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JULIO
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Universidad Autónoma de Barcelona
* Sobre esta Sociedad Secreta existe poca documentación. La mayoría de los datos que existen
proceden de uno de sus miembros, Aviraneta, que era amigo del historiador Antonio Pirala y
escribió para i I varios manuscritos, que le ayudaron a escribir su Historia de la Guerra Civil. Por
otra parte sus escritos y memorias (destaquemos los Estatutos de la Confederación general de los
guardadores de la Inocencia o Isabelinos, Burdeos, 1834) fueron a parar a manos de Pío Baroja que
era pariente lejano suyo, y apoyándose en ellas (y en sus Hojas de Servicios militar y de Hacienda)
publicó una biografía: Aviraneta o la vida de un conspirador, así como una serie de 22 novelas
históricas que publicó bajo el genérico título de Memorias de un hombre de acción.
Castillo Puche, trabajó sobre los manuscritos que habían pertenecido a Pirala, y más concreta-
mente sobre la parte de las memorias de Aviraneta tituladas Apuntes políticos y militares o confesiones
de Aviraneta, cuaderno que comprende desde su deportación a las Canarias hasta mediados de
1838. Su posición, muy crítica para Pío Baroja di6 lugar a la obra Memorias íntimas de Aviraneta o
manual del conspirador (réplica a Pío Baroja).
Hay algunas fuentes más: Christiansen halló algunos artículos del 172e Times, en los que se
habla de la Isabelina, Pablo de Azcarate encontró entre los papeles de Gumersindo de Azcarate, tres
originales de Cayetano Cardero, principal protagonista del único pronunciamiento de la Isabelina y
Pedro Ortiz Armengol publicó recientemente una biografía de Aviraneta en el n.o extra 6.0 de
Historia y Vida, en el que dice que Aviraneta publicó en Burdeos (donde tenia parientes), en 1834,
un folleto sobre los isabelinos.
1. José Luis CASTILLO PUCHE:Memorias íntimas de Aviraneta. Biblioteca Nueva, Madrid,
1952, p. 162. Afirma que Aviraneta era masón pero lo dejó, y la posterior hostilidad entre Aviraneta
y los masones pudiera ser indicativa. Manuel TUNON DE LARA:La España del XIX. Laia, Barcelona,
1974, p. 79. Afirma que ((Cardero era masón de alta graduación)).Angel María DE LERA:La masoneria
que vuelve. Planeta, Barcelona, 1980, p. 169. Incluye en una lista de masones a Palafox, que fue uno
de los dirigentes de la Isabelina. Otros autores incluyen también a los generales Palarea y Van
Halen, que también pertenecieron a esta sociedad, etc...
el resto de su vida cierta animosidad contra la misma. Por otra parte, en
la Isabelina también se integraron algunos antiguos comuneros, como
Romero Alpuente2, Calvo y Mateo, Calvo de Rozas y Florez Estrada.
No en vano ambas sociedades secretas -los comuneros y la Isabelina-
coincidían en ser de composición y disciplina, exclusivamente españolas,
y quizá esta característica hacía que los militares y los funcionarios3,
más proclives al nacionalismo que al internacionalismo, se sintiesen es-
pecialmente c6modos en ambas, y predominasen en las mismas.
LA TRANSICION POLITICA
Durante la década de 1830, España vivió una transición que en mu-
chos aspectos anticipará la del fin del franquismo. En efecto, en ambos
períodos se pasa de un sistema político caracterizado por la total carencia
de libertad (la década Ominosa de Fernando VI1 o la Dictadura de Fran-
co) a un régimen político democrático y liberal, plasmado en las Consti-
tuciones de 1837 y 1978 respectivamente. En ambos casos la transición
fue lenta y trabajosa, alterada por reacciones y golpes, y protagonizada
en alguna medida por la autoridad real, de M.&Cristina o de Juan Carlos 1,
que actuaron de acuerdo con los deseos de un pueblo deseoso de libertad.
En ambos casos hubo un burócrata fiel, Cea Bermúdez o Carlos Arias y
después un conservador liberal, Martínez de la Rosa o Suárez, en ambos
casos hubo varias amnistías, etc. Y en ambos casos también la policía, en
el inicio de la transición, sigue en manos de personas ideológicamente
identificadas con el antiguo régimen, que paradógicamente siguen vigilando
en algunos casos a personas ahora ideológicamente ortodoxas, como los
Isabelinos, a los que vigilarán el jefe de policia, conde de Vilhurma, par-
tidario del régimen estamental, o el capitán F. Civat, que acabará con
los carlistas, etc...
Como es sabido, la transición que aquí nos ocupa se comenzó a
baruntar cuando el 21 de diciembre de 1829 Fernando VII, ya maduro,
casó con la princesa liberal M.a Cristina de Nápoles, y se aceleró como
consecuencia de los ((sucesos de la Granja)), el 1 de octubre de 1832,
cuando el rey destituyó al gobierno ultraconservador, inmovilista, abso-
lutista o si se previere integrista, de Calomarde y nombró a un burócrata,
conservador, ilustrado y fiel a su persona: Cea Bermudez. En aquel mo-
mento comenzó la transición. Quince días después se concedió una Am-
NACE LA ISABELINA
La Amnistía del 15 de octubre de 1832, permitió el regreso de muchos
liberales, dirigentes políticos y militares, que estaban exiliados desde que
comenzó la década Absolutista. Entre ellos llegaron los que dirigieron la
Isabelina: De Francia, aunque procedente de Méjico, regresó el capitán
de caballería Eugenio de Aviraneta? De Bélgica, Olavarría que había
adquirido celebridad colaborando con los liberales5 y sería el cerebro de
la sociedad; de París, Lorenzo Calvo y Mateo que había sido banquero y
prestamista de los proyectos revolucionarios del general Torrijos; de In-
glaterra, Romero Alpuente, diputado radical durante el Trienio, exco-
munero y antiguo moderador de la Landaburiana y Flórez Estrada, ex
ministro del Trienio Liberal. Y del exilio volvieron también dos generales
que serían miembros de la Isabelina, Quiroga de Francia y Palarea de
Inglaterra.
La Sociedad probablemente la fundó Aviraneta que regresó del exilio
en febrero del 33 y era maestro en la creación de Sociedades Secretas y
en la organización de conspiraciones, con la finalidad de ejercer una
influencia análoga a la que en el Trienio, ejercieron masones y comuneros 6.
Su nombre ((La 1sabelina))pudoser debido a la concepción de Aviraneta,
que en sus escritos llama isabelinos, a los liberales más radicales, exhal-
tados, y cristinos (i<cucos))les llama) a los liberales moderados, pactistas
y pragmáticos.. .
La sociedad creció deprisa, pues el ambiente era favorable: En 1833
el absolutismo estaba ya gastado y desacreditado y todos deseaban liber-
tad; en otoño de aquel año existía ya un Comité o Directorio formado
por el general Palafox, Calvo de Rozas (que había sido de la Junta Cen-
tral), Florez Estrada, Juan Olavarria, Romero Alpuente, Berrarza y Avi-
raneta. Cada una de estas siete personas, era jefe de una sección y la
sección militar estaba dirigida por Palafox y dividida en Legiones y Cen-
turias, por lo que en opinión de Pío Baroja la Isabelina es una sociedad
carbonaria 7.
15. Había estado desterrado, por liberal, y había sido edecan (o sea Ayudante) del general
Mina, lo que le hacía de confianza.
16. CASTILLO, op. cit. p. 115 y BAROJA,op. cit. p. 1.108 y 1.119.
17. PIRALA,op. cit. vol. 11, p. 150 y vol, 1, p. 446.
EL PRONUNCIAMIENTO DE CAUETANO CARDERO
Mientras Aviraneta se consumía en la prisión, se produjo el pronun-
ciamiento de Cayetano Cardero, teniente ayudante, del Regimiento Ligero
de Voluntarios, Aragón núm. 2. Cardero llevaba 20 años como oficial
subalterno y era un liberal entusiasta. Era miembro de la Isabelina, y
también de la masonería en la que, al parecer tenía un grado importante.
Estaba en contacto con los generales Quiroga y Palareal8 que habrían
pasado a ser Capitán General de Madrid y Gobernador Militar de la
plaza, si el pronunciamiento hubiese triunfado.
Cardero aprovechó que el 18 de enero de 1835, debía mandar un
antiguo servicio llamado guardia de principal, que consistía en dar guardia
a todos los edificios públicos (gobierno local, prisión, correos, etc...) y
que hacía que el jefe de la citada guardia dispusiera de suficiente tropa.
Cuando los tuvo reunidos, arengó a la tropa, que se adhirió entusiasta a
la proclamación de la Constitución y se atrincheró en el edificio de correos
(hoy sede del Gobierno Autónomo de Madrid), en la puerta del Sol.
El capitán general de Castilla, José Canterac intentó reducir a los
amotinados con procedimientos expeditivos, provocando su propia muerte.
Mientras tanto la milicia nacional, muy trabajada por la Isabelina ' 9 se
puso al lado de los sublevados. El Ministro de la Guerra, Llauder, pactó
con ellos: Salieron, exentos de responsabilidad, con banderas desplegadas
y a tambor batiente, pero habían fracasado en su empeño: España seguia
sin constitución. Por otra parte, el Pacto de rendición (que recuerda al
Pacto del Capó, firmado en 1981 con los del 23-F), no fue respetado20, a
pesar de lo cual Llauder perdió la poltrona y poco después el resto del
gabinete también cayó.
En 1836, la Isabelina se ha extendido ya por muchas zonas del terri-
torio nacional. Aviraneta, que es desterrado a Canarias, como conse-
cuencia de otro de sus eternos problemas y conspiraciones 21, extiende la
organización a estas islas22 y nos cuenta que en julio del citado año la
18. Pablo DE AZCARATE: «Pronunciamiento del teniente Don Cayetano Cardero)). Boletín de
la Real Academia de Historia. Tomo CLIX, 1966, p. 118, ex-manuscritos relativos a este episodio,
de los que dos están redactados por el propio Cardero, y en el segundo dice en dos ocasiones que el
general Quiroga y el brigadier Palarea están en la conspiración (p. 126 y 132).
19. The Times de los días 1 y 2 de octubre de 1834 y 4 de febrero de 1835 informaba a sus
lectores que una sociedad secreta llamada la Isabelina dominaba a los «urbanos» (o sea a la milicia
de Madrid). Tomado de CHRISTIANSEN: LOSorígenes del poder militar en España, Aguilar, Madrid,
1974, p. 62.
20. LAFUENTE, >p. cit. p. 51: lo desterraron y después lo procesaron y separaron del servicio.
21. En enero de 1836, Mendizábal le envía a Barcelona para entrevistarse con Mina, Capitán
General de Cataluña, y tiene la mala suerte, según dice, de que nada más llegar es acusado de
provocar una <(bullanga»que acaba de estallar, motivo por el cual Mina, lo deporta a las Canarias.
Sobre este suceso publicó con Beltrán Soler el fascículo titulado Mina y los proscritos.
22. AWRANETA: Apuntespoliticos y militares o confesiones de Aviraneta. Tomado de CASTILLO,
op. cit. p. 195.
Isabelina existe en Sevilla, Córdoba, Cádiz, San Fernando y Jerez. En
sus Apuntes políticos y militares o confesiones de Aviraneta se extiende
en la descripción de las relaciones entre isabelinos y masones, que según
su versión son malas, si bien puede ser una versión parcial, pues en el
escrito se nota la antipatía personal que les tiene. «En Cádiz -escribe
Aviraneta- existía organizada la masonería sobre los restos de la antigua
(logia) de rito escocés, que los hermanos se reunían en una botica, y que
estaban a devoción y dirección del diputado Vadillo, y se creía que de
Mendizábal, porque un hermano o primo de éste asistía a las tenidas. El
directorio Isabelino estaba relacionado con ellos, pero nada más que
para la recíproca seguridad y para conservar el buen orden en la ciudad.
Sin embargo de esto, respiraban los masones odio y mala voluntad contra
los nobles Isabelinos))23. Su parcialidad resulta notoria.
Mientras en la Alta Andalucía la Isabelina es fuerte, no tiene afiliados
en la Baja, por lo que el Directorio andaluz envía a Aviraneta y a Bertran
Soler a Málaga a organizar la sociedad. Este último, había pertenecido a
las logias de Francia y Barcelona y fue recibido como pastor en la logia
mas importante -siempre según Aviraneta- popularmente conocida co-
mo de los leñadores escoceses24, que al parecer no era partidaria de la
organización de la Isabelina.
Al fracasar en su intento de lograr el apoyo de los masones de Má-
laga, Aviraneta no consigue crear la sociedad, pero participa en la orga-
nización de un levantamiento de la ciudad el 25 de julio. Los liberales
sublevados nombran una Junta Militar que preside el comandante de
carabineros Antonio Escalante y la sublevación se extiende a Granada,
Sevilla y Cádiz ... Es la agonía del absolutismo. El 9 de agosto el coman-
dante Boil, proclama la Constitución en Valencia, sin oposición alguna,
(entre otras razones porque el Capitán General era Palarea, liberal y
miembro de la Isabelina), aunque también sin adhesiones, y por tanto
sin trascendencia. Tres días después se produjo el pronunciamiento de
los sargentos de la Guardia Real en La Granja, que fue el golpe final.
Aviraneta, en sus memorias, cita una carta de Antonio Nogueras,
que por entonces era jefe de la Isabelina, al Directorio de Andalucía, en
la que dice que a los sargentos Higinio García y Juan Lucas «los contaba
por suyos, y todo había salido a medida de su deseo»2s... pudiera ser,
pero otro de los sargentos, Alejandro Gómez, publicó en 1864 su versión
de los hechos, sin citar para nada a la Isabelina26, por otra parte este
exagerar la propia influencia es frecuente en política, sobre todo en política
clandestina.
De las Cortes
8. Las sesiones (de las Cortes) son piliblicas: mas pueden de-
clararse secretas a solicitud de cinco miembros.
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