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Descripción del Dasein y la facticidad heideggeriana de acuerdo con Xolocotzi:

“Ya en su obra capital de 1927, Ser y tiempo, Heidegger parte de la experiencia filosófica
de Occidente que ha visto al ser humano fundamentalmente como animal racional. Lo
radical de la propuesta heideggeriana se halla de entrada en el descubrimiento del carácter
ontológico propio del ser humano que Heidegger nombra Dasein. Con este término nuestro
autor busca expresar el hecho de que ‘es propio de este ente el que con y por su ser este se
encuentre abierto para él mismo’1. Esto significa que lo que determina el ser del ser
humano no es un núcleo a la manera del yo, alma, razón, etc., como lo ha pretendido la
tradición occidental, sino que lo característico de este ente es que le va su ser por y con su
ser. Por un lado, lo que le va al Dasein es abierto por su ser y, por otro, el modo en el que le
va es precisamente con su ser. Aquello que le va al Dasein por su ser es abierto en la
comprensión de ser, y el ‘con su ser’ es el modo como la comprensión de ser está arrojada y
es abierta mediante la disposición afectiva.

La comprensión no tiene en primer lugar una connotación intelectual, sino que se refiere
más bien a una capacidad, a un poder. Comprender algo remite a un saber que no es
teórico, sino a un ‘saber’ que en su realización nos hace capaces de algo. Así, cuando
decimos que sabemos nadar, esto no significa que conocemos las técnicas y la historia de la
natación o las medidas de la piscina; más bien significa que somos capaces de nadar y que
con ello evitamos ahogarnos. Comprender en este sentido consiste en poder hacer frente a
algo, en estar a tono con aquello que viene al encuentro. Pensado a partir del ser del Dasein,
el comprender no es otra cosa que el poder-ser del Dasein; es decir, el estar siendo del
Dasein es abierto al proyectar este su poder-ser, sus posibilidades de ser. De esta forma, un
primer modo de abrirse el ser del Dasein es precisamente al abrirse su ser como
posibilidades.

Ahora bien, al proyectar, al abrir posibilidades en la comprensión, le acompaña siempre el


otro modo de apertura enfatizado por Heidegger: la disposición afectiva. Esta, al señalar
‘cómo uno está y cómo a uno le va’ 2, concierne al Dasein de tal modo que muestra cómo
son abiertas las posibilidades del comprender. La afectividad que ya siempre determina
todo nuestro habitar en el mundo indica que las posibilidades de ser abiertas en la
comprensión no son posibilidades neutrales, sino templadas, afectivas. Los estados de
ánimo o temples de la disposición afectiva indican de esa forma la vulnerabilidad de
nuestro ser en el mundo, ya que ellos expresan el carácter abyecto o arrojado de toda
comprensión de posibilidades proyectadas al existir.

Si las posibilidades del ser en el mundo son de entrada posibilidades afectivas, entonces
todo comportamiento del ser humano estará teñido de un estado de ánimo. Así, si la
filosofía es entendida propiamente como comportamiento humano, entonces en el fondo no

1
Syt, desde la página 32 en la traducción de Rivera.
2
Syt, página 154.
puede tratarse de una dimensión neutral y sobria, como se ha querido ver a partir del
predominio teórico al aprehender al ser humano como animal racional, sino que se halla por
principio atravesada afectivamente.

Heidegger ha señalado esto a partir de estados de ánimo o temples fundamentales como la


angustia o el aburrimiento. Dichos análisis no se agotan en el carácter afectivo de la
filosofía, sino que la abren de modo enfático en su fundamento. No solo el origen mismo de
la filosofía es afectivo3, sino que toda realización de la misma está determinada por los
temples.

El carácter afectivo que recubre toda posibilidad humana ya lo había detectado un pensador
como Platón al enfatizar en sus diálogos elementos determinantes que intervienen en el
pensar. La filosofía, tal como Platón nos muestra en diálogos como Fedro y Banquete, no
es asunto de una ocurrencia propia, sino de un estar abandonado a merced de un demonio:
Eros. El entusiasmo de la posesión en el que se da el pensar indica que este no es un asunto
neutral, sino afectivo. Sin embargo, pertenece a la determinación misma de la filosofía
haberse olvidado de su origen. Por ello, el carácter erótico del filosofar, tal como lo destacó
Platón, no se alcanzó a ver en la tradición occidental o fue más bien considerado como un
elemento ajeno a la misma.” (2012:34-36)

Xolocotzi, Á., & Tamayo, L. (2012). Los demonios de Heidegger. Madrid: Trotta.

3
Como, dice Xolocotzi, Platón en el Teeteto(155d) o Aristóteles en la Metafísica (982b) cuando se refieren al
asombro como fundamento del filosofar.

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