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ANTIPOEMAS
En la entraña
del socavón
late la bomba
ahogándose de profundidad.
Las cañerías
arterioescleróticas
se van paralizando
de oxidaciones
y de herrumbres.
La lumbrera
vomita hombres
con luces en las frentes
que caminan
mientras reculan
las calles
en cuesta
queriéndolos jalar.
Curvados torsos
calafateados
de ácidos y grasas
tortuguean
llevando sobre sus hombros
un peso cuaternario
de galerías.
Los árboles
cansados de caminar contra el río,
se han detenido
a refrescarse los pies en el agua.
La casita,
hastiada de no salir nunca,
se apelotona contra el bosque
como en un couch-corner,
se mira en el espejo
y coqueta de follajes
se arregla los bucles de la enredadera.
Y amigo el cerro
sube
para tapar al sol
que todo el día
nos abochornó
con la mirada fija de su pupila de cobre.
VUELO
La libélula
acerada
sube
baja
piruetea.
Caída de hoja,
tirabuzón,
looping.
De pronto
la telaraña de las nubes
le atrapa la hélice,
la detiene un momento,
la succiona.
Después
bamboleando
deshecha
la libélula acerada
c
a
e.
SPORT
Rubia sportwoman
cocotte
raqueta de tennis
espuma de champán
y cabaret,
eres como una pelota
de foot-ball
que vas rebotando
y bailando
borracha de shimy
y de fox-trot.
Ríes
fresca y rubia
al recibir patadas,
porque tú
como los hombres
estás loca de foot-ball.
EL POSTE
Negro largo
solo en la cumbre,
colgado de los alambres
está el poste
del telégrafo.
Los alambres
electrizándose
se estremecen,
palpitan,
llevan palabras,
deseos.
Cristo desfallece.
Ninguna de las palabras
es la que espera,
la que viene de su padre.
Ninguna dice de Dios.
La golondrina
que aún tiene en el pecho
blanco sabor de cascarones,
juntas las manos,
le dice aquello
que nunca llevarán los alambres
en el alfabeto de Morse.
EL MOLINO
Enfrentándose
al claro sol de este día
el molino pone en la pradera
sus rebuznos de hierros
sin aceite,
mueve sus orejas
espantando a las moscas
y alegre da vueltas
a su noria perpendicular.
Cuánta frescura
nos da el alegre girante celeste
que espolea el viento
como si quisiera
dejar en descanso
hecha líquidos cristales
su perpetua fatiga de girar.
Su trotecito
ágil y acompasado
levanta un dorado polvo de reflejos,
como si sus cascos fueran
desmenuzando el sol.
NOCTURNO DEL AUTO
A 150 kilómetros
el 200 H.P.
va empujando en la noche
el triángulo de luz
cuyo vértice se incrusta
en el radiador.
Trepida isócrono
el anhelo de distancias
que agitan los émbolos
y tiembla todo el acero
un vapor de aceites
y de gasolina
y una sed de inmensidad.
Piensa profundidades
negras el tintero
y miran los búhos cristales
de los lentes
mientras la mesa está dormida
En un vértigo cafre
bambolea el piano
sus pletóricas caderas nubias
mordiendo con sus dientes
largos de hambres
los epilépticos dedos del fox.
Si el piso encerado
no hiciera danzar a las parejas,
todas se revolcarían
en esta sala
que huele a axilas, a sexo y a fox.
CIENCIA
El libro profundo,
nuevo pero siempre cuadrangular,
donde está toda la ciencia
revolucionaria de Einstein
trabaja para meterse
en los sesos del lector.
Y piensa.
El hombre
frente a él
es siempre el mismo.
El libro se cierra
para que el hombre
sienta la única cosa nueva,
para que la máquina
pueda volar.
SED
La pampa arenosa
de mil ojos radiantes
desde los Andes se ha extendido
para llegar al mar.
Asombradas de lo recóndito
me han cogido con sus manos
dentro de mí mismo
y me han dado vuelta
de revés,
como a una bolsa.
Mis entrañas
se han bañado de sol
y se han reído
de todos los cuervos.
Y ahora
aunque no tengo ojos
y estoy como todos los hombres,
me he quedado lleno,
hasta las fauces,
de luz.
AMANECER
Es tan temprano
que acaban de levantarse
los carros campesinos
que huelen a leche
y a menestrón.
Los autos
de faroles somnolientos
huyen vergonzosos
arrebujados
en sus negros impermeables,
con las cabezas pesadas
de tabaco
y de whisky.
La aurora
se asoma a su ventana
a ver si es hora de misa.
La pobrecita tiene la cara pálida
y le castañetean los dientes
porque todavía
no ha salido el sol.
MÍSTICA
La catedral
atormentada de infinito
hunde sus torres
en las nubes
para buscar a Dios.
El órgano tísico
hace gimnasia
respiratoria
porque siente
que se va a quedar afónico.
PLAYA
El mar estaba
como siempre azul
dejando sus pescados
en las redes,
su espuma de jabón
en la playa
y empeñado en comparar
su azul con el del cielo.
Huele a hierba,
a huano
y a Houbigant.
Ansiosos de la carrera
los asientos blancos
se han bajado hasta los pies
y todos los ojos
están listos para partir.
El jockey es un antropiteco
récordman.
El fusil se envejece
de quietud
en su guardia estática
y perpendicular.
El cañón
con astronómica curiosidad
telescopía a una estrella
en la que nunca
podrá poner el proyectil
porque el centinela
apenas quiere apuntar
al gordo pulpero
que le robó el robusto amor
fragante de leche
y de coronguina carne joven
del alma seca.
EL BASURERO
El basurero
hurga con su pala
todos los desperdicios
donde sobre la muerte
se va renovando la vida.
Él es lo único
donde la descomposición se ha detenido,
él es lo único que conserva
su anacrónica forma,
es la obra suprema
que engendraron los siglos.
El basurero.
LIBERACIÓN
Divide la vida
en grados de su cuadrante
y hace las horas levantarse,
de trabajar y de comer,
y todo lo quiere regular
con su tic-tac asmático
de viejo apolillado de laboratorios.
Yo había atado
la sabia caja calculadora
al brazo de mi corazón
y toda mi vida estaba pesada en miligramos
como un tóxico.
Mas de pronto
fracasó el cálculo
detenido en un instante difunto,
y empecé a sentir la hora del hambre
en que se mastica estrellas,
y la hora de vivir
que siendo todo el tiempo
antes estaba aceitada de puntualidad.
El cielo
apenas es un trapo sucio
que está tendido a secar.
Interminablemente chorrea
un fastidio turbio
que ensopa las calles
y que hace un lodazal al río
y obliga al corazón al infinito tedio
de los chanclos de caucho
y del impermeable
o ahoga a los pulmones
entre las cuatro paredes de un cuarto.
La campiña
temblorosa de eternidad ante la noche
se refresca en el viento y en el río.
Y perfumada de fragancias ingenuas
espera al que siempre es esperado.
Al que no tiene nombre
ni forma
y para quien son todas las palabras
y las imágenes.
Las nubes
se agarran a las copas de los árboles
para que no se las lleve el viento.
En el cielo,
desesperadamente azul,
apenas hay una hilacha de nube
que no ha podido quedarse
en las callecitas del pueblo,
y que tampoco el viento
se la ha podido llevar.
SOMBRA
Tan lejos.
Tan desconocido.
Y está medrosa
y descontenta
esta sombra artificial.
Tan humana.
Tan cosa de mi cuarto, de las calles,
de la ciudad.
Entonces se extendía
hasta donde, sombra y sombra,
la sombra se hace luz.
PUNA
Erecto en su coraza
el poste,
quijotescamente
hunde las mil lanzas de sus alambres
en las luminosas aspas de la aurora
que no da vueltas
porque todavía el viento está dormido.
El árbol,
escudero de la inmóvil aventura,
incrustado en la tierra a que da sombra,
hunde su cabeza entre los hombros
con vegetal que se me dá.
Ellos, mañana,
equilibrarán su canto
en el telégrafo sin hilos.
Y resolverán la estática
con un problema musical.
PASTORIL