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1º BACHILLERATO
ÍNDICE
tiempo que media entre el instante en que redacto estas palabras y su publicación:
dos largas semanas. En estos momentos mercuriales, en dos semanas puede pasar
de todo. Convulsos son los días, amenazantes las noches. Y en cualquier instante
los conflictos bélicos. Las guerras también se ganan con engaños, lo que por otra
parte quiere decir que podemos defendernos de Putin combatiendo esas fake news
de las que él es el rey. Aunque esto es fácil decirlo, pero muy difícil llevarlo a la
práctica. Todos tenemos un sesgo cognitivo que nos hace ver las cosas
todos nos es facilísimo creer hasta la patraña más evidente si va a favor de nuestras
argumento que va a contrapelo de lo que pensamos. Por todos los santos, ¡pero si
somos tan frágiles en nuestros juicios, tan maleables y previsibles que, si alguien
ya no me parece tan idiota. Y cuanto más angustioso el momento, cuanto más nos
jugamos, más tupidas las anteojeras que nos ponemos. En una guerra o preguerra
Por eso son tan importantes algunas iniciativas informativas, como, por
mundiales y han creado entre todos una base de datos que se llama #UkraineFacts.
Contrastar, reflexionar, abrir los ojos, he aquí algo bueno que podemos
intentar hacer en estos días de luto. Pero, pensando en lo resbaladizo que está el
conclusión. Ya se sabe que los momentos bélicos son tendentes a las proclamas
cuáles son las más grandes palabras que la humanidad ha hecho ondear desde
hace siglos? La primera, sin duda, libertad. Qué hermosa, desde luego, qué
necesaria la libertad para que una vida pueda de verdad llamarse vida. Y, sin embargo,
de unos puede ser la cárcel, la tortura y la muerte para otros. Lo mismo sucede con otro
gran concepto: la justicia. ¿Quién no está a favor de la justicia? Pero recordemos el sesgo
cognitivo: lo que tú consideras justicia puede ser un atropello para tu vecino. Por no hablar
rodaron cabezas en la Revolución Francesa hasta colmar de sangre las alcantarillas. Quiero
decir que todas las grandes y bellas palabras son susceptibles de ser traicionadas y
convertidas en un arma de exterminio. Todas, menos una. La más hermosa palabra que hay
en el mundo es compasión, o tal vez prefieras denominarla empatía (hay un prejuicio contra
compasión que yo no comparto). Es el único de los grandes valores que no puede ser
ponerte en el lugar del otro. He aquí una pequeña verdad a la que agarrarnos en estos
concepto simple y obvio es una nuez de certeza irrebatible. Un rincón de luz en el que
atrincherarnos para intentar desde ahí mejorar las cosas. Yo ya no creo en casi nada, pero
creo en eso.
Seguir bailando
El ave del paraíso de Victoria es un pájaro originario de Australia. Es bastante
vistoso, pero su fama viene del espectacular baile de cortejo que realiza el macho.
aves. Ahí acabo de ver un breve vídeo que me ha dejado impresionada: un joven
levanta las alas, como quien alza los brazos, y esconde la cabeza detrás de cada
hembra, que ha permanecido todo el rato entre nerviosa y displicente, alza el vuelo
y se marcha. Impresiona ver cómo el pobre macho detiene la danza, cómo se queda
con las alas extendidas como un pasmarote (toda esa ofrenda inútil), literalmente
mantarrayas, una criatura marina descomunal que puede alcanzar una envergadura
de ocho metros y un peso de 1.400 kilos. Pues bien, este gentil coloso oceánico es
capaz de impulsar su tonelada de carne fuera del agua a una altura increíble, y volar
panzazo entre oleadas de espuma. Hay un vídeo de la BBC que recoge estos saltos
y que debe de estar entre las imágenes más hermosas que he visto en toda mi vida
(googlea More from BBC Earth - Mobula rays of Mexico). Cuando la filmación se
hizo, en 2015, se suponía que eran machos cortejando, pero un importante estudio
publicado en 2018 demostró que eran hembras que, a la hora de buscar pareja, se
ponen a nadar a toda velocidad seguidas por una cola de aspirantes, entre quienes
escogen a los más rápidos y fuertes. Y sus espectaculares brincos son para llamar
la atención y hacer que la concurrencia de machos sea lo más grande posible (me
más. ¿Por qué será que cada vez encuentro más semejanzas entre el ser humano y
Desde luego los genes son unos tiranos. Ya lo decía Schopenhauer: el amor es un
aparearse, pero en nuestra especie, con las complicadas cabezas que tenemos,
sesera.
que te quieran, algo que no sólo nos sucede a nosotros, sino también a muchos
otros animales, como, por ejemplo, los perros. Por eso me ha conmovido tanto ese
entrega hermosa e inútil. Y es que en él veo reflejado ese anhelo esencial que
pajarito, y a todos los pájaros del mundo, con plumas o sin ellas, les recomiendo no
esa zona oscura que todos llevamos en nuestros corazones, esa nuez de odio y de
furor. Y que conste que no soy una pacifista a ultranza; creo que hay situaciones en
las que no hay más remedio que defenderse. Lo que pasa es que ese recurso final y
que puede derivar en una catástrofe. Las guerras son monstruos que nadie controla,
de la misma manera que quien arroja una piedra a una ladera nevada es incapaz de
prever el volumen y destrozo del alud que puede originar. Incluso en el hipotético
caso de que, en un conflicto armado, una de las partes tenga la razón al cien por
cien, eso no evitará que acabe cometiendo alguna atrocidad. Porque el belicismo
negro en el que el enemigo deja de ser una persona, saca de nosotros lo peor.
acaba de contar el caso de Dolours Price, antigua terrorista del IRA. Pasó por la
divorció dos décadas después, tuvo graves problemas con el alcohol y las drogas y
en 2013 fue encontrada muerta por una sobredosis que se consideró accidental.
Tenía 62 años. Poco antes de fallecer confesó que había secuestrado y asesinado a
una mujer, viuda reciente y madre de 10 niños, a quien el IRA tachaba de delatora.
Una acusación al parecer absurda, según Patrick Radden Keefe, autor del libro No
digas nada, que recoge la historia de Dolours. El secuestro rompió la vida de todos;
en que la madre era una chivata, como si eso, por otra parte, pudiera justificar de
algún modo su asqueroso crimen, un horror que sin duda le estaba comiendo las
cuando nadie se lo estaba pidiendo. Era la culpa, una culpa que se diría que no fue
Y es que ¿cómo se puede convivir con el Mal, cuando el Mal eres tú?
referido a ello en alguna ocasión, fue una entrevista que le hice a un integrante de
los GRAPO, una organización marxista radical y terrorista, en el penal de Soria. Fue
a finales de los ochenta; X tenía 30 años y llevaba más de 10 entre rejas. A los 18
presos dentro de células muy ideologizadas, pero, con el paso del tiempo, X acabó
barato y pasteles para celebrarlo (es lo que hizo). Yo fui a hablar con él cuando
publicó el texto; fue un viaje hipnotizante al pequeño infierno que llevamos dentro,
de la mano de un guía que había estado allí y había regresado. Si no escribo hoy el
nombre de aquel tipo ni el título del libro es porque creo que X, que cumplió su
pueda. No creo que le sea fácil, aunque por lo menos él, al contrario que Price, hizo
frente a su responsabilidad sin excusas. Pero lo aterrador es pensar lo cerca que
estuvieron, tanto X como Dolours, de haber sido personas normales. Porque luego
ellos. Las guerras, no sólo las delirantes guerras terroristas, sino también las
Invisibilidad y silencio
Tal vez ahora que está emergiendo al fin el atroz iceberg de los abusos
Porque en los casos perpetrados por miembros del clero se da una curiosa inversión
del género de los agredidos: al parecer el 80% son varones, al contrario de lo que
mujeres ganan por goleada. Pues bien, como en este mundo nuestro, tan codificado
aún por las rutinas patriarcales, seguimos dándole más valor y credibilidad a la
palabra de los hombres que a la de las mujeres (¡pero si hasta nos pasa a nosotras!
Tendemos a pensar que lo que dice un hombre es “más serio”), la catarata de casos
espantosos que un montón de varones están relatando, sobre todo a este periódico,
tantos años después de que hayan sucedido, nos enseña que el silencio de las
pasados, saltan enseguida con la cansina cantinela de: “¿Y por qué no lo dijo en su
recientemente cómo fue violentado a los ocho años por un hermano de la Salle
(estremecedor: sangró durante días), retoma esa pregunta para darle otro
significado: “Cuando me dicen ¿por qué ahora?, contesto ¿por qué no hasta
Porque todos hemos sabido, desde hace décadas, que estas cosas pasaban
de una ocasión que, de los 10 a los 17 años, tuve que coger el metro cuatro veces
al día para ir al instituto, y que, sobre todo cuando era más pequeña, pongamos
desde los 10 hasta los 14, probablemente no hubo un solo día en donde no se
frotara algún tío contra mí en los vagones, o me tocara el culo. Y esto era lo normal.
Nadie perseguía al agresor. La realidad era eso. Mala suerte si te había tocado ser
La cifra que antes he dado del 80% de víctimas varones viene del tremendo
Católica que se publicó en Francia en 2021, tras casi tres años de investigación. Allí
descubrieron que al menos habían sido agredidos 216.000 niños desde 1950
(330.000 si se incluía entre los pedófilos a catequistas y demás seglares que
derecha del Papa en su campaña contra los abusos, que la muy necesaria
como en España. Me temo que la Iglesia intenta cobijarse en esa cifra, insistiendo,
problema es que siempre se supo y siempre se ocultó. Eso es ni más ni menos que
madurez del ser humano (si es que eso existe y es alcanzable) pasa por pelar una a
una las pesadas capas de los crímenes cometidos por los diversos poderes,
mayor violencia que aquella que se ejerce cuando esa violencia es invisible. Hay
Hacer o no hacer
Una escritora mexicana amiga mía, XXX (la situación es tan peligrosa que no
unos días contándome una historia tétrica: en el penal estatal de San Miguel, en
Puebla, había aparecido en la basura el cadáver de un bebé de tres meses con una
convocó una concentración ante el penal para pedir que se investigara el asunto y
cuando llegó allí descubrió que ella era la única persona que había acudido a
habían ido a cubrir el acto, ahora reconvertido en protesta individual. El tema salió
director del penal, pero al parecer la trama aún no ha sido desenmascarada por
completo. Se supo que el bebé había muerto cinco días antes de ser encontrado en
nombre; cuando los medios difundieron sus datos, los padres del bebé,
robado. La dudosa hipótesis oficial es que algunos internos usaron el cuerpo para
triunfa el infierno.
salga este artículo), cuatro periodistas han sido asesinados en México, un país que,
según Reporteros Sin Fronteras, lleva tres años consecutivos siendo el que más
en la basura conlleva un riesgo enorme; hace falta tener un coraje cívico, personal y
moral extraordinario. Es mucho más fácil callarse, elegir esa pasividad que
Hacer o no hacer. Creo que esta dicotomía es tan esencial como el célebre
“ser o no ser” shakespeariano. Porque Hamlet dudaba entre vivir o suicidarse, pero
optar entre hacer o no hacer nos define de manera radical como personas. No estoy
hablando de que todos estemos obligados a ser héroes: siento un respeto absoluto
ante el miedo insuperable. O sea, comprendo muy bien que haya periodistas
valor que muchos de ellos muestran. Pero el ejemplo de su coraje resalta aún más
arriesgadas. Y es que la vida nos está planteando todo el tiempo esa pregunta:
sucia pasividad?
nueve horas al lado del fotógrafo suizo René Robert, de 84 años, que se cayó al
personas pasaron a su lado y eligieron no ver y no actuar. Hay gente que, como mi
amiga XXX, arriesga su vida por hacer lo que debe, y hay otros que prefieren no
hacer nada por mera y banal comodidad, para no complicarse la existencia. Y así,
canalla.
Obsoletos huesos de aceitunas
Madrid te Acompaña es una aplicación para móviles que acaba de crear el
dar un paseo o ir al cine. Una amiga mía, que es voluntaria, me dice que el servicio
funciona muy bien. Creo que es una gran idea; incluso han pensado en los animales
de agradecer. Todo perfecto, pues, salvo por un pequeño y maldito detalle: que es
encanta la tecnología. Pero no solo hay mucha gente en España mucho mayor que
yo (en 2020 había la friolera de 17.308 centenarios, el doble que en 2010), sino que
ocurrido a alguien muy joven. E, insisto, está muy bien; no hablo de quitarla, sino de
complementarla. Hablo, sobre todo, de una gigantesca brecha que se está abriendo
llegó a mi buzón el mismo día que una mujer de mi familia me telefoneó indignada:
“¡En los bancos ya no te atienden! ¡Ya no hay personas! ¡Hay que hacerlo todo en el
cajero automático y si no sabes tienes que pedir ayuda al señor que está dentro, y si
merced de que te toque alguien simpático!”. En su caso era un Bankia, que ahora es
de CaixaBank, pero creo que se trata de algo bastante extendido, y no solo en las
pública (mi tío nonagenario jamás supo ver los mensajes de SMS que le avisaban
para vacunarse) y en todo, en fin. Este mundo tan hiperconectado está escupiendo
momento como éste en el que los viejos valgan menos y sean más despreciados.
Antes, quienes conseguían llegar a una avanzada edad, además de ser pocos, eran
de hoy les falten unos conocimientos técnicos básicos que sus nietos dominan, lo
cual hace que esos ancianos nos parezcan idiotas, como si toda su experiencia no
sirviera de nada, solo porque no saben usar Instagram. Para colmo, ahora los
Estado. Están servidos los ingredientes de la tormenta perfecta del edadismo, que
Según datos del INE de enero de 2021, en España había 9.307.511 personas
mayores de 65 años (un 20% del total). Y envejecemos tan deprisa que, en lo que
va de este siglo, la edad media de la población ha subido cuatro años. Tú que ahora
eres joven y que te crees a salvo, no pienses que te vas a librar: el huracán
tecnológico es de tal calibre que dentro de muy poco las personas conectarán sus
nos preparemos para eso; que intentemos paliarlo. Y así, se me ocurre que, además
de esta app, se podría poner un servicio telefónico, con una línea especial para
Islas de furor
Hace años, cuando los españoles estábamos en medio de nuestra agitada
para darte un maletín lleno de millones por firmar, por ejemplo, la recalificación de
unos terrenos. Salvo raras excepciones, no creo que la tentación sea súbita y
enorme. Al contrario; pienso que para lograr que un día te ofrezcan una millonada
has tenido que trabajártelo antes muy bien; primero haciendo la vista gorda en
Pues bien, creo que esto mismo es aplicable a otro tipo de corrupción moral.
Lo siento, pero voy a volver a mencionar el caso de Verónica Forqué, porque es una
historia ejemplar que puede tener consecuencias sociales. Por supuesto que, como
han dicho otros antes que yo, MasterChef no es el causante de su muerte; los
Pero por supuesto que MasterChef la maltrató. Todos sabemos que en pantalla se
Verónica daba una imagen excéntrica, por decirlo de una manera suave; todos
poco a poco, igual que con la corrupción del maletín, a la gente le es más fácil evitar
día entre ellos, años atrás: “Jo, es que con fulano se han pasado un poco, pobre
cuentas era algo menor, y, además, ¿quién es el responsable último de tomar estas
decisiones? Y por otra parte, ¿no es bueno dar algo de carnaza por las audiencias?
comportamientos habituales que nos han podido suceder a todos en otro contexto.
sensibilidad que hace que aún te turben determinadas cosas. Porque lo peor es
ahí los concursantes? Sí, se han puesto a concursar, no a que los insultes, pero se
ignorar que Verónica estaba padeciendo una grave crisis psicológica? Cuánto odio
destilan las redes contra la gente más débil: es lo mismo que hacen los
Denigrar a los otros nos hace sentir por un instante más poderosos. Es un odio que
envicia y que degrada, también poco a poco. Cuantos más comentarios malvados
lugar del otro, de los otros. Así se va construyendo una sociedad asocial y
una bengala que nos permite ver los monstruos que se agazapan en las sombras.
Ella era toda verdad en un mundo que es todo mentira y por eso su gesto final ha
culpables, sino para que vuelvan simplemente a tener conciencia, maldita sea.
Hace unas semanas leí una noticia que me dejó un regusto amargo. Contaba
que la Audiencia Provincial de Ciudad Real había condenado a nueve años a X por
apareció con su primo, cosa que me parece más bien amenazante, teniendo en
acto. Lo cual es una barbaridad, sin duda alguna. Más tarde se entregó a la policía
y, como es insolvente, sus padres se han hecho cargo de darle una indemnización
de 60.000 euros a la viuda y el hijo del fallecido. O sea: ese mismo padre anciano
un tipejo que ha salido de rositas del asunto. A mí me parece una tragedia griega.
comprender los fallos de los demás porque conozco mis propias debilidades, pero
más destructivo que puede experimentar una persona. De hecho es tan tóxico y
vitriólico que abrasa a su paso, dejando siempre un rastro de cicatrices. La
adolescentes que han cometido ataques letales con armas en las escuelas de
Estados Unidos han sido niños acosados por sus compañeros; y siempre he
pensado que en el 11-S medió cierta dosis de humillación. Recordarán que entre los
universidades del Reino Unido. Pues bien, me es fácil imaginar a esos chicos,
quien te ha arrodillado.
Con esto no quiero disculpar a los adolescentes asesinos y aún menos a los
fanáticos saudíes, que además es probable que se hubieran pasado a su vez toda
maldad.
Así que no lo digo como causa que exonera, sino para señalar el terrible
también dice que el rechazo social produce el mismo impacto en el cerebro que el
hacer tus necesidades en público. Pero, claro, ¿cómo vamos a conseguir algo así si
medran los abusadores sin que nadie haga caso. Pienso en todo esto y siento asco
y miedo.
Porque lo permitimos
significa que ahora mismo, en plena mitad del primer trimestre escolar, hay
Viviendo en el infierno, en fin, con el agravante de que, en esas edades, uno todavía
eterno.
acoso infantil ha existido siempre, lo que pasa es que antes no teníamos palabras
para nombrarlo. Y aquello que no sabes denominar es aún más difícil de asumir. Y
de combatir.
habitual edad de 14 años, encontré este pasaje: “Ya por aquel entonces empezaba
corta vida había visto ya mucho dolor y aflicción, y por eso no era tan gracioso y
desenvuelto como suelen ser los niños. Mis compañeros de escuela acostumbraban
Acabáramos: ¡de manera que el pobre Nietzsche fue objeto de bullying durante toda
varias veces sobre el bullying escolar y esos artículos chorrean sangre. Hablé de
dos años de tortura sistemática. Y de Carla, también de 14, que en 2013 se tiró por
otro acantilado, esta vez en Gijón, porque dos compañeras la maltrataron hasta la
motora, que en 2015 se arrojó por el hueco de una escalera de seis pisos, en
Madrid, tras sufrir brutales palizas y chantajes por parte de un compañero (ante
numerosos testigos que nunca hicieron nada). Y de Diego, de 11, que, también en
Madrid y en 2015, saltó por la ventana de una quinta planta. Qué tremenda la
metáfora de sus suicidios: esa mentirosa libertad del vuelo final. Hay muchos
muertos más. Por mencionar tan sólo 2021, podemos citar a Illán (11 años) y Kira
(15).
Los casos fatales son la punta del iceberg. Las víctimas, ya lo he dicho, son
muchísimas más: cientos de miles. Unas pocas quizá consigan sacar algo bueno de
ese horror (Irene Vallejo ha dicho varias veces que sufrió acoso, y creo que su
cierto parón durante la pandemia) y ahora cuenta con el grave añadido del
ciberacoso, que te persigue allá por donde vayas (antes el niño o niña maltratado se
salvaba en vacaciones: ahora no). Cuando mandes a tu hijo o hija al colegio, ten
cuidado e intenta mantenerte al tanto de su vida: puede estar siendo torturado. Pero
también puede ser torturador o cómplice. Porque no creo que los verdugos sean
muchos, pero los cobardes son legión. Con esos abusos escolares estamos
hipotecando el futuro de todos. Lo que hagas y lo que consientas que otros hagan
Gioconda Belli. Se titula Despatriada: una memoria personal del exilio y habla de la
terrible situación que se está viviendo en su país bajo la tiranía de Daniel Ortega.
Cuenta Gioconda que la primera vez que se exilió fue con 25 años y en 1975. Ahora
tiene 72 y, tras toda una vida luchando por la libertad, vuelve a estar errante por el
mundo llevando como toda posesión la pequeña maleta con la que vino a España a
ser jurado del Premio de Poesía Loewe. Le ha pasado lo mismo que a Sergio
baño de sangre (más de 328 personas fueron asesinadas: por contar eso en su
última novela, Tongolele no sabía bailar, es por lo que Sergio ha sido perseguido), y
del poder hicieron que ese binomio de sátrapas lanzara una represión descomunal.
demasiado habitual. Como también es habitual que haya aún gente en el mundo
que prefiere vivir con anteojeras, antes que prescindir de un dogma consolador. Me
patidifusa. Cuánto hay que empeñarse en cerrar los ojos y en no ver para seguir
Pero además el exilio tardío y redundante de Belli y Ramírez nos conecta con
algo más profundo: con la manera en que escogemos vivir nuestras vidas. Toda
existencia tiene sus miedos y sus retos. A veces, el destino te coloca en situaciones
Gestapo a tu vecino judío? (muchos nos hemos preguntado si, ante un dilema así,
otras formas. Qué difícil es seguir escribiendo y seguir denunciando, año tras año, a
un poder cada vez más corrupto y más represor, como han hecho Gioconda y
Sergio. Qué fácil hubiera sido para ellos callarse. Disimular un poco. A fin de
cuentas, ya han rebasado los dos los 70 años, ya han hecho mucho en su vida, ya
podrían decirse que han cumplido. Pero no: prefirieron ser fieles a sí mismos. Lo
explicó muy bien Gioconda en un bellísimo poema que incluyó en su artículo y que
voy a copiar en parte aquí: “No tengo dónde vivir / Escogí las palabras / Allá quedan
mis libros / Mi casa. El jardín, sus colibríes / Las palmeras enormes / (…) No tengo
dónde vivir. / Escogí las palabras. Hablar por los que callan / Entender esas rabias /
Que no tienen remedio / Se cerraron las puertas / Dejé los muebles blancos / La
terraza donde bailan volcanes a lo lejos / El lago con su piel fosforescente / (…) Me
fui con las palabras bajo el brazo / Ellas son mi delito, mi pecado / Ni Dios me haría
tragármelas de nuevo. / Allí quedan mis perros Macondo y Caramelo / Sus perfiles
tan dulces / Su amor desde las patas hasta el pelo. / Mi cama con el mosquitero /
Ese lugar donde cerrar los ojos / E imaginar que el mundo cambia / Y obedece mis
deseos. / No fue así. No fue así. / Mi futuro en la boca es lo que quiero / (…) Queda
mi ropa yerta en el ropero / Mis zapatos, mis paisajes del día y de la noche / El sofá
donde escribo / Las ventanas. / Me fui con mis palabras a la calle / Las abrazo, las
escojo / Soy libre / Aunque no tenga nada”. Hermosa y dura elección. Este artículo
va dedicado a los que siguen hablando. A los que no se callan frente a un dictador o
frente a un jefe injusto que abusa de un empleado. A todos los que eligen la palabra,
mi admiración y mi gratitud.
Amparar y callar
¿Cómo es posible que suceda algo así? Hablo de esa insoportable noticia de
hace unas semanas: una sexagenaria francesa fue drogada durante una década
periodistas, bomberos, enfermeros. El marido tiene 68 años y lleva medio siglo con
su mujer, con la que tuvo varios hijos. Como el monstruo grababa los encuentros,
todo está documentado; los violadores sabían lo que hacían, porque, si la víctima
Repito, ¿cómo puede suceder algo así durante 10 años? Lo digo despavorida
y atónita, intentando entender el origen de este enorme Mal para poder combatirlo.
(y qué mala vida le daría cuando estaba despierta, me supongo); luego hay otros
Qué les pasa a algunos hombres en la cabeza. Qué pedazo les falta en el corazón.
mujeres. Por fortuna, la gran mayoría de los varones no son así, pero las cifras son
cada mañana. Un día descubrió el secreto: “Entró por el fondo de la casa, como una
estatua oscura que caminara, la mujer más bella (…) de la raza tamil, de la casta de
los parias (…). Se dirigió con paso solemne hacia el retrete, sin mirarme siquiera
(…) y desapareció con su paso de diosa. Era tan bella que a pesar de su humilde
oficio me dejó preocupado”. Vaya, qué interesante ese uso eufemístico de la palabra
está refiriendo a un calentón. A partir de ese día, Neruda la llamó “sin resultado” y le
dejó regalos, “seda o frutas”, que ella siempre ignoraba, porque pasaba “sin oír ni
mirar”.
indiferente (pero no era reina: era paria, lo más bajo de lo más bajo e indefenso).
cara (…) se dejó conducir por mí sin una sonrisa y pronto estuvo desnuda sobre mi
cama. Su delgadísima cintura, sus plenas caderas, las desbordantes copas de sus
senos la hacían igual a las milenarias esculturas del sur de la India. El encuentro fue
el de un hombre con una estatua. Permaneció todo el tiempo con sus ojos abiertos,
líricas, o el hecho de que esas memorias se hayan leído durante décadas, también
en los colegios por chicos y chicas, sin que nadie señale tal brutalidad. Así se van
creando esas cegueras sociales que lo permiten todo. Cuántas buenas personas,
muchas de ellas varones, se habrán sentido incómodas al leer este texto, pero lo
habrán dejado pasar sin más, porque formaba parte del orden de las cosas. Simone
problema de los hombres con las mujeres. Y de la sociedad que ampara y calla.
La avalancha retrógrada
Aunque, con la que está cayendo, es un mito que cada vez resulta más difícil
de aceptar, todavía hay gente que piensa que la historia humana es una flecha que
siempre camina hacia delante; que hay altibajos momentáneos en el devenir del
mundo y sobre todo diferencias por países, pero que, en conjunto, el progreso existe
difícil imaginar una involución radical; que la esclavitud volviera a ser legal en la
mayoría de los países, por ejemplo, o que las mujeres perdieran otra vez todos sus
derechos. Pues bien, la mala noticia es que los imperios se hunden, las
es o quién fue. Basta con recordar, por ejemplo, el brillo intelectual y cultural de la
Así que, quién sabe, puede que nuestro futuro se parezca a una de esas
tenebrosas distopías tan de moda. Pero lo importante es tener claro que estamos en
guerra. Y no hablo de esa nueva Guerra Fría global que se está articulando contra
Rusia y China, sino de una Guerra Tibia cotidiana. De luchar día tras día en defensa
sacrificios, sangre y sufrimiento, y que ahora mismo están siendo amenazados por
diversos frentes. Una avalancha retrógrada se nos echa encima; por un lado está el
sido aprobada en Texas, una batalla más dentro de la gran guerra. Pero una batalla
muy simbólica, visible y ejemplar. Porque, además de poner el límite en las seis
semanas de embarazo (lo cual se calcula que impedirá entre el 85% y el 90% de las
cumplimiento de la ley no sea ejercido por las autoridades, sino que sean los
ayuda del Estado para pagar sus costes legales. Ni que decir tiene que los
insólita y salvaje está hecha así, dicen los expertos, para evitar que los tribunales
una consecuencia de lo que he dicho antes: de la Guerra Tibia, cada día más
barrio; todos los populismos ultras hacen lo mismo. Véase a los amigos de Trump
puertas de las clínicas a hacer fotos, a insultar y amenazar a las mujeres. Pues bien,
tengamos algo claro: esto no se queda en Texas. Esta es una oscuridad que se
mueve y crece. Por cierto que esos antiabortistas tejanos tan preocupados por
preservar la vida también han aprobado, al mismo tiempo, una norma que autoriza a
los ciudadanos a llevar armas de fuego en público sin necesidad de tener permiso.
manos atadas. Por ejemplo, hasta mayo de 1975, en España las mujeres casadas
esposo podía cobrar el sueldo de la mujer. Quiero decir que el ayer está pegado a
Arturo Pérez-Reverte
Como Teseo, estoy fuera del laberinto y debo entrar. Y luego, salir. Así que
forma telemática. Para mi comodidad, dicen los hijos de la gran puta. Así que me
sabe de esto, Leandro –director de la revista literaria Zenda, que por cierto acaba de
publicar novela–, al que previne con antelación, sabiendo con qué Minotauro me
medio combatido. Así que no me fío un pelo y avanzo cauto de casilla en casilla,
escribo la palabra España, se vuelve roja la casilla y dice que nones. Pruebo con
haciendo mal. Prueba con una pestaña que hay arriba a la derecha, dice. Pruebo y
se despliega una lista enorme de lugares: Bélice, Yakutia, Ruritania. Busca Spain y
qué es: PSC, pone. Nueva llamada telefónica. Pregunto qué es PSC y Leandro
responde que no tiene la menor idea. Después, tras pensarlo, acaba diciendo que a
llama a la media hora –sigo delante del ordenador, mirando la pantalla– y dice que
retring, respondo. Despliega el panel y busca un icono de color fucsia, sugiere. Abro
panel, veo icono fucsia, pulso icono fucsia. El icono me pide, en efecto, un número.
RD, y no tengo ni puñetera idea de qué es un RD. Telefoneo otra vez a Leandro,
quien me informa de que se trata del Runner Code. Un código que el sistema exige
para confirmar que eres tú y no tu prima Ofelia suplantándote. Y para qué, pregunto
yo, iba a querer mi prima Ofelia suplantarme en un avión de Iberia. Pues no sé,
huevo, respondo, porque mi móvil es un viejo Nokia sin acceso a Internet. En tal
caso, deduce Leandro, tiene que estar vinculado a tu correo Gmail. Pues eso
también lo veo crudo, señalo, porque mi correo es Yahoo. Entonces, dice, mete la
que te puso el informático que te dio de alta, responde. El que me dio de alta murió
hace dos años de Covid, replico. Leandro se queda callado cinco segundos. Sal
levanto, doy una carrera por la habitación, grito un par de blasfemias –los perros me
ocho minutos después, lo que totaliza cuatro horas y media de la mañana de un día
Arturo, que soy de nacionalidad española y que viajo a Lisboa. Eso es todo, o sea:
casi lo mismo que pone en mi billete de avión. Le doy a la impresora para llevarlo
encima, pues mi teléfono no sirve para eso; pero suena un pitido y en la pantalla
Escríbelo tú que puedes, dice. Porque para estar preocupado no le falta razón. Su
hijo, al que llamaremos Pedro, o Pedrito, tiene doce años. Es un crío vivo y listo,
rápido de cabeza, honrado, buen estudiante. De los que dicen buenos días, gracias
y por favor. Además, le gusta leer libros y ver películas viejas con sus padres. Un
chico, en fin, de ésos que vamos a necesitar mucho como adultos dentro de unos
años: los que levantan la mano en clase, hacen sus propias preguntas y no se dejan
comer el tarro, o no demasiado para los tiempos que corren, por el grupo ni la
tendencia. Un niño como Dios manda. Todo iba bien hasta el curso pasado, dice el
padre. Obediente, educado, buenas notas. Así era Pedrito. Todo iba de perlas hasta
que se cruzó el azar, reforzado por la estupidez humana. Y lo hizo en forma de niña.
El suyo es un colegio mixto, de una ciudad grande: Valencia, para ser exactos. Unos
treinta críos en clase, entre ellos y ellas. Convivencia normal, respeto mutuo,
etcétera. Todo según los cánones actuales. Formado en el respeto a las niñas y la
igualdad, Pedrito era de los que no pasaban por alto un comentario supuestamente
machista, una frase hecha, un lugar común. Valoraba al otro sexo porque había sido
educado para ello por sus padres y profesores. En esa materia era puntilloso,
implacable como un gendarme prusiano. Sin embargo, llegó el día fatal. El incidente.
de doce años, repitámoslo. Surgió una discusión sobre los motivos de cada cual
para ser delegado de clase, y en un momento determinado, sin que mediase acto
previo ni provocación especial por parte de Pedrito, una niña –de carácter difícil, que
ya había protagonizado otros incidentes en clase– le dio una bofetada. A ella la
llamaremos Lucía. Al recibir el golpe, la reacción del chico fue automática: devolvió
la bofetada. Todo acabó allí, al menos en esa fase del asunto. Llegó el autobús,
consejo de guerra: vista disciplinaria sumarísima por parte de los profesores. Los
comunicó por teléfono a los de Pedrito que su hijo quedaba suspendido durante dos
semanas por agredir a una compañera. Los padres del chico no se tragaron el
ese modo lograron que se escuchase a los demás testigos y también a Pedrito, que
compareció al fin para dar su versión ante los profesores, con la calma de quien
responsabilidad, confesó que fue la reacción instintiva a un golpe dado por Lucía, y
sociedad en la que vive y va a vivir, dijo: «Me pegó y le pegué sin pensarlo, es
verdad. Nada más. Castigadme si lo hice mal, pero también ella lo hizo, y además
me pegó primero. Así que castigadla también a ella. ¿No decís que los chicos y las
impunidad. Pero lo más grave, cuenta el padre, fue cuando el niño conoció la
sentencia. Lo que dijo referido a sus profesores y también a sus padres: «Es injusto,
me habéis estado engañando con eso de las chicas». No añadió nada más, y desde
los derechos de la mujer o habla de igualdad o algo parecido, no falla: cada vez,
de agua, hacer pipí, sacar al perro al jardín. Al cabo de un par de minutos regresa,
Salieron de la casa por la ventana, con una calma increíble. Serenos, sin
prisa, primero uno y luego otro, alejándose luego a paso lento, incluso cuando
llevaba una bolsa con los objetos robados y el segundo tuvo cuajo para caminar
despacio ante los vecinos que lo miraban con asombro e indignación, arrojar el
misma, la dueña de la casa, que había escapado al verlos entrar, los miraba
alejarse. Si teclean en Internet verán la escena, que tuvo lugar en Valencia hace un
llevarse una puñalada podían meterse en un lío cuando la absurda Justicia española
pidiera cuentas de cualquier daño causado a los del cuchillo, argumentando que tal
parte, los malos, de que si la policía les echaba el guante, por muchos antecedentes
que tuvieran, el asunto acabaría con un máximo de setenta y dos horas de calabozo
Todo eso que acabo de contarles ocurre a diario en una España —la que
honrado le embargan la cuenta bancaria por no pagar una multa o debe seguir
costeando el agua y la luz si lo dejan sin casa los okupas. Donde lo que importa a
los políticos y a los jueces es a qué hora abren o cierran las terrazas. Donde no se
sea. Donde cuando se habla de castigar las peleas clandestinas de perros ninguna
toda injusticia tiene fundamento legal y todo absurdo encuentra su aplauso. Un país,
en fin, donde, por escribir este artículo, quienes hacen de la demagogia su negocio,
entraron en mi casa a robar, con una sangre fría que deja de pasta de boniato. Y las
dos veces tuve que dejar que esos hijos de puta se fueran tan panchos, convencido
de que si les soltaba un taponazo iba a comerme más talego que el conde de
Montecristo. Una de las veces, gracias a las cámaras, identifiqué a dos fulanos con
nombre, apellidos y domicilio. Seguro de que por vía judicial nada podía hacer,
llegué a considerar la oferta que me hizo un amigo para hacerles una visita privada;
pero al final no tuve huevos. Imaginaba los titulares, si la cosa trascendía. El fascista
por qué nos importa un carajo. Desde hace siglos, la convivencia social se basa en
justicia. Y también la venganza, impulso tan natural en el ser humano como el amor
o la supervivencia. Pero esa palabra tiene mala fama; la sustituyen otras a cuya
a quien delinque. Cuando tal cosa ocurre, hartos, tendemos a volvernos hacia quien
ELVIRA LINDO
mangonearlas, porque hay algo en esa expresión, guerra cultural, que deriva de una
traducción excesivamente literal del inglés, y que nos lleva a pensar que cuando nos
Guerra cultural. Algo que en España podríamos haber bautizado como la batalla por
nuestros valores, por el tipo de sociedad a la que aspiramos, sin duda un eje crucial.
Puede usted no tener una ideología acusada, pero desde luego todos nos
y pija. Pero hay algo que subyace en todos y cada uno de los mandamientos del
Trump celebra en Putin el liderazgo del hombre fuerte, que no se arredra ante
hombre que busca convertirlo en un ser débil y manejable, en marioneta que cede a
unos principios blandos que acaban destruyendo los liderazgos patriarcales. Esta
pero es una falacia que llega a los oídos de millones de personas, y de algo servirá
cuando la simpatía por Putin ha aumentado entre los republicanos del diez por
ciento de hace ocho años al treinta y siete de ahora. Este discurso, nutrido en gran
parte de la misoginia, cala como un chirimiri y nos acaba mojando. Solo hay que ver
contra un lenguaje inclusivo que jamás se les impone, porque son normas al servicio
tribuna pública.
ellos han de quedarse para defender la patria, ellas tienen que internarse en terreno
Trump celebra en Putin el liderazgo del hombre fuerte, que no se arredra ante
nada, ni ante la ley ni ante la posibilidad de una guerra nuclear. Hay una
idénticos. Bien podríamos usar para el momento la mítica frase de Pulp Fiction:
ejerce una división espantosa entre hombres y mujeres: ellos han de quedarse para
vuelve a vibrar la palabra “valentía”. Valiente el que lucha con un arma en la mano,
Naciones Unidas lleva años trabajando para que las mujeres intervengan en
los lugares de conflicto y no sean consideradas meros sujetos pasivos azotados por
la historia. Pero estos líderes de la vieja hombría nos quieren situar en la casilla de
salida. Hemos reblandecido con nuestras bobadas el corazón de Europa y ellos han
decidido despertar la conciencia bélica. No dudo de la necesidad de defenderse,
aquel que calificado como experto afirma que todo se veía venir. Hay situaciones en
las que podemos tolerar la vanidad, pero cuando se trata de una guerra es mejor
contenerla, aunque solo sea porque hay una población civil a la que por sistema un
ataque pilla por sorpresa. Un personaje de Las buenas intenciones de Max Aub le
dice a otro en julio de 1936, “Hombre, no, ¿guerra? Imposible, ¡en pleno siglo XX!”.
Guerra Civil española en las calles de Madrid. Hay otra novela suya, La calle de
Valverde, que nos provoca una profunda conmoción porque, escrita en 1959 desde
primorriveristas, que se cruzan, charlan sin parar en las tertulias de los cafés, tienen
nuevo, esclarecedor, que se sitúa a las puertas de la sacudida que lo cambió todo.
imaginar que esa Gran Vía, tan guapa, que se acaba de estrenar, en la que pasean
haya que cruzarla jugándose la vida. El porqué decidió Max Aub zanjar el relato de
la vida de sus personajes justo ahí solo tiene un sentido: narrar la cotidianidad de la
gente antes de la destrucción; mostrarnos el día a día que se impone en nuestra
española para que La calle Valverde, escrita por alguien que tanto sabía de guiones
Mientras algunos expertos hablan de lo que era sin duda predecible, dado el
ucrania seguía con sus rutinas sanadoras, aunque siempre existiera la inquietud de
un conflicto. Nadie está entrenado para abandonar su casa de un día para otro,
nadie sabe lo que es dormir en una estación de metro hasta que no se ve obligado a
impone de tal manera, y hace bien en imponerse, que lo único que se tiene colgado
Cuando en estos días leo o escucho, en esas irritantes sentencias que se cuelgan
humanidad están hablando, ¿qué culpa tiene esa humanidad, si es que se puede
¿Por qué deberían saber ellas de estrategias geopolíticas si el único derecho que
¿Pensamos en la madre que a punto está de parir, en el padre que vive el primer
responsables de las guerras son hombres. Y la imagen de una madre que calma el
guerras. Hay que tener poca humanidad para acusar a esa humanidad de algo.
sexual, sabe que algo extraño, inusual, prohibido, algo que vulnera como un
tan alarmado que lo mantendrá en silencio. Un niño con un secreto es un ser muy
Tiene olfato de sabueso para identificar a la víctima adecuada. Sabe cómo hacer
para que esa inmundicia que él genera avergüence a la criatura, sabe cómo cargar
al pequeño con el peso de la culpa para que calle. De esta manera, el niño, la niña,
esa provocación, cae en la tentación. El pecado del cura que abusa se esfuma al
ser absuelto y perdonado, mientras que en la mente del niño prevalecerá para
siempre la idea de que hay algo mórbido en su naturaleza que le ha llevado a ser
ver alterada su vejez por ese recuerdo. La vida cicatriza muchas heridas, pero las
pertenecen a una institución con el poder social que ha ostentado la Iglesia católica,
las víctimas tienen derecho a una reparación pública por el daño recibido. La
No basta con las medidas de prevención para el futuro, hay un pasado al que
hay que mirar de frente, porque estamos hablando nada más y nada menos que de
Australia.
expresa con palabras feroces: “Cualquiera que haga tropezar a alguno de estos
pequeños que creen en mí, mejor le fuera que se colgase al cuello una piedra de
molino de asno, y que se le hundiese en lo profundo del mar”. Durante todos estos
años nos preguntábamos por qué en un país que estuvo tan sometido a la moral
fundamental para que los lectores prestemos oído a los testimonios de las víctimas,
trabajo de campo de EL PAÍS comenzó en 2018 y son muchas las historias que
hemos leído, unidas a otras que sabíamos. No hay nadie, al menos de mi edad, que
repetirla, y añado a gritos: “¡Y no me lleve por la Gran Vía!”. Solo me falta eso, la
pregunta en un tono que advierto amable: “¿No le gusta esta música?”. “¿Quiere
que le sea sincera?”, le digo. “Claro, por eso le pregunto”, responde. “De acuerdo,
seré sincera: la detesto”. Qué alegría poder decírselo al fin a alguien sin temor a
clienta que me lo dice. O sea, ¿le parece como música de after?”. La baja un poco
más. “Pues sí —le digo—, y si estuviéramos a las cuatro de la mañana, con una
pregunta, apaga la música. “Lleva usted razón, no tiene ningún sentido. Si es que a
Es una experiencia tan inaudita que no puedo evitar narrarla a los cuatro
vientos. Como un pequeño milagro. Acostumbrada como estoy a pedir que bajen la
desabrida, debo celebrar por escrito lo que en estos días es insólito. Esto me hizo
recordar una historia preciosa que escribió el crítico musical Ben Ratliff en el New
York Times. El cuento, porque bien parece un cuento, es de 2018: llegó a los
exquisito restaurante donde sirven comida tradicional Shojin. El lugar se regía por
música era del peor gusto, dicho sea con el permiso de quienes piensan que eso del
buen gusto es algo arcaico y superado. Un día, al músico se le hizo tan imposible
disfrutar del menú con esas armonías invasivas que dejó la comida a medias. Ya en
cómo en un lugar regido por la elegancia alguien eligiera una música tan
consonancia con la decoración y la luz, bien nocturna, bien diurna, que contribuyera
primera lista de muchas más; encuentro en ella el nombre de Caetano Veloso, John
Cage, Mary Lou Williams o Bill Evans. Este final feliz en el que un dueño cede ante
a alguno de los restaurantes que me gustan una música calmada, discreta y ¡más
baja! Estoy convencida de que, cuanto más te gusta la música, más te agrede la
lo que fue el coronavirus, nos hemos lanzado a viajar y a los actos públicos,
un restaurante a solas con tu pareja, que te martillean los oídos con una canción de
sospecha de que en un futuro el silencio costará dinero. Más pronto que tarde habrá
una guía de restaurantes sin música. En cuanto se venda el silencio como un lujo,
igual que se empezó a considerar el tiempo, pagaremos por aquello que ahora
FÉLIX DE AZÚA
Admirable
El espanto que provoca una guerra tan sucia como la de Putin contribuye a
percatarse de los privilegios que gozamos sin apenas merecerlos. Con la excepción
española quizás tiene problemas para, como se dice, “llegar a fin de mes”, pero en
es que se vive con razonable comodidad, a pesar del odio que suscitan en gente
mal resuelta.
medio de ucranios que han huido de Putin. Por una parte, es cierto que ponen en
evidencia cómo segregamos a unos emigrantes de otros, pero, por otra parte, es la
encuentran en riesgo de muerte. No son sólo las familias que reciben en sus casas
a una nube de desconocidos, son también algunos grupos de trabajadores (en
Madrid han sido los taxistas) que organizan por su cuenta caravanas capaces de
reanima y fortalece gracias a los gestos de gente que actúa libremente para aliviar
el dolor ajeno, sin que ninguna organización o ente del gobierno los anime a ello. Es
conmovedor ver, en los reportajes, cómo corren los niños de acogida a los brazos
ÁLEX GRIJELMO
Conguitos y negritas
Algunas personas han decidido que las palabras significan lo que a ellas les
ofende. Hubo un tiempo en que surgieron protestas razonables, y por eso mucha
gente huye de las expresiones “le ha engañado como a un chino”, “esto es una
insultos los vocablos “trastornado” o “autista”, entre otros, porque eso denigra a
ido tejiendo una telaraña que corre el riesgo de resultar molesta incluso para otras
personas tan antirracistas como ellos. Así, “tener la negra” se presenta como una
ofensa contra los negros, lo mismo que “dinero negro” o “un negro futuro”,
ello, el uso racista que una palabra pueda tener en determinados contextos se
extiende a cualquiera de los sentidos posibles de ese mismo término, sin reparar en
las distintas intenciones con que se pronuncia en cada caso. Más o menos como si
Chile la marca de galletas Negrita, sustituida por Chokita pese a que la anterior
convivía sin problemas con los chilenos desde hacía también más de 60 años. La
compañía explicó que había tomado esa medida por “las sensibilidades de distintos
representaciones culturales”.
Si a nuestros hermanos chilenos les ha parecido bien eso, no tengo nada que
oponer. Pero todo esto da mucha prevención por si se nos va de las manos aquí,
tan aficionados como somos a llevar hasta el límite cualquier idea en principio
razonable. Habrá quien proponga que en los periódicos y en las editoriales a la letra
cannabis y si, por tanto, también deberían cambiar de nombre. Con arreglo a ese
nuevo sesgo igualitario que ve desigualdades donde no las hay, habrá quien sienta
miedo de explicar que alguien se quedó cruzado de brazos ante un conflicto porque
podemos acabar perdiendo el norte con esto, pero decir eso discrimina a los que
desnortados.
inseguridad entre quienes usaban con candidez los mismos vocablos que otros
manejan con odio. Creo que no conviene entregar a los racistas nuestras palabras
bienintencionadas, sino todo lo contrario: usarlas con naturalidad para evitar que se
los palmeros y las palmeras, por extensión la de todos los canarios. Yo creo que
pocas veces. No creo que exista ni un solo español o española que no se haya
imágenes, qué documentos escogería para resumir lo que ha sido mi vida? ¿Un
colchón donde poder dormir me parecería más valioso que la foto de mi primer
amor? ¿Las joyas de mi abuela me reconfortarían más que una buena manta para
protegerme del frío de la madrugada? Con el tiempo, todos estos dilemas se han ido
hechas y preparadas las maletas suficientes, pero la angustia de los primeros días,
magnitud, es comprensible que estas sean las palabras que más se han repetido,
las que han determinado los enfoques de todas las noticias hasta el punto de
distorsionarlas incluso, en una carrera por el morbo que a mí, al menos, en algún
momento ha llegado a molestarme. Por eso quiero dedicarles este artículo a Juan y
a su esposa.
bronceado, tranquilo, amabilísimo, tiene 90 años. Su mujer, que estaba con él, sólo
unos pocos menos. Y la noticia era que esta pareja estaba viviendo en su barco. O,
en sus propias palabras, que habían sido tan afortunados que, cuando tuvieron que
derrumbado, pudieron instalarse con la mayor parte de sus enseres en el barco que
De hecho, los bultos ocupaban la mitad de la cubierta, pero dejaban libre la mesa
camarote donde dormían. Aparte de eso, podían dar todos los paseos que quisieran
por el pantalán y más allá, al borde del mar o en el pueblo más cercano, y disfrutar
tanto de su historia?
tenido. El problema es que los periodistas que dirigían la entrevista desde Madrid no
los ancianos les molestara mucho. Soy consciente de que, en parte, era un
pueden imaginar lo que disfrutan los dueños de las embarcaciones viviendo a bordo,
tortura vivir ahí… El anciano abría mucho los ojos y no contestaba. A ver, Fulanito,
insistía la periodista, a ver si Juan nos puede enseñar cuánto mide su barco… Y
Juan decía, ¿pues qué va a medir?, lo que se ve, esto, pero aquí estamos
Así, lo que en apariencia aspira a ser un servicio público, una fuente objetiva
sensacionalismo inmoral. Por esa razón, de todas las lecciones que nos ha dado la
erupción del Cumbre Vieja, me quedo con Juan. Con su solidaridad, con su suerte,
con su alegría. Con la prueba de que siempre, hasta en el hoyo más descarnado,
más profundo, puede brillar la luz de la esperanza para quien la merece, por más
Radical
afganas? Por supuesto, pero ¿sólo a las de hoy? Durante los años de la
asumido la victoria de los talibanes, aún se pensará menos en las del futuro. Y
cuando nos asalten noticias terribles, que nos asaltarán, siempre quedará el
afgano. Pues bien, frente a eso, que no se puede tolerar de ninguna manera,
monarquía saudí y los Emiratos Árabes, los derechos de cuyas mujeres ni siquiera
se comentan, sigan siendo los grandes aliados occidentales en la región. Pero entre
las imágenes de la evacuación de Kabul que más me han impactado, recuerdo unas
armadas había sido alojado con su familia. Él hablaba a la cámara. Sus hijos, todos
espaldas, una figura femenina completamente cubierta, con velo y manga larga en
pleno agosto, parecía formar parte de la decoración. Inmóvil, ajena, ausente, esa
mujer sin rostro, sin edad, sin voz propia, me pareció la imagen más desalentadora
de un fracaso.
JAVIER CERCAS
necesidad de que le dieran ese premio para ser uno de los mayores novelistas del
siglo XX.
duda el más prestigioso del mundo. Añado a esta obviedad una segunda: la
si un escritor es mejor que otro, como sí la hay de precisar si un atleta corre o salta
más que otro. El único jurado literario infalible es el tiempo, que da unas sorpresas
que arruinó su ya maltrecha reputación cometiendo el error más letal que puede
seller —el Quijote—. Esto, sobra decirlo, no significa que el Nobel se equivoque
siempre: sus aciertos están a la vista. Es verdad que Alfred Nobel dejó dicho que su
galardón debía concederse a escritores cuyas obras estuvieran escritas “en una
dirección ideal”, cosa que no se sabe muy bien lo que significa (nada bueno, me
temo). En todo caso, esa alarmante declaración de intenciones explica que penda
que algunos hayan maliciado que el galardón de este año se ha concedido, como
sobre la posibilidad de que le vayan a conceder el Nobel a él, César Aira contestara:
“No me lo darán porque para ello necesitan una justificación no literaria, nunca se
limitan a decir ‘porque este tipo hace buenos libros”. La respuesta es extraña, sobre
todo viniendo de un hombre tan inteligente como Aira: quiero decir que es extraño
distinguirlos con el Nobel… En fin, yo estoy contra los que dan demasiada
importancia al Nobel, pero también contra los que intentan desmerecerlo. Aunque
contra los que estoy sobre todo es contra los que lo rechazan, como hizo Jean-Paul
siempre; a mí me parece que hay que aceptar los premios con humildad y alegría,
salvo si los concede el Ku Klux Klan, entre otras razones porque quien rechaza un
premio es porque quiere dos: el que ya le han dado y el que le dan los medios y los
Nobel es maravilloso, pero el más maravilloso de todos los premios —y desde luego
palabra que buscaba, cuando escribe una frase o un párrafo o una página
encuentra placer en un libro suyo y lo usa para vivir más, de una manera más rica,
más compleja y más intensa. Para eso está la literatura, y no hay premio en el
Mujeres al poder
Leo en los Diarios de Iñaki Uriarte: “La política no es más que una lucha
Puede ser. Más aún: por poco que uno frecuente los libros de historia, resulta
dirime en política es quién la tiene más larga o (como cantaba Laurie Anderson)
quién es más macho. Tal vez por eso me siento casi siempre más tranquilo ante una
política que ante un político. Quizá sea un prejuicio machista, pero lo cierto es que,
cada vez que estrecho la mano de un político, no puedo evitar imaginármelo dando
la orden de invadir Ucrania, cosa que no suele ocurrirme con las políticas. Esta
ningún Mozart mujer, pero tampoco ningún Jack el Destripador; también lo ha dicho
Gioconda Belli: “La biología femenina equipada para la maternidad, realizada o no,
arma a la mujer de una dotación superlativa de conciencia del otro”, que es la base
feminización de la política represente para mí, antes que una necesidad social, una
explicar, siento que las políticas son, en general, más fiables, menos broncas y
enternecedora con que miraba a Donald Trump cuando éste le negaba el saludo o
lidiar”. Quizá es un prejuicio, ya digo. Porque está claro que, igual que hay políticos
malos, regulares y buenos, hay políticas buenas, malas y regulares; de hecho, uno
tiene incluso la impresión de que hay políticas macho, políticas que parecen llevar
un político dentro (igual que, según Baudelaire, Emma Bovary llevaba dentro un
hombre). Rosario Murillo, la esposa brutal del brutal Daniel Ortega, es ahora mismo
disputa entre Nadia Calviño y Yolanda Díaz sobre la reforma laboral ha sido
bastante femenina, pero hay políticas en el Gobierno, como Irene Montero o Ione
las políticas de Vox y Junts×Cat habita un brigada ochentero de la Guardia Civil, con
barriguita, tricornio y mostacho, salvo en Rocío Monasterio, que parece recién salida
virilidad intimidante. En cuanto a los políticos, estoy seguro de que deben de existir
hombres que llevan dentro una mujer, o al menos están aprendiendo a encontrarla,
pero a mí no me resulta fácil dar con ellos: en España, casi el único que conozco es
Salvador Illa (Mario Draghi también tiene algo femenino, como lo tenía Obama). Lo
los últimos años han brillado con luz propia Santiago Abascal (o, mejor aún, Ortega
de bofetadas por ver quién la tiene más larga. Y sí: tiendo a asociar con las mujeres
—al menos con las mujeres que no llevan un hombre dentro— esa política más
Plauto
Con la columna de hace una semana, “Aquí no cabe ningún Marx”, me quedé
sin duda muy corto. Claro que la escribí cuando todavía no se había producido la
antes, un diputado del PP afirmó haberse equivocado cuatro veces y votó a favor,
mientras sus demás compañeros lo hacían en contra. El PSOE afirmó sin pruebas
que a los pensadores navarros los había sobornado el PP, y en cambio nadie ha
lógico: ¿se puede ser tan torpe, en verdad, como el diputado llamado Casero? Ese
solamente expulsó de esta época y este país a los Hermanos Marx, sino a Chaplin,
Laurel y Hardy, Buster Keaton, Jerry Lewis, Bob Hope, los Monty Python, los
responsables de Aterriza como puedas y por supuesto a Gila, uno de cuyos gags
telefónicos bien podría haber sido: “¿Se pueden poner las Ministras de Trabajo o de
Igualdad?” “No, en este momento están muy ocupadas votando”. “Ah. ¿La Reforma
Laboral?” “No, hombre, qué dice. La canción del Festival de Benidorm”. Habría
repetidamente, con jabón y con gel, es aquel en el que los aliados se empiezan a
detestar y a pelear entre sí. Es el signo de esta legislatura, gobernada por una
unos a otros, se echan las culpas, se ponen zancadillas y se apuñalan. Los del
actual PSOE, para mayor inri, odian a los del antiguo PSOE, y los de Podemos, de
corta vida, ya se han escindido bien: Más País, las Mareas gallegas, la sección
abominan de Junts × Cat, éstos de la CUP, éstos de los colauitas y éstos del
Apenas había pasado un mes del destierro de todos los cómicos modernos
cuando llegó la gresca del PP para echar también a Aristófanes, Plauto y Terencio.
por su parte, llevaba tiempo lanzándoles dardos y flechas al Presidente del partido,
Casado, y a su lugarteniente Egea. Hay que recordar que a esa mujer la había
que ella conquistó sobrada, barriendo, entre otros, a su fatuo contrincante Iglesias,
que —no se olvide— abandonó la Vicepresidencia del Gobierno para arrebatarle
Toledo, para luego expedientarla y sancionarla, mientras lo más amable que ella
negar a Casado: es de los que cala a las personas con echarles tan sólo un vistazo.
feministas están enfrentadas a otras a cuenta de los o las transgénero, que una
nueva ley consagra como mujeres o varones a voluntad de los o las solicitantes. Y
regularizarla para que las trabajadoras del sector tengan mayor protección e
higiene, atención médica y demás. Esto es, el mayor adversario de las feministas
todos, absolutamente todos, están sólo atentos a su parcelita o sillón ridículos, a sus
Que la lengua española está destrozada por sus periodistas y hablantes salta
castellano era muy superior, con más vocabulario, más correcto y elocuente que el
de nuestro país. Puede que así fuera en el pasado, ya no. Han abrazado de manera
tan acrítica y con tal fervor los anglicismos de los Estados Unidos, que hoy hablan y
escriben una especie de traslación literal del inglés. Los subtítulos de las películas y
series traducidas por ellos son buena muestra de ese calco perezoso o ignorante.
En España, desde luego, se sigue hablando y escribiendo cada vez peor, y también
aquí los anglicismos nos han colonizado sin oposición. Hay millares de ejemplos,
pero me llama la atención uno reciente y que he visto emplear hasta a escritores de
prestigio: ahora todo “exuda”, en sentido figurado. Una película “exuda brío”, una
novela “exuda ironía”, y así hasta el infinito. No es difícil deducir que ese verbo está
emparentado con “sudar”, y, que yo sepa, lo único de lo que se puede decir que
“exuda” son los cuerpos y los quesos y similares. Han caído en el olvido vocablos
con denuedo a ello (Cataluña, País Vasco, las copionas Baleares y Valencia), sino al
resto del país, que en principio no dispone más que de esa lengua. Primero fueron
los carteles de las tiendas y de los anuncios fijos: “vintage”, “bargain” (por “ganga”),
interminable. Esta catetada de recurrir a términos ingleses porque quienes los usan
muy arduo aprender idiomas (como, por lo demás, a casi todas las poblaciones: la
excepción serían las nórdicas y las balcánicas), así como su pronunciación. Más
dificultad hay aún en entender. Sin embargo, muchos spots televisivos ya no están
español?), otros ni siquiera, y otros hay que caen en la horterada máxima, como uno
idiotez: “¿Estás ready?” A saber qué les impide decir “¿Estás listo?” La mezcla
entenderá qué se le dice ni tal vez qué se le vende. Pero como el objetivo de todo
anunciante es vender más, hay que inferir que acaso la tendencia pedante-cateta
tiene éxito. En tal caso, ¿qué le pasa a nuestro país con su lengua, por qué la ve tan
mencionar contemporáneos. Pero yo creo que más bien se trata del deseo
irrefrenable de ser americanos y de vivir como tales (algo que cuesta aceptar visto el
país estúpido en que han convertido el suyo en este siglo). Todo nos lo han
mal llamado “género” hasta sus zafias despedidas de soltero y Halloween, desde el
desmedido amor a los perros hasta los discursitos en las bodas y eso de que las
novias lleven “something old, something new, something borrowed, something blue”,
cuya versión española ni siquiera rima. Hace tiempo que no veo partidos de fútbol
en grupo, pero me imagino que muchos futboleros patrios los contemplarán ahora
publicidad, escuela de lelos y cursis desde 1960, podrá añadirse otra muesca: la de
Para salvarse
había quedado un grifo oxidado goteando. En toda la casa solo se oía el sonido
metálico de aquella gota que cada cinco segundos caía sobre el granito del
fregadero. El niño quedó absorto ante aquel sonido que atravesaba el silencio con
imagen de aquella gota le servía de ansiolítico. Era una gota perenne y luminosa
que en medio de la ruina contenía todo el universo. Una mañana de abril un joven
el paisaje. Soplaba una tenue brisa de primavera que le traía desde el fondo del
brisa le vibraba en el lóbulo de la oreja como una nota musical extraída de un arpa y
con ella la naturaleza entera parecía penetrar por su oído hasta el fondo del cerebro.
Llegó a creer que el sonido de aquella brisa era una forma de pensar. Con el tiempo,
cuando se sentía desolado recordaba aquella nota musical que transportaba la brisa
cobertizo una noche de invierno desde la cama; la lengua de agua que alcanza tus
pies desnudos en la arena de la playa: el crujido acompasado de las cuadernas del
velero atracado en el muelle junto con el alegre campanilleo de las jarcias; los
latidos de los ocho compases del blues que llegan desde el fondo de la tierra y
suben por el cuerpo hasta el corazón del saxo, esos sonidos son formas que adopta
el pensamiento feliz. En estos tiempos de desolación hay que agarrarse a ellos para
salvarse.
A la carta
No se trata de ser un héroe, pero una persona decente debería prohibirse ciertas
veleidades este nuevo año. Si no se quiere perder la dignidad habría que negarse a
prestar atención a los debates tabernarios del Parlamento. Los insultos y réplicas
procaces que se intercambian algunos diputados van dirigidos con toda intención a
la parte inferior del cuerpo humano donde residen las emociones primarias y los
exaltado, ponte a salvo, y como antídoto elige, por ejemplo, un poema de Pedro
Salinas, lee en voz alta uno de sus versos al azar y verás que las palabras también
héroe, pero este año 2022 una persona decente tampoco debería permitir que la
tóxica no se deriva del CO₂, sino del veneno informativo que algunos medios y las
redes sociales vierten en la atmósfera. Hay que ponerse a salvo de los infames
noticieros, de las opiniones que se solventan a gritos en las tertulias, de los bulos
cualquier sobremesa. Cuando sientas que el aire es irrespirable pon a todo volumen
el Aleluya de Händel, aspira profundamente su música y un raudal de alegría y de
mundo, pese a tantos idiotas, sigue siendo maravilloso. Después de todo, lo que
uno oye no es muy distinto de lo que come. Una persona decente no debe permitir
de ser un héroe uno debe elegir a la carta lo que desea ver, oír, pensar y creer. Feliz
año.
LEILA GUERRIERO
2021, este diario publicó una investigación acerca de 251 miembros del clero
español que habían abusado de menores. El trabajo fue entregado al Vaticano, que
por sus miembros. Uno de ellos había abusado de él entre sus ocho y sus nueve
años. Palomas tiene ahora 54 y decidió dar una entrevista a la Cadena Ser en la
que dijo que, desde febrero de 1975 hasta la Navidad de 1976, “sufrí abusos por
parte del hermano L., del Colegio de La Salle de Premià de Mar”. Narró con
templanza cómo el religioso lo masturbó, cómo intentó violarlo, cómo nadie hizo
nada para detenerlo aunque él dio señales de lo que sucedía. El 22 de febrero, poco
(…) Se acercó, se bajó la mascarilla y me preguntó con una sonrisa si era Alejandro
Palomas. Asentí. Entonces ella torció el gesto y me escupió a la cara: “Sois unos
mentirosos hijos de p.”. En ese mismo hilo dijo: “Sentí una vergüenza inmensa. (…)
Sin pensarlo, cogí el teléfono y llamé a mi madre. Enseguida entendí que no habría
respuesta. Mi madre murió”. No somos mejores: somos los de siempre. Somos esa
señora de Valencia que escupe a una víctima de abuso, somos esas madres y
padres que les dicen a sus hijos “no habrá sido para tanto”, somos esos vecinos que
acusan a los denunciantes de “buscar fama”. Somos los que preguntamos aún
ahora, cuando se sabe que una persona abusada no habla cuando quiere sino
cuentan antes porque existen ustedes, señoras de Valencia. Por eso. Entre otras
cosas.
Disculpas
¿Cómo fue que las disculpas se volvieron la criptomoneda con la que los
poderosos pagan sus errores? No es que antes les costara caro, pero ahora les sale
gratis: hacen la pantomima de las disculpas y todo queda olvidado. En abril de 2020,
de abusos sexuales en Chile porque, durante su visita a ese país, defendió al obispo
presidente argentino, Alberto Fernández, pidió disculpas por haber dicho, durante la
visita de Pedro Sánchez a la Argentina, que “los mexicanos salieron de los indios,
los brasileros salieron de la selva, pero nosotros los argentinos llegamos de los
barcos (…), de Europa”; en agosto volvió a pedirlas por una cena con invitados
sociales estaban prohibidas. Hace poco, Boris Johnson pidió disculpas por fiestas
realmente Piñera que su foto fue ofensiva; piensa el Papa que la Iglesia no debe
piensa Boris Johnson que esas fiestas fueron un error? No importa. Pedir disculpas
—se piden, pero en verdad se imponen— otorga impunidad y tiene una ventaja:
explicaciones claras? Deben conformarse con lo que hay. Porque, con la buena
prensa que tiene el perdón, ¿qué clase de persona sería quien dijera “no perdono”?
Esquirlas
Según la OMS uno de cada cinco menores sufre abuso sexual antes de los
argentina Gato Fernández que publicó un libro sobre su abuso; el pianista James
semana pasada una mujer a la que conozco fue a una consulta médica. Solicitó
atenderse con una doctora y no con un doctor. La persona del seguro médico le dijo
pagara una consulta privada. La mujer no tiene recursos para pagar una consulta
privada ni puede explicar claramente los motivos por los cuales requiere ser
atendida por alguien de su género. Le tocó un varón. Que fue correcto, que no hizo
nada inapropiado. Excepto por el hecho de que tenía delante a esta mujer que había
sido abusada en la infancia por un tío y a la que le estaba pidiendo que se quitara la
ropa para auscultarla, palparle el vientre, los ganglios. La mujer toleró la revisión
paralizada y al llegar a su casa hizo lo que hace para aliviarse: se cortó la cara
interna de los muslos. Mucho se habla de la detección del abuso sexual infantil, pero
sitios en los que hay que “poner” el cuerpo) con adultos que fueron abusados. No sé
si es posible capacitar a los médicos para enfrentar una incógnita, pero me pregunto
si esa inquietud —¿estoy ante una persona que fue abusada?— forma parte de su
horizonte. Si saben que las instrucciones para una revisión de rutina —”quítese la
balas.
DAVID TRUEBA
Un mundo distraído
Hace mucho tiempo que empezó a confundirse el entretenimiento con la
invención del primer cuento, pero sí se sabe que tuvo un carácter formativo, pues
buscaba una representación narrativa para advertir de una amenaza, para proponer
fuego derivó en una industria en la que pese a las enfermedades, las desgracias y
las muertes constantes y tempranas triunfó un lema que hizo fortuna para la
experiencia vital. Pero ha sido en los últimos años, cuando las horas ociosas se
diversión, cuando apareció la distracción como máxima meta. Papá, me aburro, fue
los romanos entendieron aquello del pan y circo como una combinación infalible
para el sometimiento del súbdito al poder, los nuestros podrían suscribir aquello de
cotilleo, telenovela y concurso como los tres ejes de la verdadera reforma mental
que propicia la sumisión. Esta semana, tras el disparate de una votación reñida en
el buen ánimo de perdonar el tropezón, deberíamos concluir que tan solo se trató de
un despiste. De una distracción como las que ocurren cada día, algunas incluso al
volante del coche y con resultado mortal. La mayoría de ellas, según se sabe,
suceden por la atención dividida entre aquello que estás haciendo y el teléfono móvil
por ese empeño nuestro en hacer varias cosas a la vez, una habilidad para la que
surgido una distracción inane, de planicie neuronal, pueril. Es sobre ella en la que
pensar, de comer sobre la marcha, de hablar sin reflexionar, de opinar sin datos, de
querer ganar sin esfuerzo y de tener la razón sin gimnasia dialéctica. No es que
seamos idiotas; es que estamos en pausa. No es que no nos preocupen los grandes
minuto, no me calientes la cabeza, relax. Hay espacio para todo, pero entregados a
la distracción es muy normal que acabemos haciendo justo aquello que más nos
perjudica.
Aquí es distinto
Se puede estar de acuerdo con quienes piensan que no necesitamos una Ley
memoria de un país no es un relato impuesto y sin fisuras. También con los que
piensan que las experiencias emocionales de cada uno y sus familias no pueden
acuerdo con quienes sospechan que las revisiones del pasado siempre se agitan
acuerdo con quienes consideran absurdo que una joven generación quiera
términos generales podría alcanzarse ese acuerdo, hasta que uno se da cuenta de
¿Por qué? Muy sencillo. Porque aún hoy, en el día del aniversario de la
para la galería mediática, podría entrar en una de esas iglesias por despiste y
pensar que este país aún no ha establecido una línea de separación imprescindible
con la dictadura franquista y sus largos años de represión. Todo eso hace necesario
precisar lo que es un delito, no vaya a ser que la exhibición de símbolos no sea tan
solo una inocente nostalgia hasta cierto punto entrañable, sino un modo
competencia local, en impedir toda decisión que consideran que atenta contra sus
puro antojo el nombre de las calles establecían un marco de acción minuciosa, pero
se topaban con alguna autoridad judicial sobrevenida que premiaba a criminales con
traslado de los restos de Franco del Valle de los Caídos intentó ser boicoteado por
dos jueces locales, que se inventaron medidas cautelares para impedir que se
levantara una losa por excesivamente pesada, precisamente en el país que más
obras sin licencia exhibe por doquier. Y lo hemos vuelto a ver cuando se interrumpe
guerra y la posguerra civil por expreso capricho personal. En ese país, por
desgracia, aún son necesarias las leyes de relato histórico, del mismo modo que se
puede entender que una escritora moderna y vitalista como Almudena Grandes