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LAS CUATRO PERSONALIDADES DE LA PSICOLOGIA

CRISTIANA

Es muy común escuchar en nuestros pulpitos y conferencias de sanidad del


alma, que los seres humanos poseemos cuatro clases de personalidades,
estas son las siguientes:

1. Coléricos: Tienen la personalidad fuerte. Siempre quieren tener el


control. Son muy independientes y porfiados. Toman decisiones
instantáneas para sí mismos y para los demás. Una vez comenzada su
carrera, son capaces de atropellar a todo aquel que se oponga a su
camino. Son dominantes y mandones. Cuando llegan a los caminos
del cristianismo, les es muy difícil depender de Dios y confiar en él,
y mucho más difícil someterse a un liderazgo.
2. Flemáticos: Son calmados, serenos, lentos y tranquilos en exceso.
Difícilmente dejan conocer sus emociones. Detrás de su timidez
esconden muchas capacidades. Casi nunca dan rienda suelta a su
enojo o a su alegría. Procuran ser espectadores de la vida y evitan al
máximo quedar comprometidos en puestos de liderazgo.
3. Melancólicos: Perfeccionistas, analíticos, introvertidos, su humor es
fácilmente movido por las emociones. En ocasiones anda triste y
deprimido y en ocasiones alegre y eufórico. No toma la iniciativa de
saludar a la gente sino que espera que lo busquen. Es desconfiado
cuando se le acercan o le sirven. Siente placer en estar triste.
4. Sanguíneos u optimistas: Son cálidos y joviales. Sus sentimientos
predominan sobre sus pensamientos, hablan antes de pensar, son
directos y no tienen tapujos en su boca. Andan alegres por la vida y
lo que más les importa es pasarla bien. Le huyen al dolor o lo ocultan
fácilmente.

Puede ser útil saber las características de cada uno de estos temperamentos,
para poder hacer la tarea de renovar nuestra mente y hacer morir estas
obras de la carne. Sí asumimos que pertenecemos a determinado tipo de
temperamento, podemos correr el peligro de desligarnos y desechar la
gracia. No desechando la gracia de Dios; pues si por la ley fuese la
justicia, entonces por demás murió Cristo” Gálatas 2.21. Recordemos que
“Gracia” es el poder sobrenatural de Dios para llegar a ser lo que no
podemos ser en nuestras propias fuerzas. El justificar y adoptar tipos de
temperamentos basados en que “así nací” y “así soy yo”; serán causa de
muchos sufrimientos y aflicciones en cuanto a nuestras relaciones
interpersonales. No podemos ignorar que “El diablo, como león rugiente,
anda alrededor buscando a quien devorar.” I Pedro 5.8
Uno de los nombres de Satanás es “dedo acusador”. Cuando las personas
asumen ideas y pensamientos negativos todo el tiempo, tales como
sentimientos de odio, venganza, culpabilidad o pensamientos que
engendran desanimo; su final será caer en posos de amargura y odio en su
corazón.
El apóstol Pablo nos advierte muy enfáticamente en la carta a los Efesios:
“Airaos pero no pequéis; no se ponga el sol sobre vuestro enojo. No deis
lugar al diablo”. Esa expresión “dar lugar”, viene de la raíz griega “topos”,
que denota ceder un lugar físico o terreno específico para ser ocupado por
el diablo; es decir, un espíritu inmundo que manipula nuestra mente y
emociones.

Estrategias que usa el diablo para llevarnos a una atadura demoniaca:

1. Cuando el enemigo detecta que estamos jugando con pensamientos


de derrota, melancolía, queja, nostalgia, irritabilidad; o cualquier tipo
de inmadurez espiritual; “caemos en condenación”
“Incurriendo en condenación por haber quebrantado su primera
fe” I Timoteo 5.12; “Quiero pues,… que no den al adversario
ninguna ocasión de maledicencia” I Timoteo 5.14; “que no sean
neófitos (inmaduros) no sea que envaneciéndose caigan en
condenación del diablo.” I Timoteo 3.6

2. Después que caemos en condenación por pensar y hablar


repetitivamente expresiones de inmadurez que destruyen nuestra
mente y dañan nuestra relación con Dios; el diablo tiende un “lazo”,
“una atadura”, de tal manera que nuestra mente y voluntad empiezan
a ser controladas y manipuladas por una fuerza demoniaca.

“Te has enlazado con las palabras de tu boca, y has quedado preso
en los dichos de tus labios.” Proverbios 6.2
“… y que escapen del lazo del diablo, en que están cautivos a
voluntad de él” 2 Timoteo 2.26

3. En el momento en que cedemos el control de nuestra mente al


enemigo y caemos bajo su lazo, somos arrastrados a posos cenagosos
de cautividad, pecado y muerte espiritual; hasta que perdemos toda
sensibilidad al pecado y se nos cauteriza la conciencia.

“por la hipocresía de mentirosos que, teniendo cauterizada la


conciencia…”I Timoteo 4.2; “Porque ya algunos se han apartado
en pos de satanás.” I Timoteo 5.15
Debemos desarrollar la inteligencia espiritual para no dar lugar a caer en
una atadura demoniaca por causa de la imprudencia de nuestra boca. El
encasillarnos con patrones de temperamentos humanos, sería muy parecido
al identificarnos con nuestro signo zodiacal diciendo que los de “libra”
somos melancólicos, tristes y bohemios; mientras que los de “géminis”
somos autoritarios, dominantes y manipuladores. ¡De ninguna manera!,
recordemos, confesemos y establezcamos en nuestra mente lo que Dios
dice que somos.

“Sí estamos en Cristo, nueva criatura somos, las cosas viejas pasaron; y
ahora somos nuevos en nuestra mente”2 Corintios 5.17

“Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas Cristo


vive en mí…” Gálatas 2.20

“…Mas nosotros tenemos la MENTE DE CRISTO” I Corintios 2.16

“Hasta que lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de


Dios, a un varón perfecto, A LA MEDIDA DE LA ESTATURA DE LA
PLENITUD DE CRISTO.” Efesios 4.13

APRENDIENDO A CONVERTIR NUESTRAS AFLICCIONES EN


UN HAMBITO DE MAYOR PESO DE GLORIA.

Lo primero que tenemos que tener en cuenta, es que las palabras que
pronunciemos en el momento de la angustia, determinarán la
solución o gravedad del problema y la pronta victoria, o
prolongación de la aflicción.

El profeta Jeremías, tenía la revelación de esta verdad cuando


advertía: “Dad gloria a Jehová Dios vuestro, antes que haga venir
tinieblas, y antes que vuestros pies tropiecen en montes de
oscuridad, y esperéis luz, y os la vuelva en sombra de muerte y
tinieblas… las ciudades del Neguev fueron cerradas, y no hubo
quien las abriese; toda Judá fue transportada, llevada en
cautiverio fue toda ella.”

¿De qué está contenida la gloria de Dios?

Cuando de tal manera Dios nos amó, la única manera de manifestar


la sustancia de ese amor, es reconociendo que en ese olor fragante
que salía de sus llagas, la preciosa Sangre de Jesús produjo un sonido
de juicio tan fuerte, que aterrorizó los ejércitos del diablo.
La Sangre del Cordero penetró con su gloria el mismo infierno y
abrió las puertas de la muerte. Las cadenas que nos ataban se iban
reventando al paso de la gloria de Jesús por las regiones del Hades, y
los demonios salían aterrorizados al sentir la potencia de su Sangre.
El poder llegó hasta la tumba y demonio la piedra, el resplandor de la
gloria de Dios lo llenó todo, produciendo la resurrección en toda su
potencia.

Ahora entendemos por la revelación del Espíritu Santo, que el poder


de la gloria de Dios, es desatado por el amor que fluye de su preciosa
Sangre; y que en su preciosa Sangre viene inmerso el amor divino
que le da poder a la gloria de Dios.

“Su gloria cubrió los cielos, y la tierra se llenó de su alabanza. Y el


resplandor fue como la luz; rayos brillantes salían de su mano, y
Allí estaba escondido su poder.” Habacuc 3. 3 y 4

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