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ALBERTO HIDALGO

PANOPLIA
LÍRICA

Pórtico de Luis Fernández Cisneros. Estudio crítico de Abraham


Valdelomar.

LIMA – PERÚ
1917
PANOPLIA LÍRICA
A mis hermanas Carmen i Mercedes, diecisiete años compañeras en la orfan-
dad i en el Dolor, diecisiete años víctimas, como yo, de las picardía de un
bribón que se entró a saco en nuestra hacienda i endureció los años de nuestra
infancia con la estupidez peculiar de su progenitor canallesca y miserable, tipo
de salteador de caminos a quien todavía la justicia no ha castigado como me-
rece i sobre quien caerá la eterna e inexorable maldición de Dios, este libro de
inquietud, de rebeldía i de dinamismo, CONSAGRO

A. H.
PÓRTICO

A Alberto Hidalgo

Aquí te saludo, poeta y amigo.


Ruidoso el desplante
y el paso adelante
me pides, poeta, que sea testigo
de cómo tu musa ya vuela triunfante,
y yo que te veo,
audaz castellano,
con un contoneo,
la capa en un vuelo redondo y ufano,
y erguida la frente y altivo el chapeo,
tenderme la mano,
a todo me obligo
y aquí te saludo, poeta y amigo.

Aquí te saludo
porque eres poeta
de temple acerado, de estrépito rudo,
de viva paleta,
que asciende sereno
buscando en la cumbre
el ruido y la lumbre
con que abre la altura relámpago y trueno.

Te rindo homenaje
porque has acordado tu lira al cordaje
sonoro del viento
copiándole el alma, la audacia, el acento.
¡Feliz tú, poeta
que tienes la gloria de hacer de la vida,
a son de la trompeta,
campaña vencida,
victoria completa.

¡Tu sabes ser fuerte


y al cabo tu musa, tendrás que imponerte!
Yo, débil trovero de dulces quimeras,
te aplaudo y te envidio.......... ¡te envidio de veras!
Y trémulo, y mudo,
aquí te saludo
y a andar en tu corte mañana me obligo..........
Te estrecho la mano, poeta y amigo.

Luis Fernández Cisneros


Lima, 19 de setiembre de 1917
EXEGESIS ESTÉTICA

El hombre superior practica


la virtud tal como la juzga.

He aquí la entraña cálida aún y palpitante, de una vida breve y fecunda;


he aquí la obra de la que mana el vino cordial de la belleza, como del rústico
panal la miel dorada de setiembre; he aquí la obra donde toda una vida
febril, inquieta y pródiga se condensa y suma; he aquí la obra donde meri-
dianiza sus rayos el sol de una primavera pujante que anuncia un alumbra-
miento estupendo; he aquí la obra donde exprime una feraz juventud el jugo
de sus veinte años y de sus veinte sentidos; he aquí la obra donde logran
encuadrigarse los alocados y piafantes corceles de una constelada fantasía;
he aquí la obra cálida aún y palpitante que se anuncia como la cabalgata
hún- gara en la marcha berliozina; he aquí, en fin, la primera cosecha de
una planta exótica y jugosa, en cuyas ramas florecidas se posó un día la
Muerte y otro día el Dolor, y en la cual ha vivido perennemente no un rui-
señor sutil y breve sino un cóndor que abre hoy las alas y extiende el enar-
miñado cuello y se remonta sobre los Andes solemnes y magníficos a tan
gran altura que ve más grandes que los de- más las estrellas y más pequeños
que nosotros a los hombres mismos.

*
* *

¡Hacia la luz, oh pensamiento!

¡Hacia lo grande, oh corazón!

No ha de ser este libro grato manjar de paladares criollos embotados


aún con las espesas y oleosas viandas que suelen condimentar, desde an-
taño, las musas del terruño, viejas, desmañadas, desguarnecidas y lerdas,
lloriqueantes y canijas. Mal seguro va y en loca empresa se mete quien, entre
nosotros, no empieza, pidiendo, humilde y apocado, la protección y cobija
de los que por este fácil yseguro camino, pueden dispensar tales mercedes.
Muchos no perdonan ni perdonarán a Hidalgo, como no me perdonan a mí,
el gesto altivo y orgulloso, la lógica armonía entre el sueño y la acción, la
protesta sonora, por un convencimiento sincero, de la excelencia denuestra
obra literaria.
Al Olimpo nacional, para ser ungido, es menester llegar con ro-paje
moral de franciscano pauperismo, bajos los ojos e inclinada la cerviz, la voz
apagada y las manos en actitud de madonna bizantina; esto cuando no es pre-
ciso portar en las espaldas encorvadas el hatode leña que llevaban para ser
recibidos por el soberano, los peregrinos, pedigüeños y cortesanos, en los
dorados tiempos de la gentilidad, hasta los radiantes Incas hijos del Sol y
padres de aquella greysumisa y laboriosa que se disgregara bajo los duros
cascos de las caballerías castellanas y que huyera ante el épico empuje de
los bravos, crueles, fuertes y analfabetos capitanes españoles.
Esta iniciación habitual, eficaz y abyecta, este ruin y despreciable es-
paldarazo, tan indigno de los artistas que en todo tiempo fue-ron los más
vehementes enamorados de la libertad, no es entre nosotros sino el corolario
de una teoría complicada y antigua, constatadaya por escritores nacionales
y extranjeros: la sumisión mental, moderno aspecto de la servidumbre in-
caica, del vasallaje colonial y del caudillismo republicano. Estamos acostum-
brados a obedecer por há-bito; a humillarnos por atavismo; a adular por tra-
dición. La sangre aborigen fue esclava de los Incas durante las centurias pre-
coloniales, esclava de los españoles durante el triciclo de la conquista y es-
clava de tiranuelos y soldadotes durante el incompleto siglo de la repúbli ca.
Títulos diéronse en la península por los reyes, mercedes y canon- jías en
América por sus lugartenientes, a quienes servían mejor en este torneo de
envilecimiento; a quienes solían traicionar a su sangre y a su patria que-
brando el tallo cuando en el yermo extenso de la colonia surgía la flor per-
fumada y sangrienta de una rebeldía.
Nuestra independencia sólo fue, en el fondo, una liberación aparente, un
acto trascendental y romántico, un encantador final de poema, lleno de dulce
emoción sentimental con San Martín; y con Bolívar, un cambio de estado
entre la autoridad humillante y sin violen cias de los virreyes y la del Presi-
dente Vitalicio, que no podía tratar como a hombres libres a quienes iban a
él de rodillas. Ni individualni colectivamente tenemos una tradición de re-
beldes; y la nuestra, por desgracia, es la historia de una mentira pintoresca,
burda, complicada y amena. En nuestra literatura es donde se reflejan con
ma yor precisión estas dolorosas verdades. Curioso es analizar la vida de
nuestras extinguidas generaciones literarias. Todas ellas corrieron la misma
suerte, todas se iniciaron con aprestos viriles y gestos gallardos, todas mu-
rieron prematuramente, claudicantes y estériles.Es menester abrir los perió-
dicos de otros tiempos para presenciar aquellas trágicas y conmovedoras he-
catombes, para ver cómo se desvanecen las esperanzas, cómo se disipan los
sueños. Drama grotesco y lamentable el de aquellas vidas infecundas que
alguna vez concibieron una empresa, de aquellos músculos laxos que alguna
vez sehincharon por una bandera, de aquellas almas desoladas que alguna
vez alentaron una ilusión y que murieron asfixiadas en una atmósfera me-
diocre, sin dejar huella ostensible. No ha sido la falta de ambiente ni la pe-
queñez del medio lo que ha hecho perecer a tales generaciones. Ha sido la
falta de ideal, de voluntad y de orgullo; la falta de amor a sí mismos, de fe
en el esfuerzo, de pertinacia en la acción; espíritus apocados y sumisos,
incapaces de enfrentarse al Destino, esclavos del convencionalismo
social; voluntades claudicantes, sin pasiones, sin virtudes y sin vicios,
sin luchas y sin esperanzas, sin atrevimientos y sin locuras, sin fe y sin ab-
negación.
Hay necesidad de leer las cosas que escribían los que más tarde habían
de vender a su maestro; es preciso ver las líricas lamentaciones de los que
más tarde habían de formar la corte de los tiranuelos en el parlamento o en
las salas palatinas. Es de ver cómo clamaban amor y justicia en sonetos y
décimas los que más tarde habían de serlos acólitos de los más odiosos go-
bernantes. Bien cierto es que no seha de demandar altivez ni se ha de exigir
altas virtudes a quienes nacieron para segundones de analfabetos y dema-
gogos. Pero no ha de condenarse tampoco, como se condena, a las nuevas
juventudesque traen en el corazón la llama ardiente de una libertad desco-
nocida y son portadores de una reacción y de una esperanza fecunda. Me-
dren y engruesen quienes se hallan a gusto con el fraude en el ánfora, la
tolerancia en la cátedra, el cohecho en el juzgado y el con vencionalismo en
la literatura, que por ello no hemos tenido, salvan-do muy raros casos, ni
leyes ni ciudadanos ni maestros ni artistas; pero déjese vivir en paz y res-
pétese a quienes, lejos de tal ambiente, quieren cantar su canción, adorar su
forma, modelar su vida en un ideal.
En nuestro medio la rebeldía es casi un crimen, algo que no se concibe,
que desconcierta y sorprende. La mediocridad ambulante no puede com-
prender que haya un espíritu enamorado de su libertad, que sepa triunfar
solo, que se oriente sin pasar por la Universidad, que desdeñe la crónica
social de los diarios, que ignore cómo se llama el Ministro de Fomento, y
que no tenga la lejana esperanza de ser diputado afiliándose a un partido
político. Los que se han hecho una situación cómoda auspiciados por los
demás, no pueden, en efecto, concebir que haya quienes realicen actos y
hagan gestos y produzcan obras que disgusten a la mayoría y que no tengan
el aplauso colectivo de las masas. Los que a fuerza de una modestia prece-
bida e hipócrita han obtenido el frágil y pasajero beneficio de un bienestar
burgués, los en cuyo espíritu sólo hubo la mezquina inquietud de hacerse
una posición, los que sólo han practicado la gimnasia del sometimiento, el
esfuerzo de la adulación y el gesto de la modestia, esos no podrán jamás
vivir solos, con su espíritu y sus ilusiones, no podrán tener nunca el valor
de sí mismos ni la viril audacia de desafiar al Destino. Sólo cuando el alma
se ha forjado en el dolor de una trágica soledad, cuando se ha sido pequeño
y débil, cuando el espíritu se ha fortalecido en una lucha perpetua, cuando
no se ha recibido una palabra de confortación, cuando no se ha encontrado
cobija, entonces se puede estar solo. Los que no deben su prestigio ni a un
apellido social ni a un círculo ni a un caudal y se han creado un apellido,
un círculo y una renta; los que no han solicitado ni recibido mercedes y
pueden, sin embargo, dispensarlas; los que no han inclinado la frente por
un aplauso y lo han arrancado por la fuerza, solo éstos, espíritus hechos de
Esperanza, de Fe, de Dolor, de Soledad y de Energía, tienen el derecho de
ser libres, autónomos, orgullosos y rebeldes.

*
* *

He trazado las anteriores líneas para que el lector que no sea crio-llo se
dé cuenta de lo que significa en el Perú la aparición de un ar- tista con
personalidad definida, la necesidad que hay en este país de que tales espí-
ritus se produzcan y el ambiente en el que tienen que desenvolver sus ener-
gías estos raros ejemplares de idealismo. Pero pudiera colegirse que ante la
presencia de estos valores existe una protesta pasiva. Así fue casi siempre,
pero cuando la última generación literaria, moldeada sin duda alguna al ca-
lor de una figura prócer de las letras americanas, el insigne don Manuel
González Prada, se presentó en la arena dispuesta a abrirse paso entre la
multitud mediocre y asustadiza, no faltó quien levantase una protesta ai-
rada. Apadrinando un libro de Alberto Ulloa Sotomayor —escritorjoven y de
positivo, brillante y sólido talento, aunque demasiado ecuánime— leía yo,
hace poco tiempo, un prólogo de Enrique A. Carrillo,en el cual mi excelente
amigo reprochaba, con la delicada y elegantemanera que le es peculiar, al
grupo literario flamante, el afán de ascender de cuatro en cuatro los esca-
lones de la fama, el egotismo —entre nosotros desusado— y la pasión
iconoclasta. Este reproche que se hace al grupo que tuve el orgullo de presi-
dir desde mi revistaColónida, es, no obstante, el mejor timbre de gloria de
que nos envanecemos. Aunque no hubiera de tomarse en cuenta la cuestión
fundamental del moderno concepto subjetivísimo de la estética que es la más
alta consagración del Yo, aunque no hubiéramos sido ególatrassino porque
así comprendíamos nosotros nuestra vida, habrá de aplaudírsenos un día,
porque rompimos para siempre en el Perú, almenos en cierto grupo, el car-
nerismo literario, el convencionalismo intelectual y la mentira colectiva.
Aquella egolatría, tan acerbamentecriticada cuando la iniciamos nosotros,
es, sin embargo, practicada hoy, inconscientemente, por quienes no fueron
entonces nuestros sol-dados.
Colónida quiso —dando nosotros un ejemplo de abnegación— estimular
a los nuevos, exaltando la personalidad. He dicho que fue un abnegado ejem-
plo porque hubimos de sufrir toda suerte de ataques. Se había entronizado
entre nosotros el más arbitrario de los predominios, el más absurdo y estéril
de los servilismos, la más absurda y reprochable de las tiranías: el caciquismo
mental, el tributo de la obligada admiración, el vasallaje espiritual y artístico.
Nuestros críticos remedaban como podían a nuestros antiguos dictadores y
las plumas hacían torpes oficios y menesteres de chafarrangas.
Se nos ha acusado de inmodestos. La modestia, esta virtud teórica que
no puede ser sincera sino en los realmente bestias o incapaces, no será
nunca atributo de personas de valía; esta invocada falsa virtud no pueden
practicarla quienes piensan, sienten y crean, por-que hay, ante todo, en el
creador, la conciencia de su alumbramiento. El verdadero artista ha de tener
claro concepto de lo que hace, hade sentirse distinto y diverso de los otros.
No debe tener otra preocu-pación que la de agradarse a sí mismo; sin de-
mandar nada ha de bastarse a sí, ha de nutrirse con su propia sangre. ¿Qué
es, en suma,la modestia? En los artistas, una perpetua, repugnante y con-
tradictoria farsa.
Una de las grandes virtudes que reconozco en Hidalgo es su fal ta de
modestia, que acusa exceso de personales valimentos. Este discípulo de
Whitman y de Marinetti, este adolescente, hijo espiritual del ilustre autor
de Horas de lucha, carece, en absoluto, de tan asquerosa y necia virtud,
como ha de ver el lector, al recorrer las páginas de Panoplia lírica. No
puede ser modesto quien como él se ha forma-do solo y es osado, audaz y
temerario. Desde el título del libro puedecolegirse que su caudal de poesías
es una panoplia rica en lirismo yque en ella tiene sus mejores y nobilísimas
armas para la vida. Encontraréis en esta panoplia toda suerte de armas,
desde las lanzas de aquel hermoso y caballeresco soneto “Rendición”, que
hace pensar, por su armonía delicada y fuerte, por su cortesanía gallarda y
su decoración suntuosa aunque severa, en el cuadro inmortal de Velásquez,
“La Rendición de Breda”, hasta las poesías, largas o breves, donde oiréis
ora el chocar de espadas, el tronar de cañones, el estallar de granadas; o
bien, los gritos de reto, de lucha o de victoria.Todo en este libro tiene un viril
sello marcial que seduce como un ejército en marcha que pasara batiendo
al sol sus pabellones, entre los aceros chispeantes, al ritmo de épicas fanfa-
rrias.

*
* *
Todo a mis ojos aparece vano:
yo solo admiro, oh gran Naturaleza,
el ritmo de las formas…

El arte es la Naturaleza vista a través de un espíritu. Mejor aún, el arte


es un instante de la Naturaleza a través de un estado de alma; aún más: un
instante de infinito plasmado en una sensación. Tienen las cosas exaltacio-
nes y depresiones. Tiene la Naturaleza instantes de revelación en los cuales
se diría que está elocuente, que habla, que quisiera comunicarse con los
hombres. ¿No habéis sentido alguna vez, en el campo, en un momento es-
pecial e inexplicable, algo que es como la angustia de la Naturaleza, algo
extraño que os invita a penetrar en el alma impalpable de las cosas, algo
que es como una atracción que ejercen en vosotros fuerzas poderosas y
ocultas? ¿Qué es aquello sino la llamada cariñosa que os hace la madre?
¿No somos, por ventura, nosotros, una parcela de la Gran Unidad? Creo
con toda la fe de que soy capaz, que la Naturaleza ha sido, en un principio,
una gran unidad armónica y compleja que perdió su concreción y que trata
de volver a ella. Creo, igualmente, que la Naturaleza no es, en el más alto
y profundo sentido, sino la lucha de dos fuerzas: una positiva, de atracción,
de armonía, de amor, de bien, y otra de rechazo, de disgregación, de odio,
de mal. La lucha de estas fuerzas constituye la gran ecuación de la vida.
Estas dos fuerzas van aparejadas en todos los fenómenos, desde el más in-
significante hasta el más trascendental. Quien está familiarizado con las
leyes químicas, sabe que hay metales que se buscan, se juntan y producen
reacciones; los hay que se rechazan, no se funden y son estériles. ¿Queréis
un poema más estupendo, una filosofía más concreta, una manifestación
más hermosa de la Naturaleza? En el hombre mismo, ¿qué otra cosa es la
vida que una perpetua lucha entre lo bueno y lo malo, entre lo perfecto y lo
imperfecto? El espíritu es una fuerza que a medida que se depura, se acerca
más al infinito. A medida que nos alejamos de lo carnal, de lo frágil, de lo
perecedero, nos acercamos más a la íntima sustancia de las cosas. Para al-
canzar ésta, la más importante de las victorias, son buenos todos los cami-
nos de perfección. Es menes- ter que una fuerza culmine sobre nosotros
mismos, porque ella será la antena que nos comunique con las ondas erran-
tes y misteriosas. Esa culminación, esa exaltación de la conciencia, se llama
embriaguez en el precepto baudelairiano, se llama fe en la Biblia, se puede
llamar virtud en la iglesia. “¡Embriagaos, decía Baudelaire, de arte, de vino,
de amor, pero embriagaos siempre!” Para llegar a esas exaltaciones es ne-
cesario el sacrificio de San Antonio en el desierto, es menester despren-
derse de toda vana preocupación, de todo frívolo temor, de toda frágil em-
presa. “Piensa en la muerte, decía Dumas, todas las mañanas al ver la luz y
todas las noches cuando vuelvas a entrar en la sombra”.
Hay cándidas gentes que creen que un artista, un verdadero artista, vive
y obra y crea para ellos; vive, obra y crea para su gloria; piensa, vive y crea
para ser inmortal. Es como creer que el peregrino sacia su trágica sed en la
fuente para ver cómo se dispersan las on- das sobre la superficie. Nadie
comprenderá, sino quien lo haya sentido, la inquietud angustiosa, el íntimo
drama, la obsesión lacerante que viven en el alma de un artista. Nadie com-
prenderá cómo, al lado de aquellas íntimas tragedias, son fugaces y pueriles
los dolores humanos; nadie comprenderá la tortura dantesca que significa
para el artista el desequilibrio entre el sueño que él sueña y la torpe realidad
de la vida. Almas elegidas, espíritus perfectos, ¡cuántas lágrimas os cuesta
ver un rostro que desfigura la envidia, el odio, las feas pasiones! Los artistas
no odiamos por falta de razón para ello sino por- que el odio carece de
belleza; y amamos muchas veces sólo porque el amar es una cosa dulce,
grande y divina. Tenemos piedad, perdonamos siempre, disculpamos todo,
porque ello nos produce una sensación tan grata, tan plácida, tan inefable,
que los malos no han gestado nunca; algo que es como sumergir las manos
en la corriente, en me- dio de los calores caniculares. Ya lo dijo Guyot:
“conocerlo todo es comprenderlo todo y perdonarlo todo”.

*
* *

A medida que el artista es más grande, más lejos ha de hallarse de la


multitud, de igual manera que los astros más grandes se hallan más lejos de
la Tierra. A medida que el artista es más personal se diferencia más de la
multitud, y es más incomprendido, de igual manera que las leyes fundamen-
tales de la Naturaleza se revelan mástardíamente a los hombres. A medida
que haya en un artista mayor dosis de divinidad tiene que estar más cerca de
lo misterioso que delo vulgar.
En arte, lo malo está por debajo del vulgo; lo mediocre es lo vulgar ge-
neralizado; lo supremo es lo que está por encima de todos. Nocabe otra dife-
rencia entre el verdadero artista y el que no lo es, que la cantidad de infinito y
la dosis de eternidad que hay en la obra. La Naturaleza es como el ropaje
de Dios; algo que la cubre y defiende de los hombres. La Naturaleza es una
especie de laberinto en cuyo corazón está la Verdad Esencial. Para llegar al
fondo, para poder obtener una pequeña visión del alma íntima de la Natu-
raleza, es menester la consagración total de una vida, la gimnasia perpetua
de unespíritu y la fuerza ingénita de una intuición. La verdad constatada por
el espíritu es la ley, pero el arte es la belleza oculta constatada por el senti-
miento. El hecho de estar más al alcance de la humana investigación el fe-
nómeno repetido que engendra la ley que el ritmooculto y esquivo que crea
la armonía, da al artista un carácter más elevado que al investigador. En
suma, la Naturaleza puede decirse que tiene dos valores paralelos, que es
“una perpetua fuerza dual”;una tangible y ostensible para la razón, otra me-
tafísica, inefable y misteriosa para el sentimiento.
Quiere decir que la función del artista, y en este caso del poeta, es des-
cubrir por el sentimiento, lo que la Naturaleza tiene de eternoy esquivo. El
poeta es un cazador de infinito; un buceador de Ver- dad en el abismo del
Misterio; un vidente que descubre la belleza en las mudas nebulosas de lo
objetivo. El verso es el punto del espaciodonde se cruzan el espíritu exal-
tado del artista y el instante revela- do del Cosmos. La verdadera obra in-
mortal en el poeta, es aquella conjunción de su alma con el alma de la Na-
turaleza. El espíritu engendrando a la sustancia cósmica es la obra de arte.
Cuando un pun-to del éter se fija por las coordenadas máximas del alma
humana, del tiempo y de la Naturaleza, se produce la obra inmortal. Es, pues,
menester, buscar en la obra del poeta estas raras conjunciones.
Comentando la obra de uno de nuestros más nobles y magníficos orfe-
bres del verso, Enrique Bustamante y Ballivián, (Elogios) sentéyo esta ecua-
ción estética:
Sensación = Naturaleza x Conciencia,
bajo la cual caen todos los fenómenos individuales. Apliquemos esta fórmula
al Arte y tendremos esta ley general:
Arte = Naturaleza x Conciencia;
y, con una lógica rigurosa y austera, aplicando esta ecuación al arte mo-
derno, en el cual, por lo que se lleva dicho, los tres valores prece-dentes se
utilizan y concretan, podemos escribir, poniendo las ini- ciales A M por arte
moderno; SMN por síntesis máxima de la Natu-raleza; EMC por exaltación
máxima de la conciencia:
AM = SMN x EMC
De acuerdo con esta ecuación y sus derivados vamos a estudiar
Panoplia lírica.

*
* *

Antes de entrar de lleno en el estudio de la obra de Alberto Hidalgo,


deberíamos decir quién es el autor de este libro y dar algunosdatos biográfi-
cos; pero este poeta no tiene biografía. A los veinte añosno la tuvo nadie. La
vida de este artista puede concretarse en estas tres palabras: sueño, labor,
triunfo. No es menester recurrir a otras fuentes que las que él mismo —má-
ximo ególatra— nos da. Ved comose retrata el poeta en este su primer soneto
primoroso:

Los cabellos cubiertos por enorme sombrero, en-


crespados, descansan hacia atrás, en tropel.Las pu-
pilas son negras como el crimen. Severoel gesto. El
andar grave. La mirada de hiel.

La corbata de seda flota como un plumero sobre el


cálido pecho que es a la vez broquel, Flux negro,
Zapatillas de baile o de torero.
En el ojal izquierdo del flux hay un clavel.

Cuando el Sol, por las tardes, tras los montes se inmola, yo,
preso en las volutas de una capa española,
transito por las calles de mi astrosa ciudad.
A mirarme, las gentes detiénense, asombradas, despectiva-
mente ríen a carcajadas,
mientras que yo me alejo lleno de majestad...

Este poeta rudo, fuerte y sonoro, es sin embargo, un triste; su vidadiná-


mica, llena de luchas y de inquietudes, ha cerrado las puertas al Dolor; en
tal empeño lo ha acompañado su extraña juventud, perono ha conseguido, a
pesar de ello, impedir que el Dolor, sutil y aleve, salteador y filtrante, haya
penetrado. En otro verso nos dirá con acento de trágica desolación, en una
sola frase que es como el derrumba-miento de una ilusionada juventud:

y comprendo a los tristes porque ya sé sentir.

¿No es verdad que este “ya sé sentir” parece un grito resignado, la cons-
tatación de la Fatalidad por uno que la esperaba, algo que escomo la puber-
tad de la vida en el Dolor? Luego en la “Epístola” nosdará, detallada y con-
creta, la profesión de fe de su vida.
Desde Chocano, el genial cantor de la raza, no había aparecido entre
nosotros una lira más sonora ni el verso había tenido un cultormás temerario
y fuerte. Si hubiéramos de buscar la cualidad dominante de este poeta pre-
coz, habría que decir que es la originalidad, no tanto en la forma cuanto en
la manera de ver, porque este poeta es, ante todo, un objetivo para el cual
la vida es un espectáculo sonoro. El estilo, base fundamental de la persona-
lidad, no es otra cosa que la manera de ver. Los mediocres están retratados
en la frase bíblica: “tienen ojos y no ven”. La visión es lo que caracteriza,
en efecto, a los elegidos, y dentro de esta visión, los que ven con ojos nue-
vos la vetusta y renaciente belleza del mundo, son los originales. La origina-
lidad no es, pues, una virtud adquirida sino un valor estéticoinnato. La ori-
ginalidad es una fuerza espontánea, que tiene su localización espiritual y
que se manifiesta por la sencillez y la sinceridad de la visión. No podrá ser
original el amanerado, porque una delas bases esenciales de la originalidad
es el contraste que la naturaleza lleva aparejado consigo.
Debe buscarse, como he dicho, en la obra de un artista, los pun-
tos en los cuales este logra descubrir una faz oculta de la Naturaleza o logra
concretar aquel “instante de infinito” de que nos hablara el insigne y genial
mulato nicaragüense, nuestro padre y señor ruiseñor. Un momento de la
eternidad que envuelve las cosas, plasmadoen un verso, hace a un poeta
inmortal. En el libro de Hidalgo hay bien diversas fases de un tempera-
mento que se concreta a mirar y reflejar el mundo, haciéndolo pasar antes
por el alto crisol de su personalísimo temperamento. He aquí una vida que
yo no podría decir si concluirá en gloria radiante o soledad tranquila, si
cobijaba por la fúnebre clámide del olvido o exaltada por la fama robusta
dehinchados carrillos; pero que se presenta a nuestros ojos con los másextra-
ños aspectos. ¿Qué juventud a los veinte años no cantó al amor,a la mujer y
a los dolores del mundo? ¿El mismo Juan Jacobo no pasópor esta estación
obligada? ¿Qué espíritu es cuyo que a los veinte años hace esta trágica y
sombría declaración pavorosa:

Por mis años de joven pasa un frío invernal;

que camina “llevando en las espaldas un fardo de dolor” y que, sin em-
bargo, su “ritmo no se queja sino ruge”, que “con empuje estoicoguarda su
dolor” y que llora en “metáforas de fuego”? Buscad esta mezcla de dolores
remotos y de vibrantes audacias en un verso del mismo Hidalgo y entonces
veréis que quien aduna tan opuestas virtudes como el dolor y la acción pu-
jante, tiene que haber nacido

...... de una quechua y un español soldado, de un


arrebato lúbrico y un beso enamorado.

Podrá ser recibido este poeta con clarinadas de victoria o con silbatinas
de rechazo, pero no irá a dormir su obra, robusta y nueva, en el trágico hue-
sero a donde han ido o irán a parar, salvando a doso tres, todos los que han
logrado –momentáneos fuegos fatuos– impresionar fosfóricamente a las cán-
didas, ignaras y despreciables multitudes.
Tal poeta no podrá ser hijo del ambiente metropolitano. Bajo el cielo
plómbeo y pesante de la capital, entre la ciudad burguesa y des-preocupada,
en este rincón limeño sin crepúsculos y sin paisajes, sin tempestades y sin
temblores, no ha podido nacer este rebelde. Ha sidoen Arequipa, en la Are-
quipa del volcán y de Yanahuara, de César Rodríguez y de Percy Gibson,
de los Urquieta, del temblor, del cieloabierto y de las revoluciones, donde
había de nacer el más audaz delos poetas del Perú.
Aunque de lejos, yo lo he visto nacer. Hidalgo divagó poco. Hacetres
años era un desconocido, hoy es un poeta, mañana será ¡Dios sabe qué cosa!
Anunciación, como Colónida, la revista más útil y notable, por los valores
que reveló, de cuantas hayan salido en el Perú dela república, editada bajo
la dirección del poeta, fue la cuna de sus primeros versos. Hidalgo publica
luego un libro Arenga lírica al emperador de Alemania que lleva el des-
concierto a muchas almas y que es su primera coronación. Fue, sin embargo,
después de ese pequeñogran libro, que Hidalgo nos ofreció sus mejores fru-
tos. A esta segun da época pertenecen no sólo el ya citado soneto “Rendi-
ción” sino los muy hondos y nobles versos de “Del Jardín de mis deseos”,
la “Autobiografía”, el titulado “Nostalgia”, el que sin título, le sigue; yalgu-
nos otros.
La poesía de Hidalgo, de un definido tinte futurista, en cuanto el Futu-
rismo es teoría y no práctica, idea y no acción gráfica, tiene, no obstante,
algo que la diferencia fundamentalmente del grupo de locos ilustres e insig-
nes que siguen a Marinetti. El humour, que aunqueya había aparecido en la
literatura, sólo halló su verdadero desarrollo en Rudyard Kipling, en Francis
James, en Tristán Klingsor y en el genial y maravilloso Azorín; el humour,
de aparente genealogía inglesa, pero que tiene el más noble abolengo espa-
ñol, ya sea en Horacio, ya en el Arcipreste de Hita, ya en el propio Cervan-
tes, es yha sido completamente desconocido entre nosotros. Al noble humo-
rismo ático, a aquel don maravilloso, privilegio de grandes ingenios, de tan
difícil clasificación, le han llamado en el Perú, aún gentes quepasan por doc-
tas, locura, pose, extravagancia, desequilibrio. El HUMOUR no es como co-
múnmente suponen nuestros ignorantes escritores, la gracia griega de Mo-
reas, hecha de adoración ritual, ni el chiste español de tan moderna cepa, ni
la ligera y alada picardía francesa: es algo que está por encima de la frívola
preocupación de hacer reír, yconsiste en sugerir verdades esenciales, descu-
briendo el alto contrasteespiritual de las cosas y fenómenos universales donde
el dolor se disfraza con máscara de sandio. Ya había César Rodríguez rea-
lizadoeste nuevo valor literario que amaneció en Luis Carlos López y que
fue vago florecimiento en Asunción Silva. Véase cómo esta manera de sen-
tir aparece en una parte de la obra de Hidalgo:

El lírico jilguero de tu garganta fina


me arrullará en las noches con su canción divina tus ro-
sados besos me arrullarán también.

Pero si entre nosotros se interpone el Destino, yo te


hundiré en el pecho mi puñal asesino, como en los
desenlaces de Xavier Montepín.

o cuando, viendo y hablando de Arequipa, declara, muy injustamente por


cierto, que

....... la vergüenza como un duro taladrole


agujerea el mismo centro del corazón.

*
* *
Al analizar la obra de un artista, y especialmente, de un artista joven,
es menester buscar cuáles son las virtudes flamantes que en su huerto cul-
tiva. Confesemos que Hidalgo posee una técnica que muy pocos tienen al
fin del camino de la vida. No sólo es la pulcritud de la forma, la concisión
del pensamiento, la riqueza abundantede metáforas, el giro nuevo y gentil,
sino la claridad y el sabio método en la exposición de las ideas, método y
sabiduría que a tal edad no pueden ser sino manifestaciones de una intuición
singular y des-conocida. Nótese que Chocano sólo se despoja del residuo de
su sonora y brillante vulgaridad en la tercera etapa de su evolución estéti ca.
Hidalgo empieza, y, puede encontrarse en su obra incorrección a veces, du-
reza a ratos, imprecisión quizás; pero jamás el dardo hirientede lo vulgar.
El poeta no sugiere a la manera verlainiana o de Eguren; no anuncia como
el autor de Simbólicas; no tiene la sensibilidad visual de losmedios tonos; su
poesía es medular, juego de músculos, gimnasia desaltos, nervios en tensión;
él no dirá una frase que reasuma toda unatragedia ni nos arrullará con can-
ciones de rica melodía; el color no es la nota primordial en este poeta so-
noro.
Donde se puede observar mejor este fenómeno es en sus poemasmarcia-
les. En ellos la sonoridad del verso corresponde siempre a larotundidad del
pensamiento broncíneo. Se diría que allí el verso salepor las brillantes ser-
pentinas de trombas o clarines, o por las cristalinas notas agudas y metálicas
de platillos, en tanto que la orquestación reposa y se acompaña en un sordo
temblor de esas pie-les tersas y musicales que guiaban a la victoria a los
inmortales tercios de Flandes en los carolinos tiempos sepultos.

*
* *

El soneto “Autoretrato” y, muy especialmente el llamado “Reino inte-


rior”, pueden señalarse como prototipos de esa metódica, espontánea y sen-
cilla factura que define al poeta de raza. La poesía de este género, en Hi-
dalgo, se desenvuelve maravillosamente en tres tiempos. Véase, sino, los
siguientes ejemplos:

1
.............................................................. Severo
2 3
el gesto.- El andar grave.- La mirada de hiel.1 2
3
Cuando el Sol, - por las tardes, - tras los montes se inmola.
1 2 3
Sol huraño. - Sol loco. – Vivo como un asceta.
Estas tres dimensiones como en la música se concretan y coro- nan, a
menudo, en una sola nota rotunda:

1 2 3
Sol huraño. – Sol loco. – Vivo como un asceta.
1
Por mis años de joven pasa un frío invernal

La aridez y ponderación musical que tanto caracteriza la poesía caste-


llana, se moderniza en Hidalgo, porque rompe la correspondencia de graves
a graves y obtiene así, siempre, una nota más alta —el agudo— en su or-
questación. Llama a maravilla y absorbe, la maestría con la cual el artista
eleva a su guisa o apaga a su grado, el tonomusical. He aquí una gama, un
gráfico de cómo va aumentando des-de la iniciación pianissima hasta el
estruendo fragoroso, la orquestación poética:
Repiques de campanas y salvas de COHETES; poetas adiposos, muca-
mas de CUARTEL

Mujeres de anacrónicos vestidos y de ARETES


polícromos, pasean se insolencia y su HIEL

Y al mirar el poeta tan repugnante CUADRO


siente que la vergüenza como un duro TALADRO
le agujerea el mismo centro del CORAZÓN

.............................................. ciudadela
.............................................. sol

.............................................. día
.............................................. lejanía
.............................................. ciudad

En algunos versos esta música se agudiza a tal punto que llega aherir
como un taladro:

Hoy que en mis carnes clava sus agujas el FRIO


y que el cielo parece la mueca de un BUFON
....................................................... HASTIO,
....................................................... CORAZÓN.
Lo mismo que en el cuarteto primero de la composición titulada“Ger-
minal” y que más tarde se trascribe.
Podía al estudiarse detenidamente a este poeta que es, como que-da di-
cho, un orquestador musical y melódicamente ruidoso, disponer sus poesías
de acuerdo con las siete notas de la gama.

*
* *

Respondiendo a la afirmación de que Hidalgo, como todos los altos


espíritus modernos, es un cultor del humour, tal como el mismolo declara en
su Epístola a Juan Bautista de Lavalle:

Mi obra es algo humorista desde el principio al fin

transcribo una de las composiciones más notables del poeta, la titulada “Del
festejo” en la cual precisa admirar la perfección y justeza de la forma, la
maravillosa descripción donde las palabras se diría que danzan; pocos ver-
sos de Panoplia lírica tienen un valor estético más culminante y definido.
La ELE es la letra más sonora, vibrante, cristalina, jovial, delicada y jo-
cunda. La vihuela es como la cornucopia de este rico tesoro musical. Ved
ahora cómo, tomando elementos, nos ofrece el poeta uno de sus más bellos
cuadros:

Danza la tosca mano del labriegoen la


sonora y cálida vihuela;
a los compases de la cueca, ciegoun
remolino de pañuelos vuela.

En campesino idioma canta luegoel


tenor del lugar una espinela; levanta
un ebrio con amante fuegoa una moza
la falda de franela.

El abuelo que es de ella buen escudo cris-


pando el rostro, amenazante y rudo, con la
vista hace al sátiro un reproche.
Y al terminar la fiesta, en la explanada, co-
lérico, le da una bofetada
que resuena en lo negro de la noche.

¿Cómo se ha obtenido un efecto tan lleno de precisión; tal cantidad de


movimiento; tal sucesión de efectos descriptivos? Los que hacen versos sin
una razón espiritual, los que, logrando vencer las dificultades técnicas, reú-
nen palabras, acumulan lugares comunes y concluyen poesías perfectas y
no logran, sin embargo, trasmitirnos una sensación, serán incapaces de
comprender de qué elementos y de cuáles valores se sirve un verdadero
poeta para darnos un cuadro de vida palpitante.
La primera estrofa y la más admirable de esta composición, tienetoda
aquella emoción indescriptible de una fiesta campesina. Para darnos el
efecto del conjunto, veamos el proceso sutilísimo del artista que nos lleva,
por un pequeño detalle sugerente, a la conclusión del cuadro y a la evoca-
ción total:

Danza la tosca mano del labriegoen la


sonora y cálida vihuela;
a los compases de la cueca, ciegoun
remolino de pañuelos vuela.

Además de que este tiempo de verbo en final de cuarteto es de lamás


exquisita aristocracia lírica española y que es frecuente en el libro, hay una
cuestión que merece anotarse. En el cuarteto no se defi ne ni se describe la
danza de los aldeanos; a pesar de ello, la visión aparece clara, viva, ani-
mada, vibrante, ágil. ¿Dónde está la razón? Tratemos de descubrir el
enigma de esta manera del poeta. Hidalgonos ha sugerido una visión por
medio de dos elementos descriptivos. Hay varias maneras de sugerir. La su-
gerencia es una forma del simbolismo. Más claro; se sugiere por símbolos.
Siendo la poesía, según la definió alguien, la manera de pensar en metáfo-
ras, la sugerencia viene a ser uno de los más altos y sutiles valores estéticos.
Laspalabras tienen varias personalidades, diversos valores, múltiples sig-
nificados. Un poeta de conciencia y de espíritu analítico, habrá vencido el
gran combate, sabiendo cuál es en la palabra, de las muchas sicologías que
tiene, su aspecto culminante, dentro de su situación en el verso. Ocurre con
las palabras en los versos que son comolos maestros en la orquesta. Cada
una debe concretarse a dar su contribución justa, sin entorpecer a la vecina.
Esta es la manera de sugerir en José M. Eguren. En Hidalgo, el fenómeno se
opera de manera diversa. El sugiere por contraste. Como la luz eléctrica
surge de la conjunción de dos carbones, así surge en nuestro poeta la chispa
in-efable de una sensación incorpórea y radiante. El verdadero cuadro que
Hidalgo nos ofrece en esta composición no reside ni en la primera ni en la
segunda parte del cuarteto; vive entre ellas; vive y no aparece en cuerpo sino
en espíritu:

Danza la tosca mano del labriegoen la


sonora y cálida vihuela
.................................................
a los compases de la cueca, ciegoun
remolino de pañuelos vuela.

¿No es verdad que en los suspensivos parece que viviera todo el cuadro
que el poeta no ha querido pintar y que ha hecho, sin embargo, vivir? Nótese,
también, de qué sabia manera se expone el motivofundamental y con qué mé-
todo se lleva el desarrollo de la obra y cómotermina y se redondea esta.

*
* *

La obra de Alberto Hidalgo representa una de las más valiosas contri-


buciones de la literatura indolatina hacia su orientación de autonomía y ul-
tramodernismo. Esta tendencia a personalizar y subjetivar la obra de arte, a
hacerla paralelamente a la vida, a fundir estos valores en una gran unidad,
a hacer que el universo gire alrededor de estas dos letras YO, no puede ser
sino la resultante no ya de una teoría, pero casi de una que Hidalgo llama
“La Religión del Yo”. Bien cierto es que esta religión no es nueva, pero no
deja de ser cierto igualmente, que es aún exótica en América, y, hasta hace
dos o tres años, casi desconocida en el Perú.
Tras de lo que hemos divagado en anteriores páginas sobre la técnica
y el estilo de Panoplia lírica, que es cuanto tiene un artista deobjetivo, es
menester estudiar en este poeta, a través de la obra misma, los valores sub-
jetivos. A este cabo tendríamos que estudiar to- das y cada una de las com-
posiciones del libro, pero, como este ensayo resultaría exageradamente largo,
he de limitarme a analizar lo más culminante de la obra. No caiga mi pluma
en el pecado de olvidar la“Autobiografía”. Todo lo que de la poesía de Hi-
dalgo se lleva dicho,se concreta y suma en este pequeño poema donde con-
curren los motivos fundamentales del temperamento de Hidalgo. Como no
puededejar de ser, tratándose de una composición autobiográfica y since-
ra, es allí, en medio a sus aparentes contradicciones ideológicas, don- de se
puede hallar una vere efigie del autor. Es allí donde puede hallarse la mayor
dosis de lirismo, y, de vez en cuando, lamentacionesde un dolor respetable.
Allí mismo se verá cómo la orquestación musical se realiza en un ritmo pita-
górico. En cuanto a lo primero, véaseel tono pianissimo con que se inicia la
obra en una orquestación chopiniana:
En esta noche quiere mi alma virtuosa y buena,como
abejas, secretos lanzar de su colmena,
y a usted don Juan Bautista, le nombra confidenteporque ella
está segura de que Ud. piensa y siente.

Ved cómo se incrementa y va irisándose el sereno lago:

Yo nací de una quechua y un español soldado, de


un arrebato lúbrico y un beso enamorado. Fue en
un día de mayo, magnífico y sonoro.

He aquí, recién, el primer brochazo de color:

el Sol tendió en los montes su clámide de oro.

La nota sentimental se intensifica luego para darnos esta tragedia en


seis versos, donde se sienten y palpan las ingenuidades de un poeta na-
ciente:

El solar de mis padres desde mi nacimientofue


solar de ilusiones, de luz y de contento; pero la
Muerte quiso truncar esa alegría
y por aquel capricho mi casa está vacía.
Desde entonces estoy solo. No hago alardes ni ruido. Soy
un pájaro huérfano que no encuentra su nido.

Pero este soplo de ternura deliciosa, de dolor sincero; estas lágri mas casi
humildes; estas palabras que casi gritan: “amadme, necesito amor”, conclui-
rán bien pronto para dar paso a lo que el mismo poeta llamará en la misma
breve composición, secos ya los párpados, “reírse del público como de un
arlequín”. Renace a trechos estanota dolorida y triste. Así, tras una zarpada
felina salta una lágrimacaliente:

Yo soy un buen muchacho, risueño y expansivo.


.....................................................................
Al revés de los otros cambio frecuentemente.
La misma gradación sinfónica puede observarse en muchas de las com-
posiciones de Panoplia lírica, y donde más se precisa es en el soneto “El
Misti”, en que se definen con austeridad, un amanecer, un estallar de alegría
manantial, un crepúsculo y una noche. En Hi dalgo, la obra se divide siem-
pre en dos partes, una plástica y otra subjetiva; primero nos da la visión y
luego el comentario:

Soberbio, lleno de altivez, ufanode


la aurora su bella apostura y gallardía,
cuando amanece el Misti con humanosen-
timiento bendice al nuevo día.
la visión
Los gallos le saludan desde el llano con
mañana una orquestación de algarabía, que él con-
testa, arrogante, con un vanogesto de nieve
de su testa fría.

Al ocultarse el Sol en el poniente,


el crepúsculo parece un inca de nevada frente co-
ronado de innúmeras centellas. el comentario

Y resurge del fondo de la noche, cuando


la noche comienza el sideral derroche, como una
copa derramando estrellas.

En este mismo género de composiciones llamará la atención del lector la


variedad de tonos. El mismo autor que exclama:

Soy un pájaro huérfano que no encuentra su nido.

donde el tono es suave, dulce y apacible como un sollozo lento, nos dirá
más tarde:
Ante la beatitud de la pradera
sopla una onda violenta el Aquilón. Ama-
nece. Los gallos vocinglera canción en-
tonan. Atraviesa, con
su poncho ...............................

donde todo parece esculpido en piedra, a “coups des cisceaux”, comoen el


verso de James.
A pesar de ser Hidalgo un ególatra, un yoista, la nota íntima asoma muy
pocas veces en su poesía. Y cuando asoma no es en lágrimas sino en pro-
testas. De esas rarísimas notas es un ejemplo concreto la composición “Nos-
talgia”, airado lamento de una factura sencilla y maestra por la claridad y la
concisión:

¡Hasta mi espada de guerrerose


está cimbrando de dolor!
No ha encontrado su tamboreromi
corazón, que es un tambor.

Las rojas plumas de mi austero


casco de insigne luchador
se han inclinado ante el severopaso
agresivo del amor.

Podrían citarse muchas otras composiciones en cada una de cuyas hay


mucho que analizar y que revelar, pero he de desistir de mi empeño en vista
de la extensión que va tomando este trabajo. Cito, sin más comentario, para
que el lector pueda saborear algunas cosasinteresantes y llenas de una sal-
vaje belleza, la composición titulada “El Temblor de tierra”, donde hay esta
sensación de crepúsculo arequipeño:

.............................................................. El día
agoniza en la testa de un caduco volcán.

Versos de esta categoría:

que se hunden, epilépticos, los nervios del diván esta


visión sutil:
.............. Se conmueven las sombras del paisajey al
final:
mece lánguidamente la voz de una campana y los
perros aúllan en la aldea lejana
con sus trágicas bocas de angustia y de pavor.
En el soneto “La tempestad”, de una magnificencia onomatopéyica,
hay descripciones y bellezas que no resisto a la tentación de anotar:

Los astros se han dormido. Solamente la Lunare-


corre la epidermis del armamento austral.
....................................................... Una por una
despiertas las campanas de un sueño de metal.

Se escapan velozmente de su caverna brunalos


rayos a manera de flechas de cristal.
Los relámpagos saltan como potros. Ningunavoz
profana el silencio de la noche fatal.
Hacen al cielo súplicas los labriegos devotos.
.......................................................................................
mientras que en sus alardes va alborotando el cieloel
trueno, que es relincho del caballo de Dios.

Finalmente, busquemos la personalidad y la religión estética del poeta,


a través de su “Manifiesto”, que hace recordar muchísimo losmanifiestos
con que los futuristas inundaron Italia hace varios años.En muchos puntos
las ideas de Hidalgo coinciden con los credos marinettistas. Vea, sino, quien
conozca la religión de Luciano Folgore, si estos versos no parecen salir de
cualquiera de los ingenios del Café “Aragno” de Roma:

Dejemos ya los viejos motivos trasnochadosy


cantemos al Músculo, a la Fuerza, al Vigor;
.....................................................................................

Arrojemos del Verso la palabra tristeza


...................................................................

Matemos las escuelas, los moldes y los métodos;


...................................................................

y especialmente:

Poesía es la roja sonrisa del Cañón; Poesía es


el brazo musculoso del Hombre;Poesía es la
fuerza que produce el Motor;
..................................................... y, nosotros,
los hombres de este Siglo de Guerra y de Valor,cantándola
ponemos las piedras del Futuro
que ya estamos alzando sobre las ruinas de Hoy,
.............................................................................................

El poeta lleva a la práctica estas ideas, y así se encuentra en este libro


un vibrante y original canto al Mar, de una factura ultramoderna,donde hay tan
bellas visiones como esta:

Cada roca que está sobre la orilla de


la Mar ondulante,
parece una rodilla
de gigante

La “Oda al Automóvil” pertenece también a este género de com posicio-


nes y contiene bellezas que ha de columbrar el lector.
A diferencia de Marinetti, Hidalgo es un vehemente germanófilo. Poeta
como el autor de Panoplia lírica, adorador de la guerra, de la lucha, de los
elementos, del estruendo y del egoísmo, tenía que encontrar en el Kaiser no
ya un semejante sino un maestro. Su germanofilia le lleva a proclamar ideas
temerarias y a esperar cosas que no pueden venir. El canto a Guillermo es
una composición queno puede dejar de verse bajo el aspecto de las persona-
lísimas simpa-tías internacionales, y así, más vale que cada lector juzgue,
porque para mí me tengo que la justicia no acompaña al poeta en esta obra,
y, que en el canto mismo hay más belleza que razón.
El poeta de la “Arenga lírica”, que se deslumbra con la figura del Kai-
ser, cuyas armaduras, cuyo gesto fiero, cuyos bigotes agresivos, cuya piel,
verdosa de insomnio, es el fantasma de los pueblos; este poeta que ve en el
Emperador sombrío, en este emperador estupendo, en esta terrible, gran-
diosa y fantástica fuerza biológica, un ideal encarnado, dice luego, en ver-
sos llenos de nervio y de sangre,de exaltación y de violencia, de impiedad y
de egoísmo, su “Canto ala Guerra”. Para Hidalgo, como para Marinetti, la
Guerra

................... es como un brazo del Progreso. La Guerrapurifica


las Razas con su férreo poder.

Atilino, este admirador del Kaiser, exclamará con su grito sonoro:


Corten las bayonetas las cabezas a miles
y siémbrense los campos de muertos a granel; y
que los vencedores en sus lanzas de hierroles
prendan orgullosos y les hagan arder.

Después de estos horrores en que el libro de Hidalgo se convierteen un


campo de batalla, sembrado de cadáveres, en cuya extensión la Muerte en-
ciende sus rojas hogueras mientras el cañón y la metralla se pierden y des-
mayan a lo lejos, el poeta nos pone en los labios el licor refrescante de sus
“Acuarelas”, versos de colorido suave, de gracia jovial, de sencilla emoción
que se paladean y gustan con la misma avidez con que un soldado victo-
rioso, después de la campaña trágica, escapado de la muerte, bebe del arroyo
fresco el agua fugitiva, entre las manos juntas, temblorosas y cóncavas...

Lima, 30 de agosto de 1917.


Mis palabras clavaran sus aguijones en
vuestros oídos hasta que las comprendáis

Walt Whitman

El Dolor, ese fuego que exalta todo nombre,


es un heroico vino que ignora la tristeza,
……………………………………………………………
El hierro sufre en lo hondo de la fragua encendida,
pero hasta hoi nadie ha visto las lágrimas del hierro.

Leopoldo Lugones

Contradecirse es vivir

F. T. Marinetti
LA RELIGIÓN DEL YO

Al maestro insigne D. Manuel Gonzales Prada,


esta sección la más querida i mas mía.
AUTORRETRATO

Los cabellos cubiertos por enorme sombrero,


encrespados, descansan hacia atrás, en tropel.
Las pupilas son negras como el crimen. Severo
el gesto. El andar grave. La mirada de hiel.

La corbata de seda flota como un plumero


sobre el cálido pecho que es a la vez broquel.
Flux negro. Zapatilla de baile o de torero.
En el ojal izquierdo del flux hai un clavel.

Cuando el Sol, por las tardes, tras los montes se inmola


yo, preso en las volutas de una capa española,
transito por las calles de mi astrosa ciudad.

A mirarme, las gentes detiénense, asombradas,


i despectivamente ríen a carcajadas,
mientras que yo me alejo lleno de majestad….
REINO INTERIOR

Soi un fuerte labriego i un más fuerte poeta;


mi alma es ática, pura, buena, sentimental.
A veces soi alegre como una pandereta
i soi a veces triste como un canto rural.

Soi huraño. Soi loco. Vivo como un asceta.


Por mis años de joven pasa un frío invernal.
Labro el fecundo campo. Gusto la vida quieta.
Odio sinceramente todo lo que es banal.

Jamás escribo versos para el vulgo. Camino


sobre el ocio prosaico de este siglo cretino
llevando en las espaldas un fardo de dolor.

Me siento inmensamente superior a los hombres


i pongo de los genios junto a sus grandes nombres
mi nombre que resuena como un noble tambor.
EGO

Yo me parezco al Mar. Mi cabellera


como un tumulto de olas se levanta.
La fuerte voz del Mar, sonora i fiera,
se parece a la voz de mi garganta.

Mi nombre es como bélica bandera


que ante el ultraje vuela i se agiganta,
así el Mar: el insulto no le altera,
si le apostrofan se engrandece i canta.

Mi ritmo no se queja, sino ruge,


mi corazón no grita; con empuje
estoico guarda su dolor, i luego,

entre aguerridos sentimientos rojos,


deja caer el llanto de mis ojos,
convertido en metáforas de fuego.
DEL JARDÍN DE MIS DESEOS

Hoi que en mis carnes clava sus agujas el frío,


i que el cielo parece la mueca de un bufón
que se desperezase de languidez i hastío,
los deseos irrumpen desde mi corazón:

tener todos los días a la orilla de un río


las ramas de los árboles por única mansión;
dormir sobre las hojas que caliente el estío
i a la Naturaleza cantarla en mi canción.

Querer a una muchacha de senos hiperbólicos,


de mejillas bermejas i de andares bucólicos,
vestida a la criolla i algo sentimental.

I engendrar unos hijos habituados al medio,


que la casona alegren en las horas de tedio
con la voz de su fina garganta de cristal.
ÍNTIMA

Soñador generoso, pero jamás iluso


marcho hacia la conquista de un grande porvenir.
Amo la vida; pero como ya estoi contuso
algunas veces siento deseos de morir.

Me río siempre, irónico, de las leyes al uso


i comprendo a los tristes porque ya sé sentir.
Creo en Dios, porque creo que alguien fue quien dispuso
esta tragicomedia que llamamos: vivir.

Soi fruto de mi raza: quechuas i castellanos,


veo en todos los hombres a mis propios hermanos
i planto en cualquier tierra mi lírico pendón.

Vivo esperando alegre que un verdugo me ahorque,


i siento la nostalgia de mi montaña, porque
puedo ser todavía cachorro de león……
AUTOBIOGRAFÍA

Epístola a Juan Bautista de Lavalle

En esta noche quiere mi alma virtuosa i buena,


como abejas, secretos lanzar de su colmena,
i a usted Don Juan Bautista le nombra confidente
porque ella está segura de que Ud. piensa i siente.

Yo nací de una quechua i un español soldado,


de un arrebato lúbrico i un beso enamorado.
Fue en un día de mayo, magnífico i sonoro,
el Sol tendió en los montes su clámide de oro.

El solar de mis padres desde mi nacimiento


fue solar de ilusiones, de luz i de contento;
pero la Muerte quiso truncar esa alegría
i por aquel capricho mi casa está vacía.
Desde entonces estoi solo. No hago alardes ni ruido.
Soi un pájaro huérfano que no encuentra su nido.

Defienden el sendero que me forjé a empujones


mis veinte años bravíos, que son veinte leones.
Increpo, con los brazos alzados, a la gente,
aunque la gente nunca quiere luchar de frente,
i mis brazos parecen en medio del camino
las aspas epilépticas de un trágico molino.

Los hombres me aborrecen porque tengo talento,


porque es un gran pecado saber sentir: ¡yo siento!
Mi ritmo que es de acero templado les agita
i bajo mi palabra su espíritu palpita.

Las mujeres no me aman por audaz i sincero,


¡las digo tales cosas en mi frase de acero!:
que ya no sean frívolas, que se vuelvan sensatas;
pero ellas me hacen gestos diabólicos, de gatas.

Yo soi un buen muchacho, risueños i expansivo.


Suelo fingir cultura; mas soi tan intuitivo,
que al percibir las cosas las percibo inconsciente.
entre mi tierno ayer i mi hoy media un abismo;
soi demasiado artista para ser siempre el mismo.
Soi tenaz en mis oídos i fiel en mis afectos.
Nunca doblo las calles: voi por caminos rectos.
Mis amores son siempre de dieciocho quilates
i de escudo me sirven en todos mis combates.
Mi admiración la mido por kilómetros. Peso
mi respetuoso afecto por toneladas.

Eso de los términos medios me parece risible:


para mí un hombre es genio o es idiota. Temible
soi en todos mis oídos, impulsivo, salvaje.
Yo soi pulcro de cuerpo, de espíritu i de traje.

Mi obra es algo humorista desde el principio al fin.


Me he reído del público como de un arlequín;
le he castigado algunas veces con un dicterio
i es por esto que tomas mis posturas en serio.

Que soi un genio he dicho por aquí i por allá,


solo con el objeto de epater les bourgeois.

Yo no pienso del modo como otros han pensado;


acaso es por ser joven que estoi acostumbrado
a hacer de mi persona lo que me viene en gana.
Sin fastidiar a nadie construyo mi mañana.

El Dolor no ha podido doblarme; soi más fuerte.


He librado terribles batallas con la Suerte.
Llorar nadie me ha visto, porque tan solo lloro
a solas: tengo el freno de mi íntimo decoro.

Cuando escribo mis versos mi único confidente


es un pañuelo blanco con que limpio mi frente.
Yo canto la Alegría i canto el Sufrimiento;
como no tengo moldes, escribo lo que siento:
si estoi ante un guerrero le alabo fuerza i brío;
si ante un bufón de aldea, le desprecio i me río.

Egoísta, aborrezco las colectividades,


i despótico, suelo pasar por las ciudades
ante las muchedumbres, altivo, como un Dios…..

Soi algo incoherente, por lo cual dicen los


que platican conmigo que soi un hombre loco.
“De poeta i de loco, todos tienen un poco”
reza el refrán antiguo; mas yo no le hago caso;
soi un hombre tan cuerdo que de curdo me paso.

Basta de confidencias, amigo; son las once,


en la torre han sonado las campanas de bronce.
Voi a dormir. Camino por una ancha alameda
como autómata, dando tumbos en la vereda.
La Luna se resbala como una O de tiza
sobre el fondo del cielo. Las brujas van a misa.
Mis pasos en las locas suenan fuertes i altivos.
El Viento está charlando con los sauces lascivos…
DE TIERRAS ADENTRO
EL MISTI

A Carlos J.Broggi

Soberbio, lleno de altivez, ufano


de su bella apostura i gallardía,
cuando amanece, el Misti con humano
sentimiento bendice al nuevo día.

Los gallos le saludan desde el llano


con una orquestación de algarabía,
que él contesta, arrogante, con un vano
gesto de nieve de su testa fría.

Al ocultarse el Sol en el poniente,


parece un inca de nevada frente
coronando de innúmeras centellas.

I resurge del fondo de la noche,


cuando comienza el sideral derroche,
como una copa derramando estrellas.
DEL FESTEJO

A Carlos Gustavo Delgado

Danza la tosca mano del labriego


en la sonora i cálida vihuela;
a los compases de la cueca, ciego
un remolino de pañuelos vuela.

En campesino idioma canta luego


el tenor del lugar una espinela;
levanta un ebrio con amante fuego
a una moza la falda de franela.

El abuelo que es de ella buen escudo,


crispando el rostro, amenazante i rudo,
con la vista hace al sátiro un reproche.

I al terminar la fiesta en la explanada,


colérico, le da una bofetada
que resuena en lo negro de la noche.
LA YANTA

A Manuel A. Vinelli

Vestida con harapos de audaz policromía


atraviesa el camino la mujer del peón.
Dos mancebos la dicen una galantería
que paga ella con una grosera interjección.

Lleva envuelta en manteles la merienda del día,


que ha cocido en la rustica lumbre de su fogón.
Al ver a su marido tras la tapicería
de alegría palpita su rural corazón.

En tanto la merienda glotones saborean


como los animales se buscan, se olfatean,
i luego avergonzados inclinan la cerviz.

I él la atrae i la estruja los insinuantes senos


diciéndola al ido ditirambos amenos,
mientras en la parcela sinfoniza el maíz.
LA FRUTERA

Al Coronel Manuel M. Ponce

Sobre el percal de su granate abrigo


apoya la canasta en la cintura.
Por la calleja enrevesada, oscura,
hipnotizado de pasión la sigo.

En falso jura siempre i por testigo


al cielo pone de su vida pura.
Sobre su espalda musculosa i dura
caen las trenzas de color de trigo.

Yo, que la hago sabrosos mimos sabios,


la contemplo las fresas de los labios
i los ojos insomnes i serenos.

I cediendo a mis ruego, véndeme ella,


con recatos de tímida doncella,
las maduras naranjas de sus senos.
GERMINAL

A Oswaldo Aguirre Morales

Ante la beatitud de la pradera


sopla una onda violenta el Aquilón.
Amanece. Los gallos vocinglera
canción entonan. Atraviesa, con

su poncho colorado i su montera


policroma, los campos, un peón
que al conducir los bueyes a la vera
del sendero les clava el aguijón.

En el suelo, tranquilo i mesurado,


hunde el hierro brillante del arado,
que los bueyes arrastran al pasar.

I abre un surco que llenan de semillas


las peonas de gruesas pantorrillas
i ojos negros que queman al mirar….
EN LA CHICHERÍA

A Ismael Cuadros Q.

Sentados al contorno de la mesa polvorienta


dos labriegos diviértense en rustico briscan,
i mientras goza el uno cantando las cuarenta,
bebe el otro de un vaso con lugareño afán.

Luego una chola joven, ladina i corpulenta,


mira por una puerta pintada de alquitrán;
los labriegos la invitan a beber; ella asienta
sus poderosas formas al lado del más truhán.

Después, cuando la chicha les llena de embriagueces


ellos posan sus manos sobre la chola: a veces
la tocan en los senos con lujurioso ardor.

I ella, inocentemente, les da dos bofetadas,


que comentan con rudas i alegres carcajadas
los demás bebedores que están al derredor.
DEL AMOR Y LA GALANTERÍA
RENDICION

En el álbum de doña Enriqueta Mendoza Lavalle

En las Catorce lanzas de este rudo soneto,


hacia vos va, señora, mi joven corazón,
i para vuestra lírica belleza hace un discreto
galanteo que llena de gloria mi blasón.

Vuestro marido sabe que mi orgullo es mi peto,


que mis versos son, todos, zarpazos de león,
i que voi por el mundo mascando mi secreto,
mientras pongo pedazos del alma en mi canción.

I aunque soi un guerrero díscolo i agresivo,


i aunque egotístamente solo para mi vivo,
en homenaje vuestro me quito el viejo arnés,

os entrego mi espada; i de altivez desnudo,


cincelo las estrofas de este soneto rudo
cuyas catorce lanzas arrojo a vuestros pies.
NOSTALGIA

Mi corazón como un tambor velado


va tocando marchas fúnebres.

C. Baudelaire.

¡Hasta mi espalda de guerrero


se está cimbrando de dolor!
No ha encontrado su tamborero
mi corazón, que es un tambor.

Las rojas plumas de mi austero


casco de insigne luchador
se han inclinado ante el severo
paso agresivo del Amor.

Yo, el de las grandes rebeldías,


paso las noches i los días
humillado como un mastín.

I adolorido de neuralgia,
siento que siento la nostalgia
de la altivez de mi clarín.
¿……………. …….. ………?

Unidos formaremos una dulce i discreta


pareja dentro de una casona conyugal.
Perfumaré la alcoba de heliotropo i violeta
i haré del nido un nido fragante i musical.

Para tus ojos verdes de agilidad inquieta


tendré todos los días frases de madrigal,
i tornaré en espada mi lira de poeta
para que nadie turbe tu sueño angelical.

El lírico jilguero de tu garganta fina


me arrullara en las noches con su canción divina
i tus rosados besos me arrullaran también.

Pero si entre nosotros se interpone el Destino,


yo te hundiré en el pecho mi puñal asesino,
como en los desenlaces de Xavier Montepin.
VISIONES DE LA SIERRA
EL TEMBLOR DE TIERRA

A Abraham Valdelomar

Canta sobre la dulce quietud de la alquería


la garganta del viento con su voz de titán….
El viento es un barítono inarmónico. El día
agoniza en la testa de un caduco volcán.

La tarde es un bostezo de hastío. En armonía


grandiosa los colores del crepúsculo están.
Al sentarse he sentido, bajo la carne mía,
que se hunde, epilépticos, los nervios del diván.

De repente lanza una carcajada salvaje


la Tierra. Se conmueve las sombras del paisaje.
El Temblor es la risa de la Tierra. El Temblor

mece lánguidamente la voz de una campana


i los perros aúllan en la aldea lejana
con sus trágicas bocas de angustia i de pavor.
LA TEMPESTAD

A Luis Fernan Cisneros

Los astros se han dormido. Solamente la Luna


recorre la epidermis del firmamento austral.
La Luna es un monóculo inmenso. Una por una
despiertan las campanas de un sueño de metal.

Se escapan velozmente de su caverna bruna


los rayos a manera de flechas de cristal.
Los relámpagos saltan como potros. Ninguna
voz profana el silencia de la noche fatal.

Hacen al cielo súplicas los labriegos devotos.


De súbito, las nubes, como cántaros rotos,
entre sus aguas turbias, con actitud feroz,

desalojan sus cóleras hechas trozos de hielo,


mientras que sus alardes ve alborotando el cielo
el trueno, que es relincho del caballo de Dios.
BOCETO

A Hernan C. Bellido

El Sol de invierno muere. Sobre las altas cumbres


de las montañas brilla su resplandor postrero.
El viento monologa. Su voz produce un fiero
ruido, cual si marchase enormes muchedumbres.

Los pastores de toscas, primitivas costumbres,


levantan fogaradas contra el frío rastrero;
i se ve que, a sus rojas i fantásticas lumbre,
como una serpentina se deshace el sendero.

El rebaño se aduerme con piadosa dulzura


i el esquilón sonoro de la iglesia murmura
su oración cutidiana llenando el caserío.

Se apagan los matices del poniente escarlata,


i perturba el mutismo de la tarde beata
el estruendo lejano de las aguas del río.
SENSACION DE LA TIERRA MOJADA

A Adolfo de la Cuba B.

Las personas burguesas, sentimentales o asustadizas,


no deben leer este soneto porque es verdaderamente
espeluznante.

Ayer me sentí un hombre de cien metros de altura,


un hombre fuerte i bravo, tremendo i regular;
el cráneo de cemento, la vista recia i dura
i en el cerebro ideas como olas en el Mar.

Mi poderoso sexo buscaba con locura


una mujer que fuera capaz de procrear
un hijo de mi semen, superhombre. Perdura
en mi mente la idea de tal hijo forjar.

I la encontré: la Tierra. Mojada por la siembra


un olor despedía como de sexo de hembra
los montes eran senos erectos. El placer

me provocó i entonces sobre la Tierra, mudo,


me tendí febriciente i en un espasmo rudo
la besé con lujuria. Me pareció mujer….
PLUS ULTRA

Dedico esta sección, la más audaz i valiente, a espíritus tan altos i compresivos
como Don Castro Rojas, Carlos Reid Castro i José M. Eguren.
LA NUEVA POESIA

Manifiesto

Yo soi un bardo nuevo de concepto i de forma,


yo soi un visionario de veinte años de edad,
yo trigo en el cerebro la luz inmensa i pura
que alumbrará la senda por donde se ha de andar,
yo soi un empresario vidente del Futuro,
i por eso yo os hablo, poetas; escuchad:

Dejemos ya los viejos motivos trasnochados


i cantamos al Músculo, a la Fuerza, al Vigor;
alejémonos algo del mundo en que vivimos
para buscar los ritmos de la nueva canción;
que el águila bravía i audaz del Pensamiento
vuele sobre otros campos i bajo de otro sol.

Arrojemos del Verso la palabra tristeza,


la tristeza, poetas, no es savia sino pus;
hagamos la gimnasia de nuestro propio espíritu,
i al caminar vayamos siempre viendo lo azul,
i si en nuestro camino nos encuentra la noche,
alumbremos la noche con nuestra propia luz,

En las trascendentales batallas de la Vida


no tenemos ni un solo minuto que perder,
porque tras de la puerta nos aguarda la Muerte
para uncirnos al yugo de su arado soez.
Es un enorme triunfo derrotar la Lujuria:
no es Carne sino Templo de Vida la Mujer.

Matemos las escuelas, los molde i los métodos;


levantemos el culto de la Serenidad;
que nuestros versos sean sonoros i polífonos,
pero que no hagan ruido de flautas de cristal;
seamos eutropélicos, ordenados i graves,
pero a la vez diversos cual olas del Mar.

¿Queréis cantar tristezas, lágrimas, vaguedades,


paisajes interiores, lunofilias, amor?
Eso no es Poesía, poetas…. ¡Poesía!
Poesía es la roja sonrisa del Cañón;
Poesía es el brazo musculoso del Hombre;
Poesía es la fuerza que produce el Motor;

el acero brillante de la Locomotora


que al correr hace versos a la Velocidad;
el empeño titánico del robusto minero
que escarba las entrañas del hondo mineral;
el veloz Aeroplano, magnifico i potente,
sobre cuyas dos alas silba el viento procaz;

la vieja Agricultura que hace parir la Tierra


con el sudor bendito del púgil labrados;
los Tranvías Eléctricos que perforan el Aire
i tejen sinfonías a la Aceleración ;
las casas de cien pisos con cientos de ascensores
i techos en los cuales se corretea el Sol;

las Naves Trasatlánticas pletóricas de gracia


i obesas de Progreso, de Calor, de Salud;
el Automóvil, fuente de confort i de lujo,
en cuyos cuatro flancos parpadea la Luz;
el caballo moderno que es la Motocicleta,
fugaz, hasta perderse en el confín azul.

Todo eso es Poesía, poetas; i, nosotros,


los hombres de este Siglo de Guerra i de Valor,
cantándola ponemos la piedra del Futuro
que ya estamos alzando sobre las ruinas de Hoi,
mientras que cien volcanes nos saludan proféticos
con la polifonía de su tremenda vez….
EL MAR

A Fabio Camacho

La risa blanca del Sol


cuece la arena de la playa.
El cielo está vestido de plomo. Es una raya
sobre el lienzo inconsútil del espacio
el mástil topacio
de un barco que se pierde
en el verde
horizonte marino que simula un crisol,
mientas una ola
con languidez tremola,
i al tenderse sobre la suave arena
finge ser
una cálida i buena
caricia de mujer.

El Mar es un gran vientre cogestionado:


se hunde, se levanta, se agita, manso se hace;
ruge después como un león desesperado,
i al rugir, en espuma se deshace.

Sus olas se hinchan presas de intermitente


convulsión epiléptica.
Se siente correr la Mar,
que se estira i se arruga
cual una enorme bestia que fuera a despertar,
las ráfagas del viento como yeguas en fuga.

Hai olas que palpitan como seno amantes.


i otras que se levantan
como brazos al cielo
amenazantes;
unas que cantan
o otras que piafan como bestias en celo;
hai olas que se mueven cual dentro de una taza
i otras corren ladrando como perros de caza;
una ola que choca
en una roca
de figura extraña,
por su estruendo, recuerda el taponazo
de una rubioa botella de champaña;
dos se da un abrazo
con ternura
sencilla,
mientras una remeda
extenderse como una verde falda de seda
sobre la albura
de la orilla.

Cuando el Mar se enfurece es un enorme


panorama de cólera salvajes:
los oleajes
se precipitan alocados,
como un tropel informe
de tropel informe
de potros desbocados
que al chocar entre sí lanzan un grito
desgarrador, doliente como un ruego,
que vibra…. vibra…. i repercute luego
en el tinglado del infinito.

Cada roca que está sobre la orilla


de la Mar ondulante, parece una rodilla de gigante;
i el poeta que se ve desde una roca
el crepúsculo gualda
que el Sol pinta con técnica prolija,
siente desconcertante i loca
ansia de colocar en su sortija
el Mar, a modo de esmeralda;
la estela
que ha dejado un navío de vela,
le hace pensar en una tosca raya de yeso
trazada con puño avieso
sobre una pizarra verde;
i quisiera tener el divino
placer de
beber en un vaso
el vino
narcótico i sublime del Ocaso.

Cuando rompen las olas en la playa


i en el poniente rojo se desmaya
el Sol, como un enfermo, la tristeza
del agua hiere el corazón
como mirada de mujer reza
implorando perdón.
Entonces el espíritu se abruma,
el corazón comienza a trepidar,
si se escucha el murmullo de la espuma,
que es el penacho lirico del Mar….
ODA AL AUTOMOVIL

Aristocráticas emociones siento


conduciendo un “Mercedes” de 50 H. P.
El aire libre i puro baña mi frente inquieta
i gozo intensamente cuando sacude el viento
mis sudamericanos cabellos de poeta.
Las poderosas llantas de mi automóvil, que
va rasgando el silencio con su ronca bocina,
corren gallardamente sobre el asfalto gris
mientras queda
extático, absorbiendo en la vereda
el olor de la gasolina,
un señor de chistera que trajina
del brazo de una vieja de cínica nariz.

El Auto es un enorme paquidermo mecánico:


su sangre es la gasolina,
i el timón
es el alma del Auto que camina
bajo el impulso titánico
que le da dirección.

El Auto es un taladro que el aire agujerea;


su frente es un gran vidrio que a la luz cabrillea;
sus linternas son ojos que alumbran el confín
i sus ruedas las patas de un hambriento
monstruo que va luchando con el viento
cuya voz es el ladrido de mastín.

Él significa el triunfo de la Civilización:


al pasar ante un viejo monumento sagrado
o ante un museo inveterado,
ruge como león
que quisiera furioso devorar el Pasado
i sepultar la Tradición.

El odia lo pretérito, lo gastado, lo muerto,


lo que huele a cadáver siempre huele mal.
En el paraje incierto,
la sombra aclara, experto,
con sus ojos que tienen párpados de metal.
I por una avenida florecida de damas
marcha haciendo cantar al motor
mientras lánguidamente le abanican las ramas
de los árboles ciudadanos
que reflejándose en los pantanos
simulan un ejército parado al derredor.

El auto nunca es triste; la alegría


en inconmensurable derroche
por su carrocería
siempre se ve correr.
El Auto es una clara fuente de poesía,
el Auto es más hermoso i artístico que el Día,
más sereno que la Mujer.

Manejando un magnifico automóvil


aristocráticas emociones siento
cuando ante el cielo inmóvil
el aire libre i puro baña mi rente inquieta
i me sacude el viento
los sudamericanos cabellos de poeta;
i al correr por las calles de la ciudad
lleno de espléndido alborozo
gozo
con el vértigo insigne de la Velocidad….
ARENGA LIRICA AL EMPERADOR DE ALEMANIA

Es con voz de la Biblia, o verso de Walt Whitman,


que habría que llegar hasta ti, cazador!
Primitivo i moderno, sencillo i complicado,
con un algo se Washington i cuatro de Nemrod!

Rubén Darío

No es con voz de la Biblia, ni verso de Walt Whitman,


que habría que llegar hasta ti, Emperador:
Gentil i poderoso, despótico i amable,
con un algo del Diablo i con cuatro de Dios!
¡oh, valiente Guillermo II de Alemania!
sino con voz de bosques americanos; con
la ruda sinfonía de todos los volcanes
de la América Hispánica; con la voz de un temblor
de tierra;
con la voz
del torrente espumoso que se estrella en las rocas
habría que llegar hasta ti, Emperador!

I por eso en mi Verso que tiene de estas cosas


i de otras cosas más,
desde una triste aldea del mundo americano
te envío mi saludo de confraternidad;
i, poeta i muchacho, refinad i selecto,
escribo ditirambos en rimas de cristal
para la nota brava de tu viril mostacho
i la fiereza altiva de tu mirada audaz
i el ceño adusto i grave de tu rostro de acero
i tu brazo de hierro que no podrán doblar,
por más esfuerzos que hagan, tus torpes enemigos,
que para no olvidarse que son hijos de can,
cuando pasas glorioso con tu orquesta de pólvora,
fanfarrones i vanos no cesan de ladrar.

Ya se acerca la hora, Guillermo de Hohenzollern,


en que se ha de escuchar de confín a confín
la noticia magnífica
de que tus enemigos
como perros humildes dispónense a morir,
mientras el mundo escucha con regocijo manso
la nota vencedora de tu rojo clarín.
Ya tornarán entonces la paz a tus ciudades
i los lilas crepúsculos a tus cielos de añil.
I Emperador i Bardo ⸺tu i yo⸺ de bracero
iremos vencedores al vicioso París.

I allí nos reiremos en las barbas del viejo


i fanfarrón repúblico Raimundo Poincaré,
i haremos ver al Mundo desde el Arco del Triunfo
el de nuestros cañones poderoso poder.

Luego castigaremos con ejemplar castigo


las negras desvergüenzas del invertido inglés,
i el rumano salvaje, i el inconsciente ruso,
i el archicerdo yanqui, negociante i soez.

I en la ciudad del Vicio, del Crimen i la Orgía,


del hombre sin vergüenza e impúdica mujer,
danzaremos cancanes, voluptuosos i locos,
sobre los vientres sucios de sus mesdemoiselles.

I ante la congregada muchedumbre que escuche


mi voz de profecía, como un nuevo Jesús,
bendeciré el futuro del Mundo, ¡oh Guillermo!
I tú serás el Hombre. I en un campo de azur
armado con tu espada poderosa i fulgente
redimirás las Razas, les quitarás la pus
que las corroe, mientras que yo canto tus glorias
con los versos que vuelan en mi cerebro azul.

¡Hurra, hurra! Guillermo de Alemania, que el Mundo


te reconozca Emperador
El Pasado te bendice. El Porvenir te llama.
Ante tus pies se postra Napoleón.
Europa se emociona contemplándote. Salve!
Salve en nombré de América poderoso señor!
Homero entusiasmado despierta para verte.
El progreso te enciende luminarias de Sol.

El viejo Víctor Hugo se incorpora en su tumba


para entonar un canto sonoro en tu loor.
Las estrellas te envían besos de luz i ensueño.
Te aclama la Civilización.
Eres el Hombre fuerte.
Eres el Hombre de Hoi.
Nadie es más grande que tú. Nadie.
Tú has igualado el vasto poderío de Dios!
ENVÍO

Un joven ciudadano de América Latina,


injerto de indio quechua i león español;
poeta i mozo fuerte i altivo que camina
con la mirada siempre desafiando al Sol;
que ha hablado a las Estrellas i que ha amado a la Luna;
que ha torcido al Destino i ha visto el Porvenir
frente a la grave i bruna
región impenetrable i asombrosa de los
años prolíficos que vendrán
en incansable i matemático devenir;
que ha rezado a los Diablos i que ha increpado a Dios;
que goza de la Vida i no teme a la Muerte;
que odia al débil i que ama lo que es sano i es fuerte;
sacerdote de Pan
que tiene el alma blanca como la blanca aurora
i pura como la nieve del volcán,
i el corazón
lleno de amor para la Humanidad,
a ti, lírico Emperador del mostacho agresivo,
invencible i altivo,
soldado generoso de la Civilización,
que al escuchar el llanto
del enfermo enemigo le cubres con tu manto
mientras silba la bala de tu imperial cañón,
te dirijo este bravo i audaz i noble canto
de hiperdeificación,
este canto polífono i sonoro como una tempestad.
CANTO A LA GUERRA

Canta a la guerra el torvo clarín de mi lirismo


en este siglo de civilización,
el Siglo en que los hombres despiertan de su sueño,
el Siglo en que ha perdido la táctica de Dios,
el Siglo en que los pueblos sienten en las espaldas
el rudo latigazo del Dolor;
el Siglo en que las Razas las van seleccionando
el superdreagnout i el cañón
i las bombas de incendio del bravo aeroplano
i del obús 42
i el corazón sonoro del Kaiser, que arde como
volcán en erupción,
i el espíritu recio de la raza germana,
de esa raza que tiene los cabellos de Sol.

Los cañones derrumban las viejas catedrales


que han visto tantos años por sus arcos pasar,
los recintos del Arte, los grandes monumentos,
los castillos rodeados por fuentes de cristal,
porque los hombres nuevos despreciamos lo antiguo;
porque conscientemente queremos dominar
sobre las artes viejas retóricas i rancias,
cantando los misterios de la Electricidad ;
porque al oír el redoble del tambor del Pasado
forjamos el Futuro con hacha de titán;
porque escribimos versos al Tren i al Automóvil,
al poder de la Fuerza i a la Velocidad,
i porque resolvemos los problemas del alma
aprovechando el cálculo infinitesimal.

La guerra es como un brazo del Progreso. La Guerra


purifica las Razas con su férreo poder.
Corten las bayonetas las cabezas a miles
i siémbrense los campos de muertos, a granel;
i que los vencedores en sus lanzas de hierro
i que prendan orgullosos i les hagan arder.
I escriban los poetas la sensación que dejen
en sus almas los trágicos estertores del fiel
soldado a quien la Muerte le bese lujuriosa
con su boca soez.
I que las Nuevas Razas i que los Nuevos Siglos
hereden de estos hombres el seso i el valor,
de estos hombres del Siglo XX; que los poetas
les canten en estrofas de bélica pasión;
i que los escultores en sus bloques de mármol
eternicen los nombres de os hombres de Hoi;
que los músicos nuevos describan en sus obras
la fuga del caballo, la nota del tambor,
el llanto del herido, la grita de la sangre
i la explosión del corazón,
que los nuevos pintores trasladen a sus lienzos
del rostro de la madre la mueca de terror,
i mientras tanto, ahora, que atruene la metralla
i que silben las balas i que ruja el cañón
al impulso fantástico de la raza germana,
de esa raza que tiene los cabellos de Sol!
LA CIUDAD DE LOS REYES

A Herbert Trou S.

Lima tiene un aspecto de antigua ciudadela:


los muros de las casas, cocidos por el Sol,
sostienen coloniales balcones donde vela
todavía el fantasma de un virrei español.

Allá en los barrios bajos, al son de la vihuela


los negros dicen coplas saturadas de alcohol,
mientras que tejen danzas en que pañuelo vuela
los metropolitanos botines de charol.

Un gran puñal de acero, fantástico i sombrío,


clavado sobre el tórax del pueblo finge el río.
En los patios que tienen sabores de otra edad

los ancianos se queman al rubio sol del día,


i el cerro San Cristóbal se alza en la lejanía
cual torvo centinela que cuida la ciudad….
MI TIERRA NATAL

A Arturo Bertolani

Repiques de campanas i salvas de cohetes;


poetas adiposos, mucamas de cuartel;
sacapotras que ganan innúmeros billetes
i rábulas obesos con almas de lebrel.

Mujeres de anacrónicos vestidos i de aretes


polícromos pasean su insolencia i su hiel;
i saturan los frailes burdos i regordetes
de lujuria los templos pintados al pastel.

Allí flama un tosco pendón de chichería,


allá el volcán parece sufrir de hipocondría,
aquí parejas danzan de la guitarra al son.

I al mirar el poeta tan repugnante cuadro,


siente que la vergüenza como un duro taladro
le agujerea el mismo centro del corazón.
CROMO

A Alejandro Ureta

En una vieja barca dos bravos marineros


con los aprestos últimos se marchan a pescar;
son hombres musculosos, aguerridos i fieros,
que todas las tormentas saben desafiar.

Las barcas cuya proa forja derroteros


como una cinta blanca van dejando al pasar,
i su vela batida por los aires arteros
es el ala de una ave recostada en el Mar.

El cielo que es un vasto papel de fantasía


tiene una sombra a modo de una calcomanía:
una nube gigante que corre de otra en pos.

El sol huraño i tímido agüeita en la alborada


i el ala de aquella ave sobre el Mar recostada,
perdiéndose parece que me dijera: ¡adiós!
ELOGIOS

A Miguel A. Urquiata
MANUEL GONZALES PRADA

Era la final de un siglo. La Selva estaba oscura,


cien sombras se extendían sobre la cresta pura
de la alta cordillera del pueblo indo-español.
Mas, un día, de pronto, parado sobre el lomo
de un monte vio un Hombre. Su llegada fue como
si en la noche, de súbito, apareciera el Sol.

I el Hombre habló. Su gesto tenía gallardía.


Su verbo era tan fuerte que a veces parecía
escucharse las voces de un enorme titán;
ensordeció a los débiles con su viril estruendo
i sonorosamente se fue repercutiendo
de ladera en ladera, de volcán en volcán.

Bajó a todas las simas, subió a todas las costumbres,


en justas oraciones habló a las muchedumbres
con voz tan poderosa que nunca tal se oyó;
i cuando la esperanza de la Patria vencida
se apagaba, este bravo, la conjugó a la vida
i el dormido coraje del pueblo despertó.

Repartió sus dicterios cual noble cintarazos,


vació en ágiles rimas como en helechos vasos
el embriagante vino de su espíritu azul;
en giros torrenciales dijo su rebeldía,
imágenes grandiosas forjó su fantasía
i unas veces fue tigre i otras veces bulbul.

Así llegó hasta mí. Dióxido un relincho estridente


mi corazón a modo de un potro adolescente
al escuchar la verba de este ínclito varón
que hace pensar, al verle firmemente parado,
en una estatua griega que se hubiese animado
al conjuro quimérico de una osada ilusión.

Por eso, hoi en mis locas audacias de poeta,


reverente, pronuncio con mi heroica trompeta
el nombre de este hombre que me enseñó a pensar;
i, de orgullo, de alardes, de egoísmo desnudo,
consagro ante sus plantas las armas de mi escudo
i con ellas mi espíritu bravío como el Mar….
LEOPOLDO LUGONES

Poeta de valientes i nobles ademanes:


mis líricos alardes se postran ante ti.
Tu voz finge un rugido que dieran cien titanes
en un país de fábula para que se suene aquí.

Tus ritmos son tropeles de fieros huracanes,


tu cerebro es un horno de metáforas, i
cuando cantas parece que todos los volcanes
se ponen de rodillas para escucharte así.

Maestro: yo te envío mi ditirambo adusto


por los gloriosos partos de tu numen augusto,
el vibrar de tus versos i el tronar de tu voz,

i porque en la columna de “Montañas del Oro”


alzas tu canto fuerte, magnífico i sonoro,
tan fuerte i tan sonoro que puede oírlo Dios.
M. LINO URQUIETA

Pequeño de estatura. Respetuoso i marcial.


Cual recta de geómetra es la espina dorsal.
Cuando grita iracundo cada fosa nasal
es un cañón que ruge como ábrego estival.

Sus ojos cual linternas de mítico vigor


iluminan cerebros proletarios. Amor
hale hincado sus flechas. ¡I también el Dolor!
Su cerebro es hoguera de ideas, en hervor;

su gesto es sobrio, fácil i nítido el hablar,


su garganta es trompeta polífona. El azar
de la canalla vida no le hace claudicar.

Es convincente el rítmico potente retintín


de su oratoria ruda. Los crespos de la crin
danle un aspecto bravo de bravo paladín.
ANA PAULOWA

Señora que has venido de tu país de nieve


huyendo de las luchas de los reyes perversos,
permite a este soneto que mi entusiasmo os lleve
en trompetería de sus catorce versos.

Porque mi loco espíritu se agita i se conmueve


con la armonía grácil de tus ritmos diversos,
a ti va este soneto como un elogio breve
de la trompetería de sus catorce versos.

Piensa, maestra insigne de la Danza, que cuando


te manches de esta tierra mi alma se irá vibrando
tras la trompetería de estos catorce versos,

i que a mi lira joven, poderosa i aguda


arranco este soneto que canta i te saluda
con la trompetería de sus catorce versos.
NOTAS MARGINALES

……… Le agradezco el obsequio muy valioso de su libro (“Arenga Lírica”)


que tiene un defecto ⸺ encerrar muy pocos versos. ¿Por qué esa avaricia lite-
raria?

1916 Manuel Gonzales Prada

……… Es con profunda y sincera satisfacción que vengo a unir mis felicita-
ciones a las que seguramente ha recibido ya. Tiene su poesía un sabor personal
y vigoroso que domina al lector y los mismos egotismos estridentes pasan sin
levantar protesta a causa del ímpetu sincero en que se atropellan las rimas. A
los que algo le reprochan, dígales que éstas, como corceles desbocados, van
haciendo saltar chispas de luz y de polvo y que el bardo ginete solo es respon-
sable de la emoción que le embarga al galopar cara al sol, en el deslumbra-
miento magnifico de la naturaleza y de su propio ser. Crea que he leído esas
páginas atrevidas y guerrera con especial delectación. Talento y juventud, su-
prema poesía.

1917 Manuel Ugarte

…….. A fuerza de talento y audacia Hidalgo va crearse una personalidad pro-


pia y una reputación singular en las letras hispano-americanas. Sus concepcio-
nes tiene un signo de altivez indómita, de original desconcertante. Debido, tal
vez, a los impulsos de su Juventud, este niño altivo, hecho para la pelea el
triunfo, da rienda suelta a los briosos corceles de sus imaginación, atropellando
en galope loco, no exento de cierta belleza masculina, formulas consagradas y
normas sociales inveteradas; pero aún en medio de aquellas desviaciones ca-
racterizadas por un culto esmerado al yo, se nota un fondo de gallardía, una
bravura salvaje, que con el tiempo adquirirán cristalizaciones serenas. Los
años han de orear las sienes, hoy vibrantes de lucha del joven poeta; y aquella
vigorosa arteria que se marca como rasgo de rebeldía en su frente abovedada
cuando recita los brotes de su ingenio caballeresco, se trocara más tarde en un
signo revelador de pensamiento profundos y austeros. Hidalgo se nos antoja
como los aviadores audaces: o suben muy alto o se estrellan. Los vuelos pla-
neados a ras de suelo son alharacas de aves de corral que no prueban para lo
que sirven las alas.

1916 Casto Rojas


ALBERTO HIDALGO

De cara al Sol, los astros te armaron caballero


del Verso, con homérica lira en bronce triunfal;
el Sol te haría auriga de su carro y herrero
de sus dardos sonoros que dan muerte inmortal.

Bardo del Siglo, cantas de los triunfos del acero,


los grandes paquidermos con miembros de metal,
los pájaros mecánicos, el clarín del guerrero,
en una polifónica sinfonía orquestal.

Domesticando imágenes como águilas indóciles,


los perros de tu risa le sueltas a los fósiles,
y le darías duchas al Quijote español,

con su sonrisa de hembra te ha tentado a la gloria,


serás tú el elegido Varón, y tu victoria
la cantaran al orbe las trompetas del sol.

1917 Alberto Guillén Amat

.........Revela el pequeño libro de Alberto Hidalgo, el estro lírico de un poeta


pindárico y vibrante. Hay alma de poeta y de gran poeta en ese espíritu extraño
que sabe ser desdeñoso y audaz. noble y augusto, y entonar la canción de su
orgullo ya al dirijirse arrogante a la misteriosa personalidad de Guillemo de
Hohenzollern; ya al contarnos cómo es el, o, mejor dicho,cómo cree ser.

Si Alberto Hidalgo no escuchara la voz de la vanidad personal y se dedicara a


cultivar ingenuamente su maravillosa aptitud, sería proclamado, desde ahora,
como un alto poeta sincero y noble.

No hay que desmayar, sin embargo, en esta esperanza; la vida, los desengaños
harán su obra en ese espíritu juvenil y rebelde. y nos entregarán al poeta, en
toda su riqueza espiritual, en toda su artística manera.

Entonces el olifante de Hidalgo no solo entonará la «Arenga Lirica al Empe-


rador de Alemania», sino quizás, la poesía del porvenir.

1917 Luis Varela Orbegoso


......... Aun cuando mi moralidad literaria, así como la suya está, más allá de
las maledicencias gregarias y de las envidias profesionales, no deseo publicar
un juicio sobre su obra que admiro de todas veras, estando aún fresco el pres-
tigio de su Epístola y del precioso soneto a mi esposa. Me ha vinculado usted
demasiado a su éxito para que pueda hacer su elogio.

1916 Juan Bautista De Lavalle.

...…... Los versos de Hidalgo, tienen un agrio sabor de virilidad y de entu-


siasmo; en ellos desborda una embriaguez de juventud que conmueve y exalta.
Por eso son versos triunfadores.

1917 José Gálvez

.........Cuando Darío agazapando la magnificencia de su arte para un salto es-


tupendo, elástico, grandioso, canta a Teodoro Roosevelt, llega a cimas de pa-
sión no igualadas y robando el rayo al cielo de la América Hispana, temerosa
y altiva, con rayo fulmina la arrogancia proterva del futuro invasor:

«.........Y, pues contáis con todo falta una cosa: Dios!»

Alberto Hidalgo con el modelo insuperable del maestro forja y en feliz ataujia
incrusta de oro el hierro de su canto. Sube alta cumbre 'de potencia épica y con
rayo robado a la tormenta que ensombrece ahora la vida del mundo, aIumbra
violentamente con llamarada azul la figura del Emperador Hohenzollern.

........Pasa por toda la Arenga», por una sinfonía de volcanes americanos, un


resplandor de luz de los oros del Rhin y el zafír del Danubio, y un ruido vio-
lento rápido, de desenfrenada carrera de corceles enloquecidos.

1916 Miguel A. Urquieta

EPISTOLAE LIRICAE AD EIECTUM POETAM JUVENEM

Alma lírica hermana: a través del Camino,


bajo la noche azul, serena y constelada,
cuando los dos hayamos derrotado al Destino
el bronce premiará nuestra heroica jornada…

Zarpa tu carabela de Palos al incierto


mundo ignorado de Cipango. Al puerto,
magiier tormentas, llegarás, Alberto.
Joven y audaz, la frente coronada,
tu carabela en ágil marejada,
ha de llegar, la blanca vela hinchada,

a la isla fabulosa de las entrañas de oro;


y cogerás el áureo magnífico tesoro
que guardan los bulbules bajo el bosque sonoro.

Al emprender el largo, pesado viaje rudo,


lleva tus ilusiones como bruñido escudo
y como blanco airón mi lírico saludo.

Hasta aquí, hasta el recodo del sinuoso camino


donde tengo mi tienda tu noble verso vino,
tu verso que es un reto viril contra el Destino.

Mi casa, sobre la playa, es como una atalaya;


a sus pies la marina ola enérgica estalla
y luego en un encaje de espumas se desmaya .....

Ayer en la terraza, con la mano en la frente,


veía diluirse de un crepúsculo ardiente,
el último fulgor, melancolicamente...…

Mi madre, bajo el vano, se destacaba como


una Virgen María sobre el cielo de plomo;
igual que una figura se destaca en un cromo.

Sobre su cabellera de plata el sol ponía


una nota de oro, Abajo balbucía
el mar una lejana, infantil melodía……

En el cielo esfumábanse desangradas y vanas


las nubes vespertinas. Y las voces hermanas,
sonaban entre el claro sonar de las campanas.

Yo pensaba, soñaba…… De pronto oí llamar:


“«¿Es usted el señor Abraham Valdelomar?»
⸺Tal cual. Este libro, ⸺Gracias. ⸺Y volví a mi soñar......

Así llegó tu libro a mi lírica estancia,


así llenaron mi alma de exquisita fragancia
los versos que tu fina sonora copa escancia.
Hermano: estoy enfermo de vida solitaria;
solo, entre tanta gente de idealidad precaria,
intermitente espíritu y alma universitaria.

Yo me siento oprimido entre esta horda vana,


mi talento es para ellos como una flor malsana;
los que ahora me condenan me aplaudirán mañana.

Yo les he dado todo: el verso cincelado,


la noble prosa fuerte, el comentario alado.
Tal hizo Prometeo, y estoy encadenado!

Alberto, nadie puede comprender lo sutil


de mi alma cristalina, abnegada, infantil;
yo he nacido en el campo y en nacido en abril.

Nadie ha de comprender con que emoción secreta


las más puras bellezas mi espíritu interpreta;
tu lo comprenderás porque tú eres poeta.

Los versos que tú fina lírica copa escancia


han dejado en mi alma la exquisita fragancia
de un perfume de abril y un recuerdo de infancia.

La cabalgata heroica de tus versos se extienda


por el campo en botón ⸺en mi lírica tienda
encontrarás cobija después de la contienda.

Triunfarás porque llevas un estrella en la frente,


porque llevas al cinto el acero pendiente ,
porque sabes cantar lo que tu ánima siente.

Desdeña toda loa. Toda lección desdeña.


Vive, canta, medita! Tu noble verso sueña;
solo enseña el Dolor; lo demás nada enseña.

El Dolor ⸺viejo amigo! ⸺ El Dolor ⸺camarada!


El dejará tu frente febril, amplia y surcada;
mas, te dará su invicta, fuerte y mágica espada.

Te asaltará la envidia cruel y traidoramente.


En el coro de hosannas sentirás, de repente,
el trágico y rastrero silbar de la serpiente.
Audaz, sombría, trágica, tenebrosa e inquieta;
la envidia te persigue, te busca, te asaeta,
y sin embargo un día te corona, poeta!

Entrega toda tu alma a la pasión más fuerte;


derrocha tu salud; tu ingenuidad, convierte
en un hondo placer porque vendrá la Muerte…….

Vendrá la Muerte un día con su oz en arcada,


te tendrá los brazos al fin de la jornada,
y es necesario, Alberto, que no se lleve nada……

Placer, vino, mujeres; goza tu juventud;


corona a racimos báquicos tu laúd,
porque abierto y sombrío nos mira el ataúd.

Sostén que solo es bueno lo que es grato. Desiste


de la Moral que deja nuestro espíritu triste.
De placer solamente se vista lo que existe!

Alma lírica hermana: a través del camino,


bajo la noche azul, serena y constelada,
Cuando los dos hayamos derrotado al destino,
el bronce premiara nuestra heroica jornada!

1916 Abraham Valdelomar

.........Le doy las más cordiales gracias por la fineza que ha tenido usted en
obsequiarme con un ejemplar de su hermosa “Arenga Lirica al Emperador de
Alemania». Bien sospecharía Ud. al hacerlo, que me deleitan los buenos ver-
sos; i los suyos lo son tan manifiestamente, que obligan al lector a dejar de un
lado, por convencionalismos transitorios, todas sus filias y sus fobias; tal i
como el encanto de un vaso ricamente cincelado hiciera disimular la acritud
de un brebaje poco grato a los bulbillos gustatorios. ……..

Una Ud. mis sinceros parabienes a los muchos de sus amigos y admiradores.

1917 Glicerio Tassara

........Los versos de Hidalgo, son admirables por la espontaneidad y sutileza de


las imágenes y por el sentimiento campestre que tiene la frescura de una acua-
rela.

1916 Jose M. Eguren


...... La poesía de Alberto Hidalgo, original y elegante, seduce, sobre todo, por
la valentía de sus imágenes.

1917 Alberto J. Ureta

........ Alberto Hidalgo, espíritu simpático y entusiasta, de gran Intuición y alto


y generoso entendimiento.

1916 Augusto Aguirre Morales.

…..En la tierra insigne de Arequipa al pie. del volcán que inspiró las más do-
radas leyendas del Imperio de oro de los Incas, nació este poeta de rebeldías
inauditas, por cuyas estrofas, henchidas de nervio indómito, parece que cruza-
ran centauros increíbles y que leones tremendos desaforaran sus crines.

En la turgencia y la esencia de los versos de Hidalgo, en el ritmo combativo y


en la interlínea inquieta y nutrida; se perciben ansias de deshacer el mundo.
No es la juventud alegre del Gimnasio sino una como concreción incompren-
sible de inocentes rencores dispersos.

Castellano de apellido, se diría que el poeta siente con amor las dos razas que
lucharon en estas comarcas ubérrimas, donde el Sol de España, inmarcesible
todavía, hundió al Sol-Dios de las ñustas; así estos versos nacieron con vio-
lencias amazónicas y chasquidos de espadas.

1917 Ezequiel Balarezo Pinillos.


COLOFÓN

Bienvenido Pegaso americano


de crin violenta y casco musical,
que en fuga por los bosques de Chocano
y la puna vestida de cristal,

o ya pasando en brinco sobrehumano


por la Luna como aro de metal,
o cabriolando al Sol y ante el Océano
que toca y toca su tambor nupcial,

paras aquí la lírica carrera,


por dar hacia el Futuro que te espera,
vivaz, alado, escultural, sonoro,

un gran salto de luz con tu jinete,


como de un alto trampolín de oro,
desde el mil novecientos diecisiete.

Juan Parra Del Riego.

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