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Ensayo monográfico
ÍNDICE
Introducción
A este ensayo monográfico sobre la vida y la obra del poeta, sacerdote y revolucionario
nicaragüense lo hemos abordado considerando que resulta imposible –o errático, por
fragmentario- tomar y analizar por separado las diferentes facetas y aspectos de una
biografía, y más aún si se trata de una biografía “creadora” como lo es esta. De hacerlo
así, se diluirían profundamente las conexiones explícitas e implícitas que existen entre
los diferentes e infinitos “nodos” que conforman la experiencia total del ser humano.
Por este motivo, el presente trabajo presenta una visión panorámica de los hechos y
obras (siendo consciente, siempre, de su inevitable parcialidad) intentando mantener y
haciendo visibles las relaciones intrínsecas entre las “partes” que, como hemos dicho,
son inherentes a cada vida y accionar particular.
Dicho esto, también queremos señalar que la centralidad de este trabajo (producto,
justamente, de una consigna en la cual se exige abordar la vida y obra de un escritor
“rupturista”) está ubicada en la dirección “herética” que ha asumido Ernesto Cardenal
en los caminos que ha transitado con mayor peso: el cristianismo, el marxismo
revolucionario y la literatura.
En esta misma línea, Borgeson, uno de los estudiosos de su obra que se encarga de
darla a conocer en los Estados Unidos en los años setenta, señala que
... como marxista, Cardenal es hereje; y como sacerdote católico, está al filo de
otra herejía, pues rechaza la noción de la incompatibilidad de fe cristiana y
política socialista (y la Iglesia lo ha castigado). En poética, también discrepa
con circunscripciones tradicionalistas, en su rechazo de la metáfora y su
inclusión de lo común y corriente dentro del arte verbal. Creer y crear, política y
fe en Dios no están reñidos para Cardenal: contrariamente, insiste en que el
uno lleva ineludiblemente a lo otro. Así, estas vertientes marcan toda su obra
definitiva. (Borgeson en Angulo, 2014:9)
En este sentido, lo valioso y llamativo del caso resulta ser el posicionamiento crítico
permanente de Ernesto Cardenal frente a lo dado, lo instituido. Los efectos de
mantener tal grado de conflictividad se agravan aún más en estos tres ámbitos -de
profunda implicancia ideológica- al ser espacios en donde la tradición y la ortodoxia
juegan un rol avasallante y opresor de tal magnitud que, el accionar disidente, lleva
comúnmente a la “marginación”: ya sea en la forma de la condena eclesiástica ad
divinis (como la que le fue impuesta a principio de los ochenta), de la persecución
política (como la que sufrió a partir de los años cincuenta por la dictadura somocista y
desde mediados de los noventa por el régimen orteguista), o de la indiferencia de la
institución literaria (como la que sufre desde casi siempre y que lo ha llevado a
reconocer irónicamente que tal vez sea el poeta menos premiado de la lengua
castellana).
Honrando esta actitud, y con el pulso nuestro atento a los avatares actuales de sus
días en el Hospital Vivian Pella y en su casa en Nicaragua en donde espera,
posiblemente, el acto de la distracción total, anticipamos con los versos siguientes, la
fantástica obra del poeta y místico revolucionario Ernesto Cardenal:
Poema.
Le pregunté entonces: “¿Y a qué orden debo entrar?” Su respuesta fue sin
vacilar: “Trapense como Thomas Merton”. Una convicción me fulminó
repentinamente como un rayo: yo debía ser trapense. (p.61)
La poesía era, pues, una planta cultivada en su entorno vital. Nada extraño,
entonces, que desde pequeño se sintiera atraído por ella […] Y nada extraño,
tampoco, que escribiera poemas, ya desde su adolescencia, lógicamente
amorosos […] Estaba para ese entonces terminando su bachillerato y vivía y
sufría por estar enamorado. De esa efervescencia vital nacieron los primeros
poemas de Cardenal […] [, de los que luego abjuraría por su] excesivo
surrealismo y subjetivismo […] unido a [un] tono de grandiosidad y exuberancia
verbal, un poco a lo Neruda y su indudable barroquismo, [que] lo convertían en
el polo opuesto al credo poético que [...] [profesaría] en años posteriores.
(Mañú Iragui, 1990:12)
A su vez, sobre esta aparente existencia de una cierta unidad amatoria en todas
sus «vocaciones» o «inclinaciones», el mismo Cardenal indica el modo en que, en su
temprana juventud, la pretensión de una vida conyugal se entremezcla, de un modo
bastante confuso y tumultuoso, con su llamado al sacerdocio y su producción lírica:
Pablo Neruda
Al respecto, Mañú Iragui (1990) indica que tal reacción frente a ambas poéticas es
producto de una insuficiente perspectiva que le impedía apreciar adecuadamente el
mérito literario de los poetas de su propia generación, cuya pretendida “mayoría de
edad” -que suponía ya alcanzada-, en realidad, “llegará” años después, cuando se
logre el contacto con los nuevos escritores angloamericanos (la new american poetry),
pero, sobre todo, con su principal maestro, Ezra Pound. Dirá más tarde el poeta, en
una entrevista realizada por el escritor uruguayo Mario Benedetti (2010), que «la mayor
parte de la América Latina [recibió] la influencia de Francia; [mientras que] nosotros,
después de haber sentido, con Darío, esa influencia, tuvimos la norteamericana»
(párr.11).
Sobre esta influencia, el poeta afirmará con rotundidad que fue Pound quien les
hizo ver que en la poesía «cabe todo; que no existen temas o elementos que sean
propios de la prosa, y otros que sean propios de la poesía» (Cardenal, E. en Angulo,
2014:7). Por esto mismo, sostiene, es posible hacer ingresar en el poema datos
estadísticos, editoriales de un periódico, noticias, anécdotas, documentos, entre otras
cosas (Ídem), como se observa en el siguiente poema del poeta pinolero:
DC quintales de bizcocho
L pipas de agua
3 cartas de marear…
(la Especería.)
… “el exteriorismo es la poesía creada con las imágenes del mundo exterior, el
mundo que vemos y palpamos, y que es, por lo general, el mundo específico
de la poesía.” Para Cardenal, no obstante, “el exteriorismo es tan antiguo como
Homero y la poesía bíblica (y), en realidad, es lo que ha constituido la gran
poesía de todos los tiempos”. [El subrayado es original] (Angulo, 2014:9)
En añadidura con lo anterior, Paul Borgeson (1984) señala que se trata de una
«corriente que prioriza lo concreto a la abstracción de la metáfora, algo parecido a la
antipoesía [El subrayado es nuestro]» (citado por Angulo, 2014:8)
Este tipo de poesía, que ha sido definido, también, como una poesía “de las cosas
exteriores, objetivas, reales, verdaderas, concretas”» (Cardenal, E. en Veiravé,
1975:95), significó y significa para Cardenal, no un “lugar de trabajo” o zona “poética”
estable en la cual es posible desplegar y situar cómodamente la totalidad de su obra,
sino que –como en el caso de todos los grandes innovadores- esta “dirección
vanguardista” «se re-define a sí misma, en la obra que la justifica (o la niega)» (Ibídem,
96). Sobre esta imposibilidad de “encasillar” la obra del poeta –y al poeta mismo- la
escritora compatriota de Cardenal, Gioconda Belli, señala que «Ernesto elude las
posibilidades de atraparlo con lazos de palabras» (Belli, 2012:25)
Con respecto a esto último, se puede indicar que, en sus inicios, la obra
cardenaliana se “apropió” de los principios estéticos propuestos por la nueva corriente
angloamericana autoproclamada ‘Imagist’. El principal instrumento del que va a hacer
uso –adaptándolo de una manera personal- es aquel posible de ser denominado como
“imagen figurativa”. Sobre esta, Veiravé (1975) indica que se trata de un modo de “re-
elaborar” la realidad en el plano del poema -propio del “nuevo realismo”-, que consiste
en abordar elementos de la experiencia cotidiana para, a partir de una construcción
objetiva y de una composición gráfico-visual particular (el poema), lograr una relación
de proximidad y contigüidad con la “cosa exterior”. Como expresaría Ezra Pound, su
maestro en lo que concierne al ejercicio lírico, lo que se debe pretender es “representar
el objeto (fijo o en movimiento) ante la imaginación visual”.
Por otra parte, luego de esta primera influencia (más que profunda) de Ezra
Pound, «la poesía de Cardenal cumple un proceso de evolución que lo aleja […] y lo
ubica en un terreno propio, singular y original, en el cual predominan la imagen objetiva
y la imagen histórica traducida» (Ibídem, 97). A su vez, más allá de las propias
declaraciones del poeta, quien se considera un “secuaz” de los grandes poetas
norteamericanos, adherimos a lo expresado por Paul Borgeson (1984) –que retoma, a
su vez, una idea del poeta cubano Fernández Retamar- cuando explica que
No es casual, viéndolo de esta forma, que los discursos que violenta Cardenal
sean aquellos que él mismo, recurrentemente, condena de forma explícita:
EL BENEFACTOR…?
En 1949, Ernesto Cardenal recibió una beca del gobierno español y permanece
cerca de un año en Madrid estudiando e investigando. Después, realizó un corto
itinerario por Francia e Italia, y en 1950 retornó a Nicaragua
… con los apuntes de nuevos poemas, Postales europeas y otros. Entre ellos
hay uno de especial significado para Venezuela. Se trata de Vuelta a América,
un breve poema […] basado en fragmentos epistolares, documentos y
episodios de la vida de Simón Bolívar durante su estadía en Europa, y
precisamente cuando se está gestando en su ánimo la gran cruzada liberadora
de América. Algo similar, mutatis mutandis, debió ocurrir también en el alma de
Cardenal en esos momentos, pues su regreso a Nicaragua marca el comienzo
de una etapa de lucha no solo intelectual-poética, sino activa, decididamente
antisomocista. (Mañú Iragui, 1990:14)
Por esta misma época comenzó con sus trabajos escultóricos, y algunas
producciones fueron exhibidas en los Estados Unidos.
La actitud “epigramática”
En 1952, Ernesto Cardenal fundó una editorial, El hilo azul, dedicada exclusivamente a
la publicación de poesía estadounidense; regentó una librería con Coronel Urtecho que
funcionaba, al mismo tiempo, como lugar de reunión para poetas y opositores al
régimen somocista; y ganó el premio del Managua Centenary con su poema Con
Walker en Nicaragua.
“Somoza is a sonofabitch
y tirano de su pueblo
SOMOZA FOREVER
Por estas fechas (entre 1950 y 1957), Cardenal escribió sus Epigramas y los fue
publicando de manera clandestina.
Sobre el sub-género epigramático, dirá Cardenal que «la gran poesía latina fue la
creada por los epigramistas, a los cuales él sigue, y no por Horacio o Virgilio, tan
divulgados» (Mañú Iragui, 1990:25). A su vez, más allá de su amplia valoración del
epigrama, es importante reconocer en esta elección del género lo que la crítica
cardenaliana ha dado en llamar “actitud epigramática”. Esta consiste en el
reconocimiento de una inconformidad constante en la conciencia del escritor en cuanto
a su contexto vital. Pero, a pesar de que esta “actitud”, similar al ethos del escritor
satírico, es plenamente reconocible en sus Epigramas, también se puede hallar en el
resto de su obra, en tanto la “denuncia” siempre conlleva un sentimiento de
“superioridad” moral frente a lo “degradado”, a la vez que, del mismo modo que la
sátira, la cuota –a veces imperceptible o, incluso, inexistente- de humor permite, como
expresaba Mijaíl Bajtín, “destronar” o “desautorizar” todo aquello que se nos presenta
como imperturbable, desde su posición dominante, hegemónica, y así posibilitar un
accionar redentor o, incluso, revolucionario.
A modo de ejemplo, podemos ver, en estos versos del poema Coplas a la muerte
de Merton, como Cardenal, de manera solapada -ya que el “centro” del poema es la
reflexión en torno a la idea de la ‘muerte’- introduce la figura abusiva de Somoza,
calificándolo como un sujeto de una codicia insaciable. La figura peyorativa se
construye en la medida en que el contexto poético elabora un discurso valorativo en
torno a la sencillez, la trascendencia, del monje fallecido, que “negativiza” la búsqueda
del dictador, a la vez que, desde el mismo poema, y desde el hipotexto con el cual
mantiene una evidente relación intertextual, se condena a los “ingenuos” que persiguen
a la felicidad a través de la obtención de bienes materiales y, por eso mismo, efímeros.
Esta consideración del contexto es importante en tanto se genera un pathos propicio
para la comunicación del mensaje de Cardenal, es decir, para poder dialogar con la
conciencia del persuadere posible del poema, el sujeto consumidor, que, en su vida
habitual –y en su propia conciencia cotidiana- no condena en absoluto la “cruzada
consumidora” en la que se ve inmerso.
Sobre estos poemas, cabe decir que: unos son amorosos, inspirados en varios
enamoramientos que el mismo poeta comenta y “devela” en sus Memorias; algunos,
son políticos, y su correlato es la coyuntura político-dictatorial en la que está inmersa
Nicaragua y gran parte de Centroamérica; otros, los más, confunden o hacen confundir
ambas dimensiones -porque ambos, dictador y mujer, son igualmente tiranos (Mañú
Iragui, 1990:26)-, como se puede observar en el fragmento siguiente:
Con respecto a Epigramas, como bien señala Mañú Iragui (1990), no es exacto
afirmar que se trata de «los primeros poemas que escribió Cardenal; sin embargo, […]
él considera que éstos son los que inician su obra poética. Incluso, deja bien claro que
él fue el primer poeta de su país en atacar a Somoza con versos» (p.25). Esto se
encuentra en consonancia con lo que propone Veiravé (1975) cuando sostiene que
Cardenal «ha ofrecido con cuidado sus frutos ya sazonados [y que] nos ha dado lo que
él ha querido darnos» (p.66).
Por otra parte, al fijar la atención sobre el hálito de censura que se perfila
constantemente -como una sombra acechante- sobre la primera parte de la obra de
Cardenal, Veiravé (1975) sostiene que se podría hablar de una ‘poesía-oculta’ o
‘fragmentaria’ que «nace de una realidad signada por la situación política de Nicaragua
que lo obliga, desde el principio, a escribir “el poema” con limitaciones» (p.65). Sobre
esta idea, conviene advertir que, anteriormente, el autor propone la hipótesis de
considerar a la poesía de Cardenal como «una obra [total] en crecimiento y que su
ordenamiento ha sido posterior a la génesis cronológica, [porque “sus partes” se
publicaron de manera] dispersa […] en revistas literarias o suplementos y cuadernos de
escasa circulación» (Ídem).
Por otro lado, a uno de ellos también le dedicó un lugar especial –y exquisito-
entre sus Epigramas:
Por otro lado, la obra tuvo tal repercusión en los medios literarios de América, que
«el mismo Neruda, el gran pontífice poético de habla española de la época, se lo
solicitó para su publicación» (Mañu Iragui, 1990:15).
La “primera conversión”
Cuando me sobrepongo,
Ese mismo año (1956), el poeta decidió ingresar al Monasterio de Nuestra Señora de
Gethsemani, en Kentucky (Estados Unidos), a la edad de treinta años, cuando dice
haber sido «tocado por una fuerza interna y espiritual, misteriosa, […] que Cardenal
menciona como su ‘primera conversión’» (Mañú Iragui, 1990:15). En Vida perdida
escribe el poeta:
en muchos colores
deletrean tu Nombre
Siguiendo con esta misma línea de análisis, la actitud del poeta frente a esta
presencia insoportable no es solo de desesperación o de excitación psicopática -como
lo manifiesta esta abundancia hiperbólica de mensajes publicitarios-, sino que, esa
mima sensación de asco, se trastoca en una posición beligerante, en franco conflicto
con esta forma deshumanizada que adquiere la cotidianeidad del siglo XX:
¡Puta pintarrajeada
La Publicidad!
En el monasterio tuvo como maestro al poeta Thomas Merton, autor del best-
seller autobiográfico La montaña de los siete círculos (que, justamente, narra su propia
‘conversión’), con quien trabó una profunda amistad.
Por normas de la Trapa, Cardenal debió renunciar a escribir poesía, pero esto no
supuso en modo alguno una contrariedad para él, sino, más bien, una decisión:
[…]
[…]
El canal de Panamá-
de la Especería?
Con respecto a los conquistadores mencionados en el texto, una de las figuras más
importantes resulta ser la de Pedro Arias Dávila (Pedrarias), gobernador y capitán
general de Castilla de Oro (territorio que hoy pertenece a Nicaragua, Costa Rica,
Panamá y Colombia) y de la provincia de Nicaragua, desde 1513 hasta su muerte en
1531. En él se localizan todas las miserias humanas que fundamentaron el accionar
conquistador y tiránico, lo que torna enormemente sugerente el siguiente pasaje del
poema en donde se describe el lugar de su entierro (la “capital” del país):
Murió de 90 años.
bajo el agua.
Este nuevo destino tuvo que ver con el proyecto de la comunidad contemplativa
que, en el Monasterio de Gethsemany, había elaborado conjuntamente con Merton.
Como indica en una de sus memorias, su guía espiritual le habría dicho que, en caso
de que las autoridades de la orden no lo dejaran salir a él del monasterio, Ernesto
habría de estudiar para el sacerdocio en un seminario y realizar dicha fundación por su
cuenta (Cardenal, 2012).
… contemplación quiere decir unión con Dios. [Y] pronto nos dimos
cuenta que esa unión con Dios nos llevaba en primer lugar a la unión con los
campesinos muy pobres y abandonados, que vivían dispersos en las riberas
del archipiélago. La contemplación también nos llevó después a un compromiso
político: la contemplación nos llevó a la revolución; y así tenía que ser, si no,
hubiera sido falsa. Mi antiguo maestro […] inspirador y director espiritual de esa
fundación, me había dicho que en América Latina el contemplativo no podía
estar ajeno a las luchas políticas. (Castro Martínez, 2012: párr.15)
En estos diálogos, Castro Martínez (2012) indica que son los campesinos mismos
quienes, con admirable sencillez y profundidad teológica, comienzan a comprender el
mensaje revolucionario esencial de los evangelios, que es el anuncio del reino de Dios
y que no es otra cosa que el establecimiento en la tierra de una sociedad justa, sin
explotación humana, con todos los bienes comunes, como la sociedad originaria de los
primeros cristianos.
Para tener una idea cabal acerca de lo que se dialogaba en aquellas reuniones en
torno al Evangelio, se transcriben a continuación algunas reflexiones extraídas de una
grabación fílmica, de 1978, de aquellas misas guerrilleras:
«Y entonces ellos le dirán: Señor, ¿cuándo te vimos con hambre, con sed, o
como forastero, falto de ropas, o enfermo, o en la cárcel, y no te ayudamos? Y
el rey les contestará: En verdad les digo, que todo lo que no hicieron por una de
estas personas, por más humildes que sean, tampoco por mí lo hicieron.
«Luego, estos irán al castigo eterno, y los que resultaron justos irán a la vida
eterna»
CARDENAL: Es cierto lo que dice el compañero. Hay otro pasaje del Evangelio
en donde Cristo dice que «el Juicio ya ha comenzado» […] Donde quiera que
haya revolución, ya ha empezado el Juicio. Todas estas armas que se ven acá
en esta misa son, para Cristo –que es pobre-, armas para darle ropa al que no
tiene, darle educación […], darle comida […]. Para darle todo al que no tiene
nada.
[…]
Lo más interesante de todo esto, es que Cristo se revela como ‘el pueblo’. Hay
muchos cristianos que no saben que Cristo es ‘el pueblo’. Aquel por el que
luchan los revolucionarios.
también yo
[…]
como un cortocircuito
nos hemos ido muriendo toda la vida
la madurez!
Mañú Iragui (1990) define y analiza de una manera sucinta este grandioso poema
del sacerdote nica:
La “segunda conversión”
Julio Cortázar
En 1970 visitó Cuba al ser invitado para formar parte de un jurado del premio de poesía
“Casa de las Américas” y comenzó a tomar apuntes sobre la experiencia revolucionaria
cubana; más adelante, retornará a la isla para entrevistarse con Fidel Castro. En
aquellos viajes quedó convencido del gran valor que poseía el proyecto de la Cuba
socialista y de que «el socialismo se identificaba en el camino con el triunfo del
Evangelio, y que practicar la religión, en América Latina, era hacer la Revolución»
(Mañú Iragui, 1990:19); además, comprendió que era «el marxismo [el] único camino
para la verdadera transformación social» (Castro Martínez, 2012: párr.14). Siguiendo
con esta línea de equiparación Religión/Revolución, Cardenal escribió lo siguiente en
su texto Respuesta a las preguntas de los estudiantes de letras:
Las ideas cristianas son las mismas de [sic] liberación de América Latina, y una
sociedad en la que se viva el Evangelio tiene que ser una sociedad socialista.
Dice San Lucas (cap.3, v.11) que cuando la gente le preguntó a Juan Bautista
lo que debían hacer, él contestó: “El que tiene dos túnicas debe dar una al que
no tiene ninguna, y el que tiene comida debe compartirla con el que no la
tiene.” [sic] Estas exigencias del Evangelio son incompatibles con el capitalismo
y son idénticas a las del socialismo.
Ese mismo año viajó a conocer otros procesos revolucionarios como el caso de
Perú y Chile, y se contactó con grupos radicales cristianos en Nueva York, experiencia
que también plasmaría en su libro Viaje a Nueva York.
Al mismo tiempo que se ocupaba de este cargo ministerial, Cardenal escribió algunos
poemas, por lo general, más breves que los anteriores, a causa de las circunstancias
propias de su trabajo, como él mismo afirmaría. Un grupo de estos textos conforman el
Cántico cósmico, que se publicó en 1989 y que, paradójicamente, un año más tarde
sería «mandado a recoger y quemar […] por un oscuro funcionario del gobierno de
Violeta de Chamorro, quien asumió la presidencia en 1990. Las razones alegadas por
los denunciantes fueron que el libro suponía varias “amenazas y riesgos contra la moral
y las buenas costumbres”»; a la manera de un “excelente”, ejemplar y anacrónico
inquisidor medieval. Por este motivo, a continuación citamos algunos versos de esta
obra con el fin de comprender la gravedad de estas “amenazas”:
En el espacio-tiempo somos
Esta nueva situación política –el viraje del líder revolucionario hacia la
instauración de una “nueva dictadura” en el país centroamericano- es condenada hasta
el día de hoy y públicamente por Cardenal. En una entrevista de hace solamente dos
años, el poeta expresó que le alegra saber que «el mundo entero se esté enterando de
que soy un perseguido político en Nicaragua. Perseguido por el Gobierno [sic] de
Daniel Ortega y su mujer (Rosario Murillo], que son dueños de todo el país, hasta de la
justicia, de la Policía y del Ejército» y concluye diciendo «no te puedo decir más,
porque esta es una dictadura» (Cardenal, 2017: párr.3).
Hace tan solo unos pocos meses, el poeta fue galardonado por la Academia de
Ciencias de Nicaragua en razón del aporte que la literatura cardenaliana ha significado
para el mundo científico; como respuesta, Cardenal agradeció manifestando que la
ciencia nos lleva a todo, «hasta a conocer a Dios». A su vez, leyó un fragmento de uno
de los poemas que actualmente está “trabajando”, cuyo título es Con las puertas
cerradas:
Por otra parte, de modo que podamos tener una idea más certera acerca de la
importancia de la obra de Ernesto Cardenal dentro del panorama mundial de la
literatura, mencionamos que entre los premios recibidos a lo largo de su prolífica vida
se pueden contar el Premio de la Paz del Comercio Alemán (1980), el Premio
Iberoamericano de poesía Pablo Neruda (2009), el Premio Reina Sofía de Poesía
Iberoamericana (2012), el Premio Internacional Pedro Henríquez Ureña (2014), la
Orden de la Independencia Cultural Rubén Darío, y el Premio Mario Benedetti (2018). A
su vez, en el año 2005 fue nominado al Premio Nobel de Literatura, premio que
finalmente no se le concedió.
CONCLUSIÓN
en un cementerio de Viena,
en mármol blanco:
S=k log W
Además, se atreve a decir que «la ciencia es una forma más directa de llegar a
Dios que la religión»; arremete el pudor monástico-puritano de la ortodoxia católica con
sus poemas:
[…]
Señala que «debe permitirse casarse a los sacerdotes que quieran» (Borgeson,
1979:632); y condena las riquezas materiales de la Iglesia.
— (2017, 2 de marzo) “Me alegra que el mundo se entere de que soy un perseguido
político”. En El País [en línea]. Recuperado de
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