Corporación Universitaria Minuto de Dios – UNIMINUTO

Facultad de Ciencias Humanas y Sociales – FCHS

Departamento de Filosofía
Problemas sobre Filosofía y arte
Análisis: Estética clásica
Realizado por: Karen Alejandra Acevedo Mojica ID: 664081

EL DISCÓBOLO DE MIRÓN: UNA REVISIÓN DE LA OBRA DESDE

ALGUNAS NOCIONES PLATÓNICAS Y ARISTOTÉLICAS.

“Los que tienen poca vista ven muchas cosas antes que los que ven bien.”

Para comenzar es importante mencionar que,

el respectivo análisis del Discóbolo de Mirón, se
realizará teniendo en cuenta varios aspectos, a saber,
quién la creó y en qué contexto, el estilo y los
atributos formales (tanto perceptivos como
compositivos), entre los cuales se mencionarán:
cómo es la obra., su forma, su actitud, su
composición y su material. De modo que, partiendo
de estos hechos se comenzará a hacer una revisión
de las obras en relación con las nociones platónicas y
aristotélicas trabajadas en clases, a saber, “techné”,
mimesis, catarsis, verosimilitud y belleza.
Finalmente, se dará a conocer un breve comentario

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 acerca de esta simple obra que está abierta a mil
posibilidades según sea vista.

Al echar un primer vistazo a la escultura, se puede ver un hombre bien ejercitado que está a
punto de lanzar un disco, esto se presupone también por el nombre de la escultura misma. Esta es
una lectura muy escueta de la obra, por lo tanto, para poder apreciarla y juzgarla a completitud,
se hace necesario ahondar primero en algunos
Discóbolo o Lanzador de discos aspectos primordiales, comencemos, pues por su
Mirón de Eleuteras autor y el lugar en dónde fue hecha.
450 a.C, Grecia.
155 c.m.
Mirón de Euleteras fue un reconocido escultor y
Copia romana en mármol hallada en 1971
(Discóbolo de Lacelotti)
broncista griego. Su obra es bastante relevante en
Museos Vaticanos, Roma. el arte griego, especialmente porque sus
esculturas fueron creadas en el período clásico.
Sin duda alguna, su obra más relevante hasta el día de hoy ha sido la que trataremos, no obstante,
también fue autor de La Vaquilla, un Perseo, un Hércules, entre otros. Con ello se evidencia que
el autor también dedicó un período de su tiempo a la escultura de Dioses, sin embargo, lo que
más le caracterizó fue la imitación o representación del atletismo mediante esculturas en bronce.

Ahora bien, resulta provechoso a la vez,
remitirse al contexto en el que producía
Mirón, esto fue en el marco de la Grecia
clásica, en la cual había un evidente
antropocentrismo, por lo tanto, una marcada
preocupación por el cuidado del cuerpo; esto
fue evidente también en las artes imitativas,
pues se dio un paso del arte teocéntrico al
antropocéntrico. De modo que, no era
extraño que los jóvenes dedicaran una parte
de su vida a la gimnasia, además, hacía ya
un extenso tiempo que en la antigua Grecia
se venían realizando los Juegos Olímpicos,
los cuales surgieron como un tributo a los
dioses, pues se llevaban a cabo en el
santuario más importante del Dios Zeus, y a
la vez eran una respuesta al contexto en el
que se encontraba Grecia, pues había
constantes guerras, por lo tanto, era
necesario que cada polis contara con un
buen ejército. Si bien en el período clásico la
concepción había cambiado un poco, dicha
tradición se mantuvo junto con la
importancia del cuidado del cuerpo mediante
prácticas como el atletismo o la gimnasia.
El estilo de esta obra pertenece a lo que
se conoce como ‘estilo severo’ o ‘pre-
clásico’, éste se caracterizó porque se
abandonó la frontalidad, es decir, los
hombres o dioses que se representaban en su
mayoría estaban realizando alguna acción,
se abandonó la quietud en la escultura, de
modo que, se comenzó a trabajar la relación
de los miembros del cuerpo y el
movimiento. Además, hubo una apertura al
momento de elegir los seres que se
representaban, (se puede inferir que por ello
Mirón dedico esculturas a divinidades y
hombres por igual). Adicionalmente, los
rostros serios caracterizaron a este estilo, en
ocasiones se expresaba una tenue
melancolía. (Rodríguez, 2016)
Luego de haber introducido algunos
elementos que serán bastante útiles para el
momento del análisis y la revisión, se puede
comenzar entonces a tratar los diversos
atributos con los que cuenta la obra.
En primer lugar, respecto a los atributos
formales se puede decir que, en la escultura
de Discóbolo se puede evidenciar un hombre

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de cuerpo completo y de pie, su corporalidad
se caracteriza por un cuerpo torneado y bien
definido, evidentemente, se dedica al
ejercicio, no resultaría extraño este rasgo en
un ciudadano griego. Además de ello, es
notorio – y no por nada su nombre – tiene un
disco en la mano. Se encuentra de cuerpo
completo, en posición de lanzamiento.
En cuanto a la forma, se nota que en la
estructura hay una clara armonía en la
posición del hombre, pues apoya su mano
sobra una rodilla mientras que con el pie
contrario se apoya sobre el metatarso, lo
cual le permite que mantenga el equilibrio
tanto en su postura como con el peso de su
cuerpo. Dicha armonía también se da,
debido a la distribución de peso que se
genera cuando la parte superior del cuerpo
es inclinada hacia adelante, su plexo no está
recto, mientras que la parte inferior se
encuentra un poco más rígida únicamente
con las rodillas flexionadas y un pie apoyado
en el metatarso - como ya se indicó -.
Por otra parte, en resonancia con el resto
del cuerpo, su cara no está tan trabajada, no
se puede identificar expresamente una
emoción para así poder, al menos suponer,
en qué momento se encontraba, es decir, por
su actitud tan serena y poco definida, no se
puede deducir si estaba en un entrenamiento
o propiamente en una competencia; esto se
debe al estilo que maneja la escultura. En
su figura se percibe además que hay una
concordancia en su aspecto físico, pues tiene
los brazos, las piernas y el abdomen, estas
partes están igual de contorneadas y
trabajadas, es decir, no hay un elemento en
su cuerpo que supere significativamente a
otro.
En segundo lugar, se puede añadir que es
difícil abarcar totalmente algunos atributos,
puesto que, - por ahora - la experiencia
sensible de la obra se limita a lo que en la
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imagen se muestra, es por ello que
elementos como la textura y luminosidad de
la misma son muy poco perceptibles. A
pesar de ello, se sabe que la escultura está
hecha en bronce, puesto que Mirón
consideró que dicho material le resultaría
útil al momento de querer imitar las acciones
de los atletas, esto – claramente – se puede
evidenciar en la obra. El material
seleccionado permite, además, ilustrar al
lanzador de una forma bastante realista,
también, hay un cuidado en los detalles del
cuerpo, lo cual reafirma lo anterior e
introduce la evidente armonía corporal que
ya se había mencionado. De lo dicho se
puede concluir que, la obra tratada es
eminentemente ‘severa’ o ‘pre-clásica’.
Puesto que en este momento se cuenta
con una gama aún más amplia de elementos
que permiten comenzar a rastrear, revisar y
conectar con algunos conceptos platónicos y
aristotélicos. En miras de hacer estas
relaciones más comprensibles, es pertinente,
proceder en primer lugar con los postulados
platónicos, para después ahondar en los
aristotélicos. Sin embargo, antes de
comenzar a dilucidar dicha cuestión, es
importante mencionar que, la noción de
‘mímesis’ que se trabajá, en ambos casos es
entendida como ‘imitación’ 1. Ahora bien,
en lo que concierne al pensamiento teórico
de Platón, se tendrá como base el Libro X
“Nuestra alma es inmortal y nunca perece”,
perteneciente a La república.
Partamos pues de lo que se plasma en la
escultura, esto es, como ya se ha
mencionado con bastante ahínco, un atleta,
más específicamente, un lanzador. Es decir,
esto es lo que se imita, Mirón hizo mimesis
de un atleta. Partiendo de esto, y en
conexión con Platón, se pueden establecer
varios puntos.
1
Este respecto se hará mucho más claro y se tratará
con mayor énfasis a lo largo del análisis.
 En primera instancia, para el ateniense, la
imitación no es bien vista, ya que ésta aleja a
los hombres de la verdad al centrarse
únicamente en las ficciones. Conjuntamente,
dichas ficciones al ser múltiples se alejan de
la idea verdadera, pues “Lo que existe por si,
no lo hace real, sino algo que se le parece,
pero no es real.” (Trad. Pabón, J y
Fernández Galiano, M. 2012, p. 370). En
relación con lo anterior, se puede traer a
colación, además, que el arte imitativo
alcanza muy poco de cada cosa. De nuevo,
con éstas no se hace una plena ilustración de
lo verdadero, por lo tanto, el autor, imita lo
que percibe del atleta, más no lo que éste
verdaderamente es.
En segunda instancia, quien imita, no
conoce stricto sensu, la técnica de quien
imita, de modo que, Mirón desconoce lo que
es el atletismo, por lo tanto, las imitaciones
que realiza, en este caso, la de Discóbolo, no
engloba la verdad. Este es un contundente
supuesto que podría ser desmentido, sin
embargo, no hay alguna fuente que
mencione que el escultor conocía
plenamente dicha técnica.
De ser así, a este respecto, Platón diría
“El buen poeta, si ha de componer bien
sobre aquello que compusiere, es fuerza que
componga con conocimiento o no será de
componer.” (Trad. Pabón, J y Fernández
Galiano, M. 2012, p. 373), esto nos lleva –
de nuevo – al punto anterior, el hombre en
su mayoría conoce ficciones y de éstas,
únicamente, conocerá algunos aspectos,
ergo, la escultura de Mirón no muestra
verdaderamente el oficio del atleta, sólo da a
conocer mediante ella lo que el poeta
percibe, así que, se podría descartar la idea
de que Mirón imitaba a los atletas, y se
reafirmaría lo dicho por el filósofo, a saber,
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“el imitador no sabe nada que valga la pena
acerca de las cosas que imita.” (Trad. Pabón,
J y Fernández Galiano, M. 2012, p. 378)
En tercera instancia, aunque es evidente
que, desde una postura platónica, la obra no
tendría mucho contenido de verdad; la
escultura sí encajaría en el concepto de
belleza planteado por él mismo, pues –
como se mencionó – la obra tiene una forma
armónica y proporcionada, por lo tanto,
simétrica. Adicionalmente, al ser ésta
percibida por el sentido de la vista, se le
podría aplicar el concepto de ‘euritímia’.
En cuarta instancia, antes de comenzar a
hacer una relación con el pensamiento
aristotélico, se puede decir que la obra
cumple con dos estándares que son
congruentes en ambos sistemas filosóficos,
pues gracias a su estilo y demás
características, esta evidencia que en el
trabajo del autor hay un entendimiento de las
leyes universales y la naturaleza en armonía,
de este enunciado, es de donde se dice,
proviene el saber pedagógico del arte. ¿Qué
hay de verdadero en la obra? La postura,
pues ésta evidencia que. al momento de
realizar alguna actividad deportiva, el sujeto
en cuestión debe mantener una cierta postura
según sea el caso, para que de esta forma
pueda ser excelente en la práctica y a la vez
mejorarla.
Habiendo mostrado dicho punto de
confluencia, es pertinente, entonces,
remitirnos a Aristóteles para así establecer
una relación, ésta se entablará partiendo de
lo dicho por el estagirita en su obra La
poética. Es conveniente partir de a noción de
imitación que este ofrece en su obra, pues a
diferencia de su maestro Platón, Aristóteles
considera que lo que se mimetiza en las artes
imitativas son las acciones de los individuos,
más no a los individuos en sí.
Teniendo en cuenta dicha concepción, es
pertinente decir que, el Discóbolo de Mirón
cumple con la concepción de mimesis
aristotélica, pues al ver la escultura, la
atención suele dirigirse a lo que está
haciendo el personaje, esto por su llamativa
postura. El lanzador en sí, es decir, como
individuo, pasa desapercibido, ello puede ser
resultado de su inexpresivo rostro. Ahora
bien, la acción que se imita, parece
pertenecer más a las acciones nobles que a la
vergonzosas, pues como es sabido, el
deporte y el cuidado del cuerpo eran de harta
importancia para los griegos.
Por otra parte, si bien La poética es una
obra que se dedica principalmente al estudio
de la poética en sí misma y ahonda
especialmente en la tragedia, hay ciertos
elementos mencionados en ésta, que se
pueden traer a colación. Por ejemplo, la
organización de los hechos, si bien, en la
escultura sólo hay un personaje, es evidente
que, representa el inicio de una acción; pues
si estuviera en una posición de recepción y
expresara un gesto de alerta, éste podría
representar el medio de una acción, pues
estaría esperando el disco que alguien más
ya lanzó y con el que probablemente
realizaría una acción después, o si por el
contrario, se reconociera que el personaje ha
recibido el disco, se entendería como el fin
de los hechos, pues no habría algo después.
Esta cuestión del inicio llama también la
atención porque se puede entender como el
acto de deliberación, pues dependiendo del
contexto en el que se halle el personaje, éste
elegirá entre una cosa u otra antes de hacer
algo con el disco.
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En concordancia con lo anterior, se puede
establecer una relación entre el concepto de
verosimilitud y la obra, pues el hecho que el
personaje no denote que ya ha realizado una
acción posibilita que se comience a
relacionar con acciones falsas o verdaderas,
probables o improbables. No se debe olvidar
que, desde este autor, quien imita, no solo
imita las acciones, sino que también tiene la
posibilidad de complementar esa realidad
imitada con cosas posibles y necesarias.
Teniendo en cuenta que la noción griega
de ‘techné’ se refería principalmente a la
habilidad o destreza mental, se puede
establecer una conexión con lo que según
Aristóteles imita el arte, esto es, la actividad
intelectual, ello es necesario ya que ésta es
universal. Desde este punto de vista, se
puede decir que en la obra es fácil identificar
la acción que se imitó mediante el
Discóbolo, pues ésta se puede reconocer
desde cualquier parte del mundo,
claramente, se le reconocerá desde el
contexto en el que se encuentre el
observador y esto hará que tenga
percepciones diferentes. Sin embargo,
universalmente, se reconoce que es una
escultura de un hombre a punto de lanzar el
disco.
En relación con el concepto de catarsis, la
obra propiamente no posibilita dicha
purificación para llegar a la felicidad, puesto
que este proceso se da más específicamente
en lo que respecta al desequilibrio y la salud
del alma, es decir, hace referencia a un
proceso que permite el equilibrio y la
armonía, la evacuación de los estados
anímicos excesivos y la liberación de
enfermedades a causa de la desarmonía
psíquica. Si bien la obra va más hacia lo
corporal, ésta también puede promover la
salud del cuerpo, además, la salud también
se puede ver deteriorada por estados
anímicos excesivos, sin embargo, esta
relación entre salud mental y corporal no
estaba tan definida en la antigua Grecia. De
igual forma, se puede mantener esta relación
planteada, pues si se siguen los
planteamientos de éste filósofo, se sabrá que
el ‘término medio’ es uno de los pilares
fundamentales para este sistema de
pensamiento, por lo tanto, no sería
descabellado plantear la posibilidad de un
proceso catártico a partir de la escultura.
Ha sido claro que la obra cambia
demasiado al ser vista desde cada postura,
pues son filosofías bastante contrarias. Sin
embargo, a partir de este paralelo se puede
llegar a una nueva perspectiva, la cual se
dará a conocer a continuación. En primer
lugar, es de destacar que, a pesar de la gran
simpatía que me genera el pensamiento
aristotélico, resulta provechoso en este caso
la obra desde otro punto de vista.
Respecto a la escultura, y en relación con
lo dicho, concluyo que ésta imita una acción,
pero esto no involucra que Mirón tuviera el
conocimiento de la técnica. No obstante,
considero que más que el conocimiento, es
necesaria la experiencia al momento de
realizar una imitación, no creo que sea útil
limitarse y ceñirse a la verdad, cuando ni
siquiera se es consciente de si ésta existe o
no. De otro lado, la obra permite que se den
interpretaciones verosímiles, según sea la
percepción que se tenga de la misma, de esta
manera, considero que, si se estructuran los
hechos en la percepción de una cierta forma,
se le puede atribuir a la escultura un carácter
educativo según la connotación que se le dé
a la acción imitada.

Referencias

Platón (Trad. Pabón, J y Fernández Galiano, M, 2012). Libro X: Nuestra alma es inmortal
y nunca perece. La república (pp. 368 - 401). Madrid, España: Alianza Editorial.

Rodríguez, D (6 de agosto de 2016) El origen de los juegos olímpicos . Recuperado de:

http://www.laizquierdadiario.com/El-origen-de-los-juegos-olimpicos-antiguos

Bibliografía

Anónimo. (7 de diciembre de 2006). Estilo severo o preclásico (primera mitad del siglo
V). Recuperado de: https://arte.laguia2000.com/escultura/estilo-severo-o-preclasico

Aristóteles. (Trad. 1974). La poética. Madrid, España: Editorial Gredos

RepasaDesdeCasa (2015). [ARTE] Grecia – Discobolo (Mirón). [MP4]. De

https://youtu.be/q78rPlZ6Who