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APUNTES HISTÓRICOS PARA EXPLORAR LAS POLÍTICAS DE

EXTENSIÓN RURAL EN COLOMBIA


Alonso Correa T
Profesor FMVZ
Universidad Nacional de Colombia
INTRODUCCIÓN
1.1 Relación de la extensión con los planes de desarrollo y las políticas económicas.
1.2 La concepción de la extensión
1.3 Paradigma de la producción agrícola
1.4 Plan de revisión histórica

2. REVISIÓN BIBLIOGRÁFICA HISTÓRICA

2.1 La preextensión (1850-1950): elementos preparatorios en la definición de las políticas Agrarias


y particularmente de extensión, a través de la exploración de la historia de las Ciencias
Agrarias (según JA Bejarano)
2.2 Consolidación agraria y el surgimiento de la actividad de extensión (1945-1970) (según Mesa
Bernal)
2.3 Años 70s y 80s: el DRI una estrategia política para la modernización productiva del sector
campesino; el “campesinado viable” y una política de Desarrollo Integral Campesino
 El DRI como Fondo de Cofinanciación
 PNR y política de mujer rural: estrategias “integrales” y focalizadas para superar la
violencia, la pobreza y alcanzar la inclusión.
2.4 Las Umatas (1990-2007…): más políticas que programas reales: de la descentralización y la
participación a la disolución de las políticas de extensión.
 Leyes y decretos regulatorios
 Dos historias
2.5 Centros Provinciales de Gestión Agro-empresarial (Ley 607)
3. CONCLUSIONES Y PROPUESTAS
BIBLIOGRAFÍA

INTRODUCCIÓN

Para discernir sobre políticas de Extensión Rural, es conveniente explorar previamente su


conexión con otros elementos de lo que llegó a ser la Política Agraria (investigación, enseñanza
agrícola, fomento, crédito, institucionalización, agremiación y organización de los productores
rurales), para entonces definir qué de peculiar tiene esta política y preguntarse por si se la ha
definido como una política de largo plazo o más bien –a cada momento- se vienen realizando
ajustes para responder a imposiciones y a modas internacionales en las “prácticas de
desarrollo”. Además en cada momento, hay que considerar si se ha considerado la extensión
cómo un elemento aislado, como simple “servicio de extensión” o se la considera como un
“sistema de extensión” articulándola con programas de crédito, mercadeo de bienes e insumos
y servicios de investigación1.

Es el propósito de realizar una inicial aproximación al tema, explorando como el desarrollo de


políticas en lo agrario respecto a la institucionalización, la profesionalización, el surgimiento de
los servicios de crédito y fomento y de los ensayos de investigación, fueron los elementos
previos y condicionantes del surgimiento de una política de extensión.

1
Asumirla como sistema fue la clave del éxito de estos programas en Usa (Grant Eláter) y Japón. En nuestro medio intentó
replicarse por la FNC, el INCORA en los años 60s, y actualmente por la Cooperativa Colanta .
1.1 Relación de la extensión con los Planes de Desarrollo y las políticas
macroeconómicas.

Conecta la extensión con los objetivos –implícitos o explícitos- atribuidos del Desarrollo Rural 2,
a partir de los objetivos generales sugeridos por el DR se diseñan los instrumentos y
estrategias de la política agraria. Desde una exploración de las políticas agrarias en los dos
siglos anteriores se pueden caracterizar -muy generalmente- las siguientes fases de la
evolución agraria:
 Inserción en las corrientes civilizadoras y en la agro-exportación (1850-1950) (la mejor

presentación del asunto está en JA Bejarano Economía y poder e historia de las ciencias agrarias) .

 Modernización productiva: ajuste a las necesidades de la industrialización, la


urbanización y la sustitución de importaciones (1945-1970) (Véase Astrid Martinez)

 Optimización en el uso de los factores y recursos productivos, principalmente la tierra:


mejora de la producción, generación de empleo, elevación del nivel de vida de las
poblaciones rurales, incentivando la modernización económica nacional mediante
reformas agrarias (1960-1970).
 Modernización productiva de los sectores del “campesinado viable” (es decir que ya
tienen tierra y capacidad de invertir) y relación de éstos con las Políticas de Desarrollo
Social Campesino como la nutrición y el abastecimiento alimentario de los sectores
populares urbanos: programa DRI, 1972-1987.
 Superación de los niveles mínimos de pobreza y atención a la gobernabilidad para
paliar los efectos de los conflictos agrarios y del modelo aperturista: PNR, 1982… 3
 Sostenibilidad, enfoque de género, desarrollo de la democracia local y la participación
ciudadana: Umatas, enfoque holístico: 1987…

1.1. El DR y la concepción de la extensión

Hay que partir de cuestionar aspectos de los objetivos que se les adscriben a las políticas
agrarias, haciéndose preguntas del siguiente tenor:

 ¿Responde la extensión únicamente a las políticas de simple “fomento” agrícola para


los aumentos de producción y de transferencia de las tecnologías “modernas”?
 ¿Cuáles son los vínculos de la extensión con la investigación, la enseñanza agrícola, la
comunicación y la difusión agronómica, zootécnica y sanitaria?

2
Se sigue, parcialmente, una periodización sugerida por A Machado, respecto a las “prácticas de desarrollo” en su
artículo “El Concepto de desarrollo rural” (Fondo DRI-1994), donde habla de D Comunitario (comienzos de los 60s,
JAC), Reformismo Agrario (mediados de los 60s), Desarrollo Rural Integrado (1972.1987), Desarrollo Amplio y
moderno (80s, PNR), visión holistica. Pero además como Mesa Bernal plantea que sólo con Staca surgiría la
extensión en Colombia, nos preguntamos por qué sólo surgió hasta esa época. Siguiendo a Bejarano en Economía y
Poder, plantearemos que sólo hasta los años 50s -después de recorrer un azaroso camino entre 1850 y 1950- se darían
los elementos para una consolidación de las políticas agrarias.
3
Se corresponde a lo que Machado llama “Desarrollo amplio y moderno”. Las épocas u etapas se traslapan. Aquí no
se exploran a profundidad aspectos del PNR

2
 ¿En qué medida la comunicación y la capacitación, vinculados casi siempre con los
propósitos de maximizar, optimizar y hacer sostenible la producción agropecuaria, se
articulan con un Desarrollo Rural Integral que responda por objetivos de mejora en las
condiciones de vida de las poblaciones rurales, de dignificación y conservación de su
cultura, de democratización de la sociedad rural y de la sociedad en general y para
hacer más protagónica la economía y la sociedad rural y avanzar en el logro de la paz?
 ¿En qué medida las técnicas a transferir consideran la disyuntiva de la sostenibilidad
productiva y el cambio climático? ¿De qué manera la extensión responde por los
denominados “enfoques diferenciales de género, juventud y etnias?

Son – en nuestra opinión- cuestionamientos indispensables, pues de la concepción que se


sustente en los planes de Desarrollo dependerán las actividades que deban concebir y
desplegar los extensionistas, las técnicas de extensión a las que apelen, los programas y
actividades con que se comprometan, y las técnicas o paradigmas productivos que difundan,
fomente y sobre los que investiguen y estudien. Quiere decir que cada concepción o plan de
DR, implica una particular concepción de la Extensión Rural, que la concepción de la extensión
no es una única, que existen muchos enfoques de Extensión, que se reflejan en la forma como
se implementa la asistencia técnica y los programas desplegados por los extensionistas.

Digamos, a manera de conclusión inicial que la concepción que ha predominado, es la que


vincula la extensión con los objetivos del fomento y la maximización de la producción,
entretanto la que puede articularla a objetivos de mejora real de las condiciones de vida y de
cambios en las relaciones de poder, para alcanzar una real democratización de la sociedad y
un posicionamiento y valoración de la sociedad rural, no han pasado de ser declaraciones de
intención.

1.2 Paradigmas de la producción agrícola

 Inicial difusión de los avances empíricos y de los inventos, en épocas en que la


agricultura aparte de una tradición era si acaso un arte, sin ningún nexo con la ciencia,
en que importaban ante todo los resultados inmediatos y al menor costo, la vinculación
de la agricultura con los desarrollos científicos de la botánica, la química, la geología, la
fisiología, la microbiología, etc, sería muy posterior. En el primer caso se trataba de
imitar e importar, traer al país los desarrollos técnicos de los países desarrollados, pero
ya cuando se visualiza el impulso que la ciencia da a la agricultura, tras la 1era,
segunda y tercera revolución agrícola, las preocupaciones habrán de ser el crear
escuelas profesionales y reflexionar sobre el tipo de técnicas a desarrollar en el medio.
 Universalizado el paradigma de la revolución verde y de la oferta tecnológica de las
transnacionales productoras de insumos (dependencia tecnológica); las alternativas
tecnológicas serán únicas, siempre a la caza de “tecnologías de punta”, se hablará de

3
simple transferencia, previas motivaciones económicas y actitudinales, se hará
prevaleciente el enfoque de “difundir”, dar a conocer esas técnicas de la RV y facilitar
con el crédito la adopción de lo que se ha promovido con visitas, ferias, revistas,
asesoráis.
 Ajuste tecnológico mediante la investigación de las realidades ambientales y
económicas del propio medio (agricultura tropical y desarrollo endógeno), a partir de
reconocer que las realidades productivas de los campesinos, su organización de los
predios, sus posibilidades de realizar sus productos en los mercados son diferentes. Se
hablará de una investigación en campo con los propios productores, IAP, para crear
“tecnologías apropiadas”.
 Optimización productiva y desarrollo gradual de tecnologías adaptadas localmente,
mediante el diagnóstico derivado de la Metodología de Sistemas de Producción; las
alternativas tecnológicas serán siempre múltiples y tanto como la transferencia de
tecnología se prestará atención a condiciones medioambientales que determinan el
nivel productivo y las oportunidades productivas, igual ocurre con la oferta de servicios
y las posibilidades de comercializar, por ende los predios tendrán muy diferentes
jerarquías de “agroecología”.
 Tecnologías organizacionales, de formación del recurso humano y para el desarrollo
comunitario y democrático, más importante que la transferencia tecnológica y como
una condición previa, es el surgimiento de organizaciones y de liderazgos, que los
productores tengan conciencia de sus condiciones y se sientan participes de lo que hay
que buscar, la técnica será simplemente una “herramienta”, un “medio”.
 La producción orgánica y sostenible, la agroecología.

1.2. Plan de revisión histórica y bibliográfica

 Los antecedentes en la formulación de una política agraria y de extensión (…1950)


 La modernización productiva y la consolidación de la agricultura empresarial (1945-
1970).
 La redistribución de los factores productivos y una política integral para los campesinos
sin tierra.
 El DRI y la modernización de los “campesinos Viables: Fase I, Fase II, los Fondos de
cofinanciación, el PNR.
 Las Umatas
 Los Centros Provinciales de Gestión Agro-empresarial

2. REVISIÓN HISTÓRICA Y BIBLIOGRÁFICA

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2.1 La preextensión (1850-1950): elementos preparatorios en la definición de una política
Agraria y particularmente de extensión, a través de la exploración de la historia de las
ciencias agrarias (según Bejarano)

Tan sólo hasta 1956 se emprendió propiamente un programa de extensión en Colombia con el
proyecto piloto de Staca (Servicio de Asistencia Técnica Colombo Americano). Pero la
extensión tiene un vinculo indisoluble con las actividades que dieron forma a las políticas
agrarias: -la Institucionalización Política y Administrativa (estructuración de los organismos y
normas en que se definirán las políticas, Ministerios y legislación agraria), -la Agremiación
(particularmente de los productores empresariales) y las organizaciones campesinas; -el
desarrollo de los servicios de crédito y comercialización; -la enseñanza y la profesionalización
de los oficios agropecuarios mediante el establecimiento de la instrucción, la capacitación y las
escuelas universitarias; - la investigación y el establecimiento de las estaciones experimentales
y los campos de experimentación; - el surgimiento de formas de comunicación especializada
(libros, revistas, programas radiales); las estadísticas agrícolas; y, finalmente, - lo que se ha
dado en llamar el “fomento agrícola”.

El surgimiento y la consolidación de las actividades reseñadas son una condición necesaria


para que la actividad de extensión alcance su perfil característico y tenga éxito, y sin que se
descarte el empeño del extensionista en desarrollar su actividad, la preocupación por
interactuar y coadyuvar al fortalecimiento de las anteriores actividades será siempre uno de los
objetivos de la extensión.

La motivación de quienes se conocen como los “difusores de la técnica” (Juan de Dios


Carrasquilla, Salvador Camacho R, Carlos Michelsen Uribe, posteriormente el mismo Rafael
Uribe U, ya en los finales del xix), primeros extensionistas colombianos, fue su desazón frente
al rezago económico y productivo nacional, en momentos en que avanzaban la primera y la
segunda revolución agrícola, sin que en el país se percatara de esas revoluciones ocurrían su
ocurrencia y que cada vez sería mayor la ventaja de aquellos países. Por eso se planteaba
escuetamente la preocupación por enseñar y hacer conocer esos avances. Esto correspondía
claramente a una visión de modernización productiva y de homogenización de los patrones de
desarrollo, imitando y trasladando las técnicas desde aquellos países, sin siquiera
problematizar sobre los retos derivados de nuestras realidades ambientales, económicas,
sociales y culturales.

La Primera revolución agrícola más que mecánica, consistió en la rotación y uso de


los suelos; se acudía a los abonos animales en la agricultura intensiva. La ciencia
agronómica no empieza a despejarse hasta bien entrado el XIX, cuando en 1840
adviene la química agrícola. La obra de los “pioneros” consistirá en difundir los
avances empíricos que se estaban dando desde el XVII, mediante “folletos”

5
(Bejarano, 1987: 117,). Esas publicaciones y los “jardines botánicos” 4 son el mejor
testimonio de la preocupación que por el saber agronómico se tenía en las
“Academias Científicas” y particularmente en las “Sociedades Económicas de
Amigos del País”5; desde ellas se difundían las innovaciones en las técnicas de
cultivo y las mejoras en las razas y semillas. En Colombia sólo hasta 1850,
surgieron “Sociedades de Agricultores” (Bejarano, 1987: 116-120). La segunda
revolución agrícola, se desato después de 1850; se caracterizó no sólo por los
desarrollos mecánicos, sino principalmente por la aplicación de la ciencia en los
nuevos procedimientos, originaría la aplicación generalizada de máquinas y abonos
minerales, y la oferta de semillas y razas especializadas, haciendo posible una
“agricultura intensiva” (Bejarano, 1987:127, 128). En el mundo, las escuelas
agronómicas de nivel superior surgieron después de 1850 (Bejarano, 1987:120).
Hacia 1870 las preocupaciones por el atraso de la agricultura nacional frente a
otros países, llevó a concretar iniciativas relacionadas con la enseñanza de la
agricultura, la fundación de periódicos (“El Agricultor”) 6, la creación del
7
Departamento de Agricultura , la fundación de las Sociedades de Agricultores y el
establecimiento de un servicio de Extensión Agrícola gubernamental. La primera
Sociedad de Agricultores de Colombia se fundó en 1871” (Bejarano, 1987:144). La
enseñanza agrícola en Colombia fue decisiva para emprender más tarde procesos
de extensión rural, adecuados a las necesidades del campo. Inicialmente se procuro

4
Desde allí, gracias a los avances de la “botánica”, se propagaron en Europa el plátano, el azúcar, materias fibrosas,
la batata, colorantes y aromáticas para los farmaceutas.
5
Desde las cuales se originaron las “sociedades de agricultores” encargadas de la consulta al gobierno y de hacer
pruebas de cultivos, analizar cenizas, criar ganados modelos, analizar los remedios a las epizootias, mejorar las lanas,
establecer en cada ciudad depósitos de granos, promover el cultivo de tierras incultas, redactar informes, traducir y
difundir libros.
6
Publicado entre 1868-1901, “el Agricultor impulsó la agremiación de los agro-
exportadores y produjo importantes consecuencias en el aumento de la
productividad agrícola y la elevación de la calidad de los productos para ponerlos en
mejores condiciones de competencia internacional… el periódico publicaría los
primeros textos para la enseñanza de la agricultura y los primeros manuales
prácticos” (Bejarano, 1987:146, 151.)
7
Decreto ejecutivo 337/1878, gobierno de Julián Trujillo, adscrito al Ministerio del
Tesoro. Su responsable sería Salvador Camacho Roldan y como comisario Juan de
Dios Carrasquilla, presidente de la sociedad de agricultores. Procuraba reunir
información para que el gobierno pudiera incidir en la marcha de la agricultura. Pero
las informaciones siempre fueron fragmentarias. La escasez de recursos impidió la
distribución de semillas, si bien se publicaron las primeras estadísticas y se logro
armar la primera biblioteca especializada en agricultura. Bajo la dirección de Carlos
Michelsen Uribe el Departamento de agricultura sobrevivió hasta finales del XIX.
Bajo la dirección de Carrasquilla se buscó la importación y distribución de semillas
mejoradas (eucalipto y tabaco traído de Jamaica), la introducción del alambre de
púas, diversos tipos de forraje y los esfuerzos por aclimatar el café de Liberia. Junto
con las Sociedades de Agricultores se intentó promocionar las ferias agrícolas; en
1880 se realizó la primera exposición agrícola. Se importaron 22 arados y se intento
pedir otros 100 arados más, para distribuirlos y alquilarlos. También mediante L
15/1884 se establecieron primas a los agricultores de quina, caucho y cacao y
premios en las exposiciones. Se promovió la participación en exhibiciones
internacionales, Bremen 1873, con una colecta de productos agrícolas de Colombia
(Bejarano, 1987: 148, 149, 150.)

6
formar “instructores” que pudieran responder por los intentos de insertar la
enseñanza agrícola en la educación en general. “Desde 1870 la UN ofrecía cursos
de agricultura en su escuela de Ciencias Naturales y en 1874 Cundinamarca
estableció la primera escuela agrícola de Colombia. El gobierno de Trujillo ofreció
subsidios para la instrucción agrícola dictada en las escuelas de primaria, medida
que estímulo la fundación de algunas escuelas agrícolas en Cundinamarca, Boyacá,
Santander 8, que dependían de instructores foráneos. Para la misma época se
procura el establecimiento de “campos de experimentación” donde los agricultores
pudieran poner en práctica diversos métodos y establecer comparaciones por
medio de demostraciones prácticas.

Los estudios de veterinaria y agronomía en las escuelas profesionales,


prácticamente no existen hasta 1897; hasta esta fecha se registra su presencia, en
calidad de especialidades, dentro de las escuelas de ciencias naturales, donde su
enseñanza debía hacerse con demostraciones, experimentos y colecciones
(Bejarano, 1987: 153, 154.). La enseñanza de la agricultura se orientaba sobre dos
direcciones: la enseñanza práctica orientada a formar personal para obtener
resultados en el inmediato plazo, y, la enseñanza teórica y los conocimientos de las
ciencias naturales para establecer la agronomía como ciencia 9. Colombia
experimentaría un retardo de un cuarto de siglo frente a América Latina en la
creación de escuelas profesionales (Bejarano, 1987:161. sub nuestro). La zootecnia
contó con menos suerte que la agronomía. Sólo hasta 1884 se contrató a Claude
Vericel, para dictar un curso oral de medicina veterinaria, dar enseñanza práctica
en el arte veterinario, prácticas de herraje, estudiar las enfermedades de los
animales domésticos en Colombia, establecer un hospital veterinario y examinar
una vez al mes la carne consumida en la ciudad. El curso de veterinaria habría de

8
El colegio Solano de Duitama en 1880 dictaba cursos sobre el cultivo morera, lino,
manzano, peras, higos, almendros, cereales, hortalizas, fabricación de vino, vinagre
y aceite, cuidado de vacas y lechería, amapola y extracción de opio, fabricación de
instrumentos de hierro y madera. En Santander el Instituto García Rovira; Instituto
Agrícola en Villa de Leiva; Instituto Nariño en Cundinamarca (Bejarano, 1987:157)
En 1874 se estableció la quinta modelo en la hacienda El Chicó (Bejarano,
1987:161).
9
Un positivismo peculiar centrado en el afán utilitario que se sobreponía y limitaba
el quehacer científico. Se cayó en el error de de adoptar y absorber las aplicaciones
de la ciencia antes que la ciencia misma, sin advertir que detrás del excitante
progreso industrial y técnico se oculta el trabajo puro y desinteresado…la
educación se preocupaba ante todo por desarrollar el “espíritu práctico” (Bejarano,
1987:158)…Carrasquilla ponía en claro que el Agrónomo –a diferencia del agricultor
práctico- es el hombre de la teoría, el que estudia la ciencia y trata de sacar los
principios científicos…un agricultor práctico logra deducir algunas leyes de
aplicación especial, no logra explicarlas ni hacerlas extensivas a diversos cultivos ni
a localidades distantes de sus operaciones…en consecuencia Carrasquilla propone
crear una escuela de Agronomía al mismo nivel de la de Medicina y Ciencias
Naturales…creadas en Francia desde 1848 y tempranamente en México en 1854,
Escuela Nacional del Agricultura en Chapingo (Bejarano, 1987:159, 160)

7
abrirse en 1885; como el instituto fue cerrado la experiencia no pudo arrancar, por
lo que dictó algunos cursos en la facultad de medicina (Bejarano, 1987:166, 167) 10.

Después de 1910 la política educativa, al amparo del desarrollo cafetero que


crearía una demanda por técnicos, sería más sistemática y favorable a la
agricultura, aunque se le vio como forma de fomento por lo que estos estudios
quedaron adscritos al Ministerio de Agricultura y Comercio (recién creado en 1913)
y no al de Instrucción pública. En la enseñanza media se buscaba que quienes la
acogieran tuvieran la capacidad de dirigir una explotación agrícola. La Ley 3 de
1914 crea el Instituto de Veterinaria y Agricultura, escuelas prácticas, estaciones
experimentales, oficinas de meteorología, estudio de insectos nocivos, análisis de
tierras y aguas, fito-introducción y distribución de semillas. Ese instituto se
transformaría en la Escuela de Agricultura tropical en 1918 y cerraría puertas por
falta de recursos en 1925.

Se procuró popularizar la enseñanza al complementarla con la circulación de


boletines o publicaciones que se orientaban hacía los labriegos. Ya en estos años se
contempla la creación de estaciones experimentales en los 3 pisos térmicos 11: para
aclimatar y dar ejemplo y consejo a los agricultores. Como leyes de fomento y no
educativas, se establece que en las escuelas primarias se imparta enseñanza
elemental en agricultura y zootecnia, también se habla de una enseñanza
postescolar rural, para formar agricultores más conocedores de los instrumentos
técnicos. En 1911 se crea la Facultad Nacional de Agronomía en Medellín 12. El
ministerio de Agricultura creado por iniciativa de Uribe U en1913, trajo la misión
Belga de Denemoustier en 1915 para establecer la Escuela de Agronomía en
Bogotá -con vida corta- y la Granja Experimental de la Picota. En 1928 se crea la
Granja Experimental de Palmira con intervención de una misión Británica, debía
dedicarse al algodón, pero perduró gracias a que se dedicó a la caña. En 1917 se
creó el Instituto Bacteriológico Central en Bogotá; en 1925 la gobernación del
Tolima creó una escuela ambulante para el cultivo y beneficio del café, con base en
becas, que eran compensadas con trabajo para el Departamento por un año
(Bejarano, 1987:184).

La misión austriaca de Both A. Careth, estableció una regionalización de Estaciones


Experimentales (la picota, Armero, Tolú Viejo, Palmira, Antioquia y Meta), lo que

10
Bejarano no sigue más la pista a Vericel, por tanto no da cuenta de cómo hacía 1893 impartiría cursos regulares de
los que resultan la formación del primer veterinario colombiano, Federico Lleras Acosta, posterior padre de los
estudios bacteriológicos en Colombia.
11
Bogotá, Medellín (café, algodón, tabaco), escuela tropical (banano, cacao); el criterio regional evita la duplicación
de estudios.
12
Su origen fue la escuela práctica creada por Pedro Justo Berrio. Al ser reestructurada en 1927 por la misión
Chardon de Puerto Rico, sería la base de la Facultad de Ciencias Agropecuarias a mediados de los 30s

8
permitió un notable fortalecimiento de la educación agronómica y de la
investigación en las estaciones. (Bejarano, 1987: 180-184).

Tan lento proceso de aclimatación de la enseñanza y de las instituciones y


organizaciones, es explicado por Bejarano, por la fuerza del contexto:…La
inestabilidad de un sector exportador, de carácter especulativo, no generaría una
demanda de técnicos, fracasos en los que también contó, aparte de la falta de
recursos, una cultura aristocrática que consideraba indignos los oficios. Alejandro
López cuestionará la creencia de que la mera enseñanza de las técnicas era capaz
de transformar la agricultura, (por el contrario) la poca demanda de las técnicas era
la expresión del atraso agrícola; lo que faltaba eran empresarios agrícolas.
Agrónomos y veterinarios sólo tendrán empleo como auxiliares del gobierno para
dominar las epidemias e infecciones (Bejarano, 1987:180).

La década de 1920 transformó el cuadro general de la agricultura nacional:


desmorone de la hacienda tradicional, surgimiento de nuevas zonas agrícolas
gracias al auge ferrocarrilero, expansión industrial y urbanización. Fueron factores
que presionaron la demanda de bienes agrícolas y la expansión cafetera. (Bejarano,
1987:185). En 1931 se creó el Consejo Nacional de Agricultura que se fija como
metas: promover la investigación y la extensión a través de escuelas, promover la
extensión a los trabajadores y establecer institutos en Palmira, Medellín, Bogotá,
desde los cuales se haga difusión técnica, adelantar la adquisición de razas y
maquinaria para los pequeños agricultores. Desde 1930 se proyecta la búsqueda de
la autosuficiencia, la conservación de los bosques e incentivar los cultivos agrícolas
tropicales (café, cacao, copra, hierbas aromáticas, banano, caucho). La Ley 5 de
1945 establecería un Plan Quinquenal en busca de fortalecer la extensión
atribuyendo a las políticas de transferencia y demostración un papel importante en
la educación, lo que parecía ser el primer intento coherente para alcanzar la
modernización.

Igualmente se insiste en fortalecer las facultades de agronomía y las estaciones


experimentales. Desde 1916 hasta 1925 funcionó en Bogotá la Escuela Superior de
Agricultura y en 1926 el Ministerio de Industria creó –por recomendación del
austriaco Both- un programa de demostración e investigación, procurando
establecer tres estaciones experimentales en los 3 climas (la Iracá en el Meta y el
Nus en Antioquia). La Ley 132 de 1931 determina como función directa del Estado
el fomento y el desarrollo de la investigación, la necesidad de su regionalización, la
relación directa entre investigación y educación, la promoción, el fomento y la
evaluación (Bejarano, 1987: 186-189). Son esfuerzos asistemáticos sometidos a
frecuentes cambios de programas, trabajo, escasez de personal y carencia de

9
recursos; pero hubo momentos en que a nivel nacional se contó hasta con 40
granjas experimentales e institutos, resultado de las recomendaciones de Misiones
como la Denemoustier. La Ley 11 de 1923 creó la Oficina de Sanidad Agrícola para
atender la parasitología y atender las importaciones. En 1928 se reorganiza el
Departamento de Agricultura del Ministerio de Industria y se establecen programas
para la importación de razas, investigación en entomología, los efectos de los
fertilizantes mediante el establecimiento de un laboratorio de química agrícola y
establecimiento de campos demostrativos y granjas experimentales.

Hacia 1936 se establecen las Granjas Infantiles Padre Luna, que en 1941
entregaban el titulo de agrimensor. Por recomendación de la Misión Pedagógica
Puertorriqueña de Lorenzo García Hernández, se les encomendó la formación de
maestros rurales. En 1943 se registran 30 de estas escuelas que a la vez eran
estaciones experimentales, con 1.000 estudiantes, siempre con la influencia
Europea. En 1947 se contaba con 3 facultades de agronomía, la de Medellín 1925,
Palmira 1934 y Manizales 1947. La SAC se interesó en la creación de la facultad de
Bogotá a fines de los 40s; en Nariño se abrió una escuela en 1947 que cerró en
1953; en el Tolima funcionó a partir del 60. Desde su creación el Fondo del Café se
había comprometido en establecer granjas experimentales y demostrativas en las
zonas cafeteras. Resultado de esto es que la estación La Esperanza de Chinchiná se
transformó luego en Cenicafé que capacitaba profesionales, desde 1935 se
registraba el funcionamiento de 11 comités con sus respectivas granjas (Bejarano,
1987: 194-1969).

En 1947 llegó la misión Johnson que organizó los trabajos de extensión y originó los
primeros programas de formación de agrónomos en el extranjero. En 1943 se
estableció la Misión Rockefeller que en 1950 implantó la estación en Tibaitatá que
hizo importantes donaciones a las facultades y trabajo especialmente en el
fitomejoramiento. La labor de mejoramiento de semillas en arroz, caña, naranja,
papa, maíz, trigo, algodón, en las estaciones de Palmira, Armero, etc., tendría
notorios efectos en los rendimientos a partir del segundo cuarto del S XX, cuando
en algunos productos se obtuvo rendimientos superiores en un 100% a los
tradicionales, y se empezó a avanzar en la fertilización controlada (Bejarano, 1983:
196-203).

Síntesis: Desde los albores de la independencia la preocupación por el atraso productivo del
país, llevo a impulsar, por cuenta de personas ilustradas y de productores aventajados,
inquietudes que inicialmente se relacionaron con la instauración de jardines botánicos y la
formación de Sociedades de Amigos del País y de Clubes de Agricultores – que no de
organizaciones gremiales-. Estos grupos, de cuenta propia se ocuparían del desarrollo de

10
publicaciones especializadas, la importación de algunas maquinarias, la introducción de
semillas, la realización de ferias agropecuarias y la promoción de la probable venta de
productos nacionales en el extranjero. Hacia la década del 70 del s xix, cuando estas
iniciativas cobran más forma, esos clubes y asociaciones consiguen interesar al gobierno por la
educación agrícola y por la creación de Departamentos e Instituciones que al interior de los
Ministerios de Hacienda, el Tesoro o Industrias, se ocupen expresamente de los asuntos
agrícolas. En la mayoría de oportunidades los miembros de aquellas asociaciones operarían a
la vez como profesores y como funcionarios. De estas iniciativas sobrevendría la esporádica y
discontinua instauración de cursos y cátedras de enseñanza agrícola y en algunos casos el
establecimiento de escuelas de instrucción. Las revistas perdurarían por cortos periodos y los
intentos por recopilar información agrícola y registros de producción y climatología, serían
igualmente eventuales. Más que la formación de escuelas profesionales, las escasas iniciativas
educativas con algún éxito se registran a de educación media, con centros de instrucción
agrícola, a los que en algunos casos se les adicionan granjas prácticas.

Terminaría el XIX, y en el siglo XX persisten las inquietudes por enraizar la educación y por
dotar a la actividad agropecuaria un perfil institucional dentro del Estado. Hacia 1909 las viejas
sociedades y asociaciones de amigos darán origen a la SAC y en 1913 crea el Ministerio de
Industrias y Agricultura. Durante este siglo aunque se cuenta con mayor claridad sobre la
necesidad de una formación profesional, el establecimiento de la enseñanza profesional
agrícola tendrá avatares y habrá que esperar a la segunda mitad de la década del 30 para que
se establezcan permanentemente las tres primeras facultades de estudios agrícolas (Medellín.
Palmira, Manizales), actividad que se reforzará hacia el final de la década del 40 con la
creación de escuelas en Bogotá, Ibagué, y Nariño. De otra parte, el interés por impartir una
enseñanza práctica, llevo a su vez a que las escuelas de instrucción estuviesen
complementadas por granjas, que en muchos de los casos a más de cumplir una función
demostrativa, adquirieron el carácter de estaciones experimentales y de meteorología. Aspecto
importante de las granjas y escuelas es que se procuró diferenciarlas por pisos térmicos y por
renglones productivos, en lo que era una aproximación al carácter diverso de nuestra
geografía. Por estos mismos años, en 1926, se crea un laboratorio profiláctico que se entiende
por primera vez de la inspección y el control sanitario. Sólo en las proximidades de los años 30,
en 1928 se estará hablando de estudios de entomología y suelos y de la promoción a la
investigación o de la función estatal de la investigación agrícola (L 132/31).

En tanto en el siglo XX se procuro repuntar hacia la exportación, esas granjas parcialmente


adelantaron labores experimentales en la adaptación y mejoramiento de semillas de frutos
tropicales, café, caña, cacao y banano, consiguiendo mejoras en la productividad.

Característica de buena parte de los intentos realizados hasta prácticamente la década del 30
es su falta de continuidad y de sistematicidad. El hecho puede atribuirse a que la preocupación

11
de aquellos difusores no encontraba el respaldo de una transformación de la estructura agraria
y a la ausencia de un aumento en la demanda de alimentos y materias primas que hicieran
de aquellas iniciativas una necesidad sentida Ya desde 1930 se había creado al interior del
ministerio de agricultura una “división de extensión”, que daba continuidad a los esfuerzos de
impartir instrucción a nivel de la “educación práctica”, pero pasarían algunos años antes de que
se adelantara una actividad continuada y directa con los agricultores; entretanto la difusión, la
transferencia y la motivación operaria de una manera indirecta a través de labor de los técnicos
y del efecto demostrativo desplegado desde las estaciones experimentales y al fomento
representado por con la distribución de semillas. Valga resaltar que ya por esos años se le
adscribía labores de extensión a las granjas experimentales como las de la Federación de
Cafeteros, que la creación de las 30 granjas del Padre Luna, ya son un atisbo de las tareas de
extensión.

Debió esperarse hasta los años 40s antes de que, la Ley 5/ 45 se propusiera “fortalecer la
extensión, la demostración y las granjas experimentales”. Será con la colaboración de la Misión
Rockefeller, al adelantar trabajos expresos de investigación en fitomejoramiento, que como
resultado de estas experiencias se aconseje la realización de experiencias pilotos en extensión
y la creación de una unidad de investigación al interior del ministerio. Valga anotar que un
cuadro como el descrito es incompleto si a la vez no se hace un seguimiento más detallado de
los procesos gremiales y del surgimiento del crédito agrario.

En síntesis, transcurrirían más de 70 años, desde que por primera vez se manifestará la
preocupación por el desarrollo agrícola del país, antes que se definiera expresamente una labor
de extensión, entendida en el supuesto del trabajo directo y continuo, de asesoría y atención de
los productores rurales. En el interregno fueron cobrando forma una serie de actividades
relacionadas con la extensión, tales como el fomento, la transferencia a través de las granjas
demostrativas y las estaciones experimentales, la capacitación y la enseñanza agrícola, la
institucionalización política de la actividad y la organización de los productores. Según se dijo
en la introducción, aunque peculiares, todas ellas son actividades indispensables para abocar
con algún éxito la labor de extensión, pues sin el aporte de las mismas es imposible que pueda
surgir lo que propiamente es una labor de extensión. Valga señalar que la actividad
desarrollada en transferencia, difusión, comunicación, se entendía simplemente como el interés
de dar a conocer, para que se replicaran, las prácticas y las tecnologías provenientes de los
países más desarrollados. Se iniciaba apenas la labor de investigación, particularmente en la
selección y multiplicación de variedades mejoradas. Habría que esperar mucho tiempo antes
de que se propusieran otras alternativas tecnológicas.

2.2 La consolidación agraria y el surgimiento de la actividad de extensión (1945-1970)


(según Mesa Bernal)

12
Síntesis: Una vez consolidada la enseñanza, las Instituciones básicas propiamente agrarias, el
crédito y contando con el aporte de los gérmenes organizativos gremiales, los años 50s y 60s,
serán los de la consolidación de una agricultura empresarial. Una economía agrícola en auge
demandó y permitió el establecimiento de instrumentos de política más nítidos y estables: caso
del crédito y los fondos de fomento principalmente, y, posteriormente los atisbos de una
reforma agraria integral.

Fue un contexto en que los objetivos de política apuntaron básicamente a expresos aumentos
de la producción y la productividad, a la sustitución de importaciones, como forma de respaldo
al proceso de industrialización en marcha, y en algunos casos a la retención de población y a
mejoras en el ingreso de la población rural, asuntos sociales a los que la industrialización no
conseguía dar completa respuesta. En este ámbito se debió apelar a la capacitación y
motivación de los productores empresariales y campesinos. Para esto se acudió a formas
directas de transferencia. Nace la extensión con el trabajo piloto de la Staca, y desde entes
como los Fondos de Fomento. Posteriormente las instituciones que intervinieron en el fomento
de la producción (Caja Agraria, INCORA, Secretarías de Agricultura, los gremios) desarrollaron
mecanismos expresos de extensión, a partir del “crédito asistido” y desde los servicios de
atención de la Federación de Cafeteros.

Se aceleró además el proceso de profesionalización que salto a la formación de postgrados y


de becarios internacionales, hacia finales de los 60s. Además fueron los años de “consolidación
y diferenciación gremial” y surgieron legalmente las primeras organizaciones campesinas e
indígenas (ANUC y ONIC) promovidas desde el INCORA, como asociaciones de usuarios.
Labor complementaria en el desarrollo de organizaciones comunitarias se adelanto desde la
Acción Comunal, impulsada por Camilo Torres y Orlando Fals a comienzos de los 60s. Hay que
rescatar el papel decisivo de formas de capacitación a través de la alfabetización radial desde
radio Sutatenza.

Aunque se reconocía la importancia de la extensión, como actividad profesional no tuvo mayor


reconocimiento. Por tal razón se careció de personal especializado, a más de que como
actividad de fomento siempre ocupó un lugar aleatorio frente al crédito y la misma
investigación. De manera que los recursos fueron escasos e inconstantes, las políticas y
proyectos de extensión nunca tuvieron una cobertura nacional, no se irradiaban más allá del
campo de acción de las instituciones y gremios que tenían a bien acogerlas. El propósito
expreso de la extensión siempre fue la mejora de rendimientos y de abastecimientos, aunque
en algunos casos se haga mención a la dignificación, la mejora del hogar y la comunidad, y la
elevación del nivel de vida.

13
Como se notará, para Mesa la clave de la extensión reside en la capacitación del agricultor
para mejorar la productividad 13; pero si fuera solamente esto sería exclusivamente fomento, de
manera que también debe educar y capacitar para la mejora de la dignidad del campesino, por
mejorar su forma de vida, dotarlo de autonomía y otorgarle incidencia social. Entendida así será
algo más que transferencia, y se aproxima más a un desarrollo integral campesino.

Veamos algunas de las anotaciones que, según Mesa Bernal, pueden fundamentar nuestra
apretada síntesis:

“El apoyo al campesino se inició en Colombia con el “fomento agrícola, la principal


actividad del Departamento Nacional de Agricultura, primero en el Ministerio de
Industria y Comercio y después en los Ministerios de Economía Nacional y el de
Agricultura”. El Plan quinquenal de fomento agrícola, 1945, pretendía convertir el
país en productor de los artículos necesarios para el sostenimiento del pueblo y la
mejor estabilidad de él.

Por esa época se creó el fondo rotario para proporcionar a los agricultores servicios
como semillas, maquinaria, facilidades de mercado, estímulo a las cooperativas.
Contemplaba los trabajos de difusión, propaganda, cine rural, para divulgar los
conocimientos entre los agricultores, también se utilizaban las publicaciones,
carteles y circulares que se preparaban en las estaciones experimentales. (Se)
planteaba bonificación para los agricultores que sembraban plantas de tardío
rendimiento como cacao, caucho, frutales. Se fomentó la huerta casera ideada por
Ospina Pérez, se editó una cartilla de 200.000 ejemplares y repartió 1.450.000
paquetes de 16 tipos de semillas, el fomento a la caña repartía gratuitamente
variedades resistentes.

Además, el ministerio de Educación sostenía las “Escuelas Vocacionales de


Agricultura” y se incluyó en el programa de la Escuela de Agricultura el “curso de
fomento agrícola”, como electiva atendida por profesores de la Universidad de
Puerto Rico. Cada vez el Ministerio daba más importancia a instituciones como la
Caja Agraria, el INA y los congresos de agricultores, el Congreso Forestal solicitó la
creación de un Instituto de Bosques” (Mesa, 1993:236, 237).

“La Ley 75 de 1947 creó el Ministerio de Agricultura y Ganadería que impulsó el


crédito, el fomento, las campañas de sanidad, vivienda, conservación de los suelos,
seguridad en los campos14. Se insistía en que era necesario un servicio de extensión
13
Inscrito en las corrientes del “aprender haciendo”, de la “educación por objetivos” y de lo que se ha
dado en llamar educación informal y educación para la vida.
14
Aunque desde los años 70s del s XIX se incluía la agricultura dentro de la organización Estatal, la adscripción ya a
los ministerios del Tesoro o de hacienda o de industrias y comercio, le restaban posicionamiento institucional y
capacidad de incidir en la definición de las políticas específicas del sector. Sólo hasta 1947 se lo convierte en un

14
semejante al de Puerto Rico y USA, para brindar educación al agricultor y su
familia; se quiso fomentar el cooperativismo y la asistencia técnica. Se solicitó la
colaboración del Departamento de Agricultura de USA el cual envió una misión que
participó en los proyectos de riego de Saldaña y de Coello y realizó ensayos de
riego por aspersión para frutales en Chía. Dejaron la base de proyectos para crear
las divisiones de investigación y economía en el Ministerio, 1951” (Mesa, 1993: 238.
sub nuestro).

“En la década del 40 se incentivó la creación de Federaciones con el fin de


estimular el fomento, la tecnificación y la defensa de los intereses de los gremios
arroceros. También se crearon fondos como el IFA instituto de Fomento Algodonero,
el fondo de Fomento Tabacalero, anexo al IFA, el fondo Cacaotero, FENALCE, entre
otros” (Mesa, 1993: 239).

“En 1941 se crea el Fondo ganadero de Antioquia. En los mismos años el Fondo
Rotario Ovino, aporte de los importadores de lana que pagaban el 2% del valor de
los hilados importados. En los 50, entre la Caja y el INA, crean el instituto zoo-
profiláctico, VECOL. En 1955 nace la Federación Nacional de Ganaderos. Para 1993
habían ya 24 Fondos” (Mesa, 1993:240)

“La Fundación Rockefeller, en 1949, fortalece la DIA –División de Investigación


Agrícola-. Fusionada en 1955 a la oficina de investigaciones especiales de la
Fundación. Gracias a esta labor, se pudo disponer de híbridos y variedades de alto
rendimiento, financiados por la Fundación. En tanto una meta de la fundación era
la formación profesional, muchos profesionales obtuvieron sus postgrados en las
universidades americanas. En 1953 se suscribe un convenio con la Caja para la
multiplicación de semillas. En 1962 se crea el ICA” (Mesa, 1993: 241).

Los servicios gratuitos no eran apreciados por el agricultor, pero igual se debía
hacer extensión. En 1950 se crea la división de extensión y se conserva la de
investigación. En 1953 se crea Staca Servicio Técnico Agrícola Colombo Americano,
con abundancia de recursos, personal, autonomía, material didáctico, importación
de maquinaria. Se inicia con un Programa Piloto en Boyacá, en 1956, que hizo
énfasis en grupos juveniles, aprender haciendo, planear trabajar sobre lo planeado,
hacer lo bueno mejor y lo mejor perfecto para el mejoramiento agrícola del hogar,
(e incidir) en la incorporación de la comunidad… El Ministerio dio énfasis a la
inducción de la mecanización, Staca recibió maquinaria para vender (Mesa,
1993:242).

Ministerio con identidad propia.

15
A partir de 1959 se replicó servicio de extensión Staca. Se acogió su metodología y filosofía
pese a la falta de personal capacitado en la Caja, Fondo Algodonero, Fondo Tabacalero,
Secretaría de Antioquia, arroceros. En 1960 el Congreso Cafetero integró el programa de
servicio de extensión. Hacia 1962 el Ministerio tenía 47 agencias de extensión, con 223 clubes
de jóvenes y 3463 socios. La Federación acogió la filosofía de la extensión pese a que rompía
el paternalismo anterior, en 1962 contaba con 80 seccionales y 134 mejoradoras del hogar,
actividades respaldadas en un fondo rotario que financiaba los proyectos para
avanzar en la diversificación.

En 1962 con apoyo de la Federación se inició el programa de economía del hogar


en la Universidad de Caldas. Una misión del IICA en 1963 dio cuenta de la
existencia de 600 extensionistas en el país sin mayor experiencia y carencia de
especialistas, por lo que se propuso abrir un curso regular de extensión en la
Facultad de agronomía de Medellín. En los 60 y 70 se trabajó más sobre la idea de
fomento que de capacitar y formar. Sólo la federación trabajó con el método de
Demostración de Método Humanizado en los grupos de amistad con gran impacto
(Mesa, 1993:, 240, 244)

En 1958 se creó dentro del Ministerio la Dirección Técnica, que desarrollaría la


política de extensión y fomento y de codirección de Staca, dirección que cesaría
funciones en 1962. En 1963 se logró la creación de la facultad de agronomía en
Bogotá. La extensión –tenía por objetivo- orientar a los agricultores sobre plagas y
enfermedades. Ante la posibilidad de importar maíz se adelantó la operación maíz
(Mesa, 1993:245,246).

En 1963 el DIA se transforma en el ICA que se encargaría de los trabajos de


extensión adoptando la filosofía del Land Grant Collage. Esta institución integró la
investigación, la capacitación universitaria15 y el servicio de extensión. En 1967 el
Ica recibe al IFA y al fondo tabacalero, en general el ICA mostró poco interés por la
extensión, actividad que sólo se concretaría con los Creced en 1992. Además el ICA
se concentró en la investigación en el área comercial. En 1993 la investigación
quedó bajo la orientación del sector privado al crearse CORPOICA (Mesa, 1993: 247,
248)

Para resumir, 1945-1970 han sido los años de mejores realizaciones a favor
del campo y cuando se prestó un decidido apoyo al agricultor: Se creó el
Ministerio, puesta en marcha de los institutos de fomento y de las federaciones,
importancia de la Caja de Crédito y del INA, creación de VECOL, el ICA y el INCORA,
15
Se concretaría en el ICA con la Escuela de Graduados que con la misión Nebraska trajo 32 profesores, formando
98 magísteres y 38 doctores. Entretanto la fundación Rockefeller atendió a 126 becarios en un solo año y dejo un
fondo de fideicomiso en el Icetex

16
llegada de la fundación Rockefeller y de Staca, creación de los Fondos Ganaderos,
del Banco Ganadero y de la Federación de Ganaderos.

En esos años el país efectúo el mayor número de proyectos de fomento y se inició


la extensión con una orientación definida. Se inició la transformación del agro
colombiano y se alcanzó a competir en los mercados internacionales en productos
como algodón, arroz y azúcar. Después empezó a perderse el interés por el país
agrícola, los presupuestos decrecieron, los profesionales perdieron mística y
salieron de los puestos de comando.

Entonces, poco se avanzó en los siguientes 20 años, se circunscribió la


problemática del agro únicamente dentro del contexto económico. El fomento y el
servicio de extensión paso a manos de las federaciones. La extensión se marginó
cuando se decidió llevar al agricultor solamente elementos de transferencia
tecnológica, se limitaron los servicios y se olvidó a la mujer y a la familia. El INCORA
perdió interés por el programa comunitario. La Caja clausuró el sistema de
extensión por objetivos (EDO). La Federación de cafeteros redujo la nómina de
funcionarios en cerca de 1.500. Se consideraba que un extensionista podía ser un
agrónomo o veterinario sin entrenamiento y vocación. No se tuvo como en otros
países políticas a largo plazo, no se consideraba lo agrícola como asunto
estratégico (Mesa, 1993: 250, 251)

Síntesis: Mesa Bernal, director del Ica en sus primeros años y durante muchos años docente de
extensión en la UN, fue el principal animador de la formación en extensión y defensor de las
políticas relacionadas con la misma. Lo que señala sobre los años 1945-1970, del nacimiento
de la extensión y de su real empoderamiento, no puede pasar desapercibido. Agreguemos, sus
consideraciones acerca de que desde finales de los 50 ya existía claridad sobre lo singular que
era la extensión y lo que debía ser su filosofía. Lo que Mesa B no cuestiona es cómo toda la
actividad de extensión en esos años estuvo expresamente atada al paradigma de la revolución
verde.

2.3 Años 70s y 80s: el DRI una estrategia política para la modernización productiva
campesina: del “campesinado viable” a una política de Desarrollo Integral Campesino.

Síntesis: La derrota o negación de los movimientos campesinos de los años 60s y el hundimiento
de los programas de reforma agraria, en la búsqueda de una política paliativa, llevarían a
impulsar programas de modernización productiva ya no exclusivamente dirigidos a los
empresarios sino ahora a los sectores campesinos que contaran con tierra y alguna capacidad
de inversión, esto es viables, para convertir a esos campesinos en pequeños empresarios
agrarios, mediante lo que desde años anteriores se llamaban “programas integrales”, en los

17
que a más de la capacitación técnica se contemplaba la dotación de servicios sociales y de
infraestructura.

A más de modernizadora, la estrategia contemplaba objetivos adicionales de generación de


empleo en el campo, abastecimiento alimentario de las ciudades y mejora de las condiciones
de vida. Si en una primera etapa la concepción productiva fue la convencional, de imitación
agresiva de aspectos de la revolución verde, al cabo del tiempo -en algunos casos- cuando se
intentó dar participación a los campesinos en el diseño de los “planes de los distritos”, se cayó
en cuenta que los campesinos manejaban una “racionalidad tecnológica propia” 16 y que en
consecuencia ni los programas ni las tecnologías podían ser los mismos que se impulsaban
para la agricultura empresarial, que habían otras direccionalidades en la modernización
productiva.

Posteriormente, desde mediados de los años 80 la crítica a la institucionalidad centralizada y al


“paternalismo” de los programas de desarrollo, llevó a un replanteamiento de las estrategias de
implementación de los programas. A más de la incidencia de las autoridades locales, el
reconocer la heterogeneidad de realidades y el buscar que los entes locales y las mismas
comunidades comprometieran esfuerzos propios, llevó a resaltar “la participación”, también con
el objetivo de propender por el desarrollo de la democracia ciudadana. De ello resultaría un
replanteamiento de la institucionalidad para el desarrollo, las entidades centrales a más de
orientar la política serían principalmente entes cofinanciadores. Tres problemáticas nacionales,
las de las regiones de colonización, el conflicto y los cultivos ilícitos, que ya no sólo las de los
campesinos pobres y sin tierra, fundamentaron el concepto de “focalización” y “equidad”, que
llevaría a otorgar prioridad a acciones según el Plan Nacional de Rehabilitación (PNR). Además
de esos presupuestos, el viraje decisivo de los años 85-90 versaría sobre la descentralización
en la ejecución y con los propósitos aparentes de participación.

De otra parte los objetivos productivos ya no eran exclusivos, pues se reconoció la importancia
de otros componentes sociales y organizativos. Hacia el final de los 90 las actividades técnicas
quedaron al mismo nivel de las estrategias organizacionales e institucionales, puesto que la
extensión debería atender tanto la producción agrícola como la organización comunitaria y la
creación de redes y empresas. Así mismo, el Estado perdería el monopolio en la ejecución de
los programas y se le daría igual protagonismo a las organizaciones privadas y gremiales y a
las ONG.

Veamos, en la descripción de Vargas del Valle, quien fuera director del DRI por muchos años,
la percepción que tiene de estas décadas:

16
policultivos, cultivos asociados y alternos, uso de recursos propios, intensificación de la mano de obra, la auto-
subsistencia y el préstamo de mano de obra como forma de amortiguamiento (Véase Siabatto)

18
El impulso a los procesos de industrialización por la CEPAL, apoyada por la Alianza
para el Progreso llevaron a ver el papel del agro como simple abastecedor de
alimentos, materias primas, generador de excedentes mano de obra y
proporcionador de divisas, para lo cual era imperativo modernizarlo. Significaba
modificar la estructura de la propiedad agraria que evidenciaba altos índices de
concentración y bajos niveles de utilización de la tierra; la mayoría de la población
campesina presentaba aberrantes niveles de pobreza y de calidad de vida debido al
escaso acceso a los factores productivos. Se trataba de seguir el sendero de países
como Francia, Usa, Japón y el sudeste Asiático que previamente al proceso de
industrialización, desarrollaron y modernizaron las fuerzas productivas del sector
rural. En este contexto se aprobó la Ley 135 de 1961, con un enfoque integral pues
consideraba que la tierra constituye apenas uno de los factores de producción y
que era indispensable complementar la entrega de la tierra con el acceso a otros
factores y servicios de apoyo a la producción (crédito, asistencia técnica, apoyo a la
comercialización, adecuación de tierras). El INCORA hizo énfasis en la compra de
tierras, muchas de ellas marginales, adelantó ambiciosos programas de
adecuación, pero tuvo dificultades en coordinar el necesario proceso de
acompañamiento y por ello asumió muchas de las funciones de otras entidades
(Vargas del V, 1993:269,270).

En los inicios de los 70, los terratenientes tradicionales ante las numerosas
invasiones, iniciaron un proceso de intensificación de los usos del suelo para lo cual
reclamaron ayuda del Estado, a cuyo efecto se expidió la Ley 5 de 1973 que destinó
importantes recursos financieros para la capitalización. Al mismo tiempo la Ley 4 de
1973 concretó los acuerdos entre los partidos tradicionales con el “Pacto de
Chicoral”, que desaceleró el proceso de reforma agraria, estableciendo “niveles
mínimos de productividad” que significaron la imposibilidad de afectar predios. El
proceso de reforma agraria entró en letargo hasta que se promulgó la Ley 30 de
1988. El propósito de las reformas agrarias parece haber sido más estimular un uso
más intensivo que modificar la estructura de la propiedad (Vargas del V, 1993:271).

Ello motivó al BM a proponer una nueva estrategia de DR que enfatizaba la


dotación de servicios básicos sociales y de apoyo a la producción, distintos a los
procesos de reparto de tierras. Si la reforma agraria hacia énfasis en la dotación de
tierras para nuevos campesinos, el DRI se dirigía a la dotación de los servicios de
apoyo para los campesinos ya establecidos con el fin de convertirlos en eficientes
pequeños empresarios agropecuarios. Con base en el éxito de experiencias piloto
de Cáqueza y Ríonegro se incorporó la estrategia DRI como parte sustancial del
plan de desarrollo Para Cerrar la Brecha que hacía énfasis en la existencia de dos
colombias (una próspera y rica y otra postergada y pobre) y estableció como

19
prioridades el Plan de Alimentación y Nutrición (PAN) y el Desarrollo Rural Integrado
(DRI). El PAN debía resolver necesidades nutricionales de las poblaciones
vulnerables, especialmente madres y niños lactantes en las ciudades y regiones
con mayores niveles de desnutrición. El DRI constituía la estrategia productiva para
modernizar y hacer más eficiente la producción de alimentos en zonas de economía
campesina, especialmente de minifundio andino; comprendía la coordinación de
acciones e inversiones de diversa índole para asegurar la integralidad del
desarrollo, al contemplar aspectos productivos (asistencia técnica y crédito), de
mercado, infraestructura básica (caminos, electrificación, acueductos) y de
servicios sociales (educación y salud). Más que estimular el acceso a la tierra, era
necesario dotarlos de capacidad empresarial, que se lograría a través de asistencia
técnica y capacitación, acompañada de mejores servicios básicos y de
infraestructura (Vargas del V, 1993: 272, 274. Sub nuestros)

Para la Fase I del programa se consiguieron créditos BID y BIRF por Us$ 129.5, en
total Us$ 200 millones con las contrapartidas nacionales. Se atendieron 213
municipios en 8 departamentos, a través de 21 distritos. La ejecución del programa
fue centralizada a través de entidades públicas del nivel nacional, bajo la
coordinación del DNP. Los principales ejecutores fueron el ICA, la Caja de Crédito, el
INCORA, el INDERENA, el Sena, la central de cooperativas (CECORA), el Fondo de
Caminos Vecinales, el Instituto Colombiano de Electrificación (ICEL), el INS, el ICCE
y el Ministerio de Salud. Las evaluaciones demostraron la bondad de la estrategia
tanto para los beneficiarios directos e indirectos (que se beneficiaron de las obras
comunales y de infraestructura), pues se evidenciaron ingresos y calidades de vida
superiores frente a las poblaciones testigo; pero las evaluaciones no mostraron el
impacto diferenciado por componente y se dieron diferencias regionales en el
impacto del programa. Los resultados fueron aceptables en regiones de tradición
campesina, pero modesta en las regiones de campesinos nuevos y de tierras
marginales. Ello corrobora la importancia del acceso a la tierra para las economías
campesinas, pues es alrededor de este factor como el campesino accede más
fácilmente a otros factores y servicios. La participación activa de la comunidad
beneficiaria y de las autoridades locales no fue una preocupación especial,
consecuente con el modelo centralizado; tampoco hubo exigencias de
multiplicación de recursos a través de mecanismos de cofinanciación, lo cual le dio
al programa un tinte centralista y paternalista (Vargas del V, 1993: 274,275. Sub
nuestro).

Hacia 1982 se inició la Fase II, con empréstitos BIRF y BID por Us$ 118, hasta
alcanzar una ejecución de Us$ 330 millones, los municipios de la Fase I seguían
recibiendo atención con recursos ordinarios del presupuesto. La Fase II comprendió

20
124 municipios de 13 departamentos. Se hicieron modificaciones en la ejecución
del programa mediante participación de la comunidad y las autoridades locales en
los “Planes Distritales”, pero tal participación no se institucionalizó y no se permitió
la apropiación crítica de la estrategia por la comunidad que siguió recibiendo el
programa como algo ajeno. En esta Fase se incluyó en la ejecución a las Secretarías
de Agricultura y los Comités de Cafeteros e instituciones especializadas en
comercialización, pero la asignación presupuestal se hacia a través del presupuesto
nacional (Vargas del V, 1993: 275,276, 277).

El DRI como Fondo de Cofinanciación

La Ley 47 de 1985 creo el Fondo de Desarrollo Rural Integrado, con autonomía


administrativa y patrimonio propio, pero debió esperar hasta la Ley 12 de 1986
sobre descentralización, para tener el carácter de ente descentralizado adscrito al
Ministerio de Agricultura. Las Leyes 11 y 12 de 1986 inician el proceso de
descentralización política y administrativa, con la elección de alcaldes y la
asignación de nuevos recursos y responsabilidades a los municipios, dentro de
ellas el desarrollo rural. Pero dado que se argumentó la debilidad administrativa y
financiera de los municipios se atendió a la necesidad de apoyarlos durante el
proceso de aprendizaje, antes de que asumieran plenamente esa responsabilidad.
Al Fondo DRI se le asignó la responsabilidad de ese acompañamiento siempre y
cuando se establecieran reglas claras de gradualidad y selectividad que no
interfirieran el proceso descentralizador.

El decreto 77 de 1987 asignó al Fondo DRI la función de apoyo a los municipios,


además del impulso al desarrollo rural a favor de las economías campesinas,
teniendo especial importancia en la cofinanciación de los programas y proyectos de
desarrollo rural municipal. El “Plan de Economía Social” canalizaría el gasto público
hacia inversiones sociales de alta rentabilidad, a favor de los grupos más pobres y
en torno de planes prioritarios como el Plan de Erradicación de la Pobreza Absoluta
que atendía a la cobertura de servicios básicos de salud y educación. El PNR sería
un replica del anterior DRI en las zonas de violencia. Además se estructuro un Plan
de Desarrollo Integral Campesino (PDIC), aprobado por el CONPES en Abril de 1988,
a cuenta del Fondo DRI, que bajo la guía de los principios de participación y
descentralización, se ocuparía de los municipios más pobres (Vargas del V, 1993:
278, 279). Con la conversión del DRI de entidad ejecutora en entidad financiadora y el
traslado de la responsabilidad del DR y la extensión rural a los municipios, según la Ley de
descentralización, se tendrían los gérmenes de las Umatas.

21
El PDIC pretendió alcanzar 620 de los anteriores 350 municipios del DRI. Otros 350
municipios serían cobijados por el PNR. Se estableció el mecanismo de diagnóstico
para la identificación de los problemas del Desarrollo Rural en cada municipio,
mediante “fichas veredales”, se esperaba amplia participación ciudadana y
promover la concertación en las decisiones municipales, que se conciliarían en el
Comité DRI Municipal en el que además de las autoridades estaban representadas
las comunidades. El PDIC fue concebido como programa a largo plazo, 15-20 años,
y estableció un mecanismo de cofinanciación de proyectos: el Fondo DRI transfiere
a los municipios, a fondo perdido, un porcentaje del total de los proyectos elegibles.
Cada 5 años se revisan los criterios de elegibilidad y la matriz de cofinanciación
para los municipios. El PDIC procuraba complementar los “esfuerzos fiscales de los
municipios”, estimulándolos con nuevas y mayores “transferencias” nacionales.

Ante la vastedad de los problemas de las comunidades rurales se decide concentrar


los esfuerzos en una línea más limitada de productos (proyectos y servicios). Se
eliminan los componentes de crédito, salud, educación, electrificación, para
limitarse a proyectos de impacto más directo en la capacidad productiva de la
región (desarrollo tecnológico, asistencia técnica, comercialización, caminos,
acueductos, organización y capacitación, irrigación). Los proyectos debían
originarse en la propia comunidad, a través de mecanismos de participación y
concertación, para lo cual se apoyaría a las comunidades en los diagnósticos
participativos en los que se identificaban las características sociales y económicas
básicas, sus principales problemas y su prioridad. A esto apuntaba la “ficha
veredal” que se concertaría con el Comité Municipal y después en los niveles
departamentales. La integralidad del PDIC se aseguraba no por la atención a todos
los problemas sino por la integralidad del diagnóstico, pero se buscaba que muchas
de las demandas se canalizaran a través de otras entidades. También se procuró la
“libre concurrencia” de las entidades ejecutoras; de manera que las comunidades
pudieran escoger las entidades que les otorgaran mejores garantías en seriedad,
precios y cumplimiento. La prestación de servicios no debía limitarse a entidades
públicas; la comunidad era libre de escoger el ejecutor (público, ONG o privado).
Tras un préstamo de Us$ 150 millones y la contrapartida, el Fondo ejecutó Us$ 250
millones entre 1991-1995 (Vargas del V, 1993: 280- 283, sub nuestros).

En un esfuerzo por mejorar la estructura administrativa y operativa, el Decreto


2132 de 1992 organizó el sistema de cofinanciación: el Fondo DRI sería un fondo
para la cofinanciación de la inversión rural, complementado por los Fondos de
inversión social (FIS) y el fondo vial de FINDETER, todos con cobertura nacional. Se
eliminaron las oficinas regionales DRI y se crearon unidades especializadas. La
nueva Constitución aportó elementos para definir aspectos básicos de la política de

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Desarrollo Rural, dentro de un marco general, para dar coherencia a los planes,
proyectos y servicios, de manera que los instrumentos (crédito, gestión empresarial
para la comercialización y la agroindustria, desarrollo tecnológico, reforma agraria,
adecuación de tierras, caminos, acueductos, saneamiento básico, vivienda rural,
educación, salud, manejo de recursos naturales, organización campesina) se
ordenaran con base en los criterios específicos, de obligatoria atención en todos los
planes, acciones y proyectos. Esos criterios serían: la competitividad productiva,
participación comunitaria, perspectiva de género y sostenibilidad.

Además se creó el vice-ministerio de Desarrollo Rural, un Consejo Nacional para el


desarrollo Rural, Consejos Municipales y la especialización del PNR. Frente a
anteriores concepciones de apoyo a la industrialización, la concepción
predominante entonces de desarrollo rural era lograr niveles equiparables de
calidad de vida entre los habitantes de las zonas rurales y urbanas, para ello se
debían enfrentar los problemas de una manera holística, de manera que se vinculen
globalmente los aspectos económicos, sociales, productivos, ambientales,
culturales y políticos de las sociedades rurales con los del resto de la sociedad, para
lo cual es necesario entender la importancia de las sociedades rurales en todos sus
aspectos y confiar en que estas sociedades cuentan con sistemas de producción
dinámicos, heterogéneos y diversificados, integrados a los mercados, con
posibilidades de competir (Vargas del V, 1993: 283-286)

PNR y política de mujer rural: estrategias “integrales” y focalizadas para superar la


violencia, la pobreza y alcanzar la inclusión.

En algunos casos sería una política complementaria o competiría con el DRI por
recursos. Más que al propósito de la modernización los objetivos de la política
serían la búsqueda de la gobernabilidad; en consecuencia los proyectos sociales,
comunitarios y organizacionales estarían al mismo nivel que las iniciativas
productivas.

En 1983 se lanza el Plan Nacional de Rehabilitación PNR, como estrategia para la


pacificación de las áreas agobiadas por la violencia para acabar con sus causas,
dentro de las que se ubicaban la ausencia de instituciones públicas y cívicas. Había
que llevar la presencia del Estado a las zonas priorizadas, validando las acciones a
través de mecanismos de amplia participación ciudadana. En consecuencia las
estrategias de Extensión se concentrarían en acciones y actividades de desarrollo
Rural en zonas PNR.

23
Sólo hasta 1986 el Plan adquirió financiación y definición conceptual, la
participación ciudadana se ubicó como estrategia para el desarrollo de la
democracia en las zonas apartadas y atrasadas, experiencia que sirvió para
incorporar en la constitución del 91 los principios de participación ciudadana y una
nueva cultura institucional en el diseño y formulación de proyectos de desarrollo. El
CONPES de 1984 aprobó una Política para la Mujer Campesina, reconociendo su
condición de productoras potencialmente eficientes, pero sin acceso a los servicios
de apoyo; la falta de un desarrollo conceptual condujo a que solo se desarrollaran
algunos proyectos puntuales, pero se conformaron numerosos grupos de mujeres
organizadas que empezaron a ejercer influencia en el movimiento y las
organizaciones campesinas (Vargas del V, 1993: 277, 278. Sub nuestros)

síntesis: Se hace evidente que hacia finales de los 80s más que productivistas y
modernizantes, los objetivos de los planes del DR, viran hacia propósitos de readecuación
institucional, a tono con el replanteamiento del modelo de desarrollo que introducirá en estos
años. Entonces, los conceptos y acciones guía serán: técnicas diagnósticas, cofinanciación,
optimización de recursos, esfuerzo fiscal, subsidio a la demanda, “libre concurrencia” en la
demanda y la oferta de proyectos, género, a más –claro está de- de los principios de
participación y descentralización. Esas adecuaciones institucionales encontrarían expresión en
la Constitución de 199117. Por esto decimos que en relación a las zonas rurales y campesinas,
que pasan a ser el objetivo de la extensión, preocupa ante todo la gobernabilidad que se
espera lograr mediante la reducción de la pobreza y la mitigación del conflicto.

Respecto al paradigma productivo digamos que se abandona la obsesión modernizante, y se


entiende que cada región o municipio, elaborará las propias estrategias en busca de la
optimización de lo ya existente y no de la forzosa modernización, es lo que se esperaba de las
técnicas diagnósticas como herramienta, que serían concretizadas en los “sistemas de
producción”, como herramientas para la caracterización de sistemas de producción y de
productores, a partir de las cuales se diseñarían, local y regionalmente, como reconocimiento
de su diferenciación, los planes zonales y municipales y las respectivos programas de
extensión rural.

2.4 Las Umatas (1990-2005?): más política que programa real. De la descentralización y
la participación a la disolución de las políticas de extensión.

Síntesis: Sugeriremos, como hipótesis, que más que un real interés por modernización
productiva, los intereses Estatales –en relación con las economías campesinas- a partir del

17
La Constitución de 1991 estableció dentro de los principios básicos la participación ciudadana, la
planificación, el fortalecimiento de la democracia local, la descentralización política y administrativa, la
especial protección a las actividades agropecuarias de los pequeños productores, la sostenibilidad de los
recursos naturales y la igualdad de géneros y edades.

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inicio de los programas de liberalización y apertura económica, parecen obedecer
principalmente al aseguramiento de la gobernabilidad. Después de algún impulso inicial, el
impacto real de las políticas importa poco, particularmente en la parte productiva, tal vez
porque se considera que los protagonistas de la productividad serán otros actores económicos
empresariales, economías de escala o acaso algunas Alianzas Productivas. Entonces una vez
se agotan los recursos, se buscan otras justificaciones y se relanza el mismo modelo, pero
manteniendo el presupuesto de adelgazar el Estado y dar protagonismo a lo privado, tratando
de que las propias comunidades, las ONGs, los gremios y empresas prestadoras asuman
responsabilidades y funciones que antes recaían en el Estado. Igualmente será decisivo el
criterio de la cofinanciación, para asegurar aportes comunitarios, de los usuarios, los entes
territoriales, las ONGs y las empresas.

Más importancia que a las inversiones directas, se trata de enfatizar las estrategias y los
discursos organizacionales; mediante la metodología de sistemas, más que a la transferencia
de tecnologías de punta, se opta por la optimización de las tecnologías existentes y por el
desarrollo de propias estrategias de cambio productivo a cuenta de las mismas comunidades.
Aunque se enfatice el discurso modernizador y participativo, ni los resultados productivos ni la
incidencia de las comunidades y la real participación parece ser la deseada. Sin embargo, debe
destacarse que la época introduce la preocupación por lo ambiental y lo sostenible a cuyo
efecto se acude como herramienta a los POT (Plan de ordenamiento territorial).

Veamos la concreción de esas políticas.

Leyes y decretos regulatorios de las Umatas:

La Ley 1 de 1986 sobre descentralización; el Decreto 77 de 1987 sobre asistencia técnica


municipal; los artículos 57,60, 70, 72 de la Ley 101 de 1993 sobre participación, carrera
administrativa de los funcionarios, financiamiento; la Ley 30 de 1993: transferencia de recursos;
la Ley 99 de 1993: sistema nacional ambiental; el Decreto 2132: liquida los DRI regionales; la
Ley 607 de 2000 sobre los Centros Provinciales de Gestión Agro-empresarial. Todas las
anteriores normas han incidido en la forma en que en el país ha prestado en los últimos
tiempos la asistencia técnica al pequeño productor.

Los Principios básicos de funcionamiento, han sido, según el discurso: equidad,


descentralización, participación, sostenibilidad y el enfoque de género.

Dos historias

A comienzos de los 90s la creación de las Umatas se hizo obligatoria a efecto de que los
municipios recibieran recursos de transferencias. El Estado aportaría proporcionalmente al
funcionamiento de las Umatas y de los proyectos de cofinanciación, según una tipología de 5

25
municipios (grandes capitales, municipios mayores, municipios intermedios, municipios
menores -232- y municipios básicos -579-), que atendía a las NBI e índices de ruralidad. La
participación del gobierno nacional con “transferencias”, variaba del 90% para los municipios
básicos, al 50% para las grandes capitales; al final de 5 años en los municipios recaerái buena
parte del funcionamiento, 50% para los básicos, 20%- 10% para las grandes capitales y áreas
metropolitanas.
Con recursos de crédito BID, BIRF, los Fondos DRI, PRONATTA, FIS, FINDETER, iniciaron
convocatorias para “proyectos básicos” y “proyectos especiales”. Tras la inscripción de los
pequeños productores se establecía la planta administrativa básica de cada Umata: aparte del
Director y secretaria, un técnico atendía 150 productores y un profesional coordinaba entre 5-6
técnicos. Todos los funcionarios requerían de registro profesional y se las dotaba de equipos
audiovisuales, parcelas, medios de movilización, en lo que se denominaba “proyecto básico”.

El seguimiento a las Umatas corría a cuenta de las Secretarías de Agricultura y se las


registraba cada 2 años. Su organización partía de un Acuerdo del Concejo Municipal mediante
el cual este se comprometía políticamente a su funcionamiento, se procedía a la inscripción de
su nómina, recursos y programas ante la Secretaría de Agricultura que informaba a la Unidad
Técnica del Ministerio para que desde allí se validaran las transferencias en información a
Minhacienda. Para el funcionamiento de las Umatas era perentorio la formación del CMDR
(Consejo Municipal de Desarrollo Rural, con por lo menos un 50% de participación comunitaria)
y de la Comisión Municipal de Asistencia Técnica. En caso de que las autoridades municipales
no asumieran la iniciativa de conformación de las Umatas, podía ser la propia comunidad la
que organizara el servicio de Extensión y a ella se transferirían los recursos.

Se estableció una clara preferencia por los aspectos de Planeación y de Participación,


mediante la priorización de los problemas y programas y mediante el Diagnóstico según la
metodología de sistemas de producción y con el desarrollo de proyectos por cuenta de las
propias comunidades. Pero también se asumía que correspondía hacer la asistencia técnica a
los predios, según la concepción tradicional de extensión y de sus métodos clásicos.
Atendiendo a las políticas del gobierno nacional, los municipios crearon sus Umatas y en todo
el país se prestó la asistencia técnica gratuita a los pequeños productores desde inicios de
1990.

Al final de la década, La Ley 607/2.000 intento reestructurar las Umatas, a título de darle mayor
importancia a la “elegibilidad” en la prestación del servicio, el cual podría ser incluso privado, y
a este efecto se le entregaría un “subsidio” al pequeño productor. Todo apuntaba a la
promoción de la privatización del servicio. Así mismo se procuró intentar una nueva concepción
en la extensión, propiciando la asociación de municipios, mediante los Centros Provinciales de
Gestión (CPGA). En realidad la Ley 607 fue más bien una corroboración parcial de la pérdida
de importancia de las Umatas; dado que a partir fines de la anterior década, al depender de los

26
presupuestos municipales y con el debilitamiento del cofinanciamiento, la estructura
organizativa de cada Umata se adelgazó, se desarrollaron pocos proyectos y hasta sus
funciones se hicieron confusas, confundiéndolas con las actividades de otras dependencias
municipales como las Oficinas de Planeación. Pero con formalismo y ampulosidad filosófica en
la nueva ley se intentó ocultar la realidad de una política que carecía de financiamiento y de
voluntad política.

2.5. Centros Provinciales de Gestión Agro-empresarial

Con la ley 607 del 2000, que crea los Centros Provinciales de Gestión Agro-empresarial –
CPGA-, empieza el desmonte parcial y lento de las Umatas. Serán organismos de carácter
subregional, justificados con los propósitos de búsqueda de la ‘competitividad’ a partir de las
“regiones fuertes y competitivas”, pero albergaban la no explicita intención de empezar a
privatizar la asistencia.

Los CPGA son declarados obligatorios para acceder a las transferencias; pero dependan
prioritariamente del financiamiento municipal. Su estructura administrativa se convierte en
caprichosa, pues depende de las ‘voluntades’ de los mandatarios locales, y seleccionando los
proyectos a ejecutar y a través de una EPSAGRO –léase Empresa Prestadora de Servicios
Agropecuarios- los lleva a cabo. Así se trasluce la privatización del servicio de asistencia
técnica, que antes prestaban las Umatas gratuitamente. Muchos mandatarios locales no
acogen los CPGA y no han desmontado sus Umatas, o en su defecto han creado Secretarías
de Agricultura municipales, de manera que los CPGA no existan en todos los municipios.

Los CPGA, no responden por funciones precisas. Aparentemente su razón de ser, es


implementar proyectos estratégicos para una subregión determinada; en consecuencia también
varía el enfoque de la asistencia. Aparte de la transferencia y la asesoría tradicional, se espera
enfatizar en la aptitud de los suelos, selección de actividad, orientación en el acceso al
financiamiento, gestión de mercadeo e información sobre precios y mercados, tecnología de
probables procesos transformativos, servicios conexos al DR como asesoría en dotación de
infraestructura, servicio de información tecnológica, viabilidad en la conformación de Empresas
Básicas Agropecuarias y Consorcios Productivos (art. 3 Ley 607 de 2000). Se enfatizará el
hecho de que mediante la información, el uso de registros, la evaluación de las oportunidades
productivas, la búsqueda de nuevos mercados de bienes y servicios, que lo conviertan no sólo
en muy productivo (productividad), sino en más eficiente, el productor no hable de finca y se
llame campesino sino que se conciba como un empresario, y conciba la organización de su
economía de una manera diferente y muy moderna.

De otra parte, la crisis fiscal ha disminuido las transferencias y la fortaleza de los fondos, por lo
que para amainar este déficit se estableció el criterio de elegibilidad: el productor puede

27
escoger quién lo atienda. A este efecto se establecen, supuestamente, fondos de subsidio
para pagar el servicio, se apunta a un modelo de asistencia técnica más contratada o
particular. Se Introduce el criterio de economías de escala, de Cadenas Productivas, Alianzas y
Empresas Agrarias, para intentar involucrar a los pequeños productores en todo el proceso
productivo.

Tanto las Umatas como los CPGA guardan criterios de trabajo común en la definición de Zonas
agro-ecológicas y sistemas de producción; UAF y su cálculo; la estructuración de los CMDR y
la Comisión Municipal de Asistencia Técnica. Otorgan importancia decisiva a los criterios de
planificación: POA (Programa Operativo Anual), PAM (Plan Agropecuario Municipal), Plan
Zonal de desarrollo, POT (Plan de ordenamiento territorial), a los proyectos, en todos los
cuales debe participar la comunidad y contar con el aval del CMDR.

Para atender al modelo de Descentralización se han creado estructuras institucionales


abarcadas en otros organismos como el Sistema Nacional de Ciencia y Tecnología y en el
Programa Nacional de transferencia de Tecnología (PRONATTA), cuando existía. Hay que
resaltar aquí, que lo que un gobierno hace el siguiente lo deshace o desmonta y crea nuevos
entes que no han permitido consolidar procesos de largo aliento y que llevan a que los
productores, que no pueden entender cómo funcionan esos servicios, más bien opten por
ignorarlos. Una de esas estructuras creadas dentro del sistema, con sus niveles, fue la
siguiente:

 Define políticas: Congreso Nacional, Plan Nacional de Desarrollo, CONPES, Ministerio


de Agricultura;
 Según prioridades determina la financiación: Fondo DRI, (ya no existe) Fondo FIS,
PRONATTA (ya no existe);
 Coordina el sistema nacional: unidad de enlace del Ministerio;
 Coordinación regional, capacitación, elegibilidad de proyectos: ICA, Secretarías de
Agricultura, UDECO -Unidades Departamentales de Cofinanciación-(ya no existe);
 Ejecución y realización de la asistencia y de proyectos: Umatas, Gremios,
Universidades, ONG, comunidades, proyectos interinstitucionales;
 Seguimiento: Secretarías de Agricultura;
 Evaluación: Ministerio.

De otra parte se intenta descentralizar las funciones en la investigación y transferencia:


 Investigación y generación de tecnología: ICA, ahora CORPOÍCA, Universidades,
Gremios;
 Ajuste: ICA, CORPOICA;
 Validación: ICA, CORPOICA
 Capacitación: ICA, Universidades, Secretarías de Agricultura, Umatas;

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 Ensayos: Umatas;
 Adopción: productores

Parte de la institucionalidad planteada en el resumen anterior ya no existe. Han sido


reemplazadas o variadas sus funciones, de acuerdo a nuevas políticas, planes y leyes que se
expiden y se van implementando, según el parecer de cada mandatario. Un caso
estrechamente conectado con la extensión es el de CORPOICA, creado en 1993, hoy
prácticamente extinto y que asumió la responsabilidad de la investigación agropecuaria. El
fondo DRI ya no existe, fue fusionado con el INCORA, INAT E INPA en el nuevo INCODER
(decreto 1300/2003), desde su creación, se vio la inconveniencia de esa fusión, y hoy, tan solo
algo más de dos años y medio después de su puesta en funcionamiento, se está, a través de
una nueva ley, quitándole funciones. Las Umatas fueron reemplazadas por los CPGA.

El 25 de julio de 2007 se sancionó la ley 1152 de “Desarrollo Rural”, que va en contra de los
derechos y aspiraciones de las comunidades indígenas, negras y campesinas del país y
además privilegia apetitos de las transnacionales y el capital nacional –por cuanto entrega la
soberanía alimentaria y el campo a sus intereses-, pero que además atomiza nuevamente la
institucionalidad del sector.

Síntesis: La filosofía del funcionamiento de las Umatas será muy similar a las de los Fondo Dri
que las originaron. De novedosa tuvo el que en la década del 90 pretendió ser una política de
aliento con cobertura nacional, a todos los municipios del país, si bien – atendiendo a los
principios neoliberales- se sugería el traslado de las responsabilidades del Estado a los
municipios, a las comunidades e incluso a los entes privados. Cuando en el presente siglo, se
hizo evidente la falta de recursos, se disfrazo el desmonte de las Umatas detrás de un
ampuloso discurso justificatorio (Ley 607/2000 y CPGA), pero lo que en verdad se corrobora es
la falta de una política de Estado respecto a la asistencia técnica. Hoy en día la política de
extensión está prácticamente desmontada y se reduce a la actividad que adelantan con mucho
esfuerzo no todos los municipios, algunas Universidades y ONGs y entes privados como los
Fondos Parafiscales, en los renglones productivos en que han sido creados. El censo Agrario
del 2015, evidenció que sólo el 10% de los productores recibían una asistencia técnica que no
era del todo adecuada, y la Misión Rural no pudo ser más contundente:”la asistencia técnica
sufrió un fuerte debilitamiento por eliminación del (SINTAP), con cobertura
insuficiente (10%). Se presta con una visión lineal, ignora el papel de los
productores en la investigación e experimentación, carece de un enfoque de
conformación de redes, hace uso muy limitado de las TIC. La asignación de recursos
se da través de convocatorias poco apropiadas, con exceso de procedimientos y
falta de continuidad en la provisión de servicios correspondientes; el aporte
departamental y municipal es muy pequeño”.

3. CONCLUSIONES Y PROPUESTAS

La extensión rural en Colombia y en todos los países Tercer Mundistas, ha obedecido más,
desafortunadamente, a la influencia sobretodo de Estados Unidos, que a las verdaderas
necesidades y particularidades de estos países. Este nefasto ‘plagio’ a ultranza, entre otros
factores, ha propiciado el rezago de la agricultura colombiana frente a otros países.

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Pero la peor parte de esas consecuencias las han soportado los campesinos colombianos, a
quienes la inestabilidad en las políticas y el desacierto en su formulación y aplicación, les ha
generado condiciones de atraso, marginalidad, pobreza, desempleo.

De otra parte, a nuestro juicio, una de las causas de los fracasos de las PDR en Colombia, ha
sido la inestabilidad de las políticas; la falta de permanencia en el tiempo no ha permitido
obtener los resultados previstos, pues, aunque ellas deberían ser políticas de Estado, no pasan
de ser políticas de gobierno, teniendo en cuenta el poder hegemónico imperante en ese
momento.

Lo anterior se ha hecho evidente en toda la historia colombiana y el caso DRI no fue la


excepción. Después de haber invertido ingentes recursos en ese programa y haber dispuesto
gran parte de la institucionalidad del país en pro del mismo, se desmontó sin mayores reparos y
se decidió delegar parte de la responsabilidad del DR en manos, entre otras, de una nueva
institucionalidad, las Umatas, a las cuales después de cerca de 15 años de operaciones, les
están dando entierro de tercera, siendo reemplazadas por los CPGA, que es una manera, a
nuestro juicio, absurda, pero efectiva de privatizar la Asistencia Técnica.

Las Umatas, cumplieron y siguen cumpliendo un papel importante en la extensión rural en


nuestro país. En los municipios donde se les dio la importancia que tienen y se les dotó del
personal necesario para cumplir a cabalidad con su función, llegaron hasta rincones alejados e
impartieron asesoría y prestaron la asistencia técnica que requerían los campesinos.

Desde hace más de 3 años, con la Ley 617 de 2000 se empezaron a desmontar las Umatas y a
crear los CPGA. Consideramos que la creación de los CPGA es tristemente la privatización del
servicio de Asistencia técnica que el Estado debe prestar gratuitamente a los campesinos. De
la misma manera que el Estado ha ido privatizando los servicios de salud y educación, con los
CPGA y las EPSAGRO está privatizando este servicio.

Así, en este ir y venir de los Programas de Desarrollo y con ellos de su implementación en el


sector rural colombiano, no podemos dejar de ver con total preocupación como todos los
‘esfuerzos’ por obtener el anhelado DR no pasan de ser ‘quimeras’, pues los campesinos
colombianos siguen cada día más pobres, siendo más desplazados, teniendo cada vez menos
tierra, condiciones de vida más lamentables, menos acceso a los servicios que el Estado debe
ofrecer.

Y mientras, Ellos continúan en ese estado, la concentración de la propiedad de la tierra se hace


mayor, con capitales de dudosa procedencia, adueñándose de las tierras de los campesinos
los grupos al margen de la Ley –paramilitares, guerrilla, narcotraficantes-, Ellos tienen que
abandonar sus parcelas, so pena de ser asesinados o de que sus hijos sean llevados a

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engrosar esas filas del terror y de muerte. Una reforma agraria verdadera es imperativa, porque
de no ser así las consecuencias de la actual situación serán graves, particularmente en lo que
refiere al desempleo y la seguridad alimentaria; pero esta vez, no ahondaremos más en ello.

Los esfuerzos, algunos válidos otros no tanto, por prestar asistencia, asesoría y
acompañamiento a los campesinos colombianos en sus procesos productivos, no han dado los
resultados esperados, en muchas ocasiones porque sin haber probado realmente la eficiencia
de una estrategia determinada, se acaba con ella, solo porque la idea no fue la del gobernante
que llega, lo que no ha permitido permanencia de dichas estrategias en el tiempo para poder
ser medidas en su justo valor. Para el caso que nos ocupa, consideramos que en vez de
implementar los CPGA y las EPSAGRO, se debería reestructurar y fortalecer las Umatas, de tal
manera que cuenten con el personal, equipos y recursos suficientes para sacar adelante los
proyectos que, en unión con las comunidades, se prioricen.

En el país ya hay suficiente institucionalidad y mucha normatividad, para proponer alguna más.
Igualmente, que hay suficientes estrategias para intentar montar una nueva; si queremos
brindar a los campesinos los procesos de extensión rural que el Estado debe ofrecer, se deberá
retomar los artículos 57 y subsiguientes de la Ley 101 de 1993, que daban vida a las Umatas y
que fueron derogados por la Ley 607 de 2000 para crear los CPGA, y revivir las Umatas
brindándoles todo el apoyo que necesitan para poder ejercer a cabalidad sus funciones. La
operatividad del fortalecimiento de las Umatas se daría nombrando, como otrora, profesionales
idóneos, de distintas profesiones y conocedores de su municipio para crear unidades fuertes
que retomen la extensión rural en su localidad; pero que trabajen articuladamente, uniendo
esfuerzos y recursos con los municipios vecinos para ejecutar proyectos comunes, sin
necesidad de crear más organismos que hacen más distante e inaccesible la asistencia técnica
al pequeño productor.

Esa es la forma más expedita y viable de impedir la muerte de la Extensión Rural en nuestro
país, además de que las Umatas en su estructuración y operatividad se articulen realmente
desde el principio con las instituciones del sector presentes en cada región, para que todas las
entidades hablen un mismo idioma y no llegue cada una a sugerir prácticas distintas a las que
sugiere otra entidad, como generalmente ha pasado. La idea es volver a ofrecer una asistencia
técnica integral, donde el mensaje que den las Umatas sea el mismo que ofrezcan las
universidades de la región, el SENA, CORPOICA, EL ICA, las secretarías de agricultura, las
federaciones, etc. Y además que los procesos productivos que se implementen en las regiones
sean concertados con los productores, pensando primero en las ventajas comparativas y
competitivas de cada región, en la seguridad alimentaría de los colombianos y en los planes de
prospectiva de las regiones y del país agropecuario; pero que no se quede en retórica, sino que
se cumpla. Creemos que sí se puede. Lo que hace falta es voluntad política!

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Quizá, si eso se diera, sería posible un campo más amable y humano para contribuir a
dignificar la condición humana de los 15 millones de compatriotas nuestros, que aún viven y
labran día a día los campos colombianos, para brindarnos el alimento que necesitamos los
citadinos.

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