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Cuadernillo de Comprensión
Lectora
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Foto
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El chimpancé
El chimpancé es un animal que sabe fabricarse sus propias
herramientas. Arranca una rama de un árbol y se hace una vara. Luego la
mete en los hormigueros, la retira con cuidado y lame los insectos que se han
quedado pegados.
El León y la Liebre
Un león encontró a una liebre que dormía tranquilamente. Se acercó con cuidado con
intención de comérsela, pero cuando estaba a punto de devorarla, vio pasar a un ciervo.
Dejó entonces a la liebre para perseguir al ciervo.
Mientras tanto el león, que no pudo dar alcance al ciervo, regresó a comerse la liebre pero
se encontró con que se había escapado.
-Bien me lo merezco, pues teniendo ya una presa en mis manos, la dejé para ir tras la
esperanza de obtener una mayor.
Este es el aprendizaje que podemos sacar de esta historia: Si tienes un pequeño beneficio
no lo abandones, controla tu avaricia porque puedes perderlo todo.
Responde preguntas
Los esquimales
Los esquimales son un pueblo que vive en las regiones árticas de América, Siberia y
Groenlandia. Han vivido durante miles de años en esos territorios por lo que tienen una
gran habilidad para sobrevivir en condiciones tan difíciles.
Se calcula que viven en estas regiones unas 100.000 personas. Tienen una vida nómada,
siguiendo las migraciones de los animales que cazan. Son cazadores de focas y grandes
pescadores, lo que les permite conseguir alimentos incluso en el crudo invierno del Ártico.
De estos y otros animales aprovechan todas las partes posibles para alimentarse,
abrigarse, construir viviendas y herramientas para cazar.
EL PAPEL
En el Antiguo Egipto se escribía sobre papiro (de donde proviene la palabra papel), el cual
se obtenía a partir del tallo de una planta muy abundante en las riberas del río Nilo
En Europa, durante la Edad Media, se utilizó el pergamino que consistía en pieles de cabra
o de carnero curtidas, preparadas para recibir la tinta, que por desgracia era bastante costoso, lo
que ocasionó que a partir del siglo VIII se popularizara la mala costumbre de borrar los textos de
los pergaminos para reescribir sobre ellos (dando lugar a los palimpsestos) perdiéndose de esta
manera una cantidad inestimable de obras.
Sin embargo, los chinos ya fabricaban papel a partir de los residuos de la seda, la paja de
arroz y el cáñamo, e incluso del algodón. Se considera tradicionalmente que el primer proceso de
fabricación del papel fue desarrollado por el eunuco Cai Lun, consejero del emperador He de Han,
en el S. II d. C.
Durante unos 500 años, el arte de la fabricación de papel estuvo limitado a China; en el
año 610 se introdujo en Japón, y alrededor del 750 en Asia central. El conocimiento se transmitió a
los árabes, quienes a su vez lo llevaron a las que hoy son España y Sicilia en el siglo X. La
elaboración de papel se extendió a Francia que lo producía utilizando lino desde el siglo XII.
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Inicio:
Desarrollo:
Finalización:
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TORTILLA DE PATATA
Para hacer una tortilla de patata necesitaremos huevos, patatas, aceite y sal.
En primer lugar pelar las patatas y cortarlas en rodajas. Calentar el aceite en una sartén y
echar en ella las patatas procurando que se vayan friendo por igual, removiéndolas con un
tenedor. Sazonar las patatas.
Cuando las patatas ya estén fritas, con un cierto tono dorado, cascar y batir los huevos en
un plato hondo y holgado. Retirar las patatas procurando que escurran bien el aceite.
Seguidamente mezclar el huevo batido con las patatas fritas, procurando que el huevo
quede bien repartido por todas las patatas, resultando una masa homogénea.
Retirar parte del aceite de la sartén, dejando únicamente una fina capa que calentaremos
antes de echar la mezcla de huevo y patata. Bajar un poco el fuego para que se cuaje por
dentro y vigilar que no se queme alguna zona. Cuando ya se ha hecho la parte inferior es
preciso darle la vuelta, ayudados de un plato, tapadera o lanzándola al aire si la tortilla no
es muy grande y el cocinero es habilidoso. Cocinar el otro lado y dar más vueltas si es
preciso hasta que cuaje por dentro y quede dorada y sabrosa por fuera.
V F Primero hay que freír el huevo batido y luego pelar las patatas.
V F Cuando está hecha por un lado hay que darle la vuelta con cuidado.
V F Hay que procurar que todas las patatas se frían por igual.
V F Al final le podemos poner un poco de harina para que esté más bueno.
Cuentan que hace mucho, muchísimo tiempo, una gota de agua se cansó de estar en el
mismo lugar, y quiso navegar por los aires como los pájaros, para conocer el mundo y
visitar otras tierras.
Tanto fue el deseo de la gota de agua, que un día le pidió al Sol que le ayudara: “Astro rey,
ayúdame a elevarme hasta el cielo para conocer mejor el mundo”. Y así lo hizo el Sol.
Calentó la gota con sus rayos, hasta que poco a poco, se fue convirtiendo en un vapor de
agua. Cuando se quedó como un gas, la gota de agua se elevó al cielo lentamente.
Desde arriba, pudo ver el lugar donde vivía, incluso más allá, puedo ver otros rincones del
mundo, otros mares y otras montañas. Anduvo un tiempo la gota de agua allá en lo alto.
Visitó lugares desconocidos, hizo amistades con los pájaros y de vez en cuando algún
viento la ponía a danzar por todo el cielo azul.
Sin embargo, a los pocos días, la gota comenzó a sentirse sola. A pesar de contar con la
compañía de los pájaros, y la belleza de la tierra vista desde lo alto, nuestra amiga quiso
que otras gotas de agua le acompañaran en su aventura, así que decidió bajar a buscarlas
y compartir con ellas todo lo que había vivido.
“Viento, ayúdame a bajar del cielo para ir a buscar a mis amigas” Y el viento así lo hizo.
Sopló y sopló un aire frío que congeló la gotica hasta volverse más pesada que el aire, tan
pesada, que pronto comenzó a descender desde las alturas.
Al aterrizar en la tierra, lo hizo sobre un campo de trigo, donde había muchas gotas que
recién despertaban hechas rocío mañanero. “Queridas amigas, acompáñenme hasta el
cielo” gritó las gotas y todas estuvieron de acuerdo. Entonces, el Sol las elevó hasta lo alto
donde se convirtieron en una hermosa nube, pero al pasar el tiempo, las gotas quisieron
bajar nuevamente a contarles a otras góticas sobre lo que habían visto.
Y desde entonces, siempre que llueve, significa que cada gota de agua ha venido a buscar
a su amiga para jugar y bailar en el cielo.
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Uga la tortuga
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Inicio:
Desarrollo:
Finalización:
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Las moscas
En un frondoso bosque, de un panal se derramó una rica y deliciosa miel, y las moscas
acudieron rápidamente y ansiosas a devorarla. Y la miel era tan dulce y exquisita que las
moscas no podían dejar de comerlas.
Lo que no se dieron cuenta las moscas es que sus patas se fueron prendiendo en la miel y
que ya no podían alzar el vuelo de nuevo.
A punto de ahogarse en su exquisito tesoro, las moscas exclamaron:
- ¡Nos morimos, desgraciadas nosotras, por quererlo tomar todo en un instante de placer !
Actividad: Pinta la respuesta correcta
¿Qué encontraron las moscas de rico?
Había un niño que tenía muy, pero que muy mal carácter. Un día, su padre le dio una
bolsa con clavos y le dijo que cada vez que perdiera la calma, que él clavase un clavo en la
cerca de detrás de la casa.
El primer día, el niño clavó 37 clavos en la cerca. Al día siguiente, menos, y así con los días
posteriores. Él niño se iba dando cuenta que era más fácil controlar su genio y su mal
carácter, que clavar los clavos en la cerca.
Finalmente llegó el día en que el niño no perdió la calma ni una sola vez y se lo dijo a su
padre que no tenía que clavar ni un clavo en la cerca. Él había conseguido, por fin,
controlar su mal temperamento.
Su padre, muy contento y satisfecho, sugirió entonces a su hijo que por cada día que
controlase su carácter, sacase un clavo de la cerca.
Los días se pasaron y el niño pudo finalmente decir a su padre que ya había sacado todos
los clavos de la cerca. Entonces el padre llevó a su hijo, de la mano, hasta la cerca de
detrás de la casa y le dijo:
- Mira, hijo, has trabajo duro para clavar y quitar los clavos de esta cerca, pero fíjate en
todos los agujeros que quedaron en la cerca. Jamás será la misma.
Lo que quiero decir es que cuando dices o haces cosas con mal genio, enfado y mal
carácter, dejas una cicatriz, como estos agujeros en la cerca. Ya no importa tanto que
pidas perdón. La herida estará siempre allí. Y una herida física es igual que una herida
verbal.
Los amigos, así como los padres y toda la familia, son verdaderas joyas a quienes hay que
valorar. Ellos te sonríen y te animan a mejorar. Te escuchan, comparten una palabra de
aliento y siempre tienen su corazón abierto para recibirte.
Las palabras de su padre, así como la experiencia vivida con los clavos, hicieron que el
niño reflexionase sobre las consecuencias de su carácter. Y colorín colorado, este cuento
se ha acabado.
FIN
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Daniel juega muy contento en su habitación, monta y desmonta palabras sin cesar.
Hay veces que las letras se unen solas para formar palabras fantásticas, imaginarias, y es
que Daniel es mágico, es un mago de las palabras.
Lleva unos días preparando un regalo muy especial para aquellos que más quiere.
Es muy divertido ver la cara de mamá cuando descubre por la mañana un buenos días,
preciosa debajo de la almohada; o cuando papá encuentra en su coche un te quiero de
color azul.
Sus palabras son amables y bonitas, cortas, largas, que suenan bien y hacen sentir
bien: gracias, te quiero, buenos días, por favor, lo siento, me gustas.
Daniel sabe que las palabras son poderosas y a él le gusta jugar con ellas y ver la cara de
felicidad de la gente cuando las oye.
Sabe bien que las palabras amables son mágicas, son como llaves que te abren la puerta
de los demás.
Porque si tú eres amable, todo es amable contigo. Y Daniel te pregunta: ¿quieres
intentarlo tú y ser un mago de las palabras amables?
FIN
La liebre y la tortuga
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En el mundo de los animales vivía una liebre muy orgullosa y vanidosa, que no cesaba de
pregonar que ella era la más veloz y se burlaba de ello ante la lentitud de la tortuga.
- ¡Eh, tortuga, no corras tanto que nunca vas a llegar a tu meta! Decía la liebre riéndose de
la tortuga.
Un día, a la tortuga se le ocurrió hacerle una inusual apuesta a la liebre:
- Estoy segura de poder ganarte una carrera.
- ¿A mí? Preguntó asombrada la liebre.
- Sí, sí, a ti, dijo la tortuga. Pongamos nuestras apuestas y veamos quién gana la carrera.
La liebre, muy ingreída, aceptó la apuesta.
Así que todos los animales se reunieron para presenciar la carrera. El búho señaló los
puntos de partida y de llegada, y sin más preámbulos comenzó la carrera en medio de la
incredulidad de los asistentes.
Astuta y muy confiada en si misma, la liebre dejó coger ventaja a la tortuga y se quedó
haciendo burla de ella. Luego, empezó a correr velozmente y sobrepasó a la tortuga que
caminaba despacio, pero sin parar. Sólo se detuvo a mitad del camino ante un prado
verde y frondoso, donde se dispuso a descansar antes de concluir la carrera.Allí se quedó
dormida, mientras la tortuga siguió caminando, paso tras paso, lentamente, pero sin
detenerse.
Cuando la liebre se despertó, vio con pavor que la tortuga se encontraba a una corta
distancia de la meta. En un sobresalto, salió corriendo con todas sus fuerzas, pero ya era
muy tarde: ¡la tortuga había alcanzado la meta y ganado la carrera!
Ese día la liebre aprendió, en medio de una gran humillación, que no hay que burlarse
jamás de los demás. También aprendió que el exceso de confianza es un obstáculo para
alcanzar nuestros objetivos. Y que nadie, absolutamente nadie, es mejor que nadie
Esta fábula enseña a los niños que no hay que burlarse jamás de los demás y que el exceso
de confianza puede ser un obstáculo para alcanzar nuestros objetivos.
Si conoces alguna otra fábula para niños y quieres compartirla con nosotros y los demás
padres, estaremos encantados de recibirla.
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Carrera de zapatillas
Había llegado por fin el gran día. Todos los animales del bosque se levantaron temprano
porque ¡era el día de la gran carrera de zapatillas! A las nueve ya estaban todos reunidos
junto al lago.
También estaba la jirafa, la más alta y hermosa del bosque. Pero era tan presumida que no
quería ser amiga de los demás animales.
La jiraba comenzó a burlarse de sus amigos:
- Ja, ja, ja, ja, se reía de la tortuga que era tan bajita y tan lenta.
- Jo, jo, jo, jo, se reía del rinoceronte que era tan gordo.
- Je, je, je, je, se reía del elefante por su trompa tan larga.
Y entonces, llegó la hora de la largada.
El zorro llevaba unas zapatillas a rayas amarillas y rojas. La cebra, unas rosadas con moños
muy grandes. El mono llevaba unas zapatillas verdes con lunares anaranjados.
La tortuga se puso unas zapatillas blancas como las nubes. Y cuando estaban a punto de
comenzar la carrera, la jirafa se puso a llorar desesperada.
Es que era tan alta, que ¡no podía atarse los cordones de sus zapatillas!
- Ahhh, ahhhh, ¡qué alguien me ayude! - gritó la jirafa.
Y todos los animales se quedaron mirándola. Pero el zorro fue a hablar con ella y le dijo:
- Tú te reías de los demás animales porque eran diferentes. Es cierto, todos somos
diferentes, pero todos tenemos algo bueno y todos podemos ser amigos y ayudarnos
cuando lo necesitamos.
Entonces la jirafa pidió perdón a todos por haberse reído de ellos. Y vinieron las hormigas,
que rápidamente treparon por sus zapatillas para atarle los cordones.
Y por fin se pusieron todos los animales en la línea de partida. En sus marcas, preparados,
listos, ¡YA!
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Cuando terminó la carrera, todos festejaron porque habían ganado una nueva amiga que
además había aprendido lo que significaba la amistad.
Colorín, colorón, si quieres tener muchos amigos, acéptalos como son.
FIN
El Elefante Bernardo
Le pusieron un gran curita en su oreja para curarlo. Mientras Cándido lloraba, Bernardo se
burlaba, escondiéndose de las maestras.
Al día siguiente, Bernardo jugaba en el campo cuando, de pronto, le dio mucha sed.
Caminó hacia el río para beber agua. Al llegar al río vio a unos ciervos que jugaban a la
orilla del río.
Sin pensar dos veces, Bernardo tomó mucha agua con su trompa y se las arrojó a los
ciervos. Gilberto, el ciervo más chiquitito perdió el equilibrio y acabó cayéndose al río, sin
saber nadar.
Afortunadamente, Felipe, un ciervo más grande y que era un buen nadador, se lanzó al río
de inmediato y ayudó a salir del río a Gilberto. Felizmente, a Gilberto no le pasó nada,
pero tenía muchísimo frío porque el agua estaba fría, y acabó por coger un
resfriado. Mientras todo eso ocurría, lo único que hizo el elefante Bernardo fue reírse de
ellos.
Una mañana de sábado, mientras Bernardo daba un paseo por el campo y se comía un
poco de pasto, pasó muy cerca de una planta que tenía muchas espinas. Sin percibir el
peligro, Bernardo acabó hiriéndose en su espalda y patas con las espinas. Intentó
quitárselas, pero sus patas no alcanzaban arrancar las espinas, que les provocaba
mucho dolor.
Se sentó bajo un árbol y lloró desconsoladamente, mientras el dolor seguía. Cansado de
esperar que el dolor se le pasara, Bernardo decidió caminar para pedir ayuda. Mientras
caminaba, se encontró a los ciervos a los que les había echado agua. Al verlos, les gritó:
- Por favor, ayúdenme a quitarme esas espinas que me duelen mucho.
Y reconociendo a Bernardo, los ciervos le dijeron:
- No te vamos a ayudar porque lanzaste a Gilberto al río y él casi se ahogó. Aparte de eso,
Gilberto está enfermo de gripe por el frío que cogió. Tienes que aprender a no herirte ni
burlarte de los demás.
El pobre Bernardo, entristecido, bajo la cabeza y siguió en el camino en busca de ayuda.
Mientras caminaba se encontró algunos de sus compañeros de la escuela. Les pidió ayuda
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pero ellos tampoco quisieron ayudarle porque estaban enojados por lo que había hecho
Bernardo al burro Cándido.
Y una vez más Bernardo bajo la cabeza y siguió el camino para buscar ayuda. Las espinas
les provocaban mucho dolor. Mientras todo eso sucedía, había un gran mono que trepaba
por los árboles. Venía saltando de un árbol a otro, persiguiendo a Bernardo y viendo todo
lo que ocurría. De pronto, el gran y sabio mono que se llamaba Justino, dio un gran salto y
se paró enfrente a Bernardo. Y le dijo:
- Ya ves gran elefante, siempre has lastimado a los demás y, como si eso fuera poco, te
burlabas de ellos. Por eso, ahora nadie te quiere ayudar. Pero yo, que todo lo he visto,
estoy dispuesto a ayudarte si aprendes y cumples dos grandes reglas de la vida.
Y le contestó Bernardo, llorando:
- Sí, haré todo lo que me digas sabio mono, pero por favor, ayúdame a quitar los espinos.
Y le dijo el mono:
- Bien, las reglas son estas: la primera es que no lastimarás a los demás, y la segunda es
que ayudarás a los demás y los demás te ayudarán cuando lo necesites.
Dichas las reglas, el mono se puso a quitar las espinas y a curar las heridas a Bernardo. Y a
partir de este día, el elefante Bernardo cumplió, a rajatabla, las reglas que había
aprendido.
FIN
Sara y lucia
Esta es la historia de dos avestruces que eran muy amiguitas a tal punto que no
podían pasar un día sin la compañía de la otra. Un día ocurrió una situación que puso
a prueba la amistad de una con la otra. Una de ellas dijo:
– Hoy seré yo la que decida a que vamos a jugar- ante tal comentario la otra
respondió- No, seré yo lo que decida esta vez.
Durante mucho tiempo ninguna de las dos cedía ante los deseos de la otra por lo que
no llegaban a un acuerdo. Varias horas de discusión pasaron hasta que por fin
llegaron a un consenso y una de ellas dijo:
Con estas palabras decidieron que alternarían las propuestas de juego, donde cada
una de ella decidiría durante todo un día que jugos sería los que iban a jugar.
Fue de este modo como lograron evitar todo tipo de problemas y su amistad perduró
para toda la vida.
Erase una vez dos viajeros muy diferentes, pues uno nunca mentía y el otro lo hacía
siempre, que viajaban juntos por un mismo camino. Cuando llevaban un rato
caminado vieron a dos monos muy graciosos que se encontraban al final del camino.
Uno de los monos, que se había convertido en el rey de los monos, les exigió a los
hombres que se acercaran a verlo para que le contaran lo que ellos pensaban de él.
Después de llevar un rato de preparaciones, el monarca de los monos les saludó con
la siguiente expresión:
– ¿Qué impresión les causo yo como rey? El primero en responder fue el viajero
mentiroso y le dijo:
– Por lo que he visto estoy seguro de que eres el mejor de los monarcas con los que
he tratado.
– Los monos que te rodean son los más sacrificados que he podido ver – dijo el
viajero mentiroso.
El rey mono se sintió muy satisfecho ante tal respuesta y les ordenó a los otros
monos que le llevaran un obsequio como recompensa a sus palabras.
El otro viajero como vio que a su amigo le daban regalos a su compañero que lo único
que había hecho era mentir, pensó que si decía la verdad tendría mayores
recompensas.
El rey mono, una vez que había terminado con el primer viajero, procedió a
preguntarle al otro las mismas preguntas a lo que este contestó:
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– Creo que usted es un mono muy común y corriente, y sus súbditos son iguales
también.
Moraleja: Los que solo gustan ser elogiados no le digas jamás la verdad ya que
nunca la van aceptar.
Desarrollo:
Finalización:
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El burrito sabía que de seguro el lobo quería comérselo por lo que él tenía que huir
aunque de seguro no iba a poder. Observando los alrededores se percató de que no
existían lugares donde poder esconderse y si se echaba a correr sería atrapado por el
lobo. La otra opción que le quedaba era pedir auxilio pero nadie le escucharía pues la
aldea estaba muy lejos.
Muy angustiado ante aquella situación empezó a pensar para ver que podía hacer con
tal de liberarse del malvado lobo. El tiempo que le queda era poco pues el feroz
animal se acercaba con prisa. De repente una idea alumbró su cabeza y consistía en
engañar al lobo haciéndole creer que se había clavado una espina.
Para no levantar sospechas el borrico empezó andar bien despacio y a simular una
cojera, y con cara de dolor empezó a emitir gemidos. De momento el lobo apareció
frente a él con sus colmillos y garras afuera preparado para atacar, pero el burro
continuó con su plan y siguió fingiendo.
– Menos mal que está usted por aquí es que me ha ocurrido un accidente y solo
alguien tan inteligente como usted, señor lobo, podría ayudarme.
– ¿Qué es lo que te ha ocurrido?- dijo el lobo muy gustoso ante aquellas palabras y
haciéndose el muy preparado.
– Como siempre andaba muy distraído y me he clavado una espina en una de las
patas traseras. Tengo tanto dolor que casi ni puedo caminar.
El lobo ante aquella situación pensó que nada pasaría por ayudar al pobre burrito
pues este estando herido no podría escapar de sus garras e igualmente se lo iba a
comer.
– Levanta la pata para ver que puedo hacer por ti – dijo el lobo.
Colocándose detrás del burro agachado empezó a buscar pero no veía ni rastro de
aquella astilla que el borrico mencionaba.
– Sí, claro que hay, mira bien en mi pesuña pues me duele mucho; si te acercas más
podrás verla.
Nada más que el lobo pegó sus ojos a la pesuña, el borrico le dio una enorme patada
en el hocico y salió rápidamente para protegerse en la granja de su dueño. Por su
lado el lobo quedó tendido en el suelo muy golpeado y tenía hasta cinco dientes
rotos.
– ¡Qué tonto soy! Si no me hubiese creído más listo que nadie, ese borrico no me
habría engañado y ahora no estaría aquí tendido en el suelo.
Moraleja: Si no sabes hacer las cosas no te metas pues como dice el refrán zapatero
a tus zapatos.
Hubo una vez un león que enamorado de la hija de un labrador pidió su mano en
matrimonio. El labrador desconcertado ante tal situación sabía que no podía aceptar
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porque le estaría dando a su hija a un feroz animal y al mismo tiempo temía de lo que
pudiese suceder si se la negaba.
Fue entonces cuando se le ocurrió la siguiente idea: era tanta la insistencia del león
que le dijo que parecía ser un esposo merecedor de su hija pero que si quería casarse
con ella debía arrancarse los dietes y cortarse muy las afiladas uñas pues su hija le
temía muchísimo a eso.
Era tanto el amor que sentía que el león aceptó las condiciones y llevó a cabo lo
pedido. Cuando volvió a ver al labrador sin sus dientes no garras, este sin piedad
ninguna lo echó de su casa a golpes.
Moraleja: Tu defensa es lo único que te permite que te respeten así que nunca
confíes como para despojarte de ella pues todos los que te respetaban entonces
podrán vencerte.
Esta es la historia de un pequeño ratoncito al que su padre cada día antes de salir
rumbo a la escuela le advertía:
– Hijo mío, recuerda que en este mundo existen muchísimos peligros y debes tener
mucho cuidado. Estate siempre a la viva principalmente si te encuentras un gato en tu
camino. Fíjate siempre en cada paso que das y nuca vayas a correr sin tener un
rumbo fijo. Y lo más importante, antes de poner tus dedos en algo revísalo muy bien.
Solo si eres precavido podrás tener una vida larga y placentera.
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– Yo no creo que ese aparato constituya peligro alguno, y como nadie le ha prestado
atención alguna me comeré ese pedazo de queso completamente.
La glotonería del ratoncillo lo hizo tratar de agarrar el queso y fue solo en cuestiones
de segundos cuando quedó prisionero en la trampa.
Moraleja: Los mayores siempre te aconsejan por tu bien, así que debes escucharlo y
solo así te evitarás muchos males.
La cabeza de colores
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Esta es la increíble historia de un niño muy singular. Siempre quería aquello que no tenía:
los juguetes de sus compañeros, la ropa de sus primos, los libros de sus papás... y llegó a
ser tan envidioso, que hasta los pelos de su cabeza eran envidiosos. Un día resultó que
uno de los pelos de la coronilla despertó de color verde, y los demás pelos, al verlo tan
especial, sintieron tanta envidia que todos ellos terminaron de color verde. Al día
siguiente, uno de los pelos de la frente se manchó de azul, y al verlo, nuevamente todos
los demás pelos acabaron azules. Y así, un día y otro, el pelo del niño cambiaba de color,
llevado por la envidia que sentían todos sus pelos.
A todo el mundo le encantaba su pelo de colores, menos a él mismo, que tenía tanta
envidia que quería tener el pelo como los demás niños. Y un día, estaba tan enfadado por
ello, que se tiró de los pelos con rabia. Un pelo delgadito no pudo aguantar el tirón y se
soltó, cayendo hacia al suelo en un suave vuelo... y entonces, los demás pelos, sintiendo
envidia, se soltaron también, y en un minuto el niño se había quedado calvo, y su cara de
sorpresa parecía un chiste malo.
Tras muchos lloros y rabias, el niño comprendió que todo había sido resultado de su
envidia, y decidió que a partir de entonces trataría de disfrutar de lo que tenía sin fijarse
en lo de los demás. Tratando de disfrutar lo que tenía, se encontró con su cabeza lisa y
brillante, sin un solo pelo, y aprovechó para convertirla en su lienzo particular.
Desde aquel día comenzó a pintar hermosos cuadros de colores en su calva cabeza, que
gustaron tantísimo a todos, que con el tiempo se convirtió en un original artista famoso en
el mundo entero.
Actividad: Responder preguntas formuladas por la Educadora
¿Qué quería el niño?
¿El niño era envidioso?
¿Qué le paso a su pelo?
¿Por qué se quedo sin pelo?
Flecha de guerrero
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De todos los guerreros al servicio del malvado Morlán, Jero era el más fiero, y el más cruel.
Sus ojos descubrían hasta los enemigos más cautos, y su arco y sus flechas se encargaban
de ejecutarlos.
Cierto día, saqueando un gran palacio, el guerrero encontró unas flechas rápidas y
brillantes que habían pertenecido a la princesa del lugar, y no dudó en guardarlas para
alguna ocasión especial.
En cuanto aquellas flechas se unieron al resto de armas de Jero, y conocieron su terrible
crueldad, protestaron y se lamentaron amargamente. Ellas, acostumbradas a los juegos de
la princesa, no estaban dispuestas a matar a nadie.
¡No hay nada que hacer! - dijeron las demás flechas -. Os tocará asesinar a algún pobre
viajero, herir de muerte a un caballo o cualquier otra cosa, pero ni soñéis con volver a
vuestra antigua vida...
Algo se nos ocurrirá- respondieron las recién llegadas.
Pero el arquero jamás se separaba de su arco y sus flechas, y éstas pudieron conocer de
cerca la terrorífica vida de Jero. Tanto viajaron a su lado, que descubrieron la tristeza y la
desgana en los ojos del guerrero, hasta comprender que aquel despiadado luchador jamás
había visto otra cosa.
Pasado el tiempo, el arquero recibió la misión de acabar con la hija del rey, y Jero pensó
que aquella ocasión bien merecía gastar una de sus flechas. Se preparó como siempre:
oculto entre las matas, sus ojos fijos en la víctima, el arco tenso, la flecha a punto, esperar
el momento justo y .. ¡soltar!
Pero la flecha no atravesó el corazón de la bella joven. En su lugar, hizo un extraño, lento y
majestuoso vuelo, y fue a clavarse junto a unos lirios de increíble belleza. Jero, extrañado,
se acercó y recogió la atontada flecha. Pero al hacerlo, no pudo dejar de ver la
delicadísima y bella flor, y sintió que nunca antes había visto nada tan hermoso...
Unos minutos después, volvía a mirar a su víctima, a cargar una nueva flecha y a tensar el
arco. Pero nuevamente erró el tiro, y tras otro extraño vuelo, la flecha brillante fue a parar
a un árbol, justo en un punto desde el que Jero pudo escuchar los más frescos y alegres
cantos de un grupo de pajarillos...
Y así, una tras otra, las brillantes flechas fallaron sus tiros para ir mostrando al guerrero los
pequeños detalles que llenan de belleza el mundo. Flecha a flecha, sus ojos y su mente de
cazador se fueron transformando, hasta que la última flecha fue a parar a sólo unos
metros de distancia de la joven, desde donde Jero pudo observar su belleza, la misma que
él mismo estaba a punto de destruir.
Entonces el guerrero despertó de su pesadilla de muerte y destrucción, deseoso de
cambiarla por un sueño de belleza y armonía. Y después de acabar con las maldades de
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Morlán, abandonó para siempre su vida de asesino y dedicó todo su esfuerzo a proteger la
vida y todo cuanto merece la pena.
Sólo conservó el arco y sus flechas brillantes, las que siempre sabían mostrarle el mejor
lugar al que dirigir la vista.
Actividad; Mapa del cuento
Inicio:
Desarrollo:
Finalización:
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Un conejo en la vía
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Daniel se reía dentro del auto por las gracias que hacía su hermano menor, Carlos. Iban de
paseo con sus padres al Lago Rosado. Allí irían a nadar en sus tibias aguas y elevarían sus
nuevas cometas. Sería un día de paseo inolvidable. De pronto el coche se detuvo con un
brusco frenazo. Daniel oyó a su padre exclamar con voz ronca:
- ¡Oh, mi Dios, lo he atropellado!
- ¿A quién, a quién?, le preguntó Daniel.
- No se preocupen, respondió su padre-. No es nada.
El auto inició su marcha de nuevo y la madre de los chicos encendió la radio, empezó a
sonar una canción de moda en los altavoces.
- Cantemos esta canción, dijo mirando a los niños en el asiento de atrás. La mamá
comenzó a tararear una canción. Pero Daniel miró por la ventana trasera y vio tendido
sobre la carretera el cuerpo de un conejo.
- Para el coche papi, gritó Daniel. Por favor, detente.
- ¿Para qué?, responde su padre.
- ¡El conejo, le dice, el conejo allí en la carretera, herido!
- Dejémoslo, dice la madre, es sólo un animal.
- No, no, para, para.
- Sí papi, no sigas - añade Carlitos-. Debemos recogerlo y llevarlo al hospital de
animales. Los dos niños estaban muy preocupados y tristes.
- Bueno, está bien- dijo el padre dándose cuenta de su error. Y dando vuelta recogieron al
conejo herido.
Pero al reiniciar su viaje fueron detenidos un poco más adelante por una patrulla de la
policía, que les informó de que una gran roca había caído sobre la carretera por donde
iban, cerrando el paso. Al enterarse de la emergencia, todos ayudaron a los policías a
retirar la roca.
Gracias a la solidaridad de todos pudieron dejar el camino libre y llegar a tiempo al
veterinario, que curó la pata al conejo. Los papás de Daniel y Carlos aceptaron a llevarlo a
su casa hasta que se curara
Unas semanas después toda la familia fue a dejar al conejito de nuevo en el bosque.
Carlos y Daniel le dijeron adiós con pena, pero sabiendo que sería más feliz en libertad.
FIN
Actividad: Colorea al conejo del cuento y comentar que te enseño este cuento
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FIN
¡Hay un gusano en mi plato!, dijo Matías haciendo gestitos con la mano como para
ahuyentarlo. El gusano primero miró el plato, después miró a Matías y luego dijo:
- ¡Glup!, parece que me equivoqué. Esta no es una hoja de lechuga.
Cuando se le pasó un poquito el miedo, Matías, que era muy curioso, se acercó a observar
muy bien a don Gusano.
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- ¡Vaya! -pensó- No sólo es bastante extraño y bonitos sus colores, sino que también tiene
muchas patitas. Debe estar desorientado.
- Desorientado no, apenas un poco cegato –corrigió el gusano- pero en voz tan bajita que
nadie lo escuchó.
Por un instante el gusanito detuvo su marcha, encorvó su lomo verde y miró a Matías con
sus ojitos finitos de gusano perdido.
Sonrieron cada uno a su manera. Matías, entonces, trajo una hoja de
lechuga, que con mamá sacó de la heladera.
Lo cargó sobre ella y la llevó al jardín. Don Gusano sintió el airecito y fue feliz.
Entretanto, Matías lo miraba divertido.
Pasito a paso el gusano se fue perdiendo entre las rosas con un buen bocado
de lechuga entre las mandíbulas.
Pero eso sí ¡lechuga sin condimentar!
FIN
Pedrito, triste, se ocultó en su caparazón. Tras unos cuantos días descansando, llovió, y
Pedrito salió dispuesto a irse a vivir a otro lugar, pero al sacar la cabeza vio a una pequeña
babosa que se había asustado al verlo.
Inicio:
Desarrollo:
Finalización:
El Oso Santilin
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Santilín, especialmente, despierta el amor y el respeto de los niños por la naturaleza. Los
valores son las reglas de conducta y actitudes según las cuales nos comportarnos y que
están de acuerdo con aquello que consideramos correcto.
A través de las fábulas, cuentos y poemas los niños realizan también un gran aprendizaje.
De sonrisa en sonrisa
Una mañana, Patricia se despertó asustada por un sueño que había tenido. Soñó que a
todas las personas que conocía se les había borrado la sonrisa.
Estaba rodeada de gente muy triste, con caras alargadas, con el ceño fruncido, con rostros
llenos de amargura, cosa que no le agradó nada.
Hasta su mamá, que era muy alegre y siempre tenía un chiste para compartir, sólo gritaba
y mostraba mal humor.
De igual manera su padre y hermano; por no hablar de la maestra, que tenía un rostro de
estatua, y sus compañeros de clase, quienes ni con una broma reían.
Esto angustió mucho a Patricia, ya que siempre pensaba que la sonrisa era la forma
natural de comunicarse para entender al amigo, al hermano y a los padres.
Esto lo pensaba debido a que sus mejores ratos los había vivido cuando todos los
miembros de la familia se reían, y sabía lo importante que era ese pequeño gesto para
mantenerse unidos y comunicarse.
Patricia cada vez se sentía más sola e incomprendida, nadie reía a su alrededor e incluso
ella llegó a dejar de sonreír y comenzó a llorar, temiendo que nunca volvería a ver feliz a
nadie.
Pero llegó al punto de que el susto invadió todo su cuerpo y de repente se despertó. Se
dio cuenta de que estaba en su cama, a salvo, y dijo: "Menos mal que sólo fue un sueño".
En ese momento su mamá llegó a la cama con el desayuno y una tremenda sonrisa,
dándole un beso y diciéndole que el día hay que empezarlo feliz.
FIN
Sara y Lucía
Erase una vez dos niñas muy amigas llamadas Sara y Lucía. Se conocían desde que eran
muy pequeñas y compartían siempre todo la una con la otra.
Un día Sara y Lucía salieron de compras. Sara se probó una camiseta y le pidió a su amiga
Lucía su opinión. Lucía, sin dudarlos dos veces, le dijo que no le gustaba cómo le quedaba
y le aconsejó buscar otro modelo.
Entonces Sara se sintió ofendida y se marchó llorando de la tienda, dejando allí a su
amiga.
Lucía se quedó muy triste y apenada por la reacción de su amiga.
No entendía su enfado ya que ella sólo le había dicho la verdad.
Al llegar a casa, Sara le contó a su madre lo sucedido y su madre le hizo ver que su amiga
sólo había sido sincera con ella y no tenía que molestarse por ello.
Sara reflexionó y se dio cuenta de que su madre tenía razón.
Al día siguiente fue corriendo a disculparse con Lucía, que la perdonó de inmediato con
una gran sonrisa.
Desde entonces, las dos amigas entendieron que la verdadera amistad se basa en la
sinceridad.
Y colorín colorado este cuento se ha acabado, y el que se enfade se quedará sentado.
FIN
Actividades: Responde las siguientes preguntas
Uga la tortuga
No todos los trabajos necesitan de obreros rápidos. Hay labores que requieren tiempo y
esfuerzo. Si no lo intentas nunca sabrás lo que eres capaz de hacer, y siempre te quedarás
con la duda de si lo hubieras logrados alguna vez.
Por ello, es mejor intentarlo y no conseguirlo que no probar y vivir con la duda. La
constancia y la perseverancia son buenas aliadas para conseguir lo que nos proponemos;
por ello yo te aconsejo que lo intentes. Hasta te puede sorprender de lo que eres capaz.
- ¡Caramba, hormiguita, me has tocado las fibras! Esto es lo que yo necesitaba: alguien
que me ayudara a comprender el valor del esfuerzo; te prometo que lo intentaré.
Pasaron unos días y Uga, la tortuga, se esforzaba en sus quehaceres.
Se sentía feliz consigo misma pues cada día conseguía lo poquito que se proponía porque
era consciente de que había hecho todo lo posible por lograrlo.
- He encontrado mi felicidad: lo que importa no es marcarse grandes e imposibles metas,
sino acabar todas las pequeñas tareas que contribuyen a lograr grandes fines.
FIN
1. ¿Qué le pasaba a Uga la tortuga? ¿Por qué se metían todos los compañeros del bosque
con ella?
Daniel juega muy contento en su habitación, monta y desmonta palabras sin cesar.
Hay veces que las letras se unen solas para formar palabras fantásticas, imaginarias, y es
que Daniel es mágico, es un mago de las palabras.
Lleva unos días preparando un regalo muy especial para aquellos que más quiere.
Es muy divertido ver la cara de mamá cuando descubre por la mañana un buenos días,
preciosa debajo de la almohada; o cuando papá encuentra en su coche un te quiero de
color azul.
Sus palabras son amables y bonitas, cortas, largas, que suenan bien y hacen sentir
bien: gracias, te quiero, buenos días, por favor, lo siento, me gustas.
Daniel sabe que las palabras son poderosas y a él le gusta jugar con ellas y ver la cara de
felicidad de la gente cuando las oye.
Sabe bien que las palabras amables son mágicas, son como llaves que te abren la puerta
de los demás.
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Los cuentos infantiles no solo divierten a los niños como también son un recurso muy
valioso para educarles. Este cuento de 'Todos somos diferentes' hace con que los niños
aprendan a respetar a los demás, independientemente de su color de piel, de sus rasgos,
de cómo es su pelo, si es chino, árabe o indígena, si habla otro idioma. Al fin y al
cabo, todos somos diferentes en nuestra forma física y en la forma en que vivimos y
entendemos las cosas al nuestro alrededor. Las diferencias nos enriquecen y nos hacen
aprender más. Espero que os guste este precioso cuento:
Cuenta una historia que varios animales decidieron abrir una escuela en el bosque. Se
reunieron y empezaron a elegir las disciplinas que serían impartidas durante el curso. El
pájaro insistió en que la escuela tuviera un curso de vuelo.
El pez, que la natación fuera también incluida en el currículo. La ardilla creía que la
enseñanza de subir en perpendicular en los árboles era fundamental. El conejo quería, de
todas formas, que la carrera fuera también incluida en el programa de disciplinas de la
escuela.
Y así siguieron los demás animales, sin saber que cometían un gran error. Todas las
sugerencias fueron consideradas y aprobadas. Era obligatorio que todos los animales
practicasen todas las disciplinas.
Al día siguiente, empezaron a poner en práctica el programa de estudios. Al principio, el
conejo salió magníficamente en la carrera; nadie corría con tanta velocidad como él.
Sin embargo, las dificultades y los problemas empezaron cuando el conejo se puso a
aprender a volar. Lo pusieron en una rama de un árbol, y le ordenaron que saltara y
volara.
El conejo saltó desde arriba, y el golpe fue tan grande que se rompió las dos piernas. No
aprendió a volar y, además, no pudo seguir corriendo como antes.
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Al pájaro, que volaba y volaba como nadie, le obligaron a excavar agujeros como a un
topo, pero claro, no lo consiguió.
Por el inmenso esfuerzo que tuvo que hacer, acabó rompiendo su pico y sus alas,
quedando muchos días sin poder volar. Todo por intentar hacer lo mismo que un topo.
La misma situación fue vivida por un pez, una ardilla y un perro que no pudieron volar,
saliendo todos heridos. Al final, la escuela tuvo que cerrar sus puertas.
¿Y saben por qué? Porque los animales llegaron a la conclusión de que todos somos
diferentes. Cada uno tiene sus virtudes y también sus debilidades.
Un gato jamás ladrará como un perro, o nadará como un pez. No podemos obligar a que
los demás sean, piensen, y hagan algunas cosas como nosotros. Lo que vamos conseguir
con eso es que ellos sufran por no conseguir hacer algo de igual manera que nosotros, y
por no hacer lo que realmente les gusta.
Debemos respetar las opiniones de los demás, así como sus capacidades y limitaciones. Si
alguien es distinto a nosotros, no quiere decir que él sea mejor ni peor que nosotros. Es
apenas alguien diferente a quien debemos respetar.
FIN
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Inicio:
Desarrollo:
Finalización: