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EL PERUANO JULIO RAMÓN RIBEYRO

Retrato de un hombre flaco


Biografía del gran escritor que se ganó, con absoluta inocencia, un título onettiano en la literatura
peruana.

ESCRIBIR es inventar un autor a la medida de nuestro gusto" dijo el escritor peruano Julio Ramón
Ribeyro (1929-1994) en una conferencia de prensa en 1984."Quienes leen con detenimiento mis cuentos
o novelas pueden percatarse de que en el fondo soy un humorista. Pero de eso nadie se ha dado
cuenta".

La suave ironía sobre el tono melancólico que recorre su obra, pese a la reconocida excelencia de sus
cuentos, y el desinterés en la promoción de sus libros lo marginó de la suerte corrida por sus amigos
Alfredo Bryce Echenique y Mario Vargas Llosa entre los autores del Boom. Para la agente catalana
Carmen Balcells era un autor sin punch que no iba a llegar a ningún lado, y desde entonces algo de ese
augurio pesó sobre una obra que, celebrada por escritores del continente y traducida a varias lenguas,
ha vacilado entre la admiración y el olvido. Todo indica que Ribeyro no escribía para llegar a otra parte
que al corazón de sus historias.
La editorial de la Universidad Diego Portales de Chile ha publicado un perfil de Julio Ramón Ribeyro
escrito por Daniel Titinger, mientras su amigo Jorge Coaguila no termina una demorada biografía, en
parte porque los herederos limitan la difusión de sus cartas, diarios y textos durante el último período
de su vida. De modo que el libro es un retrato parcial que transita por la crónica y el ensayo, en el
asedio a un escritor que oculta el hueso y exhibe su figura flaca, fraterna, triste, dibujada por el
testimonio de amigos y familiares.

Es la primera aproximación biográfica al autor de cinco consagrados libros de cuentos —los reunió
Alfaguara en una edición de sus Cuentos Completos en 1994—, tres novelas, obras de teatro, ensayos
y dos tomos de diarios personales publicados bajo el título La tentación del fracaso, que lo llevaron a
obtener el Premio Nacional de Literatura del Perú, en 1983, y el Premio de Literatura Latinoamericana y
del Caribe Juan Rulfo, en 1994.
DE AVENTURERO A EMBAJADOR.
Ribeyro nació en una familia de la burguesía limeña, su padre murió cuando Julio Ramón tenía
diecisiete años y desde entonces con su madre y sus tres hermanos sobrellevó una decadencia
económica que no le impidió cursar la carrera de Letras y Derecho en la Pontificia Universidad Católica
del Perú. En 1952 viajó con una beca a Barcelona y durante seis años malvivió en Europa con una vida
bohemia que le impuso trabajar de conserje en hoteles baratos, vender periódicos y cargar bultos en las
estaciones de tren de París, pero le permitió escribir y publicar sus primeros cuentos, ambientados en
los sectores marginales y pobres de Lima. "Hay algo que anda mal en mí —escribió entonces en su
diario— y que me hace inepto para la felicidad". Y más adelante: "No puedo pagar con una frase ni el
precio de un pan".
Regresó al Perú en 1958, trabajó como profesor en la Universidad de Huamanga, en Ayacucho, y dos
años más tarde obtuvo el Premio Nacional de Novela con suCrónica de San Gabriel. Al año siguiente
regresó a Francia, esta vez con mejor suerte, porque Mario Vargas Llosa intercedió para que ingresara
en la Agencia France Presse. Poco después se casó con la peruana y emigrante Alida Cordero, que en
pocos años se convertiría en una importante marchand de obras de arte, tuvieron un hijo, también
llamado Julio Ramón, y gracias a la amistad de Alida con la mujer del dictador Juan Velasco Alvarado
fue nombrado Agregado Cultural en la embajada parisina del Perú, y en 1972 Representante del Perú
en la Unesco, cargo que ocupó hasta 1990 cuando Alberto Fujimori asumió la presidencia del Perú y le
aceptó la renuncia.

Carlos María Domínguezvie mar 6 2015

Ribeyro cumplió con la vida diplomática sin interés, solo era un empleo que en ocasiones le permitía
escribir, y si durante esos años tuvo un Jaguar con chofer y una esposa rica, su salud se deterioró
gravemente. En 1973 fue sometido a dos operaciones de cáncer que le quitaron los ganglios y la mayoría
del estómago. Los médicos le dictaminaron seis meses de vida, pero sobrevivió pese a que era un
fumador de tres cajillas diarias, exceso del que dio cuenta en su libro de cuentos Sólo para
fumadores (1987).
En 1992 Ribeyro se separó de su mujer y regresó a Lima, donde había comprado un pequeño
apartamento. Entonces su obra gozaba de un amplio reconocimiento entre los lectores peruanos y dos
años después el premio Juan Rulfo coincidió con el amor por una muchacha llamada Anita Chávez, con
la que planeó un viaje a Estados Unidos, pero a poco de iniciarlo se descompuso y tuvo que regresar a
Lima donde le extirparon un riñón. Tenía una metástasis muy avanzada que le provocó la muerte el 4
de diciembre de 1994.

Y TAN AMIGOS.
El mejor amigo de Ribeyro fue su hermano, Juan Antonio, que lo apoyó y auxilió a lo largo de los años.
El poeta Antonio Cisneros y sobre todo Alfredo Bryce Echenique compartieron su intimidad. En el
prólogo a la edición de sus Cuentos Completos, Bryce escribió que"Ribeyro ha logrado trasladar el dolor
humano de la poesía de Vallejo a la prosa" y que sus cuentos "tipifican el conflicto de una clase media
moviéndose en el modesto infierno de una sociedad pre-capitalista que se moderniza sin democratizarse".
Ribeyro ha sido personaje en tres novelas de Bryce: Tantas veces Pedro, La vida exagerada de Martín
Romaña y El hombre que hablaba de Octavia de Cádiz. Ambos se frecuentaron en Lima y en París, y
el destino quiso que Bryce se casara con el último amor de Julio Ramón, Anita Chávez, lo que le ganó
un fuerte reparo de Alida Cordero: "tú no te puedes acostar en la misma cama en la que Julio Ramón se
acostó con esa mujer…, pero qué quieres, ¿ponerte también las zapatillas de Julio Ramón?"
La amistad de Ribeyro con Vargas Llosa tuvo un derrotero más escabroso. De la confianza y la mutua
admiración pasó a un progresivo distanciamiento que acabó por enfrentarlos duramente cuando
Ribeyro apoyó el proyecto del presidente Alan García de estatizar la banca y acusó a Vargas Llosa de
alinearse con los sectores conservadores del Perú. Vargas Llosa le retiró el saludo y en el capítulo "El
intelectual barato" de El pez en el agua lo describió como un diplomático que desde los tiempos de
Velasco Alvarado sirvió a todos los gobiernos, dictaduras o democracias, con docilidad, imparcialidad y
discreción. Según los amigos comunes, la novela de Vargas Llosa Travesuras de la niña mala describe
con perfección a Alida Cordero,"una mujer ambiciosa, calculadora y perversa", versión potenciada por su
negativa a permitir la publicación de los diarios de Ribeyro y otros escritos posteriores al año 1978,
unos dicen que por "venganza" y otros por pretender venderlos a un alto precio a las editoriales. En su
libro Titinger matiza las acusaciones y conversa con ella, recoge las palabras de su hijo, los reproches y
testimonios de otros familiares y amigos. Pese al esfuerzo, son demasiadas las preguntas que
permanecen abiertas frente a la vida del escritor, pero es meritoria la recuperación de muchos rasgos
atractivos y misteriosos de este notable narrador que se ha ganado con absoluta inocencia un título
onettiano en la literatura peruana.
Daniel Titinger nació en Lima en 1977. Es director del diario Depor y de la revista Amauta. Fue director
de la revista Etiqueta Negra y es autor de varios libros de crónicas.
UN HOMBRE FLACO. RETRATO DE JULIO RAMON RIBEYRO, de Daniel Titinger. Edición de Leila
Guerriero. Ediciones Universidad Diego Portales, 2014. Santiago de Chile, 166 págs.
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