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Introducción

Hace algunos años tuve un encuentro doloroso con un comentario que me dejó
perpleja. Me encontraba en una fiesta infantil, y como es costumbre mía, me senté y
callé para esperar a que terminara dicho evento. No soy una persona muy sociable y
tolero poco los comentarios familiares que se desenvuelven en este u otro tipo de
reuniones. Hubo un momento en el que me parecía ver a todos cuchicheando, cuando
escuché a mi hermana que decía a otra chica: “¿Esa mujer? ¿Cuáles bubis? Esas son
chichis de perra desnutrida a punto de parir.” El comentario me cayó como un balde de
agua fría, nunca supe si se refería a mí o no, pero me dolió. Le conté a mi novio lo
sucedido y me dijo que no me sintiera ofendida, que a lo mejor ese comentario no
había sido para mí. Pero fue necesario ofenderme para preguntarme ¿Qué onda con
los juicios hacia el cuerpo femenino? Y específicamente con la cuestión de los senos.

Son piquetes de mosquito, ubres de vaca, melones jugosos o grasa de más; usados
como altares pornográficos o publicidad política; para representar la feminidad o un
motivo más para ser violentada. Los senos de una mujer están en los juicios
masculinos y femeninos porque poseen una fuerte carga cultural sexual que ha ido en
aumento con el paso del tiempo. Al día de hoy son un producto para el consumo
masculino y en consecuencia son criticados cuando no se utilizan para este fin, sobre
todo en actos de resistencia feministas. Pero, ¿Por qué tanto alboroto por un par de
tejidos adiposos? La respuesta la encontraremos en la historia del machismo, esta que
ha construido a la mujer a partir de sus propios juicios.

Este artículo tiene como objetivo analizar los sentidos culturales contradictorios que
tiene el uso de los senos femeninos, tanto como para un fin comercial, como para
evidenciar la violencia machista en actos de protesta. La significación que se da en el
primer sentido, tendrá que ver con el aprovechamiento de la sexualización atribuida a
estos tejidos, desencadenándose así actos de violencia masculina y prejuicios con
respecto a su forma, tamaño y color (por parte de hombres y mujeres). En el segundo,
los significados se crean a partir de la tensión que existe entre estas últimas
consecuencias mencionadas y la molestia feminista por esa estereotipación en forma
de agresión.
A continuación presentaré visiones históricas, médicas, sociales y artísticas de algunas
autoras que hablan de la desnudez, el cuerpo y los senos femeninos, y como estos se
han convertido en símbolos sexuales de consumo; pero también de lucha contra
hegemónica del sistema heterosexual, patriarcal y machista; no solo de mujeres en
protestas feministas, sino también de artistas y mujeres que amamantan en público,
cubriendo una necesidad natural y fundamental como es el alimento de un hijo. Al final,
se concluirá con otros autores leídos al margen de los Estudios Culturales y se hablará
de la importancia que tiene este tema para dicho enfoque.

La occidentalización de los senos

Es bien sabido que gran parte de la tradición cultural indígena y africana posee un
fuerte vínculo en su historia con la naturaleza, el cosmos y el cuerpo en sí mismo.
Además, existe una extrema valorización de la fertilidad que se diferencia con la de la
virginidad y la pureza de Occidente. Esta diferencia de valores se da en gran parte por
el politeísmo y las formas polígamas de relacionarse en las primeras poblaciones
mencionadas en oposición con las segundas, que se presentan con una religión
monoteísta y con relaciones monógamas. La dominación violenta europea hacia las
colonias se justificaría por creer que su cosmovisión era única y universal. Se
reprimieron y criticaron cuerpos.

Pero en cuanto a la erotización de los senos en Occidente, podemos decir que no fue
siempre la misma. Los desnudos tópicos religiosos se mostraban con naturalidad y
poseían un fin y belleza espiritual (erotización mística) hasta finales de la Edad Media.
Sibilia (2015) argumenta que en el siglo XV, el pecado más criticado era el de la
avaricia; pero hacia el siglo XVI, la lujuria y las cuestiones sexuales fueron el tema de
discusión en el catolicismo. El tema de la desnudez se mostró como un acto sucio e
indecente, por lo que salió de las iglesias. Ya para el siglo XVIII comenzaron a
construirse las idealizaciones del amor romántico y con ello el desarrollo de “formas
modernas del sentimiento conyugal”, lo que implicaba cubrir el cuerpo y a su vez
erotizarlo al grado de la sexualización.
La iglesia católica europea permeo ideológicamente con estas ideas a las de sus
colonias, cubriendo así los senos maternales de las vírgenes que amamantaban. Los
pintores se encargaban de realizar este efecto de cobertura, puesto que se creía que
provocaban exaltación en el templo. La mujer del modelo occidental era discreta, pura,
con habilidades de limpieza en el hogar, maternal y mostraba sobre todo: sacrificio
(Serrano Barquín 2013). Fue así como en la época renacentista se acentuó la
descorporalización de la mujer, idea que fue transmitida en las zonas de conquista.

El peso de la crítica social

Esa mujer modelo se reproducía en los esquemas del feudalismo a lo estatal, y era
mujer que servía para el varón. Y aunque digan que nos encontramos en una fase
avanzada y moderna en la que la mujer posee capacidades decisivas, el machismo
histórico sigue representando un fuerte punto de vista bajo el cual se ve influenciada.
En un estudio de enfermería que realizaron mujeres a estudiantes universitarias en
Colombia (Lappeira Pannaflex, Acosta Salazar y Vazquez Munive, 2015), se realizaron
entrevistas para conocer la información que poseían estas jóvenes sobre sus senos y
los autocuidados que se debían llevar a cabo. Encontraron que socialmente los
relacionaban con; fertilidad, nutrición, relación madre-hijo, atractivo sexual para
hombres y belleza. Además le atribuyeron significados que tienen que ver con su auto
estima y algunas aseguraban que era el asentamiento de su imagen femenina. Es decir
que sus cuidados iban en función de estos elementos y no se enfocaban en la salud
propia.

No hay que olvidarse de que el mercado ha actuado como un eje primordial en el que
se normativizan conductas, cuerpos, ideas, etcétera. Es por ello que su papel dentro
del capitalismo es importante para entender el campo de significados que manejan
para vender. Todo ello produce una constante influencia en las poblaciones masculinas
y femeninas: Los varones creen poseer el derecho de criticar o acosar nuestros
cuerpos y muchas mujeres caemos en este prejuicio para demeritarnos las unas a las
otras o tratar de conseguir un cuerpo que se amolde al gusto masculino, como si el
valor del macho fuera primordial y esencial para determinar lo que es correcto y lo que
no en cuestiones de sexualidad femenina. Asunción Bernárdez (1998) opina en su
reseña del libro Historia del Pecho de Marylin Yalom, que los senos de la mujer “se
han convertido en un auténtico fetiche y en un reclamo publicitario” (p.136). Pero es el
siglo XX cuando la mujer lucha por la reivindicación sus derechos en este contexto
moderno de consumo.

Desnudar los senos por amor y para resistir

Amamantar a un hijo (a) en público se ha convertido en un tema de debate. Algunos


dicen que aquello está bien, siempre y cuando se utilice una tela que cubra el pecho,
otros aseguran que es una falta de respeto y algunas mujeres prefieren no hacerlo para
no arruinar su busto o no entrar en el conflicto de las miradas incómodas y quejas. Pero
es verdad que olvidarse de las críticas y el pudor para alimentar al infante sin tener que
cubrirse o esconderse es un acto de rebeldía, de amor. Y más criticables serán
entonces las mujeres que desnudan sus senos en un acto de protesta y resistencia.

Como ya se ha dicho, el siglo XX es espacio y tiempo de la mujer en la protesta


reivindicativa, encuentra que su cuerpo ha sido territorio de conquista y pretende
apoderarse de él para liberarse. Una forma de liberación será descubrir sus senos:

“Enseñar públicamente los senos para que nadie pudiera ver en ellos algo malvado u
obsceno fue una de las primeras acciones reivindicativas de algunos grupos de mujeres
con el fin de que los medios de comunicación y sociedad en general dejaran de
instrumentalizar y comercializar el cuerpo femenino” (Bernardez, 1998, p. 137).

La protesta y el performance artístico, según Matos (2006), tendrán una conexión en


cuanto a que se busca expresar una idea política y poética para revolucionar el
pensamiento usando el cuerpo desnudo. ¿Pero que implica ser una mujer y
desnudarse para emprender esta tarea? En las redes sociales podemos encontrar
críticas violentas y contradicciones con respecto a cómo se “debería” hacer uso del
cuerpo, nuestro cuerpo. Bernárdez quizás explicaría que el enojo se debe a este
desprendimiento de la dominación masculina para incomodar y deshacerse de la
sexualización esterotipada, para gritar: “Mi cuerpo es mío, yo decido, tengo autonomía,
yo soy mía…”

Conclusiones

A través de las técnicas de consumo, el cuerpo se ha convertido en un “signo visual”,


siguiendo el concepto de Stuart Hall (1996). En este caso, la significación constante y
publicitaria de los senos ha hecho que naturalicemos y universalicemos ciertas
conductas o pensamientos con respecto a ellos. Esto es parte de una ideología
dominante machista, que intentará “promocionar, defender y justificar el sistema de
dominación” (Hernández S. 2018). Desde la masculinidad tradicional, se intentará
corregir al cuerpo femenino en cuanto a lo que dice, piensa, viste o desviste.

Compete a los Estudios Culturales, formar un enfoque amplio y crítico en cuanto a la


sexualidad masculina y femenina y en cuanto a la comunidad LGBTTTIQA. . Su
apertura educativa y comunicacional tendría valor para estudiantes, futuros maestros
de las generaciones venideras. Se podrían evitar situaciones de violencia al conocer
nuestro cuerpo, las diferencias y similitudes que tienen con otros de una manera sana.
“Despornificar la mirada” implicaría vivir con menos miedo y menos represión.

Bibliografía

Bernárdez A. (1998). La memoria del cuerpo. Reseña de La historia del pecho de


Marilyn Yalom. Archipiélago. Cuadernos de crítica y la cultura, no. 38. Pp. 136-137.
Recuperado de: https://eprints.ucm.es/10832/1/rese%C3%B1a_historia_del_pecho.pdf

Hernández S. (2018). Ideología dominante, coordenadas conceptuales. Analéctica, no.


31, pp. 1-5. Recuperado de: http://www.analectica.org/articulos/hernandez-ideologia/
Lapeira P., Acosta S.y Vázquez M. (2015). Significado social atribuido a los senos y su
influencia en el autocuidado en jóvenes universitarias. Medicina U.P.B, vol 35, no. 1,
pp. 9-16. Recuperado de: https://revistas.upb.edu.co/index.php/Medicina/article/view/6912

Matos L. (2014). La desnudez en la calle. Para un análisis del uso y el cuerpo desnudo
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Serrano, B. (2013). El erotismo como consumo cultural que evidencia violencia


simbólica. Ra Ximhai, vol. 9, no. 172, pp. 101-119. Recuperado de:
https://www.redalyc.org/articulo.oa?id=46128387006

Sibila, P. (2015). “La pornificación de la mirada: una genealogía del pecho desnudo”
Cuadernos de Música, Artes Visuales y Artes Escénicas, vol. 10, no. 1, pp. 35-63.
Recuperado de: https://revistas.javeriana.edu.co/index.php/cma/article/view/9813

Hall, S. (1996). Codificar-Descodificar. Culture. Media.Lenguage. Working Papers in


Cultural Studios, no.7,

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