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CAPITULO VII:

EL PAPA NICOLAS II
Y EL SINODO ROMANO DE 1059
A1 morir el papa Esteban IX (Florencia, 29 de marzo 1058),
los condes Tusculani, aprovecharon la ocasión para buscar su
antigua posición en Roma e hicieron. elegir a Juan, obispo de
Velletri que tomó el nombre de Benedicto X. Esta elección de por
si no se volvía contra la reforma, pero no encontró apoyo. La
monarquía alemana no había participado y Pierdamiani rechazó
entronizar al nuevo papa: acto que estaba reservado al obispo de
Ostia (y él era el card. obispo de Ostia). En este caso la
entronización la hizo un simple sacerdote.

Los reformadores, reunidos en Siena, eligieron al obispo de


Florencia, Gerardo, originario de Borgoña, el que tomó el nombre
de Nicolás II (10591061); tal vez tomo el nombre de Nicolás por el
santo del día de elección (6 de diciembre); o tal vez hacía
referencia al papa Nicolás I (que había luchado con rigor para
afirmar el primado jurisdiccional del papa en el siglo IX). Detrás
de aquella elección estaba también el duque Gofredo el barbudo de
Toscana. Se cree oportuno pedir el consentimiento de la corte
imperial (en Alemania). Con la ayuda de Gofredo, Nicolás II pudo
entrar en Roma, en enero de 1059, después que huyó Benedicto X.

Fue un breve pontificado, que dejó sin embargo trazas


durables en dos campos: 1) decisiones del sínodo romano de 1059
(sobre la simonía y sobre el modo de elegir papa). 2) Este
pontificado tiene un cambio de la política papal frente a los
normandos. Sínodo lateranense de Pascua (1059). Manifestó el
programa del papa y las decisiones se encuentran en dos textos : La
encíclica Vigilantia universalis y el decreto sinodal sobre la
elección papal. La encíclica tiene dos decisiones muy importantes:
la lucha contra el nicolaísmo llega con esta encíclica a un nuevo
nivel. Es la primera vez que el programa de la reforma gregoriana
respecto a la vida del clero alcanza una formulación canónica
inconfundible. Los laicos no puede acudir a misa con tales
personas. El sínodo propone a todos los clérigos la vida en común.
Una parte esencial de esta decisión es esta : "Ninguno oirá la misa
celebrada por un sacerdote del que se sabe que convive con una
concubina o una mujer clandestina. El santo Concilio, en efecto,
bajo pena de excomunión, ha decidido en modo concreto sobre la
castidad de los sacerdotes (del SS papa León IX, de grata
memoria), que todo sacerdote, diácono, subdiácono, que tome
públicamente una concubina o no abandone a aquella con la que
vive, no pueda por voluntad de Dios de los santos apóstoles Pedro
y Pablo y por nuestra orden formal, ni cantar en la misa, ni leer el
evangelio ni la epístola, ni asistir al coro para el oficio divino..

Una segunda decisión: la simonía. Canon 6 : "Ningún


clérigo sacerdote puede recibir de ningún modo de parte de los
laicos una iglesia, ni gratuitamente, ni habiendo pagado". Aquí se
encuentra en este canon una extensión del concepto de
simonía :."Ni siquiera gratuitamente.. Esta decisión, muy discutida
en los últimos años. De dónde viene esta nueva rigidez. Se hace
una relación con el tratado de Humberto de Silvacandida Adversus
simoníacos y según un autor: Humberto ha escrito este tratado
precisamente en el año 1059 en vista del sínodo Lateranense.
Luego se trataría de la aplicación del concepto de simonía mas
amplio, más radical, que el decreto sinodal romano. Es más difícil
establecer la extensión del canon. ¿A qué se refiere concretamente?
Antes todos eran de la opinión que se trataba de un primer caso de
prohibición de investidura laica, incluido también. el rey.

Hoy, después de los estudios de Rudolf Schiffer (1981), se


piensa más bien en una prohibición de investidura de iglesias
menores: sobre todo parroquias, de parte de los señores
propietarios laicos (de iglesias privadas). En otras palabras: no se
pensó en 1059 todavía en la investidura de los obispados por parte
del emperador. El padre Kempf, en su recesión del libro de
Schiffer, Annales Historiae Pontificiae (1982) dice que este canon
es una primera prohibición de investidura. No es todavía una lex
perfecta con sanciones, pero ciertamente una declaración
programática de parte de los reformadores romanos, los cuales
rechazaban la investidura laica de manera general, sin atacar
todavía directamente la investidura regia. A lo mejor un intento,
como se hace muchas veces en política, de ver las reacciones. Y si
las reacciones son negativas, entonces los políticos dicen, no, esto
no es lo que habíamos pensado. Tal vez en este sentido es como
hay que interpretar este canon del sínodo.

La segunda gran decisión del concilio Lateranense (1059):


decreto sobre la elección de los papas. Este decreto es importante
por diversos motivos. Hay 6 puntos que querría mencionar
brevemente:
1.El decreto establece que la elección debe ser libre de toda
interferencia de órganos externos al cuerpo electoral.

2.El decreto abolía, indirectamente, la prohibición a transferir a


un obispo a la sede romana (esta famosa prohibición que
incidió tanto en el caso de Formoso); y que ya desde antes no
se tenía muy en cuenta. Tácitamente es abolida la
prohibición.

3.En la elección la primera voz la tienen los cardenales


obispos. E1 cuerpo electoral lo constituyen. sobre todos los
cardenales.obispos. Y sólo después de ellos votan los otros
cardenales. Y sólo los cardenales. Es una .miliario. en cuanto
al colegio cardenalicio como el órgano dirigente de la iglesia
romana.

4.El decreto redimensiona el influjo de la nobleza y del clero


romano, de la iglesia local de Roma, a una pura aclamación.
Despeja el camino hacia una autoridad universal de la iglesia
romana, según la concepción de los reformadores. El papa es
obispo de Roma, sólo en segundo lugar; primero es pastor
universal.

5.El rol del rey alemán es definido de un modo, quizás velado


a propósito y por eso debemos leer esta frase (línea 6) : .Salvo
queda el debido honor y la reverencia hacia nuestro querido
hijo Enrique, ora rey, y que se espera con la ayuda de Dios,
futuro emperador como le hemos concedido. Y hacia los
sucesores de él que personalmente invocarán el mismo
privilegio a esta sede apostólica.. Como ven toda traducción
es siempre una interpretación del texto latino: hoc jus
(traduce: este privilegio) de por si significa derecho. Esta
famosa frase se llama parágrafo del rey. Su interpretación es
muy discutida. Es cierto que Nicolás II no quiso o no pudo
olvidar derechos del rey de Alemania, en relación a la
elección papal, que ya era entonces un costumbre
plurisecular. No es mencionado que el rey tenga el derecho
de designación. E1 texto permitía la continuación de la
tradición anterior pero permitía un cambio. En fin el
parágrafo en parte da una expectativa al rey Enrique IV para
la dignidad imperial. Habla de una esperanza de llegar a ser
emperador. Habla de una concesión papal: de poder participar
en una elección pontificia.
6.Si en Roma la libertad de los cardenales electores era
limitada, ellos podían proceder a una elección fuera de Roma.
El papa así elegido y entronizado llegaba a ser
inmediatamente el sucesor de san Pedro. Era un punto
importantísimo porque en el medievo muchos papas fueron
elegidos fuera de Roma. Este decreto de 1059 es un paso
decisivo hacia una reestructuración y revalorización del
colegio cardenalicio, como cuerpo encargado específicamente
de la elección del papa. Siguiendo el ejemplo de la corte
imperial de Constantinopla las reuniones oficiales del papa y
de los cardenales comienzan a ser llamadas consistorio.
Como dice Pierdamiano, el colegio de los cardenales llega a
ser el senado del papa, con. funciones semejantes a aquellas
del antiguo senado romano. Precisamente en. aquella época
comienza el fenómeno que aumenta cada vez más en el
medievo, imitación de la dignidad imperial de parte del
papa. Los cardenales forman parte de aquel programa de
imitación imperial de parte del papado.

Cardinalis. Esta palabra ha recibido varias interpretaciones. Según


un estudioso del derecho canónico: es un atributo para los obispos,
sacerdotes y diáconos que prestan servicio en una iglesia a la cual
han sido asignados, incardinados; sin embargo, para la cual no han
sido ordenados. Recientemente otro autor de un Léxico alemán
(1990), afirmaba que el título se refiere a todos aquellos que
prestan servicio en una iglesia catedral. Esta interpretación parece
correcta, porque hay clérigos con este título de cardenales
(documentados) también fuera de Roma (Italia, Francia, Alemania,
Inglaterra) y siempre celebran la liturgia en catedral episcopal.
Luego, que tienen relación litúrgica con una catedral. El título
cardenal refiere pertenecer al clero de catedral.

En tiempos del papado reformado en Roma, los cardenales no


tenían en primer lugar tareas litúrgicas, sino que estaban al servicio
del papa; esto ya lo hemos visto en el caso de León IX. Los tres
órdenes de cardenales son considerados como representantes del
episcopado universal. La evolución del cardenalato terminó con
Alejandro II (1061.1073): cardenales obispos; cardenales
sacerdotes y cardenales diáconos. Los cardenales obispos
existentes ya antes de la mitad del siglo XI (en los sínodos
provinciales romanos, eran el grupo mas importante): eran los
obispos de las siete (luego seis) diócesis del entorno de Roma
(diócesis suburvicarias): Ostia, Albano, Palestrina, Porto,
Silvacandida, Tusculo y Velletri (más tarde Sabina). Los
cardenales presbíteros originalmente oficiaban en las cuatro
basílicas patriarcales: S. Pedro, S. Lorenzo (fuera de los muros),
San Pablo (fuera de los muros) y santa María la Mayor.

En torno al 1100 eran 28 (7 para cada una de las basílicas). Los


cardenales diáconos tenían igualmente tareas litúrgicas en las
basílicas, sobre todo en la Lateranense. Los cardenales obispos
tenían una especial relación con el Laterano. Los cardenales
diáconos, en la iglesia antigua, tenían cargos de caridad. Pero luego
se olvidaron estas tareas y quedaron sólo con tareas litúrgicas. E1
número compresivo de los cardenales fue fijado en torno al año
1100.1118. Sin deshacer el orden establecido el papa León IX
llamó personas del extranjero a la cabeza de diócesis suburvicarias:
Humberto de Silvacandida, por ejemplo.

En seguida este decreto de 1059 tuvo dos importantes


precisiones: el principio de la mayoría y segundo, la
introducción del cónclave. A1 inicio no era fijo el criterio de la
mayoría numérica, en el acto de la elección. Este criterio era
desconocido por todo el alto medievo, como también por la regla
de san Benito, que dice al respecto de la elección del abad (cap.64).
.Sea nombrado aquél que resulte electo por toda la comunidad
concorde en el amor de Dios, o también de una parte de la
comunidad, aunque sea mínima, pero con un más sano juicio..
¿Quién establece quien tenga el más sano juicio? Esta incerteza
jurídica sobre la parte más sana condujo en el alto medievo a no
pocas elecciones dobles de papas; porque naturalmente cada parte
reclamaba el derecho del más sano juicio. La elección del célebre
papa Alejandro III (11591181) Rolando Bandinelli, degeneró en
una batalla en la basílica de san Pedro entre los mismos cardenales.
Esta escena fue para el nuevo papa una advertencia. E1 concilio
Lateranense del 1179 mandó que en el futuro la mayoría de 2/3 de
los cardenales electores sería necesaria para una elección válida.
Esta decisión daba óptimos resultados, mientras de la ley de 1059
hasta el concilio de 1179, había una docena de antipapas; tales
elecciones dobles en los dos siglos sucesivos eran muy raras.
Luego, el principio, de la mayoría.

El segundo elemento que daría a la elección papal una


consistencia en el cónclave.. El cónclave: el primero del que
tenemos noticia, fue también el más duro para todos los
participantes. A la muerte de Gregorio IX, verano de 1241. Reinó
en Roma el senador Mateo Rosso, cabeza de la familia Orsini,
amigo de san Francisco, pero un político sin escrúpulos. Para
prevenir una intervención de parte del emperador Federico II,
Mateo Rosso, de acuerdo con los ciudadanos romanos encerró a los
diez cardenales electores en el Septisonio (edificio de Septimio
Severo en el extremo sur del monte Palatino, destruido en 1589 por
el papa Sixto, para llevarse el material y completar la capilla
Sixtina de la Basílica de Santa María Mayor).

Este senador los encerró en este edificio a fin de que


decidieran independientemente de todo influencia exterior y no se
sirvieran de su casa como de bases militares. Era un abuso notable
pues la orden la daba un laico. Pero el senador, como sabemos por
las descripciones realistas dejadas por los cronistas y confirmadas
por una carta escrita por un grupo de cardenales desde Albano en
noviembre de 1241. Dos de ellos murieron. Ni cuando alguno tenía
necesidades personales podía quedar sólo. Y cuando los pobres
prisioneros reposaban recibían sobre las cabezas, de parte de los
encargados del cónclave, duchas frías y malolientes. Imposible
tomar medicinas o tener la visita de un médico; prohibida la
llegada de parientes y el apoyo del servicio de las familias y
finalmente estaba prohibida la limpieza. Sin embargo el cónclave
duró dos meses.

Finalmente los cardenales se pusieron de acuerdo y fue


elegido Celestino IV, el cual después de sólo 17 días murió.
Posiblemente exhausto de estos malos tratos. Y desde entonces
muchos cardenales, recordando lo que habían sufrido, sabiendo lo
que les esperaba, huyeron de Roma sin dar, incluso, sepultura al
papa muerto. Se dispersaron en los entornos de la ciudad. Una
nueva elección no podía tener lugar en la ciudad, y la iglesia
permaneció 18 meses sin pontífice, hasta el 1243 cuando fue
elegido Inocencio IV. Este es el primer cónclave.

El cónclave más largo, para el futuro el más importante fue


aquel de Viterbo, después de la muerte de Clemente IV. Comienza
al final 1268 y se alargó hasta1271. Casi tres años. Y después de
un año, cuando todavía no se decidía nada, los ciudadanos de
Viterbo pusieron muros en las puertas del palacio donde los
cardenales se encontraban. Y finalmente la multitud llegó hasta su
morada y quitó el techo para que les cayera la lluvia y los obligara
a tomar una decisión. El problema era difícil, pues los cardenales,
además de rivalidades personales, estaban en desacuerdo sobre el
trato a Carlos I (de Angiu) rey de Sicilia, después de la caída de la
casa sveva. Finalmente, el neoelecto, Gregorio X, para evitar el
repetirse de tales cosas, en el segundo concilio de Lyon (1274)
hizo establecer un reglamento rigurosísimo para la elección.
Después de la muerte del papa, dentro de diez días, los cardenales
deberían reunirse en el palacio pontificio.
Después de aquel largo cónclave (1271) fue elegido
Gregorio X (1271-76) (que no era cardenal), el cual para evitar
otros cónclaves como éste, estableció, según el Concilio de Lyon
(1274), un reglamento rigurosísimo para la elección papal.
Establece los siguientes puntos: después de la muerte del papa,
dentro de 10 días, los cardenales se reunirán en el palacio
pontificio, acompañado cada uno de un solo doméstico, para no
salir antes de haber dado un sucesor al muerto. En el interior, habrá
un sólo cónclave en donde todos deben habitar en común. Un único
lugar (estancia y por eso: cónclave). La puerta debe permanecer
cerrada y ninguno debía abrirla bajo pena de excomunión. Si al
final de tres días no se ha decidido la elección, los cardenales no
tienen derecho de comer sino un plato al día, por cinco días;
después de los cuales, serán puestos a pan y agua. Aparte de las
restricciones de comida estas normas del 1274 son
substancialmente hasta hoy las mismas.

La segunda profunda huella de Nicolás II: cambio de la política


frente a los normandos, que no es sólo un hecho de historia
profana o historia italiana, sino que tiene repercusiones con la
historia de la iglesia en general. Hasta ese momento los papas
habían seguido una política antinormanda: el papa León IX había
sido vencido y capturado por los normandos. Después de la muerte
de Enrique III, los papas debían darse cuenta que ningún
emperador podía protegerlos delante de los normandos; ni alemán,
ni bizantino. Así, Nicolás II decidió concluir con ellos uno tratado;
algo que en efecto ellos deseaban. Su política sobre los papas era
también una presión sobre ellos para que hicieran pactos entre
ambos.

Un primer motivo para Nicolás II era obtener apoyo contra el


antipapa Benedicto X, elegido por la nobleza romana. Un segundo
motivo era: la independencia del papado reformado por medio de
una alianza estable con los normandos. Asegurar aquella
independencia del papado. Probablemente ha sido Ildebrando el
encargado de hacer esos pactos. El resultado de un sínodo en Selfi,
23 de agosto de 1059, Nicolás II aceptó la oferta de los dos
príncipes normandos Ricardo de Aversa y Roberto Guiscardo,
de que el papa fuera su señor feudal. Nicolás II aceptó y dio en
feudo a Ricardo el principado de Capua; Roberto con Apulia,
Calabria, y Sleilia (todavía por conquistar), en ese momento estaba
en manos de los sarracenos. Los dos normandos prestaron
juramento de fidelidad al papa: Roberto, el personaje más
importante, juró proteger la persona y el status del papa y de
ayudar a la Santa Iglesia Romana dondequiera, y contra todos los
que quisieran atentar contra la propiedad de san Pedro.
Nominalmente el señor feudal de estos normandos era san Pedro y,
de hecho el papa; el que por primera vez aparece con vestido de
feudatario.

La acción del papa se explica si uno piensa en la donación


de Constantino. Según este famoso falso, el emperador Constantino
habría regalado al papa Silvestre: Italia y grandes posesiones en
todo el occidente; Italia meridional era parte de esta donación. Para
los normandos era muy ventajoso ser vasallos del papa; eran una
legitimación de sus conquistas en el sur y una base jurídica para
decisiones futuras; para el papado, los normandos se convirtieron
en una nueva fuerza de protección. Ahora los papas tenían dos
protectores vecinos: al norte, el margravio de Toscana y al sur, los
normandos como vasallos. Gofredo el barbudo no era vasallo del
papa, sino un amigo, pero era considerado protector.

De hecho, gracias a la ayuda de Ricardo de Aversa, Benedicto X


fue arrestado después de su fuga de Roma. El resultado fue luego
visible en este pacto. El segundo punto de aquel tratado de Melfi:
los normandos prometieron apoyar la nueva forma de elección del
papa. Sostendrían al papa elegido por los meliores cardinales. No
se especificaba qué significaba eso: simplemente la mayoría, o
simplemente la parte más sana (pars sanior). De hecho, como este
problema todavía no estaba resuelto (sino que se resolverá mucho
más tarde),dependía en el futuro (al menos por un cierto periodo)
también de los normandos qué papa se podía afirmar.

Este reconocimiento de los normandos no se había hecho como un


enfrentamiento con el imperio; sin embargo la corte imperial
desaprobó este proceder y no recibió al delegado, el cardenal
Esteban. Ciertamente era una señal de la creciente independencia
del papado reformado, respecto a la corte imperial. Las
consecuencias prácticas se mostrarían muy pronto, después de la
muerte de Nicolás II. En el cisma que siguió, se manifestó por
primera vez, el conflicto entre papado reformado y monarquía
alemana. El partido reformador, dirigido por el archidiacono
Ildebrando, y protegido por el príncipe de Capua (Ricardo de
Aversa), escogió como sucesor al obispo Anselmo de Lucca con
el nombre de Alejandro II (1061.73), el segundo grande papa de
esta segunda fase,(después de Nicolás II),cuyo sucesor será
Gregorio VII: tres papas en línea ascendente, siempre más
importantes para la reforma gregoriana.
La cláusula del decreto de 1059 que hemos leído, no fue
observada, pero se había observado el juramento vasallático de los
normandos: 1 oct.1061. Mientras la nobleza romana se había
vuelto a la corte imperial, nombrando al joven Enrique IV,
patritius (aquel titulo que ya había tomado Enrique III; así la
nobleza participaba en aquel acto pluriforme de la elección ).
Además se esperaba, del modo tradicional, una designación de
parte del emperador. La elección no del todo regular, indujo a una
parte del episcopado lombardo a asociarse a los romanos: eran 109
tradicionalistas.

Un sínodo de obispos lombardos, junto con representantes romanos


eligió en Basilea el 28 de octubre (1061) al obispo Cadano de
Parma como papa Honorio II. Hay que darse cuenta de los
partidos que aparecieron en este momento: Enrique IV,
pretendiente a la dignidad imperial, en lucha contra el papado
reformado; Enrique IV aliado con la nobleza romana, a la cual
Enrique III había arrancado la elección del papa. Honorio II buscó
imponerse como papa con la ayuda de medios militares pero
resultó evidente que no era posible plegar con las armas al papado
reformado sostenido no sólo por el nuevo colegio cardenalicio, por
los normandos junto con el duque Gofredo el barbudo (Toscana);
ahora ya reconocido por todos los sectores reformadores de la
Iglesia. Este deseo de reforma había incluso llegado a Alemania.

El Arz. Anone de Colonia era un apoyo para los reformistas


y desde 1062 era regente en el nombre del joven emperador
Enrique IV. E1 Arz. Anone se pronunció en favor de Alejandro II.
El cardenal Pierdamiano había obtenido de Anone el
consentimiento para la convocación de un sínodo para poner fin al
cisma. Dado el contexto es claro que se trataría de un sínodo papal
bajo la presidencia de Alejandro II, pero prácticamente en otoño de
1062, ya todo estaba decidido en favor de Alejandro II. En el fondo
tal sínodo ya era superfluo (al menos según la opinión de los
reformadores radicales). Cuando en la primavera de 1062 se reunió
el sínodo en Mantua Alejandro tomó la guía. Después de haber
declarado que su elección había sido de manera legítima, fue
confirmada por unanimidad la condena del antipapa (Cadano)
Honorio II, el cual se retiró a su diócesis.

Con Alejandro II el papado pudo aumentar notablemente su influjo


en toda Europa. Y esto es interesante: ver cómo poco a poco el
papado extiende su esfera de influencia más allá de Italia; más allá
del imperio; en otros países, donde el emperador era conocido sólo
por nombre, pero que no tenía ningún influjo directo.
En España, en la iglesia Aragonesa, Alejandro II, por medio de la
legación del cardenal Hugo Cándido, hizo publicidad para la
liturgia romana; más que por la mozárabe. En 1068 el rey Sancho
Ramírez, I de Aragón, con ocasión de una peregrinación a Roma se
encomienda al papa y pone su reino bajo la tutela de san Pedro, por
medio de un pago simbólico, una relación con Roma que se
intensificará en los decenios sucesivos. El rey de Aragón, vasallo
del papa, como pocos años antes los dos príncipes normandos. Para
Sancho Ramirez, este paso no era un daño, al contrario,
políticamente muy bien calculado: un reforzamiento de su
autoridad delante de sus opositores: era un vasallo con el apoyo del
papa. El paso de la iglesia aragonesa del rito mozárabe al rito
romano, comienza efectivamente en el 1071. Esto con respecto a la
relación con España. Naturalmente no es la última intervención del
papado reformado allá. Es un primer contacto con Alejandro II.

Inglaterra: era particularmente importante la toma de posición de


Alejandro II en la controversia en torno a la sucesión al trono
inglés. En el 1066 se presentaron en Roma enviados del duque
Guillermo de Normandía y le expusieron el problema de la
sucesión al trono de Inglaterra. Después de la muerte del rey
Eduardo (el confesor), que no tenía hijos. Había tres pretendientes
al trono: el rey de Norvegia (Noruega); el conde Aroldo de Wessex
y el duque Guillermo de Normandia.

El conde de Wessex fue elegido rey y logró incluso derrotar


al primer pretendiente (rey de Noruega que murió en una batalla).
El duque Guillermo había por su lado buscado la mediación
pontificia y prometio por medio de sus enviados, una reforma de la
Iglesia anglosajona, según la concepción romana, si el papa lo
apoyaba contra Aroldo. El papa Alejandro II se declaró en favor de
Guillermo y le mandó un vesillo de san Pedro; este famoso
símbolo que era un reconocimiento oficial de la política de un rey;
una relación con el papa.

Así la guerra de los normandos contra los sajones se


convirtió en guerra justa: reconocida oficialmente por parte del
papa. En aquella famosa batalla de Hastings (1066); el ejercito
anglosajón fue vencido, por el más moderno de los normandos; y el
rey Aroldo encontró la muerte. Con los dominadores normandos,
también la iglesia anglosajona cambió profundamente: el Arz. .de
Canterbury, Estigand, debía renunciar (1070), sustituido por el
abad Lanfranco de Beck, un lombardo, un famoso erudito. La
iglesia inglesa bajo la dominación normanda se abrió a las nuevas
corrientes reformistas del continente; lo que no puso en discusión
el dominio del rey sobre la iglesia. Casi todas las diócesis
recibieron nuevos obispos normandos u obispos de Lorena, menos
la diócesis de Münster, donde el obispo Bulstand siguió dirigiendo
dicha diócesis. La iglesia inglesa más romana. Legados romanos
llegaron a Inglaterra con la esperanza que el nuevo rey considerara
al papa como a su señor feudal; pero esto no se logró. Este
Guillermo era muy malicioso para dar un semejante paso.

El influjo de Alejandro II se mostró también en Francia; era


el país predilecto de los legados papales, donde desde 1063 hubo
numerosos sínodos, promulgaron decretos de reforma y decidieron
sobre procesos en el interior de las diócesis.

Un hecho en Italia que ya he mencionado: en Milán,


Alejandro II reforzó la relación con la pataría sin compartir todas
las opiniones y acciones suyas. En 1063 mandó al jefe patarínico
Erlembaldo el famoso vesillo de san Pedro y canonizó en 1068 al
patarino Arialdo como mártir. En el cisma milanés después de la
dimisión del Arz. Guido, Alejandro II, sostuvo al candidato de la
pataria Atonne, contra el candidato de Enrique IV, Godofrido de
Castiglione, que es excomulgado y con él los que lo habían
consagrado. Bajo instigación de la emperatriz Inés (Agnese) muy
devota del papa, un sínodo romano de la pascua de 1073,
pronunció la excomunión contra los que habían sugerido a Enrique
IV aquella elección en Milán. Era un último paso: sólo el rey no es
tocado, ni mencionado; pero sus consejeros son excomulgados.
Esto significó que Enrique IV se encontraba en una situación muy
difícil, a causa de la prohibición canónica de mantener relación con
gente excomulgada (pero eran sus consejeros). Veremos que allí
precisamente Gregorio VII verá el punto débil en su lucha contra
Enrique IV: relación de Enrique con sus consejeros excomulgados.

Las relaciones de Alejandro II con el joven rey nunca fueron


serenas. Había varios motivos: Enrique había manifestado su deseo
de hacer anular el matrimonio con Berta de Saboya, contraído
cuando el era todavía un niño.(Hoy sería fácil una anulación en tal
caso). Pero encontró tantas oposiciones y debió plegarse a las
decisiones del arzobispo de Maguncia y del legado pontificio
Pierdamiano.

Segundo: Alejandro veía con preocupación la política


eclesiástica del rey, que consideraba simoníaca. El rey en la
primera parte de su gobierno se valió más de la política de un
candidato a un obispado, que a sus cualidades espirituales. Por el
momento no se ponía en discusión el derecho del rey de hacer tales
investiduras. Pero la última elección papal, los sucesos en Milán
mostraban que el derecho del rey estaba en peligro. En caso de
conflicto, la elección canónica, según la concepción de los
gregorianos, se encontraba en un plano mucho más elevado. Ya
durante el pontificado de Alejandro II se generaron entre el papado
y el rey alemán tensiones que el sucesor, Gregorio VII, heredaría.
Enrique IV y su ambiente no entendieron que la iglesia estaba
cambiando. No se puede decir que la iglesia en Alemania fuera
completamente corrupta o necesitada de reforma en línea de
máxima. Algunos fenómenos, como el matrimonio de los
sacerdotes,(en el bajo clero) era admitido como en otras iglesias
nacionales, no como un abuso, sino como una tradición legítima.
Sin embargo, también en Alemania se hizo sentir la nueva
autoridad del papado reformado. La gente comenzó a entender que
el clima estaba por cambiar (el clima espiritual, nuevo).

He insistido (a propósito) que la fuerza del pontificado de


Alejandro II era Ildebrando. Sin embargo hay que hacer notar que a
partir del papa León IX, los papas y sus colaboradores se
presentaban como una unidad inseparable. Esto es típico del
papado reformado: reforzamiento de la curia. Institucionalización
de la curia, especialmente del cardenalato. El papa no es una
persona aislada, sino que está sostenida por un colegio de
cardenales-obispos; y este colegio ha liberado al papado de los
graves condicionamientos a que había sido sometido por parte de
las facciones romanas. La nobleza romana; e incluso, de parte del
emperador. Muchas veces cuando se habla de este conflicto entre
emperador y papas: se piensa sólo en las personalidades de cada
papa. Pero es necesario tener siempre en cuenta que los papas de
aquel período colaboraron estrechamente con sus cardenales.
Sustraídos a aquellas fuerzas que hasta entonces eran
determinantes (nobleza romana y poder del emperador), los papas
eran llamados a responder por si mismos: ser más independientes.
Pero buscaron una base, no subjetiva, sino que querían regresar a
una base objetiva, que encontraron en el derecho canónico. Es
decir, una ordenación vinculante, porque querido por Dios y
atestiguados en las tradiciones de la Iglesia antigua; y por eso el
período del papado reformado es también el periodo del
florecimiento del derecho canónico.

El papado ganó en autoridad y estima, interviniendo para sostener


aquellas normas del derecho antiguo, con sanciones, ordenes
jurídicas, y sanciones enérgicas, puestas en práctica en fuerza del
poder jurisdiccional. No sólo en Roma sino también fuera. Con la
muerte del papa Alejandro II (21 abril 1073), los fundamentos de la
tradición canónica y el reconocimiento del papa como heraldo y
custodio del derecho canónico, era algo ya adquirido y reconocido
por todos. Los papas como intérpretes del derecho canónico. E1
cuidado pastoral del papado se extendía ya hasta territorios que
hasta ese momento no sucedía, como en la Italia del sur; España,
Inglaterra.

Hasta entonces el papado no tenía ningún influjo. El papado


ejercitó este influjo, este cuidado pastoral, sobre todo por el envío
de legados. El medio de ejercitar el poder jurisdiccional en aquella
época son las legaciones. Los legados obraban directamente en
nombre del papa. Era, por decirlo así, el brazo alargado del mismo
papa. Sin embargo esta rápida evolución del papado y de las
instituciones eclesiásticas por fuerza debía tener consecuencias,
incluso en todo el sistema político de occidente. Se puso en
discusión dentro de poco tiempo el equilibrio plurisecular entre
regnun et sacerdotium. No era el imperio el que cambiaba; no era
culpa del emperador; era el resultado de una rápida evolución del
propio papado.

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