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La hermenéutica no es un simple método, por oposición al científico, sino que más bien es un
enfoque amplio que se plantea las condiciones en las que se produce la comprensión de un
fenómeno. El carácter abarcador del lenguaje sobre todo lo conocido hace que para la
hermenéutica la interpretación lingüística presente una importancia primordial en cualquier
metodología que pretenda alcanzar conocimiento. El enfoque hermenéutico rechaza la lógica
instrumental del método científico, ya que se pregunta por los fines y no solo por los medios.
En este sentido, puede encontrarse una semejanza con la crítica a la razón instrumental de la
escuela de Frankfurt. Ambas propuestas presentan una preocupación por la ética y 220px-
juergenhabermas_retouchedrechazan la invasión “técnica” sobre las decisiones políticas o de
contenido moral. Sin embargo, la crítica a la razón instrumental adquiere tintes distintos en
Habermas y en Gadamer. La escuela de Frankfurt contiene un rechazo ilustrado a la tradición, y su
principal apuesta es la emancipación humana. Para ello, la persona intérprete debe deshacerse de
todo prejuicio, en una ruptura revolucionaria con lo dado. En cambio, Gadamer sostiene la
existencia de prejuicios legítimos y la imposibilidad tanto de la ciencia como de la filosofía de
escapar de la tradición.
Gadamer sostiene, frente a las críticas de la Escuela de Frankfurt contra su teoría, que su tesis de
que en todo acto de comprensión existe una tradición que nos condiciona, no supone una posición
conservadora contraria a la emancipación humana. Lo que Gadamer pretende es recordar la
importancia de la historia y de las circunstancias sociales sobre el fenómeno de la comprensión y
también reivindicar la importancia del “caso concreto” en el conocimiento. El conocimiento no se
produce mediante la abstracción racional de un sujeto ideal, sino que el conocimiento es algo que
se produce en la vida real de las personas reales.
En la relación de toda comprensión con el “caso concreto” entra en juego la ética de la virtud
aristotélica, que forma parte de la filosofía hermenéutica. Para que un sujeto pueda comprender
algo nuevo necesita partir de una sabiduría práctica que va desarrollando durante su vida. La
sabiduría práctica no consiste en reglas fijas e inalterables, sino en hábitos y pautas de
comportamiento que nos ayudan a buscar la solución más adecuada para cada caso concreto. Esos
hábitos son las virtudes morales e intelectuales.
Por tanto, el método hermenéutico es integrador. No se presenta como la antítesis del método
científico. La ciencia requiere de la hermenéutica. En este sentido dice Gadamer:
“Lo que en las ciencias de la naturaleza son los hechos no es realmente cualquier magnitud
medida, sino únicamente los resultados de las mediciones que representan la respuesta a alguna
pregunta, la confirmación o invalidación de alguna hipótesis. Tampoco la organización de un
experimento para medir cualquier magnitud se legitima por el hecho de que la medición se realice
con la mayor precisión y de acuerdo con todas las reglas del arte. Su legitimación sólo la obtiene
por el contexto de la investigación”
La hermenéutica valora el papel de las emociones, pero no por ello es una vuelta al irracionalismo
romántico. Es una visión perspectivista de la realidad que estudia cómo se produce la
comprensión, especialmente la comprensión de textos, sin ignorar ninguno de los elementos que
se producen en ese proceso. La verdad histórica o la experiencia artística, los sentimientos o la
tradición, son aspectos que intervienen en la comprensión y que, según defiende la hermenéutica,
no han de ser despreciados ni ignorados. Por eso el método hermenéutico puede ser visto como
una revalorización de las humanidades.
Este método no es aplicable solo a los textos, sino a cualquier fenómeno que queramos
comprender. Lo más significativo es que, según Gadamer, no hay que aspirar a librarse de todas
las ideas previas o del condicionamiento social e histórico, sino tomar conciencia de dichas
anticipaciones para poder controlarlas y ganar una correcta comprensión. Son los prejuicios no
percibidos los que dificultan la comprensión. En la teoría de Gadamer un prejuicio no es
necesariamente un juicio falso, sino que un juicio previo puede ser confirmado o refutado por la
experiencia. Lo esencial es que tengamos apertura al texto o al fenómeno, que pongamos en
relación lo que nos dice con nuestras propias opiniones.
Para el método hermenéutico la razón solo existe como real e histórica, de modo que no es
posible un conocimiento distante o universal. Los prejuicios son para un individuo “la realidad
histórica de su ser”. Para la concepción ilustrada la tradición supone adoptar una conclusión
basándose en la autoridad y no en la propia razón. Autoridad y razón se convierten en términos
antitéticos. Para la ilustración la autoridad es asimilada a la obediencia ciega. Sin embargo, en
nuestras vidas cotidianas aceptamos la autoridad en el caso de las aaaaaapersonas especialistas en
derecho, ingeniería o medicina, pues aceptamos que su juicio está más fundado que el nuestro. En
estos casos la autoridad no implica una renuncia a la propia razón, sino el respeto a la sabiduría de
otra persona que ha dedicado tiempo y esfuerzo a formarse en un área determinada. Por tanto, en
estos casos, nuestra confianza en los juicios ajenos constituye una acción de la razón que se hace
cargo de sus propios límites. Conviene recordar, alejándonos de la visión despectiva ilustrada de
toda tradición, que lo aprendido y heredado de nuestra familia y de nuestra cultura determina
ampliamente nuestras instituciones y comportamiento. Entre tradición y razón no es necesario
sostener una oposición tan tajante como la sostenida por la ilustración.
El proceder del método hermenéutico es circular, pues consiste, como antes he señalado, en
formular hipótesis de sentido y contrastarlas con los textos, para elaborar luego una síntesis que
unifique nuestro pintura11mundo previo con el nuevo conocimiento adquirido. El conocimiento
es, en este sentido, una fusión de horizontes. Sin embargo, no se ha de confundir la sistemática del
método hermenéutico con la de la dialéctica hegeliana. En el pensamiento hegeliano se alcanza
una síntesis definitiva, que reconcilia a los opuestos. Sin embargo, el pensamiento hermenéutico
no aspira a alcanzar una verdad definitiva y es consciente de que el conocimiento adquirido no es
más que una perspectiva. La hermenéutica se mantiene constantemente abierta a reformular sus
tesis. En este sentido considero que, más que un círculo, el método hermenéutico consiste en una
espiral.