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–Pablo Neruda–
Sin embargo, esto no significa, de ningún modo, que quien sea tímido esté
condenado a fracasar. Que no se desenvuelva con soltura en las relaciones
sociales tiene muy poco que ver con lo que puede lograr en el ámbito intelectual,
laboral o afectivo. De hecho, hay ocasiones en las que ser tímido representa una
ventaja. Si no, que lo digan varios personajes de la historia que alcanzaron
grandes logros pese a su timidez.
Charles Darwin, por su parte, temblaba como una hoja cuando le tocaba hablar en
público. No se sentía capaz de enfrentar a un auditorio. El actor inglés Dick
Bogarde llegó a vomitar antes de salir al escenario, por temor a ser agredido
físicamente. Era espectacular en escena, pero muy tímido antes de enfrentarse al
público.
Cuando sienten que se ahogan, prefieren apartarse del grupo antes que pasar por
la pena de toser y llamar demasiado la atención.
A veces se piensa que ser tímido equivale a ser introvertido, pero no es así. La
persona introvertida simplemente disfruta de la soledad y no se siente cómoda en
las situaciones sociales. Pero, al mismo tiempo, no le importan tanto las opiniones
de los demás y no siente miedo de expresar las propias.
En todo caso, si ser tímido limita de manera severa la existencia, esto no se puede
ver como una ventaja. Lo que hay en esos casos es un sufrimiento innecesario
originado probablemente en una fobia social. Hay muchos tratamientos eficaces
para superar la timidez que bien vale la pena seguir cuando la timidez es sinónimo
de infelicidad.
Edith Sánchez
Graduada en periodismo de la Fundación de Educación Superior INPAHU de
Bogotá. Estudios de Licenciatura en Ciencias Sociales, en la Universidad Distrital
“Francisco José de Caldas” de Bogotá. Autora de los libros “Un duro –
Aproximaciones a la vida” y “Un río de mil brazos”. Co-autora de los libros “Humor
cautivo”, “Inventario de asombros”, “Impresos comunitarios” y “Seis historias para
ser contadas”, entre otros.