Está en la página 1de 4

CAZADORES DE MICROBIOS

LEEUWENHOEK Y PASTEUR.
Antoni van Leeuwenhoek, fue la primera persona en incursionar en la
búsqueda de un nuevo mundo maravilloso, nunca antes visto por
nadie ya que se trataba de seres muy pequeños, llevado por la
ansiedad de descubrir encontró seres diminutos, hoy conocidos como
microbios. En el transcurrir de los años había escuchado que
fabricando lentes de un trozo de cristal se podía observar las cosas
más grande de lo que se podía ver a simple vista, que divertido seria
ver las cosas aumentados atraves de un lente se preguntó, no había
hombre tan desconfiado como lo era Leeuwenhoek, entonces decidido
tallar sus propios lentes como era un hombre que carecía de
conocimiento de cómo tallar un lente decidió visitar las tiendas de
óptica y con el transcurrir del tiempo aprendió lo necesario para tallar,
también frecuento con alquimistas y botánicos de los cuales observo
los métodos necesario para obtener metales, logrando así realizar
varios lentes perfeccionándolos cada vez más, hasta poder ver las
cosas más pequeñas agrandadas y con nitidez, sus vecinos lo creían
un chiflado por todo lo que realizaba.
Así fue como Leeuwenhoek creo su propio microscopio, luego
comenzó a observar cuanta cosa se encontraba, observo peculiares
muestra como las fibras musculares de una ballena, ojos de buey
quedando deslumbrado con la estructura cristalina que pudo observar.
Paso horas observando muestras en su microscopio ya que era algo
desconocido para Leeuwenhoek. Con mucho cuidado diseco la
cabeza de una mosca, colocando la masa encefálica en la finísima
aguja de su microscopio. Al obsérvalo quedo impresionado. Luego
examino cortes transversales de maderas de doce especies diferentes
de árboles, también observo la boca chupadora de una pulga y las
patas de un piojo quedando asombrado por lo que podía ver en ese
momento, miraba y miraba cientos de veces durante meses muestra
en su microscopio.
Se vio en la obligación de crear varios microscopios para poder
observar diferentes muestras a la vez, ya que luego de un rato
contemplaba las muestras para ver si habían variado, sin embargo,
nunca escribió nada durante 20 años ya que los paso trabajando en
completo aislamiento. Fue hasta la segunda mitad del siglo XVII
cuando se levantó un gran movimiento en contra de las personas más
sabias de aquel tiempo y solo aceptaban lo que ellos descubrían con
sus propios experimentos, luego de un tiempo se consagraron como la
real sociedad, Graaf uno de los miembros de esta sociedad fue
encargado de verificar si lo que se comentaba sobre el descubrimiento
que había realizado Leeuwenhoek era cierto, luego de observar por el
microscopio pudo ver que todo era cierto y promovió para que
Leeuwenhoek le escribiera a la real sociedad cada detalle de sus
experimento.
Les escribió cartas durante 50 años en donde describía como
refutaba supersticiones antiguas y describía los descubrimientos
realizados con su microscopio. Un día observo una pequeña gota de
agua clara, ese día fue el comienzo de su maravilloso descubrimiento
ya que al observarla pudo ver algo sorprendentes bichitos como los
llamo moviéndose como si estuviesen vivos, sorprendido de lo que
había visto revoleteaba de felicidad, Leeuwenhoek fue un hombre muy
desconfiado entonces realizo varios experimentos para certificarse de
que lo que había visto ese día si eran reales. También se preguntó de
donde provienen será que ¿los creo Dios o simplemente aparecen de
la nada? Realizo una serie de experimentos en donde pudo comprobar
que esos bichitos como el los llamaba ya existían de hace mucho
tiempo solo que no los podíamos observar a simple vista estos son los
que hoy en día conocemos como microbios.
Este hombre que aparentemente trabajaba sin plan ni método, nunca
se lanzó a teorizar, pero era un mago en la medición para objetos tan
pequeños, un día se preguntó ¿de qué tamaño será realmente el más
diminuto animalillo? Esta duda lo llevo a crear la primera escala de
medida mediante una serie de cálculos en conclusión fue este
animalillo es mil veces más pequeño que el ojo de un piojo grande.
Era un hombre de precisión, porque sabemos ahora que el ojo de un
piojo adulto no es mayor ni menor que los ojos de diez mil congéneres
suyos.
Cuando Leeuwenhoek se cercioro de que los animalillos no provenían
del cielo y tampoco provenían de la nada decidió informar a la real
sociedad, pero estos no le creyeron tal cosa ya que no podían
observarlos, entonces le pidieron a Leeuwenhoek que les escribiera
detalladamente como creo su microscopio para ellos poder cerciorarse
de que lo que manifestaba era cierto, pero este se opuso a tal cosa
por que era muy celoso con sus secretos.
Encargaron a dos miembros de crear un microscopio lo más parecido
posible al de nuestro científico, para verificar si lo que manifestaba era
cierto dando como resultado la observación de maravillosos de
microbios quedando todos perplejos con lo que había descubierto
Leeuwenhoek, luego que esto sucediera lo nombraron miembro de
este dándole un merecido reconocimiento.
Para este hombre todo lo que veía era objeto de experimentación,
hasta su misma persona. Reconoció los espermatozoides del hombre,
mediante observaciones en su microscopio, no fue el primero en
observar un espermatozoide, pero fue la primera persona en
reconocer, darle un nombre y dar la primera descripción detallada
acerca de este, a pesar de que ya había sido visto anteriormente por
otra persona, demostró que los espermatozoides provenían de los
testículos y adquirían movilidad dentro del epidídimo, también fue el
primero en proponer que el espermatozoide entraba en el ovulo.
Aunque, lamentablemente no pudo observar este proceso.

Fue un hombre incansable, ya que sus observaciones lo llevaron a


descubrir las bacterias cuando observo unos organismos muy
diminutos en el sarro dental de una persona que se encontraba en la
calle y al verlo le dio curiosidad observar una pequeña muestra de su
dentadura ya que este le había manifestado que nunca se había
lavado los dientes. A los ochenta y cinco años logro otros fascinantes
descubrimientos mediante sus observaciones como los glóbulos rojos
y los siglos vitales de los insectos.
Nunca le enseño a nadie sus métodos de medición y mucho menos
como crear un microscopio con el que pudo realizar tales
observaciones que cambiaron el modo de ver la vida, murió a la edad
de noventa y un años. Dejando todo su legado e historia impregnada
en todas esas cartas que le enviaba a la real sociedad por ese motivo
es que podemos conocer todas las majestuosidades que realizo y
descubrió a lo largo de su vida.
Louis Pasteur

También podría gustarte