AMAR EN LA
DIFERENCIA
Las formas de la sexualidad
y el pensamiento católico
ISBN: 978-84-220-1389-1
Págs.
Presentación a la edición española, por Mons. J. A. Reig Pla... xiii
1. El amor de Cristo nos apremia (2 Cor 5,14)................... xiv
2. Fundamentos generales................................................... xv
3. Fundamentos específicos................................................. xv
4. La terminología.............................................................. xxii
5. La cuestión de la «terapia apropiada».............................. xxiv
6. La «ideología de género» y las teorías Queer y Cyborg...... xxviii
7. Conclusión..................................................................... xxx
Primera parte
EL ACERCAMIENTO DE LAS CIENCIAS HUMANAS
Págs.
2. Los aspectos sociales y somáticos en cuestión.................. 33
a) Desde el punto de vista estadístico, ¿qué supone la
homosexualidad?...................................................... 34
b) Las hipótesis somáticas y traumáticas....................... 35
c) La orientación sexual es el resultado de una repre-
sentación de sí.......................................................... 37
3. Las diversas configuraciones de la homosexualidad.......... 38
4. La problemática psíquica de la homosexualidad.............. 39
a) La función de la elección del objeto homosexual...... 40
b) El rol de la bisexualidad psíquica.............................. 42
c) Los problemas psíquicos en el origen del homoero-
tismo....................................................................... 44
d) Un problema narcisista............................................ 49
e) La homosexualidad es un síntoma............................ 52
5. La problemática social anula la reflexión sobre los oríge-
nes de la homosexualidad................................................ 54
6. Conclusión..................................................................... 58
Anexo: Historia de una normalización................................... 64
Segunda parte
LA CONTRIBUCIÓN DE LA TRADICIÓN
Págs.
a) La tradición sacerdotal (P). Hombre y mujer........... 93
b) La naturaleza de la imagen....................................... 96
c) La humanidad como la imagen de Dios................... 100
2. La tradición yahvista (J): Génesis 2-3 y la enseñanza de
la Sabiduría de Israel....................................................... 105
3. La creación del hombre y la mujer.................................. 108
a) El significado de adam en Gén 2-3........................... 108
b) El jardín y las palabras con las que Yhwh manda al
hombre.................................................................... 110
c) La creación de la mujer y su relación con el hombre .. 112
d) La relación matrimonial como un símbolo de la re-
lación de alianza con Yhwh...................................... 116
4. El pecado del hombre y de la mujer................................ 119
— Existencia disminuida.............................................. 121
5. Los efectos del pecado y la existencia disminuida del
hombre y la mujer.......................................................... 123
a) La vergüenza y el conocimiento del bien y del mal... 123
b) La mujer es juzgada por Dios................................... 124
c) El hombre es juzgado por Dios................................ 128
d) Aunque disminuida, la existencia del hombre y de la
mujer sigue siendo una bendición............................ 129
6. Resumen: la teología de género en Gén 1-3.................... 130
a) La especificidad del género relativo al hombre.......... 130
b) La imagen fracturada............................................... 134
7. La alianza como relación esponsal................................... 136
a) Una visión de conjunto de la enseñanza profética..... 136
b) La interrelación del matrimonio y los términos de la
alianza...................................................................... 138
c) Conclusión.............................................................. 143
d) El Cantar de los Cantares......................................... 144
e) Cristo y la Iglesia, su esposa..................................... 146
f ) Conclusión.............................................................. 151
8. Homosexualidad............................................................. 152
a) Romanos 1,26-27.................................................... 153
b) Supresión de la verdad............................................. 154
c) Supresión................................................................. 160
9. Conclusión..................................................................... 164
La novedad de una visión sobre el cuerpo y la sexualidad: el tes-
timonio de los Padres de la Iglesia, por J. J. Ayán Calvo....... 167
Actitud y práctica de la Iglesia en la época medieval y moderna
sobre la homosexualidad, por M. Faggioni............................ 189
1. Cuestiones metodológicas............................................... 189
2. La sodomía en el Medievo.............................................. 195
Págs.
3. La sodomía entre semen y affectus.................................... 203
4. Tertium genus?................................................................. 210
5. Despertar, castigar, reprimir............................................ 220
Tercera parte
EL FUNDAMENTO ANTROPOLÓGICO
Cuarta parte
LA VALORACIÓN ÉTICA
Págs.
Organismo humano y finalidad, por G. Mazzocato..................... 325
1. Consideraciones introductorias....................................... 325
a) La cuestión.............................................................. 325
b) Los términos............................................................ 327
c) El acercamiento....................................................... 330
2. La cuestión epistemológica............................................. 333
3. La cuestión antropológica............................................... 334
4. La cuestión moral........................................................... 342
Quinta parte
EL COMPORTAMIENTO PASTORAL ADECUADO
Págs.
4. El éxito de la terapia....................................................... 407
— Una respuesta católica.............................................. 408
Sexta parte
DIMENSIONES JURÍDICAS Y POLÍTICAS
2. Fundamentos generales
3. Fundamentos específicos
CIC 2358.
3
CIC 2358.
11
CIC 2359.
12
13
Pontificio Consejo para la Familia, Sexualidad humana…, n.104.
14
Congregación para la Doctrina de la Fe, Carta sobre la atención pasto-
ral…, n.3.
15
Íd., Algunas consideraciones acerca de la respuesta a las propuestas legislativas
sobre la no discriminación de las personas homosexuales (24-7-1992), n.10; cf. en Íd.,
Documentos (1966-2007), o.c.
19
Congregación para la Educación Católica, Instrucción sobre los criterios
de discernimiento vocacional en relación con las personas de tendencias homosexuales
antes de su admisión al seminario y a las sagradas órdenes (4-11-2005), n.2 y 3.
20
Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramen-
tos, «Carta de 16 de mayo de 2002»: Notitiae 436 (2002) 586.
4. La terminología
21
Congregación para la Doctrina de la Fe, Carta sobre la atención pastoral…,
n. 8-9.
22
Lesbianas. Gays. Bisexuales. Transexuales/Transgénero. Intersexuales. Queer.
Asexuales, etc.
23
«La castidad significa la integración lograda de la sexualidad en la persona, y
por ello en la unidad interior del hombre en su ser corporal y espiritual. La sexuali-
dad, en la que se expresa la pertenencia del hombre al mundo corporal y biológico,
se hace personal y verdaderamente humana cuando está integrada en la relación de
persona a persona, en el don mutuo total y temporalmente ilimitado del hombre y
28
OMS, Clasificación internacional de enfermedades CIE-10, apartado F66.1:
«Orientación sexual egodistónica» (http://apps.who.int/classifications/icd10/
browse/2010/en#/F66.1).
6. La «ideología de género»
y las teorías «Queer» y «Cyborg»
7. Conclusión
Livio Melina y
Sergio Belardinelli
1
Juan Pablo II, Audiencia general (20-2-1980); cf. Uomo e donna lo creò. Ca-
techesi sull’amore umano (Città Nuova Editrice-Libreria Editrice Vaticana, Roma
1985); trad. esp.: Hombre y mujer los creó. Catequesis sobre el amor humano (Cris-
tiandad, Madrid 22010) Cateq. XIX, p.142-145.
2. La contribución de la tradición
c) Del análisis emerge una ulterior urgencia, esta vez re-
lativa al lenguaje, sobre todo por lo que respecta a la esfera
pública. Es oportuno que se evite hablar de heterosexulaidad
como de una tipología concreta de sexualidad. La sexualidad
es siempre relacional porque, en su misma identidad, inclu-
ye la relación con el otro sexo. En el debate sobre la llamada
homo-sexualidad, o mejor, sobre fenómenos de tipo homoeró-
tico, se desaconseja utilizar formas de lenguaje que nieguen
algunas características fundamentales de la sexualidad. Por
otro lado, parece oportuno evitar el engaño del prefijo homo,
que conduciría a caracterizar a la persona en cuanto tal, de
modo que la afirmación de la necesidad de la diferencia se-
xual se presenta como discriminatoria. Cuando se expresa una
valoración negativa de la homosexualidad no se discrimina a
las personas con inclinaciones homosexuales, porque su valor
4. La valoración ética
EL ACERCAMIENTO DE LAS
CIENCIAS HUMANAS
Sergio Belardinelli
Pontificio Instituto Juan Pablo II (Roma)
U. Beck, Il normale caos dell’amore (Boringhieri, Turín 1996) 76; trad. esp.:
3
Cf. Ibíd., 79.
4
Z. Bauman, Amore liquido (Laterza, Bari 2007) XI; trad. esp. Amor líquido
5
8
E. Scabini - G. Rossi (eds.), La familia prosociale (Vita e Pensiero, Milán
2002); P. Donati (ed.), Famiglia e capitale sociale nella società italiana. Ottavo rap-
porto Cisf sulla famiglia in Italia (San Paolo, Milán 2003).
9
A. Giddens, La trasformazione dell’intimità, o.c., 148.
12
A. Giddens, La trasformazione dell’intimità, o.c., 167.
15
L. Borghi - A. Taurino, «Coniugalità e generatività nelle coppie omoses-
suali», en L. Fruggeri, Diverse normalità, o.c., 154-155.
16
M. Barbagli - A. Colombo, Omosessuali moderni, o.c., 13.
19
Ibíd., 12.
20
B. Pascal, Pensieri (Città Nuova, Roma 2003) 336.
F. Remotti, Contro natura, o.c., 32. Al respecto, véase el volumen: L. Me-
21
lina (ed.), Il criterio della natura e il futuro della famiglia (Cantagalli, Siena 2011).
22
F. Remotti, Contro natura, o.c., 37.
23
B. Bagemihl, Biological Exuberance. Animal Homosexuality and Natural Di-
versity (St. Martin’s Press, Nueva York 1999).
24
F. Remotti, Contro natura, o.c., 178-179.
25
Ibíd., 177-178.
28
Ibíd., 203.
29
H. Plessner, I gradi dell’organico e l’uomo. Introduzione all’antropologia filo-
sofica (Bollati Boringhieri, Turín 2006) 315-316.
31
Cf. F. Remotti, Contro natura, o.c.
32
R. Spaemann, Persone. Sulla differenza tra «qualcosa» e «qualcuno» (Laterza,
Bari-Roma 2005) 19; trad. esp.: Personas. Acerca de la distinción entre algo y alguien
(Eunsa, Pamplona 2000).
33
S. Belardinelli, La normalità e l’eccezione, o.c.
34
B. Waldenfels, Estraniazione della modernità (Città Aperta, Troina 2005)
100.
35
Cf. L. Fruggeri, Diverse normalità. Psicologia sociale delle relazioni familiari
(Carocci, Roma 2005).
39
Cf. P. Donati, «La famiglia nell’orizzonte del suo essere»: La Famiglia.
Bimestrale di problema familiari 200 (2000) 67-68.
Tony Anatrella
Pontificio Consejo para la Familia (Roma)
Introducción
1
T. Anatrella, Non à la société dépressive (Flammarion, París 1993); trad.
esp.: Contra la sociedad depresiva (Sal Terrae, Santander 1995).
2
Íd., Le règne de Narcisse. Les enjeux du déni de la différence sexuelle (Presses de
la Renaissance, París 2005).
tras que el dúo constituido por dos personas del mismo sexo se
basa en el narcisismo de una relación especular (en el espejo).
a) La cuestión etimológica
siglo xiii, viene del antiguo término francés bogre, que en el siglo xi significaba «heré-
tico», y en el xii, «disoluto o libertino»; el origen de este término está en la palabra la-
tina bulgarus (búlgaro). Los búlgaros eran considerados heréticos a causa de la herejía
bogomil, que apareció en el siglo x en los Balcanes, y que negaba varios sacramentos,
entre ellos el matrimonio.
b) El concepto de homosexualidad
7
Benedicto XVI, Carta enc. Deus caritas est (25-12-2005).
8
A. Spira y otros, Comportements sexuels des français. Rapport au ministre de la
Recherche et de l’Espace (La Documentation Française, París 1993).
9
N. Bajos - M. Bozon (eds.). Enquête sur la sexualité en France. Pratiques,
genre et santé (La Découverte, París 2008) 245. Pero esta constatación es muy alea-
toria pues no permite distinguir entre la experiencia puntual y la práctica regular.
Según las encuestas, la práctica homosexual culmina sobre todo en los 18-39 años,
para reducirse a continuación (p.247). Las infidelidades son más frecuentes en
las relaciones homosexuales masculinas que en la pareja de sexo diferente —un
hombre de cada tres en el ámbito de una relación homosexual relativamente es-
table, frente al 3,5 por 100 de los hombres que viven con una mujer— (p.252).
A partir de las cifras citadas más arriba, el 13,4 por 100 de las mujeres y el 12,4
por 100 de los hombres declaran haber tenido al menos una experiencia homosexual
únicamente antes de los 18 años (p.249). En el curso de los doce meses previos a la
encuesta, solo el 0,8 por 100 de las mujeres y el 1,5 por 100 de los hombres declara
haber tenido relaciones relaciones sexuales con una persona del mismo sexo. El 6,2
por 100 de las mujeres y el 3,9 por 100 de los hombres reconocen haber sido atraidos
por una persona del mismo sexo (idem) y el 3,7 por 100 de las mujeres y el 1,5 por
100 de los hombres no han llevado nunca a la práctica esta atracción (p.250).
12
A. Green, Les chaînes d’Eros (Odile Jacob, París 1996).
13
J. M. Lustiger, «Gradualité et conversion»: La Documentation Catholique
1826 (1982) 315-322.
d) Un problema narcisista
17
S. Freud, Cinq psychanalyses, le cas du président Schreber: une paranoïa (1911)
(PUF, París 1954); trad. esp.: Obras completas, IV (Biblioteca Nueva, Madrid 1987).
19
S. Freud, Névrose, psychose et perversion (PUF, París 1973).
e) La homosexualidad es un síntoma
21
A. Green, La causalité psychique (Odile Jacob, París 1995).
22
J. Bergeret, L’érotisme narcissique (Dunod, París 1999).
En una sociedad en la que los sujetos son cada vez más nar-
cisistas, es comprensible que los fenómenos ligados con el ho-
moerotismo sean valorados. En el contexto actual, es difícil pre-
guntarse por esta cuestión y ver ahí un problema psíquico en
la génesis del desarrollo afectivo de la personalidad. Los líderes
de opinión que se inspiran en la teoría del género consideran
que cada uno es libre de darse la identidad que desee, y quie-
ren sobre todo redefinir la pareja, el matrimonio, la familia, la
concepción, la adopción y la educación de los niños; quieren
explicar a partir de un hecho minoritario, lo que se sostiene
estructuralmente a partir del hecho mayoritario y universal.
Es curioso que la teoría del género 23 afirme que si la diferencia
sexual (hombre/mujer) es secundaria, entonces cada uno es
libre de darse la identidad que desee. Nos encontramos una
vez más con la confusión entre orientación e identidad sexual,
que es el síntoma de la confusión de las pulsiones con el Yo,
que desemboca en la confusión de los sentimientos y las ideas.
La persona permanecería así en los indeterminismos sexuales
primarios. Semejante visión de la sexualidad es regresiva y, a
imagen de algunas producciones del arte contemporáneo, no
ayuda a elaborar la economía de las pulsiones parciales.
26
T. Anatrella y otros, La tentation de Capoue (Cujas, París 2008).
Conclusión
27
L. Melina (ed.), La questione omosessuale: Anthropotes 20/2 (2004) núm.
monográfico.
ANEXO
Historia de una normalización
Sobre la decisión de la Asociación de Psiquiatras Americanos
(APA) de suprimir la homosexualidad de la lista de afecciones
sexuales en 1973
30
Extracto del artículo de J. Berger, «The APA Vote On Same-Sex Marriage:
The Inside Story»: http://www.narth.com/docs/apavote.html.
Aquilino Polaino-Lorente
Universidad San Pablo-CEU (Madrid)
Introducción
1. Libertad y condicionalidad
del comportamiento sexual humano
2. La plasticidad y la complejidad
de la función sexual
1
Juan Pablo II, Audiencia general (21-11-1979), n.2; cf. en Catequesis sobre el
amor humano (Cristiandad, Madrid 22010) Cateq. X, p.104.
2
Cf. A. Polaino-Lorente, «Los cuatro puntos cardinales de la sexualidad hu-
mana», en AA.VV., Cuestiones fundamentales sobre matrimonio y familia (Eunsa,
Pamplona 1980) 465-470; Íd., Familia y autoestima (Ariel, Barcelona 2004).
Íd., Audiencia general (5-3-1980), n.5; cf. en Hombre y mujer los creó, o.c.,
4
Juan Pablo II, Audiencia general (9-1-1980), n.3; cf. en Hombre y mujer los
9
Íd., Audiencia general (14-11-1979) n.2; cf. en Hombre y mujer los creó, o.c.,
14
16
Cf. A. Polaino-Lorente, En busca de la autoestima perdida (Desclée de
Brouwer, Bilbao 72011).
17
K. Wojtyla, Amor y responsabilidad (Plaza y Janés, Barcelona 1960) 17-20.
18
DCE 11.
19
Cf. A. Polaino-Lorente, Madurez personal y amor conyugal. Factores psico-
lógicos y psicopatológicos (Rialp, Madrid 62006); Íd., «¿Cómo saber si se está o no
enamorado?»: Letras de Deusto 27 (1997) n.75, p.13-42.
20
DCE 7.
21
Juan Pablo II, «La familia como communio personarum. Ensayo de inter-
pretación teológica», en El don del amor. Escritos sobre la familia (Palabra, Madrid
2003) 228.
22
C. Caffarra, Ética general de la sexualidad (Ediciones Internacionales Uni-
versitarias, Madrid 2006) 57.
23
Juan Pablo II, Audiencia general (14-11-1979), n.5; cf. en Hombre y mujer
los creó, o.c., Cateq. IX, p.100-101.
24
K. Wojtyla, Amor y responsabilidad, o.c., 17-20.
25
DCE introducción; Benedicto XVI, «Discurso a los participantes en un Con-
greso Internacional organizado por el Consejo Pontificio Cor Unum» (23‑1‑2006);
cf. en Enseñanzas al Pueblo de Dios. II: 2006 (BAC, Madrid 2011) 57-60.
A modo de conclusión
LA CONTRIBUCIÓN DE LA TRADICIÓN
Francis Martin
Dominican House of Studies (Washington, dc)
3
Para un análisis de esta idea, véase E. Gilson, The Christian Philosophy of St.
Thomas Aquinas (Random House, Nueva York 1956) 9-14 y passim.
4
Digo esto a pesar de las pruebas aportadas por B. Batto quien señala que
el matrimonio, o al menos la sexualidad, es importante en el mito de Atrahasis.
Cf. B. F. Batto, «The Institution of Marriage in Genesis and in Atrahasis»: Catholic
Biblical Quarterly 62 (2000) 621-631.
5
Para un tratamiento más largo de los temas aquí tratados, se remite al lector
a F. Martin, «The New Feminism: Biblical Foundations and Some Lines of De-
velopment», en M. Schumacher (ed.), Women in Christ. Toward a New Feminism
(W. B. Eerdmans, Grand Rapids 2004).
6
G. von Rad, «The Theology of Israel’s Historical Traditions», en Íd., Old Testa-
ment Theology, I (Harper & Row, Nueva York 1962) 141. En el pasaje anterior Von
Rad se refiere al significado de las «dos presentaciones» de estas dos fuentes general-
mente identificadas como presentes en el Pentateuco. Mientras que los estudios han
avanzado considerablemente desde el punto de vista racionalista y preocupado por
el texto de los primeros críticos, sigue pareciendo claro que ambas tradiciones están
presentes y artísticamente unidas en los tres primeros capítulos del Génesis y siguen
estando presentes, junto con otro material, en todo el libro. Continuaré entonces,
hablando de una tradición sacerdotal (P) y una tradición yahvista (J), así como de un
«redactor» o «autor final» sin necesidad de ir más lejos en lo que se ha convertido una
vez más en un aspecto complejo y controvertido del estudio del Antiguo Testamento.
7
Para un análisis de estas 10 divisiones del libro del Génesis, cf. G. J. Wenham,
Genesis 1-15, en D. A. Hubbard - G. W. Barker (eds), Word Biblical Commentary, 1
(Word Books, Waco 1987).
La clave para entender los textos sobre los que hemos esta-
do reflexionando, se encuentra en una apreciación de lo que se
transmite con el término adam. De los 47 casos de la palabra
adam en el libro del Génesis, 46 se producen en la «historia
universal» encontrada en los 11 primeros capítulos del Génesis
e incluso ahí se concentran alrededor de los acontecimientos
decisivos de la historia universal: la creación, el pecado, el dilu-
vio y la torre de Babel 8. En los tres primeros capítulos, donde
se considera la humanidad en su constitución y en su estado de
8
Para un completo estudio del término, cf. C. Westermann, «Adam», en
E. Jenni - C. Westermann (eds.), Theological Lexicon of the Old Testament, I
(Hendrickson, Peabody, ma 1997) 31-42.
b) La naturaleza de la imagen
10
Para más información, cf. G. Wenham, Genesis 1‑15, o.c., y C. Wester-
mann, «Genesis 1-11», en Biblischer Kommentar. Altes Testament, I/1 (Neukir-
chener Verlag, Neukirchen-Vluyn 1974) 147‑155. Estas obras contienen amplias
bibliografías. El estudio más completo del pensamiento reciente se encuentra en
G. A. Jonsson, The Image of God. Genesis 1:26‑28 in a Century of Old Testament Re-
search (Almquist & Wiksell International, Estocolmo 1988). Cf., también, P. Bird,
«Male and Female He Created Them: Gn 1:27b in the Context of the P Account
of Creation»: Harvard Theological Review 74 (1981) 129‑159.
11
Este es el significado original del mandamiento: «No te harás escultura ni
imagen (pesel) alguna...» (Éx 20,4; Dt 5,8). Para una excelente discusión de la
prohibición de las imágenes de Yahvé para Israel, cf. G. von Rad, Old Testament
Theology, o.c. I, 212-219.
12
A. R. Millard - P. Bordreuil, «A Statue from Syria with Assyrian and
Aramaic Inscriptions»: Biblical Archeologist 45 (1982) 135‑141.
13
Para un estudio de este salmo, cf. L. Alonso Schökel, Treinta Salmos: poesía
y oración (Cristianidad, Madrid 1981) 63‑78.
14
Mediante la lectura de la forma verbal como una volición indirecta, la frase
dice: «Hagamos a adam [...] para que pueda gobernar...». Es decir: «Vamos a ha-
cerlos capaces de representarnos («a nuestra imagen») para que puedan gobernar».
Si el autor hubiera querido expresar la idea de que ser la imagen de Dios consistía
totalmente en tener el poder, podría haber usado otra forma gramatical (un conver-
tido perfecto): «y entonces dominará...». Volveremos sobre este punto.
15
G. A. Jønsson, The Image of God…, o.c.
16
Cf., ibíd., 155.
22
Cf. J. Barr, «The Image of God in the Book of Genesis. A Study of Termino-
logy»: Bulletin of the John Rylands Library 51 (1968) 1‑26, esp. 25.
30
Así, los verbos en Gén 2,15 [«Tomó (laqah), pues Yahvé Dios a adam y le
dejó (hinniah) en el jardín de Eden»], recuerdan al vocabulario del libro del Éxodo
y a algunas promesas proféticas de la restauración, cf. ibíd., 306. «Tal como dejé a
Adán en el jardín de Edén y le di un mandamiento y lo incumplió, después de lo
cual yo le castigué con la expulsión gritando ekah (literalmente “¿Dónde estás?”,
pero aquí se interpreta: “¡Cómo puede ser!”), así con la nación de Israel. [...] Y así
como traje a Adán y a Eva al Edén, así traje a mi pueblo a la tierra de Israel y les
di mandamientos. Ellos también transgredieron mis mandamientos y los castigué
con el rechazo y la expulsión y lo lamenté gritando ekah (Lam 1,1: “¿Cómo puede
ser?”)» (Genesis Rabbah 19,9). Citado en G. A. Anderson, The Genesis of Perfec-
tion: Adam and Eve in Jewish and Christian Imagination (Westminster John Knox
Press, Louisville, KY 2001) 15.
31
Cf. F. Maass, «Adam», en H. Ringgren - G. J. Botterweck - H. J. Fabry
(eds.), Theological Dictionary of the Old Testament, o.c. I (1974) 75-87; C. Wes-
termann, Genesis 1-11. A Commentary (Augsburg Publishing House, Mineápolis
1984) 201‑203, y la bibliografía ahí reseñada. También, F. Vattioni, «La sapienza
e la formazione del corpo humano (Gen 1:26)»: Augustinianum 6 (1966) 317‑323.
32
Los matices sapienciales de este y otros muchos juegos de palabras han sido
estudiados por J. De Fraine, «Jeux des motsdans le récit de la chute», en Mélanges
bibliques réedigés en l’honneur de André Robert (Desclée et Cie, París-Tournai 1957)
47‑59.
33
Hay lugares en el libro de Job que reflejan la misma noción de haber sido
formado de la tierra y de poseer el espíritu/aliento de Dios. Así Elihú dijo a Job:
«El soplo (ruah) de Dios me hizo, me animó el aliento del Todopoderoso (nish-
mat sadday). […] Mira, soy como tú, no soy un dios, también yo de arcilla fui
plasmado» (Job 33,4.6; véase también 34,14-15). En el mismo sentido, el libro
de la Sabidurìa describe la miserable suerte del alfarero que hace dioses de barro:
«Escoria es su corazón, más vil que la tierra su esperanza, más abyecta que la arcilla
su vida, porque desconoció al que le modeló a él, al que le inspiró un alma activa y
37
La raíz �kl se encuentra más de veinte veces en estos dos capítulos: siete veces
en el diálogo entre Eva y la serpiente, y siete veces en la sentencia de Dios.
38
H. W. Wolff, Anthropology of the Old Testament (Fortress Press, Fila-
delfia 1974) 106‑107, esp. 111. Consúltense los siguientes textos: Sal 115,17;
Sal 88,10‑12; Is 38,18ss; Job 7,21.
39
Es imposible decidir si estas palabras se encontraban de este preciso modo
antes de la integración del capítulo 1 con lo que sigue. En todo caso, el redactor no
pudo no haber captado la fuerza de la expresión en su contexto actual.
40
Diecinueve de los veintiún casos del sustantivo se refieren a la ayuda divina.
Cf. J.‑L. Ska, «“Je vais lui faire un allié qui soit son homologue” (Gen 2,18). A propos
du terme ‘ezer-aide»: Biblica 65 (1984) 233‑38. M. de Merode, «“Une aidequi lui
corresponde”. L’exégèse de Gen 2,18‑24 dans les récits de l’Ancien Testament, du ju-
daïsme et du Nouveau Testament»: Revue Théologique de Louvain 8 (1977) 329‑352.
41
Hay un interesante comentario sobre esta idea en Ecl 4,7‑12, que en parte
dice: «¡Ay del solo que cae!, que no tiene quien lo levante». Hay tambien dos textos
en Eclesiástico que reflexionan sobre la afirmación de Gén 2,18. El mejor texto
reconstruido de Eclo 36,24 diría literalmente: «El que adquiere una mujer, adquiere
el comienzo de la fortuna, (ella es) una ayuda semejante a él (o “una ayuda y una
ciudad fortificada”) y columna de apoyo». En Eclo 13,15‑16, leemos (de nuevo
literalmente): «Toda carne ama lo que es de su propia clase, y todo adam lo que le
es semejante; toda carne según su especie se une, a su semejante se adhiere adam».
45
M. Gilbert, «“Une seule chair” (Gen 2,24)»: Nouvelle Revue Théologique
100 (1978) 66‑89, esp. 67‑71.
otro sentido, la mujer es una ayuda dada por Dios, sin la cual
el hombre, en su soledad, se encuentra en una situación que
«no es buena». Ella ha sido formada a partir de él y a él ha sido
dada para que, juntos, puedan ser lo que no pueden ser estan-
do solos. En resumen, la comunidad de complementariedad
dentro de la raza humana se realiza de un modo particular y
tipológico en la relación entre hombre y mujer, entre marido
y mujer. Como veremos, el Cantar de los Cantares es una ex-
pansión poética del himno de la alegría de Adam.
El autor dirige ahora nuestra atención hacia la relación
conyugal con un comentario que, hablando de la atracción
que el hombre siente por su esposa, especifica la comunidad
descrita en el poema. «Dejar» padre y madre no se refiere a
una acción que ocurre en la sociedad, sino que habla más bien
del cambio en el «centro de gravedad» interior que se produce
cuando un hombre y su esposa comienzan una nueva bayit
o casa dentro del clan. En este sentido, «dejar» y «adherir»
conllevan alusiones de una fidelidad a Yhwh, efecto del hecho
de abandonar a los ídolos. Las alusiones de estos términos a la
alianza también figuran en el sentido «dialéctico» del Cantar
de los Cantares 46. Tanto en su referencia directa como en su
alusión indirecta a la fidelidad a la alianza, la imagen presupo-
ne una relación monógama.
47
J. H. Charlesworth (ed.), The Old Testament Pseudepigrapha, II (Double-
day, Nueva York 1985) 258.
48
Para este versículo, cf. P. W. Skehan - A. A. di Lella, The Wisdom of Ben Sira
(Doubleday Nueva York, 1987) in loc.
49
«[E]n la fenomenología moderna, una experiencia de límite es la que no nos
lleva efectivamente al contacto directo con lo que está al otro lado del punto al
que hemos llegado, pero sí apunta indirectamente hacia ello y nos acerca a ello»:
K. Schmitz, At the Center of the Human Drama. The Philosphical Anthropology of
Karol Wojtyla/Pope John Paul II (The Catholic University of America, Washington,
DC 1993) 143. El mejor análisis fenomenológico de la vergüenza se encuentra en
K. Wojtyla, «The Metaphysics of Shame», en Íd., Love and Responsibility (Straus
and Giroux Inc., Nueva York 1981) 174‑193; trad. esp.: Amor y responsabilidad
(Plaza y Janés, Barcelona 1960).
— Existencia disminuida
53
Este es uno de los seis textos del Antiguo Testamento que atribuye un linaje
a la mujer: Gén 3,15; 4,25; 16,10; 24,60; Lev 22,13; Is 54,3. Textos adicionales
que merecen atención son: Núm 5,28; 1 Sam 2,20; Rut 4,12; Gén 19,32.34; 38,9.
54
Juan Pablo II, Carta ap. Mulieris dignitatem (15-8-1988), n.10, citando
Gaudium et spes, n.24.
mer del árbol. En los dos siguientes versículos, que describen las
consecuencias del pecado, se habla de la pareja en su conjunto,
«entrambos», «el hombre y su mujer», y los verbos están en plu-
ral. En el versículo 9, cuando el equilibrio se restablece en forma
de una acción legal como consecuencia de haber roto el man-
damiento/alianza, Yhwh Dios llama solo «al hombre» y, al ente-
rarse de su desnudez y de su miedo, le pregunta: «¿Has comido
acaso del árbol del que te prohibí comer?».
Resuena aquí el mandamiento de Gén 2,16-17, y se trae
a la memoria la sanción de muerte descrita en términos de
inevitabilidad legal, cuya claridad había sido ofuscada por la
cita que la mujer hace de dicha sanción, como si fuera solo
una advertencia: «De ninguna manera moriréis» (Gén 3,4). El
hombre responde describiendo a quien había sido objeto de
su canto de gratitud como «la mujer que me diste por compa-
ñera», y con esa sola frase se distancia de ella y acusa a Dios 57.
La comunión establecida por Dios se ha convertido en anta-
gonismo. A continuación, Yhwh Elohim pregunta a la mujer:
«¿Qué es esto que (mah zot) has hecho?» La pregunta evoca
inevitablemente la triple repetición de la palabra «esto» (zot)
en Gén 2,23, que en el canto del hombre se refiere a la mujer
misma. No es necesario, sin embargo, hacer preguntas a la
serpiente: en cierta medida, su identidad y sus motivos están
bastante claros.
57
Cf. Job 40,8: «Para afirmar tu derecho, ¿me vas a condenar?».
58
C. Westermann, «Genesis 1-11», a.c., 193.
59
El estado impuro de animales reptiles se declara en Lev 11,42. Para la noción
de los enemigos comiendo polvo, cf. Is 65,25; 49,23; Sal 72,9; Miq 7,17.
60
Cf. C. Westermann, Genesis 1-11, o.c., 259‑60; G. J. Wenham, Genesis
1-15, o.c., 80; U. Cassuto, A Commentary on the book of Genesis. From Adam to
Noah, I (Universidad Hebrea, Jerusalén 1961) 161 (quién traduce el segundo verbo
como «ansiar»).
61
La presencia del pronombre masculino, innecesario en hebreo, se refiere al
«linaje», un sustantivo masculino: «él/ello te aplastará en la cabeza...». Los Setenta
aprovechan esto usando el pronombre masculino «él» (autos) donde deberían haber
usado un pronombre neutro, dando a entender así un individuo singular a través
del cual se implementará la maldición. El sentido general de los diversos targum
en este punto es que cuando los hijos de la mujer (los israelitas) sean fieles a la ley,
golpearán a la serpiente en la cabeza y la matarán. Sin embargo, cuando sean infie-
les, la serpiente les herirá en el talón. Un día, sin embargo, llegará la victoria para
los hijos de la mujer, «en los días del Rey Mesías». Para un estudio de estos textos,
cf. M. McNamara, The New Testament and the Palestinian Targum to the Pentateuch
(Pontificio Instituto Biblico, Roma 1966) 217‑22.
62
Para una breve presentación de los argumentos, cf. W. Wifall, «Gen 3:15 -
A Protoevangelium?»: Catholic Biblical Quarterly 36 (1974) 361‑65.
63
Gén 3,15; 4,25; 16,10; 24,60; Lev 22,13; Is 54,3. Textos adicionales que
merecen atención son: Núm 5,28; 1 S 2,20; Rut 4,12; Gén 19,32.34; 38,9.
64
Para un breve análisis de este momento en la historia del estudio bíblico, véa-
se mi artículo, «Historical Criticism and New Testament Teaching on the Imitation
of Christ»: Anthropotes 6 (1990) 261‑288, esp. 275‑276.
66
La noción de «escuchar la voz» implica algún tipo de obediencia, una adhe-
sión a los deseos de alguien, cf. Gén 16,2; 2 Re 10,6; etc.
Cf. G. von Rad, Genesis (Old Testament Library, Filadelfia 1961) 91.
67
69
Cf. H. W. Robinson, Corporate Personality in Ancient Israel (Fortress Press,
Filadelfia 1964), y sus críticos: J. R. Porter, «The Legal Aspects of the Concept of
“Corporate Personality” in the Old Testament»: Vetus Testamentum 15 (1965) 361-
80; J. W. Rogerson, «The Hebrew Conception of Corporate Personality: A Re-Exa-
mination»: Journal of Theological Studies 21 (1970) 1-16. Para un enfoque equilibra-
do, cf. J. de Fraine, Adam and the Family of Man (Alba House, Nueva York 1965).
70
Las líneas que siguen han sido tomadas en gran parte de mi artículo ya citado:
«The New Feminism: Biblical Foundations and Some Lines of Development».
71
Para un analisis del término y su relaciòn con la unidad dual, cf. A. Scola,
The Nuptial Mystery (W. B. Eerdmans, Grand Rapids 2005) 7-13; 119-123 y passim.
72
A. Frank-Duquesne, Création et Procréation (Ed. de Minuit, París 1951);
H. U. von Balthasar, Theo-Drama. Theological Dramatic Theory, II: Dramatis
Personae: Man in God (Ignatius Press, San Francisco 1992) esp. 365-382; trad.
española: Teodramática, II: Las personas del drama: el hombre en Dios (Encuentro,
Madrid 1992).
demos aun imaginar [...] dos entia en un solo esse, una existen-
cia en dos vidas, pero de ninguna manera dos diferentes frag-
mentos de un todo que se deben montar como un puzle...» 73.
Hay tres formas de considerar al hombre como una unidad
dual: cuerpo y alma, hombre y mujer, individuo y comuni-
dad. Es importante señalar, sin embargo, que hombre y mujer
son una clase única de unidad dual ya que toda la humanidad
existe de manera diferente en cada uno de ellos, y no solo un
simple aspecto de la misma como es el caso alma/cuerpo o de
individuo/comunidad. Por esta razón, la expresión «identidad
y diferencia» es más adecuada.
En términos fenomenológicos, hombre y mujer son al
mismo tiempo, ambos «momentos» y «piezas» 74. En cuanto
momentos, son partes no-independientes de una realidad,
«hombre»: son partes que, solas, no pueden convertirse en un
todo. Esta es su «identidad» como adam. En cuanto piezas,
tienen la cualidad de ser un todo dentro de un todo más gran-
de. Como momentos de la realidad «hombre», son varón y
mujer. Sin embargo, debido a que son personas, son también
piezas, es decir conjuntos que forman parte de un todo aún
mayor. Tienen otra dimensión: su masculinidad y feminidad
constituyen la imagen de Dios; son adam y no una simple
«alma viviente», como cualquier otro animal. De ninguna otra
criatura puede decirse que se trate de una unidad dual en este
sentido de estar constituido a la vez por momentos y piezas.
Los ángeles agotan su especie con su individualidad, y los ani-
males no son un todo como las personas, sino únicamente
individuos. Esto nos lleva a una importante conclusión que
se considerará más detenidamente en breve: la plenitud de la
persona humana se encuentra en la relación, y el análogo prin-
cipal de esta relación se encuentra, fundamentalmente, en las
relaciones entre las Personas divinas y, más en concreto, en la
relación entre Cristo, la Iglesia y cada uno de sus miembros.
A. Duquesne, ibíd., 42-46, citado por H. U. von Balthasar, ibíd., 365-366.
73
b) La imagen fracturada
75
Para un estudio más amplio de lo que aquí se dirá remito al lector a «Israel as
the Bride of Yhwh»: Anthropotes 9 (2000) 129-54.
76
Debo esta observación al utilísimo estudio de E. J. Adler, The Background
for the Metaphor of Covenant as Marriage in the Hebrew Bible. Ph. D. Dissertation
(University of California, Berkeley 1990).
— El adulterio (n’p)
77
Una posible consulta, por ejemplo, L. Alonso Schökel, Diccionario bìblico
hebreo-español (Trotta, Madrid 1994); y, para un especial énfasis en las connotacio-
nes políticas, W. Moran, «The Ancient Near Eastern Background of the Love of
God in Deuteronomy»: Catholic Biblical Quarterly 25 (1963) 77-87.
78
W. N. Clarke, The Philosophical Approach to God: A Neo-Thomist Perspective
(The Fourth James Montgomery Hester Seminar. Wake Forest University, Wins-
ton-Salem 1979) 52.
79
En este sentido es ilustrativo comparar con Mc 10,11: «Quien repudie a su
mujer y se case con otra, comete adulterio contra aquella». (Mt 19,9 dice substan-
cialmente lo mismo).
80
Para un estudio más amplio de este tema, cf. E. A. Goodfriend, «Adul-
tery», en Anchor Bible Dictionary (Doubleday, Nueva York-Londres 1992) 82-87.
En este sentido ha de ser interpretada la «ordalía» prescrita en el caso de una mujer
sospechosa de adulterio, pero no sorprendida en flagrante delicto. También en este
caso lo que preocupa al legislador es la legitimidad de la prole. Cf. M. Fishbane,
«Accusations of Adultery: A Study of Law and Scribal Practice in Numbers 5:11-
31»: Hebrew Union College Annual 45 (1974) 24-45.
81
Una impresionante lista de bendiciones y maldiciones de alianza encon-
tradas en el Pentateuco, especialmente en el libro de Deuteronomio, y que figu-
ran en la predicación profética, es presentada por D. Stuart, Hosea-Jonah, en
J. D. W. Watts (ed.), Word Biblical Commentary, 31 (Word Books, Waco 1987)
XXXIII-XLIII.
82
Para otros textos que vinculan un catálogo de violaciones de la alianza con
el adulterio, cf. D. N. Freedman - B. E. Willoughby, «N’P», en H. Ringgren -
G. J. Botterweck - H. J. Fabry (eds.), Theological Dictionary of the Old Testament,
o.c. IX (1998) 113-18, esp. 116.
— Otros términos
86
R. Knierim, «M’L», en E. Jenni - C. Westermann (eds.), Theological Lexi-
con of the Old Testament, o.c. II, 681.
— Expresiones relacionadas
c) Conclusión
93
K. Rahner, Hearer of the Word: Laying the Foundation for a Philosophy of Reli-
gion (Continuum, Nueva York 1994); trad. esp.: Oyente de la Palabra. Fundamentos
para una filosofía de la religión (Herder, Barcelona 1992).
94
B. Lonergan, Method in Theology (Herder & Herder, Nueva York 1972)
241; trad. esp.: Método en teología (Sígueme, Salamanca 41988).
95
Gran parte de este material se encuentra también en mi artículo ya citado:
«The New Feminism: Biblical Foundations and Some Lines of Development».
96
Para un análisis del sentido espiritual, véase F. Martin, «The Spiritual Sense
(Sensus Spiritualis) of Sacred Scripture», en Íd., Sacred Scripture: The Disclosure of
the Word (Sapientia Press, Naples fl) 2006.
97
P. Benoit, «Corps, tête et plérôme dans les Épîtres de la Captivité», en
Exégèse et Théologie, II (Cerf, París 1960) 135.
98
Esta es la postura de R. Brown en su preciso estudio, The Semitic Background
of the Term «Mystery» in the New Testament (Fortress Press, Filadelfia 1968) 65.
99
San Agustín, Enarrationes in Psalmos, LXVIII, II,6; cf. en: Obras completas
de san Agustín, XX (BAC, Madrid 1965) 786-787. Para una serie de textos patrís-
ticos sobre este mismo tema cf. H. de Lubac, Catholicism. Christ and the Common
Destiny of Man (Ignatius Press, San Francisco 1988) 165-70; trad. esp.: Catolicismo
(Movimiento Cultural Cristiano, Madrid 2006).
100
H. Schlier, Der Brief an der Epheser. Ein Kommentar (Patmos Verlag, Düs-
seldorf 1958) 278.
104
San Agustín, Confesiones, VII, 17,23; cf. en Obras completas de san Agustín,
II (BAC, Madrid 112005) 293.
105
Íd., La ciudad de Dios, XI,6: «Siendo, pues, Dios, en cuya eternidad no hay
cambio en absoluto, creador y ordenador de los tiempos […] no fue hecho el mun-
do en el tiempo, sino con el tiempo»; cf. en ibíd., XVI (62007) 693.
106
Si bien la sucesión, que es un aspecto del tiempo, está claramente presente
en la creación material, los espíritus creados también tienen sucesión al pasar de la
potencia al acto.
107
J. Lacroix, Histoire et mystère (Castermann, Tournai 1962).
108
De una abundante lista de referencias, cito aquí dos: «Por tanto, la Palabra
de Dios siempre muestra al hombre, por decirlo así, los bocetos de las cosas que va
f ) Conclusión
a cumplir en el futuro, los contornos del plan salvador del Padre, enseñándonos así
las cosas de Dios» (San Ireneo, Adversus haereses, IV, 10,1; 20,8-11); «Al final de los
tiempos la Palabra se ha hecho hombre, Jesucristo; pero antes de esta venida visible
en la carne, era ya, aunque no todavía humanado, el mediador de los hombres»
(Orígenes, fragmento de la Carta a los Colosenses [PG 14,1297-1298]).
109
Hay dos textos más (1 Cor 1,1-16; Gál 3,28) que podrían considerarse, so-
bre todo debido a los argumentos feministas con respecto a ellos. Su orientación,
sin embargo, no añade nada significativo de cara a la comprensión del género. Para
un análisis de estos textos se puede consultar: F. Martin, The Feminist Question.
Feminist Theology in the Light of Christian Tradition (W. B. Eerdmans, Grand Rapids
1994).
8. Homosexualidad
110
Véase un excelente estudio sobre este tema, además de los textos extrabíblicos,
en M. Gilbert, «La Bible et l’homosexualité»: Nouvelle Revue Théologique 109
(1987) 78-95.
111
Cf. J. Milgrom, Leviticus 17-22: A New Translation with Introduction and
Commentary (The Anchor Bible 3B; Doubleday, Nueva York 2000), quien añade
respecto al primer texto: «La Biblia no permite ninguna excepción: todos los actos de
sodomía son prohibidos, sea quien sea su autor: rico o pobre, de estatus social alto
o bajo, ciudadano o extranjero». Milgrom no es tan claro en su comprensión de la
homosexualidad en general.
112
Sobre un vocabulario similar en textos judíos, cf. D. Winston, The Wisdom
of Solomon (The Anchor Bible 43; Doubleday, Nueva York 1979) 280.
a) Romanos 1,26-27
b) Supresión de la verdad
— Manifestación
115
Esta traducción requiere entender gnōston en un sentido más clásico y filo-
sófico que el que se encontraría normalmente en esta literatura y en este ambiente,
donde significa «conocido» en lugar de «cognoscible». La mayoría de los comenta-
ristas aceptan aquí el sentido clásico. Cf. S. Lyonnet, «La connaissance naturelle
de Dieu», en Íd. (ed.), Études sur l’Épître aux Romains (Analecta Biblica 120; Ponti-
ficio Istituto Biblico, Roma 1989) 43-70. «En ellos» traduce la expresión en autois,
mientras que autois sería «a ellos». La distinción en griego puede ser meramente
estilística pero me gustaría indicar que en la primera expresiòn puede mediar una
idea comunitaria, mientras que la segunda pone el énfassis en el individuo.
116
Santo Tomás de Aquino, Ad Romanos, Lectura VI, en Super Epistolas
S. Pauli Lectura (Marietti, Roma 1953) p.116, I, 22.
117
«Ahora bien: por medio del don de profecía se confiere a la mente humana
algo superior a su facultad humana en ambos casos, es decir, en cuanto al juicio,
mediante el influjo de la luz intelectual (per influxum luminis intellectualis), y en
cuanto a la recepción o representación de las cosas que se realiza mediante algunas
especies. En cuanto a esto segundo, la doctrina humana (doctrina) puede parecerse
a la revelación profética, pero no en cuanto a lo primero, puesto que el hombre
representa a su discìpulo algunas cosas mediante signos del lenguaje, pero no puede
iluminarle, come hace Dios. De estas dos cosas, la primera es la principal (princi-
palius) en la profecía, porque el juicio completa (completivum) el conocimiento»:
STh. II-II q.173 a.2 c.
118
Íd., De potentia, q.7 a.2 ad 9. Cf. W. Norris-Clarke, «Action as the Self-
Revelation of Being. A Central Theme in the Thought of St. Thomas», en Íd. (ed.),
Explorations in Metaphysics (Notre Dame University Press, Notre Dame in 1994)
45-63.
119
Cf. el mismo artículo en L. J. Thro (ed.), History of Philosophy in the Ma-
king (St. Louis University Press, St. Louis 1982) 63-80. Después, en el mismo
ensayo (p.63, nota 11) Clarke cita a Rahner: «Nuestra primera afirmación, que
ponemos por delante como principio básico de una ontología del simbolismo,
es la siguiente: todos los seres son, por su misma naturaleza, simbólicos, porque
necesariamente se “expresan” a sí mismos para conseguir su propia naturaleza»:
K. Rahner, «Theology of the Symbol», en Íd., Theological Investigations, IV (Heli-
con Press, Baltimore 1966) 221-252.
123
«Ambiwalencja absolute Karla Jaspers» [«La ambivalencia del absoluto en
Karl Jaspers»]: Zeszyty Naukowe KUL 14.4 (1971) 32, citado en K. Wojtyla, «The
Problem of The Constitution of Culture Through Human Praxis», en Person and
Community: Selected Essays (Catholic Thought from Lublin 4; Peter Lang, Nueva
York 1993) 263-275.
124
Un análisis magistral de las ilusiones que siguen a la falta de razón, desde
este conocimiento confuso, vinculado al deseo, hasta un conocimiento claro del fin
último del hombre, se puede encontrar en STh. I q.2 a.2.
c) Supresión
vengo yo a anunciar. El Dios que hizo el mundo y todo lo que hay en él, que es
Señor del cielo y de la tierra, no habita en santuarios fabricados por manos hu-
manas, ni es servido por manos humanas, como si de algo estuviera necesitado, el
que a todos da la vida, el aliento y todas las cosas» (Hch 17,22-25). Cf., también,
Hch 14,15-17: «Amigos, ¿por qué haceis esto? Nosotros somos también hombres
de igual condición que vosotros, que os predicamos que abandoneis estas cosas
vanas y os volváis al Dios vivo que hizo el cielo, la tierra, el mar y cuanto en ellos
hay, y que en las generaciones pasadas permitió que todas las naciones siguieran
sus propios caminos; si bien no dejó de dar testimonio de sí mismo, derramando
bienes, enviandoos desde el cielo lluvias y estaciones fructiferas, llenando vuestros
corazones de sustento y alegría». También es útil ver cómo Pablo describe el ritmo
de conversión de los tesalonicenses: «Ellos mismos cuentan de nosotros cúal fue
nuestra entrada a vosotros, y cómo os convertisteis a Dios tras haber abandonado
los ídolos, para servir a Dios vivo y verdadero, y esperar así a su Hijo Jesús que ha
de venir de los cielos, a quien resucitó de entre los muertos y nos salva de la cólera
venidera» (1 Tes 1,9-10).
diante el suministro de la «materia» del acto del pensamiento y de la luz por la cual
dicho acto se lleva a cabo. Por ejemplo: «Por lo tanto, Dios mueve el intelecto en
cuanto le da la facultad para entender, sea esta natural o sobrenatural, y en cuanto
imprime en él las especies inteligibles, y en ambas cosas las sustenta y conserva en
el ser» (STh. I q.105 a.3 c).
9. Conclusión
1
Cf. A. Orbe, «El estudio de los santos Padres en la formación sacerdotal»,
en R. Latourelle (ed.), Vaticano II: balance y perspectivas. Veinticinco años después
(1962-1987) (Salamanca 1989) 1045. El asunto del matrimonio no fue excepción,
cf. C. Mazzucco, «Dignità del matrimonio e della famiglia nella riflessione
patristica», en M. Naldini (ed.), Matrimonio e famiglia. Testimonianze dei primi
secoli (Fiesole 1996) 10.
2
Cf. A. Orbe, «La Patrística y el progreso de la teología»: Gregorianum 50
(1969) 543-570.
3
Cf. V. Neri, La bellezza del corpo nella società tardoantica. Rappresentazioni
visive e valutazione estetiche tra cultura classica e cristianesimo (Bolonia 2004).
4
Corpus hermeticum, VII, 2 (Seguimos la traducción de X. Renau Nebot,
Textos herméticos [Madrid 1991] 88).
5
Porfirio, Vida de Plotino, 1 (Seguimos la traducción de J. Igal, Porfirio.
Vida de Plotino. Plotino. Enéadas I-II [Madrid 1982] 129).
12
Para lo que algunos autores subrayan asimismo la influencia del judaísmo
con sus concepciones de pureza e impureza: C. Mazzucco, «Dignità del matri-
monio e della famiglia nella riflessione patristica», a.c., 17.
13
Cf. P. F. Beatrice, «Continenza e matrimonio nel cristianesimo primitivo
(secc. I-II)», en R. Cantalamessa (ed.), Etica sessuale e matrimonio nel cristiane-
simo delle origini (Milán 1976) 3-68 (aunque no podemos dejar de señalar los
reparos que merece el trabajo de Beatrice: cf. R. Cantalamessa, «Etica sessuale
e matrimonio nel cristianesimo delle origini. Bilancio di unca ricerca», en íbíd.,
424-436).
14
Cf. A. Orbe, «La definición del hombre en la teología del siglo ii»: Gregoria-
num 48 (1967) 567-574; Íd., Estudios sobre la teología cristiana primitiva (Madrid-
Roma 1994) 648-653.
«Doppia creazione e peccato di Adamo nel “Peri Archon”. Fondamenti biblici e pre-
supposti platonici dell’esegesi origeniana», en Origeniana secunda. Second Colloque
International des Études Origéniennes (Bari, 20-23 septembre 1977) (Bari 1980) 57-
67; E. Prinzivalli, «Desiderio di generazione e generazione del desiderio. Metodio
di Olimpo e le polemiche sull’eros fra iii e iv secolo», en S. Pricoco (ed.), L’eros
difficile. Amore e sessualità nell’antico cristianesimo (Soveria Mannelli 1998) 44-47.
Hay ocasiones en que Orígenes plantea el tema de la corporalidad material al hilo
de la exégesis a las túnicas de piel, pero en el fondo el planteamiento básico de su an-
tropología queda intacto: cf. E. Prinzivalli, «Origene», en E. Dal Covolo (ed.),
Donna e matrimonio alle origini della Chiesa (Roma 1996) 70-72.
19
Ambrosio de Milán, Exameron, VI, 7,42.
20
Cf. A. Orbe, Antropología de san Ireneo, o.c., 12-13.
21
E. Prinzivalli, «Desiderio di generazione e generazione del desiderio. Me-
todio di Olimpo e le polemiche sull’eros fra III e IV secolo», a.c., 44. Por su parte,
Peter Brown escribió: «El genio imponente de Orígenes dominó todos los aspectos
de la evolución posterior de las ideas sobre la sexualidad y la persona humana en el
mundo griego»: El cuerpo y la sociedad, o.c., 10.
22
Bástenos citar A. Orbe, Antropología de san Ireneo, o.c.; o, desde otra pers-
pectiva, E. Falque, Dieu, la chair et l’autre. D’Irénée à Duns Scot (París 2008)
201-288.
23
Cf. Ireneo de Lyon, Adversus haereses, V, 16,2; III, 22,3; Íd., Epideixis,
32. Puede verse A. Orbe, Antropología de san Ireneo, o.c., 89-117; J. Fantino,
L’homme image de Dieu chez saint Irénée de Lyon (París 1986) 94-106; J. J. Ayán
Calvo, «La creación de Cristo. Aproximación al pensamiento de san Ireneo de
Lyon», en Cristo y la salvación en la primera teología patrística. XV Jornadas teológicas
(Sevilla 2006) 32-53.
24
Tertuliano, De resurrectione, 6, 1-5.
Y en otro lugar:
Había uno a cuya imagen hacía (Dios al hombre), es
decir, lo hacía a imagen del Hijo, que, teniendo que ser el
hombre más auténtico y más verdadero, quiso que fuera
llamada hombre su imagen, que en aquel momento debía
ser formado del barro 25.
Cf. Ibíd., IV, 20,2; V, 6,1; V, 7,1; V, 9,2-3; V, 13,3; Epideixis, 61-62;
30
34
Teófilo de Antioquía, Ad Autolycum, II, 28.
35
Cf. Ireneo de Lyon, Epideixis, 13; Teófilo de Antioquía, Ad Autolycum,
II, 28.
36
Teófilo de Antioquía, Ad Autolycum, II, 28 2. Cf. A. Orbe, «A propósito
de Excerpta ex Theodoto 54, 2»: Gregorianum 41 (1960) 484-485.
37
Para otras formas en las que se presentó esa unidad o correspondencia entre
hombre y mujer, puede verse C. Nardi, «Clemente Alessandrino», en E. Dal
Covolo (ed.), Donna e matrimonio alle origini della Chiesa, o.c., 41-45.
38
Cf. Ireneo de Lyon, Epideixis, 12.
39
Cf. Ireneo de Lyon, Adversus haereses, III, 22,4, comparado con Teófilo
de Antioquía, Ad Autolycum, II, 25. Puede verse A. Orbe, Antropología de san
Ireneo, o.c., 210-214.
40
Ireneo de Lyon, Epideixis 14.
45
Cf. A. Orbe, «El pecado original y el matrimonio en la teología del siglo ii»:
Gregorianum 45 (1964) 449-500; Íd., Introducción a la teología del siglo II y III,
o.c., 284-297 y 311-317; Íd., «La Virgen María abogada de la Virgen Eva»: Grego-
rianum 63 (1982) 462-468. Puede verse, también, C. Nardi, L’eros nei Padri della
Chiesa, o.c., 48-52. Hay autores, sin embargo, que no lo ven con tanta seguridad:
cf. E. Prinzivalli, «Desiderio di generazione e generazione del desiderio. Metodio
di Olimpo e le polemiche sull’eros fra III e IV secolo», a.c., 44 nt. 13.
46
Clemente de Alejandría, Stromata, III, 94,3; III, 103,1. Cf. C. Nardi,
«Clemente Alessandrino», en E. Dal Covolo (ed.), Donna e matrimonio alle ori-
gini della Chiesa, o.c., 41-62.
47
Cf. A. Orbe, Antropología de san Ireneo, o.c., 225-253.
51
Cf. E. Prinzivalli, «Desiderio di generazione e generazione del desiderio.
Metodio di Olimpo e le polemiche sull’eros fra III e IV secolo», a.c., 48-50.
57
E. Prinzivalli, «Desiderio di generazione e generazione del desiderio.
Metodio di Olimpo e le polemiche sull’eros fra III e IV secolo», a.c., 54-55.
58
Ireneo de Lyon, Adversus haereses, III, 23,5.
Cf. Ireneo de Lyon, Adversus haereses, III, 23,3; Íd., Epideixis 17. Puede
60
62
Ibíd., V, 15,2.
63
Ibíd.
64
Ibíd., V, 33,2; IV, 16,1; V, 30,4.
65
Ibíd., V, 34,3.
66
Ibíd., V, 35,2, 108-110. En la misma línea: V, 35,1, 1-4. Ireneo se aferra a
una interpretación literal de los pasajes bíblicos que fundan su pensamiento esca-
tológico. La letra de los textos de la Escritura concuerdan de tal manera a ese res-
pecto que nada puede ser objeto de alegoría. En realidad, se trata de una expresión
no tan radical como a primera vista puede parecer. El mismo Ireneo la atempera,
pues reconoce que algunos de esos pasajes pueden ser interpretados alegóricamen-
te, aunque no de manera exclusiva. De hecho reconoce que Is 11,6-9 e Is 65,25,
en que se describe la armonía y paz entre los animales y el hombre, puede aplicarse
a la comunión actual entre los creyentes: cf. Adversus haereses, V, 33,4, 105-111 y
Epideixis, 61. Por su parte, Aroztegui ha puesto de manifiesto que un fenómeno
similar se observa acerca de la Tierra prometida si se compara el Adversus haereses y
la Epideixis: cf. M. Aróztegui, La amistad de Abraham con el Verbo según san Ireneo
de Lyon (Roma 2005) 219-224.
71
Cf. Ireneo de Lyon, Adversus haereses, V, 36,1, con el comentario de
A. Orbe, Teología de san Ireneo, o.c. III, 490-515; Íd., Introducción a la teología
de lo siglos II y III, o.c., 966-983; Íd., «San Ireneo y el régimen del milenio», 345-
372; J. J. Ayán Calvo, «Escatología cósmica y Sagrada Escritura en Ireneo de
Lyon»: Annali di Storia dell’Esegesi 16 (1999) 213-222; E. Prinzivalli, «Desiderio
di generazione e generazione del desiderio. Metodio di Olimpo e le polemiche
sull’eros fra iii e iv secolo», a.c., 39-43.
72
Tertuliano, Ad uxorem, I, 2,1.
73
Ibíd., II, 8,6-8.
74
Ibíd., I, 3,4.
75
Ireneo de Lyon, Adversus haereses, IV, 15,2.
Maurizio Faggioni
Academia Alfonsiana (Roma)
1. Cuestiones metodológicas
1
Entre la copiosa literatura sobre este tema, puede consultarse: M. Gilbert,
«La Bible et l’homosexualité»: Nouvelle Revue Théologique 109 (1987) 78-95;
I. Himbaza - A. Schenker - J.-B. Edart, L’omosessualità nella Bibbia (Cinisello
Balsamo 2007); M. L. Soards, Scripture and Homosexuality: Biblical Authority and
the Church Today (Lousiville 1995); O. Via - R. Gagnon, Homosexuality and the
Bible: Two Views (Mineápolis 2003).
2
Excede los límites de nuestro estudio un examen detallado de la postura pa-
trística sobre la homosexualidad. En este sentido, puede encontrarse una reseña
sintética de las tesis principales en K. Hoheisel, «Homosexualität III-VI»: RAC
XVI (1994) 342-355. Para comprender los problemas histórico-hermenéuticos
que emergen, puede consultarse: C. Nardi, «Omosessualità maschile e cattolicesi-
mo. A confronto con Atene e Roma»: Vivens Homo 15 (2005) 219-250.
3
San Agustín, Confesiones, III, 8, 15 (PL 32,689-690): «¿Acaso ha sido alguna
vez o en alguna parte cosa injusta amar a Dios de todo corazón, con toda el alma
y con toda la mente, y amar al prójimo como a nosotros mismos? Así pues, todos
los pecados contra naturaleza, como fueron los de los sodomitas, han de ser detes-
tados y castigados siempre y en todo lugar, los cuales, aunque todo el mundo los
cometiera, no serían menos reos de crimen ante la ley divina, que no ha hecho a
los hombres para usar tan torpemente de sí, puesto que se viola la sociedad que
debemos tener con Dios cuando dicha naturaleza, de la que él es autor, se man-
cha con la perversidad de la libídine». Sobre la presunta bisexualidad de Agustín,
cf. A. G. Soble, «Correcting Some Misconceptions about St. Augustine’s Sex Life»:
Journal of the History of Sexuality 11 (2002) 545-569.
4
San Juan Crisóstomo, Epistula Pauli ad Romanos, hom. IV (PG 47,360-
362).
6
J. Boswell, Christianity, Social Tolerance and Homosexuality. Gay People in
Western Europe from the Beginning of the Christian Era to the Fourteenth Century
(Chicago-Londres 1980). La tesis había sido ya contemplada por D. S. Bailey, Ho-
mosexuality and the Western Christian Tradition (Londres 1955). Un estudio sobre
la tesis de Boswell se encuentra en M. Kuefler (ed.), The Boswell Thesis: Essays on
Christianity, Social Tolerance and Homosexuality (Chicago 2006).
2. La sodomía en el Medievo
binga 1999); Íd., Sodom und Gomorrha. Zur Alltagswirklichkeit und Verfolgung Ho-
mosexualler im Mittelalter (Hamburgo 2000); D. Godard, Deux homme sur un
cheval. L’homosexualité masculine aux moyen âge (Béziers 2003); W. Johansonn
- W. A. Percy, «Homosexuality», en V. L. Bullough - W. A. Percy (eds.), Hand-
book of Medieval Sexuality (Nueva York 1996) 155-189; J. Verdon, Il piacere nel
Medio Evo (Milán 1999) 59-65.
8
Al final de un largo recorrido cultural, se sitúa la obra más madura de este
género, el De spirituali amicitia, de Aelredo (1109-1166).
9
Existía en la Iglesia Oriental un rito a propósito para la bendición de la amis-
tad (Adelphopoiesis), del cual se han encontrado huellas también en Occidente (en
Croacia, el rito latino del Ordo ad fratres faciendum que señala A. Bray). El alcance
de los textos ha sido tegiversado interpretando esta bendición de la amistad como
una legitimación eclesial de las parejas homosexuales: J. Boswell, Same Sex Unions
in Premodern Europe (Nueva York 1994); A. Bray, The Friend (Chicago-Londres
2003).
10
Un análisis del derecho imperial y de su contexto cultural se encuentra en
E. Cantarella, Secondo natura. La bisessualità nel mondo antico (Roma 21992)
221-237; D. Dalla, «Ubi Venus mutatur». Omosessualità e diritto nel mondo roma-
no (Milán 1987).
11
Existen testimonios históricos que refieren castraciones punitivas de homo-
sexuales, incluso activos («pederastas», probablemente efebófilos según el mos Grae-
corum). Para toda esta cuestión: E. Cantarella, Secondo natura, o.c., 234-237.
12
Sobre la homosexualidad en los Penitenciales: D. S. Bailey, Homosexuality,
o.c., 100-110; P. J. Payer, Sex and the Penitentials. The Development of Sexual Code
550-1150 (Toronto 1984) 40-44 (véase también el apéndice: Homosexuality and
the Penitentials).
18
San Colombano, Le opere (Milán 2001).
19
«3. Si quis autem, peccatis praevalentibus, facto peccaverit, si homicidium
aut sodomiticum fecerit peccatum, X annis paeniteat». Dice «facto peccaverit» por-
que en el canon precedente había hablado de los pecados de pensamiento, cf. San
Colombano, Penitenziale, en Íd., Le opere, o.c., 353.
20
«2. Si quis autem fornicaverit sicut Sodomitae fecerunt, X annis paeniteat,
III primis cum pane et aqua, VII vero aliis abstineat a vino et carne et non maneat
cum alio in aeternum»: ibíd., 358.
21
«C.15. Si quis vero laicus fornicaverit sodomitico ritu, id est cum masculo
coitu femineo peccaverit, VII annis paeniteat: III primis cum pane et aqua et sale
et fructibus horti siccis, IV reliquis abstineat se a vino et carnibus, et ita dimittatur
illi sua culpa et sacerdos oret pro illo et sic iungatur altario»: ibíd., 364.
22
«De fornicatione, I. Qui fornicaverit cum muliere desponsata Christo vel ma-
rito, sive cum iumento vel cum masculo iuxta Legem moriantur, id est carnis volup-
tatibus non necessariis, et usque ad mortem in poenitentia mundo mortui Domino
vivant». Obsérvese la eficacia de la antítesis «mundo mortui, Domino vivant», que
interpreta la vida de penitencia como un morir para el mundo y un vivir para Dios
(cf. Gál 6,14): San Colombano, Liber paenitentialis, en Íd., Le opere, 461.
23
«Quique in his turpitudinibus sese implicari permiserint, et contra naturam
masculi cum masculos hanc turpitudinem operaverint, si quidam episcopus, presb-
yter, aut diaconus fuerit, de proprii honoris gradu dejectus, perpetui exilii manebit
damnatione perculsus. Sin vero cuiuslibet ordinis, gradus, vel personae, et talibus
colluvionis noxiis reperti fuerint implicati, illius legis, quae de talibus est edita,
nihilominus feriantur sententia, atque ab omni Christianorum sint alieni caterva,
et insuper centenis verberibus correpti, ac turpiter decalvati, exilio mancipentur
perpetuo»: Conc. Toletano XIV, Can. 3, en Mansi XII (1766) 71.
un invento medieval. No he encontrado trazas del término antes del siglo once. Es
también un invento medieval como categoría para clasificar —para unificar y expli-
car— deseos, disposiciones y actos que antes se habían clasificado de forma diferen-
te y separada», ibíd., 1. De análogo planteamiento: K. Lochrie - P. McCracken
- J. A. Schultz (eds.), Constructing Medieval Sexuality (Minneapolis, mn 1997.
29
El papel de san Pedro Damiani es subrayado de modo polémico e inclu-
so anacrónico en un trabajo, por otra parte muy cuidado y bien informado, de
E. d’Angelo, S. Pier Damiani Liber gomorrhianus. Omosessualità ecclesiastica e ri-
forma della Chiesa (Alejandría 2001).
30
Conc. Londinense, Can. 28, en Mansi XX (1775) 1152. Cf., también,
San Anselmo de Canterbury, Epistola, 63: PL 159,94.
31
Conc. Lateranense III, Can. 10, en G. Alberigo y otros (eds.), Conci-
liorum oecumenicorum decreta (Bolonia 21991) 217: «Quicumque, incontinentia
illa, quae contra naturam est, propter quam venit ira Dei in filios diffidentiae et
quinque civitates igne consumpsit, deprehensi fuerint laborare, si clerici fuerint
eiciantur a clero vel ad poenitentiam agendam in monasteriis detrudantur, si laici
excommunicationi subdantur et a coetu fidelium fiant prorsus alieni»; cf. Mansi
XXII (1778) 224. En general, sobre la cuestión de la sodomía en el derecho ca-
nónico medieval, puede consultarse: A. Gauthier, «La sodomie dans le droit
canonique médiéval», en B. Roy (cur.), L’érotisme au Moyen Âge (Montréal 1977)
111-122.
32
Conc. Napolitano, Can. 8, en Mansi XXI (1776) 264: «Si quispiam adul-
tus Sodomitica nequitia se sponte polluisse probatus fuerit, tam faciens quam pa-
tiens, comburatur».
35
Entre las primeras elaboraciones de esta interpretación, además del ya men-
cionado M. Foucault, cf.: A. Rousselle, Porneia (París 1983); P. Veyne, «La fa-
mille et l’amour sous l’Haut-Empire romain»: Annales. Économies, Sociétés, Civili-
sations 33 (1978) 35-63.
36
Se suelen recordar las normas contra el abuso sexual de los niños libres (la Lex
Scatinia y la Lex de adtemptata pudicitia): para nosotros serían normas antipedó-
filas, pero para los Antiguos no eran más que una limitación a una práctica sexual
viril normalmente admitida por ser «activa». Eran normas dirigidas a la defensa de
la libertad y dignidad de los ciudadanos, más que a reprimir los comportamientos
homogenitales en cuanto tales. La Lex Iulia de vi publica, del 18 a.C., que castigaba
los actos sexuales violentos practicados incluso sobre hombres adultos, fue retoma-
da y ampliada bajo Calígula (37-41 d.C.).
37
En 1 Cor 6,10 se dice que arsenokòitai y malakòi, así como los pornoi, los
idólatras, los adúlteros, los ladrones, los codiciosos, no heredarán el Reino de Dios.
El sentido de tales términos —traducidos en la Vulgata por masculorum concubi-
tores y molles— es discutido, pero parece que arsenokòitai se refiere a hombres que
yacen con otros hombres (homosexuales activos), mientras que el término malakòi,
al menos en este contexto, indicaría las personas que sirven como instrumento
pasivo en un acto homosexual, como el correspondiente latino mollis (Fedro, Fa-
bulae, 4, 14; Catullo, Carmina, 25, 1; Marziale, Epigrammata, 3, 73; Petronio
Arbitrio, Satyricon, 23). Cf. W. L. Peterson, «Can arsenokòitai be translated
by “Homosexuals” (1 Co 6, 9, 1 Tm 1, 10)?»: Vigiliae Christianae 40 (1986) 187-
191; J. Wright, «Homosexuals or Prostitutes: The meaning of arsenokoitai
(1 Cor 6, 9; 1 Tim 1,10)»: Vigiliae Christianae 38 (1984) 125-153.
38
El texto de Rom 1,18-32 es objeto de un debate que está lejos todavía de cerrar-
se. Un status quaestionis sobre el mismo se encuentra en I. Himbaza - A. Schenker
- J.-B. Edart, L’omosessualità nella Bibbia (Cinisello Balsamo 2007) 66-74.
res, in quo ipsa consistat. Alii sentiunt consistere in concubitu ad indebitum vas; alii
vero communius et probabilius cum d. Thoma, in concubitu ad indebitum sexum.
Hinc infertur 1. quod coitus feminae cum femina, et masculi cum masculo, perfec-
ta est sodomia, in quacumque parte corporis fiat congressus, quia ordinarie semper
adest tunc affectus ad indebitum sexum; et ideo non est opus explicare in confes-
4. «Tertium genus?»
51
Se podría pensar que la noción de «habitus» aplicada a la sodomía pueda
acercarse a nuestra comprensión de la homosexualidad como condición, pero no es
así. Según san Alfonso, por ejemplo, se puede decir «habituado» a la sodomía quien
ha realizado un acto sodomítico una vez al mes durante un año. Cf. San Alfonso
María Ligorio, Istruzione e pratica pei confessori, c.ult., 8, en Opere…, o.c. IX,
616: «Es necesario distinguir los habituados de los que recaen. Los habituados son
los que han contraído el hábito en algún vicio del cual todavía no se han confesado.
Ahora bien, estos, como dicen los doctores, pueden absolverse tranquilamente la
primera vez que se confiesan del mal hábito, o también cuando se confiesan des-
pués de haberlo repudiado; con tal de que estén dispuestos con verdadero dolor
y con un propósito resuelto a aceptar los medios eficaces para enmendarse. Pero
cuando el hábito está muy arraigado, puede también el confesor diferir la absolu-
ción para hacer experiencia de cómo se comporta el penitente en la práctica de los
medios asignados, y para que tenga más horror a su vicio. Adviértase que cinco
veces al mes puede ya constituir el mal hábito en un vicio de pecados externos,
aunque entre ellos haya un cierto intervalo. Y en materia de fornicación, sodomía y
bestialidad mucho menor número puede constituir el hábito: quien, por ejemplo,
fornicase una vez al mes en un año, bien podría decirse habituado».
52
«Ex quo patet quod contra bonum hominis est omnis emissio seminis tali
modo quod generatio sequi non possit. Et si ex proposito hoc agatur, oportet esse
peccatum. Dico autem modum ex quo generatio sequi non potest secundum se:
sicut omnis emissio seminis sine naturali coniunctione maris et feminae; propter
quod huiusmodi peccata contra naturam dicuntur»: Santo Tomás de Aquino,
Summa contra gentiles, III, 122.
53
Sth. II-II q.142 a.4, resp.
54
Sth. II-II q.142 a.4, ad tertium. Tengamos en cuenta que Aristóteles ponía
como ejemplos solo la antropofagia y la union homosexual, no la zoofilia, sin em-
bargo el mismo Estagirita habla en este contexto de «comportamientos bestiales».
Obsérvese —como inciso— que en Lev 18,22-23 se usa la misma palabra (šekabah)
para indicar el coito homosexual y el coito con animales.
55
Ibíd., q.154 a.11, corp.: «Respondeo dicendum quod, sicut supra dictum est,
ibi est determinata luxuriae species ubi specialis ratio deformitatis occurrit quae fa-
cit indecentem actum venereum. Quod quidem potest esse dupliciter. Uno quidem
modo, quia repugnat rationi rectae, quod est commune in omni vitio luxuriae.
Alio modo, quia etiam, super hoc, repugnat ipsi ordini naturali venerei actus qui
convenit humanae speciei, quod dicitur vitium contra naturam». El hecho de que
objetivamente la sodomía sea un pecado contra la ley natural, no significa que la
maldad de la sodomía sea percibida por todos con claridad, y sobre esto, como
sobre otros «praecepta secundaria», los hombres se han engañado y todavía pueden
engañarse, cf. STh. I-II q.94 a.6, resp.; cf. Comisión Teológica Internacional,
En busca de una ética universal. Nueva perspectiva sobre la ley natural, n.52, 57-58
(Ciudad del Vaticano 2009).
56
Sth. II-II q.154 a.11: «Quod quidem potest pluribus modis contingere. Uno
quidem modo, si absque omni concubitu, causa delectationis venereae, pollutio
procuretur, quod pertinet ad peccatum immunditiae, quam quidam mollitiem
vocant. Alio modo, si fiat per concubitum ad rem non eiusdem speciei, quod vo-
catur bestialitas. Tertio modo, si fiat per concubitum ad non debitum sexum, puta
masculi ad masculum vel feminae ad feminam, ut apostolus dicit, ad Rom. I, quod
dicitur sodomiticum vitium. Quarto, si non servetur naturalis modus concubendi
aut quantum ad instrumentum non debitum aut quantum ad alios monstruosus
et bestiales concubendi modos». Tomás, en el ámbito de los pecados contra natura,
reduce el significado de sodomía a su sentido estricto —como ya se ha visto— a la
unión sexual (concubitus) entre sujetos del mismo sexo.
57
«Dicit, quod quibusdam accidunt innaturales delectationes propter interio-
rem aegritudinem vel corruptionem provenientem ex consuetudine. Sicut quidam
propter consuetudinem delectantur evellere sibi pilos, et corrodere ungues, et co-
medere carbones et terram, nec non et uti coitu masculorum. Omnia autem praedic-
ta, quae sunt contra naturam delectabilia, possunt reduci ad duo: quibusdam enim
accidunt ex natura corporalis complexionis, quam acceperunt a principio; quibusdam
vero accidunt ex consuetudine, puta quia assuefiunt ad huiusmodi a pueritia. Et simile
67
Caelius Aurelianus, De morbis acutis et chronicis, IV, 9, 131-137.
68
Avicena, Liber canonis de medicina, lib.3, fen.20, tract.1, c.42 (Venecia
1584), vol. 2, fol. 377v: «Et stulti homines sunt qui volunt eos curare. Nam ae-
gritudo eorum est mentalis, non naturalis. Si vero confert cura eis, tunc est illud
quod frangit desiderium eorum ex tristitia, et fame, et vigiliis, et carcere, et percus-
sione». Cf. B. Natham, «Medieval Arabic medical views on male homosexuality»:
Journal of Homosexuality 26 (1994) 37-39. Avicena influyó directamente sobre san
Alberto en relación con la «fisiología sodomítica», pero de aquí no puede sacarse,
obviamente, la deducción de la no imputabilidad de un mal de naturaleza psíquica.
Cf. M. D. Jordan, The Invention of Sodomy, o.c., 114-135.
69
Cf. Aristóteles, Ética a Nicómaco, VII, 5: 1148b: «Nadie, por tanto, puede
llamar incontinentes a aquellos cuya depravación es provocada por la naturaleza,
como no se puede llamar incontinentes a las mujeres porque en el acto sexual no
son activas, sino pasivas. Pero se debe decir lo mismo de aquellos que tienen una
disposición morbosa (nosematodos) por un hábito». Cf. STh. II-II q.138 a.1 ad 1: «Et
hoc modo comparantur feminae ad masculos, ut Philosophus dicit, in VII “Ethic”.
Et ideo illi qui muliebria patiuntur molles dicuntur, quasi muliebres effecti». La defi-
nición de los pathici como «qui muliebria patiuntur» está tomada de Digesta, 3.1.16.
70
Santo Tomás de Aquino, Sententia libri ethicorum, lib.7, lect.5, n.7: «Om-
nia autem […] quae sunt contra naturam delectabilia, possunt reduci ad duo:
quibusdam enim accidunt ex natura corporalis complexionis, quam acceperunt
75
La primera condena a la hoguera de un sodomita contrastada históricamen-
te sucedió en Basilea, en 1227, bajo el emperador Rodolfo. Cf. Annales basileenses,
an. 1277, en MGH. Scriptores, XVII, 201.
76
Cf. R. Canosa, Storia di una grande paura. La sodomia a Firenze e a Venezia
nel Quattrocento (Milán 1991); M. Rocke, Forbidden Friendship: Homosexuality
and Male Culture in Renaissance Florence (Oxford-Nueva York 1996); G. Ruggie-
ro, Confini dell’Eros. I: Crimini sessuali e sessualità nella Venezia del Rinascimento
(Padua 1988) 181-240.
77
Recordamos las principales intervenciones del Santo sobre este tema: De
horrendo peccato contra naturam, en Opera omnia, III (Florencia 1956) 267-284;
Contra soddomiam, en ibíd., IX (1965) 427-430; Del vizio dei sodomiti, en C. Can-
narozzi (ed.), Quaresimale fiorentino del 1424, II (Pistoia 1934) 30-36; Della so-
domia, en ibíd., 37-56; Della dannazione dei sodomiti, en ibíd., 57-71; Del peccato
contro natura, en Quaresimale fiorentino del 1425, II (Florencia 1940) 270-290;
Questa è la predica dello vizio della sodomia, en C. Cannarozzi (ed.), Predicazione
del 1425 in Siena, II (Florencia 1958) 98-112; Predica XXXIX. In questa reprende
l’abominabile peccato della maledetta sodomia, en C. Delcorno (ed.), Prediche in
Piazza del Campo a Siena nel 1427, II (Milán 1989) 1139-1168. Cf. F. Morman-
do, The Preacher’s Demons: Bernardino of Siena and the Social Underworld of Early
Renaissance in Italy (Chicago, il 1999)
78
San Bernardino de Siena, Predica XXXIX, en C. Delcorno (ed.), Predi-
che…, o.c. II, 1143-1144. La cita entre comillas es la traducción de un fragmento
de San Jerónimo, Adversus Iovinianum, I, 49: PL 23,293A.
79
San Bernardino de Siena, Predica XXXIX, en ibíd., 1164.
80
Véase en los sermones mencionados antes: Opera omnia, III, 277; Quaresi-
male fiorentino del 1424, II, 45-46; Quaresimale fiorentino del 1425, II, 275; Predi-
che in Piazza del Campo a Siena nel 1427, II, 1159.
81
G. Savonarola, Prediche sopra Aggeo (Roma 1965) 44-45 (predica II). Sobre
el debate en torno a la sodomía en la Florencia de Savonarola, cf. R. Canosa, Sto-
ria di una grande paura. La sodomia a Firenze e a Venezia nel Quattrocento (Milán
1991) 55-64; U. Mazzone, «El buon governo». Un progetto di riforma generale nella
Firenze savonaroliana (Florencia 1978) 97-100, 194-197; M. Rocke, Forbidden
friendships, o.c., 195-226.
82
H. Puff, Sodomy in Reformation Germany and Switzerland 1400-1600 (Lon-
dres-Chicago 2003).
83
San Pío V, Const. ap. Cum primum (1-4-1566), en Bullarium Romanum,
IV, c.II, p.284.
84
Ibíd., 286.
85
Sobre la formación de la categoría de «homosexualidad» entre 1450 y 1750,
cf. K. Borris - G. S. Rousseau (eds.), The Sciences of Homosexuality in Early Mo-
dern Europe (Oxford 2007).
86
La expresión tertium genus aparece en el mundo tardoantiguo para indicar a
los eunucos físicos, que no son ni varones ni mujeres, tal como lo expresa Alejan-
dro Severo (222-235), según su biógrafo (Historia Augusta, 23,7: «Tertium genus
hominum eunuchos»). Tal expresión (troisieme sexe o dritte Geschlecht) fue usada
en la literatura del siglo xix para indicar a una mujer ambivalente (Th. Gautier,
Mademoiselle de Maupin, 1836) o un homosexual (H. de Balzac, Splendeurs et
misères des courtisanes (1847); E. von Wolzogen, Das dritte Geschlecht (1899). El
concepto de dritte Geschlecht fue comentado ampliamente por el militante gay Karl
Heinrich Urlichs (1825-1895) en la obra Inclusa, de 1864, para indicar los casos
de «anima muliebris corpore virili inclusa». Fue después retomado por el célebre
sexólogo Magnus Hirschfeld (1868-1935), que lo utilizó incluso en el título de
un opúsculo divulgativo de 1901, Was muß das Volk vom dritten Geschlecht wissen?
87
K. Borris - G. S. Rousseau (eds.), The Sciences of Homosexuality, o.c., 139:
«Manifestations of corresponding constitutions, temperaments, interiorities, mor-
phologies, and sexual identities».
94
Freud vuelve a tratar en otras ocasiones el tema de la homosexualidad. En-
tre los escritos más significativos: S. Freud, Tre saggi sulla teoria sessuale (1905),
en Opere, V (Turín 1970) 441-546; trad. esp.: Tres ensayos sobre la teoría sexual
(Alianza, Madrid 61981); Íd., Un ricordo d’infanzia di Leonardo da Vinci (1910),
en Opere, VI (Turín 1974) 213-284.
95
S. Freud, Tre saggi sulla teoria sessuale, o.ct., 460.
96
Cf., sobre todo, A. Adler, Das Problem der Homosexualität (Múnich 1917);
Íd., Das Problem der Homosexualität und sexueller Perversionen (Lipsia 1930).
Las fases de este proceso han sido reconstruidas por J. Drescher, «A History
97
99
Cuando el Magisterio habla de «personas homosexuales» parece indicar que
la homosexualidad define a una personalidad individual; y cuando distingue entre
«orientación homosexual» profundamente arraigada y objetivamente desordenada,
pero inculpable, y «actos homosexuales» objetivamente desordenados y, en cuanto
libres, culpables, presupone la idea de que exista el homosexual como categoría
antropológica diversa de los demás hombres.
100
Ch. Capellmann - W. Bergmann, La médecine pastorale (París 61926) 215,
nota 1. El médico alemán K. Capellmann (1841-1898) publicó en 1877 la primera
edición de su Pastoral-Medizin, que tuvo 19 ediciones en alemán. Después de la
muerte del autor, fue actualizada por W. Bergmann, y fue traducida al latín y a las
principales lenguas modernas. Nosotros nos hemos servido de la sexta edición en
francés, traducción de la décimonovena edición alemana.
101
D. M. Prümmer, Manuale de theologiae moralis, II (Roma 1960) 544: «Mo-
derni medici psichiatri haud raro putant et dicunt, tales inclinationes perversas
esse ita vehementes, ut homo iam nequeat illis resistere. Confessarius talia dicta ne
credat, nisi agatur de homine revera mente capto. Libertas enim hominis semper
intacta non obstantibus vehementissimis inclinationibus». Es difícil comprender
cómo pueda permanecer intacta la libertad, en su ejercicio concreto, cuando la
mente está agitada por «inclinaciones violentísimas».
102
El Magisterio contemporáneo es muy preciso en este punto: Congrega-
ción para la Doctrina de la Fe, Carta sobre la atención pastoral a las personas
homosexuales (1-10-1986), n.11; cf. en Íd., Documentos (1966-2007) (BAC, Ma-
drid 2008) 397-398.
1
Para una primera visión global del problema es muy útil la obra de A. M. Per-
sico, Omosessualità tra «scelta» e sofferenza. Conoscere per capire, capire per andare
oltre (Alpes, Roma 2007).
2
Cf. Congregación para la Doctrina de la Fe, Declaración «Persona hu-
mana» acerca de ciertas cuestiones de ética sexual (29-12-1975): AAS 68 (1976) 77-
96; Carta sobre la atención pastoral a las personas homosexuales (1-10-1986): AAS 79
(1987) 543-554; Algunas consideraciones acerca de la respuesta a las propuestas legisla-
tivas sobre la no discriminación de las personas homosexuales (24-7-1992): OR (24-7-
1992) 4; Consideraciones sobre los proyectos de reconocimiento legal de las uniones entre
personas homosexuales (3-6-2003): AAS 96 (2004) 41-49; cf. estas disposiciones en
Congregación para la Doctrina de la Fe, Documentos (1966-2007) (BAC,
Madrid 2008). Además de estos documentos, se tienen en cuenta también el Ca-
techismus Catholicae Ecclesiae (15-7-1997) y Congregación para la Educación
Católica, Instrucción acerca de los criterios de discernimiento vocacional en referencia
a las personas con tendencias homosexuales en vista a su admisión al seminario y las
sagradas órdenes (4-11-2005).
3
Carta sobre la atención pastoral a las personas homosexuales, n.6; cf. Considera-
ciones sobre los proyectos de reconocimiento legal de las uniones entre personas homo-
sexuales, n.3-4.
4
Cf..Congregación para la Doctrina de la Fe, Carta sobre la colaboración
del hombre y la mujer en la Iglesia y en el mundo (31-5-2004): OR (1-8-2004)
suplemento.
5
Cf. Declaración «Persona humana» acerca de ciertas cuestiones de ética sexual,
n.8; Carta a los obispos de la Iglesia sobre la atención pastoral a las personas homo-
sexuales, n.5-6, 8; Consideraciones sobre los proyectos de reconocimiento legal de las
uniones entre personas homosexuales, n.4; CCE 2357.
6
Declaración «Persona humana» acerca de ciertas cuestiones de ética sexual, n.8.
Cf. Carta a los obispos de la Iglesia sobre la atención pastoral a las personas homosexua-
les, n.10; Consideraciones sobre los proyectos de reconocimiento legal de las uniones
entre personas homosexuales, n.4.
7
Cf. Carta sobre la atención pastoral a las personas homosexuales, n.3.
8
Ibíd. Cf. Consideraciones sobre los proyectos de reconocimiento legal de las unio-
nes entre personas homosexuales, n.4.
9
Cf. Declaración «Persona humana» acerca de ciertas cuestiones de ética sexual,
n.8; Carta sobre la atención pastoral a las personas homosexuales, n.11.
10
Carta sobre la atención pastoral a las personas homosexuales, n.10. Cf. CCE
2358.
11
Cf. Consideraciones sobre los proyectos de reconocimiento legal de las uniones
entre personas homosexuales, passim.
12
Aquí he retomado cuanto está escrito en A. Rodríguez Luño, «Cittadini
degni del vangelo» (Fil 1, 27). Saggi di etica politica (Università della Santa Croce,
Roma 2005) 117-122.
13
Cf. Algunas consideraciones acerca de la respuesta a las propuestas legislativas
sobre la no discriminación de las personas homosexuales, n.10-11, 13.
14
Cf. Carta sobre la atención pastoral a las personas homosexuales, n.12-13, 15,
17; CCE 2358-2359.
EL FUNDAMENTO ANTROPOLÓGICO
Francesco Botturi
Universidad Católica del Sacro Cuore (Milán)
1. Soluciones dualísticas/reduccionistas
del drama de la identidad corporal
1
Fedone, 67 A.
2
U. Galimberti, Il corpo (Feltrinelli, Milán 81998) 41.
3
Cf. S. Moravia, «Un mondo negato. L’assolutizzzazione del corpo nella psi-
co-umanologia contemporanea»: Hermeneutica (2007) 109-130. Sobre la reivin-
dicación de la irreductibilidad de lo «subjetivo», véanse las conocidas argumen-
taciones de T. Nagel, Mortal Questions (Cambridge University Press, Cambridge
1979) 147-180.
4
Cf. STh. I q.29 a.1 ad 5.
5
A. Rosmini, «Nuovo saggio sulle origini delle idee», en Opere edite e inedite,
IV (Città Nuova, Roma 2004) 240-241; y V. Melchiorre, Essere persona. Natura
e struttura (Fondazione A. e G. Boroli, Novara 2007) 177.
6
Cf. B. Duden, Il corpo delle donne come luogo pubblico (Bollati Boringhieri,
Turín 1993).
7
E. Husserl, Idee per una fenomenologia pura e per una filosofia fenomenologi-
ca, II (Einaudi, Turín 2002) 160; trad. esp.: íd., Ideas relativas a una fenomenología
pura y una filosofía fenomenológica (FCE, México 21985).
8
L. Boella, «Quando i corpi parlano e le persone si incontrano»: Hermeneu-
tica (2007) 28, 31, 33, 34 (cursivas mías).
9
M. Henry, L’essence de la manifestation (PUF, París 1963) 578.
10
Íd., Incarnazione. Una filosofia della carne (SEI, Turín 2001) 102, 196, 198.
Cf. A. Fabris, «Il corpo e la carne. Un percorso da Michel Henry a Tertulliano»:
15
M. Merleau-Ponty, Fenomenologia della percezione (1945) (Il Saggiatore,
Milán 1965) 270-271; trad. esp.: Fenomenología de la percepción (Península, Bar-
celona 41997).
16
F. Riva, «Corpo e ambiguità», en V. Cesarone (ed.), Libertà: ragione e corpo
(Messaggero, Padua 2006) 46-47.
17
Cf. J.-L. Nancy, Corpus (Cronopio, Nápoles 1995); Íd., L’intruso (Crono-
pio, Nápoles 2000).
18
Cf. F. Rosenzweig, El grito (1918): «De la unidad y de la eternidad. Un
diálogo entre el cuerpo y el alma».
19
J. Butler, La disfatta del genere (Meltemi, Roma 2006) 46.
20
Íd., Critica alla violenza etica (Feltrinelli, Milán 2006) 55, 90.
21
La semejanza con la idea paulina del deseo cumplido escatológicamente en el
«ver entonces como somos vistos por Dios» (1 Cor 13,12) es interesante.
22
G. Gilligan, Con voce di donna (Feltrinelli, Milán 1987) 70.
25
Para una profundización del tema, cf. F. Botturi, Il bene della relazione e
i beni della persona, en L. Melina - J.-J. Pérez-Soba (eds.), Il bene e la persona
nell’agire (Lateran Univerity Press, Roma 2002) 161-184.
26
Me refiero, como muestra, a S. Firestone, La dialettica dei sessi. Autoritari-
smo maschile e società tardo-capitalista (Guaraldi, Bolonia 1971); J. Butler, Scambi
di genere: identità, sesso e desiderio (Sansoni, Florencia 2004); Íd., La disfatta del
genere, o.c.; R. Braidotti, Metamorfosi (Feltrinelli, Milán 2003); Íd., Trasforma-
zioni. Sull’etica nomade (Sassella, Roma 2008).
Cf. S. Agacinski, La politica dei sessi (Ponte delle Grazie, Milán 1998); Íd.,
27
Engagements (Seul, París 2007); C. Vigna, «Sul maschio e sulla femmina umani.
Contro la “liquefazione del gender”: alcune costanti, in “Di un altro genere: etica
al femminile”»: Annuario di Etica 5 (2008) 61-82; L. Palazzani, Identità di genere?
Dalla differenza alla in-differenza sessuale nel diritto (San Paolo, Cinisello Balsamo
2008); L. Scaraffia, «Intervento al Forum»: Annuario di Etica 5 (2008) 155-162.
28
Como observa C. Vigna en el ensayo «Sul maschio e sulla femmina umani», a.c.
29
Cf. H. Arendt, Vita activa. La condizione umana (Bompiani, Milán 1966)
174; trad. esp.: Vida activa. La condición humana (Paidós, Barcelona 2001).
1. Una de las grandes «tareas» con las que toda persona
debe confrontarse —durante su crecimiento— es la estruc-
turación de la propia identidad, o sea, la capacidad de auto-
representarse y percibirse como sujeto unitario con caracterís-
ticas y cualidades estables, permanentes y distintas de las de
los demás. El desarrollo de tal capacidad requiere un camino
largo y gradual para adquirir conciencia y conocimiento de sí
mismo.
Ya al principio de este camino, es evidente que para alcan-
zar la meta final no es suficiente elaborar la identidad personal
a secas: se trata, de hecho, de una identidad personal «sexua-
da», con la necesidad de estructurarse como «persona-mascu-
lina» o «persona-femenina».
¿Cuáles son los factores que determinan la estructuración
de la identidad sexuada? ¿Se trata de factores biológicos o de
factores socioculturales? ¿O de ambos factores? ¿Y cuáles de
estos factores influyen en el desarrollo de la orientación sexual?
En el ámbito del debate sobre la interacción de factores
biológicos y factores socioculturales en la estructuración de la
identidad sexuada se han enfrentado en el tiempo dos orien-
taciones distintas y opuestas: el determinismo biológico y el
determinismo socio-cultural o ambiental.
Según la teoría del determinismo socio-ambiental, la se-
xualidad psicológica es indiferenciada en el nacimiento y se
configura solo en el curso de las diversas experiencias relacio-
1
Cf. J. Money - A. A. Ehrhardt, Man and woman, boy and girl: the differenti-
ation and dimorphism of gender identity from conception to maturity (John Hopkins
University Press, Baltimore 1972).
2
Cf. Z. Hochberg - R. Chayen - N. Reis y otros., «Clinical and genetic
findings in male and female patients with 5α-reductase deficiency»: The Journal of
Clinical Endocrinology & Metabolism 81 (1996) 2821-2827.
3
Cf. A. Domurat Dreger, Ambiguous sex or ambivalent medicine? Ethical
issues in the treatment of intersexuality (Hastigs Center Report 1998) may-june,
24-35.
5
Cf. D. Frimberger - J. P. Gearhart, «Ambiguous genitalia and intersex»:
Urologia Internationalis 75 (2005) 291-297; Y. Morel - R. Rey - C. Teinturier y
otros, «Aetiological diagnosis of male sex ambiguity: a collaborative study»: Euro-
pean Journal of Pediatrics. 161 (2002) 49-59; I. A. Hughes, «Sex differentiation»:
Endocrinology 142 (2001) 3281-3287; O. Hiort - P. M. Holterus, «The molec-
ular basis of male sexual differentiation»: European Journal of Endocrinology 142
(2000) 101-110.
6
H. N. Lim - J. R. Hawkins, «Genetic control of gonadal differentiation»:
Baillière’s Clinical Endocrinology and Metabolism 12 (1998) 1-16.
7
Cf. S. R. Blecher - R. P. Erickson, «Genetics of sexual development: a new
paradigm»: American Journal of Medical Geneics. Part A 143A (2007) 3054-3068.
9
Cf. C. Belville - N. Josso - J. F. Picard, «Persistence of Müllerian deriva-
tives in males», American Journal of Medical Geneics (Sem. Med. Genet.) 89 (1999)
218-223; R. R. Beheringer - M. J. Finegold - R. L. Cate, «Mullerian inhibit-
ing substance function during mammalian sexual development»: Cell (Journal) 79
(1994) 415-425.
brain. Concluding remarks», Annals of the New York Academy of Sciences 299
(1977) 477-501.
11
T. Budefeld - N. Grigurevic - S. A. Tobet - G. Majdic, «Sex differences
in brain developing in the presence or absence of gonads»: Developmental Neuro-
biology 68 (2008) 981-995; A. P. Arnol, «Sex chromosomes and brain gender»:
Nature Reviews Neuroscience 5 (2004) 701-708.
15
Cf. J. T. Martin - D. A. Puts - S. M. Breedlovelove, «Hand asymmetry
in heterosexual and homosexual men and women: relationship to 2D:4D digit
ratios and other sexually dimorphic anatomical traits»: Archives of Sexual Behavior
37 (2008) 119-132; P.A. Hall - C. M. Schaeff et al., «Sexual orientation and
fluctuating asymmetry in men and women»: Archives of Sexual Behavior 37 (2008)
158-165.
16
Cf. L. H. Kinnunen - H. Moltz - J. Metz - M. Cooper, «Differential
brain activation in exclusively homosexual and heterosexual men produced by the
selective serotonin reuptake inhibitor, fruoxetine»: Brain Research 1024 (2004)
251-254; D. F. Swaab, «Sexual orientation and its basis in brain structure and
function»: Proceedings of the National Academy of Sciences of the United States of
America 105/30 (2008) 10273-10274.
18
D. F. Swaab - W. C. Chung - F. P. Kruijver y otros, «Sexual differentiation
of the human hypothalamus»: Advances in Experimental Medicine and Biology 511
(2001) 75-100.
19
Cf. L. S. Allen - R. A. Gorski, «Sexual orientation and the size of the
anterior commissure in the human brain»: Proceedings of the National Academy of
Sciences of the United States of America 89/15 (1992) 7199-7202.
20
Cf. M. S. Lasco - T. J. Jordan - M. A. Edgar y otros, «A lack of dimor-
phism of sex or sexual orientation in the human anterior commissure»: Brain Re-
search 936 (2002) 95-98.
21
Cf. D. F. Swaab - M. A. Hofman, «An enlarged suprachiasmatic nucleus in
homosexual men»: Brain Research 537 (1990) 141-148.
ers on the X chromosome and male sexual orientation»: Science 261 (1993) 321-327.
Ibíd.
28
X. Lacroix
Facultad de Teología (Lyon)