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INTRODUCCIÓN

Aristóteles, Sócrates y Plinio hicieron


observaciones sobre los relámpagos. Heródoto, y
más recientemente da Vinci, también
describieron el fenómeno del rayo pero sin llegar
a definirlo completamente. Quedó en manos de
Benjamín Franklin, el "padre de la electricidad",
establecer que los rayos estaban constituidos por
electricidad. Realizó experimentos simples, pero
elegantes, que ayudaron a definir algunas de las
propiedades sobre la electricidad atmosférica y la
industrial1.

Un relámpago o rayo se define como una gran


descarga de corriente eléctrica atmosférica,
momentánea y transitoria cuya longitud de
trayectoria se mide en kilómetros2,3. Pollak
menciona que el relámpago es un fenómeno
natural de electricidad atmosférica basado en
una repentina descarga ambiental de electricidad
estática entre una nube y la tierra, lo que da
como resultado una corriente continua de alto
voltaje y de duración extremadamente corta4.
Por otro lado, se denomina fulguración a los
efectos biológicos que se producen por acción de
la electricidad atmosférica. La palabra fulguración
proviene del latín fulgor que significa luz o
resplandor5, y es una de las causas más
frecuentes de muerte por fenómenos naturales.
Alrededor de un tercio de los casos de
fulguración son mortales4, y los trastornos de la
conducción cardiaca son la principal causa de
fallecimiento6,7; mientras tanto, 70% de los
sujetos que sobreviven presenta secuelas
permanentes2.

Se estima que al día se presentan 44,000


tormentas eléctricas, que producen 8 millones de
rayos en un lapso de 24 horas8, es decir, la tierra
es golpeada aproximadamente por 100 rayos
cada segundo5. Las muertes por fulguración se
presentan en 0.2 a 0.8 personas por un millón de
habitantes al año a nivel mundial8; asimismo,
ocurrieron 374 muertes debido a fulguración
entre 1995 y el 20009. Mientras tanto, en Estados
Unidos las lesiones por fulguración afectan a un
total de 800 a 1000 personas por año7.
Por otra parte, al recibir un rayo el cuerpo se
paraliza totalmente y la persona es incapaz de
hacer algo para defenderse3, su respuesta inicial
es la parálisis de los centros vitales, lo que
ocasiona apnea como resultado, fibrilación
ventricular o paro cardiaco2, que a su vez son
causa de muerte, que también puede ser
provocada por los efectos mecanicos de la
fulguración sobre el organismo7. No obstante,
cuando los accidentes por fulguración no son
mortales, aparecen algunas secuelas como
parálisis, afasia, vértigo, alteraciones en la
sensibilidad, catarata y ruptura de membrana
timpánica4.

Se ha observado que los individuos que practican


el pastoreo o la agricultura, así como las
actividades deportivas de montaña son los más
predispuestos a sufrir accidentes por
fulguración2,7. Ashesh publicó el caso de una
granjera de 55 años que se encontraba
laborando la tierra una tarde de septiembre, y
falleció al recibir un golpe directo por un rayo, en
el reporte además se mencionaba que sus ropas
estaban mojadas10.
Las personas que sufren daños por relámpago
presentan de uno a 4 tipos de lesiones en la piel:
lineales, puntiformes, ramificadas o quemaduras
térmicas; en tanto que, si el relámpago se
transmite internamente, se puede producir
suficiente calor y vapor para hacer explotar
órganos sólidos, ocasionar fracturas de huesos y
zonas carbonizadas en los órganos3.

Asimismo, las quemaduras en forma emplumada


o ramificada no son realmente quemaduras, ya
que no dañan la piel y parecen ser causadas por
los electrones que dibujan un patrón en la piel
debido al rayo3. Estas lesiones en helécho o
arboriformes son un signo patognomónico de la
fulguración, cuyo patrón morfológico fue descrito
en 1777 por el físico alemán George Christoph
Lichtenberg, del cual han tomado su nombre; se
describen como una marca roja, dendritica,
ramificada, similar a un helécho, que se
encuentra en la piel de algunas de las víctimas y
que encontraremos en un tercio de los casos6.
Fulguración.
La reacción del organismo frente a la acción de la
energía eléctrica depende de varios factores:
amperaje, voltaje, frecuencia, duración del
contacto, trayectoria de la corriente a través del
cuerpo, entretenimiento o hábito del individuo,
superficie de contacto, resistencia del cuerpo,
etcétera. La electricidad produce quemaduras y
lesiones mecánicas.

Cuadro clínico.

El individuo, al recibir la descarga, es proyectado


a distancia o queda fijado al punto de contacto
por la intensa contractura muscular. En la mayor
parte de los casos se observan manifestaciones
cutáneas en los sitios de entrada y salida de la
corriente; a veces son pequeñas, redondas,
secas e indoloras (tensiones inferiores a 500 V);
otras, extensas, profundas y necróticas (corriente
de alta tensión). Se producen alteraciones
nerviosas y sensoriales. Las primeras pueden ser
inmediatas o tardías y desaparecer con rapidez o
persistir como trastornos permanentes. El coma
eléctrico, con pérdida de la conciencia de mayor
o menor duración, seguido de un estado de
confusión mental con delirio, cefalea,
convulsiones, amnesia, etc., constituye la
situación clínica más importante. Puede dejar
secuelas tales como parálisis, síndromes
extrapiramidales, bulbares, cerebelosos,
nefríticos, polineuréticos, etcétera.

A veces se afectan los ojos (conjuntivitis,


iridociclitis, cataratas, atrofia óptica, trastornos
motores por lesión de pares craneales,
particularmente los pares VI y VIII). Se han
descrito crisis de angina de pecho y fibrilación
auricular o ventricular. Son frecuentes los signos
de lesión renal determinados por la mioglobina
liberada por los músculos, la cual precipita
rápidamente en el medio ácido de los túbulos, los
obstruye y da origen a oliguria o anuria, con
uremia a veces irreversible.

Además de la mioglobina, también se elimina la


hemoglobina procedente de la hemólisis por
destrucción de los glóbulos rojos. a causa de la
violenta contracción de los músculos y de la
acción del calor. Muchos lesionados presentan
trastornos neuróticos, alucinaciones, tendencias
al suicidio y síndromes depresivos.
Tratamiento.
Los efectos de la corriente eléctrica industrial son
similares a los del rayo. La terapéutica de ambas
formas de fulguración está encaminada a tratar el
paro respiratorio, la fibrilación ventricular, el
estado de shock y las quemaduras. El
tratamiento profiláctico tiene gran valor y consiste
en obedecer las disposiciones que se señalan
cuando se trabajan con electricidad. Durante las
grandes tormentas eléctricas, la casa debe
permanecer cerrada y desconectados los
aparatos eléctricos. En el campo es prudente no
protegerse debajo de los árboles y descender de
la cabalgadura si el individuo estuviese
cabalgando.

"Se estima que se producen 45.000 tormentas


eléctricas diarias y unos 100 rayos por segundo
en todo el mundo. Llamamos fulguración a la
acción del rayo sobre el cuerpo del hombre y de
los animales y, por extensión, al conjunto de los
accidentes producidos por la electricidad. La
fulguración es una de las causas más frecuentes
de muerte por fenómenos naturales. El riesgo de
sufrir un impacto por rayo es muy bajo, pero se
estima que un tercio de los casos por fulguración
son mortales, aunque existen pocos casos
documentados. Presentamos un caso clínico de
un paciente que sufre una lesión por fulguración
con especial énfasis en las lesiones cerebrales.
Se trata de un paciente de 26 años que cuando
realizaba una actividad recreativa en una barca
es alcanzado por un rayo mientras sujetaba un
arpón en la mano. Tras el impacto, el paciente
presentó deterioro neurológico brusco con una
puntuación en la escala de coma de Glasgow de
tres puntos. Precisó intubación orotraqueal y
conexión a ventilación mecánica. La auscultación
cardíaca presentó tonos arrítmicos. En el
electrocardiograma de ingreso presentó
fibrilación auricular con una respuesta ventricular
media de 120lpm. A las cuatro horas de ingreso
el paciente recuperó el ritmo sinusal. En la
exploración física se apreciaron dos zonas de
alopecia en el cuero cabelludo paralelas en la
zona occipital derecha e izquierda (probable
punto de entrada del rayo), así como lesión en la
frente izquierda, alopecia de la ceja y pestaña del
mismo lado y quemadura de 2.° grado en el
hombro y en el brazo izquierdo (probable punto
de salida). El paciente presentaba hipotermia
moderada con temperatura central de 32,8° C.
Se realizó una tomografía axial computarizada
craneal al ingreso hospitalario en la que se
apreció una hemorragia intraparenquimatosa a
nivel de la cápsula interna, cabeza de núcleo
caudado, lenticular y cápsula externa izquierda.
Ante estos hallazgos y la exploración neurológica
descrita previamente, se implantaron sensores
intraparenquimatosos de presión intracraneal y
presión tisular de oxígeno, cuyos valores fueron
normales durante los cuatro días de la
monitorización. A los 10 días de sufrir la
fulguración se realizó una resonancia nuclear
magnética craneal y medular en la que se
observó sangrado intraparenquimatoso a nivel de
los ganglios basales izquierdos y el brazo
posterior de la cápsula interna con probable área
de contusión parietooccipital derecha que
afectaba fundamentalmente al córtex. No se
observaron alteraciones de la señal a nivel de la
médula espinal y de cuerpos vertebrales. El
paciente presentó mejoría neurológica de forma
progresiva, pudiéndose avanzar en la
desconexión de la ventilación mecánica y siendo
extubado a los 17 días del impacto. El paciente
fue dado de alta de la Unidad de Cuidados
Intensivos (UCI) consciente, tranquilo y
colaborador. Obedecía órdenes complejas.
Presentaba una paresia de alto grado derecha
con buena respuesta al tratamiento rehabilitador.
Movilizaba de forma coordinada las extremidades
izquierdas. Presentaba afasia de expresión
aunque ya emitía algunos sonidos. Toda la
clínica era congruente con su lesión en los
ganglios basales izquierdos. No presentaba
trastornos del ritmo cardíaco al alta de la UCI. Al
alta hospitalaria al centro de rehabilitación
transcurridos 45 días, el paciente había
recuperado la movilidad en ambas extremidades
superiores e inferiores, emitía palabras
completas e iniciaba el proceso de bipedestación
y deambulación. Presentaba un marcado cuadro
de labilidad emocional asociado.
Se han documentado pocos casos de hemorragia
intraparenquimatosa por fulguración y en la gran
mayoría se localiza el sangrado en los ganglios
basales izquierdos. El mecanismo por el cual se
produce la hemorragia intraparenquimatosa por
rayo y su preferencia por los ganglios basales se
desconoce. Existen distintas hipótesis al
respecto. El efecto directo de la corriente a su
paso por el sistema nervioso, la hipertensión
arterial aguda (ocasionada como consecuencia
de la vasoconstricción periférica intensa) o el
traumatismo craneoencefálico (por onda
expansiva) son algunas de ellas. El sistema
vascular es uno de los sistemas que menor
resistencia opone y por el cual se desplaza con
mayor facilidad la corriente. Esta ocasiona
efectos electrostáticos, electrolíticos y térmicos
que favorecen la rotura de la pared arterial. El
motivo por el que se producen las hemorragias
de los ganglios basales puede estar relacionado
con las características específicas de la
vascularización de esta zona, por lo que las
laceraciones de estos vasos permitirían la
formación del hematoma en dicha zona tal como
ocurrió en nuestro paciente.
Antes de desearle a alguien que “te parta un
rayo”, tengan cuidado porque realmente se
producen estas muertes, con poca frecuencia en
nuestro medio, pero es del todo posible. Yo he
tenido la oportunidad de hacer una autopsia a un
cadáver en el que la causa de la muerte se debía
a ésta circunstancia ambiental.
Se ha documentado que el 70% de los
supervivientes tras una lesión cerebral por
fulguración presentan secuelas neurológicas
como hemiparesia, alteraciones auditivas por
rotura de la membrana timpánica, cataratas y,
además, problemas psiquiátricos como
depresión, estrés postraumático, fatiga,
irritabilidad, dificultad para concentrarse o
amnesia. En el caso de nuestro paciente no se
objetivaron problemas de audición ni de visión.
La hemiparesia presentaba una buena evolución
con el tratamiento rehabilitador al igual que la
afasia de expresión y persistía una marcada
labilidad emocional."

Muerte por fulguración: Figura de


Lichtenberg.

Se llama fulguración a los efectos de la


electricidad atmosférica como puede ser el
impacto de un rayo. Cuando éste descarga sobre
el hombre, da lugar a unas lesiones locales y
generales, externas e internas, que a menudo
conducen a la muerte. Sin embargo este
mecanismo de muerte no es muy frecuente si se
compara con otros.

Un rayo se puede definir como una descarga


eléctrica atmosférica de alto voltaje, pasajera,
cuyo recorrido es del orden de kilómetros.

La muerte suele sobrevenir por una parada


cardiopulmonar inmediata e irreversible y/o
lesiones electromecánicas. En otros casos se
puede producir por arritmias cardiacas,
fundamentalmente la fibrilación ventricular, o por
lesiones traumáticas secundarias debidas a una
caída o a que el individuo es lanzado contra el
suelo como consecuencia de la descarga.
Dentro de las lesiones externas que se pueden
encontrar en el cadáver se observa un signo
patognomónico de la fulguración. Se trata de una
lesión figurada conocida como FIGURA DE
LICHTENBERG, que se describe como una
marca roja, dendrítica, ramificada, similar a un
helecho, que se encuentra en la piel de algunas
de las víctimas. Hay numerosas teorías que
intentan explicar el origen de esta lesión, pero la
causa real es todavía desconocida. Según se
dice, la marca aparece una hora después de la
descarga y desaparece gradualmente en las 24
horas siguientes.
Esta marca se encuentra en alrededor de la
tercera parte de los individuos que muere como
consecuencia de una fulguración.
Muerte por fulguración: Figura de
Lichtenberg.

Marca cutánea arborescente, semejante a un


helecho (Figura de Lichtenberg).

La fulguración es una de las causas de muerte


más frecuente por fenómenos naturales,
principalmente en países tropicales y
subtropicales. Actividades profesionales como el
pastoreo o la agricultura, así como las
actividades deportivas de montaña son las que
más predisponen a sufrir accidentes por
fulguración. También podemos decir que los
casos ocurren con mayor frecuencia en lugares
lluviosos y durante el verano, o al refugiarse bajo
un árbol. Se estima que un tercio de las
fulguraciones son mortales, y que el 70 % de los
supervivientes presentan secuelas permanentes.

Pueden producirse:
 Quemaduras
 Traumatismos severos.
 Heridas.
 Lesiones urticarianas, depilaciones,
desaparición del bigote.
 Metalizaciones.
 Imágenes de rayo.
El voltaje del rayo se calcula en 500.000.000
voltios y la intensidad en 10 mil a 50 mil
amperios.
La etiología es siempre accidental.
Etiología:

Se ha demostrado que lo que produce efectos


nocivos es la intensidad de la corriente y no el
voltaje.
Tipos de voltaje:
 Alta tensión: 1200 a 5000 voltios. 
 Mediana tensión: 120 a 1200 voltios. 
 Baja tensión: 10 a 120 voltios. 
Tipos de corriente:
 Contínua: límite letal entre 40 y 60
miliamperios. 
 Alterna: 20 a 150 m.a.(baja fcia.) y 350 m.a.
(alta fcia.).
La muerte por electrocución con corrientes de
bajas tensiones se produce por fibrilación
ventricular, y con altas tensiones la muerte se
produce por inhibición de los centros bulbares,
donde se encuentra el centro respiratorio.

Las lesiones producidas por electricidad se


denominan ELECTROCUCIÓN y las producidas
por la electricidad atmosférica se denominan
FULGURACIÓN.
Patogenia:

 Efecto directo de la descarga eléctrica.


 Quemaduras de superficie arborescente de la
descarga.
 Efecto mecánico de las fuerzas del aire
desplazado alrededor del rayo.
 Efecto de compresión debido al movimiento
del aire en su onda de retorno (puede
desvestir).
Lesiones:
 Grandes traumatismos: 
 Arrancamiento de extremidades. 
 Fracturas, luxaciones. 
 Desaparición de genitales. 
 Heridas y contusiones: 
 Heridas contusas con pelos quemados. 
 Heridas limpias. 
 Heridas anfractuosas. 
 Perforaciones en los pies. 
 Quemaduras: 
 Indoloras. 
 Punteadas, en bandas. 
 Círculos o surcos. 
 Imágenes de rayos: 
 Arborescentes, anchas. 
 Rojo azuladas. 
 Hacia la línea media. 
 Alteración de pelos: 
 Volatilización de los pelos. 
 Manchas metálicas: 
 De collares, brazaletes. 

Diagnóstico Médico Legal:


1.Causas de la muerte: por acción mecánica
(caída, precipitación, lesiones contusas), por
acción eléctrica propiamente dicha (por
inhibición se produce paro
cardiorrespiratorio), por acción térmica
(coagulación de los tejidos), pr onda
explosiva (provoca lesiones viscerales), por
acción tóxica (en ambientes cerrados).
2.Examen del cadáver: Lesiones de los
tegumentos.
3.Inspección del lugar del hecho: Sales de
vitrificación en terreno arenoso; surcos en
suelos rocosos; chamuscamiento y
desgajamiento en árboles. Dañoso en
edificios.
4.Conmemorativos: Relación entre la fecha de
la tormenta y la cronología de la muerte.
5.Imantación de objetos metálicos (alfileres),
desimantación de objetos imantados
(brújulas).
Posibles causas: Fallas en: el diseño,
construcción, operación, mantenimiento del
sistema de protección.

Medidas de protección: Pararrayos, bajantes,


puestas a tierra, apantallamientos, topología de
cableados. Además suspender actividades de
alto riesgo, cuando se tenga personal al aire
libre.
RESUMEN

Un relámpago o rayo es definido como una gran


descarga de corriente eléctrica atmosférica,
momentánea y transitoria cuya longitud de
trayectoria se mide en kilómetros. Por otro lado,
se denomina fulguración a los efectos biológicos
gue se producen por acción de la electricidad
atmosférica. Se presentan dos casos de mujeres
gue sufrieron simultáneamente los efectos de un
rayo y sobrevivieron, y en quienes se apreciaron
las figuras de Lichtenberg, gue son
patognomónicas en la fulguración. Así mismo, se
hace hincapié en las demás lesiones externas
por fulguración, las cuales ayudan a la
evaluación médico-legal.

Palabras clave: Fulguración; figuras de


Lichtenberg; rayo; relámpago; lesiones por rayo
PRESENTACIÓN DE CASOS

Caso 1

Mujer de 32 años quien ingresó al hospital debido


a que 40 minutos antes había sido impactada por
un rayo mientras se encontraba en un parque,
bajo la lluvia, y después a escuchar el sonido de
un teléfono celular, perdió momentáneamente la
conciencia. A su a su ingreso presentaba
obnubilación, amnesia retrograda y náusea,
además de los siguientes signos vitales: tensión
arterial, 80/60 mmHg; frecuencia cardiaca, 96
latidos por minuto; frecuencia respiratoria, 23
respiraciones por minuto; saturación de oxígeno
al aire ambiente, 95%. A la exploración se
apreciaron lesiones hiperpigmentadas en forma
de ramas (arborizaciones de Litchtenberg) en
ambas rodillas y tercio proximal de ambas
piernas (Figuras 1 y 2). En los estudios se
realizó un electrocardiograma con ritmo sinusal e
inversión de onda T de VI a V5 (Figuras 3), con
elevación de enzimas en el perfil cardiaco
(creatinincinasa total, 230 U/L; creatinincinasa
fracción MB, 73 u/1; deshidrogenasa láctica, 120
UI/L), y gasométricamente con acidosis
respiratoria (potencial de hidrogeno, 7.28; presión
parcial de CO2, 44 mmHg; presión parcial de O2,
95 mmHg; lactato, 2.5 mmol/L; bicarbonato, 20
mmol/L), por lo que se decidió su ingreso al
servicio de terapia intensiva, donde se realizó
tomografia axial computarizada, que mostró
edema cerebral leve; se mantuvo con signos
vitales estables, y egresó 8 días después.
Fotos: Cortesía de los autores

Figura 1 Figuras de Lichtenberg en rodillas y


tercio proximal de ambas piernas. 
Figura 2 Figuras de Lichtenberg en rodillas y
tercio proximal de ambas piernas. 
Figura 3 Reporte de electrocardiograma que
muestra inversión de onda T de V1 a V5 
Caso 2

Mujer de 34 años quien ingresó al hospital al


mismo tiempo que el caso anterior, ya que se
encontraban juntas en el parque haciendo
caminata en un día lluvioso, y tras percibir el tono
de llamada entrante en su teléfono celular,
también perdió el conocí-miento. A su ingresó se
encontró obnubilada, con una herida de 4 cm en
la región occipital izquierda, equimosis y
quemadura en cara lateral del muslo derecho en
su tercio medio (Figura 4) así como con
arborizaciones de Lichtenber en cara interna de
al rodilla izquierda. (Figura 5)
Figura 4 Quemadura de muslo derecho
localizada en su cara externa, tercio medio. 
Figura 5 Figuras de Lichtenberg, en resolución
en rodilla izquierda. 

Resumen de la atención médica recibida

Ambos casos fueron tratados con reposición


hídrica de urgencia a base de solución de
Hartman con la fórmula de Parkland y con control
de líquidos, inhibidor de bomba de protones,
analgésico Opioide y oxígeno suplementario, con
buena evolución y con tendencia a la mejoría
clínica. Durante su estancia recibieron
interconsultas por parte de los servicios de
Medicina Interna, así como de Cirugía Plástica y
Reconstructiva, quienes conservaron el mismo
manejo establecido por la Unidad de Terapia
Intensiva

DISCUSIÓN

Una descarga por relámpago contiene los


siguientes componentes: corriente eléctrica de
entre 10,000 a 110,000 amperes, temperaturas
promedio de 8000 °С, aire con temperaturas
elevadas, onda expansiva y campo
electromagnético; el tiempo de contacto entre
una descarga eléctrica por fulguración y la
víctima es de 1/10000 a 1/1000 millonésimas de
segundo10.

Por otra parte, un rayo puede dañar al humano


mediante:
 Golpe directo: la víctima recibe una descarga
directamente en el cuerpo.
 Flashazo por cercanía: el rayo "salta" del
objeto cercano donde descargó hacia la
víctima.
 Lesión por contacto: cuando el sujeto está
tocando un objeto por el que discurre la
corriente del rayo.
 Corriente por tierra: cuando el rayo hace
contacto con la tierra, ésta transfiere la
corriente a través de ella hacia la víctima.
 Onda explosiva: debido a la alta energía que
produce la descarga, el rayo puede ocasionar
lesiones similares a una explosión. Aquí no
hay contacto con electricidad3,8.
En los casos presentados es difícil establecer
con certeza el tipo de contacto que se tuvo, ya
que no contamos con datos descriptivos del sitio
donde impactó el rayo, reduciendo las
posibilidades a un flashazo por cercanía o, en su
caso, a efectos de la onda explosiva.

Entre de las lesiones externas encontradas por


efectos de un rayo, se encuentran:
 Politraumatismos producidos por los efectos
mecánteos del rayo, bien por su acción
directa sobre el organismo, o al ser lanzada
la víctima a cierta distancia.
 Lesiones electromecánicas localizadas en los
puntos de entrada y salida de la descarga en
el organismo.
 Quemaduras.
 Arborizaciones de Lichtenberg, que
constituyen un signo patognomónico de la
fulguración.
 Alteración en los pelos, ya las quemaduras
рuеden ser tan intensas que volatilizan los
pelos.
 Metalizaciones, que tienen lugar por la
penetración cutánea de finas partículas
metálicas que contactan con la piel al
fundirse por efecto del rayo como: brazaletes,
anillos, dijes, etc.5
Entonces, las personas que sufren una
fulguración no solo van a presentar quemaduras,
además es posible encontrar una gama amplia
de lesiones externas. Así, en los casos
reportados se presentaron diversos tipos de
lesiones propios del evento, tales como la herida
en la región occipital, la quemadura del muslo y
las arborizaciones de Lichtenberg; de aquí la
importancia de realizar una exploración fisiса
completa para evaluar integralmente al paciente.

Las lesiones internas que se presentan en los


accidentes por fulguración se han asociado con
la liberación masiva de catecolaminas por un
mecanismo desconocido, que se manifiesta por
hipertensión, taquicardia, cambios
electrocardiográficos no específicos y necrosis
miocárdica con bandas de contracción.

Estas alteraciones se pueden dividir en:


inmediatas y transitorias, que incluyen
disminución de la conciencia, confusión,
amnesia, cefalea, parestesias y debilidad;
inmediatas y prolongadas/permanentes,
neuropatía isquémica hipóxica, hemorragia
intracraneal, infarto cerebral y síndromes
cerebelosos; síndromes neurológicos retardados,
enfermedades de la motoneurona y alteraciones
de movimiento; traumatismos o blast, que incluye
hemorragia subaracnoidea, hematomas
epidurales y subdurales. También se han descrito
fracturas y lesiones medulares cervicales5.
En el primer caso se observan alteraciones a
nivel cardiaco, evidenciado en el
electrocardiograma, así como edema cerebral,
demostrado en la tomografía. A pesar de que
existen más complicaciones, producto de este
tipo de eventos, no se documentó la presencia de
algunas de ellas en otros sistemas o aparatos en
ninguna de las pacientes. No obstante, el
abordaje debe enfocarse a buscar
intencionadamente la presencia de alteraciones
en uno o varios órganos que pudieran estar
involucrados, y no sólo centrar la atención en el
aspecto de las quemaduras.

En las ciudades, la gente se encuentra más


protegida de los rayos debido a los edificios altos
y a los postes de teléfono, en comparación con
quienes habitan en zonas rurales8, y los lugares
más seguros para protegerse de los rayos son
cerca de edificios, dentro de automóviles o
cuevas2,3. En contraste, el protegerse cerca de
postes y árboles durante una tormenta no ayuda
a evitar los rayos3. Asimismo, la época en la que
se presentan más accidentes por rayos es en
verano y otoño, entre los meses de mayo y
septiembre, más frecuentemente por la tarde-
noche8. En definitiva, desconocemos si las
personas de los casos citados buscaron refugio
debajo de los árboles; pero recordemos que se
encontraban en un parque y bajo la lluvia, sin
embargo, vemos que estar cerca de ellos no es
un factor protector.

A saber, los cambios morfológicos más conocí-


dos en las víctimas de lesión por fulguración son
las figuras de Lichtenberg, que son unos
patrones rojizos en forma de helécho, resultado
de una hiperemia transitoria (no ocasionada por
extravasación), la cual desaparece en las
siguientes horas. Histológicamente, consisten en
pequeños vasos dilatados, con la piel intacta, y
en ocasiones se combinan con elongación y
empalizado de las células basales
epidérmicas4,10.

En ninguna bibliografía se menciona el tiempo en


que desaparecen dichas figuras, en tanto que en
los casos presentados, éstas lesiones
desaparecieron dentro de las 4 horas siguientes
a su llegada. Por lo que se considera importante
realizar su búsqueda intencionada en este tipo de
pacientes a su llegada al servicio de urgencias,
ya que el localizarlas orientará al médico clínico
en la etiología del caso, y por ende en su manejo
ulterior.

En cuanto al manejo médico, Murty menciona


que una descarga eléctrica por rayo debe ser
tratada como una lesión por contusión y no como
una quemadura térmica, debido a que la gran
cantidad de tejido dañado se encuentra debajo
de la piel aparentemente intacta2. Sin embargo,
en nuestro medio este tipo de pacientes recibe
un manejo como el de las quemaduras, por lo
que se le da mayor hincapié a la reposición
hídrica, que si bien es importante, se deben
orientar las medidas terapéuticas hacia las
demás patologías o alteraciones que las víctimas
podrían presentar.

Finalmente, el abordaje médico legal de las


personas que sufrieron un alcance por rayo
puede dirigirse en dos sentidos: el primero es la
descripción correcta y completa de todas las
lesiones que suceden en este tipo de pacientes,
que como se mencionó anteriormente pueden
presentarse desde heridas por contusión hasta
quemaduras, además de no olvidar su mención
en el expediente clínico, pues son de gran
utilidad para establecer, en segundo lugar, la
etiología accidental, puesto que si se observan
en personas que se hallen inconscientes en la
vía pública y con ausencia de quemaduras
sobresaltentes, puede sugerir fuertemente que se
trata de una fulguración. En cambio, su ausencia
en una situación similar, orientaría a un
diagnóstico diferencial entre una patología
cardiaca, alguna intoxicación o trauma severo.
CONCLUSIONES

La posibilidad de sufrir lesiones, o incluso morir a


causa de fulguración son extremadamente
remotas. Sin embargo, cuando se combinan
factores predisponentes como estar en un lugar
bajo la lluvia o con árboles, éstas aumentan.
Incluso, es menos probable que dos personas
sufran este tipo de accidentes al mismo tiempo.
En la literatura médica no se encontraron casos
similares (y mucho menos que hayan
sobrevivido).

Se debe conocer y tomar en cuenta la presencia


de lesiones externas ocasionadas por
fulguración, así como las distintas formas en que
un rayo puede hacer contacto con el ser humano
para que, de esta manera, sea posible orientar y
dirigir la vigilancia y el manejo terapéutico que se
debe llevar a cabo en este tipo de pacientes.

A pesar de que las figuras de Lichtenberg se


reportan solo en 30% de los accidentes por
fulguración, su presencia es patognomónica, y se
presentaron en los dos casos citados. Desde el
punto de vista médico legal, la presencia de ésta
lesión solo puede traducirse como un accidente
de tipo atmosférico, sin embargo, en caso de
presentarse un accidente de este tipo, se debe
orientar en su etiología y en su adecuado
manejo.

A pesar de que ambas pacientes fueron dadas


de alta sin aparentes complicaciones, a la fecha
se desconoce la evolución y seguimiento de las
mismas, con lo que se hubiese podido dar un
panorama más amplio acerca de su estado
actual.

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