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¿Por qué hacen eso? Porque creen que a través de los sacramentos y la predicación de la
Palabra (entendida sacramentalmente), Dios usa su poder salvífico a favor del alma individual.
El ritual (eucaristía, predicación de la Palabra) es el medio por el cual el poder divino trasforma
el funcionamiento del alma. Católicos romanos y protestantes por igual entienden que “Cristo
como el pan de Dios” se refiere al poder divino espiritual y omnipotente conferido al alma a
través del sacramento. El mediar para que este poder divino alcance al alma es la tarea esencial
de su ministerio. Esto significa que han cambiado las verdades de la Escritura por la realización
mecánica de rituales. De acuerdo a la Escritura, sin embargo, Dios no salva a través de rituales
sino a través del poder de sus palabras.
Los pastores adventistas y laicos no ministran rituales sino el significado de las Escrituras.
De acuerdo a las Escrituras, el poder de Dios está en su Palabra (la Escritura misma).
Cristo enseñó que él es el pan de vida (Juan 6:35, 48). Él alimenta nuestras mentes y
vidas a través de las palabras de la Escritura.
35 “—Yo soy el pan de vida —declaró Jesús—. El que a mí viene nunca pasará
hambre, y el que en mí cree nunca más volverá a tener sed. 48 Yo soy el pan de
vida. 49 Los antepasados de ustedes comieron el maná en el desierto, y sin
embargo murieron. 50 Pero este es el pan que baja del cielo; el que come de él
no muere. 63 El Espíritu da vida; la carne no vale para nada. Las palabras que les
he hablado son espíritu y son vida” (Juan 6:35, 48, 63, NVI, 14).
Santiago también afirma LA PALABRA tiene poder para salvar.
“Por esto, despójense de toda inmundicia y de la maldad que tanto abunda, para
que puedan recibir con humildad la palabra sembrada en ustedes, la cual tiene
poder para salvarles la vida. 22 No se contenten solo con escuchar la palabra,
pues así se engañan ustedes mismos. Llévenla a la práctica. (Sgo 1:21-22, NVI;
énfasis añadido).
Pablo instruyó a Timoteo en cuanto al poder de las Sagradas Escrituras.
“Desde tu niñez conoces las Sagradas Escrituras, que pueden darte la sabiduría
necesaria para la salvación mediante la fe en Cristo Jesús”. 2 Tim 3:15, NVI.
Elena de White resume la perspectiva bíblica: la biblia es la única fuente de poder.
“La vida de Dios, que comunica vida al mundo, está en su PALABRA. Fue por su
palabra como Jesús sanó las enfermedades y echó fuera demonios. Por su
palabra, calmó el mar y resucitó muertos; y la gente dio testimonio de que su
palabra tenia poder. El habló la palabra de Dios como la había hablado a todos
los escritores del Antiguo Testamento. Toda LA BIBLIA es una manifestación de
Cristo. Es nuestra única fuente de poder. OE, 263.
A través del ministerio de la enseñanza del Espíritu Santo, el único “maestro eficaz”, las
palabras de la Escritura cambian los contenidos y los valores de la mente interior (el “corazón”
bíblico).
“El Espíritu Santo exalta y glorifica al Salvador. Está encargado de presentar a Cristo, la pureza
de su justicia y la gran salvación que obtenemos por El. El Señor Jesús dijo: El Espíritu “tomará de
lo mío, y os lo anunciará”. El Espíritu de verdad es el único maestro eficaz de la verdad divina.
¡Cuánto no estimará Dios a la raza humana, siendo que dio a su Hijo para que muriese por ella, y
manda su Espíritu para que sea de continuo el maestro y guía del hombre!” CC, 91.
“El conocimiento de Dios, como está revelado en Cristo, es el conocimiento que deben tener
todos los que están salvos. Este es el conocimiento que obra la transformación del carácter.
Recibido en la vida, volverá a crear en el alma la imagen de Cristo. HAp, 378.
Los pastores y ministros laicos ministran el poder de la Palabra. Esta es la cosa más
importante que pueden hacer como representantes de Cristo.
¿Cómo puede el poder de Dios encontrarse en las palabras de la Escritura? El poder de Dios
está en sus acciones, no en un libro. Por otra parte, Dios proporciona su poder a través del
Espíritu Santo.
No obstante, Dios actúa en diferentes formas; en el mundo espiritual Él actúa por
medio del habla. A causa del pecado, Dios no puede hablarnos ahora directamente sino
indirectamente a través de sus profetas, apóstoles y a través de Cristo, el Hijo de Dios.
Bajo la inspiración del Espíritu Santo, los profetas y apóstoles escribieron muchas de las
palabras y acciones de Cristo de manera tal que el Espíritu Santo pudiera usarlas para
hablar a todos los seres humanos a través de todos los tiempos. De esa manera, las
palabras de la Escritura son las palabras de Dios.
Además, por medio de, el ministerio de la enseñanza del Espíritu Santo, el poder de las
palabras de Dios se libera en el alma humana. Este ministerio se hace efectivo a través
de la comprensión, la aplicación y la obediencia. El Padre envió al Espíritu Santo en
nombre de Cristo para enseñarnos “todas las cosas”, y recordarnos todo lo que Cristo
dijo a los apóstoles:
“Pero el Consolador, el Espíritu Santo, a quien el Padre enviará en mi nombre, les
enseñará todas las cosas y les hará recordar todo lo que les he dicho” Juan 14:26)
En otras palabras, la tarea del Espíritu Santo es testificar acerca de las enseñanzas y
acciones del Cristo encarnado.
De acuerdo a Cristo, el papel principal del Espíritu de verdad es guiarnos “a toda la
verdad”.
“Pero, cuando venga el Espíritu de la verdad, él los guiará a toda la verdad,
porque no hablará por su propia cuenta, sino que dirá solo lo que oiga y les
anunciará las cosas por venir. 14 Él me glorificará porque tomará de lo mío y se
lo dará a conocer a ustedes. 15 Todo cuanto tiene el Padre es mío. Por eso les
dije que el Espíritu tomará de lo mío y se lo dará a conocer a ustedes” (Juan
16:13-15, NVI).
En la Escritura, a través de la inspiración del Espíritu Santo, conocemos al mismo Cristo quien
hablaba con los apóstoles y se relacionaba con ellos. De esta forma, el poder de las palabras de
Dios se encuentra en la Escritura. Éste es el poder que nosotros tenemos que ministrar a la
iglesia y al mundo.
LA COMPRENSIÓN DE LA ESCRITURA
Influidos por la cultura norteamericana y los modelos evangélicos de ministerio y evangelismo,
muchos creen que el poder del ministerio depende de su apelación a los sentidos. En el
proceso, descuidamos las palabras de Dios y su poder nunca alcanza a las almas que
buscan esperanza y salvación.
Cuando estaba estudiando teología, tomé una clase sobre la epístola de Pablo a los Romanos.
Buscaba comprender los pensamientos de Pablo así que hice muchas preguntas. A veces, el
profesor daba explicaciones que no eran ni claras ni satisfactorias. Un día decidí insistir:
“Profesor, quiero saber qué es lo que Pablo quiere decir en este versículo”. Sin vacilación
respondió: “Dios espera que aceptemos su palabra por la fe, no a través del entendimiento”. Yo
no podía aceptar su punto de vista acerca de la teología y la fe. Más tarde descubrí que Dios
espera que comprendamos su revelación a fin de creer y ser salvos.23
El Señor desea que cada alma que pretende creer la verdad posea un conocimiento
inteligente acerca de qué es la verdad. Surgirán falsos profetas que engañarán a
muchos. Será sacudido todo lo que pueda sacudirse. ¿No le corresponde, entonces, a
cada uno comprender las razones de nuestra fe? En lugar de tener tantos sermones
debería haber una investigación más profunda de la Palabra de Dios; debería
escudriñarse la Escritura pasaje por pasaje en busca de fuertes evidencias que sustenten
las doctrinas fundamentales que nos han conducido hasta donde ahora estamos, sobre
la plataforma de la verdad eterna. 2MS, 452.
De hecho, la teología es la comprensión de las palabras de Dios. Cuando son entendidas, las
palabras de Dios generan fe. Como ya sabemos, la fe es necesaria para que los actos salvíficos y
el poder de Dios se apliquen a nuestras vidas. Entonces, si el poder de Dios está en sus palabras,
la obra del ministerio pastoral debería centrarse en ayudar a creyentes y no creyentes a
comprenderlas. El pastor debería ministrar la teología en muchas formas, incluyendo el
1. ejemplo personal,
2. las conversaciones personales,
3. el manejo de conflictos,
4. el aconsejamiento,
5. los seminarios,
6. el estudio de la Biblia y
7. la predicación.
Los pastores deberían comprender las doctrinas bíblicas en profundidad como así también su
unidad interna y armonía espiritual.
“De todos los hombres sobre la faz de la tierra, aquellos que tratan con las verdades
solemnes para estos tiempos peligrosos deberían comprender sus Biblias y llegar a estar
familiarizados con las evidencias de nuestra fe”.24
Basado sobre su propia experiencia personal con el Cristo de la Escritura, los pastores deberían
pasar tiempo con sus miembros, privadamente y en grupos, “enseñándoles que guarden todas
las cosas” (Mat 28:20) que Cristo enseñó a sus discípulos.
La comisión evangélica de Cristo asume que sus discípulos conocían lo que significaba el
discipulado y cómo hacer discípulos. Ellos se relacionaban con Cristo como discípulos. Además,
Jesús explicó explícitamente y en detalle cómo se hacen discípulos y cómo se salvan. (ver Fernando
Canale, “Estilo de vida y salvación”, Theologika 26:2 (2011) 200-249)
De Cristo, el maestro en hacer discípulos, sabemos que “hacer discípulos de Cristo” involucra:
Proclamación (entendida como “anuncio público y propagación de importante
conocimiento oficial”),
Educación (mentoría personal) y
Espiritualidad personal (relacionarse con Cristo dialógicamente a través de la
comprensión de la Biblia y la oración).
Estamos lejos de seguir el método de Cristo en cuanto al evangelismo y el ministerio así como
en relación a la proclamación, la enseñanza, el hacer discípulos, el bautismo y el continuo e
incesante proceso de mentoría. Cuando bautizamos discípulos, no existe ninguna brecha entre
salvación y estilo de vida.
Un ministerio centrado en Cristo no sólo enseña la historia de Dios y de Cristo sino también las
doctrinas que Cristo enseña a través de los profetas del Antiguo Testamento y los apóstoles del
Nuevo Testamento junto con lecciones personales de misericordia y mansedumbre.
Proclamar a Cristo doctrinalmente requiere nada menos que un cambio en el paradigma
ministerial que opera en la mayoría de las congregaciones adventistas. Desafortunadamente, la
mayoría de los ministros y miembros experimentan las doctrinas como “conocimiento
intelectual” sin relación con la vida o la salvación.
Por lo tanto, no hay que sorprenderse de que la mayoría de los creyentes no entienda lo que
creen. A pesar de ello, todos desean conocer a Dios y a Cristo. Esta situación puede emanar de
los paradigmas ministeriales29 actuales los cuales necesitamos ajustar en conformidad con el
paradigma para hacer discípulos que Cristo siguió en su ministerio terrenal.
Elena de White estaba familiarizada y abrazaba completamente el paradigma de hacer
discípulos que Cristo utilizó. De acuerdo a este paradigma ministerial los pastores deberían
ministrar a partir de su propia profunda experiencia personal de fe/discipulado 30 usando tanto
sermones como formatos de clases.
“El ministro no le puede dar a otros aquello que él mismo no posee. Si Cristo no mora en
el alma, ¿cómo puede ser presentado a otros con armoniosas palabras de amor?
Muchos son capaces de hablar acerca de puntos doctrinales, pero son ignorantes acerca
de las lecciones de Cristo. Tales hombres no pueden ser una bendición ni en el púlpito, ni
en el seno de los hogares.—The Review and Herald, 2 de septiembre de 1890. {MPa 113
Pero algunos de los que han estado predicando durante años se contentan con limitarse
a unos pocos temas, pues son demasiado indolentes para escudriñar las Escrituras con
diligencia y oración a fin de llegar a ser gigantes en la comprensión de las doctrinas
bíblicas y las lecciones prácticas de Cristo. OE, 298.
“No es suficiente predicar a los hombres; debemos orar con ellos y por ellos; no debemos
mantenernos fríamente separados de ellos, sino que debemos aproximarnos con
simpatía a las almas que deseamos salvar, debemos visitarlas y departir con ellas. El
ministro que realiza en forma adecuada la obra fuera del púlpito llevará a cabo diez
veces más que aquel que confina su trabajo al púlpito”. El evangelismo, 465.
Deberían “llegar a ser gigantes en la comprensión de las doctrinas bíblicas y las lecciones
prácticas de Cristo”,31 entretejiendo la piedad práctica en los discursos doctrinales32 y
respaldando su predicación, enseñanza y mentoría con el ejemplo personal 33 y la visitación.34
Dicho en pocas palabras, los ministros necesitan “educar a la gente en la religión práctica”. 35
Aquí surge la cuestión del método ministerial, que es central a cualquier paradigma ministerial.
Los ministros adventistas son personas prácticas, orientadas a la misión. Están convencidos de
que “tienen la verdad”.36 Sienten que su éxito ministerial depende sólo de descubrir el método
apropiado. En las décadas recientes ha llegado a estar de moda en el adventismo el seguir los
métodos de los predicadores evangélicos exitosos. La falta de comprensión bíblica y teológica, y
la convicción paralela de que la teología evangélica está en lo correcto en la cuestión central de
la salvación, lógicamente conduce a la suposición de que el paradigma ministerial evangélico
que se basa en la predicación puede ser aplicado de manera acrítica por los ministros
adventistas. Pocos adventistas consideran que detrás del paradigma ministerial evangélico está
al acecho la teoría sacramental católico romana de acuerdo a la cual el poder sobrenatural de
Dios se encuentra intrínsecamente ligado a la predicación (como vehículo material) y genera,
de esta manera (en el alma de manera sobrenatural) la experiencia de la “adoración”. Ésta es la
base carismática central sobre la cual descansa el modelo evangélico y su paradigma general de
entretenimiento, música popular, teatro y recursos multimedia que han invadido a las iglesias
adventistas por años.
Claramente, el paradigma ministerial evangélico pasa por alto la comprensión metodológica
fundamental: “Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí” (Juan
14:6). Más precisamente, este paradigma olvida que Jesús revela no solamente la verdad (la
teología) y la vida (el significado de la vida como el eterno estilo de vida cristiano), sino también
el método para compartirlos con el mundo.
De acuerdo a su comisión a los discípulos, Cristo, el Maestro de los maestros (Mat 23:8, 10),
desea que sus discípulos lleguen a ser también maestros que ayuden a otros a llegar a ser
discípulos que también se conviertan en maestros, y así sucesivamente hasta que él venga por
segunda vez. Al comentar acerca de la comisión evangélica de Cristo Elena de White explica:
“Cristo quiere que sus ministros sean educadores de la iglesia en la obra evangélica. Han de
enseñar a la gente a buscar y salvar a los perdidos”.37
Alrededor del mundo un número creciente de adventistas están tomado este consejo
seriamente. En gran medida su crecimiento numérico emana de una aplicación consistente
pero muchas veces mecánica de esta perspectiva. Sin embargo, incluso aquellos que aplican la
educación como método para fomentar el crecimiento de iglesia olvidan que la educación era
el método de Cristo para generar la esencia y el centro de la experiencia espiritual cristiana de
la salvación.
La tradición tácita y ampliamente asumida de que los maestros, no los pastores, deberían ser
quienes aplican el método de educación en sus labores puede ser la causa individual más
importante de la debilidad espiritual del ministerio adventista alrededor del mundo. Al
descuidar el método ministerial educativo de Cristo los ministros adventistas repiten
tristemente un antiguo error. Al ignorar la fuente de agua viva han cavado “para sí cisternas,
cisternas rotas que no retienen agua” (Jer 2:13).
Considere cuidadosamente cómo, después del énfasis en la justificación del congreso de
Minneapolis, en 1888, Elena de White describió la obra del ministerio adventista: “El ministro
del evangelio no debería dedicar toda su atención a predicar sermones; porque él está para
mantener la iglesia de Dios en orden, y para educar a sus miembros para que se conformen al
modelo divino.
La verdad, cuando es recibida en el corazón, purifica el alma, y la religión de Jesús nunca hace a
su receptor tosco, rudo y descortés. La verdad tiene una influencia elevadora, y actúa como un
refinador. Es un constante educador, y moldea el carácter de acuerdo a la semejanza de Cristo,
preparando al creyente para las cortes celestiales.
Es un gran principio que debe ser probado en la vida práctica”. 38 Uno puede ver porqué la
orientación litúrgica de la adoración de los modelos ministeriales recientes es un claro ejemplo
del marcado alejamiento del paradigma ministerial educacional de Cristo.
Elena de White va más allá de quienes colocan a la educación como “cercana a la religión”. Ella
comprendió que en el paradigma ministerial de Cristo “la verdadera educación es religión”.39
La educación es el paradigma fundamental de toda la metodología ministerial porque —explica
Elena de White—, “en el sentido más elevado, la obra de la educación y la redención son
una”.40 La razón de su identificación es que ambas descansan sobre el mismo fundamento y
proceden de la misma fuente: Jesucristo.41
12. Conclusión
Algunas de las causas detrás de la secularización de
las creencias y el estilo de vida adventistas son: el analfabetismo
teológico, las divisiones teológicas, la tradición
y la cultura que reemplazan a la Escritura como fuente
de dirección teológica y espiritual, la reducción de la experiencia
de la salvación a la comprensión luterana de
la justificación y la protestantización de la teología y el
paradigma ministerial adventista.
La conclusión bíblica es clara. La salvación incluye
no sólo la justificación sino también la experiencia
de la vida cotidiana (santificación). Consecuentemente,
el estilo de vida adventista no es una cuestión cultural
desechable sino un aspecto significativo y necesario para
la salvación.
Para motivar el retorno de los miembros de iglesia y
de las congregaciones hacia el estilo de vida del discipulado
cristiano espiritual, los pastores y líderes necesitan
darse cuenta de que el poder de Dios para el ministerio
se encuentra en la Escritura. Esta convicción ayudará a
los ministros a desarrollar una actitud positiva hacia la
teología y llegar a ser estudiantes que busquen comprender
a Dios a través de la Escritura. Compartirán su experiencia
personal a través de un ministerio centrado en la
teología, en la predicación doctrinal, y en la difusión de
estudios bíblicos creativos.
Conducir el estilo de vida bíblico de vuelta a la
experiencia espiritual de la salvación como discipulado
requerirá cambios en la metodología ministerial adventista.
Los ministros adventistas deberían crear nuevas
metodologías de evangelización y espiritualidad en
armonía con el paradigma metodológico educacional básico de Cristo. Usando experiencias y
metodologías
educacionales diversas los pastores deberían apuntar a
asistir a cada creyente y no creyente para que experimente
y mantenga una comprensión práctica del plan de la
salvación como se presenta en la Escritura. Esto incluirá
explicaciones concretas y prácticas de cada aspecto del
estilo de vida cristiano como el discipulado espiritual
centrado en el propósito misionero general de la vida
cristiana. Los discípulos que cumplan la misión de Cristo
traerán más discípulos a la iglesia de manera exponencial.
“Y será predicado este evangelio del reino en todo el
mundo, para testimonio a todas las naciones; y entonces
vendrá el fin” (Mat 24:14).