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La sexualidad infantil mostraba en algunos aspectos un cuadro distinto al de los adultos y sorprendía
por integrar numerosos rasgos de aquello que en los adultos es calificado de perversión. (p.8)
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en primer lugar el instinto de muerte, como tendencias de destrucción o de agresión 2 y de otra
parte su antítesis, los instintos sexuales destinados a la preservación y la evolución de la propia
especie.
Reflexión: A partir de la teoría de Freud, sobre la evolución y especialmente la génesis de la
líbido como un instinto, ¿cómo podemos determinar la líbido como instinto sexual unido
predeterminadamente al instinto de supervivencia o de preservación de la especie? Ante esta
pregunta, que busca repensar esta idea del autor en nuestro tiempo resulta necesario mencionar
algunas cuestiones que durante el momento histórico de su estudio pudieron pasarse por alto,
pero que hoy es, desde mi perspectiva, determinante para esta cuestión, me refiero a la influencia
de los alimentos de consumo diario y que son manipulados genéticamente para su producción a
gran escala. Está demostrado que alimentos como por ejemplo las carnes, los huevos y la leche,
son alterados en laboratorios y si bien son “regulados” por los organismos de control, sí podemos
deducir que de su consumo se pueden derivar implicaciones genética que pueden incidir en la
transformación de nuestro mapa genético. ¿y qué tiene que ver esto con la teoría de la génesis de
la líbido de Freud? Su influencia se encuentra en la alteración que éstos pueden causar a la
morfología del cerebro de los infantes y por ende su forma de percibir en cuanto conciencia e
inconciencia, sus instintos necesarios para vivir, el de la muerte y los sexuales. La naturaleza de
los humanos no es una constante, se transforma en busca de su evolución y si agregamos agentes
externos que pueden producir desequilibrios en estas transformaciones podemos inferir que la
libido hoy no funciona de la misma forma que como la concibió el autor hace cien años. La
cuestión más que de su teoría, se trata de transformación, que no siempre puede girar hacia una
manifiesta evolución, en nuestro caso y desde mi punto de vista, estamos ante un inminente
retroceso de nuestras habilidades humanas, psíquicas y sexuales (de preservación) dado nuestra
creciente dependencia de la emergente pero gigante cultura digital que nos obliga, sin darnos
cuenta, a olvidarnos incluso de nuestros más perversos instintos, de lo que nos reclama humanos.
Referencia:
Freud, Sigmund (1923). Psicoanálisis y teoría de la líbido. www.librodot.com
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Unos de estos instintos, que laboran silenciosamente en el fondo, perseguirían el fin de conducir a la
muerte al ser vivo; merecerían, por tanto, el nombre de instintos de muerte y emergerían vueltos
hacia el exterior por la acción conjunta de los muchos organismos elementales celulares, como
tendencias de destrucción o de agresión. (Freud, 1923, p.17),