Los que quieren el comunismo para ejercitarle
voluntariamente entre sí, sin pensar siquiera en imponér
sele á la sociedad, esos no son ladrones filosóficos, siendo
cuando mas unos infelices. .
Pero Platon pidiendo tierra y hombres al tirano Dio
nisio de Siracusa, para que estos viviesen segun su Re
pública, será, ademas de un soñador y partidariode la mas
inmunda tiranía, un verdadero ladron filosófico (1).

(1) Algunos han intentado disculpar á Platon, suponiendo que con su


República quiso dar un tratado de educacion, no formular un sistema
de gobierno para que se redujera á la práctica: esto no es cierto. Platon
: reducir á la práctica su asquerosa concepcion, segun vemos en
Diójenes Laertio y otros autores. La segunda vez, dice Laertio en la
vida de Platon,que pasó áSicilia, fué para pedir á Dionisio el jóven
— 140 —

Y á Cabet, por mas que le creamos animado de nobles


sentimientos en el hecho de verle recorrer una gran parte
de Europa en busca de hombres y de capital, para pasará
América en busca de tierra, y con todo ello establecer su
Icaria, ademas de tenerle por un nuevo fundador, en
cuanto á lo humano, de un convento de frailes y monjas
con su correspondiente Regla, no podemos menos de con
siderarle como otro ladron filosófico. Ambos á dos quieren
robar derechos, dignidad humana y libertad, que valen mas
que los bienes de fortuna. En cuanto á los que quieren im
ponernos el comunismo, diremos que esos merecen ser lla
mados ladrones filosóficos refinados.
Prosigamos nuestra tarea. -

La República de Platon con su comunidad de mujeres,


aparte de otras cosas, nos inspira asco invencible.
La Icaria de Cabet, aparte ahora tambien de otras cosas
nos produce grandísima lástima.
En esta solo pueden vivir esclavos voluntarios, que bus
carán su libertad y su dicha en... el suicidio.
En aquella... ¡oh! lo mejor es no decirlo: el pudor se
resiste á ello, la rabia entra en el corazon y la sangre se
subleva con solo oir hablar de la comunidad de mujeres.
Con sobrada razon dice Proudhom (porque tambien alaba
mos lo bueno, sea el que quiera el que lo diga): hasta el
aliento de un hombre que perciba mi mujer, puede ofender
me: hasta la palabra, añadimos nosotros, como no sea la
de un amigo leal, dirigida á la esposa óla hija, puede ofen
der al hombre honrado y pundonoroso. ¡Cuánto no ofende

tierra y hombres que viviesen segun la República que él habia ordenado;si


bien este se lo prometió, no llegó á cumplirselo.
Es de advertir que, segun vemos en el mismo Laertio, ni siquiera era
orijinal de Platon su República, pues que, citando á Favorino, dice que
la estractó toda de las de Protágoras.
— 141 —
ría la asquerosa baba del leproso ó del inmundo libertino,
manchando la pureza inmaculada de la vírjen ó la preciosa
castidad de la matrona! ¡Oh!... no pensemos siquiera en
esto. . . "
Se nos resiste creer lo que para alabar la comunidad
de las mujeres decia Pirron de los mesajetas, pueblo del
Asia , habitador de las orillas del mar Caspio , asegu
rando que existia entre ellos tal comunidad ; pero sí
fué cierto el hecho , quiere decir que en ese pueblo, ó
mejor tribu, estaba por completo arrinconado el sentimien
to del pudor y proscrita hasta la santa nocion de la justicia,
como lo estaba en el corazon de Platon, en el del sucio Dió-
genes, en el de Zenon el estóico y en los de otros filósofos
griegos, que opinaron, segun vemos en Laertio, por la comu
nidad de mujeres (1). ¿Quereis ver una magnífica reproba
cion de esa nauseabunda comunidad? Pues oid á Lactancio
en el pasaje ya citado, refutando el estúpido comunismo de
Platon:
«¿Y habría tambien, dice el grande escritor cristiano,
comunidad de mujeres y niños? ¿No existirán la diferencia
de los nacimientos ni la perpetuidad de las estirpes, ni la
familia, ni el parentesco, ni los lazos de la sangre? ¿No rei
nará en todas partes mas que la union desordenada y con
fusa, como en un ganado de bestias, sin continencia en los
varones ni pudor en las hembras? ¿Qué ternura conyugal
puede haber eutre los sexos, cuando la posesion no es fija
ni durable? ¿Qué piedad filial puede esperimentar el que
no sabe de qué padres ha nacido? ¿Qué hombre puede
amar á un hijo, que creerá ageno?»
Hemos citado con toda intención á Platon y demás filó-

(1) Diógenes Laerlio. Vidas de Platon, Zenon, Diógenes cínico y


otros.
- 142 –
sofos griegos que pidieron la comunidad de mujeres, para
hacer verá todo el mundo que los delirios, estravagancias
y asquerosidades que se presentan por algunos modernos
pensadores á la consideracion de la sociedad actual, no son
masque copias, miserables copias de estúpidas produccio
nes, de aberraciones inmundas de aquellos paganos estra
viados.
A propósito de esto. Se nos ocurre ahora decir aquí,
que un ilustre éingenioso escritor francés (Bastiat), tiene la
mania en sus brillantes defensas de la libertad, de conde
nar, no sabemos si por no conocerlo ó por otra causa, sien
do así que hay bueno y malo y la gran cuestion está en
saber distinguirlo, todo lo que sea griego y romano, atri
buyendo sin embargo á ingleses y franceses, á Tomas Moro,
Roberto Owen, Fourier, Cabet y hasta Fenelon la utopia
comunista. Pero nosotros, que nos hemos propuesto dar á
… cada uno le que sea suyo sin miedo á nada ni á nadie,
ageno á toda alma que busca la verdad, concedemos á los
griegos la originalidad y á los ingleses y franceses la copia:
originales los primeros, copiantes los segundos, como tra
ductores de copiantes los pocos de los nuestros que dan tras
de la libertad, ora invocando con palabras huecas y sono
ras el bienestar del pueblo, ora la emancipacion del prole
tariado,ya la armonía universal, ya la particular entre el
capital y el trabajo, proporcionada, impuesta por el Esta
do, etc., etc. Si en este juicio salen los nuestros lo peor li
brados, lo sentimos por nuestro país, no porque faltemos á
la verdad, que es la que guia y guiará todos nuestrospasos.
Y no se crea que queremos dará cada uno lo suyo por
la sola gana de quererlo, no; nuestro objeto es convencer á
toda persona sensata de que las opiniones comunistas son
antiquísimas, que esos llamados problemas de comunidad
Se presentaron ya en el mundo, que todos tuvieron en su
– 143 –

tiempo la solucion oportuna, proporcionada casi siempre por


el desprecio público, y que es una insensatez, sino un crí
men, hijo de la ignorancia, cuando no de un cálculo político
particular,el querer resucitarlos, atacando á la libertad en
todas sus manifestaciones y pretendiendo convertir la so
ciedad en un gran convento de frailes de la peor especie.
Y aquí debemos decir algo en honor de esa Grecia, que
sinos dió malos modelos, tambien no los dió buenos y ejem
plo de no hacer caso de aquellos. ¿Sabeis cómo escuchó la
Grecia esos que llamais problemas y nosotros calificamos
de asquerosos ataques á la libertad, á esa libertad augusta,
úNICA base en que el pueblo ha de apoyarse para lograr su
mejoramiento moral y material? Pues lo hizo con el mas
profundo desdén, con el mas soberano desprecio. La Gre
cia vió sin conmoverse, sin dignarse casi prestarles su
atencion los conventículos pitagóricos; miró el comunismo
de Platon con la mas grande indiferencia, y por esto el
discípulo de Sócrates acudióá un tirano para que le facili
tase los medios de ponerlo en práctica; oyó, como se oyen
los acentos de una música discorde y enfadosa, la jerga de
la armonía universal de ese mismo Platon, que este copió
de Pitágoras, quien creyó encontrarla en sus supuestos in
térvalos del alma, á imitacion de los intérvalos armónicos
de su sistema planetario, y contempló por último con des
deñosa mirada así el comunismo testamentario de Teofas
tro como la comunidad de mujeres de Pirron y de Zenon el
estóico, asi la antropofagia de Crisipo como las torpes estra
vagancias de los cínicos. Pues bien: de los conventículos
pitagóricos y de todas lasprácticas que se imponian los ini
ciados en la doctrina, sacó su sistema el Sr. San Simon,
presentándole con algunas ligeras variantes, por aparecer
hombre grande y sobre todo original: del comunismo de
Platon, reformándole en estos ó los otros artículos para
– 144 –-

quitarse de encima la nota de copiantes, salieron las utopias


de Moro, Owen y Cabet, como antes habian salido los en
sayos de los taboristas bohemios, de los desviches de Dedé
Sultan, de los feroces anabaptistas de Munzer y del ridícu
lo rey de Sion, de los niveladores ingleses del tiempo de
Cronwell, etc., y de la armonía universal de Pitágoras,
que condujo á este filósofo á la estravagante creencia de la
metempsicosis ó trasmigracion de las almas, salió la armo
nía de Fourier, ó sea su ley de la humanidad. la atraccion
apasionada, teoría que, con falansterios ósin ellos, en po
lítica lleva irremisiblemente al envilecimiento del hombre
y su consiguiente esclavitud, y en religion al panteismo
desconsolador,
¿No hay libertad? no hay individuo, no hay hombre; se
confunde, anulándose, en la comunidad. ¿No hay libertad?
habrá una partícula de inmortalidad, que al abandonar el
cuerpo se confundirá con el alma del mundo de Marco
Aurelio y otros filósofos estóicos. No espereis otro resul
tado. -

Una cosa debemos sentar aquípara vergüenza eterna


de los modernos comunistas. Platon y todos los comunistas
antiguos querian la anulacion, el envilecimiento, la escla
vitud del hombre en una sociedad que respiraba servi
dumbre por todos su poros. Losmodernos comunistas quie
ren la servidumbre en una sociedad que solo puede alimen
tarse ya con el benéfico manjar de la libertad. o
Ahora bien: si á los primeros les despreciaron sus con
temporáneos ¿qué merecen de nosotros los segundos?
¡Eterna execracion! ¡Y sois vosotros los que nos ofreceis
repúblicas, en que el pueblo ha de nadar en un mar pro
digioso de dichas! Guardadlas, guardadlas, ilustres copian
tes, para los que quieran ser esclavos. Yo, mil veces mejor
que por las vuestras, estoy por la República de Babin...:
- 145 – -

¡Oh! ya lo creo; como que esta me divertiria, mientras que


las vuestras me matarian en la guillotina, de hambre ó de
un atracon de barbarie (1). -

Decia Epícuro reprobando el comunismo de Pitagoras y


Platon, que la comunidad de bienes solamente podian querer
la las personas poco fieles, y que en casó no podia tener lu
gar mas que entre amigos, y la historia vino á dar en esto
la razon al filósofo de Gargeto. ¿Qué sucedió con el comu
nismo voluntario á que, segun los Hechos de los Apóstoles,
se entregaron los primeros cristianos? Que á pesar de lo
poderoso, de lo semi-omnipotente que entre ellos era el vín
culo de la religion, vemos ya desde el primer momento
surjir quejas contra la distribucion de recursos de parte de
las viudas de los judíos helenistas, recien convertidos al cris
tianismo, en virtud de las cuales la lglesia de Jerusalen, eli
jió, á propuesta de San Pedro, siete varones, ácuyo frente se
colocó San Esteban, para hacer que en el repartimiento presi
diese la equidad. ¡Vana medida! El comunismo en cuanto á
lo terreno de los primeros cristianos de Asia no creemos que
estuviese en pie mucho mas tiempo que el que tardó el

(1) La República de Babin fué una institucion llena de "originalidad,


que se fundó en Polonia en el siglo XVI,reinando Sejismundo Augusto.
Ideada por hombresprobosy debuen humor, formaban parte de ella
no solo los personajes polacos que asi lo querían, sino tambien los que
ni siquiera soñaban con ello.Como su principal objeto era el correjir
los malos hábitos y contener los abusos del gobierno por medio de la
burla y aun del sarcasmo, adoptópor lema el alegre ridendo castigat
mores, y llenó su mision de una manera notable. Que un miembro
hablabā en la asamblea del pais sobre una cosa que no le pertenecia ó
no entendia, al momento la República de Babin le mandaba un diploma
nombrándole canciller de ella; que otro se jactaba de un valor á toda
prueba; al instante se encontraba con el título degran general; que otro
se esplicaba en términos indecorosos, inmediatamente recibia el nom
bramiento de predicador, etc. De esta manera, el necio ú orgulloso se
correjían y no se daban por entendidos de los honores proporcionados por
la República de Babin, portemor áun golpe mas ruidoso.
¡Si fueran así las repúblicas de los comunistas! 49
– 146 –

Apóstol en abandonar aquella parte del mundo (1). Donde


hay que distribuir, allí hay con precision injusticias, y don
de se quiere anonadar el interés individual, que todo lo
crea, ólo perfecciona, allí se manifiesta irremisiblemente
al momento y para destruir el principio contrario, ya por
la astucia como en Licinio Stolon, ya por la traicion como
en los calistinos contra los taboritas de Bohemia,ya en fin,
por la fuerza, que invoca el derecho, como en toda la Ale
mania contra los anabaptistas de Munzer y del rey de Sion,
que querian la confraternidad universal por el dulce medio
del degüello de cuantos como ellos no pensasen, con inclu
sion de las mujeres y niños de los que no fuesen de la co
fradía. "

Aparte de que la sentencia de Epicuro encierra, como


acabamos de ver, un gran fondo de verdad, nosotros cree
mos que en el comunismo de la sociedad solamente pue
den pensar los holgazanes, salvo alguna que otra indivi
dualidad que aprecia en mas la distincion que la dulce ha
raganeria. El comunista, el que quiere proscribir del cora
zon humano el interés individual, ni puede ser amigo de
las ciencias, porque el comunismo sería la negacion de
ellas; ni puede ser amigo de las artes, por que el comunis
mo sería la proscripcion del génio; nipuede ser amigo de
los inventos, por que el comunismo sería la prohibicion de
inventar; ni puede ser amigo de la agricultura, la indus
tria y el comercio, porque el comunismo sería la ruina de
todo; ni puede ser en fin, amigo de la justicia, porque el
comunismo sería la injusticia perenne presidiendo á la
sociedad hasta conducirla haraposa y ensangrentada hácia
la disolucion. Ante los ojos del comunista no hay mas que

(1) Puede verse sobre esto mi citada obra de la Democracia, el so


cialismo y comunismo.
–147 –

un triunfo en definitiva, el de la holgazanería; y la holgaza


nería elevada á sistema nunca podría producir más que la
pobreza general y la barbarie á ella consiguiente.
Hemos hablado de lo que haria, no de lo que hará el
comunismo, porque estamos perfectamente persuadidos de
que el comunismo jamás se enseñoreará de la sociedad,
como que esta es inmortal y aquel representa la muerte;
como que la sociedad vá llena de vida en pos de su mejora
miento, y aquel aspira, rebosando de hediondez, á llevarla
al sepulcro. No es dado al hombre, y menos con estrava
gancias ridículas ó delirios insensatos, destruir lo que el
dedo de Dios, en su altísima sabiduría, hizo imperecedero.
¿Que quieren cuatro, veinte, ciento vivir en el comu
nismo de un falansterio de Fourier, de un conventículo
pitagórico, de una nueva Icaria de Cabet?... Quiéranlo
muy enhorabuena; váyanse á ser esclavos, puesto que su
inclinacion les lleva por ese camino; sujétense voluntaria
mente á las prácticas que gusten, mas que sean las de ma
cerar su cuerpo y cubrirle de áspero cilicio; trabajen unos
para que otros coman; abdiquen de su dignidad; renuncien
á la libertad, á ser verdaderamente hombres, dueños de sí
mismos y de todas sus acciones; vivan así en perpétua y
degradante tutela, pero no piensen, ni siquiera sueñen en
dejar de ser miembros de la sociedad, sometidos como ta
les á las leyes comunes y á los tribunales, ordinarios, y
obligados á levantar como cualquier otro las cargas del
Estado. - -

Pero querer arrastrar á la sociedad hácia el comunis


mo, eso no deja de ser el colmo de la insensatez, de la lo
cura y del crímen; eso no puede caber mas que en una
cabeza estraviada ó corrompida.
Suponed por un momento abolida la propiedad; supo
ned sofocados en todos los corazones el interés individual,
–148 -

este interés legítimo, noble, santo, que me hace trabajar


pensandó en mi vejez, en mis enfermedades, en el hijo
querido de mi corazon, en las prendas mas dulces al alma;
suponed ya triunfante el comunismo y convertida, la socie
dad en un inmenso convento. ¿Qué creeis encontrar con
esa trasformacion? ¿La dicha para todos? ¡Insensatos! ¡No
veis que oshallariais con que secabais con impía mano to
das las fuentes de esa dicha, porque quedarian proscritas,
anonadadas, completamente muertas la dulce beneficencia,
la consoladora amistad, la piedad filial, la ternura pater
mal, el amorpurísimo, todas las virtudes, todas las afeccio
nes mas preciosas del corazon? Pues en cambio tendriais
que todos querrian ser generales y muy pocos soldados;
tados maestros y muy pocos discípulos; todos oficiales y
muy pocos peones; todos guardianes y muy pocos frailes;
todos capataces y muy pocos obreros; todos inspectores,
distribuidores y manipulantes, y muy pocos abejasinteli
gentes y laboriosas.
¡Ah, que no me acordaba, egregios niveladores, de
que podiais remediar estos males por medio del sufragio
universal!... ¿Pero no es dable que del sufragio universal,
como pierda su norte, que es la eterna justicia, salgan el
privilegio, la desigualdad, la desnivelacion, en fin?... Va
mos ávuestro campo. ¡Aun queda un remedio, el último,
pero grande y heróico remedio, el de la FRATERNIDAD UNI
vERSAL!... ¡Otra dificultad!... ¿Y si no hay en el gran con
vento esa fraternidad, porque generalmente se observa que
los que mas la cacarean son los que menos la sienten y prac
tican?... ¡Pero por Hércules (At Hercule nemo refert), como
diria Tiberio dirigiéndose á sus nobles senadores! Esto es
ya ganas de suscitar dudas átodo. ¡Fuera dificultades! Esa
FRATERNIDAD se hace practicar...á latigazos.
¡Ea, el remedio no es malo que digamos: será un tan
149 -

to violento, pero no dejará de ser heróico en el alto grado.


Ya no hay propiedad; ya teneis, ilustres comunistas, con
fundido elprincipio ó la base de la propiedad; ya estáAR
RANCADo DE cUAo, sACADo pE RAIzELVICIO de la propiedad,
como dicen los caps. 33 y55 de la Regla de San Benito, apro
bada por el Papa Hildebrando, para que los monjes pensaran
mas en las cosas celestesque en las terrenas (1); ya está, en
fin, echado por los suelos, totalmente anonadado ese vicio, y
en pié, erguido como la palmera del desierto, mas, como
radiante soberano, en sustitucion suya, el principio de la
fraternidad. ¿Qué vais á dar á la sociedad? ¿La felicidad?
Pero esta no puede darla mas que la libertad, consecuencia
de la justicia: ¿ó es que pensais darla la libertad? ¡La li
bertad, siendo el comunismo la reglamentacion en todo y
para todo, hasta para las horas de dormir y estar despier
to, cuando áunos hizo naturaleza dormilones y á otros vi
gilantes! ¡la libertad, siendo el comunismo la anulacion
completa del individuo,para ser absorbido por el Estado,
es decir, la mas, degradante y bochornosa servidumbre!
¡la libertad, siendo el comunismo, no la antítesis, que esto
es poco, sino la negacion mas terminante y vergonzosa de
ella! ¡la libertad, hija del cielo, emanacion de Dios, siendo
el comunismo, hijo del abismo, emanacion satánica, como
debió serlo la esclavitud! (2)

Hé aquí el testo de dichos capítulos de la indicada Regla, que


puede verse mas por estenso en nuestro citado libro La democracia, el
socialismo y el comunismo. -

Art. 33. Ante todas cosas se arranque de CUAJ0 en el monasterio


el VICIO de la propiedad; que nadie ténga cosa alguna PROPIA, ni li
bro, ni dinero, ni mesa, finalmente, nada.
Art. 55. Que sea castigado con todo rigor el monje que tuviere al
una cosa que el abad no le hubiere dado que PARA sacAR DE RAIZ
LVICIO DE LA PROPIEDAD,déel abad á los monjes cogulla, túni
ca,peales, calzones,zapatos, cuchillo, tintero, etc.
(2) Ya sabemos que la esclavitud la inventaron los espartanos, segun
–150 –

"Vaya, vaya, tiempo es ya de concluir (y éntro de lleno


en mi campo). Vosotros, grandes, nobles y profundísimos
pensadores, que os afanais, que trabajais envuestros largos
ratos de ocio por destruir la obra de Dios, que hizo al
hombre libre y digno, dueño absoluto de sus facultades,
para que, ejercitándolas á su antojo, aunque sin perjuicio
de otro, saque de ellas todo el partido posible, no oscan
seis inútilmente, no os fatigneis en vano. Si vuestras opinio
nes fuesen (que no lo son) practicables, no digamos en nues
tra sociedad sedienta de libertad, ansiosa de adelantos y de
inventos, que solo puede proporcionar el interésindividual,
sino en una nueva republica platónica ó Icaria cabelista,
implantada en la isla de Salomon ó en los solitarios é in
mensísimos prados del Sacramento, no proporcionariais con
ellas mas que el inmundo despotismo; y lo que es peor que
el despotismo, la barbarie; y lo que es peor que la barba
rie, el salvajismo; y lo que es peor que el salvajismo, el
caos pavoroso y horrendo. "

En la sociedad vieja empezariais por cojer lo de todos,


para concluir por dejar á todos pobres. En la nueva empe
zariais por arrebatar los derechos de todos, porusurpar las

nos dice Plinio el viejo. Aquí hablamos en el sentido de ser la esclavi


tud la tiranía perenné del hombre sobre el hombre contra la ley eterna
de la justicia, "estatuida por Dios y violada lastimosamente por todos
los pueblos antiguos.
Al mencionar Plinio las cosas que inventaron algunos durante su vi
da, dice asíen su Historia natural, lib. 7,cap. 56:
Los egipcios ordenaron la gobernacion real y los áticos la popular. El
primer tiràno despues de Teséofué Fálaris de Agrigento. «Los lacedeno
nios inventaron el tener esclavos.»
Si lo eran todos los espartanos,¿qué estraño es que inventáran la es
clavitud para otros?
– 151 –

facultades de todos, para concluir por lanzará todos hácia


el suicidio, hastiados de una vida de miserias, de envileci
miento y de degradante y asquerosísima servidumbre. En
ambasprocurariais destruir la mas predilecta de las crea
ciones de Dios, cubriéndola al efecto de lodo y de inmun
dicia. En ambas usurpariais la dignidad humana, los senti
mientos mas dulces del alma, las afecciones mas queridas
del corazon, la libertad hermosa y entusiasmadora, que
vale mas que las naciones, mas que los pueblos, porque
Dios la diópara que aquellas y estos, gozando de ella, sin
separarse del norte de la justicia, encuentren la felicidad
que es dable encontrar en este mundo de decepciones y de
suyo bastante desdichado. Sin la libertad, pueblos, nacio
nes, tribus, individuos, todos arrastrarían una existencia in
soportable, todos irian en vano tras de un bienestar, que
solamente puede dar aquel principio, creador de todo lo
grande y sublime, de todo lo útil y beneficioso. No hay
que darlo vueltas: es preciso que os convenzais de que en
ambas sociedades, asi en la nueva como en la vieja, se
ríais, en fin, unos RobADoREs.
¡Ah! razon teniamos, pues, cuando os calificábamos de
ladrones filosóficos... ¿No osgusta la calificacion? Creemos
dejar bien sentado (y en verdad, que no lo hemos hecho
por vosotros, sino por los que á sabiendas y de mala fé
atribuyen á la idea democrática parentesco ó connivencia
con el asqueroso comunismo), que la mereceis de lleno, que
os corresponde de todajusticia. Es mas, creemos que me
receis otro calificativo; os le dariamos sin ningun escrúpulo
de conciencia; pero no lo hacemos por el respeto que nos
debemos á nosotros mismos.
Una virtud muy mas que májica ofrece vuestro siste
ma, y es la de que en el instante mismo que empezais á
inficionar con él la atmósfera social, sale presuroso un
–152 –

tirano, con susivelacion, mala, detestable éinfame, pero


mucho menos, inmensísimamente menos mala, detestable é
infame que vuestra nivelacion. in
¿Comprenderá el pueblo el valor de esa virtud de vues
tro sistema? o
ii
e
obe" aso
op o
e o
ni i a
de
i -

no a p

-
CAPÍTULO XVIII.

Socialistas,

Tal vez nos diga algun hombre de buena fé: «materia


árdua es la que piensas tratar en este capítulo.» Pues no es
sino muy sencilla, y tan clara hasta para las mas limitadas
inteligencias como la luz del mediodia, segun la espresion
de nuestra ley de Partida.
Espliquémonos y nos entenderemos.
Dijo un escritor francés enciclopedista.
El principio de la sabiduría es el saber dudar.
¡Magnífica definicion! Por lo menos vale tanto como su
autor. Segun el padre de las Ruinas de Palmira, Pirron
debió ser el hombre mas sábio del mundo, porque dudó ó
aparentó dudar hasta de su existencia.
Yo, que por lo visto voy teniendo muy poco respeto á
ciertas autoridades, así propias como estrañas, estoy mejor
por la sentencia de la Sagrada Escritura. ¡Esta senten
cia si que es verdaderamente magnífica!
Initium sapientiae timor Domini (1).
El principio dela sabiduría es el temor de Dios; es decir,
su conocimiento, porque conociéndole, se le reverencia, y
reverenciándole se encuentra infaliblemente el norte se
guro de la verdadera sapiencia, la base firmísima de la
justicia y por consiguiente la de la libertad (2): con razon

Salomon. Proverbios, cap. 1.ºvers.7.


(2) * «Por que el Señor es el que conserva las sendas de la justicia.»
Salomon. Proverbios, cap.2°, vers. 8.
20
– 154 –

dijo Demostenes en una de sus oraciones: los amigos ver


daderos de la justicia son tambien amigos de Dios.
No dudemos, pues; y para no dudar, para no tener la
desgracia de ser sábios á lo Volney, principiemos acojién
donos á la justicia, á fin de que ella sea nuestra principal
base, y luego abracémonos á la libertad, á fin de que esta
nos sirva de criterio en la resolucion de todas las cuestiones
sociales.
Colocados ya en este buen terreno, empecemos á espli
C3I'IOS. -

¿Son socialistas los que quieren el principio de asocia


cion libre? Si lo fueran, nosotros seríamos de los mas
grandes socialistas, por la sencilla razon que somostan en
tusiastas como los que mas de la hermosa libertad.
¿Son socialistas los que quieren que el gobierno, que se
halle al frente de la sociedad, imponga el principio de aso
ciacion á la fuerza, á fabricantes, comerciantes, labradores,
maestros de artes y oficios, literatos, artesanos, braceros,
tejedores, etc.? En este caso, nosotros somos de los mas acér
rimos enemigos de estos socialistas, por la sencilla razon de
que somos de los mas intransijentes enemigos del despo
tismo. -

Nosotros queremos, aconsejamos,y si preciso es, roga


mos con todo encarecimiento, que se asocien, los obreros
entre sí, los obreros con los fabricantes, los principales
con los dependiendientes, ósea los capitalistas con los obre
ros de la inteligencia, los braceros con los propietarios, los
maestros con los oficiales, etc., pero ha de ser tal asocia
cion libre, libérrima por medio de pactos que de contun
acuerdo estipulen los contratantes, consultando sus respec
tivos intereses de presente y para el porvenir. -

Nosotros rechazamos con indignacion que el Estado in


tente siquiera asociar á la fuerza,porque esto seria destruir
– 155 – -

… la asociacion; que reglamente lo que es de suyo irregla


mentable; que quite á este para dará aquel; queintervenga,
en fin, en eso que se llama armonía entre el capital y el tra
bajo, y seria la desaparicion de aquel y de este, con las
desastrosas consecuencias á ella anejas.
En el primer caso están los partidarios del libre ejerci
cio del principio de asociacion, uno de los mas principales
del dogma democrático, es decir, en el primer caso están
los democratas.
En el segundo están los socialistas por el Estado, los re
glamentadores, los centralizadores, los que podriamos lla
mar, por mas que los dictados parezcan antitéticos, anar
quistas legales, los que en realidad son partidarios del des
potismo mas absurdo y funesto que haya podido imaginarse.
Los primeros no se llaman socialistas, no deben ni tie
nen necesidad de llamárselo, por la sencilla razon de que no
se llaman libre-enseñancistas, universi-sufragistas, etc., por
que basta y sobra con titularse demócratas, es decir, parti
darios de todos los derechos inalienables del hombre, entre
los cuales está el de ejercer libremente el de asociacion
pacífica y para los usos naturales de la vida, y porque sien
do el dogma superior á un artículo de los varios que le
constituyen y uno de estos el de la asociacion, es no solo
absurdo, sino ridículo, abandonar la denominacion que da
el dogma entero por la que puede proporcionar una parte
de él.
Los segundos se llaman socialistas, porque quieren ha
cer al Estado omnipotente, mas que los absolutistas al rey,
para que reparta á raudales la felicidad por toda parte y
lugar, porque quieren la absorcion del individuo por ese
Estado á nombre de una mentida fraternidad, porque quie
ren, en fin, la reglamentacion absurda é infecunda, vili
pendiando la libertad, qu o invocan torpemente, ó porque
— 156 —
no la conocen, ó porque la odian en su insensatez ó manía
de singularizarse.
Nos vamos esplicando, y á manera que desaparecen las
dudas, nos vamos tambien entendiendo.
Media, pues, un abismo insondable entre los partida
rios del principio de asociacion libre, que está hoy muy es
tendido por los pueblos modernos y los socialistas, como
que aquellos quieren la libertad y estos el despotismo;
como que aquellos aspiran al bien seguro, infalible del po
bre y del rico por medio de esa libertad creadora, y estos,
invocando la fraternidad, no van mas que tras de la ruina
del rico y el empobrecimiento, envilecimiento y embrute
cimiento del pobre.
Dejad en libertad á todo el mundo, en esa libertad que
Dios dió á todo hombre, y vereis como se asocia el rico al
pobre que tenga inteligencia, el capitalista al obrero que
sea honrado, el maestro al oficial que sea laborioso, el bra
cero á otro bracero para conjurar las crisis que traigan las
calamidades de los tiempos, la avaricia de los ricos ó la
mala fé de los poderosos.
Imponed la asociacion, hacedla obligatoria, compeled al
rico á que se asocie á la fuerza con el pobre, y vereis al
momento que este trabaja menos que cuando le mueve el
interés individual libre... pero ¡ah! que no vereis eso; lo
que vereis es que el capitalista retira el capital en virtud
de vuestras reglamentaciones, y que el pobre se muere de
hambre por falta de trabajo. El omnia mea mecum porto
saldrá en este caso de la boca de todos, de la de los ricos
y dela de los pobres... Mas ¡ay! que los ricos llevarán to
das sus cosas á donde les convenga, y los pobres no. lleva
rán mas que harapos para caer de miseria ó de inanicion á
la puerta de un templo ó en medio de las calles y plazas
públicas.
— 157 -
El principio de asociacion, mas ó menos estendido, ha
estado siempre en práctica en todas partes ; lo estuvo en
Grecia, y á el se debieron indudablemente la creacion de
esas grandes marinas mercantes de los ródios , corintios y
atenienses, que hacian el tráfico en todo el litoral del Medi
terráneo, del Adriático, de laPropontide (mar de Mármora)i
del Ponto Euxíno (mar Negro) , y de la Laguna Meotides
(mar de Azof), y el establecimiento de tantas y tantas co
lonias como llevaron por todas las partes del mundo co
nocido: lo estuvo también en Roma,, y sabido es que
Pompeyo tenia dados casi todos sus capitales á compa
ñías mercantiles , que hacian el lucrativo comercio de
Levante: e«e principio fué el que elevó á un grado de ri
queza estraordinaria los concejos democráticos de Flandes»
las ciudades libres de la Ansa y las repúblicas indepen
dientes de la Italia; el fué el que creó las famosas y opu
lentísimas compañías inglesas y holandesas de la India; él
quien guió la pluma de nuestro Zabala para pedir en 1 732
la libertad de comercio, la contribucion única, la abolicion
de la tasa y la formacion de las compañías mercantiles é
industriales para el desarrollo de la riqueza pública en bien
de todos; él quien hizo pedir á Gándara la creacion de
bancos nacionales para que todo el mundo se asociase, en
contrase dinero y emprendiese cuanto le viniera bien, en
beneficio del dueño del dinero y del que lo recibiera (1), y

(1) Véase como se esplicab a Gándara en 1759. Se establecerán sobre


interés módico, /incas seguras y la buena fií bancos nacionales, que pongan
en movimiento y hagan fructíferos para el publico y sus poseedores los
caudales muertos ae nuestro* particulares, que hoy son inutiles aun á svs
mismos dueños, de cuyo modo encontrarán y tendrán lodos dinero para
cuanto quieran emprender.
España en comun está hecha un hospital; pero en las arcas de mu
chos particulares hay bastantes millones de pesos muertos, que puestos
en movimiento pueden combalecerla. Estos estanqueros de su dinero
-
– 158 – -

él en fin, el que está hoy haciendo los grandes milagros


que vemos en todas las naciones, llamados ferro-carriles
sociedades de crédito, de seguros, cajas de ahorros, fábri
cas de paños, algodones, harinas, etc., etc. Lo que convie
ne es predicar el principio de asociacion, para que se es
tienda mas y mas su espíritu, y practicarle en lo que de
nosotros dependa, pero siempre teniendo por norte para
ello el principio de libertad.
Pero sucede que tras de los rudos ataques que sufre el
despotismo político y administrativo en casi todos los pue
blos de Europa, se levantan, especialmente en esa Francia,
algunos hombres, quienes olvidándose del principio de li
bertad, á nombre del cual se ha quebrantado aquel despo
tismo, quieren reglamentar la industria y el comercio, esto
es, esclavizarlos; quieren reglamentar al hombre, cual si
fuera un autómata, esto es, tiranizarle; quieren que el Es
tado sea su tutorpermanente, esto es, que le mutile sus
derechos inenagenables considerándole niño perpétuo;
quieren, en fin, fabricar sociedades á su gusto, aguijoneados
por el deseo de adquirir gloria, ganosos de fama, que de
seguro no pasará á muchas generaciones, porque la fama
póstuma la alcanzan en este género los bienechores de la
humanidad, nunca los que por impremeditacion y falta de
estudio, ya que les supongamos buenas intenciones, han
ocasionado desgracias y calamidades sin cuento.
Estos son los llamados socialistas, que los hay de varios
géneros, desde los partidarios de la doctrina á lo Licurgo
y Licinio Stolon, hasta los mantenedores de la tasa en los

son la jente masinútily mas enemiga de la humanidad y del Estado. ¿El


dinero ocioso de qué sirve?En Holanda no hay un sueldo que no circule
y asi es que el dinero holandés pare dinero, mientras que el dinero
español es in’ecundo. (El bien y el mal de España, cap, 66.)
– 159 —

granos y los armonizadores á fortiori del capital y el tra


bajo, sea este de la inteligencia, ósea de los brazos. Entre
los socialistas mas famosos, aparte de San Simon, que
como Fourier puede ser considerado tambien comunista,
descuellan, hasta el punto de ser considerados maestros,
Prudhom reclamando el derecho al trabajo; Considerand
sosteniendo á su manera la misma teoría, y Luis Blanc que
riendo al Estado omnipotente y armado de todas armas
para combatir la libertad de la competencia, la libertad en
la industria y en el comercio, y para lo que él llama ayu
dar al pobre, con cargo por supuesto al rico y mediana
mente acomodado. Vienen despues los discípulos, que en
este ó el otro punto proclaman la intervencion necesaria y
directa del Estado, como si á este no tuviéramos general
mente la necesidad de contenerle en su irresistible tenden
cia á invadirlo, perturbarlo, monopolizarlo y despotizarlo
todo. " -

Pero examinemos, aun cuando sea á la ligera, algunas


exigencias de los socialistas. -

En cuanto áCárlos Fourier y al conde de San Simon, ya


hemos visto que con el primero iriamos al envilecimiento
y al suicidio por lo que respecta á este mundo, y por lo to
cante al otro al panteismo, asícomo con el segundo iríamos
á la holgazanería, á la barbarie y á la tiranía.
El Sr. Luis Blanc admirador de Fourier y entusiasta
de los conventículos sansimonianos, de sus discípulas yhas
ta de la fijeza respecto de la mirada del padre ó Papa
Enfantin y del segundo Papa Olindo Rodriguez, vé la so
ciedad bajo un prisma en estremo lugubre; la encuentra
presa del monopolio y sometida á la iniquidad; detesta de
lo íntimo de su corazon la desigualdad, que no define; en
tiende que no debe haber verdaderamente pobres, porque
los ricos tienen la obligacion de hacerles desaparecer por
– 160 –

el principio de FRATERNIDAD, que el Estado se encargará


de aplicar, y dicho se está que encargándose el Estado de
fraternizar á los hombres ha de hacerlo á la fuerza, lo cual
supone una fraternidad de género desconocido, y para
llevará cabo el milagro,proclama la fórmula sacra de su
sistema, el símbolo santo que ha de servir á la sociedad
futura, enterrando antes los de la presente y pretérita.
»¿Cómo está el mundo? dice: todo se halla mal orde
nado, todo ha estado peor, todo estará bien para un por
venir no muy lejano.
«TREs grandes principios dividen (no sabemos si por el
medio) el mundo y se disputan los destinos de la humani
dad: el de la AUTomIDAD, el del INDiviDUALIsmo y el de la
FRATERNIDAD (1).» - /

Semejante trinidad, como puede observar el lector,


tiene poco de augusta, pero en cambio tiene menos de una.
«La historia, hábia dicho tambien el Sr. Blanc (2), no
reconoce principio nifin.» De modo que, segun esta pro
posicion, la historia es Dios, que no tiene principio ni fin.
Pero no, que Dios es lo desconocido, segun el mismo es
critor, (3), y lo desconocido puede no existir, y si existe,
tener principio ófin... Sin embargo, ya iremos viendo
poco á poco que la historia no es lo desconocido, como
tambien que tiene principio y fin; pero es el principio y
fin del Sr. Luis Blanc, quien por lo visto, es superior á Dios.
«La Autoridad, dice Luis Blanc, la habia manejado el
catolicismo, y prevaleció hasta que apareció Lutero» (4).
(¿Desde el principio del mundo? Pues aquíya vemos prin

fI) Historia de la revolucion francesa. Objeto y plan.


(2) Idem. Preámbulo.
3) Idem. idem.
Idem. Objeto y plan.
— 161 –

cipio de la historia) «El individualismo, que inauguró el


mismo Lutero, le hicieron prevalecer los publicistas de la
asamblea constituyente» (1). (Pues aquíya vemos medio).
«La fraternidad la anunciaron los pensadores de la Montaña,
y prevalecerá aunque tarde en las sociedades; pero la invo
can todas las almas grandes é ilustra ya la esfera mas alta
de las inteligencias» (2). (Pues aquí ya vemos fin, y fin
magnífico para la historia). -

.Pero vamos por partes: -

Si la autoridad le habia manejado el catolicismo, ¿cuál


fué entonces la autoridad de Sardanápalo y de los reyes de
Egipto, de los Tiberios y Nerones, de los sultanes de los
osmanlinos, de los oligarcas de Venecia, de los Juanes Ter
ribles, Luises oncenos, etc?Y si hasta que apareció Lutero
la autoridad fué el principio que prevaleció en el universo,
¿gobernóó brilló ese principio lo mismo en las monar
quías despóticas del Oriente que en las repúblicas demo
cráticas de Grecia, lo mismo en la Roma republicana que
en la Roma del Cesarismo, lo mismo en Venecia que en
Florençia, lo mismo en Bohemia que en Francia, lo mismo,
en fin, en la España de los Alfonsos que en el Milanesado
de los infantes Viscontis? -

Si el individualismo fue mNAUGURADo por Lutero, ¿á qué


principio obedecieron para sus utilísimas empresas los co
merciantes y fabricantes de Tiro y de Cártago, de Sidon y
de Rodas, de Atenas y de Corinto, de Roma y de Venecia,
de Pisa y de Florencia, de Gante y de Brujas, de Lubek y
de Nowgorod la Veliki, etc., etc? ¡Miserable y desdichado
elgran Cosme de Médicis, el padre de la pátria, quesin em

fl) Historia de la revolucion francesa. Objeto y plan.


(2) Idem.idem. 21
–162–
bargo de tener casas abiertas para su inmenso tráfico en las
tres partes del mundo, entonces conocido, no supo lo que
era el individualismo, como que le INAUGURó Lutero unos
cuantos años despues que él dió el último suspiro en su
querida Florencia! Digno es de lástima despues del descu
brimiento portentoso de Mr. Luis Blanc.
Y si la fraternidad la anunciaron los pensadores de la
Montaña, ¿qué fraternidad fué la que practicaron los pri
meros cristianos? ¿Nö fué esta fraternidad?¿Lo sería la de
los conventiculos pitagóricos? ¿la en cuanto á lo humano,
de todos ó casi todos los conventos de frailes? ¿la de To
más Munzer y el sastre Juan Becok, convertido en rey de
Sion en el centro de la Westfalia, cuando aquel insensato de
cia á los aldeanos: «¡Arriba¡¡arriba! (¡Dran! ¡dran!)Ya es
tiempo. No tengais piedad, aun cuando Esaú os dijera her
mosas palabras. No escucheis los gemidos de los impíos;
ellos os suplicarán con gran ternura; llorarán como niños:
No os coMPADEzCAIs DE ELLos. Dios prohibióá Moisés quefue
se compasivo, y Nos ha revelado la misma prohibi
cion. (1)» , • -

No nos estrañamos de que Luis Blanc suponga al uni


verso rejido alternativamente por esos tres principios,
cuando, llamando á Dios lo desconocido y desconociendo él
por ende la justicia, base PRIMERA de la sociedad, asienta
con todo aplomo, que las sociedades son obra del hombre (2).
Pues si las sociedades son obra del hombre, hay que estar
y pasar por lo que la mayoría haga, aun cuando proclame
un tirano que, envileciendo el cuerpo social, le lleve hácia
su ruina.
¿Qué nos hemos de estrañar de vuestras doctrinas, si

(1) El manifiesto de Mulhausen, ya citado, de 1525.


(2) En la obra arriba citada. "
– 163 –

empezais por desconocer la naturaleza del hombre, que


hace casi veinTE siGLos os esplicó Ciceron de una manera
tan esplendorosa como incontrovertible?
Somos hijos del pueblo; somos entusiastas por él, y por
esto queremos como el que mas su pronto mejoramiento,
material, intelectual y moral; pero no le engañaremos, no
le pervertiremos con palabras falsas y en resumen vacías
de sentido.
Haciéndonos cargo de la palabra fraternidad, hemos di
cho en otra parte (1) y repetimos aquí, que nosotros no te
nemos mas hermanos que los hijos de nuestro padre y de
nuestra madre, y lo propio sucede á todo el mundo, y muy
en particular á los que mas cacarean esa hermandad
mentira. -

¡Fraternidad! No engañeis, no digais que el corazon


humano ha cambiado de asiento y de afecciones. Predicad
la beneficencia y practicadla sobre todo; predicad el amor
al prógimo y practicadle sobre todo, y habreis hecho así
algo por la humanidad. ¿Qué fraternidad es esa de los pre
dicadores fraternales, cuando alguno de ellos es el mas
grande y miserable egoista? ¿qué fraternidad es esa, cuan
do vemos en tal cual predicador de ella que tiene mas or
gullo que un sultan de Turquía, ó mas envidia que un Zoi
lo?¿qué fraternidad es esa, si es sabido que hay HERMANo
que dejaría pudrirse en una cárcel á su hermano, ó que le
ocurriese la mas grande desgracia por no dar en su obse
quio un paseo desde la Puerta del Sol á la plazuela de
Oriente? - . .
«Discurriendo así, negando que hemos salido del prin

(1) En la Democracia, socialismo y comunismo.


– 164 –

cipio de autoridad y que nos vamos aproximando al de la


fraternidad, niegas ipso facto el progreso.»
Lo que niego es lo que se supone que hay en el cora
zon humano, siendo falso que exista; lo que niego es que
estén en lo cierto algunosgrandes pensadores, que yo llamo
fabricantes de sociedades, acudiendo para resolver muchísi
mas cuestiones á otro criterio que el de la libertad, cuan
do este es el único verdadero, el único justo y el único de
resultados beneficiosos, y lo que tambien niego es que sea
orijinal lo que varios nos quieren dar como tal, siendo una
copia de lo que ya fué escuchado con desprecio, ópropor
cionó á la humanidad males sin cuento.
La fraternidad como principio que ha de rejir á la so
ciedad no es mas que una mentira, repetimos, y el hablar
de ella en tal sentido es hasta querer burlarse de toda per
sona sensata.
El interés individual, ese individualismo tan condena
do por los socialistas, es el que busca la compañía, la aso
ciacion, la fraternidad de intereses; el que hace que el ca
pitalista se acueste pensando en su fábrica; que el director
de ella despierte á media noche, ideando el modo justo de
hacer subir el tanto por cierto que en todas las operacio
nes tiene, y el que impulsa al obrero, que tambien lleva su
participacion, á madrugar para hacerá aquel mayor con la
exactitud y la asiduidad en sus faenas. Vuestra armonía
entre el capital y el trabajo no sería mas que la armonía
de los conventículospitagóricos, realizada con cabar unos
la tierra como negros, mientras que otros tocaran la cítara
á la salida y puesta del Sol y tomáran unos cuantos baños
voluptuosos en agua dulce y templada; vuestro lema de á
cada uno segun su capacidad y á cada capacidad segun sus
obras, seria el grito de los primeros cristianos que se re
parte mal! y la esclamacion de los talleres nacionales; ¡los
— 165–
laboriosos se vuelven holgazanes! aquí quien mas pone mas
pierdel, y vuestra fraternidad, en fin, sería por el estilo de
la fraternidad encantadora de Tomás Munzer y de sus fa
náticos partidarios. - - -

Prosigamos nuestra tarea.


Así como muchos socialistas quieren la asociacion á la
fuerza, es decir, quieren asesinar la asociacion, Mr. Luis
Blanc quiere la fraternidad á la fuerza tambien, que para
eso el gobierno ha de organizar la sociedad, que no es mas
que obra del hombre. Despues de alabar Mr. Luis Blanc el
infame comunismo de Cárlos Teste, como habia alabado á
los grandes pensadores Fourier y San Simon (1) y llamará
la competencia, á la libertad de la industria y del comer
cio, asesina é inhumana, dice:
«Vuestra libertad es un insulto, una verdadera burla: el
decir al pobre y al rico; sois LIBREs PARA GANAR LA vIDA;
PoDEIs EERCITAR coMo os AcoMoDE TodA vUESTRA ActiviDAD
etc., etc., es lo mismo que decir á un sano y á un paralítico
colocados en un camino: ANDAD: el sano echará á correr, pe

(1) Véase como alaba Luis Blanc el proyecto de robo del gran ciu
dadano C. Teste.—«En mayo de 1833públicó un gran ciudadano, lla
mado Mr. Teste, un proyecto de constitucion que tenia por bases los
dos artículossiguientes:"Todos los bienes mueblès é inmuebles, situados en
el territorio nacional óposeidos fuera de élpor los miembros de la socie
dad,pertenecen al pueblo, al cual solo compete la facultad de distribuirlos.
El trabajo es una deuda que todo ciudadano valido tiene contraidacon laso
ciedad. La ociosidad debe ser reprendida (¿nadamas que reprendida?) como
un vicio, y como un inagotable origen de malas costumbres. Todas las dis
posiciones del proyecto llevaban el sello de este denodado y noble puri
tanismo. Mr.CárlosTeste establecía juntas de reformadores, encargadas
de velarpor las costumbres del pueblo y de hacer depender del cum
plimiento de los deberes del hombre de bien el ejercicio de los derechos
del ciudadano.» - -

Historia de los diez años. Tomo 5° cap 2°


¿No dá un asco invencible la simple lectura de semejantes despropó
sitos, mejor iniquidades?
– 166 –

ro el paralítico se estará quieto. ¿Puede darse mas sangruen


ta ironía contra el pobre?» (1)
De aquí deduce Mr. Luis Blanc que el rico debe dar
al pobre, y como no hay razon para que aquel dé á este,
suponiendo que lo quiera, pues que si es trabajador, de
seguro no lo querrá, de aquí el que el Sr. Luis Blanc la
busque y la encuentre muy guapamente en el principio de
la fraternidad;y como el principio de la fraternidad no es
el de dó ut dés, sino el de da porque lo tienes, ó como dice
el adagio de los haraganes, «el que lo tiene lo ha de dar»,
de aquí el que el principio ese de la fraternidad se plantée
á la fuerza, consignado en la ley y traducido en las si
guientes palabras, que hay que poner en boca de la socie
dad dirigiéndose al rico: «dá, ó te rompo el bautismo» ¡Qué
fraternidad mas envidiable! ni la de Pilades y Orestes... si
que con la fraternidad universal, que es mas que la amis
tad, ya todos oscureceríamos á los Pilades y á los Orestes,
siendo cuando menos nuevos Heros y Leandros. -

Valiéndonos de la misma comparacion de Luis Blanc,


nosotros diremos á este.
«Lo que tu quieres con tu fraternidad es que ande el
impedido ó paralítico, haciendo para ello impedido á otro;
que el cojo sane á costa de poner cojo á otro, que se quite
en resumidas cuentas á unos lo que sé déá otros.»
¡Que bien fabricada estaría así la "sociedad! Ni Fidias
fabricó mejor su Júpiter de Olimpia, ni Praxélites su Ve
nus seductora, ni Miguel Angel su magestuoso Moisés.
Y cuidado que nosotros no vamos tan allá (y así lo ha
remos ver mas adelante) como el ingenioso Bastiat, pero
tiene razon de sobra el ilustre economista cuando dice:

(1) La misma obra.


– 167 —

• «Yo pido que los cabetistas, los fourrieristas, los pru


donianos, los universitarios y los proteccionistas renuncien,
no á sus ideas especiales, sino á la idea que les es comun,
de sujetarnos por FUERZA á sus grupos y series, á sus ta
lleres sociales, á su banco gratuito, á su moralidad greco
romana, á sus trabas comerciales. Lo que yo les pido es,
que nos dejen la facultad de juzgar sus planes y de aso
ciarnos ó no á ellos directa é indirectamente, sin lastimar
nuestros intereses ó repugnar á nuestra conciencia.
«Porque la pretension de hacer que intervenga el po
der y el impuesto, ademas de ser opresiva y dilapidadora
implica tambien la hipótesis perjudicial de la infalibilidad
de la organizacion y de la incompetencia de la humanidad: »

«La ley es la justicia. " .

«Esto es claro, sencillo, está perfectamente definido y


limitado, es accesible á todas las inteligencias y visible pa
ra todas las miradas, porque la justicia es una cantidad
dada, inmutable, inalterable, que no admite aumento ni
disminucion.
»Salid de ahi, haced que la ley sea religiosa, fraterni
taria,igualitaria, filantrópica, industrial, literaria, artísti
ca... y en seguida os hallareis en lo infinito, en lo incierto,
en lo desconocido, en la utopia impuesta á la fuerza, ó
lo que es peor, entre la multitud de utopias que pug
nan por apoderarse de la ley é imponerse, porque la
fraternidad y la filantropía, no tienen límites fijos co
mo la justicia. ¿En dónde os detendreis? ¿En dónde se
detendrá la ley?Tal habrá que, como Mr. de Saint-Cricq,
no estenderá su filantropía sino sobre algunas clases de in
dustriales,y pedirá á la ley que disponga de los consumi
dores en favor de los productores. Otro, como Mr. Consi
derant, se presentará como abogado de los trabajadores y
— 168 -
pedirá á la ley que les señale un mínimun asegurado? el
vestido, la habitacion, el alimento y todas la cosas necesa
rias á la conservacion de la vida. Otro como Mr. Luis Blane,
dirá con razon que esa es una fraternidad muy elemental,
y que la ley debe dar á todos los instrumentos del trabajo y
de la industria. Otro hará presente que, aun con esto queda
muy notable la desigualdad, y que la ley debe encargarse
de que penetren en las cabanas mas oscuras el lujo, la li
teratura y las artes. Y así os iran llevando hasta el comu
nismo, ó mas bien, la legislacion será... lo que es hoy...
el campo de batalla de todas las apibiciones y de todos los
apetitos desordenados» (1).
Así como Luis Blanc, sé contenta en definitiva, por mas
que lo contrario diga, con que el principio de la fraterni
dad se practique, sino es por voluntad, á latigazos, el se
ñor Prudhom, á quien algunos socialistas nuestros atribu
yen la gran gloria del establecimiento de Bancos é instala
cion de sociedades de crédito, como si un siglo antes que
él, segun hemos visto en este mismo capítulo y mas ade
lante veremos mejor, no hubiera pedido esos bancos nues
tro Gándara, como Zabala pidió la libertad de comercio y
de la industria, se contenta con obtener simplemente (si es
que no ha cambiado de opinion) el derecho al trabajo.
Servirían para escitar la risa de toda persona sensata,
sino sirviesen para promover otra cosa, la serenidad, la ar
rogancia y el aplomo con que, colocado Mr. Prudhom en la
tribuna francesa en 1 850, se le oyó decir desde ella, cual
si tratase de cambiar unas cuantas libras de peras suyas
por unas cuantas arrobas de nabos de sus honorables co~

(1) Federico Bastiat. La ley.


— 169 —
legas, la siguiente frase: «dadme el derecho al trabajo y yo
os doy el derecho de propiedad.»
¡Qué palabras mas profundas!. .."¿No es así, admirado
res de la lógica prudhoaiana?
El Sr. Prudhom nos dispensa el gran favor de darnos
el derecho de propiedad. Gracias por su regalo, porque
con él ya podemos vivir tranquilos. En cambio nosotros de
bemos darle y le vamos á dar el derecho al trabajo.
Ya le teneis concedido, maestro y discípulos. La socie
dad decreta que todo el mundo tiene derecho al trabajo...
¡Pero por Hércules! Consignemos ante todo una cosa.
Se nos antoja creer que los que con mas calor piden el
derecho al trabajo, son generalmente los holgazanes, por
que generalmente tambien el que quiere el trabajo, le en
cuentra sin mas que buscarle. Apostamos una onza de oro
contra un céntimo que de cien reclamantes del derecho- al
trabajo, los noventa y nueve son unos haraganes deá folio y
por ende unos solemnísimos hipócritas. En este momento
recordamos que mas noble y franco que estos era un bra
cero, llamado Chan, á quien perfectamente conocimos nos
otros há ya mas de veinte años en un pueblo de Castilla:
quejábase uno en un dia de lluvia de que le faltaba tra
bajo: «¡que necio eres! le dijo "Chan; lo que yo quiero es
holgar, que trabajo y aun trabajos demasiados tengo y he
tenido en este mundo.»
Si el buen Chan no era un sábio, le faltaba muy poco
para serlo.
Volvamos al asunto. Decretado y reconocido solemne
mente está ya el derecho al trabajo...
¡Calla! Por aquí aparecen un médico sin enfermos y un
abogado sin pleitos, diciéndonos... ¿Qué nos han de decir?
«Nosotros queremos trabajar , dennos VV. enfermos y
pleitos.» : .. -
22
— 170 –

¿Qué contestamos á estos ciudadanos?


¡Otro! Por allí viene un boticario con su espatula y su
almirez de cristal.
¿Qué quiere V?
«Estoy holgando por no tener parroquianos... Propor
ciónenmelos VV.
¿Qué hacemos con este prógimo?
Hácia acá viene un pintor. ¿Qué, quiereW. hombre?
«Venga trabajo: no me encargan cuadros, eso que los
sé hacer de lo lindo...» -

¿Qué hacemos con éste buen artista?


¡Pues ahora llana un alfombrista á la puerta del go
bierno!
«No tengo trabajo, dice; el calor hace que las habitacio
Il6S...» · -

¿Y con este?
¡Voto al chápiro! ¿Pues y este periodista, que no está
subvencionado por el gobierno...? ¿Qué quiere W., amable
jóven? -

«Quiero escribir: venga trabajo, es decir, DmNERo para


que yo escriba...»
¡Hola! ¡hola!... ¿Se lo damos para que ejerza el derecho
al trabajo?
¡Pues estamos bien como hay Dios! ¿Qué hacemos de
toda esa jente y demas que vendrá, teniendo ya su dere
cho al trabajo? ¿quid faciendum?
¿La enviamos á cabar...? ¿Qué dicen VV, señores so
cialistas?
¡Cómo á cabar! ¡El abogado, el médico, el farmacéu
tico, etc., etc, á cabar! ¡que horror!
Pues les daremos dinero, solo que como este se lo
hemos de sacar á otros, resultará que á unos y á otros
pronto los veremos en cueros ó circum circa...
– 171 –

¡Ea pues! ¡á cabar! -

Sí, sí, digámoselo francamente desde ahora. «Si no tie


nen VV, trabajo, lo sentimossinceramente, pero, (no hay
otro remedio); cojan VV. una hoz ó una azada, y con ella
encontrarán, sin necesitar para ello de la ayuda de nadie,
trabajo hasta para pasar los trabajos que sufria Chan, cuya
única aspiracion era la de la dulce holganza.»
¡Derecho al trabajo! ¡Delirio! ¡delirio! ¡delirio! La li
bertad en todas sus manifestaciones es la que desarrolla la
riqueza pública y proporciona colocacion á todo el mundo;
hace florecer la agricultura y el comercio, fomenta las
artes, aumenta la produccion y el consumo de todas las
cosas, y hace que de todas partes mane el trabajo hasta
para las industrias que podriamos calificar de puro lujo
y de sencillo pasatiempo.
Diremos cuatro palabras sobre Mr. Considerant, quien
como arriba hemos visto en la cita de Bastiat, no quiere
mas (que parco en pedir el pobrecito!) que el derecho al
trabajo con un mínimun de jornal asegurado, casa comoda
y ventilada, alimento sano y TODAS LAs cosAs NECESARIAsá
la vida.
¡¡Trabajadores, es decir, casi todos los asociados! Ya
sereis felices con Mr. Considerant y sus discípulos: niten
dreis que pensar en ahorros ni en asociaciones(¿para qué
quereis ya el derecho de asociacion, estando la sociedad
encargada de daros todo lo que pide Mr. Considerant?),
ni en que llueva ó no llueva, ni el presente ni en porvenir
ni en nada absolutamente. Con todas las cosas necesarias á
la vida, eso sí, tendríais muchos, muchísimos empleados,
distribuidores de gracias, recompensadores de oficio, ins
pectores, etc., etc., que verían sitrabajabais poco ó mu
cho, que os reprenderían dulcemente, no al estilo de ca
bos de vara, ó capataces negreros; que examinarían si erais
— 172 –

frugales ógastrónomos; que verían si teníais cuatro ócinco


hijos, ó solamente esposa y madre; que darían por equivo
cacion casi siempre mas cosas necesarias al que contase
con dos de familia que al que tuviera nueve ú once, mas
al haragan que al laborioso, mas al intrigante y charlatan
que al sufrido y honrado, que imitarían, en fin, en esto á
Licinio Stolon, autor de la ley llamada Licinia, quien no
pudiendo segun ella poséer mas de 500 yugadas de tierra,
para tener 1,000, puso quinientas á su nombre y otras qui
nientas al de su hijo (1).
Pero es el caso que, como que los ricos habian de dar
para que se hicieran los anteriores milagros, los tales ricos
se harían pobres, y siendo ya los ricos pobres y vosotros
pobrestambien, figuráos lo que sucedería al cabo de poco
tiempo..., ¡Oh! ¡oh!¿No os parece mejor que dejemos estas
reglamentaciones y os respetemos la libertad que todo lo
nivela, esto sin perjuicio de que la sociedad acuda coMo DEBE
AcUDIR cuando se presenta una calamidad, á cortar sus ma
les (porque ágrandes males grandes remedios), dando tra
bajo al que lo necesite?
¡Obreros! ¡trabajadores de todas clases! ¡Sois libres, y
os quieren reglamentar, es decir, esclavizar! ¡Echad en
horamala á los reglamentadores! ¡arrojadles ignominiosa
mente de vuestra presencia! Sino estuviera convencidísimo
de la verdad con que me dirijo ahora á vosotros, primero
que hacerlo, me cortaría la mano que traza estos ren
glones. Fijáos (os lo ruego encarecidamente), fijáos en los
ejemplos siguientes:

(1) «Por la ley de Licinio Stolon estaba establecido que ninguno tu


viese mas de 500yugadas de tierra, y él mismo fué condenado por su
ley,porque
cap.poseià
3° muchas mas á título y nombre de su hijo.» Plinio 9
– 173 –

Un Miguel Chavalier fué de los mas furibundos sansi


monianos en 1832; gritó contra Luis Felipe y su gobierno
llamándoles tiranos, corrompidos etc., etc.: hoy es íntimo
de Luis Bonaparte y defensor acaso el mas ardiente del
cesarísmo de este. Un Mr. Billault, diputado republicano,
subió á la tribuna francesa despues de la revolucion de
1848, y defendió desde ella como Prudhom y Considerant,
el derecho al trabajo:hoy ese mismo Mr. Billault es ministro
y mas que ministro, confidente y sumiso satélite de Luis
Bonaparte.
Hemossentado una cosa, que esplicaremos con toda es
tension mas adelante. La sociedad tiene el deber de pro
porcionar trabajo en obras públicas, y generalmente lo
hace cuando se presenta una calamidad, como socorre
cuando se presenta una peste, ó cuando la guerra ocasiona
horribles estragos. Pues si hay caridad en el corazon del
hombre, si hay beneficencia, ¿no ha de tenerla la sociedad,
cuando un gran conflicto la haga necesaria? Pero entién
dase bien, que esto no es el derecho al trabajo, porque el
derecho al trabajo sería el fomento de la holganza; y el
deber de dar trabajo la sociedad en obras públicas cuando
las calamidades aflijen á la humanidad, es poruna parte
el fomento del trabajo y por otra una deuda de caridad,
una deuda de beneficencia, una deuda social y de las mas
imperiosas por cierto.
Si alguno nos llama por esto socialistas,le contestare
mos que lo somos con gusto, y á nuestra vez le diremos á
él que tiene entrañas de egoista ó mejor de tigre feróz y
carnívoro.

Fuera de los tiempos calamitosos que proporcionan las


guerras, los años estériles, las pestes asoladoras, etc.,la li
bertad da trabajo en abundancia á todo aquel que, estando
sano, no quiere holgar.
– 174 –

«¿Pues cómo es, tal vez nos digan algunos socialistas, que
tan á menudo falta en algunos centros industriosos de la
Francia?». Atribuidlo ante todo al sistema fiscal de este
país, á su sistema tributario, á su sistema protector, fu
nesto yverdaderamente socialista.
«¿Y porqué falta en Inglaterra?». Atribuidlo á sus diez
mos y mayorazgos, á sus odiosos privilegios y á la amorti
zacion de la mayor parte del territorio mas qué á la guerra
y á otras calamidades. La Inglaterra es un magnífico pais,
goza de un sistema envidiable de gobierno... pero es para
los ricos.
«¿Y por qué falta en algunos puntos de Alemania?»
Atribuidlo principalmente á que allí tiene todavía el feu
dalismo profundas raices, á que allí la revolucion, en el
buen sentido de esta palabra, apenas se ha dejado sentir
sobre la superficie de la sociedad.
Reasumamos. La libertad en todo es la que proporcio
na trabajo, riqueza y comodidades á todas las clases so
ciales, empezando por las opulentas y concluyendo por las
pobres. La reglamentacion, la proteccion, la esclavitud,
en fin, no proporciona mas que envilecimiento, pobreza y
hambres.
La libertad hace milagros.
La esclavitud produce sus naturales y amargísimos
frutos.
¿Quién no vé lo que ha hechola libertad, menguada y
todo como es, entre nosotros?
¿Creeis, fabricantes de sociedades, que la humanidad no
marcha rápidamente por las vias del progreso cuando la
sirve de guia la libertad?
Estais ciegos, ó cuando menos obcecados, si tal despro
pósito sosteneis.
Desde 1833 á la fecha ha corrido la España mas que
– 175 -

de 1521 á 1832. Pues todo lo debe á la libertad y nada


mas que á la libertad.
Yo no haré aquí una descripcion de la España de 1830:
los que sois jóvenes, no querais que os la haga: los que te
neis mas edad que yo, yasabeis como yo lo que era nues
tra patria en este año de funesta recordacion.
Acaso, acaso algunos reglamentadores sociales, algunos
partidarios de la consabida fraternidad esclamen al leer
este capítulo: ¡traicion! ¡traicion! ¡traicion! -

¿Y qué me habeis encomendado ámí, tendría que de


cirles,para que os venda, para qme ospueda hacer trai
cion?
¡Soy libre! Defiendo la libertad Poroue QUIER0 y por
que la creo justa, hija del cielo, consuelo de la tierra; y al
defenderla, lo hago sin ódio, sin interés, sin pasion vitu
perable y sin consideracion á nada niá nadie. Tanto me im
portan á mi el necio privilegiado, el vano ó el envidioso, á
quienes disgusten mis incesantes trabajos en pro de la li
bertad, como el bárbaro, el audáz y el miserable que di
gan que la defiendo mal, porque no la defiendo á su gusto,
esto es, por que no doy tras de ella... -

«¡Oh! ya sabemospor qué ridiculiza lafraternidad, por


que, aunque se lo llame, no esverdadero defensor del pue
blo... Es porque—lo diremos sin rebozo—porque posée
cuatro tierras...
¡Miserables! Ahí las temeis; haced de ellas lo que que
rais, si en cambio me dais la hermosa libertad... ¿Pero
qué me habeis de dar vosotros? Lo que me daríais sería en
resumidas cuentas y de seguro la BARBARIE, envilecién
dome antes.
Mas nó; os sucede lo que á los comunistas: sois los re
clamos de un tirano. En sonando con un poco de fuerza.
aparece este irremisiblemente, cual si le llamára una fuer
- 176 -
za mágica, poderosa, irresistible, para ponerse al frente de
la sociedad.
¡Oh! y entonces (¡lo que valeis!) todos los hombres de
bien dicen, al menos por el pronto. ¡bien venido sea!
CAPÍTUL0XIX.
Los terroritas.

Ha ya mucho tiempo que tengo dicho, y es para mí


una máxima inconcusa, que la libertad se conquista gene
ralmente con sangre, y de seguro se pierde entre gritos.
De aquí sin duda el que, al revés que otros, huya yo
invenciblemente del estrépito. Es que en él veo siempre
prevalecer á la imaginacion á costa de la verdad y de la
conveniencia.
Del ruido tumultuoso de la plaza pública de Atenas se
vá al silencio sombrío de los treinta tiranos.
Del ruido que produce la elevacion á tribuno del noble
Cayo Graco se vá al silencio pavoroso que llevan por toda
Roma Scipion Nasíca y todos susinsolentes compañeros de
patriciado en el dia del sacrificio de aquel valiente y ge
neroso defensor del pueblo.
¿No vemos tambien por la religion que el ruido estre
pitoso en el domingo de Ramos fué precursor del silencio
tremendo del siguiente viernes?
A mime gustan la noblegravedad, compañera insepa
reble de la fijeza de principios; la razon fria y serena, hija
de un natural justiciero ó de un estudio concienzudo, y la
reflexion y la constancia, que echan la imaginacion á un
lado, y todo lo consiguen, venciendo cuantas dificultades se
opongan á ello. -

Sin duda por esto, no solamente soy adversario de los


terroritas, que son en su inmensísima mayoría los mas fu
ribundos gritadores, sino que lo soy tamb de los que pi
– 178 –

den un sistema de terror, tal vez sin sentirle su corazon,


de seguro sin fijarse en que ese sistema siempre fué, si bien
injusto, hijo de las circunstancias, no del deseo de 4, 6, 10,
20 ni 100 hombres.
Por esta razon, aunque deploro en mi interior su estra
vío, me rio á carcajada tendida y sin poder remediarlo
cuando oigo qme algunos infelices, en cuyos cerebros hue
cos ha dejado ciertas reminiscencias degolladoras la mala
lectura que han hecho de la revolucion francesa, no solo
hablan de cortar cabezas en su dia que parece el dies illa,
dies irae de la Sagrada Escritura, sino que, repartiéndose
inocentemente entre ellos los papeles del futuro drama, se
titulan á sí mismos con toda modestia ypropiedad se supo
ne; uno el nuevo Cronwell, otro Marat, otro Robespierre,
otro Saint Iust, otro Barrere, otro Couthon, otro Santerre,
etc., etc., no faltando prógimo que apetezca la envidiable
representacion de Fouquier Tinville. Yaque ácasi todos es
tos desgraciados no les dá por ser buenos maestros en artes
y oficios, lo cual no esta reñido, antes al contrario puede y
debe estar perfectamente identificado con ser buenos ciu
dadanos, ¿cómo no les dará por asimilarse v.g. á Epami
nondas (que por sí solo vale mas que todos aquellos con
vencionales), quien, despues de salvar la pátria,iba á lavar
al rio su pobre manto, para en seguida ejercer noble, va
liente, digna y desinteresadamente los derechos de ciuda
dano?
Se les figura á esos desventurados,parodiadores míse
ros de los hombres del terror, que las revoluciones se re
producen como los objetos en una fotografía, y no piensan
siquiera en que, aun cuando esto fuera dable, (que no lo es,
porque si una revolucion dá un Cronwell atrevido, otra dá
un cobarde Cola de Rienzi; si esta arroja á la superficie
un Robespierre de fuerte cabeza, aquella produce un Ma
saniello loco; si la de acá proporciona un Tell, la de allá
se personifica en un honrado y juicioso mozo de pajera, lla
mado Juan Carbono (1) )', tras de Marat y Robespierre,
tras de Coulhon y Saint Iust, vienen de fijo , como tras de
una tormenta la calma, mas que esta sea peor que aquella,
los Bonapartes son su fastuoso séquito de Murat, Ney, Ber-
nardote, Soult , Marmont, Masenna, etc., que dan un punta
pié á todo lo existente, considerándolo como D. Quijote
consideraba al retablo del famoso mae.se Pedro, enmedio de
la indiferencia del pueblo, producida por el mucho ruido
con que se le há durante largo tiempo atormentado.
Convengamos, pues, en que ha de haber para asegurar
la libertad á un pueblo poco ruido y mucho cálculo.
Poco estrépito y mas cabeza.
Poca imaginacion y mas razones.
Los déspotas y los aspirantes á tales no suelen hacer
ruido, y si le hacen es indirectamente, promoviéndole con
destreza, para que los pácificos y los indiferentes, que
siempre serán los mas, le llamen con enerjía, á fin de que
les dé la calma de que se ven privados.
Aparte de esto, que es lo que ante todo deben tener
presente los terroristas, ya lo sean de palabra, ya piensen

(1) En 1746 hubo ana revolucion en Génova contra los austríacos,


que es conocida bajo la denominacion del niño jenovés, porque la prin
cipió un niño de ocho años. que vió maltratar á su padre, zapatero de
oficio, por los soldados tudescos. Estos tuvieron que rendirse ante el he-
hóico valor desplegado por el pueblo, á quien principalmente guió en
aquella memorable jornada un mozo de posada llamado Juan Carbono.
Este, despues de rendidos completamente los austríacos, tomó lae llaves
de la puerta de Santo Tomás, que habia ganado con su valor, y en vez
de erijirse en diclador de un pueblo, célebre por su volubilidad, se fué
al dux y demas magistrados reunidos en el palacio de la república y en
tregándoles las llaves, les dió la siguiente leccion, tan patriotica como
noble, diciéndoles: Bé ahí la llaves que VV. han entregado con lanía faci
lidad á nuestxos enemigos: procurad en lo sucesivo guardarlas mrjor, pues
que las hemos recobrado cor, el precio de nuestra sangre.»
– 180 –

serlo de obra, y aparte tambien de que, cuando llega el


caso, los mayores gritadores, los mas grandes terroristas
suelen amparar á los mas grandes culpables, mediante una
suma de poca monta, que apaga su sed degolladora, ¿Se
les figura acaso que no hay mas que apelar al terror", y
ejercerle así cuando se quiera, como se quiera y porque se
quiera?
Nunca alabaremos el terror francés. Pero dadnos una
revolucion como la francesa del último siglo con las cau-
sas que la produjeron y los acontecimientos que la desar
rollaron, y acaso nos obligueis á disculparle en determina
das circunstancias.
¿Está hoy la sociedad, y particularmente la española»
como estaba la francesa en el último tercio del siglo próxi
mo pasado?¿Pues no ha hecho aquí nada el partido libe
ral? ¿No están la aristocracia quebrantada, los diezmos
abolidos, los frailes desapoderados, la desamortizacion casí
realizada, la reglamentacion de las artes y oficios poco me
nos que proscrita, la infame corvea ó servicio personal,
cuya abolicion pidió nuestro Loynaz en 1749, completa
mente desterrado (1), la intolerancia, en fin, portodos los
espíritus ilustrados y justos maldecida?
¿Está el estranjero á nuestras puertas con un ejército
de 200.000 hombres, y un mapa en la mano que diga: El

é (1) Véase como se esplicaba el economista Loynaz en la citada


003,

servicio ordinario es uno de los que mas aflijen al vasallo, y que


se conserva con el pretesto de distinguir la nobleza del estado"llano,
eeste comopadece la inmensidad de cargas de alojamiento,
agajes, levas forzadas, utensilios, cargas concejiles de cobrar las bulas
y papel sellado, asistencia á la composicion de los caminos reales, de los
puentes, obras públicas y otras cosas, porlo que sería muypropio de la
piedad de S. M. el aliviar de esta contribucion á los vasallos. (Instruccion
que para la subrogacion de las rentas provinciales en una sola contribu
cion dió al marqués de la Ensenada el Sr. D. Martin de Loynaz en 1749)
– 181 –

Ebro será la frontera natural de la Francia, las Baleares


pertenecerán á la Inglaterra, las Canarias serán poseidas
por el rey de Italia, la Galicia por el de Portugal, etc., etc?
¿Tenemos un rey débil y una reina intrigante, que en su
orgullo loco, desatalentado llame á ese estrangero para que
desgarre las entrañas de la querida pátria? ¿tenemos el
hambre espantosa que lance al pueblo de lasprovincias á
la capital y de la capital á Versalles? ¿Tenemos asignados,
- que pertuben la industria y el comercio y aumenten las
calamidades horrendas, proporcionadas por la torpeza ó
mala fé de los hombres? ¿Tenemos todas esas y otras con
causas tremendas y poderosas, unas traidas por lostraido
res de dentro, otras por los de fuera, otras por laignoran
cia, otras por la mala fé, otras por la fatalidad, otras tal
vez por la mano de Dios, como si este quisiera en sus ines
crutables designios que se castigasen los errores, los vicios
y las dilapidaciones de los Luises catorces y Luises quin
ces en la pobre cabeza del débil Luis XVI, y en el cuerpo
de la nacion los crímenes cometidos, ya en la terrible no
che de San Bartolomé, ya tostando herejes y no herejes
por doquiera durante los cinco siglos antes que les tostase
la inquisicion española, ya llevando la guerra y con ella
la desolacion y la muerte por esta y la otra parte del mun
do, obedeciendo solamente al resorte de un orgullo necio
y ofensivo para los demas pueblos? (1)

La Francia que tanto tiene que decir de la inquisicion española,


fué la que introdujo la bárbara pena de quemar vivos á los herejes, co
mo quemaba á sus escomulgados durante la religion druidica, segun nos
dice Julio César en el libro 6° de la Guerra de las Galias. El año de
1022 en el concilio provincial de Orleans, presidido por Lotario y con
asistencia del rey Robertoy de la reina Constanza, fueron condenados y
luego quemados como nuevos manique s el eclesiastico Lisoyo y otros do
ce mas. Era tan pronunciado por aquellos tiempos en el pueblo francés el
instinto dechamuscar, que en el concilio provincial de Bobés, celebrado
en 1114, se trató por los padres sobre el hecho escandaloso y atroz de
– 182 –

Cuando me deis esa situacion estraordinaria y terrible,


sea aquí ó en otra parte, entonces podreis asomar la cabe
za, señores terroristas, porque entonces, ya que no por
hombres justos, podriais pasar siquiera por hombres sé
rios: mientras tanto no podeis merecer de las personas
sensatas y juiciosas, de las personas que raciocinen algo,
mas que la nota de ser unos entes estravagantes, ó la de ser
unos pobres diablos, de cualquier modo funestos á la causa
de la libertad. -

«Corriente: no es fácil que se den ya todas esas causas


que produjeron y desarrollaron la gran revolucion del 89
y años subsiguientes, pero es preciso purgar á la sociedad
de tanto malvado como la ofende, de tanto concusionario
como la deshonra, de tanto corruptor como la inficiona y
envilece».
¡Libreme Dios de meterme á patrocinador de críme
nes! ¡Pero líbreme mas de separarme de la senda de la
justicia, porque, de seguro caminaría sin luz! (1) Sihay que
castigar, que lo haga la ley, serena, imparcial, y sobre to
do justa ¡Ay si las pasiones ocupan el lugar de esa ley! ¡ay
si el ódio, la venganza y la ambicion se colocan en el lugar
de la justicia! La sociedad donde tal suceda, está en víspe
ras de ser sometida á una horrenda tiranía.

haber sido quemados algunos herejes por el pueblo sin aguardar la decision
de ninguna autoriaad civil ni eclesiastica: se quemaron herejes, segun
uede verse en los histornadores eclesiásticos, por los concilios, no de la
glesia, sino provinciales ó locales, de Soisson de 1119, de Paris de 1201,
de idem de 1220, de Coñac de 1262, de Paris de 1310 y de otros hasta
que Cárlos IXy su madre Catalina de Médicis no quériendo hogueras,
por ser ellas un medio lentoy costoso de estermino, decretaron el hor
rendo degüello de la noche del 24 de agosto de 1572.
(1) La senda de los justos como luz que resplandece, va adelante y
crece hasta el dia perfecto.
Salomon. Prov. cap. 4°vers. 18.
— 183 -
Pero oigamos como discorren algunos predicadores del
terror.
«La mala yerba hay que arrancarla para que se desar
rolle convenientemente el trigo.»
¿Pues no conoceis que pueden aplicaros á vosotros la
misma calificacion de yerba mala?
«No importa: al que mas pueda.»
¡El derecho del mas fuerte proclamado á la faz del
cuerpo social! Pues en este caso... ¡á Dios libertad! ¡á
Dios justicia! ¡á Dios sociedad!
«Es que nuestro objeto no es otro que confundir, es
terminar á los malos.»
Es que, suponiendo que lo sean, y suponiendo que pu
dierais, saldría un vengador de sus huesos.
«Le mataríamos.»
En este caso tendríais que realizar lo que decían los
realistas en i 823: esterminaremos hasta la cuarta genera
cion... ¿Y sus partidarios? ¿Cómo os librarais de ellos? ¿O
ereis que Syla y Mario, por ejemplo, vengaron á sus pa
rientes>?
«No dejaríamos un partidario vivo.»
Considerad qne la injusticia y el terror hacen salir á mi
les los partidarios de entre los indiferentes.
«No tendríamos piedad de nadie.»
¡Qué atrocidad! ¿Pues no os llamais hermanos de todos
los hombres? ¿Pues no nos hablais todos los dias y á todas
horas de la ley de la solidaridad entre los hombres y los
pueblos?
«¿Y eso qué importa? Atropellaremos por todo, porque
nuestro objeto es purificar la sociedad» arrojar de ella cuan
ta maleza encierra, para que luego marche con toda regu
laridad y armonía, para que luego sea un delicioso y ver
dadero Eden.
- 184 -
¿Si...? ¡ea pues! la idea me va pareciendo magnífica;
pero veo es mas que ¡dea: es todo un invento. El hacer fe
liz á una sociedad, degollando antes á troche y moche en
nombre de un principio es en verdad un descubrimiento ad
mirable, portentoso, digno al fin de esa felicidad social que
pensais proporcionarnos, aun cuando ni á tiros queramos
tragarla.
¡A degollar! ¡á degollar!... Sepamos el santo y seña.
¿Adoptais el lema de los agermanados de Valencia contra
los nobles? ¿e.1 de Fuché y otros traidores de la Convencion
contra los aristócratas por aspirar ellos á ser tales aristó
cratas? ¿ó él ¡pink! ¡pank! ¡matadlo todo! del hermano
Tomás Munzer?
Con este, con aquel ó con el otro lema, ya puede em
pezar la degollacion, sino heródica, revolucionaria ó nea,
que tambien hay neos degolladores, terroristas y bebedo
res de sangre.
¡Pero caramba! ¿Quién se deja degollar, teniendo cin
co dedos en una mano y otros cinco en la otra?
¡No están presos ni tampoco atados los previamente
condenados á la dulce operacion del despescuezamiento! ¡Ni
siquiera tienen el cuello de la materia del nabo ó de la za
nahoria! ¡Enorme dificultad! ¡Ohl ¡si por fin no hubiera
otras!
«¿Y quién es el guapo que se acerca á mí? dice el
condenado á muerte, desenvainando un enorme espadon, ó
montando un rewolver de seis tiros: ¡atrás! ¡ó vive Dios
que abraso las entrañas, ó parto en canal al que se acer
que á mí!»
Y como la humanidad es buena en general y cada dia
irá mejorando mas y mas, los indiferentes y los pacíficos, y
los niños y las mujeres, y los ancianos y hasta los impe
didos, todos, todos, se ponen de parte de los condenados á
— 185 –

perder el pescuezo, y todos se arman, y todos defienden la


justicia, que quiere el castigo, no la venganza; la equidad,
no la soberbia; la ley arreglada á la sana razon, no la fuer
za; la civilizacion, no la barbarie; y ante esa manifestacion
magestuosa é imponente, los terroristas, los degolladores,
los bebedores de sangre obedecen á una especie de fuerza
sobrenatural, que les impulsa á dejar caër de la mano el
arma del sacrificio sin haber degollado ni á un pabo!
¡Pero el daño ya está hecho! Enmedio de ese cuadro
que yo me trazo, habiéndome dado los terroristas sobra
dos materiales para hacerle, diviso allá á lo lejos, en un
punto algo oscuro de un gran edificio una cosa que me pa
rece una ventana, y sobre ella una cabeza deforme, mons
truosa, horripilante. ¡Es la cabeza de de un tirano, que ha
estado atisbando el momento favorable para abandonar su
escondite...! ¡Que sale de él! ¡Oh qué pronto salió! ¡Ya le
tenemos encima! ¡Ya no podemos evadirnos de él! ¡Oh!
¡Si le habeis llamado con vuestros gritos estúpidos y
criminales! ¡Y cómo os lo paga á los que habeis gritado de
buena fé.! ¡Arrojándoos á puntapiéspor el suelo; pisoteán
doos, escupiéndoos, escarneciéndoos, para luego esclamar
en son de triunfo: ¡fuera los terroristas! ¡LA sociedAD se
mIA sALvADo!!!
Lo peor es que con vosotros pisotea, y escupe y escar
nece á los que no han gritado. -

Lo peor es que todo lo iguala con su rasero nivelador


para el mal. -

Y lo peor aun es que para concluir con su nivelacion


horrorosa se pasará mucho tiempo, y cuando se consiga,
será á costa de torrentes de esangre.
¡Malditos gritos!
No Ios quiero ni aun en favor de la libertad... ¿cómo
he de quererlos en contra de ella?
24
– 186 –

¿Será por esto que á mí me guste mil veces mas que


Demóstenes el ilustre Focion,y que quiera un millon de ve
ces mas que al gran hablador Mirabeau al gran silencioso
Wasingthon?
CAPÍTULO XX.

Satisfacción de las exijencias socialistas.

Mal epígrafe colocamos al frente de este capítulo: pue


de decirse que envuelve una antinomia, una verdadera con
tradiccion. Entremos no obstante en materia, y veamos si
la contradiccion del epígrafe desaparece en el capítulo.
Siendo partidarios del principio de asociacion, claro es
que nosotros queremos que los hombres se asocien en bien
recíproco; que el pobre, el mediano y el rico; que el capi
talista, el intelijente y el bracero se unan por los vínculos
del interes comun; que en todas las fábricas de tejidos, de
harinas, etc., que en toda clase de industria y comercio exis
ta la asociacion voluntaria para prestar el trabajo y per
cibir la utilidad. Decimos voluntaria, porque el Estado en
nada ha de intervenir, pues ya hemos visto que á la fuer
za es de todo punto imposible la asociacion. Y cuidado que
si no es voluntaria la asociacion, aun dado el caso de ser
posible á fortiori, quien está, no mal , sino perdido con
ella es el obrero, como mas abajo veremos de una manera
indubitable.
Pero, ¡qué corazon tan sensible, y sobre todo que justo
el de los socialitas por el Estado, el de los armonizadores
del capital y el trabajo, elde los propaladores á ciegas de la
declamatoria frase esplolacion del hombre por el hombrel
Miremos la medalla [por el anverso.
Levanta un bienhechor y honrado ciudadano una gran
fábrica con lo que heredó de un tio que tenia en Indias, ó'
– 188 –

con el patrimonio que le dejó el autor de sus dias, ó con


lo que le tocó á la lotería, que para el caso nos es entera
mente idéntico: invierte en su construccion y en los ele- .
mentos precisos para darla impulso 4, 5 ó 6 millones de
reales: la suerte favorece al fabricante, quien, habiendo
llevado la felicidadá un pueblo óá una comarca entera, de
rico, se hace opulento.» ¡Es una infamia, esclaman los socia
listas, que ese hombre se haya llevado casi todas las ganan
cias de la fábrica! El oro que ha amontonado es el producto
del sudor del pobre; en su fábrica y en sus millones tienen
en justicia tanta parte como él todos y cada uno de los ope
rarios; esto es lo justo; esto es lo que queremos nosotros; á
esto es á lo que aspiramos con nuestra armonía del capital y
el trabajo, porque este no solo es tan sagrado, sino mil ve
ces mas que aquel.» - -

Miremos ahora el reverso de la medalla.


Sucede que ese mismo honrado ciudadano, ú otro por
el estilo, despues de levantar su fábrica, comerciar con sus
productos, trabajar, sudar y remar como un negro, es tan
desgraciado en sus operaciones, tiene por tan adversa la
fortuna, que viene á una ruina completa, mientras que los
operarios han ganado buenos jornales en la fábrica, soste
niendo decentemente con ellos sus respectivasfamilias, el
administrador se ha hecho medio rico con sus escelentes
sueldos, y el maquinista, el tenedor de libros, el cajero y
el ajente han ahorrado un capitalito regular. ¿Creeis que
los socialistas tienen una palabra siquiera de compasion pa
ra ese pobre fabricante?Todo menos que eso: se callan co
mO unOS muertOS. -

Solamente alborotan, forman planes y fabrican socieda


des cuando el rico sube: cuando este baja se entregan á un
completo silencio, cual si fueran frailes de la Trapa; de lo
cual yo deduzco muy natural y lógicamente, que mas de lo
- 189 -
que debieran, obedecen sus lenguas ó sus plumas á la pa
sion de la envidia.
Pero prescindamos de esos dos contrarios ejemplos y
de otros mil que podríamos presentar aquí, y concediendo
por un momento que el capital, que quiere lo mismo que
el trabajo, la libertad, no se esconda ó se marche, á virtud
de esa armonía á la fuerza, con la música á otra parte. Ya
está consignada en la ley la flamante armonía entre el capi
tal y el trabajo. El legislador ha unido mil contrapuestas vo
luntades, porque así lo quiere el sufragio universal ó la sobe
ranía nacional, ó así lo ordena el supuesto interés general.
¿Gana la fábrica, ó la casa de labor, ó la industria, sea
esta la que quiera? En este caso todo va bien: pueden co
mer los obreros, que son á la verdad los mas dignos de la
solicitud de todo hombre de buenos sentimientos.
Pero es el caso que se pierde... ¿Qué come el obrero?
¿De qué se vá á mantener? ¿De las pérdidas...? ¿Qué de
cís á esto, socialistas?
Porque no sirve mirar la cuestion bajo un solo punto
de vista, cuando todas tienen. dos.
En el primer caso vive el obrero: en el segundo se mue
re de hambre.
Resolved el problema de otro modo, ó para no pare-
ce'rme á vosotros en el lenguaje, resolved la dificultad.
No sin motivo sentamos arriba que coa la asociacion á
la fuerza, con la por los socialistas decantada armonía entre
el capital y el trabajo, el obrero podia contarse irremisible
mente perdido.
Y aquí debemos decir á los socialistas. Y esa armonía,
que podrá ser, que casi siempre será buena, si se estatuye
por !a libérrima voluntad de los contrayentes y bajo los
pactos que estos tengan á bien estipular; pero que de
seguro tiene que ser mala, detestable, funestísima, si el
— 190 -

gobierno la impone; y esa armonía forzosa, que ataca la


propiedad del capital y la propiedad del trabajo, tan sa
grada como aquella y mucho mas respetable, por la misma
razon que son mas dignas de respeto la huerta del peque
ño propietario que la dehesa del rico hacendado, la caba
ña de Fabricio, como diria Robespierre, que el palacio
de Creso, la modesta casa del pobre cultivador de Ti
boli que la suntuosa morada con sus voluptuosos jardines
del afeminado Lúculo, ¿la quereis elevar á la práctica á
nombre de la democracia? Si tal pensais, desistid de vues
tros propósitos: apelad al despotismo, que empieza porul
trajar á Dios, desconociendo la justicia, y concluye por vi
lipendiar al hombre, desconociéndole su dignidad, sus dere
chos inalienables,y no acudais á la democracia, que quiere
la justicia, emanacion de Dios, como base fundamental de la
sociedad; que quiere la libertad como hija de esa justicia;
que quiere la propiedad como consecuencia de ambas; y que
no solo quiere la propiedad, sino que la respeta solemne y
relijiosamente asi en el rico, cómo en el mediano y en el po
bre, á fin de que todos dispongan de ella como mejor cuadre
á sus miras, á sus inclinaciones y á sus intereses. Idos, sí,
idos al absolutismo: es el campo de los reglamentadoresso
ciales, de los mutiladores de la libertad, de los conculca
dores en este ó el otro sentido, bajo este ó el otro pre
testo, del derecho de propiedad: en el de la democracia no
caben mas que adoradores de la libertad en todo y para
todos, en el de la democracia no puede haber mas que par
tidarios de la propiedad, llámese esta tierra, casa, viña,
brazos, inteligencia, etc. Ningun sistema respeta ni puede
respetar mas, ¿qué mas? ni tanto la propiedad como el
sistema democrático, porque ningun sistema reconoce tan
magníficamente como él la personalidad humana.
Por eso dijo muy oportunamente Bastiat: «Yo creo que
– 191 –

el derecho de propiedad es esencialmente democrático, y


que todo cuanto lo niega ó lo viola esfundadamente aristo
crático y anárquico (1).»
Acabamos de citará Bastiat, y con esto se nos porpor
ciona la ocasion de desenvolver el tema del presente capí
tulo, de tratar de eso que hemos llamado la satisfaccion de
las exigencias socialistas.
Es Bastiat un escritor, áquien con toda justicia podemos
llamar magnífico: si encanta con su agudo ingenio y se
duce con su brillante estilo, con su lójica hasta no mas po
.. derosa arrebata y convence. Es indudable que la turba
multa de socialistas franceses, que tanto gritó para perder
la libertad en 1848, encontró en él un adversario formida
ble. La causa de la libertad debe muchísimo á ese talento,
malogrado en la flor de su edad, y seguros estamos que si
otra vez vuelve á lucir aquella sobre el suelo de la Fran
cia, no ha de verse eclipsada, gracias en una gran parte á
los escritos del sábio economista, por las estravagancias y
originalísimas concepciones de tantos y tantos fabricantes
de sociedades como ayudaron á Luis Bonaparte, ya direc
ta, ya indirectamente, á fabricar la que hoy ofrece al mun
do el pais vecino.
Pero Bastiat, en lo que podriamos llamar su delirio
por el libre cambio, lleva sus doctrinas en ciertos casos
hasta tal estremo, que casi se declara partidario del no go
bierno, porque limita á este tanto en sus facultades, que le
priva de moverse hasta para hacer el bien sin produ
cir mal.
La sociedad no lo debe hacer todo, como quieren los
partidarios del despotismo, llámense absolutistas, socialis

(1) Propiedad y despojo. Carta 1.º


– 192—

tas, reaccionarios etc., pero ¿quién duda que debe hacer


algo, como este algo no sea contra los eternos prino-
pios de justicia, ni ataque, menoscabe ó conculque los de
rechos inenajenables de la humanidad?
«El Estado abre un camino, dice Bastiat, levanta un.
palacio, reforma una calle, abre un canal, y por este me
dio dá ocupacion á cierta clase de trabajadores: esto es lo
que se vé: pero con ello priva de trabajo á otros trabajado-
res, y esto es lo que no se vé» (1).
Podrá verse ó no verse lo que se quiera; pero es lo
cierto que, no confundiendo la obra pública—palacio con
la obra—pública camino, ferro-carril ó canal de comun uti
lidad, difícilmente se encontrará un corazon recto que no
apruebe con todas sus fuerzas la construccion de los últi
mos, no solo para dar ocupacion á los trabajadores, sino
para fomentar la riqueza general y llevar la comodidad y
el bienestar por todos los ámbitos del pais.
» Es preciso tener en cuenta, dice el mismo Bastiat en
la citada obra, que lo que se da á unos se quita á otros.»
Y á cualquiera se le ocurre al instante, que esta proposi
cion absoluta, ademas de envolverun egoismo homicida,
puede conducir y de hecho conduce hasta negar las con
tribuciones,porque lo que se da al funcionario público,
al ministro, al juez, al telegrafista, al bibliotecario, etc.,
no se saca mas que del contribuyente.
¡Cómo! ¿No ha de hacer algo el Estado, ó sea el re
presentante de la sociedad? No digamos en las épocas ca
lamitosas, en esas épocas de desgracias públicas, en que
no solamente puede, sino que DEBE hacer cuanto conduzca á
remediar en lo posible y justo esas desgracias; pero en las

(1) Lo que se véy lo que no se vé:5° Obras públicas.


— 193 –

épocas normales, en las épocas de felicidad y bienandanza,


el Estado como representante de la sociedad tiene obliga
cion por el bien de esta en general y por el las de clases
menesterosas en particular de fomentar las obras de utilidad
comun, de impulsar y ayudar, si necesidad hubiere, la
construccion de carreteras y caminos de hierro, decretar
la apertura de canales de navegaciou y de riego, el me
joramiento de puertos, levantamiento de faros y otras obras
que, librando al pobre de la miseria, desarrollen todos los
ramos de la riqueza pública, llevando la abundancia y bien
estar por todas partes. .

¿Quién hará un cargo á Cárlos III por su construccion


del canal de Castilla? ¿quién áCárlos V por el Imperial de
Aragon?
¿Viene el interés privado de un individuo ó de varios
asociados á hacer una carretera, á construir un camino de
hierro, á abrir un canal?Venga muy enhorabuena: ¿lo ha
ce sin subvencion? tanto mejor: al Estado se le reserva el
derecho de inspeccion para que la carretera, el ferro-car
ril y el canal no sean esplotados por aquel interés en" per
juicio de la sociedad, en menoscabo y con detrimento de
los intereses generales.
¡Pero no hacer nada el Estado, porque lo que á uno se
da se saca á otro; porque lo que se vé es el trabajo de unos
y lo que no se vé es la privacion del trabajo á otros! Con
esta máxima, elevada á la práctica, de seguro que los mismos
Estados-Unidos no habrian llenado al mundo de asombro
con sus obras gigantescas y beneficiosas, ni la Europa ten
dria la vigésima parte de los ferro-cariles con que hoy
cuenta, los cuales, además de haber alejado la miseria de
las clases trabajadoras, han llevado la comodidad por todas
partes, fomentando tambien de una manera prodigiosa las
artes, la agricultura, el comercio y la industria.
25
– 194 –

Podrá decirse todo lo que se quiera acerca de que el


interés privado de un individuo ó de una compañía hace
siempre mas que el Estado, se adelanta á los gobiernos y
satisface todas las exigencias de la moderna civilizacion:
si esto es cierto en la mayor parte de los casos, en otros no,
y contra los hechos no sirven los argumentos mas bien des
envueltos ni la lógica mas poderosa.
¿Tendríamos en España los caminos de hierro que tene
mossin elimpulso que dieron á esta clase de obras públi
cas las Córtes Constituyentes, y sin la fuerte subvencion
que para ellas decretaron? ¿No hemos visto sacar á pública
subasta en 1857 el camino de hierro de Galicia y no pre
sentarse ni un solo licitador á él, porque la subvencion
acordada era, sino mezquina, insuficiente para todo cálculo
mercantil? ¿No se vieron obligadas en vista de esto las Cór
tes de de 1858 á aumentar la subvencion para que viniera
á subastarle la compañía que hoy está concluyendo el trozo
de Palencia á Leon? - , "

Y despues de todo, lo que á mi me choca en algunos


de los nuestros que,invocando la libertad, dan tras de las
subvenciones es que, si les llega el caso, se arrastran como
la culebra en pos de una proteccion poderosa, aunqué re
servándose el derecho de decir muy satisfechos y muy sé
rios en el café: «eso de subvencion huele á socialismo; el
Estado no debe subvencionar nada... escepto aquello para
lo que yo "quiera subvencion, » debían añadir para sus
adentros.
No atacándose, no menoscabándose en nada los dere
chos individuales—y cuidado que esto abraza, no solamen
te en el terreno político, si no tambien en el económico,
mas de lo que algunos piensan (1)—todo lo demas queda

(1) A salvo de los derechosindividuales, está negado el sistema pro


– 195 –

reducido á una cuestion de dinero: el economista podrá mi


rarla hasta con horror: el político, el hombre de gobiernó
no puede menos de subordinarla al interés general. Es
cusado es que se nos arguya con que tan exorbitante puede
ser la exaccion de dinero, que constituya una verdadera
tiranía, dejando por puertas á los contribuyentes, pues que
contestaremos: 1.º que estos tendrían la culpa (debiendo
ser votada la contribucion por la ley de las mayorías) de
que fuera mas ó menos creeida, y 2.º que nunca puede ser
muygrande la contribucion como el gobierno no sea re
glamentador, repartidor arbitrario del presupuesto, des
potizador, en una palabra, socialista. -

Dejamos satisfecha una de las que, aun cuando no pro


piamente, llamamos exijencias socialistas, que es la referen
te á obras públicas
Segunda excigencia. Pósitos. Los pósitos son el refugio
casí continuo de los labradores pobres, el amparo de los in
felices jornaleros y de sus familias, cuando los temporales
vienen áparalizar sus brazos enmedio de un invierno y sir
ven tambien al rico y al medianamente acomodado cuan
do una sequía, un horroroso pedrisco ú otra calamidad ha
ce que se vean vacias sus trojes. Lospósitos deben tenerlos
todos los ayuntamientos: donde los hay, procúrese por
montarlos de forma que llenen cumplidamente su instituto
y de conformidad con laspresentes necesidades sociales, y
donde no los haya actualmente, deben estatuirse con el

teccionista, porque este crea los contrabandistas, y perseguidos estos»


ya no hay libertad de industria y de tráfico, discurràn como quieran los
partidarios de la proteccion, los reacciónarios y los socialistas. Recono
cidos los derechos inenajenables de la humanidad, el despotismo en po
lítica, en la industria y en todos los terrenos es imposible, así como la
tiranía es segura sin la creencia en Dios ysin la base de la justicia, que
ampara esos derechos contra toda clase de principios que tiendan á con
eulcarlos, incluso el de la soberanía nacional.
— 196 —
produeto de los bienes nacionales, y sino hay tal producto
en la localidad, con el que rinda al efecto un arbitrio que
no sea vejetario al ciudadano, por ejemplo, un aumento so
bre la contribucion directa. Y no se nos diga que esto no
es posible, porque demasiados recursos se proporcionan
ahora por arbitrios y no arbitrios para vejar y empobrecer
al ciudadano, esto sin perjuicio de desconocerle injusta
mente sus derechos.
El fondo de los pósitos no solamente ha de ser de trigo:
conviene muy mucho que la mitad sea en granos y la otra
mitad en dinero; y si esto lo pidió en su tiempo nuestro
Zabala (1), con mayor motivo debe establecerse hoy que la
agricultura ha tomado un desarrallo estraordinario, nece
sitando en ciertas épocas de metálico que, como es sabido,
puede sacar en un momento dado del apuro mejor que el
grano.
Fáltanos consignar que la administracion de los pósitos
debe correr á cargo del municipio, con la inmediata y pri
mera inspeccion, en la idea de que no se malversen, de
parte de la provincia, la cual no escluirá la segunda y su
prema, encomendada á un consejo de Estado, cuyo nom
bramiento es escusado que digamos no seria el mismo que
se practica para el actual consejo.
Tercera exigencia. Bancos. Donde hay un banco, allí
hay industria, hay comercio, hay mejoras en la agricultu
ra, hay lo que podemos llamar vida social. Todos sabemos
que el Estado se ha hecho y sigue haciéndose dueño de los
inmensísimos recursos que produce la desamortizacion,
esta mina inagotable que ha dejado atrás á todas las del

(1) Zabala. De los motivos que ocasionan la deterioracion de las la


bores y los medios que pueden practicarse para restablecerlas.
– 197 —

Potosí; y todos sabemos tambien que una gran parte de


esos productos se emplea en satisfacer la deuda pública,
que desgraciadamente representa, entre gastos util y leji
timamente realizados, el despilfarro, el peculado y la in
moralidad de algunos malos gobernantes. ¿Porqué, pues no
se ha de destinar otra regular parte de esos productos al
establecimiento de bancos, bien montados y de tal manera
establecidos que el dinero se obtenga á un interés tan mó
dico, que casi pueda decirse que realizamos la utopia del
crédito gratuito? ¿No han ayudado en su oríjen al Banco
de España, (antes de San Fernando) casi todos los gobier
nos, eso que no sirve mas que para losgrandes industria
les y grandes comerciantes? ¿Por qué el Estado no ha de
ayudar, máxime de la manera que nosotros proponemos,
á la creacion de bancos, que sirvan al pequeño labrador
al modesto industrial, al pobre menestral y al infeliz bra
cero, propietario de su trabajo, en beneficio de toda la ri
queza pública y disminuyendo, si no aniquilando la usura?
En esos bancos es preciso que tenga entrada el crédito per
sonal, en igual, sino con preferencia al que dá la propie
dad inmueble, señalándose por supuesto el máximun que
se haya de dar á cuantos acudan á él con relacion al capi
tal de que conste, pedidos, etc. Si no entrase el crédito
personal, que tan importante papel juega entre los hom
bres de la banca y ricos comerciantes y fabricantes, esta
ria falseada por su base la institucion de esos bancos, y no
hay razon para que el hombre honrado y laborioso sea
considerado en materia de crédito como una cosa sin va
lor. Pues qué; ¿no representa el trabajo una riqueza como
la representa la casa, la viña, la tierra, etc.? ¿y no suele
cumplir mejor en cuanto al pago el bracero laborioso y
honrado que el hacendado tramposo? Bien sé que se me dirá
á esto que puede morirse el simple bracero que contrae el
— 198 -
préstamo y que sihay así muchas desgracias, el banco ven
drá á una ruina irremisible: pero en cuanto á lo primero
¿no tienen todos los bancos, comercios y establecimientos
porel estilo sus correspondientes quiebras? y en cuanto á lo
segundo; ¿no puede para la realizacion del préstamo á un
obrero exijirse la Qrma de otro ó de dos compañeros en
mancomunidad?
Si no se establecen esos bancos, que acabarían con casi
todos los fabricantes de sociedades,. será porque no se
quiera.
Con mil quinientos millones (cantidad exigua para la
que produce la desamortizacion) distribuidos bajo la base
de la poblacion, porque el hombre vale mas que la tierra,
las fábricas y el comercio, esto sin perjuicio de tener pre
sentes otivs circunstancias que nosotros no podemos espe
cificar aquí, podían establecerse quinientos bancos debien
do existir uno al menos en cada cabeza de partido judi
cial y ellos llevarían la vida por todo él cuerpo social, fa
cilitando recursos al ingenioso para llevar á cabo su inven
to, al labrador para beneficiar sus tierras, viñas y olivares,
al menestral para mejorar su industria, al oficial para ser
maestro, si así le convenia, al bracero para librarse de la
miseria, para no ser esplotado en ciertas épocas por la
avaricia y aun para hacerse propietario de inmuebles con
su honradez y con el sudor de su frente.
Con esos quinientos bancos es seguro que se realizarían
los milagros en que los socialistas sueñan, suponiendo ele
varles á la práctica por medio de sus absurdas y antiso
ciales teorías, copias y nada mas que simples y miserables
copias de antiquísimas, despreciables y despreciadas uto
pias.
Tal vez nos diga alguno: «¿y el capital, que es de la
nacion , se ha de destinar al establecimiento de esos Ban
— 199 —
eos? ¿Y con el dinero que produce la desamortizacion,
en Sevilla por ejemplo, donde hay tanto que desamortizar,
se ha de establecer un Banco en la Coruña ó el Ferrol,
donde apenas hay ni ha habido riqueza amortizada?»
«¿Pues qué, tendríamos que contestarle, ¿no sirve hoy ese
capital á la nacion, destinado como está para el pago de la
deuda, levantamiento de cuarteles, etc.? ¿Pues porqué no
lia de servir á la nacion de este otro modo y sobre todo á
las clases menesterosas de ella? Por otro lado, al emplear
se tal cual hoy se emplea, ¿se dice por ventura, la deuda
pública se satisface con los productos de la desamortizacion
andaluza, castellana ó aragonesa, ó se hace con los de la
gallega, asturiana ó montañesa! Se hace á nombre de la
nacion y por la nacion, y á nombre de la nacion y por la
nacion se debe realizar el establecimiento de esos Bancos,
que podríamos llamar el patrimonio de los pobres con al
guna mas propiedad que era así llamada la inmensa masa
de riqueza territorial que tan malamente usufructuaba el
clero secular y regular.
Nosotros consignamos aquí tres cosas con toda con
ciencia.
\ .* Que con esos quinientos Bancos no solamente se
desarrollarían de una manera magnífica todos los ramos de
la riqueza pública, sino que muy pocos pensarían ya en
socializarnos.
2.a Que si np se establecen es porque no se quiere., .
3/ Que se establecerán con el tiempo.
Cuando existe un mal, si no se da con el remedio para
estirparle, salen á relucir miles y miles de curanderos ri
dículos y estravagantes;. esta plaga la aleja ó la confunde
un buen médico.
Los mil y quinientos millones que darian impulso á las
artes, al comercio y á la agricultura, podian ahorrarse en
– 200 –

tres años, disminuyendo el ejército activo de soldados de


línea y mas el grande ejército de empleados, unos inútiles
y otros perjudiciales por los cargos que desempeñan en
menoscabo de la industria, de la agricultura y del comercio.
Esos Bancos serán una verdad en no lejanos dias, aun
que no nos fijemos mas que en que los mismos ayuntamien
tos, á quienes se ha pagado con títulos de la deuda la par
te que les correspondia en la desamortizacion de sus pro
pios, han de querer mejor tener empleados sus capitales
con el producto de un 3, v.g.; pero haciendo bien al país,
que no archivada ysin circulacion su riqueza, aun cuando
les gane el 6.
Reasumamos.
El Estado, como representante de la sociedad, debe
decretar obras públicas de comun utilidad,y tambien sub
vencionarlas si necesitasen de subvencion.
El Estado, como representante, de esa sociedad, debe
conservar los pósitos existentes, fomentarlos y hacer que
se creen otros donde no existan.
. El Estado, como representante de esa sociedad, debe,
en fin, con el producto de la desamortizacion, crear Ban
cos en los que tenga entrada el crédito personal, al menos
en todas las capitales de partido, para que bien dirigidos y
administrados impulsen todos los ramos de la riqueza pú
blica, que en definitiva es la que proporciona comodidades
y lleva por do quiera la moralidad y la ilustracion, ines
pugnables baluartes de la libertad. Así se realizariá el
gran pensamiento que emitió nuestro Gándara en 1759,
cuando no se acordaban de venir al mundo ni los Prud
hones, ni sus maestros, ni sus discípulos (1).

(1) Ya hemos visto en la cita de la página 157 la teoría de Bancos de


— 201 —
Hé ahí satisfechas las exigencias socialistas, si así nos
es permitido esplicarnos; dejando á salvo la justicia y la li
bertad.;
Para lograr esas importantes mejoras no hay necesidad
de socializarnos, ó lo que es lo mismo, de envilecernos, ni
de tiranizarnos, ni de reglamentarnos, ni de armonizarnos,
ni por último de estranjerizarnos sin provecho y con des
doro del buen nombre de la patria.
Porque es una desgracia de este noble país, contra la
cual se sublevan los que con orgullo llevan el nombre es -
pañol.
Casi todos los que se ocupan de política acuden al es-
tranjero por ejemplos y por doctrina, no teniendo necesi
dad de salir de casa para encontrar unos y otra.
Debe tomarse lo bueno de otros paises; pero cuando
se posee, el ir á buscarlo fuera, es el colmo del delirio y de
la insensatez.
Debemos á no pocos escritores contemporáneos, que no
han estudiado nuestros escritores pretéritos, ni nuestra his
toria, ni nuestra legislacion, ni las costumbres de nuestros
antepasados, una buena cosecha de copias utópicas y de
pretensiones estravagantes, y en el fondo tiránicas, impor
tadas del estranjero.
Cuando yo leo el preámbulo de nuestra Constitucion de
1 812, no puedo menos de sublevarme contratos que la
ensalzan para arrastrarla al momento por los suelos, ala
bando solamente los acontecimientos y los hombres de la
Francia (1).

Gándara, en los que entraba hasta la buena fé, que para nosotros no es
mas que el crédito personal. Y tan exacto es esto, que el mismo Gánda
ra dice, como allí puede verse: de cuyo modo encontraban y tendran to
dos dinero de sobra para todo cuanto quieran emprender.
(1) Hé aquí lo que dice el preámbulo de la Constitucion de 1812:
26
Aquí casi todos, indistintamente , de este ó del otro
partido, hablan y escriben mucho de Smit y Say, muy po
cos ó ninguno de Zabala.
Muchos ensalzan y subliman hasta las nubes á los Luis
Blanc, los Considerant , los Leroux y demás mutiladores
de los derechos del hombre, demás absolutistas de nuevo
cuño; muy pocos á nuestros liberales.
Muchos iuvocan, ya para esto, ya para lo otro, la pro
teccion, muy pocos la libertad en todas sus manifestaciones.
Muchos hablan y vuelven á hablar de estos y los otros
derechos sin definir ninguno; muy pocos de la justicia, re1-
conocida en la única fuente que la produce, en Dios.
Muchos de franceses, ingleses y alemanes, muy pocos
de españoles.
¡Oh patriotismo sublime! ¡De lo que eres capaz cuando
estás supeditado á la noble pasion de la envidia!
No es nuevo á la verdad este mal entre nosotros. Aun
que no fuera mas que por esto no nos coge de susto; y
así es que, como si tal cosa sucediese, seguimos nosotros
nuestra marcha, sin miedo á nada ni á nadie, sin conside
racion tampoco hácia nadie ni hácia nada, y sin que nos
arredren estos ni los otros obstáculos. Buscando la verdad,
teniendo por norte la justicia y por fin la libertad, ¿cómo
hemos de sorprendernos, amilanarnos ni arredrarnos por
nada?

«Nada ofrece la comision en su proyecto que no se halle censignado del


modo mas auténtico y solemne en los diferent.es cuerpos de la legislacion
española , sino que se mire como nuevo'el método con que se han distri
buido las materias, ordenándolas y clasificándolas. para que formasen un
sistema de ley fundamental y constitutiva, en el que estuviese contenido
con enlace, armonía y concordancia cuanto tienen dispuestp las leyes
v fundamentales de Aragon, de Navarra y de Castilla en lodo lo concer
niente á la libertad é independencia de Ja nacion, á los fueros y obliga
ciones de los ciudadanos, á la dignidad y autoridad del rey y de los tri
bunales, al establecimiento y uso de la armada, y al método económico
y administrativo de las provincias.»
- 203 —
Ya se quejaba del mismo mal que nosotros el ingenioso
Gándara, cuando en 1759 pedia la libertad, aunque rodea
da de las nubes que no podia menos de proporcionarla el
absolutismo, que tan profundas raices tenia entonces en la
sociedad española (1 ) y se lamentaba al propio tiempo de
quesufriera y callase Castilla, aunque anunciando arrogan
temente que la llegaría su tiempo de hablar, su tempus lo-
quendi (2) ¿No la habrá llegado todavía ese tiempo, tan de
seado por nuestro economista? Nosotros creemos que sí,
y porque creemos que sí, por eso hablamos de la manera
que lo hacemos en nombre de la patria, y no solo por el
bien de ella, sino tambien por el de todos los pueblos.
Por eso tenemos que decir aquí á nuestros socialistas:
Para pedir las obras públicas de interés comun en un país
que tiene el canal de Tauste, el mas antiguo de Europa;

(1) Véase lo que decia Gándara en 1759, y confúndanse los absolutis


tas y los partidarios ciegos de los principios del 89 , es decir, lo que pro
clamaba treinta años antes de la revolucion francesa: «Acomódense, pues,
los planes, máximas, reglamentos y providencias al espíritu actual de las
naciones. Dése á ambos mundos una kueva fobuta de gobiebno, conforme
al estado presente de la Europa y de las Indias extranjeras.»
' El bien y el mal de España, cap. 55.
(2) Véase tambien como se esplicaba Gándara: «¿No es cosa gracio
sa ver encendidos litigios entre las naciones mas cultas sobre si esta ó
aquella invencion fué inglesa, italiana ó francesa, y saber constantemente
que la tal invencion cuestionada habia nacido en Castilla un siglo antes
por ejemplo? En Castilla digo, en esta nacion llamada hoy bárbara, que
sufre y calla hasta que la llegue su tempus loquendi. Vaya (omitiendo
otro millar) un par de verbi-gracias pasajeramente. ¿Esa circulaeion de
la sangre, mas disputada que la patria del grande Homero, no la habían
dado á leer las prensas castellanas, antes que naciesen los pretendientes
de la invencion? Los albéitares hacen acá esos descubrimientos.
¿Ese sistema (ó romance filosófico) de el declamado Des-Cartes no na
ció en Alcalá de Henares ciucuenta años antes de la concepcion del mis
mo Renato? íQué diria Gomez Pereyra, si viese prohijando á Francia el
parto ó aborto de sus átomos! Esos fundamentos sólidos, que le derriba
ron despues del supremo Trono que habian erigídole la superficialidad,
ligereza, inconstancia y amor á la novedad de esas naciones bulliciosas
llamadas inventoras, ¿no se habian producido contra él en Salamanca
dos siglos antes?
— 204 - .
el canal imperial del siglo XVI; el estudio de unir el
Mediterráneo con el Océano cantábrico por el pais vasco y
el Ebro, y el de la navegacion del Tajo desde Lisboa hasta
Toledo, del mismo siglo; para pedir un buen sistema de
pósitos y de bancos en un país en donde le pidieron á
principios y mediados del siglo próximo pasado, entre otros,
Zabala y Gándara, ¿necesitais de una esclavitud de nueva
especie; necesitais de la reglamentacion, que es el despo
tismo en la industria y en el comercio; necesitais acudir al
estranjero en busca de máquinas para fabricar sociedades',
necesitais, en una palabra, invocando hipócritamente la
libertad, convertiros en verdaderos absolutistas, estosentes,
mas que por ignorancia por cálculo, miserables descono
cedores de los derechos del hombre, de su dignidad, de la
justicia divina y de la humana?
Pero ya sabemos. que no os contentais con las mejoras
é instituciones que dejen á salvo la libertad; que quereis
otras cosas á nombre de las palabras vacías, en resumen,
de sentido, de fraternidad, solidaridad, etc., y esas cosas
son tasa en los granos, derecho al trabajo, armonía forzosa
entre este y el capital , talleres nacionales, crédito gratuito,
proteccion para esto y para lo otro, edycacion comun y obli
gatoria, mejoramiento de la raza humana, etc., etc.
Pues si eso quereis, y queriendo eso teneis con preci
sion que apelar á la reglamentacion absurda y tiránica del
hombre, al entorpecimiento de sus mas preciosas faculta
des y así desconoceis la dignidad humana, no os llameis
. hombres dignos ante la humanidad.
Pues si eso quereis , y queriendo eso teneis que ultra
jar la eterna justicia, no os llameis justos.
Pues si eso quereis, y queriendo eso desconoceis lasti
mosamente la libertad, no os llameis liberales.
Pues si eso quereis, y queriendo eso no comprendeis ni
— 205 -
estimais el valor inmenso y santo del trabajo libre, teneis
que ir irremisiblemente tras de la holganza organizada y
tras de la mendicidad cubierta con el manto social, y así no
es justo que os llameis ni mucho menos que penseis en que
os den el nobilísimo título de trabajadores.
Con todo lo que pedis, quereis resucitar una .especie de
sopa de los antiguos conventos, con la haraganería á ella
consiguiente, porque tanto importa que aquella la propor
cione el Estado, como el obispo ó las porterías de las co
munidades (1).
Las que, aun cuando sin propiedad, hemos titulado bue
nas exigencias socialistas, creemos que las dejamos satis
fechas.
Las demás solamente puede satisfacerlas un monarca
absoluto Ó un tirano.
Bajo este supuesto necesitamos decir aquí muy alto, que
el pedir á la democracia que las satisfaga, sobre ser un es-
travagante delirio, es la mayor de las desvergüenzas.

(1) Creemos muy del caso hacer aquí ver al lector cómo se esplicaba
Gándara contra la sopa de los conventos y sus consecuencias: «Mientras
haya sopa en los conventos, no faltarán mendigos en España.» (El bien
ei mal de España, cap. 43). «No hay cosa mas edificativa que la sopa
iaria que reparten las comunidades en sus porterías y la limosna que
hacen los obispos delante de sus palacios, mas tampoco hay mayor segu
ridad ni mas grande aliciente para echarse muchos á mendigos. El tra
bajar es cuesta arriba: el holgar y vagamundear con seguridad de sopa
aquí por la mañana, sopa allí nácia medio dia, sopa allá por la noche, y
sus cuartejos al paso para vino y tabaco es vida muy deliciosa.» (La
misma obra, cap. 88.)
Recomendamos estos y otros pasajes á los absolutistas, que creen que
solamente los liberales de ahora condenan la sopa de las porterías, tan
alabada por ellos, sin duda para tener envilecido y tiranizado el pueblo.
CAPÍTULO XXI.

Denominaciones políticas, Neo-católicos, monárquico-puros,


moderados, conservadores, progresistas y demócratas,

Penosa tarea es en verdad la que nos hemos impuesto;


pero dotados de fé ardiente y de una voluntad inquebran
table, esperamos, con la ayuda de Dios, llevará feliz tér
mino nuestro trabajo.
Hemos combatido á los comunistas, porque no son en
resúmen mas que unos miserables partidarios "de la servi
dumbre comun.
Hemos combatido á los socialistas por el Estado, porque
tampoco son en resúmen mas que unos grandes mutilado
res de los derechos inenajenables del hombre, de los de
rechos que le dió Dios al criarle.
Veamos aquí lo que son, examinados á la luz de la ra
zon y con el criterio de la lójica inflexible, los hombres de
los restantes partidos con sus doctrinas y aspiraciones. Te
nemos amigos particulares en todos, porque en todos ellos
hay hombres de bien: si no acomodan á estos nuestras ca
lificaciones, nosotros debemos asegurarles que ellas son hi
jas de nuestras leales y profundas convicciones. Culpen á
sus doctinas si las calificaciones esas les parecen duras,
pues que no son sino propias, justas y perfectamente mere
cidas.
Cuando al tratar de los diversos sistemas de gobierno
–207 –

sentamos ya que en definitiva no habia en el terreno de la


ciencia mas que dos; el bueno y el malo, el que reconoce,
respeta y ampara los derechos inherentes al hombre en el
hecho solo de ser tal hombre, y el que en mayor ó menor
escala les desconoce, conculca, mutila óproscribe, tacita
mente sentamos que en ese elevado terreno no habia mas
que dos partidos; el del buen gobierno y el del malo, el de
la libertad absoluta y el mistificador en mas ó menos grados
de esa libertad augusta. Pero así como respecto de los par
tidarios de la libertad para todos, no tienen que distingüir
nos á los nnos de los otros, porque todos tenemos un dog
mo claro, justo, bien definido, inalterable, que, sin negar
el progreso, antes desarrollándole incesantemente, per
manecerá tal hasta la consumacion de los siglos, en cuanto
á los que no comprenden así la libertad, tenemos que con
templares y juzgarles bajo el punto de vista de sus respec
tivas denominaciones, las cuales, preciso es confesarlo, que
no son impropias en cuanto que ellas significan las dife
rencias que los clasifican y separan.
Preséntasenos en primer término el partido de los teo
crátas, hoy conocido bajo el título de neo-católicos, que son
del Papa-rey antes que del monarca de su pais; que des
precian todas las leyes como no sean del agrado de la cu
ria romana; que son ultramontanos antes que franceses,
españoles, portugueses, etc., que se llaman católicos antes
que políticos, y que en realidad son hipócritas antes que
relijiosos y buenos ciudadanos. Humildes en la apariencia,
soberbios en la realidad, en gran manera ladinos, ductiles
hoy, inflexibles mañana segun las circunstancias, enemigos
de la sociedad porque la quieren esclava, enemigos del
hombre por que le quieren envilecido, así en su cuerpo co
mo en su alma, son inmensamente mas temibles que los
socialistas y comunistas, ya porque, al reves que estos, tie
– 208 –

nen en la sociedad hondas raices, ya porque son, como mas


esperimentados, inmensamente menos gritadores.
Y sin embargo ¡quién lo creyera! sin ser los neo-cató
licos fabricantes de sociedades, son comunistas de cierto gé
nero, tal vez peor que el platónico, y socialistas de cierta
especie, acaso mas funesta que la sansimoniana; y para no
desmentir el comun oríjen de que proceden, así como los
comunistas y socialistas nos propinan una fraternidad á la
ligazos, los neo-católicos nos la tratan de aplicar á palos, ó
por medio del destierro, las cárceles, los presidios, la pros
cripcion y los pátibulos.
Todos los hombres son hermanos,dicen muyformales los
neo-católicos en la calle, en la plaza, en casa, en el teatro,
en el libro, en el folleto, en el periódico, en toda parte y
lugar.
Pues bien; contemplad su encantadora fraternidad.
Preguntadles si quieren al hombre igual á otro hombre,
tal cual le quiso el jentíl Terencio hayá mas de 2000 años;
y os saldrán con sus privilejios, con sus monopolios, con
sus distinciones de nacimiento, con su falanje de tributos
distintos y desiguales, con sus tribunales especiales, esto
es, con el socialismo de cierta especie, de que arriba deja
mos hecha mencion.
Preguntadles si quieren al hombre dignificado, en el
pleno uso de sus derechos; y despues de ultrajará la socie
dad, suponiendo que esta se halla decadente, corrompida y
desmoralizada, como si no fuera hoy mil veces mejor que
ayer, como será mañana mil veces mejor que hoy, os con
testarán, que la dignidad del hombre estriba no en ser es
clavo de la ley justa, sino de la autoridad; que es preciso
sujetarle, dándole deberes y no derechos; que la autoridad
cuide de él, porque sino el génio del mal le lleva por el ca
mino de su perdicion; que la autoridad es poco menos que
– 209 -

infalible y él un ser miserable y digno por ende de ser per


petuamente guiado; esto es, os contestarán con el socialis
mo de cierta especie, de que dejamos hecho mencion.
Preguntadlessi quieren al hombre libre tal cuál Dios le
crió, qara que use de todas sus facultades como responsa
ble que es de sus acciones, y no un ser inconsciente y
por lo tanto irresponsable, no acreedor de pena ni de pre
mio; y os contestarán, que la libertad es hija de Satanás,
que el hombre es un niño perpetuo, que necesita de la tu
tela social desde que nace hasta que muere para que no se
estravie, se pierda, ni se corrompa, para qne no se des
peñe ó caiga en un pozo; que es preciso reglamentarle, es
decir, despotizarle, dirijir constantemente su alma, es de
cir, violentársele, enseñarle lo que ellos quieran que apren
da, es decir, embrutecerle; ampararle por aquí y por allá,
por este lado y por el otro, es decir, esclavizarle; sujetar
le sus pasiones, dirijirle sus afectos, encaminarle sus incli
naciones, es decir, envilecerle y reducirle á la nada.
¡Qué fraternales y sobre todo qué relijiosos!
Quieren el envilecimiento del hombre, y se olvidan del
Génesis, que no puede querer envilecido lo que Dios hizo
á su imájen y semejanza.
«Y dijo Dios: hagamos al hombre á nuestra imájen y
semejanza (1).» . . -

Quieren el embrutecimiento del hombre, y se olvidan


de lo que dice Salomon:
«Ten asida la instruccion, no la dejes, guárdala, porque
ella es tu vida (2).» •

«Porque mejor es la sabiduría que todas las riquezas

Génesis. Cap. 1° vers. 26.


2) Libro de los Provervios. Cap. 4° vers. 13. 27
– 210 –

maspreciadas, y nada de cuanto hay apetecible es compa


rable con ella.»
»Yo la sabiduría moro en el consejo y asisto á los pen
samientos juiciosos.
» Conmigo están las riquezas y la gloria, la opulencia
y la justicia.
» Porque mejor es mi fruto que el oro y que la piedra
preciosa, y mis productos mejores que la plata esco
gida (1).»
Quieren la esclavitud del hombre, y se olvidan de que
Dios dignificó á todos, haciendo á todos libres, á este igual
á aquel, dotándole de una misma alma, de unos mismos
sentidos, de unos mismos miembros, y que el apostol San
tiago, condenando las distincionesinjuriosas entre el po
bre y el rico que asistan á un Congreso, es decir, hasta á
los actos mas importantes de la vida social, dice terminan
temente:

«Así hablad, así haced, como que empezais á ser juz


gados por la ley de LIBERTAD (2).
Quieren la intolerancia y las persecuciones, y se olvi
dan de lo que dice San Pedro en su epístola ya citada (3);
pero no hay que estrañarlo; es porque se olvidan sin duda
tambien de lo que ellos mismos son; mas para que la socie
dad les conozca, les definiremos como les definen San Ma
teo ySan Pablo.
» Guardaos de los falsos profetas, que vienen á vosotros
vestidos de ovejas,y son lobos robadores (4).
»Cuyo fin es la perdicion, cUYo Dios Es EL vieNTRE, y

(1) Libro de los Proverbios: cap. 8º: v. 11, 12, 18, y 19.
(2) Santiago: Epistóla católica,ºv. 1.° al 12.
3) . Epístola de San Pedro, cap, 5°v. 2.
San Mateo: cap. 7, v. 15.
– 211 –
su gloria es para confusion de ellos, QUE solo GUSTAN DE Lo
TERRENo (1). -

¡Oh, Dios-vientre! En la adoracion de esta divinidad


devoradora estriba todo el sistema socialista y comunista
de los neo-católicos. De aquí es el que, hipócritas en reli
gion, que no comprenden ni practican sus corazones, quie
ran al hombre respecto de ella convertido en vil juguete
de sus preocupaciones y cálculos fanáticos y sanguinarios;
que en política le nieguen todos sus derechos, entregándole
atado de piesy manos á disposicion de un déspota, que en
administracion le perturben y le vejen, que en todas las
esferas, en fin, le reglamenten, le socialicen, le anulen, en
una palabra, para todo menos para trabajar, á fin de apro
vecharse ellos del sudor de su frente.
Partidarios de las confiscaciones comunistas, defensores
ardientes del proteccionismo socialista y de la amortizacion
asesina de la riqueza pública, amigos de los diezmos y de
losllamados derechos señoriales, aduladores de lospodero
sos, despreciadores de los pobres, desconocedores de to
dos los derechos del hombre, reglamentadores hasta de
las conciencias que perturban con su fanatismo, en gene
ral estudiado,intolerantes, frios, egoistas é hipócritas, son
los neo-católicos, sin cacarearlo, mas terroristas que los
terroristas revolucionarios,porque estos dicen que quieren
serlo en circunstancias dadas, y aquellos lo son por siste
ma, de una manera fija, serena; permanente, inalterable.
Los terroristas revolucionarios degollarian, si pudieran, en
un dia dado; los terroristas neo-católicos quemarian á san
grefria, caso de poder hacerlo, los hombres á millares,

(1) San Pablo: Epístola á los filipenses, cap. 3,v. 19.


como quemó Torquemada en el siglo XV (1) y degollarían
como degolló Cárlos IX en el siglo XVI: representantes fa
tídicos de lo malo de los tiempos pasados, restos odiosos
de la inquisicion, no española, sino de todas partes, de
Madrid y de Orleans, de Paris y de Lisboa, de Coñac y de
Goa, dirían como Felipe II al pasar por Valladolid y tener
noticia de la condena del doctor Gazalla y compañeros;
hágase un auto de fé, que queremos tener el gusto de asistir
á él (2). De sabido se calla que los kereges que quemarían
no serian otros que los amigos de la idea democrática y
sus afines los de la idea progresista.
«Nosotros, dicen sin embargo de esto los neo-católicos,
nosotros somos los únicos hombres religiosos y de gobier
no, porque con nuestras doctrinas la religion se encontra
ría perfectamente protegida y la sociedad garantizada
contra el mónstruo de la anarquía, dando toda la fuerza
necesaria al principio de autoridad.» Y la religion de los
neo-católicos es la supersticion, y la proteccion de los neo-

(1) Oigamos lo que dice el jesuíta Mariana: aSi los delitos eran de
mayor cantía (va hablando de los llamados de heregía y apostasia) des
pues de estar largo tiempo presos, y despues de atormentados, los quema
ban; si ligeros, penaban á los culpados con afrenta perpéfua de toda su
familia. A no pocos confiscaron sos bíenes, y los condenaron á cárcel
perpétua: á los mas echaban un sambenito, que es una manera de esca
pulario de color amarillo con una cruz roja al manera de aspa, para que
entre los demás anduviesen señalados y fuesen aviso que espantase y es
carmentase por la grandeza del castigo y de la afrenta..; Publicó el di
cho inquisidor mayor edictos en que ofrecía perdon á todos tos que de su
voluntad se presentasen: con esta esperanza dicen que se reconciliaron
hasta 17,000 personas entre hombres'y mujeres de todas edades y esta
dos: DOS MIL PErSONAS FUErON QUEMADAS, SIN OTRO MAYOR NÚMERO de IOS que
se huyeron en las provincias comarcanas.»
Uistoriu de España, lib. 24, cap. 17.
(2) El auto de fé en que fueron achicharrados el doctor Cazalla y
sus compañeros fué pedido y presidido por Felipe II, y en aquella oca
sion terrible pronunció este, segun todos los historiadores, las siguientes
crueles palabras. Si mi único hijo Cárlos no fuera buen católico , yo mis
mo llevaría sobre mis hombros leña para la hoguera que halria de devo
rarle. . . ...
– 213 –

católicos es el socialismo y comunismo de lo líquido á su


favor, y la anarquía en boca de los neo-católicos es la
hermosa y fecundante libertad, y el principio de autoridad
de los neo-católicos es el despotismo degradante y asque
ITOSO, -

Pero ya les conocemos; ya les va conociendo perfecta


mente la sociedad. En religion no son mas que unos hipó
critas, en política unos tiranuelos, en administracion unos
socialistas sui generis, y sus supremas aspiraciones, el fin,
el desideratum de su sistema no es otro que el comunismo
de lo líquido, porque su Dios es el vientre como que solo
gustan de lo terreno.
Si conservan aun los neo-católicos bastante poder, de
masiadas influencias en la sociedad, consiste en que toda
vía es la ignorancia por desgracia hastante grande.
Estended las luces por toda la superficie del país, y
vereis como desaparecen esos" nuevos inquisidores. ¿No
veis ya su influencia quebrantada? Pues no hay que atri
buirlo mas que al benéfico influjo de la imprenta y sobre
todo al poder de la prensa periódica. ¿Cómo no han de
aborrecer esta de todo corazon?
¿Cuándo dejó el tirano de odiar y confundir, si está en
su mano, al que no puede por la elevacion de su alma su
frir el yugo de la servidumbre?
Si sucumben Helvidio Prisco y Peto Traséas, es porque "
estorbaná Neron parricida, violador de hombres y muje
res, incendiario, confiscador, ladron y comunista.
La ventaja que aquí hay es, que el tirano se encuentra
en su periodo decadente. Otro paso mas, y el tirano des
aparece, y con él la mas negra nube que hoy oscurece el
sol de la libertad.
Vienen en seguida de los neo-católicos, los llamados
monárquicos puros los que quieren un sistema absoluto,
– 214 –

los que reconocen el derecho divino de los reyes para


mandar á los hombres y niegan el derecho divino de los
hombres para vivir en sociedad, tales cuales Dios les crió,
libres, dignificados, iguales entre sí, sobre todo lo creado
enaltecidos, dueños de sus facultades, responsables de sus
acciones, que deben no obstante sujetar á los eternos prin-
cipios de justicia.
No negaremos que entre los absolutistas existan algu
nos hombres de honradez y verdadera religiosidad que, no
habiendo aprobado los escesos del absolutismo, se hayan
asustado de los escesos, inmensamente menores, de la li
bertad; pero esos hombres son, sin ningun genero de
duda rara avis in taerra. -
Considerados como partido, como agrupacion política
son muy idénticos, sino completamente iguales á los neo
católicos. Existe para nosotros la diferencia de que no son
tan cobardes ni tan inmundos como estos. -

A cualquiera le ocurre á primera vista que el gran pe


cado de los absolutistas, queriendo depositar en un solo
hombre todo el poder social, es querer ipso facto ser ellos
esclavos, puesto que piden serprivados al propio tiempo
que la generalidad de todos los derechos, que entre parén
tesis ejercen muy dulce y lindamente bajo todos los siste
mas representativos, sea con sana ósea con aviesa inten
cion. ¿Pero creeis que los absolutistas quieren ser escla
vos? Seria esto desconocer completamente la humana na
turaleza, que no varia, porque uno se titula partidario de
la idea democrática, otro de la absolutista, etc. Los mo
nárquico puros, al proclamar su rey de derecho divino, no
solo quieren ser libres mientras que la sociedad sea escla
va, sino que quieren ser los guias, los consejeros y los due
ños de la persona del monarca; es decir, que quieren el ab
solutismo para dominar sobre el monarca absoluto; que em
– 215 –

piezan por ser egoistas para concluir siendo unos tiranuelos,


que son los que mas apetecen la propia libertad, si nombre
de libertad pudiera darse al libertinaje y á la injusticia,
producto de la desigualdad de derechos.
Oigamos algunos argumentos de los absolutistas:
«Nosotros queremos un rey que concluya con todos los
reyezuelos que nos ha proporcionado la revolucion. Dipu
tados, senadores, ministros. y toda esa balumba que se lla
ma parlamentarismo tienen perturbada la sociedad, la jus
ticia poco menos que proscrita, el favoristismo triunfante,
la moralidad arrinconada y la tiranía de muchospesando so
bre el cuerpo social de una manera escandalosa y funesta.
Un monarca absoluto con el código relijioso en la mano y con
el civil en la otra, no solo hace innecesaria esa complicada,
costosa, desmoralizadora y estravagante máquina del cons
titucionalismo, que trae á la córte las intrigas de la última
aldea, que hace que el ministro atienda al favor mas que á
la razon, que proporciona los empleos al influjo electoraly
no al mérito, que hace de la justicia un comodin y de la
verdadera libertad una burla sangrienta, sino que, dispen
sando la justicia portodas partes, tieneque llevar la felicidad
ó todos los vasallos, á quienes considera como sus hijos,
porque sabe que Dios se les puso á su cuidado para que ve
le y se sacrifique, si es necesario, por ellos; para que sea
el padre no el padrastro, el guardador, no el tirano, el tutor
no el verdugo de su pueblo.
No es mala la pintura. Pero en cuanto á lo primero po
demos decirá los monárquico-puros: Ya que tambienos lla
mais hombres relijiosos, ¿como esque no teneis presente que
con vuestro absolutismo nivelador para proscribir todos los
derechos, pero al propio tiempo desigual, injusto y socia
cialista paraº conceder irritantes provilejios y monopolios
ódiosos, que dan á uno lo que quitan á muchos, podeis pro
– 216 –

porcionar inocentemente á la sociedad un rey por el es


tilo del que con tan brillantes y al propio tiempo terribles
colores nos pintó el gran profeta Samuel al dar contra su
voluntad al pueblo hebreo el monarca que en confusa grite
ría le demandaba? (1) En cuanto á lo segundo se nos ocurre
decir á esas buenasjentes, que pretenden entregarnos ata
dos de pies y manos á un hombre: Pues qué: ¿vuestro monar
ca absoluto es infalible? En el hecho de ser talabsoluto, aun
suponiéndole un corazon de ángel, ¿no tiene que verse ase
diado de viles cortesanos que le desfiguren la verdad y le
conduzcan por la senda de la injusticia? ¿no son mas gran
des y mas inevitables la moralizacion y el favoritismo bajo
el sistema absoluto que bajo un sistema mas ó menos libe
ral? ¿qué freno contiene á vuestro rey de derecho divino,
si los viciosy aviesaspasiones le convierten en un miserable
esclavo de indecentes aduladores y de corrompidas corte

(1) Por lo quejuntáronse todos los ancianos de Israel y vinieron á


Samuel á Ramatha.

Y dijéronle: Bien ves que tú eres ya viejo, y que tus hijos no andan
en tus caminos: Establécenos un rey que nos juzgue como lo tienen to
das las naciones
Desagradó á Samuel este razonamiento porque habian dicho: «Danos
U110 que nos juzgue.» Y Samuel hizo oracion al Señor. . • , •

Y dijo: Este será el derecho del rey que ha de mandar sobre vosotros.
Tomará vuestros hijos y los pondrá en sus carros,y los hará sus guar
dias de á caballo y que corran delante de sus coches.
Y losharásustribunos,y centuriones,y labradoresde sus campos, y
segadores de sus mieses y que fabriquen sus armasysus carros.
tambien á vuestras hijas sus perfumeras, sus cocineras y pa
D130162I'3.S,

Tomará así mismo lo mejor de vuestros campos, y viñas, y olivares, y


lo dará á sus siervos.
Y diezmarávuestras mieses,y los esquilmos de lasviñaspara darlo á
sus eunucos y criados.
Tomará tambien vuestrossiervos y siervas y mozos mas robustos, y
vuestros asnos, y los aplicará ásu labor.
Diezmará así mismo vuestros rebaños,y vosotros series sus siervos.
Y clamareis aquel dia á causa de vuestro rey que os habeis elejido, y
no os oirá el Señor en aquel dia,porque pedisteistenerun rey. *

Libro 1.° de los reyes: Cap. 8 vers. 4, y11 al 18.


– 217 —

sanas, de estas hienas brutas, como las llama nuestro Queve


do?¿y quién impide que esto suceda? ¿y quién sufre las
consecuencias, si sucede? ¿y qué medios nos daispara evi
tar aquellas? Por otra parte, ¿se ven por ventura muchos
Julianos que contesten á groseros insultos, con una aguda
Sátira (1) y que arrojen de sí con soberano desprecio los
infames delatores, peste de la república, ruina de millares
de familias honradas? ¿se ven muchos Marco Aurelios, que
lancen de su lado á los aduladores, estos animales los mas
dañinos entre los domésticos , segun la felíz espresion de
Díojenes cínico?
Absolutismo es casi sinónimo de despotismo, como des
potismo es sinonimo de tiranía. Si no se deja sentir esta
sobre el cuerpo social bajo un réjimen absoluto, consistirá
única y esclusivamente en las cualidades personales del
monarca. ¡Escelente garantía dan á la sociedad contra un
tirano los monárquico-puros! ¡Magnífica forma de gobier
no la que quieren propinar á los asociados, forma que se
RozA y se INcLINA, como dice Ciceron, al mas pernicioso de
los estados, que es la tiranía! (2)
Pero no hay que darlo vueltas. Hemos dicho que son,
----

(1) El Misopogon de Juliano contra los afeminados antiquenos, que


le motejaban por su larga barba, tal cual la llevaban los filósofos estói
cos,y por sus costumbres austeras ypuras. Misopogon significa el ene
migo de la barba, ó sino: odio la barba.
2) Sed tamen inclinatum et quasi pronum at perniciosisimum statum.
iceron. Rep. lib.2°—26. A continuacion de estas palabras hace Ci
ceron la mas elocuente y exacta pintura del rey absoluto, convertido en
tirano. Oigámosle: «En efecto, apenas un rey se desvia de la justicia en
el poder, én el mismo acto se convierte en tirano, y la imajinacion no
concebir un monstruo mas espantoso, mas funesto, mas odiado de
os hombres y de los Dioses que el tirano, que bajo la forma humana
aventaja en crueldad á las mismas fieras. ¿Puede darse en verdad el ti
tulo de hombre á quien no admite entre ély sus compatriota, entre él y
la humanidad entera comunion alguna de derechos, ni participacion de
los sentimientos humanos?» • " .

28
– 218 –

somo partido, lo mismo que los neo-católicos, y en su cali


dad de valientes con razon les podemos llamar su gente de
armas, su ejército activo, sus verdaderos hombres deguer
ra; los neo-católicos los que promueven las sangrientas lu
chas la de Vendée, los monárquico-puros los que las sostie
nen; aquellos los que encienden nuestra guerra civil, estos
losque la sustentan; aquellos los que crean el Sonderbund,
estos los que le presentan amenazador y disolvente á los
ejos de la Suiza libre; aquellos los que con la palabra y la
pluma, el consejo inicuo y el pérfido alhago, la bajaintri
ga y la infame calumnia preparan el terror realista de 1815
en Francia y de 1823 y24 en España, estos los que le lle
van á cabo con su brazo.
Faltos del sentimiento de la justicia, porque no puede
tenerle quien aspira á entregar la sociedad entera al ca
pricho de un hombre, no os reprobarán el inicuo asesina
to de la heróica Mariana Pineda, mientras que los libera
les condenamos con todas nuestras fuerzas el fusilamiento
bárbaro de la madre de Cabrera; tampoco os condenarán
el horrendo suplicio de un niño de diez y seis años, lleva
do á cabo en Lyon á la puerta misma de la casa de su in
feliz madre, ni que se juegue á los bolos por la soldadesca
desenfrenada con la cabeza de ese niño y la del capitan
Oudin! (1); pero nosotros siempre pediremos muy alto el
castigo para el asesino infame del niño de cinco años, hijo
de un jefe carlista de la Mancha, fusilado en lo mas crudo
de la guerra civil. Son tan elásticas las conciencias de ca
sitodo los absolutistas, así de aquende como de allende
(sabemos que hay honrosas escepciones), que ni aun leyen

(1) Estos hechos tuvieron lugar en Lyon durante el terror realista:


el pobre niño decapitado, fué coñdenado á muerte por una simple ane
(24. -
– 219 –

do en Tácito el infame suplicio de la inocente hija de Se


yano, niña de nueve años, y su violacion prévia por el
inmundo sayon, destinado á estrangularla, creemos que ha
bian de alarmarse en gran manera. Y la cuestion, sin que
entre en nuestro ánimo el ofenderlos, es muy sencilla. Si
desconocen ó no quieren la dignidad del hombre, ¿qué estra
ño es que desconozcan la inviolavilidad sagrada del niño,
tan recomendada por Jesucristo? (1) Si desconocen ó no
quieren comprender la ley divina, ¿qué estraño es que su
ley humana sea injusta, desigual, llena de privilejios y mo
nopolios, socialista y comunista, en fin, es decir,proteccio
nista para este y vejatoria, usurpadora, tiránica y abomina
ble para aquel?
Siguen á los monárquico-puros los monárquico-consti
tucionales, tan diferentes entre sí que, examinando sus res
pectivas posiciones, nos encontramos con que unos están
tan cerca de la democracia como otros del absolutismo.
Hay entre ellos la diferencia que media entre el principio
de la soberanía nacionnl y la doctrina de las cartas otorga
das, la que existe entre la omnipotencia del pueblo, que
estatuye lo que le parece bien, y la omnipotencia del mo
narca que concede lo que le parece conveniente. Los pri
meros son conocidos en los tiempos modernos por hombres
del progreso, lossegundos por hombres del moderantismo:
en medio de unos y otros se hallan los llamados conservado

(1) «Y llamando Jesus á un niño, lo puso en medio de sus díscipulos


diciendo:
Cualquiera pues que se humillase como este niño, este es mayor en
el reino de los cielos.
Y el que recibiere á un niño tal en mi nombre, á mi me recibe.
Mirad que no tengais en poco á uno de estos pequeñitos: porque os
digo, que sus ángelès en los cielossiempreven la cara de mi Padre, que
está en los cielos.»
San Mateo: cap. 18 vers. 2, 4,5 y 10.
– 220 –

res, hombres al parecer tímidos para acometer las refor


mas,pero muy dispuestospara aprovecharse de ellas. Otros
llamarán á esto prudencia, tacto político y hasta sabiduría
suprema: nosotros lo calificamos de insigne hipocresía po
lítica.
Los de las cartas otorgadas, que tambien se avienen»
siguiendo lo que se llama la corriente de la época, con las
que son medio otorgadas, siempre que la generalidad del
pueblo quede en ellas sin ningun derecho político y con po
quísimos sociales, son los moderados de pura raza; pero
moderados de alma, no de pasiones, como nos lo acredita
la esperiencia; los creadores del Dios-órden, enemigo ca
pital é intransigente de la hermosa libertad; los adversa
rios de la revolucion, cuando ellos son los mas grandes re
volucionarios en el mal sentido de esta palabra; los enalte
dores del principio de autoridad, cuando ellos son por lo
comun los atropelladores de las leyes que valen mas que
las autoridades; los productores, en fin, de la política de
resistencia, cuando ellos son los que provocan generalmen
te con sus escesos los conflictos públicos (que luego salen á
castigar de una manera inícua muchas veces, siempre cruel
y abominable), porque es cosa sabida que los cataclismos,
revoluciones y tormentas sociales, no vienen sino cuando las
provoca el poder, con sus atropellos, con su injusticia, con
su tiranía (1).
En las bocas de esos hombres, orgullosos por educacion
sino por instinto, siempre oireis las mas orgullosas frases

" (1) Non est enim causa conversionis, ubi in suo quisque est gradu fir
miler colocatus; el non subert quo precipitet ae decidat (No existe causa
para una revolucion allí donde cada cada uno tiene seguridad en su gra
do ó clase, no vé de bajo de él abismos en que caer.
e
Ciceron. Rep. lib. 1.°45. -
– 221 –

siguientes: «Nosotros somos los hombres de gobierno; nos


otros somos los hombres de la inteligencia ; nosotros so
mos los hombres de talla política.». Y su gobierno , como
el de los absolutistas, es el mando en provecho de
ellos; y su inteligencia es la inteligencia de mistificarlo y
perturbarlo todo, órden, libertad, justicia, igualdad, deberes
y derechos, y su talla política, merced á su perenne contra
diccion en el ejercicio del poder, es como la talla natural
del mas ridículo liliputiense.
Invocan la libertad, y la mistifican escandalosamente;
invocan la humanidad, y son en determinadas épocas unos
Nerones; invocan la moralidad y las buenas costum
bres, y son mas sibaritas que Lúculo; invocan la religion,
y no les falta mucho para ser ateos; invocan la justicia, y la
desconocen en casi tanto número de asociados como los
absolutistas, y si no invocan la igualdad, es porque se re
servan in pectore la facultad, para realizar sus fines, de de
cir que los partidarios de la igualdad no lo somos de la de
derechos, sino de la absurda, antisocial é irrealizable de
fortunas.
Verdaderos fariseosen el campo liberal, ellos, que son los
hombres de la centralizacion, es decir, de la antítesis de la
libertad; ellos, que son los hombres del censo alto y mono
polizador para toda clase de elecciones, es decir, de la des
igualdad irritante y bochornosa, como fundada en la pose
sion del oro vil; ellos, que son los hombres de los atrope
llos, ya hipócritas, ya brutales, contra la libertad de la elec
cion, la libertad de la prensa y la libertad del hogar do
méstico, es decir, del despotismo; ellos, que son los hom
bres de los tribunales escepcionales, es decir,del privilegio
ellos son tambien los hombres de los grandes y diversos
tributos, es decir, los tiranos en administracion; de las
proscripciones, cuerdas á Filipinas y Leganés, delaciones
—222—
inícuas, encarcelamientos y patíbulos, es decir, tiranos en
política; del aumento y arreglo de la deuda pública, es de
cir, despilfarradores de la fortuna nacional; de las conce
siones de servicios á cencerros tapados, es decir, de la ile
galidad criminal; de las obras y de los adornos del teatro
Real, es decir, de la inmoralidad escandalosa; de las sub
venciones para obras que no son de interés público recono
cido, es decir, del socialismo de sacar á estos para dar á
aquel á título de que se manda; de las cesantías injustas, de
las pensiones mas injustas aun, de la empleoma nía horri
blemente desarrollada y del nepotismo erigido en siste
ma, es decir, del comunismo de lo líquido, que es el peor
de los comunismos, porque si cuesta mucho arrancar á la
tierra, al taller y al escritorio 8, 10 ó 20,000 rs., cuesta
muy poco el percibirlos del presupuesto del Estado, sin
miedo a hielos ni á sequías, sin recelo á malas ventas y sin
temor á los accidentes desgraciados é inseparables del co
mercio.
Si ha salido un tanto horrible la pintura de los mode
rados de pura raza, culpa será de su historia, no de nues
tras intenciones, que ni son ni serán otras que las de dar á
cada uno lo que enjusticia lepertenezca.
En dos palabras vamos á definir á los conservadores.
Sin estar con los moderados de alma ni tampoco con los
progresistas, suelen vivir con unos y con otros... ¿No están
bastante bien definidos con esto?
Fáltanos decir algo de los progresistas. Tambien hay
entre estos profundas y trascendentales divisiones respecto
de doctrinas, y esto es muy natural, care ciendo de dogma,
de credo político, de bandera bien definida, que pueda
servir á todos de guia segura en su marcha á través de los
tiempos y de las circunstancias que Ies son consiguientes.
Así es que no podemos menos de contemplar con cierto
- 228 -
asombro, que se llamen igualmente progresistas hombres
que quieren la absoluta libertad de imprenta, y hombres
que apoyan una legislacion con su depósito, su editor res
ponsable, su inmensa tabla de delitos y su no menos in
mensa escala de penas corporales, cuya aplicacion durante
diferentes épocas registrará la historia con horror en sus
páginas imperecederas. Vemos tambien entre los progresis
tas la anomalía de ser unos libre-cultistas y otros no; unos
furiosos proteccionistas, es decir, socialistas, y otros libre
cambistas, es decir, liberales: unos partidarios del censo
electoral, y otros sus enemigos; unos que le quieren de
1 00 rs., por ejemplo, y otros de 60; y unos que son tandes-
eentralizadores como los demócratas, y otros casi tan cen-
tralizadores como los mas avanzados de entre los mode
rados. De propósito no hablamos de ciertas cesantías, pen
siones, abonos de años de servicios y subvenciones comu
nistas y socialistas que algunos hombres del progreso quie
ren con tanto ardor como los mas recalcitrantes doctri
narios, como los mas furibundos moderados de alma y no
de pasiones. >.
Sin embargo de todo, el partido progresista es como
tal partido el mas afín de la libertad absoluta, y el único
de los monárquico-constitucionales que quiere ver jugar
el elemento democrático en la máquina de la gobernacion
del Estado. Es mas; una gran parte de él, la mayoría, po
demos decir, daria unos cuantos pasos en su carrera y se
entraría en el campo democrático; pero la detienen por un
lado su historia, á la cual, así los hombres como los pueblos
tienen una aficion invariable, y por otro los padres graves,
los prohombres, los apóstoles de la doctrina, que dicen con
la mas soberana gravedad y el aplomo mas edificante: no
está hoy la sociedad para recibir mas que lo que nosotros
tratamos de darla; frase copiada de Solon al dar sus leyes
– 224 –

áAtenas; frase impía porque niega la bondad absoluta de la


justicia y por ende niega táctanente á Dios; frase que al
parecer envuelve el progreso y es en alto grado retrógada;
frase atrozéinjusta, porque á la sociedad, al hombre cons
tituido en ella, á virtud de que Dios la creó para tal consti
tucion, no se le da, sino que se le respeta lo que le pertene
ce, y frase á la par ridícula, necia y contraproducente,
porque en ella y nada mas que en ella se apoyan los con
servadores para decirá los progresistas: la socuedad no se ha
1
lla dispuesta parapracticar vuestros principios;los moderados
de alma para decir á los conservadores: quereis ir mas
allá de donde el pueblo se encuentra dispuesto á llegar;
los monárquico puros para decir á los moderados de alma,
el pueblo no está para recibir vuestro parlamentarismo;
viniéndose asi á dar la razon mas completa á los neo-cató
licos que dicen, que el hombre es un niño perpétuo, natu
ralmente inclinado álo malo, y que por lo tanto hay nece
sidad de reglamentarle, guiarle, sugetarle, conducirle por
la senda del bien, correjirle en su naturalezay en sus incli
naciones, es decir, anularle por completo.
Honrado, lo que se llama legal aunque la legalidad sea
mala, tímido hasta lo inconveniente, irresoluto en las mas
solemnes circunstancias, adorador de hombres con prefe
rencia á los principios, porque carece de dogma, el partido
progresista ha perdido por tres ó cuatro veces la libertad,
y la perdería ciento, si la democracia no pesára ya tanto
en la balanza en que se hallan los destinos de la humani
nidad, para interponerse en su camino cuando llegue el
caso.
No seríamos jnstos (y siéndolo con todos hemos de serlo
muy gustosamente con el partido progresista) si no consig
náramos aquí que á él se deben, aunque impulsado casi
siempre al efecto por los hombres de la idea democrática,
—25 -
apellidados antes exaltados y anarquistas, todas las mejo
ras, todos los adelantos, todos los progresos que para su
cultura y engrandecimiento ha hecho la España durante
lo que contamos de siglo. Respetémosle aun cuando no sea
mas que por esto. - -

Consignado aquí, porque así lo hace preciso el órden


establecido para la confeccion de este capítulo, que los de
mócratas somos los que REcoNöcEMos en todo hombre los
derechos inenagenables, los derechos que le concedió Dios
al criarle, tenemos que, en resumidas cuentas, hay segun
lo que dejamos espuesto cuatro partidos militantes, cua
tropartidos que se disputan el gobierno de la sociedad, á
saber:
El absolutista.
El moderado.
El progresista.
Y el democrático.
Conste ante todo que en el terreno elevado de la filo
sofía, lostres primeros son mas ó menos socialistas por el
Estado, mas ó menos conculcadores de los derechos inalie
nables del hombre, mas ó menos enemigos de la libertad
para todos, mas ó menos partidarios de la máxima absurda,
atroz, anti liberal y hasta impia de que la sociedad es obra
del hombre y no de Dios. De aqui es el que ninguno de los
tres reconozca como debe en sus doctrinas la naturaleza del
hombre, dejando á salvo su completa libertad.
¡Ah! razon teniamos cuando al empezar esta obra nos
fijábamos, como no podiamos menos de fijarnos, en Dios,
en su justicia y en la libertad, consecuencia indeclinable de
esa justicia.
¿Quién me arrebata á mí la libertad, espresada en esos
derechos inenagenables que me concedió Diosal criarme?
l bl que lo hace es porque desconoce ápios y á su
– 226 -

justicia, lo mismo que la naturaleza del hombre.


El que lo hace es por que no ha estudiado ni á Dios ni al
hombre.
El que lo hace es por que no comprende las relaciones
que unen á la criatura con el Criador.
Veamos los lemas de los cuatro partidos.
CAPÍTULO XXII.

Lemas de los cuatro partidos militantes.

¡Dios y libertad! ¿No creeis que este es un magnífico


lema para la bandera del partido democrático? Dios, pala
bra que representa para el hombre, propia, justa y elo
cuentemente todo cuanto le atañe respecto de la vida fu
tura; libertad, palabra que tambien le representa propia,
justa y elocuentemente todo cuanto le atañe para la vida
presente, para la vida de este con razon llamado valle de
lágrimas y suspiros.
Pero vamos poco á poco. Hemos empezado casi por
donde debiamos concluir, lo cual hay que atribuirlo á una
casi coincidencia singular.
Acabamos de echar una rapidísima ojeada sobre un li-
brito, impreso en Bruselas á últimosdel finado año de 1862,
de uno que dicen ser discípulo de Proudhon y que nos
otros llamaríamos mas bien del gran creador Fie t hé.
Titúlase dicho libro: ¿Qué es Dios? ¿Qué es el hombre?
A estas preguntas, sin estar de acuerdo con el nuevo y
profundo filósofo Paulin (así parece que se llama el pre
guntante) podíamos nosotros contestarle con el título de
nuestro libro: Dios y el h>mbre. Dios, reconocido, visto,
tocado, digámoslo así, en toda parte y lugar, al alcance de
nuestros ojos y de nuestra pobre y limitadísima inteligen
cia: el hombre, hijo de Dios, ser inteligente y consciente,
sobre todo lo creado enaltecido, sobre todas las criaturas
sublimado, libre, dueño absoluto de sus acciones como
– 228 –

responsable de ellas y acreedor por ende á premio ó á


castigo.
Pero estas serán definiciones nuestras, no del filósofo
preguntante, que empieza su libro con un capítulo, cuyo
epígrafe es como sigue:
HAY NECESIDAD DE EscogER ENTRE LA ExISTENCIA DE DIos
Y LA LIBERTAD DEL EIOMBRE.

Advertimos á todos los hombres honradosy verdade


ramente religiosos, para que no se asusten ante lo terrible
de la eleccion, que el profundo filósofo preguntante no nos
señala término para escoger: nos dispensa este gran favor,
con el cual los mas recalcitrantes en materia de eleccion
podrán usar de esta cuando lo tengan por conveniente,
siempre que sea antes de morir.
Segun ese gran filósofo, Dios y libertad son términos
antitéticos, que se repelen, que se escluyen, que se odian,
que braman de estar juntos. Si hay Dios, no puede haber
libertad, y si queremos libertad, es preciso que neguemos
la existencia de Dios. El argumento no puede ser mas ló
gico ni mas contundente. Es como si dijéramos: «escoge,
hombre miserable y obcecado: ó crees en tu padre, ó en el
amor del autor de tus dias: si crees en el amor paterno, no
tienes que creer en tu padre, yvice-versa.» Oh lógica su
blimé la de...: los fabricantes de sociedades!
A cualquiera podrá sorprender el modo de discurrir
de los proudhonianos, ó discípulos del gran creador Ficthé.
á nosotros no solo no nossorprende, sinoque ni nos coge de
novedad, ni nos produce la mas insignificante admiracion.
Por mas que su orgullo satánico les impulse á creerse fun
dadores de grandes escuelas, lógicos gigantes, filósofos
originalesy profundísimos,para nosotros no son, ni serán,
ni pueden ser mas que socialistas de esta ó de la otra
especie, partidarios de que la sociedad es obra del hombre
– 229 —

y por ende enemigos de la libertad, porque en ese terreno,


Dios, justicia y libertad tienen que ser irremisiblemente
palabras vacías de sentido, verdaderos mitos, creados
por imaginaciones débiles, enfermizas y preocupadas.
Pero venid acá, cabezas superiormente organizadas,
filósofos originales, lógicos incomparables, que vais á con
seguir la gloria de lanzar el dia menos pensado del uni
verso al Soberano Autor de él, tal vez para colocarosvos
otros en su lugar; venid acáy contestad á este pobre po
lítico: ¿Me negais á Dios de veras?... ¿Si? Pues me negais
tambien la libertad, y lejos de escoge me quedo sin nada
Y esto es evidente y palmario, y tanto que no ofrece la mas
pequeña sombra de duda. Atended.
En el hecho de negarme á Dios, confesais qne todos los
derechos naturales del hombre nacen con este, viven con
este, y con este mueren. ¿No es asi? Pues si nacen, y vi
ven y mueren con el hombre, la sociedad entera, que vale
mas que el hombre aislado, tiene una indisputable facul
tad de arrebatar, mutilar y conculcar esos derechos del
individuo so pretesto del bien público ógeneral. Esta es,
clara como la luz, fija como el sol, la consecuencia de
vuestra proposicion. Y segun ella, pudiendo atacar mis de
rechosinenajenables, concedidos por Dios átodo hombre en
el hecho de criarle tal hombre, me quedo sin libertad, cuan
do creyendo en Dios, ó mejor, habiendo Dios, tengo á sal
vo la libertad contra toda clase de tiranos, inclusa la vues
tra, que es acaso y sin acaso la mas detestable y asque
I'OSa.

¡Que escoja! ¡No es mala la eleccion que me dais en


vuestra ridícula omnipotencia! No lo estraño de vosotros,
porque os conozco múy bien: no sois mas que unos socia
listas, unos absolutistas de nuevo género: no os lo llamais,
es mas; tal vez creais que no lo sois, pero contra vuestra
– 230 –

creencia están los hechos, y los hechos concluyen con toda


argumentacion, ya tenga las apariencias de poderosa, ya
sea en la realidad y en la forma evidentemente sofística y
deleznable.
Ahora bien: hagamos aquí una observacion. Si esto
pretendidos filósofos, no estan vendidos al neocatolicismo,
que á nombre de Dios y ultrajando á este quiere anular y
envilecer al hombre, no sabemos que resorte les mueve,
que pasion lesimpulsa, que causa les anima para escri
bir así.
Pero ya es tiempo de desplegar las banderas de los
cuatro partidos militantes y examinar sus respectivos le
mas. Nada importa que hayamos dicho algo del partido
democrático para empezar aquí por el absolutista.
Relijion, patria y rey: Hé aquí el lema de la bandera
de los absolutistas. A la simple vista no parece mala: es
preciso examinarla con todo detenimiento para convencer
se de su verdadera significacion. Son los absolutistas im
positores mas bien que defensores de la relijion, y á nom
bre de esta y cuando bien les viene ó pueden, perseguido
res. Desconociendo, ó lo que es peor, echando á un lado
el espíritu y letra del cristianismo, ni hacen caso de la
epístola de San Pedro, que ya conocen nuestros lectores,
ni del Evanjelio de San Mateo, que ordena la mayor tole
rancia hasta para los mas grandes pecadores, porque la
relijion del Crucificado todo lo quiere por la persuasion,
nada por la violencia y el terror, todo voluntario, nada for
zoso (1). Se olvidan de las máximas y conducta del ilustre

(1) Portanto, situ hermano pecare contra tí, vé y corrígele entre ti


yél solo: si te oyere, ganado habrás á tu hermano.
Y si no te oyere, toma*: uno ó dos para que, por b oca de dos ó
tres testigos conste toda palabra.
– 231 -

papa San Gregorio el Grande, y para ellos nada significa ni


nada vale la sabia máxima del rey godo Teodorico: ningun
imperio alcanzó sobre la relijion, porque no cabe forzar la
conciencia,Ypor último, á pesar de tanto cacarear de re
lijion, no quieren el sufragio, ni las elecciones del pueblo,
ni la igualdad ante la ley, ni los cuerpos deliberantes don
de la verdad brota de la discusion, ni la hermosa toleran
cia, ni el derecho de reunion pacífica, querido todo y prac
ticado todo, hasta la institucion del URADo, por la Iglesia
desde su misma instalacion (1).
En cuanto al rey ya hemos visto como nos le quieren
dar los monárquico-puros, absoluto, hacedor y desfacedor
de leyes, señor de vidas y haciendas, que si no es tirano,
se halla en vísperas de serlo, como que naturalmente la
posicion de un monarca absoluto se roza y se inclina, se
gun el orador romano al mas pernicioso de los Estados, á
la tiranía.
La pátria ya sabemos lo que significa para los absolu

- Y sino las oyere, dilo á la Iglesia. Y si no oyere á la Iglesia, tenlo.


por un gentil ó unpublicano. -

Señor: ¿cuántasvecespecará mi hermano contra mí, y le perdonaré?


¿Hasta sieTE veces?
Jesus le dice (á San Pedro): No te digo siete veces, sino hasta setenta
veces siete veces.»
San Mateo, cap. 18, v. 15,16,17,21 y22.
(1) En el instante mismo de nacer, aconsejó la Iglesia pormedio del
Apóstol que los que fuesen buenos hijos de no debian acudir con
sus pleitos yquerellas á los jueces gentiles,sino someterunosy otras al
fallo de sus correligionarios. Hé aquí las palabras de San Pablo.
«Por tanto, situviereis diferencias por cosas del siglo, estableced á los
que son de menos estimacion en la Iglesia para juzgarlas.
Para confusionvuestra lo digo.¿Pues qué, no hay entre vosotros al
gun hombre sábio que pueda juzgar entre sus hermanos?
¿Sino que el hermaño traepleito con el hermano;y esto en el tribu
nal de los infieles? -

De manera que cierto hay ya culpa en vosotros en traer pleitos los


unos con los otros. ¿Por qué no sufrís antes la injuria? ¿Por qué no to
lerais antes el daño?
Epístola primera de San Pablo á los eorintios: cap. 6° v. 4,5,6 y 7.
– 232 --

tistas; en una lijera frase está dicho todo: es el verdadero


paciente. Se la consiente que pague toda clase de tributos
onerosos y vejatorios; que dé sus hijos para guerras insen
satas y de criminales caprichos; que ejerza el comercio y
la industria con miles y miles de trabas; que tenga hidal
gos con sus fueros, nobles con sus privilejios y señores feu
dales con sus facultades de nombrar en la mitad del terri
torio justicias, escribanos,alguaciles, ect.; que vea pulular
los frailes por toda parte y lugar; que contemple en poder
del clero de ambos sexos la mltad del terreno español
amortizado y poco menos que inculto; que pague el diezmo
de cuanto se coseche animado ó innanimado, además del
erero que divierta al labrador con sus chistes, vijilancia y
buenos modales al llevarle el sudor de su frente; que esté
en posesion de las alcabalas, y las martiniegas, y los bar
cajes, y los almojarifazgos, y las alcaidias, y las pata-hendi
das, y los pies de mulos, y los novenos, y los novales, y los
escusados, y los espolios de los obispos, y los palmeos, y los
pies de fardo, y los portazgos, y los andajes y los amarra
jes, etc., etc., etc.; que no se desprenda de los famosos re
jidores perpetuos por derecho propio, es decir, comprado,
ni de los correjidores para lo civil, lo criminal,lo urbanoy
lo rústico; que se consuele y hasta baile con la plaga de
los sacamantas y otros mil exactores de contribuciones,
multas y bulas; que goce, en fin, de la deliciosísima des
igualdad que tienen que ofrecer las clases privilejiadas,
monopolizadoras, verdaderamente socialistas, brillando, so
bresaliendo, viviendo y reinando como soberanas sobre la
inmensísima mayoría de los asociados, sobre todos los que
en Dios, en ley y en conciencia deberían ser sus conciuda
danos. -

Dejemos, pues, arrinconada tal cual está, la bandera del


partido absolutista, porque el lema que leemos en ella no
1

— 233 –

nos dá un rey que reine, sino un rey que nos mande; una
relijion verdadera, sino desfigurada, y una patria libre y
digna, sino envilecida, esclava, socializada y presa de la
desigualdad de derechos, del monopolio y de la injusticia.
Libertad y órden. ¡Que hermosas palabras las que se
leen en la bandera del partido moderado! Debemos sin em
bargo advertir ante todo que sobra la última, porque la li
bertad produce el órden, y proscrita la libertad en un pue
blo, lo que le queda es el desorden, la irregularidad, la
perturbacion, el despotismo mas ó menos fuerte, mas ó
menos funesto.
Es cuando menos redundante el lema del partido mo
derado; pero esto podia pasar: con lo que no pueden con
formarse los pueblos es con su libertad, que es la libertad
mistificada,la libertad mutilada, la libertad concedida al
dinero y negada al talento y á la pobreza honrada y la
boriosa, esto sin perjuicio de hacer, ya brutal, ya hipócri
tamente, que el favorecido con esa libertad la ejerza águs
to ysatisfaccion de los imperantes; y menos pueden con
formarse los pueblos con el órden de los moderados, por
que en resumidas cuentas no es otra cosa que el silencio
del que obedece, mas que vea pesar la injusticia sobre su
cabeza.
El órden es el producto lójico, natural, imprescindible
de la libertad, porque esta es la armonía en la sociedad,
hija del ejercicio pacífico y libre de todos los derechos por
todos los asociados, y ella hace que la justicia reine como
soberana y con entera igualdad lo mismo sobre el pobre
que sobre el rico, lo propio sobre el sábio que sobre elig
norante, idénticamente arriba que abajo.
El órden significa regularidad, armonía, método, con-
cierto, perfecta y justa colocacion de las cosas. Ahora bien;
¿diríais que había método, concierto, armonía, verdadero
30)
– 234 –

orden en una casa, cuyo jefe diese de comer á estos hi


jos, mientras matára de hambre á aquellos, vistiese de oro
y de tisú á los ros, ínterin cubriera los cuerpos de los
otros con paño burdo, licese trabaja dura tierra á
Pedro y Juan, par, que pseáran Diego v Antonie en cri
minal y vergonzosa holganza?
Pues todo eso os da una idea algo perfecta del órden
de los moderados, hijo legítimo de su liberta
Cuando la libertad es elpatrimonio de pocos ó muchos.
pero no de todos, entonces, no siendo igual pasi todos, no
es tal libertad, segun la bella frase del orador romano (et
quae si equa non est, ne libertas quidem est), y no siendo tal
libertad, no hay órden en el cuerpo social, que lo que ha
es perturbacion,irregularidad, desconcierto; que lo que ha:
es privilegio, y el privilegio es el mismo tesórden, que no
porque se halle consignado en la legalidad existente leja
de ser desórden, porque lo está contra la recta razon, con -
tra la ley nat ral, contrá los eternos éinmutablesprincipios
de la justicia. No se manifestará ese esórden en las calles,
pero él está prodciendo sus amagos frutos de na á otra
estrenidal del cuerpo social. ¿Por ventur es jesórden
solamente el motin? ¿Por ventura llamaremos solo esórden
al que se nos manifiesta por medio del griterío de las turbas
en las plazas públicas? Hay desórden social permanente
allí donde no hay completa igualdad de derechos.
¿Y cómo ha de ser libertad la libertad de los modera–
dos, cuando no permiten la emision del pensamiento, cuan
do tienen casi proscrito el principio de reunion pacífica,
cuando vinculan el sufragio en unos pocos de ciudadanos
ricos, cuando por esto su sistema es un sistema verdadera
mente oligárquico, cuando entorpecen la industria y el co—
mercio con miles y mies de trabas, cuando secan las fuen
tes de la agricultura con tributos vejatorios, cuando sos
—235 —
tienen tribunales especiales y privilegiados, cuando odian
eljuicio por jurados en materia criminal, y cuando, en fin,
despues de esto, llevan la pertubacion por todo el
cuerpo social, convirtiendo la misma máquina que ellos
han creado en máquina de guerra contra aquel que no
obedece susinsinuaciones ó las de sus numerosos agentes?
Convengamos en que el de la bandera de los modera
dos es, además le redundante, un lema hipócrita, un lena
engañador, un lema á todas luces mentiroso.
Soberanía nacional. Hé aquí el lema colocado en la
bandera progresista. Someted la soberania nacional, poned
la debajo de la soberanía de lajusticia, y entonces estamos
conformes con ella, porque la justicia me da la libertad que
la soberanía nacional puede negarme, que siempre me la
negado, mandando el partido progresista con n censo mas
pequeño, un depósito mas pequeño, un editor mas pequeño,
en cualidades, etc., etc., etc., que el censo, el depósito y el
editor moderados. No queremos la soberanía nacional que
hace beber la cicuta á Sócrates, ni la que condena ámuer
te al grande y justo Focion: estamos por la soberanía na
cional que, sometida á la justicia, despues de oir á Arísti
des, desechapor injusto el proyecto de Temístocles, enca
minado á incendiar la flota de los aliados para levantar
sobre sus ruinas humeantés y ensangrentadas la suprema
cía de Atenas.
Digamós cuatro palabras sobre el que debe ser lema
del partido democrático.
Diosy libertad. Pero muy juntos, inseparables,ápesar
de los pérfidos consejos, de las doctrinas impías y descon
soladoras de los discípulos de Protágoras y de los antiguos
saducéos, llámense Espinosa, Ficthé, Proudhon, etc., etc.
Muy juntos, inseparables, porque negándome á Dios,
soy presa al momento, ó si no el dia menos pensado, de es
— 236 —

tos ó de los otros socialistas por el Estado, y negándome la


libertad soy declarado ipso facto un ser envilecido, incons
ciente é irresponsable. Con la libertad no me podeis negar
á Dios, y aun cuando, por singularizaros ó por otra causa,
trateis de negarle insensata é impiamente, no me priva
reis de que yo le reconozca por do quiera, por do quiera
le reverencie y por do quiera me incline ante su majestad,
tan inmensa que llena los mundos. Con Dios no me podeis
quitar la libertad,porque tengo en él la base de lajusticia,
que ampara aquella; tengo en él el áncora de salvacion
de mis derechos inenagenables, que sin él puede quitarme
la sociedad cuando bien la venga, hállese al frente de ella
un tirano, ó hállese un gobierno producto de la soberanía
nacional. -

«A nombre de Dios te hablan los neo-católicos.»


Sí; pero no me hablan á nombre de Dios, tal cual este
es, soberanamente justo.
Tambien me hablan los socialistas á nombre de la li
bertad, y son los mutiladores y conculcadores de ella.
Me quedo sin unos y sin otros, y me acojo á Dios, fuente
de toda justicia, y á la libertad que de esta emana y por
ella es amparada. -

Es mas, y lo digo de lo íntimo de mi corazon. Si fuera


dable (que no lo es) la libertad sin Dios, renegaria de ella:
querria mil veces mas en medio del despotismo la creencia
en Dios, que me consolase de todas las miserias de esta
vida, que esa libertad proscriptora de Dios, que seria una
libertad verdaderamente asesina, profundamente descon
Soladora, además de ser una libertad-ramera, una libertad
prostituta.
¿Qué podria ser la libertad de acá sin un mas allá para
el hombre, que le sirva de consuelo en sus aflicciones, que
le aliente en sus adversidades, que le fortalezca para sufrir
— 237 —

lasinjusticias de sus semejantes? Una libertad sin goces,


una libertad infecunda, una libertad leprosa, una libertad
eminentemente productora de bárbaros suicidios.
Dios y libertad. Juntos, inseparables, ni mas ni menos;
no menos porque existe otra vida que la miserísima del
cuerpo y la sola idea de ella contribuye poderosisima
mente á que reine en esta la justicia, siendo igual
para todos los asociados; y no mas porque no de
bemos pedir una fraternidad imposible, una fraternidad
mentira, una fraternidad á latigazos ó á palos, y por
que laigualdad es inútil en cuanto que la libertad entraña
la igualdad, como que, si aquella no es igual para todos
NO ES TAL LIBERTAD, .

Libertad, igualdad, fraternidad. Trilogia que encierra


lo innecesario en su medio y lo irrealizable en sufin.
Es inútil el proclamarla.
Dios y libertad. Este debe ser el lema del partido de
mocrático: es el mas propio, el mas justo y el mas signifi
cativo. Parece un grito que se escapa instintivamente de
todos los corazones rectos. No es nuevo, y así es que hoy
brilla en la bandera de algnnos pueblos, que con fépien
san en la otra vida, y por lo mismo que no la pierden de
vista, trabajan con mas ardory constancia por su perfec
cionamiento en esta.
Dios y libertad. Dios que le siento, que le veo en to
da parte y lugar: libertad por la que suspiro, he sus
pirado y suspiraré toda mi vida.
Si renuñcio á aquel, soy ateo, materialista; me declaro
una maleria bruta.
Si renuncio á la libertad, hago de mí la misma declara
cion; porque esclavo es sinónimo de cosa.
¡Y me dais á elegir entre uno y otra, discípulos de
Ficthé!
— 238 —
Yo os doy á elegir aquí (digo aquí con todo cuidado)
'entre vuestra locura y vuestro orgullo satánico.
Y luego digo á las gentes: huid de una t de <jtro, si
QUEREIS SER LIBRES.

>\ ' r

i.


CAPÍTULO XXIII.

Sistema representativo. Plaza publica. Nuevos problemas.

Culpan algunos á los hombres de la idea democrática


de ser enemigos del sistema representativo, á lo cual con
testamos nosotros con una sola frase: somos enemigos del
sistema representativo —mentira; somos los mas ardientes
partidarios del sistema representativo—verdad.
Cuando ^representante lo es por la espontánea volun
tad de los representados y sirve honradamente los intere
ses de estos, es un verdadero y legítimo representante;
pero cuando no sucede lo uno ni lo otro, entonces mejor que
el título de representante merece el de tutor ó curador
impuesto á la fuerza y por añadidura infiel.
Pues si el individuo no merece el título de represen
tante, tampoco le merecerá la colectibilidad que se halle en
el caso qiíe el individuo aislado.
De esa colectibilidad, ó mejor, de lo que representa esa
colectibilidad, somos nosotros enemigos, y enemigos intran
sigentes, ds ningun modo del sistema representativo.
En la antigüedad, hasta que nacióla Iglesia, ño se cono
ció ó no se puso en práctica el sistema representativo,
pues no hemos de tener por tal el Consejo de los anfictrio-
nes de la Grecia: en Atenas el pueblo reunido en la plaza
pública votaba directamente las leyes, y lo propio suce
día en Roma para votar las que llevaban el nombre de
plebiscitos y para el nombramiento de casi todos los ma
gistrados. Esto puede hacerse en una ciudad ó en pueblos
pequeños, como hoy se hace en los cantones primitivos de
— 240 —

la Suiza, en donde todos los ciudadanos de 21 años son le


jisladores directos; pero es de todo punto imposible en un
pueblo que solo cuente con 40 ó 50 leguas cuadradas de
territorio y aun en una ciudad un tanto populosa, ¿En qué
sitio ó plaza pública se reune el pueblo español, que cuen
ta con3 ó 4 millones de ciudadanos mayores de 20 años?
¿en qué sitio óplaza pública se reune el pueblo noruego,
que posée un territorio casi tan grande como el español y
en el cual están desparramados solamente unos doscientos
mil ciudadanos mayores de 20 años?No hay mas remedio
que acudir aquí á la representacion, á que 400, 200, 500
ó 1000 hombres, sean investidos por todos del cargo de
representarles sus intereses, ya que es de todo punto impo
sible que ellos les cuiden directamente. Hé aquí la razon,
el fundamento y la sabiduría del sistema representativo.
Ciceron, ya fuese por efecto de su génio profundo y
analizador, ya por leer las obras del filósofo tarentino Ar
chitas, en que este aboga por lo que hoy llamamos un go
bierno misto, vislumbró las escelencias del sistema repre
sentativo, que puede ser tal representativo lo mismo bajo
la forma monárquica, que bajo la republicana; pero no
llegó á comprenderle de todo punto. ¡Oh! ¿Quién sabe siá
haberle comprendido, apelando á él, hubiera salvado la li
bertad que tenian ya corrompida las costumbres estragadas
de Roma, y que habrian podido purificar las sencillas ó al
menos no tan depravadas de las provincias?
Nosotros creemos que si la Grecia hubiera tenido un
sistema representativo habrian sido inútiles las intrigas de
Filipo para someterla á sus macedonios; y que si Roma hu
biese apelado á la representacion de las provincias en la
época de Ciceron, en aquella época miserabilísima, y tanto
que hacia decirá Caton; si vence Pompeyo, me voy de Ro
ma, y sí vence César, me doy la muerte, ni César hubiera lle
– 241 –

gado ádictadorperpetuo, ni el uticense se habria desgarrado


cobardemente las entrañas, en vez de consagrar su vida á la
pátria, ni el cesarismo se hubiera enseñoreado del orbe
despues de llenarle de terror el infame triunvirato de An
tonio, Lepido y Octaviano.
Pero Ciceron era ante todo romano, como lo eran todas
las grandes figuras de su tiempo y lo habian sido todos los
hombres memorables de la, mas bien que república, ciudad;
y aun cuando él concedió á muchos el derecho de ciudada
nía romana, como le habian concedido antes el pueblo y el
senado, y como despues le concedieron los emperadores,
nunca debió creer justo que la ciudad de Verona, por
ejemplo, eligiese á uno de sus hijos para que fuera á Roma
á legislar, privando de este derecho directo al último ple
beyo, estáblecido junto á la puerta de la via triunfal, ó de la
colatina, ó de la flaminia.
¡Soy romano! Este fué siempre el título glorioso de los
dominadores del mundo, título que á decirverdad llevaría
con tanto orgullo como el que mas Ciceron, eso que Lucio
Sergio Catilina le calificó con desprecio ante el Senado de
un arpinate; y para el romano su pátria no era la Italia sino
el urbs, sus fastos eran señalados por los años trascurridos
desde el ab urbe condita y hasta sus apóstrofes contra los
que eran, ó se suponian enemigos de la pátria, se encerra
ban en el estrecho círculo del ¿in qua urbe vivimus? Nada
era la ltalia, todo la ciudad; nada el orbe entero, todo el
monton de edificios que se llamaba Roma. En el egoismo
de Roma naufragó su libertad republicana, la que acaso
brilló con menos defectos en la antigüedad, sobre todo
desde la época del tribuno Canuleyo hasta los repetidos y
sangrientos consulados de Mario.
Y aquí se nos presentan ya los problemas, las novedades
de siempre.
34
'

— 242 -
«Es preciso que el pueblo sea legislador directo, dicen
los novatores ó innovadores: ¿por qué se le ha de obligar á
que nombre representantes, si él puede representarse per
fectamente? ¿Por qué ha de nombrar diputados que le
vendando no le defiendan con toda fidelidad? ¿Por qué no
ha de hacer las leyes en derechura, y ha de compelérsele
á que nombre ó designe los que se las hagao, para venir á
parar al fin en que no se las hacen á su gusto?»
Concluid ante todo, tenemos que contestar á estos ami
gos de novedades, con la gran patria que se llama España,
Francia ó Inglaterra, y sustituidla con' el egoísta urbs, que
se llama Madrid, Paris y Londres, y despues que hayais
hecho esa buena obra, teneis que hacer otra no menos
buena; reducir la ciudad á su mas mínima espresion, por
que si en Roma populosa hubo comicios, dificultamos mu
cho que pudiera haberlos en Madrid de 350,000 almas,
cuanto mas en Paris y Londres de uno y tres millones res
pectivamente, mediante á que allí la idea de conquista
ahogaba, digámoslo así, los tumultos que aquí produciría
la aglomerada muchedumbre, desarrollándose mil con
trarias y vituperables pasiones, además de que la repre
sentacion, hija de la eleccion libre y llevada á cabo por di
versos distritos ó mesas, que alejen el atolondramiento, la
peligrosa seduccion por el fuego de la oratoria ó la intimi
dacion brutal de las turbas poco ilustradas, es conveniente
y mas que conveniente de todo punto necesaria á los gran
des pueblos: es la representacion, generalmente hablando,
mas ilustrada que lo representado, considerando á esto en
conjunto, mas serena para el consejo, mas cuerda para la
discusion, y ella ofrece mil veces mas garantías de acier
to, mas probabilidades de buscar la verdad, mas seguri
dad de encontrarla en bien de la patria que el sistema de
la plaza pública, que por lo regular no es mas que el sis
— 243 -
tema (si tal nombre puede dársele) del ruido, del estrépi
to y de la coaccion turbulenta y gritadora.
No combatiremos (y al hablar aquí de este modo, claro
es que hablamos en el vasto terreno de la ciencia política,
no refiriéndonos ni al sistema que hoy rige en España ni al
de cualquier otro país), á los que quieren que en determi
nadas circunstancias y para ciertas leyes ó medidas, se
apele de los representantes al pueblo, á fin de que este, por
medio de un si ó un no, dé su sancion ó dé su desaproba
cion; pero para esos casos y para todos los sistemas de go
bierno estamos mejor por la facultad que se reservaban
nuestros pneblos con voto en Cortes, de retirar los poderes
á sus procuradores cuando lo tuvieran por conveniente, y
de cualquier modo exigirles cuenta del uso que hubieran
hecho de ellos, porque esto indudablemente haria que los
representantes fuesen en todo y por todo el eco fiel de sus
representados, no los especuladores políticos para sí, ni los
agentes de diez ó doce intrigantes á quienes tengan pre
cision de contentar.
Convengamos, pues, en tres cosas: primera, en que el
sistema de la plaza pública, ó sea de legislar el pueblo di
rectamente no ofrece una novedad, como que en lo anti
guo, segun dejamos dicho, se practicó en Atenas, Roma y
otras partes, y hoy mismo se practica en los cantones pri
mitivos de la Suiza; segunda, en que ese sistema no puede
elevarse á la práctica á no ser en pueblos cuyo territorio
sea tan reducido como el del principado de Kinipausen en
Alemania junto á la república de Bremen, que solo cuen
ta con diez ó doce leguas cuadradas de superficie y su ve
cindario es tan pequeño como el de los Carabancheles ó
Guadarrama; y tercera, que ese sistema no ofrece las pro
babilidades de acierto que el de representacion, de suyo
mas imparcial y sereno y hasta mas exento de coaccion.
— 244 —
Es preciso sentar aqui una proposicion indubitable: un
buen sistema de gobierno, un sistema de libertad, no de
pende de que las leyes las haga el pueblo directamente ó
por medio de representantes; depende, sí, de que se reco
nozcan y se respeten, ya bajo de esta, ya bajo la otra for
ma, los derechos inenagenables del hombre. Un canton de
la Suiza de los que gozan del sistema representativo, tiene
con él tanta ó mas libertad que cualquier canton primitivo,
que puede tener el sistema directo, porque llevará á sus
asambleas dos ó tres mil legisladores á lo sumo: no es me
nos libre el pueblo noruego con su democrático Storthign, ó
Asamblea nacional, de dos Cámaras, que cualquier canton
suizo, sea de los primitivos ó de los que se confederaron
despues de las sangrientas batallas de Morgarten y de Mo
ral (1), y todo el mundo sabe que, aparte de la mancha de
la esclavitud que ennegrece el brillante cuadro qwtofrece
al mundo la república de los Estados-Unidos, estos gozan
de sistema representativo, así en Washington, capital de la
federacion, como en cada uno de los Estados que constitu
yen esta.
El pensar hoy en el sistema de la plaza pública de
Atenas ó de Roma, seria pensar en la disolucion de la pa
tria, llamada España, Francia y aun si se quiere Europa, y
pensar tambien en que la libertad fuese sustituida por el
producto natural, siempre funesto, de la gritería, de la
amenaza, de la bulla, de la coaccion y de las impresiones
del momento. ¡So hay que darlo vueltas: en los pueblos
pequeños tiene mas garantías la libertad con el sistema re-

(1) Bajo el sistema representativo de Noruega con la soberanía casi


nominal del rey de Suecia, se goza de tanta libertad como en los Esta
dos-Unidos. Como pueblo pequeño no mete ruido la Noruega, pero tal
vez sea el que goce de mejor gobierno entre todos los de Europa. ...
- – 245 –

presentativo que con el que llamamos de la plaza pública;


en los grandes, este es de todo punto imposible: no me
cabe duda que algunos dirán que seria posible, llevando
las leyes átodos los puntos de un país estenso para que el
pueblo las examinase; pero, prescindiendo de lo complica
do y absurdo de esta operacion, es lo cierto que si tal se
hiciera, ella produciria irremisiblemente los frutos atri
buidos á la Caja de Pandora: arrojaria de sí tantos males
que habria necesidad de cerrarla al momento y hermética
mente para que no viciasen la libertad.
No tan distantes de la razon, pero si casi tan irrealiza
bles son los planes de los que, ya por ver con hondo sen
timiento viciadas las elecciones en su oríjen, ya por alha
garlos una representacion que para ellos es la solamente
nacional, sostienen que los diputados ó representantes de
bian ser nombrados no por distritos ni provincias, si no
por todo el pais: discurriendo así, no dejaría de ser lójico
el que otros pidieran que los concejales de Pinto y Valde
moro, v.g., fuesen nombrados por todos los españoles, úni
ca manera de ser concejales nacíonales, y si se nos dice á
esto y con razon, que los concejales de Pinto y Valdemoro
no tienen que tratar mas que de los intereses de sus res
pectivas localidades, contestaremos que de las elecciones na
cionales para los diputados podría resultar que algunas pro
vincias se quedáran tan sin representacion como los pueblos
de Valdemoro y Pinto, condenados á recibir por sus mu
nicipales á los que les diesen todos los españoles. Hay ade
mas para esa eleccion nacional un gravísimo inconveniente
y es el que requiere (por no molestará todo el pais con
continuas elecciones á causa de las muertes y renuncias), el .
sistema de suplentes, sistema que niega la verdad de la
eleccion, porque el nombrado hoy por suplente es bueno y
mañana se vuelve malo, y el que ayer era digno de la
– 246 -

confianza del cuerpo electoral para ser tal suplente, hoy,


que es llamado ádesempeñar el cargo de representante, ya
no la merece. - -

El sistema de representacion por provincias, arreglan


do estas á las actuales necesidades y á los alelantos de la
civilizacion, es sin disputa el mas aceptable y menos es
puesto á las influencias perniciosas de los gobernantes y las
mas perniciosas del insolente y desmoralizador caci
quismo.
Otros innovadores famosos ópresentadores de su cor
respondiente problema son los infelices partidarios de la
insaculacion, de la fortuna ciega, de la suerte caprichosa
para el nombramiento de representantes: esas pobres ca
bezas, imitando á un célebre marqués, á su vez imitador
inocente del sistema de imborsamenti de los florentinos, que
entregó la república á los mercaderes Médicis, quieren fiar
al acaso inintelijente, increador, ciego y estúpido; á la fa
talidad atea, materialista, desconsoladora é irremisible
mente funesta los destinos de los pueblos: están definidos
con esto los tales innovadores. Se comprende el sistema de
la suerte para desempeñar un cargo, ó mejor una funcion,
que no es en resúmen mas que de sentido comun, que de
tener corrientes las facultades del alma, v.g., para ser ju
rado; pero no se concibe siquiera para los puestos en que,
ademas de otras cualidades, se necesitan la intelijencia y
la verdadera competencia. Así, pues, tan despreciable con
sideramos el problema, que no merece en verdad mas que
apuntarle lijeramente y entregarle en seguida, como lo ha
cemos, al desprecio de las jentes.
Hemos sentado arriba que en la antigüedad no se co
noció el sistema representativo, á no ser que acudamos á
la Iglesia, que le adoptó para sí. En efecto, á la Iglesia,
"que nació reconociendo en el hombre la dignidad que le
. - 247 -
había arrebatado e! imperio y volviendo por los fueros de
la justicia, que se habia, puede decirse, escondido ante los
monstruos llamados triunviros, el hipócrita Augusto y el
nauseabundo y abominable Tiberio, la vemos desde su ins
talacion poner en práctica para su gobierno lo que propia
mente podemos llamar sistema de representacion, que na
ce en el primer concilio particular de Jerusalen, y se eleva
al mas alto grado de esplendor en el de Nicea, primero de los
ecuménicos ó generales, porque si en aquel representan al
naciente cristianismo los Apóstoles, presididos por San Pe
dro, en este representan al orbe cristiano trescientos diez
y ocho obispos de casi todas las regiones del mundo enton-
ces conocido. En representacion del cristianismo naciente
se reunen los Apóstoles el año 51 del nacimiento de Jesu
cristo, en la ciudad de Jerusalen, y á pluralidad de votos,
emitiendo el primero el suyo San Pedro, como cabeza que
era del apostolado, es rechazada la circuncision que pedían
algunos cristianos y se estatuye lo siguiente: *Ha parecido
justo al Espíritu Santo y a nosotros, no imponeros mas car
gas que las de absteneros de las viandas inmoladas á los ído
los, de la sangre de los animales ahogados y de la circun.
cision.D En cuanto á lo que en representacion de todo el
orbe cristiano establecieron los padres del concilio de Nicéa
en Bitinia, celebrado el año de 325 de Jesucristo, solo di
remos, que en él se hizo, redactado por Osio, obispo de
Córdoba y discutido y votado por los padres, el símbolo no
minado de Nicéa, que ha sido siempre y es hoy reveren
ciado por los católicos de todos los países.
Con esto no es nuestro ánimo ni puede ser otro aquí
que el probar, que la Iglesia, radiante de virtudes en los
primeros siglos, adoptó para su gobierno el sistema de re
presentacion, como adoptó y practicó en los mismos siglos
el sufragio universal hasta para el nombramiento de los
– 248 –

papas y obispos, es mas, hasta para la destitucion de los


eclesiásticos que se hacian indignos de continuar en su sn
blime ministerio, ya por sus vicios y depravadas costum
bres, ya por sus atentados y crímenes (1), Para el gobier
no, el sistema de representacion; para el nombramiento de
los ministros del altar, el sistema de eleccion y por sufra
gio universal.
¿Qué es pues lo que representan los neos y absolutis
tas? Ya lo hemos dicho en otra parte, lo malo de los tiem
pos pasados (2).
¿Quétradiciones siguen? Las de la inquisicion y las del
despotismo, que no son por cierto las del Evanjelio ni las de
la lglesia.
Concluyamos. -

El sistema representativo es un sistema sábio, intrinse


camentejusto y de todo punto indispensable para los pueblos
grandes, que aspiran á tener un gobierno equitativo y li
beral, un gobieruo que, tan distante de la tiranía de arriba
como de la tirania de abajo, tan libre del despotismo de un

(1) De nuevo manifestamos aquí nuestra estrañeza de que los abso


lutistasy neos, que no solamente se consideran buenos cristianos, sino
que se juzgan los únicos cristianos, sean tan enemigos como son, así del
sistema representativo, como del sufragio universal, adoptado por la
Iglesia áluego de su nacimiento. Casi todos los papas y obispos de los
siglos,inclusos San Leon San Gregorio el grande, San Am
rosio y San Cipriano fueron elevados á lasgrandes dignidades que tu
vieron yjustamente merecieron por el voto del pueblo. Por eso dice San
Leon: qui profuturus est omnibus, ab omnibus eligatur. (El que es, ó me
jor, el que ha de ser útil, provechoso á Todos, sea elegidó por Todos.)
San Cipriano en su célebre epistola al clero y pueblo de España dice
terminantemente: «Para eso ha recibido el pueblo el poderio de elegir á
los mas dignos, y desechar á los mas indignós.» Por último un cánon de
nuestro concilio toledano 4° dispone: Sedne que ille deinceps sacerdos
erit quem nec clerus nec populus propiae civitaté elegerit. (Por lotanto, no
sea sacerdote aquel aquien ni el clero ni el pueblo de la propia ciudad
hubiesen elejido parà tal.)
… (2) En el folleto titulado la «Intolerancia relijiosa y los hombres de la
escuela absolutista.» -
- 249 -
hombre como del despotismo de las turbas, ampare y no
dé, reconozca y no conceda los derechos inenagenables del
hombre, los derechos que Dios le concedió al criarle, á fin
de que viva digno, responsable de sus acciones, que ha de
atemperar á los eternos principios de la justicia, para que
aquellas sean provechosas á él y á sus semejantes.
Segun eso, el mecanismo de semejante sistema ha de
ser tal que deje á salvo los derechos individuales. A nos
otros no nos incumbe deci^aquí otra cosa sobre tal meca
nismo. Conviene , sí , hacernos luego cargo de la gran
influencia que en el sistema todo ejercen los oradores, los
hombres de palabra, pero esto requiere capítulo separado.
CAPÍTULO XXIV.
Los oradores. Lo que debe ser la oratoria.
Damos comienzo á este capítulo protestando contra la
tiranía que quieren ejercer los : en los sistemas re
presentativos modernos; y protestamos en el íntimo con
vencimiento de que, sino se pone coto á las exigencias, á
las pretensiones, á la vanidad y sobre todo á la longani
midad de los grandes habladores, el gobierno representa
tivo, el mas sábio de todos los gobiernos, marchará irremi
siblemente por las vias de un descrédito seguro, como
marchó el sistema de la plaza pública de Atenas y de Ro
ma, debiéndolo en gran parte, sobre todo en el primer
punto, á sus oradores.
¿Quereis saber la modestia de los oradores? Oidlos.
«El orador es el ser grande, el ser admirable, el ser mas
importante de la sociedad; á nadie tiene delante de sí, á
no ser al poeta.»
Este es su lenguaje, y la consecuencia que de él se de
duce está al alcance de las mas limitadas inteligencias: la
sociedad es nuestra, nosotros debemos dirigirla, nosotros
debemos gobernarla, porque nosotros solos somos los que
sábemos hablarla.
¿Y por qué no el poeta, diriamos nosotros, puesto que
por confesion propia se halla delante de vosotros?
Pero ese lenguaje de los oradores es pretencioso, y
además de pretencioso absurdo. Generalmente el orador
es el representante de la pasion, no de la razon serena y
fria; es el eco de los sentimientos del corazon, que podrán
— 251 —
ser nobles al propio tiempo que nada convenientes, no el
del espíritu, que siempre tiene que serjusto. El orador
representa por lo comun el arte, no la verdadera ciencia.
El filósofo instruye, el músico deleita; el filósofo enseña,
el poeta encanta; el filósofo convence, el orador seduce;
el arte, en una palabra, recrea; la filosofía, la ciencia en
seña, moraliza y hace feliz al hombre, á la familia y á la
sociedad. ¿Quién con mas derecho ágobernar esta? La
filosofía, aun cuando no encante como el poeta, ni seduzca
como el orador, ni deleite como el músico ó el cantante.
Se ha dicho por algunos que el orador se hace: esto no
es cierto: podrá el orador perfeccionarse, pero hacerse
jamás; el orador nace, como nace el poeta y nacen el músi
co y el cantante. Del remo á la tribuna: este proverbio, in
ventado para Dedamo, rival de Esquines, sino de Demós
tenes, eso que de remero de un buque pasó á ser un gran
de orador, prueba la verdad de nuestro aserto. Entre mil
campesinos de Castilla, difícilmente hallareis tres oradores,
sui generis; pues de otros mil andaluces que se encuentren
en idénticas condiciones que los castellanos, os saco yo cien
oradores, sui generis tambien, que estén hablando una y
dos horas sobre un punto dado, con tanto desparpajo COIDO
dicen que habló Carneades ante el pueblo romano, defen
diendo la justicia y dando despues tras de ella en medio de
la mayor desenvoltura, aunque con grande escándalo de
Caton el antiguo (1).
Del remo á la tribuna. Porque nace el orador,pasa del
remo á la tribuna, que sino se quedaría remando. Y la
(1) Véase cómo esplica este suceso el gran Lactancio en sus Institu
cioñés: V.,14. Is (Carneades) cum legätus ab atheniensibus Romam
missus esset, disputabit de juititie copiose, audiente Galba et Catone
censorio, máximistunc oratoribus. Sedidem disputacionem suam pos
tridie contraria diputacionem subvertit; et justitia quam pridie lauda
berat, sustulit,
- 252 -
cuestion es evidente. Al orador, mas que el estudio, mas
que el verdadero talento, le hacen tal un aparato lingual
particular, mucho atrevimiento, gran serenidad, un cora
zon que lata dentro de un ancho pecho, una voz robusta y
sonora, una figura regular y unos modales á propósito pa
ra el asunto. Ademas de esto, el orador, si ha de producir
efecto, segun las exijencias ordinarias de los oyentes, tie
ne que hablar de prisa, detenerse á tiempo, enfadarse, in
dignarse, ensoberbecerse, ahuecar la voz, esforzarla, su
birla, bajarla, acalorarse, enfurecerse, apostrofar, malde
cir, suplicar, llorar, rugir y hasta bramar si hace falta; esto
sin contar que tambien ha de echarse á tiempo para atras,
y para adelante, y á un lado y á otro, moviéndose como
un energúmeno, y dando, si llega el caso un manotazo al
colega que tenga á su diestra ó á su siniestra.
Si no hace todo esto, es hombre perdido: jamás llegará
á alhagar sus oidos la lisonjera frase: ese es un orador.
Vosotros no podreis sacar en limpio de todo lo anterior un
céntimo de sustancia; pero tendreis el orador al gusto del
dia, que es despues del poeta el ser privilegiado de la crea
cion.
Haced, sino, subir á la tribuna á un hombre lleno de
conocimientos, encanecido en el estudio, profundo conoce
dor del corazon humano y sábio hasta donde puede serlo
el mísero mortal. Suponed que se esplica con voz acom
pasada, marcadísima parsimonia, sin fuego, casi inmovil
su cuerpo, de la siguiente manera:
«Señores: la justicia es eteroa, inmutable, como Dios,
de quien emana. ¿No la reconoceis en todos? Pues vosotros
no sois justos , ni es justo vuestro gobierno, puesto que la
negacion de la justicia en unos, supone el privilejioen otros,
y el privilejio es sinónimo de injusticia. Lo mismo que aca
bo de sentar sobre la justicia, digo de la libertad: esta no
— 253 -
admite mistificaciones, ni menos mutilaciones: para ser lla
mada tal, es preciso que sea igual para todos: de lo con
trario...» . .- ' n-
¡Ese hombre es un estúpido! esclamarán algunos.
¿Quién oye esas vaciedades? dirán otros.
Pues por el contrario. Haced subir al trípode á un ne
cio ó poco menos, dotado de facultades físicas para decir,
de esas facultades que naturaleza negó al sábio. Si es cor
lo de vista tiene mucho adelantado para no cortarse: que
lo sea que no, aparenta mirar en todas direcciones y con
voz sonora y un tanto profética dice:
« ¡Qué espectáculo mas lamentable, señores, el que esta
mos ofreciendo con nuestras pobrísimas recriminaciones!
¡Ah! cuando los pueblos contemplan á sus lejisladores tan
lastimosamente desviados de sus augustas, de sus elevadas,
de sus sagradísimas funciones (esforzando la voz), ¿sabeis
lo que sucede?... No quisiera decirlo, porque el rubor
asoma á mi rostro (está tan impasible en cuanto á rubor co
mo cuando empezó); pero lo diré, lo diré, sí; que antes que
mi rubor y el vuestro, está la suerte futura, la felicidad de
la querida pátria (la felicidad de la pátria para este mozo
suele estribar en poseer él un gran destino). Lo diré, sí, mas
que el corazon padezca horriblemente, cual si dentro del
pecho le hiciera mil pedazos una fuerza desconocida.. ¡Ah
señores! cuando tales espectáculos ofrecemos (furioso);
cuando escenas tan lamentables presentamos á la conside
racion de las gentes, entonces sobre nosotros, sobre las
instituciones, sobre el pais, sobre lo de arriba, sobre lo de
abajo y sobre lo de todas partes, viene una cosa que no
quisiera decir, una cosa que no me atrevo á pronunciar,
una cosa que parece que no quieren espresar mis lábios
(y es cuando con mas soltura habla), una cosa, señores, (mas
furioso] que se llama vergüenza*. (sensacion) ¡Ah! ¿Sabeis
-- – 254 --

lo que hay tras de esa vergüenza? Pues no hay, no puede


haber, no es posible que haya mas que este dilema pavor
roso, (ahuecando la voz), tremendo (ahuecándola mas), hor
ripilante:ó el despotismo vergonzoso, ó la revolucion con
todas sus horribles, con todas sus tremendas consecuen
cias. ,
¡Bien! ¡bieñ! ¡magnífico!
«Ya lo sabeis:ó la revolucion, ó el despotismo. Huya
mos de esos dos mónstruos de cien cabezas. ¡Oh! ¿Y sabeis
como se huye? Yo os lo diré con dos esclamaciones. ¡Feli
ces los pueblos que se ven libres de uno y de otro por la
sabiduría y la templanza, que presiden á las acertadas dis
posiciones de sus legisladores! ¡Desdichados los que no
aciertan á colocarse en ese justo medio, en el cual se en
cuentra siempre la virtud de todas las cosas! La ruina de
estos es segura, como magnífico el porvenir de aquellos. El
justo medio, la templanta, la dignidad, el patriotismo, todo
lo salvan. Pues sí esto es cierto, ¿cómo no nos acogemos á
ello? ¿A dónde vamos, señores? ¿Qué ceguedad es la vues
tra? ¿No calculais que el genio del mal se está cerniendo
sobre nuestras cabezas? ¡Ah! Yo, que le veo, puedo decir
que le palpo (despues de una breve pausa y con estentórea
voz), yo tambien LE MALDIGo. ,
¡Bien! ¡bravo! ¡divino!
El orador ha sido cómico, dramático, trágico, bolero,
saltimbanquis: ha gritado como un desesperado, se ha mo
vido como un energúmeno, ha pateado, ha dado sendos
puñetazos á la inofensiva tribuna, ó al banco que tenia de-
lante... ¿pero qué ha dicho, en sustancia, despues de las
tres ó cuatro horas que ha tenido pendiente de sus lábios
al auditorio, compuesto de amigos, enemigos é indiferen
tes? Nada: en resumidas cuentas lo que ha hecho ha sido
gritar y enfadarse. ¡Y cuán oportunamente se ha enfadado
– 255 –

Y ¡ay del orador sino se enfada! ¡ay de él, sino se pone fu


rioso! ¡ay de él, si no logra colocarse en una situacion algo
parecida á la de la Pitonisa, que entre el denso humo de
los inciensos, las exhortaciones y gritos de los sacerdotes
subia al trípode de Delfos! Es hombre al agua, No solo no
le ocurrirá como á Focion decir: qué ¿lo he hecho mal?sino
que de todas partes, de bancos y tribunas, de mesastaqui
gráficas y hasta de los rincones ocupados por los graves
maceros, se escaparán por lo bajo estas ó parecidas escla
maciones: ¡que majadero! ¡quién le meteráá hablar de lo que
no entiende jestaba bien si yo no lo hacia mucho mejor
que él - ,

Por lo visto debieron enfadarse mucho Demóstenes y


Ciceron, Esquines y Hortensio, Dedamo y César.
«¡Pero tú estas dando tras de los oradores!» oigo es
clamará algunos... ¿Y creis que soy yo, tengo que contes
tar, el que dá tras de los oradores? Todo menos que eso;
yo los aprecio en lo que valen, quiero que sean lo que de
ben ser, ni mas ni menos, que valgan lo que deben valer,
ni menos ni mas. … , , " " , ,

¿Ha de valer mas la imaginacion que la razon?


El mas grande, el mas admirable, el orador mas elo
cuente de los siglos es sin disputa alguna Ciceron.
Dicen Rousseau y otros, que ven en Demóstenes al ora
dor, mientras que en Ciceron no encuentran mas que al
abogado. Yo veo en el último no solo al orador perfecto
sino al orador imcomparable. Hablador magnífico, artista
sublime, músico, poeta, conmovedor, grandilocuente, todo
lo es Ciceron, todo lo es el enemigo un tanto innoble de
Catilina: Demóstenes se turba ante Filipo, rodeado de una
docena de sus cortesanos, yse turba en términos que por
dos veces no acierta á pronunciar bien ocho palabras, y
tiene que salir mohino y avergonzado de la presencia de
- 256 -

aquel astuto príncipe: Ciceron no se turba ni aun ante el


pueblo alborotado, que es mil veces mas que Filipo: De
móstenes encuentra en Focion el hacha de sus discursos:
Ciceron reduce al silencio á los tribunos, que halagaban al
pueblo, y al pueblo, que por las sugestiones de los tribunos
queria confundir al Cónsul; anonada á Verres y sus defen
sores, y arrasta á todo el Senado y á la plebe para barre
nar, á imitacion de Mario y Syla, la ley Porcia y otras de
las mas venerandas de la república y asesinar jurídica
mente á los principales cómplices de Catilina.
¿Quereis verle sosegar, no como un hombre; sino cual
si fuese un Dios, una tempestad popular? Leed su admirabi
lísima improvisacion contra su rey Rulo (1), y su no menos
admirable arenga en favor del decreto del senador Oton,
asignando al órden ecuestre un lugar privilegiado en el
teatro y en los demás espectáculos públicos (2).
¿Quereis verle confundir, anonadar con los rayos de su
elocuencia al masgrande de los concusionarios, y despues
de llenarle de un oprobio eterno, hacer que se le condeneá
un destierro y á la devolucion de cuarenta y cinco millones

(1) El tribuno Rulo propuso al pueblo una ley agraria, el reparti


miento de muchísimas tierràs conquistadas en Europa, Asia y Africa.
El interés de la plebe estaba envotar la ley de Rulo: todos ardian en
deseos de aprobär esa leyy de habérselas con el cónsul, entregado á, la
aristocracia. Se presenta Ciceron en la Asamblea del pueblo; halaga á
este, habla en favor de la libertad, bendice la memoria de los Gracos,
despues con artificio admirable se lanza sobre Rulo, le ridiculiza horri
blemente, le turba, le confunde y le anonada, atribuyéndole bien ó mal
proyectos de tiranía popular, y de este modo obtiene los aplausos de la
muchedumbre y logra que esta deseche al fin el proyecto del tribuno,
encaminado á hacer ricös á los mismos que no le aprobaron.
(2) En ninguna ocasion mas que en esta acreditó Ciceron el poder de
la elocuencia sobre la muchedmbre. El pueblo contra quien "se habia
dado el decreto de Oton, aplaudió al orador estrepitosamente y aprobó
el irritante privilegio á favör de los quirites.
- – 257 –

de sestercios á los infelices sicilianos? Leed sus para siem-


pre célebres verrinas. .
¿Quereis verle el rey de la elocuencia, llena de un va
lor, acaso digno de mejor causa, casi siempre provocativa,
de fijo siempre arrebatadora hasta el estremo de convertir
áJulio Cesar de conspirador conCatilina en contrario ver
gonzante de este? Leed su célebre catilinaria ante el Se
nado. ¡Qué seria oyéndosela! ¡Cómo encanta, cómo seduce,
cómo arrastra con sus brillantes imágenes, con sus arran
ques admirables, ora risueños, ora sombríos, ya patéticos,
ya consolados, ya pavorosos, ya entusíasmadores, eso
que Catilina no era un malvado como él le pinta, no era
un incendiario como él le supone, no era un perdido como
él nos dice, no era, en fin, un ladron como él procuró pre
sentarle ante el imparcial y severo tribunal de la his
toria (1). -

(1) El nombre de Catilina vencidoyjuzgado sin apelacion por sus


enemigos vencedores, ha pasado á la historia con los más horriblés colo
res. Pero del exámen imparcial de las acusaciones de sus mismos ene
migos, llevadas á la exajeracion, y de otros hechos que sientan al lado
de ellas, se désprende sobrada luz para el observador, á fin de que pue
da juzgar sin ódio ni pasion á Lucio Sergio y á sus vencedores.
Catilina no era un malvado, ni un incendiario, ni un ladron, ni si
quiera un perdido. Queria trastornar la República en el sentido de con
cedor mas libertad al pueblo, quitándosela al Senado, y son dos he
chos indubitables, sentados porél mismo Salustio; uno, que se apoyó el
célebre conjurado desde luego en las víctimas de la tiranía de Sila (In
terea Manlius in Etruria solicitare egestinte simul ac dolore injuriae
novarum rerum cupidam, quod Sullae domnallione agros bonaque omnia
amiserat), y otro, que en su célebre conspiracion se entrañaba algo sin
d para poner en práctica la gran medida de la abolicion de la escla
.vitud.
No podia ser ladron por causa de deudas el que estaba casado con
Aurelia Orestila, mujer riquísima, segun resulta del billete que desde
su campamento escribió á : Catulo, la cual se hallaba dispuesta á
pagar con su hacienda las deudas de su esposo.
No podia ser incendiario (¿con qué objeto habia de incendiará Roma?)
3: sin embargo de levantarse en favor de la libertad, se detuvo en
ar esta á los esclavos, que hubieran aumentado su ejército estraordi
nariamente, segun se ve en la carta que Léntulo entregó á los infieles
- 258 –

Pues bien; ese orador admirable, ese orador, que aun


suponiendo que no oscureciese al ateniense, no ha sido os
curecido ni por la Scheridan, ni por los Fox, ni por los
Mirabeau, ni por los Lopez, ni por los Argüelles; ese ora
dor que se nos presenta tan grande despues de casi veinte
siglos trascurridos desde que la ferozmujer de Antonio mal
trató su lengua imanimada en venganza de las merecidas
filípicas que pronunció contra el infame triunviro, ese ora
dor, en fin, tan competente como el que mas en la materia,
se espresa así hablando de la elocuencia:
«Si no existe en la república cosa algunque deba ser

alobroges y estos dieron áCiceron. Un incendiario arma á los esclavos


hasta los
Nopodia ser un perdido y desacreditado el que para su honra no
tropezó con uno que delatase sus planes, á no ser los galos alobroges y
unä mujer verdaderamente perdida, eso que sus enemigos dicen que
todas las rameras, todos los asesinos y gentes de mal vivir estaban de
su parte, y eso que áesas rameras, á esos asesinosygentes de mal vivir
les ofreció por decreto Ciceron grandes premios en dinero si delataban
la conspiracion, además de la libertad al siervó,y al libre la impunida d
todos sus delitos (servo libertatem... libero impunitatem, segun dice Sa
uStio).
nopodia ser un malvado el que reunió ocho mil valientes, que
ofrecieron el úNico ejemplo que nospresentan los anales del mundo, de
perecer todos de cara al enemigo, porque los malvados no tienen, y por
consiguiente no pueden manifestar ese valor. (Sed omnes tumen advor
sis volueribus conciderunt. Salustio).
Ciceron es el que aparece como un miserable en la conspiracion de
Catilina, Sus hechos como cónsul están en contraposicion de sus escri
tos como filósofo. Se conoce que el podery su decision por el Senado
aristocrático le tenian trastornada el alma. Sus bajezas con Fulvia, des
preciable querida del mentecatoy débil conspirador Quinto Curio, y su
conducta rastrera, maquiavélica y en todos conceptos miserable y aun
infame respecto de los traidores alobroges, haciéndoles seguir el curso
de la conspiracion, alentándoles pará que la llevaran adelante, ofre
ciéndolespremiosy encargándoles que se la delataran dia por dia, hora
por hora, dan una idea muy triste del orador romano durante el aconte
cimiento memorable que lleva el nombre de conjuracion de Catulina.
No fué el papel de cónsul, fué el de un polizonte inmundo el que
desempeñó Ciceron, y No PARA PREVENR, sino para castigará Catilina y
todos sus partidarios, despues de ayudarles indirectamente en la conspi
I’201ODl.

Esto es horrible y repugnante; esto si que es malvado.


– 259 –

mas incorruptible que los sufragios de los ciudadanos, que


el voto de los jueces, no puedo concebir por que manera
obtiene la gloria la corrupcion de la elocuencia, cuando por
el contrario, la corrupcion pecuniaria se castiga. A mi en
tender el que corrompe al juez con la elocuencia, causa
mas daño que el que lo corrompe con el dinero; porque
cada uno es dueño de no dejarse corromper con la plata,
mas no lo es de resistirá la seduccion de la elocuencia (1)»
¡Qué de males no habria traido á Roma la elocuencia,
cuando el magnificentísimo hablador Ciceron pedia contra
ella un castigo, y nada menos que el castigo asignado para
el soborno, viéndola desviada de su principal mision!
Y cuidado que no puede menos de desviarse, allí donde
se la dé mas importancia que la que en sí tiene, y su ver
dadera importancia estriva tan solamente en la brevedad,
en la concision, y sobre todo en la verdad que encierre.
Focion decia á todo el que queria oírselo: no serán fe
lices los atenienses ínterin den la importancia que dan á sus
oradores. Y era esta tanta, de tal manera arrastraban los
oradores de Atenas al pueblo por donde querian, que todo
el mundo sabe que Filipo, en vezde corromper á los magis
trados y generales de la república, tenia á sueldo los me
jores oradores, como Luis XVI tuvo á sueldo en sus últimos
tiempos á Mirabeau. A no haber sido los oradores casi los
dueños de la república, no les hubieran comprado los tiranos
para que, fingiéndose aquellos amigos delpueblo, le lleva
ran con su pasmosa facundia ó con su estudiado silencio

Cumque nihil tan incorruptum esse debeat in republica quam


sufragio, quam sententia; non intelligo curqui ea pecunia corrumperit
poena dignus sit, qui elocuentia laudem etiam ferat. Mihi quidem hoc
plus malifacere videtur qui oratione quam qui pretio judicem corrum-.
pit: quod pecunia corrumpere prudentem nemo potest, dicendo potest.
Ciceron. Pasaje del libro 5°de la república, conservado por el historia
dor Amiano Marcelino.

V
- 260 –

(porque de todo habia y puede haber), por el camino mas


distante de la libertad y de la justicia.
Y que eso pasára en Atenas, y que de Atenas se tras
mitiese áRoma no nos coge de sorpresa. Comprendemos
que en el sistema de la plaza pública, en el cual un hom
bre elocuente y fogoso puede arrastrará las masas igno
rantes por donde quiera hasta en contra de sus intereses,
como aconteció con Ciceron cuando la ley de Rulo y el de
creto del senadorOton otorgando un privilegio á los quiri
tes, que no era mas que un insulto al pueblo y un ultraje
á lajusticia, tengan los oradores una importancia inmensa:
lo que no acertamos á comprender es que aspiren á tener
la, que sean temidos, halagados y buscados, que pretendan
erigirse en árbitros de los destinos de la pátria bajo un sis
tema representativo, que produce siempre una ó dos Asam
bleas de lo mas selecto del país en cuanto á inteligencia y
cordura, una ó dos Asambleas de verdaderos notables, en
donde debe discutirse tranquilamente, y en donde no se
obedece á la impresion del momento para votar, que es la
parte mas interesante para los pueblos.
Todo lo puedo, podia decir por punto general Demós
tenes en Atenas, como Ciceron en Roma, contando arras
trar como arrastraban, contra sus propios intereses, con
tres ó cuatro frases escojidas y bien pronunciadas á la al
borotada éinintelijente muchedumbre. ¿Pero pueden y de
ben decir esto los mas grandes oradores en los sistemas
representativos? No por cierto. Grande, poderoso, jigante,
se cree un orador ante una cámara de representantes. Pero
contemplémosle en el lleno de su mision; le llega el mo
mento de hablar; ápesar de ser adversario de la mayoría
de sus compañeros, al solo auncio de que se le va á con
ceder la palabra, pueblánse los semidesiertos bancos, con
tiénense todas las respiraciones y aquel empieza su pero
– 261 –

racion; todos, sin dejar uno, le oyen con gusto; mas de


cuatro dicen que tiene razon en cuanto habla, pero al vo
tar, todos votan en contra (1).
Por el contrario (y completemos asi un cuadro de los
diversos que al observador ofrece la oratoria), es un amigo
el que habla; no se espresa precipitadamente, ni con fue
go, ni con elegancia, ni con armonía; á nadie seduce, á
nadie alhaga, ánadie lleva impresiones fuertes, sean lison
jeras ósean desagradables; se separan de su presencia to
dos sus colegas, dejándolo solo para que le escuchen los
bancos, , , . . -

¿Y por qué todo esto? Porque todo, absolutamente todo


es arte: artista"el que habla, artistas los colegas que le es
cuchan, artista el público, y artistas hasta losgraves mace
ros, vestidos para parecerlo mas, como los eunucos predi
lectos de los reyes orientales.
Pues entre la ciencia y el arte estoy mejor por aquella,
y como soy tambien amigo del arte, quiero que se convine
todo de manera que este no se sobreponga á aquella, por
la sencilla razon de que no deben sobreponerse el corazon
al alma, las pasiones al espíritu, lo semi-físico á lo pura
mente intelectual, las impresiones del momento á los pre
ceptos de la sabiduría. - -

La elocuencia, sobre todo en los sistemas representati


vos, debe ser breve, concisa y filosófica, es decir; debe
espresarse mucho en pocas palabras y no perderse un tiem
po preciosísimo con lo que justamente se llama música ce
lestial. Hasta para la plaza pública quisieron así la oratoria

() Yo bien se que un representante no habla solo para sus colegas,


que habla para la nacion entera; pero lopropio que le sucede con "los
colegas, le sucede con el público, que represènta allí para ellcaso al pais,
y le sucede, por último, con este al leer en los periódicos sus iscur
sos. La generalidad no mira mas que al artista, muy pocos al filósofo.
– 262–

Focion y Ciceron: aquel con cuatro frases solia desbaratar


las mas elocuentes y artificiosas oraciones de Demóstenes
ya fuesen estas improvisadas ó ya oliesen á candil, mere
ciendo por esto que el mismo autor de las famosas filípicas
le apellidase el hacha de sus discursos: Ciceron, cansado sin
duda de la verbosídad de los Escevolas, los Crasos, etc., di
ce terminantemente: brevilocuentiam in dicendo colat. Siya
habia dicho hablando de la historia: in historia ilustrinihil
est brevitate dulcilius, ¿cómo no lo habia de decir respecto
de la oratoria, existiendo en todos épocas hombres que, á
imitacion del famoso Carneades, pueden estar hablando un
dia entero en favor de la justicia y otro en contra de ella?
En todo la brevedad; pero mas que en nada en la ora
toria. A los oradores, se dirijió Horacio cuando dijo: «Cual
quiera que sea la cosa que percibas, sé breve al decirla, para
que lo pronto ducho, lo comprendan los ánimos dóciles y lo
retengan fielmente en la memoria (1).
¡Pero, Dios eterno! ¡cuánto tienen que hablar aquí al
gunos, que para no salirse de un punto dado, ocupan una
sesion de cuatro horas mortales, y sintiéndose fatigados
piden á la benevolencia del presidente que les permita
descansar, para hablar al siguiente dia otras cuatro horas
tan mortales como las primeras! Ninguna de las oraciones
de Demóstenes ocupó al pueblo de Atenas mas de una hora,
porque asíse hallaba establecido por ley: la clipsedra ó
reló de agua ó de menuda arena, que se le ponia delante
al orador cuando iba á dar comienzo á su discurso, le de
cia, al arrojar la última gota ó el último grano, que ya no

(1) Quicquid percipies, esto brevis, ut cito dicta


Percipiant animi dociles, teneantgue fideles.
Horacio. Arte poética.
Ya mucho tiempo antes habia dicho el ilustre Terencio en su An
driana: -

Quin tu uno verbo aic,quid est quod me velis.


– 263 —

podia hablar mas, que ya habia concluido la hora duran


te la cual debiera haber dicho cuanto decirse podía sobre
cualquier asunto, por importante que el fuese. Ninguna de
las arengas de Ciceron, ni aun la famosa catilinaria ante
el Senado, debió durar una hora, y dudamos mucho que
Cayo Graco, quien tal vez hubiese superado en elocuencia
á Demóstenes á no haberle abandonado la plebe á los fu
rares de la aristocracia en la primavera de su vida, ocu
pase con ninguna de sus oraciones la atencion del pueblo
romano, aglomerado en la plaza pública, durante mas tiem
po que el marcado por la clipsedra ateniense (1).
Y sin embargo las oraciones de Demóstenes tenian por
obgeto salvar la libertad y la independencia de la Grecia,
amenazadaspor el génio y el oro de Filipo, acaso el mas
profundo político de la antigüedad, y las oraciones de Cayo
Graco abrazaban la gigantesca empresa de democratizar el
gobierno del pueblo romano, que ya dominaba entonces en
medio mundo conocido, y las arengas de Ciceron se enca
minaban ó á contener la corrupcion de los procónsules y
otros grandes magistrados, óá desacreditar á Antonio, que
tiempos andando habia de aterrar al orbe con sus crímenes,

(1) La grande habilidad del orador, ó mejor, el que únícamente me


rece el nombre de orador es aquel que en pocas palabras dice mucho,y
en esas pocas palabras sabe conmover al auditorio, hacerle sentir lo que
él siente y arrastrarle digámoslo asi por los caminos que él quiere lle
varle. Leyendo hoy dia, despues de 2,000 años algunos fragmentos de
las arengas de Cayo Graco, conservadospor Ciceron y Plutarco, no pue- "
de uno menos de conmoverse y admirar elocuencia arrebatadora, in–
comparable de aquel noble y generoso tribuno. Hablando de la trájica
muert» de su hermano Tiberio, con las siguientes cuatro palabras sola
mente arrancó lágrimas, segun nos dice : en su obra de Orat. li
bro 3°, hasta á sus propios enemigos. ¡Desgraciado de mi! esclamó el
ilustre tribuno: ¿Hácia donde dirijiré mis pusos? ¿Hácia el capitolio? está
inundado con la sangre de mi h rmano. ¿Hácia mi casa? Hallaré á mi des
graciada madre sollozante desesperada. (¿Quo me miser comferam?
¿quo me vertam? ¿In capitolium? at fratris sanguine redundat. ¿An do
mum? matremne ut miseram tamen tantenque videam et abjectam.)
—264—
óá salvar el cuerpo aristocrático de los planes fraguados
contra él por Catilina y sus partidarios. Es decir, que tra
tándose de los mas grandiosos obgetos, bastó y acaso so
bró una hora para que, durante ella habláran en su fa
vor los oradores mas célebres que han conocido los siglos.
¡Y aquí no bastan tres, cuatro, seis ó mas horas á casi
todos nuestros oradores para dirijir un ataque sobre un
punto dado á un ministerio, para no culparle ni disculparle
por una espedicion insensata y liberticida como la de Mé
jico, para esplicarse en contra de esa espedicion y votar
en pró óvice-versa, para defender ó negar una pension
á la familia de uno que acaso no haya sido mas que un "
verdadero saltinbanquis político!
¡Horas torpemente perdidas! ¡Tiempo desdichadamente
malgastado, máxime si consideramos que la inmensa ma
yoría de esas arengas, por mas que se hallen perfectamente
impresas en blanco y satinado papel han de verlas dedi
cadas nuestros descendientes, en medio de la mayor indi
ferencia, al prósaico y humilde destino de envolver espe
cias y otros géneros de una tienda de comestibles!
Venga la clipsedra ateniense: haga esta que no se
pierda un tiempo preciosísimo, obligando al mas verboso
orador á que diga lo que tenga que decir en el término de
una hora, y sino lo dice durante ella, que lo cuente en su
casa á sus domésticos ó en la tertulia á los amigos que
quieran oírselo.
Cuanto mas avanza el mundo en edad, mas se escribe y
mas se habla; por lo misma hay una necesidad imperiosa,
imprescindible de escribir y hablar con precision y con
verdad, con laconismo y naturalidad, con muchas razones
y pocas palabras. , ,

Y si esto es conveniente en todas partes, en Francia,


en Italia y en España, en estos paises meridionales, en don
– 265 – -

de la imaginacion se sobrescita en perjuicio de la razon


con mas facilidad que en los de setentrion es absoluta
mente indispensable y de todo punto conveniente.
¿Qué no se puede decir en una hora?Torpe ha de ser
quien durante ese tiempo no diga cuanto conduzca á lle
var el convencimiento al ánimo de todos cuantos le escu
ehen. , ... "," ."

Asi no abusará tanto el orador de los que le escuchan,


ni se perderá lastimosamente el tiempo, que es lo que mas
vale, ya hable lo que se llama bien, esto es, artísticamente,
ya hable lo que se llama mal, esto es, sin echar mano de
los recursos oratorios; ni se impedirá que hable un hom
bre lleno de sabidnría, pero falto de dotes físicas para ha
blar, porque la oratoria se va convirtiendo lastimosamente
en una especie de pugilato, llevado á cabo con tales condi
ciones, que no se atreven á bajar á la arena mas que los
que son ó se creen grandes oradores.
Procuremos,pues, que sea escuchado tambien el que,
no pudiendo ser calificado de elocuente, hable con la ver
dad en los lábios, la sinceridad en el alma y la virtud en
el corazon. Pues qué: ¿se necesita de adornos para decir la
verdad y hacer que entre en todos los corazones? Pues qué
¿no es digna de ser escuchada, porque no venga acom
pañada de frases escojidas, de oropel, de musica celes
tial?
Convengamos en lo siguiente: .
Es preciso dar menos á la imaginacion, mas al verda
dero talento. "

Menos al arte, mas á la ciencia. , , , ,

Menos á la pasion, mas á la razon fria y serena.


Menos al corazon, mas al alma.
Menos á lossentidos, mas al espíritu.
Por suceder hoy lo contrario, el hombre de medita
34
– 266 –

cion, de estudio y de virtudes cívicas, ve con dolor que un


orador cargado de inconsecuencias, abrumado de errores,
tal vez cubierto de crímenes políticos, hace olvidar con su
charla sempiterna toda su historia, y ¡oh dolor! es aplau
dido por los mismos que deberian lanzarle ignominiosa
mente de su presencia. -

¡Ah! venga, venga de todos modos la clipsedra; tome


" . carta de naturaleza entre nosotros: esto es lo conveniente,
esto lo razonable, esto lo justo, esto lo absolutamente indis
pensable. - -

Lo pedimos á nombre del sistema representativo, que


rechaza toda clase de inclusa la de la orato
ria, y mas la de la oratoria interminable.
Lo pedimos á nombre de la patria, que quiere medidas
beneficiosas mas que discursos brillantes y entusiasma
dores.
Lo pedimos á nombre de la libertad, que quiere leyes
que la amparen en todo hombre, mas que trozos oratorios
que halaguen los sentidos, que deleiten la imaginacion con
perjuicio de la justicia.
Las Córtes constituyentes murieron sin haber constitui.
do el país. Sabemos las principales causas que echaron por
tierra aquellas Córtes; pero nosotros, que pertenecimos á
ellas y somos en este concepto voto imparcial sobre el
asundo, declaramos aquísolemnemente, que en algo con
tribuyó á su ruina el ser tan habladoras. ¡Que no nos diga
algo esto ejemplo, este suceso por mas de un concepto elo
cuente para los amigos de la libertad!
«¡Oh! ¡y qué enemigo de la oratoria se declara aquí
este hombrel esclamará tal vez alguno. ¡¡No parece sino
que es un partidario acérrimo del régimen cesarista de Na
poleon, resucitado de una manera vergonzante por su so
brino!
– 267 –

Pero no: esto no es cierto, ni siquiera tiene visos de


ello.
Somos enemigos de la oratoria interminable, perturba
dora, engañadora, halagadora de los sentidos, corruptora
del alma, asesina del tiempo, que vale inmensamente mas
que él oro, en el mismo sentido en que lo eran los atenien
ses con su clipsedra, en el mismo en que lo era Ciceron
con sus doctrinas, en el mismo en que lo era Horacio con
sus preceptos.
¡Enemigos! no. Somos enemigos de la palabreria, que
aun cuando elegante, no es la verdadera elocuencia; de la
verbosidad incansable, que no es la verdadera oratoria, de
la garrulidad, gritería y gesticulacion infecundas, que nada
tienen que ver con el arte de bien hablar, que preceptúa
se hable con elegancia, pero tambien con concision y so
bre todo con verdad.
Nosotros queremos que cuantos tomen parte en las dis
cusiones de los cuerpos deliberantes vayan al asunto dere
chamente, no por rodeos que conduzcan á él; quevayan á
la cuestion con razones, no con frases escogidas, ampulo
sas, altisonantes y al propio tiempo destituidas de sustancia
y sinceridad; al grano, como dice el refran castellano , no
á la paja;á encontrar la verdad con toda clase de resortes
oratorios, pero breve y elegantemente tocados, con ento
nacion grave, pero no ridícula, con los modales serios del
legislador, no con los modales afectados, con la farsa del
cómico, del dramático y del trágico, que está bien, perfec
tamente bien en las tablas; pero que ni cuadra ni conviene,
ni debe ser considerada en una Asamblea deliberante, en
donde se tratan los asuntos de un pueblo, para resolver
los cuales no hay que separarse de los eternos principios de
justicia, gravadospor el Supremo Hacedor en el corazon
de todo hombre.
– 268 –

Si así somos enemigos de la oratoria, lo somos con los


atenienses, padres los mas conocidos de ella; lo somos con
toda persona sensata y de juicio, que prefiere á las emo
ciones fuertes el triunfo de la justicia por medio del razo
namiento. -

¿Cómo hemos de ser nosotros enemigos de la elocuen


cia, si queremos el triunfo de la justicia en todas partes y
para todo hombre, y la justicia es de por sí amiga de todo lo
bello y de todo lo grande,y es grande y bella la elocuen
cia, cuando es breve, cuando es razonadora, y no se separa
de lo justo? -

Somos amigos de la elocuencia,pero lo somos mas de


la justicia.
Somos amigos del buen decir, pero lo somos mas de la
verdad.
Somos amigos de los artistas, pero lo somos mas de los
hombres de ciencia. -

Sómos amigos de los oradores, pero lo Somos mas de


los filósofos.
Y porque queremos masá los filósofos que á los orado
res, mas á lajusticia que á la elocuencia, mas á la verdad
que al buen decir; ypor que amamos la libertad con ver
dadero amor, pedimos á Dios de corazon que aleje de nos
otros la calamidad que envuelven los siguientes versos de
la mejor oda de Pindaro, de este con razon apellidado el
principe de los poetas líricos y que en esta ocasion es un
príncipe de filósofos:

Que la fábula vil en dulce labio


Y lengua seductora
Es mas que la verdad encantadora.
– 269 –

Queremos, pues, que sobre todas las cosas encante la


verdad, esta hija predilecta del cielo, que nadie nos ne
gará que vale mas que todos los grandes y elegantísimos
habladores, , -
"

CAPÍTULO XXV.
Mecanismo gubernamental para la sociedad. Equilibrio. Ad
ministracion naeional, provincial y municipal.
Partidarios ardientes y sinceros del gobierno ó sistema
representativo, el mas sábio sin disputa de todos los siste
mas, y el único conveniente y posible á los pueblos gran
des, vamos á dar una idea de su mejor mecanismo, dejan
do á salvo lo que podemos llamar la cúspide de toda la
obra, ya sea esa cúspide un monarca, ya lo sea uno que se
llame presidente de una república.
El mecanismo de ese sistema estriba en la marcha ar
mónica, y por consiguiente justa de un pais, manifestada
por la triple vida social, llamada:
Administracion nacional.
Administracion provincial.
Administracion municipal.
La primera representa los grandes intereses de la pá
tria; la segunda representa los de una comarca, en donde
los de los que la habitan son idénticos ó muy parecidos;y
la tercera representa los de localidad, los mas cäros sin
duda al hombre, porque son los que mas de cerca le ata
ñen y porque ve con ellos el cielo bajo el cual nació, la at
mósfera á cuya influencia se desarrolló y el suelo donde
generalmente reposan las sagradas cenizas de sus padres,
deudos y amigos, y donde generalmente tambien reposa
rán las suyas.
En el mecanismo ese está viviendo el pais arriba, aba
jo y en el medio; abajo por el municipio, en el medio por
.. – 271 –

el gobierno provincial, y arriba por el nacional. Los abso


lutistas quieren que viva unpoco abajo, los moderados que
viva como á ellos conviene abajo, arriba y en medio; sola
mente la democracia le quiere en la plenitud de su vida.
Si esta vida es regular, esto es, justa, armónica, de
verdadera igualdad, entonces hay lo que se llama equili
brio, no el equilibrio de los políticos del privilegio, sino el
equilibrio de los políticos de la libertad. El equilibrio en
todo le produce la justicia: si falta esta, todo esta desequili
brado. Los antiguos nos presentaban, y nosotros les copia
mos en esto, á la estatua de la justicia con la balanza de
dos platillos en su diestra, sin inclinarse uno de ellos mas
que otro ni una sola línea: ¿baja uno de los platillos de la
balanza? el equilibrio está perdido: pues nada mas que la
injusticia, enemiga de la igualdad, es la que le ha hecho
perder. -

Pues la balanza esa con sus dos platillos iguales ha de


estar no solo en los tribunales dejusticia, sino en toda par
te; en el municipio, en la provincia, en el gobierno nacio
nal; y él ponerla en los tribunales de justicia y lanzarla de
los comicios es un crímen político, como es otro crímen el
proscribirla de cualquier otro punto donde haya el mas
pequeño interés social de por medio. Pues si no esta así la
balanza en todas partes y para todos los asociados, el me
canismo bien combinado y hasta sábio de los poderes, de
que nos hablan los políticos que no tienen por base de su
sistema la justicia, no es mas que un mecanismo absurdo,
un mecanismo mentira, un mecanismo de privilejios, coro
nado por la injusticia, que quieren que prevalezca en los
pueblos por medio de un juego indigno de palabras.
De modo que el equilibrio de los poderos, buscado en
vano en el terreno de la filosofía por muchísimos de los
políticos antiguos, y puesto en práctica con menoscabo de
– 272 - .

la justicia desgraciadamente en casi todos los pueblos mo


dernos, envuelve una solemne injusticia, ó mejor, es una
protesta viva éinsultante contra la justicia, única que pro
duce el verdadero equilibrio, teniendo bien nivelados, en
hermosa y perfecta igualdad los platillos de la balanza.
«6entemplad el gobierno ingles, y gozaos en el perfec
to equilibrio que ofrece su mecanismo, » dicen los doctri
narios, y aun algunos que no lo son, asi de nuestro pais
como del pais vecino. Y el equilibrio ese se manifiesta al
filósofo con el censo electoral, con la facultad de nombrar
una universidad por si sola un diputado, otro un pais que
solo cuenta con cuatro ó cinco mil habitantes, mien
tras que no nombra mas que otro una comarca de 200,000
almas, con el derecho hereditario en ciertos individuos de
lejislar en la cámara alta, etc., etc. Pues lo que ofrece el
mecanismo ese es la desigualdad bochornosa, la injusticia
permanente é irritante. Eso no es equilibrio, que es todo lo
contrario. En verdad que no hay tal equilibrio en Noruega,
ni en Suiza, ni en los Estados Unidos. ¿Cómo ha de ha
ber verdadero equilibrio donde hay privilejio, si “este es
por naturaleza desequilibrador, si consigo lleva la injus
ticia? ,
El equilibrio ha de estribar en que marchen bien, ar
mónica y justamente, dentro de su respectivaorbita, y sin
perjudicarse una á otra, la administracion municipal, la
provincial y la nacional. •
El mecanismo ha de ser tal, que deje la justicia á salvo
y con ella la libertad. ... "" " .

Lo que así no sea, podrá llamarse mecanismo; pero será


el mecanismo de la tiranía (que por cierto es muy amiga
de mecanismos), mas ó menos fuerte, mas ó menos opreso
ra. Lo que no podrá llamarse conjusticia será mecanismo
equilibrador, porque no hay equilibrio allí donde la igual
- 278 —
dad está oscurecida con perjuicio de la justicia y eu des
doro de pocos ó de muchos ciudadanos.
Veamos cómo pueden marchar con armonía, en perfec
to y admirable equilibrio, es decir, en el equilibrio pro
ducido por la justicia las tres administraciones, que cons
tituyen la vida pública de las naciones, y cuan natural y
sencillo es el mecanismo que ellas ofrecen, dejando á salvo
la libertad.
i". Vida municipal. ¿Quereis una pátria libre, digna é ido
latrada por todos? Dejad completamente libre, que no es
lo mismo que completamente independiente, la vida mu
nicipal. ¿Qué le interesa la pátria comun al que no tiene
esa pequeña pátria donde nació ó vive, porque no tenerla
es no intervenir en nada de lo que á ella corresponde?
¿Cómo ha de tener acendrado amor, entusiasmo verdadero
por la gran pátria aquel en quien sofocais, por medio de la
injusticia, casi todos los sentimientos, casi todos los recor
tes que deben hacerle querer la pequeña pátria en que vi
ve y acaso muere sin salir de ella?
La vida municipal debe ser libre, libérrima. El ayun
tamiento ó cnerpo de concejales que represente al muni
cipio, ha de ser nombrado por medio del sufragio univer
sal, y por el mismo sufragio deben ser designados los alcal
des y síndicos, sin intervencion directa ni indirecta del
poder nacional. Si así no sucede, se empieza por viciar la
vida municipal, y de este modo quedan tambien viciadas la
provincial y la nacional, porque falseada la base de un
edificio,, sabido es que están falseados el cuerpo y remate
de ese edificio í .
: > La administracion de los intereses del municipio ha de
correr tambien entera á cargo del ayuntamiento, empezan
do por los pósitos y demas intereses que le pertenezcan,
siguiendo por el nombramiento de su secretario y restantes
35
—274 —
dependientes, y concluyendo por la construccion de cami
nos vecinales y demas obras de utilidad y de ornato, sin
que en nada de ello intervenga ningun agente del poder,
que si interviene es para perturbar, para paralizar la vida
municipal. Nuestros antiguos ayuntamientos eran elejidos
por el sufragio universal, y libremente, de una manera
franca y espedita administraban los intereses locales. Así,
segun resulta de casi todos los fueros y cartaspueblas, fué
la vida municipal en España, sobre todo en Castilla du
rante siglos, hasta que, por lo calamitoso de los tiempos,
el despotismo de los reyes, sostenido en esta parte por la
avaricia de la aristocracia, empezóá regalar señoríos de
pueblos á este ó al otro grande, á este ó al otro favorito,
cual si se tratára de regalar rebaños de carneros de pro
piedad particular. La institucion de los alcaldes correjido
res, asesina de la vida municipal, es una importacion fran
cesa, que nos han regalado los moderados, estos eternos
mistificadores de la libertad, con el objeto de formar con
gresos á su gusto y á costa de los mismos pueblos agovia
dos con semejante plaga:
Decian de Julio César sus soldados, que con el dinero de
los galos habia corrompido á las galas: lo mismo se puede
decir de los moderados respecto á su institucion de los al
caldes correjidores: sacan estos sus grandes sueldos á los
pueblos, y no solo les asesinan su vida municipal, sino que
vician completamente la provincial y la nacional.
Ha dado en sostenerse de poco tiempo á esta parte, no
ya por los hombres del moderantismo, sino tambien por
algunos progresistas y demócratas, que, para que la vida
municipal marche convenientemente, es preciso crear
grandes municipios, reduciendo los que haypor medio de
la anulacion de muchísimos de ellos.
Nosotros protestamos altamente contra esta exigencia,
- — 275–

una de las mas tiránicas, acaso la mas tiránica que hoy


pueda presentarse á la consideracion del hombre observa
dor. Pues qué, ¿se asesina á un individuo porque sea dé
bil? Pues esto es lo que quieren hacer los partidarios de las
grandes municipalidades. Convenimos en que un munici
pio no debe constar solamente de 20, 40 ó 60 vecinos;
pero bastan 200 para formar un municipio, y donde la na
turaleza no ha permitido que el vecindario de un pueblo
con ayuntamiento pase de esos 200 vecinos, seria una tira
nía el suprimirle ese ayuntamiento y entregarle atado de
pies y manos á un pueblo vecino, que no viviria, que no
podría vivir para los dos, porque viviria para sí solo, y como
las yerbas y plantas parásitas á costa de la existencia del
pueblo agregado. Pueblos de insignificante vecindario, que
disten poquísimos unos de otros, pueden agregarse, pero
todo lo que sea agregará la fuerza pueblos pequeños algo
distantes unos de otros, tal vez de encontrados intereses,
con la idea de formar grandes municipios, es proclamar la
teoría del mas fuerte y halagar el caciquismo repugnante
de la poblacion favorecida con la capitalidad de esos gran
des municipios, solamente alabados por los que, descono
ciendo la justicia en el hombre, en la localidad, en la pro
vincia y en todas partes, intentan asesinar los pequeños
nada mas que porque son pequeños. ¡¡Triste del débil!
Loque la justicia aconsejaes que se deje con ayuntamien
to propío á todo pueblo de cien vecinos, que diste mas
de una legua de otro: el obligarle en medio de tal distan
cia á que se agregue al inmediato, es obligarle á que viva
fuera de su centro, esto es, es obligarle á que muera. Du
rante el absolutismo se pedian y obtenian por pueblos, que
se habían hecho un tanto crecidos, cédulas para consti
tuirse en municipio independiente. Durante lo que se llama
reinado de la libertad, despues de menoscabar hasta lo in
- 276 -

finito la vida municipal, se pretende ahogarla en la mayor


parte de los pueblos.
Hemos dicho que no es lo mismo vida municipal libre
que vida municipal independiente, y no esta, sino aquella
es la que queremos, por la misma razon que no queremos
repúblicas independientes, que escluirian la gran nacio
nalidad, la gran pátria llamada España. La libertad de esa
vida la ampara lajusticia, la independencia la impide la
vida provincial, y precisamente la impide en bien de la
justicia,
Se ha dicho por los hombres pensadores de todos los
partidos que con la ley de 3 de febrero de 1823 (1), se va
derechamente á la anarquía; pero lo que no se ha dicho
por los moderados, eso que es una gran verdad, es que con
sus leyes centralizadoras, copias miserables y vergonzosas
de las francesas, no se va, sinoque se está, en un despotismo
enmascarado. Amigos de la verdad, habremos de convenir
en que con la ley de 3 de febrero se marchaba irremisible
mente hácia la anarquía. ¿Pero por qué? ¿Era por que en
dicha ley se respetaba como debia la vida municipal? No
por cierto.
La parte anárquica de la ley de 3 de febrero está en la
Milicia Nacional á disposicion de los municipios. Notuvieron
presente los legisladores de aquella época constitucional,
que armando al municipio, se le lanza hácia una especie de
independencia anárquica y funesta, y que tras esta es se
gura, inevitable la reaccion. Ahí está la principal causa de
la existencia de los actuales doctrinarios.
Pero estos no quitaron aquí la causa del mal, el arma
"

(1) La que dieron las Córtes de aquel año para el régimen de los
ayuntamientos, diputaciones provinciales y gobiernos políticos.
—277 –

mento, sino que importaron el mal francés, la centrali


zacion. , , , ,

No estamos porque un alcalde, parapetado tras de su


batallon ó compañía de milicia, se presente al jefe político
ó gobernador y promueva el siguiente ó parecido diálogo:
tenga V. entendido que si no se hace esto y lo otro...—V. es
el que debe tener entendido que está hablando con el gober
nador...—y quién es para el alcalde de T. el gobernador?
—¿y quién es el alcalde de T. para no respetar, etc., »pero
estamos menos porque un gobernador nombre, mande,
trate, considere y manosée á un alcalde, cual sifuese un al-
guacil ó un portero suyo. Aquello lo produce elarmamento,
esto la centralizacion; aquello es hijo de la fuerza que pug
na por ponerse delante de la ley justa, esto es hijo de una
ley perturbadora y asesina de la libertad; aquello es cier
to que conduce á la anarquía, pero esto tambien es cierto
que pone á la vista de todo el mundo que se está en el
despotismo. -

Por eso estoy yo mas por derechos que por fuerza,


mas por la justicia que por armamentos de ninguna clase,
maspor la libertad pacífica de los municipios que por su
libertad guerrera. , "

Por lo que á los nuestros toca, para tenerles como de


ben ser, no necesitamos imitará nadie: copiemos nuestras
antiguas leyes municipales, y con ellas, introduciendo por
supuesto las reformas liberales que ha hecho precisas la
civilizacion moderna, la vida del municipio será vigorosa,
natural y abundante en benéficos frutos para todos los
pueblos.
Vida provincial. De la vida municipal nace la provin
cial y nace, no para ahogarla, sino para hacerla marchar
conjusticia. La corporacion que ha de representar la
provincia y debe ser mas numerosa que lo son las
– 278 –

actuales diputaciones provinciales, si se quiere, evitar


que los diputados sean una especie de mandarines (1),
es preciso que sea nombrada por los municipios de la
propia manera que los ayuntamientos, y ha de tener
á su cargo el inspeccionar la administracion de los
pueblos y fallar sobre las apelaciones de cuantos asuntos
(fuera de los judiciales) lleven ante ella los ciudadanos que
se crean agraviados.Sin esa inspeccion la administracion
de los intereses municipales seria un verdadero caos, y sin
el recurso de ser oidos los ciudadanos cuando se consideren
vejados ó desatendidos en sus reclamaciones, la justicia y
la libertad serian nombres de todopuntovanos en casito
dos los pueblos, porque en ellos es donde mas fuerza tienen
ciertas pasiones ruines y miserables, y donde el parentes
co y la amistad suelen atropellar por todo sin miedo á las
leyes y sin consideraciones de ninguna clase.
El cuerpo provincial ha de procurar especialmente que
se conserven los pósitos, que se administren bien los bancos
de su respectivo territorio, que se fomente el arbolado de
los montes y plantíos, que las elecciones de todas clases
sean la verdadera espresion de la voluntad de los ciudada
nos, y que se construyan las obras públicas provinciales
necesarias al desarrollo de la riqueza general y á la pros
cripcion de la miseria, hija de la paralizacion de brazos.
Sus sesiones, así como las de los ayuntamientos, han de ser
publicas para que el temor de que los buenos ciudadanos
vituperen una injusticia, contenga al enredador y al proter

() Las diputaciones de Alava, Guipúzcoa y Vizcaya son numero


sas: la de Alava consta de 44 diputados, la de Vizcaya de unos 160, y
la de Guipúzcoa de 48, con su presidente , que es el corregidor, re
presentante del gobierno central, que asiste á las sesiones para que no
se trate nada contrario al podernacional, y las preside, pero sin voz ni
VOto. -
– 279 –

bo, así como la satisfaccion que producen las alabanzas


hácia el que obra bien, aliente al virtuoso para se
guir en su camino. La publicidad en todo es la mayor ga
rantía del acierto: el que obra bien, no solo no la rehuye,
sino que la busca: el que obra mal es el que se espanta de
ella y la aborrece: qui male ajit, odit lucem. -

En la provincia debe tener un representante, revestido


en ella del mas elevado carácter, el gobierno central, para
velar por los intereses de este, que han de estar consigna
dos clara y distintamente en la ley, y hacer que nose menos
caben por nadie; que se entere de la marcha de la admi
ristracion municipal, lomismo que de la provincial, en que
con precision ha de tener una principalísima parte, y que
impida que una y otra se salgan de su órbita, en perjuicio
propio ó en perjuicio de la nacional, de que él es, digá
moslo así, custodio en la provincia.
Vida nacional. Así como, segun acabamos de ver, de la
vida municipal nace la provincial, de esta nace la nacional,
encargada de amparar á una y á otra para que marchen
armónica y justamente dentro de sus órbitas respectivas,
no saliéndose ella de la suya, porque si lo hace viene al
momento la perturbacion y con ella el despotismo.
Para que la administracion nacional merezca el nombre
de tal, es preciso ante todo que el cuerpo ó cuerpos cole
gisladores sean la verdadera espresion de la voluntad del
país, dirigida, pero no violentada por la administracion
provincial; que el gobierno salga del poder legislativo y
marche en un todo conforme con él; que en los altos cuer
pos del país estén los hombres de mérito y de virtud, que
atiendan al servicio público y no á las opiniones políticas;
que no se mezcle el gobierno, porque haciéndolo no es
mas que para viciarlas, en la vida municipal ni en la pro
vincial; que no disponga de la fortuna pública mas que
– 280 –

para las atenciones que merezcan ser consideradas nacio


nales; que no cree empleos ni quite ni ponga empleados á
su antojo, sino que los pocos de aquellos que haya que dar,
se confieran al mérito, al talento y á los servicios, proscri
biendo así la empleomanía, esta plaga fatal, origen de casi
todos los males que aquejan á las naciones modernas, causa
eficiente y palmaria de cuantos trastornos vienen de vez en
cuando á conmoverlas con perjuicio de las artes, la indus
tria, la agricultura y el comercio. No tiene mayor enemigo
la libertad que la empleomanía, con la circunstancia de que,
así como el tirano ahoga aquella entre sus brazos, la em
pleomanía la corrompe para luego presentarla al país con
vertida en una vil prostituta, y tan vil que huyen de su
presencia pestilencial todas las personas graves y hon
radas, todas las personas que de veras aman el bien de la
pátria. -

La vida nacional es tanto mas benéfica á un país cuanto


mas descargada se vea de atribuciones para dispensar gra
cias, para intervenir en todo, para perturbarlo y confun
dirlo todo. Si rebosa de poder, el despotismo está llaman
do á laspuertas de la sociedad, así como lo está la anar
quía, si la vida municipal y la provincial son de todo punto
independientes, cuando entre estas y aquella no hay en bien
recíproco una proporcionada y justa solucion de conti
nuidad, "

A cargo de la administracion nacional han de estar,


además de la inspeccion sobre la provincia y el municici
pio, las obras públicas de interés general, las contribucio
nes para soportar los gastos nacionales, la marina, el ejér
cito, que debe ser grande en cuadros y reducidísimo en lo
que se llama de línea, los telégrafos, la beneficencia gene
ral, la deuda pública y el sostenimiento de la bandera de
la pátria, es decir, la pazó la guerra. ¿Para qué mas? No
– 281 –

espere un pueblo gozar de libertad si el poder nacional


tiene mas atribuciones que las absolutamente precisas para
hacer que ella brille dentro y su dignidad se respete fuera,
porque con aquellas, aun sin querer, todo lo perturba , lo
vicia y lo saca de su centro. ¿Qué es hoy la libertad con el
sistema de centralización, que pone en manos del poder to
daslas fuerzas vivas de los paises sometidos á él?Nada mas
que un nombrevano. -

Un consejo de Estado elegido de una manera, que no


es del caso el esponer aquí, pero encargado de ver y fallar
los asuntos de alguna entidad que de las provincias vayan
á él, no menoscabará la vida de estas, sino que hará que
no se cometan injusticiasimpunemente, en la seguridad de
que hay quien las deshaga.
Hé ahí demostrado ágrandes rasgos, cual es posible de
mostrarse en una obra de la naturaleza de la presente, cómo
pueden marchar y desarrollarse sin menoscabo una de las
otras, antes bien en beneficio de todas, la vida municipal,
la provincialy la nacional: el municipio libre, administran
do sus intereses sin necesidad de curador inútil, importuno
y tiránico; la provincia libre, con la inspeccion convenien
te sobre aquel para que no impere en él la injusticia; la
nacion libre tambien con la fuerza necesaria para amparar
la libertad en todas partes contra y las agresiones de ene
migos estraños, no con fuerzas superabundantes, que no
pueden menos de representar la estenuacion de ellas en la
provincia y la municipalidad, porque las que aquella tenga
de mas se las ha robado á estas.
Vida libre del municipio, vida libre de la provincia,
vida libre de la nacion, enlazadas las tres para bien de to
das: hé ahí el edificio de la libertad.
En él está el verdadero equilibrio, en él está el meca
nismo justo y conveniente á un pueblo: lo contrario no
36
– 282 –

puede menos de ser un mecanismo liberticida, un equili


brio que será todo lo que se quiera menos el equilibrio de
la justicia. - -

La vida que hoy tienen lospueblos sometidos al cons


titucionalismo desigual para los asociados entre sí,prepon
derante y hasta avasallador de parte de los que mandan en
contra de los que obedecen, no es vida nacional, es vida
de los empleados de la nacion. Nuestros descendientes,
sino les desengañáramos desde este lugar, creerian tal vez
que ha vivido la nacion en la plenitud de su vida durante
el mando de los partidos medios. Sepan, pues, que la na
cion no ha tenido mas vida que la que la han querido de
jar unos cuantos funcionarios públicos y los empleados,
quienes, en vez de servidores, han sido sus amos, sus due
ños absolutos.
CAPÍTULO XXVI.
Centralizacion y federacion.
¿Qué es centralizacion? ¿Qué es federacion?
, Centralizacion es la unidad de fuerzas nacionales.
Federacion es la separacion de fuerzas nacionales con
ciertos pactos para unirse en determinados casos y para
señalados asuntos.
Serán malas las anteriores definiciones, pero no pode
mos ó no sabemos darlas mejores. Hablemos de gobierno
central y gobierno federal, áver si así logramos esplicarnos
con toda claridad.
Pero consignemos préviamente que vamos á defender
el gobierno central; téngase con todo entendido que al ha
cerlo, nada tan lejos de nuestro ánimo como el aprobar ese
sistema llamado recientemente de centralizacion, sistema
absurdo, caro y, sino asesino, mistificador y mutilador de
la libertad, que consiste en colocar todas ó casi todas las
fuerzas vivas de un país en manos de los gobernantes.
El gobierno central, que nosotros defendemos aquí es
la forma política que predomina en un pais con la unidad
de todas sus fuerzas, constituyendo la vida nacional, en
contraposicion del gobierno federal, que es esa otra forma
política, dominante en un pueblo con la separacion en diez,
veinte, treinta ó mas porciones, de las fuerzas nacionales
aunque débilmente adheridas por el pacto llamado de fe
deracion. - -

En el gobierno central la soberania entera se mani


fiesta por la nacion en todo.
– 284 —

En el gobieruo federal, esa soberanía se manifiesta en


muy pocos casos, porque cada provincia, cada cantonó
cada gran territorio se da sus leyes, iguales ó distintas que
las de los otros, así en lo político, como en lo económico, lo
militar, etc.; de modo que mientras que en un punto pue
de estar en pié la pena de muerte, por ejemplo, en otro
puede estar abolida, é ínterin en este canton subsisten el
tormento y la reglamentacion de ciertas industrias, en el
otro brilla la libertad para todo, y el presunto reo es some
tido solamente á lassencillaspruebas que dicta la recta ra
zon (1).
Aquí, como en todas las cuestiones, aparecen los famo
sos innovadores defendiendo la federacion, y aquí son lo que
son en todas partes; unos míseros copiantes que hablan
contra la unidad por gana de distinguise, como hablarian
contra la federacion, si esta forma la viesen estatuida en
casi toda la Europa. Sentimos que haya algunos amigos de
lafederacion en la democracia, que si lo son, es sin duda
porque ni han estudiado ni tienen en cuenta lo que es fe
deracion, lo que representa en otros puntos, lo que en ellos
la ha hecho necesaria, ni lo que aquí daria de sí irremisi
blemente en su caso. .

Los jacobinos franceses llevaron á la guillotina á los


girondinos, mas que por nada, por ser federalistas. Aun
cuando ni con cien leguas somos degolladores "ni terroris
tas de ninguna especie, no podemos menos de declarar
aquí, que los girondinos fueron dignos de la desastrada
suerte que les cupo en la Francia del 93. ¿Qué podia re
sultar de su federacion? El hundimiento de la revolucion, la

(1) En uno de los cantones suizos existia aun la bárbara prueba del
1Oeral,
to 1848, época en que fué abolida por los esfuerzos del partido
– 285 —

ruina de la Franciay su desmembracion por el estranjero.


La energía de los montañeses hizo comprenderá aquellos
discutidores de formas de gobierno, cuando la Francia
necesitaba unirse y aparecer, como un solo hombre para
resistir á los déspotas de Europa, que no impunemente se
pueden sacará plaza ciertas cuestiones en ciertas circuns
tancias. El discutir un centinela sobre abandonar su pues
to por otro que le parezca mas ó menos cómodo, estando al
frente del enemigo, es tener andada ya la mitad del ca
mino de la traicion y todo el de la insensatez y de la impri
dencia. -

Pero entremos en el campo pacífico de la discusion en


una época normal, que es el en que se hallan hoy los par
tidarios de la federacion.
Estos flamantes innovadores parten para la propagacion
de sus doctrinas de dos crasísimos errores: uno, consistente
en creer que bajo un sistema federal está la libertad mas
asegurada, y otro, reducido á creer tambien que á los pue
blos que tienen unidad ó aspiran á ella se les lleva á la fe
deracion con solas sus predicaciones, como si nada influ
yeran en el asunto las tradiciones, la historia, de la cual
no reniega un pueblo por la misma razon que un buen hijo
no reniega de sus ascendientes, la situacion topográfica de
los respectivos paises, con estas ó las otras circunstancias
del momento, que deciden sobre la suerte de uno ú otro
sistema. - •

La libertad no está mas asegurada bajo el sistema fe


deral que bajo el unitario: nosotros creemos lo contrario.
Prescindiendo de que la libertad no depende de una ni de
otra forma, sino que consiste en el reconocimieuto de los
derechos inenagenables del hombre, es lo cierto que la
unidad no da lugará divisiones funestas que pongan en pe
Higro la pátria comun, como sucedió hace pocos años con
Sonderbund suizo, y hoy está sucediendo con la cuestion
negrera en los Estados-Unidos. Una diputacion provincial
numerosa, una diputacion que conste al menos de un indi
viduo por cada cinco ó seis mil almas, daria á cada provin
cia una gobernacion menos complicada que la federal, in
mensamente mas económica. y sobre todo con mas garan
tías de acierto, y por consiguiente, mas seguridad para la
causa liberal.
Por otro lado, ¿no hay mas que formar federaciones allí
donde no se quieren, como en Italia, ó donde son imposibles
por mil concausas, á cual mas poderosas, como en Francia,
España y otros paises de Europa? ¿Cómo se formó la fede
racion de los Estados-Unidos? Puede decirse que ya estaba
formada antes de lograr su independencia, porque cada
colonia inglesa, que es hoy un Estado, tenia un gobierno
aparte, con distintas leyesy desiguales costumbres.¿Cómo
se formó la federacion suiza? Hallándose los cantones pri
mitivos casi en idéntico caso que las colonias inglesas. Ni
uno ni otro país tenian verdadera historia: nace, puede de
cirse, la historia de los Estados-Unidos en Washington y
en Franklin, como nace la verdadera historia suiza en Tell
y una docena de valerosos patriotas y en la batalla glorio
sa de Margarten; esta y luego la de Morat, ganada áCárlos
el Temerario, hacen que se aumente la patria suiza con
la agregacion de varios cantones, como el triunfo de los
colonos ingleses y su situacion, teniendo inmensos territo
rios á la espalda, recorridos tan solo por algunas tribus
salvajes, hacen brotar, digámoslo así, mas y mas Estados
para el pabellon estrellado. ¿Se halla algun pueblo de Eu
ropa en situacion semejante?
Hay que tener muy presente, segun dejamos asentado,
la situacion de los paises y su mayor ó menor estension
para adoptar ó proscribir la federacion. La Italia, país mas
– 287 -

pequeño que grande, que tiene una historia brillante, que


posee una misma lengua, un clima en general idéntico y
se halla habitado por una misma raza, lucha desde la caida
del imperio romano por su unidad, convencida de que sin
esta, siendo puede decirse la pátria de las naciones mas
nobles de Europa, carece ella de pátria. Al contrario, los
Estados-Unidos comprenden un país casi tan grande como
el de toda Europa, y hay estado particular que cuenta con
un territorio tan estenso como el de España ó el de Italia:
aqui la federacion puede decirse que es absolutamente in
dispensable. La Suiza consta de veintidos cantones separa
dos unos de otros por enormes montañas, cubiertas de nie
ve durante una gran parte del año, y mientras que en unos
se habla el francés, en otros se habla el aleman y en otros
el italiano: aquí tambien la federacion es no solo conve
niente, sino natural.
Hemos hablado de la unidad de la Italia, y preciso es
tratar aquí algo de la opinion del Sr. Proudhom, reciente
mente manifestada en un folleto, defendiendo la federacion
italiana, no solo como mas conveniente, sino como absolu
tamenteindispensable para la libertad de la hermosa pe
ninsula.
Los admiradores de la lógica prudhoniana, que eran
ardientes partidarios de la unidad de la Italia, se han echa
do para atrás, y dicen : «cuando este gran pontífice de
la lógica, cuando este gigante de la filosofía dice que la
Italia no puede ser libre á no ser por medio de la federa
cion, nosotros debemos meditar al menos el asunto y pre
pararnos á creer que las aspiraciones de quince siglos de
parte de la patria del Dante y de Vico, de Maquiavelo y de
Galiléo, de Leon Xy de Julio II, no pasan de ser unos sue
ños irrealizables.» En cuanto á lo primero diremos que esa
opinion del gran lógico, caso de ser buena, debió guardár
– 288 –

sela para mejores tiempos, porque hoy solamente puede


servir de provecho á los austriacos y á los neocatólicos, y
en cuanto á lo segundo se nos antoja dudar de la sinceri
dad de las opiniones del profundo dialéctico, cuando casi
al mismo tiempo que escribe contra la unidad italiana, se
instala en Bruselas y con una petulancia imperdonable, y
tanto, que de seguro no se le hubiera perdonado en Madrid,
aconseja á los libres belgas que se sometan á la Francia
imperialista y hasta el absurdo centralizada. ¿Cur tan va
rie? ¿Federacion en Italia y unitarismo en Bélgica? ¿Propi
nar la libertad á la Italia por medio de la federacion, y
pedir eu sus barbas á los patriotas belgas que se anulen
como pueblo,y que entreguen su brillante suerte al cesaris
mo mas centralizador y anti-liberal que hoy se conoce en
el mundo?
«¡Tate!! eres un estúpido discurriendo así: ni conoces á
Proudhon ni capaz eres siquiera de comprender los gran
des pensamientos que se encierran en su política profunda,
ni en su argumentacion admirable, aun cuando metafísica.
Si pide para la Italia la federacion, es porque quiere de
veras su libertad, y si pide para la Francia unitaria la agre
gacion de la Bélgica libre, es porque así, de una manera
indirecta y sábia, como de él solo, procura hundir en el
polvo á Bonaparte, concitando contra sus supuestas ambi
ciones de territorio hasta el Rhin el ódio de toda la Europa.»
¡Hola! ¿Con que el maquiavelismo en caso es sinónimo de
genio, de talento, de lógica poderosa y admirable? Pero es
el caso que el juego está muy al descubierto. Pedir que
brille aquí hoy una cosa como buena, para salir al dia
siguiente con que se debe apagar allá como mala, esto
ni es lógica, ni aun es maquiavelismo, porque es una cosa
que no puede dar en que pensar sériamente mas que á al
gunos infelices. Convenzámonos de una cosa. El maquiave
– 289 –

lismo del Sr. Proudhon ha costado ya muy caro á la


Francia; lejos de contribuir con él á soterrar cesarismos,
lo que hemos visto ha sido que estos se han levantado para
Dios sabe cuando caer.
La Italiano puede ser libre ya, no siéndolo por la uni
dad: es mas, aun cuando debiera serlo por la federacion,
en el caso en que hoy se encuentra, con los heróicos esfuer
zos de todos sus hijos, con su historia esplendorosa y con
los sacrificios del ilustreGaribaldi en pro de la santa causa
del unitarismo, es preciso, de todo punto indispensable,
que pase por este para llenar los altos destinos que la están
reservados en el mundo. Sin unidad no hay Italia, sin uni
dad no hay pátria italiana, sin unidadserá un mito la liber
tad para la hermosa península. Esto lo saben perfectamen
te los jesuitas y el gobierno temporal de los cardenales por
un lado, como lo saben por otro los amantes de la libertad.
Solamente parece ignorarlo el Sr. Proudhon: ¡qué coinci
dencia la de opinar el pertinaz negador de Dios como los
austriacos y los neo-católicos!
¿Pero de cuándo acá la federacion desarrolla mas y
asegura mejor la libertad? No parece sino que se nos quiere
poner una venda en los ojos para que no veamos lo que
está pasando en nuestro rededor. ¿Por qué suspira la Ale
mania federal y pensadora? Por la unidad. ¿Qué hace allí,
qué ha hecho la federacion en pró de la causa de la liber
tad, en medio del moderno y general movimiento de toda
la Europa? Sostener una cosa que dá vergüenza hasta el
mencionarla en el presente siglo, sostener el feudalismo,
que es el que predomina con escándalo de la moderna ci
vilizacion en la generalidad del país, á pesar de sus escue
las filosóficas, de sus grandes poetas y de sus ilustres es
critores de derecho natural, político y de gentes.
En la misma Suiza, en esa Suiza, que todos los dias te
37
– 290 –

nemos que presentar como modelo y como gran argumento


práctico para defender la democracia y destruir las ince
santes calumnias que contra ella inventan sus enemigos
de todas clases, la federacion ha ofrecido en política hasta
nuestros dias un verdadero mosáico: al lado de la demo
cracia pura, del régimen liberal para todos de los primiti
vós cantones de Schwitz, Uri y Unterwalden, se levantaba
el gobierno teocrático del canton de San Gall, entregado
casi por completo á su abad mitrado, y brillaba, avasallán
dolo todo, la orgullosa é insolente aristocracia bernesa,
poco menos insolente que la de Venecia, aun cuando no tan
suspicaz y cruel. ,
A salvo los derechos individuales, proclamada y practi
cada la causa de la justicia igual para todos los asociados,
¿qué ventajas puede ofrecer á los actuales pueblos de Eu
ropa la federacion? Absolutamente ninguna. ¿Y sabeis lo
que traería casi siempre, y sobre todo hoy á los pueblos
que viven en el unitarismo, ó suspiràn por él, como sucede
á la noble y encantadora Italia? Pues solamente les traeria
menos vida nacional, sin provecho para la provincial y mu
nicipal, y despues de todo no hay que pensar en que les
proporcionase ni un átomo mas de libertad, sino un peli
gro casi contínuo de perder la poca ó mucha que tu
vieran.
Bajo un sistema federal en unaguerra con el estranjero
las operaciones son mas lentas y dificultosas que bajo el
unitarismo; en un motin óguerra civil se presentan mas
dificultades para reprimir aquel y sofocar esta; la mala fe
de un Estado, parte insignificante del todo, puede dar lu
gará colisiones frecuentes con la nacion vecina; esa misma
mala fépuede presentarinfinitos entorpecimientos comer
ciales con perjuicio de la industria general de toda la con
federacion, y la ambicion de un hombre ó la de una pe
– 291 –

queña corporacion, puede, por medio de exigencias inusi


tadas é irritantes, producir en todo el cuerpo social la alar
ma, la confusion y aun la guerra civil, con muchísima mas
facilidad que en el sistema unitario, en el cual las ambicio
nes particulares no son por lo general temibles, porque no
tienen la fuerza necesaria para entorpecer la marcha re
gular de la sociedad, ni para perturbar á esta profunda
mente.
¿Que con la federacion está mas asegurada la libertad?
Pues no parece sino que el unitarismo es enemigo de ella,
Preguntad á la Bélgica, entregada al unitarismo, si quiere
dejarle por la federacion, hoy vigente y mañana rota, hoy
en pié y mañana destruida, de sus antiguos concejos de
mocráticos, y os contestará que, aun cuando muchos de
estos la cubrieron de gloria en su tiempo, está mejor que
por ellos, por el unitarismo, que no solamente la asegura
su libertad, sino que la hace respetable en medio de su
pequeñez ante los ojos de toda la Europa.
Dejadá salvo, señores federalistas, los derechos indi
viduales, en cuya práctica estriba la libertad, y todo lo que
traeis entre manos, todo cuanto escribís y propalais para
asustará las gentes con los peligros de la unidad, pintada,
ávuestro gusto, no es mas que una cuestion de palabras.
La libertad está de cualquier modo sobre el unitaris
mo y sobre la federacion, y lo mismo puede protegerla esta
que aquel, como lo mismo puede ahogarla aquel que esta,
considerada la cuestion en tesis general: en otro terreno la
cuestion puede variar y de hecho varia de una manerano
table. La federacion se presenta donde debe presentarse:
donde existe el unitarismo natural, no violento, es una lo
cura el pretender anularle, para que sobre sus ruinas se le
vante la federacion.
No hay que confundir la centralizacion con el unitaris
—292 —
mo: aquella es la negacion de la libertad, este puede ser
su mayor amparo.
La federacion puede, segun dejamos dicho, amparar la
libertad; pero en donde una grandísima estension de terri
torio, ó la situacion topográfica de este, ó por último la
diversidad de razas y de lenguaje no hagan aquella abso
lutamente precisa, no estará tan amparada la libertad como
bajo el unitarismo.
La unidad lleva consigo la fuerza, la federacion entra
ña cierta debilidad funesta: la unidad da vigor á las na
cionalidades, en cuya destruccion solo pueden pensar al
gunas cabezes delirantes, porque crean aquellas el clima,
las costumbres, la religion, el lenguaje, la literatura y mil
concausas que están al alcance del mas mediano observa
dor: la federacion afloja los resortes de la nacionalidad y
puede arrastrar á esta por pequeñas causas á grandes
peligros ó hácia una ruina completa: la unidad podrá traer
el despotismo, pero generalmente salvará la patria; la fe
deracion podrá ser causa de que se arruinen á un tiempo
pátria y libertad.
En los pueblos que ya tienen su historia, este precioso
espejo en que ven su vida pasada, susglorias, sus desgra
cias, su grandeza, sus catástrofes, su orígen, su desarrollo,
su estado actual, mas ó menos brillante, mas ó menos bue
no, el predicarles que renuncien al unitarismo para aco
gerse á la federacion, es lo mismo que aconsejarles que
rasguen esa historia y la dividan en diferentes fragmentos,
para que sobre el grande y fecundísimo espíritu nacional
se levante el pequeñísimo y estéril espíritu provincial con
todas las ínfulas de soberanía.
Libraos, pues, de los que os brinden con los bienes de
la federacion; miradles como gentes sospecbosas, contem
pladles como si fueran vuestros enemigos, aun cuando no
- 293 –

lo sean en realidad,porque en resumidas cuentas ellos os


piden que renuncieis á la gran pátria llamada, España, Ita
lia, Francia, etc.; os piden que pongais en peligro la inde
pendencia del pais, y lo que mas importa, ospiden que co
loqueis á merced del azar, á disposicion de mil contrarie
dades la tranquilidad pública, sin la cual la causa de la
libertad, lejos de estar segura, se halla al borde de un abis
mo insondable.
,"

CAPÍTULO XXVII
Economistas. libre tambistas no liberales. Proteccionistas
liberales. De Gándara á Bastiat. (1)

Desde que las modernas revoluciones dieron un vigo


roso impulso á todo lo existente y en particular á la pren
sa periódica, y produjeron con ello interesantes discusiones
sobre todas las ciencias, empezando por la fácilmente com
prensible política y por la descripcion de la planta mas
ordinaria y comun, para concluir por las profundidades
mas oscuras de la metafísica y porla relacion de lo que es
el astro mas distante de nuestro pobre planeta, han salido
á plaza con pretensiones de dirigir la sociedad, por pro
pia virtud, sin necesidad de otros conocimientos, sin auxi
lio de otros ramos del saber humano, las ideas económi
cas, engalanadas con el titulo de ciencia moderna. Tan an
tiguas como los gobiernos, en práctica aquí ó allá, en esta
ó la otra época, así como otras ideas han creado partidos,
las económicas han producido en los tiempos modernos cin
cuenta mil escuelas, enemigas unas de otras, contradictorias
entre sí, egoistas y crueles estas hasta la atrocidad, como
la del inglés Malthus, que no solo niega las ventajas de la
poblacion, sino que quisiera asesinar al que viene al mundo

(1) Antes de que entre el lector en el estudio de este capítulo, de


bemos haceruna advertencia importantísima. Los cajistas, entre otras
erratas, noshicieron decir hablando por primera vez del libro de Gán
dara El bien y el mal de España, que êra obra inédita,en vez de obra casi
complota y utilísima. Hay impresiones de ella en la Biblioteca nacional.
- 295 -

sin bienes de fortuna; perturbadoras, neciamente filantró


picas y enemigas de la libertad aquellas,como las delsocia
lista y aun comunista L. Blanc y compañía, que aspira,
aunque por medios indirectos, á convertir la sociedad en
un convento con su guardian, padres enseñadores, padres
recolectores, padres distribuidores, padres inspectores y
frailes y legos sumisos y obedientes, viviendo en hermosa y
admirable servidumbre, magníficamente reglamentados y
evangélicamente dispuestos á recibir, ya el pan que no
hayan ganado, ya la porcion del mucho que hayan podido
producir con elsudor de su rostro, ó con los esfuerzos de
su inteligencia. " , ;
Pues bien: tras de esas ideas, que no han logrado for
mar un partido, porque no es posible que le formen, hánse
parapetado y siguen parapetándose, con asombro de todo
hombre grave y meditador, liberales vergonzantes que
quieren la reglamentacion y el privilegio, es decir, el des
potismo; absolutistas enmascarados, que quieren aparecer
liberales; socialistas por el Estado, que se llaman demócra
tas, y demócratas estraviados que, mirando los intereses
de ciertas localidades con mas predileccion que los del pais
en general y despreciando altamente los de la ciencia, sa
crifican sin dolor su democracia en aras de un proteccio
nismo irritante, desmoralizador, absurdo, desigual éin
justo. . . . . . . . . . . . . .
Todos ó la mayor parte de esos economistas se dicen
partidarios de la libertad engeneral, ya porque estal el
atractivo de ella que ninguno quiere declararse su enemi
go, ya porque nada cuesta denominarse lo que uno no es,
siempre que no se defina el objeto ó causa -que produce la
denominacion. ," " ,

Sin embargo, la libertad está (si nos es permitida esta


licencia en el lenguaje) en su correspondiente puesto,
- 296 —
firme como la encina miliaria, inmóvil como la roca, grave
como el anciano sábio y virtuoso, noble tal cual es y ma-
gestuosa tal cual la hacen sus preciosos atributos. Pueden
los que la toman en boca proscribirla, mutilarla, mistificar
la, desfigurarla de esta ó de la otra manera ; pero ella
dice: «no soy así; el que me quiera, me ha de querer en
TODO Y PARA TODOS. »
Figuraos una estátua magnífica, semejante á la que hizo
el famoso escultor de la antigüedad, que por verla tan her
mosa, tan perfecta, tan encantadora, tan acabada, se vol
vió loco, enamorándose perdidamente de ella, cual si fuese
un ser animado é inteligente. Acércanse unos á contem
plar la estátua, pero no quieren hacerlo mas que por su
frente, por delante: «¡Qué hermosa obra! exclaman:
¡que formas mas divinas! rostro, cuello, seno, vientre,
muslos, pies, todo rebosa de belleza y perfeccion: es
una obra maestra: ¿quién será el que no la admire? quién
será el que no la quiera? ¿quién será el que no desée po
seerla?»
Pues suponed que se acercan á la estátua otros, que tie
nen el capricho de no querer examinarla mas que por la
espalda. «Está bien hecha, dicen muy sérios; el pelo pare
ce como si se le hubiese robado el escultor para trasladar
le ahí, á una linda guipuzcoana; magnífica es hasta no mas
la cintura, magnífica la espina dorsal, magnifica toda la es
palda, magnífico el talon y magníficas las pantorrillas : no
hay duda que es una estátua admirable: no puede darse
mejor. »
¿Y sabeis lo que es la estátua? ¿Sabeis lo que represen
ta? Pues representa la libertad , soberanamente hermosa,
radiante de belleza, de todo punto acabada, llena en fin de
toda clase de perfecciones, por delante, y por detrás y por
los costados. Pues los que la miran solamente por delante
— 297 -
son los proteccionistas, que se llaman liberales; y los que la.
contemplan solamente por detrás son los libre-cambistas,
que no son liberales, aunque se lo llamen, y no saben ó no
quieren examinarla mas que por la espalda. Si hay algunos
que hacen alarde de no ser liberales y sí proteccionistas, de
estos no tratamos nosotros, porque no tienen ojos para ver
la estátua: son muy miopes ó ciegos de todo punto, de
modo que se hallan imposibilitados para admirar, asi las
sorprendentes bellezas de la naturaleza, como las admira
bles producciones del arte.
¿De cuándo acá? ¿con qué derecho ha de hablar de li
bertad de comercio el que niega la libertad política, es de
cir, la justicia? Con que quieres, tenemos que decirle, al
hombre libre para la industria, libre también para el' co
mercio, ¿y consientes, y pides y trabajas porque sea escla
vo en la prensa, en los comicios, en el tribunal, en el ho
gar doméstico, en toda parte y lugar, en fin? ¡Qué aber
racion! ¡Qué contrasentido!
¡Qué idea mas triste dan de sí para el mediano obser
vador el doctrinario y el progresista vergonzante, que ha
cen alarde de ser libre-cambistas! La sociedad debe cono
cerlos á fondo, la sociedad debe calificarlos como se merer.
cen. Ellos se llamarán como quieran; pero no son en rear"
lidad mas que unos despreciables mercaderes, unos mise
rables egoístas, de quienes tenemos derecho á decir, ó al
menos á sospechar, que aspiran en resumidas cuentas ¿
comprar ciertos géneros con baratura, mientras que se afa
nan, y luchan y hacen esfuerzos desesperados porque mír
llones de sus semejantes continúen viviendo sin dignidad,
privados de los derechos que Dios les concedió al criarles^
entregados á una desigualdad irritante y bochornosa, pues
tos en fin, fuera de la ley de la justicia, que no consiente eí
privilegio, qué no quiere para uno lo que no tenga otro,
—. 298 –

que no quiere, en una palabra, el desórden social, sino la


armonía, producto de la identidad de derechos, reconocida
y amparada para su libre ejercicio en todo asociado.
Los enemigos de la libertad política, hablando de liber
tad de comercio son una especie de nuevos famiseos, que no
pueden menos de inspirar cierta repugnancia invencible:
os dirán que nada tiene que ver la política con la economía:
no los hagais caso. La política, por lo que respecta acá en
la tierra, es la ciencia de las ciencias, como que abrazando
el exacto conocimiento de la justicia y el de la libertad, su
consigüiente derivacion, de ella depende la felicidad del
hombre lo mismo que la suerte de la sociedad. ¿De qué
ciencia dependerán tan importantes y altísimos objetos?
¿Qué ciencia abrazará tan preciosos intereses?
¿Y los proteccionistas que se llaman liberales? ¿Qué
idea tendrán de la libertad, este bien el mas dulce de
todos los bienes de la tierra, los que defienden el protec
cionismo, protesta viva y vergonzosa contra el progreso
actual de las artes y la industria; semi-protesta elocuente
contra esas barras interminables, que se llaman ferrð-car
riles, inventadas principalmente para que se estraigan con
libertad y en recíproca conveniencia las producciones so
brantes de todos los paises; desigual y por ende injusto de
suyo; altamenteperturbador; eminentemente socialista, que
quita á unos lo que da á otros, que entorpece la marcha
regular del comercio y de la industria, que impide dedi
carse á no pocos á ganar la vida como á sus miras, aptitud
é inclinaciones cuadre; que hace que muchos millones de
hombres compren caro con ventaja de una docena de fa
bricantes, tal vez de grandes especuladores sobre el atraso
de ciertas fabricaciones; que indirectamente fomenta la ha
raganería; que produce las escaseces y cares.ías, acompa
ñadas algunas veces de hambres y pestes; que retrasa la
– 299 —

perfeccion en la industria, porque proscribe el aliciente


poderoso y creador de la competencia; que desmoraliza, en
fin, y produce inmensidad de males, promoviendo el con
trabando con todas las desastrosas consecuencias que le son
inseparables? ¡Oh! á estos hay que calificar los mas dura
mente que álos anteriores. Si los libre-cambistas reaccio
narios son una especie de nuevos fariseos, los proteccionis
tas liberales son una especie de Judas de la libertad, que
venden á esta portreinta dineros, es decir, por el vil inte
rés: navega su libertad en bonanza por el mar de la políti
ca; pero al llegar á la industria, crean sus arrecifes, y vuel
ven la espalda á la libertad para que naufrague entre ellos:
proclaman al hombre libre, y á lo último de la jornada le
dicen: «no puedes serlo en la industria ni en el comercio;
ejercerás este y aquella con trabas, porque así conviene á
los intereses de unos pocos, á la avaricia de unos cuantos,
que no saben ni aciertan ávivir,á no ser del irritante éin
justo monopolio.» ¡Magnífica libertad la suya! ¡Sorpren
dente libertad la que presentan á la consideracion de las
gentes, escarnecida y mutilada en un punto tan importante
como es el de la industria, dándose aquí mas que en nada
la mano con el comercio y toda clase de contratacion! (1)
• - -

(1) , Necesitamos hacer aquí una declaracion. En el folleto publicadº


en 1861 bajo el título de Democracia, socialismo y comunismö, escrit
como suele decirse al dia y en la idea de terminar una polémica que lle
vaba trazas de ser profundamente enojosa, consignamos á la conclusion
del capítulo 6° titulado Lo que «s la demoracia las siguientes palabras:
Somos patidarios de la libertad de comercio; pero (con permiso de los co
nomistas) no creemos quº deje de ser demócrata el proteccianista, etc Esta
frase no deja de envolver en si cierta contradiccion, y de seguro está en
oposicion con lo que sentamos en este capítulo. Si entonces, fuese por
efecto de la precipitacion con que escribimos, ó bien por no haber estu
diado á fondo y como se merecia una cuestion tan importante, nos equi
vocamos, ¿por qué no lo hemos de decir aqui con toda franqueza? ¿por
que no, cuando nuestro norte no es, ni ha sido, ni será otro que el de
buscar la verdad en todas partes y respecto de todas las cuestiones?
Estosentado, debemos declarár aquí, que elproteccionista nopuede
— 300 —
¿Os asusta el libre-cambio, la libertad de comercio, que
lleva consigo la libertad completa de la industria? tene
mos que decir aquí á los liberales proteccionistas. Conside
rad en cuanto á lo primero que la libertad es una é indivi
sible, y si teneis la desgracia de no comprenderla así, po
deis renunciar á ser liberales; en cuanto á lo segundo, si
os aterran las consecuencias de la libertad del comercio,
eso que de. ninguna manera pueden ser fatales en general,
procurad revestir al gobierno central de la facultad de ins
peccion, y con ella, si la necesidad lo aconseja (que no lo
acoosejará), podeis pensar con seguridad en la vuelta de
vuestro bello ideal, de vuestro magnífico disideralum, de
vuestro derecho protector para Pedro y vejatorio para cin
cuenta mil luanes.
¿Os asusta la libertad política, tenemos que decir tam
bien á los que son reaccionarios, aun cuando se llamen
liberales, y proclaman en todas partes, en ateneos y cáte
dras, en reuniones y academias, en periódicos y folletos la
libertad de comercio, incurriendo así en la mayor y mas
reprensible de las inconsecuencias? Tened lógica y sed
enemigos de la libertad en todo; tened vergüenza, y no di
gais que sois liberales para la cosa inanimada que se llama

ser demócrata; deja de ser esto desde el instante mismo en que se decía"
ra partidario del proteccionismo, porque este ataca la libertad de la in"
dustria, y por consiguiente el derecho de dedicarse el hombre al tráfico
que mas le convenga para ganar la vida , esto sin perjuicio de que el
proteccionismo uo es otra cosa que el monopolio á favor de unos pocos en
contra del cuerpo social, es decir, la injusticia permanente y escan
dalosa.
No negaremos nosotrosque en determinadas circunstanciaspuede Ter
se obligado un gobierno á decretar la proteccion para esta ó la otra indus
tria. inclusa la agrícola, pero será por aquello de snlus popkli suprema
lex cto, no como ley, como regla permanente en el Estado; será un re
medio á males pasajeros y para evitar otros mayores, como sucede con
las dictaduras, de las que no se puede prescindir en las crisis terribles
por que pasan algunos pueblos. .
– 301 —

algodon, declarándoos tiranos para el ser privilegiado de la


creacion, único por virtud de ella consciente, que se llama
hombre; tened el sentimiento de la justicia en vuestros co
razones, y no pidais que el hombre pueda dedicarse á la
industria que mas le acomode, ganar la vida como mejor
le venga, y comprar baratos los géneros procedentes del
estranjero, negándole al propio tiempo su dignidad, arro
jándole de los comicios, prohibiéndole que escriba sino tie
ne mucho dinero, no reconociéndole, en fin, sus derechos
inalienables, cual si estos fueran cosa vuestra y no de él,
cual si no fuese él igual á vosotros, porque así le hizo el Au
tor de la naturaleza. Además de haberos ya calificado, ¿sa
beis lo que sois defendiendo el libre-cambio y dando tras
de la libertad política? Pues no soismas, definiendoos gra
ficamente, que unos míseros partidarlos del pan y toros
nuestro, del panem et circenses de los romanos. Pues qué,
¿creeis acaso que Neron, el mismo Neron, se hubiera
opuesto ávuestro sistema liberal? Pues no se hubiera opues
to de ninguna manera; todo lo contrario: es sabido que el
desnaturalizado hijo de la segunda Agripina quiso plan
tearle, que trató de decretar la libertad de comercio en
todo el imperio, aboliendo las aduanas, medida que no lle
vóá cabo porque se opusieron á ella lospadres viejos, esto
es, los miembros de suSenado, impidiéndole así que hicie
ra esta gran merced al género humano, segun la bella frase
del gran Tácito, que es quien nos ha conservado en sus
preciosísímos Anales la voluntad de Neron y las opiniones
de sus caducos senadores (1).

(1) En el mismo año, habiéndose quejado muchas veces el pueblo del


ruin proceder de los publicanos ó arrendadores, Neron pensó "quitar las
alcabalasyhacer esta merced tan grande algénero hamano;peró los pa
dres, despues que alabaron la grandeza de su ánimo, detuvieron este im
petu, representándolela ruina del imperio, etc... y así, hizo elpríncipe un
– 302 –

Es decir, que si Neron pudiera volver al mundo, como


hiciera esa merced tan grande al género humano (que en
verdad lo seria), tal vez no tendriais inconveniente en de
clararos sus partidarios. Dándoos la libertad de comercio,
quitándoos las aduanas, que es lo que constituye vuestra
gran aspiracion, porque todo lo demás que hace referencia
al reconocimiento de la dignidad del hombre, no solo es
secundario para vosotros, sino que lo relegais al olvido, ó
dais tras de ello, ¿qué inconveniente podiais tener en acep
tar por sumo imperante á un Neron ó á otro que como él
opinase en materia de libre-cambio? La economía en pié, la
política á un lado; la economía dueña digámoslo así de la
sociedad, dirigiendo á esta, encaminándola por sus sende
ros, la política olvidada, oscurecida, despreciada como inú
til, tal vez como perjudicial y aun funesta. ¡Comosi la poli
tica no estuviera á una inmensa altura sobre la economía y
sobre todas las demás ciencias! ¡Como si la economía no
fuese una parte,y no la mas noble de la política! ¡Como si
la economía pudiera separarse de la política para schrepo
nerse á ella y abandonar, á título de proporcionar bienes
materiales, la senda de la justicia!
No, los que así opinan, los que son partidarios del libre
cambio, liberales en economía y serviles en política, libe

edicto en que mandó, que las leyes detodas las aduanas, que no se ha
bian divulgado hasta èntonces, se escribieran públicamente, y que des
pues de pado un año nopudiesen pedir á nadie si algo hubiéran olvi
dado. (Eodem anno crebis populi flagitationibus. immödestiam publicano
rum arguentis, dubitabit Nero, an cuncta vectigalia omitti juberet itque
PULcHERRIMUM. DoNUM GENERI Molar.ALUM DAREr. Sea impetum ejus, multum
prius laudata magnitudine animi, attimuere senatores, disolutionem impe
rii docendo etc., ergo edicit princeps, ut leges cujusque pubtici oculta ad
id tempus proscriberentur, omissas petitiones non ultra annum resu
merent.
Tácito. Anales. Libro 13,50 y51.
- 303 -
rales respecto de las cosas y serviles respecto de las perso
nas, esos no son amigos de la libertad, y por consiguiente,
de la justicia; esos no pasan de ser unos egoístas, unos
partidarios vergonzantes del repugnante principio utilita-
rio, unos predicadores interesados de los bienes materiales,
cuyos frutos inevitables son ; halagar los sentidos y llevar
al alma por el camino de la inercia, para envilecerla y con
cluir por esclavizarla.
Proteccionistas liberales y libre- cambistas reaccionarios,
unos y otros representan en sus denominaciones lo antitéti
co, lo absurdo, lo contraproducente; unos y'otros están de
finidos perfectamente con solo denominarlos; unos y otros
no pueden llamarse propiamente partidarios de la libertad,
porque no lo son, y unos y otro= no tienen derecho á que
les llamemos amigos de la justicia, porque no lo merecen,
porque la desconocen en su esencia, porque se desen
tienden de ella en sus opiniones y la desprecian y vilipen
dian en sus escritos y discursos.
Acaso diga alguno al leer lo que llevamos dicho en este
capítulo, que nos encontramos en un terreno un tanto de
clamatorio; y como somos enemigos mortales de la decla
macion, por lo mismo que nos consideramos ardientes apa
sionados del razonamiento, vamos á ver si con razones, al
propio tiempo que probamos hasta la evidencia lo que de
jamos sentado, demostramos la justicia y con ella la conve
niencia de la libertad de comercio, parte inseparable, ca
pítulo que no puede desprenderse de ese don del cielo, de
esa cosa sin la cual el hombre ni es ni puede ser digno
ante el criador ni ante el hombre, de ese bien magnífico
que se llama libertad en todo y para todos.
Procuremos ante todas cosas dar una definicion exacta
del proteccionismo y del libre-cambio.
El libre -cambio consiste en no impedir que recorran
– 304 --

por elinterior de un país, en no poner trabas de ninguna


clase ni cortapisas de ninguna especie á la circulacion de
cuantos géneros produce la tierra, y trasforma la industria
por un lado, y consentir por otro que con toda libertad y
sin gravámen ni contribucion alguna entren del estranjero
los productos que le sobran y hacen falta al pueblo donde
entran ó quieren entrar.
El proteccionismo, por el contrario, consiste en prohi
bir la entrada de varios productos del estranjero, y en im
poner á todos los de tal procedencia un derecho ó contri
bucion tan crecida que haga que la industria similar del
paisviva á la sombra de semejante contribucion en benefi
cio de los que fabrican, que son los menos, y en perjuicio
de los que consumen, que son los mas. Sácase al pais con
el proteccionismo una contribucion enorme, que no porque
no la sientan los que la pagan, dejan por eso de satisfacer
la; gana con él el fabricante atrasado, se le alienta á este
á que siga en la inercia y no piense en mejorar la fabrica
cion, y el Estado despues de privar á muchos de ganar la
vida como Dios le de á entender, entorpeciendo la libre
contratacion, sostiene para evitar ó perseguir el contra
bando, que en este caso no es mas que el interés individual
luchando en medio de horribles peligros por dar barato el
género que se vende caro, un ejército de empleados que
se llaman de aduanas y otro ejército de soldados que se
llaman carabineros.
Es el proteccionismo una verdadera plaga, aun cuando
desigual para los pueblos que la adoptan; pero no conoce
mos una cosa mas inícua, mas repugnante, mas odiosa,
mas perjudicial, ni mas injusta en el terreno económico
que la negacion óperturbacion del libre comercio en el in
terior de un país.
El proteccionismo puede tener alguna disculpa, mas
– 305 –

que sea sofística: la negacion del libre tráfico dentro de


un pais , no admite disculpa de ninguna especie, por
que solamente representa el sic volo sic jubeo de la ti
ranía.

El proteccionismo puede representar la mengua, por


que representa el atraso, de un país: la proscripcion del li
bre tráfico en el interior, es un verdadero padron de igno
minia, lanzado al rostro del pueblo por los gobiernos tirá
nicos que se hallan á su frente.
El proteccionismo dice al estranjero: «aquí no puedes
penetrar con tu industria, á no ser en medio de mil veja
ciones, porque están desconocidos los fundamentos de la
justicia y barrenadas las leyes de la naturaleza:» la legis
lacion que entorpece el tráfico interior dice con insolente é
injusta arrogancia al pueblo que la soporta: «no puedes
ganar así la vida, es decir, no puedes vivir mas que com
convenga á las miras de los imperantes.» -

Pero vamos por partes. Parece mentira que en un siglo


en que tan claras nociones se tienen ya de la política—y de
propósito no queremos decir aquí de la economía—no se
halle establecido en todos los paises civilizados el libre trá
fico interior.
Esas contribuciones de puertas y consumos; esas tra
qas odiosas, hijas de inícuas leyes, que detienen le
caminante en medio de su carrera, y le vejan y le ofenden
á la entrada de las villas y ciudades; esos registros indeco
rosos que los agentes del fisco practican hasta en las muje
res con ofensa del pudor; esos allanamientos legales de mo
radas, hechos por los arrendadores ó antiguos publicanos
con perjuicio de la industria, con escándalo de la moral,
oon ultraje de la justicia, se nos presentan á nuestra vista,
no como el cuadro de reconocerá un anciano de noventa
años para ver si estaba circuncidado, que el buen Suetonio
39
– 306 –

Tranquilo nos trasmitió en su Vida de Domiciano (1), sino


como la luchaimpía y abominable de una familia que, posei
da del genio del mal, se gozára en destrozarse cruelmente
dentro del hogar doméstico; y cuando fijamos nuestra con
sideracion en lo que representan esostributos y en los ma
les que originan esas redes tendidas por do quier al co
mercio, á la industria y á la agricultura; en lo que al pro
pio tiempo ofenden á la dignidad del hombre; en lo que
menoscaban la libertad; en lo que ultrajan á la moralidad
pública; en lo que vilipendian y escarnecen los eternos
principios de justicia, que proclaman al hombre libre para
que gane la vida como mejor le parezca ópueda, aunque
sin perjuicio de otro, entonces no sabemos qué admirar
mas; si la estupidez de los gobiernos que las decretan y
sostienen, ó la servil paciencia de los pueblos que las su
fren, teniendo en sus manos los medios legales de confun
dirlas para siempre.
Consumos, puertas, registros, fiscalizacion, allana
mientos de moradas para aforos y aforillos, detenciones,
secuestros y multas por verdaderas ó supuestas ocultacio
nes y toda esainfernal bataola, que es inseparable de todo
tributo indirecto, que no tiene por base la justicia, que
-----------

(1) «Hallándose pobra (Domiciano) por los muchos gastos, etc, no


imaginó sino de qué manera robaria las haciendas de vivösy muertos...
Perð mas que todasfueron oprimidas las haciendas de los judíosy de to
dos los que judaizaban y vivian con ellos, y las de los que, disimulando
que no lò erán, no pagaban el tributo contra ellos establecido. Acuérdo
me que, siendo yo mancebo, me hallé presente cuando por: los exactores
de este tributo, delante de todo el consejo reconocian á un viejo de No
años para ver si estaba circuncidado.» Suetonio. Vida de Domicia
l.0, Ll.))
Ahora no sehacen losindecentes registros de que habla Suetonio,
pero nosotros hemosvisto á miserables agentes de puertas registrar el
: de una mujer, sopretesto de buscar en él géneros que devengasen
erechos al entrar en una ciudad.
¡Qué horror y quévergüenza!
– 307 –

ataca la personalidad humana, ¿qué son en resumidas


cuentas? ¿qué representan? Pues no son otra cosa que la ti
ranía mas incomprensible, porque si se comprende la de
los Nerones, Domicianos, Viscontis y Juanes Terribles, no
puede comprenderse la que se ejerce sobre el modo de
vivir pacífico y regular de un pueblo culto: pues no
representan mas que la tiranía innecesaria, la tiranía, di
gámoslo así, de lujo, la tiranía, en fin, de que se horroriza- .
rán nuestros descendientes, mas felices que nosotros, por
que de seguro no conocerán tributos tan onerosos éinjus
tos, trabas tan absurdas, entor pecimientos tan indignos,
fiscalizaciones tan fecundas para el mal y tan estériles para
el bien, nivejaciones tan inmorales, perturbadoras y es
candalosas. -

¡Y sin embargo de ser todo eso, escribientes elevados á


ministros; cajeros mecánicos para dary recibir unas cuan
tas monedas, elevados por arte de bifli-birloque al rango de
estadistas; colocadores casi materiales de números, hechos
hombres públicos de la noche á la mañana, salen intrépi
dos y serenos á la defensa de semejantes tributos, diciendo
con pasmosa gravedad, con el estúpido atrevimiento de la
ignorancia; «la sociedad ó el ente moral que la representa
necesita de estos tributos, y el pensar en quitarlos es pen
sar en la utopia,y los que piensan en proscribirlos son unos
utopistas!» ¡Escelente razon para defender y conservar un
tributo vejatorio y odioso! Es de tanto peso al menos como
la que pudiera dar el bandido, alegando que ejercia su in
fame oficio por pura necesidad. -

Pero no; la sociedad no necesita de esos tributos, y por


eso los rechaza, los condena y los abomina, y aun cuando
los sufre, lo hace con indignacion. Y los rechaza, los con
dena y abomina, porque no solo son anti-económicos, sino
tambien injustos. .
– 308 –

¿Necesita un gobierno fondos que reemplacen á los que


hoy le producen esos tributos? Pues deje la industria libre,
como tiene obligacion de dejarla, é imponiepdo sobre ella
una contribucion directa, aumentará las rentas públicas,
dejando á salvo la personalidad humana, que es lo mismo
que dejará salvo la justicia.
¿Qué produce hoy, por ejemplo, al gobierno la renta del
tabaco?¿Ciento, ciento cincuenta millones? Pues declare
libre su entrada, fabricacion y venta, y verá como se dedi
can áganar la vida con él cien mil familias, que sobre hacer
innecesarios algunos miles de empleados, proscribir el con
trabando y aumentar el trabajo, esto es, la riqueza nacio
nal, podrán dar por contribucion directa tanto ó mas que
lo que actualmente produce aquel artículo estancado.
Pues lo mismo que se dice del tabaco, puede aplicarse
á la sal, á la pólvora y á otros artículos.
Mientras la inmensa mayoría de la nacion es vejada, y
empobrecida con el estancamiento de esos géneros y los
odiosos tributos de puertasy consumos, los contratistas y
los arrendadores levantan en poco tiempo fortunas increi
bles, que hieren cruelmente los ojos espantados del pue
blo: ahí está la condenacion mas esplícita del sistema que
niega el libre comercio en lo interior de una nacion: con
él viven los asentistas y los publicanos; pero la vida de es
tos ofende,desmoraliza, veja y empobrece al pueblo, y sino
e conduce hasta la miseria mas lamentable, hasta su ruina
completa, es porque se encuentra en el caso que el enfermo
estenuado, á quien un médico sanguinario no manda al
sepulcro tratando de dejarle sin gota de sangre: con la
poca que le queda, su naturaleza hace que viva; pero no
vive por el médico, sino á pesar del médico.
Hemos dicho que parece mentira que á la altura en
que se encuentran todos los ramos de la ciencia política no
– 309 –

se halle establecido el mas libre tráfico para toda clase de


géneros en lo interior de un pais,y por lo que al nuestro
respecta debemos estrañar tanto mas la esclavitud, cuanto
que ya hace casi siglo y medio proclamaba aquel nuestro
Zabala en medio de razonamientos incontestables, siguién
dole ápoco el ilustre Gándara, que no se contentó con el
libre tráfico interior, sino que resueltamente, de una manera
atrevida pidió la absoluta libertad de comercio, condenan
do con ello toda clase de proteccionismo y desafiando la
competencia estranjera. -

Veamos como se esplicaba Zabala, muchísimo antes


que los Quesneyy Smits dieran al mundo sus teorías, que
forman las delicias de nuestros estranjerizados economistas:
. «Todos los reinos y provincias, que libran su grandeza
» en el admirable fondo del comercio, ponen el mayor cui
» dado en la libertad y franqueza de los géneros y efectos
» que lo solicitan; pero nuestras rentas niegan la franqueza,
» porque consisten en que de los mismos géneros que se co
» mercian, se pague un 44 por 100, y quitan la libertad á
» los comerciantes en el modo y práctica de asegurar los
» derechos (1).
» Las fábricas de todos géneros de ropas están notable
»mente disminuidas, y no pueden establecerse ni aumen
»tarse, mientras subsistan los derechos en los manteni
»mientos y en los géneros que fabrican,porque lo uno hace
» costosa la fábrica, y uno y otro encarecen el género fabri
»cado, que no pudiendo por esta causa venderse á precios
regulares, logran los estranjeros la venta de los suyos, con
»ventajosísimas ganancias, arruinando enteramente todas
nuestras fábricas (2).

(1) Zabala. De los perjuicios que se reconocen en las rentas provin


ciales. Parte primera, 4°
(2) El mismo en la obra eitada.
— 310 –

» El establecimiento considerable de fábricas no puede


» conseguirse, no facilitándose el que los tejidos puedan
venderse dentro y fuera de España á precios mas acomo
» dados que los estranjeros; y este beneficio de los precios,
» no puede lograrse sin que UNIvERSALMENTE se Quiten
» Los DERECHos DE LAs RÉNTAs PRovinciALEs (1).
«La contribucionúnica (que élpedia), hará cesar el per
juicio de que el que tenga mas familia sea el mas contribu
yente por esta causa, como sucede en las rentas espresa
das (las provinciales y de millones, de alcabalas y demástri
butos indirectos vejatorios). Crecerá así el número de per
sonas, y se aumentarán los ejercicios cuanto fuere mayor
la abundancia y comodidad de los mantenimientos y liber
tad de géneros de los usos necesarios. Esta contribucion
deja igualmente libre el trato y comercio en los géneros; y
en los comerciantes se facilita el que se restablezcan, las
fábricas que se han perdido y se fomenten otras muchas,
porque lo barato de los mantenimientos proporciona los jor
nales de los fabricantes, y la franqueza de derechos en los
géneros fabricados permite la moderacion de los precios,
con los que se emplearian vagabundos que hoy no tienen
en qué ejercitarse, y tendrian salida dentro de España la
mayor parte de los frutos, quedándose en ella el dínero que
nos llevan los estranjeros con los géneros que con nuestros
nismos frutos han fabricado.
«Crecerán los consumos de los mantenimientos, y por
consiguiente se aumentarán las labores y las crias de ga
nados, porque á la abundancia de la venta se sigue la lícita
codicia de tener mas que vender para tener mas que ga
nar, se aumentará por estos medios la misma contribucion

(1) Zabala. Obra y parte citadas.


– 3ll –

y circularán armoniosamente los caudales, de modo que


todos lograrán el beneficio á medida de su aplicacion,
» Se acabarán en esta parte los contrabandistas, y ni
ellos, ni los estranjeros se aprovecharán de los derechos
que pagan los vasallos, como lo logran hoy con el uso de
las rentas, y finalmente,se podrá mantener la mayor parte
del comercio de lndias con los géneros de España, utilizán
dose justamente los vasallos de V. M. de lo que hoy están
logrando con tanto esceso los estrangeros. -

» Lo tercero que por el medio propuesto recibirá V. M.


cuanto los vasallos pagaren, porque se destruirán todos los
motivos que ocasionan lo contrario; los vasallos pagarán
incomparablemente menos de lo que importan las rentas, y
la real Hacienda percibirá mucho mas de lo que percibe de
ellas (1).» -

Volvamos ya nuestra vista á la libertad de comercio


para el esterior, al libre cambio en todo, á la verdadara an
títesis del proteccionismo. Y aquí, sin quererlo tal vez nos
otros, se nos presentan ya de nuevo nuestros economistas
padres, nuestros economistas amigos de la libertad de co
mercio, considerados solamente como tales economistas, no
siendo partidarios de las demás libertades, los cuales creen
en su modestia haber creado, y por consiguiente habernos
regalado la ciencia económica, con la cual se han de re
mediartodos los males, curar todas las llagas, redimir todos
los pecados, deshacer todos los entuertos y proscribir todas
las calamidades que afligen á las modernas sociedades.
Nada importaria para estas buenas gentes que se resucitase
el tormento, que se proscribiese la libertad política, que
un déspota nos mandase con el látigo en la mano, que la
--,

(1) Zabala. Parte primera,7°


– 312 –

justicia, en fin, se eclipsase por aquí y por allá: estendidas


las ideas económicas y plantificada la libertad de comer
cio, todo aquello seria pecata minuta, que podria, sufrir un
pueblo con estóica paciencia, ya que no con evangélica
mansedumbre. Dejémosles aquí con suspresunciones, con
cedámosles por un momento que el mundo ha marchado al
acaso, sin andadores, como que siempre se ha visto priva
do de su flamante economía política, yhagámosles solamen
te las siguientes preguntas:
¿Qué es lo que quereis? ¿á que aspirais? ¿hácia qué fin
dirigís todos vuestros pasos?
¿Hácia la libertad de comercio completa, omnímoda,
sin trabas ni cortapisas de ninguna especie?. Muy bien;
os alabamos el gusto y con él estamos conformes. ¿Pero
creeis que esto es nuevo, aun despues del pensamiento
(advertid que vosotros no teneis mas todavía que un pen
samiento) de Domicio Neron? Ya hemos consignado en esta
obra,y ahora lo confirmaremos de nuevo, que hace mas
de un siglo tuvo la gloria de pedir esa libertad amplísima
nuestro estadista Gándara en su libro El bien y el mal de
España. Por consiguiente creemos que al menos en esta
parte no sois tales economistas padres, y que no teneis ne
cesidad de admirar tanto como lo haceis áCobden y á Bas
tiat, repúblicos por otro iado mny dignos de aprecio, y á
quienes debemucho, muchísimo la causa de la libertad, que
envuelve, como no puede menos, la de la humanidad.
Acabamos de citará Gándara y á Bastiat, y es preciso
que digamos algo del escritor español y del escritor fran
cés,á quienessepara una larga distancia de tiempo,y áquie
nes en el presente caso unen idénticas aspiraciones, dejan
do en medio de ellas esas mil escuelas económicas, ya
amigas, ya enemigas de la libertad en el tráfico.
De Gándara á Bastiat va un siglo : Gándara escribia
— 313 –

á mediados del XVIII; Bastiat á mediados del XIX


El economista francés es ingenioso, dialéctico y chis
peante de gracia, de ironía, de sarcasmo poderoso y ter
rible
El nuestro emite sus ideas con una precision, una des
envoltura y un atrevimiento que pasman, máxime si se tie
ne en cuenta su tiempo.
Bastiat es liberal en todo. Escribia bajo una república
libre y despues de tres revoluciones en que todo, absoluta
mente todo se habia puesto sobre el tapete de la discusion.
Gándara escribia bajo un régimen absoluto, al que pe
dia claramente, segun hemos visto, que se reformase, y sin
embargo, era liberal ásu manera, mal liberal, podemos de
cir liberal de su época.
Bastiat manifiesta mas fuerza de raciocinio.
Gándara mas fuerza de voluntad.
Bastiat veia una verdadera Babel en los sistemas llama
dos socialistas; la atacó con todas sus fuerzas, y si no dis
persó sus restos por completo, al menos contribuyó en gran
manera á que esos restos no se presenten otro dia altane
ros y perturbadores sobre el suelo de la Francia.
Gándara veia otra Babel en la inmensidad de tributos
y trabas comerciales, en que se ahogaba el brillante porve
nir de España: atacó tambien al mónstruo,y algo creemos
que contribuyeron sus ataques para que despertasen aquí
los amigos de la justicia y de las reformas, que empezaron
llamándose Arandas, Campomanes, Floridablancas, etc., y
concluyeron titulándose confeccionadores de la Constitucion
de 1812. " · .

Bastiat tuvo que combatir la centralizacion asesina, el


despotismo del poder central, que no es mas que el socia
lismo por el Estado, eso que este no era ni una sombra de
lo que habia sido en el siglo XVIll. . . . )
40
— 3ll —

Gándara tuvo que combatir la centralizacion del abso


lutismo en la industria y el comercio y aun en la política,
cuando estaba en su mayor apogeo. -

Bastiat encontró su camino casi desembarazado de pre


ocupaciones. *
Gándara encontró el suyo atestado de ellas.
En Bastiat contemplamos, en fin, al gran escritor que,
siguiendo las sendas un tanto trilladas por otros, pide re
sueltamente el libre cambio, como basado en los eternos
principios de justicia.
En Gándara contemplamos al escritor modesto, que,
sin embargo de serlo, se abre él solo camino por entre
campos de abrojos y toda clase de malezas para concluir
pidiendo valientemente ese mismo libre-cambio á una so
ciedad cubierta por completo de redes, á fin de que el cin
dadano no pudiera dar un paso sin caer en ellas, fuese de
este modo ó del otro, pero siempre jadeante, exánime y
aun ensangrentado.
En vista de todo, nadie estrañará que nosotros consig-
nemos aquí lo siguiente: Gándara, sin tanto talento como
Bastiat, tiene para nosotros mas mérito.
Veamos como se esplicaba en favor de la completa li
bertad de comercio:
«La falta de libertad y el estanco de las cosas y de los
géneros obra sobre la sociedad de los hombres, casi los
mismos efectos que la detencion del sol sobre la repúblic
de los vejetales (1).»
«La libertad, dice en otra parte de la misma obra, es el
alma del comercio, es el cimiento de todas las prosperida
des del Estado, es el rocío que riega los campos, es el rie
go universal de todo.» -

(1) Al bien y el mal de España,7. ". "


– 315 -

Por último, aunque aconsejando el no uso de ciertos gé


neros estranjeros, pide claramente la proscripcion de los
aranceles y dice de una manera resuelta:
«Entren, pues, abiertamente y sin ningun género de
gravámen cuantos frutos, géneros y compuestos produce la
tierra y la industria en las naciones todas. Pateant januae.
Admiremos mucho sus primores. Elogiemos infinito sus in
venciones, su gusto, su delicadeza y sus habilidades; pero
comamos y vistamos nosotros de nuestras cosechas, que ni
pereceremos de hambre ni nos moriremos defrio. Yo os lo
aseguro (1).»
Dígasenos si alguno de los modernos libre-cambistas
ha pedido mas que nuestro Gándara pidió en el párrafo
anterior. Y sin embargo, no reclamó la total desaparicion
de las aduanas: queria á estas en pié, pero como nosotros
las queremos, como las debe querertodo político, no- por
sacar dinero y satisfacer así las exigencias siempre crecien
tes del fisco, sino simplemente para saber por ellas el co
mercio del país y de los estranjeros, su desarrollo ó su de
cadencia, á fin de adoptar en caso las medidas que en épo
cas de crisis aconseje la prudencia, sin separarse de lajus
ticia y de la conveniencia general.
Hé aquí con qué verdadera sabiduría habla de lo que
deben ser las aduanas en un pais bien regido:
«Las aduanas que en su primitivo instituto tuvieron
otros objetos, son hoy en todas las naciones ilustradas el
nivel que arregla el comercio nacional en concurrencia de l
estranjero;un anteojo de larga vista que equilibra y con
fiere el comercio activo con el pasivo. Son el microscopio
conque se registra desde casa todo el estado comerciable
de las potencias vecinas y contratantes.
--------------- ---------

(1) El bien y el mal de España, 88.


— 316 –

»No son tanto para ganar ochos ó dieces por ciento (in
teresillo que por sí solo no vale un bledo), cuanto para te
ner en ellas y en sus libros de asientos un tesoro de policía,
un depósito de luces,un conocimiento práctico, una prueba
esperimental y unapauta segura por donde se arreglan con
acierto los generosy frutos de estraccion y de introduccion.
» Esto es lo que produce, no ochos ni dieces por ciento,
… sino miles por uno. La avaricia de lo otro cierra los puer
tos de mar y estanca el comercio de tierra.
» No es preciso juro de heredad lo que se saca de las
aduanas. Son presentes voluntarios, que retira la mano del
conterciante en llegando á no hallar su cuenta.» (1)
No concluiremos de hablar de Gándara, sin consignar
aquí, que no solo defendió la mas ámplia libertad de co
mercio, así interior como esterior, sino que tambien pidió
resueltamente y con todo conocimiento de causa (admí
rense nuestros lectores) la libertad de imprenta con el es
tablecimiento de periódicos y puede decirse tambien que la
de enseñanza (2). ,

(1) Obra citada, 14.


(2) Dice así en favor de la libertad completa de escribir: .
«La resureccion del Diario de M tdrid, que apenas nació cuando
espiró, será otra de las obras sumamente útiles para contener las pro
ducciones(por no decir abortos) de algunos escritorcillos Gerundios y
barbiponientes, que sobre robar al público el tiempo y el dinero impu
nemente, meten en ridículo la literatura española y desacreditan la na
cion. Este espedientc es mucho mejor que el de las prohibiciones políti.
cas. Para un mal escritor no hay correctivo mejor que la crítica de una
pluma severa, sábia y docta, que convenza su ignorancia, sus insulse
ces y los defectos de sus producciones delante de universo.»—El bien y
el mal de España, 94.»
Hablando contra la esclavitud de la enseñanza y ridiculizando los
grados académicos, seguimientos de carreras, etc., dice con mucha opor
tunidad y gracia: .

«¿Y quién ha creido que el saber consiste en grados y en haber he


… cho lo que en España llamamosseguir carrera? Las naciónes se rien mu
cho de esta preocupacion nuestra Para entendimientos adocenados lo
mismo es seguir carrera que echarse á dormir. Aunque la sigan y prosi
gan toda la vida, morirán sin haber dado un paso adelante. gradua
– 317 —

Convenid, pues, señores libre-canbistas en que, así


como los socialistas van al estranjero para traducirnos co
pias un tanto adulteradas de disparates, que ya miró el
mundo con soberano desprecio, vosotros vais tambien á
ese estranjero para traernos planes é ideas, que nos ende
rezais con mil ditirambos á genios cuando menos proble
máticos, eso que teneis en casa hace ya mas de un siglo
muchos de esos planes y muchas de esas ideas. En esto sois
un tanto parecidos á los alcaldes de monterilla: justicia y
no por mi casa, dicen estos: nosotros, decis vosotros, no
queremos la justicia para nuestra casa , eso que esa jus
ticia os honraría hasta lo infinito. Pero sigamos con el
libre-cambio y su contrario el proteccionismo.
Cuando algun padre grave de los nuestros habla, sobre
todo en los cuerpos legislativos, de las virtudes y escelen
cias del proteccionismo, á mí me empiezan á temblar las
carnes sin poderlo remediar, y la razon es clara: es porque
en el instante veo asomar la cabeza al mónstruo llamado
socialismo por el Estado, esto es, al mónstruo que quita
legalmente, eso sí, á este para dará aquel; al mónstruo que
atacando la industria, el comercio y la libertad de ganar la
vida el ciudadano como bien le venga, hace ricos á unos
pocos á costa de millones de asociados. -

Y sin embargo, esos padres graves, ¡qué serios enta


blan su demanda! ¡quéinalterable está su ánimo! ¡qué tran

dosy gente de carrera, llamada científica, que no valen para nada, está
el muñdo lleno. El saber está en saber, y la ciencia de todas las cosas
consiste en haber nacido para ella y con las semillas en la cabeza. Para
quien quiere estudiar y sāber, todo el mundo es universidad y todo es
tudio es carrera. El hombre mas ápropósito y mas capaz de restablecer
la monarquía, que conozco yo hoy en España, nada inferior á los Pites,
jamáspisó losas de universidad,jamás concurrió á estudio ni á academia
alguna, nijamás saludó á los nominativos de la latinidad ni de otra len- "
gua ex-científica nivulgar.» El bien y el mal de España, 91.»
¡Quéideas mas hermosas emitidas en 1759! -
– 318 –

quila su conciencia, defendiendo el proteccionismo y aun


gritando desaforadamente en favor de él! ¡si son capaces
hasta de llamar socialistas y enemigos de la propiedad, no
á los que piden el derecho al trabajo, el crédito gratuito y
el descuento de la renta, jornales, pensiones, etc., sino á
los que les nieguen las virtudes miraculosas de su divinidad
protectora!
Pero venidacá, notabilidades políticas y financieras,
que tan enamoradas estais del dios proteccion. ¿Sabeis lo
que pedís acudiendo á la sociedad para que proteja con
vuestros aranceles estas y las otras industrias? ¿Sabeis lo
que pedís con vuestro eterno proteccionismo para la indus
tria catalana de algodon, por ejemplo?
No pedís mucho que digamos.
Pedís que el castellano, el gallego, etc., compren uno y
otro dia, uno y otro año, uno y otro lustro, uno y otro siglo
por cuatro reales v.g. las telas que podían comprar por
dos, y que á la sombra del arancel, que produce este gran
milagro, se hagan ricos cuatro fabricantes, alguno de ellos
con el contrabando.
Pedís que ese mismo castellano, que compra caros los
géneros que podia comprar baratos, venda en recompensa
generalmente sus trigos con desventaja en Inglaterra, Bél
gica, etc.
Pedís que el andaluz, á quien sucede lo mismo que al
castellano, venda á los ingleses sus caldos y otras produc
ciones de la tierra á menorprecio que el que lograria de
entrar aquí libres de derechos las telas inglesas, que tienen
mas perfeccion que las catalanas.
Pedís que los catalanes, que son sin disputa tan inteli
gentes y laboriosos como los ingleses y belgas, no procuren
jamás perfeccionar los productos de sus fábricas, porque el
arancel les exime de la competencia, y por consiguien
– 39 –
te, de buscar la perfeccion y de darlo con baratura.
Es decír, que pedís á la ley, y quereis que legalmente,
que puede sér, como es aquí, lo coNTRARio que justamente,
se quite sin razon á unos lo que, aun cuando de una mane
ra indirecta, pero fija como el sol, se da á otros, despues
de impedir, que es lo mas grave, que muchos vivan del
tráfico, que fomentarian los géneros sujetos al arancel
como estuviesen libres de él, y de hacer que la nacion
sostenga los dos grandes ejércitos de empleados en adua
nas y carabineros, que no es pecata minuta, sino cosa de
muchísimos millones y de mantener en la holganza algu
nos miles de brazos, que estarian perfectamente en los
campos, los talleres y los escritorios. . . . . . . . .
¡Y lo peor de todo es que lograis lo que pedís! ¡y lo
peor de todo es que vuestras aspiraciones injustas no tie
nen término! ¡y lo que sobre todas las cosas es so
beranamente peor es que,siendo socialistas por el Estado,
os llameis muy formalotes y campechanos con toda con
ciencia, se supone, y sin maldito el escrúpulo de ella, hom
bres de órden, hombres de gobierno, amigos y defensores
de la propiedad, ardientísimos protectores de la familia y
no sabemos de cuantas mas bases sociales! * ", ,

Lo que no os podeis llamar, al menos sin escitar la risa


ó la indignacion de los hombres un tanto pensadores, es
partidarios de la libertad. -
El proteccionismo es la esclavitud, que lucha, como es
consiguiente, contra la libertad. Pero esta vencerá al fin,
porque es ley de Dios que la justicia venza á la injusticia.
Os parapetais tras de la ley, y con esto creeis haber
salido del paso. No hacen otra cosa los socialistas de las
etras especies. A la ley y solamente á la ley piden la rea
lizacion de sus magnificentísimas y originalísimas concep
COnes, -
" —320 —
¡Como si no fuera casi igual sacar esto ó lo otro á la
fuerza, que por virtud de una ley, siempre que esta no se
halle basada sobre los principios de lo razonable! ¡Como si
la ley, aunque producto de la soberanía nacional maslibre
mente manifestada, pudiera legitimar el despojo! ¡Como si
sobre la ley no estuviera ese brillante destello de la Divini-
dad para que sirva de guía al hombre en la tierra, llamado
justicia!
Nada ha colocado el Supremo Hacedor sobre la tierra,
producto de esta, ó trasformacion operada por la industria,
para que se pierda; si se pierde es por la mala direccion
del hombre, por sus leyes no basadas en la justicia. Que
circule todo libre, libérrimamente de un punto para otro,
de esta provincia para aquella, de este reino para el otro,
de esta república para la otra, que así se cumple la volun
tad del Gran Artífice, del Sublime Creador, y así lo quieren
y así lo ordenan la libertad y la justicia. .
¡Ah! ¡bendita seas, justicia!. Desde que te conocí, bus
cándote en tu orígen, en la idea do que me sirvieras de
guía en todos mis pasos é investigaciones, sentí dilatarse
mas y mas mi pecho y alegrarse mas y mas mi corazon,
pensando sériamente en que han de llegar luego los dias
felices para la pobre humanidad.
Y llegarán, no hay que dudarlo, con esa justicia por
fundamento de las leyes, y con la libertad para todos en
todo; en la política, en la industria y en el comercio.
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CAPÍTULO XXVIII.

Milicia nacional.

PAZ Á LOS HOMBRES DE BUENA VOLUNTAD.

¡Hermosas, magníficas, incomparables palabras! Paz á


los hombres de buena voluntad... ¡Cuánta grandeza, cuánta
sublimidad encierra semejante frase!
Traigámosla al vastísimo campo de la política. Si la
entregais á la interesada interpretacion de un neo-católi
co, os sacará de ella la intolerancia con suscorrespondien
tes persecuciones, es decir, hará que de su contenido bro
te la guerra; si consentís que os la aclare un doctrinario,
apelando á su dios-órden, procurará que surjan de ella el
monopolio, la desigualdad, los privilegios, es decir, la in
justicia y el desórden, enemigos mortales de la paz; pero
si la consultais con un filósofo, con un hombre de recto
criterio, ó con un verdadero cristiano, no podrá menos de
deciros, que esa frase brinda con la bienandanza, con los
derechos, con la perfecta y envidiable armonía, producto
de ellos, á todo hombre que no esté colocado en pugna
abierta contra la sociedad.
¿Y qué es la milicia nacional? ¿es la paz, ó es la guer
ra para todo hombre de buena voluntad, es decir, para
la inmensa mayoría del cuerpo social? ¿ó no es ni la una
ni la otra?
Examinemos con toda calma é imparcialidad esa ins
litucion, tan ardientemente alabada por unos como apasio
nadamente combatida y condenada por otros.
41
– 322 –

La milicia nacional no es un dogma, ni parte siquiera


de un dogma, ni tampoco un principio. Es una institucion
(preciso es confesarlo) DE DEscoNFIANZA, y por consiguien
te de circunstancias: hoy conviene á Italia y mañana tal
vez la necesite Inglaterra, mientras que en los Estados
Unidos nunca hizo falta, porque con la traicion frustrada
del general Arnold en 1780 parece que concluyó en aquel
pais la raza de traidores y hombres furiosamente desorde
nados, que pululan en la mayor parte de los pueblos de
Europa y América. No hacenos mencion de los esclavis
tas del Sur,porque estos desmembran la patria y deshon
ran la humanidad nada mas que por obtener el algodon á
latigazos, en vez de pedírsele al noble y santo sentimiento
del trabajo.
La milicia nacional no separece á las milicias de nues
tros libres municipios, que iban en nombre de la patria á
combatir al árabe audaz y violento; ni tampoco á los ejér
citos disciplinados de los griegos, que hoy conduce el gran
Epaminondas como general, para formar mañana en sus
filas como el último soldado, ni porfin á las legiones
romanas, que nacian, digámoslo así, en el campo de Marte
para salir de él á llevar la desolacion y todos los desastres
de la guerra por los ámbitos del universo, llevando al
propio tiempo los gérmenes de la civilizacion helénica y
del Latio. La milicia nacional ni conquista ni reconquista:
en circunstancias dadas, bien ó mal organizada, presta
grandes servicios; en otras, bien organizada, puede servir
de antemural contra planes tenebrosos y liberticidas, y mal
organizada durante un periodo semi-pacífico, y mas si es
pacífico, ocasiona inmensos daños á la causa de la libertad.
Pero por encima de todo esto resulta que, aun siendo útil
y necesaria, esuna institucion, ó si se quiere un cuerpo en
ei cual se refleja la desconfianza que le inspira una parte
— 323 –

mas ó menos respetable de ciudadanos y tal vez el supre


mo gobierno del Estado. -

Pues si la milicia nacional no es un dogma, ni parte de


un dogma, ni siquiera un principio, sino una institucion que
representa la desconfianza, existirá en un pueblo mientras
que la desconfianza exista, y desaparecerá el dia en que
esta desaparezca. Esto es lo indeclinable, lo absolutamente
lógico.
La milicia nacional nació en Francia durante la revo
lucion del 89. Esta necesitaba armar, é hizo bien en ejecu
tarlo, á todos sus partidarios para tenerá raya á sus ene
migos: ningun hombre se deja maltrataró asesinar con los
brazos cruzados, porque es innato el sentimiento de la pro
pia conservacion y tan natural como legítimo el derecho
de propia defensa. Sin la milicia nacional francesa, la re
volucion, que tanto malo tenia que destruir, hubiera sido
raquítica, miserable y poco menos que infecunda, así como
sin la milicia nacional española nuestra guerra civil se hu
biese triste y dolorosamente prolongado. Nada decimos de
sucumbir la revolucion,porque esta lleva consigo la civi
lizacion, y á la civilizacion no la proscriben, por mas que
la ajen, la persigan y la vilipendien los satélites de la in
quisicion y los partidarios de las preocupaciones, los privi
legios y la injusticia. Ved si no como se abre paso en todos
los paises la causa de la civilizacion, venciendo con mas ó
menos prontitud, mas ó menos trabajosamente, cuantos
obstáculos encuentra en su camino. Volvamos á la milicia
nacional.
Necesaria en Francia y necesaria en España, llenóglo
riosa y magníficamente su destino, allí durante la titánica
lucha contra los traidores de dentro y los enemigos de
fuera; aquí durante la tremenda guerra civil, cuyos gran
des y terribles episodios leerán con asombro nuestros des
ceodientes. ¡Oh! ¡y qué grande, qué heróica fué nuestra
milicia nacional- durante esa guerra para siempre memora
ble! No seremos nosotros los que neguemos sus incompa
rables servicios, no: nosotros no tenemos mas que frases de
admiracion, de gratitud y de entusiasmo para los héroes
que en Cenicero, Bilbao y en Gandesa sucumbieron como
buenos defendiendo ta libertad de la patria, lo propio que
para los valientes qne en Zaragoza, Quintanar de la Orden
Puerto Lapiche y otros puntos derramaron su sangre y sa
crificaron sus fortunas por el triunfo de la causa constitu
cional. Pero por lo mismo que somos admiradores ardien
tes de la milicia nacional y sinceros 1 propaladores de su9
eminentes servicios, por eso debemos juzgarla ahora no
solamente en el terreno frágil de las circunstancias, sino
tambien en el firme de los principios y de la sana razon, y
emitir sobre ella en todos casos nuestra opinion leal, noble
y desinteresada.
¿Es la milicia nacional una institucion de desconfianza?
¿sí ó nó? Sí, sin ningun género de duda. Haced que todos
los españoles se aficionen al régimen constitucional como lo
están en sus respectivos países los portugueses y los bel
gas, y vereis como considerais menos necesaria que en Es
paña, por ejemplo, esa institucion: mas; lograd que todos
abriguen los mismos sentimientos de adhesion que abrigan
hácia sus sábias instituciones los noruegos, los suizos y los
norte-americanos, y de seguro creereis qne es inútil, com
pletamente inútil la milicia nacional, máxime teniendo el
pueblo el derecho legítimo, reconocido é inviolable de es
tar armado. Pues si esto es cierto, está evidenciado hasta
no mas que la milicia nacional es una parte del estado. en
pugna mas ó menos latente con otra parte del mismo: es un
cuerpo compuesto de varios miembros en actitud de im
poner á otros; es una reunion privilegiada de ciudadanos
– 325 —

armados para tener á raya á otros que no lo están; y esa


parte del estado, ese cuerpo, esa reunion representa la
fuerza, qne debe ir unida al derecho, pero que bien puede
ir contra éste; que deberia garantizar la paz, y puede
ser fuente perenne de guerra; que deberia sostener las
instituciones, y puede ser causa de descrédito para ellas
y de que las odien los espíritus apocadosy timoratos. La
milicia nacional lleva consigo desgraciadamente cierto es
trépito, y ya hemos probado que el estrépito es enemigo
mortal de la libertad.
Y si la milicia nacional es una institucion de descon
fianza, es preciso convenir en que no es una institucion que
la democracia puede aceptar, no digamos como parte de
su dogma, pero ni siquiera como una condicion de las
iudispensables para su existencia.
La democracia es el órden en todo, la armonía por to
das partes, la justicia por doquier, la libertad reinando ar
riba y abajo, en las esferas del gobierno y en el último es
calon del cuerpo social. La democracia debe hacer suya,
para predicarla de continuo, esta frase sublime.
Paz á los hombres de buena voluntad.
Y para la democracia los hombres de buena voluntad
son todos los ciudadanos, menos los que declaren la guerra
á Ia sociedad, á las leyes basadas en los principios eternos
de la justicia y á los poderes segun aquellos constituidos.
¿Pero debemos rechazar, debemos condenar la institu
cion de la milicia nacional? En absoluto de ninguna mane
ra. ¿La hacen necesaria las circunstancias? Organícese de
cualquier modo, y que los enemigos sepan que la descon
fianza vijilante, armada y poderosa está dispuesta á desba
ratar los planes que fraguen contra la patria. ¿Estamos en
tiempos normales, en una época de paz, de bienandanza? Es
inútil en los pueblos modernos, enemigos de otras conquis
— 326 —

tas que las que proporciona el trabajo en todos los ramos


de la riqueza. ¿Nos hallamos en un período de paz proble-
mática, porque puede ser turbada por planes liberticidas,
por bastardas y criminales conspiraciones? ¡Cuidado como
se organiza! ¡Cuidado como se arma! ¡Cuidado con el co
metido que se la dá! No perder de vista que en ciertos
casos es peor el remedio que la enfermedad.
Mas daño hizo la milicia nacional española á la causa de
la libertad del 1840 al 43 que todos los doctrinarios du
rante la guerra civil. La furiosa reaccion del 44 la produ
jeron principalmente los motines de la milicia barcelonesa
y las manifestaciones, ya anárquicas, ya ridicnlamente pre
torianas de la de Madrid y otras ciudades, con la cir
cunstancia (que jamás debe olvidarse) de que en la ho
ra del peligro para la libertad, de nada sirvió esa insti
tucion, por punto general considerada. Es muy digno de ob
servarse que por un regular la libertad dá pasos agigantados
en su camino sin la milicia, y aquella sucumbe ó se eclipsa
existiendo esta. El pueblo se manifiesta intrépido, fuerte,
vigorosocn 1840; la milicia irresoluta, débil, completamen
te inútil en 1843: el pueblo es valiente, grande y heróico
en 1854; la milicia abandona en 56 la causa del la liber
tad, arrojando las armas, aquí con una resistencia débil,
allá con indiferencia, acullá con tan estúpido como estrao
rdinario placer.
¿Y por qué esto? Por su mala organizacion, porque co
mo coleccion de ciudadanos, dedicados á diferentes oficios
y profesiones, es una insigne locura el convertirlos en una
especie de soldados y molestarlos hasta el hastío con guar
dias, ejercicios y otras fatigas, que ni quieren ni pueden
soportar; porque como institucion de circunstancias no la
es dado llenar hoy la mision que desempeñó ayer: porque
como cuerpo de desconfianza, ayer era útil y hoy es inne
– 327 —

cesario, ógravoso; porque si ayer defendia la libertad con


entusiasmo, hoy no tiene que defender objeto tan precioso;
porque si ayer tenia su mision que llenar, hoy, que ésta no
existe, va como cuerpo arrogante y bullicioso tras de otras
misiones que no le pertenecen, perturbando la máquina
gubernamental y la sociedad en masa. ¿No presenciamos
en Madrid el doloroso espectáculo de intentar hacer fuego
sobre la Asamblea constituyente de 1855 unos cuantos na
cionales en el acto mismo de estar custodiando esa Asam
blea?¿Pues no pensaron por aquella misma época en for
mar é imponer al pais un ministerio estravagante unos
cuatro ó cinco oficiales de esa milicia, que con su sable al
lado se creian con tanto ó mas poder que un dictador ro
mano al frente de las legiones de la república?Tal vez los
venideros tengan esto último poruna fábula ridícula; pero
nada es mas cierto. Yo era capitan de esa milicia, y soy
testigo de que tan descabellado plan tuvo cabida en media
docena de cabezas vacías. Lo consigno con sentimien
to, pero nada me detiene tratándose de cuanto conviene
á la santa causa de la libertad, que para mí está sobre to
das las consideraciones humanas.
¡Oh! debo aquí decirlo muy alto. En tiempos medio
normales, si la milicia nacional habia de estar organizada
como de 1840 al 43 y de 1854 al 56, no la quiero; con
todas mis fuerzas la rechazo, de todo corazon la condeno.
La milicia nacional no es en ellos la libertad bulliciosa que
queria el romano; es el funesto y poderoso ariete que des
truye el alcázar donde esa libertad tiene su asiento, para
que sobre sus escombros se levante, dominándolo todo, el
mónstruo del despotismo.
Cuentan las historias que un eclipse de luna debió
aterrar al ejército romano cuando estaba conquistando la
Macedonia. El eclipse que ánosotros aterró cuando aquí
– 328 –

se conquistaba la libertad en 1854, fué la aparicion de la


milicia nacional, organizada como lo habia estado en 1843
y con los mismos hombres á su frente. Y consistia en que
no veiamos un astrónomo que, como Cayo Sulpicio Galo á
los ignorantes y preocupados soldados de Paulo Emilio,
nos librára á nosotros del terror que el eclipse nos pro
porcionaba. Espartero no era astrónomo como Galo; ni aun
era un mal piloto que pudiese sacar á salvo la nave que
el crédulo y entusiasmado pueblo le entregaba sin condi
ciones de ningun género, para que la guiára por el alboro
tado mar de la política. La nave se estrelló, proporcio
nándola no pocos escollos la misma milicia para que mar
chára á su ruina, viendo ésta el piloto cruzado indolente
mente de brazos, en medio del heroismo de los menos, de
la indiferencia estúpida ó criminal de la inmensa mayoría
de los milicianos, y de la satisfaccion de todos los hombres
tímidos y cobardes.
Hemos sentado, separándonos del terreno de las cir
cunstancias y elevándonos al de la política, que la
milicia nacional como institucion de desconfianza no es
una institucion democrática, porque la democracia es la
misma confianza llevada á todas las partes del cuerpo so
cial por el reconocimiento de los derechos en todos los ciu
dadanos y la práctica de la justicia igual para los mismos,
y ahora debemos consignar aquí, que el gobierno demo
crático seria, entre toda clase de gobiernos, el que menos
pudiese soportar esa institucion en una época normal. Co
mo habria de tener menos poder, menos facultades, por la
sencilla razon de que no podria quitar estas á los ciudada
nos, cual en mayor ó menor escala lo hacen los demas go
biernos, irremisiblemente la milicia ejercería sobre él una
presion perturbadora y funesta. Cuanto menos robusto es
un poder, menos fuerza ciudadana armada debe tenerá su
- 329 -

frente, y esto es tan sencillo que no necesita esplicarse,


Y no se nos diga que esa fuerza, en vez de á su frente, está
á su lado, porque á la fuerza ciudadana jamás se la ha su
jetado ni se la sujetará á la disciplina de un ejército, para
que siempre que convenga esté al lado del gobierno. Pre
cisamente se dice, y esta es la verdad, que su mision no es
apoyar ciegamenteal gobierno, sino observar y obrarsegun
las circunstancias del momento. ¿Y quién es el que fija estas
circunstancias? ¿y quién puede fijarlas con un cuerpo ar
mado, que es, ha sido y será siempre deliberante? -

En práctica la democrácia, no hay que dudar que la


milicia nacional, de hallarse organizada como en España
el 1854, lejos de ser útil, seria un peligro constante para
la causa de la libertad. Si con tal milicia duró la situacion
llamada progresista dos años, una democrática no duraria
dos meses. A menos poder, menos presion; como, á mas
derechos, menos fuerza armada; á mas verdadero gobier
no, que no es otra cosa que mandar poco, menos elementos
que puedansofocarle, á mas libertad, menos soldados de to
das clases; ámas espansion, menos cuerpos de desconfianza
sacados del seno de los ciudadanos.
Verdaderamente que no comprendo como no quieren
la milicia nacional nuestros partidos medios, de suyo sus
picaces, desconfiados é injustos, máxime habiéndola teni
do Luis Felipe y teniéndola hoy Luis Bonaparte... Pero ¡ah!
que lo comprendo, si: es porque, esos partidos se reser
van el derecho de corromperlo todo, lo cual desgraciada
mente es mas funesto que atropellarlo todo: el atropello de
ja muchas cosas intactas; la corrupcion las lleva todas al
basurero ó á las cloacas. -

Una milicia nacional como la de las citadas épocas no


puede dar de sí mas que la indisciplina social, la relajacion
de las costumbres públicas, los cálculos interesados cri
—336–

minales flotando por doquiera, las ambiciones punibles por


destinos y cargos públicos altamente desarrolladas, y por
último, un pretorianismo vergonzante, pero de todos mo
dos funesto. Un ciudadano armado, y armado por privile
gio, se cree otra cosa que ciudadano, se cree soldado, es
decir, fuerte por las armas, y sintiéndose fuerte, se hace
insolente y atropellador respecto de los débiles, acaso sin
pensar en ello. -
Necesitamos consignar aquí de nuevo, que lo que va
mos diciendo sobre la milicia nacional no tiene aplicacion
en determinadas circunstancias, porque estas son supe
riores á todo. La necesidad es la ley suprema del Estado,
ó como comunmente se dice, la necesidad carece de ley
(necesitas carel lege), y ante la terrible situacion que crea
la necesidad, no hay mas que adoptar lo que ésta aconse
je. En esas circunstancias, el interés de las instituciones, la
causa misma del órden, los principios de la revolucion, la
libertad en fin, reclaman imperiosamente la milicia nacio
mal: traerá consigo algunos males, pero proporcionaráin
mensamente mas bienes, incluso el de salvar la patria. En
las épocas medio normales, de dudas sobre lo existente, de
vacilaciones funestas, de intrigas criminales, de fragua
mientos de conspiraciones, de elaboracion de planes bastar
dos y liberticidas, la milicia nacional es útil y necesaria,
pero compuesta de voluntarios exenta de sospechosos y de
tal manera organizada, que el miliciano nosea soldado nime
dio soldado en vestir, ni en soportar guardias, ni en hacer
ejercicios, ni en formar cuerpo separado del Estado, ni por
último encreer que el llevar el arma en defensa de la libertad
y el órden público, le dá derecho á arrojar los instrumentos
de su oficio y dedicarse á la vergonzosa é infecunda em
pleomanía. Mas en las época normales, cuando no corren
riesgo las instituciones, cuando la mayoría de los ciudada
– 331 –

nos las acata conveneracion y á su sombra prospera el


pais, entonces la milicia nacional es una institucion sobre
innecesaria, altamente perturbadora y funesta.
En resúmen: la milicia nacional, institucion anti demo
crática hablando en el terreno elevado de la política, es,
no solamente innecesaria, sino perjudicial y funesta en las
épocas normales; en las medio normales es conveniente,
pero bien organizada; en las escepcionales es absolutamen
te precisa y sobremanera utilísima.
Los pueblos no han de perder de vista esto:
No deben querer las cábalas cortesanas, ni las intrigas
de los hombres ambiciosos y pérfidos; pero tampoco deben
querer el pretorianismo haragan, avasallador y degra
dante. -

No deben querer el silencio sombrío de la esclavitud,


pero tampoco deben querer el repugnante estrépito que
pierde la libertad. -

No deben querer la reaccion, pero tampoco deben


querer el desórden, que conduce irremisiblemente á la
tiranía.
No deben querer los elementos que, á la corta ó á la
larga, producen infinitos males á la sociedad; pero tam
poco deben querer un mal permanente, que sin remedio y
dentro de un breve plazo llena de heridas y llagas el cuer
po social.
Y la democracia, considerando á la milicia como una
institucion de circunstancias, debe decir á los pueblos:
La milicia nacional es un cuerpo que representa la des
confianza de lo existente hacia ciertos asociados: yo no le
estatuiré, á no ser en el caso que le haga preciso la salva
cion de lá libertad, y entonces será organizado de modo que
no se falle á la sencilla y á la par sublime máxima de: ¡PAz
á Los nombres DE BUENA voluNTAb! " -
– 332 --

De este modo, hoy por hoy, la democracia se hará mas


aceptable como partido, y cuando la llegue el caso de ser
gobierno, de seguro será, no solo retigiosamente respeta
da, sino profundamente querida, como acontece en la ven
-

turosa Suiza.
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CAPITULO XXIX
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Juicios y jueces, Pena de muerte.

El sufragio suele cansar para que los ciudadanos ate


niensas acudiesen puntualmente á hacer leyes á la plaza pú
blica hubo necesidad de darles dinero en varias ocasiones.
De este ó del otro derecho hace uso el ciudadano si le con
viene ó es de su agrado, y si no, se está quieto en su mo
rada: esto lo vemos todos los dias y lo veremos siempre.
Hoy ejerce uno esta industria y mañana la abandona á su
conveniencia: esto no admite contradiccion. Pagan general
mente todos lascontribuciones condisgusto, si tienen un mal
gobierno; y si este es regularóbueno, unos las pagan consa
tisfaccion mientras que otros lo verifican con pena: esto es
ínseparable de la condicion humana: el enfermo siente la
picadura de la lanceta, aun cuando sepa que la sangría le va
á curar, Peero en todo ello, llámense derechos ó denomí
nense cargas, no vé el cíudadano envueltossus mas gran
des intereses, sus mas preciosos y queridos objetos, su
tranquilidad, su honor, su fortuna, y la tranquilidad, el
honor y la fortuna de su familia y de las personas amadas,
porque esos objetos se llaman administracion de justicia.
Sin administracion de jnsticia, la sociedad queda des
quiciada, sin fundamentos, viéndose colocada en la via del
cesarismo ó en la de la barbárie, que recorrerá irremisible
mente con açelerado yfunestísimo paso.
Nos indignan á través de los siglos los grandes críme
nes de Tiberio; nos interesan las victimas de este inmundo
- 334–
tirano; lloramos con ellas; nos condolemos profundamente
de su suerte desventurada; pero debemos condolernos mas
de la usurpacion de Augusto, al reasumir en sí, sin con
tradiccion alguna, sin oponérsele nadie, como dice Tácito
(nullo adversante) (1), la potestad tribunicia, el derecho
de lejislar, los principales oficios de la república, y, sobre
todo, el nombramiento de prétores y demás magistrados
para administrarjusticia, El dia en que esto sucediófueron
creados á priori, los mónstruos que despues recibieron los
fatídicos nombres de Tiberios, Calígulas, Nerones, Domi
cianos, etc.,y los grandes prétores romanos de la repúbli
ca, aquellosíntegros magistrados, que asombraron al mundo
con su justificacion y la igualdad de sus sentencias, debie
ron estremecerse dentro de sus sepulturas. La justicia.im
perfecta y todo como habia sido la romana enumanos de los
prétores y del pueblo en su caso, pero justicia recta é igual,
se marchó de la faz de la tierra. . . . .
¿Qué es la sociedad sin muy buena administraciondo
justicia? O un campo de batalla perenne, donde prevalece
el mas fuerte como durante el feudalismo, ó un gran sepul
cro, pronto á recibir en su lóbrego seno al que el dedo del
tirano señala en sus antojos para descenderá él como en
las tiempos de los Césares, de los Vizconti, Luises oncenos,
Torquemadas y aun Felipes segundos (3). -
1 ... . . . . . .5ilip
-m——, , , , , , es ine
() Anales lib. I, 2." r" o do eo
puso deso
(2) Felipe II, rey muy católico, católico por escelencia, un billetitu
,
ën que csndenaba ámnerte al infeliz Juan dé anuza, Justicia mayor
de Aragon.También autorizó aquel reybendito á su secretario Antonio
Perez, cual si
el asesinato se tratáse
cobarde de la cosa
y alevoso mas natural
de Escobedo, que le para :
pordelelmundo, ó des
pues de una manera implacable, o , , , , ,
aquí el billetito que el buen Felipe II mandó áZara di
oza en di
ciembre de 1591. " " - si " arg -
Pende, pues, antes que de todo, la suerte próspera ó
adversa de una sociedad de la buena administraoion de
justicia, como pende la buena administracion de justicia,
supuestas leyes conformes á la recta razon, de la organiza
cion de los tribunales y del nombramiento de los magis
trados.
Dad el derecho de juzgar sobre la vida, el honor y la
fortuna de los ciudadanos á un hombre solo: la amistad, el
ódio, la antipatía, la simpatía, los sentimientos políticos, la
envidia, el cálculo, la pereza, el miedo, el interés y cuantas
pasiones buenas y malas hierven en el corazon humano,
tienen que amontonarse sobre la justicia, atropellar áésta
y hacerla tardía, costosa, insegura, poco egemplar, menos
edificante y beneficiosa. Nada importa que ese hombre tenga
sobre sí otros hombres, encargados de enmendar lo malo
que haya podido hacer: él ha instruido el proceso ó espe
diente, sino á su antojo, á su gusto; él ha dirigido las prue
bas, ha dictado providencias dilatorias ó improcedentes,
ha acumulado documentos y datos que pueden ser incon
ducentes, ha actuado, ha formado solo su juicio; y entre
ese cúmulo de diligencias, de actuaciones y de pensamien
tos ha podido confundirse, ofuscarse, producir lo oscuridad
donde todo debia ser luz, la dilacion donde todo debia ser
brevedad, pera que en definitiva prevalezcan el erroró la
iniquidad, la mentiraó el crímen. La condenacion de los
actuales tribunales nuestros surje de esto como la conse
cuencia mas natural y lógica del mundo.
Estatuid por el contrario el jurado para toda clase de
delitos y para una gran parte de negocios, que hoy produ
--—— "
«En reseibiendo esta, prendereys á D. Juan de Lanuza, Justicia de Ara
y nego de iure me de prisionarse luego
o
bones de
latente al tan solo por lo hiperte y bri
- 336 -

cen pleitos interminables y ruinosos á, las familias: la im


parcialidad, la carencia de recomendaciones, la serenidad,
el alejamiento de intrigas, la brevedad, el exámen de los
testigos y práctica de pruebas poco antes de dar la senten
cia, la mas grande publicidad, todo ello hace que la luz
brote lójica, natural y necesariamente, que el juicio se
fonme con rectitud y que la justicia se haga de una manera
segura, rápida y nada costosa. Hé ahí la necesidad, la con
veniencia y lajusticia deljurado.
Yo no cuestiono ni quiero cuestionar sobre la escelen
cia de vuestros jueces, sobre su sabiduría, presupuesta en
los títulos universitarios que les llevan privilegiadamente
al templo de Temis, sobre su serenidad, suaplomo, su con
ciencia, etc.: serán buenos, escelentes, todo cuanto querais,
pero son hombres y hombres temibles por las estraordina
rias funciones que les encomendais, y yo quiero que esas
funciones se repartan,que no asusten mas que al malvado,
que se ejerzan á tiempo y con seguro y lógico resultado,
lo cual ni me dan ni pueden darme esos hombres, porque
el mal está en las instituciones, está en lo que se dice or
ganizacion defectuosa ó detestable de la justicía, que enco
mienda á uno lo que se debe encomendar á varios, que
hace largo lo que debe ser breve, que hace oscuro lo que
debe ser claro, costoso lo que debe ser económico, y de
dudoso resultado lo que debe ser consecuente, indeclinable
é infalible, . .

Tampoco cuestiono sobre la ignorancia siquereis comun


de los jurados, su rudezay su ninguna práctica para juzgar:
me basta para el caso que áninguno le falte la recta razón,
este atributo sublime, este rasgo divino que alumbra la
mente de todos, porque así le plugo al Supremo Hacedor,
y con ella tienen lo suficiente para dará cada uno lo que
sea suyo, para decretar lo justo, poniéndoles delante la dis
– 387–
posicion legal, que tambien debe ser justa. ¡Oh! yo pre
fiero mil veces esa ignorancia, esa rudeza y esa falta de
práctica á los procesos de eternos trámites, llevados á cabo
entre una semi-oscuridad y una semi-parcialidad asesinas,
á los influjos, al miedo hácia el poder, á las pasiones inse
parables de vuestros jueces, convertidos por vosotros en
Dioses, cuando ellos pueden convertirse en Satanases.
No concibo en verdad, no acierto á comprender, y
menos en el estado presente de nuestra legislacion y tal
cual se hallan constituidos los tribunalès, como hay hom
bres que aspiran á administrar justicia, cuando esta justi
cia recorre la inmensa escala desde el importe de unos
reales hasta la vida de un ciudadano, no aterrándoles la
tremenda responsabilidad que pueden contraer en el ejer
cicio de su ministerio solos, aislados, entregados á su inspi
racion, tal vezá sus pasiones, por mas que tengan delante
el libro de la ley y los títulosoportunos para ser juzgadores
privilegiados.
«Es que son peritos en la materia.». Es mil veces pre
ferible la conciencia ála pericia,
» Es que además fundan sus sentencias.» Así como no
hay pleito que no encuentre abogado, no hay injusticia ó
error que carezca de fundamento, por mas que este sea
deleznable.
«Es que tienen responsabilidad.» Es que esta se exigirá
ó no: el error dicen que es disculpable, y la astucia puede
hacer que desaparezca la responsabilidad legal en el in
trincadísimo laberinto de diligencias que preceden á una
sentencia.
«Pero con vuestros jurados la justicia se ve de contínuo
maltratada, desconocida, proscrita... ¿no estamos viendo
todos los dias condenas y sobre todo absoluciones las mas
atroces?». Prescindiendo de que la eriencia dice todo
– 338 —
lo contrario y que el jurado funciona admirablemente en
todos los paises civilizados, sin que se levante una sola voz
que pida su proscripcion; ¿no ofrecen yuestros jueces ina
movibles, semi-inviolables y semi omnipotentes á la consi
deracion del mundo sentencias que le asombran, le irritan,
le aterran, le confunden y de cualquier modo sublevan su
conciencia, que generalmente no quiere mas que lo justo?
¿Qué hacen vuestros jueces con el encausado, suponiendo
en ellos la mas escrupulosa, conciencia y el mayor deseo,
del acierto? Se apoderan de él para lanza le en una prision,
donde los trámites complicados y eternos del encausa
miento le cansan y casi le pudren: donde huelga para cor
romperse, si es inocente; donde respira, para envenenar,
mas y mas su alma, el aliento del crímen; donde pasa me
ses y meses y tal vez años procurando, si es criminal, os
curecer la verdad con pruebas de esta y de la otra clase,
que suelen contradecirse unas á otras, y con testigos que
se examinan de un modo informal y fuera de tiempo; y
despues que todo esto ha sucedido, si aparece delincuente,
le entregan al presidio, mas criminal, mas endurecido que
cuando entró en la cárcel y para que vuelva mas perverso
de él cuando concluya su condena, y si resulta inocente
le echan á la calle cuando ya ha perdido, los hábitos del
trabajo y su familia ha perecido de hambre, si es que no
se ha desmoralizado para huir de tan tremendo trance
y poder el propio tiempo soportar los gastos lejítimos ó ile
jítimos de esa tramitacion absurda, complicada y sempi
terna. En cuanto al desgraciado que mandan al patíbulo,
generalmente vá cuando ya, por el largo tiempo trascurri
do desde que se perpetró el crímen hasta que se satisface lo
que ha dado en llamarse la vindicta pública, la compasion
ha entrado en todos los corazones y el espectáculo del su
plicio es, no solo repugnante é inejemplar, sino de todos al
– 339 –

tamente reprobado, de todos profundamente sentido, de


No; la justicia no está así asegurada. La justicia quiere
luz y brevedad: sin luz anda á tientas, sin brevedad es
dañosa, aun cuando sea recta. Con vuestros jueces y vues
tra tramitacion, mas abogadesca que filosófica, el acusado
de un delito un tanto grave, si resulta al fin inocente, al
declararle tal, se encuentra perdido con sus hijos y familia,
y si resulta culpable, la ruina de cuantos séres inocentes
dependen de él es tambien infalible, y la justicia no quiere
que al inocente se le cause el mas pequeño perjuicio va
tras del criminal en bien de la sociedad, no tras del ino
cente, que forma parte de esa sociedad y esó puede ser un
miembro útil de ella. " " "
La justicia, especialmente en la parte critiinal, no
puede ser todo lo recta é imparcial" de que es susceptible
en lo humano á no ser con los trámités breves, sencillos,
luminosos, económicos y casi infalibles del jurado.""
En este todo es publicidad, independencia, rapidez,
economía y ejemplaridad en su caso." ""
tQuiero luz, brevedad, iguales que me juzguen y z njen
ciertas diferencias mias con otros conciudadanos en los tér
minos mas rápidos y menos costosos: la publicidad más
estraordinaria es la mayor garantía del acierto; y publici
dad, economía, brevedad y certidumbre no las encuentro
á no ser en el jurado.
Hoy el tribunal nuestro infundé miedo: el jurado es
una lisonjera y lejítima esperanza. ¿Quién no se aterra,
mas que sea inocente, á la sola idea de verse envuélló en
un proceso?y ¿quién no tiembla ante la perspectiva de un
pleito, aun cuando su conciencia le diga que le entable ó
le sostenga? - --------

Los juicios, pues, de todas clases deben ser breves y


– 340 –

publicos desde el principio al fin, y losjueces, para ser


imparciales, ha de designarlos la suerte poco antes del fallo,
á fin de que, al dar éste, ninguna pasion pueda manchar
su conciencia. Esto no escluye al juez de derecho que ha
instruir las primeras diligencias en lo criminal y luego
ilustrar la mente de los jurados, si estos han menester de
ello respecto de la disposicion legal. ·
En cuanto á los negocios civiles muchoganaria la so
ciedad con que se sometiesen al fallo del jurado cuantos
no escedieran de una cantidad respetable.
Habria así"menos pieitos y menos jueces inamovibles
y estraordinariamente costosos; y si, segun el historiador
romano, donde hay muchas leyes, la república está cor
rompida (corruptissima republica plurimae leges) (1), yo
entiendo prudentemente que donde hay muchos jueces fijos,
la república no está bien gobernada, asi como donde hay
muchos pleitos y estos son largos y costosos, la justicia es
un nombre vano, la paz de las famiiias una mentira y la
sociedad un caos. ,

Por otra parte es indudable que el jurado ilustra, por


que el ciudadano que sabe le puede caber en suerte el juz
gar á otro cíudadano, procura ensanchar el círculo de sus
conocimientos para desempeñar mas dignamente su mision.
¿A qué se debe el que casi todas las naciones civilizadas
ofrezcan enjusta proporcion un número infinitamente ma
yor de lectores de periódicos y obras de todas clases que
la nacion española? Ante todo á la institucion provechosa
del jurado. El jurado tambien moraliza, porque la ilustra
ciones para todos, menos para los fanáticos, sinónima de
moralidad, y la idea sola en un hombre rudo y de costum
y .
(1) Tácito Anales, libro 3.°, 27.
- 341 -
bres dudosas de alternar con otros desconocidos, que pue
den ser de respeto y consideracion, en el ejercicio de lag
augustas funciones de juzgar á un semejante y decidir sobre
su suerte, no puede menos de elevar su alma y llenarla de
dignidad, obrando en él, con mas ó menos fuerza, una revo
lucion bienhechora. ¿Qué no sucederá con el hombre sen
cillo y de honrado corazon?
Pero ya oigo esclamar á los reaccionarios; «¡Cómo! ¡la
vida, e.l honor, la hacienda de los ciudadanos á merced de
unos jurados, ignorantes, tal vez corrompidos, de seguro
tímidos para arrostrar las consecuencias de sus fallos! Si
tal institucion se establece entre nosotros, ya podemos dis->
ponernos á emigrar y buscar asilo, aun cuando sea en
Turquía ó Marruecos. ¿ No vemos todos los dias las mas
escandalosas absoluciones y las mas atroces é injustas con
denas en el vecino pais de Portugal y aun en la misma In
glaterra? La institucion del jurado implicaria aquí la pros
cripcion de la justicia. » , ..;
Inútiles declamaciones, contra las cuales protesta de
consuno la historia de los tribunales así antiguos como mo
dernos. Para un fallo injusto en causas criminales de parte
del jurado, nos ofrecen diez ó mas los tribunales llamados
reales é imperiales de todos los países del mundo. Si Só
crates fuie pondenado á beber la cicuta por una especie de
jurado compuesto de enemigos suyos, el Areopago atenien
se, que no era en resumen mas que un gran jurado, alcan
zó sempiterna y merecida fama por la rectitud en sus fallos,
y si argumento pudiera ser contra el jurado la condenacion
de Sócrates, mayor seria de seguro contra el tribunal de
un solo individuo y aun de varios nombrados jueces por el
poder, la condenacion de Jesucristo, decretada por el pro
curador romano de Judea en su calidad de delegado del
abominable tiran» de Roma y del mundo entonces conocido.
– 342 –

¿Y qué otra cosa que el jurado es lo que San Pablo


quiere ver establecido entre los primeros cristianos, cuando
lleno de indignacion por sus querellas y pleitos, que lle
vaban ante los jueces gentiles, se dirige, como ya tuvimos
ocasion de observar anteriormente, á los de Corinto, y con
su fe verdaderamente apostólica les dice: y si vosotros ha
beis de juzgar el mundo, ¿no seres dignos de itzGAR cosas
De Poouisia Monra? Por tanto, añade el "Apóstol, si lluvie
reis diferencias por cosas del siglo, estableced á los que son
de menor estimacion en la Iglesia PARA juzcARLAs. (1) **
En Roma el pueblo se constituia en jurado para casi
todos los delitos, y hasta el tribunal del prétor, que solo
entendia en las causas de los particulares y de pocáim
portancia, era verdaderamente un jurado por la publicidad,
por la tramitacien sencilla y nada costosa de todos los ne
gocios, por los consejeros del gran majistrado y los jueces
inferiores que le acompañaban en el autonisinio de ejercer
sus funciones, y sobre todo por su nombramiento popular
y anual, que le revestia de una gran independéncia y por
consiguiente de una gran imparcialidad. " º "º"
. Entre nosotros existió cl jurado así para lo civil cónió
para lo criminal durante los siglos medios. Prescindiendo
del antiquísimo y nunca bastante bien elojado tribunal de
aguas de Valencia, el cual no es mas que un jurado, que
ha llegado hasta nosotros y sobsiste y subsistirá, eomo si
fuese una protesta contra la administración tarda, costosa,
é insegura de la justicia en todos los demás asuntos socia
les, nuestros célebres albedríos no son más que los fa llos
dictados en el breve y mas que otro algüño seguro juicio
de iguales, y hasta el nombre de jurados que se conserva
c
—-H, , ,, , , , , , , ,, , ,

() Epístola 1 los cilitios, cap. 6,2 y 4." "º"


– 343 –

con distincion del dejuez en el famoso fuero municipal de


Zamora (Nengun yuizmen yurado non sea osado por pren
der nepor encepará home que obier vália de C. maravedis,
elc.), nos demuestra claramente ta existencia entre nues
tros antepasados de esa institucion sábia y veneranda, que
sin duda sucumbióá los golpes usurpadadores de la altiva
aristocracia, mas adelante humillada y escarnecida por el
poder real. , , , , , , ,, , , , , ,
En Suiza, en Inglaterra y en otros paises el jurado
existe desde hace siglos, habiendose introducido despues
en los Estados Unidos, Bélgica y otras naciones, donde
nadie piensa en remplazarle por tribunales semejantes ó
parecidos á muestros tribunales ord:narios, muchas veces
sujetos á lamentables equivocaciones, otras veces inefica
ces y siempre costosos y temibles. Y si apesar de todo esto,
apesar de los buenos é innegables resultados que el jurado
está dando para la mejor administracion de justicia en di
chos pueblos, tiene enemigos esa institucion en España, es
preciso declarar, que estos consideran hoy á la patria me
nos ilustrada, pero inmensamente menos ilustrada, que lo
estaban Suiza, lnglaterra, Francia, y los Estados Unidos
cuando conquistaron el juicio por iguales ó jurados, lo cual
significa que los enemigos del jurado en España, lo son del
buen nombre, de esta, la ofenden, la ultrajan y la calum
nian á sabiendas: sobre rutinarios despreciables, que se
asustan de cuanto huele áreformas, como si el mundo hu
biese permanecido y debiera permanecer estacionario, son
unos malos españoles: la eonsecuenciano puede ser mas
natural, ni mas lejítima. . .

Yo, por lo que á mítoca, digo con el mas íntimo con


vencimiento: sin jurado no hay posibilidad de una recta
administracion de justicia para lo criminal: sin jurado para
la parte civil, respecto de aquellos asuntos que no sean de
– 344 –

grande entidad, la sociedad no puede verse libre de la


plaga de pleitos que la perturban y desmoralizan, llevando
eternos ódios al seno de las familias y causado la ruina de
millones de ciudadanos laboriosos, por su complicacion,
por sus largos trámites y por su costo inmenso y comun
mente escandaloso. Sime fuera dable, scgun no lo es, á causa
del enlace armónico que hay en los eternos principios de
justicia y consiguiente libertad que profeso, abandonar
unos por poseer otros,yo cederia gustoso algunos políticos
por la preciosa conquista del jurado, con el cual el despo
tismo en lo civil, que es el peor de los despotismos, se hace
de todo punto imposible. Dadme el jurado, y aun existiendo
la pena de muertc, esta negacion elocuente y terrible de
la humana justicia, no me será tan sensible, por la sencilla
razon de que se verá rarísima vez aplicada.
¡La pena de muerte!! Hénos aquí ya en la cuestion de
las cuestiones, que tal es la de la subsistencia ó abolicion
de la pena de muerte, por lo espantable de su solucion en
uno ó en otro sentido, por su trascendencia, por su
estraordinaria magnitud y por el inmensísimo valor que
en sí propia entraña. ¿Qué vale todo lo terreno en compa
racion de la vida del hombre?
Muchos partidarios tiene hoy la abolicion de la pena
de muerte, y todo corazon honrado contempla esto con
gusto, porque ve en ello que las costumbres se han mora
lizado y que por consiguiente la estadística criminal no es
ni con mucho tan espantosa en sus cifras como en los tiem
pos pasados: pedir, y pedir muchos y con insistencia la
abolicion de la pena de muerte, significa en definitiva gran
cultura, mucha civilizacion, menos miedo á los crímenes y
mas afecto á las virtudes de todas clases.
Razones ridículas, argumentaciones sólidas, discursos
floridos y sin fundamento, la miseria por aquí, la igno
" – 345 —

rancia por allá, el terror, la compasion, estos y los otros


afectos, estas y las otros pasiones, recursos oratorios, imá
genes horrendas ó encantadoras, comparaciones brillantes,
poesía de todas clases con su irresistible seduccion, todo se
ha puesto en juego, todo se está poniendo para conseguir
la abolicion de la tremenda pena de muerte. ¡Espectáculo
singular!
Quien, acojiéndose al Decálogo y dirijiéndose á la so
ciedad esclama muy formalmente: ¡no matarás! Pero se
desentiende de que el mismo autor del Decálogo, Moises,
dice tambien: el que maldijere á su padre ó madre, muera
de muerte (1): mueran de muerte el adúltero y adultera (2):
el que se ayuntare con caballería ó res, muera de muerte;
matad tambien la res (3): sacarás al hombre y mujer que
ejecutaron una cosa perversísima a las puertas de tu ciu
dad, y serán apcdreados (4). El no matarás se lo dice Moi
ses á la sociedad; lo demas á los delincuentes.
Quien acude á la inviolabilidad humana, y á nombre
de ésta niega á la sociedad el derecho de imponer penas
de muerte, sin considerar que si la sociedad viola la hu
manidad matando al asesino, este la violó primero matán-
do á un hombre de bien: ¿ó no hubo en este caso viola
cion? ¿ó la inviolabilidad constituye una obligacion de
parte de la sociedad, obligacion que no reza con el asesi
no? ¿A quélahablar
precedido de la inviolabilidad cuando á esta ha
violacion? y.

Otros reclaman la abolicion á nombre de la dignidad


humana, ultrajada, desconocida en el hecho de llevará un

(1) Levítico, cap. 20 ver. 9.


Id. 10.
3) Id. Id. 15.
4) Deuteronómio, cap, 17, ver. 5.
– 346 --

perverso al patíbulo, y no tienen en cuenta que la digni


dad humana está en el reconocimiento á todo asociado de
sus imprescriptibles derechos, nunca en imponer esta ó
la otra pena al protervo, porque en el hecho de serlo y ser
lo en cierto grado, ya puede decirse que no pertenece á la
humanidad, ó que al menos nada afecta ni afectar puede
á esta su indignidad ó deshonra. Cierto que la dignidad
humana está interesada (que no es lo mismo que vilipen
diada ó desconocida) en que un hombre vaya al patíbulo,
pero tambien lo está en que vaya al presidio, y silo me
rece, no tiene otro remedio mas que ir, y vá sin que por
ello esa dignidad social se resienta ni menoscabe en lo
mas mínimo. Si considerais que la sociedad pierde el todo
óparte de su dignidadcuando el criminal vá al patíbulo, de
beis creer que tambien pierde otra parte de esa dignidad
cuando se le echa al presidio, y así no habria mas reme
dio que dejar impunes á los delincuentes: la consecuencia
no puede ser mas lógica. - " .

Otros, enemigos del razonamiento al propio tiempo que


entusiastas de la declamacion, dicen con toda seriedad:
«¿Y quién ha dado facultades á la sociedad para matar,
para crear verdugos, etc.?». Y discurriendo de este modo
hay que contestarles: «pues proscribamos toda penalidad
y, declarando disuelta la sociedad, proclamemos la ley del
mas fuerte, porque, ¿quién dió poder á la sociedad para
echar á presidio, lanzar al destierro, encarcelar, mul
tar, etc., á los criminales?» Idos por otra parte con vues
tros argumentos á las familias de las víctimas, á los deu
dos del infeliztraidoramente asesinado, que ellos os contes
tarán gritando en medio de su inmensísimo dolor: ¿Y
quién dió facultad á ese protervo para privar de la exis
tencia á mi padre amado, á mi hijo querido, á mi madre
ierna é idolatrada?
– 347 –

Otros, por último, amigos de una interminable y enfa


dosa fraseologia, que es la enemiga mas capital de la lógi
ca, ponen en contribucion la ignorancia y sobre todo la
miseria, y tán brillantes y al propio tiempo horrendas pin
turas hacen sobre el hambre y sus consecuencias, para
venir á parar en que de ningun modo deben levantarse pa
tíbulos, que no parece sino que el pueblo tiene obligacion
de arrojarse sobre el fatal tablado, arrancar la víctima de
manos del verdugo, coronarla de flores ó poco menos y,
dándola unas cuantas monedas, decirla con todo enterne
cimiento: «Toma, la miseria te lanzó hácia el crimen; ya
estarás libre de ella; vive, y vive contento y satisfecho para
ser útil á tíy á la sociedad.» Y los que de tales argumen
to se valen, para pedir la abolicion de la pena de muerte,
se olvidan de dos cosas á cual mas evidentes; la primera,
que si bien es cierto que algunos delitos tienen su inmediato
orígen en la miseria y en la ignorancia, tambien lo es que
estas suelen ser hijas de la holganza, y que los mas de
aquellos nacen de pasiones viles y desordenadas; y la se
gunda, que si en ese espantoso catálogo de crímenes, que
deshonra á las naciones, aparecen cometidos los mas por
hombres pobres, es decir, por ignorantes y miserables,
consiste en que los pobres son inmensamente ma yores Gºl
número que los ricos.
Enmedio de todo esto, aparte la declamacion vana é
infecunda, lo mismo que la argumentacion ridícula é in
fundada, el filósofo que con atencion ha estudiado al hom
bre, meditado sobre la historia, leido las teorías de Bec
caría, Bentham, Filangieri, Rossi y otros célebres crimi
nalistas modernos, y fijado su imaginacion en las vicisitudes
prósperas y adversas porque ha pasado la idea de abolir
el patíbulo, hoy en Roma, mañana en Toscana, este dia
en Rusia, el otro en Portugal, Francia, España, etc., ese
— 348 —

filósofo, que discurre sin pasion, que investiga, que inter


roga al pasado, que analiza, que busca el origen del mal
siguiendo á este en sus consecuencias para ver de que se
le apliquen los convenientes remedios, ese hombre que se
eleva á las rejiones superiores de la ciencia, sereno é impar
cial, sin temor ni ódio, sin contemplaciones de ninguna
clase, es el que tiene derecho á mirar desde su altura
cara ácara á la sociedad y con la conciencia de su mision
presentarla para la oportuna resolucion el tremendo pro
blema en el terreno siguiente:
¿Es NECESARIA LA PENA DE MUERTE?
Aquí está la cuestion: todo lo que sea salirse de este
terreno, es salirse de ella. .

¿Es necesaria la pena de muerte...?¿Lo es? pues no


hay mas que aplicarla. ¿No lo es? la sociedad es respon
sable de las vidas que ha hecho y hace quitar en los pa
tíbulos. De intento no decimos si es justa esa pena, porque
aquí la necesidad implicaría en caso la justicia, y vice
versa.
Hemos dicho arriba, que la pena de muerte es la nega
cion elocuente y terrible de la humana justicia, y con esto
nos hemos declarado á priori partidarios de su abolicion
Y en verdad que no es nueva esta opinion en nosotros: la
tenemos manifestada en dos obras, una escrita en 1848 y
49, y otra en 1861 (1). Hoy, habiéndonos propuesto en
este libro tratar de todo lo referente al hombre en sus re
laciones con los demás hombres y con la sociedad, basándolo
todo en la eterna justicia, cuya fuente es Dios, nos consi
deramos doblemente obligados á demostrar de una mane
ra indubitable, si á tanto alcanzan nuestras fuerzas, que la

(1) En la novela humoristica titulada Don Perrondo y en la Demo


erácia, Sorialismo y Comunismo. " .
—"349 –

terrible pena de muerte no es necesaria, y que por lo tan


to procede su proscripcion de todos los códigos. de las na
ciones cultas. -

No hablemos de la pena de muerte por delitos políti


cos. Para nosotros las ejecuciones todas que se han llevado
y que se lleven aun á cabo por causas políticas, no son mas
que asesinatos jurídicos, ya se hagan por el terror revolu
cionario de la Convencion, ya por el terror realista del 15,
ya se llame el ejecutado Diego Leon, ya se llame Martin
Zurbano. Lo que unos tienen por delito, otros lo califican
de heroismo. Yo no quiero cuestionar sobre si es lo uno ó
lo otro: lo que si siento con toda conciencia, porque así
me lo dice la recta razon, es que es atroz y mas que atroz
impía la ley que prescribe la pena de muerte para ese de
lito ó para ese heroismo. ¿Dónde, descendiendo al fondo de
la conciencia y consultándola con fria calma, donde encon
trar la nocion de lo justo para poder decir tranquilamente;
maté á ese hombre porque pude matarle? Jamás he sido juz
gador, ni para los delitos políticos ni para los comunes;
pero lo juro por lo mas sagrado: á haber sido juez y con
denado á muerte por delitos políticos á un semejante, yo
no viviría tranquilo el resto de mis dias, aun cuando la ley
me hubiese autorizado para el tremendo fallo, porque sé
que hay otra ley en el corazon del hombre, ley ineludible
y sagrada, ley superior á todas las leyes humanas, y es la
ley de Dios llamada ley de eterna é inviolable justicia, que
no me autoriza, que no puede autorizarme para mandar
al patíbulo á un delincuente político.
Dejemos, pues, á un lado los delitos políticos, y trate
mos la cuestion en el terreno de los comunes, echando an
tes una ojeada, mas que sea rápida, sobre la que podemos
llamar tristísima historia de la pena de muerte en algunos
pueblos de la antigüedad y contemporáneos.
– 350 –

Siempre que se nos viene á la imaginacion el pueblo


hebreo, por mas que nos aterran algunas páginas de su
historia, encontramos en él respecto de las grandes cues
tiones algo que le hace superior á todos los demas pueblos.
Los judíos tenian, esverdad, la pena de muerte: es cierto
adémas que Moisés la prodigó en estremo contra los deli
tos religiosos, de blasfemia, adulterio, adivinacion etc., ¿pe
ro qué pueblo de la antigüedad la prodigómenos? En cam
bio vemos en los libros del Antiguo Testamento, ademas de
garantizada solemnemente la vida del hijo contra la volun
tad del padre, hasta el estremo de decir á este No n
TENTEs llegar hasta matar á tu hijo (1), la garantía de los
testigos á favor del acusado (2), y reconocido el gran prin
cipio de la justicia igual para todos, inclusos los estran
jeros (3).
Pues si el padre judio no podia matará sus hijos, ni
INTENTAR siquiera el llegar á matarlos, claro es que la dig
nidad humana estaba mas reconocida y respetada en el
pueblo de Israel que lo estuvo en los pueblos mas cultos de
la antigüedad, en Grecia y Roma, en donde los padres pu
dieron disponer durante mucho tiempo de los hijos como
de cosas, y matarles con la misma indiferencia de parte
de la sociedad que si fueran bestias de carga. Y cuando el
".

(1) Salomon. Proverbios, cap. 19, ver. 18. En verdad que, viendo es
to, no comprendemos como Tacito asienta en sus historias líb. V, ha
blando de losjudios, que lo primero que entre ellos se enseñaba era á no
estimará sus padres, hijos y hermanos (parentes, liberos, fratres villia
habere),y mas nos estraña el juicio del historiador romano fijándonos en
el hermoso ver.26, del mismo capítulo delos Proverbios, que dice así:
«quien aflije al padre y ahuyenta á la madre Es INFAME é infeliz.»
(2) «Por el dicho de Dos ó TREs testigos perecerá el que fuese muerto.
A NADIE se le quite la vida siendo UNo sólo el que atestigue oontra él.
Deuteronomio, cap. 17, ver. 6.
(3) Sea 1GDAL la justicia entre vosotros,ya fuese estranjero ya ciu
dadano el que pecare;porque yo soy el Señor Dios vuestro. Levítico,
cap. 24, ver.22. "
— 351 —
padre puede matar al hijo, ¿no es cierto que la pena de
muerte debe prodigarse con una indiferencia atroz? Y don
de no se puede matar al hijo, ni intentar siquiera el hacer
lo, ¿no es «ierto tambien que la dignidad humana se halla
bastante respetada, y que con ello se tiene mucho adelan
tado, sino para proscribir el patíbulo, para hacerle menos
comun?
Evidente es que no estuvo abolida la pena de muerte
en Judea; pero de presumir es tambien que no se aplicó
con tanta frecuencia como en Atenas y en Roma, especial
mente hasta que en el Atica se puso en práctica la lejisla-
cion de Solon, y en la ciudad de Rómulo se promulgaron
primero la ley Valeria concediendo tan solo al pueblo la
facultad de decretar penas capitales, y segundo la ley
Porcia, por la cual se estableció que ningun ciudadano
romano sufriese pena de muerte, conmutándosela por la de
privacion del agua y del fuego, que no era otra que la del
ostrasismo, sufrido por unos fuera de Italia y por otros en
algunas de sus provincias.
Preciso es con todo tener en cuenta que si Roma logró
la ley Porcia, ley bieu pronto violada por Mario y Sila en
sus sangrientos consulados y odiosas dictaduras y (lo que
es mas de estrañar) por el jurisconsulto y guardador de
las leyes Ciceron, cuando la conjuracion de Catilina, no por
eso hay que creer que la pena de muerte por delitos co
munes, estuvo abolida un solo dia entre los dominadores
del mundo: la ley Porcia, que tanto honra al pueblo ro
mano, proscribió la pena de muerte por delitos políticos,
á fin de que el furor de los partidos y el inestinguible odio
entre la aristocracia y la plebe no ensangrentase el terri
torio de la república, pero de ninguna manera la abolió
para los delitos comunes, ya porque la ley de las doce tablas
contra los parricidas y otros grandes delincuentes siempre
— 352 –

estuvo vijente, y ya principalmente porque el criminal


comun romano, que se hacia acreedor á la pena capital,
descendia por medio de una ficcion legal de su rango de
ciudadano á la situacion de esclavo de la pena (servus penae):
en este estado de degradacion iba el delincuente al patí
bulo, poco mas ó menos como iba el ateníense, cuyo nom
bre se borraba del rejistro de los ciudadanos, declarándole
estranjero, para que la república pudiera decir que no
abrigaba en su seno hijos perversos y merecedores de un
afrentoso patíbulo. ¡Hermosas disposiciones ambas, que
indudablemente hablan mucho contra la pena de muerte,
por mas que los que las adoptasen no se atrevieran á pros
cribir el suplicio! -

Pero si los romanos tuvieron la ley Porcia, que salvó


de las garras del verdugo al virtuoso Rutilio y á otros
buenos patriotas, y los atenienses la disposicion laudable
de borrar el nombre de sus reos del registro de los ciuda
danos, disposicion ineficaz para salvar á Sócrates y al gran
Focion, es lo cierto que á nadie le ocurrió en la antigüe
dad pedir la abolicion de la pena de muerte por delitos co
munes. Esta, que bien podemos llamar imperecedera glo
ria, estaba reservada á un italiano del último siglo, al ilus-
tre marqués de Beccaria, quien en su libro titulado Trata
do de los delitos y de las penas, abogó resueltamente
por la proscripcion del patíbulo, que consideródesmorali
zador y de todo punto ineficaz, así en el terreno de la
filosofía, como en el de la historia, sirviéndole de incon
testable argumento para ello el hecho práctico de haber
tenido abolida la emperatriz Isabel de Rusia la pena de
muerte en sus Estados durante el largo período de veinte
años, con evidentes ventajas departe de la administracion
de justicia y de las costumbres del pueblo moscovita.
La aparicion del libro de Beccaria produjo una verda
– 353 -

dera revolucion en el ánimo de todos los pensadores y á


la promulgacion en Toscana de las leyes leopoldinas (1786),
que proscribieron la pena de muerte, siguieron las mani
iestaciones de los pueblos y los conatos de los gobiernos
en pró de la brillante teoría del humanitario criminalista.
Solo ungobierno, elinfame gobierno de Venecia, que vivia
de las acusaciones secretas, es decir, de las delaciones mas
indecentes y de la suspicacia mashorrible, habló por me
dio de sus Tres () contra el libro de Beccaria, prohibién
dole en los Estados de la mal llamada república, bajo
pena de muerte. ¡Exabrupto propio de la tirañía, prodi
gando la pena de muerte, tan solo por poseer el libro que
venia al mundo á quitarla, ó al menos á hacerla infinita
mente mas rara! ¡Alarde inútil de sanguinario y atroz
despotismo! Es lo cierto que, siguiendo lashuellas del ilustre
criminalista italiano, nobles y ardientes partidarios de la
abolicion de la pena capital han elevado su voz en todos
los pueblos cultos de Europa contra el repugnante espec
táculo de los suplicios, y aun cuando no se ha logrado to
davía proscribirlos, se ha conseguido de seguro desacre
ditarlos eu todas partes, aminorarlos en casi todos los paises
y en algunos desterrarlos, si no de los códigos, del terre
no de la práctica, como sucede en Portugal y en varios
cantones suizos, donde, para honra suya, hace ya muchos
años que no se entrega una víctima á ese ente envilecido,
que nosotros no acertamos á tener por hombre de bien
(por la sencilla razon de que vive de matar legalmente á
sus semejantes), llamado verdugo.
Hemos citado á la Rusia y á la Toscana como paises don
de ha estado abolida la pena capital. Pues bien; debemos

(1) Los tres Inquisidores de Estado, que inspiraban miedo al mis


mo Dux.
45
— 354 —
declarar aqui, que desgracíadamente esa pena ha sido res
tablecida en ambos paises; y lo declaramos con toda fran
queza, porque el hecho de tan triste restauracion es el
mayor argumento que acaso presentan los defensores del
patíbulo en apoyo de sus opiniones.
Y en efecto que no hay argumento mas poderoso ge
neralmente que el que se apoya en datos, en hechos prác
ticos en la historia del asunto sometido á discusion. «Si allí
se ha restablecido esa pena, dicen los partidarios de su
mantenimiento, claro es que ha sido porque así lo ha acon-"
sejado la necesidad,pues que hoy no se dan en parte al
guna Calígulas, ni Nerones, ni Domicianos, ni Fócios ni
Viscontis, que se complazcan en ver patíbulos, ni menos en
presenciar los padecimientos y agonía de sus víctimas. El
aumento pavoroso de crímenes, debibo á la semi-impuni
dad de ellos, con motivo de la proscripcion del patíbulo,
ha sido la causa de que se haya éste restablecido allí donde
se desterró. No podeis, pues, hablar los partidarios de la
abolicion. La esperiencia está contra vuestras teorías,fal
samente humanitarias, y cuando la esperiencia habla, las
argumentaciones son enteramente inútiles, porque no pue
den menos de ser capciosas, declamatorias y destituidas
de todo fundamento racional.»
Nosotros contestaremos á estos argumentos al parecer
irrebatibles, diciendo en cuanto á lo primero:¿y de cuándo
acá la restauracion de una cosa pnede probar su bondad
intrínseca?Si así se discurre, es preciso convenir en la
bondad intrínseca de la tiranía, que se levanta despues de
haber sido proscrita y perseguida; en que es justa y con
veniente la segunda tiranía de Dionisio de Siracusa, lo
mismo que la de algunos mónstruos del Bajo Imperio, que
despues de lanzados del trono, lograron encaramarse de
nuevo al poder para tormento y oprobio de la humanidad.
—355 —
En cuanto á lo segundo tenemos que hacer observar que á
nuestro juicio el restablecimiento de la pena de muerte en
Rusia no reconoce otro fundamento que el bárbaro despo
tismo que pesa sobre aquel pais; así como en la Toscana,
no puede atribuirse á otra causa que á la maléficainfluen
cia tudesca, que hasta nuestros dias deshonró esa hermosa
parte de Italia,influencia que, como toda influencia estra
ña, no podia sostenerse sin víctimas, mas que ella las se
ñalase indirectamente á sus satélites, condecorados con el
falso título de grandes duques soberanos. Y donde una po
lítica estraña, suspicaz y cruel necesita víctimas políticas;
donde con un soberano de humanitarios sentimientos, como
en verdad lo fué Leopoldo de Lorena, entra en ltalia un
cetro boreal, inexorable, duro, segun predijo el poeta Al
fieri en su famoso soneto (1), ¿cómo es posible que se res
pete la vida de un criminal comun, si no se va á respetar
la de un hombre político? Allí donde se derrame la sángre
humana por opiniones políticas, no puede economizarse la
del ladron, incendiario ú asesino, porque esto haria de todo
punto insostenible la tiranía. .
Pero ya estiempo de probar la ineficacia y con esto lo
innecesaria que es la pena de muerte.
Un hombre roba, viola, incendia, asesina. La sociedad
debe castigarle; tiene un derecho indisputable á ello.
Pero al hacerlo ¿ha de de tener presente la sociedad el de
lito y el delincuente, nada mas que para execrar aquel
por execrarle, y para decir á éste, te mato porque mataste,
le lanzo al presidio porque robaste, te atormento y martirizo
porque incendiaste, violaste, etc? Eso seria una venganza, y
la sociedad es ante todo en su existencia la negacion de la
venganza. Los Aquiles y Patroclos, los Páris y los Hécto
(1) Boreal scetro, inesorabili, duro, etc.
– 356 –

res no caben mas que en sociedades pintadas por Homeros,


como no caben mas que en trajedias escritas por Eurípi
des,Sénecas y otros dramaturgos, los Orestes y Clitem
nestras, los Jasones y Medéas con sus pasiones descomuna
les, desordenadas y terribles.
¿Que debe buscar ante todola sociedad al castigar á un
malvado?
Iudemnizacion.
Escarmiento.
Ejemplaridad.
Indemnizacion para la sociedad y para la víctima del
per verso, escarmiento para éste, egemplaridad para los
demás.
Sabemos que las penas deben ser múltiples; deben
comprender una inmensa escala; deben llenar el cometido
que decia Horacio respecto de las enfermedades y los re
medios (1); pero no deben ser crueles, porque la crueldad
es antitética á la justicia y es casi sinónima de venganza.
La sociedad no obra á nombre del interés particular mas
qne secundariamente; lo hace á nombre de los intereses
generales, y por eso no puede ser cruel nivengativa; tiene
que ser imparcial, justa y previsora.
¿Y qué busca la sociedad cuando decreta que desapa
rezca un hombre de su seno?Porque es preciso que busque
alguna cosa, mas que no la encuentre; que vaya tras de
algo, aunque no lo halle, y nosotros la hacemos la justicia
de que lo busca, de que va tras de ello con la mejor
buena fe. -

(1) Sicut et variant morbi, variabimus artes;


Mille mali species, mille salutis erunt.
Segun son varias las enfermedades así deben ser varios los re
mcdios para curarlas: hay mil clases de males, que hay que combatirlos
con miles de especies salutíferas.
— 357 —
¿Pero va Iras de los tres grandes objetos arriba dichos,
sin los cuales toda pena, (no solamente la de muerte) es
injusta y por lo tanto innecesaria? Lo que á nosotros cor
responde contestar á la anterior pregunta es que, aun cuan
do vaya tras de esos grandes objetos, al aplicar la pena de
muerte, no los encuentra ni encontrarlos puede, porque
al querer lograrlo, tropieza en el órden moral con un fan
tasma que se llama nada, quedándose en cambio en el ór
den físico con un cuerpo triturado é inerte que se llama
pura y simplemente un ajusticiado.
No encuentra la indemnizacion, porque ese ajusticiado
no puede indemnizar á la sociedad ni á sus víctimas.
No encuentra el escarmiento, porque el cadáver es. . .
cadáver, es decir, polvo vil, y ese polvo de nada es ya sus
ceptible.
No encuentra ejemplaridad, porque el protervo, sino
se rie del patíbulo, que presenta á su imaginacion un ins
tante pavoroso y horripilante, tal vez en cambio de largos
años de goces, de seguro le prefiere á una vida solitaria,
triste, de miseria, de trabajos, sin amigos, sin familia, sin
afecciones de ninguna clase, horrible, por todos lados de
sesperante, por todos los estilos espantosa; y aquí y no en
la pena de muerte, aquí y no en el suplicio, convertido no
pocas veces en indecente espectáculo por la animacion
feroz y nada caritativa de las turbas conglomeradas al
presenciarle, aquí y no en la horca, el garrote, el fusila
miento, la guillotina (previo el correspondiente sistema
penitenciario, que no se establece porque no se quiere),
es donde únicamente hay que buscar, porque es donde
únicamente se encuentran esos tres grandes objetos, que
constituyen la lejitimidad y la precision de todas las penas.
Pues sino encuentrala sociedad con la pena de muerte,
ni indemnizacion, ni escarmiento ni ejemplaridad, es inne-
— 358 –

cesaria y como tal debe proscribirse, debe borrarse de


todos los códigos modernos.
Dicen los partidarios de la pena de muerte: muera por
que mató: quien á hierro mata á hierro debe morir. ¡Estú
pido lenguaje! ¡Necio modo de discurrir! Segun él la ley
del Talion en todo seria la ley sábia y justa por escelencia:
ojo por ojo; diente por diente. Vienen por otro lado los fi
lántropos y dicen: no mataras: y bastaria para hacerles ca
llar la naturalísima pregunta de ¿y porque mató él?Yvienen
los declamadorés con la horrible miseria y la crasa y la
mentable ignorancia, enjendradoras de todos los crímenes,
causantes de todas las desgracias sociales, protestas vivas
contra el odioso patíbulo, porque sin ellas este hubiera des
aparecido hace siglos;ysobra para hacerles enmudecer con
contestarles: ¿y la holganza? ¿y los vicios, hijos de ella? ¿y
esos riquísimos duques envcnenadores?¿y esas elegantísimas
marquesas, fraguadoras de infernales planes contra la vida
de sus esposos, por satisfacer una violenta y criminalpasion?
Nosotros nos dirijimos sencillamente á la sociedady la de
cimos: -

«El hombre que mandas al patíbulo, ¿te indemniza de


los perjuicios que te ha ocasionado, indemnizando al propio
tiempo á la familia de su víctima, escarmienta en propia
cabeza, y sirve de escarmiento áotros al morirtrágica éin
famemente? En otros términos: ¿produce esos resultados la
pena de mnerte? no. Pues si no les produce, es innecesaria,
y siendo innecesaria, es injusta, y siendo injusta no debe
en manera alguna aplicarse.»
Aislad al que hoy aplicais el patíbulo como correctivo
para futuros crímenes, y aisladle en una prision especial,
donde la pena que sufra sea igual á sus delitos, donde se
graduen estos por medio de una escala dilatada, para que
tengan sus justos padecimientos, porque asícomo ahora es
– 359 –

hasta inícuo que se ahorque lo mismo al que esá un tiempo


robador, violador y asesino reincidente, que al que es sim
plemente asesino, como lo es el igualar con el garrote al
que mata por venganza que al que lo hace por el gusto de
asesinar, al infame parricida que al engañado y vendido
amante, será justo, equitativo y sobre manera ejemplar
que el recluso sufra con arreglo á lo que hizo padecer,
que purgue conforme á lo que deba, quesea tratado segun
y como sus delitos merezcan. Esto, sobre que seria imitar
en lo posible á la justicia divina, daria inmensos y ventajo
sísimos resultados para disminuir la criminalidad. No aterra,
ni con mucho, la actual pena de muerte á los malvados
como una reclusion perpétua, convenientemente dispuesta,
justa y equitativamente aplicada segun las diversísimas
circunstancias de los delincuentes.
Es preciso que sepa la sociedad y tenga siempre ante
su vista, ó mejor, es preciso que lo tengan los malos, para
que la sola idea de ello les separe de la carrera del crí
men que, abolida la pena de muerte por innecesaria y de
cualquier modo inmensamente menos eficaz que la de reclu
síon con un buen sistema penal penitenciario, pesa sobre
la cabeza del réprobo como una losa de plomo el tremendo
lasciate ogni speranza del Infierno del Dante, y que para
aquel desventurado ya no hay amigos, ni parientes, nigo
ces, ni objetos amados, ni dulces afectos de ninguna clase,
sino espantosa é inacabable soledad, tristísimo aislamiento,
trabajo para indemnizar, dolores para purgar, recuerdos
para padecery conciencia para sufrir. -

Todo eso, sobre mas espantable, es mucho mas eficaz,


inmensamente mas ejemplar que el ominoso tablado, donde
el repugnante verdugo sacrifica una víctima humana con
el aparato éincidencias de un lamentabilísimo y desmora
lizador espectáculo. Y si eso produce mejor resultado, si
– 360 —

eso llena mejor los grandes objetos de las penas, claro es


que la de muerte es innecesaria. -

Lo es, y porque lo es, se hace precisa su desaparicion.


Lo es, y porque lo es, se hace urgente el que no des
dore por mas tiempo los códigos de los pueblos cultos.
Lo es, y porque lo es, deben trabajar todos los hom
bres pensadores porque no deshonre á la sociedad, por
que no deshonre á la humanidad entera.
¿Qué diriais de un padre, que para correjir una falta
de su hijo, grave si se quiere, le aplicára un castigo tan
atroz, que le hiciese perder un brazo? Que era un bárbaro.
¿Y qué diriais del maestro ópedagogo que, prevalido
de su autoridad de tal contra un niño travieso, en vez de
dirijirle por el camino del bien, imponiéndole un castigo
que le sirviera á él de escarmiento y á sus compañeros de
ejemplo para no pecar, le azotára cruel é innecesaria
mente?Que cuando menos era un estúpido.
Pues muy semejante á ese padre es la sociedad, apli
cando innecesariamente lapena de muerte.
Pues muy semejante á ese pedagogo es la sociedad, le
vantando patíbulos, sin censeguir con ellosindemnizacion,
escarmiento ni ejemplaridad, es decir, sin necesidad de le
vantarlos.
¡Que se fijen todos los pensadores en lo INNECESARIA
que es la pena de muerte! El dia en que tal convencimien
to se abrigue, esa pena desaparecerá, y será el dia mas
bendito de todos los siglos.
CAPITUL0) XXX.

La Iglesia libre dentro del Estado libre.

La Iglesia debe ser enteramente libre, para funcionar


con la mas absoluta independencia dentro del Estado,
tambien de todo punto libre éindependiente.
Hé ahí la formula que envuelve la doctrina mascon
forme á lastradiciones de la Iglesia, mas ajustada al Evan
gelio y mas conveniente á la sociedad.
Yhé ahí tambien, á virtud de esa fórmula, á los con
sabidos innovadores en campaña, demandando el premio
de la invencion con la misma frescura que si hubiesen idea
do un ingenioso aparato para dar direccion invariable á
los globos aereostáticos. -

La Iglesia libre dentro del Estado libre no es una ban


dera que enarbolase hombre alguno del próximo pasado
siglo; ni es tampoco de Lutero, ni de Erasmo, ni de Enri
que VIII, ni de Calvino, ni de los revolucionarios de hoy,
ni de los de ayer, ni por último de los neo-católicos que
en Francia vuelven al parecer su espalda al pasado. Esa
bandera la levantó en su tiempo nada menos que un Papa.
Asustado Pascual II de los pasos que hacia poco tiempo
acabára de dar Gregorio Vll, ençaminados nada menos
que á la dominacion universal, quiso que la Iglesia fuese
libre é independiente, pobre y plebeya, como la estatuyó
Jesucristo; y si no lo consiguió, debióse esto única y esclu
sivamente á lo calamitoso de los tiempos, que calamitosos é
infelices fueron los primeros años siglo XII, en que
— 362 —
aquel buen Papa tuvo que abandonar su pensamiento, cali
ficado por algunos obispos y clérigos hasta de sacrílego y
herético. Por lo demás esa bandera es la misma bajo la
cual nació y se desarrolló la religion cristiana, esto es, la
Iglesia, quevivió durante los primeros siglos con las ofren
dasvoluntarias de los fieles, libre éindependiente de todo
punto, porque libre éindependientemente se manejó en su
gobierno, aun durante las inícuas y atroces persecuciones
de algunos emperadores romanos.
¿Pero qué es, qué significa la frase esa de la Iglesia
libre dentro del Estado libre? Porque es preciso hablar con
claridad, no dar tortura al pensamiento, no ser hipócritas,
en una palabra. Que nos quieran ó nos aborrezcan, diga
mos la verdad sin ambajes ni rodeos, con toda franqueza y
solo por amor á esa misma verdad. Lo contrario es propio
de almas bajas: por fortuna la nuestra no lo es, y el que
haya de amarnos ó aborrecernos, hágalo por lo que diga
mos, no por lo que dejemos de decir, envolviéndonos en
sutilezas metafísicas, ó en una vana, insustancial y empa
lagosa palabrería.
Antes de contestar á la anterior pregunta necesitamos
decir, que nosotros ni queremos ni podemos mezclarnos en
cosa alguna que se roce con el dogma, ni con las prescrip
ciones de la Iglesia en materias religiosas. No es esanues
tra incumbencia, ni es ese nuestro gusto, ni el asunto que
vamos á ventilar en este capítulo tiene que ver con otra
cosa mas que con la libertad omnímoda, amplísima, abso
luta, en que debe vivir la Iglesia, sin que el poderpúblico,
sin que el gobierno de la sociedad intervenga en nada que
pueda menoscabar esa libertad, perturbarla ni ofenderla.
Somos aquí hombres meramentes políticos, que desde nues
tro campo queremos para la Iglesia la misma libertad de
accion, la misma independencia, si no mayores, que las
- 363 -
que puedan desearla los que se llaman sus mas sumisos y
mejores hijos.
Ahora bien: la Iglesia libre dentro del Estado libre sig
nifica que este ha de dejar á aquella que se gobierne con
toda libertad, que funcione con absoluta independencia
del Estado, porque este es generalmente un mal tutor para
todo; que ella se defienda con sus invencibles armas, no
que el Estado la defienda á sangre y fuego contra las pres
cripciones de su fundador; que ella viva por su propia vir
tud, no por la que la preste el Estado cual si fuera menor
de edad ó necesitada; que ella se dé leyes, se dicte reglas,
se rija como la convenga y crea justo, sin que el poder ci
vil se mezcle en nada, absolutamente en nada de cuanto •
la concierna, y que como consecuencia lójiea, natural é in
declinable de todo ello el Estado no sufrague el presupues
te del culto ni el del clero, sino que la Iglesia viva como
cuando nació, como cuando se hizo primero adolescente y
luego universal por su virtud intrínseca y los trabajos admi
rables de los apóstoles y santos padres, como enlos prime
ros siglos del cristianismo, como la queria Pascual II poco
tiempo despues de Gregorio VII, como la fundó, en fin,
Jesucristo, esto es, que viva con las ofrendas de los fieles y
demás recursos que tenga á bien decretar en el uso lejíti-
mo de su libérrima gobernacion.
Bajo el último punto de vista la cuestion que estamos
examinando es pura y simplemente una cuestion económi
ca; bajo el punto de vista de la libertad es de esplendor y
de dignidad paia la Iglesia; pero nunca será bajo todos
los demás aspectos que quiera mirársela una cuestion re-
lijiosa, aun cuando lo contrario digan las gentes preocu
padas y fanáticas, con quienes desgraciadamente no rezan
ni la recta razon ni la sana filosofía, y con quienes nosotros
no hablamos, porque jamás se dirije el que de buena fe
– 364 –

busca la verdad al que con deliberado propósito cierra los


ojos para nover sus resplandores.
Y en efecto. La Iglesia poseesu dogma, sus prácticas,
su disciplina, su gerarquía y su réjimen interior, sobre
todo lo cual el Estado no tiene el mas pequeño derecho á
intervenir, porque intervencion significa coaccion, signi
fica sometimiento, y este es la servidumbre mas ó menos
dura, pero siempre servidumbre, que la religion rechaza,
porque no reconoce como tal religion ningun superior en
la tierra. Todo aquello en que la Iglesia interviene, todo
cuanto abarca es referente á las cosas de la otra vida, y
nada debe importarle al Estado que funcione en ese ter
reno con la mas ámplia libertad. Que quiere predicar,
justo es que predique; que quiere instruir, justo es que
instruya; que quiere moralizar, justo es que moralice; que
quiere propagar, justo es que propague.Si viene de Roma
una Encíclica, que corra por el universo mundosin ningun
obstáculo, sin ningun impedimento, sin ningun exequatur:
siun obispo quiere censurar un libro que le parece con
trario á la religion, á la moralidad ó á las buenas cos
tumbres y lanzar sobre él el anatema de la Iglesia, está en
su pleno derecho al hacerlo, como lo está el último de los
presbíteros dando desde la cátedra del Espíritu Santo tras
de los vicios, tras de la impiedad, tras de la irreligion,
tras del indiferentismo y tras de todo lo que en su concep
to aparte al pueblo de la senda de la salvacion: siun con
cilio provincial decreta estas y las otras disposiciones, estas
y lás otras penas espirituales para los fieles pecadores,
dentro de sus facultades obra al estatuirlas: si un sínodo,
si un simple cabildo reglamentan de esta ó de la otra ma
nera los derechos de estola y pié de altar y demás emolu
mentos por servicios relijiosos, con plenísima justicia y
sobrada razon han podido hacerlo, porque como dice el
– 365 —

Evangelio dignus est mercenarius mercede stia, y el que


sirve al altarjusto es que vivá del altar.
La Iglesia es ya, valiéndonos de una espresion vulgar,
mayor de edad; y si nació y se desarrolló contra los apa
sionados juicios y calumnias de los mejores escritores pa
ganos, que calificaban de supersticion perniciosa (eavitiabi
lis superstitio) (1) la santa doctrina del Crucificado, y en
medio de las atroces persecuciones de los emperadores ro
manos ¿quién duda que puede hoy vivir libre, indepen
diente, por su propia virtud, sin que el Estado la ayude
para someterla á él, sin que el poder civil la dé la mano
para su sustento material, á cambio de reglamentarla, en
torpeciéndola su marcha regular y armónica?
El tiempo no trascurre en vano,y lo que ayer parecia,
siendo intrínsecamente bueno, una abominacioná espíritus
rectos y timoratos, hoy les parece una magnífica conquista,
así como lo que ha poco parecia, si no lícito, disculpable,
á espíritus desgraciadamente estraviados, en la actualidad
lo rechaza como abominable, además de innecesario, el
pueblo en masa. La Iglesia libre dentro del Estado lubre es
hoy el bello ideal de no pocos católicos ilustrados, que co
nocen á fondo el valor intrínseco de la religion. El que hoy
quisiera traer sobre la España las sangrientas persecucio
nes que se desarrollaron contra el clero en 1833, empren
deria una obra, sobre injusta, en estremo insensata y hasta
ridícula por lo irrealizable. .

Es un hecho que la revolucion del 33 venia persiguien


do casi de contínuo y á veces matando al clero español.
Yo no desciendo aquí á examinar las causas de ese curso
lamentabilísimo de la revolucion: lo que hago es alegrar
me de la desaparicion de esas causas y de ver que no se

(1) Tácito. Anales, libro 15, 44.


– 366 –

reproducirán, merced á la opinion, si no doninante, en


vias de serlo, sobre la completa libertad é independencia
de la Iglesia: esto significa que la revolucion de hoy viene
predicando la paz y la libertad, así para la Iglesia como
para el Estado. Diferencia de la revolucion en 1833 á la
revolucion de 1863: que en el primer período era atrope
lladora luchando, y en el segundo espacífica y bienhecho
ra convenciendo.
¿Y qué mas puede querer un buen cristiano que la li
bertad de la Iglesia dentro del Estado, libre á su vez? ¿qué
otra cosa mas importante á la par que necesaria pueden
desear los católicos ilustrados y sinceros? Yo bien sé que
se levantarán algunas voces interesadas como, por susten
tar esta misma opinion, se han levantado recientemente
contra un célebre escritor francés contemporáneo (1), pre
tendiendo, aunque en vano, confundir lo temporal con lo
celeste, lo humano con lo divino, queriendo hacer cuestion
relijiosa la que no lo es, descendiendo al terreno de las
intenciones cuando el asunto no se presta mas que al de la
controversia razonada y prudente; pero á esos séres pre
ocupados, á esos espíritus superficiales y rutinarios, óá esos
nuevos fariseos, les diriamos nosotros: ¿No quereis la
Iglesia libre?pues no quereis su absoluta dignidad ni su
mayor esplendor. ¿No quereis la Jglesia libre, viviendo su
vida propia, vida brillante cual ya la tuvo, vida gloriosa
cual fue la de los primeros siglos del cristianismo hasta
que este se hizo universal, vida regular, armónica y la mas
segura con su gobierno de todo punto independiente, con
su disciplina, con sus leyes basadas siempre en la justicia,
con sus premios y sus penas espirituales para consuelo del
bueno y escarmiento del malo? Pues no quereis vivir ni

(1) Montalembert
– 367 --

con el espíritu ni con la historia del cristianismo, y no


queriendo esto, no os llameis defensores de la religion;
llamaos sus impostores; no os llameis sus ensalzadores y
glorificadores; llamaos sus inquisidores.
De todo punto conforme, enteramente hermanada se
halla, porque ese esy siempre ha sido el espíritu del cris
tianismo, la máxima humana de la lglesia libre dentro dei
Estado libre con la máxima divina de dad á Dios lo que es
de Dios y al César lo que es del César; á Dios, que es la re
presentacion magnífica de la eterna vida, su Iglesia libre,
independiente, soberana, así digna, así inmensamente pura,
así infinitamente gloriosa, llenando con la predicacion, con
el ejemplo, con su mansedumbre, con su paciencia, con su
sabiduría, con sus virtudes todas su elevada y sacratisíma
mision; al César, que es la miserable representacion de
esta vida terrenal, es decir, á la sociedad civil, su gobier
no libre, mas ó menos perfecto, de todo punto perfecto si
posible fuera tenerle,pero noinvasor respecto de la Iglesia»
no tutorde ella, no protectorinteresado y como tal exi
jente, no perturbador de su marcha, siempre justa, siem
pre persuasiva y humilde en la humildad que quiere el
Señor; atrayendo los corazones, ganando las voluntades,
conquistando las conciencias y dirijiéndolas por el camino
de la perenal salvacion.
«¡Cómo! esclamarán los partidarios de la esclavitud de
la Iglesia: aparentando defender la libertad de esta y su ma
yor gloria y esplendor concluyes por privarla de los re
cursos indispensables para funcionar libremente; conclu
yes por negarla los medios que, sino la proporcionan, al
menos aumentan ese esplendor y esa gloria; concluyes por
quererla huérfana, aislada, pobre, . . débil , quebrantada,
inerme, entregada á sus enemigos, espuesta á los embates
revolucionarios, á los ataques de la impiedad y á las iras
– 368 –

de los protervos: en práctica esa máxima absurda de la Igle


sia libre dentro del Estado libre, aquella severia sin reme
dio hondamente perturbada, inicuamente combatida, hor
rosamente desamparada, y la miseria, el abandono y tal
vez el desprecio de sus ministros serian la consecuencia
natural y lamentable de esa libertad que tanto y acaso con
segunda intencion nos ensalzas.»
Si desgraciadamente no conoceis el poder de la liber
tad, tendriamos que contestarles, no hableis de ella; si no
conoceis el valor intrínseco de la religion, no os llameis
nunca sus defensores; si no habeis estudiado la historia de
ella, no formeis juicios temerarios, infundados ó calumnio
sos. ¿Dudais del valor intrínseco, inmenso, incontrastable
de la religion? Teneis poca fe en ella, sois malos cristia
nos, y Jesucristo mas que á los discutidores y á los sábios
quiere los hombres de fe (1). ¿Creeis que con la libertad y
su completa independencia del Estado puede sucumbir la
lglesia? Esta seria una creencia impía, porque la misma
religion dice: y las puertos del infierno no prevalecerán
contra la lglesia (2). ¿Juzgais que con esa libertad y esa
independencia se ha de menoscabar la pureza del dogma?
Esejuicio seria hasta blasfemo, porque el dogma es impe
recedero, porque es eterna su virtud, y nada pueden in

(1) Y se llegaron á el sus discípulos y le dispertaron dieiendo: Se


ñor, sálvanos, que perecemos,
YJesus les dice. ¿Qué temeis, hombres de poca fe? Y levantándose
al punto, mandó á los vientos y á la mar, y se siguió una grande bo
I13. IlZal,

Evangelio de San Mateo, cap. 8, vs. 25 y 26.


Mas siendo el viento recie,tuvo miedo (San Pedro)y como empezase
á hundirse, dió voces diciendo: valedme, Señor.
Y luego estendiendo Jesus la mano, trabó de él y le dijo. Hombre
de poca fe ¿por qué dudaste?
vang. de San Mateo, cap. 14, vs. 30 y 31.
(2) Evangelio de San Mateo, cap, 16, v. 48.
— 369 —
fluir sobre él, ni los bienes terrenales ni cuanto concierne
á este mundo de decepciones y miserias.
La Iglesia vivió libre é independiente, pero pobre, po-
brísima en tiempo de los Apóstoles; vivió libre é indepen
diente, pero pobre, pobrísima en las catacumbas: vivió li
bre é independiente, pero pobre, pobrísima cuando se hizo
universal, y vivió libre, independiente, pobre, pero que
rida y acaso mas respetada que nunca en los tiempos de
los Ambrosios y de los San Gregorios grandes. Y en todas
estas épocas, sin embargo de su pobreza y apesar de las
bárbaras persecuciones decretadas contra ella por los
mónstruos coronados, llamados Tiberios, Nerones y Dio-
clecianos, la Iglesia, libre en su gobierno interior, dueña
absoluta de su disciplina, independiente de todo punto del
' poder civil, plebeya hasta el estremo de elevar por el su
fragio universal á sus puestos mas importantes á los hom
bres mas beneméritos sin preguntarles por su nacimiento,
ni exigirlos otros títulos que su virtud, justiciera sin con
sideraciones humanas, hasta el caso de negar un San Am
brosio la entrada en el templo, interin no hiciese peniten
cia de sus pecados, á todo un emperador (1), valerosa y
heróica hasta el punto de salvar por medio del gran San
Leon la capital del mundo del furor de Atila y de sushun-
nos, la Iglesia decimos, vivio é instaló su gobierno en el
corazon del imperio; vivió y brilló confundiendo con su
voz al ridículo paganismo en los centros de la antigua ci
vilizacion, en Atenas y Corinto, en Alejandría y Antioquía;
vivió y brilló en todas partea, bajo todas las latitudes y
bajo todos los climas con un esplendor magnífico, con el
esplendor de la caridad y de todas las virtudes; vivió y

(1) Teodosio.
47
– 370 –

brilló de la manera mas admirable, logrando estenderse


por todo el universo entonces conocido.
Pues si en esas épocas vivió y creció hasta hacerse
universal, siendo pobre pero independiente y libre,¿cómo
no se ha de sostener hoy con su libertad é independencia?
¿cómo sus ministros han de perecer? ¿cómo han de venir
sobre ellos la miseria ni las privaciones? Es una verdad
inconcusa, inaccesible solo á los espíritus poco ilustrados,
que la Iglesia con su libertad é independencia, no será ya
pobre, porque la necesidad de la relijion, prescindiendo de
su virtud intrínseca, tiene que ahuyentar de ella la pobreza.
De nada sirven las declamaciones y argumentos de losque
se llaman despreocupados para arrancar del corazon de
un pueblo los sentimientos relijiosos: tras de la Convencion
está un primer cónsul, como tras del descreido estará
siempre y en mayor número el creyente, porque sin creen
cias el corazon se encuentra marchito, helado, completa
mente seco; y siendo esto cierto, los ministros del culto
vivirán siempre y con la decencia debida del altar, pues
to que sirven y servirán al altar ¿Acasoperece, ni se me
noscaba la Iglesia católica inglesa, ni viven sus ministros
en una pobreza indecorosa porque allí el Estado, intole
rante y fanático, nada lesdá paradárselo todo á su soberbio
clero protestante? ¿acaso la Iglesia no vive material
mente con desahogo y brilla por sus virtudes en los Esta
dos Unidos, eso que elgobierno no la dámas que su liber
tad éindependencia, realizándose en aquella importantísima
parte de América la máxima de la Iglesia libre dentro del
Estado libre? ¿acaso en las antiguas colonias inglesas no
sostíene con decoro la creencia piadosa de los fieles su
clero parroquial con sus obispos, no levanta soberbios tem
plos, hermosas capillas, magníficas catedrales, etc.? Y si
nos es permitido comparar la parte con el todo, ¿no vive
– 371 –

entre nosotros y en casi todas las naciones del globo libre


é independiente respecto del Estado, por su propia virtud,
con sus peculiares recursos, la compañía de Jesus, á la cual
ningun partidario sincero de la libertad puede querer mal
por esa razon?
La lglesia puedevivir y vivirá con mas desahogo que
hoy respecto del culto y del material mantenimiento de sus
ministros con su libertad é independencia, con su discipli
na, con sus recursos, que sean los que quieran (y nunca se
rán agenos á la justicia) puede ella proporcionarse en el
uso lejítimo éindisputable de su gobernacion interior. El
Estado libre no solo la respeta sino que la ampara su liber
tad é independencia. No necesita mas la Iglesia para vivir,
y vivir llenando magníficamente su divina mision. Si la
Iglesia se ha despojado de algunas de sus galas mundana
les, de algunos de sus privilegios terrenales, obtenidos á
cambio de estar en mas ó en menos sometida al poder civil,
debe desprenderse de los que la restan y llegar así al tér
mino de la gloria, declarándose desligada de aquel en cuan
to concierna á lo temporal, esto es, á intereses de este
mundo y recobrando así su soberana libertad y su absoluta
independencia, en la firmísima seguridad de que con ellas
será mas rica, mas respetada y mas querida que en la de
pendencia del Estado. Este es un tutor nada desinteresado,
y la lglesia no necesita de tutores, pues ha vivido, puede
vivir y vivirá en el lleno de su dignidad y esplendor por
su dogma, por sus doctrinas, por su virtud intrínseca.
El que dude de esto ofende á la Iglesia, ofende á la re
ligion, y con ningunas palabras se le puede contestar mejor
que con las ya referidas de Jesucristo á San Pedro: Hom
bre de poca fé ¿por qué dudaste? El que dude de esto, el
que desconfie del porvenir de la Iglesia, el que en una pa
labra, en la espectacion de verla libre y no retribuida por
– 372 —

el Estado, sea hombre de poca fé, segun la espresion deJe


sucristo, ese duda de la virtud inmensa, poderosa, incon
trastable de la relijion y,verdadero comerciante antes que
cristiano, la somete á una miserable cuestion de números.
¡Cómo! Siendo innato el sentimiento de adoracion al
Ser Supremo en el corazon del hombre, ¿há lugar á poner
en duda la existencia de la relijion, porque no la subven
cione el Estado á costa de una dependencia mas ó menos
humillante? ¿Serán menos necesarios los médicos del alma
que los del cuerpo? ¿Estará. la medicina boyante y cada
dia mas buscada por mas necesitada, y no lo estará la re
lijion? ¿Quién va á mudar el corazon del hombre? ¿Quién
va á desnaturalizar su ser? ¿Quién le va á dar los consuelos
qne úNICAMIENTE da la relijion en medio de las miserias y
tribulaciones inseparables de esta vida, ya se esté en la
pobreza, ya en la medianía, ya en la opulencia? No solo es
locura, es crímen relijioso el creer que la Iglesia no puede
vivir decorosa, digna y hasta esplendentemente con su li
bertad y con su independencia. -

Podrán darse, al menos en la apariencia, verdaderos


ateos: lo que no se ha dado ni se dará jamás es un pueblo
sin relijion;y no dándose un pueblo sin relijion, no puede
perecer esta; y no pereciendo esta, no pueden perecer los
ministros; y no pudiendo perecer ni la relijion ni sus mi
nistros, claro es que la libertad y la independencia de la
Iglesia, lejos de perjudicar la tienen que enaltecerla y dig
nificarla en sus formas esteriores, ya que en su dogma no
necesite de dignificaciones ni enaltecimientos de ninguna
clase, porque la líbertad nunca perjudica á lo que es ver
dadero, porque la independencia ennoblece siempre, así al
hombre como á las instituciones, porque la libertad y la
independencia son ausiliares naturales de la ilustracion y
productoras infalibles de todo lo sublime y de todo logran
– 373 –

de para confundir á todo lo pequeño, á todo lo miserable,


á todo lo despreciable óprotervo. -

A los que llamándose católicos, queriendo pasar por


ilustrados y sabiendo la historia de la Iglesia y su actual
situacion en Inglaterra, EstadosUnidos y otras partes, se
asustan de verla libre dentro del Estado libre, porqueven
ó aparentan ver consecuencias desastrosas así para el culto
como para sus ministros, es preciso estrecharlos en el cír
culo en que ellosse colocan y preguntarles sin ambajes ni
rodeos:
¿Qué es lo que quereis? Tras de que vais, llamandoos
los mejores, tal vez los únicos buenos católicos y rechazan
do la libertad y completa independencia de la Iglesia ca
tólica?
¿Quereis los bienes terrenales, ó los de la otra vida?
Sepamos vuestros deseos, conozcamos á fondo vuestras as
piraciones. -

¿Quereis la intolerancia? No la quiere la religion. Apa


centad la grey de Dios, no por fuerza, sino por voluntad,
segun Dios (1), -

¿Quereis las persecuciones? Las abomina el Evangelio.


Y si no oyere á la Iglesia, abandónale, teniéndole por un
gentil y un publicano (2).
¿Quereis la imposicion? El cristianismo la rechaza,
porque todo es caridad y mansedumbre, persuasion y dul
zura hasta para sus enemigos y perseguidores. Bendecid á
vuestros perseguidores, bendecidles y no les maldigais (3).
¿Quereis el interés, posponiendo á él el mayor esplen
dor de la Iglesia totalmente libre é independiente? La re

(1) Epístola de San Pedro, cap. 5, v.2.


(2) San Mateo, cap. 18,v.27.
(3) Epístola de San Pablo á los romanos, cap. 12, v. 14.
– 374 –

lijion quiere lo contrario. Teniendo cuidado de ella (lagrey


de Dios) no por amor de veaconzosA GANANCIA sino de
grado (1).
Pero si quereis la intolerancia en vez de la voluntad
libre, las persecuciones en vez del abandono despues del
consejo, la imposicion en vez de la persuasion, el interés
en vez de la pureza, no quereis el esplendor de la Iglesia,
no quereis sus triunfos, no quereis su verdadera gloria:
materializais en vuestros corazones apocados lo que es y
no puede menos de ser espiritual, y así no es estraño que
se os apliquen las palabras del Apóstol:
Cuyo fin es la perdicion, cuyo Díos es el vientre, y su
gloria es para confusion de ellos, que solo GustAN DE Lo
TERRENo (2).
Nosotros creemos, nosotros esperamos confiadísima
mente que de entre los mismos católicos ilustrados y sin
ceros con que cuenta la patria, salgan algunos ardientes
defensores de la libertad y completa independencia de la
Iglesia, que pidan en union nuestra, plaza para el derecho»
lugarpara el razonamiento en todas las esferas, sitio para
la tolerancia en todos los terrenos, espacio ancho, inmen
surable para la justicia en todas sus manifestaciones.
¿Y cómo no? ¿Pues no ha de decirles nada la historia?
¿Pues no ha de penetrar en sus corazones el espíritu puro
y sublime del Evanjelio, que nada quiere á la fuerza y
menos lo que es terreno, porque sabe que todo lo puede
conquistar con la persuasion y el buen ejemplo? ¿Pues no
ha de hablar y muy alto á su razon ese antagonismo, que
nunca debió haber entre el Estado y la Iglesia, y que sin
embargo, solo por no ser esta libre é independiente, ha

(1) Dicha epístola de San Pedro.


(2) San Pablo. Epístola á los filipenses, cap. 3, vs. 18 y 19.
—375–
existido en diversas épocas, manifestandose, ya en las guer
ras de CárlosV contra el papado, que produjeron el hor
rendo saco de Roma y la prision de Clemente VII, ya en la
espulsion de los jesuitas por Cárlos lII y sus famosos rega
listas, gente ridículamentenecia ypresumida, cuyos in-fólios
han de encontrar apropiadísimo destino en las tiendas de
especias y en las confiterías, ya en fin en cuantos trata
mientos ha sufrido el clero así en España como en otros
paises de Europa durante nuestros dias?"¿Pues y esas alzas
y bajas respecto de proteccion al mismo clero, esas des
confianzas de hoy hácia él de parte del Estado, que maña
na se convierten en alhagos y vice-versa; esa zozobra que
es consiguiente á semejantes desconfianzas y alhagos; esa
inseguridad que respecto del protector ofrecen al sacerdo
cio losvaivenes políticos, inseguridad que no puede menos
de presentar triste el presente y oscuro el porvenir, nada
dicen á los católicos de fe? ¿Tiene acaso la Iglesia necesidad
de pasarpor semejante estado de duda, de incertidumbre,
tal vez de angustias cuando, siendo libre é independiente,
su situacion es franca, serena, bonancible y en todos con
ceptos segura, puesto que puede decir sin temor ánada ni
á nadie: vivo porque soy imperecedera; vivo por mi propia
virtud, sin necesidad del Estado, de quien únicamente eavijo
que ampare la libertad de mis funciones, que ampare mi
existencia, como amparar debe la de la mas importante
institucion, aunque solamente se la considerebajo el aspecto
social?
Para esto no se necesita mas que una cosa, y esa cosa
la tiene todo buen católico:
Fé,fé y siempre fé. -

Fé en la misma obra de Dios, que hizo al hombre con


el instinto de adorarle, fé en la doctrina, fé en la bondad
intrínseca de lareligion,fé en su pureza, fé en sus manda
— 376 –

mientos, fé en todo cuanto á ella se refiere; pero fé firme é


inquebrantable, la fé que aconsejaba Jesucristo á sus discí
pulos, la fé que predicaba el Apóstol á todas lasgentes, la
fé que produjo los mártires, á pesar de las hogueras de
Neron y de las fieras del circo romano, la fe que pobló las
catacumbas, la fé que alentó á San Gregorio el Grande pa
ra mandar sus misioneros á civilizar la Britania y una
gran parte de la Germania, la fé que alienta hoy á la
Iglesia católica de Inglaterra, la fé, en fin, que brilla en
la de los Estados Unidos y en otras partes del mundo co
nocido.
No nos hallamos nosotros en el caso de defender la
Iglesia como tal Iglesia, ni esa es nuestra incumbencia, ni
seríamos competentes para el asunto: tratamos tan solo
esta cuestion, la de la Iglesia libre dentro del Estado libre,
bajo el aspecto que podemos llamar esterno de la misma
Iglesia, por su bien en cuanto á su estado material, por la
situacion segurísima y desembarazada que debe ocupar en
un Estado libre, bajo el punto de vista en este concepto,
puramente político, y por lo tanto, permitido nos será
decir:
La Iglesia nació libre é independiente, porque así la
quiso su fundador,y con su independencia,gobernándose
segun susleyesy sosteniéndose materialmente con sus pro
pios recursos, llegóá hacorse universal. Si en su nacimien
to y en su desarrollo no necesitó del poder civil, menos ne
cesitará en la época de su universalidad. Su virtud intrín
seca la hace vivir, y en este concepto, su completa libertad
de accion nopuede menos de ser la beneficiosa para hacer
ver a todo el mundo esa virtud,y con ello captarse todas
lasvoluntades, ser respetada, querida, ensalzada y socor
rida de la manera mas magnífica. Ahora bien: ¿no sienten
profundamente esos católicos, que quieren la Iglesia depen
– 377 -

diente del Estado por lo que este pueda darla para su sos
tenimiento material, que ciertos documentos que emanan
del jefe visible de esa misma Iglesia, no puedan circularo
por España, Francia, Austria y otros paises, sin el evequa
tur del poder civil? ¿no se sonrojan en su calidad de cató
licos de que ese exequatur se pueda conceder ó negar? ¿no
se avergüenzan de que salga uno de esos pobres regalis
tas con su cabeza llena de estúpidas reminiscencias acerca
de lo que hizo Felipe lI con este Papa, ólo que dejó de
hacer Felipe V con el otro, para venirá parar en impedir
á un obispo que funcione dentro del círculo de sus atribu
ciones, eso que lo está haciendo porque asíse lo ordena el
vicario de Cristo, así se lo manda la religion y así se lo dic
ta su concencia? ¿y no se abochornan y hasta se encienden
en santa ira, por último, al ver que un senador ó un dipu
tado sube á la tribuna, y constituyéndose en acusador pú
blico sobre cosas que deben ser sagrada propiedad de la
Iglesia, truena porque esta en uso legítimo de sus faculta
des exige tanto por un bautizo, tanto por un entierro,
tanto por una boda, tanto por este servicio, tanto por el
otro, etc., etc.?
Sea libre la Iglesia, y así estará en la plenitud de su
* "; "
dignidad.
Sea independiente la Iglesia, y así estará en el lleno de
sus atribuciones. . .

Sea libre é independiente la Iglesia, y así sus ministros


serán mas ilustrados, y de seguro se verán mas socorridos
que en la actualidad. "
"..., ; ..."
-
. .. . .. . .
Como la lglesia no es aristocrática, porque no reconoce
mas que cristianos hijos de Dios; como ella no es perse.
guidora, porque todo es mansedumbre, y caridad; como
ella oesiapositor, porque todo es dulzara pron
— 378 —
tiene indispensablemente que ser respetada, querida, y
cuanto mas libre y mas independiente, mas socorrida, por
que coa la libertad desplegará de una manera magnífica
su sabiduría y virtudes, y logrará así que las ofrendas de
los fieles y los emolumentos que ella tenga á bien estable
cer sostengan el culto y á los que sirven al altar muchísi
mo mejor que hoy. En la actualidad recibe la Iglesia del
Estado, pero á costa de su independencia: del otro modo
recibiría mas de los Beles, con la inmensa ventaja de tener
á salvo esa independencia y su completísima libertad de
accion. .;. i . ... ' ,.: . .. i > p.a k
Nadie puede negar, por otra parte, que con la Iglesia
libre tiene que haber masfé, porque esta será voluntaria^
mas abnegacion, porque esta brotará naturalmente de co
razones que hoy son indiferentes ó tibios; mas ilustracion,-
porque esta será una consecuencia natural de un indispen
sable estudio; mas tolerancia, porque esta, sobre estar con-'
forme de toda conformidad con el Evanjelio, brilla con'
mas esplendor allí donde la libertad no es un vano nom
bre, y mas verdaderos sentimientos religiosos, en fin, por*-"
que estos se manifiestan en toda su estension y pureza
allí donde desaparecen todas ó la mayor parte de las cau
sas que producen la hipocresía y sus funestas conse
cuencias. ... > ;
Estamos en el siglo del vapor y de la electricidad; se
aspira, aun cuando no se quiera, en todas partes el am -
biente confortable de la libertad, y es por lo tanto preciso
absolutamente indispensable no ser rutinarios, ni temer, ni
siquiera dudar del porvenir. Medítenlo, compréndanlo'
bien, así los que aman sinceramente á la Iglesia, como los
nuevos fariseos que solo se dicen ardientes defensores de
ella por los intereses mundanales: por un lado, la liberad
proporciona estos en mayor abundancia que el Estado,
— 379 —
puesto que aquella favorece ámpliamente el santo trabajo
en la viña del Señor, la predicacion, las prácticas religio
sas de suyo consoladoras, el ejemplo incesante y provecho
so de las virtudes evanjélicas, que es justo, justísimo que
tengan su recompensa terrena; y por otro, se acabaron ya
para nunca mas volver los tiempos, en esto lamentabilísimos,
en que la intolerancia revolucionaria, erijida en sistema,
dueña de las rejiones del poder y revestida de un traje in
decente, de todo punto carnavalesco, proscribió, invocando
hipócritamente la libertad, la relijion del Crucificado y su
culto, persiguiendo con inusitada barbárie á sus ministros.
¡Como si á nombre de la libertad augusta se pudiera escar
necer y perseguir lo que hay mas santo y consolador en la
tierra! ¡Como si á nombre de esa libertad íuese lícito vio
lentar los corazones y arrancar del alma las mas dulces y
sacratísimas creencias! ¡Como si á nombre de esa libertad
fuese permitido condenar y proscribir el culto de los ante
pasados, buscando así el imposible de matar las concien
cias, para reemplazarle por el indecente y ridículo de esa
diosa -prostituta que bautizaron con el nombre de Razon ¡
[Ah! digan loque quieran los enemigos del progreso y los
partidarios ciegos de la revolucion del 93. Vale hoy la so
ciedad mil millones de veces mas que valia en esa época,
como irale un verdadero amante de la libertad mil millones
de veces mas que cualquiera de aquellos hombres que se
nos quieren hacer pasar por gigantes, y si lo fueron yo no
los veo tales mas que en su intrepidez para defender la pa
tria contra el estranjero, porque ese amante de la libertad
conoce la naturaleza del hombre, tal cual. la hizo la Provi
dencia en su suprema sabiduría, y respetandola obra del
Gran Artífice, la deja funcionar con absoluto desembarazo,
franca la voluntad, libre la mente, exento el albedrío,
para que llene en este mundo su ddfcle mision: mirar al
– 380 -.

cielo y á la tierra, adorar y hacer bien, amar á Dios y al


prójimo. , , , , ,, , , , , ,,
A propósito de esto. Un profundo escritor relijioso (1),
que en nuestro concepto amaba y temia á un tiempo la li
bertad, á causa de no haber llegado á su alma mas que al
gunos de sus resplandores, presentó á la consideracion de
los pensadores, en estos ó parecidos términos, la cuestion
de si, reconocida ámpliamente la libertad en un pais civi
lizado, de Europa, podia permitir este que en él se esta
bleciera un culto que exijiese sacrificios humanos. Digamos
ante todo que eso no es libertad, sino barbárie. Ese culto,
desterrado hoy hasta de la mayor parte de las tribus sal
vajes esparcidas por el globo, y puede decirse que rele
gado ya á algunos puntos poco conocidos de la desventura
da Africa, no solamente seria contrario á la libertad, sino
que seria la negacion mas terminante de ella. El célebre
escritor presentó una paradoja, mas, un imposible; y como
los imposiblesno deben combatirse, nosotros abandonamos
el ideado por Balmes á la consideracion de nuestros lecto
res. Si no se han de reproducir los tiempos de la diosa
Razon, ¿cómo han de implantarse en el mundo ilustrado
los cultos con sacrificios humanos, que porfortuna van des
apareciendo de la haz de la tierra?Y si ese imposible tu
viera, á consecuencia de una especie de milagro, algunos
partidarios, la Iglesia siendo libre lograria confundirlos
con mas facilidad que estando sometida al Estado. Afor
tunadamente, para esto ypara todo, las doctrinas de la
Iglesia jamás se han separado de los eternos principios de
justicia, porque para la Iglesia no hay climas, ni costum

o al .
— 381 –

bres, ni alimentos, ni otras circunstancias que influyen


y han influido sobre la lejislacion civil y política de casi
todos los pueblos del globo: para la Iglesia ni hay, ni ha
habido ni puede haber mas que un solo pais, que se llama
la tierra; un solo clima, que se llama el espacio;un solo
hombre á quien dar leyes, y quien en el hecho de ser tal
hombre se llama en toda parte y lugar, así en el Norte
como en el Sur, así en Oriente como en Occidente, hijo de
Dios. - , -

La libertad en el presente caso, no es, en resúmen, mas


que la gloria de la Iglesia: esta tiene sus dogmas, depósi- -

lo sacratísimo, que ha de sacar triunfante éincólume de


cuantas contrariedades puedan presentarse, depósito santo
y de inmensísima valía, sobre el que nada tenemos que
decir nosotros, puesto que ni somos ni pretendemos ser
teólogos; pero vive en este mundo, aunque con la mision
de encaminar derechamente al hombre para el otro, y á
fin de que viva mas armónica y desembarazadamente, noso
tros queremos y pedimos su completa libertad, firmemente
convencidos de que esta desarrolla la ilustracion, ensancha
las vias de la caridad, logra mil y mil triunfos con la per
suasion, se hace mas y mas respetada con el ejemplo, mas y
mas ardientemente querida con la mansedumbre, y mas y
mas verdaderamente reverenciada apelando á las volunta
des que á la fuerza, al espíritu que al cuerpo: la Iglesia li
bre es, por consecuencia indeclinable de todo esto, la Igle
sia gloriosa.
A los que así no la quieren, á los que por quererla li
bre nosotros, eso que hoy ya la piden tal los católicos mas
ilustrados y fervientes de varios paises de Europa, con
vencidos por una triste esperiencia de que el Estado es
un mal tutor de ella, nos tratarán de seguro, no como
la justicia exije, sino como á sus miras interesadas cua
– 382 –

dre, les diremos lo que ya dejamos sentado en este capí


tulo: , , , , , , , , .
«No os llameis defensores de la Iglesia, no os pertene
ce ese hermoso dictado; el que mereceis es el de imposi
tores. - ";

«No os llameis sus ensalzadores y glorificadores; no os


cuadran esos honrosos títulos; solamente mereceis el de
inquisidores. - -

Una palabra mas á esas jentes, y damos fin á este ca


pítulo," " -

Nosotros, en nuestra calidad de hombres políticos, os


concedemos la libertad é independencia de la Iglesia para
bien de la religion. ¿Qué nos concedeis ánosotros en nues
tra calidad de tales hombres políticos, en nuestra simple
condicion de hombres constituidos en sociedad, por lo que
esta tiene de mundanaº
¿No nos dais la libertad? -

¿Como hemos de estrañar entonces que no querais la de


la Iglesia?
¿Cómo hemos de estrañar en ese caso que seais lo que
sois; en política unos mercaderes; en relijion tibios en el
fondo, en la aperiencia ardientes, y en todo lo demás es
ciavos de los intereses terrenales, puesto que todo lo su
jetais á cálculos mezquinos y despreciables?
Nosotros somos lójicos, y como tales queremos libertad
para todas las instituciones, asi como queremos al hombre
libre en todos los terrenos; y no le queremos libre por
quererle, sino porque así le quiso Dios al criarle, y no po
dia menos de quererle así, como que sino, seria un ser in
consciente y en tal concepto no responsable de sus acciones
y no acreedor por esto á premio ni á castigo: sería un
írracional, una planta, una materia bruta.
—38 –
Quereis, en una palabra, opinando como bpinais, des
truir la obra de Dios, con lo cual no solamente dejais de
ser lójicos, sino que pecais, por malicia ó por ignorancia,
de relijiosos y aun de impíos.

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CAPÍTULO XXXI.
Deberes de un pueblo para con los demás pueblos.
Al hombre, adorando al Criadór en su calidad de cria
tura, le gobiernan las leyes religiosas: al hombre, en sus
relaciones con la sociedad, le gobiernan las leyes políticas,
civiles y criminales: al hombre, colecciodado en pueblo,
le gobiernan, para entenderse con los demás pueblos, las
leyes llamadas internacionales, le gobierna, por otro nom
bre, el derecho de jentes. - -

Si posible fuera que no hubiese mas que un pueblo


sobre la superficie del globo, inútil seria ese derecho de
jentes: la dispersion de estas, creando tribus, pueblos y na
cionalidades, con diferentes lenguas, distintas religiones y
diversas costumbres, le ha hecho necesario y le haráhasta
la consumacion de los siglos.
No soy, por consecuencia, de los que creen y esperan
que la familia humana se ha de fundir, digámoslo así, en
un solo pueblo por el formidable poder de la civilizacion,
con sus inventos, su electricidad, su vapor, su imprenta,
su comercio libre, etc.: todo esto podrá hermanar á los
pueblos, pero confundirlos para que de todos salga unoso
lo, jamás. Si no logró esto la Iglesia con su nacionalidad,
con su doctrina aplicable á todos los paises, con sus leyes
basadas en la eterna justicia, ¿cómo han de lograrlo, nila
idea democrática, ni la progresista, ni la doctrinaria, ni,
por último, la del degradante absolutismo? El filósofo Dio
— 385 –

nisiodoro prometió á sus amigos al tiempo de morir escri


birles desde el otro mundo una carta sobre la profundidad
de la tierra: tan probable es el suceso de convertirse todos
los pueblos en uno solo, como lavenida de la carta del filó
sofo griego para saber los grados de profundidad á que se
hallaba de la superficie de la tierra el infierno gentilico.
Reconocida la necesidad y por consiguiente la justicia
del derecho de jentes, veamos qué deberes impone. Es
1OS SOn: -

. De pueblo á pueblo.
De nacional á estranjero, y vice-versa.
Los deberes de un pueblo para con otro pueblo, se en
cierran en la siguiente máxima: reciprocidad en todo lo que
sea útil y justo.
Los deberes de un nacional para con un estranjero los
abarca perfectísimamente esta sola palabra: hospitalidad.
Los deberes de un estranjero para con el pais en que
se halla, les espresa bien esta sencilla frase: respeto hasta la
relijiosidad á las leyes y costumbres del pais donde se vive.
El mundo marcha, la civilizacion cunde, y esta hace
que el derecho lleve en todas sus manifestaciones el sello
de la eterna justicia con mas pureza que en todos los tiem
pos que pasaron. - - -

No se dice hoy al estranjero, como en los tiempos lla


mados heróicos, siéntate á la mesa, despues de adornarle
con ricas y flamantes vestiduras; pero tampoco se le espul
sa, se le insulta, ni menos se le asesina al pasar de una
ciudad á otra, por las causas mas leves ó solo por ser es
tranjero. No se recibe hoy por el pueblo con toda pompa y
majestad á los embajadores; pero tampoco se les arroja de
cabeza á un pozo para que tomen en él tierra y agua, como
hicieron los atenienses con los enviados persas al empezar.
la guerra médica: lejos de eso; si el Austria asesina vil y
49
— 386 —

traidoramente á los embajadores de la república francesa,


tiene que hacerlo por medio de homicidas asalariados y,
al saberlo, el mundo entero lanza un grito de indignacion
condenando el cobarde y abominable crímen. Y si no se
dan hoy Régulos que marchen voluntariamente á sufrir un
horrendo suplicio, es porque tampoco se dan cartajinenses
que quieran supliciar al que por su valor y virtudes mere
cia mil lauros. ¿Qué derecho de jentes era el de los ate
nienses, asesinando durante la guerra del Peloponeso á los
habitantes de Melia (Malta)solo porque no quisieron some
terse á ellos al exijírselo brutalmente, sin que precediera
guerra ni ofensa de ninguna clase, sin derecho de ningun
jénero, sin pretesto de ninguna especie y nada mas que por
que se les antojó que habian de ser sus vasallos? (1)¿Qué
derecho de jentes era el de los romanos cuando persiguen
áAnibal en su desgracia y ancianidad hasta el estremo de

(1) Es, aun cuando horrible, sobre manera interesante la relacion


del desastre de Melia, prévio el parlamento entre atenienses y melios,
segun Tuicidides Hé aquí lo principal de ella. Los atenienses: Hable
mos en lo quetoca á la dignidad devuestro señorío y á vuestro bien y
provecho particular y de vuestra ciudady república: en cuanto á esto
os diremos claramente nuestra voluntadéintencion, y es en conclusion,
que nosotros QUEREMos DE TodAs MANERAstener mando y señorío sobre
vosotros; porque esto será tan útil y provechoso para vosotros como pa
ra nosotros mismos.—Los melios. ¿Cómo puede ser eso que sea tanto
provecho para nosotros ser vuestros súbditos, como el vuestro de ser
nuestros señores?–Los atenienses: Sí, es ciertamente vuestro provecho
porque vale mas que lo seais así súbditos que no sufrir todos los males
y daños que os puedan venirá causa de la guerra, y nuestro provecho
es tambien de mandaros y teneros sujetos antes que ma"aros y destrutros
del todo —Los melios: Veamos si somos neutrales sin juntarnos con la
una parte ni con la otra, y que nos tengais por amigos en lugar de ene
migos: ¿no sereis contentos de esto?—Los ateniens s: En ninguna ma
nera resemos contentos de eso.…—Los melios: Gran vergüenza y co
– 387 –

exjir del rey Antioco que les entregue al gran guerrero,


quien toma un veneno por no caer en las manos de sus im
placables enemigos? Merecido habian los griegos que so-
bre ellos pesára luego la política pérfida y cruel de Filipo,
que este les arrasase Olinto, la Focide y Tébas, y que por
último les lanzase al rostro esta terrible sentencia del tira
no hácia el esclavo: yo no estoy en paz sino con los que me
obelecen; como merecido habian los romanos que á los 130
años del sacrificio de Régulo pudiese Jugurta hacer con
justicia sobre su ciudad la siguiente desc nsoladora escla
macion, que entrañaba el pronóstico de la tiranía triunvi
y ral cesarea: ¡ciudad venal, y qué pronto pereceria, sien
contrase un comprador! (1)
Hoy las costumbres han variado tanto y en tan buen
sentido, y las nociones de la justicia se hallan tan uni
versalmente estendidas, que no solamente no se asesina

bardía nuestra seria si, estando en libertad como estamos, la dejásemos


perder, y no manifestaremos todo nuestro poder antes que venirá vil
servidumbre.—Los atenienses: No es esa la cuestion, ni obrareis cuer
damente si os guiais por tal consejo, porque vuestras fuerzas no son
iguales á las nuestras para que tengais vergüenza de reconocernos la
ventaja. Por ende lo mejorserá que mireispor vuestra salud yvida que
no, siendo flacos y débiles, querer resistir á los mas fuertes y poderosos.
—Los melios... Son sin comparacion vuestrasfuerzas mayores que las
nuestras, y sabemos que la cosa no seria igual; pero confiamos en la
fortuna y en el favor divino, considerando nuestra inocencia para contra
la injusticia de vosotros....—Diéronse los melios á merced de los ate
nienses, los cuales mandaron matar todos los hombres de 14 años arri
ba, y tomaron las mujeres y niños por esclavos y los llevaron áAtenas.»
Tucidides: libro V de la guerra entre peloponeses y atenienses, capí
tulo 12.

(1) ¡Urben venalem el mature perituram, si entorem inveneril! Sa


lustio. Guerra de Jugurta.
– 388 –

ni maltrata, ni ofende en lo mas mínimo á los embajadores


cuando estos se limitan al desempeño de su cometido, sino
que, aun metiéndose á miserables conspiradores en el pais
en que habitan, se contenta el pueblo que se vé por ello
ofendido en lo que mas estima de su dignidad, con arro
jarles de su territorio; y hoy la hospitalidad que se presta
al estranjero es tan positiva, tan verdadera, tan benévola,
tan misericordiosa podríamos decir, que ni siquiera se in
comoda, ó en caso se incomoda poco, de que la ridiculi
een y aun la insulten los mismos que la recibeñ. Así se vé
que mientras á Goria se le llena el bolsillo disimulándole
su notoria medianía, él insulta al noble y bonachon pueblo
español, tratándole poco menos que de cafre (1); mientras
á Alejandro Dumas se le obsequia espléndidamente y es
objeto de mil atenciones, esto sin contar con que las im
prentas de España reproducen en su hermosa lengua las
mil obras insustanciales, pedantescas é inverosímiles que,
orijinales ó compradas, dáá luz en Francia, él nos trata de
africanos, no vé mas que suciedad y miseria en nuestras
villas y ciudades, inventa que todas las mujeres españolas
son medio harpías y llevan puñal pendiente de la liga,
que los hombres gastan generalmente chaqueta y calañés,
siendo casi todos toreros, amigos de cuernos y énemigos
de las letras, y entretiene á sus paisanos con mil despre
ciabilísimas patrañas, propias solo de su imajinacion ar

(1) Goria fué un cantante francés, que habiendo tenido que abando
nar el teatro de Madrid por lo mal que desempeñaba sus papeles, acudió
á la prensa estranjera, tratando al público madrileño de ignoranteº
estúpido,y en todos conceptos indigno de poseeer un artista de su ele
vadísima talla.
– 389 –

dientemente oriental (1), y mientras las mil trompetas de


la fama colocan en el sétimo cielo una novela de Víctor
Hugo, de mas que problemático mérito, dándole áganar lo
que no han ganado todos los novelistas españoles juntos en
el espacio de dos lustros, él publica unas llamadas Memo
rias de su vida, en que pinta á esa jenerosa España (mas
jenerosa en este punto de lo que yo la querria), que dice
recorrió de jovencito, con unos colores poco menos negros,
poco menos repugnantes que los usados para sus cuadros por
su compatriota el esclarecido y eminentísimo Dumas. (2)
Ese es el derecho de gentes de nuestros dias y esa la
á él consiguiente hospitalidad moderna en todos los pueblos

(1) Alejandro Dumas es sobradamente conocido como novelista de


imajinacion, es decir, como zurcidor de cuentos tan estupendes y ma
ravillosos, que se hace digno de figurar entre los árabes y otros pueblos
drientales. No es tan conocido en su modo de proceder como hombre
público, ni en lo que, segun el enérgico lenguaje castellano, se llama
sus partidas. De admirador de L. Felipe, pasó nuestro hombre á ad"
mirador entusiasta y hasta loco de la república del 48: cuando L. Bona
parte dio el golpe de 2 de diciembre se resfrió un tanto su ardiente
republicanismo: mostróse retraido por varios años, hasta que cuando el
heroismo de Garibaldi sublevó en masa la Sicilia, le vimos asistir de
medio mensajero y medio convidado intruso en Nápoles al entierro de
la dinastia borbónica, respirando republicanismo por todos sus poros,
para venir á parar luego en dar tras de los republicanos de Italia. Pe
ro lo que ante todo cumple ánosotros consignar ahora aquí es que,
viniendo á España cuando el casamiento de la reina Isabel y de su
hermana, fuéobsequiado espléndidamente en palacio por el hijo de Luis
Felipe y por muchísimos habitadores de Madrid, pagando él luego la
brillante y noble hospitalidad que aquí se le dispensó con pintarnos á
los españoles en necios y repetidos artículos como muy dignos entodos
ºonceptos de la estúpida frase aquella, inventada sin duda porun fran
cés mal humorado, ó por españoles justamente castigado, de el Africa
cmpieza en los Pirineos.
(2) Victor Hugo, hombre de indisputable é inmensísimo mérito por
mil y mil conceptos, pero que acaba de hacer una novela (Los Misera
- 39) –

cultos; si que es preciso decir en honor de la verdad, que


los Gorias y los Dumas no los produce por un regular mas
que la Francia, á la cual no ofendemos, porque nada está
mas lejos de nuestro ánimo que el ofenderla, á la cual no
dejamos de apreciar porque la motejemos de tener tan es
cesivo amor propio que no la permite ver nada grande,
nada perfecto á no ser lo que á ella pertenezca.
Hoy el pueblo no ultraja al pueblo, porque aspira á
tenerle como á hermano por medio de las relaciones co
merciales de todas clases, y el particular no ofende al es
tranjero, ni aun estando en guerra con su pais, porque ve
en él un hombre: no da un pueblo á otro con insensatez,
que seria criminal, sus intereses, porque trabajando aisla
dos y cambiando recíprocamente en venturosa paz los
productos sobrantes de su trabajo, conocen ambos que ga
nan, se socorren sin rebajarse y logran así inmensas ven
tajas de todas clases; tampoco el particular tiene su mesa
á disposicion del estranjero, porque esta no es verdadera
hospitalidad, sino portería deshonrosa de un antiguo con
vento en la hora del mediodía: la hospitalidad de hoy es
mas elevada, mas segura y mas digna del que la da y del
que la recibe: se abren al estranjero las puertas de la pa
tria y se les dice: «Recórrela con completa seguridad; te
acompañan nuestras símpatías y nuestras cariñosas aten

bles) cuya fama póstuma será bien escasa, por mas que ha sido traduci
da átodas las lenguas con grandísimas ganancias de su parte, ha publi
cado unas Memorias de su vida en que trata á nuestro pais y á nuestros
mayores como pudiera hacerlo uno que acabára de llegar de la China y
entrase por primera vez en España, eso que asegura que visitó nuestro
suelo cuando jóven, sirviendo supadre en el ejército de Napoleon Bo
naparte.
— 391 —

ciones: si eres trabajador, trabaja; estás para ganar tu vida


en las mismas condiciones que el nacional, con la ventaja
de que por tu sola circunstancia de estraño, el gobierno de
la sociedad te dispensará miles y miles de consideraciones
y velará con toda solicitud porque nadie te ofenda en lo
mas minimo.» Si suceden casos aislados, que signifiquen
lo contrario de cuanto acabamos de sentar, eso no proba
rá nada contra nuestros asertos. El derecho de gentes es
hoy, generalmente hablando, mas perfecto que lo fué en
todos los tiempos pasados, como es mas digna, mas eleva
da, mas seguray mas apreciable la hospitalidad. En cuanto
al estranjero que esta recibe, no digamos gratitud, pero sí
debe justicia al pais que se la da: lo contrario acredita te
ner un corazon infame y una alma depravada, á no ser
que la causa del mal obrar sea una petulancia repugnante
y despreciable. -

Hemos sentado que Ios deberes de un pueblo para con


otro pueblo se encierran en la siguientefrase: reciprocidad
en lo útil y justo; y esa reciprocidad se traduce durante la
paz en que uno á otro se deben libertad absoluta de co
mercio para cambiar en bien de ambos los productos so
brantes de la agricultura y de la industria; se deben las
consideraciones consiguientes á la dignidad de que no
puede prescindir unpais soberano si quiere vivir como tal;
se deben uno á otro los inventos humanos, las produc
ciones del ingenio, la justicia de reconocer el mérito donde
quiera que se halle, y se deben sobre todo, sea este grande
y aquel pequeño, el respeto mas relijioso y profundo á su
autonomía, á su completísima independencia, porque lo
contrario seria proclamar la ley del mas fuerte. Tanto res
peto debe Francia á Suiza como á Inglaterra. Para el de
recho de gentes no hay otra grandeza que la de la justicia.
Por eso son tan pequeños los tres inmundos tiranos que se
– 392 –

repartieron la infeliz Polonia en el último siglo. Durante


Ia guerra tambien debe tener aplicacion aquella frase, que
reducida á la práctica mitiga los horrores que son insepa
rables de toda clase de luchas.
La guerra es una calamidad, la mayor acaso que pue
da venir sobre los pueblos; pero esa calamidad puede y
debe sujetarse á ciertas reglas para aminorar sus estragos:
en el combate, el enemigo tiene derecho á esterminar al
enemigo; pero cesa aquel, y queda el hombre ante el
hombre, y quedan la filosofía y la relijion para condenar
enérgicamente la crueldad innecesaria, el ódio y todas las
pasiones ruines y miserables.
¿Será licito,pues, en vista de todo esto, maltratar al
prisionero? ¿será permitido darle muerte? ¿será justo tratar
"le, no como á enemigo para impedirle que nos haga daño,
sino como á vencido para martirizarle cual fiera dañina,
para arrojarle cual cosa vil y despreciable en el fondo de
una hedionda é insalubre mazmorra? Los antiguos con
vertian al prisionero en esclavo. El bárbaro que hoy le
martiriza, es digno de vivir entre cafres, pero el que le
mata, se convierte en un cobarde asesino. No pretenda
mos siquiera, al tratar de esta cuestion, descubrir el oríjen
de las guerras para rcsolverla: en todas hallareis que una
sola de las partes belijerantes es la culpable: ¿y la habia
mos de resolver por esto de diferente modo que si anbas
tuvieran igual culpa, cuando la esencia de la utilidad y de
la justicia no varian ni variar pueden en uno ni en otro
caso? Si está encima la calamidad de la guerra, sea por la
causa que quiera y por culpa de quien quiera, lo que hay
que procurar es que no sea cruel y menos de esterminio.
"
El mundo se goza en la clemencia de César y en la mag
nanimidad de Enrique lV ante Paris asediado, como se hor
roriza de los instintos feroces y sanguinarios de Cárlos IX y
-----------. - – 393 –

del duque de Alba. Y precisamente yo no quiero que la


guerra sea lo menos cruel y esterminadora posible en ob
sequio á la parte ofensora; lo quiero en interés de la parte
ofendida. ¿Acaso esta no sufre las consecuencias de una
lucha que se convierta en carnecería? Me estremezco cuan
do oigo pronunciar la palabra terrible de represalias, que
nunca representará mas que la barbarie sanguinaria; pero
me horrorizo cuando oigo decir que nuestros padres obra
ban bien asesinando al francés invasor, puesto que era tal
y además habia asesinado en las calles y plazas de Madrid.
Máxima tan atroz podrá ser predicada durante la lucha.
cuando las pasiones ocupan por completo el lugar de la
razon: la filosofía la condena enérjicamente antes de la
guerra, durante y despues de ella. Y aquí es ocasion de
decir que sí no es lícito, ni útil, nijusto atentar contra la
vida del enemigo estranjero, ni matar, martirizar ni mal
tratar al prisionero, menos lo es supliciar durante las guer
ras civiles y revueltas políticas. Los fusilamientos, garro
tes, degüellos y otras muertes en las guerras civiles, son
mas que asesinatos jurídicos; son asesinatos, sobre inne
cesarios, cobardes y aleves,y asesinos aleves y cobardes
ante la justicia los que les llevan y han llevado á cabo, los
Marios,los Sylas y todos sus modernos imitadores, desde
la guerra de la Vendée hasta la nuestra de los siete años,
desde los procónsules de la Restauracion hasta nuestros ti
ranuelos, sofocadores con raudales de sangre de los pro
nunciamientos y motines que ellos provocaron en nuestros
dias con sus inmensas arbitrariedades, con sus escándalos,
con sus atropellos, con su inmoralidad y con sus escesos
de todas clases.
Las convenciones y promesas que se hacen en la guer
ra de nacion á nacion, de general ágeneral, de gefe de
la mas pequeña fuerza á otro que se halle en caso, ó en
5
— 394 –

mejor ó peor situacion, deben ser con mas relijiosidad ob


servadas, y sin que sirva decir que hay otro superior que
las anule, que las hechas durante la paz, precisamente por
que son mas respetables los intereses que se ventilan en
las luchas de la fuerza que los que envuelven los de la
industria, el comercio, la intelijencia, etc. Régulo, regre
sando voluntariamente á Cartago conocia todo el valor del
derecho de gentes: quienes desconocieron este infamemen
te y se burlaron de los eternos principios de justicia fueron
los mercaderes cartajinenses al dar muerte al héroe roma
no en medio de los mas atroces tormentos. Cuando el áni
mo se fija en este suceso y otros parecidos no puede es
trañarse de que, tiempo andando, el inflexible Caton el
antiguo no descansára un momento hasta lograr que el
Senado y pueblo romano pronunciasen el tremendo delen
da Cartago, que llevó á cabo con todo el sentimiento de
su noble alma el grande Scipion.
Si el derecho de gentes tiene reglas para hacer menos
cruel y desastrosa la guerra sostenida entre dos pueblos,
tambien los tiene para los paises neutrales respecto de los
belijerantes, para los que ven la lucha, digámoslo así,
como testigos imparciales de su curso funesto. No fomentar
la guerra, pero comerciar cn todo cuanto directamente no
corresponde á ella: hé ahí el deber,seguido del derecho de
los neutrales. Si sois belijerantes, no pregunteis siquiera
adonde van el buque, el carro ó el tren, pertenecientes á
un neutral, como este no conduzca armas y municiones á
vuestros enemigos, como no lleve lo que se llama contra
bando de guerra. ¿Lleva comestibles, telas, instrumentos de
labor, lo mismo á un belijerante que á otro? en su derecho
está al hacerlo: el pabellon cubre la mercancía, y esta no
puede ser secuestrada ni buena presa: la neutralidad no le
puede privar del comercio, que, no fomentando directamen
— 395 —

ue la guerra, llena los deberes sagrados de la humanidad.


Claro es que esto no puede hacerse en una plaza cercada
y como tal préviamente condenada con toda solemnidad
por el sitiador á que se rinda por efecto del hambre ó por
falta de otras cosas necesarias á la vida; pero aun en este
caso, cubriendo el pabellon la nñercancía, nunca tendrá
derecho el sitiador á apoderarse de ella, sino á hacerla re
troceder.
El neutral dejaria de ser tal introduciendo víveres, ro
pas y otros efectos de comercio en la plaza sitiada, cuando
el que la asedia ha anunciado el bloqueo, ha proclamadó
el sitio con las formalidades de las leyes de la guerra, y en
ese caso fomentaria la lucha, no solamente contra los in
uereses del sitiador, sino contra los de la humanidad ente
ra: de neutral se convertiria así en ausiliar de los sitiados,
perdiendo su carácter imparcial.
Asunto mas árduo que el anterior es el de la interven
cion, el de mezclarse un pais en los negocios interiores de
otro. No hablamos aquí de la intervencion que tiene por
objeto rechazar otra intervencion brutal ó tiránica, porque
en este caso el pais que se crea fuerte y con el sentimiento
de la justicia en su conciencia, debe intervenir, seguro de
que aprobarán su conducta los contemporáneos, y despues
la bendecirá la historia. Hablamos de la intervencion ais
lada. Por punto general condena la intervencion el derecho
dejentes: ordenando este que un pueblo respete la inde
pendencia de otro, claro es que reprueba la intervencion,
que en sí misma es, ó un ataque infame á esa independen
cia, ó una perturbacion de ella, mas que se haga con un
fin laudable. La intervencion puede decirse que siempre
es deplorable para el que la sufre ónecesita, por la misma
razon que puede asegurarse, que rarísima vez es comple
tamente jeneroso el que la lleva á cabo. Luis Bonaparte
– 396 –

es buen testigo de esto, apropiándose Niza y la Saboya,


por su reciente intervencion en ltalia, «Te ayudo; pero
es pagándome á mi antojo el importe de mi servicio.»
Esta ha sido la política del héroe del 2 de diciembre.
¿Pero no puede facultar alguna vez el derecho de jen
tes para mezclarse un pueblo en los negocios interiores de
otro?Yo no quiero resolver esta cuestion en el terreno
del razonamiento: echo una ojeada por la Europa actual,
y la veo resuelta en el sentido afirmativo, acordándome
hoy de un solo nombre: ¡PoLoNIA!, como ha poco me acor
daba de dos: ¡ITALIA! ¡PoLoNIA!
Los pueblos debensostener sus libertades ó reconquis
tarlas, si las dejaron perder; pero puede ocurrir que la ti
ranía, apoyada en un ejército estranjero, sea invencible, ó
que, sostenida por viles mercenarios, subleve con sus hor
rores la conciencia del jémero humano: para estos casos
hay entre los pueblos sagradísimos deberes, que, por mas
que los queramos calificar de voluntarios, tienen obliga
cion de cumplirlos, como la tienen los individuos de una
misma sociedad. La justicia universal les impone y les
manda cumplir la humanidad. ¿Veríais con sangre fria,
apáticos é indiferentes, que un hombre cojiese á otro mas
débil que él, y atándole contra un poste empezára por
martirizarle, arrancándole sus cabellos, luego un ojo, des
pues otro, en seguida un diente, etc., etc., hasta concluir
por privarle de la vida en medio de atroces tormentos?
¿No os arrojariais sobre ese hombre infame y le ahogaríais
con furia entre vuestros brazos, ó le dariais sin titubear
un pistoletazo? ¿Pues por qué no ha de obrar de la propia
manera en idéntico ó parecido caso un pueblo respecto de
otro pueblo, víctima de la tiranía mas brutal y abomi
nable? -

Yo bien sé que es difícil señalar los grados de tiranía


– 397 -

que hagan precisa la intervencion; pero tambien sé que sí


á grados hubiéramos de atenernos,jams esta tendria lu
gar, y que la ocasion y la hora de intervenir para ahogar
en su cuna una tiranía espantosa y afortunada, las señala
con toda precision y justicia la conciencia pública. Con lo
último me basta para proclamar en ciertos casos la in
tervencion como justa, absolutamente necesaria y hasta
Santa - -

Los romanos asolaron la tierra por satisfacer su am


bicion criminal; pero el dia en que por los esfuerzos de su
general Tito Quíncio socabaron los cimientos de la hor
renda tiranía de Nabis, para que luego pudiera confundir
la con facilidad el gran Filopemen en pró de Lacedemonia
y de la Grecia, ese dia merecieron bien de la humani
dad. ¿Qué corazon jeneroso no desearia hoy unos nuevos
romanos, que quebrantáran la horrible tiranía del nuevo
Nabis del Setentrion en bien del heróico á la par que in
feliz pueblo polaco?
No hay reglas, ni puede haberlas, y por eso no las es
tatuirán jamás los escritores de derecho de jentes, para
que un pueblo dé el alto por medio de la intervencion ar
mada á la tiranía triunfante en otro pueblo: esas reglas
las fijan con precision matemática los crímenes del tira
no. A los pueblos que aman la justicia toca concluir con
el tirano y la tiranía, sin encerrarse en la máxima egoista
é inhumana que Luis Felipe hizo proclamar desde la tribu
na francesa á un célebre ministro suyo (C. Perier). de que
la sangre de los franceses no se derramaria mas que en fa
vor de la Francia. ¡Como si la Francia nada tuviera que
ver con la humanidad! ¡Como si el derecho de jentes no
impusiera á las naciones en ciertas circunstancias los mis
mos deberes que la humanidad y hasta las leyes divinas
imponen á los individuos para impedir (pudiendo se supo
– 398 –
ne) que el protervo martirice y asesine injustamente al
hombre de bien! ¡Como si la familia humana no fuese una,
tratándose de hacer desaparecer á un mónstruo que en
este ó en el otro punto la diezme, la martirice y la des
honre!
Reasumiendo diremos, que en el terreno de los hechos

es hoy el derecho dejentes mas humanitario y mas confor


me á la conveniencia jeneral que lo fue en todos los tiempos
pasados; que en el terreno de la razon natural un pueblo
debe á otro pueblo reciprocidad en lo justo y en lo útil
que esta máxima está llamada á realizar en tiempo de paz
la completa libertad de comercio, como á disminuir du
rante la guerra los horrores inseparables de las luchas de
todas clases; que un pueblo debe á otro en determinadas .
circunstancias su ayuda noble y desinteresada para con
fundir la tirania, como debe un hombre á otro, en el hecho
solo de ser tal hombre, sus esfuerzos para impedir que le
martirice ó asesine un malvado; que la neutralidad da de
recho á comerciar con todas las partes belijerantes, y que
estas tienen que respetarla mercancía que cubre el pabe
llon neutral; que los embajadores y toda clase de enviados
son en todo caso inviolables y sagrados, siéndolo porcon
secuencia sus domicilios y cuanto en ellos se encierre;
que el pabellon es tambien sagrado éinviolable para el de
lincuente político que se acoje á él huyendo de su pais;
que el nacional debe al estranjero hospitalidad, dándosela
si es pacífico aun en el caso de pertenecer á un pais con
quien se esté en lucha abierta, y que el estranjero debe al
pais donde se encuentra, sino gratitud, justicia, y, ade
más de justicia, un respeto profundo y relijioso á su for
ma de gobierno, á sus leyes todasy á sus buenos usos y
costumbres. . ..."

Sobre ser sencillas, encierran tanta equidad las ante


– 399 —

riores proposiciones, que pocos son los pueblos y escasos


losindivíduos que respectivamente no las practiquen cuan
do llega el caso; no hay una nacion ni un hombre que en
teoría no las preste su completa aprobacion, ni se dá por
último un gobierno de un pais civilizado que no se jacte
de atemperará ellas su conducta, por mas que los hechos
en contrario vengan á acreditarle de hipócrita y fementido.
¡Tal y tan grande es la fuerza de la justicia, que el mismo
que va contra ella no se atreve á decir que la desconoce
y la conculca! Y menos se atreve á hacer alarde de esto
en el dia, cuanto que la cultura del siglo, no solamente
moraliza, sino que proporciona al mismo tiempo á la opi
nion pública una fuerza incontrastable, y como tal, mas
pronto ó mas tarde vencedora.
Hoy vemos indudablemente que, porque la opinion es
la reina del mundo, los pueblos pueden mas que los go
biernos, y de aquí el que el derecho de jentes vaya por
el camino de su completa perfeccion: llegará á esta no tar
dando, lo primero porque al efecto se van arraigando mas
y mas cada dia en la conciencia de los pueblos las nocio
nes de lo justo, que son iguales, asípara las colectividades
como para los individuos, por cuanto la justicia no admite
divisiones, y lo segundo porque todo conspira á la realiza
cion del gran principio, que ha de hermanar mas que
ningun otro á las naciones: el del libre-cambio, el de la
completa libertad de comercio. El dia en que este gran
principio tenga aplicacion, que ha de tenerla luego á
pesar de los abusos y preocupaciones reinantes, los pue
blos podrán decir con lejítimo orgullo.
«No solamente hemos perfeccionado, sino que hemos
simplificado el derecho de jentes: con esto, al propio
tiempo que nos hemos librado de tantos y tantos funciona
rios como vivian á la sombra de tratados perjudiciales,
– 400 –

hemos hecho mas fuertes y sagrados los vinculos que nos


unen,á fin de no destruirnos en interminables y sangrien
tas guerras, y de buscar con el trabajo y la paz nuestro
recíproco mejoramiento, llenando así dignamente una de
las mas grandes misiones que el Supremo Hacedor enco
mendó á la familia humana al colocarla sobre la haz de la
tierra.

i
ni o
CAPÍTUL0XXXII.

Nuestra historia, Programas,

Trescientos años de degradante y vergonzoso despo


tismo, tan vergonzoso que, al espirar el siglo XVII, faltó
muy poco para que la altiva y nobilísima España desapa
reciera del mapa europeo, despoblada por la intolerancia
y por lo numeroso de su clerecía, embrutecida por su in
quisicion, desmoralizada por el libertinaje triunfante de los
tiempos de Felipe IVy empobrecida por la amortizacion,
los diezmos y las estériles y funestísimas aventuras á Amé
rica, no pudieron impedir que las almas reflexivas, eleva
das y generosas se fijáran en que habia existido con ante
rioridad otra España bastante libre, sobrado floreciente y
tal vez mas afortunada que ninguna otra nacion, á causa
de sus sabias instituciones y de sus leyes fundamentales,
sino del todo arregladas, en gran manera conformes á los
principios de eterna justicia.
Códigos generales y municipales, concilios y cortes,
buenas costumbres con fuerza de ley, libros de nuestros
estadistas é historiadores, máximas de nuestros poetas y
novelistas, todo se evocó con fervoroso entusiasmo, todo se
sujetó á exámen, todopagó su tributo al espíritu analiza
dor é inquieto de la época,y de ello se estrajeron, digá
moslo así, las bases sobre que fué levantado el edificio mag
nífico, aun cuando no exento de lunares, llamado Consti
lucion de 1812 con las leyes á ella consiguieytes, que
54
decretaron nuestros padres al horrísono estampido del ca
ñon enemigo, enseñoreado por la torpeza de viles cortesa
nos, cómplices en una série de inicuas traiciones , de casi
todo el suelo de la patria.
El dia en que se publicó aquel código inmortal, se ca
nonizaron á la faz del cielo y de la tierra las valientes pa
labras del heroico castellano Juan Br>vo al ir al patíbulo
291 años antes, execrándose al propio tiempo la memoria
de sus infames verdugos: mientes tú y quien te lo manda:
por traidores, nó ; por celosos defensores de la libertad del
reino, sí (1); y en ese mismo dia, maldiciendo tres siglos
de iniquidades y de vergüenza, por mas que á los ojos de
los espíritus superficiales les adornen algunos dias de glo
ria militar, se resucitó, para ennoblecerla, la fama de Pa
dilla, viendo en él al mártir, ya que no al héroe de la tris
tísima jornada de Villalar (2). Los lejislddores de Cádiz

(1) «Iban con ellos para autorizar la ejecucion de la justicia el dicho'


alcalde Zarate y el licenciado Cornejo, alcalde de corte. .i
«Como Juan Bravo oyó decir en el pregon que los degollaban por
traidores. volviose al pregonero verdugo y d'-jole: míenles tu y au i guien
te lo manda decir: traidores no, mas celosos del bien público, sí, y de/en
sores de la libertad del reino.»
Fray Prudencio de Sandoval. Historia del emperador Carlos V, li-'
bro 9, cap. 19.
(2) Juan de Padilla es una figura en la historia, que sino inspira ad
miracion, despierta profundas simpatías en todos los corazones genero-'
sos. Y no inspira admiracion ni puede inspirarla, porque se dejó batir en
Villalar, sin haber apelado antes á ninguno de los grandes recursos á
que apelan todos los que tienen en su mano la suerte de un pueblo. Se
gun todas las probabilidades, Padilla no llegó nunca á comprender lo
grande, lo inmenso de su mision, y así es que perdió la causa de la li
bertad y de la patria, no en una batalla, sino en un simulacro de bata
lla. O le abandonó el pueblo como á los Gracos, en cuyo caso debió es
capar abandonando á tiempo la causa nacional á los estranjeros y trai
dores, ó hay que creer que no servia para el paso, como no liabia servi
do antes Colada Rienzo en Roma, y como no sirvió despues Masaniello
en Nápoles. El que en momentos supremos no se aprovecha por todos
los medios del entusiasmo popular es un hombre adocenado, pero lo es
mas el que no conoce la carencia absoluta de ese entusiasmo y pretende
hacer milagros, como si él existiera en toda su pujanza, es toda su.pie
despertaron á la nacion de su semi-eterno, letárjico y hor
rible sueño, diciéndola valerosamente: «has vuelto al 22
de abril de 1521 ; pero con el genio de la libertad á tu
lado; anda, anda, que así llenarás dignamente tus altos
destinos, siendo el pueblo que debias ser hoy, el mas libre
y feliz del globo, á no contar en tu historia el inmenso
desastre, llamado Villalar!» Y la nacion anda desde aquel
dia, y la España vive la vida de pueblo, no la' vida pres
tada por los reyes absolutos y sus generalmente desprecia
bles cortesanos, y la patria de los Bravos y los Acuñas,
atenta á la orden de los hombres del año 1 2, se muestra
heroica en las Cabezas de San Juan, incomparable en la
guerra civil, grande en 1854 y decidida en la actualidad
á no retroceder por nada ni por nadie , ínterin no logre
asentar sobre anchas é indestructibles bases la libertad en
lodo y para todos, que esa y no otra es la verdadera li
bertad.
Y la órden del dia de los lejisladores de Cádiz no pue
de menos de tener cumplido efecto, por la sencilla razon
de que se apoya en nuestra antigua historia, en la verda
dera historia del pueblo español, que aquellas determina
ron, continuar, sin hacer aprecio del desconsolador y horri
ble paréntesis que en ella forman los años trascurridos
desde 1521 á 1812, desde Villalar á la isla de Leon. La
historia de los reyes no es la historia de los pueblos: por
eso Tito Livio nos dá la del pueblo romano, mientras Táci
to, aun cuando con la profunda y loable intencion de hacer
aborrecible la tiranía, no nos dá mas que la de los mons
truos coronados, que deshonraron durante un siglo á Roma
y al mundo.
, Es nuestra historia la mas apropósito entre todas las
historias para defender con ella la causa de la justicia y
por consiguiente la de la libertad; por eso no nos cansare-
– 404 –

mos nunca de recomendar su estudio á la presente genera


cion, tan lastimosamente decidida á aprender solo lo que
viene allende el Pirineo y ensalzarlo hasta las nubes, al
propio tiempo que desprecia lo nuestro, ¡oh dolor! general
mente sin examinarlo, sin siquiera merecerla que fiie su
atencion en ello. -

Sabemos, y porque lo sabemos, si otra cosa diríamos,


con razon se nos motejaría de parciales, que la libertad
nunca fué igual para todos en nuestra patria, que en ella
penetró desgraciadamente el funesto sistema feudal, que
hubo esclavos hasta el siglo noveno ó décimo, que luego
sucedieron á estos los siervos, á estos los tributarios, á es
tos los libres, pero con ciertos servicios personales,diezmos
ú otras prestaciones, restos odiosos y verdaderos de la es
clavitud, que estuvieron vijentes hasta nuestros dias; mas
el feudalismo español no fué el feudalismo del resto de
Europa, no se arraigó aquí ni una vijésima parte que en
los demas pueblos de esta parte del mundo, ni el hombre
se vió tan infamemente considerado, en tan vil precio teni
do, como en Francia, lnglaterra, Alemania, etc., por la po
derosísima razon de que la larga lucha de la reconquista
impidió por un lado el desarrollo del vandalismo de los
llamados señores, esto es, de los mas fuertes, y por otro
hizo necesarios los brazos del mas débil y del mas humil
de, quienes naturalmente se les prestaban á la patria á
cambio de algunas ventajas, en recompensa de esas con
quistas llamadas emancipacion, libertad personal, fueros
municipales, cartas pueblas y leyes generales,garantizan
do la propiedad, la seguridad individual, el honor y la vi
da contra toda clase de tiranos.
Y esto es muy natural. El hombre aspira por instinto á
su mejoramiento, y si esto lo hace cuando no presta sin
servicio, mejor lo hará en justa retribucion del que se le
– 405 –

exje, máxime si este es el de derramar su sangre y sacri


ficar su existencia. Del seno de las infelices familias llama
das de criacion, condenadas á servir al obispo de Oviedo
en faenas penosas, durísimas y degradantes, tenian con
precision que salir los que las librasen del servil tributo,
dignificándolas con la libertad, al ir á batir al agareno en
las llanuras de Castilla (1). Del vientre mismo tal vez de la
desventurada Mayor, declarada esclava en el año de la era
1078 por el obispo D. Sancho y el titulado señor de Viz
caya Iñigo Lopez, es probable que saliese quien la procla
mára libre, volviendo triunfante contra el moro de los cam
pos de Aragon ó de la Mancha (2); como es tambien no
----------

(1) Véase segun un documento del siglo nono l s servicios que cier
tas familias de Pravia, que eran de la propiedad de la Iglesia ú obispo
de Oviedo, tenian que prestará este. «La familia de Gormando, dice el
documento, está obligada á prestar el servicio de tener espeditos los ca
minos por donde hubiese de ir el obispo, limpiar las letrinas ó sitios in
mundos y hacer cuanto se la mandase (totum servitium facere): la fami
lia de Veremundo Ectar está obligada á pescar en el Nalon para elobis
po: las familias de Juan Flaginit y de Martin Villitit lo están á pescar
en el mar: la familia de Roman Nunniz lo estáá ocuparse en los traba
jos de carpintería: la de Velliti García ó Garcíaz tiene la obligºcion de
regar, trasportar nueces á Oviedo, estraer el aceite de ellas, arar y sacar
raices para quemar: la de Gomargo está obligada á hacer redes, salar los
pescados, etc.»
Causa verdadero rubor la sola lectura de estos documentos. Libro an
tiguo de testamentos en la catedral de Oviedo.

(2) Mayor, vecina de Terrero, se resistia á prestar servicios como


sierva en los campos y viñas de San Emiliano. creyéndose, dicen el ci
tado obispo y el dicho conde, superior ásus vecinos, que por lo visto
eran siervos. El obispo con acuerdo y audiencia del conde, «oyendo tal
error, empezó á inquirir quién era la que tal cosa se atrevia á hacer,
siendo asi que era cierta mujer rústica (quedam mulier rustica), y al ins
tante la hizo ir á su presencia, y un cuando se quiso escusar de la serri
dumbre,no pudo lograrlo, porque se probó que habia sido engendrada de
tribu servil. (Cum auten volluit se ercusare de servitutº, non potuit, quia
provabimus llam ex tribu ser mili fuis se qenitam).» Juicio del obispo don
Sancho y del conde D. Iñigo Lopez, señor de Vizcaya, sobre si Mayor,
vecina de Terrero, era libre ó no.
Tumbo de San Millan, cap. 45.
– 406 –

fuera de propósito el presumir que alguno de loshéroes del


pueblo, de este gran héroe anónimo, que se cubrieran de
gloria en las infinitas y brillantes espediciones áAndalucía
de AlfonsoVII el Batallador, regresase á borrar con la pun
ta de su espada victoriosa, por estar en ello interesada su
propia sangre, la infame sentencia en el mas infame pleito
entre Ariano, obispo de Oviedo, y el conde Pedro Pelayo
sobre mejor derecho á hombres y criaciones, como si fue
sen bestias de carga (1).
Tuvimos, sí, feudalismo, pero desacreditado y com -
batido por la existencia misma de los árabes, que eran
mas civilizados que los castellanos, aragoneses y navarros;
tuvimos feudalismo, pero no tan poderaso como en el resto
de Europa, porque el señor feudal tenia que habérselas
no solo con hombres inermes para reducirlos á la servi
dumbre, sino tanbien con enemigos valientes y disciplina
dos, y su accion sobre aquellos no podia ser por lo tanto
tan opresora y funesta como en otras partes; tuvimos feu
dalismo, es decir, la guerra intestina coronada por la bar
bárie, pero con el contrapeso de la guerra nacional, enca
minada á recuperar la patria, que habia de producir milla
res de valientes, cientos de héroes, hombres ennoblecidos
por sus acciones, que querrian estarlo tambien por su con

(1) El obispo de Oviedo y el conde Pedro Pelayo, á nombre del rey


tuviéron pleito el año 1090, disputandose la pertenencia de hombres
criaciones de San Salvador. El rey mandó que se hiciese pesquisa por
veridico y sabidores, que fueron designados para que dijesen
la verdad entre el obispo y el rey (ut jlicerent veritatem inter episcopum
el regem). Los hombres veridicos y sabiores declararon varios hombres
y su criacion (faetus eorum) como de una procedencia y otros con su
propia criacion de otra.
a sangre se subleva al fijarse uno en esta y en la sentencia an
terior. "" -

¿Si serán estos los tiempos que los neo-católicos llaman suyos, para
presentarlos á la sociedad actual como modelos
–407 —

dicion social. El mónstruo se dejó ver por España, no hay


que ponerlo en duda, pero para sus pretensioneshubo siem
pre contradiccion, para sus exijencias hubo una oposicion
de contínuo latente y poderosa, como para sus estragos
hubo perpétuamente remedios mas ó menos eficaces. Si
en Sahagun se presenta con sus privilegios monacales, allí
mismo se le obliga á que reconozca el fuero municipal y á
que mas adelante dé otro á los vecinos de Villavicencio; si
en Asturias y Galicia se ostenta con pleitos, que hoy pro
ducen horror, entre los obisposy los magnates, el genio
de la libertad le hace sucumbir mas adelante hasta el es
tremo de obligar al abad de ese propioSahagun, que tenia
mucha mas importancia que varios obispos, á que consig
ne en el citado fuero de Villavicencio, que será libre el sier
vo que se vaya á habitar en esta villa, y si con el obispo y
señor de Vizcaya, declarando esclava en un documento la
mentable y para ellos ignominioso á la infeliz Mayor, se
manifiesta brutal y anti-cristiano, el principio á él opuesto
produce el fuero de Cardona, que no solo ampara al siervo
muchísimo mejor que le ampararon hasta nuestros dias los
Estados no esclavistas de la union Americana, puesto que
le declaraba libre en el hecho de refugiarse dentro de los
muros de la ciudad, sino que se estiende á declarar exen.
tos de pena, dándoles vivienda segura, al ladron, al raptor
de mujer ajena, al falsificador y al mas grande crimi
nal (1).

(1) Es notabilísima la disposicion del fuero de Cardona. Dice así:


El si servus et ancilla (siervo y esclava) tenisset inter eos, aut aliquis
lomo cum alienan uzoren, ait sponsa, autlatro unjeniosus, aut aliquis
/ulsalor vel criminosus, secuRUs sietisset inter omnes alios habitatores, sine
aliqua dubitatione.»
El citado fuero de Villavicencio está aun mas terminante en favor de
- 408 –

Con fueros como los de Cuenca, Lara, Cardona, Villa


vicencio y otros puntos, la servidumbre estaba herida de
muerte, y el feudalismo de otras partes no era posible en
nuestra patria, mediante á verse socabado por su base:
por esto no echó en España ni podia echar profundas rai
ces esa planta venenosa, que todavia, despues de sangrien
tas y terribles revoluciones, presenta algunos retoños en la
libre Inglaterra y en la filosófica Alemania.
Hemos hablado ya de algunos fueros municipales, y en
ellos, esparcidos por aquí y por allá, lo propio que en al
gunas leyes generales y en el genio de la libertad que res
plandece en muchísimas de nuestras có tes, vemos procla
mados casi todos los derechos individuales, que hoy de
fienden los hombres de la idea democrática, únicos que
quieren la dignidad del hombre en toda su majestad, por
que son los únicos que la quieren en toda su plenitud.
Conviene repetir hoy esto una y mil veces. Si yo no
escribiese esta obra en una época que puedo calificar de
calamitosa de parte de ciertas gentes hácia determinadas
doctrinas y personas, no insistiria tanto para que el ánimo
del lector imparcial se fije en lo que no son en resúmen
mas que dos verdades eternas: una, que solamente los de

la completa emancipacion del siervo. Dice así: Qui ab habitandum veneril


alvendarit, cupar, servi sint ingenui et absoluti.
El de Cuenca, dado por Alonso Vlll el de las Navas, es todavia mas
importante, porque proclama la mas magnífica igualdad y la mas her
mosa tolerancia en la dignificacion del hombre, Dice así. Quicuuque ad
Conchan venerit populari, cujusqunque sil conditionis, td es, sive cristia
nus, sive maurus, sive judeus, sive liber, sive servus venia secure.» (Todo
el que viniese á poblar á Cuenca, cualquiera que sea su condicion, esto
es, ya cristiano, ya moro,ya judío,ya libre,ya siervo, puede venir con
seguridad, etc.»)
Tambien el fuero de Lara, dadoporAlonso VII, declaraba libre al
siervo que se refugiase allí. Tornadizo, dice, qui ni Lara popuiaveri,
ingenus fiat.
–409 —

mócratas quieren la libertad tal cual esta es, porque son


los únicos que la quieren en todo é igual para todos, y
otra, que, aparte que la forma de que los acontecimientos
contemporáneos hacen revestir á ciertas ideas elevándolas
á dogma mas ó menos concreto de un partido, ó sea de
una colectividad de hombres que, profesándolas, se ajitan
por llevarlas á la esfera del gobierno, no hay novedad en
ellas,y si existe es tan insignificante, que no merece el
nombre de tal. A los partidos les desarrollan ó les amen
guan los sucesos, siempre mas poderosos que los hombres;
pero las ideas, los principios basados en la eterna justicia,
por mas que puedan oscurecerse por falta de práctica, no
desaparecen, ni se amenguan, ni se proscriben jamás.
¿Cómo ha de haber novedad en que se pida lo que ya exis
tió? ¿Cómo ha de haber novedad en que se reclame lo que
ya estuvo en práctica?
Con la palabra novedad, intencional y pérfidamente
manejada, pretenden los reaccionarios de todas clases ha
cer aborrecibles las que no son mas que reconquistas del
espíritu y de la verdadera ciencia, haciendo al propio
tiempo odiosos á cuantos trabajan con noble y generoso
ardimiento por obtenerlas. Lo que es nuevo es el decir:
es nueva la libertad, siendo así que nació con el hombre,
porque se apoya en la justicia, que á su vez tiene su fun
damento en Dios. Pues si probamos que la libertad, ade
más de esto, estuvo en práctica en casi todas sus manifes
taciones en España, habremos probado que los enemigos
de la libertad son los repugnantes partidarios de esa tris
tísima y fatal novedad, que en conjunto se llama el envile
cimiento del hombre.
Para esas gentes, si se pide la tolerancia, hay novedad;
si se pide el sistema representativo, hay novedad; si se pi
de el sufragio para todos, hay novedad; si se pide la liber
52
–410–
tad de la enseñanza, hay novedad; si se pide la libertad
en la industria, en las profesiones, y en todos los medios
justos de ganar la vida, hay novedad; si se pide la justicia
igual pora todos, administrada por el jurado y con un solo
fuero, hay novedad; y si se pide, en fin, que el hombre vi
va en este mundo, dignificado, enaltecido, igual á otro
hombre, puesto que iguales crió Dios á todos en su supre
ma sabiduría, hay novedad, y partidarios peligrosos de la
anarquía social, enemigos de la propiedad, de la religion
y de la familia son los que esta y las anteriores novedades
reclaman. Como la ignorancia es enemiga de la novedad,
como las preocupaciones y el fanatismo se asustan de la
novedad, á la novedad apelan los enemigos de la libertad,
para que los ignorantes, los preocupados y los fanáticos se
alcen envilecidos en su favor, tomando á la libertad por
libertinaje, á la justicia por un mito, á la dignidad del
hombre por un juego de palabras, á la historia por un
cuento, á la ciencia por una vanidad y á los derechos del
hombre por una insustancial y al propio tiempo peligrosa
harlatanería.
Pues preciso es que vean los que sistemáticamente no
cierren sus ojos á la luz, á causa de su situacion privile
giada, que en España lo nuevo es el despotismo en todo, y
que los verdaderos amigos de las novedades son los que
pretenden arrancar al nombre su libertad, reduciéndole á
la condicion pasiva y deplorable del hilota ó del paria, tal
vez del bruto.
¿Quereis encontrar sólidos, indestructibles fundamen
tos (fuera de los que ofrece el mismo Evangelio) para sos
tener la tolerancia? Estudiad la mayor parte de los fueros
municipales, desde el de Toledo al de Alcalá, desde el de
Cuenca al de Salamanca y desde el de Sahagun al de Tu
dela, y en todos la hallareis magníficamente estableci
- 411 -

da (1): como tambien la vereis resplandecer en disposicio.


nes legislativas adoptadas en Cortes, sobre todo en las de
Valladolid de 1325 (2). La intolerancia es la nueva
en España, puesto que no cuenta mas que tres si
glos de vida, que son tres siglos de oprobio pa
ra la patria, mientras que la tolerancia cuenta con muchí
simos mas. Para los espíritus frívolos, que se pagan de
apariencias deslumbradoras, el reinado de los reyes cató
licos es un reinado brillante, magnífico, esplendoroso,
puesto que durante él se concluyó la reconquista y se des
--------

(1) El fuero de Toledo, dado por el rey Alonso VIImejorando el de


Alonso VIII, no solamente establece sabias reglas para que puedan vivir
en paz y armonía los cristianos, judíos y morós, sino que aparece sus
crito por varios personajes, sectarios de la religion de Mahoma, sin duda
para darle mas valor é importancia. Diciendo el rey que de su propia
mano hizo el santo signo de la cruz al pie del fuero, añade qué pàra
orroborarle, quiso que le jurasen sus condes y potestades; y en efecto,
l pie de su signo aparece la firma del arzobispo Bernardo, mas adelante
ºa del conde Pedro, y entre muchas de cristianos se ven con la cláusula
de lo juró y lo escribió, las de Aliben Feyr, morador de Madrid; Abdo
llah ben Fakir, id.; Suleiman ben Hazem morador de Alfamín; Abel
ben Alattá, morador de Talavera, y otros árabes de los mencionados
pueblos.
El fuero de Cuenca, además de la disposicion sentada en este capítu
lo, tenia las siguientes: Que si se suscitaba pleito entre cristianos yjidios,
le fallaren dos alcaldes, uno cristiano y otro judio.
El de Alcalá dice: Todojudio que quisiese morar en Alcalá á foro,
mO'º.
El de Salamanca dice: Los judios hayan foro como cristiano.
El de Sahagun dice: Losjudios de San Facund hayan aquel fuero que
los judios de Carrion.
Otrosí. Todas las demandas que fue en entre eristianos yjudiosprue
bense con pruebas de cristiano y julio.
El de Tudela reformado en 1330 dice: Item; suplicamos que el sennor
rey mande a su bailº de losjudios é de los moros que los constreinga á fa
cer et guardar las cosas sobredichas.

(2) Otrosí: Tengo por bien que los judios que son idos á morar á
otros señorios, que vengan á morar cada unos á los mis señorios dó son
pecheros, émando que los concejos é oficiales que los amparen é los defien
dan, que non recibán tuerto ninguno.
Cortes deValladolid de 1325, reinando Alonso el onceno,
– 412 -

cubrió uu nuevo mundo. Nosotros nos alegramos de que


á nuestra patria la corresponda la gloria de ese des
cubrimiento, como nos alegramos de que cayese el último
reinecillo musulman de España, pero esos dos notables
acontecimientos, que llevaron á cabo los reyes católicos,
valen bien poco en comparacion del daño que hicieron á
al país. El dia que Isabel y Fernando establecieron el
Santo oficio en Castilla se echó la maldicion sobre lo que
pronto iba á llamarse Española (Santo Domingo), Cuba,
Nueva España (Méjico), Perú, Chile, riquezas de América,
glorias imperecederas, etc., etc., y se declaró a priori á
nuestros padres mendigosilustres, condenados á vestir de
tisú, de oro y depedrería, porque se condenó á la patria á
que fuese una imájen fiel del sepulcro blanqueado del
Evangelio de San Mateo, elegante y vistoso por fuera, lle
no de inmundicia y de podredumbre por dentro (1). La in
quisicion que empezó por quemar á los hombres á milla
res (2), pidió y obtuvo luego la espulsion de cien mil fa
milias judias, preparó la gran vergüenza de Villalar,
logró despues la proscripcion de 800.000 moriscos y con
cluyó por anular el pais, por embrutecerle y empobrecer

(1) Sois semejantes(los : los sepulcros blanqueados, que


parecen de fuera hermososá los hombres y dentro están llenos de hue
sos de muertosy de toda suciedad.
San Mateo, cap, 23, v.27.

(2) Ya hemos visto segun el jesuita Mariana,(partidario del Santo


oficio) losindividuos que quemóTorquemada de recien establecido este
infame tribunal en Castilla. Las mismas huellas con corta diferencia si
guieron los demasinquisidoresgenerales hasta el reinado de Felipe V,
en que ya no se quemó tan á menudo: solamente se abandonó el suplicio
de chamuscarhombres por amor de Dios durante el reinado de Car
los III, aun cuando siguió la inquisicion haciendo horrores y atemori
zando á todo el mundo en térmiños de ser un proverbio cio de, con
la inquisicion chiton, -
– 413 –

le, dejando yermos sus campos, abandonados sus talleres,


cerradas susfábricas, desiertos sus puertos y convertidos
sus centros de contratacion, de vida y de movimiento
mercantil en espantosas y tristísimas soledades. Tenia la
España con la inquisicion las mal llamadas flotas de Amé
rica, pero no su antigua industria, grande y floreciente,
asi en Toledo como en Sevilla, así en Sepúlveda como en
Segovia y otros mil puntos; tenia los galeones de Acapul
co, pero no su comercio que la llevaba al Norte, á Le
vante y á todas partes en busca de grandes y legítimas ga
nancias; tenia las minas del Perú y de Méjico, pero no el
venero inagotable de riqueza que dan los campos bien cul
tivados; tenia las glorias de Otumba y San Quintin, pero
no las glorias nacionales de sus fueros libres, sus cortes
valerosas y sus leyes generales basadas en la justicia uni
versal; tenia muchos vireinatos, que todos eran mayores
en estension que la metrópoli, pero no tenia ciudadanos
que pudieran defender la patria como en masa la habian
defendido en otras épocas millares de veces contra el mo
ro, ni tenia ni podia tener los 40,000 caballos castellanos
que con la infanteria y bagajes correspondientes revistó
el gran rey Alfonso el VIII en los campos de Toledo al ir á
la gloriosísima é inmortal empresa que se llama Las Navas
de Tolosa (1): la inquisicion, aprisionando poco á poco á

(1) Si hemos de creer á Gándara y á otros escritores, el ejército que


revistó Alfonso VIII en os campos de Toledo al irá conquistar los lauros
inmarcesibles de las Navas de Tolosa, se componia de 40,000 caballos
castellanos, 130,000 infantes y 60 ó 70,000 carros de provisiones, equi
pajes y bagajes. Véase lo que dice aquel estadista.
«Alfonso VIII, rey solo dc las dos Castillas,para coronarse de laure
les en las Navas de Tolosa, revistó en Toledo cuarenta mil cab llos cas
tellanos pagados á cinco reales cada uno; ciento treinta mil infantes, á
tres (sin contar algunos tercios de infantería que auu no habian llegado)
y sesenta ósetenta mil carros de provisiones, equipajes y bagajes, que
- 414 -

la patria entre sus brazos de hierro, no la dejó mas que


ignorancia y andrajos para que dentro representase la
imágen exacta del mendigo orgulloso, y fuera se burlasen
de ella todas las gentes: en vez de marina nacional que
desarrollase la industria y el comercio, tuvimos escasos
y mal servidos buques de guerra, que no podian defender
ni las colonias ni las provincias lejanas; y en vez de aque
llos famosos tercios españoles, que nacieron antes de la
guerra de Granada, es decir, á impulso del genio liberal
que presidia entonces los destinos de Castilla, tuvimos tan
solo restos dejenerados de ellos y como tales no pudieron
impedir que se nos marcháran una tras otra las provincias
de los Paises Bajos, llenas de sangre, ruinas y rencor hácia
nosotros; ni que se emancipase el Portugal en justísimo
odio á nuestro fanatismo y nuestra tiranía, ni que el se
gundo D. Juan de Austria intimidase al gobierno de Ma
drid, obligándole en 1669 á hacer un verdadero tratado,
cual si fuere una potencia estranjera, al acercarse á la
corte con solos doscientos caballos y trescientos infantes;
ni que los filibusteros nos saqueasen impunemente Porto
bello, Cartagena de Indias, la costa de Panamá y todas las

ocuparian á lo menos, ciento cuarenta mil caballerias mayores y meno


res y algunos irian de carga, aunque la historia no lo dice, ni menos
concuerdan todos en el número.
A este respecto no será mucho creer que la España de entonces, con
siderada toda la estension que domina höy la corona de Castilla, podia
poner en campaña desahogadamente ciento veinte mil caballos, con
cuatrocientos mil infantes y doscientos y diez mil carros; y al presente
costaria buen trabajo presentar seis mil caballos, con cincuenta mil in
fantes efectivos y veinte mil carros. 10 cuantum hec Niobe, Niobe distat
ab illa!» El Bien y el mal de España, 39,3°
La esclamacion de Gándara no puede estar mas en su lugar; pero
se olvidó, al hacerla de lo que él mismo tenia dicho en su obra, capí
tulo 43: Mientras haya sopa en lasporterias, nofaltarán mendigos en Es
paña. Unas y otros los habia fomentado grandemente la inquisicion, y
no podian concluir ínterin esta no desapareciese.
- 415 -

Antillas; ni que perdiésemos para siempre por escasez de


recursos el Franco Condado, ni que se rindiesen al francés
Rosas, Urgel y luego Barcelona por carencia absoluta de
los elementos mas indispensables para sostenerlas, ni que
por último, al reves que con las vestiduras del Justo, so
bre las que se echaron suertes despues de su muerte, se
hiciera por el estranjero, indirectamente ayudado de cua
tro fanáticos y traidores, el opobioso repartimiento del
territorio español durante la vida misma del imbécil y des
graciado monarca Cárlos ll (1).
La inquisicion habia borrado hasta las huellas del rei
nado de los Alfonsos, del reinado del heroismo, de la tole
rancia y del trabajo, es decir, de la verdaderagloria, de
jando á la patria como legado estéril y tristísimo el reinado
de los Cárlos y Felipes, es decir, de la haraganería con su
consiguiente despoblacion, de la intolerancia con su inse
parable crueldad, del fanatismo con su irremediable igno
rancia, es decir, el reinado del verdadero oprobio, el de la
mas grande y nunca bastantemente deplorada vergüenza.
Pues bien: esta gran vergüenza, que se llama tres siglos
de horrenda tiranía, á nadie es debida mas que á lsabel la
Católica. Alaben á esta otros; nosotros no tenemos fuerzas
para alabar á la que á los ojos imparciales del historiador

(1) En 1698, suspendiéndose las hostilidades entre Luis XIV de un


lado y la linglaterra y la Holanda de otro, se celebró un congreso en la
Haya, en el cual se acordo yfirmo el infame convenio siguiente, repar
tiendo la patria española, exanime, moribunda entonces en poder de los
teócratas y de algunos intrigautes palaciegos. Se senaló (por supuesto
para despues de la muerte de Carlos ll) para el principe de Baviera la
España no completa y las Indias; al uelfin de Francia se le habían de
dar la provincia de Guipúzcoa, las dos Sicilias yvarias islas de ltalia,y
el Milanesado seria pará el archiduque Cárlos, que disputó despues la
corona á Felipe V.
Este mismo repartimiento le desbarataron el testamento de Carlos II
y su consecuencià natural la sangrienta guerra de sucesion,
- 416–

y del filósofo no puede menos de ser la reina mas funesta


(ya que no podamos decir mas mala) que ha tenido la Es
paña. Ante el tribunal de la filosofía y de la historia no sir
ve la imajinacion; se deja á un lado lo que el mundo cali
fica en general malamente de gloria, y se examinan y
analizan, para darles su merecido, los hechos que han pro
ducido bien ó mal á la humanidad, segun que ellos hayan
estado conformes ó distantes de los eternos principios de
justicia.
¿Quereis encontrar las bases, al propio tiempo que la
conveniencia y la justicia del sistema representativo en
España, probando que no es en ella un sistema nuevo? Re
gistrad todas nuestras cortes, empezando por los concilios
toledanos y concluyendo por las de 1518 y las de los co
muneros, y os convencereis de la exactitud histórica con
que los hombres de Cádiz, al dotar á la nacion de un sis
tema representativo, dijeron que nada nuevo, á No seR El
MÉTodo coN QUE se HABIAN DISTRIBUIDo I.As MATERIAs, ofre
cian ni ofrecerpodian en la Constitucion (1).
Y en efecto. Todas nuestras contes, empezando por las
de Leon de 1020, que siguieron las huellas de los conci
lios de Toledo, para conocer y tratar no solamente de los
subsidios, sino de todos los asuntos concernientes al Esta
do, y concluyendo por las últimas verdaderas cortes caste
llanas, disueltas y ejecutadas en algunos de susindividuos
por efecto del gran desastre de Villalar, dan la razon á los
lejisladores de Cádiz.
Las cortes de Leon de 1020, á que asistieron el rey
Alonso V, su esposa, los obispos y los grandes escojidos del

(1) Principio del discurso preliminar, leido en las cortes al presentar


la comision dè Constitucion de 1812, el proyecto de ella.
- 417 –

reino, trataron sin separarse de la justicia, como dice una


de sus disposiciones, de todos los asuntos que interesaban
al pais: Iudicato ergo, dice dicha disposicion que es la 6",
Eclesiae juditio, adepaque justitia, agatur causa regis, de
inde causa populorum.
Las cortes de Leon de 1188, al subir al trono Alon
so lX, hablan de la asistencia á ellas no solo de los obispos
y magnates, sino de ciudadanos elegidos por varias ciuda
des, Ego dominus Aldefonsus rew Legionis et Galicie, cum
celebrarem Curiam apud Legionem cum archiepiscoco, el epis
copis, et magnativus regni mei, et cum ELECTIs civibus ex
singulis civilatibus, etc.
Ya antes, á las cortes de Carrion de los Condes, que
trataron del matrimonio de doña Berenguela con el prín
cipe Conrado,habian asistido diputados de 50 ó 60 villas
y ciudades. A

Las famosas cortes de Benavente de 1202, celebradas


por el citado rey Alonso IX, empiezan así: Aquellas cosas
que en este presente son fechas queremos ser firmes é de la
postrimera permancier sin trabajo. Por ende yo Don Alon
so por la gracia de Dios, Rey de Leon é de Galicia, en una
con mi mujer la reina doña Beringuela é con mi fijo Don
Fernando: Conoscida cosa fago saber á todos los presentes é
aquellos que han de venir, que estando en Benavente épre
sentes...... é mis vasallos, émuchos de cada villa en mio
reguo écumplida corte, etc.
Mlas terminantes, para acreditar la representacion de
las villas y ciudades, a tin de gobernar el país, están las
cortes generales de Leon de 1208, que dicen así: Era
MICCXLI: mense Februari III. Nos ayuntamos en Lon
Cubdad Real en la onrada companna de obispos en uno, é la
gloriosa companna de los ricos príncipes é barones de todo
el regno, éla MucuFDUMBRE de las cibdades É ENvíADos De
b3
- 418 –
caba caban poa Escore: Yo Don Alfonso (X de León y VIII
de Castilla, que es el mismo de las Navas), mui nobre Rey
de Leon é Galicia, etc.
A las cortes de Búrgos del año 1315 asistieron 192
procuradores, triple número al menos que el de los gran
des y obispos reunidos; á las de Madrid de 1391, asistie
ron 126 diputados, y es evidente que á otras anteriores y
posteriores de Castilla y Leon asistió igual ó mayor número
de representantes del pueblo que á las arriba mencio
nadas.
Pero tenian que venir las famosas cortes de 1518, en
que el diputado por Burgos, Zumel, acreditó su ardieute
patriotismo, á probar de una manera concluyente, que los
representantes del pueblo no solamente podían tratar de la
cuestion de subsidios, sino de todos los asuntos concernien
tes al Estado. En ellas los diputados del pueblo, que eran
en mas que doble número que los de la nobleza y del clero,
obligaron al que luego fué emperador Cárlos V, á suscribir
74 capítulos ó peticiones, que además de abrazar, puede
decirse, un sistema entero de gobierno, encerraban mu
chísimas máximas de la mas sana política, mezcladas con
otras de eterna justicia. El genio de la libertad, que dormia
en el resto del mundo, se manifestó en estas cortes, cuyo
estudio no podemos menos de recomendar al lector im
parcial, de uua manera brillantísima y hasta no mas admi
rable. Las disposiciones mas importantes que acordaron
dichas cortes y juró (para luego ser perjuro)á peticion de
estas Cár los I fuero: Que los correjudores y asustentes no
ejercieran su oficio mas que por el término de dos años, aun
cuando lo pidiese la ciudad donde lo habiun sido, quedand
sujetos al cabo de ellos a una formal residencia, para dar
cuenta de su mision; sábia medida que tenia que dar por
resultado infalible una regular administracion de justi
- 419 -

cia (4): Que las justicias no pudiesen tomar las armas, de


dia ni en ligares honestos; disposicion que tenia por objeto
combatir el militarismo, que, no contenido dentro de sus
justos límites, concluye indefectiblemente por ser avasa
llador (2): Que se proveyese de manera que en el oficio de la
INouisicios se hiciese justícia para que si los malos fuesen
castigados, no padeciesen los inocentes; medida tomada sin
duda por efecto de las atrocidades que á aquella fecha ha
bia cometido el inícuo tribunal (3): Que no anduviesen po
bres por el reino, hermosa peticion que habla muy alto en
favor de la laboriosidad del pueblo castellano (4): Que el
servicio (la contribucion) que se habia concedido, se cobrase
por los mismos procuradores y ciudades y no por recetores y
cobradores; es decir, que los representantes del pueblo no
querian el enjambre de empleados que hoy agovia á la
nacion (5): Que en el echar de las bulas, no se hiciesen fuer
zas ni estorsiones, sino que cada uno tuviese libertad de to
marlas; prueba evidente de lo mucho que entonces abusa
ba el clero para hacer partícipe á todo el mundo de la
contribucion de bulas (6): «Que ninguno pudiere mandar
bienes raices á ninguna iglesia, monasterio, cofradia, ni
hospital, ni ellos lo pudieran heredar ni comprar, porque
si se permitiese, en breve tiempo seria todo suyo;» sa
pientísima determinacion, que atajaba los males de la

(1) Peticion 35.


(2) Peticion 36.
(3) Peticion 39.
(4) Peticion 41.
(5) Peticion77.
(6). Peticion 49.
- 40 -

amortizacion, ya que entonces no era posible arrancarlos


de raiz (1): «Que habiendo jueces en los lugaresde prime
ra instancia, no sean llevados los clérigos á las cabezas de
los obispados ni á otra parte, á no ser en grado de apela
cion;» peticion que hería de muerte el fuero eclesiástico en
honor de la justicia (2): «Que á ningun pechero se diese
carta de hidalguia, ni se permitiesen hermandades de mos
trencos ni frailes;» determinacion que tenia por objeto no
exentar de cargas á nadie, so pretesto de hidalguía, y no
aumentar el número ya escesivo del clero regular, po
niendo además correctivo al infamante vicio de la vagan
cia (3). -

Adoptaron tambien dichas cortes, entre varias que hoy


rechazan los buenos principios económicos, importantes
medidas sobre la administracion de justicia y diversos
asuntos interesantes al país, recordando al monarca al ha
cerlo, que no era tal monarca por el simple hecho de serlo,
«porque nada le hacia rey, segun el derecho, sino el ad
ministrar justicia y que por ELA y EN NoMBRE DE ELLA, se
gun el Espíritu Santo, reinan los reyes, y que debia tener
presente que no era en verdad mas que un MERCENARio de
sus vasallos» (4).

(1) Peticion 55
(2) Peticion 59.
(3) Peticion 6l.
(4) Es hasta no mas interesante al objeto que nos hemos propuesto
en este capítulo, trascribir aquí lo que los representantes del pueblo
djeron á Cárlos I en las cortes de Valladolid de 1518, segun el obispo
Sandoval, historiador que no podrán calificar de parcial los actuales
sistemáticos adversarios del réjimen representativö, Dice así: «Juntos
losprocuradores del reino en Valladolid hicieron un razonamiento muy
acordado al rey, respondiendo á lo que el obispo de Badajoz, presidente
- m -
Pero teninn que venir nuestros comuneros con sus ideé*
levantadas y grandes concepciones á probar que la liber
tad no era ni habia sido durante siglos una planta exótica
en E-|>aña; y si aquellos heroicos hombres sucumbieron en
I,i noble demanda á que se consagraron, ron su muerte nos
legaron dos tirulos gloriosos y de inmensísimo valor: l.°el
que nos coloca, aparte de la justicia que nunca prescribe
y siempre vale mas que todos los títulos, en el terreno his
tórico para pedir y sostener un gobierno representativo

de estas cortes y don García de Padilla, letrado de ellas, de parte del


rey habian propuesto sobre que entre si mirasen y confiriesen las cosas
importantes al bien; y conservacion de estes reinos, y acrecentamiento
dp líos. Pidiendo los procuradores con muy buenas razones que el rey
pusiese por obra el santo y católico propósito que mostralja en favor de
sus reinos y subditos de ellos, que para alcanzar el fruto ele tan santo»
deseos, le traían á la memoria, como por orden del cielo iué escogido,
y llamado para rey ,. cuyo oficio es, regir bien: y el bien regir es admi
nistrar justicia, dando á cada uuo lo que es suyo, y asi le suplicaban
fuese este su fin y principal intento. Porque si bien los reyes tienen otras
muchas cualidades, como son, linaje, dignidad, potencia. honra, rique
zas, deleites. estimaciones. etc. . ninguna de estas le hace rey, segun el
derecho, sino solo el administrar justicia. Y por esta. y en nombre de
ella, dice el Espíritu Santo, que los reyes reinan. Que la justicia y el
reinar con ella piden que cuando los subditos duermen, los reyes velen.
Que asi lo diibia él hacer, pues en verdad era mercenario de sus vasallos:
por esta causa le daban parte de sus frutos y haciendas, le servían con
sus personas, cuando eran llamados, y que asi el rey por un tácito con-
. trato era obligado á guardar justicia á los suyos, la cual es de tanta
escelencia y dignidad, que quiso Diosintitularse de ella llamándose juez
justo. Que ella sola fué la que libró á Trajano. Que siendo tan amigo
de Dios, seria así su amigo el que la guardase. Y porqjue la carga del
juzgar es grande. y el que tiene la vara y cetro ha menester quien le
ayude, fue y es necesario que el rey tuviese ministros interiores, que
llevasen parte de esta carga y pesado cuidado. quedando al príncipe la
suprema potestad. Que el buen rey debe buscar los tales, como los bus
có Moisés, cuando le mandó Dios que escogiese 72 varones de su pne-
. blo, para que le ayudasen á gobernar, y descargasen de parte de su
euidado. Los cuales se habian de escojer sabios, ancianos, temerosos de
Dios, enemigos dela avaricia y de otras pasiones, que ciegan y pervier
ten el sentido »
Fray Prudencio de Sañdoval, obispo de Pamplona. Hist.de Carlos V.
libro 3.V 10.
- 42 -

ámpliamente liberal en nuestra patria; y 2.° el que nos dá


derecho á decir á propios y estraños, que la España de
1520 y 1521 estaba algunos siglos adelantada en ideas
políticas y sistemas de gobierno á todos los países de Euro
ropa. ¡¡Triste jornada la de Villalar, que entronizando de
lleno el despotismo y la inquisicion en Castilla, ha impedi
do que hoy, como debió serlo durante los tres últimos si
8los, sea nuestra patria la nacion mas rica, mas poblada,
mas libre y mas feliz del universo!
Hé aquí algunos de los llamados Capítulos del reino,
que las cortes de Castilla, llamadas entonces Junta de los
comuneros, de la cual formaban parte deanes, abades, frai
les, canónigos, mercaderes, militares, abogados, rejidores,
labradores, pañeros y otros industriales, decretaron en
Tordesillas con el concurso de la reina doña Juana y pidie
ron al emperador Cárlos V con fecha 20 de octubre de
mil quinieros veinte, que les otorgase por ley perpétua del
1'6270,

Por lo tocante á la persona del rey establecen dichos


capítulos, que deba vivir en estos reinos, regirlos y gober
narlos, y que su casamiento deba ser á voto y parecer del
reino. a -

Por lo que toca á la real casa disponen, que el rey no


se sirva de estranjeros ni de grandes del país, ni por últi
mo traiga tropa estraña para defensa del territorio.
Por lo que hace á los huéspedes, que los reyes, gran
des señores y prelados hacian tener á la fuerza en sus
viajes á los pueblos, establecen, que «se quite perpétua
mente esta servidumbre dañosa y abominable.»
Por lo que toca á alcabalas, rentas reales y encabeza
mientos disponen, que sean reducidos los tales tributos al
estado que tenian en 1494; que no se pueda pedir otros
servicios ordinarios ni estraordinarios, y que se perdone
- 425 –
cuanto pueda deberse de diez años arriba, porque lo con
trario «es causar estorsiones y agravios» á los naturales
del reino, sus fiadores, hijos y herederos, «quienes por el
tiempo trascurrido no pueden tal vez mostrar los libra
mientos que en él fueron hechos ni las correspondientes
cartas de pago.» r -

Por lo tocante á los procuradores de cortes ó repre


sentantes del reino establecen, que se guarde la costumbre
de que vayan á ellas un procurado elegido por el cabido
de la iglesia, otro por el estado de los caballeros y escude
ros, y otro por el estado de la comunidad ó pueblo, que el
rey no pueda enviar poder,ni instruccion ni mandamiento
alguno á dichos procuradores; que las cortes así reunidas
tengan libertad de juntarse, conferir y platicar los unos
cón los otros procuradores cuantas veces quisieren, y que
no se les dé presidente que esté con ellos, «porque esto se
ria impedirles que tratasen de lo que toca á sus ciudades
y bien de la república, de donde son enviados;» que los
procuradores no puedan recibir merced de cualquier cali
dad que sea para sí, ni para sus mujeres, hijos ni parientes
bajo pena de MUERTE, «porque estando libres los procura
dores de codicia y sin esperanza de recibir merced algu
na, entenderán mejor lo que fuere servicio de Dios, del
rey y del bien público y en lo que por sus ciudades y vi
llas les fuese sometido.»
Por lo referente á las facultades de las cortes estable
cen, «que de aquí adelante PERPETuAMENTE DE TREs EN ras
años las ciudades y villas, que tienen voto en cortes, se
puedan ayuntar y sejunten por sus procuradores, que seau
elejidos por los tres estados, y que lo puedan hacer en
AussNCIA Y sin LICENCIA de S. S. A. A. y de los reyes sus
sucesores, para que allí juntos vean y procuren como se
guarda lo contenido en estos capítulos» (una verdadera
^ 424 —
constitucion política del diaj, <y que acabadas las cúvtes,
I03 dichos procuradores, derftro de cuarenta dias continuos,
sean obligados á ir personalmente á su ciudad á dar cuenta
de lo que hubiesen hecho en dichas cortes.»
" Acerca de la administracion de justicia disponen, qae
sean naturales de Castilla los que la ejerzan, que el presi
dente, oidores, alcaldes y oficiales de las cnancillerías y
¿udieneias sean visitados de cuatro en cuatro años, «y los
que fueren hallados culpados, sean punidos y castigados
segun la calidad de la culpa;» que los dichos funcionarios
no sean nombrados tales si ellos lo pidieren, antes bien se
provean dichos oficios «por habilidad y merecimiento;»
que la provision «sea á los oficios, no á las personas y
QUE LAS QUE CONTRA EL TENOR DÉ ESTO LOS PROCURASEN Ó HU
BIEREN, EL REINO NO LOS ^HAYA POR OFICIALES ¥
SEAN INHAB1LKS PARA NO TENER NI USAR MAS LOS
DICHOS OFICIOS NI OTROS OFICIOS PUBLICOS; que no
se provean dichos oficios en los que nuevamente salen de
los estudios, sino en personas de esperiencia, de uso y ejer
cicio en oficios de abogados y juzgados;» que los magis
trados que votaren en las primeras sentencias, no puedan
votar ni sentenciar en los procesos de grado de revista,
«porque muchos se muestran aficionados á confirmar sus
sentencias y las defienden como si fueran abogados de la
parte en emo favor sentenciaron primero;» que haya un
veedor en cada una de las audiencias y thancillería?, per
sona de «auioridad y buen*i intencion,» qiie vea y provea
cómo wí guardan las ordenanzas; que los dichos oficiales
del .consejo, chancillei ¡as y alcaldías «no sean perpetuos,
pues esto cuiriple al servicio del ¿oy y bien deoslos reinos,
no debiendo tenerse los oidores y alcaldes por señores do
los dichos oficios;» que el número de los oidores del con
sejo de justicia sea de doce ni mas ni ineuos} que los plei*
— 425 —
tos se vean en todas partes por su orden y antigüedad; que
los pleitos que hubiesen de tratarse en cnancillería, no se
retengan ni remitan al consejo por cédula; que los oidores
que pueden conocer de los pleitos y causas no sean quita
dos de oir y determinar los dichos pleitos por cédula del rey,
«porque los que fuerea sospechosos, tienen las partes re
medio de recusacion;» que los del consejo y oidores de las
audiencias y cnancillerías, y alcaldes de corte y chancille-
rías no puedan tener mas de un oficio: que las sentencias
definitivas, que en las causas criminales los alcaldes de ca
sa y corte y las cnancillerías dieren, «que sean de muerte
ó de mutilacion de miembro, haya lugar de apelacion,»
pudiéndose apelar y suplicar en dichos casos «de los alcal
des de casa y corte para ante los del consejo» y de las
cnancillerías «para ante los oidores delas audiencias;» que
los correjidores, alcaldes y oficiales de las ciudades, villas
y lugares de adelantamientos y otras justicias de estos rei
nos «no puedan ser prorogados ni se proroguen sus oficios
por mas de un año, aunque las ciudades, villas y comuni
dades de ellas lo supliquen;» que en adelante «no se pro
vea de correjidores á las ciudades y villas de estos reinos,
salvo cuando las ciudades, villas y lugares lo pidieren, y
que las tales ciudades y villas pongan sus alcaldes ordina
rios que sean suficientes (\)\* que las villas y ciudades
puedan constituir y dar moderado salario á los tales alcal
des ordinarios de las rentas de tal ciudad y villa, «y que
los talesjueces así asalariados no lleven ni puedan llevar
algunos accesorios;» que en los casos en que hubiere lugar

wt — ... . ; f : ,

(1) Con esta conquista echaban los comuneros por el suelo todo el
sistema feudal referente al nombramiento de justicias por los llamados
señores de los pueblos, reemplazándoles por el sistema democrático.
54
– 426 –

al nombramiento de juez pesquisidor, vaya este con el


salario tasado á costa de la cámara y fisco, no á costa de
sos culpados, «porque, por cobrar sus salarios y costas, ha
cen culpados los inocentes y sin culpa,» y por último que
no se libren ni se puedan librar en adelante á correjidorni
á «otro juez alguno, de cualquier calidad que fuere,» sus
salarios en las penas que los mismos jueces condenaren,
porque, por cobrarlo, no se presuma de ellos que con
denaron injustamente» (). -

Respecto de las bulas, cruzadas y composicion disponen,


«que los parroquianos (de parroquia) tomen las bulas si
QUIEREN» y que de ninguna manera se les moleste por
ellas.
Relativamente á las colonias, llamadas por los comune
ros «Indias y Tierra Firme» establecen, «que no se hagan
ni puedan hacer perpétuamente mercedes algunas á ningu
na persona de cualquier calidad que sea de algunos indios,
para que calen y saquen oro, ni para alguna otra cosa, re
vocándose las mercedos de ellos hechas hasta aquí, porque
en haberse hecho merced de los dichos indios, se ha se
guido antes daño que provecho al patrimonio real de
SS. MM. por el mucho oro que se pudiera haber de ellos;
DE MAS QUE, SIENDo CoMo soN CRISTIANos, soNTRATADos COMo
INFIELEs Y EscLAvos» (2). »

Por lo tocante ágarantizar el derecho de propiedad


en una dilatada escala, bajo el simple título de «mercedes, »

(1) ¿No es una gran vergüenza para nosotros que los comuneros pi
dierán hace tressiglos y medio una administracion dejusticia mil veces
mejor en todos conceptos y en todos los terrenos que la que hoyte
nemos? -

(2) Hermosísimas palabras, que hoy vienen á avergonzarnos por la


infame esclavitud que está vijente en la isla de Cuba.
- - 427 –

disponen, que el rey no pueda hacer mercedes ni libranzas


de bienes y dineros que no hayan venido á su poder y cá
mara, porque, por haberlas hecho, «han buscado dineros
prestados á logro y echado pedidos y servicios á sus súb
ditos y naturales;» que no haga tampoco el rey ni pueda
hacer merced de bienes que estén pedidos como propios
de la corona, habiendo pleitos pendientes sobre ellos, «sin
que primeramente contra los poseedores de ellos sean da
das sentencias y estas sean pasadas en cosa juzgada;» que
se revoquen y den por nulas todas las mercedes hechas
desde el fallecimiento de la reina católica de «cualquier
villas, lugares, términos, jurisdicciones, vasallos, salinas
de minero de oro, plata, estaño, cobre, plomo y alumbre,
POR ESTAR, PROHIBIDO POR LEYES DE ESTOS REINos;» que en
adelante no se den cartas ni privilejio de hidalguía, «por
ser en gran daño de los pueblos, » comunidades y peche
ros, y que de aquí adelante perpétuamente no se den ni
puedan dar mercedes de espectativas, oficios, beneficios,
dignidades y otras cosas que tienen hombres vivos, por
ser contra las leyes de estos reinos, y que si se dieren, no
se cumplan nihagan efecto.
Sobre residencias, que tanto asustan hoy á los doctri
narios, disponen, que Todos los oficiales que hayan teni
do cargo de la hacienda del rey durante la administracion
de Fernando el Católico, sean residenciadosy den cuenta
de sus oficios y cargos y de lo que en ellos hicieron, dán
dolas ante personas nombradas por el rey, juntamente
con las que nombre el reino, y que si el rey no las nombra
dentro de treinta dias, que se haga la residencia y den
sus cuentas los residenciados ante las personas nombradas
por el reino; que se sujete á la misma residencia á los te
soreros, oficiales y «otros cualquier» que hayan tenido car
gos de las cruzadas, bulas, composiciones y subsidios pa
- 428 -

sados, lo propio que á los del consejo y oficiales de la real


casa. ·

Sobre eclesiásticos disponen, que no se den arzobispa


dos, obispados, canongías, dignidades ni beneficios ecle
siásticos, á no ser á naturales del pais; que debiendo resi
dir en sus diócesis los arzobispos, obispos y prelados, si no
lo hacen, «pierdan por rata los frutos,» y que los que po
der hubieren, «aunque fueren seglares, » pudieren conocer
de las causas criminales de los clérigos á cierta mane
ra (1).
Sobre los regidores disponen, «que de aquí adelante
perpetuamente ni el rey ni sus sucesores puedan dar li
cencia á los regidores, veinte y cuatro jurados y otros ofi
cios del concejo de las «ciudades, villas y lugares de estos
reinos» para que puedan vivir y llevar «acostamiento
(sueldos) de señores» (2), .
Sobre fortalezas y alcaidías disponen, que el rey no
pueda dar las fortalezas, tenencias, alcaidías á señores de
titulo de estado ni de gran señor, y que los alcaides de
ellas hagan pleito-homenaje «al rey y seguridad Á LAs
cIUDADES Y viILAs do estuvieren, que por las dichas forta
lezas ni de ellas no recibirán daño alguno (3).
,

".

(1) La última disposicion tendia á concluir de todo punto con el fue


ro eclesiástico, de cónformidad con la antigua legislacion castellana,
anterior á las Decretales importadas de Frañcia con los monjes clunia
Q162ISGS, -

2). Ya que no quitaban los comuneros los llamados rejidores perpé


tuðs les pribavan de sueldos, haciendo así mas popular su majistra
Ull'a.

(3) Esta disposicion no podia ser mas sabia;por un lado quebranta


ba el poderfunesto de la aristocracia, ypor otro reconocia en el pue
blo el mismo derecho que en el rey para exigir que el guardador de la
fortaleza fuese fiel á ambos.
- 429 –

Sobre contribuciones establecen, que las ciudades, vi


llas y lugares que poseen algunos señores, pechen y con
tribuyan «en los repartimientos» y pechos de cercas, puen
tes, guardas, pleitos, defensas y ensanchamientos de tér
minos, pena de perder el señorío, «que jamás se podrá
vender á otro.» - - -

En las disposiciones generales de estaverdadera cons


titucion política, en la cual habia sobre la industria y
comercio preceptos absurdos, hijos del atraso de todas
las naciones en materias económicas, piden los comuneros
al rey que confirme los dichos capítulos «para que perpé
tua é inviolablemente y sin poderles mudar ni revocar,
fuesen guardados y se guardasen en estos reinos:» aunque
declaran al monarca señor,soberano, no reconociente
superior en lo temporal, le piden que suscriba á dichos
capítulos «Por viÁ DE coNTRATo hecho y contraido entre él
y los reinos de Castilla y Leon, y procuradores de ellos y
las comunidades, vecinos y moradores de ellas: que pro
meta su féy palabra real y jure por Dios nuestro Señor y
por los Santos cuatro Evangelios de tener, guardar, cumplir,
hacer guardar y cumplir los dichos capítulos y cada uno
de ellos, y de no mudarles, ni ir, ni venir contra ellos ni
alguno de ellos, no pidiendo relajacion del juramento ni al
Papa ni á prelado ó persona que poder tenga para absolver
y relajar, y que ni en cortes ni fuera de cortes los revocará
ni consentirá, ni mañdará que se revoquen, por cuanto lo
susodicho ha sido y es Poa viA DE IGUALA Y coMPosicioN y
CONTRATO HECHO Y OTORGADO ENTRENOS, NUES
TROS REINOS, PROCURADORES Y COMUNIDADES DE
ELLOS.» Concluyen los comuneros su obra patriótica, po
niendo en boca del monarca estas palabras dirijidas á la
nacion entera: «Vos mandamos á todos y á cada uno de
»vos que veades los dichos capítulos y esta nuestra confir
– 430 -

»macion y otorgamiento de ellos, y los guardeis todos é


• hagais guardar perpétua é invíolablemente por leyes
»generales de estos reinos, y por conveniencia hecha y
» otorgada entre nosy los dichos nuestros reinos, procura
adores, ciudades, villas, lugaresy comunidades de ellos,
»ahora ni en tiempo alguno sopena de la nuestra merced
» y de confiscacion de todos vuestros bienes para la nuestra
cámara, y cualquiera que lo quebrantase, y por quien
» fincase de hacerlo así y cumplir, y privacion de oficios,
juros y mercedes que de nos y de los reyes nuestros
»sucesores tengais. E los unos y los otros non fagades ende
»al» (no hagais cosa en contrario).
El destino de esta Constitucion no pudo ser mas tris
te: sabido es que se enterró en Villalar con los nobles
cuerpos de Padilla, Bravo y Maldonado. El país, por el
cual debió circular con profusion, segun una frase de San
doval, el mejor testigo para el asunto, la recibió con tras
portes de júbilo, teniéndola no solamente por buena, sino
por santa. ¿Cómo no la defendió en los momentos supre
mos con mas calor? ¿cómo se la dejó arrebatar por una
cuadrilla de traidores y estranjeros en la sola accion de
Villalar que, como llevamos dicho, no merece ni con mu
chó el nombre de batalla? ¿Consistió esto en el pueblo ó
en sus caudillos? ¿se hundió entonces la libertad por la
apatia del pueblo, ó por la ineptitud de Padilla en el altí
simo puesto á que le elevára la Junta de comuneros?
Nosotros ya dejamos espuesta nuestra opinion; nos inclina
mos á creer lo último, por la sencilla razon de que el pue
blo en masa, aconsejado éinstruido y aun guiadopor los
eclesiásticos (4) era partidario de las comunidades, y en

(1) El obispo de Zamora D. Antonio de Acuña mandaba un escua


drón de 400 eclesiásticos de su obispado, que escitaba por todas partes
– 431 –

tal supuesto recibió la grande obra de la Junta de la ma


nera que, muchísimo mejor que nosotros pudiéramos aqui
espresarla, nos la relaciona el obispo Sandoval: «En las
comunidades del reino, dice este historiador, fueron estos
Capítulos loados y tenidos por santos: y que si se hiciese
lo que en ellos se ordenaba, seria este el reino mas rico y
bienaventurado del mundo. Que el emperador seria cruel
sino los confirmase. Que los de la junta merecian una co
rona y nombre eterno por cosas tan bien ordenadas y tra
bajadas (1)» - -

Es lo cierto que los anteriores Capítulos eran una ver


dadera «constitucion política» demasiado democrática, que
tenia por objeto mejorar, atendido el éstado en que se ha
llaba la sociedad, la que tambien puede llamarse constitu
cion de Alonso IX, otorgada en las citadas cortes de Leon
de 1188, siendo solamente rey de Leon y Galicia, bajo el
nombre de Decretos (2), y elevará la práctica los 74 ca
pítulos de las cortes de Valladolid de 1518, que en reali
dad eran otra constitucion política. El desastre de Villalar,
entronizó el despotismo civil y político, el cual se encon
tró con un rival, mejor diríamos, auxiliar digno de él, para
llevará la España por el camino que la condujo á Cár

el mas ardiente entusiasmo en favor de la causa de los comuneros, que


era la de la libertad y de la patria.
(1) Sandoval. Historia del emperador Cárlos V. Libro 7, conclusion
del capítulo ópárrafo 1.º - -

(2) Decreta que dominus Aldefonsus, Rex Legionis el Galletie cons


tituitin Curia apud Legionem cum archepiscopo compostelano, et cum om
nibus episcopis, magnatibus et cum electis civibus regni sui. Este es eltí
tulo de dicha constitucion, que trata de la guerra, de la paz, de la pro
de ofensas y otras materias importantes, la cual el rey juró é
hizo jurar á los obispos, soldados y ciüdadanos (milites et cives) para su
observancia y para de losbuenos usos y costumbres del reino.
- 432 –

los II: ese auxiliar fué la inquisicion..... Pero no volva


mos á hablar de este abortó infernal, y sigamos con nuestra
tarea. •

¿Quereis encontrar indestructibles fundamentos para


pedir y sostener el sufragio universal? Pues prescindiendo
de que la eleccion por el sufragio universal está presupues
ta en los «Decretos de Alonso IX» cuando dice, «et cum
ELECTis civibus ex-singulis civitativus» y en otras varias
cortes de Castilla y Leon, que usan la misma palabra de
ELECTs (1), prescindiendo tambien de que los comuneros
establecieron en los Capítulos la eleccion, puesto que di
cen, «que se guarde la costumbre de que vengan á las
cortes un procurador elejido por el estado de la Iglesia,
otro por el estado de los caballeros y escuderos y otro por
el estado de la comunidad ópueblo, » y prescindiendo por
último de la ley general de Fernando III (el Santo), dada
para que á los condes ó gobernadores militares vitalicios
sucedieran los adelantados, alcaldes y jueces anuales ELE
JIDos ó al menos propuestos por los pueblos, el sufragio
universal está reconocido y terminantemente proclamado
en una infinidad de fueros municipales para tratar de to
dos los asuntos concernientes á las ciudades, villas y luga
res. No hay en verdad que pedir el sufragio universal de
hoy, es decir, para todo el país, porque habia pueblos de
señorío, que no tenian ninguna clase de sufragio, y por eso
dejamos sentado, «que la libertad nunca fué igual para to

(1). A las cortes de Benavente de 1202 asistieron diputados de todas


las villas del reino de Leon, elegidos sin duda por el sufragio universal.
Por eso dice el rey D. Alfonso: (Conoscida cosa fago saberá todos los
presentes é aquellos que han devenir,que estando en Benavente, épre
sentes los obispos é misvasallos, émuchos de CADA vILLA de mio regno
en cumplida córte, etc. (el multis de qualibel villa regninei, etc.)
- 433 –

dos en España; casi lo hubiera sido á salir vencedores los


comuneros; pero donde se elejia, allí tomaban parte todos
en la eleccion, y tanto valia el voto del mas infeliz como
el del mas poderoso, fuese para el asunto que se quisiese.
El fuero de Escalona, dado por Alfonso VII, despues de
dirijirse á todos los moradores de la villa «(vobis populato
ribus de Scalona),» les faculta para que elijan de entre los
que crean mas nobles, es decir, mas buenos y mas sabios,
cuatro que en union con el juez entiendan en los juicios del
pueblo.
El fuero de Daroca, dado por Ramon Berenguer, con
de de Barcelona. y príncipe de Aragon, dispone, que nin
gun vecino de Daroca pueda hacerse «contra la voluntad
del Consejo» (lo cual supone la eleccion de este para el
caso) «ni archidiácono, ni archipresbítero, ni justicia, ni
merino, bajo la pena de ser apedreado (lapidibus lapide
lur),
El fuero de Sepúlveda, que se dióá Torquemada y á
otras villas y lugares, dispone: «Que el domingo primero
despues de San Miguel, el Concejo, es decir, todo el pue
blo, ponga juez éaldalde. é escribano, é andadores, éme
tan el sayon cada año por fuero.»
, El fuero de Soria dice: «El lunes primero despues de
San Joan, el Concejo ponga cada año juez, é alcaldes, él
pesquisas, é montaneros, é deheseros, étodos los otros
oficiales é un cabaliero que tenga el castiello de Alcá
zar.» "
La misma disposicion contienen los fueros de Molina,
Leon, Plasencia, llanes y otros varios. Los concejos, reu
nidos en la casa consistorial ó de la villa, nombraban to
dos los años los alcaldes, síndicos y rejidores á mayoria de
votos, emitidos en alta voz; el sufragio universal era el
que designaba los que habian de administrar unicipio
– 434 –

d ir á las cortes, esto último en las ciudades y villas que


tenian el privilejio llamado de «voto en cortes, » privilejio
que hubiese desaparecido muy luego de entre nosotros,
para ser reemplazado por un sistemageneral de represen
tantes, como hubiesen triunfado los comuneros, vistas las
tendencias de estos hácia la justicia y la igualdad en to
do (1). "

¿Quéreis sólidos fundamentos para sostener la libertad


de enseñanza y el ejercicio de las profesiones liberales? Pues
aun despues de establecida la universidad de Salamanca,
podeis encontrar en nuestra lejislacion municipal y general,
la facultad de ejercer la medicina y abogacia sin títulos de
nadie, lo propio que la de farmacia, etc. A los médicos ára
bes, que venian á Castilla á ejercer su profesion, nadie les
exijia títulos para ello, cómo no se exijian títulos para
abogar, pintar, ejercer la arquitectura, etc. La es
clavitud de la enseñanza respecto de las leyes re
dujo á un estado tan lastimoso en Castilla la administracion
de justicia, por culpa de abogados, notarios y aun oidores
durante los siglos XIV y XV, es decir, cuando ya no se
podia hablar sobre lejislacion, á no poseer al efecto el pri
vilegio oportuno, consignado en un título, que inspiró á
un poeta de aquellos tiempos, entre otras, las tres siguien
tes significativas octavas: -
«Alcaldes, notarios é aun oidores, .
»Segund bien yo creo pasan de sesenta,
«Que están en trono de emperadores,

--
. .
- -
* , ,,

Para las malamente llamadas cortes despues de la accion de Vi-


llalar ya no se usó de la palabra electis (elejidos): los ayuntamientos
nombraban por mayoria de votos á los procuradores, ó les designaba la
suerte. .
— 435 —
«A quienes rey paga infinita renta:
» De otros doctores hay ciento noventa,
«Que traen al reino entero burlado:
»E en cuarenta años non es acabado
«Un solo pleito: ¡mirad si es tormenta!
♦ Viene el pleito a disputacion.-
• Allí es Bartolo, é chino, é üigesto, '
«Juan Andres, é Baldo, Enrique, do son
»Mas opiniones que ubas en cesto.
»E cada abogado es hi mucho presto;
»E despues bien visto é bien desputado
«Hallan el pleito en un punto errado,
»E tornan de cabo á cuestion por esto.
«En tierra de moros un solo alcalde
«Libra lo cevil é lo criminal,
»E todo el dia se está de valde
»Por la justicia andar muy igual:
«Allí non es Azo, nin es Decretal,
«Nin es Roberto, ni es Clementina,
«Salvo discrecion é buena doctrina,
«La cual muestra á todos vevir comunal» (1).
¿Quereis bases para la libertad de asociacion? Buscad-
las en los gremios, no dejenerados por la reglamentacion
absurda del Estado, sino en su creacion y desarrollo, cuan-

(1) Fernan Martínez de Burgos. No se puede decir mas de lo que se


dice en esos versos graciosos y de indisputable mérito, atendido el tiem
po en que se hicieron, contra la administracion de justicia y embrollos
abogadescos, hijos del privilegio de abogar y del caos de una lejislacion
inmensa.
Entonces tenián los árabes una administracion de justicia superior á
la nuestra, que habia perdido toda su sencillez desde la publicacion de
las Partidas y autoridad de las Decretales hasta el tiempo en que escri
bí» el poeta.
- – 436 —

do solamente tenian por objeto la mutua proteccion de los


que en ellos entraban y el fomento de la industriay comer
cio, que elevó á un fabuloso poderio á nuestros vasconga
dos, quienes por poco no se apoderan de la Inglaterra, y
á nuestros catalanes, que se hicieron dueños del tráfico en
las mejores ciudades del oriente.
¿Quereis la libertad civil del ciudadano ámpliamente
reconocida, la inviolavilidad del domicilio religiosamente
respetada con la garantia del habeas corpus, mejor y mas
esplícitamente estipulada que en el Acta del parlamento
inglés de 1679? Pues además de encontrarla en las dispo
siciones de los fueros municipales, de que dejamos hecha
mencion en una nota del capítulo XVI, las hallareis en
otros fueros de Castilla, Aragon y Navarra y en varias le
yes generales del tiempo de la reconquista.
El fuero de Nájera garantiza la inviolabilidad del do
micilio, imponiendo una pena pecuniaria al que entre en
casa ajena, sea por la causa que quiera, á no ser por hurto
(pro cualicumque re, excepto furto)
El fuero ya citado de Daroca contiene esta disposicion:
«Queremos que no se prenda á ninguno que défiadores ó
les tenga preparados,á no ser enemigo manifiesto (moro en
tiempo de guerra) ó ladron, y el que lo ejecute pague 300
,

sueldos (1). . -

El de Aurelia (hoy Colmenar de Oreja) dispone: «Si


alguno de los pobladores de Oreja oviere discordia alguna
con su señor ó con su vecino quel haga fecho algun tuerto.

-------------------------

(9) Volumus quoque ut nemo, datis fideijusoribus, vel preparatis ca


piatur, misi fuerit inimicus manifestus, vel latro, quia qui cepit C. C. C.
solidos pettet.
– 437 –

non sea en la carcel, si pudiere dar algun fiador de sus - e

vesinos.»
El de Jaca está aun mas terminante sobre el asunto,
pues dice en su latin bárbaro: El quod nulos eco vobis se
deat captus (y ninguno de vosotros sea preso) dando fidan . - "
zas de vestro pede (1).
Porque, si cabe, está mas esplícito qne el de Jaca el
fuero de Palencia, volvemos á consignar aquí su disposi
cion: Omnis homo de Palentia qui fideijusores dedit pro sua
pede el suabona non sit preso corpus suum.
Las leyes generales para garantizar mas y mas la li
bertad civil del ciudadano de Castilla, se dieron durante
los reinados de Fernando IV y su hijo Alonso el onceno, en
las cortes de Valladolid en 1307 y 1325. " " -
¿Quereis encontrar bases para la libertad de la indus
triaº Pues las hay, entre otros varios fueros, en el citado
de Nájera, dado por D. Sancho de Navarra y confirmado
por Alonso VI de Castilla; dicho fuero dispone, que todo
hombre de Nájera pueda hacer en su heredad molinos,
hornos y cuanto quiera, asi como vender tierras, viñas,
huertos, etc., y dedicarse á comprar y vender pan, vino,
carnes, peces y toda clase de vituallas, todo lo cual, dice
el fuero, siempre tuvo facultad de hacer la plebe de Ná
jera (2). . . ... ".
.
-

" " ,
, . ,
(1) Disposicion 10° del fuero de Jaca, otorgado en el año1064 por
el Rey Sancho Ramirez. "
(2) Homo de Nagara in sua hereditate faciat, et edificet molendinos,
furnos, turcularia, aut quodcumque voluerit sineulla ocasione. .
Et si ad hominem de Nagara necesitas evenerit, vendat quod volu
erit, domos, terras, vineas, hereditates, hortos, furnos, molendinos aut
quamlibet hereditatem suis vicinis sine ulla ocasione.
Et fuerum emendi vel vendendi panem, et vinum, et carnes, vel pi
ces, et omnia victualia, semperposuèrunt plebs de Nagara. -
"
- 438 —
, ¿Quereis fundamentos claros é indestructibles para
sostener la justicia igual para todos y con un solo fuero?
Pues en ninguna nacion encontrareis la gran máxima de
Moisés de «sea la justicia igual para todos aun para los es-
tranjeros» elevada á la práctica con mayores pruebas y
mas repetidos ejemplos que en la Iejislacion é historia es
pañola.: En el fuero tantas veces citado de Nájera se leen
las siguientes palabras del rey Alonso VI de Castilla: Ego
Alfonsus Imperator Hispanie, qui kanc cartam fien iussi
tafn christianis quam iudeis, etc. .. m-
El fuero de Cuenca, dado por Alonso el de las Navas,
reconoce la justicia igual así para el judio como para el
cristiano, y dispone lo que ya dejamos sentado, que cuan
do haya pleitos ó querellas entre ano y otro, den el fallo
dos alcaldes, uno cristiano y otro israelita. .'
,. . Los fueros de Salamanca y Alcalá contienen estas dis
posiciones, que no pueden ser ma9 esplícitas sobre la igual
dad de justicia y fuero: «Los judíos, dice el de Salamanca,
hayan foro como cristianos, que qui lo ferier ó matar, tal
homecio peche como si fuere cristiano ó vecino.de Salaman
ca.» «Todo judeo. d ice el de Alcalá de Henares, que ma-r¡-
tare ó firiera á cristiano, otra tal coloña peche como cris
tiano á cristiano.» . ..
El mismo espíritu que en las disposiciones anteriores
de los citados fueres resplandece en la ley de las cortes de
Valladblid de 1 351, celebradas durante el reinado de don
Pedro de Castilla. ' '
En cuanto á la unidad de fuero baste decir que no se
conoció el militar' en España durante muchísimos siglos, y
que no solamente los simples eclesiásticos, sino tambien los
obispos estaban sujetos á la. jurisdiccion real, ó sea á la de
los alcaldes ó magistrados superiores de la nacion, desco
nociéndose toda otra clase de jurisdicciones, toda otra clase
de fueros. Por esto, entre otros muchos ejemplos qne po
dríamos citar, vemos que el rey D. Alonso V hace justicia
de un obispo, traidor á la patria; que Alonso VI se la ad
ministra recta y cumplida al buen obispo de Astorga Os-
mundo; que el rey D. Sancho el Gordo depone, á causa de
sus delitos, del obispado iriense, al célebre Sisnando y lo
encierra en una prision; que el rey Bermudo !I1 depone
asimismo á otro obispo iriense, Vistuario, por" sus malas
costumbres; que el citado Alonso VI, no solo depone de la
silla episcopal de Astorga á Pedro, sitio que, para castigar
debidamente sus crímenes y en la idea de que otros es
carmienten, hace que se borre su nombre del catálogo de
los prelados asturicenses, y que, por último, el rey Alfonso
IX de Leon condena á dos años de destierro, fuera del rei
no, á Juan, obispo de Oviedo, convencido de haber obser
vado una conducta pecaminosa.
Hé ahí demostrado, habiéndolo hecho con citas' termi'-t
nantes de nuestras instituciones, para que no nos puedan
argüir en contrario (con fundamento se sópone) los adver
sarios de la libertad, que esta no es nueva en nuestra patria,
que el nuevo es el despotismo, y que para confundir á los
partidarios descarados y vergonzantes de este, lo propio
que para sostener en el terreno de la historia nuestros
principios, ni necesitamos pasar la plaza de novatores, ni
acudir tampoco al estranjero, del cual se debe tomar lo
bueno que no se tenga, nunca lo que afortunadamente se
posee, porque esto arguye desprecio de sí mismo ó una ig
norancia hasta no n;as vituperable. ' '
El despotismo es el nuevo en España; la libertad viejal.
Porque esta se eclipsase en Villalar, ¿os creeis con derecho
á proporcionarnos el absolutismo tudesco, que por poco no
concluye con nuestra nacionalidad, como concluyó con
nuestra ilustracion, nuestra prosperidad y nuestra honra?
– 440 —

El eclipse ha pasado, mercedá algunos ilustres estadistas


y sobre todo álós hombres del 12, que no necesitaron
ofrecer NADA Nuevo en su no obstante mágnífica obra. No
podeis ya impedir que brille el astro que va guiando á la
actual generacion por el camino de su perfeccionamiento
intelectual, moral y material, y no lo impedireis: trabajais,
pero es en vano: nuevos Sisifos, subis la piedra del despo
tismo á lo último de la montaña; pero al tocar en la cum
bre, el genio de la libertad lanza aquella con toda su fuerza
al fondo del abismo: vuestra tarea podrá retrasar, pero no
impedir el diagrande, el dia que envuelve el porvenir de
la humanidad, y en ese dia no habrá para vosotros mas que
esterilidad, cansancio y vergüenza. -

Ya que hemos defendido la idea democrática en el


terreno de nuestra historia, como antes la defendimos en
el de la justicia, que es de mayor y mas preciosa valía, por
que si lo histórico es injusto, no puede tener otro valor que
el de la tiranía, réstanos por conclusion de este capítulo
consignar unas cuantas frases sobre lo que recientemente se
ha dado en llamar «programas de los partidos» materia
sobre la cual nada diríamos aquí, porque en verdad puede
decirse que ya queda bien esplicada en el capítulo XXII
de esta obra, á no impulsarnos á ello el lejítimo deseo de
que el programa democrático se ponga al alcance de la
mayoria de las inteligencias, por cortas que estas sean,
. Son los programas, no la síntesis (que esto seria. poco)
sino la definicion breve, compendiosa y exacta de la doc
trina profesada por los partidos militantes. Esa definicion
debe ser propia, sencilla y concisa,para que la comprenda
todo el mundo, así el amigo como el adversario y el indife-
rente, así el ignorante como el sabio. Los programas largos
tienen que ser con precision oscuros, han de estar sin re
medio, sujetos á dudas, ó interpretaciones, y tienen que
- —41 — - " ,

adolecer, por último, de defectos de conveniencia, que les


convierten en indiferéntes, fatigosos ó inútilès. Son de se
guro lo último (y los que se hallan en tal caso son perju
diciales) cuando una sola frase puede reemplazarlos, lle
nando perfectamente su cometido. ¿Por qué han de com- .
prender una letanía de objetos, si estos pueden ser, ó es
presados todos en una sola oracion, ó algunos de ellos
indiferentes ó contrarios al dogma? Si la milicia nacional,
por ejemplo, puede ser la tiranía, y la pena de muerte no
es mas que una cuestion, ¿por qué esas dos cosas han de
formar parte integrante de un programa? El que abrace,
pues, en una sola y corta frase, que tenga, digámoslo así,
condensada, en cuatro palabras solas la grandeza de una
idea con toda la sublime majestad de la justicia, ese será
el mejor de los programas, ó mas bien, ese será el único,
el solo que propiamente merezca el nombre de pro
grama.
Contraigámonos por ahora solamente al partido demo
crático.
¿Cuál debe ser el programa de ese partido, la defi
nicion exacta, clara y terminante de la doctrina profesada
por él? " . .
Así como el lema de la bandera democrática no debe
ser otro que el de Dios y libertad, el programa del parti
do, como si dijéramos, la bandera misma de él no debe ser
otra que LA IBERTAD EN Topo E IGUAL ARA robos. ¡Qué
sencillo y á la vez qué justo es semejante programa!
La fórmula de la democracia brilla en él de una manera
brillante, de una manera la mas esplendorosa y mag
nífica.
Esa fórmula la comprendió Ciceron filosofando en su
quinta de Túsculo, despues que César se apoderó del su
premo mando, aunque no la observó siendo Cónsul: el
- 56
—442 —
destierro, por mas que sea voluntario, como el del orador
romano, hace al hombre generalmente, hasta sin quererlo,
ni tal vez pensarlo, amigo de la verdad y de la justicia.
Por eso el autor de la República, escribiendo su libro en la
… idea de sostener las instituciones de su país cuando ya era
esto un imposible, creado por los Marios, los Sylas, los
Pompeyos y por él mismo, dice de la libertad, «que no
merece el nombre de tal libertad como no seaigual para
todos» (1).
La libertad igual para todos: esta es la verdadera liber
tad: no es libertad la que entraña el privilejio, porque
este es la injusticia, y la injusticia no puede dar de sí la ti
bertad, como que esta es la principal derivacion de la jus
ticia, su sinónima, su hermana en el terreno de la polí
tica.
Privilejados de la tierra condenad la libertad; privad
N, • .

-"

(1) El que si aequa non est, ne libertas quiden est,


- -
-

"
Ciceron. De República: libro I,párrafo ó capítulo 31, anteriormente
citado.
- •

Conviene, aun átítulo de pasar por prolijos y si se quiere pesados,


insistir en lo que ya dijo Ciceron hace cerca de 2000 años, porque su be
lla frase envuelve la fórmula de la democracia y la lleva "con su sola
lectura á los mas cortos entendimientos muchísimo mejor que todos los
programas escritos desde mediados del último siglo á la fecha. La liber
tad igual para todos, porque sino es igual para todos, no es tal libertad:
esto es lo que pedimos nosotros los demócratas, esto lo que constituye
todas nuestras aspiraciones. Conste, pues, que no es cosa nueva, que ya
consignó Ciceron va para veinte siglos, que no era libertad la libertad
limitada para estos ó para los otros, sino la que era igual para todos,
como sucedia en su tiempo entre los rodios y otros pueblos, cuyas insti
tuciones le inspiraron durante su aislamiento en su granja próxima á
Roma.
–443—

de ella á todo el mundo: esto lo comprendemos: sereisin


justos, pero sois lógicos en vuestro terreno.
Lo que no podemos comprender es que haya hombres
que, queriendo pasar por liberales, se asusten de la li
bertad absoluta, y la nieguen á pocos óá muchos, á estos ó
á aquellos.
Y lo que menos podemos comprender es que, procla
mando la excelencia, la bondad íntrínseca de la libertad,
la crean buena para unos y mala para otros, útil para es
tos y perjudicial para aquellos, beneficiosa para la sociedad
en general y estéril y aun ocasionada á daños para ciertos
asociados. .
¡Vaya una lógica! ¡vaya unas nociones de lo justo!
¿Cómo es vuestra libertad, tenemos que decirles? ¿De
dónde la sacais tan acomodaticia? ¿La haceis tal por el di
nero? Dais mas valor á la materia que al alma. ¿La haceis
tal por el nacimiento? Daismas importancia á la casualidad
que al mérito y á los servicios. ¿La haceis tal por la cien
cia, lo que es peor, por un título que decis la representa?
Destruis la obra de Dios, que hizo á todo hombre igual
ante otro hombre. ¿Es hombre? pues nada hay que no pue
da respetársele, respetándolo en otro, sea pobre ó rico
sabio ó ignorante. Ademas que la libertad no es vuestra:,
entendedlo bien, miserables mistificadores y desconocedo
res de todas clases de ese bien, el mas dulce de todos los
bienes de la tierra; LA LIBERTAD No Es vUESTRA. Nace el
hombre libre, porque Dios le hizo así en su suprema sabi
duría: ¿con qué título pretendeis hacerle esclavo? ¿en vir
tud de qué poder reconoceis la libertad en estos y se la ne
gais á aquellos?
Podeis llamaros como querais, pero á los ojos del filó
sofo y del verdadero político no sereis nunca mas que unos
hombres injustos y unos enemigos mas ó menos grandes
_ 444 -
de la libertad, como no hagais que este bien sea igual para
todos.
Por eso no hay lójica ni justicia mas que en el progra
ma democrático, espresado en la frase siguiente: libertad
EN TODO Y PARA TODOS. '
CAPÍTULO XXXIII.
Indisciplina, Gefes Cauillos. Los impacientes y los
débiles.
La audacia procaz de los unos; la insolencia temeraria
de los otros; la idea del mando como heredado; la insubor
dinacion sistemática, hija de aspiraciones por todos con
ceptos improcedentes; la impaciencia, producto del atolon
dramiento ó de otra pasion mas vituperable; el charlata
nismo, amigo de figurará toda costa; la condescendencia
ó debilidad, siempre reprensible en política, y el amor pro
pio llevado á un estremo fatal, por lo exajerado, hacen de
todo punto necesario el presente capítulo. -

Nos vamos acercando con cierto gozo (que ignoramos si


está ó no justificado) al término de nuestra tarea; y es
preciso por lo tanto, aun cuando la frase parezca algo vul
gar, ir atando todos los cabos, para que aquella lleve el
sello de la mayor perfeccion posible.
De poco sirven las doctrinas bondadosas, si los hom-
bres que han de observarlas, se declaran rebeldes á todo
freno, se consideran superiores ó iguales á todo mereci
miento y autoridad moral, y creen que nadie debe estar
sobre ellos para nada, confundiendo lastimosamente la es
fera de los hechos con la esfera del derecho: si en este
to
dos debemos ser iguales, en aquel cada uno, como dice el
-
— 416 —
refran, es hijo de sus obras y estas son las que le dan ó
le quitan importancia, por otro nombre autoridad mo
ral.
Si es cierto que la república está perdida allí donde las
costumbres licenciosas pueden mas que las leyes justas,
como esa misma república está á salvo donde la ley, que
entraña la justicia, es suplantada por la costumbre racional
y pura, es mas cierto auu, que el partido que no tiene bue
nas costumbres, que no tiene respeto á lo que con toda
justicia le merece, que carece, en una palabra, de . subor
dinacion y -disciplina, con dificultad alcanza el mando, y si
le consigue, le pierde muy pronto, á impulso de su con
ducta desatentada y ciega. La indisciplina es la mas fuerte
remora para que la libertad se asiente en un país cuando
se vá tras de su conquista, y es la muerte de la misma li
bertad cuando. esta brilla en las regiones elevadas del go
bierno. - . ¡
¿Sabeis por qué mandan y han mandado doquiera los
partidos medios en casi todas las épocas de la historia?
Pues lo deben á la indisciplina de los partidos liberales,
no á la bondad de sus doctrinas privilejiadas y por ende
injustas. .-'.."'
Hénos aquí ya de lleno en la cuestion, que acaso pueda
afectar mas á los progresos de la idea democrática, en la
cuestion de gefes, en la cuestion de caudillos.
He oido mil veces, lamentándolo profundamente, á rio
pocos partidarios de Ja idea democpática: o entre nosotros
no hay gefes, nosotros no reconocemos gefaturas.» ¡Y con
qué gravedad tan ridicula pronuncian algunos esas pala
bras! «Aquí no hay gefes, ni les necesitamos ni les quere
mos...:..» No parece sino que echan desí el sello ignomi
nioso de la servidumbre, y dicen como en son de triunfo-
aquino hay señor; aquí no hay tirano.. . . ,
. —44? ¿- ,
Digamos ante todo que tambien hemos visto ser gene
ralmente los mas serviles y aduladores á los que hemos
oido no querer ge-fes. ¿Será que la indisciplina esté siem
pre cerca de la servidumbre? ¿será que la adulacion baja y
miserable provenga de un ánimo inquieto, que solamente
se tranquiliza lograudo su objeto sin reparar en los medios
que se le proporcionen? ¿será, en fin, que la ambicion mise
rable, no la levantada y legítima, qua solo busca el bien de
la patria, se oculta tras de una palabra que se llama gefatu
ra, por no dar lugar á que se la aplique otra que se llama
envidia!
Porque es preciso decirlo todo, pues que esto redunda
en bien de la causa de la libertad, qne es nuestra supre
ma aspiracion. Los que mas se asustan aparentemente de
las gefaturas, los que mas cacarean de no reconocer, ni
querer ni necesitar gefes, cuando se trata de que ellos,pue-
dan serlo, entonces' no solo creen en la absoluta necesidad
de los gefes, sino que abandonando por de poca valía el
papel de tales, se convierten en estravagantes y ridículos
dictadores. Es una delicia el oir un diálago por el estilo
siguiente: Fulano y citano son los gefes del partido —.
No hay tales gefes, me sublevo contra la sola idea' de la
gefatura.—¿Pues no son los hombres mas notables por sus
servicios, los que por su capacidad forman opinion y son es
cuchados y seguidos...—Serán lo que V. quiera, ¿pero qué
es eso de gefes? Cuando llegue el caso nos veremos; yo le
aseguro á V. que por mi parte haré y aconteceré, me pon
dré Á la cabeza de 5,000 {ó 50,000,) hombres, entraré, sal
dré, marcharé, volaré, dirijiré, etc., etc.» ¡Qué mutacion tan
repentina de escena! ¡qué variaciones sin siquiera'correr el
telon! ¡Y qué cómicos mas adocenados!
Vamos, está claro; esto es aborrecer profundamente la
gefatura, pero es la gefatura agena; es declamar contra los
- 448 –

gefes, pero por la sola razon de no serlo los que declaman;


es si se quiere no desear ser tales gefes, pero es porque
criminalmente se sueña con ser déspotas y tiranos. La
ambicion suele producir algun milagro, pero la envidia no
produce mas que vergonzosas miserias y despreciabilísi
mos polichinelas políticos.
Y para que los tales polichinelas desciendan hasta el
grado de tartaglia (1), es preciso que se conviertan, co
mo comunmente lo hacen propio molu, en acusadores de
los mismos hombres que no quieren reconocer como ge
fes, diciendo muy apurados cuando por todas partes reina
la calma mas estraordinaria, ¿pero en qué piensan esos
hombres? ¿y por qué no hacen esto? ¿y por qué no ejecu
tan lo otro? ¡si yo me hallára en su caso! vamos; no hay
que esperar nada....... ¡si son unos tales y unos cua
les, etc., etc!
Pues sino hay gefes, ¿á qué esos cargos? y si hay ge
fes, ¿por qué no recenocerlos? Confesad, enemigos de las
gefaturas agenas, que en definitiva no dais al público COIO

vuestros alardes de fierísima independencia, mas que dos


cualidades en estremo despreciabilísimas: la envidia y la
tonteria. - r

Pero es ya tiempo de definir al gefe y con él á la ge


fatura."

¿Qué es gefe? Por gefe en él lenguaje político se en


tiende el que guia, el que por su talento, por sus servicios,
por sus antecedentes y su historia inspira confianza á po
cos ó muchos hombres de sus opiniones, para que estos

(1) Personaje de la antigua comedia italiana, que hacia el papel de


tonto, mientras que el polichinela (pulcinella) generalmente representa
ba el de listo aunque grotesco.
- 44» - .
sigan sus consejos y observen la línea de conducta que él
les trace, no encontrándose esta en contraposicion do di
chas opiniones. Asi como entre los militares, sobre todo
para el dia de una batalla, no puede haber mas que un.
gefe, entre los políticos, en esa arena movible y candente
que se llama de discusion acerca de principios y conducta^
es preciso que haya y no puede . menos de haber varios
gefes, varios caudillos, que no son designados por nadie,
sino que ocupan su puesto, señalado por sus méritos, sus
servicios y sus luces. ¿No quereis estos gefes? ¿no quereis
estos caudillos, que os guien, que os marquen Como pilo
tos prácticos y esperimentados la ruta que conviene seguir
á la colectividad, de que blasonais formar parte? ¿Pues
entonces, quién va á guiar á quién? ¿serán todos soldados,
ó todos generales? ¿se irá tras del triunfo de la idea ea
confuso peloton? ¿se la vá á sacar victoriosa en medio de
una infernal algarabia? Los que decis que no quereis ge-
fes, decis que quereis el desorden, siempre funesto, y mas
que funesto, infecundo: los que decís que no quereis reco
nocer caudillos, quereis que sobre la idea roas pura y ljer-
mosa se levante la Babel mas espantable é inmunda; los
que decis que no quereis hombres que lleven en su dies- '
tra la bandera del partido, quereis la indisciplina. de ese
mismo partido, y la indisciplina de un partido es su inco
hesion, su carencia de fuerzas, su insignificancia, su nuli
dad, "su muerte.
¿No hay gefes? Pues yo os digo que los hay y los ha
brá, como siempre los- hubo. ¿Qué era si no el gran orador
Deitíóstenes? ¿qué eran los Gracos? ¿qué era Catílina? ¿qué
eran los tribunos de la plebe? ¿qué eran los mas célebres
convencionales? Nada mas que gefes ó caudillos, de quie
nes estuvieron pendientes los pueblos para hacer general
mente lo que les aconsejaron, siendo los primeros en el
57
– 450 –

combate de todos géneros y en todas partes. El que tiene


condiciones de verdadero orador, ese guia en la tribuna;
el que las tiene de general, ese guia en el campo de bata
lla; el que las tiene de jurisperito, ese guia en los espacios
de la mas sencilla y recta administracion de justicia; y el
que, por último, las tiene de político, ese guia en el terreno
de las reformas, imponiendo la mas acertada direccion á
todos los negocios públicos. ¿Y no son esos gefes? ¿no son
caudillos? Llamadlos como querais; siempre serán los que
tracen á sus partidos y acaso á la humanidad el derrotero
que han de seguir en busca de sus más altos destinos.
Gefes, caudillos, guias de los partidos y de los pueblos
les apellida todo el mundo, y ni la ruin envidia, ni la des
preciable charlatanería podrán sacar las cosas de su qui
cio, ni hacer que lo que debe ser no sea. Los que no que
reis caudillos, les haceis mas precisos con vuestras mecias
éinconsecuentes vociferaciones, porque el que, teniendo
sentido comun, os oye hablar garrulamente, con precision
ha de querer oir despues á uno que le ilustre, para seguir
su consejo. ¿Sabeis lo que dijo Focion á un inquieto y os
curo ciudadano, que le motejaba en la plaza pública porque
no queria la guerra á todo trance con Filipo de Macedonia?
observa, le dijo, la diferencia que hay de tiá mi; no opino
por la guerra, Eso QUE sÉ QUE coNELLA HABIA DE MANDAR
sobre Ti, y que en la paz me estás insultando. El gran ge
neral y filósofo, el hombre mas modesto sin disputa de la
antigüedad, sabia que como de derecho le pertenecia el
ser caudillo en la guerra, y así lo decia con la mayor na
turalidad del mundo. Si que no estamos en los tiempos de
Focion, ni este ilustre ateniense pudo imajinar que llega
se un tiempo en que no se necesitaria de caudillos, por
que, sobre tener todos idéntica inteligencia, iguales méri
tos y los mismos servicios, el caos y la anarquía habian
—451 —
de producir multiplicados y sorprendentes milagros.
Pero no asustemos mas á los que tanto se estremecen
al solo anuncio de las gefaturas y de los gefes, á esos hom
bres que se horripilan tan profundamente á la vista de un
freno que no les han puesto ni es posible que les pongan,
y sufren, acaso sin tascarle, el que les tiene de presente
deshonrados ó envilecidos. Démosles aliento, esplicando en
pocas palabras lo que es esa gefatura que tanto maldicen,
por no haberla ellos alcanzado, ni tener los infelices funda
das esperanzas de conseguirla jamás.
Contrayéndonos al partido democrático, la gefatura no
significa ni puede significar mando: espresa solamente la
idea del mérito que lleva consigo la consideracion pública.
El mando se sobrepone á la idea, tiene en poco á los prin
cipios: la gefatura está sometida, á estos, considerándoles
* • . ·
superiores á todos los hombres: la gefatura implica condi
ciones, que el mando rechaza ó menosprecia á su an

tojo. , "
Una gefatura sin condiciones es realmente una especie
de dictadura de parte del que la obtiene y una especie de
servidumbre de parte del que la reconoce; la idea, que es
superior á todo, ha dejado su lugar al hombre, que es dé
bil y sujeto á error ópecado: por eso la gefatura ha de es
tar sometida á la idea, en cuyo caso es aquella no solo na
tural sino eminentemente racional y perfectamente lógica
y necesaria. ¿Eres gefe? ¿te han elevado tus méritos y ser
vicios, tu talento y buenas prendas al rango de caudillo?
pues tienes que serlo sin salirte jamás del círculo que te
trazan los principios de tu partido, de la línea de condúcta
que te marca la idea que profesas. ¿Abandonas esa idea?
¿menosprecias esos principios? pues nadie te oye ni te si-
gue; perdiste tu posicion de caudillo y ninguno de nos
otros te reconocerá ya por gefe, porque somos hombres
— 4&2 —
digno?, no siervos; porque somos disciplinados, pero no
ininteligentes; porque somos entusiastas de una idea, pero
no de un individuo; porque somos adoradores de un prin
cipio, pero no miserables fetichistas; porque somos ardien
tes partidarios. de esa dulcísima palabra que se llama li
bertad, pero no incensadores ciegos y miserables de ídolos
ridículos y estravagantes. . .
J. Es sabido que la libertad ha esperimentado terribles
eclipses en España por la gefatura casi incondional de Es
partero, á causa de considerarse este y considerarle la
mayoría de sus partidarios superior á los principios, y de
depositar en él la confianza servil del que no discurre,
aun cuando encierre dentro de su corazon un tesoro de
buena fe. . . ;
Una confianza ilimitada no debe depositarse en nadie,
porque solo la merecen los principios: la justicia no admite
contemplaciones, y la libertad no tolera esperanzas, que
puedán ser burladas, ni consiente, ni es posible que cpn-.
sienta que el hombre, que se dice su partidario, la ponga
á merced de otro sin condiciones de ninguna especie. .Yo
no puedo ceder ni prestar lo que no es mió: es mia la fin
ca que heredé ó compré; pero - no es mia la causa de la
humanidad: daré mi sangre y mi fortuna, pero no podré
dar á nadie mi confianza de eiudadano, sin estipular que
esa confianza tiene sus límites, que ella está por muy bajo
de los principios, que sobre ella y muy por encima de, ella
se halla la causa de la liber tad. . .
¡Uniste del partido que no tuviera caudillos, es decir,
hombres que le. guiaran en su desarrollo, en su marcha y
en sus racionales evoluciones! ¡Pero mas triste aun del par
tido que entrega sin condiciones, embriagado cofl. una con
fianza insensata, á esos mismos caudillos, á su nombre mas
ó menos esclarecido, á su historia mas ó menos preclara,
-453 — .
la suerte de la causa de la libertad! En el primer caso, el
partido caminaría siempre á ciegas, y jamás lograría lle
nar sus destinos: en el segundo, los caudillos dejan de ser
tales para convertirse en dictadores ó tiranos, si es que
ellos no se convierten en funestas nulidades, y queda pro
clamada la teoría de los hombres necesarios, que es la ne
gacion de toda fuerza y virtud de un partido, que es el
envilecimiento de los partidarios al lado de la sublimacion
del gefe, que es la deshonrosa anulacion déla colectividad
ante el individuo afortunado.
Pero de la teoría de los hombres necesarios, que se tra
duce en el terreno de ios hechos, ó por una inmunda tira
nía ó por una lamentable catástrofe, á la teoría de recono
cer caudillos, media un abismo; e! abismo insondable que
existe eutre el que trabaja por la disciplina de un partido,
precursora generalmente del triufo, y el que siembra la
zizaña en. ese partido, para enervar sus fuerzas y hacerle
de todo punto impotente.
Los que quieren gefaturas, esto es, caudillos sometidos
á las prescripciones del dogma, esos son los que quieren la
disciplina del partido y con ella su progreso y su triuufo:
los que se horripilan ó aparentan horripilarse de las gefa
turas; por la poderosísima razon de qu8 ellos no las tienen
ni piensan alcanzarlas, esos son los sembradores de la ziza
ña, i gente indómita y por todos los estilos perniciosa,
que nanea dejó de presentarse á ejercer su maléfica in
fluencia ni aun tratándose de las cosas mas veneradas y
santas. Por esto no qos cojen de sorpresa ai la conducta, ni
las ideas de ciertos hombres totalmente libres, completa
mente independientes. Si ya se quejó San Pablo amargamen
te de los falsos apóstoles; que tanto daño hacían á la doc
trina con su conducta encaminada á gozar tos bienes terre
nales, las dulzuras del vientre, con su hinchazon y sobej-
–454–
bia, con sus malos ejemplos y consejos y su indisciplina,
¿cómo hemos de estrañar nosotros que en política se pre
senten les nuevos falsos apóstoles con la pretension insen
sata de anular á los verdaderos, eso que muchos de estos
pueden decir desgraciadamente, por lo que toca á sufri
mientos, con el apóstol; «de los judíos he recibido cinco
cuarentenas de azotes menos uno, tres veces fuí azotado
con varas, una vez fuí apedreado, tres veces padecí nau
fragio..... estuve en peligros en la ciudad, peligros en el
desierto, peligros en la mar, peligros de falsos herma
nos? (1)»
Estos ó muy semejantes á estos son los títulos de casi
todos losgefes del partido democrático en Espana y en el
resto de Europa. -

¡Envidiosos! quitadles esos títulos, y así lograreis fa


cilmente quitarles las gefaturas, esas gefaturas que, sin
embargo de ser tan peligrosas como improductivas pa
ra ellos, atormentan dura é insanamente vuestros cora
ZOD6S. - "

Bastante parecidos á los enemigos jurados de las gefa


turas son los impacientes: aquellos, á tenergentes que les
siguieran, harian siempre imposible el reinado de la liber
tad; estos son capaces de comprometer en toda ocasion y
de una manera séria el porvenir de las causas mas justas.
Ogamos el lenguaje de los impacientes:
«Es preciso romper con estos y con los otros, es preci
so acabar con todo género de contemplaciones, y es ur
gente tomar nuestro último partido: si antes no hemos pa
sado el Rubicon, ha sido por una vituperable cobardía, y
.

(1) San Pablo. Epist, segunda á los Corint, capítulo 11, versículos
24, 25 y 26,
— 455 —
no puede dilatarse ya ni un solo instante la ejecucion de
nuestros designios. ¿Qué nos detiene, cuando contamos con
sobrados elementos para nuestro triunfo? El Piceno se le
vantará en masa, diez mil valientes vloscos y cinco mil
eqūos aguardan la señal convenida, mientras que la Sabinia,
el Samnio y la Etruria (1) están dispuestas á vomitar lejio
nes de bravos, deseosos de habérselas con toda clase de
tiranos, para confundirlos para siempre. ¿Qué es, pues,
lo que nos detiene? ¿la desaprobacion á nuestros planes de
parte de los gefes? Estos no sirven para el paso: débiles
unos, pasteleros otros, tímidos todos, creen que el triunfo
se les ha de meter en casa sin esfuerzos para conseguirle.
Encomendemos los destinos del partido á otras personas de
mas enerjía, de mas arranques, de mas resolucion que
ellos. No faltan hombres dignos y sobremanera apropósito
para sacar triunfante la causa de la humanidad; con dos ó
tres ciudadanos animosos, que dén la señal del combate,
el país, que padece de pletora de fuerza y brama de cora
je, hará una esplosion mas formidable que las del Etna, el
Hecla y el Vesuvio: si así no se hace, la situacion que atra
vesamos no vá átener fin, y esto es una cosa horrible,
porque el que espera sedesespera... ¡Oh! nosotros estamos
..- ya cansados de esperar, ya no queremos mas dilaciones...
venga, venga el dia grande, el dia deseado, el dia del
combate, y salgamos de una vez de situacion tan degra
dante, terrible y tristísima.»
-
- -

¡Lenguaje insensato, que solamente puede tener disi


• - - •

mulo, si él es hijo de un verdadero aunque estraviado pa


triotismo! …
,
"
. -

--------

() El lector podrá traducir Andalucia, Valencia, Calaluña, galle


gos, estremeños, vizcainos, etc.
-
– 456 –

¿Quién puede precipitar los acontecimientos? es casi


tan dificil, como imposible traer los tiempos que pasaron.
¿Quién es capaz de mover con cuatro brazos, por ejemplo,
la enorme mole que necesita de ciento para sacarla de su
asiento?¿Y á quién le es dado contener el curso de las es
taciones ó cambiarlas de modo que á la primavera suceda
el invierno y á este el verano? Locura es, mas que la pro
mueva un patriotismo desinteresado y noble, querer que
un pueblo se levante en un dia dado, sino está dispuesto ni
preparado para elló. No se siega el trigo antes de madu
rar, ni se coje la fruta estando en el lleno de su verdor,
ni se vendimia la viña hallándose las uvas en ciernes:
el que tal hiciera, seria un insensato, que por su
impaciencia, ni recojería trigo, ni paja, ni fruta, ni
VIIO. -

¡Esperar! ¡triste palabra en el sentido político para el


que está debajó y cuenta por años, al lado de ilusiones per
didas, los mas amargos padecimientos! Pero esa tristeza no
la remedia, que antes la agrava, la precipitacion en la ma
yor parte de las circunstancias. ¿Y hemos de precipitarnos,
hemos de obrar á impulsos de una impaciencia que sería
en definitiva criminal?
¡Esperar! ¡Ah! tambien yo me canso algunas veces de
esperar, tambien yo me impaciento en ocasiones, tambien
yo me lamento á solas en ciertos momentos de una juven
tud perdida, de una familia postergada, de unos hijos sin
suerte segura, con un presente para mí poco lisonjero y
con un porvenir á la vista que, pudiendo ser brillantísi
mo, tal vez sea demasiado oscuro, apesar de un trabajo
largo, ímprovo y contínuo, que ha encanecido precozmen
te mis cabellos y ha debilitado antes de tiempo mi sana
naturaleza; pero me conformo y espero. Y espero, porque
séque el no esperar en circunstancias dadas no produce
–457 —
mas que sangre, desolacion y ruina; sangre que no se re
cupera jamás, desolacion que no se enmienda en muchí
simos años, y ruina que no se repara tan pronto; porque el
cuerpo social es como el cuerpo humano, como todo ser
viviente, que si recibe heridas, necesita curarlas; si es
perimenta conmociones inútiles, tiene precision de volver
á su estado normal para funcionar armónicamente, y si le
agovia el cansancio, no puede pasar por otro recurso que
apelar al sosiego, para despues de recobradas con él sus
fuerzas primitivas, volverá emprender su marcha con pa
so firme y seguro.
No en vano desgraciadamente se intenta por algunos
alterar el órden de los sucesos: una impaciencia en el ter
reno de los hechos equivale á la pérdida de una gran ba
talla; un acontecimiento impremeditado destruye una pre
ciosa conquista, un paso en falso, nó solamente alienta al
enemigo, sinó que postra al amigo, si es que no le reduce
á la impotencia.
La calma, el cálculo, la cordura y la reflexion con
la audacia á tiempo salvan en su dia, en la ocasion opor
tuna, en el momento preciso, las buenas causas; la impre
meditacion, el atolondramiento y la impaciencia, no solo
las retrasan, sino que las comprometen y esponen á úna
ruina desastrosa. .

Hay que guardarse de los impacientes.


Hay que mirarles con prevencion, por mas que algu
nos ó muchos obren con la mejor buenafé.
El que es buen patriota, ese no busca fuera de tiempo
ni ocasion el triunfo de la idea liberal. Sabe sufrir y espe
rar, endulzando con la esperanza el sufrimiento. Y ese pa
triota, cuando llega el caso, sabe tambien dónde está su
puesto: no necesita de escitaciones de nadie para burcarle
y colocarse en él, sin mirar siquiera, sin hacer
• • 58
aprecio al

– 4á8 –
guno de que acaso no vea en el suyo al impaciente de otros
tiempos, al que tal vez le insultó por no querer compro
meter en insensatas empresas la causa santa á que siem
pre tuvo consagrada su noble existencia. "

El buen patriota es como el buen obrero cerciorado


de la hora de su trabajo, vá á él con gusto, como á la cosa
mas sencilla del mundo, con la naturalidad que á cumplir
una obligacion sagrada é imprescindible. ¿Podrá decir
otro tanto de él la mayoría de los impacientes?
Si estos comprometen á veces las causas mas justas y
santas, y en ocasiones retrasan su triunfo, existe por des
gracia otra clase de hombres con todas las apariencias de
estar consagrados á ellas por completo, qué acaso las sean
mas perjudiciales. Nos referimos á los hombres amables, á
los complacientes, á los simpáticos, en una palabra, á los
débiles, que siempre están muy cerca de los traidores.
Nada quita lo cortés á lo valiente, dicen á boca llena
algunas individualidades que llevan la nota de simpáticas,
y con la propagacion de esa máxima no se proponen otra
cosa que cubrir su ambicioncilla, sus pastelerías, su ridí
cula vanidad, sus ruines pasioncillas y su verdadera pobre
za de espíritu - "

Aquí, en este terreno, en el campo escojido por los


hombres amables, es donde funciona con toda su fuerza,
produciendo sorprendentes milagros, la sociedad de ala
banzas mútuas, contemplada con asco por toda persona
sensata; aquí donde una ridícula y miserable vanidad bus
ca la nombradía con el elojió interesado del adversario;
aquí donde el deseo de figurará toda costa y de cualquiera
manera hace que se prostituyan las conciencias y se diga
lo que no se siente, elojiando ó mordiendo con evidentein
justicia; aquí donde se empastelan, enervan ó córrompen
las causas mas vigorosas y nobles, y aquí, en fin, donde
–459 —
esas causas pierden mucha parte de su importancia, mer
ced á las adulaciones recíprocas, á los requiebros recompen
sados, á los elojios pagados con otros elojios, á las alaban
zas satisfechas con otras alabanzas, á las bajezas y mise
rias cambiadas por otras bajezas y miserias, y á los arru-
los sobre capacidad, talento, elocuencia, grandes dotes,
honradez aristidena, etc., etc., retribuidos con otros ar
rullos tan falsos como aquellos,tan mentirosos como aque
llos, tan despreciables, en fin, como aquellos.
Lo amable es hermano de lo débil, y la debilidad está
cerca de la corrupcion, ya se trnduzca esta por dinero, ó
ya por otra cosa. Ignoro, decia el áspero, el ceñudo, pero
íntegro, incorruptible Focion á uno que le preguntaba so
bre la constancia del amable orador Esquines, si este se de
jaria corromper en una circunstancia solemne; pero yo sé
que es débil toda persona amable.
Ahí teneis el juicio que los amables merecian al mas
puro de los atenienses. ¡Qué bien les conocia,y qué bien
les retrató en una sola frase!
Y en efecto: el político y muy especialmente el demó
crata, debe ser grave y severo, áspero en ocasiones, en
otras rudo, y siempre intransijente y guerrero para el ene
migo: no debe odiarle, pero sí tenerle declarada perpétua
guerra; no debe mostrársele feroz, pero sí duro é inacce
sible á sus alhagos, á sus contemplaciones y á sus ala
banzas.
Como particulares, todos tenemos afecciones, que son
hijas del corazon; pero como hombres, públicos condenados
á tener siempre firmes la cabeza, no debemos reconocer
otras que las que conduzcan directa é indirectamente al
bien de nuestro partido. Yo no llamo amigo al que sé que
es mi enemigo: compadezco sus errores, porque sino, no
tendria verdadera moralidad; respeto sus creencias, por
—460 —
que si no, no seria liberal; pero me libro muy bien de ce
der ni un ápice de las mias en las relaciones que entre los
dos puedan mediar, así como de sucumbir en su obsequio
en una sola línea respecto de la cuestion de conducta que
mis creencias me tienen trazada. Respeto tambien al
hombre como tal hombre; pero como adversario le comba
to sin tregua, sin contemplaciones, sin miedo á nada, sin
consideracion de ninguna especie, firme el corazon, exenta
completamente el alma de cálculos ruines y vituperables,
llámese ese adversario neo-católico, moderado, reacciona
rio, etc., porque sobre mí, sobre él y sobre todas las con
sideraciones humanas, está la causa de la libertad y de la
justicia, á que me hallo por entero consagrado. r

En la democracia, por lo mismo que ella constituye un


partido, torpemente calumniado, inícuamente juzgado, ru
da é innoblemente combatido, la simpatía pregonada por
los adversarios es un vicio, la amabilidad una falta, la con
descendencia un pecado, y la debilidad un comienzo de cri
men, que generalmente concluye por ser tal crímen de
lleno. - .

Los demócratas débiles, si son gefes, tienen en perpé


tuo compromiso al partido; sino son gefes, ya que no pue-
dan perderle, le desacreditan y ridiculizan. En la democra
cia no caben hombres con organizacion de mujeres: es tan
grave y severa por la alteza de su doctrina y por el inmen
so valor de los intereses que representa, como que son los
de la humanidad entera, que ni aun caben en su seno los
muchachos de que hablaba Diógenes, refiriéndose á los es
partanos de su tiempo, todavía vigorosos, todavía varoni
les, pero colocados ya por desgracia, á causa de haber de
generado de los héroes de las Termópilas en la deshonrosa
pendiente de recibir muy luego la sanguinaria domina
cion de un tirano tan inmundo como Nabis.
–461 –
Y no solamente debe el demócrata lanzar de si la ama
bilidad, compañera inseparable de la funesta debilidad,
sino que, cuando llegue el caso, como el soldado valiente
que se arroja heróicamente contra el enemigo, es preciso
que provoque la ira de sus contrarios, que busque su in
dignacion, que desprecie sus sarcasmos, que no tema sus
sátiras y que arrostre todas las consecuencias de una con
” ducta de valor, de abnegacion y de verdadero patriotismo.
. Sino cuenta con estas cualidades, que se retire de la vida
pública; sino le satisfacen la aprobacion y alabanzas de po
cos ó muchos de sus correlijionarios, y sino encuentra so
bre todo una satisfaccion inmensa, la única acaso verdade-
ra, la que proporciona una conciencia tranquila, hija del
bien obrar y del bien hacer, que abandone el campo que
ha elejido y refujiándose en el hogar doméstico, diga con
el hastiado corazon de Horacio, puesto á la devocion de
Augusto, despuesde haber cumplido como buen republicano
con su deber en Filipos: ¡Dichoso aquel que se halla alejado
de los negocios! (1) El alejarse de los negocios públicos, el
mirarlos con soberano desden produce tambien su dicha,
pero¡ah! que generalmente es la dicha del ensimismamien
to, del egoismo frio y antisocial.
Los estragos de la debilidad son funestos, por mas que
tenga esta el privilejio de hacer que la culpa de ellos re
caiga sobre otras causas ostensibles, pero secundarias.
¡Cuántas nobles situaciones se han perdido y cuántas no
bles empresas se han malogrado por culpa de los débiles,
que con su amabilidad las han empastelado y con sus
acciones simpáticas las han corrompido ó enervado!
Hagamos votos porque la amabilidad no tenga fuerza

(1) ¡Beatus ile qui procul negotis


- 462 –

en el partido democrático para causarle el mas insignifi


cante perjuicio. •

Al concluir el presente capitulo, tenemos que decir


cuatro palabras sobre otros hombres que no dejan de ha
cer un daño notable con su orgullosa conducta al partido
á que pertenecen: esos son los que consideran, aun cuando
de él estén alejados cien leguas, el mando heredado, como
natural y legítimo patrimonio suyo: ¡contraposicion notable”
en el partido democrático! mientras que unos creen el
mandó como heredado, otros niegan que haya gefes. Con
deno la negacion de gefes, porque no solo sé que les hay,
sino que es conveniente y de necesidad que les haya, pero
condeno tambien la gefatura como heredada, cual si fuera
un titulo nobiliario. Si de la primera proposicion surje la
indisciplina del partido, de la segunda nace el hastío en
muchos hombres notables y llenos de méritos, y ese has
tío es productor infalible de la desorganizacion de ese mis
mo partido.
Al caudillo, como arriba hemos tenido ocasion de ob
servar, le crean y proclaman tal sus méritos, sus servicios,
su capacidad, sus prendas, su nota adquirida por efecto de
relevantes é ilustres acciones. Por lo mismo ni debe ni tie
ne necesidad de imponerse; ni debe ni tiene necesidad de
creerse necesario, que esto es el considerar la gefatura co
si fuese heredada, como inseparable de su personalidad. Si
el caudillo trata de imponerse, se hace en todos los parti
dos insoportable, pero mas en el popular, que en todo exi
je como circunstancia indeclinable de su existencia la elec
cion, es decir, la espresion fiel de la voluntad libremente
manifestada. Y si un hombre, que cuenta con dotes sobra
das y suficientes méritos para ser tal caudillo, véinjusticia
en el hecho de no reconocerle como tal sus correlijionarios,
preciso es que tenga paciencia y se resigne á ocupar un
- 463 –

puesto secundario, pues no logrará, si la pierde, reunir


á fortiori las voluntades, porque sobre las ajenas no se
puede mandar ni ejercer influencia mas que con la propia.
Reasumamos. La indisciplina no solo impide el desar
rollo de los partidos y su consiguiente triunfo, sino que lle
va á una muerte segura á los que son dueños del mando, á
los que ocupan las regiones del poder.
La disciplina es la mas fuerte garantía del triunfo en
todas las causas.
El partido democrático necesita de mas disciplina que
ningun otro, por lo mismo que la historia le dice elocuente
mente que, por falta de ella, ha ejercido pocas veces y
por escaso tiempo el poder, siendo asi que es el único que
proclama la justicia y la libertad para todos, ó lo que es lo
mismo, siendo así que él es el único que reconoce la justi
cia en toda su magnífica majestad.
El partido democrático tiene y necesita gefes ó caudi
los que le guien en su camino, ya sea este el de la lucha,
ya el del mando; pero al reconocerlos y seguirlos no debe
perder de vista que antes que laspersonas y que todas las
consideraciones humanas, están para él los principios.
Los impacientes son perjudiciales en todos los partidos;
pero mas en el democrático, especialmente en las actuales
circunstancias, en que se necesita contrarrestar y destruir
el efecto que las calumnias de sus enemigos han causadº
en el ánimo de los indiferentes y de los necios, que son,
han sido y serán el mayor número de la sociedad. La im
paciencia enjendra el atolondramiento, y el atolondramien
to en política no produce mas que desgracias de todas cla
ses, retrasando infaliblemente el triunfo de las mas nobles
causas y asegurando por una lógica consecuencia las domi
naciones bastardas ótiránicas.
Los amables, los simpáticos, es decir, los hombres dé
– 464 –

biles, son mas funestos aun que los impacientes: estos com
prometen, pero aquellos, no solo comprometen todos. los
diasy á todas horas la causa á que se dicen consagrados,
sino que la escarnecen riendo,y la venden creyendo acaso
hacerla un favor. En el partido democrático, que debe dis
tinguirse por una gravedad semi-espantana ejerciendo el
poder, no caben amables, no caben débiles de ninguna
manera, hallándose en un periodo de propagacion y lucha.
La propaganda exije espíritus activos y entusiastas; el
combate necesita corazones esforzados como el del leon y
ánimos firmes como la roca, inaccesibles al temor, despre
ciadores del ódio de los contrarios y dispuestos siempre á
arrostrarlo todo, injusticias, menosprecio, afrentas, perse
cuciones, alhagos, alabanzas y seducciones, en obsequio á
la causa que hayan abrazado. . -

En este caso se hallan hoy los hombres del partido de


mocrático. El que no tenga valor, váyase á otro campo,
en la firme inteligencia de que mas significan veinte hom
bres decididos y entusiastas, estando solos, que ciento co
mo se hallen entre ellos dos ó tres amables y por conse
cuencia débiles. -

La cobardía es de contínuo pegajosa, de la pro-


pia manera que es siempre imitada una accion he
róica.
CAPITULO XXXIV.
- – - . . . .

Conclusion,
(". ""

Al dar comienzo á este capítulo, tengo precision, en


justo tributo á la justicia, que para mívale mas que todas
las consideraciones humanas, de sentar una verdad dolo
rosa, que no por eso deja de ser una verdad eterna: todos
los partidos viven sobre la ignorancia que aun manchael
cuadro de la cultura noderna en casi todos los pueblos. El
partido de las preocupaciones, llamado neo-católico, vive
como su hermano el absolutista sobre la ignorancia de las
mujeres y de una gran parte del pueblo: el partido doctri
nario, dividido en mil fracciones, pero cobijado en globo
bajo una bandera desacreditada y rota, vive sobre la igno-
rancia de una gran parte de la clase media: solamente la
democracia vive la vida regulár y consecuente con la jus
ticia, porque es la que solamente vive de llevar la luz por
todas partes, de combatir las preocupaciones en todos los
terrenos, de predicar á todas las inteligencias la nocion
del derecho, de implantar en todos los espíritus la idea
de la libertad para todos, alejando así la ignorancia, ese
mal inmenso, engendrador de la mayor parte de los males
sociales.
¿Por qué sino se atreven áproclamar los absolutistas y
neo-católicos la desigualdad, la injusticia y el envilecimien
to político de todos los hombres y logran que muchos in
felices, contra quienes van sus doctrinas, les ciega
– 466 –

mente y defiendan á capa y espada su propia degradacion


creyendo, al hacerlo, todas las calumnias, todas las estu
pendas y falsísimas suposiciones que sus esplotadores y
embaucadores lanzan de contínno contra los amantes de la
libertad? Por. la ignorancia. ¿Por qué los doctrinarios de
todas clases son dueños del poder supremo en casi todos
los países cultos, eso que desconocen en la inmensa mayo
ria de los asociados los eternos principios de justicia y li
bertad? Por la ignorancia. ¿Y por qué algunos malamente
llamados progresistas creen que es justo, v.g., conceder
ciertos derechos al que paga 200 rs. de contribucion y
negárseles al que no les paga? Porque cuentan con la ig
norancia de algunos correlijionarios para proclamar ese
privilejio, el mas odioso de los privilejios, por cuanto se
funda en miserables bienes de fortuna. Unicamente el par
tidario sincero de la justicia universal, únicamente el de
mócrata es el que, ya sea él rico, ya pobre, ya literato, ya
labriego, ya comerciante, ya industrial ó, ya artesano»
cree que á todo hombre, en el simple hecho de ser tal
hombre, le corresponden iguales derechos sociales que á
otro semejante. ¿Es hombre? pues le pertenecen idénticos
derechos que á otro hombré, y la sociedad que no se les
reconoce, y el gobierno que se les quita, están en pugna
abierta con la justicia, se declaran ipso-facto enemigos
mas ó menos grandes de la libertad,
Que habrá ignorantes ínterin el mundo exista, de so
bra que lo sabemos: el creer en lo contrario es creer en
ridículos imposibles. Pero disminuid la ignorancia y con
ella las preocupaciones, y vereis como se aproxima á pa
sos agigantados el reinado de la justicia y consiguiente li
bertad para todos, bella y magnífica aspiracion, noble y
preciosísimo desideratum de todo demócrata,
Sentadas las anteriores proposiciones en obsequio á la
- , — 467 – ,

santa idea que ha predominado en este libro, y puesto que


nos vamos aproximando á su conclusion, es muy justo y
natural que demos aquí gracias á Dios, porque alejando de
nuestra mente todo pensamiento inícuo, no ha permitido
que se corrompa nuestra alma, ni que se vicio nuestro co-.
razon hasta el estremo de pedir y sostener bajo pretestos
mas ó menos frívolos una libertad desigual, el privilejio
insolente al lado de la"degradacion vergonzosa, el derecho
al lado de la negacion de él, el envilecimiento de unos al
lado de la exaltacion de otros, la luz al lado de la oscuri
dad, el bien al lado del mal, lo bello al lado de lo horrible,
lo grande al lado de lo ruin, lo que es, en fin, conforme con
la naturaleza del hombre y con los principios de eterna
justicia (cuyo asiento hemos visto en ese mismo Dios) y lo
que deprime y rebaja á ese hömbre, deprimiendo y reba
jando á esa justicia, que debe ser la guia fiel, el faro lu
minoso y seguro de la mísera humanidad. . . .
Sí; nosotros damos á Dios esas gracias, tal vez contra el
gusto de algunos correlijionarios nuestros, acaso en medio
de la befa de algunos despreocupados de otros partidos, de
seguro entre la incredulidad y el sarcasmo de nuestros
adversarios. ¿Pero qué nos puede importar esto en nuestra
fé ardiente, pura é inquebrantable? ¿ni qué puede signifi
car para el que no cree esclarecido el derecho sin Dios,
firme el terreno de la justicia sin Dios, asegurada la liber
ad sin Dios, ennoblecido, dignificado y feliz, en cuanto le
es dado serlo, al hombre sin Dios? . . .
De aquí hasta la cónsumacion de los siglos deben so
bresalir y por fortuna sobresaldrán dos ideas, casi diríamos
mejor dos sentimientos, santos sobre todos los sentimientos
santos, magníficos sobre todos los sentimientos magníficos,
porque ante ellos siempre significará bien poco cuanto
se controvierta y dilncide en el seno de las sociedades.
- .m-
Habrá mientras el mundo exista hombres amigos del
privilejio y hombres entusiastas de la igualdad; ha^rá parn
tidarios de esta secta filosófica y partidarios de la -otra; ha-
.brá monárquicos que se asusten de Id eleccion de los pre
sidentes, cónsules ó directores de repúblicas, y republica
nos que se estremezcan á la sola consideracion de la mino
ridad de los reyes y príncipes, de sus instintos ó de su
imbecilidad ó ignorancia, habrá, en fin, díscutidores que
pidan e6ta ó la otra forma de gobierno, y contrincantes de
ellps, que proclamen la excelencia y ventajas de otrag for- .
mas contrarias; pero . sobre todas - las discusiones, sobre
todas las opiniones, sobre todas las controversias, sobre
todos los hombres, bien á mal llamados sabios^ brillarán,
para nunca oscurecerse, esos dos sentimientos preciosísi
mos, ó esas dos ¡deas mggpíficas, imperecederas, sublimes
y- consoladoras, á saber: la de Dios y la de la existencia de.
la. otra vida- I '. :t;' . . \ .'. > m .
¿Y qué tiene que ver Dios con este mundo? me dirán
acaso los incrédulos ó daspreocupados. Decid lo que querais,
les .contestarla yo; blasfemad; lucios; acreditadu que, sois
filósofos, sobretodo fiJósofos alemanes; negad á- Dios; : ha
ceos vosotros dioses, creadores del universo, de todo cuan
to existe, de todo cuanto querais y podais imajinar, Pero
yo, que amo la libertad con delirio; yo, que no codo, por
que no debo, ni quiero, ni puedo, ceder á -nadie en ase
amor acendrado y purísimo que la profeso, declaro aquí de
nuevo y muy alto: . . . > ,-, \' '. i . . . ',< '".i> .-.
tiin Dios, no quiero la libertad con que me brindais, os
la arrojo á la cara, y con tanta fé digo esto, que, si llegase el
caso (que no llegará) me saldría de vuestra sociedad por no
probar esa vuestra libertad, negadora de Dios, ¿Para qué
quiero yo así esa libertad? ¿para que me la quiteis al si
guiente dia de dármela con vuestro sufrajio universal,
— 469 -
omnipotente, con vuestra soberanía nacional, no sujeta á la
soberanía de la justicia, esto es, con vuestro Dios, llamado
soberanía nacional, ó con vuestra personalidad aislada, esa
especie de Dios, negador dé la justicia divina y por consi^
guíente de la humana, porque negado Dios y asentando la
justicia en el hambre, la sociedad está por tanto facultada
para arrebatarle sus derechos, so pretestodel bien público?
Guardadla para vosotros. La humanidad, cuando intenteis
propinarla esa libertad tristísima, os la regalará de buen
grado con vuestras poderosas lójicas, vuestras metafísicas
profundas, vuestras filosofías elevadas y sublimes: os la
devolverá con el mas soberano y' justo desprecio.
/ . ¡Pero cuán insensatos sois! Idead una época en que
desaparezca la idea de Dios: suponed, que ya los pueblos,
envenenados con vuestras orgullosas teorías, creen que
Dios es un mito ó una invencion sacerdotal, que todo lo
existente es debido al acaso, que todo lo admirable y armó
nico de la creacion que ofusca por doquiera nuestra vista
y deleita nuestra alma, es producto dela triste é inarmóni
ca casualidad; ¿qué juzgais que sucedería entónoes? ¿pre
sumís que habríais llevado con eso la libertad á los pue
blos y con ella la dicha? ¡Error funesto! ¡presuncion abo
minable! Lo que les llevareis con vuestro escepticismo
desconsolador, con vuestro ateismo mortal, sería la mas
horrible infelicidad: entonces la humanidad no querría
existir, la pesaría de ser, maldeciría (no lo dudeis ni un
instante) de hallarse sobre la haz de la tierra.
Y vosotros, los que me negais otra vida posterior á esta
ruin y mísera del cuerpo; vosotros, los que me negais que
poseo una alma inmortal, eso que en mí siento constante
mente, á todas horas y en toda parte que hay un mas allá
de este triste y trabajoso destierro, aun cuando no me des
consolais tanto como los que me niegan á Dios, porque es-
— 470 —
tos son los asesinos impávidos de toda idea sublime y de
toda dulce esperanza, vosotros me envileceis, vosotros me
indignificais, vosotros me rebajais hasta la triste condicion
del bruto; Pero descended de vuestras alturas, bajad de
vuestros trípodes filosóficos, dignaos respirar en esta vicia
da atmósfera de preocupaciones que nos corrompe y ahoga,
y meditad (os lo ruego encarecidamente) sobre estas cortas
y pobres frases de este pobre meditador. Decidme: ¿no
quitaís al hombre la dignidad, quitándole el alma? ¿no le
declarais así una materia bruta aunque semoviente? Y
quitada de esta manera la dignidad, ¿no conoceis que ya
nada podeis darle que pueda dignificarle? ¿qué cosa puede
enaltecer tanto como el alma? ¡Ah! ya veo que me decís
la libertad. ¿Y no creeis que el decir vosotros que le que
reis dignificar con la libertad es, al propio tiempo que el
mayor de los insultos, la mas grande de las estravagancias,
clmas soberano de los absurdos? ¡Dignificarle con la liber
tad, despues de haberle cubierto de inmundicia con negar
le lo único que le diferencia del bruto y de todos los se
res sensibles! ¡Qué inconsecuencia! ¡qué aberracion! ¡y
qué locura! , , , ,

Si sin Dios no hay justicia y consiguiente libertad, sin


alma no hay dignidad, y el hombre no puede ser libre,
porque no tiene freno para ser justo respecto de los de
mas, ni apoyo para hacer que estos lo sean con él: esto
constituye una verdadincontrovertible.
Por eso empecé este libro proclamando la existencia de
Dios y la inmortalidad del alma, de acuerdo con la subli
me y maravillosa armonía de todo lo creado, que á voces
me dice que hay Creador, y de conformidad con el estudio
de la naturaleza humana y opiniones de todos los pueblos
del globo, que me danfiel y verdadero testimonio de ese
mas allá, que me enaltece, dignifica y consuela.
– 471 —

, , Por eso he buscado y encontrado, sin salirme del ter


reno de la verdadera filosofía (que era mi incumbencia) el
asiento firmísimo de la justicia y de la libertad en Dios,
con la garantía de aquella para esta, y á fin de que no me
la quiten ni las turbas, ni los notables, ni los déspotas,
ni la soberanía nacional, ni la aristocracia, ni los ti
ranos. ,
- , ,

Por eso he pedido y pediré mientras aliente, con una


conviccion íntima, profunda y sincera, la justicia igual para
todos, porque sino, no es verdadera justicia, y por consi
guiente la libertad igual para todos, porque sino, no es
verdadera libertad.
Por eso he reclamado y reclamaré siempre la justicia
en el sufrajio, es decir, su igualdad; la justicia en el fue-
ro, es decir, su igualdad; la justicia en el jurado, es decir,
su igualdad mas necesaria y razonable, y su mas segura
garantía. . .. ".

Por eso he pedido y pediré de contínuo la libertad del


pensamiento, la libertad en la industria y la libertad en las
profesiones, firmemente convencido de que sin ella el pri
vilejio aparece triunfante,y al hombre se le ponen absur
das éinjustísimas cortapisas para ganar la vida como Dios
le déá entender y como á sus miras é intereses cuadre.
Por eso he pedido y seguiré pidiendo la mas grande
tolerancia, en la firme persuasion de que sin ella no puede
haber paz entre los hombres, y apoyándome para pedirla
en la misma relijion, que la proclama, en nuestra historia,
que nos la manifiesta prácticamente de una manera magní
fica, y en la mas pura moral y la mas sana política, que de
consuno imperiosamente la exijen. -

Por eso, lanzándome en el intrincado laberinto de los


sistemas de gobierno con la antorcha de la justicia en la
mano, he proclamado como el mejor de ellos aquel que re
– 472 –

conoce y ampara los derechos inenajenables del hombre,


protestando que se los dió Dios, y que por esto nadie pue
de quitárselos, pena de hacerse reo de grave injusticia, de
torpe y abominable tiranía.
Por eso, proclamando la dignidad del hombre, hijo pre
dilecto de la Creacion, he condenado toda clase de despo-
tismos, puesmi alma, impregnada totalmente de las esce
lencias de la justicia, si compadece á las víctimas inocen
tes de los tiranos coronados, llamados Tiberio, Neron, etc.
y maldiceá estos, tambien maldice con no menor fuerza y
resolucion á los verdugos populares que dieron la cicuta á
Sócrates y al virtuoso Focion.
Por eso he pedidoy pediré con constancia y féla absoluta
libertad de comercio, firmemente convencido de que la li
bertad es una, que en nada admite mutilaciones ni mistifi
caciones y que por nada ni por nadie consiente trabas ni
contrapisas de ningun género.
Por esohe pedido y pediré perpétuamente gratitud para
con Dios, Señor de todo lo creado, dueño de nuestras vidas .
y de su suerte; paz para los hombres de buena voluntad;
entereza, pero no ódio para el adversario; amor para la pa
tría; justicia para darla el lugar que en todas partes la cor
responde; condenacion para la tiranía, desprecio para los
sistemas mutiladores de la libertad; lástima para los famo
sos copiantes de utopias y planes de servidumbre comun;
respeto para la propiedad, veneracion para el mérito, los
servicios y la noble ancianidad; afecto para la familia; cas
tigo para el criminal; y para los malos funcionarios y pu
blicanos, para los que la opinion pública señala como le
vantadores de fortunas colosales y escandalosas la justa, la
saludable, la moralizadora residencia, esa cosa que tanto
subleva y asusta á los que la merecen y la necesitan, esa
cosa que, inclinándole hácia la justicia, debe borrar los
– 473 —

malos instintos del pueblo, así en el presente como para un


porvenirtranquilo ó tormentoso; esa cosa que no es nueva
en parte alguna, pero menos en nuestra patria, porque ya
la establecieron las cortes castellanas de 1518 (1), la esta
tuyeron las de los comuneros para todos los funcionarios
públicos ensu verdadera Constitucion. política y, lo que es
mas, la practicó en Castilla el buen rey Enrique III el año
de 1393 (2). La residencia no solamente es saludable, sino
que es de todo punto necesaria. ¿Y quién puede oponerse

(1) Peticion 35 ya citada.


2) El rey Enrique III, hallándose en Burgos al principio de su rei
nado, tomó residencia á los grandes y prelados del país, que habian
abusado escandalosamente de su posicion en perjuicio de los pueblos
durante su menor edad, haciéndoles devolver el producto de sus injus
tas usurpaciones.
Véase como cuenta Mariana este memorable suceso, que merece por
mil conceptos que le trascribamos. Dice así el jesuita escritor en su
Historia de España, lib. 19, cap. 14. — •

«Al principio que se encargó del gobierno, gustaba (el rey Enrique
III) de residir en Burgos. Entreteníase en la cazá de codornices, á que
era mas dado que otro género de montería ó volatería. Avino que cierto
dia volvió del campo cansado algo tarde. No le tenian cosà alguna
aprestada para su yantar. Preguntada la causa, respondió el despense
ro, que no solo le faltaba el dinero, mas aun el crédito para mercar lo
necesario. Maravillose el rey de esta respuesta; disimuló empero con
mandalle por entonces, que sobre un suyo mercase un poco de
carnero con quey las codornices que él traia, le aderezasen la comida.
Sirviole el mismo despensero á la mesa, *: la capa en lugar de los
pajes. En tanto que comia, se movieron diversas pláticas. Una fué decir
que muy de otra manera se trataban losgrandes y mucho mas se rega
laban. Era así que el arzobispo de Toledo, el duque de Benavente, el
conde de Trastámara, don Enrique de Villena, el conde de Medinaceli,
Juan de Velasco, Alonso de Guzman; y otros señores, ricos hombres de
este jaez, se juntaban de ordinario en convites que se hacian unos á
otros como en turno. Avino que en aquel mismo dia todos estaban con
vidadospara cenar con el arzobispo, que hacia tabla á los demas. Llega
da le noche, el rey disfrazado se fuéáver lo que pasaba; los platos mu
chos en número, y muy regalados los vinos, la abundancia en todo.
Notó cada cosa con atencion, y las pláticas mas en particular que sobre
mesa tuvieron, en que por no recelarse de nadie, cada uno relató las
rentas que tenia de su casa,y las pensiones que de las rentas reales lle
vaba. Aumentose con esto la indignacion del rey, que los escuchaba;
determinó tomar enmienda de aquellos desórdenes: para esto el dia si
guiente luegopor la mañana, hizo corriese voz por la corte que estaba
muy dolientey queria otorgarsu testamento. Acudieron á la hora todos
60
– 474 –

á ella? ¿y con qué derecho en caso? ¿Pues no es eterna la


justicia?.... ¿ó se ha de estar hablando de ella perpétua
mente, para perpétuamente escarnecerla? ¿es acaso un ma
nequí para manejarla á gusto y satisfaccion de los mas
fuertes y poderosos, sea en inteligencia ó bienes de fortu
na? Esa justicia exije imperiosamente la residencia de los
funcionarios que hayan abusado de sus cargos,y de los hom
bres públicos que hayan manejado ópercibido caudales de
la nacion, sin que se oponga á ello el trascurso del tiempo,
porque la justicia no admite prescripciones contrarias á la
dignidad, honra éintereses de los pueblos. Así lo sentaron
los comuneros pidiendo residencia sobre funciones, manejo
de caudales públicos, etc., desde 1496 á 1521.
-------y

estos señores al castillo, en que el rey posaba. Tenia dada órden que co
mo viniesen los grandes,hiciesen salir fuera á los criadosy sus acompa
ñamientos. Hizose todo así como lo tenia ordenado. Esperäron los gran
des en una sala por gran espacio todos juntos. A medio dia entró el rey
armado y desnuda la espada. Todos quedaron atónitos, sin saber lo que
queria decir aquella representacion, ni en quépararia el disfraz. Le
vantáronse en pie, el rey se asentó en la silla y sitial con talante (á lo
que parecia) sañudo. Volvióse al arzobispo: preguntóle: «¿cuántos son
los reyes que habeis conocido en Castilla? La misma pregunta hizo por
su órden á cada cual de los otros. Unos respondieron «yo conocí tres, yo
cuatro, el que mas dijo cinco:»¿Cómo puede ser esto, (replicó el rey)
pues yo de la edad que soy, he conocido no menos que veinte reyes?
Maravillados todos de lo decia, añadió: vosotros todos, vosotros sois
los reyes en grave daño del reino, mengua y afrenta nuestra; pero yo
haré que el reinado no dure mucho, ni pase adelante la burla que de
nos haceis. Junto con esto en alta voz, llama á los ministros de justicia
con losinstrumentos que en tal caso se requieren, yseiscientos soldados
ue de secreto tenia apercibidos. Quedaron atónitös los presentes el de
como persona de gran corazon, puestos los hinojos en tierra y
con lágrimas pidió perdon al rey de lo en que errado le habia: lo mismo
or su ejemplo hicieron los demas: ofrecen la enmienda, sus personas y
d como su voluntad fuere y su merced. El rey desque los tuvo
* amedrentados y humildes, de tal manera les perdonó las vidas que
no les quiso soltar antes que se rindiesen y entregasen los castillos que
tenian á su cargo, y contasen todo el alcance que les hicieron de las ren
tas reales que cobraron en otro tiempo. Dos meses que se gastaron en
asentar y concluir estas cosas, los tuvo en el castillo detenidos. Notable
hecho con que ganó tal reputacion, que en ningun tiempo, los grandes
estuvieron mas rendidosy mansos: el temor les duró, por mas tiempo,
como suele, que las causas de temer. ,
– 475 –
Estamos tocando ya el término de nuestra carrera, nos
hallamos en lo último de nuestro trabajo, en el remate de
nuestra obra.
Yo debo declarar aqui, que con gusto entrego mi libro
al juicio de amigos, adversarios é indiferentes. Solamente
pido, al hacerlo, que ese juicio sea hijo de una conciencia
recta. - - ·

Al despedirme, me dirijo á la juventud estudiosa, y la


digo con Ciceron: «Seguid, adolescentes, en el estudio en
que estais; insistid á toda hora en vuestras meditaciones;
aprended, pues; penetraos bien sobre todo de nuestra his
toria y de nuestra antigua lejislacion,á fin de que con el
tiempo, á la vez que os proporcióneis honorá vosotros mis
mos, podais servir de utilidad á los amigos y de ornamen
to á la república. (Pergire, ut factis, adolescentes, atque in
id studium in quo estis incumbite ut et vobis honori, et ami
cis utilitati et republicae emolumento esse possitis. Cicero. I.
de orat.) Me dirijo á los ricos y les digo: no temais por
vuestras fortunas el dia en que la libertad triunfe, porque
esta es la amparadora mas grande de la propiedad, y sola
mente sus calumniadores pueden presentarla en un ridículo
é imposible antagonismo con ella; sabed que la abolicion de
la propiedad sería la proclamacion de la servidumbre:pro
tejed, pues, la libertad. Me dirijo á las clases trabajadoras,
y las digo: pensad en la libertad y afanaos por alcanzar su
reinado, que ella es la que ante todo ha de mejorar con sus
virtudes bienhechoras vuestra suerte, y no creais que la
libertad política es infecunda como sostienen los partidarios
de reglamentaciones absurdas, pues que la política está ín
timamente enlazada con todas las demas libertades y es la
encargada de desarrollarlas y asegurarlas de una manera
estable. Me dirijo á los sabios y les digo: no os considereis
sabios, no siendo justos, porque no hay verdadera sabiduría
– 476 –

sin justicia: sed ante todo justos, y tenedentendido que no


lo sois queriendo ef privilejio, no lo sois queriendo la divi
sion de los ciudadanos por razon de los bienes de fortuna,
siempre inseguros, ó por la casualidad del nacimiento,
siempre caprichosa: no lo sois dando á los unos lo que sin
facultad, porque no os pertenece para disponer de ello,
negais á otros. Me dirijo á los ignorantes y les digo: teneis
derecho á igual suma de libertad que los sabios, porque á
todos hizo Dios libres: ¿acaso no gozais de una misma alma
y de unos mismos sentidos? ¿acaso no es idéntica vuestra
naturaleza física? ¿acaso el ser ignorante es un delito que
merece pena y esta deba ser la de degradacion? ¿acaso no
basta la recta razon, este "atributo divino, repartido por
Dios con sabia igualdad, para que todo el mundo conozca lo
que esjusto y lo que es injusto, lo que es bueno y lo que es
malo, y obre en su vista de conformidad con los preceptoº
de eterna justicia? Me dirijo á los hombres de buena volun
tad y los digo: haced el bien, empezando por dignificar á
la criatura humana, reconociéndola igual á otra, puesto
que así la hizo Dios, y dispensándola cuantas gracias os sean
posibles en vuestra situacion. Me dirijo, por último, al pue
blo en general y le digo: estudia, medita, y aprende, en la
seguridad de que sobre un pueblo ilustrado, ni pueden ce
barse los tiranos, ni la inmoralidad tiene asiento, ni la des
dicha es posible, porque esta vá tras de la ignorancia y las
preocupaciones, como consecuencia indeclinable éineludi
ble de una y otras.
Hecho esto, yo que no quiero mas que el bien de mi
patria y la libertad del hombre en todas las partes del
globo, concluyo por una especie de imitacion á Augusto:
¿Lo hé hecho bien? Pues aplaudid. ¿Lo hé hecho mal?
Aplaudid tambien una cosa; mis sanas intenciones.
ÍNDICE.

Capítulos. Pajinas.

I. Dios: su existencia. ....... 7


II. . Unidad de Dios 10
III. Dios, oríjen de toda justicia: libertad. . 13
IV. El hombre: su alma y su cuerpo: in
mortalidad de aquella 15
V. Deberes del hombre para con Dios. . . 20
VI. Siempre Dios, siempre reconocido y
adorado. Hebreos, ejipcios, griegos,
romanos y otros pueblos 25
VIL El hombre en sociedad ....... 36
VIII. Sociedad. ¿Qué debe presidir en ella?
¿Cuá| debe ser su fin? 41
IX., Principal mision del hombreen la' tierra . 52
X. El hombre: su organismo. El mí y el
sujeto: el objetivo y el subjetivo. De
rechos inenajenables de la humani
dad. ... . 57
XI. Propiedad. ........... 76
XII. Deberes del hombre para con la so
ciedad 92
XIII. Gobierno 102
XIV. Sistemas varios 109
XV. Principio de autoridad en contraposicion
con el principio de legalidad. . . . 117
XVI. Problemas y novedades. Innovadores. . 125
XVII. Comunistas. . 139
XVIII. Socialistas . 153
XIX. Los terroristas 177
XX. Satisfaccion de las exijencias socialistas. 1 87
XXI. Denominaciones" políticas. Neo-católicos,
monárnuico-puros, moderados, con-
– 478 -

Capítulos. Pijinas

servadores, progresistas y demócra


tas. . . . . . . . . ... . . . 2()(5
XX11. Lemas de los cuatro partidos militantes. 227
XXII. Sistema representativo. Plaza pública.
Nuevos problemas. 2:3)
XXIV. Los oradores. Lo que debe ser la ora
toria. . . . 250
XXV. Mecanismo gubernamental para a so
ciedad. Equilibrio. Administracion
nacional,provincial y municipal. . . 27 ().
XXVI. Centralizacion y federacion. . . . . 281
XXVII. Economistas. Libre-cambistas no libe
rales. Proteccionistas liberales. le
Gándara á Eastiat. 29%
XXV111. Milicia nacional. 321
XXIX Juicios y jueces. Pena de muerte. . 333
XXX. La Iglesia libre dentro del Estado libre. 3(31
XXXI Deberes de un pueblo para con los de
4.
mas pueblos. 384
XXXI. Nuestra historia. Programas. . . . 40)
XXXIII. Indisciplina. Gefes ó caudillos. Los im
pacientesy los débiles. 4.45
XXXIV, Conclusion. . . . . . . . . . 465
Indice. . 477
Fé de las principales el ratas.
FE DE LAS PRINCIPALES ERRATAS.

En la pájina 7, línea 23, donde dice: ¿y se les quereis,


etc., léase: ¿y se Los quereis, etc.
En la páj. 14, lín. 3, donde dice: sentimiento de su
dignidad en su alma, léase: sentimiento de LA dignidad, etc.
En la páj. 16, lín. 2, donde dice: imperecedora, léase:
IMPERECEDERA .

En la páj. 72, lín. 11, donde dice: convierte á la li


bertad, léase: Y convierte, etc.
En la páj. 129, lín. 31, donde dice: El problema la
esclavitud, léase: El problema DE la, etc.
En la páj. 130, lín. 18, donde dice: querramos verle,
léase: QUEREMos verle.
En la páj. 161, lín.22, donde dice: infantes Visconti,
léase: NFAMEs Visconti.
En la páj. 383, donde dice (en algunos pliegos de la
tirada): de relijiosos y aun de impíos, léase: de IRRELIIo
sos y aun de impíos.
En la páj. 404, lín. 32, donde dice: no presta sin,léa
se: no presta UN, etc.

NoTA. No ponemos mas erratas que las que alteran el sentido de lo


escrito.
ll(:.
Adq. C-Tus
T00TT55363
CE.

l
100112.2363

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