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Las sociedades secretas militares en la primera

transición española: La Isabelina (1833-36)

JULIO
BUSQUETS
Universidad Autónoma de Barcelona

La Isabelina* fue una sociedad secreta, en la que se integraron des-


tacados militares liberales como Aviranet a, Cayetano Cardero, y los ge-
nerales Palafox, Palarea y Van Halen, que al parecer pertenecían a la
masonería', si bien el primero, abandonó pronto esta sociedad y mantuvo

* Sobre esta Sociedad Secreta existe poca documentación. La mayoría de los datos que existen
proceden de uno de sus miembros, Aviraneta, que era amigo del historiador Antonio Pirala y
escribió para i I varios manuscritos, que le ayudaron a escribir su Historia de la Guerra Civil. Por
otra parte sus escritos y memorias (destaquemos los Estatutos de la Confederación general de los
guardadores de la Inocencia o Isabelinos, Burdeos, 1834) fueron a parar a manos de Pío Baroja que
era pariente lejano suyo, y apoyándose en ellas (y en sus Hojas de Servicios militar y de Hacienda)
publicó una biografía: Aviraneta o la vida de un conspirador, así como una serie de 22 novelas
históricas que publicó bajo el genérico título de Memorias de un hombre de acción.
Castillo Puche, trabajó sobre los manuscritos que habían pertenecido a Pirala, y más concreta-
mente sobre la parte de las memorias de Aviraneta tituladas Apuntes políticos y militares o confesiones
de Aviraneta, cuaderno que comprende desde su deportación a las Canarias hasta mediados de
1838. Su posición, muy crítica para Pío Baroja di6 lugar a la obra Memorias íntimas de Aviraneta o
manual del conspirador (réplica a Pío Baroja).
Hay algunas fuentes más: Christiansen halló algunos artículos del 172e Times, en los que se
habla de la Isabelina, Pablo de Azcarate encontró entre los papeles de Gumersindo de Azcarate, tres
originales de Cayetano Cardero, principal protagonista del único pronunciamiento de la Isabelina y
Pedro Ortiz Armengol publicó recientemente una biografía de Aviraneta en el n.o extra 6.0 de
Historia y Vida, en el que dice que Aviraneta publicó en Burdeos (donde tenia parientes), en 1834,
un folleto sobre los isabelinos.
1. José Luis CASTILLO PUCHE:Memorias íntimas de Aviraneta. Biblioteca Nueva, Madrid,
1952, p. 162. Afirma que Aviraneta era masón pero lo dejó, y la posterior hostilidad entre Aviraneta
y los masones pudiera ser indicativa. Manuel TUNON DE LARA:La España del XIX. Laia, Barcelona,
1974, p. 79. Afirma que ((Cardero era masón de alta graduación)).Angel María DE LERA:La masoneria
que vuelve. Planeta, Barcelona, 1980, p. 169. Incluye en una lista de masones a Palafox, que fue uno
de los dirigentes de la Isabelina. Otros autores incluyen también a los generales Palarea y Van
Halen, que también pertenecieron a esta sociedad, etc...
el resto de su vida cierta animosidad contra la misma. Por otra parte, en
la Isabelina también se integraron algunos antiguos comuneros, como
Romero Alpuente2, Calvo y Mateo, Calvo de Rozas y Florez Estrada.
No en vano ambas sociedades secretas -los comuneros y la Isabelina-
coincidían en ser de composición y disciplina, exclusivamente españolas,
y quizá esta característica hacía que los militares y los funcionarios3,
más proclives al nacionalismo que al internacionalismo, se sintiesen es-
pecialmente c6modos en ambas, y predominasen en las mismas.

LA TRANSICION POLITICA
Durante la década de 1830, España vivió una transición que en mu-
chos aspectos anticipará la del fin del franquismo. En efecto, en ambos
períodos se pasa de un sistema político caracterizado por la total carencia
de libertad (la década Ominosa de Fernando VI1 o la Dictadura de Fran-
co) a un régimen político democrático y liberal, plasmado en las Consti-
tuciones de 1837 y 1978 respectivamente. En ambos casos la transición
fue lenta y trabajosa, alterada por reacciones y golpes, y protagonizada
en alguna medida por la autoridad real, de M.&Cristina o de Juan Carlos 1,
que actuaron de acuerdo con los deseos de un pueblo deseoso de libertad.
En ambos casos hubo un burócrata fiel, Cea Bermúdez o Carlos Arias y
después un conservador liberal, Martínez de la Rosa o Suárez, en ambos
casos hubo varias amnistías, etc. Y en ambos casos también la policía, en
el inicio de la transición, sigue en manos de personas ideológicamente
identificadas con el antiguo régimen, que paradógicamente siguen vigilando
en algunos casos a personas ahora ideológicamente ortodoxas, como los
Isabelinos, a los que vigilarán el jefe de policia, conde de Vilhurma, par-
tidario del régimen estamental, o el capitán F. Civat, que acabará con
los carlistas, etc...
Como es sabido, la transición que aquí nos ocupa se comenzó a
baruntar cuando el 21 de diciembre de 1829 Fernando VII, ya maduro,
casó con la princesa liberal M.a Cristina de Nápoles, y se aceleró como
consecuencia de los ((sucesos de la Granja)), el 1 de octubre de 1832,
cuando el rey destituyó al gobierno ultraconservador, inmovilista, abso-
lutista o si se previere integrista, de Calomarde y nombró a un burócrata,
conservador, ilustrado y fiel a su persona: Cea Bermudez. En aquel mo-
mento comenzó la transición. Quince días después se concedió una Am-

2. FERRER BENIMELI,José A,: Masonería española contemporánea, siglo X X I , Madrid, 1980.


v. 1, p. indica que Raymod Carr incluye a Juan Romero Alpuente entre los masones, aunque él
personalmente no parece dar por bueno este dato. Es opinión generalizada que era comunero.
RICARDODE LA CIERVA: Historia militar de España. Planeta, Barcelona, 1984, v. VI, p. 263 incluye
entre los comuneros a Calvo de Rozas y Flórez Estrada.
3. Pfo BAROJA:Aviraneta o la vida de un conspirador, Obras completas, p. 1262 y La Isabelina,
p. 1021.
nistía que permitió el regreso de los exiliados políticos. Y se abrieron las
puertas de las cárceles y se reanudaron las clases en la Universidad, cerrada
desde hacía dos años.

NACE LA ISABELINA
La Amnistía del 15 de octubre de 1832, permitió el regreso de muchos
liberales, dirigentes políticos y militares, que estaban exiliados desde que
comenzó la década Absolutista. Entre ellos llegaron los que dirigieron la
Isabelina: De Francia, aunque procedente de Méjico, regresó el capitán
de caballería Eugenio de Aviraneta? De Bélgica, Olavarría que había
adquirido celebridad colaborando con los liberales5 y sería el cerebro de
la sociedad; de París, Lorenzo Calvo y Mateo que había sido banquero y
prestamista de los proyectos revolucionarios del general Torrijos; de In-
glaterra, Romero Alpuente, diputado radical durante el Trienio, exco-
munero y antiguo moderador de la Landaburiana y Flórez Estrada, ex
ministro del Trienio Liberal. Y del exilio volvieron también dos generales
que serían miembros de la Isabelina, Quiroga de Francia y Palarea de
Inglaterra.
La Sociedad probablemente la fundó Aviraneta que regresó del exilio
en febrero del 33 y era maestro en la creación de Sociedades Secretas y
en la organización de conspiraciones, con la finalidad de ejercer una
influencia análoga a la que en el Trienio, ejercieron masones y comuneros 6.
Su nombre ((La 1sabelina))pudoser debido a la concepción de Aviraneta,
que en sus escritos llama isabelinos, a los liberales más radicales, exhal-
tados, y cristinos (i<cucos))les llama) a los liberales moderados, pactistas
y pragmáticos.. .
La sociedad creció deprisa, pues el ambiente era favorable: En 1833
el absolutismo estaba ya gastado y desacreditado y todos deseaban liber-
tad; en otoño de aquel año existía ya un Comité o Directorio formado
por el general Palafox, Calvo de Rozas (que había sido de la Junta Cen-
tral), Florez Estrada, Juan Olavarria, Romero Alpuente, Berrarza y Avi-
raneta. Cada una de estas siete personas, era jefe de una sección y la
sección militar estaba dirigida por Palafox y dividida en Legiones y Cen-
turias, por lo que en opinión de Pío Baroja la Isabelina es una sociedad
carbonaria 7.

4. En su Hoja de Servicios consta que nació el 13-1 1-1972, participó en la Guerra de la


Independencia en Ia partida del cura Merino, ascendió a capitán de Caballería el 13-6-1823, a
Comisario de guerra de segunda, el 3-1 1-1841 y a Intendente Militar de Segunda, por acuerdo de
Consejo de Ministros el 31-12-1851 (este cargo debería ser parecido al actual de general de Brigada
de Intendencia). Murió el 8-2-1872.
5. Modesto LAFUENTE:Historia General de España. Montaner y Sirnón, Barcelona, 1882,
tomo VI, p. 28.
6. LAPUENTE, op. cit., tomo VI, p. 28.
7. BAROJA,op. cit. p. 1.265.
La Isabelina vive intensamente aquel difícil año 1833, en que Fer-
nando VI1 agoniza y el absolutismo de Don Carlos acecha. Sus miembros
están en reunión permanente el día 30 de junio de 1833, día de la jura de
la Princesa, y se reúnen el 29 de septiembre del 33, cuando el cuerpo de
Fernando VI1 todavía está caliente. Este día además de varios miembros
del Comité Directivo (Aviraneta, Berarza, Calvo Rozas y Calvo Mateo)
asisten a la reunión «una promoción de militares de graduación, oficiales
de la Guardia real y jóvenes abogados»8, enfrentándose en la reunión,
que parece ser fue muy amplia, dos líneas, la de quienes consideraban
que se debía apoyar al gobierno de Cea Berrnúdez porque era el más
firme bastión de la Reina, y la de quienes consideraban que se debía
aprovechar la debilidad gubernamental del momento, para acabar con el
absolutismo y restaurar la Constitución del 12, tesis ésta que defendía
Aviraneta y que tuvo el apoyo de algunos oficiales jóvenes. Los partidarios
de esta ({líneadura» proyectaron secuestrar a Cea Bermúdez, y al efecto
Aviraneta consultó separadamente a los demás miembros del Directorio,
pero con independencia del parecer de éstos, el proyecto fracasó 9.
Avinareta en su afán proselitista llegó a hablar de la Isabelina con el
Conde de Toreno (que no ingresó en la misma) y con los infantes Luisa
Carlota y Francisco '0, que le sugieren un viaje a Barcelona, para tomar
allí ciertos contactos, quizá con Llauder, que era entonces el Capitán
General, y estaba muy unido a la burguesía catalana, que deseaba mayor
libertad.
Cuando el Directorio de la Isabelina fue informado por el propio
Aviraneta de su relación con los infantes, sintió cierta preocupación, pese
a lo cual le autorizó el viaje a Barcelona. La preocupación del Directorio
tenía base sólida: el 10 de enero de 1834, la policía detuvo a Aviraneta,
que iba a Barcelona, al pasar por Guadalajara.
El Gobierno de Cea Berrnúdez decidió desterrar a Galicia al incómodo
Aviraneta, pero éste se fugó al ser trasladado, y se ocultó en Madrid,
donde siguió conspirando y haciendo proselitismo. Su objetivo (eviden-
temente imposible de alcanzar) era lograr que la Isabelina llease a contar
con diez mil personas en Madrid, pues consideraba que éste era el número
necesario para asegurar la victoria de un pronunciamiento cívico-militar,
mediante le cual se restablecería la Constitución 11.

8. BAROJA, op. cil. p. 1.045.


9. BAROJA, op. cit. p. 1.164.
10. BAROJA, op. cit. p. 1.264.
11. Antonio PIRALA: Historia de la guerra civil, Vol. 1, p. 442. AdemAs contaba con muchos
militares y miembros de la milicia.
LA ISABELINA CONTRA EL ESTATUTO REAL
Durante el año 1833 la regente María Cristina, recibe gran cantidad
de presiones en favor del restablecimiento de la Constitución, o al menos
en favor de una más decidida apertura política. Entre otros se dirigieron
a la regente los capitanes generales de Castilla la Nueva, Quesada, y de
Cataluña, Llauder, que el 25 de diciembre le envió una Memoria pidién-
dole destituyese a Cea Bermúdez, al que acusaba de absolutista. Este
cayó y fue sustituido por Martínez de la Rosa, con el que la Regente, el
10 de abril de 1834, firmó un Decreto por el que se deberían reunir
separadamente dos cámaras al viejo estilo: el estamento de los Proceres y
el de los Procuradores. Era el Estatuto Real de 1834, una tibia Carta
Otorgada, que no satisfizo a los liberales que siguieron conspirando para
restablecer la Constitución del 12.
Poco después, una epidemia de cólera asoló Madrid, y el pueblo en
su incultura, afirmó que la epidemia era debida a que los frailes envene-
naban las aguas. Como consecuencia de tan burda mentira, pero creída a
pies juntillas entonces, se provocó una matanza de frailes en Madrid y la
policía acusó a la Isabelina de haber hecho correr el absurdo bulo. No
era cierto, la Isabelina no deseaba tales excesos, e incluso Aviraneta re-
chazó a los amotinados cuando fueron a buscarle, para dirigir el motín
anticlerical.
La actitud de la Isabelina ante el Estatuto, quedó clara en una reunión
que el directorio tuvo el 20 de julio, tres días después l2 de la matanza de
frailes, y en la que se decidió dirigir un escrito a la Regente, resaltando
los peligros que llevaba consigo el mantenimiento del Estatuto Real, y
encareciendo que, para evitar aquellos riesgos, el citado Estatuto fuese
sustituido por otro que se adjuntaba al escrito, que firmaron Calvo de
Rozas, Calvo Mateo y Olavarría, que era el autor del proyecto del nuevo
Estatuto 13.
Previendo que la Regente rechazaría el escrito, se comenzó a preparar
un acto de fuerza, mitad motín popular, mitad pronunciamiento militar,
que debía estallar el día 24 de julio del 34, o sea el día que se abrieran las
citadas cámaras de Proceres y Procuradores, (sucedáneas del Senado y
del Congreso).
De acuerdo con este plan, varios procuradores, que eran miembros
de la Isabelina, pedirían que la Cámara de los Procuradores se transfor-
mase en Congreso de Diputados 14. Entonces, desde las tribunas, afiliados

12. PIRALA,op. cit. Vol. 1, p. 443.


13. LAFUENTE, op. cit. p. 28.
14. En realidad se trataba de repetir lo que ocurrió en París en 1789 cuando Luis XVI convocb
los Estados generales (dos cámaras separadas como las del Estatuto Real), pero los del tercer Estado
se transformaron en Asamblea Nacional, asumiendo capacidad legislativa, contra la voluntad del rey.
de la sociedad jalearían la petición, mientras el pueblo se echaba tumul-
tuosamente a la calle, sonando a rebato todas las campanas de Madrid y
finalmente, Palafox, el héroe de los sitios de Zaragoza, tomaba el mando
de las tropas comprometidas para restablecer la Constitución. Se nom-
braría un Gobierno provisional formado por Evaristo Pérez de Castro
(Estado), el general Jerónimo Valdés (Guerra), Manuel García Herrero
(Justicia), Alvaro Flórez Estrada (Interior), Lorenzo Calvo de Rozas (Ha-
cienda) y José M.8 Chac6n (Marina). Palafox sería nombrado Capitán
General de Madrid y Evaristo de San Miguel Gobernador Militar de la
plaza.
Lo que no sabían los Isabelinos, es que la organización estaba infil-
trada, por la policía. En efecto, uno de sus agentes, el capitán F. Civat,
había conseguido penetrar en la misma 15, ganándose la confianza de los
dirigentes. Hasta tal punto los tenia engañados, que fue designado para
trasladarse a Barcelona y enlazar con los afiliados de allí, después que
fuera detenido Aviraneta, cuyo escondite también conocía, así como los
nombres y domicilios de los miembros del Directorio. Y como estaba al
tanto de todo, le fue fácil detener a toda la dirección de la organización,
lo que hizo la víspera del día elegido para el alzamiento: Fueron detenidos
Aviraneta, el capitán Antonio Nogueras, que era el secretario de la aso-
ciación, el general Palafox, Romero Alpuente, Calvo de Rozas, Juan
Olavarría, Berarza, Van Halen, García Vilalta, Espronceda, etc... 16 y en
provincias muchos más.
En la prisión Aviraneta lió de tal modo las cosas que dio la impresión
de que todo eran fabulaciones suyas, con lo que los detenidos fueron
siendo liberados y a las dos o tres semanas, sólo quedaban en prisión
Berarza, Romero Alpuente, que posiblemente (y según Villiers) era el
autor del proyecto, pero estaba viejo (debía tener 82 años) y enfermo, y
Aviraneta a causa de sus fabulaciones. Berarza salió enseguida, Romero
Alpuente, posiblemente a causa de su conocido radicalismo, bastante
después y Aviraneta permaneció en la cárcel hasta que se fugó el 16 de
agosto de 1835, cuando ya llevaba un año en prisión y en España gober-
naba el Conde de Toreno. Al parecer 17 organizó un motín acusando al
director de la prisión de connivencia con los carlistas, que estaban en ella
presos.

15. Había estado desterrado, por liberal, y había sido edecan (o sea Ayudante) del general
Mina, lo que le hacía de confianza.
16. CASTILLO, op. cit. p. 115 y BAROJA,op. cit. p. 1.108 y 1.119.
17. PIRALA,op. cit. vol. 11, p. 150 y vol, 1, p. 446.
EL PRONUNCIAMIENTO DE CAUETANO CARDERO
Mientras Aviraneta se consumía en la prisión, se produjo el pronun-
ciamiento de Cayetano Cardero, teniente ayudante, del Regimiento Ligero
de Voluntarios, Aragón núm. 2. Cardero llevaba 20 años como oficial
subalterno y era un liberal entusiasta. Era miembro de la Isabelina, y
también de la masonería en la que, al parecer tenía un grado importante.
Estaba en contacto con los generales Quiroga y Palareal8 que habrían
pasado a ser Capitán General de Madrid y Gobernador Militar de la
plaza, si el pronunciamiento hubiese triunfado.
Cardero aprovechó que el 18 de enero de 1835, debía mandar un
antiguo servicio llamado guardia de principal, que consistía en dar guardia
a todos los edificios públicos (gobierno local, prisión, correos, etc...) y
que hacía que el jefe de la citada guardia dispusiera de suficiente tropa.
Cuando los tuvo reunidos, arengó a la tropa, que se adhirió entusiasta a
la proclamación de la Constitución y se atrincheró en el edificio de correos
(hoy sede del Gobierno Autónomo de Madrid), en la puerta del Sol.
El capitán general de Castilla, José Canterac intentó reducir a los
amotinados con procedimientos expeditivos, provocando su propia muerte.
Mientras tanto la milicia nacional, muy trabajada por la Isabelina ' 9 se
puso al lado de los sublevados. El Ministro de la Guerra, Llauder, pactó
con ellos: Salieron, exentos de responsabilidad, con banderas desplegadas
y a tambor batiente, pero habían fracasado en su empeño: España seguia
sin constitución. Por otra parte, el Pacto de rendición (que recuerda al
Pacto del Capó, firmado en 1981 con los del 23-F), no fue respetado20, a
pesar de lo cual Llauder perdió la poltrona y poco después el resto del
gabinete también cayó.
En 1836, la Isabelina se ha extendido ya por muchas zonas del terri-
torio nacional. Aviraneta, que es desterrado a Canarias, como conse-
cuencia de otro de sus eternos problemas y conspiraciones 21, extiende la
organización a estas islas22 y nos cuenta que en julio del citado año la

18. Pablo DE AZCARATE: «Pronunciamiento del teniente Don Cayetano Cardero)). Boletín de
la Real Academia de Historia. Tomo CLIX, 1966, p. 118, ex-manuscritos relativos a este episodio,
de los que dos están redactados por el propio Cardero, y en el segundo dice en dos ocasiones que el
general Quiroga y el brigadier Palarea están en la conspiración (p. 126 y 132).
19. The Times de los días 1 y 2 de octubre de 1834 y 4 de febrero de 1835 informaba a sus
lectores que una sociedad secreta llamada la Isabelina dominaba a los «urbanos» (o sea a la milicia
de Madrid). Tomado de CHRISTIANSEN: LOSorígenes del poder militar en España, Aguilar, Madrid,
1974, p. 62.
20. LAFUENTE, >p. cit. p. 51: lo desterraron y después lo procesaron y separaron del servicio.
21. En enero de 1836, Mendizábal le envía a Barcelona para entrevistarse con Mina, Capitán
General de Cataluña, y tiene la mala suerte, según dice, de que nada más llegar es acusado de
provocar una <(bullanga»que acaba de estallar, motivo por el cual Mina, lo deporta a las Canarias.
Sobre este suceso publicó con Beltrán Soler el fascículo titulado Mina y los proscritos.
22. AWRANETA: Apuntespoliticos y militares o confesiones de Aviraneta. Tomado de CASTILLO,
op. cit. p. 195.
Isabelina existe en Sevilla, Córdoba, Cádiz, San Fernando y Jerez. En
sus Apuntes políticos y militares o confesiones de Aviraneta se extiende
en la descripción de las relaciones entre isabelinos y masones, que según
su versión son malas, si bien puede ser una versión parcial, pues en el
escrito se nota la antipatía personal que les tiene. «En Cádiz -escribe
Aviraneta- existía organizada la masonería sobre los restos de la antigua
(logia) de rito escocés, que los hermanos se reunían en una botica, y que
estaban a devoción y dirección del diputado Vadillo, y se creía que de
Mendizábal, porque un hermano o primo de éste asistía a las tenidas. El
directorio Isabelino estaba relacionado con ellos, pero nada más que
para la recíproca seguridad y para conservar el buen orden en la ciudad.
Sin embargo de esto, respiraban los masones odio y mala voluntad contra
los nobles Isabelinos))23. Su parcialidad resulta notoria.
Mientras en la Alta Andalucía la Isabelina es fuerte, no tiene afiliados
en la Baja, por lo que el Directorio andaluz envía a Aviraneta y a Bertran
Soler a Málaga a organizar la sociedad. Este último, había pertenecido a
las logias de Francia y Barcelona y fue recibido como pastor en la logia
mas importante -siempre según Aviraneta- popularmente conocida co-
mo de los leñadores escoceses24, que al parecer no era partidaria de la
organización de la Isabelina.
Al fracasar en su intento de lograr el apoyo de los masones de Má-
laga, Aviraneta no consigue crear la sociedad, pero participa en la orga-
nización de un levantamiento de la ciudad el 25 de julio. Los liberales
sublevados nombran una Junta Militar que preside el comandante de
carabineros Antonio Escalante y la sublevación se extiende a Granada,
Sevilla y Cádiz ... Es la agonía del absolutismo. El 9 de agosto el coman-
dante Boil, proclama la Constitución en Valencia, sin oposición alguna,
(entre otras razones porque el Capitán General era Palarea, liberal y
miembro de la Isabelina), aunque también sin adhesiones, y por tanto
sin trascendencia. Tres días después se produjo el pronunciamiento de
los sargentos de la Guardia Real en La Granja, que fue el golpe final.
Aviraneta, en sus memorias, cita una carta de Antonio Nogueras,
que por entonces era jefe de la Isabelina, al Directorio de Andalucía, en
la que dice que a los sargentos Higinio García y Juan Lucas «los contaba
por suyos, y todo había salido a medida de su deseo»2s... pudiera ser,
pero otro de los sargentos, Alejandro Gómez, publicó en 1864 su versión
de los hechos, sin citar para nada a la Isabelina26, por otra parte este
exagerar la propia influencia es frecuente en política, sobre todo en política
clandestina.

23. op, cit. p. 197.


AVIRANETA,
24. op. cit. p. 197.
AVIRANETA,
25. op. cit. p. 212.
AVIRANETA,
26. op. cit. p. 176. Apéndice 11: El motín de la Granja.
CHRISTIANSEN,
Tras la victoria de la revolución, Aviraneta, regresa de Málaga a
Cádiz, donde cuenta que los isabelinos tienen graves problemas con los
masones, por lo que dice: «hablé a los del Directorio Isabelino de Cádiz
y les moví a que enviasen una comisión a la logia de los masones para
que cesasen de toda personalidad con mi patr6n y el comerciante José
Martínez de Sola, comandante de artillería de la Milicia Nacional, por
ser individuos de la Isabelina, que de lo contrario, la imprenta (en la que
hacían un periódico en que les atacaban), la Botica (en que se reunían) y
cuantos a ella concurrían, desaparecerían de este mundo. Santo remedio,
nos dieron una satisfacción cumplida y su prensa enmudeció))27.
A partir de entonces la Isabelina tiende a desaparecer, por una parte
el éxito del pronunciamiento de La Granja, permitirá el restablecimiento
de la Constitución del 12 (que reelaborada, será la de 1837) con lo que la
Isabelina perderá su razón de ser, por otra parte, la sociedad está ya
minada por disensiones internas, como se puede leer en la carta antes
citada del capitán Nogueras en la que dice que ({Aviranetaestá desacre-
ditado y hay que acercarse a Mendizábal y los rnasones»28, por lo que
Aviraneta amargamente concluirá: «...estas cartas hicieron su efecto. Los
individuos del directorio se revelaron contra mí, excepto el comandante
de artillería de la milicia López Pedrajos. Se unieron los isabelinos con
los masones sacrificándome y dejándome sin prestigio. De esta manera
concluyó para siempre en España la Sociedad Secreta de la Confederación
Isabelina))29.
Posteriormente, parece ser que hacia 1844, algunos isabelinos cons-
piraban bajo el patrocinio del infante Don Francisco (antes citado) para
lograr una Constitución moderada" ... sin embargo pudiera tratarse de
una acción residual, de algunos antiguos miembros, que no invalida el
que la sociedad, hubiera desaparecido, bastantes años antes.

APENDICE: La ideología de los isabelinos


La Isabelina, como la mayoría de las sociedades secretas militares,
no tenía una ideología muy definida, ya que fundamentalmente era una
amplia plataforma en la que se unían todos aquellos que querían luchar
para restablecer la Constitución. Lógicamente, en su seno tenían que
convivir distintas tendencias, unas más exaltadas, otras más moderadas,
y la discusión que se produce la noche de la muerte de Fernando VI1 es
27. AVIRANETA, op. cit. p. 21 1.
28. BAROJA,op. cit. p. 1.402 Aviraneta describe al capitán Antonio Nogueras, que es el secre-
tario de la Isabelina, como «un cinife, una chinche, un piojo sabio y burocrático», y aunque la cita
está tomada de.la obra de Baroja «La Isabelina)), dicha obra como las 22 que él publicó bajo el
título genérico de ((Memoriasde un hombre en acción))se apoyaban en los manuscritos de Aviraneta,
que cayeron en sus manos por vía familiar, por ser pariente lejano suyo.
29. AVIRANETA, op. cit. p. 212.
30. RAYMOND CARR:España 1808-1939, Ariel, Barcelona, 1970, p. 172.
especialmente representativa de esta falta de unanimidad, y más concre-
tamente de la existencia de dos alas bastante definidas: los más radicales
capitaneados por Aviraneta, y los más moderados, entre los que proba-
blemente se contaban los miembros del directorio, destacando el último
jefe de la organización Antonio Nogueras, y el líder natural Juan Olava-
rria, que desempeñaba este papel, por su talla intelectual, por la labor
que había hecho en la formación de cuadros31, y sobre todo porque
redactó la contrapropuesta de Estatuto Real que la Isabelina hizo a la
Regente (hecho éste que además se nota en el notable parecido con la
Constitución belga, que Olavarría conocía por haber vivido allí). A con-
tinuación se transcriben algunos de sus artículos32 entre las que son es-
pecialmente reveladores de su ideología las Disposiciones generales y tran-
sitorias, que figuran al final del texto (arts. 57 a 65):

Derecho público de los españoles


Artículo 1. Los gobiernos se han instituido para afianzar el libre
ejercicio de las facultades naturales. Estas facultades son:
El derecho de poder hacer todo cuanto no esté prohibido ex-
presamente por la Ley o costumbre.
El derecho de poder aspirar a todos los honores, empleos y
dignidades del Estado, sin necesidad de ningún requisito, ni infor-
mación nobiliaria.
El derecho de no poder ser turbado en el goce y posesión de su
propiedad, excepto en los casos de conocida utilidad pUblica, y previo
el buen cambio a bien vista de hombres buenos.
El derecho de expresar sus pensamientos de palabra o por escrito
sin necesidad de licencia ni censura, sobre todo lo que no sea con-
trario a las leyes fundamentales, a las buenas costumbres y al honor
de las familias.
2. Ninguna autoridad humana puede mandar cosa contraria a
estos derechos; no puede de consiguiente penetrar en el fuero interno
del hombre, suspender las leyes protectoras de las prerogativas na-
turales, ni dispensar a nadie del cumplimiento de las leyes bajo ningún
pretexto.

De las Cortes
8. Las sesiones (de las Cortes) son piliblicas: mas pueden de-
clararse secretas a solicitud de cinco miembros.

- -

31. op. cit. p. 163.


CASTILLO,
32. LAFUENTE,
op. cit. tomo 6, p. 32.
9. Todos los Próceres, como los procuradores, son inviolables
por sus opiniones manifestadas en el desempeño de sus funciones.
10. Todos los españoles pueden dirigir a las Cortes peticiones
escritas.

Del Estamento de Procuradores


28. El Estamento de Procuradores es esencialmente progresivo
y abraza todas las mejoras del Estado de una manera general.
Vota el primero las leyes sobre impuestos y reemplazos del ejér-
cito.
29. Los Procuradores son nombrados por cinco años; mas po-
drán ser reelegidos indefinidamente.
Pueden ser elegidos Procuradores los que teniendo treinta años
cumplidos estén en pleno ejercicio de sus derechos y paguen por el
alquiler de la habitación o hacienda, bien sea rural o urbana, 4.000
reales de vellón al año, en las poblaciones que excediesen de cincuenta
mil almas y 500 en las que no llegasen a este número.
31. Son electores todos los que habiendo cumplido veinticinco
años de edad, están en goce de sus derechos cívicos y pagan por el
alquiler de la habitación o hacienda rural o urbana 1.000 reales vellón
en las poblaciones que excediesen de 50.000 almas y 500 en las que
no lleguen a este número.
32. Ningún pensionado ni asalariado del gobierno puede ser
elector ni elegible.
39. Ningún Procurador puede ser perseguido durante reunión
de las Cortes, ni cincuenta días antes ni después de las sesiones.
No puede tampoco serlo en causa criminal sin previo permiso
de su Estamento o en flagrante delito.

De los Ministros y sus agentes


40. El poder ejecutivo reside en los Ministros y sus subalter-
nos.
42. Los Ministros son responsables ante los Estamentos en
cuanto al fondo de las órdenes que dieren.

Del poder judicial


45. El poder judicial es esencialmente independiente.
46. Los jueces son inamovibles e iguales en consideración y
jerarquía.
Del poder administrativo
49. La administración local pertenece a los pueblos y es esen-
cialmente independiente del gobierno central.
50. Los vecinos que paguen corrientemente diez duros anuales
de renta por el alquiler de sus habitaciones o haciendas urbanas o
rurales, se reunirán todos los años en junta municipal para tratar de
los negocios peculiares a los pueblos, nombrando sus ayuntamientos
y elegir sus apoderados para las juntas provinciales.

Disposiciones generales y transitorias


57. Las órdenes monacales quedan abolidas absolutamente.
58. Quedan igualmente abolidos los votos perpétuos.
59. Se suspenden los mayorazgos, señoríos, votos y otras ob-
venciones feudales.
60. Las confiscaciones quedan abolidas.
61. No habrá más acumulaciones de empleos y dotaciones.
62. Los bienes pertenecientes y afectos al Estado se distribuirán
gratuitamente una tercera parte en recompensas nacionales y las otras
dos entre los individuos y familias menesterosas.
63, Ninguna dotación civil, eclesiástica ni militar excederá de
60.000 reales vellón.
64. Se restablecerán las antiguas libertades de la Iglesia es-
pañola, con absoluta independencia de la curia romana.
65. La presente acta constitucional es el libro sagrado de los
espaiioles, que la libertad y la seguridad depositan en las luces y la
energía de la milicia urbana del ejército y de todos los conciudadanos
amantes del engrandecimiento y del esplendor del trono.
Madrid, 24 de julio de 1834

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