Profesor de la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales
de la Universidad de Buenos Aires
INTRODUCCION AL ANALISIS DEL DERECHO
EDITORIAL ARIEL, S. A. BARCELONA e¿pfruro Pn¡unno
LA DEFINIETÓN DB DEREEHO
t" Ia prcgunta "¿qué ee el daraeho?"
Esta Bregunta es, quiaá, Ia que ma;¡or eseoaor y desorienta. eién provoea ent¡e los jurlstas, No deja de ser sorpre.ndente que loe estudlosos del ilereeho apa¡entementa tengan las difieultadar que üe¡en y disientan en la forma en que Io haeen euando sc ponen e¡ la ta¡ce de ldentlflear y clasiflear los fenórnonqs a euyo ostudlo han dedieado toda eu vida y que, por otra partc, no p,areQen sor nada mistorimos ni rrquerlr técnleas espeetales de obsqvectón" Seguremenb, nl los ffslaos, nl log qulmleos, nl los hlstorlade res, eb,, tendrlan tantas dtfteultailes para deflntr el obieto de su estudlo eomo tienen tros Jurlstas; cn Ia mayor parte ele loe easos les ba¡tarfa eon señalarnos algunos obJetos o fenémenos o darnos alguna breve e.xplie*cién para transmitirnss una ldea rnás o rnonos Bree,isa de lo que ellos estudiau. Si los iuristas ns pueden resolver la cuostión tan sirnple-. rnente, no se deho, easi eon seguridad, a una ineapaeidad profe- sional o a que el dereeho sea tan extraordinariamente eomploio" elusivo y variaNe quo escape a los mateos de cualquier definieién. Me ave¡turo a adelantar la hipétesis de que las difieultades para dofinir "dereeho" que enfrentan algunos juristas y la gonte e¡ gpneral, tienen su o¡igen en la adhesión a una cisrta eone€p' cién sebre la relación entre el lenguaje y la realidad, que haco que ne eo tonga una idea elara sobre lqs presupuestos, las téenicas )' lae qsnsoeuoneias que dohn tonerse en euenta cuando se defino una expresién lingülstiea, elr egte easo "dereeho". LZ rNTRoDUccróN AL ANÁLrsrs DEL DmECrro
En el pensamiento teórico, y en el jurídico más que en nin-
gún otro, todavía tiene alguna vigencia la concepción platonica respecto de la relación entre el lenguaje y la realidad. Se piensa que los conceptos reflejan una presunt¿ esencia de las co,sas y que las palabras son vehículos de los conceptos. Esto supone que la relación entre los significados de las expre- siones lingiiísticas y la realidad consiste en una conexión necesa- ria que los hombres no pueden crear o cambiar sino sólo recono- cer, detectando los aspectos esenciales de Ia realidad que deben, ineludiblemente, estar recogidos en nuestros conceptos. Esta concepción sostiene que hay una sola definición válida f'¡ra una palabra, que esa definición se obtiene mediante intui- ción intelectual de Ia naturaleza intrínseca de los fenómenos denotados por la expresión, y que la tarea de definir un térmÍno es, en consecuencia, descriptiva de ciertos hechos. Hermann Kantorowicz se refiere de este modo a la concepción que estamos comentando, a la que denomina "realismo verbal": "Muchos sistemas lfilosóficos] -el platonismo antiguo, el ¡e¿lismo escolásüico, el fenomenalismo moderno- s€ han basado en la creencia de que cabe encontrar conceptos con carácter de verdad esencial o de 'necedaried¿d', por un procedimiento de intuición intelectual o mfiltica, ye que son ellos los únicos conceptos de lo que pueda constituir la egencia inmutable de las cosas, Si esto fuera así, si, por ejemplq existie¡¿ algo semejant¿ a la 'esencia'del dereeho, debería enüonces ¡dmitirse que ent¡e las muchas acepciones del término 'derecho', el rinico significado y la única definición verdade¡os serían el significado que indic¿ra dicha esencia y la definición que encerr¿r¿ esüe sigaifi; cado. Por ello, casi toda la jurisprudencia medieval y oriental, e inclu- sp !a moderna, ha creído que entre el nombre de una 'cosa' (es decir cualquier objeto del pengamiento) y la cosa nombrada existe un nexo met¿físico que sería peligroso y sacrílego desconocer. Esto muest¡a que la jurigprudencia no se ha liberado todavía de la creencia antigua o, mejor, prehistóriea en la.magia verbal...".(en Lo ilofinición ilel d.erecho, p. 38 y 34).
A este enfoque se opone una concepción "convencionalista"
acerca de la relación entre el lenguaje y la realidad que es defen- dida por la llamada "filosof,ía analítica", Los filósofos analíticos suponen que la relación entre el len- guaje es un sistema de símbolos- y la.realidad ha sido -que esteblecida arbitrariamente por los hombres y, aunque hay un acuerdo consuetudinario en nombrar a ciert¿s cosas con determi- nados símbolos nadie está constreñido, ni por rázones lógicas, ni por factones empíricos a seguir los usos vigentes, pudiendo elegir LA DEFINICIóN DE DERDCHO t3
cualquier símbolo para hacer referencia a cualquier clase de cosas
y pudiendo formar las clases de cosas que le result¿n convenientes. Para el análisis filosófico la,s co,sas sólo tienen propiedades esenniales en la medida en que los hombres hagan de ellas condi- ciones necesarias para el uso de una palabra; clecisión que, naüu' ralmente, puede variar. Según esta corriente de pensamiento, cuando no3 enfrent¿mos con una palabra, por ejemplo, "derecho", tenemos que darle algún significado si pretendemos describir los fenómenos denotados por ella, pues no es posible describir, por ejemplo, el derecho argen- tino; sin saber lo que "dereeho" sig:nifica. Por otra parte, sin perjuicio de que podamos estipular un significado original o más preciso para la palabra que tenemos en vista, es conveniente investigar su significado en el lengluaie ordinario como un medio de descubrir distinciones conceptuales importantes, que presuponemos sin tener conciencia de ellas y cuyo desprecio puede provocar seudocuestiones filosóficas. De este modo, la caracterización del concepto de derecho se desplazará de la obscura y vana búsqueda de la naturaleza o esencia del derecho ala investigación sobre los criterios vigentes en el uso común para usar la palabra "dereeho"i Y 8i, prescin' diendo de este análisis, o a través de é1, llegamos a la ,conclusión de. que nuestro sistema teórico requiere estipular un significado más preciso que el ordinario pa,ra "derecho", la estipulación no estará guiada por un test de verdad en relación a la captación de esencias místicas sino por criterios de utilidad teórica y de conveniencia para la. comunicación. Si bien -esta concepción tiene cada vez más vigencia en el pensamiento filosófico, no es común que los juristas se adhieran a ella, lo que incide, en no poca medida, en las dificultades y dispu- tas para definir "derecho". Hay escritores que pretenden que sólo puede haber un único y verdadero:Gonc€pto de derecho, ¡r Be enzanzan ea graves medi- taciones sobre la eseneia de aquél, sin prestar ateneión al uso 'de un ordinario de la,expresión y despreciando la estipulación significado para la palabra que sea teóricamente fecundo. Hay juristas qt¡e no advierteh que una eosa es definir un¿ palabra y.otra deseribir' la realidad, ]¡ nos hablan del coricepto de derecho como si hubieran descubierto los aspeetos más pro. fundos de aquélla. 11 tNTnoDucctóN AL ANÁ,Lrsls DEr, DERÉcÍIo
Todo e;sto, por suptt€sto, es perjudicial para la ldenttficaeión
de los fenómeRos jurídicos, y pllovoca estériles disputas y dificul- tades arttficiales. Fors el hecho de rtempiazar la brlsqu€da de la "verdadera esehcta del derecho" Bor una investigaelén del uso de la palabra "der€eho" en el lengtlaie corriente y en el de los iurlstas, rro garantlze que vayamos a obtener uha caracterizaclón del concepto do dercehs con perfile's claros y defintdos, que satisfaga eiertas oxtgpnsie,s de oBaratividad teóriea" Esto cs asl poüque el uso eomún dd bé¡mino '*dereeho", eomo el de muehas otras palabras' presenüa ciertos inconvenlentes que suelen g€nerar una serie de equ{vocos en las diseusiones de los juristas' I¿ palabra "det€€ho" cs wwbigun, y para eolmo tiene la pesr aspecie de arnbig:üedad, que e,s' no la mera sinonlmla accidentel (eomo la de "banco")' sino la eonstituida por el hecho de tener varios significados relacionados estrechamente entre sl. Veamos esta"s tres frasss: "&l dereclto argpntino prevé la pena capltal". "Tbngo derecho a vestlrme'coalo quiere". "&l de¡vtho ss una de las discipltnes teórlcas más enti8:uas". En la primera frase, "det€cho" hace trcfetBncla a lo qtre, eon más prrccislón, se ll*nna "derecho objetivo", o sea. tln ordenamiento o sisbma de normas (por eiemplo un coniunto de le¡res, decretosr coetumbrcs. sentencias, ebc6bera)' En la segiunda, "derecho" re€ üs,& como "delecho eubietivo'], eoms faeultad, atribución, pernriso, posibliidad, etcétera. En la tercera frase, la patabra "der€cho" se refiere a la investigaclén, al estudio de l¿ realidad jurldtua que tiene eomo objeto el derceho en los dos scntidos antoriores (¡qué lamentable que l¿ miem¿ palabra haga referencia tantro al objeto de estudio eomo al estudio del obietol). En general, p+ra evitar cottfusionss, se eonviene en que "derccho" e s€ea,s denobe el ordenanrtento jurldim y que lo's demás sentldas sean mencisnados con las expresiones "derecho subjeti- vo" y "ciencia del de¡'''eeho". Sin embergp, muchos Jurlsü¿s son vletlmes de una confusién entre esboÉt tres serrtldos. Ternbtén rqsulta que la expreslón "detrecho" es oügü. No es posible enuneiar, tenlendo eh euenta el uso ordlnarlo, propie' dedes que de.ben est¿r presenbes en todos lca ea^sos en que la palabra s€ u ¿" tA DEFTNICION DE DERECHO l5
.A.lsunos han pensado, conlo veremos en el capltulo III, en la
e.oactivldad corno propiedad que en el lenguaje corriente se exige en todos los casos de uso de "derccho". Pero resulta que hay secbr,es enberos de l¿ realidad jurldtea que no presentan esta earacterlstiea en forma rclevante (por ejemplo, la mayor parte del Códiep Ctvtl). Otros han prcpuesto como cualidad necesarie del conepto de derccho que s€ tratre de directivas promulgadas por una auto- ridad, Bero han tenido que olvidar l¿x costumbisg iurldicas, ya que, evldenhmente, no presentan esüa propiedad. Hay quienes han eiegido le proBiedad de consistir en reglas generales corno hecssaria Bara el uso de "deltcho" en todos los easos) pero blen Fronto sé elrfrtntaron eon las senhncias judicia- les que constltuyen normas perticulares. No es neda extraño que una paiabra presente esüe tipo de vaguedad en el uso co*iente. Sin embargo, a muchos juristas, imbuldos del esplritu esenciallsüa, les tssulta un hueso duro de Ir'er, y supon€n que debe necssariamente haber algp oeulto y rnisterioso que rtlaciona a todo,s los fenémenos jurldieos entr€ sl, y hacen esfuer¿os desesperados para encontrarlo, y formulan encantadores fanüaslas para slnular haberlo hallado. El hecho que reconozcámus esta imprecisión de la palabra derccho en el lenguqie común, no quiere declr que estemos ama- nados a ella y no podamos incorporar la expreslén "d€recho" a uh sisberna teiórlco sin ests vaguedad. Obvlomente, en ciertos conbextos necesitsmos asign¿t a la pelabra "derecho" un signifi- cedo lo rnenos vagp posible; perc asto, naturalmente, nos obliga a estiBular un conjunto de prcpiedades como trecrsaries, ¿unque no lo scan estrictaürente en el uso cotnún, y nos conduce a excluir de la donotacién de "derecho" ¿lgunos fenómenqs que usualmente son nonbredos con eshr palabra El tiltimo lnconvenlente que ptesenüa "der€cho" en el len- guaje coruiente es su úurga emnti.aa. Las palabra"s no sirven solatnente para referlrse e cosas o hechos y pare deslgnar prcBiedades, sino qu€ a y€€€s se u,cen tembl6n Bare €xprosef, omoeiones y Brovoearlas en loE demá,s. Hay pelebras que s6lo tienen este úlüma funcl6n (eomo '*¡ay!" y 'thurra!"); otras üenen hnto stgnifiaedo deseripüvo eomo emoüvo (por eiemplo, "demoetaela" y "bastardo") y ohas tisn€n -1riángulo" y sdlo slgniftcedo eognosoitivo (.eomo "lel¡leere"). 16 TNTRoDUCCIoN AL ANÁLrsrs DEL DERECHo
"Derechol' es una palabra con significado emotivo favorable.
Nombrar con esta palabra un orden social implica condecorarlo con un rótulo honorífico y reunir alrededor de él las actitudes de adhesión de la gente. Cuando una palabra tiene catga emotiva, ésta perjudica su significado eognoscitivo. Porque la gente extiende o restringe el uso del termino para abarcar con él o dejar fuera de su deno- tación los fenómenos que aprecia o techaza, según sea el signifi- cado emotivo favorable o desfavorable. Esto provoca una gran imbrecisión en el campo de referencia de la expresión, y en el caso de "derecho" explica muchas de las diferencias entr las definiciones que sustentan los juristas. Esto lo veremos ahora con más detalle, puesto que se rela- ciona con la vieja polémica entre iusnaturalistas y positivistas acerca del concepto de derecho.
2. El iusnaturalismo y el positivismo jurídico
Parece obvio que las connotaciones emotivas de la palabra
"derecho" se deben a que los fenómenos jurídicos están estrecha- mente relacionados con valores morales, en especial el de justicia (la gente tiende a asumir actitudes emocionales toda vez que hay cuestiones morales en juego). Siendo esto así, una amplia co' rriente de pensamiento siempre ha supuesto o propugaado quq la relación entre el derecho y la moral debe necesariamente refle' jarse en el concepto de derecho. Sin embargo, la idea de que hay una relación esencial entre el derecho y la moral puede tener muehas variantes y no todas ellas son relevantes para la caracterización del concepto de dere' cho. Conviene mencionar algunas de las tesis más comunes que sostienen que hay una conexión o asociación importante entre el derecho y la moral: 1) Las normas de todo sistema jurídico reflejan de hecho los valores y aspiraciones morales de la comunidad en la cual rigen o de los grupos de poder que participan directa o indirecta' mente en el dict¿do de tales norrnas. 2) Las normasr de un sistema iurídicó deben ajustarse a ciertos principios morales y de justicia que son universalmente